Los cristales Swarovski están presentes en la moda, el

Transcripción

Los cristales Swarovski están presentes en la moda, el
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LOS 120 años de
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1. El libro que lanzó Swarovski:
Celebrating a History of
Collaborations in Fashion,
Jewelry, Performance, and
Design (Rizzoli).
2. Greta Garbo en la
película Mata Hari, 1931.
3. Una pieza de la
colección primavera-verano
2016, Sea of Sparkle, por
Nathalie Colin.
4. Lámpara Lolita
by Ron Arad para Swarovski
Crystal Palace, 2004.
5. Daniel Swarovski.
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Los cristales Swarovski
están presentes en
la moda, el cine y la
joyería, así como en los
adelantos tecnológicos
que hacen parte de
nuestra vida. Y, en
muchas ocasiones, a lo
largo de sus 120 años de
existencia, su nombre
ha estado asociado con
firmas y creadores de
todos esos ámbitos. Un
magnífico libro celebra
esas colaboraciones
Por Florencia Sañudo
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Fotos: cortesia de Swarovski / olivier borde.
Swarovski
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L
as colaboraciones son un factor esencial del éxito de Swarovski. Desde
hace más de un siglo, los más talentosos creadores de moda desde Paul
Poiret hasta Alexander McQueen;
arquitectos de la talla de Zaha Hadid,
artistas como Ron Arad y diseñadores industriales o
ganadores del Oscar se han inspirado en la belleza
y la versatilidad de sus cristales para crear piezas
extraordinarias. Asimismo, esas mentes creativas
empujaron a los científicos y técnicos de la casa
a producir nuevos colores y formas innovadoras de cristales. A su vez, cada adelanto alentó
a los creadores a llevar su imaginación más
allá y a concebir proyectos más y más audaces,
en un proceso sinfín en el que arte y técnica se
alimentan continuamente.
Y todo comenzó con un pequeño taller.
“Un diamante
para cada mujer”
Daniel Swarovski llegó a
Wattens, un tranquilo pueblecito de Austria en 1895.
Allí, con su asociado Franz
Weiss, alquiló una fábrica
abandonada para instalar
un taller para cortar cristal, una industria muy desarrollada en su Bohemia
natal (actual República
Checa), pero desconocida
en el Tirol. El joven había
aprendido la profesión en
el pequeño taller de su
padre, pero una visita a la
Exhibición Eléctrica, en Viena, en 1883, hizo germinar en él la idea de una máquina para cortar los
cristales con precisión milimétrica, herramienta
que patentó en 1892 y que cambió para siempre la
industria del cristal.
Aun así, difícilmente hubiera imaginado que un
día la empresa a la que le dio su nombre emplearía
a 35.000 personas y tendría 800 puntos de venta en
120 países; que generaría 3.300 millones de dólares
al año y que un día produciría 20.000 millones de
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7. Anillos Nirvana, de Swarovski.
8. Cascada por Vincent Van Duysen, para Swarovski Crystal Palace, 2003.
9. Un collar de la colección primavera-verano 2016, Sea of Sparkle,
por Nathalie Colin.
10. Cristales de Swarovski en el desfile de Elie Saab, de la colección
alta costura para el otoño-invierno 2012.
piedras de cristal por año para instrumentos
ópticos, reflectores de luz, elementos de candelabros, figurinas y, por supuesto, para
piezas de bisutería.
Apenas unos años después de poner
en práctica su invento, la fábrica producía
piedras tan exquisitas, que las más prestigiosas joyerías de París usaban las “piedras
talladas del Tirol” como argumento de venta.
A lo largo de las décadas, las subsiguientes
generaciones de la familia siguieron desarrollando nuevos productos
y técnicas. En 1956, Manfred Swarovski trabajó
personalmente con Christian Dior para crear una
piedra especial. El resultado: un nuevo revestimiento bautizado Aurora
Borealis daba al cristal un
efecto iridiscente y captaba el tono de la ropa. El
éxito fue fenomenal.
Por cierto, Christian
Dior no fue el primer modisto en percibir el poder y
la importancia del cristal.
Si bien se adjudica a Coco
Chanel la popularización de la bisutería, los cristales Swarovski ya formaban
parte de la propuesta creativa de otros modistos antes que ella. En 1912, Paul
Poiret diseñaba joyas para acompañar sus creaciones y Madeleine Vionnet hacía
desfilar a sus modelos con collares de cristales y plumas. Jeanne Paquin y Charles
Frederick Worth usaban cristales en joyas y bordados, pero fue Chanel quien,
en los años 20, dio a la bisutería el imprescindible toque chic y la hizo aceptable
en la high society. Y, cuando en los años 30, la Gran Depresión económica alejó
a muchas mujeres de la posibilidad de comprar piedras preciosas, la industria
de la bisutería floreció como nunca y los nietos del fundador hicieron realidad
su sueño de “un diamante para cada mujer”.
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11. Villa Swarovski, 1910.
12. Un modelo de Alexander
McQueen, de la colección
primavera-verano 2004.
13. Una pieza de la
colección primaveraverano 2016, Sea of Sparkle,
por Nathalie Colin.
14. Escultura Light de
Zaha Hadid para Swarovski
Crystal Palace.
15. Madonna en el
Super Bowl, 2012.
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en Hollywood
La relación de Swarovski con Hollywood y el mundo del espectáculo es muy
antigua: la casa siempre trabajó mano a mano con vestuaristas y escenógrafos para crear fabulosos trajes, joyas y sets.
Desde sus comienzos, a principios del siglo XX, el cine mudo dependía
solo de la imagen para contar una historia y ya entonces, los cristales eran
un elemento visual esencial para lograr un efecto dramático. Las primeras
estrellas vamps como Theda Bara y Pola Negri resplandecían con sus vestidos
cargados de cristales. En los años 30, el cine fue el refugio de preferencia para
escapar de la triste realidad económica. Cuanto
más difícil era la vida diaria, más espectacular era
el vestuario de las actrices. Marlene Dietrich en
La emperatriz escarlata (1934), filme en el que
encarnaba a Catalina la Grande, quitaba el aliento
con un traje incrustado con cristales, mientras que
Mae West brillaba como un candelabro encendido
en No soy un ángel (1933).
La llegada del tecnicolor provocó una profusión de musicales y películas épicas. La fusión del color con la moda y la fantasía resultó
irresistible para vestuaristas y escenógrafos, y
destapó aún más su imaginación. Filmes como
Los caballeros las prefieren rubias (1953), con
Marilyn Monroe; Desayuno en Tifanny (1961),
con Audrey Hepburn, o Cleopatra (1963), con
Elizabeth Taylor, atraían al público tanto por sus
estrellas como por sus fabulosas y a menudo
centelleantes vestimentas.
Más recientemente, los suntuosos trajes de
Nicole Kidman en Moulin Rouge (2001) y de Natalie Portman en Black Swan (2010), la corona
de Emily Blunt en La joven Victoria (2009), los
120 AÑOS ¡SE FESTEJAN!
Para celebrar el lanzamiento del libro en ocasión de su 120 aniversario, Swarovski ofreció un
coctel en los salones France-Amerique, uno de los más bellos palacios de París. Una cantidad de
personalidades del mundo de la moda y el diseño, entre ellas Marisa Berenson, Chantal Thomass,
Elena Perminova, Ellen von Unwerth, Mary Katrantzou, Jean-Claude Jitrois y la cantante Caroline
Vreeland, nieta de la célebre Diana Vreeland, quien ofreció un minirrecital exclusivo, recorrieron
una exposición efímera que incluía piezas de joyería de diseñadores y artistas, vestidos de
creadores como Christian Dior, Valentino, Givenchy, Fendi, Jean Paul Gaultier, Alexander McQueen,
Hussein Chalayan y Alexandre Vauthier, y espectaculares candelabros de cristal.
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Vreeland
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Nadja
Swarovski
LA ULTIMA
COLECCION
magníficos juegos de joyas de Keira Knightley en
Anna Karenina (2012), de Carey Mulligan en El gran
Gatsby (2013) y de Lily James en Cenicienta (2015)
fueron realizados con cristales Swarovski así como
el candelabro de El fantasma de la Opera (2004).
En realidad, las colaboraciones de la marca
Swarovski con el cine son tan frecuentes, que ha
establecido equipos permanentes en Hollywood
y en Londres, que trabajan estrechamente con los
estudios. Evidentemente, citar todos los filmes en
los que ha participado sería imposible.
Joyeria y diseño
De la misma manera, es imposible listar a todos los
creadores y casas de moda a los que hoy día la marca
provee sus cristales: Chanel, Dior,
Versace, Armani, Yves Saint Laurent, Jean Paul Gaultier, Riccardo
Tisci para Givenchy, Alber Elbaz
para Lanvin, Prada, Mary Katrantzou, Cristopher Kane, Alexander
Wang, Elie Saab y Oscar de la
Renta son apenas algunos de
ellos. Sin embargo, una mención
especial se impone: Alexander
McQueen. Fue la amistad entre
Nadja Swarovski —a la cabeza del
imperio familiar y miembro de la
quinta generación — y la editora
Isabella Blow, la que condujo a
una colaboración con McQueen en
1999 y a la creación de Swarovski
Collective, un programa de apoyo
a diseñadores emergentes. Los resultados fueron
técnicamente ingeniosos e irreverentes de espíritu, e
inspiraron a otros diseñadores a considerar los cristales desde una nueva perspectiva. Swarovski ya no
solo era una industria tradicional, también era cool.
Así, la alta costura elevó la bisutería de moda a
un nuevo nivel. A lo largo de las décadas, Swarovski
proveyó cristales a cientos de firmas y de creadores,
tanto en Estados Unidos como en Europa, y en los
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Junto con Nadja Swarovski, otra
mujer dio ímpetu y una nueva
identidad a la empresa: Nathalie
Colin, su directora creativa desde
el 2006. Desde su atelier de la
calle Faubourg Saint-Honoré,
Colin crea, temporada tras
temporada, nuevas colecciones
que constituyen las propuestas
permanentes de la marca. Para
esta primavera/verano 2016,
propone la colección Sea of
Sparkle (Mar de destellos), con el
mar como tema y nuevos colores
y efectos como novedades.
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16. Mediterráneo por Gaetano Pesce para
Swarovski Crystal Palace, 2005.
17. Crystal Dome por André Heller para
Swarovski Crystal Worlds, 1995.
18. Carey Mulligan en el filme El Gran Gatsby, 2013.
19. Keira Knightley en la película Anna Karenina, 2012.
años 80 decidió lanzar sus propias colecciones. Una de sus creaciones más icónicas,
el anillo Nirvana (1998), es un infatigable
best seller. Pero también, aún bajo el nombre de Swarovski continúa la tradición de
colaboraciones, ya sea con diseñadores de
joyas o artistas de vanguardia como Philippe Ferrandis, Hussein Chalayan o Yoko
Ono, quien diseñó una llave de cristal “para
abrir el universo”. La Maison Martin Margiela trabajó con Swarovski para crear una
nueva piedra —Cristalactita— y con Jean
Paul Gaultier, para quien la casa ideó Kaputt, un cristal de color miel,
Asimismo, desde la creación en el año 2002 de su proyecto Crystal Palace
(Palacio de Cristal), Nadja Swarovski solicita a artistas y arquitectos reconocidos
que reinterpreten el candelabro de cristal con diseños de avanzada. Una de esas
piezas monumentales realizada en colaboración con los diseñadores industriales
Ronan y Erwan Bouroullec fue instalada en el palacio de Versalles para iluminar
una de sus grandes escaleras. Utilizando energía LED, el candelabro del siglo
XXI da la ilusión de una iluminación de velas, como en el siglo XVIII. El pasado
y el presente se dan la mano. Y de eso se trata Swarovski. n
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