universidad autónoma de sinaloa juan m. banderas en la revolución

Transcripción

universidad autónoma de sinaloa juan m. banderas en la revolución
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA
FACULTAD DE HISTORIA
MAESTRÍA EN HISTORIA
JUAN M. BANDERAS EN LA REVOLUCIÓN
TESIS
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRO EN HISTORIA
PRESENTA:
Saúl Armando Alarcón Amézquita
ASESOR:
Dr. Alonso Martínez Barreda
Culiacán Rosales, Sinaloa; Marzo de 2006.
1
INDICE
Página
INTRODUCCIÓN.
I. ANTECEDENTES:
8
13
1. El Partido Nacional Antirreleccionista.
13
2. El porfiriato en Sinaloa.
14
3. Las luchas electorales de 1909 y 1910 en Sinaloa.
18
4. De peón minero a jefe de rurales.
29
II. EN EL EJERCITO MADERISTA.
32
1. De jefe de rurales a jefe de revolucionarios.
32
2. General maderista en 1911.
37
3. La toma de Culiacán.
69
4. La toma de Mazatlán.
79
5. Presidente de la Junta Militar del Estado de Sinaloa.
80
III. DEFENDIENDO LA SOBERANÍA DE SINALOA.
1. De Presidente de la Junta Militar a Gobernador del Estado.
99
99
2. El presidente Francisco León de la Barra quiere destituir a
un Gobernador sinaloense.
3. La elección de gobernador de Sinaloa en 1911.
107
130
4. Respaldando al gobernador José Rentería contra
el gobierno federal.
148
5. De nuevo en campaña.
151
IV. LOS BANDERISTAS PROCLAMAN EL PLAN DE AYALA.
165
1. Encarcelado en la Ciudad de México.
165
2. Los orígenes de la revolución zapatista en Sinaloa.
176
3. La revolución se extiende.
188
4. La sublevación de Tirado contra el gobierno de Rentería.
192
5. El auge de la revolución. La tomas de Concordia,
Cosalá y Culiacán.
6. La flama zapatista se extingue.
195
206
2
V. DEL EJÉRCITO ZAPATISTA AL EJÉRCITO VILLISTA
214
1. General zapatista en 1914.
214
2. Con la Soberana Convención Revolucionaria.
233
3. Sus operaciones militares de enero a julio de 1915.
241
4. El regreso al norte.
258
5. General villista en 1915.
263
6. La última campaña militar.
266
VI. LOS ÚLTIMOS AÑOS, 1916-1918.
277
1. La prisión en Guadalajara y la ciudad de México.
277
2. La amnistía y su incorporación al Ejército Nacional.
283
3. La muerte del revolucionario de Tepuche.
290
CONCLUSIONES.
297
ANEXOS.
301
I. Fotográficos.
301
II. Documentales.
309
1. Manifiesto del Gobernador Interino Juan M. Banderas,
al pueblo sinaloense.
309
2. Manifiesto a los habitantes de la Ciudad de México.
312
3. Acta de ratificación del Plan de Ayala.
316
4. Boletín Oficial del Ejército Libertador. 23 de julio d 1914.
320
FUENTES.
321
1. Archivos.
321
2. Bibliotecas.
322
3. Hemerografía.
322
Periódicos.
322
Revistas.
323
4. Entrevistas.
324
3
5. Bibliografía.
325
Nacional.
325
Regional.
332
Tesis y Memorias y Catálogos.
337
4
A MI MADRE
GUADALUPE AMÉZQUITA ARIZQUETA
5
AGRADECIMIENTOS
En primer término, a quién mayormente ha promovido mi vida
académica, inspirándome, alentando y apoyando mis estudios: mi madre,
Guadalupe Amézquita Arizqueta.
A la Universidad autónoma de Sinaloa, en cuyas aulas me he formado,
y por la beca que recibí para cursar la maestría. Al Director de la Preparatoria
“Dr. Salvador Allende”, M.C. Antonio González Balcazar, por la comprensión
y apoyo que me ha brindado para lograr este trabajo. Al proyecto “Poder y
municipios en Sinaloa 1910-1920”, coordinado por el doctor Alonso Martínez
Barreda con financiamiento de CONACYT. A la Facultad de Historia, a los
profesores, doctores Arturo Carrillo Rojas, Félix Brito Rodríguez, Mayra
Lizzete Vidales Quintero y Eduardo Frías Sarmiento, así como a los maestros
Jorge Verdugo Quintero y Matías Lazcano Armienta; agradeciéndoles sus
comentarios e indicaciones, orientando mi investigación.
También al doctor Samuel O. Ojeda Gastélum, mi agradecimiento por
su interés y las horas acumuladas de discusión sobre Banderas y la
revolución, encaminándome en mis indagaciones.
Especial agradecimiento quiero hacer patente a mi asesor el doctor
Alonso Martínez Barreda, por proporcionarme material de archivo recopilado
en sus investigaciones y que me fueron de gran valor, por su paciencia para
encausar mi investigación con sus orientaciones y sugerencias.
Para la investigadora Sagrario de la O Ortega, mi gratitud por
facilitarme las referencias documentales del general Banderas, que se
encuentran en el Fondo Genovevo de la O, del Archivo General de la Nación.
Particular reconocimiento se merecen las personas, que con
amabilidad, en ocasiones sin pedírselos, me proporcionaron valioso material,
en los archivos y bibliotecas: el señor Reyes Monsalvo López, en la
6
Biblioteca del Congreso de la Unión; el personal del Archivo Histórico de la
Secretaría de la Defensa Nacional; el señor Julio Salazar Ruiz, en la
biblioteca de la Universidad Panamericana; el profesor Rubén Beltrán
Acosta, en el Archivo Histórico Municipal de Chihuahua; el licenciado Gabino
Martínez Guzmán, en el Archivo Histórico del Estado de Durango, el personal
de la Hemeroteca “Francisco Zarco”, en la Biblioteca central del Estado de
Durango; En el Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, licenciada
Marta Lilia Bonilla Zazueta, maestro Gilberto López Alanís y licenciado
Francisco Javier León Velázquez; en el Congreso del Estado de Sinaloa,
licenciada Marta Arredondo; en el Centro Regional de Documentación
Histórica y Científica, de la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de
Sinaloa, maestro Héctor Carlos Leal Camacho y licenciado Ricardo Adán
Pérez Durán.
También expreso mi agradecimiento al señor Agripin Acosta Martín,
que me facilitó su archivo particular; a las personas que me permitieron
entrevistarlas, señores Francisco Ramos Esquer (qepd), Víctor Banderas,
Jesús Quintero Pacheco y Marco Antonio Berrelleza Fonseca, así como a los
señores Juan Manuel Banderas González y David Ramírez Valdez, por el
material que me proporcionaron; y a la señora Matilde Ramírez de Guerrero,
que además de entrevistarla, también me aportó material.
INTRODUCCIÓN
7
La historia encargárase de justificar mi conducta 1
General Juan M. Banderas
La participación del general Juan M. Banderas en la revolución, ha
sido estudiada de manera insuficiente, sobre todo en su actuación fuera de
Sinaloa, a las órdenes de los generales Zapata y Villa. La presencia de un
general sinaloense al lado de estos lideres emblemáticos de la revolución
Mexicana, me despertó una gran curiosidad.
El objeto de este trabajo es estudiar la intervención del general
Banderas en la revolución, desde cuando inicia la revolución maderista en
Culiacán, hasta su muerte el 10 de febrero de 1918. Buscando ampliar el
conocimiento de la revolución mexicana, estudiando a los movimientos
políticos y militares en los que participó el general Banderas: el maderismo,
el zapatismo y el villismo.
Conocer las características de la participación del general Banderas
en la revolución, significó guiarme por algunos interrogantes: ¿que actividad
militar realizó formando parte de los ejércitos maderista, zapatista y villista?,
¿cuál fue su actuación como gobernador del Estado?, ¿qué relación tuvo con
la revolución zapatista de 1912 en Sinaloa?,¿Cuáles fueron las razones de
Banderas para separarse de Zapata y ponerse a las órdenes directas de
Villa?, ¿Existía homogeneidad ideológica y política entre los revolucionarios
convencionistas sinaloenses?, ¿Cuál fue su participación durante 1917 y
1918, en el ejército carrancista, llamado entonces oficialmente Ejército
nacional?.
Existen dos Breves ensayos biográficos sobre el general Banderas:
Juan M. Banderas, ¿ángel o demonio? de José María Figueroa Díaz y Juan
M. Banderas, la leyenda negra y la realidad de Antonio Nakayama.
1
Telegrama del general Juan M. Banderas al Ingeniero Manuel Bonilla, Culiacán, 7 de septiembre
de 1911. Centro de Estudios Sobre la Universidad CESU-Universidad Nacional Autónoma de México
UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 14, exp. 6, doc. 332.
8
También hacen una marginal referencia a Banderas, Arturo Carrillo
Rojas et al. en La revolución en Sinaloa, Mario Gill en La conquista del valle
del fuerte, Herberto Sinagawa Montoya en Sinaloa, historia y destino, José
María Figueroa Díaz en Los gobernadores de Sinaloa 1831-1996 y Carlos
Manuel Aguirre en Los carabineros de Santiago.
Es La revolución en Sinaloa de Héctor R. Olea, el libro donde se
puede leer la mayor información sobre Banderas. Sin embargo, esta obra, al
igual que las ya citadas de autores sinaloenses, se refiere solamente a la
actuación revolucionaria del general Banderas en Sinaloa.
La destacada participación de Banderas en la revolución, fuera de su
estado de origen, ha sido referencia obligada de buen número de escritores,
mexicanos y extranjeros, cuyos volúmenes, tienen un contenido más amplio,
nacional, de la revolución mexicana: Vito Alessio Robles en La convención
revolucionaria de Aguascalientes, Juan Barragán Rodríguez en Historia del
ejercito y de la revolución constitucionalista, Adolfo Gilly en La revolución
interrumpida, México, 1910-1920: una guerra campesina por la tierra y el
poder, Friedrich Katz en Pancho Villa, Alan Knight en La revolución
mexicana, del porfiriato al nuevo régimen constitucional, Álvaro Obregón en 8
mil kilómetros de campaña, Ramón Martínez Escamilla (reord., intr. y not.
Prel.) en Escritos de Emiliano Zapata, Guadalupe Peña Roja Abraham et al.
(Coords.) en El ejército campesino del sur (ideología, organización y
programa), Miguel A Sánchez Lamego en Historia militar de la revolución en
la época de la Convención, John Womack Jr. en Zapata y la revolución
Mexicana, Laura Espejel et al. en Emiliano Zapata, antología, Juan B. Vargas
Arreola en A sangre y fuego con Pancho Villa, Luis Aguirre Benavides en De
Francisco y Madero a Francisco Villa, Gustavo Casasola en Historia gráfica
de la revolución mexicana y Bertha Ulloa en La revolución mexicana 19141917, la encrucijada de 1915, y en La revolución mexicana 1914-1917, la
revolución escindida.
9
Partiendo de esta base bibliográfica, se consideró que podría
encontrarme con el problema de falta de fuentes primarias, sin embargo,
descubrí abundante información sobre el general Banderas en archivos de la
ciudad de México: el Archivo General de la Nación, principalmente en los
fondos Gobernación, Emiliano Zapata y Genovevo de la O., pero también en
otros fondos; En el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional;
en el Centro de Estudios Sobre la Universidad de la UNAM, el archivo
Gildardo Magaña, por incluir tanto el archivo de la Presidencia de Francisco
León de la Barra, como gran parte del archivo del Cuartel General zapatista;
el archivo de Roque González Garza, localizado en la biblioteca de la
Universidad Panamericana, es otra fuente de abundante información
primaria. En otros archivos de la ciudad de México, también existe
información, aunque en menor medida.
La hemerografía con información sobre el general Banderas, también
es abundante en la ciudad de México, en el archivo General de la Nación y
en la Hemeroteca Nacional. Así como en el Archivo Histórico y Colecciones
Especiales del Instituto Chihuahuense de la Cultura, en la ciudad de
Chihuahua y en la Hemeroteca “Francisco Zarco”, de la Biblioteca Central
Pública del Estado de Durango, de la capital de ese Estado.
En Culiacán, Consulté al periódico oficial del gobierno del estado, en el
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa. La fuente hemerográfica
que mayor información me proporcionó fue El Correo de la Tarde, que
consulté en el Centro Regional de Documentación Histórica y Científica,
localizado en la Biblioteca Central de la universidad Autónoma de Sinaloa.
El trabajo consta de seis capítulos. En el primero, hago mención de los
antecedentes políticos y electorales, que predispusieron el estallido
revolucionario en Sinaloa. También se trata la información conocida sobre la
vida del general Banderas, antes de la revolución.
El siguiente capitulo trata la revolución maderista en Sinaloa, la
formación del ejército popular maderista, la campaña guerrillera desarrollada
10
por el general Banderas, el triunfo revolucionario en el estado y el ascenso
de Banderas a la Presidencia de la Junta Militar del Estado.
En el tercer apartado, me refiero a las diferencias político-ideológicas
entre los maderistas sinaloenses, al movimiento popular que culminó con el
nombramiento a Banderas, de Gobernador del estado, las dificultades de su
gobierno con Francisco I. Madero, el Presidente Francisco León de la Barra y
con el general Ramón F. Iturbe; así como a las elecciones de gobernador
que ganó José Rentería y al apoyo militar de Banderas al gobierno de
Rentería.
En el cuarto capítulo, se trabajó sobre el encarcelamiento de Banderas
en la Ciudad de México, por órden del Presidente Madero; las relaciones
amistosas que estableció en prisión con el general Francisco Villa, algunos
generales exinsurgentes y otros presos políticos, entre ellos varios
zapatistas, encarcelados por Madero; la consecuente revolución zapatista en
Sinaloa, luego de la detención del general de Tepuche, al proclamar el Plan
de Ayala, los más fieles amigos y partidarios del general Banderas; así como
el origen, auge y ocaso de esta revolución; y la sublevación del general Justo
Tirado que derroca de la gubernatura a José Rentería.
El capítulo quinto, aborda la participación de Banderas en los ejércitos
de los generales Emiliano Zapata y Francisco Villa, desde su salida de
prisión, cuando Huerta libera a los presos políticos, para promover la unidad
nacional en torno a su gobierno, para enfrentar la invasión norteamericana
del puerto de Veracruz, en abril de 1914; su participación en el Ejército
Libertador en el Estado de Morelos, en el Distrito Federal y en los Estados de
Puebla e Hidalgo; su regresó al norte con su División, uniéndose a la
columna expedicionaria villista jefaturada por el general Canuto Reyes; su
regreso a Sinaloa al frente de su División, que fue reforzada por el general
Villa, incorporándole Brigadas del Cuerpo de Ejército del Norte, sus
operaciones militares, hasta su rendición en enero de 1916.
11
El capítulo final se ocupa de los últimos años, 1916-1918, del general
Banderas. De su Prisión en Guadalajara y la ciudad de México, de la
amnistía que le otorgó Venustiano Carranza, su incorporación al Ejército
Nacional de Carranza, sus intenciones de reincorporarse al ejercito zapatista
y de su muerte.
Debo aclarar que la información pendiente de incorporar a este trabajo
y la existencia de otras fuentes inexploradas, junto a la necesidad de nuevas
interpretaciones del tema, posibilitan la continuidad de esta investigación.
I. ANTECEDENTES.
12
1. El Partido Nacional Antirreleccionista.
Francisco Ignacio Madero González2 publicó su libro La sucesión
presidencial en 1910. El Partido Nacional Democrático3, en octubre de 1908.
Esta obra lo proyectó en la política nacional y proporcionó el cuerpo doctrinal
democrático que guió las jornadas políticas de 1909 y 1910.
Madero había conocido de cerca los fraudes electorales del porfiriato,
cuando apoyó a candidatos opositores al régimen. En 1904, en las
elecciones de presidente municipal en San Pedro de las Colonias, y en 1905,
2
Nació el 30 de octubre de 1873, en la hacienda El Rosario, en Parras, Coahuila, en el seno de una
acaudalada familia de terratenientes y capitalistas. Estudió comercio en París, Francia; y agronomía en
Berkeley, California, Estados Unidos. En 1893 regresó a México, y se estableció en San Pedro de las
Colonias, Coahuila, donde quedó a cargo de las haciendas de su padre. En 1891, en París, conoció la
Revue Spirite, de la cual era suscriptor su padre, esta publicación lo condujo a adoptar su fe en la
filosofía espiritista. En 1906 asistió como delegado del Centro de Estudios Psicológicos de San Pedro
de las Colonias al primer Congreso Nacional Espiritista, donde sostuvo que el espiritismo constituía la
síntesis superior de la religión y la ciencia. Diccionario Histórico y biográfico de la Revolución
Mexicana, en disco compacto, DHBRM/Cd-Rom, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de
la Revolución Mexicana INEHRM, 1994, índice: título de la ficha, hyperpalabra: Madero, registro 14
de 48.
3
Madero analizó la situación nacional con vistas a las elecciones presidenciales de 1910. Examinó
la historia de México con vistas a la construcción de un partido que luchara por la democracia en
México. Valoró la labor de los legisladores y de la Constitución de 1857 y culpó al militarismo,
heredado del siglo XIX, de las desgracias nacionales. Al juzgar la administración del presidente Díaz,
Madero mostró su aprecio por el orden, paz y progreso que había generado, pero le reprochó el olvido
en que había dejado las reivindicaciones democráticas de los planes de La Noria y Tuxtepec, y los
costos cívicos que había traído el ejercicio del poder absoluto. A pesar de valorar positivamente la
personalidad del anciano dictador, Madero criticó duramente la actitud del gobierno con respecto a las
concesiones de la Bahía de Magdalena, la formación de monopolios de capital extranjero, la represión
de Tomochic, Cananea y Río Blanco, y sobre todo los vicios morales que la dictadura había propiciado
entre los ciudadanos. Proponía al presidente Díaz una transacción. En las elecciones de 1910 el Díaz
podría reelegirse por última vez, pero debía dejar libre el campo para la decisión democrática de la
vicepresidencia, las gubernaturas y los puestos de las Cámaras. En adelante debía estipularse en la
Constitución la no reelección, de modo que al terminar el siguiente período de Díaz el gobierno
absoluto cediera al cumplimiento constitucional. Debido a que los partidarios del general Bernardo
reyes trabajaban en la formación del partido Democrático, que fundaron el 22 de enero de 1909. La
segunda edición del libro en enero 31 de 1909, redujo su título a La sucesión presidencial, En ella
Madero propuso al país la organización de un Partido Antirreleccionista que sostuviera dos principios
fundamentales: sufragio efectivo y no reelección. Ahora, se proponía evitar en 1910 la reelección de
Díaz. Ibíd., índice: título de la ficha, hyperpalabra: sucesión, registro 1 de 1.
13
en las de gobernador del estado de Coahuila. Este año publicó un manifiesto
en que expresó su indignación por la farsa electoral4.
El 22 de mayo de 1909, en la Ciudad de México, es fundado el Partido
Nacional Antirreleccionista que postula a Madero y a Francisco Vázquez
Gómez, sus candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República. A
partir de entonces el liderazgo de Madero se acrecentó con las cinco giras
políticas5 que realizó por la mayoría de los estados del país. Sinaloa junto
con Coahuila, Morelos y Yucatán, fueron estados en los que el maderismo
surgió favorecido por las condiciones políticas locales. En 1909 se efectuaron
elecciones para gobernador en esas entidades6.
2. El porfiriato en Sinaloa.
En Sinaloa, el gobernador “vitalicio” de facto, general Francisco
Cañedo, murió la noche del 5 de junio 1909. Con él, también moría un
período de la historia estatal: el cañedato, la versión sinaloense de la
dictadura porfirista.
Al triunfo de la rebelión del Plan de Tuxtepec, que llevó al poder a
Porfirio Díaz. Los tuxtepecanos sinaloenses se dividen, al convocarse la
elección de gobernador, postulan para el cargo, a dos de sus jefes: Andrés S.
Tapia, apoyado por el jefe de la zona militar, general Tolentino; y Francisco
Cañedo, favorecido por el apoyo del acaudalado comerciante Joaquín Redo.
Cañedo ganó fraudulentamente las elecciones, utilizando el cohecho y
la difamación de su oponente, obtuvo la mayor parte de sus votos “en los
cuatro distritos electorales del norte, en donde milagrosamente en rancherías
4
Ibíd., índice: título de la ficha, hyperpalabra: Madero, registro 14 de 48.
Enrique Krauze, Francisco I. Madero, místico de la libertad, México, Fondo de Cultura
Económica FCE, 1987, pp. 43-48.
6
Manuel Bonilla Jr., Diez años de guerra, sinopsis de la historia verdadera de la revolución
mexicana, México, Fondo para la Historia de las Ideas Revolucionarias en México FHIR, 1976, pp.
83-85.
5
14
de sólo 20 casas obtuvo mil votos”7. Asumió la gubernatura el 4 de junio de
1877, para terminar el periodo que había iniciado el licenciado Jesús María
Gaxiola, ganador de las elecciones del 6 de julio de 1875. Como la
Constitución local prohibía la reelección inmediata, le prestó el cargo a su
compadre, el ingeniero Mariano Martínez de Castro, por dos cuatrienios,
1880-1884, y 1888-1892.
A semejanza de Porfirio Díaz, Cañedo también olvido pronto la
bandera de la no reelección, con la cual se había levantado en
armas. Como una reacción a lo que estaba sucediendo en el
gobierno federal, en 1887, la legislatura estatal reformó la
Constitución del estado con objeto de que el gobernador en
funciones pudiera ser reelegido para el periodo siguiente. Con
dicha medida quedó allanado el camino para que Cañedo a partir
de 1892 pudiera asumir la gubernatura en forma sucesiva, para
acumular un total de 24 años y 6 meses en el poder8.
Las elecciones que lo llevaban a ocupar la gubernatura, eran
fraudulentas, “un mero teatro de la democracia con el propósito de maquillar
la dictadura y legitimarse ante la sociedad”9.
El cañedato instauró una férrea dictadura. Las instituciones del poder
público: gubernatura, legislatura, Supremo Tribunal de Justicia, prefecturas y
ayuntamientos; se encontraban acaparados por el grupo de amigos,
compadres y familiares de Cañedo.
Los poderes Legislativo y Judicial, siempre mantuvieron relaciones de
dependencia con el poder Ejecutivo estatal, “sus integrantes no eran electos
a través de un verdadero sufragio, sino mediante designación del “gran
elector”, el gobernador”10.
Cada uno de los diez Distritos en los que se dividía políticamente el
estado, estaba representado en el Congreso local, por un diputado
7
Félix Brito Rodríguez, La política en Sinaloa durante el porfiriato, Culiacán, México, Dirección
de Investigación y Fomento de Cultura Regional DIFOCUR-FOECA-CONACULTA, 1998, p. 32.
8
Ibíd., p. 30.
9
Ibíd., p. 111.
10
Ibíd., p. 112.
15
propietario y otro suplente.”Los diputados representan a las familias o a los
grupos que ejercían el poder junto con el gobernador Cañedo. Eran en su
mayoría miembros de clanes familiares poderosos por la influencia política o
por la fortuna”11.
Los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado,
encargados de la impartición de la justicia, “no fueron sino ejecutores de los
designio políticos del gobernador, ya fuese para disuadir a un adversario
político, amordazar a la prensa libre o en beneficio propio de los allegados al
gobernador”12.
Durante el cañedato:
Habría progreso económico, sólo que para una reducida élite de
negociadores: empresarios locales y foráneos, caciques,
terratenientes, comerciantes, amigos y compadres del mandatario
que se verían favorecidos por su complaciente gobierno. En la vida
pública, imperaría la antidemocracia y la represión a sus
opositores, apoyada por una complicidad exagerada hacia los
caciques regionales, al servicio incondicional del cañedismo.
Muchos de los enemigos del régimen considerados peligrosos
serían asesinados. Las clases populares, recluidas en la
ignorancia y la pobreza, se mantendrían sumidas en una total
indiferencia gubernamental13.
El más constante opositor a Cañedo fueron periodistas de Mazatlán,
que sometieron a su régimen a una tenaz crítica desde las páginas de El
Monitor del Pacífico, La Tarántula, y El Correo de la Tarde14. También
enfrentó Cañedo rebeliones armadas, como las encabezadas por el general
Jesús Ramírez Terrón; y Heraclio Bernal Zazueta15.
11
Ibíd., p. 38.
Ibíd., p. 112.
13
Carlos Grande, Sinaloa en la historia, tomo II, de la independencia a los preludios de la
revolución mexicana, Culiacán, México, Universidad Autónoma de Sinaloa UAS, 1998, p. 337.
14
Jorge Briones Franco, La prensa en Sinaloa durante el cañedismo (1877-1911), Culiacán,
México, UAS-DIFOCUR, 1999, pp. 83-84.
15
Nació el 28 de junio de 1855, en el rancho de El Chaco, Distrito de San Ignacio, Sinaloa, fue
peón en la mina de Guadalupe de los Reyes.
12
16
Bernal que ya había alcanzado fama de bandolero, cuando en 1879,
se une a la rebelión de Ramírez terrón; pero, a la muerte de éste en 1880, se
extingue la revuelta, regresando Bernal a sus correrías de bandido, hasta
que en acuerdo con el general Trinidad García de la Cadena, exgobernador
de Zacatecas y enemigo de Porfirio Díaz, proclama en 1885, el Plan de la
Rastra, y en 1887, el Plan de Conitaca, éste Plan era mejor elaborado, lo
proclamó como jefe del ejército restaurador de la Constitución de 185716.
Bernal tuvo fama de bandido generoso, “que bonito era Bernal en su
caballo joyero; él no robaba a los pobres, antes les daba dinero”17, compartía
con los humildes, parte del producto de sus asaltos y saqueos, por lo que
gozó de cierta simpatía y apoyo popular; el gobierno se vio obligado “a
castigar enérgicamente toda protección directa o indirecta al bandido Bernal
y gavilla”18.
Sus consideraciones y resoluciones en el Plan de Conitaca, “1º. Que
el gobierno de don Porfirio Díaz no reconoce por fundamento la ley… 4º. Que
es lícito a los ciudadanos derrocar a los tiranos por cuantos medios estén a
su alcance”, proclamando once “exigencias nacionales“, entre ellas, “III.
Libertad del sufragio, bajo la base de la no intervención de las autoridades en
los comicios electorales. IV. Emancipación de los municipios como cuarto
poder del Estado V.… abolición de la pena de muerte. VI. Concesión de
terrenos a los pueblos… VIII. Concesiones de ferrocarriles, prefiriendo a los
capitales del país”19; y la lucha guerrillera que desarrolló, principalmente en la
sierra de Sinaloa y Durango, logrando apoderarse de poblaciones como La
Rastra, Tamazula, Chacala, Guadalupe de los Reyes, Elota, Conitaca,
16
Jorge Verdugo Quintero, “Heraclio Bernal: bandido social”, en Gilberto López Alanís, comp., El
porfiriato en Sinaloa, Culiacán, México, DIFOCUR, 1991, p. 223. Grande, op. cit., pp. 375-376.
17
del corrido de Heraclio Bernal. Mario Gill, “Heraclio Bernal, caudillo frustrado”, en Sergio
Ortega y Edgardo López Mañón, comp., Sinaloa, textos de su historia, México, DIFOCUR-Instituto de
Investigaciones Dr. José María Luis Mora, p. 210.
18
Verdugo Quintero, op. cit., p. 220.
19
Fausto Marín Tamayo, ¡Aquí está Heraclio Bernal!, Culiacán, México, UAS, 1982, p. 107-109.
17
Coyotitán, Quila y otras20, lo convirtieron en precursor de la revolución de
191021.
Bernal murió combatiendo con su carabina Winchester, muy cerca del
mineral de Nuestra Señora, Cosalá, el 4 de enero de 188822. Uno de sus
hombres, Ignacio Parra23, que siguió sus correrías de bandido, recibió en su
gavilla, en 1896, a un joven proscrito de 18 años, Doroteo Arango, que más
tarde ganaría fama de bandido generoso, con el nombre de Francisco Villa24.
El joven Doroteo, aprendió y practicó con Parra, las tácticas guerrilleras de
Bernal, que años más tarde desarrollaría perfeccionándolas en grande.
Al morir Cañedo, por la mañana del día siguiente, el Congreso del
Estado nombró gobernador interino al licenciado Heriberto Zazueta, quién el
14 de junio, convocó a elecciones extraordinarias de un gobernador sustituto
que terminara el periodo de Cañedo que concluía hasta el 26 de septiembre
de 1912.
3. Las luchas electorales de 1909 y 1910 en Sinaloa.
Los grupos políticos en el estado actuaron rápidamente. Al día
siguiente del funeral de Cañedo, el 9 de junio, Martiniano Carvajal, Francisco
Valadés, Rosendo R. Rodríguez, Heriberto Frías, Herlindo Elenes Gaxiola,
Antonio Díaz de León y Fortino Gómez, entre otros partidarios del general
Bernardo Reyes en Mazatlán, invitaron a las personas más representativas
20
Ibíd., p. 93. Verdugo Quintero, op. cit., pp. 219-220.
Enrique Ruiz alba, “El periodismo sinaloense durante el porfiriato”, en López Alanís, comp., El
porfiriato en Sinaloa, op. cit., p. 170.
22
Marín Tamayo, op. cit., p. 126-127.
23
“Al igual que Heraclio Bernal se levantó en armas contra el gobierno debido a las muchas
arbitrariedades e injusticia de que fue víctima”, Ignacio y sus cinco hermanos, rancheros de Canatlán,
Durango, se sublevaron en 1883, y en represalia, el gobernador de Durango ordeno: “embargar todos
los bienes de la propiedad de los hermanos Parra… que se han levantado en armas como bandoleros
acompañando a la gavilla de Heraclio Bernal”. Guadalupe Villa y Rosa Helia Villa, ed., Pancho
Villa, retrato autobiográfico, 1894-1914, México, UNAM-Santillana Ediciones Generales, 2004,
p. 324.
24
Alan Knight, La revolución mexicana, del porfiriato al nuevo régimen constitucional, volumen I,
porfiristas, liberales y campesinos, México, Editorial Grijalbo, 1996, p. 150. Guadalupe Villa y Rosa
Helia Villa, op. cit., p. 322-324.
21
18
del puerto, a una reunión que se efectuó a partir de las nueve de la noche en
el local del Círculo Comercial Benito Juárez25. A la sesión asistieron 300
ciudadanos, se tomaron importantes acuerdos: constitución del Club
Democrático Sinaloense, elección de su mesa directiva y elección de
candidato a gobernador. Resultó electo el licenciado José Ferrel al obtener
157 votos contra 56 que tuvo Juan B. Rojo26. Sin embargo, Rojo persistiría
en sus propósitos.
El día 11 de junio, entre los simpatizantes de los “científicos”27,
manifiestan su aspiración a la candidatura: Heriberto Zazueta, nuevamente
Rojo, Diego Redo de la Vega, José Castellot, Jesús Uriarte y el general
Mariano Ruiz, pero cuando supieron que Díaz apoyaba a Redo, los demás
pretendientes declinaron sus postulaciones. Sólo quedaron sosteniendo sus
candidaturas Redo y Ferrel. Redo, amigo íntimo de Díaz y Ramón Corral, era
uno de los sinaloenses más ricos, terrateniente e industrial. Ferrel, conocido
periodista opositor al régimen porfirista, dirigía en la ciudad de México la
revista semanaria El Progreso Latino y el diario El Demócrata Mexicano28.
Ferrel tomaría la precaución de solicitarle una audiencia al general
Díaz, para pedir su autorización antes de lanzar su candidatura. El dictador le
aseguró “que tendría toda libertad electoral y que el presidente vería con
alegría la madurez del pueblo en la lucha electoral”, sin embargo, Díaz
ordenó al aparato gubernamental que le pusiera todos los obstáculos
posibles29.
25
Dina Beltrán López y Marco Antonio Berrelleza Fonseca, A las puertas de la gloria, las
elecciones de 1909 en Sinaloa, Culiacán, México, DIFOCUR-UAS, 1997, pp. 47-49.
26
El Monitor, núm. 2218, Culiacán, 11 de junio de 1909, p. 1.
27
Nombre que recibían los más cercanos partidarios de Díaz, encabezados por José Ives Limantour
y Ramón Corral.
28
Héctor R. Olea, La revolución en Sinaloa, Culiacán, México, Centro de Estudios Históricos del
Noroeste, 1993, p. 17 y 20. Sergio Ortega Noriega, Breve historia de Sinaloa, México, Fondo de
Cultura Económica FCE-El Colegio de México, 1999, p. 268.
29
Francois-Xavier Guerra, México: del antiguo régimen a la revolución, México, FCE, 2003, t II,
p. 161.
19
La campaña electoral Ferrelista adquirió pronto el carácter de una
movilización popular, que dibujó “los núcleos de la futura revolución
maderista en el Estado”30.
Las elecciones se realizaron el domingo 8 de agosto de ese año y el
día 25 siguiente, el Congreso del Estado declaró a Redo gobernador electo,
con 35985 votos a su favor contra 15790 que le reconocieron a Ferrel31. “Se
impuso descaradamente a Redo, no obstante el triunfo abrumador de
Ferrel”32. Redo no sólo continuó el periodo gubernamental de Cañedo,
también lo hizo con su política. El fraude que impuso a Redo favoreció el
enorme apoyo que tuvo en Sinaloa la candidatura a la presidencia de la
República de Madero, al incorporarse a su Partido Nacional Antirreleccionista
la mayor parte de los ferrelistas.
En la segunda quincena de diciembre de 1909, salió Madero de la
ciudad de México, para iniciar su segunda gira política como candidato a la
Presidencia de la República, acompañado por su esposa, Sara Pérez; de su
secretario particular, Elías de los Ríos; y del Lic. Roque Estrada33. Habiendo
pasado por Querétaro, Guadalajara y Colima; el 31 de diciembre, Madero y
su comitiva se embarcaron en Manzanillo, en el vapor Acapulco, con rumbo a
Mazatlán, a donde arribaron el 2 de enero de 1910, por la mañana.
Fue a recibirlos a bordo del Acapulco una comisión encabezada por el
periodista Heriberto frías y en el muelle fueron aplaudidos por 500 personas.
Pocas horas después de su llegada, Madero convocó a una asamblea
popular. Las autoridades del puerto se mostraron hostiles al candidato
antirreleccionista, obligando a los dueños de los teatros a negarle el uso de
los mismos. Sin embargo, Francisco Atayde34, dueño del circo Atayde,
30
Ibíd., p.163.
Beltrán López y Berrelleza Fonseca, op. cit., pp. 148-150. Ortega Noriega, loc. cit.. Olea, op. cit.,
p. 21.
32
Bonilla Jr, op. cit., p. 84.
33
Roque Estrada, La revolución y Francisco I. Madero, México, INEHRM, 1985, p. 145. Bonilla
Jr., op. cit., p. 80. Guadalupe Rivera Marín, La Convención Nacional Antirreleccionista, 15-17 de abril
de 1910, México, INEHRM, 1994, p. 14.
34
DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: global, hyperpalabra: Atayde, registro 1 de 1.
31
20
simpatizante maderista, rentó la carpa del circo, instalada cerca de la playa,
donde el 3 de enero, se verificó la asamblea en la que dos mil personas
eligieron al Club Antirreleccionista de Mazatlán35.
Al día siguiente, salió Madero para Culiacán, en el Ferrocarril SudPacífico. El candidato presidencial fue recibido en la Estación del Ferrocarril
por “un numeroso público, entusiasta, con vítores para el señor Madero. Más
entusiasmo que en Mazatlán... el entusiasmo fue de los más espontáneos y
mas intensos con que tropezamos en nuestras giras”36.
Y colocándose al frente de aquella multitud se enfilaron para el
centro de la ciudad, en la que, desde sus suburbios encontraron
adornadas las calles, barridas y regadas... los festones de papel
de colores que pendían de una acera a otra de la calle, que
colgaban haciendo un arco por donde pasaba la multitud; las
puertas y ventanas de las casas adornadas con ramos, flores y
cogollos de palmas de donde salieron las muchachas con sus
mejores vestidos, cargadas de rosas que despetalaban a los pies
de los delegados37.
La hostilidad de las autoridades, no permitió que Madero y su comitiva
encontraran hotel donde alojarse y menos aún encontraban lugar para
celebrar la asamblea antirreleccionista. El rico comerciante, Amado A.
Zazueta, intervino para que se les permitiera hospedarse en el Hotel Rosales
y los señores Juan Francisco Vidales y José A. Velasco, Presidente y
Secretario, respectivamente, de la Sociedad Mutualista de obreros y
artesanos Miguel Hidalgo, proporcionaron la casa donde sesionaban, situada
en la esquina suroeste del cruce de la calle Lic. Benito Juárez con la avenida
Gral. Domingo Rubí, para la celebración de la asamblea38.
La asamblea se realizó a las 8 de la noche del martes 4 de enero. El
local de la mutualista estaba ya totalmente lleno, así como las calles Juárez y
35
Bonilla Jr., op. cit., p. 92. Héctor R. Olea, La revolución en Sinaloa, Culiacán, México, Centro de
Estudios Históricos del Noroeste, 1993, p. 22.
36
Estrada, op. cit., p. 153.
37
Francisco Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, inédito, fotocopia, p. 24-25.
38
Ibíd., p. 25. Olea, op. cit., p. 22.
21
Rubí, se habían reunido más de dos mil personas, en aquel acto político de
los opositores a la dictadura, jamás visto en Culiacán. Tomaron la palabra
Madero y Roque Estrada, siendo aplaudidos entusiastamente por la multitud
por
varios
minutos,
enseguida,
Estrada
invita
a
formar
el
Club
antirreleccionista de Culiacán39.
El joven obrero zapatero Ignacio Cabanillas, propone para presidente
del Club al licenciado Francisco Verdugo Falquez, quién temeroso de
aparecer como el líder de la oposición, se retiró entre la multitud con la
rechifla más escandalosa. Se propuso entonces para ese cargo al Ingeniero
Manuel Bonilla40, “creyendo que se obtendría el mismo resultado, dado que
el expresado Ingeniero era hechura porfiriana, que desempeñó siempre
puestos de confianza durante la administración cañedista; pero, no. El
Ingeniero aceptó la designación, con el aplauso del público”41, Se pasó a
elegir a los demás integrantes de la meza directiva del Club, quedando ésta,
integrada por Ing. Manuel Bonilla, Presidente; Rosendo Verdugo, tesorero;
Enrique Saavedra Gómez, secretario; José L. Osuna, pro-secretario; y
vocales, Amado A. Zazueta, Benigno A. Zazueta, Francisco Ramos Obeso,
José C. Avendaño, Jesús I. Penne, Jesús M. Burgos, Manuel C. Prieto,
Crisanto Arredondo, y Anastasio B. Yuriar42.
El Ing. Bonilla, al momento de la toma de protesta del cargo,
procurando sobresalir entre los antirreeleccionistas culichis, dijo:
39
Ramos Esquer, op. cit., p. 26.
Nació en San Ignacio, Sinaloa, en 1867; vivió en Mazatlán nueve años, avecindado en Culiacán
desde 1890; se casó con Concepción Gaxiola, hija del Ing. Celso Gaxiola y Elena Rojo; regidor del
Ayuntamiento de Culiacán (1889); contador de la Tesorería General del Estado (1890); síndico de
Mazatlán (1890); oficial 1º de Tesorería General del Estado (1895); magistrado supernumerario del
Supremo Tribunal de Justicia del Estado (1901, 1902, 1906, 1910); presidente de la Sociedad
Mutualista de Occidente (1907); director de la Compañía Naviera del Pacífico (1908-1910); perito en
minas, propietario de minas en el Distrito de Culiacán. Brito Rodríguez, op. cit., p. 148. Juan Manuel
Mendoza Guerrero y Saúl Armando Alarcón Amézquita, La minería en Sinaloa, 1890-1910, memoria
de servicio social de licenciatura en economía, Culiacán, México, Escuela de Economía-UAS, 1987,
pp. 182, 254, 273, 305.
41
Ibíd., p. 27. Estrada, op. cit., p. 153.
42
Olea, op. cit., p. 24. José María Figueroa Díaz, Los Gobernadores de Sinaloa 1831-1996,
Culiacán, México, Imprenta Once Ríos Editores, 1996, p. 74.
40
22
Acepto a conciencia el cargo que se me confiere; lo he meditado
bien, y ya que la labor nuestra es de peligros y de trascendencia,
deseo que los demás miembros aquí presentes mediten durante
24 horas sobre la responsabilidad de sus cargos43.
Causó buena impresión entre el público la propuesta de Bonilla, pero
Amado A. Zazueta, cuyo fuerte temperamento le impedía soportar cualquier
ofensa, se levantó de su asiento para encarar a Bonilla, contestándole: que
todos los que habían aceptado la elección eran hombres concientes, que
sabían a donde iban y sus consecuencias, terminó diciéndole:
Si el señor Bonilla aceptó la elección por el incidente que pasó al
ser propuesto el licenciado Verdugo Falquez, bien puede renunciar
en este momento o esperarse hasta el siguiente día, por si en el
curso del tiempo, pudiera encontrar algo que hasta esas fechas no
hubiera descubierto.
La multitud aplaudió a Zazueta y los demás electos también
protestaron contra lo dicho por Bonilla. Todos los integrantes de la Mesa
Directiva del Club, protestaron su aceptación del cargo. Se levantó un acta
que todos firmaron, haciéndolo también Madero y Estrada44.
Al día siguiente, durante la reunión de la Mesa Directiva del Club
Antirreleccionista de Culiacán, celebrada en la habitación que Madero
ocupaba en el Hotel Rosales, llegaron los señores Antonio Cuadras, Antonio
Domínguez, Elías y Rudesindo Mascareño Urías, para invitar a Madero a que
visitara el pueblo de Angostura45, quién aceptó complacido.
Al día siguiente, 6 de enero, sale Madero al norte, en el ferrocarril
Sudpacífico, al llegar a estación Guamúchil, lo esperaba un grupo de
angosturenses: Elías, Joaquín y Rudesindo Mascareño, Enrique Díaz,
Nicolás Cuadras, Silvano Gaxiola, Juan y Felipe Urías, Lázaro y Florentino
Camacho, Felipe Riveros y Ramón Félix,
43
44
45
“así como simpatizadores de
Olea, op. cit., p. 24. Estrada, op. cit., p. 154.
Ramos Esquer, op. cit., p. 28.
Ibíd., p. 29.
23
Guamúchil y Mocorito”46. Madero, Roque Estrada, Felipe Riveros y Elías
Mascareño, abordaron el lujoso coche “cabriole”, proporcionado por Antonio
Cuadras, trasladándose a la población de Angostura, donde luego de
participar en un mitin, Madero preside la asamblea constitutiva del Club
Antirreleccionista de Angostura, del cual fue electo Presidente el hacendado
Felipe Riveros47.
La reunión política estuvo concurrida tomando parte muy activa los
principales vecinos. La gente de campo se mostraba serena y
decidida en pró de la causa antirreleccionista; en la clase rural
exferrelista no había producido decaimiento ninguno la pasada
derrota: demostraba más energía que sus exdirectores48.
El 7 de enero, tras de pernoctar en la casa del señor Pedro Castro,
Madero y su comitiva, visitaron a sus partidarios de Chumpilihustle, y
posteriormente, continuaron su viaje a Mocorito49. Madero dejo los trabajos
de organización y propaganda en Mocorito y el Distrito de Sinaloa, bajo la
responsabilidad del Profesor Gabriel Leyva Solano50.
También recibió Madero invitación para visitar El Fuerte, “pero tuvimos
la pena de no poder obsequiar la invitación por la premura del tiempo
indispensable para el itinerario”, escribiría Roque Estrada51. Continuando el
candidato antirreleccionista su gira en Sonora.
El maderismo se propagó en Sinaloa, formándose numerosos clubes
antirreeleccionistas. En la Convención del Partido Nacional Antirreleccionista,
celebrada en la ciudad de México, el 15 de abril, representaron a Sinaloa,
Felipe Riveros y Rosendo Verdugo52.
46
Enrique Ruiz Alba, “Don Francisco I. Madero en Angostura”, en Presagio, núm. 28, Culiacán,
octubre de 1979, p. 7.
47
Ibíd., pp. 7-8. Figueroa Díaz, op. cit., p. 74.
48
Estrada, op. cit., p. 154.
49
Ruiz Alba, op. cit., p. 8.
50
Ramos Esquer, op. cit., p. 30.
51
Estrada, op. cit., p. 154.
52
Olea, op. cit., p. 24.
24
Gabriel Leyva Solano, había sido el líder de la campaña ferrelista en el
Distrito de Sinaloa. En 1909, trabajando como agente de negocios judiciales,
en el bufete que el licenciado Nicolás Tortolero Vallejo tenía en Culiacán, se
encargó de defender a los indígenas yoremes53 del pueblo de Ocoroni, “a
quienes los caciques de la población de Sinaloa habían despojado de los
terrenos que eran de su legítima propiedad y que estaban amparados por
títulos perfectos”. El Juez de Primera Instancia de la población de Sinaloa,
“sistemáticamente resolvió en contra de los indígenas, con notoria injusticia,
todos los pedimentos y promociones que se hacían en el litigio”, para
favorecer a los caciques terratenientes.
Algún tiempo después, un día que regresó de la población de Sinaloa,
se presentó con el licenciado Tortolero, para renunciar a su trabajo en el
bufete, “decepcionado de la falta de justicia en los tribunales” y porque había
resuelto unirse a la campaña Maderista y a la revolución, que decía,
sobrevendría luego del fraude electoral54.
Dirigió Leyva Solano, la constitución del Club Antirreleccionista de
Sinaloa y los trabajos del maderismo en el Distrito. Convencido de que Díaz
haría fraude para ganarle la elección a Madero, creía que solo la revolución
derrumbaría la dictadura. A su amigo, el maderista Elías Arias le dijo:
La Revolución es un hecho. No transcurrirán dos meses sin que no
la presenciemos. Ya es insoportable esta situación. Es verdad que
el señor Madero, en casi todas las cartas que me escribe, me
recomienda cordura en todos nuestros actos. Pero dígame usted:
¿quién va a tener cordura, calma para resistir tanto atropello, tanta
injusticia, tanta iniquidad? No se conformaron con violar el voto
popular del pueblo sinaloense, sino que ahora quieren burlar el de
todos los ciudadanos de la República, pero eso si que nunca lo
toleraremos, al menos en lo que se refiere al Estado de Sinaloa55.
53
Yoremes, es el nombre que se dan así mismos, los indígenas conocidos también como mayos, que
habitan actualmente el norte de Sinaloa y el sur de Sonora, en las riberas de los ríos Fuerte y Mayo. En
esta época aún se hablaba su idioma en la ribera del río Sinaloa.
54
Nicolás Tortolero Vallejo a Gabriel Leyva Velázquez, México, 24 de mayo de 1943; en Gabriel
Leyva Velázquez, comp., Resonancias de la lucha, ecos de la epopeya sinaloense 1910, México,
Gobierno del Estado de Sinaloa, 1961, t. I, pp. 255-256.
55
Elías Arias, “Gabriel Leyva Solano”, en Leyva Velázquez, op. cit., p. 91.
25
El 2 de junio de 1910, ante la proximidad de las elecciones
presidenciales, salió Leyva Solano de la ciudad de Sinaloa, acompañado de
Maximiano Gámez, iniciando una gira de propaganda electoral, por todo el
Distrito. Empezaron su labor en Baburía, el día 3, llegaron al rancho
Aguacaliente de Cota, donde Leyva Solano instaló un club antirreleccionista y
concientizaba a sus correligionarios para que se prepararan a participar en el
próximo estallido revolucionario, diciéndoles:
Lo más probable es que todas las autoridades del gobierno
dictador nos entorpezcan la votación, y, en este caso, no cabe más
remedio que irnos a las armas para hacer respetar nuestros
derechos por medio de la fuerza, pues contamos con la opinión
pública, que es la que siempre triunfa, porque va con la justicia y la
razón en la mano56.
En la hacienda del “Salado”, estuvieron el 4 de junio; al siguiente día,
llegaron a Mazocari; el día 7, permanecieron en “Portugués de Norzagaray” y
en “El Veranito”. A Cabrera de Inzunza, llegaron el día 8, estaban esperando
a sus correligionarios del poblado, para reunirse con ellos, acompañados por
el primo de Maximiano, Narciso Gámez, que fue el primero en llegar, cuando
a la una y media de la tarde, llegó el comandante de policía de Sinaloa,
Jesús López, con 26 gendarmes montados, quienes trataron de aprehender
a los maderistas, pero Gabriel, Maximiano y Narciso los enfrentaron con sus
armas, resultando muerto un gendarme y heridos el comandante López y
otro gendarme57. El primer choque armado que se dio en la república, entre
maderistas y fuerzas porfiristas, se había consumado, anunciando la
disposición que había entre los antirreeleccionistas por tomar las armas.
Antes de un año, la revolución derrumbaría la dictadura, huyendo del país el
general Díaz.
56
57
Emiliano Z. López, “Del pasado revolucionario”, en Leyva Velázquez, op. cit., pp. 46-47.
Ibíd., p. 47-50.
26
Los maderistas se retiraron al “Aguajito del Bainoro”, desde donde
comisionaron a Luis Cota y a Pilar Rubio, para que informaran a Pedro
Gámez y a otros partidarios que habían manifestado su disposición a tomar
las armas, para que se les reunieran en ese lugar, pero fueron traicionados
por Guillermo Peña, antiguo ferrelista y ahora antirreleccionista, que
atemorizado, denunció a los insurrectos.
El 11 de junio, 150 rurales comandados por Ignacio Herrera y Cairo,
rodearon a los tres rebeldes en el “Aguajito del Bainoro”. Al otro día, mientras
los Gámez lograban romper el sitio y escapar, Leyva Solano era aprehendido
y conducido a la ciudad de Sinaloa58.
Al día siguiente del enfrentamiento en Cabrera de Inzunza, las
autoridades ordenaron la aprehensión de los más destacados maderistas de
los Distritos de Sinaloa y Mocorito. Los detenidos fueron 24, en cinco
poblaciones: en Sinaloa, Juan Díaz Salcedo, ingeniero Emiliano Z. López y
Dionisio M. García; en Ocoroni, Anatolio B. Ortega y Antonio Sandoval; en
Guasave, Baltasar Angulo, Carlos Castro, Arcadio Beltrán, Felipe García e
hijo, Eligio Loredo y José María Angulo; en Mocorito, Macario Riveros; y en
Angostura, Felipe Riveros, Juan Urías, Nicolás y Antonio Cuadras, Enrique
Díaz, Pedro Castro, Elías y Rudesindo Mascareño, Vicente59 y Alfonso
Gaxiola y Lázaro Camacho. Todos los detenidos fueron trasladados a la
cárcel de Sinaloa, en donde se radicó la causa de “Gabriel Leyva y socios,
por el delito de sedición”. El licenciado Enrique Moreno, único abogado
correligionario, tomó su defensa y logró su libertad tiempo después60.
También en Culiacán, fueron aprehendidos por la policía, el sábado 11
de junio de 1910, los más connotados antirreeleccionistas: Juan J. Valadez,
Amado A. Zazueta, Francisco Ramos Obeso, Crisoforo Avendaño, Benigno
A. Zazueta, Crisanto Arredondo, Profr. Ramón Saavedra Gómez, Jesús I.
Penne, Jesús M. Burgos, Manuel C. Prieto y Anastasio Yuriar. Serían
58
59
60
Ibíd., p. 53-55.
Padre de Macario Gaxiola Urías.
Arias, en Leyva Velázquez, op. cit., p. 93. Ruiz Alba, op. cit., p. 9.
27
liberados hasta el día 14 de junio, luego que el Secretario General del
Gobierno del estado, Lic. José Castellot, realizara una diligencia en la que
fueron interrogados, enterándose que habían sido detenidos porque se les
consideró involucrados en la rebelión que Gabriel Leyva y los hermanos
Gamez, al decir de las autoridades, había iniciado en el Distrito de Sinaloa. El
Lic. Castellot les aseguró que esa rebelión había terminado con la muerte de
Gabriel Leyva61. Las autoridades tenían temor de que se preparase una
rebelión y con ese pretexto los había aprehendido para amedrentarlos y
obstaculizarles sus actividades electorales antirreeleccionistas.
El Gobernador Redo envió al licenciado Ignacio M. Gastélum como
“juez especial”, para enjuiciar a los presos de la ciudad de Sinaloa; y al
Prefecto de Sinaloa, capitán Antonio Barreda, le envió un telegrama
ordenándole asesinar a Leyva Solano.
El 13 de junio, el licenciado Gastélum, ordenó el traslado de Leyva
Solano a Cabrera de Inzunza, para la reconstrucción de los hechos del día 8.
Antes de llegar a su destino, habiéndoselo ordenado el Prefecto Barreda,
Ignacio Herrera y Cairo aplicó la “ley fuga” al prisionero62.
Sinaloa fue dividido en dos Distritos Electorales, para la organización
de las elecciones federales. De acuerdo con la ley electoral, que preveía
elección indirecta de presidente y vicepresidente de la república, se
efectuaban elecciones primarias, en las que la ciudadanía elegía con su voto,
a los integrantes de los Colegios Electorales de cada Distrito, siendo éstos
los ciudadanos que elegían a su vez al Presidente y Vicepresidente.
El 11 de julio, se instalaron los Colegios Electorales, del primer distrito,
en Culiacán, y del segundo, en Mazatlán, cuyos integrantes convertidos en
“electores”, dieron su voto a Porfirio Díaz y a Ramón Corral.
El 27 de septiembre de 1910, la Cámara de Diputados declaró
Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, a Díaz y Vicepresidente, a
61
62
Ramos Esquer, op. cit., p. 33.
Z. López, en Leyva Velázquez, op. cit., p. 57.
28
Corral, “para el sexenio que comenzará el 1 de diciembre próximo y
terminará el 30 de noviembre del año de 1916”63.
4. De peón minero a jefe de rurales.
Juan Manuel Banderas Araiza nació el 24 de junio de 1872, en
Tepuche, pequeño poblado situado a pocos kilómetros al norte de la ciudad
de Culiacán, por uno de los tres caminos que salen de la capital de Sinaloa,
rumbo a la sierra, que se comparte con los estados de Chihuahua y Durango.
Fueron sus padres: Francisco Banderas Valenzuela y María Jesús Araiza
Castañeda64. Cursó la educación primaria en la escuela del profesor Tito
Flores65, por lo que muy joven aprendió a leer y escribir66. “Su valor personal,
la reciedumbre de su carácter y su odio a la injusticia hicieron que su
juventud fuera azarosa”67. “Banderas fue un hombrón de pelo en pecho,
corpulento, fuerte como un roble, medía 1.90 metros de estatura y su sola
presencia imponía respeto. Era valiente y arrojado hasta la temeridad y
nunca se dejó que le pisaran un callo”68. “Hombre de campo sincero y fuerte,
bondadoso de corazón y firme en sus ideas políticas”69. Por un defecto físico
que le obligaba a caminar encorvado, fue apodado El Agachado70.
Banderas trabajaba en una mina, cuando algo que presenció
cambiaría su vida: Un capataz norteamericano que trataba brutalmente a los
peones de mina y había asesinado a varios, golpeaba a un minero mexicano,
Banderas interviene, enfrenta a puñetazos al agresivo capataz, dominándolo
63
Mendoza Guerrero y Alarcón Amézquita, op. cit., pp. 187-188.
Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa nacional AHSDN, Sección de Cancelados SC,
exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 56.
65
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 132.
66
Antonio Nakayama, “Juan M. Banderas, la leyenda negra y la realidad”, en Sergio Ortega y
Edgardo López Mañón (comp.), Sinaloa, textos de su historia, t. II, México, DIFOCUR-Instituto José
María Luis Mora, 1987, p. 325.
67
Ibíd., p. 319.
68
Figueroa Díaz, op. cit., p. 81.
69
Olea, op. cit., p. 33.
70
Arturo Langle, Vocabulario, apodos, seudónimos, sobrenombres y hemerografía de la
revolución, México, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, 1966. p. 77.
64
29
con su fortaleza física y evitando que siga castigando al peón. Humillado y
lleno de furia el gringo sacó su pistola y el de Tepuche se vio obligado a
desenfundar la suya y lo mató71.
Eludió Banderas la persecución de las autoridades, refugiándose en la
ciudad de Durango, donde estuvieron a punto de aprehenderlo, por lo que se
fue a trabajar de peón al mineral de San Fernando, enclavado en la sierra
duranguense, en los límites con Sinaloa y Chihuahua, por el camino que une
a Copalquín, Durango, con Guadalupe y Calvo, Chihuahua; se encontraba
San Fernando a 146 kilómetros de Culiacán, por un camino que lo
comunicaba directamente con Tepuche72. Ahí evadió nuevamente a sus
perseguidores de una forma espectacular, ya que sin ayuda de nadie se
enfrentó a balazos con 25 rurales, logrando escaparse73. Banderas huyó a la
sierra de Badiraguato, Sinaloa, y se escondió entre los barrancos, no muy
lejos de Santiago de los Caballeros, en un lugar denominado Los Placeres74.
En la mentalidad de los serranos de esa zona de Sinaloa, Durango y
chihuahua, se formó una admirable imagen de Banderas, de macho,
justiciero y valiente, cualidades muy apreciadas en el mundo rural.
Luego que pasaron varios años, en 1905 regresó Banderas a
Culiacán75, donde un comerciante, minero y funcionario del gobierno, cacique
paternalista de una extensa zona de la serranía del Distrito de Culiacán,
Fortunato de la Vega76, “quien se significó como un decisivo protector de los
71
Nakayama, en Sergio Ortega y Edgardo López Mañón (comp.), op. cit., p. 319.
Francisco Javier León Velázquez, “El correo en Sinaloa”, en Jorge Verdugo Quintero y Víctor
Alejandro Miguel Vélez, comps., Historia y región, memoria del X congreso de historia regional de
Sinaloa, Culiacán, México, UAS-Facultad de Historia, 1996, p. 330.
73
Nakayama, en Sergio Ortega y Edgardo López Mañón (comp.), op. cit., p. 319.
74
Carlos Manuel Aguirre, Los carabineros de Santiago, Testimonio de la vida y hazañas de Jesús
Caro Iribe durante la revolución, Culiacán, México, El Diario de Sinaloa, 1992, p. 19.
75
Humberto Ruiz Sánchez, “La muerte de Juan Banderas”, en El Debate, Culiacán, Sinaloa,
domingo 4 de mayo de 1986, suplemento, p. VIII.
76
Originario de Culiacán, por muchos años fue Prefecto del Distrito de Culiacán; fue Regidor del
Ayuntamiento de Culiacán y Diputado local varias veces; ocupaba el cargo de Administrador de la
Renta del timbre, cuando murió en Culiacán, el 15 de junio de 1909; “liberal y Patriota como el que
más”, salió de Culiacán acompañado del joven Francisco Cañedo, el día 22 de diciembre de 1864,
llevando armas y dinero al general Antonio Rosales, quién ante el desembarco en Altata, de tropas
franco-conservadoras, sostenedoras del Imperio de Maximiliano, “reunió en esta ciudad las fuerzas de
72
30
habitantes de la región”77, arregló con su amigo el gobernador Cañedo, para
que ya no se persiguiera a Banderas, y le dio trabajo como guardián en sus
fundos mineros. Posteriormente lo recomendó como guardaespaldas y
caballerango, a la familia de su hermana Alejandra y de su sobrino Diego
Redo de la Vega, yéndose Banderas a vivir a la hacienda de El Dorado,
acompañado de su familia. Banderas, agradecido por la protección recibida,
mantuvo siempre una relación amistosa, con la familia Redo, más allá de las
diferencias políticas. Cuando Diego Redo se convirtió en gobernador del
estado, Banderas se incorporó al Cuerpo de Policía Rural de la Federación78.
Siendo jefe de un destacamento de rurales, con el grado de cabo79, se
encontraba en Mazatlán, cuando sucedieron el enfrentamiento de Cabrera de
Inzunza y el asesinato de Gabriel Leyva Solano, algunos días después de
estos acontecimientos, recibió la orden de movilizarse con su destacamento,
a la ciudad de Sinaloa, para resguardarla80, permaneciendo ahí varios
meses, hasta que se une a la revolución con los rurales que mandaba81.
que pudo disponer y salió a disputar el paso al invasor, entre las risas de los que simpatizaban con los
intervencionistas y las dudas de los que desconfiaban del triunfo de la República”, Vega y Cañedo
llegaron “a San pedro, en los momentos en que las fuerzas del jefe republicano, consumaban la
derrota de la expedición franco-traidora. Allí los recibió Rosales con cariñosas demostraciones de
amistad y compañerismo. Regresando los señores Vega y Cañedo á esta capital, en compañía del jefe
vencedor”, El Monitor, núm. 2222, Culiacán, 16 de junio de 1909, p. 4.
77
Nakayama, en Sergio Ortega y Edgardo López Mañón (comp.), op. cit., p. 319.
78
Ibíd., pp. 319-320. Olea, op. cit., p. 33.
79
los grados de cabo 2º y cabo 1º, en los Cuerpos Rurales, eran equivalentes a los de teniente y
capitán en el ejército.
80
Nakayama, en Sergio Ortega y Edgardo López Mañón (comp.), op. cit., p. 325.
81
Según una versión, Banderas decidió abrazar la causa maderista, por la indignación que le
provocó el asesinato de Leyva Solano, loc. cit.. Manuel Bonilla Jr., en la página 144, de su libro diez
años de guerra, op. cit., hace mención que Banderas, “según él contaba”, decidió unirse al maderismo,
cuando vio como “un aviso del cielo”, el derrumbe de una parte del techo de la iglesia de Sinaloa, “en
el mismo momento en que ocurrió el asesinato” de Leyva Solano.
31
II. EN EL EJÉRCITO MADERISTA.
1. De jefe de rurales a jefe de revolucionarios.
El fraude realizado en las elecciones primarias del 26 de junio de
1910, que permitió a Díaz reelegirse para el periodo 1910-1916, hizo cambiar
de opinión al hasta entonces pacifista Madero, convencido de que solo la
revolución terminaría con la dictadura, proclama el Plan de San Luis Potosí
en octubre de 1910, declarándose Presidente Provisional de la República y
convocando a que “el día 20 del mes de noviembre, de las seis de la tarde en
adelante”, todos los ciudadanos de la República se levanten las armas.
Incluyó el Plan, en su artículo tercero, las promesas agrarias que
incorporaron masivamente al campesinado a la revolución:
…Abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños
propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus
terrenos, ya por acuerdos de la Secretaría de Fomento, o por fallos
de los tribunales de la República. Siendo de toda justicia restituir á
sus antiguos poseedores los terrenos de que se les despojó de un
modo tan arbitrario, se declaran sujetas á revisión tales
disposiciones y fallos y se les exigirá á los que los adquirieron de
un modo tan inmoral, ó á sus herederos, que los restituyan á sus
primitivos propietarios, á quienes pagarán también una
indemnización por los perjuicios sufridos…82.
Díaz llegó a decir: “Madero ha soltado un tigre; veamos si lo puede
controlar”83. Madero no logró controlarlo, al ser incapaz de cumplir las
promesas del Plan de San Luis Potosí.
La revolución maderista estalló el 20 noviembre de 1910. Ese día
ocurrieron trece sublevaciones: ocho en Chihuahua, una en Durango, otra en
82
AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 19, Exp. 2, ff. 1-4. Graziella Altamirano y Guadalupe Villa
(comps.), La revolución mexicana, textos de su historia, tomo III acción revolucionaria, México,
Secretaría de Educación Pública SEP-Instituto José María Luis Mora, 1985, p. 24.
83
John Mason Hart, El México revolucionario, gestación y proceso de la revolución mexicana,
México, Alianza Editorial, 1997, p. 327.
32
San Luis Potosí y tres en Veracruz. Entre el 17 y el 30 de noviembre hubo
casi 40 hechos armados en siete estados84. En los meses siguientes se
extendió la revolución por la mayor parte del país.
En el Sinaloa de 1910 sólo el 7% de la población vivía en zonas
urbanas, constituidas solamente por las cabeceras distritales, y el restante
83% habitaba los espacios rurales. Las ciudades y Villas tenían menores
perspectivas revolucionarias, por lo escaso de su población, porque en ellas
se concentraban los estratos sociales más reaccionarios, las familias de ricos
hacendados, mineros y comerciantes; la clase media y otros grupos sociales
comprometidos con el régimen de la dictadura.
En contraste con la pasada campaña electoral maderista, asentada
principalmente
en
el
ámbito
urbano
y
semiurbano,
sostenida
por
profesionistas, artesanos, empleados y obreros. Los partidarios más activos
de la lucha armada vivían en las zonas rurales, eran mineros-gambusinos,
rancheros-vaqueros
y
campesinos-labradores85.
Grupos
sociales
determinados por las contradicciones de la sociedad, para desarrollar el
movimiento armado revolucionario. En el campo y la sierra predominaban el
descontento social y las simpatías para la revolución, además lo abrupto de
la serranía favorecía el desarrollo de actividades guerrilleras.
El Plan de San Luis Potosí, fue respaldado en muchas regiones del
país. En Sinaloa, en los distritos de El Fuerte, Sinaloa, Mocorito, Culiacán y
Mazatlán se preparaban sublevaciones, acatando el plan de Madero86.
Amado A. Zazueta, acomodado comerciante, originario de Sataya,
pero avecindado en Culiacán, que había sido electo vocal, del Club
Antirreleccionista de Culiacán, recibió del propio Madero, un ejemplar del
Plan de San Luis Potosí. Apasionado maderista, Zazueta se decidió a seguir
el sendero de la revolución. De su propio peculio compró armas y
84
Santiago Portilla G., “La etapa Armada”, en Enrique Florescano (coord.), Así fue la revolución
mexicana, t. 2, México, CONAFE, 1985, p. 219.
85
Gilberto J. López Alanís, La revolución en Sinaloa, etapa armada, Culiacán, México, Archivo
Histórico General del Estado de Sinaloa AHGES, 2001, p. 11.
86
Ramos Esquer, op. cit., p. 41.
33
municiones, y empezó a organizar un levantamiento armado, invitando a
otros hombres dispuestos a la luchar con las armas, contra la dictadura de
Porfirio Díaz.
Juan M. Banderas se encontraba en la Villa de Sinaloa, donde se
desempeñaba como jefe del destacamento de rurales de ese Distrito87. A
causa de su amistad con Zazueta, Banderas había adquirido conciencia
política de la situación nacional. Zazueta lo llamó a Culiacán “para que fuese
el jefe supremo del movimiento maderista, quien sin ninguna reticencia
aceptó el cargo”. Zazueta también invitó entre otros residentes de Culiacán, a
José María R: Cabanillas, carpintero originario de Cosala; Agustín Beltrán,
originario de Coloma, Durango, abarrotero y minero; Manuel F. Vega,
comerciante, originario de Navolato; y a Ramón F. Iturbe, cobrador de casas
comerciales, empleado de la cárcel municipal y aficionado a las prácticas de
hipnotismo y terapéutica sugestiva que también le rendía ingresos, originario
de Siqueiros, pueblo cercano a Mazatlán88.
En noviembre de 1910, En Culiacán, reunidos en la cantina propiedad
de Manuel F. Vega, éste, Banderas, Cabanillas, Agustín Beltrán e Iturbe,
deciden levantarse en armas apoyando el Plan de san Luis Potosí. Iniciando
sus trabajos para insurreccionarse en Culiacán, el día 9 de enero de 1911,
“aprovechando la oportunidad” de que el gobernador Redo se encontraría
“con su plana mayor… en un baile de bodas en casa de la familia
Tellaeche”89.
En noviembre y diciembre, los conjurados se dedicaron a labores de
propaganda del Plan de San Luis Potosí, a hacer acopio de armas,
municiones y explosivos, fabricar bombas y reclutar hombres para la
insurrección, como fueron los casos del profesor Ramón Rangel Valenzuela,
87
Miguel A. Sánchez Lamego, Historia militar de la revolución mexicana en la época
maderista, t. I, México, INEHRM, 1976, p. 191.
88
Olea, op. cit., pp. 32-33.
89
Agustín Beltrán al director de El Correo de la Tarde, El Correo de la Tarde, núm. 8510,
Mazatlán, 9 de agosto de 1911, p. 5. Curiosas aventuras de un valiente guerrillero en Culiacán, Ibíd.,
núm. 8531, 31 de agosto de 1911, p. 4.
34
de Mojolo, comunidad cercana a Culiacán; Conrado Antuna, de Topia,
Durango, abarrotero y minero; Francisco Ramos Obeso, vocal del club
antirreleccionista de Culiacán y originario de Tepuche90, contador de varias
negociaciones comerciales; y su hijo Francisco Ramos Esquer (a) “Pacheco”,
de Culiacán, estudiante de Derecho del Colegio Civil Rosales91.
El 9 de enero de 1911, “Manuel F. Vega y otros compañeros eran los
encargados de vigilar á Redo y su corte”, que se encontraban en el baile de
bodas en casa de la familia Tellaeche, mientras los otros conjurados, reunían
a sus partidarios en la casa que habitaba Iturbe92, ubicada en la esquina
suroeste de la calle Cristóbal Colón con la avenida Ramón Corona, donde
tenían el acopio de armas, municiones y bombas, el plan era capturar a
Redo93 y sus principales adeptos… Habiendo pretendido que el golpe fuera
más seguro, se pusieron de acuerdo con el… alcalde de la cárcel, Joaquín
Valdés, quién los traicionó, descubriéndolos, frustrándose todo el plan que
fué concebido94.
Se encontraban reunidos, a las siete y media de la noche, en la casa
de Iturbe, algunos de los conspiradores: Cabanillas; Agustín Beltrán, Ramón
Rangel Valenzuela, Conrado Antuna, Francisco Ramos Obeso, y su hijo
Francisco Ramos Esquer.
Resguardando los bultos de armas, parque y pólvora que
habíamos preparado… regresó Banderas, exclamando: “¡Estamos
perdidos… aquí hubo un judas… y su acción es reciente porque el
gobernador supo que nos reunimos aquí, y lo peor, hasta supo que
yo iba a aprehenderlo!”. Luego agregó: “Aquí no nos quedan mas
que dos alternativas, regresar a nuestras casas o irnos a la
revolución”.
90
Marco Antonio Berrelleza Fonseca, “Ramón F. Iturbe y Francisco Ramos Esquer, dos vidas en
paralelo”, en Documenta culiacanense, cuaderno de divulgación de historia provincial, núm. 7,
Culiacán, México, La Crónica de Culiacán-H. Ayuntamiento de Culiacán, 2003, p. 18.
91
Hoy Universidad Autónoma de Sinaloa.
92
El Correo de la Tarde, núm. 8510, Mazatlán, 9 de agosto de 1911, p. 5. Ibíd., núm. 8531, 31 de
agosto de 1911, p. 4.
93
Crónica ilustrada revolución mexicana, tomo I, fascículo 5, México, Publex, 21 de septiembre de
1966, p. 18.
94
El Correo de la Tarde, núm. 8531, Mazatlán, 31 de agosto de 1911, p. 4.
35
Discutían los conjurados lo que iban hacer, cuando llegan a la casa
unos policías y un pelotón de soldados estatales, conocidos como carnitas95,
que irrumpen en la casa al grito de ¡dense por presos!, en el momento que
los conjurados ya saltaban las bardas que rodeaban la casa, para
escaparse96.
La audaz intentona de Banderas de secuestrar al gobernador Redo,
fue frustrada por la delación. Ahora, descubiertos, los conspiradores de
Culiacán solo tuvieron el camino de iniciar su lucha revolucionaria.
Amado A. Zazueta fue aprehendido, acusado de complicidad con los
conspiradores97. Los conjurados que escaparon de la casa de Iturbe, salieron
de escape rumbo á Tepuche, también escapó de las garras de la policía el
joven Iturbe, dirigiéndose al Coyonqui, población cercana a Culiacán. En
estos dos ranchos reclutaron hombres para iniciar la revolución, organizando
las primeras guerrillas en Sinaloa. Banderas que tenía el grado de cabo de
Rurales98, los primeros hombres que lo siguieron en la lucha revolucionaria
fueron sus hermanos y “varios compañeros” rurales99.
El día 10 de enero, Banderas y sus compañeros llegaron al rancho de
Guayabastita, en donde escribieron una carta mandando llamar a Iturbe100.
Cabanillas enfermó y se regresó a Culiacán y Tepuche, lugares donde
permaneció convaleciente más de 22 días101. Ese mismo día, los
revolucionarios llegaron al poblado de Coloma, Durango, donde se reunieron
los cabecillas revolucionarios, que ya habían reclutado decenas de hombres.
95
“Carnitas llamábanse los cuerpos irregulares de la milicia estatal. Sus hombres vestían
abigarradamente, poseían mal armamento, estaban miserablemente pagados y eran mal vistos por los
soldados de la federación”, Crónica ilustrada revolución mexicana, tomo I, fascículo 5, op. cit., p. 7.
96
Ramos Esquer, op. cit., pp. 43-44. Francisco Ramos Esquer, “El primer brote revolucionario en
Culiacán”, en José María Figueroa Díaz (comp.), Imágenes de Culiacán, Culiacán, México, H.
Ayuntamiento de Culiacán, 1994, pp. 142-143.
97
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 44. Olea, op. cit., p. 33.
98
Manuel Bonilla Jr., Diez años de guerra, México, Fondo para la Historia de las Ideas
Revolucionarias en México, 1976, p. 144.
99
Ibíd., p. 202.
100
El Correo de la Tarde, núm. 8531, Mazatlán, 31 de agosto de 1911, p. 4.
101
Ibíd., núm. 8532, 1 de septiembre de 1911, p. 4.
36
Banderas, venía con 21 hombres; Agustín Beltrán, con 25; Ramón Rangel
Valenzuela, con 8; Francisco Ramos Obeso, con 16; Conrado Antuna, con
13; y Francisco Ramos Esquer, con 8. Los jefes designaron jefe de guerrillas
a Banderas102. Con estos 96 hombres, Banderas decidió atacar Tamazula,
Durango, iniciando las operaciones militares de los maderistas sinaloenses.
2. General maderista en 1911.
La columna revolucionaria maderista, ese mismo día 10 de enero,
salió de Coloma dirigiéndose a Tamazula, Durango. El día 11, al pasar por el
mineral de El Rodeo, se une a Banderas, el gerente de la compañía minera
de El Rodeo, Miguel V. Laveaga, “con parte de la gente que tenía trabajando
en las minas de mata vaca”103. Ese día 11, La columna revolucionaria llega a
Tamazula, Banderas le pidió la entrega de la plaza, al director Político,
Ruperto Rodríguez., concediéndole 24 horas para su resolución. Se
preparaban para atacar los maderistas, cuando al día siguiente, llegó Iturbe,
al frente de 13 hombres, casi todos de Alcoyonqui, y se incorporó a la
columna de Banderas.
Al cumplirse el plazo y no habiendo contestando Rodríguez, Banderas
se dirige a sus hombres ordenando el ataque y recomendándoles que si
tomaban Tamazula, debía entrarse al pueblo en forma ordenada, que nadie
se embriagara, que respetaran los hogares y las familias, cualquiera que
fuera su condición social o económica, que se evitaran los saqueos, que no
se solicitaran prestamos ni a las negociaciones ni a las personas en lo
particular y que “quien desobedeciera, recibiría castigo ejemplar, porque no
se habían lanzado a la lucha para robar ni cometer actos vandálicos y la
realización de cualquiera de esos desprestigiaría a la causa, echándose
encima la persecución del gobierno y la del pueblo”.
102
Ramos Esquer, “El primer brote revolucionario en Culiacán”, en Figueroa Díaz (comp.), op. cit.,
pp. 143-144. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 48.
103
AHSDN, SC, exp. Gral. Miguel V. Laveaga, XI/111/2-401, f. 417.
37
Todas las guerrillas atacaron las posiciones del gobierno, que fueron
cediendo y luego de breve pero reñidísimo tiroteo, las fuerzas porfiristas
abandonaron la población, quedando Tamazula en poder de la revolución el
12 de enero104. El grupo que salió de Culiacán el 9 de enero de 1911, había
recibido su bautizo de fuego.
Los revolucionarios entraron ordenadamente a Tamazula, reunieron a
los vecinos en la plaza del pueblo y le tocó a Iturbe leer “junto a un kiosko y a
manera de adoctrinamiento, el Plan de San Luis Potosí”105. Banderas y los
otros jefes, se instalan en las oficinas de gobierno, requisan armas y
nombraron de acuerdo con los vecinos, a la primera autoridad política
maderista en el Estado de Durango, el señor José María Rocha106.
En todas las poblaciones tomadas, los maderistas nombraban nuevas
autoridades y de los préstamos forzosos que hacían, entregaban vales
firmados por los jefes, que contenían la promesa de pagárselos al triunfar la
revolución.
En Tamazula, los comerciantes y la gente pudiente contribuyeron
espontáneamente para los gastos de la revolución, porque en su mayoría, los
vecinos del poblado simpatizaban con la causa maderista. Buen número de
ellos, se incorporaron a la revolución ese día, formándose nuevas guerrillas
jefaturadas
por
Antonio
M.
Franco,
Melquíades
Meléndez,
Genaro
Velázquez, José Higuera, Francisco Dueñas, Jesús Coronel Avitia, Manuel y
Francisco Martínez.
El 14 de enero, la columna revolucionaria sale de Tamazula con la
intención de atacar el pueblo de Topia, Durango.107. Saliendo de la población,
iban cruzando el río Tamazula, cuando Agustín Beltrán, se acerca a
104
Ibíd., exp. Gral. Ramón F. Iturbe, XI/111/1-242, f. 118.
Ramón F. Iturbe, testimonio de agosto de 1966, en Crónica ilustrada revolución mexicana, tomo
I, fascículo 5, op. cit., p. 18.
106
Gabino Martínez Guzmán y Juan Ángel Chávez Ramírez, Durango: un volcán en erupción,
México, Gobierno del Estado de Durango-Secretaría de Educación, Cultura y Deporte-Fondo de
Cultura Económica, 1998, p. 90.
107
Ramos Esquer, “El primer brote revolucionario en Culiacán”, en Figueroa Díaz (comp.), op. cit.,
p. 144. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 48-50.
105
38
Banderas para decirle, refiriéndose a Iturbe: “Mire a aquel catrinsito que va
allá, lleva la silla muy canteada por el lado donde cuelga un morral, ¿no será
algo que debe investigarse?”. Banderas apura su caballo y gritándole a
Iturbe, le dice: “¡oye… chamaco… esperate allí afuera!”. Y al salir del río, le
quita el morral que iba repleto de monedas de oro y plata, enseguida
Banderas extiende una manta sobre las piedras a orilla del río y vacía sobre
ella el morral, repartiendo el dinero entre todos los jefes de guerrilla, en forma
proporcional a la gente que mandaban y al terminar le da una regañada a
Iturbe: “¡Ya dijimos que no andamos robando, que respetaremos los hogares
y las familias y tu te acabas de sacar este morral de dinero!, no importa quién
sea la víctima, lo malo es que lo hallas quitado”, surgiendo entre Banderas e
Iturbe una acalorada discusión, que posiblemente la hubieran dirimido con
las armas, pero la oportuna intervención de Conrado Antuna y Agustín
Beltrán lo evitó.
Esta discusión, provocó la rencilla que siempre tuvieron Banderas e
Iturbe, mostró la conducta que tanto Banderas como Iturbe, tendrían durante
la revolución. Banderas moriría pobre, en 1918, en tanto Iturbe, para ese
año, convertido en empresario, formó parte del grupo de generales
revolucionarios constitucionalistas sinaloenses, que se enriqueció a través
del peculado y la corrupción108.
Después de la discusión, los jefes revolucionarios decidieron dividirse
en dos columnas: una de ellas marcharía al oriente, hacia la región de Topia,
comandada por Antuna, Iturbe, Ramón Rangel Valenzuela, Genaro
Velázquez, Francisco Dueñas, Manuel y Francisco Martínez; la otra
108
Iturbe fue gobernador constitucional de Sinaloa entre 1917 y 1919; en esos años fueron
constantes las acusaciones de peculado y corrupción en su contra, traficó con alimentos, se apoderó de
tierras y aguas en los márgenes del río Humaya y obtuvo ganancias utilizando recursos públicos en
operaciones de compra y venta de bienes, sin regresarlos nuevamente a las arcas del Estado. Alonso
Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa 1910-1920, Culiacán, México,
Facultad de Historia-UAS-El Colegio de Sinaloa, 2004, p. 216-217. Alonso Martínez Barreda, “De
revolucionarios a élite de poder en Sinaloa: 1910-1920”, en Mario Alberto Lamas Lizárraga (coord.),
Memoria del XI Congreso de Historia Regional, Culiacán, México, IIES-UAS, 1997, p. 287. Alan
Knight, La revolución mexicana, del porfiriato al nuevo régimen constitucional, volumen II,
contrarrevolución y reconstrucción, México, Editorial Grijalbo, 1996, p. 980.
39
marcharía al sureste, por la sierra de Durango, para acercándose a la Villa de
Cosala, Sinaloa, encabezada por Banderas, Agustín Beltrán, Francisco
Ramos Obeso, Antonio M. Franco y Francisco Ramos Esquer109.
De Tamazula, Salió Banderas al frente de 150 hombres, los últimos
días de enero, ocupó sin lucha el mineral de Tominil, Durango, muy próximo
al mineral de Guadalupe de los Reyes, Distrito de Cosalá, Sinaloa110.
Después de amagar Guadalupe de los Reyes, Banderas se regresa a
Tamazula. El 7 de febrero, tomó el pueblo de Amaculí, que por temor habían
abandonado autoridades y comerciantes, “la tienda del señor Heriberto
Murillo fue abierta por Banderas, en presencia, según se asegura, de cuatro
testigos del lugar, apoderándose solamente de 5 armas de fuego y una
respetable cantidad de municiones, por las cuales extendió recibo”. Tres días
permaneció Banderas en Amaculí, luego partió para Ocatitlán, Chacala111 y
Tamazula, de donde salió a la región de Topia, para cooperar con la
campaña que desplegaban Iturbe y Antuna.
El 20 de febrero, Antuna tomaba Sianorí e Iturbe ocupaba Canelas,
poblados cercanos al mineral de Topia112. En Canelas, se incorporan a la
revolución, gran número de vecinos, jefaturados por Domingo Arrieta León113.
También tuvieron los revolucionarios un refuerzo inesperado: cuando el jefe
de acordada, Antonio Cháidez, es apresado en Topia, por simpatizar con el
maderismo, sus hombres desertan con sus armas y equipo y se presentan en
el campamento maderista, para unirse a la revolución114.
109
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 50.
El Correo de la tarde, núm. 8324, Mazatlán, 6 de febrero de 1911, p. 8.
111
El Correo de la tarde, núm. 8331, Mazatlán, 14 de febrero de 1911, p. 8.
112
Antonio Avitia Hernández, Los alacranes alzados, historia de la revolución en el estado de
Durango, Durango, México, Instituto Municipal de Arte y Cultura IMAC–Fondo Municipal para la
Cultura y las Artes de Durango, 1998, p. 24.
113
Ramón F. Iturbe, entrevista, Crónica ilustrada revolución mexicana, tomo I, fascículo 5, op. cit.,
p. 19.
114
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 53.
110
40
El día 27 de febrero115, habiendo reunido sus fuerzas, que sumaban
cuatrocientos hombres, Banderas, Iturbe, Antuna, Arrieta y Apolonio Cháidez,
atacaron el mineral de Topia, defendido por trescientos porfiristas,
encabezados por el Director Político, Ruperto Rodríguez, que ya había sido
derrotado en Tamazula.
La primera embestida fue rechazada después de cuatro horas de
combate. Esa misma noche hubo un nuevo intento de tomar la
plaza, combate que duró hasta las dos de la mañana. Los
revolucionarios se retiraron y al día siguiente establecieron un
cerco sobre la población; nadie podía entrar ni salir. Los
acueductos fueron cortados, al igual que el teléfono y el
telégrafo116.
Los jefes revolucionarios dejaron una parte su tropa manteniendo el
cerco y se retiraron a Canelas117. Banderas se regresó al sur a desplegar su
campaña, ocupando el Tominil nuevamente el 1 de marzo, ahora con 370
hombres118.
Mientras los jefes revolucionarios sinaloenses hacían su campaña
militar en la sierra de Durango, en Sinaloa, ocurrieron durante el mes de
febrero, nuevos levantamientos armados en los Distritos de Culiacán y
Mazatlán.
En la Cofradía de la Loma, muy cerca del pueblo de Navolato,
encabezando campesinos de las márgenes del río Culiacán, en la costa del
Distrito de la capital del Estado, se levanta en febrero, el líder agrarista
Francisco “Chico” Quintero, que había venido dirigiendo la resistencia de su
pueblo, contra el despojo de sus tierras comunales, que las compañías
115
Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., p. 103; los autores citan al periódico La evolución,
del 3 de marzo de 1911. Everardo Gamiz Olivas, La revolución en el Estado de Durango, Durango,
México, Comité Coordinador de Conmemoración del Año del General Francisco Villa, 1978, p. 30.
Avitia Hernández, op. cit., p. 26. Enrique Arrieta Silva, Corridos revolucionarios, Culiacán, México,
Colegio de Bachilleres del estado de Sinaloa COBAES, 2004, p. 136. Otros autores manejan fecha
diferente: Olea, en su obra citada, señala el día 17 de febrero; Ramos Esquer, en La verdadera
revolución en Sinaloa, menciona que fue el 5 de febrero.
116
Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., p. 103.
117
Avitia Hernández, op. cit., p. 26.
118
El Correo de la Tarde, núm. 8354, Mazatlán, 11 de marzo de 1911, p 4.
41
deslindadoras habían perpetrado; apareciendo como nuevo propietario de
ellas, y hasta del predio en el que se asentaba el poblado, la familia Almada,
terratenientes dueños del ingenio azucarero de Navolato; sin embargo, el
despojo no se consumó, los comuneros habían perdido legalmente, hasta
sus casas, pero se mantuvieron en la posesión de sus tierras y las trabajaban
con las armas en la mano, anunciando que estaban dispuestos a morir por
ellas; el estallido revolucionario enarbolando el Plan de san Luis Potosí,
representó para Chico Quintero y su gente, la posibilidad de recuperar
legalmente sus tierras119.
En el Distrito de Mazatlán, en el pueblo de La Palma Sola, a fines de
febrero, se sublevan los vecinos, encabezados por Justo Tirado y Joaquín
Cruz Méndez; El 26 de febrero, Elpidio Osuna, subalterno de Tirado, con 15
hombres, ataca sin éxito, el pueblo de El Quelite120.
Cuando a fines de febrero, Cabanillas se recupera de su enfermedad,
se va para la Cofradía de la Loma, para unirse con “Chico” Quintero, que
andaba con más de 20 hombres. Cabanillas y “Chico” Quintero, el día 2 de
marzo, asaltaron la Hacienda de Jesús María, en el Distrito de Culiacán, se
apropiaron de “armas y caballos y salieron para el norte, pasando por
Ocualtita y llegando a Higueras de Bellaca, del distrito de Badiraguato”.
Perseguidos por los rurales, los dos jefes se refugian en la sierra de
Badiraguato, merodeando por Otatillos y Santiago de los Caballeros121.
La fuerza que había venido adquiriendo la revolución en Sinaloa,
obligó a los gobiernos federal y estatal a tomar medidas que reforzara la
119
Archivo del Registro Agrario Nacional en Culiacán, Ejido Cofradía de la Loma. Entrevista con
el Dr. Jesús Quintero Pacheco, nieto de Francisco “Chico” Quintero, realizada por Saúl Armando
Alarcón Amézquita, Navolato, Sinaloa, 9 de abril de 2002. Leopoldo Avilés Meza, Navolato apuntes
para la historia, Culiacán, México, s.e., 1985, p. 190. Sería hasta 1935, durante el gobierno cardenista,
cuando a los comuneros de la Cofradía de la Loma, les cumplirían su demanda de restitución de
tierras; al igual que a otras comunidades de las márgenes del río Culiacán: Bachigualato, Aguaruto,
Yevabito, Bariometo, Navolato, Tobolato, Baricueto, Bachigualatillo, Comolote y otras; Martínez
Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa 1910-1920, op. cit., p. 213.
120
Sánchez Lamego, op. cit., p. 193. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p.
60. Olea, op. cit., p. 39.
121
El Correo de la tarde, núm. 8347, Mazatlán, 4 de marzo de 1911, p. 1. Ibíd., núm. 8532, 1 de
septiembre de 1911, p. 4.
42
capacidad represiva del régimen. El ejército federal tenía en el estado,
solamente 150 hombres del 5º Batallón. Se enviaron de refuerzo, desde
Tepic, Nayarit, 2 compañías del 7º Batallón, 200 de tropa y 6 oficiales, a las
órdenes del Tte. Crl. de ese Cuerpo, Luis G. Morelos, que llegaron a
Mazatlán, el 3 de marzo por la tarde.
Morelos se entrevistó con el Prefecto y el jefe de armas de Mazatlán,
general Lauro F. Cejudo. Resolvieron que el tren especial continuara su
marcha para el norte, quedándose en Estación La Cruz, una compañía al
mando del capitán 1º José Rodríguez, y la otra compañía al mando del Tte.
Crl. Morelos, continuaría hasta Culiacán, a donde llegó el 4 de marzo122.
Rodolfo Fierro, fue el conductor del tren militar que transportó estas
tropas federales a Sinaloa123. Fierro era uno de los conductores del
Ferrocarril Sud-Pacífico, que en 1911, corría de Nogales, Sonora, a La
Concha, Sinaloa, en los límites con Nayarit. Avecindado en Villa Unión, muy
cerca de Mazatlán, Fierro colaboraba con la revolución contrabandeando
armas y municiones desde Nogales, Arizona, un día lo descubrieron,… al
pasar un contrabando, y al llegar a Culiacán abandonó el tren y se unió a los
revolucionarios124.
En el Tominil, a donde había llegado Banderas el 1 de marzo, le
ordenó a Antonio M. Franco, que con su guerrilla, fuera a tomar el cercano
mineral de Guadalupe de los Reyes, que se encontraba débilmente
defendido; mientras él se quedaba unos días en el Tominil, para organizar su
columna.
El 2 de marzo, el Mineral de Guadalupe de los Reyes fue tomado, por
Antonio M. Franco y los cabecillas de la región, Concepción Zazueta, Jesús y
122
El Correo de la Tarde, núm. 8347, Mazatlán, 4 de marzo de 1911, p 4. Sánchez Lamego, op. cit.,
p. 194.
123
El Correo de la Tarde, núm. 8347, Mazatlán, 4 de marzo de 1911, p 4.
124
Bonilla Jr., op. cit., p. 180. Fierro nació el 27 de julio de 1882, en Charay, Distrito de El Fuerte,
Sinaloa; Entre 1913 y 1915, llegaría a ser uno de los generales de la División del Norte, de más
confianza del general Francisco Villa; Herberto Sinagawa Montoya, Sinaloa, historia y destino,
Culiacán, México, DIFOCUR, 2004, p. 123.
43
trinidad Salcido, que se le habían unido125. A las 7 y media de la mañana
entraron los rebeldes a la población con una bandera roja126, gritando vivas y
mueras. Sostuvieron un tiroteo con rurales, a los que vencieron. Cuando
estuvieron dueños de la población ordenaron repiques y músicas, fijaron
proclamas127 y destruyeron el archivo de la Directoria Política128.
El capitán José Rodríguez, con 2 oficiales y 99 de tropa del 7º
Batallón, al descender del tren en Estación La Cruz, el día 4 de marzo,
inmediatamente marchó sobre Guadalupe de los Reyes, al día siguiente por
la tarde, llegó al pueblo de Zoquititlán, donde se le incorporaron 20 rurales
del estado. Ese día 5 por la noche, fue atacado por la partida que mandaba
Franco129, que después simuló dirigirse a Cosalá, pero en realidad se
movieron hacia el Tominil, para reagruparse con Banderas130. El capitán
Rodríguez, se trasladó a Cosalá creyéndola en peligro de caer en manos de
los maderistas. El Tte. Crl. Morelos, salió de Culiacán el día 5 con 30
soldados, reuniéndose en Cosalá con Rodríguez.
El 7 de marzo, a la media noche, entraron por segunda vez, los
maderistas a Guadalupe de los Reyes, ahora encabezados por Banderas, lo
acompañan los jefes Antonio M. Franco, Agustín Beltrán, Miguel V. Laveaga
y Concepción Zazueta131. Tres soldados maderistas que se entregaron al
pillaje, fueron fusilados por orden de Banderas, Los jefes de la revuelta
declararon que están dispuestos a seguir haciendo estos actos de justicia
mayor en su gente, pues no quieren cargar ladrones a sus órdenes132. Al día
siguiente, los maderistas abandonan la población. Miguel V. Laveaga se
retira con su guerrilla hacia el mineral de San Dimas, Durango, que también
125
El Correo de la Tarde, núm. 8354, Mazatlán, 11 de marzo de 1911, p 4.
El uso de la bandera roja refleja una probable influencia magonista entre éstos revolucionarios.
127
Probablemente, colocaron en las paredes del pueblo, carteles conteniendo el Plan de San Luis
Potosí.
128
El Correo de la Tarde, Mazatlán, núm. 8350, 7 de marzo de 1911, p.4.
129
Sánchez Lamego, op. cit., p. 194.
130
El Correo de la Tarde, núm. 8356, Mazatlán, 13 de marzo de 1911, pp. 3 y 5.
131
Ibíd., núm. 8354, 11 de marzo de 1911, p. 4; núm. 8356, 13 de marzo de 1911, pp. 4 y 5.
132
Ibíd., núm. 8356, 13 de marzo de 1911, p. 3.
126
44
cae en poder de la revolución. Laveaga, junto con los hermanos Sergio y
Matías Pazuengo, Tiburcio Cuevas y Juan Fuentes, jefaturaron el
levantamiento
armado
en
el
Partido
de
San
Dimas133.
Banderas
contramarcha con su columna al Tominil, y a Canelas, donde se prepara otro
ataque a Topia.
Las fuerzas de Banderas, Iturbe, Antuna, Arrieta y Apolonio Cháidez,
atacaron de nuevo a Topia, a las 11 de la noche del día 9 de marzo, después
de dos días de combate, se rinden los gobiernistas. Los revolucionarios se
apoderaron de un rico botín de armas y capturaron 300 prisioneros, entre
ellos, el Director Político y el jefe de rurales, Santiago Sánchez Ramón. Una
vez liberado, Antonio Cháidez, es nombrado Director Político y Rosendo
Cháidez, Presidente Municipal. Se cambió la cabecera del Partido Político134
a Tamazula135.
Después de la toma de Topia, Banderas lleva a cabo otra incursión
relámpago, en Sinaloa. Llegó rápidamente al Tominil, y cuando se esperaba
que se desplazara al noroeste, para atacar Cosalá, la columna revolucionaria
se movió en sentido contrario, al sureste, al Distrito de San Ignacio,
recorriendo una mayor distancia, se apoderó del mineral de Ajoya y sin
detenerse mucho, el 14 de marzo llega a las afueras de San Ignacio136, le
pide la plaza al Prefecto José Osuna, pero tanto éste, como el jefe de las
armas Fortunato Lafarga, se niegan a entregar la población. “Los insurrectos
se presentaron en San Ignacio por el lado de la Mesa de los Ajoyanos, que
domina toda la villa, y fueron recibidos á tiros por el Prefecto del Distrito, don
José Osuna”137.Los revolucionarios atacan las posiciones gobiernistas, que
no resisten y la mayor parte de los 200 defensores de la dictadura, se retiran,
133
AHSDN, SC, exp. Gral. Miguel V. Laveaga, XI/111/2-401, f. 417. Gamiz Olivas, La revolución
en el Estado de Durango, op. cit., pp. 28-29.
134
el Partido Político de Topia, estaba formado por las municipalidades de Topia, Tamazula y
Canelas; Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., pp. 14 y 116.
135
Arrieta Silva, op. cit., p. 139. Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., pp. 103-104. Avitia
Hernández, op. cit., p. 27. Sánchez Lamego, op. cit., p. 192.
136
El Correo de la Tarde, núm. 8358, Mazatlán, 15 de marzo de 1911, p. 1.
137
Ibíd., p. 3.
45
apoderándose la revolución de San Ignacio138. Los vecinos dirían después,
que los hombres de Banderas, “no cometieron depredaciones, que se
portaron correctamente con las mujeres y que se marcharon cuando las
fuerzas federales se acercaban”139.
Banderas se entera que las tropas federales, que lo esperaban en
Cosalá, venían en auxilio de los porfiristas de San Ignacio. Entonces,
inmediatamente ordenó la retirada a marchas forzadas140 hacia el Tominil. Si
su enemigo estaba fuerte, debía esquivarlo, si avanzaba, debía retirarse. En
esta primera etapa, de su campaña en el Ejército Libertador maderista,
Banderas desarrolló una ágil guerra de movimientos.
Las tropas federales que venían en auxilio de San Ignacio, estaba
comandada por el Tte. Crl. Morelos. Antes de llegar a San Ignacio, Morelos
se enteró que los revolucionarios habían salido de la Villa, dirigiéndose al
norte, por el rumbo de campanillas y fue allá a cortarles la retirada,
encontrándolos en las cercanías del rancho del Tambor. Banderas sostuvo
con Morelos dos tiroteos, antes de romper el cerco que pretendía tenderle.
Banderas que fue herido en una pierna, continuó su retirada hacia el Tominil,
en donde se consideran seguros. Morelos no se atrevió a seguirlos a la sierra
de Durango y se regresó a Culiacán141.
Del Tominil, La columna de Banderas, avanza a marchas forzadas, por
la parte serrana de los Distritos de Cosalá y Culiacán142, llegando al Distrito
de Badiraguato para incorporar a sus filas a otros maderistas que
recientemente se había sublevado.
138
Matías Pazuengo, Historia de la revolución en Durango, de junio de 1910 a octubre de 1914,
Cuernavaca, México, Tipografía del Gobierno del Estado de Morelos, 1915, p. 2. Ramos Esquer, La
verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 51.
139
El Correo de la Tarde, núm. 8365, Mazatlán, 22 de marzo de 1911, p. 7.
140
Pazuengo, op. cit., p. 3.
141
El Monitor, núm. 2727, Culiacán, 16 de marzo de 1911, p. 1. Sánchez Lamego, op. cit.,
pp. 194-195.
142
Pazuengo, op. cit., p. 3. El Correo de la Tarde, núm. 8364, Mazatlán, 21 de marzo de 1911, p. 4.
Ibíd., 24 de marzo de 1911, p. 1. Ibíd., 25 de marzo de 1911, p. 6.
46
Ante la propagación de la revolución en Sinaloa, el gobernador Redo
incrementó el gasto en seguridad pública. también se inicio el reclutamiento,
para incrementar el número de elementos de las guardias nacionales de los
Distritos del Estado. A fines del mes de marzo, se compraron en los Estados
Unidos cuatro ametralladoras Colt y 120 mil cartuchos143. El gobierno federal,
por su parte, abrió el reclutamiento para aumentar las plazas de los
batallones del ejército que se encontraban en el estado.
En Culiacán, El 5 de febrero, se reunieron 150 voluntarios para
enlistarse en la Guardia Nacional, que firmaron un acta comprometiéndose a
sostener el régimen de Porfirio Díaz144. En los demás Distritos, los Prefectos
se encargaron del reclutamiento. El 15 de abril, en el puerto de Mazatlán, se
emitió la siguiente convocatoria:
Habiéndose dispuesto por el C. Presidente de la República que los
Batallones y Regimientos del Ejército aumenten su personal y
estimando que esto tenga su verificativo con un contingente
voluntario, por la presente se convoca a los ciudadanos que
deseen prestar sus servicios en el 5º Batallón, para que se
presenten á esta Jefatura de Armas, en el concepto de que el
haber que disfrutarán dichos individuos será el de un peso diario, y
el enganche durará solamente seis meses145.
Sin embargo, pese al atractivo que representaba el sueldo de los
federales y “nacionales”, superior al de cualquier otro trabajo, muy pocos
sinaloenses “de armas tomar”, acudieron al llamado para nutrir las filas
defensoras del gobierno, a diferencia de los miles que se sumaron a los
maderistas.
Mucho se ha escrito y con razón, acerca de las motivaciones
pragmáticas que hicieron que el campesinado y otros sectores empobrecidos
143
Archivo del Congreso del Estado de Sinaloa ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de
1910 al 31 de agosto de 1912, sesión del 17 de mayo de 1911.
144
El Correo de la Tarde, núm. 8326, Mazatlán, 8 de febrero de 1911, p. 2. Ramos Esquer, La
verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 55-57.
145
Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 47, t. II, Culiacán Rosales, 20 de abril de 1911,
p. 2.
47
del pueblo, se incorporaran a la “bola” revolucionaria, como: tener
garantizado un buen salario, que permitiera sobrevivir; alimentarse mejor,
comiendo carne, de las reses que constantemente se sacrificaban; sentir el
poder que representa poseer armas y la pertenencia a un cuerpo militar y
algunos otros motivos; pero también debe decirse, que esos beneficios que
le ofrecían los jefes revolucionarios, también se los ofrecía la dictadura.
Los campesinos, rancheros, vaqueros, mineros146, gambusinos y otros
sectores del pueblo, se unieron mayormente al maderismo, para hacer la
revolución, porque tenían además, otros motivos: sed de justicia social, que
también aparecía en forma de venganza, siendo ésta, una de las formas de
hacer justicia, que la cultura, la idiosincrasia y la costumbre, le indicaba a los
hombres del campo y la sierra, venganza por los agravios que habían sufrido
a manos de caciques, jefes políticos, jueces, rurales y para colmo hasta de
extranjeros, principalmente norteamericanos; algunos lucharon por la
tierra147; otros, veteranos de las campañas electorales de Ferrel y Madero,
tenían aspiraciones democráticas; había también motivaciones nacionalistas.
Por su parte, los jefes revolucionarios, presentaban una combinación
de estos motivos legítimos para hacer la revolución; pero también existía, en
muchos de ellos, la ambición, buscaban aprovechar la conmoción social,
para convertirse en nuevos ricos, robando al amparo del poder.
El 15 de marzo, el gobernador Redo, leyó su informe de gobierno,
durante la apertura del periodo de sesiones de la cámara de diputados local,
haciendo referencia al movimiento revolucionario, con estas palabras:
146
La participación de los mineros en la revolución, fue muy importante, “La mayor parte de
elementos que entraron a la revolución eran mineros… Los de santiago de los Caballeros eran
mineros la gran mayoría, todos y son más de 500… y todos entraron a la revolución… los de
Tamazula, todititos eran mineros… nos prestaron un gran contingente los mineros… gente valiente…
Carrasco era calero, explotaba las minas de cal del potrero”, entrevista con el Teniente Coronel
Francisco Ramos Esquer, Culiacán, 1986. Mendoza Guerrero y Alarcón Amézquita, op. cit., p. 189.
147
Es conocido que en Sinaloa durante el porfiriato, diversas comunidades hicieron reclamos de
tierra, pero hasta hoy, sólo se conoce de la incorporación a la revolución, por demandar restitución de
tierras, de los hombres que acaudilló Francisco “Chico” Quintero y de los indígenas yoremes del río
fuerte, de los que Felipe Bachomo fue el líder más destacado. Probablemente, futuras investigaciones
muestren el verdadero alcance que tuvo la demanda de tierras por parte de los revolucionarios
sinaloenses.
48
No puedo guardar silencio, señores diputados, sobre los últimos
trastornos que han conmovido la paz en la república, obra de una
minoría que, echando en olvido todo sentimiento patriótico, parece
que trata de formar a nuestra patria en el extranjero una atmósfera
de desprestigio y destruir con una revuelta, que es en el fondo una
asonada, la labor de treinta años de progreso realizados por un
gobierno legítimo.
Si el gobierno ha acudido a evitar que el desorden se propague, no
es porque abrigue temor alguno ante un movimiento sin
organización y sin programa político. El gobierno se ha sentido y
se siente fuerte y los mismos grupos sediciosos se han encargado
de probarlo. Para ejemplo, me bastará citar el hecho de que los
revoltosos que se apoderaron de la indefensa plaza de Guadalupe
de los Reyes, la abandonaron al solo anuncio de la llegada de
nuestras tropas.
El Gobierno a procedido, sin embargo, con toda efectividad a la
organización de Guardias Nacionales y los resultados obtenidos no
podían ser más satisfactorios, pues en el término de dos meses ha
podido el Estado reunir una poderosa guardia nacional bien
equipada, remunerada convenientemente y provista de armas y
municiones. Es de justicia mencionar el hecho de que las tropas
han sabido combatir con valor. Cuando la ocasión se ha
presentado y que el gobierno ha sabido premiar su conducta con la
merecida recompensa. El gobierno ha tenido también la
satisfacción de ver la adhesión de todas las clases útiles que en
diversas ocasiones le han demostrado su confianza.
[…] En lo que ve á la tranquilidad pública, el gobierno lamenta que
en el actual movimiento sedicioso se hallen mezclados algunos
elementos sanos seducidos por ese grupo al cual impelen la
ambición y el medro personal y por las palabras mal invocadas de
patriotismo y revolución política. En un principio no quiso dejar
caer sobre promotores y alucinados todo el peso de la ley, hoy que
la revuelta amenaza crecer, con serenidad y prudencia, pero con
indomable energía, sabrá dictar las medidas necesarias para
afianzar la paz.148.
Pura propaganda el informe de Redo, les negaba a los revolucionarios
todo sentimiento patriótico y que tuvieran programa político. Presumía la
fuerza de su gobierno, de la Guardia Nacional que había creado, de la
adhesión de las clases sociales “útiles”, y amenazaba hacer lo necesario
para reprimir la revolución.
148
El Monitor, núm. 2727, Culiacán, 16 de marzo de 1911, p. 1, c. 1-2. ACES, libro de actas
sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31 de agosto de 1912, sesión del 15 de marzo de 1911.
49
Sin embargo, “las clases útiles“, se le seguía sublevando, ese mismo
mes de marzo, brotaron nuevas guerrillas: en el Distrito de Sinaloa, el día 25,
en el rancho de Llano Grande, se insurrecciona Gregorio L. Cuevas, quién
por las confiscaciones que hacía firmaba vales, como este: “Recibimos de la
señora Manuela Peña de Peña dos caballos con valor de $80.00 ochenta
pesos, que pagaremos al triunfo del nuevo gobierno”149; En el Distrito de
Mocorito, el día 8, se levantó en Estación Guamúchil, Crescencio Gaxiola,
con hombres de alhuey y El Burro; en Bacamacari, el 15, se levantó Cipriano
Alonso. En el Distrito de concordia, se levanta el día 5, en Copala, Manuel A.
Salazar y cuatro días después, se apodera del mineral de Pánuco. En el
Distrito de El Rosario, a mediados de marzo, se levantan Martín Espinosa y
Mariano Rivas150.
En el Distrito de Badiraguato, Banderas incorpora a su columna a las
guerrillas de Gregorio L. Cuevas, Cipriano Alonso, José María R. Cabanillas
y Francisco “Chico” Quintero, conformando una fuerza de 400 hombres. Con
la que el 24 de marzo, Banderas se apodera de la Villa de Badiraguato,
cabecera del Distrito del mismo nombre, abandonándola cuatro días
después, ante la proximidad de la columna gobiernista del Tte. Crl. Luis G.
Morelos, que salió de Culiacán el día 27, con 188 soldados del 7º Batallón,
41 tropas rurales al mando del capitán Ignacio Herrera y Cairo y 31 Guardias
Nacionales al del capitán Ramón García151.
Banderas se acuarteló con su columna, en la Cieneguita de los Lara,
Badiraguato. Donde la tropa del Tte. Crl. Morelos, lo atacó a las 3:30 de la
madrugada del día 31. Los federales contaban con superior armamento,
ametralladoras Colt y fusiles ametralladoras Rexer, pero fue su abundancia
de municiones la que decidió el combate. Luego de cuatro horas de fuego,
Banderas ordenó la retirada al escasear las municiones, pero fue seguido por
149
El Correo de la Tarde, núm. 8370, Mazatlán, 27 de marzo de 1911, p. 2.
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 60. Olea, op. cit., pp. 34-36.
Sánchez Lamego, op. cit., p. 199.
151
Sánchez Lamego, op. cit., p. 195.
150
50
Morelos, que ese mismo día, por la tarde, lo alcanzó en el arroyo de las
víboras, retirándose nuevamente los revolucionarios, después de reñido
tiroteo, y siéndoles recogida una bandera nacional con el lema de: “Sufragio
Efectivo y no Reelección”152.
Banderas se retiró con sus hombres, a Tamazula, donde se
encontraban Iturbe y Antuna153, para rehacerse y conseguir municiones. Los
revolucionarios sinaloenses habían conocido la derrota, provocada por la
escasez de municiones, no por flaquear en su empeño de hacer triunfar a la
revolución. Banderas y los jefes que lo acompañaban, mantuvieron la moral,
la disciplina y la organización de sus tropas.
De Tamazula, Banderas se traslada a Topia lo acompañan entre otros
jefes, Franco y “Chico Quintero”, por su parte, Cabanillas y Agustín Beltrán,
permanecen en Tamazula. Desde fines de Marzo, se había pronunciado en
Copalquín, Durango, el ranchero y propietario de minas, Herculano de la
Rocha, que se traslado con los hombres que lo seguían, a Tamazula, para
unirse a los contingentes de Iturbe y Antuna154.
En Topia, Banderas une su columna a las de Domingo Arrieta y
Antonio Cháidez, que habían tomado la determinación de avanzar al centro
del estado de Durango. Banderas, Arrieta y Cháidez, bajan de la sierra de
Topia al sureste, se apoderaron de Otáez, los centros mineros de Bacís y
San Andrés de la Sierra155. En esos lugares se pertrecharon y continuaron su
campaña enrumbándose al norte, hacia la región de Santiago Papasquiaro.
El 6 de abril tomaron la población de Tepehuanes, sin lucha, ya que fue
abandonada por las fuerzas porfiristas que se concentraban en el pueblo de
Santiago Papasquiaro156. Cuando esta población fue tomada por Arrieta, el
152
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 61-62. Olea, op. cit., p. 36.
Sánchez Lamego, op. cit., p. 195.
153
El Correo de la Tarde, núm. 8532, Mazatlán, 1 de septiembre de 1911, p. 4.
154
El Correo de la Tarde, núm. 8501, Mazatlán, 31 de julio de 1911, p. 5.
155
Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., p. 104.
156
Ibíd., p. 108.
51
17 de abril157, ya no lo acompañaba el jefe de Tepuche. Banderas tuvo otros
planes, inició una nueva incursión, ahora por Chihuahua, para de allí regresar
a Sinaloa. Salió de Tepehuanes Banderas, conduciendo a su columna hacia
el noroeste158, hacia el Distrito de Mina, en Chihuahua.
Mientras tanto en Sinaloa, el gobernador Redo, para hacer creer al
público que el ejército federal era invencible, pregonó por todos los medios
publicitarios que tuvo a su alcance, la derrota de los revolucionarios
comandados por Banderas, abultando los hechos y exaltando la personalidad
del Tte. Crl. Morelos. Además, festejó el triunfo de los federales:
Organizó un festival en honor al Teniente Coronel y, para darle
más realce a la acción, el día 3 de abril que arribó Morelos a
Culiacán, lo recibieron pasar (sic) por una valla de soldados y
empleados uniformados, de gala,… lo recibieron de abrazo al
entrar al puente y con el entraron al redoblar de tambores y toque
metálico del clarín de ordenes; las calles de la ciudad estaban bien
barridas y regadas, de una a otra acera pendían listones de seda,
formando arcos bajo los cuales iban caminando los soldados a
paso redoblado con sus armas al hombro; la multitud congregada
formada por empleados del gobierno y trabajadores de la casa
Redo aplaudía sin cesar y gritaban vítores y urras, y señoritas de
la primera vestidas con sus mejores trajes cargadas de canastas
repletas de flores, las despetalaban a los pies de los vencedores, y
terminado el desfile, una comisión llegó hasta el cuartel y se llevó
al Teniente Coronel y a la oficialidad a saborear el banquete que
se les tenía servido159.
Inmediatamente a su llegada a Culiacán, el Tte. Crl. Morelos organizó
nuevamente una fuerte columna, para marchar sobre Tamazula, en donde le
informaron que se habían unido las columnas de Banderas, Iturbe y Antuna.
Morelos salió de Culiacán el 7 de abril, llevando una fuerza conformada por
190 elementos del 7º Batallón y 119 Guardias Nacionales.
Al atardecer del día 8 de abril, la columna de Morelos, llegó al rancho
de las Milpas, del Distrito de Culiacán, sus avanzadas encontraron al
157
158
159
Ibíd., p. 111.
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5.
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 64-65.
52
invidente Francisco Esparragosa y le gritaron el “quien vive”, contestando
éste, “Madero”, porque por ahí solo pasaban guerrillas maderistas, no se
tenían noticias de la proximidad de las tropas del gobierno y naturalmente su
ceguera le impidió darse cuenta de quienes habían llegado. Esparragosa fue
apresado y llevado con Morelos, quién, para imponer temor a la autoridad, lo
asesinó en presencia de su esposa e hijos, que imploraban clemencia.
El día 10160, por la mañana, llegaron las avanzadas de Iturbe a Las
Milpas, iniciando un tiroteo, que fue generalizándose hasta convertirse en un
combate. La superioridad del armamento de los federales, que usaron sus
ametralladoras Colt y fusiles ametralladoras Rexer y la habilidad táctica de
Morelos, se impusieron. Iturbe se retiró hacia Tamazula161, Donde fue
atacado por Morelos, los días 11 y 12 de abril, al faltarse municiones a Iturbe,
se replegó al rancho del Rodeo. Apoderándose Morelos de Tamazula.
El Teniente Coronel Morelos, en su pasión por el régimen
porfirista, fue inhumano y cruel ejerciendo en la guerra el derecho
de los fuertes, los días 12 y 13 de abril, permitió el saqueo general
de Tamazula, fueron robadas las casas tanto de los ricos como de
los pobres, la soldadesca cometió inauditos atropellos contra el
honor de varias familias violando a las mujeres... “fusilen a todos
los vestidos de amarillo (kaki) por si son revolucionarios” vociferó
Morelos.162
Morelos ordenó el fusilamiento de 10 hombres, entre ellos, un inválido
y un ciego.
La soldadesca desalmada bajo las ordenes de sus respectivos
jefes, irrumpían los domicilios, dentro de los cuales esculcaban los
roperos y baúles y se robaban los artículos y prendas de algún
valor que encontraban, y para no dejar a nadie contento se dieron
el lujo de meterse a la iglesia y levantar a culatazos a quienes
estaban dedicados a sus prácticas religiosas, en esos días que
eran los de semana mayor. Y… para peor salvajismo, dispararon
160
AHSDN, SC, exp. coronel Luis G. Morelos, D/111/4/4296, f. 678.
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 66-67. Sánchez Lamego, op.
cit., p. 196.
162
Olea, op. cit., p. 37.
161
53
sus armas sobre los ídolos, al grito de fuegooo… como si
estuvieran fusilando a sujetos humanos163.
Los soldados, defensores del porfirismo, despojaron a la virgen de
los Dolores de una daga de plata y otras alhajas164.
El 13 de abril, sale Morelos de Tamazula.
Dejando en el poblado los desfiles de los cortejos fúnebres de sus
víctimas asesinadas, olor a cera quemada de los velorios, los
desfiles de mujeres y niños que lloraban por sus deudos,
y…mas...el rencor de un pueblo y el juramento de venganza que
los familiares de las víctimas hicieron ante el féretro, al bajarlo a la
tumba. ¡Esta fue la sentencia que condenó a muerte al Teniente
Coronel Luis G. Morelos!. En el interior de las casas y en la calle,
se escuchaba la frase: con tu sola vida pagaras las que has
cegado tan injusta y criminalmente165.
Por esos días, Porfirio Díaz envió al general brigadier Higinio Aguilar,
para que tomara el mando de todas las fuerzas en el estado, llegando a
Mazatlán, el 11 de abril, en el vapor Ramón Corral, procedente de
Manzanillo166. Aguilar, un veterano, ya anciano, pero cuya vitalidad daría
mucho de que hablar, en los conflictos político-militares de los años
siguientes.
El 15 de abril regresó Morelos a Culiacán, fue recibido en las afueras
de la ciudad, por el oriente, en el camino al pueblo de El Barrio, por el
gobernador Redo y el jefe de las armas en el estado, general Aguilar, entre el
toque de las bandas de guerra y larga “valla formada por los aristócratas y
sus familiares, empleados del gobierno federal, estatal y municipal, los
soldados con uniforme de gala que al paso del mílite fueron presentando
armas”. Más tarde Redo y Aguilar ofrecieron un banquete a Morelos y sus
oficiales, en el Hotel Palacio, durante los brindis, el Secretario General de
Gobierno, Dr. Enrique González Martínez, propuso que se declarara a
163
164
165
166
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 68.
Olea, op. cit., p. 39.
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 69.
El Correo de la Tarde, núm. 8385, Mazatlán, 11 de abril de 1911, pp. 3 y 4.
54
Morelos “héroe de Tamazula”, lo que mereció atronadores aplausos de la
aristocracia culichi167.
El 17 de abril, Morelos sería recompensado por sus triunfos sobre los
guerrilleros maderistas y por los robos, asesinatos y otras atrocidades
perpetradas por las tropas a su mando, sobre la población que apoyaba a la
revolución. La Secretaría de Guerra y Marina “le expidió… despacho de
Coronel de infantería”, “por méritos contraídos en campaña”168.
Triunfo efímero el de los porfiristas en Tamazula, la revolución se
extendía, alcanzando mayor fuerza. En abril, las tropas gobiernistas
comandadas directamente por el Tte. Crl. Morelos, le infligieron algunas
derrotas a las principales columnas revolucionarias, las de Banderas, Iturbe y
Tirado; pero para finales de ese mes, las filas maderistas se fortalecieron
hasta el grado de quitarle la iniciativa militar a las fuerzas porfiristas.
Siguieron ocurriendo levantamientos por todo el estado. En el Distrito
de El Fuerte, José María Ochoa, se sublevó en el Llano de los Soto, el 10 de
abril, al día siguiente, se apodera de la Villa de El Fuerte, y días después de
todo el Distrito; en San Blas, se le unió a Ochoa, Rodolfo Ibarra Vega,
encabezando una guerrilla que había formado con indígenas yoremes,
jefaturados por Julián y Rosario Bacame y Manuel Bainoro; Ochoa, designó
Prefecto del Distrito a José Rentería169, para que organizara la administración
pública; luego, Ochoa marcho a Sonora, para apoyar a las fuerzas
maderistas de Benjamín Hill, en el sitio y toma de Navojoa, del 15 al 17 de
mayo170.
167
Olea, op. cit., p. 39. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 70.
AHSDN, SC, exp. coronel Luis G. Morelos, D/111/4/4296, f. 696. El coronel Morelos no se
enteraría que la secretaría de Guerra y Marina, el 25 de mayo de 1911, tomó el acuerdo 92602:
“Expídase diploma para el uso de la cruz y placa del mérito militar de 1/a clase al Coronel Luis G.
Morelos por su gran actividad y buen juicio con que se ha distinguido en las operaciones militares en
el Estado de Sinaloa”, ibíd., f. 668.
169
Filiberto Leandro Quintero, Historia integral de la región del río Fuerte, Los Mochis, México,
El Debate, 1978, pp. 663-664.
170
Sánchez Lamego, op. cit., p. 196. Quintero, op. cit., pp. 664-665.
168
55
En el Distrito de Culiacán, Manuel F. Vega organizó una guerrilla en
Navolato; también se alzaron en armas, Francisco Buelna, Marcial y Camilo
Esquerra, de Mojolo; Apolonio Corrales, de Jesús María; y Octaviano
Barraza, de Vizcaíno171
En el Distrito de Cosalá, Claro G. Molina, Doroteo Urrea, Lauro
Vizcarra, José Lares y F. García. La Villa de Cosalá fue atacada el 23 de
abril, por los jefes maderistas, García, Lares, Viscarra y Urrea172. Los
gobiernistas resisten el ataque comandados por el Prefecto José Sabás de la
Mora. Habiendo sido reforzados los maderistas por las guerrillas de otros
jefes como Merced Beltrán, Tranquilino Domínguez, Claro G. Molina y
Conrado Antuna; logran la rendición de la plaza el 2 de mayo173.
En los Distritos del sur, todos los jefes de guerrillas reconocieron como
jefe a Justo Tirado, quién a fines de marzo, decidió realizar una incursión por
el territorio de Tepic, al frente de 100 hombres, dejando a algunos jefes
guerrilleros en Sinaloa, como el caso de Elpidio Osuna, que sabiendo
desprotegidas las poblaciones de Concordia y Villa Unión, las ocupó
pacíficamente los días 14 y 15 de abril, respectivamente. Considerando el
Jefe Político de la Cuidad de Rosario, que ésta sería atacada por las fuerzas
maderistas de Osuna, pidió auxilio al gobernador Redo, quién envió desde
Culiacán, al Coronel Morelos con 178 elementos del 7º Batallón y 121 rurales
al mando del capitán Ignacio Herrera y Cairo. Al pasar por Mazatlán, Morelos
agregó a su fuerza, 53 elementos del 5º batallón, arribando a El Rosario, el
día 18 de abril.
En su correría hacia el centro del territorio de Tepic, librando algunos
combates, la fuerza de Tirado llegó hasta la población de santiago Ixcuintla,
de donde se regreso a su tierra sinaloense, a mediados de abril.
A su retornó, Tirado convocó a todos los revolucionarios del sur del
estado, congregando 500 hombres, con los que atacó la ciudad de El
171
172
173
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 74.
Ibíd., p. 63. El Correo de la Tarde, núm. 8461, Mazatlán, 21 de junio de 1911, p. 4.
El Correo de la Tarde, núm. 8461, Mazatlán, 21 de junio de 1911, p. 4.
56
Rosario, el 21 de abril, desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la
tarde, siendo rechazado por los hombres del Coronel Morelos174. Por la tarde
del día siguiente, llegaron desde Culiacán, 75 Guardias Nacionales para
reforzar a las tropas de Morelos175. Tirado con sus hombres, se retiró hacia
Mazatlán, en cuyas cercanías acampó el siguiente día 25, con las guerrillas
de los jefes Joaquín Cruz Méndez, Zeferino Conde, su hijo Isidoro Tirado,
Martín espinosa y Elpidio Osuna176.
El 27 de abril, a las tres de la tarde, el coronel Morelos desocupó El
Rosario, regresándose a Culiacán, porque ya se barruntaba un ataque en
forma sobre esta ciudad177. “Junto con dicha fuerza salieron las autoridades y
empleados públicos”178. Ese mismo día llegaron al campamento de Tirado,
las guerrillas comandadas por Pomposo Acosta, Genaro M. Velázquez y
Manuel A. Salazar, conformando el agrupamiento maderista 800 hombres.
Mazatlán sería nuevamente atacado por la tropa de Tirado, el 29 de
abril. Aunque fueron rechazados los soldados maderistas, a partir de ese día,
establecieron firmemente el sitio de Mazatlán, atacando casi diariamente los
fortines que había establecido el jefe de las armas en el puerto, el coronel del
5º Batallón, José R. Moreno179.
Este jefe, contaba para la defensa del puerto, con 8 oficiales y 144 de
tropa del 5º Batallón; 2 oficiales y 15 de tropa, de la sección fija de artillería
de Mazatlán, que disponía de 2 cañones krupp de 80 mm; la corporación de
sueltos, con un oficial y 12 de tropa; y 2 oficiales y 67 de tropa, de rurales de
Sinaloa al servicio de la federación180. También contó el coronel Moreno con
174
AHSDN, Sección de Historia SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 52.
Sánchez Lamego, op. cit., pp. 199-201. El Correo de la Tarde, núm. 8449, Mazatlán, 9 de junio
de 1911, p. 6.
176
Olea, op. cit., p. 39. Sánchez Lamego, op. cit., pp. 201 y 204.
177
Sánchez Lamego, op. cit., p. 197.
178
El Correo de la Tarde, núm. 8449, Mazatlán, 9 de junio de 1911, p. 6.
179
Sánchez Lamego, op. cit., pp. 201-202.
180
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 205.
175
57
el Cañonero Tampico, que con sus dos cañones Betlehem de 101 mm.181,
estuvo bombardeando las posiciones de los maderistas, desde los últimos
días de abril. El día cinco de mayo, se unió al bombardeo de los
revolucionarios, la Corbeta Escuela Zaragoza182, con sus seis cañones de
100 mm.183.
El 30 de abril, fue ocupada la ciudad de Rosario, por órdenes de
Tirado. Por la tarde de ese día, llegaron Casimiro Rendón con cuarenta
hombres, procedente de Escuinapa, y Lino Cárdenas con treinta, desde
Mazatlán.
El 2 de mayo, Tirado envió al actual estado de Nayarit, al jefe Martín
Espinosa, habiéndole dado el mando de una fuerza de 200 hombres y el
nombramiento de jefe del Ejército Libertador en el territorio de Tepic184.
Espinosa tuvo como lugartenientes durante su campaña en tierras nayaritas,
a Rafael Buelna, de Mocorito, y a Juan Cañedo, de Concordia.
Por su parte, Banderas, Antonio M. Franco, “Chico” Quintero y otros
jefes revolucionarios, llegaron el 19 de abril, al mineral de Guadalupe y
Calvo, cabecera del Distrito Mina, Chihuahua185.
Al ocupar la plaza de Guadalupe, lo hice sin resistencia de la
guarnición pues esta huyó al saber mi llegada, después de mi,
llegaron a la plaza Julio Vázquez con 50 hombres, Saturnino
Bejarano con 60, Melquíades Meléndez con 130 y de toda la
comarca vinieron varios jefes de guerrilla, con unos 200 indios más
o menos, de tal modo que a los tres días, contando con los 250
que yo mandaba, se habían reunido en la población cerca de 700
hombres186.
181
Mario Lavalle Argudín, Memorias de marina, buques de la armada de México, acaecimientos
notables, 1821-1991, t. II, México, Secretaría de Marina-Armada de México, 1992, p. 105.
182
Olea, op. cit., p. 41.
183
Lavalle Argudín, op. cit., p. 77.
184
Sánchez Lamego, op. cit., p. 204.
185
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5. Francisco R. Almada,
La revolución en el estado de Chihuahua, México, INEHRM, 1964, t. 1, p. 218.
186
Juan M. Banderas a los directores de Nueva era y El Demócrata Mexicano, Nueva era, núm.
148, México, D.F., 26 de diciembre de 1911, p. 2.
58
El jefe político del Distrito, Ángel P. Araiza, el Teniente Heriberto
López, con 20 soldados del 12º Batallón y Crescencio Ramos, comandante
de la acordada, con 60 voluntarios, reclutados entre empleados del gobierno
y trabajadores del mineral, escaparon de la población, temerosos de la
justicia del pueblo187.
Banderas y sus hombres, liberaron a los presos que se encontraban
en la cárcel municipal; incendiaron los archivos188, solo respetaron los libros
del Juzgado del registro Civil; mediante un plebiscito, promovieron la
participación de los vecinos en la elección democrática de nueva autoridad
política, resultando electo Evaristo García; y organizaron una guardia de 20
hombres, comandada por Arnoldo de la Rocha189.
Cinco días después de tomada la plaza, se presentó un individuo a
darnos aviso de que se acercaba una columna de 300 federales,
después supe que este individuo había sido enviado por los
mismos federales, ante la perspectiva del ataque nos reunimos los
jefes de todas las guerrillas para acordar el plan de operaciones y
al efecto decidimos tomar 20 hombres de cada una de las fuerzas
para formar una columna de 100 hombres que marcharía al
encuentro de los federales, mientras el resto los flanquearía por el
Capulín, para evitar así las desgracias de un combate en la
población190.
Los 100 hombres escogidos, marcharon a su destino y al llegar a
Turiachito191 fueron recibidos a balazos trabándose el combate, contra los 80
gobiernistas, que se habían atrincherado muy bien en Turiachito, después de
un reñido combate, los revolucionarios quedaron dueños del campo,
187
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5. Almada, op. cit.,
p. 218.
188
Pedro Salmerón Sanguinés, Los rebeldes contra la revolución: los disidentes agrarios de 1912,
en Felipe Castro y Marcela Terrazas (coord. y ed.), Disidencia y disidentes en la historia de México,
México, UNAM, 2003, p. 325.
189
Almada, op. cit., p. 218.
190
Juan M. Banderas a los directores de Nueva era y El Demócrata Mexicano, Nueva era, núm.
148, México, D.F., 26 de diciembre de 1911, p. 2.
191
También nombrado Turúachito.
59
capturando 28 prisioneros192 entre los cuales cayó, el teniente López que
estaba mal herido, el señor López fue llevado al pueblo y allí los soldados lo
mataron debido a los insultos que el herido lanzaba contra ellos, esto lo supe
por referencias. Cuando Banderas y el grueso de sus fuerzas, llegaron a
Turúachito, había terminado el combate y el teniente estaba muerto193.
El jefe político y el comandante de la acordada se remontaron a la
región de Ventanas, la gente que los seguía se desbandó, luego se denunció
el escondite de éstos y fueron aprehendidos por los hombres de Banderas,
conducidos a Guadalupe y Calvo y fusilados el 29 de abril194.
Estando en aquel mineral supieron los desastres de las milpas y
Tamazula; comunicados por un enviado de Mateo de la Rocha,
Iturbe y otros jefes. Sabedores de aquellas noticias, creyeron que
su presencia en Sinaloa era indispensable y así decidieron dirigirse
inmediatamente y sin pérdida de tiempo sobre Culiacán, á
marchas forzadas195.
Después de proveerse de pertrechos para la campaña, reclutar más
hombres y de habérsele incorporado también Luis G. Gavaldón con su
guerrilla chihuahuense, denominada fracción Grupo Expedicionario Guillermo
Baca196, Banderas ordenó el regreso de la columna revolucionaria a Sinaloa.
“Atravesaron y franquearon la Sierra Madre, que los separaba del
Estado”. En su camino por la sierra de Badiraguato, llegaron al pueblo de
Santiago de los Caballeros, enclavado en una región en la que Banderas,
Iturbe y otros revolucionarios, eran famosos por sus hazañas. Los hombres
de Santiago conocían de Banderas desde antes de la revolución:
192
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5; menciona que los
prisioneros fueron doce soldados federales y 19 voluntarios de la acordada.
193
Juan M. banderas a los directores de Nueva era y El Demócrata Mexicano, Nueva era, núm.
148, México, D.F., 26 de diciembre de 1911, p. 2.
194
Almada, op. cit., p. 218.
195
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5.
196
Archivo Madero, Fondo Reservado FR, Biblioteca Nacional de México BNM, Ms. M/T. 2213.
Guillermo Baca, fue de los primeros jefes guerrilleros de la revolución maderista en Chihuahua, atacó
junto con Maclovio Herrera, Parral, en noviembre de 1910. tiempo después moriría traicionado.
60
Cuando se había hecho prófugo de la justicia. A nuestros oídos
llegó la noticia de que lo perseguían las tropas del gobierno federal
por unas muertes que debía. Banderas huyó rumbo a la sierra, y
se escondió entre los barrancos, no muy lejos de Santiago de los
Caballeros, en un lugar denominado Los Placeres.
Banderas reúne a los vecinos de Santiago en la plazuela, les lee el
Plan de San Luis Potosí y los convoca a unirse a la revolución. Los presentes
vitorean a madero, a Banderas y a la revolución, produciéndose la
incorporación de muchos entusiastas197, entre ellos: Eduardo Fernández,
Mauro Valenzuela, Candelario Ortiz, Eligio Samaniego, Eliseo Quintero,
Martín y Ramón Elenes, Manuel Plascencia, Fidel Carrillo, Agustín Caro,
Hilario Payan y Germán Rodríguez. “Juan Banderas era un hombre muy
simpático y luego se ganaba el afecto, el cariño y la confianza de todos. Lo
seguían con gusto”198.
También Jesús Caro Iribe199, se uniría a la revolución, pero por
razones muy especiales:
Juan Banderas no tuvo ninguna dificultad para convencer a la
mayoría de los presentes para que se unieran a la causa. En mi
casa se presentaron Eduardo Fernández y Mauro Valenzuela y
otra persona para que yo también los secundara.
-Si no quieres entrar al movimiento-me aclararon- tendrás que
entregarnos las armas200 que te dejo tu padre y además
proporcionarnos algunas bestias que necesitaremos.
Con tan convincente argumento no tuvieron dificultad en
convencerme. Yo no quería perder mis armas –que apreciaba más
que todo por haber sido de mi padre y por lo que siempre me
atrajeron- y además ya había soñado, en mis momentos de
soledad, con verme envuelto en aventuras que despertaran la
197
Cuauhtémoc Cortez, “Eliseo Quintero, revolucionario y gobernador”, en Presagio, revista de
Sinaloa, núm. 27, Culiacán, México, Septiembre 1979, pp. 24-25.
198
Aguirre, op. cit., p. 19.
199
Don Jesús Caro Iribe, falleció en Culiacán, a los 82 años de edad, el 8 de marzo de 1975. La
semana anterior a su deceso, había estado platicando con Carlos Manuel Aguirre: “Según nos
expresaba don Jesús en esa Charla, eran sus deseos que propusiéramos al H. Ayuntamiento de
Culiacán, se erigiera un monumento a la memoria de Juan M. Banderas, uno de los revolucionarios
sinaloenses por el que don Jesús siempre sintió gran admiración… don Jesús soñaba ver algún día la
estatua de su héroe admirado”. Aguirre, op. cit., pp. 15 y 125.
200
Se trataba de una carabina 30-30 y una pistola calibre 44.
61
admiración de los demás. Tendría entonces unos 18 años y ya se
agitaban en lo íntimo de mí ser los deseos de un México mejor…
Formábamos un batallón como de dos mil personas de a pie y de a
caballo, las que siguiendo a Juan Banderas empezamos a bajar de
la sierra rumbo a Culiacán.
La columna revolucionaria pasó por el pueblo de Badiraguato, donde
permaneció una semana, aumentando su contingente201. Se incorporaron
todas las guerrillas de los Distritos de Sinaloa, Mocorito, Badiraguato y
Culiacán, de los jefes Gregorio L. Cuevas, Cipriano Alonso, Manuel F. Vega,
Francisco Buelna, Marcial y Camilo Esquerra, Apolonio Corrales, y Cándido
Avilés, que llegó al frente de la guerrilla de Angostura, lo acompañaban
Felipe Riveros y Elías Mascareño. También se incorporó Herculano de la
Rocha, con su guerrilla de Copalquín; quién después de participar en el
combate de Las Milpas y en la defensa de Tamazula, se fue para
Badiraguato a fin de unirse a Banderas202.
Con más de 2000 hombres en su columna, Banderas continúa su
avance sobre la ciudad de Culiacán, llega a la Hacienda de Pericos, Distrito
de Mocorito, el día 14 de Mayo, estableciendo ahí su cuartel general. En
Pericos estuvieron recibiendo noticias favorables de todo el estado. También
allí supieron del armisticio celebrado entre Madero y el General Díaz, que
comenzaba el 17 y terminaba el 22 de mayo203. El día 19, Madero le envía a
Banderas un telegrama, desde el Paso, Texas, diciéndole:
Pactóse armisticio general que comenzará surtir efectos toda la
República el miércoles y se considerará en efecto hasta 22 once
noche. Suspenda toda clase de operaciones militares,
comunicando Jefes fuerzas federales existencia armisticio. Díaz y
Corral renunciarán fin de mes. Esperen órdenes204.
201
Aguirre, op. cit., pp. 18-21.
El Correo de la Tarde, núm. 8501, Mazatlán, 31 de julio de 1911, p. 5.
203
Ibíd., núm. 8530, 30 de agosto de 1911, p. 5.
204
Francisco I. Madero a Juan M. Banderas, Centro de Estudios de Historia de México de
Condumex CEHM-Condumex, Archivo Federico González Garza, fondo CMXV, carpeta 18, legajo
1770. El Correo de la Tarde, núm. 8424, Mazatlán, 23 de mayo de 1911, p. 1. En este periódico, tiene
fecha del día 20 de mayo.
202
62
Temiendo Banderas que lo del armisticio fuera un ardid del gobierno
federal, siguió avanzando sobre Culiacán, instalando ahora su Cuartel
General en el poblado de Culiacancito, distante 14 kilómetros de la Capital
del Estado205. Después de mas de cuatro meses de campaña, Banderas
volvió a ver a su familia y a su madre, que seguían viviendo bajo la
protección de la familia Redo, en la hacienda de El Dorado, a donde fue
varias veces durante el mes de mayo206.
Mientras tanto, Iturbe en su cuartel de El Rodeo, “cosecho” la
indignación que Morelos “sembró” en la Sierra, por sus desmanes en
Tamazula.
Mientras los gobiernistas de Culiacán rendían homenaje al Tte.
Coronel Luis G. Morelos por sus hazañas en Tamazula, Dgo., y lo
declaraban “héroe de Tamazula”, los sierreños, por esos mismos
hechos abandonaban sus trabajos mercantiles y mineros y se
bajaban a incorporarse a las filas de la revolución, no por
antirreeleccionistas ni maderistas, sino, según su afirmación, para
vengarse de Morelos y por el temor de que estando vivo pudiera
regresar y cometer esos mismos atropellos, asesinatos y abusos,
ahora victimando a sus familiares207.
“Por todos los ranchos y minerales de la sierra se supieron los
escandalosos atentados de Tamazula y la gente empezó á unirse
nuevamente para vengar tanta infamia”208. Por cientos, los serranos pararon
a incorporarse con Iturbe, que habiendo reunido en su columna más de 1200
hombres, regresó a Tamazula para organizarse mejor.
No es temerario afirmar, que si el Tte. Coronel Morelos no se
comporta en la forma vandálica, los indecisos no se incorporaran a
las filas de la revolución y se aplaza, por lo mismo, el ataque y
205
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5.
Luis Felipe Molina Rodríguez, El mundo de Molina, autobiografía, Culiacán, México, La
Crónica de Culiacán, COBAES, DIFOCUR, Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción
CMIC-Sinaloa, 2003, p. 111.
207
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 71.
208
El Correo de la Tarde, núm. 8503, Mazatlán, 2 de agosto de 1911, p. 5.
206
63
toma de la plaza de Culiacán. ¡Es decir, Morelos acicateó a los
revolucionarios!209.
Iturbe sale a principios de mayo, de Tamazula, avanzando
nuevamente sobre Culiacán, pero ahora con su columna fortalecida. Se
acuartela unos días en el rancho de Paredones, Distrito de Culiacán. El 22 de
mayo, se traslada Iturbe con sus hombres al rancho de El Barrio, muy cerca
de Culiacán por el oriente, listo para el ataque a la ciudad210.
A mediados del mes de mayo, el gobernador Redo, ordenó que se
reconcentraran en la capital del estado las fuerzas de la Guardia Nacional
“del mayor Agustín del Corral, que se encontraban en Mocorito, por lo cual
tuvimos a nuestra disposición para la defensa de la plaza alrededor de 500
hombres de los cuales unos 180 federales eran del 7mo. Batallón”211. Por
esos días, las fuerzas revolucionarias se habían apoderado de casi todo el
estado. Una ves desocupada la Villa de Mocorito, los porfiristas solo
conservaban Culiacán y Mazatlán, pero se encontraban cercados en esas
plazas.
A partir del 20 de mayo, los maderistas iniciaron el asedio de
Culiacán212. La ciudad quedó incomunicada, pues los revolucionarios habían
quemado los puentes de los ferrocarriles y destruido las líneas telegráficas y
telefónicas. Redo y el general Aguilar estuvieron pidiendo inútilmente
refuerzos al señor presidente de la república y al jefe de la primera zona, las
condiciones en que el país se encontraba dificultaron seriamente el envío de
refuerzos y tuvimos necesidad de atenernos a los deficientes elementos con
que contábamos213.
209
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 71.
Ibíd., pp. 73 y 76.
211
Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar mayor de
plaza en la ciudad de Culiacán, sobre los acontecimientos desarrollados en esa capital durante el sitio
y capitulación de la misma del 30 de mayo al 7 de junio de 1911, Ciudad de México, Agosto 23 de
1911, AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 162.
212
Sánchez Lamego, op. cit., p. 197.
213
Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit.,
f. 164.
210
64
Redo, el general Aguilar y el coronel Morelos, discutieron la mejor
forma de defender la ciudad:
Situamos nuestras fuerzas en los siguientes puntos:
Primera zona. Palacio Federal214. Cuartel General donde se
encontraban el señor gobernador, el señor secretario de gobierno,
Altos funcionarios y empleados de la administración y miembros
del poder legislativo. Fuerza, 125 hombres al mando del Capitán 2º
José Álvarez, en ese punto se colocó una ametralladora.
Segunda zona. Catedral. 65 hombres al mando del subscrito y dos
ametralladoras.
Tercera zona. Palacio del Gobierno del Estado, 40 hombres al
mando del Teniente de la Guardia Nacional, Antonio Bazaldúa.
Cuarta zona. Santuario del Sagrado Corazón, 92 hombres al
mando del Coronel Luis G. Morelos y una ametralladora.
Quinta zona. Palacio Municipal. 70 hombres entre nacionales y
agentes de policía, al mando del Prefecto de Culiacán, Don
Francisco Andrade y Canto.
Sexta zona. Seminario. 20 rurales del estado, al mando del Cabo
2º Echegaray.
Séptima Zona. Cárcel vieja. 30 hombres, al mando del Capitán 1º
José Rodríguez.
Octava zona. Casa del señor gobernador. 30 hombres, al mando
del Subteniente Castillo.
Novena zona. Penitenciaría. 47 hombres, al mando, primeramente
del Mayor Barreda y después del Mayor agustín del Corral.
Quedaron estos puntos convenientemente ligados por teléfono,
para facilitar la comunicación de unos con otros y había además,
cuatro cornetas distribuidos en la siguiente forma: uno En el
Palacio Federal, otro en la Catedral, otro en el santuario y otro en
el Palacio Municipal. Teníamos en el Palacio Federal, buen
número de caballos listos, para el caso en que conviniera intentar
una salida o dar una carga a los sitiadores. En cada uno de los
puestos, se reunió una buena cantidad de agua, víveres y
municiones215.
La rendición del ejército federal en Ciudad Juárez, el 10 de mayo, y la
extensión del movimiento revolucionario por la mayor parte del país, influyó
en el animo del anciano dictador, para aceptar las negociaciones de paz con
Madero, sobre la base de su dimisión.
214
Aquí funcionaba el correo, y era el edificio de la antigua Casa de Moneda de Culiacán.
Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit.,
ff. 162-164.
215
65
El 11 de mayo, Madero, en funciones de Presidente Provisional de la
República, de acuerdo al Plan de San Luis Potosí, declara a ciudad Juárez
Capital de la República y procede a formar su gabinete. El ingeniero Manuel
Bonilla, fue nombrado Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas.
El 17 de mayo, anuncia Madero en una circular a los jefes del ejército
revolucionario, que habiendo aceptado Porfirio Díaz, renunciar a la
presidencia, el gobierno de la revolución ha pactado con el gobierno de Díaz,
un armisticio general en todo el país, por cinco días, que terminaría el día 22
a las 6 de la tarde, para efectuar las negociaciones de paz216.
Madero comisionó el 18 de mayo, en ciudad Juárez, al ingeniero
Manuel Bonilla, para llevar a cabo en Sinaloa, el cumplimiento del armisticio y
los próximos tratados de paz. Dándole además instrucciones con respecto al
futuro del gobierno del Estado:
Sr. Ing. Manuel Bonilla. Presente.
A fin de que la pacificación del país convenida con el
gobierno del señor general Díaz tenga la realización debida á la
mayor brevedad posible, por el presente confiero á ud. La comisión
de que pase al Estado de Sinaloa, del cual fue usted nombrado
gobernador provisional en virtud del Plan de San Luis Potosí, y
conferenciando con los jefes de la revolución que se encuentren
en aquel Estado, lleve a efecto la expresada pacificación, tomando
las medidas que su prudencia le dicte, dentro de las condiciones
de los armisticios y demás convenios celebrados o que se
celebren con el expresado gobierno, tanto en lo militar como en lo
político.
Además encomiendo á Ud. Especialmente la pronta
reparación de las vías de comunicación, tanto en Sinaloa como en
los demás lugares donde le sea posible ponerse en relación con
los jefes de la revolución y con los directores de las vías
ferroviarias y telegráficas, á fin de ponerlas al servicio público en el
término más pronto que sea dable.
Por último le agradeceré ponerse de acuerdo con los jefes
del movimiento revolucionario y democrático de su estado, para
que me indique a quién conviene designe como gobernador
interino. Ud. Hubiera sido mi candidato si no fuera por la
circunstancia de que la Constitución local prohíbe que el
Gobernador Interino pueda ser electo gobernador propietario y yo
216
Alfonso Taracena, La verdadera revolución Mexicana (1910-1911), México, Editorial Porrua,
1991, p. 344.
66
creo que los servicios de Ud. Son más necesarios para nuestra
causa durante el periodo que debe desempeñar el gobernador que
sea electo para terminar este periodo constitucional. Ojala y
pudiese reformarse la Constitución local del estado de manera que
quién sea designado en los próximos comicios deba ocupar el
puesto de gobernador por cuatro años.
Espero que tendrá Ud. El mayor éxito en el cumplimiento de
su comisión.
Sufragio Efectivo. No – Reelección.
Palacio Nacional en Ciudad Juárez, mayo 18 de 1911.
El presidente Provisional de la República Mexicana217.
Madero esperaba que los jefes políticos y revolucionarios sinaloenses,
acordaran quién ocuparía la gubernatura durante el breve interinato. Pero
para terminar el periodo constitucional que concluía el 26 de septiembre de
1912, quería que el gobernador fuera el propio Bonilla y si se lograba
modificar la Constitución estatal, que su gobierno durara un periodo completo
de cuatro años. Pero la división entre los maderistas sinaloenses, que se
generó por la manera en que fue negociada la revolución mediante el tratado
de Ciudad Juárez, imposibilitó que Bonilla se presentara como candidato a
gobernador.
Bonilla salió por territorio norteamericano, pasó por Sonora, entre los
días 19 y 21, donde también realizó labores relacionadas con su comisión218.
El día 20, desde Nogales, Sonora, envió un telegrama, presentándose ante
los Señores Jefes de las fuerzas antirreeleccionistas en todas las EstacionesSonora y Sinaloa, diciéndoles:
Acabo de llegar de Ciudad Juárez con la orden especial del Sr.
Madero de hacer cesar las hostilidades por haberse arreglado
satisfactoriamente los preliminares de la paz y en tal virtud de
parte del mismo Sr. Madero, les suplico suspendan
inmediatamente toda operación de ataque, limitándose á conservar
sus posiciones; las fuerzas federales, por su parte, conservaran las
217
El Presidente Provisional de la República Mexicana, Francisco I. Madero, al ingeniero Manuel
Bonilla, Ciudad Juárez, mayo 18 de 1911, Archivo Madero, FR, BNM, Ms. M. 407.
218
Manuel Bonilla, Informe que rinde el Sr. Ing. D. Manuel Bonilla al caudillo Francisco I.
Madero sobre la comisión que le confió para la pacificación de Sinaloa, México, Imprenta Popular,
1911, pp. 3-5.
67
suyas. Espero tomar el ferrocarril para pasar á Sinaloa y tendré
satisfacción en verles para mostrarles la orden original del Sr.
Madero y comunicarles personalmente las bases del arreglo.
También, traigo orden de procurar que se restablezcan
ferrocarriles y telégrafos para comunicarles las posteriores órdenes
del Sr. Madero219.
El 21 de mayo, se firmaron los tratados de Ciudad Juárez, entre
Francisco I. Madero, Francisco Vázquez Gómez y José María Pino Suárez,
representando a la Revolución, y el representante del gobierno de Porfirio
Díaz, Francisco S. Carbajal. Se convenio la renuncia de Díaz y Corral; que el
licenciado Francisco León de la Barra, será el Presidente Interino y
convocará a elecciones generales; las indemnizaciones de los perjuicios
causados directamente por la revolución; el fin a las hostilidades en todo el
país; y que los soldados revolucionarios serían licenciados.
Ese mismo día, madero le telegrafía a Bonilla, al Puerto de Guaymas,
Sonora: “hoy celebré pacto cesación hostilidades. Favor hacerlo respetar.
Pacifique rápidamente Sinaloa y siga México lo más pronto posible para
recibirse cartera comunicaciones”220. Al recibir el informe de Madero, de que
había logrado negociar con los porfiristas, su inclusión en el Ministerio de
Comunicaciones y obras públicas, Bonilla, tomando en cuenta que solo
estaría en Sinaloa, el tiempo necesario para lograr la pacificación, no se
presentó como Gobernador Provisional, sino solamente como “Comisionado
para restablecer la paz en Sinaloa”.
Amanecía el 22 de mayo, cuando llegó Bonilla a San Blas, Sinaloa. El
mismo día que en Ciudad Juárez, Madero expidió los nombramientos de
generales brigadieres del Ejército Libertador de la República Mexicana, para
los tres jefes militares más importantes de la revolución en Sinaloa:
Banderas, Iturbe y Tirado221.
219
Ibíd., p. 13. El Correo de la Tarde, núm. 8424, Mazatlán, 23 de mayo de 1911, p. 1.
Archivo Madero, FR, BNM, Ms. M/T. 1163.
221
AHSDN, SC, exp. Gral. Ramón F. Iturbe, XI/111/1-242, f. 145. Ramos Esquer, La verdadera
revolución en Sinaloa, op. cit., p. 94.
220
68
3. La toma de Culiacán.
Por la mañana del día siguiente, arribó al cuartel general del ya
general Banderas, en Culiacancito. No encontró Bonilla un ambiente propicio
para la paz entre los revolucionarios. Le diría a Madero posteriormente:
La situación se presentaba harto difícil en Culiacán. Las tropas
maderistas, ansiosas de combate, indignadas por los honores que
el señor Redo había conferido al Teniente Coronel Morelos por
triunfos que ellas reputaban imaginarios, y profundamente
disgustadas contra las autoridades del Gobierno sinaloense…
Hacía cuatro días que esperaban empezar el asalto y les contrarió
profundamente saber que se aplazaba todavía en espera de
arreglos de paz.
Sin embargo, al llegar a Culiacancito, Inmediatamente se dispone a
cumplir la comisión que le confirió Madero. Instala una oficina telegráfica de
campaña, con la que estuvo en aptitud de comunicarse con todo el Estado;
telegrafío a Mazatlán, dando instrucciones a su cuñado Luis Gaxiola, para
que en su representación, informara de la firma de la paz e hiciera cesar las
hostilidades que amenazaban al puerto222.
El día de la llegada de Bonilla, comenzaron las hostilidades en
Culiacán. Los jefes revolucionarios ambicionaban vencer militarmente a los
porfiristas y se preparaban para ello, para el caso de que Redo y el general
Aguilar no aceptaran los acuerdos de paz, ordenaron estrechar el cerco y
tirotear a los porfiristas para reconocer y fijar sus posiciones.
El mismo día 23 como a las diez de la mañana fuimos tiroteados
por la fuerza de Iturbe y se le contestó a su fuego primero por la
fuerza de catedral y mas tarde se generalizó el fuego por todos los
puestos por ser atacados y cesó dicho fuego a las 4 de la tarde,
hora en que el señor Manuel Bonilla entró en negociaciones con el
gobernador223.
222
Bonilla, op. cit., p. 6 y 21.
Informe del Capitán 1º José Rodríguez, Guadalajara, junio 14 de 1911, AHSDN, SH, exp.
Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 179.
223
69
Bonilla, aprovechando la representación de Madero, trató de tener la
jefatura de la revolución en el estado, pero no lo consiguió por la oposición
de la mayoría de los jefes revolucionarios.
Desde que Bonilla llegó al campamento de Culiacancito, se estuvo
entrevistando con todos los jefes de guerrilla, para que lo conocieran y
establecer con ellos relaciones amistosas. Aparentemente, esto era lo único
que hacia Bonilla, pero Luego se enteró Banderas, por el informe que le dio
el jefe Cipriano Alonso, “que era su entrañable amigo”, que Bonilla durante su
plática, procuraba convencer a los jefes guerrilleros que:
El movimiento revolucionario de Sinaloa debía tener como jefe a
un hombre culto, inteligente, conocido nacionalmente como capaz
y terminaba con que Banderas era hombre inculto, analfabeto,
campesino brusco, borrachín que no sabía tratar con cortesía a la
gente y que, por eso, debería destituírsele como jefe de la
revolución, nombrar a otro con esos atributos y dejando a
Banderas como jefe de solo su guerrilla, obedeciendo las ordenes
de la jefatura.
Banderas confirmó con otros jefes de confianza, lo dicho por Alonso, y
tomó precauciones, Hizo “que jefes de guerrilla de su absoluta confianza
simularan estar de acuerdo con Bonilla y conocer todos sus propósitos, para
proceder con pies de plomo”.
Al día siguiente de su llegada a Culiacancito, Bonilla, suponiendo que
tenía de su parte a la mayoría de los jefes, los convocó a una reunión,
creyendo que conseguiría sus intenciones. En ella, Bonilla inició la discusión
informando los motivos de su presencia entre ellos y cuando trató que lo
aceptaran como jefe supremo de la revolución armada en Sinaloa, inició una
acaloradísima discusión. Hizo Bonilla que:
Cándido Aviles, joven fogoso orador y viril, tomara la defensa de
su causa, y lo hizo, llegando no solo a ofender a Banderas con
fustigantes palabras, sino a desafiarlo a dirimir el problema en el
campo de las armas. Y ya casi llegaban a las manos, pero de
momento, la gran mayoría de jefes de guerrilla se descubrieron
que ellos eran decididos partidarios de Banderas y que por
70
órdenes de éste habían simulado escuchar a Bonilla, tan solo para
descubrir sus planes y, así quedo resuelto el problema ratificando
el reconocimiento de Juan M. Banderas como jefe supremo de la
revolución en Sinaloa.
Después de fracasar la intriga de Bonilla, pasaron los asistentes de la
reunión, a nombrar la comisión que los representaría, para negociaría con
Redo, la entrega de la plaza de Culiacán, siendo designados Bonilla y
Banderas. Quienes se trasladaron a la Estación del Ferrocarril Sud-Pacífico,
para desde ese lugar, celebrar telefónicamente la conferencia con Redo224. A
las cuatro de la tarde, Banderas ordenó suspender los tiroteos sobre las
posiciones gobiernistas, para iniciar la conferencia.
Bonilla y Banderas, inmediatamente se dieron cuenta que Redo y el
general Aguilar, “se encontraban igualmente mal dispuestos para una
transacción. Por un error inexplicable creían, rechazar con éxito el ataque de
las tropas que los rodeaban, suponiendo que éstas adoptarían una táctica tal
que permitiría destruirlas con las ametralladoras al presentarse”.Cuando
Bonilla les informó de las renuncias de Porfirio Díaz y Ramón Corral, de la
firma de los tratados de Ciudad Juárez, respondieron que eran “falsedades, y
que no había tales tratados de paz”.
El único medio de comunicación para verificar los acontecimientos
nacionales,
era
la
línea
telegráfica
del
Ferrocarril
Sud-Pacífico,
encontrándose esta línea controlada por las fuerzas revolucionarias, Redo y
Aguilar, no aceptaban la veracidad de la información obtenida por ese
conducto225. Lo único que se logró en esa primera negociación política fue
acordar un armisticio, que concluía el día 27, a las doce de la noche226. La
finalidad de esta tregua, era que la parte porfirista verificara que la paz se
había firmado y que ahora existía un gobierno pactado entre los
representantes del viejo régimen y los jefes de la revolución, en el que fungía
224
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 82-84.
Bonilla, op. cit., p. 7. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 84.
226
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 84. Informe del Capitán 1º José
Rodríguez, doc. cit., f. 179.
225
71
Francisco León de la Barra como Presidente Interino de la República; Redo
declaró que “antes de proceder á llevar á cabo todas estas determinaciones,
necesitaba recibir aviso oficial, de mi superioridad, comunicándome, por
medio de clave, lo necesario en este delicado asunto”227.
Al terminar la tregua, Bonilla propuso un nuevo armisticio, hasta el
mediodía del lunes 29, pero condicionado a que Redo entregara de los
fondos del Gobierno del Estado, diez mil pesos para auxiliar a las tropas
maderistas. Bonilla firmó el recibo por esos fondos, que en su Cuartel
General, instalado en la Estación del Sud-Pacífico, Banderas distribuyó entre
los jefes de Guerrilla228.
Por la mañana del día 29, antes de terminar el armisticio, los jefes
revolucionarios hicieron el intento de rendir la plaza, amenazando las
propiedades de la familia Redo229.
Antes de romperse las hostilidades se me amenazó con quemar
todas las fábricas de mi casa, si no entregaba la capital de Sinaloa
y llevaba á cabo el desarme de los Nacionales. Dicha amenaza me
fue comunicada por escrito, por el jefe maderista Ramón Iturbe, y
el señor Bonilla me la corroboró por teléfono, por conducto del
señor Dr. Enrique González Martínez, Secretario de Gobierno.
Despreciando semejantes amenazas, y siempre de acuerdo con el
Congreso, contesté al señor Bonilla que su actitud era indigna,
porque, según aseguraba, la paz estaba ya firmada, que él era
mensajero de concordia y, además, miembro del Gabinete del
nuevo Gobierno y, por lo mismo, el más directamente obligado
entre nosotros, en aquella ocasión, para evitar inútiles
derramamientos de sangre… Por toda respuesta vimos después
volar edificios por medio de la dinamita y enormes fogatas que
iluminaban siniestramente la ciudad, por causa del incendio de
nuestra fábrica de hilados “El Coloso”, con sus depósitos de leña y
nuestra fábrica de azúcar “La Aurora”230.
227
Diego Redo al Presidente de la República, junio 6 de 1911, CESU-UNAM, archivo Gildardo
Magaña, c. 1, exp. 2-R, doc. 303, f. 2.
228
Ibíd., f. 4. Informe del Capitán 1º José Rodríguez, doc. cit., f. 179. Bonilla, op. cit., pp. 8-9.
Manuel Bonilla al Director de El Demócrata Mexicano, El Correo de la Tarde, núm. 8520, Mazatlán,
19 de agosto de 1911, p. 2.
229
Figueroa Díaz, Los Gobernadores de Sinaloa 1831-1996, op. cit., p. 76.
230
Diego Redo al Presidente de la República, doc. cit., ff. 5-6.
72
Tres meses después, el general Aguilar informaría al Ministerio de
Guerra y Marina que “la contestación tan firme como lacónica, del señor
Redo, fue que podían hacerlo pues él colocaba sobre los intereses propios y
los de su familia el cumplimiento de su deber231”.
En la noche del día 29, Redo informó por teléfono a Bonilla “de que se
rechazaban de plano las últimas proposiciones de los maderistas”. En cuanto
se enteraron Banderas y los comandantes de guerrilla, empezaron los
preparativos para atacar la plaza232.
Cerca de cuatro mil revolucionarios, con “entusiasmo, deseosos de
entrar a combate y solo esperaban que sonara la hora y que los del gobierno
no resolvieran nada, para avanzar”, integraban las dos columnas que sitiaban
Culiacán. La comandada por el general Banderas, reunía cerca de dos mil
doscientos hombres y la que mandaba el también ya general Iturbe, tenía
aproximadamente mil ochocientos. “A las dos columnas seguían infinidad de
personas desarmadas, con el propósito de apoderarse de la arma del que
fuera cayendo, para sustituirlo en el combate”233.
El ataque se aprobó entre todos los jefes que obraban al derredor
de Culiacán, distribuyéndose las fuerzas como sigue:
Las de Iturbe y Amalio de la Rocha, entraron por el Oriente; don
Herculano y Mateo de la Rocha, Mauro Valenzuela y Saturnino
Bejarano, por el Norte; Cipriano Alonso, Gregorio L. Cuevas,
Andrés Lazéter, Felipe Riveros, Cándido Avilés, Antonio Sandoval,
Emiliano Ceceña y Juan y Fortunato Heredia, por el Poniente y
Banderas como jefe del conjunto de fuerzas y su segundo Antonio
M. Franco por el Sur234.
Banderas y Franco, eran acompañaban en el ataque por los jefes
“Chico” Quintero, Agustín Beltrán, Teodoro Lemmen Meyer, Francisco
Buelna, Camilo Esquerra, Apolonio Tamayo, Mateo Osuna, Marcial Esquerra,
231
Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit.,
f. 164.
232
Bonilla, op. cit., p. 9.
233
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 88.
234
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5.
73
Apolonio Corrales y otros. Por su parte los jefes Cabanillas, Francisco Ramos
Obeso, Ramón Rangel Valenzuela, Francisco Ramos Esquer, Melquíades
Meléndez y otros, atacaron bajo las órdenes de Iturbe235.
El martes 30 de mayo, a las dos de la mañana, los maderistas
cortaron la luz eléctrica y el “curso del agua entubada”236.
A las 4 y media del mismo día, comenzó el ataque vigoroso contra
la plaza, rompiéndose el fuego primeramente en el santuario,
catedral, correo y cuartel, y a las cinco de la mañana el combate
era general, las fuerzas contrarias habían horadado las manzanas
y casas hasta rodear enteramente cada puesto y por sus
pequeñas aspilleras nos hacían fuego en todas direcciones, así
como numerosas bombas de dinamita237.
El día 31, a las nueve de la mañana, Redo le hizo llegar a Bonilla, sus
condiciones para capitular, que fueron aceptadas por este. Enseguida,
Bonilla informó a los jefes revolucionarios de la rendición de Redo. Pero,
como de los fortines porfiristas, el del Santuario, donde se encontraba el
coronel Morelos, no aceptó rendirse y siguió disparando sobre los
maderistas, estos, creyendo que todo era un engaño por parte de Redo,
reanudaron sus ataques sobre todos los fortines gobiernistas238.
Por la tarde, los revolucionarios tomaron el puesto del Seminario y la
catedral fue abandonada por el general Aguilar, que se replegó con sus
hombres al Palacio federal, que servía de Cuartel general y era donde se
encontraba el gobernador Redo. A las ocho de la noche, el Mayor Agustín del
Corral, en el fortín de la Penitenciaría, entrega sus armas y quedó prisionero
junto con sus hombres. A las diez de la noche, el general Aguilar conferenció
con Banderas e Iturbe, pactando con ellos el procedimiento de la rendición.
Por lo cual, ordenó Aguilar que todas las fuerzas de los puestos, excepto las
235
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 88-89.
Eduardo Frías Sarmiento, Historia del alumbrado eléctrico en Culiacán, 1895-1920, Culiacán,
México, DIFOCUR-Ayuntamiento de Culiacán, 1999, p. 72. Informe del Capitán 1º José Rodríguez,
doc. cit, f. 179 vuelta. Bonilla, op. cit., p. 9.
237
Informe del Capitán 1º José Rodríguez, doc. cit, f. 179 vuelta.
238
Bonilla, op. cit., p. 9.
236
74
del Palacio federal, se reconcentraran en el cuartel de policía y rindieran sus
armas, quedando todos los oficiales y tropa prisioneros239.
Como si la rendición de los soldados porfiristas fuera la señal
esperada, Inmediatamente los soldados revolucionarios, a quienes se unió el
pueblo de Culiacán, iniciaron el saqueo de las principales casas comerciales
y algunas casas particulares de connotados porfiristas240. Los jefes
revolucionarios que habían venido evitando el saqueo y castigando, hasta
con el fusilamiento, a sus soldados que perpetraban robos, en esta ocasión,
se vieron impotentes y probablemente ni siquiera se propusieron evitar que la
masa de varios miles de desposeídos, en la embriagues del triunfo, cobraba
su impuesto de guerra, a los ricos porfiristas enemigos del pueblo.
La fuerza del Palacio Federal entregó sus armas al día siguiente, 1 de
junio, a las cinco de la mañana241. Después, el general Aguilar se trasladó al
Cuartel General de los revolucionarios, a entregar “su espada de vencido al
jefe vencedor Juan M. Banderas”242.
A las 7 A. M. nos envió el señor Bonilla una carta de su puño y
letra, en la cual dejaba asentadas las condiciones de rendición,
modificando las primitivas con la humillante condición de que el
General D. Higinio Aguilar tendría que ir sólo hasta la estación del
Sud Pacífico, á entregar su espada á Juan Banderas jefe
revolucionario. Nuestras fuerzas estaban ya desarmadas y el
señor General Aguilar hizo por nosotros aquel gran sacrificio del
honor243.
Las condiciones aprobadas por Bonilla y demás jefes, fueron
modificadas por ellos a última hora y poniendo entre otras, la
cláusula humillante de que había de ir yo solo a la estación del
239
Informe del Capitán 1º José Rodríguez, doc. cit, ff. 179 vuelta y 180. Informe que rinde al C.
Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit., ff. 169-170. Ramos Esquer, La
verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 94.
240
Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa 1910-1920, op cit., pp. 75-76.
Mayra Lizzete Vidales Quintero, Comerciantes de Culiacán, del porfiriato a la revolución, Culiacán,
México, Facultad de Historia-UAS, 2003, pp. 60-61. Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y
Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit., f. 170.
241
Diego Redo al Presidente de la República, doc. cit., f. 11. Informe del Capitán 1º José
Rodríguez, doc. cit, f. 180.
242
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5.
243
Diego Redo al Presidente de la República, doc. cit., f. 11.
75
Ferrocarril a entregar mi espada al cabecilla Juan Banderas, en
bien de la población y en obvio de mayores males, creí prudente
hacer ese sacrificio de mi honor y dignidad militar y entregué mi
espada al jefe referido244.
En cuanto recibió la espada, Banderas puso en libertad al general
Aguilar, diciéndole: “Esta usted libre porque don Amado A. Zazueta me lo
solicita y sus palabras son órdenes para mí. El señor Zazueta me dice que
usted fue corneta a las órdenes del general Zaragoza, en la batalla de
Puebla”. Aguilar le respondió: “sí señor y a honra lo tengo”. Por lo que
Banderas le dijo: “entonces usted es un héroe de la patria y merece nuestro
respeto”.
Motivado por su patriotismo, Banderas protegió al anciano militar de
cualquier atentado o falta de respeto. Ordenó a dos oficiales de su Estado
Mayor, “a los señores Zazueta y Justo de Villa, acompañaran al general
vencido al Hotel Palacio”, donde residiría en sus últimos días en Culiacán245.
El coronel Morelos, jefe del puesto porfirista del santuario, seguiría
combatiendo hasta el día dos de junio. El día 31, “bien fortificado, desoyó por
completo, los ataques de “alto al fuego” y “parlamento” que deban los demás
fortines, impidió la entrada de los correos que se acercaban con bandera
blanca”246.
Morelos no quiso rendirse, debido a que, entre los que lo atacaban, se
encontraban los revolucionarios de Tamazula, que habían jurado vengarse
de los robos, crímenes y violaciones que cometió cuando tomó esa población
serrana, el 12 y 13 de abril de ese año, quienes le estuvieron gritando que
cuando bajara de la azotea del Santuario, pagaría con su vida, las que cegó,
asesinando, en Las Milpas y Tamazula. “No obstante las ordenes que le
giraba su jefe Gral. Aguilar, Morelos y los suyos seguían disparando por
entre las aspilleras que tenían formadas arriba con sacos de arena”.
244
Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit.,
f. 174.
245
Olea, op. cit., pp. 55-56.
246
Bonilla, op. cit., p. 9.
76
El día dos, Agustín Beltrán le pidió al Obispo de Culiacán, Francisco
Uranga y Sáenz, que interviniera para lograr que Morelos bajara del
Santuario.
Y como el señor Obispo objetara, declarándose incapaz de
intervenir, entonces Beltrán le dice, que su comisión quede
cumplida y su conciencia limpia, porque los revolucionarios
“volaran” el edificio con cajas de dinamita que ya tienen puestas en
la base, esperando nomás la respuesta de él, como último recurso.
Y ya se retiraba Beltrán, cuando el señor Obispo lo detiene y le
ofrece que en ese momento saldrá una comisión247.
La comisión enviada por el Obispo Uranga, se comunica con Morelos,
y le informa que los jefes revolucionarios ofrecieron respetar su vida y la de
sus soldados, entonces, Morelos consintió rendir sus armas a los
maderistas248.
Al bajar Morelos, los más de mil soldados maderistas que rodeaban el
Santuario, le abren valla hasta Gregorio L. Cuevas, que se encontraba en el
emplazamiento de una ametralladora, manejada por el jefe de guerrilla
Rosario Rivera. Morelos, creyendo que estaba frente a Banderas, trata de
entregarle su espada, pero Cuevas lo saca de su error. En esos momentos,
la multitud exclama: ¡allá viene Banderas!, por la calle Antonio Rosales viene
entrando a la avenida Donato Guerra, el carruaje del gobierno del Estado,
que trae como único pasajero a Banderas. Al llegar frente al Santuario, se
acerca Morelos desabrochándose “las guarniciones de su uniforme para
entregarlas con sus armas”, pero Banderas, le dice: “¡nooo no es sí como se
desarman a los hombres de su talla!”, enseguida, lo invita a subir al carruaje,
y juntos se trasladan al Palacio de Gobierno del Estado, lugar donde había
instalado Banderas su Cuartel General.
La multitud siguió al carruaje hasta el Palacio de Gobierno, al llegar,
Banderas y Morelos subieron al Salón Rojo, donde se encontraban reunidos
247
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 100-101.
Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit.,
f. 171.
248
77
la mayoría de los jefes revolucionarios, colocándose en el centro del salón,
Morelos se desabrochó la funda su espada y dándole un beso en la
empuñadura, que era de plata, simulando la cabeza de una águila, la entregó
a Banderas diciéndole:
Que la había recibido de la patria, como un símbolo de autoridad
en el ejército, para que la usara con honor, que tenía la
satisfacción de haberla conservado como una joya la mas preciada
y siempre usada con honor, y ahora la entregaba así… y suplicaba
que la conservaran con el cuidado y cariño como él la había traído,
no porque era de él, sino porque era un obsequio de la patria249.
Banderas respondió: “que el recibía esa espada y las armas, con la
confianza de que venían de un valiente”. Enseguida, el jefe revolucionario le
concede la libertad al coronel Morelos, “éste, conmovido, se restregó los
ojos, y ya salía, después de expresar sus agradecimientos a Banderas,
cuando un grupo de revolucionarios, junto a la puerta del Salón Rojo, trató de
aprehenderlo, haciéndose un escándalo, interviene Banderas tratando de
calmar los ánimos de sus hombres, pero como la multitud pretendía linchar a
Morelos, el de Tepuche lo protege, enviándolo custodiado por soldados, al
cuartel más próximo, que se encontraba a la vuelta de la esquina, el Palacio
Federal, que era el cuartel de Iturbe.
Se encontraban en el cuartel del Palacio Federal, casi solamente
soldados de la región de Tamazula, que recibieron a Morelos con expresivas
muestras de disgusto, mientras por la calle pasaban grupos de soldados
maderistas gritando: ¡fusilen a Morelos!. En los cuarteles, los soldados
revolucionarios declaraban su disgusto porque aún vivía Morelos250. Sin
embargo, Iturbe protegió a Morelos, le designó su propia habitación para que
se alojara, y encargó su resguardo a uno de sus ayudantes, a Martín Elenes,
249
250
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 101-102.
Ibíd., p. 103.
78
que era uno de los jefes de los revolucionarios de Santiago de los
Caballeros251.
4. La toma de Mazatlán.
Mientras tanto, en Mazatlán, las gestiones que a partir del día 23 de
mayo, realizó Luis Gaxiola, por encargo del ingeniero Bonilla, lograron que al
día siguiente, el ya general Tirado ordenara a las fuerzas revolucionarias, la
suspensión de los ataques contra los fortines de los soldados federales.
El día 25, Tirado, se reunió con los jefes de guerrilla Joaquín Cruz
Méndez, Zeferino Conde, Isidoro Tirado, Casimiro Rendón, Emiliano
Rodríguez, Sebastián A. Gamboa, Juan Carrasco, Elpidio Osuna, Ángel
Osuna, Leonardo Zazueta, Roberto Conde, Juan Tirado y Pomposo Acosta.
Tirado les propuso suspender los ataques y esperar a que llegara el Ing.
Bonilla, para que les informara las bases sobre las que Madero, firmó los
tratados de paz, de Ciudad Juárez, con el gobierno porfirista. Todos los jefes
presentes, manifestaron su conformidad, no obstante que “estaban
impacientes por que se diera la orden de ataque sobre el puerto, pues se
sentían seguros del triunfo”252.
El día primero de junio, el coronel Moreno recibió un telegrama del
Secretario de Guerra y Marina, ordenándole que urgentemente embarcara su
fuerza en el Tampico y desembarcara en Santa Rosalía, Baja California Sur.
Ese mismo día, a las 9:45 de la noche, embarcó Moreno a su tropa253.
Enterado el pueblo mazatleco, de la partida del ejército federal, a las
doce de la noche, echó a vuelo las campanas de la Parroquia. Las bandas de
música recorrieron la ciudad. Al amanecer el pueblo penetró al Palacio
Municipal, al Cuartel Rosales y al Hospital Civil, apoderándose de las armas
y municiones que ahí se encontraban, después liberaron a todos los presos
251
252
253
Olea, op. cit., p. 51.
Bonilla, op. cit., pp. 22-24.
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 205.
79
de la cárcel municipal, saquearon el comercio e incendiaron las oficinas y
talleres del periódico porfirista El Diario del Pacífico. A las 10:30 de la
mañana, de ese día 2 de junio, hizo su entrada triunfal el Ejército Libertador,
en medio de la aclamación del pueblo. El jefe de las armas general Justo
Tirado, asumió el cargo de Prefecto del Distrito de Mazatlán, restableciendo
el orden y reorganizando la administración pública254. Ocupando la jefatura
de las armas en los Distritos de San Ignacio, Mazatlán, Concordia y Rosario,
el segundo de Tirado, el coronel Joaquín Cruz Méndez255.
5. Presidente de la Junta Militar del Estado de Sinaloa.
El día 2 de junio256, después de la rendición del coronel Morelos, el
ingeniero Bonilla propuso la organización de la Junta Militar del Estado de
Sinaloa, para ello, se reunieron los jefes revolucionarios que se encontraban
en Culiacán, los cuales nombraron a los siete miembros de la Junta Militar:
“habiendo sido electo Presidente de ella el jefe de armas Sr. Juan M.
Banderas, Vice-Presidente el jefe Ramón F. Iturbe”257, Vocales, José María
R. Cabanillas, Manuel F. Vega, Antonio M. Franco y Teodoro Lemmen
Meyer258; además, fueron nombrados como auxiliares de la Junta Militar,
como Secretario, Carlos S. Vega, y como Tesorero, Amado A. Zazueta259.
Algún tiempo después, Lemmen Meyer, que representaba en la Junta Militar
a los revolucionarios del sur del estado260, ocupó también el cargo de
secretario de la Junta.
254
Alonso Martínez Barreda, “La revolución mexicana en Sinaloa y su impacto en Mazatlán”, en
Arturo Carrillo Rojas y Guillermo Ibarra Escobar, coord., Historia de Mazatlán, Culiacán, México,
UAS-H. Ayuntamiento de Mazatlán, 1998, p. 293. Bonilla, op. cit., pp. 29-30. Olea, op. cit., p. 41.
255
El Correo de la Tarde, núm. 8461, Mazatlán, 21 de junio de 1911, p. 1; núm. 8538, 7 de
septiembre de 1911, p. 4; y núm. 8576, 16 de octubre de 1911, p. 1.
256
Bonilla, op. cit., p. 10. Diego Redo al Presidente de la República, doc. cit., f. 13. El Correo de la
Tarde, núm. 8536, Mazatlán, 5 de septiembre de 1911, p. 3.
257
Bonilla, op. cit., p. 19.
258
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 95.
259
Bonilla, op. cit., p. 19.
260
Ibíd., p. 23.
80
La Junta Militar “quedó formada de los jefes más caracterizados del
Norte, Centro y Sur de Sinaloa, así como de dos miembros del partido
antirreeleccionista que creí indispensable como elemento moderador en los
acuerdos de dicha Junta”261.
En cuanto se eligió la Junta Militar, el ingeniero Bonilla se dirigió en
una circular A los Jefes, Oficiales, y Soldados del Ejército Libertador de
Sinaloa:
Por tanto, en nombre el señor Don Francisco I. Madero y por la
comisión que se ha servido confiarme de restablecer la Paz en el
Estado de Sinaloa, suplico y recomiendo a todos y cada uno de los
miembros de este Ejército, que presten á dicha Junta la más
completa obediencia y que en lo sucesivo se entiendan con ella
por conducto de sus respectivos jefes para todo lo que fuere
necesario respecto a la provisión, haberes, movilización y
conducta en general de las tropas que actualmente existen en el
estado.
He recomendado especialmente á dicha Junta, por encargo del
señor Madero, que proteja la reparación de Ferrocarriles y
Telégrafos, la seguridad personal y los intereses de pueblos y
habitantes; que forme las hojas de servicios bien detalladas y
comprobadas de los Jefes, Oficiales y Soldados; que procure
trabajo á los que quieran dejar el servicio y que en todos sus actos
continúe dando el Ejército el ejemplo más alto de orden y
moralidad. Cuando la administración política del estado quede
nuevamente organizada, nuestras tropas serán el apoyo más
eficaz de las autoridades á las que prestarán la ayuda y respeto
debidos262.
Para sustituir a Redo en la gubernatura del Estado, desde que llegó
Bonilla a Sinaloa, el 22 de mayo, propuso a los doctores Martiniano Carbajal
y Enrique González Martínez, siendo este último, el Secretario de Gobierno
del Estado263. Madero para atraerse el apoyo de los ricos hacendados,
Industriales, Mineros y comerciantes porfiristas, aprobó a González Martínez
para gobernador interino y se lo propuso a su vez, el 27 de mayo, al
261
262
263
Ibíd., p. 10.
Ibíd., pp. 19-20.
Ibíd., p. 5.
81
Presidente Interino León de la Barra264. Al día siguiente, por telegrama, León
de la Barra, a través de Madero, desde Ciudad Juárez, le indica a Redo la
conveniencia de que a su renuncia, lo sustituya González Martínez265.
Durante las negociaciones, antes de la toma de Culiacán, Bonilla y Banderas
le propusieron a Redo que González Martínez lo sustituyera en la
gubernatura266. Cuando finalmente Culiacán fue tomada por las fuerzas
revolucionarias, Madero ya no creyó necesario que el gobernador interino
fuera González Martínez, telegrafiándole a Bonilla, el primero de junio, a
través de Martín Espinosa, desde Tepic, lo siguiente: “Celebro capitulación
Culiacán. Que Legislatura nombre gobernador usted indique, el cual
ocuparose pacificar y reorganizar Estado. Usted marche México lo más
pronto posible”267.
Con el aval de Madero, Bonilla se decide por su cuñado268, el
Licenciado Celso Gaxiola Rojo269, luego de lograr el apoyo de la Junta
Militar270, Bonilla instruye a los Diputados de la XXV legislatura local, para
que en sesión del 3 de junio, nombren gobernador interino a Gaxiola Rojo, de
acuerdo al artículo 40 de la Constitución de Sinaloa271.
La legislatura estaba constituida por porfiristas nombrados por Redo,
que durante el resto de su gestión se dedicaron a legitimar los actos del
poder imperante. Más allá de lo que se firmó en el convenio de Ciudad
Juárez, hubo acuerdos no suscritos entre Madero y Carbajal. Como lo deja
claro Madero el 26 de mayo de ese año, en su manifiesto a la nación dando a
264
Archivo Madero, FR, BNM, Ms. M/T. 1619.
Ibíd., Ms. M/T. 1721.
266
Bonilla, op. cit., p. 8.
267
Archivo Madero, FR, BNM, Ms. M/T. 1937.
268
Bonilla estaba casado con una hermana de Gaxiola Rojo.
269
Nació en la Villa de Sinaloa, en 1865; avecindado en Culiacán desde 1885; casado con Beatriz
Andrade, hija de Francisco M. Andrade; diputado al Congreso de la Unión en 1887; juez de 2º de 1ª
instancia en Culiacán (1888); notario público de Culiacán; magistrado del Supremo Tribunal de
Justicia del Estado en 1908-1909, y en 1910-1911; Brito Rodríguez, op. cit., p. 153.
270
Bonilla, op. cit., p. 10.
271
ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31 de agosto de 1912, sesión del 3 de
junio de 1911. Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 62, t. II, Culiacán Rosales, 6 de junio de
1911, p. 2.
265
82
conocer el triunfo de la Revolución, dice: “he aceptado en nombre de la
Revolución que sigan funcionando las Cámaras de la Unión y las
Legislaturas de los Estados,… siempre que… acepten esas cámaras al
nuevo régimen” 272. Los diputados naturalmente aceptaron todo.
Conociendo Bonilla la visión estratégica de Madero, y para estar a
tono, establece una alianza con los oligarcas regionales al nombrar a Gaxiola
Rojo, quién se desempeñaba como tercer magistrado propietario del
Supremo Tribunal de Justicia del Estado273, no pertenecía pues, al bando de
la Revolución. Bonilla se convirtió en el nuevo líder que la oligarquía274
sinaloense necesitaba, para la nueva época.
El Gobernador Gaxiola Rojo, atendiendo el artículo 40 de la
Constitución del Estado, convocó el 4 de junio a elecciones, su decreto
decía:
Artículo 1º. Para el período actual que termina el 26 de septiembre
de 1912, se convoca al pueblo sinaloense a elecciones generales
extraordinarias para Gobernador del Estado, las cuales tendrán
lugar el domingo 3 de septiembre próximo275.
Bonilla salió de Culiacán el 4 de junio, permaneciendo en Mazatlán del
cuatro al seis de junio, día en que partió a la ciudad de México276, ya que el
Presidente Interino Francisco León de la Barra, lo nombró ministro de
Comunicaciones y obras públicas, siendo uno de los tres revolucionarios que
formaron parte de su gabinete.
272
Biblioteca de la Universidad Panamericana UP, Archivo Roque González Garza, c. 1, doc. 327.
El Correo de la Tarde, núm. 8449, Mazatlán, 8 de junio de 1911, p. 6.
273
Periódico oficial del Estado de Sinaloa, núm. 62, t. II, Culiacán Rosales, 6 de junio de 1911,
pp. 1-2.
274
Minoría que ejerció el poder político durante el porfiriato, debido a ser los propietarios de los
bienes de producción, era la burguesía sinaloense, conformada por los hacendados terratenientes, los
industriales, los dueños de las minas más ricas, y los grandes comerciantes. El régimen político y
social del porfiriato, fue un sistema oligárquico, en el que las formas de gobierno democráticas,
estaban mediatizadas por el excesivo poder de las minorías dominantes que controlaban los
mecanismos electorales.
275
Periódico oficial del Estado de Sinaloa, núm. 62, t. II, Culiacán Rosales, 6 de junio de 1911,
p. 2. Figueroa Díaz, Los Gobernadores de Sinaloa 1831-1996, op. cit., p. 84.
276
Bonilla. Op. cit., pp. 10-11.
83
En Culiacán, la situación del coronel Morelos se agravó. La Junta
Militar recibió documentos de protesta contra Morelos, en los cuales, las
poblaciones de Las Milpas, Distrito de Culiacán, y de Tamazula, relataban las
atrocidades cometidas por la tropa de Morelos y exigían justicia; se trataba
de las actas levantadas el día 3 de junio, en Las Milpas277, promovida por
Mariano Amézquita278, y en Tamazula por el Jefe Político, Antonio Moya y
Mora279. Algunos jefes de guerrillas formadas en la sierra de Durango,
constantemente pedían el fusilamiento de Morelos como castigo por los
asesinatos de Tamazula; los principales jefes revolucionarios “les suplicaban
que desistieran de ello”, pero ni ellos ni la gente que llegó de Las Milpas y
Tamazula, nada querían oír mientras no se hiciera justicia. Tamazula se
despobló por esos días, “multitud de personas y familias enteras
emprendieron el viaje á Culiacán cuando supieron la toma de la plaza por los
insurgentes… querían la vida de quien no había tenido compasión de sus
deudos”.
Además, durante su estancia en el Palacio federal, Morelos tuvo “que
sufrir innumerables insultos por parte de algunos soldados insurgentes de
Tamazula, quienes iban á injuriarlo echándole en cara los asesinatos que
ordenara en aquella población”, siendo las víctimas “parientes muy
allegados” de éstos soldados revolucionarios280. El disgusto de los custodios
de Morelos en el Palacio Federal, se convirtió en una actitud amenazante.
Entonces, la mañana del 4 de junio, Banderas encargó a un oficial de su
entera confianza, su hermano Emilio, para que con los soldados a su mando,
trasladara a Morelos a la Penitenciaría, donde se encontraba acuartelada la
tropa de la costa de Culiacán, jefaturada por “Chico” Quintero, quienes no
tenían personalmente agravios que vengar en Morelos281.
277
El Correo de la Tarde, núm. 8538, Mazatlán, 7 de septiembre de 1911, p. 3.
Bisabuelo del autor.
279
El Correo de la Tarde, núm. 8495, Mazatlán, 25 de julio de 1911, p. 5.
280
Ibíd., núm. 8508, 7 de agosto de 1911, p. 5.
281
Diego Redo al Presidente de la República, doc. cit., f. 13. Ramos Esquer, La verdadera
revolución en Sinaloa, op. cit., p. 103.
278
84
Temiendo Redo por la seguridad de Morelos y otros oficiales, se dirigió
a Madero, por telégrafo282.
Haciéndole saber el peligro que corrían… no obstante el sagrado
ofrecimiento que su representante y varios jefes revolucionarios
nos habían hecho al efectuarse la rendición de la plaza.
Transcurrieron dos días y las contestaciones á los telegramas que
habíamos dirigido a México no llegaban aún283.
A las 8:00 de la noche del mismo 6 de junio, se presentó en el cuartel
de “Chico” Quintero, el jefe Agustín Beltrán con una fuerte escolta, recogió a
Morelos y al mayor Agustín del Corral, y los condujo al Panteón Municipal284.
Rápidamente se enteró el general Aguilar, y mandó a su ayudante, el
subteniente Jorge R. Tirán, a darle aviso a Redo, “que dentro de breves
momentos iba a ser fusilado el coronel Morelos en compañía del mayor
Agustín del Corral”, Redo se encontraba conferenciando con Carlos S. Vega,
Secretario de la Junta Militar. Inmediatamente Redo le pidió a Carlos Vega
que fuera con Banderas, que se encontraba en el Palacio de Gobierno del
Estado, para avisarle de lo que pasaba y suspendiera la ejecución. Al
enterarse Banderas, inmediatamente salió en el carruaje del gobierno “con
vertiginosa velocidad”, para impedir el ajusticiamiento, pero faltando unos
cincuenta metros para llegar al panteón, se escuchó la descarga de fusilería,
entonces, Banderas exclamó: ¡llegamos tarde! ¡ya los fusilaron! y dando
vuelta al carruaje, se regresó al Palacio de Gobierno285.
Al siguiente día, temiendo Redo por su vida, decide salir de Culiacán,
Banderas lo protegió en reciprocidad a la protección que recibió de la familia
Redo de la Vega, y por la seguridad que aún le proporcionaban a su familia,
282
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 107.
Diego Redo al Presidente de la República, doc. cit., f. 14.
284
El Correo de la Tarde., núm. 8508, Mazatlán, 7 de agosto de 1911, p. 5. Olea, op. cit., p. 52.
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 104.
285
AHSDN, SH, exp., Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 177. Informe que rinde al C. Ministro de
Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit., f. 173. Diego Redo al Presidente de la
República, doc. cit., f. 14. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 107. El
Correo de la Tarde., núm. 8508, Mazatlán, 7 de agosto de 1911, p. 5; y, núm. 8628, 9 de diciembre de
1911, p. 1. Olea, op. cit., p. 52.
283
85
que seguía viviendo en la hacienda de El Dorado. Envió a Redo al norte, en
un tren especial, escoltado por 25 soldados al mando de su hermano Emilio.
Un día después, el 8 de junio, salió de la ciudad, el general Aguilar
acompañado por el Secretario de Gobierno, doctor Enrique González
Martínez. Banderas les proporcionó una escolta hasta el puerto de Altata,
donde abordaron un buque de Vapor con destino a Guaymas286.
Los
tratados
de
Ciudad
Juárez
desilusionaron
a
muchos
287
revolucionarios en todo el país. Lo mismo pasó en Sinaloa
, los principales
motivos de la inconformidad fueron: la permanencia en sus cargos de los
miembros de la Legislatura y del Supremo Tribunal de Justicia, que habiendo
sido impuestos por Redo, representaban los intereses de la oligarquía
porfirista; el abandono de las promesas agrarias288, que Madero anunció en
su manifiesto a la nación del 26 de mayo de 1911, con éstas palabras:
Algunos sacrificios reportará la nación porque no se puedan
satisfacer con amplitud todas las aspiraciones contenidas en la
cláusula tercera del Plan de San Luis Potosí; pero las pérdidas que
haya por este capítulo, serán indudablemente inferiores á las que
hubiera ocasionado la prolongación de la guerra. Además, por los
medios constitucionales, procuraremos satisfacer los legítimos
derechos conculcados á que se refiere dicha cláusula289.
Pero el mayor descontento fue provocado por el licenciamiento de los
hombres que habían hecho la Revolución, que no querían quedar a merced
de sus enemigos federales recientemente vencidos, ni tampoco perder el
bien remunerado empleo de militar.
286
Informe que rinde al C. Ministro de Guerra y Marina, el brigadier Higinio Aguilar…, doc. cit.,
ff. 173-175. Olea, op. cit., pp. 54 y 56. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit.,
p. 108.
287
Olea, op. cit., p. 62.
288
En el Artículo 3º del Plan de San Luis Potosí se decía: “abusando de la ley de terrenos baldíos,
numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos…se
les exigirá a los que los adquirieron de un modo tan inmoral, o a sus herederos, que los restituyan a
sus primitivos propietarios, a quienes pagarán también una indemnización por los perjuicios
sufridos”.
289
El Correo de la Tarde, núm. 8449, Mazatlán, 8 de junio de 1911, p. 6.
86
Durante su estancia en Sinaloa, al triunfo de la revolución, Bonilla ni
siquiera se propuso iniciar el licenciamiento de las tropas revolucionarias que
habían tomado Culiacán, por la opinión desfavorable que tenían Banderas y
otros jefes revolucionarios, sobre el licenciamiento de sus hombres. Pero en
Mazatlán, Bonilla acordó con Justo Tirado y los demás jefes insurgentes del
sur del estado, “que se procediera entre otras cosas á dar la baja á 500
hombres de los 800 que habían entrado a Mazatlán”; para iniciar este
licenciamiento, Bonilla obtuvo de los tres bancos que operaban en el puerto,
un préstamo por ochenta mil pesos290.
Inconforme Banderas con el licenciamiento, lo retardó, procurando que
la mayor parte de sus hombres se integraran a los cuerpos de seguridad
pública291. Promovió además, que otros jefes revolucionarios hicieran lo
mismo. Comunicándose con Antonio Cháidez, que se encontraba en la
región de Topia, Durango, con trescientos hombres, le recomendó “que por
ningún motivo fuera a permitir que le desarmaran a su gente”292.
El 14 de junio, el gobernador Gaxiola Rojo le informó a la Junta Militar
de la orden recibida de la Secretaría de Gobernación, para que llevara a
cabo el licenciamiento293, para lo cual, el gobierno federal entregó los fondos
necesarios al gobernador del estado294.
La resistencia de soldados y jefes maderistas a licenciarse, causó que
el
licenciamiento
no
fuese
completo,
una
parte
de
los
soldados
revolucionarios, se incorporaron a las fuerzas de seguridad pública
dependientes del gobierno estatal y a las fuerzas rurales del Estado
dependientes de la Secretaría de Gobernación del gobierno federal.
El Presidente Interino León de la Barra, para apresurar la
desmovilización del ejército libertador, firmó el 19 de junio, un decreto, en el
290
Bonilla, op. cit., p. 10.
Gregorio Ponce de León, El interinato presidencial de 1911, México, Imprenta y fototipia de la
Secretaría de Fomento, 1912, pp. 34-35.
292
Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., p. 133.
293
Archivo general de la Nación AGN, Fondo Gobernación, SS C905 E1, f. 3.
294
Ibíd., f. 7.
291
87
que establecía el día 30 de ese mes junio, como día último del plazo, “dentro
del cual, deben ser desarmadas todas las fuerzas insurrectas que tomaron
parte en la revolución”, con excepción de las tropas que integren cuerpos
rurales que serán destinados a la total pacificación del país. “Los individuos
que después del día fijado para el desarme, sigan formando grupos armados,
serán considerados como bandidos, y como tal, serán batidos”295.
El día 30 de junio, no se siguió con el licenciamiento, pero por falta de
dinero. Aunque Banderas informó a Gaxiola Rojo, “que aun quedan soldados
por licenciarse y que no han sido gratificados”, éste, se negó a entregar más
dinero, informando el 6 de julio al Ministro de Gobernación: “aun tengo
algunos fondos de la suma enviada para licenciamiento á pesar de ello doy
por terminado definitivamente el licenciamiento”296. Sin embargo, El
Secretario de Gobernación, Emilio Vázquez Gómez, le dio instrucciones a
Gaxiola Rojo de que se extendiera el licenciamiento hasta el día 9 de julio297,
para que se siguieran entregando las gratificaciones requeridas.
El licenciamiento no se llevó a cabo como lo esperaban los
protagonistas. El gobierno federal no pudo licenciar a todos los soldados
maderistas, como se espeficicaba en el tratado de Ciudad Juárez, ni siquiera
logró que todos los licenciados fueron desarmados. En Sinaloa, muchos
exsoldados maderistas no entregaron las armas298, arguyendo que eran de
su propiedad y que con ellas se habían incorporado a la revolución. Por su
parte, muchos de los insurgentes que fueron licenciados, no recibieron pago
alguno por sus servicios, o bien, recibieron pagos incompletos299.
295
El Correo de la Tarde, núm. 8461, Mazatlán, 21 de junio de 1911, p.8.
AGN, Fondo Gobernación, SS C905 E1, f. 21.
297
Manuel González Ramírez (prologo, ordenación y notas), Fuentes para la historia de la
revolución mexicana, t. IV, manifiestos políticos (1892-1912), México, Fondo de Cultura Económica
FCE, 1974, p. 346.
298
Ibíd., p. 350.
299
Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa 1910-1920, op. cit., p. 77-78.
Archivo Madero, FR, BNM, Ms. M/T. 2213. El Correo de la Tarde, núm. 8603, Mazatlán, 13 de
noviembre de 1911, p. 8.
296
88
Banderas y los jefes revolucionarios procuraron elevar el número de
sus hombres que se integrarían principalmente a las fuerzas rurales.
Banderas en telegrama del 4 de julio, le dice al Secretario de Gobernación:
Suplícole me diga si conforme al presupuesto vigente se organiza
la fuerza rural que debe quedar al servicio de este Estado según
acuerdo que he tenido con Sr. Gobernador se hacen necesarios
ochocientos cincuenta hombres incluyendo jefes, oficiales y para lo
cual espero instrucciones para darle su debido cumplimiento
encarézcole resolución violenta para normalizar revistas de
comisario300.
El 10 de julio, Emilio Vázquez Gómez, le pide a Banderas que le
informe como está organizando la fuerza rural. Ese mismo día, a las 3:15 de
la tarde, Banderas le telegrafía:
Fuerzas se están organizando como sigue; dos cuerpos de rurales
con la siguiente distribución; Jefes.- Dos coroneles, dos tenientes
coroneles, dos mayores, dos ayudantes primeros.- Oficiales.- ocho
cabos primeros, ocho cabos segundos, veinticuatro tenientes,
veinticuatro subtenientes forrajistas.- Tropa.- ocho sargentos
primeros, veinticuatro sargentos segundos, dos sargentos
segundos de banda, dos sargentos segundos arrieros, noventa y
seis cabos, dos cabos de cornetas y seiscientos cuarenta y dos
soldados… Suplícole asignar sueldos y orden para pago desde el
día primero del actual301.
Hasta aquí todo parecía marchar bien, pero el desacuerdo de
Banderas con la política de Madero y León de la Barra, se manifestó al
oponerse amenazante, al regreso del ejército federal a Sinaloa, lo cual
manifestaba las contradicciones entre Banderas y Madero, según se ilustra
en el siguiente telegrama:
Nº 4 de Culiacán el 11 de julio de 1911. Señor Francisco I.
Madero. México. Rumorase que próximamente vendrán a
guarnecer plaza Mazatlán y ésta, fuerzas federales. Como ud.
comprenderá, no es oportuno venida esas tropas, por todo lo que
300
301
González Ramírez, op. cit., p. 346.
AGN, Fondo Gobernación, SS C905 E1, f. 27.
89
acaba de pasar, pues fuerzas que tengo aquí y en demás distritos
Estado consideran aun á federales como enemigo. Para conservar
paz creo indispensable, salvo su respetable opinión, que dichas
fuerzas no vengan por de pronto sino hasta que esto esté
completamente pacificado, lo que espero avisarle lo más pronto
posible. Mi deber es ante todo que se restablezca la paz y para
ello necesito de la ayuda que me permito indicarle. El Presidente
de la Junta Militar. Juan M. Banderas302.
“Los maderistas odiaban a los federales porque para ellos y con razón,
eran los enemigos a los que habían combatido y los sostenedores del
régimen dictatorial de Porfirio Díaz”. Por su parte, los federales despreciaban
a los soldados revolucionarios porque se sentían muy superiores a ellos y
porque estaban seguros, de haberlos derrotado si la paz no se hubiera hecho
tan pronto como se hizo. “La enemistad entre los soldados revolucionarios y
los del Ejército Federal, el cual había quedado prácticamente intacto después
de Ciudad Juárez, lo podía advertir en cualquier parte de la nación el
observador menos atento”303.
La respuesta a sus telegramas de los días 10 y 11 de julio, demoró
cuatro “largos” días, llegándole respuesta a Banderas hasta el día 15, cuando
el secretario de Gobernación Emilio Vázquez Gómez, genuino representante
de la Revolución en el gabinete de León de la Barra, le contestó
favorablemente. Le aprobó la formación de los dos cuerpos rurales, pero
también le dijo que: “los cuales deben ponerse á las órdenes de la inspección
General de la Policías Rural de esta Capital, para facilitar el pago de sus
haberes y la reorganización conveniente”304, no perdía Banderas, su jefatura
sobre los cuerpos rurales de Sinaloa, pero como en todo el país, estarían
subordinados a la Inspección General de Rurales, dependiente de la
Secretaría de Gobernación del gobierno federal. Al otro telegrama le
respondió: “Con relación á su mensaje del 11, respecto de salida de fuerzas
302
Ibíd., SS C905 E1, f. 28. AHSDN, SH, exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f 773.
Jesús Silva Herzog, Breve historia de la revolución mexicana, t. I, México, FCE, 1983,
pp. 216-217.
304
AGN, Fondo Gobernación, SS C905 E1, f. 30.
303
90
federales para ésa, ya se dictan las medidas convenientes en el sentido que
solicita”305.
Banderas logró sus objetivos, le aceptaron financiarle la organización
de una fuerza de ochocientos cincuenta hombres, y además, por lo pronto,
los soldados federales no vendrían a Sinaloa. Pero, viendo el peligro que
representaba Banderas, el 30 de julio, el gobierno federal extingue la Junta
Militar del Estado306 y el 2 agosto nombra a Iturbe, Jefe de las Armas en el
Estado, para quitarle a Banderas el mando de los cuerpos rurales.
La Presidencia de la Junta Militar del Estado, recibió muchas
peticiones de la ciudadanía, de diverso índole. Banderas representaba para
las clases subalternas y las capas medias de la población, el poder mas
confiable, si no es que el único. El 13 de junio, la señora Anastasia
Velázquez, Viuda de Gabriel Leyva Solano, le escribió carta a la Junta Militar,
en la que le pedía a Banderas su intervención para “pedir… se imparta
justicia… suplico se nombre un juez honorable para que, reconstruyendo los
hechos, practique las averiguaciones respectivas y aplique el digno castigo a
quien resulte responsable”, por el asesinato de su esposo. Doña Anastasia
culpaba a “Diego Redo, al Juez especial que practicó las falsas diligencias
Lic. Ignacio M. Gastelum y al capitán Don Antonio Barreda prefecto de aquel
Distrito”307.
Dos días después, Banderas le envía al gobernador Gaxiola Rojo, una
nota, anexando la carta de doña Anastasia, en la que le pide su intervención
ante las autoridades judiciales; el gobernador atendiendo esta petición, el 16
de junio, le envió un oficio al Presidente del Supremo Tribunal de Justicia del
Estado308. También, ese mismo día, Banderas telegrafió a Madero:
305
Ibíd., SS C905 E1, f. 32.
El Correo de la Tarde, núm. 8537, Mazatlán, 6 de septiembre de 1911, p. 3.
307
Archivo particular de Agripin Acosta Martín APAAM, Anastasia Velázquez Viuda de Leyva a
la Junta Militar del Estado, Culiacán, 13 de junio de 1911.
308
APAAM, Juan M. Banderas, Presidente de la Junta Militar del Estado y Loreto Rodríguez,
Secretario Interino, al Gobernador del Estado, Culiacán, 29 de junio de 1911.
306
91
Culiacán, 15 de junio de 1911. Señor Francisco I. Madero. México,
D.F. Viuda de Gabriel Leyva, asesinado en Sinaloa el 13 de junio
de 1910, por sus ideales antirreeleccionistas, ha solicitado de esta
Junta Militar intervención para esclarecer culpables dicho
asesinato, por lo que suplicamos su intervención ante quien
corresponda y protección a los huérfanos, como usted crea más
conveniente. Sufragio Efectivo, No Reelección. El presidente de la
Junta Militar, Juan M. Banderas. Teodoro Lemmen Meyer,
secretario309.
Para apoyar la petición de Doña Anastasia, Banderas la hizo pública,
al enviar el 18 de junio, carta a El Correo de la Tarde, para que se enteraran
los lectores del diario mazatleco (que circulaba por todo el estado). En esta
carta, Banderas anexaba copias tanto del ocurso que recibió de Doña
Anastasia, como del telegrama que le envió a Madero; e informaba de su
comunicación con el gobernador, “a fin de que ordene la averiguación
correspondiente, sobre hechos tan delictuosos”.
En esta misma carta, Banderas denunciaba la opresión sufrida por los
obreros de las minas, que no recibían el pago de su salario en moneda de
circulación legal, sino en vales para la tienda de raya, “también les remitimos,
con objeto de su publicidad, copia del oficio que ésta (la Junta Militar) dirigió
al señor gobernador, relativo a los pagos que hacen las negociaciones
mineras con boletos de crédito”310.
Además, Banderas le telegrafió a Madero, exigiéndole “con imperio,
pero con justa razón, que se pensionara a los huérfanos de Gabriel
Leyva”311, a lo cual, no accedería Madero, ni cuando ejerció la Presidencia de
la Republica.
La situación política de Sinaloa cambiaria por un proceso social que se
inició a fines de junio. La inconformidad que prevalecía entre la mayoría de
los maderistas sinaloenses, por la permanencia en sus cargos de los
309
Reminiscencias históricas de 1910 sobre la muerte de Gabriel Leyva, tomadas de El Correo de
la Tarde, en Gabriel Leyva Velázquez, op. cit., p. 113.
310
Ibíd., pp. 111-113.
311
José C. Valadez, Realidad e inmaginación de Francisco I. Madero, en Obras, México, Siglo
XXI-DIFOCUR, 1992, p. 527.
92
Diputados y Magistrados, secuaces de la oligarquía porfirista, electos durante
el gobierno de Redo, desencadenó un movimiento popular que demandó la
renuncia de éstos.
El 22 de junio, una comisión nombrada por el Club Democrático
Obrero de Culiacán, entregó un ocurso al gobernador, en el que le pedían:
I. Que se sirva acordar se convoque al pueblo para elecciones de
Diputados que integren la Cámara, declarándose previamente, si
necesario fuere, la nulidad de las últimas elecciones; II. Que una
vez formada la nueva Cámara, ésta convoque al mismo pueblo
para elecciones de Munícipes que deban integrar los
Ayuntamientos de los Distritos, y, por último, que la misma Cámara
convoque á elecciones para Magistrados que integren el Supremo
Tribunal de Justicia
Los firmantes le decían a Gaxiola Rojo, que consideraban que la
renovación inmediata de la Cámara de Diputados, traería grandes beneficios
al Gobierno del Estado, “que tan atinadamente fue puesta en sus manos á
moción unánime del pueblo, basada en los nuevos principios democráticos
de Sufragio Efectivo, No Reelección”; y que las garantías individuales que
otorgan las leyes, “serían respetadas y no violadas como sucedió en la
administración del exdictador, General Porfirio Díaz”.
Aunque pedir la renuncia de los Diputados y Magistrados, era contrario
a la política de Madero, de conciliación con los porfiristas, los autores del
ocurso, que seguramente estaban concientes de tener esta diferencia política
con Madero, pero que seguían sintiéndose maderistas, se justificaban
considerando su petición como parte de los objetivos de Madero, diciendo:
De esta manera y no de otra la justicia brillaría en todo su
esplendor sobre las diferentes clases sociales de que se compone
el pueblo, afianzándose así, de una vez para todas, la base
principal en que descansa el solemne y grandioso plan del
libertador de nuestros derechos, señor Francisco I. Madero.
Firmaban este ocurso los dirigentes del club, Pedro López, Esteban
Zavala y José A. Velasco, Presidente, Vicepresidente y Secretario,
93
respectivamente; y otros ciento treinta y siete miembros del Club,
avecindados en Culiacán. Entre los que figuraban el exjefe guerrillero Ramón
Rangel Valenzuela, que se desempeñaba como jefe de policía de la
ciudad312, y algunos de los que fueron miembros de la mesa directiva del
Club Antirreleccionista de Culiacán, como Anastasio B. Yuriar y Crisanto
Arredondo313.
En esos días el gobernador Gaxiola Rojo, gozaba de la confianza de
los maderistas sinaloenses, por ello, el Club Democrático obrero, podía
confiar en que su petición al Ejecutivo Estatal, tendría una respuesta
satisfactoria. Pero Gaxiola Rojo, fiel a sus convicciones reaccionarias, y a su
cuñado Bonilla, siguió la política de Madero, de conciliación con los oligarcas
porfiristas, por ello, acatando los tratados de Ciudad Juárez, no satisfizo la
petición del Club Democrático Obrero. también por esos días, se había
desatado la campaña electoral por la gubernatura; la actitud parcial,
favorable a uno de los candidatos, por parte de Gaxiola Rojo, haría que
perdiera popularidad y hasta fuera derrocado de la gubernatura.
Inicialmente
se
presentaron
tres
candidatos:
Fortunato
Vega,
propuesto por los hacendados de El Fuerte314; licenciado José A. Meza,
candidato de los maderistas moderados, encabezados por Bonilla, por la
influencia de éste, contó también con el apoyo del gobierno federal; y el
profesor José Rentería, apoyado por los maderistas radicales, inconformes
con los tratados de Ciudad Juárez.
Ante la proliferación de Clubes políticos que postulaban para
Presidente y Vicepresidente, a Madero y Francisco Vázquez Gómez, pero
apoyando para gobernador, unos al licenciado Meza y la mayor parte, al
profesor Rentería; los hacendados porfiristas retiraron a su candidato y se
312
313
314
El Correo de la Tarde, núm. 8508, Mazatlán, 7 de agosto de 1911, p. 3.
Ibíd, núm. 8467, 27 de junio de 1911, p. 7.
Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa 1910-1920, op. cit., p. 93.
94
pasaron a darle su apoyo a Meza315, aliándose con Bonilla y sus partidarios.
El licenciado Meza se convirtió en el abanderado de los intereses de la
oligarquía; Rentería representó en esa campaña electoral, los mejores
ideales de la revolución316.
Rentería, michoacano de 76 años de edad, profesor normalista,
avecindado en la Villa de El Fuerte desde 1858. Soldado de la Reforma en
las filas de Placido Vega, alcanzó en el campo de batalla, el grado de coronel
en 1864, luchando contra los franceses y el Imperio de Maximiliano. Crítico
de la dictadura de Díaz desde las páginas de El Correo de la Tarde. Participó
en la campaña electoral de José Ferrel por la gubernatura del estado,
oponiéndose al candidato porfirista Redo, desde la presidencia del Club
Melchor Ocampo de El Fuerte317. Se une a la revolución maderista luchando
al lado de José María Ochoa, quién al apoderarse de El Fuerte, lo nombró
Prefecto del Distrito, es postulado candidato a gobernador por el Club José
Ferrel318. Este nombre era un símbolo de la lucha electoral contra los
caciques porfiristas, los partidarios de Rentería lo aprovecharon durante la
campaña, difundiendo en su propaganda que era la revancha electoral del
pueblo sinaloense contra sus mismos enemigos.
El licenciado Meza, originario de El Fuerte, había sido entre 1894 y
1902, Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado319, pero
rompió con los porfiristas al participar en la campaña a favor de Ferrel,
desempeñándose como vicepresidente del Club Melchor Ocampo320, siendo
compañero de Rentería; luego, apoya la candidatura de Madero; al aceptar la
315
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 117. Figueroa Díaz, Los
Gobernadores de Sinaloa 1831-1996, op. cit., p. 85.
316
Gilberto López Alanís, Las primeras elecciones de la revolución mexicana en Sinaloa, 1911,
Culiacán, México, DIFOCUR, 1990, pp. 3-4.
317
Dina Beltrán López y Marco Antonio Berrelleza Fonseca, op. cit., p. 21.
318
Figueroa Díaz, Los Gobernadores de Sinaloa 1831-1996, op. cit., p. 88.
319
Brito Rodríguez, op. cit., pp. 134-135.
320
Dina Beltrán López y Marco Antonio Berrelleza Fonseca, op. cit., p. 21.
95
candidatura a gobernador, se desempeñaba como Juez de Primera Instancia
del Distrito de El Fuerte321.
El gobernador del estado, convirtió a Meza en el candidato oficial, y
siguiendo la tradición del porfiriato, puso a la estructura gubernamental al
servicio de la campaña de Meza. Lo que radicalizó a los partidarios de
Rentería, que eran quienes pedían la renuncia de los Diputados y
Magistrados heredados por el exgobernador Redo.
El 11 de julio, el Club Cívico “Aquiles Cerdán”, de El Fuerte, le dirige
un mensaje al gobernador Gaxiola Rojo, diciéndole que “protesta
enérgicamente”, por la conducta del licenciado Meza, al aceptar su
candidatura a gobernador del estado, sin renunciar a su cargo de Juez de
Primera Instancia del Distrito de El Fuerte. Le hacen saber que conocen de
su parcialidad en la elección de gobernador a favor del licenciado Meza y le
exigen destituirlo del Juzgado: “Dícese usted recomienda su candidatura á
autoridades, lo cual nos resistimos a creer, dados sus principios
democráticos. Permitámonos preguntarle ¿está sus facultades destituirle ó es
necesario dirigirnos Secretaría Gobernación?”322.
Gaxiola Rojo no hizo caso a ninguna de las demandas de los
renteristas. Entonces, temiendo éstos, que el gobernador, efectuara un
fraude electoral, apuntaron sus baterías también contra él. Los renteristas
planearon manifestaciones populares de protesta, en las principales ciudades
del estado, para exigir ahora, también la renuncia del propio gobernador,
junto con la de los Diputados y Magistrados. Prepararon para el día jueves 20
de julio, manifestaciones simultáneas en Culiacán y Mazatlán.
Enterado Bonilla de esto, telegrafió infructuosamente, a uno de los
principales líderes de los clubes maderistas de Mazatlán, profesor J. Felipe
Valle, para persuadirlo de que no se pidiera la renuncia de los integrantes de
321
322
El Correo de la Tarde, núm. 8489, Mazatlán, 19 de julio de 1911, p. 4.
Locus cit.
96
los poderes del Estado y que no se organizaran manifestaciones que podían
convertirse en motines sangrientos.
Para colaborar en la organización de la manifestación en Mazatlán,
llegaron desde Culiacán, Zeferino Conde y Loreto Rodríguez. La noche del
18 de julio, reunidos en asamblea, los clubes Obrero Democrático y Cívico
Pascual Orozco, acordaron por “gran mayoría de votos”, invitar al pueblo
mazatleco, a concentrarse en la plaza de la República, el día 20, a las cuatro
de la tarde, para:
Celebrar una solemne manifestación de protesta, PACÍFICA Y
ORDENADA MANIFESTACIÓN cuyo objeto es conseguir la
renuncia de los actuales poderes de nuestro Estado; es decir, del
Gobernador interino, Diputados y Magistrados, por no llenar las
aspiraciones populares el primero y haber pertenecido á la tiránica
Administración pasada los otros superiores elementos, de que
evidentemente hay que desconfiar, y haciendo en su oportunidad
las debidas substituciones por elección popular323.
En Culiacán, el día 20 de julio, Los manifestantes se reunieron a las
diez y media de la mañana en la Plaza Constitución324, recorrieron las
principales calles, acompañados de los comisionados del Club Cívico
Pascual Orozco de Mazatlán, Carlos Félix Díaz y Celso A. García; de una
banda de música y una orquesta. Encabezó la columna el jefe militar
Gregorio L. Cuevas, “montando un soberbio caballo retinto”. Llegaron al
Palacio de Gobierno y allí pidieron la renuncia del gobernador Interino, de los
demás empleados principales del gobierno, de los Diputados y de los
Magistrados; una comisión nombrada por los manifestantes se entrevistó con
el gobernador para expresarle sus demandas, la respuesta de éste fue pedir
“un plazo para conocer la opinión de la mayoría del Estado”325.
En la ciudad de el Fuerte, los clubes políticos que apoyaban la
candidatura de Rentería en ese Distrito, Aquiles Cerdán, de El Fuerte; Idea
323
Ibíd., p. 8.
Actualmente llamada plazuela Álvaro Obregón, al costado norte de la Catedral.
325
El Correo de la Tarde, núm. 8492, Mazatlán, 22 de julio de 1911, p. 8; y núm. 8501, 31 de julio
de 1911, p. 8.
324
97
Libre, de Tetaroba; Gabriel Leyva, de Chinobampo; Insurgentes del Fuerte,
de San Blas; y José María Morelos, de Topolobampo; realizaron el 24 de julio
una manifestación, en la que el Secretario del Club Aquiles Cerdán, Manuel
C. Leyva, leyó la petición que estos clubes, le hacen a Banderas, en su
condición de Presidente de la Junta Militar del Estado, de que renuncien el
Gobernador, los Diputados, los Magistrados y tanto el prefecto en funciones
por ministerio de ley, doctor. J. Jiménez Aldana, como el Juez de Primera
Instancia de este Distrito, que se encontraba en campaña por la gubernatura,
licenciado José A. Meza326.
El ingeniero Bonilla, por su parte, seguía insistiendo estérilmente en
que no se derrocara de la gubernatura a su cuñado. A fines de julio, publicó
El Correo de la Tarde, un telegrama suyo, en el que “Apelaba al patriotismo
de los Sinaloenses, encareciéndoles que no se recurriera á los medios
violentos para derrocar al Gobierno del Estado”. Criticaba Bonilla las
protestas populares, falseando la realidad, al inventar que se planeaba usar
la violencia en ellas. Los clubes mazatlecos Obrero Democrático, Cívico
Pascual Orozco y Heriberto frías, le contestan, que seguirán luchando
pacíficamente, por el derrocamiento de los poderes del Estado327.
326
327
Ibíd., núm. 8505, 4 de agosto de 1911, p. 3.
Ibíd., núm. 8501, 31 de julio de 1911, p. 1.
98
III. DEFENDIENDO LA SOBERANÍA DE SINALOA.
1. De Presidente de la Junta Militar a Gobernador del Estado.
En la Capital de la República, sucedieron dos acontecimientos que
tuvieron importantes repercusiones tanto nacionales como estatales:
Primero, el Presidente León de la Barra le pide su renuncia a Emilio
Vázquez Gómez, que se la presenta el 2 de agosto, y designa al partidario
del general Reyes, ingeniero Alberto García Granados, para que lo sustituya
en la Secretaría de Gobernación, quien se encontraba en funciones de
Gobernador del Distrito Federal328.
Después, El general Iturbe, es nombrado jefe de las armas en Sinaloa.
Iturbe, que había sido llamado a la capital de la República, habiendo salido
del estado desde fines de junio329, se había convertido en un instrumento del
gobierno federal en contra de Banderas. Bonilla y García Granados,
aprovecharon las viejas rencillas que tenía Iturbe con el general de Tepuche.
Iturbe se encontraba en la Ciudad de México cuando recibe el nombramiento
el 3 de agosto, y al día siguiente publica en El Correo de la Tarde, un
manifiesto a los jefes y oficiales del Ejército Libertador en Sinaloa, en el que
reconoce que “La separación del Lic. Vázquez del Ministerio de gobernación
ha causado gran disgusto entre los jefes insurgentes”, pero pide a los
soldados maderistas “que conserven la serenidad del caso, teniendo fé
plena” en el caudillo Madero330.
Sin embargo, Iturbe no pudo ejercer el cargo, su nombramiento fue
nominal331, por el descontento que provocó su nombramiento entre los jefes,
oficiales y tropa de los Cuerpos Rurales del estado, éstos desde la formación
328
329
330
331
Bonilla Jr., op. cit., p. 259.
El Correo de la Tarde, núm. 8467, Mazatlán, 27 de junio de 1911, p. 2.
Ibíd., núm. 8505, Mazatlán, 4 de agosto de 1911, p. 1.
Diego Arenas Guzmán, Del maderismo a los tratados de Teoloyucan, México, INEHRM, 1955,
p. 12.
99
de la Junta Militar, habían reconocido como su jefe en Sinaloa a Banderas y
no les pareció bien que desde el gobierno federal, les impusieran a Iturbe.
Los verdaderos directores de la política gubernamental en Sinaloa,
Bonilla y Madero, promovieron con De la Barra y García Granados, la
imposición de Iturbe. Esta camarilla necesitaba quitarle el mando a
Banderas, debido a que la mayoría de sus subordinados, integrantes de las
fuerzas de seguridad en el estado332, se había unido a los renteristas, en las
protestas populares que demandaban la renuncia de los tres poderes del
Estado, quedando claro que el general de Tepuche, apoyaba estas
demandas.
“La salida del licenciado Vázquez Gómez y el nombramiento de García
Granados, se consideraron como un triunfo del Presidente De la Barra y de
los ‘científicos’ sobre la Revolución, favorecido por la debilidad de su propio
Jefe”333. En Sinaloa, fue considerada por numerosos ciudadanos como un
retroceso revolucionario y un fortalecimiento del “elemento científico” en el
gobierno federal. Se reavivó en el estado la inconformidad contra los
“científicos” sinaloenses, que aún detentaban el poder334 y que naturalmente
eran
objeto
de
profunda
desconfianza
de
que
se
comportaran
democráticamente en las elecciones que se celebrarían el próximo 3 de
septiembre, por lo que continuó la lucha por separarlos del poder.
El viernes 4, Gaxiola le telegrafía a Bonilla, anunciándole su decisión
de renunciar a la gubernatura y para terminar con la agitación social, propone
a Banderas como nuevo gobernador. Aseguraba Gaxiola tener información
de fuentes fidedignas, de que el siguiente domingo habría una manifestación
armada contra los tres poderes del Estado, advertía que sólo Banderas podía
332
González Ramírez, op. cit., p. 349.
Gildardo Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México, t. I, México, Comisión para la
Conmemoración del Centenario del Natalicio del General Emiliano Zapato, 1979, p. 186.
334
González Ramírez, op. cit., p. 348.
333
100
salvar la situación, y pedía que la Secretaría de Gobernación lo llamara a la
Ciudad de México para pedir licencia y dejar de sustituto a Banderas335.
Bonilla le contesta ese mismo día, dándole instrucciones para que
resista y actúe, le pedía que le informara inmediatamente quienes eran los
promotores de la inconformidad contra los poderes del Estado, le ordenaba
que separara inmediatamente de sus cargos a los funcionarios del gobierno
estatal sospechosos de simpatizar con los inconformes336, le instruía para
que platicara con Banderas, Tirado y Ochoa, jefes militares del centro, sur y
norte del estado respectivamente, para asegurarse que los Cuerpos rurales
estarán de su parte y no de los promotores de la protesta, a los que le
ordenaba castigar rápida y enérgicamente; por último, le advertía que él
juzgaba que por ningún motivo el Estado debía quedar en manos de
Banderas337.
Ante la inminente renuncia de Gaxiola Rojo, Bonilla maniobró tratando
de conservar su control sobre el estado: Por una parte, propuso desde el día
4, sustituir a Gaxiola, con su suegro, Francisco M. Andrade338, porque “bien
podía resultar Gobernador una persona de carácter enérgico é intransigente,
como es el señor Andrade“339 En una carta al maderista Genaro M.
Velázquez, Bonilla le escribió:
Por la circunstancia del ser él (Gaxiola) mi hermano político, era
natural que se me atribuyera tanto el haber influido para su
colocación en el puesto de gobernador, como el deseo de que no
se separara del mismo… yo he deseado que mi referido hermano
se separa del puesto, mucho más de lo que ustedes lo han
deseado, pues con su separación quedaba libre de innumerables
335
Ibíd., p. 347.
Bonilla menciona en el telegrama a dos funcionarios sólo por sus apellidos, Portillo y Gutiérrez.
337
González Ramírez, op. cit., pp. 347-348.
338
Gaxiola Rojo estaba casado con una hija de Francisco M. Andrade “Papá Quico”, quién era uno
de los peores caciques porfirianos, fue uno de los responsables intelectuales del asesinato del periodista
José Cayetano Valadés, el 27 de enero de 1879. Siendo prefecto del Distrito de Culiacán, contrató por
orden del gobernador general Francisco Cañedo, al autor material del crimen, Nicolás Zazueta “El
Borrego”.
339
Manuel Bonilla al Director de El Correo de la Tarde, Cd. de México, septiembre 28 de 1911; El
Correo de la Tarde, núm. 8565, Mazatlán, 5 de octubre de 1911, p. 2.
336
101
molestias… llegue a sugerir que don Francisco M. Andrade, cuya
energía en casos semejantes es bien conocida en Sinaloa, podría
ser el candidato para suceder a Gaxiola, por aquello de que como
se dice vulgarmente: el que no quiera buen padre, que tenga mal
padrastro…340.
Por otro lado, Bonilla logró que el nuevo Secretario de Gobernación,
García Granados, llamara urgentemente a Banderas, a la Ciudad de México.
Sin embargo, la maniobra no prosperó, porque los diputados obedeciendo
más a sus intereses que a Bonilla, preferían conservar la curul y tal vez hasta
la vida.
La tarde del día 4, se publicó en la prensa mazatleca, que en el
Ministerio de Gobernación se hablaba de “la conveniencia de que fuese
nombrado gobernador Interino de Sinaloa Francisco Andrade, al aceptarse la
renuncia del actual Gobernador del Estado”341, lo cual, escandalizó a los
maderistas
sinaloenses,
provocándose
“protestas
contra
ese
nombramiento”342.
Por la noche de ese día, en Mazatlán, a pesar de la lluvia que inició
desde temprano con vivo relampagueo y descargas eléctricas, sesionaron en
el local de la Sociedad Ignacio Zaragoza, los clubes renteristas, Obrero
democrático, Cívico Pascual Orozco y Heriberto Frías, del este último club,
asistieron ciento cincuenta miembros “todos cargadores y carreteros”, el
señor Jesús Cisneros, denunció en la reunión que el gobierno federal
preparaba la imposición de Francisco Andrade, enseguida, Antonio Espinoza
de los Monteros, “tomó la palabra, excitando á todos los presentes á que se
hiciera una protesta sobre esta imposición”, los presentes, como era natural
aprobaron esta propuesta343. Así, murió la intención de Bonilla de imponer en
la gubernatura al porfirista “Papá Quico”.
340
Olea, op. cit., pp. 60-61.
El Correo de la Tarde, núm. 8505, Mazatlán, 4 de agosto de 1911, p. 8.
342
Manuel Bonilla al Director de El Correo de la Tarde, Cd. de México, septiembre 28 de 1911;
Ibíd., núm. 8565, 5 de octubre de 1911, p. 2.
343
Ibíd., núm. 8506, Mazatlán, 5 de agosto de 1911, p. 8.
341
102
Entonces, al día siguiente, por la mañana, Bonilla cambió de
candidato, recordó el refrán popular “para que la cuña apriete, tiene que ser
del mismo palo”, proponía ahora a uno de los líderes políticos del maderismo
Mazatleco, a un renterista con quién llevaba buena amistad, al doctor Miguel
M. Maxemín, que se desempeñaba como Presidente del Partido Democrático
Sinaloense344, que se había organizado en Mazatlán, en julio de ese año, y
del cual, fungía como Vicepresidente el licenciado Rosendo R. Rodríguez,
secretario del gobierno del estado.
A un amigo sinaloense, Bonilla le escribió: “he dado mi opinión
favorable respecto del señor Maxemin para que se encargue del
gobierno”345.En el caso de que Maxemin llegara a la gubernatura, Bonilla
esperaba aprovechar su amistad con él, para tener influencia en su gobierno
y favorecerse políticamente.
Ese día 5, Bonilla contestó por la misma vía, los telegramas que el
mismísimo José Rentería le había dirigido, reclamándole que pretendiera
sostener a Gaxiola Rojo. Bonilla negó sus actos, diciéndole a Rentería: “yo
personalmente no tengo interés en que permanezca Señor Gaxiola, antes me
satisface que deje un puesto donde sólo se conquistan amarguras”;
procurando convencerlo de que Banderas no debería ser el nuevo
gobernador, le dijo: “han acudido de ese Estado y de aquí muchas personas
ante Señor Presidente, quejándose de que Banderas ejercerá presión militar
en Sinaloa, y de que habiendo ordenado fusilamiento Morelos, no es digno
del puesto”; y terminaba proponiéndole a su nuevo candidato: “al Señor
Presidente se le indica Doctor Maxemín como excelente sustituto de
Gaxiola… ruégole consideren el punto”346.
El miedo no tiene paciencia. El mismo día 5, pese a las instrucciones
recibidas de Bonilla, Gaxiola le contestó mediante otro telegrama diciéndole
que su renuncia a la gubernatura es irrevocable, le insistía que juzgaba
344
345
346
Ibíd., núm. 8501, Mazatlán, 31 de julio de 1911, p. 8.
Olea, op. cit., p. 58.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 23, exp. 9, doc. 271.
103
necesario que Banderas lo sustituyera, deciale que él veía de cerca la
situación imperante y comprendía que solamente así se podrían evitar serias
perturbaciones en el estado. Gaxiola creía que cuando Banderas asumiera el
cargo de gobernador del estado, lo orientaría para que procediera
convenientemente y calmara “juiciosa y acertadamente la notoria impaciencia
de jefes maderistas y demás partidarios, quienes en el fondo tienen sobrada
razón en sus pretensiones”. Le recordaba a Bonilla lo quebrantado de su
salud y le rogaba para que le contestara inmediatamente347.
Por la tarde de ese día, tanto Bonilla como García Granados, después
de haberse entrevistado, informaron a la prensa de la capital, “que ante las
manifestaciones hostiles del pueblo en contra del señor Gaxiola… se retiraría
de su puesto el señor Gobernador y que renunciaría en masa la legislatura
local, nombrando antes Gobernador al jefe revolucionario Juan Banderas”348.
De esta manera, hicieron pública su aceptación de que Banderas fuera
nombrado Gobernador, para restablecer la tranquilidad pública.
Sin embargo, Bonilla logró pactar con Banderas y los partidarios de
Rentería, que los diputados no renunciaran “a fin de evitar graves trastornos
que pudieran suceder”349, como les habría dicho Bonilla.
Los problemas de Gaxiola Rojo se complicaron el domingo 6 de
agosto. Ese día por la mañana, se realizó en Culiacán, otra manifestación
popular, pidiendo la renuncia los poderes del Estado350, El Secretario del
Club Obrero Democrático, José A. Velasco, se presentó en el Palacio
Legislativo para pedirles a los diputados su renuncia, como era de esperarse,
éstos desoyeron el reclamo popular351.
347
González Ramírez, op. cit., p. 348.
Ibíd., pp. 348-349.
349
Ibíd., p. 351.
350
El Correo de la Tarde, núm. 8508, Mazatlán, 7 de agosto de 1911, p. 1. Ibíd., núm. 8509, 8 de
agosto de 1911, p. 6.
351
Gabriel Ferrer Mendiolea, Notas acerca de la revolución en Sinaloa, en Sergio Ortega y
Edgardo López Mañon (comps.), Sinaloa textos de su historia, t. 2, México, DIFOCUR-Instituto de
Investigaciones José María Luis Mora, 1987, p. 292.
348
104
Ese mismo día, muy temprano por la mañana, llegó a Culiacán el hijo
de Herculano de la Rocha, Mateo, quién se hospedó en el Hotel Palacio,
ubicado a tres cuadras al oriente del palacio de gobierno del estado, a donde
fueron a visitarlo sus amigos exguerrilleros. Aquello se convirtió en una fiesta
en la calle, todos se embriagaban al son de tres bandas de música, se
disparaban al aire las pistolas y se cabriolaban caballos dificultando el
tránsito. El gobernador enfadado por el desorden, mandó al jefe de su
escolta Cipriano Alonso, para que terminara con ese escándalo. Alonso llegó
con tono enérgico, pero salió a encontrarlo Mateo, que era su entrañable
amigo y compañero en la revolución, se saludaron amistosamente, Alonso
tomó el trago que le ofreció Mateo, en seguida los demás amigos le
brindaron otros dos tragos que también tomó, “entre esos borrachos se toma
o se mata, porque allí no caben los desaires”352. Ya iban a obsequiarle el
cuarto trago, pero no se necesito que lo brindaran, Alonso se lo sirvió, ya
había despertado el ranchero de Bacamacari, que se montó en su caballo,
haciéndolo cabriolar con la maestría que solo él sabía hacerlo, luego se puso
a tirar al blanco, recordándole a sus amigos que era un gran tirador. Aquello
se había convertido en un maremágnum.
El gobernador llamó a Alonso, quién mandó decir que enseguida iría,
volvió a mandarlo llamar y recibió la misma respuesta, al tercer llamado,
Alonso le mandó decir “que él no atendía a catrines... que al rato iría y si no...
que hiciera lo que quisiera”353. Sintiéndose desprotegido el gobernador, al
perder la autoridad sobre su guardia, tuvo temor por su seguridad personal,
precipitándose su renuncia, la que redactó inmediatamente354 y al día
siguiente, muy temprano por la mañana, se la presentó al Congreso355.
Por la tarde de ese día, se negoció el triunfo parcial de los renteristas
y por la noche, anunciando el resultado de esas negociaciones, “se estrenó
352
353
354
355
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 110.
Loc. cit.
Loc. cit.
El Correo de la Tarde, núm. 8509, Mazatlán, 8 de agosto de 1911, p. 6.
105
en el Hotel Palacio, por la orquesta de Concilión un two-step” llamado “viva
Banderas”356.
Los acontecimientos mostrarían que los legisladores terminaron
negociando con los revolucionarios. Los magistrados del Supremo Tribunal
de Justicia del Estado habían renunciado, al igual que el gobernador Gaxiola
Rojo357, por su parte, los diputados terminarían el periodo para el que fueron
electos, pero en cambio, nombraron a Banderas gobernador interino del
estado, el día 7 de agosto, en un acto protocolario realizado en el salón de
actos del Congreso, en el que Ignacio M. Gastelum, presidente de la cámara,
le toma la protesta de ley358, a las nueve de la mañana359. Más tarde, a las
10:40 de esa mañana, Banderas telegrafía al Presidente León de la barra:
Núm. 8 de Culiacán el 7 de agosto de 1911. Recibido en México.
Sr. Presidente de la república. Por renuncia del Sr. Lic. C. Gaxiola
Rojo, del cargo de Gobernador Interino del estado, el H. Congreso
del mismo me nombró con igual carácter para substituirlo en cuya
virtud hoy me hice cargo del despacho de este gobierno. Hónrome
participarlo protestándole mis respetos y distinguida consideración.
Sufragio efectivo – no reelección. J. M. Banderas360.
Al llamado a la capital, que le hizo el día 5, el Secretario de
Gobernación García Granados, Banderas astutamente, se esperó varios días
para contestarle, negándose a viajar a la capital del país:
10 Culiacán 8 agosto de 1911. Subsrio. Gobernación. Urgente.
Con motivo manifestaciones populares verificadas todo Estado
pidiendo inmediato cambio personal poderes y algunos otros
empleados que han continuado contra manifiesto descontento
público Gobernador anterior señor Celso Gaxiola Rojo renunció y
Congreso aceptóle renuncia designándome sustituto por lo cual
ayer a las 9 a. m. otorgué protesta de ley. Esta circunstancia junto
con labor mantener orden que reina en este Estado tan necesaria
356
Loc. cit.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 18, exp. 1, doc. 60.
358
Archivo del Congreso del estado (ACES), Libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31
de agosto de 1912, sesión del 7 de agosto de 1911.
359
El Correo de la Tarde, núm. 8508, Mazatlán, 7 de agosto de 1911, p. 1.
360
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 18, exp. 1, doc. 61.
357
106
en actuales momentos y evitar torcidas maquinaciones enemigos
partido triunfante, reclaman mi permanencia y no dudo que
Ministerio su digno cargo disculpará por ahora supresión mi viaje a
esa que sólo tiende a sostener la paz por medio de la justa
interpretación sentimiento público. El Gob. Juan M. Banderas361.
En cuanto Banderas asumió el cargo de gobernador, la mayoría de los
empleados del gobierno estatal, todos de filiación redista, presentaron su
renuncia. Así el Ejecutivo designó a revolucionarios que eran sus allegados
en los puestos vacantes. Nombró su secretario particular a Loreto Rodríguez,
Secretario General de Gobierno al licenciado Rosendo R. Rodríguez, y
tesorero del estado a Amado A. Zazueta362.
Desde el inicio de su gobierno, Banderas mantuvo un importante
“contacto popular” al establecer “audiencias del público”, mostrando su
interés por conocer y atender los problemas y necesidades del pueblo363.
2. El Presidente Francisco León de la Barra quiere destituir un
Gobernador sinaloense.
Ante los hechos consumados, al no poder evitar Bonilla y la Secretaría
de Gobernación que Banderas llegara a la gubernatura y ante su negativa de
viajar a la Ciudad de México, ahora, el 8 de agosto, era el propio Madero,
quién le telegrafió a Banderas para que suspenda sus trabajos políticos y
viaje a la capital a conferenciar con él364. Pero más revolucionario que
maderista, Banderas acepta la plática con el “jefe” de la Revolución, pero con
intermediario, envía a la capital del país al Teniente Coronel Gregorio L.
361
González Ramírez, op. cit., p. 349.
Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa 1910-1920, op. cit., p. 92.
363
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 129.
364
González Ramírez, op. cit., pp. 350-351, citando a El Imparcial, 9 de agosto de 1911, pp. 1 y 8,
respectivamente. Este diario publicado en la Ciudad de México, al servicio de la oligarquía porfirista,
se distinguió por sus virulentos ataques contra Emiliano Zapata, Juan M. Banderas y todo lo que oliera
a revolucionario.
362
107
Cuevas365. Con toda cortesía, Banderas le dice a Madero que no le era
posible abandonar el estado para no descuidar su nueva responsabilidad de
gobernador.
El general Iturbe, había dejado en Culiacán al frente de su fuerza rural,
a Jesús Rojo, ante quién se presentó Antonio M. Franco, el día 10 de agosto,
para comunicarle su destitución, por ordenes del nuevo gobernador,
exigiéndole entregara el mando de los rurales, nada pudieron hacer Rojo e
Iturbe para evitarlo. Banderas poseía ahora todo el poder político y militar en
Sinaloa.
Al día siguiente, para reforzar la autoridad de Banderas sobre los
cuerpos rurales del estado, el capitán 1º Ángel R. Escalante, enviado a
Sinaloa por el Presidente De la Barra, como Inspector de Fuerzas Rurales y
licenciadas, le telegrafió desde Culiacán al Ministro de Gobernación:
Voz general en esta es que si el Sr. Gral. Iturbe viene a esta con el
carácter de autoridad en las tropas maderistas habrá descontento
pues observo que no goza de popularidad. Jefes y fuerzas parece
aceptarían mejor agrado continuar bajo mando Gral. Banderas,
creyendo así conveniente para garantizar completa paz espero sus
respetables órdenes366.
En el caso de que Maxemin llegara a la gubernatura, Bonilla esperaba
aprovechar su amistad con él, para tener influencia en su gobierno y
favorecerse políticamente.
Por su parte, el ingeniero Bonilla siempre intrigó contra el gobierno del
general Banderas, logrando el apoyo de León de la Barra, de García
Granados y del mismo Madero, para que su amigo el doctor Maxemín,
ocupara la gubernatura sustituyendo a Banderas367. Quién lo señala en este
telegrama:
365
El Correo de la Tarde, núm. 8510, Mazatlán, 9 de agosto de 1911, p. 1.
González Ramírez, op. cit., p. 352.
367
Manuel Bonilla al Director de El Correo de la Tarde, Cd. de México, septiembre 28 de 1911; El
Correo de la Tarde, núm. 8565, Mazatlán, 5 de octubre de 1911, p. 3.
366
108
“Núm. 26 de Culiacán el 11 de agosto de 1911. C. Subsrio.
Gobernación. Enterado su mensaje hoy he telegrafiado Sr.
Presidente de la República lo que sigue: ‘Ing. Manuel Bonilla
telegrama 5 actual díjome que Ud. y Sr. Ministro Gobernación
aprobaron mi nombramiento de Gobernador este Estado
habiéndome nombrado Congreso por renuncia Lic. Celso Gaxiola
Rojo y tomé posesión Gobierno. Hoy díseme mismo Ing. Bonilla lo
que sigue. De parte del Sr. Presidente y del Sr. Madero y en mi
propio nombre digo a Ud. que debe venirse inmediatamente
entregando Gobierno porque así conviene al país todos los que se
han dirigido al Gobierno sobre cuestiones políticas sinaloenses
coinciden en pedir que sea designado para Gobernador Interino al
Sr. Dr. Miguel M. Maxemín y si el Congreso lo nombra se calmarán
las dificultades que parecen agravarse por momentos.’ En Estado
reina completa tranquilidad y orden y mi permanencia en Gobierno
es bien aceptada por la gran mayoría habitantes Sinaloa y fuerzas
libertadoras y creo que mi separación ocasionará trastornos orden
público Ing. Bonilla violando Constitución guiado indudablemente
por falsos informes pretende hacer que Gobierno federal
intervenga en asuntos interiores del Estado desprestigiando así en
este Estado al nuevo gobierno pues el mismo ha estado dirigiendo
telegramas a particulares diciéndoles que se dirijan a ese Gobierno
manifestando inconformidad con mi nombramiento así como que
éste no ha sido aprobado por Ud. y que mandará fuerza federal
para deponerme con lo que está alarmado público. Bonilla está
disgustado porque quería colocar en Gobierno Francisco Andrade
suegro de su cuñado el anterior Gobernador. Caso sea cierto
llamado Sr. Bonilla suplico suspenderlo mientras se manda
enviado especial que informe sobre verdadera situación estado
pero si en vista de lo expuesto siempre insistiese en mi viaje
gustoso obsequiaré sus órdenes. Espero contestación y obraré
como se me ordene. El Gob. J. Banderas”368.
León de la Barra, ni tardo ni perezoso, el día 12 le telegrafía:
Sr. Gobernador don Juan Banderas.
En vista de las circunstancias y del ofrecimiento con que
terminó su mensaje de ayer, me permito, en lo personal, indicar á
usted la conveniencia de que viniendo usted á esta ciudad ocupe
su lugar, como gobernador de ese Estado, el Doctor Maxemín369.
368
El Gobernador interino Juan M. Banderas al presidente de la República, Culiacán, 11 de agosto
de 1911; CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 15, exp. 1, doc. 18. González Ramírez, op. cit.,
p. 352.
369
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 15, exp. 1, doc. 51.
109
Pero Banderas no atendió la indicación del Presidente, ya había
tomado la decisión de enviar en su representación al Teniente Coronel
Cuevas, para que informara de la verdadera situación de Sinaloa. Por fin
entendería León de la Barra, que el ofrecimiento de Banderas al final de su
telegrama del 11 de agosto, era mera diplomacia.
En los primeros días del gobierno de Banderas, los clubes políticos
renteristas, le pidieron que hiciera efectiva la renuncia de los diputados, “y
convoque elecciones nuevos diputados, objeto evitar fraude electoral
próximas elecciones gobernador”370. Sin embargo, Banderas no hizo
renunciar a los diputados, como sí lo había hecho con los magistrados,
integrantes del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, para no incrementar
las dificultades que ya se tenían con el gobierno federal y hasta con el propio
Francisco I. Madero; pero les hizo saber a los renteristas que se encargaría
de garantizar elecciones limpias y cumplió.
Con respecto al Supremo Tribunal de Justicia, los Diputados fueron
presionados por Banderas371 y los renteristas para que entre el 14 y el 30 de
agosto, nombraran a cinco abogados renteristas, Magistrados interinos372. El
17 de agosto373, Banderas, como Gobernador Interino, expidió la
convocatoria para que el domingo 10 de septiembre374, se efectuaran las
elecciones extraordinarias de los Magistrados de este poder del Estado, para
que fungieran por el tiempo que faltaba al periodo constitucional, que
comenzó el 1 de octubre de 1910 y concluía el 30 de septiembre de 1914.
Los magistrados electos, tomaron posesión de sus cargos el 16 de
octubre de 1911375, entre ellos se encontraban los que ya ocupaban el cargo
370
El Correo de la Tarde, núm. 8525, Mazatlán, 25 agosto de 1911, p. 3.
ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31 de agosto de 1912, sesión del 30
de agosto de 1911.
372
Ibíd., sesión del 14 de agosto de 1911; y, Prontuario de Decretos, decretos núms. 28 y 30, p.
106.
373
Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 103, t. II, Culiacán Rosales, 9 de septiembre de
1911, p. 2. El Correo de la Tarde, núm. 8532, Mazatlán, 1 de septiembre de 1911, p. 6.
374
El Correo de la Tarde, núm. 8546, Mazatlán, 15 de septiembre de 1911, p. 6.
375
Ibíd., núm. 8577, 17 de octubre de 1911, p. 2.
371
110
como interinos. Todos los nuevos integrantes del poder judicial, eran
maderistas, algunos de ellos habían defendido antirreeleccionistas presos,
durante la campaña electoral de Madero en 1910. La prensa de Mazatlán
publicaría: “Dichas elecciones se verificaron en el mayor orden y entera
legalidad, lo cual demuestra que el pueblo y autoridades empiezan á conocer
sus deberes democráticos”376. Se vivía en Sinaloa un proceso de transición,
en el que los espacios formales del poder político del Estado, estaban
pasando a manos de los revolucionarios.
Mientras tanto, en la ciudad de México, la prensa reaccionaria,
publicaba rudas críticas contra Banderas y los maderistas radicales de
Sinaloa. El diario capitalino El Imparcial, subvencionado por el porfiriato, no
se preocupó por ocultar sus fobias contra los revolucionarios, esmerándose
en su ataque insidioso y procurando el desprestigio de los revolucionarios
radicales, que discrepaban de la política de Madero, como fue el caso
también, en el Estado de Morelos, del general Emiliano Zapata377, a quién
llamaban “El Atila del sur”.
Contra el general de Tepuche, había desatado El Imparcial una
campaña publicitaria, desde antes que asumiera la gubernatura, de las
manifestaciones populares contra los poderes del Estado, informaba de
motines en Culiacán y desordenes en Mazatlán, a los jefes revolucionarios
banderistas, los ponía de lo peor, nombraba por sus apodos a las
autoridades de Mazatlán: Isidoro Tirado, “El Chilolo” y “El Prieto” Elpidio
Osuna378. El 10 de agosto, en un artículo de su primera plana, titulado “Juan
Banderas en actitud hostil”, publicó:
Se le llamó a México pero se niega a venir. El señor Presidente de
la República Lic. De la Barra, al referirse a la situación del país en
general, ha manifestado que no es mala, excepción hecha de los
Estados de Morelos y Sinaloa, que se encuentran en manos de los
cabecillas revolucionarios Emiliano Zapata y Juan Banderas (a) ‘El
376
377
378
Ibíd., núm. 8546, 15 de septiembre de 1911, p. 6.
González Ramírez, op. cit., p. 345.
Ibíd., p. 352.
111
Agachado’… Banderas piensa disolver la Legislatura Local, lo
mismo que el Supremo Tribunal de Justicia… el señor Madero,
enterado por el señor De la Barra, de que los habitantes de
Sinaloa le habían pedido con urgencia garantías, presas del terror
ante las perspectivas de un gobierno militar encarnado en
Banderas, le dirigió un telegrama ordenándole que abandonara
trabajos políticos y pasara a esta capital. Al propio tiempo, el
Ministerio de Gobernación y el Senado indicaban como
Gobernador Interino de Sinaloa al señor Andrés Avendaño, rico
comerciante y minero de Mazatlán. Al telegrama del señor Madero,
Banderas respondió que no podía abandonar su puesto y que
envía en su representación a su segundo, un señor Cuevas.
Banderas es un antiguo caballerango apodado ‘El Agachado’, y
que nunca, antes de la revuelta, ganó más de setenta y cinco
centavos diarios379.
Para los redactores de El Imparcial, Banderas sólo era un peón venido
a más, durante la revolución, en cambio, Avendaño sí era “persona
decente”380, que merecía la gubernatura del Estado.
El gobierno de León de la Barra amenazaba intervenir militarmente en
Sinaloa. El Imparcial, constantemente editaba notas describiendo a las
unidades militares y navales, que se preparaban para realizar lo que
llamaban “la segunda pacificación de Sinaloa”. El 12 de agosto publicó:
Han averiguado nuestros repórters que la Secretaría de Guerra
hará un envío de fuerzas federales al lejano Estado infestado de
Bandoleros. Saldrá un batallón de alta fuerza y una batería de
piezas Krupp de ochenta milímetros que se encuentra en Sonora…
junto con las mencionadas fuerzas federales operarán las fuerzas
revolucionarias leales al Gobierno, que son las del norte del
estado… toda vez que en Mazatlán la batería ’31 de marzo’ se
encuentra ocupada por fuerzas revolucionarias que poseen dos
cañones de bronce, es muy probable que la Secretaría de Guerra
envíe a dicho puerto al cañonero Tampico381.
El 19 de agosto, El Imparcial, en un artículo aparecido en su primera
plana, titulado “se enviará una brigada mixta a Sinaloa”, decía que la actitud
379
Ibíd., p. 351.
Para la moral de las clases dominantes, la honradez, la honorabilidad, la moralidad, es decir, la
decencia, solo podía encontrarse entre las personas enriquecidas.
381
González Ramírez, op. cit., pp. 355-356.
380
112
rebelde de Banderas reclamaba el envío de esta brigada, cuyo mando se le
daría al general brigadier Rafael Enguía Lis, y que sería formada por distintas
corporaciones militares de la capital y de algunos Estados, con fuerzas de
infantería, caballería, una batería del 5º Regimiento de artillería con cañones
de setenta milímetros y además dos secciones de ametralladoras382.
Por su parte, Banderas tenía de su lado la mayor parte del elemento
revolucionario del estado. En Mazatlán, los Clubes Obrero Democrático,
Cívico Pascual Orozco y Heriberto Frías, tuvieron una reunión solemne y
acordaron enviarle telegrama el 12 de agosto al presidente León de la Barra,
para pedirle que aplazara el llamado al gobernador Banderas, hasta que
pasaran las elecciones, programadas para el próximo 3 de septiembre,
manifestándole tener confianza en que Banderas, garantizaba el sufragio
efectivo383.
El mismo día 12, el capitán 1º Ángel R. Escalante, telegrafió ahora al
Inspector General de las tropas rurales, reiterando que si Iturbe llegaba como
jefe de los rurales del estado, “habrá descontento, pues según observo no
goza popularidad, creyendo conveniente que tropas continúen bajo mando
Gral. Banderas para garantizar paz384.
La postura oficial del gobierno de Banderas sobre su viaje a la capital,
la expresó el Secretario General de Gobierno, licenciado Rosendo R.
Rodríguez, el 16 de agosto, en telegrama a Bonilla. En el que le decía que
era preferible aplazar el viaje, hasta que pasaran las elecciones de
gobernador, pues se rumoraba que durante los comicios, los partidarios del
antiguo régimen, pretendían alterar el orden en el estado, “pero temen a
Banderas como no temerían a otro gobernante”, decía Rodríguez, y
382
González Ramírez, op. cit., p. 358.
El telegrama fue firmado por los dirigentes de los clubes: presidentes Santiago D. Rodríguez,
Cristóbal Limón y Andrés Marrufo; secretarios A. González O., G. M. Velázquez y B. Rodríguez.
González Ramírez, González Ramírez, op. cit., p. 354.
384
González Ramírez, op. cit., p. 355.
383
113
agregaba, que Banderas “tiene la mejor disposición de ir a justificarse de
cargos que se le hacen que son infundados”385.
Desde Culiacán, también se mandaron al Presidente León de la Barra,
telegramas de respaldo a Banderas. El 21 de agosto, un grupo de 14
adinerados, que se decían “representantes del alto comercio y de la banca
en esta ciudad”, temerosos de que se perdiera la paz social, al iniciarse
nuevamente las hostilidades en el estado, en caso de que el gobierno de la
república enviara al ejército federal con la intención de deponer a Banderas,
entre los que figuraban Severiano Tamayo, Manuel y Jorge Clouthier,
Guillermo Retes Peiro y Pomposo Guemes, le decían:
…sabedores de que se pretende separar del gobierno del estado
al C. Juan M. Banderas con cuya admón. Estamos conformes y
creemos que lo está la gran mayoría de los sinaloenses
constándonos que ha conservado hasta hoy inalterable el orden
público en todo el estado y a quién consideramos como el mas
capaz en estos momentos para continuar conservando dicho orden
pues cuenta con la obediencia de las tropas, con lo cual no
contaría ningún otro gobernante.
Por
las
razones
expuestas
suplicamos
a
ud.
encarecidamente se sirva influir para que continúe dicho Sr.
Banderas en el poder hasta que tome posesión del gobierno la
persona que resulte electa en los próximos comicios pues su
separación traerá nuevamente la intranquilidad pública y quizá la
386
alteración de la paz de que actualmente disfrutamos… .
Este telegrama sería publicado tres días después de ser enviado, por
algunos periódicos de la ciudad de México387, con lo que se contrarrestaba la
campaña de difamación contra Banderas, que desplegaban los diarios
porfiristas de la capital, encabezados por El Imparcial. También Gregorio L.
Cuevas, que llegó a la ciudad de México el 18 de agosto388, “desmiente con
todo valor y honradez los cargos que se hacen a los insurgentes”389, diría El
385
386
387
388
389
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 31, exp. B2, doc. 156.
Ibíd., c. 18, exp. 5, doc. 246.
El Correo de la Tarde, núm. 8525, Mazatlán, 25 de agosto de 1911, p. 8.
González Ramírez, op. cit., p. 358.
El Correo de la Tarde, núm. 8525, Mazatlán, 25 de agosto de 1911, p. 8.
114
Correo de la Tarde. Este diario mazatleco, siempre defendió al gobierno de
Banderas contra los ataques de la “prensa científica”, polemizando
particularmente contra los corresponsales de El Imparcial, en Mazatlán y en
Culiacán, ciudad donde desempeñó esa labor contrarrevolucionaria, el
entonces periodista Genaro Estrada. En la ciudad de México, los diarios de
filiación maderista, El Demócrata Mexicano, cuyo editor era el licenciado
José Ferrel, y Nueva era, dirigido por Juan Sánchez Azcona, publicaban
información verídica del acontecer en Sinaloa, respaldando asimismo al
gobierno de Banderas.
El 22 de agosto, también desde la capital del estado, Francisco
Moncayo, José G. Heredia y Pedro López, a nombre de los clubes políticos
renteristas le telegrafiaron a León de la Barra:
Como comienzan a confirmarse versiones que hace días han
circulado de que por combinaciones políticas de persona del
gabinete de ud. se ejecutaran actos tendientes a alterar la paz
pública para que no se verifiquen las próximas elecciones de
gobernador constitucional de este Estado y que con tal fin se ha
determinado la inusitada remoción del gobernador interino del
mismo Estado Sr. Gral. Juan M. Banderas quién dá las garantías
apetecibles de orden y libertad substituyéndose ilegalmente con
violación de la soberanía de esta entidad federativa con el Sr. Dr.
Maxemín quién se dice nombrado para ocupar aquel puesto por el
gobierno federal. Por acuerdo de los clubs Democrático Obrero,
Obrero Estudiantil Francisco I. Madero y Comité Central
Anticaciquista de Sinaloa, nos permitimos reiterar a ud. muy
respetuosamente nuestra suplica anterior de que en beneficio del
orden público y de las garantías que tenemos derecho de disfrutar
en el ejercicio de nuestras libertades políticas se digne ascentir á
que continúe el expresado Sr. Banderas en el puesto que este
pueblo le ha conferido por medio de tal nombramiento sancionado
constitucionalmente por esta honorable legislatura. Protestamos
nuestros más atentos respetos y adhesión, esperamos su
respetable resolución390.
León de la Barra, García Granados, Madero y Bonilla, había fracasado
en su intento por tener el control político y militar de Sinaloa. No lograron
390
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 18, exp. 5, doc. 278.
115
convencer a Banderas de que viajara a la capital, para que impusieran un
gobernador afín a su política; tampoco consiguieron imponer a Iturbe como
Jefe de las Armas en el Estado. Entonces decidieron utilizar la fuerza para
lograr sus objetivos, enfrentando a Maderistas contra maderistas, sus
instrumentos serían Iturbe y José María Ochoa.
Ochoa fue llamado a la ciudad de México, llegando el 19 de agosto,
acompañado de Bernardo S. Cárdenas y Antonio Rojo Alcalde. Ese día,
García Granados entrevistado por El Imparcial, declaró que Ochoa y sus
compañeros “prestarán su concurso en la segunda pacificación de
Sinaloa”391. Ochoa se entrevistó con García Granados el siguiente día 22,
“rindióle un informe y recibió del alto funcionario la misión de tranquilizar el
Estado”, para lo cual, junto con su Cuerpo Rural, que se encuentra en El
Fuerte, operarían en Sinaloa, otros cuerpos rurales de los estados de Jalisco
y Sonora.
El Imparcial publicó el 23 de agosto, que esta resolución del Ministro
de Gobernación, de poner fin, a lo que la prensa porfirista de la capital
llamaba “la angustiosa situación en que se encuentra el Estado de Sinaloa,
en manos de algunos exrevolucionarios, a cuyo frente figura Juan Banderas”,
fue recibida con “beneplácito” de la colonia sinaloense de la capital, ya que:
Tanto el señor De la Barra, como el señor García Granados,
reciben constantemente quejas de vecinos de aquella entidad
federativa. Ya se trata de un despojo arbitrario, de una persecución
inexorable, de la imposición absurda de una autoridad que hostiliza
a toda una población. Estos hechos, agregados al desbarajuste
administrativo en que se encuentran las partes central y sur del
lejano Estado, hechos todos que hasta hace muy poco empezaron
a tener conocimiento los dos funcionarios, los han hecho
resolverse a poner el inmediato remedio, reorganizando aquella
entidad federativa.392
391
392
González Ramírez, op. cit., p. 359.
Ibíd., p. 360.
116
Entre tanto, Banderas acompañado del Mayor Antonio M. Franco, que
fungía como jefe de las fuerzas rurales del centro del estado393, visitó
Mazatlán, el 23 de agosto394, para entrevistarse con el general Justo Tirado,
a quién había ratificado en el cargo de Prefecto del Distrito de Mazatlán, y
con el Coronel Joaquín Cruz Méndez, que era el comandante de las tropas
rurales en los distritos del sur del estado, “y celebraron pacto de unión ante el
enemigo común: el gobierno federal”395. Al día siguiente, Banderas y Franco
regresaron a Culiacán, habiendo confirmado el respaldo que tenían de estos
jefes, que mandaban a los hombres que hicieron la revolución en el sur de
Sinaloa.
El 25 de agosto, en la Biblioteca Pública de Culiacán, se reunieron
miembros de diferentes clubes políticos del Distrito, para acordar la
organización de una manifestación para el siguiente domingo, en honor de
los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia, Madero y Francisco
Vázquez Gómez. Amado A. Zazueta, presentó para que se leyera, una carta
que le enviarían a Madero, “en la cual ponen de relieve que la situación no
está como la pinta la prensa de México”, también pedían que continuara
Banderas como gobernador, “hasta que no pasen las elecciones”. Los
concurrentes firmaron la carta y durante todo ese día, continuaron
recogiendo firmas396.
Al intento del gobierno federal de deponerlo, Banderas, resistió
defendiendo la soberanía del estado, publicando un manifiesto al pueblo
sinaloense, que el 25 de agosto de 1911, firmó junto con el Secretario de
Gobierno, licenciado Rosendo R. Rodríguez, que fue publicado en el
Periódico oficial del Estado de Sinaloa, en El Heraldo, órgano del partido
democrático durangueño y en la Ciudad de México por El Demócrata
Mexicano, provocándose un escándalo nacional:
393
394
395
396
Ibíd., p. 359.
El Correo de la Tarde, núm. 8525, Mazatlán, 25 de agosto de 1911, p. 4.
Arenas Guzmán, op. cit., p. 12.
El Correo de la Tarde, núm. 8525, Mazatlán, 25 de agosto de 1911, p. 1.
117
Conciudadanos: …por decreto número 25 expedido por el
Congreso… fui nombrado Gobernador interino del estado de
Sinaloa… no obstante de que dicho nombramiento mereció la
aprobación previa, tanto del Presidente de la República señor De
la Barra, como del Ministro de Gobernación, señor licenciado don
Emilio Vázquez Gómez… el nuevo Ministro de Gobernación, señor
García Granados, engañado por los falsos informes que respecto a
la situación de Sinaloa ha estado recibiendo de la camarilla
científica que, huyendo del Estado, ha ido a refugiarse a la capital
de la República, me ha pedido que renuncie mi cargo y se nombre
Gobernador por la Legislatura a un señor Maxemin… porque
según los artículos 39 y 40 de la Constitución Federal, la soberanía
reside esencial y originalmente en el pueblo, y los estados de
nuestra Entidad Federativa, son libres y soberanos en su régimen
interior, de donde se deduce que el Gobierno Federal, no puede
legalmente inmiscuirse en los asuntos interiores del Estado de
Sinaloa, sino en los casos previstos por el mismo Pacto Federal.
Admitir, pues, que el Ministerio de Gobernación, quite y ponga
Gobernadores… sería admitir la violación de la soberanía del
Estado… si, pues, no considerara, no sólo como una falta al deber,
si no como una mancha para el gobierno de mi cargo, admitir
nuevamente el sistema porfiriano de imposiciones, con gusto
accedería á los deseos del Ministerio de Gobernación; pero puesto
que lo contrario sucede, debo declarar que sólo me separaré del
poder voluntariamente, cuando tome posesión el gobernante que
resulte electo en los próximos comicios, ó cuando así lo ordene la
voluntad del pueblo sinaloense, manifestada en cualquier otra
forma…397.
Esto sí que era digno de los nuevos tiempos políticos, sin la dictadura
del general Díaz. Era algo inaudito que un gobernador protestara
públicamente, en un manifiesto a sus conciudadanos, de un atentado a la
soberanía de su Estado, por parte del gobierno federal.
Tan inaudito, que la oligarquía se “rasgó las vestiduras”.
Apenas si salió a luz el manifiesto, los caciques se adelantaron
para calificarlo de “altanero”, “acto de insubordinación” etc.
“rebeldía contra el gobierno federal” y así lo hicieron saber al
Ministro de Gobernación, y trataron de agravar la situación,
creyendo que así conseguirían que la federación mandara fuerzas
397
Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 100, t. II. Culiacán Rosales, 2 de septiembre de
1911, p. 1-2. El Heraldo, órgano del partido democrático durangueño, núm. 850, Durango, 12 de
septiembre de 1911, pp. 2 y 3. González Ramírez, op. cit., p. 362.
118
a intervenir en el Estado, destituirían del gobierno al Gral.
Banderas y colocando en su lugar al Dr. Miguel Maxemin, tendrían
la ayuda que ellos necesitaban para hacerse del poder398.
Por su parte, el general Iturbe había regresado a Sinaloa desde
Sonora, con órdenes de batir a las fuerzas de Banderas y Tirado. Llegó a El
Fuerte a fines de agosto399, donde se encontraba el Cuerpo Rural
comandado por José María Ochoa, pero por encontrarse éste en la ciudad de
México, el jefe accidental de sus fuerzas era el Cabo Baltasar Avilés, quién
en un principio aparentó reconocer a Iturbe como jefe de las fuerzas rurales
en el estado, pero estableció comunicación directa con su jefe Ochoa y con
el ministro García Granados.
Al llegar Iturbe al estado, inició el reclutamiento de soldados. El
Cuerpo Rural de El Fuerte tenía un destacamento de cincuenta hombres en
el Distrito de Sinaloa, que estaban al mando del cabo primero Agustín
Beltrán, quién además era el Prefecto del Distrito, habiendo recibido el
nombramiento de Banderas, en cuanto éste se convirtió en Gobernador del
Estado. Beltrán “recibió órdenes del Jefe de las Armas para aumentar su
guarnición hasta completar cien hombres”400. Iturbe no lo sabía aún, pero
Beltrán era leal a Banderas y en caso de conflicto armado se pondría a las
órdenes del general de Tepuche, como sucedería más adelante.
La llegada de Iturbe causó inquietud en el estado. El 27 de agosto,
Gustavo E. Imberck y G. L. Dóriga, Presidente y Secretario respectivamente
de la Cámara Nacional de Comercio de Mazatlán, telegrafían al presidente
León de la Barra:
Circula aquí insistentemente el rumor de que han llegado a Fuerte,
fuerzas federales al mando de Ramón Iturbe y que gobernador
Banderas con las fuerzas de su mando en Culiacán toma algunas
providencias en previsión de algún ataque; en el concepto de que
tales versiones tenga fundamento y considerando que actualmente
398
399
400
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 121.
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5.
Arenas Guzmán, op. cit., p. 14.
119
el Estado goza de completa tranquilidad, que el comercio tiene
garantías y que un conflicto ocasionaría gravísimos perjuicios y
tendrían deplorables consecuencias, suplicamos a usted muy
atentamente se sirva dictar medidas conducentes para evitar los
401
males que preveemos .
Banderas se comunica el 30 de agosto, con León de la Barra,
diciéndole que Iturbe estaba reclutando soldados en El Fuerte, para atacar
Culiacán, “ha destituido sin derecho alguno autoridades nombradas por este
gobierno en el Fuerte y esta siendo sugestionado indirectamente por
científicos para alterar orden y paz que existen todo el estado”, juzgaba
necesario Banderas que ha Iturbe se le llamara a otro lugar fuera de Sinaloa,
“mientras una comisión pasa a esa capital ha conferenciar pues de continuar
Iturbe en actitud hostil este gobierno lo considerará como trastornador del
orden público”, advirtiendo que en ese caso procedería contra Iturbe, de
acuerdo a las facultades de que estaba investido402. Sin embargo, el
gobierno federal, no atendió la petición del gobernador de Sinaloa. Iturbe
continuó con sus preparativos bélicos, en El Fuerte.
El 2 de septiembre, Bonilla les telegrafía a los señores Imberck y
Dóriga, buscando ponerlos de su parte y en contra de Banderas, pero éstos,
le responden dos días después, expresándole su protesta por el
nombramiento
de
Iturbe:
“conflicto
tememos
sea
provocado
por
nombramiento Iturbe contra voluntad mayoría Jefes de Fuerzas en el Estado,
quienes estiman nombramiento como una humillación impuesta por actitud
Banderas que todos juzgan correcta”403.
Ante el inminente ataque por parte de Iturbe, que se suponía
dispondría de tropas del ejército federal, Banderas preparó a las fuerzas
armadas de que disponía, los Cuerpos Rurales del centro y del sur del
estado, comandados por Antonio M. Franco y Joaquín Cruz Méndez, y la
Gendarmería estatal.
401
402
403
AHSDN, SH, exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f. 826.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 14, exp. 1, doc. 13.
González Ramírez, op. cit., p. 363.
120
Franco tenía bajo sus órdenes trescientos veinticuatro rurales,
integrantes del Cuerpo Rural que resguardaba los distritos del centro del
estado, Badiraguato, Culiacán y Cosalá. En Culiacán, se encontraba también
la Gendarmería Estatal, conformada por ciento veintiún hombres, al mando
del capitán primero Emilio Banderas, hermano del gobernador404. En caso de
un ataque a la capital del Estado, Banderas contaba también con la policía
de la ciudad, cuyo jefe era Manuel F. Vega405.
El general Tirado, que luego del licenciamiento que acordó con Bonilla,
se había quedado con trescientos hombres para integrar el Cuerpo Rural
encargado del resguardo de los Distritos de Mazatlán, Rosario, Concordia y
San Ignacio; después que Banderas asumió la gubernatura, incrementó el
número de integrantes del Cuerpo Rural, mandado por Cruz Méndez, hasta
quinientos hombres,. Tirado le explicó el 12 de agosto, al Ministro de
Gobernación, que el aumento de la tropa era “para conservar inalterable el
orden y prestar oportunamente las garantías en dichos Distritos así como
estar prevenidos para lo que se pueda ofrecer en apoyo del Gobierno
constituido con motivo de las próximas elecciones para los poderes de la
Nación y este Estado”406.
Contaba Banderas con mil cuarenta y cinco veteranos de la
revolución, a las órdenes inmediatas de Franco, Cruz Méndez, Beltrán y su
hermano Emilio; disponía también de las cuatro ametralladoras Colt,
capturadas en la toma de Culiacán y una buena cantidad de municiones.
Tenía además, fusiles y carabinas para armar a otros mil hombres407, en
caso de necesitarlos para defender la soberanía del Estado y resistir una
posible invasión del ejército federal.
404
El Correo de la Tarde, núm. 8535, Mazatlán, 4 de septiembre de 1911, p. 3.
Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa AHGES, correspondencia de la Secretaría de
Gobierno del Estado de Sinaloa CSGES, gobernación, agosto 1911, p. 299. El Correo de la Tarde,
núm. 8556, Mazatlán, 26 de septiembre de 1911, p. 5.
406
González Ramírez, op. cit., p. 354.
407
Ibíd., p. 359.
405
121
Las tropas leales a Banderas, constantemente se entrenaban. Al
respecto, El Correo de la Tarde, en su edición del 30 de agosto, informó:
Pruebas de artillería. Ayer hicieron pruebas de artillería en el fuerte “22 de
diciembre”408, estando presente el Jefe de las Armas en los Distritos del
Sur409.
En la capital de la república, El Imparcial publicó el 3 de septiembre:
En Sinaloa truena el cañón constantemente. La situación es
gravísima en Culiacán, donde se han reconcentrado como
ochocientos maderistas… han sido movilizados ochocientos
hombres últimamente, de los que fueron licenciados hace poco.
Todos ellos están perfectamente armados… se han reconcentrado
en esta ciudad, fuerzas de todos los cabecillas del Estado,
habiendo llegado últimamente las que manda Herculano de la
Rocha. Se espera que, de un momento a otro, lleguen más, pues
así se ha anunciado… aunque el principal cabecilla, que lo es Juan
Banderas, ha dicho que no se debe temer nada, las principales
familias han emigrado…todos los días se hacen ensayos de tiro
con las ametralladoras que poseen los revolucionarios, estando
encargado de ello un jefe apellidado Franco, quien ha dicho
enfáticamente: “ahora sí, que vengan Huerta o Enguía Liz”…
Mazatlán… en este puerto, a últimas fechas y casi a diario, las
fuerzas maderistas están haciendo ejercicios de cañón en la
batería “22 de diciembre”, ignorándose con que objeto…410.
Los primeros días de septiembre, Banderas presenta al Congreso del
Estado, una iniciativa de ley para la reorganización de la Gendarmería del
Estado. Desde el 20 de agosto, Banderas había conformado un cuerpo de
gendarmes a caballo de 121 hombres, que puso bajo las órdenes de su
hermano Emilio. Ahora, mediante esta ley, se legalizaba la existencia de este
cuerpo.
408
El Gobierno de Porfirio Díaz, construyó en Mazatlán, el fuerte 22 de diciembre, en la falda del
cerro del vigía, emplazándose en una explanada hecha de piedras arrancadas al mismo cerro, tres
piezas Vavasseur de artillería pesada de avancarga, para proteger el puerto, de algún ataque desde el
mar; AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 205, frente; Manuel Bonilla Jr., El régimen
maderista, México, Editorial Arana, 1962, p. 75.
409
El Correo de la Tarde, núm. 8530, Mazatlán, 30 de agosto de 1911, p. 5.
410
González Ramírez, op. cit., p. 363.
122
En la sesión del congreso, del 7 de septiembre, “se da cuenta del
oficio” del Ejecutivo del Estado, pasándose a la Comisión de Guerra y
Guardia Nacional, “recomendándole que dictamine desde luego”. Mas tarde,
en el pleno del congreso, se presenta el dictamen de dicha comisión, en el
que “termina suplicando á la cámara se sirva aprobar con dispensa de
trámites” el proyecto de ley. Los diputados no estaban en condiciones de
entorpecer los preparativos bélicos del gobernador, por la delicada situación
política del estado, obstruir la política de Banderas, fácilmente les hubiera
costado perder la curul. Por lo que “dispensados los trámites” y sin discusión,
el dictamen “fue declarado con lugar a votar”.
Estando en la cámara el Oficial Mayor de la Secretaría de
Gobierno manifestó: que el Ejecutivo no tenía observaciones que
hacer al proyecto de que se ha hecho mérito y que consideraba de
obvia resolución. Se procedió en seguida á votarla en definitiva y
fue aprobado, así como la minuta del Decreto Nº 32411;
mandándose pasar al mismo Ejecutivo para su sanción412.
Esta ley que reorganizaba a la gendarmería del Estado, reformaba la
partida 26ª del presupuesto de egresos vigente, del gobierno estatal, en los
siguientes términos:
411
ACES, Prontuario de Decretos, decreto núm. 32, p. 107.
ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31 de agosto de 1912, sesión del 7 de
septiembre de 1911.
412
123
Partida 26ª.
Gendarmería del Estado.
Fracciones
Diario
253
1 capitán 1º
$ 4.00
254
1 capitán 2º
3.00
255
1 teniente
2.50
256
2 subtenientes con $2.25 c/u
4.50
257
2 sargentos 1os. con $1.75 c/u
3.50
258
4 sargentos 2os. con $1.50 c/u
6.00
259
10 cabos con $1.25 c/u
12.50
260
100 soldados con $1 c/u
100.00
Estas reformas comenzarán a observarse á contar desde el 20 de
agosto próximo pasado413.
El 7 de septiembre, Banderas le contesta un telegrama a Bonilla,
defendiéndose de las falsedades levantadas contra su gobierno:
Refiriéndome su mensaje de ayer. Vuelvo repetir que en estado
reina completo orden, siendo falso que jefes cometan atropellos,
homicidios y escándalos, pues si bien es cierto que han ocurrido
algunos homicidios, no son jefes ni mucho menos gobierno,
porque siempre y en todas épocas y lugares ocurren esos hechos.
En esa metrópoli si cometense escándalos como el que acaba de
pasar. ¿Puede culparse por ellos al gobierno y ameritan intervenir
militarmente?. Nadie está autorizado para decir que dominanme
los jefes, son únicamente mis amigos. Nunca he pensado
rebelarme contra el gobierno y falta á la verdad quien tal cosa diga.
Si algunas personas que han telegrafiado mi favor han
contradichose después, me tiene sin cuidado, porque tal acto
demuestra su nulidad, pero estoy seguro que ni el comercio de
aquí ni el de Mazatlán, ni los clubes políticos ni las personas de
valer que hanse dirijido Sr. Presidente y Ministro Gobernación
diciendo verdad de las cosas, han contradichose, y no creo que
estos Sres. Cierren sus oídos ante el dicho de estas personas y los
abran ante el de soplones é individuos de mala fé. Si dudaran
verdad de esas informaciones, procedería mandaran enviado
especial, y no tropas federales que vinieran alterar orden. La
413
Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 104, t. II. Culiacán Rosales, 12 de septiembre de
1911, p. 4.
124
historia encargárase de justificar mi conducta. Ya procedo
consultar Jefes y tropa en sentido indicame y puedo asegurarle
que si se retira á Iturbe, todo se arreglará satisfactoriamente.
Comunicaré resultado414.
La comisión que Banderas le informó el 30 de agosto, al Presidente de
la República, que pasaría “a esa capital ha conferenciar”, llegó el 8 de
septiembre, con la misión de entrevistarse con el gobierno federal y con el
propio Madero, para informarles de la conformidad que tenían con el
gobierno de Banderas, que garantizaba la paz y el orden público. Estaba
integrada por Severiano Tamayo y Jorge Clouthier, representantes de los
comerciantes y banqueros de Culiacán, y también por Felipe Riveros, que
representaba a los clubes políticos maderistas.
Riveros, era hacendado del Distrito de Mocorito, su oposición al
porfiriato, lo llevó a apoyar la candidatura de Ferrel, en contra de la Redo,
luego, durante la gira de proselitismo electoral de Madero por Sinaloa, un
grupo de ciudadanos, invitó al candidato presidencial a un mitin popular en el
pueblo de Angostura, Distrito de Mocorito, donde con la presencia de
Madero, Felipe Riveros fue electo Presidente del Club Antirreleccionista de
Angostura, el 5 de enero de 1910. Se incorporó a la revolución, en la guerrilla
de Angostura, formada en abril de 1911, cuyo jefe fue Cándido Avilés, y de la
que Riveros era el pagador415, aportando de su peculio416 para el
financiamiento de la lucha revolucionaria. Participó en la formación del Club
Gaxiola y Méndez, de Angostura, que se unió al Partido Democrático
Sinaloense, y postuló como su candidato a gobernador del estado a José
Rentería417.
Banderas le informó al Presidente de la República, de la llegada de la
comisión y le dijo: “vá á tratar asuntos Sinaloa este gobierno agradecerá Ud.
414
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 14, exp. 6, doc. 332.
Bonilla Jr., op. cit., p. 182.
416
Manuel Bonilla Jr. En la página 329 de su obra El régimen maderista, le atribuye un capital de
cincuenta mil pesos.
417
El Correo de la Tarde, núm. 8525, Mazatlán, 25 de agosto de 1911, p. 3.
415
125
las atenciones que se sirva dispensar á dicha comisión”418. Sin embargo,
León de la Barra no desistió en su intento de derrocar a Banderas de la
gubernatura.
Mientras tanto, Iturbe que permanecía en El Fuerte, se percató que en
el estado, solo la fuerza rural comandada accidentalmente por Baltasar
Avilés, lo aceptaba como jefe y reconociendo la superioridad militar de
generales Banderas y Tirado, pidió a García Granados, fuerzas del ejército
federal para poder cumplir con sus órdenes. Sin embargo, el ministro de
gobernación niega esas fuerzas federales y le reitera la orden de operar solo
con fuerzas maderistas; Iturbe le pide armamento para quinientos hombres y
también recibe una negativa.
Iturbe había ideado un plan para apoderarse de Culiacán: envió
emisarios a la ciudad, logrando la adhesión de algunos oficiales de la
guarnición de Culiacán, que habían militado bajo sus órdenes, quienes con
los hombres a su mando deberían “dar un cuartelazo, pasándose de su lado
cuando se presente a atacar la población con los soldados que había en el
Fuerte”.
Mientas tanto, en Culiacán, ocurre un acontecimiento que impulsará a
Iturbe a iniciar la ejecución de sus planes: el 21 de septiembre, por la
mañana, el Congreso declara Gobernador electo a José Rentería. Ese día
por la tarde, Iturbe, probablemente con la intención de que Rentería no
asuma la gubernatura, ordena a Baltasar Avilés que se alistara para salir al
día siguiente sobre Culiacán, éste, aparentando recibir la orden con agrado,
le informa telegráficamente a García Granados, quien le contesta “que por
ningún motivo consienta que el Jefe de las Armas, general Iturbe, movilice
uno solo de los soldados de aquel cuerpo”. A Iturbe también le telegrafía
dándole una orden lacónica: “hasta llegada del comandante Ochoa no se
mueva de ese lugar”419.
418
419
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 14, exp. 5, doc. 255.
Arenas Guzmán, op. cit., pp. 12-13.
126
Ese día 21 por la noche, en Culiacán, los Iturbistas sufren un tropiezo,
fracasa el plan de asesinar al general Banderas. Esa noche, fueron invitados
el gobernador Banderas, el capitán Ángel R. Escalante y el Prefecto del
Distrito, Ramón Saavedra Gómez, a una cena que se efectuó en la casa del
nuevo abogado Francisco B. Astorga, con motivo de su examen profesional.
Una vez en casa del señor Astorga, un individuo llamado
Eduardo López llegó é intentó hacer fuego con una pistola
“Parabellum” sobre el Capitán Escalante; pero López no supo
manejar el arma y entonces el señor Capitán Escalante, con toda
violencia saco su pistola y la puso en el pecho de López,
obligándolo á que tirara el arma.
López pudo haber sido muerto en el acto; pero deseando
hacer una minuciosa averiguación sobre el motivo que tenía para
proceder de semejante manera, se descubrió un complot que
consistía en asesinar al Gobernador Banderas y al Capitán
Escalante.
Con tal motivo ha habido muchas prisiones de individuos que
están en poder de las autoridades, declarados bien presos.
El Capitán Escalante y el General Banderas han trabajado
activamente en las averiguaciones420.
De esta manera, fueron descubiertos los planes de los hombres de
Iturbe en Culiacán, siendo aprehendidos quince de ellos, entre los que
destacan el Profesor Pablo A. Serrano, que fue secretario de Iturbe durante
la revolución; Jesús I. Penne, candidato a diputado propietario por Culiacán,
quien acompaño a Iturbe a la ciudad de México; y los exjefes de guerrilla
maderista, Marcial Ezquerra y Apolonio Corrales421.
Sobre el atentado contra Banderas y Escalante, el reportero “Filius” de
El Correo de la Tarde, escribió:
¿Los hombres del pueblo que tal cosa pretendieron, obraron
directamente sin que hubiera un tercero, cuarto ó quinto personaje
que los empujara á cometer el crimen? Lo primero, dados los
rumores que corren, es imposible que haya sido, haciéndonos
creer en lo segundo, sin ningún lugar á dudas.
420
El Correo de la Tarde, núm. 8557, Mazatlán, 27 de septiembre de 1911, p. 8.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 20, exp. 2, doc. 304. El Correo de la Tarde, núm.
8571, Mazatlán, 11 de octubre de 1911, p. 5; y núm. 8577, 17 de octubre de 1911, p. 8.
421
127
Han venido desarrollándose las cosas de tal manera, que
obran miles de coincidencias en este suceso. Se habla de un
ferviente propagandista de la candidatura Madero que no ha
mucho tiempo llegó á esta ciudad. Dicho señor ha obrado siempre
en una atmósfera de completo misterio y á últimas fechas se había
visto que esa misión no era sino un pretexto. Esto se aclaró,
porque conforme iban pasando los días nuestro buen hombre iba
enseñando el cobre, y dio resultado que debido á sus torpezas hoy
se encuentra á merced de la justicia para que responda á graves
cargos que se le hacen.
Respecto á los infelices que sirvieron de instrumentos,
deslumbrados tal vez con magníficas promesas y atraídos con el
seductor metal, cara, muy cara, pagarán su audacia, y la justicia
debe obrar con energía y descubrir del todo el sensacional misterio
que rodea á este atentado, castigando á los delincuentes422.
Esa misma noche del día 21, en Mazatlán, Banderas recibe el
respaldo político del Club Heriberto Frías:
A moción de los señores Limón y A. E. de los Monteros423, se
acordó dar un voto de confianza al C. General Banderas, por su
leal comportamiento en la campaña electoral y elevar un ocurso al
señor Francisco I. Madero, para que con su prestigio de caudillo
revolucionario influya en el sentido de que el patriota Gral.
Banderas sea nombrado Jefe de las Armas en el Estado de
Sinaloa424.
Iturbe debe haberse sentido agraviado, por la orden que recibió de
García Granados el día 21, consideró que si la Secretaría de Gobernación,
no quería que iniciara las operaciones militares contra Banderas, antes de
que llegara Ochoa, estimó que éste llegaría como nuevo jefe de las armas en
el estado, despojándolo del mando, por lo que desobedeciendo a García
Granados, quiso ganarse el reconocimiento de éste con el hecho consumado
de una victoria sobre Banderas.
Al día siguiente por la mañana, estando listos los trenes, Iturbe ordena
al Cabo Avilés municione y aliste a la tropa para salir inmediatamente. “Como
pasa el tiempo y no sale la fuerza, dirígese Iturbe a dar las órdenes
422
423
424
El Correo de la Tarde, núm. 8557, Mazatlán, 27 de septiembre de 1911, p. 2.
Se trata de Cristóbal Limón y Antonio Espinosa de los Monteros.
El Correo de la Tarde, núm. 8552, Mazatlán, 22 de septiembre de 1911, p. 4.
128
personalmente. Ya en el cuartel, se encuentra con la resistencia del Cabo
Avilés, quién… le dice, ante todo el Cuerpo, que no saldrá mientras no se lo
ordene el ministro, ni dejará salir a la fuerza”. En ese momento, Iturbe ordena
a sus hombres que arresten al insubordinado Avilés425. Pero éste, responde
ordenando a su gente que desarmen a Iturbe y a sus ochenta y un
hombres426, lo que lograron fácilmente por su superioridad numérica y porque
Iturbe no se resistió. Después de ser desarmados, Avilés libera a la gente de
Iturbe, retirándose éste con algunos de sus hombres al puerto de Guaymas,
Sonora427. El general Iturbe había fracasado en su intento de derrocar a
Banderas del gobierno del Estado.
Después del desarme de la fuerza de Iturbe, el Prefecto de El Fuerte,
le avisa a Banderas:
Hoy suscitaronse dificultades en Jefes Iturbe y Avilés. Iturbe
pretendía desarmar fuerzas al mando Avilés estando por este
motivo para estallar un serio conflicto, pero ya parece que quedó
terminado este resultando Iturbe sin ningún mando en la
guarnición de la Plaza.
El mismo día 22, a la una de la tarde, Banderas le transcribe al
Presidente de la República, la información que recibió del Prefecto,
agregándole: “como estos procedimientos alteran la tranquilidad pública,
pongolos en conocimiento de Ud. haciéndole presente la necesidad de que
Iturbe sea llamado fuera del estado pues su presencia continua causando
alarma en el público” 428.
A su paso rumbo a Guaymas, Iturbe, desde Estación San Blas, ese
día 22, a las cuatro de la tarde, se comunicó tanto con León de la Barra,
como
con
García
Granados,
para
pedirles
con
urgencia
que
le
proporcionaran “200 federales de los que están en Sonora asegurándole
425
426
427
428
Arenas Guzmán, op. cit., p. 13.
González Ramírez, op. cit., p. 365.
Arenas Guzmán, op. cit., p. 14.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 20, exp. 1, doc. 170.
129
pacificación estado en breve”429. Dos días después, desde Guaymas, Iturbe
telegrafía a León de la Barra, insistiendo en su petición: “deseo se me
proporcionen doscientos ó trescientos soldados para salir mañana arreglar
todo en Sinaloa”. A Iturbe ya no lo tomó en cuenta el gobierno federal, éste
insistiría en derrocar al gobierno sinaloense, enfrentando revolucionarios con
revolucionarios, maderistas con maderistas, pero en adelante, su instrumento
principal sería José María Ochoa430.
3. La elección de gobernador de Sinaloa en 1911.
Las primeras elecciones luego del triunfo de la revolución maderista en
Sinaloa, fueron para gobernador, se verificaron el domingo 3 de septiembre
de 1911. Habían sido convocadas por el gobernador Gaxiola Rojo, en lo que
constituyó su primer acto de gobierno. La parcialidad de éste a favor del
licenciado Meza, provocó su derrocamiento.
Al asumir la gubernatura, Banderas actuó para que las instituciones
del Gobierno del Estado, dejaran de estar al servicio de la campaña electoral
del licenciado Meza, lo primero que hizo fue aceptarles la renuncia a los
funcionarios heredados de Redo y Gaxiola, todos “eran de absoluta filiación
redista, Banderas aceptó todas las renuncias y colocó en su lugar, a
personas de absoluta filiación revolucionaria, antirreleccionista”431.
Ahora la voluntad popular prevalecería al garantizar el gobierno de
Banderas, el sufragio efectivo que había sido uno de los principales reclamos
populares en la revolución maderista.
El 28 de agosto, el Presidente y el Secretario del Club Cívico Pascual
Orozco, enviaron un telefonema a Banderas, quejándose del prefecto de
Cosalá. Ese mismo día, el Gobernador interino les contesta: “En atención á
su mensaje de hoy, ya diríjome al Prefecto de Cosalá, para que evite toda
429
430
431
Ibíd., c. 20, exp. 1, doc. 166.
Ibíd., c. 15, exp. 7, doc. 388.
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 111.
130
presión en pro o en contra de uno ú otro candidato”432. Para garantizar la
imparcialidad de las autoridades y que las elecciones se efectuaran en orden,
los Prefectos de los diez Distritos del estado, recibieron por telégrafo, esta
circular:
Culiacán, agosto 29 de 1911.
Señor Prefecto.
Estando ya próximo el día en que deben verificarse las
elecciones para Gobernador del Estado, este Gobierno tiene á
bien recomendar á usted para que á su vez lo haga saber á las
demás autoridades y al público en general, la necesidad de que se
evite todo fraude y toda alteración del orden público en dichas
elecciones, prohibiendo estrictamente la portación de armas y
castigando severamente á quienes contravengan estas
disposiciones, debiendo usted aumentar en ese día las fuerzas de
seguridad si fuere posible.
El Gobernador interino.
Juan M. Banderas433.
En Sinaloa, los revolucionarios también le ganaron a los porfiristas en
las urnas, la representación política. Fue a partir de estos comicios que los
políticos del porfiriato en el estado empezaron a ser desplazados del poder.
Esta contienda electoral, fue una disputa entre los propios maderistas,
entre los radicales, inconformes con los Tratados de Ciudad Juárez, que
postularon al profesor Rentería; y los moderados, seguidores del ingeniero
Bonilla, que apoyaban la política de conciliación de Madero con los
partidarios del porfiriato; cuyo candidato fue el licenciado Meza, que también
tuvo el respaldo de los oligarcas porfiristas.
Estas elecciones tuvieron el carácter de extraordinarias, ya que eran
para elegir al ciudadano que concluiría el periodo de gobierno que
comprendió del 27 de septiembre de 1908 al 26 de septiembre de 1912.
Durante este agitado cuatrienio, Sinaloa tendría tres gobernadores
432
433
El Correo de la Tarde, núm. 8532, Mazatlán, 1 de septiembre de 1911, p. 1.
Ibíd., núm. 8530, 30 de agosto de 1911, p. 1.
131
constitucionales, siete interinos y un provisional434, lo inició el general
Francisco Cañedo, quien después de 30 largos años, solo deja el poder al
morir.
La jornada electoral transcurrió en medio de una tranquilidad notable,
si consideramos los tiempos tan agitados que se vivían, eran las primeras
elecciones auténticamente democráticas efectuadas en muchos años en
Sinaloa.
Una vez que se realizaron los cómputos en los Distritos, Rentería
obtuvo el 86% de los votos, 25377; Meza solo alcanzó el 13%, 3929; los
candidatos no registrados tuvieron 170 votos, de ellos 150 fueron para el
general Banderas, que no pretendía reelegirse435, pero su popularidad hizo
que esos ciudadanos prefirieran sufragar por él. También obtuvieron votos: el
doctor Martiniano Carvajal, seis; el teniente coronel Gregorio L. Cuevas, tres;
el general Iturbe y José de la Vega alcanzaron dos; los ciudadanos que
tuvieron un voto fueron Manuel Bonilla, doctor Ramón Ponce de León, el
general Tirado, Manuel Salazar, Cipriano Valdez, Juan de Dios Meza y
Loreto Juárez436.
Resulta curioso descubrir que la mayor parte de sus votos, Banderas
los obtuvo en las tres secciones electorales instaladas en el pueblo de
Cacalotan, del distrito de Rosario, lugar donde sólo él y Rentería tuvieron
sufragios:
434
Gobernadores constitucionales, Francisco Cañedo, Diego Redo, y José Rentería; interinos
licenciado Eriberto Zazueta, Inés Peiro (dos veces), Licenciado Celso Gaxiola Rojo, general Juan M.
Banderas, doctor Ruperto L. Paliza (tres veces), Licenciado Carlos C. Echeverría, general José
Delgado; provisional, ingeniero Manuel Bonilla. Beltrán López y Berrelleza Fonseca, op. cit., p. 53.
Héctor R. Olea, Gobernantes del Estado de Sinaloa, 1909-1917, en Sergio Ortega y Edgardo López
Mañon (comps.), Sinaloa textos de su historia, t.2, México, DIFOCUR-Instituto de Investigaciones
José María Luis Mora, 1987, pp. 302-305. ACES, ibíd, sesiones del 20 y 25 de enero de 1911.
435
Siendo Gobernador Interino, estaba impedido por la Constitución del Estado.
436
ACES, Expediente de elecciones de gobernador, t. I, exp. núm. 65.
132
Cacalotan, Rosario. Elecciones para gobernador en 1911437.
SECCIÓN ELECTORAL
BANDERAS
RENTERÍA
14
48
8
15
49
4
16
43
16
TOTAL
140
28
Considerando los datos del censo de 1910, la población de Sinaloa
era de 323,640 habitantes, de ellos 159,707 eran hombres, siendo menores
de edad 49,908.
En esa época las mujeres no tenían derecho a votar, por lo tanto, los
electores sumaban 109,799. La participación electoral fue del 26.84% al
registrarse 29,476 sufragios, lo cual muestra una pobre participación
ciudadana.
Los resultados por Distrito fueron los siguientes:
437
Loc. cit.
133
Elecciones de 1911 para gobernador de Sinaloa438.
DISTRITO
RENTERÍA
MEZA
BANDERAS
OTROS
El Fuerte
3,823
1,450
-
-
Sinaloa
2,601
144
-
-
Mocorito
2,084
30
-
2
677
432
1
2
Culiacán
2,060
1,433
-
1
Cosalá
1,977
245
-
-
San Ignacio
1,533
90
1
1
Mazatlán
5,410
74
6
9
Concordia
1,853
22
2
4
Rosario
3,359
-
140
1
TOTAL
25,377
3,929
150
20
Badiraguato
El 12 de septiembre, el Congreso conoce la impugnación de los
señores Rosauro Rojo, Francisco Rosas, Ruperto L. Paliza, y otros
signatarios, pidiendo que se declaren nulos los votos emitidos en favor de
Rentería, para gobernador del Estado, en virtud de que decían estaba éste
comprendido en la restricción de la fracción V, artículo 37439 de la
Constitución del Estado440.
El mismo día, recibe la cámara otra impugnación en el mismo sentido,
firmada por Ramón J. Corona y otros ciudadanos. Decían los impugnadores
438
Loc. cit.
Se referían al artículo 37 que había sido modificado en la reforma constitucional acordada por la
legislatura el 18 de mayo de 1911 y publicado el 20 de mayo, en el número 60 del periódico oficial del
Estado, anteriormente decía: “para ser gobernador del Estado se requiere:… V.- no ser empleado del
Gobierno General, a menos que haya renunciado y le haya sido admitida la renuncia un mes antes de
la elección”. Con la reforma el citado artículo quedo así: “Para ser gobernador del Estado se requiere
ser mexicano de nacimiento, ciudadano sinaloense en ejercicio de sus derechos, tener de edad treinta
años cumplidos al verificarse la elección, no pertenecer al estado eclesiástico y haber residido en
cualquier lugar del territorio del Estado, con domicilio fijo, más de tres años de los cuatro próximos
anteriores al día de la elección, salvo que la ausencia sea motivada por estar en el desempeño de
algún puesto de elección popular”.
440
ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31 de agosto de 1912, sesión del 12
de septiembre de 1911.
439
134
que el día de las elecciones, Rentería era funcionario federal dependiente de
la Secretaría de Fomento “en virtud de que siendo agente de minería en el
Distrito del Fuerte, no renunció a dicho encargo un mes antes de la
elección”441. De proceder esta impugnación, quedaría con el mayor número
de votos Meza y se convertiría en gobernador, anulando la voluntad
mayoritaria del pueblo sinaloense.
Los partidarios de Rentería por su parte, presentaron al Congreso
varios alegatos de validez. El mismo día 12 de septiembre, José G. Heredia y
otros 50 ciudadanos, argumentaban que ser perito minero no convertía a
Rentería en empleado federal. En respaldo a Heredia y socios, la legislatura
recibe telegramas de Mazatlán el día 14, y de Concordia y Rosario el día
15442.
A partir del día 16, los que apoyan a Rentería cambian de estrategia.
Alejandro Ibarra de El Fuerte y los Clubes unidos Francisco I. Madero y
Democrático Sinaloa443, exigen al Congreso que se haga la declaración de
gobernador electo respetando la reforma constitucional últimamente
aprobada. Ibarra argumentaba:
Ley sancionada 20 de mayo 1911 reformatoria Constitución estado
fue aprobada mayoría ayuntamientos, consiguientemente es
valida. Dicha ley promulgada bando Culiacán, publicada periódico
oficial, no pudo publicarse bando Distritos foráneos por trastorno
público; sea fuerza mayor, pero por disposición artículo cuarto
Código Civil debe reputarse promulgada y obligatoria por lapso
término un día por cada veinte kilómetros. Por tanto pido
deséchese solicitud fecha doce del actual firmada Ramón Corona
y socios que piden invalidar votación para gobernador Estado favor
José Rentería444.
441
ACES, Expediente de elecciones de gobernador, t. I, exp. Nº 65.
Ibíd., los ciudadanos que firmaban los telegramas fueron 113 de Mazatlán, 83 de Concordia y
141 de Rosario.
443
ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31 de agosto de 1912, sesión del día
18 de septiembre de 1911.
444
ACES, Expediente de elecciones de gobernador, t. I, exp. Nº 65.
442
135
La afinidad política de los diputados con el licenciado Meza, les hizo
ganar tiempo para maniobrar, con la intención de imponerlo en la
gubernatura. Pero esta tardanza de los diputados, para dictaminar el
resultado de las elecciones, dio motivo para que los detractores de Banderas
en la capital del país, lo acusaran con Madero y con León de la Barra, de ser
él quién quería imponer a Meza.
Madero se encontraba en la campaña electoral que lo llevó a la
Presidencia de la República (el 1º de octubre serían las elecciones primarias
y el día 15 las secundarias) y aunque políticamente prefería a Meza, no
estaba dispuesto a imponerlo, contrariando la voluntad popular, al fin y al
cabo, también Rentería se habían declarado maderista. Desde la hoy
Villahermosa, Tabasco, Madero se dirigió a Banderas:
San Juan Bautista, septiembre 20 de 1911.
Señor Juan M. Banderas, Gobernador del Estado de Sinaloa,
Culiacán.
Me informan intenta usted hacer presión sobre el Congreso a
fin de que no se designe gobernador al que tiene la mayoría de
votos, que es el señor Rentería. A mi no me preocupa quién sea el
designado por el pueblo; pero si estoy decidido firmemente a que
se respete la voluntad de su mayoría y advierto a usted que si
ejerce esa presión con el Congreso se hará acreedor a las más
graves responsabilidades, pues estoy decidido a colaborar con el
señor De la Barra para hacer respetar la voluntad del pueblo y por
mi parte el día que reciba el poder obraré con toda energía
contra los que se atrevan a conculcar el voto popular pues no
es en vano que hayamos luchado porque la libertad y el sufragio
sean un hecho. Espero que desista usted de sus propósitos si
tales han sido, pues le advierto que esto si no se lo podré tolerar
por ninguna circunstancia y obraré con toda energía en contra de
usted445.
A Madero, su posición de clase no le permitía darse cuenta que los
revolucionarios más radicales, podían ser sus defensores más leales, en este
caso, confiaba más en los porfiristas detractores de Banderas, que en el jefe
militar de los maderistas sinaloenses. Curiosamente, ese día, antes de enviar
445
Juan Gualberto Amaya, Madero y los auténticos revolucionarios de 1910, hasta la decena
trágica y el fin del general Pascual Orozco, México, s. e., 1946, p. 318-319.
136
el telegrama a Banderas, en el mitin de la plaza de armas de San Juan
Bautista, ante los diez mil asistentes, llegados de todos los rincones de
Tabasco, Madero fue advertido con las palabras proféticas, que le dirigió el
obrero Felipe N. Aguilar Palma:
Yo también creo que está usted en manos de los enemigos de su
noble causa. ¡Tenga usted mucho cuidado, señor, porque la
reacción acecha y los desplazados del viejo régimen sólo esperan
una oportunidad para arrebatarle, no sólo la simpatía de su pueblo,
sino la gloria y hasta la vida!446
Al recibir el telegrama de Madero, Banderas inmediatamente le
contesta a Madero y también se dirige a León de la Barra, diciéndoles que
tenía “noticia de que intrigantes” les habían informado: “Que ejerzo presión
sobre Congreso para nombramiento Gobernador contrariando voto público. A
fin de que no se deje Ud. sorprender por dichas informaciones manifiéstole
que son absolutamente falsas”447.
La opinión pública en Sinaloa, sabía que esta acusación a Banderas
era absurda. Algunos días después, El Correo de la Tarde publicaría: “se ha
averiguado que una carta dirigida por Madero á Banderas, tuvo por origen las
intrigas de unos Diputados redistas de Culiacán”448.
Finalmente, esta intriga contra Banderas, provocó que la afirmación de
Madero: “obraré con toda energía contra los que se atrevan a conculcar el
voto popular”, hiciera que los diputados se consideraran aludidos y
presintiéndose en peligro, resolvieron emitir su dictamen.
El 21 de septiembre, a las 10:30 de la mañana, el Congreso, por
unanimidad de siete diputados, ya que no se presentaron los legisladores de
los Distritos de El Fuerte, Cosalá y Mazatlán, aprobó el dictamen449 de la
446
Pepe Bulnes, Pino Suárez, el caballero de la lealtad, México, Secretaría de la Defensa Nacional,
1995, p. 215.
447
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 20, exp. 1, doc. 120.
448
El Correo de la Tarde, núm. 8555, Mazatlán, 25 de septiembre de 1911, p. 8.
449
En el acta de escrutinio la Comisión Escrutadora dictaminó que “el puesto de agente de minería
dependiente de la Secretaría de Fomento, no es un empleo público del Gobierno General, en el sentido
137
Comisión Escrutadora integrada por los diputados Fortunato Escovar de
Mocorito, Faustino Díaz de Concordia y Ramón Ponce de León de
Rosario450, Emitiendo el Decreto número 33: “Es gobernador del Estado para
terminar el periodo constitucional que comenzó el 27 de septiembre de 1908
y concluye el 26 de septiembre de 1912, el C. José Rentería por haber
obtenido la mayoría absoluta de sufragios en la elección verificada el
domingo 3 del corriente mes”451.
Una vez leída esta declaración, el numeroso público que ocupaba las
butacas del salón de sesiones del Congreso, “prorrumpió en estruendoso
aplauso y poco después las campanas de catedral lanzaron á los cuatro
vientos sus sonoras y argentinas voces”. Los asistentes al acto del Congreso,
recorrieron las calles de la ciudad, en entusiasta manifestación popular,
encabezada por los principales dirigentes de los renteristas, naturalmente
“acompañados de una buena banda”. Algunos renteristas inconformes con la
política de Madero, aprovecharon la multitud para difundir críticas a éste:
Con profusión han circulado dos hojas sueltas del general
insurgente angelopolitano Camerino Z. Mendoza; una de dichas
hojas es una carta abierta al Sr. Francisco I. Madero, presentando
su renuncia como Jefe de la Zona Sur del Estado de Puebla, y la
otra es un manifiesto á la nación explicando los motivos que le
inducen á obrar así452.
Tres días antes, de la fecha acordada por la legislatura, para que
Rentería tomara posesión de la gubernatura, éste llegó a Culiacán a las
10:30 de la noche del 24 de septiembre, en el tren que tomó en San Blas,
que se establece por la fracción V del artículo 37 de la Constitución del Estado, sino una comisión
para determinado servicio industrial, que no lo pagan las rentas federales, sino los particulares…”,
además dio por valida la reforma de la Constitución estatal, con lo que dejaba sin sustento
constitucional la impugnación a Rentería. ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31
de agosto de 1912, sesión del día 18 de septiembre de 1911. El Correo de la Tarde, núm. 8552,
Mazatlán, 22 de septiembre de 1911, p. 1.
450
ACES, libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al 31 de agosto de 1912, sesiones de los
días 10 de septiembre de 1910, 18 y 21 de septiembre de 1911.
451
ACES, prontuario de Decretos, p. 107.
452
El Correo de la Tarde, núm. 8552, Mazatlán, 22 de septiembre de 1911, p. 8.
138
distrito de El Fuerte, en compañía de su familia, el señor Valentín Lugo y los
señores profesor Carlos Filio y licenciado José G. Heredia, que fueron a
encontrarlo.
En la Estación del ferrocarril de Culiacán, esperaba a Rentería
numeroso público, entre los que se encontraban el general Banderas
acompañado de los señores licenciado Rosendo R. Rodríguez, capitán Ángel
R. Escalante, el Prefecto del Distrito de Culiacán Ramón Saavedra Gómez y
Amado A. Zazueta. La asistencia fue tal “al grado de verse la Estación tan
concurrida que sólo cuando llegó el primer tren á esta ciudad se puede
comparar”. La banda de música del gobierno del estado, estuvo amenizando
la espera, tocando varias piezas para el deleite de los presentes.
La Estación “lucía un sencillo pero elegante adorno” y se encontraban
alineados cincuenta soldados al mando del cabo 2º José Arceo, que tenían la
misión de tributar los honores a Rentería y posteriormente darle escolta.
Al llegar el convoy, antes de bajar Rentería, desde la plataforma,
saludo a los presentes, “siendo recibidas sus últimas palabras con
estruendosos aplausos y frenéticos vivas”.
Al llegar al cobertizo de la Estación, las autoridades le dieron la
bienvenida, antes que nadie, el general Banderas, “quien le dio un estrecho
abrazo, desmintiendo con esto los falsos rumores que denigraban al señor
Banderas”, inmediatamente la multitud lanzó un grito, ¡viva Banderas! ¡viva
Rentería!.
El señor Rentería tomó asiento en el coche del señor general
Banderas, en el que iban también el Lic. Rodríguez y el Capitán
Escalante; les seguía el del señor Prefecto, á quien acompañaba
el señor Amado A. Zazueta, Tesorero General; Miguel Zazueta y
Fidel Echeagaray, siguiendo después más de 20 coches, además
de infinidad de gente que caminaba á pie con hachones
encendidos.
La comitiva tomó la calle 2 de abril, dando vuelta sobre la
izquierda en la de Riva Palacio, para después torcer sobre la
derecha en la de Rosales, haciendo alto en el número 77, casa
139
perteneciente al señor ingeniero Molina453, y que el señor
Banderas le arregló de antemano. Ya en la casa nuevamente le
ofrecieron sus respetos todos sus amigos, entre los que vi al señor
José Almada Becerra, Dr. Hernández León, Manuel Clouthier,
Pomposo Güémez y otros muchos454.
Rentería, asumió el cargo de gobernador el 27 de septiembre. Al acto
de cambio de gobierno, asistieron de todo el estado, numerosos activistas
políticos de los clubes que apoyaron a Rentería. De los Distritos del sur,
llegaron por tren más de doscientas personas, sesenta de ellas habían
recibido pasaje gratis, costeado por el gobernador Banderas.
Minutos antes de las diez de la mañana, arribó Rentería en el coche
que lo condujo al Palacio del Congreso sinaloense, acompañado del general
Banderas, del licenciado Rodríguez, Secretario del gobierno; y del Jefe de las
Armas, coronel Antonio M Franco. “Al llegar á Palacio el candidato del
pueblo, fue saludado por la banda de tambores y cornetas y aclamado por el
público, lo mismo que el Gobernador interino General Banderas”.
En punto de las diez de la mañana, encontrándose pletórico de
público, el salón de sesiones del Congreso, el licenciado Ignacio M.
Gastélum, Presidente del Congreso, inició la sesión. El Secretario, Diputado
Fortunato Escovar, “dio lectura al acta de la sesión anterior, con voz
imperceptible y al parecer de muy mala gana, como si le causara disgusto el
estar en aquel recinto”. También estaban presentes los Diputados doctor
Ramón Ponce de León, Faustino Díaz, Marcelino Almada y Alberto Vega.
“Manifestado el objeto de la sesión, el Presidente nombró á los Diputados
Ponce de León y Díaz para introducir al salón al señor Rentería”. El
453
Fue el ingeniero Molina el constructor de los principales edificios de la ciudad y del puente que
va a Tierra Blanca, amigo de los gobernadores Cañedo y Redo, ocupó cargos públicos, Regidor del
Ayuntamiento de Culiacán y Magistrado del Supremo tribunal. Huyó del Estado, al triunfo de la
revolución, temiendo represalias del coronel José María R. Cabanillas, quién lo enfrentó políticamente
en 1910, al encabezar a los locatarios del mercado municipal, en la defensa de su fuente de trabajo, al
resistir el intento del ingeniero Molina de remodelar el mercado; entrevista con Marco Antonio
Berrelleza Fonseca, realizada por Saúl Armando Alarcón Amézquita, Culiacán, Sinaloa, junio de 2005.
454
El Correo de la Tarde, núm. 8556, Mazatlán, 26 de septiembre de 1911, p. 5.
140
Presidente del Congreso le tomó protesta a Rentería, y después, se levantó
la sesión.
Inmediatamente, los presentes se trasladaron al Palacio de Gobierno
del estado. En el corto trayecto de dos cuadras, “Rentería y Banderas eran
aclamados a cada paso que daban”, al llegar, los músicos instalados en el
patio central del Palacio, tocaron dianas.
El acto de toma de posesión, se llevó a cabo en el Salón Rojo del
Palacio de Gobierno, donde Banderas hizo entrega de la gubernatura a
Rentería, en una emotiva ceremonia, que inició Banderas dando lectura a un
discurso, que fue una especie de sucinto informe de gobierno:
Señor Gobernador:
Me es altamente honroso y satisfactorio, entregaros como os
entrego, en estos momentos solemnes, el Poder Ejecutivo del
estado; al obrar así, cumplo con un deber que me impone la
constitución y la voluntad soberana del pueblo sinaloense, que en
las elecciones verificadas el día 3 del actual, os ha designado para
ocupar tan elevado encargo.
Cuando en 7 de agosto próximo pasado, fui nombrado
Gobernador Interino por la H. Legislatura, uno de mis principales
propósitos fue asegurar la efectividad del sufragio en dichas
elecciones, tanto porque la efectividad del voto es fundamental en
nuestro sistema de gobierno, cuanto porque de esta manera los
sinaloenses daríamos una prueba de estar aptos para la
democracia, desmintiendo así las versiones propaladas por los
enemigos del nuevo Gobierno. Mis deseos en este sentido, han
sido coronados por el éxito, pues las elecciones se verificaron en
todo el Estado, con completo apego á la ley, sin que el orden
público se hubiera trastornado en lo mínimo; y por primera vez en
Sinaloa se ha dado el caso de que el pueblo elija un
Gobernante, pues vuestro nombramiento, señor gobernador, es la
expresión más fiel de la voluntad popular.
Las circunstancias en que se encuentra actualmente el
Estado, son en lo que cabe satisfactorias, dada la delicada
situación en que se encuentra la República con motivo del cambio
de gobierno.
La confianza y la tranquilidad, ahuyentadas por la pasada
revolución, han vuelto a renacer en los espíritus, y la paz y el
orden públicos reinan en todas partes; el pueblo sinaloense se
entrega nuevamente á sus labores habituales, y una nueva era de
prosperidad y progreso se inicia en el Estado.
141
Como consecuencia de la pasada revolución, el mecanismo
administrativo se paralizó en la mayor parte del Estado, pues
muchas de las autoridades del antiguo régimen abandonaron sus
empleos, por lo que el Gobierno de mi cargo procedió desde
luego á remediar ese mal, nombrando nuevas autoridades y
empleados, eligiendo personas que hubieran prestado
servicios á la revolución ó que fueran adictas á ella, pues á
nadie se oculta que para la uniformidad y buena marcha de la
administración, se hace necesario hacer el drenaje de los
elementos del antiguo régimen. En la actualidad la
administración marcha de una manera regular, aunque aun no está
terminado el drenaje.
Las relaciones del Gobierno del Estado con las demás
entidades federativas, continúan en buena armonía, y en lo que
respecta á las mantenidas con el Gobierno Federal, llegaron á
adquirir cierta tirantez, con motivo del incidente de que ya he dado
cuenta al pueblo sinaloense en mi manifiesto publicado el 25 de
agosto próximo pasado, esto es, con motivo de que dicho
Gobierno pretendió que se nombrara Gobernador al Dr. Miguel M.
Maxemín y que renunciara yo dicho encargo, á lo cual no se
accedió, porque permitir al Gobierno Federal quitar y poner
Gobernadores, cosa que solo puede hacer el pueblo
sinaloense ó la Legislatura en su caso, era permitir la
violación de la soberanía del Estado y retrogradar á la época
del General Díaz. Felizmente tal incidente ha terminado ya de una
manera satisfactoria, y las relaciones con el Gobierno Federal son
inmejorables.
Al tomar posesión del Gobierno, la Hacienda pública
estaba en muy malas condiciones, pues las rentas no
producían lo suficiente para las atenciones y gastos de la
administración. Comprendiendo que la principal causa de esto
era la falta de empleados en ese ramo, que no permitía recaudar
los impuestos, se procedió á nombrar desde luego á nombrar los
empleados que faltan, y en la actualidad el Gobierno está en
condiciones de cubrir desahogadamente sus gastos de
administración.
Señor Gobernador: el pueblo sinaloense, es un pueblo
patriota, trabajador y honrado, y ese pueblo, que con tanto acierto
os ha elevado a la Primera Magistratura del Estado, os ayudará
seguramente en vuestra labor de gobernante, con lo que, y con las
altas cualidades de ilustración, honradez y patriotismo que en Ud.
concurren, se puede augurar para Sinaloa, un próspero y
risueño porvenir, y siempre, sobre las ruinas del caciquismo y
de la Dictadura, veremos hondear orgullosa y sublime, la bandera
de la libertad!
Para concluir hago á Ud. presente mi más sincera felicitación
por vuestro nombramiento, y envío al patriota pueblo sinaloense, el
testimonio de mi profunda gratitud por las pruebas inequívocas de
142
amistad y adhesión que se ha servido darme, y por la ayuda que
me prestó durante mi gobierno.
Al final del discurso, se escuchó en el salón “un estruendoso aplauso”.
Rentería y Banderas “se dieron un estrecho abrazo y se estrecharon las
manos algunos momentos”, mientras eran nuevamente vitoreados.
Después, el diputado Vicepresidente de la Cámara, doctor Ramón
Ponce de León, dio lectura al “voto de confianza” a favor de Banderas, que
ese día había aprobado la legislatura:
República mexicana.- H. Congreso del Estado Libre y
Soberano de Sinaloa.
Al señor General Juan M. Banderas.
Presente
El Congreso del Estado, en sesión de hoy, aprobó la
siguiente proposición:
La Legislatura de Sinaloa, otorga VOTO DE CONFIANZA al
señor General Juan M. Banderas, por sus patrióticos esfuerzos y
su enérgica actitud en reprimir todo atentado contra la paz pública,
durante su transitoria administración, así como su decidido
empeño en que fuese respetado el principio de autoridad, no
obstante las difíciles circunstancias en que tuvo á su cargo el
Poder Ejecutivo del Estado.
Y lo comunicamos á usted para su inteligencia y
satisfacción455.
Enseguida, Rentería tomó la palabra, elogió a Banderas y manifestó la
emoción que lo embargaba, luego pasó a leer dos discursos que llevaba
preparados, primero le dirigió a Banderas un emotivo discurso, diciéndole:
Ciudadano os llamo sin hacer mérito de vuestro carácter
militar, porque vuestros actos cívicos han dejado muy lejos
vuestros servicios en las armas por importantes que hayan sido.
Ser buen ciudadano es una gloria purísima que los déspotas
no pueden comprender ni los serviles cortesanos concebir…
Ciudadano: cuando en nuestra metrópoli se hacía circular la
especie de que el considerable número de votos que el pueblo me
otorgó debiéronse a la presión de vuestro gobierno sobre mis
contrarios, yo dije á nuestro Ministro de Gobernación: “Una sola
reflexión bastará para persuadir á usted de la futileza de ese
455
Ibíd, núm. 8558, 28 de septiembre de 1911, p. 1.
143
cargo: si el señor Banderas fuese llevado por aviesas miras,
hubiera protegido á un grupo pronto á obedecer según la oferta; no
hubiérame favorecido á mí que sabe soy de los que se quiebran
pero no se doblan”.
Pero vos, ciudadano, no mirasteis sino al fiel cumplimiento
de la ley, al respeto del sufragio por el cual habéis luchado valiente
y digno, y ya el país hace justicia a vuestro civismo.
Seguid esa senda señor Banderas, continuad ajustando
vuestros actos á la ley y mereceréis el amor y respeto de vuestros
conciudadanos… continuad siempre fiel á la ley y á la voluntad del
pueblo, y seréis bendecido por el pueblo.
Nuevamente se escucharon los aplausos y las dianas. Rentería
continuó con la lectura de su segundo discurso, dirigido a los congresistas.
Inició mencionando su “fe profunda en una Providencia Omnipotente y
justa que rige los destinos del universo con leyes que respetan la libertad de
los pueblos sin más coacción que la conciencia”. Criticó al juarismo y al
porfirismo:
Al imponerse a la Nación siete lustros de dictadura, dictadura
aceptada tácitamente en un principio como urgente necesidad de
extirpar la gangrena que corroía á nuestra sociedad, pero que en
vez de extirparse se hizo cundir por todo el cuerpo social.
Sin embargo, agregó, el corazón del pueblo aún clamaba libertad, “aún
bullían latentes en el cerebro los ideales democráticos, reclamando justicia”.
Y entonces, dijo, apareció Madero, a quién enalteció llamándolo “espíritu
superior”, “apóstol que predicó los derechos del pueblo”, “General inteligente”
e “intrépido soldado”, a quién pronto “veremos austero sacerdote, oficiando
en los altares de la patria”. A los diputados, les reconoció haber acatado la
voluntad de los electores:
Os felicito porque no habéis cedido á las instancias insidiosas de
un grupo de intrigantes serviles, movidos al antojo de un partido
que, vencido por la razón y puesto á raya por las armas
revolucionarias, todavía conspiran de continuo para recobrar los
puestos que deshonró y para reanudar las sucias especulaciones
que á la República arruinaron.
144
Concluyó el discurso Rentería, llamando a los diputados a que
colaboraran con su gobierno para “asegurar la paz del Estado por la
moralidad y la justicia, y para llevarlo al bienestar por la ilustración y el
trabajo; orad conmigo para que el Cielo bendiga al Estado de Sinaloa”.
Después de Rentería tomaron la palabra varias personalidades: el
ingeniero Demetrio Díaz Ordaz, por el Ayuntamiento de Mazatlán; el
licenciado Carlos C. Echeverría, por el Supremo Tribunal de Justicia; el
profesor Carlos Filio por el magisterio456 y el Señor Fernando Gregoire por la
Cámara Nacional de Comercio de Mazatlán.
Ese día en Culiacán, hacía “un calor africano”, por ello, se les dio una
copa de champagne a los concurrentes en el Salón Rojo y al público que
ocupaba los corredores, después se obsequió bastante cerveza helada.
Al terminar los discursos, los presentes en el Salón Rojo, pasaron a
los balcones del Palacio, para presenciar el desfile de las fuerzas rurales y de
la gendarmería, que se inició al toque marcial de un clarín, a las once y diez
minutos del día.
Luego del desfile militar, Rentería, Banderas, Franco y licenciado
Rodríguez, tomaron nuevamente el coche que los condujo a Palacio,
saliendo rumbo a la casa que ocupaba el gobernador Rentería, en el trayecto
“el pueblo vitoreaba á los señores Rentería y Banderas”.
Desde las doce del día, se repartieron las invitaciones al banquete,
que organizaron en honor del gobernador Rentería, el licenciado José G.
Heredia y el ingeniero Jesús González ortega, a la una de la tarde de ese
día, en el Colegio Civil Rosales. A esa hora, el Colegio Rosales era visitado
por la multitud de invitados. Los corredores del Colegio, amplios y bien
ventilados,
estaban
elegantemente
adornados.
“Una
extensa
mesa
arreglada… esperaba a los comensales”.
Rentería ocupó el centro de la mesa, teniendo a su derecha al general
Banderas y a su izquierda al licenciado Rodríguez. Se sentaron en la mesa
456
Ibíd., p. 5.
145
otras cien personas, entre las que se encontraban los militares, Antonio M.
Franco, Joaquín Cruz Méndez, Gregorio L. Cuevas, Zeferino Conde,
Francisco Ramos Obeso, Lauro Vizcarra, Casimiro Rendón y Pilar Quintero;
y los políticos, Amado Zazueta, Manuel C. Prieto, Antonio Espinosa de los
Monteros,
Enrique
Moreno,
Francisco
Verdugo
Fálquez,
Carlos
C.
Echeverría, Pedro Quiñonez, Crisoforo Avendaño, Isauro Ibáñez, Crisanto
Arredondo, Cristóbal Limón, y Emiliano Z. López.
Los invitados departieron disfrutando la música de las bandas Hidalgo
y la dirigida por el señor Viderique, y saborearon los platillos de bacalao a la
vizcaína, pavo al horno con jalea, espárragos con salsa de mostaza, filete
con papas fritas, sopa de chícharo con mantequilla frijoles a la veracruzana
con queso, y algunos aperitivos como frutas, café, dulces, crema, cigarros y
puros. El champagne y la cerveza helada no podían faltar.
Después del banquete se organizó en el teatro Apolo, una “velada
cívica”, en la que participaron diversos oradores. Asistieron Rentería y
Banderas, que fueron aclamados.
Los oradores encomiaron en sus discursos al señor
Banderas.
El Licenciado Fortino Gómez, en nombre del foro de
Mazatlán y por encargo especial, dio un voto de confianza al señor
General Banderas
Después de la velada, que fue corta, hubo iluminación
general en las calles, serenatas y grandes bailes públicos y
particulares, que estuvieron animadísimos.
El Sr. Banderas asistió á un rumboso baile por la calle Benito
Juárez, en donde había un bouquet de encantadoras
culiacanenses457.
El Baile fue organizado por Banderas, en la casa de Adrián Amador,
para festejar el día con sus amistades; estuvo amenizado por la orquesta de
Jorge Concilión y terminó a las tres de la mañana del día siguiente.
457
Ibíd., p. 8.
146
Esa noche los músicos de Culiacán tuvieron mucho trabajo, por donde
quiera, se escuchaba la música. Hubo otros bailes que terminaron en las
primeras horas de la mañana, en la Escuela “Porfirio Díaz” y en “Los 2
Cometas”, “cuando de este baile salieron, varios concurrentes improvisaron
una manifestación en honor de Banderas, á quien mucho vitorearon”.
En el día siguiente, al que Rentería tomó posesión de la gubernatura,
“los numerosísimos simpatizadores de el Gral. Juan M: Banderas”,
organizaron “una entusiasta manifestación popular”, por las calles de
Culiacán; trasladándose luego los manifestantes a la “Toma de Agua”
458
,
junto al río Humaya, donde se ofreció a Banderas una fiesta campestre, en la
cual, sus partidarios hicieron pública su intención de convertir al general de
Tepuche, en el sucesor de Rentería. Isauro Ibáñez, de Mazatlán, propuso su
candidatura para gobernador del Estado en el próximo periodo 1912-1916459.
Banderas podía sentirse satisfecho, había logrado algunos de sus
propósitos como gobernador.; había incorporado a la administración pública
estatal, a elementos del campo revolucionario, sustituyendo a personeros del
antiguo régimen; reorganizó la Hacienda pública, logrando que las rentas
produjeran lo suficiente, para que el gobierno cubriera “desahogadamente”
los gastos de la administración estatal; resistió los intentos del gobierno
federal de imponer su voluntad en el Estado, contando con el apoyo de la
gran mayoría de los sinaloenses de todas las clases sociales y aprestando
militarmente a sus fuerzas para defender la soberanía de Sinaloa; vio
cumplido sus anhelos democráticos, logrando “la efectividad del sufragio”,
pero sobre todo había participado en la derrota de la vieja oligarquía aliada
de los maderistas moderados, a la que ahora se había derrotado ya no con
las armas, sino con el voto. Además se había convertido en un fuerte
candidato a suceder a Rentería.
458
Ibíd, núm. 8559, 29 de septiembre de 1911, p. 4.
AGN, Fondo Gobernación, Periodo Revolucionario, c. 37, exp. 27, Informe confidencial, Isauro
Ibáñez, actual gobernador interino de Sinaloa, México, D.F., abril 18 de 1916, f. 2.
459
147
4. Respaldando al gobernador José Rentería contra el gobierno federal.
Rentería no terminaría el periodo de gobierno para el que fue electo
por el pueblo sinaloense. Bonilla y la oligarquía regional habían sido
derrotados, pero obtendrían el apoyo de los gobiernos de León de la Barra y
del
propio
Madero,
para
derrocar
al
gobernador
constitucional
democráticamente electo. Del porfirista León de la Barra y de su secretario
de gobernación García Granados, no se podía esperar mucho que
respetaran la voluntad popular. Pero la actitud del presidente Madero causo
gran desilusión, el pueblo sinaloense se dio cuenta que no era el “apóstol de
la democracia” como decían sus aduladores.
Luego de ser derrotados electoralmente junto con Bonilla y
seguidores, los partidarios del antiguo régimen, apoyados por sus
correligionarios en el gobierno federal, decidieron utilizar la fuerza de las
armas para recuperar el poder en Sinaloa. Antes de tener que mandar al
Ejército Federal, León de la Barra y García Granados, procuraron derrocar a
Rentería valiéndose de militares revolucionarios sinaloenses, como el coronel
José María Ochoa.
Desde el 19 de agosto, que arribó a la capital de la República, el
coronel Ochoa, comandante del Cuerpo Rural del Distrito de El Fuerte,
llamado por el secretario de gobernación García Granados, fue cooptado por
el reyismo, comprometiéndose a participar en lo que el “El Imparcial” llamaba
“la segunda pacificación de Sinaloa”, para lo cual fue comisionado por García
Granados460. Ochoa se convirtió en instrumento militar del gobierno federal,
para derrocar a Rentería.
García Granados le telegrafió a Rentería, informándole que le había
dado a Ochoa, el mando de las fuerzas rurales de los Distritos de El Fuerte,
Sinaloa y Mocorito; y que en adelante, el gobierno del estado “no estaba
460
Amaya Garritz Ruiz, La presidencia interina de Francisco León de la Barra, política interna,
tesis de licenciatura en historia, México, Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, 1965, p. 153.
148
autorizado para disponer de esas fuerzas”461 de la federación, las cuales
dependerían directamente del ministerio de gobernación y de la primera zona
militar, con asiento en Torin, Sonora.
A las dos de la tarde del 27 de septiembre, ancló el cañonero Tampico
en el puerto de Guaymas, procedente de Manzanillo, llegó cargado a toda su
capacidad de tropas federales, también vinieron el general José Refugio
Velasco, jefe de la primera zona militar, acompañado de otros jefes, entre
ellos José María Ochoa, que se traslado inmediatamente a El Fuerte462.
El 4 de octubre, cabo primero Agustín Beltrán, jefe del destacamento
de rurales del Distrito de Sinaloa, que fungía también como Prefecto, le
transcribe a Ochoa, un oficio del gobernador, en el que le ordena no
obedecer sus órdenes. Al día siguiente, Ochoa recibe otro telegrama de
Beltrán, diciéndole que solo recibe y respeta órdenes del gobierno del estado
y del gobierno federal y que lo desconoce como su jefe463. Habiendo Ochoa
informado de esta insubordinación a la Inspección General de Rurales, “por
órden de esta última superioridad quedó Beltrán dado de baja del Cuerpo y
cesando en el mando del destacamento de Sinaloa”464. Por su parte,
Rentería sostiene a Beltrán en la prefectura465.
En el estado de Sinaloa, los reyistas habían venido intensificando su
labor política, se preparaban a participar en el levantamiento armado, que el
general Reyes organizaba desde mediados de septiembre, en las regiones
del país donde contaba con partidarios. Banderas, que se había retirado a la
vida privada, reconociendo la política contrarrevolucionaria de Reyes, se
pone nuevamente a las órdenes de Madero, enviándole este telegrama:
461
462
463
464
465
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 20, exp. 2, doc. 302, f. 3.
El Correo de la Tarde, núm. 8558, Mazatlán, 28 de septiembre de 1911, p. 6.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 20, exp. 2, doc. 302, f. 7.
Ibíd., c. 20, exp. 2, doc. 302, f. 8.
Ibíd., f. 4.
149
Culiacán, octubre 8 de 1911.
Señor Francisco I. Madero. México.
Por la prensa sé la actitud que reyistas y caídos principian á
tomar, preparativos que hacen desde el momento que Reyes
abandonó la República sin rumbo conocido, dirigiéndose al fin á
San Antonio, Texas, haciéndose llamar jefe de nueva revolución.
Como los preparativos de éstos son bélicos, así como ayer
fuí de los primeros en este Estado para luchar por la causa
triunfante, así desde este momento repítome á sus órdenes, en la
inteligencia que mi mayor satisfacción será la de ser útil á mi patria
sin más ambición que cumplir con mi deber.
Juan M. Banderas466.
El 9 de octubre, en El Fuerte, Ochoa se emborracho, andaba a caballo
y escandalizaba con la música, gritando mueras a las autoridades del Distrito
y al propio gobernador, “cuando la policía le llamó la atención ordenó a 50
hombres que la desarmaran y la metieran á la cárcel”, también dio orden de
que se aprehendiera al Prefecto del Distrito, pero éste no se encontraba en la
ciudad467. Ochoa desconoció a las autoridades dependientes del gobierno del
estado, declarándose jefe político y militar en El Fuerte. Rentería calificó
estas acciones de Ochoa, como “verdadera sedición”468.
Días después, el 13, Ochoa le ordena a los rurales que guarnecen la
población de Sinaloa, se le incorporen en El Fuerte, pero éstos, que
informaron al gobernador, reciben de éste, la orden de no obedecerle. Ese
mismo día, Ochoa le comunica a Rentería que está “dispuesto á castigar con
severidad la insubordinación de esta gente reprimiendo todo desorden”469.
García Granados, le dice a Ochoa, el 17 de octubre: “si juzga usted
seguro el éxito puede proceder al restablecimiento del orden en Sinaloa”.
Ochoa estimó que no tropezaría con dificultades al apoderarse de la Villa de
Sinaloa, puesto que no esperaba ser atacado por el gobierno del Estado. El
día 19, dispone su marcha y sale de El Fuerte, con su segundo, Baltasar
466
467
468
469
El Correo de la Tarde, núm. 8570, Mazatlán 10 de octubre de 1911, p. 1.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 18, exp. 2, doc. 114.
Ibíd., c. 20, exp. 2, doc. 302, f. 6.
Ibíd., f. 1-2.
150
Avilés, al frente de 248 hombres de tropa y 17 oficiales470. Este movimiento
de Ochoa amenazó la capital del estado. En cuanto se entera Rentería
telegrafía tanto al Jefe de la primera zona militar471, como al Presidente León
de la Barra, en los siguientes términos:
En estos momentos me avisan que José María Ochoa avanza en
son de guerra desconociendo mi autoridad… Suplico a usted
respetuosamente dicte urgentes medidas para que Ochoa no
continúe su avance y al mismo tiempo mandar tropas que auxilien
á mi gobierno472.
El gobierno federal no atendió la solicitud del gobernador de Sinaloa y
por el contrario, alistó tropas federales en Torin, por si Ochoa necesitara ser
auxiliado. Por su parte, Rentería actúa rápidamente, le pide a Banderas, que
tome el mando de las fuerzas con las que defenderá su gobierno, a lo que
entusiasmado, accede inmediatamente el general de Tepuche, recibiendo del
gobernador un oficio con instrucciones473. Finalmente la vieja vocación militar
de Rentería, lo guía y pasa a la ofensiva contra Ochoa y las intrigas del
gobierno federal.
5. De nuevo en campaña.
El mismo día jueves 19 de octubre, cumpliendo las órdenes del
gobernador para combatir a Ochoa, sale de Culiacán hacía el norte, a las
11:00 de la noche474, “tren especial con General Banderas y 400 hombres
perfectamente bien armados y municionados”. Esta fuerza se formó con
tropas del Cuerpo Rural de la zona centro del estado y de la gendarmería
estatal475. Acompañaban a Banderas los jefes: Antonio M. Franco, Gregorio
470
471
472
473
474
475
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 207 vuelta.
Ibíd., exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f. 911.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 283 y c. 18, exp. 2, doc. 134.
Olea, op. cit., p. 62.
El Correo de la Tarde, núm. 8583, Mazatlán, 23 de octubre de 1911, p. 1.
González Ramírez, op. cit., p. 366.
151
L. Cuevas Agustín Beltrán, Zeferino Conde, Francisco Ramos Obeso,
Francisco “Chico” Quintero, Cipriano Alonso, Mariano Quiñonez, Maximiano
Gámez, su hermano Pedro y su primo Narciso Gámez476.
Al día siguiente, el 20, nuevamente se comunica Rentería con el
Presidente, lamentando que el gobierno federal “no haya dado disposición
alguna para remediar los males señalados. Al contrario el Sr. Ministro de
Gobernación contra toda justicia y razón ha prestado todo apoyo al criminal
José María Ochoa”, y le notificaba que la marcha de Ochoa sobre Sinaloa,
era “un grave atropello que no es posible tolerar, he dispuesto que las
fuerzas que guarnecen esta capital salgan inmediatamente como ya salieron
á reprimir semejantes atentados”477.
A este telegrama, León de la Barra responde diciéndole a Rentería,
que se le ha dado al coronel José María R. Cabanillas, el nombramiento de
Jefe de las Armas en el Estado de Sinaloa, por lo que los Cuerpos Rurales
de la Federación en Sinaloa, quedarán bajo su mando, “Espero que dicho
nombramiento servirá para evitar conflictos en ese Estado… deploro
sinceramente hechos que usted me comunica”478.
La resuelta actitud de Rentería y Banderas, ante el movimiento de las
tropas de Ochoa; y el apoyo popular que tenía el gobierno de Rentería en
esos momentos, motivaron que León de la Barra a propuesta de Bonilla479,
expidiera el nombramiento a Cabanillas, jefe que a diferencia de Iturbe, tenía
buenas relaciones con todos los jefes maderistas del estado, por lo que el
sábado 21 de octubre, Bonilla telegrafió a los lideres de los clubes
maderistas de la villa de Sinaloa:
Acabo de recibir su telegrama de ayer, y como desde ayer mismo
tomáronse providencias para evitar encuentro de armas en ese
476
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 125. Olea, op. cit., p. 62. El
Correo de la Tarde, núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8.
477
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 332, f. 1.
478
Ibíd., f. 2 vuelta.
479
Ibíd., doc. 338, f. 2 vuelta.
152
Estado, quitando el mando tanto á Banderas como a Ochoa,
espero que todo se arreglará satisfactoriamente480.
También con Bonilla se comunicó el gobernador el día 20,
explicándole sus razones, diciéndole que tomó la determinación de ordenar a
Banderas saliera a reprimir a Ochoa, en vista de que el gobierno federal lo
había abandonado, pues por más quejas y suplicas que había hecho, García
Granados se había empeñado en proteger y apoyar a un bandido como
Ochoa, que ha salido de El Fuerte rumbo a Culiacán con sus tropas en son
de guerra, “aunque véome desamparado por Federación considero
humillante e indecoroso para mi gobierno permitir semejantes desmanes, y
estoy dispuesto sea cual fuere la opinión de ese gobierno, a contrarrestarlos
de manera más enérgica”481.
Por la tarde del viernes 20, Rentería le telegrafía nuevamente a León
de la Barra, expresándole entre otras cosas, que acaba de recibir un
telegrama del ministro García Granados “ordenando que no ataque a Ochoa
que suspenda hostilidades”, lo que le mereció al gobernador decirle al
presidente:
No puedo ni debo acatar esas órdenes porque no es decoroso
para mi gobierno dejarme burlar de un bandido como Ochoa solo
porque cuenta con el apoyo del Sr. Ministro de Gobernación. Estoy
dispuesto á llegar al último extremo para hacer respetar mi
autoridad482.
Ese mismo viernes, en la noche, interceptaron en Culiacán un
mensaje cifrado del emisario reyista y representante de la Prensa Asociada,
Carlos Koerdell483, desde el campo de Ochoa, pidiéndole informes al doctor
480
El Correo de la Tarde, núm. 8583, Mazatlán, 23 de octubre de 1911, p. 1.
González Ramírez, op. cit., pp. 366-367.
482
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 330, f. 2.
483
El corresponsal de El Correo de la Tarde, en la Villa de Sinaloa, diría de Koerdell el 21 de
octubre: “celebre propagandista reyista que publicó una carta en “El Siglo”, contando mil falsedades
sobre la situación en Sinaloa y que fue detenido por unas cuantas horas en Culiacán por haber
externado delante de un jefe maderista á quien conocía, que ya el General Reyes contaba con 10,000
481
153
Somellera por la situación militar de la ciudad484. Inmediatamente Rentería se
lo notifica a León de la Barra agregándole:
Quisiera se persuadiese usted de que Ochoa no solo hostiliza mi
gobierno, no solo conspira contra él, está trabajando también por
el partido científico, recibiendo instrucciones del Directorio de los
Ángeles, California y esto explica la protección del señor García
Granados. Por todas estas razones me propongo perseguirlo con
todos los elementos que pueda485.
Banderas y su columna llegaron a Estación Bamoa, a las cuatro de la
mañana del viernes 20 de octubre, “donde se desayunaron para emprender
luego la marcha sobre Sinaloa”. Ochoa llegó con su tropa a la Villa de
Sinaloa, ese viernes a las 10 de la mañana, “é inmediatamente supo que el
General Banderas le pisaba los talones”, había ocupado pacíficamente la
Villa, puesto que la tarde anterior, se habían retirado a Mocorito, los 30
hombres que guarnecían la plaza, así como el Prefecto recientemente
nombrado, coronel Gregorio L. Cuevas y otras autoridades486. Ochoa “se
posesionó de la villa de Sinaloa, con 270 hombres, que aumentó después a
350”487. Ese día por la tarde, Banderas arribó a la villa488, e inmediatamente
organizó el cerco de la plaza por sus fuerzas.
Al iniciar el sábado 21 de octubre, la situación imperante pronosticaba
tormenta, el enfrentamiento era inminente, ambos bandos preparaban
refuerzos. En telegrama urgente desde la capital, el general José González
Salas, Secretario de Guerra y Marina, le ordena al general Velasco, jefe de la
1ra zona militar en Torín, Sonora:
hombres para hacer la contrarrevolución”; El Correo de la Tarde, núm. 8583, Mazatlán, 23 de
octubre de 1911, p. 1.
484
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 333. González Ramírez, op. cit., p.
367.
485
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 333.
486
El Correo de la Tarde, núm. 8584, Mazatlán, 24 de octubre de 1911, p. 2; Ibíd., núm. 8590, 30
de octubre de 1911, p. 1.
487
Olea, op. cit., p. 62.
488
El Correo de la Tarde, núm. 8584, Mazatlán, 24 de octubre de 1911, p. 2.
154
Sírvase usted ordenar al general brigadier Pedro Ojeda con fuerza
de dos o 300 hombres salga desde luego por tren a Villa Sinaloa,
con objeto de hacer que Banderas obedezca órdenes que
Secretaría de Hacienda ha dado para entregar mando a
Cabanillas, ya se ordena que Ochoa quede a sus órdenes,
recomiende usted al general Ojeda tome todo género de
precauciones en su marcha, si lo cree conveniente puede darle
dos ametralladoras489.
Por su parte, Banderas esperaba ese día la llegada desde Mazatlán,
del general Justo Tirado con 200 rurales490 y de Culiacán, refuerzos de la
gendarmería estatal y armas y municiones para sus nuevos reclutas, ya que
“se han presentado en campo Banderas, más de 200 ciudadanos unos
armados y otros pidiendo armas”491.
Sin embargo, la situación cambio ese día, cuando Cabanillas le
informó a Rentería “que en México el Ministro García Granados y un pariente
de Redo, le hablaron también para un movimiento reyista aquí”492, le
propusieron “que organizara en este Estado un movimiento reyista,
uniéndose á Ochoa”, Cabanillas dijo “que obrar conforme á las instrucciones
del Ministro de Gobernación, sería traicionar á la causa maderista”493.
La declaración de Cabanillas terminó por comprobar que García
Granados y Ochoa, estaban involucrados en el movimiento reyista,
persuadiéndose León de la Barra de que había llegado el momento de
detener las actividades de éstos, celebrando arreglos con el gobernador de
Sinaloa. Ese día se llegó a un acuerdo entre Rentería y León de la Barra.
Ordenaron a Banderas y Ochoa suspender hostilidades494, mientras llegaba
Cabanillas a recibir de ellos el mando de las fuerzas rurales que se
encontraban a sus órdenes. Rentería detuvo la movilización de la tropa rural
489
490
491
492
493
494
AHSDN, SH, exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f. 918. Telegrama núm. 37,742.
El Correo de la Tarde, núm. 8583, Mazatlán, 23 de octubre de 1911, p. 1.
González Ramírez, op. cit., p. 367.
El Correo de la Tarde, núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8.
Ibíd., núm. 8585, 25 de octubre de 1911, p. 8.
Ibíd., núm. 8583, 23 de octubre de 1911, p. 1.
155
de Tirado y el gobierno federal ordenó suspender la movilización de las
fuerzas del brigadier Ojeda495.
También Madero intervino el día 21, enterado de la conspiración
reyista en Sinaloa, telegrafió desde Monterrey, tanto a Banderas y Ochoa en
el “sentido de evitar dificultades”, como también a León de la Barra,
expresándole su molestia por el avance de Ochoa sobre Sinaloa: “Suplico á
usted indicar á García Granados lo inconveniente que es ordenar estos
movimientos que vienen á complicar seriamente la situación para cuando yo
llegue al poder”496.
En cuanto recibe indicaciones de Rentería y Madero, de que
suspendiera hostilidades, “ese mismo día el Gral. Juan M. Banderas, que se
encontraba en Casas Nuevas citó al coronel Ochoa, á una conferencia que
éste rehusó”497. Ordenó Banderas “á toda su oficialidad no atacar y… dirigió
a Ochoa varias comunicaciones indicándole guardara igual actitud”498.
El gobierno federal le ha negado a Rentería toda autoridad sobre las
tropas rurales499 y se ve obligado a aceptar que su jefe de armas, el general
Banderas, le entregue a Cabanillas la jefatura de estas tropas. Sin embargo,
Rentería mantiene a Banderas como comandante de la gendarmería
estatal500, que es reforzada.
El 22 de octubre, recibió Banderas a 25 hombres custodiando 125
rifles y 5 cajas parque, enviados por el gobernador501, para armar a los
voluntarios que ha estado reclutando para la gendarmería502.
A las cuatro de la tarde, del 22, por el camino que va de Bamoa a
Opochi, regresaba a su campamento Banderas con su escolta, después de
495
AHSDN, SH, exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f. 917. Telegrama núm. 38,049.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 338.
497
El Correo de la Tarde, núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8.
498
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 7, doc. 379.
499
AHSDN, SH, exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f. 942.
500
González Ramírez, op. cit., p. 367.
501
AHSDN, SH, exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f. 923. Ibíd., exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259,
f. 209.
502
Ibíd., exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 208 vuelta.
496
156
conferenciar con el coronel Gregorio L. Cuevas, cuando fueron atacados por
los hombres que tenía Ochoa en la alameda, junto al río503. Rápidamente el
tiroteo se generalizó, siendo atacadas todas las posiciones de los hombres
de Ochoa, el combate cesó hasta las seis de la tarde504.
El lunes 23, inició el combate a las ocho de la mañana, por el Cerro
del Monje, “La Alameda”, el Camposanto, Baburía y Opochi. Los Gámez
fueron rechazados con grandes pérdidas de “La Alameda” por el Cabo 1º
Felipe Castro, que logró apoderarse del triple de una de las ametralladoras
Colt. A las 12 del mediodía, Banderas ordenó con toque de clarín, suspender
el fuego, entregando a sus jefes y oficiales “una comunicación que también
fue remitida al Coronel Ochoa, sin obtener por parte de éste atención
alguna”.
Al reanudarse el combate, Franco, con una ametralladora, reforzó a
los Gámez, unidos lograron desalojar a los rurales que defendían “La
Alameda”; “Chico” Quintero y Carlos Gámez atacaron por el Camposanto;
Beltrán, Alonso y Quiñonez, encabezando 100 hombres y con otra
ametralladora, se apoderaron del Cerro del Monje, venciendo la resistencia
de los hombres de Ochoa y luego descendieron para atacar y tomar la
posición ocupada por sus adversarios en “El Calvario”; Ramos Obeso tomó
Baburía y Banderas con su escolta penetró a la Villa por el Opochi, donde
desbarató la resistencia enemiga505.
“A las tres de la tarde el fuego había cesado y sólo se oían,
lejanamente, los clarines, unos tocando dianas y otros reunión”506. Ochoa
informaría al general Velasco, jefe de la 1ª zona militar:
503
El Jefe Fuerzas Rurales José María R. Cabanillas, Culiacán, octubre 27 de 1911, al Presidente de
la República; CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 18, exp. 2, doc. 143. El Correo de la Tarde,
núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8.
504
Olea, op. cit., p.63.
505
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 209. El Correo de la Tarde, núm. 8590,
Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit.,
p. 125. Olea, op. cit., p. 63.
506
El Correo de la Tarde, núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8.
157
Comenzó a faltarme parque por lo que mandé a tocar reunión a fin
de organizar la retirada y no se me agotaron por completo las
municiones para poder abrirme paso rechazando al enemigo,
según fuera necesario… después se habían reunido en la plaza de
armas todas mis fuerzas, a las cinco de la tarde mandé desfilar por
el camino real rumbo al panteón y hacia Estación Naranjo507.
En su retirada, Ochoa fiel a sus compromisos con la oligarquía
sinaloense, libera, llevándose consigo, al exprefecto porfirista capitán Antonio
Barreda, que estaba preso, por el asesinato de Gabriel Leyva Solano508.
La tropa Banderista que atacaba por el panteón, jefaturada por “Chico”
Quintero y Carlos Gámez, se retiró a inmediaciones de Baburía509, por lo que
Ochoa, con la mayor parte de sus hombres, pudo retirarse por ese sector.
Probablemente Quintero y Gámez abandonaron sus posiciones del
Camposanto, por órden de Banderas, “á fin de que se respeten ordenes
comunicadas por el General Jefe de la Zona, dejando libre paso á Ochoa
para que se incorpore á aquel Cuartel General”510.
“Dueños los banderistas de la ciudad, echaron á vuelo las campanas”,
Ochoa al evacuar la plaza, abandonó 12 muertos y 9 heridos, Banderas
sufrió 8 muertos y 6 heridos511.
Un individuo cuyo apodo era el “Boca-brava”, al penetrar á la plaza
el General Banderas, le disparó un tiro á quema ropa, pero le erró;
al instante un soldado que acompañaba á Banderas dio muerte á
“Boca-brava”, que pertenecía á Ochoa y se había comprometido á
matar al Gral. Banderas512.
507
El general José Refugio Velasco, Torin, Sonora, 2 de noviembre de 1911, al secretario de Guerra
y Marina; AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 200 vuelta.
508
El Jefe Fuerzas Rurales José María R. Cabanillas, Culiacán, octubre 27 de 1911, al Presidente de
la República; CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 18, exp. 2, doc. 143. El Correo de la Tarde,
núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8. Ramos Esquer, La verdadera revolución en
Sinaloa, op. cit., p. 125. Olea, op. cit., p. 63.
509
El Correo de la Tarde, núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8.
510
El Gobernador José Rentería, Culiacán, octubre 23 de 1911, al Presidente de la República
Francisco León de la Barra; CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 349.
511
El Correo de la Tarde, núm. 8590, Mazatlán, 30 de octubre de 1911, p. 8.
512
Ibíd., núm. 8587, 27 de octubre de 1911, p. 8.
158
Ese día, Banderas descubre nuevas evidencias de la participación de
Ochoa con los reyistas. Entre los prisioneros capturados por Banderas, se
encontraba Carlos Koerdell, a quién se le descubrió un legajo de manifiestos
y documentos de propaganda del movimiento reyista. A las 10 de la noche,
Banderas ordenó que fueran aprehendidos todos los comprometidos con la
conspiración reyista513, de acuerdo con la lista descubierta a Koerdell, entre
los que se encontraban los más hombres más ricos del Distrito de Sinaloa,
que fueron “acusados de ser caciques de filiación reyista”. sin embargo,
fueron puestos en libertad por el gobernador Rentería debido a gestiones
realizadas por Luis G. de la Torre y Mariano Peimbert514. Esta política de
conciliar y ceder con el enemigo le resultaría un desastre a Rentería
posteriormente.
La noche del 23 de octubre515, Cabanillas salió de Culiacán hacia
Sinaloa, para recibir de Banderas, el mando de las tropas rurales.
En la madrugada del día 24, salieron de Culiacán 50 elementos de la
gendarmería, que esperaran en San Blas a Banderas, para marchar sobre El
Fuerte516, a restablecer las autoridades del gobierno estatal.
Rentería nombró nuevamente a Agustín Beltrán, Prefecto de Sinaloa,
a quién se le dio el mando de un destacamento de la gendarmería estatal,
para resguardar el Distrito517.
Banderas sale de la villa de Sinaloa, llegando a Estación Bamoa, el
día 25 por la mañana, con 10 oficiales y 170 de tropa, llevaba
2
ametralladoras, una manejada por el japonés Oactanave y la otra por el
coronel Franco, ese día partieron para San Blas y de ahí a El Fuerte518. De
513
Maximino y Juvencio Rojo; José María Escobar; Lorenzo Saracho; Felipe Zazueta; Antonio
Aguirre; Francisco Mussot; Antonio Zevada; Guillermo, Fortino y Federico G. Peña; Francisco
Echeverría y Antonio Rojo Alcalde.
514
Olea, op. cit., p. 63. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 125.
515
El Correo de la Tarde, núm. 8584, Mazatlán, 24 de octubre de 1911, p. 1. CESU-UNAM,
archivo Gildardo Magaña, c. 19, exp. 6, doc. 349.
516
El Correo de la Tarde, núm. 8584, Mazatlán, 24 de octubre de 1911, p. 1.
517
Ibíd., núm. 8585, 25 de octubre de 1911, p. 5.
518
Ibíd., núm. 8587, 27 de octubre de 1911, p. 8.
159
donde se retira violentamente, al advertir la llegada de Banderas, la
guarnición dejada por Ochoa, mandada por el cabo 2º Bernardo Cárdenas,
que le incorpora a Ochoa en Estación Don519. El 26 de octubre por la noche,
se incorporó al cuartel de la 1ª zona militar, en Torin, Sonora, el comandante
Ochoa con 150 de tropa520.
El Correo de la Tarde publicó en su edición del 25 de octubre, un
elogio a la conducta de Banderas:
Digna de encomio es la conducta de del señor General Banderas,
que sin tener carácter militar y estando retirado á la vida privada,
desinteresadamente asumió el mando de las fuerzas cuando el
señor Gobernador se lo indicó, en vista de la adhesión que le ha
demostrado y de las simpatías de que goza entre sus antiguos
camaradas521.
Banderas después de restaurar las autoridades del gobierno estatal,
sale de El Fuerte el 31 de octubre, dejando 90 hombres al mando del Cabo
primero de rurales Mariano Quiñónez, a quién asistían los Cabos segundos
Ezequiel Almanza, Gumaro Martínez, Apolonio Tamayo y Lauro Martínez,
para resguardar la Villa de El Fuerte. Banderas regresó a Culiacán por la
tarde del 2 de noviembre, rindiéndole un informe al gobernador de la
comisión desempeñada522.
En la Ciudad de México, el 9 de octubre, el Secretario de Gobernación
García Granados, había anunciado que el general Pascual Orozco fue
nombrado “Comandante en Jefe de la Policía Rural en el Estado de
Sinaloa”523. El general de Chihuahua, llegó a la capital la tarde del 30 de
septiembre, varios días después se entrevistó con el Presidente León de la
Barra. Como resultado directo de esa entrevista, Orozco recibió el
nombramiento que desencadenó una enorme inconformidad en Chihuahua,
519
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1911, XI/481.5/259, f. 200 vuelta.
Ibíd., exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, F. 945.
521
El Correo de la Tarde, núm. 8585, Mazatlán, 25 de octubre de 1911, p. 5.
522
Olea, op. cit., p. 63. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 126.
523
Michael C. Meyer, El rebelde del norte, Pascual Orozco y la revolución, México, Instituto de
Investigaciones Históricas-UNAM, 1984, p. 59. Juan Gualberto Amaya, op. cit., p. 339.
520
160
el presidente León de la Barra recibió cientos de telegramas protestando y
pidiéndole que Orozco no saliera del Estado. Pese a las protestas, el
nombramiento no fue revocado524.
A la toma de posesión de Madero, como Presidente de la República, el
6 de noviembre de 1911, asistieron muchos jefes revolucionarios. A su paso
por Guadalajara, rumbo a la ciudad de México los generales Iturbe y Tirado.,
fueron entrevistados por reporteros de la revista El Progreso Latino525. Iturbe,
por su resentimiento con Banderas y Rentería, declaró: “en Sinaloa hay
desgobierno, allí impera una terrible anarquía; no se respetan las vidas de los
ciudadanos, menos los derechos y garantías”. Cuando después entrevistaron
a Tirado, preguntándole sobre estas afirmaciones de Iturbe, respondió:
Iturbe casi no es conocido en Sinaloa. Yo lo conocí hasta ahora
que él pasó por Mazatlán. El jefe de la revolución fue y es el
general Juan M. Banderas, y como gobernante se ha portado
magníficamente, otorgando garantías y prefiriendo a los
revolucionarios en los puestos del gobierno, por eso los porfiristas
y los prevaricadores de la revolución lo censuran y lo atacan526.
Madero, una vez en la Presidencia, ratificó a Bonilla como su ministro
de Comunicaciones y Obras Públicas, y en el ministerio de Gobernación,
nombró a Abraham González, quién atendió rápidamente “el problema” que
tenía el presidente Madero, con el gobierno de Sinaloa.
Bonilla y Abraham González citaron a una reunión en el despacho de
la Secretaría de Gobernación, a los jefes revolucionarios sinaloenses que por
esos días se encontraban en la capital, para tratar los problemas de Sinaloa,
Con el propósito de ejercer presión sobre ellos y obtener un
informe que lograra impresionar al presidente Madero contra
Rentería y Banderas, de tal manera graves, que autorizara el envío
de tropas a Sinaloa, para someterlos527.
524
Meyer, op. cit., p. 60.
Editada en la ciudad de México por el Lic. José Ferrel.
526
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op cit., pp. 127-128, cita a El Progreso
Latino, 14 de noviembre de 1911, p. 686.
527
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 129-130.
525
161
La reunión se realizó el 13 del mismo noviembre528, y asistieron,
además de Bonilla y González, los generales Iturbe y Tirado, el coronel
Joaquín Cruz Méndez y otro jefe, también subalterno de Tirado, R. Salinas.
Bonilla presentó nuevos cargos contra Banderas, apoyándose en varias
cartas, algunas anónimas, indicando la conveniencia de que el gobierno
federal mandara fuerte destacamento del ejército, y también enviara al
general Pascual Orozco, con otra fuerza de tropas de rurales de Chihuahua;
uniéndose a estos contingentes el Cuerpo Rural del comandante Ochoa, que
se encontraba en Torim, Sonora; para que estas fuerzas combatieran a
Banderas y al gobernador Rentería, “por rebeldes a la administración del
señor Madero”. Por su parte, Iturbe se ofreció para también ir a combatir a
Sinaloa. Sin embargo, Tirado, Méndez y Salinas, diplomáticamente opinaron
que la situación del estado no era tan grave como se hacía aparecer, por lo
que creían conveniente que antes de dar ese paso tan peligroso, se invitara a
que Banderas se sometiera, por la consideración que se le debía, por haber
sido el jefe de la revolución en Sinaloa, y que solamente si no obedecía y se
comprobaba que estaba en rebeldía, se justificaría que se le fuera a
combatir. Bonilla se opuso a la propuesta de los jefes del sur del estado, no
obstante, se acordó invitar a Banderas a que visitara la ciudad de México,
para que se entrevistara con Madero529.
Orozco llegó a Mazatlán a mediados de noviembre, Se entrevistó en el
puerto con Banderas, confraternizando con el general de Tepuche. Antes de
haber completado una semana en tierras sinaloenses, como comandante de
los rurales, Orozco recibió la orden del presidente Madero de volver a la
ciudad de México, donde el 27 de noviembre, le dio el mando de la
528
Olea, op. cit., p. 64.
Ibíd., p. 130. De esta reunión, Olea, en op. cit., p. 64, da la versión equivocada, probablemente
proporcionada por el general Iturbe, de que “se aprobó el envío a Sinaloa de una brigada federal a las
órdenes de Pascual Orozco, Tirado, Méndez y Ochoa”.
529
162
guarnición federal de Ciudad Juárez, regresando Orozco a Chihuahua530.
Orozco se había negado a servir de instrumento de Madero y Bonilla, para
que impusieran su voluntad en Sinaloa, combatiendo a Banderas y Rentería.
También se negaría el general chihuahuense, en enero de 1912, a ir a
Morelos para combatir al general Emiliano Zapata.
Las dificultades de Orozco con Madero se dieron a partir de que para
las elecciones de gobernador de Chihuahua efectuadas en agosto de 1911,
Orozco no fue apoyado por Madero para ocupar dicho cargo, quién prefirió
respaldar a Abraham González. Orozco consideraba, que tenía mayores
méritos revolucionarios que González para ser gobernador de Chihuahua,
considerando además que tenía indiscutiblemente mayor respaldo popular.
El 3 de marzo de 1912, Orozco se declaró abiertamente en rebelión contra el
gobierno maderista. La bandera política de los rebeldes orozquistas fue el
Plan de la Empacadora, que se proclamó el 25 de marzo de ese año.
Por su parte, el movimiento reyista, así como en Sinaloa, no tuvo
mejor suerte en el resto del país. El Gral. Bernardo Reyes, exgobernador de
Nuevo León, exsecretario de Guerra y marina, aspirante a la vicepresidencia
de la república, declina y parte al exilio en Europa en 1909, regresa al país
en junio de 1911 y apoya la candidatura de Madero a la presidencia al recibir
de éste el ofrecimiento de ocupar el ministerio de Guerra y Marina.
Entusiasmado por sus partidarios, rompe con Madero y a principios de
agosto lanzó su candidatura a la presidencia del país, su campaña electoral
duraría apenas un mes, ante la falta de apoyo popular para restaurar el viejo
régimen, en septiembre Reyes y sus partidarios decidirían no participar en
las elecciones, pasando a preparar un levantamiento armado.
Desde San Antonio, Texas, en los Estados Unidos, Reyes lanzaría un
“Plan Político” fechado el 16 de noviembre, en el que desconocería como
presidente al recién electo Madero. Reyes cruzó la frontera el 5 de diciembre
de 1911, vagaría varios días y, ante la desesperación de no recibir muestras
530
Michael C. Meyer, op. cit., pp. 60-61.
163
de apoyo, decidió rendirse al comandante de rurales de Linares, Nuevo León,
diciendo:
Para efectuar la contra-revolución llamé a los revolucionarios
descontentos, al Ejército y al pueblo, y al entrar al país, procedente
de Estados Unidos, ni un solo hombre a acudido á mi demanda.
Esta demostración patente del general sentir de la Nación, me
obliga á inclinarme ante su sentir y declarando la imposibilidad de
hacer la guerra he venido á esta ciudad la madrugada de hoy para
ponerme a su disposición para los efectos que correspondan…”531.
La rendición de Reyes marcó el fin de su pretendida rebelión y
también el del reyismo como fuerza política.
531
El Diario, 26 de diciembre de 1911, citado por Miguel Soto E., “El fracaso del reyismo”, en
Enrique Florescano (coord.), op. cit., t. 3, p. 363.
164
IV. LOS BANDERISTAS PROCLAMAN EL PLAN DE AYALA.
1. Encarcelado en la Ciudad de México.
El general Banderas confiaba que con Madero en la presidencia
mejorarían sus relaciones con el gobierno federal. Atendiendo la invitación
que se acordó hacerle en la reunión del 13 de noviembre, a fines de ese
mes, viaja a la Ciudad de México para entrevistarse con el nuevo presidente,
para defenderse de la acusación de rebelión y de haber ordenado el
fusilamiento del coronel Morelos. Salió de Culiacán acompañado por el Lic.
Rosendo R. Rodríguez, Antonio M. Franco, Hilario Nevares Montes, Enrique
Sánchez y su secretario particular, Cipriano Alonso.
Al pasar por Mazatlán, los comerciantes y empresarios del puerto, le
ofrecieron un banquete a Banderas, en el que varios oradores exaltaron su
personalidad, “como gran administrador, honesto, lo declararon defensor de
la democracia en Sinaloa”, terminado el ágape, siguió su camino a la capital,
llevándose del puerto a Teodoro Lemmen Meyer y al doctor norteamericano
D. E. Hamer, que prestó sus servicios a la revolución, como jefe de los
servicios médicos en la columna de Banderas532.
Al llegar a la capital en la madrugada del 6 de diciembre, en la
Estación del Ferrocarril Central ya los estaban esperando, “en los momentos
en que se apeaban del tren”533, fueron aprehendidos Banderas y Alonso, por
agentes de la policía reservada bajo las órdenes del 2do. Jefe de las
comisiones de seguridad, señor Jesús González Rivas534. Cuando Banderas
preguntó el motivo de la aprehensión, el jefe policiaco, le contestó que la
orden procedía del Juez de Distrito de la ciudad de México, quién recibió un
532
Nueva era, núm. 122, México, D. F., 30 de noviembre de 1911, p. 1. Ramos Esquer, La
verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 131.
533
El Correo de la Tarde, núm. 8627, Mazatlán, 8 de diciembre de 1911, p. 1.
534
Nueva era, núm. 129, 7 de diciembre de 1911, p. 1.
165
exhorto del Juez de Primera Instancia de Culiacán, por el delito de rebelión
contra el Gobierno del Estado de Sinaloa. Banderas dijo “¡hasta donde han
llegado las intrigas de los caciques! ¡Esta maniobra la cobija Rentería,
porque tiene miedo a los de arriba!, “que le extrañaba que no los hubieran
aprehendido en Sinaloa, donde estaba á disposición de las autoridades”,
enseguida se desabrocho la canana con su pistola y se la entregó a Lemmen
Meyer535.
Naturalmente que aprehender a Banderas en Sinaloa, ni lo pensó
Rentería, porque en Culiacán, la autoridad moral, que Banderas tenía sobre
los jefes de la policía, la gendarmería y la tropa rural, hacía imposible su
aprehensión, al contrario, todos hubieran estado prestos a defender a su
general. En Mazatlán, también contaba con el aprecio de los hombres que
hicieron la revolución en el sur del estado.
Banderas se dio cuenta que había sido traicionado por Rentería, para
que Madero y Bonilla consumaran su venganza por no subordinárseles,
encarcelándolo y quitándolo de en medio, por ser el más fuerte aspirante a
gobernador, para las elecciones de 1912. Los acompañantes de Banderas se
retiraron dirigiéndose al “Hotel Bazar”, donde se hospedaron536.
Banderas y Alonso fueron conducidos a la Inspección General de
Policía, luego a la sexta comisaría, donde una vez que desayunaron, fueron
trasladados a la Penitenciaría del Distrito Federal, también conocida como la
cárcel de Lecumberri, para ser consignados al juez, quien tiempo después, le
declaró la formal prisión a Banderas, pero por el fusilamiento del coronel
Morelos, ya que la acusación de rebelión fue insostenible.
Durante el viaje de Banderas a la capital, sus fuerzas en Culiacán, son
desarmadas y disueltas. El 1 de diciembre, a las tres de la tarde, llegaron
simultáneamente, trenes militares del norte y del sur, en el primero llegaron
400 federales, con el coronel Juan J. Mora, desde Torin, Sonora; en el
535
El Correo de la Tarde, núm. 8627, Mazatlán, 8 de diciembre de 1911, p. 1. Ramos Esquer, La
verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 132.
536
Locus cit..
166
segundo llegaron desde Mazatlán, el gobernador Rentería, 100 federales con
el capitán 1º Héctor Juárez y 200 rurales al mando del coronel José María R.
Cabanillas537.
En cuanto llegó Rentería con estas fuerzas, ordenó el desarme y
arresto de la guarnición, integrada por 324 elementos, del Cuerpo Rural del
centro del estado, jefaturado por el coronel Franco, que viajaba
acompañando al general Banderas, y por la Gendarmería Estatal,
conformada por 121 hombres, al mando del capitán 1º Emilio Banderas,
hermano del general538. Los jefes, Francisco “Chico” Quintero, Bernabé
Valdés y Emilio Banderas, escaparon con algunos hombres, pero fueron
perseguidos por tropas gobiernistas. Ese mismo día por la noche, fueron
cateadas las casas del general Banderas y del coronel Franco, “causando la
consiguiente alarma y molestia á las familias respectivas, que se hallaban en
sus lechos, bajo el fútil pretexto de buscar armas y caballos”539. Al
resentimiento generado por su desarme y licenciamiento, se sumó el
descontento por la prisión de su general y de Alonso. Los banderistas se
consideraron traicionados por Madero y Rentería.
En cuanto se supo en Culiacán de la detención de Banderas, los
obreros de la ciudad tomaron la iniciativa para recoger “firmas con el fin de
elevar un ocurso al ciudadano Presidente de la República, intercediendo por
el General Juan M. Banderas”540. Con fecha de 9 de diciembre, desde
Culiacán, le enviaron una breve carta a Madero, que fue firmada por setenta
culiacanenses:
Interpretando los sentimientos del sufrido pueblo sinaloense
que ve en el ameritado ex jefe revolucionario señor Juan M.
Banderas á su fiel protector, los subscritos atentamente
suplicámosle señor Presidente interponga su valiosa influencia
537
AHSDN, SH, exp. Sonora 1911, XI/481.5/268, f 975. El Correo de la Tarde, núm. 8621,
Mazatlán, 2 de diciembre de 1911, p. 8.
538
Ibíd., núm. 8535, 4 de septiembre de 1911, p. 3.
539
Francisco B. Astorga a Francisco I. Madero, Culiacán, 4 de diciembre de 1911, AGN, Fondo
Francisco I. Madero, Vol. 61, exp. 716.
540
El Correo de la Tarde, núm. 8631, Mazatlán, 13 de diciembre de 1911, p. 4.
167
para que el citado señor Banderas no sea víctima de las intrigas
del cientificismo. Esperamos que el hombre que supo pacificar de
verdad nuestro querido Estado, no sea vejado ni sufra las
consecuencias de falsas acusaciones541.
Madero no atendió “el sentimiento del pueblo sinaloense”, por lo que
más tarde enfrentaría en esta región otra sublevación armada contra su
gobierno. La mayoría del pueblo era analfabeta, no sabía empuñar plumas
para rubricar cartas, pero era diestro empuñando la carabina y con ella
rubricaría su descontento.
Estando en la penitenciaría, a Banderas se le hicieron nuevos cargos.
El 21 de diciembre de 1911, se le inició un nuevo juicio por la muerte del
teniente del Ejército Federal, Heriberto López, después del combate de
Turúachito, en Chihuahua. Banderas se defendió por medio de la prensa de
la capital, de esa acusación, enviando cartas “como rectificación de una
información falsa”, a los directores de los periódicos “El Demócrata
Mexicano” y “Nueva Era”, los días 23 y 24 de ese mes. Diciéndoles que:
cuando después de un nutrido combate nuestra fuerza quedó
dueña del campo, capturando 28 prisioneros entre los cuales cayó,
el teniente López que estaba mal herido, el señor López fue
llevado al pueblo y allí los soldados lo mataron debido a los
insultos que el herido lanzada contra ellos, esto lo supe por
referencias, pues yo ni estuve en el combate de Turiachito, ni vi
herido al teniente López, además en caso de que mis compañeros
hubiesen ultimado al herido, no hay por que hacer tanto escándalo
por un hecho que estaba cobijado por el decreto del 2 de abril
lanzado por nuestro jefe supremo don Francisco I. Madero, para
contrarrestar los numerosos crímenes cometidos por la famosa
suspensión de garantías, por que no se mete bulla por aquél
desgraciado al que los federales quemaron vivo con petróleo
después del combate en Santa Bárbara, Chihuahua, en que
también salió herido el valiente jefe Miguel Vaca, por que no se
recuerda el asesinato que el coronel Morelos cometió en la
Ciénega, distrito de Badiraguato, en la persona de nuestro jefe
Agustín Félix, o por que no se evocan los múltiples crímenes
cometidos por el mismo coronel Morelos en Tamazula, con las
fuerzas de Iturbe, con ciegos, mujeres y niños, sin embargo parece
541
AGN, Fondo Francisco I. Madero, Vol. 60, exp. 13.
168
que ahora los jefes de la revolución, los que la hicimos con
patriotismo, los que pusimos el corazón frente a las balas, sin pedir
después canonjías ni galardones, estamos condenados a
responder ante los tribunales por cada uno de los soldados que
542
perdió la tiranía en la lucha, que con ella sostuvimos… .
El licenciado José Vasconcelos, fue contratado por Banderas y Alonso
para que los defendiera ante el Juez de Distrito, Manuel M. Nagore. Durante
el proceso, Vasconcelos presentó varios documentos con los que pudo
probar las atrocidades cometidas por el extinto coronel Morelos en el pueblo
de Tamazula, Durango. En contra de los acusados declararon como testigos
los generales Higinio Aguilar y Ramón F. Iturbe, mayor Martín Elenes,
Enrique González Martínez, Genaro Estrada543, Adela G. de Rivas y Ana
María Espino viuda de Morelos544.
Iturbe hizo su declaración el 15 de enero de 1912, ante el Juez
Nagore, diciendo:
En aquella época sólo había en Culiacán dos jefes revolucionarios
que pudieron dictar la orden de fusilamiento (de Morelos), y esos
dos jefes éramos Juan M. Banderas y yo. Sobre el particular ya
rendí mi declaración ante el procurador (Manuel) Castelazo
Fuentes, y creo que esa declaración ya consta en autos en el
Juzgado Primero de Distrito. Como quiera que sea me parece que
la declaración que debe dar mayores luces en este asunto es la
que pueda rendir el mismo ejecutor de la orden de fusilamiento545.
Durante el proceso, quedó aclarado que Banderas expidió la orden de
fusilamiento del mayor Agustín del Corral, condenado por reincidir en tomar
las armas contra la Revolución, y también quedó claro que este documento
fue alterado, sin saberse por quién, agregándole: “y el coronel Morelos”. Lo
542
Nueva era, núm. 148, México, D.F., 26 de diciembre de 1911, p. 2.
El mismo que fue cañedista, redista, porfirista, huertista y después consigue trabajo con Carranza
en la Secretaría de Relaciones exteriores, destacando en la diplomacia internacional, le quedó a la
medida el dicho popular: “candil de la calle y oscuridad en la casa”.
544
Olea, op. cit., pp. 64-65.
545
Ibíd., p. 54.
543
169
que siempre a estado fuera de duda es que la ejecución del “chacal de
Tamazula” fue un acto de justicia popular546.
Banderas trató de entrevistarse con el Presidente Madero y para ello,
el 10 de abril de 1912, le envió una carta, solicitándole audiencia. Pero
Madero se la niega, diciéndole por carta tres días después:
Muy señor mío:
Fue en mi poder la atenta de U. fecha 10 del actual, en la
que se sirve pedirme una audiencia que siento no poderle
conceder, por no ser esto posible hasta que no termine el proceso
militar que se le esta instruyendo.
Mucho me complace conocer los patrióticos sentimientos de
U. y le agradezco la adhesión que manifiesta por el Gobierno
constituido; pero al mismo tiempo deploro que la tenaz resistencia
de U. de venir á conferenciar conmigo á esta capital cuando
repetidamente se lo indiqué estando U. en Sinaloa, haya sido la
causa primitiva de las complicaciones en que después se ha visto
envuelto, complicaciones que hubieran podido evitarse si U.
hubiera atendido lo que le indique.
Quedo de U. atento y S. S.547
En esta carta, Madero reconoció que Banderas era un preso político,
que lo había invitado a la capital, engañándolo con garantizarle su seguridad
y que lo aprehendió a traición, cuando menos lo esperaba, que su verdadera
falta era no habérsele subordinado y haber dicho en su manifiesto:
Admitir, pues, que el Ministerio de Gobernación, quite y
ponga Gobernadores en el Estado, cosa que sólo puede hacer
el pueblo sinaloense, por medio del voto público, o del Congreso,
que es su representante, sería admitir la violación de la soberanía
del Estado, sería dar el primer paso en el espinoso camino de
una nueva dictadura, como la del ex presidente Díaz, que
tantos males causó a la Nación, y por la cual se acaba de
derramar la sangre de nuestros hermanos en los campos de
batalla548.
546
Ibíd., pp. 53-54.
Gabino Martínez Guzmán, Cartas de Madero, testimonios de la revolución, Durango, México,
IIH-UJD-Poder Legislativo del Estado de Durango, 1999, pp. 180-181.
548
Manifiesto a los sinaloenses, del Gobernador Interino Juan M. Banderas, Culiacán, 25 de agosto
de 1911. Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 100, t. II, Culiacán Rosales, 2 de septiembre de
1911, p. 1-2. El Heraldo, órgano del partido democrático durangueño, núm. 850, Durango, 12 de
septiembre de 1911, pp. 2 y 3. González Ramírez, op. cit., p. 362.
547
170
Sin embargo, Banderas insistiría en pedirle su libertad al Presidente
Madero. El 10 de enero de 1913, le escribe otra carta:
Señor Presidente.
Don Francisco I. Madero.
Presente.
Muy respetable señor:
Me es altamente satisfactorio manifestar a Ud. que hasta la
fecha me resisto a creer que Ud. permita que tan vilmente se me
ultraje de una manera tan infame, haciéndome cargos de los
acontecimientos de la revolución de 1910 encabezada por Ud., y
que precisamente es la que lo ha llevado al poder. No soy
absolutamente responsable de dichos cargos, ni de ningún
hecho que lastime la dignidad de un hombre; pero suponiendo sin
conceder, que fuera el autor del hecho que nuevamente se me
imputa, esto sería cosa juzgada, dada la ley de amnistía general
por el Congreso de la Unión, promulgada el 27 de mayo de 1911.
Pues si tales acontecimientos de dicha revolución se fueran a
juzgar actualmente por los Tribunales del País, entonces la
referida ley de amnistía quedaría pisotead y resultaría también
que habríamos muchos responsables. Además, extraño que se
me trate de esta manera tan infame: ¿Que daños ha recibido el
Gobierno actual ocasionados por mi persona? ¡Ningunos! De lo
contrario, todos mis esfuerzos y sacrificios han sido encaminados
al sostenimiento de ese mismo gobierno y el engrandecimiento de
nuestra querida Patria y conservar el buen nombre de Ud., como
gobernante.
¿Por qué se me paga de esta manera tan ingrata?
Ya voy sobre tres años que tengo abandonada mi
familia; mi madre, esposa e hijos, tres miembros muy sagrados
que reclaman mi presencia por infinidad de circunstancias que se
presentan en el hogar.
Los hijos es lo más sagrado que hay, señor Madero, y sólo el
que los tiene sabe lo que se quieren.
Como he dicho a Ud. antes; ya corre en tres años ante mi
familia mi ausencia, primero, sacrificándome por seguir los
ideales de la revolución que Ud. encabezó y que la vi justificada, y
segundo, porque obedecí un llamado de Ud., a donde con tanto
gusto venía a conocer y presentarle una vez más mis respetos a
mi Jefe Supremo, cosa que no se me concedió porque caí en
manos de mis feroces enemigos, quienes me metieron en esta
inquisición de donde no puedo salir porque no se me hace justicia
y tengo entendido que mientras Ud. no ordene mi libertad no
salgo de esta inquisición en que se me ha colocado para dar
gusto a mis enemigos gratuitos. ¿Que males ha recibido Ud. de mi,
señor Presidente, para que tanto se me hostilice?
171
Jamás he sido su enemigo, siempre le he sido fiel y soy uno
de los hombres que en muchos casos puse mi pecho al frente
de las balas enemigas por Ud.
Veo que Ud. es más bondadoso con sus propios
enemigos que en la actualidad lo rodean y lo adulan para
traicionarlo; tienen un pie en su gobierno y otro en la
revolución. No puede Ud. figurarse cuanto lamento esto. Esos
judas son los que han sembrado la desconfianza ante Ud. para
que hostilice a los mismos suyos, pero tengo la plena seguridad de
que no es Ud. capaz de hacer nada malo, y que sus sentimientos
siempre han sido humanitarios.
Sin más de particular quedo su afmo. atto. y S. S.
Juan M. Banderas549.
Diez días después, Juan Sánchez Azcona, secretario particular de
Madero, le escribe de parte de éste, diciéndole diplomáticamente “que leyó el
Primer Magistrado dicha carta con todo detenimiento, y que la mandó pasar
al estudio de quien corresponde, debiendo usted estar seguro de que se le
hará estricta justicia”550.
En la Penitenciaría del Distrito Federal, Banderas tuvo de compañeros
de prisión a gran número de presos revolucionarios, todos ellos antiguos
maderistas, que se habían inconformado al quedar trunca la obra de la
revolución, entre ellos Andrés Molina Enríquez, Juan Andrew Almazán, Ángel
Barrios, Guillermo Castillo Tapia, Alberto Carrera Torres, los zapatistas
Gildardo Magaña, Abraham Martínez y Luis Méndez551.
El general Francisco Villa también estuvo recluido en la Penitenciaría,
llego el 7 junio de 1912552, luego de estar a punto de ser fusilado, acusado de
insubordinación por el general Victoriano Huerta, entonces comandante de
las tropas del ejército federal que hicieron la campaña contra el orozquismo
en Chihuahua.
549
Josefina E. de Fabela (dir.), Documentos históricos de la revolución mexicana, vol. 8, revolución
y régimen maderista t. IV, México, Editorial Jus, 1970, pp. 317-319.
550
Ibíd., p. 319.
551
Gildardo Magaña, Emiliano Zapata y el agrarismo en México, t. II, México, INEHRM, 1985,
p. 226.
552
Gustavo Casasola, Biografía ilustrada del Gral. Francisco Villa, México, Editorial Gustavo
Casasola, 1975, p. 34.
172
Banderas estableció una estrecha amistad con Villa y con Abraham
Martínez, éste, siendo culto, aprovechó la sed de conocimientos de Villa y lo
instruyó durante esos meses que compartieron la prisión, enseñándole
aritmética e historia, pero sobre todo, a leer y a escribir553.
Para septiembre de 1912, Banderas y Villa vieron agotadas las
posibilidades legales de salir de la cárcel. Después de estarse comunicando
con Madero por medio de cartas, Villa se convenció que éste no quería
liberarlo;
el
presidente
era
presionado
por
Huerta,
el
embajador
estadounidense Henry Lane Wilson y la oligarquía de Chihuahua, para que
Villa no saliera libre554. Por su parte, Banderas se había quedado sin
abogado y sin dinero, Vasconcelos no regresó a verlo luego de haberle
recibido el dinero que con sacrificios logró reunir entre la familia y sus
amigos555, además, sus poderosos enemigos: la oligarquía sinaloense y el
gobierno federal, querían mantenerlo preso.
Banderas y Villa compartían el deseo de recobrar su libertad, se
unieron para arreglar su fuga mediante cualquier procedimiento, estando
resueltos a recurrir hasta a los más violentos en caso necesario, con el
mayor sigilo estuvieron acechando el momento de la fuga. A Martínez no le
comunicaron estos planes porque lo consideraban algo parlanchín y
pensaron que podría descubrirlos con alguna inconsciente indiscreción, pero
habían decidido invitarlo a fugarse cuando todo estuviera listo.
Villa recibía dinero de sus allegados, esto le permitió ser generoso con
los presos comunes y desde luego con custodios, litigantes y empleados de
la penitenciaría, por lo que vencía con facilidad gran número de dificultades.
Consiguió tres grandes dagas de magnifico acero, entregándole una a
553
Luis Aguirre Benavides, “La sensacional fuga de Villa”, en José Ángel Aguilar (comp.), En el
centenario del nacimiento de Francisco Villa, México, INEHRM, 1978, p. 82. Luis y Adrián Aguirre
Benavides, Las grandes Batallas de la División del Norte, al mando del general Francisco Villa,
México, Editorial Diana, 1975, p.14.
554
Friedrich Katz, Pancho Villa, t. 1, México, Ediciones Era, 1999, pp. 199 y 212.
555
Martín Luis Guzmán, Memorias de Pancho Villa, México, Editorial Porrua, 1984, pp. 505-507.
Vito Alessio Robles, La convención revolucionaria de Aguascalientes, México, INEHRM, 1979, p.
424. Friedrich Katz, op. cit., t. 2, p. 35.
173
Banderas y otra a Martínez, hizo sacar copias de las llaves de su celda y de
las de sus amigos; tenía otra llave de la crujía donde estaban sus celdas y
solo le faltaba la llave de la puerta que comunicaba directamente a la prisión
con el exterior, un campo despejado que la circundaba.
Villa se había estado quejando con su abogado defensor Adrián
Aguirre Benavides de los rigurosos reglamentos de la Penitenciaría, de las
prolongadas horas de su completo aislamiento, ya que solo durante una hora
se le sacaba a tomar el sol, breve tiempo que utilizaba para tomar sus clases
con Martínez y platicar un poco con Banderas.
Gustavo A. Madero le tenía gran estimación a Villa, instruyó a su
secretario Luis Aguirre Benavides para que todos los sábados lo visitara en
su nombre y satisficiera en lo posible sus necesidades. Con su influencia el
licenciado Aguirre Benavides logró el 7 de noviembre de 1912, el traslado de
Villa a la prisión militar de Santiago Tlatelolco, cuyo régimen interior era
mucho menos riguroso que el de la penitenciaría. El cambio de prisión
molesto mucho a Villa, por lo cercano que consideraba el día de su fuga556,
sin embargo, Villa se fugaría de la prisión militar el 26 de diciembre de 1912.
El 18 de febrero de 1913, Victoriano Huerta daría un golpe de Estado
aprehendiendo al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez,
quienes fueron asesinados el día 22, Huerta con la complicidad del Congreso
de la Unión y de la Suprema Corte de Justicia de la nación, usurparía la
Presidencia de la República.
El régimen de Huerta significaba la restauración del poder de las
clases dominantes durante el porfiriato. La revolución contra el “anciano
régimen”, volvió a estallar, pero ahora con mayor fuerza. Zapata continuó
combatiendo ahora contra Huerta, mientras que Orozco se unió a Huerta. El
gobernador de Coahuila Venustiano Carranza, desconoció a Huerta,
proclamando el “Plan de Guadalupe” el 26 de marzo de 1913, constituyó el
556
Aguirre Benavides, en José Ángel Aguilar (comp.), op. cit. pp. 82-83. Luis y Adrián Aguirre
Benavides, op. cit. p.14.
174
Ejército Constitucionalista, cuyos principales cuerpos eran comandados por
los generales Francisco Villa, Álvaro Obregón y Pablo González.
Para Banderas, el intento de fuga se frustró sin el apoyo financiero de
Villa. Sería otro acontecimiento inesperado el que provocaría su liberación. El
21 de abril de 1914, la marina de guerra estadounidense bombardea y
desembarca en el puerto de Veracruz. Diez minutos después de iniciado el
desembarco, el general Gustavo A. Maas, comandante militar de la plaza, se
retiró sin combatir, el general Aureliano Blanquet, secretario de Guerra y
Marina del gobierno de Huerta, le había ordenado retirarse por ferrocarril a la
estación de Tejería, situada a 17 kilómetros de Veracruz; sería el pueblo, los
marinos y algunos soldados del 19 batallón, encabezados por el Comodoro
Manuel Azueta, el Coronel Manuel Contreras y el Teniente Coronel Albino
Rodríguez Cerrillo, quienes resistieron al invasor por dos días557.
La invasión despertó el sentimiento nacionalista del pueblo. La noche
del 21 abril, quince mil personas entonaron el Himno Nacional en el zócalo
de la capital. El 23 de abril, un poco antes de las once de la mañana,
Banderas y los demás presos políticos que se encontraban en la
Penitenciaría del Distrito Federal fueron llamados por el director de la prisión,
para hacer de su conocimiento un decreto de Huerta, donde mandaba
sobreseer sus procesos penales en virtud de que tropas estadounidenses
habían invadido la patria y el gobierno de la república consideraba necesario
terminar las diferencias políticas entre todos los mexicanos, para que unidos
en torno a la bandera nacional, hicieran frente al invasor.
Todos los presentes aplaudieron al director, porque les llegaba la
ansiada libertad, y no porque creyeran generoso el decreto del usurpador,
sabían que Huerta quería capitalizar el espíritu patriótico del pueblo, para
conservarse en el poder. Los miles de voluntarios que se incorporaron al
557
Vicente Casarrubias C. (director), Crónica ilustrada revolución mexicana, t. 4, México, Publex,
1972, pp. 61-75.
175
ejército federal para combatir la invasión, no fueron enviados a Veracruz,
sino a luchar contra los zapatistas y constitucionalistas.
Entre los presos políticos que obtuvieron la libertad se encontraban los
diputados que Huerta envió a prisión cuando disolvió el Congreso de la
Unión, los zapatistas Jesús Morales “El Tuerto” y Santiago Rodríguez558.
En estas circunstancias Banderas salió de la Penitenciaría, había
pasado en prisión 2 años, 4 meses y 18 días, desde el 7 de diciembre de
1911 al 23 de abril de 1914. Ya en libertad, marchó al estado de Morelos
para entrevistarse con el general Zapata e incorporándose al Ejército
Libertador.
2. Los orígenes de la rebelión zapatista en Sinaloa.
La incorporación de Banderas al Zapatismo, se dio en la cárcel. Los
factores que determinaron esta incorporación fueron, por una parte, sentirse
traicionado por Madero al encarcelarlo injustamente, y por otra parte, su
coincidencia con Zapata de que Madero había traicionado la revolución al
negarse a cumplir los postulados del Plan de San Luis Potosí. Para
Banderas, el presidente Madero representaba ahora, todo contra lo que
había combatido en la revolución de los años 1910 y 1911. A los pocos días
de haber sido aprehendido llega a sus manos el Plan de Ayala.
Habiendo sido firmado el Plan de Ayala el 25 de noviembre de
1911559, pocos días después, el 6 de diciembre (mismo día del
558
Gildardo Magaña, op. cit., t. IV, pp. 182-183.
AGN, Fondo Alfredo Robles Domínguez, tomo 11, exp. 31, f. 1. Laura Espejel et al., Emiliano
Zapata, Antología, México, INEHRM, 1988, pp. 114-118. Silva Herzog, op. cit., pp. 286-291.
Womack Jr., John, Zapata y la revolución mexicana, México, Siglo XXI Editores, 1979, pp. 394-397.
en estas fuentes se encuentra la versión del 28 de noviembre. En Magaña, op. cit., t. II, pp. 113-125, se
reproduce en facsímil, una versión del Plan de Ayala, escrito de puño y letra por Otilio Montaño,
fechado el día 28 de noviembre, que entre otros cambios menos importantes, corrige la redacción del
artículo 12, reconociendo en el Congreso de la unión la facultad constitucional de convocar a
elecciones para los otros poderes federales, que la primera versión del Plan, con fecha de 25 de
noviembre, publicado el 15 de diciembre de 1911 en el Diario del Hogar, le asignaba al Presidente de
la República.
559
176
encarcelamiento de Banderas), sale del cuartel general zapatista, en
Morelos, un correo de confianza, con el que Zapata le envía a Gildardo
Magaña un ejemplar mecanografiado del dicho Plan y una carta con
instrucciones:
Adjunto a la presente, el Plan de la Villa de Ayala que nos servirá
de Bandera en la lucha contra el nuevo dictador Madero. Por lo
tanto, suspenda usted ya toda gestión con el maderismo y procure
que se imprima dicho importante documento y darlo a conocer a
todo el mundo. Por su lectura verá Ud. que mis hombres y yo
estamos dispuestos a continuar la obra que Madero en Ciudad
Juárez y que no transaremos con nada ni con nadie, sino hasta ver
consolidada la obra de la revolución que es nuestro más ferviente
anhelo. Nada nos importa que la prensa mercenaria nos llame
bandidos y nos colme de oprobios; igual pasó con Madero cuando
se le creyó revolucionario; pero apenas se puso al lado de los
poderosos y al servicio de sus intereses, han dejado de llamarlo
bandido para elogiarlo… yo, como no soy político, no entiendo de
esos triunfos a medias, de esos triunfos en que los derrotados son
los que ganan; de esos triunfos en que, como en mi caso, se me
ofrece, se me exige, dizque después de triunfante la revolución,
salga no sólo de mi Estado, sino también de mi Patria. Yo estoy
resulto a luchar contra todo y contra todos sin más baluarte que la
confianza, el cariño y el apoyo de mi pueblo. Así hágalo saber a
todos; y a Don Gustavo560 dígale, en contestación a lo que de mi
opinó, que a Emiliano Zapata no sé le compra con oro...561.
Magaña se encontró con el problema que ninguno de los periódicos de
la capital quiso, por esos días, publicar tan radical documento revolucionario.
Un simpatizante del zapatismo, Enrique M. Bonilla562, editor del Diario
del Hogar, en un encuentro con Madero, se lo mostró diciéndole: “miré usted,
señor, el famoso Plan de Ayala que ha proclamado Zapata, desconociendo a
su gobierno, ¿no cree usted que debemos publicarlo?”. Con la molestia que
le produjo la lectura del documento, el presidente le respondió: “sí, publíquelo
560
Se refiere a Gustavo Madero, hermano del presidente Francisco I. Madero.
Magaña, op. cit., t. II: p. 140-142.
562
Enrique M. Bonilla fue uno de los fundadores del Centro de Consulta para la Propaganda y
Unificación Revolucionaria, en Tlaltizapán, Morelos, el 28 de noviembre de 1916, junto con Antonio
Díaz Soto y Gama, Manuel Palafox, Otilio Montaño, los hermanos Magaña, Prudencio Casals R.,
Ángel Barrios y Leopoldo Reynoso Díaz. DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: global, hyperpalabra:
Bonilla, registro 1 de 105.
561
177
para que todos conozcan a ese loco de Zapata”. Inmediatamente, Bonilla
llevó a prensa el Plan de Ayala, y al día siguiente, el 15 de diciembre de
1911, fue publicado en el “Diario del Hogar”.
“La demanda que tuvo la edición de dicho periódico ese día fue
enorme, y no obstante el doble tiro que con tal motivo se hizo, su
director tuvo que ordenar otro extraordinario para satisfacer los
pedidos que, días después, llegaron de todas partes de la
República”563.
Probablemente, tiempo después Madero se arrepentiría de autorizar la
publicación de dicho Plan. Banderas, por su parte, seguramente recibió un
ejemplar del Diario del Hogar en el que se reprodujo el Plan de Ayala, de
alguno de sus compañeros que lo acompañaban cuando fue aprehendido.
Conocer de los propósitos políticos del plan zapatista, le permitió a
Banderas tener claridad de las nuevas tareas que correspondían a los
revolucionarios de toda la república. La revolución seguía adelante, no pudo
detenerla Madero, el triunfo de éste, no fue la victoria que anhelaban los
campesinos revolucionarios, se les decía que habían conquistado la
democracia y que ahora tenían derechos políticos, pero tales logros no les
servían para darle de comer a sus hijos. Con el triunfo maderista, continuaron
gobernando casi todos los viejos caciques de “horca y cuchillo”. Madero se
rodeo muy pronto de hacendados y generales federales y la desconfianza
campesina se transformó en muchas regiones del país, en odio de clase.
Finalmente, Madero no era uno de ellos, no era más que otro capitalista y
hacendado.
A fines de diciembre, Banderas se comunica con Zapata, para enviarle
su adhesión564 y decirle que iniciará la promoción de la insurrección en
Sinaloa a favor del Plan de Ayala, la prisión no fue obstáculo para su
determinación y coraje, estableció comunicación con sus más fieles amigos y
563
564
Magaña, op. cit., t. II: pp. 142-143.
Ibíd., t. II: p. 226.
178
compañeros de convicciones revolucionarias, para incitarlos a continuar la
revolución,
combatiendo
ahora
como
zapatistas,
contra
quienes
consideraban que los habían traicionado: Madero y Rentería.
Muchos revolucionarios sinaloenses exmaderistas, sentían que el
triunfo de Madero no era un triunfo de ellos, seguramente se decían entre
ellos: “como que la Revolución no ha terminado, compadre”, habían tenido
fuertes desavenencias tanto con el gobierno de León de la Barra, como con
el propio Madero, al no cumplirse sus promesas revolucionarias y pretender
imponer su voluntad en la política local, en el más puro espíritu centralista de
la política dictatorial del general Díaz. Para ellos, Madero no era ningún
“apóstol” de la democracia.
El 13 de febrero de 1912, quedó probada la lealtad que le tenían a
Banderas sus amigos más cercanos. En la costa del Distrito de Culiacán,
acontecen dos sublevaciones. En el pueblo de Navolato, con en el pretexto
de reunirse para una fiesta, unos 50 revolucionarios banderistas,
encabezados por Antonio M. Franco, Manuel F. Vega y Francisco “Chico”
Quintero, “que obraban, según algunos testimonios, por instrucciones
especiales de Banderas”, gritando “viva Zapata”, toman las armas a favor de
la revolución del Plan de Ayala. En la Hacienda de El Dorado, con el mismo
pretexto de una fiesta, al grito de “viva Zapata” se sublevan 40 hombres. La
revolución zapatista se extendería rápidamente por toda la entidad. El grito
de “viva Zapata”, se repitió en todas las acciones de armas, en ocasiones
acompañado de los gritos “muera Rentería” y “muera Paliza”565.
Antonio M. Franco, originario de Tamazula, Durango, asumió el mando
de la revolución566, ya que era entre los sublevados, el que había
desempeñado el cargo de mayor jerarquía militar. Fue el segundo de
Banderas durante la campaña militar de enero a junio de 1911, y cuando
565
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, ff. 3-4. Miguel A. Sánchez Lamego, Historia
militar de la revolución mexicana en la época maderista, t. II, México, INEHRM, 1977, p. 266. Olea,
op. cit., p. 68.
566
DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: título de ficha, hyperpalabra: Franco, registro 19 de 24.
179
Banderas ocupo la Gubernatura Interina, recibió el mando del Cuerpo Rural
que guarnecía el centro del estado567.
Manuel F. Vega, oriundo de Navolato, fue de los primeros
conspiradores maderistas en Culiacán, junto con Juan M. Banderas, que se
reunían en la cantina de su propiedad. En abril de 1911, se sublevó con la
guerrilla que organizó en Navolato, en mayo se unió a la columna
revolucionaria comandada por Banderas. Entre agosto y diciembre de 1911,
fue el jefe de la policía urbana de Culiacán568.
Francisco “Chico” Quintero, de la Cofradía de la Loma, cerca de
Navolato. También de los primeros conspiradores, con Banderas, Vega y
otros, se unió a la revolución en febrero, encabezando campesinos de las
márgenes del río Culiacán, en la costa del Distrito de la capital del Estado;
desde marzo, se incorporado a la columna guerrillera de Banderas.
Entre los jefes revolucionarios, “Chico” Quintero era quien más
claramente representaba los intereses de clase del campesinado sinaloense,
verdadero líder agrarista, encabezó la resistencia de su pueblo, contra el
despojo de sus tierras comunales, que las compañías deslindadoras habían
perpetrado; apareciendo como nuevo propietario de ellas, y hasta del predio
en el que se asentaba el poblado, la familia Almada, terratenientes dueños
del ingenio azucarero de Navolato; sin embargo, el despojo no se consumó,
los comuneros habían perdido legalmente, hasta sus casas, pero se
mantuvieron en la posesión de sus tierras y las trabajaban con las armas en
la mano, anunciando que estaban dispuestos a morir por ellas569.
567
González Ramírez, op. cit., p. 359.
AHGES, correspondencia de la Secretaría de Gobierno del Estado de Sinaloa CSGES,
gobernación, agosto 1911, p. 299. El correo de la tarde, núm. 8556, Mazatlán, 26 de septiembre de
1911, p. 5.
569
Archivo del Registro Agrario Nacional en Culiacán, Ejido Cofradía de la Loma. Entrevista con
el Dr. Jesús Quintero Pacheco, nieto de Francisco “Chico” Quintero, realizada por Saúl Armando
Alarcón Amézquita, Navolato, Sinaloa, 9 de abril de 2002. Leopoldo Avilés Meza, Navolato apuntes
para la historia, Culiacán, México, s.e., 1985, p. 190. Sería hasta 1935, durante el gobierno cardenista,
cuando a los comuneros de la Cofradía de la Loma, les cumplirían su demanda de restitución de
tierras; al igual que a otras comunidades de las márgenes del río Culiacán, Bachigualato, Aguaruto,
Yevabito, Bariometo, Navolato, Tobolato, Baricueto, Bachigualatillo, Comolote y otras; Alonso
568
180
El estallido revolucionario enarbolando el Plan de san Luis Potosí,
había representado para “Chico” Quintero y su gente, la posibilidad de
recuperar legalmente sus tierras; pero desengañados de Madero, ahora
depositaban su confianza en el Calpuleque de Anenecuilco y en el Plan de la
Villa de Ayala.
La
revolución
zapatista
en
Sinaloa,
se
nutrió
de
muchos
revolucionarios exmaderistas que fueron licenciados contra su voluntad, pero
que se fueron a sus casas conservando las armas que poseían y que
volvieron a usar contra el mismo ejército federal, que ahora defendía la
presidencia de Madero.
Los campesinos zapatistas570, con el Plan de Ayala, declararon la
guerra al gobierno de Madero y formularon su proyecto de revolución571.
Proclamando que continuaban la revolución que Madero “no llevó a feliz
término”, porque éste no tenía “otras miras que el satisfacer sus ambiciones
personales, sus desmedidos instintos de tirano y su profundo desacato” a la
ley, “puesto que dejó en pie la mayoría de los poderes gubernativos y
elementos corrompidos de opresión del gobierno dictatorial de Porfirio Díaz”.
Criticaron a Madero de tratar de eludir el cumplimiento de las
promesas del Plan de San Luis Potosí, ciñéndolas a los convenios de Ciudad
Juárez, “nulificando, encarcelando, persiguiendo o matando a los elementos
revolucionarios” que le ayudaron a ocupar el puesto de Presidente de la
República, “llamándoles bandidos y rebeldes, condenándolos a una guerra
Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa 1910-1920, Culiacán, México,
Facultad de Historia-UAS-El Colegio de Sinaloa, 2004, p. 213. Es conocido que en Sinaloa durante el
porfiriato, diversas comunidades hicieron reclamos de tierra, pero hasta hoy, sólo se conoce de la
incorporación a la revolución, por demandar restitución de tierras, de los hombres que acaudilló
Francisco “Chico” Quintero y de los indígenas yoremes del río fuerte, de los que Felipe Bachomo fue
el líder más destacado. Probablemente, futuras investigaciones muestren el verdadero alcance que tuvo
la demanda de tierras por parte de los revolucionarios sinaloenses.
570
El uso del término campesino para caracterizar al zapatismo, se refiere en un sentido amplio, a
una composición social que incluye a sectores agrarios, campesinos tradicionales, arrendatarios,
aparceros, pequeños propietarios rurales, y otros sectores medios del mundo rural, los cuales dieron
forma a un movimiento de clase; Felipe Arturo Ávila Espinosa, Los orígenes del zapatismo, México,
El Colegio de México-UNAM, 2001, p. 21.
571
Ibíd., p. 206.
181
de exterminio”. Declararon que madero era traidor a la revolución por haber
violado “los sagrados principios que juró defender” y “traidor a la patria por
estar humillando a sangre y fuego a los mexicanos que desean sus
libertades”. Y que:
Ha hecho del Sufragio Efectivo una sangrienta burla al pueblo,…
entrando en contubernio escandaloso con el partido científico,
hacendados feudales y caciques opresores, enemigos de la
revolución… y de seguir el molde de una nueva dictadura más
oprobiosa y más terrible que la de Porfirio Díaz, pues ha sido claro y
patente que ha ultrajado la soberanía de los Estados572.
Si el movimiento del empresario Madero, con el Plan de San Luis, fue
revolucionario; el movimiento de los campesinos zapatistas, con el Plan de
Ayala, lo fue aún más573. En el artículo 4º de su plan, los zapatistas
manifestaron que hacían “suyo el Plan de San Luis Potosí con las adiciones
que a continuación se expresan a favor de los pueblos oprimidos”. Para los
zapatistas su plan era el mismo de San Luis Potosí, pero reformado, con las
“adiciones” que le dieron a su movimiento de clase, el carácter de revolución
agraria.
En el artículo 6º, se retoma la promesa agraria del artículo 3º del Plan
de San Luis Potosí, y que Madero, por su posición de clase, fue incapaz de
cumplir. Planteando que los pueblos y ciudadanos recuperarían los terrenos,
montes y aguas de los que hubieran sido despojados por hacendados,
científicos y caciques. Pero si en el plan maderista, se establecía que los
acuerdos de la Secretaría de Fomento y los fallos de los tribunales de la
República, que legalizaron los despojos, “se declaran sujetas a revisión tales
disposiciones y fallos” por los tribunales, y sólo después de ser favorecidos
por esos tribunales, los despojados entrarían en posesión de sus tierras; en
el plan zapatista, a este problema se le dio una solución radicalmente
572
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 28, exp. 14, doc. 307.
Knight, La revolución mexicana, del porfiriato al nuevo régimen constitucional, volumen I,
porfiristas, liberales y campesinos, op. cit., p. 355.
573
182
revolucionaria: los pueblos o ciudadanos que tengan títulos correspondientes
a propiedades “de las cuales han sido despojados por la mala fe de nuestros
opresores”, entraran “desde luego”, es decir, inmediatamente, en posesión
de esos bienes, “manteniendo a todo trance, con las armas en la mano, la
mencionada posesión”, ya no serían los campesinos los que acudirían a los
tribunales, sino los terratenientes que se consideren con derecho a esos
bienes, serían los que tendrían que hacer el reclamo “ante tribunales
especiales que se establezcan al triunfo de la revolución”. Con esto, los
revolucionarios zapatistas, subvertían el orden jurídico burgués mexicano, al
plantear “la inversión de la carga de la prueba”
574
, colocando el interés
campesino por encima del de los latifundistas. Además, defender la posesión
de la tierra con las armas, supone el establecimiento de un régimen
revolucionario apoyado en “el principio del pueblo en armas”575.
Los siguientes dos artículos, establecían las bases para una reforma
agraria mediante la dotación de terrenos, por parte del Estado, a los pueblos
e individuos que carecieran de tierra576; expresaron el principio de
reivindicación de los más pobres, los que ni siquiera tenían títulos de
propiedad sobre tierras usurpadas, enarbolando el derecho al bienestar y a la
prosperidad para todos577.
En el artículo 7º, “en virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos
y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan,
sufriendo los horrores de la miseria”, se expropiaría a quienes monopolizan la
tierra, previa indemnización, la tercera parte de esos monopolios, para los
pueblos y ciudadanos obtengan tierra y mejore “la falta de prosperidad y
bienestar de los mexicanos”.
574
Adolfo Gilly, “la guerra de clases en la revolución mexicana (revolución permanente y autoorganización de las masas)”, en Adolfo Gilly et al., Interpretaciones de la revolución mexicana,
México, Editorial Nueva Imagen-UNAM, 1984, p. 34.
575
Adolfo Gilly, La revolución interrumpida, México, 1910-1920: una guerra campesina por la
tierra y el poder; México, Ediciones “El Caballito”, 1977, p. 64.
576
Ávila Espinosa, op. cit., p. 207.
577
Francisco Pineda Gómez, La irrupción zapatista. 1911, México, Ediciones Era, 1997, p. 9.
183
En el artículo 8º, establecía la nacionalización de los bienes de “los
hacendados, científicos y caciques que se opongan directa o indirectamente
al presente Plan”, destinando las dos terceras partes de ellos, para
indemnizaciones de guerra y “pensiones para las viudas y huérfanos de las
víctimas que sucumban en la lucha por este Plan”. El artículo 10º decía:
Los jefes militares insurgentes de la República que se levantaron con
las armas en las manos a la voz de don Francisco I. Madero, para
defender el Plan de San Luis Potosí y que se opongan con fuerza al
presente Plan, se juzgarán traidores a la causa que defendieron y a la
patria578, puesto que en la actualidad muchos de ellos por complacer
a los tiranos, por un puñado de monedas o por cohechos o soborno,
están derramando la sangre de sus hermanos que reclaman el
cumplimiento de las promesas que hizo a la Nación don Francisco I.
Madero.579
Los zapatistas eran concientes de que para realizar su proyecto de
transformaciones sociales revolucionarias, necesitaban tomar el poder
político. Los artículos 12º y 13º, proyectaban el carácter político democrático,
antipersonalista del zapatismo. Uno señalaba que al triunfo de la revolución,
una junta de los principales jefes revolucionarios del país, designaría un
Presidente Interino de la República, quién convocaría a elecciones para
establecer los demás poderes federales. El otro, se refería a que “los
principales jefes revolucionarios de cada estado, en junta, designarán al
Gobernador provisional del Estado a que correspondan” y éste convocará a
elecciones para la organización de los poderes públicos. No sería un líder
personalista,
sino
la
dirigencia
colectiva
de
los
principales
jefes
revolucionarios, la que organizarían el restablecimiento de la democracia en
el país.
Con el Plan de Ayala, el sector del campesinado mexicano, más
conciente de sus intereses de clase, los insurgentes zapatistas, rompió su
578
Fue el caso en Sinaloa, del general Ramón F. Iturbe, de Orestes Pereyra, Herculano de la Rocha,
Claro G. Molina, Cándido Avilés y otros revolucionarios maderistas.
579
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 28, exp. 14, doc. 307.
184
subordinación ideológica “a la dirección burguesa terrateniente de Madero y
a las sucesivas direcciones burguesas de la revolución”580, y tenían ahora el
programa inicial de su propia revolución. Se había creado una nueva
militancia revolucionaria, fracturándose la historia de los pueblos oprimidos
en México, dando inicio la era de la necesaria autoemancipación581.
El carácter revolucionario de la insurgencia zapatista, estuvo
sustanciada por dos elementos: una genuina movilización voluntaria de las
masas, basada en identidad popular con el zapatismo; y, “una batalla
consecuente y seria por la autoridad política”582, por el poder del Estado, para
“instrumentar políticas en concordancia con una visión específica de la
sociedad”583, para llevar a cabo las transformaciones agrarias contenidas en
el Plan de Ayala.
Los revolucionarios sinaloenses ya tenían una bandera, para luchar
contra Madero, tenían más claros sus objetivos políticos y sociales. En el
Plan de Ayala se expresaban sus sentimientos y aspiraciones. Se reconocían
los agravios sufridos: el incumplimiento de las promesas agrarias del Plan de
San Luis Potosí, el mantenimiento en sus cargos de funcionarios del antiguo
régimen, los atentados a la soberanía estatal, el encarcelamiento de
Banderas y la persecución de sus partidarios. Además, se identificaron con el
proyecto revolucionario del zapatismo, de otorgar tierras a los desposeídos y
que los Estados de la República ejercieran democráticamente su soberanía.
Esta si era su lucha.
Los alzados en Navolato, después de hacerse de elementos de
campaña, y “quitando préstamos a particulares y fondos a oficinas públicas”,
se marcharon al norte, “uniéndoseles sobre la marcha por Culiacancito, otros
580
Adolfo Gilly, La revolución interrumpida, México, 1910-1920: una guerra campesina por la
tierra y el poder, op. cit., p. 63.
581
Pineda Gómez, op. cit., p. 11.
582
Alan Knight, “La revolución mexicana: ¿burguesa, nacionalista, o simplemente una “gran
rebelión”?”, en Cuadernos políticos, núm. 48, México, D.F., octubre-diciembre de 1986, p. 10.
583
Knight, La revolución mexicana, del porfiriato al nuevo régimen constitucional, volumen I,
porfiristas, liberales y campesinos, op. cit., p. 359.
185
50 hombres”, ocuparon la Hacienda de Pericos; no se atrevieron a lanzar un
ataque a Culiacán, porque la ciudad estaba guarnecida por una Compañía
del 8° Batallón. Los insurrectos de El Dorado, en Zopilotita reclutaron más
hombres y marcharon a Quilá584.
Cuando inicio el movimiento zapatista en el Estado, el gobernador
había salido a la capital del país. Rentería había discrepado de Madero,
desde su inconformidad con los tratados de Ciudad Juárez; cuando Madero
llega a la Presidencia, “censura por la prensa el gabinete con que se
rodeó”585.
Madero, conociendo que Rentería había perdido el apoyo de la mayor
parte de quienes lo llevaron a la gubernatura, envía a la entidad, en enero de
1912, al Vicepresidente José María Pino Suárez y al Ingeniero Manuel
Bonilla, Secretario de Comunicaciones y Obras publicas, para que vigilen a
Rentería, lo presionen y lo hagan renunciar. Entonces, Rentería decide partir
a la Ciudad de México, para encararse con Madero, pidió licencia al
Congreso, el 7 de febrero, nombrando los legisladores como gobernador
interino el Dr. Ruperto L. Paliza586, connotado porfirista.
El gobernador Paliza, al conocer del pronunciamiento de Navolato, le
ordenó al coronel Néstor Pino Suárez587, Jefe del 42º Cuerpo Rural, que con
45 jinetes de su Cuerpo saliera a batir a los insurrectos zapatistas y éste, en
la madrugada del 14 de febrero partió de Culiacán por el ferrocarril
Sudpacífico, desembarcó en Estación Retes y por tierra marchó hacia
Pericos, en cuyas cercanías ese mismo día enfrentó e hizo huir a los
insurrectos,588, seguramente estaban escasos de municiones.
584
La guarnición de Culiacán, era de tres oficiales y 101 de tropa mandados por el capitán
Edmundo Figueroa; AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 4. La población de Quilá se
encuentra al sur de Culiacán, sobre la vía del Ferrocarril Sudpacífico.
585
Figueroa Díaz, op. cit., p. 89.
586
Loc. cit., Olea, op. cit., pp. 66 y 68. ACES, Libro de actas sesiones 5 de septiembre de 1910 al
31 de agosto de 1912, sesión del 7 de febrero de 1912.
587
Hermano del Vicepresidente de la República.
588
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 4. Sánchez Lamego, Historia militar de la
revolución mexicana en la época maderista, t. II, op. cit., p. 267.
186
Los revolucionarios se dirigieron a la sierra de Badiraguato, donde se
decía, que Banderas había ocultado Armas y municiones. Ahí se les unió
Melquíades Meléndez con la guerrilla que organizó desde enero de ese
año589. Instalaron los zapatistas cuarteles en los pueblos de Otatillos y
Santiago de los Caballeros, y enviaron varias partidas a realizar labores de
reclutamiento en las poblaciones de Alicata, San Luis Gonzaga, san Javier,
Higueras de Bellaca e Higueras de los Monzones590.
Al mediodía del 15 de febrero, el Jefe Político de Tepic, general Martín
Espinoza, recibe la orden del Presidente Madero, de mandar a Mazatlán,
doscientos Rurales. El día 16, por la noche, llegaron en tren al puerto, 156
rurales pertenecientes al 61º Cuerpo y 64 al 27º, mandados por el
Comandante de éste último, Sebastián A. Gamboa y de segundo jefe el
mayor Manuel A. Salazar del 61º.
El tren con los rurales de refuerzo, continuó hacia el norte, por la
mañana del día 17, llegó a la Estación de Quila, donde se bajó el mayor
Manuel A. Salazar, con 94 de tropa del 61º Cuerpo y el resto de la tropa con
el comandante Gamboa, llegó a Culiacán, donde se quedó a reforzar la
guarnición591. El día 20 de febrero, llegaron nuevos refuerzos desde Tepic,
para la guarnición de Culiacán: 94 rurales del 61º Cuerpo, con el comandante
Lino Cárdenas al mando592.
589
Samuel O. Ojeda Gastélum y Pedro Cázares Aboytes, Acciones revolucionarias en la serranía
de Durango y Sinaloa, 1910-1915, ensayo inédito, p. 12.
590
El Correo de la Tarde, núm. 8705, Mazatlán, 29 de febrero de 1912, p. 3.
591
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 56, docs. 102 y 114. El Correo de la
Tarde, núm. 8693, Mazatlán, 17 de febrero de 1912, p. 6.
592
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 56, doc. 118., El Correo de la Tarde,
núm. 8697, Mazatlán, 21 de febrero de 1912, p. 1.
187
3. La revolución se extiende.
El 25 de febrero, a las 9:30 de la noche, los Jefes Franco, “chico”
Quintero,
Vega,
Rosario
Rivera593
y
Rosario
Velarde,
tomaron
Badiraguato594, que estaba protegido por un Teniente y 20 de tropa del 8º
Batallón, quienes luego de resistir el ataque por algo más de una hora y sufrir
cinco bajas, se retiraron a Pericos.
En Culiacán, Al saberse estas noticias, inmediatamente un cuerpo de
cien hombres, salió a las diez de la mañana del día 27, rumbo a Badiraguato,
al mando del coronel Pino Suárez. En el camino, esta columna fue reforzada
con buen número de rurales y soldados del 10º Batallón, destacamentados
en El Fuerte595.
El día 28 siguiente, a las cinco de la mañana, la columna zapatista que
al salir de Badiraguato, contaba ya con 300 hombres, entró a la Villa de
Mocorito596, que varias horas antes, al recibirse la noticia de la inminente
llegada de los zapatistas, había sido desocupada por cincuenta elementos de
la Guardia nacional que la guarnecían. Los revolucionarios:
Procedieron á exigir del comercio dinero y mercancías. De la
Recaudación de Rentas se llevaron $500. La Oficina Telegráfica fue
destruida. Los alzados permanecieron armados y montados toda la
mañana. A las tres de la tarde se dio la orden de marcha y tomaron el
597
camino de Sinaloa, por un punto llamado Cerro Agudo .
Saliendo de Mocorito, los jefes revolucionarios acordaron separarse en
tres grupos: “Chico” Quintero y Vega avanzaron sobre la Villa de Sinaloa; por
su parte, Rivera marchó hacia Chihuahua y Franco se traslado a Durango,
593
Jefe de guerrilla en la toma de Culiacán de mayo de 1911, a las órdenes del general Banderas;
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 101. Banderas en su gobierno interino,
lo nombró mayordomo del Palacio de Gobierno del Estado, AHGES, CSGES, gobernación, octubre
1911, p. 384.
594
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 9. Ibíd., exp. Sonora 1912, XI/481.5/269,
f. 346.
595
El Correo de la Tarde, núm. 8704, Mazatlán, 28 de febrero de 1912, p. 1.
596
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 6.
597
El Correo de la Tarde, núm. 8705, Mazatlán, 29 de febrero de 1912, p. 6.
188
ambos tenían la intención de reforzar sus fuerzas sublevando zonas que
conocían de esos estados.
Ese día, “Chico” Quintero y Vega, atacaron la villa de Sinaloa, que fue
defendida por el capitán José Martínez del Río, con 20 de tropa del 14º
Batallón, otros 15 federales al mando de un oficial y 40 “Voluntarios de la
Angostura” al mando del Prefecto de Mocorito, Cándido Avilés598. Ante la
fuerte resistencia que tuvieron, los zapatistas se retiraron hacia San José de
Gracia, apoderándose del pueblo minero599.
El general José Refugio Velasco, Jefe de la 1º Zona Militar, en su
cuartel de Torín, Sonora, Al enterarse de la caída de Badiraguato, y
valorando las proporciones alcanzadas por la sublevación, envió a Sinaloa al
general Pedro Ojeda, con el 14º Batallón de su mando, quien arribó a
Culiacán a las seis de la tarde del 27 de febrero600. Al día siguiente, esta
tropa, 5 oficiales y 500 de tropa, al mando del teniente coronel Filiberto
Matus, salió de Culiacán rumbo a Mocorito601, población que ocuparon sin
novedad, pues los revolucionarios se habían marchado, separándose en tres
grupos: “Chico” Quintero y Vega se fueron para San José de Gracia,
apoderarse del pueblo minero602. Por su parte Rivera partió hacia Chihuahua
y Franco se traslado a Durango. Ambos jefes tenían la intención de sublevar
zonas que conocían de esos estados para reforzar sus fuerzas.
Mientras tanto, los primeros días de marzo, suceden otras
sublevaciones. En el norte del estado, Fortunato Heredia con 50 hombres, se
levantó por el rumbo de Estación Bamoa, Distrito de Sinaloa603. En el sur del
estado, Juan Cañedo, Hexiquio Velarde y Joaquín Rodríguez, con 30
hombres, se unieron a la revolución en el distrito de Concordia. Tomaron
598
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 211. Sánchez Lamego, Historia militar de la
revolución mexicana en la época maderista, t. II, op. cit., p. 267.
599
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 8.
600
El Correo de la Tarde, núm. 8704, Mazatlán, 28 de febrero de 1912, p. 1.
601
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 8.
602
Loc. cit.
603
Ibíd., f. 16.
189
Siqueiros, el Verde, El Roble, Concordia y el mineral de Tominil, el 7 de
marzo, tomaron el pueblo minero de Guadalupe de los Reyes, amenazando
la Villa de Cosalá. Pero el Jefe Cañedo que ya tenía a sus órdenes 100
hombres, movió su columna, hacia otro rumbo. A las dos de la mañana del
día 9, gritando “viva Zapata”, atacaron San Ignacio, que ocuparon luego de
vencer la resistencia del teniente Enrique V. Solórzano, que contó con 20 de
tropa del 8º Batallón y 35 hombres del 61º Cuerpo Rural que mandaba el
Cabo Manuel Ambriz. Solórzano se retiró a Mazatlán, llegó el 15 de marzo
con sólo 16 hombres604.
Rivera regresó de Chihuahua al frente de 300 hombres, y con los jefes
de guerrilla Blas Retes, Homobono Villegas y Atilano Portilla M., con quienes
ocupó el pueblo de Choix, distrito de El Fuerte, el 13 de marzo, “sacando del
comercio cuanto querían mediante vales que firmaban los cabecillas ó sus
segundos”. El mayor Antonio Flores del 8º Batallón, al mando de 100 infantes
y 7 oficiales, salió de Los Mochis el día 16 de ese mes, dos días después, en
San Pedro, se le unen 2 oficiales con 39 de tropa de infantería y además
Andrés B. Olaes con 25 voluntarios, el día 19 por la mañana, encontró a los
revolucionarios a unos 6 kilómetros antes de llegar a Choix, y los derrotó,
causándoles 8 muertes y quitándoles 27 caballos605.
En la sierra de Durango, Franco realizó una fulgurante campaña
guerrillera. La inició con 200 hombres, el 15 de marzo, tomando San Dimas
con el apoyo de la guerrilla de J. Pilar Quinteros; el día 20, se apoderó de
Tamazula; el 25, ocupó Chacala606; el 30, con 500 insurrectos, tomó Canelas,
guarnecida por rurales mandados por Conrado Antuna y Mariano Arrieta,
éste huyó y Antuna dizque salió a batir a los zapatistas, pero se unió a ellos,
604
Ibíd., f. 18. Olea, op. cit., p.68. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit.,
p. 139.
605
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, ff. 27-28.
606
Gabino Martínez Guzmán, Crónica viva de la revolución en Durango (1912-1913), Durango,
Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Juárez del Estado de Durango, 2002, pp. 42, 46 y
51. Gabino Martínez Guzmán y Juan Ángel Chávez Ramírez, Durango: un volcán en erupción,
México, Gobierno del Estado de Durango-Secretaría de Educación, Cultura y Deporte-Fondo de
Cultura Económica, 1998, p. 155.
190
que “permanecieron ahí muy poco tiempo dirigiéndose luego directamente a
Topia”, que capturaron Franco y Antuna, el 2 de abril, al rendirse los 100
rurales que la defendieron607.
Antuna, originario de Topia, participó junto con Banderas, Iturbe,
Manuel F. Vega, “Chico” Quintero, Francisco Ramos Esquer y otros, en la
preparación del levantamiento armado en Culiacán, del 9 de enero de 1911;
fue de los primeros jefes de guerrilla, participó en la toma de Tamazula,
Topia y Culiacán. Desempeñando con el grado de coronel, la jefatura de la
gendarmería montada del Estado de Durango, mostró su lealtad a la causa
revolucionaria, al despreciar los cincuenta mil pesos que le ofreció el
Presbítero Francisco Berticiole, para que se uniera a los reyistas, que
preparaban su rebelión; de acuerdo con el jefe político Pastor Rouaix, Antuna
aprehendió a Berticiole y a otros cabecillas reyistas608, lo cual molestó al
gobernador y a los potentados, que “lo hostigaron de mil formas hasta que
dejó el puesto y la ciudad de Durango”, regresándose a la sierra de Topia609.
El 17 de marzo, los zapatistas de Cañedo, después de merodear por
El Verde y Siqueiros, ocuparon el pueblo de Palos Verdes, cercano al puerto
de Mazatlán, desde donde constituían un peligro para éste. El coronel Miguel
Mayol, Jefe de la escasa guarnición de Mazatlán, dispuso que de Culiacán se
le incorporara el capitán Figueroa con su tropa, así como la del 42º Cuerpo
Rural del coronel Pino Suárez. A la una de la mañana del 18, arribó a
Mazatlán por ferrocarril, Pino Suárez con aquellas tropas y en seguida, se
dirigió por tierra hacia Palos Verdes, a donde llegaron a las 3 y media de
aquella mañana, sorprendiendo a los zapatistas, que se retiraron dejando 8
prisioneros, 6 armas de fuego y 55 caballos610.
607
Martínez Guzmán, op. cit., pp. 59 y 61. El Criterio, tomo 2, núm. 41, Durango, 7 de abril de
1912, p. 3, Ibíd., tomo 2, núm. 42, 10 de abril de 1912, p. 3.
608
Archivo Histórico del Estado de Durango AHED, Sala siglo XX, Fondo Revolución Mexicana,
año 1911, caja 02/2001, expediente 112, foja 9.
609
Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., pp. 146 y 151.
610
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 7. Sánchez Lamego, Historia militar de la
revolución mexicana en la época maderista, t. II, op. cit., p. 271.
191
El día 19 de marzo en la noche, unos 200 insurrectos al mando de los
Jefes Vega y “Chico” Quintero, a los que se habían sumado los jefes de
guerrillas Miguel Rentería, Federico Lugo y Gregorio López Galindo,
ocuparon nuevamente Mocorito, de donde al día siguiente en la tarde, fueron
desalojados por el 14º Batallón, jefaturado por el teniente coronel Filiberto
Matus611. Retirándose Vega y “Chico” Quintero con su columna rumbo a
Badiraguato612.
El 25 de marzo, Cañedo atacó el mineral de Pánuco, que guarnecía el
teniente Manuel F. Ramírez con 20 de tropa del 8º Batallón; Los federales
resistieron hasta la medianoche del 26 al 27, en que Ramírez ordenó escapar
como pudieran. A Mazatlán sólo llegaron 8 soldados, al mando de un
sargento, pues del resto, 3 murieron (entre ellos el Tte. Ramírez) y 10
cayeron prisioneros de los atacantes613.
4. La sublevación de Tirado contra el gobierno de Rentería.
La entrevista que tuvieron Rentería y Madero, en la ciudad de México,
estando presente el ingeniero Bonilla, fue una acalorada discusión, Madero le
exigió su renuncia al gobierno, al negarse Rentería a dimitir, Madero “le
ordena que no se regrese a Sinaloa, que se presente a diario con el Ministro
de Gobernación, lo que equivalía a tener la ciudad por cárcel”. Rentería
contrariando al Presidente se regresa, llegando a Mazatlán el 13 de marzo614.
Retomando el gobierno, Rentería procuró infructuosamente usar la vía
diplomática para apaciguar la revolución, ofreciendo el indulto, nombró
comisionados para que negociaran la paz, con los zapatistas que operaban
en los Distritos de Sinaloa, Mocorito y Concordia615.
611
612
613
614
615
Ibíd., f. 30.
Ibíd., f. 100.
Ibíd., f. 29.
Figueroa Díaz, op. cit., p. 89. Olea, op. cit., p. 70.
Ojeda Gastélum y Cázares Aboytes, op. cit., pp. 13-14.
192
Después de haber trasladado los poderes del Estado a Mazatlán, al no
sentirse seguro en Culiacán, ante la amenaza zapatista, Rentería recibe el 25
de marzo, un amenazante telegrama de Madero: “Me informan que Justo
Tirado con 300 hombres amenaza Mazatlán, en caso de usted no dimita ya
que las razones (poco constitucionales) que se le dieron en esta ciudad no
fueron suficientes para decidirlo a renunciar”616, Rentería se da cuenta que
los días de su gobierno “están contados”, pues madero ha decidido
derrocarlo por la fuerza. Probablemente recordó cuando José María Ochoa,
Comandante del Cuerpo Rural del norte del estado, por órdenes del gobierno
de León de la Barra, intento derrocarlo en octubre del año pasado, debió
rememorar su alegría, al enterarse que Ochoa fue derrotado por las tropas
del general Banderas, a quién habían acompañado sus lugartenientes
Antonio M. Franco, Francisco “Chico” Quintero y Cipriano Alonso. Pero ahora
Rentería no contaba con ese apoyo militar.
El general Justo Tirado ambicionaba la gubernatura, desde noviembre
pasado, había tenido tratos con Bonilla y la Secretaría de Gobernación,
conspirando contra el gobierno de Rentería, también se reunió con algunos
diputados locales con la intención que lo nombraran gobernador a la caída de
Rentería. Probablemente, además de los legisladores617, recibió la promesa
del propio Madero de hacerlo gobernador, siempre y cuando derrocara a
Rentería.
El mismo día que Cañedo tomó Pánuco, el 25 de marzo por la tarde, el
general Tirado se presentó frente a Mazatlán con sus hombres, exigiendo la
renuncia del gobernador Rentería. Acompañaban a Tirado, su hijo Isidoro,
Elpidio y Ángel Osuna, Joaquín Cruz Méndez y Juan Carrasco entre otros
jefes618.
616
Olea, op. cit., p. 71.
Luis Zúñiga, Carrasco en la revolución, Los Mochis, Sinaloa, México, DIFOCUR, Gobierno del
Estado de Sinaloa, 1992, p. 24.
618
Loc. cit.. Sánchez Lamego Historia militar de la revolución mexicana en la época maderista,
t. II, op. cit., p. 272. DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: global, hyperpalabra: Méndez, registro 155 de
224.
617
193
Los hombres de Tirado provenían principalmente de su pueblo natal
Palma Sola y de sus alrededores en el distrito de Mazatlán, eran sus
compañeros de armas desde que se sublevaron a favor de Madero en abril
de 1911, al triunfo de su causa, Madero le otorga a Tirado el grado de
general brigadier y lo nombra jefe de las fuerzas rurales en el sur del estado,
a las que incorpora a sus hombres, que lo siguen en la rebelión contra
Rentería, entendiendo que el progreso de su jefe era el de ellos mismos.
Tirado tenía con ellos relaciones de vecindad, amistad, compadrazgo,
subordinación militar, pero también clientelares.
Rentería no aceptó las exigencias de Madero y Tirado, de que
renunciara a la gubernatura, se refugió en el Cañonero Vicente Guerrero,
unidad de la Armada que mandaba el Capitán de Navío Othón P. Blanco y
que el día 24 anterior había arribado al puerto.
La guarnición federal estaba constituida por sólo 2 Oficiales y 49 de
tropa del 8º Batallón a las órdenes del capitán Ernesto Medina y la guardia
de la cárcel al mando del teniente Ricardo Luque. El resto de la fuerza del 8º
Batallón unos días antes había partido para Tepic, porque esta población
estaba en peligro a causa del pronunciamiento a favor del Plan de Ayala, del
teniente Miguel Guerrero del 8º Cuerpo Rural, ocurrida el día 15 anterior. A
las 7 de la noche del día 25, se le incorporaron al capitán Medina, 2 oficiales
y 48 de los rurales del Estado al mando del mayor Hilario Nevares Montes y
unas horas más tarde, un oficial y 20 hombres de la marinería del cañonero
Guerrero, al mando del teniente Rafael Carreón. A la 1:50 de la madrugada
del 26, los sublevados atacaron con rudeza, arrollando a federales, rurales y
marinos619. Prolongándose el combate hasta la una de la tarde.
Por gestiones de Fermín Fojo y Alberto P. Reynaud620, el capitán
Blanco sostuvo una conferencia con Tirado y Cruz Méndez, en la que éstos,
le informaron que su levantamiento para derrocar a Rentería, lo habían
619
620
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 45.
Loc. cit.
194
hecho de acuerdo con el presidente Madero, al que le eran fieles. Luego de
esta aclaración, pactaron suspender las hostilidades621. Blanco apresó al
Gobernador e informó a la Legislatura que había renunciado a su cargo. Los
diputados nombran al sustituto de Rentería en la persona del Lic. Carlos C.
Echeverría, por ministerio de ley, siendo Presidente del Supremo Tribunal de
Justicia del Estado.
Rentería envió telegrama al Congreso local, informando que el Capitán
Blanco lo tenía preso en el “Guerrero”, pero los diputados no dieron marcha
atrás. Entonces elevó su queja ante el Congreso de la Unión, que turno el
caso a la 1ª Comisión de Gran Jurado, que falló en su contra el 20 de abril de
1912.622
Tirado no logró que lo nombraran gobernador, solamente consiguió
que Madero le autorizara jefaturar un Cuerpo Rural, que formaría con sus
hombres623.
5. El auge de la rebelión: la tomas de Concordia, Cosalá y Culiacán.
El 27 de marzo, 200 revolucionarios al mando de Pilar Quinteros, se
aproximaron al pueblo de Cosalá. Al día siguiente, el capitán Pablo Dimas del
8º Batallón, jefe del destacamento del lugar, ordenó salir a combatirlos al ex
jefe maderista Claro G. Molina con 60 voluntarios que había organizado y al
subteniente Alfonso Rentería con 11 de tropa de su Batallón, retirándose la
columna revolucionaria después de dos horas de lucha en los alrededores de
Cosalá624. Quinteros se trasladó con su gente hacia el pueblo de Quila,
donde atacaron a las diez de la noche del 2 abril, a los 51 rurales del 53º
Cuerpo, que lo resguardaban, logrando los zapatistas apoderarse del
621
Olea, op. cit., pp. 70-72. DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: global, hyperpalabra: Méndez,
registro 153 de 224. Sánchez Lamego, Historia militar de la revolución mexicana en la época
maderista, t. II, op. cit., p. 272.
622
Olea, op. cit., p. 72.
623
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 79.
624
Ibíd., f. 61.
195
poblado, pero lo desalojaron a las seis de la mañana del día siguiente, luego
de dos horas de combate, contra la tropa del 53º Cuerpo Rural, que regresó
reforzada por soldados del 14º Batallón que al mando del capitán Alejandro
Bejar, fueron enviados desde Culiacán por el general Ojeda625.
Después de su victoria en Pánuco, Cañedo encabezando 300
zapatistas atacó Concordia el 2 de abril, logrando apoderarse de la plaza al
día siguiente, una vez que obligaron al 27º Cuerpo Rural, a retirase del
pueblo. El capitán Héctor Juárez, Salió a combatirlo en la noche de ese
mismo día 3, desde Mazatlán, con otro Oficial y 40 de tropa del 8º Batallón,
pernoctando en Villa Unión, donde se le incorporaron 80 hombres del 27º
Cuerpo Rural, que mandaba Sebastián Gamboa y 50 jinetes, voluntarios de
la Guardia Nacional, al mando de Ignacio Osuna.
El 4 de abril fue favorable para las armas zapatistas. Ese día
derrotaron a las fuerzas del capitán Juárez y del coronel Pino Suárez. Juárez
atacó Concordia a las 5 de la mañana, el combate duro tres horas, los
hombres de Cañedo lucharon bien, la derrota federal inició al romperse su
punto más débil, los voluntarios de Osuna se dispersaron y al verlos huir “en
completo desorden y á todo escape”, los rurales de Gamboa se retiraron
abandonando a Juárez, entonces Cañedo trató de rodear a la tropa del 8º
Batallón, por lo que Juárez emprendió su retirada para Mazatlán626.
El general Ojeda ordenó a Pino Suárez perseguir con su 42º Cuerpo
Rural a los jefes Vega y “Chico” Quintero, que continuaban su reclutamiento
por el rumbo de Mocorito; a las 6 de la mañana de ese día, cuando llegó con
su tropa procedente de Mocorito, a reparar un puente en Estación Retes,
Pino Suárez fue derrotado y muerto en la emboscada que le preparó “Chico”
Quintero con sus hombres627.
625
Ibíd., f. 71. Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 57, docs. 235, 240-242.
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, ff. 81-82. Biblioteca de la UP, Archivo Roque
González Garza, c. 58, doc. 121.
627
Sánchez Lamego, Historia militar de la revolución mexicana en la época maderista, t. II, op.
cit., p. 268. Olea, op. cit., p. 69.
626
196
El 8 de abril, 400 revolucionarios que se habían apoderado de
Navolato, fueron atacados por tropa de rurales del 53º Cuerpo y soldados
federales del 14º Batallón, enviados desde Culiacán, se combatió durante
cinco horas, hasta que los zapatistas se retiraron, dejando 20 muertos entre
ellos el jefe Antonio carrizales628.
La columna revolucionaria al mando de Quinteros volvió sobre Cosalá,
que era protegida por el capitán Dimas con el Subteniente Rentería y 45 de
tropa del 8º Batallón, más los voluntarios de Claro G. Molina. El 8 de abril, a
las 3:30 de la madrugada, los zapatistas iniciaron el ataque y horadando los
muros de las casas pudieron llegar al centro del pueblo, prolongándose el
combate la noche de ese día, continuando el 9 y el 10 siguientes.
Después de la toma de Topia, Franco regresó a Sinaloa; entrando
también al estado, Conrado Antuna con su gente, quienes engrosaban sus
filas al pasar por los pueblos y rancherías. Franco traía como jefes
subalternos a Melquíades Meléndez, Alfonso Leyzaola, Rafael Inzunza,
Pedro Beltrán629 y Lucano Zazueta. Todos ellos habían militado a las órdenes
del general Banderas en la revolución de 1910-1911630.
Franco instaló su cuartel general en el poblado de El Comedero, al
suroriente de Culiacán631. Cuando fue informado de la prolongada batalla por
Cosalá, decidió acudir con su columna para reforzar a Quinteros, ordenando
a Antuna que hiciera lo mismo, llegando ambos jefes el día 11 a Cosalá,
formando ahora los zapatistas una fuerza de ataque que sumaba 700
combatientes; por lo que para las 9 de la mañana de ese mismo día, el
capitán Dimas ordenó la retirada632.
El mismo día que derrota en Concordia al capitán Juárez, el 4 de abril,
Cañedo inicia pláticas de paz, enviando a Mazatlán a tres sacerdotes de
628
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 57, docs. 257 y 265. AHSDN, SH, exp.
Sonora 1912, XI/481.5/269, f. 175.
629
Tío bisabuelo del autor.
630
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 142.
631
Loc. cit.
632
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 96-97.
197
Concordia. Éstos se reunieron con el coronel Mayol y con Justo Tirado,
consiguiendo la amnistía para Cañedo y su gente, quienes deberían pasar a
Mazatlán a entregar sus armas. El gobierno federal acepta éste acuerdo,
pero los jefes zapatistas lo rechazaron. Dos días después, se reunieron en
Concordia, los sacerdotes y Justo tirado, con Cañedo, que fungía como
“general en jefe de los rebeldes”, quién estuvo acompañado de los coroneles
Rafael Garay, “segundo en jefe”, Vidal Soto y Telesforo Ávila. Los jefes
revolucionarios no aceptaron entregar las armas, sino que propusieron
integrar con sus hombres dos Cuerpos Rurales y además que se les
entregaran diez mil pesos, para cubrir “préstamos… haberes vencidos y para
otros compromisos”. Tirado les manifestó a los jefes insurrectos que
informaría al Presidente Madero y que confiaba en que accedería, que “era
seguro que dará su aprobación a tal acuerdo”633. Pero no fue así.
Probablemente Madero y los generales federales, desconfiaron de Tirado y
los zapatistas, por lo que no aceptaron las condiciones de los jefes
zapatistas.
El general Ojeda recibe órdenes de combatir personalmente a Cañedo
y sus 300 hombres, que posesionados de Concordia, amenazaban con
atacar a Mazatlán. El 14 de ese mes de abril, salió de Culiacán en el
ferrocarril, llevando una columna de 325 hombres634 de infantería y caballería
con dos ametralladoras.
Antes de la llegada de Ojeda a Mazatlán, el general Tirado se retiró al
poblado de Palma Sola, con el grueso de su tropa de rurales, solo dejó en el
puerto a Joaquín Cruz Méndez con poca tropa, que fue desarmada por
ordenes de Ojeda en cuanto éste llegó a Mazatlán635. El resentimiento
633
Ibíd., pp. 72-79.
Dos oficiales y 30 de tropa del 8º Batallón, al mando del teniente Celestino Zárate; 9 oficiales y
155 de tropa del 14º Batallón al mando del mayor Agustín Estrada; 2 de tropa con las dos
ametralladoras al mando del teniente Rodolfo Inzunza; 2 oficiales y 49 de tropa del 42º Cuerpo Rural,
al mando del cabo Sotero Meza y 1 oficiales y 70 de tropa del 53º Cuerpo Rural, al mando del
comandante Lino Cárdenas; AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, ff. 129-130 y 145.
635
Ibíd., f.154.
634
198
generado entre los hombres del general Tirado, al ser humillantemente
obligados por los federales a entregar sus armas, estallaría violentamente
algunos días después. Al día siguiente, muy temprano, siguió Ojeda su
camino hacia Concordia, desde las 10 de esa mañana que llegó a sus
cercanías, ordenó atacar a los zapatistas. Después de resistir por 5 horas la
embestida de los federales y ante la escasez de municiones, Cañedo y su
gente, reconociendo la derrota, se replegaron al sur en una hábil maniobra
táctica, los gobiernistas les hicieron 12 muertos y 14 prisioneros. Ojeda por
su parte, después de lamentar 7 muertos y 17 heridos, regresó a Mazatlán
con el grueso de su fuerza636.
Después de la partida de Ojeda, Culiacán se quedó guarnecido por
sólo 51 federales del 14º Batallón, al mando del capitán Fernando Curiel y 80
rurales del 54º Cuerpo, a las órdenes de Iturbe637. Sabiendo Franco lo débil
de la guarnición de la ciudad, sale de Cosalá comandando la fuerte columna
zapatista y les ordenó a los jefes Vega y “Chico” Quintero, que operaban en
los distritos del norte, se movilizaran hacia Culiacán, para reunirse y atacar la
capital de estado.
El martes 16 de abril, las fuerzas de Franco y Antuna acamparon en el
poblado de El Barrio, a una legua al oriente de Culiacán. Vega y “Chico”
Quintero, llegaron ese día a la Hacienda de Pericos. Al día siguiente, Pilar
Quinteros con sus 300 hombres, amaneció en Tierra Blanca, en los
suburbios del norte de Culiacán.
Desde la noche del 16, el capitán Curiel estuvo negociando una tregua
con los jefes revolucionarios; el día 17, por la mañana, una comisión
integrada por el capitán Curiel y los señores Villaverde y Tamayo, arribó a El
Barrio, logrando llegar a un acuerdo con Franco, Antuna y Vega, con quien
se comunicaron telefónicamente: Culiacán sería entregada por las tropas del
636
Loc. cit.. Olea, op. cit., p. 72. DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: global, hyperpalabra: Tirado,
registro 1 de 40.
637
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 158.
199
gobierno y los zapatistas permitirían la retirada pacífica de estas fuerzas que
conservarías sus armas y pertrechos.
Inmediatamente, La comisión se trasladó a Tierra Blanca, para
comunicar el acuerdo a Pilar Quinteros y verificar su aprobación por este jefe,
pero “se tropezó con algunas dificultades y hasta quisieron secuestrar al
Capitán Curiel”, pero a quién realmente quería capturar Quinteros era a
Iturbe, para pasarlo por las armas, los banderistas lo consideraban traidor a
su revolución y no olvidaban los agravios cometidos por éste. A Curiel le
“ofrecieron ponerlo en libertad siempre que Iturbe fuera en lugar de él ó lo
hiciera ir”, en eso estaban, cuando llegó Franco, que intercedió por el
capitán, quien fue puesto en libertad “después de haber ofrecido bajo su
palabra de honor que ni él ni su gente quemarían un cartucho”. Para
Quinteros el acuerdo se había tenido con Curiel y no incluía a Iturbe y sus
hombres. Curiel regresó a la ciudad, disponiendo inmediatamente la salida
de su tropa.
Poco después, el grueso de la gente de Quinteros, entró a la ciudad,
marchando sobre el cuartel de la tropa de Iturbe, gritando vivas a Zapata y
“tocando marchas y dianas”. Mientras el capitán Curiel y sus hombres salían
de la ciudad por la orilla del río, rumbo al Quemado, Iturbe se dispuso a
seguirlo, pero fue alcanzado por un gran número de los hombres de
Quinteros, “frente á las Delicias, al comenzar el puente del Sur Pacífico, no
teniendo más tiempo que parapetarse en el terraplén de la vía,
disponiéndose á la defensa”, en un lugar entre las Delicias y un punto
conocido como el Huanacaxtle, a la 1:40 de la tarde, empezó el tiroteo, los
zapatistas dieron una carga a pecho descubierto, sobre el terraplén, pero
fueron rechazados por los de Iturbe, que aprovecharon bien el terreno para
protegerse. Después de veinte minutos de combatir, Iturbe se retira y los de
Quinteros, se concentran en la ciudad.
Cerca de las tres de la tarde, entra el jefe Franco con su columna;
después, a las cinco y media de la tarde, llegó Antuna con sus hombres.
200
Todas las tropas zapatistas, se acuartelaron en la cárcel vieja, Prefectura y
escuela “Benito Juárez”638.
Franco en su afán de no causarle los destrozos propios de un combate
a la ciudad, desperdició la oportunidad de concentrar sus fuerzas para
aniquilar a Iturbe y a la fracción del 14º batallón que mandaba Curiel. Iturbe
había cruzado el vado del río, huyendo hacia Mocorito, a donde llegó al día
siguiente. Seguiría su camino hasta San José de Gracia, donde se
encontraba Herculano de la Rocha, que levantó a su gente de Copalquín,
Durango, para luchar nuevamente por Madero639.
La misma tarde del día 17, empezaron los saqueos en Culiacán:
Se tuvo conocimiento que las zapaterías chinas estaban siendo
saqueadas por algunos soldados y gente del pueblo y entre Pilar
Quinteros y Antonio Franco á cintarazos los obligaron á que se
retiraran, aprehendiendo á algunos peladitos que habían robado;
dando con esto un buen ejemplo640.
Lo que si sufrió la ciudad por orden de los jefes zapatistas, fue la
requisa de caballos y armas que inició desde el primer día que llegaron.
Además algunas personas adineradas, que fueron detenidas, las pusieron en
libertad con el compromiso de reunir seis mil pesos, “para hacer algunos
pagos a la tropa”641.
Manuel F. Vega y “Chico” Quintero entraron a Culiacán, a las ocho de
la mañana del día 19, al frente de sus columnas, “poco más de quinientos
hombres bien montados y armados”, acuartelándose en la cárcel nueva y en
el Internado del Colegio Rosales642. Una vez que llegaron estos jefes,
Antonio M. Franco reunió bajo su mando a “poco más de mil quinientos
638
El Correo de la Tarde, núm. 8762, Mazatlán, 4 de mayo de 1912, p. 2.
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 158. Olea, op. cit., p. 73. Ramos Esquer, La
verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 146-147.
640
El Correo de la Tarde, núm. 8762, Mazatlán, 4 de mayo de 1912, p. 2.
641
Loc. cit.
642
Ibíd., p. 4.
639
201
hombres más o menos bien armados y tienen por divisa una cinta roja”643.
Estaban presentes en las columnas de Franco, Vega, Antuna, Pilar Quinteros
y “Chico” Quintero, las guerrillas de Francisco “Chico” Mendoza644, Bernabé
B. Valdez, Rosario Rivera, Melquíades Meléndez, Merced Beltrán, Braulio
Quiñonez, Enrique Sánchez, Alfonso Leyzaola, Rafael Inzunza, Lucano
Zazueta, los hermanos Marcial y Camilo Ezquerra, Ezequiel Almanza, Jesús
Estrada, Rafael Ramírez G., Manuel Armienta, Alfonso Valenzuela, Eugenio
Estensor, Francisco Buelna, Baltasar Villegas, Fidencio Valle, Roberto
Almada, Agustín Ramírez Ramos, Ruperto Quintero, Roberto Silvas y de
otros jefes645.
Por la tarde se citó á varias conocidas personas y á todos los jefes,
para una junta que se verificaría en el Palacio de Gobierno, para
formar una junta militar, acordar el nombramiento de autoridades y
dictar otras disposiciones encaminadas al orden, así como la manera
de hacerse de fondos646.
En la reunión, Pilar Quinteros, se disgustó con lo que se estaba
proponiendo que cuestionaba sus acciones en la ciudad y abandonó el salón
antes de que terminara la sesión, por ello, solamente se tomó el acuerdo de
telegrafiar a Mazatlán, a los Bancos Nacional, Occidental y de Sonora,
pidiéndoles un empréstito de cien mil pesos, con el aval de los vecinos de
Culiacán que se encontraban en el puerto.
Desde la noche del jueves 18 de abril, casas particulares de
adinerados, empezaron a ser saqueadas y volvieron a saquearse comercios,
no obstante a la energía de los jefes, estos se vieron impotentes de reprimir
el desenfreno de muchos soldados que se entregaron al pillaje647. Culiacán
643
Ibíd., núm. 8763, 6 de mayo de 1912, p. 2.
Loc. cit.
645
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 145.
646
El Correo de la Tarde, núm. 8762, Mazatlán, 4 de mayo de 1912, p. 4.
647
Ibíd., núm. 8763, 6 de mayo de 1912, p. 2. Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa,
op. cit., p. 145.
644
202
sufrió un saqueó más cruento de parte de los zapatistas, que el efectuado
por los maderistas el año anterior648.
Ante la indisciplina de Quinteros, que aseguró que al otro día se
marcharía con su columna, los demás jefes se reunieron para decidir que
hacer, estaban inconformes porque Quinteros, sin tomarlos en cuenta,
andaba imponiendo prestamos desde que llegó, había ordenado la requisa
de la caballada de los particulares, y por si fuera poco, se acusaba a su tropa
de ser la autora de los saqueos ocurridos. Los jefes Franco, Vega, Antuna y
“Chico” Quintero, acordaron aprehender a Quinteros, para someterlo a
Consejo de Guerra y desarmar a su gente.
Antuna con su escolta, buscó a Quinteros, que andaba imponiendo
prestamos, ya le había dejado un vale por cierta cantidad, a Adrián Franco y
andaba en lo mismo, con Gustavo de la Vega, cuando antes de las siete de
la tarde, llegó Antuna pidiéndole su arma, al asistente de Quinteros, que
estaba en la puerta de la casa, pero éste le responde disparándole, Antuna le
hace fuego matándolo, en eso salen Quinteros y su segundo Francisco
“Chico” Mendoza y también les piden que entreguen sus armas, lo que
hacen, quedando prisioneros a disposición de los jefes, éstos juzgan a
Quinteros, condenándolo al fusilamiento. Por la noche de ese día 19 de abril,
a las nueve y media, fue conducido Quinteros al terraplén del puente
“Cañedo” y fusilado. La orden de desarmar a la tropa de Quinteros, se
cumplió a medias, la mayoría se desarmó, pero un gran número escapó con
sus armas; “Chico” Mendoza, con una parte de los desarmados, ingresó en
las filas de los otros jefes.
Los saqueos y préstamos forzosos, no cesaron, solo que ahora se
realizaban selectivamente y por acuerdo de los jefes, los que no tenían su
anuencia, eran reprimidos. La jefatura zapatista necesitaba pagar a sus
tropas, alimentarlas y vestirlas, requería más armas y caballos; por ello, los
648
Francisco Padilla Beltrán, “Revolución y vida cotidiana en Culiacán”, en Lamas Lizárraga,
Mario Alberto, Memoria del XI Congreso de Historia Regional, Culiacán, México, IIES-UAS, 1997,
p. 298.
203
préstamos y saqueos respondían a las necesidades de abastecimientos de la
revolución, y los adinerados, particularmente aquellos considerados por los
zapatistas enemigos de su revolución, que lo eran casi todos los ricos,
sufrieron las consecuencias.
Los jefes comisionaron a Antuna para que impusiera préstamos y
recogiera de las tiendas lo que necesitaran las tropas, es decir, las saqueara.
Iniciando Antuna esta labor el día 20, a las dos de la tarde, recorriendo varias
casas acompañado de una escolta, imponiendo préstamos, pero no
obteniendo lo que esperaba, mantuvo bajo arresto a infinidad de personas,
hasta que pagaran lo que le requería; Franco y Vega, tuvieron que intervenir
en algunos casos, para que determinadas personas fueran liberadas. A los
comerciantes
simpatizantes
de
la
revolución,
los
jefes
les
dieron
salvoconductos para que no fueran molestados en sus tiendas, pero también
a algunos de ellos se les recogió mercancía, invalidando la protección que
habían recibido de los otros jefes, los que naturalmente se sintieron
ofendidos.
A Antuna se le pasó la mano en el cumplimiento de su comisión. Para
el día 25, se supo en la ciudad “que han surgido algunas dificultades entre
los jefes”. El sábado 27, Antuna con ciento cincuenta soldados de caballería,
encabezó un desfile, saliendo de su cuartel, marchó por algunas calles, hizo
alto al llegar a la Plaza de Armas, donde “una orquesta ocupó el Kiosco y
tocó varias piezas, y después dieron lectura al Plan de San Luis, reformado”,
es decir, al Plan de Ayala; con la orquesta al frente, el desfile continuó por
muchas calles, entre vítores para Antuna y sus oficiales, hasta que
regresaron a su cuartel, a las ocho de la noche. Después que se acuartelaron
las fuerzas de Antuna, los otros jefes, no queriendo sentirse menos, también
salieron a desfilar por las calles con sus fuerzas649.
649
El Correo de la Tarde, núm. 8761, Mazatlán, 3 de mayo de 1912, p. 2. Ibíd., núm. 8763, 6 de
mayo de 1912, pp. 2 y 4. Ibíd., núm. 8764, 7 de mayo de 1912, p. 2.
204
En el sur del estado, días después de la derrota de Cañedo en
Concordia, se sublevó en Villa Unión, muy cerca de Mazatlán, el general
Tirado, acompañado como siempre, de su segundo en el mando, Joaquín
Cruz Méndez, esta vez se sublevaban en contra del gobierno del presidente
Madero. Tirado se sentía agraviado, consideró que le habían escatimado sus
méritos revolucionarios. Al triunfo de la revolución, era el jefe de los mil
soldados maderistas del sur de Sinaloa, con los que se apoderó de Mazatlán.
El general Banderas siendo gobernador, lo ratifico como prefecto del Distrito
de Mazatlán y jefe de las fuerzas de los Distritos del sur, reconociéndolo
como el jefe político y militar del sur del estado; pero Rentería lo había
destituido de esos cargos, retirándose a la vida privada y sus fuerzas
licenciadas. Cuando se subleva para derrocar a Rentería, lo hace en acuerdo
con Madero y la Legislatura local, que le hacen creer que lo nombraran
gobernador, pero es defraudado por éstos y para colmo, una vez que ya no
le fue útil a Madero, el ejército federal le desarma a sus hombres, Madero no
le dejó ni el mando de un pequeño Cuerpo Rural. Al viejo soldado, veterano
de la guerra contra la intervención francesa y el imperio de Maximiliano, solo
le quedó un camino: unirse a los zapatistas.
El 27 de abril, se mandó de Mazatlán en contra de Tirado al cabo
Miguel G. Pacheco con 51 hombres del 42º Cuerpo Rural. Al pasar por el
rancho El Mirador, se le unieron un oficial y 17 de tropa del 53º Cuerpo Rural;
al día siguiente Pacheco llegó a Villa Unión, enterándose que los nuevos
sublevados, ascendían a 200 hombres y se fueron rumbo a Concordia para
unirse a la columna de Cañedo, siguió tras de ellos, pero no logro alcanzar a
Tirado antes de que se uniera a los zapatistas.
El 30 de abril, en Los Charcos, situado a unos 2 kilómetros de
Cacalotan, Pacheco encontró a los revolucionarios, que lo esperaban bien
posicionados sobre el terreno; los atacó con decisión, pero como los 400
hombres de Cañedo, Tirado y Ávila eran superiores en número y en posición,
205
huyó para la villa de Rosario acosado por los zapatistas650, quienes al
siguiente día, 1º de mayo651, lo atacaron desde las cinco y media hasta las
once y media de la mañana, en que los insurrectos se retiraron por la llegada
de una columna federal, de 310 hombres652 de infantería y caballería con dos
ametralladoras, al mando del general Ojeda. Éste, recibió aviso en Mazatlán
del ataque a Rosario, por lo que rápidamente organizó la columna de
refuerzo, conduciéndola por ferrocarril hasta 12 kilómetros antes de Rosario,
porque la vía férrea estaba destruida, continuando su desplazamiento por
tierra653.
Escuinapa, también fue atacada el 1 de mayo, en la tarde de ese día,
una columna de 200 zapatistas, que procedían del estado de Nayarit al
mando de Alejandro Jiménez, Ireneo Ortega y otros, atacó la población, que
fue defendida durante 4 horas por 34 Voluntarios que organizó el Jefe
Político del lugar, los que derrotados, tuvieron que retirarse hacia Rosario; y
en la noche de ese mismo día, llegaron a Escuinapa los hombres de Cañedo,
Tirado y Ávila, ascendiendo los ocupantes del poblado a más de 600
combatientes654.
6. La flama zapatista se extingue.
Al día siguiente de la toma de Escuinapa, Ojeda movió su columna
hacia allá, y a las 3 de la tarde, atacó por todos los rumbos, desalojando a los
revolucionarios, le hizo 35 muertos y recogió 94 caballos, entre los muertos
650
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f 159.
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 58, doc. 43.
652
Un oficial y 30 de tropa del 8º Batallón, al mando del teniente Celestino Zárate; 7 oficiales y 169
de tropa del 14º Batallón, con dos ametralladoras, al mando de los capitanes Francisco Dayo y
Fernando Curiel; 3 oficiales y 50 de tropa del 42º Cuerpo Rural, al mando del cabo Sotero Meza y 1
oficiales y 38 de tropa del 53º Cuerpo Rural, al mando del comandante Luis Cárdenas. AHSDN, SH,
exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 166.
653
Loc. cit..
654
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 182.
651
206
figuró el jefe zapatista nayarita Ireneo Ortega655. Luego de la derrota los jefes
zapatistas se separaron conduciendo a sus hombres por distintos rumbos. El
general Tirado se retiró herido en una pierna, a palma Sola, donde enfermó
de disentería, “despidió a la gente que lo seguía” e inició “gestiones en la
Capital de la República para indultarse”656.
En Culiacán, después de trece días ocupación zapatista, empezaron a
faltar los alimentos, además como todos los revolucionarios eran de
caballería, se agotó el forraje657. Durante su estancia en la ciudad, los
insurgentes descansaron de la fatiga de meses de campaña guerrillera, se
entregaron a la alegría y el placer, las cantinas y burdeles siempre estuvieron
llenos a toda hora, diariamente se observó a grupos de ellos recorrer las
calles seguidos por bandas de música658.
Durante la tarde del lunes 29 de abril659, los zapatistas salen de
Culiacán en tres columnas, las rencillas habían dividido la fuerte columna de
Franco. Vega, marchó con sus hombres, al poniente, hacia Navolato660. Por
el oriente, rumbo a la sierra de Durango, partió Antuna con Vicente Ojeda,
Merced Beltrán y otros jefes. Franco y el grueso de los revolucionarios, salió
al norte, con el objetivo de batir a la tropa de Iturbe, acompañado entre otros
por “Chico” Quintero, los hermanos Ezquerra, Leyzaola, Inzunza, Valdez,
Silvas y Almada661.
El 2 de mayo en Navolato, Vega tiene un fuerte altercado con otros
revolucionarios, resultando tres muertos y un herido grave. La tarde de ese
día, llega Vega con varios de sus hombres, a Culiacán, mantiene una
conferencia telegráfica con Iturbe, que se encontraba en Estación Guamúchil,
y le solicita el indulto. Iturbe le contestó que no tenía inconveniente en que se
655
Loc. cit.
El Correo de la Tarde, núm. 8766, Mazatlán, 9 de mayo de 1912, p. 1. Ibíd., núm. 8772, 15 de
mayo de 1912, p. 3.
657
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 150.
658
Loc. cit.
659
El Correo de la Tarde, núm. 8761, Mazatlán, 3 de mayo de 1912, p. 4.
660
Ibíd., núm. 8771, 14 de mayo de 1912, p. 4.
661
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 153-154.
656
207
indultara, pero que la resolución la tomaría su jefe, el general Ojeda. El 20 de
mayo, Vega y diez de sus hombres fueron indultados, entregándole a Iturbe
sus armas y municiones662.
Franco y su columna siguiendo la pista de Iturbe, el 4 de mayo
atacaron Mocorito663, que fue defendido por el prefecto Cándido Avilés y el
inspector de policía Macario Gaxiola Urías con los voluntarios de Angostura;
la fuerza del capitán José Martínez del Río, integrada por 2 oficiales y 42 de
tropa del 14º Batallón, más 35 voluntarios de Santiago de los Caballeros al
mando de Eduardo Fernández Lerma. Después de 6 horas de combate, los
zapatistas tuvieron que retirarse vencidos por el arribo a las 9 de la noche, de
una columna de refuerzo para sus enemigos. Habían llegado Iturbe con 70
jinetes del 54º Cuerpo Rural, Herculano de la Rocha con su guerrilla y el
teniente coronel Filiberto Matus con 200 soldados del 14º Batallón. La derrota
le costó a los zapatistas 30 muertos y 69 prisioneros664.
Franco concentró a su diezmada tropa en Baromena. En la mañana
del 5 de mayo, cuando los zapatistas salían del poblado, fueron alcanzados
por la columna de Iturbe y Matus. Después de combatir por una hora, los
jefes zapatistas sufrieron la peor derrota y se retiraron dispersándose, para
escapar de la tenaz persecución de que fueron objeto. Se hicieron 300
prisioneros, Iturbe ordenó a Avilés que los fusilara, a muchos de ellos los
mató personalmente Avilés al momento de ser capturados durante la
persecución665.
El coronel Orestes Pereyra al mando del 22° Cuerpo Rural, salió de
Durango el 10 de abril, rumbo a Topia y Tamazula, para combatir a los
zapatistas. Cuando Franco y Antuna entraron a Sinaloa, Pereyra fue tras su
pista. El 1 de mayo, en el Espinal, Pereyra y sus 250 rurales, encontraron a
662
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 241. El Correo de la Tarde, núm. 8762,
Mazatlán, 4 de mayo de 1912, p. 1. Ibíd., núm. 8771, 14 de mayo de 1912, p. 4. Ibíd., núm. 8778, 21
de mayo de 1912, p. 3.
663
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 223.
664
Olea, op. cit., p. 68. AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, ff. 205 y 211.
665
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 155.
208
la retaguardia de 100 hombres, de la columna de Antuna, que marchaba a la
sierra de Durango, sobre la que hicieron fuego, haciéndole tres muertos, pero
los revolucionarios continuaron su marcha. Dos días después, a las cinco de
la mañana, cuando Antuna salía con sus 300 insurgentes de Comedero, fue
emboscado por los rurales de Pereyra, que destrozaron a su gente; le
hicieron 50 muertos y 37 prisioneros; le recogieron “112 bestias, armas y
parque, y 16 mulas cargadas de mercancías” de las que les tocaron a sus
hombres en el saqueo de Culiacán666. Antuna escapó, pero unos días
después, murió traicionado por unos partidarios667. El 5 de mayo entró
Pereyra a Culiacán668.
Iturbe y Matus entraron a Culiacán el 8 de mayo, sólo traían dos
prisioneros, Rafael Inzunza y Alfonso Leyzaola, que conservaron la vida por
ser amigos de Iturbe669. En cuanto llegó, Iturbe ordenó las aprehensiones de
Amado A. Zazueta, a quién acusaron de que los jefes zapatistas lo habían
nombrado gobernador provisional del estado670, de Manuel Fuentes, Darío
Medina, Mucio de la Vega y otros 135 vecinos de la ciudad, acusados de
zapatistas, muchos no lo eran, pero tener amistad con el general Banderas,
era suficiente para que Iturbe los acusara. Estas personas y los prisioneros
que le hizo Pereyra a Antuna, fueron enviados a la ciudad de México, donde
fueron internados en el cuartel de San Ildefonso para ser incorporados como
“leva” al ejército federal y enviados a la campaña de Oaxaca671.
Una vez que los gobiernistas recuperaron la capital del estado, el
gobernador Echeverría, ordenó al cabildo de Culiacán nombrara prefecto
interino al exjefe de los rurales porfiristas y asesino material de Gabriel Leyva
Solano, Ignacio Herrera y Cairo. Quién días después, renunció a la
666
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 227. El Correo de la Tarde, núm. 8771,
Mazatlán, 14 de mayo de 1912, pp. 4-5. Martínez Guzmán, op. cit., p. 80.
667
Martínez Guzmán, op. cit., p. 85. Martínez Guzmán y Chávez Ramírez, op. cit., p. 151.
668
El Correo de la Tarde, núm. 8771, Mazatlán, 14 de mayo de 1912, p. 4.
669
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., pp. 156-157.
670
El Correo de la Tarde, núm. 8778, Mazatlán, 21 de mayo de 1912, p. 6.
671
Ramos Esquer, La verdadera revolución en Sinaloa, op. cit., p. 158. Olea, op. cit., pp. 73-74.
209
prefectura para convertirse en jefe de policía de la ciudad. El cabildo solicitó
a Iturbe 25 hombres de su tropa para reforzar la policía, Iturbe aceptó y
herrera y Cairo tuvo a sus ordenes esos exrevolucionarios maderistas, “el
fantasma de los temibles rurales tomó cuerpo de nuevo”672.
En Puerta de las Canoas, cerca de Mazatlán, el 10 de mayo, el jefe
Telesforo Ávila “El Tele”, fue uno de los 8 muertos que sufrieron los
zapatistas en el combate que se efectuó, cuando la columna guerrillera de
200 hombres, que encabezaba con Cañedo, se enfrentó a una fuerza
gobiernista compuesta por tropa del 8º Batallón al mando del capitán
Salvador Clares y gendarmes del Estado, comandados por Wilebaldo
Echeverría673. Después de este combate, Cañedo con 200 hombres, se pasó
al territorio de Nayarit674.
Unos días después, el 24 de mayo, “Chico” Quintero con 300
hombres, se dirigió a la Villa de El Fuerte, amagándola desde el pueblo de
Tetaroba. El capitán Figueroa, jefe del destacamento federal en El Fuerte,
salió con tropa del 8º Batallón en persecución de la columna guerrillera, y
operando en combinación con Iturbe que llevaba a su cuerpo rural, el día 27
siguiente, estando Iturbe en Cacalotan, es atacado por “Chico Quintero,
siendo derrotado nuevamente el jefe zapatista675.
El 4 de junio, 200 revolucionarios, procedentes de Durango y
acaudillados por los Jefes Rafael Garay, Vidal Soto y Juan Estrada, ocuparon
el pueblo minero de Pánuco, Distrito de Concordia. Al saber esto el general
Ojeda, salió de Mazatlán con parte de la fuerza del 14º Batallón676, el 5 llegó
672
Padilla Beltrán, en Lamas Lizárraga, Memoria del XI Congreso de Historia Regional, op. cit.,
p. 300.
673
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 233.
674
El 26 de mayo, atacó la población de Acaponeta, que no pudo capturar, pero cuatro días después,
logró apoderarse del pueblo de Rosa Morada, luego se marchó al sur del territorio, donde se unió con
los jefes zapatistas nayaritas Miguel Guerrero, Camilo Rentería y Julio Vega, el 16 de junio fueron
derrotados en el Cañón del Ocotillo, perdiendo a 32 de sus hombres y a 80 bestias; Sánchez Lamego,
Historia militar de la revolución mexicana en la época maderista, t. II, op. cit., p. 276.
675
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 244.
676
Lo acompañaron el mayor Agustín Estrada, 6 Oficiales y 177 de tropa con 2 ametralladoras;
Ibíd., f. 254.
210
a Concordia, donde se le incorporaron 6 Oficiales y 63 de tropa del 53º
Cuerpo Rural, comandados por Lino Cárdenas y en la tarde de este día, su
vanguardia formada por 60 hombres677 al mando del teniente Leandro
Villarreal, sostuvo un tiroteo en el rancho de Chupaderos en contra de las
avanzadas de los revolucionarios, desalojándolos; el día 6 Ojeda mandó a su
vanguardia que “siguiera su marcha al mineral de Copala, con orden de
reconocer y batir las posiciones” de sus enemigos. Los zapatistas dejaron
entrar al mineral a los confiados gobiernistas para luego atacarlos por
sorpresa, la situación de Villarreal se tornó comprometida, Ojeda desde
Chupaderos, escucho las detonaciones de las bombas de dinamitas, usadas
por los zapatistas y comprendiendo el peligro en que se encontraba su
vanguardia, acudió en su auxilio con el resto de la columna678.
El día 7 al amanecer, los zapatistas volvieron a atacar a los federales
que estaban en Copala, pero fueron rechazados, por lo que emprendieron su
retirada a Pánuco, a 6 kilómetros de Copala679; al día siguiente, los federales
atacaron Pánuco y luego de 5 horas de combate, desalojaron del poblado a
los zapatistas, quienes con la derrota a cuestas, regresaron a la Sierra de
Durango680.
El 11 junio, “Chico” Quintero con su guerrilla, combatió en el rancho
del Guajolote, cerca de Copalquín, con una fracción del 54º Cuerpo Rural,
muriendo 6 de sus hombres681. Después de estas derrotas, “Chico” Quintero
entabló pláticas con los gobiernistas y el 11 del siguiente julio se amnistió con
6 de sus hombres682, regresando a trabajar las tierras comunales de la
677
Estaba constituida por 30 de tropa montados del 14º Batallón, al mando del Teniente Villarreal y
por 30 jinetes del 53º Cuerpo Rural, a las ordenes de un cabo 2°; loc. cit..
678
Ibíd., f. 255.
679
Ibíd., f. 256.
680
Ibíd., f. 257.
681
Ibíd., f. 270.
682
Ibíd., SH, exp. Sonora 1912, XI/481.5/269, f. 358.
211
Cofradía de la Loma. Algunos meses después, “Chico” fue muerto con su
propia pistola en un riña683.
Para julio de 1912, los zapatistas sinaloenses dejaron de ser un
peligro para el gobierno. Antonio M. Franco se había exilado en Los Ángeles,
California, E.U.684. “Chico” Quintero, Manuel Vega y Justo tirado, se habían
amnistiado. Rafael Garay y Vidal Soto, se mantuvieron alzados en armas, en
la serranía de Durango y Sinaloa, hasta que en agosto de 1913, se
incorporaron con el coronel Rafael Buelna Tenorio para combatir al gobierno
del general Victoriano Huerta685. Juan Cañedo, regresaría al estado para
continuar operando en la serranía de Durango y Sinaloa, hasta que en marzo
de 1913, luego de la muerte de madero, se amnistía junto con sus hombres
en Tamazula y San Ignacio, con los que formó una guerrilla auxiliar del
ejército federal, para combatir a sus enemigos maderistas, ahora
constitucionalistas686.
El último ataque zapatista lo realizó Fortunato Heredia, el 19 de enero
de 1913, cuando con 80 hombres, se apoderó de la población de Los Mochis,
impuso algunos prestamos forzosos y se regresó a la sierra sinaloense,
tomando rumbo al Mineral de san José de Gracia687.
En la revolución zapatista se enfrentaron antiguos correligionarios de
la revolución maderista, lo que le dio a los enfrentamientos una ferocidad que
no tuvieron los combates en 1911. Los maderistas en 1912, trataron a los
zapatistas, con una ferocidad que no tuvieron en 1911, para los soldados
defensores del porfiriato. El ahorcamiento y el fusilamiento, fue la suerte de la
mayor parte de los zapatistas, que cayeron prisioneros de los Cuerpos
Rurales, integrados por antiguos soldados del Ejército Libertador maderista.
683
Entrevista con el Dr. Jesús Quintero Pacheco, nieto de Francisco “Chico” Quintero, realizada por
Saúl Armando Alarcón Amézquita, Navolato, Sinaloa, 9 de abril de 2002.
684
Archivo Histórico Genaro Estrada, Secretaría de Relaciones Exteriores, L-E-778 (9), F.1.
685
Olea, op. cit., p. 89.
686
Ibíd., p. 84. Teniente Coronel Andrés Sánchez al C. General Jefe de la Zona Militar, Culiacán,
Junio 5 de 1913, en Miguel A. Sánchez Lamego, Historia militar de la revolución constitucionalista,
t. II, México, INEHRM, 1956, pp. 322-326.
687
Olea, op. cit., p. 77.
212
Los jefes zapatistas no lograron sacarle provecho político y militar a la
fuerza que acumularon en el momento más álgido de su insurrección,
durante la segunda mitad de abril. La toma de Culiacán, en lugar de
fortalecer la revolución, la debilitó, por el descrédito social que se ganó el
movimiento y por la división entre los jefes, generada por las divergencias
surgidas durante la innecesariamente larga ocupación de la capital del
estado. Permanecer tantos días militarmente inactivos, sin considerar las
condiciones de la guerra que desarrollaban, evidenció en los jefes zapatistas
falta de visión estratégica para conducir la guerra.
Considerando al enemigo que tenían en el estado, luego de la toma de
Culiacán, Franco y los otros jefes que lo acompañaban, debieron unir sus
fuerzas con las de los zapatistas que combatían en el sur del estado,
desperdiciaron la posibilidad de aglutinar una poderosa columna, uniendo las
fuerzas comandadas por Franco y Cañedo para estar en condiciones de
vencer a los generales Iturbe y Ojeda, quienes junto con el coronel Pereyra,
aprovecharon la discordia, división y la dispersión de los Banderistas, para
vencer la revolución zapatista sinaloense.
213
V. DEL EJÉRCITO ZAPATISTA AL EJERCITO VILLISTA.
1. General zapatista en 1914.
La rebelión zapatista en Sinaloa, iniciada el 13 de febrero de 1912688,
terminó a mediados de julio de ese año689, cuando se rindieron los últimos
combatientes, pero Banderas ya se sentía parte del Ejercito Libertador
zapatista y afianzó este compromiso cuando estableció relación personal con
algunos presos políticos, muy cercanos a Zapata: Gildardo Magaña y
Abraham Martínez, quienes ingresaron a la penitenciaría en julio de 1912; y
con otros, como Ángel Barrios y Cándido Navarro que al salir de la prisión
también se incorporaron a las tropas zapatistas.
Al incorporarse al ejército zapatista, Banderas se percató en Morelos
de las demandas de tierras de sus pueblos, era algo que Banderas ya
conocía de algunos pueblos de Sinaloa. Su propio pueblo, Tepuche, antigua
comunidad indígena, que había perdido su ancestral identidad cultural,
conservaba cientos de hectáreas en propiedad colectiva, pero los caciques,
ha través del tiempo le habían arrebatado otras centenares de hectáreas690.
Banderas se identificó con la lucha de los campesinos surianos y la hizo
suya.
Desde que salió de la penitenciaría el 23 de abril de 1914, Banderas
se preparó para unirse a la revolución zapatista, se comunicó con sus
familiares y amigos, para que se le reunieran en el Cuartel General de
Zapata, en Morelos. Un grupo de sinaloenses acuden a su llamado, entre
ellos, sus hermanos Emilio y Miguel, y Manuel F. Vega, y Joaquín Cruz
Méndez, en septiembre, otro grupo de sinaloenses se incorporarían a
688
689
690
AHSDN, SH, exp. Sinaloa 1912, XI/481.5/260, f. 4.
Ibíd., exp. Sonora 1912, XI/481.5/269, f. 358.
Archivo del Registro Agrario Nacional en Culiacán, Ejido Tepuche.
214
Banderas, encabezados por los capitanes Francisco “Chico” Mendoza y
Guillermo Rubí Peraza691.
A fines de abril, inicia el reclutamiento y la organización de la Brigada
“Banderas”, que tomó el nombre de su general, como era costumbre, sobre
todo entre los zapatistas. Todos los ejércitos revolucionarios se organizaron
siguiendo el reglamento del ejército federal, por ello, la Brigada “Banderas”,
se estructuró en tres regimientos y éstos, en escuadrones692. También se
unieron a Banderas otros Jefes y oficiales surianos, como fue el caso del
coronel Alfredo Serratos y del teniente coronel Salvador Tafolla. El coronel
Manuel F. Vega fue el primer jefe del Estado Mayor del general Banderas693.
El 24 de junio de 1914, Banderas se encuentra en Yautepec, Morelos,
siendo uno de los 26 generales, que junto con Zapata, en su carácter de
“General en Jefe del Ejército Libertador de la República Mexicana”, firman un
manifiesto a los habitantes de la ciudad de México694.
Este manifiesto iba dirigido a los obreros y trabajadores pobres de la
capital. Iniciaba haciendo mención de la inminente caída del régimen
huertista:
El antiguo régimen, humillado y vencido, está dando al país el
grotesco espectáculo de su agonía... ha quedado vencido en los
campos de batalla... la revolución ha triunfado... la capital de la
república no ha caído en su poder... pero la revolución de fuera, la
revolución campesina está ya en sus umbrales, toca a sus puertas
y pronto hará estremecer sus edificios y sus pavimentos con el
resonar de los corceles y el grito de guerra de los libertadores.
691
AGN, Fondo Emiliano Zapata, Caja 3, Exp. 3, f. 113. Ibíd., Caja 4, Exp. 3, f. 25. Biblioteca de la
UP, Archivo Roque González Garza, c. 63, docs. 315-317. Florencio Barrera Fuentes (intr. y notas),
Crónicas y debates de las sesiones de la soberana convención revolucionaria, t. II, México, INEHRM,
1965, p. 594.
692
AGN, Fondo Emiliano Zapata, Caja 3, Exp. 2, ff. 28-31.
693
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 26, exp. 1, doc. 19.
694
AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 19, Exp. 8, f. 24.
215
Buscando los zapatistas, a través de este documento, acercarse a los
trabajadores
socialistas
y
anarcosindicalistas,
hablaban
de
las
contradicciones de clase entre los patrones y los obreros y campesinos:
Los ricos se hacen cada vez más ricos, y los pobres se vuelven
cada vez más pobres. Los ricos tienen palacios... viven sin
trabajar, gozan de todas las consideraciones y de todos los
privilegios. Los pobres languidecen de hambre... son utilizados
como bestias de carga, reciben en los campos y en los talleres un
tratamiento que no se compadece con la dignidad humana... ellos
son los que producen la riqueza, y sin embargo, la riqueza se les
escapa, para ir a rellenar los bolsillos de los holgazanes, simples
consumidores de lo que ningún esfuerzo les ha costado.
Concluían el manifiesto señalando algunos de los objetivos de su
revolución y haciendo un llamado a los obreros de la ciudad para que
tomaran las armas y se unieran a los campesinos revolucionarios:
Por eso la revolución lo proclama altamente: el país no estará en
paz nunca, mientras no se destruya el feudalismo de los campos,
mientras la tierra no sea distribuida entre los que saben y quieren
cultivarla, mientras no desaparezca el monopolio de los bribones,
no se den garantías al trabajador y no se mejore la retribución del
trabajo.
Los campesinos tienden la mano a sus camaradas de la ciudad, y
los invitan a colaborar en el último acto de la gran lucha, que es el
combate de los que nada tienen contra los que todo lo acaparan.
Ellos confían en que los trabajadores del taller, los modernos
esclavos de la máquina, sabrán estar en el puesto a que los llama
la conveniencia, la dignidad y el deber... es hora ya de tomar las
armas.
Temeroso del avance de los ejércitos revolucionarios, Huerta renuncia
a la presidencia de la república el 15 de julio de 1914. Lo sustituye el
licenciado Francisco Carvajal designado por el Congreso. Esta noticia le llega
a Zapata el 17 de julio, dando ordenes ese mismo día para avanzar a
marchas forzadas sobre la ciudad de México. “Las fuerzas disponibles para
comenzar el avance, están bajo las órdenes de los generales Ignacio Maya,
216
Amador Salazar, Genovevo de la O, Francisco V. Pacheco, Antonio Barona y
Juan M. Banderas”695.
La ofensiva zapatista sobre la capital, logró tomar varias poblaciones
en el sur del Distrito Federal696. El día 19, Zapata con las fuerzas de su
mando directo y con las brigadas de los generales Amador Salazar e Ignacio
Maya, tomó Topilejo; “el mismo día fue rechazado en el pueblo de San
Mateo, el auxilio que de Xochimilco venía para Topilejo”. Al día siguiente, la
fuerza de Zapata, Salazar y Maya, tomaron San Juan Ixtayopan; por su
parte, Banderas le dio a su brigada el bautizo de fuego, apoyado por las
fuerzas de los coroneles José Tafolla y Juan Agüero, atacó Milpa Alta, plaza
que tomó al amanecer del día 21697; los huertistas enviaron refuerzos por el
pueblo de tecomitl, pero las fuerzas de Banderas los rechazaron causándoles
grandes pérdidas698. Los zapatistas también tomaron la Magdalena
Contreras, San Pablo Oxtotepec, Tulyehualco y otros poblados, aunque
fueron rechazados de Xochimilco, el 21 de julio699.
En San Pablo Oxtotepec, el 19 de julio, Banderas participa en la
reunión de generales zapatistas, que firman el “Acta de Ratificación del Plan
de Ayala”700.
En este documento la representación armada de la clase campesina
daba a conocer su posición ante la nueva situación política generada en el
695
Ibíd., Caja 19, Exp. 6, f. 24.
Gustavo Casasola, Historia gráfica de la revolución mexicana, México, editorial trillas, 1973, t.
3, p. 817.
697
Arturo Warman, ...y venimos a contradecir, los campesinos de Morelos y el Estado nacional,
México, SEP-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores y Antropología Social CIESAS, 1988,
p. 111.
698
AGN, Fondo Alfredo Robles Domínguez, tomo 11, exp. 31, f. 5.
699
Casasola, op. cit., t. 3, p. 817.
700
AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 19, Exp. 1, f. 29. Firmaron el acta: generales Eufemio
Zapata, Francisco V. Pacheco, Genovevo de la O, Amador Salazar, Ignacio Maya, Francisco Mendoza,
Pedro Saavedra, Aurelio Bonilla, Jesús H. Salgado, Julián Blanco, Julio A. Gómez, Otilio E. Montaño,
Jesús Capistrán, Francisco M. Castro, S. Crispín Galeana, Fortino Ayaquica, Francisco A. García,
Mucio Bravo, Lorenzo Vázquez, Abraham García, Ángel Barrios, Enrique Villa, Heliodoro Castillo,
Antonio Barona, Juan M. Banderas, Bonifacio García y Encarnación Díaz; Licenciados Antonio Díaz
Soto y Gama y Reinaldo Lecuona; coroneles Santiago Orozco, Jenaro Amescua, José Hernández,
Agustín Cortés, Trinidad A. Paniagua, Everardo González, Vicente Rojas; y secretario Manuel
Palafox.
696
217
país tras la renuncia de Huerta. Para los zapatistas, esta renuncia no
modificaba la actitud de los revolucionarios, ya que el usurpador Huerta, en
vez de entregar el poder público a la revolución, sólo pretendió asegurar la
continuidad del régimen que él estableció, al imponer en la presidencia al
licenciado Francisco Carbajal, persona de reconocida filiación científica, y
que para ellos, era un acreditado enemigo de la causa revolucionaria, por
haber sido representante de Porfirio Díaz, en las negociaciones que
concluyeron con los tratados de Ciudad Juárez, que para los zapatistas
fueron funestos. Insistían en que la revolución sólo podía reconocer como
presidente provisional, al que nombraran los jefes revolucionarios de las
diversas regiones del país, como lo establece el artículo 12 del Plan de
Ayala.701
Los firmantes hicieron tres declaraciones: primera, ratificaban todos
los principios del Plan de Ayala y que no cesarían sus esfuerzos hasta
conseguir que sus postulados agrarios se convirtieran en preceptos
constitucionales; segunda, que acatando el artículo 3º del dicho Plan,
habiendo traicionado a la revolución el exgeneral Pascual Orozco, la jefatura
de la revolución la asumía el general Zapata; tercera, no considerarán
concluida la obra de la revolución, hasta que derrocado el gobierno de
Carbajal y separados del poder los huertistas y demás políticos del antiguo
régimen, se establezca un gobierno que haga realidad la reforma agraria y
demás principios y promesas del Plan de Ayala.
Banderas estableció su cuartel en San Salvador Cuauhtenco, poblado
vecino de San Pablo Oxtotepec. Desde ahí, el 3 de agosto, Banderas le
701
Este artículo señalaba: “Una vez triunfante la revolución que hemos llevado a la vía de la
realidad, una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos Estados, nombrará o
designará un Presidente Interino de la República, quién convocará a elecciones para la nueva
formación del Congreso de la Unión y éste, a su vez, convocará a elecciones para la organización de
los demás poderes federales”.
218
envía una carta a Joaquín Redo de la Vega702, quién se encontraba en la
ciudad de México.
Con Joaquín, le unía a Banderas una amistad que se remontaba a la
época en la que fue caballerango de su hermano Diego, exgobernador de
Sinaloa. Le escribió para dos cosas: proveerse de dos caballos y ropa, y
sobre todo, para comunicarse con su familia, “también estimaré mucho le dé
aviso á mi familia á Culiacán que estoy bien y que pronto nos veremos por
allá; hace diez meses que no recibo ninguna noticia de mi casa”. Banderas
gustaba por el buen vestir, generalmente de traje, pero no como “catrín”,
usaba sombrero de charro. A pesar de pertenecer a bandos políticos
contrarios, el don de gentes de Banderas, le permitió conservar la amistad
con la familia Redo; con buena caligrafía y regular ortografía, le decía a
Joaquín “sírvase Ud. darle mis afectuosos recuerdos a su mamá y á su
hermano D. Alejandro”.
La destacada actividad militar de Banderas, hizo que recibiera del
general Zapata el nombramiento de Jefe de Operaciones Militares del
Ejército Libertador en el Distrito Federal703. Luego decide operar en el oriente
del Estado de México, sobre el valle de Chalco, para estrechar el cerco de la
capital desde ese rumbo.
En el valle de Chalco, las tropas federales no soportaron la presión de
las tropas de Banderas, retirándose de la región del 10 al 11 de agosto.
Antes de emprender la huida, informaron a la población, por lo que muchas
familias, principalmente de hacendados y comerciantes, asustadas por el
avance zapatista, abandonaron la región, yendo a la Ciudad de México. El
Ejercito Libertador tomó posesión de las plazas del Distrito entre el 10 y el 14
de agosto704.
702
Archivo de la Familia Redo en El Dorado, fotocopia del original, proporcionada por el Dr.
Alonso Martínez Barreda.
703
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 27, exp. 12, doc. 247. AGN, Fondo Genovevo de la
O, Caja 16, Exp. 3, f. 63.
704
AGN, Fondo Emiliano Zapata, Caja 2, Exp. 6, f. 23.
219
El día 11 fueron ocupadas las principales poblaciones, Banderas y el
coronel Tomás García se apoderaron de Tlalmanalco705, los coroneles
Vicente
Rojas
y
Trinidad
Sánchez
Tenorio,
se
posesionaron
de
Amecameca706, los coroneles Everardo y Bardomiano González tomaron la
Villa de Chalco707; el día 12, el coronel Pioquinto Gadea ocupó Miraflores708;
por su parte, el día 14, el general Rosalino Silva y los coroneles Gregorio
Castilla y Juan Guzmán hijo, ocuparon la fábrica de papel San Rafael y
Anexas709. El 15 de agosto, Banderas estableció su cuartel General en la
Villa de Chalco710.
Al entrar los zapatistas en las plazas mencionadas, lo hicieron de
manera ordenada. Pero en Chalco, grupos de civiles pacíficos, que
intencionadamente seguían a la tropa de los coroneles González, quisieron
hacerse justicia por propia mano, debido al descontento acumulado en años
de explotación y miseria, empezaron a saquear casas y comercios, pero al
ser informado de lo que acontecía, Bardomiano González ordenó fusilar a los
que fueron capturados robando711, mandato que devolvió la tranquilidad al
poblado y garantizó la seguridad de sus habitantes.
El cuartel general zapatista, órgano dirigente de la revolución
campesina, basado en la costumbre y moral campesina, de las comunidades
agrarias, había establecido rígidas reglas, ya que nunca estuvo dispuesto a
tolerar abusos, saqueos y bandolerismo, que eran contrarios a la acción
política emanada del Plan de Ayala712. Ejemplo de ello, son diversas
705
Marco Antonio Anaya Pérez, Rebelión y revolución en Chalco-Amecameca, Estado de México,
1821-1921, tomo II, sublevación campesina en la Sierra Nevada, México, INEHRM-Universidad
Autónoma Chapingo, 1997, pp. 163-164.
706
Ibíd., p. 163.
707
Ibíd., p. 164.
708
Loc. cit..
709
Loc. cit..
710
AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 16, Exp. 3, f. 63. Ibíd., f. 79.
711
Anaya Pérez, op. cit., p. 164.
712
Sin embargo, los abusos no se desterrarían del todo, cometidos incluso, por jefes y oficiales
zapatistas, como lo evidencia el manifiesto que dirigió al pueblo de Tenancingo, Estado de México, el
13 de agosto de 1914, el jefe de la plaza, coronel José Zamora: “anheloso por el bienestar y
tranquilidad pública y celoso de la honradez y buen nombre del Ejército Libertador de la República
220
circulares y decretos, como las “instrucciones a que deberán sugetarse (sic.)
los jefes y oficiales del Ejército Libertador del Sur y Centro”,713 del 28 de julio
de 1913, que ordenaba en una de sus partes:
CUARTA.- Procurarán guardar, a todo trance, el buen orden de la
tropa, especialmente cuando entren a las poblaciones, dando toda
clase de garantías a las vidas e intereses de los habitantes y
moralizando a los soldados todo cuanto más sea posible.
Banderas y los demás comandantes zapatistas, “nacionalizaron” los
medios de producción del Distrito de Chalco, las haciendas y las fábricas,
fueron administradas por el ejército libertador. La fábrica de hilados y tejidos
de lana “El Caballito”, de Tlalmanalco, con 34 obreros; la fábrica de hilados y
tejidos de algodón, de Miraflores, en el municipio de Tlalmanalco, con 350
obreros; El Molino Ayapango y la fábrica de Tomacoco, en Amecameca, con
105 obreros714. La papelera San Rafael, con más de 1000 trabajadores, tuvo
gran importancia, los zapatistas obtuvieron de ella, enormes cantidades de
papel para imprimir, periódicos, folletos, decretos, manifiestos y demás
documentos importantes para el zapatismo715.
De las fábricas y las haciendas cerealeras y ganaderas, expropiadas
en Chalco, salieron caballos, alimentos, mantas, ropa, y otros recursos que
abastecieron a las tropas zapatistas. También los montes fueron explotados,
para producir vigas, carbón y leña; que al comercializarse, fue posible
Mexicana, y deseando que en nada se manche el prestigio que siempre se ha procurado dar a la justa
causa que se persigue, de acuerdo con las buenas instrucciones recibidas del Cuartel General,
declaro solemnemente, que: queda estrictamente prohibido el saqueo y toda clase de abusos que
deshonran a la causa y que desgraciadamente no dejan de cometerse no obstante mis esfuerzos por
evitarlos previniendo a todos los jefes, oficiales y soldados insurgentes de la nación, que me veré en el
caso preciso, aunque con pena, de remitir al mismo Cuartel General, al infractor de esta disposición
sea quien fuere y cualquiera que sea su jerarquía”; AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 19, Exp. 6,
f. 39.
713
Marco Antonio Flores (coord. ed.), El ejército campesino del sur(ideología, organización y
programa), México, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México CEHAM, 1982,
pp. 46-47.
714
Anaya Pérez, op. cit., p. 164.
715
Loc. cit.. AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 16, Exp. 3, f. 68.
221
atender las necesidades de la población, al destinarse una parte de los
fondos recaudados a la beneficencia pública716.
Banderas vivió las profundas diferencias que tenía la revolución
zapatista, por su contenido social, con respecto a la revolución maderista. En
los territorios ocupados por los zapatistas, los caciques perdían el poder
político y económico, obteniéndolo las masas del pueblo.
El 15 de agosto entró el General Álvaro Obregón a la ciudad de
México717, durante la noche de ese día, las fuerzas zapatistas que operaban
en el Valle de México recibieron una grande y desagradable sorpresa cuando
los constitucionalistas, ocuparon las posiciones que en toda la línea de
combate dejaban los federales718. Esta acción que constituyó de hecho la
primera agresión del constitucionalismo al Ejército Libertador, constituía una
de las cláusulas del tratado que Obregón había negociado ese día 13 en
Teoloyucan: “Las tropas federales que guarnecen las poblaciones de San
Ángel, Tlalpan, Xochimilco y demás, frente a los zapatistas, serán
desarmadas en los lugares que ocupan, tan luego como las fuerzas
constitucionalistas las releven”719.
Para los constitucionalistas, los zapatistas no eran más que los
bandidos que se habían rebelado contra el gobierno legítimo del Presidente
Madero. El Plan de Guadalupe fue concebido precisamente para restaurar el
régimen Maderista. Muchos Jefes constitucionalistas, siendo comandantes
de Cuerpos Rurales que se formaron con revolucionarios maderistas que no
fueron licenciados, combatieron a las rebeliones contra el gobierno de
Madero. Generales de los ejércitos constitucionalistas como Villa, Iturbe,
Álvaro Obregón, Lucio Blanco, Jesús Carranza, Francisco Coss, Francisco
Naranjo, Gertrudis Sánchez, Joaquín Amaro, Orestes Pereyra, y otros,
716
AGN, Fondo Emiliano Zapata, Caja 8, Exp. 3, f. 25.
Pablo Moctezuma Barragán, Vida y lucha de Emiliano Zapata, vigencia histórica del héroe
mexicano, México, Editorial Grijalbo, 2000, p. 75.
718
Magaña, op. cit., IV: p. 240.
719
Casarrubias, op. cit., IV: p. 219.
717
222
lucharon contra reyistas, felicistas, magonistas, vazquistas, orozquistas, y a
los zapatistas los combatieron al menos en Durango, Sinaloa y Morelos.
Desde su Cuartel General en Chalco, el día 16, Banderas le comunica
a Zapata la llegada de Obregón y le propone un a nueva ofensiva:
…Informes que he recibido de personas avecindadas en la
Ciudad de México y según se enterará por el periódico que le
remito, ayer, a las tres de la tarde, hicieron su entrada a la Capital
de la República, las fuerzas llamadas constitucionalistas, al mando
del Jefe Alvaro Obregón. Por el mismo conducto, tengo la certeza
de que las fuerzas que ocupaban la plaza de Xochimilco han sido
relevadas por las carrancistas.
Juzgo muy conveniente, señor general, una violenta
concentración de nuestras fuerzas con el fin de aproximarnos más
a la metrópoli, pues si hasta la fecha no lo he hecho, es por no
contar con un regular número de ellas. Esto ocasionaría presión
moral favorable a nuestra causa en los ánimos de los carrancistas,
así como en los de los habitantes del país y del cuerpo
diplomático720.
Banderas vio a sus tropas frente a un nuevo enemigo que no
esperaban tener. Los carrancistas cerraban el paso de Zapata a la capital del
país. En respuesta los zapatistas impidieron que el territorio que ocupaban
fuera
invadido.
La
tensión
entre
ambos
ejércitos
ocasionó
que
frecuentemente sus avanzadas se tirotearan “de parapeto a parapeto”,
provocándose algunos heridos y muertos721. Pero lo más grave era el
desarme de grupos que se aventuraban a pasar de sus posiciones a las que
tenían enfrente.
Los constitucionalistas tuvieron pronto el problema del forraje, ya que
su caballada se incrementó con la que les dejaron las tropas federales al
evacuar la capital. Buscando resolver el problema los generales de Carranza
distribuyeron sus fuerzas entre los pueblos del Valle, pero se originaron
nuevos enfrentamientos.
720
AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 16, Exp. 3, f. 50.
Juan Sarabia a John Kenneth Turner, 26 de enero de 1915, en Alfonso Taracena, La verdadera
revolución mexicana (1915-1917), México, Editorial Porrua, 1992, p. 25.
721
223
A las tres de la tarde del día 18 de agosto, “de 1200 a 1300” soldados
de la brigada de caballería del general Rafael Buelna, que andaban en busca
de pastos para sus caballos y mulas, trasladaron un gran rebaño a las
llanuras de los alrededores de Chalco. Las fuerzas del general Banderas,
que guarnecían ese sector, dejaron pasar a los constitucionalistas, luego los
rodaron y los tomó prisioneros, desarmándolos. Banderas ordenó la
inmediata libertad de la tropa, pero envió presos a los sesenta y cuatro jefes
y oficiales722, al cuartel general, en Yautepec, Morelos, donde fueron
recibidos por Zapata el día 25 de agosto723.
La Brigada Buelna estaba conformada principalmente por soldados de
Sinaloa, por ello, entre los prisioneros se encontraban muchos sinaloenses,
algunos de ellos, viejos conocidos y amigos de Banderas, por lo que éste
envió carta a Zapata, 24 del mismo mes, para recomendarles a sus
amigos724:
Habiendo encontrado entre los presos que tengo el honor de
remitirle, algunos compañeros de armas que en la época de 1910
militaron bajo mis órdenes, y teniendo en cuenta sus buenos
servicios que prestaron a la causa, permítome recomendarle de
una manera particular se sirva tener en cuenta lo expuesto para
que sean tratados con benignidad como Ud. acostumbra.
De una manera especial le mencionaré al Sr. Rosendo
Quesada, como a los sinaloenses que lo acompañan, que son
personas de mi estimación y confianza.
Agradeciendo infinitamente lo que se sirva hacer por ellos
me repito como siempre su Afmo. Atto. y S. S.725
A finales de agosto, Banderas se trasladó a la población de Milpa Alta,
desde donde Zapata había convocado a los comandantes del Ejército
722
En el escalafón del ejército se considera oficialidad a los subtenientes, tenientes y capitanes
primeros y segundos; y jefes, a mayores, tenientes coroneles y coroneles. Los otros grupos
escalafonarios están formados por la tropa y los generales.
723
AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 16, Exp. 3, f. 82. Ibíd., Caja 16, Exp. 3, f. 80. Ibíd., Caja
16, Exp. 6, f. 62. Magaña, op. cit., IV: p. 242. Womack, op. cit., p. 192. Zapata a Banderas, 25 de
agosto de 1914. El Debate, Culiacán, 1986.
724
Zapata a Banderas, 25 de agosto de 1914, El Debate, Culiacán, 1986.
725
AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 16, Exp. 6, f. 62.
224
Libertador para darles a conocer un manifiesto al pueblo mexicano726, que
fue proclamado luego de ser firmado por todos los generales y jefes
presentes.
En este manifiesto, el zapatismo da a conocer su posición con
respecto al establecimiento de la paz en la república y criticando al
carrancismo,
desarrolla
una
explicación
de
sus
principios
agrarios
revolucionarios.
Decía que estaban equivocados los que creían que estableciendo un
gobierno militar, despótico, se aseguraría la paz en la república:
Ésta sólo podrá obtenerse si se realiza la doble operación de
reducir a la impotencia a los elementos del antiguo régimen y de
crear intereses nuevos, vinculados estrechamente con la
revolución, que le sean solidarios, que peligren si ella peligra y
prosperen si aquélla se establece y consolida.
La primera tarea, continúa diciendo el manifiesto, se consigue por dos
medios: el castigo ejemplar de los dirigentes y elementos activos de la
facción opuesta a la revolución, y, la confiscación de sus propiedades. La
segunda tarea:
Se llevará a feliz término si se restituye a los particulares y a las
comunidades indígenas los terrenos de que han sido despojados
por los latifundistas, y si este gran acto de justicia se completa, en
obsequio de los que nada poseen ni han poseído, con el reparto
proporcional de las tierras decomisadas a los cómplices de la
dictadura o expropiadas a los propietarios perezosos que no
quieren cultivar sus heredades.
Con respecto al nombramiento del presidente interino de la república,
de acuerdo al artículo 12 del Plan de Ayala, agregaba:
La Revolución Agraria, desconfiando de los caudillos que a sí
mismos se disciernen el triunfo, ha adoptado como precaución y
como garantía el precepto justísimo de que sean todos los jefes
revolucionarios del país los que elijan al Primer Magistrado, al
726
AGN, Fondo Alfredo Robles Domínguez, tomo 11, exp. 31, f. 28.
225
Presidente Interino que debe convocar a elecciones; porque bien
sabe que del interinato depende el porvenir de la Revolución y, con
ella, la suerte de la República.
Advertía a los carrancistas que “todavía es tiempo de reflexionar y de
evitar el conflicto”, y que:
Si el jefe de los constitucionalistas se considera con la popularidad
necesaria para resistir la prueba de la sujeción al voto de los
revolucionarios, que se someta a ella sin vacilar. Y si los
constitucionalistas quieren en verdad al pueblo y conocen sus
exigencias, que rindan homenaje a la voluntad soberana
aceptando con sinceridad y sin reticencias los tres grandes
principios que consigna el Plan de Ayala: expropiación de tierras
por causa de utilidad publica, confiscación de bienes a los
enemigos del pueblo y restitución de sus terrenos a los individuos
y comunidades despojados.
Sin ellos –pueden estar seguros– continuarán las masas
agitándose, seguirá la guerra... en todas partes en donde haya
tierras repartidas o por repartir.
En ese mismo mes de agosto, de 1914, Juan Sarabia, excompañero
de los Hermanos Flores Magón727, antiguo editor del Diario del Hogar, que
había sido el primer periódico en publicar el plan de Ayala, fue enviado por
Carranza a Cuernavaca para “conferenciar con el general Zapata a fin de
lograr la unificación de los ejércitos del norte y del sur para consumar la paz
que tanto necesita la patria”728. El caudillo suriano recibe el 25 de ese mes a
Sarabia y le da autorización escrita para invitar a tres personajes del
constitucionalismo carrancista, que por esos días gozaban de su simpatía,
Antonio I. Villarreal, Lucio Blanco y Luis Cabrera, a una conferencia en
Cuernavaca, expresándole sus “mejores deseos de llegar a un arreglo cordial
con todos los revolucionarios que sostuvieran los mismos principios”729.
727
Ricardo Flores Magón, lo acusó en julio de 1911, en un artículo: El judas Juan Sarabia, de su
órgano de difusión Regeneración de los Ángeles, California, E.U., de haberlo delatado ante las
autoridades norteamericanas, y a otros miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal
Mexicano, que fueron detenidos junto con él. En González Ramírez, op. cit., p. 347.
728
Informe de Sarabia a Carranza, 25 de agosto de 1914, en Womack, op. cit., p. 198.
729
Zapata a Sarabia, 25 de agosto de 1914, en Womack, op. cit., pp. 198-199.
226
Carranza envió a Cuernavaca a Sarabia, Villarreal y Cabrera, la misión
de éstos sólo podía ser evitar la alianza de Zapata con Villa, necesitaban
concertar un pacto de no agresión con el Ejército Libertador mientras
resolvían política o militarmente sus problemas con Villa, no abrigaban
esperanzas de que los zapatistas se adhirieran al constitucionalismo.
Entre el 17 y el 25 del mismo mes de agosto, además de la
conferencia con Sarabia, Zapata les había enviado sendas cartas730 a
Carranza, doctor Atl, Villareal, y a Blanco, en las que reiteraba su irreductible
fidelidad al Plan de Ayala, diciéndoles que no habría paz en el país, mientras
los jefes constitucionalistas no firmen el acta de adhesión al Plan de Ayala,
sometiéndose a todas sus cláusulas, insistía en “que el Presidente
Provisional de la República sea electo en una convención que formen todos
los jefes revolucionarios de la república tal y como lo dispone el artículo doce
del expresado Plan de Ayala”.
No sólo a los carrancistas les escribió Zapata, también al general Villa
y al presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson, en estas cartas
atacaba directamente a Carranza. A Villa le redactó: “el señor Carranza,
pretende burlar los principios del referido Plan (de Ayala) al intentar sentarse
en la silla presidencial, sin la votación de los jefes revolucionarios de la
República, lo cual es muy peligroso porque por ese procedimiento la guerra
seguirá”731. A Wilson le señaló que:
Carranza, por ser dueño o accionista de grandes propiedades en
los estados fronterizos, es una amenaza para el pueblo
campesino, pues seguirá la misma política de Madero, con cuyas
ideas está perfectamente identificado... Carranza es hombre capaz
de ejercer la más tremenda de las dictaduras, con lo que
provocará una formidable revolución732.
730
Ramón Martínez Escamilla, Emiliano Zapata, escritos y documentos, México, Editores
Mexicanos Unidos, 1980, pp. 161-162 y 166-171.
731
Ibíd., p. 163.
732
Ibíd., p. 176.
227
La embajada carrancista llegó a Cuernavaca el jueves 27 de agosto
por la tarde, fueron informados que Zapata se había ido a Tlaltizapán, a unos
100 Km. Al sur, se les dijo que volvería mañana, por la noche de ese día, se
dieron las primeras conversaciones, aunque no tenían carácter oficial, los
enviados platicaron con Manuel Palafox, Antonio Díaz, Soto I. Gama, Genaro
Amescua, Alfredo Serratos, Enrique S. Villa, Alfredo Cuarón y otros mas. Los
Carrancistas fueron advertidos que mientras no se sometieran al Plan de
Ayala, Zapata se negaría a entrar en negociaciones formales, Palafox, llegó a
decirles que tenían que aceptar el Plan de Ayala “sin cambiarle una palabra,
ni una coma”, de lo contrario los Zapatistas entrarían en guerra con
Carranza733.
Los zapatistas conocerían mejor la política agraria de Carranza el 27
de agosto, mismo día que llegaron sus enviados a Cuernavaca, recibió a dos
enviados del general Genovevo de la O, al coronel Miguel C. Zamora y al
capitán Juan Torices Mercado, a quienes les dijo que él consideraba
imposible cumplir con un ofrecimiento como el hecho por el Plan de Ayala sin
que se ocasionaran nuevos conflictos armados, “yo no puedo reconocer –les
dijo– lo que ustedes han ofrecido porque los hacendados tienen derechos
sancionados por las leyes y no es posible quitarles sus propiedades para
darlas a quienes no tienen derecho”, cuando los zapatistas le dijeron que el
ofrecimiento lo hizo Madero en el Plan de San Luis, les repuso, “eso de
repartir tierras es descabellado. Díganme que haciendas tienen ustedes, de
su propiedad, que puedan repartir, porque uno reparte lo que es suyo, no lo
ajeno”734.
Carranza no era agrarista, para el caso de Chihuahua, habría dicho:
“no sólo no estoy de acuerdo con que se repartan las tierras a los pueblos
733
Informe de Villarreal y Sarabia a Carranza, en Juan Barragán Rodríguez, Historia del ejército y
de la revolución constitucionalista, segunda época, México, INEHRM, 1985, pp. 15-16. Juan Sarabia
a John K. Turner, 26 de enero de 1915, en Taracena, La verdadera revolución mexicana (1915-1917),
op. cit., p. 24. Womack, op. cit., pp. 202-203.
734
Narración de Juan Torices Mercado, en Magaña, op. cit., IV: p. 269.
228
sino que el general Villa tiene que devolver a sus dueños las que se
repartieron en la época de don Abraham González”735.
Banderas, habiendo sido avisado de la llegada de la embajada
carrancista, viajó desde su zona de operaciones al este y sur de la Ciudad de
México736 para participar en las pláticas. Antes de arribar a Cuernavaca,
Banderas pasó por el poblado de Tres Marías, Morelos, donde el día jueves
27, se reunió con el general Francisco V. Pacheco737, quién también tenía
sus tropas en la línea frente a los Carrancistas en el sur del Estado de
México y del Distrito Federal, intercambiaron información sobre las
incidencias y tiroteos con los constitucionalistas, pero sobre todo aprovechó
el de Tepuche, para expresarle su opinión contraria a unirse a éstos, no
simpatizaba en lo más mínimo con los carrancistas, no quería que se llegara
a acuerdo alguno con ellos. Ese día llegó Banderas a Cuernavaca738.
Durante la mañana del sábado 29, llegó a Cuernavaca, Zapata. Ese
día durante la comida, en la que Zapata, sus generales y ayudantes, junto
con los enviados, comieron en la misma mesa, la actitud de los anfitriones
fue claramente beligerante respecto a los carrancistas. Palafox recordó “el
rigor” con que se había enjuiciado a los comisionados huertistas el año
anterior, cuando fue fusilado Pascual Orozco padre, dando entender que los
actuales enviados podrían igualmente ser fusilados. Banderas los acuso de
haber atacado a sus fuerzas en las proximidades de Chalco739. Sarabia
contaría meses más tarde:
Juan Banderas, por su parte, atacaba a los carrancistas; por otra
parte venía a decir a Zapata que era atacado por ellos; cuando
delante de nosotros comenzó con sus quejas ante Zapata,
nosotros protestamos y declaramos enérgicamente que sucedía
precisamente lo contrario de lo que decía el “Agachado” –éste es
735
Francisco Javier Arenas, Emiliano Zapata, el intransigente de la Revolución, México, CostaAmic Editores, 1998, p. 156.
736
Informe de Villarreal y Sarabia a Carranza, 4 de septiembre de 1914, en Barragán, op. cit., p. 22.
737
Casarrubias, op. cit., p. 232-234.
738
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 27, exp. 12, doc. 246.
739
Casarrubias, op. cit., p. 232-234. Womack, op. cit., p. 204.
229
el mote por el que se conoció mucho a Banderas–, pues las
fuerzas de éste eran las que atacaban a los nuestros sin que éstos
opusieran resistencia. Con este motivo, se comenzaron a agriar los
ánimos y el “Agachado” y Zapata comenzó a enfurecerse contra
nosotros, pues, naturalmente, daba más crédito a lo que le decía
su satélite740.
Para oponerse a la alianza con los carrancistas no necesitaba mentir,
además no fue algo que lo hubiera distinguido durante su vida revolucionaria;
mentir, era más propio de los tres políticos llegados de la capital, que verían
como la cosa mas natural la táctica “política” del engaño, la intriga y la
traición, a Banderas sólo le bastaba, con repetir todo lo que los principales
jefes e ideólogos del zapatismo habían dicho de Carranza; por otro lado, era
su deber informarle a Zapata, de las escaramuzas sostenidas en la línea del
frente de guerra que le había encomendado defender con sus fuerzas, y ese
día era un buen momento de hacerlo para la causa del sur.
Al terminar la comida, Zapata invita a que inicien la conferencia y se
dirigen al edificio del Banco de Morelos, donde se había establecido el
Cuartel General del Ejército Libertador741. En las pláticas con los carrancistas
sólo acompañaron a Zapata, Banderas, Palafox y Alfredo Serratos. En
cuanto llegaron a un amplio despacho, Zapata y Banderas se encerraron en
un cuarto contiguo, conferenciando cerca de dos horas, Zapata regresó al
despacho con los demás, pero se sentó en el extremo opuesto a los
carrancistas, para platicar en voz baja durante más de una hora con Palafox
y Serratos; Banderas, por su parte, se puso a platicar un rato con los
enviados, pero como terminaron discutiendo, estuvo a punto de liarse a
golpes con Villarreal, pero Zapata y sus dos compañeros se acercaron a
iniciar la conferencia con los carrancistas, por lo que terminó esa
discusión742.
740
Juan Sarabia a John Kenneth Turner, 26 de enero de 1915, en Taracena, La verdadera
revolución mexicana (1915-1917), op. cit., p. 25.
741
Narración de Juan Torices Mercado, en Magaña, op. cit., t. IV: p. 266.
742
Juan Sarabia a John Kenneth Turner, 26 de enero de 1915, en Taracena, La verdadera
revolución mexicana (1915-1917), op. cit., p. 26. Womack, op. cit, p. 204.
230
La conferencia duró dos horas y media, Zapata se encontraba “con
una expresión inequívoca de reconcentrado furor”743, por considerar a los
carrancistas culpables de los ataques a las fuerzas de Banderas, Cuando
Cabrera le informó del deseo de Carranza de tener con él una entrevista
personal, el general suriano le respondió que si Carranza quería verlo que
viniese a Cuernavaca. Para las ocho y media de la noche, se había concluido
estableciendo las cuatro condiciones zapatistas744 para que se “evite la
guerra”:
1) Carranza y sus generales debían firmar un acta de sumisión al Plan
de Ayala; 2) la plaza de Xochimilco (a propuesta de los carrancistas) sería
entregada a las fuerzas zapatistas; 3) Carranza tendría que renunciar al
Poder Ejecutivo, o bien, podrá continuar en el cargo, “siempre que admita a
su lado un representante del general Zapata, con cuyo acuerdo se dictarán
las determinaciones trascendentales y se harán los nombramientos para
puestos públicos”; 4) una vez que se diese satisfacción a estas tres
condiciones, se efectuarían nuevas conferencias en el Cuartel General del
Ejército Liberador, para llevar a cabo las disposiciones electorales y agrarias
del Plan de Ayala.
Es fácil advertir que las condiciones puestas por Zapata, eran
realmente inaceptables por Carranza, producto del resentimiento y la
desconfianza de quién había sido engañado por los gobiernos de León de la
Barra y de Madero, y tratado despectivamente por Carranza. El zapatismo se
había convertido en un intransigente defensor de sus principios agrarios.
El 5 de septiembre, Carranza rechazaría las condiciones de Zapata,
expresándole que no podía abdicar a su investidura de Presidente
Provisional de la República y Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, ni
desconocer el Plan de Guadalupe, agregaba:
743
Womack, loc. cit..
Informe de Villarreal y Sarabia a Carranza, 4 de septiembre de 1914, en Barragán, op. cit., p. 2526. Womack, op. cit, p. 204-205.
744
231
Si el general Zapata y los jefes que lo siguen pretenden realmente
que se lleven a cabo las reformas que exige el bienestar del
pueblo suriano, tienen el medio de verificarlo, uniendo sus fuerzas
a los de esta Primera Jefatura, reconociendo la autoridad de
745
ella .
Tres días después, Zapata le respondería a Carranza, promulgando
un decreto para ejecutar el artículo 8 del Plan de Ayala, que desde su párrafo
inicial representaba un abierto desafío y un rotundo rechazo a su política:
Los malos mexicanos que apoyaron y sostuvieron a los gobiernos
pasados746 siguen en su labor obstruccionista, oponiéndose, por
cuantos medios encuentran a su alcance, a la realización de los
principios proclamados por la revolución y contenidos en el Plan de
Ayala, retardando el triunfo completo de las reformas agrarias747.
El decretó ordenaba la nacionalización de los bienes de los enemigos
de la revolución y que se oponían directa o indirectamente al Plan de Ayala.
Los generales y coroneles del Ejército Libertador tendrían que iniciar los
procedimientos, fijando las cedulas de nacionalización, que entregarían a las
autoridades municipales. Las propiedades rurales pasarían a manos de los
pueblos o se destinarían a la protección de huérfanos y viudas de los caídos
en la lucha revolucionaria. Las propiedades urbanas se destinarían a la
formación de bancos de fomento agrícola y al pago de pensiones de las
viudas y huérfanos de los revolucionarios. Los terrenos, montes y aguas,
745
Carranza a Villarreal y Cabrera, 5 de septiembre de 1914, en Barragán, op. cit., p. 26-27.
Carranza fue presidente municipal de Cuatro Ciénegas, Coahuila, de 1887 a 1893 y de 1894 a
1898, luego fue diputado local y diputado federal suplente; en 1901, fue senador suplente y en 1904,
logró ser senador propietario; en junio de ese año, siendo delegado por su estado, apoyó a Ramón
Corral en la Convención que lo designó candidato a la vicepresidencia de la república; en 1908, llegó a
ser gobernador interino de Coahuila y cuando todo parecía indicar que tendría el apoyo de Porfirio
Díaz y los científicos, para ser gobernador constitucional, el dictador postuló a Jesús del Valle; ver
frustradas sus ambiciones políticas lo llevó a romper con el régimen porfirista; posteriormente fue
partidario del general Bernardo Reyes; en 1910, se unión a Madero, en mayo de 1911, cuando al
triunfar Francisco I. Madero formó un gabinete provisional, en Ciudad Juárez, lo designó gobernador
de Coahuila y secretario de Guerra y Marina; Carranza participó en las negociaciones de paz de
Ciudad Juárez y renunció en agosto a la gubernatura provisional para contender por ella en las urnas,
siendo electo, el 22 de noviembre de 1911 recibió la gubernatura constitucional coahuilense, puesto
que desempeñó hasta la caída trágica de Madero. En DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: global,
hyperpalabra: Carranza, registro 320 de 1893.
747
Flores (coord. ed.), op. cit., p. 193-194.
746
232
“serán distribuidos en comunidad para los pueblos que lo pretendan y en
fraccionamientos para los que así lo deseen”, no podrían ser vendidos ni
enajenados en ninguna forma y la posesión de los bienes fraccionados sólo
podría cambiar de padres a hijos.
El efecto del decreto fue Inmediato en las zonas controladas por el
Cuartel General zapatista. Ahora el campesinado recibía de los generales y
coroneles del caudillo de Anenecuilco, tierras restituidas de las que habían
sido despojados y también, las nacionalizadas a los enemigos del pueblo.
El 23 de septiembre, Banderas, apoyado por el coronel Alfredo
Serratos, rechazó con su brigada, el intento de los carrancistas de
apoderarse del pueblo de San Mateo748.
2. Con la Soberana Convención Revolucionaria.
La Convención de generales del Ejército Constitucionalista, reunida en
la ciudad de Aguascalientes, para decidir el rumbo del país, en su sesión del
16 de octubre, aprobó invitar a los generales del ejército zapatista, para
obtener la unificación de todos los revolucionarios, para ello, nombró una
comisión integrada por los generales Calixto Contreras, Leobardo Galván,
Felipe Ángeles y Rafael Buelna y el teniente coronel Guillermo Castillo y
Tapia. Después el coronel Roque González Garza, representante del general
Villa, propuso el texto de la invitación, que sin discusión, fue aprobado. La
invitación fue firmada por el presidente de la asamblea, los dos
vicepresidentes y los cuatro secretarios749.
Cuando la comisión convencionista llegó al sur del Distrito Federal, se
presentaron ante Banderas, quien los escoltó hasta Cuernavaca. Donde el 22
de octubre, se reunieron los comisionados con Zapata y sus principales
asesores políticos, también estuvieron presentes Banderas, Alfredo Serratos,
748
749
AHSDN, SC, expediente del Gral. Alfredo Serratos Amador, XI/111/2-696, f. 9.
Alessio Robles, op. cit., pp. 140-141.
233
Manuel F. Vega y Salvador Tafolla; Acordándose el envió de una delegación
en representación del Ejército Libertador.750.
Durante la tarde del día 23, llegó la comisión zapatista a la ciudad de
México. Tomaron el tren, llegando a Aguascalientes a las 11 de la noche del
día 24, dos horas permanecieron en la Estación, continuando en el tren hasta
Guadalupe, Zacatecas, en donde por la mañana del 25, se entrevistaron con
el general Villa. El mismo día, a las 12 de la noche, partieron en tren a
Aguascalientes. El lunes 26 de octubre de 1914, en la sesión matutina de la
Convención, se presentó la delegación del Ejército Libertador, pero solo se
trató el informe que de su comisión, dio el general Ángeles751.
Al día siguiente, al iniciar la sesión se leyó la carta en la que Zapata
presentaba a su delegación:
En contestación a su atenta comunicación de fecha 15 de los
corrientes, en la que invitan al Ejército Libertador, para que
concurra, por medio de sus Delegados, a esa Convención, he
tenido a bien nombrar a los ciudadanos Generales. Otilio E.
Montaño, Enrique S. Villa, Juan M. Banderas, Samuel Fernández y
Leobardo Galván; coroneles: Paulino Martínez, Licenciado Antonio
Díaz Soto y Gama, Leopoldo Reynoso, Doctor Alfredo Cuarón,
Doctor Aurelio Briones, Genaro Amezcua, Manuel Robles,
Gildardo Magaña, Manuel F. Vega, Rutilio Zamora, Miguel Zamora,
Rodolfo Magaña, Herminio Chavarría, José Aguilera, Rafael Cal y
Mayor, Juan Ledesma; Tenientes Coroneles: Amador Cortés
Estrada, Reynaldo Lecona, Salvador Tafolla; Mayor, Porfirio
Hinojosa y Capitán. Miguel Cortés Ordóñez, para que asistan a la
expresada Convención en representación del Ejército Libertador a
fin de que expongan de viva voz los motivos por los cuales no es
posible desde luego enviar a los Jefes o Delegados que los
representen.
Asimismo, en nombre del Ejército Libertador, me permito
solicitar a esa H. Asamblea, se conceda a mis comisionados voz y
voto en las deliberaciones que surjan con motivo del desempeño
de su mandato, a fin de que la Convención no retarde sus labores
y pueda continuar.
Lo que hago saber a ustedes para su inteligencia y fines
consiguientes.
Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
750
751
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 27, exp. 7, doc. 133.
Ibíd., c. 26, exp. 1, docs. 19, 23 y 24. Alessio Robles, op. cit., p. 207-211.
234
Cuartel General en Cuernavaca, Morelos. 22 de Octubre de 1914.
El General en Jefe del Ejército Libertador de la República.
Emiliano Zapata
A los ciudadanos Antonio I. Villarreal, José Isabel Robles, coronel
Samuel M. Santos, M. González, Mateo Almanza, Vito Alessio
Robles, y Pánfilo Natera; Presidente, Vicepresidente; 1º, 2º, 3º y 4º
Secretarios y 2º vocal, respectivamente, de la Convención
Revolucionaria. Aguascalientes752.
Los zapatistas lograron sus objetivos en Aguascalientes. La
Convención aprobó al Plan de Ayala, desconoció a Venustiano Carranza,
como depositario del Poder Ejecutivo de la República y en su lugar no fue
nombrado Antonio I. Villarreal, sino Eulalio Gutiérrez, a quién apoyaron.
Carranza trasladó a Veracruz su gobierno y retiró sus tropas a Puebla.
En Sinaloa, el gobernador Felipe Riveros, el general Macario Gaxiola y
los jefes Elías Mascareño, Emiliano Ceceña, Manuel Riveros y Carlos Real,
respaldaron a la Convención y al Presidente Gutiérrez; por su parte los
generales Iturbe, Ángel Flores y José María Cabanillas siguieron con
Carranza. El general Rafael Buelna luchó por la Convención en Nayarit y en
el sur de Sinaloa.
Durante la noche del 24 de noviembre de 1914, después de que los
últimos carrancistas evacuaron la ciudad de México, los primeros
contingentes zapatistas entraron a la capital, encabezados por Antonio
Barona y Amador Salazar. Zapata llegó a la ciudad el 26 de noviembre, se
hospedó en un modesto hotel en las afueras de la cuidad, situado a una
cuadra de la estación del ferrocarril de la línea que lleva a Cuautla. Fue
invitado a ceremonias en su honor en el Palacio Nacional, pero no quiso
asistir. Los periodistas lo entrevistaron, pero apenas lograron que les dirigiera
unas cuantas palabras753. Receloso, mostraba la desconfianza tradicional del
campesino morelense, para con la nueva alianza que sus representantes
habían concertado con Villa. Cuando las primeras tropas de la División del
752
Francisco Ramírez Plancarte, La ciudad de México durante la revolución constitucionalista,
México, Impresores Unidos, 1940, p. 170.
753
Womack, op. cit., p. 215.
235
Norte, arribaron por el norte de la capital, el 28 de noviembre, se regresó a
Morelos.
La actitud de Zapata preocupó a sus nuevos aliados. Un agente Villista
de Cuernavaca probablemente exageró al informar que éste había recobrado
su independencia. Los cónsules norteamericanos estaban alarmados, habían
confiado en que la fuerte coalición de Villa con Zapata, restablecería la paz y
el orden en México.
Banderas no lo podía creer, él tenía plena confianza en las
convicciones agrarias y en la lealtad de su amigo Villa, se sintió con la
obligación revolucionaria de convencer a Zapata de la sinceridad de Villa. El
1 de diciembre, desde Tacuba, Distrito Federal, Villa le escribió a Zapata,
avisándole que el coronel Roque González Garza y los generales Banderas,
Alfredo Serratos y Manuel F. Vega754:
Pasan a tratar con Ud. personalmente, en nombre mío, algunos
asuntos de interés para la patria y la causa que defendemos y
dado el aprecio que mutuamente nos tenemos y la amistad que me
ha dispensado, no dudo se servirá recibirlos y atenderlos en todo
lo que ellos se servirán poner en su conocimiento.
Deseando tener pronto el gusto de darle pronto un estrecho
abrazo quedo de Ud. afmo. Amigo compañero y S. S.755
Al día siguiente, los enviados de Villa y el agente norteamericano
especial comisionado al cuartel general de Villa, George Carothers, llegaron
a Cuernavaca para convencer a Zapata de que confiara en Villa y los
convencionistas. Le entregaron la carta personal de Villa. Le dijeron que su
seguridad estaba garantizada en la ciudad de México. Lo convencieron de la
necesidad de llegar a un serio entendimiento con Villa y Zapata aceptó una
conferencia con él, pero no en la capital, sino a mitad de camino, en territorio
ocupado por sus tropas, en Xochimilco, el 4 de diciembre.
754
En noviembre, Zapata otorgó ascensos en el Ejército Libertador, Banderas obtuvo el grado de
General de Brigada y Serratos y Vega ascendieron a generales brigadieres. Serratos formaría su propia
Brigada, y Vega, también separándose de Banderas, sería el jefe de Estado Mayor de la Brigada
“Serratos”.
755
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 28, exp. 19, doc. 349.
236
Dos días después, El Cuerpo de Ejército del norte y el Ejército
Libertador, con villa y Zapata al frente, desfilaron por las calles de la ciudad
de México. Durante la comida que ofreció el Presidente Gutiérrez, en la mesa
que ocupo éste, acompañado por Villa a su derecha y Zapata a su izquierda,
estuvo Banderas frente a ellos, sumamente enojado, porque para su
sorpresa, se encontró frente a él, al licenciado José Vasconcelos, el mismo,
que lo había estafado cuando estuvo preso durante la Presidencia de Madero
y que ahora era, en el gabinete de Gutiérrez, el Ministro de Instrucción
Pública y Bellas Artes; impulsivo como siempre, exclamaba: “Este me la
debe. Me tanteó cuando estuve preso. Juro que no pasan dos días sin que lo
quebre”756. Vasconcelos, temiendo por su vida les pide apoyo al Presidente
Gutiérrez y al jefe de la policía capitalina, coronel Vito Alessio Robles, que le
puso una guardia de cinco gendarmes757.
A las 11:00 de la mañana del día 9 de diciembre, Banderas se
encontró casualmente al general Rafael Buelna en la puerta del Hotel San
Carlos y recordando que éste fue uno de los que promovió que Madero lo
encarcelara en 1911, lo insultó, sin que Buelna contestara. Luego Banderas
siguió su camino al Hotel Cosmos, donde se hospedaba. Pero Buelna, muy
indignado, le informó lo sucedido a su segundo, el ahora general, Rafael
Garay, quién enfurecido, a las 12:00 del día, con una fuerza a sus órdenes,
penetró al vestíbulo del Hotel Cosmos, y con sus soldados, disparó contra
Banderas, cuando bajaba la escalera acompañado por un capitán y un
asistente, éstos repelieron la agresión. Banderas resultó herido con dos
balazos en un brazo, el capitán quedo muerto y el asistente gravemente
herido, Garay murió por los disparos que le hizo Banderas.
Cuando terminó la balacera, el coronel Alessio Robles detuvo a varios
oficiales de ambas fuerzas y también a Banderas, “mientras se efectuaban
756
757
Alessio Robles, op. cit., pp. 391-394.
Ibíd., pp. 404-405.
237
las averiguaciones correspondientes”758, aunque Banderas fue agredido y
mató a Garay en legítima defensa, fue detenido para proteger a Vasconcelos
y por orden de Eulalio Gutiérrez, recluido en el Cuartel del Parque de
Ingenieros759.
La detención de Banderas deterioró aun más, las ya de por sí malas
relaciones del presidente Gutiérrez con Villa y Zapata. Ese día salió Zapata,
de la capital con el grueso de sus fuerzas, para atacar a los carrancistas en
Puebla y no contó con la Brigada “Banderas”, por la prisión de su jefe, que
pasaría detenido unos días.
Cuando Banderas es liberado, fue a visitar a Villa a su Cuartel
General, en la calle de Liverpool, convaleciente de la herida en el brazo, para
tratar su problema con Vasconcelos. Inició el sinaloense la plática:
Aquí vengo a visitarlo, señor general Villa en demanda de viejos
negocios que se están volviendo nuevos. Quiero que me declare,
señor, este milagro de que los buenos hombres revolucionarios
estemos haciendo la revolución para que licenciados sin
conciencia, explotadores del pobre, se encaramen hasta las
alturas de los ministerios y desde allí nos rijan con sus malas artes
y nos las cobren, y nos las inculquen a nosotros y a nuestros hijos.
Villa le respondió que él solo era responsable de las operaciones
militares, que del gobierno y los ministros, respondía Eulalio Gutiérrez. “Pero
cuando así sea, expréseme quienes son esos ministros explotadores, y yo le
prometo que llevarán su castigo”. A lo que Banderas contestó:
Agravia a los hombres revolucionarios tener por ministro de
Instrucción Pública ese licenciado de nombre José Vasconcelos, y
sufrimos también al contemplar cómo es él persona que usted
cobija y usted recibe dentro de los beneficios de su confianza.
Porque José Vasconcelos, señor general Villa, es un intelectual sin
alma, un intelectual de muy negra doblez.
Entonces Villa le preguntó:
758
759
Ibíd., pp. 406-407.
Ibíd., p. 412.
238
¿Y por qué, señor compañero, crimina usted de esa forma a un
ministro de Eulalio Gutiérrez?, Creo yo que ese licenciado
Vasconcelos es buen hombre revolucionario, devoto del apóstol de
nuestra democracia y persona desde mucho tiempo orientada al
bien y a la justicia. Lo cual le dije por ser verdad que estando yo en
Guadalupe, Zacatecas, el dicho licenciado había venido a
expresarse conmigo no me recuerdo cuántas veces, pues me
mostraba afición muy grande, y por haberme él parecido desde
entonces licenciado de buenas luces de inteligencia y de
conocimientos tocante a muchas cosas, además de su grande
amor por el señor Madero. Y aunque también lo había visto yo falto
de modos de cordura en todo aquel cúmulo de sus palabras, luego
tuve muy a bien que Eulalio Gutiérrez lo nombrara su ministro.
Por ello a Villa no le pareció bien que Banderas, se refiriera de esa
forma a Vasconcelos. Pero el de Tepuche, añadió:
Acuso de desleal a este Vasconcelos, señor general Villa porque
yo he padecido las consecuencias de su conducta. ¿No sabe
usted, señor, que estando yo preso en tiempos del señor Madero
me lo recomendaron por muy buen abogado? Pues vino él a
verme a mi cárcel, y ponderándome la utilidad de sus servicios y
sus influencias, me pidió adelanto de muy fuerte cantidad por
sacarme del presidio; ante lo cual yo, con agobio de inmensos
trabajos, le di lo que me pedía. Pero luego sucedió, teniendo él ya
la paga recibida y gastada, que no volvió a recordarse de mi
persona, sino que me dejó sólo en los caminos de aquellos jueces.
Y yo, nomás le pregunto, señor general: ¿Puede un hombre así
ser ministro de los gobiernos del pueblo, cuanto más en el ramo de
la enseñanza, donde todos tienen que aprender de él, para luego
seguir sus pasos imitándolo? No, señor. Antes que eso se
consume, cojo yo a ese licenciado y me lo quiebro, conforme se lo
merece, y según conviene a nuestros jóvenes, que luego han de
ser hombres y no deben criarse bajo esa clase de maestros.
Villa comprendió que Banderas tenía razón, pero no se lo dijo, para no
causar problemas al gobierno de Gutiérrez y le dijo: No hace falta quebrar a
ese licenciado, señor compañero. Yo voy a ordenar que de mi caja le
devuelvan ahorita las cantidades que usted le entregó, más los intereses por
el tiempo transcurrido, y viva seguro de que encontraré forma de que él me lo
239
pague todo y de que reciba la pena que merece. Villa malinterpretó a
Banderas, que le aclaró:
Señor general, veo que en esto yerran sus buenas sus
intenciones. No reclamo yo las consecuencias de mi dinero, sino
las consecuencias de aquella mala acción. Lo que yo no consiento
es que un hombre así sea ministro de nuestros gobiernos
revolucionarios, lo cual le vengo a comunicar en prenda de mi
respeto y en suplica de que no lo ampare usted con su autoridad,
para que de ese modo pueda yo cogerlo y castigarlo y librar de sus
escuelas a nuestra patria.
Así continuaron, Banderas insistiendo en “quebrar” al Ministro ladrón y
Villa aconsejándole que no lo hiciera. Hasta que Villa mirando que no lograba
convencerlo y atendiendo su queja, le propuso que esperara unos días
mientras él le hacía justicia: Señor compañero, oigo su razón; pero no
conviene que la muerte de un ministro ensombrezca más el futuro de nuestra
lucha. Yo le pido que me deje el arreglo de este negocio, y le prometo que el
licenciado Vasconcelos no será el ministro de nuestra enseñanza ni de
ningún otro ramo. Banderas estuvo conforme, tenía confianza en la palabra
de su general y amigo. Éste, al otro día, mandó llamar a Vasconcelos y le
expuso “los consejos de la prudencia”:
Señor, Juan Banderas anda en propósito de matarlo por rencores
de un negocio que no atendió usted bien cuando él se hallaba
preso. Lo invito a usted a que se ausente del ministerio, señor,
para que su vida se salve y nuestra causa no sufra. Juan Banderas
es hombre de mucha ley; así como acaba de matar a Rafael Garay
en el Hotel Cosmos, así lo matara a usted si usted no consigue
matarlo antes, o si no evita el encuentro.
Vasconcelos, desconcertado y molesto, le objetó: ¿Y que horas son
éstas que vivimos, señor general, si un ministro de gobierno ha de
esconderse para que un general del ejército no cumpla sus amenazas de
matarlo? Entonces Villa le sigue diciendo:
240
Amiguito, estas son horas de lucha, no de leyes. En tiempos de
paz sembró usted una mala voluntad: en tiempos de guerra, le
toca hoy recoger el fruto. Oiga, pues, la voz de mis consejos: no
siga en el ministerio, váyase de nuestra capital. Y si es muy grande
su cariño por los puestos de la gobernación, yo le daré una carta
para que Felipe Ángeles lo haga secretario general de uno de
aquellos Estados del Noreste que pronto tendrá dominados con
sus fuerzas.
Vasconcelos le agradeció a Villa por su consejo y el ofrecimiento que
le hizo y se despidió de él. Villa creyó que Vasconcelos aceptaría sus
recomendaciones760, pero no fue así, quedó muy resentido de Villa y fue a
informarle al Presidente Gutiérrez.
Zapata al frente del grueso de su ejército, desarrolló una ofensiva
sobre los carrancistas desde el 12 de diciembre, hasta la madrugada del día
16, en que logra apoderarse de la ciudad de Puebla, los carrancistas
abandonan el estado, refugiándose en el vecino Veracruz.
3. Sus operaciones militares de enero a julio de 1915.
El primer día del año de 1915, el general Banderas jefaturando al
grueso de su Brigada y fuerzas pertenecientes a la Brigada “Serratos”, salió
con rumbo a Puebla, para unirse a la campaña en ese estado761.
El general Obregón que inició su avance desde Veracruz, el 31 de
diciembre, después de varios días de combate en los alrededores de Puebla,
logró apoderarse de la ciudad el 5 de enero762. Banderas, luego de participar
en estos combates, se regresó a la ciudad de México, llegando a su Cuartel
de La Libertad, por la tarde del día 7 de enero763.
760
Martín Luis Guzmán, op. cit., pp. 505-507.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 25, exp. 2, doc. 21, f. 6.
762
Miguel A. Sánchez Lamego, Historia militar de la revolución en la época de la convención,
México, INEHRM, 1983, pp. 150-152.
763
AGN, Fondo Emiliano Zapata, c. 3, exp. 3, f. 113.
761
241
En enero de 1915, En la ciudad de México, los generales del Ejército
Libertador, se fueron acreditando paulatinamente ante la Comisión Revisora
de Credenciales de la Convención Revolucionaria.
En la junta previa de la sesión ordinaria de la Convención
Revolucionaria, celebrada en la tarde del 14 de enero de 1915 en la ciudad
de México, el secretario de la mesa del presidium puso a discusión la
personalidad del general Banderas, lo cual levantó aplausos por parte de los
asistentes. Los generales Otilio Montaño y Sergio Pazuengo estuvieron entre
los delegados que defendieron la personalidad de Banderas, que fue
aprobado y más tarde, en la sesión ordinaria, se le tomó protesta como
delegado de la Convención764.
Nuevamente sale Banderas con su brigada, a combatir al Estado de
Puebla, nombrando a mediados de enero, al coronel Luis G. Gavaldón, su
representante en la Convención765. El 11 de mayo, cuando necesitó a
Gavaldón en la campaña militar, lo retiró y nombró para que lo representara
al licenciado Rosendo R. Rodríguez766, que tuvo una destacada participación
en los debates767, llegando a proponer iniciativas de reforma al programa de
gobierno, mejor conocido como “Programa de Reformas Político-Sociales de
la Revolución”.
El 22 de enero, Obregón salió de puebla rumbo a la ciudad de México,
a las cuatro de la tarde del día 23, en Estación Irolo, el ejército de Obregón
fue atacado por una fuerza convencionista de 3500 hombres, al mando de
los generales Banderas, Gallegos, Cotero, Arenas, Delgado, Morales y
Bonilla; quienes se retiraron después de dos horas de combate. Al día
siguiente, los generales convencionistas fueron atacados en los cerros de
764
Josefina E. de Fabela (dir.), Documentos históricos de la revolución mexicana, vol. 24, la
convención, debates de las sesiones de la soberana convención revolucionaria, 1914-1915, t. III,
México, Editorial Jus, 1973, pp. 23-46.
765
Ibíd., p. 62.
766
Barrera Fuentes (intr. y notas), op. cit., t. III, p. 574.
767
Ibíd., pp. 708 y 754. Josefina E. de Fabela (dir.), Documentos históricos de la revolución
mexicana, vol. 24, la convención, debates de las sesiones de la soberana convención revolucionaria,
1914-1915, t. VI, México, Editorial Jus, 1973, pp. 282-287, 355, 388, 400 y 451-454.
242
Jaltepec y Las Flores, por una fuerza de caballería al mando del general
Fortunato
Maycote,
retirándose
derrotados
nuevamente
los
convencionistas768.
Ante la proximidad del ejército de Obregón, la noche del 26 de enero,
los convencionistas desalojan la capital, trasladando a la Convención y al
gobierno del “Presidente de la Soberana Convención Revolucionaria,
Encargado del Poder Ejecutivo”, general Roque González Garza, a
Cuernavaca. La ciudad de México es ocupada por los carrancistas, el día
28769.
En su retirada a Cuernavaca, el general Alfredo Serratos, Oficial
Mayor encargado del despacho de la Secretaría de Guerra y Marina, a las
cuatro de la tarde del 28 de enero, pasó por Xochimilco, observando que:
“existía un desorden absoluto en todos los nuestros, pues no se reconocía
ningún jefe principal y cada uno hacía lo que le daba la gana”. Debido a esa
situación, decidió ordenarle al general Banderas:
Que él tomara el mando en jefe de todas las operaciones militares
que forzosamente tendrán que desarrollarse en esta zona de
Xochimilco, etc., que tanto él como yo conocemos: le he dado
ordenes terminantes para que se haga respetar y no permita bajo
ningún concepto que nuestra gente dé media vuelta, como lo han
estado haciendo, apenas tiene noticia de que el enemigo avanza,
esto es ya vergonzoso y necesitamos salvar nuestro honor y el de
la santa causa que defendemos770.
No tardó mucho Banderas en combatir ejerciendo la jefatura de
operaciones del Ejército Libertador en la zona de Xochimilco. El 31 de enero,
a la una de la tarde, una fuerza carrancista de dos mil quinientos soldados,
avanzó por Tepepam, lugar donde se encontraba el general Jesús Cázarez,
“quien se retiró sin dar aviso y sin disparar un solo tiro hasta San Andrés”, al
768
Álvaro Obregón, Ocho mil kilómetros en campaña, México, Librería de la Vda. de Ch. Bouret,
1917, pp. 395-396. Víctor Hernández, Carrancistas y villistas, Guadalajara, México, s. e., 1954,
p. 431.
769
Taracena, La verdadera revolución mexicana (1915-1917), op. cit., pp. 20 y 26.
770
AGN, Fondo Emiliano Zapata, c. 4, exp. 2, ff.197-198.
243
enterarse Banderas, organizó la resistencia zapatista, dando ordenes a
varios generales y coroneles que se encontraban en la zona, para que
cooperaran en la contención de sus enemigos, y encabezó la resistencia con
su Brigada, pero los constitucionalistas se abrieron paso hasta Xochimilco,
que retuvieron por breve tiempo, “el combate se prolongó encarnizadamente
hasta las ocho de la noche haciéndoles numerosos muertos y heridos” a los
carrancistas que se retiraron derrotados, siendo perseguidos por la gente de
Banderas, hasta la hacienda de Coapa.
De este combate, Banderas hizo “especial mención del coronel
Damián Martínez y su gente que se portó con valentía atacando al enemigo
por la retaguardia”, este coronel pertenecía a la Brigada del general
Francisco Pacheco. Asimismo recomendó “el arrojo y valor” de los jefes y
oficiales de su Brigada, “y tropa que los acompañaba”: coroneles Joaquín
Cruz Méndez, Salvador Tafolla y Alfonso Gutiérrez; teniente coronel
Francisco “Chico” Mendoza; mayor Guillermo Rubí Peraza; capitanes primero
Manuel Saracho, Estan Sedillo, Julián Gutiérrez y Luis G. Fortuño; capitán
segundo Aurelio Romero. Pero también deploró:
La falta de cumplimiento del general Vega, á quien se le ordenó
atacara por el flanco izquierdo, así como también el coronel
Aureliano Azar quienes se retiraron de San Mateo hasta Topilejo,
haciéndolo igualmente el general Guerra, quién no obedeció mis
órdenes, quedándose en Milpa Alta con toda su gente, también el
general Iriarte quien se encontraba en Xochimilco, y á quién se le
dió aviso inmediatamente de lo que pasaba, en vez de prestar
auxilio, se reconcentró igual que el anterior á Topilejo no
cooperando en nada á hacer retroceder al enemigo.
En la misma carta, Banderas le pidió al general Zapata, “suficiente
parque mausser y 30X30 si es posible, pues estoy sumamente escaso de él,
contando en cada soldado dos o tres paradas”; y además, refuerzos.
Para ver si es posible avanzar hasta la capital, pues toda la gente
que había en estos contornos se han ido hasta Cuernavaca ú otros
244
lugares donde no son útiles para nada. El contingente con que
actualmente cuento es sumamente reducido771.
Zapata complacido por la disposición combativa del general
sinaloense, acuerda el 1 de febrero, con el general González Garza: “Queda
nombrado General en Jefe de las operaciones militares con fuerzas de la
Convención en la región de Xochimilco, con cuartel general en Topilejo, DF,
el C. General de Brigada Juan M. Banderas”772. La zona que se le asignó
comprendía de Xochimilco a Contreras773. Además, se le enviaron
inmediatamente los refuerzos pedidos. Los días uno y dos de febrero, Zapata
ordena que “sin excusa ni pretexto de ninguna especie”, se incorporen a la
columna de Banderas en la zona de Xochimilco, los generales Maximino B.
Iriarte, Astrolabio Guerra y Modesto Lozano; y los coroneles Carlos Martínez
del Campo, Aureliano Azar, José Martínez del Campo y Trinidad del Hoyo;
advirtiéndoles que “por ningún motivo deberá retirarse de esa zona sin orden
del señor general Banderas o del Cuartel General” del Ejército Libertador774.
Durante la primera quincena de febrero, Banderas dirige las
hostilidades contra las tropas de Obregón, en la zona de Xochimilco. El día
11, estaba esperando que llegaran las municiones que le enviaron de
Cuernavaca, para iniciar un ataque en toda su zona de la línea de fuego,
cuando los constitucionalistas se le adelantan y ese día a las siete de la
mañana, lo atacan por Huitulco y Tepepam. Entonces, Banderas ordena que
inicie el avance que tenía preparado, pero ahora para contraatacar a su
enemigo, que fue detenido y desalojado de algunas posiciones, como la
hacienda de San Juan de Dios, tomada por la Brigada “Serratos” y el
Regimiento “Morelos”.
771
El General Jefe de las Operaciones en el D.F. Juan M. Banderas al C. General en Jefe del
Ejército Libertador, Emiliano Zapata, San Mateo, 1 de febrero de 1915; AGN, Fondo Emiliano Zapata,
c.4, exp. 3, f. 25.
772
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 6, doc. 211.
773
Ibíd., c. 8, doc. 496.
774
AGN, Fondo Emiliano Zapata, c.4, exp. 3, ff. 28, 33, 50 y 67.
245
Al día siguiente, a las siete de la mañana, las fuerzas de Banderas
rompen el fuego, resultando eficaz los disparos de la artillería de su Brigada,
obligando a los carrancistas a retirarse de algunos lugares, pero a las cinco
de la tarde, se hacen fuertes y resisten el empuje de los zapatistas, quienes
al llegar la noche, se retiran de las posiciones conquistadas en dos días de
combate. Ese día, le fue mal a Banderas, vuelve a ver la indisciplina en las
filas zapatistas, se quejó con González Garza de que los generales Antonio
Barona, José Álamos, Astrolabio Guerra y Manuel F. Vega, desobedecieron
sus órdenes, no se movieron de sus posiciones y no lo auxiliaron, por lo que
fracasó el ataque de ese día.
El día 13, lo abandona el general José María Bonilla, pero el General
Vega, al frente de la Brigada “Serratos”, cumpliendo sus órdenes, a primera
hora de la mañana, avanzó a tomar las posiciones que tenía el día anterior,
los mismo hicieron todas las fuerzas del sector, Banderas informaría al
Encargado del Ejecutivo: “general Barona, Vega, Guerra, Álamos, González
y Salazar me están ayudando”775. Los zapatistas logrando desalojar a los
carrancistas de la hacienda y del pueblo de san Antonio Coapa,
persiguiéndolos hasta San Mateo Churubusco, donde se hicieron fuertes, a
las doce del día, los zapatistas conquistaron los parapetos del bordo del río
Churubusco y cruzó el río una pequeña fuerza de infantería, a las seis y
media de la tarde, un refuerzo de 2000 soldados de caballería, flanqueó por
la izquierda a las fuerzas de Banderas, por lo que éste ordenó el repliegue a
San Antonio Coapa776.
El 17 de febrero en la tarde, se encontraba el general Antonio Barona
en Xochimilco, tomando pulque en compañía de los generales Astrolabio
Guerra, José F. Álamo y varios de sus soldados.
775
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 8, doc. 57.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, c. 30, exp. 9, doc. 183. AGN, Fondo Emiliano
Zapata, Caja 6, Exp. 1, f. 125. Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 6, doc. 395.
Ibíd., c. 7, docs. 4, 15, 54-56, 59, 60, 62, 64, 66, 75, y 361.
776
246
El General Barona repetidas veces dijo en voz alta, que donde
quiera que encontrara al General Banderas se lo había de llevar la
chingada, que á él no le mandaba nadie su cañón porque le había
costado la vida de su hermano y que ultimadamente él no
obedecía mas órdenes que las del General Zapata777.
De ahí, se fueron a seguir tomando pulque al Cuartel General
zapatista, con el general Santiago Orozco, luego Barona, Guerra y sus
soldados se dirigieron al pueblo de Tepepam, donde tenía su Cuartel General
Banderas, que estaba acompañado sólo por diez y seis de sus hombres,
porque a sus fuerzas las tenía de avanzada, en la línea de fuego en
Churubusco. A las diez de la noche, llegaron al Cuartel de Banderas, la
mayor parte de la gente que llevaba Barona, quedo fuera, penetrando Barona
y tres de sus soldados al cuarto donde Banderas estaba acostado.
Reclamándome que porqué había yo rendido parte al Presidente
de la República de que él se retiraba de la hacienda de Coapam
con toda su gente, que eso era falso, habiendo contestado á esta
pregunta, no ser falso el parte que había rendido, desde el
momento que obra en mi poder una comunicación en que él me
manifestaba separarse de ahí con toda su gente, y en tal concepto
lo que había hecho era en cumplimiento de mi deber, dando
cuenta á la superioridad778.
Luego de estas palabras, Barona le dice a uno de sus soldados: “a
que horas pues, que entre la demás gente”, entonces Banderas se levantó
violentamente en el momento que uno de los soldados preparaba su arma
para dispararle, pero Banderas le quita el arma y Barona y un soldado salen
corriendo del Cuartel, un soldado de Barona queda prisionero y otro muere
en la balacera que se suscitó. Banderas salió tras de Barona en compañía de
Salvador Tafolla y “Chico” Mendoza, frente a la puerta del Cuartel, la gente
de Barona que ya estaba lista, les hizo una descarga cerrada, para su
fortuna, la bala mas certera, solo perforó el ala del sombrero de Banderas.
777
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 6, doc. 79.
Juan M. Banderas a Roque González Garza, 19 de febrero de 1915, Biblioteca de la UP, Archivo
Roque González Garza, c. 6, doc. 83, f. 1 frente.
778
247
Enseguida se generalizó el fuego, Barona usó su pieza de artillería de 80
milímetros, disparando siete cañonazos sobre el Cuartel, a las tres y media
de la mañana, se retiró Barona con varios muertos y heridos. Banderas tuvo
tres muertos y tres heridos779.
Banderas redacto una protesta que al día siguiente presento a
Santiago Orozco, encargado del Cuartel General de Zapata, pero no hizo
caso de ella. Entonces Banderas escribe sendas cartas al general González
Garza y al Presidente de la Convención, pidiéndoles que procedieran contra
Barona. Banderas retiró su Brigada del sector de Churubusco, trayéndosela
consigo a Cuernavaca, donde el 20 de febrero, se presenta en la sesión de la
Convención, para pedir a los Delegados que castigaran a Barona. La
Convención no asumió la responsabilidad de imponer el orden, alegando que
era un problema militar del Cuartel General del Ejército Libertador. Pero ni
Orozco, ni Zapata, quisieron castigar a Barona.
Un nuevo incidente sucedió el 24 de febrero, cuando un oficial de
Barona mato a balazos a un mayor de la Brigada “Banderas” 780. Luego de
esto, González Garza le propone a Zapata cambiar a Banderas de zona de
operaciones: “¿Le parece a usted conveniente que Banderas con su gente
vaya más allá de Toluca a procurarnos la comunicación telegráfica con el
norte?”781. A Zapata no le pareció bien que González Garza, decidiera en los
asuntos del Ejército libertador, por lo que le contestó: “general Banderas
debe presentarse este Cuartel General para que aquí se le designe zona en
que deba operar”782.
Banderas permanece en Cuernavaca hasta el día 5 de marzo783, fecha
en la que se reintegra a la línea de fuego, en el sur del Distrito Federal,
779
Loc. cit..
Quirk, Robert E., La revolución mexicana 1914-1915, la convención de Aguascalientes, México,
Editorial Azteca, 1962, pp. 225-227.
781
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 8, doc. 527.
782
Ibíd., c. 8, doc. 526.
783
AGN, Fondo Emiliano Zapata, Caja 6, Exp. 3, f. 82. CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña,
caja 28, exp. 18, doc. 331.
780
248
Participando con su Brigada, en la ofensiva que entre el 5 y el 10 de marzo,
desplegó el Ejército Libertador por Contreras, Tizapán, San Ángel y
Coyoacán784; al darse cuenta los zapatistas, que Obregón iniciaba la
evacuación de la capital, que concluyó por la noche del día 10, retirando a su
ejército rumbo al norte785.
Desocupó Obregón la ciudad de México, porque no le vio importancia
estratégica, ya que las líneas ferroviarias de Veracruz al centro del país,
pasaban por el norte de la capital, destacando por su importancia las
Estaciones de Irolo, Pachuca y Tula, en el Estado de Hidalgo. Obregón
explicó su razón: “entonces toda mi atención la requería la campaña contra
los núcleos villistas”786.
El 11 de marzo, la Brigada “Banderas” participa en la persecución de
las fuerzas carrancistas de los generales Cesáreo Castro y Carlos Martínez,
que se retiraron por la línea ferroviaria de San Pedro Atzcapotzaltongo a
Toluca, destruyendo la vía. El 22 del mismo mes, Banderas junto con otros
generales zapatistas inicia una ofensiva contra la retaguardia de Obregón,
combatiendo en Huehuetoca, Estado de México, y luego en Jasso, Hidalgo,
Estaciones del ferrocarril que enlaza a la capital con Ciudad Juárez,
Chihuahua, poblaciones de las que se apoderan los zapatistas, para
inmediatamente atacar a los carrancistas en Tula, Hidalgo787, que resiste el
ataque de los convencionistas.
El 2 de abril, atacó nuevamente Banderas a los carrancistas que
guarnecían Tula, esta ocasión salió victorioso, apoderándose de la Estación.
Izo sesenta prisioneros y murió en el combate el general constitucionalista
Fidel León788. Luego de este triunfo, con el que cortó la comunicación de
Obregón con Veracruz, Banderas fue nombrado Jefe de Operaciones del
Ejército Convencionista en el Estado de Hidalgo, y además, recibe el
784
785
786
787
788
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 27, doc. 178.
Obregón, op. cit., p. 440.
Ibíd., p. 438.
Loc. cit.. Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 27, doc. 178.
Ibíd., c. 9, doc. 414.
249
ascenso a General de División, por lo que el general de Tepuche pasó desde
luego a organizar la División que llevó su nombre. Reuniendo con su Brigada,
a las Brigadas de los generales brigadieres J. Reyes Molina, Leopoldo
Acevedo, Justino Cotero y Julián Gallegos. Siendo el jefe de Estado Mayor
de la División “Banderas” el coronel Jesús Aguilar789.
Para estar en contacto con sus Brigadas, Regimientos y Batallones, y
con la ciudad de México, el Cuartel General de la División “Banderas”,
disponía de un buen servicio telegráfico, telefónico y heliográfico, así como
de estafetas. El servicio sanitario de la División, estuvo organizado bajo la
dirección del coronel médico cirujano, Ramón L. Campos, el hospital lo
estableció en Huehuetoca, Estado de México, a donde eran conducidos los
heridos del campo de batalla790.
El 2 de abril, cuando Villa se preparaba para lo que sería la primera
batalla de Celaya, se comunica con González Garza para exhortarlo que
arreglara con Zapata, “el pronto envío de las fuerzas sobre la retaguardia de
Obregón, quién se encuentra en Querétaro”. El Encargado del Ejecutivo le
telegrafía a Zapata, diciéndole que tanto el general Felipe Ángeles como el
General Villa, recomiendan que se concentren tropas del sur en la
retaguardia de obregón, que “es indispensable que cortemos todas las
comunicaciones al enemigo hasta aniquilarlo y posesionarnos de una vez por
todas de tula y sus alrededores”791. A juicio de los villistas, Zapata nunca izo
el esfuerzo que de él esperaban, para interrumpir las líneas ferroviarias que
abastecieron a Obregón de refuerzos y pertrechos. Banderas fue el primero
en acudir a este llamado de villa.
A principios de abril, la División “Banderas”, con una fuerza de cinco
mil hombres792, avanzó desde el sur de Tula hasta las cercanías de
Tacambaro, donde libraron un combate con las fuerzas de los generales
789
790
791
792
Ibíd., c. 17, doc. 28.
Nuestro México, núm. 6, UNAM, México, 1983, pp. 25-26.
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 10, doc. 493.
Ibíd., c. 14, doc. 183, f. 1.
250
constitucionalistas Gertrudis Sánchez y Joaquín Amaro, que con una fuerte
columna marchaban a incorporarse a las fuerzas del general Obregón. Las
tropas de Sánchez y Amaro, fueron derrotadas y obligadas a retirarse. El
peso del combate para la División “Banderas”, recayó en las Brigadas
“Gallegos” y “Acevedo”, que fueron las que más contribuyeron a obtener la
victoria.
La Brigada del general Leopoldo Acevedo, compuesta por tropas de
caballería, logró capturar la mayor parte de la artillería que tenían los
carrancistas. Durante el combate, el general Banderas estuvo a punto de
morir. Cuando dirigía las operaciones, una granada de cañón que explotó
cerca de donde Banderas se ubicaba con su Estado Mayor, mató el caballo
que montaba, pero el general resultó ileso. “El caballo muerto era un
magnifico animal de color retinto, que el general Francisco Villa había
obsequiado al general Banderas”.
Después del combate de Tacambaro, las fuerzas del general
Banderas marcharon al sur de Celaya, a cooperar con las fuerzas del general
Villa, que entre el 6 y el 15 de abril, combatieron sin éxito, en Celaya a las
fuerzas de Obregón; el día 15, se consumó la derrota de Villa en Celaya,
quién se replegó al norte para preparar un nuevo ataque al ejército de
Obregón.
La tarea que tuvo la División “Banderas” fue impedir que Obregón
sitiado por Villa en Celaya, recibiera refuerzos y pertrechos. Un tren militar
que trató de acercarse a la ciudad guanajuatense fue volado en un lugar
llamado “El Coyote”, el tren que conducía armas y municiones para Obregón,
iba escoltado por sólo ciento veinte soldados de la Brigada “Gavira”. La
mayoría de la escolta quedó muerta en el lugar, y los que no perecieron
quedaron prisioneros.
251
En estos movimientos de la División “Banderas”, su retaguardia fue
protegida por la Brigada del general Andrés Pérez, para evitar que fuera
cortada su comunicación con la capital793.
Banderas se replegó a su zona de operaciones en el sur del Estado de
Hidalgo, cuando se enteró que los carrancistas habían recuperado Tula.
Iniciando operaciones para interrumpir nuevamente la línea ferroviaria que
abastecía a Obregón. De esta ofensiva, Banderas informó el 20 de abril a
González Garza:
El día once del presente marché rumbo á Tula, estableciendo mi
Cuartel en la Estación de Jasso, hice exploraciones á derecha e
izquierda de la vía para descubrir el enemigo y formar un plan de
ataque. Habiendo reconocido el terreno y cerciorado de los puntos
que tenía el enemigo, dispuse el ataque sobre dicha plaza,
ordenando que el Teniente Coronel Francisco Mendoza, con la
infantería y parte de la caballería tomara á primeras horas de la
mañana del día 17 el cerro blanco que queda por el ala derecha de
la plaza mencionada; el Teniente Coronel Isidoro Cortés con ciento
cincuenta hombres de caballería, obrando en combinación con el
coronel Almaque Tovar, atacaron por la vía férrea que conduce á
Pachuca, entrando el General Gallegos, el Mayor Hernández de la
Brigada González Garza y yó, por el centro ó sea por la fábrica “La
Tolteca”. A las cinco de la mañana se abrió el fuego
simultáneamente con muy buen éxito, retrocediendo el enemigo y
tomándole algunas posesiones; á las diez de la mañana, y estando
todas nuestras fuerzas en las primeras casas de Tula y en la
Estación el Teniente Coronel Cortés, llegaron por la vía de Celaya
tres trenes de tropa de caballería é infantería que reforzaron al
enemigo que huía; pero por el empuje del refuerzo que llegó y la
falta de municiones por parte nuestra, me fue imposible
sostenerme después de seis horas de combate replegándome en
órden con mi gente á Jasso, y tomando las alturas á derecha é
izquierda de “La Tolteca” para impedir el avance del enemigo, el
cual se limitó á apoderarse de las mismas posesiones que antes
tenía sin avanzar un palmo mas de terreno…
El mismo día en la tarde, llegó el Gral. Andrés Perez con
toda su gente incorporándose conmigo en la Estación de Jasso; al
día siguiente como a las 8 de la mañana, y estando preparándonos
para salir de nuevo á explorar el terreno y combinar un nuevo
ataque, fueron atacadas nuestras avanzadas generalizándose el
fuego en una zona como de cuatro kilómetros pues en esos
momentos movilicé las fuerzas para cubrir todos los puntos
793
Nuestro México, núm. 6, UNAM, México, 1983, pp. 25-26.
252
dominantes á derecha é izquierda para evitar que el enemigo nos
envolviera; y aunque escasos de parque, logramos replegar al
enemigo á las posesiones que antes tenía como á las dos de la
tarde…794
Banderas continuó hostilizando Tula y la línea ferroviaria entre ésta y
Pachuca. Comisionó al coronel Almaque Tovar para que volara puentes del
ferrocarril de esta línea, eran reparados por los carrancistas, utilizando cuatro
trenes de reparación artillados795. El 23 de abril, cerca de la hacienda de
Temoaya, Hidalgo, tropas de Banderas vuelan un tren militar salido de
Pachuca para reforzar al general Obregón. Sucumben muchos carrancistas y
el convoy es destruido en su totalidad por el fuego796. El 10 de mayo, “en un
punto llamado Landa” tropas banderistas volaron
Un tren de carrancistas mixto… este tren llevaba consigo cereales,
azúcar marranos y demás para Tula en donde esta el Cuartel
General de ellos. Hubo bastantes muertos y heridos, trayendo para
el Cuartel General en Jasso, varios prisioneros… recogimos cinco
carabinas 30.30797.
Entre los prisioneros, llegó a Jasso un teniente carrancista, que el
general Reyes Molina mandó “fusilar por habérsele confirmado”798.
El 6 de mayo, Banderas con su escolta, viajo a la capital a tratar con el
General González Garza asuntos de la campaña, esa noche, Banderas y su
gente se hospedaron en el Hotel Lascuráin, situado frente al costado norte de
la Alameda, mismo en el que vivía González Garza. En las primeras horas
del día siguiente, El general Barona y su Estado Mayor, se encontraban en el
salón de baile del Teatro Degollado, haciendo un gran escándalo, riñendo
con los concurrentes y disparando sus armas, “el empresario temeroso de
que aquello le trajera graves complicaciones” telefoneó al encargado del
794
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 15, doc. 40. Nuestro México, op. cit.,
p. 30.
795
796
797
798
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 15, doc. 40.
Alfonso Taracena, La verdadera revolución mexicana (1915-1917), op. cit., p. 76.
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 17, doc. 53.
Ibíd., c. 17, doc. 294.
253
Ejecutivo y le informó lo que estaba ocurriendo, González Garza comisionó al
jefe de su escolta, general Francisco Estrada, para que obligara a los
escandalosos a guardar el debido orden, pero no pudo, encorajinados y
borrachos, los hombres de Barona apuñalaron en el vientre a Estrada y luego
lo mataron a balazos, se inició una balacera que dejo varios muertos en el
Teatro Degollado y continuó por las calles de Guerrero, Colón, avenida
Hombres Ilustres y en la Alameda, por donde se replegó la escolta del
Encargado de la Presidencia, buscando el apoyo de sus compañeros en el
Hotel Lascuráin; Barona, con los refuerzos que mandó llamar, atacó con furia
el Hotel, encolerizado con González garza, pero las escoltas de Banderas y
González Garza, usando ametralladoras hicieron huir a los hombres de
Barona, “causándoles a los escandalosos más de 50 bajas y el triple de
heridos” 799.
Se esparció el rumor por la ciudad, que se había atentado contra el
Encargado de la Presidencia, por lo que ese día González Garza, limpiando
la imagen del Ejecutivo, hizo creer que el atentado fue dirigido a Banderas,
por las viejas rencillas que tenía con Barona, declarando a la prensa ese día:
Enfáticamente declaro que nada ha habido en contra mía:
una antigua cuestión entre los Generales Barona y Banderas ha
sido la causa del hecho; pero hago constar que el General
Banderas acató todas mis disposiciones y estuvo sencillamente a
la defensiva. Ya hago la consignación respectiva, por haber sido
testigo presencial de los acontecimientos, y tengo fundadas
esperanzas de que el Cuartel General del Sur sabrá hacer justicia,
pues la sangre de cuarenta o cincuenta personas muertas reclama
castigo y la vindica pública, la satisfacción que merece.
Es todo lo que puedo decir sobre el asunto que muy bien
pudiera ser tergiversado, haciéndolo aparecer como un atentado
contra mi persona.
Puede creer el pueblo de la Metrópoli que el día en que yo
tenga la más ligera sospecha de que la más insignificante fuerza
convencionista no está satisfecha de mi labor, cumpliré con mi
deber yendo a la Convención a dimitir el cargo que me confirió,
799
Plancarte, op. cit., pp. 414-415.
254
pues comulgo con la idea de que por un hombre, no deben perecer
los hombres800.
Esta declaración la hizo “para no causar alarma en la Convención,
pero más adelante le comunica a Villa que era a él a quién querían
asesinar”801.
A fines de mayo, los coroneles de la División “Banderas” Joaquín Cruz
Méndez y Salvador Tafolla, reciben su ascenso a generales brigadieres, por
lo que ambos reorganizan los Regimientos a sus ordenes para transformarlos
en nuevas Brigadas de la División.
Por esos días últimos de mayo, el Presidente de los Estados Unidos,
Woodrow Wilson, creyendo que si se pudiera llevar a los caudillos
revolucionarios tanto partidarios de la Convención como de Carranza, a una
mesa de conferencias, “inmediatamente pondrían fin a la revolución”, izo el
borrador de una nota a las facciones revolucionarias que se daría a conocer
a la prensa de los Estados Unidos al mismo tiempo que se entregaba en
México. Corrieron en Washington muchos rumores que no tardaron en llegar
a la capital mexicana, de que el gobierno de los Estados Unidos daría un
plazo para la reconciliación en México y si ésta no se conseguía, intervendría
militarmente802.
El primero de junio, los periódicos de la ciudad de México, publicaron
las informaciones sobre la inminente nota del Presidente Wilson. El
Presidente de la Convención, Encargado del Poder ejecutivo, general Roque
González Garza, telegrafió ese día a los gobernadores y comandantes
militares convencionistas, el peligro para el país de esas informaciones, y les
800
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 16, doc. 72.
Consolación Lomeli Cerezo, Roque González Garza, un esbozo biográfico, tesis de licenciatura
en historia, México, Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, 1974, p. 117. Roque Gonzáles Garza a
Francisco Villa, Lechería, julio 3 de 1915, Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c.
104, doc. s/n, f. 4.
802
Quirk, op. cit., p. 276.
801
255
pedió que le enviaran su opinión y que a su vez le informaran del asunto a
sus subordinados803.
La mayoría de las respuestas a González Garza fueron prudentes y
diplomáticas, pero también recibió muchas opiniones con palabras llenas de
patriotismo y amor a México, que muy probablemente hubieran tenido
conclusión práctica, en frases como “patria, revolución o muerte”, “no importa
que manden millones de soldados. Combatiremos”. Pero la única respuesta
de comandante militar, en la que éste, apelando al patriotismo de sus
subordinados, izo que éstos también le mandaran su opinión a González
Garza, fue el general de Tepuche.
Banderas, le telegrafió al presidente convencionista, el 2 de junio,
desde Tepejí del Río, Hidalgo:
Cumpliendo con la orden de Ud. y después de haber dado a
conocer su telegrama relativo al asunto yankee, todos los jefes,
oficiales y tropa de la División, que está bajo mi mando hemos
acordado, dar un voto de confianza al Presidente de la Soberana
Convención Encargado del Poder Ejecutivo, de quién esperamos
así como de todos los miembros que la integran, sabrán cumplir
como buenos patriotas, para resolver este asunto, en la
inteligencia de que no estamos dispuestos a soportar ninguna
presión del yankee en nuestros asuntos interiores. Confiamos
en que Ud. señor Presidente, que está perfectamente interiorizado
de la política del país, podrá saber si la unión que se nos propone
con el partido carrancista, vá de acuerdo con éstos y los yankees
para hundir a nuestra patria, y en tal caso, jamás aceptaremos
nada que menoscabe el honor nacional y el del Ejército
Convencionista al que nos honramos pertenecer. Esperamos
tranquilos una honrosa solución y como buenos patriotas, con
nuestras armas, sabremos castigar al que intente, sin derecho
alguno, mezclarse en nuestros asuntos interiores.
Reiterámosle a Ud. nuestra confianza, adhesión y respeto.
El Gral. de División. Juan M. Banderas804.
Por su parte la gente de Banderas, también desde Tepejí del Río, el
mismo día le dijeron a González Garza:
803
804
Ibíd., p. 279.
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 63, doc. 309.
256
Habiendo sido convocados los que suscribimos, Generales,
Jefes, Oficiales y Tropa de la División “Banderas”, por el digno jefe
que la manda para tomar la opinión de cada uno de nosotros y
resolver, con respecto al telegrama que en esta fecha ha recibo de
Ud. donde le dá cuenta de la osadía del americano, que pretende
imponernos su voluntad; como Mexicanos amantes de su patria y
como soldados, manifestamos ha Ud.: que siempre estaremos al
lado de nuestro digno General Juan M: Banderas y de la Soberana
Convención, en quienes tenemos fé, sabrán estar también á la
altura de su patriotismo tantas veces demostrado805.
Banderas se reunió con la mayor parte de sus hombres, les informó,
acordaron la redacción del telegrama y luego lo firmaron llenándose cinco
hojas. Rubricaron el documento: los generales Julián Gallegos, Reyes
Molina, Joaquín Cruz Méndez, Salvador Tafolla; los coroneles Jesús Aguilar,
Ángel B. Coutiño, Miguel Maraver Aguilar, Emilio Banderas, Sotero Berlanga,
Hipólito Peres, Primitivo Gallegos, S. Sánchez y Médico Joaquín Santibáñez;
también firmaron muchos otros tenientes coroneles, mayores, capitanes,
tenientes y subtenientes; entre ellos los sinaloenses tenientes coroneles
Francisco “Chico” Mendoza y Guillermo Rubí Peraza, mayores Miguel
Banderas y Saúl F. Vega y capitán 1º Alfonso Santibáñez806.
González Garza, recibió a las 12:25 del día 2 de junio, del Ministro de
Brasil, encargado de los intereses americanos en México, la nota del
Presidente Wilson, publicada ese día en los periódicos de los Estados
Unidos. Esta nota concluía con una amenaza de intervención militar sobre el
país:
Por lo tanto, pública y muy solemnemente hago un llamado a los
leaders de las facciones de México, para que obren de común
acuerdo y con la mayor prontitud para el alivio y redención de su
desolado país. Creo de mi deber manifestarles que, si no pueden
arreglar sus diferencias, y unirse para tan elevado, en un corto
periodo de tiempo, este Gobierno se verá obligado a decidir cuales
805
806
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 63, doc. 315, f. 1.
Probablemente había otros sinaloenses, pero aún no descubiertos, sólo algunos indicios.
257
medios deberán emplear los Estados Unidos para ayudar a México
a salvarse a sí mismo y salvar a su pueblo807.
A quién convenía esta propuesta del Presidente Wilson era al bando
convencionista, que para esas fechas se encontraba en la inferioridad militar,
después de las derrotas de Villa en el Bajío. La convención acordó proponer
a Carranza la unificación revolucionaria formando un gobierno integrado por
seis miembros, con dos representantes de cada una de las facciones
constitucionalistas, villistas y zapatistas. Carranza, que sabía que era sólo
cuestión de tiempo, la derrota completa de sus enemigos, no aceptó las
propuestas de Wilson y de los convencionistas.
4. El regreso al norte.
El 26 de junio, salió de la hacienda de Peñuelas, en Aguascalientes,
una columna expedicionaria, de dos mil quinientos soldados de caballería,
jefaturada por el general Canuto reyes, a quien acompañaban los generales
Rodolfo Fierro, Pedro Fabela, Cesar Moya y José Ruiz. Llevaban la orden del
general Villa, de escoltar el regreso al norte de los delegados villistas de la
Convención. La noche del 29 de junio, la columna se apoderó de Lagos,
Jalisco, después de un ataque por sorpresa, destruyendo las líneas férreas y
telegráficas, lo mismo hicieron en León, Silao, Irapuato, salamanca, Celaya,
Querétaro, San Juan del Río y Tula, población del Estado de Hidalgo808;
desarrollando
un
movimiento
relámpago,
que
rompió
las
líneas
constitucionalistas.
807
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 19, doc. 150, f. 3.
Alberto Calzadíaz Barrera, Hechos reales de la revolución, tercer tomo, el fin de la división del
norte, México, Editorial Patria, 1972, pp. 38-43 y 51. Sánchez Lamego, Historia militar de la
revolución en la época de la convención, op. cit., pp. 189-190.
808
258
En Tula, se unen a la columna expedicionaria, las fuerzas de los
generales Banderas y Roque González Garza. El 15 de julio, la reforzada
columna villista, se apoderó de Pachuca, capital del Estado de Hidalgo809.
En Pachuca, los generales villistas, decidieron operar sobre la
retaguardia del ejército del general Obregón, avanzando sobre San Juan del
Río y Querétaro. El 23 de julio, salen de Tula, para llevar a cabo sus planes,
y al mismo tiempo van destruyendo la vía férrea, no solamente para cortar la
fuente de aprovisionamiento de Obregón si no también para evitar ser
atacados por la retaguardia, por las fuerzas del general Pablo González.
En su regreso al norte, acompañan a Banderas, una pequeña parte de
sus tropas, además de la fuerza directamente a sus órdenes, lo acompañó
sólo una de las Brigadas de su División, la comandada por el general J.
Reyes Molina.
El mismo día 23, llegan a la ciudad de Querétaro y publican un
manifiesto a los habitantes del Estado, que firma el general Canuto Reyes,
como “general en jefe de la columna expedicionaria”, junto con los generales
Roque González Garza, César Felipe Moya, Rodolfo Fierro, Juan M.
Banderas, Joaquín V. Casarín, J. M. Rincón, y J. Reyes Molina:
Animados por el deseo de restablecer el orden y la
tranquilidad en la república, hemos venido combatiendo sin tregua
a las huestes de un partido que, de revolucionario en principios, se
convirtió en personalista y que, lejos de procurar el bienestar de la
Nación, se ha constituido en el azote implacable de todos sus
habitantes, atentando contra sus vidas e intereses.
Por eso, hoy que somos huéspedes de este importante
Estado, nos prometemos hacer efectivo en la medida de nuestras
fuerzas, ese y esa tranquilidad, restableciendo la administración
pública, a fin de encauzarla por el sendero que bien pronto lo ha
de llevar al régimen constitucional, para que el respeto a las
garantías individuales sea un hecho: base necesaria para la vida
de los pueblos cultos.
Para lograr tan elevado fin, dedicaremos todos nuestros
esfuerzos a que, por conducto de la autoridad correspondiente, se
convoque a elecciones municipales lo más pronto posible y, dentro
809
Sánchez Lamego, Historia militar de la revolución en la época de la convención, op. cit., p. 205.
259
de un amplio y liberal criterio, el pueblo soberano sea el que
nombre sus propias autoridades, pues hemos luchado, luchamos
en la actualidad y seguiremos luchando hasta conseguirlo, por dar
a la república en general y en particular a cada Estado, el gobierno
de los más y no el de uno sólo, porque es necesario desterrar la
dictadura para siempre en todas sus formas. Este profundo anhelo
del pueblo mexicano, justo es satisfacerlo.
Inspirados en estos principios, y penetrados en la
necesidad que existe en la República, de que el pueblo constituya
libremente sus autoridades, exhortamos por el presente a todos lo
elementos honrados, a todos aquellos que, desprendiéndose de
intereses y ambiciones personales, estén dispuestos a colaborar
con nosotros para la salvación del país, a que unan sus esfuerzos
con los nuestros, dentro de su esfera de acción, nos ayuden a
realizar los fines que nos proponemos, dando a las actuales
autoridades de Estado toda clase de facilidades.
Conciudadanos de Querétaro:
Las fuerzas Convencionistas os convocan a laborar con
ellas, para lograr el restablecimiento del orden, seguros de que,
obrando en esta forma, pronto el régimen constitucional imperará
en todo el Estado, y entonces podréis estar seguros de haber
cumplido con vuestro deber810.
Mientras tanto, el general Álvaro Obregón, que había derrotado en
Aguascalientes, al ejército convencionista del norte, el 10 de julio; y teniendo
ya muy debilitado a su enemigo principal, abandonó momentáneamente su
avance sobre Torreón, en donde se había reconcentrado el general Villa y
teniendo informes del movimiento que iniciaba la columna expedicionaria,
decidió emprender operaciones contra ella.
Obregón llegó a Celaya el 26 de julio, donde había ordenado la
concentración de siete mil hombres, encabezados por los generales Pablo
Quiroga, Francisco T. Contreras, Eugenio Martínez, Joaquín Amaro,
Fortunato Maycote, Gonzalo Novoa y Miguel M. Acosta. El 27 de julio, salió
Obregón de Celaya sobre Querétaro811.
En Querétaro se enteran los generales villistas que el ejército
convencionista del norte, ha sido derrotado en Aguascalientes, el 10 de julio,
y que el general Villa, retrocede con sus fuerzas hacia Torreón. Por ello, los
810
811
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 63, doc. 486.
Sánchez Lamego, Historia militar de la revolución en la época de la convención, op. cit., p. 196.
260
generales villistas cambiaron de planes, y la columna expedicionaria
apresuró su regreso al norte.
La columna convencionista salió de Querétaro la mañana del día 27.
Ante el inminente ataque de Obregón, se atrinchera en los cerros del pueblo
de Mariscala. Ese día a las cuatro de la tarde, los carrancistas cargaron
sobre los convencionistas, que parapetados en cercas de piedra, sostuvieron
sus posiciones. Esa noche, los generales villistas, comprendiendo que los
carrancistas trataban de hacer un movimiento envolvente, extendieron su
línea de batalla en una extensión de más de 7 kilómetros.
A primera hora del día siguiente, las caballerías de Maycote, Novoa y
Amaro atacaron por los flancos, y por el frente los generales Martínez,
Quiroga y Contreras con sus infanterías. Cerca de las cuatro de la tarde y
después de 24 horas de lucha, el general Canuto Reyes, jefe de la columna
expedicionaria, dio órdenes para una retirada con rumbo al sur al fin de
engañar al general Obregón y efectuar lo más pronto posible su
incorporación a Villa.
Los villistas se retiraron en perfecto orden hacia el Cerro del Cimatario.
Obregón engañado por el movimiento del general Reyes, envió a sus
infanterías al sur, hacia San Juan del Río, mientras que las caballerías
continuaron sobre las fuerzas convencionistas, que desde el Cimatario,
describieron un semicírculo para poder continuar hacia el norte y burlar así a
Obregón.
Por la noche del día 29, Amaro le da un parte a Obregón en el que le
comunica que la columna expedicionaria de Reyes:
No había seguido hacia el sur, sino que haciendo una conversión,
se había desviado, penetrando de nuevo a territorio guanajuatense
con el rumbo de Jerécuaro, lo que denunciaba su intención de salir
al norte para incorporarse al grueso del ejército de Villa812.
812
Manuel M. Moreno, Historia de la revolución en Guanajuato, México, INEHRM, 1977, p. 150.
261
Gracias a este movimiento, los villistas llegaron a Jerécuaro, viéndose
Obregón en la necesidad de hacer retroceder sus fuerzas de infantería hacia
Querétaro.
En Jerécuaro, esperaron los villistas a las caballerías de Maycote y
Amaro, que les seguían y el día 30 a las 7:00 de la mañana, atacaron los
carrancistas, quienes se retiraron derrotados, después de cinco horas de
combate. Poniéndose inmediatamente en marcha los convencionistas,
aparéntemente hacia Acámbaro aunque su objetivo era llegar a Valle de
Santiago.
Dispuesto a detener el avance de la columna expedicionaria, Obregón
se puso al frente de sus tropas y por ferrocarril avanzó hacia Valle de
Santiago, llegando primero que los villistas, logrando posesionarse de los
mejores puntos, preparó una emboscada y esperó cautelosamente a su
enemigo.
Al día siguiente, 1 de agosto, la lucha fue terrible desde los primeros
minutos, pero los villistas atacaron con fuerza, el general constitucionalista
Francisco T. Contreras y todo su batallón de 600 yaquis que mandaba
quedaron muertos en el campo de batalla. A las 11:00 de la mañana,
habiendo transcurrido dos horas de combate, el general Reyes ordenó la
retirada, que se llevó a cabo en orden, por el rumbo de Yuriria, siendo
perseguidos por las caballerías del general Amaro.
Los villistas, dispuestos a seguir burlando al enemigo y sin perder de
vista el norte, siguieron hacia Pénjamo, donde el 2 de agosto, los volvieron a
alcanzar los carrancistas, y después de combatir por más de tres horas,
pudieron continuar su marcha, hacia San Pedro Piedra Gorda, para
internarse al estado de Michoacán.
La columna expedicionaria siguió abriéndose paso, venciendo a los
carrancistas en Río Grande y Nieves, ya en el estado de Zacatecas, donde
tuvo un combate con las fuerzas del general Francisco Murguía, Continúo su
marcha hacia San Juan de Guadalupe, Durango. El 18 de agosto, después
262
de haber recorrido más de 1,000 kilómetros, Abriéndose paso entre un
enemigo victorioso, bien pertrechado y numéricamente tres veces superior, la
columna expedicionaria comandada por el general Canuto Reyes, llegó a
Torreón, cuartel general del Cuerpo de ejército del Norte, del Ejército
Convencionista813. Con Reyes, llegaron los generales Fierro, Fabela, Moya,
Ruiz, González Garza y Banderas.
5. General villista en 1915.
En Torreón, se encontraban las tropas convencionistas sinaloenses, a
las órdenes de los generales Felipe Riveros y Macario Gaxiola Urías, que
habiendo sido derrotadas por el general Iturbe en Sinaloa, se retiraron a
territorio villista, para abastecerse. Estas tropas se unificaron integrándose en
la Brigada Gandarilla, a las órdenes del general Gaxiola, que a fines de
agosto pasaron a formar parte de la División Banderas814.
En los primeros días de agosto, había iniciado sus reuniones en
Washington, una conferencia de representantes de países latinoamericanos:
Argentina, Brasil, Colombia, Bolivia, Guatemala y Uruguay; convocados por
el gobierno de los Estados Unidos, para atender el problema de México. La
conferencia acordó invitar a todos los jefes revolucionarios, militares y civiles,
a reunirse en una conferencia para poner fin a la guerra civil. Naturalmente
los convencionistas aceptaron el ofrecimiento que los podía salvar del
desastre y los constitucionalistas no aceptaron la invitación.
El general Villa contestó que el gobierno de la Convención, tenía los
recursos y el poder necesarios para continuar la lucha “en defensa de los
derechos del pueblo mexicano”, pero considerando la fraternal actitud de los
Estados Unidos y las hermanas repúblicas del sur, acertaba cordialmente el
813
Nombre oficial del ejército villista. Memorias de Roque González Garza, en La Prensa, San
Antonio, Texas, 22 de octubre de 1932, segunda sección, p. 2; para publicar estas Memorias, González
Garza fue entrevistado en El Paso, Texas, por José C. Valadés. Sánchez Lamego, Historia militar de la
revolución en la época de la convención, op. cit., pp. 195-197. Moreno, op. cit., pp. 148-151.
814
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 64, docs. 194-196.
263
ofrecimiento. Zapata y los demás convencionistas invitados, respondieron en
el mismo sentido.
Los jefes del constitucionalismo, respondieron que las cuestiones
internacionales no eran de su competencia, que sólo el jefe del Ejército
Constitucionalista, Venustiano Carranza, era el único capacitado para tratar
esos asuntos815.
Para la participación del villismo en la conferencia, el general Villa
comisionó al general Roque González Garza, para que organizara la elección
de los representantes de su ejército. González Garza se dirigió a todos los
generales villistas para informarles de lo que se trataba: “Es conveniente…
que estemos debidamente preparados a fin de que no se demore la
celebración de las conferencias”, les pidió González Garza que sin tardanza
hicieran la designación de su representante en las conferencias. También les
propuso que sólo fueran seis personas las que llevaran la representación
colectiva del “Ejército del Norte”, al mismo tiempo que la individual de cada
uno de los jefes militares y civiles que lo integran; “he de agradecer a usted
se digne también señalar como delegados a seis de las personas indicadas,
en la lista adjunta, o a alguna otra que involuntariamente hayamos omitido”.
De esta manera, el villismo se preparó para las dos posibles formas de estar
presente en las conferencias816.
El general Banderas en Torreón, el 7 de septiembre, nombró como su
representante personal al licenciado Miguel Díaz Lombardo, a quién le
notificó su nombramiento usando el formato de credencial que le había
enviado González Garza:
En atención á los méritos y virtudes cívicas que en Ud.
concurren y de su adhesión á la causa que viene defendiendo el
Ejército Convencionista, he tenido á bien designarlo, para que me
represente en las Conferencias de Paz que se celebran con objeto
815
Luis Fernando Amaya C., La soberana Convención Revolucionaria 1914-1916, México,
Editorial F. Trillas, 1966, pp. 419-421.
816
Biblioteca de la UP, Archivo Roque González Garza, c. 64, docs. 314-315.
264
de arreglar las dificultades surgidas con nuestros antiguos
compañeros de lucha.
A ese efecto extiendo á Ud. la presente credencial,
otorgándole facultades amplísimas de voz y voto, para que en mi
nombre y representación haga cuanto sea necesario, en la
inteligencia de que todos los acuerdos que se tomen en dichas
conferencias, serán respetados y apoyados por mí.
Confiando en que Ud. sabrá sostener como hasta aquí los
ideales y principios revolucionarios, y principios revolucionarios, y
mantener incólumes la integridad y el decoro nacionales, le reitero
mi atenta consideración817.
Los otros cinco representantes colectivos que propuso Banderas,
fueron: los generales Felipe Ángeles, Raúl Madero, Roque González Garza,
el licenciado Francisco Escudero y el doctor Ramón Puente818.
El ingeniero Manuel Bonilla sería uno de los representantes colectivos,
por ser uno de los seis más votados, aunque de los sinaloenses, los
generales Banderas y Felipe Riveros no votaron por él, los generales
Macario Gaxiola y José María Ochoa si lo apoyaron.
Por su parte Carranza, el 10 de septiembre, contestó a la invitación a
la Conferencia Panamericana declarando categóricamente que no podía
admitir ninguna “intervención o ingerencia de cualquier naturaleza en los
asuntos interiores de México, bien sea por parte de los Estados Unidos o de
cualesquiera otras naciones”. Esta declaración tenía el respaldo de la fuerza
militar más poderosa del país819. Después de esto, la suerte de la diplomacia
convencionista, estaba echada. El reconocimiento del gobierno de Carranza
por los Estados Unidos, era sólo cuestión de tiempo, que se llegó el día 19
de octubre.
En Torreón, a principios de septiembre, acordó Villa con sus
generales, el plan para una nueva ofensiva militar, se determinó la formación
de dos columnas expedicionarias. La primera, bajo el mando directo de Villa,
con una fuerza de doce mil hombres, partiría a Sonora; la segunda, a las
817
818
819
Ibíd., c. 64, doc. 139.
Ibíd., c. 64, doc. 140.
Amaya C., op. cit., p. 421.
265
órdenes del general Banderas, compuesta de dos mil quinientos hombres, se
internaría en Sinaloa820. Banderas, además de jefe de la columna, fue
nombrado por Villa, gobernador y comandante militar de Sinaloa821.
El nuevo plan de Villa, consistía en terminar la campaña que en
Sonora, las fuerzas del gobernador Maytorena, desarrollaban contra los
carrancistas, incorporando estas fuerzas a su columna, marchando luego a
Sinaloa, donde se le agregaría la columna de Banderas, para avanzar por
Nayarit, Jalisco y Michoacán, hasta llegar a la ciudad de México, reuniéndose
nuevamente con el ejército de Zapata822.
6. La última campaña militar.
Para formar la columna que expedicionaría en Sinaloa, el general Villa
reunió con la División Banderas, las Brigadas de los generales Orestes
Pereyra, a quién se nombró segundo de Banderas823, Julio Acosta y Gabino
Durán. Eran tiempos de vacas flacas, por ello, tanto la División de Banderas
como
estas
Brigadas,
estaban
muy
disminuidas
en
su
personal
reglamentario. La columna reunió solo un poco más de dos mil quinientos
hombres.
La vanguardia de la columna de Banderas, al mando de los generales
Julio Acosta y Gabino Durán, salió de Torreón desde el 21 de agosto y el 27
de ese mes, desembarcaron del tren en Estación Creel. Los siguientes días
820
Calzadíaz Barrera, op. cit., p. 76.
Francisco R. Almada, La revolución en el estado de Sonora, Hermosillo, México, Gobierno del
Estado de Sonora-Instituto Sonorense de Cultura, 1990, p. 227.
822
General Francisco Villa al general Emiliano Zapata, Hacienda de San Jerónimo, Chihuahua,
enero 8 de 1916; Rubén Osorio, La correspondencia de Francisco Villa, cartas y telegramas de 1911 a
1923, Chihuahua, México, Gobierno del Estado de Chihuahua, 2004, p. 52. Juan Bautista Vargas
Arreola, A sangre y fuego con Pancho Villa, México, FCE, 1985, p. 301. Knight, La revolución
mexicana, del porfiriato al nuevo régimen constitucional, volumen II, contrarrevolución y
reconstrucción, op. cit., p. 980. Katz, op. cit., t.2, p. 98.
823
Vargas Arreola, op. cit., p. 286.
821
266
28 y 29, combatieron a las tropas del general carrancista Luis Herrera,
derrotándolo completamente824.
El 6 de octubre, la columna de Banderas, salio por tren de la ciudad de
Chihuahua, rumbo a Estación Creel, hasta donde llegaba el ferrocarril, en
plena Sierra Madre. A la Estación del Pacífico, acudió el general Villa a
despedir a sus generales825, Banderas, Pereyra, Gaxiola y Acosta, sería la
última vez que miraría Villa a la gran mayoría de estos expedicionarios. Al
pasar los trenes por Los Tanques, se incorporó una fracción del Cuerpo de
Guías y Cazadores de la Sierra. En San Juanito, se incorporó el general
Gabino Durán con su gente. El 10 de octubre, la columna llegó a Estación
Creel.
De allí, se emprendió la marcha que tuvo que ser muy penosa. Se
siguió un sendero que tan pronto los conducía al fondo de un
estrecho valle, cuando ya iban de subida, trabajosamente
escalando la pendiente en un zigzag de muerte y de vida, hasta
ganar la cumbre de montañas forradas de pinos, y en seguida
empezar un descenso brusco y peligroso que los semi encierra en
cañadas cercadas por acantilados abismales… Ninguna
importancia podría revestir el hecho de que un ejército cruce la
Sierra Madre, ya otros la han cruzado desde siglos, por senderos
intransitables, si se tratara de un ejército en maniobras o en
prácticas de rutina. Pero en este caso se trata de un caso único, es
el caso de un ejército escasamente aprovisionado, mal parqueado,
que lleva la misión de cruzar la Sierra Madre para bajar al valle de
la tierra caliente e interceptar al enemigo, diez veces superior en
número y en pertrechos de Guerra. Sobre todo se trata de un
ejército derrotado. Hay que entenderlo bien, se trata de un ejército
que apenas ha tenido tiempo para respirar, tras una lucha adversa.
Esta columna forma parte de aquel ejército que sólo unos meses
antes diera la batalla de Celaya. A cada instante los hechos llaman
a la reflexión sobre la calidad de esos soldados y jefes cuyo
pensamiento fue moldeado por la experiencia guerrera bajo la
disciplina y ejemplo heroico de Francisco Villa826.
824
825
826
Calzadíaz Barrera, op. cit., p. 77.
Ibíd., p. 92.
Ibíd., p. 90.
267
Sale la columna de Creel, siguiendo el camino de herradura rumbo a
Choix, Sinaloa, pasan por San Luis y al llegar a Cuiteco, Banderas ordena
dar un descanso a la tropa, luego de marchar por tres días. Al amanecer del
día siguiente, la columna se pone en movimiento y salen de Cuiteco,
pasando por la hacienda de El Churo, para llegar a Urique dos días después.
Continuando su camino, la columna arriba a Lluvia de Oro, rico mineral en los
límites con Sinaloa, donde se pasa revista a la columna “y se comprueba que
son dos mil quinientos hombres en total”. De Lluvia de Oro se internan en
Sinaloa. “Desde ese punto toman la vanguardia las fuerzas del general Juan
Banderas comandadas por el general Macario Gaxiola”827.
Por esos días finales de octubre, llegó a Culiacán, la Brigada del
general Jesús Madrigal, perteneciente a la Primera División de Caballería del
Cuerpo de Ejército del Noroeste, jefaturada por el general Enrique Estrada,
que venía de Guadalajara hacía Sonora, para reforzar a las fuerzas
carrancistas sonorenses, ante la ofensiva villista. Al mismo tiempo, llegaba la
noticia a Culiacán, de la próxima invasión de Sinaloa por la columna de
Banderas. “Las noticias eran realmente alarmantes haciendo más efecto en
algunos Jefes que conocían a Banderas, por haber militado a sus órdenes en
1910”.
El día uno de noviembre, la guarnición de El Fuerte, le informó al
general Mateo Muñoz, que se encontraba en Estación Guamúchil, que los
villistas se encontraban frente a la población. El general Estrada ordenó al
general Madrigal que con los cuatro regimientos de que disponía, saliera de
San Blas, para El Fuerte, reforzándolo con el 4º Batallón de Sinaloa y el
Cuerpo de Carabineros de Santiago, de la brigada del general Muñoz.
Madrigal llegó a El Fuerte, a las dos de la tarde del día tres, enterándose que
Banderas había mandado hacer un reconocimiento, pero no un ataque
formal. Madrigal organizó a sus fuerzas para la defensa de la plaza:
827
Ibíd., p. 91.
268
Con la experiencia que adquirí en la táctica empleada por usted en
la defensa de Celaya y marcha a trinidad, repartí en sectores la
población, formando un círculo con las fuerzas ordenando
atrincheramientos, y oficiales de mi Estado Mayor repartidos en los
828
sectores .
La brigada integrada por los indígenas Yoremes del río Fuerte,
jefaturada por el caudillo yoreme, general Felipe Bachomo829, se unió a la
columna de Banderas. Con este apoyo de los villistas, los yoremes tuvieron
esperanzas de triunfar en su ancestral lucha por recuperar sus tierras.
El 5 de noviembre, después de incomunicar la población, la columna
de Banderas atacó El Fuerte, a las 9:00 de la mañana inició el primer asalto,
el general Madrigal informaría:
El enemigo venía muy confiado en su triunfo y sin tomar
precauciones se echaba encima, cuando se dieron cuenta que
estaba muy defendida la plaza y después de reconocer todas
nuestras posiciones, dieron un asalto general que duró tres horas,
combatiéndose con desesperación y retirándose el enemigo con
más de 300 bajas y bastantes heridos830.
Por la noche, Banderas ordenó un nuevo asalto general y en la
madrugada otro, pero fueron rechazados nuevamente con fuertes pérdidas.
Al amanecer el día 6, los villistas cavaron trincheras a 400 metros de
las que tenían los defensores de la plaza, en dos líneas, cuyos extremos
eran el rancho Ocotome, junto a la margen del río al norte, y por el sur dos
lomas altas, en una extensión no mayor de tres kilómetros sobre las cuestas
y al pié respectivamente de un lomerío bajo llanuras de piedras y breñales, y
solo estuvieron haciendo fuego desde ahí. A las 3:00 de la tarde llegó el
general Estrada, Acompañado de su Estado Mayor y una pequeña escolta. A
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, f. 153.
Conocido también por el apodo de “El Misi”. Caudillo de los indígenas Mayos de Sinaloa, que
participaron en la lucha contra el Gral. Huerta, constituyendo el 3er. Batallón de Sinaloa, que se
sublevó contra Carranza el 22 de octubre de 1915, tomando prisioneros a sus jefes “yoris”.
830
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, ff. 153 y 154.
828
829
269
las 5:00 de la tarde llegó el general Aurelio Sepúlveda con su brigada de
caballería.
El día 7, el tiroteo continuaba “al estilo zapatista”831, diría después el
general Madrigal, cuando los constitucionalistas descubren el Cuartel
General de Banderas, “que se encontraba a nuestro frente con intenciones
probables de preparar un asalto nocturno sobre un punto fijo para romper
nuestra línea. Al considerar esto y preocupado por la escasez de municiones
que podían agotársele resistiendo nuevos ataques, el general Estrada ordenó
al general Madrigal, que formara una columna de 600 hombres con
fracciones del 1ro y 7mo regimiento y 4to batallón de Sinaloa, para que
marchando oculto por la margen del río, tomara por asalto el mencionado
cuartel general que se encontraba situado en un punto denominado la Capilla
y el Colimí, “hecho lo cual debería continuar el avance sobre las mismas
posiciones enemigas, lo que equivalía a tomarlas de flanco”. También el
general Sepúlveda recibió órdenes de Estrada, de que cuando la columna de
Madrigal avanzara, debía atacar de frente las posiciones convencionistas832.
El movimiento de Madrigal:
Era demasiado peligroso se tenía que marchar por la vega del río
por dentro de una labor sembrada y el enemigo en una loma alta y
atrincherada, por todos lados nos esperaban menos por donde le
llegamos, pudiendo acercarnos hasta muy cerca de sus trincheras
sin disparar ni un tiro, pero si nos hubieran sentido a tiempo nos
habían aniquilado833.
Banderas no se distinguió por combatir al “estilo zapatista”, ni cuando
militó en el Ejército Libertador. Utilizó más la táctica “villista” del violento
asaltó frontal de infantería y de cargas de caballería. Sin embargo, la historia
831
Este era un concepto militar que los carrancistas crearon, para referirse a algo militarmente poco
o nada efectivo. En este caso se, refería a un molesto hostigamiento, pero que no ponía en peligro la
posición defendida.
832
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, ff. 153 y 154. Parte
rendido por el general Enrique Estrada al general Manuel M. Diéguez, en Amado Aguirre, Mis
memorias de campaña, México, INEHRM, 1985. p. 247.
833
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, f. 154.
270
militar de la revolución, reveló en las batallas del bajío, que la táctica
“obregonista” del recinto atrincherado cerrado en círculo y organizado por
sectores a cargo de jefes de cuerpo y personal de Estado Mayor, fue superior
militarmente. En la revolución mexicana, como en toda guerra, no ganan los
principios sociales, o “los proyectos de nación”, sino la táctica, la estrategia y
la capacidad de abastecimientos estrictamente militares. Ganan los fuertes,
no los justos.
Mientras Banderas preparaba con sus generales y coroneles, un
nuevo asalto general sobre las posiciones de los carrancistas, es sorprendido
con desastrosas consecuencias.
A las 6 de la tarde y después de vigoroso asalto, fue tomado
Ocotome y nuestra columna avanzó hacia el Dique, huyendo el
enemigo; acto continuo el Gral. Sepúlveda ordenó al mayor Miguel
Estrada, que con el 2º Regimiento…tomara las lomas extremas, lo
cual se logró al mismo tiempo que el Gral. Sepúlveda… atacó de
frente al enemigo, el cual a las 7 de la noche defendía
desesperadamente su posición central, y tras de ser envuelta a las
7:30 de la noche y protegido por la obscuridad, el enemigo huyó…
Hoy a primera hora el Cor. Félix Barajas, con el 5º y 7º
Regimientos emprendió la persecución del enemigo… Los jefes y
oficiales prisioneros fueron pasados por las armas y los individuos
de tropa puestos en libertad834.
Banderas con las tropas que reagrupó después de la derrota, ordenó
la retirada hacia el Distrito de Álamos, Sonora, buscando encontrarse con
tropas convencionistas de Sonora, partidarias del gobernador José María
Maytorena, que consideraba más cercanas, para después unirse al general
Villa, que se encontraba con el grueso de su ejército en Nogales, sonora.
Sin embargo, entre los jefes de la columna, se discutían diferentes
caminos a seguir, unos querían continuar esa ruta para encontrarse con Villa,
otros pretendían regresar a Chihuahua, pero Banderas fue convencido por
Bachomo de continuar revolucionando en el norte de Sinaloa, esperando a la
834
Parte rendido por el general Enrique Estrada al general Manuel M. Diéguez, en Amado Aguirre,
Mis memorias de campaña, México, INEHRM, 1985. p. 247.
271
llegada de Villa a esta región. Otros jefes que no quisieron regresar se le
separaron a Banderas835. El Coronel Jesús Verduzco “El Zarco”, con una
fuerza de 150 hombres de caballería, Continuó el camino por Sonora,
incorporándose a Villa el 19 de noviembre, en Estación Pesqueira836. El
general Julio Acosta, con los hombres que le quedaron de su Brigada, el 11
de diciembre, en Madera, Chihuahua, se reencontró con Villa837.
Banderas regresó acompañando a Bachomo a su cuartel en Jahuara.
Luego parte Banderas a Barobampo donde establece su cuartel general.
Desde sus cuarteles Banderas y Bachomo organizan una incursión sobre la
población de los Mochis, saqueándola el día 16 de noviembre.
El siguiente día 19, una partida de yoremes entra nuevamente a Los
Mochis volviendo a saquearla. El coronel José Escobar, comandante del 5º
regimiento, persigue a los yoremes y los alcanza en San Vicente,
derrotándolos. Al atacar nuevamente Escobar a los yoremes en Tabelojeca,
es rechazado porque éstos recibieron un refuerzo, enviado por Banderas
desde su Cuartel de Barobampo838.
El 24 de noviembre, el general Muñoz con sus fuerzas y algunas de la
brigada de Sepúlveda839, inició una acción ofensiva contra los cuarteles de
los generales villistas, a primera hora de la mañana, inició su marcha, cruzó
el río rumbo a Jahuara. A las cinco de la tarde sorprendió a los generales
Orestes Pereyra y Gabino Durán840, en su cuartel de El Ranchito, “el que fue
tomado por asalto, encontrándose la mayor parte de las armas embancadas
a lo que obedeció la captura de los generales antes mencionados”841.
835
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, f. 155.
Calzadíaz Barrera, op. cit., p. 136.
837
Ibíd., p. 172.
838
Olea, op. cit., p. 151.
839
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, f. 155. Ibíd., exp. Gral.
Mateo Muñoz, XI/111/3-1184, f. 26.
840
Calzadíaz Barrera, op. cit., p. 136.
841
El Estado de Sinaloa, periódico oficial del Gobierno del Estado de Sinaloa, Culiacán Rosales, 30
de noviembre de 1915, p. 2.
836
272
Junto con los generales Pereyra y Durán, fueron tomados otros 86
prisioneros: el coronel Aguirre, dos tenientes coroneles, tres mayores, el
Proveedor General de la División Banderas, cuatro capitanes, cinco
tenientes, un doctor jefe de servicios sanitarios y el resto elementos de tropa.
“Sin formalidades de ningún género fueron ejecutados en el acto”, los
generales, jefes, oficiales y algunos elementos de tropa considerados
peligrosos por los carrancistas842.
El día 25, continuó su avance, llegando al rancho de Las Higueras,
donde chocó con otro destacamento de Banderas, pero el general Muñoz es
rechazado, por lo que se vio obligado a retroceder pernoctando frente a
Jahuara. Al día siguiente, en la mañana, reanuda su ofensiva Muñoz y
después de varias horas de combate, logra desalojar a los villistas de todas
sus posiciones en Jahuara, retirándose éstos en dos grupos: uno se dirigió al
Cuartel General de Banderas en Barobampo, y el otro partió rumbo a
Camayeca. Ese mismo día, Muñoz ataca en el cerro de La Ventana a
Banderas, que luego de una breve resistencia se retira hacia Estación
Don843.
Después de estas derrotas, no pudiendo enfrentar la superioridad
numérica y en armamento de los constitucionalistas, Banderas decide
marchar a Sonora para reagruparse con el general villa, ordenando a su
columna tomar el camino de Baboyahui, Sonora. Eran cuatro mil personas
aproximadamente, mil quinientos soldados; y el resto, ancianos, mujeres y
niños, de las familias de los soldados yoremes de Bachomo. El general
Sepúlveda fue comisionado por el general Estrada para batir a Banderas y
Bachomo, con una fuerza integrada por los tres regimientos de su brigada, el
7º regimiento a las órdenes del coronel Félix Barajas y las fuerzas del coronel
Fausto Topete.
842
843
Ibíd., p. 3. Olea, op. cit., p. 153.
Olea, op. cit., p. 153-154.
273
En San Pedro, Distrito de Álamos, Banderas derrota al coronel Topete
y al 7º regimiento que había sido comisionado para cortarle la retirada. Pero
sus hombres no pudieron rebasar las posiciones que ocupaba el capitán
Apolonio Lagarda, en los desfiladeros más arriba de San Pedro y siguieron
rumbo a San Bernardo.
El combate de San Pedro alarmó a Sepúlveda, por lo que decidió ir él
en persona a combatir a Banderas, dándole alcance en San Bernardo, el 22
de diciembre, Banderas tenía muy poco parque y no podía combatir y menos
cuando se dio cuenta que el número que lo atacaba era tres veces superior a
él, por lo que se retiró precipitadamente abandonando mucha impedimenta y
algunas familias. Banderas marchó a un cerro que forma un semicírculo a
San Bernardo, una vez en la altura, se dio cuenta que Sepúlveda no tomaba
ninguna medida de seguridad y que la tropa carrancista cargaba con los
objetos abandonados, entonces, Banderas con 400 hombres, que dispuso se
abrieron en dos alas marchando por la falda del cerro, cayó sobre los
carrancistas cuando más entretenidos andaban en el saqueo844.
ahí les hicieron bastantes bajas y heridos, entrando el desorden en
la caballería hasta el grado que tiraron armas y abandonaron
caballos, entonces el pánico se apoderó de Sepúlveda, dicen
algunos de sus oficiales que con espada en mano se abría paso
para correr, diciéndoles a los soldados que hasta para salvarse
eran péndejos, se vino a reorganizar a Álamos845.
Banderas después de su victoria en San Bernardo, reanudo su camino
al norte por las estribaciones de la Sierra Madre846. El general Estrada
enterado de la derrota de Sepúlveda, envía al general Madrigal con su
brigada en persecución de la columna de Banderas. El 2 de enero de 1916,
844
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, f. 156. Almada, op. cit.,
p. 295.
845
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, f. 156.
846
Almada, op. cit., p. 295.
274
llegó Madrigal a Tezopaco, donde recogió informes de que Banderas había
pasado por ahí y que “iba primero a Nuri y después a Movas”847.
El día 3 llegué a este último punto en la noche y el día 4 estando la
línea telefónica lista, tuve una conferencia con Banderas que dio
como resultado su rendición incondicional con 1200 hombres, 900
armados, 500 armas buenas y 400 en mal estado de diferentes
calibres, el día 5 fue desarmado en Movas y con su fuerza
desarmada me lo llevé a Esperanza848.
El general Banderas, el día 5 de enero de 1916, desde Estación
Esperanza, Sonora, comunicó al Ministro de Justicia, Señor Roque
Estrada (antiguo secretario particular del señor Madero), que se
había rendido a los contingentes de su hermano y parece ser que
este funcionario intervino para que el general Estrada enviara a los
villistas rendidos, Banderas, Méndez, Urbalejo, Trujillo, Bachomo,
por el puerto de Guaymas, vía Manzanillo, a Guadalajara,
Jalisco849.
La decisión de Banderas y Bachomo de rendirse en Movas850, debe de
haber estado influenciada, por la información que debieron tener, de que el
general Villa había sido derrotado y se había regresado a Chihuahua muy
debilitado; y que todos los generales maytorenistas se habían rendido. Por lo
que perdieron toda esperanza en el triunfo de la causa convencionista y
desmoralizados, optaron por la rendición.
Naturalmente que en las negociaciones que concluyeron con su
rendición, Banderas recibió ofrecimientos para que se uniera al Ejercito
Constitucionalista y luchara contra Villa y Zapata, como sucedió con muchos
generales exvillistas. Pero Banderas aún se sentía Convencionista y por su
sentido de la lealtad, prefirió la cárcel.
Fracasada su ofensiva militar en Sonora, Villa Consideró las
condiciones de inferioridad estratégica en que se encontraba frente a los
carrancistas y decide continuar la lucha revolucionaria con una táctica militar
847
848
849
850
AHSDN, SC, exp. Gral. José de Jesús Madrigal Guzmán, XI/111/1/396, f. 156.
Ibíd., f. 157.
Olea, op. cit., p. 156.
Archivo Histórico Genaro Estrada, Secretaría de Relaciones Exteriores, L-E-836 (IV), F.23.
275
diferente: la guerra de guerrillas. El 19 de diciembre de 1915, en la ciudad de
Chihuahua, en su Cuartel General de la Quinta Luz, reunió a sus generales y
principales allegados, informándoles de sus nuevos proyectos militares. Para
llevarlos a cabo, Villa ordenó la evacuación de la ciudad y que se
concentraran sus tropas en la Hacienda de Bustillos. Población en la que el
“centauro del norte” volvió a convocar a otra junta de generales y jefes para
discutir y aprobar los nuevos planes para la campaña guerrillera que se
desarrollaría en el norte de la república851.
851
Vargas Arreola, op .cit., pp. 306 y 315.
276
VI. LOS ÚLTIMOS AÑOS, 1916-1918.
1. La prisión en Guadalajara y la ciudad de México.
El general Enrique Estrada ordenó que Banderas, junto con los
generales Felipe Bachomo, Francisco Urbalejo, Fructuoso Méndez y Jesús
Trujillo, fueran trasladados a la prisión militar de Guadalajara, por el puerto
de Guaymas, vía Manzanillo. Llegando a la capital de Jalisco, a las 9:30 de la
noche del día 24 de enero de 1916852.
Al poco tiempo de estar prisionero, Banderas debe de haberse
comunicado a Culiacán con su mamá, doña María Jesús Araiza Castañeda,
ya que ella y sus hermanas, Antonia, Laura, María Luisa e Isabel, se
reunieron con él y lo acompañaron durante su traslado a Guadalajara. Luego
de salir de Manzanillo el tren en que era conducido, sucedió un incidente que
refleja la personalidad de Banderas: un soldado de la escolta que lo llevaba
preso, le faltó al respeto a una de sus hermanas, Banderas pese a su
condición de prisionero, defendió el honor de su hermana golpeando al
irrespetuoso soldado, quién fue castigado también por el jefe de la escolta,
que le dio la razón a Banderas853.
El general Diéguez solicitó a su primer jefe Carranza, la amnistía para
estos generales convencionistas hechos prisioneros en Sonora. Por ello,
cuando llegaron a Guadalajara, Urbalejo y Méndez fueron dejados en
libertad, regresando éstos a Sonora donde se incorporaron al ejército
carrancista.
Urbalejo junto con Lino Morales, fueron los jefes yaquis que con grado
de general brigadier del ejército constitucionalista, al frente de batallones de
852
Olea, op. cit. p. 156. Francisco R. Almada, La revolución en el estado de Sonora, Hermosillo,
México, Gobierno del Estado de Sonora-Instituto Sonorense de Cultura, 1990, p. 228. Aguirre,
Amado, Mis memorias de campaña, México, INEHRM, 1985, p. 267.
853
Entrevista con la Sra. Matilde Ramírez de Guerrero, sobrina nieta del general Banderas,
realizada por Saúl Armando Alarcón Amézquita, Culiacán, Sinaloa, noviembre de 2001.
277
yaquis militaristas854, participarían en la guerra de exterminio que Carranza,
Obregón y Calles855, lanzaron contra los yaquis civilistas o broncos, que
continuaban luchando por sus reivindicaciones históricas856.
El general Trujillo, quién habiendo destacado en las campañas de
1913 y 1914 del Cuerpo de Ejército del Noroeste, “y cuyos servicios eran
meritísimos y de la más alta estimación para los jefes de aquel denodado
Cuerpo de Ejército. De allí que se guardaran toda clase de consideraciones”,
también quedó en libertad al llegar a Guadalajara. Primero, tuvo la ciudad por
cárcel, y posteriormente ya en absoluta libertad, se le hizo administrador de
la Hacienda “El Jazmín”, confiscada por el gobierno del estado857.
La amnistía solicitada por Diéguez no alcanzó a Banderas y Bachomo,
quienes quedaron presos en la penitenciaria de Guadalajara, que
compartieron con otros generales convencionistas. El 11 de abril de 1916, la
Oficina de Información del gobierno de Jalisco, da a conocer que
“Perfectamente escoltados fueron traídos antes de ayer de México a esta
854
Los yaquis militaristas, fueron así llamados por aceptar integrarse al ejército federal desde junio
de 1909; también llamados por los blancos, yaquis mansos; fueron calificados de torocoyoris
(traidores), por los otros yaquis, llamados civilistas, por rehusar el ofrecimiento de incorporarse al
ejército, que también fueron llamados broncos. Los civilistas se reconocieron entre ellos simplemente
como yaquis, con la noción de pureza que esto engendra; cuando la distinción fue necesaria, se
nombraron yaquis legítimos, es decir, yaquis que están siempre dispuestos a combatir para hacer
respetar la “ley yaqui”. Cécile Gouy-Gilbert, Una resistencia India, los Yaquis, México, Instituto
Nacional Indigenista-Centre D’Etudes Mexicaines et Centramericaines, 1985, p. 100.
855
Solamente Adolfo de la Huerta, siendo gobernador de Sonora y presidente de la República,
suspendió la guerra contra los yaquis, reconociendo la justicia de sus demandas agrarias.
856
Los yaquis civilistas, encabezados por Luis Espinosa, Ignacio Mori, Luis Matus y Felipe Sierra
Sibalaume, le reclamaron a Álvaro Obregón en 1917, que cumpliera lo que les prometió para que lo
apoyaran en la guerra contra Victoriano Huerta. Exigían a) la evacuación de todos los blancos de su
territorio, b) la autonomía de su gobierno, y c) la recuperación del conjunto de tierras que constituían
su territorio histórico. Obregón se opuso con violencia a tales exigencias, a las cuales decía no poder
responder sin regresar a la “barbarie”: “acceder a ello hubiera significado una retrograda
complacencia que desvirtuaría las tendencias de la revolución, trocándolas de bienhechoras en
malsanas si equivocadamente a título de una justa reparación debida a las tribus del yaqui, se
sancionaba en aquella forma la perpetuación de la barbarie entre ellos y se les extendía dominio aun
donde la civilización lo había ya implantado, retrocediendo a los tiempos primitivos”. Obregón
tomaba de nuevo los argumentos de los hacendados del siglo XIX, quería “civilizar” a los que querían
seguir siendo yaquis. Cécile Gouy-Gilbert, op. cit., pp. 138-139. Alan Knight, La revolución mexicana,
del porfiriato al nuevo régimen constitucional, volumen II, contrarrevolución y reconstrucción, op.
cit., p. 942.
857
Amado Aguirre, op. cit., p. 276.
278
ciudad, los exgenerales Alberto Carrera Torres, Pánfilo Natera y Cristóbal
Cabral, que militaron en las filas reaccionarias aranguistas y que
comparecerán ante un consejo de guerra”858.
Los generales Natera y Cabral serían liberados en junio de ese año,
en la ciudad de México, incorporándose al ejército de Carranza859. El general
Carrera Torres, fue trasladado a las prisiones de la Ciudad de México, Saltillo
y ciudad Victoria, donde finalmente fue fusilado el 16 de febrero de 1917, a
pesar de que había obtenido la amnistía por parte de Carranza, cuando se
rindió el 8 de enero de 1916860.
Al caudillo de los indígenas yoremes del río Fuerte, tampoco le
cumplieron las garantías de respetarle la vida, que acordaron los carrancistas
con él y con Banderas, cuando se rindieron. Los hacendados del valle del
Fuerte, exigieron a carranza que se castigara a Bachomo por la larga lista de
asesinatos que se le imputaban. El Comandante de la guarnición de
Guadalajara, general e ingeniero Amado Aguirre, recibió desde la ciudad de
México, ordenes del general Benjamín Hill, de remitir bien custodiado a
Bachomo
a
Manzanillo,
entregándolo al comandante
del cañonero
“Guerrero”, coronel Rafael Vargas, para que lo trasladara a Sinaloa, “donde
sería ejecutado en castigo de las depredaciones inauditas que allí había
cometido”861.
El general Hill pertenecía a la clase de los terratenientes, maderista
desde la campaña electoral de 1910, ese año se unió a la revolución,
luchando por las libertades democráticas que el dictador Díaz había
conculcado al pueblo, pero no era agrarista, ni mucho menos simpatizaba
con la lucha campesina de Bachomo. Había nacido cerca del río Fuerte, en
Choix, Sinaloa. De su padre, había heredado, en la región de Navojoa,
Sonora, en tierras de los indígenas yoremes del río mayo, una hacienda, un
858
Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores AHGE-SRE, L–E–
836 (IV), f 58.
859
DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: titulo de la ficha, hyperpalabra: Natera, registro 1 de 3.
860
Ibid, índice: titulo de ficha, hyperpalabra Carrera, registros 5 y 7 de 12.
861
Amado Aguirre, op. cit., p. 268.
279
rancho y un molino harinero, además algunas casas en la ciudad de
Chihuahua862.
El 2 de octubre de 1916, Bachomo llegó a Culiacán para ser juzgado
por un consejo de guerra, que el siguiente día 7, lo condenado a muerte. Ese
mismo día se le informó a Bachomo, que sería fusilado el 24 del mismo mes,
en los Mochis. “En el teatro de sus fechorías”, dijeron sus enemigos de clase:
los terratenientes del norte de Sinaloa863.
A las dos de la tarde del día fijado, murió el general Felipe “Misi”
Bachomo, al pie del carro del ferrocarril Kansas City México y Oriente en que
se le condujo de San Blas, a Los Mochis. Él mismo escogió a los soldados
que lo fusilaron y rechazó la venda que se le ofreció. A un lado de donde
cayó Bachomo, se cavó su tumba. Al paso del tiempo se fue erigiendo un
túmulo de piedras sobre ella. Monumento campirano levantado por manos
anónimas, para rendir culto a la memoria del héroe yoreme, que representó
para su pueblo lo más sagrado: el amor a la tierra. Durante seis años la
tumba del caudillo, siempre con muchas veladoras encendidas, se había
convertido en un monumento simbólico, en un altar, en “la Meca” de los
indios del río Fuerte864.
862
Rubén García, “Benjamín Hill”, en Roberto Hernández Rodríguez et al., 50 sinaloenses ilustres,
México, Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud CREA, 1986, p. 379.
863
Jorge Verdugo Quintero, “Caudillos sinaloenses en la revolución 1909-1917”, en Arturo Carrillo
Rojas et al., La revolución en Sinaloa, Culiacán, México, Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa
COBAES, 1994, p. 153. Benito Ramírez Meza, “Felipe Bachomo: rebelión indígena y revolución en la
región de El Fuerte, Sinaloa, 1911-1916”, en Ciencia y Universidad, núm. 11, 3ra época, Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales- Universidad Autónoma de Sinaloa IIES-UAS, Culiacán,
México, septiembre 1998, pp. 81-82. Teófilo Leyson, “Felipe Bachomo”, en Presagio, Revista de
Sinaloa, núm. 14, época I, Culiacán, México, agosto 1978, p. 23. Gilberto J. López Alanís, La
revolución en Sinaloa (etapa armada), Culiacán, México, Archivo Histórico General del Estado de
Sinaloa AHGES, 2001, p. 27. Ernestina Yépiz Peñuelas, “El día que fusilaron a Bachomo”, en Arturo
Lizárraga Hernández, et al., Soy del mero Sinaloa, Culiacán, México, COBAES, 1998, p. 41. Alfredo
Borboa Vega, Al compás de los recuerdos, t. II, Los Mochis, México, edición del autor, s. f., p. 12.
Mario Gill, La conquista del Valle del Fuerte, Culiacán, México, IIES-UAS, 1983, pp. 125-126. Olea,
op. cit., p. 158.
864
Gill, op. cit., pp. 126-127. En estas páginas, Mario Gill, nos dice que un amigo de los indígenas,
Ramón Aureliano Rivera Rojo, que era el administrador de la aduana de Topolobampo, consiguió
autorización para exhumar los restos de Bachomo en 1922. Rivera se puso de acuerdo con el Kobanaro
(gobernador indígena) de Tesila para realizar el acto; y que “la exhumación se realizó sin incidentes la
noche del martes 13 de octubre; en un ataúd para niño de 10 años comprado por el señor rivera
280
Luego de pasar Banderas ocho meses en la prisión de Guadalajara,
es trasladado a la penitenciaría de la ciudad de México, a su vieja conocida,
prisión de Lecumberri, a donde ingresa el 8 de septiembre de 1916865. En
Lecumberri, su personalidad rebelde, que lo llevó a defender su dignidad
personal, de los carceleros, le provocó problemas con las autoridades de la
penitenciaría y con el gobernador del Distrito Federal, el general tamaulipeco
Cesar López de Lara866. Lo cual originó que sufriera algunos castigos, como
incomunicaciones y reducción de su ingreso económico.
El día 15 de diciembre de ese año, la Secretaría de Guerra y Marina
expide la orden de que a Banderas se le ministren sólo 50 pesos en lugar de
los 300 pesos que se le venían ministrando867.
El director de la penitenciaría Teniente Coronel Néstor Barrera,
informó al Secretario de Guerra y Marina, el 12 de febrero de 1917, de
conducta de Banderas:
La medida tomada por el C. General gobernador del Distrito, se
debió á la insolente conducta que el citado reo ha venido
observando con perjuicio de la disciplina y moral que en mi
concepto debe existir en este establecimiento; y la lectura de
algunos documentos escritos por él así como los partes rendidos
fueron colocados los huesos de Bachomo. Esa noche fueron velados en un chiname , en El Público, a
orillas del Canal Principal. Hubo pascola, y rezos y tequila; al amanecer el cortejo indígena siguió
hasta Tesila con los restos de su caudillo y el señor Rivera siguió hasta Topolobampo. Hasta estos
momentos los historiadores de la región continúan buscando los restos de Bachomo; ... lo más
probable es que tampoco se hallen en Tesila sino en un sitio secreto solamente conocido por los viejos
jefes de la tribu”. Borboa Vega, op. cit., p. 13. En esta página, Borboa Vega menciona: “durante
muchos años... veneraban a Bachomo, llevando veladoras a su tumba. Recuerdo haber pasado por ahí
infinidad de veces y haber visto siempre encendidas muchas veladoras. Decían, le rendían culto al
ánima de Bachomo, la que creían milagrosa”. Filiberto Leandro Quintero, “La rebelión indígena del
valle del Fuerte”, en Sergio Ortega y Edgardo López Mañón (comp.), op. cit., p. 448-449.En estas
páginas, Filiberto L. Quintero dice: “personas ... poseídas de una fe supersticiosa en torno al “espíritu
milagroso del indio Bachomo” y que por cierto no escaseaban en la localidad, acudían a la tumba con
su piedrita, con algunas flores o, por lo menos, a encender una o muchas velas propiciatorias del
milagro esperado o solicitado. Por años persistió esa especie de devoción, aun mucho tiempo después
de que el cadáver fuera exhumado”. Olea, op. cit., p. 159.
865
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 119.
866
Ibid, f.125. DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: estado/secc. internacional, hyperpalabra: distrito,
registro 3 de 750. Ibíd., índice: titulo de ficha, hyperpalabra: cesar, registro 16 de 17.
867
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 121.
281
por dos empleados, llevarán al convencimiento de usted la
necesidad de imponer algún correctivo al faltista868.
El Secretario de Guerra y marina, general Álvaro Obregón, no fue
convencido, como se lee en la respuesta del 20 de febrero siguiente, que
ordenó se enviara al director de Lecumberri, por parte del Lic. Jefe del
departamento de justicia de la Secretaría de Guerra y Marina, general C.
Pérez Aranda: “Nuevamente se le previene a usted no debe incomunicar a
los reos dependientes de esta secretaría sin orden de la misma”869.
En la cárcel, Banderas seguramente reflexionó largamente sobre su
futuro y en el de su familia, hasta que terminó decidiéndose a asumir una
actitud pragmática: considerando que la única forma de salir de prisión, era
uniéndose a sus enemigos, le solicitó a Carranza que lo amnistiara, pero no
sólo eso, le pidió también que lo incorporara a su ejército, reconociéndole su
grado de general de división. Lo que le debió ser más difícil de asumir, es el
hecho de que sus antiguos compañeros de armas lo considerarían traidor, un
vulgar “chaquetero”870, que generales tan hombres como Zapata y su amigo
Villa, creyeran eso de él, debió de haberle atormentado por mucho tiempo,
pero ya encontraría forma de remediar eso.
Durante el periodo que Banderas estuvo prisionero de los carrancistas,
los generales Villa y Zapata continuaron encabezando, en sus respectivos
territorios, la lucha revolucionaria del campesinado.
Al llegar el año de 1916, todas las grandes ciudades del norte villista
habían sido capturadas por las fuerzas carrancistas. Los convencionistas
sólo controlaban el estado de Morelos Sin embargo, la revolución campesina
continuaba en la mayor parte del territorio nacional, sostenida por muchos
jefes y generales convencionistas.
868
Ibíd. F. 125.
Ibíd. F. 126.
870
“Chaquetero”, es referencia al hombre que cambia de bando, como si cambiara de chaqueta. Era
una expresión usada popularmente para designar a los traidores.
869
282
Por gran parte del norte de la república, principalmente en los estados
de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango y Zacatecas, dispersó Villa a los
generales y jefes de sus tropas, enviándolos a sus lugares de origen, a sus
bases sociales de apoyo, desde donde los villistas pudieron seguir
sosteniendo su guerra revolucionaria por cinco años más, hasta julio de
1920.
2. La amnistía y su incorporación al Ejército Nacional.
Carranza libera a Banderas el 1 de mayo de 1917, quién se incorpora
al Ejército Nacional, nombre que tomó el Ejército Constitucionalista, al entrar
en vigencia la nueva Constitución, con su grado de General de Brigada, que
le fue reconocido a partir de esa fecha, quedando a disposición de la
Secretaría de Guerra y Marina871.
La condición de Banderas de general exconvencionista, amnistiado e
incorporado al ejército de Carranza, se agravó cuando con fecha 20 de
septiembre de 1917, Zapata desde el Cuartel General del Ejército Libertador
de la República en Tlaltizapán, Morelos, expidió el Decreto contra los
traidores a la Revolución872. Con el decreto se publicó un manifiesto:
Exposición al pueblo, fundando el adjunto decreto contra los traidores a la
revolución, en el cual, Zapata explica algunas consideraciones históricas,
para poner en relieve esa funesta lacra de nuestra sociedad, esa contagiosa
lepra de la traición; mencionando a los traidores que ha padecido la nación
mexicana, entre los que figuran, desde los indígenas que apoyaron a Hernán
Cortés, Elizondo, Bustamante, “los polkos”, Santa Anna, Porfirio Díaz,
Madero, Huerta, Eulalio Gutiérrez, Carranza, y algunos generales zapatistas
871
872
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 26.
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, caja 29, exp. 13, doc. 648.
283
como Francisco pacheco, Lorenzo Vázquez, Otilio Montaño y Domingo
Arenas873. El decreto establecía:
ARTÍCULO PRIMERO.- Serán considerados traidores a la causa
revolucionaria:
I.- Todos aquellos individuos que, habiendo formado parte del
Ejército Libertador, se hayan pasado o se pasen en lo futuro a las
filas del enemigo, o se hayan presentado o se presenten a éste
para alcanzar la amnistía, aun cuando no vuelvan a tomar las
armas.
II.- Los que habiendo desempeñado bajo el Gobierno
Convencionista los cargos de Ministros, Gobernadores, Delegados
a la Convención, Secretarios Generales, Subsecretarios u Oficiales
mayores de Ministerios, o Secretarios de Gobierno en los Estados,
se hayan ido a presentar voluntariamente al llamado gobierno
Carrancista, para acogerse a la amnistía decretada por éste.
III.- Los militares o civiles que al estar sirviendo a la Revolución,
hayan ministrado noticias al enemigo, le hayan servido de agentes
o espías, o le hayan prestado servicios de cualquier forma; y los
militares que habiendo estado alguna vez en las filas
revolucionarias, hayan prestado después al enemigo aquellos
servicios.
ARTÍCULO SEGUNDO.- Los delincuentes a que se refiere el
artículo anterior, serán castigados con la pena de muerte.
Por este decreto, Banderas era considerado por los zapatistas, traidor
a la Revolución y estaba condenado a muerte. Los exconvencionistas
amnistiados que hubieran caído prisioneros de los zapatistas habrían sido
fusilados, pero si decidían reincorporarse al Ejército Libertador, eran bien
recibidos, como fue el caso del general Manuel F. Vega874.
Durante cinco meses estuvo Banderas en el depósito de oficiales,
jefes y generales de la Secretaría de Guerra y Marina. Hasta octubre de ese
año, se le confió mando de tropas, habiendo recibido órdenes del general
873
Concluía la Exposición al pueblo, haciendo un llamado: “A los padres, a los maestros y a los
intelectuales se dirige, pues, este Cuartel General, para invitarlos, en nombre de la dignidad nacional
y en bien de las futuras generaciones, a que trabajen en la familia, en la prensa, en la tribuna, con el
libro o con el folleto, para moralizar a la raza y comunicarle los sentimientos de lealtad, de virtudes
cívicas de que hoy carece, e infundirle arraigados principios de honor, que por su falta de desarrollo,
no son todavía freno bastante para impedir que muchos de los nuestros sucumban a la tentación del
oro y a las incitaciones de los mercaderes políticos”.
874
AHSDN, SH, exp. Distrito Federal, octubre-noviembre de 1917, XI/481.5/100, 12° tomo, f.
2797.
284
subsecretario encargado del despacho de guerra y marina, Jesús Agustín
Castro, de formar una columna que llevaría su nombre. Para nutrir a la
Columna de Banderas, el general J. A. Castro, acordó “que con fecha 1 de
octubre próximo, causen baja en el deposito de jefes y oficiales... y alta con
igual fecha a las órdenes del C. General Juan M. Banderas” un grupo de
jefes y oficiales: 1 Teniente Coronel, 2 mayores, 5 Capitanes 1°, 4 Capitanes
2°, 5 Tenientes y 4 Subtenientes875.
Desde el 15 de octubre, los diarios de la capital del país, informaron
que Banderas organizaba su columna, teniendo como jefe de su Estado
Mayor, al Teniente Coronel Adolfo León Osorio, pero además, señalaban que
estaba por salir al estado de Morelos para participar en la campaña contra
los zapatistas876. A fines se octubre, desde Tochimilco, Puebla, el general
Gildardo Magaña le escribe a Zapata dándole estas noticias, quién a su vez,
desde Tlaltizapán, Morelos, le contesta diciéndole “...lo relativo a Banderas
que vendrá a invadir el sur, lo cual no tiene ninguna importancia, pues es
bien conocido el individuo de referencia...”877.
Mientras Banderas en la ciudad de México organizaba su columna,
tenía lugar un suceso que determinaría el futuro del general de Tepuche. El
martes 16 de octubre, en la sesión de la Cámara de Diputados del Congreso
General, continuaba la discusión en lo general de la Ley de Suspensión de
Garantías Individuales, propuesta por el gobierno de Carranza y objetada por
algunos diputados obregonistas.
875
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 42-43. Del departamento de
caballería: teniente coronel Atanacio Carrasco; mayor José Rodríguez San Román; capitanes 1°
Silviano Sánchez, José Parra y Francisco A. Echeverría; capitanes 2° Florentino Chávez, Emilio M.
Retana y José Martínez; tenientes Miguel Martínez, prisciliano Castro, Macario Pérez y Jesús Cuevas;
subtenientes Abelardo Chávez y José Nevares. Del departamento de infantería: mayor Manuel I.
Gómez; capitanes 1° Zenón Rosales y Amado Carrillo; capitán 2° José Villaseñor; teniente Emeterio
López; subtenientes Justiniano Ortis y Ricardo Corona.
876
Taracena, La verdadera revolución mexicana (1915-1917), op. cit., p. 407. Francisco Javier
Arenas, Emiliano Zapata, el intransigente de la revolución, México, Costa-Amic Editores, 1998, p.
220.
877
Emiliano Zapata a Gildardo Magaña, 3 de noviembre de 1917, CESU-UNAM, archivo Gildardo
Magaña, caja 29, exp. 1, doc. 4. Martínez Escamilla, op. cit., pp. 304-307.
285
Luego de que en votación económica, no se tomara en consideración
la moción presentada por el diputado Julio Zapata, para que la discusión
continuara a puerta cerrada; prosiguió el debate en sesión pública, por lo que
al día siguiente, los periódicos capitalinos pudieron publicar lo que
deliberaron los diputados.
La discusión la inició el diputado Lic. Juan de Dios Robledo, para
criticar lo que en la sesión de un día antes, habían dicho los diputados José
Siurob Ramírez y coronel Miguel Ángel Peralta, dijo Robledo, que éstos,
habían asentado hechos falsos, que “tal parece como si en esta discusión de
suspensión de la Ley de Garantías se tratara de iniciar una vasta maniobra
contra el Poder Ejecutivo de la Nación”. Siurob había criticado a los
Secretarios de Estado o Subsecretarios Encargados del Despacho, del
gabinete de Carranza. Por su parte, Peralta había criticado al ejército, señaló
que muchos miembros de éste cometían desmanes y que violaciones a la
ley, como fraudes electorales, habían provocado justificados levantamientos.
Robledo defendió al ejército, diciendo que no se justificaba “el levantamiento
de algunos rebeldes contra el principio mismo de la revolución, sólo porque
hayan cometido tales o cuales desmanes, individuos pertenecientes a la
administración pública”, expresó también, que los argumentos de Peralta,
eran esgrimidos por “los federales que están allende el Bravo, los científicos
dispersos sobre el haz de la república,... y los reaccionarios878 de esta
capital”. A esos individuos, decía robledo, el discurso de Peralta “les ha
llevado un eco de aliento y de esperanza”.
Después de Robledo, siguió el diputado general Federico Montes
Alanís, quién también, al defender al ejército, fue crítico de Peralta:
No es el Ejército Constitucionalista el que debe cargar con el
pecado de algunos de sus miembros que cometen tal o cual delito,
878
Por esos días la prensa de la capital había venido denunciando los diversos desmanes que
miembros del ejército cometían. Estas denuncias no eran bien vistas por el gobierno carrancista, que
caracterizaba a esos periodistas como reaccionarios por enlodar la imagen del “glorioso” Ejército
Nacional.
286
pues bien sabido es que esto no sólo no afecta a la colectividad,
sino que individuos dedicados al abigeo, usan criminalmente el
uniforme del soldado o del oficial para cometer sus fechorías.
Después de Montes, siguió Peralta, pronunciando el discurso en el
que ofendió al general Banderas:
Los dos cargos que se me hacen son los siguientes: Primero:
haber dicho desde la tribuna que, en mi concepto, aquellos
ciudadanos que se han levantado en armas, como una protesta
por la violación burda que se ha hecho del voto popular en
distintos Estados de la República, que esos ciudadano, digo,
estaban en su completo derecho; sigo creyendo lo mismo y
siempre aseguraré lo mismo. ... pero en vista de que no se ha
hecho ninguna refutación seria a este concepto mío, paso por alto
sobre esta cuestión para tratar de lleno lo que se ha dado en
llamar “mis ataques al Ejército Constitucionalista”. ... Desde luego,
niego categóricamente, y con todo el énfasis de que soy capaz,
que el ejército actual sea el mismo Ejército que venció al
usurpador Huerta y que venció al reaccionario Villa; y lo niego
porque esta en la conciencia de todos los diputados. ¡No es el
mismo glorioso Ejército! ¡Qué va a ser! ¡Un Ejército del que se
permite se separe Álvaro Obregón! ¡Un Ejército, en el que tal cosa
se permite para dar lugar a que entren Natera y Banderas “El
Agachado”, no es el mismo Ejército! Un Ejército en que el caudillo
más prestigiado de la Revolución, el hombre fuerte de ella, Álvaro
Obregón, ha tenido que salir para dar entrada en él a aquellos
individuos que han hecho armas contra las libertades, que han
amenazado la retaguardia nuestra cuando avanzábamos por el
Bajío, como Natera, y que se han llenado de oprobio por tantos
crímenes cometidos, como los ejecutados por Banderas “El
Agachado”, que según se dice pronto tendrá el mando de una
brigada o de una división para hacer la campaña en alguna región
de la República; ese Ejército no tiene derecho a llamarse el mismo
Ejército glorioso que venció a Huerta y venció a Villa. ... Se han
separado del Ejército una gran parte de los soldados,, de las
clases, de la oficialidad, de los jefes y de los generales del Ejército,
para dar entrada a muchos otros que están muy lejos de tener la
dignidad y el valor y el valer de los ciudadanos que en un tiempo
fueron a defender las libertades del pueblo en los campos de
batalla; se ha dado entrada a muchos de los amnistiados, se ha
dado entrada a muchos soldados que combatieron contra nosotros
en los campos de batalla y que habiendo contraído hábitos de
ociosidad y de vicio, no encontrando otra manera de vivir, han
buscado un lugar en las filas del Ejército y han encontrado jefes lo
suficientemente torpes para permitir su entrada al mismo Ejército.
Han entrado al Ejército muchos rateros y desocupados, pero,
287
sobre todo, el peligro más grande lo veo yo en la entrada de
muchos exfederales al Ejército Constitucionalista. ... yo emplee
esto como un argumento para atacar la Ley de Suspensión de
Garantías, y creo que tenía absoluta razón en esto. No es posible
poner una arma tan peligrosa como es una ley que priva al
individuo de las garantías que le concede la Constitución; no es
posible hacer que esa arma esté en manos de individuos como los
que en su gran mayoría componen actualmente el Ejército. ... Si
ahora sin la Ley de Suspensión de Garantías, se están viendo
tantos casos en la República; si estamos presenciando tantos
atropellos, tantas infamias; si estamos contemplando todos los
días tantos horrores, ¿qué no será después cuando nosotros
hayamos dado una ley para autorizar esos desmanes, esos
atropellos?879.
Al día siguiente, habiéndose publicado en la prensa de la capital, los
ataques del diputado Peralta contra Banderas, éste, como siempre
reaccionaba ante la injusticia, se indignó, y recordó que esos mismos falsos
cargos, había levantado en su contra la prensa porfirista que se siguió
publicando durante los gobiernos de León de la Barra y Madero, sólo que
ahora, se los hacía un “revolucionario” obregonista. Sin embargo, no tenía
tiempo de aclaraciones con Peralta.
Banderas salió el 17 de octubre de 1917, de la ciudad de México, con
la columna militar que estaba organizando, llegando al día siguiente a
Texmelucan, Puebla, donde se acuarteló880. Desde ese lugar, dos días más
tarde, rinde parte de novedades directamente a la Secretaría de Guerra y
Marina881.
Luego de salir Banderas de Lecumberri, estableció una relación
amistosa con el secretario particular de Carranza, Gerzayn Ugarte; a quién le
pide ayuda para que la Secretaría de guerra y Marina pagara algunas
879
Diario de los debates de la XXVII legislatura, México, Congreso de la Unión, 1917, pp. 9-15.
Taracena, La verdadera revolución mexicana (1915-1917), op. cit., p. 408. La ley de suspensión de
garantías se aprobó por mayoría el día 19 de octubre de ese año. Taracena, La verdadera revolución
mexicana (1915-1917), op. cit., p. 409.
880
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 30.
881
Ibíd., f. 29.
288
facturas, de gastos que hizo para pertrechar a su columna882. Con Ugarte,
aprovechando su privilegiada cercanía e influencia con el presidente
Carranza, también hizo tratos de negocios de exportación ganado y en la
minería883.
El 28 de octubre de 1917, pierde Banderas uno de sus más
entrañables compañeros de armas, al morir en combate el general de
brigada Manuel F. Vega. Habiéndose acogido a la amnistía de Carranza,
Vega se había reincorporado al ejercito zapatista. En el cuartel del general
Rafael Castillo C., en San Luis Ayuca, Estado de México, se encontraba junto
con los generales Castillo C., Valentín Reyes, Manuel Reyes, M. Oznaya, H.
Galván y Ponciano Juárez, cuando ese día, a las siete de la mañana, fueron
atacados por una columna de caballería de 1,000 jinetes, comandada por el
general Dionisio Carreón, jefe de la caballería de la 2ª. División de oriente,
del Ejército Nacional. El combate duró dos horas hasta que los zapatistas
faltos de municiones, se retiraron. Los vencedores reconocieron a Manuel F.
Vega entre los 28 zapatistas muertos884.
Era jefe de operaciones militares en los estados de Puebla y Tlaxcala,
el general Cesáreo Castro, quién venía dirigiendo la campaña contra los
zapatistas que operaban en esa zona. Sin embargo, Banderas no combatió a
sus antiguos compañeros zapatistas, al contrario, se preparaba para
unírseles. El 9 de diciembre de 1917, desde la ciudad de México, un agente
del Ejército Libertador, le escribe a Zapata, quién se encontraba en
Tlaltizapán, Morelos, diciéndole que había estado en “algunas juntas” con el
coronel Dueñas, quién le había dicho que Banderas era de los jefes y
generales del ejército carrancista que estaban en pláticas con agentes
882
Juan M. Banderas a Gerzayn Ugarte, 16 de octubre de 1917, CEHM-Condumex, archivo
Venustiano Carranza (fondo XXI), carpeta 119, legajo 13503.
883
Juan M. Banderas a Gerzayn Ugarte, 22 de noviembre de 1917, CESU-UNAM, archivo Juan
Barragán, caja VIII, exp. 12, f. 1.
884
AHSDN, SH, exp. Distrito Federal, octubre-noviembre de 1917, XI/481.5/100, 12° tomo,
f. 2797. Taracena, La verdadera revolución mexicana (1915-1917), op. cit., p. 411.
289
zapatistas para pasarse al Ejército Libertador885. Por ello, Banderas tendría
pronto, problemas con el general Cesáreo castro.
En los primeros días de diciembre de 1917, Banderas llegó con su
columna a Calpulalpan, Tlaxcala886. En esa plaza recibió indicaciones del
general C. Castro, quién le pedía que se movilizara con su columna para
unirse a las operaciones para combatir a los zapatistas; Pero Banderas se
negó a obedecer sus órdenes. Por lo que C. Castro, telegrafió el 8 de enero
de 1918 al general J. A. Castro:
Hónrome participar que el Gral. Banderas manifestó que no recibía
órdenes mías y solo obedece Secretaría de Guerra. Le estimaré
ordene al citado general se ponga a mis órdenes para poderlo
mover cuando sea conveniente887.
Para resolver el problema, la Secretaría de Guerra y Marina retiró a la
columna Banderas de la región jefaturada por C. Castro, acuartelándola
cerca de la capital de la república. El 10 de enero de 1918, recibe Banderas
en Calpulalpan, la orden del general J. A. Castro de marchar con sus fuerzas
a Texcoco, Estado de México888.
3. La muerte del revolucionario de Tepuche.
El día domingo 10 de febrero de 1918, a la 1:30 de la tarde, en la
dulcería “El Globo”, de la ciudad de México. Banderas acababa de entrar al
establecimiento, cuando descubre que ahí se encontraba el coronel Miguel A.
Peralta acompañado de un hermano y de otro coronel, exclamando el
general: “¡Aquí está este diputadito h... que me insultó en la cámara!. Peralta
lo había visto venir por la calle y estaba listo para defenderse, al escuchar a
885
886
887
888
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, caja 29, exp. 1, doc. 13, f. 3 vuelta.
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 41.
Ibíd., f. 36.
Ibíd., f. 35.
290
Banderas le respondió llamándolo bandolero, el general se le fue encima, lo
abofeteo y lo tomó del cuello estrujándolo. Peralta, sin que Banderas lo
percibiera, agarró su pistola y le disparó un tiro a quemarropa, Banderas se
tambaleó, Peralta le hizo otro disparo y el general cayó al suelo, murmurando
que debía de haber usado su pistola y que ahora ya se había amolado.
Temiendo Peralta que lograra usar su pistola, estando ya caído le descargó
otros cuatro tiros, vaciando la carga de su pistola889.
Así, murió el general Juan M. Banderas, “El Agachado”, en su acta de
defunción se asienta que “falleció por herida de arma de fuego de la cabeza,
tórax y abdomen”890.
“La muerte del revolucionario sinaloense fue trágica, en consonancia
con su existencia batalladora y turbulenta, pero no a la altura de su valor y
hombría debido a las circunstancias que la rodearon”891.
La policía, que llegó rápidamente a la escena del crimen, desarmó a
Peralta, pero éste fue liberado por gozar de fuero constitucional, al ser
diputado. El Juez Segundo de Instrucción, licenciado Enrique Cervantes
Olivera, ordenó que se le condujera a la Comisaría para tomarle su
declaración. Pero al día siguiente, Peralta se dirige al licenciado Cervantes
Olivera, advirtiéndole que como sólo la Cámara de Diputados es competente
para juzgar sus actos, no le reconoce ninguna jurisdicción para que lo
889
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, acta de defunción, f. 57. Alejandro
Hernández Tyler, “La muerte de Juan M. Banderas”, en Noroeste, Culiacán, Sinaloa, lunes 27 de
marzo de 1978, p. 4, sec. A. Humberto Ruiz Sánchez, La muerte de Juan Banderas”, en El Debate,
Culiacán, Sinaloa, domingo 4 de mayo de 1986, p. VIII. Nakayama, en Sergio Ortega y Edgardo
López Mañon, op. cit, p. 324. Olea, op. cit., p. 156. Alfonso Taracena, La verdadera revolución
mexicana (1918-1921), México, Editorial Porrua, 1992, p. 13-14. Antonio Avitia Hernández, Corrido
histórico mexicano, voy a contarles la historia, (1916-1924), t. III, México, Editorial Porrua, 1998, p.
59. César Macazaga Ordoño, Corridos de la revolución mexicana, desde 1910 a 1930, y otros notables
de varias épocas, México, Editorial Innovación, 1984, p. 87. DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: global,
hyperpalabra: Banderas, registro 20 de 83. Sobre la fecha de la muerte de Banderas, se han publicado
fechas erróneas, por parte de algunos historiadores sinaloenses. Por ello, para corregir esas
equivocaciones, en la entrevista que en marzo de 1978, Alejandro Hernández Tyler le hizo al Teniente
Coronel retirado, comandante de la Novena Zona de la Legión de Honor Mexicana, Francisco Ramos
Esquer, éste proporcionó a Hernández Tyler, la esquela que se hizo circular, anunciando el sepelio.
890
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 57.
891
Antonio Nakayama, en Sergio Ortega y Edgardo López Mañon, op. cit, p. 324.
291
consigne, pero está dispuesto a rendir su declaración, para lo cual esperará
al personal del juzgado en el despacho de sus abogados, a las cuatro de la
tarde del día 13 de ese mes de febrero892. Días después Peralta sería
absuelto por el Congreso.
El lunes 11, la familia publica una esquela, en la cual “su afligida
madre, hermanos, hijos y demás parientes, lo participan a Ud. Con el más
profundo dolor y le ruegan eleve al ser supremo las preces que su piedad le
dicte por el eterno descanso del alma del amado”. Banderas fue velado en la
casa que habitaba con su familia en la ciudad de México, en el número 18 de
la calle de la Mariscala893. Durante toda la tarde y por la noche fue velado por
numerosos militares que con él llevaron amistad, haciendo guardia varios
oficiales de la Columna “Banderas”, así como por algunos de sus familiares,
“estaba colocado en una elegantísima caja de cedro amarillo con adornos de
seda del mismo color y con agarraderas de plata”.
Ese día, la prensa se informó en fuentes oficiales, que por acuerdo del
General de División Jesús Agustín Castro, Subsecretario de Guerra y Marina,
los gastos que eroga el sepelio serán pagados
894
por cuenta de la expresada
secretaría895.
Los integrantes de la fuerza de Banderas, protestaron por su
asesinato, en una nota enviada a los periódicos, desde Calpulalpan,
Tlaxcala, el día 11: “Estado Mayor, jefes y oficiales forman Columna
“Banderas”, protestan enérgicamente contra vil asesinato nuestro general,
pidiendo justicia. El Teniente Coronel Jefe del Estado Mayor, A. Santibáñez
Zazueta”896.
892
Taracena, La verdadera revolución mexicana (1918-1921), op. cit., p. 14.
Noroeste, Culiacán, Sinaloa, lunes 27 de marzo de 1978, p. 4, sec. A.
894
La Secretaría de Guerra y Marina pagó $982.00 pesos, a la Agencia de inhumaciones Barroso y
Calderón, por gastos de inhumación de Banderas. AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas,
XI/111/3-545, f. 18.
895
El Pueblo, núm. 1188, México, 12 de febrero de 1918, p. 1.
896
Ibíd., p.3.
893
292
La tarde del martes 12, se efectuaron los funerales. A las tres y media
de la tarde, comenzaron a llegar a las calles de Aquiles Serdán, las diversas
corporaciones militares, que integraron la Brigada Mixta que designó la
Secretaría de Guerra y Marina, para hacer los honores y ordenanza al finado
general. El féretro fue colocado en el carro eléctrico núm. 1, que “ostentaba
severas colgaduras de paño negro, numerosas ofrendas florales cubrían la
caja“en que descansaban los restos del general Banderas. Poco después de
las cuatro el cortejo se puso en marcha, seguido de las tropas, las cajas de
guerra así como las banderas de los Batallones, que iban enlutadas en señal
de duelo, “en los tranvías que iban detrás de la carroza mortuoria tomaron
asiento los señores Emilio y Luis Banderas, hermanos del finado”, así como
numerosos jefes y oficiales que concurrieron en representación de los
cuerpos de guarnición
en esta capital, al llegar el cortejo a la calle de
Bucareli, las tropas se formaron en línea desplegada terciando armas y
tocando llamada de honor al paso del cadáver que fue llevado al panteón
francés en donde se le dio sepultura, a las cinco de la tarde, en medio de
“gran gentío”. Antes de bajar a la fosa la caja, varias personas hicieron uso
de la palabra para ensalzar la memoria del extinto jefe militar897.
Para Peralta, la impunidad estaba garantizada por su obregonismo. Al
asumir Obregón la presidencia de la República, el 1 de diciembre de 1920,
Peralta, que ya era general, ocupó el cargo de Oficial Mayor de la Secretaría
de Guerra y Marina. En 1923, fue director del Colegio Militar. En 1927, fue
partidario del candidato presidencial, opositor a la reelección de Obregón, el
general sinaloense Francisco R. Serrano, con quien muere fusilado, el 3 de
octubre de ese año, en Huitzilac, Morelos. Serrano fue ejecutado con su
comité de campaña, que lo acompañaba en su gira electoral por la república.
Así le cobraron Obregón y Calles haberles disputado el poder. 898
897
Taracena, La verdadera revolución mexicana (1918-1921), op. cit., p. 15. El Pueblo, núm. 1189,
México, 13 de febrero de 1918, p. 1.
898
Jesús de León Toral et al., El ejército y fuerza aérea mexicanos, México, Secretaría de la
Defensa Nacional, 1992, pp. 462-463. José Mancisidor, Historia de la revolución mexicana, México,
293
En los días inmediatos de la muerte de Banderas un autor anónimo, le
compuso un bonito y largo corrido899, que menciona su trayectoria y trágica
muerte:
Señores vengan a oír,
un corrido mal cantado
en el que voy a decirles
como murió El Agachado.
( ... )
Juan Banderas fue ese jefe
de sobrenombre Agachado
con la fama de muy hombre
y de muchos estimado.
( ... )
Se levantó con Madero,
en Culiacán y en Altata,
y al subir el De la Barra
con respeto bien lo trata.
Con Iturbe y con Carrasco,
Madero lo distinguió
y de Sinaloa fue jefe
que algún tiempo gobernó.
Cuando el triste cuartelazo,
a Huerta desconoció
y con Villa y con Zapata
buena guerra que les dio.
( ... )
En cien combates estuvo
y en toditos se salvó
y en una riña tan simple
toda su sangre vertió.
Así acaban por desgracia
Hombres valientes como él,
Que nunca temblar pudieron
Y la suerte les fue infiel.
( ... )
Editores Mexicanos Unidos, 1973, p. 321. Arnaldo Córdova, La ideología de la revolución mexicana,
la formación del nuevo régimen, México, Instituto de Investigaciones Sociales IIS-UNAM- Ediciones
Era, 1979, pp. 311-312. Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer, A la sombra de la revolución
mexicana, un ensayo de historia contemporánea de México, México, Secretaría de Educación Pública
SEP, 1997, pp. 108-109. DHBRM/Cd-Rom, op. cit., índice: titulo de la ficha, hyperpalabra: Peralta,
registro 5 de 12. Ibíd., índice: titulo de la ficha, hyperpalabra: Serrano, registro 16 de 23.
899
Antonio Avitia Hernández, op. cit., p. 59-60. César Macazaga Ordoño, op. cit., p. 87.
294
El Boletín N° 8, del 15 de febrero de 1918, del “Servicio Informativo
Revolucionario” del Cuartel General del Ejército Libertador, editado en
Tochimilco, Puebla, da cuenta de la muerte de Banderas:
El domingo fue muerto Juan Banderas.
El domingo pasado, al medio día y en plena Avenida
Plateros, el coronel y diputado carrancista Miguel A. Peralta, bien
conocido por su oposición al “gobierno”, causó la muerte al
“general” Juan Banderas, repeliendo una agresión intempestiva de
que éste lo hizo víctima.
Como se recordará, el “agachado” militó en nuestras filas
por algún tiempo amnistiándose después. Últimamente al salir de
la penitenciaría de México, continuo al lado de Carranza y hasta
pretendió el traidor venir a combatir a la revolución en el sur900.
Aunque
Revolucionario”,
los
editores
conocieran
del
boletín
del
que
Banderas,
“Servicio
estaba
a
Informativo
punto
de
reincorporárseles, no podían haberlo redactado de otra manera, para
proteger el entorno social de Banderas.
La madre de Banderas, Doña María Jesús, solicitó a la Secretaría de
Guerra y Marina el 27 de mayo de 1918, la pensión correspondiente para
sostener a los cuatro hijos huérfanos de Banderas, ya que, decía, “se
encuentran bajo mi hospitalidad, por haber perdido su madre desde hace
tiempo”, pero le fue negada, respondiéndole que de acuerdo a la ley de
pensiones del ejército, no le correspondía pensión a los deudos de Banderas,
por no haber muerto éste en campaña901. Además, la Secretaría de Guerra y
Marina le desconoció a Banderas, una vez fallecido, todo grado militar902.
Quedando claro que el gobierno Carrancista, trataba de perjudicar a
Banderas, por ello, no se otorgó la pensión. Acaso ¿descubrieron los
carrancistas sus planes de reincorporarse con su columna a las fuerzas
900
901
902
CESU-UNAM, archivo Gildardo Magaña, caja 29, exp. 2, doc. 60.
AHSDN, SC, exp. Gral. Juan M. Banderas, XI/111/3-545, f. 21
Ibíd., f. 71.
295
zapatistas?, muy probablemente así fue, existen secretos muy difíciles de
guardar.
Sin embargo, doña maría Jesús no desistió pidiendo la pensión para
sus nietos. Por fin, el 27 de enero de 1922, siendo subsecretario encargado
del despacho de la Secretaría de Guerra y Marina, el general sinaloense
Francisco R. Serrano; el entonces presidente de la república, Álvaro Obregón
le hace justicia a la familia de Banderas al emitir un decreto:
Considerando que el C. Juan M. Banderas, prestó valiosos
servicios a la revolución y si bien es cierto que no le fue reconocido
legalmente ningún grado en el ejército ni falleció en alguno de los
casos previstos por la ley de la materia, también lo es que debe
concederse el beneficio de pensión a los deudos cuando lo
ameritan los servicios del extinto, he tenido a bien expedir el
siguiente decreto. Artículo único: se concede a la señora Jesús
Araiza viuda de Banderas, en recompensa a los servicios
prestados por su hijo el C. Juan M. Banderas una pensión de
$5.00 (cinco pesos) diarios903.
Tiempo después, a Banderas se le reconocería oficialmente el grado
de general. Pero no el de general de división que le otorgó Zapata, luchando
contra el Ejército Constitucionalista; ni el de general de brigada que también
le dio Zapata, cuando se combatía al ejército de Huerta y que le reconoció
Carranza cuando lo incorpora a su ejército; sino el de general brigadier que
Madero le confirió en 1911.
Doña María Jesús, atendería a los hijos de Banderas hasta el día en
que falleció, en su domicilio de la ciudad de México, en la segunda calle de
Aquiles Serdán núm. 18, a los 79 años de edad, el 25 de julio de 1932904.
De los hijos del general Banderas, dos de ellos, Juan Manuel y
Enrique Banderas Lugo, serían militares, alcanzando en el ejército los grados
de mayor y capitán 1° respectivamente905.
903
Loc. cit..
Ibíd., ff. 18 y 97.
905
Entrevista con el señor Víctor Banderas, nieto del general Banderas, realizada por Saúl Armando
Alarcón Amézquita, Culiacán, Sinaloa, 3 de abril de 2002.
904
296
Conclusiones.
El general Juan M. Banderas en la revolución mexicana, se caracterizó
por ser el jefe militar más importante en Sinaloa, durante la revolución contra
Porfirio Díaz; y el sinaloense más destacado de los que lucharon junto a Villa
y Zapata.
Luego del triunfo revolucionario en 1911, el movimiento popular que se
generó para demandar la sustitución de los poderes legislativo y judicial de
Sinaloa y que después también exigió la renuncia del Gobernador Interino
Celso Gaxiola Rojo, mostró en las calles de las principales ciudades del
estado, la inconformidad de la mayoría de los maderistas sinaloenses, con
los Tratados de Ciudad Juárez.
El liderazgo de Banderas en la lucha armada de 1911 y su gestión
como Presidente de la Junta Militar del Estado, le permitieron obtener el
apoyo del pueblo para ocupar el cargo de Gobernador Interino, luego de la
renuncia de Celso Gaxiola, pese a la oposición de Francisco I. Madero y del
gobierno federal.
Banderas ha sido el único gobernador sinaloense que ha defendido, y
con éxito, la soberanía de Sinaloa, resistiendo la intromisión en los asuntos
estatales, del gobierno federal, del Presidente Interino Francisco León de la
Barra y sus ministros. Tampoco aceptó, de ningún modo, las órdenes
injerencistas, impositivas, antidemocráticas, de Madero.
Su breve, pero sobresaliente gestión gubernamental, logrando la
efectividad del sufragio, garantizando el desarrollo tranquilo y legal de las
primeras elecciones, tanto para gobernador, como para Magistrados del
Supremo Tribunal de Justicia del Estado, después de la caída de la
dictadura, llevaría a destacados líderes políticos maderistas a ofrecerle la
candidatura a gobernador, para el periodo 1912-1916.
297
El triunfo de la candidatura a gobernador de José Rentería, apoyado
por los clubes políticos que pidieron la renovación de los poderes del Estado,
constituyó la derrota electoral de la oligarquía porfirista-redista, aliada del
sector moderado de los maderistas sinaloenses encabezados por el
ingeniero Manuel Bonilla.
Las diferencias políticas de Banderas con Madero, su desacuerdo con
los Tratados de Ciudad Juárez, haberse opuesto a la injerencia de Madero
en la política local, y el respaldo popular con que contaba, que lo convertía
en el mas fuerte candidato a suceder a Rentería en la gubernatura, motivaron
que Madero, ya en la Presidencia de la República, en diciembre de 1911,
encarcelara al general de Tepuche.
En febrero de 1912, la reclusión de Banderas fue determinante, junto
con otras motivaciones, para que sus más fieles subordinados y amigos,
proclamaran el Plan de Ayala.
En la revolución zapatista en Sinaloa, el enfrentamiento entre antiguos
correligionarios de la revolución maderista, le dio a los combates una
ferocidad que no se contemplo en las hostilidades de 1911. Los maderistas
en 1912, trataron a los zapatistas con una crueldad que no tuvieron en 1911,
para los soldados defensores del porfiriato. El ahorcamiento y el fusilamiento,
fue la suerte de la mayor parte de los zapatistas, que cayeron prisioneros de
los Cuerpos Rurales, integrados por antiguos soldados del Ejército Libertador
maderista.
En 1914 y 1915, la destacada actividad militar de Banderas, hizo que
el general Zapata le extendiera nombramientos de Jefe de Operaciones
Militares del Ejército Libertador en el Distrito Federal, con el grado de
General de Brigada; y en el Estado de Hidalgo, habiéndolo ascendido a
General de División.
Banderas se incorporó al Cuerpo de Ejército del Norte, a las órdenes
del general Villa, porque concebía una estrategia nacional para el desarrollo
de la guerra contra los carrancistas, a diferencia de la visión localista del
298
zapatismo; por su desacuerdo con la forma zapatista de hacer la guerra,
relativo al carácter miliciano, no profesional y a la disciplina en el ejército; por
los problemas personales que tuvo con el general Antonio Barona; pero fue
determinante en su decisión de separarse del Ejército Libertador, que Zapata
y sus generales no hicieran su mayor esfuerzo por concentrar al grueso de
sus fuerzas, para cortar las líneas ferroviarias que abastecían a Obregón, de
los hombres y pertrechos militares, enviados de Veracruz, con los que el
sonorense logró vencer a Villa en las Batallas del Bajío.
En septiembre de 1915, al igual que en mayo de 1911, el ingeniero
Manuel Bonilla y el general Banderas, fueron jefes, político y Militar,
respectivamente, de los revolucionarios sinaloenses, aunque en 1915, solo
de su facción partidaria de la Convención.
Banderas fue el único sinaloense que alcanzó el grado más alto en el
escalafón del Ejército Convencionista, el de General de División. En
reconocimiento
a
su
liderazgo
militar,
Las
fuerzas
convencionistas
sinaloenses, de los generales Gaxiola y Riveros, se pusieron a sus órdenes,
en agosto de 1915, sumándose a la División Banderas.
Por sus méritos militares, el general Villa, le dio a Banderas, el mando
de varias Brigadas de su ejército, incorporándolas a su División, para que
comandara el ataque a los carrancistas en Sinaloa, simultáneamente al
ataque que él, encabezó en Sonora, en lo que fue la última ofensiva del
ejército regular villista, antes de pasar en 1916, a desarrollar una campaña
guerrillera.
Banderas decidió rendirse junto con el general Bachomo en Movas, a
principios de enero de 1916, después de sus derrotas en el norte de Sinaloa
y por haber perdido toda esperanza en el triunfo de la causa convencionista,
al enterarse que el general Villa se retiraba de Sonora derrotado y que se
habían rendido los generales maytorenistas, que mandaban las fuerzas de la
Convención en Sonora.
299
Entre los revolucionarios sinaloenses que apoyaron al gobierno de la
Convención, coexistieron dos sectores: uno conservador, cercano al
sonorense José María Maytorena, que tenía objetivos fundamentalmente
políticos, al que pertenecían Felipe Riveros, Macario Gaxiola y Rafael
Buelna; y otro sector revolucionario radical, cercano políticamente a Villa y a
Zapata, encabezado por los generales Banderas y Felipe Bachomo, que
tenía objetivos políticos, pero también sociales y agrarios. La participación de
los indígenas Yoremes al mando del general Bachomo, le dio al villismo
sinaloense una faceta eminentemente agrarista.
Para poder salir de la Cárcel, Banderas fue pragmático, le pidió a
Carranza lo incorporara a su ejército, reconociéndole su grado militar. Por lo
que desde octubre de 1917, hasta su muerte, comandó una columna del
Ejército Nacional. Pero sus convicciones revolucionarias lo llevaron a entrar
en tratos con los zapatistas para reincorporárseles, sin embargo, la muerte le
llegó primero.
Banderas fue formado en la escuela del nacionalismo liberal
decimonónico, por el profesor Tito Flores, de quién recibió sus clases de
“Historia Patria”. En la revolución asumió actitudes patriotas y nacionalistas,
Destacando más como político y militar, que como agrarista. Su personalidad
fue tal, que llevó siempre una relación entrañable con su familia: con sus
hermanos que lo acompañaron en la guerra, con su padre, con sus
hermanas, con su esposa e hijos, pero sobre todo con su madre. Estableció
fidelísimas amistades con hombres provenientes de todas las clases
sociales, amistad que mantuvo más allá de los bandos políticos, como fue el
caso de Amado A. Zazueta, Francisco “Chico” Quintero, Antonio M. Franco,
Manuel F. Vega, Rosendo R. Rodríguez, Francisco Villa, Roque González
Garza, Miguel V. Laveaga, Roque Estrada y la familia Redo de la Vega.
300
ANEXOS.
I. FOTOGRÁFICOS.
Banderas con el ingeniero Manuel Bonilla a su derecha y a su
izquierda Antonio M. Franco. Culiacán. Mayo de 1911.
La Crónica de Culiacán, del H. Ayuntamiento de Culiacán.
301
Figueroa Díaz, op. cit., p. 83.
302
Banderas con parte de su Estado Mayor. Culiacán 1911.
Proporcionada por el señor Juan Manuel Banderas González.
303
General Juan M. Banderas. Culiacán 1911.
Proporcionada por el señor David Ramírez Valdez.
304
General Banderas con sus ayudantes civiles y militares.
Culiacán 1911.
Proporcionada por la señora Matilde Ramírez de Guerrero.
305
General Juan M. Banderas en 1914.
Proporcionada por el señor Juan Manuel Banderas González.
306
Banderas con parte de la comisión enviada para invitar a los zapatistas a
la Convención de Aguascalientes. A su derecha Rafael Buelna y Manuel
Palafox, a su izquierda Felipe Ángeles, Gildardo Magaña y Antonio Díaz
Soto y Gama. Acompañados de otros zapatistas.
Cuernavaca. Octubre de 1914.
307
La delegación zapatista en la convención. Sentados a la izquierda de
Banderas: Paulino Martínez, Antonio Díaz Soto y Gama y Manuel F.
Vega. Aguascalientes octubre de 1914.
308
El General Juan M. Banderas y su Estado Mayor. Abril de 1915.
Nuestro México, núm. 6, UNAM, México, 1983, p. 26.
309
310
II. DOCUMENTALES.
MANIFIESTO AL PUEBLO SINALOENSE.
Ciudadanos:
A todos os consta, que por decreto número 25 expedido por el
Congreso y publicado en el periódico oficial, fui nombrado gobernador
interino del estado de Sinaloa, y en virtud de ese nombramiento, he tomado
posesión del gobierno.
No obstante de que dicho nombramiento mereció la aprobación previa,
tanto del presidente de la república señor De la Barra, como del ministro de
gobernación, señor licenciado Don Emilio Vázquez Gómez, según telegrama
que obra en mi poder, posteriormente el nuevo ministro de gobernación,
señor García Granados, engañado por los falsos informes que respecto a la
situación de Sinaloa ha estado recibiendo de la camarilla científica que,
huyendo del Estado, ha ido a refugiarse a la capital de la República, me ha
pedido que renuncie mi cargo y se nombre gobernación por la legislatura, a
un señor Maxemin.
Este gobierno a creído de su deber no acceder a los deseos del señor
Ministro de Gobernación, y cree que tampoco accedería la legislatura, ni
mucho menos el patriota pueblo sinaloense, porque según los artículos 39 y
40 de la Constitución Federal, la soberanía reside esencial y originalmente en
el pueblo, y los estados de nuestra Entidad Federativa, son libres y
soberanos en su régimen interior, de donde se deduce que el Gobierno
Federal, no puede legalmente inmiscuirse en los asuntos interiores del
Estado de Sinaloa, sino en los casos previstos por el mismo pacto federal.
Admitir, pues, que el Ministerio de Gobernación, quite y ponga
Gobernadores en el Estado, cosa que sólo puede hacer el pueblo sinaloense,
por medio del voto público, o del Congreso, que es su representante, sería
admitir la violación de la soberanía del Estado, sería dar el primer paso en el
espinoso camino de una nueva dictadura, como la del ex presidente Díaz,
311
que tantos males causó a la Nación, y por la cual se acaba de derramar la
sangre de nuestros hermanos en los campos de batalla.
Y, ciertamente sinaloenses: vosotros que habéis dado siempre
pruebas de civismo y de amor a nuestras instituciones democráticoconstitucionales, veríais defraudada la confianza que en el Gobierno de mi
cargo habéis depositado, si accediera de buena voluntad a los deseos del
Ministro de Gobernación, tratándose, como se trata, de la salvación de uno
de los principios fundamentales de nuestro organismo político, pues la
soberanía de los Estados, es un principio fundamental en una República
democrática como la nuestra, y sin el no puede haber democracia, esto es,
no puede implantarse el gobierno del pueblo por el pueblo.
Por no haberse respetado ese principio, el General Díaz se entronizó
en la Presidencia, centralizó en sus manos todos los poderes, y como era
lógico y natural, se convirtió en dictador. El incidente desagradable de que os
hablo ha producido naturalmente cierta tensión en las relaciones del
Gobierno con el Ministerio de Gobernación, pero no existe peligro inminente
de que se altere la paz pública de que disfrutamos, siendo casi seguro que
terminará de una manera satisfactoria.
Os dirijo este manifiesto, en primer lugar, porque tengo el deber de
poner en vuestro conocimiento lo que pasa, de una manera oficial; y en
segundo, porque habiéndose ya hecho público el incidente de que se trata,
se le ha estado dando proporciones exageradas, produciéndose así cierto
pánico que no tiene razón de ser, pues repito, el gobierno tiene fe, en que
todo se arreglará satisfactoriamente.
Sinaloenses: si he aceptado el gobierno de Sinaloa, ha sido porque
como sinaloense que soy, tanto de nacimiento como de corazón, he querido
hacer un bien al Estado, procurando el respeto de nuestros principios
constitucionales y el mantenimiento de la paz y tranquilidad públicas; he
querido obsequiar la voluntad del pueblo que a gritos había estado pidiendo
sin ser oído, que se hiciera marchar el mecanismo administrativo, con
312
elementos nuevos surgidos de la Revolución el cual mecanismo estaba
paralizado en casi todo el Estado; he querido también, que el sufragio sea
efectivo, haciendo cuanto estuviera de parte del gobierno, para impedir todo
fraude en las elecciones.
No me han guiado pues, ambiciones de lucro personal, toda vez que
solo debía estar en el poder muy pocos días, debiendo, como debo,
entregarlo a la persona que resulte electa en los comicios del día 3 del
próximo septiembre. Si, pues, no considerara, no sólo como una falta al
deber, sino como una mancha para el gobierno de mi cargo, admitir
nuevamente el sistema porfiriano de imposiciones, con gusto accedería a los
deseos del Ministerio de Gobernación; pero puesto que lo contrario sucede,
debo declarar que sólo me separaré del poder voluntariamente, cuando tome
posesión el gobernante que resulte electo en los próximos comicios, o
cuando así lo ordené la voluntad del pueblo sinaloense, manifestada en
cualquiera otra forma.
Sufragio efectivo. No reelección.
Palacio del Poder Ejecutivo, en Culiacán Rosales, a 25 de agosto de 1911.
El Gobernador Interino Juan M. Banderas.
Secretario, Licenciado Rosendo L. Rodríguez.
Fuentes:
González Ramírez, Manuel (prologo, ordenación y notas), Fuentes para
la historia de la revolución mexicana, IV, manifiestos políticos (18921912), México, FCE, 1974, p. 362. Citando a El Demócrata Mexicano,
México, D. F., lunes 27 de noviembre de 1911, p. 3.
Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, núm. 100, t. II. Culiacán Rosales,
2 de septiembre de 1911, p. 1-2.
El Heraldo, órgano del partido democrático durangueño, núm. 850,
Durango, 12 de septiembre de 1911, pp. 2 y 3.
313
A LOS HABITANTES DE LA CIUDAD DE MÉXICO
El antiguo régimen, humillado y vencido, está dando al país el
grotesco espectáculo de su agonía. Entre las nubes de polvo de la derrota,
se han desvanecido ya los espejismos engañosos, las leyendas fantásticas
de la dictadura benéfica, de la paz octaviana, del crédito público inagotable,
de la prosperidad material asegurada para siempre, de aquél gobierno
patriarcal y fuerte, sostenido por el amor de su pueblo y acariciado por el
beso de la Historia, que muda de admiración, venía a postrarse a las plantas
del tirano.
¿Dónde están hoy los poderosos ejércitos, las aguerridas tropas, las
falanges invencibles, erizadas de fusiles y de bayonetas, que sembraban el
espanto en las poblaciones y ponían miedo en los ánimos? ¿Qué se han
hecho los superhombres del porfirismo, sus orgullosos ministros, sus doctos
diputados, sus conspicuos financieros, sus brillantes oradores, sus
periodistas infalibles que, a manera de oráculos, lanzaban profecías y
anunciaban grandezas?
¿Qué ha sido de la soberbia de las altas clases, que parapetadas
detrás del ejército y protegidas con las bendiciones celestiales, que el clero
nunca trató de escatimarles, robaban a toda su satisfacción a la gran masa
de los oprimidos y consumían en fiestas y placeres el fruto del trabajo de los
pobres? ¿Adónde han ido a parar aquellos estadistas inimitables, únicos
capaces de regir y llevar por buen camino a ese hato de imbéciles que ellos
veían en el pueblo mexicano?
De todo esto sólo quedan los zarpazos de la agonía, los últimos ecos
de las bacanales, el desesperado saqueo de última hora, los crímenes que
inspira el terror, los impotentes insultos que la desesperación aconseja.
El ejército no existe ya, el tesoro público está exhausto, el crédito
nacional se desplomó en la bancarrota, el gobierno está deshonrado por el
asesinato y por la traición, los intelectuales del porfirismo han hecho fiasco,
314
las clases acomodadas han puesto de relieve su corrupción y su cobardía, el
clero católico ha patrocinado las peores infamias y ha hecho alarde de un
impudor inaudito.
El antiguo régimen ha quedado vencido en los campos de batalla, en
los campos de la idea, ante la moral, ante la civilización, ante la conciencia
universal, que protesta indignada contra ese aluvión de crímenes, contra esa
escandalosa ostentación de todas las desvergüenzas y de todas las
podredumbres.
La revolución ha triunfado de hecho y por derecho. Si la Capital de la
República no ha caído en su poder, si la Metrópoli permanece aun en las
garras del huertismo, es por el terror que allí reina. La leva, el espionaje y el
asesinato han paralizado de miedo a los habitantes de la ciudad de los
palacios.
Pero la revolución de fuera, la revolución campesina está ya en sus
umbrales, toca a sus puertas y pronto hará estremecer sus edificios y sus
pavimentos con el resonar de los corceles y el grito de guerra de los
libertadores.
La revolución anuncia el bombardeo de la Metrópoli, para el día 15 del
próximo mes de julio. Lo advierte desde ahora a los habitantes pacíficos,
nacionales y extranjeros, para que con tiempo ponga a salvo su vida y sus
intereses pues ella no puede hacerse responsable de las víctimas que
caigan, ni de las pérdidas que ocurran en el fragor del combate.
Anuncia también que dentro de la zona ocupada por sus fuerzas dará
plenas garantías a los fugitivos que ocurran a ponerse bajo su protección,
siempre que pertenezcan a la clase de los neutrales y que de ningún modo
hayan sido cómplices del gobierno enemigo.
La revolución se dispone a alcanzar su última victoria, y una vez
ocupada la capital, entrará de lleno al cumplimiento de sus promesas.
Los hombres del Sur, de acuerdo con sus hermanos del Norte, que
como ellos defienden el Plan de Ayala, se encaminan rectamente a la
315
realización de los anhelos del pueblo, que pueden concretarse en dos
palabras: cesación del desequilibrio económico existente en la República.
Los ricos se hacen cada vez más ricos, y los pobres se vuelven cada
vez más pobres. Los ricos tienen palacios, gastan lujosos trenes, visten con
esplendidez, se confortan con apetitosos manjares, viven sin trabajar, gozan
de todas las consideraciones y de todos los privilegios.
Los pobres languidecen de hambre, viven a la intemperie o en chozas
dignas de los salvajes, carecen de abrigo contra el frío, mueren con
frecuencia de insolación, son utilizados como bestias de carga, reciben en los
campos y en los talleres un tratamiento que no se compadece con la
dignidad humana: son parias en su propio país y esclavos de sus propios
conciudadanos.
Ellos son los que producen la riqueza, y sin embargo, la riqueza se les
escapa, para ir a rellenar los bolsillos de los holgazanes, simples
consumidores de lo que ningún esfuerzo les ha costado.
Por eso la revolución lo proclama altamente: el país no estará en paz
nunca, mientras no se destruya el feudalismo de los campos, mientras la
tierra no sea distribuida entre los que saben y quieren cultivarla, mientras no
desaparezca el monopolio de los bribones, no se den garantías al trabajador
y no se mejore la retribución del trabajo.
Los campesinos tienden la mano a sus camaradas de la ciudad, y los
invitan a colaborar en el último acto de la gran lucha, que es el combate de
los que nada tienen contra los que todo lo acaparan. Ellos confían en que los
trabajadores del taller, los modernos esclavos de la máquina, sabrán estar en
el puesto a que los llama la conveniencia, la dignidad y el deber.
Ha llegado el instante de hacer a un lado el miedo: es hora ya de
tomar las armas, para destruir de una vez, el abominable reinado de la
soldadesca, protectora audaz de los enemigos del pueblo, e identificada
siempre, con los que roban a los humildes el producto de su trabajo.
316
¡¡ A LAS ARMAS MEXICANOS: A LUCHAR POR LA LIBERTAD, POR LA
JUSTICIA, POR EL HONOR Y POR EL PAN!!
Yautepec, junio 24 de 1914.
El General en Jefe del Ejército Libertador de la República Mexicana
Emiliano Zapata (rúbrica)
Generales: Eufemio Zapata, Francisco V. Pacheco, Genovevo de la O,
Amador Salazar, Ignacio Maya, Francisco Mendoza, Pedro Saavedra, Aurelio
Bonilla, Jesús H. Salgado, Julián Blanco, Julio A. Gómez, Otilio E. Montaño,
Jesús Capistrán, Francisco M. Castro, S. Crispín Galeana, Fortino Ayaquica,
Francisco A. García, Mucio Bravo, Lorenzo Vázquez, Abraham García, Ing.
Ángel Barrios, Enrique Villa, Heliodoro Castillo, Antonio Barona, Juan M.
Banderas, y Bonifacio García, Lic. Antonio Díaz Soto y Gama, y Reynaldo
Lecona. Coroneles: Santiago Orozco, José Hernández, Agustín Cortés,
Trinidad A. Paniagua, Everardo González, Vicente Rojas y Secretario Manuel
Palafox.- Rúbricas.
Fuente: AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 19, Exp. 8, f. 24.
317
ACTA DE RATIFICACIÓN AL PLAN DE AYALA
Los subscritos, Jefes y Oficiales del Ejército Libertador, que lucha por
el cumplimiento del Plan de Ayala, adicionado al de San Luis.
CONSIDERANDO: que en estos momentos en que el triunfo de la causa del
pueblo es ya un hecho próximo e inevitable, precisa ratificar los principios
que forman el alma de la Revolución y proclamarlos una vez más ante la
nación, para que todos los mexicanos conozcan los propósitos de nuestros
hermanos levantados en armas.- CONSIDERANDO que si bien esos
propósitos están claramente consignados en el Plan de Ayala, estandarte y
guía de la Revolución, hace falta aplicar aquellos principios a la nueva
situación creada por el derrocamiento del maderismo y la implantación de la
dictadura huertista, toda vez que el Plan de Ayala, por razones de la época
en que fue expedido, no pudo referirse sino al régimen creado por el General
Díaz y a su inmediata continuación, el gobierno maderista, que sólo fue la
parodia de la burda falsificación de aquél.- CONSIDERANDO que si los
revolucionarios no estuvimos ni pudimos estar conformes con los
procedimientos dictatoriales del maderismo y con las torpes tendencias de
éste, que sin escrúpulos abrazó el partido de los poderosos y engañó
cruelmente a la gran multitud de los campesinos, a cuyo esfuerzo debió el
triunfo, tampoco hemos podido tolerar, y con mayor razón hemos rechazado,
la imposición de un régimen exclusivamente militar basado en la traición y el
asesinato, cuya única razón ha sido el furioso deseo de reacción que anima a
las clases conservadoras, las cuales, no satisfechas con las tímidas
concesiones y vergonzosas componendas del maderismo, derrocaron a éste
con el propósito bien claro de substituirlo por un orden de cosas ya sin
compromiso alguno con el pueblo, y sin el pudor que a todo gobierno
revolucionario impone su propio origen, ahogase para siempre las
aspiraciones de los trabajadores y les hiciese perder toda esperanza de
recobrar las tierras y las libertades a que tienen indiscutible derecho.-
318
CONSIDERANDO que ante la dolorosa experiencia del maderismo, que
defraudó las mejores esperanzas, es oportuno, es urgente, hacer constar a la
faz de la República que la Revolución de 1910, sostenida con grandes
sacrificios en las montañas del Sur y en las vastas llanuras del Norte, lucha
por nobles y levantados principios, busca, primero que nada, el mejoramiento
económico de la gran mayoría de los mexicanos, y está muy lejos de
combatir con el objeto de saciar vulgares ambiciones políticas o
determinados apetitos de venganza.- CONSIDERANDO que la Revolución
debe proclamar altamente que sus propósitos son en favor, no de un
pequeño grupo de políticos ansiosos de poder, sino en beneficio de la gran
masa de los oprimidos y que, por tanto, se opone y se opondrá siempre a la
infame pretensión de reducirlo todo a un simple cambio en el personal de los
gobernantes, del que ninguna ventaja sólida, ninguna mejoría positiva,
ningún aumento de bienestar ha resultado ni resultará nunca a la inmensa
multitud de los que sufren.- CONSIDERANDO que la única bandera honrada
de la Revolución ha sido y sigue siendo la del Plan de Ayala, complemento y
aclaración indispensable del Plan de San Luis Potosí, pues sólo aquel Plan
consigna principios, condensa con claridad los anhelos populares y traduce
en fórmulas precisas las necesidades económicas y materiales del pueblo
mexicano, para lo cual huye de toda vaguedad engañosa, de toda reticencia
culpable y de esa clase de escarceos propios de los políticos profesionales,
hábiles siempre para seducir a las muchedumbres con grandes palabras,
vacías de todo sentido y de tal modo elásticas, que jamás comprometen a
nada y siempre permiten ser eludidas.- CONSIDERANDO que el Plan de
Ayala no sólo es la expresión genuina de los más vivos deseos del pueblo
mexicano, sino que ha sido aceptado, expresa o tácitamente, por la casi
totalidad de los revolucionarios de la República, como lo comprueban las
cartas y documentos que obran en el archivo del Cuartel General de la
Revolución.- CONSIDERANDO que sería criminal apartarse a última hora de
los principios para ir, una vez más, en pos de las personalidades y de las
319
mezquinas ambiciones de mando.- CONSIDERANDO que la reciente
renuncia de Victoriano Huerta no puede modificar en manera alguna la
actitud de los revolucionarios, toda vez que el presidente usurpador, en vez
de entregar a la Revolución los Poderes Públicos, sólo ha pretendido
asegurar la continuación del régimen por él establecido al imponer en la
Presidencia, por un acto de su voluntad autócrata, al licenciado Francisco
Carbajal, persona de reconocida filiación científica y que registra en su
obscura vida política el hecho, por nadie olvidado, de haber sido uno de los
principales instigadores de los funestos Tratados de Ciudad Juárez, lo que lo
acredita como enemigo de la causa revolucionaria.- CONSIDERANDO que la
Revolución no puede reconocer otro Presidente Provisional que el que se
nombre por los jefes revolucionarios de las diversas regiones del país en la
forma establecida por el artículo 12 del Plan de Ayala, sin que pueda transigir
en forma alguna con un presidente impuesto por el usurpador Victoriano
Huerta ni con las espurias cámaras legislativas nombradas por éste.CONSIDERANDO que por razón de la debilidad del Gobierno y la completa
desmoralización de sus partidarios, así como por el incontenible empuje de la
Revolución, el triunfo de ésta es únicamente cuestión de días, y
precisamente por esto es hoy más necesario que nunca reafirmar las
promesas y exigir las reivindicaciones, los suscritos cumplen con su deber de
lealtad hacia la República al hacer las siguientes declaraciones, que se
obligan a sostener con el esfuerzo de su brazo, si es preciso aun a costa de
su sangre y de su vida:
1ª La Revolución ratifica todos y cada uno de los principios consignados en el
Plan de Ayala y declara solemnemente que no cesará en sus esfuerzos sino
hasta conseguir que aquéllos, en la parte relativa a la cuestión agraria,
queden elevados al rango de preceptos constitucionales.
2ª De conformidad con el artículo 3º del Plan de Ayala, y en vista de que el
ex General Pascual Orozco, que allí se reconocía como Jefe de la
Revolución, ha traicionado villanamente a ésta, se declara que asume en su
320
lugar la Jefatura de la Revolución el C. Gral. Emiliano Zapata, a quien el
referido artículo 3º designa para ese alto cargo, en defecto del citado ex
General Orozco.
3ª La Revolución hace constar que no considerará concluida su obra sino
hasta que, derrocada la administración actual y eliminados de todo participio
en el poder los servidores del huertismo y las demás personalidades del
antiguo régimen, se establezca un gobierno compuesto de hombres adictos
al Plan de Ayala que lleven desde luego a la práctica las reformas agrarias,
así como los demás principios y promesas incluidos en el referido Plan de
Ayala, adicionado al de San Luis.
Los subscritos invitan cordialmente a todos aquellos compañeros
revolucionarios que por encontrarse a gran distancia no se hayan aun
expresamente adherido al Plan de Ayala, a que desde luego firmen su
adhesión a él, para que la protesta de su eficaz cumplimiento sirva de
garantía al pueblo luchador y a la nación entera, que vigila y juzga nuestros
actos.
Reforma, Libertad, Justicia y Ley.
Campamento Revolucionario en San Pablo Oxtotepec 19 de julio de 1914.
GENERALES.- Eufemio Zapata, Francisco V. Pacheco, Genovevo de la O,
Amador Salazar, Ignacio Maya, Francisco Mendoza, Pedro Saavedra, Aurelio
Bonilla, Jesús H. Salgado, Julián Blanco, Julio A. Gómez, Otilio E. Montaño,
Jesús Capistrán, Francisco M. Castro, S. Crispín Galeana, Fortino Ayaquica,
Francisco A. García, Ing. Mucio Bravo, Lorenzo Vázquez, Abraham García,
Ángel Barrios, Enrique Villa, Heliodoro Castillo, Antonio Barona, Juan M.
Banderas, Bonifacio García, Encarnación Díaz, Lic. Antonio Díaz Soto y
Gama y Reynaldo Lecona. CORONELES.- Santiago Orozco, Jenaro
Amezcua, José Hernández, Agustín Cortés, Trinidad A. Paniagua, Everardo
González, Vicente Rojas y SECRETARIO Manuel Palafox. Rúbricas.
Fuente: AGN, Fondo Genovevo de la O, Caja 19, Exp. 1, f. 29.
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FUENTES.
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Fondo Alfredo Robles Domínguez.
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Alarcón Amézquita, en Culiacán en junio de 2005.
Quintero Pacheco, Jesús, nieto de Francisco “Chico” Quintero,
realizada por Saúl Armando Alarcón Amézquita, en Navolato el
9 de abril de 2002.
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