Valencia y (p)resentimiento
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Valencia y (p)resentimiento
REVISTA DE ARTE Y PENSAMIENTO Año 4 Nº 8 www.revistabostezo.com México 80 Pesos | UE 7 € | GB 6.5 ₤ | Argentina 30 Pesos | Guatemala 60 Qtz | Perú 30 N Soles | Brasil 25 Reais | USA 7.5 $ | Tinduf 150 Drs | Uruguay 200 Pesos | Cuba 4 CUC | Colombia 12.000 Pesos 2o TRIMESTRE Dossier Valencia y (p)resentimiento holocausto bakala / EL DESPILFARRO Y OTRAS RUTAS / fallas joan fRANCESC mira Y alicia de miguel / VALENCIA, SICILIA, TEXAS 6.00 € Editorial DEBAJO DEL HORMIGÓN Director: Walter Buscarini Editor: Paco Inclán ([email protected]) Directores de arte: Sergi Inclán y Montse de Mateo (www.artefagia.com) E Diseñador: Andrés García (www.setembre.es) Redactor-Jefe: David Barberá Diseño web: Sergi Inclán Editor literario: Héctor Arnau Mesa de redacción: Laura Domingo, Albeliz Córdoba, Sonia García, Quique Falcón, Olga Esther, Ausiàs Navarro, Itziar Castelló, Kike Ferrando, Jesús González, David Estal, Marc Sempere, Javi Llorens, Carlos Madrid, David Moya, Alejandro Morales, Alfonso Moreira, Nacho Moreno, Inés Plasencia y Paqui Santos Fotografía: Eva Máñez, Joan Navarro, José Bravo, Jordi Coll, Nacho Messeguer y Roc Herms Artistas colaboradores: Po Poy, Dani Sanchis, Irene Fenollar, Riccardo Maniscalchi, Miguel Brieva, Johanna Guayambuco, Eduardo Romaguera, Gloria Vilches, Andrea Blum, Ismael Rumbeu, Marta Pina, Javier Jubera, Don Rogelio J., Hermatocrítico, Aitana Carrasco y Lalo Kubala Psicóloga: Eva Vives Correctora: Sonia Vives Departamento de souvenirs: María Ferrando Colaboraciones: Poncho Martínez, Silvia Nanclares, Fermín Alegre, Pilar Pedraza, Arturo Castelló, Vicente Chambó, Raquel García Sáez, Nacho Messeguer, Miguel Morata, Eloy Fernández Porta, Santiago Alba Rico, MacDiego, Kiko Amat, Pau Rausell, Ester Giménez, Nacho Moreno, Javier Reguera, Epo, Nacho Fernández, Víktor Gómez, Guillermo López, Alicia Martínez, Paco Arroyo, Erika Jordán, David Moreno, Abelardo Muñoz, Laura Navarro, Jaime Ortega, ste dossier nace de un error: el de considerar que Valencia —el imaginario, el territorio, la ciudad, la región— estaba presta a iniciar un renacimiento, un fin de época, una necesaria reconversión. En definitiva, de dejar atrás la decadencia, la mediocridad y la bajeza moral a las que la sociedad valenciana se ha visto arrastrada en los últimos años. En las primeras reuniones, acontecidas en el Café Museu, donde se gestó la idea de este monográfico conversando con el cineasta Marc Sempere y el arquitecto David Estal, soñamos con un número optimista y proactivo que supusiese el resurgir de nuestras propias cenizas. En un principio lo llamamos Valencia y presentimiento. Algo bueno iba a pasar, tenía que pasar; tocar más fondo nos resultaba complicado imaginarlo. Además Valencia es fácil de odiar, sale casi sin pensar y a nosotros nos gusta darle al coco. Y, oye, aquí no se está tan mal, al fin de al cabo, eso sí, el clima es inmejorable. Fotografía de Eva Máñez (Desayuno con Viandantes) Eugeni Machancoses, J. J. Pérez Benlloch, Vicente Ponce, Ángela Sánchez de Vera, Dildo de Congost, Rogelio Villarreal, Óscar Gual, Epo, Joan F. Toledo, Mª José Vizcarro Consejo editorial: Suscriptores y suscriptoras de Bostezo Edita: Asociación Cultural Bostezo Suscripción: [email protected] . Publicidad: [email protected] Teléfono: 628 135 042 Impresión: La Gráfica (www.lagraficaisg.com) . Distribución: www.revistabostezo.com (números atrasados), Sendra Marco y Traficantes de Sueños Identificación: La revista Bostezo no comparte necesariamente (pero a lo mejor sí) el contenido de los textos publicados en este número. Bostezo se responsabiliza solo del contenido del editorial. © TODAS las obras publicadas pertenecen a sus autores. Año: 2013 ISSN: 1889-0717 Depósito legal: V-4401-2008 fuera de foco Pero el buen clima no garantiza el buen ambiente. Como dice Llorenç Barber “en Valencia se puede vivir si vives cerca de un aeropuerto y puedes desintoxicarte periódicamente”. Conforme vimos cómo se iba desarrollando el dossier no pudimos más que darle la razón: una parte importante de Valencia es francamente tóxica. Nuestro presentimiento se iba tornando en una desazón rara, incluso en ocasiones un pelín iracunda, algo no demasiado usual en el temperamento bostezante. Así que añadimos el paréntesis: (p)resentimiento; imposible esconder la parte resentida que se nos escapaba por los márgenes de la revista. Porque aquí (como damos cuenta en estas páginas) los gobernantes hace tiempo que andan más preocupados en solventar sus pleitos, salvar su honorabilitat mancillada, reivindicar la presunción de inocencia sobre culpas irrefutables y pagar con dinero ajeno las deudas de sus (ne)fastos. La Administración —inoperante e insensible— no es hoy un interlocutor válido. No hay apoyos, por ejemplo, para el desarrollo de un cine, de un teatro, de un deporte —más allá de los clubes de fútbol profesional—, de una investigación científica de carácter social y valenciano; el nepotismo y el autoritarismo están a la orden del día y los recortes afectan a los más débiles. Somos comunidad líder en porcentaje de deuda pública, niños estudiando en barracones y número de desahucios, entre otros despropósitos. Por quedarnos, nos hemos quedado hasta sin bancos. Valencia está que arde. Y el incendio se propaga por toda la península. Nos hemos visto acuciados por la urgencia histórica del aquí y ahora. Permítannos pues que este editorial sirva para narrar otras valencias que no hemos podido contarles en el dossier como nos hubiese gustado. Todas esas (re)acciones contestatarias dad, vivienda, servicios sociales, cultu—también esta revista— revestidas ra...— es necesario para que nos declade una naturaleza atolondrada, poremos oficialmente hasta los huevos en bre, diríamos quijotesca. Porque debloque y sin fisuras. bajo del hormigón —y aquí hormigón No, este no es el dossier que habíano es metafórico— surge una (in) mos pensado, sino el que nos ha salido. cierta sociedad civil de movimienHemos tenido que aceptar que todavía tos desmembrados y muchas veces es pronto para hablar de un renacer vaespasmódicos, sin más voluntades lenciano, aunque no hemos descartado que una épica a la astérix y el pensat reflejar sus destellos, pero sin querer i fet valenciano. Hoy la cultura y el pecar de ingenuos. Aún hay que hacer movimiento social en Valencia pasa balance de los daños, superar el ocaso y por los bares, los solares, los huermucha gente sufriendo las consecuentos urbanos (contra la dictadura de cias para que viniéramos nosotros a haMonsanto), las bicicletas, las asociablarles de renacimiento. Esperamos que ciones de vecinos, las fallas sin caeste dossier (y su ramificación en Bostesal, los colectivos de afectados (del zo Digital) contribuya a la regeneración accidente de metro, de Canal 9, de la que, tarde o temprano, debe darse en sanidad pública, de los desahucios), la sociedad valenciana, que durante el los fanzines autoeditados, por una siglo xx fue origen de movimientos tan simbiosis entre psicología colectiva, arquitectura y gastronomía, por aninteresantes como el esperantismo, el tiguos mataderos reconvertidos en anarquismo o la objeción de conciencia. librerías, residencias de músicos y Última capital de la II República, pioneros espacios inestables, un barrio maride la imprenta y vanguardia de diseño y nero que se cae a pedazos, poetas tipografía. También en psiquiatría (esto dispuestos a donar sus versos a quizás no hable tan bien de nosotros). cualquier revolución, octavillas foY contamos con la institución jurídica tocopiadas a correcuita, vestigios más antigua de Europa, el Tribunal de okupas... Y muchos son los que, has- Equilibrismos, de Gloria Vilches las Aguas, cuyas leyes se transmiten —y tiados del páramo sociocultural vase acatan— de manera oral desde hace lenciano, optan por formar parte de diez siglos, lo cual no deja de ser una pauna silenciosa diáspora autóctona. Valencia (lo que sea) es hoy un radoja frente al choteo mayúsculo con el que determinados persoterritorio desarticulado que, después de treinta años de Estatuto najes —llamarles políticos sería otorgarles demasiado estatus— se de Autonomía, ni siquiera tiene claras sus señas de identidad: conburlan de la justicia. flictos de vexilología (la senyera, la cuatribarrada o terceras vías), Y Josep Renau nació en Valencia. Y Estellés, en Burjassot. lingüísticos (valenciano, catalán o “hablamos el idioma catalán que Pero hoy, desafortunadamente, somos conocidos por aspectos aquí llamamos valenciano”) o el tan mal resuelto nombre de la recomo un aeropuerto sin aviones, por ser epicentro expansivo de tragión (Comunidad Valenciana, Reino de Valencia, País Valenciano...) mas y corruptelas, por un arquitecto que ha levantado su fortuna que provoca la desafección de alicantinos, castellonenses y de todo con edificios 'emblemáticos' en desuso (o, es más, que no se llegaaquel que no se identifique con la ciudad de Valencia. Este problema ron a construir) o por una deuda monumental que parece imposible identitario, esta falta de cohesión social, ha sido aprovechada en los de saldar. Llegado el momento del sublime gatillazo, ¿quién paga la últimos veinte años por un poder hegemónico para definir, a su imacuenta? gen y semejanza, qué era el ser valenciano: ser votante del partido En definitiva, este número de la revista nos ha interpelado del poder (mejor con carne), reírle las gracias a los faraones a costa con una intensidad mayor que cuando hemos tratado otras cuesdel erario público, ser del Valencia C. F., mostrar altas dosis de ‘catationes de índole llamémosle más intelectual, como la economía, la lanofobia’ y creerse a pies juntillas los informativos de Canal 9 (ese psicogeografía o incluso los genitales. Bostezo siempre ha hecho gala de ser una publicación valenciana de pensamiento —bendito nodo contemporáneo). Pero los otros valencianos, incluyendo esa oxímoron— gestada desde un pueblo sin librerías llamado Godella, masa amorfa que calla y otorga, somos muchos más. Deberíamos para más señas. Una revista pretendidamente periférica como conunificar nuestras luchas y anhelos para que no se cumpla la primera trapeso a las fuerzas culturales centrípetas que aseguran que nos profecía: “ahora vienen a por nosotros, pero ya es demasiado tarde”. iría mejor si la editásemos en Madrid o Barcelona o, mejor aún, en Aunque igual ya lo es. París o Nueva York. Concluimos con un presentimiento, esta vez sin paréntesis: si desde la trinchera fuimos los primeros en caer, también podemos ser pioneros en alY es que tenemos tantas ganas desde hace años de que algo camzarnos. Pero habrá que crear otro modelo de crecimiento: más ‘larbie que somos capaces de bautizar como 'Primavera Valenciana' (en goplazista’, más inteligente, más sostenible, más solidario... o dejar exagerada alusión a la árabe) al hecho de que unos antidisturbios se de pensar en el crecimiento atolondrado como desarrollo de nuesdediquen a golpear vilmente a un puñado de adolescentes. Sí, claro, tro porvenir. Sea como sea, tenemos que evitar que se cumpla la existen conatos aislados de resistencia cultural y social, la mayoría segunda profecía: tocaron fondo, pero siguieron cavando. Entonces de ellos desconectados (cuando no desconfiados o enemistados) sí, apagamos y nos vamos. entre sí, lo cual provoca una frustrante sensación generalizada de que cada cual hace la guerra por su cuenta desde su trinchera. A veces se tiene la sensación de que vivimos en una burbuja ajena al Una ciudad por construir, de David Estal mundo exterior. La pregunta que nos ronda es qué porcentaje de en revistabostezo.com perjudicados por las políticas deshumanizadas —educación, sani- ☞ Sumario Fotografía de portada: Guillem Molina Vacas | Fotografía de contraportada: Sergi Inclán RETROVISOR 04. 06. 08. 10. 12. 14. 16. 18. 19. 20. 22. 26. Valencia, corazón hipster, Andrea Blum ¿Cuándo escampará la tormenta?, Daniel Mochuelo Elogio de la pobreza, Dildo de Congost El primer cómic digital, Breixo Harguindey De realidades y compromisos, Manuel Garrido La batalla contra el mercado será capital, Salvador Salgueiro Como si viviéramos en el mundo, Marc Sempere Inquietud, Nacho Fernández El fin del mundo empieza aquí, Nacho Moreno La mejor telebasura, Epo Lecturas para bostezar, Daría Barbate El Bostezo del futuro, Noel Viñales BOSTEZO VISUAL 44. La sombra de las letras, Tomás Gorria CONCURSO 24. Valencia necesita una canción, Malatesta Records y revista Bostezo platicando 52. 76. Joan Francesc Mira, Joan F. Toledo y revista Bostezo Alicia de Miguel, revista Bostezo BATISCAFO 81. Suplemento literario, número 8 DOSSIER: VALENCIA Y (P)RESENTIMIENTO 30. 32. 35. 38. 42. 46. 49. 56. 58. 60. 64. 68. 70. 72. Re-mediterraneizar el mundo, Santiago Alba Rico Gora Bankia askatuta, Danilo Barbosa 45.000 jugadores de golf, Nacho Moreno Valencia en sus revistas, revista Bostezo Holocausto Bakala, Dildo de Congost Diálogo del diablo adolescente con un antiguo militante anarquista, Héctor Arnau Valencia, espacio disponible, Inés Plasencia ¿Dónde están los datos?, Víctor Samsa En busca de la milla de oro, Nacho Messeguer La isla del Dr. Moreu, Óscar Gual Ajoblanco 76, Pau Rausell La rebelión de las tostadas, Eva Máñez (fotografías) El juicio a Camps, Sergi Tarín Vámonos de rutas, Walter Buscarini PRÓXIMO NÚMERO: EL FRACASO NOS HIZO INDEPENDIENTES Para la impresión de este número, la Asociación Cultural Bostezo ha recibido ayuda económica de la Concejalía de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Godella, a través de la convocatoria de subvenciones a asociaciones locales. letras Una reseña ‘jonda’ de Historia social del flamenco, de Alfredo Grimaldos. Ediciones Península, 2010. ELOGIO DE LA POBREZA “Voy a cantar con los pobres, allá lejos, a la orilla del río, donde no nos oigan los ricos, porque si nos oyen querrán comprar nuestro canto / para después vendérnoslo a nosotros mismos / y hacer el negocio del siglo”. Dildo de Congost Ilustraciones de Javier Jubera S obre el valor de la pobreza, el dolor, la rabia y la tradición, tiene mucho que decir el cantaor chiclanita Rancapino. Con cierta sorna, suele achacar su proverbial ronquera a haber pasado media vida descalzo y, como buen maestro, supo exprimir sus penurias hasta hacer estallar el ‘quejío’, ese grito desgarrado y primordial que rompe la barrera del tiempo. Esa misma barrera que Alfredo Grimaldos atraviesa al galope en Historia social del flamenco: arranca en el siglo xv, con la llegada de los gitanos a Andalucía, y termina en el siglo xxi, con las edulcoradas pachanguitas de José Mercé y demás flamencoides degenerados. Entremedias, el autor desgrana las mil y una noches de patriarcas gitanos y flamencos con solera. Grandezas y, sobre todo, miserias protagonizadas por titanes como Miguel Molina, Tío Luis de la Juliana, Corruco de Algeciras o El Chato de las Ventas. Si algo queda claro en estas trescientas veinte páginas es que el flamenco es una secuela lírica del hambre. Y que, como dice el escritor Paco Espínola, “en Andalucía confluyen la desesperación filosófica del islam, la desesperación religiosa del hebreo y la desesperación social del gitano”. A menudo, este último era víctima de la más flagrante injusticia social, denunciada sin tapujos por fandangueros como el vagabundo Bizco Amate: “me lo cogen y me lo prenden al que roba ‘pa’ sus niños. Y al que roba muchos miles no lo encuentran ni los duendes ni tampoco los civiles”. Los gitanos podían estar en la trena o en la mina, pero llevaban la libertad en las venas. Y sus gargantas rompían cadenas con canciones forjadas y transmitidas por ‘agüelos’, ‘pares’ y tíos. O por payos cabales como Caballero Bonald. Suya es una ‘soleá’ de alto voltaje lírico escupida por Manuel Soto Sordera que dice: “qué pobre es la casa ‘aonde’ vivo yo, el suelo es de tierra y un montón de paja y dormimos ‘tos’”. Así 8 | retrovisor | Jaime Jaramillo Escobar | retrovisor | 7 Ilustración de Marta Pina, El alma se serena. Editorial Media Vaca (2012) televisión Gandía Shore. La mejor telebasura Epo Ilustraciones de Don Rogelio J. G andía Shore es el mejor programa de telebasura de los últimos años. Solamente he disfrutado tanto con la primera edición de Gran Hermano (“¿Quién me pone la pierna encima?”) y con la primera (y única) de Confianza ciega (“¡Jo, tía!”). La mecánica del programa es bien simple: juntar a un puñado de jovencitos de ambos sexos con ganas de marcha en un chalet durante un mes de verano para que beban y follen todo lo que puedan. Al contrario que en Gran Hermano, aquí no hay eliminatorias ni premios. No es un concurso. Además, los participantes pueden y deben salir de la casa: hay un simulacro de trabajo (a media jornada y en días alternos, no se vayan a herniar) y salidas a bares, discotecas, gimnasios, peluquerías y otros templos culturales como Terra Mítica. Con el material grabado y convenientemente guionizado y editado se prepara una serie de episodios a emitir al cabo de unos meses. No se busca la ilusión del tiempo real. Hay tiempo de sobra para construir un relato dramatizado y promocionarlo convenientemente. mtv, la antigua cadena de vídeos musicales reconvertida en contenedora de realities bizarros, necesitaba una localización que cumpliera una serie de requisitos: tenía que ser un sitio playero de veraneo, con abundancia de discotecas, chiringuitos y otros dispensadores de diversión low cost. La feliz elección recayó en Gandía. ¿Casualidad? Gandía es desde hace décadas el destino veraniego de miles de familias madrileñas. Representa a la perfección el mito español del Levante feliz: sol y playa a precios más o menos asequibles, y lugareños simpáticos y serviciales. Ni tan ‘guiri’ como Ibiza, ni tan borbónica y teutónica como Mallorca. Producto 100% español. mayoría valenciana Y aquí viene otro aspecto decisivo que hace saltar todas las alarmas de la idiosincrasia valenciana: el casting. De los ocho participantes, cinco son valencianos (tres chicos y dos chicas). De los otros tres, hay una catalana (oportuna maniobra antiseparatista), y un chico y una chica madrileños —es imposible hacer un programa de difusión estatal sin madrileños de por medio. Nada de andaluces, vascos, gallegos... No hay intención de representatividad autonómica. Se trata de buscar gente festera, exhibicionista y dispuesta a liarla. 20 | retrovisor | Menos política y más fiesta. En lugar de aplecs, baile en los parkings. Se consolida el tópico del valenciano como tipo marchoso y políticamente manso Aquellos que dicen que los participantes de Gandía Shore no representan a la juventud valenciana solo tienen parte de razón. Cierto que no toda la juventud valenciana es así, pero hay que asumir que los responsables del programa no tuvieron la más mínima dificultad en encontrar suficientes candidatos para esta parada de los monstruos. Tipos ciclados y tatuados, narcisistamente enamorados de sus abdominales. Tipas chonis y garrulas, con el cerebro tan frito como sus extensiones. Todos borrachos y pendencieros, energúmenos y malhablados, pero con poca combatividad a largo plazo. Se les va la fuerza por la boca, y la resaca viene acompañada de amnesia. Ese es uno de los rasgos distintivos de la sociedad valenciana: mucho ruido, pero poca onda expansiva. Igual que una mascletà. APOLOGÍA DEL DESMADRE Desde que empezaron a filtrarse detalles del proyecto, portavoces políticos de todo signo se rasgaron las vestiduras. ¿Qué imagen se iba a proyectar de la Comunidad Valenciana? A los pocos días de iniciarse la grabación, un participante fue denunciado por orinar en la vía pública, y una de las chicas se vio envuelta en una trifulca en la que agredió a otra con sus tacones. El alcalde ‘pepero’ se apresuró a manifestar que aquello no era de su agrado, pero es difícil imaginar que se pueda convertir un chalet en plató televisivo y que un equipo grabe de día y de noche en la vía pública, durante semanas, sin que el consistorio dé su beneplácito. Las malas lenguas llegan incluso más allá, al sugerir que algún concejal tiene relación con los locales elegidos para las salidas nocturnas del grupo. Los índices de audiencia han sido más que satisfactorios, y los avispados empresarios de hostelería implicados han organizado una ruta temática para que los fans del reality lecturas para bostezar Ilustración de Zinmermancaricatures.com M Gran Vilas, Manuel Vilas. Visor Libros, 2012. anuel Vilas ha escrito el mejor libro de poesía en castellano en lo que llevamos de siglo empleando el viejo truco de dedicar todos sus poemas a celebrar la epopeya de un poeta-más-grande-que-la-vida, que resulta ser el propio Manuel Vilas. El truco es viejísimo porque se lo inventó Walt Whitman en el Canto a mí mismo, hacia 1850. Pero existen escasos precedentes en castellano, algo de César Vallejo, o aquel verso de Carlos Edmundo d’Ory: “Si me hundo me Carlos Edmundo”. No mucho. Además, los poemas de Manuel Vilas sobre el poeta Manuel Vilas son mucho mejores. “Vilas se vio casado con seiscientas mujeres / Hermosas y decisivas en el radiante rumbo de la historia / Y se vio padre de seis mil hijos, / Padre alado de los pájaros / Abuelo líquido de las ballenas”. Es sabido que la poesía contemporánea es un residuo cultural inútil (lo que no tiene por qué ser necesariamente malo) y frustrante para el lector (lo que es definitivamente muy malo). Tras el largo proceso de abolición del metro y la rima que culmina a finales del siglo xix -una vez que el ámbito tradicional de la poesía fue definitivamente conquistado por la novela y los reproductores electromecánicos de canciones populares-, el único nicho cultural al que todavía podían optar los poetas era el de administradores de la revelación, guardianes del secreto, custodios de lo sagrado (como advertía el propio Whitman, los poemas “si no son el enigma y la solución del enigma, son nada”). Esta circunstancia ha convertido la lectura de poesía en una actividad especialmente frustrante, porque cuando el lector se dispone a aproximarse devotamente a la revelación versificada, lo que encuentra suele ser una bobada amable o una críptica tomadura de pelo, muy lejos de las expectativas que levanta el aura cuasireligiosa del género poético. Manuel Vilas ha comprendido que la única escapatoria posible es señalar repetidamente al portador de la revelación, sin mencionar el contenido de la misma. La estratagema consiste en inducir en el lector la sobrecogedora sensación de proximidad a una epifanía inminente, mediante la continua descripción del poeta en el acto de poseer el secreto último de la existencia. Por ejemplo, en este libro: “Vilas, eres perfecto. El Ser, eso eres tú, y no la Nada, Gran Vilas”. Y bien, existen dos pruebas adicionales que confirman que este es el mejor libro de poesía en lo que llevamos de siglo. La primera es que puede perfectamente leerse mientras se hace uso del transporte público, a diferencia de la inmensa mayoría de libros de poesía, que solo pueden leerse en las últimas y menos dolientes horas de la resaca. La segunda, que el ritmo de los poemas de Vilas es tan molón que inmediatamente uno se pone a componer versos mentales celebrándose a sí mismo como custodio de la revelación, mientras viaja en tranvía de casa al trabajo y del trabajo a casa. Toda una experiencia, sin duda. | retrovisor | 23 El Bostezo “La historia no los absolverá” (Walter Buscarini) del futuro Número 1 Imágenes comentadas por www.hematocritico.tumblr.com El hospital de Llíria abre por fin sus puertas Rita Barberá arrasa post mórtem en las elecciones “Ya era hora”, exclaman unos obreros ecuatorianos que permanecían en el interior del edificio desde el año 2010 La alcaldesa de Valencia consigue una nueva reelección con el 85% de los votos D espués de casi veinte años de ser inaugurado y tapiado, el hospital de Camp del Túria pudo abrir sus puertas ante la sorpresa de los vecinos del municipio. Las obras del hospital finalizaron en el año 2010, con un gasto estimado en veinticinco millones de euros, sin que sus gestores previeran que, una vez finalizado, había que dotarlo de material médico y recursos humanos. “En esa época eso era lo de menos, lo importante era construir sin pararse a pensar qué uso le daríamos después a los edificios y si habría presupuesto para hacerlo”, nos cuenta el historiador Antón Giménez. Durante el acto de destapiado del centro, los presentes quedaron conmocionados con el hallazgo de tres obreros ecuatorianos que habían permanecido encerrados en el hospital durante el largo tiempo en que su estructura Diciembre 2042 Que levante la mano el que tenga más prisa para entrar en urgencias (Il hospitali religiosi). Original: San Pedro Mártir, san Nicolás de Bari, san Benito y un ángel músico (Cima da Conegliano, 1504) Seguridad Social, 2015 (La profeccia dil stato della sanidade publica spagnolla). Original: Extracción de la piedra de la locura (El Bosco, 1490) permaneció tapiada. “Estábamos trabajando y apenas nos dimos cuenta cuando empezaron a sellar con hormigón los accesos de entrada y salida del hospital”, declaró Fabián Jorge Bonilla, uno de los obreros afectados. Rita Barberá falleció hace seis meses, no sin antes aprobar un decreto, conocido como ‘Cid Campeador’, donde se otorgaba a sí misma la potestad de seguir gobernando una vez fallecida. Los conspiranoicos del chemtrail han denunciado que, durante la jornada electoral, varios aviones estuvieron dejando rastro de gases con la intención de manipular la orientación de voto de la ciudadanía. Dirigentes de su partido afirman que será la propia Barberá quien designe la persona que regentará su cargo. “A través de sesiones de güija nuestra alcaldesa seguirá cumpliendo los designios de los valencianos”, afirmó Mónica Oltra, fallera mayor en el año 2027, que se perfila como regente de Barberá, alcaldesa eterna de la ciudad. Entrevista a Pepe Bernabé, el último espectador de Canal 9 “Pues a mí me entretiene, sobre todo los informativos”, afirma con franqueza. Desde hace cinco años Pepe Bernabé es considerado como el último espectador de Canal 9. Fuentes gubernamentales justifican de esta forma el costoso mantenimiento de la cadena: “Mientras quede alguien que sin26 | conversatorio | tonice Canal 9, nosotros tenemos el deber y la obligación de seguir emitiendo”, declaró Pepe Bernabé, asesor de dirección de la cadena autonómica, cuyo gasto anual asciende a más de quinientos millones de euros para una plantilla que ha quedado reducida a quinientos asesores. “Asesoramos a la direc- ción que, para reducir costes, lo más adecuado era prescindir de toda la plantilla y que quedáramos solo los asesores. Afortunadamente, nos hicieron caso”, afirma Bernabé. El líder opositor Pepe Bernabé se ha quejado del escaso espacio que dispone su partido en la cadena. Le han ofrecido un puesto. fotografía de eva máñez dossier dossier: VALENCIA Y (P)RESENTIMIENTO | retrovisor | 29 coordinación: david estal, inés plasencia y revista bostezo Diálogo del diablo adolescente con un antiguo militante anarquista Valencia, de cuna subversiva a la capital fascista de los grandes acontecimientos ❧ Por héctor arnau ❧ IlustraciONES DE PO POY “Quien desea sin actuar engendra pestilencia” William Blake LA MENTIRA DEL PRESENTE, LOS NOVENTA Había que ir a por droga. Eso estaba claro. Ese era, por qué no decirlo, el único imperativo moral. Todo el mundo lo hacía, según en qué grado, dependiendo de la zona geográfica, a según qué escala, qué cantidad, cuánta gente, qué sustancia. Pero todos queríamos eso. Y hacia allí íbamos, con el Beto, con su vespino escuálida enfilando la humedad de la noche, cruzando puentes, a no sé qué barrio, que su hermano, que entonces era lo que se denominaba ‘un pureta’ (que aún hoy no tengo claro qué mierdas es) conocía a no sé qué macaco que pasaba una coca de puta madre (aún no se hablaba de farlopa, me temo). Él era un experto y no nos pasaría la mierda esa que tomaban los pijos por las diez mil pesetas de entonces y de ahora y de siempre. La coca era lo más refinado, pero creo que nos daba a todos un poco igual lo que fuera, el objetivo común estaba bastante claro: meterse, liarla. Y toda aquella gente, nuestros inmediatos precursores, los hermanos mayores, los que nos enlazaban con otras épocas, no sé si mejores pero seguro que sí más salvajes, eran –creíamos– la gente a la que imitábamos y admirábamos, los modelos de conducta –que dicen los psicólogos–, los jefes, los amos. Eran roqueros, pistoleros, poetas, drogotas, sucios, avejentados, bohemios, tíos duros, viajeros infatigables a cualquier país del peligro, los que se metían de todo sin pestañear; en su época estaba de moda pincharse en el baño, nos contaban, como si nada, se comían unos ‘tripis’ y duraban días alucinando, bebían whisky a palo seco sin parar de jugar a las cartas, e iban con mujeres igualmente adictas y festivas, y habían visto a muchos de los suyos morir de sida o enganchados a la heroína o en un atraco. Esa era la épica: eran nuestros héroes, y es ahora que lo entiendo. Ahora que tanto se debate sobre el comportamiento tribal o gregario y se niega la excepcionalidad de las personas o del ser humano. 46 | Valencia y (p)resentimiento | Valencia, espacio disponible Fogonazos de arte y acción en la Ciudad de la Luz ❧ POR INÉS PLASENCIA ❧ FOTOGRAFÍAS DE ARTEFAGIA ecía Bill Bryson en Una breve historia de casi todo que si en la Vía Láctea existieran otras civilizaciones, estas estarían como mínimo a doscientos años luz de nosotros, lo que significaría que, si nos miraran con un telescopio, nunca podrían vernos hoy. Lo que verían sería “la luz que abandonó la Tierra hace doscientos años”, es decir, más o menos la Revolución francesa (el eurocentrismo es de Bryson). Pero, además, esto también querría decir que las civilizaciones existentes en la galaxia nunca podrían llegar a conocerse en un mismo presente compartido. Esta idea de destello del pasado ante la mirada proyectada hacia lo que ocurre hoy, nuestro hoy, puede ser bastante iluminadora para hablar del reto de escribir historia, pero sobre todo del de realizar un análisis crítico de lo que ocurre ante nuestros ojos, incluyendo por supuesto las prácticas artísticas. La luz que vemos hoy es tal vez la luz que emanaron otros, aunque seguramente no tan lejanos como la D Revolución francesa. En definitiva, si miramos el presente, tal vez se revelen con claridad algunas de las cosas que ya han pasado, y que siguen manifestándose una y otra vez. De ahí la importancia de pensar en las genealogías y en los sustratos sobre los que se construye una historia que no por inmediata se ve con claridad. De las salvajes políticas urbanísticas que ha sufrido la ciudad de Valencia en las últimas décadas quedan no solo huellas en pie, sino todo un paisaje de solares, edificios a medio construir y nuevos barrios que tanto prometían y en el que hoy siguen amarilleando grandes carteles con el lema ‘espacio disponible’. Estas políticas urbanísticas no han operado solas en el intento de imponer una ciudad-escenario sobre lo que es en realidad una ciudad con memoria y con marcadas identidades barriales. No hay barrio histórico o huerta en Valencia que no se haya visto en un serio peligro de destrucción y de ‘gentrificación’, proceso que ha | Valencia y (p)resentimiento | 49 Castellón Joan Francesc Mira Escritor, antropólogo y helenista “Los valencianos somos pobres que nos hemos hecho pasar por ricos” 52 | Valencia y (p)resentimiento | ❧ Por Joan F. Toledo y revista Bostezo ❧ FOTOGRAFÍAS DE NACHO MESSEGUER a figura del escritor, antropólogo y helenista Joan Francesc Mira es, en cierto modo, una de las más claras evidencias de los singulares problemas de la cultura y la política valencianas. Nacido en Valencia en 1939, tras estudiar y trabajar en Italia, Francia y Estados Unidos, vuelve a Valencia en 1980. Es uno de los autores más respetados en Cataluña (forma parte del selecto grupo de valencianos que ha recibido el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes junto a Manuel Sanchis Guarner, Joan Fuster, Vicent Andrés Estellés y Enric Valor) pero no en la cultura oficial valenciana, donde padece el veto de las instituciones desde hace décadas. “Como eso ha pasado siempre, estoy bastante acostumbrado. Ha pasado con el franquismo, con los gobiernos autonómicos del psoe y ahora pasa con el pp. Y ha sido básicamente por una cuestión ideológica. Como no soy de derechas y como no perteneceré nunca a una estructura política que tenga su centro en Madrid, soy incómodo para toda esta gente”. Hablamos con él en su actual residencia en Castellón de la Plana. L —¿Cuáles podrían ser las posibles consecuencias para los valencianos de una hipotética independencia de Cataluña? —Para los grandes partidos valencianos, para el pp y el psoe, no tendría ninguna repercusión: continuarían completamente igual. Los partidos más implicados en esta cuestión, tipo Compromís, están un poco a la expectativa: al menos, el tema sí que les importa. Pero ahora mismo pensar en esto es especular en el vacío. Lo que sí puedo asegurar es que los partidos políticos catalanes no se preocupan de la cuestión valenciana en absoluto, excepto en alguna proclama retórica sin efecto apreciable. —De hecho, la idea de nación ha sido una de tus preocupaciones. Dentro de tu producción de no ficción, uno de los libros que más valoras es Crítica de la nació pura (1985). —Es un libro que creo valioso porque cuando lo escribí toda la bibliografía sobre este tema en Europa (y no digamos aquí) estaba llena de lugares comunes y prejuicios. Por entonces trabajaba en la Universidad de Princeton, y tenía acceso a una biblioteca de cinco millones de ejemplares. Estudié la evolución de la cuestión nacional en Europa, qué pasó con los pueblos eslavos, con los checos o los croatas, con los países Bálticos, con las ideas que provenían de la Francia absolutista y luego de la Francia de la revolución, y con los grandes imperios centrales, el Imperio ruso, turco o austro-húngaro. Intentaba evitar las tesis marxistas o economicistas, demasiado mecánicas. Por ejemplo, la tesis de que los movimientos nacionalistas nacen porque la burguesía busca crear su propio mercado. Pero la burguesía checa, en realidad, estaba muy contenta con tener todo el mercado del Imperio austro-húngaro a su disposición. Todas esas cosas se dicen a priori, sin preocuparse por observar la realidad. —Has contado a veces que tu interés por la antropología te ha permitido descartar esas ideas a priori desconectadas con la realidad. De hecho, tu trayectoria tiene al menos dos facetas claramente diferenciadas. Hasta los cuarenta años aproximadamente desarrollaste una brillante carrera académica como antropólogo social, pero desde entonces te has dedicado con más intensidad al ensayo, la novela o la traducción. | platicando... | 53 La isla del Dr. Moreu ❧ ❧ POR óscar gual ilustraciones de @guayambuco es contaré una historia. No espero con ello satisfacer cada una de sus dudas ni calmar cada una de sus sospechas. Tampoco pretendo engañarles ni exculparme. Me limitaré a narrar mi experiencia, o al menos mis recuerdos, desde que el Virgen de Montserrat II naufragó no sé cuánto tiempo atrás. Lo que han encontrado al llegar aquí, todo aquello que ven y no son capaces de comprender, tiene un origen y una explicación, y solo a ustedes les corresponderá juzgar los actos de un hombre en ruinas, de una criatura abandonada por Dios. No me opondré. Pasé mis primeros días en la isla recuperándome de la hipotermia y rezándole a Dios, agradeciéndole que me salvase la vida. Inconsciente y a la deriva, mi cuerpo le había sido entregado a este pedazo flotante de tierra por la caprichosa marea, en un abrupto acantilado a los pies del volcán, allí donde dijo el doctor Moreu que uno de sus ayudantes me encontró. Pero a medida que fui recobrando la lucidez y moviéndome a mi antojo por la isla y estableciendo contacto con sus peculiares habitantes, un punzante desasosiego empezó a germinar en mis entrañas. Había algo desconcertante en aquellos seres humanos, cierta cualidad que no acertaba a concretar, y esa indefinición me perturbaba todavía más. No parecía estar relacionado con su aspecto sino con su comportamiento, con la lógica de sus acciones y reacciones, como si estas estuviesen, de alguna bizarra manera, teñidas de un cierto grado de animalidad. También su forma de hablar resultaba rara, incluso repulsiva. Hablaban mi misma lengua pero la mancillaban con esos constantes clics y chasquidos que emitían sus bocas amarillentas, igual que si de una lengua joisiana del África austral se tratase. Aunque podíamos comunicarnos perfectamente, el mero hecho de intercambiar fonemas con ellos bastaba para helarme la sangre. Tampoco descarté que sufriesen alguna clase de deficiencia L 60 | Valencia y (p)resentimiento | mental, un problema congénito que se hubiese agudizado por la endogamia, mal extendido en bastantes islas. La verdad es que no lograba recordar nada de lo ocurrido desde que el Virgen de Montserrat II zarpase semanas atrás, por lo que desconocía dónde estaba este lugar en que el destino había querido depositarme. Tampoco tenía referencias de ninguna isla volcánica en el itinerario. Y cada vez que le preguntaba al doctor por aquella gente que parecía estar a su servicio, de su rostro albino y seboso asomaba una disimulada sonrisa antes de responderme con evasivas. –Descansa, hijo, más adelante sabrás. Y de este modo, en parte por no ofender al carácter tan reservado como obsequioso del doctor y en parte por mi propia inseguridad, no le concedí más importancia al asunto; ni siquiera me preguntaba qué ocurría tras aquellos enormes portones que parecían dividir la isla en distintas parcelas a las que yo no tenía acceso. Lo cierto es que aquella gente me cuidaba y yo estaba conmovido por seguir vivo. Me fui integrando en la comunidad y los días se fueron sucediendo en medio de una paradisiaca calma. Pero ocurrió que, cuando ya me había acostumbrado a convivir con los habitantes de la isla y hallado una forma de ignorar el inexplicable rechazo que me causaban, presencié una escena terrorífica. Había cuatro de aquellos seres sentados en una mesa del comedor comunal. Estaban terminando de cenar. Yo les observaba desde un rincón, enfrascado en mis propios pensamientos, saboreando una amarga achicoria con aguardiente y tratando de extraer algo en claro de mi fragmentada memoria. Jugueteaba con los ocho pucholes que aún me quedaban: piedras achatadas y grabadas que hacían la función de monedas en la microsociedad de la isla y que me había ganado en un par de tardes transportando cereales al campamento principal. Estaba a pun- to de pedir otra ronda y zambullirme en mi charca de alcohólica nostalgia, cuando de repente uno de ellos se levantó de la mesa y se dirigió a la barra en la que se abonaba lo consumido en el comedor, donde vació una bolsa llena de pucholes. Parecía querer pagar la cuenta de todos sus compañeros. No supe cómo reaccionar y guardé silencio en mi rincón, quizás estuviesen actuando así porque no se habían percatado de mí. Aquella situación me repugnaba, pero una desconocida e indigna curiosidad chispeó en sión, un miedo cerval hacia la fusta. Musitaron entre dientes y se largaron de allí cabizbajos, no sin antes pagar cada uno exactamente lo suyo. Traté de cruzar mi mirada con la del doctor. Me acerqué y le exigí una explicación. Pero, tras observarme de arriba abajo con displicencia, recompuso el gesto y me repitió lo que tantas otras veces. –Más adelante, hijo, en su debido momento sabrás. en la playa mis ojos y no pude dejar de mirar. Entonces otro de los comensales se levantó tranquilamente y fue donde el primero, recogió todos los pucholes esparcidos, se los devolvió a este y vació su propia bolsa, para a continuación decirle al encargado de cobrar que eso lo pagaba él. Se enzarzaron en una agria, e incomprensible a mis aterrados ojos, discusión para ver cuál de los dos se hacía cargo. ¡Y era una cuenta de cuarenta y dos pucholes! No sabían cuidar de sus dineros y, por si fuera poco, la otra pareja de comen- sales había empezado a hacer lo propio, llenando la barra de pucholes sin dueño y el ambiente de ignominiosos montantes no divididos a partes iguales. Jamás había contemplado un comportamiento de tan baja catadura moral. En mitad del oprobioso altercado, irrumpió en el comedor la oronda silueta de un enrabietado doctor Moreu para ponerles firmes con su reluciente fusta de avellano. El sudor hacía brillar su piel mantecosa. Tras un par de silbantes latigazos, sus rostros compusieron un gesto de total sumi- Fue a partir de entonces cuando empecé realmente a inquietarme. Me mantenía constantemente en estado de alerta, desconfiaba de lo que decía el doctor, me fijaba en cualquier detalle insignificante y trataba de escuchar conversaciones ajenas. Hasta que un día, dando un paseo y sumido en mis propias cavilaciones, me alejé descuidadamente del campamento principal y me extravié. No encontraba el camino de vuelta. Grité en busca de auxilio pero nadie acudió. Entonces escuché el sonido de una leve letanía a lo lejos. Caminé hacia donde mi oído me dirigió y al cabo del rato me pareció ver unas chispeantes luces de colores detrás de unas palmeras, como fuegos artificiales, a la vez que la letanía aumentaba de volumen y se mezclaba con el rumor de las olas. Había llegado a la costa. Me asomé por detrás de un tronco y lo que iba a ver en aquella playa, aunque entonces no fui consciente, acabaría arruinando mi vida y, lo que es peor aún, mi sagrada alma. Era una celebración terrible, una especie de aquelarre. En realidad se trataba de una excursión a la que el doctor Moreu había enviado para recoger bolets. Pero, según pude apreciar con espanto, en cuanto los excursionistas se habían apartado lo suficiente del campamento y reconocido que nadie les vigilaba, que no había control alguno, arrojaron las cestas al suelo y en su lugar empezaron a buscar setas alucinógenas. Las arrancaban con las manos y se las zampaban, se abrazaban y se pasaban trozos de seta con la boca de unos a otros mientras chafaban los delicados bolets sin remordimientos. Entre ellos hablaban tan deprisa que yo no entendía nada. Parecían animalillos sin capacidad de razonamiento, dejándose llevar por su instinto. Hasta que, de pronto, uno me divisó entre las ramas. Me señaló y se puso a repetir a gritos “se lo dirá a Moreu”. El resto acudió a su llamada | Valencia y (p)resentimiento | 61 Ajoblanco 76 ❧ Por Pau Rausell ❧ No, lo de Paquirri era Pozoblanco y sucedió en 1984. Probablemente, si ha cogido esta revista de la mesa, lo más seguro es que no esté, como pretendía, en la consulta del callista. Como mucho, estará en la sala de espera de un psicólogo, que es a lo más que puede aspirar a ocupar Bostezo en el campo de las consultas médicas. joblanco, una revista contracultural, jeje, de Barcelona, decidió en 1976 publicar un dossier especial sobre las Fallas en el que periodistas valencianos montaron un supuestamente provocador documento con falleras travestis que –“oye, ¿eso no lo hizo Monleón en Canal 9?”– reivindicaba, en clave de la escuela francesa de sociología representada por Bataille y Calloise, la fiesta entendida como exceso y transgresión, la economía del derroche y la orgía contrapuesta a la economía de la producción y la moral cotidiana (Ariño dixit en su Ciudad ritual). La ofensa al mundo fallero fue tal que se sucedieron amenazas de muerte, autobuses alquilados para ir a dar palizas a los autores, campañas de desagravio en la prensa regional y suspensión de la publicación por cuatro meses y doscientas cincuenta mil pesetas de multa, impuesta directamente por el Consejo de Ministros… Una vez regresadas las aguas a su cauce, Ajoblanco pasó en menos de un año de diez mil ejemplares a vender ciento veinte mil. A Fotografía de José Juan Martínez Los de Bostezo, que son, como el toro de Paquirri y la bbc, unos avispados, se apuntan a mentar el nombre de Valencia y sus Fallas para mejorar sus cuentas de resultados. Esperemos que nuestros patricios encuentren algún rato, entre declaración a un tribunal y a otro, para reaccionar, y que la sensibilidad a la injuria y a la ofensa se mantenga tan alta como la prima de riesgo. ➤➤ despiece Extracto del artículo publicado en el número 10 de la revista Ajoblanco (1976) PRESENTACIÓ DE LA FALLA Por Visanteta La Traca El que avisa no es traidor: no vamos a desmitificar nada. Despojar a la fiesta fallera de sus mitos pasados y futuros sería una burda operación depredadora. Estamos contra cualquier análisis, contra la óptica boba del sociólogo. Ya saben: “las Fallas, fenómeno de masas, bla, bla, bla”. Estamos contra el cálculo economista: Déficit y superávit de las Fallas en el ejercicio 74-75. Nosotros queremos cargar, recargar, las baterías vacías de la fiesta. No le vamos a quitar ninguna prenda. Hace unos años, cuando el realismo socialista [bostezo bis] ‘privaba’ en las capillas ‘izquierdonas’ de la ciudad, los sectores socioeconómicos intentaban despacharse la fiesta con cuatro cifras y dos conclusiones. Mientras la derecha aborregaba a los falleros, la izquierda practicaba aquello tan suyo de la 64 | Valencia y (p)resentimiento | Valencia, desde que arregló lo del río, no ha tenido grandes problemas, ni de espacio –con recursos de suelo bastante amplios–, ni de especialización –suficientemente diversificada–, ni de ubicación –equidistante a las dos o tres principales metrópolis del Estado español y en una posición privilegiada en el arco mediterráneo–, ni de crecimiento, ni de competencia, ni de tamaño o congestión, ni ambientales, ni sociales –aunque todos los territorios lo son en algún grado, Valencia no es una ciudad especialmente dual. El principal problema es que como no tiene problemas físicos se los agencia en el campo de los mentales. La enfermedad de Valencia es su carencia emocional para conciliar la memoria y la innovación, las manifestaciones populares y la modernidad exquisita, lo civilizado de la música y lo atávico del ruido, la transgresión ácrata y el servilismo cortesano, la cortedad segura del minifundio y la amplitud riesgosa del Mediterráneo, el orden de la huerta y el caos de la urbe. Y así bandeamos entre modernidad impostada y reacción fingida en un juego repetido. Y las Fallas son una cíclica sublimación de estas tensiones no resueltas. Pero ¿hay algo útil en las Fallas, ya sea de facto o como metáfora? Lo cierto es que en su momento estas fiestas encajaron perfectamente en eso que en Valencia se llama comboi, un término que alude –además de a un grupo de vehículos– a cierta sensación de entusiasmo colectivo. Las Fallas son una buena muestra de la ‘economía del comboi’, un estilo de acción muy valenciano. Un Tap and chip economy, que dirían los anglosajones, que viene a significar una especial función de producción en el que el capital humano creativo se estructura de manera colaborativa bajo cierta filosofía de que cada cual participa según sus capacidades, en un Portada del 1 de septiembre de 1936 del diario ABC. Publicación autorizada por ABC denuncia tontorrona y de la puñetita ingenua. Mejor hubiera sido lanzarse a la calle con panderetas y pestañas postizas, desterrar las manipulaciones fascistoides desde dentro, dinamitar la alegría hasta convertirla en subversión, hacer sibilinamente de cada fallero un guerrillero. Y es que la izquierda valenciana será fallera o no será. Hasta que los junteros no se pongan la peineta allá donde buenamente les quepa, hasta que los convergentes no entonen El fallero la noche de san José, y encuentren el placer de esta música sublime del maestro Serrano, esta ciudad vivirá sin norte ni rumbo. [...] La fiesta volverá a ser. A la fuerza. Las Fallas perderán los buenos modales que ni siquiera llegan a burgueses y que la junta (central y fallera) ha fomentado a través de años y años de escolarización fatídica. Las Fallas volverán a ser la fiesta crítica, caótica, cínica, satírica, ‘genialítica’, ‘divinítica’, que marca su futuro. Un carnaval con fuego, una invitación a la calle, una semana de desinhibición y desguace para los marginados, la gente de la huerta, los obreros portuarios, las mariquitas impenitentes, las putas sin arrepentimiento, los intelectuales a la lila, las tías marías que harán un alto en el camino para oír el serial de las cuatro, las izquierdas que se aburren pensando lo aburrido que será mandar cuando ellas manden, los niños que no entienden los letreritos porque están en mozárabe, las derechas que volverán por unos días del carajo (donde se habían ido) para certificar su derrota. | Valencia y (p)resentimiento | 65 La rebelión de las tostadas 37º Desayuno con viandantes en la imprenta Vila ❧ Fotografías de Eva Máñez ❧ www.evamanez.com n punto de encuentro con cruasán y café como intermediarios. Cada mes, un espacio diferente. Saludar a viejos conocidos de nombres olvidados y, de paso, conocer algún recoveco amagado de la ciudad, de esos en los que cuesta fijarse debido al estrés cotidiano, como esta imprenta –hoy cerrada– de principios del siglo xx. Son los Desayunos con Viandantes, urbanismo gastronómico. Los organizadores se encargan de la convocatoria y de poner unas mesas con manteles. El resto corre a cuenta de la masa de participantes en un potlatch de pastelitos de chocolate, zu- U 68 | Valencia y (p)resentimiento | mos y galletitas de la abuela. Si les preguntas por el discurso que hay detrás, responden: “primero, pasar un buen rato”. Sin eslóganes, sin enrevesadas justificaciones. Inocencia tan aparente esconde una subversión del orden social: es la rebelión de las tostadas. Y cada vez son más. A este paso serán acusados de filoterrorismo. www.desayunoconviandantes.com. Cuando comer es un lugar, de Mariví Martín ☞ en revistabostezo.com 45.000 jugadores de golf ❧ ❧ POR nacho moreno Artículo publicado en el número 12 de la revista eines e llegado a la conclusión de que, con los grandes eventos, los valencianos tenemos el mismo tipo de relación que tenemos con la paella, que no es una cuestión de que en otro sitio no la conozcan o no tengan sus arroces locales, pero comparado con la gran P(aella), sinceramente, el resto es ‘arroz con cosas’. Lo mismo pasa con los grandes eventos, que no los hemos inventado o no somos muy originales en su planteamiento, desarrollo y desenlace (vía tribunal), pero, desde luego, hemos logrado que aquí, en Valencia, alcancen su forma más pura. Por ello, es nuestro deber intentar explicar a esos pueblos más salvajes en cuanto a fastos globalizados aquellos aspectos básicos de los grandes eventos, y nunca mejor si los que nos guían en este viaje son aquellas (grandes) mentes que los han ideado maquiavélicamente, es decir, los responsables de turismo. En definitiva, ¿cómo averiguar que en su ciudad está ocurriendo, ahora, un gran evento? H CUANDO APARECE ANUNCIADO EN LOS CARTELES DE SU CIUDAD UN MENSAJE EN INGLÉS ASOCIADO A UNA FAMOSA MARCA Los grandes eventos, como si fueran hijos meritísimos declarados por los alcaldes, tienen nombres y apellidos. El nombre siempre está en inglés y hace referencia a la loable voluntad de traspasar fronteras y hacer más entendible para los extranjeros una cosa que, aquí, como que no se entiende. El apellido pertenece a un emporio de artículos de lujo para millonarios. Un ejemplo, la Volvo Ocean Race; otro ejemplo, la Louis Vuitton Cup dentro de la America´s Cup; otro ejemplo, en castellano llano para que todos lo entendamos, el Gran Premio de Telefónica de Europa de Fórmula Uno. A mí esos nombres me parecen preciosos, visten mucho y, desde luego, engalanan la ciudad con su cuño de exclusivismo. Además, no engañan a nadie en su intención de dejar claro que no están pensados ni para usted ni para mí. Es más, me gustan tanto que creo que nuestras más férreas tradiciones están perdiendo parte de su proyección internacional debido a eso, | Valencia y (p)resentimiento | 35 Vámonos de rutas ❧ Por Walter Buscarini ❧ Fotografías de Sergi Inclán o sé si el origen está en la Ruta del Bakalao, puede que la génesis sea incluso anterior. Lo cierto es que aquí somos mucho de irnos de rutas. Nos organizamos grupalmente para las procesiones a los santos, la Semana Santa marinera, les nits d´albaes, la ofrenda fallera, las rutas del tapeo, senderismo, les voltes a peu, las charangas, los moros y cristianos, ir a recoger bolets o para buscar un after en colla con desconocidos después de las cinco de la madrugada... Asociada a esta idiosincrasia andariega, en los últimos tiempos ha calado una modalidad de denuncia ciudadana y activismo crítico en forma de paseos programados para mostrar los desaguisados acontecidos en la ciudad en estos años. Un turismo de la decadencia, Valencia convertida en parque temático de desmanes privados –a costa del erario público– y corruptelas urbanas. Una idea que el bufón Leo Bassi también puso en práctica con el Bassibus, que recorrió varias ciudades españolas narrando con vis cómica y corrosiva el espectáculo de contemplar como un país comenzaba a irse al carajo. La ruta del acabose también es la del morbo. La ciudad de las (malas) artes y (escasas) ciencias se desmorona bajo nuestros pies y nosotros estamos ahí para contemplarlo. Y, a veces, hasta pagamos por ello. N TODO EMPEZÓ EN UN TAXI a) La obra de teatro Taxis tenía el encanto de lo efímero y casual, concebida como una función irrepetible, para nacer y morir al mismo tiempo. Una obra donde el escenario eran, efectivamente, unos taxis y los actores, sus taxistas. Una obra para un público dividido en grupos de cuatro personas (el escenario no daba para más) que, en un principio, creían que el taxi les transportaría al lugar donde tendría lugar el espectáculo. Pero la función había comenzado al subirnos al vehículo; esa taxista malhablada y ‘poligonera’ era la actriz protagonista del cuento y nosotros, además de su público, sus actores secundarios. Una ruta teatralizada donde unos actores-taxistas iban narrando los 72 | Valencia y (p)resentimiento | despojos urbanos entroncados con los de sus propias biografías. Yo, que creía estar yendo en taxi a un teatro, me encontré sumido en una ruta, la primera de tantas. Aterrador resultaba el paseo por Nuevo Nazaret, una mezcla de opulencia urbanística y solares baldíos. Era a principios de 2011 y comenzaba a vislumbrarse la sensación de que Valencia no crecería más de esta forma, de que el modelo visionario de los grandes fastos nos dejaría a oscuras por no poder pagar la factura de la luz. Que pronto llegaría el game over o, como dijeron otros, que la fiesta se habría terminado. b) Xarxa Urbana, un colectivo de periodistas, sublima la idea de la ruta crítica con esmorçaret, la del turisteo con conciencia (entre enrabietada y relajada), como método de periodismo ciudadano. Ante la carencia de medios de comunicación donde poder expresar ciertos posicionamientos políticos, ellos proponen, altavoz en una mano y pancarta en la otra: “venid y os lo contamos”. Citan los sábados por la mañana a sus potenciales oyentes o lectores en algún punto de la ciudad y les proponen paseos documentados, rutas especializadas: la del despilfarro, la del patrimonio oculto, la del despilfarro, la de la educación, etc. En estas rutas, el turista interior se pasea por su hábitat y contempla lo que ha quedado después del apocalipsis que está viviendo una ciudad que aspiraba a situarse en el mapa a la altura de las principales urbes del planeta y que ahora, pinchada la burbuja, observa los restos que dejaron aquellos kamikazes vuelos. El rutero va digiriendo los desmanes de la clase dirigente a la vez que disfruta de rincones de su ciudad en los que jamás se había percatado: una lápida romana (con una declaración de amor homosexual entre libertos) del siglo ii a. C. enclavada –e ignorada– en la esquina de una finca; restos de la muralla árabe que hoy se cuelan por hoteles y restaurantes de alto standing; la fisionomía invisible del circo romano; un retablo de 1209 en el interior de la iglesia de San Juan del Hospital. Uno va dando cuenta del proceso de transformación de la trama urbana: baños mudéjares de 1313 reconvertidos en gimnasio y, posteriormente, en museo (hoy el edificio permanece cerrado); un refugio republicano de | Valencia y (p)resentimiento | 73