reluciérnagas 2012

Transcripción

reluciérnagas 2012
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RELUCIÉRNAGAS
La palabra reluciérnaga viene del ensamblaje de dos
palabras: RELU y LUCIÉRNAGA.
–RELU es el diminutivo de Reluciente, apodo del
protagonista de la novela El huerto de las
mariposas.
–LUCIÉRNAGA es un insecto coleóptero de color
amarillo parduzco o pardusco (que de las dos
maneras se escribe), de algo más de un centímetro
de largo, que despide una luz fosforescente, como
todos sabemos.
Con las reluciérnagas se pretenden frases,
comentarios, anécdotas o historietas que expongan
juicios o consideraciones sobre algo o alguien y
sugieran un atisbo de ocurrencia, un destello, una
agudeza o un pormenor sin mayores pretensiones;
incluso una parida. Por ejemplo, si a nuestra
imaginación le sobreviene una idea inesperada, un
pensamiento, un dicho original o no, lo
transcribimos enseguida al papel y lo hacemos
pasar por una reluciérnaga. No es necesario que el
pensamiento sea brillante o agudo, basta con que
nosotros lo creamos.
Abundan las contradicciones y si llueve y hace frío
decimos que hace sol para darte ánimo. Y si hace
sol decimos que llueve para bajarte los humos.
En ocasiones transcribimos consejas y vivencias de
nuestra niñez, o eso creemos mi primo y yo; pero si
no es así estamos dispuestos a rectificar. Por
ejemplo, la viejecita en cuclillas que avivaba el
fuego el primer día de la matanza del cerdo a
mediados del siglo XX, estoy convencido que se
trataba de mi abuela materna; pero mi primo dice
que era la suya y en esa disyuntiva convivimos.
A veces manifiesto mi pensamiento después de
ardua cavilación, para provocar en mi primo una
pregunta o una respuesta enriquecedora; por
ejemplo, yo explico:
Un canto rodado es una piedra con experiencia.
Y él me pregunta:
–Primo, ¿quieres decir una piedra baqueteada?
–Exacto –le respondo. Y así vamos.
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Con frecuencia, aparecen las reluciérnagas peladas
y mondadas, huérfanas de florituras, presentadas
como un dicho grave y sucinto que encierra
doctrina o moralidad. O eso tenemos por cierto
nosotros, tal vez porque extractamos o resumimos
lo esencial del asunto o materia tratada en la
tertulia filosófico-vinícola; ejemplo:
La entró fuera para evitar un pleonasmo.
En alguna oportunidad, al dar a entender lo
contrario de lo que decimos, hemos hecho de la
ironía nuestro caballo de batalla. Y así:
La disputa acabó sin sangre; pero ahora, primo,
dicen que la culpa fue nuestra por no echar leña al
fuego.
Nos hemos atrevido a intercalar entre las
reluciérnagas palabras inventadas por nosotros,
modestia aparte, ya tú ves, a manera de expresión
abreviada de una majadería o de una viveza del
ingenio. No son palabras de Dios, ni de honor, ni de
Rey, ni de matrimonio, ni palabras mágicas, ni
picantes, ni santas, ni cruzadas, ni mayores, ni
siquiera buenas palabras. Son palabras preñadas, en
cuanto que incluyen en sí más sentido que el que
manifiestan. Por ejemplo:
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Gallaguirre:
Conjunción
de
voluntades
contrapuestas, en un destino político común.
El neologismo lleva en su raíz el germen de la
dificultad.
Cornudista. Dícese del caballero que practica el
desnudismo mientras a su señora esposa se la
beneficia el barquero.
Para desarrollar nuestra obra creamos una tertulia
filosófico-vinícola, al estilo de la Fontana de Oro, Els
Quatre Gats, el Café Colonial, el Cabaret Voltaire de
Zúrich y tantos otros. Hablé con Josep Pla y me dijo
que para que una tertulia exista y tenga una
realidad es indispensable una fijeza, una
continuidad, y ha de estar asegurada contra los
riesgos atmosféricos y climatológicos, contra el frío
y el calor, contra las posibles nieves y veleidades
estivales. Y eso hicimos nosotros: nos reuníamos
entre dos luces, en esa hora dubitativa en que ya no
hay sol y están por llegar las estrellas. Y
aguantábamos lo que el tema debatido sugería o el
cuerpo podía y el vino disponible o bebido
aconsejaba; porque, eso sí, una copita de buen vino
siempre nos ha acompañado. Al principio, solos mi
primo y yo mano a mano, aunque en ocasiones
invitábamos o se añadían por las buenas filósofos,
gramáticos, matemáticos, teólogos, geógrafos,
politólogos, labriegos, algún músico y, en general,
hombres y mujeres que nos aportaran algo, atraídos
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por nuestra fama y también, todo hay que decirlo,
por nuestro vino. Nos han visitado un castrador de
puercos, una comadrona, un logopeda, una
nefróloga, un afilador y paragüero, un colchonero,
un sereno, un campanero, entre otros. No
importaba que discreparan de nosotros o de
nuestra doctrina; como yo le decía a mi primo: si tú
no aprendes, aprenderán los que nos oigan o nos
lean.
He mencionado a mi primo y he de explicarme. Yo
estaba más inspirado que nunca y en plena racha
creadora cuando se ofreció a colaborar conmigo. Él
no es tonto, pero no está bien de la cabeza y está
mal que yo lo diga, pero es así; a mayor
abundamiento, intercedieron su madre y la mía que
son hermanas y tuve que decir que sí. Fue un acto
altruista, pero solo a medias, porque mi primo me
sirve de coartada y ya aprovecho para decirlo sin
tapujos: si alguna reluciérnaga se pasa de la regla
por fullera o tosca, esa la ha escrito mi primo. Ya
dijo Friedrich Nietzsche que en las personas
altruistas hay mucho egoísmo.
Observarán, incluso, que muchas veces le dejo
hablar para luego reconvenirlo y aclaro siempre que
lo corrijo por su bien. Él ya lo sabe pero es un
mensaje para el lector, a quien convierto así en mi
cómplice. Que mi primo se regenera y llega a
famoso, el mérito será suyo pero yo habré
contribuido y el lector lo sabe; que no hace caso y
se malogra, el lector es testigo que yo hice lo que
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pude. Ya sé que los críticos literarios no son
partidarios de que el narrador vaya dando
explicaciones, como si los lectores fueran menores
de edad, pero a veces no hay más remedio.
De todas maneras, y haciendo nuestras la palabras
de Voltaire, no tenemos el arte de ser claros para el
que no quiera estar atento; así que abre el ojo y
presta atención, no pienses en las musarañas. Si
terminada la lectura una sola de las reluciérnagas te
produjera complacencia, date por satisfecho, y si
ninguna te produjera agrado seguro que eres de
mal contentar; di que te han robado. Aun así, hago
mías las palabras de don Miguel de Cervantes:
desocupado lector: sin juramento me podrás creer
que quisiera que este libro, como hijo del
entendimiento, fuera el más hermoso, el más
gallardo y más discreto que pudiera imaginarse.
Pero no he podido yo contravenir el orden de la
naturaleza; que en ella cada cosa engendra su
semejante.
Y termino. Si algo no te acomoda o sí te acomoda,
para el caso es lo mismo, nos remitimos a lo que
dice Quevedo.
Si te agradare y pareciere bien, agradécelo a lo poco
que sabes, pues de tan mala cosa te contentas; y si
te pareciere malo, culpa mi ignorancia en escribirlo
y la tuya en esperar otra cosa de mí.
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RELUCIÉRNAGAS
1. –Las faltas de ortografía que a veces se cuelan en
nuestros relatos son duendecillos cabrones que se
hacen presentes para tocarnos las pilotas.
– ¿Qué os decía, amables lectores?
2. Los comensales mejoraron aquella sopa insípida
llorando sobre ella.
3. –Los asturianos dicen que “Dios da gaitas a quien
no puede soplar”.
–Sorprendente es lo de Borges: Dios le dio los libros
y la noche al nombrarlo Director de la Biblioteca
Nacional de Argentina y quedar ciego –explicó mi
primo, al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola,
recordando los versos del admirable escritor:
……………………………………….
De esta ciudad de libros hizo dueños
a mis ojos sin luz, que solo pueden
leer en la Biblioteca de los sueños.
4. –Prefiero más a un lujurioso que a un capado
–comentó Elenita aquella noche en la tertulia
filosófico-vinícola. Y parecía sincera.
5. –Es tan optimista que todo le parece poco
–comentó mi primo.
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–Si todo le parece poco, más bien le son de
aplicación las cualidades de glotón o ambicioso; ya
que optimista es aquella persona que propende a
ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable
–argumentó un tertuliano estudiante de primero
de filosofía. Y nos plugo su intervención.
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6. Mi primo era tan buena persona que deseaba
que alguien se cayera en plena calle para ayudarlo a
levantarse.
7. –La masificación de funcionarios multiplica la
nómina, pero no la eficacia. ¡A buena hora! –clamó
mi primo.
8. –Un catedrático de historia medieval de la
Princeton University tomó la palabra en la tertulia
filosófico-vinícola para ilustrarnos:
–Su primo, en la reluciérnaga anterior, ha hecho
una especie de transmutación, en el sentido de
mudar o convertir algo en otra cosa, referida a una
frase que se decía en le Edad Media. Sabido es,
que cuando en aquella época los ejércitos
marchaban a la guerra, los oficiales se hacían
acompañar de sus criados en el campo de batalla;
de aquí que se dijera la célebre frase: Los criados
en campaña multiplican la tropa, pero no su
eficacia.
Por eso me permito felicitar a su querido primo
por esta asociación de ideas que nos permite
poner sobre la mesa un tema de tanta actualidad
en España como es el exceso de funcionarios de
confianza en las Administraciones Públicas.
Nos agradó sobremanera tan acertada disertación y
abrimos un Gran Reserva de la Rioja Alta, para
brindar por Estados Unidos de América.
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9. –Primo, quisiera de ti, más que ingenioso, que
tuvieras ingenio.
– ¿Quieres decir, que tuviera habilidad para
inventar cosas, antes que gracia para contarlas?
–Exacto.
10. –Mi primo vivía en el dilema de los mandatos
evangélicos: “No codiciarás la mujer de tu prójimo”;
“Amaros los unos a los otros”.
– «Todo sería más sencillo si no hubieran prójimos»
–pensé.
11. Accioniscuitado. Pequeño accionista afligido en
plena crisis económica, a la espera de un rebote de
la Bolsa para enjugar pérdidas.
12. –Igual que el señor de Montaigne, yo tengo
todo el dinero que deseo y, además, solo deseo lo
que tengo. Esa es mi filosofía y perdonen –dijo mi
primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola.
–En efecto, no es lo mismo tener todo lo que uno
quiere, que querer todo lo que uno tiene. Aspiro a
esto último que me permite vivir en un dulce
acomodo y dejar la ambición para otros. Así que
coincido contigo y con el señor de Montaigne,
primo.
13. –La Junta de la Comunidad de propietarios
donde vivía organizó, en la terraza de la finca, un
campeonato de ajedrez y me tocó jugar con el
número uno. Estuve diez minutos pensando la
jugada y al final cogí su caballo y lo cambié de sitio
donde me pareció. Dio un manotazo en el tablero,
cayeron las fichas, se levantó y cuando se iba me
dijo: ¡No hay madera! Perdió la partida por
abandono. –No sabe perder, le dije al Jurado.
–Eso nos explicó mi primo dejándonos atónitos y
con materia para la tertulia. Se oyeron
comentarios, desde “le estuvo bien empleado”, en
plan de coña, hasta el más ajustado de “usted
actuó como un taimado”.
14. –Caminaba con su andar calmoso y mi primo
que lo conocía bien nos dijo: –Es tan impuntual que
solo llega a tiempo donde le conviene.
15. –Al no tener sustancia cultivaba las apariencias,
para dar el chasco con los buenos modos. Ignoraba
que philosophum non facit barba –comentó mi
primo.
–La bella y gentil filósofa que nos acompañaba en la
tertulia filosófico-vinícola nos ilustró con una cita de
Nicolás Maquiavelo: –Hemos de procurar, “ir tras la
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verdad efectiva de las cosas, más que tras sus
apariencias”.
16. –El amor puede hacerse costumbre; incluso
eterno. Pero la pasión, como la moda, solo está en
boga durante algún tiempo –filosofó mi primo,
resignado.
–Por eso hay tantos hombres inconstantes en
amores, que galantean a diversas mujeres.
– ¿Te refieres a los mariposones? –primo.
–Sí.
17. –Discurríamos y ordenábamos nuestras ideas.
Reflexionábamos sobre cosas de la vida, llegando a
conclusiones con las que nos enriquecíamos
mutuamente.
–Primo, donde esté la razón allí estaré yo –dijo
balbuciente, ya en la amanecida, agotada la noche
de tintos de todas las riberas.
18. –Si tienes miedo hazte el valiente. Siempre
tendrás tiempo de correr.
-Més val un cobard viu que un valent mort
–porfió mi primo con un refrán catalán.
19. –Vivían en pareja, pero cada uno en su casa;
aunque fornicaban en las dos. Según la casa, el
seducido era el otro.
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–Vivir en pareja y en casas separadas son acciones
incompatibles –nos espetó el erudito de la tertulia
filosófico-vinícola, chafándonos la gracieta.
20. –Que gane el menos tonto no es consuelo de
listos –dijo mi primo al finalizar la tertulia, en el
acabose de una noche insulsa.
21. – «Una mujer literata es un hombre fallido», nos
dijo Charles Baudelaire y no estamos de acuerdo mi
primo y yo, en absoluto, con el poeta y crítico
francés. La mujer jamás ha sido eso. Transcurridos
ciento cincuenta años, hemos de superar esta grave
apreciación, así que decid con nosotros queridos
partícipes de la tertulia filosófico-vinícola de esta
noche:
–Una mujer literata es una persona del sexo
femenino versada en literatura.
22. –Cuanto más vivas, menos tiempo estarás
muerto. Así que apúrate, primo –le dije al verlo
desanimado, a la par que le brindaba una copita de
un vino tinto de elegante y complejo aroma.
23. –Primo, ¿Tú recuerdas a algún político elevado a
los altares?
–No ¡Qué raro! Y eso que viven sacrificados y
siempre buscando el interés de su querida
Autonomía.
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–El politólogo tomó la palabra para recordarnos que
sí hubo un político santo: San Francisco de Borja.
Fue mi primo el que discrepó con todo respeto.
–En efecto, Francisco de Borja estuvo involucrado
en la política sirviendo al emperador Carlos V y a su
señora esposa, la emperatriz Isabel de Portugal;
pero al morir ésta, Borja dijo aquella frase famosa:
«No serviré más a señor que se me pueda morir» y
dejó la política dedicándose a tener hijos, ocho
nada menos, ganando así la santidad. Y esto ocurrió
a mediado del siglo XVI.
–Todos quedamos admirados de tan sugestivo tema
y llegamos a la conclusión de que uno de los
caminos de la santidad está en los hijos. Y más
ahora que les alcanzan los cuarenta años en casa de
los padres al calor del hogar y de la sopa boba.
24. –Hablar lo justo y a tiempo será lo correcto,
pero no le veo la gracia –replicó mi primo aquella
noche en la tertulia filosófico-vinícola, al pedirle
moderación y que respetara los turnos.
25. –Sobrellevó en la vida tantas dificultades, que
llegó exhausto a la muerte –nos comentó mi primo
al saber de la defunción de aquel amigo.
–La poetisa modernista nos recordó los versos de
Manuel Machado, a modo de homenaje:
Fatigas pero no tantas
que a fuerza de muchos golpes
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hasta el hierro se quebranta.
26. –Dios inventó el sueño para mitigar nuestros
pesares –dije al comenzar las reflexiones filosóficovinícolas.
–Si yo hubiese sido Dios, y que me perdone,
hubiese suprimido los pesares y el sueño.
Viviríamos más felices y más horas –comentó mi
primo en un tono comedido y nada irrespetuoso. Lo
cual nos agradó.
27. –Tengo tanto miedo a dejar preñada a mi mujer,
que son más las veces que lo hago solo que con ella
–eso dijo una noche de vino y exaltación de la
amistad.
–Primo, estas cosas son sagradas, y deben de
quedar reservadas a la esfera espiritual e íntima de
las personas; no está bien que los tertulianos sepan
ahora que tú…, pues eso –le dije por su bien.
28. – ¿Qué diferencia hay entre un inteligente y un
listo? –preguntó mi primo.
–La inteligencia va unida a la capacidad de entender
o comprender. El listo es la persona sagaz, avispada
–le expliqué.
–No acabo de entenderlo, primo, ponme un
ejemplo.
– ¿Recuerdas la joven y bella duquesa que aquella
noche quiso seducirte disfrazada de doncella?
–Sí, pero yo la calé enseguida y le paré los pies.
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–Ves, primo, qué listo eres.
29. –La disciplina, como observancia de las leyes y
ordenamientos de una profesión o instituto, es más
severa en estamentos como la iglesia o el ejército
–explicó el politólogo la noche de turno.
–Yo creo que es así y lo confirmo, porque hice la
milicia universitaria en Montejaque –dijo mi primo–
y cuando era aspirante me presenté al sargento
disciplinadamente:
–A sus órdenes mi sargento, tengo una necesidad
imperiosa de marchar unos días a la Villa y Puerto
de Tazacorte, en la isla de La Palma, Canarias, para
resolver una cuestión familiar –eso le dije.
– ¿Es muy urgente? –me preguntó el sargento.
–Sí muy urgente, le respondí.
–Verá, soldado, es que si es muy urgente yo le doy
una patada en el culo y llega volando.
– ¿Qué le respondiste tú? –le pregunté.
–Yo me cuadré y le dije: ¿Manda alguna cosa más
mi sargento?
–Pues eso demuestra un espíritu disciplinado a toda
prueba –aseveró el politólogo. Y todos alabamos el
sentido de disciplina de mi primo, que una vez más
nos dejó pasmados.
30. –Con mi inadvertido y visible moco reseco en la
nariz fui de aquí para allá, desde las primeras horas
de la mañana hasta la caída de la tarde, platicando
con unos y con otros en un trajín incesante. Nadie
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me indicó nada, salvo un borracho en un bar. Llegué
a una conclusión, primo: La verdad está en el vino.
¡In vino veritas!
31. –Estaba con ella una tarde triste junto a un mar
en bonanza, cuando me dijo: «Yo te puedo quitar la
gana, pero no la desgana, cariño».
32. –Un obrero cayó rebotado de la segunda planta
de un andamio, con la suerte-desgracia de caer
sobre mi primo que pasaba en ese instante por la
acera. El obrero sobrevive, pero mi primo quedó
con un hombro dislocado y una pierna rota. Lo
visité en el Clínico.
–Friedrich Nietzsche nos dejó dicho que «Lo que no
mata fortalece». Ese pobre hombre se ha librado de
la muerte y no me ha matado, pero yo no me siento
fortalecido –eso dijo nada más verme.
–Quise explicarle que siempre quedará la
satisfacción de haber salvado una vida, el
agradecimiento eterno de un afortunado. Y, sobre
todo, quise hablarle del destino o hado, esa fuerza
desconocida que se cree que obra sobre los
hombres y los sucesos; pero se había quedado
dormido.
33. – ¡Primero beber y después filosofar! –Soltó mi
primo en la tertulia filosófico-vinícola, a la primera
copa.
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–No, primo. No tergiverses la historia. Primero vivir,
después filosofar: primum vivere, deinde
philosophari –declamé, dejando caer el latinajo para
abundar en la profundidad de mi aserto.
34. –La desproporción entre medios y fines, se hizo
patente al detener a un ladrón de tumbas y
comprobar que solo coleccionaba flores secas y
hojas de color vinagre.
35. –Lo tenía casi todo, pero sufría pensando que
le faltaba lo demás.
– ¿Era algo inconformista? –preguntó mi primo.
–Da esa sensación –respondió el camarero.
36. – «Suele faltar grandeza en las horas bajas»
–escribió la estupenda periodista Pilar Cernuda.
–Primo, si pierden las elecciones y se esconden
unos días, no lo pierden todo, porque ganan tiempo
–eso dijo.
37. –Los cinco sentidos, a través de los cuales tiene
lugar el proceso fisiológico de recepción y
reconocimiento de sensaciones y estímulos, son
siete, a saber: la vista, el oído, el tacto, el gusto, el
olfato y el sexto sentido (The sixth sense), dirigida
por M. Night Shyamalan y protagonizada por Bruce
Willis. Y, por último, el sentido común que es el más
común de todos, de ahí su nombre, como tú sabes,
primo.
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38. –Entre los inventos más importantes del
mundo, como puedan ser la rueda, el arado, la
sopa de ajo, la imprenta, la fotografía, el teléfono,
la penicilina, la lámpara, el avión, el papel
higiénico, Internet, el Ipad, etc., prevalece a juicio
de los tertulianos filosófico-vinícolas, como el más
importante de la creación, la unión de los sexos, ya
que al asegurar la supervivencia garantiza la
posibilidad de los demás inventos.
39. Chapapotear. Protestar de manera airada por la
contaminación de las playas con la materia viscosa y
pestilente proveniente del vertido de buques
averiados.
40. –Mafioso, mamón, corrupto y chapero, se
ejercitó en todos los vicios conocidos; pero en el
postrer instante de su vida, oye, se arrepintió en
confesión. –Por si acaso –pensó.
41. –Me han nombrado vocal de una Mesa electoral
para el seculorum de las papeletas –me explicó.
– ¡Hombre! Seculorum no tiene nada que ver con el
procedimiento electoral, es un latinajo. ¿No te
acuerdas, in secula seculorum? -argumenté.
–Pues eso, In secula para meter las papeletas y
Seculorum para sacarlas –me respondió.
–Te equivocas, primo, –insistí. In secula seculorum,
es una frase en latín que significa por los siglos de
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los siglos. Se decía en las misas cuando se hacían en
latín. Tú te refieres a introducir el voto secreto en
una urna y a eso se llama insacular.
–Entonces, a sacar las papeletas ¿cómo se llama?
–Se dice escrutinio: se sacan, se clasifican, se
cuentan y se levanta el acta correspondiente. Y si
me apuras un poco, al hecho de extraer de la urna
las papeletas que se han insaculado se denomina
desinsacular.
–Lo explicaban en el Parlamento y, por lo visto, lo
he entendido mal. Gratias, primo –dijo
42. –Si tu tarea es limpiar tinajas en la fábrica
azucarera, túmbate y te duermes en la primera
tinaja que entres y cuando suene la sirena sales.
Para trabajar siempre tendrás tiempo y estarás más
descansado –nos comentó uno que sabía de qué iba
la cosa.
43. –Primo, ¿qué te agradaría ser: “rico débil y
acosado de males”, o “pobre sano y de robusta
fuerza”?
–En realidad, ninguno de los dos. Haría un híbrido
con la riqueza de uno y las robustas fuerzas del
otro. Eso sí, le daría al pobre sano trabajo bien
remunerado para que cuidara del rico débil; así
procuraría también por la salud de mi alma. Y todos
contentos –le respondí circunspecto ante la
importancia del asunto que no era agua de borrajas.
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44. –Estudiar, estudias poco –le digo en tono
amigable.
–Soy muy distraído, primo, y deseo no saber las
cosas, a saberlas mal, de mala manera, desacertada
o contrariamente a lo que es debido –eso contestó,
porque buenas palabras nunca le faltan.
–Res, non verba (hechos, no palabras) –le repliqué.
45. –Buenos días –le dije.
–Buenos días y buena hora –me respondió con una
sonrisa, al cruzarnos en la calle Mayor.
Me lo encontré más tarde en la cola del pan y sin
querer le pisé el pie, justo encima de un callo
infectado.
– ¡Hijo de la gran puta! –me espetó sin miramiento
a grito pelado.
–Yo no contesté.
– ¡Valiente si eres! –me soltó mi primo al salir,
haciéndose el serio.
–Fue un grito de dolor, más que un insulto. Incluso
como provocación, plantarle cara hubiera sido
engendrar violencia innecesaria –me vi obligado a
explicarle.
–Primo, bromeaba, pero te comprendo hasta el
punto de que te recuerdo un proverbio de Salomón
(17-6) que dice: El necio, al momento muestra su
ira, el prudente disimula su afrenta.
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46. –Más de una vez me han llamado tonto y puesto
a serlo me agradaría ser “tonto de circo”, para
hacer reír a los niños, a mandíbula batiente
–comentó mi primo y me conmovió, porque tonto
sí, pero con buenos sentimientos.
47. –Si el tiempo no existiera no lo perderíamos;
incluso, nos ahorraríamos las esperas en algunas
entidades financieras y oficinas públicas, mientras
los empleados y funcionarios desayunan en
amigable convivencia –comentó mi primo que venía
de empadronarse.
48. – ¿Qué es tanta gente a la puerta del
Ayuntamiento? –Pregunté a mi primo.
–Son jornaleros que vienen a cobrar antes de que se
ponga el sol.
– ¿Y eso?
–Lo dice el Deuteronomio (24,14): El mismo día le
darás su salario, y no se ponga el sol sobre esta
deuda, porque es un pobre y lo necesita.
–Pero alguien tendrá que decirles a estos benditos
que los Ayuntamientos no trabajan por la tarde y,
además, que se han quedado in púribus.
–Pero si no les pagan, los jornaleros pueden clamar
contra los Ayuntamientos ante Yahvé y se cargarán
de culpas por mal de sus pecados.
–Lo que les faltaba a los Ayuntamientos.
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– ¡Estos jornaleros, estos jornaleros! –Clamó un
concejal presente en la tertulia y sensiblemente
afectado.
49. –Salté la zanja y me caí. Cuando estaba en el
suelo los viandantes me decían que no debía de
haber saltado.
50. –Lo vimos pasar encorvado, agarrado a su
bastón y mirando al suelo como el que busca dónde
quedarse.
–El camino que lleva el río hacia el mar no es un
camino de rosas –comentó mi primo.
¿El mar es el morir? –pregunté.
Sí. Ya lo cantó el poeta:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir
51. –Primo, dudo luego existo.
–No, la locución a que te refieres es: pienso, luego
existo; o en latín: cogito ergo sum. Se atribuye al
filósofo francés René Descartes que originalmente
dijo: Je pense, donc je sui.
–Bueno, primo, pero si yo, por ejemplo dudo de
todo, en alguna medida existo, porque sino, no
dudaría.
–Primo, aquí hemos venido a filosofar no a
tergiversar la historia.
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–Perdona, primo, dudar es pensar y pensar es
existir. Y con esto que digo no cuestiono ni
tergiverso nada; de manera que dejemos la historia
en paz.
52. –El amor es una tarea que si la terminas se
acaba.
– ¿Quieres decir, primo, que el amor, como
sentimiento, es un continuo que se extiende sin
interrupción?
–Sí. Y en la reluciérnaga 976 seré más explícito,
aunque para llegar a ella nos falta un gran trecho.
53. –Ocurrió en un control de eructemia. Al soltar el
eructo de prueba, no solo se superaron los valores
de referencia y la línea roja, sino que quedó
averiado el eructómetro.
– ¿Y qué fue del interfecto? –preguntó mi primo.
–Sometido a terapia intensiva está estable, aunque
ha de ser precavido porque la querencia le tira. Por
eso, los días que come morcilla de cebolla o gambas
al ajillo, no suele salir de casa –respondió el labriego
cuñado suyo.
54. Ganar y perder son el anverso y reverso de una
misma moneda que es la vida –eso nos comentó mi
primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola, a
manera de provocación.
–No es razonable enfocar la vida como una
contraposición de pérdidas y ganancias, cara o cruz
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de triunfos y derrotas –apuntó la joven y gentil
filósofa.
–La vida es un espacio de tiempo que hay que llenar
de contenido, con una conducta honrosa, piedra de
toque de una rectitud de ánimo que nos haga
íntegros en el obrar, para hacer más llevadera esa
unión del alma y el cuerpo –nos dijo el anciano
teólogo ascético con su copita de Vega Sicilia en la
mano.
–Llenar ese espacio de tiempo cuesta un ojo de la
cara. O, hablando en cristiano, ¡Dios y ayuda!
–Remachó mi primo. Y casi todos asentimos.
55. –La ansiedad, como inquietud o zozobra de
ánimo, le llevó donde no hubiera querido.
– ¿Somos juguetes de nosotros mismos? –preguntó
mi primo.
–Somos lo que somos, juncos al viento anclados en
la vida –respondió un pescador de caña.
56. –Entró en un establecimiento de venta de
animales domésticos, era alta, morena, de unos
treinta años y muy hermosa.
–Quiero un perrito que no sea muy grande, joven y
lamedor –dijo la señora dirigiéndose al dueño.
Yo estaba en un rincón y pasaba inadvertido tras
una columna. Al oír aquello me salió la vena de
gracioso y empecé a ladrar: guau, guau, guau… Mi
sorpresa vino cuando me di cuenta de que el dueño
de la tienda también ladraba, guau, guau, guau.
24
Que gane el mejor –pensé. Pero, al percatarse de
mis ladridos el dueño se dirigió hacia mí desde el
mostrador y me dijo, a ojos vistas turbado:
–Perdone, pero esta señora es mi esposa y suele
gastarme estas bromas cuando entra en la tienda y
no hay nadie. En esta circunstancia no advirtió su
presencia.
–No hay nada que perdonar. Yo, como su señora
esposa, soy también de natural bromista. Mi
esposa, sin ir más lejos, me llama “mi mamoncito”
–le dije muy serio para salvar la situación, sabes.
57. Copularidad. Fama y aceptación sexual que mi
primo tiene entre las mujeres del pueblo y
perdonen.
58. Soñaba con ser mujer, morena de ojos grandes y
sonrisa fácil; pero, en su carrera hacia el óvulo otro
espermatozoide le ganó por la mano y quedó
segundo.
Destartalado y en la vorágine de su caída libre por la
cañería del bidé que le llevaba inexorable al no ser
de la nada, pensó que la vida no era justa o, cuando
menos, las recompensas y puniciones establecidas
eran desproporcionadas.
59. –Se conocieron el 23-F, día del golpe de Estado,
al coincidir en el mismo escondite y desde entonces
son amigos irreconciliables.
25
–Los pusilánimes sin valor ni espíritu no suelen
avenirse –comentó un Sargento de Regulares.
60. –Primo, ¿Qué prefieres, economía de mercado o
ingeniería financiera?
–Si no te enfadas prefiero un cocido madrileño,
hecho con garbanzos de castilla, pechuga de gallina
o pollo, morcilla, chorizo, un trozo de tocino,
repollo, cebolla, zanahoria y patatas pequeñas,
regado con un buen vino tinto y comido a las cuatro
de la tarde, para ahorrarme la cena.
– ¿La situación no está para leches?
–No.
61. –La lluvia solo es lluvia si cae.
– ¿Quieres decir, primo, que la lluvia es acción?
–Exacto.
62. – ¡Era un soñador! La gente lo admiraba; pero
su viuda años más tarde confesó que su marido lo
que había tenido eran pesadillas –explicó mi primo.
63. –Hablaba de la castidad con tal sentimiento y
convicción que creíamos estar ante una monja.
Cuando supimos que era puta vieja y que había
hecho la carrera en la Gran Vía madrileña del
“Chicote” al “Labra” y del “Labra” al “Chicote”, en
los años sesenta. Quedamos admirados, le
mantuvimos el respeto y la invitamos a nuestra
26
tertulia filosófico-vinícola, ya que era una experta
en maridos incomprendidos.
–Tu cara me es conocida –le dijo a mi primo en un
aparte.
64. –Primo, quisiera ser tu biógrafo –me dijo al
iniciar nuestra tertulia filosófico-vinícola.
Lo miré a la cara por si bromeaba y lo vi serio,
incluso apesadumbrado, como si presagiara en mí
un final vital no deseado. Le dije, utilizando las
sabias palabras de Sigmund Freud en carta a su
amigo Arnold Zweig, en 1936:1
–Todo el que se mete a biógrafo adquiere un tácito
compromiso a decir mentiras, a ocultar cosas, a ser
hipócrita y adulador e incluso a esconder su propia
falta de comprensión, pues la verdad biográfica
jamás puede desvelarse del todo, y aunque esto se
lograra, no habría posibilidad de emplear la
información obtenida.
– ¿La verdad es inalcanzable? –me preguntó.
–Sí, le respondí. Toda biografía es una
aproximación.
65. –La política es mi vida –decía el desventurado
de mi primo; pero, anodino, sin carisma y de
provincias, ¿qué porvenir le esperaba? Un amigo
experto en asuntos de trepa, le sugirió:
1
Sigmund Freud. Epistolario. 1873/1939. Biblioteca Nueva
1963; Pág. 285.
27
–Introdúcete en lo que se llama “el aparato de un
partido” y ahí podrás medrar.
66. –Es un hombre chapado a la antigua, dijo mi
primo al verlo pasar en su rutinario recorrido por
las calles del pueblo.
– ¿En qué lo notas, primo?
-Por el chaleco a cuadros y el reloj de bolsillo.
–También hay un signo inequívoco: lleva un diente
de oro.
67. –Primo, si tomas conciencia de que cada palo
aguanta su vela, tú aguantarás la tuya y te evitarás
sostener las de los demás y de que te lo agradezcan
–le dije cansado de verlo de redentor, sufriendo
siempre por los demás.
–Tú lo que quieres decir es que cada sacristán doble
por su difunto.
–Exacto. Veo que me has entendido.
68. Convoluto. Provecho o dinero obtenido por un
político o funcionario de un particular, con abuso de
las atribuciones de su cargo. También se llama
mordida, tres por ciento, unte, compensación…
–Lo del nombre, aunque no es invento mío, es lo de
menos –dijo mi primo.
69. –A una cierta edad, la soledad sobrevenida
multiplica las carencias y los miedos.
28
70. –Primo, con el mayor respeto ¿El clítoris de la
mujer es lo que, cuando éramos jóvenes,
llamábamos pepitilla?
–No dudo de la probidad y buena fe de su primo
cofundador de esta tertulia, pero es una pregunta
delicada y capciosa que tendría que haber sido
hecha, en su caso, en la intimidad –alegó el
sexólogo.
–Estamos lejos de las nobles palabras de Santiago
Ramón y Cajal: En las tertulias cultas satisfacemos
nobles curiosidades; cambiamos ideas por ideas;
corregimos juicios precipitados; hallamos consejo en
los negocios arduos, estímulo para las buenas obras,
consuelo en los sinsabores… –apostilló la joven y
gentil filósofa visiblemente molesta. Y con razón.
–Soy un enamorado de la tertulias, amor que me
inculcó mi abuelo (q.e.d.), asiduo a la de “El Nuevo
Café de Levante”, de la que fueron habituales los
Machado, Rubén Darío, Romero de Torres, Valle
Inclán y tantos otros que impulsaron el
Modernismo, en lo que supuso de renovación
estética del lenguaje. Es por ello, que disiento
también del tertuliano de la pepitilla, por la falta de
tacto en su comportamiento –añadió otro
tertuliano de delicadas maneras, recién llegado a la
nuestra.
–Agradezco la corrección y el comedimiento
mostrados por los tertulianos en su intervención.
Les pido disculpas y retiro la pregunta –manifestó
mi primo algo afectado.
29
–La tertulia giró en torno a los comportamientos
indebidos en general, sin hacer sangre. Yo mismo,
recriminé a mi primo, sin acritud, su proceder;
aunque respondí con discreción a su pregunta, con
un movimiento afirmativo de cabeza imperceptible
para los demás.
30
71. –Eran tan felices en su noviazgo, tan
mutuamente atentos y cariñosos, tan aseados y
sorpresivos, que decidieron no casarse y mantener
relaciones amorosas con fines matrimoniales
indefinidamente, bailándose el agua el uno al otro.
–Primo, seguro que fue para no tentar la suerte.
–Seguro.
72. –Mi primo, de natural estólido, se acostumbró a
decir que no y le dio por concurrir a Juntas,
Asambleas, Cursos, Jornadas, Postgrados, Tertulias
y lo que se terciase, para hacer valer sus
discrepancias. ¡Cundió la alarma!
73. –Vaya perorata que ha soltado sobre la
libertad que tiene el hombre de obrar de una
manera o de otra –clamó el politólogo,
aprovechando que el interfecto había marchado a
los lavabos, para hacer aguas mayores, según dijo.
–La llevaba escrita, he visto como sacaba un papel
y lo releía memorizándolo –comentó un
chamarilero que nos acompañaba esa noche
aprovechando que había venido a llevarse unos
trastos viejo del chiringuito.
–Solo ha dicho vaciedades –remachó un tertuliano.
–Una cosa es la libertad de pensamiento y de
obrar y otra decir hoy negro, mañana gris y pasado
fulcir lo contrario –remachó mi primo.
–Tiene derecho de manifestar, defender y
propagar sus opiniones. Y nosotros de
ratificárselas, matizárselas o refutárselas en la
tertulia. Todo menos negarle el saludo –me vi
obligado a intervenir.
–El que disiente de nuestro parecer puede
enseñarnos –intervino conciliadora la joven y
gentil filósofa.
74. –Obrero en paro, heredó una fortuna de un tío
suyo, indiano. Desde entonces trajeado visitaba los
restaurantes de lujo, rehusaba la carta y les decía al
Maître o al Sumiller: –Pónganme de lo que haya.
Lo había aprendido del gaucho Don Segundo
Sombra, que al entrar en la Fonda del Polo también
decía lo mismo.
–Ese fue el origen del llamado menú de degustación
–interpretó mi primo.
75. –Llegó al Bar haciéndose el gracioso:
–Eustaquio, ponme de tapa algo de lo que vayas a
tirar mañana.
31
Y Eustaquio se lo puso. En Urgencias, horas más
tarde, le detectaron una infección intestinal por
bacterias del género Salmonella.
76. –El camino del poder nos lo señala la Ley, es una
frase que nos enseña que el poder no se regala, se
gana tras recorrer un camino no siempre fácil,
jalonado por unos principios y unos postulados que
nos marca la Ley –manifestó a la Asamblea de
ilustres juristas democráticos, su presidente.
– ¿De quién es tan rotunda afirmación?
–preguntó uno.
–De Hitler, Adolf Hitler, –contestó circunspecto el
señor presidente.
Los juristas abandonaron a una el recinto.
–Era verdad, la frase correspondía a Hitler, pero
chacotas las justas –comentó mi primo al referirse
al suceso, en la tertulia filosófico-vinícola.
77. Cornudista. Dícese del caballero que practica el
desnudismo mientras a su señora esposa se la
beneficia el barquero.
78. –Los cuatro elementos que componen el mundo
son cinco, a saber: Aire, Tierra, Fuego, Agua y Sexo.
– ¿Pero, el sexo cómo queda incardinado en el
todo, primo?
–De la siguiente manera: a, ante, bajo, cabe, con,
contra, de, desde, hacia, hasta, para, por, según, sí,
sobre, tras el Sexo.
32
79. –Sembró una semilla en medio del desierto y se
olvidó de regarla. Brotó una pirámide.
–Le estuvo bien empleado –comentó mi primo
Fue la joven y gentil filósofa que, más reflexiva,
manifestó: –Cualquier descuido o dejación puede
abocar a situaciones impredecibles.
–Todos dijimos que sí.
80. –Primo, caminaba por el prado y a lo lejos, en
las montañas remotas, observé señales de humo y
oí redoble de tambores como si quisieran
comunicarme algo urgente; pero no he sabido
descifrar el mensaje.
–Conéctate a Internet y localiza cualquier tribu, de
los Apaches, Sioux, Cherokees o Navajos y que te
pasen con algún Jefe indio, “Caballo loco” o “Toro
Sentado” y les explicas. Seguro que ellos te
indicarán el sentido del mensaje –eso me dijo por
mi bien, dada la inquietud o indeterminación de
ánimo y las ganas de cumplir que me notó.
81. –Para aquel alcalde, los mejores contratistas
eran sus parientes o amigos íntimos porque, al ser
de confianza, no adulteraban la calidad de la obra o
servicios contratados, sino el precio.
–Lo cual –aclaró mi primo– siempre es menos malo
según nos dejó dicho el moralista aragonés Baltasar
Gracián, en el S. XVII, cuando prefería que le
engañaran en el precio y no en la mercancía.
33
82. –Era tan desdichado que no se cambiaba por
ninguno.
–La desgracia o suerte adversa no está reñida con la
bondad del corazón y el amor al prójimo –explicó
mi primo.
34
83. – ¡Han suprimido el servicio militar obligatorio,
ahora que me tocaba y me iba a zafar! –me dijo
Pepito “el joroba”, con un cabreo de mil demonios.
84. –Es ciego y se ha enamorado y va y me dice:
–Primo, ahora estoy más ciego que nunca.
La joven y gentil filósofa intervino para matizar las
palabras de mi primo con una cita del matemático y
filósofo francés Blaise Pascal: Pintar el amor ciego
es una sinrazón de los poetas.
85. –Mi primo y yo éramos hombres de una sola
mujer y no obstante éramos de más de un vino y
cada noche elegíamos el adecuado según las
circunstancias. Eso dio pie a mi primo para la
primera reflexión en la tertulia, que nos llevó parte
de la noche y todo el vino.
– ¿Has considerado que nos pasamos la vida
eligiendo?
–Sí. Ya Gracián, en el Arte de la Prudencia, nos
enseñó que vivir es saber elegir –me vi obligado a
comentar.
–Y no les digo nada en el amor, corroboró un joven
poeta. Tener que elegir a una mujer entre todas las
del mundo. Y ser la adecuada para ti y tú el
adecuado para ella. ¡Ahí es nada! Parece que no
pueda ser; pero el amor todo lo puede –nos dijo
entre suspiros.
–De aquí que haya tantos divorcios. Es natural y
llevaba razón Groucho Marx cuando dijo que el
matrimonio es la principal causa de divorcio
–corroboró un abogado de causas de oficio
haciéndose el gracioso.
–No obstante eso, nosotros somos monólogos
–aclaró mi primo trastabillándose, dada la hora.
–Tú y yo lo que somos es monógamos. Me vi
obligado a corregirle, a la par que daba las
reflexiones por terminadas, dado que todos
empezábamos a trastabillarnos.
86. –Era tan infeliz –en la acepción de bondadoso y
apocado– que creía que dos medias verdades
equivalían a una verdad. ¡Ya me dirás!
87. –Le perdonó la primera bofetada y en la
siguiente cayó desnucada.
– ¿Primo, una bofetada pudo salvarle la vida?
–En efecto, si la primera bofetada de ese hijo de
puta hubiera sido la última.
88. –Aparentaba ser una buena persona, y la
realidad confirmaba que lo era.
35
–Entonces, las apariencias no siempre engañan
–dijo mi primo.
–Así es; pero si en la vida acepta usted las
apariencias como regla general se estrellará, joven
–le reconvino un profesor humanista.
–Primo, acuérdate del que nos vendió el galgo,
–añadí yo. En esto, tomó la palabra la antropóloga
para ilustrarnos: –En no pocas ocasiones las
apariencias son a la realidad lo que el ruido a la
música.
89. –Los mejores recuerdos pueden ser malos, si los
otros son peores –dijo mi primo.
90. Asistía a todos los entierros; incluso
acompañaba a los íntimos al cementerio, lo cual era
alabado por los vecinos del pueblo, hasta que uno
de ellos averiguó que practicaba la nigromancia.
91. –Primo, yo más que vivir para ver, sentir o
experimentar, lo que quiero es no morirme –eso
dijo.
92. –Había otro que, más que vivir mucho, quería
vivir bien lo que viviera. Tal vez ignoraba que ambas
cosas no son incompatibles, porque vivir bien ayuda
a vivir más –comentó mi primo al hilo de la
reluciérnaga anterior.
36
93. –Llegó a nuestra tertulia presentándose como
concejal de un municipio próximo, atraído –nos
dijo– por nuestro nombre y buen hacer. Uno de los
tertulianos al oír lo de concejal, gritó: – ¡Ojo al
Cristo, que es de plata! ¡Mano a las carteras! El
regidor esbozó un rictus de sorpresa y los demás
quedamos un poco en suspenso ante expresiones
tan desacertadas. Todo se aclaró cuando vimos que
se abrazaron con afecto, eran cuñados, pero de los
bien avenidos. Aún así, el anciano teólogo ascético
tomo la palabra para decirnos: –El buen humor no
ha de ser ajeno a nuestras elucidaciones y
comentarios filosóficos, pero sí las bufonadas y los
despropósitos. Todos asentimos.
94. Eran tan pobres que al casarse hicieron
separación de deudas.
95. –Expone Quevedo en su libro “Gracias y
desgracias del ojo del culo”, lo siguiente: «Hasta
que dos se han peído en la cama, no tengo por
acertado el amancebamiento».
–Sin desmentir al insigne escritor, hoy en día el
pedo en la cama compartida puede ser también y
de hecho lo ha sido, objeto de divorcio exprés o,
como mínimo, de camas separadas ¿A que sí,
primo?
96. –Contradecía a todos. Incluso, a los que le
daban la razón sin cortapisa les buscaba matices
37
que le abocaban al “sí, pero no”. Le llamaban el
“bola de billar”.
–No es un caso único, abundan más de lo que nos
figuramos, en la reluciérnaga 72 hay otro. Gracián
se refería a ellos: Van a la conversación como a la
guerra.
38
97. – Alguien preguntó al anciano teólogo ascético
sobre sus pautas o normas de conducta para
desenvolverse en la vida.
–Vivir honestamente, no dañar a otros y dar a cada
cual lo suyo –nos respondió.
–Son los principios del jurista romano Ulpiano,
plasmados en el Digesto –comentó mi primo
emocionado.
–En efecto, –respondió el anciano que tuvo la
deferencia de repetirlos en latín: Honeste vivere,
alterum no laedere, cuique suum tribuere.
–Todos asentimos con voluntad de aplicárnoslos en
lo posible.
98. –Entre lo que la gente percibe de mí y lo que soy
hay un mundo de vivencias no siempre positivas,
dignas o elogiables –nos aclaró el anciano teólogo.
99. –A mí la lluvia me estimula porque siempre me
ha gustado mojar –nos dijo un tipo tremebundo, de
pelo en pecho y mirada atravesada poniendo sobre
la mesa una navaja cabritera, sin que ninguno de
nosotros lo conociera ni le preguntara nada. El
camarero nos explicó más tarde que era un
conocido navajero famoso en el mundo del hampa
por su limpieza en el manejo del cuchillo.
–Si yo sé eso, le planto cara y ese tío me oye
–comentó uno del grupo cuando el navajero hacía
una hora que se había marchado. Acabamos a
carcajada tendida ahuyentando el miedo y alguien
apuntó la necesidad de permanecer unidos y
esperar el día para evitar cualquier emboscada.
– ¡Estamos para una guerra! –clamó mi primo.
100. –Era tan buen arriero que hasta con la carga
inclinada llegaba a su destino.
– Primo, ¿Quieres decir que las dificultades te han
de sorprender preparado para superarlas?
–Tú lo has dicho.
101. –Primo, con todos los respetos para las
distintas opciones, ¿qué quieres tú: el divorcio
exprés, las bodas homosexuales, o el aborto libre?
–Quiero el surco que deja la costumbre
de mi esposa y mis hijos, dulcemente,
en la paz de mi hogar y de mi lumbre.
–O sea, frente al divorcio exprés, el hogar; frente a
las bodas homosexuales, la esposa; frente al aborto
libre, los hijos. Y todo envuelto en un halo poético
–interpretó mi primo.
–Mis opciones personales no son frente a nadie
39
–respondí.
102. Demeocracia. Sistema de gobierno en el que el
pueblo soberano se mea de risa por las gracias,
promesas y corruptelas de algunos políticos antes y
después de las campañas electorales.
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103. – ¿Primo, nosotros hemos sido creados, o
procedemos de especies inferiores mediante la
evolución?
–Las dos teorías son compatibles. Me explico: ¿Te
fijaste en la mujer bonita y elegante que pasó
delante de nosotros hace un instante?
–Mi fijé primo y observé cómo se cimbraba. La
conozco, es licenciada en historia.
–Pues esa criatura ha sido creada por Dios. En
cambio, contigo tengo dudas y pienso que puedas
descender del mono.
– ¿Lo dices por lo velludo, primo?
–Por lo velludo y por lo fornicador. Los monos son
tremendos para eso y no se cortan.
104. –Mi primo se enteró de que yo iba a dar una
conferencia sobre “La permuta de cosa futura”, en
el Instituto Nacional de Administración Pública
(INAP) de Madrid, ubicado en la calle de Atocha y se
empeñó en venir conmigo. Ya en el coche va y me
dice:
–Primo, procura abreviar, no te hagas pesado, que
la gente no se canse, y al abrir el coloquio yo te
preguntaré sobre la mutación demanial. Hablas de
la autopista Barcelona-Zaragoza y de la Sentencia
del Tribunal Supremo sobre la calle Trovador de
Zaragoza; si nos sale bien y te luces, me invitas a
cenar.
–Ya en el restaurante y con toda la cara pide de
primero ostras al natural con un borgoña blanco y
de segundo una mariscada. Se cenó el tío los
honorarios de la conferencia y tuve que pedirle
prestado para la gasolina del regreso.
Cuando la imaginación se desborda, el personaje
creado puede escapársele de las manos al autor y
alcanzar vida propia y luego dicen lo que dicen y
hacen lo que hacen. Ya me está bien –pensé.
105. –Si eres pobre habla poco; si te tienen por
prudente, algo tienes.
– ¿Qué entiendes tú por pobre, primo?
–Los que, como decía Antonio Machado, cuando
caminan, cabalgan a lomos de mula vieja.
106. –A los tres meses de casado cualquier chocho
te gusta más que el de tu mujer –nos ilustró mi
primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola.
–Su primo y perdone, ha confundido esta tertulia
con un consultorio sentimental y hace
manifestaciones tan provocativas e indecentes
como poco creíbles –clamó la gentil filósofa con el
enfado a flor de piel.
41
–Le llamé la atención y mi primo retiró sus palabras,
pero el mal ya estaba hecho y los solteros que nos
acompañaban, quedaron apenados ante tan terrible
y nada ilusionante noticia.
107. –No supo que era su último día y no le dio
tiempo a cobrar un recibo, anular un pedido y
ponerle a su barca, grabado a fuego, el nombre de
“Ana María”. Tenía por la tarde hora en la barbería
y pensaba cenar esa noche “revuelto de espárragos
trigueros”.
–Ahora descansará en paz de tanto trajín –comentó
mi primo.
108. –El divorcio es la consecuencia de darnos
cuenta a los quince días de la boda de que el sexo
no lo es todo –soltó mi primo y uno de los
presentes en la tertulia filosófico-vinícola movió la
cabeza afirmativamente ¡Quedamos impuestos!
109. –Un alcalde imaginativo ha colocado en las
principales calles del pueblo, clavos ardiendo, para
que los vecinos puedan agarrarse a ellos a la hora
de afrontar hipotecas, impuestos, cestas de la
compra, recibos varios, imprevistos y la misma
cuesta de enero.
–Los vecinos, al enterarse del Plan de rescate de los
Bancos aprobado por la Unión Europea y el FMI,
han rogado al señor Alcalde que deje instalados los
42
clavos todo el año –apostilló mi primo que parecía
informado.
110. –Pervivir es acumular achaques –explicó mi
primo.
–Vencida de la edad sentí mi espada, nos dejó dicho
Quevedo –apuntó el literato del grupo.
Una tristeza vaga y profunda, como un río de
melancolía, se abría camino en la tertulia filosóficovinícola de esa noche estrellada y apacible.
–Es preciso salvar la situación –pensé; así que, me
apresuré a abrir una botellita de vino tinto Gran
Reserva, levanté mi copa y con palabras de Antonio
Machado, les dije: –Hoy es siempre todavía.
–Pero mañana será ayer pasado mañana –remachó
mi primo, aguándonos el vino.
111. –Era tan pusilánime y miedoso que en el
pueblo le llamaban “el corajudo”.
¡El juego de los antónimos! –clamó el gramático
presente esa noche en la tertulia filosófico-vinícola.
El venerable anciano teólogo ascético que también
nos honraba con su presencia, manifestó su
desagrado ante tal sarcasmo.
–Hemos de huir y repudiar esa burla sangrienta, esa
ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata
a una persona convecina –nos dijo con su proverbial
moderación. Y justo es reconocer que enardeció
nuestros ánimos.
43
112. Disputero. Hombre pendenciero, dado a
mujeres y al goce carnal.
113. –Estaba sentado con uno en la terraza de una
cafetería cuando llegó otro dándole la mano y
preguntándole por su salud y por la de su familia.
Los dos de pie se dieron un medio abrazo y yo lo
observé emocionado y con los ojos húmedos
porque, íntimos amigos, hacía diez años que habían
roto y se llevaban a matar.
Pensé que después de aquella reconciliación la
conversación podría ser tensa, pero llegaron otros
amigos y se habló de generalidades.
Cuando el otro se marchaba yo me fui con él. A
veinte metros de la cafetería me dijo casi en un
susurro:
–Me he confundido. Con el sol de cara y a contraluz
lo he tomado por otra persona a este hijo de puta y
cuando le di la mano ya era tarde.
–Quedé atónito y no le dije nada. Si la grandeza de
un hombre se mide por los amigos que tiene, yo
tengo dos hijos de puta –pensé.
114. –Iniciamos la tertulia con la primera copa a las
once de la noche, lo que dio pie a que mi primo
soltara su gracieta en la envoltura de un refrán: Una
copa a las once son once a la una.
–Miré el reloj a la una y nos habíamos propasado,
en un par de copas nada más.
44
–Ahora tu primito tendrá que retraactaaarsee…
–clamó un compadre que se había unido a la
tertulia que estaba más embrollada de la cuenta,
con gente desconocida de distinto pelaje y con
más de un vivalavirgen.
–Déjame hacer a mí –me advirtió mi primo. Y
aprovechó para darle salida a una porción de vino
picado. Estuvimos a punto de arrepentirnos, pero
nos faltó vino y tiempo.
115. –En efecto, conocí a la señora –manifestó el
profesor respondiendo a la interpelación de uno de
los alumnos.
¿En sentido bíblico? –preguntó otro, el graciosillo
de turno.
–No –le contestó el profesor– La conocí como
realidad inteligible o suprasensible; es decir, como
intuición intelectual. También, por supuesto, como
fenómeno social. ¿Por qué lo pregunta?
–No, por nada –respondió el infeliz.
116. –Disoluto y convoluto, son el sujeto y el objeto
de una relación crapulosa. El crápula o licencioso
entregado al vicio, necesita dinero fácil proveniente
del unte o la mordida para alimentar sus
desenfrenos.
– ¿Hay muchos crápulas? –pregunté.
–Más que pelotilleros –respondió el politólogo con
una respuesta que pareció muy poco ortodoxa y
más propia de mi primo.
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117. –El victimismo es el refugio de los
incompetentes –explicó mi primo en la tertulia
filosófico-vinícola.
–Los victimistas si consiguen sus objetivos se
transforman en antropófagos y se niegan y
destruyen los unos a los otros –explicó la politóloga.
118. –Primo, ¿a ti te gustaría ir al purgatorio?
–A mí sí, si existiese la gloria, porque una vez
purificados mis pecados gozaría del cielo eterno.
– ¿Cuando hablas de pecados te refieres a los
apetitos desordenados de naturaleza sexual?
–Me refiero en general a todos y en especial al
pecado solitario y a los de comisión ya sean de
palabra, obra o pensamiento.
– ¿Y si el cielo no existiese?
–Sería un fraude de ley, en este caso de ley divina,
algo inconcebible tratándose de Dios nuestro
Señor.
–Se ha dicho que el infierno no existe.
–Entonces el purgatorio estará a tope, habrá que
pedir hora.
–Un sufrimiento añadido, el apiñamiento.
–Sí.
119. –Desearía conocer una mujer, en lo físico alta,
morena y rellenita y en lo espiritual, cariñosa,
sensible y hogareña –dijo, presentándose en aquel
acreditado centro especializado.
46
–La tenemos, señor, nos acaba de llegar de América
y es una novedad de ultimísima hora, estamos
todos entusiasmados.
– ¿Cuáles son sus signos corporales?
–Está fabricada en gutapercha y es flexible,
traslúcida e insoluble en el agua, se puede bañar
con ella, señor.
–La última con la que conviví cinco años se me
desinfló en el baño una noche y todavía me dura el
susto y el trauma.
–Descuide, señor, no padezca. Está construida,
precisándole algo más su naturaleza, si me lo
permite, de un látex proveniente de moráceas y
euforbiáceas intertropicales, con la resistencia del
caucho de rueda de camión.
–Bien. Confío en usted. Me la llevo, envuélvamela.
–Quedará contento, señor. Estas mujeres,
abstracción del origen, tienen la gracia sureña y son
muy cálidas.
120. –Un esmoquin y unas bambas no armonizan.
–Primo, vive como piensas e irás conjuntado.
121. –En campaña electoral, su misión dentro del
aparato del Partido consistía en pegar pasquines
propios en horario laboral y arrancar los ajenos en
horas intempestivas.
–Hará carrera porque se le ve disciplinado y
voluntarioso –comentó mi primo.
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122. –Se divorciaron antes de casarse y los dos
llegaron a ser felices –expuso mi primo, como
ejemplo de sensatez y buen juicio.
123. –Creían que era burriciego, pero él solo hacía
la vista gorda.
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124. –En los inmuebles, una de las causas de ruina
viene dada por el agotamiento de sus elementos
estructurales, de tal forma que es imposible
repararlos y hay que demolerlos para
reconstruirlos. Pues bien, en la crisis económicofinanciera la ruina se origina por el agotamiento de
las estructuras de la economía y de las finanzas.
–Primo, en los foros políticos ya se habla de
“fatiga”, nos estamos acercando. ¿Crees que
quedaremos a dos velas?
–Y a una también, aunque yo recomiendo el candil
de toda la vida.
– ¿Y dónde encontraremos candiles, primo?
En los chinos y el aceite tendremos que acudir a los
aceituneros de Jaén, mayormente.
–Pero, ¡ojo!, un candil puede ser la ruina de una
casa –apostilló una abuelita gruñona.
– ¿Por lo que gasta, abuela?
–Sí, no hay que abusar y conviene acostarse con las
gallinas.
125. – ¿Crees que siendo yo tan mediocre debería
buscar la excelencia en mis colaboradores?
–preguntó.
–Desde luego que sí, primo. Y ya el hecho de
pensarlo denota prudencia y que vas por el buen
camino –le contesté para animarlo.
126. – ¿Las promesas que tenía sobre mi mesa de
despacho?
–Las hemos archivado por años, Señor. Hemos
hecho tres subgrupos de carpetas: una, con las
promesas hechas en los mítines nacidas del hervor
de la sangre; otra, con las realizadas durante las
entrevistas fruto del acaloramiento de los ánimos y
una tercera con aquellas que pueden considerarse
inhabilitadas o en desuso por no ajustarse ya al
ambiente o a las circunstancias para las que fueron
hechas, según tiempo y lugar –respondió solícita la
eficiente Secretaria del candidato electo.
–Déjenme dos a la vista, para cualquier imprevisto.
–Sí señor.
127. –Se gana la vida a base de propinas aparcando
coches en la explanada del Hospital General,
desarrapado y con una joroba postiza. De noche, ya
trajeado y enhiesto, es asiduo de los buenos
restaurantes y tiene un compromiso muy serio con
el Vega Sicilia.
–Se merece un respeto –dijo mi primo por todo
comentario.
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128. –Prefiero que me engañe un amigo a
engañarle yo; aunque ninguna de las dos opciones
sea deseable –eso nos dijo mi primo y quedamos
complacidos ante tan humana y generosa
afirmación, que algunos compartieron.
129. –El daño que quiero para mi peor enemigo es
que me odie –manifestó un erudito de buenas
maneras. Su espontánea manifestación, al contrario
que en la reluciérnaga anterior, nos dejó un cierto y
perceptible desasosiego.
130. –Si eres susceptible y, por tanto, propenso a
sentirte ofendido y a interpretar lo que se hace o
dice como demostrativo de falta de estimación
hacia ti, mala cosa; porque ser quisquilloso por
demasiado delicado en el trato común, no es nada
bueno y denota baja autoestima; pero, si caes en el
egotismo, en cuanto sentimiento exagerado de la
propia personalidad y eres un egotista por el prurito
de hablar de ti mismo, peor que peor.
Procura equidistar de ambas posiciones, sitúate en
el justo medio aristotélico, apoyándote en el
esfuerzo para salir de cualquiera de esos pozos que
te anegarían. Y perdona esta reflexión –dijo mi
primo excedido de tintos de reserva, pero lúcido
para su edad y la hora que era.
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131. –Se casó enamorada porque aquel hombre era
resuelto, sacudido, de los de “digo y hago” –ilustró
mi primo.
– ¿Porqué se separaron?
–Al poco tiempo, cuando le decía algo a la mujer ya
estaba hecho con antelación.
– ¿Pasó del “digo y hago”, al “hago y digo?”
–Sí.
132. –Era tan pesimista que todo le parecía bien.
133. –Se me olvidó que le estaba agradecido y él
nunca me lo recordó. Cuando caí en la cuenta ya
fue tarde.
–El olvido, como descuido de algo que se debía
tener presente, no es desconocer o despreciar el
beneficio que se recibe; pero es una forma de
ingratitud –me aclaró mi primo.
134. –Si vais por la vida dando no haréis fortuna
–aleccionaba el padre a sus pequeños.
Transcurridos los años, observé que habían
aprendido la lección ya que, en envidiable situación
económica, se pasaron cada día de la Navidad
pidiendo mesa.
135. –Era un partido tan democrático que sus
militantes podían hacer todo lo que no les diera la
gana y más.
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136. Golfoista: Dícese de la persona sexualmente
deshonesta que practica el juego de origen escocés
denominado golf.
–Yo conozco un golfoista célebre… –comentó mi
primo.
–Aquí nos ocupamos de la morfología de las
palabras, de su estructura, su constitución interna y
sus variaciones. No personalice, joven, por favor
–interrumpió el gramático en un tono mesurado y
cordial que a todos nos satisfizo.
137. –Si tienes algo importante que decir no lo
digas, véndelo.
138. –El recipiente ovalado instalado en el cuarto
de baño para el aseo de las partes pudendas de las
señoras, conocido como bidé, ha reemplazado la
palangana y con ella al palanganero de los burdeles.
Ya ha pasado a la historia aquella escena tan
romántica de la puta en porretas con la cabeza
asomada al pasillo y su gritito: ¡Agua al cinco!
–Primo, no es nada moralizante lo que explicas,
aunque denote que has vivido mucho e
intensamente –eso le dije, por su bien.
139. –Es más fácil que entre en el cielo un cabrón
que un adúltero –le indiqué a un amigo de mi primo
con buenas palabras. Y advertí que le servían de
consuelo.
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140. –Si no tiene nada que decir no se calle, el
derecho a la libre expresión es fruto de la
democracia –eso le dijo mi primo a un señor que
nos honraba con su presencia y que no había
abierto la boca en toda la noche.
–El Duero nace en los Picos de Urbión, provincia de
Soria, pasa por Soria, Aranda, Tordesillas, Toro y
Zamora –respondió el señor. Y todos asentimos
estupefactos.
141. –Mi primo llegó con la noticia: –Para atajar la
crisis económica, el Gobierno ha suprimido los
almuerzos de trabajo de los políticos en todas las
Administraciones. Si hubiera personalidades
extranjeras invitadas, adecuarán las agendas para
que coincidan en jueves y poder tomar el menú de
arroz; salvo el de bogavante, que queda
expresamente prohibido.
Todos recibimos la noticia con el natural contento y
alguien aventuró que se vislumbraban “brotes
verdes”.
142. Fornicida. Dícese del que fornica fuera del
matrimonio de manera desaforada, poniendo su
vida en grave peligro.
143. –En política, si adjetivamos los números
distorsionamos la suma –expuso el profesor que
nos acompañaba, a un grupo de preclaros alumnos
expresamente invitados a la tertulia.
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–Veámoslo con un ejemplo sencillo y real: 1+2 = 3.
Ahora adjetivemos: Un partido político de ideología
A perdedor y minoritario en unas elecciones + dos
partidos políticos de ideología B y C, perdedores y
minoritarios en las mismas elecciones, no son tres
partidos políticos A, B y C, perdedores y
minoritarios, sino un Equipo de Gobierno ganador.
– ¿Se puede decir, señor profesor, que la vigente
Ley Electoral es mejorable? –preguntó un alumno.
–Claro. Todas las elucidaciones son posibles.
144. Humanacorde. Dícese de la persona que está
conforme o en armonía consigo misma. Aunque sea
raro el día, se han dado casos.
145. –Me encantan los vestidos de las mujeres, más
por lo que insinúan que por lo que esconden –dijo
mi primo. Y algunos tertulianos lo contradijeron al
manifestarle, con cierta vehemencia, que a ellos lo
que esconden las mujeres es lo que les apasiona.
Todo fue dicho con el máximo respeto para la mujer
y se nos notaba enfebrecidos.
146. –Su exceso de fortaleza lo moderaba con una
gran habilidad.
147. –A mí más que los acontecimientos
excepcionales de carácter negativo, lo que me
afecta es el deterioro de lo cotidiano. En palabras de
Goethe, citado por Robert D’Harcourt: la pesada
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masa de cascotes y de escombros con que la vida
estorba nuestro camino –nos comentó un
humanista del grupo.
–Mi primo coincidió con él, incluso nos dijo que
para él todos los meses tenían su cuesta de enero.
148. –Al inquirir por qué estaba tan maltrecho me
dijeron que aquel señor iba siempre con sus
verdades por delante y tropezó con otro cuyas
verdades eran iguales o más grandes que las suyas y
ocurrió lo peor.
– ¡No me digas! Entonces, ¿la verdad, como
conformidad de las cosas con el concepto que de
ella forma la mente, en cuanto indubitable, clara y
sin tergiversación, es relativa? –pregunté– y vi que
no solo no me contestaron, sino que salieron todos
despavoridos.
149. Gallaguirre. Conjunción de voluntades
contrapuestas en un destino político común.
150. –El éxito fue rotundo, de los que hacen época,
pero no lo sintió como tal hasta que no se lo contó a
sus amigos.
– ¿Lo dices por Luis Miguel Dominguín?
–Entre otros –respondió.
151. –Nosotros somos hombres libres, –dejó caer
mi primo al comenzar la tertulia filosófico-vinícola.
–No lo dudes –le respondí. Somos responsables de
nuestros actos.
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–Entonces somos incordios. Albert Camus, señaló la
incomodidad del artista y del hombre libre.
–Al manifestar, defender y propagar las opiniones
propias, es posible que choquemos con los políticos
y sus paniaguados y esto les produce disgusto o
enojo y a nosotros nos hace incómodos.
Incomodidad que se acrecienta en esta hora de
turbiedad y corrupción política en el que la
partitocracia gana terreno a la democracia –señaló
el politólogo que nos acompañaba.
–Hoy, precisamente, se cumplen cincuenta años del
fallecimiento del autor de El Extranjero preocupado
por el sentido de la vida, ante un mundo
contradictorio y arbitrario, por lo que ha sido un
acierto mencionarlo para honrar su memoria –nos
glosó el historiador del grupo.
La tertulia giró sobre la actitud e influencia de los
intelectuales y de la prensa subvencionada en la
hora presente, pero no la alargamos en demasía. La
noche era cruda y fría, con más de quince regiones
en estado de alerta por la nieve, lo que nos obligó a
aumentar la cantidad y calidad del vino, para luchar
contra las inclemencias. Es natural.
152. –Se jubiló antes de comenzar a trabajar
–dijo mi primo al verlo cruzar la calzada.
– Alguien hizo notar, no obstante, que se le veía
con regomeyo.
–Sí, a él le hubiera gustado estar previamente
sindicado.
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153. Mamocracia. Régimen excepcional y
antidemocrático en el que los políticos que
gobiernan con visa de oro, maman de la teta del
Estado de manera desaforada; hasta el punto de
que al separarlos lloran porque siempre se quedan
con hambre.
154. –Al terminar la tertulia, cuando ya
desmantelaba, vi un papel doblado en el suelo,
estaba escrito y lo recogí. Algún tertuliano lo había
perdido. Decía, en lenguaje telegráfico: Café Le
Deux Magots. Universidad de Nanterre. Mayo del
68. Jean-Paul Sartre. Prohibido prohibir.
Quizá alguien consideró la posibilidad de desarrollar
el tema en la tertulia –pensé.
En la nota, una serie de palabras se concatenaban
alrededor de una frase: “mayo del 68”, referido a la
revuelta político-cultural de estudiantes y obreros
franceses de aquella fecha. Los recuerdos me
vinieron a la mente como cabritillos hambrientos.
El Café Le Deux Magots, estaba ubicado en la Plaza
de Saint Germain de Prés y a él asistían
intelectuales y artistas como Sartre comprometido
con la revuelta de los estudiantes. Es posible que el
autor de la nota visitase el café o trabajase en él
mientras estudiaba en la Universidad de Nanterre,
que también tuvo su protagonismo aquellos días.
Me llamó la atención el eslogan ¡Prohibido prohibir!
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Uno de tantos que circularon en aquellas jornadas.
Pero, ¿por qué éste, precisamente?
Rememoré palabras inconexas que relacionadas
con nuestro país parecían dar respuesta: nasciturus,
no toros, no crucifijos, no televisión en los
geriátricos, no música en las peluquerías, no
retransmisión de partidos de “la roja” en alguna
Comunidad, ciento diez por hora... ¡Prohibido
prohibir!
155. –Algunos políticos son unos artistas, entendida
esta palabra en el sentido en que se la decía su
madre a mi primo cuando de pequeño hacía una
trastada:
– ¡Buen artista estás hecho!
156. –Hemos empezado el año con buen pie y
acumulando puntos que, seguro, canjearemos por
otro televisor para el cuarto de baño. Es lo que dice
mi Paca: Si tienes un apretón a mitad de un serial o
de un programa de corazones, no tienes por qué
perderte una trifulca, los insultos o el fornicio.
–Primo, se te ha pegado el lenguaje zafio de los
seriales televisivos de baja nota que mencionas y
más que un miembro fundador de la tertulia
filosófico-vinícola pareces un cutre de medio pelo
–me vi obligado a decirle, por su bien.
157. –Se levantaba pensando en ella y se acostaba
pensando en ella. Era una obsesión compulsiva.
58
– ¿Pero, quién era ella, primo?
–La otra.
158. –En el currículum vitae que presentó a la
empresa, hizo constar solo las numerosas
equivocaciones que había cometido en sus
anteriores trabajos y en su vida privada.
–Si ha aprendido de ellas el puesto es suyo –le dijo
el Jefe.
159. –Las monjas estaban en maitines y él
aprovechó para forzar la entrada en el convento.
Luego aguardó paciente a que aquéllas marchasen
al refectorio, para intentar violar a la monja de
portería.
–Te elevaré a la dignidad de madre –le dijo,
recordando una frase de su abuelo anarquista de la
FAI.
Los nervios le traicionaron, dio el gatillazo y su
ignominia solo quedó en intento, huyó por piernas.
La monja, a ojos vistas turbada y con el susto en el
cuerpo, mientras se recomponía el hábito, le
espetó: – ¡No sirves ni para pecar, hijo mío!
160. –Nadaba a favor de la corriente en busca del
manantial. ¡Ya tú ves!
161. –Iba para santo y se quedó en peana.
–Si el “ir” era un simple alimentarse de desmayadas
esperanzas, el poco fundamento en conseguir lo
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deseado o pretendido lo ha abocado al fracaso;
pero, si el “ir” implicaba dirigirse con la mejor
buena voluntad a la consecución de un fin
determinado, aunque sin lograrlo, la peana le sirve
de consuelo: santo no, pero cerca de él sí que está
–explicó el erudito a la violeta que nos
acompañaba.
–Es como el que pierde el burro y encuentra la
albarda; ni todo lo pierde ni todo lo gana –comentó
mi primo, echando mano del refranero. No era eso,
pero el labriego y el albardero que nos hacían el
honor de seguirnos esa noche en la tertulia
filosófico-vinícola, le rieron el remoquete al
muchacho.
162. –La inseguridad en cuanto incerteza es fruto
de la ignorancia y la seguridad la da el
conocimiento –comentó mi primo. Y sobre estas
premisas versó la tertulia filosófico-vinícola de esa
noche.
–El futuro es tan incierto y mudable que tanto la
ignorancia, como el conocimiento o la inseguridad
son relativos, en cuanto susceptibles de ser
puestos en cuestión –añadió un maestro tonelero
que era de los más estables y clásicos en su oficio
al construir los toneles y barricas de toda la vida.
¡Ya me dirás!
163. –Cumplidos los 40 años sin salir del hogar
familiar y sin dar golpe, practicaba el laissez faire
60
laissez passer y se consideraba el último fisiócrata.
Al dar su opinión sobre la grave crisis económica
que nos afectaba, era partidario, sin ambages, de
una estrategia macroeconómica de desarrollo, que
incluyera políticas coherentes.
–Buenas palabras no le faltan –dijo el económetra
que nos acompañaba en la tertulia filosóficovinícola.
164. –Las palabras vacías y sin sustancia de algunos
políticos se asemejan a los fuegos artificiales que
entretienen; a diferencia del fuego real que da calor
y produce luz por la combustión –explicó mi primo
al dar comienzo la tertulia filosófico-vinícola.
–Se le echaron encima todos los contertulios. En
resumen, vinieron a decirle, cordialmente, que las
palabras vacías y sin sustancia producen tedio,
incluso fuerte rechazo. En cambio, en los fuegos
artificiales hay ingenio, habilidad, elaboración
artística; su exhibición es un gozo.
–Establecí mi aserto como hipótesis de trabajo y del
análisis de los contenidos, forzoso es reconocer que
estaba equivocado –reconoció mi primo. Y ese
reconocimiento nos emocionó.
165. –Pasó ante nosotros enhiesto y digno,
arrastrando sus ochenta años cumplidos a golpe de
bastón.
–Fue magistrado de la Audiencia, y un referente en
la carrera judicial. En el pueblo es muy querido y se
61
le conoce desde jovencito con el apodo de
“muchogusto” –explicó mi primo.
– ¡Qué apodo más extraño! comenté.
–Sí, fue sobre mediado de los años cuarenta del
siglo pasado, los amigos, todos mayores que él, lo
llevaron a un burdel a echar una hora de baile. La
reina del burdel se encoñó con el benjamín y se lo
llevó a su cuarto. Nada más entrar el joven que era
educadísimo le dijo: Mucho gusto en conocerla.
–Espera cariño, que ni siquiera te has quitado la
ropa –le respondió la prostituta con la picardía del
oficio.
166. –Presumía de acreedores. ¡Desgraciado el que
no deba! –reiteraba a cada paso. Murió
entrampado hasta las cejas y a su entierro
concurrieron numerosos financieros, visiblemente
afectados.
167. Mamócrata. Político que pertenece o practica
la mamocracia (153).
168. –El restaurante ya era conocido, pero ganó un
tenedor y fama con un guiso novedoso, el
denominado Gato Estofado a la Cazuela. Al
principio lo comían solo progres y esnobistas, pero
cuando los veían salir relamiéndose y chupándose
los dedos, la gente se animó y el boca a boca hizo el
resto.
62
El escándalo ha saltado a los medios porque todo
era un engaño, no había gato en el estofado, sino
liebre.
– ¡A la gente le daban liebre por gato! –Clamó mi
primo algo molesto, por ser uno de los estafados
con el estofado.
63
169. –Es el tundidor de mejillas y sastre de barbas
del pueblo –dijo mi primo al verlo pasar.
–Te refieres al recordado barbero de antes de la
guerra, que cortaba el pelo, sacaba muelas, hacía
sangrías aplicando sanguijuelas y colocaba en la
garganta cataplasmas de estiércol para la
carraspera.
–Sí. El estilista, peluquero creativo de hoy en día.
170. –Era tan grande su fortaleza que a veces se
sentía débil.
171. –En la bulliciosa fiesta pueblerina, el flemático
indolente soltó aquel despropósito necio y rayano
en la grosería.
–Primo, tú quieres decir que «en la pachanga, el
pachorrudo soltó la patochada».
–Sí señor.
172. –Las cosas son como son. Y cada uno tiene los
padres que tiene –comenté para iniciar nuestras
reflexiones filosófico-vinícolas.
–El profesor de la Universidad de Princeton, Cornel
West, que nos acompañaba en espíritu, lo dijo con
mayor expresividad: Por mucho que nos rebelemos,
todos somos hijos de nuestros padres.
173. –Era un pirata bajito, pero izado en el palo
mayor de la arboladura, se consideraba más alto
que ninguno y a la hora del abordaje, oye, tenía la
misma mala leche que el que más.
–Lo que quiero decirte, primo, no es que te hagas
pirata, sino que tengas la autoestima del pirata y si
tienes un defectillo, elimínalo o lo camuflas con
buena voluntad.
174. –En la vida la virtud está en llegar a tiempo a
las personas y a las cosas y yo he llegado tarde a
todo. Me reconozco en los versos del poeta
granadino Luis Rosales:
…así he vivido yo con una vaga prudencia/ de
caballo de cartón en el baño, / sabiendo que jamás
me he equivocado en nada, / sino en las cosas que
yo más quería.
Eso dijo mi primo vencida la tertulia filosóficovinícola y a mitad del vino, cuando el corazón se
ensancha y la amistad se fortalece.
64
175. –Si en otra vida tuviera que reencarnarme en
una cosa, me agradaría ser grano de arena en una
playa solitaria.
– ¿Y eso? –le pregunté.
–Por estar acompañado, primo –respondió.
176. –Un político vividor –en el caso de que lo
hubiese– sería un vividor de la política.
– ¿Entendida la política, primo, como el arte noble
de gobernar los pueblos?
–No, como el arte de resolver un problema
creando otro mayor.
177. –Bebía vino de garrafa, pero en vaso tallado.
178. –La Alcaldesa padecía de anorgasmia, según
difundió malévolamente su ex marido años atrás.
Por eso, al saberse en el pueblo la noticia de que la
Alcaldesa había tenido un orgasmo ella sola, la
alegría fue inconmensurable. Por lo visto se lo contó
a una amiga en la peluquería.
–El orgasmo, no solo es la culminación del placer
sexual, sino el triunfo de la constancia y del buen
hacer de nuestra primera autoridad –comentó el
Secretario del Ayuntamiento.
179. –Los avances prodigiosos de la ciencia no se
corresponden con el deterioro de los valores
morales y cívicos que anida en la sociedad
65
–expuso mi primo como tema de reflexión al
comienzo de la tertulia filosófico-vinícola.
–Martín Ferrán, nos había dicho aquella mañana en
su columna que sin rigor ético y exigencia crítica es
inalcanzable una sociedad equilibrada y justa.
180. –Se casó in facie ecclésiae y lo hizo in púribus,
in articulo mortis, toda vez que sufrió un gravísimo
accidente in itínere.
– ¡No me digas!
–Lo que oyes.
181. –Al comienzo de la tertulia uno de los
tertulianos nos sorprendió haciendo alusión a dos
frases, para debatir sobre ellas y que marcáramos
las diferencias que abocaban a disímiles estados
de ánimo o maneras de ver y juzgar las cosas de
sus respectivos autores. Las frases fueron las
siguientes:
Estamos vivos, pero jodidos.
Estamos jodidos, pero vivos.
El debate fue interesante aunque de poco
recorrido. La conclusión a que llegamos fue que la
primera frase indicaba en su autor un cierto
pesimismo, en cuanto propendía a ver y juzgar las
cosas por el lado más desfavorable.
En la segunda frase hubo división de opiniones.
Quienes consideraban a su autor un realista que
actuaba con sentido práctico, tratando de señalar
66
la realidad. Otros, estimaban que era un optimista,
porque veía y juzgaba las cosas por el lado más
favorable.
182. –Estaba muy preocupado por un evento que
presentía inmediato. Al no producirse se alarmó
preguntándose qué podía haber ocurrido. Y así, de
preocupación en preocupación discurría su vida
como una larga cuerda con nudos.
183. –Empresa especializada se ofrece a
instituciones públicas para emitirles por 11.999,99
€, sin necesidad de concurso, al no sobrepasar los
12.000 € que señala la Ley de Contratos, informes
de carácter administrativo, jurídico, económico,
medioambiental o ecológico; incluso, sobre el mal
de altura, las patatillas fritas, las almendras
garrapiñadas, los labios menores, el chicle
americano, o la procesionaria del pino que se
denomina, como todos sabemos, Thaumetopoea
pityocampa Schiff. (Honorarios a convenir).
184. –Es raro que no se le haya visto en ninguna
procesión esta Semana Santa, él que es tan devoto
–dijo mi primo al notarlo un tanto turbado.
–La procesión va por dentro. Lo han cogido en un
ERE. Por lo visto ha indemnizado a un cuñado de su
mujer que no pertenecía a la empresa y que se fue
a América huyendo de la mili y todavía no ha vuelto
–comentó un liberado informado del asunto. Y
67
sobre eso versó la tertulia filosófico-vinícola, sobre
las procesiones de Semana Santa.
185. –La dificultad de hacer dos cosas a un mismo
tiempo con merma de la atención, repercute sobre
el “69” que apresura el goce pero no su intensidad
–dijo mi primo, dejándonos un tanto confusos, ya
que un tema tan delicado e íntimo quedaba, en
principio, al margen de las reluciérnagas,
abstracción hecha de que él pudiera ser un experto
en temas de sexualidad profunda.
186. –Abría el periódico cada mañana por la sección
de Esquelas. Se interesaba por el nombre, la edad,
el oficio, los títulos, incluso las condecoraciones
(nacionales y extranjeras) y siempre tenía un
pensamiento piadoso para los fallecidos. Pero lo
notable era su reflexión: –«Leo las noticias del
fallecimiento de estas venerables personas, luego
estoy vivo».
187. –En su currículo omitió los dos títulos
universitarios y el máster y puso solo que era bufón
de corte, chocarrero y algo truhán. ¡Le llovieron las
ofertas de empresas de varietés!
188. –Le llamaban «el pertinente», porque cuando
hablaba nada de lo que refería venía a cuento.
–Ya con “el corajudo” de la reluciérnaga 111
tuvimos ocasión de incidir y repudiar esas burlas e
68
ironías mordaces que hieren los sentimientos de
personas sensibles –comentó la gentil filósofa.
189. Se identificaba como «el príncipe de los
ángeles rebelados», incluso en sus tarjetas de visita
figuraba este título.
Con el trato, algunas mujeres se dieron cuenta de
que era el mismísimo demonio, pero demasiado
tarde cuando ya lo tenían dentro del cuerpo.
190. –Cansado de que me contara sus
padecimientos cada vez que me veía, le dije que a
mi vecino se le habían acabado todos nada más
morir.
–No, si no se trata de eso –me respondió.
191. –Se le notaba que iba de domingo con sus
alpargatas nuevas, su chaqueta de pana y su gorra a
cuadros. Cuando le preguntaron a que se dedicaba
y el muchacho dijo que era pensador, las carcajadas
resonaron espontáneas. Solo un anciano
permaneció en silencio.
–Dime, hijo, ¿eres andaluz? –preguntó el anciano
–Extremeño; pero vivo en Andalucía, allí trabajo.
– ¿En un cortijo? –volvió a preguntar el anciano.
–Sí señor.
–Eres el mozo encargado de dar los piensos al
ganado de labor.
–Así es, señor, ya lo he dicho.
– ¿Qué haces por Madrid?
69
–Me han dado dos días libres y he venido a ver el
desfile militar.
–Gracia, muchacho, que Dios te bendiga.
El anciano, un profesor de prestigio, se dirigió a los
que se habían carcajeado: –Ignorar las cosas no es
bueno; pero hacer gala de esa ignorancia de
manera tan estentórea es peor. En el diccionario
encontraréis un amigo. 2
Cuando mi primo contó la anécdota en la tertulia
filosófica-vinícola de aquella noche, todavía tenía
lágrimas en los ojos, confundidas las de las
carcajadas con las de la vergüenza que había
pasado.
192. –Era un hombre de buen juicio, correcto y de
conducta aparentemente irreprochable, fue con el
tiempo que se supo que era concupiscente –dijo mi
primo por lo bajo al comienzo de la tertulia
filosófico-vinícola y notar su presencia en el
chiringuito.
– ¿O sea que tenía apetito desordenado de placeres
deshonestos? –preguntó el camarero.
–Sí, su delgadez extrema no presagiaba nada bueno
–comentó el labriego, que de joven había trabajado
en su cortijo.
2
Pensador: En los cortijos de Andalucía, mozo encargado de dar los
piensos al ganado de labor (DRAE)
70
193. –Si lo puede hacer hoy déjelo para mañana y
mañana ya veremos, jugamos con la ventaja de que
hay más días que ollas: Si el asunto es urgente
dejará de serlo y si no es urgente lo archiva. Lo que
no tiene que hacer, a mi juicio, es agobiarse –eso le
dijo mi primo en la tertulia filosófico-vinícola a un
caballero de buen porte abrumado y dubitativo.
194. Cuando le dolía la cabeza se tomaba una
aspirina efervescente y si le dolía mucho sólo
tomaba media. Entendía que, aunque la cabeza
fuese suya, ésta no debería de extralimitarse.
195. Al saber que Jesús –que quiere decir
salvador– le había salvado del pecado y de
cautiverio del demonio, quedó gratamente
sorprendido y muy reconfortado, no se lo
esperaba.
196. Si no llegas a viejo mala cosa; pero si llegas no
te quejes.
197. –Sé próvido y advertido –dije a mi primo– por
si te llega la buena suerte que puedas aprovecharla.
No pasa todos los días.
198. –Primo, explícame lo del tres por ciento,
porque ya sabes que a mí las matemáticas apenas
se me dan.
71
–Lo del 3% significa que de cada cien millones de
euros que entran digamos en el “negocio”, tres son
para el Presidente, tres para el Recalificador, tres
para el Blanqueador, tres para el Conseguidor y así
sucesivamente hasta llegar a los tres mil euros que
se le pagan al agricultor por su terreno antes de la
recalificación urbanística.
– ¡Qué interesante, primo! Es una especie de
progresión o marcha armónica.
–Sí. En cuanto serie o sucesión de enjuagues que
guardan entre sí una irrefutable relación.
–Uno de los tertulianos nos advirtió que tenía
entendido que ya iban por el 4%.
199. –Mi primo, era tan impuntual que siempre
llegaba media hora antes a las citas y reuniones,
con la consiguiente turbación de los organizadores.
200. –Primo, perdona. ¿Al abrocharte la chaqueta
no observas, en el acto de introducir el botón en el
ojal, la representación sensorial y perceptible de la
penetración?
–No, en absoluto. Primero, porque uso corchetes y
segundo porque no tengo tu obsesión sexual.
Además, una cosa es filosofar y reflexionar sobre
temas que nos enriquezcan y otra cosa son estas
indelicadezas que nos desmerecen.
201. –A mí me sobra todo lo que no tengo y
perdonen –eso nos dijo al empezar la tertulia
72
filosófica. Y nos turbó la frase tan concisa que
encerraba un mundo de sugerencias, de adecuación
a las circunstancias y de relativa felicidad. En
definitiva, una paz de espíritu nada común.
–Eso dependerá de todo lo que tenga, con lo cual su
expresión, digna de encomio en un principio, es
susceptible de ser puesta en cuestión –nos aclaró la
joven y gentil filósofa del grupo, refrenando nuestro
inicial entusiasmo.
202. –El cielo va caro –soltó mi primo al inicio de la
tertulia.
–Tal vez, su desacostumbrado primo se refiera al
hecho de que la crisis económica nos haya
abocado a una crisis de valores morales que han
puesto en alerta al cielo, aumentando los
controles de acceso –argumentó el anciano
teólogo ascético.
–Estas restricciones son compatibles con una
interpretación menos literal y más generosa del
Evangelio (Mateo 19:24.) cuando nos dice que es
más fácil que un camello pase por el ojo de una
aguja, que un rico entre en el reino de Dios
–comentó un predicador de la fe.
–En efecto, –añadió un politólogo del grupo– con
la palabra rico se está señalando al rico corrupto,
pervertido, depravado y sobornador y no al señor
adinerado, opulento, millonario en euros, pero
hacendoso y honrado, que ha hecho su capital o
73
patrimonio con su trabajo e iniciativas honestas y
legales creando empresas y puestos de trabajo.
203. –El médico austriaco Sigmund Freud, nos dejó
dicho que el psicoanálisis es como una mujer que
desea ser seducida, pero que sabe que perderá valor
si no ofrece resistencia –le expliqué para animarlo a
que fuese a un psicoanalista.
–Parece poco científica esa afirmación en boca de
Freud –respondió.
–Bueno, fue un comentario coloquial en una carta a
su amigo Stefan Zweig3 –le aclaré.
Logré convencerlo, se hizo un psicoanálisis y logró
expulsar de su subconsciente reprimidos impulsos
sexuales instintivos que salieron espantados y
resueltos como lagartijas si rabo.
204. –Era hombre de una sola mujer, a lo más de
dos.
205. –El llanto es la válvula de escape de emociones
diversas, no siempre penosas.
206. –El amor romántico dura menos que un cabo
de vela encendido –dijo mi primo, que había sido
sacristán mayor.
3
Sigmund Freud. Epistolario. 1873/1939. Biblioteca Nueva
1963; Pág. 498.
74
–El amor romántico y todos los amores nacen con
vocación de permanencia; otra cosa es que los
avatares de la vida acaben, en ocasiones, con ese
sentimiento tan hermoso que necesita y busca el
encuentro y unión con otro ser –respondió la gentil
y joven filósofa que nos acompañaba en la tertulia,
molesta por la plasticidad, una vez más, de mi
querido primo.
–En efecto, lo dicho aquí es tan cierto –añadió el
cinéfilo – que todo se condensa en esta frase de la
conocida sexóloga Betty Dodson: Dos de los días
más felices de mi vida han sido el día que me casé y
el día que me divorcié.
–Coincide con la actriz Jennifer Aniston, cuando
dijo: A veces, lo que te enamora de alguien es lo
mismo que acaba desquiciándote –corroboró un
actor de teatro recién llegado de Hollywood, que
estaba al tanto en un tema tan delicado.
Miré a la filósofa y de sus ojos afloraba una difusa
tristeza.
207. –Tengo una memoria que parece mi enemigo.
Cuando la necesito no la encuentro o acude mal y
tarde. Pero cuando más tranquilo estoy surge casi
siempre con lo mismo: – “¿Recuerdas cuando la
cagaste en aquella ocasión…? ¿Y qué me dices de
los marrones que te has comido?” Solo se acuerda
de lo malo. ¡Y lo peor es que yo no creía que lo malo
fuese tanto! –Eso nos dijo visiblemente afectado y
75
nos dejó impresionados y con un tema tan sensible
para la tertulia.
208. –Era un grandullón impresionante, pero tan
pusilánime que todo le venía grande.
– ¿Qué soluciones pueden arbitrarse? –preguntó un
letrado.
–Ponerse a dieta y adelgazar, como broma sin
sentido. O levantar el ánimo y tener valor para
tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes
–respondió mi primo.
Y sobre eso transcurrió la tertulia filosófico-vinícola:
sobre la apariencia externa de las personas y su
mundo interior que puede contradecir el aspecto y
el talante o disposición personal.
209. –Buena persona y cariñoso como pocos, pero
tan tímido que fue ella la que tuvo que decirle:
– ¿A qué esperas?
210. –Llegamos al pueblo al anochecer, no había luz
en las calles, ni en los edificios. Nos acomodaron en
un Hotel del que solo supimos que olía a limpio. No
salíamos de nuestro asombro. Al día siguiente,
nuestro estupor no tuvo límites: Toda la gente del
pueblo, absolutamente toda, estaba ciega y sin
dientes. Después supimos que hubo dos caudillos
vengativos que capitaneaban dos bandos a matar
entre ellos.
76
– ¡Dios mío! Oculum pro oculo et dentem pro dente
–Clamó mi primo.
Sí –respondí.
211. –Si tienes dudas sobre qué camino tomar no te
muevas, ya que si eliges el camino equivocado la
culpa será tuya.
–Primo, ¿la eficacia, en este caso, está en la no
acción?
–Sí. Ya lo dijo Confucio.
212. –Al verla pasar, un tertuliano comentó que era
una mujer fea. Me quedé sorprendido y pensé que
estaba ciego, ofuscado. Que no veía más allá de las
apariencias, sin profundizar en el alma de las cosas
y de las personas.
–Primo, ¿podemos decir, en consecuencia, que no
hay mujer fría sino hombre inexperto?
–Te confundes de tema y estás obsesionado con el
sexo. ¡Acabarás mal! Lo que sí podemos formular
es el siguiente axioma: No hay mujeres feas, sino
hombres ciegos.
–En cualquier caso y perdonen, yo discrepo de su
primo y creo sinceramente que pueden haber
mujeres frías, pero no incombustibles aclaró el
labriego.
Y sobre estos temas de las apariencias, la ceguera,
la frigidez y la hermosura y bondad en la mujer
giró la tertulia de esa noche.
77
213. –Amaneció en el valle y observé cómo el sol
espantaba las sombras de la noche. También
advertí que las aves saludaban la aurora y los
murciélagos desaparecían y los grillos se escondían
debajo de la tierra, fatigados de los apareamientos
y cantos de la noche.
–No inventes, ni vengas ahora a empreñar. ¡Se ve
que no has visto las cotizaciones de la Bolsa! –Me
soltó mi primo, con visible contrariedad.
214. –Aunque científicamente está demostrado que
no somos monógamos por naturaleza, no dejo de
reconocer los valores ínsitos en la monogamia; de
aquí que mi promiscuidad sea relativa –comentó mi
primo al ver pasar a uno que iba con dos.
215. –Debería estar terminantemente prohibido
“recolocar” a los políticos cesados que hayan
dejado sus respectivas Administraciones injusta e
ilegalmente endeudadas.
–Es más –añadió, un interventor de fondos que
nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola–,
deberían reintegrarse a su actividad privada y
constar en un padrón de malgastadores, con pago
de por vida de un impuesto de “malgasto”.
A todos nos atrajo la idea, salvo al labriego que era
partidario de extender el copago a los electores
que los habían votado.
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216. –Primo si la felicidad dependiera solo de
nosotros, algunos seguiríamos siendo infelices.
–¡Y que lo digas!
217. –Abuelo, mira la pera antes de comértela por
si tiene gusanos.
–Si no tiene agujero es que el gusano no ha entrado
–dijo el abuelo.
– ¿Y si tiene agujero, abuelo?
–Si tiene agujero es que el gusano ha salido.
–Vale.
218. –Estábamos en la barra tomándonos unos
vinos mientras hacíamos hora par la tertulia.
–Primo, ¿tú crees que España está en su peor
momento de todas las crisis?
–Sí –le contesté– pero habla bajo que están aquí
los hombres de negro. En efecto, en el otro
extremo de la barra estaban los cuatro que habían
venido de Bruselas, tomándose un tentempié.
–Al fin y al cabo son humanos –comentó mi primo.
219. –El problema de arruinarte es que pierdes los
amigos –dijo.
–No. El problema de arruinarte es que te das cuenta
de que no tenías amigos, lo cual es distinto –le
respondió mi primo que había pasado por un trance
semejante.
–Josep Pla explicaba que había amigos, conocidos y
saludados. ¡Vete a saber que tenía este buen
79
hombre! –Comentó un vecino de Llofriu, que nos
acompañaba esa noche.
220. –Dicen que en estas elecciones ha perdido el
ganador.
–Estamos ante una aserción absurda, fruto de las
malas lenguas –añadió un contertulio.
–No, te equivocas. Lo de que ha perdido el
ganador los dice el pueblo soberano –replicó mi
primo que había vivido el evento.
–Entonces sí –rectificó el buen hombre y todos
reconocimos su humildad, a la par que nos
sobrecogía la derrota de un ganador; aunque a
unos más que a otros.
221. –Prefiero un buen chisme a una mariscada
–dijo mi primo una noche de insomnio y vino tinto.
–Tienes la debilidad del pensador liberal, politólogo
e historiador de las ideas, Isaiah Berlin, pero te falta
su talento –le comenté.
222. –Primo, ¿Puede una ley servir de cajón de
sastre para regular en el mismo texto materias
disímiles?
El sastre que nos acompañaba esa noche en la
tertulia filosófico-vinícola, nos ilustró al respecto al
sentirse aludido.
–En principio no. Y hablo desde el sentido común
entendido el cajón de sastre como un entrevero,
literalmente conjunto de cosas diversas y
80
desordenadas. El cajón de sastre en su significación
primigenia es la caja o recipiente en el que nosotros
depositamos los pedazos sobrantes de telas
provenientes de la realización de chaquetas,
pantalones, chalecos o vestidos de diversas
calidades, tamaños y colores. La ley ha de regular
con más o menos minuciosidad una materia
concreta y coherente.
Tan brillante exposición abrió el debate y fue objeto
de matizaciones que nos llevaron todo el tiempo y
todo el vino. Mi primo al irnos, en un aparte, con los
ojillos brillantes, me dijo que le hubiera gustado ser
sastre de pueblo, de los de antes del Prêt-à-porter.
223. –Resulta que viene uno y me la paga y yo
pienso: ¡Madre mía, si no me la ha hecho! Se ha
confundido; pero, vuelvo a pensar y me digo: si el
pagarla corre de mi cuenta, soy yo el confundido.
224. –Primo, si eres tan distraído que ni siquiera
sabes lo que sabes, no podrás obrar en
consecuencia.
– ¿En qué lo has notado?
–En tu vida y costumbres has entronizado el
desenfado y la disipación
– ¿Qué puedo hacer?
–Tienes que penetrar en la realidad de las cosas y
hacer que tu voluntad modere tus instintos.
81
225. –No pienso contar mis males a nadie, ni lo que
me duele cada mañana, ni el manto de murria que
me envuelve como lluvia fina calándome el alma;
sin perjuicio, de reconocer, con Octavio Paz, que
toco la destrucción que en mí se atreve.
–El dolor bien administrado se denomina heroísmo,
nos dejó dicho Eugeni d’Ors –le aclaré a mi primo
para darle consuelo y levantarle la moral.
226. –Se disfrazó de malo y tú no puedes ni
imaginarte el bien que hizo.
227. –Una verdad que no lo sea no tiene que ser
necesariamente una mentira –comentó mi primo al
comienzo de la tertulia filosófico-vinícola.
Y ahí la tuvimos: que si la verdad de Perogrullo, que
si la verdad moral, que si las verdades como puños o
una verdad como un templo.
– ¿Y qué me dices de la verdad amarga, por el
disgusto que causa a alguien el que le pongan de
manifiesto sus desaciertos o defectos? –añadió el
camarero del chiringuito que estaba con nosotros
como uno más, dada la avanzada hora.
228. –Era un ladrón tan honrado que solo robaba lo
imprescindible –nos expuso mi primo como paso
previo al tema referido a la necesidad como virtud,
que nos ocuparía parte de la noche en la tertulia
filosófico-vinícola.
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229. –El Estado te vende el tabaco o autoriza su
venta en los kioscos y estancos y luego te alerta de
sus efectos mortales, diciéndote que produce
impotencia y cáncer; incluso, restringe su uso,
impidiéndolo en lugares públicos. ¡Qué amable o
qué cínico!
–Cierto. Sin causa no habría efectos; pero el Estado
tampoco recaudaría los impuestos que recauda
para el buen gobierno de los que quedamos vivos
–dijo mi primo, muy comedido dada la gravedad del
tema y las circunstancias.
Platicábamos de tal guisa, cuando un historiador
que nos acompañaba abundó en nuestros
razonamientos al sacar a colación las palabras de
Joaquín Abreu dichas el año 1841, sobre el mismo
tema: –El Estado fomenta la causa y combate el
efecto.
Quedamos en silencio, admirados de tan acertadas
palabras.
230. –Las cuatro virtudes cardinales son cinco, a
saber: Prudencia, justicia, fortaleza, templanza, y el
sexo en casa.
–Mi primo, con la expresión “sexo en casa”, se
refiere al sexo realizado conforme a la moral y
buenas costumbres, según nos explicó en la tertulia
filosófico-vinícola, con ejemplos tan ilustrativos que
llegaron, incluso, a solevantarnos.
231. –Un viejo es un niño pasado de años.
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232. –Hacía diez años que estaba viudo y en el
pueblo le seguían llamando “el cornudo”.
– ¡La crueldad de los humanos no tiene límites!
–clamó mi primo.
El moralista que nos acompañaba, por toda
acotación, citó una frase de la filósofa y novelista
francesa Simone de Beauvoir: Lo más escandaloso
que tiene el escándalo es que uno se acostumbra.
233. –El tema de la sexualidad nos preocupaba en
gran manera, dada nuestra edad y condición. Mi
primo abrió la tertulia filosófico-vinícola haciendo
referencia a los diez mandamientos de la ley de
Dios, concretamente al noveno que dice: No
desear la mujer de tu prójimo. Arguyó que no
encontraba el correlativo mandamiento que
afectase a la mujer; por ejemplo, no desear al
hombre de tu prójima. Lo que implicaba una cierta
discriminación positiva, dicho sea con todos los
respetos.
El debate fue animadísimo, incluso alguien echó
sal en la herida al manifestar que dichos diez
mandamientos se resumían en dos: amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros
mismos. – Es decir –añadió– no solo no podemos
desear a sus mujeres, sino que tenemos que
amarlos a ellos como a nosotros mismos. Lo cual
parece excesivo.
84
El anciano teólogo ascético tomo la palabra para
agradecer el respeto con el que se estaba tratando
tema tan delicado y nos ilustró en el sentido de
considerar que en el noveno mandamiento estaba
implícita la prohibición también a la mujer. Utilizar
el término prójima nos abocaba a un concepto de
mujer de poca estimación pública o de dudosa
conducta. En cuanto al amor al prójimo, Dios ha
querido considerar al hombre bajo el concepto de
la solidaridad humana.
Todos agradecimos el bálsamo de tan acertadas
palabras.
234. –La felicidad es un estado de ánimo pasajero
que dura menos que el pene de un eyaculador
precoz dentro de una vagina –dijo mi primo.
–Yo creo, primo, que nadie nunca es feliz del todo;
pero, no debes emplear esa frase que, aunque por
su concisión, exactitud y fuerza expresiva da mucho
realce a la idea que expones, su plasticidad es un
poco fuerte y hay personas muy sensibles en la
tertulia filosófico-vinícola que pueden sentirse
incomodas –le objeté a madia voz.
235. Politicaptados. Políticos o de mucho prestigio
o de muy poco, ubicados en los últimos puestos de
las listas electorales, atraídas en unos casos, para
dar lustre y en otros, para servir de simple relleno.
85
236. –Mi primo apuntaba en un papel todas las
cosas que le hacían desgraciado. La lista fue tan
larga que acabó rompiéndola y dejándose llevar por
la indolencia y hastío de la vida.
–Quizá no debió desanimarse, Pascal nos enseñó
que la desgracia descubre al alma luces que la
prosperidad no llega a percibir –eso dijo la gentil
filósofa, discípula de Blaise Pascal.
–El mayor error es sucumbir al abatimiento; todos
los demás errores pueden repararse, éste no –nos
enseñó Confucio –añadió un historiador.
–Una cosa es una desgracia aislada y otra, ser tan
desgraciado que te meen los perros –remachó el
labriego.
237. –Si vas a morir mañana todavía tienes tiempo
–dijo mi primo a uno de la tertulia filosófico-vinícola
de esa noche, al que encontró excesivamente
pálido. Y el empalidecido, que no andaba fino y era
de natural pusilánime, casi se nos muere.
El debate en la tertulia filosófico-vinícola versó esa
noche sobre las bromas macabras, no sin antes
haber recriminado a mi primo su comportamiento
nada edificante. Recuerdo aquella noche porque la
acompañamos con un Reserva 2002, elegante, con
toques de monte bajo.
238. –Confundió ayer con mañana y recordaba
nítidamente hechos que aún no habían sucedido.
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239. –Serrat nos dejó dicho en una de sus
canciones: “Bienaventurados los pobres/ porque
saben, con certeza, / que no han de quererles nadie
por sus riquezas –comentó mi primo al paso de un
andrajoso doblegado por la edad.
240. –Piensa bien y alguna vez acertarás; pero
tienes que perseverar. (Mi primo dice: persevera y
perseverarás).
241. –Los indignados, han mostrado su enojo, ira y
enfado vehemente contra los actos de los políticos
que nos gobiernan y tienen sus razones. Los
políticos han reaccionado con declaraciones
difusas, haciéndoles la pelotilla, para ganárselos a
su causa; incluso, hacen la vista gorda cuando
algunos anti sistemas infiltrados se mean en las
fuentes públicas–dijo mi primo al comienzo de la
tertulia filosófico-vinícola.
–Huele a podrido y a elecciones anticipadas, es
natural que tomen posiciones –añadió un ácrata
que nos acompañaba esa noche en la tertulia.
–Es imprescindible que surja un líder entre los
indignados que encauce los entusiasmos hacia
propuestas concretas y que se hagan notar a
través de las redes sociales y constituyan un
partido político disímil y atrayente –comentó el
politólogo.
–Las plazas públicas, como las fuentes y las calles,
son bienes de dominio público de uso de todos.
87
Cuando un grupo monopoliza ese uso ilegalmente,
comete una infracción que los políticos de turno
toleran mirando para otro lado, dada su debilidad
enfermiza. No podemos ver las motas en los ojos
de los políticos y empezar a surgir vigas en los
nuestros y cagarrutas en los parterres –eso nos
dijo un técnico-urbanista, abriéndose un debate
interesantísimo. No solo agotamos el vino y
cerramos el chiringuito, sino que lo abrimos de
nuevo sin solución de continuidad aunque ya con
tintos de verano, apurados “los reservas”.
242. –Tenía la dentadura tan fea que ningún chiste
le hacía gracia.
–Tal vez se reía por dentro –arguyó mi primo.
243. –Era un truhan, pero lo confundieron con otra
persona y el pueblo lo admiraba.
–Tengo dos alternativas, o desengañarlos o
ganarme el puesto –pensó. Optó por esto último y
con los años no solo fue querido y admirado sino
admirable.
244. –La política es poder, actividad y disyunción;
pero, también mamancia, según vamos viendo
–nos dijo mi primo a mitad de la tertulia filosóficovinícola.
–Mamancia cada vez menos porque la teta se
agota –clamó un político de la vieja escuela.
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245. –Primo, ¿Tú crees que el amor es el lubricante
del matrimonio?
–Si entendemos por amor el sentimiento hacia otra
persona que naturalmente nos atrae y que,
procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos
completa, alegra y da energía para convivir, el amor
es la causa principal, aunque no la única, del
matrimonio. Y después de constituido, el amor lo
lubrifica, sin duda.
–Entonces, primo, ¿el amor como lubricante sería el
engrase que evita el rozamiento del mecanismo del
matrimonio?
–Evitar el rozamiento no, porque la maquinaria del
matrimonio es muy complicada, pero sin duda lo
suaviza. Y me complace ver que tu formación
profesional en la rama de mecánica aplicada te ha
servido para ahondar en un tema tan delicado como
interesante.
246. –Detrás de una gran mujer siempre hay un
hombrecillo y perdonen –manifestó mi primo
provocador como nunca.
Y así empezó la tertulia filosófico-vinícola, con tal
desánimo, cuando las sombras de la noche
comenzaban a desdibujar los objetos y terminó muy
de mañana sin consenso, por supuesto.
247. –Si la píldora del día después del coito o
poscoital vale 20 €, cuantos más coitos hagas el día
antes más rentable te saldrá –oí que mi primo le
89
explicaba a una treintañera, que había conocido en
el último botellón.
248. –Yo, al que no puedo putear lo desprecio –dijo
mi primo, dejándonos preocupados y con materia
para la tertulia filosófico-vinícola. A mí, me dejó
patitieso.
249. –Entrada la noche, corría una suave y
agradable brisa y un tertuliano aprovechó para
decir: –En el «diccionario del diablo», su autor
Ambrose Gwinett Bierce define el aire como
«sustancia nutritiva con que la generosa
Providencia engorda a los pobres».
–El filólogo, nos ilustró que en contraste con esa
aguda definición en el hablar coloquial alimentarse
del aire significa comer poco. En cambio, beber los
vientos por alguna persona es estar enamorada de
ella.
La tertulia filosófico-vinícola giró en torno a esas
contradicciones y juegos de palabras. Un capitán de
navío que nos acompañaba nos ilustró diciéndonos
que navegar con viento fresco es bueno y se
denomina así al viento que llena bien el aparejo y
permite llevar largas las velas; en cambio, si te vas
de un sitio con viento fresco es que te vas enfadado
o si te despiden con viento fresco es que te
despiden con malos modos.
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250. –Comprobé en el Registro Civil que la edad que
me había dicho era cierta y me casé con ella por
sincera. ¡Bien que me ha ido! –comentó mi primo.
–Pues has tenido suerte porque Oscar Wilde nos
dejó dicho que una mujer que dice su verdadera
edad es capaz de decirlo todo –le respondió con
firmeza el literato cincuentón y soltero, aunque sin
perder la compostura.
251. –Se ha localizado un campo de trigo dentro de
una amapola.
–Será un campo de trigo muy pequeño.
–No, normal. La inmensa de grande es la amapola,
tú.
–Vale, ahora sí, ahora lo entiendo.
–En la sala de espera de aquel famoso psiquiatra
hablábamos de todo y en amigable convivencia;
después supimos que entre los pacientes había un
investigador camuflado que hacía de provocador,
para estudiar en nuestro beneficio las reacciones e
indicios reveladores de posibles enfermedades –nos
comentó mi primo visiblemente afectado. Y todos
en la tertulia filosófico-vinícola quedamos
admirados de tan extraño sucedido.
252. –No cites por citar, que el citado aporte algo
nuevo y enriquecedor que para eso lo citas.
253. – ¿Primo, qué diferencia hay entre bello y
bonito?
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–Lo bello infunde en nosotros admiración y deleite
espiritual. Lo bonito nos produce agrado. ¿Ves esa
joven madre que pasa con su hijo pequeño?
–Sí, primo. En la mujer es notable su hermosura y el
niño no es feo.
–Veo que me has comprendido: la mujer es una
belleza y el niño es bonito.
254. –Cobraba al contado y pagaba con efugios.
255. –Primo, ¿Es lo mismo coñazo que coñón?
–No. Coñón se dice de una persona burlona o
bromista. Y coñazo es una persona latosa,
insoportable. Tú, por ejemplo, algunas noches en
la tertulia filosófico-vinícola, eres más coñazo que
coñón.
256. – ¿Qué pasa con tanto alboroto y tanta
lágrima?
–Los electores que lo han echado de la política en
las últimas elecciones.
– ¡Dios del alma! ¿Y ahora tiene que trabajar de
nuevo?
–De nuevo no, por primera vez.
– ¡Jesús, José y María! ¡No quiero más desgracia!
–Tranquilo, primo –le dije– Él llora, según ha
manifestado, porque no puede seguir luchando por
el bien de España y de la ciudadanía.
92
257. –No supe cómo se las apañaba, pero siempre
pagaba los platos rotos, hasta las culpas ajenas y las
cuentas. Y para colmo, un día viene mi primo y me
dice en secreto que aquel hombre no estaba
bautizado, que era un infiel, oye.
– ¿Entonces, es pagano en las dos acepciones que
tiene esta palabra? –le pregunté a mi primo.
–Así es –respondió. Y los presentes en la tertulia
filosófico-vitícola quedamos inconsolables porque
aquel señor era buena gente.
258. Politígamos. Dícese de aquellos políticos que
se aparean con otros de partidos rivales e ideologías
contrapuestas para alcanzar el poder nacional,
autonómico o local. Un politígamo famoso fue
François Mitterrand.
259. –Donde yo no puedo llegar llega mi
imaginación. Sin que eso me consuele.
260. – ¿Qué opinas de la situación política? –le
pregunté.
–Pues, si te soy sincero, no tengo opinión, porque
no milito ya en el partido –me respondió.
– ¿Y eso?
–Heredé un pellizco de mi viejo, me compré la
casita con el huerto y un cochecito. El grueso del
dinero lo tengo a plazo fijo, no quiero arriesgar en
Bolsa por la volatilidad que arrastra. La realidad es
que estoy desideologizado, primo.
93
–O sea, que traten otros…
–Tú lo has dicho, primo, yo mantequilla y pan
tierno.
261. –Es tan desgraciado que camina con bastón sin
estar cojo.
– ¿Se aferra a él como su última esperanza?
–Sí.
262. –Era muy valiente. Con decirte que estaba
gravemente enfermo y dejó heredero al médico
–comentó mi primo sin doble intención.
–Lo que no sabía es que el médico lo salvó.
263. –Si vas a fastidiar a alguien, que sea para
obtener un beneficio, sino, déjalo en paz; no hay
enemigo pequeño.
–Yo creo que el beneficio que usted obtenga de
alguien ha de corresponder al justo equilibrio por su
prestación –replicó serio y comedido el teólogo
ascético. Y todos asentimos.
Al despedirnos, vencida la noche, le dije a mi primo
que vigilara sus gracietas.
264. –Era mendigo de profesión pero no se le veía
pedir limosna.
– ¡Qué raro! –Se extrañó mi primo. Después
supimos que vivía de dos paradas de mendicación
situadas una en la puerta de la Catedral y la otra
94
junto a la Boquería, arrendadas a dos pordioseros
del barrio.
265. –Este tonto al cuadrado solo dice tontedades
–soltó mi primo cansado de oír a un paisano decir
chorradas.
–Lo de tontedad, en el sentido de tontería o
simpleza está bien dicho, pero lo de tonto al
cuadrado, quizás hayas querido decir más que tonto
y entonces tendrías que haber utilizado con toda
propiedad la palabra tontorrón –le dije al iniciar la
tertulia filosófico-vinícola.
– ¿Y si fuese menos que tonto? Insistió mi primo.
– ¡Hombre! Menos que tonto ya no despachan,
pero si lo que quieres decir es no muy tonto o poco
tonto puedes emplear la palabra tontucio que
significa medio tonto.
Y así nos trascurrió la velada comentando sobre los
matices y significados de palabras de uso corriente
utilizadas a veces de manera imprecisa.
Acompañamos la plática, mano a mano, con una
botellita de tinto de crianza y un platito de quesos
curados y longaniza de la tierra.
266. –María ¿Y tu hijo, qué quiere ser de mayor,
porque ya tiene cuarenta años?
–Él quiere seguridad ante todo, le gustaría casarse
con una empresaria o, mejor aún, con una
Secretaria de Ayuntamiento que tiene algunas
95
tardes libres, para que no recaigan en él todas las
tareas de la casa, aunque el chiquillo es hacendoso.
267. –Cuando más distancia ponía entre los dos,
más valiente se sentía, tú.
–Y con el transcurso del tiempo quedará claro que
el que corrió fue el otro. A mí me ha pasado, expuso
mi primo, que a sinceridad no le ganaba nadie.
268. Politillero. Dícese del político en campaña
electoral, servil, adulón, cobista, tiralevitas,
zalamero, candongo, quitapelillos y otras lindezas,
enfaenado en captar el voto de sus conciudadanos
a costa de lo que sea, ofreciendo el oro y el morro
269. –Epicuro decía que nada es suficiente para
quien lo suficiente es poco –dijo el anciano teólogo
ascético que nos acompañaba.
–Por eso yo me conformo con poco, porque así lo
tengo todo –respondió mi primo, dejándonos
atónitos.
–Depende de lo que entienda usted por poco. Una
cosa es lo escaso, limitado y corto en cantidad y en
calidad. Y otra lo “poco y bueno” –explicó el
labriego.
Y sobre eso batallamos en la tertulia de la noche. Se
dio la circunstancia de que el vino escaseó esa
noche, conformándonos con un Gran Reserva del
75, bebido con cuentagotas.
96
270. –Si discrepa de tu doctrina, primo, cítalo en tus
escritos, para contrastar; si tú no aprendes,
aprenderán los que te lean.
271. –Cariño, hoy me he levantado con buen
humor.
–No te preocupes, mi vida, por un día no pasa nada;
sé tú mismo, actúa con naturalidad.
–Vale.
272. –La injusticia de la justicia, es la desbordada y
tardía resolución y ejecución de las sentencias
justas.
273. –Soy un perro callejero, me paso la vida de
aquí para allá, voy de vertedero en vertedero, con
el hocico lastimado de esas latas de conserva vacías
que parece que tienen la lengua fuera tal como dijo
Gómez de la Serna en una de sus greguerías. No
siembro ni recojo, me alimenta el padre celestial, al
que con humildad le doy las gracias y le pido que en
una próxima reencarnación me dé un destino mejor
que el de perro sarnoso, porque tengo sarna en el
lomo, esa es otra, justo donde no puedo rascarme.
«Perrito faldero y lamedor», como el de la
reluciérnaga 56, con eso me conformaría ¡Ya tú ves!
274. –Era un mafioso de tomo y lomo, con posibles,
y al morir dejó su panegírico pagado. La gente se
97
hacía cruces sorprendida de lo bondadoso que
había sido, tales eran las lisonjas.
–Quizá fuimos injustos con él –pensaron muchos.
275. –Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora/
campos de soledad, mustio collado/ fueron un
tiempo Itálica famosa.
– ¿Primo, cuando hablas de Itálica en los versos de
Rodrigo Caro, te refieres a lo que queda de España?
–Sí.
– ¿Entonces, estamos perdidos?
–Más que perdidos, lo que estamos, en la fecha de
esta reluciérnaga, desgobernados y fuera de
camino.
276. –Al servirse los guisos antes que los fritos, la
cuchara llegó primero al fregadero donde esperó
paciente la arribada de los demás compañeros para
dirigirse todos al lavaplatos en cordial armonía.
–Primo, debe ser una cuchara de clase media, por lo
menos.
– ¿Lo dices por el lavaplatos?
–Sí. Y por los fritos.
277. –Desvela los secretos, habla bien de ti mismo y
mal de los demás y vivirás lo que Dios quiera, pero
afligido y despreciado. Pruébalo por disgusto y
verás, primo.
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278. –Era una familia tan buena que no desmerecía
de las peores del pueblo.
279. – ¿Por qué te sientes culpable, primo?
–Porque es la segunda vez que me engaña
–respondió.
–En Inglaterra todos los perros tienen derecho a
morder una vez, porque no son imputables; pero si
muerden por segunda vez la culpa recae sobre los
dueños de los perros que ya estaban advertidos –le
dije para significarle que le daba la razón.
280. –Yo te escucho en silencio y tú no me gritas.
281. –Hay días que me siento tan sola como una
paloma en alta mar –dijo la joven y gentil filósofa
que nos acompañaba.
–Yo le sujeté la mano unos instantes mostrándole
mi afecto y comprensión.
282. –El viento que no es capaz de apagar una vela,
difícilmente avivará un fuego. Lo que quiero decirte,
primo, es que seas consciente de tus limitaciones.
283. –Coincidieron a la salida de un prostíbulo y los
dos quedaron cortados, porque eran casados y
vecinos en el mismo rellano de escalera.
–No se confunda usted, señor, he venido a ver a mi
prima.
–Coincido con usted –le respondió el otro.
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284. –Una reacción desproporcionada contra
cualquiera, te quitará después horas de sueño. No
te digo, primo, que alguna vez no la tengas, sino
que te contengas.
285. –Les daba la razón para quitárselos de encima.
286. –Un proverbio húngaro nos dice: Si la piedra
cae sobre el huevo, mala suerte para el huevo. Pero
si el huevo cae sobre la piedra, mala suerte para el
huevo.
– ¿Quieres decir, primo, que siempre pagan el pato
los mismos?
–Exacto –le respondí.
–Pues eso ya lo dijo nuestro Sancho Panza, en la
segunda parte del Quijote, sin tener que ir a
Hungría y con más concisión: Si da el cántaro en la
piedra o la piedra en el cántaro, mal para el
cántaro.
287. –En tiempos de tribulación quéjate para no
desentonar.
288. –En el justo medio no hay héroes; pero está la
virtud.
–Prefiero el ánimo o resolución de hacer algo,
primo –respondió.
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289. –Sentí un tenue rumor de pisadas y apareció
difusa entre las sombras, con sus tres añitos no
cumplidos.
Se me había hecho de noche, perdido en aquel
extraño bosque de árboles sin hojas.
– ¿Quién eres tú? –me preguntó.
–Soy el abuelo Luis –le respondí.
Me dio la mano y continuamos juntos hasta llegar a
mi término, feliz como pocos; luego, ella prosiguió
su camino.
Nunca como en el momento de encontrarla se me
había engastado en el alma tan intensamente el
hermoso proverbio de Salomón (17. 6): Corona de
los ancianos son los hijos de los hijos.
290. –Hizo inventario de todo lo que le perdonó
mientras le amaba y no salía de su asombro.
291. –Era tan astuto y disimulaba tan bien, que
rozaba la excelencia en el trato con sus
interlocutores, por disímiles que fueran.
–En los tiempos que corren encubrir con astucia la
intención puede considerarse una virtud –añadió mi
primo.
292. –Su avaricia no le rompió el saco, porque tuvo
la suerte de morir antes.
101
293. –Paco Umbral esculpía palabras y las ponía en
columna cada día, como racimos de uvas doradas. A
las más humildes les prestaba su bufanda.
294. –La duda, si es indeterminación del ánimo
respecto a un juicio, hecho o noticia, no es buena
en sí por la indecisión y perplejidad que crea –le dije
a mi primo a cuenta de un comentario dubitativo.
–Sin embargo, la duda beneficia al delincuente
¡Mira por donde! –aclaró mi primo, que acabó su
aserto con un latinajo que si no oí mal decía in
dubio pro reo (en caso de duda a favor del reo).
295. – ¿Tú crees en el poder de la palabra?
– ¿De la palabra de los políticos?
– ¡Joder, primo, estás obsesionado!
296. –Era tan ingenuo que murió longevo –comentó
mi primo entristecido al oír el lejano tañer de
campanas, anunciando el óbito.
–La sencillez, el candor, la sinceridad, la pureza de
ánimo son cualidades que alimentan el alma y
fortalecen el cuerpo –nos explicó el anciano teólogo
ascético que se tomó una copita de vino con
nosotros. –Nunc est bibendum –dijo, emulando a
Horacio.
297. –Si le temo al Juicio Final es más por lo que he
pensado que por lo que he hecho –dijo mi primo al
comienzo de la tertulia filosófico-vinícola, viendo
102
pasar una mulatita. Y todos asentimos
preocupados ante ese día en el que saldrán a relucir
no solo los pecados de palabra y obra, sino los de
pensamiento.
298. Orgasmista. Maestro de capilla que toca el
órgano para producirse placer sexual.
299. –Lo vimos pasar con su cuello torcido
egocéntrico, indulgente y poco crítico consigo
mismo.
–Tiene tortícolis y los vecinos dicen que es de
mirarse el ombligo; pero, también puede ser de un
mal aire. Nada hay probado y el espasmo doloroso,
de origen inflamatorio o nervioso de los músculos
del cuello, que obliga a tenerlo torcido, puede tener
etiologías diversas.
– ¿Pero, primo, no lo hemos visto pasar egocéntrico
y autocomplaciente? Pues esa es una actitud que
proviene de mirarse el ombligo, no le des más
vueltas, los vecinos tienen razón.
300. –No sé qué me pasa, pero todos mis sueños
acaban mal. El otro día soñé que besaba a mi vecina
en el parque y al final llegó el marido.
–Tienes que mirar lo que haces, primo, porque tus
sueños
fantasiosos
son
deseos
sexuales
subconscientes y reprimidos que abocan a
relaciones extra conyugales tentadoras, pero
peligrosas.
103
–Creo que llevas razón. Un marido despechado,
también en sueños, me puede pegar dos tiros y me
quedaría con el beso en la boca –contestó
comprensivo.
301. –Dijo que se iba y no solo se fue, sino que no
se quedó.
–Para que veas primo lo que hace el vino.
302. –Antes del comienzo de la tertulia filosóficovinícola me contó un chiste de los llamados
“verdes”, el del huevo que le dice al otro: no te fíes
del larguirucho que siempre nos deja fuera. Y no me
hizo gracia.
– ¡Qué sitio tan agradable y lleno de verdor!
–comentó ante mi mutismo.
–Sí, primo –le respondí– choca la frescura del lugar
con tu frescura. Así que modérate tenemos que dar
ejemplo en la tertulia. Somos los fundadores y
hemos de huir de las chabacanerías.
303. –Mi primo me comentó que iba a comprarle
un collar a su mujer y yo le dije que a la mía la
llevaba suelta. Tuve la mala suerte de que me
oyera mi santa esposa que caminaba unos pasos
retrasada.
–Conque me llevas suelta, pues a mí me agrada ir
atada. ¡Ya tú ves! –me dijo. Y diciendo esto me
empujó forzándome a entrar en una joyería
próxima, para que la atara con un collar.
104
–La gracieta te ha salido barata –me espetó mi
primo con recochineo.
–Me está bien empleado –pensé.
304. –La crisis económica alcanzó tal nivel y
gravedad que hasta uno que no tenía nada lo perdió
todo.
– ¿Cómo es eso? –preguntó un prestigioso
economista que nos acompañaba esa noche.
–La cabina del cajero automático de la entidad
bancaria donde dormía en invierno, desapareció al
ser clausurada la Sucursal. Y el banco de madera del
parque que utilizaba en primavera y verano, fue
troceado para hacer fuego –añadió mi primo al que
se le veía apesadumbrado.
305. –Es tan habilidoso que barre las escaleras de
abajo hacia arriba –fue la observación de mi primo.
El filósofo manifestó que había una contradicción
en lo expuesto por mi primo: –Si habilidad es cada
una de las cosas que una persona ejecuta con gracia
y destreza. No veo ni gracia ni destreza en barrer de
esa manera –apostilló el filósofo.
–El labriego que hacía horas con nosotros mientras
esperaba el turno de riego, pidió la palabra y nos
manifestó:
–Yo he entendido y perdonen, que este señor ha
querido enfatizar la habilidad de ese hombre,
indicándonos que lo es tanto que, incluso, se las
apañaría para barrer a la inversa con todo éxito.
105
Abundo en esa apreciación –continuó– porque
conozco al “habilidoso” relojero de profesión. Un
día le llevé un reloj de bolsillo, “remontoire”
saboneta de sonería, de mi bisabuelo que en paz
descanse; hacía diez años que se había parado y lo
puso en marcha soplando varias veces sobre él.
106
306. –El matrimonio era tan perfecto y bien avenido
que los cónyuges levantaron sospechas.
307. –Dicen que mal de muchos remedio de tontos.
La muerte, mal de todos, no es remedio de
ninguno –nos ilustró el labriego, dejándonos
admirados y abatidos.
308. –Buen hombre, sencillo y honesto, murió a los
ochenta años, a cinco de la cancelación de su
hipoteca inmobiliaria que asumieron sus herederos
visiblemente consternados.
–Sic transit gloria mundi –clamó mi primo. Y sobre
las hipotecas y la dación de vivienda en pago de
deuda hipotecaria giró la tertulia filosófico-vinícola
de esa noche. Demasiada técnica, dolorosa y
politizada para mi gusto.
309. –Sorprendió a sus padres haciendo el sesenta
y nueve. – ¡Y a mí me regañan por comerme las
uñas! –pensó.
310. – ¿Qué es peor, saber mal una cosa o no
saberla, primo?
–Saberla mal, porque la desorientación y la
confusión anidarán en cualquier actuación que
realices basada en el conocimiento equivocado
–respondió.
El Archivero del Obispado presente esa noche
discrepó con razonado argumento: –Si no sabes una
cosa, anida en ti la carencia absoluta de
conocimiento; pero si la sabes mal, alguien puede
corregirte al expresarla.
311. –Borges dijo: «Pronto sabré quien soy». Pero
Borges se nos ha ido y seguro ya sabrá quién es y no
ha respirado. Y nosotros sin enterarnos. Tal vez
haya pensado: Mejor que no lo sepan y esto
indicaría que el horno no está para bollos.
–O que pintan bastos –dijo mi primo. Recuerdo que
era una tarde otoñal y lluviosa.
312. – ¿Ya afloraste los millones de euros que
tenías amagados en el sótano?
–Sí, pero solo la mitad, no descarto una nueva
amnistía fiscal bajando el porcentaje del impuesto
a pagar. Están apuraditos.
–Te has identificado tú.
–No me fío. He puesto a mi cuñado de testaferro.
– ¿No temes que te traicione? Los cuñados son
peligrosos.
107
–No. Él ya sabe como las gasto. Le he dicho que si
se va de la lengua se la corto y el pito también. Es
hombre de pocas palabras, pero para la música es
un lince.
313. –Quevedo nos dijo que «estamos destinados al
derrumbe» y yo coincido con él, pero ¿por qué
precipitarnos? –filosofó mi primo una noche de
sombras huidizas y vino tinto del bueno.4
314. En mi sueño había construido un personaje
entrañable, humano y sensible. Cuando ya lo tenía
pergeñado se dirige a mí y me revela su deseo de
salir del mundo de los sueños, «porque anhela
–dice– conocer a don Quijote, Sancho Panza,
Pinocho, Blanca Nieves, el Guerrero del Antifaz,
Mickey Mouse, Heidi, la Pantera Rosa, Mortadelo y
Filemón, El Coyote, el Pato Donald, Batman,
Roberto Alcázar y Pedrín y tantos otros».
Yo le digo que nunca sería tan famoso como ellos,
porque él ni siquiera tenía nombre.
–No busco fama sino consuelo –contestó.
Cuando desperté ya se había ido sin esperarme.
315. –No por levantarte tarde deja de amanecer,
cariño. –Eso tuve que decirle, porque llevamos tres
4
Mi amigo Darío Teich al leer esta reluciérnaga me escribió desde
Buenos Aires: ¿Realmente Quevedo se me adelantó? Si es así, lo odio
tanto como lo admiro.
108
meses de casados y le dan las once en la cama cada
día –nos explicó mi primo.
–Usted y perdone, es un machista –le espetó la
joven filósofa.
316. El que ama los libros ama la vida –me dijo mi
padre un día. Y he comprobado que es cierto; así
que, cuando me reencuentre con él, le diré: Papá,
tenías razón –nos comentó un joven fabricante de
tejidos de Tarrasa.
317. –Primo, tengo una idea.
– ¡Chis! No grites, por el amor de Dios, que te
pueden oír.
–Si no es mía.
–Peor todavía.
318. –Sé espontáneo. Pero si razonas te
equivocarás menos.
–Primo, concrétale más, porque si por espontaneo
entiende lanzarse al ruedo a torear durante una
corrida, puede peligrar su vida y su equivocación
sería gravísima y quién sabe si irreversible.
–Llevas razón. Lo que quiero indicarle a este joven
tertuliano, es que antes de llevarse por la expresión
natural y fácil del pensamiento, discurra ordenando
las ideas en su mente para llegar a una conclusión
conforme a razón.
109
319. –El fin de la medicina es la salud, como enseña
Aristóteles en su Ética. Y el fin de la salud es el
bienestar físico y mental. Por tanto, si estás
enfermo toda la teoría aristotélica en este punto se
viene abajo. Admíteme un ruego: no te pongas
enfermo y si no lo puedes remediar, no cuentes tus
padecimientos al primero que pase por la calle que
te he oído. Coadyuvas con ello, y te lo digo como
amigo, al deterioro y fracaso de la medicina. ¡No
juguemos!
320. –Al no tener idea de nada optó por obedecer
en todo.
–Por lo menos tuvo una idea –comentó mi primo.
321. –En los primeros años de la posguerra, el
miedo de la gente era pavoroso, se metía por
debajo de las puertas. Un día se oyó el rumrum
lejano de una camioneta con pescado fresco, que
llegó hasta el centro de la plaza porticada de aquel
pequeño pueblo castellano. La buena gente, que
observaba a través de las mirillas de balcones y
ventanas, bajó a la plaza y rodeó la camioneta.
– ¡Pescadilla viva! –Gritó el pescadero.
– ¡Viva! –Respondió todo el pueblo al unísono.
322. –Primo, estás todo el día pegado al ordenador,
no haces deporte, ni corres, ni siquiera caminas,
eres un gandul y tu salud peligra porque de bóbilis
110
no se puede ir por la vida –me vi obligado a decirle
por su bien.
–Te recuerdo que de aquellos millones de
espermatozoides que mi papá lanzó a mi mamá
aquella noche de locura amorosa, yo fui el primero
en llegar al óvulo –respondió.
–Eso indica que tus hermanos, Dios los tenga en su
gloria, eran unos tullidos. Ya lo dijo nuestro señor
don Quijote: En la tardanza está el peligro.
323. –Bendice, Señor, nuestras personas y estos
alimentos que vamos a recibir. Os lo pedimos por
Cristo nuestro Señor…
–Amén –respondimos todos los tertulianos a una,
un tanto asombrados. Creíamos, a la vista de su
coronilla tonsurada y de las palabras dichas, que
estábamos ante un sacerdote que se había unido a
nosotros.
–Lo sorprendente fue que no había alimentos en la
mesa, solo vino. Mi primo se apresuró a pedir unos
platitos de morcilla de cebolla de Baza y otros de
chorizo picante y queso curado, lo que nos obligó a
poner más vino para armonizar los paladares. Todo
acabó en una cuchipanda.
–Hemos picado, no era sacerdote –me comentó mi
primo informado por el camarero, camino de casa,
vencida la noche.
–De acuerdo; pero él nunca dijo que lo fuera y los
alimentos puede bendecirlos cualquiera.
–La verdad que sí.
111
324. –Prevaricador y deshonesto, la crisis lo
arruinó económica y espiritualmente. Su avanzada
edad, ya en tiempo de prórroga, le obligó a una
decisión límite: puso un puesto de mendicación a
la entrada de la Iglesia.
Una misa por amor de Dios. Ofrezcan una misa por
este desgraciado –reiteraba afligido. Previamente,
había intentado pactar con un párroco el reparto
de los óbolos. El sacerdote lo echo de la sacristía
amenazándole con la excomunión.
325. –Me dijo, en un arrebato, que le gustaría ser
la hembra del mundo en la unión de los sexos.
– ¿Te deprimiste, primo?
–Al contrario. –Piensa que en este momento yo soy
tu mundo –le dije arracimándome a ella.
326. –La lotería es el impuesto de los tontos. Así
que cuantos más tontos piquen más recaudará el
Estado benefactor para pagar al personal de
confianza –explicó mi primo. Y tal aserto, expresado
en la tertulia filosófico-vinícola, a unos agradó y a
otros, más viciosillos, no.
327. –Llegó a saber tantas cosas que de algunas no
se acordaba de que las sabía.
112
328. –En la tertulia de hoy vamos a tratar de la
levedad del ser; pero no está su primo siempre tan
sutil y perspicaz –me indicaron.
–Ni está, ni lo esperen. Demorará como mínimo
dos día, ocupado como está en reenviar a otros
internautas archivos intercambiables recibidos de
diversos amigos vía internet, cumpliendo el
mandato expreso de estos.
Me confirmó que ha remitido ya los archivos que
hacen referencia a la muralla china y a los puentes
del Sena.
–Eso les dije para su tranquilidad, puesto que la
tertulia ha de tener continuidad, sin que le afecten
veleidades o ausencias, por sensibles que sean.
329. –Si no vas a golpear no amagues antes, porque
te expones a las iras o consecuencias adversas del
que se considera amenazado. Y si vas a golpear
tampoco amagues antes, porque alertarás al futuro
golpeado que podrá, no solo prevenirse, sino
adelantarse al golpe.
–Tú lo que quieres decir, primo, es que deje la
palabra amagar reposar tranquila en el cementerio
de los diccionarios.
–Sí, siempre que amagar se utilice en el significado
de hacer ademán de herir o golpear, o de amenazar
a alguien con algún mal o mostrar intención de
hacérselo.
–Entonces ¿No amago nunca? –me preguntó
compungido.
113
–No.
330. –Las cosas iban tan mal que mejoraron.
331. –Era optimista y por la noche y al hacer
balance del día, pensaba que no había estado mal
del todo. Y si estaba mal, pensaba que podía haber
sido peor. Y de esta manera trampeaba ilusionado a
la espera de que un día pudiera estar bien. ¡Y le
llegó el día!
–El pensador y matemático francés Blaise Pascal
nos dejó dicho en el siglo XVII que alucinados
siempre por esta esperanza de ser felices algún día,
es inevitable que no lo seamos nunca –nos ilustró mi
primo como preludio de la tertulia filosóficovinícola.
332. –Lo vimos descontentadizo, como molesto
consigo mismo. Mi primo me tocó con el codo.
–Fíjate en el traje es como mínimo dos tallas
menos.
–Quizá se le ha muerto algún pariente como al de
la reluciérnaga 571 le respondí.
–Hola, ¿Qué hay de nuevo?, ¿Cómo estás? –le
preguntamos.
–Mal, con un cabreo de mil hostias. Llevaba seis
meses sin ponerme este traje que guardaba en el
armario y me ha encogido.
–Eso nos respondió. Y mi primo y yo respiramos
aliviados.
114
333. –Aristóteles en su Política nos enseña: La
autoridad del señor sobre el esclavo es a la par justa
y útil. Y don Quijote, en cambio, platicando a
Sancho le explicó que ningún hombre es más que
otro hombre, sino hace más que otro.
– ¿Quieres decir que en este punto te quedas con
don Miguel, primo?
– ¿Tú, que crees?
334. – «Era muy guapo, pero estaba vacío como una
casa a medio construir» –dijo la joven y gentil
filósofa que nos acompañaba, con los ojos
húmedos, cuando mi primo le preguntó por aquel
chico que había conocido en la verbena de San
Juan.
335. –Michel Eyquem, señor de Montaigne, ya
citado aquí, nos enseñó que «el recuerdo de la
dicha pasada duplica la desdicha presente», incluso
nos lo dijo en italiano y perdonen: che ricordarsi il
ben doppia la noja.
No obstante, creo que lo contrario también es más
cierto aún y podemos decir: «el recuerdo de la
desdicha pasada duplica la dicha presente». Si
seguimos con el italiano diríamos: che ricordarsi la
noja doppia il ben.
–Yo mismo, cuántas veces con la complejidad
aromática de un Vega Sicilia sedoso y opulento, en
115
la mano, me he dicho: ¡«Quién te ha visto y quién te
ve!» –explicó mi primo.
336. –Si estorba no lo eches. Mientras no moleste o
incomode o ponga en un brete la ejecución de tus
proyectos, déjalo.
–Pero, primo, si no hace nada de lo que me dices es
que no estorba ¡Joder!
–Pues más a mi favor, si no estorba déjalo en paz.
337. –Nos quejamos a veces por no recordar, por
no traer a la memoria según qué cosas; cuando hay
tanto para olvidar –comentó mi primo al comienzo
de la tertulia filosófico-vinícola, como si algo le
partiese el alma.
338. –Era tan pobre y viejo que pasaba
desapercibido por lo que, conocedor de la
corrupción política que anidaba en el país, tomó la
decisión de presentarse a las elecciones
municipales en busca de la nombradía de que no
gozaba. –Nada tengo que perder –pensó.
Su programa era un simple documento, que
resultó ser su testamento, en el que dejaba
heredero universal de todos sus bienes al
Ayuntamiento.
–La conmoción fue general –contó el Secretario de
Administración Local que vivió el evento muy de
cerca como Delegado de la Junta de Zona en el
municipio de las elecciones.
116
–Aun poniéndonos en lo peor si los bienes que
pudiera
llevarse
revierten
después
al
Ayuntamiento nada se pierde –decían algunos.
Otros se cachondeaban considerándolo el
testamento de la zorra al dejar como herencia
bienes que no tenía. En cualquier caso la algarada
estaba servida.
– ¿En qué quedó la cosa? –preguntó mi primo
intrigado por tan extraño sucedido.
–No llegó a salir de Alcalde, ni se volvió a
presentar, pero alcanzó notoriedad y respeto y
nunca revocó el testamento. El Ayuntamiento lo
aceptó en su día, pero a beneficio de inventario.
– ¿Qué significa a beneficio de inventario?
–preguntamos.
–Examinar previamente la herencia y si las deudas
son mayores que los bienes, tener la opción de no
aceptarla para no responsabilizarse de las mismas.
En este supuesto a que nos referimos, ni había
bienes ni deudas –respondió solícito el Secretario
del Ayuntamiento.
339. –Guardaba sus documentos en una caja de
caudales y al abrirla los herederos observaron
sobrecogidos que eran facturas sin pagar. Salieron
haciéndose cruces.
340. –Si de callar no te arrepentirás nunca y de
hablar muchas veces, no te calles y habla por los
codos. Así podrás arrepentirte de vez en cuando.
117
¿Tú sabes, desventurado, la vida que te espera
siempre callado y sin posibilidad de sentir pesar por
haber dicho algo inoportuno en tu vida? Todo el
mundo habla del silencio como la gran virtud; ya
tendrás tiempo de estar callado, de estar silente.
¡Acaso ignoras cuan buena es una palabra oportuna
dicha a tiempo, entre tanta verborrea! ¡Por el amor
de Dios, huye de los tópicos!
–Entonces, preguntó mi primo, que pasa con lo de
Gracián cuando dice:
Hase de hablar como en testamento,
que a menos palabras menos pleitos.
–No había caído en Gracián, perdona.
341. –Primo, ¿tú crees que después de muertos
reconocerán
nuestros
méritos
literarios
condensados en estas reluciérnagas?
– ¡Claro, hombre! No querrás que te los reconozcan
en vida.
–Es después de muertos que vienen las alabanzas
–comentó el teólogo ascético que nos acompañaba.
– ¿Está usted pensando en Albert Camus?
–Preguntó el narrador y ensayista del grupo.
–Sí, entre otros –respondió el teólogo.
342. –La preeminencia de Dios respecto de
nosotros es que lo sabe todo de todo.
118
–Si Dios lo sabe todo de todo, cuando más sepamos
nosotros más cerca estaremos de ÉL –dije a mi
primo.
–Si me pongo a investigar, un suponer, y lo llego a
saber todo de todo ¿Qué hago con Dios?
–preguntó.
–A Dios no le gustaría ser excedido, así que déjate
algo de saber en el tintero, por si acaso. Además, si
Dios es el principio y fin de todas las cosas, no
olvides que tú estás en el medio; así, que yo te
aconsejo que investigues, pero que reces también.
343. –Había leído el aforismo de Georg Christoph
Lichtenberg: Quitarse el sombrero es una
abreviación de nuestro cuerpo, un empequeñecerlo.
Desde entonces, mi primo hacía el amor con el
sombrero puesto.
344. –La Administración Pública es la institución que
paga los platos rotos, al tener que plasmar en obras
y realidades, los embrollos de algunos políticos
incardinados en el escalón superior que es el
Gobierno.
–Incluso, han de proveer a la normal marcha de
servicios públicos no establecidos o a medio
establecer.
–Primo, tan poco te pases que solo hemos
descorchado –le dije por lo bajines.
119
345. –Y, si en los otros has vivido, vives, mientras
los otros vivan –primo.
–Sí, pero esto no alcanza muchos años.
–Es cierto, nadie crece otra vez. Nadie perdura.
–Veo que han reproducido unos versos de Carlos
Pinto Grote, de su libro Sin alba ni crepúsculo, –nos
comentó una mujer versada en literatura.
–Por supuesto, somos sus amigos y lo
consideramos uno de los poetas más importantes
de Canarias. Y la tertulia de la noche versó sobre el
tiempo que pasa y el olvido.
346. –En un mundo de mediocres la excelencia está
mal vista.
347. –A ella no le falta faena ni en las crisis
económicas, ni en las bonanzas. Incluso, es la única
que tiene el trabajo asegurado de por vida y
perdonen la contradictio in termini –comentó mi
primo sin venir a cuento, mediada la tertulia
filosófico-vinícola. Y nos puso de mal vino.
348. –Primo, muchos se acuerdan del canario
Pedrito, delantero del Barça y de los tres goles
seguidos que metió en ocho minutos, en la célebre
remontada, y ninguno del guardameta que los
recibió; sin embargo, los dos soñaron esa noche con
los goles.
–La vida es así, lo importante es que los dos son
buena gente y se merecen nuestro respeto
120
–respondió.
349. Síndrome de mamancia. –Síntoma que
experimenta un político mamócrata al ser cesado,
por la suspensión brusca de la dosis habitual de
mamancia –le contesté.
– ¿Y es grave?
–Si no lo recolocan, muy grave.
350. –Si el puntito que resultó ser en el mapa una
cagada de mosca hubiese sido una isla, el
descubrimiento de América se hubiese adelantado
varias semanas, por lo menos –dijo mi primo,
versado en geografía aquella noche.
351. –Hazles el bien directamente y te ahorras de
prometerles nada.
–Entonces, les quito la esperanza del bien futuro
–respondió mi primo.
352. –Tan cristiano que eres, si tu Dios te ayudara
evitarías el madrugón –eso le dijo mi primo al
empleado de la limpieza con el que nos cruzamos al
finalizar la tertulia filosófico-vinícola de la noche, ya
en la amanecida.
–Sé que presumen de filosófico-vinícolas, los veo a
diario; pero, sé lo que son: unos trasnochadores
altos de vino y empecatados –le respondió el
operario.
121
–Aunque se haya excedido un poco, te está bien
empleado, primo, por tergiversar los refranes.
–Es verdad. El que dice lo que no debe oye lo que
no quiere.
353. –Si no sabe más algo sabe –dijo mi primo.
122
354. –Si se te parte la espada no intentes soldarla.
Mejor cómprate una nueva en los chinos.
–Mi primo habla por experiencia, un antepasado
suyo luchó en los Tercios de Flandes a las órdenes
de Gonzalo Fernández de Córdoba y del capitán
Alatriste –les dije a los integrantes de la tertulia no
fuese que alguien pensara que aquello era una
gracieta más.
355. –Tiene fama de bueno y caritativo porque
siempre da lo que le sobra –comentó mi primo al
verlo pasar de punta en blanco.
–Si todos hicieran igual el mundo cambiaría; en
cualquier caso, menos da una piedra –apostilló un
mancebo de farmacia.
356. –Escribió su biografía narrando todos los
errores cometidos en su vida, las canalladas hechas
a los adversarios y amigos, las infamias, las
deslealtades, los días de putas y felonías; incluso,
las deudas sin pagar, algunas no prescritas. Se
produjo una conmoción mundial y los biografiados
vivos protestaron airadamente. La conclusión fue
que había sido dañado de muerte el género literario
de la biografía, que se basaba en la simpatía, en la
bondad y en la obra bien hecha del biografiado
frente a los demás.
357. –Si tienes dudas sobre determinadas
cuestiones procura dirimirlas y superarlas, no vivas
en esa indeterminación del ánimo que puede
producirte desasosiego.
–De acuerdo, primo, lléname la copa y sea lo que
Dios quiera.
358. –Detrás de ese gran hombre hay otro hombre
–afirmó mi primo al verlo pasar.
–El hombre al que se refería mi primo nos
acompañaba esa noche y agradeció la deferencia.
359. –Gracián dijo que “la cultura nos hace
personas” Y yo digo que el vino nos hace personas
dialogantes, de trato refinado y contentadizo
porque el hombre, según he leído, nace bárbaro
–nos reveló mi primo.
–Quieres decir, ¿que el buen vino alegra el corazón
del hombre? –le preguntamos.
–Vosotros lo habéis dicho dicho, primo: Bonum
vinum laetificat cor hominis.
360. –Tenía tantas respuestas para tan pocas
preguntas, que pensó si había valido la pena la
123
plenitud de acción, la intensidad, el esfuerzo, el ir a
más y mejor.
361. –Lo pillaron defecando en el huerto del cura y
de las indagaciones pertinentes se comprobó que
no estaba bautizado. Lo acristianaron y llegó a ser
sacristán de una parroquia de pueblo. Y siempre
fue una excelente persona.
–Primo, ¿Quieres decir que lo importante en una
persona, no es un hecho aislado, sino los principios
que rigen el pensamiento o la conducta?
–En efecto.
362. –Era tan honesto y sumamente casto que a
veces lo veíamos pararse en la calle y cerrar los
ojos al paso de una hermosa mujer, para que su
hermosura no despertara en él amor sensual y
voluptuosidad pecaminosa.
–Después supimos que era alumno de un seminario
conciliar, realizando prácticas en el mundo
empecatado en el que tendría que desenvolverse
más tarde en labor evangelizadora.
–O tempore o mores! –clamó mi primo
rememorando tiempos y costumbres pasadas y que
ya no volverán.
363. –Me gustó mucho una de las greguerías
inéditas encontradas de Ramón Gómez de la Serna
–nos dijo mi primo. Y recitó:
124
Poniendo un oído en un buzón postal se oye un
murmullo de adioses.
Pues bien, he pasado por un buzón de Correos y he
puesto el oído a ver si era cierto y lo que oí fue un
murmullo, en efecto; pero de amenazas por
impagos. ¡Ay, si Ramón levantara la cabeza!
125
364. –Me hacía el sordo para lo que no me convenía
y lo dispuse todo de tal manera que por una oreja
me entraba y por la otra me salía.
–La simulación de la privación o disminución de la
facultad de oír con el tiempo puede hacerse
crónica; y así como no oyes lo que no te conviene
tampoco oirás lo que podría convenirte. De modo
que no te hagas el listo –primo.
–Querrás decir que no me haga el sordo.
–Es lo mismo.
365. –Se casaron tan mayores que no les dio tiempo
a divorciarse.
366. –Mi primo llegó a la tertulia filosófico-vinícola
hecho un mar de dudas.
–Y subieron a la barca, pero aquella noche no
pescaron nada. (Evangelio de San Juan 21.3); no
obstante, Jesús les llenó las redes hasta el punto que
no podían arrastrarlas por la multitud de peces. Esta
cita en cursiva del evangelio de San Juan choca con
la del Evangelio de San Mateo. Por sus frutos los
conoceréis (7.16) –nos dijo mi primo, para a
continuación proseguir: –Todo el andamiaje
estructural de la eficacia, de la eficiencia y del buen
hacer en general, quiebra. Ya no son las obras o
frutos, basta con que Jesús pase por allí y los salve.
El anciano teólogo ascético alabó la sana
preocupación de mi primo, pero quiso hacer unas
precisiones para levantarle el ánimo.
–Efectivamente, los frutos, las buenas obras, son lo
que importan; pero, también hay que valorar las
circunstancias de cada caso. En el evangelio se dice
que no pescaron nada “aquella noche”; luego en
otras noches si pescaron, lo que interesa valorar es
el tesón, la buena voluntad mostrada por los
discípulos, el intentarlo. Es difícil luchar contra los
elementos, recordemos la Armada Invencible; lo
que es censurable es el gandul, el holgazán, el
indolente; como dice Salomón (10, 15): …el que
ronca en la siega, se acarrea deshonra.
La tertulia prosiguió largo trecho hasta acabar el
vino y todos alabamos la agudeza de Jesús que hizo
el milagro y aprovechó para almorzar pescado
fresco; en efecto, Jesús tenía las brasas puestas y
les dijo a sus discípulos: traed de los peces que
acabáis de pescar, a lo que se prestó Simón Pedro
que sacó nada menos que ciento cincuenta y tres
peces.
–Jesús era Dios ante todo; pero como humano, de
tonto nada –dijo emocionado y santiguándose el
labriego.
126
367. –Si te gusta beber mándale, no te prives. Pero,
primo, si bebes condúcete.
368. –Lo que sorprende de algunos políticos es el
despilfarro con el que se manejan, la alegría con
que disipan el dinero de los contribuyentes en
suites, mariscadas de trabajo y transnacionales
viajes –comenté a mi primo.
–No dan ejemplo, pero tienen presente la máxima
de nuestro Sancho Panza: Bien predica quien bien
vive –me contestó.
369. –Estaba tan necesitado que no pudo elegir y
entró de palanganero en un prostíbulo de la zona
alta de Barcelona. De natural bondadoso,
conocedor de sus limitaciones y las de los demás, se
ganó el respeto de las putas y sus clientes y con sus
necesidades básicas cubiertas, murió nonagenario
en el burdel rodeado de afecto.
Recordé los versos de Pemán, en La Balada de las
dudas del lego:
¡Todo cumple su fin mansamente!
¡Todo sigue un mandato de amor!
¡El llano lo mismo que el pico empinado,
que no está por eso más cerca de Dios!
–Corre que te corre... ¡Qué más oración que el ir
mansamente, el palanganero entre habitaciones,
con su palangana, bendiciendo a Dios! –clamó mi
127
primo emocionado, porque llegó a ser amigo del
palanganero del que había recibido sus servicios sin
fallar una semana y con especial diligencia.
370. –Cada uno ignora lo suyo.
371. –Estamos filosofando, señor, ¿si quiere unirse
a nosotros?: Profundizamos en el sentido del obrar
humano sobre la tierra –le dijimos.
–Gracias, bien que lo siento. Soy carpintero de
ribera, trabajo en obras navales y no bebo tan de
mañana –nos contestó.
372. –El pedo de la monja de clausura abandonó el
claustro, rompiendo las reglas –explicó mi primo
muy serio.
–Y el de tu padre quedó camuflado entre las
sábanas y a punto estuvo de asfixiar a tu madre, a la
que tuvieron que hacer la respiración artificial.
Cuenta eso también mamacallos –respondió
encolerizado un tertuliano, del que después
supimos que tenía una hermana monja de clausura.
Mi primo quedó blanco como el papel y sacó su
cabritera, pero el anciano teólogo ascético puso paz
recriminando ambos comentarios a los que calificó
de soeces, rogando que no constaran en acta. Como
así se hizo. La tertulia fue más breve que de
costumbre.
128
373. –La puntualidad, en cuanto cuidado y
diligencia en llegar a un lugar a la hora convenida y
de la que hemos tratado y trataremos en varias
reluciérnagas, es susceptible de lecturas diversas.
No solo porque se puede ser impuntual llegando
antes de la hora convenida, sino porque la obsesión
por la puntualidad puede llegar a ser patológica.
El psicólogo que nos acompañaba tomó la palabra
para decirnos:
–Traté a un hombre tan puntual que cuando alguien
no llegaba a tiempo pensaba que le había podido
ocurrir algo, lo que alcanzó a producirle un cuadro
de ansiedad profundo. Le pedí como terapia que
fuese él el impuntual; pero se negó para no
trasladar a otros el estado de ansiedad.
374. –Era tan prudente y reservado que callaba más
cosas de las que sabía. Y esto despertaba
expectativas a la par que desconfianzas y recelos.
375. –Se alimentaba de ilusiones, sueños, utopías,
fantasías, fabulaciones, cuentos chinos, quimeras…
Todo adobado, eso sí, de grandes dosis de
optimismo y falsas promesas. Tú quieres creer que
cada día estaba más pálido y delgado, el infeliz.
Como yo le dije.
376. –Tú puedes tirar una piedra o no tirarla
haciendo uso de tu libre albedrío, como enseña
Aristóteles. Pero una vez tirada no intentes
129
detenerla porque la piedra y el albedrío se han ido
juntos.
–Es lo que yo digo: la piedra ya no está en tu mano
–intervino mi primo.
–Es más, –terció un señor que nos oyó filosofar–
hay un proverbio suizo que dice: Cuando la piedra
ha salido de la mano pertenece al diablo.
377. –El barco hacía aguas, de acuerdo; pero,
¿cuándo os disteis cuenta de la gravedad de la
situación?
–Cuando el cuñado de este señor se volvió de
espaldas para santiguarse. La tarde anterior había
estado negando la existencia de Dios como un
poseso, de manera obstinada y recalcitrante.
378. –No sé cómo vino a cuento. El caso es que
comenté en la tertulia: –El miedo es consustancial a
la naturaleza humana y lo llevamos incubado a la
espera de aflorar por algún motivo.
–Pues el miedo se me ha hecho patente. La otra
noche, bajaba por la calle Balmes a las tres de la
mañana, solitaria a tan altas horas, cuando observo
que un hombre subía por la misma acera. Éste viene
a por mí. Éste me atraca –pensé. Me cisqué de
miedo y tomé mis precauciones: cuando estaba a
dos metros escasos salí corriendo. Mi sorpresa fue
al volver la cabeza y observar que aquel hombre
también corría, aunque en dirección contraria
–comentó mi primo.
130
–Las perturbaciones angustiosas del ánimo por un
riesgo o daño real o imaginario, son libres, primo, y
tu creíste oler el poste –le respondí para animarlo.
A la par que le aconsejaba que no contara lo
sucedido a nadie, porque no le favorecía.
–Ya lo sé. El hombre sosegado es superior al valiente
–dijo, citando el proverbio de Salomón (16-32).
–Completa el proverbio, hijo, por su enseñanza para
los que nos oigan o nos lean, le solicitó el anciano
teólogo ascético: …Y el que es señor de sí vale más
que el conquistador de una ciudad.
379. –Viciosillo, granuja y echado a la briba, ya
matusaleno y duplicados los achaques practicó la
virtud y destacó en ella.
380. –Desde hacía más de veinte años siempre
tenía algún libro de Josep Pla en su mesilla de noche
y pensaba: Pla vivirá, por lo menos, mientras yo
viva.
381. –Tengo el miembro tan flojo que más parece
que tenga una miembra –comentó mi primo
haciéndose el gracioso.
El filólogo del grupo que habíamos invitado a la
tertulia filosófico-vinícola de aquella noche, nos
aclaró:
–La palabra miembra no se recomienda por la
Asociación de Academias de la Lengua Española.
Miembro es un sustantivo epiceno. Con un solo
131
género gramatical se designa igual a un macho que
a una hembra: El miembro del Gobierno señor X; el
miembro del Gobierno señora Z. Aunque también
empieza a emplearse como sustantivo común: El
miembro del Gobierno señor X; la miembro del
Gobierno señora Z.
–Eso nos dijo y tomamos buena nota, incluido mi
primo. Yo aproveché para indicar que el humor y el
tono burlón o la ironía no están reñidos con
nuestras reluciérnagas, pero sí las gracietas de sal
gruesa que parecen más chistes de taberna.
382. –Solo tenía los dos apellidos. Al no estar
bautizado carecía de nombre de pila.
383. –Cometió tantos y tan graves errores en su
vida, que vencida la edad llegó a la vejez como un
renombrado sabio, al haber aprendido de ellos.
–Primo, tú aprende de los errores, pero cuantos
menos cometas mejor.
384. –El argentino César Luis Menotti, apodado El
Flaco, ha dicho, no sin razón, que el futbol es
espacio, tiempo y engaño. La vida participa también
de estos ingredientes; pero, tú primo sé respetuoso
con la gente, aunque no te dejes meter goles –me
dijo aquella noche nada más iniciar la tertulia
filosófico-vinícola y, por tanto, huérfano de copas.
132
385. –Al caer la tarde, lo vi recostado en un ribazo
con los ojos entornados, escuchando el murmullo
del viento sobre el trigal y el gorjeo de los
ruiseñores en la pineda. Admiraba de mi primo su
sensibilidad para captar los efluvios y encantos de la
naturaleza.
– ¡Agáchate por Dios! ¡Agáchate! Me persigue un
acreedor –dijo al acercarme.
386. –Las florecillas situadas entre las vías del tren
no son suicidas, sino florecillas despistadas y
atrevidas que equivocaron su camino. (Y perdona
Ramón).
387. –El ensayista y antropólogo francés, Roger
Caillois nos recuerda que Montesquieu, en sus
Consideraciones sobre las riquezas de España se
pregunta: – “¿Cómo pudo empezar a empobrecerse
España precisamente cuando los galeones
amontonaban en sus puertos el oro y la plata del
Nuevo Mundo”?
– ¿Qué se preguntaría ahora Montesquieu a la vista
de la crisis económica y de valores que nos ha
llevado a ser uno de los farolillos rojos de Europa,
cuando éramos el paradigma? –me preguntó mi
primo.
–No lo sé porque Charles-Louis de Secondat murió
en 1755 y lo volvieron a matar en los años ochenta
–respondí, sorprendido por el alarde de erudición
que había realizado mi querido primo.
133
388. –Nada más comenzar a nevar salía a la calle
para que los copos de nieve le disimularan la caspa.
389. –Primo, no te hagas el inteligente queriendo
sobresalir en todo. Un proverbio dice que al clavo
salido le toca siempre el martillazo.
390. –Te gustaría ser mi ayo, primo –dijo
mirándome con los ojos en súplica.
–Hombre, para ayo ya estás un poco crecidito. Pero
sería un honor ser tu mentor, me encantaría –le
respondí.
–De acuerdo, sé mi consejero y mi guía. Y si te
parece –dijo– empieza por enseñarme como puede
uno “nunca perderse el respeto a sí mismo”.
391. –Para no perderte el respeto, empieza por no
subirte a las barbas de los demás. Que la rectitud y
firmeza de ánimo sean tus guías; tanto acompañado
como en solitud –le indiqué a mi primo, consciente
de mi responsabilidad como mentor.
392. –Trajeado y con una labia aceptable se
presentó en la tertulia, sin que nadie le invitara,
haciendo propaganda de un producto que a
nosotros ni fu ni fa. En esto, pió un pájaro en un
árbol cercano y mi primo mirando al árbol dijo
como si nada: Si yo fuese pájaro huiría de los
134
reclamos. Capté la frase y cuando se fue el caballero
le agradecí sus reflejos.
393. –El tráfico de influencias es tan intenso que
mi primo ha optado por no salir a la calle salvo al
chiringuito al atardecer para la tertulia filosóficovinícola y siempre por atajos para obviar el camino
real.
394. –Mi primo es sensible y muy romántico, de
aspecto amembrillado, se extasía con las puestas de
sol y le agradan mucho las flores y el sempiterno
silencio de los arenales –expliqué a los tertulianos
en su presencia, para elevarle su autoestima.
–También me gusta comer pajarillos fritos y ancas
de rana –añadió por su cuenta para completar el
conjunto de sus cualidades.
395. –A mayor trato más conocimiento y al aflorar
las imperfecciones se produce el desapego –eso nos
comentó mi primo al comienzo de la tertulia
filosófico-vinícola. Y nos creó un cierto desasosiego,
ya que muchos estamos convencidos de que con el
conocimiento también afloran la integridad de
ánimo y la bondad de las personas, lo que
acrecienta nuestro apego a ellas.
396. –Les hice una pregunta insólita: ¿Qué es para
vosotros la espalda?
–Ese lugar donde germina el ala –respondió uno.
135
–Ese lugar que cansa –manifestó otra.
–Donde la cruz, donde la edad se apoyan –dijo un
tercero.
–Donde el abrazo fragua –completé yo
emocionado, al percatarme que todos habían leído
y memorizado versos de mi amigo Pedro Lezcano, el
gran poeta canario.
Quedaba mi primo y tomó la palabra: –La espalda
es también ese lugar que algunos le vuelven al
amigo, cuando se arruina o cae en desgracia.
Quizá su primo no vaya del todo desencaminado
–comentó una poetisa que mostraba su decepción,
por haberse roto el lirismo de la noche.
397. –Primo, si muchas veces hubiera sabido por
dónde empezar, otro gallo me hubiera cantado
–eso dijo.
398. –De joven era de natural rebelde y
descontentadizo, pero diluida la juventud en los
arcanos de la senectud le llegó la paz interior, tan
necesaria, cuando ya el futuro se le hizo presente
–comentó mi primo al verlo pasar con andar
inseguro.
–En efecto, la mesura y la tranquilidad atemperan el
ánimo; sobre todo a nuestra edad, cuando miramos
detrás de las cortinas o a través del ojo de la
cerradura y ya no vemos; o vemos pero no sentimos
nada –nos comentó un venerable octogenario que
nos acompañaba y al que invitamos a que tomara
136
con nosotros unas copitas de buen vino que
agradeció.
399. –No había tenido complicaciones serias en la
vida, esa es la verdad; pero, tampoco tenía muchas
luces, todo hay que decirlo. Ahora bien, optó por
pedir consejo a unos u otros según el asunto y la
circunstancia. Y la realidad es que no le ha ido mal.
En el pueblo le llaman “el aconsejado” –nos reveló
mi primo.
Y sobre eso derivó la tertulia filosófico-vinícola esa
noche, sobre los motes que suelen ponerse o dar a
una persona, tomados de sus defectos corporales
o de alguna otra circunstancia. En este tema no
hay país que nos gane en el mundo.
–A mí –dijo el labriego– me apodan “el tupío”
porque un bisabuelo mío se comió un día treinta
higos chumbos seguidos y se atascó.
400. –Adulaba para que le adulasen y llego a ser un
gran adulador muy adulado.
401. –Yo creo que eres infeliz por bondadoso y
apocado –le dije para levantarle el ánimo.
–No, primo, te equivocas. Soy infeliz porque la
suerte me es adversa, porque lo que ocurre a mi
alrededor se dan las circunstancias de que me es
desfavorable. Y contra eso es difícil luchar.
137
–Entonces, de las dos acepciones que tiene la
palabra infeliz, es la primera acepción la que te
afecta.
–Sí.
402. –No confíes en que te lo agradezcan, haz lo
que tengas que hacer y ve a lo tuyo.
–Ya lo sé, primo, recuerdo que Séneca me dijo que
la recompensa de una buena acción está en haberla
hecho. Y mi padre me explicó, ya lo he comentado
alguna vez, que las ingratitudes no las temiera, que
las esperara.
403. –Llovía sobre el pueblo. Era una lluvia tenaz y
porfiada que empapaba los campos. Las campanas
de la Iglesia tocaban a muerto. La noticia del
fallecimiento corrió de boca en boca. La Iglesia
rebosaba de gente apesadumbrada y la joven viuda,
de negro hasta la cabeza y sensiblemente afectada,
se deshacía en lágrimas.
–El duelo lo presidió el querido –nos aclaró mi
primo que venía del entierro informado y afligido.
–Quisiera saber qué pretende su primo con esta
gacetilla. ¿Tal vez, que tratemos sobre la bondad o
malicia de las acciones humanas a través de la
dolorosa e incoherente realidad? –preguntó un
tanto incómoda la joven filósofa que nos
acompañaba.
138
404. –La prudencia, referida a la sensatez y buen
juicio, ha de tener su límite en la sobriedad.
–Primo, ¿Quieres decir que no hemos de ser más
prudentes de lo necesario?
–Así es. Lo dice la Biblia y lo confirma el
comportamiento indebido y opresor del borrachín
que nos ha importunado esta noche en la tertulia
filosófico-vinícola.
–Merecía una respuesta más contundente por
nuestra parte –aseveró el labriego.
–Podríamos ir a su encuentro, no debe de andar
lejos.
–El mal ya está hecho. Caer en la cuenta tarde no
nos sirve de remedio sino de pesar –intervino la
joven y gentil filósofa recordándonos el proverbio,
con una sobria prudencia.
405. –Primo, ¿Crees que yo podré hacer feliz a una
mujer?
–Pienso que sí, porque eres sentimental, tolerante y
nada impulsivo. Cuando la pasión deje de ser
torrente desbocado y el amor se haga costumbre y
surco, tú estarás en mejores condiciones que
muchos, para abordar la empinada cuesta de la
convivencia diaria –le contesté.
–Entonces, la querré y la mimaré siempre y cuando
la vea con la cabeza llena de rulos y la cara pringada
de alguna crema exfoliante, pensaré que «soy suyo
y si quiere puede asustarme».
139
–Con que la respetes hasta con los rulos puestos me
conformo –le dije, aunque lo vi muy sereno y
sufrido.
406. –Un canto rodado es una piedra con
experiencia.
–Primo, ¿quieres decir una piedra baqueteada?
–Exacto.
407. –Desde que las pompas fúnebres solo son
fúnebres los funerales son más escuetos, pero la
muerte más triste. Aquella multiplicación de curas
revestidos concelebrando, las masas corales y los
cantos polifónicos enaltecían los ánimos y daban
ganas de un buen morir –comentó mi primo
nostálgico al oír el lejano tañido de las campanas de
la Iglesia, desde la desmesura del arenal.
–Ignoraba el infeliz que las pompas fúnebres
estarían reservadas a los pudientes y que él con su
economía mermada, de seguir la crisis, podría ser
enterrado, eso sí, pero por la beneficencia. Lo que
se dice menos que un entierro de tercera de los de
antes.
408. –Primo, si tú quieres ser bueno es porque no lo
eres. Procura establecer un plan de actuación o
protocolo en el que empieces por aparentar ser
bueno y luego por intentar serlo, en cuanto
determinación de la voluntad en orden a un fin.
140
– ¿Quieres decir que ser bueno es un camino a
recorrer en cuanto movimiento afectivo hacia algo
que se apetece, pero inalcanzable?
–Lo que quiero decirte es lo que Carlos le dijo a su
padre en “El huerto de las mariposas”: Ser buena
gente no es algo que se logra una vez y se mantiene
de por vida. Ser buena gente es un propósito que se
ha de hacer realidad cada mañana.
409. –Primo, ¿Conoces el embutido, en tripa
delgada, de carne de cerdo magra y gorda, bien
picada, que se sazona con sal, pimienta y otras
especias?
–Sí, hombre, la salchicha.
–Pues bien, cada vez que intento comerme una
salchicha se me plantea el dilema de por dónde
empezar.
–A mí también se me plantea el dilema de qué
hacer contigo, porque te has tomado a cachondeo
estas reluciérnagas.
410. –Más vale bien acompañado que solo –eso nos
dijo al ver pasar a un vecino con una cimbreante
chavala que derretía los adoquines. Hasta el
anciano teólogo ascético que nos acompañaba en la
tertulia filosófico-vinícola, esbozó una tenue sonrisa
y le dio la razón, conmiserativo.
411. –La tertulia abordó el tema de los excesos
navideños en las comidas y bebidas, aún
141
reconociendo el carácter familiar y entrañable de
esos días.
–Yo prefiero poco a demasiado –nos dijo un
zapatero remendón que nos acompañaba por
segunda vez, hombre sensato y prudente donde
los haya. Incluso extrapoló la frase del entorno de
la comida al del trabajo, con división de opiniones
por parte de los tertulianos.
– Yo prefiero demasiado que nada –argumentó mi
primo tomando un atajo y dejándonos poco
margen para el debate. Si se trataba de no comer
nada, preferible era comer aunque fuera en
exceso o demasía. Y en el trabajo con más razón
atendida la dolorosa crisis que estábamos
viviendo. Esa noche, festividad de San Esteban,
abrimos unas botellas de cava y las acompañamos
con unos polvorones de Estepa en honor de
nuestro amigo zapatero que era sevillano de
origen, aunque afincado en Cataluña y procuramos
alcanzar el virtuosismo del justo medio en lo que
no pasó de una simpática cuchipanda.
412. –Ha cometido tantos errores en su vida que
ya no es él, sino un error más –eso no dijo mi
primo al verlo entrar en el chiringuito.
Nos giramos y lo que vimos fue un hombre
equivocado, incluso caminando en dirección
contraria; pero nada más.
El camarero que atendía nuestras demandas
vinícolas y nos observaba a cierta distancia, al
142
oírnos le dijo a un compañero: –En este chiringuito
hemos visto todas las fases del vino: copeo, fuerte
copeo, exaltación de la amistad, insultos al clero y
desacatos a la autoridad; pero, llegar como hoy a
esta confusión mental, a estos absurdos e
incoherencias, nunca. En esto apareció el jefe:
–Cuando empiecen a platicar todos a la vez
cerramos.
–Sí señor.
413. –Hay gente que cree que los cornudos somos
tontos –dijo uno de los presentes en la tertulia
filosófico-vinícola, cuyo nombre omito por
prudencia extrema; pero, abrimos con ese
comentario las reflexiones de esa noche, que
versaron sobre el yo orteguiano y sus
circunstancias.
414. –Estaba tan esperanzado que acabó en nada y
no parecía mal chico.
–Confiar en que ocurra algo favorable tiene su
incerteza –expresó mi primo. Y todos asentimos.
415. –Sea varón me dijo ella en un susurro, una
noche para enmarcar.
–Primo, eso no quiero que lo menciones en la
tertulia, corresponde a la esfera de tu intimidad
¿Me oyes?
–Pero, si fui varón esa noche.
–Me da igual, como si te hubiesen capado.
143
–Ella, incluso, me dijo que no me apresurara.
–Primo, si te vanaglorias del propio valer u obrar, se
creerán la mitad de la mitad. Y si te vituperas
pensarán que te has quedado corto; pero repito tus
intimidades son tuyas y quedan fuera del contenido
de la tertulia. Y no se hable más.
144
416. –Mi amigo Mario, del que no tenía noticias
desde que convivimos en El huerto de las
mariposas, me mandó una especie de greguería, de
la que era autor, inspirada en un escrito de Borges,
por si tenía la delicadeza de publicarla camuflada
entre mis reluciérnagas. Claro que sí, le contesté, y
al leerla me emocioné, porque en el virtual
naufragio de las reluciérnagas seguro que su
greguería se salvaba. Dice así:
–Al sastre nudista su Gremio le abrió expediente por
considerar que denigraba la profesión.
417. –Iba por la vida haciéndose el gracioso, hasta
el punto de que al anunciar la muerte de su querida
esposa, todos le rieron la ocurrencia. Y el día de su
propio entierro, muchos reconocieron que se había
pasado.
–Ganan fama de ingeniosos y pierden el crédito de
prudentes, según Gracián –dijo mi primo.
418. –La ignorancia, como concepto jurídico
indeterminado, o como falta de ciencia, de letras y
noticias, es patrimonio de los no sagaces y poco
advertidos.
–Primo, ¿También de los humildes?
–No. He dicho de los no sagaces y poco advertidos
419. –Estaba tan desmotivado que cuando iba a su
lugar de trabajo siempre daba un rodeo.
420. –Vivir bien y con tranquilidad es la meta que
me he señalado en esta vida, para lo cual preciso de
un conjunto de cosas necesarias –comentó mi
primo.
–Como todo el mundo –respondí.
–Como todo el mundo, no. Las cosas que yo
necesito, pueden ser diferentes a las que tú
necesitas –me confesó.
Aquella noche, en nuestro filosófico copeo,
llegamos a la conclusión de que el bienestar es
subjetivo.
421. –Quien quiera dedicarse a la política debe
haber aprendido y ejercido una profesión a la que
pueda regresar en todo momento, porque solo así
podrá preservar su independencia. (1)
–A ver, los partitócratas presentes que hayan
aprendido y ejercido una profesión que levanten la
mano –instó mi primo. Se hizo un silencio total y
alguien por lo bajines consideró que habían caído
en una trampa. Se produjo la desbandada y cada
145
uno salió por donde pudo. Hubo quien utilizó la
salida de emergencia.
(1) Helmut Schmidt: Fuera de Servicio. Balance de una
vida. Icaria 2009.
422. –Prefiero ser tonto a parecerlo –nos dijo mi
primo al iniciar la cata de vinos y nos causó
admiración su modo de expresarse libre de
fingimiento.
423. –Yo no tropiezo nunca dos veces en la misma
piedra, habiendo tantas piedras en las que
tropezar –comentó mi primo y se le notaba
dolorido y con rasguños.
424. –He leído que en el acto del amor la verdad
está en el hombre. ¿Es cierto, primo?
–Eso era antes. Ahora con la viagra todo está
sofisticado y falta naturalidad. Sin olvidar que “no
hay nada más auténtico que una mujer mojada”,
según nos ha recordado la señora Ministra de
Interior de Uruguay, Daysi Tourné.
425. –Corrupto y experimentado, aprovechó la crisis
económica para poner una tienda de venta y
comercialización de añagazas. Atraía con tanta
gracia que hizo fortuna con el dichoso señuelo.
426. –Quiero hacerme político para luchar por el
bien de España –eso dijo.
146
Cuando se le preguntó que era para él España y a
qué bien se refería, contestó que no tenía una idea
prefijada al respecto, la cual concretaría en el
devenir. Los presentes le deseamos suerte; desde
luego, por el bien de España, concepto etéreo por
prefijar.
–El deseo que manifiesta es el de un movimiento
afectivo hacia el logro de un fin que no le obliga a
nada, en cuanto que no lo anhela con vehemencia
ante la imprecisión de los objetivos –aclaró con
mesura el politólogo de la tertulia filosófico-vinícola
y ratificó la gentil filósofa. Los demás, incluso un
librero anticuario que nos acompañaba, asentimos.
427. –Nada es definitivo.
– ¿Quieres decir, primo, que todo es susceptible de
agravarse?
–Sí.
428. – ¿Si pudieras cumplir un deseo, cuál
preferirías, primo?
–Estar casado con la sobrina de Don Quijote,
cuidado por el Ama y al beneficio y gracia de los
consejos del ingenioso Hidalgo y las ocurrencias y
refranes de Sancho Panza. Todo ello, en la paz de
los campos de Castilla y de sus vinos –eso dijo. Y
parecía sincero.
147
429. – «Carro untado no chirría», tú me entiendes,
¿Verdad, hijo? –le dijo el contratista experimentado
al Alcalde novato.
–Usted lo que quiere decir es que «dádivas
quebrantan peñas» –le respondió el alcalde ya
iniciado.
148
430. –No era nada presumido. Descubrimos que se
tintaba las canas, pero de blanco.
431. –Digna de ser temida la que se ha liado con la
edad de jubilación –primo.
–Es de subrayar que cuanto más tiempo tardemos
en jubilarnos menos tiempo estaremos jubilados.
–Eso sí. Aunque siempre te quedará el consuelo de
que hay gente que se casa in articulo mortis.
–Ya.
432. –Era de natural humilde y sufrido donde los
haya. Aceptaba el hado o encadenamiento fatal de
los sucesos. –La vida es la que es y no se puede
cambiar –pensaba; de aquí su resignación a morar
en la noche oscura de los tiempos. Sin embargo
sentía envidia, santa envidia, por sus compañeros,
que en una situación privilegiada gozaban del sol,
del mar, de la luna, de las noches estrelladas, de
los valles frondosos y las cumbres elevadas,
extasiándose con su visión. Para colmo de su
desgracia, su amo y señor era amigo de comilonas
y francachelas; tan pronto estaba estreñido que
con diarrea.
–En mi reencarnación le pido a Dios que me haga
culo de burro, para estar al aire libre, gozar de la
naturaleza y peerme a discreción –solía meditar
esperanzado.
–Al tratarse de una aspiración quizá hubiera tenido
que apuntar un poco más alto –comentó un
arriero dueño de una recua y, por tanto,
conocedor de la ardua faena y el trajín de estos
animales de carga.
–Tal vez pensara en el Platero pequeño, peludo y
suave de Juan Ramón Jiménez –interpretó un
joven poeta que nos acompañaba esa noche.
–En el relato se dice que era de natural humilde y
sufrido y eso lo explica todo; pero la conclusión es
que la vida es injusta y desigual –comentó mi
primo visiblemente afectado por el trasfondo de
tan extraño relato.
433. –Nada más llegar a la tertulia filosófica mi
primo nos dijo a bombo y platillo: –Tengo una
corazonada y….
– ¡Chis, calla insensato! No le dejamos terminar, tal
estaban los ánimos. –Nos parecen bien tus
corazonadas, tus presentimientos, tus impulsos y
hasta tus intuiciones de que algo va a suceder; pero
lo que hagas en consecuencia, que sea con tu
dinero. Se había gastado el presupuesto del vino de
149
reserva y de crianza, y andábamos –es un decir– en
pleno diciembre, con el tinto de verano.
–En la reluciérnaga 317 tuvo también una idea que
resultó que no era suya –recordó el camarero.
434. –Primo, ¿esos latinajos que suelta este señor
son para impresionar?
–Sí. A su verborrea le da empaque y profundidad.
–Pero, ¿tú no decías que lo importantes son los
hechos más que las palabras?
–Claro. Res, non verba.
– ¡Ah, coño!
435. –Hay penas y penas –dijo mi primo
sentencioso.
–La de sobrevivir a un hijo no es de las pequeñas
–comentó un anciano a nuestro lado.
436. –Llegó alterado a la tertulia porque había
presenciado como un hombre daba un garrotazo a
otro y le abría la cabeza. Lo insólito fue que llegó
una ambulancia y se llevó al del garrote y una
enfermera le daba masajes en las cervicales y otra
le servía una caldito para reanimarlo.
–Todos mostramos nuestro escepticismo, menos mi
primo.
–Es un símil y se refiere a la crisis económica –nos
aclaró– y el de la cabeza abierta es uno de los cinco
millones de parados, con hipoteca y acciones
subordinadas o preferentes. Y el del garrote era una
150
entidad financiera venida a menos por el ladrillo y la
politización de sus Consejeros.
437. –Era tan corrupto en vida que al morir no
pudieron embalsamarlo.
438. – ¿Tú trabajas o bebes, primo?
–Trabajar y beber no son palabras antónimas y
pueden compatibilizarse. Un trabajo digno y bien
remunerado en el que te sientas realizado y un vino
tinto de uvas de raza, suave y potente a la vez, no
solo son compatibles, sino una aventura con final
feliz –respondió, mirando al trasluz su copita de
vino tinto Gran Reserva.
439. –Negaba la existencia de Dios, pero creía en los
milagros, entendidos estos como hechos
maravillosos de origen extraterrestre.
La tertulia filosófico-vinícola giró sobre tema tan
interesante y nos sumimos en un debate intenso
anegados en un mar de fantasías, que prolongamos
hasta la madrugada, cuando ya los mirlos se
dejaban oír y humeaban en lontananza las
chimeneas de los cortijos.
440. – ¿Primo, qué diferencia hay entre un orador y
un charlatán?
–Un orador es una persona que por su naturaleza y
estudios tiene las cualidades que lo hacen apto para
lograr los fines de la oratoria: hablar con
151
elocuencia; es decir, hablar en público, pronunciar
discursos o impartir conferencias, deleitando o
persuadiendo.
Un charlatán, también llamado churrullero, es un
señor capaz de hablar mucho y sin sustancia y de
venderte una corbata de lunares y cobrarte los
lunares por separado.
–Un fumador empedernido que nos acompañaba
en la tertulia filosófico-vinícola, explicó que compró
en una feria a un charlatán por quince euros una
petaca de piel de Ubrique y resultó ser de cartón
piedra; aunque el charlatán le había dicho: “lo
menos vale cien euros si fuera buena”.
–Jugó con artificios y engaños a través de las
palabras, abusando de tu confianza; pero él nunca
dijo que la petaca fuera de piel y dejó entrever que
no era buena –argumentó un comerciante peletero.
441. Es tan pertinaz en sus propósitos que pone
derecha su propia sombra, estando él torcido.
– ¿Quieres decir, primo, que es perseverante y
voluntarioso en la ejecución de lo que intenta?
–Sí.
442. –Primo, ¿A ti te va la lucha política?
–Ni la lucha, ni la política.
– ¿Y eso?
–La lucha porque soy hombre de paz y la política
porque últimamente arrastra una turbiedad que me
produce alergia.
152
–Tú me dijiste un día que la política era una
actividad pública al servicio de los ciudadanos.
–Exacto; pero eficaz y eficiente sin mangoneo, ni
trinque.
– ¡Ah!
443. –Desaprovechó la ocasión y llegó a tiempo.
–Es una aserción inverosímil o absurda, que se
presenta con apariencias de verdadera, ¡Paradojas
de la vida! –Comentó la bella y gentil filósofa.
444. –No dejó traslucir sus pensamientos y murió
respetado de todos. Ignoraron que odió tanto como
amó.
– ¿Y tú como lo sabes, primo? –Porque no he
muerto todavía –respondió.
445. –Si tienes méritos para ser envidiado, hazte el
tonto –le dijo mi primo a un contertulio que había
ganado un importante premio literario.
La joven filósofa que nos acompañaba a la tertulia
filosófico-vinícola discrepó de mi primo:
–No tiene por qué. El problema es del envidioso, no
del envidiado. ¡Faltaría más!
El erudito de la tertulia aprovechó el evento para
hacer alarde de erudición: –Borges, dijo en una
ocasión que España era el país de más envidiosos
del mundo, que teníamos hasta santa envidia.
153
446. –Engañado por su esposa y por su amante,
alcanzó fama de cornudo prepotente y ahora míralo,
vencida la edad parece un hombre normal.
–La torrentera, con el devenir de los días se torna
cauce de manantial y el tiempo pone en olvido los
infortunios o fracasos de la vida. Incluso las
acciones o hechos especialmente ilustres, señalados
o heroicos –dijo mi primo
447. –Cada pena debería ir acompañada de su
consuelo correspondiente.
–Primo, eso comportaría que la mayor parte de los
consuelos irían a parar a las clases más humildes y
sufridas, en detrimento de las clases ricas o
acomodadas que se verían preteridas.
448. –Fueron tantas las alianzas y concesiones que
tuvo que hacer para obtener la Alcaldía que solo le
quedó para sí, el sueldo pelado y el bastón de
mando. Es por ello que, incluso siendo laico, echaba
de menos aquellas procesiones de antaño, de tanta
solemnidad y marcado fervor religioso, incluso los
rosarios de la aurora. ¡Ya tú ves!
449. –Una mayoría de políticos son honrados; pero,
al que le gusta mangar siempre lo hace a lo grande.
–Porque tienen presente –aclaró mi primo– el
refrán que dice ladrón que roba poco, es tonto o
loco. Aunque abundan los rateros, también
llamados bajamaneros. Ya Guzmán de Alfarache,
154
citado por Alfonso de la Vega, nos aconsejaba lo
siguiente: Quien se precie de ladrón procure serlo
con honra, no bajamanero, hurtando de la tienda
una cebolla y trompos a los muchachos.
450. –La expectación esa noche era notable por la
presencia entre los tertulianos de un profesor de la
Universidad de Harwad, procedente de Cambridge.
Mi primo le dio la bienvenida y le invitó a participar
en la tertulia donde solemos elucubrar sobre los
aspectos más diversos del obrar humano –eso dijo
literalmente, creando una cierta alarma. Fue la
gentil filósofa la que salvó la situación.
–Estoy gozosa de su presencia profesor y muy
agradecida. Nunca olvidaré el postgrado realizado
en Harwad bajo su dirección. En esta tertulia, como
se ha dicho, explicamos y comentamos asuntos,
expresamos juicio, en definitiva nos dedicamos a
elucidar
con
intervenciones
diversas
y
enriquecedoras.
451. –Era barrigón, pero iba tan fajado que daba el
chasco. Ahora bien, al quitarse la faja había que
hacerle sitio; eso sí.
Este comentario de mi primo abrió la reflexión
filosófico-vinícola de la noche y nos llevó a la
conclusión de que salvar las apariencias comporta
sacrificios.
155
452. –Quien tiene cabeza se expone a piojos, primo.
– ¿Quieres decir que en el lodo no cae mancha?
–Exacto.
453. –Primo, yo guardo las formas incluso en mi
vida privada e íntima, porque he oído que el
Tribunal Constitucional las considera garantía de las
libertades.
–Yo también, primo, pero en la intimidad me relajo
un poco y hago menos severa o rigurosa la
observancia de las formas, porque creo que el TC se
mueve solo en el ámbito del Derecho
constitucional.
–Nosotros somos ciudadanos de a pie, tampoco hay
que exagerar –argumentó otro que participó esa
noche con nosotros en el concurso de regüeldos
organizado en el chiringuito.
454. ¿Crees que grano a grano se puede llenar un
granero?
–No, primo –le respondí– lo más que se puede
llenar grano a grano es el buche de una gallina. En
eso coincido con mis amigos mejicanos.
455. –Partió su manta en dos y le dio la mitad a un
mendicante. Los dos pasaron frío aquella noche.
456. –Paseábamos tranquilos, por la calles del casco
antiguo camino de la tertulia filosófico-vinícola. En
una calleja estrecha y en la pared de una casa vieja,
156
junto a su puerta, había apoyada una escoba de
ramas flexibles. Y en el suelo, junto a un puñado de
hojas secas, un par de botas enmohecidas.
–Si pudiéramos hacer una fotografía atraparíamos
en la imagen la fugacidad del tiempo. –Eso, dijo mi
primo. Ignoraba que el joven pintor iraní, Imán
Maleki, había inmortalizado una escena similar.
457. El que menos ríe no ríe tanto.
458. Daba frecuentes viajes turísticos; ora por una
invitación del hijo, ora de la hija –según nos
explicaba emocionado. Después supimos que el
hombre vivía a cuerpo de rey gastándose la legítima
estricta de sus queridos hijos.
459. –Prevalecen en él la honestidad, la modestia y
el recato; pero, el hedor que despide, tumba a
cualquiera.
–Primo, ¿quieres decir que es doblemente
pudoroso?
–Sí. Pueden compatibilizarse en una misma
persona el pudor de la honestidad, la modestia o
recato con el pudor o hedor –aclaró por mí un
filólogo con exquisitas maneras. Y abrimos las
ventanas.
460. –Primo, el sexo sin amor, solo es sexo.
– ¿Este aserto es la conclusión final de algún máster
o postgrado, o proviene espontáneo de tu magín?
157
–Le pregunté extrañado.
–Lo que quiero decirte es que, incluso en el sexo
más aséptico ha de haber un ápice de sentimiento
afectivo. Cuando yo hago el amor siempre procuro
el disfrute de mi pareja, y cuando la oigo gemir y
estremecerse en mis brazos, le estoy haciendo un
bien. Y como amar a alguien es querer su bien; pues
yo a esa chica en el acto del sexo la amo.
–No dejas de tener algo de razón, edulcorada por
tus buenas palabras; pero, el sexo sin amor tiene
poco recorrido –le respondí. Y el debate filosóficovinícola de esa noche giró sobre el sexo a secas, sin
aditivos, tratado con mucho tacto dada la hora y la
delicadeza del tema.
461. –Donde crece la ignorancia, se atreven los
vividores –expliqué.
–Eso suele acontecer, primo, la sociedad nos depara
estas vilezas; pero, como contraste –añadió– donde
crece el trigo, se atreve la amapola.
462. – ¿Por qué será, primo, que cuando se muere
alguien siempre es honrado y trabajador; incluso
virtuoso?
–Porque es el día de las alabanzas, del cual nos libre
Dios –le respondí.
–Entonces, ¿muerto el burro la cebada al rabo?
–No es eso –le respondí– y tu plasticidad, primo, es
vejatoria. Piensa que las alabanzas pueden ser
excesivas en algunos casos y justas en otros. Al
158
punto, recuerdo el admirable poema, Mi velorio, del
entrañable amigo y poeta Darío Teich. Él, ese día,
no quiere flores, ni suspiros, ni llantos, y sí buenos
vinos, comida abundante y ronda de chistes. Y para
su epitafio, que hago mío y en lápida de arena:
“Fugaz será el olvido
de quien fue menos en vida
que ya ido”.
463. –Yo soy yo y mis circunstancias, es una frase
del filósofo español José Ortega y Gasset, cuyo
significado es que no podemos prescindir de
nuestro entorno, del conjunto de acontecimientos
que nos rodean. Entendida la palabra circunstancias
como el mundo en cuanto mundo de cada cual. El
prestigioso pensador, “renovador del panorama
intelectual español durante la primera mitad del
siglo XX”, se merece un respeto –expliqué.
–Primo, nada más lejos de ofender a tan egregia
figura –me respondió– Cuando dije la frase yo soy
yo y mis fantasías, hablaba en términos libidinosos.
464. Tenía pocos libros, pero todos eran prestados.
465. –No es lo mismo oír que escuchar, comentó el
filólogo del grupo. Y nos puso un ejemplo: tu
puedes oír ruido en la mesa de al lado, pero si
prestas atención a lo que oyes estás escuchando.
159
De manera tan interesante comenzó aquella noche
de vino y luna llena, la tertulia filosófico-vinícola
que acabó con la aurora, hablando todos a la vez.
466. –Un chiquillo con experiencia es un hombre
con aspecto de niño.
160
467 –Se sobrepasó en la ayuda y se ganó el enojo
del ayudado.
–Es obvio que no podemos excedernos en la
zarracatería, ni practicarla; pero, tampoco en el
halago, ni en las buenas obras. Ni siquiera en los
consejos bien intencionados. Recordad que los
reyes gustan de ser ayudados pero no excedidos
–filosofó un samaritano experto en estos temas.
468. –Algunas noches de tertulia filosófico-vinícola
más que el calor o la humedad, nos afectaban las
moscas, entre las que abundaban las llamadas
“cojoneras”.
Una de las musicólogas que nos acompañaba se
refirió a la vaca de mediados del siglo pasado,
aquella vaca tan salada que daba leche merengada
y mataba moscas con el rabo. Y le pedimos al
labriego que tuviera la amabilidad de traer la suya
para paliar nuestras incomodidades. Así lo hizo y
cuando lo veíamos llegar con su vaca lechera, la
plática filosófica quedaba interrumpida y nos
sorprendía la madrugada, entre chato y chato,
cantando la cancioncilla de García Morcillo:
Tengo una vaca lechera
No es una vaca cualquiera
se pasea por el prado
mata moscas con el rabo
tolón, tolón
161
469. –En un Ayuntamiento, célebre por sus
tropelías, ha sido hallado el cuerpo incorrupto de un
político. El milagro ha sido recibido con cierto
escepticismo por la “ciudadanía”.
470. –Íbamos al encuentro del amanecer, de
regreso de la confusión de una noche de tertulia
excedida, cuando mi primo preguntó:
– ¿Crees que algún día seremos buenos escritores?
–Ojalá. Aunque para ser buenos escritores nos
sobran palabras y nos faltan lecturas.
471. –Primo, si vales, hazte valer. Lo de «el buen
paño en el arca se vende», pasó a la historia.
–Tú quieres decir que buey que no está en el
mercado, no es vendido ni comprado.
–Eso mismo.
472. – «Conducirte con prudencia en la vida es la
forma de sabiduría que más me agradaría para ti»
–dije a una de las mujeres que más quiero en este
mundo.
–Yo creo que acertaste con el consejo, primo.
473. –Mi primo compareció en la tertulia filosófica
con el recorte de un anuncio de periódico:
Horticultor universitario, treinta años, bien
parecido, culto y muy dotado, se ofrece a señoras
mayores de edad, para cuidarles el huerto. (Sexo,
no).
–Jugando con el equívoco y una nota de humor, lo
hace sumamente original. No me extrañaría que
alguna señora no tan mayor, solicitara sus servicios
–nos ilustró un experto en publicidad que nos
acompañaba.
474. –Discutirlo todo y no afirmar nada de una
manera terminante, es el principio fundamental de
nuestra tertulia –le dijo mi primo al joven tertuliano
que por primera vez nos honraba con su presencia.
–Es el mismo sistema del filósofo ateniense
Sócrates, remozado por Arcesilao filósofo griego y
confirmado por Carneades filósofo y orador,
ciudadano de Atenas. Lo que me complace
sobremanera –respondió el joven tertuliano.
–Mi primo cambió de color y todos quedamos
expectantes.
475. –Era querido y admirado por su generosidad al
procurar el bien ajeno de sus vecinos aun a costa
del propio. Hasta que la gente se dio cuenta,
aunque demasiado tarde, de que era altruista
162
porque le convenía ya que, alcanzada una sinecura,
la generosidad se trocó en buenas palabras.
476. –Si no eres feliz por lo menos ten dinero –le
dijo mi primo al verlo llegar a la tertulia filosóficovinícola todo compungido.
163
477. –En el río revuelto de la crisis económicofinanciera, ganancia de chamarileros.
478. –Me consideraba un tío normal, con mis
carencias y mi inestabilidad emocional; pero con el
convencimiento de no haber hecho daño a nadie
conscientemente. Mi primo me sacó del ensueño.
–Primo, –me dijo– ¿A ti te gustaría ser buena
persona?
Tragué saliva y no le contesté. Por lo visto, una cosa
es la realidad objetiva y otra bien distinta, lo que
uno cree o los demás creen de uno –pensé.
479. –Solo perdió una oportunidad, pero resultó ser
la oportunidad de su vida. ¡Ya es desgracia!
480. –La verdad, rescatando a los hombres de las
opiniones y de las sensaciones subjetivas, les
permite llegar más allá de las determinaciones
culturales e históricas y apreciar el valor y la
sustancia de las cosas –nos explicó un cristiano viejo
que nos acompañaba esa noche, indicándonos que
era un párrafo de la Introducción a la Encíclica
«Caritas in veritate», de Benedicto XVI, de 29 de
junio de 2009.
–Alguien afirmó que las verdades a que se refería
Benedicto XVI eran las llamadas verdades del
barquero. Mi primo discrepó de esta simplista y
errónea apreciación, «puesto que esas verdades se
denominan así (las del barquero) porque son dichas
sin rebozo, ni respeto alguno, buscando aflicción o
disgusto» –argumentó.
–Más bien, el Santo Padre se está refiriendo a las
llamadas verdades como puños, en cuanto que son
verdades evidentes –nos aclaró el cristiano viejo,
que al transmitirnos paz con su presencia, nos hizo
mejores esa noche.
481. –Sabedor de la importancia que, en la hora
presente, tiene encontrar motivos o pretextos para
eludir obligaciones, puso una Gestoría con personal
cualificado, para procurar y tramitar excusas.
482. –El que vive esperanzado, vive desosegado,
aunque no hay que desesperar.
– ¿En qué quedamos, primo? Tú te lo dices todo.
483. –Un pedo, primo, aunque sea en la intimidad
es de mal gusto, nada fino.
–En la intimidad cada uno es como es. En mi
cuarto de baño tengo un ambientador y música
clásica incorporada. Cuando mi primerísima sube
el volumen, lo tengo claro.
164
– ¿Y en el dormitorio, primo?
–En el dormitorio tengo una Star de 9 milímetros en
la mesilla de noche.
– ¿Desde cuándo?
–Desde que supe que el escorpión se come a su
consorte y que la Mantis religiosa devora al macho
en pleno orgasmo.
484. –La insólita noticia apareció en los periódicos
en primera página y a cuatro columnas: –Ha sido
hallado un Ayuntamiento con superávit. La policía
ha rodeado el edificio. Y el Gobierno ha declarado el
estado de sitio –comentó un tertuliano.
–Y el Alcalde seguramente estará en paradero
desconocido para evitar represalias –abundó otro.
Un Secretario de Administración Local tomó la
palabra algo molesto.
–Hay bromas o ironías que pueden rozar la
mordacidad y caer en el sarcasmo, aunque no sea
éste nuestro caso. Cierto que hay Ayuntamientos
mal administrados y con déficits importantes; pero
no todos. La mayoría se administran racionalmente
en beneficio de sus pueblos, a los que han
consagrado sus esfuerzos, que no siempre se
agradecen. No hemos de perder el espíritu de
nuestra tertulia de satisfacer nobles curiosidades e
intercambiar ideas, como ya se comentó en la
reluciérnaga 70.
165
–Una broma inicial sirvió para intercambiar y emitir
juicios muy serenos de los que todos aprendimos
algo.
485. –Un espermatozoide es a un óvulo, lo que
Adán es a Eva, salvando la moral y la distancia.
166
486. –Se coló en la tertulia sin saber cómo ni
cuándo y soltó un discurso irreflexivo y disparatado
que nos dejó atónitos. Al terminar, mi primo en
tono comedido y respetuoso, dijo menés. Y todos al
unísono repetimos cortésmente menés, sin saber lo
que decíamos. Luego supimos que menés era un
localismo de Baza (Granada) que significaba que no
te crees nada de lo que te acaban de contar.
Equivale a «eso ahora se lo cuentas a tu abuela».
Dimos las gracias a mi primo por condensar en una
palabra nuestro pensamiento, sin que el orador,
agradecido, se percatase de su significado, a Dios
gracias.
487. –Desde que supo que el adulterio y el
amancebamiento ya no constituían delito, parecía
otro hombre. Incluso llegó a presidente de la
República.
488. –Nos acompañaban en la tertulia por primera
vez uno, que no confiaba en nadie y otro, que se
fiaba de cualquiera. En el curso de la velada, el
doctor internista, presente entre nosotros, llegó a
comprobar que los dos tenían la tensión alta, el
colesterol por las nubes y que padecían de
insomnio.
–Los excesos y defectos pueden abocar al mismo
mal –argumentó mi primo.
–Los extremos se tocan –remachó el labriego.
La tertulia versó sobre tan sugestivo tema y se llegó
a la conclusión de que, quizá, el equilibrio lo
encontraría aquel que confiara en sus amigos y no
se fiara de cualquiera.
489. –Se llama Messi y es argentino. Le ha dado
por jugar al futbol; pero, es alguien extrañísimo
según me han contado. Está especializado en
“picadas”, “vaselinas”, “regates múltiples”, caños,
etc. ¡Ya me dirás! Es más, de vez en cuando
levanta la cabeza mirando al cielo con los brazos
levantados y los índices de los dedos de las manos
enhiestos. Permanece así con mucho respeto unos
segundos y ya lo ha hecho cientos de veces en Can
Barça y en los campos de futbol de medio mundo.
¡Y las que te rondaré morena!
–Debe ser un tic, pero alguien debería explicarlo y
tomar medidas en beneficio del chiquillo. Además,
es buena gente porque una cosa no quita la otra
–dijo mi primo.
Y sobre esto versó la tertulia filosófico-vinícola,
sobre un tipo de personas que se dedican hacer
cosas que los demás no sabemos hacer, o las
167
hacemos regular o mal o contrariamente a lo que
es debido.
490. –Estaba desmoralizado y veía su porvenir muy
negro; pero se consoló un poco el día que le
encontraron un piojo solitario en su peluca. Los hay
peores –pensó.
491. –La confusión fue tan grande que ahorcaron al
verdugo.
–La tertulia filosófico-vinícola de la noche, versó
sobre eso: las equivocaciones, los desconciertos,
barullos y deslices que, a veces, ocasionan
situaciones irremediables.
492. –Cuando llegó su mujer, la otra todavía estaba
allí. ¡Y ahora qué!
493. –No quieres conflictos y vas y te casas. Luego
no te quejes –Eso le dijo mi primo en un tono
severo, cuando todos esperábamos que lo felicitara.
Y se creó un ambiente tenso que costó superar.
–Las recriminaciones han de hacerse en privado,
son más efectivas y duelen menos –comentó el
teólogo-ascético que nos acompañaba en la tertulia
filosófico-vinícola.
494. –Corría veloz en busca de su amada, pero cada
vez se distanciaba más.
– ¿Iba en dirección contraria, primo?
168
–Dicen que sí.
–Ya suele pasar.
495. –La tertulia filosófico-vinícola de esa noche,
partió de la frase “mentir a sabiendas”, que suele
emplearse con frecuencia. Mi primo era reticente a
su utilización y razonó así: –A diferencia del error,
que es un concepto equivocado, o una acción
desacertada, en la mentira, en cuanto expresión o
manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o
se piensa, hay malicia, intención solapada; en
definitiva, voluntariedad. El saber que se miente es
consustancial a la mentira, sobra el “a sabiendas”
Casi nos convence, cuando tomó la palabra un
gramático.
–“Mentir a sabiendas” suele emplearse para
resaltar la gravedad de la mentira. Es un
pleonasmo, en cuanto aparece en la frase un
vocablo, “a sabiendas”, innecesario, pero que añade
énfasis, expresividad a lo dicho. Valga por todas, la
frase: lo vi con mis propios ojos. ¿Con que ojos si
no? Pero la frase gana en fuerza, en viveza, en
agudeza.
–Para colmo, el politólogo del grupo, callado hasta
entonces, trajo a colación al premio Nobel de
Economía, Paul Krugman, el cual llega a decir: «lo
chocante es la desvergüenza con que creadores de
opinión mienten sabiendo que mienten».
La noche la redondeamos con un Gran Reserva,
pleno de cualidades.
169
496. –Se encontró con Alguien que era todo en
todo, y comprendió que estaba en el otro mundo
sin posibilidad ya de arreglar sus cuentas.
497. –Acostumbrémonos a decir que sí –apuntó mi
primo nada más vernos.
–Yo creía que lo acertado era acostumbrarnos a
decir que no –respondió un tertuliano.
–Lo que quiero dejar sentado es que hemos de
decir sí o no y huir de las medias tintas o de las
ambigüedades; esto es, definir claramente nuestras
actitudes u opiniones –replicó mi primo muy seguro
y experimentado.
–Todos convinimos en que lo manifestado era
válido como regla general de conducta, pero que, a
veces, las circunstancias aconsejaban salirse por la
tangente, utilizando la evasiva para escapar de un
apuro.
498. Puticojo. Mote inventado con todo respeto por
el escritor Umbral, para denominar a nuestro
grandísimo escritor Quevedo, en el que concurrían
todos los ingredientes.
499. – ¿Entonces, dos y dos ya no son cuatro?
–preguntó un tertuliano intranquilo.
–Sí, siguen siendo cuatro pero solo por ahora.
Hemos de estar a resultas de lo que dispongan en
días venideros nuestras autoridades de la Unión
170
Europea; aunque el Gobierno de España está
convencido de que la minoración que se produzca
será asumible –nos ilustró amablemente un
Secretario de Estado que nos honraba esa noche.
Todos quedamos impuestos y esperanzados por tan
tranquilizadoras palabras.
171
500. –La política es para un momento, una
ecuación es para la eternidad –son palabras de
Albert Einstein, comentó mi primo que leía, ya tú
ves, Mi credo humanista del eminente científico.
–Pero si esa política es nefasta, no digo ya
corrupta, entonces ese momento se puede hacer
eterno –respondió la joven historicista vinculada a
nuestra tertulia filosófico-vinícola.
–Todo es relativo, por lo que es raro que Albert no
haya caído en ello –remachó un estudiante de
ciencias exactas que terminaba la licenciatura ese
año.
501. –Se confirma el invento de un equipo de
científicos japoneses consistente en un componente
bioquímico de reducción extrema, que permite a los
camellos pasar sin dificultad por el ojo de las agujas
–manifestó mi primo.
– ¿Qué piensan de esto los ricos?
–Muy contentos, como es natural. ¡Están que se
salen! –respondió.
502. –Las casas de putas en días de partido de
fútbol de Champions, son la válvula de escape de los
aficionados de uno y otro equipo. Los que pierden
acaban allí para enjugar sus penas y los que ganan
para encauzar sus entusiasmos. –Nos soltó mi
primo nada más comenzar el coloquio, dejándonos
asombrados, porque la verdad es que
desconocíamos esta vertiente suya tan deportiva.
503. –Es un buen hombre pero siempre habla a voz
en cuello –expuso mi primo.
504. –El homomorfismo es la correspondencia no
biunívoca entre dos estructuras algebraicas que
conserva las operaciones –nos explicó el
matemático que nos acompañaba.
–Sí, hombre, ahora caigo, lo que ocurre es que yo
había confundido la palabra homomorfismo con
homeomorfismo –dijo mi primo.
– ¡No, por Dios! El homeomorfismo preserva las
características topológicas, y es ciertamente una
clase de isomorfismo –aclaró de nuevo el
matemático.
Me vi obligado a tomar la palabra: –Esta es una
tertulia filosófico-vinícola y todo saber tienen en
ella cabida; pero la hemos enfocado hacia el
conocimiento de la realidad y en el sentido del
obrar humano, como ya hemos dicho en otro
momento. La ciencia matemática, como ciencia
deductiva que estudia las propiedades de los entes
172
abstractos, nos sobrepasa y perdonen ustedes –les
indiqué, muy sereno y comedido. Y a mi primo, le
dije por lo bajo, si mencionas ahora el isomorfo te
echo de la tertulia. ¡Por mi madre!
505. –Le preguntamos cuál era su profesión y nos
respondió que político.
–Unamuno decía, ya en julio de 1914, que un
político de oficio es uno que cuando obtiene un
cargo representativo no está pensando sino en la
reelección, y a ella supedita todo lo demás –nos
comentó el politólogo.
–No me digas más, –pensé.
506. –Os quejáis de ser los hermanos pobres y de
vivir en las cavernas, pero nosotros os cortamos las
uñas y cuando sentís picor os rascamos.
–Eso le dijeron los dedos de las manos a los dedos
de los pies, cansados de tanto victimismo.
507. –Me gustaría encontrar una mujer con pasado,
para que se aferre a la realidad y no me fantasee.
–Eso dijo mi primo, una noche tibia de abandonos y
confidencias.
508. –La calma chicha se refiere al estado de la
atmósfera cuando no hay viento y la mar está en
completa quietud. La idea de calma chicha va unida
a bonanza. Ahora bien, la expresión calma chicha se
suele utilizar en la vida corriente para denotar
173
serenidad y placidez en otro orden de cosas. Y así,
es frecuente oír que hay calma chicha en Wall Stret
si los valores mantienen unas cotizaciones estables,
no hay volatilidad, las operaciones bursátiles se
ralentizan y el Mercado denota cierta apatía. O que
Santa Cruz de Tenerife, la bella capital canaria,
después de los carnavales entra en unos días de
calma chicha. Es natural.
O que el Gobierno aprenderá más en un día de
huelga que en cien de calma chicha.
–En el turno de ruegos y preguntas, mi primo,
interesado por la calma chicha placentera, preguntó
al profesor: –Después de hacer el amor, si ha
habido mutua participación y disfrute, ¿puede
llamarse calma chicha, al tiempo de espera y
relajación que precede al momento en que el
"diablillo" se despierta de nuevo, si es que se
despierta?
–Sí, desde luego, calma chicha regalada y
expectante.
¿Alguna pregunta más? ¿No? Pues hasta otra
reluciérnaga, si Dios quiere.
509. –Primo, ¿Tú conociste a Jaime de Andrade?
–Sí, lo conocí y lo sufrí.
– ¡Mira que tú has vivido!
–Por mal de mis pecados –confesó.
510. –Se la diñaba a cualquiera, hasta que acabó
diñándola él.
174
– ¿Quieres decir que el verbo diñar tiene dos
acepciones?
–Sí.
511. –Una persona que pase de todo, nos lleva
ventaja. ¿Verdad, primo?
–De cada cien preocupaciones que tengamos, los
expertos han señalado que diez son motivadas y el
resto ficticias o imaginarias. Así, el que pasa de todo
nos lleva de ventaja noventa preocupaciones menos
–me contestó en un tono pausado y convencido.
512. –Fiel al mandato conócete a ti mismo, el
desdichado va y se conoce. El susto ha sido tan
grande que ha necesitado asistencia psicológica.
Por lo visto ha conocido cosas tremendas que tenía
arrinconadas en el cementerio del olvido –reveló mi
primo, amigo de la familia.
513. –Era una madre tan egoísta que prefería que
todos los males que pudieran venirle a su hijo
pequeño, le vinieran a ella.
–En la formulación de este tipo de proposiciones
hemos de ser muy prudentes y obrar con la mayor
delicadeza. En efecto, cuando un hijo pequeño sufre
un mal, a su daño físico hay que unir el daño moral
que soportan los padres y en general sus seres
queridos. Me refiero al sufrimiento, al daño
psicológico. Es natural que la madre liberando al
175
hijo de su mal, atrayéndolo hasta ella, reduzca el
suyo.
514. –Hay personas, en la situación de crisis actual,
que rebajan su currículo, incluso suprimiendo
títulos universitarios, al objeto de acceder a puestos
de trabajo más humildes o asequibles.
– ¿Lo dices por el camarero?
–Sí. He oído que le decía al compañero que el hecho
de venir cada uno por nuestro lado y marchar de
madrugada huyendo de nuestras sombras, le hace
pensar que la tertulia filosófico-vinícola es más bien
un conventículo.
–En efecto, esa palabra no es de uso frecuente y
denota cierta formación, aunque esté equivocado
en el juicio que hace.
515. –Primo, ¿qué diferencia hay entre estar hasta
el cuello o estar hasta la coronilla?
–Si tuviéramos en cuenta la altura, diríamos que la
misma diferencia que hay entre una situación difícil
y una situación límite; pero no es así, sino a la
inversa: la situación límite es estar hasta el cuello.
Estar hasta la coronilla o hasta el colodrillo no es
más que estar cansado y harto de sufrir alguna
pretensión o exigencia.
516. –La falta de ánimo y de valor en que la
cobardía se resume, a veces es superior a nosotros;
pero, si somos cobardes no provoquemos. Así de
176
sencillo –eso nos espetó mi primo, para abrir boca
al comenzar la tertulia filosófico-vinícola, una noche
de frío extremo.
517. –Primo, busco una mujer que esté alegre ante
el porvenir, porque la hermosura es un soplo –dijo,
vivificado su espíritu por los proverbios que
acababa de leer y sin venir a cuento.
–Lo tienes difícil porque el porvenir viene cargado
de incertezas; pero, a ver si es verdad y no dejas
pasar la flor de la edad –le respondí.
518. –Las promesas electorales de los políticos en
campaña, me recuerdan a mi primo prometiéndole
a su suegra un regalito si le tocaba un buen pellizco
de la lotería.
519. –Empleó cinco kilos de oro en modelar aquella
escultura estilizada, pero le salió un mazacote. El
que hace lo que puede no está obligado a más
–pensó. No obstante, logró venderla al peso.
–Se cumple –aclaró mi primo– lo que dijo en su día
Ortega y Gasset al referirse a una obra de arte: el
oro de que está hecha no consagra a la estatua.
520. –Era tan tímido que sabía la respuesta y no
levantó la mano. Y eso le vino bien porque era una
pregunta comprometedora.
–No hay mal que por bien no venga –apostilló el
labriego.
177
521. No supo o no pudo constituir una familia y
vivía solo. En su fuero interno su máxima ilusión era
ser famoso.
– ¿Porqué? –le pregunté.
–Para que al morirme no me olviden –respondió.
178
522. –Era sábado. En un extremo del chiringuito,
caída la tarde, había una pareja tomándose unas
cervezas con un platito de chipirones. Mi primo los
conocía.
–Son marido y mujer, mileuristas, entre los dos
ganan dos mil euros mensuales, aunque solo
gastan mil quinientos cada mes. No es el mal
ejemplo que dan, sino que ponen en evidencia a
muchos que, por ejemplo, ganan cinco mil y se
gastan seis, única manera que entienden de
acrecentar el consumo y fortalecer principios tan
sagrados como la productividad, entre otros.
–Pero ellos parecen felices, ajenos al estropicio
que causan y veo que se cogen de la mano –le
contesté.
– ¡Esa es otra! Hasta para eso son raros, porque
llevan diez años casados –respondió.
523. –Si no le ves la luz al caso concreto generaliza y
te sales por la tangente. A ver qué pasa –le aconsejó
mi primo.
524. –Cruzó la calle, caminaba apesadumbrado
como si un padecimiento, más moral que físico, lo
desazonara.
–Resultó, –como nos aclaró mi primo– que
arrastraba un secreto de alcoba que lo tuvo en un
sinvivir durante muchos años, al ser consciente del
conocimiento en exclusiva de algo tan grave. Pero
su estado se ha agravado cuando ha sabido que
era un secreto a voces y que había hecho un
misterio de algo que era público.
525. –No dejes a Dios tranquilo; pero ocúpate de
tus cosas. O como me dijo una chica rusa una noche
de mar picada: –Reza, pero no dejes de remar hacia
la orilla, cariño.
526. –Primo, perdona, pero si das trigo no necesitas
predicar.
527. –La igualdad plena de derechos y
oportunidades entre mujeres y hombres en el
ámbito laboral y funcionarial, es un tema de rabiosa
actualidad, habiéndose establecido cuotas en
empresas, e instituciones públicas; incluso, en listas
electorales –expuso un Gestor al comienzo de la
tertulia.
Fue la filósofa la que nos ilustró: – ¿Quién puede ser
el atrevido que se arrogue la potestad o virtud de
conceder igualdades, sino un hombre inferior para
ocultar sus carencias?
179
Mi primo trajo a colación a su admirada Margaret
Thatcher (q.e.d.) a la que le oyó decir que en cuanto
se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se
vuelve superior.
–Tampoco es eso –respondió la filósofa.
528. –Me invitaron a pasar el día en su finca de la
montaña y cuando íbamos paseando, al llegar a un
declive mi amigo se adelantó y comenzó a tirarse
pedos en cadena. La mujer le gritaba en catalán,
prou, prou, prou y a mí por lo bajo me dijo. –No lo
hace adrede, es que se le caen.
–No tienes que disculparte conmigo al no haber
intención deliberada; es más, el hecho de
encontrarnos al aire libre minimiza su
comportamiento reduciéndolo a una simpática
anécdota. Ahora bien, si lo ha hecho adrede con esa
música lo entierren, en palabras de Quevedo –Ese
fue el comentario de un tertuliano dejándonos
sorprendidos y confusos.
–Si su amigo no lo hizo a propósito y la esposa se
disculpó por él, nada hay de reprochable en esa
conducta y sí en la suya al revelar un suceso que
traiciona una amistad –reprochó sin pelos en la
lengua la joven y gentil filósofa que nos
acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola.
529. –Hemos pasado de los vinos Gran Reserva a
los crianzas, de estos a los tintos de verano y ahora
andamos por el garrafón.
180
–Es verdad, primo. Y la calidad de nuestros asertos
filosófico-literarios no ha mejorado nada; antes
bien, han ido a menos.
–Así es. La crisis no es solo económica y de valores,
es también filosófico-vinícola.
530. –Se empeñaron en que yo era de una manera
de ser y tuve que adaptarme.
531. –Mi primo no saludó esa noche, se limitó a
recitarnos estos versos:
–Yo no necesito a nadie:
pasa por mi calle un río
y vivo en medio del aire.
–Nos explicó que eran los versos iniciales de una
copla inédita de Ignacio Sánchez Mejías publicada
en el Cultural de ABC. Quedamos gratamente
impresionados y la velada giró en torno a la vida
sencilla, lejos de la turbiedad política del momento.
532. –Para encubrir sus borracheras, disimulaba con
la sobriedad.
–Lo pillaron al hacerle soplar en un control de
carretera, entre Argamasilla de Alba y Tomelloso,
pasado Valdepeñas, donde había “repostado”
–explicó mi primo que conocía al nota.
181
533. –A mi primo no le había ocurrido nada
desagradable aquel día. Y se le veía preocupado,
como si barruntase algo.
–El pesimismo, como propensión a ver y juzgar las
cosas en su aspecto más desfavorable, nos aboca a
la tristeza y la depresión –nos ilustró un psicólogo
que nos acompañaba.
534. –Un puño cerrado no augura nada agradable
–dijo mi primo, que llegó a la reunión sobresaltado
por algunas escenas presenciadas.
–No hay que exagerar, me quedo con las palabras
de Indira Gandhi: Con el puño cerrado no se puede
intercambiar un apretón de manos –comentó el
historiador del grupo.
–Parece que vivís en otro mundo o mejor en otra
época. El presidente de los EEUU, señor Obama,
suele saludar a los suyos chocando los puños de
manera original y afable –nos explicó un periodista
gráfico.
– ¿Quieres decir que un puño cerrado es neutro,
asexuado? –preguntó un boxeador jubilado, famoso
por su pegada y resistencia a los golpes.
–Sí –respondió el periodista.
535. –Mi primo no daba golpe en el trabajo, pero
era prudente, taciturno y obsequioso. Se ganó el
respeto de todos.
182
536. –Me dijo que era más Alcalde cuando
condonaba una multa que cuando la imponía.
–Al imponer una multa aplica la ley; al condonarla,
hace uso de sus prerrogativas de gracia –explicó
uno del grupo. Pero fue una Secretaria de
Ayuntamiento de reconocido prestigio que nos
acompañaba esa noche, la que nos aclaró el tema:
–Si la condonación tiene carácter excepcional y
proviene de apreciar ausencia de equidad respecto
de la letra de la ley, o vulneración del principio de
proporcionalidad entre acto punible y sanción, la
condonación es laudable; en caso contrario, sería
una alcaldada, que dejaría en mal lugar a los
responsables del orden público, desmotivándolos.
–Y el infractor se iría de rositas, que esa es otra
–comentó mi primo.
537. El jurista que nos acompañaba en la tertulia
filosófico-vinícola tomó la palabra para ilustrarnos
sobre el principio de proporcionalidad mencionado
en la reluciérnaga anterior:
–Este principio implica un equilibrio entre los
medios utilizados por la Administración y la
finalidad perseguida. El eminente profesor García
de Enterría se refiere a él de manera clara y precisa,
indicando que "supone una correspondencia entre
la infracción y la sanción, con interdicción de
medidas innecesarias y excesivas". Y cita el artículo
9 de la Declaración de los Derechos del hombre y
del ciudadano de 1789 que tempranamente lo
183
recogía: penas estrictas y evidentemente necesarias.
Todos aprendimos de tan interesante comentario y
quedó justificado nuestro nocturno quehacer
filosófico-vinícola.
538. –Ya jubilado y en lista de espera se dedicaba a
rememorar los buenos ratos pasados otrora. El
infeliz acababa pronto.
539. – ¿Hacer el amor es un arte, primo?
–Si se huye de la prisa y de la urgencia, se hace con
ternura, con voluptuosidad y es participativo y con
mutuo disfrute, entonces el coito, cópula, concúbito
o ayuntamiento carnal es un arte popular y noble.
–Eso me contestó y comprendí porque era tan
grande su copularidad entre las mujeres del pueblo.
540. –El arribista ha hecho de la hipoteca y de la
adulación sus caballos de batalla –explicó mi primo.
–De la hipoteca, no, primo, de la hipocresía y de la
adulación. ¡Estás obsesionado con la crisis! –me vi
obligado a corregirle.
541. –Si la unión hace la fuerza, veinte eunucos no
me resuelven nada –dijo Elenita. Y parecía tan
sincera como en la reluciérnaga 4.
542. –Permaneció media vida a oscuras y tenía el
interruptor al alcance de la mano.
184
–Suele suceder. Muchos se mueren sin haber vivido
–volvió a repetirnos mi primo, por segunda vez en
estas reluciérnagas. Lo cual nos sumergió en una
profunda meditación, quizás de las más, sobre las
oportunidades perdidas de la vida y las bromas
macabras del destino.
185
543. –En un viejo deuda nueva, mal asunto.
–Y más en los tiempos que corren –apostillo mi
primo.
544. –Una buena maroma es lo que necesitan
algunos políticos por sus maromas –comentó mi
primo al inicio de la tertulia filosófica.
– ¿Lo dice usted por lo que ha sucedido en ese
específico Ayuntamiento con el voto de censura y la
renovación de la Corporación? –le preguntó el
filólogo del grupo.
–Sí, ciertamente, respondió escueto mi primo.
Los demás quedamos en la inopia; pero el filólogo,
muy correcto nos explicó que la palabra maroma
además de significar cuerda gruesa de esparto o
cáñamo, tiene otra acepción, la de voltereta
política, cambio oportunista de opinión o partido.
Todos admiramos en mi primo, no solo su puesta al
día en la política local, sino sus conocimiento y
dominio del lenguaje.
545. –No se le podía hablar, tenía un cabreo de mil
demonios. Resulta que le habían quitado la paga
extra y tuvo que cancelar el crucero a las Antillas
perdiendo también la paga y señal.
– ¡Encima eso! –remachó mi primo
546. –Al llegar saludó comedido y se le vio pulcro y
de buen porte.
–Vive de fiado –me comentó mi primo por lo
bajini. Le saludamos, dándole la bienvenida a la
tertulia y preguntándole qué tal le iba.
–Me va bien y me iría mejor sin la insistencia,
porfía y tozudez de los acreedores.
–Se refiere a la machaconería en general de estos
señores –comentó mi primo.
–Exacto –aseveró el aludido.
547. –Era adicto al sexo y decidió cortar por lo sano
haciéndose anacoreta. Se aisló en un monte lejano
que daba a un bosque frondoso y se entregó por
entero a la contemplación y a la penitencia.
Acostumbraba a flagelarse tres veces por semana y
hasta cuatro.
548. –Esa noche nos acompañaba a la tertulia
filosófico-vinícola un poeta tan pobre que,
quebradas las alas de sus vientos, solo hacía poesía.
Le hubiera gustado, renacidos sus afanes, aunque
sin un duro, «ser gota de lluvia para posarse sobre
el pétalo de una rosa blanca al rayar el alba y
condensado en rocío y transmutado en perla,
participar de la delicadeza de la flor». –Eso nos dijo.
186
Y todos le contestamos que sí. Recuerdo que se
tomó dos vasitos de vino y le dejamos el platito de
quesos curados del que dio buena cuenta.
549. –Vivir a cierta edad es contar historias; pasada
esa edad, es repetirlas. (Darío)
187
550. –La tertulia trataba esa noche sobre el
conservadurismo, cuando justo llegó el nuevo
tertuliano, hombre conservador en demasía,
chapado a la antigua. Apareció todo pulido, con su
traje a rayas y su camisa blanca de cuello duro,
aunque olía mal.
Luego supimos, por mi primo, que en el pecho
llevaba una cataplasma emoliente de estiércol
para la carraspera, puesta por un barbero.
551. –Tanto cuenta lo expresado por ti, como lo que
el otro ha entendido. De aquí, primo, el peligro de
hablar al tuntún.
552. –Si partimos de la base de que no hay
contradicción en los términos, un gigante bajito es
un hombre alto.
553. –La sombra no proyectaba su joroba y eso le
consolaba –dejó caer mi primo, como tantas veces,
sin venir a cuento.
–El anciano teólogo ascético, que también nos
acompañaba esa noche, como ya lo hizo en otras
reluciérnagas, tomó la palabra para recriminarle:
–La caridad, no ya como virtud teologal, sino como
actitud solidaria con el sufrimiento ajeno, ha de
impregnar nuestras conductas. Hacer chistes a
costa del desconsuelo ajeno no es caritativo.
Mi primo se justificó y nos explicó que pretendía
poner sobre la mesa como tema de tertulia, el
hecho de que hay personas con graves deficiencias
que, a veces, se consuelan con nimiedades
poniendo de relieve sus altas cualidades morales.
–Sin duda me he precipitado en mi juicio y pido
disculpas después de oír tan sensatas palabras
–respondió el anciano teólogo. Y todos convinimos
en la orientación filosófica de la tertulia, hasta el
punto que tomamos una segunda copita y algunas
más, ya que la noche se presentaba fría, como
preludio de un invierno adelantado y sorpresivo.
554. –Primo, si hay males más rentables no hagas
ese, no seas además de malo, tonto.
555. –El Inspector Jefe de la Empresa, sorprendió al
operario de la sección de informática, conectado a
Internet en labores propias de su trabajo, sin un
solo archivo intercambiable del Fujiyama, del París
de noche, del Madrid antiguo, de la Antártida, de
los puentes del Sena, de la torre Eiffel y, en general,
de paisajes, monumentos o críticas a políticos.
188
Sorprendido, elevó un informe favorable a la
Dirección, que recibió la noticia con satisfacción. No
así los trabajadores de base.
–Has creado un precedente que nos perjudica a
todos –dijeron. Y no les faltaba razón.
556. –Mi primo se enteró de nuevo de que yo iba a
dar una conferencia, sobre “Las cesiones gratuitas
condicionadas” en l’Escola d’Administració Pública
de Catalunya, una de las más prestigiosas de
Europa. Y va y me dice:
–Primo, si en el coloquio final te hacen una
pregunta que no te sabes no te hagas el listo, que
esta gente no es tonta; pero, si te la sabes, hazte el
tonto, y das un circunloquio, regodeándote para
agotar el tiempo con la respuesta y evitar así más
preguntas, por si acaso.
557. –Primo, si gritas no te oirás.
558. –Tenía doce años y una noche decidí tocarme
la pinga a caso hecho. El cura del pueblo me dijo
que había cometido un pecado mortal y que iría al
infierno de cabeza, a la caldera de Pedro Botero
–comentó mi primo al comienzo de la tertulia
filosófico-vinícola.
– ¿Y cómo reaccionaste? –le preguntó el labrador
que nos acompañaba, ya que era día de riego.
–Consideré la sanción desproporcionada
189
–respondió mi primo, anudándosele la voz y sin
mostrar resentimiento.
–La Iglesia ha evolucionado mucho en relación a
los sobos y tocamientos y ya no es tan estricta
–explicó un teólogo presente.
–Pero el daño ya está hecho –matizó mi primo. Y
pasamos a otro tema.
559. –De día era muy confiado, pero de noche
dormía siempre con un ojo abierto. Después
supimos que había sido Alcalde de noche, cuya
misión, otrora, era rondar y cuidar de que no
hubiera desórdenes por las noches en la ciudad;
incluso tenía jurisdicción ordinaria.
– ¡Cuántas veces juzgamos a las personas de
manera parcial e injusta por desconocer los
antecedentes! –clamó mi primo y ese tema no llevó
parte de la velada filosófico-vinícola.
560. – ¿Qué te decía el cacique del pueblo de forma
tan airada? –preguntó mi primo al anciano
camarero.
–Que a él no le tose ni su padre. Todo porque le
llevé azúcar con el café, en lugar de la sacarina que
me ordenó. Hoy he vuelto a nacer, me he salvado
porque fuimos juntos al colegio.
–La sociedad crispada en que vivimos produce estos
energúmenos que andan sueltos e imparables como
diarreas de verano –comentó mi primo con su
característica plasticidad.
190
561. –No le falta casi ninguna de las cosas que no
necesita –expuso mi primo.
– ¿Eso quiere decir que le sobran algunas?
–Sí.
Y sobre eso versó la tertulia. Cosas, en la vida,
susceptibles de producir utilidad a unas personas
en manos de otras que no las necesitan.
562. –Cuando llueve en el mar los peces se mojan.
– ¡Te estás pasando, primo!
563. –Ya sé que no tengo amigos, pero no me siento
solo. Siempre estoy conmigo y mi imaginación. Y mi
sombra, en los días de sol, me acompañan –dijo mi
primo con su resignada desesperanza. Por eso le
recité conmovido los versos de Fray Luis de León,
para levantarle el ánimo:
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas sin testigos,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
564. –Estuvo 20 años en la Administración Pública
en cargos de confianza y, por lo visto, les gravaba
las conversaciones a sus jefes antes y durante la
crisis económica. Es un marrajo de mucho cuidado.
–comentó mi primo.
191
– ¿Los tiene cogidos por los huevos? –preguntó un
pintor de Iglesias.
–Cada vez menos, porque la prescripción de los
posibles delitos merma su archivo cada año que
pasa. Más bien los tiene en un suspiro –respondió
mi primo.
192
565. “…pero, con todo, comía la Sobrina, brindaba el
Ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del
heredar algo borra o templa en el heredero la
memoria de la pena que es razón que deje el
muerto." (Don Miguel).
–El llanto por el difunto es inversamente
proporcional a la herencia recibida. ¿A más caudal
menos lloros, primo?
–Así es.
566. –Se especializó en dar consejos pero cuando la
desgracia o el mal paso ya habían sucedido.
–Primo, no ves que ahora será la experiencia la que
les enseñe más que tus consejos –le dije.
Fue el flamencólogo que nos acompañaba esa
noche el que trajo a colación la voz rota, el quejido
quebrado de Camarón de la Isla cuando cantaba:
A mí me daban consejos
y yo pa que los quería,
si lo que me había pasao
remedio ya no tenía.
567. –Cada vez más ojeroso y desnutrido, su palidez
alarmó a la madre.
–Gracias a Dios –nos aclaró mi primo– la alarma
quedó en nada al saberse que llevaba un mes
adscrito a un prestigioso Taller de Masturbación.
568. – ¿Entonces –preguntó el viudo que nos
acompañaba esa noche– de la reluciérnaga anterior
se deduce que el vicio solitario ya no es ni vicio, ni
solitario?
–Así es. Incluso, se aproxima a un acto virtuoso, en
cuanto susceptible de ser perfeccionado en los
talleres de masturbación.
569. – ¿Por tanto, –volvió a insistir el viudo– los
miles de pecados mortales cometidos en mi
adolescencia, que hasta se me formaba un nudo en
el estómago, se quedan en nada?
–La Iglesia fue muy estricta en aquellas décadas de
los cincuenta y sesenta del siglo pasado, en cuanto
a sobos y tocamientos carnales; pero ahora no es el
momento procesal oportuno de hablar de ello. En la
tertulia filosófico-vinícola de hoy será objeto de
debate –informé a los presentes, a la par que dije a
mi primo que preparara los Gran Reserva y unos
platos de ibérico, porque presumía que la noche iba
a ser larga.
570. –Primo, ¿Alguna vez te has hecho el muerto?
193
–Muchas veces. Siempre que he querido pasar
inadvertido, he procurado permanecer inactivo o
silencioso o me he presentado en los sitios a
cencerros tapados.
– ¿Y alguna vez le has echado el muerto a alguien?
–Jamás. Nunca le he atribuido a nadie la culpa de
algo. Y de las mías respondo yo.
Ya está bien de muertos que se no va a agriar el
vino –dijo el concejal del Distrito.
571. –Cuando reparamos en él con aquel traje dos
tallas más grandes, mi primo me dijo por lo bajo:
–Se le murió un tío suyo hace quince días.
572. –Perdió la memoria y se comparaba a un
armario vacío.
573. –Mi primo acababa de enterarse de que el
nuevo Presidente del Consejo de Europa, Van
Rompuy, era aficionado a los haiku y tuvo la
delicadeza de explicarnos, al llegar a la tertulia
filosófico-vinícola, que el haiku, es un poema breve
de origen japonés de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas.
Él lo había practicado en su juventud y nos recitó
uno suyo.
Una hoja seca,
una ilusión perdida.
¡Juguetes rotos!
194
–En efecto, las hojas y las ilusiones brotan
esperanzadas; pero, el tiempo y los reveses de la
vida las reducen a más que escombros, a juguetes
rotos –nos comentó un hombre virtuoso y austero
que vivía retirado en la montaña y bajó para
acompañarnos y beberse un vasito de vino con
nosotros, atraído por el grato ambiente de nuestra
tertulia filosófico-vinícola.
574. –Lo malo del juego es querer desquitarse –dijo
mi primo al salir de un Banco de hipotecar su casa.
575. –Primo, no fueron los achaques, sino al perder
la esperanza que comencé a sentirme viejo. En mi
estado de ánimo no se me presenta como posible lo
que deseo.
– ¿Lo dices por la mulatita que ha pasado
cimbreándose calle abajo?
–Por ella y por todas. A mi edad no hago distingos,
aunque conservo el buen gusto.
576. –Se abrió un interesante debate sobre tema
de actualidad y uno de los tertulianos no conforme
con los argumentos de otro se dirigió a él con el
dedo tieso.
–El periodista Antonio Lucas, refiriéndose al dedo
tieso, nos dice y con razón, que son modales de
barman de puticlub cuando alguien pide una última
copa después de que suene el campanazo del cierre
–recordó el labriego.
195
–Yo le hice la peineta a mi suegra, incluso una
butifarra catalana, pero estaba de espaldas –aclaró
mi primo cerrando el turno de intervenciones. Y la
conclusión fue que la sociedad española estaba en
exceso crispada y actuaba a troche y moche.
577. –Se propaló por el pueblo la noticia de que le
había tocado el premio gordo de la lotería de la que
se decía que jugaba un buen pellizco y todos la
saludaban al pasar.
–Hijos de puta –pensaba ella.
578. –Procura no mentir, aunque tengas buena
memoria. La mentira engendra desconfianza –me
dijo mi primo, del que me sorprendió su tono
moralizante, dada la hora.
579. –Primo, ¿la ficción es falsedad?
–No creo. La falsedad es faltar a la verdad; la no
conformidad de lo que se dice con lo que se siente
o se piensa.
La ficción es cosa fingida. Y fingir es dar existencia
ideal a lo que realmente no la tiene.
–Entonces ni don Quijote ni Sancho Panza son
falsedades. Son seres de ficción.
–Veo que lo has entendido, pero menciona también
al Coyote, al Guerrero del Antifaz y a Roberto
Alcázar y Pedrín, los jóvenes aventureros españoles,
que son de tu época.
196
580. –Leyó tantos libros de autoayuda que, no solo
superó sus fobias, sino que pagó todas sus deudas.
581. –Se cruzó con nosotros trajeado y tan pulcro
que complacía verlo.
–Está muy bien servido –comentó mi primo que era
vecino suyo.
¡Pero, si vive solo! –clamé.
–Pues por eso –insistió mi primo.
Un amigo francés que nos acompañaba coincidió
con mi primo y tuvo la amabilidad de recitarnos un
proverbio en su idioma: On est jamais mieux servi
que par soi-même.
582. –Primo, a mí lo carnal me conturba –eso dijo.
Yo miré con disimulo a un lado y otro de la calle y
no vi a ninguna mujer. Intuí que eran sus
pensamientos lascivos los que le alteraban el
ánimo. Era un lúbrico impenitente, su salacidad lo
delataba.
583. –El terrateniente, después de una copiosa
comida bien regada, descansaba en su sillón
favorito con su “chivas regal” y su cohíba
encendido, viendo el telediario, cuando en el Foro
de Copenhague ante los principales líderes del
mundo nuestro Presidente dijo:
La tierra no es de nadie, salvo del viento.
197
–Parece ser –según mi primo portador de la
noticia– que al terrateniente le dio un subidón de
azúcar. Alguien recordó al periodista David Gistau
que en su columna “El horror y el viento”, también
detectó, entre televidentes, subidas de azúcar por
la cuestión de la tierra y el viento.
Tan sugestivo tema con el viento como protagonista
dio pié a la politóloga para traer a colación las
poéticas y sentidas palabras del entonces Ministro
de Defensa, cuando al rememorar la célebre batalla
de la reconquista de la isla del perejil nos dijo:
Al alba, con viento de levante…
Los tertulianos, ante lo delicado del asunto, optaron
por el repliegue prematuro. Intenté cambiar de
tema y echar pelillos a la mar; incluso, les recité a
voz en grito los versos de Pablo Neruda:
Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.
Fue inútil, ya se había producido la desbandada,
incluso algunos se inventaron caminos para no
coincidir con mi primo en la retirada.
584. –Si no eres enteramente libre al escribir,
porque peligra la subvención del periódico,
198
concédeme que te lea con prevención –le dije en un
tono amistoso y comprensivo. Y no me dijo que no.
585. –En este mundo de incertidumbres y conflictos
permanentes, todos somos potenciales objetos de
daños colaterales –comentó mi primo al comenzar
la tertulia metiéndonos el susto en el cuerpo.
586. –El vino para que sea vino ha de beberse,
expuso uno de los contertulios con una copa de
Gran Reserva en la mano.
–Quizá fuese mejor decir que el vino, en cuanto
tal, para realizarse necesita un final feliz y nosotros
podemos cooperar, ayudándole esta noche –nos
dijo mi primo. Y eso hicimos.
587. Ahora te iba a llamar yo.
588. – ¿Tú crees en las heroicidades? –le pregunté.
–No. Ni como cualidad de las personas, ni como
acciones admirables que exigen una gran valentía o
son muy difíciles de conseguir. Yo creo en el día a
día –fue su respuesta.
–O sea, en el heroísmo del trabajo al que se refería
Miguel de Unamuno.
–Sí.
589. En un loable intento de mejorar su posición y
hacerse con un terrenito un grupo de menesterosos
corría tras el viento.
199
590. Si logras persuadir a alguien por razón de tu
trabajo, te evitarás reconvenirlo.
591. Amanecía entre las lomas, perdido y agotado,
a punto de entregarme ante la evidencia de mi
desamparo. En eso, el canto de un gallo me orientó
en el camino. ¡Ya tú ves!
592. –Primo, en mi empresa nadie da golpe.
– ¿Cómo lo sabes?
–Porque yo trabajo al cincuenta por ciento y no
protestan.
593. –Tú no quieres creer que me cae simpática esa
desagradecida, –le dije a mi primo al verla con sus
treinta años recién cumplidos y un cuerpo cañón
que causaba respeto.
–Las simpatías son involuntarias, según Charles
Baudelaire –respondió.
594. –Conjuntaron sus voluntades y conocimientos
en un proyecto común. Uno, especialista en “verlas
venir” y el otro en “dejarlas pasar”, levantaron una
fortuna aprovechando la crisis y la candidez de la
gente.
595. –Vencida la tarde, con el sol despidiéndose, un
grupo de amigos de la tertulia filosófico-vinícola
preparábamos una sardinada en la playa.
200
–Más que a sardinas huelo a cuerno quemado
–soltó mi primo.
– ¡Figuraciones tuyas! –respondió uno de los
presentes.
596. –Primo, si dices que vas a realizar algo tienes
que, por lo menos, intentarlo y adoptar una actitud
lógica y consecuente con lo que pretendes. Si no,
dejarás de ser creíble.
–Lo que me pides es que sea coherente.
–Sí, porque siempre que hagas lo que puedas, tú
puedes.
597. –A los autores de los libros que releo los
considero mis amigos –nos reveló el literato que
nos acompañaba y que tenía en sus manos los
Ensayos de Michel de Montaigne, autor respetado y
admirado por todos nosotros.
598. –Más que la soledad lo doloroso es el
aislamiento –comentó mi primo.
–Si la soledad –carencia de compañía– es
involuntaria, se confunde con el aislamiento en
cuanto que alguien es apartado de la comunión y
trato con los demás. La conclusión, en ambos casos,
es la existencia de sufrimiento –remachó la joven
filósofa de gentil parecer, esa noche apacible, de
mar serena y luna en cuarto creciente.
201
599. –Era un hombre del montón, salía a trancas y
barrancas, pero no hizo nunca daño a nadie y si
podía hacer un favor lo hacía. Por eso la gente
quedó tan afectada al saber que se la había ido la
cabeza y mucho más cuando supieron que había
puesto en el centro del pueblo un comercio de
venta de “gambullos y teas”, en pleno siglo XXI. Las
teas eran del tamaño de un lápiz de doble punta y
los gambullos, pequeños montones de rama y broza
apiñados del tamaño de medio brazo.
Los vecinos se apiadaron de su locura y le
compraban su gambullo y su tea cada día; incluso,
venían de los pueblos de la comarca y más lejos
todavía para ver tan pintoresco comercio, con
excursiones semanales del Inserso.
– ¿Y qué fue del individuo? –preguntó el labriego a
mi primo, admirado de tan singular historia.
–Hizo una fortuna y dicen que anda por América,
por lo visto salió por piernas cuando se supo que de
trastornado no tenía nada. Bien lúcido para su
edad.
Y sobre la argucia de algunos y la buena fe y la
generosidad de la gente versó la tertulia esa noche.
600. –Cuando supieron que había muerto salieron
en tromba a la calle para matarlo.
–El caso es que nadie los conoce –comentó un
contertulio, al verlos pasar alardeando con sus
trucados currículos en la mano.
–Sin perjuicio de que el muerto descanse en paz
202
–arguyó mi primo. Y todos quedamos
impresionados. Unos sin entender nada y otros
haciéndonos los tontos.
601. –Lo primero de todo fue la recalificación de
aquellos terrenos en suelo edificable, por las
autoridades locales. Después, tras el proyecto de
urbanización, la instalación de los servicios públicos:
agua, luz, gas, alcantarillado, etc. Sabido es que los
edificios son el último escalón de un proceso
urbanístico que se inicia con la planificación.
Así nació aquel nuevo barrio, con sus casas en
hilera, con su pequeño comercio, actividades
inocuas y servicios públicos entremezclados
creando una trama urbana enriquecedora y
coherente.
Un día llegó una lluvia torrencial y el agua,
sorprendida, no encontraba el antiguo barranco, ni
el cauce seco del riachuelo de toda la vida; pero ella
tenía que seguir su camino y lo siguió. La calle real
recibió su mensaje de urgencia, como un borbotón
de sangre rota, y el barrio se inundó. Incluso el
quiosco de periódicos de Paco fue arrastrado por
las aguas y las noticias esparcidas quedaron en
papel mojado.
– ¿Quieres decir, primo, que el agua tiene
memoria?
–Sí.
203
602. –Primo, no quise contradecirte en la
reluciérnaga anterior cuando dijiste que el agua
tenía memoria, pero te recuerdo que Gómez de la
Serna dejó dicho en una de sus greguerías lo
siguiente: El agua no tiene memoria; por eso está
tan limpia.
–Si Gómez de la Serna dijo que el agua no tenía
memoria, es que no tiene memoria y punto. Nada
que objetar.
603. –Si trabajas en la Administración cumple con
tu deber pero sin matarte, porque levantarías
sospechas –le dijimos al insensato.
–Como dicen los mejicanos: Ni tanto que queme al
santo, ni tan poco que no le alumbre –insistió un
joven y prometedor ganapán que nos acompañaba
esa noche en la tertulia.
–Cuando la limosna es grande hasta el santo
desconfía –remachó mi primo con el proverbio
anónimo que había oído en Maturín, junto al río
Guarapiche.
604. –El filósofo Kierkegaard dijo: “Mi vida ha sido
un gran dolor, ignorado de todos”.
– ¿La vida no es suficiente, primo?
–No. La vida, tal como es, no nos basta para colmar
nuestra sed de absoluto –nos dice Vargas Llosa.
605. – La esperanza como estado del ánimo en el
cual se nos presenta como posible lo que deseamos,
204
se hace realidad y vida en una mujer en estado de
buena esperanza.
606. – ¿Cómo le va con su corrupción? –le espetó
mi primo sin miramientos a un mangante de cuello
blanco de un pueblo vecino que se dejó caer por la
tertulia creyendo que era un contubernio.
–Me va bien, gracias a Dios. Yo suelo moverme
dentro de unos límites de absoluta normalidad. Lo
que nos mata a los corruptos es la ambición. El que
no tiene nada se conforma con poco, pero el que
tiene mucho quiere tener más y más. Hasta que lo
pillan y aquí no vale “que me quiten lo bailado”,
porque lo que importa es el sufrimiento inmediato,
el propio y el que infligimos a nuestros seres
queridos.
–Coincido con usted, quo plus habent eu plus
cupiunt –intervino un seminarista que nos
acompañaba aquella noche.
–La persona que encuentre un antídoto contra la
ambición en el campo de las corrupciones mejorará
el mundo de los corruptos –insistió el corrupto
confeso.
– ¡Dios no le oiga! –comentó el camarero por lo
bajines.
607. –No hagas el mal, sin perjuicio de que para
acallar tu conciencia, más adelante puedas
arrepentirte. Ocasiones no te faltarán.
205
608. –Era agradable en la condición y en el trato. Y
mi primo nos comentó que había hecho de la
tranquilidad su estandarte, de tal manera que vive
sereno desde que le conozco, sin necesidad de
sosiego en ningún momento.
–El comentario de mi primo nos movió a cierta
confusión, toda vez que entendíamos que las
palabras “serenidad” y “sosiego” venían a significar
o trasmitir las cualidades de quietud y tranquilidad.
Fue el psicólogo el que no aclaró que el sosiego se
produce como consecuencia o una vez superadas
las alteraciones o turbaciones del ánimo. En
definitiva, sin alteración previa no puede haber
sosiego.
609. –Se arruinó y tuvo que prescindir de la querida.
Con los años logró rehacer su fortuna, pero ya nada
fue igual.
610. –Se ha presentado a las elecciones municipales
encabezando una lista de independientes con el
sugestivo lema: Sin perjuicio de terceros y dejando a
salvo el derecho de propiedad. La propuesta ha sido
muy bien recibida por la ciudadanía y el electorado
está ilusionadísimo –comentó mi primo al llegar a la
tertulia filosófico-vinícola.
–Si no van a perjudicar a nadie y la propiedad no
corre peligro, algo es algo, tú –expuso el politólogo
que no salía de su asombro.
206
611. –Al escribir las reluciérnagas, primo, dices que
hemos sentido “disfrute espiritual”, pero no has
mencionado el ánimo para escribirlas, el esfuerzo
realizado trasformado en trabajo, ni la divulgación
de esa actividad expresando con recursos
lingüísticos una visión personal de la conducta
humana. Si Enrique IV dijo que “París bien vale una
misa”, yo digo que España bien vale una
reluciérnaga nuestra.
–Primo, por el amor de Dios, Enrique IV era rey de
Francia, vivió una etapa de su reinado muy difícil
incluso cambió de religión y cuando lo hizo en 1593
dijo la frase que has mencionado.
–Nosotros también estamos viviendo una etapa
muy difícil. Llevas razón, primo, España bien vale no
una sino todas nuestras reluciérnagas.
612. –No era hombre de su tiempo y sus verdades,
alejadas de los cánones de la época, les sonaban a
la gente a exageraciones. Pasado un siglo se le hizo
justicia y se le reconocieron sus aportaciones a la
ciencia.
– ¡A buena hora mangas verdes!
613. –Ni héroes, ni plusmarquistas, ni el hambre. El
que nos vence es el tiempo inexorable, agazapado
detrás del sol de siempre, de la luna de todos los
meses, del mar de cada día. Ese tiempo infinito que
a veces percibimos prendido en las cornisas de las
207
casas solariegas –eso nos dijo mi primo aquella
noche, en que el vino nos salió pesimista.
614. –El filósofo quiso matizar esa afirmación
formulada en la reluciérnaga anterior de que el
tiempo es infinito, apoyándose en su colega Henri
Bergson.
–Si el tiempo fuese infinito lo sería antes de nacer
nosotros y lo seguirá siendo después de morir; sin
embargo, todas las cosas tendrían que haber
sucedido ya, por esa infinitud. El tiempo para
Bergson es solo duración porque permite el
transcurso de los acontecimientos.
El labriego dubitativo miró al cielo encapotado;
pero, fue un romántico recalcitrante el que nos
contagió su tristeza profunda y sosegada: –El
tiempo lo cura todo –nos dijo con lágrimas en los
ojos.
615. –La disputa acabó sin sangre; pero ahora,
primo, dicen que la culpa fue nuestra por no echar
leña al fuego.
616. –Mediada la tertulia entró en el chiringuito un
indigente pidiendo caridad, por estar muerto de
hambre –fueron sus palabras. Un señor que estaba
en la barra habló con el camarero para que
dispusiera de una mesa y le sirvieran el menú del
día. Todos vinimos en conocimiento del singular
suceso y algunos contertulios alabaron tan
208
bondadosa acción y calificaron al señor como un
hombre virtuoso.
–A esta respetable persona le tocó ayer el cupón
de la ONCE, sin que esto merme o degrade, en
modo alguno, su acto de generosidad; pero
llamarlo virtuoso parece excesivo. La virtud se
opone al vicio y exige un esfuerzo –comentó mi
primo, sorprendiéndonos a todos con tan filosófico
comentario.
617. –Las mentiras están en lo que oímos –le dije.
– ¿Y en lo que decimos, primo?
–También, siempre que sea oído por los demás.
618. –Era el primer día de la matanza del cerdo en
el cortijo, yo tenía diez años, recuerdo a la familia y
amigos en animada conversación sentados
alrededor de la mesa, en la amplia cocina. Mi
abuela se levantó para avivar el fuego de la
chimenea. En cuclillas, al soplar se le escapó un
pedo que fue oído por todos, haciéndose el silencio.
Yo vi a mi abuela que no se movía del sofoco y me
quedé triste con ganas de llorar. De repente ella se
vuelve y sin levantarse, mirándose el trasero dice:
–O soplas tú o soplo yo.
Todos aplaudieron y rieron la ocurrencia,
salvándose una situación embarazosa. Desde
entonces, tanto que ha llovido, no he dejado de
admirar a mi abuela. Aprendí de ella que con buena
209
fe, humildad y humor se puede salir de situaciones
delicadas.
619. –Es tan aseado y pulcro, pero a la vez tan
cariñoso y atrevido que huele a chocho –dijo mi
primo al verlo pasar. Y no pudimos decirle que no,
porque el olor era perceptible y el aspecto muy
cuidado.
620. – ¿Cómo es que recelaron del camarero?
–Preguntó el sociólogo que llevaba unos días
participando en nuestra tertulia.
–Mi primo, al ver pasar aquella chica linda, comentó
que era tan bella que no necesitaba carta de
presentación.
–Eso ya lo dijo Aristóteles –aclaró el camarero que
en ese momento nos servía unas copitas de vino.
Indagamos y es licenciado en filosofía y tiene un
máster en historia antigua. Se incorpora a la tertulia
vencida la noche y estamos contentos. Ya le
seguíamos la pista desde la reluciérnaga 514.
621. –Una amiga entrañable nos envió para la
tertulia filosófico-vinícola un poemilla de
Samaniego de los del jardín de Venus.
"Tenía cierta vieja de costumbre, / al meterse en la
cama, /arrimarse en cuclillas a la lumbre, / en
camisa, las manos a la llama. /En este breve rato,
/le hacía un manso gato/ dos mil caricias tiernas: /
pasaba y repasaba entre sus piernas. /Y como en
210
tales casos la enarbola, / tocaba en cierta parte con
la cola. / Y la vieja cuitada/ muy contenta decía:
“Peor es nada”.
–Nos agradó mucho el poemilla y los tertulianos
alabamos el humor resignado de la anciana. Fue mi
primo el que se puso de parte del gato: – “Peor es
nada pensó también el gato”.
622. –Parece que en los políticos de nuestros días
no hay madera.
–No es eso. Ocurre que la madera sin resina no da
tea.
623. –Soy el producto de mis antepasados. Quizá
algunos sobresalieran, pero tantos habrán sido los
que no han destacado en nada, que la media no da
para mucho y perdonen –dijo mi primo
desanimado.
–Un hombre que razona así, está en un estrato
social representativo del español medio, muy
respetable –comentó la joven y gentil filósofa que
nos acompañaba. Y yo, como primo me sentí
alagado por la parte que me tocaba, porque
tampoco andaba fino.
624. Se cruzaron en nuestro camino. –El de más
edad es el médico de cabecera del pueblo, es muy
querido por su ojo clínico y la infinita paciencia que
tiene con los enfermos. El que le acompaña es una
persona que se halla bajo su atención médica
211
–expliqué a mi primo, al verlos.
–Los dos son pacientes –fue su comentario.
625. –Terminada la recepción y la cenahomenaje a su jefe, mi primo se retiró al Hotel un
poco cansado. Al entrar en la habitación observó
que en la de al lado hacían el amor y dedujo que
era una pareja estable y la señora una mujer
honrada, ya que le oyó decir: festina lente,
(apresúrate despacio).
626. –El ruido de los secadores de los mingitorios
públicos es inversamente proporcional a su eficacia
–nos ilustró mi primo sin venir a cuento.
–Aunque tu afirmación sea cierta, ¿Qué nos aporta
a la tertulia filosófico-vinícola tal aserto? –le dije
algo fastidiado.
–Simplemente, verificar que, a veces, en la vida es
más el ruido que las nueces –respondió.
627. –El diagnóstico no fue el adecuado, pero el
remedio fue peor abocando a este funeral sin misa
–nos previno mi primo camino de la Iglesia.
– ¡Menos mal! –clamó un agnóstico que nos
acompañaba.
628. La carne es débil ya que inclina a la sensualidad
y lascivia; pero, también es tímida y, a veces, se
oculta entre los dientes –comentó mi primo al
comienzo de la tertulia filosófico-vinícola.
212
– ¿A dónde quiere llevarnos, a que Dios se dio
cuenta del fallo e inventó el palillo de dientes? –le
preguntaron.
–Lo que quiero decir es que cada mal tiene su
remedio.
–Y cada bien su razón de ser –resaltó el anciano
teólogo ascético.
La noche era joven y húmeda, lloviznaba, y
estábamos a mitad de la cuesta de los riberas del
Duero y en la tertulia filosofábamos, o eso
creíamos.
629. Era un Alcalde honrado a carta cabal, tan
preocupado por su pueblo que hizo de la eficiencia
y eficacia sus armas más valiosas potenciando la
sanidad, la educación, el deporte y la vida social de
su pueblo, con el respeto a las normas vigentes.
La ciudadanía estaba contenta y agradecida, pero
sobre ascuas.
–Éste oculta algo.
–Éste guarda un as en la manga.
Murió en el ejercicio del cargo, probo y con una
rectitud ejemplar. El pueblo respiró aliviado.
–Dios lo acoja en su seno, pero de buena nos hemos
librado –comentaron algunos.
Fue mi primo el que puso la guinda con una estrofa
de medio pelo:
Honradez, solo la justa,
que si te pasas de honrado
213
hasta el pueblo se disgusta.
–Usted con esta perorata lo que pretende decirnos
es que la cultura de la corrupción se ha incrustado
de tal manera en la sociedad, que un caso de
honradez palmaria produce recelo –argumentó la
gentil filósofa.
–Quizá haya querido decir que la corrupción de los
mejores es la peor (Corruptio optimi pessima) como
enseñaba santo Tomás de Aquino, por eso al
pueblo, que amaba a su Alcalde, le hubiera dolido
tanto que no fuera lo que en verdad era, un hombre
honrado –apunto el anciano teólogo ascético.
630. La entró fuera para evitar un pleonasmo.
631. –Dios podrá cubrir el cielo con oscuras nubes e
iluminarlo con un sol radiante; mas no podrá
destruir ni alterar lo pasado, ni devolvernos lo que el
tiempo fugaz nos arrebató. –dijo mi primo citando a
Horacio.
–Y tanto que sí, a través de un milagro lo puede
todo –respondió un tertuliano.
–Yo creo que no, de ninguna manera, ya que
estaríamos ante un milagro contra natura, al ir
contra sus propios actos –insistió contundente un
pasante de abogado.
632. –Muchas peleas son una batalla –comentó mi
primo.
214
–En cambio, «una pelea no es nada, únicamente
otra forma de vivir juntos». Eso dijo Sastre a la
muerte de Camus con el que había discrepado,
según nos recuerda Oliver Todd en “Albert Camus.
Una vida” –nos ilustró el literato que nos
acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola.
215
633. –Huele a pedo –dijo mi primo algo molesto a
mitad de la tertulia.
Se hizo el silencio de los bosques y un tertuliano
enrojeció como una amapola o como el corazón de
una sandía madura. Era de natural tímido, muy
susceptible y pensó que podrían echarle la culpa a
él. Mi primo lo tranquilizó con buenas palabras,
porque el del follo o ventosidad sin ruido lo tenía a
su lado y su dolencia habitual de exceso de gases
era proverbial. Gracias a Dios todo quedó en nada.
634. Había amanecido. Regresábamos sin palabras
de la tertulia filosófico-vinícola cuando las vimos,
temblorosas y entrelazadas, en el parterre central
del jardín de la plaza con las gotas de rocío
resbalando por sus pétalos rojos.
–Todavía están ahí, aunque ellas no saben que
tienen las horas contadas –dije.
Mi primo recitó:
–Solo dos rosas sobre un campo verde.
Aroma de silencio que trasciende
más allá de la vida y de las cosas.
635. –Era bueno, no por convicción, sino por miedo
a las consecuencias negativas de no serlo. Mi primo
intervino para recordarnos el proverbio: la
honradez es el miedo a que te pillen.
–El súmmum sería regir la conducta humana por el
conjunto de normas morales que conforman la
ética. Ello nos abocaría a la eticidad: bondad de las
acciones humanas –comentó el anciano teólogo
ascético, hombre virtuoso y austero.
–Si no manga por miedo, que Dios le conserve el
miedo, porque menos da una piedra. Si todos los
corruptos y mangante de este país dejaran de serlo
por miedo a ser pillados, otro gallo nos cantaría
–objetó el labriego al que la habían robado del
cortijo la noche anterior un arnés y dos becerros.
–Si no es honrado por su rectitud de ánimo y su
integridad en el obrar, sino por miedo a que lo
pillen, que no presuma de honrado y que se guarde
sus miedos –argumentó la joven y gentil filósofa.
Y el sosegado y amigable filosofar lo acompañamos
con unas botellitas de un tinto complejo y lleno de
matices.
636. El que tú no quieras volver y yo no quiera que
vuelvas, es la consumación de un fracaso
compartido.
637. –No todos los políticos son corruptos en el
sentido de dejarse sobornar, pervertir o viciar.
216
– ¿Quieres decir primo que, a la inversa, no todos
los corruptos son políticos en el sentido de
dañados, perversos o torcidos?
–Exacto.
638. –Decía una cosa y hacía la contraria; pero lo
que hacía era mejor que lo que decía y la gente lo
toleraba.
–Al fin y al cabo las palabras son solo palabras
–comentó el Jacinto.
639. –Siempre acertaba porque se refería a cosas
que ya habían sucedido.
–Pues aplícate el cuento, primo.
640 –Apareció en la tertulia renqueante y a golpes
de bastón, ya nonagenario; pero se ganó el cariño
de todos Y los periodistas que nos acompañaban
se levantaron respetuosos a saludarle y mostrarle
su admiración. El panegírico al personaje corrió a
cargo de mi primo.
–En los años cincuenta del siglo pasado al
incorporar la lipotimia a su periódico, en el que
trabajaba desde los quince años, llegó a dominarla
como pocos, siendo considerado el mejor
lipotimista de la capital. Transformaba los textos
en líneas de plomo, quedando aquellos
automatizados con una precisión y limpieza
envidiables. Pero un día le dio una linotipia con
pérdida súbita aunque pasajera del sentido y del
217
movimiento y todo cambió. Al reiterarse estas
linotipias, tuvo que dejar el periódico.
–El anciano sonrió a mi primo con cierta
conmiseración agradeciéndole sus amables
palabras que matizó en el sentido de afirmar que
lo incorporado al periódico fue una linotipia,
máquina inventada por Ottmar Mergenthaler en
1884; que él fue linotipista y lo que le dio un día
durante el trabajo fue una lipotimia que se reiteró
en días sucesivos.
Todos quedamos impuesto de tan sensata
rectificaciones, mi primo también. Y la tertulia
filosófico-vinícola se encauzó hacia tema tan
interesante como el de la prensa escrita y su
incierto futuro.
641. –Si no te incumbe, mete baza y crea confusión;
la turbación del ánimo de los participantes te puede
procurar ventajas económicas, políticas o, incluso,
sexuales –eso dijo al comenzar la tertulia filosóficovinícola.
–Su primo, y perdone, es un provocador nato.
Conviene prevenir al lector para que, advertido,
sepa leer más allá del sentido de las palabras
–comentó el psicólogo que nos acompañaba.
642. –Confía en tus amigos siempre que no los
confundas con conocidos o saludados.
218
643. –Recuerda que dos y dos son cuatro desde
toda la vida y eso te dará seguridad y autoestima.
No pretendas contar los números primos, no seas
primo, primo.
644. –Si no practicas el alpinismo no intentes el
Himalaya; pero de vez en cuando utiliza las
escaleras y evita el ascensor –eso le dijo mi primo al
advertir su desfallecimiento.
–Primo, para dar consejos no hay quien te gane
pero aplícatelos, porque las escaleras de tu
apartamento no las conoces ni de bajada –eso le
dije por su bien.
645. –Sé discreto, primo. Una vela que aguantara su
palo llamaría la atención.
646. – ¿Por qué será, primo, que los ancianos nada
más verse por la calle se cuentan sus achaques y lo
que les duele ese día?
–Porque una pena compartida es media pena, dice
un proverbio suizo. –Eso me contestó dejándonos
admirados y con tema para la larga noche que nos
esperaba de vino tinto y estrellas.
647. De la coyunda de una verdad y una mentira
nació una media verdad.
648. –Se gustaban, parecía amor a primera vista.
Ella era elegante, inteligente y extrovertida, le
219
agradaban las excursiones y sentarse en las terrazas
de la plaza en las tardes tibias. Él era buenísima
persona también, compartía sus gustos, pero tuvo
la ocurrencia de echarle una serenata y en la letra
de la canción le decía:
Porque nadie te mirara,
me gustaría que fueras
monjita de Santa Clara.
–Cuando ella se enteró que la canción era un
apunte de Antonio Machado, ya fue tarde –aclaró
mi primo.
El poeta que nos acompañaba tomó la palabra para
improvisar, diciéndonos que quizá debió serenatear
la siguiente coplilla:
Porque todos te miraran,
me agradaría que fueras
manantial de agüita clara.
Fue mi primo el que puso su granito de sal gruesa
con unas de sus gracietas:
Porque todos te miraran,
te pasearía en porretas
por el centro de la plaza.
–Lo que para unos es motivo de tragedia, para otros
es recochineo –pensé.
220
649. –Olvídate del sentido del humor y llora tus
defectos –le dijo mi primo, para provocarlo, al
amable y deprimido cantinero al que por primera
vez vimos en la tertulia filosófico-vinícola.
–Yo creo que si actuara a la inversa le iría mejor:
Superar sus defectos y potenciar su sentido del
humor –le corrigió el camarero que en esos
momentos descorchaba.
650. Observé que la figurita del caganer haciendo
sus necesidades tras un arbusto en un belén de la
plaza de Cataluña, era un político muy conocido.
Me sonreí. –Por lo menos hace gracia –pensé.
651. –Siempre estaba peleándose consigo y llegó a
la conclusión que dentro de él había otro.
–Pues tienes suerte, primo, –le dije– porque dentro
de mí hay varios.
652. –Perdona, primo, pero abundando sobre el
tema de la memoria me viene a la mía que el
escritor ampurdanés Josep Pla ha dejado escrito lo
siguiente:
La diferència que hi ha entre una dona honrada i
una de la prostitució és la memòria. En la prostitució
la memòria no existeix.
221
–Estoy de acuerdo con el escritor catalán. El
erotismo realizado con una prostituta no deja
huella porque es puro sexo, no hay sentimiento, no
hay afecto.
– ¿Dónde escribió tan meridiana verdad? –preguntó
un sexólogo que nos acompañaba.
–En el volumen A de sus obras completas
–respondió mi primo.
653. –Salió de la unidad de cuidados intensivos con
una compresa tapándose la boca.
–Qué raro, clamó mi primo.
–Le han detectado incontinencia verbal –aclaró un
conocido del interfecto.
654. – ¿Qué tal es en el trabajo, primo? Muy
gandul su lema es: Más vale mañana que fuerza.
655. –Es un hombre educado, con posibles y en
muy buena posición. Tiene esposa y querida
–comentó mi primo al verlo caminar panzudo y
trajeado, con chaleco y reloj de bolsillo de tres
tapas.
–Será muy respetado en el pueblo.
–Mucho; por supuesto.
656. – ¿Te has enterado de lo del Diputado, primo?
Dicen que estaba en un bar de carreteras a las tres
de la mañana bebiendo ginebra y se lo había
222
montado con una puta del este de Europa,
madurita, pero todavía de buen ver.
–No. Yo estaba a su lado en la barra y no era un bar
de carreteras, sino uno cerca del Congreso; no
tomaba ginebra, sino un rioja con un montadito; no
eran las tres de la mañana sino las tres de la tarde y
no había en todo el bar una puta, ni del este ni del
oeste.
–Perdona, pero ¿de qué era el montadito?
–De tortilla de patatas, con anchoa casera y una
aceituna sevillana.
657. –Los volcanes son la válvula de escape del
fuego del infierno.
-El infeliz ignora que el Santo Padre nos ha dicho
que el infierno no existe –soltó un conocido
agnóstico.
658. Los Notarios son muy formales, pero uno en su
consulta no tuvo reparo en guiñarle un ojo a una
morenaza treintañera que se lo devolvió
aceptándole el reto y con un movimiento casi
imperceptible y muy femenino: se realzó con
delicadeza los pechos.
El guiño del Notario no fue tal, sino un tic nervioso
que había adquirido durante su época de opositor.
659. –En todo lo malo hay exceso.
– ¡Vaya por Dios!
223
660. –Una vez traspasado el umbral del más allá,
donde tantos han ido y ninguno ha vuelto, el olvido
será directamente proporcional al paso del tiempo
–comentó mi primo al empezar la tertulia filosóficovinícola.
– ¿Y a ti que más te da? –le respondí.
Y sobre eso versó la tertulia, sobre lo que llamamos
ultratumba, patria última de todos. Y del tiempo
que tardarán nuestros allegados en ponernos en
olvido. Esa noche hasta el vino se nos enlutó.
661. –Primo, ¿Tú crees que la amistad forma parte
de la vida, como nos dice el escritor Claudio Magris?
¿Un amigo es tanto?
–Sí, en efecto. Un amigo es mucho.
662. ¿Estás en lo que estoy? –le dijo él.
–Estoy en lo que estás, pero ponle un poco de
gracia –respondió ella.
663. Llegó en bañador y chorreando agua.
–Estaba acalorado y he querido darme un baño
antes de asistir a esta tertulia de la que me han
hablado tan bien.
–Llega usted despelotado en la doble acepción de
esta palabra: sin ropa y perdida la formalidad. Esta
es una tertulia filosófico-vinícola dedicada a
profundizar en el sentido del obrar humano sobre la
tierra y su obrar no ha sido modélico en esta
224
presentación. Bienvenido, pero que no vuelva a
ocurrir –le espetó mi primo.
664. –Llegó al chiringuito pasadas las doce de la
noche pidiendo limosna. Le dijimos que barriera el
entarimado y retirara el vidriado de las mesas y que
tendría asegurado un bocata de longaniza con una
cerveza. Salió como alma en pena.
–Es un holgazán y vagabundo que vive de las
limosnas –aclaró mi primo.
– ¿Lo que antiguamente se llamaba un gallofero?
–Sí.
665. Si vivo, no es que piense, es que tengo la
obligación de pensar; por eso, cuando alguno me ve
apesadumbrado o afligido y me dice: no pienses en
nada, me está invitando a no vivir.
666. Lo elogiaron tanto y tantos que llegó a
sospechar. Y eso le salvó.
667. –Cuando abro una posibilidad para una
actuación específica y loable, yo me siento renacer.
–Suena bien eso que has dicho, primo; sobre todo
viniendo de ti: No obstante, espera que llegue la
gentil filósofa y lo repites para debatirlo en la
tertulia filosófico-vinícola.
668. –Habla muy bien, pero de lo único que sabe.
225
–Un camarero que nos atendía y oyó la frase
intervino con todo respeto, para decirnos: –Eso no
es lo normal. Llevo 20 años en esto y la gente habla
de lo que sabe y de lo que no sabe.
669. –Llegó a la tertulia taciturno después de varias
semanas sin verlo y lo extraño es que olía mal ¡Él
tan pulcro siempre! Se lo comenté al higienista en
un aparte.
–Lleva un tiempo estancado –respondió.
670. –Primo, ¿Cómo he de actuar para poder
sentirme satisfecho de mis logros? –preguntó.
–En las tareas encomendadas –le dije– tienes que
alcanzar tus objetivos, lo que es tanto como ser
eficaz. No olvides, que hablar de eficacia es hablar
de resultados, primo; pero, has de procurar esos
objetivos de la mejor manera posible, para aunar
eficacia y eficiencia.
–Resumiendo: Empieza por trasnochar menos,
madrugar más, moderarte en la bebida y prestar la
máxima atención a lo que haces. Y así, descansado y
fortalecido de ánimo administrarás bien tus
recursos y alcanzarás los fines propuestos que,
naturalmente, han de ser lícitos. Pruébalo y luego
me cuentas.
–Estoy de acuerdo en todo, primo, pero dame
tiempo para remozarme –contestó.
226
671. –Es un hombre dubitativo, con el desasosiego
en el ánimo, al vivir en la aprensión permanente
hacia según qué cosas. En definitiva, un hombre
muy crepusculoso, pero mucho –enfatizó mi primo
al verlo pasar cabizbajo.
–La realidad es que cada vez hay más
crepusculosos en este mundo de incertezas
–insistió otro tertuliano.
Fue el gramático de la tertulia el que puso los
puntos sobre las íes. –No conozco ni he oído
hablar y perdonen, en los anales de la historia, de
ningún crepusculoso. Aunque sí he conocido
algunos escrupulosos; incluso, algún crepusculino.
–Aquí lo que hay es una pequeña confusión de
conceptos, no hay que dramatizar –dije para
sosegar el ambiente. Y a mi primo por lo bajines le
dije que se estaba pasando, ya que ni siquiera
conocía al hombre que transitaba y del que hizo
semblanza tan negativa.
672. –Escondía la mano antes de tirar la piedra y
tampoco es eso, porque tergiversa los valores de la
tradición –dijo mi primo al comenzar la tertulia
filosófico-vinícola en un tono provocador y a la par
comedido.
673. –Es un hombre muy educado y estricto, pero
no se dirige nunca a nadie –dijo mi primo.
– ¿Y eso? –pregunté extrañado.
227
–Es el sepulturero del pueblo y le da apuro saludar:
–Hasta luego –Ya nos veremos. O preguntar: – ¿Qué
tal estás? – ¿Cómo te encuentras hoy?
–Comprendo.
674. –Unos padres han abandonado a sus dos
únicos hijos, que se llevan entre ellos cuatro añitos.
La policía los ha encontrado de madrugada en la
puerta de la Catedral de Barcelona. El menor de los
chiquillos va a cumplir 36 años y el mayor ha
cumplido los 40 este otoño pasado.
–La crisis económica acaba hasta con la familia
tradicional –comentó mi primo espantado.
675. La vida es solo lo que nos queda por vivir. La
vida pasada es una libreta con letras tachadas y
algún borrón que otro.
–El olvido y el presente son valores en alza
–comentó mi primo.
676. Sacó las oposiciones a Interventor de
Administración Local y alcanzó prestigio por sus
conocimientos y acertado asesoramiento; pero a él
le hubiera gustado, y más en los tiempos que
corren, ser Almojarife, para cobrar los
almojarifazgos.
677. –Estoy mejor de lo que aparento –dijo. Y cayó
desvanecido para siempre.
–Fue un optimista compulsivo y eso le honra
228
–comentó mi primo en el entierro.
678. El apasionante tema de la tertulia versó esa
noche sobre la investigación y los avances de la
ciencia, que hacen realidad hechos que parecen
inverosímiles; incluso, la reversión de conceptos
erróneos que después se han comprobado veraces
y llenos de contenido.
A la sazón, salió a relucir la expresión rayos
catódicos que algunos llegaron a negar
enfáticamente que fuesen Isabel y Fernando. Y hoy
la ciencia los ha desmentido.
En efecto, por mor de la ciencia se ha llegado a
saber que Isabel y Fernando al casarse se
integraron en una configuración conocida como
diodo constituida por un cátodo -Fernando- y un
ánodo -Isabel-. Cuando el cátodo Fernando se
calienta, humanamente hablando, emite una
cierta radiación que viaja al ánodo Isabel, la cual
complacida se ilumina y brilla intensamente. Los
rayos catódicos se propagan en línea recta en
ausencia de influencias extrañas, eso sí. Por lo
tanto es correcto decir que los rayos catódicos son
Isabel y Fernando, toda vez que al ser los emisores
y receptores de los rayos, se transmutan en ellos.
La joven y gentil filósofa que nos acompañaba
abandonó la tertulia. Yo pensé que iría a alguna de
sus urgencias de mujer y que volvería, pero no
volvió.
229
679. –Primo, tenía tantos amigos que me hice el
enfermo pobre. Y ahora, ya mejorado, estoy en
unos niveles de amistad normales –eso me dijo
aquella noche de confidencias y vino tinto.
680. –Hombre no prevenido vale por medio, si las
circunstancias aconsejaban la previsión.
–Ante esa aseveración hecha por mi primo en un
tono medido, el psicólogo que nos acompañaba en
la tertulia filosófico-vinícola se dignó intervenir para
confirmar tal aserto al considerar que el hombre no
prevenido estaba en condiciones de inferioridad,
aunque el daño o perjuicio intuido por las
circunstancias del caso concreto no hubiera llegado
a producirse.
681. Sabía tanto de tan poco, que siempre utilizaba
una lupa.
682. –Mejor una mariscada con un borgoña frío,
que un dolor de muelas a media noche. Y dicho
esto, se puede ir bajando en la calidad de la comida
y en la intensidad del dolor hasta alcanzar un punto
de equilibrio en el cual te dé lo mismo una cosa que
otra –eso nos dijo mi primo como primera reflexión
sobre esas situaciones sobrevenidas en las que,
entre dos opciones, no sabes qué actitud adoptar.
683. –Era un hombre muy extremado y las alegrías
eran tan grandes, como enormes los enojos. Esta
230
circunstancia le abocó a la ruina y a la pérdida de
amigos.
– ¡Dios mío! –clamó mi primo. No tuvo en cuenta el
proverbio chino.
–No, le respondí.
– ¿Qué dice ese proverbio? –preguntó intrigada la
joven y gentil filósofa.
Mi primo se lo recitó: Cuando te inunde una enorme
alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te
domine un gran enojo, no contestes ninguna carta.
684. Diálogo entre corruptos.
– ¿Cómo te va?
– Mal, ¿Cómo quieres que me vaya? El país lo
hemos esquilmado. ¡Quién nos lo diría! España era
el milagro de Europa, y nuestro granero.
–Hay muchos impostores.
–Eso es cierto: pero, ha sido el teléfono móvil,
nuestra ruina, nos están cazando como ratas.
–Y lo peor es que no se ve solución.
–Sí la hay. El mes pasado mandé a dos socios a la
isla de la Gomera, para que aprendieran el silbo
canario de aquellos isleños, para comunicarnos así y
acabar con las intervenciones telefónicas; pero los
gomeros los calaron enseguida y los echaron a
patadas. Ahora tengo a los socios en América
contactando con los Apaches, Sioux, Cherokees,
Navajos y Quechuas para que les enseñen a
comunicarse mediante señales de humo. Su primo
231
en la reluciérnaga 80, me dio la idea. Veremos
quién ríe el último –comentó algo exaltado.
685. –El Cardenal Mazarino aconsejaba a los
políticos no conceder privilegios fácilmente.
–Traducido y actualizado en el tiempo, quiere decir
no concederlos sin contraprestaciones.
686. –Pasó junto a nosotros cimbrándose toda, con
su plácida sonrisa de los domingos y fiestas de
guardar, cuarteando el pavimento de la calle
mientras la luna se desdibujaba en el agua de las
fuentes.
–El fruto en el árbol –comentó mi primo.
–Quieres decir cuánto placer desaprovechado.
–Sí.
687. –Se levantó una leve brisa y alguien aprovechó
para recordar que el poeta Enrique LLovet nos dejó
escritos este verso: Cada vez que el viento pasa se
lleva una flor.
–Las ventoleras que han azotado mi vida me han
dejado huérfano de amores, en un campo de
pétalos caídos –eso nos reveló mi primo una noche
tibia, a mitad de la tertulia filosófico-vinícola,
dejándonos preocupados y sin vino.
688. –Se dejó llevar por su apasionada y ardorosa
imaginación y acabó en una casa de putas.
232
–Fue un acometimiento repentino, una especie de
arrebato que anuló mi voluntad –confesó el infeliz,
concejal de un Ayuntamiento.
Lo execrable fue que al Consistorio le llegó un cargo
de 300 € por un servicio amoroso, al haber utilizado
una tarjeta de crédito oficial.
–Este hombre, además de imaginativo era un poco
sinvergüenza, un bergante –comentó conmiserativo
el anciano teólogo-ascético que nos acompañaba.
689. –Es un poco de todo. En política, por ejemplo,
–según el tiempo y las circunstancias– es
nacionalista radical, liberal-conservador y de
extrema izquierda moderada, partidario de la
globalización o no, según.
– ¿Y cómo le va al pibe?
–Bueno, él es por naturaleza y convicción
acomodaticio y se ha especializado en recoger
rebotes, es hombre de largo recorrido. Se defiende
podemos decir.
690. –Hicimos el amor y me dijo que le gustó
mucho, que la noche se le hizo corta y que la vivió
intensamente; pero que mi novela El huerto de las
mariposas no le había gustado nada –comentó mi
primo.
–Te dejó un sabor agridulce.
–Sí.
233
691. –Si Dios es el súmmum de la perfección no
puede hacer nada imperfecto.
– ¿Entonces, este mundo de catástrofes naturales y
sufrimientos? –pregunté.
–Se lo encontró hecho –respondió mi primo.
692. –Era muy bajito e inmensamente rico y su
esposa altísima. Formaban un matrimonio desigual
en lo físico, pero muy bien avenido. Después se
supo que era un matrimonio de conveniencia. El
quiso que sus hijos promediaran.
693. –No es más rico el que más tiene, sino el que
tiene mucho más.
694. –Lo grande y lo pequeño son parte de lo
mismo, así que no presumas de casa, ni te aflijas
por tu avanzada edad.
695. –No se conciben tantas religiones al haber un
solo Dios verdadero que, al ser omnipotente, es el
único que todo lo puede –comentó mi primo al
empezar la tertulia filosófico-vinícola de esa noche,
mostrando su máximo respeto para todas ellas,
como es natural.
La tertulia fue muy viva y participativa. No solo se
excluyeron otros temas, sino que agotamos las
provisiones y tuvieron que venir a buscarnos.
234
696. –Estaba tumbado en un banco, descalzo y
desharrapado, con el otoño vencido.
–Nadie se imagina en un tronco abandonado el pino
centenario, elegante y esbelto que fue –comentó mi
primo.
697. –Si caes en la cuenta a tiempo, aunque seas un
trompo, estoy seguro que te evitarás pesares. Y si
no caes en la cuenta tarde también, acongojado y
estimado lector de nuestras reluciérnagas.
¡Piénsalo!
698. –Lo vi colgado bamboleándose del aro de la
portería de baloncesto de la pista polideportiva, en
la nueva plaza recién inaugurada de Canet de Mar.
– Esas no son formas de jugar, lo vas a romper y te
puedes hacer daño –le dije buenamente.
La respuesta no se hizo esperar y desde su altura,
bamboleante, me espetó:
–Se ve que ya estás jubilado. Búscate algo, hombre,
para entretenerte y nos dejas tranquilos a los
demás.
–Con su doce años no cumplidos, y sin media
bofetada; pero, ni es correcto, ni acostumbro
–pensé. Así que opté por dejarlo colgado. Lo
enterraron al día siguiente, en una imponente
manifestación de duelo. En el panegírico el cura lo
encumbró como un joven educado, dechado de
virtudes y amante del deporte.
235
–Primo, el chiquillo un gamberro con desparpajo;
pero tu reacción fue desproporcionada, aunque
solo la pensases. Olvidaste algo esencial en Derecho
y en la vida: el principio de proporcionalidad.
–Eso me dijo y llevaba más razón que un santo, así
que tuve que buscar al muchacho y pedirle perdón.
236
699. –Con un currículo excelente, gran experiencia
profesional, y arraigada vocación, no tuvo acceso a
la política al no ser adicto a la mentira.
– ¿Primo, para ser político se ha de ser
mentirosillo?
– ¿Lo dices por lo de no hay crisis y por lo de no
subir los impuestos?
–Sí.
700. –La vejez es el miedo a que un día no nos duela
nada –explicó mi primo.
–Y también el miedo a caernos –añadió un
venerable anciano que nos acompañaba con el
brazo derecho entablillado.
701. –Miraba detenidamente los escaparates de los
prestigiosos comercios del Paseo de Gracia de
Barcelona y tenía fama de buen gusto en sus
diseños.
– ¿Eran su fuente de inspiración?
–Sí. Entre otras.
702. –El Señor no dejó dicho: Amaos los unos a los
otros. Y este paternal consejo ha sido interpretado
al revés y no me refiero a Woody Allen cuando
apunta, con su proverbial humor, que el Señor dijo:
“Amaos los unos sobre los otros”. Me refiero a tanta
gente que lo ha interpretado como “Amaos los unos
contra los otros”, en una auténtica guerra fratricida,
que no acaba nunca comentó un padre de familia
desengañado.
– ¿Se refiere usted a que muchos procuramos
nuestro bien a costa del bien de los demás?
–preguntó mi primo.
–Sí. Yo, por ejemplo, me casé contra mi mujer
–le respondió compungido.
703. –Se crió en una comuna, fue soldado de
fortuna y sicario de narcos. Ahora ha rehecho su
vida y se alquila como amigo y protector, ya que
tiene facilidad para atraer y persuadir a los demás
–comentó mi primo.
– ¿Tiene don de gentes? –preguntó uno.
–Don de gentes y una cabritera que exhibe colocada
al cinto. La policía le interrogó y él confesó que
comía de navaja.
704. –Si oís una voz, mucho cuidado, puede ser un
sonido, o un trovador que canta; pero, también un
grito en la noche, un motivo, un rumor, una
hablilla, o un pretexto público.
–O un remordimiento, si es la voz de la conciencia
–dijo mi primo muy preocupado.
–También puede ser un accidente gramatical
237
–arguyó el maestro nacional jubilado. Y esto nos
tranquilizó dada la hora y el estado de ánimo.
705. –Se veían a diario y un día que no se vieron el
otro no estaba –dijo mi primo. Y todos asentimos
en silencio, para no darle motivo de seguir
diciendo tonterías.
706. –La doctora examinó detenidamente los
análisis clínicos de sangre y de orina recibidos del
laboratorio. Observó que no había anomalía
alguna y que los componentes de la sangre
estaban dentro de los valores de referencia.
– ¡Perfecto! Ni un chaval de veinte años lo supera
–le dijo al anciano octogenario, para subirle la
moral.
–El abuelo llegó eufórico a la tertulia. –Si hubiese
un concurso de análisis clínicos o de laboratorio
me presentaría –manifestó emocionado.
707. –El tiempo pasa imperturbable ¡Pobre tiempo!
– ¿Qué sería de él si los hombres no hubiéramos
inventado la prisa? –comentó mi primo, en un tono
campanudo para la hora que era.
708. Estaba tan asustado que tenía el cuerpo en el
susto.
709. –Suele pasear cada tarde por la calle Real con
su señora esposa y luego se toman un cafecito en
238
“El comercial”. Fue uno de los proxenetas más
famosos y terribles de la región; cumplió condena y
al salir del presidio se casó con una madama que
regentaba uno de los prostíbulos de su propiedad y
vive en un aceptable acomodo –nos explicó mi
primo al verlo cruzar el paso de cebra, a la altura de
la plaza de la Constitución.
–Si pagó su culpa y se regeneró es de perdonar;
aunque el sambenito de cafiche no se lo quite nadie
y muera con él –comentó el anciano teólogo
ascético que esa noche nos honraba de nuevo con
su presencia.
710. –Primo, un joven adolescente, y que me
perdone mi amigo Gustavo Flaubert, además de un
pleonasmo –entrad dentro– es un huevo con dos
yemas.
711. Vivía solo y sólo se sustentaba de unas yerbas
que cogía. Cuando se preguntó si había otro más
pobre y triste, las Reales Academias de la Lengua
Española le quitaron la tilde o virgulilla de la palabra
solo, dejándolo más solo todavía.
–Y más aún, a la y griega de la palabra yerba, le
cambiaron el nombre y ahora se llama ye a secas
–comentó el filólogo que nos acompañaba esa
noche en la tertulia filosófico-vinícola.
–Y menos mal que era buena persona, si llega a ser
un truhán, le quitan también la virgulilla de truhan
–añadió la profesora Esther.
239
– ¡Dios mío, que inconsciencia! ¡Pobre hombre!
–clamó mi primo.
–Sí, la verdad que sí –respondimos.
712. –Era tan parlanchín que murió sin un secreto.
713. –Aquel hombre camina como queriendo
quitarse la barriga de encima –comentó mi primo al
verlo pasar.
–No hombre, solamente la bambolea –aclaró un
nutricionista que nos acompañaba.
714. –Un partido político sin una fundación pública
para sus trueques y obras pías, es como un hombre
sin ropa interior.
–Le falta algo –apuntó la politóloga.
–Sí –respondió mi primo.
715. –Ninguno en el pueblo le da la razón, pero él
cada día sale a la calle cargado de razones
–comentó mi primo al comienzo de la tertulia
filosófico-vinícola, refiriéndose a uno que pasaba en
ese momento.
–Tal vez, sus razones sean inaplicables o
conocidamente disparatadas, comentó la gentil
filósofa que nos honraba con su presencia.
–Sí, aseveró el labriego, son las llamadas razones de
pie de banco.
Fue el Notario que nos acompañaba el que nos sacó
de dudas. –Sus razones -dijo- son razones sociales:
240
Nombres y firmas por los cuales son conocidas sus
numerosas compañías mercantiles de forma
colectiva, comanditaria o anónima.
716. –Cuando le preguntaron en la entrevista
cuánto quería ganar manifestó que no se lo había
planteado y que, en todo caso, dependería de la
eficacia y eficiencia que mostrara en su trabajo.
–Se sale de lo normal, algo oculta –manifestó uno
de los directivos de la empresa que participaba en
la selección de personal. Fue rechazado.
717. –Era un duelo entre caballeros a pistola y
primera sangre. El ofendido había golpeado
suavemente en la cara con su guante al ofensor,
para provocar el duelo y salvar su honor.
Fijado el día y hora, comparecieron al amanecer en
aquel descampado acompañados de sus respectivos
padrinos. Colocados de espaldas y medidos los
pasos pistola en ristre, al volverse a disparar cada
uno mató al padrino del otro, dando el asunto por
zanjado.
718. –El verdadero secreto –en cuanto
conocimiento que en exclusiva alguien posee– no
existe en la vida real, ya que es un pensamiento que
habita en la mente, su habitáculo natural.
–Claro, por eso cuando cuentas a alguien una cosa
diciendo que es un secreto, estás mintiendo,
porque ha dejado de serlo por el hecho de
241
exteriorizarlo. En todo caso, sería un secreto a voces
–comentó mi primo, no sin razón.
719. –Si todo efecto proviene de una causa, ha de
haber una causa primera, que sería Dios; por lo
tanto, es probable que Dios exista, primo –dijo.
–Probable no, segurísimo y bien cierto.
Necesitamos un Dios que nos perdone las noches
locas de vino tinto y reluciérnagas –le respondí.
–Desde luego, primo, los que las lean no nos
perdonarán.
– ¡Siempre nos quedará Dios, nuestro señor!
– ¡Y París y el vino tinto!
720. –Estaba tan enfermo que murió sin empeorar.
721. –Primo, ¿Vistes el Barça-Bayer Leverkusen con
el 7-1? Como dijo Víctor Hugo, cada partido tiene su
placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan
entre nosotros.
–No es cierto. Víctor Hugo lo que dijo es que cada
edad tiene su placer y su dolor. No tergiverses, ni
juegues con las palabras. Es más, Víctor Hugo
escribió en su célebre poema lo siguiente:
Igualmente te deseo que seas tolerante, no con los
que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con
los que se equivocan mucho e irremediablemente, y
que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de
ejemplo a otros.
242
–Primo, tú lo que quieres decir es que no debemos
hacer leña del árbol caído.
–Sí, y actuar a todo moler y sin echar de vicio.
722. –Nos acompañaba esa noche, en la tertulia
filosófico-vinícola, un famoso abogado titulado,
incluso, in utroque iure. Tomó la palabra para
ilustrarnos sobre el estado de alarma in fíeri del
Gobierno; pero, in promptu, vemos que se
interrumpe in medias res. Unos pensamos que se
había quedado in albis y otros que tal vez fuese un
tema in péctore.
723. –El muchacho es un fuera de serie, con
decirte que le llaman “El manitas”, con eso te lo
digo todo.
– ¿Te refieres a que es un manitas, sexualmente
hablando? –preguntó.
–Primo, te tienes que hacer mirar y te lo digo en
serio, acabarás mal por esa perturbación anímica
producida por la idea fija del sexo, que te corroe la
mente.
–Es “un manitas” porque tiene una gran habilidad
para actividades y oficios diversos. Entra en una
casa y no hay avería o arreglo que se le resista.
Estudié con él en la escuela de Formación
Profesional y destacaba sobre todos. El bricolaje
no tiene secretos para él. –Eso nos dijo el
carpintero de ribera que vino a nuestra tertulia por
243
primera vez, con la natural alegría de los
contertulios.
724. –La felicidad es el sueño de los infelices.
725. –Muchas veces el temor es fruto de la
ignorancia –dijo mi primo escondido debajo de la
mesa. Y la realidad es que el trueno fue tremendo.
De los que dejan huella.
726. –Soy rico por herencia y todo lo que huele a
pobre o pobreza no solo me es ajeno, sino que me
produce alergia.
–Tú lo que eres es un hijo de la gran chingada –dijo
el labriego de origen mexicano que nos
acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola y que
acababa de perder su cosecha por una granizada
espectacular.
El anciano teólogo ascético tomó la palabra para
recriminar ambas conductas. –Esta es una reunión
de personas que nos juntamos habitualmente para
conversar bajo el principio del respeto mutuo en el
contraste de pareceres. Ambos contertulios han
rotos las normas. El señor rico por herencia por su
insensibilidad extremada contra personas de
humilde condición. El señor labriego por su insulto
desproporcionado y fuera de lugar.
Se hizo un silencio sonoro roto por mi primo, como
siempre, al preguntarle al labriego el producto de la
cosecha perdida.
244
–Aceitunas –respondió el labriego en un tono
moderado.
727. –Era político de profesión, y las creencias
religiosas las interpretaba tergiversándolas en
beneficio propio, actuando siempre a lo
somormujo.
–Veamos: Creía en la resurrección de la carne;
libidinoso en exceso, cuando se le despertaba la
libido sentía la llamada de la carne una y otra vez.
Creía en el perdón de los pecados y esto le permitía
una cierta libertad de movimientos en temas de
urbanismo y recalificaciones, pensando siempre en
la misericordia de Dios.
Creía en la vida perdurable, siempre entendida
como vida política perdurable, lo que le daba
seguridad de actuación sabiendo que vencida la
edad una pensioncilla anticipada, o un ERE
consensuado con sus congéneres, le asegurarían
una vejez digna.
–Como buen cristiano, daba gracias a Dios, nuestro
señor, cada noche por haberle iluminado en la
elección de su profesión política en un mundo tan
convulso y maleable –nos explicó el politólogo que
nos acompañaba.
728. –La tarde era apacible. En la línea del horizonte
el mar remansado se hermanaba con el cielo y en la
playa una caterva de chavales correteaba a voz en
grito. El anciano teólogo ascético que nos
245
acompañaba en el chiringuito playero, tomó la
palabra emocionado:
–Dios, nuestro señor, nos dio el don de poder
reproducirnos haciéndonos partícipes de la
creación, para perpetuar la especie por los siglos de
los siglos.
–Eso es cierto, incluso hermoso y gratificante; pero
nosotros tenemos que poner de nuestras partes
–comentó mi primo también con el ánimo
agradablemente alterado.
729. –Los dos eran tontos de capirote, pero uno al
permanecer siempre silente, planteaba dudas.
730. –El juez lo inculpó, la Audiencia lo condenó, el
Tribunal Supremo confirmó la sentencia y ahora ha
recurrido al Tribunal Constitucional. Le llaman “el
presunto” –nos explicó mi primo.
El penalista que nos acompañaba se puso serio.
–No conviene bromear con temas esenciales. La
presunción de inocencia es un derecho reconocido
por la Constitución en su artículo 24.2 y solamente
cede ante la declaración de culpabilidad
pronunciada en sentencia firme por un Tribunal
competente. Cuando la sentencia es firme el sujeto
deja de ampararse en la presunción de inocencia,
pero no antes. Además, el que crea que una
persona no es inocente, tendrá que demostrarlo. Es
lo que en derecho se llama “la carga de la prueba”.
246
–La presunción de inocencia no deja de ser una
verdad interina de inocencia, por tanto, cuantos
más tribunales confirmen la culpabilidad, más
debilitada quedará esa presunción, en cuanto
conjetura cuyos indicios o señales se aminoran cada
vez más –respondió mi primo.
La tertulia filosófico-vinícola se animó con tema tan
interesante, atendido el alto nivel de corrupción
existente en el país y mi primo fue felicitado, a
diferencia de otras veces en que fue denostado por
sus gracietas. El vino, presuntamente bueno, quedó
confirmado en su bondad, y nos acompañó y sirvió
de antídoto a una noche extremadamente fría.
731. –Era tan improvisador que cayó en la
coherencia.
732. –Pintor de brocha gorda, heredó una inmensa
fortuna de un tío que había “hecho las Américas”.
Se corrió la voz por el pueblo y a partir de entonces
se ganó el cariño y la admiración de las gentes,
empeñadas en que les pintara sus casas. Multiplicó
el patrimonio.
733. –Tuvo un trastorno psicofísico que le afectó al
hipocampo, perturbándole la memoria. Él
aprovecho esta desgracia y adujo como olvido lo
que eran carencias y falta de conocimientos. La
gente le mostró su comprensión.
247
734. –Hay días que mi estado de ánimo es tal, que si
pudiera nacer de nuevo no nacería. ¿No sé si os ha
pasado a vosotros alguna vez? –eso dijo y su
sufrimiento nos afectó conmoviéndonos.
–Suelen ser decaimientos del ánimo pasajeros que
se han de superar pensando en positivo. La vida es
hermosa y vale la pena vivirla –le argumentó la
joven y gentil filósofa.
Y la tertulia la enfocamos sobre el mundo en cuanto
mundo de alguien, recordando la reluciérnaga 147
en la que se hablaba del deterioro de lo cotidiano.
735. –Aquel espermatozoide, como la inmensa
mayoría de ellos, estaba abocado al vacío de la
nada; ahora bien, si como célula reproductora
sexual masculina el gameto tuviese la suerte o
habilidad de fecundar al óvulo, también puede ser
el día de mañana un premio Nobel o un zafio. Y él
sin saberlo.
– ¡La naturaleza es un misterio! –dije, admirado de
la reflexión de mi primo.
736. –Tenía tal capacidad de decisión, tal caletre,
que la mayoría de las veces optaba por permanecer
a la expectativa.
738. –Es un hombre extraño. Al mal tiempo siempre
le pone mala cara –dijo mi primo.
–Sí, excesivamente coherente –comentó un
fisioterapeuta que también le conocía.
248
739. –La tertulia filosófico-vinícola estaba esa
noche a rebosar. Mi primo tomó la palabra:
–Hoy vamos a referirnos, como tema esencial, al
tiempo.
–Los tertulianos preguntaron si era para
compartirlo, para perderlo o ganarlo, para
acomodarnos a él, para elegirlo mejor, para
capearlo….
–No. Hoy vamos a hablar del tiempo en la política
–respondió mi primo sobrio y comedido.
– ¡Primooo…! La idea fija de la política con
minúscula te tiene perturbado el ánimo –le grite
perdiendo los estribos.
–Te equivocas, primo. Con este enunciado me
refiero a la dimensión del tiempo que constituye
una variable significativa en el momento de
abordar la diversidad de formas en que se imagina
y se hace la política, conforme nos enseña Julieta
Quirós, en su trabajo “Sobre el tiempo en la
política…” (Universidad Nacional del Centro de la
provincia de Buenos Aires (Argentina) 2005.
–Se hizo un silencio tal que se oía en la distancia el
rumor del mar en calma. Aproveché para solicitar
otra ronde de vinos, presagiando que la noche se
nos haría larga.
740. –Primo ¿Cómo ha quedado España tras este
experimento político-circunflejo?
–Pringada hasta las cejas –le respondí.
249
741. –Era sábado y se celebraban las fiestas del
pueblo. Aquella noche el quiosco estaba a reventar
de un público alegre y bullanguero. A eso de las
doce de la noche se fue la luz y las noticias
recibidas sobre un transformador averiado
auguraban que su arreglo iba para largo. El dueño
del quiosco y su señora ordenaron a los camareros
que bloquearan las salidas para que nadie se fuese
sin pagar, mientras ellos buscaban velas.
Mi primo, se levantó y haciéndose oír, rogó a las
mujeres que fuesen discretas y tuviesen cuidado
para no quedar embarazadas.
– ¿A qué viene esa boutade? –le pregunté
asombrado.
–De salida de tono nada, cuestión de prudencia,
acuérdate del apagón de Nueva York –me
respondió. Yo ignoraba que aquel apagón dejó
bloqueados en los ascensores a cientos de miles
de neoyorkinos y por eso aumentó la natalidad. La
tertulia no dio mucho de sí y ya en la madrugada
observamos que nos habían desaparecido dos
botellas de rioja Gran Reserva y un paraguas.
742. –Se nos hizo de noche. Llovía a cántaros y los
relámpagos le abrían grietas al cielo. Las dificultades
para encontrar la salida se acrecentaron y con ellas
los nervios y el desánimo.
250
Alguien requirió calma y nos sentamos en círculo a
la espera de la alborada. Al rayar el día nos
mirábamos incrédulos y asombrados: ¡No habíamos
podido salir, porque nunca habíamos entrado!
Mi primo filosofó: –Ya suele ocurrir. Muchos se
mueren sin haber vivido.
251
743. –Regresábamos de nuestra tertulia filosóficovinícola pintando el alba, como tantos días, cuando
leímos el mensaje escrito en la pared del edificio:
Paco, tu madre es una santa, pero tú eres un hijo
de puta.
– ¿Una contradictio in terminis, primo?
–No creo, da la sensación que ambos se conocen.
Es un insulto muy concreto desconectado de la
madre del insultado, para destacar escuetamente
que el insultado es una mala persona –respondió.
744. –Después de robar salieron huyendo y se
dejaron las luces encendidas.
–No tienen consideración. Y lo malo es que si les
dices algo ten plantan cara –comentó mi primo.
745. –Se ha escapado de la cárcel de máxima
seguridad y con ésta son tres veces. Pienso que a
este Capo no hay quien le gane a fugas –reflexionó
mi primo al que se le veía alterado.
–Al que no hay quien le gane a fugas es a Johann
Sebastian Bach. Y no solo a fugas, también a
pasacalles y oberturas, acompañadas para más inri
de cantatas y fantasías; porque él no se escondía, lo
hacía todo a lo vivo.
746. –Tomábamos un copetín en un chiringuito de
playa mi primo y yo. La noche estrellada y tranquila
invitaba a la meditación y a la cordura. No muy lejos
una pareja retozaba sobre la arena, como cabritillos
en un prado verde.
– ¿Dónde irá el buey que no are? ¡Ay, ardorcillo de
verano! –Comentó mi primo nostálgico.
747. –Cuando saludo a alguno por la calle y me
cuenta sus achaques y lo que le duele, le doy
ánimo: –Piensa que nunca serás más joven que hoy,
así que aguanta. Y me invento padecimientos míos,
para su alivio.
–Primo, no olvides el refrán: Hablando de su duelo
encuentra el triste consuelo.
748. –Si tienes dudas resuélvelas cuanto antes. Si
aciertas te tendrás por sabio y si has errado podrás
rectificar a tiempo –le aconsejó mi primo con su
mejor buena voluntad.
El problema consistía en que aquel hombre no tenía
dudas, sino deudas y aquí mi primo poco podía
hacer ya que era uno más de la tertulia filosóficovinícola, afectado por las acciones preferentes.
749. –Era millonario y tan pecador que tenía
confesionario reservado y confesor propio.
252
750. –Primo, si estás entre necios no te hagas el
listo, porque te tomarán por tonto. ¿Cuántas veces
te lo he dicho?
751. –Superados los ochenta años se miró en el
espejo sin un pelo de tonto, con la cara de arrugas y
el contraste de unos ojos cada día más pequeños y
lacrimosos. Una vez más quedó fascinado, porque el
espejo era de los pocos en toda su vida que jamás lo
había engañado.
–Con los borrachos tampoco se ha llevado ningún
chasco –corroboró mi primo.
752. – ¿Cómo es que camina tan echado hacia
adelante?
–Es muy patriótico –respondió mi primo.
–Pero ¿qué clase de patriotismo, el español o el
periférico?
–Todos. Él concibe el patriotismo como una unidad
de destino según y cómo. Y tiene preparados
discursos básicos específicos para pronunciarlos
según donde se encuentre y convenga.
753. –Llevaba un reloj en la muñeca y en el
chaleco otro de bolsillo de tres capas heredado del
abuelo.
–Con la puntualidad bromas las justas –nos dijo al
presentarse.
253
–Éste, cuando le llegue la hora no podrá alegar
ignorancia –comentó el labriego por lo bajo.
754. –Está muy decepcionado –dijo mi primo al
verlo cruzar acongojado.
– ¿Es un viejo prematuro?
–Sí.
755. – ¿Primo, cuales son las valores o soportes
morales en los que te apoyas, en el desarrollo de tu
cotidianas actividades?
–Fundamentalmente son dos: La pereza, que me da
sosiego; el pensar que mañana será otro día me
relaja mucho. Y el olvido, pero no un olvido
generalizado, sino selectivo, referido siempre a
aquello que creo que no me conviene.
–La pereza, entendida como negligencia, tedio o
descuido en las cosas a que estamos obligados, no
puede considerarse un valor –comentó la joven y
gentil filósofa.
Y, esencialmente, sobre la ironía como burla fina y
disimulada, o figura retórica que consiste en dar a
entender lo contrario de lo que se dice, discurrió la
tertulia, en la que se puso de relieve la no
conveniencia de utilizarla en nuestras pláticas.
756. –Está muy deprimido. Se pasó media vida
cometiendo excesos para contarlos en la vejez –se
lo había oído decir al doctor Marañón– y ahora
254
nadie le cree –explicó mi primo que lo notó
desconsolado.
Felizmente esa noche nos acompañaba en la
tertulia filosófico-vinícola un biógrafo de Marañón y
tomó la palabra: –El doctor Marañón habló de los
excesos en la juventud para poder recordarlos en la
vejez, no para contarlos.
– ¡Dios mío! –clamó mi primo y salió corriendo para
advertir al infeliz de su grave equivocación.
757. –Primo, si tú niegas una cosa –ya sea corporal
o espiritual, natural o artificial, real o abstracta–
que encierra en sí un problema ¿Cómo puedes
solucionar ese problema?
–Es verdad, primo. Si niegas la mayor para de
contar.
–La joven y gentil filósofa que estaba a romper de
guapa esa noche, tomo la palabra para matizar el
aserto: –Se puede negar algo por error que es
grave; pero también por conveniencia mediante
una estratagema o engaño artificioso, lo cual es
peor. Y todos asentimos, yo el primero porque la
filósofa me agradaba un montón.
758. –Era tan honrado, tan íntegro en el obrar, que
desconfiaba de todo el mundo.
– ¿Desde siempre, primo?
–No, desde los tiempos que corren.
255
759. – ¿Primo, hay más políticos corruptos que
días?
–No, pero más que ollas tal vez sí. En cualquier
caso, todos los políticos están a la olla del sector
público.
–El político, en cuanto persona que interviene en las
cosas del gobierno y negocios del Estado,
Comunidad Autónoma o Municipio, está sujeto a
múltiples tentaciones; aún así, son más los íntegros
y honestos que los corruptos que tanta desazón y
escándalo causan –se vio obligado a matizar el
politólogo que nos acompañaba.
760. – ¿Por qué te has disculpado si todos hemos
visto que la falta la ha cometido él? Estás peor que
Jaimito asumiendo como suyo el pedo de la señora
marquesa –comenté a mi primo.
Me respondió con un proverbio: –Quien cubre una
falta, conquista amistad; quien la propala, desune a
los amigos.
761. –Sabía tanto de tan poco que en esos temas
nadie le ganaba.
762. –Cantaba muy bien y sus fans lo adoraban,
hasta que se arruinó económicamente al invertir en
acciones preferentes –explicó mi primo al verlo con
su boina capada y su chaqueta raída.
256
763. –Un sexólogo apuntó en la tertulia que la
libido había disminuido de manera drástica entre
los integrantes de determinados estamentos de la
sociedad debido a su especial estilo de vida, sin
especificar, ni dar más detalles.
–Las discordias y contrariedades entre personas
afines embarcadas en un proyecto común, acarrean
desarreglos del organismo y pretensiones
contenidas que repercuten negativamente en el
estado anímico y en el apetito sexual –apuntó el
psicólogo del grupo que nos acompañaba esa
noche.
No quisimos debatir, dado lo delicado del tema;
pero, sabiendo por donde podían ir los tiros,
quedamos muy preocupados.
764. –Si el Eclesiastés dice que de cada mil hombres
uno es bueno, como quiera que los políticos son
hombres, podemos concluir que de cada mil
políticos uno es bueno –dejó caer mi primo nada
más comenzar la tertulia.
–Es un silogismo correcto, pero todo dependerá de
la credibilidad que le demos a la primera premisa
–comentó un agnóstico que nos acompañaba.
–Yo le doy la máxima credibilidad al Eclesiastés,
pero no más importancia de la que pueda tener esa
afirmación. La idea de bueno puede ir unida a que
la persona tiene bondad, a que es agradable, a que
es bonachona o chocante. Cualidades todas que, se
tengan o no se tengan, pienso que no han de
257
afectar ni esencial ni gravemente a la circunstancia
o condición de un hombre dedicado a regir los
asuntos públicos –expuso el politólogo.
Y sobre eso versó la tertulia de la noche,
convencidos de que antes que nada el político ha de
ser honesto, eficaz, eficiente, y aplicarse con
nobleza, incluso con arte al gobierno de su pueblo.
765. –Rabrindanaz Tagore nos dejó dicho que el
hacha del leñador le pidió su mango al árbol y el
árbol se lo dio.
–También el político le pidió su voto al pueblo y el
pueblo se lo dio –comentó mi primo y todos
asentimos.
766. – ¿Qué opináis de Mingote? –pregunté en la
tertulia filosófico-vinícola.
– Todos coincidieron en las alabanzas, resaltando
tanto sus cualidades humanas como su humor
gráfico que ha reflejado los avatares de toda una
época. La nota de humor la dio un comerciante de
hilaturas bajito y anguloso, admirador de Mingote.
–A mí me agrada, sobremanera, del Mingote
humorista sus mujeres robustas y hermosas, que
me van –dijo.
767. –Primo, si dices una mentira, aunque cuele, el
mentiroso eres tú.
–Es natural.
– ¿Y si te falla esa mentira?
258
–Siempre, por si un caso, tengo preparada y a punto
una o dos verdades.
768. –La masturbación es la válvula de escape ante
la llamada de la carne, de quien no puede
encontrar mujer en un momento determinado.
–Primo, también hay masturbadores solitarios por
apetito desordenado y fantasioso de los deleites
carnales.
–Sí; pero son los más.
769. –Era tan listo que se hizo el tonto para no ir a
la mili, cuando hacía años que la habían abolido.
770. – ¡Libertad! ¡Pechos fuera! –clamó mi primo
eufórico, vencida la noche, y ante una concurrencia
femenina fuera de la normal que había impregnado
la tertulia de glamour y de un elevado nivel
intelectual.
–Su primo del alma, lo que ha querido decir es
libertinaje. Además, la frase pechos fuera de
incierto origen, desde luego, no es de su cosecha
–respondió una de las participantes, la más
prominente en las dos acepciones de la palabra.
771. –Llegó a la tertulia filosófico-vinícola con un
sudor que no era del día. Y eso no nos convino.
772. –Sigue pecando de manera obstinada y
obsesionante, pero siempre se arrepiente después
259
–comentó mi primo, que era vecino de escalera
del insumiso.
– ¿Podrá salvarse? – preguntó un tertuliano.
–Depende. Si el postrer instante de su vida
coincide con el último pecado, le esperaría el
fuego eterno, dado que sus pecados son siempre
mortales, según hemos oído; pero, si coinciden
arrepentimiento y muerte es seguro que se
salvaría –comentó un párroco de pueblo.
–El asunto hay que dejarlo en manos de Dios, dada
su complejidad. El arrepentimiento, en cuanto
pesar de haber pecado, es bueno; pero la
contumacia en el pecado nos alumbra la carencia
de un propósito de enmienda. ¿Dónde queda el
examen de conciencia? ¿Dónde el dolor de
corazón? Estos son principios que hay que tener
en cuenta, por ello toda precipitación nos abocaría
a resultados inciertos o no deseados. Dios nuestro
Señor, proveerá –así se expresó de manera precisa
el anciano teólogo ascético.
– ¿Pero, el Papa no ha dicho ahora que el infierno
no existe? ¡No entiendo nada! –Clamó el labriego.
El mutismo fue general, ante tema tan delicado.
773. –Si obrar mucho y poco hablar, cosa es de
alabar; si el silencio es oro; si en boca cerrada no
entran moscas; si quien comiendo callado no pierde
bocado; si comer y callar es acertar; si quien sirve y
calla premio aguarda; si más vale bien callar que
mal errar; si la paciencia calma al príncipe y la
260
lengua blanda quebranta los huesos, porqué no
hablas más bajo.
–Eso te digo yo, primo.
774. –Leía tan intensamente y lo asimilaba de tal
manera que siempre hablaba por boca de los
demás.
775. –Se ha de hacer todo tan sencillo como sea
posible, pero no más sencillo, nos dejó dicho Albert
Einstein.
– ¿Quieres decir que todo tiene un límite, primo?
–Sí.
776. –Organizamos un concurso de eructos y uno
que apenas conocíamos por no ser asiduo a la
tertulia filosófico-vinícola, nos ganó de calle.
Después supimos que el “nota” estaba
especializado en ese menester y modulaba los
eructos de tipo medio a placer. También supimos
que el otro “nota” que promovió el concurso era
compinche suyo con el que se repartió las
ganancias.
–Quizá estos eventos no tendrían que salir a la luz
por el desmerecimiento que encierran –comentó un
capador de puercos.
–Más por tontos que por cochinos –insistió mi
primo apesadumbrado.
261
777. –Quizá sea el hombre más soberbio del pueblo
y todo proviene de su exceso de humildad –nos
ilustró mi primo al verlo rendido en demasía,
sumiso y un tanto esquivo.
–Todos los excesos son malos, las mismas diarreas
estivales son consecuencia de excesos veraniegos
–añadió el labriego que se nos unía a la tertulia
entre riego y riego.
778. –Le llamaban el inconformista porque se
conformaba con nada, consciente de que muchos
imposibles son fruto de la ignorancia.
779. –Económicamente andaba muy justo, pero un
día una viga podrida cedió arrastrando consigo un
falso techo de una despensa del que se
desprendieron fajos de billetes que resultaron ser
libras esterlinas, seguramente guardados por sus
antepasados. Rehízo su fortuna pero volvió a
perderla y ahora anda en manos de psiquiatras con
sueños compulsivos sobre vigas podridas.
–La suerte propicia para unos y esquiva para otros
en ningún caso es emotiva –argumentó el psicólogo
que nos acompañaba en la tertulia filosóficovinícola.
– ¿Carece de sentimientos? –preguntó mi primo.
–Sí.
780. –Cuanta más memoria tienes más infeliz eres.
Y perdona.
262
– ¿Entonces, primo, la memoria en mi caso no es
una potencia del alma, sino el recuerdo de cosas
pasadas de carácter negativo?
–Así es. Y tienes que luchar contra eso viviendo el
presente en positivo y proyectándote hacia el
futuro enarbolando nuestras reluciérnagas como
bandera.
781. –El ilustre jurista español, terminó su
disertación en la Universidad de Harvard ante un
grupo de preclaros hispanistas con estas palabras:
– «Según se decía en la Ley 6ª del Código de
Justiniano, emperador de Roma, el domicilio está en
el lugar en que uno vive e intencionadamente
estableció el conjunto de sus cosas con ánimo de
permanecer allí.
Pues bien, el domicilio es inviolable, no se puede
tener acceso por la fuerza, y este derecho
fundamental viene consagrado por la Constitución
española, en su artículo 18.2».
Había sido invitado por la Universidad y aprovechó
para pasar unos días en Nueva York acompañado de
su señora esposa –según explicó mi primo, amigo
suyo desde la Facultad.
Al regresar a Barcelona la cerradura de su casa
había sido cambiada y con gente dentro no
pudieron entrar. A las reiteradas llamadas a la
puerta salió un joven con barba manifestando que
era “okupa”.
263
–«Si resulta ser suya la casa acuda a los tribunales y
allí dilucidaremos nuestros derechos; pero, por si no
lo sabe, éste es ahora nuestro hogar, inviolable,
según la Constitución» –eso les dijo.
En esto se oyó una voz femenina procedente del
interior de la casa:
–Churri, pregúntales donde han puesto la llave del
aparador para sacar el vidriado.
782. –Primo, ¿tú contemplas la posibilidad de
equivocarte?
–Nunca, primo. Lo que contemplo es la posibilidad
de acertar.
783. –No sabía dónde estaba y todos los caminos le
eran ajenos. Y eso que en el maletín llevaba ropa de
camino. En última instancia, optó por el camino real
y acertó.
– ¿Quieres decir, primo, que a poco saber camino
real?
–Así lo ha proclamado el pueblo.
784. –Si a poco saber sigues el camino real, no
saldrás de tu ignorancia.
– ¿Entonces, he de escrutar caminos nuevos en
busca de mi destino?
–Sí.
785. –Primo, ¿Tú crees en la cuadratura del círculo?
–Creo en la frase, como imposibilidad de algo
264
–respondí.
–Imposibilidad relativa, o por ahora –aclaró un
joven científico estructuralista que nos acompañaba
y que, ya es casualidad, trabajaba como becario en
la fórmula de la cuadratura.
786. –Siempre estaba deseando algo, hasta que un
día se concienció de que no lo conseguiría y
comenzó a sentirse bien.
787. –Era un maestro en decir cada palabra a su
tiempo, pero desde hace unos meses o le sobran
palabras o le falta tiempo, porque repite las
historias a destiempo.
–Puede ser cosa de la edad madura, argumentó mi
primo.
–Más bien de la edad avanzada, de la senectud
–arguyó la gentil y joven filósofa asidua a la tertulia
filosófico-vinícola.
788. –La historia es el testimonio de los tiempos, luz
de la verdad, vida de la memoria, maestra de la
vida, mensajera de la antigüedad –recitó mi primo,
rememorando un proverbio latino.
–Lástima que algunos políticos se adueñen de ella
para tergiversarla –argumentó el politólogo de la
reunión.
–La historia no es mecánica porque los hombres son
libres para transformarla nos dejó escrito Ernesto
265
Sábato –comentó un literato argentino que nos
acompañaba.
–Transformarla antes de ser representada, parece
difícil porque la historia es lo que es. Y
transformarla después de representada sería
falsearla –añadió nuestra gentil filósofa.
Y sobre tan sugestivo tema versó la tertulia de esa
noche que se nos hizo corta.
789. –Tenía fama de obediente porque le prohibían
cosas que ni había hecho, ni hacía, ni pensaba
hacer.
790. –Era tan estricto, tan escrupuloso, que cada
semana se confesaba de una violación; todo porque
le hacía el amor a su esposa por detrás cuando ésta
se hacía la dormida acostada de lado.
–Los hay excesivamente severos consigo mismo
–argumentó el sexólogo.
791. –El desánimo del electorado es tan grande que
los distintos Partidos están contratando flotillas de
autobuses para movilizar jubilados con el señuelo
de una visita guiada a la ciudad con bocadillo de
calamar incluido después del mitin.
–Se las saben todas; pero esto no es nuevo, primo,
aunque nunca como ahora.
792. –El asunto era tan verosímil que resultó ser
falso. ¡Ostras!
266
793. –El Tribunal Constitucional nos ha dejado dicho
en una sentencia que las formas son garantía de las
libertades. Y el Papa Benedicto XVI el 1 de mayo del
2011, durante la beatificación de Juan Pablo II, nos
ha dicho también que la verdad es garantía de la
libertad. ¿En qué quedamos? Aquí veo yo y
perdonen una notoria contradicción entre dos
instituciones del máximo rango en el campo del
Derecho y de la Religión.
–No hay tal contradicción porque el Tribunal
Constitucional se mueve en el ámbito del Derecho:
en los contenciosos el fondo del asunto es básico,
pero el procedimiento a seguir es también
esencial. El Papa se refería a la verdad moral, en
cuanto conformidad de lo que se dice con lo que
se piensa y esa verdad es, a su vez, garantía de las
libertades. No hay contradicción, sino similitud o
complementariedad –comentó un profesor de
Derecho Administrativo que nos acompañó esa
noche en la tertulia filosófico-vinícola.
–Por eso hay tantas veces en la vida que guardar
las formas –remachó el anciano teólogo ascético
recordando las reluciérnagas 453 y 776 de las que
tan conmovido quedó las noches de marras.
794. –Se me anudó la voz por una vehemente
pasión del ánimo –dijo mi primo al llegar a la
tertulia filosófico-vinícola.
267
–Me dejas atónito, creía que estos casos solo se
daban en el diccionario –le respondí.
795. –Las guerras son la válvula de escape del
exceso de población de las naciones –comentó un
tertuliano.
–No lo creo. La guerra es la lucha armada que
rompe la paz entre naciones por desavenencias o
fines muchas veces inconfesables –replicó un
politólogo que nos acompañaba.
Pero fue un historiador, presente en la tertulia
filosófico-vinícola, el que advirtió a mi primo que
quizá la expresión válvula de escape estaba mejor a
aplicada en esta otra afirmación: La inmigración es
la válvula de escape de la miseria de los pueblos.
Y sobre esa válvula de escape a la que tantas veces
habíamos recurrido para desahogarnos de una
tensión, de un trabajo excesivo o agotador o,
simplemente, para salir de la monotonía de la vida
diaria, transcurrió la tertulia filosófico-vinícola.
796. –Al comienzo de la tertulia alguien hizo
mención a los años cincuenta con cierta nostalgia y
mi primo puso el grito en el cielo.
–A los obreros se les explotaba sin contemplaciones
ni protestas de nadie. Y yo porque me masturbaba
con doce años ofendía a la Virgen, a mi madre y
estaba condenado al infierno eterno. Vulnerándose
conmigo, como de mayor supe, el principio de
proporcionalidad.
268
– ¿Y cuántas veces se masturbaba usted? –le
preguntó un experto en terapia ocupacional que
nos acompañaba.
–Tres veces por semana –respondió.
Y todos alabamos su vitalidad y sinceridad sin
ambages; incluso, su apetito sexual armónico, nada
desordenado.
797. –En tu trabajo procura ignorar las cosas,
porque si las conoces te haces responsable –nos
comentó un obrero especializado que había
trabajado toda su vida en el alambre.
798. –Esa mujer está de muy buen ver –comentó
un tertuliano.
–En cambio el marido está hecho un trapo –aclaró
otro vecino de su barrio.
–Ella parece esperar la viudez como agua de mayo
–añadió un tercero.
–Figuraciones suyas de persona mal pensada –le
espetó mi primo, sin perder las formas, pero un
poco molesto.
799. –La palabra firme de una persona honesta va a
misa. Y detrás de ella está lo necesario. En el
Ordenamiento de Alcalá ya se decía que de
cualquier manera que un hombre se obliga,
obligado queda –nos comentó un estudiante de
Derecho que, acabado el curso, se unió a la tertulia
filosófico-vinícola, lo cual nos plugo.
269
–No obstante, y dado los tiempos que corren, como
dice el refrán, en la boca miel y tinta y papel. Y,
desde luego, no pidas cuenta do no hay recibo
–replicó el maestrito de escuela.
Fue mi primo el que puso la guinda, precisando que
de cualquier manera que un hombre se obliga,
obligado queda, con la excepción de los políticos en
campaña electoral.
800. –Es tan devoto y religioso que lo han pillado
por ahí. Un policía disfrazado de cura lo confesó en
el cuartelillo –comentó mi primo al cruzárnoslo
esposado.
–O el hombre tiene poco caletre y el policía falta de
ética; o, lo que es más seguro, su primo habla de
vicio y se inventa las cosas –expuso un profesor de
derecho penal asombrado del comentario de mi
primo.
–Todos, sin exclusión, nos decantamos por esta
segunda hipótesis.
801. –Desobedezco porque soy libre –comentó mi
primo.
–Pues si usted es libre para desobedecer, séalo
también para responder de las consecuencias
negativas de esa desobediencia, porque el que obra
de una manera u otra en el ejercicio de su libertad
responde de sus actos –le espetó la joven y gentil
filósofa, cansada de las soflamas de mi querido
primo.
270
802. –Hablaba solo de lo que sabía, por eso estaba
siempre en silencio –sentenció mi primo al
comienzo de la tertulia sin referirse a nadie en
concreto.
–No siempre el silencio es una consecuencia de no
saber. Permanecer en silencio puede significar,
como locución adverbial, estar sin protestar, sin
quejarse o incluso sufriendo. Silencio es
simplemente abstención de hablar –manifestó el
gramático de la tertulia.
–El silencio puede ser también afirmativo. El que
calla otorga, sepa más o sepa menos. O una manera
de mostrar su pasividad la Administración no
respondiendo a nuestras peticiones –añadió un
jurista.
–El joven poeta se salió por la tangente y nos habló
del silencio de los bosques, de los claustros o de los
vastos arenales; incluso, del largo y sufrido silencio
de los familiares queridos allende de los mares.
¡Nunca el silencio dio tanto que hablar!
803. –Primo, ¿podemos decir que “casita blanca” es
diminutivo de “casa blanca”?
–Sabes que no. La casita blanca era el meublé
decano de Barcelona, tenía 43 habitaciones de
madera noble, en las que el ambiente era cálido y
lujoso, Y la discreción absoluta.
271
La Casa Blanca, situada en Washington, es la
residencia oficial y lugar de trabajo del presidente
de los Estados Unidos de América.
–Entonces, ambas coinciden solo en el color
blanco; pero se merecen un respeto cada una en lo
suyo.
–Así es.
804. –Tu amigo tiene un amigo, y el amigo de tu
amigo tiene otro amigo; por consiguiente sé
discreto –eso le comenté citando el Talmud.
–Quieres decir, primo, ¿que si yo cuento un chisme
a un amigo, el chisme puede dar la vuelta al
mundo?
–Exacto.
805. Le robaron las maletas en un peaje de la
autopista y el cabreo de los ladrones fue tremendo
–comentó mi primo.
– ¿Estaban vacías?
–No. Llenas a rebosar, pero de promesas.
– ¿El dueño era un candidato electoral?
–Sí. Y ha tenido que echar mano de las promesas de
hace cuatro años.
– ¡Menos mal!
806. –No ofrezcas lo imposible, Promete lo que
puedas.
–Primo, quieres decir que "a gracia de niño y canto
de pájaro, no convides a nadie".
272
–Exacto.
807. –En el coito entre marido y mujer, los
refinamientos deshonestos que el calor inicial
producen son, no solo incompatibles con la
decencia, sino perjudiciales para nuestras mujeres
–dijo mi primo.
–En efecto, hay peligro de caer en licencia y
desbordamiento en este punto, lo mismo que en el
trato ilegítimo –le respondí.
– ¿Cuando habla de licencia se refiere usted a
abusiva libertad de obrar? –preguntó una joven
señora de buen parecer que nos acompañaba.
–Así es. El matrimonio es un ayuntamiento
religioso y devoto. Por consiguiente, el placer que
con él se experimenta debe ser un placer
moderado, serio, unido a cierta severidad; debe ser
un goce prudente y al mismo tiempo mesurado.
– ¿Entonces, no podemos gritar ni jadear de gusto
en los orgasmos? –Volvió a preguntar la joven
señora un tanto alterada.
– ¡Por Dios! Con esa actitud, en el placer por
legítimo que fuese, se produciría un exceso e
intemperancia reprobables.
¿De dónde han salido este par de vetustos,
desusados? –gritaban algunos.
–Fue como tantas veces la gentil filósofa la que
llevó el agua al molino de la tertulia remansando
las aguas al manifestar: –Estos dos señores han
memorizado párrafos enteros de un ensayo de
273
Miguel de Montaigne, titulado DE LA MODERACIÓN,
escrito a mediados del siglo XVI y buscan la
provocación y el juego de contrastes con el
ambiente sexualmente desmadrada que vivimos
en la actualidad.
La situación se recondujo y muchos prometieron
leer al ilustre ensayista, llegando alguien a
recordar que nuestro Josep Pla tenía el libro de
ensayos de Montaigne permanentemente en su
mesilla de noche.
808. –Si ni hubiera tanto pobre seríamos más ricos
–dijo mi primo al ver acercarse al chiringuito un
pobre limosnero.
–Su primo es un rico nuevo, una persona que se ha
enriquecido bruscamente y que hace ostentación
de su dinero, y con frecuencia deja caer su incultura
y tosquedad –clamó, dándose a perros, el anciano
teólogo ascético.
Dado que mi primo debía al bodeguero el último
mes del vino suministrado para la tertulia
filosófico-vinícola, y le quedaban diez años de
hipoteca de su apartamento, coincidimos en que
mi primo de nuevo rico nada; más bien un
provocador nato.
809. No me fío de nadie pero de los que van por la
vida de graciosos, menos –eso nos dijo el graciosillo
de mi primo.
274
810. –Primo, dicen que el que casa con mujer bonita
camina con oro por tierra de salteadores. Yo me
arriesgaría, te lo digo con franqueza.
–Pruébalo, a tu edad en los viajes puedes conocer
mujeres interesantes –le dije al pobre para no
desanimarlo dada su edad, porque mientras hay
Imserso hay vida y esperanza.
811. –Yo creo en la otra vida y me figuro el Edén o
Paraíso como una inmensa Bodega, con una
excelente selección de los mejores vinos –razonó mi
primo nada más iniciarse en la primera copa.
–Borges se te adelantó. Él concebía el paraíso como
una inmensa Biblioteca –le expliqué.
–Tengo un gran respeto y admiración por Borges y
creo que podríamos llegar a un acuerdo: El Paraíso
sería una inmensa Bodega-Biblioteca, ya que un
buen vino y un buen libro no son incompatibles
–replicó. Y tuve que decirle que sí.
812. –Rectificar es de sabios, por eso hay tan pocos.
De aquí que haya decidido cometer imperfecciones,
errores o defectos en aquello que haga en lo
sucesivo, para inmediatamente rectificar –comentó
mi primo.
–Es más sabio el que no se equivoca que aquel que
equivocándose rectifica –expuso un lampista
respondiendo a la parida de mi primo y
sorprendiéndonos por su obviedad.
275
813. –La frase sospechosa, interceptada durante el
espionaje de que fuimos objeto en la tertulia por
una potencia extranjera, creó alarma por los
enigmas ocultos que podía encerrar en su escueto
texto y fue enviada con urgencia extrema a los
Analistas Especializados del Grupo Superior (AEGS).
276
La tonta le dice al tonto: ¿Tan pronto?
Después de arduo estudio por parte del Comité de
Inteligencia, se ha llegado a la conclusión de que
dicha frase no es una pregunta, sino un reproche.
Y que la tonta no es tan tonta –informó mi primo
nada más llegar a la tertulia procedente del Centro
Superior de la Defensa.
– ¡Menos mal, carajo! –clamó un contertulio.
814. –Llegó a la tertulia a primera hora, cuando
algunos compañeros todavía no se habían
incorporado. De mediana edad y modales
correctísimos se nos presentó rogándonos
autorización para asistir a la tertulia siquiera como
oyente. Le dimos nuestro beneplácito y nos
sorprendió el que nos dijera que era bastetano.
Fue un fabricante de tejidos de Tarrasa el que nos
sacó de dudas.
–Mi abuelo, ya fallecido, también era bastetano;
es decir, ciudadano de Baza, pueblo de la provincia
de Granada, la antigua Basti, capital de la
Bastetania, integrada por territorios de las
actuales provincias españolas de Granada, Jaén y
Almería. Y su población era hispánico prerromana.
Quedamos agradecidos de tan interesante
información. Y un arqueólogo, incorporado a la
tertulia mediada la explicación, nos habló de la
Dama de Baza.
–Es una escultura del siglo IV antes de Cristo
encontrada el año 1971 en el cerro Cepero de
Baza. Una gran señora sentada en su trono. Y
ayudándose de su ordenador portátil nos mostró
una fotografía, indicándonos que estaba
depositada en Madrid, en el Museo Arqueológico
Nacional.
–Una copia auténtica se encuentra también en
Baza –nos informó el bastetano. Todos nos
prometimos que en el primer viaje a Madrid o a
Baza visitaríamos tan distinguida Dama. El
bastetano nos insistió que no dejáramos de ver en
Baza, además de la Dama, la placeta de los
Moriscos, conocida por plaza de las tetas, donde
nació su abuelo. Y la plaza Mayor en la que se
ubica la Iglesia de la Encarnación, entre otros
lugares de interés.
Fue mi primo el que consideró a la egregia Dama
muy humana al observar que tenía en una mano
un pajarito vivo.
277
278
Dama de Baza
815. –Si odias a alguien sigue con esa aversión hacia
él y deseándole algún mal como añadido. Él vivirá
tranquilo y tú con tu reconcomio y adrenalina a
tope podrás morir odiándolo, en estado de
ansiedad moral.
816. –Era una mentira tan grande que rozaba la
verdad.
– ¿Quieres decir, primo, que cuando mayor es la
mentira es más creíble?
–Yo creo que sí.
817. « ¡Hágase la Luz! » –dijo el Señor. Y la luz fue
hecha. Lo que no se nos dijo es que las tarifas
eléctricas correrían de nuestra cuenta.
–Alabo tu inventiva, primo, pero hay un punto de
maldad en tu comentario, como si hicieses un
reproche a Dios. Y no es eso.
–Explícate –me dijo– porque solo era un punto de
partida para iniciar nuestras reflexiones filosóficovinícolas –reconoció.
–Fíjate en este proverbio ruso: “Dios da las nueces,
pero no las parte”.
Y en este otro sueco: “Dios le da una lombriz a cada
pájaro, pero no se la lleva hasta el nido”.
–Es verdad, primo. Aquí, la enseñanza está en que
Dios nos ayuda, pero nosotros tenemos que poner
de nuestra parte.
–Veo que lo has entendido.
818. –Era mendigo de profesión pero no le veíamos
pedir limosna.
279
– ¡Qué raro! –Clamó mi primo. Después supimos
que vivía de dos paradas de mendicación situadas
en la puerta de la Catedral y en la Boquería,
arrendadas a dos pordioseros del barrio.
819. –Desfallecido por la edad rompía los espejos
cuando le devolvían la imagen.
– ¿Los espejos no le tenían miramientos?
–No.
820. –Los tres enemigos del hombre son cuatro, a
saber: el mundo, el demonio, la carne y el Derecho
real que grava bienes inmuebles, conocido por
hipoteca.
–Los tres primeros también enemigos de la mujer,
mueren con nosotros, pero la hipoteca perdura en
el tiempo, más allá de la muerte; incluso una vez
entregado el inmueble por falta de pago –nos dijo
mi primo.
¡Terrible! –exclamaron afligidos dos hipotecados
octogenarios que nos acompañaban esa noche.
821. –En un debate político entre dos ilustres gana
el chapucero si no se altera y habla pausadamente
con una voz suave y controlada y la mirada
entumecida.
–Recuerdo un caso –apostilló mi primo.
280
822. –Como quiera que las cosas están sujetas a
mudanza, siguió el consejo que le dieron de darle
tiempo al tiempo.
– ¿Y qué pasó, primo?
–Que las cosas no mudaron y el tiempo se le vino
encima.
– ¡Madre santa!
823. –No os lo vais a creer, pero se divorciaron al
día siguiente de la boda por una vocal del alfabeto.
– ¿Por una vocal?
–Sí. Él le dijo antes del matrimonio que le gustaba
“peludo” y ella entendió “pelado”.
–Todas las gracietas tienen su momento y su lugar.
Estos chistecitos suyos de taberna no tienen cabida
en esta tertulia –comentó el sexólogo del grupo.
824. – Éste, ¿no era comunista? –comentó alguien
al verlo pasar con sombrero, jubón de paño y
bastón.
–Sí, pero le tocó la lotería y ahora tiene dietista
propio y mayordomo –respondió un sindicalista
liberado.
–Que yo sepa, la mudanza de conducta, de
propósito o de actitud no está penada o mal vista,
si no supone mal para terceros –comentó mi
primo.
–Ni tampoco el desarrollo o transformación de las
ideas o de las teorías –insistió un politólogo.
281
825. Le enseñaron que por el bautismo había
renunciado a Satanás, a sus pompas y malos
deseos. Y cuando veía a una mulatita calle abajo,
cimbreándose, sus deseos no eran buenos del todo,
pero afianzaba su fe en Dios, creador del Universo y
de aquella criatura.
–Pues eso le honra –dijo mi primo.
–Más que honrarlo la mulatita lo pone cachondo y
perdonen –argumentó el labriego que nos
acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola, esa
noche lluviosa que le ahorró el agua de riego.
826. –Ya sé que eres cordelero primo, pero si vas a
la casa de un ahorcado no hables de tu oficio. ¡No
provoques! ¿Cuántas veces te lo he dicho?
827. –Era tan gandul que tenía todo el tiempo del
mundo para no hacer nada. Barzoneaba a su antojo.
Y cuando iba a los sitios tenían que entrarlo;
incluso, el día que le dejaron en el sitio no opuso
resistencia.
–Los hay indolentes en exceso –fue el comentario
de mi primo.
828. – Se buscaba y se perdió antes de encontrarse.
Un banquero amigo de gran prestigio internacional
le aconsejó y propuso un “fondo de inversión
agresivo” allende de los mares con un interés del
15%.
282
– ¿Y ahí fue donde se perdió? –preguntó mi primo
intrigado.
–No, ahí fue donde lo encontraron pero ya perdido.
–Ahora sí, ahora lo entiendo –respondió mi primo
aliviado.
829. – ¿Y qué dijo el banquero al arruinar a su mejor
amigo con aquel “producto de altísimo interés”?
–Que la crisis económica había distorsionado el
sistema financiero con políticas macroeconómicas
desfavorables.
– ¿Entonces, la causa es ahora aquello que sigue
por virtud de un efecto?
–Según algunos próceres parece que sí. ¡Vete a
saber!
830. –Primo, al pensar en la reencarnación me echo
a temblar.
–Y yo también cuando reflexiono sobre la
resurrección de la carne y la vida perdurable. El día
que me muera quiero morirme para siempre y no
correr riesgos –le respondí.
831. –Fuimos a comer y mi primo solicitó de
segundo un entrecot a la pimienta, poco hecho.
Quedé sorprendido y le pregunté:
– ¿No eras vegetariano?
–Sí, desde la Constitución Española de 1978.
Déjame que te explique: El Art. 15 de la
Constitución dice que Todos tenemos derecho a la
283
vida… Fíjate bien, primo, dice “todos”, no hombres
y mujeres, no personas o seres humanos, sino
“todos”. Por tanto, deduje que los animales
también tenían derecho a la vida; así que, como
hombre de ley que soy, me hice vegetariano en
protesta por la diaria matanza de animales con
vulneración flagrante de la Constitución.
Pero he aquí que en la reciente Nueva Gramática de
la Lengua Española5, se dice que el artículo de la
Constitución mencionado “no impide matar
animales”. El que todos no se aplique aquí…a los
animales o a las plantas constituye un factor
lingüístico, no lógico, que permite restringir el
dominio de ciertos cuantificadores en español a los
seres humanos. La referencia me ha dejado
anonadado y entiendo en justicia que he quedado
liberado de mi vegetarianismo.
–Me agradó la noticia en su doble vertiente del
cambio de régimen de mi primo y su vuelta a la
carne de pelo y pluma y, sobre todo, de la aparición
de la Nueva Gramática de la Lengua Española, obra
extraordinaria e ingente en la que se trabajaba
desde hacía once años. Felicité a mi primo y brindé
a los postres por él y por la Nueva Gramática, con
una copa de cava catalán.
5
Nueva Gramática de la Lengua Española. Morfología y
Sintaxis I. Real Academia Española de la Lengua y Asociación
de Academias de la Lengua Española; página 1379, apartado
19.1g, Espasa Libros, S. L. U., 2009.
284
832. –Cambió sus problemas por los de un vecino
de escalera y salió perdiendo.
– ¡Para que aprenda!
833. –Primo, si te toman por el pito del sereno,
tómate tú también e irás acorde.
– ¡Es fácil decirlo!
834. –Los políticos son los únicos en este mundo
que tienen claro que dos y dos no son cuatro.
–Quieres decir, primo, ¿que dos de gastos no
equivalen o se corresponden con dos de ingresos?
Así es. Hasta el punto de que si se correspondiesen
la palabra déficit sobraba del diccionario, entendida
como la parte que falta para levantar las cargas del
Estado, Autonomías y Ayuntamientos, reunidas
todas las cantidades destinadas a cubrirlas.
– ¡No me digas más!
835. –Llegó cojeando a la tertulia filosófico-vinícola.
Según nos dijo había tropezado en un “déficit”.
–El país está lleno de socavones deficitarios
–comentó un afilador y paragüero que nos
acompañaba esa noche en la tertulia filosóficovinícola y que se había recorrido media España
afilando cuchillos arreglando paraguas y acortando
las colchonetas.
–Sí. La verdad que sí –respondimos.
285
836. –Creó una pequeña fabriquita con cinco
empleados y producía tinta azul, negra y roja para
plumas estilográficas.
– ¿Y cómo le fue, primo?
–Mal
837. –Era un incapaz rematado y, además, a su
falta de talento unía lo mal asesorado que estaba;
pero el infeliz no lo sabía y seguía gobernándonos.
–Nosotros decíamos: Se va a estrellar, se va a
estrellar, se va a estrellar... Hasta que nos
estrellamos.
838. –Ni en la juventud salud, ni en la vejez virtud.
–Primo, es al revés de lo que dices: Ni en la
juventud virtud, ni en la vejez salud. No tergiverses
la historia; sin perjuicio de que haya viejos verdes.
839. –Si estás afónico da ejemplo y te ahorras los
consejos.
840. –Hizo tantos favores que acabó en la Unidad
de Cuidados Intensivos.
– ¡Todos los excesos son malos, no me cansaré de
decirlo! –Clamó mi primo.
841. –La ventaja de ser piojo es el paisaje dilatado
que se contempla desde de la cabeza –dijo mi
primo.
286
–Con la ventaja de ir cambiando de punto de
observación; incluso de cambiar de cabeza en los
arrumacos –añadió el paisajista que nos
acompañaba, vencida la noche y los tintos de
verano.
842. –Se empeñó en trasladar la tertulia filosóficovinícola del chiringuito a una gasolinera, alegando
que se habían puesto de moda por su facilidad
para los contactos y según qué cosas. Nos
negamos en redondo. El tiempo nos dio la razón.
843. –Si tú ya muerto levantaras la cabeza y me
vieras premio nobel de literatura ¿Qué pensarías,
primo?
–En dos milagros, entendidos como hechos no
explicables por las leyes naturales y que se
atribuyen a intervención sobrenatural de origen
divino.
844. –Lavaba la ropa sucia en casa de los demás y
luego presumía de limpio y de decente. Y tampoco
es eso.
845. – ¿Qué elemento en común hay entre un no
nacido –en el sentido estricto de ni siquiera
concebido– y una persona fallecida?
–El vacío de la nada.
– ¿Quieres decir que si no hay nada antes de nacer,
tampoco hay nada después de la muerte?
287
–Dejo sin respuesta esa pregunta, para debatirla en
la tertulia filosófico-vinícola, porque necesitamos
más tiempo y más y mejor vino.
846. –Ya jubilado le dio por rememorar vivencias
negativas de su pasado y le venían a la mente,
compulsivas y sin control como moscas cojoneras.
–Si el infierno es otra cosa, lo prefiero a esto
–pensó.
–Ya nos lo dijo Antonio Machado –explicó mi primo:
¡Agrios caminos de la vida fea, que también os
doráis al sol poniente!
847. –Le odiaba tanto que decidió matarlo para lo
cual eligió un sicario infalible: el tiempo. Y
efectivamente el tiempo hizo su trabajo de modo
inexorable; aunque liquidó primero al que odiaba.
– ¿Entonces el odio mata? –preguntó mi primo.
848. –Caminábamos tú y yo una noche cualquiera
descalzos sobre la playa ¿Recuerdas? El mar estaba
tan apacible que las olas eran conatos de olas, con
un rumor de niño chico. La luna, tan socorrida,
estaba allí mirándose en el agua. Nosotros no
podíamos decirle que no.
–Mañana es hoy –dije.
–Sí. Y hoy es este momento, vivámoslo
–respondiste.
288
849. – ¡Ojo! Matar a alguien no tiene remedio.
¡Fuera bromas!
850. –Trabajó meses y meses con tesón inusitado,
en busca de una solución innovadora. Y cuando la
tuvo, estructuró un problema bien articulado de
manera que encajara sin fisuras en la solución
prevista.
Cuando lo explicaba en clase empezaba siempre por
el problema y alcanzó fama y posición –dijo mi
primo en la tertulia filosófico-vinícola, ante el
asombro de los presentes por tan inaudita noticia.
851. –Primo, ¿Crees que introduciendo a los malos
políticos en un crisol podríamos depurarlos, en el
sentido de purificarlos, dejándolos en el ser y
condición que deben tener según su calidad?
–Mejor fundirlos –manifestó un artesano fundidor
que nos acompañaba esa noche en la tertulia
filosófico-vinícola.
–Tampoco sería la panacea, porque todo depende
de la materia prima –apuntó un peón caminero
jubilado.
852. –Había pasado su tiempo en la alta mar de la
vida, navegando entre las olas de su existencia.
Ahora, al abrigo del malecón, ya jubiladito, veía
nacer las estrellas y morir el sol cada atardecer;
pero ya sereno, rozando la indolencia, sin ánimo de
inmiscuirse.
289
853. –Si tomas una decisión errónea no te quedes
parado, no te resignes. Échale la culpa a otro, a ser
posible a uno que esté de viaje, para ganar tiempo
–comentó mi primo al empezar la tertulia filosóficovinícola. Y la velada rica en casos prácticos propios y
ajenos, versó sobre la insidia, las zancadillas, las
asechanzas y, en general, las palabras o acciones
que envuelven mala intención.
854. –La luna es mujer, por eso se mira en el espejo
del agua.
–Primo, la frase rezuma lirismo, pero también un
cierto tufillo de machismo. La luna se pasa la
eternidad tejiendo y destejiendo su propia vida,
ahora estoy ahora no estoy, ahora crezco ahora
decrezco, sin un minuto de sosiego, jugando al
escondite en su inmutable gravitar. Se merece un
respeto –eso le dije por su bien.
855. –Primo, ante la crisis que estamos viviendo,
¿En algún momento te has visto en un mar de
confusiones?
–Sí, pero siempre por separado.
856. – ¿Cómo has visto al Presidente?
–Ayer estuve con él y lo vi cariacontecido.
– Ya no me ríen los chistes en la Junta –me dijo.
–Eso es que se han olido algo.
290
857. –Primo, lo bueno de trasnochar es que
amanece más temprano.
–Experiencia tienes para formular juicio tan
categórico.
858. –Dios le llamó por un camino pero él siguió
otro. ¡Tú no quieres creer que acertó!
–Seguro que Dios que lo conocía bien le provocó
para que tomara el camino bueno. ¿Los designios
de Dios son inescrutables?
–Vete a saber –comentó el labriego mirando al
cielo.
859. –Tuvo una suerte loca al elegir la mujer que
sería su esposa. La identificación en ideas y
sentimientos entre ambos fue tal que vivieron
felices toda la vida; incluso, el infeliz en el sentido
de buena persona, creyó hasta su muerte que eso
era lo normal.
860. –Había tantos funcionarios en aquel insigne
Ayuntamiento que faltaban mesas.
–Procurad alternaros los de confianza y los
interinos para dejar espacio sin crear alarma –fue
el consejo del Concejal Delegado de Mobiliario. Y
sobre el enchufismo y la escasez de mesas versó la
tertulia filosófico-vinícola de la noche.
291
861. –Un adulador siempre busca algo. Cuando
tropieces con uno, ni los buenos días, primo –eso
me dijo.
Y sobre la adulación y sus peligros transcurrió la
tertulia filosófico-vinícola de esa noche, en la que
proliferaron proverbios y frases célebres que
mostraban los riesgos de caer en las redes de los
aduladores. Y así el proverbio inglés “Cuando se
reúnen los aduladores, el demonio sale a comer”. O
la acertada frase de la Duquesa d’Abrantes, La
adulación es una moneda que empobrece al que la
recibe. O la no menos certera del poeta italiano
Arturo Graf, Hombre fácil a la adulación es hombre
indefenso.
862. –Primo, ¿entre democracia y aristocracia, tú
qué elijes?
– ¿Qué quieres que te diga? Si te refieres a esta
partitocracia que sufrimos, de profesionales
mediocres con currículos inventados, prefiero la
aristocracia de la sangre, con palacio y mayordomo.
863. –Primo, ¿Cómo ves tu futuro próximo?
–No pienso en él. En el evangelio de San Mateo se
dice: A cada día le basta su propia pena (6-34).
864. –Atracaron una entidad financiera desahuciada
y se llevaron dos máquinas Olivetti usadas, una
Remington y tres cajas de papel de calcar.
292
Los ciudadanos al conocer la cantidad y calidad del
material incautado, comprendieron la situación de
insolvencia de la entidad saqueada y la de los
propios atracadores.
865. –Primo, ¿qué es para ti ser pobre?
–Vivir como piojo en costura –respondió.
866. –La diferencia entre uno que trasnocha y otro
que madruga está en el saludo.
867. –Primo, estoy en un punto que ya no persigo
mis sueños –dijo muy afligido.
–Hay muchos así. Tienes que reforzar tus defensas
no solo para representar en tus fantasías sucesos o
imágenes, sino para poder afrontar la realidad con
un mínimo de garantía –le dije, preocupado.
868. –Si en vez de negar la crisis cuando ya
empezaba a estragar, se hubiera previsto su llegada
con la suficiente antelación, ¿No creen que
arbitrados los medios contra sus futuras y
gravísimas contingencias hubiéramos evitado el
caos de paro y miseria en que nos encontramos?
–preguntó el politólogo. Y todos guardamos un
discreto silencio, haciéndonos los suecos, porque
estaba entre nosotros un primo de la cuñada de
uno de los presidentes.
293
869. –Ha inventado un cuadrado sin ángulos y lo
han detenido.
– ¿De qué se le acusa?
–De subvertir el orden de las cosas.
–La cuadratura del círculo al revés –apuntó el
labriego.
294
870. – ¿Cómo es que cuando está delante su esposa
la llama “mi primerísima” y cuando no está se
refiere a ella como “mi contraria”?
–Porque es radioaficionado, primo.
– ¡Ah!
871. –El peso de los años no perdona y mi andar se
hace cansino y renqueante; mas, como hombre
cauto procuro mirar donde pongo los pies. Así y
todo ¡Tela!
872. –Que ningún lector de estas reluciérnagas,
piense que mi primo y yo somos unos borrachines
porque nos acompañamos de unos vasitos de buen
vino tinto durante las tertulias. No somos
abstemios, pero sabemos nuestros límites y los
respetamos. Es más, si alguna vez ha habido algún
exceso, porque somos humanos y nada de lo
humano nos es ajeno, no ha pasado nada, porque la
embriaguez no crea vicios, solo los pone en
evidencia, como nos enseñó Séneca.
–Es cierto, remachó mi primo, y dijo la frase en la
latín que recordaba de su época de seminarista:
Non facit ebrietas vitia, sed protrahit
873. –Yo paso de modas y esnobismos.
– ¿Qué quieres decir, primo?
–Que a mí me gusta tocar pelo.
– ¡Joder!
874. –Primo, el progreso es imparable. En nuestro
tiempo se decía: Fulano está liado con mengana.
Hoy se dice que tiene una relación.
–Es lo correcto. ¿Viste la mulatita que pasó hace
un momento?
–Sí. La que se cimbrea, la de siempre.
–Pues bien, yo con ella jamás tendría un lío; pero
una relación sí, estaría encantado.
875. –Era tan sufrido y abnegado que intentaba
sacar una pajuela del ojo de un amigo, teniendo él
una viga en el suyo.
–Si en vez de sacar la pajuela solo la viera, sin ver la
viga en el suyo, sería hipocresía según el evangelio,
primo.
876. –Renovó su instrumento de labor: un traje azul
marino de toda la vida. Era empleado de una
funeraria y su tarea consistía en entrar y sacar de la
Iglesia la caja con el difunto y repartir las esquelas.
295
Un muerto es un trabajo que hay que hacer –pensé,
recordando los versos del poeta canario Carlos
Pinto Grote.
877. –Primo, ¿Qué diferencia hay entre “mucho
hombre”, “muy hombre” y “todo un hombre”?
–Mucho hombre significa ser persona de gran
talento e instrucción o de gran habilidad.
–Muy hombre significa ser valiente y esforzado
–Todo un hombre significa tener destacadas
cualidades varoniles, como el valor, la firmeza y la
fuerza.
– ¿Lo has mirado en el diccionario?
–Sí.
878. –Primo, te veo haciendo vana ostentación,
afectado de una gravedad y pompa que no te
corresponde ni te hace justicia.
–Llevas parte de razón; aun así, no creas que gaste
mucha prosopopeya. Lo que ocurre es que ensayo
nuevas salidas en este estado de ruina en que nos
encontramos por si sorprendo a ingenuos e
incautos que siempre hay.
879. –Primo, si nos quitan el futbol este invierno,
¿qué será de nosotros con la que está cayendo?
–A veces todos los males vienen juntos, pero no
pensemos en eso, sería demasiado.
– ¿La divina Providencia proveerá?
–Seguro que sí.
296
880. –Tres mujeres, al responder a mi
requerimiento, me dijeron que no estaban
preparadas para el matrimonio. La vida es un
cúmulo de oportunidades perdidas –pensé.
–Primo, quizá no estuviste acertado al escoger.
Baltasar Gracián nos dejó dicho, ya lo hemos
recordado aquí, que vivir es saber elegir. Inténtalo
de nuevo –me aconsejó solícito. Y en eso estoy.
881. – ¿A ti te ha gustado dorar la píldora?
–Primo, yo durante años he dorado las píldoras, un
día sí y otro también; pero a mí ni me ha gustado
ni me ha dejado de gustar, las doraba y punto.
– ¿Trabajabas en la botica de tu tío Alejandro? –Sí.
882. –Primo, ¿Si tuvieras que elegir qué te gustaría
ser, un pobre hombre o un hombre pobre?
–Aunque ninguna de las dos opciones me cautivan
los sentidos prefiero ser un hombre pobre que no
tiene lo necesario para vivir, pero que con esfuerzo
y tesón puede superar su desdicha. Y no un pobre
hombre que es un hombre de cortos talentos e
instrucción, de poca habilidad y sin vigor ni
resolución. Superar esto cuesta más.
883. –Primo, ¿cómo llevas lo de la prosodia?
–Desatendida del todo, porque otras cuestiones de
actualidad me ocupan y preocupan. Si bien es
cierto, que hubo un tiempo en que el estudio de
297
los rasgos fónicos que afectan a unidades
inferiores al fonema me importaba sobremanera.
–Pues, no lo dejes primo, eso de los rasgos fónicos
parece interesante, más en un mundo tan prosaico
como el que nos ha tocado vivir.
884. –Primo, ¿tú conoces la Prima de Riesgo?
–No. Es más, ni siquiera conozco al señor Riesgo.
–Pues la primita está dando que hablar.
–Sí, la verdad que sí. ¡A ver en qué queda esto!
–A ver.
885. –El primer brote verde, reconocido y
comprobado en esta crisis que nos abruma, ha
venido de la mano de un ministro experimentado e
innovador. Ha exigido a sus funcionarios que las
diversas actas, informes, dictámenes y documentos
en general, se impriman a doble cara para ahorrar
papel.
886. –Era parte de un todo que nunca se encontró,
por lo que esa parte se consideraba un todo en sí
misma.
887. –Es amigo de todo el mundo –comentó mi
primo al verlo pasar.
–Mala cosa –contestó el manchego.
298
888. –El vino es enemigo acérrimo del secretismo,
así que ve al tanto –eso le dije a mi primo una
noche de excesos y confidencias.
889. –Primo, ¿Qué le dirías a los Presidentes para
darles ánimo tras sus ceses voluntarios?
–Les recordaría esta estrofa de la Epístola Moral a
Fabio, de Andrés Fernández de Andrada.
¿Qué es nuestra vida más que un breve día
do apenas sale el sol, cuando se pierde
en las tinieblas de la noche fría?
890. – ¿Porqué esa cara de tristeza y desánimo?
–Porque le han dado la medalla de oro al mérito
despilfarrador, en la modalidad de “aeropuertos y
rotondas”.
891. –Primo, ¿tú qué prefieres hacer la pelotilla o la
lisonja?
–Yo huyo del pelotillero y ni ejerzo, ni lo consiento.
Ahora bien, la lisonja en cuanto alabanza afectada,
para ganar la voluntad de alguien, ya es otra cosa y
con habilidad y mesura la suelo practicar con cierto
éxito.
– ¿Se puede decir que la gente es proclive a la
lisonja?
–Sí, como humanos que son. Fue la joven y gentil
filósofa la que nos sacó los colores bien sacados.
299
–Recordad lo que dijo Baltasar Gracián: es más fiera
la lisonja que el odio, pues éste señala defectos que
se pueden corregir, pero aquélla los disimula.
892. – ¿De qué ha tratado la última sesión del
Consejo que ha durado tanto?
–De recolocaciones y espulgo de archivos.
893. La tarea de las personas que vivimos en estos
tiempos cruciales no consiste únicamente en esperar
a los resultados y criticarlos; debemos aportar a
esta gran causa todo lo que podamos. Porque el
destino de la humanidad será el que,
verdaderamente, nos hayamos ganado y merecido.
–Todos quedamos admirados y sorprendidos de
juicio tan acertado y apropiado a los tiempos
convulsos y atormentados que vivíamos. Y la gentil
filósofa que nos acompañaba felicitó a mi primo
efusivamente.
–Eso no lo digo yo, lo dijo Albert Einstein el 4 de
septiembre de 1931 –comentó mi primo,
dejándonos fascinados.
894. –No quiso empezar y terminó enseguida.
895. – ¿Tú crees en la Alianza de Civilizaciones?
–Como programa vehicular de alcance planetario y
utópico, no. Yo creo en la unión de dos o más
naciones, gobiernos o personas que concurren a un
300
mismo fin, encaminado a mejorar la formación y
comportamiento de personas o grupos sociales.
– ¡Coño! Como diría nuestro Presidente del
Parlamento.
896. –Primo ¿Qué le pasa al chistoso que lleva un
ojo morado?
–Se encontró con un amigo en la plaza, se saludaron
y al despedirse le dijo: Dale recuerdos a tu esposa
de mis partes.
897. –Vencida la tertulia filosófico-vinícola, agotado
el vino y clareando el día, oímos un extraño jadeo y
observamos admirados que se trataba de un
neutrino. El anciano teólogo ascético que nos
acompañaba le reconvino con singular tacto.
–Pero, alma de Dios, ¿cómo se le ocurre correr a
esa velocidad? –le dijo.
En esto, el joven neutrino hizo un gesto como de
habérsele olvidado algo y dijo: Ahora vuelvo. No
tuvimos la sensación de que se hubiese movido; es
decir, que tardó más en expresar “ahora vuelvo”
que en ir y volver después de recorrer setecientos
mil kilómetros ida y vuelta.
–Ya sé que cuesta creerlo, pero es lo que hay
–comentó mi primo.
898. –Iba de fracaso en fracaso adquiriendo
experiencia.
301
899. –En la tertulia filosófico-vinícola de esa noche
nos acompañaba un gramático que mi primo nos
había presentado como un experto en la palabra
“soplar”, sobre la que había girado su tesis doctoral.
–No es lo mismo soplo que soplón –nos dijo– En
efecto, soplo es acción y efecto de soplar y soplón
es una persona que acusa en secreto, con astucia.
–Entonces,
un
apuntador
que
en
las
representaciones teatrales recuerda los textos a los
actores olvidadizos, viene a ser un soplón sin
malicia –nos dijo un actor de teatro que se unió a
nosotros y que había empezado su carrera como
apuntador.
–Exacto –afirmó el gramático, que siguió
ilustrándonos al poner de relieve el enroque del
diccionario de la RAE con las palabras soplo y
soplar, en el sentido de que va de una a otra sin
aclararnos nada, lo que viene a consistir en
introducir en la definición la palabra definida. Y así,
el diccionario dice: soplo, acción y efecto de soplar;
soplar, apartar con el soplo algo.
Hemos de acudir al diccionario de usos de María
Moliner para que nos diga que soplar es algo que
todos sabemos por la práctica: despedir aire por la
boca haciendo con los labios un conducto
redondeado.
Quedamos admirados, pero avanzada la noche y
cuando ya estábamos en otro tema mi primo, que
seguramente había olido algo, nos dijo: –Tampoco
es lo mismo soplar que soplarse.
302
–En efecto –dijo el gramático echándole un capote
para salvar la situación– soplar también se utiliza
con un pronombre reflexivo.
900. –Era tan desgraciado que si no llega a nacer le
hubiera tocado la lotería.
303
901. –Ahora resulta que no hay un mundo, sino
tantos mundos como personas.
– ¿Quieres decir, primo, que el mundo no es lo que
es, sino lo que somos?
–Exacto.
902. –Para que el poder no frene al poder es
preferible no dividirlo y que se mantenga absoluto.
–Primo, ¿quieres decir que de esa manera la
corrupción sería también absoluta y acabaríamos
antes?
–Se equivocan ustedes y se pasan de la raya con la
socarronería. Lo que hemos de hacer es potencial la
división de poderes. Si el legislativo, el judicial y el
ejecutivo actuaran con total independencia la
corrupción, si la hubiere, podría ser atajada con
éxito: Divide et vinces, divide y vencerás –así se
expresó el politólogo, avivando el debate y
convenciéndonos.
903. –Era tan valeroso que dudaba que hubiera
alguien más cobarde que él. Fue al psicólogo y lo
que consideraba cobardía resultó ser solo
prudencia. Para colmo, su señora hurgando en el
desván le encontró la cartilla militar donde, junto a
su filiación, decía: el valor se le supone. El cambio
fue tan grande que gustaba de provocar a la gente,
incluso se compró una navaja cabritera.
–Tampoco es eso, Pepe –le dijo la mujer.
304
904. – ¿Primo, coña es femenino de coño?
–No. coña significa guasa, burla disimulada. Y coño
–ese océano infinito de negrura– hasta donde mi
experiencia alcanza, es algo muy serio, que no
admite bromas.
–Gracias, primo. ¡Mira que tú has vivido!
905. –La lujuria es un pecado capital en cuanto uso
ilícito o apetito desordenado de los deleites
carnales; pero con la atenuante de ser fuente de
vida, no lo olvidemos –expuso mi primo, famoso
por su entrega a las delicias de la voluptuosidad.
–Creo que se equivoca, joven. La lujuria en cuanto
exceso y transgresión voluntaria, ni es ni merece ser
considerada fuente de nada. El milagro de la vida
está en el sexo mutuamente anhelado y compartido
entre un hombre y una mujer –replicó el sexólogo
que nos acompañaba.
906. –Primo, si el efugio es un recurso para sortear
una dificultad, ¿tú como lo ves?
–Pues como eso, como una salida, como una
evasión.
– ¿Y qué relación tiene con refugio, del que le
separa una letra?
–Quizá, el refugio sea el antídoto de un efugio
fracasado. El efugio ante una frustración se pone la
erre delante y se esconde.
907. –Corrupto o aire preguntó el Diputado del
Concejo con el puño cerrado.
–Corrupto, corrupto –le respondí. Y tú no quieres
creer que acerté y acepté –nos comentó mi primo
al comenzar la tertulia filosófico-vinícola de esa
noche.
–Aclárese, por favor, ya que no entiendo nada
–rogó el politólogo que nos acompañaba.
–Quiero decir que acerté la respuesta y acepté el
convoluto que se me ofreció para modificar el
sentido de la misma.
–Su primo quiere dárnosla con queso; de todas
maneras, algo falla en este país nuestro cuando un
corrupto cabe en el puño de una mano –apostilló
el labriego.
908. –Cuando el marido sorprendió a su mujer en la
cama con otro, sacó su pistola Star 9mm
"Parabellum", la amartilló y obligó al amante a salir
de la casa llevándose a la señora –explicó un
contertulio.
–El amante pagó un precio excesivo, pero le estuvo
bien empleado –remacho mi primo. Y sobre el tema
305
del principio de proporcionalidad versó, una vez
más, la tertulia filosófico-vinícola de esa noche.
909. –Era tan pobre que la crisis económica le
sorprendió ya arruinado, hasta el punto de que en
su casa solo estaban a una vela.
306
910. –Primo, ¿tú eres de los “de aquí y ahora”?
–No. Yo procuro proceder con reflexión y cautela y
no me dejo llevar por la impresión del momento.
Soy más bien de los “de hoy para mañana”.
911. – ¿Primo, qué diferencia hay entre el agua de
un pantano y el agua que brota de un manantial?
–La misma que hay entre un libro y el autor del
libro. El pantano y el libro cumplen su función de
contención de agua y saberes; pero las fuentes de
vida son el manantial y el autor –contestó.
912. – ¿Es tan sabio como dicen?
– Sí, en todos los pueblos que visita lo quieren
empadronar.
– ¿También es millonario, primo?
–También.
913. –Se le acercó para echarle un piropo a la
antigua usanza, llamándola añañuca. Y la bella
joven se molestó.
Un señor de edad que oyó el piropo se acercó a la
chica para explicarle que la añañuca es una planta
herbácea perenne, especie botánica de bellísimas
flores rosas o blancas.
–A mí las que más me agradan son la flores blancas
–respondió la joven dándole las gracias.
914. –Un nacionalista extremado es una persona
en permanente estado de insatisfacción.
915. –Primo, ¿El día a día erosiona?
–En verdad, lo que erosiona es el transcurso de los
días, ese paso ineludible del tiempo que nos aboca
a la senectud alejándonos de la madurez.
–Llevas razón, primo. Es cuando los miembros se
nos aflojan, la memoria se esfuma y los recuerdos
y anécdotas del pasado, que tanto gustábamos de
contar, repetir y exagerar, se borran para siempre
y empezamos a ser como una caserón vacío.
–Primo, no hay que ponerse dramático, por el
amor de Dios. Nos quedan reluciérnagas que vivir
y escribir y el vino es cada vez mejor vino. No nos
pongamos tristes que nos inundará el pesimismo
como en la reluciérnaga 613.
Fue un estanquero que había sido colillero en su
juventud, el que nos dijo, para levantarnos el
ánimo y resaltar el lado positivo de las cosas: –Yo
todavía saco polvo debajo del agua.
916. –Primo, ¿tú has pescado alguna vez en río
revuelto?
307
–Sí, una vez me aproveché de una confusión en
beneficio propio; pero después de la pesca me
quedó una inquietud, un pesar interno nada
agradable. Así que no pienso volver ni te lo
recomiendo como tutor tuyo.
– ¿Quieres decir que no es ético andar de un lado
para otro a ver lo que se pesca?
–No es ético.
917. –El Doctor en Ciencias de la Administración,
Néstor Braidot, nos explicó que la neurociencia
aplicada enseña que la experiencia no es lo que te
ocurre, sino lo que tú haces con lo que te ocurre.
–Ahora lo entiendo todo –dijo mi primo con
lágrimas en los ojos.
918. –Era la primera vez que llegaba a la tertulia
filosófico-vinícola y nos sorprendió a todos. De tez
morena, pelo negro ensortijado y andares cansinos,
mi primo le preguntó si era cantaor.
–No, si se refiere a cantante de flamenco porque no
tengo facultades; sin embargo, en mi dilatada vida
he cantado bastante. Durante la fiebre del bingo fui
de uno en otro y llegué a cantar muchos, sobre todo
líneas. Aunque fue en mi época de desenfreno y
delincuencia cuando más canté, pero eran cantes
bajo presión.
Mi primo observó que también le cantaban los
sobacos, pero no dijo nada y le sirvió una copita de
vino picado.
308
919. –Lo que más me agrada de los regalos que me
hace la familia es el envoltorio –dijo mi primo en la
tertulia filosófico-vinícola, a la que llegó con corbata
nueva y rezumando ironía. No se le veía
desanimado.
309
920. –Primo, ¿A ti te gustaría ser un hombre
respetable de clase media alta?
–A mí sí –respondió espontáneo y sencillo.
Quizá la infelicidad nazca de esto, de querer ser más
o distinto. De la disconformidad permanente, de ir
detrás de un fantasma que siempre se nos escapa
–pensé, tal vez equivocado.
921. –La multitud del auditorio reía a carcajada
tendida mientras una mujer joven lloraba a lágrima
viva. Todos pensaron que lloraba de risa. Y la cosa
quedó sin indagar.
922. –Se nos acabó el vino y en vez de triste lo
encontré radiante. ¡Qué raro!
–La sensación de bienestar que nota en su primo es
euforia, como resultado directo del vino consumido
y perdone –me aclaró el camarero por lo bajines.
923. –Era tan crédulo e infeliz, que creía que no se
podía vivir sin trabajar.
924. –La crisis económica abocó a los vecinos de
aquel bloque de apartamentos a establecer un
servicio de vigilancia, permanente y rotatorio, para
avisar de la llegada del casero.
925. – ¡Si no tienes pistola desenfunda y sea lo que
Dios quiera!
–Primo, tu proclama rezuma cierta desesperanza o
impaciencia, por no decir atrevimiento en el
sentido de lanzarte a realizar o decir algo sin
sentido o arriesgado –respondí.
–Quizá su primo haya querido, con otras palabras,
estimular a personas que se encuentren en
circunstancias corporales, anímicas o intelectuales
no apropiadas, a lanzarse a la palestra; en el
sentido de intervenir, darse a conocer, luchar, no
amedrentarse. Y esto lo encuentro positivo,
aunque su apreciado primo sea impredecible
–manifestó un ilustrado presente en la tertulia.
926. –Cuando me dijeron que mi abuela era virgen,
no supe que contestar –explicó mi primo sin venir a
cuento, tal vez para provocar. Y así fue.
–Veo una contradictio in terminis entre la palabra
abuela, en cuanto abuela tuya, y la palabra virgen,
referida a persona que no ha tenido relaciones
sexuales y conserva su virginidad –comentó el
filósofo.
–Es como hablar de frutos de una tierra que no ha
sido arada, ni cultivada. Forzoso es cavilar que a tu
310
abuela le pasaron el arado por encima –ese fue el
comentario del labriego, con una fuerza expresiva
que realzó la idea que expuso.
927. –Intenta lo imposible para luego poder
presumir de frustrado.
311
928. – ¿Primo explícame qué es una perogrullada?
–Es una verdad o certeza que, por notoriamente
sabida, es necedad o simpleza el decirla.
– ¿Podría considerarse una perogrullada decir: el
que caga descansa?
–Sí, pero es un dicho tosco o grosero impropio de
de ti. Los temas escatológicos, han de quedar al
margen de la tertulia filosófico-vinícola.
– ¿Me puedes poner un ejemplo de perogrullada?
– Sí, lo tenemos en la reluciérnaga 110: Mañana,
será ayer pasado mañana.
–Otro ejemplo.
–Me di cuenta de que estaba despierto porque no
dormía.
–Primo, me quedo con mi perogrullada. Y perdona.
–Vale, mañana será otro día, tuve que decirle. ¡Ya
tú ves!
929. –Circunstancias impredecibles e inevitables le
abocaron a la toma de una grave decisión
precipitada, a cara o cruz, de consecuencias en
principio desconocidas. La cosa salió bien en
beneficio del pueblo humilde que le mostró su
gratitud hasta con reverencias.
– ¡Infelices! Si supieran. –pensaba, tembloroso y
emocionado.
930. –El cuerpo se me descompuso que yo flipé.
312
931. –Lo perdonó de todo corazón esperando
encontrar la paz y el sosiego. Ocurrió lo contrario,
el regomeyo le reconcomía más que antes, hasta
que se dio cuenta que había perdonado al que no
era.
932. –Es cobardón, pero de cintura para abajo se
defiende –me dijo la mujer de mi primo.
–Dios le negó el valor, pero le dio unas buenas
piernas –le contesté circunspecto y diplomático.
Aunque en voz baja le dije que me alegraba por ella
¡Ya me dirás!
933
–Mi primo se lamentaba de no haber
detectado la crisis económica a tiempo.
–Gracián decía que caer en la cuenta tarde no sirve
de remedio sino de pesar –comentó una señora
literata que nos acompañaba.
–Más vale tarde que nunca –replicó el labriego
mirando al cielo, ya que hacía semanas que no
llovía.
934. –De joven logró salvarse, no sin esfuerzo, del
pecado y de cautiverio del demonio; pero, de mayor
cayó en la tentación de adquirir unas acciones
preferentes asesorado, eso sí, por profesional muy
preparado. Al volatilizarse las acciones y llegarle la
ruina se lamentaba de que aquel profesional de
corbata y de tan buenas maneras, se salvaría del
cautiverio del demonio, dado que el infierno ya no
existía. Y, además, los pecados iban baratos, por lo
muy devaluado que estaba todo.
935. –Practicaron el absentismo presencial y
salvaron a la empresa del desastre. Al no realizar las
tareas que tenían asignadas, los activos financieros
de la empresa no fueron trasvasados a Fondos de
Inversión americanos contaminados, y quedaron
incólumes.
–No hay mal que por bien no venga –argumentó mi
primo.
936. – ¿Qué tienes? Te encuentro roto.
–Tener no tengo nada, pero lo que tengo me está
matando –fue su respuesta.
–Seguro que es un daño moral –comentó mi primo
apesadumbrado como quedamos todos ante tan
expeditiva y dolorosa respuesta.
937. –Si se lo merece en justicia concédeselo
como si fuera una gracia tuya para que te lo
agradezca toda la vida.
313
–Primo, esto es lo que yo llamo carencia de valores
éticos.
–Sí, es cierto, porque deberíamos actuar a toda ley
–respondió.
938. –Si su estado de ánimo es tal que se le
presenta como posible lo que desea, es que no es
tan longevo.
–Primo, ¿Quieres decir que la esperanza no la
debemos de perder nunca?
–Tú lo has dicho.
939. –Vivía de rentas y aparentaba lo que no era.
Se dedicaba a encalabrinar a los vecinos y medio
pueblo estaba frustrado y depresivo al concebir las
falsas esperanzas que le inculcaba el que resultó
ser un mantenido.
– ¿Cuándo usted se refiere a un mantenido lo hace
en el sentido que se entiende por tal en Uruguay y
el Salvador? –preguntó el gramático que nos
acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola
–Sí señor. Como hombre que vive a expensas de
una mujer con la que mantiene relaciones sexuales
extramatrimoniales.
940. –El pino centenario se aguanta y vive en su
regia esbeltez de las potentes raíces que tiene
amagadas debajo de él.
314
–Primo, tú no hagas ostentación, ni alardees de
nada y vive como si tal cosa. El sedimento de tu
vasta cultura te sustenta –eso le dije.
–Nunca habla uno de sí sin perdida. Las propias
condenaciones quedan siempre acrecentadas y las
alabanzas descreídas –comentó la gentil filósofa,
citando a Miguel de Montaigne. Y todos quedamos
agradablemente sorprendidos de tan sensatas
reflexiones.
941. –La vimos pasar, treintañera, alta, rellenita,
plena de vida, loba, relinchona y sensata.
–Daría cualquier cosa por un despertar suyo –dijo
mi primo.
Y yo también y le hablaría al oído –le contesté.
942. –Se le ocurrió decir una verdad como un
templo y cuando se extendió la noticia por el
pueblo se armó la marimorena, fue algo
impresionante.
– ¡A quién se le ocurre en los tiempos que corren y
con la que está cayendo! –clamaba la gente.
–Yo pensaba que la verdad nos hacía libres, –gimió
el infeliz desde su refugio.
El anciano teólogo ascético que lo visitó para
reconfortarlo le dio la razón mencionándole a
Jesús como el autor de la frase: La verdad os hará
libres, Veritas liberabit vos (San Juan 8-32); pero,
ante la crisis de valores que nos atenaza, quizá
sería mejor limitarnos a vivir la verdad antes que
315
decirla, como también enseña Oscar Wilde –le
dijo. Y lo dejó algo más animado, según nos
comentó después en la tertulia filosófico-vinícola.
943. –Es tan gandul que le tienen que poner
lavativas para evitarle el esfuerzo –dejó caer mi
primo al observarlo caminar pandeado y tardo una
mañana agosteña de calor húmedo. Y no nos
agradó el inapropiado comentario.
944. –Cuando la vida le había negado todo, se
aferró a la muerte como su tabla de salvación.
–Quién sabe –pensó.
945. –Primo, dime una virtud de las que más
admires.
–La tolerancia, sin dudarlo; pero una tolerancia sin
adornos, sin oropeles.
– ¿Se puede decir que el perdonavidas no es un
hombre tolerante?
–Sí. El respeto a las ideas, creencias o prácticas de
los demás cuando son diferentes o contrarias a las
propias, es incompatible con la prepotencia del
perdonavidas, del baladrón que presume de lo que
no es y se jacta de valiente.
946. –No seas belicoso, primo, pero no aceptes la
paz a cualquier precio.
316
947. – ¿De qué le viene la popularidad al nuevo
Alcalde?
–Ha dictado un Bando obligando a los vecinos a
tirar de la cadena del retrete una sola vez cada tres
servicios. Con el agua ahorrada ha reverdecido los
parques y jardines del pueblo que estaban
mustios. Y con las residuales optimizadas ha
abonado los campos e invernaderos que han
doblado las cosechas –comentó el Secretario del
Ayuntamiento que esa noche nos acompañaba en
la tertulia filosófico-vinícola.
– ¿Y por qué le llaman “abridor de ventanas”?
–Porque la gente del pueblo tiene que dormir con
las ventanas abiertas.
948. –Es algo serio el tío. Utiliza la verdad como
coartada.
–Así cualquiera, arguyó mi primo.
949. –Era tan optimista que todo lo veía negro.
–Entonces era pesimista, primo.
–No, porque el negro era su color preferido
–respondió.
– ¡Caramba con su primo! –Clamó el anciano
teólogo ascético.
950. –Fue necesaria una reunión de expertos, para
dilucidar la naturaleza del asunto planteado.
Alguien apuntó que se trataba de una propensión,
de una tendencia; pero se descartó la idea porque
317
eso llevaría a un propósito, algo intangible,
incompatible con el hecho real que manejaban. Por
fin, el experto que no había argumentado hasta ese
momento dio en el clavo: –Se se trata del inicio de
una acción que se frustra antes de llegar a su
término.
– ¡Dios mío, estamos ante un conato de reforma!
–Clamaron al unísono, abrazados y jubilosos. Los
infelices en la vanagloria de su acierto no calibraron
las gravísimas consecuencias de su descubrimiento,
ya que si hubiesen estado ante una reforma
firmemente asentada se habría cambiado el curso
de los acontecimientos y, por tanto, de la historia
de un país abocado a la ruina.
951–Habían oído hablar tan bien del divorcio exprés
que decidieron casarse.
952. – ¿Es “el especulador”? –preguntó mi primo al
verlo pasar.
–Sí. Empezó como inversor, pero ahora especula –le
respondieron en la tertulia.
– ¿Y el que va a su lado?
–Es su experto en fundaciones con afán de lucro y
conseguidor de renombre muy bien relacionado en
el tráfico mercantil.
953. –Al llegar al chiringuito nos extrañó no ver
ningún tertuliano.
318
–Al caer la tarde se han ido todos a la orilla del mar
a gozar del escrúpulo –nos informó el camarero.
–No se haga el ignorante que conocemos su
verdadero currículo, no el que ha presentado a su
jefe –le espetó mi primo, algo molesto.
–No me hacía el tonto sino el gracioso, perdonen.
319
954. –Era tan habilidoso que miraba para atrás sin
volverse.
– ¿No sería el mismo de la reluciérnaga 305 que
barría de abajo hacia arriba?
–Quién sabe. Ha pasado tanto tiempo desde aquella
reluciérnaga –respondió nostálgico mi primo.
955. –Pedimos unas botellas de cava, para celebrar
un evento y el adlátere que acompañaba a mi primo
esa noche pidió que en su copa le pusieran unos
cubitos de hielo. Salió el dueño en persona y muy
amable le explicó que en su establecimiento no se
profanaba el cava dejándonos la botella dentro de
la cubitera. Gracias a Dios todo quedó en nada.
956. –El programa contable del ordenador ha
detectado un recibo del agua devuelto sin pagar
de la señora María de ochenta años, viuda desde
hace tres meses; el marido estaba en paro al
morir. Automáticamente el ordenador lo ha vuelto
a girar con recargo. No ha sido pagado y ha
quedado al descubierto, en fase de embargo y
corte de agua.
–Estos ordenadores y sus respectivos programas
de última generación que van solos, necesitarían
para alcanzar la excelencia ser más humanos.
–Arregle ese desvarío –manifestó el Alcalde del
pueblecito a la Secretaria del Ayuntamiento.
–Así se hará, señor. Qué sería de la ley y de la
justicia sin la equidad –pensó la joven funcionaria.
957. –Cuando supo que le quedaban unas horas de
vida, se lamentó porque solo le faltaban dos
mujeres en el pueblo con las que hacer el amor.
–El médico y enfermeras que lo atendían quedaron
atónitos ante esa manifestación tan sorprendente y
pensaron en un trastorno cerebral añadido. Fue el
amigo íntimo que le acompañaba el que lo aclaró
todo: –Es un hombre más bien tímido y recatado,
pero muy fantasioso. Desde joven ha hecho de la
masturbación su pan nuestro de cada día.
958. –Era un gato tan humanitario que cuando
veía a los ratoncillos rondinear por la buhardilla, se
hacía el dormido.
959. –Podríamos recitarle al presidente
dimisionario
la primera estrofa del Cántico Espiritual, de San
Juan de la Cruz, que dice:
¿A dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
320
Como el ciervo huiste,
Habiéndome herido;
Salí tras ti clamando, y eras ido.
–No. Si al adversario huidor se le tiende puente de
plata, un presidente elegido democráticamente que
dimite en el ejercicio de sus derechos, lo haya
hecho mal o regular, se merece un respeto que hay
que dárselo, con la presunción siempre de su buena
fe –comentó el anciano teólogo-ascético que nos
acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola una
vez más. Y a unos pocos nos interesó tal aserto
lleno de sentido común y consideración.
960. –Con el dinero que pensaba ganar en el juego
se fabricó un castillo de naipes.
961. –La cola daba vuelta a la manzana. En un
primer momento creíamos que estábamos ante
una Administración de lotería; pero resultó ser la
cola ante un zapatero remendón especializado en
hacer nuevos orificios a los cinturones como
consecuencia de la crisis económica.
–Es verdad, primo, yo también tengo que ir al
zapatero a que me apriete el mío, ya que tengo
que reducir los gastos del vino de la tertulia por
escasez de medios.
962. –Huele a vasija nueva, pero es largo de lengua
y utiliza los atajos –comentó mi primo al verlo
321
pasar. El sol trasponía el horizonte y los tertulianos
estaban por llegar, así que le dije haciéndome el
entendido: –Es muy profundo lo que has dicho,
quisiera que esta noche en la tertulia lo acabases
de explicitar.
963. –Todo no es bastante, para el que nada es
suficiente.
–Ya lo sé, primo, pero tú no te metas.
964. –Ese, ahí donde lo ves, caga mierda –dijo mi
primo.
– ¿A qué viene ese comentario tan destemplado y
escatológico? –le pregunté.
–De pequeño en la escuela se rendía fácilmente
–respondió.
965. –Estaban reunidos en el reservado de un
restaurante de más de un tenedor. Eran cuatro
hombres, tres de ellos corruptos consagrados,
quiero decir con experiencia, con pedigrí. El cuarto
era nuevo porque había tomado posesión de su
cargo esa misma mañana.
– ¿Pero, por dónde empiezo? – ¿Yo llego y qué?
–preguntaba el infeliz.
966. –Es una manifestación de ilustres cesantes
venidos de todo el país. La capital está
intransitable.
322
– ¿Han llegado en autocares con bocadillo pagado
y visita guiada? –preguntó mi primo
–No, unos en coche con chófer y algunos en
coches blindados. Los mejores restaurantes están
reservados y los hoteles a tope.
– ¿Qué reivindican?
– Reclaman una recolocación digna. Ahora mismo,
muchos barzonean.
967. –Ya en la amanecida, con el casquete del sol
enrojeciendo las nubes, levantamos la tertulia
filosófico-vinícola. A lo largo de ella, mi primo
mantuvo que el colorante de que habían hablado
era un azoico, porque poseía el grupo funcional azo
como cromóforo.
–Estaba convencido de que esta noche íbamos a
hablar del desgobierno y sus consecuencias
–comentó un bioquímico dedicado a la producción
de biopolímeros a partir de moléculas orgánicas
sencillas, al que se le veía desanimado porque el
tema de los azoicos no le interesaba especialmente.
La noche se nos hizo larga de palabras y
explicaciones.
968. –Había centrado su razón de ser en “el buen
vivir”, con una firmeza y tenacidad dignas de
elogio; sin embargo, las críticas le llovían
inmisericordes.
323
–Si la pobreza y el dolor anidaran en mí, las críticas
proseguirían contumaces, pero tal vez de otro
orden –pensaba resignado.
969. –Un problema, sea indeterminado o
determinado, como en este caso, ha de tener una o
varias soluciones; porque de no ser así no sería
problema. Sería una cosa irreal, una entelequia
–apostilló mi primo como réplica al comentario de
un contertulio referido a su vecino al que habían
pillado con la cuñada.
970. – ¿Este que viene de frente no es “el tente”?
–preguntó mi primo.
–Sí, en efecto.
– ¿Y de qué le viene el apodo?
–Es algo muy curioso, verás. Él iba por la vida de
prepotente y un día tropezó con la crisis
económica y se le desprendió el prepo; pero,
además, quedó grogui y caminaba tambaleándose.
La buena gente le decía: mantente, mantente. Y, lo
que son las cosas, le quedó el “tente”.
– ¡Se cuenta y no se cree! –comentó mi primo
971. –Si no sirvo para nada, menos podré servir
para todo –dijo mi primo desconcertado porque le
tenían de comodín en la empresa donde trabajaba.
–Tú sé voluntarioso –le dije.
324
972. –Se hace camino al andar nos dijo Machado,
pero la necesidad también abre caminos –comentó
mi primo al comienzo de la tertulia filosóficovinícola.
–Vita via est –nos dijo Cicerón y yo añado que la
vida es una incógnita que hay que despejar
viviéndola –añadió un octogenario que nos
acompañaba con su vasito de moscatel en la mano.
–Yo creo que la vida es un viaje de ida, sin retorno y
con un destino prefijado: el vacío de la nada. Sin
que quepa vuelta de hoja –puntualizó un agnóstico.
Y con esas interrogantes y ese estado de ánimo
agotamos el vino en un intento de hacer el camino
más llevadero al considerar que no todo tenía que
estar perdido, ni mucho menos.
973. –Si no sabes de qué va, opina. No te cuesta
ningún trabajo y si al replicarte te enteras de algo
que te pueda interesar juega tus cartas –le dijo mi
primo al verlo dubitativo y oneroso.
974. –El amor era tan grande que quiso grabarlo a
fuego en su conciencia. Cuando llegó el desamor el
mal ya estaba hecho.
– ¿Quieres decir, primo, que toda prudencia es
poca?
–Sí.
325
975. –Es un orador de prestigio reconocido, maneja
la oratoria como nadie y está especializado en
preguntadores.
–No entiendo, primo.
–Sí. Siempre está al cabo de la calle y conoce si el
que pregunta al final de su intervención, sabe o no
previamente la respuesta buscando su minuto de
gloria. –Ah.
976. –No basta con estar enamorado y que lo estén
de ti, es necesario cuidar y alimentar ese amor para
que crezca. No olvides este proverbio portugués: La
luna y el amor cuando no crecen disminuyen –eso le
dijo mi primo a la joven y gentil filósofa que nos
acompañaba esa noche en la tertulia filosóficovinícola y a la que apenas conocía, dejándola
confusa y a nosotros intranquilos.
977. –Soy más desgraciado que un huevo crudo
roto –comentó mi primo.
– ¿De gallina? –le pregunté.
–Sí –respondió. Y me dio pena, sin perjuicio de
admirar su concisión y fuerza expresiva.
978. –Le echaron de la política cuando ya se había
ido.
– ¿En venganza, primo?
–Sí.
326
979. no crecen disminuyen Tiene un Almacén lleno
de cosas superfluas pero compradas a muy buen
precio –comentó mi primo.
–Lo que no es necesario por ningún precio es barato
y menos en los tiempos que corren –aclaró el
labriego. Y todos asentimos.
327
980. –En la empresa los empleados no podían ver
al jefe por riguroso, dada su excesiva y escrupulosa
severidad. Y para colmo predicaba con el ejemplo.
981. –Era buena persona y bien plantado, pero tan
cachondo, en el sentido de dominado del apetito o
deleite sexual, que algunas mujeres le rehuían.
982. –La vida es dar vueltas y vueltas, hasta que te
mareas para siempre.
983. –Si no tienes argumentos o demostraciones
que aducir en apoyo de algo, búscate pretextos,
cháncharras o máncharras y los invocas para eludir
una obligación o disculpar una omisión –le dijo mi
primo al verlo confuso.
–Tú lo que quieres decir es que si no tengo razones
que me invente excusas.
– Eso.
984. –Tropezó con un rumor y escapó de milagro.
985. –Primo, si Protágoras dijo que Homo ómnium
rerum mensura est” (“El hombre es la medida de
todas las cosas”) ¿También de la corrupción?
–Claro.
– ¿Entonces, la corrupción no es un vicio, pecado o
delito predicable solamente de los políticos?
–Primo, hay hombres corruptos que no son
políticos y hay políticos que no son corruptos.
– ¿Al referirte a hombres te refieres a cada
hombre en concreto?
–Sí.
–Pues ahora lo entiendo todo. ¡Ya me parecía a
mí!
985. –Se encontró un sujetador en un recodo del
parque – ¡Las tetas tienen que estar cerca! –clamó
enfebrecido.
986. –Al comenzar la tertulia filosófico-vinícola un
señor que veíamos por primera vez en la tertulia,
tomó la palabra para decirnos: –Alquilo alargador
de pene para ocasiones únicas. Precio a convenir.
El silencio que sobrevino a esas palabras quedó
roto en la noche por las medidas palabras de mi
primo:
–Señor, esto no es un mercadillo de sexi-shop,
aquí filosofamos y profundizamos en el sentido del
obrar humano sobre la tierra, como hemos
reiterado hasta la saciedad.
328
–Me he equivocado de chiringuito, perdonen –dijo
el caballero cerrando su maletín y alejándose
impertérrito.
987. –Hay errores que no tienen plazo de
amortización –dije.
– ¿Se pagan toda la vida? –preguntó mi primo.
–Sí, le contesté. Y permaneció callado para no
hurgar en mi herida.
988. –Sale cada día a las cinco de la mañana camino
del trabajo con su carro sin ensebar los ejes, para
que chirríen y joder al vecindario. En el barrio le
llaman el malparido –advirtió mi primo.
989. –Casi todas las desgracias son verdad, escribió
Mariano José de Larra. Y ese “casi” me produce
desasosiego al pensar que puede haber falsas
desgracias –comentó mi primo al final de la tertulia.
990. –La caspa es la solidificación de los
pensamientos negativos, que afloran cuando el
cerebro está sobresaturado.
991. –Tiene pensamientos y dichos tan originales,
ideas tan inesperadas, que suelen invitarle a las
fiestas y saraos para animarlos dada su labia –dijo
mi primo al verlo.
Y de eso tratamos esa noche en la tertulia
filosófico-vinícola, con intervenciones brillantes:
329
sobre el ingenio y agudeza de la gente; sobre la
facultad del hombre para discurrir o inventar con
prontitud y facilidad. Y la chispa y talento de
algunos para ver y mostrar rápidamente el aspecto
gracioso de las cosas.
Yo sabía que mi primo se sirvió de una añagaza
para animar la tertulia porque el hombre al que
vimos pasar era mudo.
992. –Primo, fíjate en la b de estas dos palabras:
Tubo, parece que la b se escapa, se desliza
suavemente entre los labios. En cambio en Tumbo,
la misma b queda retenida unos segundos entre
los labios, como si no quisiera salir. ¡Qué extraño!
¿No?
–La b de tubo es fricativa, por la salida continua
del aire emitido. Y la b de tumbo es oclusiva
porque en el canal vocal produce un contacto que
interrumpe la salida del aire espirado. Estas
variantes que se dan en la pronunciación de un
mismo fonema, la b, según la posición que ocupan
en la palabra se denominan alófonos. ¿De
acuerdo, primo?
–Claro, totalmente, si te lo preguntaba por dar pie
a tu lucimiento. Es más, mi mujer es más fricativa
que oclusiva.
993. –Es tan prevenido que anda con bastón sin
necesitarlo –comentó mi primo.
330
–Las buenas gentes le ceden la preferencia en
cualquier situación; además, lleva una cuchilla
oculta en el bastón encajada en un muelle que se
activa al apretar un botón. Un día picó la nalga del
randa que quiso asaltarlo aprovechando su
aparente debilidad.
– ¡Es un hombre que vale por dos por lo prevenido
o precavido! –clamó un contertulio.
994. –Quiso llamar hijo de puta de manera sibilina a
su adversario político.
–Tu madre es tan puta como la mía –le dijo.
995. –Regresábamos de la tertulia filosóficovinícola, el cielo apuntaba cerrazón con sus nubes
negras y esa oscuridad grande que suele preceder
a las tempestades. Fue al torcer una esquina que
tropezamos con él. Era un efecto y en la penumbra
nos costaba identificarlo. Lo mismo podía ser un
efecto bancario, dada la crisis, que un efecto
público, colateral, especial o un efecto dominó.
–Tal vez sea ese tipo de efecto que surge por
virtud de una causa –auguró mi primo; pero
tampoco encontramos la causa y eso que dimos la
vuelta a la manzana varias veces, dada nuestra
obcecación unida a la incapacidad de comprender
lo que pasaba.
–Mejor será volver más tarde, cuando nuestro
estado anímico nos lo permita –comentó mi primo
compungido. Nunca volvimos.
331
996. –Confundió "mañana" con "ayer" y estaba
sorprendido de recordar tan nítidamente algo que
todavía no había sucedido.
997. – ¿Por qué tomas la sopa con tenedor?
–pregunté a mi primo.
–Para ver la reacción de la gente –respondió.
– ¿Y eso?
–Escribo un ensayo sobre la provocación de unos y
el pasotismo de otros.
998. Relumiérdaga. Dícese de la reluciérnaga
hedionda hecha por los primos fuera de la tertulia
filosófico-vinícola, sin sentido, ni gracia y, por tanto,
sin utilidad, ni cualidades que la hagan placentera e
instructiva.
999. –El hundimiento del ladrillo me mató. ¡Se
acabó lo que se daba! –dijo un señor consternado
de la mesa de al lado a su acompañante, en el
chiringuito donde también estábamos mi primo y yo
lo suficientemente cerca para oírlo.
–Lo que te mató y, peor todavía, lo que te arruinó,
fue no diversificar las fuentes de corrupción y mira
que te lo reiteré por activa y por pasiva –le
respondió airado y descompuesto el acompañante.
–Pusieron todos los huevos en el mismo cesto –dijo
mi primo por lo bajines.
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–Dios no aprieta pero ahoga –comentó el camarero,
que también estaba en la pomada, haciendo su
gracieta de turno.
1001.
1002. – ¿Por qué han escrito estas reluciérnagas
usted y su primo? –nos preguntó muy comedido y
respetuoso aquel señor.
–Porque nos complace al producirnos una
sensación agradable, incluso un disfrute espiritual
–le contestamos.
–Tal vez podrían solo “vivirlas”, sin plasmarlas en el
papel. El placer para ustedes sería el mismo y a
nosotros nos evitarían el dolor de leerlas –eso nos
dijo y nos sentó como una pedrada en un ojo.
1003. –Sus reluciérnagas -y perdonen-, son de leer
y tirar, para que una te caiga en gracia las otras te
aporrean –eso nos dijo sereno e inmisericorde otro
tertuliano y a mi primo le dio un ataque de
ansiedad.
–Ha venido a todas las tertulias filosófico-vinícolas,
podía haberlo dicho antes y nos hubiéramos
ahorrado el vino –comentó mi primo compungido.
1004. –Primo, abre el ojo que la gente no es tonta y
acabarán notando que tú y yo somos el mismo y
nos van a meter las cabras en el corral.
–Sí, dejémoslo –le contesté
333
1005. –A la clausura de nuestra tertulia filosóficovinícola acudieron aquella noche más de quinientas
personas, entre indignados, filósofos y vinícolas;
más vinícolas que filósofos. Llegaron a porrillo,
aquello fue un pandemónium, hasta el punto de
que mi primo de forma diplomática tuvo que
decirles aquello de: –Aquí sobran los que no hacen
falta.
1006. –Lo que más me conmueve, primo, es
retirarme de la obra acabada y del renombre
conseguido con nuestras reluciérnagas y nuestra
tertulia filosófico-vinícola.
–Es ley del cielo, según nos enseña Confucio.
Permaneceremos escondidos unos días y después
pediremos el indulto. Sea lo que Dios quiera.
1007. –Terminada la última tertulia filosóficovinícola permanecí solo mirando la raya del
horizonte, hasta ver despuntar el día y el cielo
vetearse de franjas rojas. Con las primeras luces
recogí las botellas vacías y las deposité en el
contenedor del vidrio. Regresé a casa sin prisa,
pensaba en ella y me preguntaba dónde estaría
porque nunca supe encontrarla.
El ruido que creí oír de los vidrios al romperse en el
fondo del contenedor, más me parecieron los
sollozos de mi amada cuyas muestras de aflicción
presagiaban estar al límite de su desesperanza. Es
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por eso que la busqué con la vehemencia de mi
afecto, rememorando los versos de Rosalía de
Castro que buscaba también su felicidad:
En los ecos del órgano o en el rumor del viento / en
el fulgor de un astro o en la gota de lluvia, /te
adivinaba en todo y en todo te buscaba, / sin
encontrarte nunca…
Me acordé de Pablo Neruda: Puedo escribir los
versos más tristes esta noche. /Pensar que no la
tengo. Sentir que la he perdido.
Llegué a casa con el estado del ánimo esperanzado
y la firme voluntad de perseverar.
1008. –Pasaron unas semanas y no lograba
quitármela del pensamiento, me refiero a la joven y
gentil filósofa que tantas veces nos había
acompañado en la tertulia filosófico-vinícola. Así
que decidí llamarla por teléfono.
– ¿Podríamos vernos? –le pregunté.
–Lo estoy deseando –respondió.
1009. –Un amigo, también gracioso como yo, me
invitó a comer a su casa y de primero me puso un
plato de reluciérnagas fritas.
–Me está bien empleado –pensé.
Luis Chacón Ortega
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Sólo una rosa sobre un campo verde
Aroma de silencio que trasciende
Más allá de la vida y de las cosas
Luis Chacón Ortega

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