reluciérnagas 2012
Transcripción
reluciérnagas 2012
1 RELUCIÉRNAGAS La palabra reluciérnaga viene del ensamblaje de dos palabras: RELU y LUCIÉRNAGA. –RELU es el diminutivo de Reluciente, apodo del protagonista de la novela El huerto de las mariposas. –LUCIÉRNAGA es un insecto coleóptero de color amarillo parduzco o pardusco (que de las dos maneras se escribe), de algo más de un centímetro de largo, que despide una luz fosforescente, como todos sabemos. Con las reluciérnagas se pretenden frases, comentarios, anécdotas o historietas que expongan juicios o consideraciones sobre algo o alguien y sugieran un atisbo de ocurrencia, un destello, una agudeza o un pormenor sin mayores pretensiones; incluso una parida. Por ejemplo, si a nuestra imaginación le sobreviene una idea inesperada, un pensamiento, un dicho original o no, lo transcribimos enseguida al papel y lo hacemos pasar por una reluciérnaga. No es necesario que el pensamiento sea brillante o agudo, basta con que nosotros lo creamos. Abundan las contradicciones y si llueve y hace frío decimos que hace sol para darte ánimo. Y si hace sol decimos que llueve para bajarte los humos. En ocasiones transcribimos consejas y vivencias de nuestra niñez, o eso creemos mi primo y yo; pero si no es así estamos dispuestos a rectificar. Por ejemplo, la viejecita en cuclillas que avivaba el fuego el primer día de la matanza del cerdo a mediados del siglo XX, estoy convencido que se trataba de mi abuela materna; pero mi primo dice que era la suya y en esa disyuntiva convivimos. A veces manifiesto mi pensamiento después de ardua cavilación, para provocar en mi primo una pregunta o una respuesta enriquecedora; por ejemplo, yo explico: Un canto rodado es una piedra con experiencia. Y él me pregunta: –Primo, ¿quieres decir una piedra baqueteada? –Exacto –le respondo. Y así vamos. 2 Con frecuencia, aparecen las reluciérnagas peladas y mondadas, huérfanas de florituras, presentadas como un dicho grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad. O eso tenemos por cierto nosotros, tal vez porque extractamos o resumimos lo esencial del asunto o materia tratada en la tertulia filosófico-vinícola; ejemplo: La entró fuera para evitar un pleonasmo. En alguna oportunidad, al dar a entender lo contrario de lo que decimos, hemos hecho de la ironía nuestro caballo de batalla. Y así: La disputa acabó sin sangre; pero ahora, primo, dicen que la culpa fue nuestra por no echar leña al fuego. Nos hemos atrevido a intercalar entre las reluciérnagas palabras inventadas por nosotros, modestia aparte, ya tú ves, a manera de expresión abreviada de una majadería o de una viveza del ingenio. No son palabras de Dios, ni de honor, ni de Rey, ni de matrimonio, ni palabras mágicas, ni picantes, ni santas, ni cruzadas, ni mayores, ni siquiera buenas palabras. Son palabras preñadas, en cuanto que incluyen en sí más sentido que el que manifiestan. Por ejemplo: 3 Gallaguirre: Conjunción de voluntades contrapuestas, en un destino político común. El neologismo lleva en su raíz el germen de la dificultad. Cornudista. Dícese del caballero que practica el desnudismo mientras a su señora esposa se la beneficia el barquero. Para desarrollar nuestra obra creamos una tertulia filosófico-vinícola, al estilo de la Fontana de Oro, Els Quatre Gats, el Café Colonial, el Cabaret Voltaire de Zúrich y tantos otros. Hablé con Josep Pla y me dijo que para que una tertulia exista y tenga una realidad es indispensable una fijeza, una continuidad, y ha de estar asegurada contra los riesgos atmosféricos y climatológicos, contra el frío y el calor, contra las posibles nieves y veleidades estivales. Y eso hicimos nosotros: nos reuníamos entre dos luces, en esa hora dubitativa en que ya no hay sol y están por llegar las estrellas. Y aguantábamos lo que el tema debatido sugería o el cuerpo podía y el vino disponible o bebido aconsejaba; porque, eso sí, una copita de buen vino siempre nos ha acompañado. Al principio, solos mi primo y yo mano a mano, aunque en ocasiones invitábamos o se añadían por las buenas filósofos, gramáticos, matemáticos, teólogos, geógrafos, politólogos, labriegos, algún músico y, en general, hombres y mujeres que nos aportaran algo, atraídos 4 por nuestra fama y también, todo hay que decirlo, por nuestro vino. Nos han visitado un castrador de puercos, una comadrona, un logopeda, una nefróloga, un afilador y paragüero, un colchonero, un sereno, un campanero, entre otros. No importaba que discreparan de nosotros o de nuestra doctrina; como yo le decía a mi primo: si tú no aprendes, aprenderán los que nos oigan o nos lean. He mencionado a mi primo y he de explicarme. Yo estaba más inspirado que nunca y en plena racha creadora cuando se ofreció a colaborar conmigo. Él no es tonto, pero no está bien de la cabeza y está mal que yo lo diga, pero es así; a mayor abundamiento, intercedieron su madre y la mía que son hermanas y tuve que decir que sí. Fue un acto altruista, pero solo a medias, porque mi primo me sirve de coartada y ya aprovecho para decirlo sin tapujos: si alguna reluciérnaga se pasa de la regla por fullera o tosca, esa la ha escrito mi primo. Ya dijo Friedrich Nietzsche que en las personas altruistas hay mucho egoísmo. Observarán, incluso, que muchas veces le dejo hablar para luego reconvenirlo y aclaro siempre que lo corrijo por su bien. Él ya lo sabe pero es un mensaje para el lector, a quien convierto así en mi cómplice. Que mi primo se regenera y llega a famoso, el mérito será suyo pero yo habré contribuido y el lector lo sabe; que no hace caso y se malogra, el lector es testigo que yo hice lo que 5 pude. Ya sé que los críticos literarios no son partidarios de que el narrador vaya dando explicaciones, como si los lectores fueran menores de edad, pero a veces no hay más remedio. De todas maneras, y haciendo nuestras la palabras de Voltaire, no tenemos el arte de ser claros para el que no quiera estar atento; así que abre el ojo y presta atención, no pienses en las musarañas. Si terminada la lectura una sola de las reluciérnagas te produjera complacencia, date por satisfecho, y si ninguna te produjera agrado seguro que eres de mal contentar; di que te han robado. Aun así, hago mías las palabras de don Miguel de Cervantes: desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir el orden de la naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y termino. Si algo no te acomoda o sí te acomoda, para el caso es lo mismo, nos remitimos a lo que dice Quevedo. Si te agradare y pareciere bien, agradécelo a lo poco que sabes, pues de tan mala cosa te contentas; y si te pareciere malo, culpa mi ignorancia en escribirlo y la tuya en esperar otra cosa de mí. 6 RELUCIÉRNAGAS 1. –Las faltas de ortografía que a veces se cuelan en nuestros relatos son duendecillos cabrones que se hacen presentes para tocarnos las pilotas. – ¿Qué os decía, amables lectores? 2. Los comensales mejoraron aquella sopa insípida llorando sobre ella. 3. –Los asturianos dicen que “Dios da gaitas a quien no puede soplar”. –Sorprendente es lo de Borges: Dios le dio los libros y la noche al nombrarlo Director de la Biblioteca Nacional de Argentina y quedar ciego –explicó mi primo, al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola, recordando los versos del admirable escritor: ………………………………………. De esta ciudad de libros hizo dueños a mis ojos sin luz, que solo pueden leer en la Biblioteca de los sueños. 4. –Prefiero más a un lujurioso que a un capado –comentó Elenita aquella noche en la tertulia filosófico-vinícola. Y parecía sincera. 5. –Es tan optimista que todo le parece poco –comentó mi primo. 7 –Si todo le parece poco, más bien le son de aplicación las cualidades de glotón o ambicioso; ya que optimista es aquella persona que propende a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable –argumentó un tertuliano estudiante de primero de filosofía. Y nos plugo su intervención. 8 6. Mi primo era tan buena persona que deseaba que alguien se cayera en plena calle para ayudarlo a levantarse. 7. –La masificación de funcionarios multiplica la nómina, pero no la eficacia. ¡A buena hora! –clamó mi primo. 8. –Un catedrático de historia medieval de la Princeton University tomó la palabra en la tertulia filosófico-vinícola para ilustrarnos: –Su primo, en la reluciérnaga anterior, ha hecho una especie de transmutación, en el sentido de mudar o convertir algo en otra cosa, referida a una frase que se decía en le Edad Media. Sabido es, que cuando en aquella época los ejércitos marchaban a la guerra, los oficiales se hacían acompañar de sus criados en el campo de batalla; de aquí que se dijera la célebre frase: Los criados en campaña multiplican la tropa, pero no su eficacia. Por eso me permito felicitar a su querido primo por esta asociación de ideas que nos permite poner sobre la mesa un tema de tanta actualidad en España como es el exceso de funcionarios de confianza en las Administraciones Públicas. Nos agradó sobremanera tan acertada disertación y abrimos un Gran Reserva de la Rioja Alta, para brindar por Estados Unidos de América. 9 9. –Primo, quisiera de ti, más que ingenioso, que tuvieras ingenio. – ¿Quieres decir, que tuviera habilidad para inventar cosas, antes que gracia para contarlas? –Exacto. 10. –Mi primo vivía en el dilema de los mandatos evangélicos: “No codiciarás la mujer de tu prójimo”; “Amaros los unos a los otros”. – «Todo sería más sencillo si no hubieran prójimos» –pensé. 11. Accioniscuitado. Pequeño accionista afligido en plena crisis económica, a la espera de un rebote de la Bolsa para enjugar pérdidas. 12. –Igual que el señor de Montaigne, yo tengo todo el dinero que deseo y, además, solo deseo lo que tengo. Esa es mi filosofía y perdonen –dijo mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. –En efecto, no es lo mismo tener todo lo que uno quiere, que querer todo lo que uno tiene. Aspiro a esto último que me permite vivir en un dulce acomodo y dejar la ambición para otros. Así que coincido contigo y con el señor de Montaigne, primo. 13. –La Junta de la Comunidad de propietarios donde vivía organizó, en la terraza de la finca, un campeonato de ajedrez y me tocó jugar con el número uno. Estuve diez minutos pensando la jugada y al final cogí su caballo y lo cambié de sitio donde me pareció. Dio un manotazo en el tablero, cayeron las fichas, se levantó y cuando se iba me dijo: ¡No hay madera! Perdió la partida por abandono. –No sabe perder, le dije al Jurado. –Eso nos explicó mi primo dejándonos atónitos y con materia para la tertulia. Se oyeron comentarios, desde “le estuvo bien empleado”, en plan de coña, hasta el más ajustado de “usted actuó como un taimado”. 14. –Caminaba con su andar calmoso y mi primo que lo conocía bien nos dijo: –Es tan impuntual que solo llega a tiempo donde le conviene. 15. –Al no tener sustancia cultivaba las apariencias, para dar el chasco con los buenos modos. Ignoraba que philosophum non facit barba –comentó mi primo. –La bella y gentil filósofa que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola nos ilustró con una cita de Nicolás Maquiavelo: –Hemos de procurar, “ir tras la 10 verdad efectiva de las cosas, más que tras sus apariencias”. 16. –El amor puede hacerse costumbre; incluso eterno. Pero la pasión, como la moda, solo está en boga durante algún tiempo –filosofó mi primo, resignado. –Por eso hay tantos hombres inconstantes en amores, que galantean a diversas mujeres. – ¿Te refieres a los mariposones? –primo. –Sí. 17. –Discurríamos y ordenábamos nuestras ideas. Reflexionábamos sobre cosas de la vida, llegando a conclusiones con las que nos enriquecíamos mutuamente. –Primo, donde esté la razón allí estaré yo –dijo balbuciente, ya en la amanecida, agotada la noche de tintos de todas las riberas. 18. –Si tienes miedo hazte el valiente. Siempre tendrás tiempo de correr. -Més val un cobard viu que un valent mort –porfió mi primo con un refrán catalán. 19. –Vivían en pareja, pero cada uno en su casa; aunque fornicaban en las dos. Según la casa, el seducido era el otro. 11 –Vivir en pareja y en casas separadas son acciones incompatibles –nos espetó el erudito de la tertulia filosófico-vinícola, chafándonos la gracieta. 20. –Que gane el menos tonto no es consuelo de listos –dijo mi primo al finalizar la tertulia, en el acabose de una noche insulsa. 21. – «Una mujer literata es un hombre fallido», nos dijo Charles Baudelaire y no estamos de acuerdo mi primo y yo, en absoluto, con el poeta y crítico francés. La mujer jamás ha sido eso. Transcurridos ciento cincuenta años, hemos de superar esta grave apreciación, así que decid con nosotros queridos partícipes de la tertulia filosófico-vinícola de esta noche: –Una mujer literata es una persona del sexo femenino versada en literatura. 22. –Cuanto más vivas, menos tiempo estarás muerto. Así que apúrate, primo –le dije al verlo desanimado, a la par que le brindaba una copita de un vino tinto de elegante y complejo aroma. 23. –Primo, ¿Tú recuerdas a algún político elevado a los altares? –No ¡Qué raro! Y eso que viven sacrificados y siempre buscando el interés de su querida Autonomía. 12 –El politólogo tomó la palabra para recordarnos que sí hubo un político santo: San Francisco de Borja. Fue mi primo el que discrepó con todo respeto. –En efecto, Francisco de Borja estuvo involucrado en la política sirviendo al emperador Carlos V y a su señora esposa, la emperatriz Isabel de Portugal; pero al morir ésta, Borja dijo aquella frase famosa: «No serviré más a señor que se me pueda morir» y dejó la política dedicándose a tener hijos, ocho nada menos, ganando así la santidad. Y esto ocurrió a mediado del siglo XVI. –Todos quedamos admirados de tan sugestivo tema y llegamos a la conclusión de que uno de los caminos de la santidad está en los hijos. Y más ahora que les alcanzan los cuarenta años en casa de los padres al calor del hogar y de la sopa boba. 24. –Hablar lo justo y a tiempo será lo correcto, pero no le veo la gracia –replicó mi primo aquella noche en la tertulia filosófico-vinícola, al pedirle moderación y que respetara los turnos. 25. –Sobrellevó en la vida tantas dificultades, que llegó exhausto a la muerte –nos comentó mi primo al saber de la defunción de aquel amigo. –La poetisa modernista nos recordó los versos de Manuel Machado, a modo de homenaje: Fatigas pero no tantas que a fuerza de muchos golpes 13 hasta el hierro se quebranta. 26. –Dios inventó el sueño para mitigar nuestros pesares –dije al comenzar las reflexiones filosóficovinícolas. –Si yo hubiese sido Dios, y que me perdone, hubiese suprimido los pesares y el sueño. Viviríamos más felices y más horas –comentó mi primo en un tono comedido y nada irrespetuoso. Lo cual nos agradó. 27. –Tengo tanto miedo a dejar preñada a mi mujer, que son más las veces que lo hago solo que con ella –eso dijo una noche de vino y exaltación de la amistad. –Primo, estas cosas son sagradas, y deben de quedar reservadas a la esfera espiritual e íntima de las personas; no está bien que los tertulianos sepan ahora que tú…, pues eso –le dije por su bien. 28. – ¿Qué diferencia hay entre un inteligente y un listo? –preguntó mi primo. –La inteligencia va unida a la capacidad de entender o comprender. El listo es la persona sagaz, avispada –le expliqué. –No acabo de entenderlo, primo, ponme un ejemplo. – ¿Recuerdas la joven y bella duquesa que aquella noche quiso seducirte disfrazada de doncella? –Sí, pero yo la calé enseguida y le paré los pies. 14 –Ves, primo, qué listo eres. 29. –La disciplina, como observancia de las leyes y ordenamientos de una profesión o instituto, es más severa en estamentos como la iglesia o el ejército –explicó el politólogo la noche de turno. –Yo creo que es así y lo confirmo, porque hice la milicia universitaria en Montejaque –dijo mi primo– y cuando era aspirante me presenté al sargento disciplinadamente: –A sus órdenes mi sargento, tengo una necesidad imperiosa de marchar unos días a la Villa y Puerto de Tazacorte, en la isla de La Palma, Canarias, para resolver una cuestión familiar –eso le dije. – ¿Es muy urgente? –me preguntó el sargento. –Sí muy urgente, le respondí. –Verá, soldado, es que si es muy urgente yo le doy una patada en el culo y llega volando. – ¿Qué le respondiste tú? –le pregunté. –Yo me cuadré y le dije: ¿Manda alguna cosa más mi sargento? –Pues eso demuestra un espíritu disciplinado a toda prueba –aseveró el politólogo. Y todos alabamos el sentido de disciplina de mi primo, que una vez más nos dejó pasmados. 30. –Con mi inadvertido y visible moco reseco en la nariz fui de aquí para allá, desde las primeras horas de la mañana hasta la caída de la tarde, platicando con unos y con otros en un trajín incesante. Nadie 15 me indicó nada, salvo un borracho en un bar. Llegué a una conclusión, primo: La verdad está en el vino. ¡In vino veritas! 31. –Estaba con ella una tarde triste junto a un mar en bonanza, cuando me dijo: «Yo te puedo quitar la gana, pero no la desgana, cariño». 32. –Un obrero cayó rebotado de la segunda planta de un andamio, con la suerte-desgracia de caer sobre mi primo que pasaba en ese instante por la acera. El obrero sobrevive, pero mi primo quedó con un hombro dislocado y una pierna rota. Lo visité en el Clínico. –Friedrich Nietzsche nos dejó dicho que «Lo que no mata fortalece». Ese pobre hombre se ha librado de la muerte y no me ha matado, pero yo no me siento fortalecido –eso dijo nada más verme. –Quise explicarle que siempre quedará la satisfacción de haber salvado una vida, el agradecimiento eterno de un afortunado. Y, sobre todo, quise hablarle del destino o hado, esa fuerza desconocida que se cree que obra sobre los hombres y los sucesos; pero se había quedado dormido. 33. – ¡Primero beber y después filosofar! –Soltó mi primo en la tertulia filosófico-vinícola, a la primera copa. 16 –No, primo. No tergiverses la historia. Primero vivir, después filosofar: primum vivere, deinde philosophari –declamé, dejando caer el latinajo para abundar en la profundidad de mi aserto. 34. –La desproporción entre medios y fines, se hizo patente al detener a un ladrón de tumbas y comprobar que solo coleccionaba flores secas y hojas de color vinagre. 35. –Lo tenía casi todo, pero sufría pensando que le faltaba lo demás. – ¿Era algo inconformista? –preguntó mi primo. –Da esa sensación –respondió el camarero. 36. – «Suele faltar grandeza en las horas bajas» –escribió la estupenda periodista Pilar Cernuda. –Primo, si pierden las elecciones y se esconden unos días, no lo pierden todo, porque ganan tiempo –eso dijo. 37. –Los cinco sentidos, a través de los cuales tiene lugar el proceso fisiológico de recepción y reconocimiento de sensaciones y estímulos, son siete, a saber: la vista, el oído, el tacto, el gusto, el olfato y el sexto sentido (The sixth sense), dirigida por M. Night Shyamalan y protagonizada por Bruce Willis. Y, por último, el sentido común que es el más común de todos, de ahí su nombre, como tú sabes, primo. 17 38. –Entre los inventos más importantes del mundo, como puedan ser la rueda, el arado, la sopa de ajo, la imprenta, la fotografía, el teléfono, la penicilina, la lámpara, el avión, el papel higiénico, Internet, el Ipad, etc., prevalece a juicio de los tertulianos filosófico-vinícolas, como el más importante de la creación, la unión de los sexos, ya que al asegurar la supervivencia garantiza la posibilidad de los demás inventos. 39. Chapapotear. Protestar de manera airada por la contaminación de las playas con la materia viscosa y pestilente proveniente del vertido de buques averiados. 40. –Mafioso, mamón, corrupto y chapero, se ejercitó en todos los vicios conocidos; pero en el postrer instante de su vida, oye, se arrepintió en confesión. –Por si acaso –pensó. 41. –Me han nombrado vocal de una Mesa electoral para el seculorum de las papeletas –me explicó. – ¡Hombre! Seculorum no tiene nada que ver con el procedimiento electoral, es un latinajo. ¿No te acuerdas, in secula seculorum? -argumenté. –Pues eso, In secula para meter las papeletas y Seculorum para sacarlas –me respondió. –Te equivocas, primo, –insistí. In secula seculorum, es una frase en latín que significa por los siglos de 18 los siglos. Se decía en las misas cuando se hacían en latín. Tú te refieres a introducir el voto secreto en una urna y a eso se llama insacular. –Entonces, a sacar las papeletas ¿cómo se llama? –Se dice escrutinio: se sacan, se clasifican, se cuentan y se levanta el acta correspondiente. Y si me apuras un poco, al hecho de extraer de la urna las papeletas que se han insaculado se denomina desinsacular. –Lo explicaban en el Parlamento y, por lo visto, lo he entendido mal. Gratias, primo –dijo 42. –Si tu tarea es limpiar tinajas en la fábrica azucarera, túmbate y te duermes en la primera tinaja que entres y cuando suene la sirena sales. Para trabajar siempre tendrás tiempo y estarás más descansado –nos comentó uno que sabía de qué iba la cosa. 43. –Primo, ¿qué te agradaría ser: “rico débil y acosado de males”, o “pobre sano y de robusta fuerza”? –En realidad, ninguno de los dos. Haría un híbrido con la riqueza de uno y las robustas fuerzas del otro. Eso sí, le daría al pobre sano trabajo bien remunerado para que cuidara del rico débil; así procuraría también por la salud de mi alma. Y todos contentos –le respondí circunspecto ante la importancia del asunto que no era agua de borrajas. 19 44. –Estudiar, estudias poco –le digo en tono amigable. –Soy muy distraído, primo, y deseo no saber las cosas, a saberlas mal, de mala manera, desacertada o contrariamente a lo que es debido –eso contestó, porque buenas palabras nunca le faltan. –Res, non verba (hechos, no palabras) –le repliqué. 45. –Buenos días –le dije. –Buenos días y buena hora –me respondió con una sonrisa, al cruzarnos en la calle Mayor. Me lo encontré más tarde en la cola del pan y sin querer le pisé el pie, justo encima de un callo infectado. – ¡Hijo de la gran puta! –me espetó sin miramiento a grito pelado. –Yo no contesté. – ¡Valiente si eres! –me soltó mi primo al salir, haciéndose el serio. –Fue un grito de dolor, más que un insulto. Incluso como provocación, plantarle cara hubiera sido engendrar violencia innecesaria –me vi obligado a explicarle. –Primo, bromeaba, pero te comprendo hasta el punto de que te recuerdo un proverbio de Salomón (17-6) que dice: El necio, al momento muestra su ira, el prudente disimula su afrenta. 20 46. –Más de una vez me han llamado tonto y puesto a serlo me agradaría ser “tonto de circo”, para hacer reír a los niños, a mandíbula batiente –comentó mi primo y me conmovió, porque tonto sí, pero con buenos sentimientos. 47. –Si el tiempo no existiera no lo perderíamos; incluso, nos ahorraríamos las esperas en algunas entidades financieras y oficinas públicas, mientras los empleados y funcionarios desayunan en amigable convivencia –comentó mi primo que venía de empadronarse. 48. – ¿Qué es tanta gente a la puerta del Ayuntamiento? –Pregunté a mi primo. –Son jornaleros que vienen a cobrar antes de que se ponga el sol. – ¿Y eso? –Lo dice el Deuteronomio (24,14): El mismo día le darás su salario, y no se ponga el sol sobre esta deuda, porque es un pobre y lo necesita. –Pero alguien tendrá que decirles a estos benditos que los Ayuntamientos no trabajan por la tarde y, además, que se han quedado in púribus. –Pero si no les pagan, los jornaleros pueden clamar contra los Ayuntamientos ante Yahvé y se cargarán de culpas por mal de sus pecados. –Lo que les faltaba a los Ayuntamientos. 21 – ¡Estos jornaleros, estos jornaleros! –Clamó un concejal presente en la tertulia y sensiblemente afectado. 49. –Salté la zanja y me caí. Cuando estaba en el suelo los viandantes me decían que no debía de haber saltado. 50. –Lo vimos pasar encorvado, agarrado a su bastón y mirando al suelo como el que busca dónde quedarse. –El camino que lleva el río hacia el mar no es un camino de rosas –comentó mi primo. ¿El mar es el morir? –pregunté. Sí. Ya lo cantó el poeta: Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir 51. –Primo, dudo luego existo. –No, la locución a que te refieres es: pienso, luego existo; o en latín: cogito ergo sum. Se atribuye al filósofo francés René Descartes que originalmente dijo: Je pense, donc je sui. –Bueno, primo, pero si yo, por ejemplo dudo de todo, en alguna medida existo, porque sino, no dudaría. –Primo, aquí hemos venido a filosofar no a tergiversar la historia. 22 –Perdona, primo, dudar es pensar y pensar es existir. Y con esto que digo no cuestiono ni tergiverso nada; de manera que dejemos la historia en paz. 52. –El amor es una tarea que si la terminas se acaba. – ¿Quieres decir, primo, que el amor, como sentimiento, es un continuo que se extiende sin interrupción? –Sí. Y en la reluciérnaga 976 seré más explícito, aunque para llegar a ella nos falta un gran trecho. 53. –Ocurrió en un control de eructemia. Al soltar el eructo de prueba, no solo se superaron los valores de referencia y la línea roja, sino que quedó averiado el eructómetro. – ¿Y qué fue del interfecto? –preguntó mi primo. –Sometido a terapia intensiva está estable, aunque ha de ser precavido porque la querencia le tira. Por eso, los días que come morcilla de cebolla o gambas al ajillo, no suele salir de casa –respondió el labriego cuñado suyo. 54. Ganar y perder son el anverso y reverso de una misma moneda que es la vida –eso nos comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola, a manera de provocación. –No es razonable enfocar la vida como una contraposición de pérdidas y ganancias, cara o cruz 23 de triunfos y derrotas –apuntó la joven y gentil filósofa. –La vida es un espacio de tiempo que hay que llenar de contenido, con una conducta honrosa, piedra de toque de una rectitud de ánimo que nos haga íntegros en el obrar, para hacer más llevadera esa unión del alma y el cuerpo –nos dijo el anciano teólogo ascético con su copita de Vega Sicilia en la mano. –Llenar ese espacio de tiempo cuesta un ojo de la cara. O, hablando en cristiano, ¡Dios y ayuda! –Remachó mi primo. Y casi todos asentimos. 55. –La ansiedad, como inquietud o zozobra de ánimo, le llevó donde no hubiera querido. – ¿Somos juguetes de nosotros mismos? –preguntó mi primo. –Somos lo que somos, juncos al viento anclados en la vida –respondió un pescador de caña. 56. –Entró en un establecimiento de venta de animales domésticos, era alta, morena, de unos treinta años y muy hermosa. –Quiero un perrito que no sea muy grande, joven y lamedor –dijo la señora dirigiéndose al dueño. Yo estaba en un rincón y pasaba inadvertido tras una columna. Al oír aquello me salió la vena de gracioso y empecé a ladrar: guau, guau, guau… Mi sorpresa vino cuando me di cuenta de que el dueño de la tienda también ladraba, guau, guau, guau. 24 Que gane el mejor –pensé. Pero, al percatarse de mis ladridos el dueño se dirigió hacia mí desde el mostrador y me dijo, a ojos vistas turbado: –Perdone, pero esta señora es mi esposa y suele gastarme estas bromas cuando entra en la tienda y no hay nadie. En esta circunstancia no advirtió su presencia. –No hay nada que perdonar. Yo, como su señora esposa, soy también de natural bromista. Mi esposa, sin ir más lejos, me llama “mi mamoncito” –le dije muy serio para salvar la situación, sabes. 57. Copularidad. Fama y aceptación sexual que mi primo tiene entre las mujeres del pueblo y perdonen. 58. Soñaba con ser mujer, morena de ojos grandes y sonrisa fácil; pero, en su carrera hacia el óvulo otro espermatozoide le ganó por la mano y quedó segundo. Destartalado y en la vorágine de su caída libre por la cañería del bidé que le llevaba inexorable al no ser de la nada, pensó que la vida no era justa o, cuando menos, las recompensas y puniciones establecidas eran desproporcionadas. 59. –Se conocieron el 23-F, día del golpe de Estado, al coincidir en el mismo escondite y desde entonces son amigos irreconciliables. 25 –Los pusilánimes sin valor ni espíritu no suelen avenirse –comentó un Sargento de Regulares. 60. –Primo, ¿Qué prefieres, economía de mercado o ingeniería financiera? –Si no te enfadas prefiero un cocido madrileño, hecho con garbanzos de castilla, pechuga de gallina o pollo, morcilla, chorizo, un trozo de tocino, repollo, cebolla, zanahoria y patatas pequeñas, regado con un buen vino tinto y comido a las cuatro de la tarde, para ahorrarme la cena. – ¿La situación no está para leches? –No. 61. –La lluvia solo es lluvia si cae. – ¿Quieres decir, primo, que la lluvia es acción? –Exacto. 62. – ¡Era un soñador! La gente lo admiraba; pero su viuda años más tarde confesó que su marido lo que había tenido eran pesadillas –explicó mi primo. 63. –Hablaba de la castidad con tal sentimiento y convicción que creíamos estar ante una monja. Cuando supimos que era puta vieja y que había hecho la carrera en la Gran Vía madrileña del “Chicote” al “Labra” y del “Labra” al “Chicote”, en los años sesenta. Quedamos admirados, le mantuvimos el respeto y la invitamos a nuestra 26 tertulia filosófico-vinícola, ya que era una experta en maridos incomprendidos. –Tu cara me es conocida –le dijo a mi primo en un aparte. 64. –Primo, quisiera ser tu biógrafo –me dijo al iniciar nuestra tertulia filosófico-vinícola. Lo miré a la cara por si bromeaba y lo vi serio, incluso apesadumbrado, como si presagiara en mí un final vital no deseado. Le dije, utilizando las sabias palabras de Sigmund Freud en carta a su amigo Arnold Zweig, en 1936:1 –Todo el que se mete a biógrafo adquiere un tácito compromiso a decir mentiras, a ocultar cosas, a ser hipócrita y adulador e incluso a esconder su propia falta de comprensión, pues la verdad biográfica jamás puede desvelarse del todo, y aunque esto se lograra, no habría posibilidad de emplear la información obtenida. – ¿La verdad es inalcanzable? –me preguntó. –Sí, le respondí. Toda biografía es una aproximación. 65. –La política es mi vida –decía el desventurado de mi primo; pero, anodino, sin carisma y de provincias, ¿qué porvenir le esperaba? Un amigo experto en asuntos de trepa, le sugirió: 1 Sigmund Freud. Epistolario. 1873/1939. Biblioteca Nueva 1963; Pág. 285. 27 –Introdúcete en lo que se llama “el aparato de un partido” y ahí podrás medrar. 66. –Es un hombre chapado a la antigua, dijo mi primo al verlo pasar en su rutinario recorrido por las calles del pueblo. – ¿En qué lo notas, primo? -Por el chaleco a cuadros y el reloj de bolsillo. –También hay un signo inequívoco: lleva un diente de oro. 67. –Primo, si tomas conciencia de que cada palo aguanta su vela, tú aguantarás la tuya y te evitarás sostener las de los demás y de que te lo agradezcan –le dije cansado de verlo de redentor, sufriendo siempre por los demás. –Tú lo que quieres decir es que cada sacristán doble por su difunto. –Exacto. Veo que me has entendido. 68. Convoluto. Provecho o dinero obtenido por un político o funcionario de un particular, con abuso de las atribuciones de su cargo. También se llama mordida, tres por ciento, unte, compensación… –Lo del nombre, aunque no es invento mío, es lo de menos –dijo mi primo. 69. –A una cierta edad, la soledad sobrevenida multiplica las carencias y los miedos. 28 70. –Primo, con el mayor respeto ¿El clítoris de la mujer es lo que, cuando éramos jóvenes, llamábamos pepitilla? –No dudo de la probidad y buena fe de su primo cofundador de esta tertulia, pero es una pregunta delicada y capciosa que tendría que haber sido hecha, en su caso, en la intimidad –alegó el sexólogo. –Estamos lejos de las nobles palabras de Santiago Ramón y Cajal: En las tertulias cultas satisfacemos nobles curiosidades; cambiamos ideas por ideas; corregimos juicios precipitados; hallamos consejo en los negocios arduos, estímulo para las buenas obras, consuelo en los sinsabores… –apostilló la joven y gentil filósofa visiblemente molesta. Y con razón. –Soy un enamorado de la tertulias, amor que me inculcó mi abuelo (q.e.d.), asiduo a la de “El Nuevo Café de Levante”, de la que fueron habituales los Machado, Rubén Darío, Romero de Torres, Valle Inclán y tantos otros que impulsaron el Modernismo, en lo que supuso de renovación estética del lenguaje. Es por ello, que disiento también del tertuliano de la pepitilla, por la falta de tacto en su comportamiento –añadió otro tertuliano de delicadas maneras, recién llegado a la nuestra. –Agradezco la corrección y el comedimiento mostrados por los tertulianos en su intervención. Les pido disculpas y retiro la pregunta –manifestó mi primo algo afectado. 29 –La tertulia giró en torno a los comportamientos indebidos en general, sin hacer sangre. Yo mismo, recriminé a mi primo, sin acritud, su proceder; aunque respondí con discreción a su pregunta, con un movimiento afirmativo de cabeza imperceptible para los demás. 30 71. –Eran tan felices en su noviazgo, tan mutuamente atentos y cariñosos, tan aseados y sorpresivos, que decidieron no casarse y mantener relaciones amorosas con fines matrimoniales indefinidamente, bailándose el agua el uno al otro. –Primo, seguro que fue para no tentar la suerte. –Seguro. 72. –Mi primo, de natural estólido, se acostumbró a decir que no y le dio por concurrir a Juntas, Asambleas, Cursos, Jornadas, Postgrados, Tertulias y lo que se terciase, para hacer valer sus discrepancias. ¡Cundió la alarma! 73. –Vaya perorata que ha soltado sobre la libertad que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra –clamó el politólogo, aprovechando que el interfecto había marchado a los lavabos, para hacer aguas mayores, según dijo. –La llevaba escrita, he visto como sacaba un papel y lo releía memorizándolo –comentó un chamarilero que nos acompañaba esa noche aprovechando que había venido a llevarse unos trastos viejo del chiringuito. –Solo ha dicho vaciedades –remachó un tertuliano. –Una cosa es la libertad de pensamiento y de obrar y otra decir hoy negro, mañana gris y pasado fulcir lo contrario –remachó mi primo. –Tiene derecho de manifestar, defender y propagar sus opiniones. Y nosotros de ratificárselas, matizárselas o refutárselas en la tertulia. Todo menos negarle el saludo –me vi obligado a intervenir. –El que disiente de nuestro parecer puede enseñarnos –intervino conciliadora la joven y gentil filósofa. 74. –Obrero en paro, heredó una fortuna de un tío suyo, indiano. Desde entonces trajeado visitaba los restaurantes de lujo, rehusaba la carta y les decía al Maître o al Sumiller: –Pónganme de lo que haya. Lo había aprendido del gaucho Don Segundo Sombra, que al entrar en la Fonda del Polo también decía lo mismo. –Ese fue el origen del llamado menú de degustación –interpretó mi primo. 75. –Llegó al Bar haciéndose el gracioso: –Eustaquio, ponme de tapa algo de lo que vayas a tirar mañana. 31 Y Eustaquio se lo puso. En Urgencias, horas más tarde, le detectaron una infección intestinal por bacterias del género Salmonella. 76. –El camino del poder nos lo señala la Ley, es una frase que nos enseña que el poder no se regala, se gana tras recorrer un camino no siempre fácil, jalonado por unos principios y unos postulados que nos marca la Ley –manifestó a la Asamblea de ilustres juristas democráticos, su presidente. – ¿De quién es tan rotunda afirmación? –preguntó uno. –De Hitler, Adolf Hitler, –contestó circunspecto el señor presidente. Los juristas abandonaron a una el recinto. –Era verdad, la frase correspondía a Hitler, pero chacotas las justas –comentó mi primo al referirse al suceso, en la tertulia filosófico-vinícola. 77. Cornudista. Dícese del caballero que practica el desnudismo mientras a su señora esposa se la beneficia el barquero. 78. –Los cuatro elementos que componen el mundo son cinco, a saber: Aire, Tierra, Fuego, Agua y Sexo. – ¿Pero, el sexo cómo queda incardinado en el todo, primo? –De la siguiente manera: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, hacia, hasta, para, por, según, sí, sobre, tras el Sexo. 32 79. –Sembró una semilla en medio del desierto y se olvidó de regarla. Brotó una pirámide. –Le estuvo bien empleado –comentó mi primo Fue la joven y gentil filósofa que, más reflexiva, manifestó: –Cualquier descuido o dejación puede abocar a situaciones impredecibles. –Todos dijimos que sí. 80. –Primo, caminaba por el prado y a lo lejos, en las montañas remotas, observé señales de humo y oí redoble de tambores como si quisieran comunicarme algo urgente; pero no he sabido descifrar el mensaje. –Conéctate a Internet y localiza cualquier tribu, de los Apaches, Sioux, Cherokees o Navajos y que te pasen con algún Jefe indio, “Caballo loco” o “Toro Sentado” y les explicas. Seguro que ellos te indicarán el sentido del mensaje –eso me dijo por mi bien, dada la inquietud o indeterminación de ánimo y las ganas de cumplir que me notó. 81. –Para aquel alcalde, los mejores contratistas eran sus parientes o amigos íntimos porque, al ser de confianza, no adulteraban la calidad de la obra o servicios contratados, sino el precio. –Lo cual –aclaró mi primo– siempre es menos malo según nos dejó dicho el moralista aragonés Baltasar Gracián, en el S. XVII, cuando prefería que le engañaran en el precio y no en la mercancía. 33 82. –Era tan desdichado que no se cambiaba por ninguno. –La desgracia o suerte adversa no está reñida con la bondad del corazón y el amor al prójimo –explicó mi primo. 34 83. – ¡Han suprimido el servicio militar obligatorio, ahora que me tocaba y me iba a zafar! –me dijo Pepito “el joroba”, con un cabreo de mil demonios. 84. –Es ciego y se ha enamorado y va y me dice: –Primo, ahora estoy más ciego que nunca. La joven y gentil filósofa intervino para matizar las palabras de mi primo con una cita del matemático y filósofo francés Blaise Pascal: Pintar el amor ciego es una sinrazón de los poetas. 85. –Mi primo y yo éramos hombres de una sola mujer y no obstante éramos de más de un vino y cada noche elegíamos el adecuado según las circunstancias. Eso dio pie a mi primo para la primera reflexión en la tertulia, que nos llevó parte de la noche y todo el vino. – ¿Has considerado que nos pasamos la vida eligiendo? –Sí. Ya Gracián, en el Arte de la Prudencia, nos enseñó que vivir es saber elegir –me vi obligado a comentar. –Y no les digo nada en el amor, corroboró un joven poeta. Tener que elegir a una mujer entre todas las del mundo. Y ser la adecuada para ti y tú el adecuado para ella. ¡Ahí es nada! Parece que no pueda ser; pero el amor todo lo puede –nos dijo entre suspiros. –De aquí que haya tantos divorcios. Es natural y llevaba razón Groucho Marx cuando dijo que el matrimonio es la principal causa de divorcio –corroboró un abogado de causas de oficio haciéndose el gracioso. –No obstante eso, nosotros somos monólogos –aclaró mi primo trastabillándose, dada la hora. –Tú y yo lo que somos es monógamos. Me vi obligado a corregirle, a la par que daba las reflexiones por terminadas, dado que todos empezábamos a trastabillarnos. 86. –Era tan infeliz –en la acepción de bondadoso y apocado– que creía que dos medias verdades equivalían a una verdad. ¡Ya me dirás! 87. –Le perdonó la primera bofetada y en la siguiente cayó desnucada. – ¿Primo, una bofetada pudo salvarle la vida? –En efecto, si la primera bofetada de ese hijo de puta hubiera sido la última. 88. –Aparentaba ser una buena persona, y la realidad confirmaba que lo era. 35 –Entonces, las apariencias no siempre engañan –dijo mi primo. –Así es; pero si en la vida acepta usted las apariencias como regla general se estrellará, joven –le reconvino un profesor humanista. –Primo, acuérdate del que nos vendió el galgo, –añadí yo. En esto, tomó la palabra la antropóloga para ilustrarnos: –En no pocas ocasiones las apariencias son a la realidad lo que el ruido a la música. 89. –Los mejores recuerdos pueden ser malos, si los otros son peores –dijo mi primo. 90. Asistía a todos los entierros; incluso acompañaba a los íntimos al cementerio, lo cual era alabado por los vecinos del pueblo, hasta que uno de ellos averiguó que practicaba la nigromancia. 91. –Primo, yo más que vivir para ver, sentir o experimentar, lo que quiero es no morirme –eso dijo. 92. –Había otro que, más que vivir mucho, quería vivir bien lo que viviera. Tal vez ignoraba que ambas cosas no son incompatibles, porque vivir bien ayuda a vivir más –comentó mi primo al hilo de la reluciérnaga anterior. 36 93. –Llegó a nuestra tertulia presentándose como concejal de un municipio próximo, atraído –nos dijo– por nuestro nombre y buen hacer. Uno de los tertulianos al oír lo de concejal, gritó: – ¡Ojo al Cristo, que es de plata! ¡Mano a las carteras! El regidor esbozó un rictus de sorpresa y los demás quedamos un poco en suspenso ante expresiones tan desacertadas. Todo se aclaró cuando vimos que se abrazaron con afecto, eran cuñados, pero de los bien avenidos. Aún así, el anciano teólogo ascético tomo la palabra para decirnos: –El buen humor no ha de ser ajeno a nuestras elucidaciones y comentarios filosóficos, pero sí las bufonadas y los despropósitos. Todos asentimos. 94. Eran tan pobres que al casarse hicieron separación de deudas. 95. –Expone Quevedo en su libro “Gracias y desgracias del ojo del culo”, lo siguiente: «Hasta que dos se han peído en la cama, no tengo por acertado el amancebamiento». –Sin desmentir al insigne escritor, hoy en día el pedo en la cama compartida puede ser también y de hecho lo ha sido, objeto de divorcio exprés o, como mínimo, de camas separadas ¿A que sí, primo? 96. –Contradecía a todos. Incluso, a los que le daban la razón sin cortapisa les buscaba matices 37 que le abocaban al “sí, pero no”. Le llamaban el “bola de billar”. –No es un caso único, abundan más de lo que nos figuramos, en la reluciérnaga 72 hay otro. Gracián se refería a ellos: Van a la conversación como a la guerra. 38 97. – Alguien preguntó al anciano teólogo ascético sobre sus pautas o normas de conducta para desenvolverse en la vida. –Vivir honestamente, no dañar a otros y dar a cada cual lo suyo –nos respondió. –Son los principios del jurista romano Ulpiano, plasmados en el Digesto –comentó mi primo emocionado. –En efecto, –respondió el anciano que tuvo la deferencia de repetirlos en latín: Honeste vivere, alterum no laedere, cuique suum tribuere. –Todos asentimos con voluntad de aplicárnoslos en lo posible. 98. –Entre lo que la gente percibe de mí y lo que soy hay un mundo de vivencias no siempre positivas, dignas o elogiables –nos aclaró el anciano teólogo. 99. –A mí la lluvia me estimula porque siempre me ha gustado mojar –nos dijo un tipo tremebundo, de pelo en pecho y mirada atravesada poniendo sobre la mesa una navaja cabritera, sin que ninguno de nosotros lo conociera ni le preguntara nada. El camarero nos explicó más tarde que era un conocido navajero famoso en el mundo del hampa por su limpieza en el manejo del cuchillo. –Si yo sé eso, le planto cara y ese tío me oye –comentó uno del grupo cuando el navajero hacía una hora que se había marchado. Acabamos a carcajada tendida ahuyentando el miedo y alguien apuntó la necesidad de permanecer unidos y esperar el día para evitar cualquier emboscada. – ¡Estamos para una guerra! –clamó mi primo. 100. –Era tan buen arriero que hasta con la carga inclinada llegaba a su destino. – Primo, ¿Quieres decir que las dificultades te han de sorprender preparado para superarlas? –Tú lo has dicho. 101. –Primo, con todos los respetos para las distintas opciones, ¿qué quieres tú: el divorcio exprés, las bodas homosexuales, o el aborto libre? –Quiero el surco que deja la costumbre de mi esposa y mis hijos, dulcemente, en la paz de mi hogar y de mi lumbre. –O sea, frente al divorcio exprés, el hogar; frente a las bodas homosexuales, la esposa; frente al aborto libre, los hijos. Y todo envuelto en un halo poético –interpretó mi primo. –Mis opciones personales no son frente a nadie 39 –respondí. 102. Demeocracia. Sistema de gobierno en el que el pueblo soberano se mea de risa por las gracias, promesas y corruptelas de algunos políticos antes y después de las campañas electorales. 40 103. – ¿Primo, nosotros hemos sido creados, o procedemos de especies inferiores mediante la evolución? –Las dos teorías son compatibles. Me explico: ¿Te fijaste en la mujer bonita y elegante que pasó delante de nosotros hace un instante? –Mi fijé primo y observé cómo se cimbraba. La conozco, es licenciada en historia. –Pues esa criatura ha sido creada por Dios. En cambio, contigo tengo dudas y pienso que puedas descender del mono. – ¿Lo dices por lo velludo, primo? –Por lo velludo y por lo fornicador. Los monos son tremendos para eso y no se cortan. 104. –Mi primo se enteró de que yo iba a dar una conferencia sobre “La permuta de cosa futura”, en el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) de Madrid, ubicado en la calle de Atocha y se empeñó en venir conmigo. Ya en el coche va y me dice: –Primo, procura abreviar, no te hagas pesado, que la gente no se canse, y al abrir el coloquio yo te preguntaré sobre la mutación demanial. Hablas de la autopista Barcelona-Zaragoza y de la Sentencia del Tribunal Supremo sobre la calle Trovador de Zaragoza; si nos sale bien y te luces, me invitas a cenar. –Ya en el restaurante y con toda la cara pide de primero ostras al natural con un borgoña blanco y de segundo una mariscada. Se cenó el tío los honorarios de la conferencia y tuve que pedirle prestado para la gasolina del regreso. Cuando la imaginación se desborda, el personaje creado puede escapársele de las manos al autor y alcanzar vida propia y luego dicen lo que dicen y hacen lo que hacen. Ya me está bien –pensé. 105. –Si eres pobre habla poco; si te tienen por prudente, algo tienes. – ¿Qué entiendes tú por pobre, primo? –Los que, como decía Antonio Machado, cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja. 106. –A los tres meses de casado cualquier chocho te gusta más que el de tu mujer –nos ilustró mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. –Su primo y perdone, ha confundido esta tertulia con un consultorio sentimental y hace manifestaciones tan provocativas e indecentes como poco creíbles –clamó la gentil filósofa con el enfado a flor de piel. 41 –Le llamé la atención y mi primo retiró sus palabras, pero el mal ya estaba hecho y los solteros que nos acompañaban, quedaron apenados ante tan terrible y nada ilusionante noticia. 107. –No supo que era su último día y no le dio tiempo a cobrar un recibo, anular un pedido y ponerle a su barca, grabado a fuego, el nombre de “Ana María”. Tenía por la tarde hora en la barbería y pensaba cenar esa noche “revuelto de espárragos trigueros”. –Ahora descansará en paz de tanto trajín –comentó mi primo. 108. –El divorcio es la consecuencia de darnos cuenta a los quince días de la boda de que el sexo no lo es todo –soltó mi primo y uno de los presentes en la tertulia filosófico-vinícola movió la cabeza afirmativamente ¡Quedamos impuestos! 109. –Un alcalde imaginativo ha colocado en las principales calles del pueblo, clavos ardiendo, para que los vecinos puedan agarrarse a ellos a la hora de afrontar hipotecas, impuestos, cestas de la compra, recibos varios, imprevistos y la misma cuesta de enero. –Los vecinos, al enterarse del Plan de rescate de los Bancos aprobado por la Unión Europea y el FMI, han rogado al señor Alcalde que deje instalados los 42 clavos todo el año –apostilló mi primo que parecía informado. 110. –Pervivir es acumular achaques –explicó mi primo. –Vencida de la edad sentí mi espada, nos dejó dicho Quevedo –apuntó el literato del grupo. Una tristeza vaga y profunda, como un río de melancolía, se abría camino en la tertulia filosóficovinícola de esa noche estrellada y apacible. –Es preciso salvar la situación –pensé; así que, me apresuré a abrir una botellita de vino tinto Gran Reserva, levanté mi copa y con palabras de Antonio Machado, les dije: –Hoy es siempre todavía. –Pero mañana será ayer pasado mañana –remachó mi primo, aguándonos el vino. 111. –Era tan pusilánime y miedoso que en el pueblo le llamaban “el corajudo”. ¡El juego de los antónimos! –clamó el gramático presente esa noche en la tertulia filosófico-vinícola. El venerable anciano teólogo ascético que también nos honraba con su presencia, manifestó su desagrado ante tal sarcasmo. –Hemos de huir y repudiar esa burla sangrienta, esa ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a una persona convecina –nos dijo con su proverbial moderación. Y justo es reconocer que enardeció nuestros ánimos. 43 112. Disputero. Hombre pendenciero, dado a mujeres y al goce carnal. 113. –Estaba sentado con uno en la terraza de una cafetería cuando llegó otro dándole la mano y preguntándole por su salud y por la de su familia. Los dos de pie se dieron un medio abrazo y yo lo observé emocionado y con los ojos húmedos porque, íntimos amigos, hacía diez años que habían roto y se llevaban a matar. Pensé que después de aquella reconciliación la conversación podría ser tensa, pero llegaron otros amigos y se habló de generalidades. Cuando el otro se marchaba yo me fui con él. A veinte metros de la cafetería me dijo casi en un susurro: –Me he confundido. Con el sol de cara y a contraluz lo he tomado por otra persona a este hijo de puta y cuando le di la mano ya era tarde. –Quedé atónito y no le dije nada. Si la grandeza de un hombre se mide por los amigos que tiene, yo tengo dos hijos de puta –pensé. 114. –Iniciamos la tertulia con la primera copa a las once de la noche, lo que dio pie a que mi primo soltara su gracieta en la envoltura de un refrán: Una copa a las once son once a la una. –Miré el reloj a la una y nos habíamos propasado, en un par de copas nada más. 44 –Ahora tu primito tendrá que retraactaaarsee… –clamó un compadre que se había unido a la tertulia que estaba más embrollada de la cuenta, con gente desconocida de distinto pelaje y con más de un vivalavirgen. –Déjame hacer a mí –me advirtió mi primo. Y aprovechó para darle salida a una porción de vino picado. Estuvimos a punto de arrepentirnos, pero nos faltó vino y tiempo. 115. –En efecto, conocí a la señora –manifestó el profesor respondiendo a la interpelación de uno de los alumnos. ¿En sentido bíblico? –preguntó otro, el graciosillo de turno. –No –le contestó el profesor– La conocí como realidad inteligible o suprasensible; es decir, como intuición intelectual. También, por supuesto, como fenómeno social. ¿Por qué lo pregunta? –No, por nada –respondió el infeliz. 116. –Disoluto y convoluto, son el sujeto y el objeto de una relación crapulosa. El crápula o licencioso entregado al vicio, necesita dinero fácil proveniente del unte o la mordida para alimentar sus desenfrenos. – ¿Hay muchos crápulas? –pregunté. –Más que pelotilleros –respondió el politólogo con una respuesta que pareció muy poco ortodoxa y más propia de mi primo. 45 117. –El victimismo es el refugio de los incompetentes –explicó mi primo en la tertulia filosófico-vinícola. –Los victimistas si consiguen sus objetivos se transforman en antropófagos y se niegan y destruyen los unos a los otros –explicó la politóloga. 118. –Primo, ¿a ti te gustaría ir al purgatorio? –A mí sí, si existiese la gloria, porque una vez purificados mis pecados gozaría del cielo eterno. – ¿Cuando hablas de pecados te refieres a los apetitos desordenados de naturaleza sexual? –Me refiero en general a todos y en especial al pecado solitario y a los de comisión ya sean de palabra, obra o pensamiento. – ¿Y si el cielo no existiese? –Sería un fraude de ley, en este caso de ley divina, algo inconcebible tratándose de Dios nuestro Señor. –Se ha dicho que el infierno no existe. –Entonces el purgatorio estará a tope, habrá que pedir hora. –Un sufrimiento añadido, el apiñamiento. –Sí. 119. –Desearía conocer una mujer, en lo físico alta, morena y rellenita y en lo espiritual, cariñosa, sensible y hogareña –dijo, presentándose en aquel acreditado centro especializado. 46 –La tenemos, señor, nos acaba de llegar de América y es una novedad de ultimísima hora, estamos todos entusiasmados. – ¿Cuáles son sus signos corporales? –Está fabricada en gutapercha y es flexible, traslúcida e insoluble en el agua, se puede bañar con ella, señor. –La última con la que conviví cinco años se me desinfló en el baño una noche y todavía me dura el susto y el trauma. –Descuide, señor, no padezca. Está construida, precisándole algo más su naturaleza, si me lo permite, de un látex proveniente de moráceas y euforbiáceas intertropicales, con la resistencia del caucho de rueda de camión. –Bien. Confío en usted. Me la llevo, envuélvamela. –Quedará contento, señor. Estas mujeres, abstracción del origen, tienen la gracia sureña y son muy cálidas. 120. –Un esmoquin y unas bambas no armonizan. –Primo, vive como piensas e irás conjuntado. 121. –En campaña electoral, su misión dentro del aparato del Partido consistía en pegar pasquines propios en horario laboral y arrancar los ajenos en horas intempestivas. –Hará carrera porque se le ve disciplinado y voluntarioso –comentó mi primo. 47 122. –Se divorciaron antes de casarse y los dos llegaron a ser felices –expuso mi primo, como ejemplo de sensatez y buen juicio. 123. –Creían que era burriciego, pero él solo hacía la vista gorda. 48 124. –En los inmuebles, una de las causas de ruina viene dada por el agotamiento de sus elementos estructurales, de tal forma que es imposible repararlos y hay que demolerlos para reconstruirlos. Pues bien, en la crisis económicofinanciera la ruina se origina por el agotamiento de las estructuras de la economía y de las finanzas. –Primo, en los foros políticos ya se habla de “fatiga”, nos estamos acercando. ¿Crees que quedaremos a dos velas? –Y a una también, aunque yo recomiendo el candil de toda la vida. – ¿Y dónde encontraremos candiles, primo? En los chinos y el aceite tendremos que acudir a los aceituneros de Jaén, mayormente. –Pero, ¡ojo!, un candil puede ser la ruina de una casa –apostilló una abuelita gruñona. – ¿Por lo que gasta, abuela? –Sí, no hay que abusar y conviene acostarse con las gallinas. 125. – ¿Crees que siendo yo tan mediocre debería buscar la excelencia en mis colaboradores? –preguntó. –Desde luego que sí, primo. Y ya el hecho de pensarlo denota prudencia y que vas por el buen camino –le contesté para animarlo. 126. – ¿Las promesas que tenía sobre mi mesa de despacho? –Las hemos archivado por años, Señor. Hemos hecho tres subgrupos de carpetas: una, con las promesas hechas en los mítines nacidas del hervor de la sangre; otra, con las realizadas durante las entrevistas fruto del acaloramiento de los ánimos y una tercera con aquellas que pueden considerarse inhabilitadas o en desuso por no ajustarse ya al ambiente o a las circunstancias para las que fueron hechas, según tiempo y lugar –respondió solícita la eficiente Secretaria del candidato electo. –Déjenme dos a la vista, para cualquier imprevisto. –Sí señor. 127. –Se gana la vida a base de propinas aparcando coches en la explanada del Hospital General, desarrapado y con una joroba postiza. De noche, ya trajeado y enhiesto, es asiduo de los buenos restaurantes y tiene un compromiso muy serio con el Vega Sicilia. –Se merece un respeto –dijo mi primo por todo comentario. 49 128. –Prefiero que me engañe un amigo a engañarle yo; aunque ninguna de las dos opciones sea deseable –eso nos dijo mi primo y quedamos complacidos ante tan humana y generosa afirmación, que algunos compartieron. 129. –El daño que quiero para mi peor enemigo es que me odie –manifestó un erudito de buenas maneras. Su espontánea manifestación, al contrario que en la reluciérnaga anterior, nos dejó un cierto y perceptible desasosiego. 130. –Si eres susceptible y, por tanto, propenso a sentirte ofendido y a interpretar lo que se hace o dice como demostrativo de falta de estimación hacia ti, mala cosa; porque ser quisquilloso por demasiado delicado en el trato común, no es nada bueno y denota baja autoestima; pero, si caes en el egotismo, en cuanto sentimiento exagerado de la propia personalidad y eres un egotista por el prurito de hablar de ti mismo, peor que peor. Procura equidistar de ambas posiciones, sitúate en el justo medio aristotélico, apoyándote en el esfuerzo para salir de cualquiera de esos pozos que te anegarían. Y perdona esta reflexión –dijo mi primo excedido de tintos de reserva, pero lúcido para su edad y la hora que era. 50 131. –Se casó enamorada porque aquel hombre era resuelto, sacudido, de los de “digo y hago” –ilustró mi primo. – ¿Porqué se separaron? –Al poco tiempo, cuando le decía algo a la mujer ya estaba hecho con antelación. – ¿Pasó del “digo y hago”, al “hago y digo?” –Sí. 132. –Era tan pesimista que todo le parecía bien. 133. –Se me olvidó que le estaba agradecido y él nunca me lo recordó. Cuando caí en la cuenta ya fue tarde. –El olvido, como descuido de algo que se debía tener presente, no es desconocer o despreciar el beneficio que se recibe; pero es una forma de ingratitud –me aclaró mi primo. 134. –Si vais por la vida dando no haréis fortuna –aleccionaba el padre a sus pequeños. Transcurridos los años, observé que habían aprendido la lección ya que, en envidiable situación económica, se pasaron cada día de la Navidad pidiendo mesa. 135. –Era un partido tan democrático que sus militantes podían hacer todo lo que no les diera la gana y más. 51 136. Golfoista: Dícese de la persona sexualmente deshonesta que practica el juego de origen escocés denominado golf. –Yo conozco un golfoista célebre… –comentó mi primo. –Aquí nos ocupamos de la morfología de las palabras, de su estructura, su constitución interna y sus variaciones. No personalice, joven, por favor –interrumpió el gramático en un tono mesurado y cordial que a todos nos satisfizo. 137. –Si tienes algo importante que decir no lo digas, véndelo. 138. –El recipiente ovalado instalado en el cuarto de baño para el aseo de las partes pudendas de las señoras, conocido como bidé, ha reemplazado la palangana y con ella al palanganero de los burdeles. Ya ha pasado a la historia aquella escena tan romántica de la puta en porretas con la cabeza asomada al pasillo y su gritito: ¡Agua al cinco! –Primo, no es nada moralizante lo que explicas, aunque denote que has vivido mucho e intensamente –eso le dije, por su bien. 139. –Es más fácil que entre en el cielo un cabrón que un adúltero –le indiqué a un amigo de mi primo con buenas palabras. Y advertí que le servían de consuelo. 52 140. –Si no tiene nada que decir no se calle, el derecho a la libre expresión es fruto de la democracia –eso le dijo mi primo a un señor que nos honraba con su presencia y que no había abierto la boca en toda la noche. –El Duero nace en los Picos de Urbión, provincia de Soria, pasa por Soria, Aranda, Tordesillas, Toro y Zamora –respondió el señor. Y todos asentimos estupefactos. 141. –Mi primo llegó con la noticia: –Para atajar la crisis económica, el Gobierno ha suprimido los almuerzos de trabajo de los políticos en todas las Administraciones. Si hubiera personalidades extranjeras invitadas, adecuarán las agendas para que coincidan en jueves y poder tomar el menú de arroz; salvo el de bogavante, que queda expresamente prohibido. Todos recibimos la noticia con el natural contento y alguien aventuró que se vislumbraban “brotes verdes”. 142. Fornicida. Dícese del que fornica fuera del matrimonio de manera desaforada, poniendo su vida en grave peligro. 143. –En política, si adjetivamos los números distorsionamos la suma –expuso el profesor que nos acompañaba, a un grupo de preclaros alumnos expresamente invitados a la tertulia. 53 –Veámoslo con un ejemplo sencillo y real: 1+2 = 3. Ahora adjetivemos: Un partido político de ideología A perdedor y minoritario en unas elecciones + dos partidos políticos de ideología B y C, perdedores y minoritarios en las mismas elecciones, no son tres partidos políticos A, B y C, perdedores y minoritarios, sino un Equipo de Gobierno ganador. – ¿Se puede decir, señor profesor, que la vigente Ley Electoral es mejorable? –preguntó un alumno. –Claro. Todas las elucidaciones son posibles. 144. Humanacorde. Dícese de la persona que está conforme o en armonía consigo misma. Aunque sea raro el día, se han dado casos. 145. –Me encantan los vestidos de las mujeres, más por lo que insinúan que por lo que esconden –dijo mi primo. Y algunos tertulianos lo contradijeron al manifestarle, con cierta vehemencia, que a ellos lo que esconden las mujeres es lo que les apasiona. Todo fue dicho con el máximo respeto para la mujer y se nos notaba enfebrecidos. 146. –Su exceso de fortaleza lo moderaba con una gran habilidad. 147. –A mí más que los acontecimientos excepcionales de carácter negativo, lo que me afecta es el deterioro de lo cotidiano. En palabras de Goethe, citado por Robert D’Harcourt: la pesada 54 masa de cascotes y de escombros con que la vida estorba nuestro camino –nos comentó un humanista del grupo. –Mi primo coincidió con él, incluso nos dijo que para él todos los meses tenían su cuesta de enero. 148. –Al inquirir por qué estaba tan maltrecho me dijeron que aquel señor iba siempre con sus verdades por delante y tropezó con otro cuyas verdades eran iguales o más grandes que las suyas y ocurrió lo peor. – ¡No me digas! Entonces, ¿la verdad, como conformidad de las cosas con el concepto que de ella forma la mente, en cuanto indubitable, clara y sin tergiversación, es relativa? –pregunté– y vi que no solo no me contestaron, sino que salieron todos despavoridos. 149. Gallaguirre. Conjunción de voluntades contrapuestas en un destino político común. 150. –El éxito fue rotundo, de los que hacen época, pero no lo sintió como tal hasta que no se lo contó a sus amigos. – ¿Lo dices por Luis Miguel Dominguín? –Entre otros –respondió. 151. –Nosotros somos hombres libres, –dejó caer mi primo al comenzar la tertulia filosófico-vinícola. –No lo dudes –le respondí. Somos responsables de nuestros actos. 55 –Entonces somos incordios. Albert Camus, señaló la incomodidad del artista y del hombre libre. –Al manifestar, defender y propagar las opiniones propias, es posible que choquemos con los políticos y sus paniaguados y esto les produce disgusto o enojo y a nosotros nos hace incómodos. Incomodidad que se acrecienta en esta hora de turbiedad y corrupción política en el que la partitocracia gana terreno a la democracia –señaló el politólogo que nos acompañaba. –Hoy, precisamente, se cumplen cincuenta años del fallecimiento del autor de El Extranjero preocupado por el sentido de la vida, ante un mundo contradictorio y arbitrario, por lo que ha sido un acierto mencionarlo para honrar su memoria –nos glosó el historiador del grupo. La tertulia giró sobre la actitud e influencia de los intelectuales y de la prensa subvencionada en la hora presente, pero no la alargamos en demasía. La noche era cruda y fría, con más de quince regiones en estado de alerta por la nieve, lo que nos obligó a aumentar la cantidad y calidad del vino, para luchar contra las inclemencias. Es natural. 152. –Se jubiló antes de comenzar a trabajar –dijo mi primo al verlo cruzar la calzada. – Alguien hizo notar, no obstante, que se le veía con regomeyo. –Sí, a él le hubiera gustado estar previamente sindicado. 56 153. Mamocracia. Régimen excepcional y antidemocrático en el que los políticos que gobiernan con visa de oro, maman de la teta del Estado de manera desaforada; hasta el punto de que al separarlos lloran porque siempre se quedan con hambre. 154. –Al terminar la tertulia, cuando ya desmantelaba, vi un papel doblado en el suelo, estaba escrito y lo recogí. Algún tertuliano lo había perdido. Decía, en lenguaje telegráfico: Café Le Deux Magots. Universidad de Nanterre. Mayo del 68. Jean-Paul Sartre. Prohibido prohibir. Quizá alguien consideró la posibilidad de desarrollar el tema en la tertulia –pensé. En la nota, una serie de palabras se concatenaban alrededor de una frase: “mayo del 68”, referido a la revuelta político-cultural de estudiantes y obreros franceses de aquella fecha. Los recuerdos me vinieron a la mente como cabritillos hambrientos. El Café Le Deux Magots, estaba ubicado en la Plaza de Saint Germain de Prés y a él asistían intelectuales y artistas como Sartre comprometido con la revuelta de los estudiantes. Es posible que el autor de la nota visitase el café o trabajase en él mientras estudiaba en la Universidad de Nanterre, que también tuvo su protagonismo aquellos días. Me llamó la atención el eslogan ¡Prohibido prohibir! 57 Uno de tantos que circularon en aquellas jornadas. Pero, ¿por qué éste, precisamente? Rememoré palabras inconexas que relacionadas con nuestro país parecían dar respuesta: nasciturus, no toros, no crucifijos, no televisión en los geriátricos, no música en las peluquerías, no retransmisión de partidos de “la roja” en alguna Comunidad, ciento diez por hora... ¡Prohibido prohibir! 155. –Algunos políticos son unos artistas, entendida esta palabra en el sentido en que se la decía su madre a mi primo cuando de pequeño hacía una trastada: – ¡Buen artista estás hecho! 156. –Hemos empezado el año con buen pie y acumulando puntos que, seguro, canjearemos por otro televisor para el cuarto de baño. Es lo que dice mi Paca: Si tienes un apretón a mitad de un serial o de un programa de corazones, no tienes por qué perderte una trifulca, los insultos o el fornicio. –Primo, se te ha pegado el lenguaje zafio de los seriales televisivos de baja nota que mencionas y más que un miembro fundador de la tertulia filosófico-vinícola pareces un cutre de medio pelo –me vi obligado a decirle, por su bien. 157. –Se levantaba pensando en ella y se acostaba pensando en ella. Era una obsesión compulsiva. 58 – ¿Pero, quién era ella, primo? –La otra. 158. –En el currículum vitae que presentó a la empresa, hizo constar solo las numerosas equivocaciones que había cometido en sus anteriores trabajos y en su vida privada. –Si ha aprendido de ellas el puesto es suyo –le dijo el Jefe. 159. –Las monjas estaban en maitines y él aprovechó para forzar la entrada en el convento. Luego aguardó paciente a que aquéllas marchasen al refectorio, para intentar violar a la monja de portería. –Te elevaré a la dignidad de madre –le dijo, recordando una frase de su abuelo anarquista de la FAI. Los nervios le traicionaron, dio el gatillazo y su ignominia solo quedó en intento, huyó por piernas. La monja, a ojos vistas turbada y con el susto en el cuerpo, mientras se recomponía el hábito, le espetó: – ¡No sirves ni para pecar, hijo mío! 160. –Nadaba a favor de la corriente en busca del manantial. ¡Ya tú ves! 161. –Iba para santo y se quedó en peana. –Si el “ir” era un simple alimentarse de desmayadas esperanzas, el poco fundamento en conseguir lo 59 deseado o pretendido lo ha abocado al fracaso; pero, si el “ir” implicaba dirigirse con la mejor buena voluntad a la consecución de un fin determinado, aunque sin lograrlo, la peana le sirve de consuelo: santo no, pero cerca de él sí que está –explicó el erudito a la violeta que nos acompañaba. –Es como el que pierde el burro y encuentra la albarda; ni todo lo pierde ni todo lo gana –comentó mi primo, echando mano del refranero. No era eso, pero el labriego y el albardero que nos hacían el honor de seguirnos esa noche en la tertulia filosófico-vinícola, le rieron el remoquete al muchacho. 162. –La inseguridad en cuanto incerteza es fruto de la ignorancia y la seguridad la da el conocimiento –comentó mi primo. Y sobre estas premisas versó la tertulia filosófico-vinícola de esa noche. –El futuro es tan incierto y mudable que tanto la ignorancia, como el conocimiento o la inseguridad son relativos, en cuanto susceptibles de ser puestos en cuestión –añadió un maestro tonelero que era de los más estables y clásicos en su oficio al construir los toneles y barricas de toda la vida. ¡Ya me dirás! 163. –Cumplidos los 40 años sin salir del hogar familiar y sin dar golpe, practicaba el laissez faire 60 laissez passer y se consideraba el último fisiócrata. Al dar su opinión sobre la grave crisis económica que nos afectaba, era partidario, sin ambages, de una estrategia macroeconómica de desarrollo, que incluyera políticas coherentes. –Buenas palabras no le faltan –dijo el económetra que nos acompañaba en la tertulia filosóficovinícola. 164. –Las palabras vacías y sin sustancia de algunos políticos se asemejan a los fuegos artificiales que entretienen; a diferencia del fuego real que da calor y produce luz por la combustión –explicó mi primo al dar comienzo la tertulia filosófico-vinícola. –Se le echaron encima todos los contertulios. En resumen, vinieron a decirle, cordialmente, que las palabras vacías y sin sustancia producen tedio, incluso fuerte rechazo. En cambio, en los fuegos artificiales hay ingenio, habilidad, elaboración artística; su exhibición es un gozo. –Establecí mi aserto como hipótesis de trabajo y del análisis de los contenidos, forzoso es reconocer que estaba equivocado –reconoció mi primo. Y ese reconocimiento nos emocionó. 165. –Pasó ante nosotros enhiesto y digno, arrastrando sus ochenta años cumplidos a golpe de bastón. –Fue magistrado de la Audiencia, y un referente en la carrera judicial. En el pueblo es muy querido y se 61 le conoce desde jovencito con el apodo de “muchogusto” –explicó mi primo. – ¡Qué apodo más extraño! comenté. –Sí, fue sobre mediado de los años cuarenta del siglo pasado, los amigos, todos mayores que él, lo llevaron a un burdel a echar una hora de baile. La reina del burdel se encoñó con el benjamín y se lo llevó a su cuarto. Nada más entrar el joven que era educadísimo le dijo: Mucho gusto en conocerla. –Espera cariño, que ni siquiera te has quitado la ropa –le respondió la prostituta con la picardía del oficio. 166. –Presumía de acreedores. ¡Desgraciado el que no deba! –reiteraba a cada paso. Murió entrampado hasta las cejas y a su entierro concurrieron numerosos financieros, visiblemente afectados. 167. Mamócrata. Político que pertenece o practica la mamocracia (153). 168. –El restaurante ya era conocido, pero ganó un tenedor y fama con un guiso novedoso, el denominado Gato Estofado a la Cazuela. Al principio lo comían solo progres y esnobistas, pero cuando los veían salir relamiéndose y chupándose los dedos, la gente se animó y el boca a boca hizo el resto. 62 El escándalo ha saltado a los medios porque todo era un engaño, no había gato en el estofado, sino liebre. – ¡A la gente le daban liebre por gato! –Clamó mi primo algo molesto, por ser uno de los estafados con el estofado. 63 169. –Es el tundidor de mejillas y sastre de barbas del pueblo –dijo mi primo al verlo pasar. –Te refieres al recordado barbero de antes de la guerra, que cortaba el pelo, sacaba muelas, hacía sangrías aplicando sanguijuelas y colocaba en la garganta cataplasmas de estiércol para la carraspera. –Sí. El estilista, peluquero creativo de hoy en día. 170. –Era tan grande su fortaleza que a veces se sentía débil. 171. –En la bulliciosa fiesta pueblerina, el flemático indolente soltó aquel despropósito necio y rayano en la grosería. –Primo, tú quieres decir que «en la pachanga, el pachorrudo soltó la patochada». –Sí señor. 172. –Las cosas son como son. Y cada uno tiene los padres que tiene –comenté para iniciar nuestras reflexiones filosófico-vinícolas. –El profesor de la Universidad de Princeton, Cornel West, que nos acompañaba en espíritu, lo dijo con mayor expresividad: Por mucho que nos rebelemos, todos somos hijos de nuestros padres. 173. –Era un pirata bajito, pero izado en el palo mayor de la arboladura, se consideraba más alto que ninguno y a la hora del abordaje, oye, tenía la misma mala leche que el que más. –Lo que quiero decirte, primo, no es que te hagas pirata, sino que tengas la autoestima del pirata y si tienes un defectillo, elimínalo o lo camuflas con buena voluntad. 174. –En la vida la virtud está en llegar a tiempo a las personas y a las cosas y yo he llegado tarde a todo. Me reconozco en los versos del poeta granadino Luis Rosales: …así he vivido yo con una vaga prudencia/ de caballo de cartón en el baño, / sabiendo que jamás me he equivocado en nada, / sino en las cosas que yo más quería. Eso dijo mi primo vencida la tertulia filosóficovinícola y a mitad del vino, cuando el corazón se ensancha y la amistad se fortalece. 64 175. –Si en otra vida tuviera que reencarnarme en una cosa, me agradaría ser grano de arena en una playa solitaria. – ¿Y eso? –le pregunté. –Por estar acompañado, primo –respondió. 176. –Un político vividor –en el caso de que lo hubiese– sería un vividor de la política. – ¿Entendida la política, primo, como el arte noble de gobernar los pueblos? –No, como el arte de resolver un problema creando otro mayor. 177. –Bebía vino de garrafa, pero en vaso tallado. 178. –La Alcaldesa padecía de anorgasmia, según difundió malévolamente su ex marido años atrás. Por eso, al saberse en el pueblo la noticia de que la Alcaldesa había tenido un orgasmo ella sola, la alegría fue inconmensurable. Por lo visto se lo contó a una amiga en la peluquería. –El orgasmo, no solo es la culminación del placer sexual, sino el triunfo de la constancia y del buen hacer de nuestra primera autoridad –comentó el Secretario del Ayuntamiento. 179. –Los avances prodigiosos de la ciencia no se corresponden con el deterioro de los valores morales y cívicos que anida en la sociedad 65 –expuso mi primo como tema de reflexión al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. –Martín Ferrán, nos había dicho aquella mañana en su columna que sin rigor ético y exigencia crítica es inalcanzable una sociedad equilibrada y justa. 180. –Se casó in facie ecclésiae y lo hizo in púribus, in articulo mortis, toda vez que sufrió un gravísimo accidente in itínere. – ¡No me digas! –Lo que oyes. 181. –Al comienzo de la tertulia uno de los tertulianos nos sorprendió haciendo alusión a dos frases, para debatir sobre ellas y que marcáramos las diferencias que abocaban a disímiles estados de ánimo o maneras de ver y juzgar las cosas de sus respectivos autores. Las frases fueron las siguientes: Estamos vivos, pero jodidos. Estamos jodidos, pero vivos. El debate fue interesante aunque de poco recorrido. La conclusión a que llegamos fue que la primera frase indicaba en su autor un cierto pesimismo, en cuanto propendía a ver y juzgar las cosas por el lado más desfavorable. En la segunda frase hubo división de opiniones. Quienes consideraban a su autor un realista que actuaba con sentido práctico, tratando de señalar 66 la realidad. Otros, estimaban que era un optimista, porque veía y juzgaba las cosas por el lado más favorable. 182. –Estaba muy preocupado por un evento que presentía inmediato. Al no producirse se alarmó preguntándose qué podía haber ocurrido. Y así, de preocupación en preocupación discurría su vida como una larga cuerda con nudos. 183. –Empresa especializada se ofrece a instituciones públicas para emitirles por 11.999,99 €, sin necesidad de concurso, al no sobrepasar los 12.000 € que señala la Ley de Contratos, informes de carácter administrativo, jurídico, económico, medioambiental o ecológico; incluso, sobre el mal de altura, las patatillas fritas, las almendras garrapiñadas, los labios menores, el chicle americano, o la procesionaria del pino que se denomina, como todos sabemos, Thaumetopoea pityocampa Schiff. (Honorarios a convenir). 184. –Es raro que no se le haya visto en ninguna procesión esta Semana Santa, él que es tan devoto –dijo mi primo al notarlo un tanto turbado. –La procesión va por dentro. Lo han cogido en un ERE. Por lo visto ha indemnizado a un cuñado de su mujer que no pertenecía a la empresa y que se fue a América huyendo de la mili y todavía no ha vuelto –comentó un liberado informado del asunto. Y 67 sobre eso versó la tertulia filosófico-vinícola, sobre las procesiones de Semana Santa. 185. –La dificultad de hacer dos cosas a un mismo tiempo con merma de la atención, repercute sobre el “69” que apresura el goce pero no su intensidad –dijo mi primo, dejándonos un tanto confusos, ya que un tema tan delicado e íntimo quedaba, en principio, al margen de las reluciérnagas, abstracción hecha de que él pudiera ser un experto en temas de sexualidad profunda. 186. –Abría el periódico cada mañana por la sección de Esquelas. Se interesaba por el nombre, la edad, el oficio, los títulos, incluso las condecoraciones (nacionales y extranjeras) y siempre tenía un pensamiento piadoso para los fallecidos. Pero lo notable era su reflexión: –«Leo las noticias del fallecimiento de estas venerables personas, luego estoy vivo». 187. –En su currículo omitió los dos títulos universitarios y el máster y puso solo que era bufón de corte, chocarrero y algo truhán. ¡Le llovieron las ofertas de empresas de varietés! 188. –Le llamaban «el pertinente», porque cuando hablaba nada de lo que refería venía a cuento. –Ya con “el corajudo” de la reluciérnaga 111 tuvimos ocasión de incidir y repudiar esas burlas e 68 ironías mordaces que hieren los sentimientos de personas sensibles –comentó la gentil filósofa. 189. Se identificaba como «el príncipe de los ángeles rebelados», incluso en sus tarjetas de visita figuraba este título. Con el trato, algunas mujeres se dieron cuenta de que era el mismísimo demonio, pero demasiado tarde cuando ya lo tenían dentro del cuerpo. 190. –Cansado de que me contara sus padecimientos cada vez que me veía, le dije que a mi vecino se le habían acabado todos nada más morir. –No, si no se trata de eso –me respondió. 191. –Se le notaba que iba de domingo con sus alpargatas nuevas, su chaqueta de pana y su gorra a cuadros. Cuando le preguntaron a que se dedicaba y el muchacho dijo que era pensador, las carcajadas resonaron espontáneas. Solo un anciano permaneció en silencio. –Dime, hijo, ¿eres andaluz? –preguntó el anciano –Extremeño; pero vivo en Andalucía, allí trabajo. – ¿En un cortijo? –volvió a preguntar el anciano. –Sí señor. –Eres el mozo encargado de dar los piensos al ganado de labor. –Así es, señor, ya lo he dicho. – ¿Qué haces por Madrid? 69 –Me han dado dos días libres y he venido a ver el desfile militar. –Gracia, muchacho, que Dios te bendiga. El anciano, un profesor de prestigio, se dirigió a los que se habían carcajeado: –Ignorar las cosas no es bueno; pero hacer gala de esa ignorancia de manera tan estentórea es peor. En el diccionario encontraréis un amigo. 2 Cuando mi primo contó la anécdota en la tertulia filosófica-vinícola de aquella noche, todavía tenía lágrimas en los ojos, confundidas las de las carcajadas con las de la vergüenza que había pasado. 192. –Era un hombre de buen juicio, correcto y de conducta aparentemente irreprochable, fue con el tiempo que se supo que era concupiscente –dijo mi primo por lo bajo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola y notar su presencia en el chiringuito. – ¿O sea que tenía apetito desordenado de placeres deshonestos? –preguntó el camarero. –Sí, su delgadez extrema no presagiaba nada bueno –comentó el labriego, que de joven había trabajado en su cortijo. 2 Pensador: En los cortijos de Andalucía, mozo encargado de dar los piensos al ganado de labor (DRAE) 70 193. –Si lo puede hacer hoy déjelo para mañana y mañana ya veremos, jugamos con la ventaja de que hay más días que ollas: Si el asunto es urgente dejará de serlo y si no es urgente lo archiva. Lo que no tiene que hacer, a mi juicio, es agobiarse –eso le dijo mi primo en la tertulia filosófico-vinícola a un caballero de buen porte abrumado y dubitativo. 194. Cuando le dolía la cabeza se tomaba una aspirina efervescente y si le dolía mucho sólo tomaba media. Entendía que, aunque la cabeza fuese suya, ésta no debería de extralimitarse. 195. Al saber que Jesús –que quiere decir salvador– le había salvado del pecado y de cautiverio del demonio, quedó gratamente sorprendido y muy reconfortado, no se lo esperaba. 196. Si no llegas a viejo mala cosa; pero si llegas no te quejes. 197. –Sé próvido y advertido –dije a mi primo– por si te llega la buena suerte que puedas aprovecharla. No pasa todos los días. 198. –Primo, explícame lo del tres por ciento, porque ya sabes que a mí las matemáticas apenas se me dan. 71 –Lo del 3% significa que de cada cien millones de euros que entran digamos en el “negocio”, tres son para el Presidente, tres para el Recalificador, tres para el Blanqueador, tres para el Conseguidor y así sucesivamente hasta llegar a los tres mil euros que se le pagan al agricultor por su terreno antes de la recalificación urbanística. – ¡Qué interesante, primo! Es una especie de progresión o marcha armónica. –Sí. En cuanto serie o sucesión de enjuagues que guardan entre sí una irrefutable relación. –Uno de los tertulianos nos advirtió que tenía entendido que ya iban por el 4%. 199. –Mi primo, era tan impuntual que siempre llegaba media hora antes a las citas y reuniones, con la consiguiente turbación de los organizadores. 200. –Primo, perdona. ¿Al abrocharte la chaqueta no observas, en el acto de introducir el botón en el ojal, la representación sensorial y perceptible de la penetración? –No, en absoluto. Primero, porque uso corchetes y segundo porque no tengo tu obsesión sexual. Además, una cosa es filosofar y reflexionar sobre temas que nos enriquezcan y otra cosa son estas indelicadezas que nos desmerecen. 201. –A mí me sobra todo lo que no tengo y perdonen –eso nos dijo al empezar la tertulia 72 filosófica. Y nos turbó la frase tan concisa que encerraba un mundo de sugerencias, de adecuación a las circunstancias y de relativa felicidad. En definitiva, una paz de espíritu nada común. –Eso dependerá de todo lo que tenga, con lo cual su expresión, digna de encomio en un principio, es susceptible de ser puesta en cuestión –nos aclaró la joven y gentil filósofa del grupo, refrenando nuestro inicial entusiasmo. 202. –El cielo va caro –soltó mi primo al inicio de la tertulia. –Tal vez, su desacostumbrado primo se refiera al hecho de que la crisis económica nos haya abocado a una crisis de valores morales que han puesto en alerta al cielo, aumentando los controles de acceso –argumentó el anciano teólogo ascético. –Estas restricciones son compatibles con una interpretación menos literal y más generosa del Evangelio (Mateo 19:24.) cuando nos dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios –comentó un predicador de la fe. –En efecto, –añadió un politólogo del grupo– con la palabra rico se está señalando al rico corrupto, pervertido, depravado y sobornador y no al señor adinerado, opulento, millonario en euros, pero hacendoso y honrado, que ha hecho su capital o 73 patrimonio con su trabajo e iniciativas honestas y legales creando empresas y puestos de trabajo. 203. –El médico austriaco Sigmund Freud, nos dejó dicho que el psicoanálisis es como una mujer que desea ser seducida, pero que sabe que perderá valor si no ofrece resistencia –le expliqué para animarlo a que fuese a un psicoanalista. –Parece poco científica esa afirmación en boca de Freud –respondió. –Bueno, fue un comentario coloquial en una carta a su amigo Stefan Zweig3 –le aclaré. Logré convencerlo, se hizo un psicoanálisis y logró expulsar de su subconsciente reprimidos impulsos sexuales instintivos que salieron espantados y resueltos como lagartijas si rabo. 204. –Era hombre de una sola mujer, a lo más de dos. 205. –El llanto es la válvula de escape de emociones diversas, no siempre penosas. 206. –El amor romántico dura menos que un cabo de vela encendido –dijo mi primo, que había sido sacristán mayor. 3 Sigmund Freud. Epistolario. 1873/1939. Biblioteca Nueva 1963; Pág. 498. 74 –El amor romántico y todos los amores nacen con vocación de permanencia; otra cosa es que los avatares de la vida acaben, en ocasiones, con ese sentimiento tan hermoso que necesita y busca el encuentro y unión con otro ser –respondió la gentil y joven filósofa que nos acompañaba en la tertulia, molesta por la plasticidad, una vez más, de mi querido primo. –En efecto, lo dicho aquí es tan cierto –añadió el cinéfilo – que todo se condensa en esta frase de la conocida sexóloga Betty Dodson: Dos de los días más felices de mi vida han sido el día que me casé y el día que me divorcié. –Coincide con la actriz Jennifer Aniston, cuando dijo: A veces, lo que te enamora de alguien es lo mismo que acaba desquiciándote –corroboró un actor de teatro recién llegado de Hollywood, que estaba al tanto en un tema tan delicado. Miré a la filósofa y de sus ojos afloraba una difusa tristeza. 207. –Tengo una memoria que parece mi enemigo. Cuando la necesito no la encuentro o acude mal y tarde. Pero cuando más tranquilo estoy surge casi siempre con lo mismo: – “¿Recuerdas cuando la cagaste en aquella ocasión…? ¿Y qué me dices de los marrones que te has comido?” Solo se acuerda de lo malo. ¡Y lo peor es que yo no creía que lo malo fuese tanto! –Eso nos dijo visiblemente afectado y 75 nos dejó impresionados y con un tema tan sensible para la tertulia. 208. –Era un grandullón impresionante, pero tan pusilánime que todo le venía grande. – ¿Qué soluciones pueden arbitrarse? –preguntó un letrado. –Ponerse a dieta y adelgazar, como broma sin sentido. O levantar el ánimo y tener valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes –respondió mi primo. Y sobre eso transcurrió la tertulia filosófico-vinícola: sobre la apariencia externa de las personas y su mundo interior que puede contradecir el aspecto y el talante o disposición personal. 209. –Buena persona y cariñoso como pocos, pero tan tímido que fue ella la que tuvo que decirle: – ¿A qué esperas? 210. –Llegamos al pueblo al anochecer, no había luz en las calles, ni en los edificios. Nos acomodaron en un Hotel del que solo supimos que olía a limpio. No salíamos de nuestro asombro. Al día siguiente, nuestro estupor no tuvo límites: Toda la gente del pueblo, absolutamente toda, estaba ciega y sin dientes. Después supimos que hubo dos caudillos vengativos que capitaneaban dos bandos a matar entre ellos. 76 – ¡Dios mío! Oculum pro oculo et dentem pro dente –Clamó mi primo. Sí –respondí. 211. –Si tienes dudas sobre qué camino tomar no te muevas, ya que si eliges el camino equivocado la culpa será tuya. –Primo, ¿la eficacia, en este caso, está en la no acción? –Sí. Ya lo dijo Confucio. 212. –Al verla pasar, un tertuliano comentó que era una mujer fea. Me quedé sorprendido y pensé que estaba ciego, ofuscado. Que no veía más allá de las apariencias, sin profundizar en el alma de las cosas y de las personas. –Primo, ¿podemos decir, en consecuencia, que no hay mujer fría sino hombre inexperto? –Te confundes de tema y estás obsesionado con el sexo. ¡Acabarás mal! Lo que sí podemos formular es el siguiente axioma: No hay mujeres feas, sino hombres ciegos. –En cualquier caso y perdonen, yo discrepo de su primo y creo sinceramente que pueden haber mujeres frías, pero no incombustibles aclaró el labriego. Y sobre estos temas de las apariencias, la ceguera, la frigidez y la hermosura y bondad en la mujer giró la tertulia de esa noche. 77 213. –Amaneció en el valle y observé cómo el sol espantaba las sombras de la noche. También advertí que las aves saludaban la aurora y los murciélagos desaparecían y los grillos se escondían debajo de la tierra, fatigados de los apareamientos y cantos de la noche. –No inventes, ni vengas ahora a empreñar. ¡Se ve que no has visto las cotizaciones de la Bolsa! –Me soltó mi primo, con visible contrariedad. 214. –Aunque científicamente está demostrado que no somos monógamos por naturaleza, no dejo de reconocer los valores ínsitos en la monogamia; de aquí que mi promiscuidad sea relativa –comentó mi primo al ver pasar a uno que iba con dos. 215. –Debería estar terminantemente prohibido “recolocar” a los políticos cesados que hayan dejado sus respectivas Administraciones injusta e ilegalmente endeudadas. –Es más –añadió, un interventor de fondos que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola–, deberían reintegrarse a su actividad privada y constar en un padrón de malgastadores, con pago de por vida de un impuesto de “malgasto”. A todos nos atrajo la idea, salvo al labriego que era partidario de extender el copago a los electores que los habían votado. 78 216. –Primo si la felicidad dependiera solo de nosotros, algunos seguiríamos siendo infelices. –¡Y que lo digas! 217. –Abuelo, mira la pera antes de comértela por si tiene gusanos. –Si no tiene agujero es que el gusano no ha entrado –dijo el abuelo. – ¿Y si tiene agujero, abuelo? –Si tiene agujero es que el gusano ha salido. –Vale. 218. –Estábamos en la barra tomándonos unos vinos mientras hacíamos hora par la tertulia. –Primo, ¿tú crees que España está en su peor momento de todas las crisis? –Sí –le contesté– pero habla bajo que están aquí los hombres de negro. En efecto, en el otro extremo de la barra estaban los cuatro que habían venido de Bruselas, tomándose un tentempié. –Al fin y al cabo son humanos –comentó mi primo. 219. –El problema de arruinarte es que pierdes los amigos –dijo. –No. El problema de arruinarte es que te das cuenta de que no tenías amigos, lo cual es distinto –le respondió mi primo que había pasado por un trance semejante. –Josep Pla explicaba que había amigos, conocidos y saludados. ¡Vete a saber que tenía este buen 79 hombre! –Comentó un vecino de Llofriu, que nos acompañaba esa noche. 220. –Dicen que en estas elecciones ha perdido el ganador. –Estamos ante una aserción absurda, fruto de las malas lenguas –añadió un contertulio. –No, te equivocas. Lo de que ha perdido el ganador los dice el pueblo soberano –replicó mi primo que había vivido el evento. –Entonces sí –rectificó el buen hombre y todos reconocimos su humildad, a la par que nos sobrecogía la derrota de un ganador; aunque a unos más que a otros. 221. –Prefiero un buen chisme a una mariscada –dijo mi primo una noche de insomnio y vino tinto. –Tienes la debilidad del pensador liberal, politólogo e historiador de las ideas, Isaiah Berlin, pero te falta su talento –le comenté. 222. –Primo, ¿Puede una ley servir de cajón de sastre para regular en el mismo texto materias disímiles? El sastre que nos acompañaba esa noche en la tertulia filosófico-vinícola, nos ilustró al respecto al sentirse aludido. –En principio no. Y hablo desde el sentido común entendido el cajón de sastre como un entrevero, literalmente conjunto de cosas diversas y 80 desordenadas. El cajón de sastre en su significación primigenia es la caja o recipiente en el que nosotros depositamos los pedazos sobrantes de telas provenientes de la realización de chaquetas, pantalones, chalecos o vestidos de diversas calidades, tamaños y colores. La ley ha de regular con más o menos minuciosidad una materia concreta y coherente. Tan brillante exposición abrió el debate y fue objeto de matizaciones que nos llevaron todo el tiempo y todo el vino. Mi primo al irnos, en un aparte, con los ojillos brillantes, me dijo que le hubiera gustado ser sastre de pueblo, de los de antes del Prêt-à-porter. 223. –Resulta que viene uno y me la paga y yo pienso: ¡Madre mía, si no me la ha hecho! Se ha confundido; pero, vuelvo a pensar y me digo: si el pagarla corre de mi cuenta, soy yo el confundido. 224. –Primo, si eres tan distraído que ni siquiera sabes lo que sabes, no podrás obrar en consecuencia. – ¿En qué lo has notado? –En tu vida y costumbres has entronizado el desenfado y la disipación – ¿Qué puedo hacer? –Tienes que penetrar en la realidad de las cosas y hacer que tu voluntad modere tus instintos. 81 225. –No pienso contar mis males a nadie, ni lo que me duele cada mañana, ni el manto de murria que me envuelve como lluvia fina calándome el alma; sin perjuicio, de reconocer, con Octavio Paz, que toco la destrucción que en mí se atreve. –El dolor bien administrado se denomina heroísmo, nos dejó dicho Eugeni d’Ors –le aclaré a mi primo para darle consuelo y levantarle la moral. 226. –Se disfrazó de malo y tú no puedes ni imaginarte el bien que hizo. 227. –Una verdad que no lo sea no tiene que ser necesariamente una mentira –comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. Y ahí la tuvimos: que si la verdad de Perogrullo, que si la verdad moral, que si las verdades como puños o una verdad como un templo. – ¿Y qué me dices de la verdad amarga, por el disgusto que causa a alguien el que le pongan de manifiesto sus desaciertos o defectos? –añadió el camarero del chiringuito que estaba con nosotros como uno más, dada la avanzada hora. 228. –Era un ladrón tan honrado que solo robaba lo imprescindible –nos expuso mi primo como paso previo al tema referido a la necesidad como virtud, que nos ocuparía parte de la noche en la tertulia filosófico-vinícola. 82 229. –El Estado te vende el tabaco o autoriza su venta en los kioscos y estancos y luego te alerta de sus efectos mortales, diciéndote que produce impotencia y cáncer; incluso, restringe su uso, impidiéndolo en lugares públicos. ¡Qué amable o qué cínico! –Cierto. Sin causa no habría efectos; pero el Estado tampoco recaudaría los impuestos que recauda para el buen gobierno de los que quedamos vivos –dijo mi primo, muy comedido dada la gravedad del tema y las circunstancias. Platicábamos de tal guisa, cuando un historiador que nos acompañaba abundó en nuestros razonamientos al sacar a colación las palabras de Joaquín Abreu dichas el año 1841, sobre el mismo tema: –El Estado fomenta la causa y combate el efecto. Quedamos en silencio, admirados de tan acertadas palabras. 230. –Las cuatro virtudes cardinales son cinco, a saber: Prudencia, justicia, fortaleza, templanza, y el sexo en casa. –Mi primo, con la expresión “sexo en casa”, se refiere al sexo realizado conforme a la moral y buenas costumbres, según nos explicó en la tertulia filosófico-vinícola, con ejemplos tan ilustrativos que llegaron, incluso, a solevantarnos. 231. –Un viejo es un niño pasado de años. 83 232. –Hacía diez años que estaba viudo y en el pueblo le seguían llamando “el cornudo”. – ¡La crueldad de los humanos no tiene límites! –clamó mi primo. El moralista que nos acompañaba, por toda acotación, citó una frase de la filósofa y novelista francesa Simone de Beauvoir: Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra. 233. –El tema de la sexualidad nos preocupaba en gran manera, dada nuestra edad y condición. Mi primo abrió la tertulia filosófico-vinícola haciendo referencia a los diez mandamientos de la ley de Dios, concretamente al noveno que dice: No desear la mujer de tu prójimo. Arguyó que no encontraba el correlativo mandamiento que afectase a la mujer; por ejemplo, no desear al hombre de tu prójima. Lo que implicaba una cierta discriminación positiva, dicho sea con todos los respetos. El debate fue animadísimo, incluso alguien echó sal en la herida al manifestar que dichos diez mandamientos se resumían en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. – Es decir –añadió– no solo no podemos desear a sus mujeres, sino que tenemos que amarlos a ellos como a nosotros mismos. Lo cual parece excesivo. 84 El anciano teólogo ascético tomo la palabra para agradecer el respeto con el que se estaba tratando tema tan delicado y nos ilustró en el sentido de considerar que en el noveno mandamiento estaba implícita la prohibición también a la mujer. Utilizar el término prójima nos abocaba a un concepto de mujer de poca estimación pública o de dudosa conducta. En cuanto al amor al prójimo, Dios ha querido considerar al hombre bajo el concepto de la solidaridad humana. Todos agradecimos el bálsamo de tan acertadas palabras. 234. –La felicidad es un estado de ánimo pasajero que dura menos que el pene de un eyaculador precoz dentro de una vagina –dijo mi primo. –Yo creo, primo, que nadie nunca es feliz del todo; pero, no debes emplear esa frase que, aunque por su concisión, exactitud y fuerza expresiva da mucho realce a la idea que expones, su plasticidad es un poco fuerte y hay personas muy sensibles en la tertulia filosófico-vinícola que pueden sentirse incomodas –le objeté a madia voz. 235. Politicaptados. Políticos o de mucho prestigio o de muy poco, ubicados en los últimos puestos de las listas electorales, atraídas en unos casos, para dar lustre y en otros, para servir de simple relleno. 85 236. –Mi primo apuntaba en un papel todas las cosas que le hacían desgraciado. La lista fue tan larga que acabó rompiéndola y dejándose llevar por la indolencia y hastío de la vida. –Quizá no debió desanimarse, Pascal nos enseñó que la desgracia descubre al alma luces que la prosperidad no llega a percibir –eso dijo la gentil filósofa, discípula de Blaise Pascal. –El mayor error es sucumbir al abatimiento; todos los demás errores pueden repararse, éste no –nos enseñó Confucio –añadió un historiador. –Una cosa es una desgracia aislada y otra, ser tan desgraciado que te meen los perros –remachó el labriego. 237. –Si vas a morir mañana todavía tienes tiempo –dijo mi primo a uno de la tertulia filosófico-vinícola de esa noche, al que encontró excesivamente pálido. Y el empalidecido, que no andaba fino y era de natural pusilánime, casi se nos muere. El debate en la tertulia filosófico-vinícola versó esa noche sobre las bromas macabras, no sin antes haber recriminado a mi primo su comportamiento nada edificante. Recuerdo aquella noche porque la acompañamos con un Reserva 2002, elegante, con toques de monte bajo. 238. –Confundió ayer con mañana y recordaba nítidamente hechos que aún no habían sucedido. 86 239. –Serrat nos dejó dicho en una de sus canciones: “Bienaventurados los pobres/ porque saben, con certeza, / que no han de quererles nadie por sus riquezas –comentó mi primo al paso de un andrajoso doblegado por la edad. 240. –Piensa bien y alguna vez acertarás; pero tienes que perseverar. (Mi primo dice: persevera y perseverarás). 241. –Los indignados, han mostrado su enojo, ira y enfado vehemente contra los actos de los políticos que nos gobiernan y tienen sus razones. Los políticos han reaccionado con declaraciones difusas, haciéndoles la pelotilla, para ganárselos a su causa; incluso, hacen la vista gorda cuando algunos anti sistemas infiltrados se mean en las fuentes públicas–dijo mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. –Huele a podrido y a elecciones anticipadas, es natural que tomen posiciones –añadió un ácrata que nos acompañaba esa noche en la tertulia. –Es imprescindible que surja un líder entre los indignados que encauce los entusiasmos hacia propuestas concretas y que se hagan notar a través de las redes sociales y constituyan un partido político disímil y atrayente –comentó el politólogo. –Las plazas públicas, como las fuentes y las calles, son bienes de dominio público de uso de todos. 87 Cuando un grupo monopoliza ese uso ilegalmente, comete una infracción que los políticos de turno toleran mirando para otro lado, dada su debilidad enfermiza. No podemos ver las motas en los ojos de los políticos y empezar a surgir vigas en los nuestros y cagarrutas en los parterres –eso nos dijo un técnico-urbanista, abriéndose un debate interesantísimo. No solo agotamos el vino y cerramos el chiringuito, sino que lo abrimos de nuevo sin solución de continuidad aunque ya con tintos de verano, apurados “los reservas”. 242. –Tenía la dentadura tan fea que ningún chiste le hacía gracia. –Tal vez se reía por dentro –arguyó mi primo. 243. –Era un truhan, pero lo confundieron con otra persona y el pueblo lo admiraba. –Tengo dos alternativas, o desengañarlos o ganarme el puesto –pensó. Optó por esto último y con los años no solo fue querido y admirado sino admirable. 244. –La política es poder, actividad y disyunción; pero, también mamancia, según vamos viendo –nos dijo mi primo a mitad de la tertulia filosóficovinícola. –Mamancia cada vez menos porque la teta se agota –clamó un político de la vieja escuela. 88 245. –Primo, ¿Tú crees que el amor es el lubricante del matrimonio? –Si entendemos por amor el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, el amor es la causa principal, aunque no la única, del matrimonio. Y después de constituido, el amor lo lubrifica, sin duda. –Entonces, primo, ¿el amor como lubricante sería el engrase que evita el rozamiento del mecanismo del matrimonio? –Evitar el rozamiento no, porque la maquinaria del matrimonio es muy complicada, pero sin duda lo suaviza. Y me complace ver que tu formación profesional en la rama de mecánica aplicada te ha servido para ahondar en un tema tan delicado como interesante. 246. –Detrás de una gran mujer siempre hay un hombrecillo y perdonen –manifestó mi primo provocador como nunca. Y así empezó la tertulia filosófico-vinícola, con tal desánimo, cuando las sombras de la noche comenzaban a desdibujar los objetos y terminó muy de mañana sin consenso, por supuesto. 247. –Si la píldora del día después del coito o poscoital vale 20 €, cuantos más coitos hagas el día antes más rentable te saldrá –oí que mi primo le 89 explicaba a una treintañera, que había conocido en el último botellón. 248. –Yo, al que no puedo putear lo desprecio –dijo mi primo, dejándonos preocupados y con materia para la tertulia filosófico-vinícola. A mí, me dejó patitieso. 249. –Entrada la noche, corría una suave y agradable brisa y un tertuliano aprovechó para decir: –En el «diccionario del diablo», su autor Ambrose Gwinett Bierce define el aire como «sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres». –El filólogo, nos ilustró que en contraste con esa aguda definición en el hablar coloquial alimentarse del aire significa comer poco. En cambio, beber los vientos por alguna persona es estar enamorada de ella. La tertulia filosófico-vinícola giró en torno a esas contradicciones y juegos de palabras. Un capitán de navío que nos acompañaba nos ilustró diciéndonos que navegar con viento fresco es bueno y se denomina así al viento que llena bien el aparejo y permite llevar largas las velas; en cambio, si te vas de un sitio con viento fresco es que te vas enfadado o si te despiden con viento fresco es que te despiden con malos modos. 90 250. –Comprobé en el Registro Civil que la edad que me había dicho era cierta y me casé con ella por sincera. ¡Bien que me ha ido! –comentó mi primo. –Pues has tenido suerte porque Oscar Wilde nos dejó dicho que una mujer que dice su verdadera edad es capaz de decirlo todo –le respondió con firmeza el literato cincuentón y soltero, aunque sin perder la compostura. 251. –Se ha localizado un campo de trigo dentro de una amapola. –Será un campo de trigo muy pequeño. –No, normal. La inmensa de grande es la amapola, tú. –Vale, ahora sí, ahora lo entiendo. –En la sala de espera de aquel famoso psiquiatra hablábamos de todo y en amigable convivencia; después supimos que entre los pacientes había un investigador camuflado que hacía de provocador, para estudiar en nuestro beneficio las reacciones e indicios reveladores de posibles enfermedades –nos comentó mi primo visiblemente afectado. Y todos en la tertulia filosófico-vinícola quedamos admirados de tan extraño sucedido. 252. –No cites por citar, que el citado aporte algo nuevo y enriquecedor que para eso lo citas. 253. – ¿Primo, qué diferencia hay entre bello y bonito? 91 –Lo bello infunde en nosotros admiración y deleite espiritual. Lo bonito nos produce agrado. ¿Ves esa joven madre que pasa con su hijo pequeño? –Sí, primo. En la mujer es notable su hermosura y el niño no es feo. –Veo que me has comprendido: la mujer es una belleza y el niño es bonito. 254. –Cobraba al contado y pagaba con efugios. 255. –Primo, ¿Es lo mismo coñazo que coñón? –No. Coñón se dice de una persona burlona o bromista. Y coñazo es una persona latosa, insoportable. Tú, por ejemplo, algunas noches en la tertulia filosófico-vinícola, eres más coñazo que coñón. 256. – ¿Qué pasa con tanto alboroto y tanta lágrima? –Los electores que lo han echado de la política en las últimas elecciones. – ¡Dios del alma! ¿Y ahora tiene que trabajar de nuevo? –De nuevo no, por primera vez. – ¡Jesús, José y María! ¡No quiero más desgracia! –Tranquilo, primo –le dije– Él llora, según ha manifestado, porque no puede seguir luchando por el bien de España y de la ciudadanía. 92 257. –No supe cómo se las apañaba, pero siempre pagaba los platos rotos, hasta las culpas ajenas y las cuentas. Y para colmo, un día viene mi primo y me dice en secreto que aquel hombre no estaba bautizado, que era un infiel, oye. – ¿Entonces, es pagano en las dos acepciones que tiene esta palabra? –le pregunté a mi primo. –Así es –respondió. Y los presentes en la tertulia filosófico-vitícola quedamos inconsolables porque aquel señor era buena gente. 258. Politígamos. Dícese de aquellos políticos que se aparean con otros de partidos rivales e ideologías contrapuestas para alcanzar el poder nacional, autonómico o local. Un politígamo famoso fue François Mitterrand. 259. –Donde yo no puedo llegar llega mi imaginación. Sin que eso me consuele. 260. – ¿Qué opinas de la situación política? –le pregunté. –Pues, si te soy sincero, no tengo opinión, porque no milito ya en el partido –me respondió. – ¿Y eso? –Heredé un pellizco de mi viejo, me compré la casita con el huerto y un cochecito. El grueso del dinero lo tengo a plazo fijo, no quiero arriesgar en Bolsa por la volatilidad que arrastra. La realidad es que estoy desideologizado, primo. 93 –O sea, que traten otros… –Tú lo has dicho, primo, yo mantequilla y pan tierno. 261. –Es tan desgraciado que camina con bastón sin estar cojo. – ¿Se aferra a él como su última esperanza? –Sí. 262. –Era muy valiente. Con decirte que estaba gravemente enfermo y dejó heredero al médico –comentó mi primo sin doble intención. –Lo que no sabía es que el médico lo salvó. 263. –Si vas a fastidiar a alguien, que sea para obtener un beneficio, sino, déjalo en paz; no hay enemigo pequeño. –Yo creo que el beneficio que usted obtenga de alguien ha de corresponder al justo equilibrio por su prestación –replicó serio y comedido el teólogo ascético. Y todos asentimos. Al despedirnos, vencida la noche, le dije a mi primo que vigilara sus gracietas. 264. –Era mendigo de profesión pero no se le veía pedir limosna. – ¡Qué raro! –Se extrañó mi primo. Después supimos que vivía de dos paradas de mendicación situadas una en la puerta de la Catedral y la otra 94 junto a la Boquería, arrendadas a dos pordioseros del barrio. 265. –Este tonto al cuadrado solo dice tontedades –soltó mi primo cansado de oír a un paisano decir chorradas. –Lo de tontedad, en el sentido de tontería o simpleza está bien dicho, pero lo de tonto al cuadrado, quizás hayas querido decir más que tonto y entonces tendrías que haber utilizado con toda propiedad la palabra tontorrón –le dije al iniciar la tertulia filosófico-vinícola. – ¿Y si fuese menos que tonto? Insistió mi primo. – ¡Hombre! Menos que tonto ya no despachan, pero si lo que quieres decir es no muy tonto o poco tonto puedes emplear la palabra tontucio que significa medio tonto. Y así nos trascurrió la velada comentando sobre los matices y significados de palabras de uso corriente utilizadas a veces de manera imprecisa. Acompañamos la plática, mano a mano, con una botellita de tinto de crianza y un platito de quesos curados y longaniza de la tierra. 266. –María ¿Y tu hijo, qué quiere ser de mayor, porque ya tiene cuarenta años? –Él quiere seguridad ante todo, le gustaría casarse con una empresaria o, mejor aún, con una Secretaria de Ayuntamiento que tiene algunas 95 tardes libres, para que no recaigan en él todas las tareas de la casa, aunque el chiquillo es hacendoso. 267. –Cuando más distancia ponía entre los dos, más valiente se sentía, tú. –Y con el transcurso del tiempo quedará claro que el que corrió fue el otro. A mí me ha pasado, expuso mi primo, que a sinceridad no le ganaba nadie. 268. Politillero. Dícese del político en campaña electoral, servil, adulón, cobista, tiralevitas, zalamero, candongo, quitapelillos y otras lindezas, enfaenado en captar el voto de sus conciudadanos a costa de lo que sea, ofreciendo el oro y el morro 269. –Epicuro decía que nada es suficiente para quien lo suficiente es poco –dijo el anciano teólogo ascético que nos acompañaba. –Por eso yo me conformo con poco, porque así lo tengo todo –respondió mi primo, dejándonos atónitos. –Depende de lo que entienda usted por poco. Una cosa es lo escaso, limitado y corto en cantidad y en calidad. Y otra lo “poco y bueno” –explicó el labriego. Y sobre eso batallamos en la tertulia de la noche. Se dio la circunstancia de que el vino escaseó esa noche, conformándonos con un Gran Reserva del 75, bebido con cuentagotas. 96 270. –Si discrepa de tu doctrina, primo, cítalo en tus escritos, para contrastar; si tú no aprendes, aprenderán los que te lean. 271. –Cariño, hoy me he levantado con buen humor. –No te preocupes, mi vida, por un día no pasa nada; sé tú mismo, actúa con naturalidad. –Vale. 272. –La injusticia de la justicia, es la desbordada y tardía resolución y ejecución de las sentencias justas. 273. –Soy un perro callejero, me paso la vida de aquí para allá, voy de vertedero en vertedero, con el hocico lastimado de esas latas de conserva vacías que parece que tienen la lengua fuera tal como dijo Gómez de la Serna en una de sus greguerías. No siembro ni recojo, me alimenta el padre celestial, al que con humildad le doy las gracias y le pido que en una próxima reencarnación me dé un destino mejor que el de perro sarnoso, porque tengo sarna en el lomo, esa es otra, justo donde no puedo rascarme. «Perrito faldero y lamedor», como el de la reluciérnaga 56, con eso me conformaría ¡Ya tú ves! 274. –Era un mafioso de tomo y lomo, con posibles, y al morir dejó su panegírico pagado. La gente se 97 hacía cruces sorprendida de lo bondadoso que había sido, tales eran las lisonjas. –Quizá fuimos injustos con él –pensaron muchos. 275. –Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora/ campos de soledad, mustio collado/ fueron un tiempo Itálica famosa. – ¿Primo, cuando hablas de Itálica en los versos de Rodrigo Caro, te refieres a lo que queda de España? –Sí. – ¿Entonces, estamos perdidos? –Más que perdidos, lo que estamos, en la fecha de esta reluciérnaga, desgobernados y fuera de camino. 276. –Al servirse los guisos antes que los fritos, la cuchara llegó primero al fregadero donde esperó paciente la arribada de los demás compañeros para dirigirse todos al lavaplatos en cordial armonía. –Primo, debe ser una cuchara de clase media, por lo menos. – ¿Lo dices por el lavaplatos? –Sí. Y por los fritos. 277. –Desvela los secretos, habla bien de ti mismo y mal de los demás y vivirás lo que Dios quiera, pero afligido y despreciado. Pruébalo por disgusto y verás, primo. 98 278. –Era una familia tan buena que no desmerecía de las peores del pueblo. 279. – ¿Por qué te sientes culpable, primo? –Porque es la segunda vez que me engaña –respondió. –En Inglaterra todos los perros tienen derecho a morder una vez, porque no son imputables; pero si muerden por segunda vez la culpa recae sobre los dueños de los perros que ya estaban advertidos –le dije para significarle que le daba la razón. 280. –Yo te escucho en silencio y tú no me gritas. 281. –Hay días que me siento tan sola como una paloma en alta mar –dijo la joven y gentil filósofa que nos acompañaba. –Yo le sujeté la mano unos instantes mostrándole mi afecto y comprensión. 282. –El viento que no es capaz de apagar una vela, difícilmente avivará un fuego. Lo que quiero decirte, primo, es que seas consciente de tus limitaciones. 283. –Coincidieron a la salida de un prostíbulo y los dos quedaron cortados, porque eran casados y vecinos en el mismo rellano de escalera. –No se confunda usted, señor, he venido a ver a mi prima. –Coincido con usted –le respondió el otro. 99 284. –Una reacción desproporcionada contra cualquiera, te quitará después horas de sueño. No te digo, primo, que alguna vez no la tengas, sino que te contengas. 285. –Les daba la razón para quitárselos de encima. 286. –Un proverbio húngaro nos dice: Si la piedra cae sobre el huevo, mala suerte para el huevo. Pero si el huevo cae sobre la piedra, mala suerte para el huevo. – ¿Quieres decir, primo, que siempre pagan el pato los mismos? –Exacto –le respondí. –Pues eso ya lo dijo nuestro Sancho Panza, en la segunda parte del Quijote, sin tener que ir a Hungría y con más concisión: Si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro. 287. –En tiempos de tribulación quéjate para no desentonar. 288. –En el justo medio no hay héroes; pero está la virtud. –Prefiero el ánimo o resolución de hacer algo, primo –respondió. 100 289. –Sentí un tenue rumor de pisadas y apareció difusa entre las sombras, con sus tres añitos no cumplidos. Se me había hecho de noche, perdido en aquel extraño bosque de árboles sin hojas. – ¿Quién eres tú? –me preguntó. –Soy el abuelo Luis –le respondí. Me dio la mano y continuamos juntos hasta llegar a mi término, feliz como pocos; luego, ella prosiguió su camino. Nunca como en el momento de encontrarla se me había engastado en el alma tan intensamente el hermoso proverbio de Salomón (17. 6): Corona de los ancianos son los hijos de los hijos. 290. –Hizo inventario de todo lo que le perdonó mientras le amaba y no salía de su asombro. 291. –Era tan astuto y disimulaba tan bien, que rozaba la excelencia en el trato con sus interlocutores, por disímiles que fueran. –En los tiempos que corren encubrir con astucia la intención puede considerarse una virtud –añadió mi primo. 292. –Su avaricia no le rompió el saco, porque tuvo la suerte de morir antes. 101 293. –Paco Umbral esculpía palabras y las ponía en columna cada día, como racimos de uvas doradas. A las más humildes les prestaba su bufanda. 294. –La duda, si es indeterminación del ánimo respecto a un juicio, hecho o noticia, no es buena en sí por la indecisión y perplejidad que crea –le dije a mi primo a cuenta de un comentario dubitativo. –Sin embargo, la duda beneficia al delincuente ¡Mira por donde! –aclaró mi primo, que acabó su aserto con un latinajo que si no oí mal decía in dubio pro reo (en caso de duda a favor del reo). 295. – ¿Tú crees en el poder de la palabra? – ¿De la palabra de los políticos? – ¡Joder, primo, estás obsesionado! 296. –Era tan ingenuo que murió longevo –comentó mi primo entristecido al oír el lejano tañer de campanas, anunciando el óbito. –La sencillez, el candor, la sinceridad, la pureza de ánimo son cualidades que alimentan el alma y fortalecen el cuerpo –nos explicó el anciano teólogo ascético que se tomó una copita de vino con nosotros. –Nunc est bibendum –dijo, emulando a Horacio. 297. –Si le temo al Juicio Final es más por lo que he pensado que por lo que he hecho –dijo mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola, viendo 102 pasar una mulatita. Y todos asentimos preocupados ante ese día en el que saldrán a relucir no solo los pecados de palabra y obra, sino los de pensamiento. 298. Orgasmista. Maestro de capilla que toca el órgano para producirse placer sexual. 299. –Lo vimos pasar con su cuello torcido egocéntrico, indulgente y poco crítico consigo mismo. –Tiene tortícolis y los vecinos dicen que es de mirarse el ombligo; pero, también puede ser de un mal aire. Nada hay probado y el espasmo doloroso, de origen inflamatorio o nervioso de los músculos del cuello, que obliga a tenerlo torcido, puede tener etiologías diversas. – ¿Pero, primo, no lo hemos visto pasar egocéntrico y autocomplaciente? Pues esa es una actitud que proviene de mirarse el ombligo, no le des más vueltas, los vecinos tienen razón. 300. –No sé qué me pasa, pero todos mis sueños acaban mal. El otro día soñé que besaba a mi vecina en el parque y al final llegó el marido. –Tienes que mirar lo que haces, primo, porque tus sueños fantasiosos son deseos sexuales subconscientes y reprimidos que abocan a relaciones extra conyugales tentadoras, pero peligrosas. 103 –Creo que llevas razón. Un marido despechado, también en sueños, me puede pegar dos tiros y me quedaría con el beso en la boca –contestó comprensivo. 301. –Dijo que se iba y no solo se fue, sino que no se quedó. –Para que veas primo lo que hace el vino. 302. –Antes del comienzo de la tertulia filosóficovinícola me contó un chiste de los llamados “verdes”, el del huevo que le dice al otro: no te fíes del larguirucho que siempre nos deja fuera. Y no me hizo gracia. – ¡Qué sitio tan agradable y lleno de verdor! –comentó ante mi mutismo. –Sí, primo –le respondí– choca la frescura del lugar con tu frescura. Así que modérate tenemos que dar ejemplo en la tertulia. Somos los fundadores y hemos de huir de las chabacanerías. 303. –Mi primo me comentó que iba a comprarle un collar a su mujer y yo le dije que a la mía la llevaba suelta. Tuve la mala suerte de que me oyera mi santa esposa que caminaba unos pasos retrasada. –Conque me llevas suelta, pues a mí me agrada ir atada. ¡Ya tú ves! –me dijo. Y diciendo esto me empujó forzándome a entrar en una joyería próxima, para que la atara con un collar. 104 –La gracieta te ha salido barata –me espetó mi primo con recochineo. –Me está bien empleado –pensé. 304. –La crisis económica alcanzó tal nivel y gravedad que hasta uno que no tenía nada lo perdió todo. – ¿Cómo es eso? –preguntó un prestigioso economista que nos acompañaba esa noche. –La cabina del cajero automático de la entidad bancaria donde dormía en invierno, desapareció al ser clausurada la Sucursal. Y el banco de madera del parque que utilizaba en primavera y verano, fue troceado para hacer fuego –añadió mi primo al que se le veía apesadumbrado. 305. –Es tan habilidoso que barre las escaleras de abajo hacia arriba –fue la observación de mi primo. El filósofo manifestó que había una contradicción en lo expuesto por mi primo: –Si habilidad es cada una de las cosas que una persona ejecuta con gracia y destreza. No veo ni gracia ni destreza en barrer de esa manera –apostilló el filósofo. –El labriego que hacía horas con nosotros mientras esperaba el turno de riego, pidió la palabra y nos manifestó: –Yo he entendido y perdonen, que este señor ha querido enfatizar la habilidad de ese hombre, indicándonos que lo es tanto que, incluso, se las apañaría para barrer a la inversa con todo éxito. 105 Abundo en esa apreciación –continuó– porque conozco al “habilidoso” relojero de profesión. Un día le llevé un reloj de bolsillo, “remontoire” saboneta de sonería, de mi bisabuelo que en paz descanse; hacía diez años que se había parado y lo puso en marcha soplando varias veces sobre él. 106 306. –El matrimonio era tan perfecto y bien avenido que los cónyuges levantaron sospechas. 307. –Dicen que mal de muchos remedio de tontos. La muerte, mal de todos, no es remedio de ninguno –nos ilustró el labriego, dejándonos admirados y abatidos. 308. –Buen hombre, sencillo y honesto, murió a los ochenta años, a cinco de la cancelación de su hipoteca inmobiliaria que asumieron sus herederos visiblemente consternados. –Sic transit gloria mundi –clamó mi primo. Y sobre las hipotecas y la dación de vivienda en pago de deuda hipotecaria giró la tertulia filosófico-vinícola de esa noche. Demasiada técnica, dolorosa y politizada para mi gusto. 309. –Sorprendió a sus padres haciendo el sesenta y nueve. – ¡Y a mí me regañan por comerme las uñas! –pensó. 310. – ¿Qué es peor, saber mal una cosa o no saberla, primo? –Saberla mal, porque la desorientación y la confusión anidarán en cualquier actuación que realices basada en el conocimiento equivocado –respondió. El Archivero del Obispado presente esa noche discrepó con razonado argumento: –Si no sabes una cosa, anida en ti la carencia absoluta de conocimiento; pero si la sabes mal, alguien puede corregirte al expresarla. 311. –Borges dijo: «Pronto sabré quien soy». Pero Borges se nos ha ido y seguro ya sabrá quién es y no ha respirado. Y nosotros sin enterarnos. Tal vez haya pensado: Mejor que no lo sepan y esto indicaría que el horno no está para bollos. –O que pintan bastos –dijo mi primo. Recuerdo que era una tarde otoñal y lluviosa. 312. – ¿Ya afloraste los millones de euros que tenías amagados en el sótano? –Sí, pero solo la mitad, no descarto una nueva amnistía fiscal bajando el porcentaje del impuesto a pagar. Están apuraditos. –Te has identificado tú. –No me fío. He puesto a mi cuñado de testaferro. – ¿No temes que te traicione? Los cuñados son peligrosos. 107 –No. Él ya sabe como las gasto. Le he dicho que si se va de la lengua se la corto y el pito también. Es hombre de pocas palabras, pero para la música es un lince. 313. –Quevedo nos dijo que «estamos destinados al derrumbe» y yo coincido con él, pero ¿por qué precipitarnos? –filosofó mi primo una noche de sombras huidizas y vino tinto del bueno.4 314. En mi sueño había construido un personaje entrañable, humano y sensible. Cuando ya lo tenía pergeñado se dirige a mí y me revela su deseo de salir del mundo de los sueños, «porque anhela –dice– conocer a don Quijote, Sancho Panza, Pinocho, Blanca Nieves, el Guerrero del Antifaz, Mickey Mouse, Heidi, la Pantera Rosa, Mortadelo y Filemón, El Coyote, el Pato Donald, Batman, Roberto Alcázar y Pedrín y tantos otros». Yo le digo que nunca sería tan famoso como ellos, porque él ni siquiera tenía nombre. –No busco fama sino consuelo –contestó. Cuando desperté ya se había ido sin esperarme. 315. –No por levantarte tarde deja de amanecer, cariño. –Eso tuve que decirle, porque llevamos tres 4 Mi amigo Darío Teich al leer esta reluciérnaga me escribió desde Buenos Aires: ¿Realmente Quevedo se me adelantó? Si es así, lo odio tanto como lo admiro. 108 meses de casados y le dan las once en la cama cada día –nos explicó mi primo. –Usted y perdone, es un machista –le espetó la joven filósofa. 316. El que ama los libros ama la vida –me dijo mi padre un día. Y he comprobado que es cierto; así que, cuando me reencuentre con él, le diré: Papá, tenías razón –nos comentó un joven fabricante de tejidos de Tarrasa. 317. –Primo, tengo una idea. – ¡Chis! No grites, por el amor de Dios, que te pueden oír. –Si no es mía. –Peor todavía. 318. –Sé espontáneo. Pero si razonas te equivocarás menos. –Primo, concrétale más, porque si por espontaneo entiende lanzarse al ruedo a torear durante una corrida, puede peligrar su vida y su equivocación sería gravísima y quién sabe si irreversible. –Llevas razón. Lo que quiero indicarle a este joven tertuliano, es que antes de llevarse por la expresión natural y fácil del pensamiento, discurra ordenando las ideas en su mente para llegar a una conclusión conforme a razón. 109 319. –El fin de la medicina es la salud, como enseña Aristóteles en su Ética. Y el fin de la salud es el bienestar físico y mental. Por tanto, si estás enfermo toda la teoría aristotélica en este punto se viene abajo. Admíteme un ruego: no te pongas enfermo y si no lo puedes remediar, no cuentes tus padecimientos al primero que pase por la calle que te he oído. Coadyuvas con ello, y te lo digo como amigo, al deterioro y fracaso de la medicina. ¡No juguemos! 320. –Al no tener idea de nada optó por obedecer en todo. –Por lo menos tuvo una idea –comentó mi primo. 321. –En los primeros años de la posguerra, el miedo de la gente era pavoroso, se metía por debajo de las puertas. Un día se oyó el rumrum lejano de una camioneta con pescado fresco, que llegó hasta el centro de la plaza porticada de aquel pequeño pueblo castellano. La buena gente, que observaba a través de las mirillas de balcones y ventanas, bajó a la plaza y rodeó la camioneta. – ¡Pescadilla viva! –Gritó el pescadero. – ¡Viva! –Respondió todo el pueblo al unísono. 322. –Primo, estás todo el día pegado al ordenador, no haces deporte, ni corres, ni siquiera caminas, eres un gandul y tu salud peligra porque de bóbilis 110 no se puede ir por la vida –me vi obligado a decirle por su bien. –Te recuerdo que de aquellos millones de espermatozoides que mi papá lanzó a mi mamá aquella noche de locura amorosa, yo fui el primero en llegar al óvulo –respondió. –Eso indica que tus hermanos, Dios los tenga en su gloria, eran unos tullidos. Ya lo dijo nuestro señor don Quijote: En la tardanza está el peligro. 323. –Bendice, Señor, nuestras personas y estos alimentos que vamos a recibir. Os lo pedimos por Cristo nuestro Señor… –Amén –respondimos todos los tertulianos a una, un tanto asombrados. Creíamos, a la vista de su coronilla tonsurada y de las palabras dichas, que estábamos ante un sacerdote que se había unido a nosotros. –Lo sorprendente fue que no había alimentos en la mesa, solo vino. Mi primo se apresuró a pedir unos platitos de morcilla de cebolla de Baza y otros de chorizo picante y queso curado, lo que nos obligó a poner más vino para armonizar los paladares. Todo acabó en una cuchipanda. –Hemos picado, no era sacerdote –me comentó mi primo informado por el camarero, camino de casa, vencida la noche. –De acuerdo; pero él nunca dijo que lo fuera y los alimentos puede bendecirlos cualquiera. –La verdad que sí. 111 324. –Prevaricador y deshonesto, la crisis lo arruinó económica y espiritualmente. Su avanzada edad, ya en tiempo de prórroga, le obligó a una decisión límite: puso un puesto de mendicación a la entrada de la Iglesia. Una misa por amor de Dios. Ofrezcan una misa por este desgraciado –reiteraba afligido. Previamente, había intentado pactar con un párroco el reparto de los óbolos. El sacerdote lo echo de la sacristía amenazándole con la excomunión. 325. –Me dijo, en un arrebato, que le gustaría ser la hembra del mundo en la unión de los sexos. – ¿Te deprimiste, primo? –Al contrario. –Piensa que en este momento yo soy tu mundo –le dije arracimándome a ella. 326. –La lotería es el impuesto de los tontos. Así que cuantos más tontos piquen más recaudará el Estado benefactor para pagar al personal de confianza –explicó mi primo. Y tal aserto, expresado en la tertulia filosófico-vinícola, a unos agradó y a otros, más viciosillos, no. 327. –Llegó a saber tantas cosas que de algunas no se acordaba de que las sabía. 112 328. –En la tertulia de hoy vamos a tratar de la levedad del ser; pero no está su primo siempre tan sutil y perspicaz –me indicaron. –Ni está, ni lo esperen. Demorará como mínimo dos día, ocupado como está en reenviar a otros internautas archivos intercambiables recibidos de diversos amigos vía internet, cumpliendo el mandato expreso de estos. Me confirmó que ha remitido ya los archivos que hacen referencia a la muralla china y a los puentes del Sena. –Eso les dije para su tranquilidad, puesto que la tertulia ha de tener continuidad, sin que le afecten veleidades o ausencias, por sensibles que sean. 329. –Si no vas a golpear no amagues antes, porque te expones a las iras o consecuencias adversas del que se considera amenazado. Y si vas a golpear tampoco amagues antes, porque alertarás al futuro golpeado que podrá, no solo prevenirse, sino adelantarse al golpe. –Tú lo que quieres decir, primo, es que deje la palabra amagar reposar tranquila en el cementerio de los diccionarios. –Sí, siempre que amagar se utilice en el significado de hacer ademán de herir o golpear, o de amenazar a alguien con algún mal o mostrar intención de hacérselo. –Entonces ¿No amago nunca? –me preguntó compungido. 113 –No. 330. –Las cosas iban tan mal que mejoraron. 331. –Era optimista y por la noche y al hacer balance del día, pensaba que no había estado mal del todo. Y si estaba mal, pensaba que podía haber sido peor. Y de esta manera trampeaba ilusionado a la espera de que un día pudiera estar bien. ¡Y le llegó el día! –El pensador y matemático francés Blaise Pascal nos dejó dicho en el siglo XVII que alucinados siempre por esta esperanza de ser felices algún día, es inevitable que no lo seamos nunca –nos ilustró mi primo como preludio de la tertulia filosóficovinícola. 332. –Lo vimos descontentadizo, como molesto consigo mismo. Mi primo me tocó con el codo. –Fíjate en el traje es como mínimo dos tallas menos. –Quizá se le ha muerto algún pariente como al de la reluciérnaga 571 le respondí. –Hola, ¿Qué hay de nuevo?, ¿Cómo estás? –le preguntamos. –Mal, con un cabreo de mil hostias. Llevaba seis meses sin ponerme este traje que guardaba en el armario y me ha encogido. –Eso nos respondió. Y mi primo y yo respiramos aliviados. 114 333. –Aristóteles en su Política nos enseña: La autoridad del señor sobre el esclavo es a la par justa y útil. Y don Quijote, en cambio, platicando a Sancho le explicó que ningún hombre es más que otro hombre, sino hace más que otro. – ¿Quieres decir que en este punto te quedas con don Miguel, primo? – ¿Tú, que crees? 334. – «Era muy guapo, pero estaba vacío como una casa a medio construir» –dijo la joven y gentil filósofa que nos acompañaba, con los ojos húmedos, cuando mi primo le preguntó por aquel chico que había conocido en la verbena de San Juan. 335. –Michel Eyquem, señor de Montaigne, ya citado aquí, nos enseñó que «el recuerdo de la dicha pasada duplica la desdicha presente», incluso nos lo dijo en italiano y perdonen: che ricordarsi il ben doppia la noja. No obstante, creo que lo contrario también es más cierto aún y podemos decir: «el recuerdo de la desdicha pasada duplica la dicha presente». Si seguimos con el italiano diríamos: che ricordarsi la noja doppia il ben. –Yo mismo, cuántas veces con la complejidad aromática de un Vega Sicilia sedoso y opulento, en 115 la mano, me he dicho: ¡«Quién te ha visto y quién te ve!» –explicó mi primo. 336. –Si estorba no lo eches. Mientras no moleste o incomode o ponga en un brete la ejecución de tus proyectos, déjalo. –Pero, primo, si no hace nada de lo que me dices es que no estorba ¡Joder! –Pues más a mi favor, si no estorba déjalo en paz. 337. –Nos quejamos a veces por no recordar, por no traer a la memoria según qué cosas; cuando hay tanto para olvidar –comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola, como si algo le partiese el alma. 338. –Era tan pobre y viejo que pasaba desapercibido por lo que, conocedor de la corrupción política que anidaba en el país, tomó la decisión de presentarse a las elecciones municipales en busca de la nombradía de que no gozaba. –Nada tengo que perder –pensó. Su programa era un simple documento, que resultó ser su testamento, en el que dejaba heredero universal de todos sus bienes al Ayuntamiento. –La conmoción fue general –contó el Secretario de Administración Local que vivió el evento muy de cerca como Delegado de la Junta de Zona en el municipio de las elecciones. 116 –Aun poniéndonos en lo peor si los bienes que pudiera llevarse revierten después al Ayuntamiento nada se pierde –decían algunos. Otros se cachondeaban considerándolo el testamento de la zorra al dejar como herencia bienes que no tenía. En cualquier caso la algarada estaba servida. – ¿En qué quedó la cosa? –preguntó mi primo intrigado por tan extraño sucedido. –No llegó a salir de Alcalde, ni se volvió a presentar, pero alcanzó notoriedad y respeto y nunca revocó el testamento. El Ayuntamiento lo aceptó en su día, pero a beneficio de inventario. – ¿Qué significa a beneficio de inventario? –preguntamos. –Examinar previamente la herencia y si las deudas son mayores que los bienes, tener la opción de no aceptarla para no responsabilizarse de las mismas. En este supuesto a que nos referimos, ni había bienes ni deudas –respondió solícito el Secretario del Ayuntamiento. 339. –Guardaba sus documentos en una caja de caudales y al abrirla los herederos observaron sobrecogidos que eran facturas sin pagar. Salieron haciéndose cruces. 340. –Si de callar no te arrepentirás nunca y de hablar muchas veces, no te calles y habla por los codos. Así podrás arrepentirte de vez en cuando. 117 ¿Tú sabes, desventurado, la vida que te espera siempre callado y sin posibilidad de sentir pesar por haber dicho algo inoportuno en tu vida? Todo el mundo habla del silencio como la gran virtud; ya tendrás tiempo de estar callado, de estar silente. ¡Acaso ignoras cuan buena es una palabra oportuna dicha a tiempo, entre tanta verborrea! ¡Por el amor de Dios, huye de los tópicos! –Entonces, preguntó mi primo, que pasa con lo de Gracián cuando dice: Hase de hablar como en testamento, que a menos palabras menos pleitos. –No había caído en Gracián, perdona. 341. –Primo, ¿tú crees que después de muertos reconocerán nuestros méritos literarios condensados en estas reluciérnagas? – ¡Claro, hombre! No querrás que te los reconozcan en vida. –Es después de muertos que vienen las alabanzas –comentó el teólogo ascético que nos acompañaba. – ¿Está usted pensando en Albert Camus? –Preguntó el narrador y ensayista del grupo. –Sí, entre otros –respondió el teólogo. 342. –La preeminencia de Dios respecto de nosotros es que lo sabe todo de todo. 118 –Si Dios lo sabe todo de todo, cuando más sepamos nosotros más cerca estaremos de ÉL –dije a mi primo. –Si me pongo a investigar, un suponer, y lo llego a saber todo de todo ¿Qué hago con Dios? –preguntó. –A Dios no le gustaría ser excedido, así que déjate algo de saber en el tintero, por si acaso. Además, si Dios es el principio y fin de todas las cosas, no olvides que tú estás en el medio; así, que yo te aconsejo que investigues, pero que reces también. 343. –Había leído el aforismo de Georg Christoph Lichtenberg: Quitarse el sombrero es una abreviación de nuestro cuerpo, un empequeñecerlo. Desde entonces, mi primo hacía el amor con el sombrero puesto. 344. –La Administración Pública es la institución que paga los platos rotos, al tener que plasmar en obras y realidades, los embrollos de algunos políticos incardinados en el escalón superior que es el Gobierno. –Incluso, han de proveer a la normal marcha de servicios públicos no establecidos o a medio establecer. –Primo, tan poco te pases que solo hemos descorchado –le dije por lo bajines. 119 345. –Y, si en los otros has vivido, vives, mientras los otros vivan –primo. –Sí, pero esto no alcanza muchos años. –Es cierto, nadie crece otra vez. Nadie perdura. –Veo que han reproducido unos versos de Carlos Pinto Grote, de su libro Sin alba ni crepúsculo, –nos comentó una mujer versada en literatura. –Por supuesto, somos sus amigos y lo consideramos uno de los poetas más importantes de Canarias. Y la tertulia de la noche versó sobre el tiempo que pasa y el olvido. 346. –En un mundo de mediocres la excelencia está mal vista. 347. –A ella no le falta faena ni en las crisis económicas, ni en las bonanzas. Incluso, es la única que tiene el trabajo asegurado de por vida y perdonen la contradictio in termini –comentó mi primo sin venir a cuento, mediada la tertulia filosófico-vinícola. Y nos puso de mal vino. 348. –Primo, muchos se acuerdan del canario Pedrito, delantero del Barça y de los tres goles seguidos que metió en ocho minutos, en la célebre remontada, y ninguno del guardameta que los recibió; sin embargo, los dos soñaron esa noche con los goles. –La vida es así, lo importante es que los dos son buena gente y se merecen nuestro respeto 120 –respondió. 349. Síndrome de mamancia. –Síntoma que experimenta un político mamócrata al ser cesado, por la suspensión brusca de la dosis habitual de mamancia –le contesté. – ¿Y es grave? –Si no lo recolocan, muy grave. 350. –Si el puntito que resultó ser en el mapa una cagada de mosca hubiese sido una isla, el descubrimiento de América se hubiese adelantado varias semanas, por lo menos –dijo mi primo, versado en geografía aquella noche. 351. –Hazles el bien directamente y te ahorras de prometerles nada. –Entonces, les quito la esperanza del bien futuro –respondió mi primo. 352. –Tan cristiano que eres, si tu Dios te ayudara evitarías el madrugón –eso le dijo mi primo al empleado de la limpieza con el que nos cruzamos al finalizar la tertulia filosófico-vinícola de la noche, ya en la amanecida. –Sé que presumen de filosófico-vinícolas, los veo a diario; pero, sé lo que son: unos trasnochadores altos de vino y empecatados –le respondió el operario. 121 –Aunque se haya excedido un poco, te está bien empleado, primo, por tergiversar los refranes. –Es verdad. El que dice lo que no debe oye lo que no quiere. 353. –Si no sabe más algo sabe –dijo mi primo. 122 354. –Si se te parte la espada no intentes soldarla. Mejor cómprate una nueva en los chinos. –Mi primo habla por experiencia, un antepasado suyo luchó en los Tercios de Flandes a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba y del capitán Alatriste –les dije a los integrantes de la tertulia no fuese que alguien pensara que aquello era una gracieta más. 355. –Tiene fama de bueno y caritativo porque siempre da lo que le sobra –comentó mi primo al verlo pasar de punta en blanco. –Si todos hicieran igual el mundo cambiaría; en cualquier caso, menos da una piedra –apostilló un mancebo de farmacia. 356. –Escribió su biografía narrando todos los errores cometidos en su vida, las canalladas hechas a los adversarios y amigos, las infamias, las deslealtades, los días de putas y felonías; incluso, las deudas sin pagar, algunas no prescritas. Se produjo una conmoción mundial y los biografiados vivos protestaron airadamente. La conclusión fue que había sido dañado de muerte el género literario de la biografía, que se basaba en la simpatía, en la bondad y en la obra bien hecha del biografiado frente a los demás. 357. –Si tienes dudas sobre determinadas cuestiones procura dirimirlas y superarlas, no vivas en esa indeterminación del ánimo que puede producirte desasosiego. –De acuerdo, primo, lléname la copa y sea lo que Dios quiera. 358. –Detrás de ese gran hombre hay otro hombre –afirmó mi primo al verlo pasar. –El hombre al que se refería mi primo nos acompañaba esa noche y agradeció la deferencia. 359. –Gracián dijo que “la cultura nos hace personas” Y yo digo que el vino nos hace personas dialogantes, de trato refinado y contentadizo porque el hombre, según he leído, nace bárbaro –nos reveló mi primo. –Quieres decir, ¿que el buen vino alegra el corazón del hombre? –le preguntamos. –Vosotros lo habéis dicho dicho, primo: Bonum vinum laetificat cor hominis. 360. –Tenía tantas respuestas para tan pocas preguntas, que pensó si había valido la pena la 123 plenitud de acción, la intensidad, el esfuerzo, el ir a más y mejor. 361. –Lo pillaron defecando en el huerto del cura y de las indagaciones pertinentes se comprobó que no estaba bautizado. Lo acristianaron y llegó a ser sacristán de una parroquia de pueblo. Y siempre fue una excelente persona. –Primo, ¿Quieres decir que lo importante en una persona, no es un hecho aislado, sino los principios que rigen el pensamiento o la conducta? –En efecto. 362. –Era tan honesto y sumamente casto que a veces lo veíamos pararse en la calle y cerrar los ojos al paso de una hermosa mujer, para que su hermosura no despertara en él amor sensual y voluptuosidad pecaminosa. –Después supimos que era alumno de un seminario conciliar, realizando prácticas en el mundo empecatado en el que tendría que desenvolverse más tarde en labor evangelizadora. –O tempore o mores! –clamó mi primo rememorando tiempos y costumbres pasadas y que ya no volverán. 363. –Me gustó mucho una de las greguerías inéditas encontradas de Ramón Gómez de la Serna –nos dijo mi primo. Y recitó: 124 Poniendo un oído en un buzón postal se oye un murmullo de adioses. Pues bien, he pasado por un buzón de Correos y he puesto el oído a ver si era cierto y lo que oí fue un murmullo, en efecto; pero de amenazas por impagos. ¡Ay, si Ramón levantara la cabeza! 125 364. –Me hacía el sordo para lo que no me convenía y lo dispuse todo de tal manera que por una oreja me entraba y por la otra me salía. –La simulación de la privación o disminución de la facultad de oír con el tiempo puede hacerse crónica; y así como no oyes lo que no te conviene tampoco oirás lo que podría convenirte. De modo que no te hagas el listo –primo. –Querrás decir que no me haga el sordo. –Es lo mismo. 365. –Se casaron tan mayores que no les dio tiempo a divorciarse. 366. –Mi primo llegó a la tertulia filosófico-vinícola hecho un mar de dudas. –Y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. (Evangelio de San Juan 21.3); no obstante, Jesús les llenó las redes hasta el punto que no podían arrastrarlas por la multitud de peces. Esta cita en cursiva del evangelio de San Juan choca con la del Evangelio de San Mateo. Por sus frutos los conoceréis (7.16) –nos dijo mi primo, para a continuación proseguir: –Todo el andamiaje estructural de la eficacia, de la eficiencia y del buen hacer en general, quiebra. Ya no son las obras o frutos, basta con que Jesús pase por allí y los salve. El anciano teólogo ascético alabó la sana preocupación de mi primo, pero quiso hacer unas precisiones para levantarle el ánimo. –Efectivamente, los frutos, las buenas obras, son lo que importan; pero, también hay que valorar las circunstancias de cada caso. En el evangelio se dice que no pescaron nada “aquella noche”; luego en otras noches si pescaron, lo que interesa valorar es el tesón, la buena voluntad mostrada por los discípulos, el intentarlo. Es difícil luchar contra los elementos, recordemos la Armada Invencible; lo que es censurable es el gandul, el holgazán, el indolente; como dice Salomón (10, 15): …el que ronca en la siega, se acarrea deshonra. La tertulia prosiguió largo trecho hasta acabar el vino y todos alabamos la agudeza de Jesús que hizo el milagro y aprovechó para almorzar pescado fresco; en efecto, Jesús tenía las brasas puestas y les dijo a sus discípulos: traed de los peces que acabáis de pescar, a lo que se prestó Simón Pedro que sacó nada menos que ciento cincuenta y tres peces. –Jesús era Dios ante todo; pero como humano, de tonto nada –dijo emocionado y santiguándose el labriego. 126 367. –Si te gusta beber mándale, no te prives. Pero, primo, si bebes condúcete. 368. –Lo que sorprende de algunos políticos es el despilfarro con el que se manejan, la alegría con que disipan el dinero de los contribuyentes en suites, mariscadas de trabajo y transnacionales viajes –comenté a mi primo. –No dan ejemplo, pero tienen presente la máxima de nuestro Sancho Panza: Bien predica quien bien vive –me contestó. 369. –Estaba tan necesitado que no pudo elegir y entró de palanganero en un prostíbulo de la zona alta de Barcelona. De natural bondadoso, conocedor de sus limitaciones y las de los demás, se ganó el respeto de las putas y sus clientes y con sus necesidades básicas cubiertas, murió nonagenario en el burdel rodeado de afecto. Recordé los versos de Pemán, en La Balada de las dudas del lego: ¡Todo cumple su fin mansamente! ¡Todo sigue un mandato de amor! ¡El llano lo mismo que el pico empinado, que no está por eso más cerca de Dios! –Corre que te corre... ¡Qué más oración que el ir mansamente, el palanganero entre habitaciones, con su palangana, bendiciendo a Dios! –clamó mi 127 primo emocionado, porque llegó a ser amigo del palanganero del que había recibido sus servicios sin fallar una semana y con especial diligencia. 370. –Cada uno ignora lo suyo. 371. –Estamos filosofando, señor, ¿si quiere unirse a nosotros?: Profundizamos en el sentido del obrar humano sobre la tierra –le dijimos. –Gracias, bien que lo siento. Soy carpintero de ribera, trabajo en obras navales y no bebo tan de mañana –nos contestó. 372. –El pedo de la monja de clausura abandonó el claustro, rompiendo las reglas –explicó mi primo muy serio. –Y el de tu padre quedó camuflado entre las sábanas y a punto estuvo de asfixiar a tu madre, a la que tuvieron que hacer la respiración artificial. Cuenta eso también mamacallos –respondió encolerizado un tertuliano, del que después supimos que tenía una hermana monja de clausura. Mi primo quedó blanco como el papel y sacó su cabritera, pero el anciano teólogo ascético puso paz recriminando ambos comentarios a los que calificó de soeces, rogando que no constaran en acta. Como así se hizo. La tertulia fue más breve que de costumbre. 128 373. –La puntualidad, en cuanto cuidado y diligencia en llegar a un lugar a la hora convenida y de la que hemos tratado y trataremos en varias reluciérnagas, es susceptible de lecturas diversas. No solo porque se puede ser impuntual llegando antes de la hora convenida, sino porque la obsesión por la puntualidad puede llegar a ser patológica. El psicólogo que nos acompañaba tomó la palabra para decirnos: –Traté a un hombre tan puntual que cuando alguien no llegaba a tiempo pensaba que le había podido ocurrir algo, lo que alcanzó a producirle un cuadro de ansiedad profundo. Le pedí como terapia que fuese él el impuntual; pero se negó para no trasladar a otros el estado de ansiedad. 374. –Era tan prudente y reservado que callaba más cosas de las que sabía. Y esto despertaba expectativas a la par que desconfianzas y recelos. 375. –Se alimentaba de ilusiones, sueños, utopías, fantasías, fabulaciones, cuentos chinos, quimeras… Todo adobado, eso sí, de grandes dosis de optimismo y falsas promesas. Tú quieres creer que cada día estaba más pálido y delgado, el infeliz. Como yo le dije. 376. –Tú puedes tirar una piedra o no tirarla haciendo uso de tu libre albedrío, como enseña Aristóteles. Pero una vez tirada no intentes 129 detenerla porque la piedra y el albedrío se han ido juntos. –Es lo que yo digo: la piedra ya no está en tu mano –intervino mi primo. –Es más, –terció un señor que nos oyó filosofar– hay un proverbio suizo que dice: Cuando la piedra ha salido de la mano pertenece al diablo. 377. –El barco hacía aguas, de acuerdo; pero, ¿cuándo os disteis cuenta de la gravedad de la situación? –Cuando el cuñado de este señor se volvió de espaldas para santiguarse. La tarde anterior había estado negando la existencia de Dios como un poseso, de manera obstinada y recalcitrante. 378. –No sé cómo vino a cuento. El caso es que comenté en la tertulia: –El miedo es consustancial a la naturaleza humana y lo llevamos incubado a la espera de aflorar por algún motivo. –Pues el miedo se me ha hecho patente. La otra noche, bajaba por la calle Balmes a las tres de la mañana, solitaria a tan altas horas, cuando observo que un hombre subía por la misma acera. Éste viene a por mí. Éste me atraca –pensé. Me cisqué de miedo y tomé mis precauciones: cuando estaba a dos metros escasos salí corriendo. Mi sorpresa fue al volver la cabeza y observar que aquel hombre también corría, aunque en dirección contraria –comentó mi primo. 130 –Las perturbaciones angustiosas del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario, son libres, primo, y tu creíste oler el poste –le respondí para animarlo. A la par que le aconsejaba que no contara lo sucedido a nadie, porque no le favorecía. –Ya lo sé. El hombre sosegado es superior al valiente –dijo, citando el proverbio de Salomón (16-32). –Completa el proverbio, hijo, por su enseñanza para los que nos oigan o nos lean, le solicitó el anciano teólogo ascético: …Y el que es señor de sí vale más que el conquistador de una ciudad. 379. –Viciosillo, granuja y echado a la briba, ya matusaleno y duplicados los achaques practicó la virtud y destacó en ella. 380. –Desde hacía más de veinte años siempre tenía algún libro de Josep Pla en su mesilla de noche y pensaba: Pla vivirá, por lo menos, mientras yo viva. 381. –Tengo el miembro tan flojo que más parece que tenga una miembra –comentó mi primo haciéndose el gracioso. El filólogo del grupo que habíamos invitado a la tertulia filosófico-vinícola de aquella noche, nos aclaró: –La palabra miembra no se recomienda por la Asociación de Academias de la Lengua Española. Miembro es un sustantivo epiceno. Con un solo 131 género gramatical se designa igual a un macho que a una hembra: El miembro del Gobierno señor X; el miembro del Gobierno señora Z. Aunque también empieza a emplearse como sustantivo común: El miembro del Gobierno señor X; la miembro del Gobierno señora Z. –Eso nos dijo y tomamos buena nota, incluido mi primo. Yo aproveché para indicar que el humor y el tono burlón o la ironía no están reñidos con nuestras reluciérnagas, pero sí las gracietas de sal gruesa que parecen más chistes de taberna. 382. –Solo tenía los dos apellidos. Al no estar bautizado carecía de nombre de pila. 383. –Cometió tantos y tan graves errores en su vida, que vencida la edad llegó a la vejez como un renombrado sabio, al haber aprendido de ellos. –Primo, tú aprende de los errores, pero cuantos menos cometas mejor. 384. –El argentino César Luis Menotti, apodado El Flaco, ha dicho, no sin razón, que el futbol es espacio, tiempo y engaño. La vida participa también de estos ingredientes; pero, tú primo sé respetuoso con la gente, aunque no te dejes meter goles –me dijo aquella noche nada más iniciar la tertulia filosófico-vinícola y, por tanto, huérfano de copas. 132 385. –Al caer la tarde, lo vi recostado en un ribazo con los ojos entornados, escuchando el murmullo del viento sobre el trigal y el gorjeo de los ruiseñores en la pineda. Admiraba de mi primo su sensibilidad para captar los efluvios y encantos de la naturaleza. – ¡Agáchate por Dios! ¡Agáchate! Me persigue un acreedor –dijo al acercarme. 386. –Las florecillas situadas entre las vías del tren no son suicidas, sino florecillas despistadas y atrevidas que equivocaron su camino. (Y perdona Ramón). 387. –El ensayista y antropólogo francés, Roger Caillois nos recuerda que Montesquieu, en sus Consideraciones sobre las riquezas de España se pregunta: – “¿Cómo pudo empezar a empobrecerse España precisamente cuando los galeones amontonaban en sus puertos el oro y la plata del Nuevo Mundo”? – ¿Qué se preguntaría ahora Montesquieu a la vista de la crisis económica y de valores que nos ha llevado a ser uno de los farolillos rojos de Europa, cuando éramos el paradigma? –me preguntó mi primo. –No lo sé porque Charles-Louis de Secondat murió en 1755 y lo volvieron a matar en los años ochenta –respondí, sorprendido por el alarde de erudición que había realizado mi querido primo. 133 388. –Nada más comenzar a nevar salía a la calle para que los copos de nieve le disimularan la caspa. 389. –Primo, no te hagas el inteligente queriendo sobresalir en todo. Un proverbio dice que al clavo salido le toca siempre el martillazo. 390. –Te gustaría ser mi ayo, primo –dijo mirándome con los ojos en súplica. –Hombre, para ayo ya estás un poco crecidito. Pero sería un honor ser tu mentor, me encantaría –le respondí. –De acuerdo, sé mi consejero y mi guía. Y si te parece –dijo– empieza por enseñarme como puede uno “nunca perderse el respeto a sí mismo”. 391. –Para no perderte el respeto, empieza por no subirte a las barbas de los demás. Que la rectitud y firmeza de ánimo sean tus guías; tanto acompañado como en solitud –le indiqué a mi primo, consciente de mi responsabilidad como mentor. 392. –Trajeado y con una labia aceptable se presentó en la tertulia, sin que nadie le invitara, haciendo propaganda de un producto que a nosotros ni fu ni fa. En esto, pió un pájaro en un árbol cercano y mi primo mirando al árbol dijo como si nada: Si yo fuese pájaro huiría de los 134 reclamos. Capté la frase y cuando se fue el caballero le agradecí sus reflejos. 393. –El tráfico de influencias es tan intenso que mi primo ha optado por no salir a la calle salvo al chiringuito al atardecer para la tertulia filosóficovinícola y siempre por atajos para obviar el camino real. 394. –Mi primo es sensible y muy romántico, de aspecto amembrillado, se extasía con las puestas de sol y le agradan mucho las flores y el sempiterno silencio de los arenales –expliqué a los tertulianos en su presencia, para elevarle su autoestima. –También me gusta comer pajarillos fritos y ancas de rana –añadió por su cuenta para completar el conjunto de sus cualidades. 395. –A mayor trato más conocimiento y al aflorar las imperfecciones se produce el desapego –eso nos comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. Y nos creó un cierto desasosiego, ya que muchos estamos convencidos de que con el conocimiento también afloran la integridad de ánimo y la bondad de las personas, lo que acrecienta nuestro apego a ellas. 396. –Les hice una pregunta insólita: ¿Qué es para vosotros la espalda? –Ese lugar donde germina el ala –respondió uno. 135 –Ese lugar que cansa –manifestó otra. –Donde la cruz, donde la edad se apoyan –dijo un tercero. –Donde el abrazo fragua –completé yo emocionado, al percatarme que todos habían leído y memorizado versos de mi amigo Pedro Lezcano, el gran poeta canario. Quedaba mi primo y tomó la palabra: –La espalda es también ese lugar que algunos le vuelven al amigo, cuando se arruina o cae en desgracia. Quizá su primo no vaya del todo desencaminado –comentó una poetisa que mostraba su decepción, por haberse roto el lirismo de la noche. 397. –Primo, si muchas veces hubiera sabido por dónde empezar, otro gallo me hubiera cantado –eso dijo. 398. –De joven era de natural rebelde y descontentadizo, pero diluida la juventud en los arcanos de la senectud le llegó la paz interior, tan necesaria, cuando ya el futuro se le hizo presente –comentó mi primo al verlo pasar con andar inseguro. –En efecto, la mesura y la tranquilidad atemperan el ánimo; sobre todo a nuestra edad, cuando miramos detrás de las cortinas o a través del ojo de la cerradura y ya no vemos; o vemos pero no sentimos nada –nos comentó un venerable octogenario que nos acompañaba y al que invitamos a que tomara 136 con nosotros unas copitas de buen vino que agradeció. 399. –No había tenido complicaciones serias en la vida, esa es la verdad; pero, tampoco tenía muchas luces, todo hay que decirlo. Ahora bien, optó por pedir consejo a unos u otros según el asunto y la circunstancia. Y la realidad es que no le ha ido mal. En el pueblo le llaman “el aconsejado” –nos reveló mi primo. Y sobre eso derivó la tertulia filosófico-vinícola esa noche, sobre los motes que suelen ponerse o dar a una persona, tomados de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia. En este tema no hay país que nos gane en el mundo. –A mí –dijo el labriego– me apodan “el tupío” porque un bisabuelo mío se comió un día treinta higos chumbos seguidos y se atascó. 400. –Adulaba para que le adulasen y llego a ser un gran adulador muy adulado. 401. –Yo creo que eres infeliz por bondadoso y apocado –le dije para levantarle el ánimo. –No, primo, te equivocas. Soy infeliz porque la suerte me es adversa, porque lo que ocurre a mi alrededor se dan las circunstancias de que me es desfavorable. Y contra eso es difícil luchar. 137 –Entonces, de las dos acepciones que tiene la palabra infeliz, es la primera acepción la que te afecta. –Sí. 402. –No confíes en que te lo agradezcan, haz lo que tengas que hacer y ve a lo tuyo. –Ya lo sé, primo, recuerdo que Séneca me dijo que la recompensa de una buena acción está en haberla hecho. Y mi padre me explicó, ya lo he comentado alguna vez, que las ingratitudes no las temiera, que las esperara. 403. –Llovía sobre el pueblo. Era una lluvia tenaz y porfiada que empapaba los campos. Las campanas de la Iglesia tocaban a muerto. La noticia del fallecimiento corrió de boca en boca. La Iglesia rebosaba de gente apesadumbrada y la joven viuda, de negro hasta la cabeza y sensiblemente afectada, se deshacía en lágrimas. –El duelo lo presidió el querido –nos aclaró mi primo que venía del entierro informado y afligido. –Quisiera saber qué pretende su primo con esta gacetilla. ¿Tal vez, que tratemos sobre la bondad o malicia de las acciones humanas a través de la dolorosa e incoherente realidad? –preguntó un tanto incómoda la joven filósofa que nos acompañaba. 138 404. –La prudencia, referida a la sensatez y buen juicio, ha de tener su límite en la sobriedad. –Primo, ¿Quieres decir que no hemos de ser más prudentes de lo necesario? –Así es. Lo dice la Biblia y lo confirma el comportamiento indebido y opresor del borrachín que nos ha importunado esta noche en la tertulia filosófico-vinícola. –Merecía una respuesta más contundente por nuestra parte –aseveró el labriego. –Podríamos ir a su encuentro, no debe de andar lejos. –El mal ya está hecho. Caer en la cuenta tarde no nos sirve de remedio sino de pesar –intervino la joven y gentil filósofa recordándonos el proverbio, con una sobria prudencia. 405. –Primo, ¿Crees que yo podré hacer feliz a una mujer? –Pienso que sí, porque eres sentimental, tolerante y nada impulsivo. Cuando la pasión deje de ser torrente desbocado y el amor se haga costumbre y surco, tú estarás en mejores condiciones que muchos, para abordar la empinada cuesta de la convivencia diaria –le contesté. –Entonces, la querré y la mimaré siempre y cuando la vea con la cabeza llena de rulos y la cara pringada de alguna crema exfoliante, pensaré que «soy suyo y si quiere puede asustarme». 139 –Con que la respetes hasta con los rulos puestos me conformo –le dije, aunque lo vi muy sereno y sufrido. 406. –Un canto rodado es una piedra con experiencia. –Primo, ¿quieres decir una piedra baqueteada? –Exacto. 407. –Desde que las pompas fúnebres solo son fúnebres los funerales son más escuetos, pero la muerte más triste. Aquella multiplicación de curas revestidos concelebrando, las masas corales y los cantos polifónicos enaltecían los ánimos y daban ganas de un buen morir –comentó mi primo nostálgico al oír el lejano tañido de las campanas de la Iglesia, desde la desmesura del arenal. –Ignoraba el infeliz que las pompas fúnebres estarían reservadas a los pudientes y que él con su economía mermada, de seguir la crisis, podría ser enterrado, eso sí, pero por la beneficencia. Lo que se dice menos que un entierro de tercera de los de antes. 408. –Primo, si tú quieres ser bueno es porque no lo eres. Procura establecer un plan de actuación o protocolo en el que empieces por aparentar ser bueno y luego por intentar serlo, en cuanto determinación de la voluntad en orden a un fin. 140 – ¿Quieres decir que ser bueno es un camino a recorrer en cuanto movimiento afectivo hacia algo que se apetece, pero inalcanzable? –Lo que quiero decirte es lo que Carlos le dijo a su padre en “El huerto de las mariposas”: Ser buena gente no es algo que se logra una vez y se mantiene de por vida. Ser buena gente es un propósito que se ha de hacer realidad cada mañana. 409. –Primo, ¿Conoces el embutido, en tripa delgada, de carne de cerdo magra y gorda, bien picada, que se sazona con sal, pimienta y otras especias? –Sí, hombre, la salchicha. –Pues bien, cada vez que intento comerme una salchicha se me plantea el dilema de por dónde empezar. –A mí también se me plantea el dilema de qué hacer contigo, porque te has tomado a cachondeo estas reluciérnagas. 410. –Más vale bien acompañado que solo –eso nos dijo al ver pasar a un vecino con una cimbreante chavala que derretía los adoquines. Hasta el anciano teólogo ascético que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola, esbozó una tenue sonrisa y le dio la razón, conmiserativo. 411. –La tertulia abordó el tema de los excesos navideños en las comidas y bebidas, aún 141 reconociendo el carácter familiar y entrañable de esos días. –Yo prefiero poco a demasiado –nos dijo un zapatero remendón que nos acompañaba por segunda vez, hombre sensato y prudente donde los haya. Incluso extrapoló la frase del entorno de la comida al del trabajo, con división de opiniones por parte de los tertulianos. – Yo prefiero demasiado que nada –argumentó mi primo tomando un atajo y dejándonos poco margen para el debate. Si se trataba de no comer nada, preferible era comer aunque fuera en exceso o demasía. Y en el trabajo con más razón atendida la dolorosa crisis que estábamos viviendo. Esa noche, festividad de San Esteban, abrimos unas botellas de cava y las acompañamos con unos polvorones de Estepa en honor de nuestro amigo zapatero que era sevillano de origen, aunque afincado en Cataluña y procuramos alcanzar el virtuosismo del justo medio en lo que no pasó de una simpática cuchipanda. 412. –Ha cometido tantos errores en su vida que ya no es él, sino un error más –eso no dijo mi primo al verlo entrar en el chiringuito. Nos giramos y lo que vimos fue un hombre equivocado, incluso caminando en dirección contraria; pero nada más. El camarero que atendía nuestras demandas vinícolas y nos observaba a cierta distancia, al 142 oírnos le dijo a un compañero: –En este chiringuito hemos visto todas las fases del vino: copeo, fuerte copeo, exaltación de la amistad, insultos al clero y desacatos a la autoridad; pero, llegar como hoy a esta confusión mental, a estos absurdos e incoherencias, nunca. En esto apareció el jefe: –Cuando empiecen a platicar todos a la vez cerramos. –Sí señor. 413. –Hay gente que cree que los cornudos somos tontos –dijo uno de los presentes en la tertulia filosófico-vinícola, cuyo nombre omito por prudencia extrema; pero, abrimos con ese comentario las reflexiones de esa noche, que versaron sobre el yo orteguiano y sus circunstancias. 414. –Estaba tan esperanzado que acabó en nada y no parecía mal chico. –Confiar en que ocurra algo favorable tiene su incerteza –expresó mi primo. Y todos asentimos. 415. –Sea varón me dijo ella en un susurro, una noche para enmarcar. –Primo, eso no quiero que lo menciones en la tertulia, corresponde a la esfera de tu intimidad ¿Me oyes? –Pero, si fui varón esa noche. –Me da igual, como si te hubiesen capado. 143 –Ella, incluso, me dijo que no me apresurara. –Primo, si te vanaglorias del propio valer u obrar, se creerán la mitad de la mitad. Y si te vituperas pensarán que te has quedado corto; pero repito tus intimidades son tuyas y quedan fuera del contenido de la tertulia. Y no se hable más. 144 416. –Mi amigo Mario, del que no tenía noticias desde que convivimos en El huerto de las mariposas, me mandó una especie de greguería, de la que era autor, inspirada en un escrito de Borges, por si tenía la delicadeza de publicarla camuflada entre mis reluciérnagas. Claro que sí, le contesté, y al leerla me emocioné, porque en el virtual naufragio de las reluciérnagas seguro que su greguería se salvaba. Dice así: –Al sastre nudista su Gremio le abrió expediente por considerar que denigraba la profesión. 417. –Iba por la vida haciéndose el gracioso, hasta el punto de que al anunciar la muerte de su querida esposa, todos le rieron la ocurrencia. Y el día de su propio entierro, muchos reconocieron que se había pasado. –Ganan fama de ingeniosos y pierden el crédito de prudentes, según Gracián –dijo mi primo. 418. –La ignorancia, como concepto jurídico indeterminado, o como falta de ciencia, de letras y noticias, es patrimonio de los no sagaces y poco advertidos. –Primo, ¿También de los humildes? –No. He dicho de los no sagaces y poco advertidos 419. –Estaba tan desmotivado que cuando iba a su lugar de trabajo siempre daba un rodeo. 420. –Vivir bien y con tranquilidad es la meta que me he señalado en esta vida, para lo cual preciso de un conjunto de cosas necesarias –comentó mi primo. –Como todo el mundo –respondí. –Como todo el mundo, no. Las cosas que yo necesito, pueden ser diferentes a las que tú necesitas –me confesó. Aquella noche, en nuestro filosófico copeo, llegamos a la conclusión de que el bienestar es subjetivo. 421. –Quien quiera dedicarse a la política debe haber aprendido y ejercido una profesión a la que pueda regresar en todo momento, porque solo así podrá preservar su independencia. (1) –A ver, los partitócratas presentes que hayan aprendido y ejercido una profesión que levanten la mano –instó mi primo. Se hizo un silencio total y alguien por lo bajines consideró que habían caído en una trampa. Se produjo la desbandada y cada 145 uno salió por donde pudo. Hubo quien utilizó la salida de emergencia. (1) Helmut Schmidt: Fuera de Servicio. Balance de una vida. Icaria 2009. 422. –Prefiero ser tonto a parecerlo –nos dijo mi primo al iniciar la cata de vinos y nos causó admiración su modo de expresarse libre de fingimiento. 423. –Yo no tropiezo nunca dos veces en la misma piedra, habiendo tantas piedras en las que tropezar –comentó mi primo y se le notaba dolorido y con rasguños. 424. –He leído que en el acto del amor la verdad está en el hombre. ¿Es cierto, primo? –Eso era antes. Ahora con la viagra todo está sofisticado y falta naturalidad. Sin olvidar que “no hay nada más auténtico que una mujer mojada”, según nos ha recordado la señora Ministra de Interior de Uruguay, Daysi Tourné. 425. –Corrupto y experimentado, aprovechó la crisis económica para poner una tienda de venta y comercialización de añagazas. Atraía con tanta gracia que hizo fortuna con el dichoso señuelo. 426. –Quiero hacerme político para luchar por el bien de España –eso dijo. 146 Cuando se le preguntó que era para él España y a qué bien se refería, contestó que no tenía una idea prefijada al respecto, la cual concretaría en el devenir. Los presentes le deseamos suerte; desde luego, por el bien de España, concepto etéreo por prefijar. –El deseo que manifiesta es el de un movimiento afectivo hacia el logro de un fin que no le obliga a nada, en cuanto que no lo anhela con vehemencia ante la imprecisión de los objetivos –aclaró con mesura el politólogo de la tertulia filosófico-vinícola y ratificó la gentil filósofa. Los demás, incluso un librero anticuario que nos acompañaba, asentimos. 427. –Nada es definitivo. – ¿Quieres decir, primo, que todo es susceptible de agravarse? –Sí. 428. – ¿Si pudieras cumplir un deseo, cuál preferirías, primo? –Estar casado con la sobrina de Don Quijote, cuidado por el Ama y al beneficio y gracia de los consejos del ingenioso Hidalgo y las ocurrencias y refranes de Sancho Panza. Todo ello, en la paz de los campos de Castilla y de sus vinos –eso dijo. Y parecía sincero. 147 429. – «Carro untado no chirría», tú me entiendes, ¿Verdad, hijo? –le dijo el contratista experimentado al Alcalde novato. –Usted lo que quiere decir es que «dádivas quebrantan peñas» –le respondió el alcalde ya iniciado. 148 430. –No era nada presumido. Descubrimos que se tintaba las canas, pero de blanco. 431. –Digna de ser temida la que se ha liado con la edad de jubilación –primo. –Es de subrayar que cuanto más tiempo tardemos en jubilarnos menos tiempo estaremos jubilados. –Eso sí. Aunque siempre te quedará el consuelo de que hay gente que se casa in articulo mortis. –Ya. 432. –Era de natural humilde y sufrido donde los haya. Aceptaba el hado o encadenamiento fatal de los sucesos. –La vida es la que es y no se puede cambiar –pensaba; de aquí su resignación a morar en la noche oscura de los tiempos. Sin embargo sentía envidia, santa envidia, por sus compañeros, que en una situación privilegiada gozaban del sol, del mar, de la luna, de las noches estrelladas, de los valles frondosos y las cumbres elevadas, extasiándose con su visión. Para colmo de su desgracia, su amo y señor era amigo de comilonas y francachelas; tan pronto estaba estreñido que con diarrea. –En mi reencarnación le pido a Dios que me haga culo de burro, para estar al aire libre, gozar de la naturaleza y peerme a discreción –solía meditar esperanzado. –Al tratarse de una aspiración quizá hubiera tenido que apuntar un poco más alto –comentó un arriero dueño de una recua y, por tanto, conocedor de la ardua faena y el trajín de estos animales de carga. –Tal vez pensara en el Platero pequeño, peludo y suave de Juan Ramón Jiménez –interpretó un joven poeta que nos acompañaba esa noche. –En el relato se dice que era de natural humilde y sufrido y eso lo explica todo; pero la conclusión es que la vida es injusta y desigual –comentó mi primo visiblemente afectado por el trasfondo de tan extraño relato. 433. –Nada más llegar a la tertulia filosófica mi primo nos dijo a bombo y platillo: –Tengo una corazonada y…. – ¡Chis, calla insensato! No le dejamos terminar, tal estaban los ánimos. –Nos parecen bien tus corazonadas, tus presentimientos, tus impulsos y hasta tus intuiciones de que algo va a suceder; pero lo que hagas en consecuencia, que sea con tu dinero. Se había gastado el presupuesto del vino de 149 reserva y de crianza, y andábamos –es un decir– en pleno diciembre, con el tinto de verano. –En la reluciérnaga 317 tuvo también una idea que resultó que no era suya –recordó el camarero. 434. –Primo, ¿esos latinajos que suelta este señor son para impresionar? –Sí. A su verborrea le da empaque y profundidad. –Pero, ¿tú no decías que lo importantes son los hechos más que las palabras? –Claro. Res, non verba. – ¡Ah, coño! 435. –Hay penas y penas –dijo mi primo sentencioso. –La de sobrevivir a un hijo no es de las pequeñas –comentó un anciano a nuestro lado. 436. –Llegó alterado a la tertulia porque había presenciado como un hombre daba un garrotazo a otro y le abría la cabeza. Lo insólito fue que llegó una ambulancia y se llevó al del garrote y una enfermera le daba masajes en las cervicales y otra le servía una caldito para reanimarlo. –Todos mostramos nuestro escepticismo, menos mi primo. –Es un símil y se refiere a la crisis económica –nos aclaró– y el de la cabeza abierta es uno de los cinco millones de parados, con hipoteca y acciones subordinadas o preferentes. Y el del garrote era una 150 entidad financiera venida a menos por el ladrillo y la politización de sus Consejeros. 437. –Era tan corrupto en vida que al morir no pudieron embalsamarlo. 438. – ¿Tú trabajas o bebes, primo? –Trabajar y beber no son palabras antónimas y pueden compatibilizarse. Un trabajo digno y bien remunerado en el que te sientas realizado y un vino tinto de uvas de raza, suave y potente a la vez, no solo son compatibles, sino una aventura con final feliz –respondió, mirando al trasluz su copita de vino tinto Gran Reserva. 439. –Negaba la existencia de Dios, pero creía en los milagros, entendidos estos como hechos maravillosos de origen extraterrestre. La tertulia filosófico-vinícola giró sobre tema tan interesante y nos sumimos en un debate intenso anegados en un mar de fantasías, que prolongamos hasta la madrugada, cuando ya los mirlos se dejaban oír y humeaban en lontananza las chimeneas de los cortijos. 440. – ¿Primo, qué diferencia hay entre un orador y un charlatán? –Un orador es una persona que por su naturaleza y estudios tiene las cualidades que lo hacen apto para lograr los fines de la oratoria: hablar con 151 elocuencia; es decir, hablar en público, pronunciar discursos o impartir conferencias, deleitando o persuadiendo. Un charlatán, también llamado churrullero, es un señor capaz de hablar mucho y sin sustancia y de venderte una corbata de lunares y cobrarte los lunares por separado. –Un fumador empedernido que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola, explicó que compró en una feria a un charlatán por quince euros una petaca de piel de Ubrique y resultó ser de cartón piedra; aunque el charlatán le había dicho: “lo menos vale cien euros si fuera buena”. –Jugó con artificios y engaños a través de las palabras, abusando de tu confianza; pero él nunca dijo que la petaca fuera de piel y dejó entrever que no era buena –argumentó un comerciante peletero. 441. Es tan pertinaz en sus propósitos que pone derecha su propia sombra, estando él torcido. – ¿Quieres decir, primo, que es perseverante y voluntarioso en la ejecución de lo que intenta? –Sí. 442. –Primo, ¿A ti te va la lucha política? –Ni la lucha, ni la política. – ¿Y eso? –La lucha porque soy hombre de paz y la política porque últimamente arrastra una turbiedad que me produce alergia. 152 –Tú me dijiste un día que la política era una actividad pública al servicio de los ciudadanos. –Exacto; pero eficaz y eficiente sin mangoneo, ni trinque. – ¡Ah! 443. –Desaprovechó la ocasión y llegó a tiempo. –Es una aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera, ¡Paradojas de la vida! –Comentó la bella y gentil filósofa. 444. –No dejó traslucir sus pensamientos y murió respetado de todos. Ignoraron que odió tanto como amó. – ¿Y tú como lo sabes, primo? –Porque no he muerto todavía –respondió. 445. –Si tienes méritos para ser envidiado, hazte el tonto –le dijo mi primo a un contertulio que había ganado un importante premio literario. La joven filósofa que nos acompañaba a la tertulia filosófico-vinícola discrepó de mi primo: –No tiene por qué. El problema es del envidioso, no del envidiado. ¡Faltaría más! El erudito de la tertulia aprovechó el evento para hacer alarde de erudición: –Borges, dijo en una ocasión que España era el país de más envidiosos del mundo, que teníamos hasta santa envidia. 153 446. –Engañado por su esposa y por su amante, alcanzó fama de cornudo prepotente y ahora míralo, vencida la edad parece un hombre normal. –La torrentera, con el devenir de los días se torna cauce de manantial y el tiempo pone en olvido los infortunios o fracasos de la vida. Incluso las acciones o hechos especialmente ilustres, señalados o heroicos –dijo mi primo 447. –Cada pena debería ir acompañada de su consuelo correspondiente. –Primo, eso comportaría que la mayor parte de los consuelos irían a parar a las clases más humildes y sufridas, en detrimento de las clases ricas o acomodadas que se verían preteridas. 448. –Fueron tantas las alianzas y concesiones que tuvo que hacer para obtener la Alcaldía que solo le quedó para sí, el sueldo pelado y el bastón de mando. Es por ello que, incluso siendo laico, echaba de menos aquellas procesiones de antaño, de tanta solemnidad y marcado fervor religioso, incluso los rosarios de la aurora. ¡Ya tú ves! 449. –Una mayoría de políticos son honrados; pero, al que le gusta mangar siempre lo hace a lo grande. –Porque tienen presente –aclaró mi primo– el refrán que dice ladrón que roba poco, es tonto o loco. Aunque abundan los rateros, también llamados bajamaneros. Ya Guzmán de Alfarache, 154 citado por Alfonso de la Vega, nos aconsejaba lo siguiente: Quien se precie de ladrón procure serlo con honra, no bajamanero, hurtando de la tienda una cebolla y trompos a los muchachos. 450. –La expectación esa noche era notable por la presencia entre los tertulianos de un profesor de la Universidad de Harwad, procedente de Cambridge. Mi primo le dio la bienvenida y le invitó a participar en la tertulia donde solemos elucubrar sobre los aspectos más diversos del obrar humano –eso dijo literalmente, creando una cierta alarma. Fue la gentil filósofa la que salvó la situación. –Estoy gozosa de su presencia profesor y muy agradecida. Nunca olvidaré el postgrado realizado en Harwad bajo su dirección. En esta tertulia, como se ha dicho, explicamos y comentamos asuntos, expresamos juicio, en definitiva nos dedicamos a elucidar con intervenciones diversas y enriquecedoras. 451. –Era barrigón, pero iba tan fajado que daba el chasco. Ahora bien, al quitarse la faja había que hacerle sitio; eso sí. Este comentario de mi primo abrió la reflexión filosófico-vinícola de la noche y nos llevó a la conclusión de que salvar las apariencias comporta sacrificios. 155 452. –Quien tiene cabeza se expone a piojos, primo. – ¿Quieres decir que en el lodo no cae mancha? –Exacto. 453. –Primo, yo guardo las formas incluso en mi vida privada e íntima, porque he oído que el Tribunal Constitucional las considera garantía de las libertades. –Yo también, primo, pero en la intimidad me relajo un poco y hago menos severa o rigurosa la observancia de las formas, porque creo que el TC se mueve solo en el ámbito del Derecho constitucional. –Nosotros somos ciudadanos de a pie, tampoco hay que exagerar –argumentó otro que participó esa noche con nosotros en el concurso de regüeldos organizado en el chiringuito. 454. ¿Crees que grano a grano se puede llenar un granero? –No, primo –le respondí– lo más que se puede llenar grano a grano es el buche de una gallina. En eso coincido con mis amigos mejicanos. 455. –Partió su manta en dos y le dio la mitad a un mendicante. Los dos pasaron frío aquella noche. 456. –Paseábamos tranquilos, por la calles del casco antiguo camino de la tertulia filosófico-vinícola. En una calleja estrecha y en la pared de una casa vieja, 156 junto a su puerta, había apoyada una escoba de ramas flexibles. Y en el suelo, junto a un puñado de hojas secas, un par de botas enmohecidas. –Si pudiéramos hacer una fotografía atraparíamos en la imagen la fugacidad del tiempo. –Eso, dijo mi primo. Ignoraba que el joven pintor iraní, Imán Maleki, había inmortalizado una escena similar. 457. El que menos ríe no ríe tanto. 458. Daba frecuentes viajes turísticos; ora por una invitación del hijo, ora de la hija –según nos explicaba emocionado. Después supimos que el hombre vivía a cuerpo de rey gastándose la legítima estricta de sus queridos hijos. 459. –Prevalecen en él la honestidad, la modestia y el recato; pero, el hedor que despide, tumba a cualquiera. –Primo, ¿quieres decir que es doblemente pudoroso? –Sí. Pueden compatibilizarse en una misma persona el pudor de la honestidad, la modestia o recato con el pudor o hedor –aclaró por mí un filólogo con exquisitas maneras. Y abrimos las ventanas. 460. –Primo, el sexo sin amor, solo es sexo. – ¿Este aserto es la conclusión final de algún máster o postgrado, o proviene espontáneo de tu magín? 157 –Le pregunté extrañado. –Lo que quiero decirte es que, incluso en el sexo más aséptico ha de haber un ápice de sentimiento afectivo. Cuando yo hago el amor siempre procuro el disfrute de mi pareja, y cuando la oigo gemir y estremecerse en mis brazos, le estoy haciendo un bien. Y como amar a alguien es querer su bien; pues yo a esa chica en el acto del sexo la amo. –No dejas de tener algo de razón, edulcorada por tus buenas palabras; pero, el sexo sin amor tiene poco recorrido –le respondí. Y el debate filosóficovinícola de esa noche giró sobre el sexo a secas, sin aditivos, tratado con mucho tacto dada la hora y la delicadeza del tema. 461. –Donde crece la ignorancia, se atreven los vividores –expliqué. –Eso suele acontecer, primo, la sociedad nos depara estas vilezas; pero, como contraste –añadió– donde crece el trigo, se atreve la amapola. 462. – ¿Por qué será, primo, que cuando se muere alguien siempre es honrado y trabajador; incluso virtuoso? –Porque es el día de las alabanzas, del cual nos libre Dios –le respondí. –Entonces, ¿muerto el burro la cebada al rabo? –No es eso –le respondí– y tu plasticidad, primo, es vejatoria. Piensa que las alabanzas pueden ser excesivas en algunos casos y justas en otros. Al 158 punto, recuerdo el admirable poema, Mi velorio, del entrañable amigo y poeta Darío Teich. Él, ese día, no quiere flores, ni suspiros, ni llantos, y sí buenos vinos, comida abundante y ronda de chistes. Y para su epitafio, que hago mío y en lápida de arena: “Fugaz será el olvido de quien fue menos en vida que ya ido”. 463. –Yo soy yo y mis circunstancias, es una frase del filósofo español José Ortega y Gasset, cuyo significado es que no podemos prescindir de nuestro entorno, del conjunto de acontecimientos que nos rodean. Entendida la palabra circunstancias como el mundo en cuanto mundo de cada cual. El prestigioso pensador, “renovador del panorama intelectual español durante la primera mitad del siglo XX”, se merece un respeto –expliqué. –Primo, nada más lejos de ofender a tan egregia figura –me respondió– Cuando dije la frase yo soy yo y mis fantasías, hablaba en términos libidinosos. 464. Tenía pocos libros, pero todos eran prestados. 465. –No es lo mismo oír que escuchar, comentó el filólogo del grupo. Y nos puso un ejemplo: tu puedes oír ruido en la mesa de al lado, pero si prestas atención a lo que oyes estás escuchando. 159 De manera tan interesante comenzó aquella noche de vino y luna llena, la tertulia filosófico-vinícola que acabó con la aurora, hablando todos a la vez. 466. –Un chiquillo con experiencia es un hombre con aspecto de niño. 160 467 –Se sobrepasó en la ayuda y se ganó el enojo del ayudado. –Es obvio que no podemos excedernos en la zarracatería, ni practicarla; pero, tampoco en el halago, ni en las buenas obras. Ni siquiera en los consejos bien intencionados. Recordad que los reyes gustan de ser ayudados pero no excedidos –filosofó un samaritano experto en estos temas. 468. –Algunas noches de tertulia filosófico-vinícola más que el calor o la humedad, nos afectaban las moscas, entre las que abundaban las llamadas “cojoneras”. Una de las musicólogas que nos acompañaba se refirió a la vaca de mediados del siglo pasado, aquella vaca tan salada que daba leche merengada y mataba moscas con el rabo. Y le pedimos al labriego que tuviera la amabilidad de traer la suya para paliar nuestras incomodidades. Así lo hizo y cuando lo veíamos llegar con su vaca lechera, la plática filosófica quedaba interrumpida y nos sorprendía la madrugada, entre chato y chato, cantando la cancioncilla de García Morcillo: Tengo una vaca lechera No es una vaca cualquiera se pasea por el prado mata moscas con el rabo tolón, tolón 161 469. –En un Ayuntamiento, célebre por sus tropelías, ha sido hallado el cuerpo incorrupto de un político. El milagro ha sido recibido con cierto escepticismo por la “ciudadanía”. 470. –Íbamos al encuentro del amanecer, de regreso de la confusión de una noche de tertulia excedida, cuando mi primo preguntó: – ¿Crees que algún día seremos buenos escritores? –Ojalá. Aunque para ser buenos escritores nos sobran palabras y nos faltan lecturas. 471. –Primo, si vales, hazte valer. Lo de «el buen paño en el arca se vende», pasó a la historia. –Tú quieres decir que buey que no está en el mercado, no es vendido ni comprado. –Eso mismo. 472. – «Conducirte con prudencia en la vida es la forma de sabiduría que más me agradaría para ti» –dije a una de las mujeres que más quiero en este mundo. –Yo creo que acertaste con el consejo, primo. 473. –Mi primo compareció en la tertulia filosófica con el recorte de un anuncio de periódico: Horticultor universitario, treinta años, bien parecido, culto y muy dotado, se ofrece a señoras mayores de edad, para cuidarles el huerto. (Sexo, no). –Jugando con el equívoco y una nota de humor, lo hace sumamente original. No me extrañaría que alguna señora no tan mayor, solicitara sus servicios –nos ilustró un experto en publicidad que nos acompañaba. 474. –Discutirlo todo y no afirmar nada de una manera terminante, es el principio fundamental de nuestra tertulia –le dijo mi primo al joven tertuliano que por primera vez nos honraba con su presencia. –Es el mismo sistema del filósofo ateniense Sócrates, remozado por Arcesilao filósofo griego y confirmado por Carneades filósofo y orador, ciudadano de Atenas. Lo que me complace sobremanera –respondió el joven tertuliano. –Mi primo cambió de color y todos quedamos expectantes. 475. –Era querido y admirado por su generosidad al procurar el bien ajeno de sus vecinos aun a costa del propio. Hasta que la gente se dio cuenta, aunque demasiado tarde, de que era altruista 162 porque le convenía ya que, alcanzada una sinecura, la generosidad se trocó en buenas palabras. 476. –Si no eres feliz por lo menos ten dinero –le dijo mi primo al verlo llegar a la tertulia filosóficovinícola todo compungido. 163 477. –En el río revuelto de la crisis económicofinanciera, ganancia de chamarileros. 478. –Me consideraba un tío normal, con mis carencias y mi inestabilidad emocional; pero con el convencimiento de no haber hecho daño a nadie conscientemente. Mi primo me sacó del ensueño. –Primo, –me dijo– ¿A ti te gustaría ser buena persona? Tragué saliva y no le contesté. Por lo visto, una cosa es la realidad objetiva y otra bien distinta, lo que uno cree o los demás creen de uno –pensé. 479. –Solo perdió una oportunidad, pero resultó ser la oportunidad de su vida. ¡Ya es desgracia! 480. –La verdad, rescatando a los hombres de las opiniones y de las sensaciones subjetivas, les permite llegar más allá de las determinaciones culturales e históricas y apreciar el valor y la sustancia de las cosas –nos explicó un cristiano viejo que nos acompañaba esa noche, indicándonos que era un párrafo de la Introducción a la Encíclica «Caritas in veritate», de Benedicto XVI, de 29 de junio de 2009. –Alguien afirmó que las verdades a que se refería Benedicto XVI eran las llamadas verdades del barquero. Mi primo discrepó de esta simplista y errónea apreciación, «puesto que esas verdades se denominan así (las del barquero) porque son dichas sin rebozo, ni respeto alguno, buscando aflicción o disgusto» –argumentó. –Más bien, el Santo Padre se está refiriendo a las llamadas verdades como puños, en cuanto que son verdades evidentes –nos aclaró el cristiano viejo, que al transmitirnos paz con su presencia, nos hizo mejores esa noche. 481. –Sabedor de la importancia que, en la hora presente, tiene encontrar motivos o pretextos para eludir obligaciones, puso una Gestoría con personal cualificado, para procurar y tramitar excusas. 482. –El que vive esperanzado, vive desosegado, aunque no hay que desesperar. – ¿En qué quedamos, primo? Tú te lo dices todo. 483. –Un pedo, primo, aunque sea en la intimidad es de mal gusto, nada fino. –En la intimidad cada uno es como es. En mi cuarto de baño tengo un ambientador y música clásica incorporada. Cuando mi primerísima sube el volumen, lo tengo claro. 164 – ¿Y en el dormitorio, primo? –En el dormitorio tengo una Star de 9 milímetros en la mesilla de noche. – ¿Desde cuándo? –Desde que supe que el escorpión se come a su consorte y que la Mantis religiosa devora al macho en pleno orgasmo. 484. –La insólita noticia apareció en los periódicos en primera página y a cuatro columnas: –Ha sido hallado un Ayuntamiento con superávit. La policía ha rodeado el edificio. Y el Gobierno ha declarado el estado de sitio –comentó un tertuliano. –Y el Alcalde seguramente estará en paradero desconocido para evitar represalias –abundó otro. Un Secretario de Administración Local tomó la palabra algo molesto. –Hay bromas o ironías que pueden rozar la mordacidad y caer en el sarcasmo, aunque no sea éste nuestro caso. Cierto que hay Ayuntamientos mal administrados y con déficits importantes; pero no todos. La mayoría se administran racionalmente en beneficio de sus pueblos, a los que han consagrado sus esfuerzos, que no siempre se agradecen. No hemos de perder el espíritu de nuestra tertulia de satisfacer nobles curiosidades e intercambiar ideas, como ya se comentó en la reluciérnaga 70. 165 –Una broma inicial sirvió para intercambiar y emitir juicios muy serenos de los que todos aprendimos algo. 485. –Un espermatozoide es a un óvulo, lo que Adán es a Eva, salvando la moral y la distancia. 166 486. –Se coló en la tertulia sin saber cómo ni cuándo y soltó un discurso irreflexivo y disparatado que nos dejó atónitos. Al terminar, mi primo en tono comedido y respetuoso, dijo menés. Y todos al unísono repetimos cortésmente menés, sin saber lo que decíamos. Luego supimos que menés era un localismo de Baza (Granada) que significaba que no te crees nada de lo que te acaban de contar. Equivale a «eso ahora se lo cuentas a tu abuela». Dimos las gracias a mi primo por condensar en una palabra nuestro pensamiento, sin que el orador, agradecido, se percatase de su significado, a Dios gracias. 487. –Desde que supo que el adulterio y el amancebamiento ya no constituían delito, parecía otro hombre. Incluso llegó a presidente de la República. 488. –Nos acompañaban en la tertulia por primera vez uno, que no confiaba en nadie y otro, que se fiaba de cualquiera. En el curso de la velada, el doctor internista, presente entre nosotros, llegó a comprobar que los dos tenían la tensión alta, el colesterol por las nubes y que padecían de insomnio. –Los excesos y defectos pueden abocar al mismo mal –argumentó mi primo. –Los extremos se tocan –remachó el labriego. La tertulia versó sobre tan sugestivo tema y se llegó a la conclusión de que, quizá, el equilibrio lo encontraría aquel que confiara en sus amigos y no se fiara de cualquiera. 489. –Se llama Messi y es argentino. Le ha dado por jugar al futbol; pero, es alguien extrañísimo según me han contado. Está especializado en “picadas”, “vaselinas”, “regates múltiples”, caños, etc. ¡Ya me dirás! Es más, de vez en cuando levanta la cabeza mirando al cielo con los brazos levantados y los índices de los dedos de las manos enhiestos. Permanece así con mucho respeto unos segundos y ya lo ha hecho cientos de veces en Can Barça y en los campos de futbol de medio mundo. ¡Y las que te rondaré morena! –Debe ser un tic, pero alguien debería explicarlo y tomar medidas en beneficio del chiquillo. Además, es buena gente porque una cosa no quita la otra –dijo mi primo. Y sobre esto versó la tertulia filosófico-vinícola, sobre un tipo de personas que se dedican hacer cosas que los demás no sabemos hacer, o las 167 hacemos regular o mal o contrariamente a lo que es debido. 490. –Estaba desmoralizado y veía su porvenir muy negro; pero se consoló un poco el día que le encontraron un piojo solitario en su peluca. Los hay peores –pensó. 491. –La confusión fue tan grande que ahorcaron al verdugo. –La tertulia filosófico-vinícola de la noche, versó sobre eso: las equivocaciones, los desconciertos, barullos y deslices que, a veces, ocasionan situaciones irremediables. 492. –Cuando llegó su mujer, la otra todavía estaba allí. ¡Y ahora qué! 493. –No quieres conflictos y vas y te casas. Luego no te quejes –Eso le dijo mi primo en un tono severo, cuando todos esperábamos que lo felicitara. Y se creó un ambiente tenso que costó superar. –Las recriminaciones han de hacerse en privado, son más efectivas y duelen menos –comentó el teólogo-ascético que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola. 494. –Corría veloz en busca de su amada, pero cada vez se distanciaba más. – ¿Iba en dirección contraria, primo? 168 –Dicen que sí. –Ya suele pasar. 495. –La tertulia filosófico-vinícola de esa noche, partió de la frase “mentir a sabiendas”, que suele emplearse con frecuencia. Mi primo era reticente a su utilización y razonó así: –A diferencia del error, que es un concepto equivocado, o una acción desacertada, en la mentira, en cuanto expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa, hay malicia, intención solapada; en definitiva, voluntariedad. El saber que se miente es consustancial a la mentira, sobra el “a sabiendas” Casi nos convence, cuando tomó la palabra un gramático. –“Mentir a sabiendas” suele emplearse para resaltar la gravedad de la mentira. Es un pleonasmo, en cuanto aparece en la frase un vocablo, “a sabiendas”, innecesario, pero que añade énfasis, expresividad a lo dicho. Valga por todas, la frase: lo vi con mis propios ojos. ¿Con que ojos si no? Pero la frase gana en fuerza, en viveza, en agudeza. –Para colmo, el politólogo del grupo, callado hasta entonces, trajo a colación al premio Nobel de Economía, Paul Krugman, el cual llega a decir: «lo chocante es la desvergüenza con que creadores de opinión mienten sabiendo que mienten». La noche la redondeamos con un Gran Reserva, pleno de cualidades. 169 496. –Se encontró con Alguien que era todo en todo, y comprendió que estaba en el otro mundo sin posibilidad ya de arreglar sus cuentas. 497. –Acostumbrémonos a decir que sí –apuntó mi primo nada más vernos. –Yo creía que lo acertado era acostumbrarnos a decir que no –respondió un tertuliano. –Lo que quiero dejar sentado es que hemos de decir sí o no y huir de las medias tintas o de las ambigüedades; esto es, definir claramente nuestras actitudes u opiniones –replicó mi primo muy seguro y experimentado. –Todos convinimos en que lo manifestado era válido como regla general de conducta, pero que, a veces, las circunstancias aconsejaban salirse por la tangente, utilizando la evasiva para escapar de un apuro. 498. Puticojo. Mote inventado con todo respeto por el escritor Umbral, para denominar a nuestro grandísimo escritor Quevedo, en el que concurrían todos los ingredientes. 499. – ¿Entonces, dos y dos ya no son cuatro? –preguntó un tertuliano intranquilo. –Sí, siguen siendo cuatro pero solo por ahora. Hemos de estar a resultas de lo que dispongan en días venideros nuestras autoridades de la Unión 170 Europea; aunque el Gobierno de España está convencido de que la minoración que se produzca será asumible –nos ilustró amablemente un Secretario de Estado que nos honraba esa noche. Todos quedamos impuestos y esperanzados por tan tranquilizadoras palabras. 171 500. –La política es para un momento, una ecuación es para la eternidad –son palabras de Albert Einstein, comentó mi primo que leía, ya tú ves, Mi credo humanista del eminente científico. –Pero si esa política es nefasta, no digo ya corrupta, entonces ese momento se puede hacer eterno –respondió la joven historicista vinculada a nuestra tertulia filosófico-vinícola. –Todo es relativo, por lo que es raro que Albert no haya caído en ello –remachó un estudiante de ciencias exactas que terminaba la licenciatura ese año. 501. –Se confirma el invento de un equipo de científicos japoneses consistente en un componente bioquímico de reducción extrema, que permite a los camellos pasar sin dificultad por el ojo de las agujas –manifestó mi primo. – ¿Qué piensan de esto los ricos? –Muy contentos, como es natural. ¡Están que se salen! –respondió. 502. –Las casas de putas en días de partido de fútbol de Champions, son la válvula de escape de los aficionados de uno y otro equipo. Los que pierden acaban allí para enjugar sus penas y los que ganan para encauzar sus entusiasmos. –Nos soltó mi primo nada más comenzar el coloquio, dejándonos asombrados, porque la verdad es que desconocíamos esta vertiente suya tan deportiva. 503. –Es un buen hombre pero siempre habla a voz en cuello –expuso mi primo. 504. –El homomorfismo es la correspondencia no biunívoca entre dos estructuras algebraicas que conserva las operaciones –nos explicó el matemático que nos acompañaba. –Sí, hombre, ahora caigo, lo que ocurre es que yo había confundido la palabra homomorfismo con homeomorfismo –dijo mi primo. – ¡No, por Dios! El homeomorfismo preserva las características topológicas, y es ciertamente una clase de isomorfismo –aclaró de nuevo el matemático. Me vi obligado a tomar la palabra: –Esta es una tertulia filosófico-vinícola y todo saber tienen en ella cabida; pero la hemos enfocado hacia el conocimiento de la realidad y en el sentido del obrar humano, como ya hemos dicho en otro momento. La ciencia matemática, como ciencia deductiva que estudia las propiedades de los entes 172 abstractos, nos sobrepasa y perdonen ustedes –les indiqué, muy sereno y comedido. Y a mi primo, le dije por lo bajo, si mencionas ahora el isomorfo te echo de la tertulia. ¡Por mi madre! 505. –Le preguntamos cuál era su profesión y nos respondió que político. –Unamuno decía, ya en julio de 1914, que un político de oficio es uno que cuando obtiene un cargo representativo no está pensando sino en la reelección, y a ella supedita todo lo demás –nos comentó el politólogo. –No me digas más, –pensé. 506. –Os quejáis de ser los hermanos pobres y de vivir en las cavernas, pero nosotros os cortamos las uñas y cuando sentís picor os rascamos. –Eso le dijeron los dedos de las manos a los dedos de los pies, cansados de tanto victimismo. 507. –Me gustaría encontrar una mujer con pasado, para que se aferre a la realidad y no me fantasee. –Eso dijo mi primo, una noche tibia de abandonos y confidencias. 508. –La calma chicha se refiere al estado de la atmósfera cuando no hay viento y la mar está en completa quietud. La idea de calma chicha va unida a bonanza. Ahora bien, la expresión calma chicha se suele utilizar en la vida corriente para denotar 173 serenidad y placidez en otro orden de cosas. Y así, es frecuente oír que hay calma chicha en Wall Stret si los valores mantienen unas cotizaciones estables, no hay volatilidad, las operaciones bursátiles se ralentizan y el Mercado denota cierta apatía. O que Santa Cruz de Tenerife, la bella capital canaria, después de los carnavales entra en unos días de calma chicha. Es natural. O que el Gobierno aprenderá más en un día de huelga que en cien de calma chicha. –En el turno de ruegos y preguntas, mi primo, interesado por la calma chicha placentera, preguntó al profesor: –Después de hacer el amor, si ha habido mutua participación y disfrute, ¿puede llamarse calma chicha, al tiempo de espera y relajación que precede al momento en que el "diablillo" se despierta de nuevo, si es que se despierta? –Sí, desde luego, calma chicha regalada y expectante. ¿Alguna pregunta más? ¿No? Pues hasta otra reluciérnaga, si Dios quiere. 509. –Primo, ¿Tú conociste a Jaime de Andrade? –Sí, lo conocí y lo sufrí. – ¡Mira que tú has vivido! –Por mal de mis pecados –confesó. 510. –Se la diñaba a cualquiera, hasta que acabó diñándola él. 174 – ¿Quieres decir que el verbo diñar tiene dos acepciones? –Sí. 511. –Una persona que pase de todo, nos lleva ventaja. ¿Verdad, primo? –De cada cien preocupaciones que tengamos, los expertos han señalado que diez son motivadas y el resto ficticias o imaginarias. Así, el que pasa de todo nos lleva de ventaja noventa preocupaciones menos –me contestó en un tono pausado y convencido. 512. –Fiel al mandato conócete a ti mismo, el desdichado va y se conoce. El susto ha sido tan grande que ha necesitado asistencia psicológica. Por lo visto ha conocido cosas tremendas que tenía arrinconadas en el cementerio del olvido –reveló mi primo, amigo de la familia. 513. –Era una madre tan egoísta que prefería que todos los males que pudieran venirle a su hijo pequeño, le vinieran a ella. –En la formulación de este tipo de proposiciones hemos de ser muy prudentes y obrar con la mayor delicadeza. En efecto, cuando un hijo pequeño sufre un mal, a su daño físico hay que unir el daño moral que soportan los padres y en general sus seres queridos. Me refiero al sufrimiento, al daño psicológico. Es natural que la madre liberando al 175 hijo de su mal, atrayéndolo hasta ella, reduzca el suyo. 514. –Hay personas, en la situación de crisis actual, que rebajan su currículo, incluso suprimiendo títulos universitarios, al objeto de acceder a puestos de trabajo más humildes o asequibles. – ¿Lo dices por el camarero? –Sí. He oído que le decía al compañero que el hecho de venir cada uno por nuestro lado y marchar de madrugada huyendo de nuestras sombras, le hace pensar que la tertulia filosófico-vinícola es más bien un conventículo. –En efecto, esa palabra no es de uso frecuente y denota cierta formación, aunque esté equivocado en el juicio que hace. 515. –Primo, ¿qué diferencia hay entre estar hasta el cuello o estar hasta la coronilla? –Si tuviéramos en cuenta la altura, diríamos que la misma diferencia que hay entre una situación difícil y una situación límite; pero no es así, sino a la inversa: la situación límite es estar hasta el cuello. Estar hasta la coronilla o hasta el colodrillo no es más que estar cansado y harto de sufrir alguna pretensión o exigencia. 516. –La falta de ánimo y de valor en que la cobardía se resume, a veces es superior a nosotros; pero, si somos cobardes no provoquemos. Así de 176 sencillo –eso nos espetó mi primo, para abrir boca al comenzar la tertulia filosófico-vinícola, una noche de frío extremo. 517. –Primo, busco una mujer que esté alegre ante el porvenir, porque la hermosura es un soplo –dijo, vivificado su espíritu por los proverbios que acababa de leer y sin venir a cuento. –Lo tienes difícil porque el porvenir viene cargado de incertezas; pero, a ver si es verdad y no dejas pasar la flor de la edad –le respondí. 518. –Las promesas electorales de los políticos en campaña, me recuerdan a mi primo prometiéndole a su suegra un regalito si le tocaba un buen pellizco de la lotería. 519. –Empleó cinco kilos de oro en modelar aquella escultura estilizada, pero le salió un mazacote. El que hace lo que puede no está obligado a más –pensó. No obstante, logró venderla al peso. –Se cumple –aclaró mi primo– lo que dijo en su día Ortega y Gasset al referirse a una obra de arte: el oro de que está hecha no consagra a la estatua. 520. –Era tan tímido que sabía la respuesta y no levantó la mano. Y eso le vino bien porque era una pregunta comprometedora. –No hay mal que por bien no venga –apostilló el labriego. 177 521. No supo o no pudo constituir una familia y vivía solo. En su fuero interno su máxima ilusión era ser famoso. – ¿Porqué? –le pregunté. –Para que al morirme no me olviden –respondió. 178 522. –Era sábado. En un extremo del chiringuito, caída la tarde, había una pareja tomándose unas cervezas con un platito de chipirones. Mi primo los conocía. –Son marido y mujer, mileuristas, entre los dos ganan dos mil euros mensuales, aunque solo gastan mil quinientos cada mes. No es el mal ejemplo que dan, sino que ponen en evidencia a muchos que, por ejemplo, ganan cinco mil y se gastan seis, única manera que entienden de acrecentar el consumo y fortalecer principios tan sagrados como la productividad, entre otros. –Pero ellos parecen felices, ajenos al estropicio que causan y veo que se cogen de la mano –le contesté. – ¡Esa es otra! Hasta para eso son raros, porque llevan diez años casados –respondió. 523. –Si no le ves la luz al caso concreto generaliza y te sales por la tangente. A ver qué pasa –le aconsejó mi primo. 524. –Cruzó la calle, caminaba apesadumbrado como si un padecimiento, más moral que físico, lo desazonara. –Resultó, –como nos aclaró mi primo– que arrastraba un secreto de alcoba que lo tuvo en un sinvivir durante muchos años, al ser consciente del conocimiento en exclusiva de algo tan grave. Pero su estado se ha agravado cuando ha sabido que era un secreto a voces y que había hecho un misterio de algo que era público. 525. –No dejes a Dios tranquilo; pero ocúpate de tus cosas. O como me dijo una chica rusa una noche de mar picada: –Reza, pero no dejes de remar hacia la orilla, cariño. 526. –Primo, perdona, pero si das trigo no necesitas predicar. 527. –La igualdad plena de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres en el ámbito laboral y funcionarial, es un tema de rabiosa actualidad, habiéndose establecido cuotas en empresas, e instituciones públicas; incluso, en listas electorales –expuso un Gestor al comienzo de la tertulia. Fue la filósofa la que nos ilustró: – ¿Quién puede ser el atrevido que se arrogue la potestad o virtud de conceder igualdades, sino un hombre inferior para ocultar sus carencias? 179 Mi primo trajo a colación a su admirada Margaret Thatcher (q.e.d.) a la que le oyó decir que en cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior. –Tampoco es eso –respondió la filósofa. 528. –Me invitaron a pasar el día en su finca de la montaña y cuando íbamos paseando, al llegar a un declive mi amigo se adelantó y comenzó a tirarse pedos en cadena. La mujer le gritaba en catalán, prou, prou, prou y a mí por lo bajo me dijo. –No lo hace adrede, es que se le caen. –No tienes que disculparte conmigo al no haber intención deliberada; es más, el hecho de encontrarnos al aire libre minimiza su comportamiento reduciéndolo a una simpática anécdota. Ahora bien, si lo ha hecho adrede con esa música lo entierren, en palabras de Quevedo –Ese fue el comentario de un tertuliano dejándonos sorprendidos y confusos. –Si su amigo no lo hizo a propósito y la esposa se disculpó por él, nada hay de reprochable en esa conducta y sí en la suya al revelar un suceso que traiciona una amistad –reprochó sin pelos en la lengua la joven y gentil filósofa que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola. 529. –Hemos pasado de los vinos Gran Reserva a los crianzas, de estos a los tintos de verano y ahora andamos por el garrafón. 180 –Es verdad, primo. Y la calidad de nuestros asertos filosófico-literarios no ha mejorado nada; antes bien, han ido a menos. –Así es. La crisis no es solo económica y de valores, es también filosófico-vinícola. 530. –Se empeñaron en que yo era de una manera de ser y tuve que adaptarme. 531. –Mi primo no saludó esa noche, se limitó a recitarnos estos versos: –Yo no necesito a nadie: pasa por mi calle un río y vivo en medio del aire. –Nos explicó que eran los versos iniciales de una copla inédita de Ignacio Sánchez Mejías publicada en el Cultural de ABC. Quedamos gratamente impresionados y la velada giró en torno a la vida sencilla, lejos de la turbiedad política del momento. 532. –Para encubrir sus borracheras, disimulaba con la sobriedad. –Lo pillaron al hacerle soplar en un control de carretera, entre Argamasilla de Alba y Tomelloso, pasado Valdepeñas, donde había “repostado” –explicó mi primo que conocía al nota. 181 533. –A mi primo no le había ocurrido nada desagradable aquel día. Y se le veía preocupado, como si barruntase algo. –El pesimismo, como propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más desfavorable, nos aboca a la tristeza y la depresión –nos ilustró un psicólogo que nos acompañaba. 534. –Un puño cerrado no augura nada agradable –dijo mi primo, que llegó a la reunión sobresaltado por algunas escenas presenciadas. –No hay que exagerar, me quedo con las palabras de Indira Gandhi: Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos –comentó el historiador del grupo. –Parece que vivís en otro mundo o mejor en otra época. El presidente de los EEUU, señor Obama, suele saludar a los suyos chocando los puños de manera original y afable –nos explicó un periodista gráfico. – ¿Quieres decir que un puño cerrado es neutro, asexuado? –preguntó un boxeador jubilado, famoso por su pegada y resistencia a los golpes. –Sí –respondió el periodista. 535. –Mi primo no daba golpe en el trabajo, pero era prudente, taciturno y obsequioso. Se ganó el respeto de todos. 182 536. –Me dijo que era más Alcalde cuando condonaba una multa que cuando la imponía. –Al imponer una multa aplica la ley; al condonarla, hace uso de sus prerrogativas de gracia –explicó uno del grupo. Pero fue una Secretaria de Ayuntamiento de reconocido prestigio que nos acompañaba esa noche, la que nos aclaró el tema: –Si la condonación tiene carácter excepcional y proviene de apreciar ausencia de equidad respecto de la letra de la ley, o vulneración del principio de proporcionalidad entre acto punible y sanción, la condonación es laudable; en caso contrario, sería una alcaldada, que dejaría en mal lugar a los responsables del orden público, desmotivándolos. –Y el infractor se iría de rositas, que esa es otra –comentó mi primo. 537. El jurista que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola tomó la palabra para ilustrarnos sobre el principio de proporcionalidad mencionado en la reluciérnaga anterior: –Este principio implica un equilibrio entre los medios utilizados por la Administración y la finalidad perseguida. El eminente profesor García de Enterría se refiere a él de manera clara y precisa, indicando que "supone una correspondencia entre la infracción y la sanción, con interdicción de medidas innecesarias y excesivas". Y cita el artículo 9 de la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano de 1789 que tempranamente lo 183 recogía: penas estrictas y evidentemente necesarias. Todos aprendimos de tan interesante comentario y quedó justificado nuestro nocturno quehacer filosófico-vinícola. 538. –Ya jubilado y en lista de espera se dedicaba a rememorar los buenos ratos pasados otrora. El infeliz acababa pronto. 539. – ¿Hacer el amor es un arte, primo? –Si se huye de la prisa y de la urgencia, se hace con ternura, con voluptuosidad y es participativo y con mutuo disfrute, entonces el coito, cópula, concúbito o ayuntamiento carnal es un arte popular y noble. –Eso me contestó y comprendí porque era tan grande su copularidad entre las mujeres del pueblo. 540. –El arribista ha hecho de la hipoteca y de la adulación sus caballos de batalla –explicó mi primo. –De la hipoteca, no, primo, de la hipocresía y de la adulación. ¡Estás obsesionado con la crisis! –me vi obligado a corregirle. 541. –Si la unión hace la fuerza, veinte eunucos no me resuelven nada –dijo Elenita. Y parecía tan sincera como en la reluciérnaga 4. 542. –Permaneció media vida a oscuras y tenía el interruptor al alcance de la mano. 184 –Suele suceder. Muchos se mueren sin haber vivido –volvió a repetirnos mi primo, por segunda vez en estas reluciérnagas. Lo cual nos sumergió en una profunda meditación, quizás de las más, sobre las oportunidades perdidas de la vida y las bromas macabras del destino. 185 543. –En un viejo deuda nueva, mal asunto. –Y más en los tiempos que corren –apostillo mi primo. 544. –Una buena maroma es lo que necesitan algunos políticos por sus maromas –comentó mi primo al inicio de la tertulia filosófica. – ¿Lo dice usted por lo que ha sucedido en ese específico Ayuntamiento con el voto de censura y la renovación de la Corporación? –le preguntó el filólogo del grupo. –Sí, ciertamente, respondió escueto mi primo. Los demás quedamos en la inopia; pero el filólogo, muy correcto nos explicó que la palabra maroma además de significar cuerda gruesa de esparto o cáñamo, tiene otra acepción, la de voltereta política, cambio oportunista de opinión o partido. Todos admiramos en mi primo, no solo su puesta al día en la política local, sino sus conocimiento y dominio del lenguaje. 545. –No se le podía hablar, tenía un cabreo de mil demonios. Resulta que le habían quitado la paga extra y tuvo que cancelar el crucero a las Antillas perdiendo también la paga y señal. – ¡Encima eso! –remachó mi primo 546. –Al llegar saludó comedido y se le vio pulcro y de buen porte. –Vive de fiado –me comentó mi primo por lo bajini. Le saludamos, dándole la bienvenida a la tertulia y preguntándole qué tal le iba. –Me va bien y me iría mejor sin la insistencia, porfía y tozudez de los acreedores. –Se refiere a la machaconería en general de estos señores –comentó mi primo. –Exacto –aseveró el aludido. 547. –Era adicto al sexo y decidió cortar por lo sano haciéndose anacoreta. Se aisló en un monte lejano que daba a un bosque frondoso y se entregó por entero a la contemplación y a la penitencia. Acostumbraba a flagelarse tres veces por semana y hasta cuatro. 548. –Esa noche nos acompañaba a la tertulia filosófico-vinícola un poeta tan pobre que, quebradas las alas de sus vientos, solo hacía poesía. Le hubiera gustado, renacidos sus afanes, aunque sin un duro, «ser gota de lluvia para posarse sobre el pétalo de una rosa blanca al rayar el alba y condensado en rocío y transmutado en perla, participar de la delicadeza de la flor». –Eso nos dijo. 186 Y todos le contestamos que sí. Recuerdo que se tomó dos vasitos de vino y le dejamos el platito de quesos curados del que dio buena cuenta. 549. –Vivir a cierta edad es contar historias; pasada esa edad, es repetirlas. (Darío) 187 550. –La tertulia trataba esa noche sobre el conservadurismo, cuando justo llegó el nuevo tertuliano, hombre conservador en demasía, chapado a la antigua. Apareció todo pulido, con su traje a rayas y su camisa blanca de cuello duro, aunque olía mal. Luego supimos, por mi primo, que en el pecho llevaba una cataplasma emoliente de estiércol para la carraspera, puesta por un barbero. 551. –Tanto cuenta lo expresado por ti, como lo que el otro ha entendido. De aquí, primo, el peligro de hablar al tuntún. 552. –Si partimos de la base de que no hay contradicción en los términos, un gigante bajito es un hombre alto. 553. –La sombra no proyectaba su joroba y eso le consolaba –dejó caer mi primo, como tantas veces, sin venir a cuento. –El anciano teólogo ascético, que también nos acompañaba esa noche, como ya lo hizo en otras reluciérnagas, tomó la palabra para recriminarle: –La caridad, no ya como virtud teologal, sino como actitud solidaria con el sufrimiento ajeno, ha de impregnar nuestras conductas. Hacer chistes a costa del desconsuelo ajeno no es caritativo. Mi primo se justificó y nos explicó que pretendía poner sobre la mesa como tema de tertulia, el hecho de que hay personas con graves deficiencias que, a veces, se consuelan con nimiedades poniendo de relieve sus altas cualidades morales. –Sin duda me he precipitado en mi juicio y pido disculpas después de oír tan sensatas palabras –respondió el anciano teólogo. Y todos convinimos en la orientación filosófica de la tertulia, hasta el punto que tomamos una segunda copita y algunas más, ya que la noche se presentaba fría, como preludio de un invierno adelantado y sorpresivo. 554. –Primo, si hay males más rentables no hagas ese, no seas además de malo, tonto. 555. –El Inspector Jefe de la Empresa, sorprendió al operario de la sección de informática, conectado a Internet en labores propias de su trabajo, sin un solo archivo intercambiable del Fujiyama, del París de noche, del Madrid antiguo, de la Antártida, de los puentes del Sena, de la torre Eiffel y, en general, de paisajes, monumentos o críticas a políticos. 188 Sorprendido, elevó un informe favorable a la Dirección, que recibió la noticia con satisfacción. No así los trabajadores de base. –Has creado un precedente que nos perjudica a todos –dijeron. Y no les faltaba razón. 556. –Mi primo se enteró de nuevo de que yo iba a dar una conferencia, sobre “Las cesiones gratuitas condicionadas” en l’Escola d’Administració Pública de Catalunya, una de las más prestigiosas de Europa. Y va y me dice: –Primo, si en el coloquio final te hacen una pregunta que no te sabes no te hagas el listo, que esta gente no es tonta; pero, si te la sabes, hazte el tonto, y das un circunloquio, regodeándote para agotar el tiempo con la respuesta y evitar así más preguntas, por si acaso. 557. –Primo, si gritas no te oirás. 558. –Tenía doce años y una noche decidí tocarme la pinga a caso hecho. El cura del pueblo me dijo que había cometido un pecado mortal y que iría al infierno de cabeza, a la caldera de Pedro Botero –comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. – ¿Y cómo reaccionaste? –le preguntó el labrador que nos acompañaba, ya que era día de riego. –Consideré la sanción desproporcionada 189 –respondió mi primo, anudándosele la voz y sin mostrar resentimiento. –La Iglesia ha evolucionado mucho en relación a los sobos y tocamientos y ya no es tan estricta –explicó un teólogo presente. –Pero el daño ya está hecho –matizó mi primo. Y pasamos a otro tema. 559. –De día era muy confiado, pero de noche dormía siempre con un ojo abierto. Después supimos que había sido Alcalde de noche, cuya misión, otrora, era rondar y cuidar de que no hubiera desórdenes por las noches en la ciudad; incluso tenía jurisdicción ordinaria. – ¡Cuántas veces juzgamos a las personas de manera parcial e injusta por desconocer los antecedentes! –clamó mi primo y ese tema no llevó parte de la velada filosófico-vinícola. 560. – ¿Qué te decía el cacique del pueblo de forma tan airada? –preguntó mi primo al anciano camarero. –Que a él no le tose ni su padre. Todo porque le llevé azúcar con el café, en lugar de la sacarina que me ordenó. Hoy he vuelto a nacer, me he salvado porque fuimos juntos al colegio. –La sociedad crispada en que vivimos produce estos energúmenos que andan sueltos e imparables como diarreas de verano –comentó mi primo con su característica plasticidad. 190 561. –No le falta casi ninguna de las cosas que no necesita –expuso mi primo. – ¿Eso quiere decir que le sobran algunas? –Sí. Y sobre eso versó la tertulia. Cosas, en la vida, susceptibles de producir utilidad a unas personas en manos de otras que no las necesitan. 562. –Cuando llueve en el mar los peces se mojan. – ¡Te estás pasando, primo! 563. –Ya sé que no tengo amigos, pero no me siento solo. Siempre estoy conmigo y mi imaginación. Y mi sombra, en los días de sol, me acompañan –dijo mi primo con su resignada desesperanza. Por eso le recité conmovido los versos de Fray Luis de León, para levantarle el ánimo: Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas sin testigos, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo. 564. –Estuvo 20 años en la Administración Pública en cargos de confianza y, por lo visto, les gravaba las conversaciones a sus jefes antes y durante la crisis económica. Es un marrajo de mucho cuidado. –comentó mi primo. 191 – ¿Los tiene cogidos por los huevos? –preguntó un pintor de Iglesias. –Cada vez menos, porque la prescripción de los posibles delitos merma su archivo cada año que pasa. Más bien los tiene en un suspiro –respondió mi primo. 192 565. “…pero, con todo, comía la Sobrina, brindaba el Ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto." (Don Miguel). –El llanto por el difunto es inversamente proporcional a la herencia recibida. ¿A más caudal menos lloros, primo? –Así es. 566. –Se especializó en dar consejos pero cuando la desgracia o el mal paso ya habían sucedido. –Primo, no ves que ahora será la experiencia la que les enseñe más que tus consejos –le dije. Fue el flamencólogo que nos acompañaba esa noche el que trajo a colación la voz rota, el quejido quebrado de Camarón de la Isla cuando cantaba: A mí me daban consejos y yo pa que los quería, si lo que me había pasao remedio ya no tenía. 567. –Cada vez más ojeroso y desnutrido, su palidez alarmó a la madre. –Gracias a Dios –nos aclaró mi primo– la alarma quedó en nada al saberse que llevaba un mes adscrito a un prestigioso Taller de Masturbación. 568. – ¿Entonces –preguntó el viudo que nos acompañaba esa noche– de la reluciérnaga anterior se deduce que el vicio solitario ya no es ni vicio, ni solitario? –Así es. Incluso, se aproxima a un acto virtuoso, en cuanto susceptible de ser perfeccionado en los talleres de masturbación. 569. – ¿Por tanto, –volvió a insistir el viudo– los miles de pecados mortales cometidos en mi adolescencia, que hasta se me formaba un nudo en el estómago, se quedan en nada? –La Iglesia fue muy estricta en aquellas décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, en cuanto a sobos y tocamientos carnales; pero ahora no es el momento procesal oportuno de hablar de ello. En la tertulia filosófico-vinícola de hoy será objeto de debate –informé a los presentes, a la par que dije a mi primo que preparara los Gran Reserva y unos platos de ibérico, porque presumía que la noche iba a ser larga. 570. –Primo, ¿Alguna vez te has hecho el muerto? 193 –Muchas veces. Siempre que he querido pasar inadvertido, he procurado permanecer inactivo o silencioso o me he presentado en los sitios a cencerros tapados. – ¿Y alguna vez le has echado el muerto a alguien? –Jamás. Nunca le he atribuido a nadie la culpa de algo. Y de las mías respondo yo. Ya está bien de muertos que se no va a agriar el vino –dijo el concejal del Distrito. 571. –Cuando reparamos en él con aquel traje dos tallas más grandes, mi primo me dijo por lo bajo: –Se le murió un tío suyo hace quince días. 572. –Perdió la memoria y se comparaba a un armario vacío. 573. –Mi primo acababa de enterarse de que el nuevo Presidente del Consejo de Europa, Van Rompuy, era aficionado a los haiku y tuvo la delicadeza de explicarnos, al llegar a la tertulia filosófico-vinícola, que el haiku, es un poema breve de origen japonés de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas. Él lo había practicado en su juventud y nos recitó uno suyo. Una hoja seca, una ilusión perdida. ¡Juguetes rotos! 194 –En efecto, las hojas y las ilusiones brotan esperanzadas; pero, el tiempo y los reveses de la vida las reducen a más que escombros, a juguetes rotos –nos comentó un hombre virtuoso y austero que vivía retirado en la montaña y bajó para acompañarnos y beberse un vasito de vino con nosotros, atraído por el grato ambiente de nuestra tertulia filosófico-vinícola. 574. –Lo malo del juego es querer desquitarse –dijo mi primo al salir de un Banco de hipotecar su casa. 575. –Primo, no fueron los achaques, sino al perder la esperanza que comencé a sentirme viejo. En mi estado de ánimo no se me presenta como posible lo que deseo. – ¿Lo dices por la mulatita que ha pasado cimbreándose calle abajo? –Por ella y por todas. A mi edad no hago distingos, aunque conservo el buen gusto. 576. –Se abrió un interesante debate sobre tema de actualidad y uno de los tertulianos no conforme con los argumentos de otro se dirigió a él con el dedo tieso. –El periodista Antonio Lucas, refiriéndose al dedo tieso, nos dice y con razón, que son modales de barman de puticlub cuando alguien pide una última copa después de que suene el campanazo del cierre –recordó el labriego. 195 –Yo le hice la peineta a mi suegra, incluso una butifarra catalana, pero estaba de espaldas –aclaró mi primo cerrando el turno de intervenciones. Y la conclusión fue que la sociedad española estaba en exceso crispada y actuaba a troche y moche. 577. –Se propaló por el pueblo la noticia de que le había tocado el premio gordo de la lotería de la que se decía que jugaba un buen pellizco y todos la saludaban al pasar. –Hijos de puta –pensaba ella. 578. –Procura no mentir, aunque tengas buena memoria. La mentira engendra desconfianza –me dijo mi primo, del que me sorprendió su tono moralizante, dada la hora. 579. –Primo, ¿la ficción es falsedad? –No creo. La falsedad es faltar a la verdad; la no conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. La ficción es cosa fingida. Y fingir es dar existencia ideal a lo que realmente no la tiene. –Entonces ni don Quijote ni Sancho Panza son falsedades. Son seres de ficción. –Veo que lo has entendido, pero menciona también al Coyote, al Guerrero del Antifaz y a Roberto Alcázar y Pedrín, los jóvenes aventureros españoles, que son de tu época. 196 580. –Leyó tantos libros de autoayuda que, no solo superó sus fobias, sino que pagó todas sus deudas. 581. –Se cruzó con nosotros trajeado y tan pulcro que complacía verlo. –Está muy bien servido –comentó mi primo que era vecino suyo. ¡Pero, si vive solo! –clamé. –Pues por eso –insistió mi primo. Un amigo francés que nos acompañaba coincidió con mi primo y tuvo la amabilidad de recitarnos un proverbio en su idioma: On est jamais mieux servi que par soi-même. 582. –Primo, a mí lo carnal me conturba –eso dijo. Yo miré con disimulo a un lado y otro de la calle y no vi a ninguna mujer. Intuí que eran sus pensamientos lascivos los que le alteraban el ánimo. Era un lúbrico impenitente, su salacidad lo delataba. 583. –El terrateniente, después de una copiosa comida bien regada, descansaba en su sillón favorito con su “chivas regal” y su cohíba encendido, viendo el telediario, cuando en el Foro de Copenhague ante los principales líderes del mundo nuestro Presidente dijo: La tierra no es de nadie, salvo del viento. 197 –Parece ser –según mi primo portador de la noticia– que al terrateniente le dio un subidón de azúcar. Alguien recordó al periodista David Gistau que en su columna “El horror y el viento”, también detectó, entre televidentes, subidas de azúcar por la cuestión de la tierra y el viento. Tan sugestivo tema con el viento como protagonista dio pié a la politóloga para traer a colación las poéticas y sentidas palabras del entonces Ministro de Defensa, cuando al rememorar la célebre batalla de la reconquista de la isla del perejil nos dijo: Al alba, con viento de levante… Los tertulianos, ante lo delicado del asunto, optaron por el repliegue prematuro. Intenté cambiar de tema y echar pelillos a la mar; incluso, les recité a voz en grito los versos de Pablo Neruda: Escucha como el viento me llama galopando para llevarme lejos. Fue inútil, ya se había producido la desbandada, incluso algunos se inventaron caminos para no coincidir con mi primo en la retirada. 584. –Si no eres enteramente libre al escribir, porque peligra la subvención del periódico, 198 concédeme que te lea con prevención –le dije en un tono amistoso y comprensivo. Y no me dijo que no. 585. –En este mundo de incertidumbres y conflictos permanentes, todos somos potenciales objetos de daños colaterales –comentó mi primo al comenzar la tertulia metiéndonos el susto en el cuerpo. 586. –El vino para que sea vino ha de beberse, expuso uno de los contertulios con una copa de Gran Reserva en la mano. –Quizá fuese mejor decir que el vino, en cuanto tal, para realizarse necesita un final feliz y nosotros podemos cooperar, ayudándole esta noche –nos dijo mi primo. Y eso hicimos. 587. Ahora te iba a llamar yo. 588. – ¿Tú crees en las heroicidades? –le pregunté. –No. Ni como cualidad de las personas, ni como acciones admirables que exigen una gran valentía o son muy difíciles de conseguir. Yo creo en el día a día –fue su respuesta. –O sea, en el heroísmo del trabajo al que se refería Miguel de Unamuno. –Sí. 589. En un loable intento de mejorar su posición y hacerse con un terrenito un grupo de menesterosos corría tras el viento. 199 590. Si logras persuadir a alguien por razón de tu trabajo, te evitarás reconvenirlo. 591. Amanecía entre las lomas, perdido y agotado, a punto de entregarme ante la evidencia de mi desamparo. En eso, el canto de un gallo me orientó en el camino. ¡Ya tú ves! 592. –Primo, en mi empresa nadie da golpe. – ¿Cómo lo sabes? –Porque yo trabajo al cincuenta por ciento y no protestan. 593. –Tú no quieres creer que me cae simpática esa desagradecida, –le dije a mi primo al verla con sus treinta años recién cumplidos y un cuerpo cañón que causaba respeto. –Las simpatías son involuntarias, según Charles Baudelaire –respondió. 594. –Conjuntaron sus voluntades y conocimientos en un proyecto común. Uno, especialista en “verlas venir” y el otro en “dejarlas pasar”, levantaron una fortuna aprovechando la crisis y la candidez de la gente. 595. –Vencida la tarde, con el sol despidiéndose, un grupo de amigos de la tertulia filosófico-vinícola preparábamos una sardinada en la playa. 200 –Más que a sardinas huelo a cuerno quemado –soltó mi primo. – ¡Figuraciones tuyas! –respondió uno de los presentes. 596. –Primo, si dices que vas a realizar algo tienes que, por lo menos, intentarlo y adoptar una actitud lógica y consecuente con lo que pretendes. Si no, dejarás de ser creíble. –Lo que me pides es que sea coherente. –Sí, porque siempre que hagas lo que puedas, tú puedes. 597. –A los autores de los libros que releo los considero mis amigos –nos reveló el literato que nos acompañaba y que tenía en sus manos los Ensayos de Michel de Montaigne, autor respetado y admirado por todos nosotros. 598. –Más que la soledad lo doloroso es el aislamiento –comentó mi primo. –Si la soledad –carencia de compañía– es involuntaria, se confunde con el aislamiento en cuanto que alguien es apartado de la comunión y trato con los demás. La conclusión, en ambos casos, es la existencia de sufrimiento –remachó la joven filósofa de gentil parecer, esa noche apacible, de mar serena y luna en cuarto creciente. 201 599. –Era un hombre del montón, salía a trancas y barrancas, pero no hizo nunca daño a nadie y si podía hacer un favor lo hacía. Por eso la gente quedó tan afectada al saber que se la había ido la cabeza y mucho más cuando supieron que había puesto en el centro del pueblo un comercio de venta de “gambullos y teas”, en pleno siglo XXI. Las teas eran del tamaño de un lápiz de doble punta y los gambullos, pequeños montones de rama y broza apiñados del tamaño de medio brazo. Los vecinos se apiadaron de su locura y le compraban su gambullo y su tea cada día; incluso, venían de los pueblos de la comarca y más lejos todavía para ver tan pintoresco comercio, con excursiones semanales del Inserso. – ¿Y qué fue del individuo? –preguntó el labriego a mi primo, admirado de tan singular historia. –Hizo una fortuna y dicen que anda por América, por lo visto salió por piernas cuando se supo que de trastornado no tenía nada. Bien lúcido para su edad. Y sobre la argucia de algunos y la buena fe y la generosidad de la gente versó la tertulia esa noche. 600. –Cuando supieron que había muerto salieron en tromba a la calle para matarlo. –El caso es que nadie los conoce –comentó un contertulio, al verlos pasar alardeando con sus trucados currículos en la mano. –Sin perjuicio de que el muerto descanse en paz 202 –arguyó mi primo. Y todos quedamos impresionados. Unos sin entender nada y otros haciéndonos los tontos. 601. –Lo primero de todo fue la recalificación de aquellos terrenos en suelo edificable, por las autoridades locales. Después, tras el proyecto de urbanización, la instalación de los servicios públicos: agua, luz, gas, alcantarillado, etc. Sabido es que los edificios son el último escalón de un proceso urbanístico que se inicia con la planificación. Así nació aquel nuevo barrio, con sus casas en hilera, con su pequeño comercio, actividades inocuas y servicios públicos entremezclados creando una trama urbana enriquecedora y coherente. Un día llegó una lluvia torrencial y el agua, sorprendida, no encontraba el antiguo barranco, ni el cauce seco del riachuelo de toda la vida; pero ella tenía que seguir su camino y lo siguió. La calle real recibió su mensaje de urgencia, como un borbotón de sangre rota, y el barrio se inundó. Incluso el quiosco de periódicos de Paco fue arrastrado por las aguas y las noticias esparcidas quedaron en papel mojado. – ¿Quieres decir, primo, que el agua tiene memoria? –Sí. 203 602. –Primo, no quise contradecirte en la reluciérnaga anterior cuando dijiste que el agua tenía memoria, pero te recuerdo que Gómez de la Serna dejó dicho en una de sus greguerías lo siguiente: El agua no tiene memoria; por eso está tan limpia. –Si Gómez de la Serna dijo que el agua no tenía memoria, es que no tiene memoria y punto. Nada que objetar. 603. –Si trabajas en la Administración cumple con tu deber pero sin matarte, porque levantarías sospechas –le dijimos al insensato. –Como dicen los mejicanos: Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no le alumbre –insistió un joven y prometedor ganapán que nos acompañaba esa noche en la tertulia. –Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía –remachó mi primo con el proverbio anónimo que había oído en Maturín, junto al río Guarapiche. 604. –El filósofo Kierkegaard dijo: “Mi vida ha sido un gran dolor, ignorado de todos”. – ¿La vida no es suficiente, primo? –No. La vida, tal como es, no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto –nos dice Vargas Llosa. 605. – La esperanza como estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos, 204 se hace realidad y vida en una mujer en estado de buena esperanza. 606. – ¿Cómo le va con su corrupción? –le espetó mi primo sin miramientos a un mangante de cuello blanco de un pueblo vecino que se dejó caer por la tertulia creyendo que era un contubernio. –Me va bien, gracias a Dios. Yo suelo moverme dentro de unos límites de absoluta normalidad. Lo que nos mata a los corruptos es la ambición. El que no tiene nada se conforma con poco, pero el que tiene mucho quiere tener más y más. Hasta que lo pillan y aquí no vale “que me quiten lo bailado”, porque lo que importa es el sufrimiento inmediato, el propio y el que infligimos a nuestros seres queridos. –Coincido con usted, quo plus habent eu plus cupiunt –intervino un seminarista que nos acompañaba aquella noche. –La persona que encuentre un antídoto contra la ambición en el campo de las corrupciones mejorará el mundo de los corruptos –insistió el corrupto confeso. – ¡Dios no le oiga! –comentó el camarero por lo bajines. 607. –No hagas el mal, sin perjuicio de que para acallar tu conciencia, más adelante puedas arrepentirte. Ocasiones no te faltarán. 205 608. –Era agradable en la condición y en el trato. Y mi primo nos comentó que había hecho de la tranquilidad su estandarte, de tal manera que vive sereno desde que le conozco, sin necesidad de sosiego en ningún momento. –El comentario de mi primo nos movió a cierta confusión, toda vez que entendíamos que las palabras “serenidad” y “sosiego” venían a significar o trasmitir las cualidades de quietud y tranquilidad. Fue el psicólogo el que no aclaró que el sosiego se produce como consecuencia o una vez superadas las alteraciones o turbaciones del ánimo. En definitiva, sin alteración previa no puede haber sosiego. 609. –Se arruinó y tuvo que prescindir de la querida. Con los años logró rehacer su fortuna, pero ya nada fue igual. 610. –Se ha presentado a las elecciones municipales encabezando una lista de independientes con el sugestivo lema: Sin perjuicio de terceros y dejando a salvo el derecho de propiedad. La propuesta ha sido muy bien recibida por la ciudadanía y el electorado está ilusionadísimo –comentó mi primo al llegar a la tertulia filosófico-vinícola. –Si no van a perjudicar a nadie y la propiedad no corre peligro, algo es algo, tú –expuso el politólogo que no salía de su asombro. 206 611. –Al escribir las reluciérnagas, primo, dices que hemos sentido “disfrute espiritual”, pero no has mencionado el ánimo para escribirlas, el esfuerzo realizado trasformado en trabajo, ni la divulgación de esa actividad expresando con recursos lingüísticos una visión personal de la conducta humana. Si Enrique IV dijo que “París bien vale una misa”, yo digo que España bien vale una reluciérnaga nuestra. –Primo, por el amor de Dios, Enrique IV era rey de Francia, vivió una etapa de su reinado muy difícil incluso cambió de religión y cuando lo hizo en 1593 dijo la frase que has mencionado. –Nosotros también estamos viviendo una etapa muy difícil. Llevas razón, primo, España bien vale no una sino todas nuestras reluciérnagas. 612. –No era hombre de su tiempo y sus verdades, alejadas de los cánones de la época, les sonaban a la gente a exageraciones. Pasado un siglo se le hizo justicia y se le reconocieron sus aportaciones a la ciencia. – ¡A buena hora mangas verdes! 613. –Ni héroes, ni plusmarquistas, ni el hambre. El que nos vence es el tiempo inexorable, agazapado detrás del sol de siempre, de la luna de todos los meses, del mar de cada día. Ese tiempo infinito que a veces percibimos prendido en las cornisas de las 207 casas solariegas –eso nos dijo mi primo aquella noche, en que el vino nos salió pesimista. 614. –El filósofo quiso matizar esa afirmación formulada en la reluciérnaga anterior de que el tiempo es infinito, apoyándose en su colega Henri Bergson. –Si el tiempo fuese infinito lo sería antes de nacer nosotros y lo seguirá siendo después de morir; sin embargo, todas las cosas tendrían que haber sucedido ya, por esa infinitud. El tiempo para Bergson es solo duración porque permite el transcurso de los acontecimientos. El labriego dubitativo miró al cielo encapotado; pero, fue un romántico recalcitrante el que nos contagió su tristeza profunda y sosegada: –El tiempo lo cura todo –nos dijo con lágrimas en los ojos. 615. –La disputa acabó sin sangre; pero ahora, primo, dicen que la culpa fue nuestra por no echar leña al fuego. 616. –Mediada la tertulia entró en el chiringuito un indigente pidiendo caridad, por estar muerto de hambre –fueron sus palabras. Un señor que estaba en la barra habló con el camarero para que dispusiera de una mesa y le sirvieran el menú del día. Todos vinimos en conocimiento del singular suceso y algunos contertulios alabaron tan 208 bondadosa acción y calificaron al señor como un hombre virtuoso. –A esta respetable persona le tocó ayer el cupón de la ONCE, sin que esto merme o degrade, en modo alguno, su acto de generosidad; pero llamarlo virtuoso parece excesivo. La virtud se opone al vicio y exige un esfuerzo –comentó mi primo, sorprendiéndonos a todos con tan filosófico comentario. 617. –Las mentiras están en lo que oímos –le dije. – ¿Y en lo que decimos, primo? –También, siempre que sea oído por los demás. 618. –Era el primer día de la matanza del cerdo en el cortijo, yo tenía diez años, recuerdo a la familia y amigos en animada conversación sentados alrededor de la mesa, en la amplia cocina. Mi abuela se levantó para avivar el fuego de la chimenea. En cuclillas, al soplar se le escapó un pedo que fue oído por todos, haciéndose el silencio. Yo vi a mi abuela que no se movía del sofoco y me quedé triste con ganas de llorar. De repente ella se vuelve y sin levantarse, mirándose el trasero dice: –O soplas tú o soplo yo. Todos aplaudieron y rieron la ocurrencia, salvándose una situación embarazosa. Desde entonces, tanto que ha llovido, no he dejado de admirar a mi abuela. Aprendí de ella que con buena 209 fe, humildad y humor se puede salir de situaciones delicadas. 619. –Es tan aseado y pulcro, pero a la vez tan cariñoso y atrevido que huele a chocho –dijo mi primo al verlo pasar. Y no pudimos decirle que no, porque el olor era perceptible y el aspecto muy cuidado. 620. – ¿Cómo es que recelaron del camarero? –Preguntó el sociólogo que llevaba unos días participando en nuestra tertulia. –Mi primo, al ver pasar aquella chica linda, comentó que era tan bella que no necesitaba carta de presentación. –Eso ya lo dijo Aristóteles –aclaró el camarero que en ese momento nos servía unas copitas de vino. Indagamos y es licenciado en filosofía y tiene un máster en historia antigua. Se incorpora a la tertulia vencida la noche y estamos contentos. Ya le seguíamos la pista desde la reluciérnaga 514. 621. –Una amiga entrañable nos envió para la tertulia filosófico-vinícola un poemilla de Samaniego de los del jardín de Venus. "Tenía cierta vieja de costumbre, / al meterse en la cama, /arrimarse en cuclillas a la lumbre, / en camisa, las manos a la llama. /En este breve rato, /le hacía un manso gato/ dos mil caricias tiernas: / pasaba y repasaba entre sus piernas. /Y como en 210 tales casos la enarbola, / tocaba en cierta parte con la cola. / Y la vieja cuitada/ muy contenta decía: “Peor es nada”. –Nos agradó mucho el poemilla y los tertulianos alabamos el humor resignado de la anciana. Fue mi primo el que se puso de parte del gato: – “Peor es nada pensó también el gato”. 622. –Parece que en los políticos de nuestros días no hay madera. –No es eso. Ocurre que la madera sin resina no da tea. 623. –Soy el producto de mis antepasados. Quizá algunos sobresalieran, pero tantos habrán sido los que no han destacado en nada, que la media no da para mucho y perdonen –dijo mi primo desanimado. –Un hombre que razona así, está en un estrato social representativo del español medio, muy respetable –comentó la joven y gentil filósofa que nos acompañaba. Y yo, como primo me sentí alagado por la parte que me tocaba, porque tampoco andaba fino. 624. Se cruzaron en nuestro camino. –El de más edad es el médico de cabecera del pueblo, es muy querido por su ojo clínico y la infinita paciencia que tiene con los enfermos. El que le acompaña es una persona que se halla bajo su atención médica 211 –expliqué a mi primo, al verlos. –Los dos son pacientes –fue su comentario. 625. –Terminada la recepción y la cenahomenaje a su jefe, mi primo se retiró al Hotel un poco cansado. Al entrar en la habitación observó que en la de al lado hacían el amor y dedujo que era una pareja estable y la señora una mujer honrada, ya que le oyó decir: festina lente, (apresúrate despacio). 626. –El ruido de los secadores de los mingitorios públicos es inversamente proporcional a su eficacia –nos ilustró mi primo sin venir a cuento. –Aunque tu afirmación sea cierta, ¿Qué nos aporta a la tertulia filosófico-vinícola tal aserto? –le dije algo fastidiado. –Simplemente, verificar que, a veces, en la vida es más el ruido que las nueces –respondió. 627. –El diagnóstico no fue el adecuado, pero el remedio fue peor abocando a este funeral sin misa –nos previno mi primo camino de la Iglesia. – ¡Menos mal! –clamó un agnóstico que nos acompañaba. 628. La carne es débil ya que inclina a la sensualidad y lascivia; pero, también es tímida y, a veces, se oculta entre los dientes –comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola. 212 – ¿A dónde quiere llevarnos, a que Dios se dio cuenta del fallo e inventó el palillo de dientes? –le preguntaron. –Lo que quiero decir es que cada mal tiene su remedio. –Y cada bien su razón de ser –resaltó el anciano teólogo ascético. La noche era joven y húmeda, lloviznaba, y estábamos a mitad de la cuesta de los riberas del Duero y en la tertulia filosofábamos, o eso creíamos. 629. Era un Alcalde honrado a carta cabal, tan preocupado por su pueblo que hizo de la eficiencia y eficacia sus armas más valiosas potenciando la sanidad, la educación, el deporte y la vida social de su pueblo, con el respeto a las normas vigentes. La ciudadanía estaba contenta y agradecida, pero sobre ascuas. –Éste oculta algo. –Éste guarda un as en la manga. Murió en el ejercicio del cargo, probo y con una rectitud ejemplar. El pueblo respiró aliviado. –Dios lo acoja en su seno, pero de buena nos hemos librado –comentaron algunos. Fue mi primo el que puso la guinda con una estrofa de medio pelo: Honradez, solo la justa, que si te pasas de honrado 213 hasta el pueblo se disgusta. –Usted con esta perorata lo que pretende decirnos es que la cultura de la corrupción se ha incrustado de tal manera en la sociedad, que un caso de honradez palmaria produce recelo –argumentó la gentil filósofa. –Quizá haya querido decir que la corrupción de los mejores es la peor (Corruptio optimi pessima) como enseñaba santo Tomás de Aquino, por eso al pueblo, que amaba a su Alcalde, le hubiera dolido tanto que no fuera lo que en verdad era, un hombre honrado –apunto el anciano teólogo ascético. 630. La entró fuera para evitar un pleonasmo. 631. –Dios podrá cubrir el cielo con oscuras nubes e iluminarlo con un sol radiante; mas no podrá destruir ni alterar lo pasado, ni devolvernos lo que el tiempo fugaz nos arrebató. –dijo mi primo citando a Horacio. –Y tanto que sí, a través de un milagro lo puede todo –respondió un tertuliano. –Yo creo que no, de ninguna manera, ya que estaríamos ante un milagro contra natura, al ir contra sus propios actos –insistió contundente un pasante de abogado. 632. –Muchas peleas son una batalla –comentó mi primo. 214 –En cambio, «una pelea no es nada, únicamente otra forma de vivir juntos». Eso dijo Sastre a la muerte de Camus con el que había discrepado, según nos recuerda Oliver Todd en “Albert Camus. Una vida” –nos ilustró el literato que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola. 215 633. –Huele a pedo –dijo mi primo algo molesto a mitad de la tertulia. Se hizo el silencio de los bosques y un tertuliano enrojeció como una amapola o como el corazón de una sandía madura. Era de natural tímido, muy susceptible y pensó que podrían echarle la culpa a él. Mi primo lo tranquilizó con buenas palabras, porque el del follo o ventosidad sin ruido lo tenía a su lado y su dolencia habitual de exceso de gases era proverbial. Gracias a Dios todo quedó en nada. 634. Había amanecido. Regresábamos sin palabras de la tertulia filosófico-vinícola cuando las vimos, temblorosas y entrelazadas, en el parterre central del jardín de la plaza con las gotas de rocío resbalando por sus pétalos rojos. –Todavía están ahí, aunque ellas no saben que tienen las horas contadas –dije. Mi primo recitó: –Solo dos rosas sobre un campo verde. Aroma de silencio que trasciende más allá de la vida y de las cosas. 635. –Era bueno, no por convicción, sino por miedo a las consecuencias negativas de no serlo. Mi primo intervino para recordarnos el proverbio: la honradez es el miedo a que te pillen. –El súmmum sería regir la conducta humana por el conjunto de normas morales que conforman la ética. Ello nos abocaría a la eticidad: bondad de las acciones humanas –comentó el anciano teólogo ascético, hombre virtuoso y austero. –Si no manga por miedo, que Dios le conserve el miedo, porque menos da una piedra. Si todos los corruptos y mangante de este país dejaran de serlo por miedo a ser pillados, otro gallo nos cantaría –objetó el labriego al que la habían robado del cortijo la noche anterior un arnés y dos becerros. –Si no es honrado por su rectitud de ánimo y su integridad en el obrar, sino por miedo a que lo pillen, que no presuma de honrado y que se guarde sus miedos –argumentó la joven y gentil filósofa. Y el sosegado y amigable filosofar lo acompañamos con unas botellitas de un tinto complejo y lleno de matices. 636. El que tú no quieras volver y yo no quiera que vuelvas, es la consumación de un fracaso compartido. 637. –No todos los políticos son corruptos en el sentido de dejarse sobornar, pervertir o viciar. 216 – ¿Quieres decir primo que, a la inversa, no todos los corruptos son políticos en el sentido de dañados, perversos o torcidos? –Exacto. 638. –Decía una cosa y hacía la contraria; pero lo que hacía era mejor que lo que decía y la gente lo toleraba. –Al fin y al cabo las palabras son solo palabras –comentó el Jacinto. 639. –Siempre acertaba porque se refería a cosas que ya habían sucedido. –Pues aplícate el cuento, primo. 640 –Apareció en la tertulia renqueante y a golpes de bastón, ya nonagenario; pero se ganó el cariño de todos Y los periodistas que nos acompañaban se levantaron respetuosos a saludarle y mostrarle su admiración. El panegírico al personaje corrió a cargo de mi primo. –En los años cincuenta del siglo pasado al incorporar la lipotimia a su periódico, en el que trabajaba desde los quince años, llegó a dominarla como pocos, siendo considerado el mejor lipotimista de la capital. Transformaba los textos en líneas de plomo, quedando aquellos automatizados con una precisión y limpieza envidiables. Pero un día le dio una linotipia con pérdida súbita aunque pasajera del sentido y del 217 movimiento y todo cambió. Al reiterarse estas linotipias, tuvo que dejar el periódico. –El anciano sonrió a mi primo con cierta conmiseración agradeciéndole sus amables palabras que matizó en el sentido de afirmar que lo incorporado al periódico fue una linotipia, máquina inventada por Ottmar Mergenthaler en 1884; que él fue linotipista y lo que le dio un día durante el trabajo fue una lipotimia que se reiteró en días sucesivos. Todos quedamos impuesto de tan sensata rectificaciones, mi primo también. Y la tertulia filosófico-vinícola se encauzó hacia tema tan interesante como el de la prensa escrita y su incierto futuro. 641. –Si no te incumbe, mete baza y crea confusión; la turbación del ánimo de los participantes te puede procurar ventajas económicas, políticas o, incluso, sexuales –eso dijo al comenzar la tertulia filosóficovinícola. –Su primo, y perdone, es un provocador nato. Conviene prevenir al lector para que, advertido, sepa leer más allá del sentido de las palabras –comentó el psicólogo que nos acompañaba. 642. –Confía en tus amigos siempre que no los confundas con conocidos o saludados. 218 643. –Recuerda que dos y dos son cuatro desde toda la vida y eso te dará seguridad y autoestima. No pretendas contar los números primos, no seas primo, primo. 644. –Si no practicas el alpinismo no intentes el Himalaya; pero de vez en cuando utiliza las escaleras y evita el ascensor –eso le dijo mi primo al advertir su desfallecimiento. –Primo, para dar consejos no hay quien te gane pero aplícatelos, porque las escaleras de tu apartamento no las conoces ni de bajada –eso le dije por su bien. 645. –Sé discreto, primo. Una vela que aguantara su palo llamaría la atención. 646. – ¿Por qué será, primo, que los ancianos nada más verse por la calle se cuentan sus achaques y lo que les duele ese día? –Porque una pena compartida es media pena, dice un proverbio suizo. –Eso me contestó dejándonos admirados y con tema para la larga noche que nos esperaba de vino tinto y estrellas. 647. De la coyunda de una verdad y una mentira nació una media verdad. 648. –Se gustaban, parecía amor a primera vista. Ella era elegante, inteligente y extrovertida, le 219 agradaban las excursiones y sentarse en las terrazas de la plaza en las tardes tibias. Él era buenísima persona también, compartía sus gustos, pero tuvo la ocurrencia de echarle una serenata y en la letra de la canción le decía: Porque nadie te mirara, me gustaría que fueras monjita de Santa Clara. –Cuando ella se enteró que la canción era un apunte de Antonio Machado, ya fue tarde –aclaró mi primo. El poeta que nos acompañaba tomó la palabra para improvisar, diciéndonos que quizá debió serenatear la siguiente coplilla: Porque todos te miraran, me agradaría que fueras manantial de agüita clara. Fue mi primo el que puso su granito de sal gruesa con unas de sus gracietas: Porque todos te miraran, te pasearía en porretas por el centro de la plaza. –Lo que para unos es motivo de tragedia, para otros es recochineo –pensé. 220 649. –Olvídate del sentido del humor y llora tus defectos –le dijo mi primo, para provocarlo, al amable y deprimido cantinero al que por primera vez vimos en la tertulia filosófico-vinícola. –Yo creo que si actuara a la inversa le iría mejor: Superar sus defectos y potenciar su sentido del humor –le corrigió el camarero que en esos momentos descorchaba. 650. Observé que la figurita del caganer haciendo sus necesidades tras un arbusto en un belén de la plaza de Cataluña, era un político muy conocido. Me sonreí. –Por lo menos hace gracia –pensé. 651. –Siempre estaba peleándose consigo y llegó a la conclusión que dentro de él había otro. –Pues tienes suerte, primo, –le dije– porque dentro de mí hay varios. 652. –Perdona, primo, pero abundando sobre el tema de la memoria me viene a la mía que el escritor ampurdanés Josep Pla ha dejado escrito lo siguiente: La diferència que hi ha entre una dona honrada i una de la prostitució és la memòria. En la prostitució la memòria no existeix. 221 –Estoy de acuerdo con el escritor catalán. El erotismo realizado con una prostituta no deja huella porque es puro sexo, no hay sentimiento, no hay afecto. – ¿Dónde escribió tan meridiana verdad? –preguntó un sexólogo que nos acompañaba. –En el volumen A de sus obras completas –respondió mi primo. 653. –Salió de la unidad de cuidados intensivos con una compresa tapándose la boca. –Qué raro, clamó mi primo. –Le han detectado incontinencia verbal –aclaró un conocido del interfecto. 654. – ¿Qué tal es en el trabajo, primo? Muy gandul su lema es: Más vale mañana que fuerza. 655. –Es un hombre educado, con posibles y en muy buena posición. Tiene esposa y querida –comentó mi primo al verlo caminar panzudo y trajeado, con chaleco y reloj de bolsillo de tres tapas. –Será muy respetado en el pueblo. –Mucho; por supuesto. 656. – ¿Te has enterado de lo del Diputado, primo? Dicen que estaba en un bar de carreteras a las tres de la mañana bebiendo ginebra y se lo había 222 montado con una puta del este de Europa, madurita, pero todavía de buen ver. –No. Yo estaba a su lado en la barra y no era un bar de carreteras, sino uno cerca del Congreso; no tomaba ginebra, sino un rioja con un montadito; no eran las tres de la mañana sino las tres de la tarde y no había en todo el bar una puta, ni del este ni del oeste. –Perdona, pero ¿de qué era el montadito? –De tortilla de patatas, con anchoa casera y una aceituna sevillana. 657. –Los volcanes son la válvula de escape del fuego del infierno. -El infeliz ignora que el Santo Padre nos ha dicho que el infierno no existe –soltó un conocido agnóstico. 658. Los Notarios son muy formales, pero uno en su consulta no tuvo reparo en guiñarle un ojo a una morenaza treintañera que se lo devolvió aceptándole el reto y con un movimiento casi imperceptible y muy femenino: se realzó con delicadeza los pechos. El guiño del Notario no fue tal, sino un tic nervioso que había adquirido durante su época de opositor. 659. –En todo lo malo hay exceso. – ¡Vaya por Dios! 223 660. –Una vez traspasado el umbral del más allá, donde tantos han ido y ninguno ha vuelto, el olvido será directamente proporcional al paso del tiempo –comentó mi primo al empezar la tertulia filosóficovinícola. – ¿Y a ti que más te da? –le respondí. Y sobre eso versó la tertulia, sobre lo que llamamos ultratumba, patria última de todos. Y del tiempo que tardarán nuestros allegados en ponernos en olvido. Esa noche hasta el vino se nos enlutó. 661. –Primo, ¿Tú crees que la amistad forma parte de la vida, como nos dice el escritor Claudio Magris? ¿Un amigo es tanto? –Sí, en efecto. Un amigo es mucho. 662. ¿Estás en lo que estoy? –le dijo él. –Estoy en lo que estás, pero ponle un poco de gracia –respondió ella. 663. Llegó en bañador y chorreando agua. –Estaba acalorado y he querido darme un baño antes de asistir a esta tertulia de la que me han hablado tan bien. –Llega usted despelotado en la doble acepción de esta palabra: sin ropa y perdida la formalidad. Esta es una tertulia filosófico-vinícola dedicada a profundizar en el sentido del obrar humano sobre la tierra y su obrar no ha sido modélico en esta 224 presentación. Bienvenido, pero que no vuelva a ocurrir –le espetó mi primo. 664. –Llegó al chiringuito pasadas las doce de la noche pidiendo limosna. Le dijimos que barriera el entarimado y retirara el vidriado de las mesas y que tendría asegurado un bocata de longaniza con una cerveza. Salió como alma en pena. –Es un holgazán y vagabundo que vive de las limosnas –aclaró mi primo. – ¿Lo que antiguamente se llamaba un gallofero? –Sí. 665. Si vivo, no es que piense, es que tengo la obligación de pensar; por eso, cuando alguno me ve apesadumbrado o afligido y me dice: no pienses en nada, me está invitando a no vivir. 666. Lo elogiaron tanto y tantos que llegó a sospechar. Y eso le salvó. 667. –Cuando abro una posibilidad para una actuación específica y loable, yo me siento renacer. –Suena bien eso que has dicho, primo; sobre todo viniendo de ti: No obstante, espera que llegue la gentil filósofa y lo repites para debatirlo en la tertulia filosófico-vinícola. 668. –Habla muy bien, pero de lo único que sabe. 225 –Un camarero que nos atendía y oyó la frase intervino con todo respeto, para decirnos: –Eso no es lo normal. Llevo 20 años en esto y la gente habla de lo que sabe y de lo que no sabe. 669. –Llegó a la tertulia taciturno después de varias semanas sin verlo y lo extraño es que olía mal ¡Él tan pulcro siempre! Se lo comenté al higienista en un aparte. –Lleva un tiempo estancado –respondió. 670. –Primo, ¿Cómo he de actuar para poder sentirme satisfecho de mis logros? –preguntó. –En las tareas encomendadas –le dije– tienes que alcanzar tus objetivos, lo que es tanto como ser eficaz. No olvides, que hablar de eficacia es hablar de resultados, primo; pero, has de procurar esos objetivos de la mejor manera posible, para aunar eficacia y eficiencia. –Resumiendo: Empieza por trasnochar menos, madrugar más, moderarte en la bebida y prestar la máxima atención a lo que haces. Y así, descansado y fortalecido de ánimo administrarás bien tus recursos y alcanzarás los fines propuestos que, naturalmente, han de ser lícitos. Pruébalo y luego me cuentas. –Estoy de acuerdo en todo, primo, pero dame tiempo para remozarme –contestó. 226 671. –Es un hombre dubitativo, con el desasosiego en el ánimo, al vivir en la aprensión permanente hacia según qué cosas. En definitiva, un hombre muy crepusculoso, pero mucho –enfatizó mi primo al verlo pasar cabizbajo. –La realidad es que cada vez hay más crepusculosos en este mundo de incertezas –insistió otro tertuliano. Fue el gramático de la tertulia el que puso los puntos sobre las íes. –No conozco ni he oído hablar y perdonen, en los anales de la historia, de ningún crepusculoso. Aunque sí he conocido algunos escrupulosos; incluso, algún crepusculino. –Aquí lo que hay es una pequeña confusión de conceptos, no hay que dramatizar –dije para sosegar el ambiente. Y a mi primo por lo bajines le dije que se estaba pasando, ya que ni siquiera conocía al hombre que transitaba y del que hizo semblanza tan negativa. 672. –Escondía la mano antes de tirar la piedra y tampoco es eso, porque tergiversa los valores de la tradición –dijo mi primo al comenzar la tertulia filosófico-vinícola en un tono provocador y a la par comedido. 673. –Es un hombre muy educado y estricto, pero no se dirige nunca a nadie –dijo mi primo. – ¿Y eso? –pregunté extrañado. 227 –Es el sepulturero del pueblo y le da apuro saludar: –Hasta luego –Ya nos veremos. O preguntar: – ¿Qué tal estás? – ¿Cómo te encuentras hoy? –Comprendo. 674. –Unos padres han abandonado a sus dos únicos hijos, que se llevan entre ellos cuatro añitos. La policía los ha encontrado de madrugada en la puerta de la Catedral de Barcelona. El menor de los chiquillos va a cumplir 36 años y el mayor ha cumplido los 40 este otoño pasado. –La crisis económica acaba hasta con la familia tradicional –comentó mi primo espantado. 675. La vida es solo lo que nos queda por vivir. La vida pasada es una libreta con letras tachadas y algún borrón que otro. –El olvido y el presente son valores en alza –comentó mi primo. 676. Sacó las oposiciones a Interventor de Administración Local y alcanzó prestigio por sus conocimientos y acertado asesoramiento; pero a él le hubiera gustado, y más en los tiempos que corren, ser Almojarife, para cobrar los almojarifazgos. 677. –Estoy mejor de lo que aparento –dijo. Y cayó desvanecido para siempre. –Fue un optimista compulsivo y eso le honra 228 –comentó mi primo en el entierro. 678. El apasionante tema de la tertulia versó esa noche sobre la investigación y los avances de la ciencia, que hacen realidad hechos que parecen inverosímiles; incluso, la reversión de conceptos erróneos que después se han comprobado veraces y llenos de contenido. A la sazón, salió a relucir la expresión rayos catódicos que algunos llegaron a negar enfáticamente que fuesen Isabel y Fernando. Y hoy la ciencia los ha desmentido. En efecto, por mor de la ciencia se ha llegado a saber que Isabel y Fernando al casarse se integraron en una configuración conocida como diodo constituida por un cátodo -Fernando- y un ánodo -Isabel-. Cuando el cátodo Fernando se calienta, humanamente hablando, emite una cierta radiación que viaja al ánodo Isabel, la cual complacida se ilumina y brilla intensamente. Los rayos catódicos se propagan en línea recta en ausencia de influencias extrañas, eso sí. Por lo tanto es correcto decir que los rayos catódicos son Isabel y Fernando, toda vez que al ser los emisores y receptores de los rayos, se transmutan en ellos. La joven y gentil filósofa que nos acompañaba abandonó la tertulia. Yo pensé que iría a alguna de sus urgencias de mujer y que volvería, pero no volvió. 229 679. –Primo, tenía tantos amigos que me hice el enfermo pobre. Y ahora, ya mejorado, estoy en unos niveles de amistad normales –eso me dijo aquella noche de confidencias y vino tinto. 680. –Hombre no prevenido vale por medio, si las circunstancias aconsejaban la previsión. –Ante esa aseveración hecha por mi primo en un tono medido, el psicólogo que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola se dignó intervenir para confirmar tal aserto al considerar que el hombre no prevenido estaba en condiciones de inferioridad, aunque el daño o perjuicio intuido por las circunstancias del caso concreto no hubiera llegado a producirse. 681. Sabía tanto de tan poco, que siempre utilizaba una lupa. 682. –Mejor una mariscada con un borgoña frío, que un dolor de muelas a media noche. Y dicho esto, se puede ir bajando en la calidad de la comida y en la intensidad del dolor hasta alcanzar un punto de equilibrio en el cual te dé lo mismo una cosa que otra –eso nos dijo mi primo como primera reflexión sobre esas situaciones sobrevenidas en las que, entre dos opciones, no sabes qué actitud adoptar. 683. –Era un hombre muy extremado y las alegrías eran tan grandes, como enormes los enojos. Esta 230 circunstancia le abocó a la ruina y a la pérdida de amigos. – ¡Dios mío! –clamó mi primo. No tuvo en cuenta el proverbio chino. –No, le respondí. – ¿Qué dice ese proverbio? –preguntó intrigada la joven y gentil filósofa. Mi primo se lo recitó: Cuando te inunde una enorme alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te domine un gran enojo, no contestes ninguna carta. 684. Diálogo entre corruptos. – ¿Cómo te va? – Mal, ¿Cómo quieres que me vaya? El país lo hemos esquilmado. ¡Quién nos lo diría! España era el milagro de Europa, y nuestro granero. –Hay muchos impostores. –Eso es cierto: pero, ha sido el teléfono móvil, nuestra ruina, nos están cazando como ratas. –Y lo peor es que no se ve solución. –Sí la hay. El mes pasado mandé a dos socios a la isla de la Gomera, para que aprendieran el silbo canario de aquellos isleños, para comunicarnos así y acabar con las intervenciones telefónicas; pero los gomeros los calaron enseguida y los echaron a patadas. Ahora tengo a los socios en América contactando con los Apaches, Sioux, Cherokees, Navajos y Quechuas para que les enseñen a comunicarse mediante señales de humo. Su primo 231 en la reluciérnaga 80, me dio la idea. Veremos quién ríe el último –comentó algo exaltado. 685. –El Cardenal Mazarino aconsejaba a los políticos no conceder privilegios fácilmente. –Traducido y actualizado en el tiempo, quiere decir no concederlos sin contraprestaciones. 686. –Pasó junto a nosotros cimbrándose toda, con su plácida sonrisa de los domingos y fiestas de guardar, cuarteando el pavimento de la calle mientras la luna se desdibujaba en el agua de las fuentes. –El fruto en el árbol –comentó mi primo. –Quieres decir cuánto placer desaprovechado. –Sí. 687. –Se levantó una leve brisa y alguien aprovechó para recordar que el poeta Enrique LLovet nos dejó escritos este verso: Cada vez que el viento pasa se lleva una flor. –Las ventoleras que han azotado mi vida me han dejado huérfano de amores, en un campo de pétalos caídos –eso nos reveló mi primo una noche tibia, a mitad de la tertulia filosófico-vinícola, dejándonos preocupados y sin vino. 688. –Se dejó llevar por su apasionada y ardorosa imaginación y acabó en una casa de putas. 232 –Fue un acometimiento repentino, una especie de arrebato que anuló mi voluntad –confesó el infeliz, concejal de un Ayuntamiento. Lo execrable fue que al Consistorio le llegó un cargo de 300 € por un servicio amoroso, al haber utilizado una tarjeta de crédito oficial. –Este hombre, además de imaginativo era un poco sinvergüenza, un bergante –comentó conmiserativo el anciano teólogo-ascético que nos acompañaba. 689. –Es un poco de todo. En política, por ejemplo, –según el tiempo y las circunstancias– es nacionalista radical, liberal-conservador y de extrema izquierda moderada, partidario de la globalización o no, según. – ¿Y cómo le va al pibe? –Bueno, él es por naturaleza y convicción acomodaticio y se ha especializado en recoger rebotes, es hombre de largo recorrido. Se defiende podemos decir. 690. –Hicimos el amor y me dijo que le gustó mucho, que la noche se le hizo corta y que la vivió intensamente; pero que mi novela El huerto de las mariposas no le había gustado nada –comentó mi primo. –Te dejó un sabor agridulce. –Sí. 233 691. –Si Dios es el súmmum de la perfección no puede hacer nada imperfecto. – ¿Entonces, este mundo de catástrofes naturales y sufrimientos? –pregunté. –Se lo encontró hecho –respondió mi primo. 692. –Era muy bajito e inmensamente rico y su esposa altísima. Formaban un matrimonio desigual en lo físico, pero muy bien avenido. Después se supo que era un matrimonio de conveniencia. El quiso que sus hijos promediaran. 693. –No es más rico el que más tiene, sino el que tiene mucho más. 694. –Lo grande y lo pequeño son parte de lo mismo, así que no presumas de casa, ni te aflijas por tu avanzada edad. 695. –No se conciben tantas religiones al haber un solo Dios verdadero que, al ser omnipotente, es el único que todo lo puede –comentó mi primo al empezar la tertulia filosófico-vinícola de esa noche, mostrando su máximo respeto para todas ellas, como es natural. La tertulia fue muy viva y participativa. No solo se excluyeron otros temas, sino que agotamos las provisiones y tuvieron que venir a buscarnos. 234 696. –Estaba tumbado en un banco, descalzo y desharrapado, con el otoño vencido. –Nadie se imagina en un tronco abandonado el pino centenario, elegante y esbelto que fue –comentó mi primo. 697. –Si caes en la cuenta a tiempo, aunque seas un trompo, estoy seguro que te evitarás pesares. Y si no caes en la cuenta tarde también, acongojado y estimado lector de nuestras reluciérnagas. ¡Piénsalo! 698. –Lo vi colgado bamboleándose del aro de la portería de baloncesto de la pista polideportiva, en la nueva plaza recién inaugurada de Canet de Mar. – Esas no son formas de jugar, lo vas a romper y te puedes hacer daño –le dije buenamente. La respuesta no se hizo esperar y desde su altura, bamboleante, me espetó: –Se ve que ya estás jubilado. Búscate algo, hombre, para entretenerte y nos dejas tranquilos a los demás. –Con su doce años no cumplidos, y sin media bofetada; pero, ni es correcto, ni acostumbro –pensé. Así que opté por dejarlo colgado. Lo enterraron al día siguiente, en una imponente manifestación de duelo. En el panegírico el cura lo encumbró como un joven educado, dechado de virtudes y amante del deporte. 235 –Primo, el chiquillo un gamberro con desparpajo; pero tu reacción fue desproporcionada, aunque solo la pensases. Olvidaste algo esencial en Derecho y en la vida: el principio de proporcionalidad. –Eso me dijo y llevaba más razón que un santo, así que tuve que buscar al muchacho y pedirle perdón. 236 699. –Con un currículo excelente, gran experiencia profesional, y arraigada vocación, no tuvo acceso a la política al no ser adicto a la mentira. – ¿Primo, para ser político se ha de ser mentirosillo? – ¿Lo dices por lo de no hay crisis y por lo de no subir los impuestos? –Sí. 700. –La vejez es el miedo a que un día no nos duela nada –explicó mi primo. –Y también el miedo a caernos –añadió un venerable anciano que nos acompañaba con el brazo derecho entablillado. 701. –Miraba detenidamente los escaparates de los prestigiosos comercios del Paseo de Gracia de Barcelona y tenía fama de buen gusto en sus diseños. – ¿Eran su fuente de inspiración? –Sí. Entre otras. 702. –El Señor no dejó dicho: Amaos los unos a los otros. Y este paternal consejo ha sido interpretado al revés y no me refiero a Woody Allen cuando apunta, con su proverbial humor, que el Señor dijo: “Amaos los unos sobre los otros”. Me refiero a tanta gente que lo ha interpretado como “Amaos los unos contra los otros”, en una auténtica guerra fratricida, que no acaba nunca comentó un padre de familia desengañado. – ¿Se refiere usted a que muchos procuramos nuestro bien a costa del bien de los demás? –preguntó mi primo. –Sí. Yo, por ejemplo, me casé contra mi mujer –le respondió compungido. 703. –Se crió en una comuna, fue soldado de fortuna y sicario de narcos. Ahora ha rehecho su vida y se alquila como amigo y protector, ya que tiene facilidad para atraer y persuadir a los demás –comentó mi primo. – ¿Tiene don de gentes? –preguntó uno. –Don de gentes y una cabritera que exhibe colocada al cinto. La policía le interrogó y él confesó que comía de navaja. 704. –Si oís una voz, mucho cuidado, puede ser un sonido, o un trovador que canta; pero, también un grito en la noche, un motivo, un rumor, una hablilla, o un pretexto público. –O un remordimiento, si es la voz de la conciencia –dijo mi primo muy preocupado. –También puede ser un accidente gramatical 237 –arguyó el maestro nacional jubilado. Y esto nos tranquilizó dada la hora y el estado de ánimo. 705. –Se veían a diario y un día que no se vieron el otro no estaba –dijo mi primo. Y todos asentimos en silencio, para no darle motivo de seguir diciendo tonterías. 706. –La doctora examinó detenidamente los análisis clínicos de sangre y de orina recibidos del laboratorio. Observó que no había anomalía alguna y que los componentes de la sangre estaban dentro de los valores de referencia. – ¡Perfecto! Ni un chaval de veinte años lo supera –le dijo al anciano octogenario, para subirle la moral. –El abuelo llegó eufórico a la tertulia. –Si hubiese un concurso de análisis clínicos o de laboratorio me presentaría –manifestó emocionado. 707. –El tiempo pasa imperturbable ¡Pobre tiempo! – ¿Qué sería de él si los hombres no hubiéramos inventado la prisa? –comentó mi primo, en un tono campanudo para la hora que era. 708. Estaba tan asustado que tenía el cuerpo en el susto. 709. –Suele pasear cada tarde por la calle Real con su señora esposa y luego se toman un cafecito en 238 “El comercial”. Fue uno de los proxenetas más famosos y terribles de la región; cumplió condena y al salir del presidio se casó con una madama que regentaba uno de los prostíbulos de su propiedad y vive en un aceptable acomodo –nos explicó mi primo al verlo cruzar el paso de cebra, a la altura de la plaza de la Constitución. –Si pagó su culpa y se regeneró es de perdonar; aunque el sambenito de cafiche no se lo quite nadie y muera con él –comentó el anciano teólogo ascético que esa noche nos honraba de nuevo con su presencia. 710. –Primo, un joven adolescente, y que me perdone mi amigo Gustavo Flaubert, además de un pleonasmo –entrad dentro– es un huevo con dos yemas. 711. Vivía solo y sólo se sustentaba de unas yerbas que cogía. Cuando se preguntó si había otro más pobre y triste, las Reales Academias de la Lengua Española le quitaron la tilde o virgulilla de la palabra solo, dejándolo más solo todavía. –Y más aún, a la y griega de la palabra yerba, le cambiaron el nombre y ahora se llama ye a secas –comentó el filólogo que nos acompañaba esa noche en la tertulia filosófico-vinícola. –Y menos mal que era buena persona, si llega a ser un truhán, le quitan también la virgulilla de truhan –añadió la profesora Esther. 239 – ¡Dios mío, que inconsciencia! ¡Pobre hombre! –clamó mi primo. –Sí, la verdad que sí –respondimos. 712. –Era tan parlanchín que murió sin un secreto. 713. –Aquel hombre camina como queriendo quitarse la barriga de encima –comentó mi primo al verlo pasar. –No hombre, solamente la bambolea –aclaró un nutricionista que nos acompañaba. 714. –Un partido político sin una fundación pública para sus trueques y obras pías, es como un hombre sin ropa interior. –Le falta algo –apuntó la politóloga. –Sí –respondió mi primo. 715. –Ninguno en el pueblo le da la razón, pero él cada día sale a la calle cargado de razones –comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosófico-vinícola, refiriéndose a uno que pasaba en ese momento. –Tal vez, sus razones sean inaplicables o conocidamente disparatadas, comentó la gentil filósofa que nos honraba con su presencia. –Sí, aseveró el labriego, son las llamadas razones de pie de banco. Fue el Notario que nos acompañaba el que nos sacó de dudas. –Sus razones -dijo- son razones sociales: 240 Nombres y firmas por los cuales son conocidas sus numerosas compañías mercantiles de forma colectiva, comanditaria o anónima. 716. –Cuando le preguntaron en la entrevista cuánto quería ganar manifestó que no se lo había planteado y que, en todo caso, dependería de la eficacia y eficiencia que mostrara en su trabajo. –Se sale de lo normal, algo oculta –manifestó uno de los directivos de la empresa que participaba en la selección de personal. Fue rechazado. 717. –Era un duelo entre caballeros a pistola y primera sangre. El ofendido había golpeado suavemente en la cara con su guante al ofensor, para provocar el duelo y salvar su honor. Fijado el día y hora, comparecieron al amanecer en aquel descampado acompañados de sus respectivos padrinos. Colocados de espaldas y medidos los pasos pistola en ristre, al volverse a disparar cada uno mató al padrino del otro, dando el asunto por zanjado. 718. –El verdadero secreto –en cuanto conocimiento que en exclusiva alguien posee– no existe en la vida real, ya que es un pensamiento que habita en la mente, su habitáculo natural. –Claro, por eso cuando cuentas a alguien una cosa diciendo que es un secreto, estás mintiendo, porque ha dejado de serlo por el hecho de 241 exteriorizarlo. En todo caso, sería un secreto a voces –comentó mi primo, no sin razón. 719. –Si todo efecto proviene de una causa, ha de haber una causa primera, que sería Dios; por lo tanto, es probable que Dios exista, primo –dijo. –Probable no, segurísimo y bien cierto. Necesitamos un Dios que nos perdone las noches locas de vino tinto y reluciérnagas –le respondí. –Desde luego, primo, los que las lean no nos perdonarán. – ¡Siempre nos quedará Dios, nuestro señor! – ¡Y París y el vino tinto! 720. –Estaba tan enfermo que murió sin empeorar. 721. –Primo, ¿Vistes el Barça-Bayer Leverkusen con el 7-1? Como dijo Víctor Hugo, cada partido tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros. –No es cierto. Víctor Hugo lo que dijo es que cada edad tiene su placer y su dolor. No tergiverses, ni juegues con las palabras. Es más, Víctor Hugo escribió en su célebre poema lo siguiente: Igualmente te deseo que seas tolerante, no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros. 242 –Primo, tú lo que quieres decir es que no debemos hacer leña del árbol caído. –Sí, y actuar a todo moler y sin echar de vicio. 722. –Nos acompañaba esa noche, en la tertulia filosófico-vinícola, un famoso abogado titulado, incluso, in utroque iure. Tomó la palabra para ilustrarnos sobre el estado de alarma in fíeri del Gobierno; pero, in promptu, vemos que se interrumpe in medias res. Unos pensamos que se había quedado in albis y otros que tal vez fuese un tema in péctore. 723. –El muchacho es un fuera de serie, con decirte que le llaman “El manitas”, con eso te lo digo todo. – ¿Te refieres a que es un manitas, sexualmente hablando? –preguntó. –Primo, te tienes que hacer mirar y te lo digo en serio, acabarás mal por esa perturbación anímica producida por la idea fija del sexo, que te corroe la mente. –Es “un manitas” porque tiene una gran habilidad para actividades y oficios diversos. Entra en una casa y no hay avería o arreglo que se le resista. Estudié con él en la escuela de Formación Profesional y destacaba sobre todos. El bricolaje no tiene secretos para él. –Eso nos dijo el carpintero de ribera que vino a nuestra tertulia por 243 primera vez, con la natural alegría de los contertulios. 724. –La felicidad es el sueño de los infelices. 725. –Muchas veces el temor es fruto de la ignorancia –dijo mi primo escondido debajo de la mesa. Y la realidad es que el trueno fue tremendo. De los que dejan huella. 726. –Soy rico por herencia y todo lo que huele a pobre o pobreza no solo me es ajeno, sino que me produce alergia. –Tú lo que eres es un hijo de la gran chingada –dijo el labriego de origen mexicano que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola y que acababa de perder su cosecha por una granizada espectacular. El anciano teólogo ascético tomó la palabra para recriminar ambas conductas. –Esta es una reunión de personas que nos juntamos habitualmente para conversar bajo el principio del respeto mutuo en el contraste de pareceres. Ambos contertulios han rotos las normas. El señor rico por herencia por su insensibilidad extremada contra personas de humilde condición. El señor labriego por su insulto desproporcionado y fuera de lugar. Se hizo un silencio sonoro roto por mi primo, como siempre, al preguntarle al labriego el producto de la cosecha perdida. 244 –Aceitunas –respondió el labriego en un tono moderado. 727. –Era político de profesión, y las creencias religiosas las interpretaba tergiversándolas en beneficio propio, actuando siempre a lo somormujo. –Veamos: Creía en la resurrección de la carne; libidinoso en exceso, cuando se le despertaba la libido sentía la llamada de la carne una y otra vez. Creía en el perdón de los pecados y esto le permitía una cierta libertad de movimientos en temas de urbanismo y recalificaciones, pensando siempre en la misericordia de Dios. Creía en la vida perdurable, siempre entendida como vida política perdurable, lo que le daba seguridad de actuación sabiendo que vencida la edad una pensioncilla anticipada, o un ERE consensuado con sus congéneres, le asegurarían una vejez digna. –Como buen cristiano, daba gracias a Dios, nuestro señor, cada noche por haberle iluminado en la elección de su profesión política en un mundo tan convulso y maleable –nos explicó el politólogo que nos acompañaba. 728. –La tarde era apacible. En la línea del horizonte el mar remansado se hermanaba con el cielo y en la playa una caterva de chavales correteaba a voz en grito. El anciano teólogo ascético que nos 245 acompañaba en el chiringuito playero, tomó la palabra emocionado: –Dios, nuestro señor, nos dio el don de poder reproducirnos haciéndonos partícipes de la creación, para perpetuar la especie por los siglos de los siglos. –Eso es cierto, incluso hermoso y gratificante; pero nosotros tenemos que poner de nuestras partes –comentó mi primo también con el ánimo agradablemente alterado. 729. –Los dos eran tontos de capirote, pero uno al permanecer siempre silente, planteaba dudas. 730. –El juez lo inculpó, la Audiencia lo condenó, el Tribunal Supremo confirmó la sentencia y ahora ha recurrido al Tribunal Constitucional. Le llaman “el presunto” –nos explicó mi primo. El penalista que nos acompañaba se puso serio. –No conviene bromear con temas esenciales. La presunción de inocencia es un derecho reconocido por la Constitución en su artículo 24.2 y solamente cede ante la declaración de culpabilidad pronunciada en sentencia firme por un Tribunal competente. Cuando la sentencia es firme el sujeto deja de ampararse en la presunción de inocencia, pero no antes. Además, el que crea que una persona no es inocente, tendrá que demostrarlo. Es lo que en derecho se llama “la carga de la prueba”. 246 –La presunción de inocencia no deja de ser una verdad interina de inocencia, por tanto, cuantos más tribunales confirmen la culpabilidad, más debilitada quedará esa presunción, en cuanto conjetura cuyos indicios o señales se aminoran cada vez más –respondió mi primo. La tertulia filosófico-vinícola se animó con tema tan interesante, atendido el alto nivel de corrupción existente en el país y mi primo fue felicitado, a diferencia de otras veces en que fue denostado por sus gracietas. El vino, presuntamente bueno, quedó confirmado en su bondad, y nos acompañó y sirvió de antídoto a una noche extremadamente fría. 731. –Era tan improvisador que cayó en la coherencia. 732. –Pintor de brocha gorda, heredó una inmensa fortuna de un tío que había “hecho las Américas”. Se corrió la voz por el pueblo y a partir de entonces se ganó el cariño y la admiración de las gentes, empeñadas en que les pintara sus casas. Multiplicó el patrimonio. 733. –Tuvo un trastorno psicofísico que le afectó al hipocampo, perturbándole la memoria. Él aprovecho esta desgracia y adujo como olvido lo que eran carencias y falta de conocimientos. La gente le mostró su comprensión. 247 734. –Hay días que mi estado de ánimo es tal, que si pudiera nacer de nuevo no nacería. ¿No sé si os ha pasado a vosotros alguna vez? –eso dijo y su sufrimiento nos afectó conmoviéndonos. –Suelen ser decaimientos del ánimo pasajeros que se han de superar pensando en positivo. La vida es hermosa y vale la pena vivirla –le argumentó la joven y gentil filósofa. Y la tertulia la enfocamos sobre el mundo en cuanto mundo de alguien, recordando la reluciérnaga 147 en la que se hablaba del deterioro de lo cotidiano. 735. –Aquel espermatozoide, como la inmensa mayoría de ellos, estaba abocado al vacío de la nada; ahora bien, si como célula reproductora sexual masculina el gameto tuviese la suerte o habilidad de fecundar al óvulo, también puede ser el día de mañana un premio Nobel o un zafio. Y él sin saberlo. – ¡La naturaleza es un misterio! –dije, admirado de la reflexión de mi primo. 736. –Tenía tal capacidad de decisión, tal caletre, que la mayoría de las veces optaba por permanecer a la expectativa. 738. –Es un hombre extraño. Al mal tiempo siempre le pone mala cara –dijo mi primo. –Sí, excesivamente coherente –comentó un fisioterapeuta que también le conocía. 248 739. –La tertulia filosófico-vinícola estaba esa noche a rebosar. Mi primo tomó la palabra: –Hoy vamos a referirnos, como tema esencial, al tiempo. –Los tertulianos preguntaron si era para compartirlo, para perderlo o ganarlo, para acomodarnos a él, para elegirlo mejor, para capearlo…. –No. Hoy vamos a hablar del tiempo en la política –respondió mi primo sobrio y comedido. – ¡Primooo…! La idea fija de la política con minúscula te tiene perturbado el ánimo –le grite perdiendo los estribos. –Te equivocas, primo. Con este enunciado me refiero a la dimensión del tiempo que constituye una variable significativa en el momento de abordar la diversidad de formas en que se imagina y se hace la política, conforme nos enseña Julieta Quirós, en su trabajo “Sobre el tiempo en la política…” (Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (Argentina) 2005. –Se hizo un silencio tal que se oía en la distancia el rumor del mar en calma. Aproveché para solicitar otra ronde de vinos, presagiando que la noche se nos haría larga. 740. –Primo ¿Cómo ha quedado España tras este experimento político-circunflejo? –Pringada hasta las cejas –le respondí. 249 741. –Era sábado y se celebraban las fiestas del pueblo. Aquella noche el quiosco estaba a reventar de un público alegre y bullanguero. A eso de las doce de la noche se fue la luz y las noticias recibidas sobre un transformador averiado auguraban que su arreglo iba para largo. El dueño del quiosco y su señora ordenaron a los camareros que bloquearan las salidas para que nadie se fuese sin pagar, mientras ellos buscaban velas. Mi primo, se levantó y haciéndose oír, rogó a las mujeres que fuesen discretas y tuviesen cuidado para no quedar embarazadas. – ¿A qué viene esa boutade? –le pregunté asombrado. –De salida de tono nada, cuestión de prudencia, acuérdate del apagón de Nueva York –me respondió. Yo ignoraba que aquel apagón dejó bloqueados en los ascensores a cientos de miles de neoyorkinos y por eso aumentó la natalidad. La tertulia no dio mucho de sí y ya en la madrugada observamos que nos habían desaparecido dos botellas de rioja Gran Reserva y un paraguas. 742. –Se nos hizo de noche. Llovía a cántaros y los relámpagos le abrían grietas al cielo. Las dificultades para encontrar la salida se acrecentaron y con ellas los nervios y el desánimo. 250 Alguien requirió calma y nos sentamos en círculo a la espera de la alborada. Al rayar el día nos mirábamos incrédulos y asombrados: ¡No habíamos podido salir, porque nunca habíamos entrado! Mi primo filosofó: –Ya suele ocurrir. Muchos se mueren sin haber vivido. 251 743. –Regresábamos de nuestra tertulia filosóficovinícola pintando el alba, como tantos días, cuando leímos el mensaje escrito en la pared del edificio: Paco, tu madre es una santa, pero tú eres un hijo de puta. – ¿Una contradictio in terminis, primo? –No creo, da la sensación que ambos se conocen. Es un insulto muy concreto desconectado de la madre del insultado, para destacar escuetamente que el insultado es una mala persona –respondió. 744. –Después de robar salieron huyendo y se dejaron las luces encendidas. –No tienen consideración. Y lo malo es que si les dices algo ten plantan cara –comentó mi primo. 745. –Se ha escapado de la cárcel de máxima seguridad y con ésta son tres veces. Pienso que a este Capo no hay quien le gane a fugas –reflexionó mi primo al que se le veía alterado. –Al que no hay quien le gane a fugas es a Johann Sebastian Bach. Y no solo a fugas, también a pasacalles y oberturas, acompañadas para más inri de cantatas y fantasías; porque él no se escondía, lo hacía todo a lo vivo. 746. –Tomábamos un copetín en un chiringuito de playa mi primo y yo. La noche estrellada y tranquila invitaba a la meditación y a la cordura. No muy lejos una pareja retozaba sobre la arena, como cabritillos en un prado verde. – ¿Dónde irá el buey que no are? ¡Ay, ardorcillo de verano! –Comentó mi primo nostálgico. 747. –Cuando saludo a alguno por la calle y me cuenta sus achaques y lo que le duele, le doy ánimo: –Piensa que nunca serás más joven que hoy, así que aguanta. Y me invento padecimientos míos, para su alivio. –Primo, no olvides el refrán: Hablando de su duelo encuentra el triste consuelo. 748. –Si tienes dudas resuélvelas cuanto antes. Si aciertas te tendrás por sabio y si has errado podrás rectificar a tiempo –le aconsejó mi primo con su mejor buena voluntad. El problema consistía en que aquel hombre no tenía dudas, sino deudas y aquí mi primo poco podía hacer ya que era uno más de la tertulia filosóficovinícola, afectado por las acciones preferentes. 749. –Era millonario y tan pecador que tenía confesionario reservado y confesor propio. 252 750. –Primo, si estás entre necios no te hagas el listo, porque te tomarán por tonto. ¿Cuántas veces te lo he dicho? 751. –Superados los ochenta años se miró en el espejo sin un pelo de tonto, con la cara de arrugas y el contraste de unos ojos cada día más pequeños y lacrimosos. Una vez más quedó fascinado, porque el espejo era de los pocos en toda su vida que jamás lo había engañado. –Con los borrachos tampoco se ha llevado ningún chasco –corroboró mi primo. 752. – ¿Cómo es que camina tan echado hacia adelante? –Es muy patriótico –respondió mi primo. –Pero ¿qué clase de patriotismo, el español o el periférico? –Todos. Él concibe el patriotismo como una unidad de destino según y cómo. Y tiene preparados discursos básicos específicos para pronunciarlos según donde se encuentre y convenga. 753. –Llevaba un reloj en la muñeca y en el chaleco otro de bolsillo de tres capas heredado del abuelo. –Con la puntualidad bromas las justas –nos dijo al presentarse. 253 –Éste, cuando le llegue la hora no podrá alegar ignorancia –comentó el labriego por lo bajo. 754. –Está muy decepcionado –dijo mi primo al verlo cruzar acongojado. – ¿Es un viejo prematuro? –Sí. 755. – ¿Primo, cuales son las valores o soportes morales en los que te apoyas, en el desarrollo de tu cotidianas actividades? –Fundamentalmente son dos: La pereza, que me da sosiego; el pensar que mañana será otro día me relaja mucho. Y el olvido, pero no un olvido generalizado, sino selectivo, referido siempre a aquello que creo que no me conviene. –La pereza, entendida como negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados, no puede considerarse un valor –comentó la joven y gentil filósofa. Y, esencialmente, sobre la ironía como burla fina y disimulada, o figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice, discurrió la tertulia, en la que se puso de relieve la no conveniencia de utilizarla en nuestras pláticas. 756. –Está muy deprimido. Se pasó media vida cometiendo excesos para contarlos en la vejez –se lo había oído decir al doctor Marañón– y ahora 254 nadie le cree –explicó mi primo que lo notó desconsolado. Felizmente esa noche nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola un biógrafo de Marañón y tomó la palabra: –El doctor Marañón habló de los excesos en la juventud para poder recordarlos en la vejez, no para contarlos. – ¡Dios mío! –clamó mi primo y salió corriendo para advertir al infeliz de su grave equivocación. 757. –Primo, si tú niegas una cosa –ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta– que encierra en sí un problema ¿Cómo puedes solucionar ese problema? –Es verdad, primo. Si niegas la mayor para de contar. –La joven y gentil filósofa que estaba a romper de guapa esa noche, tomo la palabra para matizar el aserto: –Se puede negar algo por error que es grave; pero también por conveniencia mediante una estratagema o engaño artificioso, lo cual es peor. Y todos asentimos, yo el primero porque la filósofa me agradaba un montón. 758. –Era tan honrado, tan íntegro en el obrar, que desconfiaba de todo el mundo. – ¿Desde siempre, primo? –No, desde los tiempos que corren. 255 759. – ¿Primo, hay más políticos corruptos que días? –No, pero más que ollas tal vez sí. En cualquier caso, todos los políticos están a la olla del sector público. –El político, en cuanto persona que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado, Comunidad Autónoma o Municipio, está sujeto a múltiples tentaciones; aún así, son más los íntegros y honestos que los corruptos que tanta desazón y escándalo causan –se vio obligado a matizar el politólogo que nos acompañaba. 760. – ¿Por qué te has disculpado si todos hemos visto que la falta la ha cometido él? Estás peor que Jaimito asumiendo como suyo el pedo de la señora marquesa –comenté a mi primo. Me respondió con un proverbio: –Quien cubre una falta, conquista amistad; quien la propala, desune a los amigos. 761. –Sabía tanto de tan poco que en esos temas nadie le ganaba. 762. –Cantaba muy bien y sus fans lo adoraban, hasta que se arruinó económicamente al invertir en acciones preferentes –explicó mi primo al verlo con su boina capada y su chaqueta raída. 256 763. –Un sexólogo apuntó en la tertulia que la libido había disminuido de manera drástica entre los integrantes de determinados estamentos de la sociedad debido a su especial estilo de vida, sin especificar, ni dar más detalles. –Las discordias y contrariedades entre personas afines embarcadas en un proyecto común, acarrean desarreglos del organismo y pretensiones contenidas que repercuten negativamente en el estado anímico y en el apetito sexual –apuntó el psicólogo del grupo que nos acompañaba esa noche. No quisimos debatir, dado lo delicado del tema; pero, sabiendo por donde podían ir los tiros, quedamos muy preocupados. 764. –Si el Eclesiastés dice que de cada mil hombres uno es bueno, como quiera que los políticos son hombres, podemos concluir que de cada mil políticos uno es bueno –dejó caer mi primo nada más comenzar la tertulia. –Es un silogismo correcto, pero todo dependerá de la credibilidad que le demos a la primera premisa –comentó un agnóstico que nos acompañaba. –Yo le doy la máxima credibilidad al Eclesiastés, pero no más importancia de la que pueda tener esa afirmación. La idea de bueno puede ir unida a que la persona tiene bondad, a que es agradable, a que es bonachona o chocante. Cualidades todas que, se tengan o no se tengan, pienso que no han de 257 afectar ni esencial ni gravemente a la circunstancia o condición de un hombre dedicado a regir los asuntos públicos –expuso el politólogo. Y sobre eso versó la tertulia de la noche, convencidos de que antes que nada el político ha de ser honesto, eficaz, eficiente, y aplicarse con nobleza, incluso con arte al gobierno de su pueblo. 765. –Rabrindanaz Tagore nos dejó dicho que el hacha del leñador le pidió su mango al árbol y el árbol se lo dio. –También el político le pidió su voto al pueblo y el pueblo se lo dio –comentó mi primo y todos asentimos. 766. – ¿Qué opináis de Mingote? –pregunté en la tertulia filosófico-vinícola. – Todos coincidieron en las alabanzas, resaltando tanto sus cualidades humanas como su humor gráfico que ha reflejado los avatares de toda una época. La nota de humor la dio un comerciante de hilaturas bajito y anguloso, admirador de Mingote. –A mí me agrada, sobremanera, del Mingote humorista sus mujeres robustas y hermosas, que me van –dijo. 767. –Primo, si dices una mentira, aunque cuele, el mentiroso eres tú. –Es natural. – ¿Y si te falla esa mentira? 258 –Siempre, por si un caso, tengo preparada y a punto una o dos verdades. 768. –La masturbación es la válvula de escape ante la llamada de la carne, de quien no puede encontrar mujer en un momento determinado. –Primo, también hay masturbadores solitarios por apetito desordenado y fantasioso de los deleites carnales. –Sí; pero son los más. 769. –Era tan listo que se hizo el tonto para no ir a la mili, cuando hacía años que la habían abolido. 770. – ¡Libertad! ¡Pechos fuera! –clamó mi primo eufórico, vencida la noche, y ante una concurrencia femenina fuera de la normal que había impregnado la tertulia de glamour y de un elevado nivel intelectual. –Su primo del alma, lo que ha querido decir es libertinaje. Además, la frase pechos fuera de incierto origen, desde luego, no es de su cosecha –respondió una de las participantes, la más prominente en las dos acepciones de la palabra. 771. –Llegó a la tertulia filosófico-vinícola con un sudor que no era del día. Y eso no nos convino. 772. –Sigue pecando de manera obstinada y obsesionante, pero siempre se arrepiente después 259 –comentó mi primo, que era vecino de escalera del insumiso. – ¿Podrá salvarse? – preguntó un tertuliano. –Depende. Si el postrer instante de su vida coincide con el último pecado, le esperaría el fuego eterno, dado que sus pecados son siempre mortales, según hemos oído; pero, si coinciden arrepentimiento y muerte es seguro que se salvaría –comentó un párroco de pueblo. –El asunto hay que dejarlo en manos de Dios, dada su complejidad. El arrepentimiento, en cuanto pesar de haber pecado, es bueno; pero la contumacia en el pecado nos alumbra la carencia de un propósito de enmienda. ¿Dónde queda el examen de conciencia? ¿Dónde el dolor de corazón? Estos son principios que hay que tener en cuenta, por ello toda precipitación nos abocaría a resultados inciertos o no deseados. Dios nuestro Señor, proveerá –así se expresó de manera precisa el anciano teólogo ascético. – ¿Pero, el Papa no ha dicho ahora que el infierno no existe? ¡No entiendo nada! –Clamó el labriego. El mutismo fue general, ante tema tan delicado. 773. –Si obrar mucho y poco hablar, cosa es de alabar; si el silencio es oro; si en boca cerrada no entran moscas; si quien comiendo callado no pierde bocado; si comer y callar es acertar; si quien sirve y calla premio aguarda; si más vale bien callar que mal errar; si la paciencia calma al príncipe y la 260 lengua blanda quebranta los huesos, porqué no hablas más bajo. –Eso te digo yo, primo. 774. –Leía tan intensamente y lo asimilaba de tal manera que siempre hablaba por boca de los demás. 775. –Se ha de hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo, nos dejó dicho Albert Einstein. – ¿Quieres decir que todo tiene un límite, primo? –Sí. 776. –Organizamos un concurso de eructos y uno que apenas conocíamos por no ser asiduo a la tertulia filosófico-vinícola, nos ganó de calle. Después supimos que el “nota” estaba especializado en ese menester y modulaba los eructos de tipo medio a placer. También supimos que el otro “nota” que promovió el concurso era compinche suyo con el que se repartió las ganancias. –Quizá estos eventos no tendrían que salir a la luz por el desmerecimiento que encierran –comentó un capador de puercos. –Más por tontos que por cochinos –insistió mi primo apesadumbrado. 261 777. –Quizá sea el hombre más soberbio del pueblo y todo proviene de su exceso de humildad –nos ilustró mi primo al verlo rendido en demasía, sumiso y un tanto esquivo. –Todos los excesos son malos, las mismas diarreas estivales son consecuencia de excesos veraniegos –añadió el labriego que se nos unía a la tertulia entre riego y riego. 778. –Le llamaban el inconformista porque se conformaba con nada, consciente de que muchos imposibles son fruto de la ignorancia. 779. –Económicamente andaba muy justo, pero un día una viga podrida cedió arrastrando consigo un falso techo de una despensa del que se desprendieron fajos de billetes que resultaron ser libras esterlinas, seguramente guardados por sus antepasados. Rehízo su fortuna pero volvió a perderla y ahora anda en manos de psiquiatras con sueños compulsivos sobre vigas podridas. –La suerte propicia para unos y esquiva para otros en ningún caso es emotiva –argumentó el psicólogo que nos acompañaba en la tertulia filosóficovinícola. – ¿Carece de sentimientos? –preguntó mi primo. –Sí. 780. –Cuanta más memoria tienes más infeliz eres. Y perdona. 262 – ¿Entonces, primo, la memoria en mi caso no es una potencia del alma, sino el recuerdo de cosas pasadas de carácter negativo? –Así es. Y tienes que luchar contra eso viviendo el presente en positivo y proyectándote hacia el futuro enarbolando nuestras reluciérnagas como bandera. 781. –El ilustre jurista español, terminó su disertación en la Universidad de Harvard ante un grupo de preclaros hispanistas con estas palabras: – «Según se decía en la Ley 6ª del Código de Justiniano, emperador de Roma, el domicilio está en el lugar en que uno vive e intencionadamente estableció el conjunto de sus cosas con ánimo de permanecer allí. Pues bien, el domicilio es inviolable, no se puede tener acceso por la fuerza, y este derecho fundamental viene consagrado por la Constitución española, en su artículo 18.2». Había sido invitado por la Universidad y aprovechó para pasar unos días en Nueva York acompañado de su señora esposa –según explicó mi primo, amigo suyo desde la Facultad. Al regresar a Barcelona la cerradura de su casa había sido cambiada y con gente dentro no pudieron entrar. A las reiteradas llamadas a la puerta salió un joven con barba manifestando que era “okupa”. 263 –«Si resulta ser suya la casa acuda a los tribunales y allí dilucidaremos nuestros derechos; pero, por si no lo sabe, éste es ahora nuestro hogar, inviolable, según la Constitución» –eso les dijo. En esto se oyó una voz femenina procedente del interior de la casa: –Churri, pregúntales donde han puesto la llave del aparador para sacar el vidriado. 782. –Primo, ¿tú contemplas la posibilidad de equivocarte? –Nunca, primo. Lo que contemplo es la posibilidad de acertar. 783. –No sabía dónde estaba y todos los caminos le eran ajenos. Y eso que en el maletín llevaba ropa de camino. En última instancia, optó por el camino real y acertó. – ¿Quieres decir, primo, que a poco saber camino real? –Así lo ha proclamado el pueblo. 784. –Si a poco saber sigues el camino real, no saldrás de tu ignorancia. – ¿Entonces, he de escrutar caminos nuevos en busca de mi destino? –Sí. 785. –Primo, ¿Tú crees en la cuadratura del círculo? –Creo en la frase, como imposibilidad de algo 264 –respondí. –Imposibilidad relativa, o por ahora –aclaró un joven científico estructuralista que nos acompañaba y que, ya es casualidad, trabajaba como becario en la fórmula de la cuadratura. 786. –Siempre estaba deseando algo, hasta que un día se concienció de que no lo conseguiría y comenzó a sentirse bien. 787. –Era un maestro en decir cada palabra a su tiempo, pero desde hace unos meses o le sobran palabras o le falta tiempo, porque repite las historias a destiempo. –Puede ser cosa de la edad madura, argumentó mi primo. –Más bien de la edad avanzada, de la senectud –arguyó la gentil y joven filósofa asidua a la tertulia filosófico-vinícola. 788. –La historia es el testimonio de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la antigüedad –recitó mi primo, rememorando un proverbio latino. –Lástima que algunos políticos se adueñen de ella para tergiversarla –argumentó el politólogo de la reunión. –La historia no es mecánica porque los hombres son libres para transformarla nos dejó escrito Ernesto 265 Sábato –comentó un literato argentino que nos acompañaba. –Transformarla antes de ser representada, parece difícil porque la historia es lo que es. Y transformarla después de representada sería falsearla –añadió nuestra gentil filósofa. Y sobre tan sugestivo tema versó la tertulia de esa noche que se nos hizo corta. 789. –Tenía fama de obediente porque le prohibían cosas que ni había hecho, ni hacía, ni pensaba hacer. 790. –Era tan estricto, tan escrupuloso, que cada semana se confesaba de una violación; todo porque le hacía el amor a su esposa por detrás cuando ésta se hacía la dormida acostada de lado. –Los hay excesivamente severos consigo mismo –argumentó el sexólogo. 791. –El desánimo del electorado es tan grande que los distintos Partidos están contratando flotillas de autobuses para movilizar jubilados con el señuelo de una visita guiada a la ciudad con bocadillo de calamar incluido después del mitin. –Se las saben todas; pero esto no es nuevo, primo, aunque nunca como ahora. 792. –El asunto era tan verosímil que resultó ser falso. ¡Ostras! 266 793. –El Tribunal Constitucional nos ha dejado dicho en una sentencia que las formas son garantía de las libertades. Y el Papa Benedicto XVI el 1 de mayo del 2011, durante la beatificación de Juan Pablo II, nos ha dicho también que la verdad es garantía de la libertad. ¿En qué quedamos? Aquí veo yo y perdonen una notoria contradicción entre dos instituciones del máximo rango en el campo del Derecho y de la Religión. –No hay tal contradicción porque el Tribunal Constitucional se mueve en el ámbito del Derecho: en los contenciosos el fondo del asunto es básico, pero el procedimiento a seguir es también esencial. El Papa se refería a la verdad moral, en cuanto conformidad de lo que se dice con lo que se piensa y esa verdad es, a su vez, garantía de las libertades. No hay contradicción, sino similitud o complementariedad –comentó un profesor de Derecho Administrativo que nos acompañó esa noche en la tertulia filosófico-vinícola. –Por eso hay tantas veces en la vida que guardar las formas –remachó el anciano teólogo ascético recordando las reluciérnagas 453 y 776 de las que tan conmovido quedó las noches de marras. 794. –Se me anudó la voz por una vehemente pasión del ánimo –dijo mi primo al llegar a la tertulia filosófico-vinícola. 267 –Me dejas atónito, creía que estos casos solo se daban en el diccionario –le respondí. 795. –Las guerras son la válvula de escape del exceso de población de las naciones –comentó un tertuliano. –No lo creo. La guerra es la lucha armada que rompe la paz entre naciones por desavenencias o fines muchas veces inconfesables –replicó un politólogo que nos acompañaba. Pero fue un historiador, presente en la tertulia filosófico-vinícola, el que advirtió a mi primo que quizá la expresión válvula de escape estaba mejor a aplicada en esta otra afirmación: La inmigración es la válvula de escape de la miseria de los pueblos. Y sobre esa válvula de escape a la que tantas veces habíamos recurrido para desahogarnos de una tensión, de un trabajo excesivo o agotador o, simplemente, para salir de la monotonía de la vida diaria, transcurrió la tertulia filosófico-vinícola. 796. –Al comienzo de la tertulia alguien hizo mención a los años cincuenta con cierta nostalgia y mi primo puso el grito en el cielo. –A los obreros se les explotaba sin contemplaciones ni protestas de nadie. Y yo porque me masturbaba con doce años ofendía a la Virgen, a mi madre y estaba condenado al infierno eterno. Vulnerándose conmigo, como de mayor supe, el principio de proporcionalidad. 268 – ¿Y cuántas veces se masturbaba usted? –le preguntó un experto en terapia ocupacional que nos acompañaba. –Tres veces por semana –respondió. Y todos alabamos su vitalidad y sinceridad sin ambages; incluso, su apetito sexual armónico, nada desordenado. 797. –En tu trabajo procura ignorar las cosas, porque si las conoces te haces responsable –nos comentó un obrero especializado que había trabajado toda su vida en el alambre. 798. –Esa mujer está de muy buen ver –comentó un tertuliano. –En cambio el marido está hecho un trapo –aclaró otro vecino de su barrio. –Ella parece esperar la viudez como agua de mayo –añadió un tercero. –Figuraciones suyas de persona mal pensada –le espetó mi primo, sin perder las formas, pero un poco molesto. 799. –La palabra firme de una persona honesta va a misa. Y detrás de ella está lo necesario. En el Ordenamiento de Alcalá ya se decía que de cualquier manera que un hombre se obliga, obligado queda –nos comentó un estudiante de Derecho que, acabado el curso, se unió a la tertulia filosófico-vinícola, lo cual nos plugo. 269 –No obstante, y dado los tiempos que corren, como dice el refrán, en la boca miel y tinta y papel. Y, desde luego, no pidas cuenta do no hay recibo –replicó el maestrito de escuela. Fue mi primo el que puso la guinda, precisando que de cualquier manera que un hombre se obliga, obligado queda, con la excepción de los políticos en campaña electoral. 800. –Es tan devoto y religioso que lo han pillado por ahí. Un policía disfrazado de cura lo confesó en el cuartelillo –comentó mi primo al cruzárnoslo esposado. –O el hombre tiene poco caletre y el policía falta de ética; o, lo que es más seguro, su primo habla de vicio y se inventa las cosas –expuso un profesor de derecho penal asombrado del comentario de mi primo. –Todos, sin exclusión, nos decantamos por esta segunda hipótesis. 801. –Desobedezco porque soy libre –comentó mi primo. –Pues si usted es libre para desobedecer, séalo también para responder de las consecuencias negativas de esa desobediencia, porque el que obra de una manera u otra en el ejercicio de su libertad responde de sus actos –le espetó la joven y gentil filósofa, cansada de las soflamas de mi querido primo. 270 802. –Hablaba solo de lo que sabía, por eso estaba siempre en silencio –sentenció mi primo al comienzo de la tertulia sin referirse a nadie en concreto. –No siempre el silencio es una consecuencia de no saber. Permanecer en silencio puede significar, como locución adverbial, estar sin protestar, sin quejarse o incluso sufriendo. Silencio es simplemente abstención de hablar –manifestó el gramático de la tertulia. –El silencio puede ser también afirmativo. El que calla otorga, sepa más o sepa menos. O una manera de mostrar su pasividad la Administración no respondiendo a nuestras peticiones –añadió un jurista. –El joven poeta se salió por la tangente y nos habló del silencio de los bosques, de los claustros o de los vastos arenales; incluso, del largo y sufrido silencio de los familiares queridos allende de los mares. ¡Nunca el silencio dio tanto que hablar! 803. –Primo, ¿podemos decir que “casita blanca” es diminutivo de “casa blanca”? –Sabes que no. La casita blanca era el meublé decano de Barcelona, tenía 43 habitaciones de madera noble, en las que el ambiente era cálido y lujoso, Y la discreción absoluta. 271 La Casa Blanca, situada en Washington, es la residencia oficial y lugar de trabajo del presidente de los Estados Unidos de América. –Entonces, ambas coinciden solo en el color blanco; pero se merecen un respeto cada una en lo suyo. –Así es. 804. –Tu amigo tiene un amigo, y el amigo de tu amigo tiene otro amigo; por consiguiente sé discreto –eso le comenté citando el Talmud. –Quieres decir, primo, ¿que si yo cuento un chisme a un amigo, el chisme puede dar la vuelta al mundo? –Exacto. 805. Le robaron las maletas en un peaje de la autopista y el cabreo de los ladrones fue tremendo –comentó mi primo. – ¿Estaban vacías? –No. Llenas a rebosar, pero de promesas. – ¿El dueño era un candidato electoral? –Sí. Y ha tenido que echar mano de las promesas de hace cuatro años. – ¡Menos mal! 806. –No ofrezcas lo imposible, Promete lo que puedas. –Primo, quieres decir que "a gracia de niño y canto de pájaro, no convides a nadie". 272 –Exacto. 807. –En el coito entre marido y mujer, los refinamientos deshonestos que el calor inicial producen son, no solo incompatibles con la decencia, sino perjudiciales para nuestras mujeres –dijo mi primo. –En efecto, hay peligro de caer en licencia y desbordamiento en este punto, lo mismo que en el trato ilegítimo –le respondí. – ¿Cuando habla de licencia se refiere usted a abusiva libertad de obrar? –preguntó una joven señora de buen parecer que nos acompañaba. –Así es. El matrimonio es un ayuntamiento religioso y devoto. Por consiguiente, el placer que con él se experimenta debe ser un placer moderado, serio, unido a cierta severidad; debe ser un goce prudente y al mismo tiempo mesurado. – ¿Entonces, no podemos gritar ni jadear de gusto en los orgasmos? –Volvió a preguntar la joven señora un tanto alterada. – ¡Por Dios! Con esa actitud, en el placer por legítimo que fuese, se produciría un exceso e intemperancia reprobables. ¿De dónde han salido este par de vetustos, desusados? –gritaban algunos. –Fue como tantas veces la gentil filósofa la que llevó el agua al molino de la tertulia remansando las aguas al manifestar: –Estos dos señores han memorizado párrafos enteros de un ensayo de 273 Miguel de Montaigne, titulado DE LA MODERACIÓN, escrito a mediados del siglo XVI y buscan la provocación y el juego de contrastes con el ambiente sexualmente desmadrada que vivimos en la actualidad. La situación se recondujo y muchos prometieron leer al ilustre ensayista, llegando alguien a recordar que nuestro Josep Pla tenía el libro de ensayos de Montaigne permanentemente en su mesilla de noche. 808. –Si ni hubiera tanto pobre seríamos más ricos –dijo mi primo al ver acercarse al chiringuito un pobre limosnero. –Su primo es un rico nuevo, una persona que se ha enriquecido bruscamente y que hace ostentación de su dinero, y con frecuencia deja caer su incultura y tosquedad –clamó, dándose a perros, el anciano teólogo ascético. Dado que mi primo debía al bodeguero el último mes del vino suministrado para la tertulia filosófico-vinícola, y le quedaban diez años de hipoteca de su apartamento, coincidimos en que mi primo de nuevo rico nada; más bien un provocador nato. 809. No me fío de nadie pero de los que van por la vida de graciosos, menos –eso nos dijo el graciosillo de mi primo. 274 810. –Primo, dicen que el que casa con mujer bonita camina con oro por tierra de salteadores. Yo me arriesgaría, te lo digo con franqueza. –Pruébalo, a tu edad en los viajes puedes conocer mujeres interesantes –le dije al pobre para no desanimarlo dada su edad, porque mientras hay Imserso hay vida y esperanza. 811. –Yo creo en la otra vida y me figuro el Edén o Paraíso como una inmensa Bodega, con una excelente selección de los mejores vinos –razonó mi primo nada más iniciarse en la primera copa. –Borges se te adelantó. Él concebía el paraíso como una inmensa Biblioteca –le expliqué. –Tengo un gran respeto y admiración por Borges y creo que podríamos llegar a un acuerdo: El Paraíso sería una inmensa Bodega-Biblioteca, ya que un buen vino y un buen libro no son incompatibles –replicó. Y tuve que decirle que sí. 812. –Rectificar es de sabios, por eso hay tan pocos. De aquí que haya decidido cometer imperfecciones, errores o defectos en aquello que haga en lo sucesivo, para inmediatamente rectificar –comentó mi primo. –Es más sabio el que no se equivoca que aquel que equivocándose rectifica –expuso un lampista respondiendo a la parida de mi primo y sorprendiéndonos por su obviedad. 275 813. –La frase sospechosa, interceptada durante el espionaje de que fuimos objeto en la tertulia por una potencia extranjera, creó alarma por los enigmas ocultos que podía encerrar en su escueto texto y fue enviada con urgencia extrema a los Analistas Especializados del Grupo Superior (AEGS). 276 La tonta le dice al tonto: ¿Tan pronto? Después de arduo estudio por parte del Comité de Inteligencia, se ha llegado a la conclusión de que dicha frase no es una pregunta, sino un reproche. Y que la tonta no es tan tonta –informó mi primo nada más llegar a la tertulia procedente del Centro Superior de la Defensa. – ¡Menos mal, carajo! –clamó un contertulio. 814. –Llegó a la tertulia a primera hora, cuando algunos compañeros todavía no se habían incorporado. De mediana edad y modales correctísimos se nos presentó rogándonos autorización para asistir a la tertulia siquiera como oyente. Le dimos nuestro beneplácito y nos sorprendió el que nos dijera que era bastetano. Fue un fabricante de tejidos de Tarrasa el que nos sacó de dudas. –Mi abuelo, ya fallecido, también era bastetano; es decir, ciudadano de Baza, pueblo de la provincia de Granada, la antigua Basti, capital de la Bastetania, integrada por territorios de las actuales provincias españolas de Granada, Jaén y Almería. Y su población era hispánico prerromana. Quedamos agradecidos de tan interesante información. Y un arqueólogo, incorporado a la tertulia mediada la explicación, nos habló de la Dama de Baza. –Es una escultura del siglo IV antes de Cristo encontrada el año 1971 en el cerro Cepero de Baza. Una gran señora sentada en su trono. Y ayudándose de su ordenador portátil nos mostró una fotografía, indicándonos que estaba depositada en Madrid, en el Museo Arqueológico Nacional. –Una copia auténtica se encuentra también en Baza –nos informó el bastetano. Todos nos prometimos que en el primer viaje a Madrid o a Baza visitaríamos tan distinguida Dama. El bastetano nos insistió que no dejáramos de ver en Baza, además de la Dama, la placeta de los Moriscos, conocida por plaza de las tetas, donde nació su abuelo. Y la plaza Mayor en la que se ubica la Iglesia de la Encarnación, entre otros lugares de interés. Fue mi primo el que consideró a la egregia Dama muy humana al observar que tenía en una mano un pajarito vivo. 277 278 Dama de Baza 815. –Si odias a alguien sigue con esa aversión hacia él y deseándole algún mal como añadido. Él vivirá tranquilo y tú con tu reconcomio y adrenalina a tope podrás morir odiándolo, en estado de ansiedad moral. 816. –Era una mentira tan grande que rozaba la verdad. – ¿Quieres decir, primo, que cuando mayor es la mentira es más creíble? –Yo creo que sí. 817. « ¡Hágase la Luz! » –dijo el Señor. Y la luz fue hecha. Lo que no se nos dijo es que las tarifas eléctricas correrían de nuestra cuenta. –Alabo tu inventiva, primo, pero hay un punto de maldad en tu comentario, como si hicieses un reproche a Dios. Y no es eso. –Explícate –me dijo– porque solo era un punto de partida para iniciar nuestras reflexiones filosóficovinícolas –reconoció. –Fíjate en este proverbio ruso: “Dios da las nueces, pero no las parte”. Y en este otro sueco: “Dios le da una lombriz a cada pájaro, pero no se la lleva hasta el nido”. –Es verdad, primo. Aquí, la enseñanza está en que Dios nos ayuda, pero nosotros tenemos que poner de nuestra parte. –Veo que lo has entendido. 818. –Era mendigo de profesión pero no le veíamos pedir limosna. 279 – ¡Qué raro! –Clamó mi primo. Después supimos que vivía de dos paradas de mendicación situadas en la puerta de la Catedral y en la Boquería, arrendadas a dos pordioseros del barrio. 819. –Desfallecido por la edad rompía los espejos cuando le devolvían la imagen. – ¿Los espejos no le tenían miramientos? –No. 820. –Los tres enemigos del hombre son cuatro, a saber: el mundo, el demonio, la carne y el Derecho real que grava bienes inmuebles, conocido por hipoteca. –Los tres primeros también enemigos de la mujer, mueren con nosotros, pero la hipoteca perdura en el tiempo, más allá de la muerte; incluso una vez entregado el inmueble por falta de pago –nos dijo mi primo. ¡Terrible! –exclamaron afligidos dos hipotecados octogenarios que nos acompañaban esa noche. 821. –En un debate político entre dos ilustres gana el chapucero si no se altera y habla pausadamente con una voz suave y controlada y la mirada entumecida. –Recuerdo un caso –apostilló mi primo. 280 822. –Como quiera que las cosas están sujetas a mudanza, siguió el consejo que le dieron de darle tiempo al tiempo. – ¿Y qué pasó, primo? –Que las cosas no mudaron y el tiempo se le vino encima. – ¡Madre santa! 823. –No os lo vais a creer, pero se divorciaron al día siguiente de la boda por una vocal del alfabeto. – ¿Por una vocal? –Sí. Él le dijo antes del matrimonio que le gustaba “peludo” y ella entendió “pelado”. –Todas las gracietas tienen su momento y su lugar. Estos chistecitos suyos de taberna no tienen cabida en esta tertulia –comentó el sexólogo del grupo. 824. – Éste, ¿no era comunista? –comentó alguien al verlo pasar con sombrero, jubón de paño y bastón. –Sí, pero le tocó la lotería y ahora tiene dietista propio y mayordomo –respondió un sindicalista liberado. –Que yo sepa, la mudanza de conducta, de propósito o de actitud no está penada o mal vista, si no supone mal para terceros –comentó mi primo. –Ni tampoco el desarrollo o transformación de las ideas o de las teorías –insistió un politólogo. 281 825. Le enseñaron que por el bautismo había renunciado a Satanás, a sus pompas y malos deseos. Y cuando veía a una mulatita calle abajo, cimbreándose, sus deseos no eran buenos del todo, pero afianzaba su fe en Dios, creador del Universo y de aquella criatura. –Pues eso le honra –dijo mi primo. –Más que honrarlo la mulatita lo pone cachondo y perdonen –argumentó el labriego que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola, esa noche lluviosa que le ahorró el agua de riego. 826. –Ya sé que eres cordelero primo, pero si vas a la casa de un ahorcado no hables de tu oficio. ¡No provoques! ¿Cuántas veces te lo he dicho? 827. –Era tan gandul que tenía todo el tiempo del mundo para no hacer nada. Barzoneaba a su antojo. Y cuando iba a los sitios tenían que entrarlo; incluso, el día que le dejaron en el sitio no opuso resistencia. –Los hay indolentes en exceso –fue el comentario de mi primo. 828. – Se buscaba y se perdió antes de encontrarse. Un banquero amigo de gran prestigio internacional le aconsejó y propuso un “fondo de inversión agresivo” allende de los mares con un interés del 15%. 282 – ¿Y ahí fue donde se perdió? –preguntó mi primo intrigado. –No, ahí fue donde lo encontraron pero ya perdido. –Ahora sí, ahora lo entiendo –respondió mi primo aliviado. 829. – ¿Y qué dijo el banquero al arruinar a su mejor amigo con aquel “producto de altísimo interés”? –Que la crisis económica había distorsionado el sistema financiero con políticas macroeconómicas desfavorables. – ¿Entonces, la causa es ahora aquello que sigue por virtud de un efecto? –Según algunos próceres parece que sí. ¡Vete a saber! 830. –Primo, al pensar en la reencarnación me echo a temblar. –Y yo también cuando reflexiono sobre la resurrección de la carne y la vida perdurable. El día que me muera quiero morirme para siempre y no correr riesgos –le respondí. 831. –Fuimos a comer y mi primo solicitó de segundo un entrecot a la pimienta, poco hecho. Quedé sorprendido y le pregunté: – ¿No eras vegetariano? –Sí, desde la Constitución Española de 1978. Déjame que te explique: El Art. 15 de la Constitución dice que Todos tenemos derecho a la 283 vida… Fíjate bien, primo, dice “todos”, no hombres y mujeres, no personas o seres humanos, sino “todos”. Por tanto, deduje que los animales también tenían derecho a la vida; así que, como hombre de ley que soy, me hice vegetariano en protesta por la diaria matanza de animales con vulneración flagrante de la Constitución. Pero he aquí que en la reciente Nueva Gramática de la Lengua Española5, se dice que el artículo de la Constitución mencionado “no impide matar animales”. El que todos no se aplique aquí…a los animales o a las plantas constituye un factor lingüístico, no lógico, que permite restringir el dominio de ciertos cuantificadores en español a los seres humanos. La referencia me ha dejado anonadado y entiendo en justicia que he quedado liberado de mi vegetarianismo. –Me agradó la noticia en su doble vertiente del cambio de régimen de mi primo y su vuelta a la carne de pelo y pluma y, sobre todo, de la aparición de la Nueva Gramática de la Lengua Española, obra extraordinaria e ingente en la que se trabajaba desde hacía once años. Felicité a mi primo y brindé a los postres por él y por la Nueva Gramática, con una copa de cava catalán. 5 Nueva Gramática de la Lengua Española. Morfología y Sintaxis I. Real Academia Española de la Lengua y Asociación de Academias de la Lengua Española; página 1379, apartado 19.1g, Espasa Libros, S. L. U., 2009. 284 832. –Cambió sus problemas por los de un vecino de escalera y salió perdiendo. – ¡Para que aprenda! 833. –Primo, si te toman por el pito del sereno, tómate tú también e irás acorde. – ¡Es fácil decirlo! 834. –Los políticos son los únicos en este mundo que tienen claro que dos y dos no son cuatro. –Quieres decir, primo, ¿que dos de gastos no equivalen o se corresponden con dos de ingresos? Así es. Hasta el punto de que si se correspondiesen la palabra déficit sobraba del diccionario, entendida como la parte que falta para levantar las cargas del Estado, Autonomías y Ayuntamientos, reunidas todas las cantidades destinadas a cubrirlas. – ¡No me digas más! 835. –Llegó cojeando a la tertulia filosófico-vinícola. Según nos dijo había tropezado en un “déficit”. –El país está lleno de socavones deficitarios –comentó un afilador y paragüero que nos acompañaba esa noche en la tertulia filosóficovinícola y que se había recorrido media España afilando cuchillos arreglando paraguas y acortando las colchonetas. –Sí. La verdad que sí –respondimos. 285 836. –Creó una pequeña fabriquita con cinco empleados y producía tinta azul, negra y roja para plumas estilográficas. – ¿Y cómo le fue, primo? –Mal 837. –Era un incapaz rematado y, además, a su falta de talento unía lo mal asesorado que estaba; pero el infeliz no lo sabía y seguía gobernándonos. –Nosotros decíamos: Se va a estrellar, se va a estrellar, se va a estrellar... Hasta que nos estrellamos. 838. –Ni en la juventud salud, ni en la vejez virtud. –Primo, es al revés de lo que dices: Ni en la juventud virtud, ni en la vejez salud. No tergiverses la historia; sin perjuicio de que haya viejos verdes. 839. –Si estás afónico da ejemplo y te ahorras los consejos. 840. –Hizo tantos favores que acabó en la Unidad de Cuidados Intensivos. – ¡Todos los excesos son malos, no me cansaré de decirlo! –Clamó mi primo. 841. –La ventaja de ser piojo es el paisaje dilatado que se contempla desde de la cabeza –dijo mi primo. 286 –Con la ventaja de ir cambiando de punto de observación; incluso de cambiar de cabeza en los arrumacos –añadió el paisajista que nos acompañaba, vencida la noche y los tintos de verano. 842. –Se empeñó en trasladar la tertulia filosóficovinícola del chiringuito a una gasolinera, alegando que se habían puesto de moda por su facilidad para los contactos y según qué cosas. Nos negamos en redondo. El tiempo nos dio la razón. 843. –Si tú ya muerto levantaras la cabeza y me vieras premio nobel de literatura ¿Qué pensarías, primo? –En dos milagros, entendidos como hechos no explicables por las leyes naturales y que se atribuyen a intervención sobrenatural de origen divino. 844. –Lavaba la ropa sucia en casa de los demás y luego presumía de limpio y de decente. Y tampoco es eso. 845. – ¿Qué elemento en común hay entre un no nacido –en el sentido estricto de ni siquiera concebido– y una persona fallecida? –El vacío de la nada. – ¿Quieres decir que si no hay nada antes de nacer, tampoco hay nada después de la muerte? 287 –Dejo sin respuesta esa pregunta, para debatirla en la tertulia filosófico-vinícola, porque necesitamos más tiempo y más y mejor vino. 846. –Ya jubilado le dio por rememorar vivencias negativas de su pasado y le venían a la mente, compulsivas y sin control como moscas cojoneras. –Si el infierno es otra cosa, lo prefiero a esto –pensó. –Ya nos lo dijo Antonio Machado –explicó mi primo: ¡Agrios caminos de la vida fea, que también os doráis al sol poniente! 847. –Le odiaba tanto que decidió matarlo para lo cual eligió un sicario infalible: el tiempo. Y efectivamente el tiempo hizo su trabajo de modo inexorable; aunque liquidó primero al que odiaba. – ¿Entonces el odio mata? –preguntó mi primo. 848. –Caminábamos tú y yo una noche cualquiera descalzos sobre la playa ¿Recuerdas? El mar estaba tan apacible que las olas eran conatos de olas, con un rumor de niño chico. La luna, tan socorrida, estaba allí mirándose en el agua. Nosotros no podíamos decirle que no. –Mañana es hoy –dije. –Sí. Y hoy es este momento, vivámoslo –respondiste. 288 849. – ¡Ojo! Matar a alguien no tiene remedio. ¡Fuera bromas! 850. –Trabajó meses y meses con tesón inusitado, en busca de una solución innovadora. Y cuando la tuvo, estructuró un problema bien articulado de manera que encajara sin fisuras en la solución prevista. Cuando lo explicaba en clase empezaba siempre por el problema y alcanzó fama y posición –dijo mi primo en la tertulia filosófico-vinícola, ante el asombro de los presentes por tan inaudita noticia. 851. –Primo, ¿Crees que introduciendo a los malos políticos en un crisol podríamos depurarlos, en el sentido de purificarlos, dejándolos en el ser y condición que deben tener según su calidad? –Mejor fundirlos –manifestó un artesano fundidor que nos acompañaba esa noche en la tertulia filosófico-vinícola. –Tampoco sería la panacea, porque todo depende de la materia prima –apuntó un peón caminero jubilado. 852. –Había pasado su tiempo en la alta mar de la vida, navegando entre las olas de su existencia. Ahora, al abrigo del malecón, ya jubiladito, veía nacer las estrellas y morir el sol cada atardecer; pero ya sereno, rozando la indolencia, sin ánimo de inmiscuirse. 289 853. –Si tomas una decisión errónea no te quedes parado, no te resignes. Échale la culpa a otro, a ser posible a uno que esté de viaje, para ganar tiempo –comentó mi primo al empezar la tertulia filosóficovinícola. Y la velada rica en casos prácticos propios y ajenos, versó sobre la insidia, las zancadillas, las asechanzas y, en general, las palabras o acciones que envuelven mala intención. 854. –La luna es mujer, por eso se mira en el espejo del agua. –Primo, la frase rezuma lirismo, pero también un cierto tufillo de machismo. La luna se pasa la eternidad tejiendo y destejiendo su propia vida, ahora estoy ahora no estoy, ahora crezco ahora decrezco, sin un minuto de sosiego, jugando al escondite en su inmutable gravitar. Se merece un respeto –eso le dije por su bien. 855. –Primo, ante la crisis que estamos viviendo, ¿En algún momento te has visto en un mar de confusiones? –Sí, pero siempre por separado. 856. – ¿Cómo has visto al Presidente? –Ayer estuve con él y lo vi cariacontecido. – Ya no me ríen los chistes en la Junta –me dijo. –Eso es que se han olido algo. 290 857. –Primo, lo bueno de trasnochar es que amanece más temprano. –Experiencia tienes para formular juicio tan categórico. 858. –Dios le llamó por un camino pero él siguió otro. ¡Tú no quieres creer que acertó! –Seguro que Dios que lo conocía bien le provocó para que tomara el camino bueno. ¿Los designios de Dios son inescrutables? –Vete a saber –comentó el labriego mirando al cielo. 859. –Tuvo una suerte loca al elegir la mujer que sería su esposa. La identificación en ideas y sentimientos entre ambos fue tal que vivieron felices toda la vida; incluso, el infeliz en el sentido de buena persona, creyó hasta su muerte que eso era lo normal. 860. –Había tantos funcionarios en aquel insigne Ayuntamiento que faltaban mesas. –Procurad alternaros los de confianza y los interinos para dejar espacio sin crear alarma –fue el consejo del Concejal Delegado de Mobiliario. Y sobre el enchufismo y la escasez de mesas versó la tertulia filosófico-vinícola de la noche. 291 861. –Un adulador siempre busca algo. Cuando tropieces con uno, ni los buenos días, primo –eso me dijo. Y sobre la adulación y sus peligros transcurrió la tertulia filosófico-vinícola de esa noche, en la que proliferaron proverbios y frases célebres que mostraban los riesgos de caer en las redes de los aduladores. Y así el proverbio inglés “Cuando se reúnen los aduladores, el demonio sale a comer”. O la acertada frase de la Duquesa d’Abrantes, La adulación es una moneda que empobrece al que la recibe. O la no menos certera del poeta italiano Arturo Graf, Hombre fácil a la adulación es hombre indefenso. 862. –Primo, ¿entre democracia y aristocracia, tú qué elijes? – ¿Qué quieres que te diga? Si te refieres a esta partitocracia que sufrimos, de profesionales mediocres con currículos inventados, prefiero la aristocracia de la sangre, con palacio y mayordomo. 863. –Primo, ¿Cómo ves tu futuro próximo? –No pienso en él. En el evangelio de San Mateo se dice: A cada día le basta su propia pena (6-34). 864. –Atracaron una entidad financiera desahuciada y se llevaron dos máquinas Olivetti usadas, una Remington y tres cajas de papel de calcar. 292 Los ciudadanos al conocer la cantidad y calidad del material incautado, comprendieron la situación de insolvencia de la entidad saqueada y la de los propios atracadores. 865. –Primo, ¿qué es para ti ser pobre? –Vivir como piojo en costura –respondió. 866. –La diferencia entre uno que trasnocha y otro que madruga está en el saludo. 867. –Primo, estoy en un punto que ya no persigo mis sueños –dijo muy afligido. –Hay muchos así. Tienes que reforzar tus defensas no solo para representar en tus fantasías sucesos o imágenes, sino para poder afrontar la realidad con un mínimo de garantía –le dije, preocupado. 868. –Si en vez de negar la crisis cuando ya empezaba a estragar, se hubiera previsto su llegada con la suficiente antelación, ¿No creen que arbitrados los medios contra sus futuras y gravísimas contingencias hubiéramos evitado el caos de paro y miseria en que nos encontramos? –preguntó el politólogo. Y todos guardamos un discreto silencio, haciéndonos los suecos, porque estaba entre nosotros un primo de la cuñada de uno de los presidentes. 293 869. –Ha inventado un cuadrado sin ángulos y lo han detenido. – ¿De qué se le acusa? –De subvertir el orden de las cosas. –La cuadratura del círculo al revés –apuntó el labriego. 294 870. – ¿Cómo es que cuando está delante su esposa la llama “mi primerísima” y cuando no está se refiere a ella como “mi contraria”? –Porque es radioaficionado, primo. – ¡Ah! 871. –El peso de los años no perdona y mi andar se hace cansino y renqueante; mas, como hombre cauto procuro mirar donde pongo los pies. Así y todo ¡Tela! 872. –Que ningún lector de estas reluciérnagas, piense que mi primo y yo somos unos borrachines porque nos acompañamos de unos vasitos de buen vino tinto durante las tertulias. No somos abstemios, pero sabemos nuestros límites y los respetamos. Es más, si alguna vez ha habido algún exceso, porque somos humanos y nada de lo humano nos es ajeno, no ha pasado nada, porque la embriaguez no crea vicios, solo los pone en evidencia, como nos enseñó Séneca. –Es cierto, remachó mi primo, y dijo la frase en la latín que recordaba de su época de seminarista: Non facit ebrietas vitia, sed protrahit 873. –Yo paso de modas y esnobismos. – ¿Qué quieres decir, primo? –Que a mí me gusta tocar pelo. – ¡Joder! 874. –Primo, el progreso es imparable. En nuestro tiempo se decía: Fulano está liado con mengana. Hoy se dice que tiene una relación. –Es lo correcto. ¿Viste la mulatita que pasó hace un momento? –Sí. La que se cimbrea, la de siempre. –Pues bien, yo con ella jamás tendría un lío; pero una relación sí, estaría encantado. 875. –Era tan sufrido y abnegado que intentaba sacar una pajuela del ojo de un amigo, teniendo él una viga en el suyo. –Si en vez de sacar la pajuela solo la viera, sin ver la viga en el suyo, sería hipocresía según el evangelio, primo. 876. –Renovó su instrumento de labor: un traje azul marino de toda la vida. Era empleado de una funeraria y su tarea consistía en entrar y sacar de la Iglesia la caja con el difunto y repartir las esquelas. 295 Un muerto es un trabajo que hay que hacer –pensé, recordando los versos del poeta canario Carlos Pinto Grote. 877. –Primo, ¿Qué diferencia hay entre “mucho hombre”, “muy hombre” y “todo un hombre”? –Mucho hombre significa ser persona de gran talento e instrucción o de gran habilidad. –Muy hombre significa ser valiente y esforzado –Todo un hombre significa tener destacadas cualidades varoniles, como el valor, la firmeza y la fuerza. – ¿Lo has mirado en el diccionario? –Sí. 878. –Primo, te veo haciendo vana ostentación, afectado de una gravedad y pompa que no te corresponde ni te hace justicia. –Llevas parte de razón; aun así, no creas que gaste mucha prosopopeya. Lo que ocurre es que ensayo nuevas salidas en este estado de ruina en que nos encontramos por si sorprendo a ingenuos e incautos que siempre hay. 879. –Primo, si nos quitan el futbol este invierno, ¿qué será de nosotros con la que está cayendo? –A veces todos los males vienen juntos, pero no pensemos en eso, sería demasiado. – ¿La divina Providencia proveerá? –Seguro que sí. 296 880. –Tres mujeres, al responder a mi requerimiento, me dijeron que no estaban preparadas para el matrimonio. La vida es un cúmulo de oportunidades perdidas –pensé. –Primo, quizá no estuviste acertado al escoger. Baltasar Gracián nos dejó dicho, ya lo hemos recordado aquí, que vivir es saber elegir. Inténtalo de nuevo –me aconsejó solícito. Y en eso estoy. 881. – ¿A ti te ha gustado dorar la píldora? –Primo, yo durante años he dorado las píldoras, un día sí y otro también; pero a mí ni me ha gustado ni me ha dejado de gustar, las doraba y punto. – ¿Trabajabas en la botica de tu tío Alejandro? –Sí. 882. –Primo, ¿Si tuvieras que elegir qué te gustaría ser, un pobre hombre o un hombre pobre? –Aunque ninguna de las dos opciones me cautivan los sentidos prefiero ser un hombre pobre que no tiene lo necesario para vivir, pero que con esfuerzo y tesón puede superar su desdicha. Y no un pobre hombre que es un hombre de cortos talentos e instrucción, de poca habilidad y sin vigor ni resolución. Superar esto cuesta más. 883. –Primo, ¿cómo llevas lo de la prosodia? –Desatendida del todo, porque otras cuestiones de actualidad me ocupan y preocupan. Si bien es cierto, que hubo un tiempo en que el estudio de 297 los rasgos fónicos que afectan a unidades inferiores al fonema me importaba sobremanera. –Pues, no lo dejes primo, eso de los rasgos fónicos parece interesante, más en un mundo tan prosaico como el que nos ha tocado vivir. 884. –Primo, ¿tú conoces la Prima de Riesgo? –No. Es más, ni siquiera conozco al señor Riesgo. –Pues la primita está dando que hablar. –Sí, la verdad que sí. ¡A ver en qué queda esto! –A ver. 885. –El primer brote verde, reconocido y comprobado en esta crisis que nos abruma, ha venido de la mano de un ministro experimentado e innovador. Ha exigido a sus funcionarios que las diversas actas, informes, dictámenes y documentos en general, se impriman a doble cara para ahorrar papel. 886. –Era parte de un todo que nunca se encontró, por lo que esa parte se consideraba un todo en sí misma. 887. –Es amigo de todo el mundo –comentó mi primo al verlo pasar. –Mala cosa –contestó el manchego. 298 888. –El vino es enemigo acérrimo del secretismo, así que ve al tanto –eso le dije a mi primo una noche de excesos y confidencias. 889. –Primo, ¿Qué le dirías a los Presidentes para darles ánimo tras sus ceses voluntarios? –Les recordaría esta estrofa de la Epístola Moral a Fabio, de Andrés Fernández de Andrada. ¿Qué es nuestra vida más que un breve día do apenas sale el sol, cuando se pierde en las tinieblas de la noche fría? 890. – ¿Porqué esa cara de tristeza y desánimo? –Porque le han dado la medalla de oro al mérito despilfarrador, en la modalidad de “aeropuertos y rotondas”. 891. –Primo, ¿tú qué prefieres hacer la pelotilla o la lisonja? –Yo huyo del pelotillero y ni ejerzo, ni lo consiento. Ahora bien, la lisonja en cuanto alabanza afectada, para ganar la voluntad de alguien, ya es otra cosa y con habilidad y mesura la suelo practicar con cierto éxito. – ¿Se puede decir que la gente es proclive a la lisonja? –Sí, como humanos que son. Fue la joven y gentil filósofa la que nos sacó los colores bien sacados. 299 –Recordad lo que dijo Baltasar Gracián: es más fiera la lisonja que el odio, pues éste señala defectos que se pueden corregir, pero aquélla los disimula. 892. – ¿De qué ha tratado la última sesión del Consejo que ha durado tanto? –De recolocaciones y espulgo de archivos. 893. La tarea de las personas que vivimos en estos tiempos cruciales no consiste únicamente en esperar a los resultados y criticarlos; debemos aportar a esta gran causa todo lo que podamos. Porque el destino de la humanidad será el que, verdaderamente, nos hayamos ganado y merecido. –Todos quedamos admirados y sorprendidos de juicio tan acertado y apropiado a los tiempos convulsos y atormentados que vivíamos. Y la gentil filósofa que nos acompañaba felicitó a mi primo efusivamente. –Eso no lo digo yo, lo dijo Albert Einstein el 4 de septiembre de 1931 –comentó mi primo, dejándonos fascinados. 894. –No quiso empezar y terminó enseguida. 895. – ¿Tú crees en la Alianza de Civilizaciones? –Como programa vehicular de alcance planetario y utópico, no. Yo creo en la unión de dos o más naciones, gobiernos o personas que concurren a un 300 mismo fin, encaminado a mejorar la formación y comportamiento de personas o grupos sociales. – ¡Coño! Como diría nuestro Presidente del Parlamento. 896. –Primo ¿Qué le pasa al chistoso que lleva un ojo morado? –Se encontró con un amigo en la plaza, se saludaron y al despedirse le dijo: Dale recuerdos a tu esposa de mis partes. 897. –Vencida la tertulia filosófico-vinícola, agotado el vino y clareando el día, oímos un extraño jadeo y observamos admirados que se trataba de un neutrino. El anciano teólogo ascético que nos acompañaba le reconvino con singular tacto. –Pero, alma de Dios, ¿cómo se le ocurre correr a esa velocidad? –le dijo. En esto, el joven neutrino hizo un gesto como de habérsele olvidado algo y dijo: Ahora vuelvo. No tuvimos la sensación de que se hubiese movido; es decir, que tardó más en expresar “ahora vuelvo” que en ir y volver después de recorrer setecientos mil kilómetros ida y vuelta. –Ya sé que cuesta creerlo, pero es lo que hay –comentó mi primo. 898. –Iba de fracaso en fracaso adquiriendo experiencia. 301 899. –En la tertulia filosófico-vinícola de esa noche nos acompañaba un gramático que mi primo nos había presentado como un experto en la palabra “soplar”, sobre la que había girado su tesis doctoral. –No es lo mismo soplo que soplón –nos dijo– En efecto, soplo es acción y efecto de soplar y soplón es una persona que acusa en secreto, con astucia. –Entonces, un apuntador que en las representaciones teatrales recuerda los textos a los actores olvidadizos, viene a ser un soplón sin malicia –nos dijo un actor de teatro que se unió a nosotros y que había empezado su carrera como apuntador. –Exacto –afirmó el gramático, que siguió ilustrándonos al poner de relieve el enroque del diccionario de la RAE con las palabras soplo y soplar, en el sentido de que va de una a otra sin aclararnos nada, lo que viene a consistir en introducir en la definición la palabra definida. Y así, el diccionario dice: soplo, acción y efecto de soplar; soplar, apartar con el soplo algo. Hemos de acudir al diccionario de usos de María Moliner para que nos diga que soplar es algo que todos sabemos por la práctica: despedir aire por la boca haciendo con los labios un conducto redondeado. Quedamos admirados, pero avanzada la noche y cuando ya estábamos en otro tema mi primo, que seguramente había olido algo, nos dijo: –Tampoco es lo mismo soplar que soplarse. 302 –En efecto –dijo el gramático echándole un capote para salvar la situación– soplar también se utiliza con un pronombre reflexivo. 900. –Era tan desgraciado que si no llega a nacer le hubiera tocado la lotería. 303 901. –Ahora resulta que no hay un mundo, sino tantos mundos como personas. – ¿Quieres decir, primo, que el mundo no es lo que es, sino lo que somos? –Exacto. 902. –Para que el poder no frene al poder es preferible no dividirlo y que se mantenga absoluto. –Primo, ¿quieres decir que de esa manera la corrupción sería también absoluta y acabaríamos antes? –Se equivocan ustedes y se pasan de la raya con la socarronería. Lo que hemos de hacer es potencial la división de poderes. Si el legislativo, el judicial y el ejecutivo actuaran con total independencia la corrupción, si la hubiere, podría ser atajada con éxito: Divide et vinces, divide y vencerás –así se expresó el politólogo, avivando el debate y convenciéndonos. 903. –Era tan valeroso que dudaba que hubiera alguien más cobarde que él. Fue al psicólogo y lo que consideraba cobardía resultó ser solo prudencia. Para colmo, su señora hurgando en el desván le encontró la cartilla militar donde, junto a su filiación, decía: el valor se le supone. El cambio fue tan grande que gustaba de provocar a la gente, incluso se compró una navaja cabritera. –Tampoco es eso, Pepe –le dijo la mujer. 304 904. – ¿Primo, coña es femenino de coño? –No. coña significa guasa, burla disimulada. Y coño –ese océano infinito de negrura– hasta donde mi experiencia alcanza, es algo muy serio, que no admite bromas. –Gracias, primo. ¡Mira que tú has vivido! 905. –La lujuria es un pecado capital en cuanto uso ilícito o apetito desordenado de los deleites carnales; pero con la atenuante de ser fuente de vida, no lo olvidemos –expuso mi primo, famoso por su entrega a las delicias de la voluptuosidad. –Creo que se equivoca, joven. La lujuria en cuanto exceso y transgresión voluntaria, ni es ni merece ser considerada fuente de nada. El milagro de la vida está en el sexo mutuamente anhelado y compartido entre un hombre y una mujer –replicó el sexólogo que nos acompañaba. 906. –Primo, si el efugio es un recurso para sortear una dificultad, ¿tú como lo ves? –Pues como eso, como una salida, como una evasión. – ¿Y qué relación tiene con refugio, del que le separa una letra? –Quizá, el refugio sea el antídoto de un efugio fracasado. El efugio ante una frustración se pone la erre delante y se esconde. 907. –Corrupto o aire preguntó el Diputado del Concejo con el puño cerrado. –Corrupto, corrupto –le respondí. Y tú no quieres creer que acerté y acepté –nos comentó mi primo al comenzar la tertulia filosófico-vinícola de esa noche. –Aclárese, por favor, ya que no entiendo nada –rogó el politólogo que nos acompañaba. –Quiero decir que acerté la respuesta y acepté el convoluto que se me ofreció para modificar el sentido de la misma. –Su primo quiere dárnosla con queso; de todas maneras, algo falla en este país nuestro cuando un corrupto cabe en el puño de una mano –apostilló el labriego. 908. –Cuando el marido sorprendió a su mujer en la cama con otro, sacó su pistola Star 9mm "Parabellum", la amartilló y obligó al amante a salir de la casa llevándose a la señora –explicó un contertulio. –El amante pagó un precio excesivo, pero le estuvo bien empleado –remacho mi primo. Y sobre el tema 305 del principio de proporcionalidad versó, una vez más, la tertulia filosófico-vinícola de esa noche. 909. –Era tan pobre que la crisis económica le sorprendió ya arruinado, hasta el punto de que en su casa solo estaban a una vela. 306 910. –Primo, ¿tú eres de los “de aquí y ahora”? –No. Yo procuro proceder con reflexión y cautela y no me dejo llevar por la impresión del momento. Soy más bien de los “de hoy para mañana”. 911. – ¿Primo, qué diferencia hay entre el agua de un pantano y el agua que brota de un manantial? –La misma que hay entre un libro y el autor del libro. El pantano y el libro cumplen su función de contención de agua y saberes; pero las fuentes de vida son el manantial y el autor –contestó. 912. – ¿Es tan sabio como dicen? – Sí, en todos los pueblos que visita lo quieren empadronar. – ¿También es millonario, primo? –También. 913. –Se le acercó para echarle un piropo a la antigua usanza, llamándola añañuca. Y la bella joven se molestó. Un señor de edad que oyó el piropo se acercó a la chica para explicarle que la añañuca es una planta herbácea perenne, especie botánica de bellísimas flores rosas o blancas. –A mí las que más me agradan son la flores blancas –respondió la joven dándole las gracias. 914. –Un nacionalista extremado es una persona en permanente estado de insatisfacción. 915. –Primo, ¿El día a día erosiona? –En verdad, lo que erosiona es el transcurso de los días, ese paso ineludible del tiempo que nos aboca a la senectud alejándonos de la madurez. –Llevas razón, primo. Es cuando los miembros se nos aflojan, la memoria se esfuma y los recuerdos y anécdotas del pasado, que tanto gustábamos de contar, repetir y exagerar, se borran para siempre y empezamos a ser como una caserón vacío. –Primo, no hay que ponerse dramático, por el amor de Dios. Nos quedan reluciérnagas que vivir y escribir y el vino es cada vez mejor vino. No nos pongamos tristes que nos inundará el pesimismo como en la reluciérnaga 613. Fue un estanquero que había sido colillero en su juventud, el que nos dijo, para levantarnos el ánimo y resaltar el lado positivo de las cosas: –Yo todavía saco polvo debajo del agua. 916. –Primo, ¿tú has pescado alguna vez en río revuelto? 307 –Sí, una vez me aproveché de una confusión en beneficio propio; pero después de la pesca me quedó una inquietud, un pesar interno nada agradable. Así que no pienso volver ni te lo recomiendo como tutor tuyo. – ¿Quieres decir que no es ético andar de un lado para otro a ver lo que se pesca? –No es ético. 917. –El Doctor en Ciencias de la Administración, Néstor Braidot, nos explicó que la neurociencia aplicada enseña que la experiencia no es lo que te ocurre, sino lo que tú haces con lo que te ocurre. –Ahora lo entiendo todo –dijo mi primo con lágrimas en los ojos. 918. –Era la primera vez que llegaba a la tertulia filosófico-vinícola y nos sorprendió a todos. De tez morena, pelo negro ensortijado y andares cansinos, mi primo le preguntó si era cantaor. –No, si se refiere a cantante de flamenco porque no tengo facultades; sin embargo, en mi dilatada vida he cantado bastante. Durante la fiebre del bingo fui de uno en otro y llegué a cantar muchos, sobre todo líneas. Aunque fue en mi época de desenfreno y delincuencia cuando más canté, pero eran cantes bajo presión. Mi primo observó que también le cantaban los sobacos, pero no dijo nada y le sirvió una copita de vino picado. 308 919. –Lo que más me agrada de los regalos que me hace la familia es el envoltorio –dijo mi primo en la tertulia filosófico-vinícola, a la que llegó con corbata nueva y rezumando ironía. No se le veía desanimado. 309 920. –Primo, ¿A ti te gustaría ser un hombre respetable de clase media alta? –A mí sí –respondió espontáneo y sencillo. Quizá la infelicidad nazca de esto, de querer ser más o distinto. De la disconformidad permanente, de ir detrás de un fantasma que siempre se nos escapa –pensé, tal vez equivocado. 921. –La multitud del auditorio reía a carcajada tendida mientras una mujer joven lloraba a lágrima viva. Todos pensaron que lloraba de risa. Y la cosa quedó sin indagar. 922. –Se nos acabó el vino y en vez de triste lo encontré radiante. ¡Qué raro! –La sensación de bienestar que nota en su primo es euforia, como resultado directo del vino consumido y perdone –me aclaró el camarero por lo bajines. 923. –Era tan crédulo e infeliz, que creía que no se podía vivir sin trabajar. 924. –La crisis económica abocó a los vecinos de aquel bloque de apartamentos a establecer un servicio de vigilancia, permanente y rotatorio, para avisar de la llegada del casero. 925. – ¡Si no tienes pistola desenfunda y sea lo que Dios quiera! –Primo, tu proclama rezuma cierta desesperanza o impaciencia, por no decir atrevimiento en el sentido de lanzarte a realizar o decir algo sin sentido o arriesgado –respondí. –Quizá su primo haya querido, con otras palabras, estimular a personas que se encuentren en circunstancias corporales, anímicas o intelectuales no apropiadas, a lanzarse a la palestra; en el sentido de intervenir, darse a conocer, luchar, no amedrentarse. Y esto lo encuentro positivo, aunque su apreciado primo sea impredecible –manifestó un ilustrado presente en la tertulia. 926. –Cuando me dijeron que mi abuela era virgen, no supe que contestar –explicó mi primo sin venir a cuento, tal vez para provocar. Y así fue. –Veo una contradictio in terminis entre la palabra abuela, en cuanto abuela tuya, y la palabra virgen, referida a persona que no ha tenido relaciones sexuales y conserva su virginidad –comentó el filósofo. –Es como hablar de frutos de una tierra que no ha sido arada, ni cultivada. Forzoso es cavilar que a tu 310 abuela le pasaron el arado por encima –ese fue el comentario del labriego, con una fuerza expresiva que realzó la idea que expuso. 927. –Intenta lo imposible para luego poder presumir de frustrado. 311 928. – ¿Primo explícame qué es una perogrullada? –Es una verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla. – ¿Podría considerarse una perogrullada decir: el que caga descansa? –Sí, pero es un dicho tosco o grosero impropio de de ti. Los temas escatológicos, han de quedar al margen de la tertulia filosófico-vinícola. – ¿Me puedes poner un ejemplo de perogrullada? – Sí, lo tenemos en la reluciérnaga 110: Mañana, será ayer pasado mañana. –Otro ejemplo. –Me di cuenta de que estaba despierto porque no dormía. –Primo, me quedo con mi perogrullada. Y perdona. –Vale, mañana será otro día, tuve que decirle. ¡Ya tú ves! 929. –Circunstancias impredecibles e inevitables le abocaron a la toma de una grave decisión precipitada, a cara o cruz, de consecuencias en principio desconocidas. La cosa salió bien en beneficio del pueblo humilde que le mostró su gratitud hasta con reverencias. – ¡Infelices! Si supieran. –pensaba, tembloroso y emocionado. 930. –El cuerpo se me descompuso que yo flipé. 312 931. –Lo perdonó de todo corazón esperando encontrar la paz y el sosiego. Ocurrió lo contrario, el regomeyo le reconcomía más que antes, hasta que se dio cuenta que había perdonado al que no era. 932. –Es cobardón, pero de cintura para abajo se defiende –me dijo la mujer de mi primo. –Dios le negó el valor, pero le dio unas buenas piernas –le contesté circunspecto y diplomático. Aunque en voz baja le dije que me alegraba por ella ¡Ya me dirás! 933 –Mi primo se lamentaba de no haber detectado la crisis económica a tiempo. –Gracián decía que caer en la cuenta tarde no sirve de remedio sino de pesar –comentó una señora literata que nos acompañaba. –Más vale tarde que nunca –replicó el labriego mirando al cielo, ya que hacía semanas que no llovía. 934. –De joven logró salvarse, no sin esfuerzo, del pecado y de cautiverio del demonio; pero, de mayor cayó en la tentación de adquirir unas acciones preferentes asesorado, eso sí, por profesional muy preparado. Al volatilizarse las acciones y llegarle la ruina se lamentaba de que aquel profesional de corbata y de tan buenas maneras, se salvaría del cautiverio del demonio, dado que el infierno ya no existía. Y, además, los pecados iban baratos, por lo muy devaluado que estaba todo. 935. –Practicaron el absentismo presencial y salvaron a la empresa del desastre. Al no realizar las tareas que tenían asignadas, los activos financieros de la empresa no fueron trasvasados a Fondos de Inversión americanos contaminados, y quedaron incólumes. –No hay mal que por bien no venga –argumentó mi primo. 936. – ¿Qué tienes? Te encuentro roto. –Tener no tengo nada, pero lo que tengo me está matando –fue su respuesta. –Seguro que es un daño moral –comentó mi primo apesadumbrado como quedamos todos ante tan expeditiva y dolorosa respuesta. 937. –Si se lo merece en justicia concédeselo como si fuera una gracia tuya para que te lo agradezca toda la vida. 313 –Primo, esto es lo que yo llamo carencia de valores éticos. –Sí, es cierto, porque deberíamos actuar a toda ley –respondió. 938. –Si su estado de ánimo es tal que se le presenta como posible lo que desea, es que no es tan longevo. –Primo, ¿Quieres decir que la esperanza no la debemos de perder nunca? –Tú lo has dicho. 939. –Vivía de rentas y aparentaba lo que no era. Se dedicaba a encalabrinar a los vecinos y medio pueblo estaba frustrado y depresivo al concebir las falsas esperanzas que le inculcaba el que resultó ser un mantenido. – ¿Cuándo usted se refiere a un mantenido lo hace en el sentido que se entiende por tal en Uruguay y el Salvador? –preguntó el gramático que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola –Sí señor. Como hombre que vive a expensas de una mujer con la que mantiene relaciones sexuales extramatrimoniales. 940. –El pino centenario se aguanta y vive en su regia esbeltez de las potentes raíces que tiene amagadas debajo de él. 314 –Primo, tú no hagas ostentación, ni alardees de nada y vive como si tal cosa. El sedimento de tu vasta cultura te sustenta –eso le dije. –Nunca habla uno de sí sin perdida. Las propias condenaciones quedan siempre acrecentadas y las alabanzas descreídas –comentó la gentil filósofa, citando a Miguel de Montaigne. Y todos quedamos agradablemente sorprendidos de tan sensatas reflexiones. 941. –La vimos pasar, treintañera, alta, rellenita, plena de vida, loba, relinchona y sensata. –Daría cualquier cosa por un despertar suyo –dijo mi primo. Y yo también y le hablaría al oído –le contesté. 942. –Se le ocurrió decir una verdad como un templo y cuando se extendió la noticia por el pueblo se armó la marimorena, fue algo impresionante. – ¡A quién se le ocurre en los tiempos que corren y con la que está cayendo! –clamaba la gente. –Yo pensaba que la verdad nos hacía libres, –gimió el infeliz desde su refugio. El anciano teólogo ascético que lo visitó para reconfortarlo le dio la razón mencionándole a Jesús como el autor de la frase: La verdad os hará libres, Veritas liberabit vos (San Juan 8-32); pero, ante la crisis de valores que nos atenaza, quizá sería mejor limitarnos a vivir la verdad antes que 315 decirla, como también enseña Oscar Wilde –le dijo. Y lo dejó algo más animado, según nos comentó después en la tertulia filosófico-vinícola. 943. –Es tan gandul que le tienen que poner lavativas para evitarle el esfuerzo –dejó caer mi primo al observarlo caminar pandeado y tardo una mañana agosteña de calor húmedo. Y no nos agradó el inapropiado comentario. 944. –Cuando la vida le había negado todo, se aferró a la muerte como su tabla de salvación. –Quién sabe –pensó. 945. –Primo, dime una virtud de las que más admires. –La tolerancia, sin dudarlo; pero una tolerancia sin adornos, sin oropeles. – ¿Se puede decir que el perdonavidas no es un hombre tolerante? –Sí. El respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, es incompatible con la prepotencia del perdonavidas, del baladrón que presume de lo que no es y se jacta de valiente. 946. –No seas belicoso, primo, pero no aceptes la paz a cualquier precio. 316 947. – ¿De qué le viene la popularidad al nuevo Alcalde? –Ha dictado un Bando obligando a los vecinos a tirar de la cadena del retrete una sola vez cada tres servicios. Con el agua ahorrada ha reverdecido los parques y jardines del pueblo que estaban mustios. Y con las residuales optimizadas ha abonado los campos e invernaderos que han doblado las cosechas –comentó el Secretario del Ayuntamiento que esa noche nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola. – ¿Y por qué le llaman “abridor de ventanas”? –Porque la gente del pueblo tiene que dormir con las ventanas abiertas. 948. –Es algo serio el tío. Utiliza la verdad como coartada. –Así cualquiera, arguyó mi primo. 949. –Era tan optimista que todo lo veía negro. –Entonces era pesimista, primo. –No, porque el negro era su color preferido –respondió. – ¡Caramba con su primo! –Clamó el anciano teólogo ascético. 950. –Fue necesaria una reunión de expertos, para dilucidar la naturaleza del asunto planteado. Alguien apuntó que se trataba de una propensión, de una tendencia; pero se descartó la idea porque 317 eso llevaría a un propósito, algo intangible, incompatible con el hecho real que manejaban. Por fin, el experto que no había argumentado hasta ese momento dio en el clavo: –Se se trata del inicio de una acción que se frustra antes de llegar a su término. – ¡Dios mío, estamos ante un conato de reforma! –Clamaron al unísono, abrazados y jubilosos. Los infelices en la vanagloria de su acierto no calibraron las gravísimas consecuencias de su descubrimiento, ya que si hubiesen estado ante una reforma firmemente asentada se habría cambiado el curso de los acontecimientos y, por tanto, de la historia de un país abocado a la ruina. 951–Habían oído hablar tan bien del divorcio exprés que decidieron casarse. 952. – ¿Es “el especulador”? –preguntó mi primo al verlo pasar. –Sí. Empezó como inversor, pero ahora especula –le respondieron en la tertulia. – ¿Y el que va a su lado? –Es su experto en fundaciones con afán de lucro y conseguidor de renombre muy bien relacionado en el tráfico mercantil. 953. –Al llegar al chiringuito nos extrañó no ver ningún tertuliano. 318 –Al caer la tarde se han ido todos a la orilla del mar a gozar del escrúpulo –nos informó el camarero. –No se haga el ignorante que conocemos su verdadero currículo, no el que ha presentado a su jefe –le espetó mi primo, algo molesto. –No me hacía el tonto sino el gracioso, perdonen. 319 954. –Era tan habilidoso que miraba para atrás sin volverse. – ¿No sería el mismo de la reluciérnaga 305 que barría de abajo hacia arriba? –Quién sabe. Ha pasado tanto tiempo desde aquella reluciérnaga –respondió nostálgico mi primo. 955. –Pedimos unas botellas de cava, para celebrar un evento y el adlátere que acompañaba a mi primo esa noche pidió que en su copa le pusieran unos cubitos de hielo. Salió el dueño en persona y muy amable le explicó que en su establecimiento no se profanaba el cava dejándonos la botella dentro de la cubitera. Gracias a Dios todo quedó en nada. 956. –El programa contable del ordenador ha detectado un recibo del agua devuelto sin pagar de la señora María de ochenta años, viuda desde hace tres meses; el marido estaba en paro al morir. Automáticamente el ordenador lo ha vuelto a girar con recargo. No ha sido pagado y ha quedado al descubierto, en fase de embargo y corte de agua. –Estos ordenadores y sus respectivos programas de última generación que van solos, necesitarían para alcanzar la excelencia ser más humanos. –Arregle ese desvarío –manifestó el Alcalde del pueblecito a la Secretaria del Ayuntamiento. –Así se hará, señor. Qué sería de la ley y de la justicia sin la equidad –pensó la joven funcionaria. 957. –Cuando supo que le quedaban unas horas de vida, se lamentó porque solo le faltaban dos mujeres en el pueblo con las que hacer el amor. –El médico y enfermeras que lo atendían quedaron atónitos ante esa manifestación tan sorprendente y pensaron en un trastorno cerebral añadido. Fue el amigo íntimo que le acompañaba el que lo aclaró todo: –Es un hombre más bien tímido y recatado, pero muy fantasioso. Desde joven ha hecho de la masturbación su pan nuestro de cada día. 958. –Era un gato tan humanitario que cuando veía a los ratoncillos rondinear por la buhardilla, se hacía el dormido. 959. –Podríamos recitarle al presidente dimisionario la primera estrofa del Cántico Espiritual, de San Juan de la Cruz, que dice: ¿A dónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? 320 Como el ciervo huiste, Habiéndome herido; Salí tras ti clamando, y eras ido. –No. Si al adversario huidor se le tiende puente de plata, un presidente elegido democráticamente que dimite en el ejercicio de sus derechos, lo haya hecho mal o regular, se merece un respeto que hay que dárselo, con la presunción siempre de su buena fe –comentó el anciano teólogo-ascético que nos acompañaba en la tertulia filosófico-vinícola una vez más. Y a unos pocos nos interesó tal aserto lleno de sentido común y consideración. 960. –Con el dinero que pensaba ganar en el juego se fabricó un castillo de naipes. 961. –La cola daba vuelta a la manzana. En un primer momento creíamos que estábamos ante una Administración de lotería; pero resultó ser la cola ante un zapatero remendón especializado en hacer nuevos orificios a los cinturones como consecuencia de la crisis económica. –Es verdad, primo, yo también tengo que ir al zapatero a que me apriete el mío, ya que tengo que reducir los gastos del vino de la tertulia por escasez de medios. 962. –Huele a vasija nueva, pero es largo de lengua y utiliza los atajos –comentó mi primo al verlo 321 pasar. El sol trasponía el horizonte y los tertulianos estaban por llegar, así que le dije haciéndome el entendido: –Es muy profundo lo que has dicho, quisiera que esta noche en la tertulia lo acabases de explicitar. 963. –Todo no es bastante, para el que nada es suficiente. –Ya lo sé, primo, pero tú no te metas. 964. –Ese, ahí donde lo ves, caga mierda –dijo mi primo. – ¿A qué viene ese comentario tan destemplado y escatológico? –le pregunté. –De pequeño en la escuela se rendía fácilmente –respondió. 965. –Estaban reunidos en el reservado de un restaurante de más de un tenedor. Eran cuatro hombres, tres de ellos corruptos consagrados, quiero decir con experiencia, con pedigrí. El cuarto era nuevo porque había tomado posesión de su cargo esa misma mañana. – ¿Pero, por dónde empiezo? – ¿Yo llego y qué? –preguntaba el infeliz. 966. –Es una manifestación de ilustres cesantes venidos de todo el país. La capital está intransitable. 322 – ¿Han llegado en autocares con bocadillo pagado y visita guiada? –preguntó mi primo –No, unos en coche con chófer y algunos en coches blindados. Los mejores restaurantes están reservados y los hoteles a tope. – ¿Qué reivindican? – Reclaman una recolocación digna. Ahora mismo, muchos barzonean. 967. –Ya en la amanecida, con el casquete del sol enrojeciendo las nubes, levantamos la tertulia filosófico-vinícola. A lo largo de ella, mi primo mantuvo que el colorante de que habían hablado era un azoico, porque poseía el grupo funcional azo como cromóforo. –Estaba convencido de que esta noche íbamos a hablar del desgobierno y sus consecuencias –comentó un bioquímico dedicado a la producción de biopolímeros a partir de moléculas orgánicas sencillas, al que se le veía desanimado porque el tema de los azoicos no le interesaba especialmente. La noche se nos hizo larga de palabras y explicaciones. 968. –Había centrado su razón de ser en “el buen vivir”, con una firmeza y tenacidad dignas de elogio; sin embargo, las críticas le llovían inmisericordes. 323 –Si la pobreza y el dolor anidaran en mí, las críticas proseguirían contumaces, pero tal vez de otro orden –pensaba resignado. 969. –Un problema, sea indeterminado o determinado, como en este caso, ha de tener una o varias soluciones; porque de no ser así no sería problema. Sería una cosa irreal, una entelequia –apostilló mi primo como réplica al comentario de un contertulio referido a su vecino al que habían pillado con la cuñada. 970. – ¿Este que viene de frente no es “el tente”? –preguntó mi primo. –Sí, en efecto. – ¿Y de qué le viene el apodo? –Es algo muy curioso, verás. Él iba por la vida de prepotente y un día tropezó con la crisis económica y se le desprendió el prepo; pero, además, quedó grogui y caminaba tambaleándose. La buena gente le decía: mantente, mantente. Y, lo que son las cosas, le quedó el “tente”. – ¡Se cuenta y no se cree! –comentó mi primo 971. –Si no sirvo para nada, menos podré servir para todo –dijo mi primo desconcertado porque le tenían de comodín en la empresa donde trabajaba. –Tú sé voluntarioso –le dije. 324 972. –Se hace camino al andar nos dijo Machado, pero la necesidad también abre caminos –comentó mi primo al comienzo de la tertulia filosóficovinícola. –Vita via est –nos dijo Cicerón y yo añado que la vida es una incógnita que hay que despejar viviéndola –añadió un octogenario que nos acompañaba con su vasito de moscatel en la mano. –Yo creo que la vida es un viaje de ida, sin retorno y con un destino prefijado: el vacío de la nada. Sin que quepa vuelta de hoja –puntualizó un agnóstico. Y con esas interrogantes y ese estado de ánimo agotamos el vino en un intento de hacer el camino más llevadero al considerar que no todo tenía que estar perdido, ni mucho menos. 973. –Si no sabes de qué va, opina. No te cuesta ningún trabajo y si al replicarte te enteras de algo que te pueda interesar juega tus cartas –le dijo mi primo al verlo dubitativo y oneroso. 974. –El amor era tan grande que quiso grabarlo a fuego en su conciencia. Cuando llegó el desamor el mal ya estaba hecho. – ¿Quieres decir, primo, que toda prudencia es poca? –Sí. 325 975. –Es un orador de prestigio reconocido, maneja la oratoria como nadie y está especializado en preguntadores. –No entiendo, primo. –Sí. Siempre está al cabo de la calle y conoce si el que pregunta al final de su intervención, sabe o no previamente la respuesta buscando su minuto de gloria. –Ah. 976. –No basta con estar enamorado y que lo estén de ti, es necesario cuidar y alimentar ese amor para que crezca. No olvides este proverbio portugués: La luna y el amor cuando no crecen disminuyen –eso le dijo mi primo a la joven y gentil filósofa que nos acompañaba esa noche en la tertulia filosóficovinícola y a la que apenas conocía, dejándola confusa y a nosotros intranquilos. 977. –Soy más desgraciado que un huevo crudo roto –comentó mi primo. – ¿De gallina? –le pregunté. –Sí –respondió. Y me dio pena, sin perjuicio de admirar su concisión y fuerza expresiva. 978. –Le echaron de la política cuando ya se había ido. – ¿En venganza, primo? –Sí. 326 979. no crecen disminuyen Tiene un Almacén lleno de cosas superfluas pero compradas a muy buen precio –comentó mi primo. –Lo que no es necesario por ningún precio es barato y menos en los tiempos que corren –aclaró el labriego. Y todos asentimos. 327 980. –En la empresa los empleados no podían ver al jefe por riguroso, dada su excesiva y escrupulosa severidad. Y para colmo predicaba con el ejemplo. 981. –Era buena persona y bien plantado, pero tan cachondo, en el sentido de dominado del apetito o deleite sexual, que algunas mujeres le rehuían. 982. –La vida es dar vueltas y vueltas, hasta que te mareas para siempre. 983. –Si no tienes argumentos o demostraciones que aducir en apoyo de algo, búscate pretextos, cháncharras o máncharras y los invocas para eludir una obligación o disculpar una omisión –le dijo mi primo al verlo confuso. –Tú lo que quieres decir es que si no tengo razones que me invente excusas. – Eso. 984. –Tropezó con un rumor y escapó de milagro. 985. –Primo, si Protágoras dijo que Homo ómnium rerum mensura est” (“El hombre es la medida de todas las cosas”) ¿También de la corrupción? –Claro. – ¿Entonces, la corrupción no es un vicio, pecado o delito predicable solamente de los políticos? –Primo, hay hombres corruptos que no son políticos y hay políticos que no son corruptos. – ¿Al referirte a hombres te refieres a cada hombre en concreto? –Sí. –Pues ahora lo entiendo todo. ¡Ya me parecía a mí! 985. –Se encontró un sujetador en un recodo del parque – ¡Las tetas tienen que estar cerca! –clamó enfebrecido. 986. –Al comenzar la tertulia filosófico-vinícola un señor que veíamos por primera vez en la tertulia, tomó la palabra para decirnos: –Alquilo alargador de pene para ocasiones únicas. Precio a convenir. El silencio que sobrevino a esas palabras quedó roto en la noche por las medidas palabras de mi primo: –Señor, esto no es un mercadillo de sexi-shop, aquí filosofamos y profundizamos en el sentido del obrar humano sobre la tierra, como hemos reiterado hasta la saciedad. 328 –Me he equivocado de chiringuito, perdonen –dijo el caballero cerrando su maletín y alejándose impertérrito. 987. –Hay errores que no tienen plazo de amortización –dije. – ¿Se pagan toda la vida? –preguntó mi primo. –Sí, le contesté. Y permaneció callado para no hurgar en mi herida. 988. –Sale cada día a las cinco de la mañana camino del trabajo con su carro sin ensebar los ejes, para que chirríen y joder al vecindario. En el barrio le llaman el malparido –advirtió mi primo. 989. –Casi todas las desgracias son verdad, escribió Mariano José de Larra. Y ese “casi” me produce desasosiego al pensar que puede haber falsas desgracias –comentó mi primo al final de la tertulia. 990. –La caspa es la solidificación de los pensamientos negativos, que afloran cuando el cerebro está sobresaturado. 991. –Tiene pensamientos y dichos tan originales, ideas tan inesperadas, que suelen invitarle a las fiestas y saraos para animarlos dada su labia –dijo mi primo al verlo. Y de eso tratamos esa noche en la tertulia filosófico-vinícola, con intervenciones brillantes: 329 sobre el ingenio y agudeza de la gente; sobre la facultad del hombre para discurrir o inventar con prontitud y facilidad. Y la chispa y talento de algunos para ver y mostrar rápidamente el aspecto gracioso de las cosas. Yo sabía que mi primo se sirvió de una añagaza para animar la tertulia porque el hombre al que vimos pasar era mudo. 992. –Primo, fíjate en la b de estas dos palabras: Tubo, parece que la b se escapa, se desliza suavemente entre los labios. En cambio en Tumbo, la misma b queda retenida unos segundos entre los labios, como si no quisiera salir. ¡Qué extraño! ¿No? –La b de tubo es fricativa, por la salida continua del aire emitido. Y la b de tumbo es oclusiva porque en el canal vocal produce un contacto que interrumpe la salida del aire espirado. Estas variantes que se dan en la pronunciación de un mismo fonema, la b, según la posición que ocupan en la palabra se denominan alófonos. ¿De acuerdo, primo? –Claro, totalmente, si te lo preguntaba por dar pie a tu lucimiento. Es más, mi mujer es más fricativa que oclusiva. 993. –Es tan prevenido que anda con bastón sin necesitarlo –comentó mi primo. 330 –Las buenas gentes le ceden la preferencia en cualquier situación; además, lleva una cuchilla oculta en el bastón encajada en un muelle que se activa al apretar un botón. Un día picó la nalga del randa que quiso asaltarlo aprovechando su aparente debilidad. – ¡Es un hombre que vale por dos por lo prevenido o precavido! –clamó un contertulio. 994. –Quiso llamar hijo de puta de manera sibilina a su adversario político. –Tu madre es tan puta como la mía –le dijo. 995. –Regresábamos de la tertulia filosóficovinícola, el cielo apuntaba cerrazón con sus nubes negras y esa oscuridad grande que suele preceder a las tempestades. Fue al torcer una esquina que tropezamos con él. Era un efecto y en la penumbra nos costaba identificarlo. Lo mismo podía ser un efecto bancario, dada la crisis, que un efecto público, colateral, especial o un efecto dominó. –Tal vez sea ese tipo de efecto que surge por virtud de una causa –auguró mi primo; pero tampoco encontramos la causa y eso que dimos la vuelta a la manzana varias veces, dada nuestra obcecación unida a la incapacidad de comprender lo que pasaba. –Mejor será volver más tarde, cuando nuestro estado anímico nos lo permita –comentó mi primo compungido. Nunca volvimos. 331 996. –Confundió "mañana" con "ayer" y estaba sorprendido de recordar tan nítidamente algo que todavía no había sucedido. 997. – ¿Por qué tomas la sopa con tenedor? –pregunté a mi primo. –Para ver la reacción de la gente –respondió. – ¿Y eso? –Escribo un ensayo sobre la provocación de unos y el pasotismo de otros. 998. Relumiérdaga. Dícese de la reluciérnaga hedionda hecha por los primos fuera de la tertulia filosófico-vinícola, sin sentido, ni gracia y, por tanto, sin utilidad, ni cualidades que la hagan placentera e instructiva. 999. –El hundimiento del ladrillo me mató. ¡Se acabó lo que se daba! –dijo un señor consternado de la mesa de al lado a su acompañante, en el chiringuito donde también estábamos mi primo y yo lo suficientemente cerca para oírlo. –Lo que te mató y, peor todavía, lo que te arruinó, fue no diversificar las fuentes de corrupción y mira que te lo reiteré por activa y por pasiva –le respondió airado y descompuesto el acompañante. –Pusieron todos los huevos en el mismo cesto –dijo mi primo por lo bajines. 332 –Dios no aprieta pero ahoga –comentó el camarero, que también estaba en la pomada, haciendo su gracieta de turno. 1001. 1002. – ¿Por qué han escrito estas reluciérnagas usted y su primo? –nos preguntó muy comedido y respetuoso aquel señor. –Porque nos complace al producirnos una sensación agradable, incluso un disfrute espiritual –le contestamos. –Tal vez podrían solo “vivirlas”, sin plasmarlas en el papel. El placer para ustedes sería el mismo y a nosotros nos evitarían el dolor de leerlas –eso nos dijo y nos sentó como una pedrada en un ojo. 1003. –Sus reluciérnagas -y perdonen-, son de leer y tirar, para que una te caiga en gracia las otras te aporrean –eso nos dijo sereno e inmisericorde otro tertuliano y a mi primo le dio un ataque de ansiedad. –Ha venido a todas las tertulias filosófico-vinícolas, podía haberlo dicho antes y nos hubiéramos ahorrado el vino –comentó mi primo compungido. 1004. –Primo, abre el ojo que la gente no es tonta y acabarán notando que tú y yo somos el mismo y nos van a meter las cabras en el corral. –Sí, dejémoslo –le contesté 333 1005. –A la clausura de nuestra tertulia filosóficovinícola acudieron aquella noche más de quinientas personas, entre indignados, filósofos y vinícolas; más vinícolas que filósofos. Llegaron a porrillo, aquello fue un pandemónium, hasta el punto de que mi primo de forma diplomática tuvo que decirles aquello de: –Aquí sobran los que no hacen falta. 1006. –Lo que más me conmueve, primo, es retirarme de la obra acabada y del renombre conseguido con nuestras reluciérnagas y nuestra tertulia filosófico-vinícola. –Es ley del cielo, según nos enseña Confucio. Permaneceremos escondidos unos días y después pediremos el indulto. Sea lo que Dios quiera. 1007. –Terminada la última tertulia filosóficovinícola permanecí solo mirando la raya del horizonte, hasta ver despuntar el día y el cielo vetearse de franjas rojas. Con las primeras luces recogí las botellas vacías y las deposité en el contenedor del vidrio. Regresé a casa sin prisa, pensaba en ella y me preguntaba dónde estaría porque nunca supe encontrarla. El ruido que creí oír de los vidrios al romperse en el fondo del contenedor, más me parecieron los sollozos de mi amada cuyas muestras de aflicción presagiaban estar al límite de su desesperanza. Es 334 por eso que la busqué con la vehemencia de mi afecto, rememorando los versos de Rosalía de Castro que buscaba también su felicidad: En los ecos del órgano o en el rumor del viento / en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia, /te adivinaba en todo y en todo te buscaba, / sin encontrarte nunca… Me acordé de Pablo Neruda: Puedo escribir los versos más tristes esta noche. /Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Llegué a casa con el estado del ánimo esperanzado y la firme voluntad de perseverar. 1008. –Pasaron unas semanas y no lograba quitármela del pensamiento, me refiero a la joven y gentil filósofa que tantas veces nos había acompañado en la tertulia filosófico-vinícola. Así que decidí llamarla por teléfono. – ¿Podríamos vernos? –le pregunté. –Lo estoy deseando –respondió. 1009. –Un amigo, también gracioso como yo, me invitó a comer a su casa y de primero me puso un plato de reluciérnagas fritas. –Me está bien empleado –pensé. Luis Chacón Ortega 335 336 Sólo una rosa sobre un campo verde Aroma de silencio que trasciende Más allá de la vida y de las cosas Luis Chacón Ortega