¿Hay algo mejor que un plan de chicas? Nos
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¿Hay algo mejor que un plan de chicas? Nos
LO+W reportaje Fin de semana de amigas ¿Hay algo mejor que un plan de chicas? Nos escapamos al campo con Martina Klein y Verónica Blume, modelos y compañeras desde los 15 años. Complicidad, diversión y dolce far niente a la vista. por myriam serrano fotografía richard ramos estilismo marta lasierra A juego Martina, a la izquierda, lleva vestido de flores Bottega Veneta y plataformas de ante Chie Mihara. Verónica, vestido Bottega Veneta 48 y calcetines Cóndor. 49 «La amistad es importantísima, te da cosas que no puede propocionarte la familia. Es una vía de escape muy necesaria.» Martina Klein al atardecer Al cuadrado Martina: Sombrero con visera y tira de cuero Medwinds. Jersey, falda y sandalias, todo Marni. Calcetines Cóndor. Verónica: Jersey y falda, ambos Marni. Calcetines Cóndor, 50 sandalias Tommy Hilfiger. Martina: Vestido brocado con destellos metálicos Valentino, zapatos masculinos Catarina Martins. Verónica: Vestido con detalles brocados Valentino, zapatos masculinos con piel perforada Catarina Martins. Cámaras de filmar vintage Chandal (chandal.tv). «En compañía o sola, me gusta disfrutar desde la sencillez y la naturalidad. Valoro mucho la amistad, pero también la soledad.» Verónica Blume b arcelona, año 1992. La ciudad olímpica vivía en plena ebullición artística y social. Los trabajos de publicidad y los castings se sucedían, «entre modelos altísimos de todas las nacionalidades, vi a otra niña como yo, era Verónica, guapísima, allí nos echamos el ojo la una a la otra, nos subimos al mismo tren y desde entonces nuestras vidas han transcurrido de forma paralela», explica Martina. Las dos tienen 36 años, un hijo cada una de edades similares, y residen en Sant Cugat, en las afueras de la gran ciudad. «¡Pero si aún nos confunden por la calle!» ríen juntas. «Trabajamos mucho, fuimos madres, poco tiempo después nos separamos... Hemos vivido historias personales y emocionales parecidas», dice Verónica. Y eso une. Pocas cosas hay en la vida más reconfortantes que la amistad entre mujeres. Top secret jardinera british 52 Verónica, con pamela Blugirl. Camisa de cuadros y falda con aplicaciones plateadas, ambas Dries van Noten. Zapatos masculinos metalizados Catarina Martins. Una travesura inconfesable. Verónica: Reírnos de la ropa que llevábamos en algún desfile. ¿Qué es lo que más te gusta de ella? Martina: Su sensibilidad a flor de piel; a veces parecía que se la iba a comer y al final ha sido Vero quien ha ganado y ha sabido sacarle mucho partido. V: Es auténtica, no ha cambiado, dice lo que piensa, es muy graciosa y tiene mucho arte para expresarse. ¿Intercambiáis ropa? M: No, pero en Lisboa nos compramos una túnica igual, larga hasta el suelo, muy hippy, y la usábamos para estar por casa, yo la encontré hace poco y no la pude tirar. ¿Os habéis peleado por un chico? M: Nunca, tenemos gustos muy distintos, por suerte. Vero tira más por lo internacional y yo soy de producto nacional (risas). ¿Envidia sana la una de la otra? M: ¡Quiero su pelo! Esa caída de puntas... V: ¡Y yo el suyo! Ese volumen… Un momento muy vuestro. M: En Mallorca, en un velero, un baño en alta mar a las seis de la mañana. V: Con 17 añitos, remando en Central Park. Descubríamos el mundo. ¿Qué tipo de relación es la vuestra? Martina Klein: Nos entendemos muy bien, incluso con la mirada nos contamos muchas cosas. Hemos quemado las mismas etapas y curiosamente la vida nos ha llevado por sitios muy parecidos. Verónica Blume: Incluso geográficamente. Vivimos en el barrio de Gràcia a la vez, luego nos fuimos a Madrid, después a Ibiza yo y a Formentera ella... ¡Imagina qué gracia nos hace ahora encontrarnos con los niños en una plaza del pueblo a la salida de los colegios! El tipo de complicidad que tienes con alguien a quien conoces desde niña te da una tranquilidad muy especial, es una presencia constante en tu vida, aunque pierdas contacto en alguna ocasión. Hasta en el origen coincidimos: mi padre es alemán criado en Argentina y mi madre uruguaya... Martina: ...Y mi familia argentina de origen europeo. ¿La amistad es el mejor refugio en tiempos difíciles? M: Desde luego, es importantísima. Te da cosas que la familia no puede proporcionarte, es una vía de escape absolutamente necesaria. V: Ocupa un lugar muy alto en mi escala de valores. Por cómo me ha ido la vida, la sitúo casi en el mismo lugar que la familia; soy persona de muy poquitos amigos, pero valoro muchísimo la amistad. Es un lugar donde uno puede relajarse, dejar caer las máscaras y ser uno mismo. En un sector tan competitivo como el de la moda, ¿es posible entablar relaciones que perduren en el tiempo? M: Pero la competencia no es destructiva, si no, no hubiésemos podido dar esa generación de compañeras, en la que nos alimentamos unas de otras. Es como cuando abre un restaurante al lado de otro, que piensas que le va a quitar clientes, pues no, eso hace que se cree una zona de moda, en nuestro caso, una generación de tops muy conocidas. V: Yo siempre pensé que en el mundo de la moda me iba a encontrar con un nido venenoso de serpientes, pero no ha sido así. He encontrado compañerismo y muy pocas amistades verdaderas, pero no se lanzan esos dardos que dicen por ahí. En general, entre las mujeres existe una competitividad, o una inseguridad generalizada, no hace falta ser modelo para notarlo. ¿Cómo recordáis aquellos tiempos de esa generación única? M: Me quedo con los buenos recuerdos, con aquella sensación de cuando trabajábamos todas juntas hace doce años (con Vanesa Lorenzo, Laura Ponte, Almudena Fernández, Nieves Álvarez...) cuando coincidimos algunas es fantástico, pero no volvería. 53 las horas del día Vestido plisado y brazaletes de tweed, todo de la colección Pre-Fall Chanel. «De sexo, de penas y no penas, de dolores menstruales, de depilaciones láser o no láser, y de otras muchas cosas tan femeninas donde los hombres no tienen cabida, y que además no entenderían y se aburrirían. Los mejores momentos con mis amigas suceden en torno a una mesa, y nos reímos mucho hablando absolutamente de todo», confiesa Martina Klein, imagen de Reebok, entre otras marcas. Para Verónica Blume, «una tarde estupenda es con una amiga mía que cocina como una diosa, y nos la pasamos entera en casa, me enseña a hacer platitos –el último, un gazpacho de remolacha riquísimo–, charlamos de todo, disfrutamos de un vinito... Ese es nuestro plan perfecto, aunque con otra amiga puede ser tirarnos en la playa y no hacer nada en todo el día». Un tema recurrente para ambas: «Los hijos, porque compartes temas y emociones que sabes que también existen para la otra persona», explica Verónica. V: La vida era mucho más efervescente, como con burbujitas y muchos viajes; nada que ver con la estabilidad que te dan los años, el ser madre... Lo recuerdo con cariño, como una etapa que ya pasó y a la que tampoco volvería. Me enseñó mucho, pero pasó. ¿Aquel grupo de tops es irrepetible? M: Sí, pero igual que cada modelo lo es. Cuando nos íbamos haciendo mayores y siendo madres había una preocupación por si vendría alguien detrás. Es verdad que éramos un pequeño grupito en España que veníamos recogiendo el polvo de estrellas de aquel boom de las supermodelos. V: La moda ha cambiado mucho... La fotografía era analógica, los carretes se enviaban al final del día; nos hemos ido haciendo mayores a la vez que se perfeccionaba el retoque, ¡lo que nos ha alargado la carrera mucho más! (Risas). M: ¡Sí! Antes un grano era un problema, ahora se puede retocar, igual que las arrugas. ¿Algún viaje inolvidable juntas? M: Sí, uno personal. Cuando Verónica estaba a punto de tener a su bebé, con un bombo impresionante en un verano muy caluroso, fuimos a Ibiza, donde ella se había ido de ermitaña. Cuando nació su hijo, volví para verla y conocerlo, y hay fotos de ese momento en que lo cojo en brazos y… ¡se oye mi reloj biológico! V: También hemos compartido trabajos muy divertidos, como uno en la embajada en Tel Aviv, donde hicimos un desfile. Pero como los viajes más inolvidables son de “no trabajo”, recuerdo con mucho cariño el que hice con mi hijo Liam a Formentera, para ver a Martina cuando su hijo Pablo era muy pequeñito, y jugaba con el mío por la playa. Fueron cuatro días muy especiales. ¿A dónde haríais una escapada de chicas este verano? M: La Costa Brava está aquí al lado, y coger el coche es lo más sencillo, lo más factible, con música, charla... ¡Hemos cogido ya tantos aviones...! V: Por supuesto que no diría que no a un superviaje a las Maldivas, por soñar… Pero también me da pereza coger un avión para una escapada. Como viaje accesible, porque lo tenemos aquí al lado y es precioso, L’Empordà, donde estamos hoy, es una magnífica opción. Está muy bien valorar y disfrutar de poder coger el coche y cambiar de planeta en un momento. ¿Qué planes tenéis para las vacaciones? M: Las mías se dividen en una parte con niños y otra sin; con ellos serán más rollo playa y familia, mar, buceo, castillos en la arena. Los días que estemos solos mi chico y yo improvisaremos, o una escapada corta o tranquilitos por casa. Este verano, Àlex estará pendiente de la cita de Copa Davis en septiembre (Martina nos enseña fotos de la familia al completo: ella y Àlex Corretja viven en pareja con el hijo de ella y las dos niñas del tenista). V: Soy muy mala para organizarlas. Mis planes suelen ser familiares y surgen en el último momento. Como improviso, unas veces me sale bien y otras mal, pero bueno… Aunque me he vuelto muy realista, lo exótico siempre me tira mucho. ¿Por qué es tan importante la complicidad entre mujeres? M: A mí me sienta muy bien; en los momentos más difíciles la piña con las amigas me ha sacado a flote. Yo no sé que haría sin esa catarsis femenina. Cuando voy a Madrid tengo a mi círculo, cuando estoy en Barcelona, a mis compañeras de cole de toda la vida, y también cuando trabajamos juntas, volvemos a crear toda esa magia. Cuando se cae la competencia y ese punto sibilino de la mujer, y nos encontramos de igual a igual, es muy sano. V: La mujer tiene una necesidad de comunicar y de hablar sobre temas más interiores, y muchas veces no podemos acabar de compartir eso con el hombre. Quién te va entender mejor que una amiga, que está dispuesta a dejar caer el telón de la protección y ser quien es ella de verdad. Yo de pequeña siempre tenía amigos chicos. Fue a raíz de ser madre cuando empecé a tener más amigas mujeres, me di cuenta de que nosotras tenemos una fuerza que nace de la unión, muy interesante, y que yo necesito mucho. peluquería y maquillaje: raquel costales para redken y chanel. modelos: martina klein y verónica blume (Uno models). agradecimientos: andilanahoteles.com, aki.es. ¿De qué hablan las mujeres? «Con sabiduría y equilibrio puedes vivir un “dolce far niente” ideal sola, con amigas o en familia, ahí está una mujer completa.» Martina Klein 54 55