El deporte más bello del mundo

Transcripción

El deporte más bello del mundo
Especial Fútbol
BELLO
del PLANETA
Ell deporte
más
Juega con la tierra // Como con una pelota // Báilala, estréllala, reviéntala //
No es sino eso la tierra // Tú en el jardín // Mi guardavallas //
Mi espantapájaros // Mi Atila, mi niño // La tierra entre tus pies //
Gira como nunca // Prodigiosamente bella.
(Blanca Varela: “Fútbol”)
En plena época de Códigos
Có
y Bestias que
llevan impreso en la parte de atrás de
la camiseta el número 666, solo el
fútbol es capaz de redimirnos, de
reunirnos a todos: viejos y jóvenes;
hombres y mujeres; negros, chinos,
cholos, blancos, cobrizos; serranos, costeños y selváticos. Y es
verdad, aunque usted no lo crea. Para quien quiere “jugar pelota”
basta un pedazo de tierra, pista, losa, grass; y si no le alcanza el
billete ni para una Vini-Ball, la ‘redonda’ puede ser reemplazada
hasta por una chapita.
Dese usted su vuelta por los barrios populares –en
los demás ya casi no se puede: los serenos son unas
ladillas, y los vecinos también– y encontrará siempre
chibolos que sueñan ser Jéffersons, Paolos,
Claudios; los más exigentes, Kakás, Ronaldiños
–¿dónde estuviste, Diño, durante el Mundial?–,
Henryes, Messis…
Si la democracia existe, vive en una cancha
de fútbol o en la tribuna de un estadio. Verdad
absoluta, dogma de fe...
Póngase su mocho (short), agarre a sus hijos (y a
sus hijas) de la mano, toque la puerta de la casa de
sus patas y reúnalos. Busquen un balón. Vamos a
jugar. A jugar fútbol. (José Luis Carrillo M.)
Especial elaborado por José Luis Carrillo M. y Gerardo Saravia, con la
colaboración de Róger Gonzales.
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nº 177 julio 2006
Imposible no dejarnos atrapar por esa pasión y esa fiesta que desata cada Mundial de fútbol.
Por eso, en ideele decidimos darnos una vuelta por el mundo de la pelota. Empezamos haciendo
pataditas con los temas que hoy están en la mitad de la cancha en sendas conversaciones con
los entendidos Philip Butters y Luis Puiggrós. En el entretiempo Romeo Grompone nos confiesa
su verdadera vocación de comentarista deportivo en un sesudo análisis del Mundial que ya se
fue y repasamos algunas cifras. Luego le cedemos el micrófono a las tribunas, donde los hinchas
Iván Thays, Augusto Álvarez Rodrich, Fernando Tuesta, Alonso Cueto, Guillermo Giacosa, Enrique
Sánchez y Santiago Pedraglio nos cuentan de sus más peloteras pasiones. Luego nos vamos a El
Porvenir, en el blanquiazul distrito de La Victoria, para ver su “Mundialito”. Luego, resignados,
heridos en el honor sudaca por las eliminaciones de Argentina y Brasil, encendemos la televisión
para ver nuestra serie favorita, Los años maravillosos, en un capítulo especial sobre los mundiales a
los que nuestra selección sí iba.
Al cierre, una noticia alentadora: nuestros muchachos de la Selección Peruana de Fútbol Callejero,
que forma también parte de este reportaje, alcanzaron el 5º lugar en el Mundial de ese juego
realizado en la mismísima Alemania de manera simultánea con el otro, el de los mayores.
APOCALÍPTICOS
vs. INTEGRADOS
Perú.21
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>>> Hace ya cuarenta años, cuando
en distritos clasemedieros de
Lima había todavía vendedores de
enciclopedias puerta por puerta, mi
viejo compró una de doce tomos y
tapas duras azules cuyo título —Gran
Enciclopedia Temática del Mundo—
estaba impreso en color oro. No
recuerdo en qué tomo aparecía el
tema Fútbol —a esa edad yo creía que
todo lo que había que decir sobre este
deporte se decía en una tribuna, en
la calle o en las páginas deportivas
de los diarios—, pero sí que abría
con una espectacular volada de
Lev Yashin —La Araña Negra—, el
legendario arquero de la URSS, y una
bajada que rezaba: “El fútbol arrastra
multitudes y las hechiza con el rodar
de una pelota”. Supongo que quien
redactó ese texto no imaginaba por
entonces la magnitud que alcanzaría
su aserto.
Especial Fútbol
El fenómeno es extraordinario: el recién terminado
Mundial Alemania 2006 ha dejado a la FIFA una ganancia de 630 millones de dólares y al país anfitrión
un ingreso por varios conceptos de 10 mil millones de
euros. Tres mil millones de personas de todo el planeta han visto el torneo por televisión, y las principales
firmas que fabrican ropa deportiva han incrementado
sus ventas en 50 por ciento en promedio.
El fútbol ha dejado pues de ser un juego para convertirse
en una profesión y un enorme negocio. Así dicha, esta
frase de Perogrullo es quizá lo más parecido a un balón
que, lanzado desde una punta, baja para encontrar
simplemente la cabeza de un ariete que, sin más, se
encargará de meterla en el arco; o que reposará en el
pecho de un jugador más habilidoso que esperará que
el balón caiga, le hará un sombrero al defensa rival y,
sin que la redonda toque el suelo, la empalmará de
volea con el mismo resultado conseguido por el más
pragmático cabeceador: gol.
La pregunta cae entonces por su propio peso, aunque a
muchos les parezca ociosa: ¿ha permitido la industrialización del “deporte más hermoso del mundo”, como
lo llama la cadena ESPN, que el fútbol sea hoy mejor
que hace, por decir una cifra arbitraria, setenta años?
Y los campos están cada vez más divididos: los que no
abrigan la más mínima duda de que la respuesta es “sí”
aluden a la dinámica, la velocidad, el desarrollo de la
tecnología al servicio del juego. La opinión de quienes
están en la vereda de enfrente se puede resumir en una
frase apocalíptica de Jorge Valdano, que algo sabe de
esto, porque ha sido jugador (campeón mundial con
Argentina en México ’86), entrenador (entre otros, del
Real Madrid) y dirigente de Los Galácticos: “A este paso,
dentro de unos años el fútbol se va a jugar sin arcos”. En
buen romance, hay tantos intereses de por medio que
los equipos ya no juegan a ganar sino a no perder.
Neutrales por mandato pero no por convicción, recurrimos a dos periodistas deportivos de generaciones y
perspectivas diversas para poner el tema en el centro
del campo: Luis Puiggrós, colaborador del diario El
Comercio, y Phillip Butters, hoy en el noticiario de
Frecuencia Latina, canal 2.
Oído a la música.
I
“¿Por qué el márquetin va a malograr el fútbol?”, se pregunta Butters. “El fútbol lo malogra, en última instancia,
la gente que hace trampa y que se droga, la corrupción
en la compra y venta de los jugadores”, añade.
“David Beckham
es el prototipo de
jugador exitoso y
que tiene un gran
márquetin pero juega
como los dioses.
Le quieren restar
méritos.” (Butters)
“Es una huachafería”: así califica Butters el fenómeno
antiglobal, y lo atribuye a quienes, en este amplísimo
campo del fútbol, intentan encontrarle todo lo malo.
Cuando le tocamos el tema del fracaso de uno de los
iconos de la Liga española, el Real Madrid, sin embargo, el periodista del 2 afirma: “En el caso del Real sí se
puede decir que el márquetin lo ha afectado, porque
ha priorizado a jugadores efectistas cuando lo que ha
debido hacer es contratar a un par de buenos defensas
centrales y un buen volante central”.
Para Butters, “los beneficios del márquetin han sido la
masificación del fútbol, el mayor nivel de competencia,
el mejor desarrollo de los productos, el avance de las
técnicas de aprendizaje, físicas y de alimentación de
los jugadores”.
Beckham
fashion
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nº 177 julio 2006
“¿Por qué creen que a Beckham le pusieron
el número 23 cuando el Real Madrid fue a
los Estados Unidos? Muy simple: ese es el
número que usaba Michael Jordan. Hasta
en eso se fijan.” (Puiggrós)
Otra percepción que Butters combate con severidad
es aquella según la cual el jugador de hoy está más
propenso al estrés que el de antes: “Al que tiene los
cojones y la personalidad suficientes no lo puede afectar
el llamado estrés. Así es su trabajo. ¿Se puede hablar
de estrés cuando pasas por caja a fin de mes y recibes
un cheque de un millón de dólares?”, argumenta. “La
gente los quiere ver como seres normales, pero no lo
son, no son normales… La fama no les afecta, están
acostumbrados a eso.”
Una vez que suena el pitazo inicial, Puiggrós lanza su
primera idea: “En este momento hay una gran corriente
que consiste en impulsar el ‘fútbol-mercado’. Acá en el
Perú todavía se cree que el presupuesto de los clubes
está cubierto exclusivamente con las recaudaciones,
mientras en los países de alto rendimiento la recaudación equivale a 10 por ciento o 15 por ciento del presupuesto de los clubes. El resto se cubre con los derechos
de televisión, que es hoy uno de los rubros principales,
y con la venta de la marca asociada al club.”
“David Beckham” —prosigue Butters— “es el prototipo de
jugador exitoso y que tiene un gran márquetin, pero juega
como los dioses. Le quieren restar méritos. No es el mejor
del mundo, pero cualquier equipo lo quisiera tener.”
“¿Por qué creen ustedes”, nos pregunta Puiggrós, “que
a Beckham le pusieron el número 23 cuando el Real
Madrid fue a los Estados Unidos. Muy simple: ese es
el número que usaba Michael Jordan, una gloria del
básquet de ese país. Hasta en eso se fijan.”
“Además” —dice nuestro interlocutor—, “antes la sobreexigencia era peor, porque no existía la resonancia
magnética. Antes el jugador decía ‘estoy bien, estoy bien’,
se rompía y no volvía a jugar más. Muchísimos jugadores
terminaban su carrera a los 28, 29 años, por un esguince
mal curado. Ahora en tres meses están jugando. La tecnología ayuda a que se juegue mejor. Los jugadores ahora
son más fuertes, más veloces, más capaces.”
El último asunto del que tratamos con Butters fue el de
los empresarios. Dice al respecto: “Los jugadores felices
de que haya empresarios, porque así ganan más, y los
dirigentes también. Pero claro, como en todo ámbito,
hay buenos y malos, honestos y deshonestos”.
Puigróss, sin embargo, atribuye el fracaso del Madrid en
los dos últimos años a que Florentino Pérez, entonces
presidente del club, priorizó el márquetin antes que el
‘producto-fútbol’. Incluso, se atreve a pronosticar que
también el próximo año el Madrid será un desastre y va
a tener que empezar de cero, para conseguir resultados
en dos o tres años.
A diferencia de Butters, Puiggrós sí cree que el ‘mercadofútbol’ atenta contra el ‘deporte-fútbol’. En el caso, otra
vez, del Real Madrid, se apostó por los consagrados, las
grandes estrellas y no por los jóvenes: “Pero todos estos
proyectos pasan por una persona, un caudillo, cuando
el éxito proviene del trabajo en conjunto”, dice.
II
Debe de ser uno de los peruanos que más fútbol ha
visto, y uno de los periodistas deportivos que posee
más periódicos, revistas y vídeos del ‘deporte rey’ de
nuestro país. Tiene un estudio repleto de estos materiales, y atesora joyas de esta naturaleza hasta en los
clósets de su dormitorio.
“El proyecto de márquetin” —sostiene Puigróss— “tiene
que ir ligado a un proyecto deportivo exitoso. El Real
Madrid tenía 300 millones de euros antes de que entrara
Florentino Pérez. El terreno que tenía el Madrid para uso
exclusivamente deportivo fue vendido y allí se construyeron cinco grandes torres de departamentos para vivienda.
Su único patrimonio, hoy, es el Santiago Bernabéu.”
Especial Fútbol
Los nuevos pasos en la
DANZA INTERMINABLE
(A propósito del Mundial de Alemania)
Romeo Grompone
Sociólogo
Delante de la línea de cuatro de la defensa está perdiendo vigencia el volante “perro de presa” y cobrando
importancia los creadores de juego que incluso llegan
hasta el área contraria. Pienso en Frings (Alemania),
en Maniche (Portugal), en otro estilo el argentino
Maxi Rodríguez y, por sobre todos ellos, Pirlo en Italia
y Vieira en Francia; el primero marcando el ritmo del
juego, el segundo poniéndose al equipo al hombro,
impecable en el traslado de la pelota, e irrumpiendo
por sorpresa en el ataque. El alemán Ballack también
tenía que retroceder —y se quejó por ello—, y hasta
era una obligación que debía asumir ocasionalmente el
argentino Riquelme, quien me da la sensación de que
representa un estilo de juego cansino y previsible que
ya pasó, y para bien.
Y márgenes de libertad y espacios para la improvisación
quedaban también en los pies de jugadores como Totti y
Zidane, un poco detrás del único delantero. Lo trató de
hacer también el español Raúl, sin demasiada suerte.
Un rasgo compartido por buena parte de los cronistas
deportivos y los directores técnicos desocupados que
analizan los campeonatos mundiales consiste en pasar
de la euforia en los días previos a los balances escépticos cuando el torneo terminó. No es más que otra de
las tantas variantes del conservadurismo: quedarse
fijados en un pasado que nunca existió tal como ellos
lo imaginan y resistirse a los cambios.
Adiós al ‘10’, la vida continúa
A mi criterio, han ocurrido en Alemania novedades que
a veces me entusiasmaron y otras me dejaron perplejo.
Se ha insistido más de la cuenta acerca del fin del ‘10’,
el enganche, el que marcaba la diferencia, aquel que
permitía soñar “con la dinámica de lo impensado”,
como se dijo una vez apropiadamente de Maradona.
En mi opinión, este cambio no ha disminuido un ápice
la creatividad en el fútbol.
En el reciente Mundial hemos encontrado, en compensación, dos posiciones en las que algunos técnicos
esperaban de sus jugadores imaginación e iniciativa.
El fin de la soledad del ‘carrilero’
Quizá por una suerte de justicia divina, la decadencia
de los brasileños Cafú y Roberto Carlos, probablemente
los mejores ‘carrileros’ de la historia del fútbol, hizo
que esta función tuviera menor importancia que en
otros mundiales. Probablemente la gravitación que
alcanzaron los volantes desplegados en línea quitaba
sorpresa a esos largos recorridos de los laterales que
a mí me dieron siempre la sensación de heroísmo y
soledad, vaya a saberse por qué.
Casualidad o no, el campeón mundial insistió en este
sistema con Zambrotta y Grosso, Ashley Cole fue un
representante solitario en esta tarea en Inglaterra,
Miguel en Portugal y otro tanto ocurrió en España
con Pernía, quien a mi criterio no daba la talla para
semejante responsabilidad. El alemán Lahm, quizá por
ser derecho y jugar por la izquierda, tenía un recorrido
más corto y en diagonal, y el argentino Sorín hacía
cuando se proyectaba un recorrido menos ortodoxo.
Este movimiento del marcapunta gaucho alteraba el
“dibujo táctico”, como les gusta decir a los cronistas
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peruanos con indisimulable mal gusto e imitando a los
cifras
argentinos de Fox, ya que Argentina quedaba entonces
con una línea de tres al fondo, compuesta por Ayala,
Heinze y los impresentables Burdisso o Coloccini.
Otros delanteros, otros volantes
RED
NDAS
(Roger Gonzales)
Contra lo que podía preverse, los equipos que jugaban
con dos delanteros —pocos, si nos ponemos a contarlos— no lo hacían de la manera a la que estábamos
acostumbrados: uno en el área y otro por fuera. En
general, uno actuaba más retrasado que el otro, o
Goleadores y goleados
• Máximo goleador de los mundiales: Ronaldo convirtió 15.
se alternaban. Quedan las imborrables imágenes de
• Máximo goleador en un Mundial: En 1954,
las paredes de los alemanes Klose y Podolski que,
Just Fontaine, de Francia, anotó 13 goles
en 6 partidos (promedio: 2,16).
lejos de todos los pronósticos, demostraron que esa
variante de juego no ha desaparecido. Algo hicieron
en esta línea los argentinos Saviola y Crespo, pero
cuando sustituyeron al primero por Tevez, y al mar-
•
En mundiales, el italiano Walter
Zenga mantuvo su valla invicta durante
517 minutos.
gen del talento de este jugador, se lo obligó a hacer
un recorrido muy largo y así quedó desconectado
del ‘9’ tradicional.
No fue definitivamente el tiempo del delantero centro
y tres volantes de vocación ofensiva, uno en el medio y
dos desplegados por las puntas. Holanda, que tiene en
este estilo una suerte de segunda naturaleza, jugó un
partido muy confuso con Portugal, en el que ya nadie
sabía a qué atenerse. El equipo lusitano me pareció un
cuadro sobreestimado en el que Cristiano Rolando y
Figo corrían desordenadamente por las puntas, Deco
falló en el centro y Pauletta en la delantera no se tomaba la molestia de correrse unos metros atrás para
salir del encierro en que estaba metido, probablemente
siguiendo órdenes del técnico Scolari. Hubo atisbos de
esta forma de jugar en Francia, cuando Ribery —sobrecargado de tareas y haciéndolas todas bien— y Malouda
atacaban por los extremos. Me da la impresión de que
no se trata de un estilo obsoleto de jugar, sino que
más bien influyeron un conjunto de desafortunados
fracasos individuales.
Un interrogante final
Mis amigos de ideele me dieron espacio de escribir hasta
aquí. Digo lo último. Solo México jugó con línea de tres
—Rodríguez, Osorio y Márquez—, cinco volantes y dos
delanteros, que es la manera de pararse de un equipo
que personalmente prefiero. Lo que demuestra que
estoy un poco perdido y desinformado; preocupación
menor, pero preocupación al fin.
Cifras mundiales
• 40% de los telespectadores son mujeres.
• 16 millones de euros se llevó el campeón.
• 1.450 millones de euros gana la FIFA en derechos por retransmisión
televisiva.
• Se vendieron 3 millones de entradas. La más cara costó 600 euros.
• El 60% de los ingresos de la FIFA proviene de los derechos de
televisión.
• 539 millones de euros (630 millones de dólares) aportaron a la
FIFA los quince patrocinadores oficiales del evento.
• 5,5 millones de turistas durmieron en Alemania.
Los jóvenes a la obra,
los viejos a la gloria
• Jugador más joven en ganar un Mundial: Pelé. Con apenas 17 años y 237
días, Brasil, con el Rey en la cancha,
le ganó la final a Suecia en 1958.
• Jugador más viejo en ganar un Mundial:
En 1982, el arquero italiano Dino Zoff
se consagró campeón en el Mundial de
España. Tenía 40 años y 4 meses.
• Jugador más viejo en un mundial: Róger Milla. En el partido entre
Camerún y Rusia del Mundial Estados Unidos ’94, el delantero
africano tenía 42 años y 39 días.
El julbo perucho
• En 1892 se jugó un partido entre limeños y chalacos. Así comenzó
la historia del fútbol peruano.
• Según una encuesta de Apoyo realizada en el 2004, Alianza
Lima es el equipo con mayor hinchada joven (34% sobre 33% de
Universitario de Deportes).
• El goleador histórico del fútbol peruano es Waldir Sáenz, quien
anotó más de cien goles con la camiseta de Alianza Lima.
Especial Fútbol
YO, EL HINCHA
Alianza Lima: Los ojos,
el debut y la pelota
La primera vez que ingresé al Estadio Nacional lo
hice por la tribuna de Occidente y por las puertas de
la ceguera. Obnubilado como iba por ver a mis morenísimos ídolos en el gramado más grande que había
contemplado en mi vida, tardé en entender que tan
inconmensurable placer iba a ser, apenas, una pantalla
desenfocada. Nada más saliendo el equipo blanquiazul,
y tras el estallido de las tribunas en vítores y aplausos, mi diminuta alma de recién estrenado hincha
comprobó que mi equipo estaba más lejos de lo que
hubiese querido: no podía ni verlos. Así se lo dije a mi
padre, hombre práctico, que en vez de atribuir todo
a mis lágrimas y la emoción del momento, sacó una
categórica conclusión:
—Carajo, eres miope.
En efecto, en ese crucial momento de mi vida, a los 11
años, no solo comprobé que por toda mi vida sería hincha
de Alianza Lima sino que también, poco más o menos,
ciego. Pero los ojos del corazón, y una voz que salía de
una radio japonesa a pilas (novedad de la época), me
fueron relatando las jugadas. Así pude conservar por
siempre tan esférico recuerdo, tanto amor a la camiseta
listada en blanco y azul que seguro conservaré aun en
Fuerza y voluntad
de ganar
Enrique Sánchez Hernani
Poeta y periodista
la otra vida, en caso exista, y por si allí también hay
estadios. Eso sí: en caso ocurra tan futbolístico milagro,
pido a Dios (cuya pierna izquierda está formada por
César Cueto y Diego Armando Maradona) la gracia de
ver en un partido a Manguera Villanueva.
Por entonces —año de 1965, campeonaría Alianza—, el
gramado se alumbraba con las piruetas geniales de dos
muchachos de lustroso color moreno: Pedro Pablo Perico
León y Víctor Pitín Zegarra. Qué tales jugadas. Y conste que
en aquel entonces no había pizarra de acrílico ni los equipos
se acuartelaban antes de los partidos. Lo sabré yo.
Desde entonces, decenas de jugadores se han sucedido.
En la planta de los chimpunes ya no hay toperoles de
madera, y las pelotas ya no son cosidas ni tienen bláder. La camiseta de Alianza ha tenido algunos diseños
extraños. Hasta las canchas se han hecho raras, y en
vez de pasto tienen un mejunje plástico que lo imita.
Pero algo permanece intacto: la aurora blanquiazul, el
buen trato a la pelota, la finta, la alegría.
Dios conserve por muchos años a Alianza Lima y que le
dé más piernas izquierdas y también derechas. De los
goles nos encargamos nosotros. Arriba Alianza.
Santiago Pedraglio
Periodista
La primera selección que me apasionó fue la de Bra-
dejado de narrarme la terrible derrota brasileña en la
sil del año 1958. Como aún no había televisión que
final de 1950. En ese 1958, al ganar por primera vez un
transmitiera los partidos, había que soñarlos… sobre
Campeonato Mundial, se reivindicaron los “negros”, la
todo los goles. La Tercera de La Crónica ayudaba con sus
sangre caliente de Brasil, hombres hábiles al extremo,
fotos inmensas. Me imaginé hasta el cansancio el gol
que supuestamente no tenían la garra necesaria para
de Pelé al País de Gales, ese del ‘sombrerito’ fantástico
ser campeones.
y el remate en el aire, en primera.
Más tarde vi varias veces en Lima al Santos de Pelé.
Ese año viví con Brasil su revancha del Maracaná. Mis
Me impresionaban sus arranques desde la media
hermanos mayores eran pro uruguayos y no habían
cancha y sus paredes con Coutinho, tanto como
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la presencia enorme de Zito, en la jerga actual, un
la ‘U’), Perico León y José Velásquez, como ahora a
volante central mixto al que le llegaban por arte de
Jéfferson Farfán y Paolo Guerrero. Más aun: jugué —y
magia todas las pelotas.
bastante— con ese estilo: fuerza, choque y velocidad.
Será por eso que me molesta tanto escuchar a comenta-
Es extraña la pasión que sentí por la Selección de Brasil
ristas deportivos que, con aire docto, dicen que se jugó
y su juego, porque me hice hincha de la ‘U’ debido a su
fuerte y con dinámica, “pero con poco fútbol”. ¿Qué
garra a la uruguaya. No soporté nunca el firulete de
puede ser el fútbol, si no fuerza y voluntad de ganar?
los aliancistas, a pesar de que admiré abiertamente a
Esos comentarios son fiel reflejo del fútbol peruano,
Huaqui Gómez Sánchez, Víctor Benítez (debió ser de
que se aterra ante la eventualidad del triunfo.
Los brazos del Peluca
Kempes
Iván Thays
Escritor
La primera imagen que tengo grabada en la mente es la
hacer hasta lo imposible para conseguir algo que
de Mario Alberto Kempes levantando los brazos luego
uno añora mucho (recuerden a Kempes volando
de meter uno de los goles que sellarían el triunfo de
como arquero para atajar un remate polaco en un
Argentina sobre Holanda en Argentina ‘78. Esa postal,
partido de las semifinales). Y Kempes me demostró
que vi milagrosamente a los 9 años en el televisor de mi
que, si uno realmente se esfuerza e insiste, puede
casa a pesar de que mi padre no tenía mayor interés por
conseguirlo.
el fútbol, definió dos cosas accesorias pero significativas
para mi vida futura: a) sería un apasionado del fútbol
Supongo que hay algo romántico, un sentimiento al
para siempre; y, b) apenas pudiera me dejaría el pelo tan
mismo tiempo nostálgico y desvalido, en admirar a un
largo como el de Kempes.
jugador como Kempes en medio de una constelación
de atletas más dotados que él física y técnicamente,
Kempes me demostró que en la vida uno tiene que
y con mucho más glamour que el Pelucas cordobés.
luchar, insistir, tener vergüenza deportiva, garra,
Pero Kempes es para mí como uno de esos precur-
Especial Fútbol
sores que a uno le enseñan a querer y admirar en la
es el único deporte en que se usa exclusivamente los
historia, un adelantado que prepara el camino para
pies. Como los poetas clásicos encontraban su enorme
el héroe casi mitológico que lo sucederá (en este
libertas y exploraban su creatividad obligados a una
caso Maradona). Un profeta, en todo caso, como
métrica y un ritmo, así los jugadores deben explotar
aquel cuya cabeza pidió Salomé, pero antes bautizó
sus limitaciones: jugar con el instrumento más inútil
a Jesús y dijo: “Él es”.
e incluso torpe, como son los pies, en desmedro de la
Maradona, qué duda cabe, le dio al fútbol un valor épico
y mítico que no tiene ningún deporte. Pero Kempes fue
su profeta. El fútbol es el deporte que más se parece a
la vida cotidiana, con sus errores, con sus hazañas, con
sus grandes victorias y profundas frustraciones. Pero,
inmediatez de la mano (usarla invalida el juego, para
mayor exigencia) y convertir esa extensión humana en
productora de jugadas bellas, habilidosas o inteligentes.
O las tres al mismo tiempo, como en el gol de Maradona
a los ingleses en México ‘86.
además, el fútbol es el único deporte realmente artístico,
¿Por qué me gusta el fútbol? No lo sé. Quizá solo porque
porque se exige un condicionamiento casi antinatural,
el fútbol permitió que Kempes levante los brazos y que
fuera de la norma, y esa exigencia es, como cualquier
yo descubra, en ese instante, aun de manera inconscien-
otra en el arte, lo que brinda el real sentido al juego:
te pero ya definitiva, por qué estoy en este mundo.
Así es el fútbol
Fernando Tuesta Soldevilla
Politólogo
No me acuerdo desde cuándo me gusta el fútbol y soy
de hoy solo conocen por televisión— por la avenida
hincha de Alianza Lima. En la década de 1960, si no ibas
Arequipa y libamos como si fuera el último día, al
al estadio no había posibilidad de ver a tu equipo: no
igual que la clasificación al Mundial de Argentina ‘78
transmitían los partidos por televisión. Solo quedaba
y España ‘82.
leer y ver las fotos en La Crónica y Última Hora, o escuchar
Ovación de Radio El Sol con Pocho Rospigliosi o Pregón
Pero no hay pasión sin disputa, por lo que todo país
Deportivo, con Óscar Artacho, en Radio Unión.
que se precie tiene que tener un clásico, como en el
nuestro Alianza Lima-Universitario. Sin embargo, ese
Por esos tiempos fui por primera vez al Estadio Nacio-
bipartidismo deja algunos pequeños espacios donde uno
nal, un domingo en el que se programaban tres partidos.
encuentra rarezas. Por ejemplo, los hinchas del Muni-
Cuando llegó el de fondo, el estadio lucía lleno. Alianza
cipal son cuatro gatos y yo conozco a cinco: Rolando
enfrentaba al Octavio Espinosa de Ica, que tenía a
Ames, Toni Zapata, Jorge Deustua, Fernando Parodi y
Adolfo Donayre como back centro. Cuando salió Alianza
Julio Calderón. Los del Sport Boys son más, seis más
al campo, lo hizo con una delantera histórica: Julio
Lucho Soltau, siete. Cienciano dice que ahora tiene
Baylón, el Nene Cubillas, Perico León, Pitín Zegarra y
hinchas: Efraín Gonzales, por ejemplo. (Felizmente,
Babalú Martínez. Desde aquel momento nunca dejé de
el rectorado de nuestra PUCP está resguardado con
ir al estadio y fui más hincha que nunca.
los aliancistas Luis Guzmán Barrón y Marcial Rubio.)
Pero si de la antipasión se trata, entonces llamen a los
El fútbol une tanto que me acuerdo haber estado en
del Cristal, que, salvo el querido Toño Cisneros, son tan
Popular Norte, increíblemente, con José Luis Réñique,
pecho-fríos como Jorge Soto.
Pepo Velásquez, hinchas de la U, para ver un Perú-Brasil,
que perdimos 2-0, pero la suerte se jugó de la mano de
En realidad, la pasión está en el Clásico. Las gallinas son
una niña que por sorteo nos llevó a la final del Cam-
menos, pero son. A veces toman la forma de analistas
peonato Sudamericano, que ganamos con gol de Sotil.
como Santiago Pedraglio, Carlos Basombrío o Fernan-
Salimos en caravana —esa actividad que los jóvenes
do Rospigliosi; otras veces como periodistas objetivos
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como el Efraín Trelles, Raúl Tola o Eddie Fleischman,
Siomi Lerner y Gonzalo García, antes aliancistas que
que cuando era mi alumno no jugaba ni canicas. Por
humalistas.
lo demás, nadie podía acusar a ONPE de no ser plural,
cuando teníamos en el Comité de Gerentes a Carlos
Reyna, Wálter Twanama, Benito Portocarrero, que si
bien son hinchas por televisión, no dejan de ser de la
‘U’. Pero los aliancistas somos como tribus, por lo que
asistimos y nos encontramos en el estadio con Marcos
Cueto, Iván Hinojosa, Eduardo Cáceres, los hermanos
Glave, Aldo Panfichi, Carlos Monge, Humberto Campodónico, Quique Sánchez Hernani, Augusto Álvarez
Rodrich, Alonso Cueto, Augusto Ortiz de Zevallos,
Quien no ha sufrido, quien no ha llorado, no es hincha
de Alianza: así dice un cántico del ‘Comando Svr’. Como
hincha he sufrido varias veces, pero nunca con tanto
dolor como cuando murió Sandro Baylón, en un accidente automovilístico y, sobre todo, con el accidente
del avión Fokker, en diciembre de 1987, cuando murió
todo el equipo. Mucha gente me llamaba para darme el
pésame y no se equivocaron, pues eran también como
nuestra familia.
Javier de Belaunde, Juan Monroy, Lucho Pizarro,
Por todo esto, en estos días que tanto se ha hablado de
Constantino Carvallo, Elio Casaretto y, por cierto,
fútbol, me acuerdo de mis amigos.
El combate de
las tribus
Si nuestros oídos pudiesen afinarse selectivamente
Guillermo Giacosa
Periodista
Es una réplica virtual de la lucha por la supervivencia
hasta un límite ideal, y si la parte emocional de nuestro
elevada a la categoría de espectáculo y destinada a ge-
cerebro pudiese percibir lo que ocurre a la distancia
nerar millones de dólares, dar un respiro a las angustias
y no solo en su entorno, lograríamos escuchar los
de los habitantes del planeta y contribuir a que muchos
destemplados gritos de guerra que emiten las treinta
hechos que terminarán dañando a nuestra propia tribu
y tantas tribus que están compitiendo en Alemania
pasen desapercibidos.
2006 y sentir los desgarradores sentimientos que se
generan en los corazones de cada uno de los integrantes
Amo tanto el fútbol, amo tanto la libertad que me permi-
de esas tribus.
ten esos noventa minutos mágicos, amo tanto la camaradería democrática que genera, amo tanto la expansión
Ya todos están pintados con sus colores de guerra; ya
física y la creatividad lúdica que permite, que no puedo
todos han afinado sus tambores, aceitado sus flechas,
menos que indignarme cuando lo veo reducido a negocio
realizado sus ritos, olvidado sus diferencias internas,
millonario dirigido por una banda de cuervos necrófilos
y se disponen a la dura batalla que implica el logro del
que solo piensan en sus cuentas bancarias.
trofeo. Son cazadores del paleolítico que reconstruyen
y remedan, guiados por las partes más primitivas del
Amo el fútbol y el circo, detesto el fútbol convertido en circo,
cerebro, el comportamiento de nuestros antepasados
pero como lo amo más de lo que puedo detestarlo, estaré
cretinamente sentado frente a la pantalla viendo jugar
De eso se trata el fútbol: del regreso a nuestra condición
a todos los latinoamericanos, sufriendo por cada uno de
de tribu y de la supresión de la razón durante el tiempo
ellos, pero padeciendo hasta el espasmo cuando mi tribu, la
en el que las tribus combaten.
Argentina, salga a competir y, por supuesto, a ganar.
Especial Fútbol
El sonido y la furia
El fútbol es un espectáculo hecho de rugidos y cantos.
En él se unen una estética minuciosa en los pases y una
furia repentina en los disparos al arco. A diferencia del
toreo, en el que ronda la muerte y por lo tanto el silencio,
una tribuna de fútbol nunca está callada. Un estadio
cierra sus puertas al mundo para celebrar el grito que
estalla en el rugido del gol, un instante de revelación del
submundo primitivo del que están hechos los hombres.
Sucedáneos de los ejércitos, los equipos de fútbol son
nuestros representantes militares en el campo del juego
y en los terrenos de la historia. La autoestima colectiva
es fundamental. Un equipo africano se siente un poco
menos cuando juega con un europeo, y las antiguas
guerras se vuelven a jugar cuando se enfrentan las selecciones de Inglaterra y Argentina o las de Portugal y
Angola. Es la única ocasión que nos queda para justificar
el grito de batalla.
Menos pasión, más
exigencia técnica
Alonso Cueto
Escritor
CAMBIAR FOTO
Augusto Álvarez Rodrich
Periodista
Quizá desilusione el comprensible entusiasmo mundialista
mi hijo menor, Matías, tiene el entusiasmo apasionado
de ideele en este mes de fútbol, fútbol y más fútbol, pero la
por el fútbol que yo tenía hace varios años, y que en
verdad es que el fútbol ya no me produce la pasión que me
algún momento fui perdiendo. Más me entusiasma el
despertaba hace algunos años (varios, para ser honesto).
entusiasmo de Matías que el propio partido.
Ahora el fútbol me produce, principalmente, recuerdos,
Ahora sigo el fútbol con un interés permanente, pero
casi todos muy buenos. Asocio los partidos memorables
de un modo más distante, menos pasional y con mayor
—los triunfos imborrables y las derrotas estrepitosas—
frialdad. Me interesa ver a Ronaldinho con el Barcelona
con algunos momentos de mi vida. Ver en la televisión,
o a Brasil cuando se pone las pilas. Pero, también, a la
con mi padre y mi hermano, la clasificación al Mundial
República Checa o a Ecuador dando muestras de buen
de México ‘70, en La Bombonera, y luego salir en el viejo
fútbol. La globalización, por un lado, que permite ver
Plymouth por la avenida Wilson para celebrarla; el terre-
en directo los partidos de los campeonatos de España,
moto que ocurrió poco después de la inauguración de ese
Alemania, Inglaterra, Argentina o Brasil, y la debacle
Mundial, en mayo de 1970; la campaña del bicampeonato
del fútbol nacional, por el otro, que obliga a ver unos
de Alianza Lima entre 1977 y 1978; los partidos del Mun-
partidos intrascendentes por todo el país, me han con-
dial de Argentina ‘78 entre parciales universitarios; o el
vertido en un observador más frío y exigente. Menos
primer Clásico al que fui con mi hijo mayor, Sebastián,
pasión, más exigencia técnica.
y que Alianza le ganó 6-3 a la ‘U’.
Por ello, el Mundial es una magnífica oportunidad para
Suelo ir con mis hijos a todos los partidos de la Selección
ponerme al día con lo que ocurre hoy en el fútbol. Y es una
Nacional, y aunque esta última temporada he estado
ocasión propicia para ver si retomo el entusiasmo pasional
ausente del Estadio de Matute, asisto con frecuencia
por el fútbol, aun cuando más entusiasmo me produzca los
a los juegos del Alianza. Básicamente por costumbre
partidos que juega Matías en su campeonato de los días
—que es bueno no perderla— y porque, por fortuna,
sábado por la mañana.
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nº 177 julio 2006
Exploraciones peloteras
LOS MUNDIALITOS
POR… VENIR
>>> La tierra es redonda, dijo Colón
varios siglos atrás. Y aunque hace
algún tiempo la ciencia ha querido
desmentirlo, el navegante genovés
ha terminado por ser más profeta
de lo que se pensó: cada cuatro
años el mundo se encarga de
recordárnoslo.
La tierra es redonda, qué duda cabe, y esa esférica
verdad se infla y rueda por todas las canchas y países,
haciendo a un lado todas las diferencias entre los seres
humanos. Aunque los entendidos digan que una cosa
es fútbol, otra fulbito —‘futbolito’, corregiría don
Marco Aurelio—, otra fútbol callejero, otra julbo y una
última fútbol de mujeres, el nombre (y la pinta) es lo
de menos: cuando una pelota se libera, no le pregunten
por conceptos.
Cierto que en el país no hemos tenido la suerte soñada
con nuestro fútbol querido, pero los múltiples recorridos de la pelota nos han deparado otras grandezas.
Ahí está la calle para sacar pecho, las mujeres para
mostrarlo(s), los mundialitos del barrio para jugarnos
un sueño. Y nosotros para contarlo.
El fútbol y El Porvenir
“¿Mundiales?, los de mi barrio”, dice el peluquero Wálter
Carbonel (a) Peluca, y con toda razón: su barrio es El
Porvenir, cantera de mundialistas, quimberos, gambeteadores, jugadores... “Y ‘jugadorazos’”, agrega el Ché
Mendoza recordando quizá las nuevas tendencias.
Como “Mundialito de El Porvenir” quedó bautizado
allá por 1952 el campeonato interbarrios que año a año
realizaban los anfitriones del barrio El Porvenir, en el
distrito de La Victoria. ¿El estadio? Una losa ubicada en
la cuadra 6 de la avenida Parinacochas, acondicionada
con estrado cada vez que toca torneo.
Debe su origen a la iniciativa de Mauro El Chueco Chávez,
un vecino aficionado a la hípica que decidió ordenar las
pichanguitas de los fines de semana. “El ‘Mundialito’
viene de una costumbre de jugar los sábados. Se hacían
partidos entre todos los pasajes: Dos de Mayo, La Mar,
Defensor El Porvenir, Leoncio Prado. Luego se incor-
Especial Fútbol
poraron otros barrios”, cuenta el Ché Mendoza, quien
en sus años mozos fue protagonista del campeonato y
luego se dedicó a organizarlo y, junto con otros jueces,
a arbitrar los partidos.
El “Mundialito” empezó cuando el fútbol de barrio
estaba prohibido. Al presidente Odría le parecía de mal
gusto que se jugase pelota en las calles, y mandaba que
la Policía persiguiese a quienes lo practicaban. Eran
tiempos de los últimos manotazos de la República Aristocrática, y el fulbito de pista se convertía en el presagio
del desborde popular que ocurriría más tarde.
La historia del “Mundialito” tiene pinta de leyenda.
Cuentan que los primeros partidos se realizaban con
una pelota de trapo (“testigo del primer gol”, como dice
la entrañable canción), y los arcos, como en todo barrio
que se respete, eran dos piedras, que luego servían para
definir todo tipo de controversias.
No pueden faltar, por supuesto, las historias trágicas,
como las del Ché Mendoza, quien también aprendió a
gritar los goles en su propio arco: “El ‘Mundialito’ me dio
una hija y me quitó un hijo. Yo estaba feliz arbitrando
una final con dos ‘fifas’ a mi costado y ese mismo día unos
delincuentes hijos de mala madre mataron a mi hijo”. Y
el Ché árbitro lloró de pito, de rabia y de pena.
Las canchas de El Porvenir han visto nacer a mundialistas de la talla (y del ancho) de Julio Baylón y el Cholo
Sotil. Y han recibido a ilustrísimos invitados. Cuente
usted: el Loro Cueto, el Nene Cubillas, el Tanque La Rosa,
el Chiquillo Duarte. Para qué más…
Hoy, sin embargo, los tiempos han cambiado. Ahora por
sus canchas —o, más propiamente, por sus aires—viajan
los hedores de los estupefacientes, según el hablar técnico
del Peluca. El pastel, la grifa, el moño y el porrito les son
jugados en cortito a sus infantes y así sellan autogoles
letales antes de que puedan estrenarse como goleadores
de verdad: “Ahora la expectativa ha bajado, porque hay
mucha droga y delincuencia. Existen muy buenos valores,
pero la droga los pierde y se dedican a asaltar”.
A pesar de estos malos aires, el “Mundialito de El Porvenir” sigue siendo año a año la sede metropolitana de su
majestad, la pelota. Y como todo mundial que se respete,
este tiene sus estrellas, mitos y estadísticas propias, como
la epopeya de don Ernesto Mendoza, rebautizado en
estas pistas como el Menotti peruano: aquel día en el que
conquistó el título mundialista por sexta vez —tres con el
Galaxia Polo y las otras tres con Baterías Huarcaya, equipo
en el que jugaron Hugo Sotil, William Huapaya y Pechito
Farfán—, y en un gesto que es ya leyenda, el Ché se agachó
y besó la cancha diciendo: “Te tengo dominada”. O los más
de quinientos policías que año a año van a resguardar el
evento. Y aquella última final que tuvo que ser arbitrada
por diez jueces FIFA para evitar complicaciones.
Todos estos recuerdos forman parte de los anales históricos de La Cachina y de una infranqueable pertenencia
colectiva. Es que cuando el fútbol, cansado de tanta
adversidad, se refugia en El Porvenir (hijo de La Victoria), entonces la esperanza adquiere forma de pelota y
el criadero de potrillos por excelencia se convierte en
una reserva nacional de la alegría.
[Posdata: Si el fútbol no es alegría, ¿de qué michi estamos hablando?]
De machas, mechas y muchas
Hace ya bastante tiempo que el fútbol de mujeres ha
dejado de pertenecer al reino del asombro y lo pintoresco.
Hasta hace algunos años podía ser el tema favorito de los
magazzines domingueros que matan por la originalidad.
Ahora tiene un sitio en los canales deportivos, la FIFA
hace años que lo oleó y sacramentó y en el Perú hay grandes clubes que ya cuentan con su equipo de mujeres.
Lo nuevo está en el tránsito de lo oficial a la calle. “Ahí está
el detalle”, como diría Cantinflas. La práctica del softball
en el Perú es absolutamente normal, pero no se ve a chicas
por los parques en práctica masiva. Con el fútbol y sus
aplicaciones callejeras sucede lo contrario. “La práctica está
creciendo sobre todo en categorías menores conforme los
prejuicios disminuyen. Los mismos padres, que antes lo
prohibían, llaman para que sus hijas participen”, cuenta
Lorena Bosman, entrenadora de la Selección Nacional de
Fútbol. Ahora vemos en colegios y parques campeonatos,
seudocampeonatos y hasta pichanguitas una fémina adoración a la pelota, una costumbre que hasta hace algunos años
era solo el cumplimiento burocrático de las disposiciones
FIFA o el ameno motivo del rating dominical.
Si bien el fútbol ha dejado de ser monopolio exclusivo
de los hombres, la práctica es la misma pero no es igual.
El fútbol es hijo de
la calle y del potrero.
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nº 177 julio 2006
Además de que el fútbol femenino no tiene el millonario
despliegue del que goza el masculino, hay también diferencias de concepción: “Hay más lealtad para jugar entre
las mujeres, mayor sutileza. Los varones se van con todo
sin importar si le rompes el tobillo a un rival; las mujeres
somos más correctas”, cuenta Camy Pacheco, infaltable
pichanguera de los sábados por la tarde en la Universidad
Agraria, quien confiesa que antes se sentía discriminada
por los hombres pero que ahora eso ha cambiado y ahora
la llaman hasta para integrar equipos mixtos.
Y, con el perdón por la redundancia, por suerte la suerte
que acompaña a los varones no es la misma que aquella
que han corrido las mujeres: estamos entre los tres primeros de Sudamérica. En 1996 la selección peruana quedó
segunda en el Sudamericano; el año pasado, en los Bolivarianos de Armenia, Colombia logró la medalla de oro,
y ahora piensan reeditar el éxito en el ODESUR. Además,
estamos en el puesto 32 en el mundo: “La diferencia con
los hombres es que las chicas no viven del fútbol. Ellas
estudian y trabajan, y se dan un tiempo para acomodar
su trabajo a cambio de lo que se les pueda brindar. Ellas
no reciben grandes premios ni astronómicos sueldos;
para ellas el fútbol es un hobby y una pasión”.
A este paso, los hombres derrotados en su cancha ya
no solo verán el fútbol femenino para esperar sentados
el intercambio de camisetas (¡ups!), sino también para
aprender de ellas. Una vez más.
¡Perú, Alemania 2006!
¿Quién dijo que no clasificamos al Mundial de Alemania?
El fracaso de la Selección Peruana de Fútbol no alcanzó
a nuestros máximos representantes de fútbol de barrio
que amarraron bien los pasadores de sus taiwanesas
de diez lucas para participar del Mundial de Fútbol
Callejero que se jugó paralelamente con aquel otro, el
de las Nike y las Adidas.
Así es: la calle se puso la camiseta que los otros guardaron
en el ropero hace veinticuatro años. Como ninguno de
los integrantes de nuestra selección callejera supera los
20 años de edad, no hay uno solo que haya visto a una
Selección Peruana de Fútbol en un Mundial. Cansados
de tanta nostalgia, que ni siquiera es propia, estos
muchachos fueron decididos a ser protagonistas de la
anhelada cita mundial.
El Streetfootbalworld Festival 06 —vaya nombrecito
para el Mundial de Fútbol Callejero— se jugó en simultáneo con la Copa Mundo FIFA 2006, y contó con
la participación del equipo peruano seleccionado por
el Proyecto Escuelas, Deporte y Vida que dirige Sara
Diestro. El certamen formó parte del Programa Oficial
de Arte y Cultura de la Copa del Mundo Alemania 2006.
Tomaron parte de él veinticuatro equipos representantes de otros tantos proyectos que se desarrollan
en cinco continentes. El propósito: utilizar la práctica
del balompié en la lucha contra la delincuencia y las
drogas.
Antes de su viaje, conversamos con algunos de los chicos. “Me encuentro con muchas expectativas y quiero
triunfar. Siempre ha sido mi sueño y el de todos mis
compañeros jugar con la selección”, dijo Jared Moreno,
una de las estrellas del equipo, mientras sus demás
compañeros lo aplaudían como si en lugar de hablar
estuviera haciendo una huacha.
El equipo nacional lo conformaron Karen Paredes,
Rubén Cano, Aldaír Medina, César Gutiérrez, Edson
Zapata, Emmanuel Rivera y Juan Carlos Cortina, y fue
conducido por Émerson Calderón. Como se puede ver,
incluye una mujer, y la razón de que no hayan sido más es
puramente burocrática. Les hubiese convenido, porque
en este Mundial los goles femeninos valen más.
El reglamento del fútbol callejero difiere mucho del oficial. Aquel se juega sobre la pista, no sobre grass, y cada
equipo tiene cinco jugadores. No hay un árbitro, sino un
mediador que reúne a los jugadores de los dos equipos
para pactar las normas. No gana el equipo que más goles
anote, sino aquel que acumula mayor puntaje.
En la víspera de su partida hacia el viejo continente
jugaron su último partido en las calles de Villa El
Salvador, frente a la atenta mirada de unos patas de
barrio; los siguientes fueron en el coloso de Kreusberg,
ubicado en el corazón de Berlín, que tiene una capacidad
para 2 mil 200 espectadores y cientos de periodistas.
Moreno nos dejó un mensaje antes de subir al avión
que los llevó a Alemania: “Les diría que depositen su
confianza en nosotros, porque vamos a dejar bien en
alto el nombre del Perú no solo a nivel deportivo sino
también cultural”. Y nos contagia las ganas a nosotros,
que tan acostumbrados estamos a los desánimos.
Selección peruana de fútbol callejero.
Especial Fútbol
Los años
MARAVILLOSOS
Érase una vez el Perú
en un Mundial de
Fútbol. Ocurrió en el
primero de ellos, en
1930, cuando fuimos
invitados por el
Uruguay y José María
Lavalle dio una lección
de marinera en el
césped del hoy mítico
Centenario. Treinta y
nueve años más tarde,
ese maestro del fútbol
y de la vida cotidiana
conocido como Didí nos condujo a
México ’70. En 1978, en la Argentina,
el banco fue ocupado por el Oso
Marcos Calderón, para muchos un
técnico ‘defensivo’, aunque la cifras
digan que fue el DT peruano más
exitoso. A España ’82, por último,
nos llevó el Viejo Elba de Padua
Lima, Tim, amante del buen fútbol
pero, dicen, poco afecto al trabajo y
con escasa capacidad para imponer
autoridad.
Sí, pues: hace veinticuatro años
que nuestra Selección no sabe lo
que es asistir a la máxima cita del
fútbol mundial. Ahora, jugadores e
hinchas nos limitamos a verlos por
televisión. Y aunque algunos digan
que no se puede vivir de recuerdos,
nosotros pensamos (y sentimos)
que la esperanza, alimentada por la
memoria, es suficiente razón para
seguir intentándolo.
Preguntamos a algunos de nuestros
entrañables mundialistas (término
en proceso de extinción: dícese
del jugador peruano que participó
en algún Mundial de Fútbol) por
los recuerdos que atesoran de esa
enorme experiencia, regateándole, de
pasada, una sonrisa a la memoria.
Total: ¡Nadie nos quita lo bailao!
Hector Chumpitaz
(México ’70, Argentina ‘78, España ‘82)
Creo que en México ‘70 el resultado fue positivo, porque pese a todo
se perdió con el equipo que luego se coronó campeón mundial: Brasil.
No me interesa lo que hasta ahora se dice del 6-0 contra Argentina
en el Mundial de 1978, porque me siento tranquilo de haber dejado
todo en la cancha.
Los mundiales obviamente son distintos si no veo a Perú participando. Hay que trabajar mucho para lograr ese objetivo. Creo que es
exagerada la cantidad que ganan los futbolistas ahora, sobre todo
los que juegan en Europa. En nuestros tiempos la marca Adidas nos
pagaba, por partido, aproximadamente 300 dólares, y conforme
ibas pasando etapas la suma iba ascendiendo. Y para nosotros
eso era una fortuna.
Hugo Sotil
(México ‘70, Argentina ‘78)
Para un futbolista, estar en un Mundial defendiendo a su país es
la cosa más importante, y siempre existe el nerviosismo de todo
muchacho que va por primera vez. Por eso siempre hacíamos bromas que permitían sobrellevar la situación. Yo hice una apuesta con
Orlando el Chito La Torre cuando estábamos en la preselección. Él
me decía que yo no podía hacer ningún gol, y cuando nos tocó jugar
contra un equipo ruso apostamos que si yo lograba hacer un gol él
se cortaba el pelo, pero si no me lo tendría que cortar yo. Hice dos
goles en ese partido, y al día siguiente lo busqué para que cumpliese
su promesa. Así, seis muchachos de ese equipo lo acompañamos a
que se corte el pelo. Yo di el ‘play de honor’ arrancándole el primer
mechón. Cuando ya me iba, me agarraron Rubiños, el finadito Gallardo
y el Chato Del Castillo y me empezaron a rapar. Es que Orlando era
bien picón y no quería perder solo. Por eso los siguientes partidos
los tuve que jugar pelado.
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nº 177 julio 2006
Ramón Mifflin
(México ‘70)
A México ’70 la Selección llegó
con buenos pergaminos, porque había eliminado a Argentina. Sin embargo, sufrimos un
golpe muy fuerte en el partido
contra Bulgaria. El primer tiempo
terminó 2-0 en contra nuestra.
En el entretiempo entró en el
camerino Javier Aramburú, en
ese entonces presidente del
IPD. Había llenado un poto
de chicha con tierra que, dijo,
era peruana, y nos metió una
señora guapeada. Terminó
echando la tierra al piso, y así
todos refregamos en ella los
chimpunes. El segundo tiempo
fue distinto: las palabras de
Aramburú nos trasformaron y
logramos remontar el marcador.
Al final ganamos 3-2.
Germán Leguía
(Argentina ‘78, España ‘82)
La experiencia de asistir a un Mundial es algo impresionante, porque te encuentras
con los mejores jugadores del mundo. Cuando era chiquillo y empezaba a jugar, mis
ídolos máximos eran Platini y Zico, y de pronto me encontré con ellos cara a cara. Para
mí, el haber jugado con Roberto Chale era ya para desmayarme. Era, lógicamente,
apabullante pero a la vez muy bonito, porque te animaba a jugar mejor.
Recuerdo que en 1982, terminado el partido contra Camerún, me tocó pasar la prueba
antidopaje, y como yo sudo mucho dentro del campo me demoro en orinar. Ese día
batí un récord mundial: tardé cinco horas y quince minutos, y me tuvieron que dar
champaña y cerveza para facilitar el proceso. El segundo partido fue contra Italia y
nuevamente salí sorteado. Los encargados de la prueba me bromeaban diciendo que
yo no quería orinar para que me den más licor.
Jaime Duarte
(Argentina ‘78, España ‘82)
Cuando, en España ’82, empatamos con Camerún, no sabíamos realmente con quién íbamos
a jugar. El empate fue un desastre para la prensa peruana, que pensaba que habíamos jugado
con un equipo que pateaba sandías y que eran rápidos solo porque les soltaban a los leones. No
sabían que todos esos futbolistas estaban jugando en Francia.
Como hecho anecdótico recuerdo que en Argentina ‘78 nosotros hicimos un buen papel en la primera
etapa, y que en el partido que jugamos contra Holanda uno de los hermanos Van der Kerkoff me
pidió cambiar la camiseta. Y era tan fuerte el humor del holandés que a pesar de haber pasado
tantos años y de haber lavado tantas veces la camiseta, hasta ahora no se le quita el ‘alacrán’.
Percy Rojas
(Argentina ‘78)
El Mundial de Argentina ‘78 fue un gran mundial, porque clasificamos a la siguiente fase como primeros en nuestro grupo. Luego, lamentablemente, quedamos eliminados por un marcador
abultado. Los rumores de que ese partido fue arreglado nacen
de los brasileños, porque con ese resultado ellos quedaron
eliminados, y si realmente lo creen entonces que lo prueben,
porque la verdad no llegó ningún ofrecimiento al vestuario. Diría
que fuimos superados ampliamente esa noche.
Lo que recuerdo de cuando jugábamos los mundiales es que
antes de salir al campo nos reuníamos y nos alentábamos entre
todos. Lógicamente, eso se hace en un partido cualquiera, pero
en un mundial es especial; todos estábamos muy eufóricos. El
mundial de ahora tiene mayor difusión.
Especial Fútbol
¡Ya llegará!
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