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ISSN 1852-8783
SOCIEDADES de PAISAJES
ÁRIDOS y SEMI-ÁRIDOS
Revista Científica del Laboratorio de Arqueología
y Etnohistoria de la Facultad de Ciencias Humanas
Año III / VolumenV / Diciembre de 2011
Universidad Nacional de Río Cuarto
Río Cuarto. Córdoba. Argentina
Año IV / Volumen V/ Junio de 2012
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Año IV / Volumen V/ Junio de 2012
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REVIST
A SOCIED
ADES DE P
AISAJES ÁRIDOS Y SEMIÁRIDOS
REVISTA
SOCIEDADES
PAISAJES
Año III / Volumen V / Diciembr
Diciembree de 2011
Ruta Nacional 36 Km. 601 / (X5804) / Río Cuarto / Argentina
Tel.: 54 (0358) 467 6200 / Fax.: 54 (0358) 468 0280 / E-mail: [email protected]
Web: http://www.unrc.edu.ar
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AL
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R ector
Prof. Marcelo RUIZ
Vice R
ector
Rector
Prof. Javier SALMINIS
Secretario General
Prof. Pablo Galimberti
Secretario Académico
Prof. Claudio Asaad
Secr
etario de Ciencia y Técnica
Secretario
Prof. Alejandro Larriestra
Secretario de Extensión y
Desar r ollo
Prof. César Quiroga
Secretario Económico
Prof. Luis Barovero
Secretaria de Bienestar
Prof. María Nidia Ziletti
Secretario de Coordinación
Técnica y Servicios
Prof. Gabriel Paisio
Sec. de Planificación y
Relaciones Institucionales
Prof. Nelso Doffo
Secr
etario de P
osg raduación
Secretario
Posg
Prof. Jorge Barral
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Decana
Prof. Gisela VELEZ
Vice Decano
Prof. Pablo Wehbe
Secretaria Académica
Prof. Ana Vogliotti
Secr
etario Técnico
Secretario
Prof. Gustavo Kunzevich
Secr
etaria de In
aciones
Secretaria
Invv estig
estigaciones
Prof. Clide Gremiger
Secr
etaria de P
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Secretaria
Posg
Prof. Diana Sigal
Secretaria de Extensión
Prof. Carla Borghi
Secretario de Gestión y
Relaciones Institucionales
Prof. Fabio Dandrea
Subsecretario Académico
Prof. Héctor Stroppa
Subsecr
etaria Técnica
Subsecretaria
Prof. Verónica Picco
Subsecretario de Comunicación
Institucional
Prof. Daniel Maza
Autoridades del
De
par tamento de Historia
Depar
Directora
Prof. Alicia Lodeserto
Vicedir
ectora
icedirectora
Prof. Marcela Brizzio
6
SociedadesdedePaisajes
Frontera:
Las del
presente
Sociedades
Áridos
y Semi-Áridos
ISSN 1852-8783
REVIST
A SOCIED
ADES DE P
AISAJES ÁRIDOS Y SEMIÁRIDOS
REVISTA
SOCIEDADES
PAISAJES
Año III / Volumen V / Diciembr
Diciembree de 2011
Directoras
Ana María Rocchietti / Marcela Alicia Tamagnini
Comité Editor
Secretario: Juan Manuel Chavero
Alicia Lodeserto, Ernesto Olmedo, Graciana Pérez Zavala, Flavio Ribero
Consejo de R
edacción
Redacción
Yanina Aguilar, Yoli Martini, Martha Villa, Laura Gili, Martha Tigier
Colaboradores
Paula Altamirano, José Luís Torres, Daniela Castro Cantoro, Gustavo Torres, Mariano Yedro,
Arabela Ponzio, Germán Sabena, Mauricio Saibene
Comité Científico
Antonio Austral (Universidad Nacional de La Plata), Rafael Curtoni (Universidad Nacional
del Centro de la Provincia de Buenos Aires), Alejandro García (Universidad Nacional de San
Juan), Emilio Eugenio (Universidad de Buenos Aires), Rolf Foerster (Universidad de Chile),
Facundo Gómez Romero (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires CONICET), Arno Álvarez Kern (Universidad Federal de Porto Alegre, Brasil), César Gálvez
Mora (Instituto Nacional de Cultura, Departamento de La Libertad, Perú), Carlos Pérez
Zavala (Fundación Intercambio Cultural Alemán-Latinoamericano, Río Cuarto), Víctor
Pimimchumo (Instituto Nacional de Cultura-Dirección Regional de Cultura, La Libertad,
Perú), Racso Fernández (Investigador Auxiliar Instituto Cubano de Antropología, Grupo
Cubano de Investigaciones de Arte Rupestre), Ludgarda Reyes (Universidad Privada Franz
Tamayo, Perú), Tom Dillehay (Department of Anthropology, Vanderbilt University).
Evaluaron este volumen
Susana Aguirre (Universidad de La Plata), Nelson Ciminelli (Universidad Nacional de Río Cuarto),
María del Carmen Espinoza Córdova (Museo Gruning, Lambayeque, Perú), Gladys Morales (Universidad
Nacional de Río Cuarto), Irene Scaletzki (Universidad de Palermo), Ana María Fernández (Universidad
Nacional de Rosario), Fernando Oliva (Universidad Nacional de Rosario), Jorge Pinto Rodríguez
(Universidad de la Frontera-Temuco-Chile), Ricardo Salas Astrain (Universidad Católica deTemuco-Chile)
, AliciaTapia (Universidad de Buenos Aires), HéctorVázquez (Universidad Nacional de Rosario).
Diseño de Tapa
apa:
Juan Chavero
Diagramación Interior
Interior:
Germán Sabena
Curadoría:
María Cecilia Stroppa (Universidad Nacional de Rosario - CIUR)
Supervisión Gráfica del volumen
volumen:
Cecilia Grazini
Propietario Responsable
Responsable:
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EDITORIAL
UNIVERSIDAD
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Ruta Nac. 36 Km. 601 / (X5804) / Río Cuarto / Argentina
Tel.: 54 (0358) 467 6332 / Fax.: 54 (0358) 468 0280 / E-mail: [email protected]
Web: http://www.unrc.edu.ar
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UNIVERSIDAD
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CULT
HUMANAS
Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria
Ruta Nac. 36 Km. 601 / (X5804) / Río Cuarto / Argentina el.: 54 (0358) 467 6297 / Fax.: 54 (0358) 468 0280
Contacto: [email protected]
Decreto-Ley 6422/57 de Publicaciones Periódicas.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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8
Sociedades de Frontera: Las del presente
ÍNDICE GENERAL
NOTA A LECTORES ..........................................................................................................17
EDITORIAL ............................................................................................................................13
SOCIED
ADES DE FR
ONTERA: LAS DEL PRESENTE
SOCIEDADES
FRONTERA:
LA DIABLADA, UN PATRIMONIO EN DISPUTA COMO
REFORZADOR DE LA FRONTERA PERUANO-BOLIVIANA ................... 17
Jorge Alberto Kulemeyer
LAS DIVERSIDADES CONVERTIDAS EN DESIGUALDADES.
FRONTERAS SIMBÓLICAS DE «FRICCIÓN SOCIAL» .................................... 37
Ana Esther Koldorf*
IQUITOS DE LA EXPLOTACIÓN CAUCHERA A LA MARGINALIDAD
URBANA. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL MERCADO DE BELÉN ....... 51
María Laura Gili
LAS NUEVAS FRONTERAS Y LA POLÍTICA INTERCULTURAL .......... 63
Ana Rocchietti
LA COMPETENCIA COMUNICATIVA INTERCULTURAL EN
CONTEXTOS MONO-CULTURALES. ESTUDIO EXPLORATORIO DE LOS
ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO ...... 85
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
LAS NUEVAS FRONTERAS DE LA MODERNIDAD:
EL PROYECTO URBANO MODERNIZADOR DE LA MUNICIPALIDAD
DE RÍO CUARTO COMO DISFRAZ DE LA EXCLUSIÓN ........................... 103
Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesí
LOS ALEMANES DEL VOLGA EN LA ALDEA SANTA MARÍA DE LA
PROVINCIA DE CÓRDOBA. LA CONSERVACIÓN DE SU IDENTIDAD ... 121
Daniela Rivarola
LA ESTIGMATIZACIÓN DE LA MUJER EN UNA ÉPOCA DE
LA HISTORIA DE CIUDAD JUÁREZ. 1920-1930 ................................................... 135
Rutilio García Pereyra
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
9
Índice General
EL CRITERIO DE SOSTENIBILIDAD EN RELACIÓN A LA
TURISTIFICACIÓN DEL TERRITORIO BAJO LA PROPUESTA DE UNA
TEORÍA DEL DESARROLLO ENDÓGENO .............................................................. 151
Yanina Aguilar y Arabela Ponzio
SOCIED
ADES DE FR
ONTERA: LAS DEL P
ASADO
SOCIEDADES
FRONTERA:
PASADO
LA FRONTERA SUDORIENTAL DEL TAWANTINSUYU ............................ 163
Alejandro García
ENTRE LA FE Y LA RELIGIOSIDAD. EL MODELO
DE FRANCIA EN EL SIGLO XVI ......................................................................... 177
Martha Noemí Grodsinsky y Silvia Morales
CONTROL SOCIAL Y POLÍTICAS DE FRONTERA EN LA
GOBERNACIÓN INTENDENCIA DE CÓRDOBA ................................................ 187
Ana Inés Punta
FRONTERAS COLONIALES Y PERIFERIAS IMPERIALES ........................ 203
Margarita Gascón
EL TRIÁNGULO COMERCIAL ENTRE LOS RANQUELES, LOS MALONES Y
LA RUTA A CHILE ........................................................................................................ 333
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres
UNA ESTANCIA TARDOCOLONIAL EN EL CONFÍN DE LA
FRONTERA SUR DE CÓRDOBA .......................................................................... 213
Flavio Ribero
SIN LÍMITES Y SIN TREGUA. UNA REDEFINICIÓN DE LA
«GUERRA A MUERTE» EN LAS FRONTERAS DE AMÉRICA SUR ..... 229
Carla Gabriela Manara
RELACIONES POLÍTICAS ENTRE RANQUELES Y SALINEROS (1850-1880) .... 271
Graciana Pérez Zavala
MILITARES Y MILICIANOS. ALGUNAS NOTAS SOBRE LOS
CUERPOS ARMADOS EN LA FRONTERA SUR DE CÓRDOBA.
UN ANÁLISIS COMPARATIVO DEL SIGLO XVIII Y XIX ....................... 293
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
RELACIONES INTERÉTNICAS Y EVOLUCIÓN ESPACIO-TEMPORAL
DE LA FRONTERA SUR DE SANTA FE (1750-1879) ................................... 313
Norberto Mollo
Sociedades de
Áridos
y Semi-Áridos
10
dePaisajes
Frontera:
Las del
presente
1010 Sociedades
NO
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ORES
NOT
LOS
LECTORES
Revista Sociedades de P
Paisajes
aisajes Áridos y Semi-Áridos es una publicación semestral que edita el Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria (Departamento de Historia - Facultad de Ciencias Humanas – Universidad Nacional de
Río Cuarto). Recibe artículos originales de autores nacionales y extranjeros que
desarrollan investigaciones en: Arqueología Regional, Arqueología Latinoamericana, Problemas Teóricos y Metodológicos en Arqueología, Etnohistoria, Antropología, Etnografía, Ciencias concurrentes y afines (como Geología, Geografía, Historia, etc.).
Está dedicada especialmente a las investigaciones de la diagonal árida
de la Argentina y de América del Sur.
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Sociedades de Frontera: Las del presente
REVIST
A SOCIEDADES de PAISAJES
REVISTA
ÁRIDOS y SEMI-ÁRIDOS
Año III / Volumen V/ Diciembre de 2011
Editorial
En la presente compilación de ponencias sobre el «Foro de Sociedades de Frontera: Bajo la advocación del Bicentenario» que el estimado lector está por emprender,
se encontrará con un panorama de investigaciones que reflejaron una novedosa intención multidisciplinaria en el abordaje de las temáticas de los diversos estudios de
Frontera. Muestra de ello se evidencia en un riquísimo abanico de enfoques que están
representadas por la Arqueología, la Antropología Cultural, Antropología Social,
Antropología Política, Etnografía, los estudios del Patrimonio Cultural material e
intangible, la Filosofía y la Historia; todas ellas fueron presentadas con sus apasionantes
universos y horizontes de investigación, en un diálogo recíproco y retroalimentado
que fue eje de propósito metodológico y académico fundamental del encuentro.
En el Foro que se realizó en la Universidad Nacional de Río Cuarto en julio
de 2010, se intentó visualizar un nuevo panorama sobre la apreciación de los aspectos de «La Frontera» ya no entendida solamente como el tradicional espacio divisor de dimensiones físicas, materiales, políticas, culturales o de pensamiento, sino
como un concepto cuya propia dinámica implica también un espacio de unión
entre discontinuidades, entenderlo también como un sincero encuentro con sus
propios universos que no se pueden entender simplemente desde la obvia separación entre el antes y después del segmento fronterizo, ya sea que lo entendamos
desde el punto de vista material o conceptual. Se pretende mostrar una forma
explicativa que incluye pequeños y otras veces grandes cambios, pero todos significativos igualmente a la hora de poder ser comprensivos con los grandes relatos
disciplinarios que muchas veces no reparan en las transformaciones y en la convivencia de múltiples contextos que operan en lo fronterizo, y que simultáneamente
ejemplifican los antecedentes y consecuentes que manifiestan el cambio.
Resumiendo, entendemos que esta obra muestra el espíritu innovador de un
conjunto de investigadores, docentes y estudiantes que participaron en el mentaAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
13
Editorial
do evento, iniciando de este modo el primer paso de un largo camino a desandar,
y a la vez de manera indudable, enseña una inmensa motivación para nuevas producciones intelectuales que sin dudas resultarán sumamente fructíferas, al calor de
una necesaria vuelta a la generación de estudios originales y novedosos desde los
centros de producción universitarios para con la sociedad envolvente que le da su
aliento y sustento de existencia.
José Tor
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Sociedades
PaisajesLas
Áridos
y Semi-Áridos
1414 Sociedades
de de
Frontera:
del presente
....
Sociedades de Frontera: Las del presente
Año III / Volúmen V/ Diciembre de 2011
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Sociedades de Frontera: Las del presente
LA DIABLAD
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ATRIMONIO EN
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A COMO REFORZADOR DE LA
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A
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Jorge Alberto Kulemeyer*
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Karen Schwarz, la representante del Perú al concurso Miss Universo realizado en Bahamas el 23 de agosto de 2009, optó por lucir para la ocasión
un traje inspirado en la danza de la Diablada. Al conocerse esta información, el ministro de Culturas de Bolivia, Pablo Groux, reaccionó rotulando el hecho como «apropiación de patrimonio cultural boliviano por lo
que impugnó formalmente la presentación de Schwarz con lo que la divergencia pasó rápidamente a constituirse, en una cuestión de Estado para
ambos países. La protesta el gobierno de La Paz fue llevada otros foros
como, por ejemplo, la Comunidad Andina, la UNESCO y a la Organización Mundial de Propiedad Intelectual que recibieron respuestas igualmente encendidas del lado peruano. A partir de esta controversia ambas
partes tuvieron numerosas y diversas reacciones mediante tomas de posición canalizadas a través de manifestaciones populares públicas y festivas,
organización de eventos con alegatos académicos y jurídicos, amplia exposición mediática del caso (incluyendo un spot televisivo financiado por
el gobierno boliviano en las cadenas internacionales CNN y Telesur). La
elección de la Diablada como objeto de discordia representa una situación que solo puede ser concebida y emprendida en el contexto de valores
e intereses propios de los procesos culturales, políticos y comunicacionales
de nuestros tiempos. Nuestro escrito está dirigido a proponer un análisis
*
CICNA/FHyCS-Universidad Nacional de Jujuy. E-mail: [email protected]
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
17
Jorge Alberto Kulemeyer
de la concepción y antecedentes de las nociones de Estado, nación, fronteras y territorio asociadas a este diferendo.
Palabras ccla
la
lavve: Diablada - Reina - Bolivia - Perú - Patrimonio.
Abstract
Karen Schwarz, Peru’s representative to Miss Universe competition which
took place in The Bahamas on august 23rd, 2009, chose to wear for that
event a costume inspired on the «Diablada» dance. When this information
was known, the Bolivian Minister of Cultures, Pablo Groux, reacted calling
this as «an appropriation of the Bolivian cultural heritage». Then he formally
challenged Schwarz’ presentation thus the dispute became a State affair for
both countries. The government of La Paz took the protest to different
forums such as The Andean Community, UNESCO, and to the Intellectual
Property World Organization, who also received several reactions on the
Peruvian side. From this controversy both parties had several reactions by
means of public and popular demonstrations, organization of events on
academic and law presentations, exhibition on the media (including a TV
spot with the financial support of the Bolivian government on CNN and
Telesur). Choosing the Diablada as the subject of discord represents a situation
that can only be thought and managed within the context of values and
interests which belong only to cultural, political and communication processes
of our time. This paper has the idea of putting forward an analysis of the
conception and background of the ideas of State, nation, frontiers and
territory which are associated to this dispute.
Key w
or
ds: Diablada - Queen - Bolivia - Perú - Heritage.
wor
ords:
Introducción
Cuando, a mediados del 2009, el ministro de Culturas de Bolivia1, Pablo
Groux, acusó a la reina de belleza peruana Karen Schwarz de «apropiación de
patrimonio cultural» en razón del uso que había hecho del traje de la Diablada
en su postulación como candidata peruana en el concurso internacional de belleza, quizás algunos pensaron que el hecho debía ser inscripto como parte de una
saga de habituales contrapuntos que forman parte del universo de enfrentamientos
entre dos países hermanos en un contexto en el que cada uno posee, circunstancialmente, una conducción política orientada por una ideología caracterizada
por incluir muchos puntos de vista que generan fricción con el otro en temas de
importancia significativa. Y de inmediato también se hacía presente la reflexión
18
Sociedades de Frontera: Las del presente
La Diablada, un patrimonio en disputa como reforzador de la frontera Peruano-Boliviana
sobre la posible contradicción entre la puja que implica la instalación publica de
una concepción a favor del fortalecimiento de la unidad nacional a partir de
argumentos ligados al pasado cultural de raigambre colonial y, por otro lado, la
esencia misma del habitual discurso indigenista y americanista que no se suele
asentar en los límites territoriales que fijan las fronteras nacionales de la actualidad surgidas luego del la caída del dominio español en la región. Sin embargo,
un análisis más profundo indica que, lejos de ser un episodio aislado y caprichoso, el incidente constituye una expresión de mancomunidad de los gobiernos con
la actual posibilidad de manifestación de la capacidad de autorepresentación,
valoración y transformación de amplios sectores de las clases populares que, además, tiene como ingrediente su ligazón a una interesante y compleja historia de
relaciones entre ambos países signada por frecuentes enconos. Una búsqueda de
interpretación más cabal del conflicto requiere incluir en el análisis los principales antecedentes que hacen a las raíces y procesos históricos compartidos, tanto a
nivel de los sucesos políticos que marcaron hitos ponderados como decisivos
para el devenir de las relaciones como aquellos vinculados a las prácticas rituales
y folclóricas especificas del caso que, en su momento, no tuvieron la trascendencia de los otros (Karasik 2000) pero que, a su vez, no pueden ser desligados de
los contextos contemporáneos de intereses y demás factores que justifican conductas y promueven las decisiones políticas.
En términos de los supuestos rectores que a nivel global prevalecen en los últimos tiempos, el análisis del uso y protagonismo que en este caso adquiere el concepto de patrimonio que se presenta, con sus variadas adecuaciones e interpretaciones, como un marco de referencia adecuado para el análisis (Kulemeyer y Estruch
2008). Una de las actividades y potencialidades más destacadas de la gestión del
patrimonio está dada por su aporte a la difusión del conocimiento académico y
tradicional de los elementos, bienes o conjuntos que se presentan al público (especializado o no). Visto desde una perspectiva holística, se suele decir que la memoria
colectiva encuentra en el patrimonio su alter ego. Es así que en las últimas décadas
«… el patrimonio se ha impuesto como la categoría dominante, englobante, sino
devorante, en todo caso evidente de la vida cultural y las políticas públicas» (Hartog
2003:163). Este enorme protagonismo incluye una serie de situaciones en las que
se plantea no solo su uso sino, también, el abuso en la utilización de la categoría y
abundan las reflexiones sobre la frecuente apropiación que en beneficio propio
que han realizado del término representantes de la dirigencia política y económica
de casi todas las latitudes y ámbitos de poder (Kulemeyer 2003). El análisis de la
situación en que se encuentra la gestión del patrimonio en una sociedad determinada, tanto en general como a través de estudios de caso, constituye una oportunidad
de privilegio para la comprensión de aspectos fundamentales de las formas de
organización del conjunto social (Kulemeyer 2008).
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19
Jorge Alberto Kulemeyer
El conocimiento académico de la gestión del patrimonio ofrece un sinnúmero de escenarios que resultan como consecuencia de cada caso de «activación»
del patrimonio (Prats 2005). El presente caso generado por las diferencias en las
posturas de Bolivia y Perú es analizado desde la perspectiva de concepciones de
frontera que se interpretan como dejadas de lado o implícitas en la confrontación en torno a la Diablada. Desde cada uno de los países, Bolivia y Perú, se
argumenta que en su territorio se dispone de la versión original y autentica en
tanto que el otro ofrece versiones que resultan apropiaciones ilegitimas o adulteradas de la Diablada. La construcción y demarcación de fronteras culturales y
políticas, actuales o históricas, es primordial para la interpretación del caso.
Síntesis de los ar
gumentos per
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ec
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lada
argumentos
peruanos
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Diablada
• Los jesuitas, como parte de su tarea evangelizadora, crearon una representación coreográfica de los siete pecados capitales, para que, a través del
canto y la danza, fuese más fácil transmitir a los nativos de Juli (Perú)
ciertos aspectos de la doctrina religiosa, allá por el siglo XVI;
• originalmente, esta danza era una pieza de teatro alegórica y religiosa, que
representaba los siete pecados capitales derrotados por San Miguel siendo el grupo que mejor conserva la tradición el que baila el 16 de julio en
Paucartambo (a 109 kilómetros de la ciudad del Cusco), para la fiesta de
la Virgen del Carmen;
• cuando se creó la danza, Oruro formaba parte del territorio peruano
dado que hasta 1825 gran parte de la actual Bolivia se conocía como
Alto Perú;
• dos representantes chilenas, María Josefa Isensee Ugarte en 1983 y María
Macarena Mina Garachena en 1989, usaron el traje de la Diablada que
corresponde a la fiesta de «La Tirana» (Chile) sin que mediara protesta
alguna de parte de Bolivia.
Ar
gumentos del lado boli
viano:
Argumentos
boliviano:
• en el pueblo de Paria, Oruro, la representación de los siete pecados capitales fue evolucionando hasta adquirir las características de la Diablada
que actualmente se baila en Bolivia y Puno;
20
Sociedades de Frontera: Las del presente
La Diablada, un patrimonio en disputa como reforzador de la frontera Peruano-Boliviana
• la Diablada se ejecutó por primera vez en Oruro, Bolivia, en 1789. Posteriormente, la danza se propagó a otros lugares del altiplano;
• la Diablada es uno de los íconos más importantes por los que el Carnaval
de Oruro fue declarado como Obra Maestra y Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación la Ciencia y Cultura (Unesco) el año 2001 y forma parte
oficial del catálogo, conformado para su declaración;
• en relación a la organización del evento de Miss Universo, la participación por Bolivia de Rosario Rico Toro en 1990, oportunidad en que
vistió el traje de la Diablada. Más adelante también lo hicieron las bolivianas Verónica Pino (en 1992) y Ximena Rico Toro (en el 2002);
• en 1997 se acuñó una moneda dedicada a la Diablada.
Las rreacciones
eacciones de Boli
via
Bolivia
En Bolivia el conflicto ha sido entendido como causa nacional de gran relevancia, sentimiento expresado a través de numerosas reacciones emprendidas tanto desde el gobierno como por numerosos grupos de bolivianos radicados en el
país o el exterior. El carnaval de Oruro es un acontecimiento que une a toda
Bolivia.
A través de periódicos y sitios de internet se informa recurrentemente sobre
actividades realizadas en «defensa y reivindicación del origen boliviano de la
Diablada» y en casi todos los casos se hace mención explícita a la contrariedad
que generó el uso del traje por parte de la peruana Karen Schwarz como motivación para estas demostraciones. Entre las acciones emprendidas por Bolivia se
destacan:
1) el Gobierno de Bolivia amenazó con impugnar ante el Tribunal de la
Haya.
2) Bolivia pagó U$S 16.000 en campaña por spot de 20 segundos transmitido por CNN (EEUU) y Telesur (Venezuela) en defensa del origen de la
Diablada de Oruro que también fue transmitido en Bolivia,
3) concentración masiva de las fraternidades en la plaza Murillo (La Paz)
4) organización de una exposición itinerante,
5) realización de un coloquio bajo la denominación Jornada de Defensa de
la Diablada
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
21
Jorge Alberto Kulemeyer
6) se celebró en La Paz el Día de Reivindicación de la Diablada con cerca
de un millar de bailarines,
7) Evo Morales, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia (denominación dada en el 2009 a la antigua República de Bolivia), invitó públicamente a Karen Schwarz a bailar la Diablada en el carnaval de Oruro pero
la joven optó por hacerlo a orillas del lago Titicaca pero del lado peruano,
8) con el propósito de «reforzar la cultura boliviana», el 18 de julio del
2010 se bailó la danza de los caporales de manera simultánea en 45 ciudades del mundo, en 18 países y cuatro continentes como parte de una
cruzada internacional «organizada para defender el origen boliviano de
esta danza, porque otras, como la Diablada y la Morenada, fueron desvirtuadas por Perú y Chile». Han bailado en Washington (Estados Unidos)
frente al Capitolio y en París (Francia) junto a la Torre Eiffel, en Tokio
(Japón), Toronto (Canadá), Essen (Alemania), Bruselas (Bélgica), Madrid
(España), Viena (Austria), Bérgamo (Italia), Buenos Aires (Argentina) y
Sao Paulo (Brasil), entre otras. Asimismo, en Bolivia hubo coreografías
similares en La Paz, Oruro y Cochabamba, con la participación de unos
1300 danzarines (Agencia Informativa Latinoamericana 19/07/10),
9) en agosto de 2010 se inaugura en Oruro, denominada «capital folclórica
de Bolivia», el Museo del Diablo concebido con el objetivo de mostrar la
historia, la simbología y tradición de la danza de la Diablada. El proyecto forma parte del Plan de Salvaguarda del Carnaval de Oruro (Pasco),
que es financiado por la Unesco. La apertura estaba prevista para mayo,
pero hubo demoras, sobre todo porque las autoridades advirtieron que
parte de la indumentaria de los diablos y las caretas adquiridas no son
propias de la tradición orureña. Según informó el Comité de Etnografía
y Folklore de Oruro cerca del 40% de las piezas del Museo del Diablo
fueron observadas por su mala calidad. Hay trajes que son de imitación,
que los técnicos «adquirieron de otras regiones del país», «las caretas que
se planeaba exhibir son de fibra de vidrio siendo que las caretas originales
están hechas de yeso; por lo que se debe cambiar a las originales».
10)el Congreso boliviano aprobó el 25/10/2010 cinco leyes para declarar
patrimonio «cultural e inmaterial» a igual número de danzas folclóricas
del altiplano andino: «La Morenada», «Los Caporales», «La Llamerada»,
«La Kullawada» y la «Saya Afroboliviana». Según la decisión de la Cámara de Diputados- están «desprotegidas» por el Estado, «a merced de procesos globalizadores, y expuestas a la apropiación por parte de otros paí22
Sociedades de Frontera: Las del presente
La Diablada, un patrimonio en disputa como reforzador de la frontera Peruano-Boliviana
ses». La ministra de Culturas, Zulma Yugar, que intervino en la sesión del
Congreso, destacó que la aprobación de las nuevas normas permitirá «decirle al mundo» que estas danzas «pertenecen al territorio nacional».
Es posible que otros hechos puedan entenderse como una consecuencia desencadenada a partir este diferendo. Uno de ellos es la participación de la joven
de 25 años, ex reina de belleza Miss Bolivia, Jessica Jordan, como candidata a
gobernadora de la provincia del Beni por el partido gobernante a nivel nacional
(el MAS). Otro ejemplo en el mismo sentido serian los intentos realizados por el
gobierno de Evo Morales para lograr la realización en la ciudad de Santa Cruz
del Concurso de Miss Universo en el año 2011, propósito que finalmente fracasa en razón de los altos costos asociados a la organización del evento.
El conflicto, anclado en referencia a una geografía y población determinadas, está lejos de ser ajeno a las implicancias de los desarrollos de las nuevas
tecnologías con este diferendo. «Más que nunca podemos observar que en el
mundo contemporáneo y en el Perú, el poder es el poder sobre la imagen» señala
Cánepa Koch (1998). Al compás de nueva geografía en permanente construcción caracterizada por su alto grado de movilidad y permeabilidad, las encendidas discusiones «en defensa» de la Diablada rápidamente alcanzaron el escenario
global por iniciativa de los propios gobiernos nacionales asistidos de manera
comprometida y fervorosa por gran numero de connacionales radicados en diversos países del mundo.
La extensión del conflicto a la propiedad nacional de
otras manifestaciones culturales
El diferendo por el uso del traje de la Diablada por parte de la candidata
peruana es un punto de referencia, un disparador de alcance masivo tanto para
peruanos como para bolivianos, de un generalizado conflicto en torno a la propiedad nacional de los bienes culturales de interés que posee muchas aristas y
antecedentes. Casi en simultáneo se desarrollan otras controversias similares en
torno a bienes considerados parte integrante del patrimonio cultural de Bolivia
y/o sus países vecinos. Quizás el primero de esta serie de episodios recientes de
gran repercusión pública sea el originado a partir del obsequio de un charango
que hace algunos años realizó el ex Presidente de Chile, Ricardo Lagos Escobar
a un músico irlandés (Bono), generando reclamos de las autoridades de la Cultura
y músicos de Bolivia. Evo Morales señaló públicamente su desacuerdo y en el
2006 le regaló un charango a la sucesora de Lagos, Michelle Bachellet y, posteAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
23
Jorge Alberto Kulemeyer
riormente, otro a la Secretaria de Estado de EEUU. El parlamento boliviano
proclamó al charango como patrimonio nacional e instauró el Día Nacional del
Charango el 15 de enero y como Día Internacional el 6 de abril al tiempo que
la localidad de Aiquile (Departamento de Cochabamba, Bolivia) fue declarada
como la capital del charango.
Pocas semanas después del inicio del litigio en torno a la Diablada, presidente
Evo Morales sostuvo que el «Ekeko» –Dios andino de la abundancia- es de origen
boliviano ante lo cual el fiscal de turismo de la región peruana de Puno, Alejandro
Tapia, anunció que denunciará al presidente de Bolivia, Evo Morales, por plantear
una «política de disgregación» de la cultura aymara al reclamar el origen boliviano
del dios ekeko (Hoy.com.ec 2009). El Ekeko es la figura central de la Alasita
(cómprame en aymara), que se realiza en La Paz el 24 de enero de cada año, con la
venta masiva de bienes en miniatura que representan los sueños de prosperidad.
Ante esta diferencia de criterios en torno a la paternidad de la figura del Ekeko, en
la capital de Bolivia se organizaron marchas callejeras y el gobierno de Bolivia
anunció que postulará a la Alasita como patrimonio de la humanidad ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. El
Ekeko tiene rango de patrimonio municipal de La Paz y la Feria de la Alasita a
nivel nacional. Poco después, el Ministerio de Culturas de Bolivia anunció que la
Alasita junto con el Ekeko serían postulados ante la Unesco (Los tiempos.com
2009). El presidente peruano, Alan García, no tardo en responder públicamente
que la Diablada, el Ekeko y la papa son de origen peruano.
Frente a todos estos desacuerdos en torno al patrimonio se ha planteado a la
Comunidad Andina de Naciones (CAN) que dibuje un mapa que configure e
identifique el patrimonio cultural e inmaterial de cada una de las naciones de la
región, que permita definir los orígenes y las políticas culturales de defensa.
Algunas versiones actuales de danzas que, fuera del territorio de Bolivia, incluyen la figura del Diablo
En la zona de Puno (Perú) hay registros de la danza con presencia de la figura
del diablo en:
• Puno, provincia de Puno, Octava de la festividad de la Virgen de la Candelaria, domingo siguiente al 2 de febrero,
• Ilave, provincia de El Collao, 29 de setiembre
• Juli, provincia de Chuchuito, Fiesta de San Miguel, 8 de diciembre
24
Sociedades de Frontera: Las del presente
La Diablada, un patrimonio en disputa como reforzador de la frontera Peruano-Boliviana
• Pomata, provincia de Chuchuito, Virgen del Rosario, octubre
• Yunguyo, provincia de Yunguyo, San Francisco de Asís o Tata Pancho, 4
de octubre
• Rosaspata, provincia de Huancané, Octava de Nuestra Señora de la Asunción, 22 de agosto (ha declinado en los últimos años);
• Juliaca, provincia de San Román, «Domingo de Tentación», en el transcurso del mes de febrero.
Por otra parte en Lambayeque (costa Norte del Perú) la danza de «Los
Diablillos» representa los siete pecados capitales (Gisbert 1999).
Existen otros lugares de Hispanoamérica donde se celebran versiones de la
Diablada, es decir, danzas con representaciones o alegorías del diablo, como ser:
• Cuba y México (Veracruz): El Danzón
• Panamá en las localidades de Portobelo (provincia de Colón) y las de Los
Santos (provincia de Los Santos) y Parita (provincia de Herrera) según
Arosemena Moreno (1975),
• Ecuador: en Pillaro, cantón de la provincia de Tungurahua y ubicado a
150 kilómetros al sur oriente de Quito, la capital del Ecuador, desde el 1
de enero hasta el día 6 de enero de cada año se celebra la Diablada Pillareña.
Su origen se asigna para el año 1768.
• Venezuela los diablos de San Francisco de Yare en el Estado de Miranda,
además de diversas festividades en los Estados de Aragua, Cojedes y Vargas.
En Venezuela, la festividad de los diablos se realiza también el día de Corpus Christi, fecha variable entre mayo y junio pero siempre un día jueves
para homenajear al Santísimo Sacramento (Cadenas Uzcátegui 2009),
• Fiesta de la Tirana, Chile. En ella se ejecutan varias danzas altiplánicas,
sobre todo la Diablada, anualmente en el pueblo de La Tirana, comuna
de Pozo Almonte, en la I Región de Tarapacá, Chile. La celebración se
realiza, cada 16 de julio, en honor a la Virgen del Carmen. Esta es la
fiesta religiosa más grande del Norte Grande de Chile reuniéndose en este
pueblo de no más de 560 habitantes entre 200.000 y 250.000 visitantes
durante la semana de celebraciones
Como consecuencia de la radicación de comunidades de origen altiplánico
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
25
Jorge Alberto Kulemeyer
(especialmente provenientes de Bolivia y, en menor medida, Perú) también se
baila actualmente de manera regular la Diablada, en el marco de celebraciones
religiosas, en distritos tan diversos como la Quebrada de Humahuaca y Puna de
la provincia de Jujuy o en Buenos Aires (Argentina).
Estado/Nación/Fronteras
La idea de la representación de una nación llega a consolidarse en algunos
casos en la forma de un estado nacional homogéneo y en funcionamiento, en
otros coexisten proyectos antagónicos de formas de organización para dicha
nación y también suele suceder que su existencia es negada o rechazada por otros
grupos de poder. En Bolivia en la actualidad, coexisten con fuerza todas estas
visiones. En un contexto de estas características surge el interrogante de cómo
explicar un conflicto como el de la Diablada, las posturas asumidas por los gobernantes del Perú y Bolivia que, por cierto, parecen recibir el acompañamiento
de al menos buena parte de sus respectivos conciudadanos.
La actual disputa por la Diablada entre Perú y Bolivia involucra la necesidad de
análisis de las particulares de los antecedentes y concepciones de la organización y
participación ciudadana en niveles fundamentales como lo son Nación, el Estado y
el territorio para cada uno de los países involucrados. De hecho, el núcleo principal del mensaje desde los más altos niveles de conducción política de ambos estados
apela a la posición de necesidad de vincular de manera directa la cuestión de la
pertenencia de la fiesta tradicional con la defensa de la respectiva nacionalidad. El
discurso oficial de ambas partes no retacea argumentos (combinados con acciones
concretas) en pos de canalizar en torno a este tema el sentimiento de orgullo por la
pertenencia a un Estado/Nación en oposición a la otra parte que en la cuestión no
contaría con antecedentes ni virtudes equivalentes. Fronteras adentro, los gobernantes logran y muestran cohesión social en torno a la postura adoptada, generando entre su población una producción política altamente participativa. Los habitantes de una nación ejercen una forma de apropiación (ideológica, simbólica,
afectiva y hasta física) con respecto de los bienes seleccionados como los más representativos de la cultura mayoritaria y generalizadamente conceptualizada como
propia los que son identificados como los atributos de una identidad colectiva; lo
cual implica una disposición al conocimiento de sí que se pretende, a partir de esta
especie de circunscripción cognoscitiva y afectiva a la vez que resulta más o menos
narcisista (Machuca 2005:141).
Esta concepción de la delimitación de fronteras culturales coincidentes con
las nacionales ha logrado sumar a los connacionales que han emigrado en busca
de mejores horizontes laborales a distintos países del mundo quienes, desde los
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Sociedades de Frontera: Las del presente
La Diablada, un patrimonio en disputa como reforzador de la frontera Peruano-Boliviana
inicios del conflicto, se involucraron de manera masiva y activa a favor de la causa
nacional. Para ello realizaron muy diversas formas de manifestaciones públicas,
en el ejercicio de la «defensa» de su respectivo patrimonio nacional que a nivel
de cada una de las colonias de residentes en particular implica, además, una apuesta
por la diferenciación y legitimación cultural y social en el nuevo entorno.
El caso de la Diablada es parte de un proceso de búsqueda de contenidos
simbólicos de gran fuerza entre la población basados en antiguas identificaciones
que, de manera renovada, son impulsadas con el propósito de robustecer el sentido de nacionalidad en relación a un territorio (el Estado-Nación en este caso)
para lo cual se recurre a la diferenciación que, simultáneamente, se constituyen en
una herramienta «reforzadora de frontera» (Grimson s/f), aún a pesar del hecho
que la globalización dibuja nuevas y complejas realidades en torno a las formas
de entender y vivir el concepto. La elección de la Diablada como objeto de
discordia representa una situación que solo puede ser concebida y emprendida
en el contexto de valores e intereses propios de los procesos culturales, políticos
y comunicacionales de nuestros tiempos. La Diablada en sus orígenes coloniales
pudo ubicarse en el centro de la escena social de la época en un espacio gestado
en función de los intereses, costumbres y procesos de adecuación de los conquistadores para luego, durante muchísimos años, quedar y evolucionar como una
tradición popular (o, si se quiere, un conjunto de tradiciones populares) que solo
tuvo fuerte arraigo en sectores de la población radicados en sectores alejados de
los ambientes frecuentados por las clases dirigentes de Perú y Bolivia.
Si bien es cierto que ninguna construcción política está exenta de contradicciones en relación a la presentación del pasado y a su vinculación con el mismo,
importa conocer en cada caso particular cuales fueron los elementos fundamentales que contribuyeron y/o contribuyen a su armado. Estas contradicciones
presentes en la elaboración de las bases políticas no necesariamente son introducidas de manera bien intencionada y fundamentada (Hobsbawm y Ranger 1983)
y siempre están en relación y contraposición con otra concepción o realidad
política que, desde la perspectiva nacional, puede ser interna o externa.
La identidad política de un determinado colectivo está configurada por identidades anteriores que aportan a la constitución de comunidades imaginadas
(Anderson 1991) o inimaginadas (Thurner 1996) cuyo protagonismo relativo en
el discurso se busca de articular en función de las ideas e intereses de la población
«nacional», en particular, el de sus líderes. Se ofrece una selección en la cual no
faltan sobrerepresentaciones ni exclusiones. La nación boliviana surgida en 1825
encuentra entre sus principales antecedentes históricos (la nación «imaginada»),
que le otorgarían cohesión interna para justificar su origen común, en la creación
del Alto Perú (en 1776) como más cercano en lo temporal y, más difuso y lejano
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Jorge Alberto Kulemeyer
en el tiempo en el haber sido el epicentro del desarrollo tiwanacota en el periodo
prehispánico. La comunidad de peruanos basada en la célebre clausula del decreto
de San Martín, de 1821, año de la proclamación de la independencia, que establecía que todos los indios debían ser llamados peruanos. «Peruano» se convirtió en un
sucedáneo de indio, un nombre dado exclusivamente a los indios, y no también a
los indios» (Méndez 1999) subraya sus raíces en el imperio incaico no obstante el
hecho que luego los criollos de Lima «hallaron mayores complicaciones para legitimar esta apropiación simbólica del pasado imperial» (Méndez 2000). A las diferencias entre los países vecinos que hemos señalado se suman las diferencias internas
en cuanto a los protagonismos que debían tener los distintos grupos sociales y
económicos según las concepciones dominantes en cada época. Los nuevos movimientos indígenas plantean el concepto «somos extranjeros en nuestro propio país»
(Manifiesto de Tiahuanaco 1973).
Para la comunidad imaginada el soslayar la percepción razonada de la dimensión temporal, es clave. La comunidad imaginada logra articular tiempos y sujetos sociales diversos en el que la nación aparece relacionada con un tiempo vacio,
homogéneo (Anderson op.cit.) indiferenciado. Conceptualmente, la nación ha
venido a combinar dos juegos de dimensiones, uno cívico y territorial, y otro
étnico y genealógico en proporciones que varían en cada caso en particular (Smith
1991:15, citado por Díaz Caballero 2004:83). Las motivaciones argumentos y
recursos utilizados para el surgimiento de la nación son diferentes a las utilizadas
a lo largo del tiempo para su sostenimiento de cara a nuevos actores, contextos,
ideologías y realidades.
Como no puede ser de otra manera, el diferendo por la Diablada tiene componentes de producción mediática de nacionalidad propios del desarrollo de las
comunicaciones actuales con las posibilidades de recepción y participación masiva que ellas generan que dan lugar a posibilidades de desarrollo de nuevos
procesos de exacerbación de aquello que se entiende por cultura oficial «nacional». Frecuentemente aparece en las ciencias sociales el supuesto según el cual el
sentimiento de pertenencia al Estado-nación ha decrecido en las últimas décadas
con un correlativo aumento de la identificación con la localidad o pueblo y con
la identidad global. Un estudio realizado para los países de América del Norte
(México, EEUU y Canadá) parece demostrar lo contrario: «Primero, la identificación con el pueblo no ha crecido, por el contrario es decreciente. Más bien,
la identificación alta con la localidad ha comenzado a desvanecerse conforme se
intensificó la globalidad. En cambio, y a diferencia de lo que se cree con frecuencia en la teoría, la identificación con la nación-Estado es creciente» (Guerra
2005). Simultáneamente se está operando un inusitado reciclamiento de la noción de cultura desde un amplio espectro de campos de poder que involucra
28
Sociedades de Frontera: Las del presente
La Diablada, un patrimonio en disputa como reforzador de la frontera Peruano-Boliviana
agentes no académicos igualmente dispares. Más que la mera (re)emergencia de
diferencias latentes, sorprende el festejo que ahora se hace de un ser diverso que
antes más bien tendía a verse como fuente potencial de conflicto. Lo curioso en
todo caso es cómo esta politización de la cultura opera para avalar agendas muy
distintas, casi contrapuestas (Briones 1998). En los albores del siglo XXI se perfila «… de forma creciente un sentido de la identidad nacional por afinidad y la
disposición voluntaria y libremente decidida de la persona, más que por el nacimiento, como un destino ineluctable» (Machuca op.cit.).
Se trata de remarcar desde el Estado fronteras políticas nacionales como coincidentes con las fronteras culturales actuales e históricas. Sin embargo, como señala
Švob-Ðokiæ (2008), “Generalmente los espacios culturales tienden a definirse por
fronteras flexibles (lin-güísticas, antropológicas, creativas, artísticas, etc.) que garantizan la identificación cultu-ral así como el intercambio dinámico de valores
culturales y de creatividad cultural. No obstante, en la mayor parte de los casos
están sujetos a delimitaciones étnicas, nacionales o profesionales».
Más allá que, en función de evitar roces entre comunidades basados en información del pasado histórico que no cuentan respaldo documental alguno, sea
razonable y/o recomendable para lograr zanjar las disputas en torno a la formación y desarrollo de las comunidades el recurrir al conocimiento académico, en
la práctica se puede constatar que el discurso académico no tiene un protagonismo
central ni es requerido, incluso en el escenario político mucho más generalizado
donde resulta que el uso del traje de la Diablada por parte de la reina solo
constituye una arista más. En principio parece no ser necesario. Así, en referencia
al mito del hombre de frontera, fundacional de la historia de EEUU de
Norteamérica, Dickinson; Ott y Auki (2005:85) señalan: «Like all nacional
(hi)stories, it is a dynamic myth, adapting to the demands o fan age and the
psychological needs of tose who tell the store as their own». Más aún, desde las
más altas esferas del poder político se trata, deliberadamente, de evitar la participación de científicos que puedan aportar elementos para tratar de zanjar las
diferencias. Ciertamente se genera, en defensa de las posturas de uno y otro lado,
un discurso que podemos catalogar como «para-académico». De allí que sea
posible especular sobre la existencia del propósito de inculcar un arbitrario cultural a asumir indiscutidamente y como propio por parte de la población.
Hay un esfuerzo por producir o señalar las discontinuidades o elementos que
hacen a la diferenciación entre los países y a la posibilidad de aportar elementos
tendientes a reforzar y consolidar las diferencias. Ello conlleva a diferenciar un
«adentro» dado por el «nosotros» (la comunidad imaginada de Anderson más la
inimaginada de Thurner) y un «afuera» donde se encuentran los otros. En el interior del territorio la gente se adscribe mayoritariamente a los contenidos que perAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
29
Jorge Alberto Kulemeyer
miten construir el «nosotros» «cuya sedimentación temporal tiene la suficiente
profundidad como para concebir un supuesto origen compartido» (Bartolomé
2005) que es asumido de manera colectiva. Una apología del «nosotros» que pretende fundamentar la exclusión de los «otros». En esta construcción de frontera
«Lo real se comporta así como la conjunción de la realidad y de su representación,
de lo fáctico y de lo imaginario que contribuye a definirlo al otorgarle un sentido
posible» y, esta forma, «… las fronteras tienden a «etnizar» a las poblaciones
separadas por las jurisdicciones políticas» (Bartolomé op. cit.). La Diablada puede
inscribirse como parte de un proceso de construcción de la identidad nacional en
torno a rasgos particulares que permiten la identificación de otros y nosotros en
pos de diferenciar la cultura propia y la ajena. «Se construyen estereotipos referenciales
que pretenden definir a los del otro lado de la frontera, generalmente de manera
un tanto caricaturesca y agresiva». «Los nacionalismos tratan de imponer la homogeneidad también a nivel de la temporalidad, recurriendo a la noción de un tiempo homogéneo y vacío, a través del cual se mueve la nación, como un organismo
sociológico que atraviesa la historia (analizar el caso de la Diablada a luz de este
concepto). De esta manera la nación no experimenta rupturas ni reformulaciones,
sino que se manifiesta como una especie de comunidad inmemorial que estaría
prefigurada en todos sus antecedentes y dotada de un mismo futuro».
Algunas conclusiones
El conflicto entre Perú y Bolivia por el uso del traje de la Diablada por parte
de Karen Schwarz, la representante peruana en el concurso internacional de belleza, admite muchas lecturas y formas de aproximación a la interpretación de la
problemáticas subyacentes a partir del hecho dado por la búsqueda de lograr la
coincidencia de las fronteras físicas con las simbólicas y culturales a través de una
práctica ritual y folklórica.
La construcción de hegemonía implica el enfrentamiento de versiones del
pasado rivales. La actual mirada gubernamental sobre la Diablada ya no remite a
los mismos significados sociales, culturales y simbólicos que los que ha tenido en
el pasado. Se presenta una respuesta organizada desde el Estado nacional que
asume decididamente un rol de custodio de la tradición que considera de exclusiva propiedad de la nación boliviana que es respondida de manera semejante
por su par peruano. La postura boliviana, al defender la pertenencia nacional de
la Diablada implica una vinculación entre cultura y territorio, una apuesta y un
reconocimiento en torno a una determinada contextualización histórica y social, la identificación en ella de un elemento destacado para la cohesión social/
cultural del pueblo boliviano.
30
Sociedades de Frontera: Las del presente
La Diablada, un patrimonio en disputa como reforzador de la frontera Peruano-Boliviana
La Diablada se presenta como una producción anónima y socializada de la
transmisión oral, que pasa de generación en generación y aquí este patrimonio
cultural deviene en un factor y motivo de (re)composición de (neo)identidades.
El Estado asume un rol de instancia mediadora y beneficiario de esta función en
la que la identidad nacional se ve reflejada en el patrimonio cultural (Machuca
op.cit.). En el caso de la Diablada el Estado boliviano participa activamente en
este proceso de estructuración simbólica y material del patrimonio. «A ese respecto puede decirse que el patrimonio cultural re-presenta no sólo la riqueza
simbólica producida y acumulada por los habitantes de un país o región, sino
que remite a la dinámica cultural viva y la manera como los sujetos entablan
relaciones en base de un sistema de producción de significados, así como en
torno de un elemento significativo cultural común, que ha alcanzado un rango
especial y propio, de manera que expresa la unidad de una comunidad histórica
y sociocultural. El patrimonio cultural denota el grado de unidad históricamente alcanzado por ella» (Machuca op.cit.:167) por lo que aquel que tenga alguna
posibilidad de intervención determinante en su valoración como pertenencia
comunitaria, también dispone de una herramienta que le puede permitir poner
en juego (eventualmente acrecentar) su poder político.
En el contexto global actual la decidida apuesta por una expresión que representa un proceso de larga duración histórica caracterizado por cambios
lentos y formas persistentes constituye una particularidad política. En un mundo
caracterizado por una situación de desigualdad e, incluso, de dominación que
conlleva el proceso de globalización capitalista en la que la producción cultural
es un componente central de una tendencia y expresión hegemónica manifiesta,
la enfática «defensa» de la Diablada como capital simbólico y material (nacional
o regional) constituye un respaldo a las culturas vernáculas al poner en el centro
de la escena de la agenda una manifestación cultural con fuerte arraigo popular
a la que se concede importante jerarquía histórica, simbólica y política.
Es interesante el concepto de frontera abstracta, que se refiere a la representación que tiene el individuo de su frontera posible, señalando que para «un habitante de un país central puede ser tan amplio y variado como lo permitan la
actividad transnacional y la diversidad de intereses en el exterior» (Cuevas Perus
2005:11). En cambio, señala, para un habitante de un país periférico, especialmente si es indígena, difícilmente pueda representarse un espacio fronterizo ampliado, que a veces no superaría su región o su comunidad, excepto si logra
ponerse en contacto con una transnacional o emigra al exterior. En Chile, y
especialmente en el norte grande, la frontera abstracta ha estado estrechamente
vinculada con el concepto de soberanía. (González Miranda 2009:27-28). La
frontera ha sido siempre un demarcador no sólo territorial sino psicosocial, donde
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
31
Jorge Alberto Kulemeyer
emerge de modo más notorio la otredad, en el sentido que allí no cabe sino
definirse por oposición. Rajchenberg y Héau-Lambert, pensando en el desierto
del norte de México, señalan que el territorio: «constructor de identidad, delimita la diferencia y cuando simultáneamente se entreteje con un proyecto de
dominio, define la otredad o, mejor aún, convierte la diferencia en otredad.
Entonces, la representación territorial fundamento de la identidad nacional, es al
mismo tiempo proceso de construcción del otro; es un othering» (Rajchenberg
y Héau-Lambert 2007:43) La Historia política de América Latina, una vez
instauradas las repúblicas, nos ha enseñado «que las fronteras están hechas para
delimitar y definir; para marcar una línea de división y distinguir nosotros, los
que estamos de este lado de la división, de los otros, los del otro lado» (Walsh et
al. 2006:14).
Notas
1
Desde el 18 de marzo de 2009, la República de Bolivia se denomina
Estado Plurinacional de Bolivia.
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Concertación en
Buenos Aires.
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35
Jorge Alberto Kulemeyer
Figura IV
IV..
Preparativos de la
Virgen de
Copacabana.
Figura V.
Manifestación de
protesta (organización
social Tupac Amaru).
36
Sociedades de Frontera: Las del presente
LAS DIVERSID
ADES CONVER
TID
AS EN
DIVERSIDADES
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ALDADES
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FRONTERAS
SIMBÓLICAS DE «FRICCIÓN SOCIAL»
Ana Esther Koldorf*
R es
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En este escrito presentamos la constitución de fronteras internas, simbólicas, en la ciudad de Rosario. Tomando como referente empírico el
barrio Tablada desarrollamos cómo se fueron conformando en el misamo
espacios sociales diferenciados, fundamentalmente a partir de la aplicación del modelo neoliberal en la ciudad y de un plan del estado municipal de mejora de la barranca de la ciudad para impulsar el turismo.
Estos espacios se fueron asentando en medio de procesos altamente complejos y cruzados por múltiples vectores, marcados por una historia de
migraciones, pobreza, diversidad sociocultural y de trabajo de sus habitantes. Territorios en dónde se fueron manifestando las tensiones entre
esos mundos diversos que originó la creación de espacios de fricción
social’ (Koldorf et al 2002), que se expresan en el malestar de una clase
media empobrecida, que ve en la mejora del barrio expectativas de futuro y un sector de villa que es expulsado por la misma razón, provocando de esta manera una confrontación entre dos sectores de las clases
populares.
la
Palabras ccla
lavve: Fronteras simbólicas - espacios sociales - fricción social diversidad.
CEIM-CEDCU -Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. E-mail:
[email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Ana Esther Koldorf*
Abstract:
In this work we present the conformation of internal, symbolic borders
in the city of Rosario. Taking as empirical referent the Tablada
neighborhood, we analyze how differentiated social spaces were created
in it, particularly since the implementation of the neoliberal model in
the city and a municipal plan of improvements in the riverside to boost
tourism. These spaces were settled in the context of highly complex
processes, crossed by multiple human groups that converge in them, and
are marked by a history of migrations, poverty, work and socio-cultural
diversity of its inhabitants. Territories where tensions between those
diverse worlds began to become evident, giving rise to the emergence
of spaces of social friction. This is expressed in a sense of unease of an
impoverished middle class, which sees in the neighborhood improvement
future prospects, and a shantytown sector which is expelled for the
same reason, situation that leads to a confrontation between two sections
of the popular classes.
Key w
or
ds
wor
ords
ds: Symbolic borders - social spaces - social friction - diversity.
Introducción
El de «frontera» es un concepto polisémico, cuyos diferentes contenidos se
ven reforzados por la centralidad que ha adquirido su abordaje en esta etapa en
que las Ciencias Sociales procuran dar cuenta de un mundo en profunda transformación, en el cual algunas de las delimitaciones identitarias aparecen como
inadecuadas. Por lo tanto reflexionar sobre los límites se ha convertido en un
tema central de muchos debates.
Podemos hablar de frontera como metáfora, sin olvidar que es también una
realidad concreta, un territorio situado en los márgenes. Podemos comprenderla
como un lugar de fusión, mezcla e hibridación, es decir como una zona difusa de
constantes interpenetraciones; pero también considerarla como un lugar de distinciones (geográficas, políticas, sociales y culturales), un perímetro que divide,
segmenta, distingue y separa identidades, grupos, representaciones, significados y
culturas; la frontera como límite o demarcación, que obstaculiza la comunicación en tanto constituye la zona de resistencia donde lo irrenunciable se defiende (M. Rizo García; V. Romeu Aldaya).
Concebir a la frontera como un lugar de distinciones nos sirve como herramienta teórica y metodológica para ayudarnos a pensar y a explicar empíricamente los modos históricos, estructurales y cotidianos en los que se construye un
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las diversidades convertidas en desigualdades. Fronteras simbólicas de «Fricción Social»
tejido de relaciones de hegemonía en una sociedad determinada; es decir que
podemos hablar desde un concepto de frontera interna. Pensando a las fronteras
internas como espacios sociales altamente complejos y cruzados por múltiples
vectores, que nos permiten entender cómo se construye el sentido de lo propio y
lo ajeno; del «nosotros» y de los otros.
La constitución de este sentido está anclado en factores históricos relacionales
de dominación y de subalternidad (Gramsci 2001) que median entre los diferentes grupos sociales y que se traman en la vida cotidiana y en la vida pública de
maneras diferenciales, e implican a su vez definiciones discursivas, visuales, ambientales, conductuales, igualmente diversas que tienen una trayectoria marcada
por diferentes luchas simbólicas entre agentes (individuales o colectivos) que,
desde posiciones diversas «compiten» y se «anclan» por la definición de las identidades, de los valores y de las necesidades.
Según lo dice Stuart Hall, esto es
«…un proceso de articulación, una sutura,... Como todas las prácticas de significación, es objeto del juego, de la diferencia. Obedece a la lógica de más de
uno. Y ya que, como proceso opera con la diferencia, conlleva un trabajo
discursivo, el establecimiento y la demarcación de fronteras simbólicas, la producción de «efectos de frontera». Requiere de aquello que se deja afuera, su
afuera constitutivo, para consolidar el proceso…» (Hall 1996:3).
Por lo tanto la constitución de hitos fronterizos con las marcaciones que allí
se concretan tienen la función simbólica de indicar los confines de una identidad
colectiva y de definir un espacio social. Estas fronteras internas o simbólicas,
están condicionadas por los capitales económicos, son subjetivas, intangibles. La
«frontera» se nos aparece como el único territorio simbólico donde se puede
«unir» lo diverso, o separar lo que alguna vez estuvo junto. (Briones y Siffredi
1989).
Fronteras simbólicas
En este punto me concentraré en intentar explicitar cómo se fueron constituyendo las fronteras internas, simbólicas, enmarcadas en los procesos globalizadores,
en Rosario. Concretamente en el barrio Tablada a modo de ejemplo de las consecuencias de aplicación del modelo neoliberal en la ciudad.
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Ana Esther Koldorf*
Según Saskia Sassen, en Los espectros de la Globalización (2003), la nueva
economía urbana es altamente problemática, un hecho evidente de manera particular en las ciudades globales y en sus contrapartes regionales. Esto pone en
movimiento una serie de nuevas dinámicas de la desigualdad [...] Se presenta aquí
una interesante correspondencia entre grandes concentraciones de poder corporativo y grandes concentraciones de «otros». Las principales ciudades del mundo
desarrollado son el terreno en donde una multiplicidad de procesos
globalizadores asumen formas concretas y localizadas… En ese sentido podemos pensar en las ciudades […], como uno de los sitios para las contradicciones
de la internacionalización del capital, y, más generalmente como terreno estratégico para una gran serie de conflictos y contradicciones.
Las ciudades, como dice García Canclini (1999), «no se forman sólo con
casas y parques, calles, autopistas y señales de tránsito. También las hacen existir
los planos que las inventan, las obras literarias, las películas y las imágenes televisivas
que las representan e imaginan».
Dice Augé (1995) que la simbolización del espacio en las ciudades es un
proceso que remite, como lo dijéramos, al establecimiento de límites, fronteras y
umbrales, íntimamente ligado a la identidad y a la diferencia, a la relación del
«nosotros» con los «otros». De este modo la ciudad es múltiple en tanto espacio
recorrido, practicado, representado y disputado, territorios marcados por los
complejos trazos de sus habitantes, es decir, lugares (desigual y diferencialmente)
experimentados (ibidem:1). Por lo tanto en la ciudad no hay un mundo sino
muchos mundos; existen modos diversos e interrelacionados de habitar, recorrer
y representar la ciudad.
En los territorios de la ciudad se manifiestan las tensiones que se van dando
entre esos mundos diversos. Podemos experimentar la ciudad como espacio para
las interacciones sociales cotidianas, donde se gestan y ponen en juego los diferentes universos simbólicos: las identidades, las memorias, los saberes, las capacidades; o como un espacio en permanente transformación, donde aparecen nuevos sentidos y otros se esconden. Y, también, como lugar de recepción, intercambio y amalgama de personas, familias y sus mundos simbólicos. La ciudad de la
migración en donde los desplazados intentan construir un territorio propio.
Pero también en la cual sus propios habitantes se mueven y trasladan: una ciudad
que explota y se rehace día a día (Koldorf 2005). Vemos, entonces que la ciudad
se recrea cotidianamente y se convierte en un universo de fuerzas en pugna, que va
dando paso a la emergencia de múltiples sitios conviviendo. Espacios que incluyen y protegen o espacios que expulsan. Esta última imagen, la de las zonas que
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las diversidades convertidas en desigualdades. Fronteras simbólicas de «Fricción Social»
excluyen, se vincula con la construcción de territorios de desigualdad al interior
de las grandes ciudades.
Y siguiendo a Saskia Sassen cuando plantea que la «nueva economía urbana es altamente problemática» decimos que es el carácter mercantil del consumo del suelo el que propicia la aparición de los lugares diferenciales. La
desigualdad en la apropiación de los espacios urbanos se refleja en la existencia de barrios desfavorecidos por un lado y barrios cerrados, guettos de
elite, por otro. Este ordenamiento urbano que se vincula con los intereses
del capital inmobiliario, crea conflictos derivados de la tenencia de la tierra
y del derecho a una propiedad digna y a elegir el sitio deseado. La conformación de zonas desiguales está íntimamente asociada con la revaloración de
ciertas áreas urbanas y el desplazamiento de los sectores populares que allí
habitan para ser repobladas por otros de mayor poder adquisitivo, que son
los que tienen el privilegio de elegir su «espacio deseado», los que cierran y
privatizan su territorio, los convierten en bunker. Son zonas residenciales
acotadas y dotadas de su propio cuerpo de seguridad armada, áreas de acceso prohibido para vagabundos y otras gentes «sospechosas». La defensa del
territorio contra la peligrosidad y el conflicto inherente a la pobreza y la
diversidad urbana (ibidem).
Esta fuerte segmentación social de la ciudad se percibe también desde el otro
extremo, el de los desfavorecidos, de los desplazados que, al no tener ningún
lugar dónde establecerse, ya sea porque fueron llegando de otras provincias o
países limítrofes o por la implosión de los propios hogares que ya no los pueden
contener (se formó una nueva familia y no tiene dónde vivir), toman lo poco que
queda a su alcance, se apropian de los espacios, en una práctica social que en
muchas ocasiones es ilegal desde el punto de vista del capital, pero que legitima
su acción ante la inconstitucionalidad de la inacción estatal para garantizar el
acceso a una vivienda digna a todos (Art. 14 bis: El Estado debe garantizar el
acceso a una vivienda digna, como un derecho social).
Tablada, es un barrio histórico de Rosario1, junto a otros barrios de la zona
sur de la ciudad, hacia fines del S. XIX, conformaban la periferia de la misma y
hacía allí se fueron derivando las industrias y establecimientos consideradas insalubres y contaminantes, como el Matadero Municipal que se construye en 1874,
y también el Vaciadero Municipal. Igualmente se radicaron algunas instituciones
y servicios orientados a la atención y asistencia de enfermos infecto-contagiosos
o mentales, vagabundos, indigentes y reclusos. Así fueron surgiendo en la misma
etapa el Asilo de Mendigos y Dementes (actualmente Hospital Geriátrico Provincial); el Asilo «San Vicente de Paul» para ancianas desamparadas; el Buen
Pastor, (originalmente Cárcel de Mujeres).
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Desde 1930, aproximadamente, comenzaron a radicarse en la barranca y alrededor del Matadero Municipal y del vaciadero numerosas familias que provenían de provincias vecinas, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Santiago del Estero y
localidades del norte de Santa Fe. A esta zona desde la instalación del vaciadero
municipal se la denominó «La Basurita» y el asentamiento irregular que se fue
formando en sus inmediaciones recibió el nombre de «Villa Manuelita», que se
constituyó en una de las villas miserias más grandes de la ciudad, popularmente
conocida, en esa época, como el «Barrio de la Puñalada» debido a que muchos
de los trabajadores, especialmente del Matadero, zanjaban sus disensos con cuchillos, facones y armas de fuego (Gergolet 2001). Sus habitantes se dedicaron a
la extracción de metales, huesos, vidrios y a la cría de cerdos y otros animales, al
margen de las disposiciones municipales vigentes en la época.
Delimitado por las barrancas del río Paraná y atravesado por vías ferroviarias,
el barrio fue creciendo al ritmo en que se profundizaba el modelo agro
exportador, con el desarrollo de una amplia gama de fuentes laborales vinculadas con el puerto, los ferrocarriles y con las industrias ligadas al faenamiento de
animales, especialmente y desde mediados del s. XX, a la industria frigorífica,
pero también al vaciadero municipal. Fueron fuentes de trabajo de gran concentración de mano de obra, que confirieron a Tablada un perfil de barrio obrero y
de diversidad cultural, donde confluyeron inmigrantes de ultramar, criollos nativos y contingentes del interior del país con economías regionales en crisis
Y, como surge de las entrevistas, con una inserción laboral diferenciada. De las
familias llegadas de otras provincias y del norte de Santa Fe, que se fueron asentando sobre los terrenos fiscales de la barranca, muchas mujeres trabajaban en el
servicio doméstico y los varones como peones albañiles y en el puerto, pero otras
sobrevivían de lo que obtenían del Vaciadero Municipal. Mientras que los descendientes de las familias llegadas de Europa: italianas, españolas, polacas, lituanas,
se habían insertado, la gran mayoría en los grandes frigoríficos (Swift; CAP; La
Tropa) y el ferrocarril y habían constituido una clase trabajadora cuyos hijos
habían podido estudiar y muchos de ellos profesionalizarse.
Por lo tanto en el contexto barrial se fue imbricando una historia de migraciones, diversidad sociocultural y trabajo, donde todos los habitantes del mismo,
a pesar de los posibles conflictos que solían presentarse, pudieron articularse
como vecinos.
En los relatos que surgen de las entrevistas se evidencia un pasado en el cual el
trabajo funcionaba como un eje articulador de las relaciones sociales en la vida
cotidiana, que se manifestó en las «voces» de los vecinos; un imaginario del pasa42
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las diversidades convertidas en desigualdades. Fronteras simbólicas de «Fricción Social»
do que sigue operando hoy en la percepción y construcción de la realidad y del
contexto actual, fundamentalmente atravesado por el cierre de las fuentes de
trabajo, aquellas que confirieron al barrio un neto perfil obrero,
«Todo era trabajo, trabajo y trabajo. Hablamos de los años 50, 60 si el
tipo iba a calle Berutti conseguía trabajo... Era un barrio con una vida y
una vivencia extraordinaria, …» (S)
«…antes una no dudaba en llamar a alguien de la villa si necesitaba para
trabajar en su casa, lavar, planchar o lo que fuera, pero hoy no se puede, no
se sabe a quién se mete en la casa».
Estas palabras nos están indicando que la fisonomía del barrio ha cambiado.
Con el paso de los años y de los proyectos políticos, una recorrida actual por el
mismo nos demuestra que hubo considerables variaciones. En los últimos 30 años
ha habido cambios transcendentales en la sociedad argentina, especialmente manifiestos desde la implementación de la economía neoliberal a partir de las reformas estructurales, que se orientaron a la valorización financiera en detrimento
de la estructura productiva. Tablada se vio particularmente afectado con el cierre y quiebre de numerosas fuentes de trabajo.Los vínculos que solían unir a los habitantes de los asentamientos irregulares
con los otros vecinos del barrio y con el resto de la sociedad a través de su
participación intermitente en el mercado de trabajo y en el sistema escolar, hoy
se vislumbran severamente dañados y fragmentados. El encogimiento de las redes
sociales, la informalización, la despacificación de la vida cotidiana (Wacquant
2001) impactaron con contundencia, reformulando usos, conductas, prácticas y
rutinas. La incertidumbre, desconfianza y escepticismo en el porvenir, la falta de
pertenencia y de interrelaciones entre vecinos y allegados transformó el espacio
barrial y sus sentidos y representaciones.
La vida en la ciudad podría ser pensada, en esta etapa, como la tensión entre
la confiabilidad y la vulnerabilidad, es decir la que se manifiesta en los dispositivos que buscan mantener a distancia los elementos que representan una amenaza.
Se trata de fijar, circunscribir, territorializar lo peligroso, lo temido, lo desconocido, lo diferente (Segura 2005).
Marcas o atributos funcionan como indicios y promueven el acercamiento a
los «semejantes», a los que son «como uno» y el rechazo ante los marginales. El
miedo se vincula a campos de sentido específicos que se relacionan entre sí: villas,
afuera, pobreza, juventud, adicciones, criminalidad, inseguridad (ibidem).
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«… `favela´ en Brasil, `villa miseria´ en Argentina, `rancho´ en Venezuela:
las sociedades de (…) Latinoamérica disponen de… términos específicos
para designar esos lugares estigmatizados y situados en lo más bajo del
sistema jerárquico de los sitios que componen una metrópolis. En esos
distritos de aura demoníaca se acumulan y agravan las dificultades, allí
viven los parias urbanos del cambio de siglo… Se los conoce internamente y desde afuera como «las zonas de no derecho», «los sectores en problema», los barrios «prohibidos» o «salvajes» de la ciudad, como territorios de privación y abandono a los que se los debe temer, de los que hay
que huir y es necesario evitar pues constituyen focos de violencia, vicios y
disolución social» (Wacquant 2007:13).
Se ubica y estratifica a los «otros», a aquellos que se instalaron en torno al
basural, sobre la barranca, en los alrededores del Matadero, en los terrenos baldíos, aquellos migrantes del interior que fueron poblando y construyendo su
«espacio» en «Villa Manuelita», con casas de chapa, cartones y materiales de
desecho
«…, no piensen en una villa como las que vemos ahora,… es decir, una
podía entrar ahí…, todos vivían de... juntar huesos, de revolver la basura,
de todo eso, pero esa gente, ganaban su sustento ahí…, digamos podía
haber, muy pobres, alrededor de cien familias…,» (A.)
El discurso de los vecinos se va transformando, trastoca conceptos, sensibilidades y apreciaciones, influenciado por los acontecimientos de inseguridad, individualismo exacerbado, ausencia de lazos comunitarios y los formatos periodísticos que dan cuenta, transmiten y denuncian hechos policiales, violencia en
incremento, tensiones constantes con jóvenes adictos, vagabundos, bandas que
comercian sustancias ilícitas, violaciones, agresiones, robos.
«…, la villa miseria estaba debajo de la barranca, pero era una villa miseria
distinta, no era el ranchaje de ahora, era toda gente trabajadora…, humilde…, mirá las mujeres tenían el piso barrido, parecía una alfombra, era
gente trabajadora y limpia, no la gente negrera de ahora…» (N.)
«… fijate vos, si llamás un médico de noche no quiere entrar, no va…, esa
gente no paga impuestos, no paga nada, se enganchan de la luz…» (T.)
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las diversidades convertidas en desigualdades. Fronteras simbólicas de «Fricción Social»
Por otro lado en los últimos 15 años se presenta otro ámbito de disputa e
intereses contrapuestos. Tablada, se convirtió en uno de los espacios privilegiados
para el Plan Estratégico Rosario Metropolitano (PERM) implementado a partir de 1999, en el marco de la reestructuración y transformación de la costa y
que apuesta a propiciar el turismo. Se propone la rehabilitación del puerto,
integrándolo a la ciudad con espacios públicos y abiertos al uso comunitario; la
construcción de zonas parquizadas; la apertura de calles y extensión de avenidas
para conectar los distintos barrios. Esta política generó desplazamientos de numerosas familias, organizando pequeñas migraciones dentro de la ciudad,
relocalizándolas en otros barrios lejanos al que fuera el suyo, que tienden a constituirse en «nuevas periferias», en «no- lugares»2, en un territorio de otros, no reconocido ni vivido (Cámpora y Giampani 2005:65).
Pero muchas de estas familias regresan. Este fue el barrio donde crecieron
los hijos/as, y/o los nietos; además desde aquí se accede más rápido a los
hospitales y al centro de la ciudad, donde se sitúan los comercios de mayor
tamaño, que les garantizan abundancia de cartones y papeles para la venta. Este
retorno y nueva ocupación genera conflictos entre instituciones y organizaciones del barrio; en los discursos y acciones de sus representantes se evidencian
puntos de vista contrapuestos: defensas de los sectores más desprotegidos versus
ataques verbales que proclaman derechos ciudadanos perjudicados frente a la
nueva «usurpación» de quienes no fueron partícipes en la pujanza y el dinamismo del barrio, de los que se establecieron posteriormente a los inmigrantes
venidos de la Vieja Europa,
«Claro, porque hay un problema, de inseguridad por un lado…, de nuevos asentamientos, que es la segunda vez que se sacan los asentamientos de
ese lugar. El problema de ahora es que ya tenemos 18 ranchos abajo, de
nuevo, que se armaron. Paramos uno el sábado pasado a la mañana…
(Representante de la Asoc. Vecinal).
«…todos los problemas sociales y la pobreza están relacionados con esa
gente que vino después, que no estuvo en los primeros tiempos, no participó en la construcción del barrio, éste es un barrio obrero…, viene desde
fines del siglo XIX, con las familias de inmigrantes… (Representante de
Institución).
Se forja así una identidad fronteriza, como una frontera simbólica que distinguiría a los pobres, adscribiendo esta pobreza sin dignidad a los Otros, aquellos migrantes que llegaron desde otras provincias, incluso de países limítrofes y,
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en el establecimiento de estas demarcaciones, se creen protegidos casi por definición de caer ellos mismos en la extrema pobreza que identifican con los Otros.
Además, en estos momentos, la posibilidad de revalorización de los terrenos
y de las viviendas, ha provocado una situación de tensión cada vez más fuerte
entre viejos vecinos de diferentes pertenencias socioétnicas.
Las políticas públicas estatales, acompañadas por las empresas que impulsan el
mercado inmobiliario, propician y profundizan las diferenciaciones socioétnicas
explicitadas y van creando nuevas formas de estructuración del espacio urbano.
Contribuyen de este modo al establecimiento de fronteras internas, simbólicas,
de espacios de fricción social» (Koldorf et al 2002), que se expresan en el malestar que aparece en las «voces» de los entrevistados, que pertenecen a una clase
media empobrecida y que ven en la mejora del barrio expectativas de futuro y
un sector de villa que es expulsado por la misma razón, provocando de esta
manera una confrontación entre dos sectores de las clases populares.
Panorama complejo; con múltiples atravesamientos; con posturas polarizadas
que tratan sobre el proceso de reconversión de los imaginarios sociales en distintos tramos de la historia nacional y local; sobre sectores de clase enfrentados
desde los discursos, prácticas, actitudes y valores de la actualidad. Hoy existen
procesos de diferenciación que resuenan en un coro de actores heterogéneos. El
barrio no es la villa; hay rechazo de estas estigmatizaciones producto del incremento de las «industrias sin chimenea», de las industrias de la sociedad de los
servicios que preconiza el neoliberalismo, de la modernización motorizada por
agentes privados e inmobiliarios; frutos de una política económica perversa que
propone una ética individualista y desocializante y un mundo empeñado en el
consumo y la inmediatez.
Conclusiones
Para terminar hago propio un pensamiento de David Harvey (2003) de su
libro Espacios de esperanza. Con lo que propone Harvey quizá podamos pensar
que la construcción de «otro mundo» sea posible. Harvey elaboró un concepto
que me parece luminoso: «Votar con los pies». Plantea que los individuos tienen
derecho a la producción de su propio espacio, que deberíamos, las personas y
cualquier grupo social tener la capacidad para buscar perpetuamente la satisfacción de nuestras necesidades y deseos. Qué importante, dice este autor, sería que
el trabajador tuviese el mismo derecho de movilidad que el capital, que tuviera
la posibilidad de atravesar fronteras cuando lo necesitara, tanto por la búsqueda
de refugio político como de necesidad económica, que las fronteras le sean pro46
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las diversidades convertidas en desigualdades. Fronteras simbólicas de «Fricción Social»
picias y tan porosas como lo son para el capital. Y, si individuos y grupos tuviesen
el derecho a cambiar de lugar a voluntad, el tipo de mundo en que vivimos
podría cambiar drásticamente… Pero, sigue diciendo, la producción de espacio
significa algo más que la capacidad de circular por un mundo espacialmente
estructurado y preordenado. Significaría, también, el derecho a reelaborar las
relaciones espaciales (formas territoriales, capacidades comunicativas y normas),
de forma que el espacio a constituirse se convierta en un marco relacional más
maleable de la vida social. El derecho a «votar con los pies», a caminar y construir nuestros propios espacios de relación, interacción y comunicación sería una
de las bases del derecho ciudadano contemporáneo…
Notas
1
Estamos trabajando en Tablada desde el año 2000 a partir de varios proyectos «Migración, etnicidad, trabajo y género. Estudio sociocultural de
un barrio histórico de Rosario: Tablada.» (2000-2005) y «Estudios
barriales y diversidad sociocultural. Relaciones de etnicidad, trabajo y
género» (2006-2007-2010)». Todos en el marco de la SECyT-UNR.
11
«no lugares», en oposición al concepto sociológico de lugar, asociado
por Mauss y toda una tradición etnológica con el de cultura localizada en
el tiempo y en el espacio. Los no lugares son tanto las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transportes mismos o los
grandes centros comerciales o, también, los campos de tránsito prolongado donde se estacionan los refugiados del planeta (Augé 2006:40-41).
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48
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las diversidades convertidas en desigualdades. Fronteras simbólicas de «Fricción Social»
Figura 1.
Biblioteca Pocho
Leprati.
Figura 1I.
Escuela Juan José
Paso.
Figura I1I.
El matadero.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
49
Ana Esther Koldorf*
50
Sociedades de Frontera: Las del presente
IQ
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A LA MAR
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GINALID
ALIDAD
URBAN
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ALGUN
GUNAS
REFLEXIONES SOBRE EL MER
CADO DE BELÉN
MERCADO
María Laura Gili*
R esumen
El patrimonio cultural es espacio de discusiones políticas-ideológicas por
la imposición de perspectivas acerca de la sociedad, la historia y su memoria colectiva que el mismo conlleva en cada nueva presentación. El análisis
sobre los principios éticos que subyacen a toda narrativa histórica patrimonial queda, por lo tanto, implicado. La reflexión en este sentido siempre permite elucidar el problema y, así, aportar criterios de reflexión
sobre el vínculo dilemático planteado entre quienes reclaman derechos de
decisión sobre los bienes culturales, distintos sectores sociales que convergen en su estudio y gestión. Cuando todo esto ocurre en contexto latinoamericano, la situación adquiere ribetes particulares. La historia colonial
y republicana dependiente de nuestros países, así lo determina. El Mercado de Belén es un populoso barrio de Iquitos, sito sobre la ribera del rio
Itaya, hogar de los ribereños que llegan de las comunidades nativas asentadas a lo largo del rio Amazonas y por sus afluentes, el Napo y el Nanay.
La marginalidad es una de sus características más sobresalientes. El ingreso
al barrio, por el Malecón o por la céntrica calle Prospero, está plagado de
puestos. Es uno de los pocos mercados de frutos que quedan en
Latinoamérica. El trabajo discute conceptos sobre patrimonio cultural y
bienes culturales a partir de la visita al mercado de Belén, Iquitos.
Palabras ccla
la
lavve: cultura - discusiones étnicas - mercado de Belén.
Instituto Académico Pedagógica de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Villa María.
Investigadora Adscripta CIP. E mail: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
51
María Laura Gili
Abstract
Cultural heritage is space for political discussion and ideological imposition
of perspectives on society, history and collective memory that it entails in
each new presentation. The analysis of the ethical principles that underlie
all historical narrative heritage is, therefore, involved. Reflection in this
sense always to elucidate the problem and thus provide criteria for
reflection on the link between those who claim raised dilemmatic decision
rights on the cultural, social sectors converge in their study and management.
When all this happens in Latin American context, the situation takes on
special trim. The colonial and republican history of our country dependent
and determined. The market is a crowded Belén district of Iquitos. The
heritage tourism circuit, the city includes it among its attractions. Located
on the banks of the Itaya River, home of the reach of the coastal native
communities settled along the Amazon River and its tributaries, the Napo
and Nanay. Marginality is one of its salient features. The entrance to the
neighborhood, along the Malecon or Prospero’s central street, is full of
posts. It is one of the few remaining fruit markets in Latin America. The
paper discusses concepts of cultural heritage and cultural property from
the market visit to Belén, Iquitos.
Keywords
Keywords: cultural - ethical discussions - mercado de Belén.
Iquitos de la explotación cauchera a la marginalidad urbana.
Algunas reflexiones sobre el mercado de Belén
Iquitos es una ciudad peruana, ubicada en la Región de Loreto, Amazonas, en
el NE de Perú. Se encuentra a 100 msnm, tiene una temperatura promedio anual
de 28º C y cerca de 500.000 habitantes.
Desde su malecón, la vista muestra el rio Itaya y el caserío construido con palma
de irapay sobre pilotes, como en las comunidades ribereñas, de donde proceden sus
habitantes. Allí, la gente que llega desde las comunidades nativas de la ribera, se
asienta junto a conocidos o familiares que hicieron con anterioridad el mismo
trayecto. Mujeres y hombres jóvenes, niños y ancianos se ven en las puertas de las
casas o deambulando por el malecón. Algunos esperan allí ser tomados para una
jornada de trabajo en la ciudad. En las tardecitas – noches, no es extraño ver
hombres maduros, extranjeros, caminar con niñas-adolescentes lugareñas prostituidas. El hotel más lujoso de la ciudad, ubicado frente a la Plaza de Armas, en el solar
que ocupara el viejo cine de la ciudad, sirve de nexo entre ellos.
52
Sociedades de Frontera: Las del presente
Iquitos de la explotación cauchera a la marginalidad urabana. Algunas refelexiones sobre el mercado de Belén
El mercado de Belén es un populoso barrio de Iquitos, asentado sobre la ribera
del rio Itaya, hogar de los ribereños que llegan de las comunidades nativas asentadas a lo largo del rio Amazonas y por sus afluentes, el Napo y el Nanay (Figura 1).
La marginalidad es una de sus características más sobresalientes. El ingreso al barrio,
por el Malecón o por la céntrica calle Prospero, está plagado de puestos. Mesas
dispuestas a lo largo de las calles, donde se ofrecen todo tipo de productos: alimentos crudos (verduras, frutos selváticos, pescados, mariscos, tortugas, cerdos, pollos,
granos, etc.), comedores, indumentaria para todas las edades, calzados usados, servicios de peluquería, ferreterías, librerías, jugueterías, talleres de reparación, etc. Los
puesteros. Los niños, muchos. Todo junto. Todo sobre las tablas de improvisadas
mesas (Figura 2). Todo expuesto a cielo abierto, bajo toldos y una maraña cables
siempre a punto de derrumbarse. Las mototaxis, servicio de transporte público más
difundido en la ciudad, tapizan el ingreso al mercado.
Es febrero, el carnaval ha terminado pocos días antes y allí están las palmeras
que dieron vida a las iumishas, cortadas, tendidas aún en la calle con todas sus
ofrendas (Figura 3). Son una sobrevivencia de prácticas nativas en medio de la
despersonalización del mercado urbano (Rocchietti 2003).
El mercado cuenta desde hace un año con guardia policial en todas las cuadras. La delincuencia es un aspecto constante; el arrebato de cámaras fotográficas
y pertenencias de los ocasionales curiosos, turistas, extranjeros que lo visitan, es
habitual.
El hedor es constante y nauseabundo en las calles de Belén.
La totalidad de desperdicios se arrojan en las calles; los niños juegan, corren
descalzos, sus madres atienden los puestos de venta; la mayoría de ellos no están
escolarizados, aúnque hay un centro educativo en el barrio. El servicio de recolección de basuras tiene dificultades para ingresar en la época de creciente del
río; lo cual incrementa los factores de contaminación.
La degradación humana atraviesa el mercado. Personas con borrachera, delincuencia, trabajadores, niños, todos conviven en el hedor y la putrefacción.
El quiebre con las prácticas nativas es radical en Belén. La comunidad amazónica
tiene como aspecto clave la limpieza de sus lugares de vivienda, libres de malezas
y plantas. La presencia de arboles, da cuenta de malestar en la comunidad e
implica carencias en la autoridad para hacerla limpiar (Freire 2003). En consecuencia, en la grafica del paisaje comunitario no hay plantas ni malezas, el paisaje
de las viviendas se asocia a la propia limpieza.
El profesor Roger Rengifo Ruiz, de la Universidad de la Amazonia Peruana,
señala en su trabajo de investigación en el sector que, el Distrito de Belén es uno
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
53
María Laura Gili
de los lugares más pobres del mundo (Rengifo Ruiz 2010). Casi todo el año
permanece inundado por la creciente estacional del rio Itaya, desprendimiento
del Amazonas. En tiempos de rio crecido, entre marzo y junio, los puestos se
trasladan a las canoas; desde donde arrojan al rio todos los desperdicios del día.
La mayor dificultad de los pobladores de Belén son las enfermedades transmitidas por mosquitos y zancudos que proliferan en las aguas contaminadas del
río (Rengifo Ruiz 2010). El uso de las aguas del rio para la higiene de utensilios
y enseres domésticos, así también como para el aseo personal, actúa como un
foco más de transmisión de parásitos y enfermedades derivadas. El proceso migratorio que experimenta Belén en los últimos años, ha degrado aún más el distrito en su crecimiento urbano sin planificación, sobre una economía avocada a
la pesca y su comercialización.
Y el Malecón, frente al rio Itaya, con sus tradicionales casonas. Fueron construidas entre 1910 y 1920, durante el esplendor económico de la explotación
del caucho, con estilo neoclásico.
Para un sector de la población, evocan ese momento de grandeza de la ciudad,
cuando estaba conectada al mundo por su producto primario extraído del monte
amazónico: el leche caspi. Para otro sector, evocan además a quienes las construyeron,
en su mayoría población de origen nativo, de la comunidad huitoto, que trabajaron
en condiciones de esclavitud para los patrones caucheros; en las construcciones de esas
mansiones, con finos y bellos azulejos azulados traídos de Europa.
La Casa Arana, una de los caucheros más importantes de Loreto, tenía más de
1200 indios enganchados. La cacería de indios ribereños se dio en todos los ríos
de la Amazonía. Muchos huyeron desde las orillas de los ríos y quebradas al
interior de la selva, generando asentamientos errantes. La estructura social de los
ríos se modifico, la dispersión de la población indígena fue otra de sus consecuencias.
El caucho y su explotación, hicieron que el área amazónica quedara atrapada
en el vínculo imperial ingles. Inglaterra entro de lleno con créditos financieros
que establecieron relaciones de dependencia entre capital y empresarios. El caucho se había vuelto para la selva lo que el salitre y el guano para la costa y la
sierra peruanas.
Amazonia
Desde 1960 ha cambiado la imagen que sobre la Amazonia se tenía para la opinión
pública mundial. De lugar tenebroso paso ser considerado el pulmón del mundo, principal reserva de la biodiversidad, reservorio de conocimientos farmacológicos y botáni54
Sociedades de Frontera: Las del presente
Iquitos de la explotación cauchera a la marginalidad urabana. Algunas refelexiones sobre el mercado de Belén
cos. Ese espacio re-idealizado bajo la figura del buen salvaje, como el lugar del equilibrio entre el hombre y la naturaleza, que el mundo industrializado había perdido
(Descola 2004). La idea de una Amazonia como tierra virgen ha sido rebatida por la
ecología histórica al dar cuenta de abundantes referencias sobre suelos antropogénicos,
asociados a bosques de palmeras y frutales, que dan cuenta de varios milenios de ocupación humana cuya actividad recurrente modifico el paisaje regional. En efecto, las altas
concentraciones artificiales de recursos vegetales, habrían influido en la distribución de
especies asociadas y darían cuenta de la profunda e intensa intervención humana en la
naturaleza selvática y su incidencia en la formación de la mayor diversidad natural. A su
vez, estudios ecológicos y etnoecológicos en las últimas décadas, han demostrado que
los diversos ecosistemas amazónicos son frágiles.
Primeras entradas por los ríos
¿Cómo se construyeron las distintas imágenes sobre la Amazonía? La selva es
un escenario de sociabilidad entre humanos y seres que cambian de aspecto. Las
cosmologías amazónicas se construyen sobre una sucesión de seres. Las diferencias
entre hombres, plantas y animales son de grado, no de naturaleza. Elementos del
mundo natural se equiparan al mundo humano en similares capacidades de reflexión, intencionalidad y expresión de emociones (Descola 2004). La naturaleza es un gran continuum social donde se establecen vínculos de familiaridad entre
quienes la componen. Solo se distinguen por aquello que las nutre y por las
especies que se los comen. En consecuencia, se ordenan por una sociología de la
predación mutua más que por particularidades propias.
El hiperrelativismo perceptivo generado por el hombre amazónico producto de la enorme diversidad de especies animales y vegetales en la que está inmerso, le ha impedido ver la unidad de la naturaleza a pesar de su múltiple heterogeneidad (Descola 2004). En efecto, la gran dispersión de individuos, la gran
pluralidad de formas de vida, habría generado la incapacidad para abarcar como
un todo el entorno, la imposibilidad de disociarse del entorno y ver la unidad
de la naturaleza.
Por el contrario, en el pensamiento occidental moderno, la naturaleza se
entiende por oposición a las obras humanas: cultura, historia, sociedad, paisajes
culturales, etc.
Las primeras exploraciones del espacio amazónico se dieron una vez ocupadas la sierra y la costa peruanas y ecuatorianas. Hallar la mítica El Dorado animó
la nueva exploración y, así, los conquistadores se dispusieron a entrar en la selva.
Primero fue Alonso de Alvarado quien avanzo por el rio Mayo, fundando
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
55
María Laura Gili
Moyobamba en 1539. Luego, Gonzalo Pizarro y otros exploradores avanzaron
por el alto rio Napo, entre 1539 y 1542. Finalmente, Francisco de Orellana
viajando por el rio Napo, llego a las nacientes del Amazonas y de allí continuo
su viaje atravesándolo hasta su desembocadura en el océano Atlántico (Regan
1993:29). En su travesía se cruzo con los omaguas; primero se le presentaron en
forma pacífica pero pronto se volvieron beligerantes frente a la voracidad de los
exploradores, deseosos de hallar víveres a cada paso.
El 1 de enero de 1542, Francisco de Orellana, salía del Cuzco al mando de
una expedición enviada por Gonzalo Pizarro, con 57 soldados, en un lanchón y
varias canoas para explorar la zona y encontrar víveres. El 12 de febrero entraba
al Amazonas (San Roman 1994:44). Allí seguiría el curso del rio deteniéndose
en Pevas para arreglar el lanchón y luego continuar su viaje, sin regresar a comunicar el gran hallazgo.
Durante el siglo XVII entraron los misioneros jesuitas en los ríos y fundaron
varios poblados. En 1769 los jesuitas fueron expulsados por la monarquía española de toda América, incluida la misión de Maynas, en la Amazonia. Fueron
reemplazados por clérigos comunes, primero, y por la orden franciscana, mas
tarde (San Román 1994:101). Tras ellos llegaron los patrones caucheros y
regatones, durante el siglo XIX.
En 1802 la región de Maynas, hasta el momento perteneciente a Quito, fue
anexionada al Virreinato del Perú. Una vez producida la independencia de la
monarquía española y su régimen colonial, en 1822, la región paso a depender
del Departamento de Trujillo (mas tarde llamado La Libertad). En 1832 se creó
el Departamento Amazonas, integrado por Maynas, Chachapoyas y Pataz. En
1866 Loreto fue declarado departamento, con cuatro provincias, una de ellas,
en el Bajo Amazonas, con capital en Iquitos, junto a los distritos de Nauta, Pevas,
Parinarí y Loreto (San Román 1994:115). Iquitos se volvía, así, centro políticoadministrativo del departamento.
El regatón fue una figura comercial muy importante en la vida de ribereña
durante el siglo XIX. Realizaba el comercio al por menor por los ríos y poblados de la selva. A mediados del siglo XIX ya se había convertido en parte del
paisaje de los ríos. Hacia 1855 había unas 100 canoas registradas, aunque eran
muchas más las que circulaban sin control alguno. El rol del regatón fue controvertido desde el inicio; un documento de la Asamblea Legislativa Provincial del
Amazonas, fechado el 25 de marzo de 1876, expresaba:
«… su obra destruida por individuos denominados regatones que a semejanza de vampiros van abusando de la ingenuidad y buena índole de los
56
Sociedades de Frontera: Las del presente
Iquitos de la explotación cauchera a la marginalidad urabana. Algunas refelexiones sobre el mercado de Belén
catequizados (…) a cambio de objetos de insignificante valor y de bebidas alcohólicas» (Don Antonio Masón Miranda, en: San Roman 1994:107).
La navegación a vapor llego a Loreto en octubre de 1853, con el vapor
brasileño Marajó en un viaje que tenía por último destino Nauta, puerto terminal. Al año siguiente, 1854, se instalaría en Iquitos un apostadero y factoría para
barcos, con talleres de herrería, fundición, maquinaria y carpintería (San Román
1994:107). La factoría y el apostadero propiciaron la mayor exploración de los
afluentes del Amazonas activando el comercio fluvial.
El caucho
El caucho fue conocido por los nativos de la selva de mucho tiempo antes
de la entrada de los españoles. Recibía varios nombres: cahuachu, cauchu o
cauchuc, que significa madera que llora. El caucho o jebe es una resina, una
goma elástica de varias plantas propias de regiones intertropicales. Las principales son: goma o siringa (hevea brasilensis); jebe débil (hevea guianensis); caucho castilloa (castilloa ulei).
Si bien la planta ya era utilizada por las comunidades nativas de la amazonia,
fue a mediados del siglo XIX cuando los europeos la aplicaron al uso industrial.
En 1844 Charles Goodyear registraba en la Oficina de Patentes, en Estados
Unidos, la formula de vulcanización con caucho o goma elástica. Lo cual incremento rápidamente su demanda y valor comercial (San Román 1994:138-139).
Se iniciaba la fiebre del caucho.
Una nueva estructura comercial habría de desarrollarse en la selva a partir de
entonces. Primero en Brasil, luego en Perú. Miles de inmigrantes llegarían para
trabajar en la extracción del caucho. Los antiguos regatones y patrones eran
reemplazados ahora por los caucheros. La selva se volvía un enclave extractivo de
monopolios extranjeros con mecanismos de asociación y habilitación.
La asociación consistía en un nexo comercial entre centros industriales y socios en ciudades de la selva. Los primeros destinaban capital a sus socios para la
extracción y cobraban un interés anual por ello. Ocurrió entre empresarios de
Iquitos y empresas inglesas y norteamericanas. En el vínculo por habilitación el
empresario europeo acreditaba una cantidad limitada de capital al habilitado en
Iquitos, y luego cobraba interés y comisión por las ventas.
Así quedo establecida la cadena comercial entre grandes consorcios extranjeros, casas principales en Iquitos, patrones caucheros y peones caucheros.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
57
María Laura Gili
Dada esta situación, a partir de 1880 se iniciaba el auge de la economía
cauchera en Perú, con base en el Departamento de Loreto, capital Iquitos. Sobre 1910 se daba el pico de exportación, cuando ya la competencia con las
plantas de caucho en Indonesia, Malasia y demás lugares del Asia tropical comenzaba (San Román 1994:143). Años antes habían llevado semillas de caucho
desde Amazonia en forma clandestina, dando surgimiento a un nuevo sector de
extracción. Finalmente, la invención del caucho sintético haría decaer la actividad cauchera en la selva, hacia la segunda guerra mundial (1939-1945).
Con la explotación cauchera se produjo el ingreso masivo de inmigrantes en
la selva y la creación de los Fundos Caucheros en los ríos Napo y Amazonas, en
1904, había 93 fundos diseminados en sus riberas. Con ellos se avanzo sobre
tierras de indígenas, generando prácticas de explotación sobre las comunidades
nativas, transformadas en peones caucheros. El peón cauchero era reconocido
por sus formas de trabajo; el cauchero cortaba el tronco del árbol para exprimirle al máximo el producto, la resina o jebe, dañándolo gravemente. El
shiringuero, por su parte, trabajaba abriendo con cortes la corteza del tronco
para extraer la savia, sin dañar el árbol (San Román 1994:150).
El peón cauchero afronto condiciones laborales muy difíciles, sumergidos en el
barro, el agua, el monte; expuestos a enfermedades y picaduras tanto como a maltratos de los patrones. La mortandad era elevada entre ellos, la necesidad de sustitución de trabajadores era constante; lo cual dio lugar a la esclavitud de nativos, la
caza de hombres y traslado compulsivo de población desde el Putumayo y Caquetá
al Napo y Amazonas. Un testigo de la época así lo narraba:
«Son, sin embargo, despiadadamente perseguidos por los caucheros quienes
constantemente asaltan sus tambos para robarles sus armas, sus instrumentos y
su fariña (...) periódicamente se organizan correrías en las que la peor parte
cabe siempre al indio, pues si le cogen con vida es llevado lejos y sometido al
trabajo como verdadero esclavo y frecuentemente vendido como tal…».
(Hildebrando Fuentes 1908: 226, en San Román 1994:153-156).
La cacería de indios ribereños se dio en todos los ríos de la Amazonía. Muchos huyeron desde las orillas de los ríos y quebradas al interior de la selva,
generando asentamientos errantes. Otra particularidad del trabajo cauchero fue
el enganche o peonaje por deudas modalidades extendidas por toda América
Latina durante el siglo XIX. Consistía en el endeudamiento de los trabajadores
en el almacén del fundo con el patrón, deudas con carácter hereditario. La Casa
58
Sociedades de Frontera: Las del presente
Iquitos de la explotación cauchera a la marginalidad urabana. Algunas refelexiones sobre el mercado de Belén
Arana, una de los caucheros más importantes de Loreto, tenía más de 1200
indios enganchados.
La dispersión de la población indígena fue otra de sus consecuencias. La estructura social de los ríos se modifico entorno la casa señorial del fundo o centro
de la hacienda. Allí se establecieron tambos, cocameras (viviendas indígenas),
almacenes, centro asistencia y demás espacios de actividades propias del fundo.
Imponiendo una nueva forma de organización social servil y dispersa (San Román
1994:163).
El caucho y su explotación, hicieron que el área amazónica quedara atrapada
en el vínculo imperial ingles. Inglaterra entro de lleno con créditos financieros
que establecieron relaciones de dependencia entre capital y empresarios. Luego
llegarían también barcos ingleses al puerto de Iquitos. El caucho se había vuelto
para la selva lo que el salitre y el guano para la costa y la sierra peruanas.
Actualmente la región experimenta, además, situaciones de frontera por su
condición limítrofe con Ecuador, Colombia y Brasil. Los estados establecen relaciones particulares con sus fronteras y sociedades fronterizas. La incapacidad
de control permanente en ellas hace que el Estado tenga situaciones particulares
entre poder e identidad entre fronteras y en cada estado respectivo (Grimson
2005:131). Esto hace que la situación en las fronteras sean conflictivas; en ellas se
condensan procesos socioculturales. A pesar de ello Grimson sostiene:
«…el estado continua teniendo un rol dominante como árbitro del control, la violencia y el orden y la organización para aquellos cuya identidad
está siendo transformada por fuerzas mundiales» (Grimson 2005:132).
En estas zonas suele exacerbarse la noción de identidad nacional impulsadas
por el mandato nacionalista de hacer patria . A su vez, los procesos de
regionalización (del cual la amazonia es protagonista en las últimas décadas)
producen particulares relaciones entre estado, frontera y nación. Allí se observa
la intención estatal de ocupar militarmente el espacio con destacamentos militares nacionales y extranjeros. En este caso, la presencia de puestos norteamericanos
da indicio del estado de conflictividad que la región vive por intereses generados
en torno al control de las aguas y recursos naturales selváticos.
Sobre la memoria y los bienes culturales
Los relatos museográficos deben ayudar a las sociedades a superar las instanAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
59
María Laura Gili
cias más dolorosas de su historia. En aquellos casos con experiencias históricas
extremas y muy dolorosas, puede implicar la destrucción del bien cultural, a
modo de sacrificio necesario para exorcizar los fantasmas del pasado (Devallés
2008). Pero la memoria se apoya en recuerdos borrosos, en espacios concretos,
en imágenes y objetos; es la vida con recuerdos, olvidos y manipulaciones (Devallés
2008:110). Para la memoria objetos, monumentos, archivos en papel, son testimonios del pasado. Según como se los use o interprete, se convierten en sostén de
la memoria de su comunidad o en herramienta de su historia.
Las sociedades se organizan sobe recuerdos y olvidos comunes, por ello los
museos son espacios de memoria pero también de olvidos:
«…no solamente permiten a la sociedad conmemorar momentos importantes de su historia sino, al mismo tiempo, deshacerse de la carga que
representan los recuerdos, especialmente aquellos que traumatizan…»
(Moure 2008:128).
El patrimonio cultural es espacio de discusiones políticas-ideológicas por la
imposición de perspectivas acerca de la sociedad, la historia y su memoria colectiva que el mismo conlleva en cada nueva presentación. El análisis sobre los principios éticos que subyacen a toda narrativa histórica patrimonial queda, por lo
tanto, implicado. La reflexión en este sentido siempre permite elucidar el problema y, así, aportar criterios de reflexión sobre el vínculo dilemático planteado
entre quienes reclaman derechos de decisión sobre los bienes culturales, distintos
sectores sociales que convergen en su estudio y gestión. Cuando todo esto ocurre
en contexto latinoamericano, la situación adquiere ribetes particulares. La historia colonial y republicana dependiente de nuestros países, así lo determina.
Conclusión
¿Qué ocurre entonces con los bienes culturales, materiales y simbólicos y la
historia en ellos condensada? En Iquitos, la narrativa histórica de inicios del
siglo XX eligió evocar el esplendor económico de los tiempos caucheros. Sus
casonas permanecerían allí de testimonio, en el malecón frente al Itaya. Pero
también quedarían las comunidades nativas desarticuladas por el caucho; primero en la selva, luego en la propia ciudad. En la marginalidad del mercado de
Belén, testimonio silencioso de la opresión a la que fue sometido el pueblo
amazónico.
60
Sociedades de Frontera: Las del presente
Iquitos de la explotación cauchera a la marginalidad urabana. Algunas refelexiones sobre el mercado de Belén
Si bien es cierto que los objetos, los bienes culturales materiales e inmateriales,
cuentan con la capacidad de evocar la memoria de los pueblos, también lo es que
han sido sacralizados por la museología positivista o los primeros relatos históricos, en el siglo XIX. Eso ocurrió con las casonas del Malecón que evocan la
ostentación cauchera en Iquitos.
Y frente a él su contradicción: el caserío pobre sobre el rio y el mercado de
Belén. Ese populoso barrio de Iquitos, sobre la ribera del rio Itaya, hogar de los
ribereños que llegan de las comunidades nativas asentadas a lo largo de los ríos
Amazonas, Napo y Nanay, reestructuradas por los patrones caucheros, donde la
marginalidad es una de sus características más sobresalientes.
Ref
er
encias bib
liog ráf
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Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
61
María Laura Gili
Figura 1. Mercado de Belén. Iquitos.
Figura II
II.. Departamento de Loreto.
Perú.
Figura III
III.. Región de Loreto.
Amazonia Peruana.
62
Sociedades de Frontera: Las del presente
LAS NUEV
ONTERAS
NUEVAS
FRONTERAS
AS FR
Y LA POLÍTICA INTER
CUL
TURAL
INTERCUL
CULTURAL
Ana Rocchietti*
R esumen
La interculturaliidad como finalidad de diferenciación, reconocimiento y
reparación histórica hacia los pueblos indígenas latinoamericanos ha quedado incorporada explícitamente o no en las Constituciones reformadas
en la última década del siglo XX. Este trabajo revisa esa noción en sus
implicaciones teóricas y prácticas.
Palabras ccla
la
lavve: interculturalidad - políticas de reconocimiento - garantías constitucionales.
Abstract
Intercultural differentiation, recognition and histroical reparation to Latin
American indigenous peoples has been explicity or anexplicity incorporated
in Constitutions in the last decade of XX century. This paper reviews the
concept in their theoretical and practical implications.
Key - Wor
ds
ords
ds: intercultural relations - recognition policies - constitutional
guarantees.
Introducción
En las dos últimas décadas, los Estados nacionales en América Latina se enLaboratorio de Arqueología y Etnohistoria. Departamento de Historia – Facultad de Ciencias
Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto. E mail: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
63
Ana Rocchietti
frentan al advenimiento de la etnogénesis no calculada –dada la asimilación avanzada en la que parecían estar- de los pueblos indígenas. Este proceso promueve
una serie de problemas que han tentado solucionar de distintas maneras pero con
una característica común: las políticas se diseñan en relación con la concesión de
derechos generalmente de tipo compensatorio. Las nuevas coaliciones sociales
surgidas en el sentimiento de identidad y en la acción directa de reclamo provocan distintos planos de análisis, el trazado de políticas culturales y económicas
concretas y predicen un nuevo tipo de nexos entre Estado y sociedad civil.
En el continente han sido impuestas –en sucesión- desde 1940, aproximadamente, políticas de integración desarrollista, pluralismo cultural, multiculturalismo
y, últimamente, interculturalidad. No se trata de políticas globales sino que suelen desenvolverse en sectores de la economía y, fundamentalmente, en los sistemas
educativos. Pero, ahora, existe una nueva dimensión desconocida por sus efectos
y por su naturaleza: la experiencia del Estado Plurinacional de Bolivia.
Nuestra hipótesis sostiene que cualquiera de ellas, pero especialmente la última tropieza con tres dilemas: la identificación, la admisibilidad y la judicialidad.
La presentación abarcará los siguientes tópicos: 1. políticas estatales y
etnogénesis, 2. contenidos de la interculturalidad y 3. Estado Plurinacional.
Políticas estatales y etnogénesis
El comienzo del tratamiento del problema indígena en términos antropológicosociales modernos puede datarse a partir del Congreso de Pázcuaro (México, 1941).
En él se trazaron las líneas de la política fundamental que competía a los Estados
latinoamericanos: la integración de los indios a la sociedad nacional con respeto o
tolerancia de sus culturas simbólicas pero con transformación de sus bases materiales (económica y tecnológica). Los dispositivos de tal política se basaban en la
investigación antropológica y en acciones estatales concretas para hacer justicia a su
postergación ancestral y para dar solución a la rémora que representaban para el
desarrollo nacional. Aún cuando el Congreso estaba animado por expertos que
tenían una conciencia clara de la situación real de los indios y tomaban partido por
ellos, las consecuencias de las intervenciones en este campo iban a ser disímiles y, más
tarde, criticadas. Una primera –por lo demás, durante mucho tiempo, la única
porque no todos los países adhirieron al compromiso de Pázcuaro, fue la creación
de los Institutos indigenistas (con distintos nombres de acuerdo a la nación firmante) y su doctrina se conoce como indigenismo. En contraste con las políticas aplicadas en el pasado, con anterioridad a esa época, pregonaba el valor de la cultura
indígena y rechazaba la asimilación forzada y siempre violenta.
64
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
El Seminario de Barbados (1971) vino a demostrar la situación colonial del
indio en las sociedades modernas del continente y denunció la impotencia del
indigenismo para realizar avances concretos en relación con la pobreza estructural de las poblaciones de ese origen, generalmente rurales o emigrantes hacia las
ciudades donde se sumaban a la exclusión y la marginalidad.
Con el tiempo, un problema de justicia distributiva se fue convirtiendo en
una entidad mucho más perturbadora: su resistencia a desaparecer hizo que las
coaliciones de diverso tipo que pueden denominarse indígenas vinieran a plantear una cuestión jurídica y sustantiva ilustrada por el interrogante sobre qué
clase de Estados son los Estados modernos nacionales.
El capitalismo tardío promovió uniformidad cultural en todas partes pero
también un resurgimiento de lo local y regional. Pudo ser un contra-movimiento
popular espontáneo o el resultado de una educación escolar cada vez más individualista y menos universal pero lo cierto es que en todas partes del planeta se
desenvolvieron procesos de etnogénesis no destinados solamente a hacer surgir
nuevos pueblos sino, más certeramente, a recobrar tradiciones, lenguas e identidades. El «indio» latinoamericano ahora tomaba la iniciativa de formar asociaciones con personería, movimientos étnicos de restauración nacionalista propia y
de reclamar derechos económicos, sociales y humanos.
Desde la década de los años ochenta del siglo XX, vemos, así, emerger términos como pluricultural, multicultural e intercultural para designar políticas estatales pero también para caracterizar tales reclamos.
El pluralismo consiste, básicamente, en reconocer que la Nación o el Pueblo
están integrados por una heterogeneidad histórica y social que debe ser respetada en su ontología y devenir. No implica más que un reconocimiento de la
naturaleza de la composición de la sociedad y del derecho a que ella se manifieste en su diversidad.
El multiculturalismo dio un paso más allá al establecer que las culturas diferentes en un mismo bloque nacional debían coexistir y que esa coexistencia denotaba problemas que iban más allá de la tolerancia o el registro folclórico.
Sometía a las políticas –sobre todo educativas- a la prueba de darse una estrategia para asegurarla. Afirmaba, sí, que el todo se enriquecía por la diversidad de
las partes. No implicaba desterrar el racismo ni la pobreza de los indios sino
asegurar la perduración del todo más allá de las fuerzas centrífugas que podían
dispersarlo. De todas maneras significó considerar que las políticas de integración debían evitar el asimilacionismo.
La interculturalidad partió de otro principio: dado que los conglomerados
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Ana Rocchietti
tradicionales persistían y que regiones enteras permanecían por fuera de la
mundialización y de la modernización compulsiva o la retrasaban era necesario
tender puentes entre culturas para obtener una cierta simetría práctica. Las asociaciones indígenas –un poco ajenas a los planteos del pluralismo y del
multiculturalismo porque ellos nacían en las universidades- tomaron la retórica
de la interculturalidad (creyendo en ella o no) porque veían en su despliegue una
cierta oportunidad para llegar a niveles estatales que pudieran comprometer
mejoras concretas en los servicios y, particularmente, en la educación.
Por supuesto, no deja de tener problemas teóricos y prácticos: naturaleza y
práctica de los «puentes», economía política del vínculo, transposición jurídica y
política, gobierno del proceso, metodología e ideología. Los orígenes y los
contextos de la situación de los pueblos indígenas impiden –evidentemente- una
consecución histórica y lógica de la simetría; por lo tanto, la cuestión clave se
centra en la propiedad de la tierra, el territorio y el autogobierno, especialmente en los países en los que la densidad de la población indígena es muy alta o
medianamente alta o si poseen regiones claramente de identidad indígena que
favorezca el surgimiento, consolidación y perduración de coaliciones políticamente activas y visiblemente reclamantes.
Estas consideraciones apuntan a esbozar los tres dilemas que tendrían los
estados latinoamericanos: la identificación, la admisibilidad y la judicialidad. El
primero está contenido en la determinación de índole jurídica y antropológica
para identificar quién es quién. No es sencillo hacerlo –dada la miscegenaciónpero no imposible.
Para identificar es necesario «reconocer». Éste es un tópico especial porque
cualquier coalición social o cualquier individuo deberían responder a las preguntas ¿qué eres? Y ¿quién eres? De acuerdo con la respuesta que se les dé y de
acuerdo con la política de Estado habrá posibilidad de efectuar el reconocimiento. Pero estas respuestas sólo pueden elaborarse a partir del reclamo de
derechos ya que el Estado tiende a uniformar el conjunto sobre el cual gobierna
y ejerce soberanía. De hecho, entonces, la cuestión indígena es una disrupción
perturbadora al reinado político del Estado nacional moderno. Aceptado el
derecho de reclamo (por fuerza política o por fuerza de las circunstancias) emergen
otras dimensiones del problema.
Si así son calificados es porque existe otro tipo de derechos. De todas las
clases que sienta la jurisprudencia sobresalen los Derechos Humanos. Consagrados por la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
y por la Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos. En
la actualidad han alcanzado la cima de la corrección política y abarcan una lista
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
muy grande de normas y no solamente los tradicionales de derecho a la vida, a la
educación, a la salud, etc. Se trata de un corpus abierto en el que continuamente
entran nuevas reivindicaciones, entre ellas las de reconocimiento cultural de los
indígenas. No dejan de tener problemas teóricos y prácticos ya que su metafísica
es la de la persona, entroncándose con la tradición cristiana y con la filosofía de
la persona y su centro el individuo. Por ejemplo, las objeciones marxistas y
comunitaristas se focalizaron en la ficción social y jurídica que comporta esa
noción (Knowles 2009). Al respecto debe recordarse que se formularon como
cierre de la Segunda Guerra Mundial en 1948, período en que comenzaba la
Guerra Fría. En la actualidad este origen histórico no afecta su prestigio en todas
partes del mundo.
Los Derechos Humanos se describen de distinto modo: derechos naturales o
abstractos (los que son producto de la ley natural prescriptos por Dios para la
Humanidad), derechos morales, derechos jurídicos (fundamentalmente los derechos liberales que garantizan la libertad de expresión, de asociación, de religión,
etc.), derechos in personam (aquellos que suponen deberes correlativos por parte de los agentes señalados), derechos in rem (derechos que se pueden reclamar a
cualquiera o a cualquier institución, un derecho frente a todos), derechos especiales (condicionados), derechos universales (los cuales corresponden a todos los
hombres y son, por lo tanto, incondicionados) y derechos de reclamo. Ésta es la
arquitectura del derecho y Estado moderno.
La distinción ulterior es entre derechos positivos (aquéllos reconocidos en
un sistema apropiado de normas reales, operativas) y derechos críticos (aquéllos
que deberían ser reconocidos aunque de hecho se reconozcan o no). Éstos últimos implican la posibilidad de una crítica de una moral positiva (Knowles 2009:
128, sobre conceptos de H. L. A. Hart).
Los derechos de reclamo son los más importantes de la teoría política porque exigen un agente específico de cumplimiento que no debe interferir en su
verificación. Poseen una clara tesis lógica por cuanto se encuentran en correlación con deberes por parte de agentes (en lo que nos interesa, el Estado) que
deben no interferir en el objeto de reclamo.
Una característica del mundo moderno es que los individuos se ven a sí mismos como discretos y diferentes, como voluntades subjetivas. Esto sería un logro
histórico, en la presunción hegeliana, porque ante la pregunta ¿quién eres?, antes
los individuos respondían indicando su pertenencia a una familia, un clan o a una
tribu, esto es, a una comunidad mayor. Los reclamos indígenas contestan de esta
manera e introducen una contradicción en el sistema jurídico. De hecho, los
derechos humanos se amplían para contemplar esta contingencia pero suscitan al
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Ana Rocchietti
Estado-Nación una dificultad lógica e histórica en su cumplimiento. El reclamo
de identidad y los derechos derivados no pueden satisfacerse a partir de los
derechos liberales y positivos que estiman a los ciudadanos como entidades abstractas, no étnicas, no lingüísticas, no religiosas, no políticas. El Estado construido según la factura europeo-occidental descarta la naturaleza étnica sustantiva
aunque la invoca para justificarse a sí mismo.
La coexistencia multicultural plantea problemas filosóficos y políticos y
muchos conflictos en relación con las demandas de los grupos, comunidades o
coaliciones étnicas.
En síntesis, la conformación de grupos o comunidades con creencias compartidas y con una capacidad de interpelación al Estado –en algunos países latinoamericanos con más antigüedad y fuerza política que en otros, en unos estimulados por iniciativas políticas que surgieron en los intelectuales, en los técnicos,
en el propio Estado a la par de las problemáticas regionales del desarrollorequiere justificación de dos tipos: histórica y jurídica.
La genealogía individual provee una enojosa e incierta fuente de derecho en la
medida en que su reconstrucción es siempre engorrosa y depende en grado sumo de
la voluntad subjetiva contraviniendo la ideología de asociación indígena. Por otra
parte, los procesos de migración continua o intermitente entre regiones y, especialmente, hacia las ciudades ha contribuido a confundir y a disolver esas genealogías.
La doctrina de los derechos humanos –entre ellos los culturales- y los derechos especiales resulta el instrumento en el que convergen Estado y asociaciones
políticas indígenas tanto en el campo del reclamo como en el campo de las
políticas de intervención. Ya hemos visto que los Derechos Humanos adolecen
de un carácter individualista y que los especiales son el resultado de alguna transacción o contrato contingente, que son derechos condicionados y que comportan alguna suerte de privilegio o inmunidad del que no goza el resto de la sociedad ya que lo cierto es que no todos los derechos morales (como éstos que
devendrían de la justificación histórica) pueden reconocerse siempre como sistemas jurídicos particulares y permanecen como derechos críticos.
Mientras el pluralismo y el multiculturalismo permanecen en el dominio de
la contemplación descriptiva de la sociedad o en el de los valores que se deben
cultivar (en la educación o en el curso de la vida civil, por ejemplo) la
interculturalidad puede ser considerada un principio activo (tanto de reclamo
como de política estatal correspondiente). Sin embargo, permanece oscura la
forma de realizarla.
Como en las políticas de Estado permanece la moral integracionista, se puede percibir que en la práctica se tiende a disolver estos campos de asociación que
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Las nuevas fronteras y la política intercultural
vienen a contradecir la soberanía política del Estado y que incluso pueden tener,
a futuro, un carácter centrífugo, con secesión territorial. Por otra parte, el hecho
de que la devolución de tierras, por ejemplo, no puede hacerse –se aduce- porque sus unidades se encuentran en titulación prolongada por generaciones (es el
caso de la propiedad latifundaria) o han pasado de mano en mano y no se puede
reconstruir la legitimidad del uso posidetis que tuvieran en los tiempos precoloniales los indios, hace que en definitiva las tierras devueltas son fiscales y lo
que genera controversia es la «dilapidación» del bien público. Esta retórica también se desenvuelve en la opinión pública cuando estas políticas se llevan a cabo
en relación con la provisión de terrenos y vivienda para la población pobre de
los asentamientos irregulares urbanos (pueblos jóvenes, favelas, villas miseria,
cantegriles, etc.). En la Argentina, estas políticas se mezclan con las de otorgamiento de subsidios de baja calidad para desempleados o pobres estructurales.
La interculturalidad se ubica en estrictos derechos culturales del campo educativo (derecho a una educación escolar en la lengua propia y en los dispositivos
y habilidades tradicionalmente conservados y considerados valiosos por las comunidades) promoviendo, de esa manera, un aspecto específico de los Derechos
Humanos: la autonomía cultural.
La autonomía está incluida –es más, es su fuente de justificación- en los Derechos Humanos. Es la capacidad para llevar una vida que uno mismo gobierna
(Knowles 2009:148-149) pero está restringida doctrinalmente a «una vida» que
tiene que ser respetada en tanto tal (derecho positivo a conservar la vida y derecho negativo a no ser asesinado) y a tolerar su expresión (derecho liberal positivo a la libertad de expresión). Los derechos culturales extienden esta capacidad
a conjuntos sociales. En estas disquisiciones no entra la cuestión de la participación en la riqueza global ni en la riqueza del suelo y subsuelo del lugar en el que
habitan las comunidades (como, por ejemplo, tener derecho a regalías sobre los
bienes de tierra, con carácter colectivo). En este punto se verifica la asociación
conceptual entre derechos e intereses: los grupos «artificiales» (es decir, aquellos
que se asocian) reclutan a sus miembros desde una perspectiva declarada y por eso
no debe asombrar ni ser objeto de condena que estas asociaciones posean una
convergencia sobre la base de tener dónde vivir y construir renta a partir de la
explotación agraria o minera del suelo o del turismo.
Hasta cierto punto, durante el siglo XIX el indio era un problema moral y
práctico: ¿cómo convertirlo en ciudadano de un sistema jurídico básicamente
liberal? Este tópico también recorre el siglo XX convirtiendo el dilema colonial
inicial sobre su naturaleza sustantiva (¿hombres o animales?) en la de su ser resistente al cambio social y a la integración nacional. En la actualidad, lo que se
discute es bajo qué principio activo convivir con este agregado moral y prácticaAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Ana Rocchietti
mente interdictor de las formaciones sociales del continente. Una solución sociológica puede consistir en la pluralidad política expresada en la diversidad
cultural dando garantías constitucionales de libertad de expresión. Es lo que han
hecho las constituciones nacionales reformadas a partir de 1990. Otra, de mayor apuesta es la configuración –también garantizada constitucionalmente- de
un Estado Plurinacional. Es la solución boliviana.
Podría estimarse como precedida por la legislación basada en las Confederaciones o Estados federales de la misma historia latinoamericana o por la experiencia de las regiones autonómicas como las de España.
En concreto: identificar u otorgar identidad es la contrapartida de una interpelación al Estado realizada por asociaciones indígenas cuya organización
básica es política. Los contingentes que permanecen por afuera de esta acción de
lucha reciben los beneficios que supone brindar el Estado cuando éste resulta
perdedor. La mayor parte de las veces, en realidad, se encuentran desprotegidas y
desagregadas, cuando no, reprimidas en forma violenta. El conjunto de situaciones de petición, representación, impugnación y lucha pone en movimiento la
respuesta estatal que implica admisibilidad (lo que será capaz de absorber sin
pérdida política o territorial). No todas las identidades son admitidas y cuando
lo son, conllevan un nivel de lo que el Estado está dispuesto a otorgar. Allí radica
el nudo de la conflictividad social y jurídica por no citar las que derivan del
mercado y de sus fuerzas económicas, especialmente alrededor de las tierras y
recursos indígenas.
La judicialidad es una dimensión que permite comprender esta dinámica desde
otro punto de vista. En primer lugar existe una doble referencialidad: por un lado,
las normas contempladas por los sistemas constitucionales y, por otro, las que lleva
implícito el reclamo indígena de tenor comunitario. En segundo lugar, reconocer
a los pueblos indígenas con autonomía potencial o verificada requiere modificar la
estructura política del Estado. Ésta última es la más controvertida puesto que tiene
consecuencias no solamente en su funcionamiento administrativo sino en su dimensión declarativa y de aplicabilidad. Podría darse una solución a esta cuestión aceptando el derecho consuetudinario siempre que éste no contradiga los Derechos
Humanos y, por lo tanto, que no afecte derechos predicados de los individuos
como tales bajo tal noción o bajo la de «persona».
Según Charles Taylor (2009) algunas políticas contemporáneas giran en torno al «reconocimiento» y existiría un nexo entre reconocimiento e identidad. La
identidad sería aquello que hace ser a una persona lo que es sus características
definitorias fundamentales por lo cual un individuo o grupo puede sufrir daño
por falta de reconocimiento o por «falso reconocimiento». Podría ser fuente de
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
opresión y de «herida dolorosa». Hace más de dos siglos este reclamo no existía.
Es posible que haya empezado con Hegel y su dialéctica del Amo y el Esclavo.
Hubo dos cambios que lo hicieron posible: el derrumbe de las jerarquías sociales
que antes de la Modernidad estaba fundadas en el honor y la nueva interpretación de la identidad. Existió pues un giro subjetivo en la cultura moderna y un
modo original de ser humano: hay un cierto modo de ser humano que es mi
modo (Taylor 2009:60). De allí la importancia moral de todo contacto conmigo mismo (personas o pueblos). El reconocimiento se extiende, en la actualidad,
a la esfera íntima y a la esfera pública.
Pero este concepto de la identidad, siempre de acuerdo con el citado autor,
se hizo bajo la política de la diferencia, la cual brota orgánicamente de la política de la dignidad universal, nueva interpretación social humana que imprime
nuevos significados a un principio viejo. Confrontan el potencial humano universal y lo que cada ser humano ha hecho de él. La idea fundamental es que
somos formados por el reconocimiento.
Estado
Hay una perspectiva nueva, forjada en el reconocimiento de los pueblos indígenas (entendido como sección de la sociedad que reclama y que es paciente de
normas jurídicas y de políticas especiales) en calidad de entidades históricas que
han merecido considerandos en el contenido de las Constituciones reformadas
en los años noventa del siglo XX.
Si el Estado es plurinacional deberá reconocer los territorios indígenas y
deberá dar solución a las contradicciones de soberanía (mientras la soberanía
nacional se ejerce sobre un territorio nominal y tácticamente sostenido por razones históricas o de otro tipo, la territorialidad indígena posee otra lógica y
definición) sobre la base de contradicción de intereses. No se tratará de permitir
y estimular la diversidad cultural sino de darle entidad y protagonismo político
en el sistema político. Esto podría resolverse a nivel de las organizaciones y presencia demográfica regional. Se trataría, así, de transformar el criterio de personería,
el cual ha sido de naturaleza sustantiva. Significa, asimismo, desarrollar
integralmente y de manera igualitaria o equitativa la riqueza social definiendo
los criterios y decisiones que aseguren justicia distributiva no de sectores o clases
sino de naciones contenidas en la organización del Estado. Llevado a su noción
extrema, podríamos estar ante la situación de muchos Estados dentro del Estado.
La soberanía se ejerce, en todo caso, sobre población, recursos naturales y
culturales. La plurinacionalidad puede ser entendida como la delegación de la
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Ana Rocchietti
administración de recursos regionales a cada una de esas nacionalidades, así como
de la legislación local indígena y su judicialidad. Puede tratarse de una nueva
forma de distribuir los recursos y de aplicar el desarrollo.
A propósito de esta argumentación cabe señalar que el Manifiesto que lleva el
nombre de Proclamación de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), indica en su articulo quinto «Los pueblos indígenas tienen derecho
a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar plenamente si lo
desean, en la vida política, económica, social y cultural de los Estados». Esto es el
Derecho a la Cultura propia en condiciones de igualdad que el Derecho Estatal.
Este dato no debe comprenderse como paralelismo jurídico sino como «pacto de
coexistencia radicalmente democrática entre saberes y prácticas institucionales propias y válidas para cada ámbito de vida» (Chivi Vargas 2009).
Este instrumento afirma el camino emancipatorio de autodeterminación y
autogobierno de las nacionalidades indígenas, ya no como expresión cultural
diversa sino como agencia autónoma. Consagra descolonización, coexistencia,
complementariedad y equidad como principios fundantes de ese ordenamiento.
En este marco, el problema de la aplicación de justicia alcanza una envergadura
excepcional por las implicaciones que comporta, especialmente la de la coexistencia de justicias.
Las Constituciones
Comparando las actuales Constituciones latinoamericanas es posible tener un
panorama del estado de la cuestión tanto de la interculturalidad como del Estado Plurinacional (Cf. Naya). Su contenido estratégico puede ser analizado de
acuerdo con tres ejes: «Reconoce», «Garantiza y «Formato».
Argentina
(Constitución Nacional de 1853, revisión de 1994), Capítulo IV, Atribuciones del Congreso, Artículo 75)
1. Reconoce: preexistencia étnica y cultural; respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural.
2. Garantiza: respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e
intercultural.
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
3. Formato: personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; regulación
de la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos.
Participación en la gestión referida a sus recursos naturales y los demás
intereses que los afecten.
Brasil
(Constitución de 1989, Capítulo VIII, De los Indios)
1. Reconoce: organizaciones sociales, costumbres, lenguas, creencias y tradiciones, y los derechos originarios sobre las tierras que tradicionalmente
ocupan. Las tierras tradicionalmente ocupadas por los indios, habitadas
por ellos de forma permanente, las utilizadas para sus actividades productivas, las imprescindibles para la preservación de los recursos ambientales,
necesarios para su bienestar, y las necesarias para su reproducción física y
cultural, según sus usos costumbres y tradiciones.
2. Garantiza: posesión permanente, incluyendo el usufructo exclusivo de las
riquezas existentes en el suelo, los ríos y los lagos. Parte legítima en los
juicios entablados en defensa de sus derechos e intereses, con la intervención del Ministerio Público en todos los actos del proceso.
3. Formato: competencia de la Unión demarcar tierras indígenas, protegerlas y hacer respetar todos sus bienes. Aprovechamiento de los recursos
hídricos, potenciales energéticos, las investigaciones y riquezas minerales
en tierras indígenas solo puede ser efectuada con autorización del Congreso Nacional, escuchando a las comunidades afectadas y asegurando su
participación en los beneficios de la extracción, mediante ley. Tierras
inalienables e indisponibles. Se prohíbe el desplazamiento de las comunidades indígenas.
Colombia
(Constitución de 1991, reformada 2005, Capítulo II, De los derechos sociales,
económicos y culturales)
Reconoce que los integrantes de los grupos étnicos el derecho a una formación que respete y desarrolle su identidad cultural.
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Ana Rocchietti
Ecuador
(Constitución del 20 de octubre del 2008, Título II, Derechos, Capítulos
segundo y Cuarto)
1. Reconoce: Las personas tienen derecho a construir y mantener su propia
identidad cultural, a decidir sobre su pertenencia a una o varias comunidades culturales y a expresar dichas elecciones, a la libertad estética, a conocer su memoria histórica de sus culturas y a acceder a su patrimonio cultural; a difundir sus propias expresiones culturales y tener acceso a expresiones culturales diversas. No se podrá invocar la cultura cuando se atente
contra los derechos reconocidos en la Constitución.
2. Garantiza a las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas los siguientes derechos colectivos:
3. Formato: La nacionalidad ecuatoriana es el vínculo jurídico político de
las personas con el Estado, sin perjuicio de su pertenencia a alguna de las
nacionalidades indígenas que coexisten en el Ecuador plurinacional.
Honduras
(Constitución de 1982, reforma 2005, Artículo 173)
El Estado preservará y estimulará las culturas nativas, así como las genuinas
expresiones del folclore nacional, el arte popular y las artesanías.
México
(Constitución de 1995, Título Primero, Capítulo I, Artículo 4, Artículo 27)
1. Reconoce: La nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. Se reconoce la personalidad jurídica de los núcleos de poblaciones ejidales y comunales y se protege su propiedad sobre la tierra, tanto para el asentamiento humano
como para actividades productivas.
2. Garantiza: La ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social, y garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del
Estado. En los juicios y procedimientos agrarios en que aquellos sean par74
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
te, se tomarán en cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas en los términos que establezca la ley.
3. Formato: La ley protegerá la integridad de las tierras de los grupos indígenas.
Nicaragua
(Constitución de 1986, reforma 2003, Título II, Sobre el Estado, Capítulo
Único, Artículo 8, Artículo 11, Capítulo VI, Derechos de las Comunidades de
la Costa Atlántica, Artículo 89, Artículo 90, Artículo 91)
1. Reconoce: El pueblo de Nicaragua es de naturaleza multiétnica y parte
integrante de la nación centroamericana. Las Comunidades de la Costa
Atlántica tienen el derecho de preservar y desarrollar su identidad cultural en la unidad nacional; dotarse de sus propias formas de organización
social y administrar sus asuntos locales conforme a sus tradiciones. El Estado reconoce las formas comunales de propiedad de las tierras de las Comunidades de la Costa Atlántica. Igualmente reconoce el goce, uso y disfrute de las aguas y bosques de sus tierras comunales.
2. Garantiza: El español es el idioma oficial del Estado. Las lenguas de las
Comunidades de la Costa Atlántica de Nicaragua también tendrán uso
oficial en los casos que establezca la ley. Las Comunidades de la Costa
Atlántica son parte indisoluble del pueblo nicaragüense y como tal gozan
de los mismos derechos y tienen las mismas obligaciones. Las Comunidades de la Costa Atlántica tienen derecho a la libre expresión y preservación de sus lenguas, arte y cultura. El desarrollo de su cultura y sus valores
enriquece la cultura nacional.
3. Formato: El Estado creará programas especiales para el ejercicio de estos
derechos. El Estado tiene la obligación de dictar leyes destinadas a promover acciones que aseguren que ningún nicaragüense sea objeto de discriminación por razón de su lengua, cultura y origen.
Panamá
Constitución de 1972, Capítulo 8, Régimen Agrario, Artículo 119, Artículo 122, Artículo (123)
1. Reconoce: comunidades campesinas indígenas.
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Ana Rocchietti
2. Garantiza: El Estado garantiza a las comunidades indígenas la reserva de
las tierras necesarias y la propiedad colectiva de las mismas para el logro
de su bienestar económico y social.
3. Formato: La ley regulará los procedimientos. promover su participación
económica, social y política en la vida nacional. Realizar estudios de la
tierra a fin de establecer la clasificación agrológica del suelo panameño.
P aragua
araguayy
(Constitución del 20 de junio de 1992, Título II, De los Derechos, de los
Deberes y de las Garantías, Capítulo V, De los Pueblos Indígenas, Artículo 62,
De los pueblos indígenas y grupos étnicos, Artículo 63, De la identidad étnica,
Artículo 64, De la propiedad comunitaria, Artículo 65, Del derecho a la participación, Artículo 65, Del derecho a la participación, Artículo 66, De la educación y la asistencia, Artículo 67, De la exoneración).
1. Reconoce:: la existencia de los pueblos indígenas, definidos como grupo de
cultura anteriores a la formación y organización del Estado paraguayo.
2. Garantiza: el derecho de los pueblos indígenas a preservar y a desarrollar
su identidad étnica en su respectivo hábitat. Tienen derecho, asimismo, a
aplicar libremente sus sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que la voluntaria sujeción a sus normas
consuetudinarias para la regulación de la convivencia interna siempre que
ellas no atenten contra los derechos fundamentales establecidos en esta
Constitución. En los conflictos jurisdiccionales se tendrá en cuenta el derecho consuetudinario indígena. Derechos a la propiedad comunitaria de
la tierra, en extensión y calidad suficientes para la conservación y el desarrollo de sus formas peculiares de vida. El Estado les proveerá gratuitamente de estas tierras, las cuales serán inembargables, indivisibles,
intransferibles, imprescriptibles, no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales ni ser arrendadas; asimismo, estarán exentos de tributo.
Se garantiza a los pueblos indígenas el derecho a participar en la vida
económica, social, política y cultural del país, de acuerdo con sus usos
consuetudinarios, esta Constitución y las leyes nacionales. El Estado respetará las peculiaridades culturales de los pueblos indígenas, especialmente
en lo relativo a la educación formal. Se atenderá, además, a su defensa
contra la regresión demográfica, la depredación de su hábitat, la contaminación ambiental, la explotación económica y la alienación cultural.
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
3. Formato: Se prohíbe la remoción o traslado de su hábitat sin el expreso
consentimiento de los mismos. Los miembros de los pueblos indígenas
están exonerados de presentar servicios sociales, civiles o militares, así como
las cargas públicas que establezcan la ley.
P erú
(Constitución de 1993, Título II, Capítulo I, Del Estado, la Nación y el Territorio, Artículo 48, Capítulo VI, Del Régimen Agrario y de las Comunidades
Campesinas y Nativas, Artículo 89, Capítulo VIII, Poder Judicial, Artículo 149).
1. Reconoce: Las Comunidades Campesinas y las Nativas tienen existencia
legal y son personas jurídicas. Son autónomas en su organización, en el
trabajo comunal y en el uso y la libre disposición de sus tierras, así como
en lo económico y administrativo, dentro del marco que la ley establece.
La Propiedad de sus tierras es imprescriptible, salvo el caso de abandono
previsto en el artículo anterior. El Estado respeta la identidad cultural de
las Comunidades Campesinas y Nativas.
2. Formato: Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen, también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes. Las
autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con el apoyo de las
Rondas Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de
su ámbito territorial de conformidad con el derecho consuetudinario, siempre
que no violen los derechos fundamentales de la persona. La ley establece las
formas de coordinación de dicha jurisdicción especial con los Juzgados de
Paz y con las demás instancias del Poder Judicial.
Vene
zuela
enezuela
(Nueva Constitución de 1999, Capítulo VIII De los Derechos de los Pueblos Indígenas, Artículo 119, Artículo 120, Artículo 121, Artículo 122, Artículo 123, Artículo 124, Artículo 125).
1. Reconoce: la existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para
desarrollar y garantizar sus formas de vida. Los pueblos indígenas tienen
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Ana Rocchietti
derecho a mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural, cosmovisión,
valores, espiritualidad y sus lugares sagrados y de culto. Derecho a mantener y promover sus propias prácticas económicas basadas en la reciprocidad, la solidaridad y el intercambio; sus actividades productivas tradicionales, su participación en la economía nacional y a definir sus prioridades.
Los pueblos indígenas tienen derecho a servicios de formación profesional y a participar en la elaboración, ejecución y gestión de programas
específicos de capacitación, servicios de asistencia técnica y financiera que
fortalezcan sus actividades económicas en el marco del desarrollo local
sustentable. El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras pertenecientes a los pueblos indígenas el goce de los derechos que confiere la
legislación laboral. Derecho a la participación política. Los pueblos indígenas, como culturas de raíces ancestrales, forman parte de la Nación, del
Estado y del pueblo venezolano como único, soberano e indivisible. De
conformidad con esta Constitución tienen el deber de salvaguardar la
integridad y la soberanía nacional. El término pueblo no podrá
interpretarse en esta Constitución en el sentido que se le da en el derecho
internacional.
2. Garantiza: El aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitats
indígenas por parte del Estado se hará sin lesionar la integridad cultural,
social y económica de los mismos e, igualmente, está sujeto a previa información y consulta a las comunidades indígenas respectivas. Los beneficios
de este aprovechamiento por parte de los pueblos indígenas están sujetos
a la Constitución y a la ley. Salud integral que considere sus prácticas y
culturas. El Estado reconocerá su medicina tradicional y las terapias complementarias, con sujeción a principios bioéticos. Se garantiza y protege
la propiedad intelectual colectiva de los conocimientos, tecnologías e innovaciones de los pueblos indígenas. Toda actividad relacionada con los
recursos genéticos y los conocimientos asociados a los mismos perseguirán
beneficios colectivos. Se prohíbe el registro de patentes sobre estos recursos y conocimientos ancestrales.
3. Formato: Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de los
pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables
e intransferibles de acuerdo con lo establecido en esta Constitución y la ley.
El Estado fomentará la valoración y difusión de las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas, los cuales tienen derecho a una educación propia y a un régimen educativo de carácter intercultural y bilingüe, atendiendo a sus particularidades socioculturales, valores y tradiciones.
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
Se puede ver que el reconocimiento como identificación es un hecho
generalizado (por lo menos, con el alcance de una legislación general)
pero existen variantes de admisibilidad y de judicialidad. Bolivia y Ecuador son las constituciones más radicales y las que mejor delimitan el nivel
de autodeterminación. Alientan, más que ninguna otra carta fundamental,
la etnogénesis y las nacionalidades múltiples y quitan a las normas en relación con los pueblos originarios su carácter integracionista y protector.
La Constitución boliviana sienta principios jurídicos y antropológicos
novedosos y radicales y merece un acápite aparte.
La Constitución de Boli
via
Bolivia
El instrumento sancionado en 2009, bajo el gobierno de Evo Morales, formula los siguientes enunciados (sólo consideramos los metafísicos y los civiles y
políticos):
Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional
Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo
político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador
del país. Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre
determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a
la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la ley.
La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y los
bolivianos, las naciones y pueblos indígena originario campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo
boliviano. El Estado respeta y garantiza la libertad de religión y de creencias
espirituales, de acuerdo con sus cosmovisiones. El Estado es independiente de la
religión.
La soberanía reside en el pueblo boliviano, se ejerce de forma directa y delegada. De ella emanan, por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos
del poder público; es inalienable e imprescriptible. El Estado asume y promueve
como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama
suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien),
ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y
qhapaj ñan (camino o vida noble). El Estado se sustenta en los valores de unidad,
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
79
Ana Rocchietti
igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto,
complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes
sociales, para vivir bien. La dignidad y la libertad de la persona son inviolables.
Las naciones y pueblos indígena originario campesino gozan de los siguientes
derechos:
1. A existir libremente.
2. A su identidad cultural, creencia religiosa, espiritualidades, prácticas y
costumbres, y a su propia cosmovisión.
3. A que la identidad cultural de cada uno de sus miembros, si así lo desea,
se inscriba junto a la ciudadanía boliviana en su cédula de identidad, pasaporte u otros documentos de identificación con validez legal.
4. A la libre determinación y territorialidad.
5. A que sus instituciones sean parte de la estructura general del Estado.
6. A la titulación colectiva de tierras y territorios.
7. A la protección de sus lugares sagrados.
8. A crear y administrar sistemas, medios y redes de comunicación propios.
9. A que sus saberes y conocimientos tradicionales, su medicina tradicional,
sus idiomas, sus rituales y sus símbolos y vestimentas sean valorados, respetados y promocionados.
10. A vivir en un medio ambiente sano, con manejo y aprovechamiento adecuado de los ecosistemas.
11. A la propiedad intelectual colectiva de sus saberes, ciencias y conocimientos, así como a su valoración, uso, promoción y desarrollo.
12. A una educación intracultural, intercultural y plurilingüe en todo el sistema educativo.
13. Al sistema de salud universal y gratuito que respete su cosmovisión y prácticas tradicionales.
14. Al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos acorde a su
cosmovisión.
15. A ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular
a través de sus instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o
administrativas susceptibles de afectarles. En este marco, se respetará y garan80
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
tizará el derecho a la consulta previa obligatoria, realizada por el Estado,
de buena fe y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales no renovables en el territorio que habitan.
16. A la participación en los beneficios de la explotación de los recursos naturales en sus territorios.
17. A la gestión territorial indígena autónoma, y al uso y aprovechamiento
exclusivo de los recursos naturales renovables existentes en su territorio
sin perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos por terceros.
18. A la participación en los órganos e instituciones del Estado.
Esta selección permite percibir que promueve un avance muy grande en el
dominio del reconocimiento y que combina principios liberales con comunitarios. Define de una manera muy distinta la naturaleza de la organización del
Estado y la participación de los individuos jurídicos. Coloca en la persona, en las
naciones y en los pueblos la realización de la ley por el Estado y, en este sentido
no innova en la enunciación de los Derechos Humanos. Asimismo, innova la retórica legal.
Contenido de la interculturalidad
La interculturalidad tiene contenido difuso. La razón la ofrece Ana González:
«[…] la relación entre pueblos indígenas y Estado es una relación política cambiante, es una arena de debate y lucha política.» (González 2006:241). Quizá, por
eso, se encuentra trasladada al campo educativo en el cual también su alcance es
incierto. Parece basarse en la comunicación, el respeto, la tolerancia y la lengua.
Lo que no queda claro es qué se debe entender por diversidad o diferencia
cultural: ¿lengua ancestral, habitat ancestral, ideología ancestral? En la mayor
parte de los casos ninguna de estas propiedades permanecen intocadas. Las diferencias parecen estar dirigidas a la cultura de la pobreza (exclusión, desnutrición,
desocupación laboral discriminación, desprotección económica, social y jurídica). La comunidad indígena intacta, rural y campesina dentro de poco será un
constructo ideal de una sociedad «incompleta». De acuerdo con Morita Carrasco:
«El proyecto político de los pueblos indígenas es un verdadero programa de
producción de diferencias culturales» (Carrasco 2006:144).
La verdadera identificación por la diferencia –que daría sustento a la
interculturalidad- se halla en la objetividad que brinda la lucha por las reivindicaciones. Éste es el único motor que interpela al Estado, mucho más –por suAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
81
Ana Rocchietti
puesto- que la petición y la búsqueda de consenso. Si no fuera por estas expresiones populares, no se otorgarían personerías jurídicas ni se tendría en cuenta la
existencia de los indígenas en la planificación para el desarrollo. Tampoco se
invertirían fondos en ellos.
La interculturalidad, entonces, no es sino una respuesta correspondiente a un
Estado monista y monológico que induce a las asociaciones y juristas indígenas a
solicitarla por su parte también. El Estado concede lo que previamente ha inducido y lo coloca en la efectividad del dispositivo educativo formal e informal.
Esta contradicción solamente perjudica a los pueblos indígenas. Así como la
desigualdad corrompe, la interculturalidad coloniza.
Un contenido subyacente a la interculturalidad es su comunitarismo como
principio inclaudicable de asociación ya que es su razón de ser. Las comunidades
indígenas son comunidades de origen. Es posible que, progresivamente, puedan
transformarse en formas de asociación voluntaria. Roberto Esposito (2007)
observa un aspecto radical del comunitarismo (communitas): lo que une a la
comunidad no es una pertenencia sino una deuda; la comunitas es el conjunto de
personas a las que las une no una «propiedad» sino un deber o una deuda; la
comunidad está unida al sacrificio de la compensación; sus miembros no son,
entonces, dueños de sí mismos y su subjetividad resulta expropiada (Esposito
2007:29-31). Los miembros de comunidad no son sujetos. Son sujetos de su
propia ausencia (ibídem: 31).
La filosofía intercultural de Fornet Betancourt (2003) ofrece un ejemplo de
la ambigüedad radical del proyecto intercultural y del comunitarismo conceptual: el diálogo entre tradiciones de vida (especialmente con las indígenas y afroamericanas) se torna el imperativo ético de la emancipación de la humanidad a
través del compromiso filosófico con los colectivos en lucha y su saber prácticoético de la comunidad local. Esta posición, que ha influido en las políticas de la
Iglesia Católica, diluye en la universalidad su hermenéutica no ontológica de las
culturas y hace una exaltación de la comunidad organizada. Se| trata de una
filosofía que –en realidad- se dirige a las culturas religiosas y que recoge (o
procura hacerlo) la anulación de lo político en la comunidad religiosa siempre
que se considere a lo político como residente en el desacuerdo.
El Estado-Nación pretendió superar esta calidad jurídica y trascender las
fuerzas centrífugas (por origen o por otras características de asociación) que lo
amenazan siempre a través de la soberanía individual de cada ciudadano. Este
razonamiento no es el de la tesis comunitaria.
Es probable que el Estado Plurinacional vuelva a instalar la contradicción
entre el Uno y los Muchos Otros. No obstante, la visión «nacional» y liberal –
82
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras y la política intercultural
su antitética- es constitutivamente incapaz de comprender el papel del antagonismo político y de conformar una forma de objetividad social que no se funde
en una exclusión originaria y, por lo tanto, es ciega para detectar el proceso de
redefinición de las identidades colectivas (Mouffe 1999:12). Como consecuencia, dice Mouffe, la filosofía liberal depende de una ontología implícita que
concibe el ser bajo la forma de la presencia. Esta «metafísica de la presencia»
restringiría el campo de los movimientos político-estratégicos a los lógicamente
compatibles con la idea de una objetividad social. Es por eso que estas nuevas
situaciones y luchas latinoamericanas requieran redefinir también la identidad
democrática ya que el Estado Plurinacional no viene a exhibir sino las tendencias
que ya existen en cualquier sistema, sólo que no asimila las diferencias sino que las
exalta como más cercanas a lo existente.
Conclusiones: el Uno y los Muchos Otros
La confrontación entre Estado Monista, Estado Intercultural y Estado
Plurinacional tiene lugar en el pensamiento y en la práctica como expresión de las
fuerzas políticas latinoamericanas en muchos planos. Algunos son bien conocidos;
otros sugieren que es necesario efectuar un esfuerzo reflexivo y crítico porque en
todas las instancias ponen en juego vidas humanas. Se trata de una confrontación a
la que no puso fin el orden colonial europeo en las Américas. Ella sigue operando
en la sedimentación histórica sea cual sea la forma que asuma a través de diversos
contextos. Sería un error considerarlo solamente a partir de una lucha económica
entre propietarios y expropiados aunque esta relación es la fundamental.
El nuevo interrogante es si un orden jurídico Plurinacional indígena tomará
un rumbo revolucionario o si expresará las tendencias conservadoras y centrífugas
que anidan, desde, siempre, la «comunidad».
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84
Sociedades de Frontera: Las del presente
LA COMPETENCIA COMUNICA
TIV
A
COMUNICATIV
TIVA
INTER
CUL
TURAL EN CONTEXT
OS
INTERCUL
CULTURAL
CONTEXTOS
MONO-CUL
TURALES
MONO-CULTURALES
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Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González*
R esumen
Mientras que el mundo se está globalizando y los contactos con personas
provenientes de culturas diferentes y distantes son cada vez más frecuentes,
pero también cada vez conflictivos, Argentina es un país para el cual, por
las características de su historia, por su situación geográfica y económica,
la multiculturalidad no parece ser un problema apremiante. Esto vale sobre todo para una región mediterránea como lo es la provincia de Córdoba y especialmente la zona de influencia de la Universidad Nacional de
Río Cuarto. En el marco del programa de investigación «Lenguajes y
culturas en ambientes hipermediales: lectoescritura y audio comprensión
en lengua extranjera», se realizó una encuesta a alumnos (N=335) de todas las facultades que concurren a los cursos de lengua extranjera de la
UNRC. Mediante esta encuesta se pretendió obtener datos acerca de experiencias de contacto con otras culturas que hayan hecho los alumnos y
Departamento de Lenguas, Universidad Nacional de Río Cuarto.
E mail: [email protected]; [email protected]; [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
85
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
de su competencia comunicativa intercultural. Los resultados arrojaron un
desconocimiento de los encuestados respecto de la diversidad de culturas,
que puede ser considerado un rasgo característico de nuestro alumnado, al
igual que la falta de conciencia de las particularidades culturales del propio entorno. En consecuencia, definimos el contexto de nuestros alumnos
como «mono-cultural». Lejos de suponer que esta situación de «monoculturalidad» sea una ventaja y un beneficio, partimos de la base de que es
un importante escollo para interactuar en un mundo cada vez más complejo, más plural y más conflictivo y, al mismo tiempo, un desafío para la
enseñanza universitaria que prepara los futuros líderes sociales, políticos y
culturales de su país. Ellos deberán conocer lo propio y lo distinto y ser
capaces de empatía con el otro, para desarrollar la propia identidad y
para relacionarse con personas socializadas en otras culturas o en diferentes contextos culturales.
Palabras ccla
la
lavve: multiculturalidad - interculturalidad - identidad - comprensión de textos - hipermedios.
Abstract
While the world is globalizing, contacts with people from different and
remote cultures become more frequent, but increasingly conflictive. Argentina seems not to have such a disturbing problem, due to its historical,
geographic, economic and multicultural characteristics. This is specially the
case of a mediterranean area as it is the province of Cordoba and the region
surrounding the Universidad Nacional de Rio Cuarto. This work is part of
the research programme «Language and culture in hypermedia environments:
reading and writing and audio-comprehension in a foreign language». For
the purpose of this paper a survey was carried out to students (N= 335)
attending foreign language courses at UNRC and also to students studying
language at the Profesorado de Inglés. The application of the instrument
aimed to obtain data on students’ experiences with other cultures and their
intercultural communicative competence. The results showed the participants’
lack of knowledge regarding the diversity of cultures, which can be
considered a typical feature of our students, as well as a lack of awareness of
the cultural particularities of their own cultural environment. As a
consequence, we define our students’ context as «mono-cultural». Far from
considering this «mono-cultural» situation as an advantage and a benefit, we
assume that it is an important difficulty for interacting in an increasingly
complex pluralistic and conflictive world. At the same time, it is a challenge
86
Sociedades de Frontera: Las del presente
La competencia comunicativa intercultural en contextos mono-culturales. Estudio exploratorio de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto
to university education which prepares the future social, political and cultural leaders of the country. They should be aware of the differences among
their own culture and different ones, and be able to empathize with others
so as to develop their own cultural identity and to interact and socialize
with people in different cultural contexts.
Key words
words: multiculturality - interculturality - identity - reading
comprehension - hypermedia.
Introducción
Las autoras de esta comunicación, presentada al Foro sobre «Sociedades de
Frontera» en alusión al Bicentenario de la Revolución de Mayo, somos docentes
universitarias de lenguas extranjeras y ciertamente nos hemos cuestionado acerca
de la relevancia de nuestro aporte a estudios históricos, antropológicos,
etnológicos, políticos o sociológicos sobre las problemáticas relacionadas con
las múltiples divisiones entre los pueblos, con los conflictos que surgen a raíz de
contactos o choques entre diferentes culturas o con el desarrollo histórico de
nuestras conformaciones políticas contemporáneas.
Partimos de un panorama aparentemente ajeno a la problemática de conflictos limítrofes, contradicciones étnicas o cesuras sociales, ya que Argentina es un
país para el cual la multiculturalidad no parece ser un problema apremiante.
Mientras que el mundo se está globalizando y los contactos con personas provenientes de culturas diferentes y distantes son cada vez más frecuentes, pero también cada vez conflictivos, los argentinos no son afectados por estos procesos.
Esto se debe probablemente a características de su historia, a su situación geográfica alejada de los centros desarrollados, como así también a su situación económica que no hace de este país un destino atrayente para migrantes ni les permite
a los propios habitantes viajar asiduamente a otros países. Esto vale sobre todo
para una región mediterránea como lo es la Provincia de Córdoba, especialmente la zona de influencia de la Universidad Nacional de Río Cuarto, que está
alejada de los grandes centros urbanos o las zonas turísticas de interés internacional. Este mundo globalizado y multicultural de comienzos del Siglo XXI es,
además, profundamente asimétrico e injusto y está signado por conflictos étnicos,
sociales, económicos y políticos. Argentina, sin embargo, parece haberse mantenido ajena también a los problemas ocasionados por las migraciones globales,
como las que existen, por ejemplo, en el sur de Europa, en la frontera entre
México y EEUU, etc.. Tampoco está comprometida en conflictos bélicos con
países vecinos. Su sociedad es culturalmente mucho más homogénea que la de
otros países (como, por ejemplo, los países andinos, España, Israel, los EEUU
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
87
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
etc.) y, además, goza de una relativa estabilidad política, económica, social y
cultural. Aunque no hace mucho más de 100 años que la actual zona de influencia de la Universidad Nacional de Río Cuarto ha demarcado profundas diferencias económicas, políticas y culturales-civilizatorias, éstas, desde hace mucho tiempo, parecen completamente superadas.
No obstante este escenario, nuestros alumnos conviven en este mundo
globalizado e intercultural y, por medio de las nuevas tecnologías, están en constante contacto con informaciones que provienen de todo el mundo, se comunican con personas de distintos países y culturas y lo hacen mediante idiomas extranjeros. Es por ello que su competencia comunicativa tiene que incluir el aspecto de la interculturalidad que se expresa implícita o explícitamente a través de
los mensajes, las noticias, los textos etc. que tienen que comprender cuando se
desenvuelven en ambientes hipermediales de información y de comunicación.
En el marco del programa de investigación «Lenguajes y culturas en ambientes hipermediales: lectoescritura y audio comprensión en lengua extranjera» hemos realizado una investigación empírica con el fin de obtener datos acerca de
experiencias de contacto con otras culturas y de la competencia comunicativa
intercultural de nuestros alumnos. Específicamente se encuestaron, en septiembre
de 2009, a 335 alumnos de todas las facultades que concurren a los cursos de
lengua extranjera de la UNRC. Los primeros resultados dan cuenta del desconocimiento de los encuestados respecto de la diversidad de culturas, que puede ser
considerado un rasgo característico de nuestro alumnado, al igual que la falta de
conciencia de las particularidades culturales del propio entorno. Es por ello que
caracterizamos el contexto en el que se desenvuelven nuestros alumnos como
«mono-cultural» y pretendemos interpretar este hecho en relación con las consecuencias no sólo en relación con los procesos de enseñanza-aprendizaje de una
lengua extranjera y el desenvolvimiento en ambientes hipermediales sino también para su comprensión del mundo, en general, y especialmente para la formación de su propia identidad y para el desarrollo de una conciencia crítica.
La competencia comunicati
cultural
comunicativva inter
intercultural
Antecedentes de la teoría de la competencia comunicativa intercultural
El concepto de competencia comunicativa intercultural refleja un desarrollo significativo en los estudios del lenguaje, la filosofía del lenguaje y la didáctica de la lengua extranjera. La idea de una competencia lingüística surge con la
definición de la diferencia entre «competence» y «performance», de Noam
Chomsky, en su célebre obra «Aspects of the Theory of Syntax» (1965). Aquí
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Sociedades de Frontera: Las del presente
La competencia comunicativa intercultural en contextos mono-culturales. Estudio exploratorio de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto
Chomsky retoma los aportes fundamentales de F. de Saussure y su diferenciación
entre «langue» y «parole», sistema y uso lingüístico, y, luego, sienta las bases de su
teoría de la gramática generativa que pone el foco en el hablante dentro de una
comunidad ideal y homogénea de habla, con un dominio perfecto de la lengua
y de sus reglas. Al aplicar sus conocimientos en un acto de habla concreto, el
hablante ideal, en el sentido de Chomsky, no es afectado por condiciones irrelevantes, desde el punto de vista de la gramática, como, por ejemplo, por limitaciones de la memoria, distracciones, cambios de la atención o del interés o errores. Con ello introdujo una clara distinción entre la capacidad del hablante de
generar una cantidad ilimitada de oraciones a partir de un conjunto limitado de
reglas (competence) y su uso fáctico del lenguaje (performance).
Recién la semiótica y su incorporación en la filosofía del lenguaje (Peirce,
Morris) han permitido reconocer la situación histórica de comunicación como
una dimensión del signo lingüístico y comprender la competencia lingüística
como competencia socialmente adquirida y desarrollada, no innata, como aún
lo sostenía la gramática generativa de Chomsky. En su ensayo «Observaciones
preliminares para una teoría de la competencia comunicativa», Habermas (1971)
aplica los resultados provenientes de la lingüística norteamericana -los de
Chomsky, pero también la teoría de los actos de habla de J. L. Austin y de J. R.
Searle-, se apoya sobre la tradición wittgensteiniana de la filosofía del lenguaje y
el pragmatismo de Ch. Morris y Ch. S. Peirce y reflexiona sobre las condiciones
ideales del entendimiento humano y las características de todo acto de habla al
que puede atribuirse verdad y validez normativa. Habermas entiende por competencia comunicativa la competencia de dominar no sólo el sistema de reglas
lingüísticas para la generación de oraciones gramaticalmente correctas, sino también el sistema de reglas según el cual producimos o generamos, en general, situaciones de todo habla posible. (Habermas 1971: 102). De este modo, el hablante, su interlocutor y la situación de habla son considerados elementos esenciales
del lenguaje y de todo entendimiento posible.
El concepto chomskiano de una competencia ideal ha sido criticado desde
otras perspectivas. Desde una perspectiva sociolingüística y etnográfica, se incluyó en el concepto chomskiano de «competencia lingüística» la idea de la «propiedad» (appropriateness) de la significancia socio-cultural de un enunciado y,
de este modo, se acuñó el concepto de «competencia comunicativa» (Hymes
1972, 1974; Canale, Swain, 1980). Según Dell Hymes, no sólo las reglas de
generación de una oración gramaticalmente correcta sino también el contexto
tienen que ser considerados como aspectos relevantes y decisivos del conocimiento lingüístico que se pone en juego en el uso del lenguaje. El sentido de un
enunciado es determinado por la comunidad de habla y el acto de habla real
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
cuyos competentes son, entre otros, la situación, los participantes, los objetivos,
las secuencias, los instrumentos y las normas de interacción.
Para la didáctica de le lengua, esta definición del concepto competencia
comunicativa ha marcado un cambio de paradigma dado que incluyó en la comprensión de la competencia comunicativa el conocimiento gramatical, el
psicolingüístico y el sociocultural. Además, dejó muy en claro que el sentido de
una expresión lingüística no depende exclusivamente de su forma y de la correcta aplicación de reglas, sino de la situación comunicativa: de qué se expresa, quién
lo hace, a quién se dirige, donde, por qué, de qué modo y con qué efecto lo
hace. Las relaciones socio-culturales, las actitudes, los valores, las convenciones y
normas sociales, los prejuicios y preferencias de un grupo son constitutivos del
sentido de una expresión lingüística. En este sentido cobran relevancia los roles
sociales de los interlocutores, las relaciones jerárquicas entre ellos, el tipo y el
medio de comunicación etc.
Según Canale y Swaine (1980), la competencia comunicativa es la competencia de comunicarse constructiva, efectiva y conscientemente. Incluye la competencia gramatical, la competencia socio-lingüística, la competencia discursiva y la
competencia estratégica. Con ello, ser capaz de comunicarse significa no sólo
que los interlocutores tienen que saber expresarse de modo comprensible sino
también su disposición a comunicarse, es decir, su voluntad, una disposición
afectiva y actitudinal, de intercambiarse con otros, de aclarar ciertos asuntos
lingüísticamente o de transmitir conocimientos por medio de la comunicación.
En lo que respecta a la enseñanza de lenguas extranjeras, no se trata ya sólo de
instruir en la capacidad de comunicarse en una lengua extranjera, de utilizar los
recursos gramaticales y semánticos de un sistema lingüístico determinado, ni de
aplicar este sistema de modo adecuado a las situaciones concretas. Quien se comunica en otro idioma, no sólo cambia el marco de referencia lingüístico sino
también el marco cultural. (Zeuner 1997). En consecuencia, la comprensión de
la otra cultura forma parte esencial de la competencia comunicativa en una lengua extranjera (Christ 1997). Comprender la otra cultura presupone comprender «cultura», en general, es decir, comprender las particularidades de la propia
cultura como así también las de otras culturas. (Zeuner 1997).
Por aprendizaje intercultural podemos entender un proceso de aprendizaje
situativo entre personas procedentes de diferentes culturas. El presupuesto es un
proceso de comunicación intercultural en el que interlocutores con Lengua 1/
Cultura 1 y Lengua 2/Cultura 2 entran en un proceso de comunicación durante
el cual hacen algún tipo de experiencia de la respectiva cultura extraña. Esta
experiencia se compone de elementos integrales del aprendizaje intercultural: el
90
Sociedades de Frontera: Las del presente
La competencia comunicativa intercultural en contextos mono-culturales. Estudio exploratorio de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto
conocimiento y el comportamiento comunicativo extraños (que se basan en
estándares culturales diferentes), en general, y particularmente la comprensión de
los correspondientes significados, la reflexión sobre los efectos de estos significados sobre la propia orientación para la acción y la reflexión de los posibles
efectos del comportamiento propio sobre el interlocutor. (Müller-Jaquier 1994).
El alumno de lenguas extranjeras hace estas experiencias de lo extraño durante los
procesos de aprendizaje no sólo en la comunicación cara a cara sino también en la
comprensión de todo tipo de textos y en la recepción de acontecimientos reflejados
en todo tipo de medios. Esta experiencia de lo extraño puede hacerse en el nivel del
vocabulario (significados extraños), de la sintaxis (construcciones sintácticas diferentes) y en el nivel del texto (sistemas de conocimiento y estructuras discursivas diferentes; comportamiento lingüístico extraño). La práctica lingüística persigue el objetivo
de desarrollar una competencia comunicativa que implica la competencia comunicativa
intercultural que tiene que ser comprendida como «lengua en función, en situación y
en cultura», es decir, lengua en el uso dentro de un determinado (micro-) contexto
situacional y dentro de un (macro-) contexto cultural» (House 1997).
Las dimensiones de la competencia comunicativa intercultural
Por competencia comunicativa intercultural se entiende, ahora, la capacidad
de comunicarse de un modo constructivo, efectivo y consciente en diversos contextos culturales. El estudio de la competencia comunicativa intercultural es una
ampliación de la competencia comunicativa con una aplicación específica a la
cultura (Chen 2009). La complejidad de la cultura hace más dinámico el estudio
de la competencia comunicativa que abarca los acuerdos, las actitudes y habilidades lingüísticas, la participación y las identidades necesarias para un exitoso
intercambio entre las culturas. Comprende conocimientos acerca de conceptos,
modelos y técnicas de la comunicación, pero también la voluntad de comunicarse con otros, de aclarar problemas y de trasmitir conocimientos.
El modelo original de la competencia comunicativa intercultural (Chen 1989)
enfocó, especialmente, los siguientes cuatro aspectos: los aspectos relacionados
con atributos personales, las habilidades de comunicación, la adaptación psicológica y la conciencia cultural. Chen, Starosta (1996), sin embargo, reexaminaron
estos aspectos del modelo de comunicación de la competencia intercultural y
llegaron a la conclusión de que el concepto podría ser estudiado a partir de las
siguientes tres dimensiones: la cognitiva, la afectiva y lal actitudinal (o conductual).
(Chen, Starosta 1996).
En relación con el componente cognitivo, numerosos estudios (entre ellos se destacan los de Chen 1996, Adams-Webber 2001, y de Gudykunst y Kim 2003) han
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
91
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
mostrado que los niveles mayores de complejidad cognitiva están relacionados con
un determinado tipo de competencia: la capacidad de los individuos de relacionarse
con los demás y de atender las necesidades de otros en interacciones interculturales.
Entre otras cosas, la dimensión cognitiva abarca tanto conocimientos más relacionados con el lenguaje, por ejemplo el contexto verbal, como conocimientos relacionados con el contexto de relaciones, la cultura y el medioambiente, como así también
conocimientos de diferencias culturales, el conocimiento cercano de otras culturas y
de rasgos de la personalidad de personas de diferentes culturas.
El componente afectivo de la competencia comunicativa intercultural está
relacionado con la capacidad de relacionarse emocionalmente con personas de
otras culturas (Arasaratnam y Doerfel 2005; Arasaratnam 2006; Redmond 1985).
La valoración de otras culturas, el aprecio de aprender de ellas y los sentimientos
positivos cuando alguien se encuentra en compañía de personas de otro grupo
cultural, forman parte de la dimensión afectiva de la competencia comunicativa
intercultural. Al mismo tiempo, son relevantes la autoestima, la empatía, el compromiso con la interacción, la disposición a no prejuzgar y la suspensión de los
prejuicios.
La dimensión actitudinal está vinculada con la competencia comunicativa
intercultural en tanto que competencia interpersonal de búsqueda de encuentros
y amistad con personas de otras culturas, de adaptación del propio comportamiento a los demás o de modificación de los patrones comunicacionales.
(Arasaratnam, Doerfel, 2005; Rubin, Martin, 1994 y Arasaratnam 2005). La
dimensión actitudinal se refiere a la interacción, la capacidad de adaptación y el
interés en conectarse con personas de otras culturas. Presupone el conocimiento y
el uso efectivo de los códigos específicos de comunicación, la flexibilidad del
comportamiento y la capacidad de adaptarse, como así también la capacidad
para evaluar correctamente las necesidades de los otros y de reconocer se a uno
mismo y a los demás.
En síntesis, para la teoría de la competencia comunicativa intercultural el
conocimiento de lo propio y de lo distinto, como así también la capacidad de
empatía son imprescindibles para desarrollar habilidades de comprensión de textos y capacidades para interactuar correcta y eficientemente en los entornos
hipermediales del mundo globalizado. Además son cruciales a la hora de desarrollar la propia identidad y para relacionarse con personas socializadas en otras
culturas o en diferentes contextos culturales, es decir, en tradiciones culturales
geográficamente distantes, con diferencias sociales, étnicas o de género que afectan igualmente la construcción de la identidad individual y grupal, de las imágenes del mundo y de los valores compartidos.
92
Sociedades de Frontera: Las del presente
La competencia comunicativa intercultural en contextos mono-culturales. Estudio exploratorio de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto
In
ación empírica rrealizada
ealizada en la UNR
C
Invv estig
estigación
UNRC
Diseño de la in
ación
invv estig
estigación
En la semana del 14 al 18 de septiembre de 2009, se administró una encuesta
a una muestra accidental de todos los alumnos que concurrieron a las clases de
lengua extranjera de docentes participantes en el Programa de investigación nombrado. En total se encuestaron 335 alumnos de todas las facultades de la UNRC.
Por más que se trata de una muestra relativamente grande, no es representativa de
la población estudiantil total de la UNRC, sino sólo la población de alumnos
que durante el segundo cuatrimestre atienden a clases de lengua extranjera. Como
excepciones de ello, sin embargo, pueden considerarse las submuestras de los
estudiantes de las carreras de la Facultad de Ciencias Económicas y del Profesorado y de la Licenciatura en Inglés. Las encuestas fueron tomadas durante el
desarrollo de la respectiva clase y completadas por los propios alumnos.
El objetivo de conocimiento de la aplicación de la encuesta era obtener información acerca de las experiencias de encuentros con otras culturas y comprender las
particularidades de la competencia comunicativa intercultural de los alumnos.
La encuesta tuvo tres partes: en la primera parte se recabaron datos acerca de
las características socio-educativas de los alumnos; en la segunda parte se les preguntó acerca de sus experiencias y contactos con otras culturas, sea en Argentina
como en el extranjero; y la tercera parte consistió en el test de Test de Competencia Comunicativa Intercultural, diseñado y validado en Australia, un contexto eminentemente multicultural, por Lily A. Arasaratnam (2009). Se intentó
establecer diferentes correlaciones en las que los resultados del Test CCI fueron
la variable dependiente y, como variables independientes, los datos demográficos, la carrera cursada, como así también las experiencias en el extranjero y la
conciencia de haber tenido contacto con otras culturas.
Primeros resultados
Datos demográficos y características socio-educativas de los alumnos
Los encuestados tenían entre 18 y 52 años de edad. El promedio era de
21,07 años (DS: 3,23). El 68,7 % de los encuestados eran mujeres y el 31,3 %
varones. Los encuestados son alumnos de las cinco facultades de la Universidad
Nacional de Río Cuarto: El 33,43 % cursa una de las tres carreras que se dictan
en la Facultad de Ciencias Económicas, el 13,73 % pertenece a las Facultades de
Agronomía y Veterinaria, Ingeniería y Ciencias Exactas; los demás encuestados
pertenecen a la Facultad de Ciencias Humanas: de ellos, el 8,66 % estudia las
Licenciaturas en Ciencia Política y en Filosofía, el 14,93 % estudia los profesoAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
93
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
rados de Ciencias Jurídicas o de Educación Física y el 28,66 % cursa las carreras
de Profesorado y Licenciatura en Inglés.
En lo que respecta a la procedencia geográfica de los encuestados, el 46 % de los
alumnos encuestados procede de la ciudad de Río Cuarto o las localidades vecinas, el
32 % de localidades de la zona, el 10 % de localidad más alejadas pertenecientes a la
Provincia de Córdoba, el 11 % proviene de otras provincias y el 2% de los encuestados
son extranjeros. De hecho, sólo 6 (el 1,8 %) encuestados son extranjeros, un número
que no es lo suficiente significativo para poder correlacionarlo con otros datos. Este
es ciertamente el dato que indica la mayor diferencia entre la muestra de la encuesta
realidad por nosotros y la de Arasaratnam (2009).
Experiencias de estadías en países extranjeros
El 61,2 % de los encuestados nunca han salido de la Argentina, el 32,5 %
estuvo una vez en un país limítrofe y el 6,3 % viajó a un país más alejado. El 13,4
% de los encuestados ha conocido más que un país limítrofe (en muchos de los
casos se trata de el mismo viaje en el que se visitó, por ejemplo, Brasil, pasando
por Paraguay y ejemplos similares). En la mayoría de los casos no se trata de
estadías prolongadas, de más de un mes, sino generalmente de estadías muy breves
con fines turísticos. Sólo el 2,4 % de los alumnos encuestados han viajado más de
dos veces a países que no limitan con la República Argentina.
En lo que respecta a la duración de los respectivos viajes, la mayoría ha sido de
menos de un mes. De los 123 encuestados que han salido una vez de Argentina, sólo 3
tuvieron una estadía mayor a seis meses y uno sólo permaneció un año en el extranjero.
La interpretación de estos resultados es ciertamente simple: Argentina es un
país muy extenso, ubicado geográficamente en el extremo sur del continente
americano. Localidades del centro del país se encuentran a considerables distancias de los países limítrofes. Una ciudad mediana como la de Río Cuarto (165.000
habitantes) que es centro de una vasta región agrícola-ganadera, y no ofrece
atracciones turísticas no cuenta con muchas relaciones con países extranjeros. A
esta realidad se suma, la situación económica de la mayor parte de la población
del país la cual no permite afrontar los costos de viajes aéreos a países vecinos, y
menos aún a países más alejados.
Contactos con personas de otras culturas dentro del país
Como se ha explicado más arriba, el segundo grupo de preguntas de este ítem se
refiere a «Contactos con otros grupos culturales», y solicitaba indicar cuáles habían
sido grupos culturales con que existían contactos «en el país» y «en el extranjero». Al
94
Sociedades de Frontera: Las del presente
La competencia comunicativa intercultural en contextos mono-culturales. Estudio exploratorio de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto
respecto hay que observar, en primer lugar, que sólo el 38,8% de los encuestados
había consignado alguna respuesta como un contacto con otra cultura. El 16,4 % de
los encuestados nombró más de un grupo cultural, el 5,4 % más de dos y sólo 7
encuestados (el 2,1 %) nombra más de tres grupos culturales diferentes.
Después de haber sido agrupadas, las respuestas son las siguientes:
Cuadr
Cuadroo 1
Válidos
Frecuencia
P or
centaje
orcentaje
Encuentro con argentinos con culturas diferentes
1
hippies
,3
2
gitanos
,6
1
otras provincias
,3
8
aborígenes argentinos
2,4
1
extranjeros radicados en Argentina
,3
Encuentro con personas pertenecientes a pueblos latinoamericanos y aborígenes
latinoamericanos
23
6,9
indios
2
,6
Encuentro con personas provenientes de culturas occidentales
7,2
24
norteamericanos
11,9
40
europeos
1,5
5
australianos, neozelandeses
Encuentro con personas de culturas y regiones extrañas
1,2
4
asiáticos
,3
1
africanos
,3
1
sudafricanos
Identificación del encuentro con personas de otras religiones como contacto
con otra cultura
,3
1
musulmanes
,3
1
judíos
,9
3
Otras religiones
Información inespecífica
Perdidos
Total
otros países
por intercambio
personas de diferentes lugares del país
y extranjero
varias culturas
Total
Sistema
3
3
3
,9
,9
,9
1
130
205
335
,3
38,8
61,2
100,0
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
95
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
Como se puede apreciar en el Cuadro 1, la conciencia de encuentros con
otras culturas que se expresa en estos resultados parece ser sumamente superficial y vaga. El mayor porcentaje corresponde a latinoamericanos (6,9 %), a
europeos (7,2 %) y norteamericanos (11,9 %) en el espacio previsto para
encuentros con otras culturas en el país. Aunque se percibe, por un lado, una
diferenciación de las percepciones de las diferencias culturales (hippies, gitanos, religiones diferentes), éstas no solamente son muy escasas sino que, en el
fondo, reflejan sólo el desconocimiento de otras culturas, sino también de las
características de la propia cultura.
Ante estos resultados hay que tener en cuenta otra característica de la ciudad
de Río Cuarto (compartida por muchas otras ciudades del país): la presencia de
grupos culturales diferentes como, por ejemplo, en primer lugar, un gran grupo
de bolivianos que trabajan en las quintas y en los hornos de ladrillos y cuya
presencia se percibe en la ciudad. Pero los encuestados no dan aviso del contacto
ni de la presencia de estas personas, que viven marginados en la periferia de la
ciudad. A los bolivianos se suman otros grupos culturales menos estables, como
un contingente de vietnamitas que colaboró como albañiles en la construcción
del Nuevo Hospital y otros. Además, la ciudad de Río Cuarto se encuentra
ubicada en el corredor vial que une los países del MERCOSUR con Chile,
razón por la cual hay turistas y trabajadores de transportes de estos países que
pasan por la ciudad, aunque no se trata de visitas que permiten contactos más
estrechos con los riocuartenses.
Contactos con personas de otras culturas en el extranjero
El siguiente cuadro (Cuadro 2) muestra las respuestas erráticas respecto del
encuentro con personas de otras culturas de aquellas personas que han estado, al
menos una vez, en un país extranjero. Así, por ejemplo, ni la mitad de las personas
que estuvieron en algún país limítrofe reporta haber conocido otra cultura latinoamericana.
De los 123 encuestados que han viajado una vez a un país extranjero, sólo 33
respondieron la pregunta acerca de alguna experiencia con otras culturas en el
extranjero. De los 109 que habían visitado, al menos una vez, un país vecino, 12
consignan haber conocido «latinoamericanos» en el país limítrofe. Esto significa
que los encuestados que han tenido la oportunidad de viajar aunque sólo fuera
por un corto plazo, en calidad de turistas, a Brasil, a Paraguay o a Chile –los
destinos más frecuentes declarados por ellos- no cobraron conciencia de haber
tenido contactos con otras culturas. Esto significa, al menos, que tampoco advirtieron diferencias entre sus usos, costumbres, valoraciones etc. y los de las poblaciones visitadas.
96
Sociedades de Frontera: Las del presente
La competencia comunicativa intercultural en contextos mono-culturales. Estudio exploratorio de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto
Estadía en, al menos, un país extranjero
Cua
dro II
Cuadro
Encuentro LatinoCulturas Culturas
con
ameri-canos occiden-tales lejanas
argentinos y
con
aborígenes
culturas
diferentes
Contactos en el país
ninguno
10
13
34
4
Otras
religiones
Información
inespecífica
3
8
Total
72
limítrofe
3
11
27
2
2
4
49
no
limítrofe
0
1
8
0
0
0
9
Total
13
25
Contactos en el extranjero
0
2
ninguno
69
6
5
12
4
1
0
0
130
Total
7
limítrofe
0
12
6
1
0
0
19
no
limítrofe
0
1
4
2
0
0
7
Total
0
15
14
4
0
0
33
Cor
xtranjer
Corrrelaciones entr
entree eexperiencias
xtranjeroo y las dimensiones
xperiencias en el eextranjer
de la competencia comunicativa intercultural
No se han podido establecer correlaciones estadísticamente significativas entre
las experiencias de viajes a otros países y las respuestas al test de Competencia
Comunicativa Intercultural. En relación con las preguntas cognitivas, se percibe la
falta de diferencia (Sigma bilateral, según SPSS: 0,624) entre las preguntas de los
alumnos que han viajado, al menos, una vez, a un país extranjero y los que nunca lo
han hecho. La correlación es algo mayor en el caso de las preguntas actitudinales
(Sigma bilateral, según SPSS: 0,074), pero no es estadísticamente significativa.
Sólo en el caso de las preguntas afectivas se presenta una correlación significativa (Sigma bilateral, según SPSS: 0,011). Se puede concluir, entonces que las experiencias en el extranjero mejoran la dimensión afectiva de la competencia comunicativa
intercultural, lo que, sin embargo, no se traduce en más conocimientos acerca de
otras culturas ni en actitudes de disposición de intercambiarse con ellas.
Cor
Corrr elaciones entr
entree la car
carrr era uni
univv ersitaria y las dimensiones de la
competencia comunicativa intercultural
Las relaciones entre la carrera universitaria y las dimensiones de la competenAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
97
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
cia comunicativa intercultural, sin embargo, mostraron correlaciones significativas entre las carreras de la Facultad de Ciencias Económica y el Profesorado y la
Licenciatura en Inglés. Como se puede apreciar en el Cuadro 3, los promedios a
las preguntas cognitivas y afectivas son significativamente más altos entre los estudiantes de Inglés, mientras que los estudiantes de Ciencias Económicas se destacan por su puntaje más alto obtenido en las preguntas actitudinales.
Cuadro 3
Carrera
Promedio de
los puntajes
de las
preguntas
según
dimensión
Dimensión
cognitiva
Dimensión Dimensión
afectiva
actitudinal
Ciencias Económicas
3,71
-0,74
6,87
Veterinaria-Ingeniería-Exactas
3,43
-0,33
4,82
Prof. y Lic. en Inglés
4,22
0,53
4,89
Lic. Cs. Política y Filosofía
3,62
-0,41
4,21
Profesorado Educación Física y Cs. Jurídicas
4,16
-0,52
5,46
3,87
-0,25
5,56
0,113
0,375
0,041
0,141
0,001
0,505
Prueba del
Promedio Total
Chi-cuadrado
Todas las carreras
(con SPSS)
Sigma bilateral Económicas e Inglés
Hasta la presente etapa de progreso de la investigación, hay sólo algunos
indicios para explicar estas diferencias: Entre los alumnos que estudian inglés hay
un porcentaje más alto proveniente de localidades alejadas de Río Cuarto (Inglés 25,7 %, Económicas: 15,4 %). 4 de los 6 extranjeros que componen la
muestra estudian Inglés.
En vista de las escasas experiencias en países extranjeros, los estudiantes de
inglés han viajado significativamente más que los estudiantes de otras carreas. Se
destacan, sobre todo, por los porcentajes más altos de viajes a países no limítrofes
(Inglés: 50%; Económicas: 13,64 % del total que estuvo 1 vez en el extranjero).
Los estudiantes de las carreras de la Facultad de Ciencias Económicas, mientras
tanto, son los que menos experiencias en el extranjero tienen.
Conclusiones
Partimos de aportes teóricos que sostienen que el conocimiento de lo propio
y de lo distinto, como así también la capacidad de empatía son imprescindibles
para desarrollar habilidades de comprensión de textos y capacidades para
98
Sociedades de Frontera: Las del presente
La competencia comunicativa intercultural en contextos mono-culturales. Estudio exploratorio de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto
interactuar correcta y eficientemente en los entornos hipermediales del mundo
globalizado. Entendemos, además, que son cruciales a la hora de desarrollar la
propia identidad y para relacionarse con personas socializadas en otras culturas o
en diferentes contextos culturales, es decir, en tradiciones culturales geográficamente
distantes, con diferencias sociales, étnicas o de género que afectan igualmente la
construcción de la identidad individual y grupal, de las imágenes del mundo y de
los valores compartidos.
Los primeros resultados del estudio de la competencia comunicativa
intercultural de los estudiantes de la UNRC, permitieron caracterizar el contexto en el que estos se desenvuelven como «mono-cultural». De los resultados se
desprende un desconocimiento de los encuestados respecto de otras culturas que
no se correlaciona significativamente con ninguna de sus características demográficas, lo que, en consecuencia, permite determinar que el desconocimiento de
otras culturas como así también la completa falta de conciencia de particularidades culturales del propio entorno son características generales de nuestro alumnado.
Esta característica se refleja en las respuestas al Test de Competencia Comunicativa
Intercultural y en su inseguridad y su desconocimiento obvios respecto de las
particularidades de su propio entorno cultural. No tienen conocimientos de
otras culturas ni conciencia de su existencia o de su relevancia para la propia
cultura; en consecuencia tampoco hay afectos, ni positivos ni negativos.
No obstante esta constante, se advierte un leve aumento de los promedios de las
respuestas a las preguntas afectivas en los encuestados que tienen experiencias de
viajes a países extranjeros. Además, los estudiantes de inglés muestran una leve tendencia a sentimientos positivos. Es posible que este resultado tenga que ver con el
hecho de que el interés de estudiar otro idioma no sólo consista en lograr el dominio del idioma al nivel de los hablantes nativos -lo que es el caso de buena parte de
los alumnos que concurren a los Profesorados de Idioma extranjero- sino también
en compenetrarse con la cultura de la lengua objeto de estudio: la historia, la
literatura y los elementos culturales del pueblo que habla esa lengua.
En lo que respecta la dimensión cognitiva de la competencia comunicativa
intercultural, el bajo puntaje no es alterado ni por viajes al extranjero ni por experiencias con personas prevenientes de otras culturas en el país o en el extranjero.
El promedio del puntaje a las preguntas actitudinales ha sido, en general, el
más alto, hecho que podría reflejar la existencia de una inquietud por conocer
otras culturas e interactuar con ellas. Este vale especialmente para los estudiantes
de las carreras de la Facultad de Ciencias Económicas. En general, sin embargo,
no puede hablarse de prejuicios negativos o de un rechazo de otras culturas, sino
simplemente del desconocimiento y la ignorancia.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
99
Jutta H. Wester, Alba C. Loyo y M. Virginia González
Será indispensable profundizar estos resultados mediante otras estrategias de
investigación. Por el momento están en marcha una serie de entrevistas que tienen
el fin de comprender los resultados parciales obtenidos, pero sobre todo, de
explicar la relación entre los contenidos y las metodologías de enseñanza de las
diferentes carreras universitarias y su impacto sobre la competencia comunicativa
intercultural, como así las actitudes, expectativas, aspiraciones y valoraciones de
los estudiantes en relación con su elección de una carrera universitaria. La meta es
revertir o, al menos, disminuir, el modo superficial e indiferenciado en el que
nuestros alumnos –y no sólo ellos- perciben la situación de la Argentina con
respecto de conflictos limítrofes, étnicos, socio-económicos e interculturales que
esbozamos al inicio de esta contribución.
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encias bib
liog ráf
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Sociedades de Frontera: Las del presente
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Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
101
102
Sociedades de Frontera: Las del presente
LAS NUEV
AS FR
ONTERAS DE LA
NUEVAS
FRONTERAS
MODERNID
AD: EL PR
OYECT
O URB
ANO
MODERNIDAD:
PRO
YECTO
URBANO
MODERNIZADOR DE LA MUNICIP
ALID
AD
MUNICIPALID
ALIDAD
DE RÍO CU
AR
TO COMO DISFRAZ DE LA
CUAR
ART
EX
CL
USIÓN
EXCL
CLUSIÓN
Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi*
R esumen
El concepto de frontera suele asociárselo normalmente a una entidad político geográfico, o a algún otro tipo de demarcación espacial. Sin embargo, en el presente trabajo, se abordará dicha noción desde una perspectiva
antropológica, a través del estudio de caso de las políticas de planeamiento
urbano llevadas a cabo por el municipio de la ciudad de Río Cuarto entre
los años 2005 y 2007. Partiendo de entender a la frontera en su concepción social, como lo hace Fredrik Barth, prestando atención a las relaciones entre las distinciones colectivas entre las personas, por un lado, y la
distribución de ‘material cultural’ (significados y formas significativas, o
lo que fuera) por otro; las fronteras sociales implican así una pertenencia a
una colectividad, en la cual es posible etiquetar a las personas como estando dentro o fuera, como uno de los ‘nuestros’ o uno de ‘ellos’. En este
sentido, el proyecto municipal «400 Viviendas» que se analizará, respon-
Departamento de Historia. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Rio Cuarto
E-mail: [email protected]; [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
103
Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
de a una concepción de modernidad propia de la fase del capitalismo
tardío, generando un proceso de metropolización/disvalor, el cual margina aquellos sectores de la sociedad que no le resultan funcionales, obstaculizando el avance del progreso sobre la ciudad. Si bien dicho programa
fue diseñado para el aparente beneficio de la comunidad en general, no
fue más que un fenómeno de exclusión materializado en la relocalización
de numerosas familias a un nuevo sector geográfico de la ciudad, viéndose
obligadas a abandonar sus tradicionales modos de vida en aras de una
modernización cuyos valores no necesariamente comparten por cuanto
que no los sienten equitativos. Se les construye un futuro ajeno pero propio de la modernidad, planificando un estilo de ciudad que no significó
otra cosa más que la fractura de su cultura como verdad. Ésta nueva delimitación fronteriza debe ser entendida entonces, por un lado, en términos
geográficos y físicos, puesto que las personas se trasladan efectivamente a
nuevos espacios territoriales, y por otro, en términos simbólicos, puesto
que la modernidad deja inaugurado un nuevo sujeto social: el relocalizado,
quien para evitar quedar excluido del sistema acepta por imposición el
abandono de su integridad e identidad, por un nuevo concepto de ciudadano que indica quién ser y cómo actuar en los marcos de una ciudadanía
moderna y ordenada. Concepto identitario que no es más que una mera
etiqueta social que imprime un rol y una imagen a ser.
Palabras ccla
la
lavve: relocalización - fronteras internas - exclusión - marginación
- políticas gubernamentales.
Abstract
The concept of frontier is normally used to be associated to a geopolitical
entity, or any other type of special demarcation. However, in this work,
that notion will be approached from an anthropological perspective,
through the case study of urban planning policies carried out by the
government of Río Cuarto between 2005 and 2007. Understanding
frontier as a social conception as Fredrik Barth does, paying attention to
the relationships among collective distinctions among people on the one
hand, and to the distribution of ‘cultural material’ (meanings and
meaningful forms) on the other hand; social frontiers imply, in this way, a
sense of belonging to a collectivity, in which it is possible to label people
as being inside or outside, as one of ‘ours’ or one of ‘theirs’. In this sense,
the municipal project ‘400 Viviendas’ that will be analysed, responds to a
conception of modernity proper of the late capitalism phase, generating
104
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
a process of metropolization/undervalue, which isolates those sectors of
society which are not functional, preventing improvement in the city.
Although the previously mentioned program was designed aiming at the
apparent benefit of the community in general, it has been no more than
a phenomenon of exclusion materialized in the relocalization of several
families to a new geographical sector of the city, being these obliged to
abandon their traditional lifestyles due to a modernization whose values
do not necessarily share, since they are not felt as equitative. They are
being built a foreign future but proper of modernity, planning a city
style that has meant no more than the breakdown of their culture as the
only truth. This new frontier delineation should then be understood, on
the one hand, in geographical and phisical terms, considering that the
people are actually being moved to new territorial spaces, and on the
other hand, in simbolical terms, considering that modernity leaves a new
social subject installed: the relocalized who, in order to avoid exclusion
from the system accepts, by imposicion, the abandonment of his own
integrity and identity, for a new concept of citizen that imposes who to
be and how to behave in the frame of a modern and ordered citizenship.
Identity concept that is no more than a social label that stamps a role and
an image to be.
Key w
or
ds
wor
ords
ds: relocalization - internal frontier - exclusion - marginalization governmental policies.
Introducción
El concepto de frontera suele asociárselo normalmente a una entidad político geográfico, o a algún otro tipo de demarcación espacial. Sin embargo, límite,
borde son parte de un vocabulario mucho más amplio que permite entender la
idea de inclusión y exclusión en una sociedad. En lo que aquí respecta, se abordará dicha noción desde una perspectiva antropológica, a través del estudio de caso
de las políticas de planeamiento urbano llevadas a cabo por el municipio de la
ciudad de Río Cuarto entre los años 2005 y 2007.
Para ello, se parte de entender a la frontera en su concepción social como lo
hace Fredrik Barth, prestando atención a las relaciones entre las distinciones colectivas entre las personas, por un lado, y la distribución de ‘material cultural’
(significados y formas significativas) por otro; las fronteras sociales implican así
una pertenencia a una colectividad, en la cual es posible etiquetar a las personas
como estando dentro o fuera, como uno de los ‘nuestros’ o uno de ‘ellos’ (Barth
1976). En este sentido, el proyecto municipal «400 Viviendas» que se analizará,
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Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
responde a una concepción de modernidad propia del sistema capitalista actual,
generando un proceso de metropolización/disvalor, el cual margina aquellos
sectores de la sociedad que no le resultan funcionales por cuanto obstaculizan el
avance del progreso en la ciudad.
De esta forma, el presente trabajo tiene como objetivo central mostrar la
contracara de la modernidad, en tanto que se propone indagar cómo las políticas de planeamiento urbano crean fronteras sociales internas en la ciudad de Río
Cuarto; y hasta qué punto dicho proyecto se corresponde con las demandas
reales del sector damnificado. A través de observar cómo se adecua un plan de
vivienda construido por el Estado con la realidad concreta de cierto sector de la
sociedad riocuartense.
Para la realización de dicha investigación se utilizó la metodología del trabajo de campo antropológico a partir de la técnica de relevamiento de información mediante entrevista semi estructuradas y la observación participante.
La urbanización como eexxc lusión
En la actualidad el fenómeno de la modernidad se hace presente en todos los
ámbitos de la sociedad. Se entiende por tal a aquella autoimagen de un devenir que
construyó el mundo occidental cristiano para legitimar su estructura económica: el
capitalismo en expansión. Imagen constituida a partir de las ideas de razón y de
sujeto monolítico y omnipotente, en cuyo ser se encarnó la voluntad totalizadora
e instrumental del conocimiento y de la dominación. Esta construcción pretendió
ocultar en su ideal civilizatorio los quiebres de dicha auto representación, como lo
fueron: las luchas de clases; la división del sujeto entre su conciencia y su propio
inconsciente; y la «voluntad de poder» que se opone a la «voluntad de vivir» de las
personas más allá de su supuesta racionalidad. (Grüner 2002:113-115).
En lo que a los estudios culturales se refiere, muchos intelectuales consideran
el período actual como una etapa superadora de la anterior, y por ello mismo se
la considera como «posmodernidad.»; en la cual la racionalidad instrumental de
la propia modernidad sigue operando pero en una nueva forma: reproduciendo
un capitalismo con segmentación productiva y distributiva posfordista, pero
unificado a través de los sectores financieros, de servicios, informáticos y
comunicacional transnacionalizados.
De esta manera, el estudio de caso que aquí se presenta toma como marco de
referencia el contexto actual de posmodernidad, puesto que a partir de allí se
logra observar y explicar cómo las políticas gubernamentales estructuran sus estrategias de planeamiento urbano para que cumplan una «función
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
modernizadora», legitimando y reproduciendo la estructura económica propia
del capitalismo. Accionar que trae aparejado la exclusión de ciertos grupos que
se verán social y económicamente afectados, a través de sostener ciudades con una
economía tercerizada, con servicios públicos y privados que muchas veces se encuentran desconectados de las necesidades básicas de la población, y muy cercanos a los mecanismos gubernamentales de clientelismo y asistencialismo, cumpliendo un rol de compensación social.
Estos proyectos municipales –como el que aquí se analizará– responden a
políticas estatales nacionales enmarcadas en un contexto neoliberal, con un Estado desmantelado como institución, incapaz de tomar decisiones fuertes en lo
que a materia social respecta. De este modo la función modernizadora de dichas
políticas hace que las ciudades se conviertan en centros de dominación y colonización interior,, incluyendo algunos y excluyendo a otros sectores de la misma. Y
esto por cuanto, se parte de entender a la frontera en su concepción social como
lo hace Fredrik Barth, prestando atención a las relaciones entre las distinciones
colectivas entre las personas, por un lado, y la distribución de ‘material cultural’
(significados y formas significativas) por otro. Las fronteras sociales implican así
una pertenencia a una colectividad, en la cual es posible etiquetar a las personas
como estando dentro o fuera, como uno de los ‘nuestros’ o uno de ‘ellos’.
Cabe decir entonces que los proyectos políticos modernizadores pueden ser
entendidos como fenómenos de metropolización, lo cual implican un proceso de
disvalor (Sala 2004:49). Puesto que mientras el crecimiento urbano se refleja en la
estética de modernización –donde se realza la infraestructura, la limpieza y el
orden– por otro lado asoma el lado oculto de dicho fenómenos: el de la exclusión
social. A su vez, pueden ser entendidas como máquinas sociales, modos de
sujetamiento de los individuos que suponen relaciones de fuerza impartidas tanto
por el Estado como por la estructura económica. (Germain y Davilo 2003:29).
De esta manera, las políticas de urbanización están condicionadas por los
valores del sometimiento económico propio del capitalismo globalizante, lo
que termina generando sectores marginados que no se ven beneficiados ni se
identifican con los mismos. En estos términos, sujeción, disvalor y marginación
terminan siendo sinónimos de una misma realidad caracterizada por el asilamiento
y la exclusión que, en el plano material se manifiesta en la desocupación y en el
desarraigo de sus tradicionales fuentes de trabajo, y en plano simbólico en la
segregación cultural que se produce como consecuencia de la ruptura e indiferencia hacia sus perspectivas sociales, hacia su cultura, a su mundo como verdad.
En relación a esto, cabe preguntarse entonces ¿qué nociones sobre la cultura
manejan los gobiernos estatales encargados de elaborar tales políticas? EvidenteAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
mente no están considerando una perspectiva que contemple a la cultura como
una configuración de verdades, es decir, como un espacio donde se cree, se siente
y se imagina al mundo bajo un criterio de verdad y de interpretación fundamentada en la costumbre (Rocchietti 2000:104-114) sino que parten de entender a
los grupos como portadores de una «cultura en transición», es decir susceptible
de ser deculturada y absorbida por la cultura dominante de la sociedad envolvente; y esto por cuanto, la misma es vista como un obstáculo para el desarrollo
económico. En este sentido, las políticas gubernamentales están impregnadas de
una concepción culturalista de la pobreza, es decir entendida como un problema
autocontenido de las comunidades marginales, desvinculadas a las causas estructurales (Cardarelli y Rosenfeld 2005).
Dicha concepción, persigue el mismo paradigma de «intervención social
participativa» implementado por el gobierno de Onganía en 1966. El mismo
tuvo como ejes estructurantes valores aún vigentes, como la idea de un Estado
subsidiario, la prioridad a la dimensión privada para la satisfacción de necesidades,
la sociabilidad en el marco de una vecindad geográfica cerrada y la amnesia en
experiencias de participación política de los marginados. Los proyectos de urbanización en la actualidad, tanto en sus objetivos políticos como sociales continúan
dentro de este marco ideológico, generando condiciones para que el capital actúe
libremente en un proceso de selección y descarte de trabajadores, subdesarrollando
esferas de la economía y promoviendo otras en término de relaciones «modernas»
(Rocchietti 2000: 112). Siguiendo a Nicos Poulantzas (1990) este proceso se
lleva adelante inevitablemente debido a que la ideología está implicada en el sistema estatal mismo. El Estado encarna la ideología de la clase dominante que se
reproduce en una serie de instituciones o aparatos, que aunque no tiene por objetivo crearla, sí se encargan de elaborarla e inculcarla en la sociedad.
El Estado así entendido es un mecanismo de dominación social al cual, retomando
a las autoras Marisa Germain y Beatriz Davilo (2003:29), es posible sumarle la
función que cumple la «gubernamentalidad», entendida como delimitación del
campo de la acción humana que se convierte en el mecanismo fundamental de la
política, debido a que a partir de allí se definen cuáles son las prácticas habilitadas
para cada uno de los miembros de la comunidad, delimitando así qué se considera
dentro de la esfera pública y qué dentro de la esfera privada.
Los olvidados de siempre
El barrio Ciudad Nueva es resultado de un Plan Federal de Relocalización
conocido como «400 Viviendas» el cual comenzó a gestarse en la ciudad de Río
Cuarto en el año 2005 y concluyó en el 2007. Dicho proyecto se llevó adelante
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
conjuntamente con el gobierno de la provincia de Córdoba, desde la Dirección
Provincial de Viviendas; y el Municipio de la ciudad de Río Cuarto, a través del
Instituto Municipal de Viviendas (I.M.V.). En el mismo se plasmó la necesidad
de subsanar el déficit habitacional para brindar una «respuesta integral y progresiva» a los barrios Santa Teodora y Santa Rosa ubicados sobre la costa del río
Cuarto. Sin embargo, ¿por qué en el marco de esta investigación se habla de un
proyecto urbano modernizador?
Porque para el caso de la ciudad de Río Cuarto, dicho plan respondió a un
proyecto mayor denominado «Paseo parque costas del Río Cuarto: Azudes», el
cual contó de tres partes. En primer lugar, la sistematización del cauce del río
construyendo dos azudes niveladores que permitiesen la formación de dos espejos de agua, junto a sus respectivos balnearios. En segundo lugar, la construcción
de avenidas costaneras que recorriesen las costas de ambas márgenes, desde el
puente Islas Malvinas hasta el Bulevar de Circunvalación Este. Y por último, y en
lo que concierne a este análisis, la relocalización de grupos familiares que vivían
en las márgenes del río Cuarto. Esto es conocido como el Proyecto «400 Viviendas» del cual estuvo a cargo el I.M.V., instancia que resultó ser la más conflictiva
de dicho proyecto, en tanto que para la población afectada significando una
fractura con la sociedad.
La relocalización consistió en el traslado de las familias que vivían en los
barrios mencionados a un nuevo asentamiento ubicado en la periferia Sur-Oeste
de la ciudad de Río Cuarto (Córdoba), a 7 Km. del centro urbano y a 8 km de
su tradicional lugar de origen. Este objetivo tenía como intención dejar dichos
terrenos a disposición de la municipalidad, ya que eran de carácter fiscal, para
llevar adelante en ellos un proyecto de urbanización.
A los efectos de localizar geográficamente el espacio en que se encontraban
los antiguos barrios, es posible consignar los siguientes límites: Este: desde el
inicio de la calle San Lorenzo; Sur: calle Costanera; Oeste: puente carretero y
Norte: el río Cuarto. El lugar se caracterizó por ser un asentamiento urbanoilegal, ubicado sobre la ribera Sur del río, limitando con barrios residenciales, y
a 12 cuadras de distancia de la plaza principal.
De acuerdo con la información brindada por la Secretarias de Planeamiento
Urbano de la Municipalidad de Río Cuarto 1 del cual depende el I.M.V., los
barrios contaban con una antigüedad de 50 años aproximadamente. La ocupación
de los terrenos fue paulatina y llegó a cubrir, para el año 2005, un sector de 5 ha.
Para el año 2000 existieron 285 hogares con un total de 1077 personas; y en el
2005 aumentó a 365 viviendas habitadas por 377 grupos familiares, lo que en
total constituyó una población de 1.316 personas. En el análisis de la estructura
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
familiar de estos hogares se observa que el 10 % estuvo conformado por una pareja
sin hijos; un 13% fueron hogares extensos (constituidos por tres o más generaciones de la misma rama); un 17% eran hogares unipersonales (constituido por un solo
miembro); el 19 % eran monoparentales (constituidos por un solo progenitor e
hijos) y el 41 % se correspondió a hogares nucleares (pareja e hijos).
Para conocer y comprender más cabalmente la situación de los barrios Santa
Teodoro y Santa Rosa, el día 9 de noviembre de 2006 a las 16:00 hs se realizó
una visita al mismo con el objetivo de efectuar un primer relevamiento de datos.
Para ello se recorrieron unos 500 a 600 mts aproximadamente sobre costanera
del río, y unos 300 mts., desde el río hasta la calle Costanera.
En la llegada al barrio se percibió un cambio bastante drástico en lo que
respecta al paisaje urbano. En primer lugar, el pavimento de la calle finalizaba
allí donde el barrio comenzaba a formarse. Las calles eran todas de tierra, con un
gran caudal de barro y agua acumulada en los distintos pozos que se observó a lo
largo del trayecto. El trazado de las mismas, no se correspondía con el característico de la ciudad: de «damero»; sino que más bien parecían caminos irregulares,
con calles internas y sin un orden preciso, como si hubiesen sido delineadas espontáneamente.
En lo que concierne a las viviendas, se advirtió la precariedad de las mismas;
en su gran mayoría construidas con ladrillo block y cemento, con y sin revoque;
techos de zinc u hormigón, y pisos de cemento y/o tierra. No todas poseían
puertas y aberturas y ocupaban una superficie reducida. El sistema sanitario consistía en letrinas externas y no se observó la presencia de tanques de agua. El
alumbrado eléctrico parecía modesto al interior de cada vivienda, siendo prácticamente nulo en la vía pública.
La distribución de las viviendas no era pareja, algunas se encontraban muy
encimadas, mientras que otras estaban separadas por terrenos baldíos. En ciertos
casos, cartones, zinc, madera, nylon, funcionaban como delimitadores entre una
y otra. Según datos obtenidos por el I.M.V. una misma vivienda era compartida
por más de una familia.
La mayoría de las casas, contaban con un espacio vacío a los costados que
resultaba adecuado para dejar sus medios de transporte –carro de tracción animal– el cual también funcionaba como fuente de trabajo. A su vez, animales tales
como caballos y perros, se encontraban diseminados por toda la zona, lo mismo
sucedía con animales domésticos como las aves. La basura acumulada en las calles,
debido a la saturación de los conteiner ubicados en las costas del río, llamaron
fuertemente la atención. Incluso se observó a un niño caminado y otro jugando
en los depósitos de basura. En cuanto a las personas que se encontraron aquel día
110
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
eran en su mayoría mujeres, que sentadas fuera de sus casas, conversaban y cebaban
mate. También se destacó la presencia de jóvenes y niños, pero no se observó
población adulta masculina.
En otra oportunidad, se intentó realizar una segunda visita con el objetivo
de efectuar una serie de entrevista de carácter informal con las personas que se
encontrasen en aquel momento. Sin embargo, esto se vio imposibilitado por la
presencia de fuerzas policiales que obstruyeron la entrada. La explicación por
ellos dada, fue que se estaba realizando un trabajo de relevamiento para efectivizar
la búsqueda de un par de «sujetos» acusados de robos 2.
El 16 de Mayo de 2007 se inició el proceso relocalización del barrio Santa
Teodora y Santa Rosa; el total de los asentamientos trasladados culminó el 30
del mismo mes. Según datos relevados por el I.M.V, en el primer día ingresaron
al Barrio Ciudad Nueva 98 familias, lo que equivale a 190 personas aproximadamente, y en los días siguientes un promedio de 35 familias por día, es decir, 198
personas. Esta tarea la llevó a cabo el equipo responsable del I.M.V. (área social)
con la colaboración de personal de la Fundación Social, realizando el acompañamiento y supervisión del proceso familiar y comunitario, desde que cada grupo familiar comenzaba a cargar sus primeras pertenencias, hasta la demolición de
su vivienda. Esta última tarea estuvo a cargo de la «Cooperativa de Trabajo
Constructiva del Imperio»; como así también colaboró EPEC y EMOS para
realizar los cortes necesarios por día sin dejar de suministrar los servicios a las
familias que todavía no se habían trasladado 3.
A partir de la experiencia obtenida en casos anteriores para la relocalización
de los barrios, el municipio previó la ejecución de talleres con el objetivo de
adaptar a los vecinos al nuevo cambio. Esta actividad se ejecutó en dos partes:
una etapa previa a la relocalización, que se encargo de acercarles la problemática
y hacer una práctica de reconocimiento de su futuro barrio; y una segunda etapa
de pos relocalización, que puso énfasis en talleres educativos con el objeto de
desarrollar una correcta y efectiva adaptación social.
La metodología de intervención que implementó la Municipalidad, se desarrolló a nivel micro desde una perspectiva socio-educativa resolviendo los problemas de promoción y prevención de la población, mediante un trabajo participativo
de actividades cuyo objetivo era lograr transformar las condiciones de vida de las
familias. De esta forma, se trato de 10 talleres en total, cuyos contenidos tenían por
objeto abordar temáticas tales como: reconocimiento y sensibilización en relación
a la propuesta del proyecto; información acerca de la higiene y salubridad del
medio ambiente; modalidad de traslado; algunas actividades que consistieron en
visitas a su nuevo barrio, y el reconocimiento de las nuevas instalaciones eléctricas y
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Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
de los servicios públicos (agua potable y cloacas). Para ello la organización diferenció a la población en dos grupos etarios: adultos, mediante encuentros educativos a
través de talleres, y niños mediante las instituciones escolares. Esto por cuanto el
programa entiende a la escuela como un lugar «donde se generan conductas positivas en los alumnos y extensivas a la comunidad.»
Sin embargo, ante un proyecto de semejante envergadura se vuelve necesario
corroborar personalmente las connotaciones sociales y económicas que dicho
traslado tuvo para las familias. En lo que se considera un proceso de ruptura
material y emocional, y un desarraigo de hábitos y costumbres el día 8 de Agosto de 2008 se realizó una visita al Barrio «Ciudad Nueva» con el objetivo de
relevar información a través del método de entrevistas semiestructuradas.
Esta última etapa del trabajo de campo se vio facilitada por la mediación de
una asistente social1 que se desempeña en el área de desarrollo social de la Municipalidad, específicamente en la sección de niñez y encargada de la etapa de posrelocalización del proyecto del I.M.V. Su presencia significó la conexión con los
vecinos facilitando el raport en las entrevistas. Debido a que indicó aquellos
hogares donde se podría recibir una recepción más cordial, pero se mantuvo
ausente a la hora de realizar las entrevistas y el recorrido al barrio.
«Ciudad nueva» impacta en un primer momento tanto por el aislamiento
como por la lejanía con respecto al antiguo asentamiento, sumado a la sensación
de vacío y de desolación que transmite el paisaje –desprovisto de vegetación–
comparado a otras zonas urbanas. El barrio se encuentra ubicado en el límite Sur
de la ciudad entre las calles Francisco Zarco4 hacia el Norte y la ruta A005,
denominada Unión de los Argentinos (Oeste) hacia el Sur y entre las calles Maipú
hacia el Este y la continuación de la calle Ingeniero Dinkeldein hacia el Oeste
donde se encuentra un terreno baldío de propiedad privada.
Las viviendas se encuentran ubicadas en cuadras perfectamente trazadas, todas
poseen la misma proporción de superficie e igual diseño. En lo que suele variar
una de otra es en la cantidad de habitaciones disponibles; algunas son de tres y
otras de dos. En algunas se pueden observar estructuras de chapa de zinc en los
patios y en los laterales, dentro de los límites de su propiedad, ya que muchas no
poseen medianera.
A diferencia del antiguo barrio, éste se caracteriza por tener cordones cuneta
y calles de pavimento que responden a una estructura cuadrangular; alumbrado
público y contenedores de basura distribuidos en algunas esquinas. El paisaje del
lugar se caracteriza principalmente por la sola presencia de las casas, las cuales son
bajas, de techos a dos aguas y en su mayoría pintadas de color beige. Sólo se
diferencian algunas por las decoraciones en los frentes, especialmente con arreglos de jardinería.
112
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
Más allá del aspecto de uniformidad de las viviendas, algunas de éstas han
sido levemente modificadas con el objetivo de instalar el dispensario y el centro
comunitario, y ciertos comercios tales como despensas, una peluquería, una pañalera
y una pizzería. Incluso cabe remarcar la existencia de una vivienda que resalta del
resto debido al rediseño de la fachada exterior. No obstante esto, la ruptura
visual es mayor con la presencia de dos construcciones, el colegio primario, cuya
estructura arquitectónica responde al diseño de edificios públicos creados por el
gobierno provincial; y la instalación de una casilla policial.
El «r
elocalizado»: los ggrr upos que se acumulan en los már
«relocalizado»:
márggenes
de la moder
nidad
modernidad
La relocalización fue producto de un plan prediseñado con el objetivo de
subsanar el déficit habitacional. Sin embargo, pese a la intención teórica de mejorar la calidad de vida de los habitantes de dichos barrios marginales, el objetivo no dejó de ser funcional a un proyecto mayor del municipio que consistió en
parquizar y ordenar la zona. Al tratarse de terrenos fiscales, se justificó la expropiación y el desalojo de todo lo que allí residía, en una especie de «política de
expoliación social».
A partir de los datos obtenidos por medio de las entrevistas se logró distinguir dos opiniones diferentes con respecto al proceso de relocalización. Por una
lado, aquel sector del barrio a gusto con sus nuevo hogar; y por otro, aquellos
que de poder volver a su antiguo barrio lo harían. Con respecto al primero cabe
decir que mostraron una grata conformidad con el proceso de relocalización,
puesto que a partir del mismo pudieron proyectar sus ansias de abandonar la vida
en la villa y la posibilidad de tener lo que por largo tiempo habían esperado: el
sueño de la «casa propia». La ampliación de sus casas, la puesta en funcionamiento de pequeños comercios personales como kiosco, almacén, peluquería, rotiserías,
reflejan cómo ellos han empezado a reconstruir sus vidas a partir de la relocalización
Con respecto al segundo grupo, se pudo constatar la nostalgia y el anhelo
por querer volver a la zona de las costas del río. Principalmente porque el traslado les significó el alejamiento de sus fuentes de trabajo, en tanto que la mayoría
se dedica al comercio de arena y al cirujeo. Pero también les significó una exclusión con el resto de la ciudad al alejarlos hasta las periferias de la misma;
significándoles un trastorno de movilización ante cualquier tipo de emergencia u
otra necesidad que les implique tener que trasladarse al centro de la misma.5 Para
ellos su mundo como verdad ha sido fracturado.
La visita al nuevo barrio y el diálogo con las personas permitió observar
cómo la municipalidad a través de sus políticas de urbanización, llevó a cabo un
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
proceso de disrupción-compensación que hacen al fenómeno de disvalor de la
población trasladada. Y en relación a esto, cabe preguntarse entonces ¿qué significó la relocalización para ellos?, ¿qué efectos tuvo en sus vidas? Por un lado, es
posible observar como la expropiación del trabajo se transforma en uno de los
efectos más perversos de la modernización, y se la identifica como una de las
causas más importantes del malestar social que dificulta los lazos de apropiación
al nuevo lugar. El fenómeno de disrupción-compensación hace referencia a una
exclusión pero disfrazada de inclusión, puesto que se los incluye en la medida
que el programa de modernización le da una solución: el nuevo barrio. Pero no
deja de ser una solución que resulta excluyente, en tanto que se los traslada a los
márgenes de la ciudad obligándolos a convivir en un nuevo entorno y en nuevas
condiciones que implican una ruptura con sus modos de vida pasados y creados
en su antiguo lugar. A esto suma, la instalación de un colegio, un dispensario y un
centro comunitario barrial que no provoca sino un mayor aislamiento del barrio, en la medida que dichas instituciones se establecen para que los vecinos no
se vean en la «necesidad» de acudir al centro de la ciudad para adquirir servicios
educativos y de salud.
La disconformidad con estos supuestos beneficios –que en realidad buscan
confinarlos en un sólo lugar– se vio reflejado en los robos al centro comunitario;
los actos delictivos producidos dentro del mismo barrio y entre los mismos
vecinos; en las discusiones y roces debido a la redistribución diferente de los
hogares con respecto al barrio anterior; y en la falta de alumnos que concurran
a la escuela 6. Esto permite advertir que muchos de los objetivos de los talleres
fueron improductivos, la venta y el abandono de las casas no es más que un
reflejo del completo rechazo al nuevo lugar, de una resistencia al cambio.
Entonces, ¿qué se puede ver de tras fondo? Situaciones de aislamiento como
las que se evidenciaron en el barrio Ciudad Nueva generan conflictos que pretende ser atenuados por las políticas sociales a través de la educación. Esto responde a la concepción de política vigente, entendida como consenso
superestructural entre los diferentes grupos sociales basado en la eliminación de
los conflictos de las diferentes identidades particulares en aras de una racionalidad que no todos comparten. Es posible percibir que el fin último de la pedagogía impartida es crear sentido de pertenencia y de apropiación a los espacios
comunitarios, mejorar la relación entre los vecinos y evitar destrucciones y robos.
Hecho que quedo demostrado en los objetivos que perseguían los talleres educativos: subsanar las fracturas que produjo la aplicación del propio proyecto 7.
Es decir, que el objetivo último es callar las demandas y evitar las manifestaciones de descontento que podrían llegar a hacerse públicas al resto de la sociedad. Esta problemática es importante de recalcar en la medida que el gobierno
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Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
municipal no está dispuesto a cargar con el estigma político de haber eliminado
a los grupos que obstaculizan sus políticas de modernidad. Por ello no los deja a
la deriva como meros residuos sociales, sino que los acomoda en el nuevo barrio
siendo consciente de los conflictos que va a generar pero también aplicando
soluciones para atenuarlos.
Los talleres vienen a cumplir el rol de transpolación cultural, es decir, una
imposición de los valores del capitalismo reflejados en una buena estructura edilicia
y un correcto consumo de los servicios, que se contrapone a la reproducción de
los lazos de identidad, los vínculos de pertenencia y el interés por el otro, por lo
comunitario.
El énfasis puesto en los niños se debe a que se los considera como los más
propensos a ser educados en el marco de los nuevos valores, lo que a su vez
demuestra la intensión de las políticas sociales gubernamentales de adaptar a la
sociedad en un nuevo espacio impuesto. Sin embargo como la escuela no tiene
mayor concurrencia de alumnos, estos objetivos se están viendo dificultados.
La realidad del barrio muestra que estas metas resultan complejas para ser
llevadas a cabo. La falta de trabajo provoca que la educación sea cada vez más
difícil, e inclusive en los niños, quienes representan el sector más fácil de socializar. Los mecanismos de compensación, entonces, no son suficientes para evitar las
problemáticas sociales.
La resistencia silenciosa
En relación a esto, las entrevistas en sí reflejan las diversas concepciones que la
relocalización significó para ellos. Si bien cada familia recreó su forma de existencia, para algunos el proceso resulto sencillo, por cuanto era deseado y esperado,
mientras que para otros, el proceso le significó un trauma difícil de sobre llevar. La
evocación del antiguo barrio es una muestra de deseo por querer volver a donde ya
no se puede. En una especie de marcha silenciosa hacia un pasado transformado
por las fuerzas implacables de las topadoras de la modernidad, por la fuerza de las
máquinas sociales que además construyen identidades, es decir personas sujetas a una
determinada concepción de valores y a una estructura específica.
Así es como la modernidad crea y recrea a su antojo la vida de los grupos
sociales. En una especie de juego continuo de inclusión-exclusión cuyo destino
final es satisfacer los intereses de expansión del capitalismo a cada parte del
tablero. Juego que implica cumplir con ciertas reglas acerca de cómo ser un
ciudadano correcto, de cómo participar y relacionarse con los avances de la
tecnología, y de cómo articular sus modos de vida con el cuidado del medio
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
ambiente. Reglas que desarticulan la cultura comunitaria tradicional, creando así
las condiciones para que emerjan entes individualistas y egoístas. En la medida en
que no se logre asimilar el juego, se queda automáticamente excluido del sistema.
Sin embargo, el capitalismo al expandir su onda de alcance, va creando nuevas categorías de jugadores. Estas categorías simbolizan una oportunidad de seguir participando del sistema, pero desde los márgenes de la modernidad puesto
que la misma fabrica sujetos sociales. Los vecinos de los barrios Santa Teodora y
Santa Rosa fueron obligados abandonar sus hogares, para pasar a ser vistos por la
sociedad riocuartense como «los relocalizados».
Este concepto identitario produce un encasillamiento que no es advertido
de igual forma por los vecinos afectados al cambio. Y esto por cuanto, existen
sentimientos opuestos a cerca de lo que significa Ciudad Nueva para cada uno de
ellos. Inevitablemente, aquellos que poseen una identidad barrial que solo era
materializable en el antiguo barrio, añoran su pasado. En cambio las personas
que no la poseían, proyectaron un futuro diferente, viviendo el cambio como
algo positivo.
Conclusiones
El proyecto de urbanización «400 Viviendas» llevado adelante por las políticas gubernamentales de la Municipalidad de Río Cuarto, responde a una concepción de modernidad propia del sistema capitalista actual, generando un proceso de metropolización/disvalor, el cual margina aquellos sectores de la sociedad que no le resultan funcionales por cuanto obstaculizan el avance del progreso en la ciudad.
Si bien dicho programa fue diseñado para el aparente beneficio de la comunidad en general, no fue más que un fenómeno de exclusión materializado en la
relocalización de numerosas familias a un nuevo sector geográfico de la ciudad;
en lo que aquí se ha decidido denominar fronteras de la modernidad. Entendiendo por estas, aquellas que se encuentran al interior de una misma comunidad
y que logra dividir el «otros» dentro de un «nosotros» tanto geográfica como
simbólicamente.
Al tratarse de una minoría en una mayoría poderosa, se les construye un
futuro ajeno pero propio de la modernidad, planificando un estilo de ciudad
que no significó otra cosa más que la fractura de su cultura como verdad. Esta
fractura impuesta por el municipio contribuyó tanto a la creación de una frontera interna dentro de los límites de la misma ciudad, como así también a crear
un ‘otros’: el relocalizado, quien se ve obligado a abandonar sus tradicional modo
116
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
de vida en aras de una modernización cuyos valores no necesariamente comparten por cuanto que no lo siente equitativo.
Esta realidad muestra que la exclusión es la cara oculta de un programa mayor, que encuentra su vuelta de sentido en un tipo de «inclusión» tergiversada en
«solución». Puesto que pareciera resultar más problemático para el municipio
resolver los conflictos que implican «incluir» a quienes inevitablemente se excluye. Es por ello que se apela a la educación como medio transformador de hábitos, costumbres y valores.
No obstante, en la medida en que el proyecto los aleje de sus fuentes de
trabajo y los obligue a abandonar sus hogares, sin apelar a su mundo como verdad, la relocalización no será sino una cruel desviación de la realidad a los márgenes de la ciudad para evitar así romper con el orden que se pretende instaurar.
El desarraigo y el abandono hacen imposible la cooperación. Si bien un sector
del barrio parece haber encontrado el modo de continuar construyendo su realidad, el otro en la lejanía de lo imposible, sueña con un retorno a lo propio,
hacia lo que ya no es.
El producto final de la relocalización no es más que la creación de estos
nuevos sujetos de la modernidad, sujetados a las directrices del poder de turno:
«el relocalizado», que para evitar quedar excluido del sistema acepta por imposición el abandono de su integridad y de su identidad, por un nuevo concepto de
ciudadano que indica quién ser y cómo actuar en los marcos de una ciudadanía
moderna y ordenada.
Notas y Comentarios
1.
Proyecto formal del Instituto Municipal de la Vivienda «Plan: 400 Viviendas», Municipalidad de Río Cuarto, 2005-2007.
2.
Cuaderno de Campo. Saravesi. Noviembre de 2006. Río Cuarto. Córdoba.
3.
Fuente extraída de www.diariopuntal.com. ar. Diario PUNTAL, 14 de Febrero de 2005. Pp. 12.
4.
Sin embargo esto, es dable considerar que la intermediación de la asistente
resultó un condicionante inevitable al momento de efectuarse las entrevistas,
puesto que significa una tipificación por parte de los vecinos al considerar al
investigador como «miembro» de la municipalidad.
5.
Considerándose ésta la calle principal si se tiene como referencia la entrada de
líneas de colectivo urbana y la mayor circulación de vehículos.
6.
En relación a esto cabe remarcar la ausencia inicial de colectivos que en cuyo
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
117
Guadalupe Lucía Fantín y Eliana Belén Saravesi
recorrido llegasen hasta el barrio. Actualmente se amplió el recorrido de una
de las líneas, pero la frecuencia entre un colectivo y otro varía entre los 40
minutos y la hora.
7.
Los vecinos son conscientes de este proceso y no están dispuestos a cambiar a
sus hijos del colegio habitual. Expresando también, cierta desconfianza frente
a la escuela.
Ref
er
encias bib
liog ráf
icas
efer
erencias
bibliog
ráficas
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SALA, A. 2004. Enfermedades de la pobreza y la desocupación como sistemáticos dispositivos genocidas. En: EROLES, C. (Comp.) Antropología, cultura
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Fuentes utilizadas
• Proyecto formal del Instituto Municipal de la Vivienda «Plan: 400 Viviendas», Municipalidad de Río Cuarto, Córdoba, Argentina, 2005-2007.
• www.diariopuntal.com.ar. Diario PUNTAL, 14 de Febrero de 2005. pp. 12.
• Mapas aéreos facilitados por la Subdirección General de Sistema de Información Geográfica, Municipalidad de Río Cuarto, Córdoba, Argentina.
Fuentes constr
uidas
construidas
• Cuaderno de Campo. Saravesi. Noviembre de 2006.
• Cuaderno de campo. Fantin. Agosto de 2008.
• Cuaderno de Campo. Saravesi. Agosto de 2008.
118
Sociedades de Frontera: Las del presente
Las nuevas fronteras de la modernidad: el proyecto urbano modernizador de la
Municipalidad de Río Cuarto como disfraz de la exclusión
• Entrevistas realizadas el 8 de agosto de 2008 en el Barrio Ciudad Nueva, Río
Cuarto, Córdoba, Argentina.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
119
120
Sociedades de Frontera: Las del presente
LOS ALEMANES DEL VOL
GA EN LA
OLGA
ALDEA SANT
A MARÍA DE LA PR
OVINCIA
SANTA
PRO
DE CÓRDOB
A. LA CONSER
VACIÓN
CÓRDOBA.
CONSERV
DE SU IDENTID
AD
IDENTIDAD
Daniela Rivarola*
R esum
en
esumen
Dentro del proceso de Colonización agrícola e Inmigración llevado a cabo
por el Gobierno Nacional de la República Argentina durante el último
tercio del siglo XIX, surgió la Colonia Santa María, perteneciente al Departamento Unión de la Provincia de Córdoba. La población de la colonia
estaba compuesta en su mayoría por Alemanes del Volga y, en menor medida, por austriacos. Los Alemanes del Volga de la Aldea Santa María, conservaron su identidad debido a la permanencia de ciertos factores en el seno de
la cultura de ese grupo; como la configuración del espacio, las fuertes redes
de parentesco, el matrimonio entre los miembros de la misma comunidad, la
religiosidad, el idioma de origen, sus costumbres y la aplicación de técnicas
de producción en las actividades primarias de la economía.
Palabras ccla
la
lavve: Identidad - Redes Sociales - Matrimonios endogámicos Sistema de agruparse en Aldeas.
Abstract
In the process of agricultural colonisation and immigration carried out
Centro de Investigaciones Precolombinas. Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V.
González. Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ayacucho 630.
Email: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
121
Daniela Rivarola
by the National Government of the Argentine Republic during the last
third of the 19th century, Colonia Santa María came into being in the
Unión Department, Province of Córdoba. Its population was composed
of mostly Volga Germans and, to a lesser extent, of Austrians. Volga
Germans that settled in Aldea Santa María kept their identity due to
factors integral to their culture, such as spatial configuration, close-knit
kinship bonds, marriage between members of the same community, their
religious observance, the common language, customs, and the use of
production techniques for the primary sector of the economy.
Key w
or
ds: Identity - Social Networks - Endogamous Marriage - The
wor
ords:
hamlet as system of settlement.
Introducción
La mayoría de los documentos oficiales que registraron las distintas colectividades de inmigrantes que arribaron a la República Argentina a partir de la segunda mitad del siglo XIX mencionan a italianos, franceses, ingleses, españoles,
galeses, austriacos, belgas, holandeses, alemanes, judíos, rusos, entre otros, pero
ninguno de los que han sido analizados para elaborar este trabajo hace referencia
a los alemanes del Volga como colectividad. En algunas fuentes que se investigaron como los Informes de Colonias de la Provincia de Córdoba del año 1898 y
los registros bautismales de la Parroquia del Santo Cristo de la localidad de
Canals de los años 1902, 1906 y 1909, los alemanes del Volga aparecen bajo la
denominación de rusos o judíos. Los distintos trabajos bibliográficos que estudiaron a esa colectividad como Los Abuelos Alemanes del Volga de Alberto
Sarramone de 1997 o Los Alemanes del Volga de Víctor Popp- Nicolás Denning
de 1979, entre otros, los denominan «alemanes del Volga», y no rusos o judíos. A
juzgar por los miembros de esa colectividad, la designación «alemanes del Volga»
es correcta ya que encierra varios aspectos que hacen a la especificidad del grupo. El idioma, como así también muchas costumbres son de origen alemanes y el
espacio donde dieron forma particular a los poblados llamados «aldeas» fue la
tierra lindante al río Volga en Rusia. Eso significa que una vez que se asentaron en
la República Argentina debieron redefinir sus hábitos y ajustarlos a las nuevas
necesidades que imponían las circunstancias en la nueva patria. Los gentilicios
«rusos» y «judíos» que aparecen en los documentos de fines del siglo XIX y de
comienzo del siglo XX, para referirse a la colectividad de los alemanes del Volga,
no bastan para definirlos, el término «rusos» alude a Rusia; que fue el primer
destino que eligieron los campesinos de Hesse, Suabia y el Palatinado durante la
Guerra de los Siete Años en busca de alimentos, trabajo y paz. El vocablo «ju122
Sociedades de Frontera: Las del presente
Los alemanes del Volga en la Aldea Santa María de la Provincia de Córdoba. La conservación de su identidad
díos» refiere a la religión de muchos de los inmigrantes que llegaron a la Argentina provenientes de países y regiones del este europeo. En cambio, la mayoría de
los alemanes del Volga que se asentaron en distintas provincias de la Argentina,
como Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa y en menor medida Chaco y Córdoba, practicaban el catolicismo, el protestantismo o el adventismo.
La propuesta de este trabajo intenta mostrar la permanencia de ciertos factores que les permitieron a los Alemanes del Volga de la Colonia Santa María,
ubicada en el Departamento Unión de la Provincia de Córdoba, conservar su
identidad.
Redes sociales y endog
amia entr
endogamia
entree los alemanes del Volg
olgaa
de la Colonia Santa María en la Pr
doba
Proovincia de Cór
Córdoba
En el marco del proyecto modernizador, que caracterizó a la Argentina de la
segunda mitad del siglo XIX, el Manifiesto Avellaneda de 1877 favoreció el
arribo al país de los primeros alemanes del Volga. Durante ese período, el Gobierno Nacional adquirió terrenos localizados en el departamento Unión de la
Provincia de Córdoba, donde organizó diez establecimientos administrados desde
la Oficina de Tierras y Colonias del Ministerio de Agricultura de la Nación.
Entre ellos, la Colonia Santa María, que fue fundada entre 1892 o 1893 por el
empresario Camilo González. El poder Ejecutivo hizo trazar la planta urbana
del pueblo que se formó dentro de la Colonia Santa María en el año 1903,
denominado Aldea Santa María.
Los datos oficiales indican que la Colonia Santa María hacia el año 1898
contaba con 24 familias de nacionalidad «rusa». Los registros de ese año no hacen
referencia a pobladores de otras nacionalidades en dicha colonia. Los archivos de
años posteriores señalan la presencia de familias de otras colectividades de extranjeros en la Colonia Santa María. En el año 1900, se registraron una familia de nacionalidad italiana, otra nacionalidad francesa, y 20 familias rusas. Posiblemente de las
24 familias rusas que apuntan los documentos provinciales de 1898, cuatro de ellas
pudieron haberse desplazado hacia otros centros agrícolas, próximos a la Colonia
Santa María, que también contaban con la presencia de familias rusas. La Colonia
El Dorado, que se localiza al sudeste del Departamento Unión, se encuentra a 22
Km. de distancia de la Colonia Santa María, hacia el año 1898, contaba con 28
familias rusas. Estos datos estarían indicando la presencia de redes sociales o vínculos de parentesco entre los «rusos» de la Colonia Santa María y los «rusos» de la
Colonia El Dorado. No solo los datos oficiales señalan esos posibles lazos o parentescos sino también una encuesta realizada en la localidad de Pueblo Italiano; uno
de los pueblos que se formó dentro de la Colonia El Dorado, a Américo Margaría
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
123
Daniela Rivarola
en el año 2004, quien sostuvo que la «Colonia San Miguel», era un asentamiento
de «rusos». Cabe aclarar que entre los establecimientos nacionales que se formaron
en el departamento Unión de la Provincia de Córdoba a fines del siglo XIX,
ninguno llevaba el nombre de Colonia San Miguel, posiblemente se trate de otro
de los poblados que se formaron dentro de la Colonia El Dorado, como Pueblo
Italiano y San José.
Estos datos estarían indicando el viable vínculo entre los «rusos» de la Colonia El Dorado y los «rusos» de la Colonia Santa María y que por diversas razones la primera colonia pudo haber sido receptora de las familias rusas de la
segunda colonia o viceversa.
Años posteriores, la Colonia Santa María contó con un significativo aporte de
otros grupos de extranjeros, provenientes de Europa, en su mayoría del centro y
este del viejo continente. En 1903, los grupos mayoritarios de familias de inmigrantes
lo constituían los austriacos y los «rusos», 24 familias los primeros y 22 los segundos, luego en menor medida se encontraban 5 familias argentinas, 5 italianas, 3
belgas, 2 alemanas y 1 francesa. Estas cifras manifiestan el crecimiento y la diversificación de la población en los primeros años de la Colonia Santa María.
Angelita Horodeski, que fue interrogada en la localidad de Pueblo Italiano,
mencionó algunos apellidos de los pobladores de la Aldea Santa María, como
por ejemplo Sabaniski, Lesner, Waiman, Duckart, Bayer, entre otros. Para ella,
esos apellidos eran alemanes y rusos a la vez. También mencionó que en la Aldea
vivían varios polacos y austriacos y que no les permitían casarse con los paisanos
de otra colectividad, fue por ello que a los jóvenes alemanes-rusos los trasladaban
a la provincia de La Pampa para casarlos.
Los alemanes del Volga no solo pretendieron conservar sus costumbres, sus creencias, sus representaciones simbólicas entre otras, a través de las redes sociales y la
endogamia sino también que se propusieron trasplantar al territorio argentino los
modelos de organización del espacio, propios de las colonias fundadas en Rusia.
Los alemanes del Volg
olgaa y la or
orgg anización del espacio
La identidad es considerada como un proceso, una construcción de la sociedad y es posible acceder a ella a través de sus símbolos, representaciones, conductas, e imágenes que los propios grupos sociales construyen a través del tiempo,
reinventando sus límites de pertenencia. La identidad se erige en términos de una
etnicidad, que al no estar en el sitio de salida es inventada, pero que de igual
manera redefine los contenidos del nosotros y los términos de relación con los
otros. El espacio social originario es el que intenta reproducirse en el nuevo
124
Sociedades de Frontera: Las del presente
Los alemanes del Volga en la Aldea Santa María de la Provincia de Córdoba. La conservación de su identidad
tejido social de destino pero es también una invención de los contenidos que
determina el sentido de la identidad. Los modelos de emplazamiento urbanístico traídos a la Argentina por los alemanes del Volga, debieron ajustarse a las
particularidades del nuevo territorio de asentamiento, como así también a las
normas dictadas por las instituciones estatales sobre las formas que debían adoptar las colonias.
Los primeros contingentes de rusos alemanes arribados al país, datan de 1877 y
1878, se localizaron en las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, fueron ellos los
que se encargaron del desarrollo y construcción de las aldeas, de acuerdo a ciertas
pautas culturales que fueron las que le dieron características propias. Una de esas
características está relacionada con la apropiación y distribución de la tierra. Si
bien existían ciertos patrones que eran impuestos desde el Estado, fueron ellos los
que definieron la forma que habría de adquirir el asentamiento. Para las autoridades de la época, las modalidades particulares que los alemanes del Volga habían
adoptado en sus pautas de organización del territorio, resultaban exóticas.
Las colonias de los alemanes del Volga en la Argentina se caracterizaron por
una localización de dominio sobre el espacio productivo. El trazado que ocupó
la chacra se generó a partir de una avenida central, que concentró las primordiales actividades comunitarias y las viviendas más prominentes. Estas últimas se emplazaron en inmuebles de formidables proporciones que facilitaron el desenvolvimiento de una economía domestica autosuficiente. Los colonos volguenses instalaron, a partir de la vivienda principal, galpones, corrales, gallineros, la quinta
y un pequeño sector forestado para aprovisionamiento de leña. La casa se ubicaba al frente del lote y su acceso se encontraba en uno de los laterales.
La planificación urbanística de las aldeas de los alemanes del Volga era muy
similar en todas las colonias y estaba organizada por la Corona Rusa. El trazado de
las aldeas fue diseñado sobre la base de dos anchas avenidas o una calle principal y
manzanas de forma rectangular, circundadas por calles paralelas y transversales más
angostas. El sistema de agruparse en «aldeas» era usual en Europa y fue utilizado
por los alemanes que se instalaron en Rusia durante el siglo XVIII. Varias razones
justificaban esta práctica; en primer lugar, los resguardaba en caso de ataque por las
tribus nómades que los acechaban en los comienzos de su instalación en sitios tan
inhóspitos y salvajes. La aldea permitía la sociabilidad entre vecinos y facilitaba la
ayuda mutua y el exilio solidario. En segundo término, los colonos alemanes se
agrupaban en pequeños grupos comunales de cinco a diez mil pobladores por el
desconocimiento del medio, inviernos muy severos, excesivas nevadas. Otro motivo
fue la única posibilidad para acceder a la escuela y a la iglesia durante el invierno, ya
que la estación estival era destinada a las tareas agrícolas. Además, la aldea reunía a
personas de igual origen étnico, que estaban bajo las mismas reglamentaciones e
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
125
Daniela Rivarola
idéntica confesión religiosa, lo que permitía una mejor utilización de los servicios
comunitarios que ofrecía la aldea. En el centro del poblado, cualquiera fuese el
culto predominante, se encontraba la iglesia.
La planta urbanística de la Aldea Santa María, poblado que se formó dentro
de la colonia que recibe el mismo nombre, se proyectó sobre la base del modelo
que trajeron los alemanes del Volga a la Argentina; una sola calle principal, dos
calles laterales que comunican al poblado con la ruta provincial Nº 3. Sobre la
avenida central se encuentra el edificio administrativo, la vieja capilla de culto
católico, a unos metros de la misma se construyó el destacamento policial. En la
actualidad, se levantó una nueva capilla que se ubica al frente de la anterior. El
cementerio se encuentra dentro de la Aldea Santa María, la puerta de ingreso se
localiza sobre una de las calles laterales de la aldea, el fondo del mismo se comunica con la ruta provincial Nº 3.
En cuanto al hábitat de las familias, la casa es el espacio por excelencia donde
se desarrollan las relaciones de sociabilidad. Los individuos pasan una gran parte
del tiempo en el seno de los grupos domésticos, allí duermen, descansan, se ocupan de los niños, se dedican a las tareas necesarias para el mantenimiento de las
vivienda y a las actividades culinarias. Por ello, no solamente en la organización
externa de la colonia, sino también en la organización interna de la vivienda, se
pueden advertir las costumbres y tradiciones que caracterizaron la cultura de
estos inmigrantes.
El tipo de construcciones que caracterizaron las viviendas de los colonos
volguenses, se eligió en función del número de integrantes del grupo familiar y
de las tareas que realizaban. La familia era la piedra angular de la estructura
habitacional de los alemanes del Volga, generalmente estaba compuesta por diez
y hasta veinte personas. Debido a ello, eran necesarias viviendas espaciosas, no
solo para albergar al grupo familiar sino también para la instalación de depósitos
de granos, establos cubiertos para los caballos, vacas, ovejas, cerdos con la finalidad de protegerlos del frío. En Rusia, los colonos, además, contaban con sótanos
para almacenar los alimentos durante el verano, sobre los sótanos se amontonaba
nieve para que sirviera de cámara frigorífica.
Las viviendas de los alemanes del Volga en la Argentina eran de planta rectangular con techos de dos aguas, en algunos casos se les anexaba una galería. Generalmente las casas eran de adobe, se construían con ligereza y no contaban con
cimientos, se trataba de construcciones económicas. La mayoría eran techadas
con zinc y por encima de los techos se colocaba paja de trilla con el propósito
de alejar los altos grados de temperatura que regían en el verano. También, en las
construcciones solían utilizar ladrillos unidos con barro, se colocaban alambres
126
Sociedades de Frontera: Las del presente
Los alemanes del Volga en la Aldea Santa María de la Provincia de Córdoba. La conservación de su identidad
en forma horizontal de los parantes de la estructura previamente establecida,
donde se iba entretejiendo manojos de paja hasta cubrir toda la pared. Se revocaban las paredes con barro y una vez que las mismas carecían de humedad las
mujeres las pintaban de blanco con cal.
El típico «Hof» germánico, que comenzó con techos de dos aguas, no fue
uniforme en la Argentina, pues en varias colonias, como la Colonia Santa María,
se observa la adecuación al estilo local de un solo techo con galerías y con ventanas a la calle. En algunos casos el frente de las casas no poseían puertas, solamente
se encontraban las ventanas con un amplio pasillo lateral que era utilizado para la
entrada y salida de los carros.
El modelo típico de vivienda volguense estaba dividido en dos habitaciones,
una más amplia que la otra, en la más pequeña hay únicamente una puerta de
entrada. En la habitación más grande hay una chimenea con su salida a través de
un minúsculo agujero hecho en la pared, que comunica con la cocina, a modo de
sistema de calefacción.
El espacio es la resultante de un proceso histórico. Cada una de las construcciones que efectúan las sociedades responde a la dimensión espacio-temporal. Por ello,
mientras algunas formas presentan evidentes transformaciones, otras se someten a
un contexto anterior. A estas formas se las denomina rugosidades, es decir el espacio construido; las cosas que han quedado fijadas en el tiempo. En el caso de los
Alemanes del Volga, el emplazamiento urbanístico y la presencia de viviendas con
características particulares reflejan una forma específica de organizar el espacio de
acuerdo a las pautas culturales de la comunidad. Estas rugosidades del espacio constituyen una forma más de reafirmar la identidad de la colectividad.
Los factores religiosos y lingüísticos en la comunidad de los alemanes del
Volga en la Colonia Santa María de la Provincia de Córdoba
El componente religioso fue siempre un factor esencial y ocupa un lugar
destacado en la vida privada y pública de los inmigrantes. Católicos y Evangélicos dentro de las comunidades ruso-alemánas le prestaron especial atención a este
aspecto y enmarcaron sus vidas desde este punto de vista y dedicaron especial
preferencia a los temas del culto, preocupándose de contar con sacerdotes, pastores, auxiliares religiosos masculinos y femeninos y edificios adecuados para
dedicar la atención exclusiva del culto religioso. La autora Olga Weyne señala
que la religión ocupaba un sitio preferencial dentro de las comunidades de los
Alemanes del Volga. Para la construcción y mantenimiento de los templos de
cualquiera de sus manifestaciones religiosas, los colonos dedicaron ilimitadas jornadas de trabajo y aportaron dinero que no les sobraba.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
127
Daniela Rivarola
Muchas de las Aldeas que fundaron los Alemanes del Volga en nuestro país
tuvieron varios templos de distintas orientaciones religiosas. No fue el caso de la
Aldea Santa María, que solamente contaba y aún conserva el templo de religión
católica. La capilla de culto católico, donde la Patrona es la Virgen María, ocupa el
lugar central en la Aldea de Santa María, la misma se encuentra sobre la avenida
principal de la Aldea. La capilla ha sido construida en los primeros años de fundación del poblado. Hacia 1898, los registros de colonias del Departamento Unión
señalan la existencia de una capilla de culto católico en la Colonia Santa María.
El nombre del pueblo solía darlo el primer presidente del contingente migratorio. En el caso de las colonias de Alemanes del Volga que se fundaron en la
República Argentina de religión católica, recibieron nombres de santos; como
San José, San Miguel Arcángel, Santa Teresa, Santa Ana y Santa María.
En cuanto al idioma de los Alemanes del Volga existen varias interpretaciones
según los autores. En el libro Los Abuelos Alemanes del Volga, Alberto Sarramone
(1997:276) destaca que el idioma de los volguenses es un alemán arcaico del
siglo XVIII. En cambio, Popp y Denning (1977:91) sostienen que los Alemanes
del Volga todavía utilizan dialectos en la Argentina y que pertenecen al grupo
de dialectos llamados académicos, «Hochdeutsch Diallekte» con variedades regionales. Lo que no implica que estos dialectos pertenezcan al «Plattdeutsch» ya
que los únicos grupos que hablan este lenguaje son los menonitas que vivieron en
la zona costera del mar Báltico.
Hubo un esfuerzo constante por parte de las primeras generaciones de Alemanes del Volga que se asentaron en la Argentina de querer conservar el habla
particular y mejorar el manejo del idioma alemán, pero estas dos exigencias
chocaban con otra; la imperiosa necesidad de aprender a hablar el castellano
para establecer relaciones extra familiares.
Para Alberto Sarramone, (1997:276) estos imperativos presentaban una dicotomía entre mantener a ultranza la tradición y deformar aquella en aras de la «necesidad». De modo tal que el monolingüismo resultaría un obstáculo para el desarrollo
de las futuras relaciones sociales de los descendientes de los alemanes del Volga. Según
el autor de Los Abuelos Alemanes del Volga, esta dicotomía fue vivida por los colonos como una crisis interna entre el deseo de conservar la lengua materna o renunciar
a la misma con la necesidad de lograr la integración de los hijos al nuevo espacio
social y económico en el que deberían insertarse. La mayoría de los inmigrantes del
Volga no adoptó con claridad ninguna de estas disyuntivas. Intentó que sus hijos
fueran «bilingües» y que comprendieran la importancia que cada idioma tenía en su
respectivo ámbito. Algunos factores condicionaron el uso de una de las lenguas en
contacto como el lugar y la situación en que se hablaba y la edad del hablante.
128
Sociedades de Frontera: Las del presente
Los alemanes del Volga en la Aldea Santa María de la Provincia de Córdoba. La conservación de su identidad
El lenguaje de una comunidad está íntimamente relacionado con la educación de la misma. En los primeros años del siglo XX, se aprecia un incremento
del número de escuelas en las zonas rurales. Según Roberto Ferrero (1999:56) el
aumento de estos establecimientos se corresponde con el aumento de escuelas de
tipo particular, en comparación con el número de escuelas municipales, provinciales y nacionales. Esto indica que los espacios vacíos dejados por las autoridades eran llenados por la iniciativa privada. Aunque estos edificios debían instalarse en localidades con un número significativo de habitantes para que resultara
más rentable. En algunos casos, las escuelas rurales eran costeadas por la administración de cada colonia, como en Isla Verde y en San José, entre otros. Las escuelas estaban a cargo de algún colono extranjero como en la Colonia El Dorado y
la Colonia Santa María; ambas pertenecientes al departamento Unión. En muchas de las aldeas de Alemanes del Volga en la Argentina, el colono extranjero
que estaba a cargo de la escuela enseñaba en idioma alemán. En las aldeas volguenses
que se formaron en la Provincia de La Pampa la mayoría de las escuelas eran
parroquiales y también se impartía la educación en idioma alemán.
Otro de los factores que contribuyeron a la especificidad de los alemanes del
Volga como comunidad fueron el desarrollo de las actividades agropecuarias, el
uso de ciertos implementos agrícolas y las técnicas de producción para llevar a
cabo tales actividades.
Inno
oducidas por los alemanes del
Innovvaciones técnicas intr
introducidas
Volg
vidades ag
olgaa en el desar r ollo de las acti
actividades
agrr opecuarias
Los alemanes del Volga para poder realizar la arada utilizaban los caballos, se
ataban de cuatro o cinco en cada arado, trabajándose en dos turnos; mañana y
tarde, arándose un promedio de una hectárea por turno. En cuanto a los arados
dobles se utilizaban cinco caballos, uno era el surquero, que era el más manso y
cuidaba su surco sin salirse, los demás iban por la tierra arada. Más tarde se
incorporaron arados triples y se trabajaba con cuatro tronqueros, más cercanos y
con cuatro cadeneros, que iban atados más adelantes de aquellos. Al finalizar la
faena se desataban los animales y se daban vuelta los arados para limpiar, desarmar y afilar las rejas y las cuchillas.
Los alemanes del Volga introdujeron innovaciones técnicas relacionadas con
los arneses necesarios para los trabajos con animales de tiro. Utilizaron, a partir
de la yunta, el sistema de tres riendas en vez del tradicional de cuatro, además
añadieron el balancín móvil que obligaba a los equinos a equilibrar sus fuerzas y
la pechera atada por debajo del cogote del animal para que no se lastime. Al
caballo de la izquierda, los colonos volguenses le colocaban las dos riendas y al
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
129
Daniela Rivarola
de la derecha lo ataban a la pechera del otro con una rienda a la pequeña distancia que había entre los dos animales, de esa manera los caballos quedaban acomodados en forma de «V», lo que impedía que se produjeran las disparadas.
En lo que respecta a la siembra, era efectuada a mano y muchas veces con
semillas no aptas para la zona o sembradas fuera de tiempo, lo que malograba las
cosechas cuando estas no fracasaban por las sequías, heladas o las plagas de langostas. Por aquellos años, la cosecha se levantaba con atadoras primarias, que cortaban
el trigo a veinte centímetros del suelo, para ello empleaban hilo de cáñamo, el cual
no estaba preparado ni trenzado eficientemente para atar las gavillas, se preparaban
a mano con los granos hacia arriba. Las gavillas eran llevadas a las eras o parvas para
su posterior trilla. Más tarde aparecieron las máquinas espigadoras que servían para
arrojar las gavillas, a través de unos elevadores, hacia los carros. Los emparvadores
servían para acondicionar las gavillas de tal manera que no les entrase agua y humedad en su interior y los granos se mantuvieran secos para la trilla.
Antes de que aparecieran las máquinas trilladoras a vapor, los colonos realizaban el desgrane por medio del viejo sistema del pisoteo de caballos a la par o
sueltos. Para ello se preparaba un vasto corral redondo u ovoide rodeado de un
alambrado, ubicado muy cerca de la parva, reuniendo varios caballos y un peón
que arriaba la caballada, que debía pisar las gavillas del cereal. También se iban
añadiendo horquilladas desde la parva al cerco y se insistía con el pisoteo del
animal para que separara los granos del cereal. Luego se juntaba el trigo desgranado con palas anchas, se lo aventaba con el fin de despojar los palillos, tierra y
otras partículas de paja que quedaban. En muchos casos faltaban caballos para
realizar la trilla, en su lugar se empleaba a los miembros de la familia, que en
algunas situaciones eran mujeres.
Para el transporte de carga y personas, los alemanes del Volga introdujeron en
usos
la pampa argentina las chatas o car
carrros rrusos
usos. Los «carros rusos» eran también
un elemento socio cultural que los identificaba como grupo y los diferenciaba
de otras comunidades extranjeras.
El carro de los alemanes del Volga era verde y negro, solo por convencionalismo y para distinguirlo de los carros italianos que usaban otros colores. Dentro
de la comunidad volguense, los de culto católico utilizaban en sus carros el color
amarillo. Las ruedas delanteras y traseras de los carros italianos eran más altas y se
distinguían por dos colores; el rosado o el azul y el armazón era más grande y
rústico.
El carro con capota servía para «llevar al niño a la capilla para ser bautizado,
el mismo carro también servía para llevar al niño a tomar la comunión, lo mismo
para trasladarlo al casamiento y ese mismo carro se utilizaba para llevarlo a su
130
Sociedades de Frontera: Las del presente
Los alemanes del Volga en la Aldea Santa María de la Provincia de Córdoba. La conservación de su identidad
última morada. El carro también ocupaba un lugar significativo en la vida social
y cultural de los alemanes del Volga y sus descendientes. Cada familia quería
poseer el mejor carro, todo adornado y con los mejores arneses. Era un lujo que
pocos podían acceder cuando el aro de la maza de la rueda del carro era de
bronce. Solo los colonos pudientes podían permitirse semejante exhibición, que
además contaban con buenos caballos que se cuidaban y no se ponían a disposición de las tareas agrícolas.
Estas innovaciones junto a la cantidad y diversificación del material de labranza, les permitieron a los alemanes del Volga de la Colonia Santa María llevar
adelante el desarrollo de las actividades agropecuarias durante los primeros años
de la colonia.
Consideraciones finales
En función del análisis realizado sobre los Alemanes del Volga en la Colonia Santa
María del Departamento Unión de la Provincia de Córdoba, se desprende que las
redes sociales de parentesco o de vecindad jugaban un rol destacado en el proceso de
inmigración. Cuando arribaban al país un grupo de inmigrantes de una misma nacionalidad elegían como lugar de colonización el mismo sitio donde se ubicaban sus
connacionales que habían llegado en un período anterior. Ello respondía a las necesidades de preservar las costumbres y de apoyo mutuo. En el caso de los alemanes del
Volga de la Colonia Santa María tuvieron vínculos con otras colonias cercanas como
la Colonia El Dorado, y según las personas entrevistadas en la localidad de Pueblo
Italiano, con connacionales que se encontraban en la Provincia de La Pampa. Las
fuertes redes sociales y la endogamia entre los volguenses de la Colonia Santa María
favorecieron la permanencia de ciertos factores en el seno de esa comunidad.
En cuanto a la conservación de los factores de identidad de los alemanes del
Volga en la Argentina, según los estudios realizados, la configuración del espacio
físico constituyó uno de los más preponderantes, ya que representó y aún representa la conjugación de varios aspectos que hacen a la especificidad de la colectividad; como lo social, lo simbólico, lo religioso y lo político. Estos inmigrantes
una vez instalados en las colonias agrícolas se encargaron de la forma que habría
de adquirir el asentamiento basado en ciertas pautas culturales que fueron las que
les dieron características propias. La «aldea» era un sistema de organización espacial propio de los alemanes del Volga que trasplantaron a la Argentina. El hecho
de agruparse en aldeas respondía a algunas razones, como el resguardo en caso de
ataque por las tribus nómades que los asediaban en los primeros años de su instalación en Rusia. También, la aldea permitía la sociabilidad entre vecinos y reunía
a personas de igual origen étnico y práctica religiosa.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
131
Daniela Rivarola
El trazado de la planta urbanística de la Aldea Santa María se diseñó sobre la
base del modelo que introdujeron los alemanes del Volga en la Argentina: una
sola calle principal o boulevard, dos calles laterales que comunican al poblado
con la ruta provincial n° 3. La familia constituía un elemento esencial en la
estructura habitacional de los alemanes del Volga. La vivienda estaba compuesta
por diez o veinte personas, por ello era necesario construir casas espaciosas.
Otros componentes que influyeron en la conservación de la identidad de los
alemanes del Volga fueron la religión y el idioma de origen. En lo que respecta a
la religión, los nombres de las aldeas variaban de acuerdo al culto de la mayoría
de los miembros de la comunidad. Las colonias donde predominaba el culto
católico llevaban nombres de santos o de la Virgen María. Por ello se deduce que
la población de la Colonia Santa María practicaba el culto católico y estaba
compuesta en su mayoría por alemanes del Volga.
En la Colonia Santa María, la institución educativa estaba a cargo de un
colono extranjero que enseñaba en idioma alemán, lo que facilitó la conservación de la lengua de origen.
Las actividades económicas llevadas a cabo por los alemanes del Volga en los
primeros años de la fundación de la Colonia Santa María también contribuyeron a la diferenciación respecto a otras comunidades de extranjeros que habitaban en la colonia. Los volguenses introdujeron innovaciones técnicas relacionadas
con los equipos necesarios para las tareas con animales de tiro. A partir de la
yunta utilizaron el sistema de tres riendas y el balancín móvil, que impulsaba a los
caballos a equilibrar fuerzas. También añadieron el sistema del pisoteo de caballo para realizar el desgrane. El carro ruso constituía otro de los elementos que
los identificaba como grupo, los colores utilizados en este tipo de transporte, en
el caso de los alemanes del Volga católicos, los diferenciaba de aquellos que
practicaban las religiones protestantes o adventistas y de otros grupos de
inmigrantes.
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encias bib
liog ráf
icas
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LA ESTIGMA
TIZA
CIÓN DE LA MUJER EN
ESTIGMATIZA
TIZACIÓN
UN
A ÉPOCA DE LA HIST
ORIA DE CIUD
AD
UNA
HISTORIA
CIUDAD
JUÁREZ. 1920-1930
Rutilio García Pereyra*
R esumen
Este artículo tiene como objetivo mostrar la estigmatización de que
fueron objeto las mujeres que practicaron la prostitución en una etapa
de la historia de Ciudad Juárez (1920-1930). En la década de los
veinte del siglo pasado, las ciudades de la frontera norte de México
(Ciudad Juárez, Tijuana, Nuevo Laredo, etc.) fueron consideradas como
ciudades del vicio y de la perdición, de tal suerte que este tipo de
valoraciones dieron origen a lo que historiadores han llamado «Leyenda Negra» que se sustenta, según la prensa escrita de la época, por
el alto consumo de alcohol, drogas y la práctica recurrente de la prostitución. Sin embargo y de acuerdo al análisis de las fuentes consultadas (documentos de archivo y periódicos de la época) se observa que
la práctica de la prostitución era valorada por la moral cristiana de la
época y no tanto como un problema de salud pública. Dicha valoración generó un estigma a las mujeres que ejercían la práctica de la
prostitución, cuyas repercusiones originaron exclusión, confinamiento
y una serie de representaciones negativas, todas ellas, que la prensa
escrita emitió al imaginario colectivo.
Palabras ccla
la
lavve: Prostitución - Prensa escrita - Moral - Ciudad Juárez.
Instituto de Arquitectura y Arte -Departamento de Diseño, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
E mail: [email protected]; [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
135
Rutilio García Pereyra
Abstract
This article aims to show the stigmatization of women that were involved
in prostitution at a stage in the history of Ciudad Juárez (1920-1930).
In the twenties of last century, the northern border cities of Mexico
(Ciudad Juarez, Tijuana, Nuevo Laredo, etc..) Were considered as cities of
vice and perdition, so that gave such assessments rise to what historians
have called «Black Legend» that is based, according to the newspapers of
the time, the high consumption of alcohol, drugs and recurrent practice
of prostitution. However, and according to the analysis of the sources
(records and newspapers of the time) shows that the practice of
prostitution was regarded by the Christian morality of the time and not
as a public health problem. This assessment resulted in a stigma for women
who exercised the practice of prostitution, the repercussions of exclusion
originated, confinement and a series of negative representations, all that
the press gave the collective imagination.
Key w
or
ds
wor
ords
ds: Prostitution - print - Moral - Ciudad Juarez.
Introducción
En la década de los veinte en Ciudad Juárez la vida de las mujeres que se dedicaban a la práctica de la prostitución era difícil y compleja. Difícil porque estaban
confinadas a zonas de tolerancia por lo que para salir de ahí tenían que tramitar un
permiso ante la autoridad municipal, y compleja, porque no encajaban en la estructura social, pues su actividad era considerada un hecho desacreditador que en
términos de Irving Goffman (2001) conforma un estigma social.
Si bien es cierto que Ciudad Juárez significó el espacio de entretenimiento y
diversión de miles de angloamericanos que por efecto de restricciones que provenían del protestantismo que vigilaba el comportamiento y prohibía el consumo
de alcohol y drogas, la ciudad fronteriza mexicana era visualizada por grupos
reformistas y protestantes como el lugar del «pecado» mientras que, para los
habitantes de la ciudad, según Oscar J. Martínez (1982) inició la industria de la
diversión que significó el paliativo para estimular el empleo y el ingreso vía
impuestos ante el olvido social y económico que los gobiernos del estado y
federal tenían de Ciudad Juárez.
Para saciar la sed de alcohol de cientos de norteamericanos y mexicanos se
instaló en la avenida Juárez y en la calle del Comercio una sólida estructura de
cantinas y para satisfacer deseos sexuales, el municipio reglamentó y permitió
que mujeres mexicanas y extranjeras (angloamericanas, francesa e italianas) se de136
Sociedades de Frontera: Las del presente
La estigmatización de la mujer en una época de la historia de Ciudad Juárez. 1920-1930
dicaran a la práctica de la prostitución dentro de un lugar asignado que se le
denominó zona de tolerancia.
Sin embargo, la estrecha vigilancia de que eran objeto las mujeres a partir de un
reglamento de tolerancia que databa de 1906, la convivencia y el reconocimiento
social para las mujeres que se dedicaron a la prostitución les fue negada por una
moral que era vigilada desde catolicismo y de un control que provenía de la autoridad municipal. Aunado a un estricto reglamento de tolerancia se construía
discursivamente un estigma en la prensa escrita de Ciudad Juárez y El Paso, Texas,
cuyas bases partían del desprestigio social de las mujeres que practicaron la prostitución en ambas ciudades fronterizas. La construcción discursiva es a partir de:
1. El reglamento de tolerancia para el estado de Chihuahua. Suscrito por
diputados en su totalidad hombres pues era impensable que para principios del siglo XX una mujer fuera electa diputada ya que los roles estaban
definidos socialmente. El reglamento más que contribuir a reconocer derechos femeninos consignaba más bien sanciones administrativas que consistían en multas económicas o días de reclusión en la cárcel municipal. El
texto evidenciaba la influencia de una moral cristiana que moldeaba el
comportamiento social donde la mujer era sujeta de estrecha vigilancia.
2. La prensa escrita de la época. Periódicos publicados en español y en inglés
tanto en Ciudad Juárez como en El Paso emitieron en textos periodísticos
una valoración negativa de la mujer que practicó la prostitución. Por ejemplo el periódico La Patria que fundó en El Paso, Texas, el autoexiliado
Silvestre Terrazas y de circulación en ambas ciudades fronterizas de 1919
a 1925. Dicha valoración negativa fue emitida en géneros periodísticos
como el artículo de opinión, editorial del periódico, columnas y nota
informativa donde sus autores visualizaban a las meretrices como un «mal
social pero necesario» para evidenciar así un doble discurso. El discurso
mostró la hipocresía de quienes redactaron dichos textos pues valorizaron
negativamente a las mujer mientras que por otra parte no se descarta que
buscaron sus «favores» sexuales. García (2010) afirma que Silvestre Terrazas ideológicamente formado en el catolicismo bajo la tutela del obispo
Ortiz y Rodríguez, dejó que en su periódico redactaran textos para denostar a las mujeres de la vida galante. La prensa en inglés de El Paso, El
Herald Post que pertenecía a empresarios reformistas y protestantes que
de igual manera como lo hicieron en La Patria, usaron los géneros periodísticos para construir el estigma de la mujer que por oficio se dedicaba a
la prostitución.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
137
Rutilio García Pereyra
3. Moral cristiana. Católicos y protestantes. Aunque ideológicamente fueron contrarios en creencias coincidieron en cuanto a la valoración negativa
de la mujer. Asociaciones de padres de familia y la prensa escrita de ambos
lados del rio Bravo que representa el límite geográfico que separa a Ciudad Juárez (México) y El Paso (Estados Unidos) no cejaron en su actitud
beligerante contra la mujer pues creían que las prostitutas eran la encarnación misma del pecado.
4. Una visión de moralización que permeó en todo el país durante la segunda mitad de la década de los veinte. El gobierno callista emprendió una
«campaña de moralización» en todo el país con el ánimo de controlar
actividades como la prostitución que generaban altos dividendos a los
gobiernos municipales. Dicha campaña moralizadora resulta sospechosa
pues el investigador Luis Aboites (2003) sugiere que la hacienda federal
estaba descapitalizada para la época pues la captación impositiva no era la
suficiente para sufragar el gasto social, de tal suerte que la campaña más
que moralizadora fue recaudadora. Sin embargo, la disputa entre los gobiernos municipales y federal por controlar la prostitución desembocó en
corrupción y una desventaja para las meretrices que ahora eran reguladas
por dos esferas públicas: municipal y federal.
Por tanto, este artículo tiene como objetivo describir desde una perspectiva
histórica la manera de cómo las mujeres fueron estigmatizadas a partir de la
revisión de documentos de archivo histórico y de fuentes hemerográficas de la
época de estudio que corresponden a la década de los veinte en Ciudad Juárez.
Entre reglamentos y salud pública
Para la autoridad municipal de Ciudad Juárez la actividad de la prostitución
era calificada como un lastre social, pero necesario, según se argumentó en el
Reglamento de Tolerancia de la época.1 Encontrar mujeres ejerciendo la prostitución fuera del área de asignación, violaba el artículo IV del Reglamento de
Tolerancia vigente, y la sanción consistía en una multa de cien pesos o, en su
defecto, quince días de reclusión.
Lo fundamental del problema (según autoridades municipales) no era si las
meretrices estuvieran registradas o no. El problema del asunto era el peligro que
representó para la salud pública; es decir, el incremento de casos de sífilis, tanto
en las «mujeres de la vida galante» como en los hombres que buscaban sus servicios sexuales. Para 1921 el doctor Lauro Carrillo, adscrito al Hospital Civil,
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Sociedades de Frontera: Las del presente
La estigmatización de la mujer en una época de la historia de Ciudad Juárez. 1920-1930
presentó un proyecto al Ayuntamiento que proponía un medio para el control
de enfermedades venéreas entre las mujeres públicas. El galeno señalaba que el
proyecto tendía a segar las fuentes de propagación.
El proyecto consistía en aislar durante cuatro años a las mujeres enfermas bajo
un tratamiento mercurial o por arsenobenzol, que, en repetidas dosis, logra mantener al enfermo sin lesiones contagiosas y después de esos cuatro años puede
curarse definitivamente. El doctor Carrillo sostuvo que la tarea más difícil consistía en convencer a las mujeres de someterse al tratamiento. Ante esta situación,
recomendó que el aislamiento se impusiera por la fuerza pública. Según el médico, el tratamiento que se aplicaba no resultaba eficaz pues las mujeres, al sentirse
aliviadas de sus lesiones, al corto plazo regresaban con el mismo problema.2
Las meretrices registradas en 1921 sumaban 114; para 1923 la cifra aumentó
a 153, todas ellas mexicanas. En realidad, el número de prostitutas era mayor,
pues existían las que de manera clandestina ejercían el oficio, por lo tanto, llevar
un registro era imposible.
La prostitución vista desde la prensa escrita
En el año de 1922, el periódico La Patria destacó a ocho columnas que la
prostitución se había extendido por toda la ciudad, pero que la gravedad del
asunto residía en que muchas de las prostitutas eran jóvenes «incautas», como las
calificó el periódico. Según la publicación, la mayoría de ellas tenían una edad
que oscilaba entre los 13 y los 19 años. Señalaba las cantinas, los cabarés, y
principalmente los hoteles y casas de asignación, como escenarios donde
recurrentemente se ejercía la prostitución.
El periódico acusó a la autoridad juarense de no velar por la moral de la
ciudad y por la protección de sus habitantes de todas las edades. Al mismo
tiempo, apelaba al decoro nacional y a la justa protección de la sociedad.3 La
prostitución rebasó el Reglamento de Tolerancia, y el diario pedía que se modificaran y endurecieran las sanciones para todos aquellos que hicieran de la prostitución una actividad ilícita.
La Cámara de Comercio de Ciudad Juárez, 4 en su sesión ordinaria del domingo 18 de octubre de 1922, solicitó a sus agremiados –propietarios de cantinas y
restaurantes– cooperación para que no permitieran la entrada de mujeres a los
reservados.
En octubre de ese mismo año, el Congreso del Estado aprobó la creación de
un barrio de tolerancia.5 El barrio quedaría situado cerca del panteón municipal. Con ello buscó solucionar el problema de la prostitución que se extendía a
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Rutilio García Pereyra
toda la ciudad, y de alguna forma concentrar a las prostitutas en un área, para
que no salieran a las calles, salones de baile, cabarés y cantinas. El proyecto tenía
como objetivo ubicar en un solo lugar y fuera de la ciudad una zona de tolerancia para que así no se cometieran actos inmorales en la vía pública.
Los dueños de hoteles y cantinas fueron exhortados por la autoridad a contribuir al mantenimiento de la salud y moral pública incólumes. Ante el incremento
del número de prostitutas, las sanciones fueron más severas al modificarse el reglamento vigente. El artículo 30 fue reformado; la nueva disposición consistía en:
Art. 30.- Los dueños de Hoteles y Cantinas o sus Administradores que consientan la prostitución en sus establecimientos serán penados por primera
vez con cien pesos de multa, la segunda con cien pesos y quince días de
reclusión y si reincidieren por tercera vez, se clausurará el establecimiento.6
Lejos de controlar la prostitución, ésta se incrementaba y salía de la zona asignada.
Esto ocasionó molestia entre algunos sectores de la población, pues la expansión de las
cantinas del centro hacia colonias cercanas fue una realidad. Las cantinas no sólo ofrecían
bebidas, sino que continuaban con la práctica de albergar meretrices con la finalidad de
atraer clientes. Este hecho causó descontento social, padres de familia reclamaron al
municipio mayor vigilancia o la prohibición definitiva de la prostitución. Los vecinos
del barrio Bella Vista, 7 mediante una carta, exigían al presidente municipal la solución
inmediata al problema que generaban las mujeres públicas, paradas en la puerta de
entrada de la cantina donde se prestaba el servicio sexual, pues consideraban que este
tipo de acciones inmorales causaban vejaciones a las familias del barrio.
Otra de las recomendaciones que la autoridad municipal hacía a los propietarios de cantinas, cuando les otorgaba el permiso para instalar dentro de ellas
loncherías y restaurantes, era que no deberían, por ningún motivo, tener meretrices.
La libertad de las meretrices estuvo sujeta al reglamento de prostitución. Si alguna de ellas quería salir de la zona asignada tenía la obligación de solicitar permiso al presidente municipal. El reglamento vigente no distinguía nacionalidad; se
aplicaba a todas por igual. Si una extranjera quería salir a atender asuntos particulares tenía que hacerlo mediante una carta dirigida al alcalde, como fue el caso
de la norteamericana Billy Allen, 8 quien solicitó permiso para salir de la ciudad.
Moral, control y sanción
En 1925, ante el crecimiento de la población y de la mancha urbana y por
140
Sociedades de Frontera: Las del presente
La estigmatización de la mujer en una época de la historia de Ciudad Juárez. 1920-1930
razones de orden público, la zona de tolerancia debería abandonar el área que años
atrás le había sido asignada. El lugar de origen de la zona era en el centro de la ciudad,
por tanto, la autoridad municipal decidió mandarla a la periferia, es decir, a la zona
poniente. Esta medida también obedecía a presiones de jefes de familia que se habían
agrupado para vigilar que la moral pública no fuera trastocada y pedir a la autoridad
municipal que sancionara a quienes cometieran faltas a la moral.
En esa misma fecha, el presidente municipal informó a los jefes de familia que
habitaban el lugar donde se instalaría la zona de tolerancia que cambiaran de
lugar de residencia. El documento señalaba:
Atendiendo a los fines de alta moralidad que persiguen el H. Ayuntamiento con la disposición indicada y la cooperación que necesita de todos los
ciudadanos honrados del lugar, espero que se servirá cooperar con el H.
Ayuntamiento poniendo de su parte lo que sea posible para obstruccionar
[sic] la labor emprendida.9
La proliferación de la prostitución, ocasionó, cotidianamente, enfrentamientos
entre la autoridad municipal y diversos grupos sociales, ya fuera con jefes de
familia o con aquellos que estaban contra el alcoholismo.
La situación no fue fácil para la autoridad, pues no se atrevía a prohibir la prostitución, que era una actividad lucrativa para el erario. Las prostitutas tenían que pagar
una cuota al municipio para ejercer su profesión. Además, aunque las retirara, la prostitución se ejercía desde la clandestinidad, lo que podría ocasionar que el control de
enfermedades venéreas se saliera de sus manos, ya que la mayoría de las prostitutas
estaban vigiladas por el inspector de sanidad y censadas por el municipio.
Las sanciones para estas mujeres consistían en días de cárcel y pago de multa.10 A
las prostitutas les estaba prohibido ejercer su oficio clandestinamente, embriagarse
y escandalizar –tanto en la zona asignada como en la vía pública–, mantener relaciones sexuales o, simplemente, besarse en el interior de los reservados de las cantinas
y de los restaurantes, estar enferma y no reportarlo al inspector de sanidad, salir de
la zona de tolerancia sin el permiso correspondiente, evadir el registro médico,
bailar en los salones de la zona sin estar inscritas previamente en una lista, proferir
palabras altisonantes y no cubrir el pago correspondiente al municipio. En 1925 el
municipio tenía registradas 118 meretrices asignadas a la zona de tolerancia.11
En 1925 fueron detenidas 18 prostitutas de origen extranjero12 por no contar con el permiso para trabajar en territorio nacional. El jefe de la Oficina de
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Rutilio García Pereyra
Migración solicitó al edil que las mantuviera en la cárcel mientras se procedía a
deportarlas. Sin embargo, la tarea no fue fácil, pues el grupo de mujeres solicitó
la protección de la justicia federal mediante la petición de un amparo al juez de
distrito. El amparo les fue negado y tuvieron que abandonar la ciudad. De igual
manera, las prostitutas mexicanas detenidas en El Paso, también eran deportadas.
La causa de la detención de las mujeres norteamericanas, francesas e italianas, obedeció a que la prostitución se incrementó considerablemente, lo que ocasionó que el
control, al que eran sujetas, resultara insuficiente. Ante esta situación y aunado a las
presiones de los gobiernos estatal y federal, que recibían constantes ataques de la
prensa nacional y extranjera, decidieron emprender una campaña de moralización de
Ciudad Juárez, la cual aspiraba bajar el número de prostitutas y de cantinas.
La presión más importante se dio al interior de la ciudad. Padres de familia se
agruparon con la finalidad de combatir un problema que atentaba contra los
valores morales, de manera que se corría el riesgo de romper con el orden social
establecido. Que las prostitutas deambularan por las calles de la ciudad en estado
de ebriedad y escandalizando, no era buen ejemplo para las familias que las
consideraban inmorales y socialmente no aceptables. Las mujeres públicas quedaban al margen de la sociedad, pues su forma de ganar dinero no era apreciada
como trabajo honrado. Una de las funciones de la autoridad era cuidar que no se
rompiera el orden social, por tanto, se vio en la necesidad de aplicar medidas
estrictas encaminadas a bajar el número de prostitutas que había en la ciudad. La
meta se cumplió, ya que para los primeros días de abril de ese mismo año, el
número de prostitutas que registró el municipio bajó sustancialmente a 78, cuarenta menos que las registradas en febrero.13
El primero de mayo, 14 Día del Trabajo, quedó formalmente clausurada la
antigua zona de tolerancia que se ubicaba en el centro de la ciudad. Por tal
razón, a las cantinas instaladas cerca del lugar, se les retiró el permiso y se invitó
a los propietarios a buscar otros lugares. Así se cumplía con parte de los objetivos de la campaña moralizante que emprendieron grupos sociales y las autoridades municipal y estatal.
Ese mismo año, el presidente municipal envió al gobernador del Estado un
informe15 de las actividades emprendidas en función de las medidas moralizantes
que habían exigido grupos locales avalados por el gobierno estatal. El primero
de los puntos del informe fue la reubicación de la zona de tolerancia, el objetivo
de sacarla de la zona centro ya estaba resuelto, ahora su ubicación era afuera de
la ciudad, según previa aprobación de cabildo.
El traslado implicó contratiempos, pues, las meretrices contrataron un abogado y buscaron el amparo de la justicia para que se suspendiera la acción; sin
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Sociedades de Frontera: Las del presente
La estigmatización de la mujer en una época de la historia de Ciudad Juárez. 1920-1930
embargo, el juez estatal que llevó el caso deliberó en contra de las mujeres. La
medida también comprendía combatir los prostíbulos clandestinos y reubicar a
la nueva zona las mujeres que ejercían la profesión fuera de la ley.
En 1926, Rómulo Maldonado, comandante de Policía de la ciudad fronteriza de Nogales, Sonora, solicitó al presidente municipal de Ciudad Juárez, un
ejemplar del Reglamento de Tolerancia con la finalidad de orientarse y adaptarlo a las necesidades locales. Tal vez, la campaña moralizante que en 1925 se
emprendió en el estado de Chihuahua, fue efectiva y trascendió más allá del
ámbito local, pero no fue suficiente para aminorar la mala fama que se construía
en torno de Ciudad Juárez a través de los medios de comunicación escrita; es
decir, de los periódicos locales y nacionales.16
El año de 1926 también reflejó la disminución de las prostitutas registradas por el
municipio. La vigilancia estrecha rendía frutos, pues aquellas que infringieran el reglamento, inmediatamente, eran detenidas. Además, tenían que pagar puntualmente las
cuotas establecidas, de lo contrario, eran llevadas a la cárcel. Para el primero de agosto
de 1926, el Municipio registró 51 meretrices, 17 que, en comparación con el año
anterior, significó una disminución de más del cincuenta por ciento.
A pesar de que las cifras de mujeres dedicadas a la prostitución bajaron en las
listas oficiales, los reportes del inspector de Sanidad mostraron un incremento en
las detenciones de mujeres que clandestinamente ejercieron la prostitución. De
47 remitidas a la cárcel, 42 de ellas cometieron el delito de la prostitución
clandestina y el resto, faltas a la moral o escandalizar en la vía pública.18
La meta de disminuir el número de prostitutas de las listas oficiales se cumplió. Sin embargo, el endurecimiento de las sanciones y la persecución de que
fueron objeto las mismas, motivó la práctica clandestina.
El contr
ol de la pr
ostitución a par
tir del pr
control
prostitución
partir
prooyecto Callista
El año de 1926 fue fatídico para el erario municipal. El gobierno federal había
emitido un nuevo Código Sanitario, 19 mediante el cual quitaba el control de la
prostitución a los municipios. Esto significó que dejaran de percibir importantes
sumas de dinero para la obra pública. Ahora la prostitución pasaba a control de
delegados sanitarios nombrados en la ciudad de México. Lo primero que se exigió al
presidente municipal fue un registro de todos los lugares donde se permitía la prostitución. Estas medidas reflejaron la pretensión del presidente de la República, Plutarco
Elías Calles, de controlar el vicio que reinaba en la frontera norte mexicana.
En los años de gobierno del general Calles se impuso un Código de Moralidad que abarcó todos los ámbitos sociales. Engracia Loyo (1999:253) señala
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Rutilio García Pereyra
que el propósito callista fue no dejar espacio donde no se sintiera su influencia.
La prostitución era considerada una práctica social que atentaba contra las buenas costumbres, por tanto, según se observa, requería de control más estricto y
parecía que los municipios no podían hacerlo; tocaba el turno al poder central.
Tampoco se descarta que el Gobierno Federal buscara otras formas para
hacerse de recursos económicos. Luis Aboites (2003:64) señala que en los años
siguientes a 1922 el gobierno federal dejó de recibir importantes ingresos por
concepto del petróleo, como resultado de movimientos en el mercado mundial
y de maniobras de las compañías extranjeras. Los recursos que se generarían de
1926 en adelante serían exclusivos para el gobierno federal. La pregunta está en
el aire: ¿moralizadora? o ¿económica? El control de la prostitución por parte
del gobierno central fue para todo el país.
La convivencia entre dos autoridades que pretendían controlar la prostitución no fue fácil. En 1927 surgían los primeros contratiempos. Mientras que el
delegado federal de sanidad autorizaba la apertura de «casas de citas», el Municipio procedía a clausurarlas, bajo el argumento de que no permitirían la prostitución fuera de la zona asignada. Es obvio que el presidente municipal contaba
con el aval de gobierno del estado, ya que así lo muestran los informes del edil al
secretario general de Gobierno.20
En 1927, el presidente municipal Antonio Corona, ponía al descubierto uno
de los principales artífices del tráfico de mujeres. Un informe que dirige a Antonio Dávalos, subdelegado de Inspección Federal de Sanidad, acusó a Leandro F.
Huerta de controlar la zona de tolerancia y pretender descalificar a los dos
gobiernos, el municipal y el federal.
En el documento, Antonio Corona informó al subdelegado que Leandro
Huerta se había desempeñado como comandante de Policía bajo la administración de Alberto B. Almeida y, al mismo tiempo, se desempeñaba como concesionario de la zona de tolerancia. Se observa que las acusaciones de Corona obedecían a reacomodos políticos y de poder en el estado, pues el presidente municipal no dudó en señalar que su antecesor, Alberto Almeida, hermano del ex gobernador Jesús Antonio Almeida, era una de las personas que controlaba el vicio
en Ciudad Juárez.21
El Gobierno Federal decidió resolver la disputa entre el concesionario y el
Municipio. Por una parte, reconoció que el contrato llevado a cabo con Leandro
Huerta estaba vigente y era legal; por otra, ordenaba al municipio clausurar casas
de citas, hoteles, restaurantes y cantinas del centro de la ciudad donde, de acuerdo a informes que tenía el subdelegado de los agentes de la oficina, se llevaba a
cabo la prostitución. Al mismo tiempo, precisaba que la única área donde se
144
Sociedades de Frontera: Las del presente
La estigmatización de la mujer en una época de la historia de Ciudad Juárez. 1920-1930
podía ejercer era la zona de tolerancia que controlaba Leandro F. Huerta.
Sin embargo, el municipio señalaba la necesidad de cambiar, otra vez, de
lugar la zona de tolerancia, debido a que el concesionario no había cumplido
con las medidas sanitarias que se le exigían, como era el caso de drenaje, limpieza
y el arreglo del camino que conducía a la zona. Además, lo acusaba de intentar
lucrar ilícitamente con terrenos aledaños, pues los vendía a precios demasiado
elevados, en comparación con el precio que fijaba el municipio.
El municipio se negó a clausurar las casas de citas y demás negocios, señalados
por el subdelegado; apoyó la negativa porque el concesionario de la zona de
tolerancia tampoco había cumplido con las disposiciones o recomendaciones
estipuladas en el contrato con el municipio. También le recordaba al funcionario
federal que las mujeres que se dedicaban a la prostitución cumplían los requisitos
del Reglamento de Tolerancia.22
La disputa entre el concesionario de la zona de tolerancia, Leandro Huerta,
y el Municipio salió del ámbito local para trascender en las oficinas de los gobiernos estatal y federal. Si bien el Municipio reconoció su incapacidad para
resolver la clandestinidad y controlar las prostitutas –quienes se negaban a estar
dentro de la zona asignada–, también acusó al concesionario de pretender monopolizar el negocio, y no con cumplir las cláusulas del contrato relativas a
proporcionar vivienda a las meretrices y un medio de transporte adecuado.
El presidente municipal reconoció que la presencia de mujeres fuera de la
zona de tolerancia siempre había existido, por tanto, era difícil controlar la
situación. Se repetía el ciclo de capturar a las meretrices en los cabarés y cantinas,
enviarlas a la zona permitida pero, al poco tiempo, regresaban a la vieja práctica
fuera del área asignada. Por otra parte, pese a que un año antes, la estadística
municipal referente a meretrices apuntaba una disminución, ahora, el municipio
reconocía que por el contrario aumentaba el número de mujeres dedicadas a esta
práctica. De esta manera, la campaña moralizadora que el municipio y el Gobierno Federal emprendieron a partir de 1927 se desmoronaba en la medida
que el problema iba creciendo.
El Gobierno del Estado, a través de la oficina de Gobernación, urgía al
presidente municipal a clausurar los prostíbulos de la ciudad para cumplir con las
disposiciones federales; sin embargo, el presidente municipal ratificaba su postura en relación con el contrato entre el municipio y el concesionario de la zona de
tolerancia, consideraba inmoral, por que Leandro Huerta tendría el control absoluto de la prostitución y la trata de blancas.
Según informes de agentes federales encubiertos en Ciudad Juárez, el Dr.
Antonio Dávalos, delegado federal del Departamento de Salubridad, se benefiAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
145
Rutilio García Pereyra
ciaba de la prostitución, en lugar de vigilar que las mujeres dedicadas a este
oficio fueran revisadas por médicos con la finalidad de evitar enfermedades
profilácticas, les cobraba una cantidad de dinero: «a las mujeres asiladas en la
zona de tolerancia cuando le gratifican les guarda consideración y no les practica
el examen de rigor, gozando de la prerrogativa de poder llegar al centro de la
ciudad, siempre que entregue determinada cantidad».23
Darío Galicia Ortega, quien se hacía conocer como «El agente confidencial
No. 10» para ocultar su verdadera identidad y poder realizar sus investigaciones
en materia de narcotráfico y prostitución, en un informe enviado a la Secretaría
de Gobernación señalaba el lugar donde estaban establecidas casas de prostitución en Ciudad Juárez: «Cantina ‘Good Look’ en la Avenida Juárez, regenteada
por una señora de nombre Perla.- Callejón de Pino Suarez, s/n, regenteada por
una Sra. Margarita González.- ‘Hotel Mesa’ regentado por Mabel, calle del
Comercio.- Casa de Amalia, Ave. Ferrocarril, (esta casa es frecuentada por la
mayoría de funcionarios por haber sido ex amante del Diputado Pedro M. Fierro) y algunos otros lugares de menos importancia».24 Al mismo tiempo, acusó al
Dr. Antonio Dávalos de recibir dinero para que funcionaran sin ningún contratiempo, es decir, que no fueran visitadas por agentes federales. En las casas de
prostitución, según el agente, también se traficaba con drogas que se vendían a
los clientes.
El agente confidencial se enteró de que se le seguía un proceso judicial al Dr.
Antonio Dávalos y, con el propósito de informar a sus superiores de la Secretaría
de Gobernación del caso, solicitó al agente del Ministerio Público Federal adscrito a Ciudad Juárez, «una copia certificada de las diligencias que se han practicado».25 La solicitud fue recibida y, a los pocos días, Darío Galicia Ortega
recibió una copia del documento del proceso judicial de que era objeto el delegado sanitario en Ciudad Juárez.
El proceso judicial que involucraba a Antonio Dávalos consistía en una demanda hecha por Antonio Martino, 26 propietario de la cantina y salón de baile La Luz
Colorada, lugar que también contaba con permiso para que mujeres ejercieran el
oficio de la prostitución en su interior, además dicho lugar estaba dentro del área
asignada para la zona de tolerancia. Martino acusó a Dávalos de «hostilizar mi
negocio […] comenzó por retener por largas horas en el Hospital Civil a las
pupilas de mi establecimiento […] ordenó la expulsión de norteamericanos y norteamericanas que en él se encontraban y para que impidieran entrar a gente de esa
nacionalidad a mi citado negocio».27 Antonio Dávalos fue citado a comparecer
ante el agente del Ministerio Público Federal y negó todas las acusaciones.
El oficial mayor de la Secretaría de Gobernación, con fundamento en los informes enviados por el agente encubierto, envió un oficio al gobernador del esta146
Sociedades de Frontera: Las del presente
La estigmatización de la mujer en una época de la historia de Ciudad Juárez. 1920-1930
do, Marcelo Caraveo, donde le advertía de los actos de corrupción por parte del
alcalde de Ciudad Juárez: «se tiene conocimiento de que el mismo Presidente
Municipal permite el establecimiento de centros de prostitución en la arteria principal de la ciudad, previo pago que por concepto de gratificación recibe de las
dueñas de casas, en las que principalmente se ejerce el comercio de drogas».28
El control de la prostitución volvió a manos del municipio en 1929. El
presidente municipal en turno, Agustín Gallo, informaba al tesorero municipal
de las nuevas cuotas vigentes29 que habría que cobrar a las mujeres que se dedicaran a la prostitución: las mujeres mexicanas deberían pagar cinco pesos, las norteamericanas ocho pesos y las francesas diez pesos, además de un peso por registro.
La actividad laboral de las mujeres en Ciudad Juárez según Mario T. García
(1981:4) osciló en torno del trabajo en el hogar; en El Paso se ocuparon en
trabajos domésticos en casas de familias ricas, así como en lavanderías, fábricas,
tiendas de abarrotes y/o departamentales. A pesar de que ya existían restricciones para cruzar hacia Estados Unidos a partir de 1917, la alta demanda de
empleos domésticos, motivó que las mujeres cruzarán diariamente para trabajar
en El Paso. Ésta era una opción para las mujeres que residían en Ciudad Juárez,
frente a otras alternativas de empleo en distintos lugares del espacio fronterizo
norteamericano, como lo era la prostitución, que, para la época, era causa de
estigma para las mujeres.
Notas
1
AHCJ. Reglamento de Tolerancia para el Estado de Chihuahua.
2
AHCJ. 1921.
3
La Patria. 14 de agosto de 1922.
4
La Patria. 18 de octubre de 1922.
5
La Patria. 14 de octubre de 1922.
6
AHCJ. 24 de abril de 1923.
7
AHCJ. 20 de julio de 1924.
8
AHCJ. 4 de enero de 1924.
9
AHCJ. 14 de marzo de 1925.
10
AHCJ. 1 de febrero de 1925.
11
Ibídem.
12
AHCJ. 3 de febrero de 1925.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
147
Rutilio García Pereyra
13
AHCJ. 1 de abril de 1925.
14
AHCJ. 1 de mayo de 1925.
15
AHCJ. 9 de mayo de 1925.
16
AHCJ. 25 de marzo de 1926.
17
AHCJ. 1 de agosto de 1926.
18
AHCJ. 31 de julio de 1926.
19
AHCJ. 1926.
20
AHCJ. 13 de julio de 1927.
21
AHCJ. 22 de agosto de 1927.
22
AHCJ. 30 de julio de 1927.
23
AGN. Secretaria de Gobernación. Sección confidencial. Expediente 19, volumen 11. 9 de junio de 1928.
24
Ibídem.
25
AGN. 30 de mayo de 1928.
26
Antonio Martino, de origen español pero nacionalizado mexicano, se dedicaba a regentear centros de diversión que estaban asociados al vicio y la prostitución. Martino se asoció a Leandro F. Huerta, quien tenía la concesión para la
zona de tolerancia en Ciudad Juárez y, dentro de ella, edificó la cantina y salón
de baile La Luz Colorada.
27
AGN. 2 de junio de 1928.
28
AGN. 20 de junio de 1928.
29
AHCJ. 15 de marzo de 1929.
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Sociedades de Frontera: Las del presente
EL CRITERIO DE SOSTENIBILID
AD EN
SOSTENIBILIDAD
RELA
CIÓN A LA TURISTIFICA
CIÓN DEL
RELACIÓN
TURISTIFICACIÓN
TERRIT
ORIO BBAJO
AJO LA PR
OPUEST
A DE UN
A
TERRITORIO
PROPUEST
OPUESTA
UNA
TEORÍA DEL DESARR
OLL
O ENDÓGENO
DESARROLL
OLLO
Yanina Aguilar y Arabela Ponzio*
R esumen
Una multiplicidad de definiciones encierra la aplicación del criterio de
sostenibilidad o sustentabilidad proveniente de las diferentes ciencias y de
los diversos actores sociales, en tanto desde la explotación de recursos
naturales se prioriza un tipo de desarrollo sustentable homologado a un
desarrollo de tipo racional. A su vez, hay quienes hacen hincapié en la
preservación de los recursos naturales y la limitación de la contaminación
ambiental y dentro de esa complejidad existen aquellos que vinculan un
desarrollo sostenible en términos biológicos y económicos a una
sostenibilidad social, apelando a la equidad para satisfacer las necesidades
de las generaciones presentes y futuras.
Lo cierto es que resulta evidente que ya no alcanza con consideraciones
sólo económicas, sino que también cuentan aspectos institucionales, culturales, incluso subjetivos en torno a la definición de desarrollo sostenible o
sustentable (Madoery, 2008: 15).
Ello representa un gran desafío para las ciencias sociales. Algunos autores
(Castells y Mollenkopf, 1992;) sostienen que la teoría social moderna se
ha concentrado tradicionalmente en los procesos sociales del cambio, mo-
Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria, Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Río Cuarto. E-mail: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Yanina Aguilar y Arabela Ponzio
dernización, revolución, descuidando la dimensión espacial y el rol territorial en tales procesos. En efecto, se asumía la existencia de algún orden
espacial preexistente dentro del cual operaban los procesos temporales.
Ese orden preexistente o la idea de seguir pensando el desarrollo como un
estado que se alcanza cuando una sociedad logra determinadas metas que
se ha propuesto, se combina y confluye en una turistificación del territorio que en el campo de la administración política implica el surgimiento
de alternativas económicas adaptadas a los recursos organizativos y productivos de cada sociedad.
Consideramos que la Teoría del desarrollo Endógeno es una alternativa
viable que equilibra la turistificación del territorio, ante la aplicación de
la sostenibilidad del mismo.
Palabras ccla
la
lavve: Desarrollo Sostenible - Turistificación del Territorio Control Cultural - Desarrollo Endógeno - Patrimonialización.
Abstract
A multiplicity of definitions contained in the application of sustainability
criterion or sustainability from the different sciences and of the various
social actors, both from the exploitation of natural resources gives priority
to a type of sustainable development approved a development of type
rational. At the same time, there are those who emphasize the preservation
of the natural resources and the limitation of the environmental pollution
and within this complexity there are those that link a sustainable
development in biological terms to economic and social sustainability,
appealing to the equity to meet the needs of present and future generations.
What is certain is that it is clear that it is no longer enough to only
economic considerations, but they also have institutional aspects, cultural
and even subjective around the definition of sustainable development or
sustainable (Madoery, 2008: 15).
This represents a great challenge for the social sciences. Some authors (Castells
and Mollenkopf, 1992) argue that the modern social theory has traditionally
been concentrated in the social processes of change, modernization,
revolution, neglecting the spatial dimension and the territorial role in such
processes. In fact, it was assumed the existence of some preexisting spatial
order within which operated the temporal processes.
The existing order or the idea to continue to think the development as a
state that is reached when a society achieved certain goals that has been
152
Sociedades de Frontera: Las del presente
El criterio de sostenibilidad en relación a la turistificación del territorio bajo la propuesta de una
Teoría del Desarrollo Endógeno
proposed, combines and converges in a turistificacion the territory of
what the field of political administration involves the emergence of
economic alternatives tailored to the organizational resources and
productive of each society.
We believe that the theory of endogenous development is a viable
alternative that balances the turistificacion of the territory, before the
implementation of the sustainability of the same.
Key Wor
ds: Sustainable Development - Turistificacion of territory ords:
Cultural Control - endogenous development - patrimoniality.
Introducción
Los límites del desarrollo se observan cuando la problemática del ambiente
cultural y natural se desplaza hacia el imperativo de la recuperación económica
bajo la hegemonía de las políticas neoliberales y la capitalización de la naturaleza, transformando las estrategias discursivas, políticas y productivas del
ambientalismo (Leff Zimmerman 2004: 12) en paisajes turísticos en desmedro
de una sostenibilidad espacial y cultural.
Esta idea nos lleva a considerar, siguiendo a Ruiz Delgado que la turistificación
deviene o forma parte de un «turismo de Estado», en el sentido de que son las
instancias oficiales las encargadas de patrocinarlo y de invertir en su promoción,
pero también, son las que obtienen los beneficios económicos que llegan indirectamente por la vía impositiva, pero beneficios que, sobre todo, se miden en
términos de prestigio y reconocimiento (Ramos Lizana 2007: 162).
Hacia principios de los ochenta del siglo XX Guillermo Bonfil Batalla planteaba una importante herramienta heurística que denominó «control cultural»,
que refiere a la capacidad de decisión que tiene un grupo o sector social sobre los
elementos culturales, siendo estos todos los recursos de una cultura que resulta
necesario poner en juego, para formular y realizar un propósito social (Santillán
Guemes 2000: 84).
El control cultural se basa en una dialéctica que se define socialmente a través
de la configuración de dos campos: el propio (cultura autónoma y apropiada) y el
ajeno (cultura enajenada e impuesta) y su dinámica se manifiesta a través de cuatro
procesos básicos: resistencia: de la cultura autónoma; imposición: de la cultura impuesta; apropiación: de elementos culturales ajenos; enajenación: pérdida de la capacidad de decisión sobre elementos culturales propios. (Ibidem 85).
Anderson (1994) sostiene que la modernidad entreteje con el espacio una relación en la que la escala territorial dominante es el Estado-Nación, el espacio de
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
153
Yanina Aguilar y Arabela Ponzio
poder, remarcando las diferencias en los bordes de los estados y las naciones entre
interno y externo, propio y ajeno. Así, la dimensión espacio queda absolutizada.
De esta manera, el «control cultural» queda manifiesto en tanto se produce
una nueva forma de consumo cultural. Esta forma se fundamenta en la invención
de espacios turísticos para ser consumidos por los visitantes. Dicha invención
tiene la función principal de expresar las diferencias sociales utilizando la cultura
como un lenguaje, como un mecanismo de relación social vinculado al sistema de
estatus o posiciones sociales. Funciona como un mecanismo de reproducción
social mediante la interrelación de las diversas estructuras sociales implicadas y
reflejadas en el circuito del consumo.
«El consumo cultural como practica social se centra en la manera mediante la cual la gente se identifica y se ve reconocida en toda una gama y
diversidad de productos culturales» (Ramos Lizana 2007: 60).
La Turistif
icación del ter ritorio
uristificación
Los lugares turísticos son espacios, materiales, producidos y organizados fundamentalmente por las empresas turísticas y la gestión de los Estados. El consumo de imágenes visibles no nos conduce a la construcción social de la cultura, es
un consumo cultural que siempre está socialmente orientado a capacidades de
acceso diferentes a los bienes de aquella (Goméz 2005:51).
El lugar turístico se convierte en un destino inventado y ajeno, es decir que se
le otorga a una zona un nombre identificable que le da valor de lugar y el interés
de ser visitado. De este modo, es la invención de la narración la que construye
finalmente al lugar, produciéndose así una turistificación del espacio.
La turistificación del territorio está ligada a la producción de imágenes a
través de las políticas turísticas, el marketing de productos, el desarrollo diferencial del gusto, entre otros. Es un proceso social de construcción de imágenes que
valora el lugar en un espacio ya dado con imágenes previas resignificadas. Cabe
destacar que esta imagen construida se logra realizar sólo en relación con un
determinado y exclusivo patrimonio, casi siempre tangible (Goméz 2005: 51).
Este proceso lo materializa el Estado (nacional, provincial y municipal) como
base de políticas culturales que apuntan a la apropiación colectiva de los valores
considerados como propios, que pertenecientes a una dimensión espacial, el territorio, se transforman en referentes identitarios primero, para pasar luego a la
acción de la promoción y la gestión.
154
Sociedades de Frontera: Las del presente
El criterio de sostenibilidad en relación a la turistificación del territorio bajo la propuesta de una
Teoría del Desarrollo Endógeno
Así el Estado patrimonializa el territorio como espacio de recursos determinados, los cuales son apropiados selectivamente bajo la promoción de representaciones materiales, que convertidas en reservorio de cultura, permiten mantener
una actividad económica sostenible.
Los límites del mismo son impuestos por el mundo materialista y globalizado
de hoy. Esto lleva a la idea de conservar el valor del capital cultural y natural con
el que cuenta una sociedad, para otorgarle a las generaciones futuras la posibilidad de seguir produciendo bienestar económico en igual situación que la actual
porque bajo esta situación «la sostenibilidad se revela incompatible con el desarrollo de un sistema económico cuya globalización origina a la vez la
homogeneización cultural y la destrucción físico-espacial» (Naredo 2007:114)
Desde esta perspectiva diferentes actores sociales entran en conflicto, por un
lado una élite política intelectual consiente de la importancia del patrimonio
como elemento fundamental para la construcción de los ideales nacionales, creando
en la comunidad una identidad homogénea; y por otro, la comunidad que es
manejada y dirigida por esa élite.
Así vemos que el territorio no está constituido solamente por objetos culturales o naturales a los que hay que admirar y proteger, sino que es necesario
dimensionar los posibles usos políticos que se pueden hacer de él.
Los argumentos que legitiman dicho pensamiento se reflejan en el discurso de
las políticas culturales, en tanto sus modelos concretos de aplicación visualizan a
la cultura como recurso económico por lo que muchas veces ante la dificultad
intrínseca de debatir alrededor de la pertinencia, bondad o eficacia de las políticas culturales el discurso económico se convierte en el argumento definitivo
que las impulsa (Rausell Koster 2005: 2).
A su vez nuevas alternativas se generan en la acción política: junto al EstadoNación, se fortalecen escalas territoriales que deben ser contempladas para interpretar y, más importante aún, asentar los procesos políticos y fortalecer las
interacciones sociales. Todos estos cambios evidencian las limitaciones de aquella
matriz moderna del desarrollo para interpretar los procesos contemporáneos, ya
que al ser heredera de una pretensión normativa universal, construye teóricamente recetas aplicables a diferentes tiempos y lugares. Y al suponer universalidad de
aplicación y replicabilidad de las políticas de desarrollo, presenta una orientación hacia la uniformidad de las sociedades y la homogeneidad de los fundamentos políticos, las recetas técnicas y las prácticas metodológicas.
Desde ese modelo universal e instrumental de progreso, se concibe a lo local como
necesitado de un aporte civilizador. Estas posiciones presentan serias limitaciones a la
hora de diseñar e implementar políticas, por ser un pensamiento que reduce el problema
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Yanina Aguilar y Arabela Ponzio
del desarrollo al comportamiento de variables económicas y separa la economía de los
contextos históricos, sociales, institucionales y culturales. Por lo tanto, devienen en un
instrumentalismo que prioriza medios (los instrumentos necesarios para alcanzar el desarrollo) y no fines (el sujeto y el sentido del desarrollo) (Madoery 2008: 18).
Es por ello que tomar decisiones acerca de qué manera intervenir en la conservación del patrimonio, conlleva muchas veces a posturas que no tienen en cuenta
el pensamiento y el accionar colectivo.
«Se interviene en el patrimonio para propiciar un determinado impacto
económico sobre el territorio […] los recursos patrimoniales son objetivos intermedios para conseguir una finalidad última que básicamente consiste en la generación de renta y ocupación […] la manera más habitual de
establecer esa relación en los últimos tiempos ha sido a través del turismo
cultural, de manera que las políticas culturales preservan el patrimonio
con el objetivo de atraer a flujos de visitantes […] la parte más arriesgada
de estas estrategias radica en el hecho de que este tipo de valorización del
patrimonio habitualmente provoca un extrañamiento de los valores simbólicos inherentes al bien patrimonial que han de ser servidos en función
de las demandas de los visitantes, por lo que pierden funcionalidad para
los residentes» (Rausell Koster 2005: 2).
Los principios del desarrollo sostenible dentro del discurso de las políticas
culturales deberían apuntar a la transformación del territorio, no exclusivamente
en el aspecto económico sino en el social, cultural y natural en tanto que su valor
reside no solo en su contenido material, sino en los discursos, los relatos y especialmente en la construcción histórica que la sociedad hace de aquel.
Bajo este criterio consideramos que evitar la turistificación del territorio sería negar las acciones políticas del mundo de hoy, sin embargo existen herramientas desde el campo de la administración que procuran mediar entre el uso y
el valor del territorio en su dimensión cultural y natural.
La Teoría del Desar r ollo Endóg
eno
Endógeno
Existe una concepción más integral del desarrollo que va haciendo eco en la
gestión de los pequeños municipios en torno a la gestión del patrimonio. Se transita hacia una interpretación creativa y constructiva del desarrollo, hacia un nuevo
paradigma relacional e interaccionista. En esa nueva visión se inscribe la Teoría del
156
Sociedades de Frontera: Las del presente
El criterio de sostenibilidad en relación a la turistificación del territorio bajo la propuesta de una
Teoría del Desarrollo Endógeno
Desarrollo Endógeno, una concepción teórica orientada a la acción que se constituye en propuesta alternativa de la política de desarrollo territorial como reacción
al pensamiento y a la práctica dominante en materia de desarrollo territorial en las
décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta, enmarcados en el paradigma industrial fordista y en la difusión de centro-debajo de las innovaciones y de los impulsos
de cambio (Alburquerque 1998; Vázquez Barquero 1999; Boisier 2003).
El desarrollo comienza a ser visto como un conjunto de capacidades generadas desde abajo, ligadas a la calidad de los recursos humanos, la disposición
organizativa de los agentes, la creación de entornos adecuados a diferentes fines
(inversión, residencia, turismo, innovación), la calidad institucional territorial, las
diversas formas de cooperación y aprendizaje, los mecanismos de resolución de
conflictos, la coordinación de políticas económicos sociales, donde los impulsos
exógenos se insertan en un sistema territorial organizado (Madoery 2008: 18).
De este modo, en la emergente Teoría del Desarrollo Endógeno, la cercanía,
la interacción y la asociación son elementos cruciales que están estructuralmente
ligados al territorio, están anclados a lugares. Lo local se convierte en un nuevo
punto de encuentro de la relación entre territorio y desarrollo. (Ibídem 2008).
Ese punto de encuentro puede materializarse en los planes directores o planes
de manejo que deberían actuar como marcos reguladores jurídicos y políticos de
los Estados teniendo en cuenta la ordenación territorial y ambiental de los mismos, ya que su resultado debe apuntar a la protección de los espacios naturales y
culturales y la sociedad que los contiene. De esa protección se derivan los programas y acciones concretas destinadas a la posibilidad de la gestión del uso turístico
de los espacios protegidos.
La gestión debe establecer un diagnóstico que defina cuál es la situación de
partida. Este punto hace referencia a la determinación de la estructura y perfil
de los referentes patrimoniales. Es decir que inicialmente todo plan director
debe empezar por una situación de catalogación e inventario de los bienes culturales que posee una comunidad para luego poder establecer las capacidades y
conflictos que estos presentan en cuanto a la posibilidad de ser gestionados como
productos turísticos.
Metodológicamente esta etapa de diagnóstico debe integrar a su vez, investigación, conservación, comunicación, funcionalidad, inversiones, recursos humanos, recursos económicos, infraestructura y medios tecnológicos.
En general, la integración metodológica de todas estas fases presenta un mayor
grado de desarrollo en los ámbitos asimilados tradicionalmente al patrimonio histórico-monumental. En el caso del patrimonio arqueológico, por el contrario,
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
157
Yanina Aguilar y Arabela Ponzio
evidencia deficiencias al momento de llevar a cabo un proceso planificador, sobre
todo si el registro arqueológico no presenta características de excepcionalidad.
Desde esos criterios, elaborar un adecuado Plan Director de Gestión debe
constituirse en una herramienta fundamental para el diseño de una política cultural orientada al desarrollo integrado de la sociedad en donde se hace prioritario Convocar al Estado nacional provincial, y/o municipal, el sector privado y el
sector académico a integrar esfuerzos para la coordinación e implementación de
acciones conducentes a la elaboración de un Plan Director. Generar herramientas conducentes al logro de una mejor calidad de vida de la sociedad, articulando crecimiento económico, equidad social y equilibrio ecológico, contribuyendo a la participación comprometida y coordinada de todos los sectores sociales
integrando saberes y miradas sobre la turistificación de su territorio.
Consideraciones Finales
Todo lo mencionado da cuenta que todo proyecto y todo conjunto de acciones, toda creación simbólica y material, todo espacio de intenciones, deseos y propósitos son siempre emergentes de una cultura, entendida ésta como: «una forma
de vida creada histórica y socialmente por una comunidad a partir de de su particular manera de resolver física, emocional y mentalmente las relaciones que mantiene con la naturaleza, consigo misma, con otras comunidades y con lo que ella vive
y califica como trascendente o sagrado, para dar continuidad y plenitud de sentido
a la totalidad de la existencia» (Santillán Güemes 2000: 75).
Desde esta perspectiva socio-antropológica de la cultura queda claro que el actual
agotamiento del Estado-Nación, a través de una economía capitalista de núcleo
globalizado, ha llevado a una determinada forma de vida, a una particular manera de
estar en el mundo y no de otra. Y lo que se ha ocultado desde hace mucho tiempo es
que, como bien dice Marshall Sahlins (1997: 41-73), «desde el punto de vista
antropológico, la expresión relación entre cultura y economía carece de sentido,
puesto que la economía forma parte de la cultura de un pueblo». No va lo económico por un lado y lo ético simbólico por el otro lado. Conforman una totalidad en
movimiento que, al ser caracterizada como «una forma integral de vida», encierra
múltiples dimensiones: una estructura, una configuración, ciertos núcleos de sentido y
una dinámica histórica en donde las fuerzas económicas, socio-culturales y políticas
afirman la coexistencia de lógicas contradictorias, que se manifiestan en la
homogeneización de pautas culturales-afirmación de identidades locales, integración
económica-aislamiento de economías regionales. Como consecuencia de estos procesos, la Teoría del Desarrollo Endógeno permite crear factores de especificidad territorial, como posicionamiento particular ante el escenario global (Pecquer 1995).
158
Sociedades de Frontera: Las del presente
El criterio de sostenibilidad en relación a la turistificación del territorio bajo la propuesta de una
Teoría del Desarrollo Endógeno
Ocultar esa dinámica, atenta contra la diversidad cultural clausurando cualquier
tipo de realización cultural autónoma y de relación intercultural plena y dialógica
entre los pueblos. Es así como la elaboración antes Plan Director debe entonces
partir del campo de lo propio y la idea de desarrollo que quiere implementar.
El desarrollo territorial no responde a un modelo previo que se impone a los
actores, sino a un proceso de construcción social. Por ello requiere de una estrategia, de un proyecto político que incorpore valores y sentidos a la acción colectiva.
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Sociedades de Frontera: Las del presente
....
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Año III / Volúmen V/ Diciembre de 2011
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
161
162
Sociedades de Frontera: Las del presente
LA FR
ONTERA SUDORIENT
AL DEL
FRONTERA
SUDORIENTAL
TAWANTINSUYU
Alejandro García*
R esumen
Como consecuencia del surgimiento de nuevos enfoques vinculados con la
dominación incaica de Cuyo, en los últimos años se han expuesto ideas
alternativas acerca de la ubicación y características de la frontera meridional oriental del Tawantinsuyu. Estas propuestas han tomado en consideración los cambios en el registro arqueológico local y sus diferencias zonales,
como reflejo de estrategias variadas desplegadas por el poder estatal incaico
para incorporar estos territorios a su dominio.
Frente a la visión tradicional del estado incaico como un ente monolítico
y homogéneo, cuya presencia puede ser identificada exclusivamente por la
observación de determinadas construcciones y artefactos (cerámica
cuzqueña, «tambos», etc.), se ha planteado recientemente un nuevo escenario que intenta atender otras variables que debieron jugar un papel importante, como los acuerdos con etnias del área, una mayor variabilidad
del registro arqueológico incaico, la secuencia interna de la anexión de
espacios regionales, la continuidad de la exploración de los espacios adyacentes, etc.
A fin de ubicar estos enunciados en el contexto de la investigación regional, en esta oportunidad se brinda un panorama de los avances registrados
en el tema en los últimos 40 años.
Palabras Cla
Clavve: Incas - Frontera - Cuyo - Tawantinsuyu - Arqueología.
*
CONICET - UNSJ - UNCUYO. E-mail: [email protected]
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
163
Alejandro García
Abstract
Following the emergence of new approaches related to Inca domination
of Cuyo, in recent years diverse alternative ideas about the location and
characteristics of the eastern southern border of Tawantinsuyu have been
exposed. These proposals have taken into account the changes in the local
archaeological record and its zonal differences, reflecting the diverse
strategies deployed by the Inca State to incorporate these territories to
their domain.
Facing the traditional view of the Inca state as a monolithic and homogeneous
entity, whose presence can be identified only by observation of certain works
and artifacts (Cuzco pottery, «tampus», etc.), recently has raised a new scenario
that tries address other variables that could have played an important role, as
agreements with ethnic groups of the area, greater variability of Inca
archaeological record, the internal sequence of the annexation of different
regions, and the continued exploration of the adjacent spaces.
To locate these statements in the context of regional research, an overview
of progress on the issue in the last 40 years is presented here.
Key Wor
ds
ords
ds: Inka - Border - Cuyo - Tawantinsuyu - Archaeology.
Introducción
La anexión de los territorios cuyanos al Tawantinsuyu debió traer aparejada
una serie de cambios importantes para la vida de los pobladores locales; desde la
vestimenta y la tecnología cerámica hasta la organización territorial y política,
muchos aspectos culturales se vieron modificados por el dominio incaico. Sin embargo, la identificación y análisis de tales cambios, sobre todo cuando sólo pueden
ser determinados a través de la arqueología, es una tarea bastante difícil, aunque
necesaria para comprender integralmente el fenómeno. En el mismo sentido, resulta de especial interés conocer los límites de la expansión estatal y los diversos mecanismos desarrollados para que el dominio incaico fuera efectivo. Estos aspectos
han sido analizados desde distintas ópticas, y los resultados nos ofrecen algunos
escenarios alternativos para entender la forma y alcance de ese proceso.
El objetivo de esta exposición es precisamente mostrar algunos de los avances
realizados en los últimos tiempos en relación al tema de la frontera incaica del
extremo SE del imperio; específicamente, se brindan aquí de manera resumida
las ideas planteadas en torno al alcance espacial de la dominación estatal en el
territorio cuyano y a cómo pudo desarrollarse la anexión de las etnias locales al
Estado.
164
Sociedades de Frontera: Las del presente
La frontera sudoriental del Tawantinsuyu
Los ggrr upos locales y el rree gistr
queológico tar
dío
gistroo ar
arqueológico
tardío
La información documental relacionada con los grupos indígenas tardíos de
Cuyo indica que las etnias más importantes y numerosas de la región habrían
sido las de los huarpes y los capayanes. Éstos se ubicaban en el centro-norte de
San Juan, mientras que el sur de esta provincia estaba ocupado por los huarpes de
habla allentiac y el centro-norte de Mendoza por los huarpes de habla milcayac.
Sin embargo no se ha establecido aún documentalmente con precisión qué etnia
ocupaba el suroeste sanjuanino (Valle de Calingasta). Algo similar ocurre con el
este de San Juan, zona para la cual se propuso primero la presencia de olongastas,
y posteriormente de yacampis, sin que se hayan realizado estudios detallados
que permitan dilucidar la cuestión. Finalmente, la mayor parte del sur de Mendoza
habría estado ocupada en época prehispánica tardía por diversas parcialidades
puelches, mientras que algunos sectores cordilleranos habrían sido explotados
por grupos pehuenches.
Las investigaciones arqueológicas no han permitido avanzar demasiado en la
solución de los vacíos de información documental. Por ejemplo, esta situación se
percibe en la franja oriental de San Juan, donde los estudios arqueológicos son
aún escasos y no permiten establecer fehacientemente el área de distribución de
los grupos locales (ya sea que se trate de olongastas o yacampis) y las probables
relaciones entre su cultura material y la de los capayanes. Ésta es relativamente
conocida, debido a numerosos hallazgos que en parte se remontan a principios
del siglo XX (Debenedetti 1917). Sin embargo, el elemento más distintivo y
ampliamente diseminado en el área capayana es la cerámica, correspondiente al
estilo denominado «Angualasto». Lo mismo sucede en el área huarpe milcayac,
donde se observa el predominio de alfarería de estilo «Viluco». Llamativamente,
en el sector huarpe allentiac los estudios recientes sugieren la supervivencia de la
cerámica local preincaica (gris-marrón-naranja con decoración incisa, comúnmente conocida como «Calingasta» o «Ullum-Zonda»), lo que podría estar
indicando que entre ambos grupos existían diferencias más profundas que las
denotadas por la documentación (generalmente restringidas al idioma).
A estos estilos cerámicos se agregan otros dos de amplia distribución en tiempos inmediatamente prehispánicos: el diaguita chileno incaico y el propio inca
(sobre todo en la variante inca local). En muchos casos, éstos se encuentran asociados a otro elemento característico de la época: la presencia de construcciones
incaicas, comúnmente denominadas tambos, aunque en algunas oportunidades
no exhiben los rasgos arquitectónicos ni las dimensiones como para ser considerados tales. Por ejemplo, éste es el caso del conjunto de sitios de PedernalAcequión (García 2007), en el que se destacan dos estructuras rectangulares aisAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
165
Alejandro García
ladas de mediano tamaño ubicadas en sendas lomas contiguas. También en ciertos
sectores se pueden observar algunos tramos de la vialidad estatal, generalmente
asociados a construcciones y cerámica incaica.
El registro arqueológico incaico tradicional (alfarería y estructuras incas) en
el sector cordillerano está parcialmente superpuesto al local tardío, fundamentalmente en la franja cordillerana, en los valles orientales preandinos (Iglesia,
Calingasta y Uspallata), en menor medida en la precordillera y excepcionalmente en la Sierras Subandinas (sitio Paso del Lámar).
Finalmente, un caso sumamente particular es el de la cerámica diaguita chilena de época incaica, que además de estar asociada en varios casos a estructuras y
cerámica inca, ha sido hallada sin tal vinculación en el centro y sur de Mendoza,
muy lejos de las evidencias tradicionalmente consideradas como incaicas.
Dado este marco general, ¿qué puede decirse de la frontera del dominio
incaico en la región? ¿Y cómo puede explicarse la distribución de evidencias
arriba bosquejada?
Ubicación y características de la frontera incaica
Teniendo en cuenta la descripción anterior, resulta comprensible que existiera una tendencia a establecer la frontera meridional de la expansión incaica en los
valles longitudinales preandinos de San Juan y Mendoza y en el propio Río
Mendoza1. En las décadas de 1970 y 1980 esa idea fue compartida por autores
como Schobinger (1975), Raffino (1981) y Hyslop (1984), para quienes la
distribución escalonada de construcciones incaicas a lo largo del camino incaico
en el valle de Uspallata y la continuidad de la vialidad estatal hacia el lado
chileno siguiendo el curso del Río Mendoza eran prueba evidente de la localización de la frontera.
Una posición similar adoptó Bárcena (1992), quien si bien admitió la presencia de una frontera política en el valle de Uspallata, cercando el área de
dominio efectivo hacia el Oeste, consideró también la posibilidad de que el
Estado se encontrara avanzando hacia el Este, a través de la implantación de
«enclaves» que habrían actuado como puntas de lanza para el control de los
territorios bajos de la llanura oriental. Según este autor, este tipo de avanzadas
se habrían localizado, por ejemplo, en el Valle de Huentota (actual ciudad de
Mendoza) y en el valle del Acequión, en el sur de San Juan (donde la documentación temprana indicaba la existencia de un «cerrillo que parece haber
sido fuerte del Inca» (Michieli 2001). Sin embargo, más allá de la aparente
contradicción de intentar fiscalizar un territorio ubicado fuera de la frontera
166
Sociedades de Frontera: Las del pasado
La frontera sudoriental del Tawantinsuyu
política y sobre el cual no se tenía un dominio efectivo, el posterior hallazgo
del sitio incaico mencionado por los registros históricos en el Acequión (García
2005) permitió observar que la funcionalidad del sitio difícilmente podía
relacionarse con el control de la zona baja sanjuanina (García 2009). De la
misma manera, los posteriores intentos de identificación de enclaves incaicos al
sur del Río Mendoza, en el valle de Uco (sitio Agua Amarga; Cahiza y Ots
2005) no han brindado resultados convincentes, fundamentalmente por la falta de evidencias sobre la pretendida producción masiva de recursos agrícolas,
depósito de los mismos y movilización hacia sectores nucleares. Cahiza y Ots
(2005) fueron un poco más lejos en su intento de mostrar la existencia de
enclaves en el sur de San Juan y en el valle de Uco, y en vinculación con estas
zonas propusieron considerar la existencia de una frontera «económica, demográfica y cultural», más o menos coincidentes con dos tramos en dirección
aproximada Norte-Sur de los ríos Tunuyán y Mendoza (Figura 1). Sin embargo, esta propuesta carece de una apropiada identificación y definición de sus
aspectos componentes, a la vez que descansa fundamentalmente en el supuesto
de la presencia de enclaves, por lo que resulta muy difícil de sostener en la
actualidad a la luz del registro arqueológico actualmente disponible.
Una explicación alternativa ha intentado brindar una interpretación global que permita comprender todos los componentes del registro arqueológico tardío. Según esta posición no sería adecuado considerar de manera exclusiva las evidencias típicamente incaicas para establecer la ubicación de la frontera y entender cómo se ejercitaba el dominio de los territorios del extremo
meridional del Estado (García 1999). Por otra parte, la variabilidad del registro arqueológico cuyano de época incaica no estaría diferenciando un área de
dominio efectivo de otras en las que el Estado no tenía control, sino más bien
distintos mecanismos de dominación implementados en los diversos sectores.
Como consecuencia, se ha propuesto que en realidad el límite del dominio
efectivo del estado incaico habría alcanzado el Río Diamante (García 1999),
en base a la asociación de una serie de elementos documentales y arqueológicos
entre los que se cuentan:
1) Varias menciones de cronistas acerca de la sujeción de los huarpes por
parte de los incas (e.g. Bibar 1966:165; Lizárraga 1937:207).
2) Una referencia documental a la presencia de «tierras del inca» cerca de la
actual ciudad de Mendoza (Espejo 1954:18).
3) La incorporación de varios términos tomados o derivados del quichua al
idioma huarpe algunos de ellos relacionados con los mecanismos de admiAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
167
Alejandro García
nistración incaica, como «mita» (vez, turno) y «pataka» (cien) -Canals
Frau 1946:142.
4) La amplia difusión del idioma quichua en la región (Canals Frau 1946:141;
Michieli 1983:107).
5) La presencia de «caciques» y «principales» en la estructura política huarpe
(Michieli 1983:160-162), posible reflejo del sistema dualista de gobierno incaico impuesto en la región.
6) Las menciones documentales relacionadas con edificaciones incaicas fuera
del valle de Uspallata, en la zona del piedemonte y llanura de Mendoza.
7) El surgimiento tardío en el centro-norte de Mendoza y algunos lugares
del sur de San Juan de un nuevo estilo cerámico claramente relacionado
con el dominio incaico (el estilo «Viluco») y de otros estilos alfareros
correspondientes a poblaciones anexadas al Imperio (García 1994, 1996).
8) La alusión directa por parte de un informante huarpe al límite austral de
dominio inca, localizado en el río Diamante, en el centro de Mendoza:
«De aquí se fue a un río que se dice Diamante de poca gente. Estará treinta
leguas poco más o menos, de esta provincia donde se halló un mármol
hincado en el suelo de estatura de un hombre. Preguntado a los indios que
qué era aquello, dijeron que los Incas, cuando vinieron a conquistar aquella provincia, llegaron allí y que, en memoria que habían conquistado
hasta el río, pusieron aquella señal y de aquí dieron la vuelta» (Bibar
1966:155).
9) La reiterada aparición de cerámica diaguita chilena de época incaica (e.g.
Lagiglia 1979; Sacchero y García 1991) y la incorporación de algunas de
sus características al estilo «Viluco» de los huarpes (García 1994).
Por otra parte, resultaría extraño que el Estado anexara solamente a una parte de la etnia huarpe y dejara otros grupos huarpes fuera de su control, por lo
que es defendible que la dominación incaica alcanzara a la etnia completa y a
todo el territorio por ella ocupado y explotado. Por lo tanto, la frontera incaica
sudoriental se habría localizado aproximadamente en el río Diamante por el Sur
y en algún sector cercano al río Desaguadero por el Este (la propia frontera
huarpe aún no se encuentra bien definida).
168
Sociedades de Frontera: Las del pasado
La frontera sudoriental del Tawantinsuyu
Figura 1. Visualización de las distintas posiciones: 1) Límite político en el NO de Mendoza;
2) Enclaves y frontera «económica, demográfica y cultural”; 3) Límite político coincidente con
el de las etnias capayana y huarpe.
Pero si toda esta región estaba bajo control incaico, ¿por qué no aparecen
construcciones típicas, ni tramos de la vialidad estatal similares a los ubicados
sobre el lado occidental, ni cerámica de estilo incaico? ¿Y por qué, en cambio,
aparece cerámica diaguita chilena de época inca no sólo en este sector, sino también más al sur en la provincia de Mendoza, en San Rafael y Malargüe?
La respuesta se encontraría en los mecanismos utilizados para la anexión y control
del área, en la secuencia de etapas involucradas en el proceso y en el momento de
interrupción de dicho proceso a causa de la conquista española (García 2009, 2010).
Pero vamos por partes. Si se considera al centro y este de Mendoza como anexados al
Estado, es factible explicar la ausencia de cerámica inca y la presencia de la diaguita
chilena en función de un mismo motivo: la delegación (sensu Lima Tórrez 2005) de la
autoridad estatal para el dominio del sector en dirigentes diaguitas chilenos, cuya etnia
se había incorporado con anterioridad al Estado. El ejercicio del poder a nivel local
por parte de los diaguitas debió ir acompañado por la dispersión de elementos propios
de su cultura, fundamentalmente la cerámica, lo que explica no sólo su presencia importante en el centro de Mendoza (por ejemplo en los sitios Agua Amarga, Confluencia,
Campos Borbarán, Rincón del Atuel, Nihuil, 25 de Mayo y Rivadavia-La Central)
sino también el hecho de que motivos diaguitas chilenos hayan sido integrados al conjunto decorativo del estilo incaico local, denominado Viluco (García 1994, 1996).
¿Pero por qué habría delegado el poderoso estado incaico su autoridad en los diaguitas
chilenos, cuando supuestamente podría haber ejercido un dominio directo tanto en el
Norte Chico chileno como en el territorio cuyano? En realidad, puede haber sido simAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
169
Alejandro García
plemente porque no podía ejercer tal dominio o porque le hubiera significado un esfuerzo, una inversión de recursos y un riesgo muy grandes, que podían ser suplidos mediante
otra estrategia: un acuerdo con el grupo más poderoso del área, que tuviera en cuenta no
sólo las ambiciones incaicas sino también los intereses de la contraparte. En este caso, tal
grupo era sin dudas el diaguita chileno, cuyo interés de expansión hacia el centro de Chile
(Stehberg 1995) podía verse favorecido por la incorporación al Estado en condiciones de
cierto privilegio. Como resultado de tal acuerdo, los diaguitas chilenos pueden haber
estado encargados de gestionar la anexión de los territorios cuyanos al Estado (García
2009), comenzando por los espacios situados a la misma latitud del Norte Chico en la
vertiente oriental andina, y siguiendo por los sectores aledaños por el sur (García 2010). La
participación de los diaguitas chilenos, como ya se ha apuntado, habría estado dada
fundamentalmente a nivel de dirigentes, aunque Stehberg piensa que en realidad habría
supuesto la movilización de grupos armados; de esta forma, los diaguitas se habrían transformado en «mitimaes guerreros» que habrían llegado a conquistar los valles de Uspallata
y Mendoza, lo que les habría permitido ampliar y enriquecer su patrimonio territorial,
social y político (Stehberg 2003:180).
Si bien la idea no puede ser descartada, el registro arqueológico de Mendoza
no parece avalar la utilización de ejércitos diaguitas chilenos, los que por otra
parte eran seguramente mucho más necesarios en los valles del centro de Chile
que en los del norte de Mendoza, donde la baja demografía y el bajo grado de
integración política intergrupal no debieron requerir la movilización de tropas
armadas para lograr una anexión que podía ser obtenida a través de gestiones
«diplomáticas» con los jefes locales. A su vez, la actividad diaguita chilena en el
área no excluye la posibilidad de que se haya trasladado a grupos de mitmaq de
otros sectores del imperio , tal como ha propuesto Gentile (1992).
Recapitulando, estaríamos frente a una dominación estatal efectiva de por los menos
las franjas longitudinales central y occidental de San Juan y Mendoza, con una activa
participación de funcionarios y, probablemente, artesanos diaguitas chilenos en la anexión
y administración de este territorio. Pero entonces, ¿por qué en los sitios precordilleranos
de San Juan (como La Invernada o Pedernal) la presencia de cerámica diaguita chilena
no parece ser tan importante como en Mendoza, y en cambio hay un registro significativo de alfarería de estilo inca local? La respuesta se encontraría, al menos parcialmente,
en el factor tiempo y en las características de las poblaciones locales (demografía, organización sociopolítica, capacidad de realizar alianzas intergrupales, etc.). Las tratativas
para la anexión de los territorios cuyanos no habrían sido simultáneas en toda la región
cuyana sino que habrían comenzado en el centro-norte de San Juan; tras la anexión de
los capayanes, la actividad negociadora diaguita chilena se habría ido trasladando más al
sur, hacia el territorio de los huarpes allentiac, a la vez que el estado incaico afianzaba la
incorporación previa mediante la ocupación directa de algunos sitios previamente pertenecientes a los capayanes (como La Invernada) o de sectores enteros que presentaban
un marcado potencial económico o comunicacional (como la zona de San Guillermo
o los valles longitudinales preandinos).
170
Sociedades de Frontera: Las del pasado
La frontera sudoriental del Tawantinsuyu
Como resultado de esta dinámica, cuando los diaguitas chilenos incorporaron el centronorte de Mendoza, el territorio cuyano anexado habría presentado tres situaciones diferentes
(García 2010): por un lado, un sector occidental en el que se manifestaba directamente el
dominio incaico, con presencia de vialidad, artefactos y construcciones típicas del imperio
(Figura 2). En este espacio los incas habrían implementado un dominio directo, con autoridades enviadas desde el área central del Estado, aunque en algunos casos el control puede
haber involucrado también a dirigentes diaguitas chilenos. Un segundo sector habría estado
constituido por los territorios ubicados en la precordillera, piedemonte precordillerano
oriental y zonas bajas aledañas (valle de Tulum y parte de la Depresión de la Travesía) y por
puntos estratégicos de las Sierras Pampeanas (como el sitio Paso del Lámar). Aquí podría
observarse una situación mixta, con sitios dominados directamente por el Estado (como La
Invernada), otros cuyo dominio fue indirecto, con un control dejado en manos de los jefes
locales y que no sufrieron cambios estructurales (como Angualasto), y otros en los que probablemente se tuvieron participación autoridades diaguitas junto con las cuzqueñas o con las
locales. Un tercer sector habría abarcado el centro-norte de Mendoza, y en él se habría dado
una dominación delegada en manos de los diaguitas chilenos.
Un cuarto sector habría estado integrado por los territorios ubicados al sur y al este
de los anteriores; se trataría de un área de exploración, en la que los diaguitas chilenos (en
el caso de los territorios localizados en Mendoza) y quizás los capayanes (en el caso de
la zona oriental sanjuanina y sectores aledaños) habrían estado evaluando las posibilidades de anexión de otras etnias al Estado. Esto explicaría la presencia exclusiva de cerámica diaguita chilena incaica en el sur mendocino, probablemente vinculada a aquellas
incursiones y tratativas (e.g., como resultado de regalos a jefes locales).
Figura 2. Extensión aproximada de los distintos sectores identificables en los momentos finales
de la dominación incaica de la región cuyana: de dominio directo (1), con situaciones de
dominio diversas (2), de dominio delegado (3) y de exploración (4).
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
171
Alejandro García
La ya señalada importancia del factor tiempo en esta situación correspondiente
al momento de caída de las autoridades cuzqueñas a manos de los españoles se
relaciona precisamente con el momento de interrupción del proceso de avance
estatal en el área; si dicha interrupción hubiera ocurrido algunas décadas después,
probablemente toda la región cuyana habría mostrado una mayor integración al
Estado y señales de dominación directa, por lo que las diferencias actualmente
observables en el registro quizás se habrían ocultado detrás de un registro estatal
más homogéneo. Es más, probablemente este proceso de homogenización es el que
se estaba desarrollando en el actual territorio sanjuanino, con una presencia cada
vez mayor de arquitectura, artefactos y símbolos cuzqueños.
Consideraciones finales
La descripción anterior no pretende ser una explicación definitiva del proceso de ocupación de Cuyo por parte del Estado incaico, sino simplemente un
modelo hipotético que puede servir de base para una mayor profundización de
los estudios sobre el tema, fundamentalmente debido a ciertas características:
1) Trata de dar cuenta de todo el registro arqueológico tardío de época
incaica de la región.
2) Considera una situación de alta variabilidad y flexibilidad de los mecanismos de dominación estatal, congruente con las características de aquel
registro.
3) No deriva de información documental sino que constituye un planteo
originado a partir del registro arqueológico y que, consecuentemente,
supone una alternativa a la tradicional dependencia regional de los datos
históricos para derivar explicaciones arqueológicas.
4) Permite proponer expectativas y contrastarlas con nueva información que
permita ir ajustando o descartando distintos componentes del modelo.
En definitiva, la consideración del proceso de formación y de las características de la frontera sudoriental del Tawantinsuyu permite apreciar claramente la
conveniencia de aplicar enfoques alternativos y miradas integradoras al estudio
del registro arqueológico regional. A la vez, alerta sobre la necesidad de que los
actuales avances significativos en el mejoramiento del registro incaico cuyano
sean complementados con estudios de sitios de carácter exhaustivo, que provean
información de detalle que permita identificar los distintos momentos del pro172
Sociedades de Frontera: Las del pasado
La frontera sudoriental del Tawantinsuyu
ceso de anexión de los nuevos territorios al Estado y lograr una mayor aproximación a la comprensión de las estrategias y mecanismos desarrollados a tal efecto. Finalmente, rescata no sólo la flexibilidad que acompañaba al avance del
Estado en la incorporación de nuevos territorios, sino también la capacidad
negociadora de algunos grupos locales que supieron beneficiarse con la expansión de la frontera incaica en el actual territorio cuyano.
Ag radecimientos
Nuestros estudios sobre la dominación incaica de San Juan y Mendoza se
enmarcan en proyectos de investigación avalados y financiados por CONICET,
ANPCyT (Picto 2007-00054), CICITCA (UNSJ) y SECTyP (UNCuyo).
Agradezco especialmente a los miembros de la Comisión Organizadora del Foro
Sociedades de Frontera. Bajo la Advocación del Bicentenario de la Revolución
de Mayo, por su hospitalidad, amabilidad y cordial invitación a participar de
este evento.
Notas y comentarios
1
En realidad, ya Strube Erdmann (1963) había señalado que la vialidad incaica
debió llegar hasta el sur de Mendoza, apoyado en la presencia de diversas
construcciones que hacia mediados del siglo XX eran consideradas incaicas,
aunque luego tal vinculación fue dejada de lado.
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Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
175
176
Sociedades de Frontera: Las del pasado
ENTRE LA FE Y LA RELIGIOSID
AD
RELIGIOSIDAD
AD..
O DE FRANCIA EN EL SIGL
O XVI
MODELO
SIGLO
EL MODEL
Martha Noemí Grodsinsky y Silvia Morales*
R esumen
Las fronteras culturales pueden ser las más comprometedoras, las más tenaces y las más violentas. En el caso de Francia (en la segunda mitad del siglo
XVI), los enfrentamientos entre hugonotes y católicos llevaron a conformar una frontera religiosa y política, que puede ser denominada: la frontera de la fe, en la cual se producen fuertes confrontaciones entre ambas
facciones, llevando al país a una guerra civil-religiosa, que finalizó con una
nación dividida por dos religiones incapaces de volver a la unidad del
tronco común, formando un Estado dentro de otro Estado, creado a
través de un instrumento jurídico: el Edicto de Nantes, de mayo de 1598.
El enfrentamiento levantó, dentro de la frontera, una división en la que se
oponían, más que los hombres, las comunidades enraizadas en modos de
ver, de creer y de sentir. El fanatismo que se desprendió implicó también
la intolerancia que abarcó a la cotidianidad de la sociedad.
Como expresa Ángel Castellán «…habría que admitirse que el ‘extraño’
podría ser el ‘propio’, es decir algún hermano que dentro de la frontera
admitida por la tradición, ha topado con otra, la que puede separar a los
hijos de una misma patria». Pero no siempre el extraño está afuera; ¿no
será que el «extraño» es el que disiente?
Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto.
E mail: [email protected] / [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
177
Martha Noemí Grodsinsky y Silvia Morales
En este contexto, el infiel y el hereje pueden variarse; después de todo,
sólo los separa la localización.
La línea de trabajo expone un análisis que precisa qué fronteras pueden
separar a los hombres, donde puede inferirse que el «prójimo» y el «extraño» son categorías trasladables.
la
Palabras ccla
lavve : frontera cultural - Francia - siglo XVI - hugonotes católicos.
Abstract
Cultural borders may be the most embarrassing, the more tenacious and
more violent. In the case of France (in the second half of the sixteenth
century), confrontations between Huguenots and Catholics led to form a
religious and political border, which can be called: the frontier of faith,
in which there are strong confrontations between the two factions, leading
the country into a civil-religious war, which ended with a nation divided
by two religions unable to return to the unity of common core, forming
a state within a state, created through a legal instrument: the Edict of
Nantes, May 1598.
The conflict arose, within the border, a division in which were opposed,
more than men, communities rooted in ways of seeing, believing and
feeling. The fanaticism that fell off involved also intolerance covering the
everyday life of society.
As express Ángel Castellán «...should be admitted that the ‘stranger’
could be ‘self ’, ie a brother in the border supported by tradition, has
come up with another, which can separate the sons of the same
country». But not always the stranger is outside; it will not be the
«strange» the dissenter?
In this context, the infidel and the heretic may be varied, after all, only
the location separates them.
The line of work presents an analysis which states what boundaries can
separate the men, where it can be inferred that the «fellow» and «strange»
are portable categories.
Key words: cultural borders - France - XVI century - Huguenots Catholic.
178
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Entre la fe y la religiosidad. El modelo de Francia en el Siglo XVI
«Sólo los buenos sentimientos pueden unirnos el interés
jamás ha forjado uniones duraderas» (Walker 1997:10)
Introducción
Las fronteras culturales pueden ser las más comprometedoras, las más tenaces y
las más violentas. En el caso de Francia, durante la segunda mitad del siglo XVI, los
enfrentamientos entre los protestantes –denominados hugonotes– y los católicos
llevaron a conformar una frontera religiosa y política que puede ser denominada
frontera de la fe, en la cual se producen fuertes confrontaciones entre ambos contendientes, llevando al país a una guerra civil-religiosa, que finalizó con una nación
dividida por dos religiones incapaces de volver a la unidad del tronco común que
era cristiano católico, formando un estado dentro de otro estado creado a través
de un instrumento jurídico: el Edicto de Nantes, de mayo de 1598.
El enfrentamiento levantó dentro de la frontera una división en la que se
oponían, más que los hombres, las comunidades enraizadas en modos de ver y de
creer. El humanista Erasmo de Rotterdam había expresado que el gran flagelo
de la humanidad era el fanatismo; lo cual implicaba la intolerancia que abarcaba
la cotidianidad de la sociedad, el modo de pensar, de manifestarse y su cosmovisión
de un mundo intolerante, dejando de lado la visión del otro. Como lo expresara
Ángel Castellán, «habría de admitirse que el ‘extraño’ podría ser el ‘propio’, es
decir algún hermano que dentro de la frontera admitida por la tradición, ha
topado con otra: la que puede separar a los hijos de una misma patria» (Castellán
s/f:8). Puede inferirse que, por este camino, el hereje puede constituirse en una
variante del «extraño», pero también en ese aspecto, debe entenderse que hay
una herejía objetiva, presente toda vez que alguien contradice el sentir común;
cuando esto se da, cada cual toma partido con el mismo ímpetu con que suele
enfrentar al «extraño», no siempre el «extraño» está afuera, no será que el «extraño» es el que disiente (Castellán s/f:17-18).
En este contexto, el infiel y el hereje pueden variarse después de todo; sólo lo
separa la localización.
La línea de trabajo expone un análisis que tiende a precisar qué fronteras
pueden separar a los hombres, de donde puede concluirse que el «prójimo» y el
«extraño» son categorías trasladables.
Poder
eligión y rreligiosidad
eligiosidad
oder,, rreligión
Los tiempos modernos dan fundamento a la génesis del «Estado», que se
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
179
Martha Noemí Grodsinsky y Silvia Morales
inicia con las Monarquías Nacionales y se manifiesta a través de una fórmula: un
rey, una ley, una fe.
Lo característico de este período es que la religión se convierte en un factor
de fractura social y de inquietud política en el seno de cada monarquía del
occidente europeo. A los criterios habituales de diferenciación social habría de
sumarle el de la confesión religiosa, de las diferentes categorías sociales que conformaban los estamentos: nobleza, clero, profesionales, artesanos, campesinos,
que serán miembros de una u otra fe.
Las contiendas religiosas no se limitan, además, a los integrantes de los diferentes grupos sociales sino que enfrentan al monarca con sus súbditos. Ante este
desafío, tenían dos caminos: represión o tolerancia, lo que por ese entonces comienza a llamarse libertad de conciencia; esta última opción tropezaba no sólo
con la oposición de iglesias dominantes, fueran católicas o protestantes, sino con
el sentimiento popular y, sobre todo, con la voluntad de los monarcas que opinaban, no sin razón, que la unidad religiosa era una condición básica para la
obediencia política y la existencia de varias confesiones un elemento de potencial conflicto civil. Tanto los reyes de las monarquías francesas como la inglesa y
la española lo consideraron así y se inclinaron por la represión. Por ello, la frontera de la tolerancia fue lenta y limitada, aunque emerge en este período, principalmente en Francia, en medio de las guerras de religión, donde se desarrolló una
tendencia de opinión favorable a admitir diversas confesiones dentro del Estado,
que se manifestó con el Edicto de Nantes, de mayo de 1598.
La principal línea divisoria era la que separaba a católicos de protestantes,
sobre todo, en la nueva y activa confesión calvinista, con una doctrina más precisa
y mejor definida que el luteranismo, con unos seguidores más disciplinados y una
organización religiosa en cédulas, que facilitó su difusión y crecimiento con independencia e incluso con oposición del poder político.
Contaba con la dirección efectiva desde Ginebra, donde Calvino había emigrado desde los años 1550 hasta su muerte en 1564 (Sánchez Blanco 2005:201206). En definitiva, como señala John Elliott
...en los años sesenta del siglo XVI la autoridad de los príncipes estaba
siendo desafiada por una explosiva combinación de disidencias religiosas,
malestar y conspiraciones nobiliarias, resistencias parlamentarias y fiscales,
siendo en Francia donde el poder de la monarquía y la propia unidad
territorial pasaron por momentos de colapso y disolución (Elliot
1979:105).
180
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Entre la fe y la religiosidad. El modelo de Francia en el Siglo XVI
El contexto del conflicto
Tradicionalmente, se sitúa el comienzo de los tiempos modernos en el siglo
XVI; en efecto, en él se visualizan por lo menos dos grandes fenómenos que
marcaron un nuevo rumbo en la historia de Europa, en que se dan transformaciones tan trascendentes que justifican un diagnóstico de Modernidad (Le Goff
1995:42).
El primero de estos fenómenos fue la irradiación de los grandes descubrimientos, que cambian el lugar de Europa en el mundo, a partir de los cuatro continentes
y uno de ellos estará en expansión económica, geográfica, militar y cultural. Ese
conquistador fue Europa. Incluso –sostiene Le Goff– aunque Europa siga cultivando sus demonios interiores para sí misma, la modernidad es ante todo el resto
del mundo y su presencia en el resto del mundo (Le Goff 1995:42-45).
El segundo gran fenómeno fue el que dio nacimiento a la formación de una
doble frontera cultural. Nos referimos a la aparición del movimiento de Reforma, ya que implicó el fin de la unidad religiosa que enmarcaba toda la vida de
los europeos.
A partir de ese momento, hay una Europa católica y una Europa protestante
y, por tanto, ya no hay –como expresó Elliott– «una Europa dividida», sino –
como afirma Le Goff– «una Europa cuyas dos mitades entran, bien de Estado a
Estado, bien en el interior de los Estados, en un conflicto a menudo feroz entre
católicos y protestantes (Le Goff 1995:43).
Podemos preguntarnos: ¿ese conflicto instalaba un signo de modernidad o la
Edad Media ya lo había planteado con los cátaros y albigenses, en relación con
los católicos, que produjo la creación de la Inquisición Medieval? A pesar de la
insistencia de la modernidad del pensamiento de Lutero y Calvino, es posible
percibir en algunas de sus posiciones esenciales en materia religiosa, social o política un carácter tradicional forjado en la Edad Media.
Por otra parte, a pesar de las matanzas, las persecuciones, las expulsiones y las
guerras civiles-religiosas, en la actualidad se percibe mejor cómo en toda Europa,
bajo las variantes católicos-protestantes, es un mismo conjunto de valores cristianos y provoca las similitudes y las diferencias en una frontera, que por momentos
se vuelve trágica y otras dramática, que enfrenta y separa a las comunidades de un
mismo país.
En 1517, un monje perteneciente a una universidad del electorado de Sajonia
–dentro del Sacro Imperio Romano Germánico– iniciaba una polémica a través
de sus noventa y cinco tesis, expuestas en la puerta de la Universidad de Witemberg,
iniciándose sin imaginarlo un profundo cambio en el curso de la Historia del
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
181
Martha Noemí Grodsinsky y Silvia Morales
occidente Europeo; dividía al cristianismo medieval para siempre, e indirectamente, por sus implicaciones, traería sobre Europa ciento treinta años de
enfrentamientos y guerras.
Sin proponérselo, había fundado el protestantismo y terminado con un milenio
de monopolio del papado sobre la vida espiritual y religiosa de los europeos,
separando en dos fronteras religiosas e ideológicas al cristianismo occidental
(Cateherwood 2008:96).
«Históricamente, el luteranismo tiene una importancia esencial para Alemania; el calvinismo, una importancia universal» (Troeltsch 1984:321-327). La
auténtica dinámica de la reforma que habría de transformar a la sociedad a largo
plazo no fue impulsada por el luteranismo, sino por el calvinismo que, desde
Ginebra, conquistaría toda la Europa Occidental y Central, surgiendo iglesias
calvinistas en Francia, Holanda y Escocia, y, en la Europa Oriental, en Polonia y
Hungría.
La Monarquía Francesa en el siglo XVI
Para la Monarquía Francesa, la lealtad a la Iglesia Católica podía coexistir
dentro del patronazgo ganado por aquélla y, por lo tanto, se esperaba que todos
los súbditos del rey mantuvieran esa lealtad; es decir, la más devota observancia
religiosa y el incipiente nacionalismo francés iban de la mano.
Cuando surgió en Francia el movimiento, con puntos de vista diferentes a la
teología cristiana y que provenían del Imperio germánico, instaló dentro del
tejido político un doble problema, ya que el protestantismo no sólo era una
herejía, según las enseñanzas de la Iglesia, sino que era antipatriótica, porque la
unión de política y religión daba base a la unificación del reino como un todo.
Por otra parte, los soberanos de Francia estaban orgullosos de detentar el
título otorgado por la Santa Sede de Cristianísimos, como fundamento esencial
para su legitimidad; les otorgaba poder sacramental y, al mismo tiempo, acrecentaba su poder político sobre sus súbditos. Esta situación cerraba toda frontera
que permitiera, hasta la etapa Napoleónica, una frontera permeable y tolerante.
En consecuencia, afirma Catherwood, el protestantismo representó para la
Monarquía Francesa una amenaza a la autoridad espiritual y política del rey, ya
que, si el catolicismo, en palabras de Calvino, «era una falsedad», también lo era
el derecho del rey a gobernar a sus súbditos (Cateherwood 2008:109); desde la
visión del monarca francés, el Calvinismo no sólo era una herejía, sino también
era rebelde y subversiva.
182
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Entre la fe y la religiosidad. El modelo de Francia en el Siglo XVI
La posición que tomaba el pensamiento del reformador había entrado en el
país a través de misioneros bien adiestrados y disciplinados, poniendo en riesgo
la posición política del rey más cristiano.
La decisión tomada tanto por Francisco I como su sucesor Enrique II fue
perseguir el nuevo movimiento religioso. En 1548, el parlamento de París instauró
la Chambre ardiente
• la cámara ardiente– destinada a extirpar la herejía en Francia. En 1551, por
el Edicto de Châteaubriant, el calvinismo fue formalmente prohibido.
Sin embargo, ni la Cámara ardiente ni el Edicto impidieron el gran flujo de
misioneros calvinistas que atravesaban la frontera geográfica con el objetivo de
convertir, en lo posible, a los franceses a la nueva doctrina. Hacía 1560, el 10%
de franceses eran hugonotes
• nombre despectivo dado a los calvinistas en Francia–, dentro del colectivo social alto como en el pueblo.
El problema estribaba en que nueve décimos de la población no eran
hugonotes; de esa forma, surgieron las ligas conductoras desde la corte y fuera de
ella, que representaban a ambos credos, originando los enfrentamientos entre
ambas comunidades, en las ocho largas guerras civiles-religiosas. En este tipo de
guerras, las matanzas se dan entre personas de pueblos vecinos, entre civiles y no
entre dos bandos de soldados que pelean en una batalla. Las batallas en la calle
son religiosas y no políticas; en cambio, en el enfrentamiento entre ligas o bandos
diferentes son de carácter religioso y político; en última instancia, se trataba de
poder definir a Francia política y religiosamente.
En toda Europa, principalmente en Holanda y en Francia, tenemos noticia de
la existencia de comunidades calvinistas fuertes y activas, si bien, a excepción de
Escocia, donde el calvinismo se convirtió en religión de Estado, rara vez se habría
de lograr una formación de territorios calvinistas cerrados. En consecuencia, el
calvinismo dependía, en mayor medida, del activismo de sus adeptos que el luteranismo, convirtiéndose más en la confesión de aquellos que preservaban su autonomía de las intrusiones absolutistas que en la de la autoridad y los príncipes.
Resulta difícil comprender el éxito del calvinismo. Las causas han de buscarse en las
características de la obra de Calvino. Existen autores que realizan interpretaciones a
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
183
Martha Noemí Grodsinsky y Silvia Morales
través del determinismo económico (Elton 1974:278). Hoy ya no basta ni la tesis de
que la naciente «clase» burguesa adoptó el protestantismo de Calvino como arma con
que liberarse del poderío hegemónico de los señores feudales y del clero (marxistas
dogmáticos), ni la teoría de que la atracción del calvinismo se debía al deseo de tener
una religión que estuviera en consonancia con las estructuras de la sociedad capitalista.
Estas teorías han sido muy perjudiciales, porque han deformado las verdaderas características de la expansión calvinista. Según ellas, el calvinismo hubiera
tenido que producir o quedarse en individuos o comunidades de sectores sociales
medios, de gran desarrollo y actividad comercial, pero no existen pruebas de que
éste sea el caso.
En Francia, los partidarios del protestantismo procedían de todos los estratos sociales; el grupo más numeroso lo constituían los artesanos y campesinos.
¿Por qué fueron los seguidores de Calvino y no los de Lutero los que llevaron
la iniciativa en esta segunda fase del desarrollo de la Reforma? Por el debilitamiento del luteranismo, tras la muerte de Lutero, en 1546, y por el vigor del
calvinismo.
El calvinismo resultó ser la tendencia más adecuada para constituir la principal corriente de la Reforma protestante en la segunda mitad del siglo XVI, a
causa de que diversas circunstancias habían forzado cada vez más a los reformadores
a adoptar una postura revolucionaria y no sólo contra las autoridades eclesiásticas, sino respecto de las autoridades civiles. El calvinismo contaba con dos valiosos elementos a su favor, que eran las principales aportaciones de Calvino: la
teología de la pr
edestinación
predestinación
edestinación. Se convirtieron en sectarios: ellos eran los
elegidos del Señor. Sin embargo, era difícil detectarlos, ya que su organización
vidual
se basaba en al par
parrroquia indi
individual
vidual, con su orden rígido, su sistema electivo
y su dinámica combinación de participación laica y clerical.
El calvinismo tenía todas las ventajas de un movimiento subversivo, organizado según un sistema de células y lleno de fe inquebrantable en el triunfo futuro.
La dificultad era que había que ampliar una organización que se había creado
pensando en una sola ciudad, en una sola parroquia, a fin de que pudiera servir
para vertebrar movimientos nacionales compuestos de muchas parroquias distintas; no dejaba ver los peligros de posibles fragmentaciones sectarias.
El calvinismo de los hugonotes franceses y de los puritanos ingleses fue una
fuente de inspiración de las teorías antiautoritarias y liberales. Calvino había
fundado una fe revolucionaria, a pesar de haberse propuesto lo contrario.
Calvino era un auténtico líder, que no dejó nunca de aconsejar y animar a sus
seguidores de todos los lugares. Prometía felicidad y bienandanza futuras a cam184
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Entre la fe y la religiosidad. El modelo de Francia en el Siglo XVI
bio de los sufrimientos y penalidades de entonces. Los escritos de Calvino, que
insistían en aclarar sus enseñanzas, fueron para muchos un cuerpo de doctrina con
más poder de convicción que los escritos de Lutero.
La Ginebra de Calvino reemplazó muy pronto al Wittemberg de Lutero en
el papel de ciudadela y refugio del protestantismo. Calvino no permitía ni la
variedad ni la libertad que hubo en las otras ciudades pero, dadas las circunstancias de la época que estaba a punto de surgir (Contrarreforma y las pruebas que
aguardaban a los protestantes), lo que necesitaba era un campo de entrenamiento
e instrucción para soldados total y exclusivamente entregados a la causa, y esto sí
lo podía proporcionar Ginebra. Con la muerte de Lutero, la Reforma pudo
haberse agostado, pudo haber sido vencida pero, como corresponde a un líder
de la segunda generación, fue Juan Calvino el encargado de renovar su agresividad
y su energía expansiva (Elton 1974:286).
En ese sentido, en Francia, durante ese largo período, un grupo de cristianos
atacaba a otro, exclusivamente en nombre de la variante específica del «cristianismo» que profesaba.
Mientras que el flagelo del fanatismo y la intolerancia se había instalado
dentro del cuerpo social, la pacificación interna se selló en el año 1598, con el
Edicto de Nantes: se concedía a los hugonotes libertad de ejercicio público del
culto reformado en aquellos lugares en los que hasta entonces se hubiera practicado, se les concedía la capacidad de acceder a todos los cargos públicos y, como
garantía, se les entregaron ciento cincuenta plazas de seguridad con guarniciones
propias. Se les garantizaba la admisión a los cargos públicos y a las universidades,
y protección legal.
No obstante, era el reconocimiento de una posición de inferioridad frente al
auge del catolicismo, y no satisfizo a los más radicales de ambas confesiones. Sin
ser una solución definitiva a las tensiones religiosas, se pretendía que pudieran
vivir pacíficamente (Lutz 1992:117-118).
Esta medida de pacificación no difiere mucho de las anteriores (Edicto de
Poitiers, 1577), pero el cansancio general permitió que Nantes sobreviviera durante ochenta y siete años, creando en Francia una estructura dualista, que transformaba el Estado en católico y protestante a la vez.
Conclusión
Si bien, en el siglo XVI, la identidad iba surgiendo de una forma lenta y
simple a la vez, ya que, por primera vez, los habitantes de Europa occidental
descubrieron que tenían opciones de poder elegir en qué creer, dónde vivir y que
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
185
Martha Noemí Grodsinsky y Silvia Morales
hacer, al final, los hugonotes salieron perdiendo, ya que eran una minoría pero
también perdieron la guerra de identidad; fueron considerados extraños. En una
guerra entre «nosotros» y «no nosotros», en tanto calvinistas, fueron definidos
como «un no nosotros». Los hugonotes no podían triunfar y, por ende, no podían ser asimilados al cuerpo social; los católicos miraban a los hugonotes como
una amenaza para el orden social y político y, por ende, o morían o debían
desaparecer. Ese aspecto es importante en términos de identidad de grupo, porque lo nacional y lo religioso son inseparables.
Este problema, que se produjo por el disparo de un movimiento religioso
contestatario al dogma de la Iglesia Católica, encontró a Europa en general y a
Francia en particular preparadas, desde la Baja Edad Media, con una práctica de
la intolerancia, que finalmente, al concluir el siglo XVI, encontró la primera luz
en un nuevo rey, Enrique IV, hugonote convertido al catolicismo a través de un
instrumento Jurídico: el Edicto de Nantes de 1598, el comienzo de una tolerancia no compartida que dividió al país en dos partes.
A pesar de ese instrumento y a la muerte del rey, en 1610, los hugonotes
seguirán siendo, dentro de la comunidad francesa, «un no nosotros» hasta la
etapa napoleónica.
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186
Sociedades de Frontera: Las del pasado
CONTR
OL SOCIAL Y POLÍTICAS DE
CONTROL
FR
ONTERA EN LA GOBERN
ACIÓN
FRONTERA
GOBERNA
INTENDENCIA DE CÓRDOBA
Ana Inés Punta*
R esumen
Se plantea una breve síntesis sobre las políticas borbónicas de frontera y la
caracterización del nuevo espacio político institucional de la Gobernación Intendencia de Córdoba; un estado de las investigaciones sobre ese
espacio, algunas reflexiones teórico metodológicas y una agenda de posibles investigaciones a partir de los conceptos propuestos.
Palabras ccla
la
lavve: Política borbónica - frontera sur del imperio - estado de
la cuestión y agenda.
Abstract
We propose a brief account on Bourbon politics over frontiers and on
the political and institutional aspects of a new space: the Gobernación
Intendencia de Córdoba. We will give an account of our research works
on the field, together with some theoric and methologic aspects that
guide them and a possible agenda following these lines.
Key words
words: Bourbon politics - Empire South frontier - research and
agenda.
Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades (CIFFyH), Universidad
Nacional de Córdoba. E mail: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
187
Ana Inés Punta
Introducción
Comenzaremos contextualizando los problemas que nos interesan abordar
en esta oportunidad y en primer lugar nos ubicaremos en el tiempo y en el
espacio: centralmente, la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán,
nuevo espacio político institucional producto de las Reformas borbónicas, que
empezó efectivamente a funcionar como tal con la llegada a la ciudad, a fines de
1784, del Marqués de Sobremonte, su primer gobernador.
Si bien estamos realizando aquí el estudio de un caso particular, no podemos
soslayar el hecho de que estamos en presencia de los efectos de las medidas tomadas por la corona española con el objetivo de afianzar su dominio sobre el
imperio en su conjunto y no sólo en esta frontera sur. Recordemos que a lo largo
del siglo XVIII, el imperio español tuvo que recuperarse de su falta de
protagonismo en el concierto europeo del siglo XVII y de las consecuencias de
una guerra de sucesión, que había finalizado con el advenimiento al trono español de Felipe V, primer rey Borbón, nieto del rey francés Luis XIV. Pero además,
la corona tenía que fortalecer sus dominios frente al creciente avance de otros
reinos de Europa occidental, especialmente de Inglaterra pero también de Portugal y Francia. Éste era un siglo complicado para el imperio español, no sólo en
el campo europeo sino también en sus colonias, donde en la segunda mitad del
siglo se producirían los levantamientos altoperuanos de Tupac Amaru y de los
Catari, además de los conflictos comuneros de Nueva Granada por nombrar sólo
a los más relevantes, temas sobre los que la bibliografía es abundante y que no
vamos a tratar aquí.
Esta situación general fue la que condicionó las políticas llevadas adelante
por la corona española en sus colonias y en los vastos territorios de fronteras que
tenía con las diferentes parcialidades indígenas a lo largo del continente americano. No obstante, y más allá de estas políticas comunes, los resultados estuvieron
lejos de ser idénticos ya que estuvieron condicionados por las situaciones particulares de las diferentes partes del imperio. De allí el interés por los estudios de
casos que permitan enriquecer la comprensión del conjunto y que son indispensables para comprender no sólo los procesos del siglo XVIII sino también los
que luego tuvieron lugar en el siguiente, ya con los gobiernos independientes.
Es de señalar que las fronteras eran concebidas desde la corona española como
el límite que marcaba hasta donde llegaba su dominación, espacio que era necesario señalar con precisión para defender militarmente. Para eso, en las fronteras
de la nueva gobernación intendencia se impulsó la fundación de fuertes y el
establecimiento de pobladores -muchas veces en forma compulsiva- para garantizar la exclusión «del otro» de ese espacio.
188
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Control social y políticas de frontera en la Gobernación Intendencia de Córdoba
Sabemos que el imperio acordó pactos a lo largo y ancho de sus colonias con
los indígenas no dominados, tema que ha sido estudiado por David Weber (1998,
2007), políticas que también se llevaron adelante en esta frontera del sur. Así,
siguiendo con esas prácticas, las parcialidades de los pueblos independientes fueron reconocidas por España como «naciones» -con la acepción que el término
tenía en esa época- con las que las autoridades firmaron tratados de paz para
evitar tener otros frentes de conflictos.
Pensamos que la temática de frontera está fuertemente ligada a la del control
social de la población, entendiendo como tal el ejercicio de la justicia formal,
problemas que están estrechamente relacionados. Recordemos que estamos en un
momento histórico en el que no existía la división de poderes por lo que la
aplicación de la justicia era un importante recurso en el ejercicio del poder
político. Ella era ejercida en primera instancia por los Cabildos a través de sus
Alcaldes de Primer y de Segundo voto para la ciudad y por dos Alcaldes de la
Hermandad en la campaña, en el caso de Córdoba (Punta 2003). También intervenían los regidores quienes ocupaban distintas funciones: Defensores de Pobres,
Fiscales, etc. quienes eran los que realmente ejercían el poder político en la jurisdicción.
La función de la justicia debe entenderse así como un recurso más para ejercer
el poder político y la dominación sobre la población en su conjunto, especialmente sobre aquellos que se denominaban «gente plebe» y que comprendían a
hispanocriollos pobres, «castas», indios y esclavos, tanto en la ciudad como en la
campaña. No debemos olvidar, además, que estamos en presencia de una justicia
de Antiguo Régimen es decir una justicia de carácter estamental, donde al mismo
delito correspondía diferente castigo de acuerdo a la «calidad del reo» y que
éste era considerado culpable hasta tanto se determinara su inocencia, cosa que
difícilmente ocurría.
Con la instalación de la Gobernación Intendencia el panorama político fue
cambiando hacia una mayor centralización del poder político en manos del gobernador intendente y sus funcionarios. Así, el aparato judicial fue fuertemente
reforzado a través del accionar de los Jueces pedáneos –quienes actuaban en las
pedanías de la campaña, junto a los Alcaldes de la Hermandad-. No sólo se aumentó sensiblemente el número de jueces pedáneos, sino que a partir de ese momento
pasaron a ser nombrados por el propio gobernador intendente y no ya por el
Cabildo, actuando así como sus delegados.1 Fueron estos funcionarios quienes, eventualmente junto a los Alcaldes de la Hermandad pero sobre todo con los comandantes de frontera y con los distintos oficiales de las milicias, ejercieron el control
sobre las poblaciones de la campaña en general y las fronteras en particular. La
superposición de funciones y a veces de jurisdicciones más de una vez generaron
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Ana Inés Punta
conflictos entre ellos, lo que sin duda pudo incidir sobre la efectividad de sus
acciones dejando márgenes de acción a los pobladores, problemas a tener en cuenta
en la agenda a la hora de realizar investigaciones sobre el tema.2
Debo advertir que la síntesis que hoy presento es el resultado de los avances
que hemos realizado y que estamos llevando adelante como equipo de investigación –integrado por tesistas de grado y de posgrado bajo mi dirección- en el que
cada uno se ocupa de temas específicos. Éstos se articulan en una propuesta general cuyo eje común es el impacto de las políticas del imperio español en el siglo
XVIII y que abarca diferentes aspectos políticos, económicos y sociales de la
misma, en un espacio particular como era el de Córdoba, pero teniendo en
cuenta su pertenencia a uno más amplio: la región surandina con la que nuestra
región estaba fuertemente ligada. Esto sin olvidar la condición de colonias dentro de un imperio que todas tenían y que incidía sobre su accionar, en un momento histórico en el que se estaba además produciendo un cambio en el eje
tanto económico como político, con una incidencia cada vez mayor de las relaciones atlánticas en general y de la ciudad de Buenos Aires en particular.
El trabajo en equipo nos permite a todos enriquecer los resultados de las
investigaciones particulares, en un intercambio académico muy rico y no competitivo que hemos podido construir, también en relación con otros equipos como
los dirigidos por Silvia Palomeque y por Sonia Tell, con quienes integramos
desde hace años un Programa de Investigación radicado en el Ciffyh. En el caso
específico de la problemática de la frontera sur, nuestros avances son producto
especialmente de la investigación que está llevando adelante María E. Rustán.1
Más allá de la síntesis sobre los conocimientos alcanzados, me interesa también plantear aquí algunas advertencias metodológicas e interrogantes que surgen de nuestros trabajos y que posibilitan pensar una agenda de posibles investigaciones por parte de otros equipos, las que se podrían articular a partir de
algunos puntos de acuerdo comunes.
El nue
denamiento político institucional: la Gober
nación
nuevvo or
ordenamiento
Gobernación
Intendencia
No está demás recordar que desde los inicios de la vida colonial Córdoba
había pertenecido a una entidad política mayor como era la Provincia del
Tucumán, cuyo centro político estaba en Salta que formaba parte del Virreinato
del Perú. En lo económico Córdoba rendía cuentas a las Reales Cajas de Jujuy –
hasta 1767 que pasó a depender de la de Buenos Aires- y en lo judicial dependía
de la Audiencia de Charcas (o La Plata) en el Alto Perú –hasta 1785 que se creó
190
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Control social y políticas de frontera en la Gobernación Intendencia de Córdoba
la de Buenos Aires. La ciudad sólo era el centro religioso como sede del Obispado, desde fines del siglo XVII.
Más allá del creciente peso político y económico de Buenos Aires desde comienzos de ese siglo, la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 no
produjo mayores cambios en la estructura política de Córdoba, si bien las provincias pasaron a depender de la cabecera del nuevo virreinato establecida en Buenos
Aires y no ya de Lima. Recién con la Real Ordenanza de Intendentes de 1783,
producto de la política borbónica de seguir creando espacios geográficamente
menores para poder controlarlos mejor y hacerlos así más rentables para la Corona,
cambió la configuración política de lo que había sido Córdoba y su jurisdicción:
«una 50 leguas a los cuatro vientos», como decían las fuentes.
Este nuevo espacio creado: la Gobernación Intendencia de Córdoba del
Tucumán, incluyó además a la ciudades y jurisdicciones respectivas de La Rioja,
así como a las tres provincias cuyanas: San Luis, San Juan y Mendoza, separadas
así de la Capitanía General de Chile. Esto que uno repite casi como una letanía,
significó un cambio realmente importante porque implicaba el intento de reestructurar una articulación política, económica y social de un amplio espacio que
había estado ligado a Chile y el Pacífico y que ahora se anexaba a esta provincia
del interior, que a su vez dependía de un virreinato con sede en Buenos Aires que
miraba cada vez más hacia el Atlántico, con todo lo que eso implicaba.
Sin embargo, sabemos todavía poco sobre cómo se fueron reestructurando
las relaciones políticas de estas ciudades y sus jurisdicciones con Córdoba, su
capital. En el caso de Mendoza, las relaciones con Chile habían estado hasta ese
momento en manos de un corregidor, figura que más de una vez aparecía enfrentada con los miembros del Cabildo local- pero todavía contamos con poca
información, por ej. de la manera en que se fueron articulando después de la
anexión, las relaciones políticas entre las provincias que ahora conformaban la
gobernación intendencia. No obstante, pensamos que éstas no deben haber sido
demasiado estrechas, dado la corta duración de este nuevo espacio político, ya
que en 1813 Cuyo volvió a separarse de Córdoba, conformando una nueva
Gobernación Intendencia, proceso sin duda particular dado la coyuntura de
guerra colonial que se estaba viviendo en ese momento.
Lo único que pareciera haber funcionado en forma integrada durante la vigencia de la gobernación intendencia de Córdoba fueron algunos aspectos políticos y administrativos. Las recaudaciones de las Reales Cajas siguieron en forma
independiente y sólo tenemos registros unificados entre 1786-1788 (Punta
1997:132-136). Sin embargo, los gastos de los funcionarios de la Real Hacienda -un promedio de 10.500 pesos anuales– fueron afrontados por la Caja local,
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191
Ana Inés Punta
posiblemente por ser éstos en su mayoría residentes de Córdoba. Lo mismo ocurrió con los sueldos militares, otros 4.000 pesos de promedio anual, que fueron
afrontados por la administración de la gobernación (ibidem:144-147).
Con relación al mantenimiento de la frontera, los gastos eran solventados con
lo recaudado por el impuesto de Sisa que gravaba la circulación de algunos
productos y que se destinaba para el mantenimiento de los fuertes de El Tío,
Punta del Sauce, Santa Catalina y San Bernardo, mientras que lo recaudado por
otra imposición, el llamado Nuevo Impuesto, se destinaba a los fuertes de Las
Tunas y de Saladillo. Dado que estos ingresos solían ser insuficientes fue habitual
que se reforzaran con las recaudaciones del Estanco de Tabaco.3 Una vez conformada la gobernación intendencia, Sobremonte solicitó al virrey que lo recaudado por la Bula de Cruzada, también destinada a gastos en la frontera y que había
ido hasta entonces a Chile, pasara a la nueva administración, lo que debe haberse
realizado, si bien los montos ingresados por este rubro sólo parecen haber sido
importantes en algunos pocos años.4
Las políticas de frontera en el siglo XVIII
En un trabajo anterior habíamos señalado en ese siglo, dos momentos con
relación al análisis de la frontera de Córdoba, siguiendo básicamente los informes oficiales y teniendo en cuenta la situación económica general (Punta 2001).
Uno era el de la primera mitad del siglo XVIII, período de fuerte retracción
económica hasta mediados de la década de 1740, cuando la recuperación del
comercio de mulas altoperuano había permitido la reactivación de esta actividad en Córdoba. En esta etapa los problemas de frontera habían sido con los
indios abipones y mocovíes, en el este provincial. El otro momento era el de la
segunda mitad del siglo, de franca recuperación económica y demográfica y de
grandes cambios políticos, como fue la instalación de la gobernación intendencia, donde el interés por la defensa pasó al sur de la provincia, procesos que
analizáramos con detenimiento en un artículo ya citado. Sin embargo, y más allá
de haber reconstruido entonces las medidas llevadas adelante por Sobremonte
durante su gobierno, no teníamos todavía una visión en detalle que nos permitiera evaluar los matices en la conformación de este nuevo espacio político administrativo –tema retomado por Dainotto (2006)- así como aspectos de su incidencia en las fronteras y que ahora podemos reconstruir con la investigación ya
citada de Rustán.
Sabemos ahora que el hecho de que la frontera pasara a ser un problema de
la gobernación en su conjunto tenía por objetivo permitir a las autoridades
centralizar y articular en forma más orgánica las políticas con relación a la po192
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Control social y políticas de frontera en la Gobernación Intendencia de Córdoba
blación hispanocriolla asentada en esas áreas. Lo mismo ocurrió con las relaciones llevadas adelante con las distintas parcialidades indígenas, que quedaron bajo
la órbita del gobernador intendente, a quien debían ahora responder los Cabildos y los comandantes de frontera.
Quedan problemas todavía por profundizar y que son temas importantes en
estos años de transición, como son la incidencia de la militarización que parece
operarse en las colonias españolas en su conjunto, por el papel cada vez más
relevantes en el ámbito político, tanto de los oficiales de milicias como de los
comandantes de frontera. Esto habría ocasionado más de un conflicto entre las
autoridades militares y las civiles nucleadas en los Cabildos, por lo menos hasta la
década de 1820. Los conflictos entre autoridades muchas veces parecen haberse
originado por problemas de jurisdicción, ya que al extenderse el fuero militar a
los oficiales milicianos –pero también a los milicianos en servicio- se los sacaba
de la órbita de acción de las autoridades civiles. Esto puede haber aumentado las
presiones sobre las poblaciones campesinas, temas que también está investigando
Rustán y sobre lo que ya tenemos algunos avances (Rustán 2010).
La «militarización» de la campaña es uno de los rasgos comunes de esta política borbónica de finales del siglo XVIII, fenómeno todavía poco estudiado a
nivel regional y muy necesario de tener en cuenta para comprender los procesos
posteriores que se generaron a partir de la ruptura del orden colonial en el siglo
XIX y las guerras civiles que los siguieron.
En los años finales de la colonia, el protagonismo de las milicias fue sin duda
significativo, como muestran los estudios realizados para Buenos Aires, pero no
hay que tomar esto como algo novedoso, ya que ellas fueron siempre las encargadas de la defensa del territorio. Esta forma tradicional de defensa más de una vez
había ocasionado conflictos, como ocurrió por ej. en Córdoba en 1774, cuando
los milicianos de Traslasierra se sublevaron entre otras cosas, para no tener que ir
a su costa a la defensa de la frontera sur y sobre todo por el temor de que después
los dejaran allí, sin caballadas y como pobladores forzosos.5 Queda sin embargo
por seguir estudiando los procesos que protagonizaron estos pobladores campesinos en los convulsionados años de finales de la colonia y del comienzo de la
organización política del período que la siguió.
El mayor protagonismo que fueron teniendo las autoridades militares en su
conjunto está ligado con otro problema que es el del fuero militar, otro punto de
fricción entre ellas- incluidos en esto a los oficiales de milicias- y las autoridades
civiles. Sabemos que si bien se trataba de campesinos en el caso de la tropa, cuando
éstos cumplían funciones como milicianos pasaban a estar sometidos a la justicia
militar y si tenían que ser sancionados por alguna causa, los procedimientos recaían
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Ana Inés Punta
en las autoridades militares. Esto sin duda les restaba protagonismo a los Cabildos,
pero al mismo tiempo no sabemos hasta qué punto esta situación pudo actuar a
favor o en contra de la población campesina, lo que habría que analizar en coyunturas particulares. Estos son problemas que todavía conocemos poco y es necesario
seguir investigando ya que cuestiones como la persistencia de los fueros de distinto
tipo fueron legados coloniales significativos, y su incidencia en la vida política en su
conjunto es otro de los temas de la agenda de investigación.
El control de las poblaciones campesinas
Hasta aquí nos hemos referido a las políticas, pero para poder comprender su
alcance es necesario conocer las características de la población sobre las que éstas
pretendían aplicarse, para lo que nos centraremos en la región del Río Cuarto. Para
ello, el magnífico análisis realizado por Sonia Tell (2008) en base al censo de 1778
junto a otras múltiples y variadas fuentes, nos permite tener un panorama mucho
más rico de la campaña cordobesa en general y de esta región en particular. Uno de
los aportes más importantes realizado por Tell es su caracterización de la población rural de Córdoba, a la que encuentra como mayoritariamente campesina. Ésta
conformaba en general pequeñas unidades de producción familiar, a la que se podían sumar eventualmente otros individuos o familias como «agregados», en determinadas etapas de su ciclo vital. Esto rompe con una visión tradicional de un campo formado sólo por grandes estancias, que sin duda existían pero que eran minoritarias en el conjunto de la población cordobesa de finales del siglo XVIII y por
lo menos hasta mediados del siglo XIX.
En el caso del Río Cuarto y desmintiendo el discurso oficial con las cifras del
mismo Censo, no estaríamos en presencia de un espacio vacío; este curato contaba
para esa fecha con una población de 3.713 habitantes –toda la jurisdicción de Córdoba tenía unos 44.000 habitantes en cifras redondas-. Siguiendo a Tell, vemos que
en su mayoría se trataba de familias campesinas agrupadas en poco menos de 400
pequeñas unidades de producción, con un promedio de cinco habitantes cada una, las
que totalizaban unas 2.400 personas. El resto estaba repartido en otras 73 unidades
de producción medianas –es decir que tenían entre uno y tres esclavos, con unos 650
integrantes, redondeando cifras. Sólo había en el curato otras 31 unidades de producción grandes, -pero no de las mayores- con un promedio de entre 3 y 50 esclavos
por unidad, las que englobaban a otros 600 integrantes. Así, en términos generales,
podemos decir que no se encontraban grandes estancias y había poca cantidad de
esclavos en esta región del Río Cuarto, según el censo citado.
Sin dudas esto tenía que ver con el tipo de actividad económica de la jurisdicción de Córdoba, que seguía ligada a los circuitos mercantiles del Alto Perú a
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Control social y políticas de frontera en la Gobernación Intendencia de Córdoba
través del comercio de mulares, cuya producción se concentraba todavía en las
regiones serranas de antiguo poblamiento. Este comercio era el que proporcionaba los principales ingresos a la región a pesar de los crecientes intercambios
mercantiles con el puerto de Buenos Aires, tanto como lugar de introducción de
productos de Castilla como de principal mercado consumidor de su producción
textil.6 A este circuito se sumaban las relaciones de Córdoba con el oeste, por
donde pasaban sobre todo las carretas con mercancías que venían desde el puerto, pero ambos eran menores con relación al comercio altoperuano.
No obstante, el incremento de las importaciones desde Buenos Aires y su
distribución por el resto del espacio –en el caso del oeste a través de la ruta que
pasaba por esta frontera sur de Córdoba- fue una de las preocupaciones de las
autoridades coloniales que incidió en aumentar el poblamiento de esta región. Si
acordamos en la importancia económica de este espacio, pero también de su
peso desde un punto de vista estratégico, podemos entender mejor la preocupación de las autoridades por poblar esa frontera sur y que aparece reiteradamente
en los informes del gobernador intendente Sobremonte.
Este interés llevó a las autoridades a realizar traslados compulsivos como una
forma de castigo a supuestos delitos, problema que ya fuera estudiado por
Alessandroni y Rustán (2005) y por esta última (2005) en diferentes trabajos, y
que muestran ese uso político de la justicia al que hacíamos mención al comienzo. Sin embargo, como señalaban las mismas autoridades, estos traslados no eran
demasiado efectivos dado que no se contaba con recursos suficientes como para
obligar a esos pobladores a permanecer en una región, que no parecía proporcionar todavía demasiados incentivos para hacerlo.
Para los nuevos pobladores podía quizás ser un atractivo el tener allí acceso a
tierras, si bien Sobremonte señalaba que al volver a La Carlota había encontrado
que prácticamente no quedaban allí ninguno de los pobladores a quienes se les
habían otorgado originalmente las tierras (Punta 2001). Sin embargo, el acceso
a tierras, no sólo en la frontera sino en la jurisdicción en su conjunto, es otro de
los tópicos a seguir investigando y que no puede desligarse de la actividad económica de la jurisdicción en su conjunto, ya que la demanda incidía sobre la valorización de la tierra y por ende de las posibilidades para su acceso por parte de
los diferentes sectores sociales.
Las políticas hacia las parcialidades indígenas: algunas reflexiones
Haremos aquí solo algunas reflexiones con relación a las poblaciones indígenas no sometidas, que eran los otros habitantes en estas regiones de la frontera del
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Ana Inés Punta
sur de la gobernación intendencia, tema que está siendo investigado por Rustán.
Sabemos que la política de acuerdos y pactos de la Corona española también
fue aplicada aquí, como ya dijimos. No me detendré en el análisis particular del
tema, que no he investigado personalmente pero que conozco a través de algunas
lecturas de diferentes autores, tanto para el espacio chileno como para las provincias cuyanas y que dan cuenta para el caso de esta frontera sur, de los tratados
firmados con los indios huiliches y pegüenches y en Córdoba con los ranqueles
–o ranquelches-.7 Pero sí me interesa recuperar algunos conceptos teórico
metodológicos de quienes trabajan este tipo de fuentes y que comparto.
En primer lugar es importante señalar la necesidad de no hacer para el siglo
XVIII y hasta mediados del siglo XIX, una lectura retrospectiva de las relaciones entre las parcialidades indígenas del sur del imperio y las autoridades coloniales, o luego los primeros gobiernos independientes. Más allá de las diferencias
de fuerzas entre ambos grupos, no estamos en presencia de indígenas sometidos
sino que ellos conformaban distintas parcialidades independientes, que fueron
reconocidas como sujetos: «naciones» con quienes se establecieron relaciones informales y formales a través de parlamentos, juntas de paz y la firma de acuerdos
y tratados.
En ese sentido hay que tener muy presente las condiciones de producción de
estos documentos, el uso de determinados términos y su alcance para los distintos intervinientes entre otros, y sobre todo no realizar un análisis meramente
textual de estos documentos. Si bien en acuerdos como el de 1796 firmado en la
jurisdicción de Córdoba con veintiún caciques ranqueles, éstos reconocían la
soberanía de la corona, estamos lejos de poder evaluar el real alcance que esto
podía tener para estos pueblos –o su disposición para cumplirlo como vasalloscomo bien señalara Lázaro Ávila (1998), reflexionando sobre estos temas.
Por otra parte, si bien las autoridades coloniales buscaban garantizar la pacificación de una región con la firma de estos acuerdos -lo que les interesaba para que
el comercio pudiera circular libremente- los indios también obtenían sus propios
beneficios como eran el reconocimiento de su establecimiento en esos territorios,
la protección de los ataques de otras parcialidades y también los posibles avances o
abusos desde la sociedad colonial, amén de recibir regalos, ganados, etc., por parte
de las autoridades coloniales, situación donde las reglas del juego en relación con
quiénes debían pagar tributos aparecía entonces invertida.
Lo que sin duda es importante es considerar a las distintas parcialidades indígenas –muchas veces invisibilizadas por la bibliografía tradicional- como sujetos
activos, con una participación real en la vida colonial y con fuerza suficiente
todavía como para que las autoridades se vieran obligadas a firmar tratados de
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Control social y políticas de frontera en la Gobernación Intendencia de Córdoba
paz, ante la imposibilidad de dominarlos por la fuerza, situación de debilidad
de la que sin dudas ambas partes eran concientes.
No hay que desconocer además, como ya lo han estudiado para esta región los
trabajos ya señalados, que los acuerdos y pactos coloniales fueron antecedentes
básicos de las políticas que luego llevaron adelante los distintos gobiernos provinciales de la época independiente, no sólo en este espacio sino para las fronteras en su
conjunto. Éstos son problemas que recién han comenzado a estudiarse con más
profundidad en las últimas décadas, especialmente para el área de Patagonia y
también para la provincia de Buenos Aires pero mucho menos para otros espacios
como el de la Gobernación Intendencia de Córdoba, que hoy nos ocupa.8
La vida en la frontera más allá de las políticas
El tema de la frontera puede ser abordado desde enfoques y preguntas muy
variadas. Así, si apelamos a otras fuentes como los expedientes judiciales podemos ir recuperando información, muchas veces sólo indicios, que nos permiten
comenzar a reconstruir aspectos de la vida de las gentes en esas regiones de frontera. Podemos empezar a pensar así estos lugares no ya como límites, sino como
espacios compartidos por pobladores hispanocriollos y también indígenas, lugares no exentos de conflictos, pero que no era sólo el escenario de enfrentamientos
o de «guerra a muerte» a lo que nos tiene acostumbrados cierta bibliografía, que
podemos empezar a conocer un poco más para complejizar y en todo caso
relativizar esas otras miradas.
La información que podemos ir reconstruyendo en base a estas fuentes muestran
estas regiones como un lugar de activos intercambios, no sólo de productos mercantiles sino también de relaciones y contactos de las diferentes culturas. Esa campaña no
aparece como un espacio diferenciado del resto; los «baqueanos» iban y venían desde
los asentamientos de la población criolla a las tolderías de los indios y conocían la
lengua de éstos y sus prácticas, al mismo tiempo que los indios, muchas veces «ladinos», se acercaban a comerciar a las villas y también se sentaban en los Cabildos a
firmar tratados, como había ocurrido en Mendoza según sus cabildantes. De uno y
otro lado se intercambiaban productos: ponchos, objetos de plata, plumas de avestruz o cueros desde las distintas parcialidades, por yerba, tabaco, aguardiante, sombreros o ropa desde las villas coloniales. Las mujeres hispanocriollas que por alguna
razón –a veces violenta y otra no- vivían en las tolderías, difícilmente volvían al
mundo «civilizado» y deben haber actuado muchas veces como nexo entre estas dos
culturas, como lo había hecho Francisca Bengolea, que había sido la intérprete cuando la firma del tratado de 1796 (Rustán 2008).
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Ana Inés Punta
En definitiva, insistimos, no estamos frente a una frontera «caliente» como
nos tuvo acostumbrados la caracterización de la historiografía del siglo XIX y
luego la de la Academia. Pero tampoco estamos frente a una población que
escapaba a todos los controles, aunque posiblemente las formas de regulación de
sus conflictos pasaran muchas veces por mecanismos consuetudinarios de control
social, más que por el ejercicio de una justicia formal en manos de las autoridades. Esto no ocurría sin embargo cuando los campesinos debían cumplir funciones como milicianos, lo que era algo frecuente como ya vimos, y en todo caso era
esta población campesina la que sufría frecuentemente violencia y abusos por
parte de los Alcaldes de la Hermandad, los Jueces pedáneos o las autoridades
militares de turno. No obstante, siempre estaba la posibilidad de resistencia o de
huida, aquí facilitada posiblemente por la cercanía de las tolderías, a donde no
llegaba el poder de esos funcionarios. Estas circunstancias sin dudas incidían en el
discurso oficial, que caracterizaba esas regiones fronterizas como «violentas» y a
sus indios como «hostiles», lo que en realidad enmascaraba su imposibilidad de
mayor control y dominación de la gente que habitaba allí más libremente.
Esa visión de una población campesina que ocupaba el espacio y se relacionaba con los indígenas es lo que nos permite superar hoy esa concepción de la
frontera como barrera o límite. Análisis de este tipo nos ayudan, además, a tener
un panorama mucho más matizado de lo que era la producción y la circulación
mercantil en estos espacios, donde deben de haber existido relaciones económicas pero también personales no demasiado diferentes a las que se daban en la
región del Tandil o de Azul, en la campaña bonaerense -y aún en períodos más
tardíos- estudiadas por Bjerg (2009) y Yangilevich (2009). Este es otro camino
posible a seguir investigando en el espacio que hoy nos ocupa y que pensamos se
podría incluir en la agenda de investigaciones.
A manera de síntesis
Vemos de acuerdo al panorama reseñado, que la problemática de la frontera
puede ser abordada desde múltiples ángulos y son las preguntas que guían las
distintas investigaciones las que nos llevan a la búsqueda de fuentes diversas: informes oficiales, censos de población, expedientes judiciales, entre otros. No obstante, lo interesante es poder ir articulando los distintos abordajes, ya que esto es
lo que permitiría y enriquecería una visión de conjunto.
Una advertencia de tipo metodológico es no tomar el discurso oficial literalmente, sino cruzar en lo posible esta documentación con otras fuentes que nos
permitan relativizar su alcance. Personalmente sostengo que no se pueden comprender los procesos políticos desgajados de los procesos económicos sociales
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Control social y políticas de frontera en la Gobernación Intendencia de Córdoba
con los que ellos se articulan. En ese sentido, los procesos que estamos estudiando
en siglo XVIII no terminan abruptamente sino que se continúan por lo menos
hasta mediados del siglo XIX. Su evolución fue el producto de tres siglos de
historia colonial, donde en el campo económico Córdoba y su jurisdicción estaba integrada al mercado minero altoperuano, si bien aquí se sumó en la segunda
mitad del siglo, un incremento de los intercambios mercantiles con el puerto de
Buenos Aires y también con el Pacífico. No obstante, poco sabemos todavía
sobre los circuitos de comercio de ganado hacia el oeste, ya que en su mayor
parte éste estuvo en manos de los indígenas y no dejó registros oficiales.
El mercado interno colonial, siguiendo a Assadourian, fue fuertemente
desestructurado recién a partir de las guerras de independencia, por lo que es
importante no realizar extrapolaciones espaciales ni temporales. El espacio económico sobre el que estamos trabajando es diferente así al que se fue construyendo desde mediados del siglo XIX, como consecuencia del desarrollo del sistema
capitalista mundial. Es de señalar además, que la cordillera nunca fue un límite ni
para el tráfico de gente ni para el de mercancías, tanto en el período previo a la
conquista como después. Sin olvidar que los pasos cordilleranos eran todavía
controlados por las poblaciones originarias a comienzos del siglo XIX, a quienes
San Martín debió pedir permiso para pasar cuando sus campañas de liberación,
como señalan los historiadores que trabajan este período, como Silvia Ratto o
Sara Mata.
En el campo de lo político hemos planteado al comienzo la importancia de
establecer algunas premisas comunes que permitirían compatibilizar distintas investigaciones para poder lograr una visión de conjunto que las fueran articulando. En ese sentido insistimos en la importancia de los estudios de caso, pero
incluidos siempre en un contexto general con preguntas comunes que hicieran
esto posible. Así, para estos estudios de frontera, los análisis particulares tendrían
que ser abordados teniendo en cuenta las políticas generales no sólo de la gobernación intendencia, sino también las de ese todo más inclusivo que era el imperio
español, con todo lo que eso implicaba. La misma mecánica debería seguirse para
los análisis de la primera mitad del siglo XIX, en la compleja etapa de configuración de lo que serían luego los distintos países que se fueron desgajando del
conjunto colonial.
Los trabajos que viene realizando Rustán con relación a la militarización de
la frontera, las relaciones y conflictos entre las autoridades militares y las civiles y
el problema de los fueros en la gobernación intendencia entre otros, sin duda nos
permitirán avanzar en el conocimiento de estos tópicos. No obstante, estas son
temáticas complejas, que van a necesitar de más investigaciones, especialmente
para las primeras décadas del siglo XIX, todavía poco trabajadas para Córdoba
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Ana Inés Punta
en su conjunto y que podrían ser incluidas en la agenda de investigaciones.
Otro punto a acordar tiene que ver con la manera de abordaje de los estudios
sobre las poblaciones indígenas. En este sentido, no está demás insistir en que las
del siglo XVIII y hasta entrado el siglo XIX eran todavía naciones independientes, no dominadas. Así, grandes espacios en esta parte de América seguían
siendo todavía «tierras de indios». Sin embargo, sus relaciones con la sociedad
hispanocriolla, su capacidad de negociación y las relaciones económicas, sociales
y culturales que tenían con esa sociedad fueron sistemáticamente soslayados por
la historiografía tradicional, por lo que es necesario seguir profundizando sobre
estas temáticas, otro de los puntos posibles de la agenda.
Notas
1
Éste es uno de los tópicos que aborda Rustán, M. E. La construcción del poder
político en la frontera: Córdoba y Cuyo (1750-1820)», tesis de Doctorado en
Historia en curso, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
2
Ibidem.
3
Sobre la política de frontera a lo largo del siglo XVIII confr. Punta 2001.
4
Los años que tenemos como de mayor recaudación fueron los de 1786: 1.345
pesos; en 1789: 1.266 y 1793: 2.559; en los otros años en que tenemos información 1788, 1790 1795 y 1797 las recaudaciones fueron oscilantes y variaron
entre poco menos de 300 pesos a 958 en 1790. Ibidem, Cuadro XXI: 132-133.
5
Otro tanto hicieron los de Ischilín unos meses después, pero allí sobre todo por
los desalojos de sus tierras y por los abusos cometidos por los jueces pedáneos
(Punta 2009).
6
El tema ha sido tratado en artículos de mi autoría y también por Assadourian
y Palomeque (2003).
7
Cfr. los trabajos citados en la bibliografía de Tamagnini y Pérez Zavala y
Rustán entre otros.
8
Para el caso del Río Cuarto, véase Rustán (2008) y Tamagnini y Pérez Zavala
(2009), entre otros.
Ref
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encias bib
liog ráf
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202
Sociedades de Frontera: Las del pasado
FR
ONTERAS COL
ONIALES Y
FRONTERAS
COLONIALES
PERIFERIAS IMPERIALES
Margarita Gascón*
R esumen
Las categorías de periferia y frontera han sido utilizadas como sinónimos,
pero dada la importancia de las relaciones interétnicas, el concepto de
frontera es el que ha prevalecido entre los historiadores que la consideran
el escenario de procesos que van desde el enfrentamiento y la guerra a la
asimilación y el comercio. El presente análisis diferencia entre frontera y
periferia con un enfoque imperial, en el cual las políticas defensivas a escala continental o hemisférica permiten distinguir a una periferia de una
frontera. Se ejemplifica con la Araucanía (una frontera) y la Patagonia
(una periferia) cuando la estrategia defensiva de España para el Perú sobre
principios del siglo XVII unió al Pacífico con el Atlántico, alterando el
flujo de recursos naturales y humanos. Los cambios en la defensa imperial
fueron una consecuencia de la exitosa expedición de Francis Drake en
1578 quien acabó, después de atravesar el Estrecho de Magallanes, con la
tranquila navegación que los españoles hacían del Mar del Sur.
Palabras ccla
la
lavve: Frontera - periferia - Araucanía - Patagonia - Siglo XVII.
Abstract
Periphery and Frontier are concepts that have been used as synonyms, but
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, Conicet, Mendoza. E-mail:
[email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
203
Margarita Gascón
due to the importance of the inter-ethnic relationships, the concept of
frontier/borderland is the one that has prevailed among historians who
consider it to be the scenario of processes ranging from confrontation
and warfare to assimilation and commerce. We will use an imperial
perspective to establish the difference between a frontier and a periphery.
The perspective stresses the defense strategy either at a hemispheric or
continental scale. Examples under consideration are Araucania –a frontier–
and Patagonia –a periphery. At the beginning of the seventeenth century,
a new framework for the defense of Peru not only joined the Pacific with
the Atlantic, but also altered the flow of natural and material resources.
This defense strategy was the result of the Francis Drake´s expedition in
1578 that, after crossing the Strait of Magellan, ended the tranquil
navigation of the Spaniards in the South Sea.
Key w
or
ds
wor
ords
ds: Frontier - borderland - periphery - Araucania - Patagonia Seventeenth century.
Introducción
Son conocidos los recorridos teóricos en la Historia en torno al concepto de
frontera. Por un lado está la influyente propuesta de Fredrick Barth en cuanto al
surgimiento de fronteras entre grupos diferentes étnicamente; y por otra parte,
se paga tributo a la denominada «Frontier Thesis» de Frederick Turner, en unión
con la pléyade de detractores o de seguidores.1 La historiografía actual nos lleva
a mencionar a los Borderland Studies en USA y a los Estudios Fronterizos en
Chile.2 La presente propuesta no está en línea con ninguno de esos enfoques. La
pregunta acá es cuán diferentes pueden ser las periferias de las fronteras. Nos
interesa establecer cómo fue que ciertas periferias se transformaron en fronteras
cuando todavía no terminaba de cristalizar el avance español en varios espacios
geográficos. Se utiliza el enfoque imperial que enfatiza las políticas defensivas
como la principal fuerza de transformación y lo ejemplificamos con la Araucanía
y la Patagonia.
A principios del siglo XVII mientras la Araucanía había pasado de ser una
periferia precariamente colonizada a ser una frontera militar, la Patagonia en
cambio permanecía como periferia. Como veremos, tales cambios se correspondieron con un diseño de la estrategia defensiva de los Habsburgos que, además,
alteró el flujo de recursos materiales y humanos en el extremo sur del Perú. Los
cambios respondieron a un evento relativo a las luchas imperiales del siglo XVI
que fue cuando Francis Drake atravesó el Estrecho de Magallanes en un tiempo
récord de 17 días.3 Y ya en el Pacífico en 1579, atacó a las naves que comercia204
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Frontera coloniales y periferias imperiales
ban entre Chile y Perú. Antes de volver a Inglaterra completando su circunvalación del planeta, Drake había conseguido hacerse con un interesante botín y
había acabado, para siempre, con la tranquila navegación que los españoles hacían del Mar del Sur. El Consejo de Indias se encontraba así ante la necesidad de
proteger el flanco del Pacífico del virreinato del Perú, que era donde se encontraban las principales poblaciones.
Estrategias imperiales y configuración de los espacios coloniales
Este análisis avanza sobre consideraciones ya formuladas en Naturaleza e
Imperio. Me ha interesado diferenciar una periferia de una frontera, ya que son
conceptos utilizados casi siempre como sinónimos. No obstante, cuando se revisa
cómo se llegó a una frontera en un área periférica como fue la Araucanía, tenemos episodios que no sucedieron en una escala local (colonial) sino que deben
entenderse dentro de un espacio amplio, que es el espacio imperial, y dentro de
las luchas entre potencias europeas que estaban expandiéndose por el continente.
La Araucanía en el siglo XVI era una periferia que, como en varias otras partes
del continente, aún no sometía completamente a los nativos. A comienzos del
siglo XVII, sin embargo, la Araucanía presenta una situación diferente. Ahora
era la más nítida frontera geográfico-militar de todo el imperio español en
América. La sorpresa es que ello ocurría cuando Felipe III daba la orden de
pacificación en la frontera norte, con los chichimecas, proponiendo la política
de «paz por compra». ¿Por qué el mismo rey daba la orden de militarizar una
frontera en un extremo cuando ordenaba interrumpir las acciones bélicas en el
otro extremo de su imperio? La respuesta es, como desarrollaremos, por la importancia que había adquirido Chile en la defensa continental después de Drake.
La militarización de la Araucanía, como ya expliqué en Naturaleza e Imperio
transformó a Chile y a la periferia austral del virreinato peruano, reorganizando el
flujo de recursos. Mendoza, por ejemplo, se convertirá en sociedad de frontera al
tener que destinar recursos materiales y humanos para una defensa de sus zonas
productivas y de las rutas comerciales desde el este hacia Santiago y la Araucanía.
Pero ¿son fronteras todas las periferias? Y ¿en qué se beneficia la comprensión del
pasado con esta distinción? Para contestar vamos a pasar de una perspectiva centrada en el espacio colonial (de escala local) a una perspectiva imperial, cuya escala
puede ser hemisférica o continental. En principio, establecer esta diferencia -si
frontera o si periferia- puede resultarnos ocioso. De hecho, los historiadores estamos habituados a elaborar nuestras investigaciones dentro del espacio colonial:
analizamos a una colonia determinada y a su entorno más inmediato, al que generalmente se describe como frontera. Pero pensándolo bien, esto ayuda poco porAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
205
Margarita Gascón
que todas las poblaciones de europeos en nuestro continente, como no podía ser de
otra manera, estuvieron rodeadas de nativos, o sea, fueron fronteras. Y se las analiza
en función de las relaciones interétnicas. No obstante, aspectos de la evolución de
muchas de esas colonias pueden ser mejor entendidos cuando se considera el espacio imperial. Es decir, cuando se analiza a una colonia como parte de un esquema
defensivo de escala continental o hemisférica. Desde el punto de vista imperial, la
importancia de una población podía deberse a su localización dentro del esquema
para la defensa del virreinato y, entonces, daba igual si había que defenderla de los
indios o de otros europeos. Veamos el ejemplo de la Araucanía. España la convirtió
en frontera militarizada después de la masiva rebelión de araucanos en 1598-99.
La nueva frontera miraba fuertemente a la protección del resto del Perú, donde el
control de los araucanos rebeldes buscaba privar de mano de obra y de proveedores
de alimentos a cualquier enemigo de España que pisase la zona. Esta explicación es
discordante con lo que estamos acostumbrados a escuchar sobre la frontera araucana.4
Pero la pregunta es por qué la Araucanía se volvía tan importante para España a
principios del siglo XVII. Y para contestar tenemos que considerarla desde la
perspectiva imperial.
En América del Sur el espacio imperial era el virreinato del Perú. A fines del
siglo XVI ese espacio peruano era hemisférico y, en él, Chile era una última
periferia austral. Pero la Araucanía no era cualquier periferia: era vital para la
defensa de Lima y Potosí. Consideremos los siguientes elementos: ninguna potencia enemiga de España atacaría Lima o Potosí por la ruta de Tierra Firme, y
menos todavía, atravesaría la Amazonia. A lo mejor subían por el Río de la
Plata, pero aun cuando Buenos Aires era un diminuto puerto incapaz de detener
a un invasor europeo, los demás tramos de la ruta al norte estaban controlados
por el español. La posibilidad cierta para los enemigos de España obligaba a
navegar por el Atlántico y llegar al Pacífico a través del Estrecho de Magallanes.
Si conseguían asentarse en el sur de Chile, podrían iniciar una nueva etapa que
consistía en abastecerse y reponer las averías en sus naves después de la azarosa
travesía del Estrecho. Luego, la ruta marítima hacia el núcleo del Perú quedaba
abierta. La expedición de Drake advertía al Consejo de Indias sobre los peligros
de una futura instalación de enemigos europeos en esa periferia en la cual todavía, en la segunda mitad del siglo XVI, los araucanos seguían impedido la consolidación del dominio imperial. Controlar a los araucanos, por lo tanto, era parte
de la estrategia defensiva.
La frontera como un producto de las luchas imperiales
El espacio hispanoamericano puede verse en la escala colonial y en la escala
206
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Frontera coloniales y periferias imperiales
imperial. Las dos configuraciones implican también dos perspectivas para el análisis histórico. Quienes trabajamos en la historia colonial de sociedades marginales, tanto de las fronteras como de las colonias que no son las actuales capitales de
los Estados-nación, debemos reconocer que la historia colonial tiene una matriz
republicana que hace que, muchas veces, analicemos el espacio colonial con el
mapa del actual Estado-nación en la cabeza. Sumemos que la mirada histórica
desde las capitales actuales de los Estados-nación hacia los actuales espacios del
denominado «interior» es que, desde siempre, fueron fronteras. Una propuesta
del presente análisis consiste en proponer que por lo menos algunas fronteras
deben ser entendidas como una consecuencia de las luchas imperiales. Y, dado
que estamos discutiendo las fronteras bajo la advocación del Bicentenario, recuerdo que la conformación del espacio republicano fue otro capítulo de las
luchas imperiales que, todavía a comienzos del siglo XIX, seguían sosteniendo
Inglaterra y Francia junto a sus respectivos aliados.
Las luchas imperiales, proponemos, organizaron el espacio de modo tal que
lo colonial quedó incluido en lo imperial, en una escala hemisférica y continental. En América del Norte, la escala hemisférica se ve en las luchas entre España,
Francia, Inglaterra, Holanda y, un poco más tarde, Rusia por el oeste. Solamente
está ausente Portugal. La lucha comenzó con la posesión de alguna periferia
proclamando el principio de que no hay soberanía sin ocupación (aunque, al
mismo tiempo, todas las potencias europeas desconocían la ocupación efectiva, y
desde siempre, de los nativos). Las áreas que ocuparon Inglaterra, Francia y Holanda fueron zonas periféricas del imperio español que eran bautizadas como
Nueva-algo: Nueva Ámsterdam, Nueva Inglaterra y Nueva Francia; España había hecho lo mismo con México que era Nueva España (ver el mapa de Louis
Hennepin. España entendía que le habían usurpado periferias y eso era preocupante solamente desde la posibilidad de que, desde allí, se lanzase un ataque
contra alguno de los puntos neurálgicos del virreinato mexicano. En el proceso
de legitimar una posesión, la representación del espacio en mapas ayudaba a
consolidar el dominio de una periferia que se reclamaba para el imperio. Los
mapas justificaban dominio por haber llegado, por tener conocimiento de cómo
hacerlo, por haber recorrido los lugares, por haberles puesto un nombre, por
hacer fundaciones y por labrar la tierra. El ejemplo es la imagen del explorador
francés Jaqcues Cartier (1491-1557) en el mapa de la Nouvelle France donde
están reproducidos todos estos indicadores.
Muchas de esas periferias descuidadas, ahora en poder de uno de los rivales de
España, pasaron a ser los nuevos contornos que definían la defensa hacia fines del
siglo XVI. En el Hemisferio Norte, el núcleo de la defensa consistía en el control de las rutas caribeñas y de las áreas costeras del virreinato de México. Una
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
207
Margarita Gascón
periferia era Florida, donde el fuerte de San Agustín se estableció con el objeto
de proteger la ruta marítima de vuelta a España aprovechando la Corriente del
Golfo por el canal de las Bahamas. Florida incluía al área del Golfo de México
que contenía un tramo de la ruta que, desde México, iba a La Habana y, desde
allí, con el sistema de flotas y galeones, partía rumbo a la metrópolis. La protección era principalmente contra Francia que procuraba establecerse en el Golfo
de México y, desde allí, subir por el río Mississippi a sus posesiones en los Grandes Lagos y Canadá. Pero Francia también pretendía organizar un ataque a las
minas del norte de México desde el Golfo de México (pero sospechaban mal
sobre las distancias). La fortificación de La Florida se volvió más relevante en
1607 cuando los ingleses fundaron Jamestown. Paralelamente, la actividad misional
en La Florida reforzaba el control sobre los nativos para que ellos no ayudasen a
algún enemigo en ningún ataque contra los españoles.
Para América del Sur, en Naturaleza e Imperio refiero las diferencias entre la
Araucanía –que desde principios del siglo XVII fue una frontera militarizada- y
la Patagonia que permaneció como periferia, mostrando la forma en que tales
roles fueron definidos dentro del espacio imperial. El punto inicial del proceso
fue la expedición de Francis Drake en 1578.6 Tras cruzar el Estrecho, Drake
atacó uno tras otro a los desprevenidos navíos españoles que circulaban con mercancías desde Chile hasta el Callao, sepultando así la tranquila navegación que
los españoles venían haciendo por el Mar del Sur desde 1513, cuando Núñez de
Balboa se había hundido hasta la cintura en las aguas del Pacífico para reclamar
ese mar para Castilla. Tras Drake, España debía cambiar su estrategia defensiva en
una escala continental, pues además del Hemisferio Sur, se incluía al virreinato de
México en el Hemisferio Norte. Esto porque España temía por ataques al Galeón
de Manila cuando éste se fuese acercando a la costa del Pacífico mexicano.7
El Consejo de Indias reconfiguró el espacio imperial para su defensa con una
reacción que incluyó tanto a la fundación de nuevas colonias en el Estrecho
como a la articulación de otras colonias de la periferia sur peruana dentro del
esquema defensivo. Veamos los eventos y sus consecuencias. Después de los ataques de 1579 todos esperaban otra aparición de Drake en el Pacífico y esa sola
amenaza paralizaba tanto a la navegación como al comercio. En Lima, el preocupado virrey Toledo envió a Sarmiento de Gamboa para que relevase la ruta
desde El Callao al Estrecho. Luego, Gamboa debía seguir rumbo a España con
esos datos e informar a la corona. Como fue apresado por los ingleses antes de
llegar a la metrópolis, posiblemente debió informar más o menos lo mismo a la
corona inglesa y a la corona española. España ordenó fortificar el Estrecho,
enviando de vuelta a Sarmiento de Gamboa con Alonso de Sotomayor, nombrado gobernador de Chile. Ambos debían fundar dos colonias en el Estrecho y
208
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Frontera coloniales y periferias imperiales
luego Sotomayor debía dirigirse a Santiago de Chile para tomar posesión del
gobierno.
Por una serie de desaciertos durante la navegación, Alonso de Sotomayor
consiguió que lo dejasen desembarcar en Buenos Aires. El llegaría por tierra
hasta Santiago. Gamboa siguió rumbo al Estrecho donde fundó Real Felipe y
Nombre de Jesús, dos poblaciones que configuraron el espacio imperial en forma muy parcial dada su corta duración. Un puñado de sobrevivientes en 1587
fue rescatado por el inglés Tomás Cavendish, quien venía a repetir los éxitos de
Drake. Lo que sí terminó siendo un cambio en la configuración del espacio
imperial fue lo que pasó con Alonso de Sotomayor, quien abrió la ruta terrestre
que unía el Atlántico con el Pacífico, utilizando al puerto de Buenos Aires como
boca de entrada e integrando a otras dos colonias periféricas, Córdoba y
Mendoza, a un corredor que, de acuerdo a su propio informe a España, debía
tener solamente fines militares.8 Sotomayor reconfiguraba así una periferia dentro de un espacio imperial con el fin de sostener la defensa del contrafuerte del
Pacífico del Perú.
El Consejo de Indias también veía que la protección del Mar del Sur exigía
de una eficiente protección del sur de Chile. Es en esta idea mayor donde se forja
la decisión de militarizar la frontera a la altura del Bíobio tras el Gran Levantamiento Araucano de 1598-1599. El temor imperial justificaba los enormes costos sobre el erario del sostén de un ejército profesional, pero había que asegurar
una zona periférica como era la Araucanía que, con ayuda de los nativos, podía
ser ocupada por los enemigos europeos (desde fines del siglo XVI se sumaban los
holandeses). Había que asegurar a los pequeños poblados de españoles para que
sus habitantes no huyeran a Santiago y dejaran todavía más despoblada y
desguarecida a esa remota periferia. Había que defender a las misiones y a los
nativos convertidos pues eran también importantes para justificar el dominio. El
establecimiento del ejército profesional a la altura del río Bíobio ponía tropas
en una zona rebelada contra el español que, a la par de controlar a los insurgentes, dejaba solados disponibles en caso de ser necesarios para una defensa activa
frente a una invasión.9
Desde Sotomayor, otros espacios coloniales periféricos se engarzaron al esquema defensivo. El ejemplo es Buenos Aires, que fue la boca de entrada atlántica a la ruta de Sotomayor. La corona debía ser paciente y tolerar un contrabando brutal y descarado, pues Buenos Aires era el único puerto atlántico con el
cual los Habsburgos podían, desde España, con el envío de ejércitos peninsulares,
proteger a Lima y Potosí. Vía Buenos Aires, podían llevarse tropas a Chile sin
tocar Tierra Firme y sin cruzar el Estrecho de Magallanes.10 Buenos Aires, un
oscuro puerto con fama de administración corrupta, era vital para sostener el
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
209
Margarita Gascón
nuevo esquema defensivo. Que se tolerase el contrabando no era una prueba de
debilidad de los Habsburgos sino una jerarquización de sus prioridades.
Finalmente y en virtud de que se necesitaban recursos naturales para sostener
la defensa, nuevamente Chile mostraba su importancia. Esto era claro tanto para
España como para sus enemigos. Un mapa de 1602 refleja el contraste entre la
Araucanía y la Patagonia en el grado de detalle y conocimiento que tenían los
holandeses de las costas del sur de Chile y de las islas, como La Mocha, pues allí
los marinos paraban para abastecerse de agua dulce y comida, para reparar las
naves después del cruce del Estrecho y para conseguir leña seca. La Patagonia, en
cambio, está esbozada y marca como última parada la bahía de San Julián.11
Conclusión
Hemos diferenciado entre frontera y periferia con un enfoque imperial que
hace hincapié en las políticas defensivas a escala continental o hemisférica. Araucanía
(una frontera) y de la Patagonia (una periferia) se definieron así dentro de la estrategia defensiva para el Perú desde principios del siglo XVII. El esquema para la
defensa imperial fue una consecuencia de la expedición de Drake en 1578-79
cuando el Consejo de Indias entendió el peligro en que quedaba el contrafuerte
del Pacífico en el Hemisferio Sur y tomó las medidas necesarias. El envío de Sarmiento de Gamboa y de Alonso de Sotomayor para la fortificación del Estrecho,
tuvo consecuencias impensadas cuando Sotomayor abrió una ruta terrestre que
incorporó a Buenos Aires como boca de entrada, y a Córdoba y Mendoza como
colonias de sostén. Otros episodios como el establecimiento de un ejército profesional a la altura del Bíobio en la Araucanía a principios del siglo XVII también
han sido analizados dentro de una estrategia defensiva mayor que contempla la
pacificación local dentro de las necesidades defensivas para el contrafuerte del
Pacífico. Al colocar estos espacios coloniales dentro del espacio imperial es posible
darles un mayor espesor analítico a los estudios de frontera.
Ag radecimientos
Parte de la investigación fue posible gracias a un Research Grant de la Southern
Methodist University (SMU) de Dallas, Texas, en 2006. La investigación se hizo
en la DeGoyler Library. La Archibald Hanna, Jr. Research Fellowship de la
Universidad de Yale posibilitó la investigación en la Beinecke Rare Books and
Manuscripts Library. Mi agradecimiento también al Profesor Bernard Baylin
por sus invitaciones a participar en tres seminarios de Atlantic History de la
Universidad de Harvard. También estoy en deuda con Amy Turner Bushnell y
210
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Frontera coloniales y periferias imperiales
David Weber (In Memoriam) con quienes he tenido la suerte de discutir mis
ideas y de disfrutar de su generosa amistad.
Notas
1
Frederick Barth es un antropólogo cuyos trabajos muestran el surgimiento de
las identidades étnicas en contacto con grupos étnicamente diferentes. La tesis
de Turner fue enunciada a finales del siglo XIX como un modelo explicativo
del desenvolvimiento de USA y se la asocia a la doctrina del Destino Manifiesto; uno de sus seguidores fue Herbert Bolton, quien aplicó algunos de los
conceptos a la frontera hispanoamericana.
2
Los Borderland Studies se refieren a porciones actuales del territorio norteamericano que fueron parte de Hispanoamérica, como Florida y Texas. Los
estudios fronterizos ven en la frontera araucana en un proceso de gradual
integración durante la república.
3
Antes que él, Magallanes había empleado 21 días en atravesarlo y los holandeses Van Noort y los hermanos Cordes en 1598-99 emplearon 99 y 150 días
respectivamente. Mi explicación para estas diferencias tan pronunciadas es que
Drake pudo haber sido favorecido por alguna fluctuación climática que puso
los vientos a su favor y disminuyó la fuerza de las corrientes contrarias a su
rumbo. Si esto fue el producto de ENSO o de algún otro evento climático, es
materia de futuras investigaciones.
4
La historiografía chilena sobre la Araucanía es variada, con autores como Sergio
Villalobos, Alvaro Jara, Jorge Pinto, Leonardo León Solís y Rolf Foester, entre otros.
5
Ver «Kaart van Nieuw Vrankryk, en van Louisania... de Louis Hennepin.(1683)»
en sitio Internet de la Beinecke Rare Books and Manuscripts Library,Yale University.
6
El mapa está disponible en varios sitios online, ver la página de la Biblioteca
Nacional de Chile: Francis Drake, 1540?-1596, «Schip-Vaart door de Shaat
en Zuy de zee gedaan orm de gantaen Aard Kloot » en Drie voornaame zeetogten van Franciscus Draak na América door de suyd-zee :en vervolgens rond
om den geheelen Aard-kloot gedaan in t jaar 1577 en vervolgens. Te Leyden:
Prieter Vander Aa., 1706". La tapa de Tefros 5:1 (2007) reprode la ruta de
Drake desde Buenos Aires al Estrecho.
7
La seguridad de las rutas por el Pacífico quedó ligada a la suerte del sur de
Chile. Cuando en 1641 los holandeses tomaron Valdivia, el gobernador de
México recibió un aviso de que se temía por un ataque al galeón de Manila,
pidiéndole que buscase formas de advertirles sobre la presencia del holandés.
8.
Sotomayor denominó «camino real» a esta ruta en la tradición europea de establecer corredores para llevar pertrechos de guerra y soldados. En España, el «camino
real» iba a Flandes y su uso era exclusivamente para la defensa de su reino.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
211
Margarita Gascón
9
He elaborado este punto en Naturaleza e Imperio.
10
A principios del siglo XVII hubo dos envíos de tropas por esta ruta muy
importantes. La más relevante fue la expedición de Mosquera conocida como
«De los Mil Hombres», aunque desde Lisboa no salieron más de 800 soldados
y llegó muy disminuida a Santiago de Chile por enfermedades y deserciones.
11
Ver el mapa de 1602; Olivier van Noort, 1558 or 9-1627, Eigentliche vnd
warhafftige Beschreibung / der wunderbaerlichen Schiffarth (der Hollaender)
rundtumbher dem gantzem Kreitz der Erden gethan / durch Olivier von Nort...
Anno 1598. den 2. Julij abgesegelt von Rotterdam, vmb zufahren durch die
Strass Magellani ... langs den Gestaden Cica, Chili vnd Peru, vnd zwischen
durch den Insuln der Molucken wiederumb Heym zufahren ... Auss der
niederlaendischen Sprach in die hochteutsche vertolmetschet / durch Ioannem
Schaffer Eigentliche und warhafftige Bes Gedruckt zu Amsterdam / Durch
Cornelium Nicolaum / Anno 1602; Beinecke Rare Books and Manuscript
Library, Yale University.
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212
Sociedades de Frontera: Las del pasado
EL TRIÁNGUL
O COMER
CIAL ENTRE L
OS
TRIÁNGULO
COMERCIAL
LOS
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ONES Y LA R
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UELES,, L
LOS
MALONES
RUT
UTA
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres*
R esum
en
esumen
Se considera que a partir de la segunda mitad del siglo XIX, en la zona de
frontera del sur de Córdoba, se producen relaciones comerciales caracterizadas por las particularidades de una región difícil de definir y en un
momento en que el Estado estaba inmerso en su proceso de conformación, lo que implicaba un alto grado de dinamismo y movilidad de la
frontera. La región a tratar, abarca desde la Raya de Calfucura al sur hasta
la frontera militar al norte y desde la cordillera al oeste hasta las actuales
provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Las variables que se toman para
analizar y delimitar este triángulo económico son: los Ranqueles, el comercio de ganado en Chile y los malones en la Frontera Sur. Con el ganado maloqueado en la frontera se realizaban caravanas que arreaban el
ganado por los pasos fronterizos con destino a Chile, en donde se encontraban con mejores condiciones comerciales. También era común que caravanas chilenas cruzaran la Cordillera de los Andes con productos que les
permitían iniciar intercambios en la zona de la línea que va del Río Cuarto al Río Quinto en la provincia de Córdoba. Esto intercambios sostenidos en el tiempo, se transformaron en una empresa comercial no reglamentada aunque no desconocida por las autoridades fronterizas. Toda una
red de conexiones hacían posibles estas actividades comerciales.
Palabras ccla
la
lavve: Frontera - Córdoba - Relaciones comerciales - intercambios - Río Cuarto.
Departamento de Historia – Facultad de Ciencias Humanas – Universidad Nacional de Río
Cuarto. E mail: [email protected] - [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
213
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres
Abstract
It is considered that in the zone of border, to the south of Córdoba,
from the second half of the 19th century, there take place commercial
relations that are going to be characterized by the particularities of a
region difficult to define and in a moment in which the State was immersed
in his process of conformation, which was implying a high degree of
dynamism and mobility of the border. The region to treating, includes
from Cafúlcura’s Stripe in the southern part up to the military border in
the northern part, and from the mountain chain in the western part up
to the current provinces of Buenos Aires and Santa Fe. The variables that
take to analyze and to try to delimit this one economic triangle are: The
Ranqueles, the trade of cattle in Chile, and the unexpected attacks in the
south border. From the cattle maloqueado in the border, there were
realized caravans in which the cattle was driven by the frontier steps by
destination to Chile, where they were meeting better commercial
conditions. Also, it was common that Chilean caravans were crossing the
Mountain chain of the Andes, with products that were allowing them to
initiate exchanges in the zone of the line that goes from the Río Cuarto
to the Río Quinto in the province of Córdoba. This exchanges supported
in the time, transformed in a commercial not regulated empresa, but not
known by the frontier authorities. In turn it was involving the whole
network of connections that were making these commercial activities
possible.
Key w
or
ds
wor
ords
ds: Border - Córdoba - Commercial Relations - exchanges Río Cuarto.
Introducción
A lo largo del siglo XIX las tribus ranquelinas comerciaban bienes en la
frontera y accedían a otros por medio del malón. A estas dos formas de obtención se le sumaban los suministros que el Estado argentino les otorgaba en calidad de raciones. Se considera que a partir de la segunda mitad del siglo XIX, en
la zona de frontera al sur de Córdoba, se producen relaciones comerciales caracterizadas por las particularidades de una región dificultosa de definir, en un
momento en que el Estado se estaba conformando, lo que implicaba un alto
grado de movilidad en la frontera.
La región a tratar corresponde a la de los Ranqueles, que abarca desde el
límite de las tolderías de Calfucurá al sur-este de la actual provincia de Buenos
214
Sociedades de Frontera: Las del pasado
El triángulo comercial entre los ranqueles, los malones y la ruta a Chile
Aires. Hacia el norte colindaba con la frontera militar comprendida por las
provincias de Córdoba y San Luís, y hacia el oeste, hasta el río Salado.
Con el ganado maloqueado en la frontera se realizaban caravanas en las que se
arreaba el ganado por los pasos fronterizos con destino a Chile, donde se encontraban con mejores condiciones comerciales. También, era común que caravanas
chilenas cruzaran la cordillera con productos que les permitían iniciar intercambios en la zona de la línea que va del Río Cuarto al Río Quinto en la provincia
de Córdoba.
Este trabajo se estructura en torno a tres ejes: la sociedad ranquel, el comercio
de ganado en Chile y los malones en la Frontera Sur. Se sostiene que la categoría
triángulo económico permite articular estos tres aspectos de las relaciones
interétnicas. Se trata de un trabajo preliminar sustentado en fuentes éditas, como
lo son los libros «Una excursión a los indios ranqueles» del Cnel. Lucio Mansilla
y «La Conquista del Desierto. Memoria militar y descriptiva de la tercera división expedicionaria», del Cnel. Eduardo Racedo. A su vez, se consultaron documentos publicados en diferentes soportes: en el Diario La Calle de Río Cuarto
del año 1955 en donde Juan Carlos Rodríguez expone documentación en artículos titulados «Historia militar de la Villa de la Concepción del Río Cuarto»;
en el trabajo «Cartas de frontera. Los documentos del conflicto interétnico» de
Marcela Tamagnini (1995), y por último, en el libro «Malones y comercio de
ganado con Chile» de Rojas Lagarde (2004).
Breve conceptualización de frontera
En el siglo XIX, la Frontera Sur fue escenario de una compleja trama de
relaciones entre quienes habitaban o se movilizaban por ella. Ella aparece plasmada en un espacio geográfico concreto en algunos casos, y ambiguo en otros. Si
la consideramos como una construcción social, podemos observar que allí se
desplegó una dinámica del poder en la que los sujetos sociales no solo convivían,
sino que también rivalizaban generándose núcleos de contacto y conflicto.
Una buena aproximación a la definición de frontera requiere no «considerar
a la frontera como un límite geográfico que separa dos sociedades, por el contrario, existe un amplio consenso en considerarla como un espacio de interrelaciones
entre las poblaciones que, a uno y otro lado del limite oficial, mantienen distinto tipo de vínculos» (Ratto 2004:112).
Otros autores, como Tamagnini (2004) la definieron como un campo de
relaciones entre fuerzas antagónicas, con consecuencias en lo político, lo económico y lo social. En este campo de relaciones antagónicas van a confluir diferenAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
215
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres
tes fuerzas sociales: indios, militares, misioneros, estancieros, presos, refugiados
políticos y montoneras.
Según Oszlack (1997), en 1879 se concretó la ocupación definitiva de la
tierra. La lucha por la ocupación del espacio estuvo signada por avances y retrocesos, estando a su vez inmersa en un contexto de contacto y conflicto. Durante
muchos años, la estrategia militar fue de contención y defensa frente al indio,
sumándose la firma de tratados y alianzas coyunturales entre indios y blancos. La
acción de consolidar límites exteriores e invisibilizar fronteras interiores tuvo la
función de demarcar, de manera de controlar y efectuar un uso posterior de la
tierra que iba a ser puesta al servicio de un modelo económico por parte del
Estado en construcción.
Los Ranqueles
Los ranqueles o «gente del carrizal» vivían en una extensa región central del
país a la que llamaban Mamuelmapu o Mamül Mapü que en su lengua significa
«país del árbol» o «país del monte». Esta tierra abarcaba buena parte de la
actual provincia de La Pampa y extremo sur de Córdoba y San Luís (Mayol
Laferrere 1986).
Los ranqueles fueron protagonistas de situaciones de contactos y conflictos
en tanto articularon las relaciones interétnicas de la región. Un ejemplo de esto
fueron la política de agasajos, los tratados y los malones que intensificaron y
dinamizaron los vínculos entre autoridades, civiles e indios.
A lo largo de su historia, los Ranqueles tuvieron grandes y recordados líderes
como lo fueron Carripilún, Yanquetruz, Pichún, Painé, Calban, Mariano Rosas,
Epumer. Esto líderes o caciques se relacionaron de diferentes maneras con el Estado, incluyendo sucesivas negociaciones y tratados de paz de corta duración que
siempre terminaron quebrados por el incumplimiento de alguna de las partes.
Recordemos que a mediados de la década de 1850 mientras el Estado de
Buenos Aires debió hacer frente a las permanentes invasiones indígenas, la Confederación Argentina alcanzó rápidamente una relativa paz con los ranqueles, fortaleciendo los vínculos mediante tratados (Tamagnini et al 2004:113). Esta situación dio un giro después de 1862 cuando los ataques ocurrieron en toda la
línea de frontera, siendo muy frecuentes en la línea fronteriza del sur cordobés.
Siguiendo a Tamagnini, Olmedo y Pérez Zavala (2004), una vez sucedida la
batalla de Pavón se produjo una alteración en las relaciones con los indios de la
región pampeana. A partir de ese momento las invasiones ranqueles en busca de
ganado se intensificaron en toda la línea militar. El Estado argentino debió mover
216
Sociedades de Frontera: Las del pasado
El triángulo comercial entre los ranqueles, los malones y la ruta a Chile
su línea de frontera del río Quinto al río Cuarto en una acción de repliegue. Para
Tamagnini (2004), esta situación hizo que durante buena parte de la década de
1860 la guerra de frontera siguiera siendo defensiva, ya que los ranqueles y los
indios de Calfucurá invadían constantemente la línea de frontera, además la zona
del río Quinto que nuevamente quedó en poder de los ranqueles.
En 1869, comenzó el avance de la frontera hacia el sur, con la estrategia de
refundar los fuertes tomados por los indios y ocupar los pasos y aguadas, con el
objeto de quitarle los recursos de los que se valían los indígenas en sus invasiones.
Tomando la posición de Pérez Zavala (2004) la acción de resistencia de los
ranqueles se materializó en los malones, que atentaban contra la posesión efectiva
de la región del río Quinto. Esta situación cambió cuando las fuerzas nacionales
lograron adelantar la frontera militar, desplazando su línea en forma conjunta
desde Buenos Aires hasta Mendoza.
El comercio
La actividad comercial supraregional incluía el arreo de ganado a Chile por
rutas que conectaban el circuito ganadero, pero también había centros de intercambio como Choele Choel y Carmen de Patagones. Se cree que este circuito
quedó conformado a mediados del siglo XVIII.
Sostenemos desde nuestra perspectiva que los Ranqueles habrían desarrollado
un activo comercio con los indios de Chile, intercambiando los bienes obtenidos
en los asaltos a tropas, arreos, galeras, estancias y puestos rurales de la frontera por
otros tipos de productos de origen cristiano que los indios chilenos les ofrecían.
La presencia de chilenos en las tolderías ranqueles era un hecho común. Un
ejemplo de esto es el diario de Martín Rivadavia, quien expresa «Hay muchos
cristianos aquí y en todas las tolderías, en las de Baigorrita hay muchos chilenos
que le vienen a comprar especialmente vacas y hacer otros negocios» (Barrionuevo
Imposti 1988:166).
Siguiendo esta línea de análisis, Jiménez (2002) argumenta que en las primeras
décadas del siglo XIX los ranqueles eran parte integrante de un circuito de comercio de ganado que comprendía desde la zona sur oeste de la actual provincia de
Buenos Aires hasta Chile. La estratégica posición geográfica de las tribus ranquelinas
hacía que pudieran controlar el tránsito de ganado por medio de su venta a los
indígenas cordilleranos y chilenos, quienes a su vez, les suministraban tejidos.
La repetición de esta práctica a través de los años hizo que se convirtiera en
una empresa comercial lucrativa y regular en donde los indios podían obtener
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
217
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres
productos manufacturados por los blancos (bebidas alcohólicas, adornos, cuchillos y ollas).
El dinero en «tierra adentro» no era un elemento extraordinario, si bien cabe
aclarar su mayor importancia como metal que como dinero. Según las fuentes,
éste era obtenido por diferentes vías, entre las que se encuentra el aporte metálico hecho por el Estado a los caciques en calidad de sueldos, tal como se observa
en los siguientes documentos:
«El gobierno nacional pagará mentalmente a los caciques Manuel Baigorria
150 $ bolivianos, un trompa de ordenes 7 pesos Bolivianos, a un lenguaraz del mismo cacique 15 Bolivianos» (En Tamagnini 2002:202).
«El gobierno nacional pagará mentalmente, a los caciques Yanquetruz
Cayupan y Ramon 50 bolivianos a cada uno y 15 a los lenguaraces de
cada uno de estos caciques» (En Tamagnini 2002:202).
Las tribus ranquelinas eran consumidoras de una gran variedad de productos
obtenidos en la frontera, pero también esos productos eran ingresados por caravanas de chilenos que llegaban a las tolderías, como lo atestigua Mansilla al observar
que las indias «se habían pintado las mejillas y el labio inferior, con carmín que les
llevan los chilenos, vendiéndoselo a precio de oro» (Mansilla 1969:88).
Uno de los lugares en donde se llevaban a cabo intercambios comerciales
aparece documentado por Racedo:
«Primero se ve el paraje conocido por la designación del Rincón de
Baigorrita formado por una espesa selva: en seguida se presenta a la vista
del medano y laguna de Mtteuqueu, donde los indios saben ir a surtirse de
sal, que dicen que es excelente. Este punto, además es muy importante
entre los indios, porque era allí el punto donde los chilenos venían a negociar con los salvajes, las haciendas que robaban en sus invasiones» (Racedo
1965:107-108).
Otra forma de relaciones comerciales era el cobro de «peajes» o el uso de los
recursos naturales. De ello también da cuenta el Coronel Racedo: «Gaico, impedía el transito a los que mantenían relaciones comerciales con los ranqueles, exigiéndoles indemnización por el pasto y agua que sus cabalgaduras consumían»
(Racedo 1965:131).
218
Sociedades de Frontera: Las del pasado
El triángulo comercial entre los ranqueles, los malones y la ruta a Chile
Otro medio de obtener metálico y/o bienes, era el comercio de cautivas/os,
quienes eran obtenidos en los malones, como lo muestra un pasaje de una carta de
Manuel Baigorria dirigida a Fray Donati «como se que Ud. compra cautivas, la
presente es para ofrecerle una venta, cuyo valor es de doscientos pesos plata, dinero
que utilizare para comprar lleguas, para mantenerme por que estoy muy pobre.»1.
Las cautivas no solo era importantes para la economía indígena, permitían
establecer y sustentar intercambios dentro de la estructura de la tribu, así como
con otras tribus.
Barrionuevo Imposti (1988) expone la línea de pensamiento de Mansilla y
Roca, quienes creían que había que cortar el comercio con los indios chilenos y
con los chilenos mismos, el cual llevaban a cabo las caravanas. Este comercio es el
que influía en la repetición de malones.
El Malón
Se puede decir que, a mediados del siglo XIX, la economía ranquel articula
actividades complementarias, «en la sociedad ranquelina la posesión de caballos
y vacas otorgaba prestigio a sus dueños. Los equinos brindaban la posibilidad de
obtener alimento en forma directa (carne de yegua) e indirecta («boleadas» y
malones que proporcionaban a su vez ganado vacuno y cautivos)» (Pérez Zavala
y Tamagnini, 2010).
Una constante de los malones era el robo de ganado, pero éste también simbolizaba el descontento de los indios por la pérdida de tierras en manos de los
blancos, además de la oportunidad de obtener de cautivos.
En la conformación de malón «los caciques, por lo general, trataban de aumentar los efectivos propios sumando a estos ataques hombres de otras tribus,
muchas veces ubicadas a gran distancia. De tal modo, era común que indios
cordilleranos y chilenos concurrieran a los grandes malones en las pampas» (Rojas Lagarde 2004:25).
Mandrini y Ortelli (2006) sostienen que a inicios del siglo XIX las unidades
indígenas de Pampa y Norpatagonia integraban un circuito ganadero que se
articulaba con los circuitos chilenos y argentinos y, a través de éstos, a los mercados mundiales.
Claudia Gotta (1993) argumenta que existía un ciclo del ganado que cobra
mayor importancia desde principios del siglo XIX; esto se encuentra relacionado con el incremento del número de malones en respuesta a una mayor demanda
del mercado chileno y a la ofensiva creada por el avance de la frontera.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
219
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres
La frontera sur de Córdoba tiene en su historia numerosas incursiones de los
indios a mediados del siglo XIX que documentan el robo de ganado llevado a
cabo por los indios hacia tierra adentro en sus arreos. Veamos algunos ejemplos.
El 29 de octubre 1865 el
«Cnel Manuel Baigorria comunica al inspector general de armas de la
Republica que […].uno indios ladrones del cacique Mariano Rosas, han
robado la caballada de Estado Mayor [...] El 5 de noviembre han invadido los indios de Mariano y Baigorria, con un hermano de este llamado
Callamanta y un tal Cnel Fernandez […] 10 de noviembre otra invasión
en el sector del fuerte la Tunas que penetro hasta Ballestero»2.
El 6 de enero de 1866, «se da cuenta de una invasión de indios en los limites
de San Luis y Córdoba, en dirección a Achiras. Y que los vecinos de esta Villa los
combatieron, matándole algunos indios y quitándoles las haciendas: con perdida
de seis de sus miembros y otros heridos»3.
«22 de noviembre Manuel Puebla es referente de la horrorosa invasión
que han perpetrado los bárbaros del sud, el día 22 […] las fuerzas reunidas no era suficiente para contrarrestar con los indios a campo abierto»4.
«Al mayor Placido Laconcha, noviembre 23 de 1866, […] ayer salio el
cap Egidio Sosa,[…]por donde se anunció regresaban los indios que habían invadido Río Cuarto, […] se avistaron unos indios que arriaban
bastante hacienda y en su mayor parte vacuna, de la que abandonaron
como 700 cabezas»5.
«Llevándose un gran numero de cautivos […] sin contar la muchísima
hacienda vacuna y yeguariza, que toda la invasión en masa ha arriado, y
que se cuenta en mas de ocho mil»6
«El día 27 de marzo (1867) tuvo lugar una invasión en numero de 700
indios que se extendió hacia los puntos denominados Tambito y Dos Arboles logrando recuperar […] la guardia nacional logro recuperar la hacienda robada. El 28 de mayo, tuvo lugar otra invasión en numero de 400
indios que se extendió hasta los campos de Chucul [...] lograron arrear un
poco de hacienda y arrebataron la caballada de la guarnición.»7
«13 de junio de 1867, desde la guarnición de Reducción se comunica que
una invasión penetro por los Algarrobos y Las terneras el día 11 […] Han
220
Sociedades de Frontera: Las del pasado
El triángulo comercial entre los ranqueles, los malones y la ruta a Chile
entrado en los lugares de más hacienda que existen en el departamento.»8
«El 18 de junio de 1867, una invasión de indios llego al norte de […] la
estancia buena esperanza […] se cree que será de gran numero por la
mucha hacienda traída del norte y que acaba de arrebatar del punto de
dond recibo el parte»9.
Como lo confirman los documentos consultados, a partir de la segunda mitad del siglo XIX el sector de la Frontera Sur de Córdoba fue víctima de numerosos malones, en los cuales el robo de grandes cantidades de hacienda a las
estancias, en su gran mayoría vacuna, fue una constante.
La hacienda maloneada en la frontera era conducida «tierra adentro» por las
denominadas «rastrilladas», especies de surcos en la tierra que cumplía la función
de caminos una vez que se traspasaba la línea de frontera militar hacia el sur.
Rutas del comer
cio
comercio
El comercio permitió una articulación entre la Frontera Sur, las tolderías
ranqueles y la Araucanía. Esta práctica comercial se materializó a través de las
rastrilladas que permitieron la interconexión entre las distintas regiones.
Lucio V. Mansilla describe las rastrilladas:
«como los surcos paralelos y tortuosos que con sus constantes idas y venidas han dejado los indios en los campos. Estos surcos, parecidos a la huella
que hace una carreta la primera vez que cruza por un terreno virgen,
suelen ser profundos y constituyen un verdadero camino ancho y sólido.
En plena pampa no hay más caminos. Apartarse de ellos un palmo, salirse
de la senda, es muchas veces un peligro real, porque no es difícil que ahí
mismo, al lado de las rastrillada, haya un guadal en el que se entierran
caballo y jinete enteros» (Mansilla 1969: 56).
Estos caminos que atravesaban el territorio, servían para la movilidad de personas y animales, algunos eran más importantes como la llamada «rastrillada de
los chilenos». Como su nombre indica, este camino unía, una vez cruzado el río
Colorado, a través de Neuquén, los pasos andinos chíllenos con la provincia de
Buenos Aires. Otra vía nacía en Buenos Aires, pasaba por Trenque Lauquen entrando al desierto por Loncomaun (Lonquimay actual), Anguil, y la zona de
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221
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres
lagunas de Loncoché a Malal; entrecruzándose con el camino que pasaba por
Poitahué y Leuvucó.
El camino que pasaba por Leuvucó, corría de norte a sur y venía desde Villa
Mercedes (San Luis), pasaba por Aillacó, grupo de pequeñas lagunas. Esta rastrillada se la conocía como de «Las Pulgas» y fue recorrida, por Lucio V. Mansilla,
Roca, Racedo. Con esta ruta convergían otras más, como la que venía desde La
Carlota (Córdoba), llamada de «Las Víboras».
El camino de «Las Pulgas» al llegar a Poitahué, se bifurca, continuando una
senda hacia el sur por Nahuel Mapú, y otras, hacia el oeste a Paso Meucó, para
dirigirse, por el Paso Vutranillahué (Paso de los Algarrobos) hacia la cordillera.
Creemos que las rastrilladas sirvieron como vía de penetración y de comunicación, tanto internamente como con las zonas limítrofes, cercanas dentro de
nuestro país y fuera de él. El ejército en su avance al desierto se valió de ellas
porque resultaba imposible apartarse de las sendas principales, que tenían más de
cien metros de ancho y huellas muy profundas.
Eduardo Racedo utilizó las rastrilladas en su campaña, «averiguando entre
los indios amigos que tenía, me informe de que esos caminos que habíamos
seguido eran formados por los arreos, que esas rinconadas tan seguras, eran a las
que los indios chilenos les llamaban Los Potreros» (Racedo 1965:251).
Para el cruce de los Andes «los indios fraccionaban sus arreos para que llevando pequeñas cantidades por vez las aguadas visitadas fueran suficientes para las
necesidades de esos pocos animales» (Rojas Lagarde 2004:190).
Los pasos utilizados para cruzar la cordillera, ya sea con ganado o en caravanas, según Rojas Lagarde fueron
«el paso de Pichachén o de Antuco que utilizó de la Cruz conducido por
los indios era evidentemente una de las mejores opciones pues enfrentaba
el camino seguido desde las pampas por el curso alto del Colorado que
hemos estudiado antes y daba acceso en Chile, después de pasar por la
laguna del Laja, al río Biobío» (Rojas Lagarde, 2004:200).
El uso de los pasos fronterizos está sujeto a al devenir histórico del proceso
de construcción del Estado, debido a que los sucesivos avances y retrocesos en la
línea de frontera militar hicieron que los pasos utilizados fueran cambiando. El
desplazamiento de la frontera ejercía presión sobre los colectivos indígenas,
empujándolos hacia el sur, originando un cambio en sus relaciones intertribales.
222
Sociedades de Frontera: Las del pasado
El triángulo comercial entre los ranqueles, los malones y la ruta a Chile
El trazado estratégico de las rastrilladas en la unión de puntos geográficos
aseguraba a quien las utilizara el aprovisionamiento de aguadas y pasturas. Esto
hacía que los vínculos comerciales fueran fluidos, permitiendo a la vez apreciar
el rol de los ranqueles en los mismos.
A manera de conclusión
La frontera tuvo su razón de ser mientras los diferentes grupos tuvieron la
necesidad de delimitar un espacio. Esta generación de un límite incluye lo geográfico, lo social y lo simbólico. La construcción social de una frontera generó
puntos de contacto y conflicto.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la frontera situada al sur de
Córdoba fue escenario, no exclusivo, de un triángulo de relaciones comerciales
que incluye a los Ranqueles, el comercio de ganado en Chile y los malones en la
frontera.
Las tribus ranquelinas tuvieron una doble relación con las poblaciones de la
línea fronteriza, por un lado, comerciaron bienes y por el otro incursionaron
por medio de malones.
A través de las fuentes, vemos a los Ranqueles involucrados en activas relaciones comerciales con los indios de Chile; en estas interacciones comerciales se
intercambiaban bienes obtenidos en los malones por productos de origen «cristiano» que los indios chilenos traían.
Otras formas de obtener bienes por parte de los ranqueles eran las raciones y
los sueldos que les otorgaba el Estado, la venta de cautivos y el cobro de peajes.
El dinero en las tolderías no era desconocido, pero en ese contexto tenía más
valor como metal que como dinero.
El dinero «tierra adentro» no era un elemento extraordinario, las monedas
de plata eran más importantes como metal que como dinero. El mismo era
obtenido por diferentes vías como lo sustentan las fuentes, siendo una de ellas el
Estado que les aportaba metálico a los caciques en calidad de sueldos.
El ganado fue un pilar papel fundamental en la economía ranquel. Este era un
bien que articulaba la circulación y comercialización en los mercados chilenos
con la frontera sur argentina. Esta práctica fue el sostén de la estructura social y
política de los colectivos indígenas.
Desde mediados del siglo XIX la línea fronteriza sur fue constantemente
maloneada por indios, hecho que documentan las fuentes, y en donde se plasma el
robo de grandes cantidades de hacienda, la cual era arreada hacia «tierra adentro».
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
223
Daniela Castro Cantoro y Gustavo Torres
Esta articulación comercial supraregional que se plantea, se canaliza por medio de las «rastrilladas». Estas eran vías de comunicación que conectaban el territorio; se cree que la «rastrillada de los chilenos», que unía los pasos cordilleranos
con la provincia de Buenos Aires, era la utilizada para conducir el ganado de la
pampa hacia Chile.
Los arreos de ganado que se efectuaban por caminos y senderos no oficiales se
encontraban frontera fuera del control de los Estados. Estas relaciones fronterizas sostienen una red de relaciones económicas en directa relación con lazos
culturales y rituales, y de contactos familiares entre comunidades indígenas
La materialidad de este triángulo comercial se genera a partir del ganado
maloqueado en la frontera, el cual era fraccionado para la optimización de recursos naturales en el viaje y arreo en caravanas por los pasos cordilleranos hacia Chile.
Estos territorios fronterizos se caracterizaban a mediados del siglo XIX por
tener, en algunos casos una inexistente y en otros, débil presencia del Estado; estas
articulaciones y conexiones territoriales posiblemente fueron cambiando a medida que el Estado Nacional iba avanzando y retrocediendo su línea de frontera
sur del territorio. Esto hacía que se fueran controlando pasos fronterizos que
quedaban dentro del control del Estado y posiblemente se fueran abriendo otros
alternativos.
Las actividades de intercambio se consideraban contrabando, de modo que
para las travesías con arreos se volvía fundamental el conocimiento de la geografía y de la articulación entre los asentamientos indígenas cercanos a la frontera de
ambos lados de la cordillera con el fin de establecer redes sociales que faciliten
los trueques.
Notas
224
1
AHCSF, Doc. N° 882, año 1878, Rte General Manuel Baigorria a FR, Marcos Donati. En Tamagnini 1995:203.
2
AHMRC. Diario La Calle 1 de agosto de 1955. Historia militar de la Villa de
la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
3
AHMRC. Diario La Calle 9 de agosto de 1955. Historia militar de la Villa de
la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
4
AHMRC. Diario La Calle 9 de agosto de 1955. Historia militar de la Villa de
la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
5
AHMRC. Diario La Calle 13 de agosto de 1955. Historia militar de la Villa
de la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
Sociedades de Frontera: Las del pasado
El triángulo comercial entre los ranqueles, los malones y la ruta a Chile
6
AHMRC. Diario La Calle 11 de agosto de 1955. Historia militar de la Villa
de la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
7
AHMRC. Diario La Calle 23 de julio de 1955. Historia militar de la Villa de
la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
8
AHMRC. Diario La Calle 6 de septiembre de 1955. Historia militar de la
Villa de la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
9
AHMRC. Diario La Calle 13 de septiembre de 1955. Historia militar de la
Villa de la Concepción del Río Cuarto. Dr. C. J. Rodríguez.
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226
Sociedades de Frontera: Las del pasado
UN
A EST
ANCIA TARDOCOL
ONIAL EN EL
UNA
ESTANCIA
ARDOCOLONIAL
CONFÍN DE LA FR
ONTERA SUR DE CÓRDOB
A
FRONTERA
CÓRDOBA
Flavio Ribero*
R esumen
Chaján fue un poblamiento de la Frontera Sur de Córdoba o Frontera del
Río Cuarto, situado desde la segunda mitad del siglo XVIII en una posición avanzada, al Sur de la línea fortinera y del Camino Real. Este trabajo es
un estudio de la Estancia de Chaján en su calidad de explotación rural,
enfocando la mirada a sus actividades productivas. Con dicho fin se utilizan
los datos del Inventario, Tasación y Partición de bienes que se realizó en
1808. Se analiza su factibilidad productiva desde el punto de vista de las
características ecológicas de las tierras en donde estuvo localizada, con el
objetivo de ampliar el conocimiento de las razones de la conformación de
este poblamiento en el confín de la Frontera Sur de Córdoba.
Palabras ccla
la
lavve: Frontera Sur - Poblamiento - Explotación rural - Ecología Inventario.
Abstract
Chaján was a settlement of the Southern Frontier of Córdoba or The
Frontier of Río Cuarto, placed from the second half of the XVIIIth
century in an advanced position, to the south of the line fortinera and of
the Royal Way. This work is a study of Chaján’s Ranche in his quality of
Instituto Superior María Inmaculada, Río Cuarto. Programa Achiras Histórica. Secretaría de
Ciencia y Técnica. Universidad Nacional de Río Cuarto. E mail: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
227
Flavio Ribero
rural exploitation, focusing the look on his productive activities. With
the above mentioned end there are in use the information of the Inventory,
Appraisal and Partition of properties that was realized in 1808. His
productive feasibility is analyzed from the point of view of the ecological
characteristics of the lands where it was located, with the aim to extend
the knowledge of the reasons of the conformation of this settlement in
the limit of the Southern Frontier of Córdoba.
Key w
or
ds: Southern Frontier - Settlement - Rural exploitation wor
ords:
Ecology - Inventory.
Introducción
La Frontera Sur de Córdoba en la época tardocolonial se extendía más de
300 km a la latitud del río Cuarto, desde la Sierra de Comechingones hasta
penetrar profundamente en la llanura, aproximadamente en el límite actual con
la Provincia de Santa Fe. La distribución de la población en tamaña extensión no
era homogénea; los datos del censo virreinal de 1778 en el Curato del Río
Cuarto evidencian que el sector fronterizo del Sur de la sierra y su pedemonte
tenía una mayor densidad de habitantes hacia el fin del siglo XVIII y comienzos del XIX que la llanura. Entre los pobladores allí localizados se encontraban
los de Chaján; en dicho paraje y para principios del siglo XIX, se conoce de la
existencia de la Estancia de Chaján (en adelante, La Estancia) la cual en 1808
estuvo afectada a un proceso sucesorio, llevándose a cabo un inventario, tasación
y partición de bienes cuyo registro se ha conservado.1
Los datos del inventario permiten reconstruir desde el presente una imagen
de La Estancia. Este trabajo analiza a la misma en su calidad de explotación
rural, enfocando la mirada a sus actividades productivas; además, se estudia su
factibilidad productiva desde el punto de vista de las características ecológicas
de las tierras en donde estuvo localizada, con el objetivo de ampliar el conocimiento de las razones de la conformación de este poblamiento en el confín de la
Frontera Sur de Córdoba.
Su localización geográfica muestra la singularidad propia de La Estancia:
Chaján fue un poblamiento avanzado de la Frontera del Río Cuarto (Figura 1).
El paraje fue consignado en el citado censo de 1778 como el fin de la jurisdicción del Curato, haciéndose referencia a su ubicación sureña, latitudinalmente
mayor que los fuertes y fortines emplazados en este tramo de la Frontera Sur.2
Las razones de habitar en tierras situadas al Sur de la línea fortinera y del
Camino Real han sido motivo de trabajos anteriores;3 en lo que a éste concierne,
228
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Una estancia tardocolonial en el confín de la Frontera Sur de Córdoba
se centra en señalar las posibilidades productivas de las mismas con el fin de
interrelacionarlas con los datos del inventario de La Estancia. Se parte de la
hipótesis de que hubo una tendencia de los pobladores de asentarse en el
pedemonte y en la misma serranía en función de los pastizales, aguadas y leña allí
existentes. Tampoco hay que descartar el aprovechamiento por parte del ganado, y aún del hombre, de los frutos que proporcionaba el monte del Espinal.
Características ecológicas de las tier ras cchajanenses
hajanenses
La ubicación de Chaján se ha demostrado documentalmente por su asociación con el cerro Negro, una elevación granítica de escasa altitud, aunque resaltante
en el paisaje circundante debido a estar situado en la transición entre el cordón
montañoso de la Sierra de Comechingones y la llanura pampeana. Por otra parte, existen restos materiales de este poblamiento tardocolonial en las inmediaciones del citado cerro, que han sido motivo de una investigación arqueológica.4
El conocimiento de las características ecológicas de la región en donde estuvo
situado Chaján, en el límite entre las Provincias de San Luis y Córdoba, plantea
la necesidad de dejar de lado las cuestiones jurisdiccionales con el fin de tener
una mirada más integradora. Pero se tropieza con la dificultad de que generalmente la disciplina geográfica, como la historia, ha tendido a recortar su objeto
de estudio en función de las divisiones políticas republicanas. Por esta razón, la
descripción sintética que se presenta a continuación refleja el sesgo provinciano.
Los datos del inventario muestran una producción de La Estancia centrada
fundamentalmente en la ganadería. El Sur de la Provincia de Córdoba posee una
diversidad de unidades geomorfológicas5 que ofrecen distintas posibilidades
ecológicas para la actividad ganadera y agrícola: Área serrana; pedemonte, llanuras bien drenadas no medanosas; llanuras bien drenadas medanosas; llanuras bien
drenadas con afloramientos de tosca; llanuras mal drenadas; las cuatro primeras
están representadas en el sector bajo estudio del Curato del Río Cuarto.
El área serrana está ubicada en la provincia geológica de las Sierras Pampeanas
Orientales de Argentina (Ramos 1999: 62) y más específicamente en la Sierra de
Comechingones. Las formaciones graníticas de esta última son considerablemente más bajas en este sector si se las compara con el desarrollo de las mismas hacia
el Norte. Posee características diversas de vegetación de acuerdo a los distintos
«pisos» que se distinguen por variables de «altitud, temperatura, exposición, vientos, naturaleza y profundidad de los suelos». En el piso más elevado se encuentran los «pastizales de altura», que son planicies que se desarrollan entre 1500 y
hasta 2000 m.s.n.m. Un segundo piso con predominio de especies arbustivas
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
229
Flavio Ribero
como el romerillo y gramíneas, entre los 800 y 1500 m.s.n.m; es de «baja productividad y susceptible a degradarse luego de los incendios». El tercer piso está
ocupado por el «bosque serrano» a una altitud entre los 700 y 1200 m.s.n.m. y
entre otras especies se encuentran el molle de beber, coco, y hierbas aromáticas
como la peperina. Finalmente, el piso inferior con predominio del monte espinoso al que ya se hizo referencia anteriormente (Kraus et al. 1999: 52-58).
El pedemonte «forma una estrecha faja que rodea a los cordones serranos, ha sido
muy modificado por la acción del hombre, debido al desmonte y posterior laboreo». Queda en la actualidad muy pocos algarrobos blancos y negros; en cambio, en
ciertos sectores el chañar y el tala se vuelven abundantes favorecidos por el desmonte.
El pasto horqueta se destaca por su valor como especie forrajera (ibid.:63-64).
Las características propias de los suelos de la llanura bien drenada no medanosa
los hacen aptos para la agricultura (ibid.:66). Del pedemonte hacia el Este se
encuentra esta cualidad de suelos; también al Sur de Achiras pero interrumpido
por las últimas estribaciones de la Sierra de Comechingones, cuyos cerros aislados más importantes son el Blanco (justo en el límite entre las Provincias de
Córdoba y San Luis), el Negro (contiguo al anterior pero ya en tierras de la
Provincia de San Luis), La Paraguaya, Divisadero, la Leoncita, Suco y Áspero.
Como ya se señaló, en torno al cerro Negro existió el paraje de Chaján. Cabe
destacar que de todas las unidades geomorfológicas que se encuentran en el Sur
de Córdoba, la llanura bien drenada no medanosa es la que sostiene la mayor
actividad agrícola. Kraus, Bianco y Núñez señalan la existencia de varios tipos de
suelos que la constituyen. En su condición original, aquellos tenían en general
una cobertura o primer estrato de 25 cm. de espesor, con alto contenido de
humus, lo cual los hacía sumamente aptos para la agricultura; dicha característica
se ha modificado como consecuencia del intenso y sostenido laboreo de estas
tierras. Las consecuencias de dicho cambio, cuyos detalles no se abordan por
escapar a los fines de este trabajo, se observan hoy en una «fuerte disminución de
entrada de agua de lluvia al suelo, aumentando la escorrentía y potenciando la
erosión hídrica» (ibid.:70).
A la latitud de Chaján y hacia el Sur se extiende el dominio de la llanura bien
drenada medanosa, la cual posee suelos que son altamente erosionables y carentes
de nutrientes. Kraus, Bianco y Núñez sostienen que éstos están constituidos básicamente por dos tipos: El propio de los médanos y el de los sitios entre aquellos;
al primero lo describen de la siguiente manera:
«[…] caracterizados por un sustrato de arena, inestable, seco y deficiente en
nutrientes, por lo cual estos ambientes son extremos para la vida silvestre, tanto
230
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Una estancia tardocolonial en el confín de la Frontera Sur de Córdoba
vegetal como animal […] Algunos pastos están muy bien adaptados dado que
producen gran cantidad de tallos subterráneos (rizomas) y aéreos (estolones)
conformando una densa red que les permite arraigar y perdurar».6
Este tipo de suelo sólo permite el pastoreo en forma limitada; en cuanto al que
está presente entre los médanos, la caracterización brindada por los autores es:
«Los sitios entre médanos se caracterizan por poseer un material originario de textura arenosa similar al propio médano, pero debido a la condición de relieve y mayor estabilidad se ha desarrollado un suelo […] de
color marrón claro (por el escaso contenido de humus) […]».
Y con respecto a las posibilidades de laboreo que los mismos tienen, «[…]
se realizan cultivos anuales estivales («girasol», «maíz», «sorgo»), y forrajeras
perennes («pasto llorón» y «alfalfa») e invernales («centeno» como principal forrajera por su rusticidad) […]».7
A los cultivos mencionados se agrega en la última década el de soja; durante
los trabajos de campo efectuados en el sector se observaron cuadros de este cultivo y de maíz; además, en torno a los recintos estudiados arqueológicamente se
pudo comprobar la presencia de tierras aptas para la agricultura.
El agua es un recurso abundante en la serranía y el pedemonte. Numerosos
cursos de agua nacen y recorren las quebradas y valles, destacándose la cuenca
formadora del río Cuarto y pequeñas corrientes que forman parte de sistemas
dispersos que desaguan el Sur de la Sierra de Comechingones. Los arroyos que
recorren las tierras chajanenses forman parte de la Cuenca o Sistema de los bañados de La Amarga; entre los mismos se cuenta el Chaján. Más precisiones la
brindan Vázquez y colaboradores:
«El extremo sur de la Sierra de Los Comechingones es drenado por los
arroyos Zelegua, Las Cortaderas y Chaján. Éste desagua a los cerros La
Paraguaya, Divisadero, Negro y Blanco, con los arroyos del Medio y Los
Arroyitos; pasa hacia el sudeste y desaparece al sudoeste del cerrito basáltico
de la Madera».8
Es decir, que el arroyo Chaján se forma con el Del Medio y Los Arroyitos,
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
231
Flavio Ribero
siendo las nacientes y cursos de estos últimos las aguadas principales que se consideran estuvieron relacionadas en forma directa con La Estancia.
Desde el punto de vista de la vegetación, las tierras chajanenses pertenecen a
la Provincia Fitogeográfica del Espinal (Kraus op. cit.: 50-51). Vischi y Arana
señalan que la primera se extiende «[…] en forma de arco desde el centro de
Corrientes, norte de Entre Ríos, pasando por el centro de Santa Fe y Córdoba,
centro Sur de San Luis y La Pampa, hasta el sur de Buenos Aires […]» (2002:0910). Los autores destacan la variedad y riqueza de la vegetación de la Provincia
de Córdoba, aunque resulta difícil apreciarla en la actualidad debido a la acción
del hombre:
«[…] uno de los tipos de vegetación característico de esta ecoregión fue
un bosque rico en especies, donde los árboles dominantes deberían ser el
«algarrobo», el «caldén», acompañados por el «espinillo», el «chañar, el
«tala» y el «moradillo» entre otros. En su lugar encontramos en la actualidad campos dedicados a la producción agrícola y ganadera con muy
escasos relictos de vegetación natural».9
A juzgar por las descripciones de las instalaciones domésticas de las estancias
que figuran en inventarios de bienes principalmente y por los relatos de viajeros
sobre las postas y el paisaje, en donde un elemento común era el techo de ramas,
paja y barro y las enramadas, construcciones endebles de troncos y ramas que
oficiaban de reparo al sol, la disponibilidad de troncos y por ende de leña, era
más que suficiente para la densidad poblacional de la serranía y el pedemonte.
La observación de campo indica que, aún desmontado y en muchos casos incendiado un lote en esta región, si se lo preserva del pisoteo y ramoneo del ganado,
el monte del Espinal tiene una recuperación relativamente rápida, en especial en
lo que concierne al espinillo, chañar, moradillo, piquillín y tala. En cambio, el
caldén y las variedades de algarrobo parecen competir en inferioridad de condiciones con las anteriores especies.
Al Oeste y Sur del cerro Negro, en tierras puntanas, hay suelos de carácter
medanoso que antiguamente estuvieron pobladas por el Espinal. Según Ragonese,
los «Bosques y Médanos Pampeano-Puntanos […] Ocupan una planicie –por lo
general ondulada, con valles y colinas medanosas- formando una faja boscosa,
que cubre parte de las provincias de La Pampa y San Luis y sudoeste de Córdoba». En la región Centro-Este de San Luis, las características y situación de la
vegetación que lo conforma «son bosques caducifolios, que forman manchones,
separados entre sí por estepas graminosas, en su mayor parte originadas por la
232
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Una estancia tardocolonial en el confín de la Frontera Sur de Córdoba
actividad humana, como consecuencia de la explotación forestal, el desmonte y
los incendios» (Ragonese 1967: 67-68). En este «sector puntano» se encuentra
la Estancia «Cerro Negro», de más de 2500 has y en la cual se yergue el cerro
homónimo del cual ha tomado su nombre. En prospecciones efectuadas en 2008
y 2009 se observó la conjunción entre llanura y cerro; algunos de los escasos lotes
llanos de la misma poseen tierras aptas para la agricultura, por lo cual son arrendadas a terceros, mientras que la mayoría, aquellos con afloramientos rocosos y
pastos naturales, están dedicados a la cría de ganado vacuno, constituyendo su
principal actividad productiva.10 Las tierras del «sector puntano» se van tornando cada vez menos fértiles y más erosionables a medida que se avanza hacia el
Sur y Sudoeste del cerro Negro.
El aprovechamiento de las condiciones ecológicas de las tierras chajanenses
En el inventario de La Estancia se hace alusión a las tierras, consignando que
poseen «[…] sus aguadas permanentes y buenos suelos para sembrados y vaquería
[…]».11 Es notorio cómo se resalta este mismo aspecto en un documento fechado en 1871, donde se describen las distintas guarniciones que posee la línea de
fuertes, fortines y postas militares sobre el Quinto, y que hace alusión a la «Posta
Militar de Chagán»,
«[…] Chagán
Situado sobre la misma linea que Biscacheras con el mismo objeto teniendo
á más la invernada de yeguas que la tabla 3 explica, los caballos y mulas
inutilizados por el servicio de las fronteras –Los campos son buenos- […]».12
expresa que el mayor porcentaje de caballos y yeguas como componente.
Sin embargo, la ambigüedad del adjetivo utilizado en este documento para
describir la aptitud de las tierras no permite precisar si lo eran sólo para el
pastaje o también para la siembra. Los estudios actuales de los suelos que
componen el sector de las tierras chajanenses señalan que son potables para
la producción agrícola (y los mismos se corroboran en la práctica), aunque
su fertilidad es limitada y no es uniforme en toda la superficie que abarcan
aquellas. En definitiva, las tierras de Chaján ofrecían la aptitud necesaria
para sostener el desarrollo de cultivos, pero la alusión en el inventario a la
potencialidad para el sembrado no especifica ni permite inferir el grado
laboreo de la tierra ni su destino. A modo de hipótesis puede pensarse en
una limitada actividad agrícola con fines de complemento de la dieta de los
pobladores.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
233
Flavio Ribero
En cuanto a la producción ganadera de La Estancia13, ésta era diversificada,
con preponderancia de ganado ovino (76,63% del total) y de equinos (18,59%),
en especial, yeguas, lo que parece haber constituido una característica general de
las estancias del Curato del Río Cuarto. Según Wagner, quién ha estudiado las
características de la producción ganadera de esta región hacia fines del siglo
XVIII y comienzos del XIX, hubo un predominio del ganado vacuno y ovino,
seguido por los equinos y en tercer lugar los mulares, en tanto los caprinos se
registran solamente en cinco estancias (Wagner 1997).
La cantidad de cabezas de ovinos que muestra el inventario pone de relieve la
importancia que tuvo dicho ganado como fuente de producción de la materia
prima para la confección de tejidos, que por división tradicional del trabajo
estaba a cargo de las mujeres en las unidades domésticas. Así lo señalan Bonet y
Larrea tras analizar los datos del Censo de 1813, determinando que la mayoría
de la población femenina (75%) del Curato de Río Cuarto tenía como oficio la
hilandería y la tejeduría (2002:74). Además, y coincidiendo con la realidad
ocupacional que muestran estos datos, las autoras han demostrado la importancia de los tejidos como medio de pago en las transacciones que realizaba el
«mercachifle» Cayetano Proni en la región del río Cuarto; los mismos junto con
el ganado formaban parte de las «monedas de la tierra», siendo la base de la
«semimonetización de una economía débilmente integrada a un mercado de
dimensiones mayores» (ibid.:80).
Siguiendo los datos del inventario, los equinos están situados en segundo lugar en cantidad después de los ovinos. Tell, al realizar un análisis comparativo del
ganado en manos de productores de los Curatos de Río Seco y de Río Cuarto,
en base al relevamiento de propietarios de ganado efectuado en 1838 en la
Provincia de Córdoba, procedió a discriminar en el rubro equinos a caballos y
yeguas, según las siguientes razones: por un lado, porque la presencia de estas
últimas pueden estar sugiriendo la cría y/o invernada de mulas y por otro, la
posibilidad de la existencia de intercambios con los indígenas (Tell 2008:267).
La autora dice
«[…] del avalúo en todos o casi todos los propietarios de Río Cuarto
(en comparación a los de Río Seco) […] debe ser relacionada con su uso
para las faenas rurales y el transporte (sector que para esta fecha estimamos
que tenía mayor significación en esta zona, atravesada por la ruta Buenos
Aires–Cuyo, que en Río Seco, por donde pasaba la decaída ruta Buenos
Aires-Charcas), pero también con el comercio de estas especies –particularmente de las yeguas- con los indios no sometidos».14
234
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Una estancia tardocolonial en el confín de la Frontera Sur de Córdoba
Con respecto a la crianza y/o invernada de mulas, esta fue una actividad
productiva importante de la Córdoba colonial, destinada a su comercialización
en las ferias en Salta y de allí a abastecer los centros mineros del Alto Perú,
especialmente a Potosí, que necesitaban de este noble animal para el traslado de
cargas en esos terrenos escarpados.
En el caso bajo análisis, se considera factible una variación en la importancia
que pudo haber tenido el ganado mular en La Estancia, sobre todo teniendo en
cuenta el año en que se realizó el inventario. Para una mayor objetividad en la
valoración de sus datos específicos a esta producción, de donde resulta que constituye el 1,19% del total del ganado consignado, se debe tener en cuenta las
oscilaciones en la demanda externa.
Assadourian y Palomeque sostienen que, desde la segunda mitad del siglo
XVIII, comenzó una etapa próspera para la producción mular porque la economía minera del Alto Perú se recuperó de la crisis que sufrió desde fines del
siglo XVII; de todas maneras, hubo intervalos negativos, producto de sequías y
por la baja en la demanda durante lo años 1780-1785 a raíz de las sublevaciones
indígenas en ese lapso. Con posterioridad a la crisis mencionada, los precios subieron y los primeros cinco años del siglo XIX alcanzaron las cifras de los mejores momentos del siglo XVII, estimulando la oferta. En los años 1808-1809, la
exportación de ganado mular comenzó a decaer debido a una merma registrada
en la demanda, probablemente por una disminución de la producción minera
altoperuana. A esta situación se sumaron las consecuencias de los sucesos revolucionarios en el Alto Perú (1809) y el Río de La Plata (1810), lo cual precipitó
la caída de las exportaciones (Assadourian y Palomeque 2003:153-154).
Haciendo referencia a la situación económica que se vivió en el campo cordobés desde 1810, Assadourian señala que:
«[…] la crisis del comercio mular fue prácticamente una crisis social de
masas. En efecto, el hasta entonces sector dominante de la economía regional reposaba sobre la producción a pequeña escala de cientos de campesinos que criaban entre 5 y 30 animales al año (incluso en las «estancias»
mayores los capataces y agregados podían tener en propiedad una manada
de yeguas y algún burro hechor) […]».15
Por lo tanto, teniendo en cuenta la situación en baja de la demanda mular
hacia 1808, año de realización del inventario, las cantidades que figuran en éste,
pueden estar reflejando la caída y por eso no coincide con las épocas de mayor
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Flavio Ribero
demanda. Durante las mismas La Estancia habría gozado de un período de bonanza, influido por la lógica del mercado tardocolonial en sostenido crecimiento debido al Auto Provisional de libre internación a través del puerto de Buenos
Aires, dictado por el Virrey Cevallos, del 6 de noviembre de 1777, y por el
crecimiento económico de las poblaciones ligadas a la explotación minera en el
Alto Perú. De esta manera, el comienzo del libre comercio colocó al centro del
país en un rol de intermediario entre el Alto Perú y Buenos Aires.
A partir de 1808, a pesar de estar todavía enmarcado en esta situación de
bonanza, la disminución de la demanda del mercado minero altoperuano comenzó a afectar al comercio de mulas y se vio complicado exponencialmente más tarde
por los sucesos revolucionarios. Los números y el tipo de ganado que refleja el
inventario pueden estar mostrando, entonces, una fase de transición desde la cría y/
o invernada de mulas a la de caballos, aprovechando los planteles de yeguarizos. Es
factible, teniendo en cuenta el resultado del estudio comparativo llevado a cabo
por Tell, que el destino de esta producción haya sido el comercio en la misma
región como bien básico para el trabajo rural, pero no debiera descartarse la posibilidad del intercambio con grupos indígenas, más teniendo en cuenta la ubicación
de La Estancia en el contexto de la Frontera del Río Cuarto.
Wagner completa su estudio de la frontera ganadera de la región del río
Cuarto analizando los registros del impuesto de alcabala entre 1786-1798. Dicho impuesto, según la autora, se comenzó a exigir en 1786 como motivo de las
reformas administrativo-fiscales llevadas a cabo por los Borbones con el fin de
elevar la eficiencia en el cobro de las contribuciones y aumentar las recaudaciones. Los asientos de alcabalas referidos al comercio de ganado le han permitido
conocer en muchos casos los nombres de quiénes realizaban las transacciones (se
cobraba un porcentaje sobre el valor total de venta, que en el caso de las mulas
fue del 2%), sus procedencias, las relaciones comerciales con otras regiones y las
que se tenían entre individuos de la misma región del río Cuarto. De esta manera,
ha podido identificar una «fuerte vinculación» con el Norte cordobés, siendo el
motivo de las transacciones en su mayor parte, la venta de mulas de un año y dos,
lo que a juicio de la autora estaría confirmando que esta región era de cría antes
que de invernada. Los comerciantes cordobeses hacían invernar las mulas uno o
dos años y luego las comercializaban en las ferias de Salta y en menor medida, en
las de Jujuy. Las fuentes señalan el predominio del pequeño productor de mulas
por encima de los medianos (menos de 100 mulas al año). Por otra parte, vacunos y caballos figuran en proporción mucho menor a la cantidad de transacciones de ganado mular. En cuanto a las ventas de novillos, caballos y bueyes, la
mayoría se realizaron en la misma región y a comerciantes de Cuyo; en este caso,
la autora sumó a los asientos de alcabalas el del cobro del Nuevo Impuesto entre
236
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Una estancia tardocolonial en el confín de la Frontera Sur de Córdoba
1783 y 1785, que consistía en un pago por tránsito de mercancías entre Buenos
Aires – Cuyo y viceversa (Wagner op. cit.).
Con relación a La Estancia, en el apéndice con los nombres y procedencias de
compradores y vendedores que Wagner anexa en su Trabajo Final de Licenciatura, no está registrada ninguna operación en donde figure el propietario consignado en el inventario de 1808, Domingo Alfonso; tampoco Chaján aparece como
lugar de procedencia de algún vendedor o comprador. En este sentido, cabe
precisar en primer lugar que los asientos de alcabala y del Nuevo Impuesto son
de fecha anterior al estado que muestra La Estancia en 1808 y en segundo lugar,
existe la posibilidad de que se hayan realizado operaciones eludiendo el pago de
las obligaciones impositivas de la época, más aún, si el intercambio se realizó con
grupos indígenas. En esta dirección, Wagner llama la atención con relación al
escaso registro de operaciones de venta de vacunos a comerciantes de Mendoza,
esgrimiendo la posibilidad de que el contrabando de este tipo de ganado fuera
más frecuente (ibid.).
El año en que se realiza el inventario de La Estancia forma parte de una
época en que se están produciendo cambios económicos importantes, que Jonathan
Brown describe así:
«El mercado mediterráneo de Potosí en el Alto Perú […] suplió el envión
inicial a la economía colonial. Las poblaciones del interior abastecieron a
esta región minera rica en plata pero pobre en tierras laborables, con
hacienda vacuna, mulas y productos agrícolas. El segundo mercado externo, la comunidad mercantil europea, del otro lado del océano, era por
naturaleza más pujante. Hacia el fin del período colonial comenzó a sobrepasar el mercado altoperuano, anunciando el auge del complejo portuario bonaerense y de las industrias ganaderas del litoral. El mercado
ultramarino fue dominado más tarde por la revolución industrial en Gran
Bretaña y los Estados Unidos, cuyas innovaciones productivas y tecnológicas crearon la necesidad de aumentar la importación de materias primas
[…] El sistema de producción en la pampa se relaciona directamente con
los mercados. La estancia (explotación ganadera) del litoral era la principal unidad productiva […] La estancia se arraigaba profundamente en el
pasado colonial, pero demostró gran flexibilidad al enfrentarse en el siglo
XIX con cambios en las condiciones de mercado...».16
Si las condiciones del mercado estaban cambiando, éstas deben haber repercutido en La Estancia y obligado a sus pobladores a buscar alternativas.
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237
Flavio Ribero
Assadourian señala que entre 1817-1828 se produjo una reactivación de la exportación de ganado vacuno hacia Cuyo (que cumplió el rol de región
invernadora) para luego venderse en Chile (op. cit.:247-248); en el caso de La
Estancia, los datos disponibles no hacen posible establecer o inferir un cambio
en dicha dirección de su actividad productiva.
Conclusión
El análisis llevado a cabo ha pretendido superar la mera imagen que el inventario permite formar de la Estancia de Chaján en el presente. Los pobladores
que la habitaron aprovecharon las condiciones ecológicas, pasturas y aguadas en
abundancia, para cimentar una base económica esencialmente ganadera. Esta producción, de carácter diversificada, no sólo respondió a las necesidades de consumo sino también al comercio. Para este último pudieron destinar principalmente
tejidos, mulas, caballos y yeguas, con las oscilaciones propias de las coyunturas
políticas y económicas como las que se estaban produciendo en 1808, año en
que se realizó el inventario. Dicha situación genera interrogantes sobre los cambios que pudieron haberse estado operando en La Estancia, hayan sido consecuencia inevitable o estrategia económica dirigida a encontrar alternativas para
suplir la merma en la demanda de ciertos productos, como ocurrió, según lo
visto, con el ganado mular. Pero mas allá del grado de incertidumbre que generan los mismos ante la falta de respuestas certeras, la situación de La Estancia en
el confín fronterizo no parece haber perjudicado en demasía al desenvolvimiento cotidiano de sus pobladores; en este sentido cabe preguntarse si los chajanenses
no tuvieron un mayor control sobre el destino de sus vidas que el que los historiadores pueden llegar a conocer o por lo menos imaginar.
Notas
238
1
Archivo Histórico Municipal de Río Cuarto (AHMRC), Fondo Documentos del Cabildo (FDC), serie Juzgado, caja 13, exp. 9, 20 fojas. Villa del Río
Cuarto. Carátula: D. José Domingo Alfonso y Da. Josefa Cabrera, inventario,
tasación y partición de sus bienes, 18 de junio de 1808.
2
Conservó esta singularidad hasta la creación de fuertes y fortines en el río
Quinto, nueva línea fronteriza establecida en 1869, salvo en el periodo 18571863, durante el cual existió el Fuerte Tres de Febrero en la margen Norte del
río Quinto, fundado por el General Juan Esteban Pedernera junto con el Fuerte Constitucional o de las Pulgas, en jurisdicción de la Provincia de San Luis.
Tamagnini señala que el primero debió ser abandonado por las fuerzas de
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Una estancia tardocolonial en el confín de la Frontera Sur de Córdoba
Manuel Baigorria en 1863, debido a la imposibilidad de sostener la posición
ante el incremento de los malones ranqueles y el accionar de las montoneras
del Chacho Peñaloza (Tamagnini, 2007: 34).
3
Véase Ribero, 2007a «Pobladores en la vanguardia fronteriza de Córdoba:
Chaján (1750-1869)»; en Rocchietti, A. M. y M. Tamagnini (comps.) Arqueología de la Frontera. Estudios sobre los Campos del Sur Cordobés. Dpto. de
Imprenta y Publicaciones. Universidad Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto:
185-219.
Una investigación más amplia del poblamiento de Chaján ha sido realizada
por el autor como Trabajo Final de Licenciatura en Historia: Ribero, F. 2010
«Chaján, un caso de poblamiento temprano al sur del río Cuarto». Inédito.
4
La excavación arqueológica del sitio «Las Stipas», dirigida por Ana María
Rocchietti durante los años 2005-2007, fue la primera investigación metódica
para estudiar los restos de antiguos constructivos pertenecientes a un poblamiento
tardocolonial rural en el Sur de Córdoba. Véase: Rocchietti, A. M. y F. Ribero
2006 «El primer poblamiento de Chaján»; en Carrara, M. T. (comp.) Continuidad y Cambio Cultural en Arqueología Histórica. Actas del Tercer Congreso
Nacional de Arqueología Histórica. Universidad Nacional de Rosario, Rosario:
250-257. Rocchietti, A. M. y F. Ribero 2007 «Epílogo: El primer poblamiento
de Chaján»; en Rocchietti, A. M. y M. Tamagnini (comps.) Arqueología de la
Frontera. Estudios sobre los Campos del Sur Cordobés. Dpto. de Imprenta y
Publicaciones. Universidad Nacional de Río Cuarto, Río Cuarto: 303-316.
5
Las unidades geomorfológicas han resultado de la acción combinada de procesos tectónicos, litológicos y climáticos (Capitanelli 1979: 236). La tectónica
se refiere al movimiento de placas que modelan la estructura de la corteza
terrestre, la litología a la composición mineral de las rocas y suelos, en tanto
que por procesos climáticos, se debe entender a la acción del agua, viento y
temperatura.
6
Kraus, et al, op. cit.: 85-86.
7
Ibid.: 85.
8
Vázquez et al, 1979: 177.
9
Vischi y Arana, 2002: 10.
10
Infomación aportada por el Sr. Juan Rodríguez, Encargado de la Estancia
«Cerro Negro».
11
AHMRC. FDC. c13, e9, f4, 18/06/1808.
12
Servicio Histórico del Ejército. Fondo Campaña Contra Los Indios, f.1157.
El Detall de la Frontera Sud de San Luis. Agosto de 1871. Informe dirigido al
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
239
Flavio Ribero
Señor Comandante General de las Fronteras de Córdoba, San Luis y Mendoza,
General Don José M. Arredondo.
13
La transcripción completa del ganado consignado en el inventario puede hallarse en Ribero, F. 2007b «Inventario, tasación y partición de los bienes de la
Estancia de Chaján, 1808»; en Revista TEFROS, Vol. 5 N°2. www.unrc.edu.ar/
publicar/tefros.
14
Tell, 2008: 277-278.
15
Assadourian, 1982: 234.
16
Brown, 2002: 22.
Ar
Arcc hi
hivv os consultados
Archivo Histórico Municipal de Río Cuarto.
Archivo del Servicio Histórico del Ejército.
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Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
241
Flavio Ribero
Elaboración del autor. Fuente sobre caminos: Barrionuevo Imposti 1986: 96-99.
Figura 1. Localización de la Estancia de Chaján en la Frontera del Río Cuarto.
242
Sociedades de Frontera: Las del pasado
SIN LÍMITES Y SIN TREGU
A.
TREGUA.
UN
A REDEFINICIÓN DE LA «GUERRA
UNA
A MUER
TE» EN LAS FR
ONTERAS
MUERTE»
FRONTERAS
DE AMÉR
CA SUR
AMÉRCA
Carla Gabriela Manara*
R esumen
En el marco de los movimientos independentistas, la derrota de los realistas en la batalla de Maipú (1818) abrió una etapa de violencia inusitada
en la historia de Argentina y Chile conocida como «guerra a muerte».
Una guerrilla prorealista organizada y con notable logística comenzó a
movilizarse por todos los frentes de frontera a ambos lados de los Andes,
con el objetivo de desarticular a los insurgentes instalados en Santiago de
Chile y en Buenos Aires, evitar que avancen hacia Lima y apuntalar el
orden absolutista todavía impulsado por Fernando VII y los monarcas de
la Santa Alianza.
La guerra sin cuartel cundió por todas las ciudades, villas, haciendas y se
internó más allá de las fronteras dando lugar a comportamientos y a vínculos inéditos. Se agudizaron los enfrentamientos entre facciones y se reiteraron los conflictos sociales desafiando la capacidad de resolución de
los bandos de la contienda. Asimismo surgieron amplias redes de contactos que excedieron los ámbitos regionales. La inestabilidad reinante era un
gran obstáculo para afianzar el proyecto de los estados nacionales. Recién
en la década de 1830, al ser desarticulada la guerrilla, los gobiernos libe(CEHIR - ISHIR / CONICET). Universidad Nacional del Comahue- Neuquén.
E mail: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
243
Carla Gabriela Manara
rales tuvieron mejores perspectivas de avance. El contexto descripto, poco
tiene que ver con la tendencia historiográfica –tanto chilena como argentina- que ha minimizado el trasfondo ideológico del período, desacreditando arbitrariamente las permanencias coloniales para atribuir tamaña
violencia al incremento del bandolerismo y de la delincuencia, aspectos
que nos proponemos revisar y redefinir.
Para avanzar en esta dirección partimos de relectura de obras decimonónicas
clásicas procurando articular las versiones básicamente fragmentadas que han
circulado hasta la actualidad. A su vez, confrontamos un corpus documental
muy heterogéneo y disperso que ha sido relevado en repositorios de Argentina y Chile siguiendo el radio de acción de la guerrilla.
Palabras ccla
la
lavve: insurgencias - guerrilla - fronteras - estados - nación facciones.
Abstract
As part of the independence movements, the defeat of the Royalists at
the Battle of Maipú (1818) heralded a period of unprecedented violence
in the history of Argentina and Chile known as the «war to death.» A
guerrilla prorealista remarkably organized and logistics began to move on
all sides of border on both sides of the Andes, with the aim of dismantling
the insurgents installed in Santiago de Chile and Buenos Aires, to prevent
progress toward Lima and shore absolutist order still driven by Fernando
VII and the monarchs of the Holy Alliance.
Out war spread through all cities, villages, farms and plunged beyond the
borders resulting behaviors and unpublished links. It intensified factional
fighting and repeated social conflict resolution challenging the ability of
the sides of the conflict. It also emerged that extensive networks of
contacts exceeded the regional. The instability was a major obstacle to
securing the project of nation states. Only in the 1830’s, when the guerrillas disbanded, the Liberal governments had better prospects of
advancement. The context described, has little to do with the
historiographical tendency, both Chile and Argentina, which has
minimized the ideological background of the period, colonial stays
arbitrarily discredit to attribute so great violence to increased banditry
and crime, issues that we propose to review and refine.
To advance in this direction we start re-reading of nineteenth-century
classical works trying to articulate the basic versions that have circulated
244
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
fragmented until now. In turn, we confront a body of heterogeneous and
dispersed documentary has been released in Argentina and Chile
repositories follow the radius of action of the guerrillas.
or
ds: guerrilla - insurgencies - borders - nation - states - features.
Key w
wor
ords:
Introducción
Dado que el proceso de independencia fue trascendental en el acontecer de
las sociedades americanas es un campo de renovadas discusiones. Los movimientos
emancipatorios y la proyección de los nuevos estados liberales provocaron cambios profundos y una diversidad de situaciones y reacciones sobre las cuales no
siempre existen explicaciones claras en las historias nacionales.
En el caso de Chile y Argentina, lo ocurrido a partir de 1810 ha sido tradicionalmente contado desde los centros de poder enfatizando la imagen clásica
de los «patriotas» liberándose del yugo de los «realistas». Pero el choque ideológico provocó una cruenta guerra entre los bandos generando durante varios
años un clima de violencia tan inusual como difícil de resolver. Si existe un tópico en el cual la historiografía de ambos países coincide, es en señalar que la
«guerra a muerte» fue el período más violento y nefasto de la transición dada
entre la colonia y la república. Con seguridad, todo cuanto se pueda decir al
respecto sería un débil cuadro de la realidad.
La conflictividad de este proceso puede advertirse en muchos aspectos, sin
embargo es bastante menos lo que se sabe acerca de lo acontecido en las regiones
fronterizas alejadas de los centros políticos, es decir, ¿qué efectos produjo la
revolución más allá de Buenos Aires y Santiago de Chile?; ¿por qué y cómo el
espacio fronterizo se convirtió en el epicentro de la «guerra a muerte»? Responder a estos interrogantes nos conduce a replantear muchas de las explicaciones
dadas hasta la actualidad.
Según las versiones difundidas, luego de la derrota de los realistas en la batalla
de Maipú en 1818, el ejército disperso se refugió en la Araucanía en donde
organizó montoneras que salieron a asaltar y a atacar las ciudades, pueblos y
fortines al sur de Santiago. Este fue el inicio de una guerra sin cuartel entre
realistas y patriotas que duró hasta la batalla de Ayacucho en 1824 cuando
fueron derrotados los realistas del Perú. Según estas mismas versiones se trataba
básicamente de bandidos y criminales que proliferaban en el mundo de fronteras. Es decir, sujetos marginales que recurrían al robo y al saqueo para sobrevivir
y que se refugiaban en la Araucanía al amparo de los indios.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
245
Carla Gabriela Manara
La versión dominante de la «guerra a muerte» partió de la clásica obra del
historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna (1972) a fines del siglo XIX1.
Desde entonces y hasta la actualidad, muchos historiadores la utilizaron tradicionalmente para referirse a la guerra sin cuartel desatada entre realistas y patriotas después de Maipú. Sin embargo, el uso de esta terminología no es original
para el caso de Chile ya que en 1813 Bolívar había oficializado su enfrentamiento con los «llaneros» venezolanos -defensores del rey- a través del «Decreto de la
Guerra a Muerte», tan célebre en los anales de la historia de Venezuela (Pietri
1968). Es decir que esta denominación define prácticamen-te la modalidad sanguinaria que adquirió la contienda cuando asomaron los primeros atisbos
libertarios y las fuerzas del rey contraatacaron. La rivalidad era irreconciliable
por lo que uno de los bandos debía imponerse aniquilando al enemigo, por lo
tanto la lucha era a «vencer o morir», otra de las expresiones de la época que
circulaban entre lo centros insurrectos.
Por lo tanto, consideramos que un primer punto a revertir es que en 1818
no fue el comienzo de la «guerra a muerte» sino el momento en que se exacerbó
la violencia, producto de una confrontación que no tenía fin. En la medida que
tamaño conflicto no terminaba de resolverse el choque entre las fuerzas fue
innovando sus estrategias siendo cada vez más agresivas. Unos y otros se
empecinaron hasta las últimas consecuencias en ganar la pulseada y recreaban sus
movimientos frente a los del enemigo. A tal punto que los insurgentes no pudieron actuar según los códigos de una guerra convencional. Entonces las autoridades santiaguinas decidieron actuar a imagen y semejanza del enemigo declarando
oficial-mente la «guerra de vandalaje» fomentando los ataques sorpresivos, saqueos, incendios y pillaje que tanto repudiaban de las montoneras realistas2. De
este modo, la guerra estable-ció su propia ley: la ley de la selva, la ley del más
fuerte. No podía ser de otro modo, el viejo orden no terminaba de irse y el
nuevo no lograba superarlo.
El caos que se vislumbra requiere ser profundizado porque, efectivamente, lo
que estaba ocurriendo tenía otra dimensión. Al reconstruir el proceso vemos que
luego de Maipú (1818) el victorioso gobierno «patriota» instalado en Santiago
de Chile creyó que el enemigo realista estaba finalmente derrotado. Los
santiaguinos se dispusieron inmediatamente a organizar la campaña al norte para
derribar al virrey en Lima. Sin embargo los planes se vieron bruscamente alterados con la incursión de montoneras que asaltaban poblados y haciendas al sur de
la capital. La forma en que estos grupos se movilizaban rápida y efectivamente
era un síntoma claro de que se trataba de un contragolpe por parte de los realistas. El hecho de que las fuerzas del rey se concentraran en la Araucanía formando
montoneras con movimientos planificados muestra otra faceta de la guerra, sobre la cual queda mucho por decir.3
246
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
Más allá de cualquier intento de caratular a estas fuerzas como «bandas de forajidos», lo que se evidencia es la movilización de una guerrilla organizada con una logística
poderosa que tuvo en vilo a las fuerzas insurrectas. Como todo período oscuro y extremo adolece de vacíos muy llamativos sobre los cuales buscamos avanzar para poder
comprender la situación de fondo. Creemos que una relectura de lo ocurrido durante
estos años propiciará una interpretación del proceso revolucionario menos estereotipada
y no tan apegada a los marcos de las historias nacionales y regionales.
La «Guer
ra a Muer te» en su conte
xto
«Guerra
contexto
Las autoridades insurgentes, en su afán de mostrar la ruptura con la Corona, se
negaban a reconocer que las fuerzas del ejército realista luego de Maipú se habían trasladado al sur del Bío Bío en donde rápidamente se habían reorganizado
en forma de guerrilla con el objetivo político y militar de seguir la lucha hasta
reinstaurar el poder del rey Fernando VII. La movilización de las múltiples
montoneras quedó a cargo del chileno, Vicente Benavídes, quien detentaba el
cargo de Comandante de las Fuerzas del Sur otorgado por el mismo virrey del
Perú. Benavídes tenía claras indicaciones de movilizarse a cuentas de derrotar a
los «usurpadores del poder».
La alianza lograda con varios grupos araucanos y pehuenches fue un factor
clave para el accionar de esta guerrilla porque le posibilitó la movilización hacia
el este andino y así extender su accionar hasta las campaña bonaerense en función
de las articulaciones regionales y sociales existentes entre Araucanía, nordpatagonia
y pampas. También fue importante el apoyo popular a través de campesinos del
sur, hacendados, religiosos y comerciantes que coincidían en rechazar los planes
revolucionarios (Bengoa 1990; 1992). Asimismo, desertores del ejército patriota, exiliados políticos hasta bandidos comunes y oportunistas fueron sumándose
a las filas realistas. El caos reinante generó una incertidumbre generalizada que
puso en tensión a las poblaciones de urbanas, rurales e indígenas.
Como señalamos, el comienzo de la guerra a muerte habría sido declarada
por Bolívar hacia 1813, coincidiendo significativamente, con el retorno del rey
al trono, luego de sus años de cautiverio en manos de Napoleón. El monarca
desechó todo cuanto habían obrado los grupos liberales en España y se dedicó a
atacar a los «osados rebeldes» que ocuparon el poder en las colonias americanas.
El regreso del rey puso en jaque los planes emancipadores y endureció la lucha al
imprimir fuertes represalias y persecuciones.
El caso del reino de Chile, a diferencia del Río de la Plata, engendró una encarnizada lucha dado que los patriotas de la «Patria Vieja» fueron expulsados en 1814 en
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
247
Carla Gabriela Manara
la batalla de Rancagua y los realistas volvieron a imponerse en Santiago. Los odios y
las revanchas desencadenaron todo tipo de represalias porque los patriotas, a su
turno, se habían ensañado con la población hispana, parte de la drástica política
implementada por José Miguel Carrera. Luego se produjo la batalla de Chacabuco
que mostró la fuerza de los insurgentes en busca del poder, pero en Cancha Rayada se
impusieron los realistas jaqueando nuevamente a los santiaguinos hasta que estos lograron el éxito en Maipú. Este ir y venir acentuó los odios mutuos hasta niveles
inéditos y corrió el eje de todos los límites conocidos. 4
Otro de los aspectos a revisar surge de comprender los efectos que tuvo la
profunda inestabilidad política e inseguridad social que reinó durante las primeras décadas del siglo XIX, etapa de plena transición hacia el orden republicano
(Varela y Manara 2001). En este contexto el modelo liberal no tenía suficiente
margen para avanzar ni los recursos necesarios como para superar el enérgico
contraataque que lideraba el virrey Pezuela desde Lima. Por lo tanto, la guerra
con el enemigo concentrado en las fronteras del sur se convirtió en un desafío
vital, ya que mientras San Martín organizaba su ejército en Mendoza para cruzar a Chile y luego ingresar en Lima, las montoneras dirigidas por Benavides se
encargaban de frenar estos planes realizando ataques simultáneos en distintos
frentes de la frontera sureña, con tal de dispersar y desgastar a las tropas insurrectas.
El mismo virrey enviaba recursos y alentaba en su correspondencia dirigida a
Benavides con el objetivo puntual de frenar el avance de San Martín5. En la
documentación relevada también corroboramos la efectividad de las operaciones de la guerrilla y de cómo éstas generaban múltiples inconvenientes y temores
a los santiaguinos como al gobierno de Mendoza incluso al de Buenos Aires que
también estaba en la mira de los realistas. Las mismas fuentes son reiterativas en
cuanto a asociar el problema con el bandidismo. La conflictividad era asociada a
«hordas de delincuentes» y «bandas de fascinerosos» que tenían «secuaces indios», imagen que ha logrado desvirtuar la situación de fondo. Para avanzar en el
tema es necesario superar los rótulos que generalizan una realidad tan heterogénea
y cambiante. A la luz de lo dicho, cabe preguntarnos entonces ¿cómo podría ser
posible que un «bandido» como Benavides venciera a los santiaguinos en ocho
combates sucesivos en tan solo tres meses durante el año 1820?, ¿Es este el «bandido» que llevó al gobierno de O´Higgins a establecer la «guerra del vandalaje»
para poder equiparar al enemigo que siempre sacaba ventajas? Es evidente que
los estereotipos no ayudan a pensar respuestas para estos interrogantes.
Tal como ocurre en toda coyuntura crítica, el incremento del bandidaje fue
elevándose desde fines del siglo XVIII, aspecto que han verificado las investigaciones en los últimos años6. Pero, de ahí a pretender criminalizar a todo sujeto
opuesto, disidente o resistente al plan revolucionario hay una diferencia sustan248
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
cial a la que debe prestarse mayor atención. Lo que subyace es el descontento de
gran parte de la población mancomunada en las filas de la guerrilla para frenar la
consolidación de un nuevo orden en el cual ven trastocadas sus vidas sin beneficios a la vista. Para la mayoría social, el discurso sobre libertades e igualdades que
proponía el modelo republicano resultaba aun muy abstracto.
Tampoco puede minimizarse el hecho de que las provincias del sur hayan
sido las más afectadas por las acciones bélicas de ambos bandos. La guerra, el
hambre, el pillaje y el enganche de hombre habían despoblado las aldeas y los
campos perjudicando las faenas agrícolas y en consecuencia la actividad comercial. Los informes de los intendentes de Concepción como los cabildos de Talca,
Concepción, Rere, Cauquenes, Chillán coinciden en el estado lamentable, de allí
las políticas de repoblamiento que implementaron indultando a los emigrados
para que vuelvan a sus tierras. ¿Hubiera sido posible semejante situación si los
responsables de todo eran bandidos y salteadores como justificaba el gobierno?
Al releer estos datos en el contexto, interpretamos que esa gran masa de
población cruzó el Bio Bio para resguardar sus vidas, habiendo abandonado sus
tierras y propiedades que seguramente habían sido confiscadas o usurpadas por
el gobierno de Santiago. Esta población fue alimentando las filas de la guerrilla
a cuyo amparo al menos podía sobrevivir a las «injusticias» y el caos generado
por el nuevo gobierno7. Esta fuerza lograba disponer de suficientes recursos a
través de distintas operaciones y redes de colaboracionistas como para enfrentar
a las tropas insurrectas que solían quejarse de la precariedad de su situación frente
a un «enemigo aventajado».
Redef
iniciones del pr
oceso en estudio
edefiniciones
proceso
El principal problema que incide en el abordaje de este tema es la fragmentación espacial y temporal que predomina en las explicaciones. Las historias nacionales y provinciales sobreponen los límites políticos de las repúblicas para avaluar
problemáticas emergentes en tiempo anteriores a los mismos por lo cual aparecen recortes geográficos forzados. A su vez, las mismas historias nacionales recortan el proceso en etapas pensadas desde la lógica republicana produciendo recortes temporales artificiales para comprender la dinámica del conjunto.¿Cuál es el
significado de 1810 o 1816 para las sociedades de frontera?. El funcionamiento
«tierra adentro» se vio seriamente alterado recién en la década de 1820 debido
al traslado masivo de grupos araucanos al este andino escapando de las represalias
propias de la guerra a muerte y al mismo tiempo, por el avance nada discreto de
la política porteña al sur del Salado.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
249
Carla Gabriela Manara
Una mirada más amplia nos llevaría a priorizar, por ejemplo, el año 1813
que marcó el regreso del rey que tuvo efectos en las distintas regiones como
parte de una operatoria a nivel continental. Consideramos que dichos recortes
no permiten advertir las continuidades y las conexiones regionales reduciendo
notoriamente el ángulo de observación.
En tal sentido, existen dos cuestiones cuya redefinición es fundamental para
aproximarnos al revés de la trama. El primero, emerge del corte temporal tradicionalmente dado al período de la guerra a muerte (1818-1824) que ha sido
impuesto por los historiadores liberales de fines del siglo XIX y sigue vigente en
buena parte de la producción actual. Según esta misma versión, cuando Benavídes
fue capturado y muerto en 1822 el liderazgo pasó a cargo de Manuel Picó
(1822-1824), un reconocido general español que actuó hasta la derrota en
Ayacucho. A partir de entonces se pierde la continuidad con hechos posteriores
que son significativos.
Dado que en 1824 las montoneras fueron perseguidas y declaradas en clandestinidad, se trasladaron al este cordillerano bajo las órdenes de otro chileno,
José Antonio Pincheira (1824-1832), y se asentaron en los ricos valles andinos
del noroeste de la actual provincia de Neuquén. Por estos dominios de las tribus
pehuenches se accedía a diversos pasos cordilleranos y a rastrilladas que cruzaban
todo el extenso espacio fronterizo. Por lo tanto las montoneras comandadas por
Pincheira lograron ampliar el radio de acción así como renovar pactos con las
facciones unitarias y federales y fomentar coaliciones de fuerzas heterogéneas
para reubicarse en el cambiante escenario del poder.8
No es casual que en estos años aumentara la cantidad de malones y que estos
adquirieran una capacidad de ataque sorprendente. El malón tradicional combinado con las estrategias y recursos del ejército realista formaban una fuerza formidable que no tardaba en ponerse en acción cada vez que el gobierno porteño,
santiaguino o mendocino amenazaba con traspasar la línea de frontera. Desde
estas mismas comandancias se elevaban informes dando cuenta del temor que
generaba el solo rumor de que estas huestes amenazaban con dar malón. En la
década de 1820 se hicieron cada vez más reiterados los comunicados de las
autoridades de fronteras dando cuenta de la amenaza de malones que generaban
un temor mayor al habitual al saber que los indios estaban ahora liderados por
los temibles Pincheira.9
Nada de esto ha sido demasiado explorado y en su lugar encontramos una
asociación directa al «bandolerismo» con lo cual queda totalmente descartada
cualquier connotación políticas, siendo además que la pugna política se da por
terminada en 1824. Presentado de este modo, volvemos a notar que debido a
250
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
los recortes no se advierte que la movilización de la guerrilla tuvo continuidad
en sus objetivos políticos y en sus estrategias militares.
Es así, como a partir de 1824 la mayoría de los textos dan un salto temporal
hasta mitad de la década de 1830 cuando ya la guerrilla había sido derrotada
poniendo énfasis en la apertura de un nuevo período de progreso y triunfo del
estado. Lo que queremos remarcar es que existe un vacío de explicaciones muy
llamativo entre 1824 y 1832 no habiendo referencias específicas que den cuenta
de la relevancia de las fuerzas movilizadas por y para el rey en América del sur en
los precisos años que marcaron con crudeza el tránsito de orden monárquico al
republicano.
El segundo problema a redefinir se desprende del primero. La segunda fase de
la guerra a muerte comenzó con el traslado de las montoneras a cargo de José
Antonio quien lideró hasta 1832. El protagonismo de este líder es crucial en el
plano político y social de estos años aunque aparece desvirtuado y hasta ignorado
en virtud de las limitaciones impuestas por la historiografía tradicional. En los
relatos oficiales se pierde el rastro de las huestes realistas a partir de 1824 porque se
las piensa refugiadas en tierras argentinas dedicadas al simple pillaje y maloneo en
connivencia con sus aliados pehuenches. Por lo tanto, no debe sorprender que para
la mayoría de los autores chilenos como argentinos, Pincheira y sus hermanos10
como todos sus «secuaces» constituyen el estereotipo del bandolerismo peligroso
que quedó como «cruel resabio del pasado colonial». La «proliferación de estos
bandidos» en las fronteras complicaba la situación de los incipientes gobiernos
republicanos que no lograban frenar al problema, por lo tanto se terminaba por
justificar el tanto o más violento accionar de las fuerzas regulares.
Al estar fuertemente instalada la idea del «bandidismo» y «bandolerismo»11
se le ha restado importancia al significado político subyacente en estos comportamientos «salvajes» y «bárbaros» sin comprender el real sentido de las expresiones de resistencia popular y la movilización de fuerzas no alineadas con los
nuevos grupos de poder.
No hay dudas de que la guerrilla ha sido reducida a un accionar meramente
delictivo y que se ha subestimado la participación indígena. En tal sentido, es
necesario diferenciar que la guerrilla fue un fenómeno que convivió con un bandidaje o bandolerismo creciente. Ambos fenómenos fueron emergentes de una
misma situación social y política muy crítica. El problema es que ambos conceptos suelen ser tomados como sinónimos cuando en realidad no sólo son diferentes sino que pueden ser pensados como complementarios. El primer concepto
hace referencia a una organización político-militar mientras que el segundo se
refiere a una delincuencia -conectada o no- al plano ideológico.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
251
Carla Gabriela Manara
La ar ticulación del mundo fr
onterizo
fronterizo
A partir de las imágenes fragmentadas que comentamos anteriormente también se pierde de vista la real dimensión de los espacios de fronteras ubicados al
sur de Santiago y de Buenos Aires. De más está decir que esta integración es la
que nos permite mostrar que la operatividad de la guerrilla se potenciaba al
poder atacar simultáneamente en los distintos segmentos de la vasta región fronteriza y contar con los recursos, el acceso a los pasos cordilleranos, los ricos valles
de excelentes pastizales y aguadas más refugios naturales de la región (el malal).
Este tipo de movimientos sincronizados de las montoneras generaba una alarma
generalizada en las tropas republicanas que, tal como registran los partes de
comandancias, tenían mejores y más recursos para sobrellevar un combate.
La estrecha relación entre las sociedades de la Araucanía, nordpatagonia y las
pampas argentinas existía al menos desde el siglo XVII. La articulación de estas
regiones estaba dada por la dinámica de los grupos interactuantes. En este espacio integrado, el mundo indígena se relacionó con el del hispanocriollo en torno
a circuitos comercia-les que a fines del siglo XVIII estaban consolidados.
Esa integración se vio facilitada por una cordillera con pasos relativamente
bajos que permitían la circulación de individuos, de bienes de intercambio e
influencias culturales. El territorio de Neuquén, así como los indígenas que la
habitaron -pehuenches al norte y huilliches al sur- constituyeron un nexo primordial entre la pampa húmeda (productora de ganado) y los mercados chilenos (consumidores de los mismos). De modo que las tierras del Neuquén conformaban un verdadero nudo de caminos disputado por otras tribus y codiciado
por españoles primero y los criollos después.
Siendo los pehuenches intermediarios de un eficaz comercio fronterizo,
efectuaban transacciones comerciales con las poblaciones de Chile y Cuyo, como
así también con otros grupos indígenas a ambos lados de la cordillera. La consolidación del circuito ganadero se debió a la demanda de los indígenas de la Araucanía
y a la exportación de carnes saladas, cueros y sebos que industrializaban los hacendados trasandinos (Varela y Bisset 1993; Varela y Manara 1999; León Solís 2001).
Esta vasta región, sin los límites políticos ni administrativos que los estados
lograrán imponer a posteriori, estaba dinámicamente articulada por circuitos
mercantiles que la recorrían y activaban a su vez múltiples contactos y relaciones
entre los grupos. Las tierras pehuenches eran básicamente de pastaje y engorde
de ganados para el abastecimiento, especialmente de los centros de Chillán, Los
Angeles y Antuco a través del puerto de Talcahuano.
Otro punto a revisar es la participación de los caciques pehuenches en las filas
de la guerrilla prorealista. ¿Cuáles fueron las razones para adherir a la causa
252
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
realista y rechazar el nuevo orden? y ¿por qué muchos caciques pehuenches se
apegaron a la tradición colonial una vez instalado el orden republicano?. No es
tarea fácil interpretar las causas que generaron las adhesiones políticas de los
nativos. Las versiones tradicionales sobre el apetito del botín, el deseo irrefrenable de violencia, la naturaleza salvaje, la vida primitiva y demás no son fundamentos sólidos para analizar una movilización de esta índole.
Si nos remontamos a las décadas finales del siglo XVIII, vemos que precisamente este espacio económico fronterizo tan dinámico había sido uno de los
mayores desafíos para el proyecto borbónico de pacificación. Ante la resistencia
de las tribus, la metrópoli decidió sacar ventajas de los circuitos a los que no
podía acceder directamente fomentando las redes de intercambios. El gobierno
de Carlos III (1759-1788) se orientó hacia una política de carácter más defensivo, procurando un acercamiento más diplomático que militar para lograr cierta paz en las fronteras del sur que permitiera relaciones de intercambio conveniente para a ambas partes. En estas circunstancias se firmó la alianza hispanopehuenche, mediante la cual los caciques fueron respetados en sus dominios y
recibirían ayuda militar contra sus enemigos tribales. A cambio, aquellos se comprometieron a frenar los habituales malones promovidos por los grupos de la
Araucanía a las estancias, poblados y fortines del sur mendocino, los cuales disminuyeron bastante hacia fines del siglo XVIII. Sin embargo, la pacificación
nunca dejó de estar supeditada al cumplimiento de lo pactado por las partes,
cuestión que generó desacuerdos entre las mismas autoridades hispanas como
entre los numerosos caciques pehuenches. (Jiménez 1997; Roulet 2002).
Al avanzar los movimientos insurgentes, la alianza hispano-pehuenche justificó la adhesión a los hispanos. En nombre de aquellos pactos los caciques firmantes se convirtieron en los mejores aliados de la guerrilla prorealista y contribuyeron a potenciar las sus posibilidades logísticas. También contribuyeron las antiguas relaciones personales y comerciales que tenían muchos de los hispanos y
criollos del sur chileno con los caciques de la región, como era el caso de José
Antonio Pincheira y sus hermanos, ya que los traslados transcordilleranos no
eran nada nuevos.
Sin embargo, el protagonismo pehuenche adquiere relevancia cuando éstos avalaron
el asentamiento de sus aliados realistas dentro de sus tierras, cuestión que habían
evitado a toda costa hasta ese momento, aun con la vigencia de los pactos del reformismo borbónico. Sin dudas, este cambio de actitud tuvo mucho peso en el nuevo
escenario de lucha porque ayudó a que las fuerzas reales pudieran contraatacar eficazmente a los grupos revolucionarios desde los distintos frentes fronterizos.
Los pehuenches en su conjunto, nunca habían permitido la instalación de fortines ni la
presencia estable de funcionario, sacerdote, comerciante o hacendado alguno en sus domiAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
253
Carla Gabriela Manara
nios. A cuenta de los pactos solo se otorgaron ciertos permisos temporarios de circulación
a pedido de las autoridades para realizar viajes de exploración y estudios diversos por el
interior de la región12. Una vez inaugurada la etapa independentista, todos aquellos tratados que los pehuenches habían firmado con las autoridades borbónicas fueron permanentemente invocados para no perder los derechos adquiridos. La política borbónica de
atracción y ayuda militar tuvo sus altibajos pero había dado sus frutos. Los caciques habían
recibido un reconocimiento preferencial como legítimos soberanos de sus territo-rios,
fueron agasajados en los parlamentos y se les asignó un sueldo correspondiente a la jerarquía milita (Lázaro Avila 1998). Los nuevos gobiernos no reconocían estos beneficios,
privilegios ni status y pretendía transformarlos en ciudadanos, con igual voz y representación en un orden estatal todavía bastante incierto.
La suma de fuerzas realistas, criollas e indígenas opuestas al nuevo modelo
generó un frente contrarrevolucionario que introdujo nuevas pautas en el ámbito fronterizo. Los circuitos indígenas, lejos de desarticularse por la intervención
de las montoneras, se dinamizaron por el incremento de los malones y por la
magnitud de éstos al convertirse en poderosas empresas colectivas que, además
del cuantioso botín, buscaban desestabilizar a los incipientes gobiernos liberales.
El simple rumor de un malón de «los chilenos» provocaba una alarma generalizada y mantenía a las tropas regulares ocupadas, dispersas, agotadas y muy preocupadas13. Los caciques partícipes se vieron beneficiados por la mayor disponibilidad de recursos para distribuir entre los suyos y así aumentar su prestigio y
poder para posicionarse en el complejo entramado de fuerzas.(Manara 2009)
Por su parte, Pincheira, como comandante general de las fuerzas de la guerrilla, contaba con una red de colaboracionistas a través de los cuales lograba transacciones importantes para obtener recursos y hasta un buen excedente para intercambiar por armas, municiones y otros productos de difícil acceso14.
Desde los estratégicos valles pehuenches en Varvarco y en las lagunas de
Epulauquen, los grupos de guerrillas accedían directamente a la región de Antuco
y desde allí se comunicaban con Los Angeles, Concep-ción y otras diversas poblaciones vecinas. También se movilizaban en las fronteras del sur de Mendoza,
San Luis, Córdoba, Santa Fe, y las pampas bonaeren-ses, extendiéndose hasta
Carmen de Patagones y Bahía Blanca. Al sur del territorio neuquino, las fuerzas
pincheirinas tenían acceso hasta las márgenes del río Agrio, donde estaban los
dominios de algunos de caciques pehuenches aliados más importantes como
Neculmán, Toriano, Canumilla y el Mulato15.
Otro aspecto significativo que nos interesa destacar, es la idea de que los
mismos circuitos de intercambio se habrían convertido en arterias para la
politización de toda la región fronteriza a partir de las guerras de independen254
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
cia. Por su propia dinámica, los circuitos facilitaron el tráfico de lealtades partidarias, influencias políticas, redes clientelares y redes de colaboración y de venganzas generando un entramado de compromisos inter e intra étnicos que incidió directamente en la confrontación entre «realistas» y «patriotas» sumándose,
la no menos violenta pugna entre unitarios y federales.
Entramados ideológicos
En el marco de la transición tardo-post-colonial, el período de la guerra a
muerte introdujo elementos de contacto fronterizo muy particu-lares en medio
de una lucha de hegemonías. Especialmente, porque asoció a grupos opositores a
los planes revolucionarios con diferentes tribus indígenas en pro de la causa del
rey. Liberales y monárquicos libraron una guerra sin antecedentes procurando
ganar espacios de poder e impulsaron redes de lealtades y traiciones cruzadas
durante más de 15 años. Ambos bandos consideraban al enemigo como «usurpador» del poder y desde la perspectiva de cada uno se justificaba aniquilar al
enemigo. El conflicto fue profundizándose en la medida que lo «viejo» seguía
vigente y lo «nuevo» no terminaba de definirse.
La incertidumbre generada por una guerra sin cuartel tan prolongada entre
los bandos propició la formación, organización y despliegue de una guerrilla
movilizada en montoneras con fuerte incidencia en el proceso de conformación
del estado de Chile y Argentina. Diversos grupos sociales interactuaban a la luz
de los sucesivos líderes de la guerrilla conformando una conjunto pluriétnico de
coordinados movimientos en defensa del orden tradicional que todos parecían
defender. Sostenemos entonces, que en su conjunto, todos los partícipes en resistencia conformaron un frente de oposición armada contrarrevolucionario resguardado en la extensa frontera sur argentino-chilena. (Manara 2008)
La lucha por el poder se traducía también en rivalidades locales en función de
la adhesión a uno u otro bando16. Además del apoyo de grupos araucanos y
pehuenches, la mayoría popular al sur de Santiago de Chile también había adherido y colaboraba en alguna medida con la causa realista. Aunque con diferentes
motivos, todos los partícipes compartían un mismo objetivo frente al enemigo
en común. Sectores de la población rural y urbana se vieron afectados no solo
por los cambios propuestos sino por el caos reinante que ponía en peligro sus
bienes y sus vidas. El paso de los ejércitos enfrentados no dejaba poblado en pie
por lo cual muchas villas fueron abandonadas y grandes contingentes de población cruzaron los Andes para resguardarse al amparo de la guerrilla.
De hecho, todos los sectores excluidos o nada conformes con el nuevo orden que
se quería imponer procuraron generar sus propios canales de participación y generaAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
255
Carla Gabriela Manara
ron formas de resistencia y de acción contestataria amparados en la figura del rey y de
la tradición colonial, lógica que se mantuvo vigorosa hasta tanto los nuevos estados
no lograron imponerse. Los motivos que impulsaron a sectores tan heterogéneos a
participar en la guerrilla emanan de razones particulares como colectivas. Está claro
que los beneficiados formaban parte de un grupo reducido en condiciones de poder
apreciar los beneficios de lo nuevo pero el resto de los sectores, en alguna medida,
quedaban descolocados frente a orden de márgenes inciertos. El único salvoconducto parecía ser la defensa del orden tradicional, el cual todavía mostraba tener capacidad de acción para el contraataque. De este modo, la guerrilla fue la fuerza que
contuvo y canalizó la heterogeneidad de descontentos sociales frente al impacto de
una guerra, tan cruel como imparable, para decantar diferencias irreconciliables.
El contragolpe realista
Cuando en 1818 las fronteras surandinas se convirtieron en el centro operativo de la movilización guerrillera, los códigos entre los bandos en pugna comenzaron a modificarse. Con la batalla de Maipú el victorioso gobierno santiaguino
creyó que el enemigo estaba finalmente derrotado. Ni Bernardo O’ Higgins,
entonces Director Supremo, alcanzó a prever la intención de reconquista que
impulsó a las fuerzas realistas a replegarse esperando el momento para volver a
atacar. Esta posibilidad se potenció cuando las huestes dispersas del ejército
realista se dirigieron al sur del Bio Bio y reaparecieron en escena contando con
refuerzos enviados por la Corona17.
Un dato a tener muy presente es que en España seguía gobernando Fernando
VII quien luego de pasar el trienio liberal de 1820-1823 en el cual los liberales
volvieron a incorporar cambios y a exigirle nuevamente al monarca que acepte la
constitución de 1812, este recuperó el poder y sumó el poderoso apoyo de la
Santa Alianza para combatir a los liberales y reforzar el poder de los Borbones
en España y en Francia (Pro 1995). Esto se tradujo en refuerzos, en espionaje, en
redes de defensores del absolutismo y del monopolio que esperaban el momento
de recuperar el orden perdido. En este plano hablamos de un lineamiento
contrarrevolucionario sustentado para tanto las elites insurgentes pudieron consolidar las bases de su poder. Lo que queremos enfatizar es que la fragmentación
impuesta por la historiografía tampoco permite entrelazar estas conexiones
trasatlánticas que evidencian la real complejidad que alcanzó la transición ideológica y la guerra por los espacios de poder.
Desde un principio, la lucha sin cuartel que debía darse a los «usurpadores y
traidores separatistas» por orden explícita del virrey, consistía en frenar y desgastar al ejército patriota18. Cuando en 1824 los grupos se trasladaron a los valles
256
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
pehuenches al mando de Pincheira, el objetivo siguió siendo la defensa del rey
ya que Fernando VII estaba decidió a perseguir a sus opositores liberales por lo
que no era ajeno a los movimientos contrarrevolucionarios en sus dominios americanos. Sólo que las condiciones reinantes se iban tornando cada vez más apremiantes desafiando la capacidad de acción y respuesta de los contrincantes. Esto
se hace evidente al observar las alianzas de Pincheira con grupos araucanos,
pehuenches, boroanos y ranqueles y a la vez sus pactos con las facciones de la
guerra civil, especialmente con los unitarios. Este tipo de coaliciones fueron una
constante entre 1827–1831 (Fernández 2000, Manara 2004).
Si bien es materia de discusión los logros de la política borbónica cabe reconocer que en buena medida reforzaron la maquinaria absolutista, lidiando estratégicamente con los avances de la ilustración, y esto contribuyó a consolidar la tradición en tiempos de la revolución. Cabe recordar que el papel de los franciscanos
del colegio de Propaganda Fide de Chillán fue muy importante en el fomento del
culto católico y de la fidelidad hacia la Corona en los indígenas de la Araucanía
(Casanova Guarda 1996, Arriagada Cortés 19912). Desde 1810 su adhesión a la
causa realista les había significado todo tipo de insultos y desmanes ya que los
patriotas desconfiaban todo el tiempo de su accionar, llegando a perseguirlos y a
recortar sus ingresos, lo cual acrecentó el rencor hacia los separatistas. Cuando
O’Higgins fue nombrado Director Supremo en 1817 clausuró el Colegio de Propaganda Fide porque los frailes seguían manteniendo su tradicional adhesión a la
Corona, fomentando entre las parcialidades indígenas y el campesinado el rechazo
al nuevo gobierno. Con el cierre del colegio algunos frailes emigraron a Lima y
otros se refugia-ron en las tolderías de los indígenas de la Araucanía desde donde
muchos caciques habían enviado a sus hijos al colegio «de naturales». Allí permanecieron como activos partícipes acompañando a las montoneras, bendiciendo a los
grupos y celebrando misas y bautismos. Asimismo actuaron como instigadores de la
guerrilla, a la que se sumaron como consejeros y secretarios e incluso algunos de
ellos siguieron luego a Pincheira al este andino. La ayuda de los frailes era espiritual
como material hasta ofrecían refugio a los realistas perseguidos en el convento.
Parte de su tarea era la difusión de una propaganda nefasta acerca de los patriotas
como enemigos del rey y «seres crueles y vengativos» a los que consideraban herejes. Esto habría influido en los líderes de la guerrilla, lo cual ayuda a entender el
profundo recelo de éstos hacia los patriotas.
Comentario final
La problemática analizada nos conduce a repensar el contenido social y político que subyace en la organización de una compleja guerrillera
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
257
Carla Gabriela Manara
contrarrevolucionaria cuyos componentes ideológicos-culturales y militares estaban muy arraigados en el orden colonial en el cual se legitimaba. Los movimientos separatistas desencadenaron una guerra a muerte que corrió todos los
límites conocidos e impuso sus propios códigos poniendo en evidencia el alto
costo de la transición ideológica que estaba en marcha. Los gobiernos
independentistas debieron lidiar con fuerzas articuladas que rechazaban los cambios propuestos. En vista de la expansión de la guerra y de la violencia inusitada
entre las fuerzas combativas la guerrilla organizada se convirtió en un instrumento de acción de peso.
La resistencia al modelo liberal está directamente vinculada al fuerte arraigo
que tenía la tradición colonial en las poblaciones sureñas en las cuales primaba,
insistimos, la idea de que los cambios revolucionarios no mejoraban en nada su
vida sino que, por el contrario, eran la causa de la violencia reinante. En contrapartida, y frente a la desorientación y a la inseguridad de los pobladores, los
líderes de la guerrilla proclamaban la vuelta al orden que se había perdido. La
figura del rey, de Dios y la tradición colonial habría sido el sustento ideológico
que dio cohesión a los descontentos populares canalizados en la guerrilla legitimada como fuerza política.
Finalmente, lo expuesto pretende colaborar en la necesaria redefinición que
requieren ciertas tramas del proceso revolucionario como para comprender el
conjunto por encima de las partes ampliando el horizonte de las historias nacionales subsumidas en sus recortados marcos.
Notas
258
1
La primera edición fue publicada en 1868. Más allá de la parcialidad evidente
del autor, acorde a su visión de hombre político y militar influyente en su
época, cabe destacar la minuciosa información que ofrece su obra sobre el
período 1818-1824 y la variada documentación transcripta a lo largo de los
numerosos capítulos.
2
El ministro de guerra Zenteno dio instrucciones precisas para emprender la
«guerra de vandalaje». Con ello se autorizaba el robo, el asesinato, la violación
y todos los crímenes que cometía el enemigo (Documento con fecha del 4 de
noviembre de 1820). Esta medida fue muy criticada por algunos jefes militares, como el Gral. Prieto quien consideró oportunamente que si se autorizaban
los crímenes ya no habría forma de contenerlos.(Anexo Documental Vicuña
Mackenna 1972)
3
El diario del viajero norteamericano John Coffin (1968) quien estuvo detenido en Concepción entre 1817 y 1819, apuntó en su diario la notoria adhesión
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
que tenían los realistas lo cual había comprobado en todos los poblados por
donde había circulado durante los meses anteriores.
4
Existieron muchas circunstancias en las que el gobierno patrio para amedrentar a las guerrillas actuó con la misma o tal vez mayor violencia que aquéllas,
con lo cual sólo se conseguía aumentar el grado de violencia imperante. Un
ejemplo de esto lo encontramos en la descripción que Gregorio Alvarez (1972)
hace sobre los enfrentamientos entre el gobernador de Chillán y las montoneras
dirigidas por los Pincheira en 1819. De tal suerte que el gobernador Victoriano
tuvo que ser destituido porque se había convertido en un inflexible ejecutor del
fusilamiento en masa, lo cual era «como echar leña al fuego».
5
En el archivo Histórico de Santiago de Chile hemos relevado algunas de las
cartas enviadas entre el virrey y Benavides, en las cuales el primero alienta
seguir en la lucha contra los «rebeldes» y el segundo reitera su convicción de
que se va imponer y da cuenta de las últimas noticias. Cfr. Ministerio de
Guerra. Carpeta «Vicente Benavidez 1817-32», .Vol 52. Archivo Histórico
de Chile.(AHSCh)
6
Sobre el tema remitimos Urbano 1991; Stern 1991; Flores Galindo 2001 y
Araya Espinoza 2007.
7
Este tema ha sido profundizado a partir de los comportamientos bélicos de los
bandos enfrentados a «vencer o morir» como rezaba el código de la época, sin
embargo la búsqueda de la sobrevivencia de la mayoría de la sociedad sugiere
diversos comportamientos colectivos significativos. (Varela y Manara 1998).
8
Al respecto avanzamos en una presentación anterior, véase Manara 2004.
9
Son numerosos los documentos al respecto. Una clara muestra de los dicho es
cuando en 1822 el gobernador de Mendoza le comunicó al de San Luis que las
autoridades de Córdoba remitían municiones y otros pertrechos de guerra a
fin de que se alisten las fuerzas de estas tres provincias para repeler al caudillo
Pincheira que amenazaba producir una gran invasión con los indios del sud
que se suponía eran más de 2000. .Documento transcripto en: Revista de la
Junta de estudios Históricos de Mendoza. Mendoza, Best Hermanos,1938, N°
29, p. 425,1° sept.. de 1822. Al año siguiente Martín Rodríguez solicita colaboración al gdor. de Mendoza de 1000 hombres para combatir los ataques
indígenas simultáneamente por varios puntos hasta acorralarlos en la cordillera. En Archivo Histórico de Mendoza (AHM), sección provincias, 22
de enero de1823, carpeta 613, doc. 21.
10
Sobre los afamados y temidos cuatro hermanos Pincheira existen hasta la
actualidad mitos y leyendas en el noroeste neuquino como las regiones
aledañas trasandinas, especialmente en Chillán que era la región en donde
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
259
Carla Gabriela Manara
se asentó la familia Pincheira. Estas leyendas son variadas, se habla de un
«San Pincheira», del bandido que robaba para los pobres, como del líder
que enfrentó la dominación. De una u otra forma el imaginario colectivo
es muy distinto a la historia oficial en la que se leen todo tipo de epítetos
peyorativos para referirse a los protagonistas enemigos.
260
11.
En muchos de los autores que enfatizan la cuestión del bandolerismo se
observa la impronta de la influyente obra clásica de Eric Hobsbawm
(2001) cuyo propuesta analítica es muy sugestiva pero en el caso que
estudiamos el modelo parece haberse impuesto a la realidad histórica generalizando la categoría de «bandido».
12.
Datos al respecto los encontramos explícitos en: Documentos históricos:
Las fronteras y los indios: Memorial del procurador síndico al cabildo
sobre establecer poblaciones sur, febrero 1803. (Archivo Históricos de la
Nación). También algunos cronistas que pasaron por la región verifican
las exigencias y resguardos de los caciques pehuenches. Por ejemplo, Don
Luis De la Cruz en su viaje en 1806. (De Angelis 1963)
13
Los informes gubernamentales de Mendoza de estos años proporcionan claros
indicios acerca de la precariedad de los recursos de las tropas que defendían la
frontera sur de los malones organizados por los enemigos. Cfr. Gobierno de
Mendoza: La frontera interna de Mendoza. Mendoza, Ministerio de Cultura y
educación. Sección: «Recursos económicos para la guerra de frontera (18101831)», en (AHM).
14
En algunos partes militares existen constancia acerca de la abundancia de ganados que poseían los pincheirinos en sus asentamientos merced a lo obtenido
en las haciendas vecinas. Véase Partes militares del Gral. M. Bulnes durante su
expedición contra los Pincheira en 1832. (Barros Arana 1897).
15
Según comunicación del Gral. Borgoño al Ministro de Guerra, Chillán, 1 de
abril de 1928. En Maza 1990:63.
16
Hay muchos ejemplos que nos permiten advertir situaciones locales de conflicto. Sin ir más lejos, los hermanos Pincheira eran hijos de Don Martín
Pincheira, descendiente de un hidalgo español y labrador en una hacienda de
propiedad del terrateniente Manuel Vallejos en el distrito de Parral, todos ellos
enemigos declarados de la causa patriota. Por esta razón el mismo Vallejos,
como tantos otros hacendados, fueron permanentes colaboradores de la guerrilla y protagonistas a su vez de rencillas locales desatadas por acceder a los
espacios de poder local y regional.
17
El diario El Censor informaba sobre los preparativos que estabas haciendo
España para «hostilizar a Sud América» y que muy pronto saldría «una
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Sin límites y sin tregua. Una redefinición de la «Guerra a Muerte» en las fronteras de América Sur
expedición poderosa con un ejército cuyo particular destino está en profundo secreto». El Censor, «Noticias extranjeras», N° 147, 17 de julio de 1818.
Buenos Aires, imprenta de los Expósitos Archivo General de la Nación
(AGN).
18
El virrey Pezuela dio instrucciones a Benavides para evitar por todos los
medios que el ejército preparado por el General San Martín avanzara hacia
Perú, último enclave del poder monárquico en América. Por tal motivo lo
designó «legítimo y autorizado caudillo de todos los elementos genuinamente anti independientes que aún quedaban arraigados».(Comunicación
del virrey Pezuela al gobierno español, 7 de julio de 1819. Archivo del Ministerio de Guerra, transcripto en Vicuña Mackenna 1972:25). Después de la
derrota en 1824 la guerrilla siguió con la misma prédica a favor de la
reconquista española procurando que los recientes estados independientes no
pudieran consolidarse en el poder.
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
RELA
CIONES POLÍTICAS ENTRE
RELACIONES
RANQ
UELES Y SALINER
OS (1850-1880)
RANQUELES
SALINEROS
Graciana Pérez Zavala1
R esumen
Hacia mediados del siglo XIX el área pampeana estaba ocupada por diversas agrupaciones indígenas entre las que se destacaban los ranqueles y los
salineros. Los primeros tenían sus tolderías en la Pampa central, incluyendo campamentos de algunos capitanejos en el sur de las Provincias de San
Luis y Córdoba. Por su parte, los salineros, liderados por Calfucurá, se
localizaban en campos cercanos a las Salinas Grandes (actual Provincia de
Buenos Aires). Este trabajo se ocupa de los acontecimientos que dan cuenta de los conflictos y alianzas entre ranqueles y salineros a mediados del
siglo XIX en pos de mostrar cómo, pese a la gran influencia de Calfucurá
en la región, los primeros desplegaron sus propias políticas para relacionarse con el Estado argentino. Así, se analizan las acciones diplomáticas y
bélicas impulsadas por ranqueles y salineros teniendo en cuenta que ellas se
desarrollaron en el marco de dos procesos paralelos: el de tensión intraétnica
y el de conflicto interétnico.
Palabras ccla
la
lavve: Ranqueles - Salineros - Estado argentino - tensión
intraétnica - conflicto interétnico.
Abstract
By the mid-nineteenth century the area was occupied by various Pampas
indigenous groups, among which stood out ranqueles and salineros. The
Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria, Dpto. de Historia, Facultad de Ciencias Humanas,
Universidad Nacional de Río Cuarto. E mail: [email protected]
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
265
Graciana Pérez Zavala
first had their tents in the central Pampa including some chieftains camps
in the southern provinces of San Luis and Cordoba. For its part, the
salineros, led by Calfucurá, were located in fields near Salinas
Grandes (now Province of Buenos Aires). This work deals with the
events that account for the conflicts and alliances between ranqueles and
salineros in the mid-nineteenth centuryafter showing how despite the great
influence of Calfucurá in the region, firstdeployed their own policies to
relate to the Argentine. Thus, we analyze the diplomatic
and military driven ranqueles and salineros considering that they were
developed in the context of twoparallel processes : the voltage intraethnic
and ethnic conflicto.
Key words
words: Ranqueles - Salineros - Argentine State - tension intraethnic ethnic conflict.
Introducción
En la Argentina, numerosos fuertes, fortines y destacamentos militares dieron
materialidad a la Frontera Sur. Ellos se erigieron en el marco de los proyectos
del Virrey Vértiz y del Gobernador Intendente de Córdoba del Tucumán, el
Marqués de Sobremonte. Esquemáticamente puede decirse que para fines del
siglo XVIII la frontera bonaerense estaba demarcada por los poblados de
Chascomús, Ranchos, Monte, Luján, Rojas, Salto y Areco. Las fronteras santafesina,
cordobesa, puntana y mendocina estaban delimitadas, entre otros, por los fuertes
y fortines Melincué, Concepción del Río Cuarto, Bebedero y San Carlos. Al sur
de este arco se gestó un extenso corredor que vinculaba a las poblaciones indígenas asentadas en las pampas, la cordillera de los Andes y la Araucanía (frontera
chilena). A lo largo de los siglos XVIII y XIX éstas se vieron involucradas en
diferentes procesos de etnogénesis, ligados muchas veces a conflictos interétnicos.
A mediados del siglo XIX en pampa y norpatagonia se destacaban los ranqueles,
salineros, pehuenches y manzaneros1. Pese a sus estrechos vínculos, económicos,
sociales y culturales, cada una de éstas desplegaba políticas específicas, visibles en
el rol de sus caciques, en la delimitación de sus territorios y en sus alianzas
interétnicas e intraétnicas.
Esta perspectiva de análisis asienta en la historiografía argentina y chilena de
los últimos 30 años, que vincula a las sociedades indígenas con las discusiones
sobre la génesis y consolidación de los Estados Nacionales argentino y chileno.
Las propuestas de Mandrini (1984), León Solis (1991), Tamagnini (2006), Bechis
(2008, 2010), entre otras, advirtieron sobre la necesidad de examinar conjuntamente los sucesos ocurridos en la Frontera Sur (Argentina) y en la del Biobío
266
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
(Chile) como así también los acontecimientos de la Araucanía, la Pampa y la
Patagonia septentrional. Este abordaje llevó a reconocer el rol político de los
indígenas. En palabras de Villar y Jiménez (2003:198), el concepto de «política
indígena» incluye tanto la política nacional «con respecto a los indígenas» como
la «política de los indígenas». Siguiendo a Bechis (2008) el accionar de los
indígenas se sustentaba en los principios de una organización segmental, siendo el
cacicato la unidad política de las sociedades del área pampeana. Este quedaba
sujeto a continuos procesos de fusión y fisión entre las agrupaciones, que se unían
o distanciaban según resultara oportuno. Los malones y los tratados de paz eran
las estrategias más relevantes para hacer frente a los cristianos, pero también servían para fortalecer o debilitar a los cacicatos.
Esta particular dinámica política indígena repercutió en las relaciones
interétnicas. Al respecto, las categorías de «indios amigos», «indios aliados» e
«indios enemigos» permiten caracterizar las variaciones en estos vínculos. Los
indígenas amigos eran aquellos que, habiendo perdido su autonomía, vivían en
campos «cedidos» por el Gobierno con la contraparte de colaborar de manera
permanente en las causas de los cristianos. Los «aliados» y «enemigos», en cambio, eran indígenas libres o soberanos. Los primeros sostenían su autonomía política y territorial a través de tratados con el Gobierno, asumiendo en algunas
ocasiones la responsabilidad de denunciar a los indígenas que eran hostiles a los
cristianos. Los «enemigos» eran aquellos que se oponían mediante malones a las
fuerzas gubernamentales, ya sea por propia iniciativa o a partir de alianzas con
otros indígenas y/o cristianos (Ratto 1994; Villar y Jimenez 2006; Bechis 2008).
La operatividad de estas categorías está sujeta a la delimitación de las variables sincrónica y diacrónica. La primera posibilita visualizar cómo una misma
agrupación podía ser considerada paralelamente como «amiga», «aliada» y «enemiga» según el tipo de relaciones que entablaba con distintas fuerzas indígenas y
cristianas. La segunda permite identificar los cambios que se produjeron a lo
largo del tiempo en la relación entre una determinada agrupación y una fuerza
cristiana específica.
En base a este abordaje la ponencia tiene por objeto caracterizar la política de
los indígenas pampeanos en un momento en el que las guerras civiles presentes en el
campo cristiano les posibilitaban interactuar con diversas fuerzas criollas. Para ello
examina las acciones diplomáticas y bélicas impulsadas por ranqueles y salineros
(ambos indios soberanos) en el período 1850-1880 teniendo en cuenta que éstas se
desarrollaron en el marco de dos procesos paralelos: el de tensión entre organizaciones indígenas y el de conflicto interétnico. Se parte del supuesto de que, pese a
la gran influencia de Calfucurá2 en la región, los caciques ranqueles desplegaron sus
propias políticas para relacionarse con los Gobiernos nacionales y/o provinciales.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
267
Graciana Pérez Zavala
Ellas dan cuentan de los cambios en las relaciones de poder entre los indígenas del
área pampeana y del proceso de consolidación del Estado -Nacional.
Breve devenir de ranqueles y salineros
Esquemáticamente sería posible distinguir dos períodos en la historia de los
ranqueles. El primero situado aproximadamente entre 1760 y 1835 estaría definido por los desplazamientos de los caciques ranqueles–pehuenches y huiliches entre
la cordillera neuquina y la pampa central. Para fines del siglo XVIII los ranqueles
emergieron como grupo en la pampa, en particular en las regiones conocidas como
Mamuel Mapu y Leu Mapu, cercana a las Salinas Grandes. Sus caciques Carripilum
y Trecglen, entre otros, mantenían estrechos vínculos con las autoridades coloniales
–especialmente después del tratado de paz de 1796- y con los indígenas situados
en el oeste de la Cordillera de los Andes. En ese contexto, se desarrolló la figura del
cacique Yanquetruz que, para fines de la década de 1820, tenía sus toldos en tierras
pampeanas. Por entonces, la relación entre los ranqueles y las autoridades
independentistas era conflictiva. Si bien en diciembre de 1825 las Provincias de
Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba efectuaron, en la Laguna del Guanaco, un nuevo
tratado que incluyó a 50 caciques y caciquillas, su duración fue efímera (Barrionuevo
Imposti 1986, 1988a; Fernández 1998; Villar y Jiménez 2006).
El segundo momento estaría demarcado por la consolidación de los ranqueles
en la pampa central (1835-1879) a partir de los emplazamientos de «Ranquel
Mapu», Poitague y Lebucó. El primer centro político era morada de los caciques Yanquetruz, Pichún, Yanquetruz Guzmán y Baigorrita Guala, mientras que
Lebucó era asiento de los caciques Painé, Calbán, Mariano Rosas y Epumer. Esta
diferenciación territorial se asentaba en una estructura de poder –visibles después
de la muerte de Yanquetruz- según la cual dos linajes independientes co-gobernaban en dicho espacio (Fernández 1998, Bechis 2008).
Por su parte, las guerras entre unitarios y federales complejizaron las relaciones con los ranqueles que, según la coyuntura, se aliaron a los unos o a los otros.
En la década de 1830 fueron constantes los malones sobre los poblados cordobeses y puntanos, como también la presencia de comitivas que buscaban recibir
obsequios. Esta política de relaciones cruzadas estuvo atravesada por las campañas punitivas de Juan Manuel de Rosas (Gobernador de Buenos Aires) y de Manuel «Quebracho» López (Gobernador de Córdoba) sobre las tolderías de
Yanquetruz, Painé y Carrené (1833, 1835, 1836) y las matanzas de indios mansos en el fuerte de la Punta de Sauce (1836). Los avances militares impactaron en
la territorialidad ranquelina obligándolos a replegarse sobre el río Chadileuvu
(Barrionuevo Imposti 1988a; Mayol Laferrére 1996; Fernández 1998)
268
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
A ello se sumó la instalación del cacique transcordillerano Calfucurá en las
Salinas Grandes. El primer ingreso de éste a las pampas habría sido en 1831. A su
vez, en 1834 Calfucurá se introdujo en el campamento de los boroganos dando
lugar a la «masacre de Masallé». En ella murieron los principales jefes de esta
agrupación, los cuales habían participado en las expediciones punitivas contra
los ranqueles (Bechis 2008). Para Ratto (2007), Calfucurá se estableció definitivamente en las Salinas Grandes en junio de 1841, después del abandono de la
zona por parte de los boroganos y luego de vencer en la región de Llaima
(Chile) a otros caciques que deseaban controlar las Salinas. Una vez instalado en
la pampa, Calfucurá inició un contacto diplomático con Juan Manuel de Rosas,
que dio lugar al Negocio Pacífico. El ganado, las raciones y el comercio en la
frontera le permitieron fortalecer su influencia sobre el resto de los indígenas.
En el escenario cordobés, para mediados de 1840 el cacique Painé impulsaba
negociaciones de paz con el Gobernador Manuel López que cristalizaron al año
siguiente. Es probable que en estas tratativas haya intervenido Mariano Rosas, uno
de los hijos de Painé que se convirtió en ahijado del Gobernador porteño durante
su cautiverio en la estancia El Pino. Cuando éste regresó a las tolderías, aparentemente en 1844, Painé decidió tratar con los cristianos (Mayol Laferrére 1996).
Por el tratado, Juan Manuel de Rosas -por intermedio del Gobernador cordobés- habría enviado periódicamente a Painé 500 yeguas, mientras que Calfucurá
recibía «1.500 yeguas, 500 vacas y una porción de bebidas, ropa y yerba» (Hux
2004a:47). La variación en los bienes repercutía en el prestigio de los caciques.
En agosto de 1844, Painé le decía al Gobernador López que Calfucurá le preguntaba «como me hallo de amistad con usted. Que él ha mandado un chasque
adonde Pedro Rosas (y Belgrano) y le ha dado 2000 vacas y 2000 yeguas». En
cambio, recriminaba Painé, sus chasques no regresaban de la frontera. Ello le
ocasionaba «vergüenza» porque no sabía que «mandar a decir» a Calfucurá y a
los otros «cabezas chilenos» (Mayol Laferrére 1996:118).
Pese a su disconformidad, Painé mantuvo la paz hasta su muerte (setiembre de
1844), informando a los federales cordobeses los malones que planificaban Pichún –
hijo de Yanquetruz- y el Coronel Manuel Baigorria –unitario asilado en los toldos de
Yanquetruz desde 1831-. Ausente Painé, el tratado se disolvió. Su hijo Calbán se
unió a los malones de Pichún y Baigorria. En 1849, luego de una derrota indígena, se
iniciaron nuevas tratativas pero los malones continuaron (Barrionuevo Imposti 1988a).
El tratado de paz de 1854 y la alianza entre Pichún, Calbán
y Calfucurá
El derrocamiento de Juan Manuel de Rosas en 1852 modificó las relaciones
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
269
Graciana Pérez Zavala
políticas con los indígenas. Las dificultades entre la Confederación Argentina y
la Provincia de Buenos Aires para llegar a un acuerdo incidieron en las posibilidades de acción de ranqueles y salineros. Estos recibieron propuestas de paz de
ambas entidades, las cuales tomaron un nuevo matiz cuando en agosto de 1852
el Coronel unitario se unió a la Confederación. Su mediación permitió que en
octubre de 1854 un tratado aliara a los caciques Pichún, Calbán y Calfucurá a la
Confederación Argentina.
En los años de tratativas se hicieron visibles las diferentes estrategias de los caciques ranqueles, manipuladas a su vez por los emisarios confederados. En sus cartas,
el Coronel Manuel Baigorria afirmaba que Pichún era el cacique facultado «para
tratar segun convenga» a los ranqueles. Pero, para evitar que Calbán entrara en
tratos con Buenos Aires tuvo que visitarlo. En Lebucó éste le habría manifestado su
oposición mientras le recordaba los regalos que le efectuaba el Gobernador López.
Para sostener las negociaciones posteriormente, Baigorria se reunió con Pichún,
quien le habría dicho que «sí Calban no quería bibir en pas el si quería»3.
Para la Confederación Argentina la amistad de Pichún debía materializarse
en una alianza que neutralizara a Calfucurá. Así, a comienzos de 1854, Pichún
envió a su sobrino Yanquetruz, a su hijo Baigorrita y al Coronel Manuel Baigorria
a las Salinas Grandes. Calfucurá aceptó sumarse a este tratado4. La alianza entre la
Confederación Argentina y Calfucurá y Pichún no modificó la hostilidad de
Calbán. En junio de 1854, durante el parlamento de Ayuquecüe, Calbán sostuvo
su postura. Pichún siguió respaldando al comisionado confederado alegando
que él y su «sostenedor» (Calfucurá) aceptaban la paz (Baigorria 1977:94). Finalmente, Calbán debió ceder.
En julio de 1854 los comisionados de Pichún, Calbán y Calfucurá se reunieron con el Gobernador de Córdoba, Alejo Carmen Guzmán en Río Cuarto. En
octubre, después de varios intercambios protocolares, el tratado fue reconocido
por todas las partes (Pérez Zavala 2009). Este pacto influyó en los distintos
tramos de la Frontera Sur hasta 1861. Bajo su amparo los poblados confederados, especialmente la Villa del Río Cuarto, fueron frecuentados por comisiones
indígenas. En cambio, la frontera bonaerense se vio afectada por malones
(Tamagnini 1999).
Delrio (2005), sostiene que los tratados con los cristianos permitían consolidar el prestigio de algunos caciques al establecer alianzas políticas y canalizar el
desarrollo de los circuitos de intercambio porque sólo algunos jefes podían actuar como intermediarios. Desde esta perspectiva, es posible afirmar que en la
década del ‘50 Pichún emergió como figura política capaz de articular las relaciones interétnicas (gracias a su cercanía con el Coronel Baigorria) e intraétnicas
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
(neutralizando por un lado a Calbán y convocando por otro a Calfucurá, quién
a su vez podía reunir las indiadas de la Araucanía).
El tratado con la Confederación Argentina también impactaba en las alianzas
entre los caciques del área arauco-pampeana-norpatagónica. De ello da cuenta
una carta de Calfucurá en la que le decía al Gobernador Guzmán que tenía «mil
quinientos indios de lanza» dispuestos a auxiliar al General Urquiza, entre ellos
ciento cuarenta «capitanes guiliches», trescientos lanzas del «indio Juan Manuel»
y «dos mallores Cuinqiel y Cintrel». Calfucurá también realzaba su posición
alegando que no quería «admitir» las propuestas del Gobernador porteño y que
«los indios ranque estan rovando en vuenos ayres»5. Por su parte y según Vezub
(2006), a partir de 1852 se acentuó la conflictiva relación entre el cacique
manzanero Chocorí y Calfucurá por la «competencia de referentes» que generaba la dualidad de poderes entre Buenos Aires y la Confederación Argentina.
Zeballos sostiene que en 1855 surgió una «Confederación de salvajes» entre
Calfucurá y «los generales chilenos, picunches, huiliches y ranculches», la cual
duró hasta 1875 y tuvo a Calfucurá como «soberano» (Zeballos 2001:35-36;78).
Sin dejar de valorar estos datos, es necesario relativizar del concepto de Confederación indígena. De Jong (2007) afirma que ésta no duró mucho tiempo. Si
bien algunos de sus integrantes permanecieron a lo largo del tiempo como aliados políticos, otros retomaron sus vínculos con otras jurisdicciones fronterizas,
mientras que algunas tribus secuestradas por Calfucurá regresaron a la frontera en
pos de recuperar su status de «indios amigos». El devenir político de los ranqueles
da cuenta de la segunda situación.
Los caciques firmantes del tratado de 1854 recibieron análogos beneficios y
obligaciones. Ello puede ser visto como expresión de la distancia entre los linajes
ranqueles (Pichún y Calbán fueron considerados jefes principales) y entre éstos y
los salineros. Este distanciamiento también se visualizó en el envío de comisionados
a Río Cuarto y a Entre Ríos y en las denuncias entre caciques (Pérez Zavala 2009).
Las visitas protocolares de los indígenas a las villas de frontera servían para
recordar a los cristianos sus compromisos. En 1855, Epumer informaba a los
jefes de la frontera que el cacique «Mategui» le había ofrecido cuatrocientos
«indios chilenos» y que el cacique «Pran de esta parte de la cordillera» le había
prometido a Calbán ciento veinte indios para «la prosima luna»6. Así, los ranqueles
cumplían con la obligación de avisar los movimientos de las «tribus enemigas»
mientras advertían lo vulnerable del pacto.
El 25 de mayo de 1855 falleció Pichún. Conocida la noticia, el Gobierno
de la Confederación temió por la continuidad del tratado por lo que el Gobernador de Córdoba instruyó a los jefes de frontera para que enviaran a Calbán las
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Graciana Pérez Zavala
yeguas que le adeudaban. El Coronel Baigorria recibió una misiva de Calbán y
Yanquetruz solicitándole que regresara a las tolderías para «intervenir en sus arreglos». Pero, por órdenes del Gobierno, Baigorria no viajó debiendo enviar sus
comisionados. Yanquetruz Guzmán fue designado sucesor de Pichún. En enero
de 1854, Pichún decía que Yanque era «casique lla nombrado para reemplasarme»
porque los otros no eran «capases de desempeñarse como el»7. Además, Yanquetruz
era ahijado del Gobernador Alejo Carmen Guzmán.
En 1858 falleció Calbán. Según Zeballos (2001:64-73), a causa de una conspiración de indígenas disidentes. Éstos invitaron a Calbán a una correría de avestruces en cercanías de las municiones abandonadas por la fallida expedición del
General Emilio Mitre de 1857. Cuando el cacique se acercó a inspeccionarlas,
éstas explotaron. Mariano Rosas continuó a su hermano. No se han localizado
datos sobre cómo fue elegido pero aparentemente poseía prestigio en las tolderías
y entre los cristianos. En la década de 1870, el Coronel Mansilla y el franciscano
Moisés Álvarez destacaron su habilidad diplomática, su oratoria y su capacidad
para impulsar grandes obras.
Yanquetruz Guzmán habría sido líder principal hasta comienzo de la década
del ‘60, momento en que Baigorrita asumió el linaje de su padre. El Coronel
Baigorria afirma que este hijo de Pichún fue elegido jefe siendo muy pequeño.
Es probable que en su elección haya incidido su parentesco con el refugiado.
Baigorrita también era valorado por la credibilidad de su «palabra» y su generosidad. El Coronel Mansilla y los misioneros Donati y Álvarez decían que era un
cacique poderoso, mestizo y favorable al cristianismo.
Para fines de los años ‘50 el mundo indígena presentaba este panorama: mientras Calfucurá y los caciques ranqueles mantenían sus lazos con la Confederación
Argentina, el cacique José María Bulnes Yanquetruz concretaba, en Carmen de
Patagones, un tratado con Buenos Aires (mayo de 1857). Dos años después,
Valentín Sayhueque consolidaba su alianza con Valentín Alsina y Bartolomé
Mitre, representantes de Buenos Aires. Por este tratado, se distanciaba de Calfucurá
a la vez que, consolidaba su instalación en el Caleufú, puerta de entrada al País de
las Manzanas y del camino al paso de Mamuil Malal (Vezub 2006, Varela y
Manara 2009).
En tierras cristianas, las disputas entre la Confederación Argentina y la Provincia
Buenos Aires se incrementaban. En octubre de 1859, en Cepeda, la Confederación
salió victoriosa. Las fuerzas indígenas tuvieron participación en dicha batalla8, sosteniendo los compromisos de 1854. Pero, finalizada la contienda, éstos perdieron
sentido. En noviembre de 1859 la Confederación Argentina y la Provincia de
Buenos Aires firmaron un pacto. Poco después, Santiago Derqui asumió como
272
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
Presidente del país unificado. Pero, los incidentes continuaron hasta el triunfo del
ejército de Buenos Aires en setiembre de 1861. Meses antes de tal batalla, el General Mitre había logrado la adhesión del Coronel Baigorria y de sus cuatrocientos
indios liderados por Coliqueo. Paralelamente, Calfucurá había pactado con Buenos Aires. Mariano y Baigorrita, en cambio, auxiliaron al ejército confederado
(Barrionuevo Imposti 1988b:60-69; Levaggi 2000:323-329).
Baig
or
rita, Mariano R
osas y Calfucurá: acuer
dos y ri
Baigor
orrita,
Rosas
acuerdos
rivvalidades
en la década de 1860
Con el triunfo de Buenos Aires se inició un intenso proceso de centralización
política, difícil de conciliar con las autonomías regionales. La Rioja, Catamarca,
Mendoza, San Luis, Entre Ríos, Corrientes fueron el escenario de las montoneras
lideradas por Ángel Peñaloza (1862-63), Felipe Varela (1866-67), Juan Saá
(1866-67) y Ricardo López Jordán (1871-72). Una vez más, los ranqueles tomaron partido en estas luchas: colaboraron con los jefes de las montoneras que
actuaron en la frontera puntana-cordobesa aunque, paralelamente, buscaron negociar con el Gobierno Nacional, el cual los consideró fuerzas que debían ser
controladas. En 1862 la frontera cordobesa quedó desguarnecida ante el traslado de las tropas que perseguían a los federales. Los malones retornaron en consonancia con las sublevaciones. Los ranqueles actuaban conjuntamente con Juan
Gregorio Puebla, uno de los líderes locales de la montonera de Peñaloza. Éste se
refugió en los toldos y sitió Villa Mercedes con los indígenas (Tamagnini 2004).
Avanzada la década del ‘60, Mariano y Baigorrita volvieron a combinaban
sus acciones con Calfucurá. Varios malones sobre la frontera cordobesa fueron
protagonizados por sus indios, sumándose también los denominados «indios
chilenos». Los ranqueles también participaban en los malones de Calfucurá sobre la frontera bonaerense (Rodríguez, 1955).
En el marco de la inminente guerra con el Paraguay y del accionar de las
montoneras, el Gobierno Nacional pactó con los ranqueles. El 24 de mayo de
1865, en Río Cuarto, el Coronel Baigorria, comisionado por el Gobierno Nacional, efectuó dos tratados de paz. Uno con Manuel Baigorrita y otro, con
Mariano Rosas. Los caciques enviaron sus representantes a la frontera y rubricaron el acta por sí mismos9.
La aceptación de la paz por parte de los ranqueles en 1865 habría formado
parte de la geopolítica indígena dado que, como puntualiza Bengoa (1985:189193), en 1865 costinos, pehuenches y abajinos pactaron con el Gobierno chileno10. El «estado de paz» que impulsaban dichos indígenas contrasta con la política
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Graciana Pérez Zavala
que impulsaba Calfucurá al invadir los poblados cordobeses11. La estrategia de
dividir las fuerzas –unos caciques pactan, mientras otros maloquean- formaba parte de la política de los indígenas. Pero, en esta coyuntura en la que el Gobierno
Nacional era el único interlocutor interétnico, ella tuvo un efecto contrario al
esperado. El artículo Nº 2 de los tratados de 1865 estipulaba que era obligación
de Mariano y de Baigorrita «impedir el tránsito por sus tierras á los indios de
Calfucurá ó á cualesquiera otros que quisieran pasar por allí». En consonancia con
éste, el Gral. Emilio Mitre decía que Baigorrita «manda a avisar que se prepara una
invasión a las fronteras por la indiada de Calfucurá, la que tendrá lugar en esta línea;
y que tanto él como el cacique Mariano Rosas, están dispuestos a privarles el paso
toda vez que toque por sus inmediaciones» (Rodríguez 1955).
Después de los tratados de 1865 surgieron rispideces entre los caciques
ranqueles. Baigorrita rompió su pacto en agosto, a diferencia de Mariano Rosas
que lo hizo un mes después. Mariano intentó sostenerlo denunciando los planes
de Baigorrita de maloquear. Los jefes de frontera le «perdonaron» las invasiones
de sus «indios gauchos», mientras amenazaban a Baigorrita con una campaña
punitiva (Rodríguez 1955).
En los años siguientes los ranqueles maloquearon sobre las fronteras de San
Luis y Córdoba –en noviembre de 1866 sitiaron la Villa del Río Cuarto- junto
con la montonera de los hermanos Saá. En contraposición, Calfucurá concretó,
en octubre de 1866, un tratado con el Gobierno Nacional (Levaggi 2000; Hux
2004b, Pérez Zavala 2008). Al hacerlo, Calfucurá reveló las estrategias de los
ranqueles: en febrero de 1867 le decía al Comandante Barros que Epumer estaba
en Villa Mercedes con doscientos indios que se habían incorporado a la montonera
de Juan Saa (Rodríguez 1955).
El 1º de abril de 1867 los federales encabezados por el General Juan Saá se
enfrentaron con las fuerzas nacionales lideradas por el General Miguel Arredondo.
En San Ignacio, la montonera fue derrotada. En Buenos Aires, el Congreso Nacional sancionaba la Ley Nº 215, relativa al avance de la frontera hasta los ríos
Negro y Neuquén. En este marco, la alianza de los años ‘60 (ranqueles–montoneras
contra el Gobierno Nacional) empezaba a debilitarse, mientras salineros y
ranqueles se unían ante un enemigo común.
En 1868 las fuerzas nacionales ingresaron en la Isla Choele-Choel. Ante ello,
Calfucurá convocó a los caciques del País de la Manzanas, del Neuquén y de las
comarcas chilenas para hacer retroceder a los cristianos. Pese a la resistencia, los
indígenas no pudieron evitar la pérdida de importantes extensiones de tierra.
Para 1870 toda la Frontera Sur había sido desplazada. Los ríos Diamante y
Quinto se constituyeron en línea de avanzada en Mendoza (San Rafael), San
274
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
Luis (Villa Mercedes) y Córdoba (Sarmiento). La frontera santafesina se fundió
con la bonaerense, en razón de que el nuevo trazado comenzaba en el fuerte
Gainza y terminaba en Bahía Blanca.
Los tratados de paz de 1870 y 1872: intrigas entre caciques
En la década de 1870 el Gobierno Nacional fue el único interlocutor ante el
cual los indígenas pudieron actuar. La implementación simultánea de proyectos
bélicos, colonizadores y diplomáticos sentó las bases de su «arrinconamiento»
político – territorial. En marzo de 1869 se inició el avance nacional de la frontera
cordobesa hasta el río Quinto. Los malones ranqueles fueron constantes. Pese a
ello, el 22 de enero de 1870 se labró un acta de paz entre los representantes de los
caciques Mariano Rosas y Baigorrita y el Coronel Lucio V. Mansilla, facultado por
el Gobierno Nacional. Este tratado realza la figura de Mariano Rosas al ser éste el
responsable de rubricar el documento en nombre de «las tribus ranquelinas». Quizá las habilidades diplomáticas de Mariano junto con el reconocimiento que le
otorgaban los cristianos incidieron en la decisión de Baigorrita de delegarle su
representación. Pero ello no implica sostener, como lo hicieron Mansilla y Zeballos,
que Mariano predominaba sobre Baigorrita. Lo constante habría sido la alternancia en los espacios de prestigio interétnico e intraétnico. El tratado también advierte sobre el rol político de los caciques Epumer –definido como «general en campaña» -, Yanquetruz Guzmán y Ramón Cabral porque los mismos son beneficiados
con el pago de sueldo (Pérez Zavala 2009).
En marzo de 1870 el Coronel Mansilla efectuó una excursión a las tolderías,
la cual realzó el rol diplomático de Mariano ante los otros caciques ranqueles y
Calfucurá. Una de las metas de Mansilla era «someter a Calfucurá» a través de
Mariano Rosas y Baigorrita (Levaggi 2000:409), por lo que, según su relato, en
los parlamentos ranquelinos intentó generar rispideces entre salineros y ranqueles
(Mansilla 1993:502-503). Inclusive, el artículo Nº 28 del tratado obligaba a
los caciques a colaborar cuando «alguna de las otras Tribus se sublevasen». Así, en
junio de 1870, Mariano Rosas escribía: «Calfucurá, se esta aprontando para hir
a inbadir a Buenos Aires porque a resibido Carta del mismo Buenos Aires en la
que le disen que lo Inbadan fuertemente a los porteños y que haga arriar cuanto
animal encuentre en los fuertes nuebos. Tambien se que se prepara otra Inbasion
a Sn. Rafael, Indios Chilenos» (Tamagnini 1995:4).
A fines de 1870 el tratado tenía poca efectividad: mientras algunas partidas
ranqueles maloqueaban la frontera cordobesa, los jefes nacionales «arribaban»
con «gente armada» a las tolderías de los indios de Ramón Cabral. Mariano
Rosas responsabilizaba a «la gente de Calfucurá» de estas invasiones (Rodríguez
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
275
Graciana Pérez Zavala
1955). Los reproches de Mariano Rosas hacia Calfucurá no eran oportunos ya
que esos días el cacique salinero estaba negociando por intermedio del Coronel
Julián Murga, Comandante provisorio de Costa Sur, Bahía Blanca y Patagones.
Según Levaggi (2000:435-439), la intención del Gobierno era «ganar tiempo»
hasta estar «en condiciones de asestarle un golpe mortal». Luego de varios malones
y toma de rehenes, el 6 de diciembre se reunieron en Bahía Blanca los comisionados de Calfucurá con el Coronel Murga. Los superiores de Murga habrían aprobado lo pactado, pese a advertir que la cantidad de raciones estipuladas era
incompatible con lo dispuesto en el presupuesto nacional. Por unos meses, tanto
Calfucurá como el Gobierno Nacional invocaron la paz cuando les resultaba
conveniente, pero se alejaron de ella cuando los planes bélicos así lo requerían.
A comienzos de 1871 los indios de Mariano, Baigorrita y Ramón, a veces
unidos a los de Calfucurá, invadieron distintos puntos de la línea de frontera
(Tamagnini 1995:143-144). En contrapartida, en mayo, el Coronel Antonino
Baigorria ingresó a Lebucó, mató indígenas y capturó lanceros (Fernández 1998).
Después de la campaña punitiva los ranqueles adoptaron políticas opuestas:
Baigorrita se presentaba como cacique mediador, mientras que Mariano desestimaba los «trabajos» de su par y permitía a sus indios maloquear con Calfucurá
(Tamagnini y Pérez Zavala 2002).
Una de estas invasiones dio lugar a la batalla de San Carlos (marzo de 1872)
en la que las fuerzas de Calfucurá contaron con los lanceros chilenos (de ReuqueCurá), neuquinos, de Pincén y de Epumer (Zeballos 2001:158). Pero, luego de
San Carlos cada tribu procuró posicionarse en forma independiente ante el
Gobierno Nacional.
Calfucurá solicitó la concreción de un tratado, enviando emisarios al General
Ignacio Rivas y al Coronel Julián Murga. Los jefes de frontera recibieron las
comitivas indígenas pero no aceptaron sus propuestas porque tenían instrucciones de avanzar sobre las tolderías (Levaggi 2000:440-441; Hux 2004b:176178). Los ranqueles también pidieron la paz. Sin embargo, en mayo de 1872, las
fuerzas nacionales llegaron a Lebucó y Poitague. Quemaron toldos y cautivaron
a varios lanceros.
Con el correr de los meses los ranqueles y Calfucurá procuraron pactar con el
Gobierno sin dejar de maloquear. Esta política se modificó cuando el General
Arredondo aprisionó una delegación de Baigorrita12. Para recuperarla, el cacique buscó distanciarse de Calfucurá, afirmando que el salinero le había propuesto estar en guerra con el Gobierno, pero sin cumplir su «palabra», estaba «de
tratados con el General Emilio Mitre y el coronel Murga de Bahia Blanca»
(Landaburu 2000:191-192).
276
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
El 11 de octubre de 1872 el General Arredondo comisionó a los franciscanos Moisés Álvarez y Tomás María Gallo a las tolderías ranqueles. Días después
Mariano Rosas se reunió con éstos, oponiéndose inicialmente a la paz. Los misioneros partieron entonces para Poitague, donde asistieron a un parlamento en el
que Baigorrita y Yanquetruz firmaron la paz. Por último, el 23 de octubre se
realizó la junta general con los capitanejos e indios lanzas de Mariano Rosas y
Baigorrita. Según Fray Gallo, Baigorrita argumentaba en su favor. Después de
varias discusiones Mariano aceptó pactar13. El acta fue firmada por los caciques
Baigorrita, Yanquetruz, Mariano Rosas y Epumer, lo cual advierte que ninguno
delegó en el otro los beneficios y obligaciones del pacto.
Estas negociaciones pueden analizarse desde de dos aspectos. El primero, ambos
líderes conocían los planes nacionales de avanzar sobre ellos de modo que sus
diferencias pueden ser interpretadas como parte de la política indígena. El hecho de que Baigorrita aceptara el tratado y Mariano Rosas propusiera algunos
cambios testimoniaría la intención de los ranqueles de sostener las relaciones
diplomáticas sin por ello dejar de hacer valer su posición. El segundo, las discrepancias entre los caciques ranqueles también pueden explicarse en el marco de la
política de los jefes de frontera de realzar la figura de uno y desacreditar al otro
(Tamagnini y Pérez Zavala 2002).
El Gobierno Nacional también buscaba contrarrestar la influencia de Calfucurá
a partir de la jerarquización de los ranqueles. Un relato periodístico lo ilustra:
«[…] Calfucurá se encuentra en dificultades con Mariano Rosas. Este no
quiere acceder a las proposiciones, para unirse con la paz, de Calfucurá,
fundamentalmente en la actitud del segundo cuando el tratado con el Coronel Mansilla. Ha habido grandes juntas en las tolderías de ambos, y recíprocamente se han mandado espías, pues su desconfianza hace que se teman ellos
mismos. Calfucurá quiere dar que ejerce influencia sobre Mariano, y este
con su orgullo ranquelino, desea hacer alarde de su independencia. [...]»14.
En este proceso de relaciones asimétricas, la «paz» interétnica se sostenía mediante la «guerra» intraétnica. En 1870 y 1872 Calfucurá, Mariano Rosas y
Baigorrita intentaron pactar. Pero, en ambos años, sólo los ofrecimientos ranqueles
prosperaron. La limitación a Calfucurá también emanaba de los pactos que el
Gobierno Nacional impulsaba con Valentín Sayhueque. Vezub recuerda que en la
década del `70 se acentuaron las antiguas enemistades entre los salineros y los
manzaneros ante la imputación que los últimos le efectuaban a Calfucurá por la
falta de antecedentes para ocupar las pampas (Vezub 2006). Coincidiendo con De
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
277
Graciana Pérez Zavala
Jong (2007), los tratados «troquelaron» el mapa de alianzas indígenas preexistente
no solo porque procuraron aislar a las diferentes unidades políticas sino también
porque limitaron la autoridad de aquellas que se oponían al accionar estatal.
El compromiso de los caciques de no maloquear generó conflictos entre los
ranqueles. En noviembre de 1872 Mariano avisaba a las autoridades nacionales
sobre los planes de invasión de los indios de Baigorrita. En 1873 el cacique de
Lebucó reiteraba estas denuncias. En sus cartas, Mariano recordaba que Baigorrita
era quién «encabesaba los tratados de paz» y que por sus «súplicas» él había
decidido «ceder» ante el General Arredondo. Mariano Rosas cumplió con el
tratado aún cuando los conflictos nacionales ofrecían acciones alternativas. Gracias a éstas las autoridades militares le enviaban obsequios extras (Pérez Zavala y
Tamagnini 2002; Pérez Zavala 2009).
Calfucurá falleció el 3 de junio de 1873. Zeballos (2001:161-166), afirma
que luego de su muerte se efectuó un parlamento en el que participaron doscientos veinticuatro caciques de distintas «tribus y linajes de toda la pampa». Después de varias discusiones se conformó un triunvirato compuesto por dos hijos
de Calfucurá, Manuel Namuncurá y Alvarito Reumay-Curá y por su sobrino y
secretario, Bernardo Namuncurá.
Por su parte, en 1876, el Ministro de Guerra Adolfo Alsina avanzó el tramo
bonaerense a partir de la ocupación de Puán, Carhué, Guaminí y Trenque Lauquen.
En Córdoba se instaló el fuerte Italó. Este plan había comenzado un año antes y
tenía por objeto «dar un golpe formidable á Namuncurá» (Tamagnini 1995:60).
Para contrarrestar este ataque, Namuncurá maloqueó sin dejar de enviar comisiones de paz. En Bahía Blanca, una de sus comitivas fue recibida por el Comandante Francisco Pío Iturra, quien elevó a sus superiores la propuesta salinera (compromiso del Gobierno de no mover los fuertes más allá de Carhué). Las bases
indígenas fueron rechazadas. Mientras tanto, Namuncurá recibía el auxilio de los
indios del cacique reducido Juan José Catriel, de Pincén y de caciques huiliches y
chilenos (Hux 2004b:235-248; Durán 2006:187).
Los caciques ranqueles adoptaron una actitud dispar. A fines de 1875,
Baigorrita participaba en los malones de Namuncurá. En cambio, Mariano enviaba cautivos y comisiones a Buenos Aires para «asegurarle» la paz al Presidente
Avellaneda. Después de varias derrotas de Namuncurá, Baigorrita modificó su
política, enviando a su cuñado Cayupán a Río Cuarto, quien logró que en marzo
de 1876 se pusiera «en vigencia» el tratado de 1872 (Tamagnini 1995:21-23;
31-32; 206-207; Levaggi 2000:519).
Es probable que la benevolencia del Gobierno Nacional para con Baigorrita
fuera estratégica en razón de que los jefes militares necesitaban disminuir las fuerzas
278
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
salineras para continuar el avance de la frontera. Una cláusula del tratado de 1872
obligaba a los ranqueles a comunicar los movimientos de las «tribus que se sublevaran». Con estos sucesos, Mariano se convirtió en garante del tratado y responsable
del accionar de Baigorrita. Mariano informaba así los malones que preparaban
Pincén, Namuncurá y Baigorrita. Por cierto, el último cacique alegaba que tales
denuncias eran producto de la mala fe de su par (Tamagnini y Pérez Zavala 2002).
Después del avance militar, los salineros buscaron acordar con el Gobierno, el
cual comisionó al Comandante Wintter (Hux 2004b:261-262). Namuncurá también recurrió a la mediación del Obispo de Buenos Aires y de los ranqueles. En
marzo de 1877 el lenguaraz Francisco Mora –ranquel reducido- invitó a Bernardo Namuncurá a Villa Mercedes a tratar con el Comandante Moreno
(Tamagnini 1995:74-74, 225; Durán 2006:166, 409).
Paralelamente, Namuncurá convocó a las demás tribus. En junio de 1877, un
artículo periodístico describía esta situación: «Los Ranqueles estan asediados
constantemente por mensageros de Namuncurá; y de los caciques chilenos, para
que rompan la paz […] Parlamentos de Salinas recorren tambien los Andes en
demanda de ausilios. Hasta los Huiliches, dicen tomarán parte de la Santa Cruzada contra los cristianos» (Tamagnini 1995:229). A partir de un «gran malón»,
los indígenas habrían buscado impedir el avance nacional sobre sus tierras y, al
mismo tiempo, obligar al Gobierno Nacional a pactar.
Mariano Rosas falleció mientras se sucedían estos parlamentos (18/08/1877).
Epumer lo reemplazó, pese a no contar con el respaldo de todos los seguidores de
su hermano. Además, poco antes, las fuerzas del Coronel Eduardo Racedo habían
obligado a Ramón Cabral a reducirse en la frontera. Epumer tampoco tenía buena
fama entre los cristianos15. Según Epumer, Mariano le había «aconsejado quesiga
en Paz», legado que decía llevar adelante (Tamagnini 1995:38-39; 78).
El tratado de paz de 1878: el fin de las alianzas intraétnicas
En los inicios del año 1878 Epumer y Baigorria gestionaron la renovación del
tratado de 1872. Después de varias negaciones, el 24 de julio de 1878, en Buenos
Aires, los representantes de Baigorrita y Epumer firmaron el documento con el
Coronel Manuel José Olascoaga. Este tratado reviste un valor particular porque
fue el último realizado por los indígenas de Pampa y Norpatagonia. Éste testimoniaría las acciones impulsadas por éstos para permanecer como sociedad independiente pero también aquellas que habrían contribuido a su sometimiento.
Paralelamente, los ranqueles habían intentado mediar entre los salineros y el
Gobierno Nacional. En febrero de 1878 Manuel Namuncurá se dirigió al padre
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
279
Graciana Pérez Zavala
Donati –por intermedio de Epumer- pidiéndole que lo ayudara ante el Arzobispo de Buenos Aires (Monseñor Federico Aneiros) y ante el Presidente de la República Argentina para que admitieran «los tratados». En aquella carta reseña el devenir de Calfucurá en las pampas, recordando que «en vida de mi finado Padre me
supo mandar a mi en Comisión a la Villa del Río 4º estando de Gefe de Frontera
el Sr. Coronel Baigorria [1854]». Un mes después, el misionero franciscano se
comunicaba con el Arzobispo Aneiros, quien peticionó por los indígenas ante el
Gral. Julio Roca, siendo rechazada su solicitud. Los salineros siguieron apelando a
los jefes militares allegados a los ranqueles sin lograr respuesta positiva. Nuevamente en julio de 1878, Epumer le encargaba al padre Donati «que le aga ese servisio
a Namuncura». Un mes después, Bernardo Namuncurá le decía al Coronel Wintter
que la gran junta quería llegar a un acuerdo. Para tal efecto, los salineros enviaban
comisiones a la frontera cordobesa (Tamagnini 1995:41-42, 46-47, 49-51, 250;
Durán 2006:168-169, 410-415).
En octubre de 1878 los emisarios salineros, partieron desde Lebucó hacia la
frontera con nuevas propuestas. Iban acompañados de las comitivas de Baigorrita
que, por el tratado, debían recibir las raciones en Villa Mercedes. Sin embargo, en
esos días comenzaron las «campañas de ablandamiento». En Pozo del Cuadril las
fuerzas nacionales mataron y aprisionaron a los indios de Baigorrita y Namuncurá.
Las palabras del capitanejo Juan Romero, sito en el río Negro, de julio de
1878 sobre los proyectos de los Gobiernos argentino y chileno de «quitarles sus
campos» se habían cumplido. La estrategia de Namuncurá, Ñancucheo, Purrán,
Sayhueque y de caciques chilenos de concentrarse en el río Colorado para enfrentar a las fuerzas nacionales ya no bastaba (Durán 2006:201-202). Desde los
fuertes Patagones, Puán, Carhué, Guaminí, Trenque–Lauquen, Italó, Sarmiento,
Villa Mercedes y San Rafael salieron expediciones que, entre 1878 y 1879, se
internaron en la Tierra Adentro. Cada tribu quedó librada a su suerte. La Cordillera de los Andes se convirtió en un posible refugio.
En diciembre de 1878 el Coronel Racedo capturó a Epumer. Baigorrita
habría muerto en el Neuquén a mediados de 1879, mientras su hermano Lucho
continuaba huyendo. Por entonces, varios contingentes ranqueles dependían de
los mandos militares. Namuncurá y Sayhueque se replegaban hacia el oeste. Durante «la gran guerra» las diferencias entre indios «amigos», «aliados» y «enemigos» se desvanecieron.
Conclusiones
Los acontecimientos reseñados permiten diferenciar cuatro momentos en los vínculos entre ranqueles y salineros. El primero se configura a partir de las relaciones
280
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
entre los caciques Yanquetruz, Painé y Calfucurá las cuales habrían estado sujetas al
juego de alianzas y contra alianzas implementado por Juan Manuel de Rosas. Las
acciones ranqueles, predominantemente bélicas en los años ´30 y diversificadas en los
inicios de los años ‘40 (Painé pacta mientras Pichún maloquea), contrastan con las de
Calfucurá que sostenía una política diplomática. El segundo período se vincula con la
competencia entre los caciques Pichún, Calbán y Calfucurá por posicionarse positivamente en la Tierra Adentro y en la frontera cristiana. Este proceso estaba sujeto a las
posibilidades surgidas luego de la batalla de Caseros (1852), cuando los indígenas
podían recurrir simultáneamente al maloqueo y a las alianzas. Esta política se afianzó
con el tratado de 1854, en el marco del cual ranqueles y salineros, unidos a la Confederación, invadían la frontera de Buenos Aires. El tercer momento está relacionado
con los sucesos posteriores a Pavón (1861) y con el ascenso de una nueva generación
de caciques ranqueles. La política de Mariano Rosas y Baigorrita se centró en la
realización de malones sobre toda la línea de frontera, muchas veces en complemento
de los levantamientos de las montoneras. A su vez, Calfucurá intentaba aliarse con el
Gobierno Nacional encabezado por Buenos Aires. Por último, en la década del ‘70,
los movimientos indígenas fueron neutralizados ante el afianzamiento del Estado
argentino. Las disidencias entre los caciques tendieron a profundizarse frente al dilema de adoptar una política diplomática que los convertía en subordinados o impulsar una guerra de exterminio.
Por su parte, las denuncias y rivalidades entre indígenas y entre éstos y los cristianos
pueden ser consideradas como constitutivas de las relaciones interétnicas e intraétnicas.
En consecuencia, puede decirse que en la década de 1870 la existencia de un Gobierno Nacional capaz de direccionar la política de todos los sectores cristianos trajo
consigo la inviabilidad de las estrategias duales por parte de un mismo cacique y/o
tribu (malones en un tramo de la frontera y tratados en otro) y de las estrategias
opuestas entre caciques y/o tribus (un sector pacta y otro maloquea).
En relación con lo afirmado, los malones de la década de 1870 sobre la
frontera bonaerense, en los que los salineros convocaron a caciques ranqueles,
pehuenches y trascordilleranos, no lograron impedir los avances de la línea militar. En este contexto, lo recurrente fueron las negociaciones paralelas de las agrupaciones en pos de pactar con el Gobierno Nacional, el cual definía qué tribus
y/o caciques merecían la «paz». A través de la diplomacia, el Gobierno habría
desarticulado a los indígenas del área pampeana. Ello se visualiza si se compara el
efecto contrario que tuvieron las políticas de Pichún (1852-1854) y de Epumer
(1877-1878) cuando mediaron entre los salineros y el Gobierno Nacional.
Mientras las gestiones del primero dieron por resultado un tratado que unió a
los caciques ranqueles con Calfucurá, las de Epumer quedaron truncas.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
281
Graciana Pérez Zavala
Por último, la política interétnica e intraétnica de los caciques ranqueles posibilitó la consolidación de una estructura socio-política basada en el co-gobierno de dos linajes, en permanente oposición entre sí. El posicionamiento de estos
linajes habría sido posible por tres razones: el acuerdo entre los ranqueles de que
cada linaje aportaba sus propios caciques y controlaba el proceso de su sucesión;
el reconocimiento que efectuaban las otras «tribus» del área pampeana de estos
dos linajes y la distinción que establecían los cristianos para con los ranqueles de
Lebucó y Poitague.
Notas
282
2
Por motivos de espacio no se describen las caracterizaciones estas agrupaciones.
Se sugiere la lectura de Nacuzzi 1998; Gotta 2002; Ratto 1994; Delrio 2005;
Martínez Sarasola 2005; Vezub 2006; Mandrini 2006; De Jong 2007; Bechis
2008, 2010; Varela y Manara 2009.
2
Para un análisis de la figura de Calfucurá véase Bechis 2008:335-358. Para un
examen pormenorizado sobre los alcances y límites de dicha Confederación
véase De Jong 2007.
3
Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba (AHPC). Índice de Gobierno
1811-1869. Año 1854. Tomo 239e. Legajo 6. Folio 166. Rte: Manuel Baigorria
a Alejo Carmen Guzmán. Ranquel Mapu, 23/11/1853.
4
AHPC. Índice de Gobierno 1811-1869. Año 1854. Tomo 239e. Legajo 4. Folio 88/89. Sin remitente. Concepción del Río Cuarto, 18/07/1854. También
en Baigorria, 1977:92.
5
AHPC. Índice de Gobierno. Año 1811-1869. Año 1854. Tomo 239e. Legajo 4.
Folio 125. Rte: Juan Calfucurá a Alejo Carmen Guzmán. 09/1854.
6
AHPC. Índice de Gobierno 1811-1869. Año 1855. Tomo 1. Folio 312. Rte:
Alejo Carmen Guzmán a Faustino López. Córdoba, 20/03/1855.
7
AHPC. Índice de Gobierno 1811-1869. Año 1855. Tomo 1. Folio 323. Rte:
Alejo Carmen Guzmán a Faustino López. Córdoba, 13/06/1855; Folio 349/3.
Rte: Oficial 1º al Coronel Manuel Baigorria. 26/06/1855. Tomo 239e. Legajo
6. Folio 148. Rte: Pichún Guala a Cruz Gorordo. Tierra Adentro, 22/01/1854.
8
Baigorria (1977:96-97) relata que, para que los ranqueles marcharan bajo sus
órdenes y ante la ausencia de Pichún, debió aceptar en matrimonio a una hija
de Ignacio Coliqueo. Pero, al llegar a Melincué, se produjo un incidente entre
Coliqueo y Epumer, por lo que el último cacique, Yanquetruz y Calfucurá
maloquearon sobre campos bonaerenses. Zeballos (2001:110-111) indica que
los ranqueles actuaron divididos pero omite las diferencias entre caciques.
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones políticas entre Ranqueles y Salineros (1850-1880)
9
Servicios Históricos del Ejército (SHE). 1865. Campaña contra los indios.
Doc. Nº 820 y Nº 821.
10
La prensa daba cuenta de esta situación «al mismo tiempo que en Chile todos
los caciques araucanos se disponen á hacer un acto de sumisión al Gobierno,
entre nosotros vengan á solicitar la paz» AHPC. Diario «El Eco de Córdoba». Año 5. 2/06/1865. Nº 733. pp. 2.
11
AHPC. Índice de Gobierno 1811-1869. Año 1865. Tomo 4. Folio Nº 600.
Rte: Cnel. Antonino Baigorria al Ministro General del Gobierno, José Antonio Álvarez de Condarco. 15/08/1865. Río Cuarto; Folio 604. Rte: Antonino
Baigorria a Mariano Echenique. Río Cuarto, 15/09/1865.
12
AHPC. Diario «El Eco de Córdoba». Año 11. Nº 2810. 14/08/1872. pp. 3;
Nº 2817. 23/08/1872. pp. 3; Nº 2783. 13/07/1872. pp. 3.
13
AHPC. Diario «El Eco de Córdoba». Año 11. Nº 2882. 12/11/1872. pp. 2.
Carta de Moisés Álvarez a Laureano Pizarro. Villa de Mercedes, 31/10/1872;
También en las cartas de Tomás María Gallo a Pío Bentivoglio. Villa de Mercedes, 7, 8 y 9/11/1872 en: Nº 2860. 5/10/1872. pp. 3; Nº 2912. 17/12/
1872. pp. 2; Nº 2913. 18/12/1872. pp. 2; Nº 2914. 19/12/1872. pp. 1; Nº
2915. 22/12/1872. pp. 1; Nº 2916. 24/12/1872. pp.2; Nº 2917. 25/12/
1872. pp. 2.
14
AHPC. Diario «El Eco de Córdoba» Año XI. Nº 2893. Fecha: 23/11/1872, pp. 2.
15
Mansilla (1993:247), decía que «Epumer es el indio más temido entre los ranqueles,
por su valor, por su audacia, por su demencia cuando está beodo».
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MILIT
ARES Y MILICIANOS
MILITARES
MILICIANOS..
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OS CUERPOS
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ARMADOS EN LA FR
ONTERA SUR DE
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CÓRDOB
A. UN ANÁLISIS COMP
ARA
TIV
O
CÓRDOBA.
COMPARA
ARATIV
TIVO
1
DEL SIGL
O XVIII Y XIX
SIGLO
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo*
R esumen
La frontera interétnica del sur de Córdoba constituyó un espacio militarizado
de larga duración. Ella se extendió entre fines del siglo XVIII y el último
cuarto del XIX, cuando se desplazó definitivamente más allá del extremo
límite Sur de la mencionada provincia. Este trabajo tiene por propósito indagar de manera comparativa acerca de los aspectos militares de la frontera (estratégicos y tácticos) atendiendo también a las condiciones en que se reclutaba
a la milicia, población civil militarizada. Partimos de la consideración de que
las condiciones sociales estructurales no variaron sustancialmente en términos
de su operatividad en el control y la vigilancia espacial. Sin embargo, esta
apreciación quedaría fragmentada si no se incluye el problema del proceso de
formación estatal criollo, aspecto éste central en el monopolio de la violencia
legítima en un período de alta conflictividad entre civiles y con los indígenas.
Se prestará además atención a las diferentes modalidades que asumió el carácter de miliciano, acorde a la política de frontera en la Colonia y la etapa postcolonial. Se procurará una distinción entre milicianos, vecinos con propiedad
de la etapa colonial, respecto de los pobladores militarizados de los fuertes y
fortines del siglo XIX y los Guardias Nacionales que surgieran hacia mediaLaboratorio de Arqueología y Etnohistoria, Departamento de Historia, Facultad de Ciencias
Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto. E mail: [email protected];
[email protected].
*
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
287
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
dos del siglo XIX. Para reconstruir estos aspectos se cotejará un documento de
la época tardo-colonial referido a una irrupción de los indígenas en las tierras
ubicadas al norte de Río Cuarto con los distintos partes militares de la Comandancia General de Frontera del Río Cuarto y las Memorias del Ministerio de Guerra y Marina.
Palabras ccla
la
lavve: Frontera Sur de Córdoba - cuerpos armados - población militarizada.
Abstract
The ethnic boundary in southern Córdoba was a space militarized length.
Its beginnings date back to late XVIII and the last quarter of the nineteenth
when the line finally moves beyond military extreme southern boundary of
the said province. This work is purpose to investigate comparatively about
aspects military frontier (strategic and tactical) response also the conditions
under which recruited militia, civilians militarized. We start from the
consideration that the conditions structural social substantially unchanged
in terms of their operation in the control and space surveillance. Same
considerations could esgrimirse regarding the conditions technical, human
and material of those armed forces. Without however, this initial assessment
would be incomplete without including the problem of native state
formation process, an aspect central to the monopoly of legitimate violence
over a period of high conflict between civilians and Indians. Similarly, the
pay attention to the different ways that took on the caracter of militia,
according to the policy of the colonial frontier and post-colonial period.
Efforts will be made a distinction between militia neighboring property
from the colonial era, for the people militarized forts and outposts of the
nineteenth and Guards National arising mid nineteenth century. To rebuild
military aspects will appeal to a contemporary document late-colonial refers
to an irruption of the Indians in the land located north of Rio Cuarto to
be collated with various military reports of the General Command of
Border Rio Cuarto and the Army Historical Service of the national stage.
Key w
or
ds: Southern border of Córdoba - armed forces - population
wor
ords:
militarized.
Introducción
En el sur de Córdoba, la frontera interétnica constituyó un espacio militariza288
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Militares y milicianos. Algunas notas sobre los cuerpos armados en la Frontera Sur de Córdoba.
Un análisis comparativo del Siglo XVII y XIX
do de larga duración. Ella se extendió entre fines del siglo XVIII, momento en
que se organiza la línea militar a partir de la fundación de pueblos, villas y fuertes
y el último cuarto del siglo XIX, cuando se desplazó definitivamente más allá del
extremo límite Sur de la mencionada provincia. La impronta que la frontera dejó
en la región fue muy profunda no sólo porque sus instalaciones fortificadas delimitaron la porción geográfica controlada por indígenas y cristianos sino también
porque sentó las bases de un nuevo ordenamiento y configuración territorial.
Este trabajo tiene por propósito indagar de manera comparativa sobre aspectos
militares de la frontera, teniendo en cuenta no sólo las cuestiones tácticas y estratégicas
sino también las condiciones en que se reclutaba a los efectivos de armas en el período
tardo colonial e independiente. Partimos de la consideración de que las condiciones
sociales estructurales no variaron sustancialmente en términos de su operatividad en el
control y la vigilancia espacial. Iguales apreciaciones podrían esgrimirse respecto de
las condiciones técnicas, materiales y humanas de aquellos cuerpos armados. Sin embargo, esta primera valoración quedaría inconclusa si no incluimos el problema del
proceso de formación estatal criollo, aspecto éste central en el monopolio de la
violencia legítima en un período de alta conflictividad entre civiles y con los indígenas. De igual manera, prestaremos atención a las diferentes modalidades que asumió el
carácter de miliciano, acorde a la política de frontera en la Colonia y la etapa postcolonial. En ese orden, procuraremos distinguir entre los milicianos, vecinos con propiedad de la etapa colonial y los pobladores militarizados de los fuertes y fortines
del siglo XIX, entre los que se incluyen los Guardias Nacionales.
El trabajo está organizado en dos partes: en la primera ofrecemos una caracterización somera del espacio fronterizo, la organización de los fuertes y la línea
militar, en tanto cuestiones que hunden sus raíces en el siglo XVIII. En una
segunda parte, describimos las características de las distintas fuerzas militares que
brindaron vigilancia y control en el espacio fronterizo y que, por cierto, tuvieron su origen en la etapa colonial. Finalmente, damos cuenta de aspectos ligados
al reclutamiento deteniéndonos especialmente en los distintos reglamentos y dispositivos de convocatoria y en las diferentes consideraciones efectuadas que remiten al ordenamiento social de la frontera.
El soporte documental al que apelamos está constituido por documentación
oficial del fondo de Gobierno del Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba (AHPC), del Archivo Histórico Municipal de Río Cuarto (AHMRC) y las
Memorias del Ministerio de Guerra y Marina (MMGyM).
El contexto militar fronterizo
El análisis del espacio fronterizo sur cordobés requiere, en primer término,
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
289
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
pasar revista a la constitución de la línea militar del río Cuarto, los distintos
asentamientos fundados en ella, la organización castrense y los diferentes cambios sufridos hasta el año 1869 en que ésta se trasladó hasta el río Quinto.
Las márgenes del río Cuarto sirvieron, en varios tramos, para delimitar el trazado
de la línea de fuertes, fortines, postas militares y campamentos que se asentaron desde
fines del siglo XVIII. Sin embargo, hubo lugares en los que los fuertes se instalaron
estratégicamente a la vanguardia o retaguardia de este accidente natural. Ellos dieron
forma a una línea imaginaria, flexible, móvil, de avance y contramarcha, por lo general, endeble, ante el objetivo esencial de resguardar la población cristiana que avanzaba sobre las tierras indígenas así cómo las principales rutas de comunicación
interregional. Por ello, la definimos como una línea «defensiva» en «avanzada» sobre
el territorio, con fuertes y fortines de vanguardia y de retaguardia.
En la región, el primer intento de aplacar las entradas de los indios sobre el
territorio que iban ocupando los blancos se remonta al título que en 1607 el
Gobernador Rivera le otorgó a don Sebastián Tejeda como Capitán Comandante de las Fronteras. Hacia 1752 se erigió el que es considerado el primer
fuerte de la Frontera Sur cordobesa en la Punta del Sauce, hoy localidad de La
Carlota. Más tarde se levantaron los fuertes de Santa Catalina (1778) y Asunción de las Tunas (1779). Un año después, el virrey Vértiz ordenó la construcción de los fuertes del Saladillo, San Fernando y Concepción de Río Cuarto
(Marfany 1940; Mayol Laferrére 1977). Ubicado sobre el Camino Real, el
fuerte del Saladillo era el único que se encontraba situado dentro del cordón de
la frontera del río Tercero. Dado que las tierras que él protegía estaban localizadas al Norte del fuerte de Las Tunas, hasta donde llegaba el llamado camino de
Las Tunas2 -que era el «carril» que seguían los indios ranqueles en sus ataques-, su
emplazamiento no resulta llamativo.
Recién en la década de 1780 la frontera tomó la forma de una verdadera
línea militar, destinada a perdurar hasta 1879. En gran parte, ella fue el fruto del
plan estratégico de Sobre Monte, Gobernador Intendente de Córdoba del
Tucumán desde fines de 17833. Este plan permite identificar dos alineaciones
fronterizas: la de avanzada, «la más adentrada al campo de los indios» en la que
se instalaron los fuertes y fortines de Loreto, Zapallar, Santa Catalina, Jagüeles,
San Fernando y, por otra parte, la de «retaguardia» (la más importante) extendida sobre la ribera del río Cuarto, en contacto con las fronteras de Buenos Aires
y Cuyo, formada por los fuertes y fortines Concepción, San Bernardo, Reducción, San Carlos, Pilar, Punta del Sauce (La Carlota) y, próximo al Saladillo,
San Rafael (Vitulo 1939).
El plan de Sobre Monte no se agotó en la instalación de los fuertes y fortines
antes mencionados. Hacia 1804, siendo ya virrey, se interesó en el adelantamien290
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Militares y milicianos. Algunas notas sobre los cuerpos armados en la Frontera Sur de Córdoba.
Un análisis comparativo del Siglo XVII y XIX
to de la frontera hasta el río Quinto para lo cual promovió la exploración de la
zona 3. Dicha empresa se vio suspendida debido a las invasiones inglesas
(Barrionuevo Imposti 1986:106).
La construcción de la frontera militar sur cordobesa da cuenta de una fuerte
impronta borbónica, visible no sólo en el trazado de una línea defensiva sino también en la posibilidad de implementar una táctica ofensiva, la realización de exploraciones de reconocimiento y el fortalecimiento de relaciones diplomáticas con las
tribus a través de la firma de tratados de paz. A ello debiera sumarse el poblamiento
de la frontera dispuesto por Sobre Monte a partir del traslado compulsivo de
familias de otras regiones. Esta estrategia apuntaba no sólo a resguardar los caminos
por los que transitaba el tráfico comercial de los ataques indígenas sino también a
controlar a los mismos pobladores cristianos de la frontera.
Después de 1810 hubo nuevos intentos de construcción y reconstrucción de
fuertes. Según Carlos Mayol Laferrére durante la etapa federal se levantaron los
fuertes de Las Achiras (1834), Los Jagüeles (1838) y Rodeo Viejo (¿1840?). A
su vez, en la «época nacional» aparecieron los fortines Totora (1864) y Lomitas
(aproximadamente 1865) además del Fuerte Tres de Febrero que fue erigido
sobre la margen norte del río Quinto (1857). En la década de 1860 empezaron
a instalarse algunas postas militares como la de Chemecó (1865). Muchas de
estas fortificaciones tuvieron una existencia efímera, quedando sujetas a los avances y retrocesos de los cristianos (Mayol Laferrére 1977 y 1978).
De acuerdo a los datos que consigna la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 18635, la Frontera Sur de la República tenía por entonces una
extensión total de 360 leguas de longitud, siendo de 41 leguas la correspondiente al Sur de la provincia de Córdoba. La sanción en 1867 de la Ley Nº 215 (que
establecía el avance de la frontera hasta los ríos Negro y Neuquén) creó el marco
jurídico que permitió el adelantamiento simultáneo de toda la línea militar,
desde Buenos Aires a San Luis. En el tramo correspondiente a la Provincia de
Córdoba, ella fue trasladada en 1869 hasta el río Quinto. Según Fotheringham
(1970), «la línea de Córdoba (...) principiaba con 3 de Febrero, después 12 de
Línea, después «Sarmiento», «Necochea», «La Amarga», Arbol» y «La Ramada» o «Irrazábal» a partir de donde enderezaba hacia el Este, en dirección al
fortín Gainza, en la provincia de Buenos Aires.
Rec
lutamiento de las fuerzas
eclutamiento
La frontera fue una entidad de larga duración caracterizada, fundamentalmente, por la continuidad en sus concepciones y prácticas, más allá de los camAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
291
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
bios relevantes que ocurrieron a lo largo del proceso. Muchos de los rasgos que
distinguen al período colonial tardío perduraron como régimen de vida durante
la larga etapa de construcción estatal nacional. Dicho en otros términos, más allá
de los cambios en las formas políticas, la lógica militar (defensiva y ofensiva) y
las relaciones sociales (ejército y poblamiento), se habrían mantenido porque el
Estado en sus diferentes modalidades, habría desarrollado una acción destinada a
perdurar (Tamagnini 2010:176).
Estas afirmaciones contienen implicancias metodológicas para el estudio de
las formas de reclutamiento de las fuerzas destinadas a la defensa de los fuertes y
fortines. La militarización de la sociedad tan presente en la historia del siglo
XIX, hunde sus raíces al menos en la etapa final de la colonia6. Pero antes de
ocuparnos del reclutamiento, es preciso que efectuemos una breve distinción
entre militares y milicias.
Militares y Milicias
Los primeros antecedentes de los cuerpos de ejército se encuentran en la «compañía de presidio». Este último término deriva del «prest» o sueldo que cobraban los soldados destinados a las plazas en puertos españoles en el Norte de
África, el Mediterráneo, Italia o los Países Bajos. Posteriormente, la dinastía
borbónica procuró reorganizar el sistema defensivo militar, transformando los
cuerpos en unidades regulares (compañías, batallones y regimientos) con planas
mayores y servicios de guarnición que les permitieron a los «soldados de fortuna» convertirse en una oficialidad a la que se ingresaba por la nobleza de sangre,
dándole así un nuevo ímpetu a la carrera de armas. En el siglo XIX, el término
«presidio» pasó a designar un lugar de destierro o espacio en el que los sentenciados por la justicia civil o militar cumplían sus penas (Marchena Fernández 1992).
En cuanto a las milicias, es conveniente aseverar que se trata de una población de
reserva disponible para reforzar los efectivos de las fuerzas armadas regulares: ejércitos
provinciales o nacional, debido, entre otras cosas, a la escasez de voluntarios (Olmedo
2004; 2009). La constitución de los primeros cuerpos milicianos7 data de la década
de 1750. En un principio, estuvieron formados por españoles residentes en la Colonia, a los cuales se sumaron luego los miembros de los ejércitos peninsulares que eran
castigados por mal comportamiento o por desertar; también se incorporarían los
definidos a partir de 1782 como «vagos»8. Junto a éstos, se incluyeron también los
indios sometidos y algunos mestizos (Comando en Jefe del Ejército 1972).
A fines de la Colonia, la defensa de la frontera indígena estaba a cargo de
algunos soldados y de milicias de caballería, constituidas por los vecinos del
lugar que se turnaban periódicamente la vigilancia (Marfany 1940:318). Un
292
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Militares y milicianos. Algunas notas sobre los cuerpos armados en la Frontera Sur de Córdoba.
Un análisis comparativo del Siglo XVII y XIX
ejemplo sustancioso de la importancia que estos últimos tuvieron en la conformación de las fuerzas que vigilaban la frontera lo aporta un juicio que Sobre
Monte, a cargo de la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán, sustanció en 1785 contra el Comandante del Fuerte del Saladillo a quien, entre
otras cosas, acusó de no proceder según las instrucciones preestablecidas en ocasión de una invasión indígena. Una de las preguntas fundamentales del interrogatorio al que fueron sometidos los declarantes (5 soldados y 4 vecinos del lugar)
era si «a la primera noticia de indios» el Comandante había convocado a los
vecinos y si además éstos habían aportado la cantidad de caballos suficientes (4
en total) para defender el lugar y luego perseguir a los «infieles» hasta recuperar
la hacienda robada. El sumario también refiere que lo hicieron con «armas propias» y «armas del rey» las cuales se encontraban en mal estado (esta situación se
reiteraría hasta bien entrado el siglo XIX)9.
A partir de 1820 el reclutamiento de las milicias quedó en manos de las
provincias, tal como el correspondiente a la ley de milicias promulgada en el año
1823 en la provincia de Buenos Aires, que tuvo vigencia hasta la sanción de la
Ley de Reclutamiento del Ejército en 1872. La creación del cuerpo de Guardias
Nacionales (en 1852 lo hizo Buenos Aires y en 1854 la Confederación Argentina) significó una actualización del reclutamiento de las milicias y su mantenimiento corría por cuenta del Gobierno Nacional (Comando en Jefe del Ejército 1972). Conviene aclarar que, entre 1852 y 1869, los Guardias Nacionales
constituyeron la forma más usual y difundida pero no la única de reunión de
milicias. Si tenemos en cuenta que éstas constituían, en sentido amplio, una población de reserva disponible, las mismas incluían a los Guardias Nacionales
reclutados de manera «obligatoria» pero también a todos aquellos sujetos que
los Reglamentos de Administración de Justicia de la campaña definían y perseguían por «vagos y mal entretenidos» (en general, pobladores libres de conchabo) y que eran enviados a las fronteras a purgar sus penas.
En los casos de emergencia, el servicio de vigilancia y choque militar lo encarnaban los mismos vecinos y pobladores de villas contiguas a los fuertes y fortines.
Según Fradkin, en la campaña la condición de vecino estuvo lejos de restringirse
a los hacendados. De hecho, muchos arrendatarios habían adquirido la vecindad
que implicaba obligaciones públicas (como la milicia) y ejercicio de derechos
(como el de petición). De este modo:
«... una antigua institución –la milicia- vehiculizó la adquisición de nuevos
derechos y fortaleció los poderes locales en quienes recayó el poder del
reclutamiento de vecinos milicianos y de persecución de los «vagos»
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
293
enrolados compulsivamente hacia los regimientos de línea. Si la estructura
militar que inscribió a la población se apoyaba en estas vecindades y consagraba la presencia de poderes locales, el funcionamiento de la justicia se
inscribe en el mismo marco.
La práctica, en consecuencia modificó la noción misma de vecindad y la
costumbre consagró sus nuevos significados…» (Fradkin 2009:138).
A lo anterior se podría agregar que las prácticas para conformar los cuerpos
armados eran variadas y que la diferencia fundamental entre milicianos y soldados residía en que los primeros eran vecinos asentados en el pago con su familia
que cumplían con servicios militares menos arriesgados y por tiempos más acotados que los soldados regulares o de línea. Estos últimos, en cambio, eran en su
mayor parte campesinos migrantes del interior y el litoral que venían a la campaña porteña a conchabarse en las tareas rurales. Mayoritariamente solteros, fueron
reclutados en forma permanente de manera voluntaria o por la fuerza (Salvatore
1998:350; Garavaglia 2007:298-299).
El concepto de milicias incorpora, entonces, una problematización que excede
la posibilidad de distinguir allí un cuerpo armado en particular, remitiéndonos
más bien a una «condición» a la que podía quedar sujeto cualquier poblador de la
campaña o la frontera que no contase con propiedad de las tierras (Olmedo 2006).
For mas de rrec
ec
lutamiento
eclutamiento
En innumerables oportunidades, la legislación española planteó que fueran
los mismos vecinos los encargados de defender sus bienes y propiedades avalando
que éstos se armasen y colaborasen con muy pocos pertrechos (Marchena
Fernández 1992). En la etapa borbónica aparecieron los fueros militares, consistentes en una serie de prerrogativas orientadas a lograr el alistamiento de las elites
locales, a través del otorgamiento de una serie de privilegios y excepciones que
los beneficiaban en el plano social, militar, civil y comercial.
En la era republicana, en cambio, la militarización de la sociedad estuvo
asociada a la convocatoria «de hecho» de los pobladores de la campaña y la
frontera, generalmente sin propiedad ni conchabo alguno. La misma permitía la
constitución de unidades militares o el engrosamiento de sus filas, quedando sus
miembros sujetos a ellas de manera permanente o parcial.
El reclutamiento de hombres destinados a alguna fuerza regular de la campaña o a guarnecer las fronteras se realizaba de manera voluntaria (a través del
294
Sociedades de Frontera: Las del pasado
«enganche») o de manera compulsiva («destinados» y «levados»). Los diferentes
gobiernos apelaron básicamente a dos mecanismos que buscaron amparar en reglamentos o pretendieron consignar en leyes. Uno fue el servicio militar obligatorio10 que comprendía a todos los varones mayores (el mejor reflejo de ello
fueron los Guardias Nacionales). El otro, provino de la sanción de «Reglamentos
de Campaña» que procuraban, según su letra, combatir la ociosidad mediante la
persecución y el alistamiento de ladrones, malhechores, vagos, mal entretenidos,
matreros y cuatreros.
Las formas de reclutamiento forzosa o por enganche afectaron de manera especial a los habitantes de la campaña. Igual que lo acontecido en tiempos de Juan
Manuel de Rosas, en las décadas de 1850 y 1860, la exigencia de cumplir con el
servicio militar recayó en los trabajadores rurales logrando la exención del mismo
buena parte de los residentes urbanos (médicos, abogados, estudiantes, escribientes
y boticarios entre otros). Los pequeños propietarios (labradores y criadores) estaban menos expuestos, quedando generalmente exceptuados los propietarios rurales
más ricos, sus mayordomos y capataces (Salvatore 1992; 1998).
La documentación de la Frontera Sur de Córdoba permite constatar el uso
de los conceptos de «vagos» y «malentretenidos» para justificar el reclutamiento
forzoso. En éste tenían gran participación las autoridades militares de frontera
que no dudaron en entrar en colisión con las autoridades civiles cuando estas
funciones comenzaron a trasladarse de órbita. Así por ejemplo, la aplicación de
uno de estos Reglamentos de Administración de Justicia de la campaña, suponía
que el Juez de Primera Instancia de Río Cuarto debía ocuparse de:
«...formar acta de todas las familias é individuos pertenecientes á su Seccion,
clasificando en ella los que no tengan medios de subsistencia y sean comprendidos por vagos, obligándolos á la educacion de los varones que tengan la edad bastante para las artes ú Escuela de primeras letras. 2º: Obligar
á todo hombre y mujer que á juicio de esa Comision no tengan suficientes
y lucidos medios de subsitencia para sí y su familia, á conchavarse á la
posible brevedad con la constancia prevenida de papeleta sellada y virada
en la Policía, cuyo término menor será de quince días y estensivo hasta
fines del corriente año. 3º: Clasificar los padres y madres que teniendo
hijos varones y mujeres que no pudieran educarlos por falta de recursos,
sean depositados por la Comision á los que pasen de la edad de seis años,
entre algunas familias respetables que los eduquen y contraigan al trabajo,
y en caso contrario procurarles mejor acomodo...»11
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
295
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
Las instrucciones para aplicar al reglamento dejan al descubierto las preocupaciones de la máxima autoridad municipal de Río Cuarto por clasificar a la
población, obligar a los «vagos» a conchavarse y educar a sus hijos varones. Todos aquellos que no pudieran demostrar «medios» o solvencia, terminarían siendo incorporados al ejército de línea. A su vez, también apuntaban a lograr que
algunos de los hijos de estos indigentes se encomendaran a las familias «respetables», posiblemente, a los efectos de prestar en adelante servicios domésticos.
Un aspecto a tener en cuenta es que en pleno período constitucional, se sancionaron reglamentos provinciales que contravenían las disposiciones generales
de la Constitución Nacional. El Reglamento para la Administración de Justicia y
Policía en la Campaña de 185612, sancionado por la legislatura de la provincia de
Córdoba en su artículo 3°, «De las gentes de servicio y contrato entre estos y
patrones» omite lisa y llanamente las garantías constitucionales al tiempo que
establece instituciones incompatibles con ella, como por ejemplo un «tribunal
calificador» responsable de estipular los bienes y recursos que eran necesarios
para subsistir. Se contrariaba así el artículo 18° de la Constitución Nacional que
prohibía la existencia de tribunales especiales (González 1995).
Al igual que este tipo de reglamentaciones que quedaban a merced de quienes
las ejecutaban, otra herencia de la Colonia fue la exigencia de que la población
masculina portara la «papeleta de conchabo» en la que debía constar la dependencia laboral respecto de alguna hacienda mediante la firma del patrón. En
otros casos se exigía la «papeleta de fuero o alistamiento» (Slatta 1985:193) en
la cual se certificaba la pertenencia a una fuerza determinada, so pena de ser
acusado de «vago» y reclutado compulsivamente.
Otro mecanismo utilizado fue el pasaporte para poder circular (atravesar o ingresar) de una provincia a otra. Con lo anterior se buscaba solventar la carencia de mano
de obra, permitiendo, además, erradicar los brazos libres del medio pampeano13. El
reclutamiento a los bastiones fronterizos fue usado también para el cumplimento de
penas por delitos menores. Las breves notas que el gobierno provincial enviaba a los
Comandantes de la Frontera del río Cuarto dan prueba de ello:
«[...] Agosto 29- Al Coronel FerreyraCon el Teniente D. Manuel Fernández se remite á V.S al Cabo de la Partida de Policia Nicolas Nuñez, que ha cido condenado á servir de soldado
en la fuerza de linea de esa frontera por delito de embriaguez a fin de que
se corrija, cuyo conocimiento se transmite á V.S para que esté a la mira[...]»14
«[...] y en conocimiento de que muy luego enmendaron su falta presentán296
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Militares y milicianos. Algunas notas sobre los cuerpos armados en la Frontera Sur de Córdoba.
Un análisis comparativo del Siglo XVII y XIX
dose a sus Gefes pues que el temor de la guerra y no la resistencia al
Gobierno fue que lo hizo desertar de sus filas, ha tenido a bien conmutarles
la pena y ordenar, a V.S por la presente los destinos por un mes a los
trabajos públicos de los fuertes y vencido este término los haga regresar a
sus hogares libremente [...]».15
Por último, entre los reclutas destinados a poblar fuertes y villas se deben
incluir también a los civiles y militares que prestaban servicios en determinadas
milicias fuera de la línea de frontera y que eran convocados para la defensa de
incursiones de indios, frente a la amenaza de alguna fuerza política opositora o
ante un inminente motín de la milicia local. En algunas ocasiones, también prestaron servicios en los trabajos públicos en los fuertes.
En cuanto al reclutamiento de la Guardia Nacional puede decirse que en la
provincia de Córdoba la conformación de esta fuerza se instrumentó en 1854
durante el Gobierno de Alejo Carmen Guzmán. Posteriormente, el gobernador
Mariano Fragueiro ordenó su disolución (1858) pero fue restablecida en 1859,
convocándose «a todos los argentinos de diecisiete a sesenta años» (Barrionuevo
Imposti 1988).
La unificación nacional lograda luego de la batalla de Pavón significó un avance
importante en términos de la modernización institucional. Sin embargo, la conformación de una fuerza nacional homogénea, con una estructura organizada y
equipada, no avanzó de manera rápida. Por el contrario, hasta 1876 continuaron
utilizándose mecanismos instituidos mucho tiempo atrás, característicos de una
transición que conservaba rasgos coloniales, los mezclaba con los propios de la era
post-colonial y le sumaba los de la etapa de organización nacional.
Las reminiscencias coloniales se observan también en la utilización de los calificativos «vagos» y «malentretenidos» para reclutar compulsivamente a los efectivos.
Esta modalidad de enrolamiento atravesó entonces todo el período. Así es posible
observar que en ocasión del estallido de las montoneras provinciales (muy activas en
la región de Río Cuarto)16 la «persecución y captura de los ladrones, vagos y mal
entretenidos que hubieran en el Departamento y su remisión inmediata a esa Capital» constituye un hilo conductor de la correspondencia de la «Comandancia General de los Departamentos del Sud» que se afana también en perseguir a los «sublevados ó fugados del extinguido Batallon (Córdoba) Libre- desertores del Ejército Nacional, ó de los Gobiernos en servicio de la frontera, y los Guardias Nacionales de otros Departamentos sin licencia correspondiente[...]»17.
En otra nota del mismo año, se solicitó al Ministro de Gobierno de la Provincia de Córdoba que efectivizara un nuevo enrolamiento de la Guardia NacioAño III / Volumen V / Diciembre de 2011
297
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
nal permitiendo de esta forma suplir a los hombres «laboriosos» dedicados al
comercio y artesanía por los «mal entretenidos». Para ello, se pidió efectuar un
nuevo enrolamiento, tanto de caballería como de artillería18. De esta manera
quedaba clarificado el alcance de los reclutamientos -en principio «obligatorios»- pero que, en realidad, apuntaban específicamente a un grupo de los pobladores de la campaña. Se advierte, en este sentido, que era la posesión de la propiedad de la tierra y la cantidad de la misma, la que determinaba quiénes debían
incorporarse a la tropa.
Con lo anterior, no se niega que los propietarios también debían, en parte, prestar
sus servicios en las fuerzas regulares y guarniciones de frontera. Sin embargo, tal como
lo reflejan los documentos, la condición de «propietario» definía, en primer término
la posibilidad de prestar el servicio o quedar exento y, luego, la cantidad de tiempo
durante el cual se permanecería en el cuerpo y también el relevo.
En síntesis, las disposiciones de incorporar «vagos» y «mal entretenidos» en
las guarniciones de fuertes y fortines no correspondían de manera exclusiva a
decisiones de los responsables del reclutamiento sino a medidas institucionalizadas
como la que, reactualizando un pedido de un grupo de comerciantes, decidió
aplicar el gobierno de la provincia de Córdoba en vísperas de la guerra del
Paraguay. En palabras de Marcela González:
«[...] para reemplazo de las guardias nacionales que se desempeñaban en la
guarnición y para las que marchan al Paraguay, el procedimiento es el
personero; para las dotaciones del ejército de línea que originariamente
cubre las fronteras provinciales, se recurre a la ley de 1859 a vagos y condenados. Sin embargo, frente a una situación bélica de la envergadura de
la guerra de la Triple Alianza, que desafía los cálculos más optimistas en
cuanto a su duración, no es fácil mantener esquemas como el anterior. Por
eso cuando Paunero reclama apoyo del ejército nacional que marcha a
Cuyo en 1866 indicando que deben ser guardias nacionales las que se
remitan, el gobierno de la provincia cubre el número de reclutas con presos indultados a cambio del servicio [...]» (González 1995:5).
Las reflexiones anteriores permiten observar la presencia de otros elementos
heredados de la Colonia adoptados en momentos en que el Estado Nacional se
hallaba plenamente constituido: la colocación de «personeros» y la posibilidad
de conmutar penas o indultar a quienes hubieren delinquido mediante su alistamiento para la guerra o para el servicio en las fronteras. En relación a esto último, es atinado señalar la dificultad de discernir acerca de la conveniencia de la
298
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Militares y milicianos. Algunas notas sobre los cuerpos armados en la Frontera Sur de Córdoba.
Un análisis comparativo del Siglo XVII y XIX
conmutación de una condena ya que ir a la guerra o, principalmente, ser destinado a la frontera, era cumplir con el castigo. Además, tampoco era una garantía
para las autoridades militares la presencia de destinados en los destacamentos por
su propensión a transgredir las normas. En este sentido, y siguiendo a Salvatore
«ni las milicias ni el ejército pudieron actuar como «escuelas de disciplinas social» porque no lograron retener por suficiente tiempo a los soldados y, cuando
lo hicieron, no consiguieron cambiar las conductas de éstos» (Salvatore 1992:34).
En páginas anteriores hemos señalado que los pobladores de la campaña eran
reclutados a través de reglamentos o «medidas institucionalizadas». Sin embargo,
no era esa la única vía mediante la cual las guarniciones se veían provistas de población civil. De manera independiente al accionar de jueces o policías, el reclutamiento quedaba a merced del Comandante de Frontera o, en su defecto, del jefe de
tropa de alguno de los fuertes que, en una situación de emergencia -presencia de
malones, de montoneros, movilización hacia otros puntos del territorio por las
mismas causas o por guerras como la de la Triple Alianza- salía al campo en busca
de reclutas. Ello dio lugar a algunos reclamos de hacendados locales que veían
disminuir o desaparecer su fuerza de trabajo. El gobierno provincial solía mediar
en estas circunstancias, siendo en algunas ocasiones alteradas las letras o procedimientos de los reglamentos de manera de exceptuar a «propietarios», «honrados»,
«capataces y peones de estancias» o «padres o sostenes de familias»:
«[...] Antes de mi el firmado Capitan Juan Castillo ha comparecido hoy el
Señor Dn. Adolfo Kaulen representante de la firma Barker Kaulen y Ca.
dueños de la Estancia las Peñas declarando:
Hagamos solemne protesta en contra la citacion de todos los peones ocupados en la hacienda de nuestra propiedad con el objeto de mandarlos al
Río 4° para el servicio de la Provincia.
Fundamos esta protesta en el Decreto fecha del 29 de junio de 1867
celebrada entre el Gobierno provincial en Cordoba y nosotros por el
temor de lo cual todos los Peones conchavados en la hacienda nuestra
quedan libres de todo servicio de la guardia Nacional.
Apoyado sobre este Decreto hemos comprado y poblado nuestra hacienda y sacandonos los brazos del trabajo, todos nuestros bienes iran
perdiendose muy pronto y seremos obligados pedir pago por nuestros
perjuicios al Gobierno.
No creiendo que con la orden general otorgada para el enlistamiento de
la gente de este Departamento el Gobierno intentaba incluir la nuestra y
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
299
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
voluntariamente quebrar y anular un Decreto en virtud y buena fe de lo
cual solo hemos empleado nuestra fortuna, presentamos esta protesta.
Saucecito, el 9 de Marzo de 1868
Juan Castillo[...]».19
El documento citado detalla no sólo el malestar de los hacendados por las
levas en sus campos sino que también pone de manifiesto la disconformidad de
los mismos ante la necesidad de que sus peones -que debían prestar un servicio de
armas- fueran trasladados hacia otros puntos de la provincia, en este caso la Frontera del río Cuarto. Este malestar no sólo lo vivían los empleadores sino que lo
sufrían también, en carne propia, los mismos individuos que eran reclutados. A
los padecimientos por la leva y los servicios en las guarniciones de fuertes y
fortines, se sumaba el «desarraigo» que los distanciaba de su familia y de su
medio.
Finalmente resta mencionar la sanción en 1872 de la Ley de Reclutamiento
que puso en el centro de la discusión las constantes deserciones de la Guardia
Nacional por el reclutamiento forzoso. Dicha ley procuraba regular las convocatorias de efectivos por parte de los gobiernos provinciales, obligándolos a la
remisión de una cuota relativamente equivalente a las características de las provincias, evitando así los insistentes reclamos de éstas. En cuanto a los alistamientos, la Ley confirmaba:
«[...] Art. 2°. Los alistamientos voluntarios no podrán ser por menos tiempo
de dos años, y los enganchados por menos de cuatro, no pudiendo exceder
de seis en uno ú otro caso» [...] «Art. 11°. Los alistados voluntarios y enganchados no podrán ser condenados por causa alguna á mayor servicio militar
que el de su desempeño, salvo el caso de deserción» [...] «Art. 13°. Concluido el tiempo del empeño por los voluntarios ó enganchados, serán puntualmente dados de baja en el día de la espiración de sus contratos, á no mediar
enganche en los primeros, reenganches en los segundos, ó hallarse el soldado
en campaña al frente del enemigo, en guerra [sueldo o paga] esterior ó
interior, en cuyo caso gozará de doble pré durante el tiempo de su mayor
servicio. Tratándose del servicio de fronteras, la retención no podrá exceder,
en ningún caso, del término de dos meses. Art. 14°. Si el alistado voluntario
ó enganchado, fuese retenido indebidamente en el servicio después de llenado el compromiso, la baja será ordenada por los tribunales nacionales, á
pedido del interesado ó de sus parientes [...]».20
300
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Militares y milicianos. Algunas notas sobre los cuerpos armados en la Frontera Sur de Córdoba.
Un análisis comparativo del Siglo XVII y XIX
Es bien conocido el hecho de que, a pesar de las formulaciones de la Ley de
Reclutamiento, las convocatorias continuaron siendo difíciles y compulsivas básicamente porque el Estado Nacional aún sostenía, para esta fecha, más de un frente de
conflicto abierto: las montoneras y los indígenas. Esto provocó fuertes tensiones entre
las Nación y las provincias que no podían cumplir con las cuotas en las «banderas de
reclutamiento». Las mismas permiten observar no sólo la creciente presencia que el
Estado va teniendo a medida que avanza el proceso de centralización sino también
cómo las urgencias por instaurar un orden interno y una autoridad soberana frente a
los indígenas, el engrosamiento de las filas del ejército y la movilización poblacional
van prefigurando relaciones sociales específicas. Estamos así frente a una política que
consolidó una estructura social en donde hacendados, comerciantes, altos mandos
militares, entre otros se configuran como clase dominante que se servirá de los sectores
subalternos: jornaleros, peones, pobladores libres sin conchabo, «vagos y
malentretenidos», personeros para su perpetuación. Como consecuencia de este proceso, se fueron estableciendo núcleos poblacionales indispensables para el desarrollo
productivo de la región. En tal sentido, la defensa se convertía en «desarrollo» y
sobre ese esquema se fue delineando el territorio, surcado también por el ferrocarril.
Para sintetizar, el reclutamiento de la población civil constituida de hecho en
milicias, más el correspondiente a soldados para los ejércitos de línea no sólo fue
una necesidad frente a las carencias de efectivos sino una condición necesaria del
proyecto de construcción de la sociedad. A partir de este mecanismo se conseguían brazos para las armas y las estancias y se desplazaba de los pequeños fundos
a antiguos pobladores criollos que ocupaban los puestos de avanzada de la marcha gradual criolla hacia las tierras indígenas.
Conclusiones
De acuerdo a la estrategia militar, los fuertes y fortines de la línea formaban
unidades defensivas en coordinación, ligadas mediante la cadena de mandos militares, las partidas de reconocimiento del terreno y la prestación recíproca de efectivos en caso de presencia indígena. El reclutamiento permanente de tropas constituyó también una pieza fundamental del engranaje estratégico, convirtiéndose
en una constante de la mayoría de los ejércitos y cuerpos armados del siglo XIX,
que no contaban, de hecho, con un número suficiente de efectivos. Esta carencia
se suplió con las milicias conformadas por pobladores próximos a los espacios
militares que debieron afrontar de manera recurrente el resguardo de los fuertes,
fortines y estancias.
Pero el problema del reclutamiento y sus diferentes formas no se debe sólo
circunscribir a cuestiones tácticas militares de resguardo de población, tierras y
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
301
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
caminos sino al ordenamiento social de la frontera. En este contexto, las categorías de «vagos» y «malentretenidos» dan cuenta de una definición jurídica atada
a la ocupación o conchabo que, a través de las diferentes convocatorias, se les
exigía a los pobladores para poder incorporarlos voluntaria u obligatoriamente
en las milicias. Dicho ordenamiento, tenía una impronta que, inclusive en tiempos de la organización constitucional, contradecía algunos de sus principios elementales, a saber, el reparto de población a partir de la tenencia de propiedad o
labor, efectuando con ese propósito clasificaciones como las que hemos discutido en este trabajo.
En síntesis, en la larga duración, la línea militar y las milicias ubicadas en ella
encierran dos cuestiones de fondo que dejaron una impronta profunda en el sur
de Córdoba: el uso de la fuerza como garantía del ordenamiento y el
disciplinamiento de la población como dispositivo asociado a la tenencia de la
propiedad.
Notas
302
1
Este trabajo forma parte del proyecto «Primer poblamiento rural de la Frontera Sur en el piedemonte de la región serrana. Segunda etapa». PPI. SECYT.
UNRC. 2009-2011.
2
El mismo había sido descubierto en 1779 por los maestres de Campo Diego de
las Casas y Ventura Echeverría en la que es considerada una de las primeras
entradas a los indios del Sur. El hallazgo de esta vía -que permitiría según uno
de sus descubridores «mejor lograr castigarles en lo sucesivo»- explicaría por
qué en esa misma fecha se fundó el fuerte de Las Tunas y sólo un año después
Vértiz ordenó la construcción de un fuerte en el Saladillo (de Angelis 1836).
3
Sobre Monte continúa y pone en práctica el plan de resguardo de tierras y
sobre todo de rutas comerciales ideado por el Virrey Vértiz en 1779.
4
Véase, AHPC. Tomo 26. Carpeta 3. Legajo 10. Año 1804. Expediente sobre
establecimiento de fuertes en las Fronteras.
5
Ministerio de Guerra y Marina, Memoria Departamento de Guerra y Marina, 1863.
6
Marchena Fernández (1992) sostiene que esto es así porque la institución militar era inherente al orden colonial que daba prioridad a lo defensivo.
7
La adopción del sistema de milicias constituyó una supervivencia de aquello
que se practicaba en la Europa Occidental (en España, por ejemplo, existieron
las milicias concejiles) desde el Medioevo. Entre los siglos XVI y XVIII los
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Militares y milicianos. Algunas notas sobre los cuerpos armados en la Frontera Sur de Córdoba.
Un análisis comparativo del Siglo XVII y XIX
cuerpos de milicias funcionaron como fuerzas defensivas de carácter popular
en el interior de los estados y «ejércitos de reserva» durante el siglo XVIII
(Andujar Castillo 1999:78-79).
8
Las milicias estuvieron divididas, además, en milicias de la frontera, milicias
urbanas, milicias rurales y también milicias de las provincias. Por lo tanto, no
constituyeron un cuerpo único y homogéneo (Comando en Jefe del Ejército
1972; Marchena Fernández 1992).
9
AHPC. Tomo 7. 1781-1785- Caja 7. Año 1785. Carpeta 3. Legajo 26. Sumario contra Don Luis y Diego Funes (Invasión de indios del Saladillo).
10
En el caso de Buenos Aires, por ejemplo, Rivadavia impulsó una ley de servicio
militar que establecía un sistema de reclutamiento de milicias por alistamiento voluntario, a través de la confección de un padrón. En caso de ser insuficiente, debía
completarse por contingente mediante una junta de jurados (Cansanello 1995:131).
11
A.H.M.R.C. Caja. Departamento. Ejecutivo. Año 1860. 4- Juzgado de 1era
Instancia. Correspondencia recibida. Sumarios. Año 1860. Doc. Nº 14. Presidente de la Municipalidad –Río Cuarto- Manuel José Irusta al Juez de Primera Instancia Manuel Ortiz. Concepción del Río Cuarto. Febrero 8 de 1860.
12
Además de este reglamento aparecieron luego otros que no alteraron en nada en
cuanto a la forma compulsiva y las claras intencionalidades socio-económicas.
Al respecto puede mencionarse el que sancionara la provincia hacia 1865.
13
Estos cambios, que se acentuaron a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
respondieron a las exigencias de modernización de las actividades productivas
pampeanas (ganado ovino, vacuno y cereales) de cara al mercado internacional.
14
A.H.P.C., Índice de Gobierno, Año 1853, Tomo 2, Folio 172. Gobierno de la
Provincia de Córdoba al Comandante General de Frontera Coronel Juan Bautista Ferreyra. Córdoba. Septiembre 29 de 1853.
15
A.H.P.C., Índice de Gobierno, Año 1853, Tomo 2, Folio 175. Gobierno de la
provincia de Córdoba. Córdoba. Septiembre 16 de 1853.
16
Tanto la montonera del Chacho Peñaloza (1862-63) como la de Felipe Varela
(1866) hicieron sentir sus efectos en la comarca riocuartense. Las fuerzas militares apostadas en la región (como el Regimiento Nº 7 de Línea) recibieron la
orden de reprimir a los combatientes por un lado y de localizar a todos aquellos
que se habían ocultado para no prestar el servicio de las armas, de manera de
evitar que fueran reclutados por los jefes de las montoneras (Tamagnini 2008).
17
A.H.P.C., Índice de Gobierno (1811-1869), Año 1866, Tomo 3. Comandancia
de Río Cuarto. Folio 316. Daniel del Balle al Ministro General de Gobierno
de la Provincia de Córdoba Francisco Malbrán. Enero 29 de 1866 [fecha de
recepción en la ciudad de Córdoba].
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
303
Marcela Tamagnini y Ernesto Olmedo
18
A.H.P.C., Índice de Gobierno (1811-1869), Año 1866, Tomo 3. Comandancia
de Río Cuarto. Folio 342. Manuel Puebla Comandancia Principal de los
Departamentos al Ministro General de Gobierno de la Provincia de Córdoba
Dr. Don Luis Cáceres. Agosto 11 de 1866.
19
A.H.P.C., Índice de Gobierno, Año 1868, Tomo 3, Folio 481. Juan Castillo.
Saucecito. Marzo 9 de 1868.
20
Ministerio de Guerra y Marina, Memoria Departamento de Guerra y Marina, 1873, pp. 389-391.
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
RELA
CIONES INTERÉTNICAS Y EV
OL
UCIÓN
RELACIONES
EVOL
OLUCIÓN
ESP
ACIO-TEMPORAL DE LA FR
ONTERA SUR
ESPA
FRONTERA
DE SANT
A FE (1750-1879)
SANTA
Norberto Mollo1
R esumen
La frontera interétnica entre blancos e indios en el sur de Santa Fe, sufrió
continuas variaciones espaciales a lo largo del tiempo. La mayoría de los
cambios que experimentó dicha frontera, fueron de avance hacia el interior
de las Pampas, primeramente de las fuerzas españolas y luego las argentinas.
Aunque también se dieron períodos de retrocesos, generalmente provocados por conflictos internos, especialmente revoluciones o levantamientos
militares. Si bien la frontera fue preferentemente un lugar de enfrentamiento militar, también se dieron otro tipo de relaciones, especialmente en momentos de tratados de paz, como intercambio y venta de mercancías, acuerdos sobre cautivos, etc. El grado de resistencia que ofrecieron las comunidades aborígenes a las incursiones y sistema defensivo militar, estuvo en relación
directa con su sistema de subsistencia. Este trabajo tiende a dar una visión
general de la problemática fronteriza en el sur de Santa Fe, enumerando
cronológicamente los hechos mas salientes de la misma.
Palabras ccla
la
lavve: evolución - espacio-temporal - frontera interétnica - sur
de Santa Fe.
Abstract
The ethnic boundary between whites and Indians in the south of Santa
Tefros - Grupo de Estudios Históricos. Pichi Witru - EEMPA 1118 (Rufino).
E mail: [email protected]
*
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Fe, suffered continuous spatial variations over time. Most changes felt that
boundary were his advance into the Pampas, first of the Spanish forces
and then Argentina. Although there were also periods of setbacks, usually
caused by internal conflicts, especially military revolutions or uprisings.
Although the border was mainly a place of military confrontation, there
were also other relationships, especially in times of peace treaties, such as
exchange and sale of goods, agreements on prisoners, etc. The degree of
resistance offered by the aboriginal communities to the incursions and
the system of military defense, was directly related to their livelihood
system. This work tends to give an overview of border problems in south
Santa Fe, listing chronologically the salient facts of it.
Key words: evolution - space-time - ethnic border - south of Santa Fe.
Introducción
La frontera interétnica en las Pampas, en lo que hoy es el territorio de las
provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza, mantuvo
patrones comunes, sin embargo cada una de ellas ofreció particularidades e historias propias. Por ello el objeto del presente trabajo apunta al análisis de la
evolución histórica de la frontera santafesina del sur, desde su origen hasta la
llamada campaña del desierto, haciendo hincapié no sólo en el establecimiento
de fortificaciones, combates, enfrentamientos, sino también en otro tipo de relaciones como la cuestión de los cautivos, los tratados de paz, el intercambio y
tráfico de mercancías, etc. Además aportaremos un sesgo geográfico, al ubicar
con la mayor precisión posible en la actual llanura pampeana, los sitios de emplazamiento de fuertes, fortines, médanos, lagunas, lugares de combates, etc.
El abordaje de la problemática de la frontera no se circunscribe exclusivamente
a la aceptación indiscutible de la supuesta veracidad de los documentos, generalmente de origen militar, sino a una relectura de los mismos desde otras perspectivas,
y utilizando además fuentes accesorias para determinar la confiabilidad de estos.
En suma, la frontera ha sido un lugar de encuentro interétnico, donde se dieron
diversos tipos de relaciones, como enfrentamientos, intercambios, tráfico de ganado, injusticias, traiciones, gestos abnegados, matanzas, espionaje, etc.
Las primeras ffor
or
tif
icaciones de la fr
ontera sur de Santa FFee
ortif
tificaciones
frontera
La provincia de Santa Fe había sido literalmente arrasada por los malones de
los abipones y mocovíes en la primera mitad del siglo XVIII, a lo que se sumaba
la amenaza de los pampas, que incursionaban en los campos santafesinos del sur.
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
Esto último incidió para que en 1750 se erigiera una precaria fortificación en
una curva que daba el Carcarañá; surgía así el Fuerte de la Esquina, primera
guarnición militar en el sur de la hoy provincia de Santa Fe. Durante 27 años
habría de ser el único baluarte defensivo, hasta que en 1777 se erigen dos nuevos
fuertes más al sur: India Muerta y Melincué.
El gobernador del Río de la Plata Francisco Bucareli y Urzúa, con el objeto
de reconocer y asegurar el tránsito por los caminos de postas que iban a Córdoba, Cuyo y Chile, dispone el encuentro en la laguna de Melincué, de tres fuerzas
expedicionarias, seguramente para verificar el estado de situación de postas y
fuertes e inspeccionar nuevos parajes adecuados para ser fortificados, asimismo
para amedrentar con su presencia a las parcialidades aborígenes que hostilizaban
y dificultaban el libre tránsito de carretas por estos caminos. De acuerdo a las
órdenes impartidas por Bucareli, las tres columnas debían encontrarse en Melincué
el 28 de febrero de 1769. Solamente una de ellas pudo llegar en término. Fue la
de Santa Fe, al mando del Teniente Gobernador Joaquín Maciel, que arribó con
420 hombres. Las fuerzas de Buenos Aires, compuestas de 118 hombres al mando del entonces Sargento Mayor Manuel de Pinazo llegarían al lugar el 3 de
marzo, demorados por las dificultades en reunir la gente necesaria para integrar
la expedición. Pinazo responsabilizaría a sus oficiales subalternos del poco empeño puesto para juntar y disciplinar el personal necesario para tan importante
misión. El 5 de marzo arribaba a Melincué, la tercera columna procedente de
Córdoba, al mando del Sargento Mayor Ignacio Soria y Medrano con 170
hombres.
La década de 1770 se presentaba con mucha actividad bélica, especialmente
de parte de los aborígenes, que realizaron innumerables malones sobre muchas
fronteras, incluida la de Santa Fe. Ello obligó a los españoles a aumentar el
número de fortificaciones. El fuerte de India Muerta se erige en 1777 en un
paraje situado actualmente a 10 km al NE de la localidad de Máximo Paz. A
fines de agosto de ese año habitaban el lugar 42 personas que integraban siete
familias, quienes disponían en total de 310 vacas, 532 yeguas, 680 ovejas, 106
caballos y 51 bueyes. Por entonces la situación del fuerte de India Muerta era
más que precaria y lo testimonia el documento de Jaime Viamonte:
«Que el que se nombra Fuerte es un Patio de Tapias de Tierra, todas
desmoronadas y en partes Caídas, y la Tropa de su Guarnicion, quando
mas sejuntan 16 Hombres, de las Compañias de Naturales, que se emplean
en reconocer el Campo, por la Venida del Enemigo; y el Quartel de la
dha Tropa un toldo de Queros»1.
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Hacia el mes de septiembre de 1777, el comandante Juan González fue comisionado por el Virrey Pedro de Cevallos para reconstruir el Fuerte de India Muerta, que se hallaba en muy malas condiciones. Ante esta circunstancia, González
propuso como más ventajosa la posibilidad de levantar un nuevo fuerte, pero no en
India Muerta, sino en otro paraje 50 km más hacia el sur, en el lugar llamado
Melincué. De tal modo se contribuiría a proteger tanto el Camino Real que pasaba
por India Muerta, como el que pasaba por Melincué, el que prácticamente se
había dejado de utilizar, por hallarse muy expuesto a la hostilidad de los indios,
que recrudecían con sus malones, atacando preferentemente a las tropas de carretas.
«Haviendose Dignado V.Exa. comisionarme pa. pasar al Puerto de la
Yndiamuerta para fomentar aquellos vesos. reparar el fuerte ó construyr
ótro de nuevo; hise presente a V.Exa. que haviendose de construir fuerte, y
formar Poblason. hera mas conveniente el Puerto de Melinque, diez leguas
a su frente, pues con este motivo se avanzaba este Terreno, y se ponian á
cubierto los Caminos, que dejan de seguir las tropas de Carretas, y Viajantes que transitan deesta Ciudad á los Reynos del Peru y Chile, por el
Riesgo de los Yndios, no obstante ser en comparación mucho mas derechos que el que aora Siguen; agregandose á esto, ser dho Paraje de Melinque,
mucho mas ventajoso, para establecer Poblason. por tener mejor aguada y
algunas leñas»2.
Si bien el virrey aprobaba la idea de González, resolvería además repoblar
también el fuerte de India Muerta, enviando a ese destino al teniente Jaime
Viamonte.
De tal modo Juan González se traslada a India Muerta, a fin de realizar los
aprestos necesarios para organizar la expedición, que habría de conducir unos 50
kilómetros al S.O. hasta arribar y ocupar el paraje Melincué, el 15 de noviembre
de 1777. En ese mismo día construyó, de forma precaria, el primer fuerte de
Melincué, por lo que puede tomarse esta fecha como la fundacional, aunque
tardaría más tiempo en completar la construcción de la fortificación, como de
las casas, iglesia y demás a los fines de fomentar el arraigo poblacional. El fuerte
de Melincué no persistiría en el mismo lugar, sino que sería objeto de sucesivas
reconstrucciones en distintos lugares, por la afectación de las aguas de la laguna
lindera, por el ataque de los indios, por el abandono de las fuerzas que lo guarnecían, etc., siendo la última localización la que se construyó en la década de
1860 y de la que hoy se conserva el mangrullo de material, dentro del actual
pueblo de Melincué.
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
«No obstante de que desde la Yndiamuerta con fha. de 9 del corriente
tengo Dado parte á V.Exa. de haver suspendido mi marcha para este Destino
con el haviso que tubo en dho. Punto Dn. Jaime Viamonte del comandante
dela Guardia de la Esquina en que le decia estar dispuestos los Yndios Ynfieles
a Ynvadir estas fronteras. Sin embargo haviendo despachado una Partida á
reconocer este Campo, y no haver hallado novedad álguna, considerando lo
util que es, este establecimiento havanzado Doze leguas de la Yndiamuerta,
determiné mi marcha el dia Catorse, y llegué aquí el 15 con 50 hombres de
las Milicias, y 20 pa. el trabajo, y 60 Carretas en que he conducido los
Cañones, Pertrechos, y Algunas maderas con las que formé el mismo dia una
estacada donde coloqué los Cañones para poder defenderme en Caso de
Ser atacado, y voy continuando en fortificarme»3.
Sin embargo estas precarias fortificaciones que se levantaban en la frontera
santafesina, no habrían de impedir las reiteradas invasiones de los pehuenches,
ranqueles y huilliches. El 11 de setiembre de 1778, otra tropa de carretas que,
de San Juan viajaba con destino a Buenos Aires llevando un cargamento de aguardiente, fue asaltada en el paraje conocido como el Zapallar (al S. del actual
Maggiolo), donde mataron a su capataz y a varios peones. Un sobreviviente
alcanzó a llegar al fuerte de Melincué dando la noticia. «Anoche recibi las dos
de VM de 21 y 23 del corrte por qe me da parte de haver imbadido los Yndios
Ynfieles a una Tropa de Mulas de Sn Juan en el parage nombrado El Zapallar
matando al Capatas y algunos Peones, y llevandose...»4.
Aconteceres en los primeros años del período independiente
Después de 1790 la frontera sur de Santa Fe ingresa en un período de menor
enfrentamiento, como consecuencia de los tratados de paz acordados con los aborígenes, el primero de ellos firmado en Guaminí el 3 de mayo de 1790, entre el
Cacique Callfilqui y el capitán de caballería del cuerpo de Blandengues Juan Antonio Hernández5 y luego el establecido en Córdoba el 17 de noviembre de 1796
entre el Marqués de Sobremonte, gobernador intendente de Córdoba del Tucumán
y el cacique Cheglem, quien lo hacía en representación de Carripilún, cacique
general del pueblo ranquel6. La formación de la primera junta gubernativa de las
Provincias Unidas del Río de la Plata en 1810, despertó expectativas de un mejoramiento de las relaciones interétnicas. Y al parecer los primeros pasos dados por la
Junta, fueron en ese sentido. Pero a partir de 1820 se reanudan las hostilidades, y
los malones arrecian nuevamente. El 20 de noviembre de 1822 unos 300 aborígenes del sur invadieron el Arroyo del Sauce robando caballos y matando 4 vecinos
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inválidos y llevándose cautivos. En su salida los indios atacaron y mataron a todos
los peones y capataces de tres arreos de ganado que circulaban entre Melincué y
Fortín Mercedes. Uno sólo sobrevivió dando cuenta de lo sucedido. El 2 de diciembre del mismo año el cautivo chileno Miguel Miranda, que se escapara de las
tolderías del cacique realista Niñaguirre [Ningayngürü «Zorro Impaciente»] (a
dos leguas de las Salinas), arriba a la Guardia de Luján (actual Mercedes) y declara
que los indios se aprestaban para atacar Melincué y Rosario. Efectivamente, el día
12 de diciembre de 1822, unos 400 aborígenes invaden el sur santafesino, llevándose hacienda del Arroyo Pavón, y avanzando sobre el Saladillo de la Orqueta,
sitiaron 3 días el fuerte de Melincué, mataron un soldado y destrozaron una tropa
de carretas en las Chacras de Gorosito.
La situación fronteriza era de una precariedad tal, y la superioridad ranquelina
tan evidente, que el gobierno santafesino optó por negociar. Así el 19 de diciembre el comandante de Melincué Femiano Jurao fue designado para tratar la
paz con los indios y éste antes de dirigirse a los toldos solicitó presentes para
llevar a los caciques.
En 1823 el gobernador de Santa Fe Estanislao López, ante el fracaso de las
negociaciones, decidió pasar a la ofensiva, y emprendió una audaz entrada hasta
las tolderías del cacique Lienán [Ligan, «Sol Plateado»]. La expedición punitiva
parte de Melincué el 30 de abril con una dotación aproximada de 800 hombres.
Luego de 17 días, arriban a las proximidades de Toay, donde el cacique tenía su
asentamiento. Según el parte militar, López carga a los indios con 200 hombres
y los derrota totalmente, causándoles más de 100 bajas.
«Felicitese la incomparable Santafe de haber humillado el orgullo delos
Barbaros Ranqueles en sus mismas Comarcas, y excarmentado la insolencia
con qe intentaron obscurecer sus glorias,…determine entresacar doscientos hombres delos mas bien montados, y con esta fuerza me dirigi sobre
los Toldos del referido Lienán adonde amanecí el 17 del pasado Mayo. Y
logré sorprehenderlo de manera qe quedaron mas de cien muertos, y les
hice treinta y tantos prisioneros entre chicos y grandes de ambos sexos…el
principal empeño es conseguido. La Provincia ha vengado sus ultrajes sin
perdida de uno solo de sus defensores…»7.
Resulta sugestivo este parte, ya que si bien la fuerza militar era importante,
realizar semejante proeza sin perder un solo hombre es por lo menos sospechoso.
Máxime si observamos lo ocurrido pocos meses después, lo que demostraba que
los ranqueles no habían quedado «escarmentados».
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
El 10 de septiembre se produce otro cruento enfrentamiento, donde las huestes
ranquelinas integradas por unos 200 hombres, derrotaron completamente a las
fuerzas del gobernador Estanislao López en inmediaciones del Arroyo Pavón.
El ejército tuvo 18 bajas, entre las cuales se cuenta el ex gobernador sustituto
Juan Luis Orrego.
El 14 de marzo de 1824, las tropas de Estanislao López serían derrotadas
una vez más, por unos 400 ranqueles, en el paraje la Orqueta del Arroyo Saladillo.
Habrían de pasar varios años de relativa calma en la frontera hasta 1833, cuando se registran algunas invasiones aborígenes en busca de ganado. El 1º de diciembre un grupo nutrido de indios ataca la zona de la Esquina. A partir de entonces
comenzaron a hacerse más frecuentes las partidas incursoras, que aprovecharon las
escasas y debilitadas defensas santafesinas. El 7 de enero de 1835, un grupo de más
de 100 indios se llevó de la región de la Esquina más de 300 animales, entre
vacunos y yeguarizos. Raimundo Acevedo, comandante del Fuerte de la Esquina,
se quejó amargamente de la indefensión en que se hallaban: «En fin Sor. nada tengo
que decir mas, que los Salbajes hande continuar sus imbasiones hasta que quede esta
Frontera en un estado inavitable, a pesar que poco le resta pa que esté en este estado,
sinó se toman otras medidas suficientes pa operar contra los Salbajes»8. La Guardia
de la Esquina (actual San José de la Esquina) era una región donde abundaba el
ganado, por lo que los aborígenes ingresaban frecuentemente al lugar con la intención de llevárselo. Dos meses después del suceso anterior, el 9 de mayo, otra incursión arreó gran cantidad de animales. El avance de los malones continuaba, lo que
hacía presagiar que en algún momento se produciría un enfrentamiento armado de
importancia. Éste sucedió el 16 de septiembre cuando el comandante Santiago
Oroño, que se hallaba acantonado en los Desmochados (proximidades de la actual
ciudad de Casilda), al ser invadido por los indios repelió el ataque dando muerte a
10 de los mismos, en dicho lugar.
En 1838 se produjo un incremento en la actividad bélica en la frontera santafesina.
El 6 de noviembre, el comandante interino de la Orqueta José Ramón Mendez, con
23 paisanos que pudo reunir, enfrentó una fuerza de 80 aborígenes, logrando dispersarlos y quitarles las yeguas y algunos caballos, pero éstos pudieron llevarse toda la
hacienda vacuna y 16 cautivos, que habían tomado del Puesto de Salas, en la zona de
la Candelaria (sitio ubicado también en las cercanías de la actual ciudad de Casilda).
Cinco días después, el 11 de noviembre, otra partida, tal vez la misma, llegó hasta el
paraje de Hinojo o Hinojal (cercanías del actual Venado Tuerto) atacando y matando a los moradores del lugar. Pero sin duda, el enfrentamiento de mayor relevancia
histórica sería el Combate de Loreto, producido el 22 de diciembre, en proximidades de donde los españoles habían erigido el Fuerte Loreto, a orillas de la laguna
Zapallar (5 km al S. de Maggiolo), que por entonces se hallaba en ruinas. A fines de
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diciembre los indios nuevamente hacen sentir su presencia, pero esta vez con un malón
de grandes proporciones, compuesto por alrededor de 1.000 integrantes y liderados
entre otros caciques por el coronel unitario Manuel Baigorria, refugiado por entonces en los toldos9. La fuerza invasora ingresó al sur provincial separada en tres fracciones y tomó rumbos distintos: una hacia el Carcarañá, siguiendo probablemente la
rastrillada de Las Tunas, otra hacia el paraje de La Orqueta y la tercera hacia la zona
de Loreto. Impuesto de esta noticia el jefe de la frontera sur de Santa Fe Juan Pablo
López marchó desde Rosario con 400 hombres rumbo a la Guardia de Melincué,
donde llegó el 20 de diciembre. Al día siguiente continuó su marcha para reunirse en
el Pedernal (pocos kilómetros al sur de la laguna de Melincué), donde recibió el
auxilio de las fuerzas del Fuerte Rojas al mando del coronel Mario Lagos quien
aportó 500 hombres. El 22 en horas de la mañana recibieron información que los
invasores se hallaban acampados a las orillas de la laguna de Loreto, por lo que
dispusieron en conjunto la estrategia de acción militar. De tal modo, en función de
una táctica envolvente, el coronel Lagos se dirigió hacia el sur del lugar, para cortarles
la retirada, mientras que López dividiendo sus fuerzas cargó por el norte y por el este.
Sin mayores posibilidades de evadirse, los indios tuvieron que inevitablemente enfrentarse a las tropas del ejército. Seguramente el combate debe haber sido muy
violento y durado algunas horas. El resultado fue favorable al ejército, quienes produjeron numerosas bajas entre los indios, logrando recuperar además la hacienda
robada y rescatando cautivos.
«El resultado de tan brillante y feliz jornada ha sido, el arrancar del
poder de los Salvages el inmenso número de hacienda de todas clases que
habian robado de nuestra desgraciada Campaña, matarles al Cacique
Quiñiuray [Kengiray; «Flor de Cortadera»], mas de cien indios, y entre
ellos varios cristianos, tomarles siete prisioneros, rescatarlos infelices cautibos
que llevavan y escarmentarlos egemplarmente; siendo sensible, que el perfido
y traidor unitario Baygorry (Manuel Baigorria) que los capitaneaba según
declaración conteste de los prisioneros se salvase por la bondad de su caballo, y se evadiese del castigo á que es acrehedor por sus maldades y por
sus horrendos crimenes. Por nuestra parte hemos tenido un Sargento y un
soldado muerto de la divición de Buenos Aires, y tres heridos; y de nuestra
milicias, un cabo y un soldado del número de los primeros, y diez y seis de
los segundos; pero levemente: entre ellos el Capitan D. Santiago Cardozo,
y el Ayudante D. Estanislao Cevallos»10.
El 31 de diciembre de 1842, un grupo importante de indios destrozó la
guarnición de La Horqueta (al E. de la actual localidad de Fuentes). Cayeron 39
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
soldados y resultaron heridos todos los demás, incluso el comandante de la misma Mariano Soto. Se llevaron todo el arreo sin ser molestados.
El 8 de mayo de 1843, una partida exploradora comandada por el capitán
Cruz Hernández, fue sorprendida durante la noche por los aborígenes, a 4 leguas del Arroyo del Medio. Sucumbieron todos, a excepción de un cabo que
logró huir, y dar la noticia.
El 1 de septiembre de ese año, otro pequeño malón de 33 indios penetró por
el Arroyo del Medio, arrebatando las yeguas de la estancia de Francisco González.
El 2 de octubre se produce otra invasión por la misma zona, esta vez enorme, de
mas de mil indios; pero son sorprendidos y obligados a abandonar el arreo por
la acción decidida del coronel Prudencio Arnold, quien los derrota, causándoles
numerosas bajas.
El 14 de abril de 1844, unos 600 nativos realizan un arreo en las proximidades del Arroyo del Medio, cuando son derrotados en la Cañada de Los Chañaritos
(al S. de la actual localidad de Wheelwright) por las fuerzas de Prudencio Arnold.
El 16 de noviembre de 1845 se produce otra importante invasión, de alrededor de 900 indios, sobre la zona de los Juncales, no lejos del Arroyo del Medio.
Le sale al encuentro nuevamente Prudencio Arnold con 160 hombres, logrando
batirlos y quitarles el arreo. En el combate dieron muerte a 22 aborígenes.
La frontera santafesina después de 1850
Pasarían muchos años sin enfrentamientos interétnicos de importancia, manteniéndose la frontera en una situación con escasas modificaciones. En la década
de 1850 comenzaron nuevamente a producirse escaramuzas, como la invasión
indígena a la Guardia de la Esquina, el 21 de diciembre de 1853. El Jefe Político
del Departamento Rosario Nicasio Oroño, comunicó el 19 de junio de 1855 al
ministro de gobierno de Santa Fe Juan Francisco Seguí, que tenía información
que los indios planeaban invadir la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe
y que los fuertes de Orqueta, Melincué y Esquina no estaban en condiciones de
repeler un ataque importante.
El 31 de enero de 1856 el comandante de la Guardia de la Esquina Juan Pío
González, escribió al Comandante de la Frontera Sud -Santiago Oroño- dando
cuenta que el día 30 llegaron a la Esquina 2 cautivos, hijos del teniente Lavalle,
que se escaparon de los aborígenes. Estos informaron que en las tolderías se
preparan entre dos y tres mil indios para invadir la Provincia de Buenos Aires.
Hacia fines de julio de ese mismo año, nuevas incursiones ranquelinas se hicieron
sentir en el actual sur santafesino: el 28 de ese mes un grupo de 36 indios se
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acercó al Fuerte de Melincué; el comandante del mismo envió a un soldado en
reconocimiento, el que fue capturado, pero luego fue dejado en libertad por los
aborígenes. Al día siguiente, un grupo de 60 indios asaltó varias tropas y se llevó
ganado de las cercanías de la Guardia de la Esquina.
El 27 de septiembre de 1857 el Coronel Fermín Rodríguez, comandante
general de las Fronteras Sur y Oeste de Santa Fe, que se hallaba en Melincué con
el propósito de erigir un nuevo fuerte, detecta la presencia de un grupo de 30
indios que se acercaron a la fortificación. Se tomaron las previsiones ante un
posible ataque, pero luego de reconocerlos resultaron ser indios amigos, quienes
se reunieron con el jefe de la guarnición y le comentaron que formaban parte de
una fuerza de 3.000 indios que se trasladaba hacia la frontera de Buenos Aires
con el propósito de invadirla. Este hecho traería posteriores conflictos con dicha provincia, ya que el 17 de octubre de dicho año José Barros Pazos, ministro
de relaciones exteriores del Estado de Buenos Aires, se quejó al ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina Bernabé López, de que la
invasión que los indios efectuaron el 29 de septiembre en el norte de Buenos
Aires pasó por territorio de Santa Fe y que las autoridades de ésta no solo no
hicieran nada, sino que además le permitieran acampar en cercanías del Fuerte
Melincué.
Melincué volvería a ser noticia, ya que el 10 de enero de 1858 se sublevó el
Regimiento de Dragones Nº 10 de Línea de este fuerte, y los mismos dieron
muerte al jefe del regimiento Carlos Campos y a un sargento. Los 69 insurrectos
abandonaron el fuerte y se llevaron toda la caballada y armamento de Melincué,
y se dirigieron a la Provincia de Buenos Aires, donde se asilaron.
El año 1862 habría de ser particularmente violento, ya que varios malones
asolaron las incipientes campiñas del sur santafesino. El 7 de junio, un grupo de
más de 1.500 indios, que se había acampado en la laguna del Tuerto Venado,
inició una operación sobre distintos puntos, dividido en formaciones con el
objeto de arrear ganado, saquear estancias y llevarse cautivos. La invasión se produjo sobre la Guardia de la Esquina, Costa de Arequito, Cañada de Banegas,
Desmochados, entre otros sitios. El teniente Mariano Plaza, jefe de la guarnición Melincué, que salió en persecución de los indios, pereció con casi toda su
tropa. Un aborigen tomado prisionero relató quienes conformaban el malón,
indicando como cabecilla del mismo a Pablo López, que hallaba en las Puntas
del Sauce con 400 hombres, en Guacarucao [Wakarukawe: «Donde se alojan las
vacas»] y Tuanlaninquen (actual provincia de Buenos Aires) se hallaban
Picheyanquetrun [Pichillangkatruz, de Pichi: pequeño, Llangka: joya o sagrado,
truz de traru: carancho; «Pequeño Carancho Sagrado»] y Manquebrú
[Mañkepuru: «Cóndor que baila»] con 380 indios, que el malón del día 7 había
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
sido comandado por los ranqueles de Mariano Rosas y Baigorrita, que con la
indiada había 200 puntanos mandados por el cristiano Juan Cufré y que el campamento general se hallaba en el «Venado Tuerto» (cercanías de la actual localidad de Christophersen). El día 14 de junio, se produjo otro malón sobre Las
Sepulturas, Quirquincho, Arequito, Esquina, Lagunas de Loreto y del Tuerto
Venado. El 9 de diciembre, una partida de 70 aborígenes ingresó por la zona de
Arequito y Cañada de los Leones y arreó gran cantidad de ganado. El comandante de la Guardia de la Esquina Antonio Vaqueiro salió con 30 milicianos en
persecución de los incursores, pero fue derrotado en el camino de las Petacas,
dejando 7 vecinos y 3 soldados muertos y 20 heridos.
El siguiente año de 1863, también habría de dar cuenta de algunas invasiones
aborígenes sobre la frontera santafesina. El 25 de abril un grupo de 200 a 300
indios, invadieron la costa del Carcarañá, y se llevaron importante cantidad de
ganado, a pesar de algunos enfrentamientos sostenidos con la guarnición de la
Esquina. Asimismo los indios rodearon e intimaron a la rendición de la localidad
cordobesa de Cruz Alta, pero no lograron su objetivo y se retiraron.
La Línea de Frontera de Melincué (1864-1869)
Ante el recrudecimiento de las incursiones hostiles indígenas, el Presidente de
la Nación Bartolomé Mitre, a través del Ministro de Guerra y Marina, general
Gelly y Obes, comisiona a su hermano, el general Emilio Mitre, para inspeccionar el estado de las fronteras sur de Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza, y
proponer las mejoras necesarias para una más eficaz defensa. En base a este
relevamiento, entre los años 1863 y 1864 se emplazaron el fortín Los Leones, en
la cañada homónima (al norte del actual Murphy), unos 35 Km al noroeste de
Melincué y a retaguardia de la línea de frontera; además y en posiciones de
vanguardia respecto de la línea existente, se establecieron el fortín Estaqueadero
a orillas de la laguna Grigera (al oeste de la actual Villa Cañás) y, poco más al sur,
el fortín Chañar, éste ya en la jurisdicción de Buenos Aires, al noreste de la laguna
homónima (al este del actual Teodelina); sobre el camino real y hacia el oeste de
Melincué se emplazarían el fortín La Larga (inmediaciones del hoy pueblo de
Carmen), Hinojo o Hinojal (cercanías de la hoy ciudad de Venado Tuerto) y
Loreto (al sur de la actual localidad de Maggiolo).
La precaria línea defensiva establecida no impediría que, en años sucesivos, se
produjeran nuevas incursiones aborígenes. Así el 14 de noviembre de 1866, unos
80 indios invadieron el paraje de Las Sepulturas (bajo situado hoy entre las
localidades de Carreras, Bombal, Miguel Torres y Firmat), arreando gran cantidad de ganado. Otro malón, pero esta vez de enormes proporciones, se abatiría
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Norberto Mollo
sobre Las Sepulturas el 23 de abril de 1867. Ese día, 800 indios (500 de Calfucurá
y 300 de Coliqueo) saquearon la Estancia Santa Cruz, dando muerte a 5 vecinos
y llevándose 12 cautivos y todo el ganado de la misma. El 8 de mayo, al parecer
otro grupo importante de indios, atacó la zona de La Horqueta, llevándose
bastante ganado y algunos cautivos. El 22 de junio, una pequeña partida de 14
aborígenes invadió el Fortín Estaqueadero y su comandante el teniente Andrés
Vélez con sólo 3 hombres ofreció tenaz resistencia, aunque resultaron heridos.
El 9 de diciembre de 1867, se produjo una invasión de 25 indios sobre la zona
de Arequito y Cañada de Gómez, llevándose un arreo de 2.000 animales. Fueron perseguidos por las fuerzas de San José de la Esquina al mando de Bernabé
Díaz, a las que se sumaron capataces y peones de las estancias vecinas. Los indios
fueron interceptados en la zona de Las Petacas y se produjo un combate. Las
fuerzas militares fueron derrotadas, resultando muertos varios vecinos, 5 soldados y 6 heridos, entre ellos el propio jefe Díaz. A principios de 1868 un brote
de cólera causó estragos en las fronteras, y también en las tolderías. El 7 de marzo
de ese año, un grupo de 200 nativos invadió la zona de la Horqueta, pero el
capitán Antonio Benavidez con 50 hombres, logró quitarles el arreo y matar 3
indios. El 6 de octubre se enfrentaron las fuerzas de la Esquina con unos 100
indios en el paraje denominado el Arbolito (cerca de la Esquina), resultando 7
aborígenes muertos y algunos heridos. Las fuerzas militares lograron arrebatar
gran parte del arreo y perdieron un oficial, además de 7 soldados heridos. El 20
de noviembre de 1868, una enorme invasión de alrededor de 1500 indios sitió al
fortín de Loreto. Sus 40 soldados resistieron el asedio. El 1 de diciembre, una
partida de 40 aborígenes penetró en el fortín Chañar, llevándose 1000 vacas y
200 caballos. El 25 de abril de 1869, un grupo de 800 a 1000 indios rodearon
el fuerte de Melincué, pero fueron repelidos por las fuerzas militares.
La Línea de Frontera de Gainza (1869-1876)
Durante septiembre y octubre de 1869 habría de operarse el avance de la
frontera sur de Santa Fe de modo simultáneo con la sudeste de Córdoba y norte de
Buenos Aires, conforme al plan que propuso Czetz a raíz del relevamiento que
realizara entre los meses de mayo y junio y que lo incluyó como partícipe directo
de la ocupación del río Quinto. Dicho proyecto, que elevó al ministro Gainza el
25 de julio de dicho año, sugería la ocupación de los parajes la Ramada Nueva y
Laguna Nº 7 que completarían la frontera sur de Córdoba, la laguna Langhelo
que sería la cabecera de la correspondiente a Santa Fe y la laguna La Picasa, donde
se ubicaría la comandancia de la frontera norte de Buenos Aires. Ésta última sería
desechada, ocupándose el médano de Ancalóo (actual General Pinto). El 18 de
septiembre de 1869 se puso en marcha el avance simultáneo y coordinado de las
318
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
fuerzas de Mansilla y Benavidez. Desde Las Tunas, parte el coronel Lucio V. Mansilla
con las tropas de su mando, con pertrechos y materiales, producto de haberse
desmantelado en gran parte el fuerte de Las Tunas, y necesarios para las construcciones a levantar en la nueva línea, los que se transportaban en 12 carretas. Las
fuerzas de Melincué, representadas por un escuadrón del Regimiento Nº 8 de
Caballería, inició su marcha desde el Fortín Loreto ese mismo día, bajo las órdenes
del capitán Alejandro Etchichuri y guiados por el ayudante de Mansilla, el capitán
Federico Melchert. Ambas columnas tenían por objetivo ocupar la laguna Langheló,
que erróneamente llamaban Curupotró (unos 5 km al E. de la actual localidad
bonaerense de Santa Regina), avanzando al mismo ritmo de marcha en forma
paralela, de modo de arribar al mismo tiempo al destino prefijado y comunicándose diariamente por señales de humo y descubiertas al efecto.
Habiendo llegado ambas columnas al mismo tiempo el día 21 de setiembre
de 1869, tras cuatro días de travesía, el jefe Mansilla comunica al ministro Gainza
la ocupación del paraje Langheló:
«Fuerte Coronel Gainza Set. 24/69. Al Exmo. Señor Ministro de Guerra
y Marina, Coronel Dn. Martin de Gainza. Tengo la satisfaccion de anunciar á V.E. que la colúmna que se movió de las Tunas el 18 del corrte., bajo
mis inmediatas ordenes y la que con igual fecha se movió desde Fortin
Loreto, destacada de Melincué bajo las ordenes del Capitan Dn. Alejandro Etchichuri y guiada por mi Ayudante de ordenes, el Capitan Dn.
Federico L. Melchert, y uno de mis vaqueanos, tomaron simultaneamente
posesion de este punto, que es una hermosa Laguna de agua dulce, con tres
isletas de Caldenes en sus bordes, habiéndo hecho ámbas colúmnas su marcha converjente sin novedad, á una distancia que ha variado entre nueve y
tres leguas, cambiando sus señales de humo y fuegos, y encontrandose sus
descubiertas al 3er. dia de marcha en el que el que suscribe, acompañado
de un vaqueano llegó hasta el punto donde se hallaba campada la columna que salió de Loreto. Esta ha recorrido un trayecto de veinte y ocho
leguas en rumbo Sud 10º al Oeste; la otra ha recorrido un trayecto de
veinte y dos leguas en Rumbo Oeste 80º al Sud. Ambas colúmnas no han
hallado agua permanente en abundancia en ninguna parte; pero han cavado jagüeles con facilidad, encontrándola de eselente clase á una y media y
dos varas de profundidad, manándo con tanta fuerza como para dar de
beber á un ejercito entero. Los campos son magníficos. ...»11.
De esta manera quedaba establecida la nueva Frontera Sur de Santa Fe, compuesta por la comandancia Coronel Gainza a orillas de la laguna Langheló (5
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Norberto Mollo
km al E. de la actual localidad de Santa Regina), en la extrema derecha el Fortín
Nº 8, a la izquierda de Gainza los fortines Díaz y Benavídez (luego La Verde), y
a vanguardia, es decir más hacia el sur de la frontera el fortín San Genaro (levantado en el médano Pasanelo, proximidades del actual Bunge). Posteriormente se
erigirían el Fortín República (entre Gainza y el Nº 8) y el Fortín San Martín
(entre el Díaz y La Verde).
Si bien la intensidad de los malones menguó poco a poco, se presentaron
algunos enfrentamientos de importancia en este período. Así el 1 de marzo de
1870 un grupo de 30 ranqueles penetra en el fortín Díaz, llevándose 17 caballos
y dos soldados cautivos y una mujer. El 12 de mayo, otra importante partida
aborigen arrebató 49 caballos del fortín Chañar y 65 del fortín Estaqueadero.
El 16 de setiembre, el sargento Félix Vallejos y el soldado Manuel Acuña, que se
dirigían desde el fortín Díaz al fortín Benavídez (La Verde), llevando consigo
«vicios de entretenimiento», fueron sorprendidos por una partida de más de
veinte individuos, entre indios y blancos refugiados en los toldos, que les dieron
muerte. El 10 de enero de 1871 un centenar de indios sitió al fortín San Genaro,
llevándose toda la caballada y un cautivo. El 18 de enero se produjo una tragedia. Las fuerzas del fortín Chañar, dirigidas por el teniente Elías Pérez, e integradas por una dotación de 24 hombres, que se hallaban persiguiendo una partida de 200 indios, fueron emboscados por estos, pereciendo la totalidad, salvo
un soldado que dado por muerto se recuperó y logró dar la noticia. Este hecho
de armas se habría producido no lejos de la actual ciudad de Villa Cañás, hacia el
sur de la misma. El 3 de mayo de 1871 se produjo el combate de La Picasa. Las
fuerzas del coronel Salvador Maldonado fueron derrotadas por una nutrida
partida de unos 1000 ranqueles, quienes tras 5 horas de enfrentamiento lograron
quitarle los 200 caballos, y dejarlos a pie. Hacia fines de diciembre de 1871 una
partida de diez indios liderada por un sargento desertor del Regimiento Nº 8
de Caballería, que era el destacado en Fuerte Gainza, aprovechando la oscuridad
de la noche, la escasa vigilancia y haciendo gala de su arrojo y audacia, se llevaron
del propio potrero de la Comandancia gran parte de la caballada del mismo. El
20 de octubre de 1872, una gran expedición formada por gauchos y vecinos de
los pagos de Pergamino llevaba a cabo una de las habituales boleadas de ñandúes
(avestruz americano) en los campos de Loreto, en el sur santafesino, cuando fueron sorprendidos por una grupo de 400 a 500 indios, quienes realizaron una
importante matanza, no teniéndose cifras exactas de los cazadores muertos. El 2
de enero de 1874, una veintena de indios en franca actitud hostil, intentaron
atacar el Fortín Benavídez, pero fueron rechazados. El 8 de mayo de 1874, la
partida de soldados que escoltaba a la comisión de técnicos que estudiaba la
traza del ferrocarril al mando del ingeniero Luis A. Huergo, se enfrentó en
proximidades del Paraje Pichi Huitrú [Pichi Witru: «Pequeño Caldén»], muy
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Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
próximo al actual Rufino, con fuerzas del intrépido cacique Vicente Pincén al
mando del capitanejo Felipe Coyllá [Koyla: «Mentiroso»]. El mismo arrojó un
trágico saldo para las fuerzas militares cayendo muerto su jefe el Sargento José
Orellano. La revolución encabezada en 1874 por Bartolomé Mitre, produjo
que las fuerzas fronterizas se encolumnaran en uno u otro sector, quedando la
línea totalmente despoblada. A fines de diciembre, el capitanejo ranquel Melideo
[Melidewü: Cuatro Ratones»], al frente de 50 hombres, retirándose hacia tierra
adentro, con el producto del ganado robado en la zona del Chañar, y a sabiendas
del abandono total que experimentaban las guarniciones que componían la línea
de la Frontera Sur de Santa Fe, se detuvo en Fuerte Gainza y aprovechó la
oportunidad para robar los pocos animales que allí habían quedado, incluidos
bueyes del estado, y demás enseres que les resultaban útiles y para incendiar las
instalaciones. Luego de un prolongado período de abandono y destrucción, de
casi 8 meses, las fuerzas del ejército nacional volvieron a ocupar el sitio con la
intención de reconstruir el fuerte y los fortines que componían la línea de defensa instaurada en 1869. El 11 de mayo de 1875 el coronel Eleuterio Barros,
momentáneamente segundo jefe del Regimiento 8 de Caballería de Línea, arribó a Gainza con las fuerzas de su mando, cumpliendo las órdenes impartidas en
ese sentido por el primer jefe, teniente coronel Manuel Díaz. Sin embargo, el
fuerte no sería reconstruido, y los soldados dormirían en carpas varios meses.
La Línea de Frontera de Italó (1876-1879)
De acuerdo a la autorización otorgada por el Congreso de la Nación mediante la ley del 25 de agosto de 1875, se produce en marzo de 1876 el avance
simultáneo de las fuerzas del sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires. Así el 20
de marzo de 1876 las tropas de Gainza, al mando del coronel Leopoldo Nelson,
parten hacia el sudoeste, pasando por los parajes de Médano del León,
Polloingheló [Polloingelu], Curopotró [Kurüpotro], llegando al sitio de emplazamiento de la nueva comandancia de la frontera sur de Santa Fe, que serían
los médanos de Italó [Vütaloo: «Médano Grande»], el 25 de ese mismo mes. En
los días subsiguientes se construirían los fortines de apoyo, que vinculaban la
frontera santafesina con la de Córdoba y la de Buenos Aires. Hacia la derecha de
Italó se emplazaron los fortines Milton, Orma u Ortega y Nelson, y a su izquierda los fortines Centinela, Guardia Nacional, Paunero, Nº 8, Alvear, Machado, Alsina, Undabarrena, Roca y Colaso.
Muy escasa sería la actividad hostil aborigen en este período, ya que se hallaba en franca decadencia. El 5 de diciembre de 1876 unos 300 indios se llevan los
caballos del fortín Roca y se dirigen hacia Gainza y La Verde. El 16 de junio de
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
321
Norberto Mollo
1877 unos 30 indios que habían penetrado la frontera y que salían por cercanías
del antiguo fortín Gainza, fueron perseguidos por el comandante Saturnino
Undabarrena. Los aborígenes se dirigieron hacia el oeste, hacia la laguna denominada El Árbol. La persecución forzada de Undabarrena hizo que muchos
caballos se cansasen. Pero encarnizado, Undabarrena siguió adelante con los tenientes Colazo y Machado y 8 soldados. Los indios echaron pie a tierra y los
rodearon, dando muerte a todos salvo un soldado que herido logró huir.
Conclusiones
Las relaciones interétnicas de todo tipo, especialmente las bélicas, en la frontera santafesina del sur tuvieron una directa vinculación con los recursos de subsistencia aborigen y también con los cambios socioeconómicos, políticos y militares que se dieron entre los españoles primero, y con la creación del Estado
Argentino mas adelante. Es posible afirmar que la creación del Fuerte de la
Esquina en el siglo XVIII, como único baluarte defensivo en las Pampas del Sur,
obedeció a la incipiente actividad hostil de los aborígenes, no sólo de los abipones
y mocovíes, sino también de los que habitaban las llanuras situadas mas al sur. A
partir de entonces se sucederían, en forma intermitente, períodos de mayor grado de tensiones interétnicas que se alternaban con otros de relativa calma. El
incremento de las incursiones ranqueles, pehuenches y huiliches sobre las caravanas de carretas, y el continuo arreo de ganado, motivó a las autoridades españolas a erigir los fuertes de India Muerta y Melincué en 1777. Sin embargo, a
partir de 1790 y hasta 1820, estamos en presencia del mas extenso período de
322
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
tranquilidad en la frontera santafesina. Los tratados de paz acordados en la época colonial tardía y las expectativas positivas que despertó la Revolución de
Mayo, permitieron este período pacífico, jalonado de intercambios comerciales
y continuo contacto interétnico. De 1820 a 1824 se reanudan las tensiones,
destacándose en este período la expedición punitiva del gobernador Estanislao
López sobre los toldos ranquelinos de Toay. Durante los siguientes nueve años no
habría enfrentamientos de importancia. A partir de 1834 y hasta 1845 se reanudan las hostilidades, sobresaliendo como hecho de armas el Combate de Loreto.
Luego de siete años de calma un nuevo período bélico se iniciaría en 1853. Ante
el incremento de los malones, el gobierno encarga a Emilio Mitre a organizar la
frontera en el año 1864. Se establece así la primera línea defensiva de Santa Fe,
con cabecera en Melincué y fortines a ambos lados. Sin embargo la violencia
seguiría reinando los siguientes años. Obedeciendo a un plan general del gobierno, de adelantar todas las fronteras con el aborigen, las fuerzas santafesinas ocupan la laguna Langheló en 1869, donde establecen el Fuerte Gainza, comandancia de la Frontera de Santa Fe, con fortines a ambos lados de la línea y a vanguardia. Si bien el número de los incursores disminuyó, siguieron los enfrentamientos,
destacándose como hechos de armas, la masacre de la Guarnición del Fortín
Chañar, y los combates de La Picasa (1871) y Pichi Huitru (1874). Este último
año se produce la revolución mitrista, generando la desarticulación de las fronteras, las que quedan abandonadas. La línea defensiva santafesina retrocede, quedando nuevamente su comandancia en Melincué. En 1875 es nuevamente
reocupado el Fuerte Gainza, que había sido incendiado por los indios. Al año
siguiente se llevaría a cabo el último avance de la frontera de Santa Fe, estableciéndose la misma en el médano de Italó. Entre 1877 y 1879 se producían las
últimas escaramuzas. Las fuerzas nacionales hallaron tribus dispersas, diezmadas y
derrotadas por el hambre, las enfermedades y años de desgastante enfrentamiento interétnico.
Para concluir se puede afirmar que la frontera santafesina del sur, tuvo como
protagonistas a los aborígenes, quienes jugaron un importante papel en la dinámica
fronteriza. La aseveración de las elites dominantes, que el desierto constituía un
área vacía, queda en evidencia, por cuanto es posible rastrear la presencia de familias
criollas, procedentes de otros lugares, que habían ocupado ese espacio desde hacía
mucho tiempo. En el sur santafesino, esas poblaciones se radicaron básicamente en
dos pequeños núcleos urbanos, como lo fueron Melincué y La Esquina.
La configuración del estado nacional, influenciada por el predominio del capitalismo internacional, requería ganarle mas tierras a los aborígenes. En el sur de
Santa Fe tuvo como objeto no sólo disponer de mayor cantidad de espacio para
prácticas ganaderas, sino también para proteger el Camino de Carretas o Camino
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
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Norberto Mollo
de las Pampas, y el Camino Real a Córdoba y a Chile, los que funcionaban como
ejes articuladores tanto en el período colonial, como en el independiente. La línea
fronteriza del sur de Santa Fe, presentó permanentemente una articulación con sus
vecinas: sur de Córdoba y norte de Buenos Aires, sin dejar de tener en cuenta las
características propias de cada una de ellas. Los tratados de paz y las alianzas que se
acordaron entre los aborígenes y los hispanocriollos, en realidad consistieron en
una estrategia de estos últimos con la finalidad de apropiarse del territorio de los
indios. En tanto los caciques accedieron a estos acuerdos, generalmente haciendo
concesiones, con la percepción de que si el bando de los criollos se organizaba
apropiadamente, avanzaría sobre sus tolderías, hecho que finalmente ocurrió. Por
otra parte, el importante flujo de raciones que los indios recibían, convirtieron a
los cacicatos como unidades dependientes económicamente del estado, lo que también limitaba su poder de negociación.
Notas
324
1
Nota de Jaime Viamonte al Virrey Pedro de Cevallos, 26 de agosto de 1777,
A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5.
2
Nota del Comandante Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 17 de septiembre de 1777, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5.
3
Nota de Juan González al Virrey Pedro de Cevallos, 17 de noviembre de 1777,
A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5.
4
Nota del Virrey Pedro de Cevallos a Juan González del 28 de setiembre de
1778, A.G.N., División Colonia, Sala IX, 1-4-5.
5
AGN. Comandancia de Fronteras: 1772-1799. Sala IX. 13-8-17.
6
Academia de la Historia de Madrid. E.C. Gobierno. Carpeta 42. Documento 35.
7
Oficio de Estanislao López a Juan Luis Orrego, gobernador sustituto de Santa
Fe, fechado en Melincué el 8 de junio de 1823. Servicio Histórico del Ejército.
Caja Nº 1. Nº 231.
8
Nota de Raimundo Acevedo al Comandante Antonio Esquivel, Guardia de la
Esquina, 12 de enero de 1835. SHE. Caja Nº 1. Carpeta Nº 3. Nº 306.
9
Esas tolderías estaban ubicadas en el norte del Mamüll Mapu (Laguna El
Recado o Trenel, pocos kilómetros al suroeste de la actual localidad pampeana
de Caleufú).
10
Nota de Juan Pablo López al Gobernador de Santa Fe José Ramón Mendez,
25 de diciembre de 1838. SHE. Caja Nº 1. Carpeta Nº 4. Nº 372.
Sociedades de Frontera: Las del pasado
Relaciones interétnicas y evolución espacio-temporal de la Frontera Sur de Santa Fe (1750-1879)
11
Servicio Histórico del Ejército. Buenos Aires. Campaña contra los Indios.
Caja Nº 30. Documento del 24 de setiembre de 1869.
Fuentes documentales
SERVICIO HISTÓRICO DEL EJÉRCITO. Buenos Aires. Campaña contra los Indios. Cajas Nº 1 a 45.
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1864, 1866, 1869, 1870, 1871, 1872, 1873, 1874, 1875, 1876, 1877.
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RIVAS, M. 1945. Historia del Mangrullo de Melincué. San Urbano.
Año III / Volumen V / Diciembre de 2011
325
La presente edición se terminó de imprimir en Diciembre de 2011, con una
tirada de 130 ejemplares, en el Departamento de Imprenta y Publicaciones de la
Universidad Nacional de Río Cuarto, Ruta Nacional 36, Km. 601, X5804BYA,
Río Cuarto, Córdoba, República Argentina.
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Sociedades de Paisajes Áridos y Semi-Áridos

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