antonio fuentes (1905-1995)
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antonio fuentes (1905-1995)
ANTONIO FUENTES (1905-1995) ANTONIO FUENTES (1905-1995) Excmo. Sr. don Juan Jesús Vivas Lara Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta Excma. Sra. doña María Isabel Deu del Olmo Consejera de Educación y Cultura Sr. don Adolfo Hernández Lafuente Presidente de la Fundación Foro del Estrecho Organización Museo de Ceuta Fundación Foro del Estrecho Alfonso Fuentes Comisario Alfonso Fuentes Transporte y Montaje 856, Servicios Generales, S.L. Depósito Legal: CA – 429/05 ANTONIO FUENTES (1905-1995) DEL 27 DE JUNIO AL 21 DE AGOSTO DE 2005 MUSEO DE CEUTA REVELLÍN DE SAN IGNACIO – CONJUNTO MONUMENTAL DE LAS MURALLAS REALES CIUDAD AUTÓNOMA DE CEUTA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y CULTURA MUSEO DE CEUTA ÍNDICE Pag. Emilio Sanz de Soto. “Centenario de un maleficio.” 9 Joan Gil. “Antonio Fuentes. La reafirmación de una actitud apasionada.” 11 Obras 29 Desnudos 35 Flamencos 55 Tánger 63 Catedrales 99 Abstracciones 117 Frottages 129 Catálogo de obras 139 Addenda documental 151 Alfonso Fuentes. “Antonio Fuentes. A modo de biografía.” 153 Emilio Sanz de Soto. “Antonio Fuentes. Un recuerdo de Tánger y un olvido de España.” 161 José Hernández. “Primero fue el caos. Para mi amigo y maestro Antonio Fuentes.” 175 F. Castellani. “Fuentes Contreras en la galería Dell’Ordine della Valiglia.” 179 Imágenes y documentos 182 Traducciones 193 7 CENTENARIO DE UN MALEFICIO Emilio Sanz de Soto En el multiforme y amplísimo panorama de la pintura española del siglo XX, al decir de Jean Cassou, se echaba en falta algún nombre y sobraba algún otro, y esta afirmación, a mi parecer, sigue de pie. El refugio de Antonio Fuentes era una casa en la “casbah” en la plazuela de la enloquecida cofradía de los aissauas, donde, al atardecer, Antonio Fuentes salía de su cueva de anacoreta para repartir tizas de colores entre los Aunque me voy a “moritos” del barrio referir a un nombre para que pintaran en que ni estaba ni Hotel Fuentes. Zoco Chico, Tánger. los encalados muros, y sobraba en este panojusto antes de que rama de la pintura española del siglo amaneciera se apresuraba Antonio XX. A un pintor que nos maravilló a Fuentes a recoger en su cuaderno de unos pocos y lo descubrimos a la apuntes las llamadas por él “obras manera de un tesoro. Su nombre: maestras” de sus pequeños pintores Antonio Fuentes. en estado de gracia. Todo en él, absolutamente todo, resulta insólito: Era español, españolísimo, pero nació, vivió y murió, de siempre en Tánger, muy en particular cuando esta ciudad era “zona internacional” y secreto refugio de nombres hoy de fama universal. En 1929 se pasó las horas vivas en París en “La Grande Chaumière” y discutiendo con Francisco Bores. A Pablo Picasso lo conoció a través de una amiga común, Rosa Castelucho. Y ya entonces, desde siempre, fue un rebelde del impresionismo. 9 De vuelta a Tánger conoce a Kokotschka y traspasa el impresionismo convirtiéndolo en expresionismo. En un expresionismo muy colorista, muy personal y, sobre todo, muy ajeno al expresionismo español del amplísimo panorama de nuestra pintura del siglo XX. obra. Fui de los privilegiados a traspasar aquella puerta. Y doy fe –aunque pueda parecer increíble– que ante aquella puerta llamaron inútilmente nombres como Barbara Hutton o un Tennessee Williams. Sí la traspasaron una Martha Chambrun, princesa Ruspoli o un Paul Bowles… Su tardía e impar serie de “Catedrales” sorprenden por su enorme parecido con el dibujo de Antonio Gaudí sobre el interior de la ideada catedral para Tánger del genial arquitecto, desgraciadamente nunca realizada. Dibujo que hoy conocemos, pero que Antonio Fuentes nunca pudo conocer. Este año de 2005 se celebra el centenario de Antonio Fuentes –¿Podrá, al fin, salir del olvido, tan singular pintor español?. No tengo respuesta. Y no tengo respuesta por dos motivos: porque Américo Castro nos enseñó que “España es un país sin memoria histórica”… y por que el propio Antonio Fuentes se empeñó –aunque nos cueste creerlo– en no darse a conocer. Hay pues que romper el maleficio creado por el propio Antonio Fuentes. Encerrado a cal y canto en la “casbah” de Tánger se negaba siempre a recibir visitas y a vender ANTONIO FUENTES. LA REAFIRMACIÓN DE UNA ACTITUD APASIONADA Joan Gil. Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Ríos de tinta se han escrito sobre la ciudad marroquí de Tánger. Una ciudad que jugó un papel de vital importancia en el período de guerras como urbe abierta a los amantes de la libertad. Declarada zona internacional neutral bajo la soberanía del Sultán de Marruecos, aglutinó Antonio Fuentes. una amalgama de culturas que enriquecieron sin duda su espectro. a la creatividad, un lugar donde desarrollar aquellas ideas impensables en otros lugares. Es en este entorno donde Antonio Fuentes (Tánger, 1905–1995) desarrolla su juventud más apasionada. Un espacio que le ofrece la diversidad de opiniones, la confrontación de ideas y culturas, el análisis de pensamientos y el medio creativo para ejercer una disposición plena dedicada al dibujo y la pintura. Refugio de artistas, escritores, políticos, cineastas, literatos y un sinfín de personajes más o menos exóticos –algunos de dudoso origen– la convirtieron en un espacio donde la intriga, el misterio, la pasión y la creatividad eran el aglutinante de su quehacer diario. Zoco chico, Tánger. Pero pronto sus ansias de conocimiento forjaron en el joven artista la necesidad de traspasar fronteras para enriquecer su conocimiento. Si bien en sus inicios sus viajes fueron más frecuentes –Madrid, París, Roma, Venecia, etc.– no ocurre lo mismo en su madurez, en donde prácticamente se encierra en su estudio del Zoco Pero como ciudad abierta, Tánger ofreció siempre un ambiente propicio 10 11 Chico de Tánger para trabajar incansablemente de sol a sol. Con ocasión del centenario de su nacimiento, es un buen momento para rendirle el homenaje que se merece y repasar de forma humana, pero también crítica, el trabajo ejercido durante su trayectoria artística. Un legado, el suyo, que con la perspectiva actual demuestra la entrega, la pasión, la convicción y las ansias de investigación que en todo su itinerario nunca abandonó. UN REFLEJO DE INQUIETUDES PERSONALES. Una de las pruebas decisivas para un artista es superar con éxito la confrontación de diferentes etapas creativas. Es evidente que el discurso de un momento, aislado de todo contexto evolutivo, siempre resulta mucho más coherente porque cierra un círculo. Por esto una exposición retrospectiva que aglutine sesenta años de trayectoria es siempre un examen que sirve para valorar la relación existente en el transcurso de un itinerario. Este es el caso de la muestra que ahora se presenta de Antonio Fuentes y que nos permite compartir un recorrido pictórico extenso y fructífero, a través de una obra que va evolucionando desde un realismo academicista hasta una total abstracción, incorporando en su universo creativo el legado plástico del siglo XX. Acercar el arte a la vida, conectar la creación con las circunstancias externas ha sido, desde el principio, la preocupación fundamental de Antonio 12 Fuentes. Su obra es una revelación del instante, un reflejo de las inquietudes más personales que en todo momento supo vivir con toda intensidad, nunca doblegado por los engaños del dinero y siempre coherente con sus convicciones. Una actitud que, desde sus inicios, se mantuvo fiel a sus principios y que nunca claudicó ni a los avatares del éxito ni a las falsedades que el mercado del arte le brindó. Entender la obra de Antonio Fuentes es adentrarse en un mundo lleno de fantasía, independencia, esperanza, poesía y misterio. Su ciudad natal, Tánger, estableció un vínculo con un mundo carente de libertad y en donde el único reducto de aire puro era el ambiente que se respiraba en sus calles, en sus cafés, en sus plazas, en su Zoco Chico. Todo este entorno arraigó de forma impactante en la obra de Antonio Fuentes siendo sus cuadros y dibujos el testimonio más claro de una sociedad que ante todo anhelaba libertad. Así, de la observación de cada una de las etapas creativas de Fuentes se desprende que la sinceridad y el compromiso personal han actuado en cada momento en el ánimo del artista, comunicando sus ideas, emociones o preocupaciones sociales y humanas. Es por esta razón que, con una total autonomía de expresión y con gran dominio del oficio, ha utilizado diferentes recursos para conseguir el resultado deseado. Con la posibilidad que nos ofrece este trayecto, vemos que su pintura tiene un 13 denominador común que conecta el conjunto de su obra, a pesar de los cambios propios de la dinamización producida en cada momento. Evidentemente, se observan épocas diferentes con características específicas que nos demuestran su turbación, su afán de investigación y de lucha. Pero, un hilo conductor conecta el conjunto de sus obras gracias a un lenguaje basado en la espontaneidad, en la sinceridad, en una expresión contundente dictada por sus ímpetus y por sus inquietudes más vitales. Desde joven, decidió que su opción era la comunicación plástica. No existía otra cosa que le interesara tanto. Por este motivo, luchó a contracorriente para demostrar que lo único que deseaba era expresarse plásticamente y manifestar su potencial interior. Fuentes pertenece a aquella clase de pintores para los cuales la pintura, por sí misma, se convierte en fuente inagotable de nuevas ideas y, por lo tanto, de nueva pintura. La práctica pictórica para él se convirtió en una necesidad vital, una exigencia del ser. Ésta es creación y como tal el medio más adecuado para comunicarse con el mundo. Pero también es el vehículo para encontrase con uno mismo, para hurgar en las entrañas del pensamiento humano. Si para algo le sirvió la expresión pictórica a Antonio Fuentes fue para realizarse a sí mismo, para hallar a través de este lenguaje el sentido que la vida le brindaba. Si inicialmente su obra se sitúa entre la de los maestros realistas cézannianos de la generación postnovecentista, inmersa 14 en aquel retorno al orden, con figuras femeninas –en las que refuerza las formas opulentas y los valores constructivos– elaborados en la tradición del realismo clásico y académico, ya a finales de su trayectoria –seducido por las tendencias abstractas– se encamina hacia una nueva orientación, dejando de lado la figuración para investigar nuevos vocabularios. Estos cambios y evoluciones expresivas no constituyen un estilo unitario, sino que es necesario entenderlos como retos permanentes para no encasillarse en un estilo concreto. Sus relaciones sociales, por no decir escasas, fueron seleccionadas con orden y minuciosidad. En ningún momento Antonio Fuentes pretendió salir fuera de su mundo, por el contrario su obra demuestra que ésta le enseñó a reafirmarse en un universo interior muchas veces solitario pero de enorme riqueza. Con el fin de delimitar sus etapas pictóricas, resultado de sus inagotables búsquedas, proponemos reconstruir cada una de ellas para perfilar sus características específicas. Todas son un fiel destello de las intensas experiencias vividas por el artista en las diferentes ciudades en las que residió. En la muestra que ahora se presenta no están todas representadas, ya que temáticas como la tauromaquia, las naturalezas muertas, la serie religiosa o los nocturnos se han obviado para no redundar en ciertos aspectos. Así la elección recoge una síntesis representativa de su trayectoria. 15 DESNUDOS. DESCUBRIENDO LA NATURALEZA HUMANA. Desnudo. En los inicios, Fuentes se encaminó a eternizar los arquetipos que le brindaba la realidad. En este sentido, siempre trataba la figura humana como único motivo de inspiración, estructuras de generosa y sólida complexión, con un dibujo compacto y ceñido a una devoción inequívoca por la forma concreta. Son obras que poseen una gran potencia plástica, una presencia vigorosa, una nítida precisión y un ritmo de volúmenes casi escultóricos. La gran atención por el esquema constructivo que traduce la consistencia corpórea de las figuras, lo aproxima a la “Nueva objetividad” alemana –próximo a Otto Dix– con una figura humana, de un realismo duro, potente y sensual que a la vez conserva la calidez, la suavidad y la placidez propias del Mediterráneo, sereno y arquetípico. Obra de tendencia clasicista y de influencia principalmente italiana, no fue una excepción entre la gran oleada de artistas –de diferente significación– que se sintieron atraídos por aquella “vuelta al orden”, entre los cuales cabe incluir al mismo Picasso. Existe en todos sus desnudos un estudio anatómico de la figura que viene acompañado por ambientes donde el mar, las barcas y las arquitecturas tangerinas armonizan la composición. Como una áurea, sus figuras son silueteadas con precisión, reforzando el sentido humano 16 de su presencia. Se observa que en algunos dibujos que acompañan a ciertas figuras aparece ya insinuado lo que se convertiría –cincuenta años más tarde– en sus abstracciones. Una revelación prematura que en el inconsciente del artista palpitará permanentemente hasta lograr su ejecución. BAILAORES Y FLAMENCOS. LOS AMBIENTES LÚDICOS. Después de permanecer en Madrid de 1925 a 1929, donde ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se instala en París entre 1930 y 1935 donde realiza apuntes y esbozos a pincel. Durante su estancia hace caricaturas para La Semaine de Paris. De esta época data la serie de los “Bailaores”, flamencos de los ballets españoles; unos estudios de rápida ejecución en los que capta, a través de las siluetas, la esencia del movimiento y la expresión de los gestos. Su obra respira el ambiente festivo y folclórico que se capta en las calles y los cafés de la grande cité. Esta atmósfera le permite conocer a figuras españolas relevantes que pasan por París: Manuel de Falla, Encarnación López, Vicente Escudero, Andrés Segovia, etc… así como jóvenes artistas que también residen en la ciudad como Souto y Pelayo con los que comparte ideas y proyectos. Su afán de aprendizaje hace que se inscriba en la Grand Chaumière por donde pasan todos los grandes nombres de la pintura contemporánea. Es aquí 17 Flamenco. Flamenco. donde se relaciona con Vlamink y a Kisling, con los que más tarde compartiría exposiciones colectivas. Incansable trabajador, ejercita sin descanso su mano y su ojo. Su dibujo, seguro, tenaz y firme, capta la esencia del instante pero no deja al azar nada que lo pueda enriquecer. Antonio Fuentes quiere que su estancia en París sea un fiel testimonio y retrata con rapidez aquellos motivos que le son más impactantes. En 1930 es admitido en La Nationale de Beaux Arts con un excelente desnudo. Aquí contacta con jóvenes pintores que al igual que él también aspiran a hacerse un lugar en el mundo del arte. Más tarde expone en la Salle d´Art Castelucho donde conoce a Pablo Picasso. De este encuentro, se conservan graciosas e interesantes anécdotas escritas en las cartas de Fuentes que hacen referencia a las conversaciones entre ambos artistas. En 1934 Antonio Fuentes se traslada a Roma con la intención de ampliar nuevos conocimientos artísticos. Ramón del Valle Inclán firma la solicitud de acceso a la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Y aunque París se había convertido en la nueva sede de la capitalidad artística, Roma sigue conservando el estatus de ciudad artística por excelencia. Un claro interés por los clásicos se hace patente en Fuentes como mención de estudio y análisis. Siempre manifestó que “El buey degollado” de Rembrandt era una obra de referencia para el arte contemporáneo, lo que hace entender la admiración que tuvo por la obra de Soutine y Kisling con claras alusiones al pintor holandés y que 18 como muy bien manifiesta Emilio Sainz de Soto cuando dice: “eran nietos de Rembrandt, y sobre todo en ambos latía una inquietud expresionista muy parecida a la del entonces joven Antonio Fuentes con una pincelada casi similar”. TÁNGER. ESCENAS POPULARES Y PSICOLOGÍA DEL RETRATO. Este español nacido en Tánger, es uno de los continuadores de esta corriente española que se dejó seducir por el ambiente norteafricano, en una línea que va de pintores ochocentistas como Marià Fortuny y Josep Tapiró, pasando por Tomàs Moragas o Antoni Maria Fabrés, hasta llegar a artistas del siglo XX como el catalán Alfred Figueras, el mallorquín Juli Ramis –con el que mantendría posteriormente relaciones muy personales sobre temas esotéricos y astrales– o el mismo Gaudí que viajó a Tánger para diseñar el ambicioso proyecto para las misiones tangerinas. Enamorado del ambiente y de los tipos y tradición que le ofrecía Marruecos, las escenas y retratos que Fuentes captó constituyen una rica crónica de las costumbres del país vecino, sin dejarse llevar jamás por el exceso de exotismo que distorsionaría la realidad. Habitual de las callejuelas de la antigua medina –donde vivía, el Zoco Chico– el transcurrir tranquilo de la vida y el contacto con la gente le ofrecían los temas que buscaba para su pintura. Aspectos variados de la vida cotidiana que conocía a la perfección y que captaba 19 Escena tangerina. con inmediatez, sin idealizarlos y sin añadir anécdota ni folclorismo. Retrato. El cromatismo contrastado y la pincelada densa y pastosa caracteriza esta etapa. Son obras de resolución inmediata y rápida, de primera intención, con un primer toque de pincel gestual que hace innecesaria la insistencia para explicar la imagen. Esta voluntad de síntesis es el resultado del esfuerzo constante por eliminar la anécdota y el detalle innecesario y superfluo. Una larga elaboración mental que cristaliza en unos toques incisivos, trémulos, pero seguros, que contienen la emoción que le ha producido al artista la observación de su entorno más inmediato. Es aquí donde Antonio Fuentes demuestra toda su fuerza expresiva con un trazo contundente de la más rabiosa modernidad europea del momento. Tanto las escenas populares de las calles, plazas y mercados tangerinos como los interiores del café Fuentes tienen un tratamiento similar. Son obras realizadas con pasión, con fuerza expresiva, obviando el detalle y magnificando el conjunto de la composición. Son pinceladas expresionistas en su más pura forma. Su gama cromática consigue unos colores vivos e intensos: ocres, amarillos, tierras, azules y blancos configuran un espectro de riqueza plástica. Por el contrario, los retratos de esta misma época adquieren un matiz más naturalista con el cual pretende captar la psicología del personaje y en donde los colores respiran una calidez y 20 suavidad más acentuada. Los dibujos de los rostros tangerinos están resueltos con enorme sencillez, con muy poca señales, percibiendo sin duda los rasgos más esenciales. CATEDRALES. UNA CONCEPCIÓN MÍSTICA DE LA VIDA. Uno de los temas más evocadores y particulares que se conocen en la obra de Antonio Fuentes son las catedrales. Estas nos remiten a una concepción mística que si bien en estas series se hace claramente patente, también en otras se evidencia de forma sugerente. Su posición de la vida ante la muerte hace que el artista afronte de forma devota una temática que exprime con ahínco. La arquitectura y la construcción de las catedrales dominan su atención durante un período aproximado de cinco años de su trayectoria pictórica (1965-1970). Es un tema singular y personal que lo sitúa en una de sus etapas de mayor plenitud artística. Son obras de una espléndida madurez; obras meditadas y perfectamente estructuradas en las que se mantiene fiel a la lección constructiva. La concepción de la composición aparece robusta y muy afinada con una percepción lumínica y espacial. En estos trabajos parece que la convivencia entre la simbología católica y árabe edifique unos cuerpos a la vez rotundos y mágicos que se parecen más a visiones y ensueños que no a realidades concretas. Personajes en procesión, rostros insi- 21 Catedral. nuados, que evidencian una revelación espiritual, dentro de una arquitectura a modo de retablo eclesiástico, estrellas referenciales, rayos de luz cósmica y celestial que invaden el espacio, configuran un hábeas lleno de connotaciones religiosas y humanas. Encontramos aquí un ambiente metafísico y telúrico que en posteriores series se evidencia de forma más acentuada, llegando a transmitir una nostalgia angustiosa ante la concepción de otros mundos imaginarios. ABSTRACCIONES. LAS ENERGÍAS DE LO ETERNO Y TRANSCENDENTE. Abstracción. A partir de 1970, Antonio Fuentes adopta una postura introspectiva ante la vida. Su mundo se cierra en sí mismo y abandona aquel universo externo que tanto le había dado para adentrase en sus pensamientos y crear el suyo propio. Una actitud desoladora pero voluntaria que le llevaría a realizar obras de extremada libertad en un campo que no había abordado hasta el momento: la abstracción. Después de la etapa dedicada a las catedrales, abandona la contundencia y la solidez anterior para dejarse llevar por situaciones etéreas, vaporosas y difusas. Llega el período de las pinturas que desarrolla a lo largo de los años setenta y en las que la atmósfera espacial es el único protagonista. Es evidente que en éstas sigue manteniendo la predilección por el sentido constructivo y por su íntima relación con el espacio, aunque lo vaya abandonando cada vez más. Pero 22 este orden estructural queda supeditado al elemento luminoso con una voluntaria limitación cromática en un afán de austeridad y simplicidad. Una luz que Antonio Fuentes persigue como referencia, como guía ante un destino, a veces incierto, en la búsqueda por encontrar un sentido en el mundo que habita. Una claridad identificada con el espíritu y con la moralidad. La luz de Antonio Fuentes es fuerza creadora, energía cósmica, irradiación. Psicológicamente, recibir la iluminación es adquirir conciencia de uno mismo y, en consecuencia, obtener la fuerza espiritual; aquella que nunca le abandonó y que hizo que se adentrara en mundos hasta el momento inexplorados por él. Nos encontramos ante unas pinturas extremadamente sensibles y refinadas, cargadas de misterio y que piden una mirada lenta e introspectiva. En estos años, materializa pictóricamente experiencias interiores. Por este motivo este trabajo no puede ser visto desde fuera, sino que se convierte en atmósferas para habitar, espacios para sumergirse. Es aquí cuando deja de lado las descripciones referenciales de la realidad para adentrarse en las impresiones que ésta le produce y cuando empieza a traducir plásticamente las emociones en luces, sombras, transparencias, opacidades... es decir, en climas de un mundo intemporal. Paisajes de los sueños, escenas con valores eternos y universales, en los que late un tono enigmático, impreciso y misterioso pero con una emanación de energías que se proyectan hacia lo eterno y trascendente. 23 Abstracción. Progresivamente, se introduce en la abstracción lírica para desarrollar una obra basada en formas que fluctúan, velándose y apareciendo. Son atmósferas inciertas y laberínticas en un equilibrio inestable. Pintura de la memoria, del recuerdo, en la que rastros, sombras, reflejos, transparencias, presencias sin peso, quedan abandonadas en el espacio, de la misma manera que las emociones se sostienen en la conciencia. FROTTAGES. UNA COSMOLOGÍA UNIVERSAL. Frottage. En esta última etapa que abarca los años 90 es como si quisiera despojarse de todo: dejando de lado lo superfluo para quedarse con el gesto y la presión que ejerce sobre el soporte para hacer emerger relieves y texturas. Gracias al recorrido de la mano y al tránsito de la herramienta pigmentada , van apareciendo en la superficie huellas y señales a partir de la propia cadencia energética, de las latentes vibraciones o de los movimientos dinámicos. Antonio Fuentes quiere dejar patente su paso, su experiencia más sincera en el final de su carrera. Nuestro artista se despoja aquí de todo el lastre acumulado e intenta simplificar al máximo aquel sentido de acumulación material que los humanos poseemos. Una conciencia espacial que evidencia el estudio por otros mundos superiores más allá de la realidad circundante. Su mente viaja en busca de la luz que le revele el sentido de la verdad absoluta. 24 PLANTEAMIENTOS GLOBALES. El centenar de obras que ahora se muestran en esta exposición manifiesta de forma clara y contundente que Antonio Fuentes ejerció un trabajo pictórico durante una trayectoria que aglutinó las tendencias más esenciales del arte del siglo XX. No se puede estudiar su obra sin tener presente la imagen de un personaje peculiar, bohemio, pintoresco y ávido de conocimiento, preocupado por un estudio interior del desarrollo humano. Un personaje abierto al mundo pero también encerrado en sí mismo. Es un buen momento para conocer una de las figuras con más talante creativo que supo optar por un estilo de vida inmutable y mantener una coherencia consigo mismo, dando una visión muy particular del mundo a través de su arte. Muchos paralelismos se podrían hacer con los grandes artistas de su época, pero tal vez sería inútil forjar estrechos lazos con un creador que sólo pretendió ser él mismo. Ni el mercado, ni el dinero, ni el éxito hicieron tambalear su integridad. Por el contrario siempre se mantuvo firme en sus ideas y recogió solamente aquello que más le cautivó. Sin duda ha sido un artista olvidado, pero también él creó las condiciones para serlo, quizás en busca de aquéllo que tal vez no sabemos si lo llegó a conseguir. Encerrado en su estudio del Zoco Chico, este “Toulouse–Lautrec de Tánger”, como le calificó Pierre Gassier en sus 25 inicios, supo recoger aquellos ambientes que tanto cautivaron a antecesores suyos como Delacroix, Matisse, Fortuny, Tapiró y muchos más. Sus contactos con Paul Bowles, Kokotschka, Picasso, Vlkamink, Soutine y muchos otros le enriquecieron de forma decisiva, extrayendo de éstos aquello que más le impresionó. Un dibujo ágil, elegante, expresivo, así como una pintura, tenaz y contundente, de pincelada gruesa, con nervio y vigor pero a la vez segura, definen un vocabulario plástico propio que supo engrandecer sus fronteras y que no se limitó a estrecheces academicistas. El concepto de espacio también marcó un punto de interés en toda la obra de Antonio Fuentes, desde el físico y real, hallado en las escenas tangerinas, hasta el sugerido e insinuado de sus últimas abstracciones. había forjado en su mente. La forma desaparece pero no su estructura. Una doble condición, la de Antonio Fuentes –la del popularismo tradicional por sentimiento y la del cosmopolitismo por la experiencia asumida de la modernidad vivida en París y Roma– que se ha materializado en un vocabulario singular y de fuerte personalidad. No falta de contenido, su obra transmite un mensaje esperanzador. Personaje de espíritu fuerte, inquieto y analítico, Antonio Fuentes vivió constantemente forzando retos personales que superó con éxito según los objetivos y exigencias que en todo momento se iba imponiendo. Es por este motivo que nos complace rendirle un cálido homenaje de reconocimiento a su figura y a su obra. La luz no podía faltar como ingrediente en este creador. Desde las luces mediterráneas que captan el esplendor del ambiente, hasta las luces místicas de las catedrales o las luces cósmicas de sus abstracciones, éstas se convierten en testimonio de veracidad e hilo conductor en su obra. Sus composiciones formales no abandonaron nunca las estructuras compositivas de sus obras. Tanto en el dibujo como en la pintura, Antonio Fuentes materializó un orden natural que conseguía un conjunto equilibrado. Incluso en sus obras abstractas se desvela un interés por no destruir aquéllo que durante años 26 Antonio Fuentes. 27 OBRAS 1. Autorretrato. 2. Detalle. 2. Autorretrato. DESNUDOS 3. Desnudo. 4. Desnudo. 5. Desnudo. 6. Desnudo. 7. Desnudo, reverso. 7. Desnudo, anverso. 8. Desnudo. 9. Desnudo. 10. Desnudo. 11. Desnudo. 13. Desnudo. 12. Desnudo. 14. Desnudo. FLAMENCOS 15. Flamenco. 16. Flamenco. 17. Flamenco. 18. Flamenco. 19. Flamenco. 20. Flamenco. TÁNGER 21. Escena tangerina. 22. Escena tangerina. 23. Escena tangerina. 24. Escena tangerina. 25. Escena tangerina. 26. Escena tangerina. 27. Escena tangerina. 28. Escena tangerina. 30. Escena tangerina. 29. Escena tangerina. 31. Escena tangerina. 32. Escena tangerina. 33. Café Fuentes. 34. Café Fuentes. 35. Café Fuentes. 36. Retrato. 37. Retrato. 38. Retrato. 39. Retrato. CATEDRALES 40. Detalle. 40. Detalle. 40. Catedral. 41. Detalle. 41. Catedral. 42. Detalle. 42. Catedral. 43. Catedral. 44. Catedral. 45. Catedral. 46. Catedral. 47. Catedral. 46. Detalle. 47. Detalle. 46. Detalle. 47. Detalle. ABSTRACCIONES 48. Abstracción. 49. Abstracción. 50. Abstracción. 51. Abstracción. 52. Abstracción. 53. Abstracción. 54. Abstracción. 55. Abstracción. 56. Abstracción. FROTTAGES 57. Frottage. 58. Frottage. 59. Frottage. 60. Frottage. 61. Frottage. 62. Frottage. 63. Frottage. 64. Frottage. CATÁLOGO DE OBRAS 1. Autorretrato - ca. 1945. Óleo sobre piel, 27 x 19,5 ctm. 2. Autorretrato, 1967. Óleo sobre cartón, 37 x 19 ctm. Firmado Fuentes 67 ángulo inferior derecho y anagrama ángulo inferior izquierdo. 3. S/T. - ca. 1945. Óleo sobre piel, 37 x 88 ctm. Firmado Fuentes ángulo superior derecho. 4. Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 43 x 59 ctm. Firmado Fuentes lateral derecho. 5. Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 44 x 27 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 140 6. Desnudo - Roma, 1935. Técnica mixta sobre papel, 54 x 27 ctm. Firmado Fuentes Contreras ángulo inferior derecho. 7. Desnudo, Reverso - París, 1929. Técnica mixta sobre papel, 87 x 31 ctm. 7. Desnudo, Anverso - París, 1929. Técnica mixta sobre papel, 87 x 31 ctm. 8. Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 33 x 43 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 9. Desnudo - París, 1939. Técnica mixta sobre papel, 43 x 59 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 10. Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 43 x 31 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 141 11. Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo. 12. Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 37 x 43 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 17. Flamenco - ca. 1931. Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo. 18. Flamenco - ca. 1931. Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo. 13. Desnudo - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 30 x 43 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 14. Desnudos - ca. 1935. Técnica mixta sobre papel, 42 x 59 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho, centro y anagrama lateral izquierdo. 19. Flamenco - ca. 1931. Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo. 20. Flamenco - ca. 1931. Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 15. Flamenco - ca. 1931. Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 16. Flamenco - ca. 1931. Técnica mixta sobre papel, 41 x 25 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior izquierdo. 21. Tánger - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 53 x 76 ctm. Anagrama ángulo inferior derecho. 22. Tánger - ca. 1955. Óleo sobre cartón, 30 x 49 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 142 143 23. Tánger - ca. 1955. Óleo sobre cartón, 31 x 50 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 24. Tánger - ca. 1965. Óleo sobre cartón, 33 x 50 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 29. Tánger - ca. 1955. Óleo sobre cartón, 31 x 60 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 30. Tánger - ca. 1955. Óleo sobre cartón, 37 x 51 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 25. Tánger - ca. 1965. Óleo sobre cartón, 33 x 51 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 26. Tánger - ca. 1945. Óleo sobre cartón, 53 x 77 ctm. 31. Tánger - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 55 x 76 ctm. Anagrama ángulo inferior derecho. 32. Tánger - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm. Anagrama ángulo inferior izquierdo. 27. Tánger - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 53 x 77 ctm. Anagrama ángulo inferior izquierdo. 28. Tánger - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 53 x 77 ctm. Anagrama ángulo inferior izquierdo. 33. Café Fuentes - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm. Anagrama ángulo inferior izquierdo y derecho. 34. Café Fuentes - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm. Anagrama ángulo superior derecho. 144 145 35. Café Fuentes - ca. 1950. Óleo sobre cartón, 55 x 77 ctm. Anagrama ángulo inferior derecho. 36. Retrato - ca. 1945. Óleo sobre tabla, 35 x 30 ctm. 41. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 66 x 53 ctm. 42. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 97 X 64 ctm. 37. Retrato - 1950. Óleo sobre tabla, 66 x 47 ctm. Firmado Fuentes-Contreras 50 ángulo inferior derecho. 38. Retrato - ca. 1935. Lápiz sobre papel, 25 x 20 ctm. Firmado Fuentes ángulo inferior derecho. 43. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 65 x 50 ctm. 44. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 63 x 50 ctm. Anagrama ángulo superior izquierdo. 39. Retrato - ca. 1935. Lápiz sobre papel, 35 x 22 ctm. 40. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 77 x 53 ctm. 45. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 65 X 92 ctm. 46. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 65 X 92 ctm. 146 147 47. Catedral - 1966. Óleo sobre cartón, 63 x 80 ctm. 48. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 27 x 22 ctm. Anagrama ángulo inferior derecho. 53. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm. 54. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm. 49. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm. 50. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 20 x 27 ctm. 55. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm. 56. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm. 51. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm. 52. Abstracción - ca. 1980. Óleo sobre papel, 22 x 27 ctm. Anagrama ángulo inferior derecho. 57. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm. 58. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm. 148 149 59. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm 60. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm. Firmado Fuentes lateral derecho e izquierdo. 61. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm. Anagrama ángulo superior izquierdo. 62. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm. 63. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm. 64. Frottage - ca. 1990. Técnica mixta sobre papel, 22 x 27 ctm. 150 ADDENDA DOCUMENTAL ANTONIO FUENTES. A MODO DE BIOGRAFÍA. Alfonso Fuentes. Albacea del Artista. En el “Hotel Fuentes”, Antonia, una guapíun 9 de octubre de sima muchacha gitana 1905, nace Antonio que entró a trabajar en Fuentes, en el mismo casa de la madre de hotel donde Camille Antonio Fuentes y que Saint–Saëns compuso Tánger. Mezquita Aissaouas y estudio del pintor. hasta su muerte con su “Danza Macabra”. más de noventa años En el mismo Zoco Chico que pintaron mantendría una muy estrecha relaDelacroix, Fortuny, Tapiró, Van ción con toda la familia, contaba Rysselberghe, Iturrino, Matisse… cómo Antonio vivía casi aislado en los cuartos de las azoteas del Hotel Antonio Fuentes pinta de niño en las Fuentes, donde se pasaba el día mesas de mármol del café Fuentes. A desnudo y dibujando. Antonio se los trece años hace dibujos para “El dedica a pintar los techos de estos Heraldo de Marruecos”. A los catorce, cuartos con el humo de las velas. ilustraciones para “La Esfera”y “El Nuevo Mundo”. Sin saberlo, se está Recién terminado su servicio militar convirtiendo en el Toulouse-Lautrec de en Cádiz en 1925, Fuentes marcha a Tánger como años más tarde hablaría estudiar a Madrid, donde ingresa en de él el gran hispanista francés Pierre la Real Academia de Bellas Artes de Gassier. Alentado por los artistas espaSan Fernando. De esta época data un ñoles Abascal y Ortiz Echagüe, decide precioso retrato de Federico dedicarse exclusivamente a la pintura. García–Lorca hoy desaparecido pero Dibuja el mundo que le rodea y lo pinta que podemos apreciar en algunas de deformándolo irónicamente. las fotos de Fuentes en su estudio. El academicismo de Madrid no le A los quince años su vida gira excluconvence y decide dar el salto a París, sivamente en torno a la pintura. al Montparnasse de la época. En 1929 152 153 pinta de sol a sol en “La Grande Chaumière”, inmensa y destartalada academia–estudio por donde han pasado todos los grandes nombres de la pintura contemporánea. Fuentes dibuja al pincel, y es así como consigue una fuerza y una seguridad enormes en el apunte. Se convierte en un gran dibujante. Durante su estancia en París hace caricaturas para “La Semaine de Paris”. Gracias a estas caricaturas conoce a cuantas figuras españolas pasan por París: Manuel de Falla, Encarnación López – “La Argentinita”, Vicente Escudero, Andrés Segovia. De esta época data su serie de los “bailaores” de los ballets españoles. Ilustración, 1923. Por las noches se reúne en los cafés con los otros pintores españoles: Souto, Pelayos, Bores. No obstante, como cita Emilio Sanz de Soto, “Fuentes estaba tan imbuido del espíritu del Zoco Chico de Tánger, de su convivir diario con árabes y judíos, que los pintores con los que intimó fueron los dos judíos: Möise Kisling y Chaïm Soutine”. No coincidía con el planteamiento artístico de muchos de sus compatriotas, “puesto que estaban todos obsesionados con Picasso –lo que era natural– pero lo que en Picasso es puro instinto adivinatorio, mis paisanos lo reconvertían en álgebra mental”. Por aquellos años nace su admiración por Rembrandt; cree que toda la nueva pintura ha de arrancar de “El buey desollado ”. Ya en 1930 es admitido en “La Nationale des Beaux Arts” con un soberbio desnudo. Realiza su primera 154 exposición individual en la “Salle d’Art Castelucho”, donde conoce a Picasso. En exposiciones colectivas figura junto a Kisling y Vlaminck. En 1934 se traslada a Italia, a continuar su formación. Inicialmente a Florencia, como discípulo de Felice Carena (1879–1965) y posteriormente a Roma, donde ingresa en la “Academia Española de Bellas Artes”. Se conserva su admisión firmada por Valle–Inclán, director de la Academia. Sigue colaborando con la prensa española mandando ilustraciones desde Italia. Hace en Roma un apunte al natural de S.M. don Alfonso XIII, apunte que don Alfonso le firmaría posteriormente con un: “Sí señor, así soy yo por la gracia y desgracia de Dios”. Se trataba de un retrato-caricatura a la manera que Fuentes realizara en París. En la obra: “A Dictionary of Painters in Tangier, 16692003”, la entrada dedicada a Fuentes –la mayor de todos los artistas contemplados–, habla de este retrato: “… Whilst still a student he executed a portrait of the exiled Spanish sovereign, King Alfonso XIII. The portrait was recently sold at auction . It is believed to have been purchased by King Juan Carlos…”. Al finalizar la 2ª Guerra Mundial, Fuentes vuelve a Tánger, a su casa–estudio de la medina, en la plaza de los Aissauas. A partir de entonces muy raramente expone: sólo cuando grandes amigos o instituciones le convencen a ello. En estas ocasiones grandes nombres de la crítica artística y 155 Roma, 1935. cultural reconocen sus exposiciones. Una recopilación exhaustiva de todos los textos acerca de la obra y de la figura de Fuentes se está realizando para su publicación en www.antoniofuentes.org. A partir de 1973 se produce el aislamiento definitivo de Antonio Fuentes. Se dedica por completo a la meditación y su obra se centra en la abstracción hasta llegar a la serie de los frottages de 1990 cuando Fuentes cuenta ya con 85 años. Cartel exposición. París, 1972. Fuentes gozó de la libertad de poder dedicarse exclusivamente a su obra sin que nada le distrajera de ello y no tener que “mercantilizarla”. Vende en su estudio cuando “el comprador tiene la suficiente categoría para tener mi obra”. Los compradores tenían que aventurarse a ver si Fuentes los recibía y, si lo hacía, si conseguían comprarle obras. En la década de los noventa, el Consulado General de España en Tánger le ofrece realizar una exposición retrospectiva de su obra. Fuentes se niega a ello. Posteriormente le proponen convertir su casa en el Museo Fuentes, así como realizar una Exposición Antológica Itinerante, acompañada de una catalogación general de su obra, de la que el catálogo fotográfico está realizado y compuesto por más de 450 obras repartidas en importantes colecciones privadas de todo el mundo, desde América del Sur, Estados Unidos y Europa hasta Arabia Saudita. Fuentes rehúsa ambas propuestas. 156 En sus últimos años se dedicó a plasmar –en una escritura cuasi automática– todos sus recuerdos. Me conmueven especialmente los textos en los que Fuentes relata sus encuentros con Picasso en París, 1930 y Vallauris, treinta años más tarde. En el primero de ellos, Fuentes relata cómo se encontró con Picasso en la tienda de materiales artísticos adjunta a la galería Castelucho y la posterior visita junto al Maestro de la exposición de la galería. En esta visita, Antonio Fuentes propone a Picasso, para no interferirse mutuamente en la visita, que cada uno hiciera el recorrido de la exposición en sentido contrario y a la salida comentar qué pieza consideraban la mejor. Ambos coincidieron en su apreciación: una gitana de Nonell. En este encuentro con Picasso, Fuentes nos relata también cómo la dueña de la galería –que tenía obra suya en depósito– le ofrece una importante cantidad por un cuadro que una cliente quería comprarle. Fuentes dudaba sobre la venta. Picasso le recomendó que no lo dudara, que lo vendiera para así ir haciéndose una clientela en París. En esta serie de textos, Fuentes describe a Picasso como a un señor ya mayor –Antonio tenía entonces veinticinco años y Picasso cincuenta– de aspecto burgués, con un buen abrigo inglés y un sombrero borsalino y al que trata como un padre por lo humilde de su actitud. En los textos de Vallauris, Fuentes –de viaje hacia Venecia para exponer– visita a Picasso y juntos se dirigen a un verte- 157 Fuentes escribiendo. Archivo Mª Paz Mateo. Detalle de texto sobre Picasso. dero de donde Picasso solía surtirse de piezas para sus esculturas-objetos. Antonio Fuentes muere en Tánger el 25 de julio de 1995, sin haber dejado de trabajar un solo momento. Incluso en sus últimos días le molestaba que le distrajeran. No consintió en abandonar su casa–estudio de la medina tangerina hasta un día antes de su muerte que finalmente tuvo lugar en el Hospital Español de Tánger. Mª Paz Mateo y Manuel Rodríguez–Ballester, profesores ambos del Instituto Español de Tánger en la época, fueron sus últimos acompañantes. El 20 de julio de 1995 fueron a visitarlo como casi todos los días. Aún les dijo que la pintura le daba la vida cuando le ofrecieron una cajita de acuarelas. En la exposición conmemorativa del centenario del nacimiento de Fuentes presentamos series que abarcan desde 1929 hasta la década de los noventa del pasado siglo. Los fondos de esta exposición pertenecen en su integridad a la colección privada de la familia. Podemos contemplar la trayectoria de un artista que conoce y hace suya en todo momento la trayectoria del Arte a lo largo del siglo XX, pero adecuando siempre cada escuela a su propia personalidad artística. Exposición de Fuentes en Tánger. Librairie des Colonnes, 1962. Todo un siglo dedicado a la creación. Al perder Tánger el status de Ciudad Internacional, la familia y amigos recomendaban a Fuentes que saliera de allí, algo a lo que Fuentes siempre se negó. 158 159 ANTONIO FUENTES: UN RECUERDO DE TÁNGER Y UN OLVIDO DE ESPAÑA Emilio Sanz de Soto Artículo publicado en El País-Babelia, el 23 de agosto de 1997, con ocasión de la primera exposición póstuma de Antonio Fuentes. Hablo de una plazuela de agua o fuentes de en todo ajena a lo que aljibe, sin cuyo sonido por una plaza se mágico es casi impoentiende, pequeña, sible entender el mundo asimétrica, sin ningún islámico. Sonido que le edificio que por su fue donado a Andalucía valor artístico o históy que el genio de rico mereciera ser Manuel de Falla habría tenido en cuenta y, sin de eternizar. embargo, es citada por muy notables escriEstas plazuelas nacen, tores tanto del siglo o mejor, se hacen a sí XIX como del siglo solas, por la confluencia XX. E igual sucede en Hotel Fuentes. Zoco Chico, Tánger. de varias callejuelas. Y dibujos y apuntes de así le sucedió al Zoco muy importantes pintores también de Chico de Tánger. ¿Por qué hablo del ambos siglos. Me estoy refiriendo al Zoco Chico en pasado?. Por la Zoco Chico de Tánger. elemental razón de que ya no es el mágico lugar que fue. Los lugares Y se pregunta uno, ¿qué tenía el Zoco mágicos no pueden durar eternamente. Chico de Tánger para despertar el Ya se sabe que el “tiempo” y la “magia” interés que le dedicaron tan imporestuvieron de siempre reñidos. tantes artistas y escritores?. Hoy, por supuesto, ninguno: hoy es una más de En el Zoco Chico, en tan reducido entre las inconfundibles plazuelas que espacio, se repitió día tras día y noche surcan las antiguas ciudades árabes, tras noche, a lo largo de siglo y medio, siempre a escondidas del sol y del calor, con texto y actores siempre improviy siempre en busca de fuentes naturales sados, siempre renovados, pero con 161 igual contenido y significado, una representación tan insólita como única, ante unos espectadores que, a través del tiempo se fueron renovando e, incluso, algunos, nos dejaron el testimonio de su particular encantamiento. Tánger. No todo el mundo pudo percibir en el ir y el venir de Zoco Chico, en sus encuentros y desencuentros, esa muy particular “representación” cuyo significado no era otro que la última expresión, el resumen, la esencia, de lo que Tánger era, de lo que Tánger fue: la fusión sin confusión de razas, culturas, religiones, lenguas, comportamientos, costumbres. Una fusión milagrosamente convertida en realidad cotidiana, en realidad vivida. Y percibir esta realidad cotidiana, esta realidad vivida, en el “espectáculo” que ofrecía gratis el Zoco Chico sólo le fue dado contemplar a algunos privilegiados: a Camille Saint-Saëns en el inicio de su “Danza Macabra”, una sinfonía alegre y festiva, aún sin contaminar, aunque presintiendo que habría de ser devorada por los atronadores ruidos del materialismo, o en el encuentro de figuras míticas de la cultura occidental, todos en paz y armonía, tomándose un té verde en el “Camino Real” de Tennesse Williams, pieza luego cambiada de localización por arte y desastre del director de escena Elia Kazan. Sigo confiando en que el original de esta obra, tal como fue concebida y escrita, salga un día a la luz. Y así como Tennesse Williams presenció el espectáculo del Zoco Chico desde la pequeña terraza del café-bar “Tingis”, a la que él llamaba “mi pequeño palco 162 privado” –lo solía decir en francés: “ma petite loge privée”– Camille Saint-Saëns empezó a componer su conocida sinfonía desde la terraza del Hotel Fuentes, que era, ése sí, un palco privilegiado. Y aunque parezca que me alejo del tema que motiva este texto, el pintor Antonio Fuentes, luego se comprobará que este alejamiento está más que justificado. O, al menos, así lo creo. No hace mucho leí en una biografía de Saint-Saëns, que “monsieur Camille” conoció al compositor español Joaquín Valverde en el mismísimo Hotel Fuentes, del que éste era un asiduo cliente, hospedándose siempre en la habitación número cuatro, desde la que decía oir el latir de la ciudad. Y fue Joaquín Valverde el “mágico colaborador” de Federico Chueca en “pequeñas obras maestras” como “La Gran Vía”, obra sobre la que Nieztche dejaría escrito que era tan “genial como imposible de clasificar”, quien le haría oir a Saint-Saëns, en el piano del Hotel Fuentes, una selección de los principales temas de “El Año Pasado por Agua”, compuesta por el propio Valverde en colaboración, como otras veces, con el personalísimo Chueca. Y tan entusiasmado quedó el compositor francés que, al año siguiente, se estrenaba en París y media Francia cantó: “Faites moi le plaisir madame, d’écouter seulement deux paroles” El hijo de Joaquín Valverde, conocido y reconocido como “Quinito” Valverde, “personaje” al que distinguidos musicólogos han llegado a confundir con su 163 Antonio Fuentes, padre del pintor. padre, fue un prematuro compositor que siendo muy joven aún, compuso canciones que, de inmediato, adquirieron una enorme popularidad, como “El Polichinela”, que le estrenaría La Fornarina o “El Pai-Pai”, que le estrenaría una no menos joven Lola Membrives quien, con el tiempo, se habría de convertir en esa enorme actriz que supo aunar el teatro en español de ambas orillas del Atlántico. Pero el siempre brillante y alegre Quinito Valverde también compuso canciones de altura musical como “Clavelitos” que diera a conocer a los cuatro vientos la gran mezzo-soprano española Conchita Supervía, ídolo del “Covent Garden” de Londres. Quinito Valverde al igual que su padre también triunfó en París, regalándole a su paisana, Carolina Otero, mundialmente conocida como “La Bella Otero”, nada menos que “La Machicha”, la canción–paradigma de la “Belle Epoque” parisina, canción que en su versión original en español rezaba así: “Tengo dos lunares, el uno junto a la boca y el otro donde tú sabes” Y anticipemos que el hijo de Joaquín Valverde no fue ajeno al hijo pintor de Antonio Fuentes, el propietario del Hotel Fuentes, como en su momento se comprobará. Al parecer Truman Capote dijo una vez –y Jane Bowles lo repitió mil veces– que ante el Acrópolis de Atenas, algunos se sienten en “estado de sabiduría”, ante 164 San Pedro de Roma, algunos deberían sentirse en “estado de gracia”, pero que ante el Zoco Chico de Tánger, todos se sentían en “estado de libertad”. El Hotel Fuentes –o mejor: la familia Fuentes– era el punto de unión más concreto y preciso entre España y Tánger; y al decir de muchos y entre los muchos me incluyo, de manera mucho más directa y eficaz que nuestras autoridades diplomáticas con excepciones que, pos supuesto, las hubo. Y a modo de ejemplo, dos celebraciones que tuvieron lugar en el Hotel Fuentes, y a las que de haber prestado más atención los gobiernos españoles de entonces, nuestra realidad histórica hubiese despertado, al menos un poco, de su letargo secular. Me estoy refiriendo al reconocimiento racial y cultural de que, en su mayoría, dieron siempre pruebas más que palpables los judíos sefarditas españoles. Dos españoles ilustres, el uno de nuestra historia política y el otro de nuestra literatura, merecieron el emocionado homenaje de la colonia hebreo-sefardí de Tánger: Emilio Castelar y Benito Pérez-Galdós. Y ello sucedió –sucedía siempre– en el Hotel Fuentes. A Castelar el homenaje le fue ofrecido por el erudito Abraham Pimienta y a Galdós por una muy singular mujer, la escritora y periodista Rahma Toledano, que se adelantó a su tiempo en ideas e ideales feministas, y que fue la más decisiva colaboradora del doctor Angel Pulido a la hora de redactar su profético libro, “Españoles sin patria”, obra a la que Galdós prestó una muy particular atención. 165 Un año después del homenaje a Galdós, don Antonio y doña Ana Contreras habrían de tener un nuevo hijo, con prematura vocación de pintor y que, con el tiempo, habría de vivir la bohemia artístico-literaria de París, en unos años tan míticos como irrepetibles. Nace así Antonio Fuentes, que se llamó como su padre y que fue una persona singular hasta extremos de muy difícil comprensión. Dijérase que llegaba al absurdo forzando su implacable lucidez. Sus opiniones de inmediato se nos aparecían como un contrasentido, pero una vez repensadas comprobábamos que obedecían a una lucidez muy suya. Algo similar a la imagen que Cervantes nos da del “loco cuerdo”. En Antonio Fuentes su esfuerzo de cordura resultaba evidente. Eso sí: un esfuerzo de cordura para evitar cualquier asomo de locura. Durante años creí que Antonio Fuentes era, cronológicamente hablando, el primer pintor español nacido en Tánger, hasta que descubrí que el dibujante-ilustrador –excelente ilustrador– de nuestra triste guerra civil, en el bando franquista, Carlos Sáenz de Tejada, nació en Tánger en 1897, donde su padre estaba entonces en misión diplomática. Y, tras Antonio Fuentes, el otro gran pintor nacido en Tánger es José Hernández. Antonio Fuentes vivió en un mundo no ajeno al arte y, concretamente, a la pintura. Su familia era muy amiga de la del extraordinario acuarelista catalán Josep Tapiró, que llegó a Tánger invitado por Mariano Fortuny y en esta ciudad se quedó a vivir. 166 A la madre de Antonio Fuentes, doña Ana, la recuerdo vagamente, ya de mayor, como a una señorona andaluza, siempre muy erguida, muy solemne, de andares seguros, aunque sostenida por un bastón de ébano con empuñadura de plata y con vistosos sombreros de exquisito gusto francés, de seguro salidos del taller de madame Boissonet, famosa sombrerera parisina que hubo de refugiarse en Tánger tras un escándalo que puso en peligro al mismísimo Presidente de la República Francesa. Madame Boissonet fue la segunda madre y la profesora de Mariquita Molina, que habría de heredar la sombrerería y cuyo único hijo fue el insólita novelista tangerino Angel Vázquez, autor de una obra impar: “La Vida Perra de Juanita Narboni”. Antonio Fuentes veneraba a su madre, y al enterarse de que iba a asistir al entierro de Josep Tapiró, que era íntima amiga de su mujer que, si mal no recuerdo , pertenecía a una notable familia de liberales españoles que al adquirir la protección inglesa cambiaron de apellido; el de la peña de convirtió en Lepen (léase en inglés: Lepin), y dado que el niño Antonio Fuentes, entonces de 8 años, se había empeñado en acompañar a su madre a aquel entierro, doña Ana accedió, pues sabía del entusiasmo que despertaba en su hijo las obras del genial acuarelista catalán. A través de Josep Tapiró se despierta la vocación de pintor en Antonio Fuentes, hasta que, años más tarde, descubre en una Enciclopedia de Pintura a Rembrandt, en particular a través de su cuadro “El 167 Ana Contreras de Fuentes y su hijo Carlos. Tánger. Buey Desollado”. El propio Antonio Fuentes se decía estar de acuerdo con quienes creían ver en el expresionismo siempre latente en toda su obra, la huella de su primer encuentro con “El Buey Desollado”, de Rembrandt, cuya reproducción en forma de postal, casi a la manera de una imagen religiosa, habría de acompañarle a lo largo de toda su vida. tiene más de un punto en común, sobre todo es sus escenas tangerinas. Desde su llega da a París, al Montparnasse de 1929, donde vive como mandaban los cánones de entonces una auténtica bohemia, y donde, según el propio Antonio Fuentes “me pasaba las horas vivas en La Grande Chaumière o conociendo a personaje y medio por día”. Curiosamente no intima con otros pintores españoles. “Estaban en su mayoría –son también palabras de Antonio Fuentes– obsesionados con Picasso, pero lo que en Picasso era puro instinto adivinatorio, mis paisanos lo reconvertían en álgebra mental”. Esto explica sus acaloradas discusiones con Francisco Bores –Y añade Antonio Fuentes, no sin ironía: “Estaba tan embebido del espíritu del Zoco Chico de Tánger, de mi convivir a diario con árabes y judíos, que los dos únicos pintores con los que intimé eran los dos judíos, uno polaco y el otro lituano: Moïse Kisling y Chaïm Soutine”. Cosa nada de extrañar, pues ambos, cada uno a su manera eran “nietos” de Rembrandt, y sobre todo, en ambos latía una inquietud expresionista muy similar a la del entonces joven Antonio Fuentes. Tampoco debemos olvidar que en Tánger conoce a Oskar Kokotschka, con el que Naturalmente Quinito sabía de la amistad de su padre con la familia Fuentes de Tánger, y fue él quién le presentó a la hija de unos muy amigos suyos, Rosa Castelucho, directora y propietaria de una sala de exposiciones que llevaba su nombre: “Galerie d’Art Castelucho”. Galería en la que habría de celebrarse la primera exposición individual de Antonio Fuentes. Siempre he pensado –y perdonen la indiscreción– que Antonio Fuentes no dejó nunca de estar enamorado de “Rosita” Castelucho. Y fue en la sala de exposiciones de Rosa Castelucho donde Antonio Fuentes conoció a Picasso. Sobre este encuentro he leído un texto tan autobiográfico como conmovedor de Antonio Fuentes, que, al igual de otros escritos suyos, permanecen todos inéditos. 168 Antonio Fuentes nos confesaba que un día decidió superar su natural timidez y fue a visitar en su apartamento parisino a un señor grueso y solterón al que el “tout Paris” de entonces conocía como “monsieur Quinito Valverde”… pronunciado, eso sí, con profundo acento francés. Existe un período en la obra pictórica de Antonio Fuentes por el que siempre sentí una muy particular predilección, un período que él mismo llamaba de los “camareros del Zoco Chico”, donde, de un abigarrado y oscuro mundo de formas en movimiento, emergían unos incólumes camareros de blanco con nudos de corbata de pajarita, unas en negro y otras 169 en rojo. El gran hispanista francés Pierre Gassier, notable erudito en Goya, también compartía conmigo esta admiración por el período de los “camareros del Zoco Chico” y fue por ello que habló de Antonio Fuentes como del “ToulouseLautrec de Tánger”. Pero Antonio Fuentes, siempre encerrado en sí mismo, no compartía nuestra admiración por este período de su pintura, y tan fue así que tanto Gassier como yo llegamos a sospechar que en algún momento de crisis llegó a destruir las obras de este período. Tiempo después me confesó que este período le recordaba los años que para sobrevivir hacía caricaturas por las terrazas de los cafés de París o Roma. Y fue así como nació su amistad con la genial bailarina Antonia Mercé, “La Argentina”, en París, y que tuvo lugar su simpático encuentro con el rey D. Alfonso XIII, en Roma, donde tras hacerle una caricatura a don Alfonso, éste escribió de su puño y letra, debajo de su caricatura: “Sí Señor, soy así por la gracia y desgracia de Dios”. Hay que tener en cuenta que hasta en sus momentos más difíciles se negaba a vender sus cuadros. Era Antonio Fuentes un hombre lleno de manías profundamente arraigadas en él, a su personalidad. Había días, muchos días, en los que se negaba a abrir la puerta de su estudio. Y así perdió –quienes le conocimos fuimos testigos de ello– encuentros y ventas que le hubiesen abierto muchas puertas; pero él se definía a sí mismo como: “hombre de puertas cerradas”. 170 Quien no visitó su estudio vivienda en la medina de Tánger no puede hacerse una idea por lejana que ésta sea , del ambiente caótico-surreal en el que, durante años, se mantuvo oculto Antonio Fuentes. Cuánto lamento que nadie filmara –el cineasta Mario Ruspoli pensó hacerlo– aquel mundo de tan inimaginable como increíble desorden, pero curiosamente para Antonio Fuentes este desorden era sólo aparente pues puesto a buscar el más insignificante de los papeles siempre sabía dónde estaba. El estudio de Antonio Fuentes donde vivió escondido –sí, escondido– hasta la avanzada edad de noventa años, estaba ubicado como ya creo haber dicho, en la antigua medina de Tánger, concretamente en la plazuela de los Aissauas, frente a la Mezquita Nueva, a la que durante largas décadas le hizo siempre compañía una milagrosa palmera gigante que, en uno de esos días de viento de levante, su muy largo y esbelto tronco se quebró, y la palmera fue enterrada casi religiosamente en el viejo cementerio árabe cercano a la Mendubía. Sin duda alguna uno de los períodos pictóricos más personales y sugerentes de Antonio Fuentes fue el llamado de “Las Catedrales”. En estas catedrales se nos aparecen fundidas toda una misteriosa y secular simbología, donde lo judío, lo católico y lo árabe, parecen emerger de una misma y única ceremonia religiosa. Las más bellas piezas de este período se las repartieron por partes iguales –fui testigo de ello– 171 Mezquita Aissaouas. En primer término estudio de Fuentes y “la milagrosa palmera gigante” de la que habla mi amigo Sanz de Soto. Barbara Hutton y la Princesa de Ruspoli, Marthe Chambrun. En su último período creativo se dejó tentar por la llamémosle “abstracción”, período que mantuvo secreto hasta el final de sus dís y en que se deja sentir la influencia del pintor mallorquín, de Sóller, Juli Ramis, que vivió en Tánger años decisivos en la evolución de su muy refinada pintura y que para algunos historiadores y críticos del arte español contemporáneo –afortunadamente no todos– sigue vergonzosamente olvidado. Al decir del propio Picasso, “el benjamín”, así llamaba don Pablo a Juli Ramis, fue uno de los más indiscutibles precursores de la no figuración en España. hirientes. Y, tras observar los resultados, destruían las obras. Eran tan solo, decían, para mantener seguro el pulso del pintor. Es más: si los olvidos ya existen dentro de la propia España referidos a ciudades que no sean Madrid o Barcelona, cómo no van a existir referidos a mundos tan anchos como ajenos a ése que , dicen, es el nuestro. Pienso –lo he pensado muchas veces– que aún no existe una historia global, totalizadora, de la pintura española del siglo XX. Y quien dice pintura, dice también otras ramas del arte, de la literatura, de la investigación, de la ciencia. Muchas siguen siendo las causas. Aunque uno sigue pensando que la herida de las dos Españas aún no ha cicatrizado del todo, que muchas de sus consecuencias siguen abiertas: exilios interiores, olvidos tanto voluntarios como involuntarios, vidas rehechas en los más recónditos lugares del mundo… Sirvan pues estas líneas para sumas otro nombre a esos “olvidos de España” de los que ya hablaba Jovellanos. En el caso que nos ocupa es para añadir el nombre de un pintor español, aunque a muchos españoles aún no les suene: el nombre de Antonio Fuentes. La amistad entre Juli Ramis y Antonio Fuentes fue de lo más peculiar. Difícil me resulta destacar cuál de los dos era el de carácter más difícil. Podían pasar largas horas juntos sin apenas dirigirse la palabra. Compartían, eso sí, modelos difíciles de conseguir, de muchachas marroquíes, aún adolescentes, que hubiese envidiado el propio Gauguin. Una vez finalizado el tiempo pactado, la modelo se envolvía en su jaique, y se marchaba subrepticiamente, sin hacer el menor ruido, y era entonces cuando ambos pintores observaban sus obras, unas obras que resultaban siempre, no ya diferentes, sino diametralmente opuestas. Mientras Ramis con un duro lápiz conseguía unos refinados entornos, casi de pintura japonesa, Fuentes, con un suave pincel, conseguía todo lo contrario, unos entornos violentos, casi 172 173 PRIMERO FUE EL CAOS. PARA MI AMIGO Y MAESTRO ANTONIO FUENTES. José Hernández, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Si lo que se denomina pero no sería justo ni talento artístico fuera serio dejar de destacar realmente materia lo que considero una cuantificable, no cabe verdadera cualidad: la duda de que el materara facultad de éste rial, real o imagipara ver y hacer ver a nario, de Antonio los demás siempre el Fuentes superaría lado estético, artístico, cualquier cifra conoo si se quiere, positivo cida. Esto, como es de las cosas que nos natural, no lo rodean, ya sean objeto, descubro yo hoy, sino Antonio Fuentes. Tánger, 1975. atmósfera o situación. que otros con más conocimiento y facultad en estas Esa enorme y envidiable vitalidad es cuestiones lo han dejado dicho, forma de fuerza centrífuga nos deja escrito y rubricado. En este sentido una huella indeleble, una lección poco o muy poco podría yo añadir a lo para siempre aprendida de generoque ya, por derecho, consta. No sidad, de creatividad, de humildad y obstante, y por pequeña que sea mi de otros términos hoy triste e incomaportación, sí puedo (o debo) contar prensiblemente en desuso. mi de impresión personal en mi primera visita al estudio de un pintor, Salvo esta mención obligada, he estudio o celda, allá donde se desata preferido la evocación de un recuerdo la imaginación creadora. de la adolescencia por ser a veces lo más ilustrativo. El relato podría Soy enemigo acérrimo de las loas, y situarse en Tánger, también mi me consta que Antonio Fuentes ciudad natal, una tarde luminosa y tampoco es muy sensible al género, fresca de un mes de marzo. 175 Acompañaba yo a dos buenos amigos: Emilio Sanz de Soto y Antonio o Ángel Vázquez. Una plazoleta, la cuidada fachada de una pequeña mezquita iba a ser el decorado natural de este sortilegio. Traspasar el umbral de la puerta azul fue como penetrar súbitamente en un planetario, mis ojos abiertos como dos enormes y desproporcionados discos de porcelana blanca. Ascendí por un hueco oscuro en donde unas escaleras se trasformaban como por arte de magia a veces en una espiral, en el lomo de un cuerpo escamoso, en las horas superpuestas de la esfera de un reloj de pared o bien es simples hojas hilvanadas de un menú de hotel. Llegado la planta superior ví cómo el Artista, jadeante, observaba algo a través del ojo de una cerradura. Con un gesto pidió silencio y acto seguido desapareció entre la maleza. En el lugar que ocupaba, toda una flota de latas de sardinas en su S.I.N.G.L.A.D.U.R.A. pedía paso al dirigirse hacia un cuarto de baño en cuya bañera habitaba un lacerado jergón de plumas de ave, de las de fábula. En una sala central una motocicleta de gran tamaño pilotada por una también voluminosa enciclopedia recorría en diagonal enormes salas de alrededor sorteando todo tipo de obstáculos: objetos muy diversos (algunos de ellos de culto) tales como un par de calcetines de color turquesa unidos por uno de los extremos y formando el signo de Omega, un sombrero canotier, un gramófono con 176 embocadura de orquídea, brochas manchadas de color y ya secas o una cajita, en otro tiempo de pastillas para la tos, ahora repleta de ojos de muñeca y más allá, un pájaro disecado al que, por su aspecto, sólo le faltaba la vida. Ví también cómo una columna de insectos traspasaba los muros, de otro modo, y por su espesor, impenetrables. Al fondo, en otra sala y de cuyas paredes se desprendían enormes pergaminos, partituras, diplomas, alas de mariposas y otros suspiros, ví cómo Antonio Fuentes, con ruedas en los pies, pintaba frenéticamente una catedral e intentando contenerla en un rectángulo de no más de cincuenta centímetros. Sobre él, una hilera de bestias mitológicas desfilaba por la cornisa de la habitación. Permanecí en este estado de éxtasis no sé bien cuánto tiempo, pero sí sentí cómo mi cabeza giraba hacia la izquierda, hacia un ventanuco por donde pude ver el azul del cielo; un aroma de menta penetraba por el estrecho hueco quebrando el vidrio y manifestando la horizontalidad. A mi lado yacía un sobre con matasellos desdibujado. Una sombra pentagonal ponía tildes al poema. Esta fue mi primer encuentro con un Artista. Esta es la visión que ha permanecido grabada en mi mente. En tiempos como los que vivimos, podrían acaso ser, éstos y otros, datos para nuestra moribundia?. 177 FUENTES CONTRERAS EN LA GALERÍA DELL’ORDINE DELLA VALIGLIA F. Castellani. “Il Gazzetino” - Venecia, 21 de octubre de 1964. … L’ impressione che del Marocco ha il Fuentes non è pura suggestione o magia; il suo modo di esprimersi non è soltando simpatia picasiana. Il Fuentes s’incontra con Picasso per un sincero modo di semplificare, di scartare il superfluo, di ordinare, di fai risaltare spazialmente, Venecia. arabesamente, ciò che constituisce l’essenza , ai più nascosta, della visione reale. si incontra con le più moderne espressioni dell’arte occidentale creando tra i due continente quella continuità di rapporti spirituali che è il fine, la conquista dell’arte ….. Los experimentos del cubismo no han terminado aún, aunque en la última Bienal de Venecia todo dejaba suponer lo contrario. Numerosos pintores, italianos en particular, hasta ayer cubistas y para–cubistas, se han dirigido, en efecto, hacia otras corriente. Se diría que ha prevalecido una especie de respeto sagrado de la figura humana que había sido deformada hasta el paroxismo por el expresionismo social de marca alemana surgido hace cincuenta años, y por el cubismo actual. Picasso non si è, ‘altronde, mai impegnato excesivamente, nel paessagio e le sue fumate a Vallauris che son otra le poche opere del genere che di lui si conoscano, non presentano l’interesse che acompagna tutta l’altra sua multiforme attività. Di qui la personalità del Fuentes Contreras, il valore nuevo della sua paessaggistica africana che, affaciandosi alle luci de Mediterraneo, Un gusto tenaz por la deformación de la figura aunque no sea de origen 179 puramente cubista existe en la escultura, pero la escultura tiene un campo de acción limitado si se compara con la pintura, y liberarse del elemento humano , como dicen los artistas vanguardistas, no es cosa fácil para los escultores de toda tendencia. Sin embargo, no es nuestra intención detenernos sobre la escultura, sino sobre la pintura, con motivo de la ocasión que se nos presenta con la exposición personal en la Galleria dell’Ordine della Valiglia, en la calle Fabri, del artista español Antonio Fuentes Contreras, residente en Tánger. Fuentes Contreras ha hecho también tiempofiguras cubistas motivado, no por exigencias de angustia, sino por su interés por el arabesco con una composición ritmada por el rigor geométrico. Pero con los años, se ha dado cuenta de que hay que descartar la figura picasiana y la naturaleza muerta braquiana para dar amplitud a un mundo de encantos orientales, que no es el descubierto por Ingres, Delacroix o Matisse encerrado en los harems, sino aquél contemplado, meditado durante muchos años entre los laberintos de la alcazaba, a pie de las almenas, donde se desenvuelve el calor, la vida tumultuosa y holgazana, confundiéndose con la Naturaleza de manera alucinante y casi por completo desconocida por los europeos. encuentran todos los colores del arco iris, espaciados por contornos marcados por el Sol. Cada cosa pierde su consistencia objetiva para conseguir un valor de concreción fantástica. La impresión que Fuentes tiene de Marruecos no es pura sugestión o magia. Su manera de expresarse no es puramente simpatía picassiana. Fuentes se encuentra con Picasso en una sincera manera de simplificar, de descartar lo superfluo, de ordenar y de hacer resaltar en el espacio, arabescamente, lo que constituye la esencia, aunque escondida, de la visión real. Por optra parte, Picasso nunca se empeñó realmente en el paisaje, y sus plantas tropicales y sus fumatos de Vallauris, que son las pocas obras suyas de esta naturaleza que se conocen, no presentan el interés de su otra multiforme actividad. En esto reside la personalidad de Fuentes Contreras y el valor de su nueva paisajística africana qe, asomándose a las luces del Mediterráneo, se encuentra con las más modernas expresiones del arte actual, creando entre los dos continentes aquella continuidad de las relaciones espirituales que es fin, la conquista del Arte. En la pintura de Fuentes queda eliminada la idea errónea que muchos de hicieron de aquella tierra, todo contraste deslumbrante de luces blancas y sombras violetas. En él al contrario todo es color. En cada rincón de la calle se 180 181 Carnet de la Escuela especial de Pintura, Escultura y Grabado. Madrid, 1932. Tarjeta XVIII Feria de Marrakech, Marruecos. Feria - Exposición. Fez, Marruecos, ca. 1947. Carta de admisión de la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Firmada por Valle-Inclán, 1934. Tarjeta Feria - Exposición de Meaux, a nombre de M. Vox (alter ego de Fuentes). 182 183 Semblanza de Antonio Fuentes por Ángel Vázquez, Premio Planeta en 1962 por “Se enciende y se apaga una luz”. “La vida perra de Juanita Narboni”, de Ángel Vázquez con obra de Fuentes en portada. 184 Ángel – o Antonio – Vázquez fue un personaje tan peculiar como Fuentes, luchando toda su vida contra su ímpetu creador. Autor de la genial obra “La vida perra de Juanita Narboni”, se está convirtiendo, también quizás a pesar suyo, en un autor de culto. Esta obra ha sido traducida al francés, y sé del interés de Barbara ProstSolomon por su traducción al inglés, algo realmente difícil pues la protagonista del libro utiliza la así llamada “yaquetía”, particular forma de lenguaje de la colonia judío-sefardita de Tánger. 185 Postal enviada por el pintor durante su estancia en Roma, 1935. Postal enviada por el pintor desde Madrid, 1925. Postal enviada por el pintor durante su estancia en Roma, 1935. Postal enviada por el pintor durante su estancia en Roma, 1935. 186 187 Autorretrato a modo de caricatura. Ilustraciones realizadas por Antonio Fuentes desde 1925 como colaboración con la prensa de la época: “La Esfera”, “Nuevo Mundo”, “Crónica”... 188 189 CON PICASSO París, 1929. …..me doblaba la edad. Lo consideré como un padre o un abuelo, tratándolo como si lo conociera de siempre, pues tan humilde y simple no se prestaba a otra cosa. Él se daría cuenta de mi ignorancia y me preguntó por mi estado en Francia. Le dije que me buscaba la vida haciendo retratos a lápiz en las Ferias. Como tenía mi cuaderno bajo el brazo le mostré la técnica que empleaba para dibujar. Me escuchó como aprendiendo mi estilo….. … Invité a Picasso a visitar una exposición anexa a la tienda de los Castelucho y al llegar a la puerta cometí el error que nunca olvidaré. Le dije a Picasso que para no molestarnos uno al otro él cogiera por la izquierda y yo por la derecha y nos veríamos a la salida. Yo llegué antes que él . Le esperé y le dije, ha visto el Nonell que hay dentro?, y abriendo sus ojos Extraordinarios con aureola blanca como una luna llena, me dijo: es lo mejor que hay. Era una gitana. 190 Texto sobre Picasso, 1985. 191 TRADUCCIONES ANTONIO FUENTES (1905-1995). A ONE HUNDRED YEAR CURSE. Emilio Sanz de Soto. In the multiform and very wide view of XX century Spanish painting, Jean Cassou believes that out of all the artists associated with this period there are some important names missing and some that are not relevant. I agree with him. I am going to refer to a name that is not well known but whom I believe important to speak about in this view of XX century Spanish painting. To a painter that amazed some of us and whom we discovered like treasure. His name is: Antonio Fuentes. Everything about him, absolutely everything, was unusual: He was Spanish, extremely Spanish, but he was born, lived and died in Tangiers, when this city was an “International area” and secret refuge for people that today are universally famous. Antonio Fuentes’ refuge was a house in the Kasbah in the small square of the crazy “aisauas” brotherhood, where, at dusk, Antonio Fuentes would leave his anchorite’s cave to share out coloured chalk between the Moroccan children of the area so that they could draw on the whitewashed walls. Just before dawn Antonio Fuentes would rush to make notes in his notebook of the “masterpieces”. This is the name he gave to the pictures drawn by his smaller painters (the children) in state of grace. In 1929 he spent his life in Paris in “la Grande Chaumière” and debating with Francisco Bores. He got to know Pablo Picasso through a mutual friend, Rosa Castelucho. He was as always a rebel against impressionism. When he returned to Tangiers he met Kokotschka and converted impressionism into expressionism– into a very colouristic, very personal expressionism and above all, beyond Spanish expressionism of the very wide view of our XX century painting. His late and unique “Catedrales” series amazed by its huge similarity with Antonio Gaudí’s drawing on the interior of a Cathedral in Tangiers, designed by this great architect. This cathedral was unfortunately never built. This drawing is known nowadays but was never known by Antonio Fuentes. Securely enclosed in the “Kasbah” of Tangiers he always refused to receive visits and to sell works of art. I was one of the privileged people to be allowed in. I can vouch that –although it may seem incredible– names like Barbara Hutton and Tennessee Williams have knocked on his door and been unsuccessful. People that have managed to enter are Martha Chambrun, Princess Ruspoli and Paul Bowles… We celebrate this 2005 Antonio Fuentes’ centenary. Will this outstanding Spanish painter ever be remembered? I do not have the answer. I do not have the answer for two reasons: Firstly because Américo Castro taught us to believe that “Spain is a country without historic memory” and also because Antonio Fuentes –although it is difficult to believe– insisted on being unknown. One must therefore break the curse made by Antonio Fuentes himself. ANTONIO FUENTES. THE REAFFIRMATION OF A PASSIONATE ATTITUDE. Joan Gil. Member of the International Art Critics Association. Rivers of ink have been used to write about the Moroccan city of Tangiers. A city that played a role of vital importance in the war periods as a city open to freedom loving people. It was declared a neutral interna- 195 tional area under the sovereignty of the Sultan of Morocco, bringing together an amalgam of cultures that without a doubt enriched its range. A refuge for artists, writers, politicians, film makers, man of letters and no end of celebrities more or less exotic –some of uncertain origin– they converted it into an area where intrigue, mystery, passion and creativity took place on a daily basis. As Tangiers was an open city, there was always an atmosphere favourable to creativity, a place where one developed those ideas that were considered unthinkable in other places. It is in this environment where Antonio Fuentes (Tangiers 1905-1995) developed his most passionate youth. A place that offered him diverse opinions, confrontation of ideas and cultures, thought analysis and the creative environment to constantly practice a talent for drawing and painting. However, soon his thirst for knowledge made the young artist cross borders in order to enrich his knowledge. Although at the start his travels were more frequent –Madrid, Paris, Rome, Venice, etc– this did not happen as he matured, instead he practically enclosed himself in his studio in the “Zoco Chico” in Tangiers to work untiringly day and night. On his centenary, it is a good time to pay a deserved tribute to him as well as to review, in a human and critical way, his work developed during his artistic path. From a current perspective, his legacy shows the devotion, passion, conviction and the thirst for investigation that throughout his life he never abandoned. A REFLECTION OF PERSONAL CONCERNS One of the decisive tests for an artist is to successfully overcome the confrontation of different creative stages. It is evident that the course of a moment, isolated from all evolutionary contexts, always turns out a lot more coherent because it closes a cycle. Due to the above, a retrospective exhibition that brings together sixty years of development is always an exam that is used to evaluate the existing connections in the course of an itinerary. This is the case of the Antonio Fuentes’ exhibition that is now held and that allows us to share an extensive and productive pictorial journey, through a work of art that evolved from an academicist realism to a total abstraction, incorporating in his creative universe the plastic legacy of the XX century. To bring art closer to life, to connect creation with external circumstances has been, from the very beginning, Antonio Fuentes’ fundamental concern. His work is an instant revelation, a reflection of the most personal concerns that he always felt with intensity, never crushed by swindles with money and always coherent with his convictions. An attitude that, right from the beginning, stayed true to his principles and that never gave in to the transformations of success nor to the falsities that the art market offered him. To understand Antonio Fuentes’ work means to go into a world full of fantasy, independence, hope, poetry and mystery. His birth place, Tangiers, established a link with a world lacking in freedom and where the only stronghold of pure air was the atmosphere breathed in the streets, coffee shops, squares, in the “Zoco Chico”. This environment affected Antonio Fuentes’ work in an incredible way, his pictures and drawings being the clearest testimony of a society that primarily longed for freedom. That is why, from the observation of each of Fuentes’ creative stages we can see the sincerity and the personal commitment that always took place in the spirit of the artist, communicating his ideas, emotions or social and human concerns. It is for this reason, with total freedom of expression and with a great command of the trade; he has used different resources to achieve the desired result. Since he was young he decided to dedicate himself to plastic communication. There was nothing else that interested him as much. For this reason, he fought against all odds to demonstrate that the only thing he desired was to plastically express and to show his inner potential. Fuentes belonged to that class of painters who believed that painting is converted into an inexhaustible fountain of new ideas and, therefore, new painting. For him, the practical pictorial work converted into a vital necessity and a requirement. This is creation and therefore the most appropriate means to communicate with the world. It is also the vehicle to find oneself, to rummage in the core of human thought. Pictorial expression was really important for Antonio Fuentes as he could achieve personal fulfilment and discover through this language the meaning that life offers. Initially his work is positioned between the realist cezannian masters of the post nineties generation, immersed in that return to order, with feminine figures –in which he reinforced affluent ways and constructive values– elaborated in the tradition of classic and academic realism. However at the end of his path –captivated by abstract tendencies– he walks towards a new orientation, leaving the figurative art to investigate new vocabulary. These expressive changes and evolutions do not make up a unitary style, but it is necessary to understand them as permanent challenges in order to not be categorised in a specific style. His social relationships, without using the word scarce, were selected with order and meticulously. Not at any time did Antonio Fuentes intend to leave his world, on the contrary his work showed that he was learning to reassert himself in an internal universe a lot of the time alone but of enormous variety. With the aim of delimiting his pictorial stages, due to his inexhaustible searches, we propose to reconstruct each one of them to shape his specific characteristics. All are a true glimmer of the intense experiences lived by the artist in the different cities he resided in. In the exhibition that is now being held not all of them are represented, as subjects such as bullfighting, still life, the religious series or the nights have been left out to not redound to certain aspects. This way the elected collects a representative summary of his career. NUDES. DESCOVERING HUMAN NATURE. At the beginning, Fuentes aimed at perpetuating the archetypes that reality offered him. In this sense, he always treated the human figure as the only object of inspiration, structures of generous and solid build, with a compact drawing and closely following an unmistakable devotion for concrete shapes. They are works that have a great plastic potential, a vigorous presence, a clear precision and volume rates nearly sculptural. The large attention he paid to the constructive way that translates the bodily consistency of the figures, brings him nearer to the German “New objectivity”, closer to Otto Dix, with a human figure, of a hard, powerful and sensual realism that at the same time conserves the heat, mildness and placidity typical of the Mediterranean, peaceful and archetypical. The work of classicist tendency and mainly Italian influence, was not an exception between the big wave of artists –of different significance– that felt lured by that “return to order”, which includes Picasso himself. In all his nude paintings exists an anatomical study of the figure that comes accompanied with scenes where the sea, boats, and Tangiers architecture harmonise the composition. Like a bright golden light, its figures are outlined with precision, reinforcing the human meaning of its presence. One can see in some drawings that accompany certain figures, hints of what would be his abstractions fifty years later. A premature revelation that in the artist’s unconscious will constantly palpitate until achieving fulfilment. Using the possibility that this route offers us, we see that his painting has a common denominator that connects each of his works, despite the changes due to the dynamisation constantly produced. Evidently, we observe different stages with specific characteristics that show us his disturbances, his eagerness to investigate and fight. However, a connection exists between each of his works thanks to a language based on spontaneity, sincerity, and on a forceful expression dictated by his impetuousness and most vital concerns. “BAILAORES” AND “FLAMENCOS”. PLAYFUL SCENES. Having stayed in Madrid from 1925 to 1929, where he enrolled in the San Fernando Royal Academy of Fine Arts, he settled in Paris between 1930 and 1935 where he carried out sketches using a paintbrush. During his stay in Paris he did caricatures for “La Semaine de Paris”. In this period he sketched a series 196 197 of dancers called the “Bailaores”, flamenco from the Spanish ballet; studies of rapid fulfilment in which he captured, through silhouettes, the essence of movement and the expression of gestures. His work breathed the festive and picturesque atmosphere that is captured in the streets and coffee shops of the “grand cité”. This atmosphere enabled him to meet relevant Spanish artists that went to Paris: Manuel de Falla, Encarnación López, Vicente Escudero, Andrés Segovia, etc… as well as young artists that also lived in the city such as Souto and Pelayo with whom he shared ideas and projects. His thirst for learning made him enrol at the “Grand Chaumière” where all the great names of contemporary painting go. It is here where he mixed with Vlamink and Kisling, with whom he would later share collective exhibitions. A tireless worker, he practised without resting his hands and his eyes. His drawing, confident, resistant and firm, captures the essence of a moment but never leaves anything to fate which could enrich it. Antonio Fuentes wanted his stay in Paris to be a true testimony and to quickly portrait the most incredible subjects. In 1930 he was accepted at “La Nationale des Beaux Arts” with an excellent nude painting. Here he made contact with young painters that, like him, also aspired to make themselves known in the art world. Later he exhibited in the “Salle d’Art Castelucho” where he met Pablo Picasso. From this encounter, funny and interesting anecdotes written in Fuentes’ letters are kept which make reference to conversations between both artists. In 1934 Antonio Fuentes moved to Rome with the intention of widening his artistic knowledge. Ramón del Valle Inclán signed the entrance form to the Spanish Academy of Fine Arts in Rome. Although Paris had converted into the new artistic capital venue, Rome always kept its artistic city status of excellence. A clear interest for the classics could be seen in Fuentes mentioned for study and analysis. He always declared that the “The Slaughtering of an Ox” from Rembrandt was a work of reference for contemporary art, which makes you understand the admiration he had for Soutine and Kisling’s work with clear references to the Dutch painter and how well Emilio Sainz de Soto demonstrates this when he says: “they were Rembrandt’s grandchildren, and above all both had interests in expressionism very similar to that of the then young Antonio Fuentes with a very similar brushstroke”. TANGIERS. POPULAR SCENES AND PORTRAIT PSYCHOLOGY. This Spanish artist born in Tangiers is one of the people that continued this Spanish trend and who was influenced by the North African atmosphere, like other painters from the eighteen hundreds such as Mariá Fortuny and Josep Tapiró, not forgetting Tomás Moragas or Antoni Maria Fabrés, up to other artists from the XX century such as the Catalonian Alfred Figueras, the Majorcan Juli Ramis –with whom Fuentes kept a really personal relation with regards to esoteric and astral themes– or even Gaudí, who travelled to Tangiers to design the ambitious project for the missions of the people from Tangiers. Being in love with the atmosphere, the types and the traditions of Morocco, the scenes and portraits that Fuentes captured make up a rich account of the customs from the neighbouring country, without ever being influenced by an excess of exoticism that distort the reality. Fuentes regularly walked along the side streets in the old quarter of the city –where he lived, the “Zoco chico”–. Life quietly passing by and contact with people supplied him with themes that he was looking for in his painting. Varied aspects of daily life that he knew to perfection and that he captured immediately, without glorification and without adding any anecdote or folklorism. The Tangiers’ popular scenes such as streets, squares and markets as well as the inside of the Fuentes coffee shop all have a similar style. They are works carried out with passion, with expressive strength, avoiding detail and emphasising the overall composition. They are expressionist brushstrokes in the purest way. His chromatic range obtains bright and intense colours: ochre, yellows, ground colours, blues and whites form a wide plastic range. On the contrary, the portraits from this same period require a more naturalistic shade which intends to capture the psychology of the person and where the colours boast a more accentuated smoothness. The drawings of faces of people from Tangiers are made with huge naturalness, with very few signs, observing without a doubt the most essential features. CATHEDRALS. A MYSTICAL CONCEPTION OF LIFE. One of the most evocative and special themes in Antonio Fuentes’ work are the Cathedrals. These send us a mystical conception which can clearly be seen in this series; also in others it is suggestive. His opinion about life against death made the artist confront in a devotional way a subject matter that eagerly exploited. The architecture and the construction of the cathedrals dominated his attention during a period of approximately 5 years within his pictorial development (1965-1970). It is a singular and personal theme that took place in one of his greatest artistic stages. They are works of splendid maturity; works that have been thought out and perfectly structured keeping true the constructive lesson. The conception of the composition appears robust and finely polished with a light and spatial perception. In these works it seems that the coexistence between the Catholic and Arabic symbols constructs bodies at the same time convincing and magical that are more similar to visions and fantasies rather than realities. People in procession, hinted faces, that demonstrate a spiritual revelation, within an architecture by way of an ecclesiastical altarpiece, referential stars, rays of cosmic and celestial light that violate the area, form a habeas full of religious and human connotations. We found here a metaphysical and telluric atmosphere that in later series is found in a more accentuated way, transmitting an anguishing nostalgia in view of the conception of other imaginary worlds. ABSTRACTIONS. ENERGIES OF ETERNAL AND IMPORTANT SUBJECTS. From the 70’s on, Antonio Fuentes adopted an introspective position towards life. His world closed around him and he abandoned that external universe which provided him with many things in order to go into his thoughts and create his own universe. A devastating but voluntary attitude that made him carry out works of extreme freedom in a field that he had never dealt with up until that time: abstraction. After the stage dedicated to the cathedrals, he abandoned the previous strength and solidity to be influenced by ethereal, vaporous and diffused situations. He reached the painting period that was developed over the seventies in which the spatial atmosphere is the only main subject. It is evident that in these paintings he kept the predilection for the constructive sense and for his intimate relation with the area, although he was abandoning it more and more. However this structural order depended on the bright element with a voluntary chromatic limitation with regards to austerity and simplicity. A light that Antonio Fuentes followed as a reference, as a guide to destiny, sometimes uncertain, in search of a meaning of the world he lived in. A clarity identified with spirit and morality. Antonio Fuentes’ light is a creative force, cosmic energy, an irradiation. Psychologically, to receive enlightenment is to acquire our own conscience and, consequently, to obtain the spiritual strength; which never abandoned him and which made him explore worlds never known to him. The contrasted chromatism and the dense brushstroke characterise this stage. They are works of immediate and rapid resolution, of first intention, with a first gestural touch of the paintbrush that makes insistence unnecessary to explain the image. This summary intention is the result of constant strength to eliminate the anecdote, unnecessary detail and superfluousness. A large mental elaboration that takes place in touches that are incisive and trembling, but definite, and it contains the emotion that the artist has experienced during the observation of his most immediate environment. It is here where Antonio Fuentes shows all his expressive strength with an overwhelming sketch coming from the most furious modernity in Europe. We are dealing with some pictures extremely sensitive and refined, full of mystery and that need a slow and introspective look. During these years, interior experiences are materialised in picturing. For this reason this work can not be seen from outside, but can be converted into atmospheres to live in, areas to immerse oneself in. It is here where he abandons the referential descriptions of reality to go into the impressions that this reality produces and when he starts to plastically translate emotions into lights, shades, transparencies, opaqueness... meaning, into climates of a timeless world. Dream landscapes, scenes with eternal and 198 199 universal values, in which an enigmatic, vague and mysterious tone beats but with an emission of energies that project towards eternal and important subjects. Progressively, he starts a lyric abstraction to develop a work based on objects that fluctuate, appear and disappear. They are uncertain and labyrinthine atmospheres in an unstable equilibrium. A painting of his memories, in which faces, shades, reflections, transparencies, presences without influence stay abandoned in the area, the same way that emotions are held in the conscience. “FROTTAGES”. A UNIVERSAL COSMOLOGY. In this last stage, which was undertaken in the nineties, it looks like he wants to give up on everything: leaving superfluousness to pay attention to the gesture and the pressure exerted on the support in order to bring out relief and textures. Thanks to the hand movement and to the transition of the coloured tool, some signs and signals appear on the surface coming from the energetic rhythm, the intense vibration or the dynamic movements. Antonio Fuentes wanted his work and his most sincere experience to be known, at the end of his career. Our artist leaves here all the accumulated burdens and tries to simplify to the maximum the material accumulation that humans possess. A spatial conscience that makes way to study other superior worlds far away from the surrounding reality. His mind travels in search of the light that reveals the meaning of absolute truth. GLOBAL APPROACHES. The hundreds of works of art that are now shown in this exhibition demonstrate, in a clear and overwhelming way, that Antonio Fuentes carried out a pictorial work along his development that included the most essential trends of XX century art. One cannot study his work without keeping in mind the image of a person who was peculiar, bohemian, bizarre and eager for knowledge, concerned about a deep research in the human development. A person open to the world but also enclosed in himself. It is a good opportunity to learn about a celebrity who had one of the greatest creative talents and who chose to have an unchangeable lifestyle and keep consistency, showing a very particular view of the world through his artwork. Lots of comparisons could be made with great artists of the same period, but maybe it would be pointless to link them with an artist who intended to just be himself. Neither the market, money nor success made him change his integrity. On the contrary, he kept his ideas and only studied what captivated him more. Without a doubt he is a forgotten artist, but he also made this happen, maybe in search of something that to this day we do not know if he found or not. Enclosed in his “Zoco Chico” studio, this “Toulouse-Lautrec of Tangiers” as Pierre Gassier used to call him when he started his career knew how to express the atmosphere that captivated many of his predecessors such as Delacroix, Matisse, Fortuny, Tapiró and many more. His contacts with Paul Bowles, Kokotschka, Picasso, Vlkamink, Soutine and many others enriched him in a decisive way, taking from them the most interesting things to him. His formal compositions never abandoned the typical structures of his work. Both in drawing and painting, Antonio Fuentes materialised a natural order to achieve a well-balanced composition. Even in his abstracted work one can see his intention not to forget the things that over the years forged in his mind. The shape disappears not the structure. Antonio Fuentes had a double background: the traditional popularism due to his feelings and the cosmopolitanism due to the experience taken from the modernity he lived in Paris and Rome. This has materialised into a singular vocabulary with a strong personality. His work transmits an encouraging message that has no contents missing. Antonio Fuentes was a person with a strong, restless and analytical spirit who lived constantly looking for personal challenges that he successfully beat according to the objectives and demands he was always imposing on himself. It is for this reason we are pleased to pay a warm tribute to him to appreciate his personality and work. ANTONIO FUENTES. SOME BIOGRAPHICAL NOTES. Alfonso Fuentes. The artist’s executor. Antonio Fuentes was born in the “Hotel Fuentes” on 9th October 1905, in the same hotel where Camille Saint–Saëns composed his “Danza Macabra”. In the same “Zoco Chico” where Delacroix, Fortuny, Tapiró, Van Rysselberghe, Iturrino, Matisse… painted. As a child Antonio Fuentes painted on the marble tables at the Fuentes café. At thirteen he did drawings for “El Heraldo de Marruecos”. At fourteen, pictures for “La Esfera” and “El Nuevo Mundo”. Without knowing, he was becoming the “Toulouse-Lautrec” of Tangiers and this was mentioned years later by the great French hispanist Pierre Gassier. Encouraged by the Spanish artists Abascal and Ortiz Echagüe, he decided to dedicate himself exclusively to painting. He drew the world around him in an ironically distorted way. At fifteen his life revolved around painting. Antonia, a very pretty gypsy that worked in Antonio Fuentes’ mother’s house, and who until her death in her nineties had a very close relationship with all of the family, told how Antonio lived an almost isolated life in the top floor rooms of the Fuentes Hotel, where he would spend the day drawing naked. Antonio painted the ceilings of these rooms using the smoke from candles. Having recently finished his military service in Cadiz in 1925, Fuentes went to study in Madrid, where he enrolled at the San Fernando Royal Academy of Fine Art. In this period he drew a beautiful portrait of Federico García-Lorca now disappeared but we can see it in some of Fuentes’ photos in his studio. The Academic nature he experienced in Madrid did not impress him so he decided to go to Paris, to Montparnasse. In 1929 he painted day and night in “La Grande Chaumière”, a vast academy that was a ramshackle-a studio where all the great names of contemporary painting had been. Fuentes drew using a paintbrush, and that is how he gained his strength and confidence in the sketch. An agile, elegant and expressive drawing, as well as a resistant and overwhelming painting, made from thick brushstrokes, with spirit, strength and confidence at the same time, defines an own plastic vocabulary that opened his borders and did not limit his work to an academicist narrowness. The space concept also marked an interesting feature in all of Antonio Fuentes’ work, from the physical and real spaces found in his Tangiers scenes to the suggested and insinuated spaces found in his last abstractions. During his stay in Paris he did caricatures for “La Semaine de Paris”. Due to these caricatures he met every Spanish artist that went to Paris: Manuel de Falla, Encarnación López – “La Argentinita”, Vicente Escudero, Andrés Segovia. In this period he sketched a series of dancers called the “bailaores” from the Spanish ballet. The light could not be missing as it is an ingredient of this creator. Mediterranean lights that capture the splendour of the atmosphere, mystic lights from the cathedrals or the cosmic lights from his abstractions are a true testimony and connect to his work. At night he met in cafés with other Spanish painters: Souto, Pelayos, Bores. However, as quoted by Emilio Sanz de Soto, “As Fuentes was so immersed in the “Zoco Chico” in Tangiers atmosphere and in daily contact with Arabs and Jews, the painters he was most friendly with were the two following Jews: Möise 200 201 Kisling and Chaïm Soutine”. He did not agree with the artistic approach of many of his compatriots “they were all obsessed with Picasso –which was normal– but what in Picasso’s art was pure instinct, the people from my home country reconverted to intellectual algebra”. it, that by selling it he would have clientele in Paris. In this series of texts, Fuentes describes Picasso as an old gentleman –Antonio was then twenty five and Picasso fifty– a middle class person, with a good wax jacket and a borsalino hat and whom he treated like a father because of his humble attitude. During those years he started to admire Rembrandt; he believed that all new paintings should be based on “The slaughtered Ox”. In 1930 he was accepted at “La Nationale des Beaux Arts” thanks to a superb nude painting. He carried out his first solo exhibition at the “Salle d’Art Castelucho”, where he met Picasso. In collective exhibitions he appeared with Kisling and Vlaminck. In the texts about Vallauris, Fuentes –who had travelled to Venice to exhibit – visited Picasso and they went to a tip together where Picasso used to find objects for his sculptures. In 1934 he moved to Italy to continue his training. First in Florence, as Felice Carena’s pupil (1879-1965) and later went to Rome, where he enrolled in the Spanish Academy of Fine Art. The original enrolment sheet signed by Valle-Inclán, Academy director, has been kept. He continued collaborating with the Spanish press by sending pictures from Italy. Antonio Fuentes died in Tangiers on 25th July 1995, having worked non-stop. Even in his last few days he got annoyed when people distracted him. He did not allow himself to leave his house-studio in the old quarter of Tangiers– until one day he finally went to the Spanish hospital in Tangiers, where he died one day later. Mª Paz Mateo and Manuel Rodríguez-Ballester, both teachers from the Spanish Institute in Tangiers were his last companions. On 20th July 1995 they went to see him as almost every day. When they offered him a little box of watercolours, he said to them that painting gave him life. In Rome he drew a sketch of His Majesty Alfonso XIII, who himself later signed with the following: “Yes sir, that is me by the grace and misfortune of God”. It was a caricature portrait in the way Fuentes drew in Paris. In the “A Dictionary of Painters in Tangier, 1669–2003”, the following quote about this portrait is mentioned: “Whilst still a student he executed a portrait of the exiled Spanish sovereign, King Alfonso XIII. The portrait was recently sold at auction . It is believed to have been purchased by King Juan Carlos”. At the commemorative exhibition of Fuentes’ one hundred year birthday, we show series from 1929 to the nineties. The funds from this exhibition all went to his family. At the end of World War 2, Fuentes returned to Tangiers and he enclosed himself in his house-studio in the old quarter of the city, in the “plaza de los Aissauas”. From then on he rarely exhibited; only when close friends or institutions convinced him to do so. On these occasions great names from artistic and cultural critics would highly rate his exhibitions. A thorough compilation of all the texts about the work and life of Fuentes is being carried out for publication in www.antoniofuentes.org. A whole century dedicated to creation. When Tangiers lost the International City status, family and friends advised Fuentes to leave, something that Fuentes always refused to do. From 1973 Antonio Fuentes became totally isolated both socially and artistically. He completely devoted himself to meditation and his work focused on abstraction, finally reaching the “frottages” series in 1990. Fuentes enjoyed the freedom of being able to dedicate himself exclusively to his work, without having anyone to distract him from it and without having to commercialise it. He would sell in his studio when “the buyer had enough class to have my work”. The buyers had to take a risk to see if Fuentes would welcome them, and if he did, if he managed to sell his work. In the nineties, the Spanish General Consulate in Tangiers asked him to hold a retrospective exhibition of his work. Fuentes refused to do it. Subsequently they proposed a conversion of his house into a Fuentes Museum, as well as holding a Travelling Retrospective Exhibition with a general cataloguing of his work. The photographic catalogue is made up of more than 450 works of art distributed in important private collections all over the world, from South America, United States and Europe to Saudi Arabia. Fuentes refused both proposals. In his last few years he reflected on his life –in a quasi-automatic style of writing– all his memories. I was particularly moved by the texts where Fuentes relates to his meetings with Picasso in Paris, 1929 and Vallauris thirty years later. In the first of those, Fuentes tells how he met Picasso in the artwork supplies shop next to the “Castelucho” gallery and the subsequent visit with the curator of the gallery exhibition. In this visit, Antonio Fuentes suggested to Picasso (to not mutually interfere in the visit) that they go round the exhibition in different directions and on exit discuss the exhibit they thought the best. They both agreed in their evaluation: A gypsy girl painted by Nonell. In this meeting with Picasso, Fuentes also tells us how the owner of the gallery (who had some of his work in the warehouse) offered him a large amount of money for one of his painting that a client wanted to buy. Fuentes doubted the sale. Picasso told him that he shouldn’t doubt 202 We can see the career of an artist that knows and participates in every moment of the Art development throughout the XX century, but always adjusts each school to its own artistic personality. ANTONIO FUENTES: TANGERINE MEMORIES UNKNOWN IN SPAIN. Emilio Sanz de Soto. Article Published in “El País”- Babelia, 23rd August 1997, for the first exhibition after the death of Antonio Fuentes. I speak about a small square, completely different to what is normally understood as a square. It is small, asymmetrical, with no buildings of any artistic or historic worth, but, is quoted by very important writers from both the XIX and XX centuries. The same happens with drawings and sketches from very important painters also from both centuries. I am referring to the “Zoco Chico” (small Moroccan market) in Tangiers. I ask myself the following question: What did the “Zoco Chico” in Tangiers have to make it interesting to such important artists and writers? Nowadays it has nothing: it is just another unmistakable small square in the old Arab cities, always hidden from the sun and the heat, and always in search of natural water sources or manmade wells. Without that magic sound it is almost impossible to understand the Islamic world. This sound was donated to Andalusia and that the genius Manuel de Falla should have to perpetuate. These small squares are created, or better said, are made naturally due to a confluence of side streets. That is how “Zoco Chico” of Tangiers was created. Why do I speak about the “Zoco Chico” in the past tense? For the simple reason that it is not the magical place it used to be. Magical places can not last forever. Everybody knows that “time” and “magic” do not go well together. In the “Zoco Chico” in such a small space, day after day and night after night for a century and a half, an unusual and unique performance took place. The scripts and the actors were always unexpected, always new, but the content and the meaning were always the same. The audience changed along the years and even some people left us evidence on how much they had enjoyed it. Not everyone could feel the real meaning of that “performance”, with the comings and goings from the “Zoco Chico”. That performance expressed the meaning, the summary, the essence of what Tangiers was: the uniting of races, cultures, religions, languages, behaviours, and customs without blending them toge203 ther. A miraculous uniting converted into daily reality. The chance to see this daily reality in the Zoco Chico show, free of charge, was only given to a few privileged people: to Camille Saint-Saëns at the beginning of his “Danza Macabra”, a happy, festive and unspoilt symphony. However there was a feeling that in the future it was going to be consumed by the deafening noise of materialism, or influenced by the meeting of mythical people from the occidental culture, all in peace and harmony having a green tea in the “Camino Real” of Tennessee Williams. This masterpiece changed location for fault of the scene director Elia Kazan. I still believe that the original, as it was created and written, will be published one day. Tennessee Williams watched the “Zoco Chico” show from the small terrace of the “Tingis” café-bar, which she called “my small private box” –she usually said it in French: “ma petite loge privée”– Camille Saint–Saëns started to compose his well known symphony from the Fuentes hotel terrace, now that was a privileged box. Although it seems I have moved away from the subject of this text, that being Antonio Fuentes the painter, I will later prove that this distancing is more than justified. Or at least, I believe so. Not long ago I read in the biography of Saint-Saëns, that “monsieur Camille” met the Spanish composer Jaoquín Valverde in the very same hotel, Fuentes hotel, of where he was a regular customer. He always stayed in room number four, from where he said he could hear the throb of the city. It was Joaquín Valverde who was the “magical collaborator” with Federico Chueca in “small masterpieces” like “La Gran Vía”, work on which Nieztche wrote as “so wonderful it is impossible to classify”. He would listen to Saint-Saëns play the piano at Fuentes hotel, a selection of the main themes from “El Año Pasado por Agua”, composed by Valverde and as other times in collaboration with the highly individualistic Chueca. The French composer became so enthusiastic that the following year, he made his debut in Paris and half of France sang: The Fuentes hotel –or better said: the Fuentes family– was the most specific meeting point between Spain and Tangiers; according to many people including me, which was a more direct and efficient way than our diplomatic authorities, with some exceptions of course. For example, two celebrations that took place at the Fuentes hotel. If the Spanish government had paid more attention to those, our realities of history would have modernised, at least a little, from its age-old lethargy. I am referring to racial and cultural recognition, always made by almost all of the Spanish Sephardic Jews, who left obvious evidence of this. Two famous Spanish people, one from our political history and the other from our literature, deserved the moving tribute of the Hebrew-Sephardi colony of Tangiers: Emilio Castelar and Benito Pérez Galdós. This happened –as always– in the Fuentes hotel. The tribute was presented to Castelar by the scholar Abraham Pimienta and to Galdós by an outstanding woman, the writer and journalist Rahma Toledano. She was ahead of her time in terms of ideas and feminist ideals, and was the most decisive collaborator with Doctor Angel Pulido at the time of writing his prophetic book, “Españoles sin patria” (Spanish people without a country) a book that Galdós paid particular attention to. One year after Galdós’ tribute, Antonio and Ana Contreras had a child, who had an early vocation for painting and in time he would have to live the artistic-literary bohemia in Paris, in mythical and unrepeatable years. “Faites moi le plaisir madame, d’écouter seulement deux paroles” He was named Antonio just as his father. He was an extremely exceptional person, so exceptional it was difficult to understand. We could say he reached absurdity when using his relentless brilliance. His opinions immediately seemed like a contradiction to us, but after rethinking we realised it was down to his shear brilliance. Something similar to the image Cervantes gives us from his “loco cuerdo” (someone crazy but at the same time sensible or wise) Antonio Fuentes’ effort to be sane was evident. I mean: he did this to avoid any signs of craziness. Joaquín Valverde’s son known and recognised as “Quinito” Valverde,“celebrity” that distinguished musicologists have mistaken for his father, was a premature composer. Despite being young he composed songs that immediately gained huge popularity, like for example “El Polichinela”, “La Fornarina” or “El PaiPai” debuted by a girl as young as him, Lola Membrives. In time Lola would become a huge actress that had the ability of uniting Spanish-speaking theatre from both sides of the Atlantic. For years I believed that Antonio Fuentes was (chronologically speaking) the first Spanish painter born in Tangiers, until I discovered that the artist-illustrator –an excellent illustrator– at the time of our upsetting civil war, in the pro-Franco party, Carlos Sáenz de Tejada, was born in Tangiers in 1897, where his father was then on a diplomatic mission. After Antonio Fuentes the other great painter born in Tangiers was José Hernández. The always happy and brilliant Quinito Valverde also composed high quality songs like “Clavelitos”, which gave the mezzo-soprano Conchita Supervía the opportunity to become famous everywhere, she became a Covent Garden in London idol. Antonio Fuentes lived in a world that was connected to art, specifically to painting. His family were friends with the family of the extraordinary Catalan water-colourist Josep Tapiró, who was invited to Tangiers by Mariano Fortuny where he ended up living. Quinito Valverde like his father was also successful in Paris. He gave to his compatriot Carolina Otero (known throughout the world as “La Bella Otero”) “La Machicha” song, paradigm of the Parisian “Belle Epoque”, a song that in its original Spanish version went like this: I vaguely remember Ana, Antonio Fuentes’ mother, as an Andalusian lady, always a very straightbacked person, very solemn, and always walking confidently, sustained by an ebony walking stick with a silver handle. “Tengo dos lunares, el uno junto a la boca y el otro donde tú sabes” We anticipate that the son of Joaquín Valverde was connected to the son of the painter Antonio Fuentes, the proprietor of Fuentes hotel. This will be proven later. She wore colourful hats of exquisite French style, bought for sure in Madame Boissonet’s shop, a famous Parisian hat maker that had to flee to Tangiers after a scandal that put in danger the President of the French Republic. Madame Boissonet was like a second mother to Mariquita Molina and was also her master, who was going to inherit the hat shop. Mariquita Molina’s only child was the unusual novelist Angel Vázquez, from Tangiers, author of the following unique book: “La Vida Perra de Juanita Narboni”. Apparently Truman Capote once said –Jane Bowles also said the same thing a thousand times– that in front of the Athens Acropolis, some felt a “state of wisdom”, in front of the San Pedro of Rome, some should have felt in a “state of grace”, but in front of the “Zoco Chico” in Tangiers, everyone felt a “state of freedom”. 204 Antonio Fuentes worshiped his mother. He found out she was going to Josep Tapiró’s funeral, whose wife was a close friend of her. If I remember well Josep Tapiro’s wife belonged to an important liberal Spanish family, whose surname was changed from “de la peña” to “Lepen” (Lepin in English) as a result of the 205 English protection scheme. Given that Antonio Fuentes, then an 8 year old boy had insisted on accompanying his mother to that funeral, Ana agreed, because she knew the enthusiasm her son had for the works of genius, created by the Catalan water-colourist. Through Josep Tapiró, Antonio Fuentes’ vocation in painting was activated. Years later, he discovered Rembrandt through an Encyclopaedia of painting, more specifically through his painting “The Slaughtered Ox”. Antonio Fuentes agreed with those who believed that in his expressionism, which was always alive in his work, they could see the influence from his first encounter with Rembrandt’s “The Slaughtered Ox”. He went to Paris, to Montparnasse in 1929, where he lived as the norms of an authentic bohemian require, and where, according to Antonio Fuentes “I spent my life in La Grande Chaumière or meeting a person and a half per day”. Curiously he did not become friendly with other Spanish painters. As Antonio Fuentes said “The majority were obsessed with Picasso, but what in Picasso’s art was pure instinct, the people from my home country reconverted to intellectual algebra”. This explains his heated debates with Francisco Bores and Antonio Fuentes added with irony: “I was so fascinated with the spirit of the “Zoco Chico” in Tangiers, of living among Arabs and Jews, that the two only painters I was friendly with were two Jews, one Polish and one Lithuanian: Möise Kisling and Chaïm Soutine”. This is not strange as both painters were, in their own way, Rembrandt’s “grandchildren”, and above all, both had interests in expressionism very similar to that of the then young Antonio Fuentes. We must not forget that in Tangiers he met Oskar Kokotschka, with whom he had a lot in common, especially in his Tangiers scenes. Antonio Fuentes confessed to us that one day he decided to overcome his natural shyness by going to visit, in his Parisian apartment, a fat and single man, that in “tout Paris” (all of Paris) was known as “monsieur Quinito Valverde”… pronounced with a deep French accent. Quinito of course knew of the friendship his father had with the Fuentes of Tangiers family, and it was him who introduced Antonio to the daughter of some very close friends, Rosa Castelucho, curator and owner of an exhibition gallery that carried her name: “Galerie d’Art Castelucho”. A gallery where the first individual exhibition of Antonio Fuentes was held. I have always thought –forgive me for my indiscretion– that Antonio Fuentes never stopped being in love with “Rosita” (little Rosa) Castelucho. It was in Rosa Castelucho’s exhibition gallery where Antonio Fuentes met Picasso. With regards to this meeting I have read a moving and autobiographic text from Antonio Fuentes, which like some of his other texts, remains unpublished. There exists a period in Antonio Fuentes’ pictorial work where I always felt a particular predilection, a period that he called “the Zoco Chico waiters”, where some waiters with white clothes and bow ties, some black and others red, emerged from a disorganised and dark world of moving objects. The great French Hispanist Pierre Gassier, an important Goya expert, also shared this admiration with me for the “Zoco Chico waiters” period and it was him who spoke about Antonio Fuentes as the “Toulouse-Lautrec of Tangiers”. However, Antonio Fuentes, always self-enclosed, did not share our admiration for this period of his painting. Both Gassier and I started to suspect that in a moment of crisis he destroyed all the work of this period. Within time he confessed to me that this period reminded him of the years that he drew caricatures on the café terraces in Paris and Rome in order to make money to survive. This was how he made friends with the wonderful dancer Antonia Mercé “La Argentina” in Paris and how a nice meeting took place with King Alfonso XIII in Rome after having drawn a caricature of King Alfonso. The following was written by hand from King Alfonso under the caricature: “Yes sir, that is me by the grace and misfortune of God”. On must take into account that even in his most difficult times he refused to sell his paintings. Antonio Fuentes was a man with lots of really strong obsessions. There were days, lots of days, when he refused to 206 open the door of his studio to people. That way he lost –those who knew him were witnesses of it– meetings and sales that would have brought lots of opportunities; but he defined himself as: “an door-closed man”. Those who did not visit his studio-house in the old quarter of Tangiers can not have any idea of the chaotic and surreal atmosphere where Antonio Fuentes stayed hidden for years. I really regret that nobody filmed –the film maker Marion Ruspoli thought about doing it– such an unimaginable world with incredible chaos. Curiously for Antonio Fuentes it only looked like chaos, as when he went to look for the most insignificant of papers he always knew where it was. The studio where Antonio Fuentes lived hidden away –yes, hidden away– until his advanced age of ninety, was situated as I think I have already mentioned, in the old quarter of Tangiers, specifically in the small square of the “Aissauas” in front of the new Mosque. For decades by this Mosque there was a miraculous giant palm, until one day with east wind, its long and slim trunk broke and the palm was buried almost religiously in the old Arab cemetery near to the “Mendubía”. Without a doubt one of the most personal pictorial and suggestive periods of Antonio Fuentes was called “Las Catedrales” (The cathedrals). In these cathedrals a mysterious and ancient system of symbols appears mixed together, where the Jew, the Catholic and the Arab, seem to emerge from the one same religious ceremony. The most beautiful examples of this period were shared out in equal parts –I was a witness to it– to Barbara Hutton and the Princess of Ruspoli, Marthe Chambrun. In his last creative period he was influenced by “abstraction”, a period that was kept secret until his last days. You can notice the influence from the Mallorcan painter, from Sóller, Juli Ramis who lived in Tangiers during the important years of the evolution of his refined painting. For some art historians and Spanish contemporary art critics –fortunately not all– shamefully remains forgotten. As Picasso mentioned, “the Benjamin”, as Pablo called Juli Ramis, was one of the most unquestionable precursors of the artists forgotten in Spain. The friendship between Juli Ramis and Antonio Fuentes was so peculiar. It was hard to notice which of the two had the most difficult character. They could spend lots of hours together without saying a word to each other. They both used adolescent Moroccan models that were difficult to get hold of and that even Gauguin would have wanted to use. Once the agreed time with the model was over, she got dressed and went surreptitiously without making any noise. This was when both painters observed their works of art, work that was always different or sometimes even the complete opposite. While Ramis with a hard pencil created refined settings, almost Japanese painting, Fuentes, with a soft paintbrush, created the total opposite, violent and striking scenes. After having observed the results, they would destroy the work. According to them, they did this only to practise keeping a steady hand when painting. I think –I have thought a lot– that a global and all-embracing history of the XX century Spanish painting still does not exist. When I speak about painting I also mean other types of art, literature, investigation and science. There are a lot of reasons for the above. Although I still think that both parts of Spain have an unresolved problem with a lot of consequences: interior exile, things that have been forgotten intentionally and unintentionally, rebuilt lives in the most obscure places of the world… Furthermore: if forgotten things exist within mainland Spain referring to cities other than Madrid or Barcelona, how many more forgotten things happen here? This article pretends to add another name to those “Unknown in Spain”, who “Jovellanos” already spoke about. 207 In this case it is to add the name of a Spanish painter, although a lot of Spanish people have never heard of him: his name is Antonio Fuentes. king the glass and showing horizontality. By my side there was an envelope with an unclear postmark. The pentagonal shade put written accents in the poem. This was my first encounter with an artist. This is the vision that is permanently kept in my mind. Nowadays, could this and other information be part of our way to death? AT FIRST IT WAS CHAOS. FOR MY FRIEND AND TEACHER ANTONIO FUENTES. José Hernández, from the San Fernando Royal Academy of Fine Art. If what we call artistic talent was actually quantifiable, Antonio Fuentes’ material, real or imaginary, would undoubtedly exceed any figure. Naturally, I did not discover this today by myself, but other people with more knowledge and ability in these matters have mentioned, written and ratified the above. In this respect I could add little or very little to what is already written. However, even if my contribution is small, I would like to (or must) describe my personal impression of my first visit to the painter’s studio, studio or cell, where creative imagination takes place. I am a bitter enemy of praise, and I know that Antonio Fuentes was too. However, it would not be fair or honest not to mention what I considered his real quality: his strange ability to be able to see and make other people always see the aesthetic and artistic side, or even the positive side of everything around us. When I say everything I mean objects, atmosphere or situations. That huge and enviable vitality leaves an indelible trace like a centrifugal force. It is a lesson learnt forever about generosity, creativity, humbleness and other terms that, sadly and incomprehensibly, are not nowadays normally used. Apart from this necessary comment, I prefer to speak about a teenage memory as at times examples can be a better form of clarification. It was in Tangiers, also my place of birth, a bright and chilly afternoon in March. I was with two good friends: Emilio Sanz de Soto and Antonio or Ángel Vázquez. A small square with an impeccable façade of a small mosque was going to be the natural scenery for this narrative. Passing through the threshold of the blue door was like suddenly entering a planetarium. My eyes opened wide like too big disproportionate white porcelain discs. I went up through a dark hole where some stairs transformed, like it was magic, sometimes into a spiral on the back of a scaly body, other times into the hours on the face of a wall clock and lastly into the simple sheets put together to make a hotel menu. When I arrived to the top floor I saw how the artist, gasping for breath, was looking at something through the key hole. Immediately after a gestured silence he disappeared between the weeds. In a place full of fleets of sardine tins, in his NAUTICAL TRIP he headed towards a bathroom. In the bath there was a fabulous feather mattress which was damaged. In the main room a big motorcycle driven by an also large encyclopaedia went diagonally through the huge rooms dodging different obstacles: very diverse objects (some of them really strange) such as a pair of turquoise socks joined together at one end to form the Omega sign, a canotier hat, a gramophone with an orchid shape speaker, dried colour stained paintbrushes and a little box that used to contain cough tablets but now contains dolls eyes. Further away a stuffed bird that looks real but was dead. I also saw a group of insects go through thick impenetrable walls. At the end of the house, in another room there were huge scrolls, musical scores, diploma certificates, butterfly wings as well as other things on the wall. I saw how Antonio Fuentes, with wheels on his feet was frantically drawing a picture of a cathedral, trying to keep the picture within a fifty centimetre rectangle. Above him, a row of mythological creatures were walking along the beams of the roof. FUENTES CONTRERAS IN THE “DELL’ORDINE DELLA VALIGLIA” GALLERY. F. Castellani. “I1 Gazzetino” – Venice, 21st October 1964. …L’ impressione che del Marocco ha il Fuentes non è pura suggestione o magia; il suo modo di esprimersi non è soltando simpatia picasiana. Il Fuentes s’incontra con Picasso per un sincero modo di semplificare, di scartare il superfluo, di ordinare, di fai risaltare spazialmente, arabesamente, ciò che constituisce l’essenza , ai più nascosta, della visione reale. Picasso non si è, ‘altronde, mai impegnato excesivamente, nel paessagio e le sue fumate a Vallauris che son otra le poche opere del genere che di lui si conoscano, non presentano l’interesse che acompagna tutta l’altra sua multiforme attività. Di qui la personalità del Fuentes Contreras, il valore nuevo della sua paessaggistica africana che, affaciandosi alle luci de Mediterraneo, si incontra con le più moderne espressioni dell’arte occidentale creando tra i due continente quella continuità di rapporti spirituali che è il fine, la conquista dell’arte... The cubism experiments have not yet finished, although the last Venice Biennale (also known as the International Art Exhibition in Venice) showed it to be the contrary. Numerous painters, mainly Italians, that were cubists and worked for cubists, have changed to other trends. We could say that a special sacred respect for pictures of humans has been imposed against the extreme distorted pictures that come from German social expressionism (that started fifty years ago) as well as current cubism. A strong tendency for the distortion of the human figure also exists in sculpture, although it is not of pure cubist origin. Sculpture has a limited field of action if you compare it with painting; and to disregard the human figure, as the avant-garde artists say: is not an easy thing for sculptors. However, it is not our intention to focus on sculpture, but on painting, because of a personal exhibition that was held, in the Galleria dell’Ordine della Valiglia on Fabri Street, of the Spanish artist Antonio Fuentes Contreras, Tangiers resident. In the past, Fuentes Contreras also made cubist figures, not due to anxiety but due to his interest in the Arabic culture, creating geometrically calculated compositions. Over the years, he realised that one must disregard Picasso’s figures and Braque’s “dead nature” (“still life”) in order to give variety to a world of oriental delights. It does not refer to the world discovered by Ingres, Delacroix or Matisse being enclosed in harems but the world observed over many years in the labyrinth of the “Alcazaba” (Arabic castle), at the foot of the battlements, where you cope with the heat, the turbulent and lazy life and become overwhelmed with nature. All of this is practically unknown to Europeans. In Fuentes’ pictures, the general erroneous concept of Morocco is eliminated: a dazzling contrast between white lights and violet shades. For him everything is in colour. At every street corner you find every colour of the rainbow, separated by define lines from the sun. Everything loses its objective consistency in order to obtain a fantastic concrete value. Fuentes’ impression of Morocco is not in his mind, it is real. The way he expresses himself is not like Picasso’s friendly way. Fuentes coincides with Picasso in a sincere simplifying way, of dismissing the superfluous things, arranging and projecting space in an Arabic way, that constitute the essence of real vision. I don’t know how long I stayed in that state of ecstasy for, but I felt my head turn to the left towards a small window where I could see the blue sky; the smell of mint penetrated through the narrow hole, brea208 209 On the other hand, Picasso never really worried about the landscape, so his “tropical plants” and his “fumatos de Vallauris” (these are two of only a few known paintings of this type) do not create interest for his other multiform activity. This is the important part of Fuentes Contreras personality and the value of his new African landscapes. Looking out to the Mediterranean lights, he finds the most modern and current art expressions, creating between both continents that continuity of spiritual relationships that undoubtedly represents the great conquest of art. ANTONIO FUENTES (1905-1995). CENTAINAIRE D’UN MALÉFICE. Emilio Sanz de Soto Jean Cassou affirmait que dans le très large panorama multiforme de la peinture espagnole du XXème siècle, il manquait certains noms et d’autres y étaient de trop, et cette phrase, à mon sens, est toujours aussi valable. Bien que je ferai référence à un nom qui ne se trouvait pas dans le panorama de la peinture espagnole du XXème siècle, et bien sûr qui n’y était pas de trop. Un peintre qui a émerveillé quelques personnes seulement et que nous avons découvert comme un trésor. Son nom: Antonio Fuentes. Tout en lui, absolument tout, est insolite : Il était Espagnol, très espagnol, mais il est né, a vécu et est mort à Tanger, notamment quand cette ville était une «zone internationale» et refuge secret de noms aujourd’hui célèbres dans le monde entier. Le refuge d’Antonio Fuentes était une maison dans la casbah, sur la petite place de la confrérie endiablée des aïssaouas, où, au coucher du soleil, Antonio Fuentes sortait de sa cave d’anachorète pour répartir des craies de couleur aux petits Arabes du quartier pour qu’ils peignent sur les murs de chaux ; puis, juste avant le lever du soleil, Antonio Fuentes se pressait pour écrire sur son cahier de notes ce qu’il appelait les «oeuvres d’art» de ses petits peintres en état de grâce. En 1929 il passa les heures vives de Paris à «La Grande Chaumière» et à discuter avec Francisco Bores. Il connut Pablo Picasso par le biais d’une amie commune, Rosa Castelucho. Et déjà alors, depuis toujours, il fut un rebelle de l’impressionnisme. De retour à Tanger, il fait la connaissance de Kokotschka et il transperce l’impressionnisme et le convertit en expressionnisme. Un expressionnisme très coloriste, très personnel et surtout, très éloigné de l’expressionnisme espagnol du panorama de la peinture espagnole du XXème siècle. Sa série tardive et impaire «Cathédrales» surprend du fait de sa grande ressemblance avec le dessin qu’Antonio Gaudí, le génial architecte, avait réalisé de l’intérieur de la cathédrale pour Tanger, malheureusement jamais menée à bien. Un dessin que l’on connaît aujourd’hui mais qu’Antonio Fuentes ne connut pas. Renfermé dans la casbah de Tanger, il se niait toujours à recevoir des visites et à vendre des oeuvres. Je fus l’un des privilégiés à pouvoir franchir cette porte. Et je peux affirmer, bien que cela paraisse incroyable, que des personnes comme Barbara Hutton ou Tennessee Williams frappèrent en vain à cette porte. Par contre, Martha Chambrun, la princesse Ruspoli ou Paul Bowles réussirent à y entrer... Cette année 2005, on célèbre le centenaire d’Antonio Fuentes. Pourra-t-il enfin sortir de l’oubli, ce peintre espagnol si singulier? Je ne connais pas la réponse. Je ne connais pas la réponse pour deux raisons : parce qu’Américo Castro nous a appris que «l’Espagne est un pays sans mémoire historique»... et parce qu’Antonio Fuentes lui-même s’est efforcé, bien qu’on a du mal à le croire, à ne pas se faire connaître. Il faut donc rompre le maléfice créé par le propre Antonio Fuentes. ANTONIO FUENTES. LA RÉAFFIRMATION D’UNE ATTITUDE PASSIONNÉE. Joan Gil. Membre de l’Association Internationale des Critiques d’Art. Des fleuves d’encre ont coulé sur la ville marocaine de Tanger. Une ville qui a joué un rôle fondamental dans une période de guerres en tant que ville ouverte aux amants de la liberté. Déclarée zone internationale neutre sous la souveraineté du Sultan du Maroc, elle a rassemblé un amalgame de cultures qui ont sans aucun doute contribué à enrichir son image. 210 211 Refuge d’artistes, écrivains, hommes politiques, cinéastes, littérateurs et toute une liste sans fin de personnages plus ou moins exotiques –quelques-uns uns d’origine douteuse– l’ont converti en un espace où l’intrigue, le mystère, la passion et la créativité étaient l’agglutinant de son quotidien. Mais en tant que ville ouverte, Tanger a toujours offert une atmosphère propice à la créativité, un endroit où développer ces idées impensables dans d’autres endroits. C’est dans cette ambiance qu’Antonio Fuentes (Tanger, 1905-1995) a passé sa jeunesse la plus passionnée. Un espace qui lui offre la diversité des opinions, la confrontation des idées et cultures, l’analyse de la pensée et le milieu créatif pour se consacrer pleinement à la peinture et au dessin. Mais bientôt toute sa soif de connaissance amena le jeune artiste à la nécessité de traverser les frontières pour enrichir ses connaissances. Bien qu’au départ ses voyages furent plus fréquents –Madrid, Paris, Rome, Venise, etc. – la situation change ensuite et il se renferme pratiquement dans son studio du Petit Souk de Tanger pour travailler inlassablement du lever au coucher du soleil. À l’occasion du centenaire de sa naissance, le moment est venu de lui rendre l’hommage qu’il mérite et de revoir de façon humaine mais également critique, le travail réalisé au cours de sa trajectoire artistique. Un héritage, le sien, qui avec la perspective actuelle montre le dévouement, la passion, la conviction et l’envie de recherche qui l’accompagna tout au long de sa carrière. UN REFLET DES INQUIÉTUDES PERSONNELLES. Une des preuves décisives pour un artiste est de surmonter avec succès la confrontation des différentes étapes créatives. Il est évident que le discours d’un moment, isolé de tout contexte évolutif, paraît toujours beaucoup plus cohérent parce qu’il complète un cercle. Pour cette raison, une exposition rétrospective qui rassemble soixante-dix ans de trajectoire est toujours un examen qui sert à juger la relation existant dans un itinéraire. Voici le cas de l’exposition que présente maintenant Antonio Fuentes et qui nous permet de partager un parcours pictural ample et fructueux, grâce à une œuvre qui a évolué du réalisme de l’académisme à une abstraction totale, tout en intégrant dans son univers créatif l’héritage plastique du Xxème siècle. Rapprocher l’art à la vie, connecter la création avec les circonstances externes, a été, dès le départ, le principal souci d’Antonio Fuentes. Son œuvre est une révélation de l’instant, un reflet des inquiétudes les plus personnelles que l’artiste a su à tout moment vivre intensément, jamais soumis aux mensonges de l’argent et toujours cohérent dans ses propres convictions. Une attitude qui, dès le départ, est restée fidèle à ses principes et qui n’a jamais cédé aux avatars du succès ni aux faussetés que le marché de l’art lui a mis sur son chemin. Comprendre l’œuvre d’Antonio Fuentes, c’est entrer dans un monde plein de fantaisie, d’indépendance, d’espoir, de poésie et de mystère. Sa ville natale, Tanger, a établit un lien avec un monde sans liberté et où le seul réduit d’air pur était l’ambiance qui émanait de ses rues, de ses cafés, de ses places, de son Petit Souk. Tout cet environnement enracina profondément l’œuvre d’Antonio Fuentes, ses tableaux et dessins étant le témoignage le plus évident d’une société qui désirait surtout être libre. Ainsi, à partir de l’observation de chacune des étapes créatives de Fuentes, il nous est possible d’observer que la sincérité et l’engagement personnel ont joué à tout moment un rôle important sur l’état d’esprit de l’artiste, communiquant ses idées, émotions ou inquiétudes sociales et humaines. Pour cette raison, avec une autonomie complète d’expression et un grand contrôle du métier, il a utilisé différentes ressources pour obtenir le résultat voulu. Avec la possibilité que nous offre ce trajet, nous voyons que sa peinture a un dénominateur commun qui connecte au reste de son œuvre, malgré les changements propres de la dynamisation produite à tout moment. Evidemment, nous pouvons observer des époques différentes avec des caractéristiques spécifiques qui nous prouvent son trouble, sa soif de recherche et de combat. Mais un fil conducteur connecte l’ensemble de ses œuvres grâce à un langage basé sur la spontanéité, la sincérité, l’expression profonde dictée par ses élans et inquiétudes les plus vitales. 212 Très jeune, il se décida pour la communication plastique. Il n’existait rien d’autre pour lui d’aussi intéressant. Pour cette raison, il s’est battu à contre-courant pour prouver que la seule chose qu’il souhaitait était de s’exprimer plastiquement et de manifester son potentiel intérieur. Fuentes appartient à cette classe de peintres pour qui la peinture, par elle-même, devient une source inépuisable de nouvelles idées et donc de nouvelle peinture. La pratique picturale est devenue pour lui une nécessité vitale, une exigence de son être. Elle est création et donc le moyen le plus adéquat pour se communiquer avec le reste du monde. Mais elle est également le véhicule pour se retrouver avec soi-même, pour fouiller dans les entrailles de la pensée humaine. L’expression picturale servit à Antonio Fuentes à se réaliser, pour qu’il trouve au travers de ce langage le sens que la vie lui offrait. Si dans un premier temps, son œuvre se situe parmi celles des maîtres réalistes cézanniens de la génération d’après le XIXème siècle, plongée dans ce retour à l’ordre, avec des silhouettes féminines –dont il souligne les formes opulentes et les valeurs constructives– élaborées suivant la tradition du réalisme classique et académique, à la fin de sa trajectoire –séduit par les tendances abstraites– il suit une nouvelle orientation à la recherche de nouveaux vocabulaires. Ces changements et évolutions expressives ne constituent pas un style unitaire, mais il est nécessaire de les envisager comme des défis permanents, pour ne pas se restreindre à un style concret. Ses relations sociales, pour ne pas dire rares, ont été sélectionnées avec ordre et minutie. À aucun moment Antonio Fuentes n’a voulu sortir de son monde ; bien au contraire, son œuvre montre qu’elle lui a appris à se réaffirmer dans un univers intérieur souvent solitaire mais très riche. Dans le but de délimiter ses étapes picturales, résultat de ses inlassables recherches, nous vous proposons de reconstruire chacune d’elles pour profiler leurs caractéristiques spécifiques. Elles représentent toutes un portrait fidèle des intenses expériences vécues par l’artiste dans les différentes villes où il vécut. Dans l’exposition présentée ici, elles ne sont pas toutes présentes, puisque certains thèmes comme la tauromachie, les natures mortes, la série religieuse ou les nocturnes ont été éliminées pour ne pas répéter certains aspects. Ainsi, la sélection rassemble une synthèse représentative de sa trajectoire. NUS. À LA DÉCOUVERTE DE LA NATURE HUMAINE. Dans ses commencements, Fuentes a choisi d’éterniser les archétypes que lui offrait la réalité. Dans ce sens, il traitait toujours la silhouette humaine comme unique motif d’inspiration, des structures de généreuse et solide complexion, avec un dessin compact et limité à une dévotion évidente pour la forme concrète. Ses œuvres possèdent une grande force plastique, une présence vigoureuse, une précision nette et un rythme de volumes presque sculpturaux. Sa grande attention au schéma constructif qui traduit la consistance corporelle des formes le rapproche de la « Nouvelle objectivité » allemande, proche à Otto Dix, avec une forme humaine, d’un réalisme dur, puissant et sensuel, mais conservant tout à la fois la chaleur, la douceur et la placidité propres de la Méditerranée, sereine et d’archétype. Œuvre tendant au classicisme et d’influence principalement italienne, il ne s’agit pas d’exception parmi la grande vague d’artistes, de différents styles, qui se sentirent attirés par ce « retour à l’ordre », parmi lesquels se trouvait même Picasso. Il existe parmi tous ses nus une étude anatomique de la silhouette accompagnée d’environnements où la mer, les barques et l’architecture de Tanger se fondent avec harmonie dans la composition. Comme un aureus, les silhouettes de ses formes se détachent avec précision, et viennent renforcer le sens humain de leur présence. On observe sur quelques-uns uns de ses dessins qui accompagnent certaines silhouettes l’apparition de ses abstractions cinquante ans plus tard. Une révélation prématurée qui, dans l’inconscient de l’artiste, palpitera de façon permanente jusqu’à parvenir à la matérialiser. 213 BAILAORES ET FLAMENCOS. LES AMBIANCES LUDIQUES. Après être resté à Madrid de 1925 à 1929, où il rentre à l’Académie Royale des Beaux-Arts de San Fernando, il s’installe à Paris entre 1930 et 1935 où il réalise des croquis et des esquisses au pinceau. Là, il dessine des caricatures pour « La Semaine de Paris ». De cette époque date la série « Los Bailaores », flamencos des ballets espagnols ; des études rapides où il capte, au travers des silhouettes, l’essence du mouvement et l’expression des gestes. Son œuvre respire l’ambiance festive et folklorique des rues et cafés de la grande cité. Cet environnement lui permet de faire la connaissance de personnalités espagnoles qui passent à Paris : Manuel de Falla, Encarnación López – “ La Argentinita” , Vicente Escudero, Andrés Segovia, etc, ainsi que de jeunes artistes qui vivent également dans la capitale française, comme Souto Pelayo avec lesquels il partage des idées et des projets. Son désir d’apprendre le mène à s’inscrire à la Grande Chaumière où passent tous les grands noms de la peinture contemporaine. Là il fait la connaissance de Vlamink et Kisling, avec lesquels il partagerait plus tard des expositions collectives. Travailleur infatigable, il utilise à toute heure sa main et son oeil. Son dessin, sûr, tenace et ferme, capte l’essence de l’instant mais ne laisse rien au hasard. Antonio Fuentes veut laisser un témoignage fidèle de la période où il vit à Paris et il dessine avec rapidité les motifs qui l’impressionnent le plus. Déjà en 1930, il est admis à La Nationale des beaux-arts, grâce à un nu magnifique. Là, il fait la connaissance de jeunes qui tout comme lui, aspirent à se faire une place dans le monde de l’art. Plus tard, il expose dans la Salle d’Art Castelcuho où il fait la connaissance de Pablo Picasso. De cette rencontre, on conserve d’intéressantes et drôles anecdotes écrites dans les lettres où Fuentes fait référence aux conversations entre les deux artistes. En 1934, Antonio Fuentes part pour Rome dans l’intention d’enrichir ses connaissances artistiques. Ramón del Valle Inclán signe sa sollicitude d’accès à l’Academia Española de Bellas Artes de Rome. Et bien que Paris était devenue le nouveau siège du capitalisme artistique, Rome continuait à conserver le statut de ville artistique par excellence. On retrouve un net intérêt de Fuentes pour les classiques, comme source d’étude et d’analyse. Il a toujours manifesté que le “Bœuf écorché” de Rembrandt était une œuvre de référence pour l’art contemporain, ce qui permet de comprendre l’admiration qu’il ressentait pour l’œuvre de Soutine et de Kisling, faisant clairement allusion au peintre hollandais et tout comme le disait Emilio Sainz: “Ils étaient «petits-fils» de Rembrandt, et surtout, les deux partageaient des inquiétudes expressionnistes très similaires à celles du jeune Antonio Fuentes, avec un coup de pinceau très similaire». TANGER. SCÈNES POPULAIRES ET PSYCHOLOGIE DU PORTRAIT. Cet Espagnol né à Tanger est une des personnes à poursuivre ce courant espagnol qui s’est laissé séduire par l’ambiance nord-africaine, dans une ligne qui va des peintres du XVIIIème comme Marià Fortuny et Josep Tapiró, tout en passant par Tomàs Moragas ou Antonio Maria Fabrés, jusqu’à arriver à des artistes du Xxème comme le Catalan Alfred Figueras, le Majorquin Juli Ramis, avec lequel il aura une relation très personnelle sur des sujets ésotériques et astraux, ou Gaudí lui-même qui voyagea à Tanger pour mettre en place un projet ambitieux pour les missions de Tanger. Amoureux de l’ambiance et des types et tradition que lui offrait le Maroc, les scènes et les portraits que Fuentes a captés constituent une riche chronique des coutumes du pays voisin, sans jamais se laisser emporter par l’excès de l’exotisme qui dénature la réalité. Habituels dans les ruelles de l’ancienne médina où il vivait, le Petit Souk, la vie tranquille et le contact avec les gens lui offraient les sujets qu’il recherchait pour sa peinture. Des aspects variés de la vie quotidienne qu’il connaissait à la perfection et qu’il captait immédiatement, sans les idéaliser et sans ajouter d’anecdote ni de folklore. Un chromatisme contrasté et un coup de pinceau dense et pâteux caractérisent cette étape. Ses œuvres de résolution immédiate et rapide, de première intention, avec un premier coup de pinceau gestuel qui rendait inutile l’insistance pour expliquer l’image. Cette volonté de synthèse est le résultat de l’effort constant pour éliminer l’anecdote et le détail inutile et superflu. Une longue élaboration mentale qui cristallise dans des coups de pinceaux incisifs, tremblants, mais sûrs, qui contiennent l’émotion ressentie par l’artiste quand il a observé son monde immédiat. 214 C’est là qu’Antonio Fuentes montre toute sa force expressive avec un trait contondant représentant la modernité européenne la plus rageuse du moment. Aussi bien les scènes populaires des rues, places et marchés de Tanger, que l’intérieur du café Fuentes reçoivent un traitement similaire. Se sont des œuvres réalisées avec passion, avec force expressive, oubliant le détail et exagérant l’ensemble de la composition. Se sont des coups de pinceau expressionnistes dans leur forme la plus pure. Sa gamme chromatique obtient des couleurs vives et intenses: ocres, jaunes, terres, bleus et blancs construisent une palette très riche. Par contre, les portraits de cette même période acquièrent une nuance plus naturaliste, avec laquelle il prétend capter la psychologie du personnage et où les couleurs respirent une chaleur et douceur plus accentuées. Les dessins des visages de Tanger sont d’une grande simplicité, avec très peu de signes, ne faisant ressortir que les traits essentiels. CATHÉDRALES. UNE CONCEPTION MYSTIQUE DE LA VIE. Un des sujets les plus évocateurs et particuliers que l’on connaisse de l’œuvre d’Antonio Fuentes sont les cathédrales. Celles-ci nous renvoient à une conception mystique qui, même si évidente dans ces séries, elle n’en est pas moins suggérée dans d’autres. Sa position dans la vie quant à la mort oblige l’artiste à affronter avec dévouement une thématique qu’il exploite avec acharnement. L’architecture et la construction des cathédrales captent toute son attention pendant une période d’environ cinq ans dans sa trajectoire picturale (1965-1970). C’est un sujet singulier et personnel qui le situe dans une de ses étapes les plus mures artistiquement parlant. Ce sont des œuvres d’une maturité splendide; des œuvres méditées et parfaitement structurées où il reste fidèle à la leçon constructive. La conception de la composition apparaît robuste et très affinée avec une perception de la lumière et de l’espace. Dans ces travaux, on dirait que la cohabitation entre les symboles catholiques et arabes édifie des corps à la fois consistants et magiques qui ressemblent plus à des visions et des rêves qu’à des réalités. Des personnages en procession, des visages insinués, qui montrent une révélation spirituelle, dans une architecture à la façon d’un retable ecclésiastique, des étoiles référentielles, des rayons de lumière cosmique et céleste qui envahissent l’espace et créent un habeas rempli de connotations religieuses et humaines. Nous retrouvons ici une ambiance métaphysique et tellurique qui, dans des séries postérieures, revient avec encore plus de force, et transmet même parfois une nostalgie angoissante face à la conception d’autres mondes imaginaires. ABSTRACTIONS. LES ÉNERGIES DE L’ÉTERNITÉ ET DE LA TRANSCENDANCE. Après les années 70, Antonio Fuentes adopte une position introspective face à la vie. Son monde se referme sur lui-même et il abandonne cet univers externe qui lui avait tant donné pour se plonger dans ses pensées et créer un univers propre. Une attitude désolatrice mais volontaire qui le mènera à réaliser des œuvres très libres dans un champ qu’il n’avait encore pas abordé : l’abstraction. Après l’étape qu’il avait consacrée aux cathédrales, il abandonne la force et la solidité antérieures pour se laisser porter par des situations éthérées, vaporeuses et diffuses. Dans les années soixante-dix, il réalise des peintures où l’atmosphère spatiale est la seule protagoniste. Il est évident qu’il y conserve une certaine prédilection pour le sens constructif et pour sa relation intime avec l’espace, bien qu’il l’abandonne de plus en plus. Mais cet ordre structurel dépend de l’élément lumineux avec une limitation chromatique volontaire dans le but de transmettre austérité et simplicité. Une lumière qu’Antonio Fuentes poursuit comme référence, comme guide face à un destin, parfois incertain, dans le but de trouver un sens au monde où il habite. Une clarté identifiée avec l’esprit et la moralité. La lumière d’Antonio Fuentes devient force créatrice, énergie cosmique, irradiation. En psychologie, recevoir l’illumination équivaut à acquérir la conscience du soi, et en conséquence, à obtenir la force spirituelle ; celle qui ne l’abandonna jamais et qui le mena à s’immerger dans des mondes qu’il n’avait pas encore explorés. Nous nous trouvons face à des peintures extrêmement sensibles et raffinées, chargées de mystère et qui demandent un regard lent et introspectif. Pendant ces années, il matérialise en peinture des expériences intérieures. Pour cette raison, ce travail ne peut se regarder de l’extérieur; il se transforme en ambiances 215 où vivre, en espaces où se submerger. C’est à ce moment qu’il laisse de côté les descriptions référentielles de la réalité pour se plonger dans les impressions que celle-ci lui transmettent et il commence à traduire dans ses peintures les émotions avec des lumières, des ombres, des transparences, des opacités, c’est à dire, des climats d’un monde intemporel. Des paysages de rêves, des scènes aux valeurs éternelles et universelles, d’où jaillit un ton énigmatique, imprécis et mystérieux mais d’où émanent des énergies qui nous projettent vers l’éternité et la transcendance. Progressivement, il nous introduit dans l’abstraction lyrique pour réaliser une œuvre fondée sur les formes qui fluctuent, se voilent et apparaissent tour à tour. Ce sont des ambiances incertaines et de labyrinthe dans un équilibre instable. Peinture de la mémoire, du souvenir où les traits, les ombres, les reflets, les transparences, les présences sans poids, sont abandonnées dans l’espace, de la même manière que les émotions restent dans la conscience. FROTTAGES. UNE COSMOLOGIE UNIVERSELLE. Dans cette dernière étape, dans les années 90, on dirait qu’il souhaite se débarrasser de tout: il laisse de côté le superflu pour garder le geste et la pression qu’il exerce sur le support pour faire émerger des reliefs et textures. Grâce au parcours de la main et au transfert de l’outil pigmenté, on voit apparaître sur la superficie des empreintes et signes à partir de la propre cadence énergétique, des vibrations latentes ou des mouvements dynamiques. Antonio Fuentes veut marquer son passage, son expérience la plus sincère à la fin de sa carrière. Notre artiste se défait de tout le poids accumulé et il essaye de simplifier au maximum ce sens d’accumulation matérielle que les humains possèdent. Une conscience spatiale qui prouve l’étude d’autres mondes supérieurs, au-delà de la réalité qui nous entoure. Son esprit voyage en quête de la lumière qui lui révèle le sens de la vérité absolue. QUESTIONS GLOBALES. La centaine d’œuvres qui sont ici exposées sont la preuve du travail pictural d’Antonio Fuentes au cours de sa trajectoire qui a rassemblé les tendances essentielles de l’art du Xxème siècle. Il est impossible d’étudier son œuvre sans tenir compte de l’image d’un personnage singulier, bohémien, pittoresque et avide de connaissance, inquiété par une étude intérieure du développement humain. Un personnage ouvert au monde mais aussi renfermé sur lui-même. Le moment est venu de connaître une des figures possédant le plus de talent créatif, qui a su opter pour un style de vie immuable, conserver une cohérence avec lui-même, et donner une vision très particulière du monde à travers de son art. On pourrait établir de nombreux parallélismes avec les grands artistes de son époque, mais il serait peutêtre inutile de forger des liens étroits avec un créateur qui voulait simplement être lui-même. Ni le marché, ni l’argent, ni le succès n’ont menacé son intégrité. Bien au contraire, il est toujours resté ferme dans ses idées et il assimila seulement ce qui le captiva. Sans aucun doute, Antonio est un artiste oublié, mais il a également créé les conditions dans ce sens, peut-être pour chercher quelque chose qu’il n’a peut-être jamais trouvé. Renfermé dans son atelier du Petit Souk, ce “Toulouse-Lautrec de Tanger”, comme le nomma Pierre Gassier dans ses débuts, a su reprendre ces ambiances qui captivèrent tant ces antécesseurs comme Delacroix, Matisse, Fortuny, Tapiró et bien d’autres. Ses contacts avec Paul Bowles, Kokotschka, Picasso, Vlkamink, Soutine et beaucoup d’autres l’enrichirent de façon décisive, reprenant de chacun d’eux ce qui l’avait le plus impressionné. Le concept d’espace a également marqué un point d’intérêt dans toute l’œuvre d’Antonio Fuentes, du physique au réel, et que l’on retrouve dans les scènes à Tanger jusque dans les traits suggérés et insinués de ses dernières abstractions. La lumière ne pouvait manquer comme ingrédient de ce créateur. Des lumières méditerranéennes qui captent la splendeur de l’environnement, jusqu’aux lumières mystiques des cathédrales ou les lumières cosmiques de ses abstractions, celles-ci devenant le témoignage de véracité et le fil conducteur de son œuvre. Ses compositions formelles n’abandonnèrent jamais les structures de composition de ses œuvres. Antonio Fuentes matérialise aussi bien dans son dessin que dans sa peinture, un ordre naturel qui transmettait toujours un ensemble équilibré. Il dévoile même dans ses œuvres abstraites un intérêt pour préserver ce qu’il avait forgé pendant des années dans ses pensées. La forme disparaît mais pas sa structure. Une double condition, celle d’Antonio Fuentes, populaire et traditionnelle quant au sentiment et cosmopolite quant à l’expérience assumée de la modernité vécue à Paris et à Rome, qu’il a matérialisé dans un vocabulaire singulier et très marqué par sa personnalité. Il ne manque pas de contenu et son œuvre transmet un message d’espoir. Personnage d’un esprit fort, inquiet et analytique, Antonio Fuentes vécut constamment avec des défis personnels qu’il surmonta avec succès selon les objectifs et exigences qu’il s’imposait à tout moment. Pour cette raison, nous avons plaisir à lui rendre un hommage chaleureux en reconnaissance à sa figure et son œuvre. ANTONIO FUENTES. EN GUISE DE BIOGRAPHIE. Alfonso Fuentes. Exécuteur testamentaire de l’Artiste. Antonio Fuentes naît le 9 octobre 1905, à l’hôtel Fuentes, dans le même hôtel où Camille Saint-Saëns composa la «Danse Macabre». Dans le même petit souk que peignirent Delacroix, Fortuny, Tapiró, Van Rysselberghe, Iturrino, Matisse... Antonio Fuentes, enfant, peignait sur les tables en marbre du café Fuentes. À treize ans, il réalise des dessins pour «l’Héraut du Maroc». À quatorze ans, des illustrations pour «la Sphère» et «Le Nouveau Monde». Sans le savoir, il devient le Toulouse-Lautrec de Tanger, comme le nommerait des années plus tard Pierre Gassier, grand hispaniste français. Encouragé par les artistes espagnols Abascal et Ortiz Echagüe, il décide de se consacrer à la peinture. Il dessine le monde qui l’entoure et le peint en le déformant de manière ironique. À quinze ans, sa vie tourne uniquement autour de la peinture. Antonia, une jeune fille gitane magnifique qui commença à travailler chez la mère d’Antonio Fuentes et qui conserva jusqu’à plus de quatre-vingt-dix ans une relation très étroite avec toute la famille, racontait qu’Antonio vivait pratiquement isolé dans les chambres de la terrasse de l’Hôtel Fuentes, où il passait ses journées nu et à dessiner. Antonio passait son temps à peindre les plafonds de ces chambres à la fumée des bougies. Un dessin agile, élégant, expressif, et une peinture tenace et contondante avec un coup de pinceau épais, nerveux et vigoureux mais à la fois sûr, définissent un vocabulaire plastique propre qui a su agrandir ses frontières et qui ne s’est pas limité aux visions étroites des académistes. Alors qu’il venait tout juste de terminer son service militaire à Cadix en 1925, Fuentes partit étudier à Madrid, où il rentra à l’Académie Royale des Beaux-arts de San Fernando. De cette époque date un très beau portrait de Federico García-Lorca, aujourd’hui disparu, mais que nous pouvons observer sur quelquesunes des photos de Fuentes dans son atelier. L’académisme de Madrid ne lui convient pas et il décide de partir à Paris, au Montparnasse de l’époque. En 1929 il peint toute la journée à La Grande Chaumière, académie-atelier immense et disloqué où sont passés tous les grands noms de la peinture contemporaine. Fuentes dessine au pinceau et obtient ainsi une force et sécurité énormes dans ses esquisses. Il devient un très grand dessinateur. 216 217 À Paris, il réalise des caricatures pour «La Semaine de Paris». Grâce à ces caricatures, il fait la connaissance de toutes les personnalités espagnoles qui se rendent à Paris : Manuel de Falla, Encarnación López – “La Argentinita” , Vicente Escudero, Andrés Segovia. De cette période date sa série des «bailaores» des ballets espagnols. Le soir, il se réunit dans les cafés avec les autres peintres espagnols : Souto, Pelayos, Bores. Cependant, comme le cite Emilio Sanz de Soto, «Fuentes était tellement absorbé par l’esprit du petit souk de Tanger, de la cohabitation au quotidien avec les Arabes et les Juifs, que les peintres avec lesquels il s’était lié d’amitié étaient les deux juifs Moïse Kisling et Chaïm Soutine». Il ne partageait pas l’opinion artistique de la plupart de ses compatriotes vu «qu’ils étaient tous obsédés par Picasso –ce qui était naturel– mais ce qui n’était pour Picasso qu’un simple instinct divinatoire, mes compatriotes le convertissaient en algèbre mental». Pendant ces années naît son admiration pour Rembrandt ; il croit que toute la nouvelle peinture doit partir du «Bœuf écorché». Déjà en 1930, il est admis à La Nationale des Beaux Arts, grâce à un nu magnifique. Il réalise sa première exposition individuelle dans la Salle D’Art Castelucho, où il fait la connaissance de Picasso. Dans des expositions collectives, il se retrouve aux côtés de Kisling et Vlaminck. En 1934, il part pour l’Italie pour continuer sa formation. Tout d’abord à Florence, comme disciple de Felice Carena (1879-1965), puis à Rome, où il rentre à l’Academia Española de Bellas Artes. Son admission signée par Valle-Inclán, directeur de l’Academia a d’ailleurs été conservée. Il continue à collaborer avec la presse espagnole en envoyant ses illustrations depuis l’Italie. Il fait à Rome une esquisse naturelle de S.M. don Alphonse XIII, esquisse que don Alphonse signerait plus tard en écrivant : «Oui, Seigneur, je suis comme cela par la grâce et disgrâce de Dieu». Il s’agissait d’un portrait-caricature que Fuentes avait dessiné comme il le faisait à Paris. Terence MacCarthy, dans son oeuvre «un Dictionnaire de Peintres à Tanger, 1669 – 2003», consacre à Fuentes, «the ridden genius», le plus grand paragraphe de tous les artistes mentionnés et il parle de ce portrait : «… Whilst still a student he executed a portrait of the exiled Spanish sovereign, King Alfonso XIII. The portrait was recently sold at auction . It is believed to have been purchased by King Juan Carlos». À la fin de la deuxième Guerre Mondiale, Fuentes retourne à Tanger et se renferme dans sa maisonstudio de la médina, sur la place des aïssaouas. À partir de ce moment, il n’exposera que rarement: seulement lorsque de grands amis ou des institutions parviennent à le convaincre. Dans ces occasions, les grands noms de la critique artistique et culturelle reconnaissent ses expositions. Une collection exhaustive de tous les textes faisant référence à l’œuvre et à Fuentes lui même est en cours et sera publiée sur www.antoniofuentes.org. À partir de 1973, Antonio Fuentes s’isole complètement au niveau social et artistique. Il passe tout son temps à la méditation et son oeuvre se centre sur l’abstraction pour arriver à la série des frottages de 1990: Fuentes a déjà 85 ans. Fuentes jouit de la liberté de pouvoir s’adonner exclusivement à son oeuvre, sans que rien ne l’en détourne et sans avoir à la «commercialiser». Il vend son atelier quand «l’acheteur a suffisamment de catégorie pour posséder mon oeuvre». Les acheteurs devaient s’aventurer pour voir si Fuentes les recevait, et s’il le faisait, voir s’ils pouvaient lui acheter des oeuvres. Dans les années quatre-vingt-dix, le Consulat Général d’Espagne à Tanger lui propose de réaliser une exposition rétrospective sur son oeuvre. Fuentes refuse. Postérieurement, ils lui proposent de convertir sa maison en Musée Fuentes, et de réaliser une Exposition Anthologique Itinérante, accompagnée d’un catalogage général de son oeuvre, dont le catalogue photographique est réalisé et composé de plus de 450 oeuvres réparties dans d’importantes collections privées du monde entier, de l’Amérique du Sud aux ÉtatsUnis et de l’Europe à l’Arabie Saoudite. Fuentes refuse les deux propositions. 218 Pendant les dernières années de sa vie, il passa son temps à dévoiler, dans une écriture quasi systématique, tous ses souvenirs. Certains me touchent particulièrement, notamment les textes dans lesquels Fuentes parle de ses rencontres avec Picasso à Paris en 1930 et avec Vallauris, trente ans plus tard. Pour le premier, Fuentes raconte la façon dont il fait la connaissance de Picasso dans le magasin de matériel artistique à côté de la galerie Castelucho, et la visite postérieure avec le Maître de l’exposition de la galerie. Pendant cette visite, Antonio Fuentes propose à Picasso, pour ne pas créer d’interférences entre eux, que chacun parcourre l’exposition dans un sens contraire et à la sortie, de commenter quelle en est la meilleure pièce. Tous les deux tombèrent d’accord sur leur appréciation : “Une gitane” de Nonell. Lors de cette rencontre avec Picasso, Fuentes nous raconte également comment la propriétaire de la galerie, qui possédait une de ses oeuvres en réserve, lui offre une importante somme pour un tableau qu’elle voulait lui acheter. Fuentes avait des doutes sur cette vente. Picasso lui recommanda de ne pas hésiter, qu’il le vende de manière à se faire une clientèle à Paris. Dans cette série de textes, Fuentes décrit Picasso comme un homme déjà âgé –Antonio avait à ce moment-là vingt-cinq ans et Picasso cinquante– d’aspect bourgeois, avec un bon pardessus anglais et un chapeau Borsalino et qu’il considère comme son père vue son attitude humble. Pour les textes de Vallauris, Fuentes, en voyage à Venise pour une exposition, rend visite à Picasso et ensemble se dirigent à une décharge où Picasso avait l’habitude d’aller pour trouver des pièces pour ses sculptures-objets. Antonio Fuentes meurt à Tanger le 25 juillet 1995, sans avoir jamais arrêté de travailler. Même durant les derniers jours de sa vie, il n’aimait pas qu’on le distraie. Il n’a accepté d’abandonner sa maison-atelier de la médina de Tanger qu’un jour avant sa mort qui survint finalement à l’Hôpital Espagnol de Tanger. Mª Paz Mateo et Manuel Rodríguez – Ballester, tous deux professeurs à l’Institut Espagnol de Tanger à l’époque, furent les dernières personnes à ses côtés. Le 20 juillet 1995, ils lui rendirent visite comme presque tous les jours. Et là encore il leur dit qu’avec la peinture il se sentait vivre quand ils lui offrirent une petite boîte d’aquarelles. À l’exposition commémorative du centenaire de la naissance de Fuentes, nous présentons des séries qui vont de 1929 aux années quatre-vingt-dix du siècle dernier. Les fonds de cette exposition appartiennent intégralement à la collection privée de la famille. Nous pouvons contempler la trajectoire d’un artiste qui connaît et s’approprie à tout moment la trajectoire de l’Art pendant le XXème siècle, mais en adaptant toujours chaque école à sa propre personnalité artistique. Tout un siècle consacré à la création. Lorsque Tanger perdit son statut de Ville Internationale, la famille et les amis de Fuentes lui recommandèrent d’en partir, mais Fuentes ne l’accepta jamais. ANTONIO FUENTES: UN SOUVENIR DE TANGER ET UN OUBLI DE L’ESPAGNE. Emilio Sanz de Soto. Article publié dans El País – Babelia, le 23 août 1997, à l’occasion de la première exposition à titre posthume d’Antonio Fuentes. Je parle d’une petite place, pas du tout comme on pourrait se l’imaginer, petite, asymétrique, sans aucun bâtiment qui mérite d’être mentionné par sa valeur artistique ou historique, et cependant, plus d’un écrivain célèbre du XIXème et XXème la cite dans ses oeuvres. Et il se passe la même chose avec les dessins et annotations de peintres très importants de ces siècles. Je fais allusion au petit souk de Tanger. Et je me demande: qu’avait-il donc de si spécial le petit souk de Tanger pour susciter l’intérêt de si notables artistes et écrivains? Aujourd’hui, bien sûr, rien dut tout: aujourd’hui, ce n’est qu’un souk parmi les 219 petites places uniques qui jalonnent les vieilles villes arabes, toujours cachées du soleil et de la chaleur et cherchant toujours des fontaines d’eau naturelle ou des fontaines citernes et leur son, sans lequel il est pratiquement impossible de comprendre le monde islamique. Un son offert à l’Andalousie et que le génie Manuel de Falla a éternisé. Ces petites places naissent ou mieux, se font elles-mêmes, de la confluence de plusieurs ruelles. Et ainsi se créa le petit souk de Tanger. Pourquoi parlai-je du petit souk au passé ? Pour la simple raison qu’aujourd’hui il n’est plus ce lieu magique qu’il était. Les endroits magiques ne durent pas éternellement. Il est bien connu que le «temps» et la «magie» ne vont pas de pair. Dans le petit souk, dans un espace si restreint, jour après jour et nuit après nuit, pendant un siècle et demi, avec des textes et des acteurs toujours improvisés, toujours nouveaux, mais tout en conservant un contenu et un sens, une représentation avait lieu, aussi insolite qu’unique, devant des spectateurs qui, au fil des ans, changeaient et certains même nous léguant le témoignage de son charme particulier. Tout le monde n’était pas à même de ressentir, dans le va-et-vient du petit souk, dans ses joies et ses peines, cette «représentation» très particulière, dont le sens ultime n’était que l’expression, le résumé, l’essence de ce qu’était Tanger, de ce qu’elle fut : la fusion sans confusion de races, cultures, religions, langues, comportements, coutumes. Une fusion miraculeusement convertie en réalité quotidienne, en réalité vécue. Et seuls quelques privilégiés pouvaient contempler et percevoir cette réalité quotidienne, cette réalité vécue, dans le «spectacle» offert gratuitement par le petit souk : à Camille Saint-Saëns au début de « La Danse Macabre», une symphonie légère et festive, pas encore contaminée, bien qu’elle pressentît qu’elle serait dévorée par les bruits assourdissants du matérialisme, ou par la rencontre de figures mythiques de la culture occidentale, tous en paix et harmonie, prenant un thé vert au «Chemin Royal» de Tennessee Williams, pièce changée a posteriori de place par art et désastre du metteur en scène Elia Kazan. Je garde l’espoir que l’œuvre originale, telle qu’elle fut conçue et écrite, puisse un jour être connue. Et tout comme Tennesse Williams fut témoin du spectacle du petit souk depuis la petite terrasse du café – bar «Tingis», qu’il appelait «ma petite loge privée», en français, “Camille Saint-Saëns commença à composer sa célèbre symphonie sur la terrasse de l’Hôtel Fuentes, qui était effectivement une loge privilégiée. Et bien qu’il puisse sembler que je m’éloigne du sujet qui est à l’origine de ce texte, le peintre Antonio Fuentes, le lecteur comprendra plus loin que cet éloignement est plus que justifié. Ou, tout au moins, cela est mon opinion. J’ai lu il y a quelque temps dans une biographie de Saint-Saëns, que «monsieur Camille» connut le compositeur espagnol Joaquín Valverde à l’Hôtel Fuentes, dont il était fidèle client, se logeant toujours dans la chambre numéro quatre, d’où il disait entendre le battement de la ville. Et Joaquín Valverde fut le «collaborateur magique » de Federico Chueca dans des «petites oeuvres d’art» comme «La Gran Vía», dont Nieztche écrivit qu’elle était aussi «géniale qu’impossible à classifier» et il fit écouter à Saint-Saëns, sur le piano de l’Hôtel Fuentes, une sélection des principaux thèmes de «El Año Pasado por Agua», composée par Valverde lui-même, en collaboration, comme d’autres fois, avec le très personnel Chueca. Et le compositeur français montra tant d’enthousiasme que l’année suivante, elle fut jouée pour la première fois à Paris et la moitié des Français chanta alors: «Faites moi le plaisir madame, d’écouter seulement deux paroles» Le fils de Joaquín Valverde, connu et reconnu comme «Quinito» Valverde, «personnage» que plusieurs musicologues distingués ont même confondu avec son père, fut un compositeur prématuré, qui, encore très jeune, composa des chansons qui furent aussitôt énormément populaires, comme par exemple «El Polichinela», que chanterait pour la première fois La Fornarina ou «El Pai-Pai», chanté par la encore plus jeune Lola Membrives, qui, avec le temps, deviendrait une très grande actrice, sachant unir le théâtre en espagnol des deux côtés de la frontière. 220 Mais Quinito Valverde, toujours brillant et joyeux, composa en outre de grandes chansons comme «Clavelitos» qui rendit célèbre la grande mezzo-soprano espagnole Conchita Supervía, idole du «Covent Garden» de Londres. Quinito Valverde, tout comme son père, triompha à Paris et offrit à sa compatriote Carolina Otero, mondialement connue comme «La Belle Otero», rien de moins que “La Machicha”, la chanson - paradigme de la «Belle Epoque» parisienne, chanson qui dans sa version originale en espagnol disait: «Tengo dos lunares, el uno junto a la boca y el otro donde tú sabes» Et nous pouvons anticiper que le fils de Joaquín Valverde connaissait le fils du peintre Antonio Fuentes, le propriétaire de l’Hôtel Fuentes, comme vous pourrez le vérifier au moment voulu. Il semblerait que Truman Capote ait dit une fois –et Jane Bowles l’a répété mille fois– que devant l’Acropole d’Athènes, certaines personnes se sentent dans un «état de sagesse», devant Saint Pierre de Rome, certains devraient se sentir en «état de grâce», mais que dans le petit souk de Tanger, tous se sentaient en «état de liberté». L’Hôtel Fuentes – ou encore mieux : la famille Fuentes – était le point d’union le plus concret et précis entre l’Espagne et Tanger ; et selon les dires de beaucoup de personnes, parmi lesquelles je m’inclus, beaucoup plus direct et efficace que nos autorités diplomatiques, à quelques exceptions près, bien sûr. À titre d’exemple, je parlerai de deux célébrations de l’Hôtel Fuentes : d’ailleurs, si les gouvernements espagnols y avaient porté plus d’attention, notre réalité historique se serait réveillée, tout au moins un peu, de sa léthargie séculaire. Je fais référence à la reconnaissance raciale et culturelle dont ont fait preuve la majorité des Juifs sefardis espagnols. Deux illustres Espagnols, l’un politique et l’autre littérateur, ont mérité l’hommage émouvant de la colonie hébreo-sefardi de Tanger : Emilio Castelar et Benito Pérez-Galdós. Et tout cela, toujours, à l’Hôtel Fuentes. C’est Abraham Pimienta qui rendit hommage à Castelar et Rahma Toledano, femme très singulière, écrivain et journaliste qui salua Galdos. Rahma, femme aux idées et idéaux féministes en avance et collaboratrice décisive du docteur Angel Pulido lors de la rédaction de son livre prophétique «Españoles sin patria», oeuvre pour laquelle Galdos s’intéressa tout particulièrement. Un an après l’hommage à Galdos, don Antonio et doña Ana Contreras auraient un nouveau fils, avec une vocation précoce de peintre qui, avec le temps, vivrait la bohème artistique et littéraire de Paris, dans des années aussi bien mythiques qu’uniques. Ainsi naît Antonio Fuentes, du même nom que son père, et personne singulière, tellement parfois qu’il était même très difficile de le comprendre. On aurait dit qu’il atteignait l’absurde en forçant son implacable lucidité. Ses opinions nous paraissaient au premier abord un contresens, mais une fois réfléchies, nous vérifiions qu’elles suivaient sa très personnelle lucidité. Quelque chose de semblable à l’image de Cervantès du «fou sage». Les efforts de bon sens d’Antonio Fuentes étaient évidents. Mais: un effort de bon sens pour éviter tout début de folie. Pendant des années, j’ai cru qu’Antonio Fuentes était, chronologiquement parlant, le premier peintre espagnol né à Tanger jusqu’à ce que je découvre que le dessinateur, illustrateur –très bon même– de notre triste guerre civile, du côté des franquistes, Carlos Saénz de Tejada, était né à Tanger en 1897, alors que son père était en mission diplomatique. Et après Antonio Fuentes, l’autre grand peintre né à Tanger est José Hernández. 221 Antonio Fuentes a vécu dans un monde proche de l’art et concrètement de la peinture. Sa famille était très amie de l’extraordinaire aquarelliste catalan, Josep Tapiró, qui arriva à Tanger sur l’invitation de Mariano Fortuny et s’y établit. Je me souviens vaguement de la mère d’Antonio Fuentes, doña Ana, déjà âgée, une grosse femme andalouse, toujours très droite, très solennelle, d’un pas décidé bien qu’elle s’appuyât sur une canne en ébène avec une poignée en argent et portât des chapeaux voyants d’un goût français exquis, certainement sortis de l’atelier de madame Boissonet, célèbre chapelière parisienne qui dut se réfugier à Tanger après un scandale qui mit en danger le Président de la République française. Madame Boissonet fut comme une seconde mère et professeur pour Mariquita Molina, qui hériterait ensuite la chapellerie et dont le fils unique fut Angel Vázquez, insolite romancier de Tanger et auteur d’une oeuvre unique: «La Vida Perra de Juanita Narboni». Antonio Fuentes vénérait sa mère. Alors qu’il n’avait que huit ans, il apprit que sa mère allait assister à l’enterrement de Josep Tapiró et insista pour y aller ; elle accepta, connaissant l’enthousiasme de son fils pour les oeuvres du génial aquarelliste catalan. Ana Contreras était amie intime de sa femme, qui, si je me souviens bien, appartenait à une famille connue de libéraux espagnols qui changèrent de nom de famille après recevoir la protection anglaise (Lepen, en anglais Lepin).C’est grâce à Josep Tapiró que naît la vocation de peintre d’Antonio Fuentes, jusqu’à ce que, quelques années plus tard, il découvre dans une encyclopédie spécialisée le peintre Rembrandt, et notamment son tableau «Bœuf écorché». Antonio Fuentes luimême disait être d’accord avec les personnes qui croyaient voir dans l’expressionnisme toujours latent de son oeuvre, la marque de sa première rencontre avec le « Bœuf écorché», de Rembrandt, qui l’accompagna comme reproduction sur carte postale, presque comme un icône religieux, tout au long de sa vie. Depuis son arrivée à Paris, au Montparnasse de 1929, où il vécut l’authentique bohème et où, selon Antonio Fuentes lui-même, «je passais les heures vives à la Grande Chaumière ou à faire la connaissance d’un personnage et demi par jour». Curieusement, il ne se lie pas d’amitié avec d’autres peintres espagnols. «La plupart –selon ses propres mots– étaient obsédés par Picasso, mais ce qui n’était chez Picasso qu’un pur instinct divinatoire, mes compatriotes le convertissaient en algèbre mental». Cela explique ses disputes passionnées avec Francisco Bores. Et Antonio Fuentes ajoute, non sans ironie : «J’étais tellement absorbé par l’esprit du petit souk de Tanger, par ma cohabitation jour après jour avec les Arabes et les Juifs, que les deux seuls peintres avec lesquels je me suis lié d’amitié étaient les deux Juifs, un Polonais et l’autre Lituanien, Moïse Kisling et Chaïm Soutine». Rien de bien étrange puisque tous les deux, chacun à leur manière, étaient «petits-fils» de Rembrandt, et surtout, partageaient des inquiétudes expressionnistes très similaires à celles du jeune Antonio Fuentes. Nous ne pouvons pas oublier non plus qu’à Tanger il fit la connaissance d’Oskar Kokottschka, avec lequel il avait plus d’un point en commun, notamment sur ses scènes à Tanger. Antonio Fuentes nous confessa qu’un jour il décida surmonter sa timidité naturelle et rendit visite dans son appartement parisien à un homme gros et vieux garçon que tout Paris connaissait sous le nom de «monsieur Quinito Valverde»... prononcé, bien sûr, avec un profond accent français. Naturellement, Quinito avait entendu parlé de l’amitié de son père avec la famille Fuentes de Tanger, et ce fut lui qui lui présenta la fille de ses grands amis, Rosa Castelucho, directrice et propriétaire d’une salle d’expositions du même nom : «Galerie d’Art Castelucho». Galerie où aurait lieu la première exposition individuelle d’Antonio Fuentes. J’ai toujours cru –mes excuses pour l’indiscrétion– qu’Antonio Fuentes est resté amoureux toute sa vie de «Rosita» Castelucho. Et ce fut dans la salle d’exposition de Rosa Castelucho qu’Antonio Fuentes fit la connaissance de Picasso. À propos de cette rencontre, j’ai lu un texte aussi autobiographique qu’émouvant d’Antonio Fuentes, inédit comme la plupart de ses écrits. monde surchargé et sombre de formes en mouvement, émergeaient des serveurs indemnes et habillés en blanc avec des nœuds papillon, noirs ou rouges. Le grand hispaniste français Pierre Gassier, érudit célèbre de Goya, partageait également mon admiration pour la période des «serveurs du petit souk», et pour cette raison il parlait d’Antonio Fuentes comme du «Toulouse-Lautrec de Tanger». Mais Antonio Fuentes, toujours renfermé sur lui-même, ne partageait pas cette admiration pour cette période de sa peinture, et de fait, Gassier et moi avons même soupçonné qu’il ait même détruit les oeuvres de cette période dans un moment de crise. Longtemps après, il me confessa que cette période lui rappelait les années où il s’était vu obligé à faire des caricatures sur les terrasses de Paris ou Rome pour survivre. Et c’est ainsi que commença son amitié avec la géniale danseuse Antonia Mercé, «La Argentina», à Paris et qu’eut lieu sa rencontre sympathique avec le roi Alphonse XIII à Rome, où, après lui avoir dessiné une caricature, ce dernier écrivit de sa propre main en-dessous : «Oui, Seigneur, je suis comme cela par la grâce et disgrâce de Dieu». Il faut savoir que même dans ses moments les plus difficiles, il refusait de vendre ses tableaux. Antonio Fuentes était un homme rempli de manies profondément ancrées dans sa personnalité. Certains jours, souvent, il refusait d’ouvrir la porte de son atelier. Et il manqua ainsi (les personnes qui l’avons connu sommes témoins) des connaissances et des ventes qui lui auraient ouvert de nombreuses portes ; mais il se définissait lui-même ainsi: «homme aux portes fermées». Une personne n’ayant pas vu son atelier résidence dans la médina de Tanger ne peut s’imaginer, même de loin, l’environnement chaotique, surréel où, pendant des années, s’est caché Antonio Fuentes. Combien je regrette que personne n’ait filmé –le cinéaste Mario Ruspoli avait l’intention de le faire– ce monde d’un désordre si difficile à imaginer, si incroyable. Curieusement pour Antonio Fuentes, ce désordre n’était qu’une apparence puisque que s’il avait besoin de quelque chose, il savait toujours où la trouver. L’atelier d’Antonio Fuentes où il vécut caché –oui, caché est le mot– jusqu’à l’âge de quatre-vingt-dix ans, se trouve comme je crois l’avoir déjà mentionné, dans l’ancienne médina de Tanger, concrètement sur la petite place des aïssaouas, face à la Nouvelle Mosquée, où pendant des dizaines d’années, un miraculeux palmier géant l’a accompagné. Son tronc svelte finit par plier un jour où souffla le vent du levant et l’arbre reçut alors un enterrement presque religieux dans le vieux cimetière arabe proche de la Mendoubia. Sans aucun doute, une des périodes picturales les plus personnelles et suggestives d’Antonio Fuentes a été celle des «Cathédrales». Sur ces cathédrales, on découvre tout un symbolisme mystérieux et séculaire où les éléments juifs, catholiques et arabes semblent émerger d’une même et unique cérémonie religieuse. Barbara Hutton et la Princesse de Ruspoli, Marthe Chambrun se sont partagées à parts égales (j’en fus témoin) les plus belles oeuvres de cette période. Dans sa dernière époque créative, Antonio se laissa tenter par, disons-le ainsi, «l’abstraction», période qu’il garda secrète jusqu’à la fin de ses jours, et où l’on retrouve l’influence du peintre de Majorque, Juli Ramis de Sóller, qui vécut à Tanger des années décisives pour l’évolution de sa peinture très raffinée et qui pour quelques historiens et critiques d’art espagnol contemporain –heureusement pas tous– reste encore honteusement oublié. Juli Ramis, que Picasso appelait «le benjamin», fut l’un des précurseurs les plus indiscutables de la nonfiguration en Espagne. Il existe une période de l’œuvre picturale d’Antonio Fuentes pour laquelle j’ai toujours eu une très particulière prédilection, une période que lui-même avait baptisée les «serveurs du petit souk», d’où, dans un L’amitié entre Juli Ramis et Antonio Fuentes fut très particulière. Il m’est difficile de déterminer lequel des deux était le plus spécial. Ils pouvaient passer de longues heures ensemble sans à peine prononcer un mot. Par contre, ils partageaient des modèles difficiles à trouver, des jeunes filles marocaines, encore adolescentes, que le propre Gauguin aurait envié. Après que le temps arrangé se soit écoulé, la modèle enfilait son haïk et partait subrepticement, sans faire le moindre bruit, et alors les deux peintres observaient leurs oeuvres, des oeuvres qui étaient toujours, non plus différentes, mais diamétralement opposées. Alors que 222 223 Ramis avec un crayon dur réussissait à dessiner des contours raffinés, presque comme une peinture japonaise, Fuentes, avec un pinceau doux, créait tout l’inverse, des environnements violents, presque blessants. Et après observer les résultats, ils détruisaient leurs oeuvres. Selon leurs propres mots, ce n’était que pour conserver le coup de pinceau. Je pense –je l’ai pensé de nombreuses fois–, qu’il n’existe pas encore d’histoire globale, totalisatrice, de la peinture espagnole du Xxème siècle. Et quand je dis peinture, je veux également dire d’autres branches de l’art, de la littérature, de la recherche, de la science. Et ce, pour beaucoup de raisons. Bien que je pense que la blessure des deux Espagne ne soit pas encore complètement refermée, que ses conséquences soient encore d’actualité : ses exiles intérieurs, oublis aussi bien volontaires qu’involontaires, vies refaites dans les endroits les plus éloignés de la planète... Et même: si les oublis existent déjà dans l’Espagne elle-même dans des villes hors Madrid ou Barcelone, comment ne vont-ils pas exister dans des mondes si grands et différents au nôtre? Que ces lignes servent à ajouter un autre nom à la liste des «oubliés de l’Espagne» dont parlait Jovellanos. Dans ce cas, il s’agit d’ajouter le nom d’un peintre espagnol, bien que beaucoup d’Espagnols n’en aient jamais entendu parler : le nom d’Antonio Fuentes. trouvé, toute une flotte de boîtes de sardines dans leur C.I.N.G.L.A.G.E. demandait qu’on lui ouvre la voie pour se diriger vers une salle de bains où la baignoire était habitée par une paillasse de plumes d’oiseau lacérée, comme dans les contes. Dans une pièce centrale, une motocyclette de grande taille pilotée par une encyclopédie elle aussi volumineuse parcourait en diagonales d’énormes pièces tout autour, esquivant toute sorte d’obstacles : des objets très divers (certains de culte), comme une paire de chaussettes turquoises unies à un bout et formant la lettre oméga, un canotier, un gramophone en forme d’orchidée, des pinceaux tachés de peinture de couleur et déjà secs ou une petite boîte, autrefois remplie de dragées pour la toux, aujourd’hui pleine d’yeux de poupée et plus loin, un oiseau empaillé, à l’aspect presque vivant. J’ai vu également comment une colonne d’insectes traversait les murs, autrement impénétrables vu leur épaisseur. Au fond, dans une autre pièce, d’énormes parchemins, partitions, diplômes, ailes de papillon et autres soupirs se détachaient des murs et j’ai vu de quelle manière Antonio Fuentes, avec des roulettes sous les pieds, peignait frénétiquement une cathédrale et essayait de la faire rentrer dans un rectangle de cinquante centimètres tout au plus. Sur lui, une rangée de bêtes mythologiques défilait sur la corniche de la chambre. J’ignore combien de temps je suis resté en extase, mais j’ai senti ma tête tourner vers la gauche, vers une petite fenêtre où j’ai pu voir le bleu du ciel ; un arôme de menthe pénétrait par l’étroit passage cassant le verre et manifestant l’horizontalité. À mes côtés se trouvait une enveloppe avec un tampon effacé. Une ombre pentagonale mettait des accents au poème. AU COMMENCEMENT, LE CHAOS. POUR MON AMI ET MAÎTRE ANTONIO FUENTES. José Hernández, de l’Académie Royale des Beaux-arts de San Fernando. Ce fut ma première rencontre avec un Artiste. Voici la vision qui est resté gravée dans mes souvenirs. Au temps où nous vivons, ne serait-ce pas des indices de notre mort?. Si ce que l’on nomme talent artistique était vraiment une matière quantifiable, le matériel, réel ou imaginaire d’Antonio Fuentes serait alors certainement bien plus cher que tout. Ceci, naturellement, je ne l’ai pas découvert moi aujourd’hui mais d’autres personnes plus averties en la matière l’on dit, écrit et répété. Dans ce sens, je ne pourrai ajouter que peu ou très peu à ce qui a déjà été affirmé. FUENTES CONTRERAS DANS LA GALERIE DELL’ORDINE DELLA VALIGLIA. F. Castellani. “Il Gazzetino” - Venise, le 21 octobre 1964. Néanmoins, et si petit que soit mon apport, je peux (ou dois) raconter mon impression personnelle lors de ma première visite à l’atelier d’un peintre, studio ou cellule, là où s’envole l’imagination créatrice. Je suis un ennemi convaincu des louanges et je suis sûr qu’Antonio Fuentes n’y est pas non plus très sensible, mais il serait injuste, et peu sérieux de ne pas mentionner ce que je considère une véritable qualité: la rare faculté d’Antonio pour voir et toujours faire voir aux autres le côté esthétique, artistique, ou si on le veut, positif des choses qui nous entourent, que ce soient des objets, des environnements ou des situations. Cette énorme et enviable vitalité, de force centrifuge, nous laisse une empreinte indélébile, une leçon de générosité apprise pour toujours, de créativité, d’humilité et d’autres termes, aujourd’hui malheureusement oubliés. Excepté cette mention obligatoire, je préfère évoquer un souvenir de l’adolescence, souvent plus illustratif. On pourrait situer cette histoire à Tanger, également ma ville natale, un après-midi lumineux et frais d’un mois de mars. J’accompagnais deux bons amis: Emilio Sanz de Soto et Antonio ou Ángel Vázquez. Une petite place, la façade soignée d’une petite mosquée allaient être le décor naturel de ce sortilège. Passer le seuil de la porte bleue était comme pénétrer subitement dans un planétaire, mes yeux ouverts comme deux énormes disques disproportionnés de porcelaine blanche. Je suis monté para un trou sombre où les escaliers se transformaient comme par magie parfois en une spirale, en un flanc d’un corps écaillé, en heures superposées de la sphère d’une horloge murale ou bien en simples feuilles cousues d’un menu d’hôtel. Arrivé au premier étage, je vis l’Artiste, haletant, observer quelque chose par le trou d’une serrure. Avec un seul geste, il imposa le silence, et aussitôt, disparut entre les mauvaises herbes. À l’endroit où il s’était 224 …L’ impressione che del Marocco ha il Fuentes non è pura suggestione o magia; il suo modo di esprimersi non è soltando simpatia picasiana. Il Fuentes s’incontra con Picasso per un sincero modo di semplificare, di scartare il superfluo, di ordinare, di fai risaltare spazialmente, arabesamente, ciò che constituisce l’essenza , ai più nascosta, della visione reale. Picasso non si è, ‘altronde, mai impegnato excesivamente, nel paessagio e le sue fumate a Vallauris che son otra le poche opere del genere che di lui si conoscano, non presentano l’interesse che acompagna tutta l’altra sua multiforme attività. Di qui la personalità del Fuentes Contreras, il valore nuevo della sua paessaggistica africana che, affaciandosi alle luci de Mediterraneo, si incontra con le più moderne espressioni dell’arte occidentale creando tra i due continente quella continuità di rapporti spirituali che è il fine, la conquista dell’arte... Les expérimentations du cubisme n’ont pas encore terminé, bien que lors de la dernière Biennale de Venise, tout laissait supposer le contraire. De nombreux peintres, surtout des Italiens, jusqu’alors cubistes et pour le cubisme se sont en effet dirigés vers d’autres courants. On dirait qu’il y avait une sorte de respect sacré à la figure humaine qui avait été déformée jusqu’à son paroxysme par l’expressionnisme social de la marque allemande, né cinquante ans auparavant, d’une part et par le cubisme actuel, d’autre part. Dans la sculpture, on retrouve un goût tenace pour la déformation de la figure bien qu’elle n’est pas d’origine purement cubiste, mais la sculpture a un champ d’action limité si on le compare à la peinture et tout comme le disent les artistes d’avant-garde, il n’est pas simple pour les sculpteurs de se libérer de l’élément humain. Cependant, notre intention n’est pas de nous attarder sur la sculpture, mais sur la peinture, à l’oc- 225 casion de l’exposition personnelle dans la Galleria dell’Ordine della Valiglia, dans la rue Fabri, de l’artiste espagnol Antonio Fuentes Contreras, résident à Tanger. Fuentes Contreras a également réalisé, il y a quelque temps, des figures cubistes, poussé, non par des exigences d’angoisse mais par son intérêt pour l’arabesque avec une composition rythmée par la rigueur géométrique. Mais avec le temps, il s’est rendu compte du fait qu’il fallait écarter la figure de Picasso et la nature morte de Braque pour donner de l’ampleur à un monde de beautés orientales, non pas celui découvert par Ingres, Delacroix ou Matisse renfermé dans les harems, mais celui contemplé, médité pendant de longues années entre les labyrinthes de la casbah, au pied des créneaux, où la chaleur, la vie tumultueuse et fainéante, se confondent avec la Nature de façon hallucinante et pratiquement inconnue des Européens. Dans la peinture de Fuentes, on ne trouve pas l’idée erronée que beaucoup transmirent de cette terre, tous contrastes éblouissants de lumières blanches et ombres violettes. Pour lui, bien au contraire, il n’y a que de la couleur. Dans chaque recoin de la rue sont présentes toutes les couleurs de l’arc-en-ciel, espacées par des contours marqués par le Soleil. Chaque chose perd sa consistance objective pour acquérir une valeur de concrétion fantastique. L’impression qu’a Fuentes du Maroc n’est pas une simple suggestion ou de la magie. Sa manière de s’exprimer n’est pas simplement de la sympathie pour Picasso. Fuentes rencontre Picasso dans sa manière sincère de simplifier, d’éliminer les éléments superflus, d’ordonner et de mettre en valeur dans l’espace, de façon arabesque, ce qui constitue l’essence, bien que cachée, de la vision réelle. D’autre part, Picasso ne s’est jamais vraiment centré sur le paysage, et ses plantes tropicales et sfumatos de Vallauris, ne sont que de rares exemples de cette nature et ils n’ont pas autant d’intérêt que son autre activité multiforme. Là réside la personnalité de Fuentes Contreras et la valeur de son nouveau paysage africain, qui, s’approchant des lumières de la Méditerranée, retrouve les expressions les plus modernes de l’art actuel, en créant entre les deux continents cette continuité des relations spirituelles, la conquête de l’Art. Este catálogo ha sido diseñado por Alfonso Fuentes con desarrollo gráfico y maquetación de Grupoingenio, fotografías de Martín García Pérez y Fernando Carrillo de Mendoza (serie Flamencos). La revisión de la traducción al francés fue realizada por Ana López-Veneroni, y al inglés por Natalia Jiménez de Cossío de Stucley. Se terminó de imprimir el día 24 de junio de 2005, día de San Juan y del 85 cumpleaños de Carlos Fuentes Contreras. 226