Plan Pastoral de la diócesis de Burgos

Transcripción

Plan Pastoral de la diócesis de Burgos
PLAN PASTORAL DIOCESANO
2013-2016
Burgos
“Seréis mis testigos” (Hch 1,8)
INDICE
Introducción
1. Punto de partida
1.1 Nos situamos
1.2 Qué es evangelizar
1.3 Dónde centrar nuestra tarea evangelizadora
1.4 Sentido y alcance de este Plan
2. Objetivo general
3. Dos procesos complementarios
3.1 Desde la vida a la fe
1ª línea.- Anunciar la Buena Noticia en tiempo de crisis
2ª línea.- Prepararnos y dar pasos para el primer anuncio
3ª línea.- Crear sensibilidad y ámbitos propicios para un
encuentro y diálogo con la sociedad y la cultura
3.2 Desde la fe a la vida
4ª línea.- Completar los itinerarios de iniciación cristiana
5ª línea.- Cuidar la pastoral de adolescentes y jóvenes
6ª línea.- Caminar hacia unas parroquias evangelizadoras
7ª línea.- Potenciar los elementos evangelizadores de la
religiosidad popular
8ª línea.- Priorizar los momentos diocesanos de encuentro
y comunión
4. Claves y propuestas para el acompañamiento y
la formación
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INTRODUCCIÓN
La Iglesia de Burgos comenzó el siglo XXI bajo el impulso del recién
concluido Sínodo diocesano (1995-1998), que el Arzobispo D. Santiago Martínez Acebes concibió como una renovación personal y comunitaria ante la invitación del Papa Juan Pablo II a preparar el Tercer Milenio. Tres años después,
el Consejo pastoral diocesano se reunió en Asamblea (mayo y junio de 2001)
para evaluar la recepción de las Constituciones sinodales y elaborar un Plan
diocesano de pastoral. En los siguientes cursos, ya con el nuevo Arzobispo D.
Francisco Gil Hellín, fueron aprobándose diversas planificaciones diocesanas
de carácter anual y trienal.
El último Plan pastoral, A vino nuevo, odres nuevos, centrado en la iniciación cristiana, fue elaborado en 2008 para cinco cursos; se planteó el primer
bienio como fortalecimiento de las comunidades para poder desarrollar en los
últimos tres cursos los diversos itinerarios de iniciación cristiana. En junio de
2013, tras recabar el parecer de arciprestazgos, delegaciones y organismos, el
Consejo pastoral diocesano lo revisó y señaló algunos aspectos a continuar y
otros más a desarrollar en los próximos años.
Durante el mes de julio una pequeña comisión nombrada al efecto ha
trabajado un borrador de Plan diocesano para el trienio 2013-2016; enriquecido
por las aportaciones de los organismos responsables de llevar adelante las diversas acciones, el borrador se ha enviado a todos los miembros del Consejo
pastoral diocesano, que lo han trabajado en su sesión del 21 de septiembre y lo
han presentado al Sr. Arzobispo para su aprobación.
1. PUNTO DE PARTIDA
1.1 Nos situamos
“¿Sabéis distinguir el aspecto del cielo y no sois capaces
de distinguir los signos de los tiempos?” (Mt 16,3)
“En las Iglesias locales es donde se pueden establecer
aquellas indicaciones programáticas concretas –objetivos
y métodos de trabajo, de formación y valorización de los agentes
y la búsqueda de los medios necesarios- que permiten que
el anuncio de Cristo llegue a las personas y modele las comunidades”
(Juan Pablo II, Novo millennio ineunte 29)
Lo primero que debemos hacer es situarnos en la realidad en la que estamos llamados a realizar nuestra tarea evangelizadora. Desde hace unos años
se están produciendo profundos cambios: de ahí la importancia de una referencia constante a la realidad y a la historia, de ser fieles al tiempo y al espacio en
donde tenemos que llevar adelante nuestra misión evangelizadora.
Así, en el trasfondo de este Plan, tenemos en cuenta algunas realidades
sociales y eclesiales que constatamos en Burgos en 2013:
· Una profunda crisis de valores, que salpica a la política, la economía, la
ética… y que se refleja a veces también en la falta de vitalidad de algunos cristianos. Junto a esto, movimientos y gestos sociales y eclesiales que proponen
alternativas más humanas y justas.
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· Una prolongada crisis económica (desde 2008), con trágicas consecuencias en muchas familias que han perdido el trabajo, la vivienda, los medios
económicos para subsistir por sí mismas… Junto a esto, muchos gestos de
solidaridad, una multiplicación de acogidas y asistencias por parte de las parroquias, de Cáritas, de otras instituciones sociales y religiosas, y un resurgimiento
del voluntariado.
· Unas generaciones cada vez más alejadas de la fe y sobre todo de la
Iglesia, con notable rechazo incluso a lo que suena a cristiano como algo anticuado… Junto a esto, una revitalización de la Semana Santa y de las romerías,
y un deseo serio de llevar adelante la nueva evangelización por parte de muchos agentes de pastoral aunque sin saber bien cómo.
· Una queja de que faltan padres que eduquen cristianamente a sus
hijos, les enseñen a rezar, asistan con ellos a la Eucaristía… Junto a esto, aumenta el número de abuelos que se preocupan por la educación cristiana de
sus nietos, y siguen acudiendo miles de familias a las parroquias para la iniciación cristiana de sus hijos y a celebrar el domingo, habiendo mejorado notablemente la implicación de los padres en la transmisión de la fe en proceso
continuo.
· Un ambiente cultural donde a veces parece que Dios no tiene sitio, una
brecha entre Evangelio y cultura que erosiona la fe de los creyentes y dificulta
el encuentro con los alejados… Junto a esto, una importante presencia de la
Iglesia de Burgos en el ambiente cultural y universitario, y la experiencia de
muchos cristianos que siguen testimoniando su fe aunque tengan la sensación
de nadar contracorriente.
· Una ideología de género que promueve la libre elección de sexo sin
vinculación con la naturaleza física de cada hombre y mujer, la cual influye en
el crecimiento personal, en el planteamiento de la sexualidad y en la vida familiar... Junto a esto, el avance en el reconocimiento de la igualdad y dignidad de
mujeres y hombres, y la presencia en nuestra diócesis de agentes pastorales
más preparados en la pastoral familiar.
· Un descenso notable del número de sacerdotes, religiosos y seglares
comprometidos en nuestras comunidades, que nos preocupa y a veces nos
agota por las múltiples tareas a llevar a cabo; y la percepción de repliegue y
estructura pesada de nuestra Iglesia que nos ata… Junto a esto, un crecimiento del sentido comunitario y algunas experiencias que suponen alegría y testimonio, como la Jornada Mundial de la Juventud de 2011.
· Unas parroquias rurales cada vez más pequeñas y envejecidas, que
reviven a temporadas, al lado de unas parroquias urbanas que tienen mucho
de anonimato… Junto a esto, movimientos, grupos y procesos de crecimiento
en la fe, y nuevas experiencias evangelizadoras con familias jóvenes.
· Una cierta desafección y lejanía a lo que suena a “diocesano” por parte
de numerosos cristianos e incluso grupos que se preocupan casi solo de “lo
suyo”, lo cual crea desánimo y malestar… Junto a esto, una respuesta generosa por parte de muchas personas a nuevos llamamientos y propuestas.
Y en medio de todo esto, la presencia del Espíritu…
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Recordamos a este respecto una carta pastoral a los sacerdotes escrita
por nuestro arzobispo D. Francisco Gil Hellín en octubre de 2004, Anunciad el
Evangelio, en la que decía: “Esta situación no es algo coyuntural o epidérmico… Si la situación es profundamente nueva, los modos de nuestra acción pastoral también han de serlo”.
1.2 Qué es evangelizar
“¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!” (1 Cor 9,16)
“Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva
a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo,
transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad.
Pero la verdad es que no hay humanidad nueva
si no hay, en primer lugar, hombres nuevos”
(Pablo VI, Evangelii nuntiandi 18)
La acción evangelizadora fue puesta por el Concilio Vaticano II entre sus
temas centrales: en Cristo, luz de los pueblos, toda la humanidad redescubre
su identidad originaria y verdadera, que el pecado ha contribuido a oscurecer; y
a la Iglesia, sobre cuyo rostro se refleja esta luz, corresponde la misión de continuar la obra evangelizadora de Jesucristo, haciéndola presente y actual, en
las condiciones del mundo de hoy.
Diez años después del Concilio Vaticano II, Pablo VI convocó a finales
del año 1974 una Asamblea del Sínodo de los Obispos para considerar las diferentes dimensiones de “la evangelización en el mundo actual”. El Papa recogió
las aportaciones y las comunicó a toda la Iglesia de un modo ordenado en su
Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (1975). En ella Pablo VI afirmó claramente que la evangelización es la tarea específica y fundamental de la Iglesia. La Iglesia existe para evangelizar, para anunciar el Evangelio. La evangelización es, sobre todo, -y esto nunca se puede omitir- el anuncio explícito
del Evangelio, el dar a conocer la persona y mensaje de Jesucristo. Pero la
evangelización es algo más. Es una realidad compleja, rica y dinámica que
puede entenderse sólo si se toman en cuenta todos sus elementos. Como señalaba Pablo VI en Evangelii nuntiandi, es un proceso que comienza con el
testimonio de vida y de palabra que invita a la persona evangelizada a la conversión, la profesión de fe y la incorporación en la vida comunitaria y sacramental. El resultado final es la transformación del evangelizado en un evangelizador
de los demás.
Juan Pablo II infundió una nueva energía en el concepto conciliar de la
“actividad misionera” y lo hizo de diversos modos. Distingue entre la actividad
misionera, orientada hacia los que están más allá de los límites visibles de la
Iglesia, y la atención pastoral ordinaria hacia los que ya se hallan en la Iglesia.
“En primer lugar, aquella a la cual se dirige la actividad misionera de la
Iglesia: pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales donde Cristo y su
Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Esta es propiamente la misión ad gentes.
Hay también comunidades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y sólidas; tienen un gran fervor de fe y de vida; irradian el testimonio del
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Evangelio en su ambiente y sienten el compromiso de la misión universal. En
ellas se desarrolla la actividad o atención pastoral de la Iglesia.
Se da, por último, una situación intermedia, especialmente en los países
de antigua cristiandad, pero a veces también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso
no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una “nueva evangelización” o reevangelización” (Redemptoris Missio 33).
Podríamos decir que la acción pastoral se dirige a los ya cristianos, la
nueva evangelización a los que de hecho no viven como cristianos y la misión
ad gentes a los que todavía no son cristianos. No es fácil definir los confines
entre atención pastoral a los fieles, nueva evangelización y actividad misionera
específica; hay que subrayar una real y creciente interdependencia entre las
diversas actividades salvíficas de la Iglesia: cada una influye en la otra, la estimula y la ayuda.
Ya nuestro Sínodo diocesano, en 1998, nos pedía un “tratamiento pastoral diversificado”, adecuado a la situación de cada destinatario: “Proponer y
ofrecer abiertamente a todos el reto comunitario hacia el que camina la parroquia, asegurando al mismo tiempo la acogida, la atención y el respeto debidos
a la diversidad de situaciones y de procesos en los que se encuentra cada creyente” (Constituciones Sinodales, 218).
1.3 Dónde centrar nuestra tarea evangelizadora
“Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles;
me he hecho todo para todos, para ganar,
sea como sea, a algunos” (1 Cor 9,22)
“La transmisión de la fe, que brilla para todos los hombres en todo lugar,
pasa también por las coordenadas temporales, de generación en generación”
(Francisco, Lumen fidei 38)
Reconocemos que en la diócesis de Burgos se dan estas tres situaciones antes descritas, si bien no en el mismo grado e intensidad.
· Misión ad gentes: hay en Burgos, minoritariamente pero en aumento
progresivo, personas y grupos donde Cristo y su Evangelio no son conocidos.
En algunos casos se trata de personas pertenecientes a otras confesiones religiosas o no bautizadas, bien inmigrantes o también personas nacidas aquí. Por
ello, no deberíamos echar en olvido la llamada a un diálogo con quienes forman parte de esas otras confesiones cristianas (ecumenismo) y con quienes
pertenecen a otras religiones (diálogo interreligioso). En otros casos son niños
y jóvenes formalmente católicos porque fueron bautizados, pero que en sus
familias, ambientes y escuela nunca han recibido ningún anuncio ni educación
cristiana. A veces llegan a nuestras comunidades “porque toca” (por edad o
circunstancia), y en muchos casos permanecen totalmente al margen, en la
indiferencia hacia cualquier planteamiento religioso.
· Atención pastoral: existen todavía muchos cristianos que después de
años continúan viviendo conscientemente su fe, y a ellos ha de ir encaminada
la acción pastoral de la Iglesia. Dentro de este ámbito se encuentran los agentes de pastoral, a quienes hay que acompañar y preparar para la nueva situa-
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ción en que nos encontramos, para poder dar respuesta a los otros dos grupos
de destinatarios.
· Nueva evangelización: crece y es actualmente mayoritario el campo
de aquellos bautizados que, incluso reconociéndose como miembros de la Iglesia, de hecho no viven como tales: su fe a menudo es difusa y no repercute en
la vida. Buena parte de quienes se acercan a las parroquias a solicitar puntualmente sacramentos o servicios, e incluso la iniciación cristiana de sus hijos,
se encuentran en esta situación. Habría que distinguir aquí entre quienes pueden mostrar una actitud receptiva a nuestras propuestas, y quienes en principio
son contrarios por los muchos prejuicios y recelos hacia la Iglesia y lo cristiano.
Estas tres situaciones en la vivencia de fe, que teóricamente son distintas, en la práctica conviven a veces en un mismo ámbito (por ejemplo, en la
escuela católica, o en un grupo de padres de catequesis).
La apuesta del presente Plan es centrar nuestros esfuerzos comunitarios
en el tercer ámbito, el de nueva evangelización, suscitando nuevas iniciativas
en algunos casos y, en otros, renovando algunas acciones que ya tenemos. Y
desde aquí, ir preparándonos y dando algunos pasos para incidir en el primer
anuncio. Todo ello permitirá potenciar la pastoral ordinaria, que debe ser mantenida, renovada y adaptada a lo que Dios pide de nosotros en estas circunstancias. Para fundamentar lo anterior, se pone el acento en el acompañamiento
espiritual y formación de los agentes de pastoral (laicos, religiosos y sacerdotes) como retroalimentación del presente Plan.
1.4 Sentido y alcance de este Plan
“¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre,
no se sienta primero a calcular los gastos,
a ver si tiene para terminarla?” (Lc 14,28)
“Un plan de pastoral orgánico y articulado que integre
en un proyecto común a las parroquias, comunidades de vida consagrada,
pequeñas comunidades, movimientos e instituciones que inciden en la ciudad”
(CELAM, Documento final de Aparecida 518)
Entre las diversas opciones posibles de concebir un Plan diocesano,
hemos optado en primer lugar porque no se mencionen todas las actividades
que la Iglesia local realiza: muchas de ellas son habituales y hay que continuarlas, aunque no aparezcan escritas. Aquí se reflejan sobre todo los aspectos
más orientados hacia el objetivo general, la nueva evangelización, destacando
las acciones más nuevas o aquellas que suponen un replanteamiento de lo que
venimos haciendo.
También hemos intentado, en segundo lugar, que las diversas instituciones, comunidades y áreas pastorales se sientan concernidas por el presente
Plan, de modo que resulte un “proyecto común” (siguiendo la cita del documento de Aparecida).
Finalmente, no pretendemos que sea un Plan estático, sino dinámico. De
hecho, bastantes acciones suponen procesos que hay que ir pensando y diseñando durante el primer curso del trienio. La experiencia pastoral y la evaluación continua nos irán diciendo dónde hay que cambiar o incidir, siguiendo el
soplo del Espíritu.
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2. OBJETIVO GENERAL
“Id al mundo entero y predicad el Evangelio
a toda la creación” (Mc 16,15)
“Cada Iglesia particular es la comunidad primaria de la misión de la Iglesia.
Debe motivar y conducir una acción pastoral renovada, capaz de integrar
la variedad de los carismas, de los ministerios, de los estados de vida
y de los recursos. Todas estas realidades deben coordinarse
dentro de un proyecto misionero orgánico”
(Propuesta 42 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
Así pues, con este Plan nos proponemos para los próximos cursos:
Impulsar la nueva evangelización en nuestra diócesis.
· Esto lo realizamos como respuesta a la llamada que el Señor nos hace
aquí y ahora.
· Estamos convencidos de que el sujeto responsable de esta nueva
evangelización es la comunidad cristiana, y por eso apostamos por los equipos evangelizadores.
· Queremos sentirnos cercanos a la realidad, partiendo de las posibilidades y de las dificultades reales de las personas.
· Y tratamos de ofrecerles procesos de fe que lleven al encuentro con
Jesucristo y a la vivencia gozosa en la comunidad cristiana.
Para ello, contemplamos diversas líneas de actuación en un doble proceso: desde la vida a la fe, saliendo a las periferias para desde allí invitar al
seguimiento de Jesús; y desde la fe a la vida, consolidando unas comunidades
cristianas que crecen con la incorporación de nuevos miembros y dan testimonio comunitario del Evangelio.
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3. DOS PROCESOS COMPLEMENTARIOS
3.1 Desde la vida a la fe
Numerosos pasajes evangélicos, como el encuentro de Jesús con la
Samaritana o con los discípulos de Emaús, nos muestran que para anunciar la
Buena Noticia antes hay que “sentarse al lado de” o “caminar con”. Y desde
ahí, compartiendo la vida concreta de las personas, ofrecer y acompañar procesos de fe.
No podemos obviar el hecho de que los espacios, lugares y ámbitos de
la evangelización se encuentran envueltos en contradicciones, situaciones de
injusticia y de desigualdades, y nuestra misión evangelizadora debe estar
siempre determinada a partir del lugar social que Jesús eligió, del margen en el
sentido bíblico, de las periferias existenciales que con tanta frecuencia nos recuerda el Papa Francisco.
Nuestra Iglesia está llamada a insertarse en el mundo de los pobres y
excluidos, en las nuevas pobrezas, en el mundo de la fragilidad, en todos aquellos excluidos de la mesa de la Vida. Esta opción eclesial lleva en sus entrañas
una exigencia de conversión pastoral que nos debe permitir, por un lado, descubrir el rostro de las nuevas pobrezas, y de otro lado, el acercarnos e insertarnos en ellas como lugares teológicos para ofrecer a Cristo como camino, verdad y vida.
Por otra parte está la invitación a abrir una especie de “Atrio de los Gentiles” donde los hombres puedan, en cierta manera, acercarse a Dios sin conocerlo. Benedicto XVI animaba a la Iglesia –a cada una de las diócesis- a disponer de este ámbito que facilite la acogida de personas que, de alguna manera,
buscan a Dios. Una tarea previa a la puesta en marcha de un Atrio de los Gentiles debe ser la identificación de sus interlocutores en el mundo de los no creyentes y de los creyentes creando puentes de apertura y de encuentro.
Y tenemos que prepararnos además, espiritual y pastoralmente, para
realizar acciones de primer anuncio de cara a aquellas personas que ni siquiera
se plantean el tema de la fe, o tienen tal cantidad de rechazos previos que imposibilitan de hecho un acercamiento a Jesucristo y a la Iglesia.
Es preciso pedir cada día la gracia de tener oídos, boca, lengua, manos,
pies y corazón para que Jesús, el gran sacramento del encuentro de Dios con
la humanidad, vaya iluminando la mirada de nuestro corazón y nos vaya transformando poco a poco en instrumentos aptos para el servicio del Reino.
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1ª línea. Anunciar la Buena Noticia en tiempo de crisis
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres” (Lc 4,18)
“La opción preferencial por los pobres nos impulsa a ir a buscar
a los pobres y trabajar por ellos, a fin de que puedan sentirse
como en casa en la Iglesia. Ellos son tanto receptores
como actores de la Nueva Evangelización”
(Propuesta 31 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
La pastoral caritativo-social forma parte de la pastoral de conjunto de la
diócesis y, por lo tanto, tiene como principal objetivo la evangelización. Constituye un elemento fundamental de la misión de la Iglesia y es la señal de la presencia del Señor entre nosotros: “Los pobres son evangelizados”. Es fundamental en la Iglesia diocesana entender vitalmente que los pobres y personas
que sufren no son solo objeto de nuestra acción caritativa, sino también objeto
y sujeto de la nueva evangelización.
La circunstancia de crisis económico-social que vive nuestra sociedad es
ocasión de evangelización para la propia Iglesia y para la sociedad en general.
La enseñanza y predicación de la Doctrina Social nos ayudará a interpretar la
historia de nuestra sociedad como historia de salvación. Y además será una
oportunidad para que la Iglesia en sus diversos niveles (diócesis, parroquias,
comunidades religiosas…) revise si lo que hace y tiene responde a criterios de
pobreza y solidaridad.
Este amplio abanico de la pastoral caritativo-social incluye pero va más
allá de la tarea de acogida y promoción que realiza Cáritas como organismo
oficial de la Iglesia; abarca también la amplia acción de muchos religiosos y
religiosas insertos en este campo, así como la pastoral de la salud, el cuidado
de los ancianos en las residencias, la pastoral penitenciaria, la pastoral con
inmigrantes, la formación en la Doctrina Social de la Iglesia, y la incidencia de
personas, grupos, movimientos y en definitiva de la Iglesia como comunidad en
el ámbito sociopolítico. Porque la pobreza y la crisis no se superan únicamente
paliando las consecuencias, sino incidiendo en las causas y poniendo las bases para un sistema más justo; en este campo la Iglesia a veces podrá actuar
por propia iniciativa y en otras ocasiones sumándose a diversas organizaciones
de la sociedad civil. En todo caso, como ha señalado en sus encíclicas Benedicto XVI, la acción de la Iglesia será por un lado iluminar las situaciones desde
el Evangelio y la Doctrina Social, y por otro lado acompañar a los cristianos que
en medio del mundo trabajan por un mundo más justo.
Acciones
1. Continuar la puesta en práctica del Proyecto de pastoral caritativo-social elaborado en 2010, incidiendo de un modo especial en la coordinación de los distintos ámbitos y en el testimonio público de la caridad.
Responsables: Vicaría caritativo-social y delegaciones que la componen (Cáritas, Pastoral de la Salud, Pastoral Penitenciaria, Pastoral con Inmigrantes, Departamento de formación sociopolítica, Departamento social de CONFER).
Tiempo: 2013-2016, marcando prioridades concretas cada curso.
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2. Hacer un esfuerzo especial en el acompañamiento de los agentes
caritativo-sociales a través de la Escuela de formación y acompañamiento
pastoral.
Responsable: Vicaría caritativo-social.
Tiempo: inicio en septiembre de 2013.
3. En los arciprestazgos donde no existan comisiones de los diversos campos sociocaritativos, crear Equipos de pastoral social que animen las iniciativas a realizar en las parroquias.
Responsables: Vicaría caritativo-social y arciprestes.
Tiempo: 2013-2014, estudio y propuesta; 2014-2016, creación.
4. Manifestar a través del 50 aniversario de la Constitución de Cáritas diocesana (1963-2013) el compromiso de la Iglesia de Burgos.
Responsable: Cáritas diocesana.
Tiempo: 2013-2014.
5. Apostar diocesanamente por tres proyectos concretos de Cáritas: el apoyo al Mundo Rural, la Empresa de inserción y el Plan de apoyo
a la Vivienda.
Responsables: Cáritas diocesana, Arciprestazgos y Parroquias.
Tiempo: 2013-2016.
6. Realizar gestos públicos y pronunciamientos diocesanos ante
situaciones de injusticia y pobreza, proponiendo alternativas humanizadoras, solidarias y evangélicas.
Responsables: Consejo de Gobierno, Vicaría caritativo-social y delegaciones
implicadas, Delegación de Pastoral Obrera, Delegación de Apostolado Seglar, Delegación de Medios de Comunicación.
Tiempo: 2013-2016, programando al menos un gesto comunitario diocesano
cada curso.
2ª línea. Prepararnos y dar pasos para el primer anuncio
“¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?;
¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?;
y ¿cómo anunciarán si no los envían?” (Rom 10,14-15)
“El primer anuncio es el lugar donde el kerigma, el mensaje de la salvación
del misterio pascual de Jesucristo, es proclamado con gran poder espiritual,
capaz de provocar el arrepentimiento del pecado,
la conversión del corazón y la decisión de la fe”
(Propuesta 9 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
Hace más de veinte años los Obispos españoles señalaban en Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo (nº 32) cómo todos los miembros de la comunidad somos responsables de la comunión y de la misión. Es una responsabilidad necesaria, decían, por la existencia de católicos no evangelizados, de creyentes alejados y de no creyentes en nuestra sociedad. Al hablar por tanto del
“primer anuncio” no hay que pensar solo en especialistas, sino en equipos misioneros y en comunidades “en estado de misión”. Pero no basta la buena voluntad: además hay que saber hacerlo, hay que prepararse.
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Ciertamente en este campo es importante el testimonio público de la
Iglesia, dado que su imagen en ciertos casos es motivo de acercamiento o de
rechazo. Por un lado es necesaria una auto-revisión a la luz del Evangelio, una
purificación de la propia Iglesia de todo aquello que la aleja de poder ser “sal y
luz”. Por otra parte, la Iglesia ha de ser significativa en medio del mundo y estar
presente en la cultura. En esta presencia pública es donde la Iglesia reconoce
el papel protagonista de los cristianos laicos.
Nuestra diócesis es rica en movimientos y asociaciones de fieles cristianos cuyas finalidades principales son directamente apostólicas y evangelizadoras: actúan en la calle, en los ambientes, evangelizan en plena vida llegando a
las personas en su lugar existencial y cultural…
Para evangelizar desde la vida, además de una profunda experiencia de
Cristo, de comunión eclesial, y un afán apostólico grande, hay que desarrollar
unas capacidades propias. Se trata de unas actitudes pastorales: capacidad de
interioridad y de empatía, respeto por la persona, diálogo, oferta de amistad,
compartir la vida, capacidad de trabajar conjuntamente con otras personas en
mediaciones y plataformas no eclesiales… Hacen falta también unos conocimientos: supone profesionalidad, competencia, capacidad de análisis, visión
crítica de la realidad, para situar correctamente los problemas y comprender el
alcance de las cuestiones que preocupan a la gente. Y requiere una pedagogía
para descubrir el mensaje implícito de la fe de cada individuo y ofrecer el mensaje explícito de la fe de la Iglesia.
Este modo de evangelizar a partir de la vida se debe dar de forma individual, de persona a persona, principalmente por medio del testimonio de vida
del cristiano y de sus relaciones de proximidad. No solo como un testimonio
puntual, sino a través de una presencia continuada, compartiendo la vida, dedicando tiempo… Decía el Papa Francisco a los Obispos brasileños en Aparecida (julio de 2013): “Sobre la misión, se ha de recordar que la urgencia viene de
su motivación interna: la de transmitir un legado; y sobre el método, es decisivo
recordar que un legado es como el testigo, la posta en la carrera de relevos: no
se lanza al aire y quien consigue agarrarlo bien, y quien no, se queda sin él.
Para transmitir el legado hay que entregarlo personalmente, tocar a quien se le
quiere dar”. En el caso de los movimientos apostólicos, a esta acción individual
se ha de añadir la acción colectiva propia de cada grupo.
Y no podemos dejar de constatar la riqueza misionera de nuestra diócesis en su participación en la misión ad gentes, reconociendo que actualmente
hay más de 800 misioneros/as nacidos a la vida y a la fe en nuestras comunidades parroquiales: esta dimensión misionera de la diócesis nos enriquece y
no podemos dejar de incentivarla y apoyarla, a pesar de nuestras carencias.
Acciones
7. Crear una Escuela de evangelización para el primer anuncio,
abierta al conjunto de la diócesis, donde puedan tener cabida los diversos
métodos y experiencias evangelizadoras.
Responsables: Delegación de Apostolado Seglar, movimientos, Delegación de
Juventud.
Tiempo: 2013-2014, planteamiento; 2014-2016, posible creación.
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8. Trabajar con el voluntariado no vinculado a la Iglesia que se
acerca a Cáritas y a otras instituciones eclesiales, para promover el descubrimiento de la fe a través del encuentro con Cristo, formación y acompañamiento personal.
Responsables: Cáritas diocesana, otras instituciones con voluntariado.
Tiempo: 2013-2016.
9. Coordinar y animar la formación de agentes de pastoral familiar
con vistas a la creación de un grupo de “familias misioneras”, con el fin
de establecer un proyecto de una “Misión familiar” en nuestra diócesis.
Responsable: Delegación de Familia y Vida.
Tiempo: 2013-2016 (elaboración y puesta en marcha).
10. Tener momentos de encuentro con los misioneros/as que han
regresado y están en la pastoral de nuestra diócesis, para reflexionar, dinamizar y compartir esfuerzos sobre el primer anuncio aquí.
Responsable: Delegación de Misiones.
Tiempo: 2013-2016.
3ª línea. Crear sensibilidad y ámbitos propicios para un
encuentro y diálogo con la sociedad y la cultura
“Pablo discutía en la sinagoga con los judíos y adoradores de Dios,
y diariamente en la plaza con los que allí se encontraba;
incluso algunos filósofos epicúreos y estoicos conversaban con él” (Hch 17,17-18)
“Las comunidades eclesiales abran una especie de Atrio de los Gentiles,
donde creyentes y no creyentes puedan dialogar sobre cuestiones clave:
los grandes valores de la ética, el arte y la ciencia, y la búsqueda de lo trascendente”
(Propuesta 55 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
Acogiendo la propuesta de Benedicto XVI y del Sínodo de Obispos para
la Nueva Evangelización acerca del “Atrio de los Gentiles”, reconocemos que
en nuestra diócesis ya hay algunas experiencias en esta línea, tanto a nivel
académico de diálogo con la cultura y la ciencia, como a niveles más sencillos
de encuentro y colaboración con personas no creyentes en asociaciones, plataformas sociales, instituciones… Es necesario profundizar en el conocimiento e
implicaciones de esta propuesta, y aprovechar las oportunidades que Burgos
nos brinda para este encuentro en la búsqueda de la Verdad. También tenemos que prepararnos y saber estar en el gran Atrio de los Gentiles que suponen los medios de comunicación y las redes sociales.
Nuestra diócesis cuenta no solo con una importante institución académica, la Facultad de Teología, sino además con un rico patrimonio histórico y artístico extendido por toda la geografía provincial, del cual puede sacarse mayor
partido a la hora de plantearnos la nueva evangelización. Pero para ello tenemos que convencernos de que no vale con hacer “lo de siempre” o limitarnos a
ejercer de guías turísticos… La celebración de la exposición Las Edades del
Hombre en Aranda de Duero en 2014 ha de ser una ocasión propicia no solo
para los creyentes comprometidos, que también, sino para cuantos se acerquen a ella desde sus diversas situaciones de fe, de modo que puedan salir
con un interrogante, una llamada, una propuesta.
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Acciones
11. Potenciar las diversas iniciativas de diálogo con la cultura y la
ciencia existentes en la diócesis (Encuentros Ciencia y Cristianismo, Cursos con la Universidad…) y explorar nuevas posibilidades en la línea del
“Atrio de los gentiles”.
Responsables: Vicaría de Cultura y Sociedad, Facultad de Teología, Delegación de Pastoral Universitaria, Delegación de Patrimonio.
Tiempo: 2013-2016.
12. Recoger experiencias y posibilidades de encuentros más sencillos con personas no creyentes al hilo de la vida, la convivencia y el compromiso social, y ofrecer orientaciones y oportunidades.
Responsable: Departamento de formación sociopolítica, Delegación de Pastoral Obrera, Delegación de Apostolado Seglar.
Tiempo: 2013-2016.
13. Fomentar el diálogo con los representantes de la sociedad civil
y sus instituciones para conocer mejor la realidad, mejorar la presencia
pública de la Iglesia y colaborar en la defensa y promoción de la dignidad
de las personas, especialmente las más empobrecidas.
Responsables: Vicaría caritativo-social y delegaciones que la componen, Departamento de formación sociopolítica, Delegación de Pastoral Obrera.
Tiempo: 2013-2016.
14. Poner en marcha la iniciativa Catholic Voices, para formar laicos
que estén preparados para hablar en nombre de la Iglesia en los medios
de comunicación social. Asimismo ofrecer formación para la utilización
de las redes sociales y los medios en clave evangelizadora.
Responsable: Delegación de Medios de comunicación.
Tiempo: 2013-2016.
15. Elaborar y desarrollar un programa formativo para responsables
y guías de monumentos, iglesias y museos, en línea de nueva evangelización.
Responsables: Delegación de Patrimonio, en colaboración con la Fctad Teología.
Tiempo: 2013-2014, elaboración y propuesta; 2014-2016, desarrollo.
16. Planificar con tiempo la oferta evangelizadora de la diócesis en
torno a la exposición Las Edades del Hombre en Aranda de Duero. Y preparar un programa de difusión del contenido de la exposición (guiones
para los centros escolares y para visitas colectivas de parroquias…).
Responsables: Del. de Patrimonio, Arcip de Aranda, Comisión ad hoc, Delegación de Enseñanza, Del. de Catequesis, Delegación de Medios de Comunicación.
Tiempo: 2013, octubre-diciembre, diseño; 2014, preparación y realización.
17.- Potenciar encuentros ecuménicos de oración y colaboración
con otras confesiones para fomentar el conocimiento y la participación
conjunta en acciones caritativas concretas con quienes comparten muchos puntos de nuestra fe y con los que, sin embargo, no estamos en
comunión plena.
Responsable: Secretariado Diocesano de Ecumenismo.
Tiempo: 2013-2016.
14
3.2 Desde la fe a la vida
La experiencia de ser enviados por el Padre en Jesús, el Hijo, a la luz
del Espíritu para el servicio del mundo es lo que da sentido a nuestro seguimiento de Jesús hoy. Para este envío, para llevar adelante esta misión, es necesario que existan unas comunidades cristianas maduras, acogedoras, orantes y a la vez apostólicas. Y para que estas comunidades permanezcan y crezcan, es necesario seguir cuidando la iniciación cristiana de sus nuevos miembros.
A este doble objetivo iba encaminado el Plan diocesano 2008-2013; a la
hora de revisarlo, el Consejo pastoral diocesano señaló una serie de elementos
que había que continuar más allá de 2013: el trabajo en conjunto, ponernos de
acuerdo en los criterios sacramentales, el incremento de la relación entre parroquia, familia y escuela, potenciar la Delegación de Catequesis, cuidar la dimensión mistagógica de los sacramentos, potenciar los itinerarios recién iniciados, proponer un plan diocesano de adolescencia para después de la confirmación… Por tanto, la iniciación cristiana ha de seguir siendo una de las líneas
prioritarias del presente Plan.
Juntamente con esto, se ha abierto un proceso de discernimiento, de
momento solo entre los sacerdotes, sobre la mejor forma de atención pastoral a
las parroquias, especialmente rurales, de modo que puedan garantizarse comunidades de referencia con una cierta “talla” humana y cristiana; comunidades, en definitiva, vivas y capaces de evangelizar. A ello va encaminada la propuesta de las “unidades parroquiales”. Ha de ser otra de las líneas vertebradoras de este Plan diocesano.
Finalmente, vemos la importancia de que haya algunos momentos importantes de encuentro y celebración a nivel diocesano, donde podamos sentirnos visiblemente la Iglesia de Jesucristo que camina en Burgos. Algunas fechas y acontecimientos a lo largo del año en que, dejando lo particular y las
pequeñas comunidades, nos unamos como familia diocesana para compartir y
alimentar la fe, y desde ahí salir a la vida.
4ª línea. Completar los itinerarios de iniciación cristiana
“Id pues y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Lc 4,18)
“El Sínodo quiere afirmar que la iniciación cristiana es un elemento crucial
en la nueva evangelización y es el medio por el cual la Iglesia,
como madre, genera sus hijos y se regenera”
(Propuesta 38 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
Proponíamos en el anterior Plan diocesano y repetimos en el presente
cuatro pistas de actuación en este ámbito:
· implicar a los padres y padrinos en la preparación del Bautismo, Primera Eucaristía y Confirmación;
· designar y formar mejor a los catequistas;
· concienciar a la comunidad cristiana de su responsabilidad en la iniciación de sus miembros;
15
· hacer que la catequesis de Primera Comunión y de Confirmación no se
limite a la preparación de estos sacramentos, sino que sea realmente una iniciación a la vida cristiana.
Del trabajo de estos cursos pasados se pueden ver ya algunos frutos:
los pasos dados para mejorar la preparación del Bautismo, la generalización
del Despertar religioso a los 6 años, la implantación progresiva del proceso
continuo de catequesis, algunos casos de preparación al Bautismo de jóvenes
y adultos, la preparación a la Confirmación de novios y otros adultos, la propuesta de reevangelización de los padres a través de la implicación en el proceso de iniciación de sus hijos… Falta consolidar algunas iniciativas y poner en
marcha otras. Además no podemos contentarnos con una pastoral que se limita a acoger a los que nos llegan, sino que es preciso ir a los que no llaman a
nuestras puertas y hacerles un primer anuncio de nuestra fe.
El principal acento se quiere poner en el desarrollo del itinerario 6 A,
grupos de reiniciación de adultos, ya que se han comenzado los encuentros
formativos con padres de niños de catequesis, pero todavía han sido poco acogidos por las parroquias, y falta planificar bien los años siguientes.
Acciones
18. Poner en marcha los criterios acordados para la preparación y
celebración del Bautismo.
Responsables: Comisión de Iniciación cristiana, arciprestes.
Tiempo: 2013, tratarlo y ponerlo en marcha en los arciprestazgos.
19. Elaborar un proceso básico y unos materiales para el Despertar
religioso de 0 a 5 años.
Responsables: Comisión de Iniciación cristiana.
Tiempo: noviembre de 2013, presentación; febrero de 2014, puesta en marcha.
20. Generalizar los encuentros con los padres de los niños de catequesis, aprovechándolos como momentos de reiniciación cristiana.
Responsables: Equipo del Itinerario 6A, Delegación de Catequesis, Parroquias.
Tiempo: 2013-2014, nuevo impulso; 2014-2016, evaluación y continuación.
21. Poner en marcha el curso mistagógico de la Eucaristía y la catequesis de Confirmación.
Responsables: Delegación de Catequesis, Comisión de Iniciación cristiana,
Equipo de Mistagogia, Parroquias.
Tiempo: 2013-2014, curso mistagógico de la Eucaristía; 2014-2015, impulso a
la catequesis de Confirmación.
22. Impulsar la Iniciación cristiana de adultos no bautizados, recibiendo a los que piden el Bautismo y saliendo a realizar el primer anuncio
tanto a jóvenes nativos como a jóvenes y adultos inmigrantes. Elaborar
para ello unos materiales básicos.
Responsables: Servicio diocesano del Catecumenado, Parroquias, Mesa de
Pastoral con Inmigrantes.
Tiempo: 2013-2016.
16
23. Incorporar a la pastoral ordinaria de las parroquias de Burgos,
Miranda, Aranda y poblaciones importantes la iniciación cristiana de niños no bautizados de 7 a 14 años, y coordinarla a nivel diocesano.
Responsable: Servicio diocesano del Catecumenado, Parroquias y Arciprestazgos.
Tiempo: 2013-2016.
24. Ampliar la preparación de adultos para la Confirmación, y cuidar
su posterior inserción en las parroquias.
Responsables: Comisión de Iniciación cristiana, Delegación de Familia, Parroquias.
Tiempo: 2013-2016.
25. Implantar de modo generalizado la formación orgánica y sistemática de los catequistas.
Responsables: Delegación de Catequesis, Arciprestazgos, Parroquias.
Tiempo: 2013-2016.
5ª línea. Cuidar la pastoral de adolescentes y jóvenes
“Se acercó un joven a Jesús y le preguntó: Maestro,
¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?” (Mt 19,16)
“En la Nueva Evangelización, los jóvenes no solo son el futuro
sino también el presente (y regalo) en la Iglesia.
No son solo destinatarios sino también agentes de evangelización,
especialmente con sus coetáneos”
(Propuesta 51 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
En 2010 fue aprobado el Plan diocesano de Juventud, como concreción
del Proyecto Marco aprobado por la Conferencia Episcopal. En él se presentaba un itinerario educativo en tres etapas: misionera, catecumenal y pastoral.
Planteaba asimismo el papel de los animadores de esta pastoral y el modo de
coordinación, en el que destacaban como pieza clave los equipos arciprestales.
En el verano de 2011 supuso un momento de gracia para nuestra Iglesia
la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, con la participación de
cientos de jóvenes de nuestras comunidades y la acogida de jóvenes de otras
naciones en los días previos. La presencia de los jóvenes en nuestras comunidades es escasa, pero existen grupos que siguen recogiendo la antorcha de la
fe para pasarla a las generaciones venideras. Dos años después, en la vigilia
de oración de la Jornada Mundial de la Juventud de Brasil, el papa Francisco
les recordaba a los jóvenes: “Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los
constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor”.
La pastoral juvenil debe llevar a un encuentro personal con Cristo, que
transforma y regenera la vida del joven, y al mismo tiempo contribuye a formar
unas comunidades maduras en la fe. Esta pastoral incide en entender la vida
como don que se entrega a través de las distintas vocaciones (laicales, a la
vida consagrada y al ministerio sacerdotal).
Sabemos que los años de la adolescencia son convulsos y apasionantes
para ser vividos desde la fe, y los queremos acompañar con sus características
17
propias. En este sentido, la Iglesia diocesana cuenta con dos amplias plataformas: los grupos de adolescentes de las parroquias, que se incrementarán pronto al haber adelantado la Confirmación a 1º de Secundaria; y los colegios católicos, diocesanos y de religiosos, junto con la enseñanza religiosa en la escuela
pública, por los que cada año pasan miles de alumnos. Ambas oportunidades
hay que prepararlas y cultivarlas, y crear puentes entre ellas.
Acciones
26. Revisar el Plan diocesano de Juventud 2010-2013 para evaluar
sus frutos y hacer propuestas.
Responsable: Delegación de Juventud.
Tiempo: 2013-2014.
27. Ir preparando y poner en marcha una oferta diocesana para grupos parroquiales de adolescentes.
Responsable: Delegación de Juventud y Comisión creada ad hoc, teniendo en
cuenta la experiencia de los movimientos juveniles.
Tiempo: 2013-2014, preparación; 2014-2016, puesta en marcha.
28. Compartir experiencias y priorizar la pastoral con adolescentes
en los colegios, y dar pasos en la coordinación entre colegios y parroquias.
Responsables: Encargados diocesanos de los colegios, Delegación de Enseñanza, Escuelas Católicas, Movimientos apostólicos juveniles.
Tiempo: 2013-2016.
29. Incorporar expresamente las propuestas, llamadas y acompañamientos vocacionales en los diferentes procesos formativos de adolescentes y jóvenes.
Responsables: Delegación de Pastoral Vocacional (coordinando), CONFER,
Seminario, Delegación de Juventud, Pastoral Universitaria, Colegios religiosos, Parroquias y grupos cristianos.
Tiempo: 2013-2016. De octubre a mayo de cada curso, labor de sensibilización;
de junio a septiembre, revisión.
30. Promover la formación en el amor y la educación afectivosexual ya desde las catequesis de Confirmación, los grupos parroquiales
de adolescentes y jóvenes, y los colegios concertados.
Responsables: COF, Delegación de Juventud, Parroquias, Colegios.
Tiempo: 2013-2016.
31. Ofrecer un itinerario de compromiso y evangelización a través
de Cáritas a todos los jóvenes que se acercan al voluntariado.
Responsables: Cáritas diocesana, en colaboración con la Delegación de Juventud y las Parroquias.
Tiempo: 2013-2016.
18
6ª línea. Caminar hacia unas parroquias evangelizadoras
“Vosotros sois la luz del mundo. Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre” (Mt 5,14-16)
“En nuestra época actual, que muestra aspectos más difíciles que en el pasado, a pesar de que somos el ‘pequeño rebaño’,damos testimonio del mensaje
evangélico de la salvación y que estamos llamados a ser sal y luz en un mundo nuevo (Propuesta 8 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
Somos conscientes de que las comunidades parroquiales tienen problemas para su renovación misionera. Las razones son múltiples: la falta de sacerdotes, la movilidad geográfica, el envejecimiento de los pequeños núcleos
rurales, el anonimato en las grandes parroquias urbanas…
Nuestra diócesis tiene oficialmente 1.003 parroquias agrupadas en 15
arciprestazgos y 3 vicarías. Sin embargo, bastantes de ellas son tan pequeñas
que difícilmente pueden desarrollar la vida fraterna en caridad, la celebración
de los sacramentos y la evangelización de la sociedad. Por eso es fundamental
la creación de comunidades “de dimensión humana” que sean referencia para
la vida de los cristianos. Y no es cuestión solo del “tamaño” de la parroquia,
sino de su vitalidad.
Siguiendo el documento final de Aparecida, en su nº 172 habla de que
“la renovación de las parroquias exige reformar sus estructuras, para que sea
una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus
miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en
comunión”. Durante estos tres próximos años es necesario abrir en todas las
parroquias, urbanas y rurales, un proceso de reflexión y sensibilización, de
modo que se vayan dando pasos y compartiendo experiencias en línea de nueva evangelización. Será una oportunidad para revisar cómo funcionan los Consejos pastorales, parroquiales y arciprestales, llamados a ser dinamizadores de
la nueva evangelización.
Igualmente, en este proceso de reflexión habrá que valorar cómo la economía está al servicio de la evangelización, en qué campos pastorales es más
necesario invertir recursos, cómo debemos utilizar y priorizar las aportaciones
económicas para mantener y mejorar el patrimonio artístico…
En el ámbito urbano habrá bastantes ocasiones en las que cada parroquia por sí sola puede llevar a cabo este impulso misionero, porque dispone de
personas y medios suficientes; en otros casos puede acordarse la unión pastoral de varias parroquias próximas.
Pensando en el mundo rural y en la mayoría de sus comunidades que
son muy pequeñas, en este momento lo mejor parece crear Unidades Parroquiales, de tal forma que manteniendo la personalidad jurídica de cada una de
las parroquias que la componen, estén todas ellas dotadas conjuntamente de
una misma organización pastoral: párroco, consejo de pastoral, consejo de
economía, equipo de pastoral caritativo-social, equipo de catequesis y equipo
de liturgia.
De cara a estas Unidades Parroquiales rurales, dos son los momentos o
ámbitos principales a trabajar:
1.- La celebración del domingo como eje primordial (no único) de la vivencia comunitaria de fe. Conviene que haya un centro (santuario, iglesia céntrica, pueblo más grande) capaz de congregar una buena parte de las localida19
des del entorno, aunque se puedan celebrar misas en otros lugares el mismo
día. Debe haber una mentalización previa para pasar del “tener misa” los domingos a “celebrar el Día del Señor”. Las celebraciones tienen que ser festivas,
bien preparadas, con espacios para el diálogo y la convivencia.
2.- Hay que garantizar también una atención pastoral durante la semana:
visita y atención a las personas mayores, celebración de sacramentos, formación bíblica, litúrgica y de catequesis, encuentros de oración…
Para conseguir estos objetivos se requieren unos medios. Sobre todo,
constituir si no existe un Equipo pastoral, verdadero pilar de las Unidades Parroquiales. Y contar con una verdadera programación parroquial, elaborada por
este equipo.
Además dada la movilidad creciente de las personas (semana-fin de
semana, invierno-verano) es deseable una intercomunicación entre las diversas
parroquias de referencia que tienen bastantes personas. También en esta línea
será conveniente un refuerzo pastoral de las comunidades rurales en verano
Acciones
32. Llevar a cabo un proceso de reflexión en los consejos pastorales parroquiales, arciprestales y diocesano de cara a renovar nuestras
parroquias como sujetos de la nueva evangelización.
Responsables: Vicaría Pastoral, Colegio de arciprestes, Consejos pastorales.
Tiempo: 2013, en octubre, diálogo en el Colegio de arciprestes y elaboración de un
material; y en noviembre y diciembre, reflexión de los sacerdotes por arciprestazgos y de los
consejos arciprestales que puedan. 2014, en enero, recogida de datos y reflexión en el Colegio
de arciprestes; en febrero y marzo, reflexión en el resto de consejos arciprestales y en los consejos parroquiales o agentes pastorales del conjunto de parroquias; y en junio, conclusiones en
el Consejo pastoral diocesano.
33. Iniciar un proceso pedagógico de información y mentalización
en las pequeñas comunidades rurales dirigido a la creación de las Unidades parroquiales.
Responsables: Vicarías General y Pastoral, Colegio de arciprestes, Consejos arciprestales y parroquiales rurales.
Tiempo: 2014, en enero, diálogo en el Colegio de arciprestes y elaboración de un material; en febrero, estudio por parte de los sacerdotes y los consejos arciprestales; en marzo,
concienciación en los consejos parroquiales de las posibles unidades.
34. Ir creando las Unidades parroquiales.
Responsables: Consejo de Gobierno, Consejo Presbiteral, arciprestes y sacerdotes.
Tiempo: 2014, en abril y mayo, propuestas desde las parroquias y arciprestazgos al
Consejo de Gobierno; al final de curso, concienciación de los feligreses. Y al comienzo del curso 2014-2015, creación de las unidades parroquiales y programaciones pastorales.
35. Cuidar de un modo especial la celebración de la misa del domingo y la creación de los Equipos pastorales.
Responsables: Párrocos de las Unidades parroquiales.
Tiempo: 2014-2016.
36. Ofrecer a las parroquias la ayuda que prestan los Equipos Itinerantes de Pastoral Familiar (EIPAF) para crear grupos parroquiales de
pastoral familiar con las familias de sus propias parroquias.
Responsable: Delegación de Familia y Vida.
Tiempo: 2013-2016.
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7ª línea. Potenciar los elementos evangelizadores de la
religiosidad popular
“El sábado fuimos a un sitio junto al río, donde había un lugar de oración,
y trabamos conversación con unas mujeres que habían acudido. Y el Señor Dios
abrió el corazón de Lidia para que aceptara lo que decía Pablo” (Hch 16,13-14)
“La piedad popular es un verdadero lugar de encuentro con Cristo
y también expresa la fe del pueblo cristiano en la Santísima Virgen y los santos.
La Nueva Evangelización reconoce el valor de estas experiencias de fe
y las alienta como caminos para crecer en la virtud cristiana”
(Propuesta 39 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
A las ermitas y santuarios las personas vienen, libremente, y en muchos
casos en familia. Bastantes vienen por motivos religiosos válidos, y es normal
que busquen algo más, aunque solo sea el verse con un mayor número de cristianos. Otros llegan por motivos varios: desde el arte, la historia o tradición,
hasta la fiesta y la gastronomía.
En este tipo de religiosidad popular encontramos dificultades (falta de
formación, fe mal comprendida, poco tiempo de permanencia, manipulaciones,
desconfianza e indiferencia en el clero…) pero a la vez posibilidades, porque
los santuarios son ámbitos de encuentro, lo cual cobra importancia nueva en la
cultura de la movilidad, y suponen una resonancia histórica de fe para muchos
de los que se acercan.
Junto a esto, las fiestas patronales son momentos especiales a cuidar en
las distintas comunidades, ya que a ellas acuden personas poco relacionadas
habitualmente con la Iglesia pero que encuentran en estas celebraciones un
rescoldo de sus raíces cristianas.
En nuestra diócesis cobra especial relevancia el Camino de Santiago,
con todo lo que supone de acogida, lugar de primer anuncio o nueva evangelización en muchos casos, y de profundización de la fe en otros. Aunque también es un “lugar de paso”, se debe cuidar la acogida en los albergues cristianos, la formación de los hospitaleros y dar importancia a la figura del Apóstol.
Destaca también el gran número de cofradías burgalesas relacionadas
con la Semana Santa, la Virgen, los santos, la Eucaristía… Con motivo del Año
de la fe, el Papa Francisco invitaba a los cofrades a encontrarse con Jesucristo,
gozar de la eclesialidad y ser misioneros en los ambientes y culturas.
Además, numerosos colectivos inmigrantes han traído de sus culturas de
origen costumbres, fiestas y modos de rezar que tratan de mantener e incorporar en nuestras comunidades.
Acciones
37. Realizar un marco pastoral diocesano que potencie los santuarios y ermitas como lugares de evangelización, tratando de crear en los
lugares más significativos un equipo evangelizador. Conocer estos lugares como expresión de arte cristiano y de fe.
Responsables: Delegación de Liturgia, encargados de santuarios, Delegación
de Patrimonio.
Tiempo: 2013-2014, diálogo y discernimiento; 2014-2016, concreción del marco
pastoral y formación de equipos.
21
38. Coordinar e impulsar la acogida en los albergues cristianos del
Camino de Santiago, así como la formación y acompañamiento de los
hospitaleros. Descubrir este Camino como itinerario de cultura, de arte y
de fe.
Responsables: Coordinador diocesano del Camino, Parroquias implicadas,
Delegación de Patrimonio.
Tiempo: 2013-2014, diseño de un Plan; 2014-2016, puesta en marcha.
39. Programar una serie de encuentros con cofradías a partir de un
plan evangelizador preparado con ellas.
Responsables: Delegación de Liturgia, Juntas de Cofradías, Parroquias y Arciprestazgos.
Tiempo: 2013-2014, comienzo con experiencias piloto; 2014-2016, propuesta a
otras cofradías.
40. Conocer y discernir la religiosidad popular que aportan los diversos colectivos inmigrantes, incorporándola en nuestras comunidades
como plataforma evangelizadora.
Responsables: Mesa diocesana de pastoral con inmigrantes.
Tiempo: 2013-2014, conocimiento y reflexión; 2014-2016, orientaciones y experiencias.
8ª línea. Priorizar los momentos diocesanos de encuentro
y comunión
“Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros,
y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos,
son un solo cuerpo, así es también Cristo” (1 Cor 12,12)
“La Iglesia particular, presidida por el Obispo,
asistido por los sacerdotes y diáconos,
con la colaboración de personas consagradas y los laicos,
es el sujeto de la Nueva Evangelización”
(Propuesta 41 del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización)
La Iglesia, que es una como uno es el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
que está en su origen, se hace realidad histórica, concreta y encarnada en las
diversas diócesis o iglesias locales. Sin embargo, sociológicamente nos es más
fácil sentirnos miembros en las comunidades pequeñas más próximas (mi parroquia, mi grupo, mi congregación, mi movimiento…) que en la gran familia
diocesana. Ya en el sondeo previo al Sínodo diocesano (1995) un 61% de los
encuestados manifestaba muy débil o nula conciencia diocesana, porcentaje
que posiblemente en la actualidad será más amplio.
Si bien es cierto que la diócesis está presente también en cada parroquia y en cada comunidad, es necesario priorizar algunos momentos en los que
sentirnos física y vitalmente unidos y reunidos: encuentros, jornadas, celebraciones… Ocasiones en las que las diversas actividades de las pequeñas comunidades dejan paso para participar en lo común, junto al Pastor de la diócesis. En esta línea, señalamos algunos momentos más importantes de los tres
próximos cursos.
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Acciones
41. Iniciar cada curso con una Jornada diocesana de pastoral, con
una parte de reflexión y trabajo, y otra más festiva y celebrativa.
Responsables: Vicaría Pastoral, comunidades cristianas.
Tiempo: 2013-2016, al inicio de cada curso.
42. Clausurar el Año de la fe con una celebración diocesana en la
iglesia del Carmen.
Responsables: Sr. Arzobispo, Comisión para el Año de la fe, Delegación de
Liturgia.
Tiempo: 23 de noviembre de 2013.
43. Celebrar encuentros diocesanos de las diversas áreas pastorales, con la participación de las personas implicadas y la presencia del Sr.
Arzobispo.
Responsables: Sr. Arzobispo, Delegaciones diocesanas correspondientes.
Tiempo: 2013-2016.
44. Ir tratando los temas más importantes propuestos en este Plan
en los Consejos diocesanos Presbiteral y Pastoral, y en el Colegio de Arciprestes.
Responsables: Vicario General, Vicario Pastoral, Comisiones permanentes de
ambos Consejos.
Tiempo: 2013-2016, con una programación hecha al principio del trienio.
45. Realizar por parte del Sr. Arzobispo una nueva Visita Pastoral a
la diócesis, priorizando el apoyo a la iniciación cristiana y la puesta en
marcha de las Unidades Parroquiales. Se llevará a cabo un trabajo previo
que favorezca y estimule la evangelización de las comunidades.
Responsables: Sr. Arzobispo, Vicarios, Arciprestes.
Tiempo: 2013-2016.
46. Concluir el trienio del presente Plan con un Encuentro diocesano final que sirva de revisión.
Responsables: Vicaría Pastoral, Consejo pastoral diocesano.
Tiempo: mayo-junio de 2016.
47. Celebrar en 2015 el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa
de Jesús con diversas iniciativas en la diócesis.
Responsables: Vicaría Pastoral, en coordinación con las comunidades carmelitas presentes en Burgos.
Tiempo: 2014, preparación; 2015, celebración.
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4. CLAVES Y PROPUESTAS PARA EL ACOMPAÑAMIENTO Y LA FORMACIÓN
“Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones,
dispuestos siempre para dar explicación
a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3,15)
“El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo
desemboca en el activismo, con el riesgo fácil de ‘hacer por hacer’.
Tenemos que resistir a esa tentación, buscando ‘ser’ antes que ‘hacer’”
(Juan Pablo II, Novo millennio ineunte 15)
Para que un Plan Pastoral se desarrolle de una manera armónica necesita de la implicación de todos los agentes pastorales y de la articulación de un
proyecto de retroalimentación a varios niveles (formación y acompañamiento
espiritual) destinado a todas las personas implicadas en dicho Plan.
· FORMACIÓN
Partimos de una formación no estática sino procesual y dinámica. Lo
primero que debe aportarnos este tipo de formación es ayudarnos a situarnos
en la realidad en la que estamos llamados a realizar nuestra tarea evangelizadora. El responder a los desafíos de la evangelización hoy nos llevará seguramente a sentirnos inseguros, nos colocará a la intemperie y en una situación de
incertidumbre y búsqueda constante, donde no existen recetas preparadas e
infalibles. Esto exigirá de nosotros mantenernos continuamente en situación de
aprendizaje, de aprender “haciendo camino al andar”. Tenemos que pasar, por
efectos del mundo globalizado con sus valores y contravalores, de una formación que considerábamos válida para todos los tiempos y lugares del mundo a
una formación más situada históricamente e inculturada.
¿Qué formación estamos necesitando? Para llevar adelante y acompañar un proyecto pastoral cuyo objetivo es la Evangelización, sobre todo, las
situaciones de Nueva Evangelización y de Primer Anuncio, necesitamos una
formación de calidad. De la calidad de esta formación depende nuestro compromiso evangelizador, nuestras respuestas a los desafíos y retos de la evangelización, la palabra oportuna y la decisión madura tanto en los momentos
más difíciles como en los más ordinarios y cotidianos.
La formación es un proceso que debe durar toda la vida. Si el Padre y el
Reino son los polos centrales de la vida de Jesús, deben serlo también en la
vida de sus seguidores. De ahí la necesidad de subrayar cada vez más la “formación en situación” a lo largo de la vida. No debe existir un antes y un después en la preparación para la misión y sí una vida-en-misión cuyos parámetros deben situarse a la luz de la actitud y de la práctica del discernimiento en
una atención continua a los signos de Dios hoy.
Formar ¿para qué? Esta es una pregunta que subyace siempre a la
formación. En Jesús el envío y la misión constituyen el centro mismo de su ser:
es enviado para anunciar la Buena Nueva del Reino. El ser de Jesús es un serpara: totalmente abierto al Padre y a la humanidad. Jesús está en misión desde
la encarnación. A partir de la misión de Jesús podemos entender también nosotros el sentido de nuestra formación y de nuestra misión. No nos formamos
para dar, hacer o realizar grandes cosas. Ante todo se trata de escuchar, de
percibir, de acoger, de dejarse enseñar por la realidad que nos rodea. Por ello
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es preciso prestar gran atención a los muchos sacramentos de encuentro que
nos vamos encontrando a lo largo de nuestro camino. Tenemos que aprender a
leerlos en clave de discernimiento a la luz del Espíritu. Así, al mismo tiempo
que nos dejamos evangelizar y enseñar por la realidad, nos capacitamos para
responder ante ella, contribuyendo con realismo a su proceso de transformación.
Es necesaria la formación específica para los agentes pastorales que
evangelizan en las diferentes áreas y servicios: existen ya numerosos cauces
en la diócesis (algunos contemplados en este Plan), y habrá que hacer un esfuerzo mayor para que las personas implicadas puedan participar y beneficiarse de ellos. Pero aquí hablamos de otra formación común a todos, en estas
nuevas circunstancias, que habrá de articularse de modo diverso en las propuestas formativas ya existentes para sacerdotes, religiosos y laicos, o en algunos casos creando nuevas iniciativas.
Propuesta de temas que pueden acompañar la formación permanente a lo largo de estos tres cursos:
1.- ¿Qué entendemos por evangelización?
2.- Proponer la fe en la sociedad de hoy.
3.- Llamados por el dinamismo de la misión.
4.- Nueva Evangelización e inculturación de la fe.
5.- Retos y desafíos de nuestro tiempo en nuestra diócesis.
6.- Nueva Evangelización y primer anuncio.
7.- Escenarios urbanos de la Nueva Evangelización.
8.- La parroquia y otras realidades eclesiales en el momento actual.
9.- Nueva Evangelización y medios de comunicación social.
10.- Nueva Evangelización y parroquia.
11.- Papel de los laicos en la Nueva Evangelización.
12.- Los jóvenes y la Nueva Evangelización.
13.- Nueva Evangelización, caridad y pastoral social.
14.- Piedad popular y Nueva Evangelización.
15.- El Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Comisiones de
Nueva Evangelización.
16.- El Atrio de los gentiles.
· ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
No podemos olvidar que el fundamento absoluto de toda nuestra acción
pastoral es la meditación sobre el misterio de Cristo. Los hombres de nuestro
tiempo piden a los creyentes de hoy no sólo hablar de Cristo, sino en cierto
modo hacérselo ver (recordamos a aquellos griegos que se acercaron a Felipe
y le dijeron: “Queremos ver a Jesús”, Jn 12,21). Pero nuestro testimonio será
deficiente si nosotros no somos los primeros contempladores de su rostro. La
contemplación del rostro de Cristo se centra, sobre todo, en lo que de él dice la
Sagrada Escritura a partir de los Evangelios. A la contemplación plena del rostro del Señor no llegamos sólo con nuestras fuerzas, sino dejándonos guiar por
la gracia. Sólo la experiencia del silencio y la oración ofrece el horizonte ade-
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cuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento más auténtico,
fiel y coherente, del misterio de Cristo.
Ante el horizonte pastoral es necesario que el programa del Evangelio se
siga introduciendo en la historia de cada diócesis, teniendo en cuenta que debe
formular orientaciones pastorales adecuadas, programaciones concretas, objetivos y métodos de trabajo, caminos de formación y de acompañamiento de
acuerdo con la realidad en la que tiene que llevar a efecto la tarea evangelizadora.
· La santidad es más que nunca una urgencia pastoral. Poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad tiene múltiples consecuencias:
de entrada el bautizado no podrá llevar ya una vida mediocre. No podemos olvidar que los caminos de la santidad son múltiples y adecuados a la vocación
de cada uno.
· La oración. Nuestras comunidades cristianas tienen que ser auténticas
escuelas de oración; se equivocan quienes piensan que el común de los cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de llenar la vida. Ante tantos modos en que el mundo de hoy pone a prueba la fe, no sólo
serían cristianos mediocres, sino cristianos en riesgo.
· La eucaristía dominical. Debe ser para el cristiano el centro del domingo, sentido como día especial de la fe, día del Señor resucitado y del don
del Espíritu, verdadera Pascua de la semana. La Eucaristía dominical es también el antídoto más natural contra la dispersión. Es el lugar privilegiado donde
la comunión es anunciada y cultivada constantemente.
· El sacramento de la reconciliación. Esforzarse para afrontar la crisis
del “sentido del pecado” que se da en la cultura contemporánea. Descubrir a
Cristo como mysterium pietatis, en el que Dios nos muestra su corazón misericordioso y nos reconcilia plenamente consigo.
· Primacía de la gracia. Hay que salir al paso de la tentación que piensa
que los resultados dependen de nuestra capacidad de hacer y programar. Por
supuesto que tenemos que emplear los mejores recursos a nuestro alcance
pero sin Cristo no podemos hacer nada.
· Escucha de la Palabra. De tal forma que la escucha de la Palabra se
convierta en un encuentro vital, en la antigua y siempre válida tradición de la
lectio divina, que permite encontrar en el texto bíblico la Palabra viva que interpela, orienta y modela la existencia.
· Anuncio de la Palabra. Alimentarnos de la Palabra para ser “servidores de la Palabra” en el compromiso de la evangelización. La acción misionera
de la Iglesia ya no puede ser delegada a unos pocos especialistas sino que
tiene que implicar la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios
· Testigos del Amor. Si verdaderamente hemos contemplado el rostro
de Cristo, nuestra programación pastoral se inspirará en el mandamiento nuevo
del amor.
· Espiritualidad de comunión. Los espacios de comunión han de ser
cultivados y ampliados día a día, a todos los niveles, en el entramado de la vida
de cada Iglesia. Esta perspectiva de comunión tiene que estar unida a la capacidad para acoger a todos los dones del Espíritu. La unidad de la Iglesia no es
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uniformidad, sino integración orgánica de las legítimas diversidades. La Iglesia
tiene que impulsar a todos los bautizados a tomar conciencia de la responsabilidad activa en la vida eclesial.
Propuesta de temas para retiros y acompañamiento:
1.- Reflexión a partir de la Novo Millennio Ineunte.
2.- Fundamentos para la formación de los evangelizadores.
3.- La santidad y los nuevos evangelizadores.
4.- Agentes evangelizadores y actitudes.
5.- La dimensión espiritual de la Nueva Evangelización.
6.- La Nueva Evangelización y la Palabra.
7.- La Nueva Evangelización y la opción por los pobres.
8.- Liturgia y Nueva Evangelización.
9.- La conversión y la Nueva Evangelización.
10.- La oración, alma y espíritu de toda evangelización.
11.- El espíritu de la evangelización.
12.- Hacia una espiritualidad de comunión.
13.- Espiritualidad en tiempos de crisis.
Acciones
48. A partir de estas propuestas, realizar un programa de formación
permanente y de acompañamiento espiritual para tres cursos, adaptado a
los diferentes ámbitos: laicos, vida consagrada, sacerdotes.
Responsables: Delegación de Apostolado Seglar, CONFER, Delegación del
Clero.
Tiempo: septiembre-octubre 2013, planteamiento; noviembre 2013, puesta en
marcha.
49. Estudiar la forma de coordinar las distintas iniciativas de formación que existen en la diócesis, tanto generales como específicas, para
evitar duplicidades y optimizar las ofertas; y ver la posibilidad de organizar unas jornadas intensivas (Escuela de verano o Semana pastoral).
Responsables: Vicaría Pastoral, delegados.
Tiempo: 2013-2014, estudio y propuesta.
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