La ciudad construida
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La ciudad construida
Demos|6 Fulls de recerca i de divulgació David Estal Ramon Marrades Chema Segovia La ciudad construida Del plan urbanístico al proceso ciudadano Prólogo de Josep Sorribes Con la colaboración de: Colección Demos, nº 6 Director académico: Vicent Flor i Moreno Primera edición (en valenciano): junio de 2014 Primera edición (en castellano): noviembre de 2014 © del texto: David Estal, Ramon Marrades y Chema Segovia (www.laciudadconstruida.com) © del prólogo: Josep Sorribes © de esta edición: Fundació Nexe (www.fundacionexe.org) Producción: Jaume Ortolà www.riuraueditors.cat Carrer de l’Agregació, núm. 1, 2n 1a 08041 Barcelona ISBN: 978–84–940877–7–6 (de la edición en valenciano) Contenidos Prólogo: La orquesta del «Titanic» 5 Perspectivas y oportunidades de la ciudad construida 13 La ciudad bajo nuestros pies 15 La resiliencia de la ciudad mediterránea 15 Dinámicas espontáneas y espacios urbanos 24 El puente desde la política pública 35 Del plan urbanístico al proceso ciudadano 41 La planificación en crisis 42 El proceso ciudadano, base del desarrollo local 50 Uso, diseño y gestión 58 Bases y aplicaciones 66 Implicación ciudadana 67 El tiempo inmediato 76 Innovación es social 84 Conflicto y convivencia 90 Identidad urbana 96 Conclusión y agradecimientos 102 Anexo fotográfico 104 Bibliografía 113 Prólogo: La orquesta del «Titanic» Cuando David, Ramon y Chema me pidieron un prólogo para su trabajo La ciudad construida: del plan urbanístico al proceso ciudadano, experimenté un gozo que no tenía nada que ver con cualquier otro tipo de encargo. Gozo, y —¿por qué no decirlo?— un cierto orgullo, del hecho de que gente joven tan valiosa hubiera depositado en mí su confianza. En mí, que ya tengo a tiro de piedra la jubilación y que a pesar de mi acreditada costumbre (un poco vampiresca o fáustica) de rodearme de gente más joven, soy —quiera o no— miembro de la generación precedente, aquella que se lo creyó, y tengo la cabeza hecha y deshecha por las prácticas habituales de hace diez, veinte, treinta e incluso cuarenta años. Gozo y orgullo, por lo tanto, como primera respuesta al encargo. La segunda reacción instantánea fue la aceptación de la encomienda. En primer lugar, por razones obvias de amistad. A un amigo (en este caso en plural) nunca se le dice que no, si no es para hacer honor a la amistad, que, precisamente, permite y hasta exige la franqueza, la falta de circunloquios y la ausencia del imperativo de «quedar bien». Y del corazón a la razón, aunque en ésta siempre permanece el pesimismo. El ácido Amadeu Fabregat escribió ya hace muchos años un artículo magistral en 5 la revista Batlia en el que renunciaba a hablar del futuro de Valencia porque Valencia y futuro eran términos antagónicos. Artículo literariamente brillante y lleno de ironía y amargura, pero que no me sirve de referencia. Yo todavía creo en el futuro de esta desafortunada pero vitalista ciudad, y trabajos como el de David, Ramon y Chema son los que ayudan a divisar alguna esperanza. Por lo tanto, también me apetecía escribir el prólogo para mostrar públicamente mi acuerdo con el grueso de las reflexiones y las propuestas que siguen. Acuerdo y compromiso personal —humilde y con fecha de caducidad— que he tratado de cultivar con los tres autores (y con una docena corta de personas) en un quilombo que tiene por nombre Aula Ciutat. Gozo, orgullo, amistad, compromiso… Todavía queda una pequeña razón —la menos importante de todas— para explicar mi presencia en este trabajo en forma de prologuista. Tenía mucho interés en ver la sistematización de las ideas —nuevas ideas— que habíamos comentado mil y una veces, pero que todavía no se habían puesto negro sobre blanco. Y, al leerla, no descartaba a priori hacer alguna enmienda u observación, porque, como dicen los mismos autores en algún lugar, lo importante es «el valor del trayecto», y todas las ideas tienen que pasar por la criba de la crítica para poder madurar y convertirse en un pensamiento alternativo con fuerza, en un nuevo paradigma. En resumidas cuentas, al final son el gozo, el orgullo, la amistad, el compromiso y el deber crítico el quinteto que justifica que, con su permiso, tome la palabra. 6 No haré ni intentaré hacer ninguna «síntesis» de las ideas que los autores desarrollan. Es mucho mejor que el lector se enfrente con el alud de nuevas ideas que le espera, porque si algo caracteriza el trabajo es precisamente la acumulación organizada de un nuevo análisis y de las sugerentes propuestas que se derivan. Me limitaré, pues, a subrayar algunas ideas (que ya han dado frutos concretos en el campo de la acción como se demuestra en el quinto apartado) y a mencionar al final algunas pruebas de las resistencias al cambio que mis amigos y autores no desprecian en absoluto, pero que para mí —cosas de la edad— tienen inevitablemente más peso. Marginalmente, haré alguna matización de orden menor de la familia del «sí, pero…». Pongámonos manos a la obra. El libro, largo ma non troppo, porque el tema se lo merece, expone de forma contundente y razonada la necesidad de una nueva mirada sobre la ciudad, sobre nuestra ciudad, pero también sobre otras. Una nueva mirada que busca plantear nuevas categorías analíticas hasta que podamos hablar con propiedad de un nuevo paradigma. Una mirada que también busca conjugar (y el esfuerzo «no hace ruido») las nuevas ideas sobre continente y contenido que, además, interactúan de manera tan continua como provechosa. En cuanto al continente (hagamos esta separación por motivos estrictamente discursivos), el grueso de la argumentación descansa en la evidencia de la obsolescencia de los instrumentos de planificación y de intervención sobre la ciudad que han cristalizado en un urbanismo jerár7 quico, impuesto desde arriba, del cual la crisis se ha encargado de demostrar su incapacidad para resolver los problemas y las necesidades. Una justa e inmisericorde crítica del «plan» —desde el urbanismo del siglo xx—, en el que todo está ligado y muy ligado, pero que no tiene respuesta para unas ciudades que ya no crecen ni crecerán en el futuro y que están llenas de espacios o edificios no utilizados o infrautilizados, de descampados periféricos de futuro incierto (que a mí me gusta denominar la estética del matojo). Unas ciudades llenas de oportunidades precisamente por su coexistencia con esta no ciudad. ¿Para qué queríamos un plan en que todos los usos están grafiados y en el que todo está «previsto», pero que no tiene ninguna previsión temporal de ejecución ni da ninguna garantía de que lo previsto sea lo que los ciudadanos necesitan o desean? Frente al plan impuesto (a pesar de que alguien defienda que la democracia formal aplicada elimina la «imposición»), la alternativa del triángulo virtuoso uso-diseño-gestión donde la voz y la iniciativa la tienen los ciudadanos. Utopía necesaria como el aire que respiramos 30 veces por minuto como dice la canción. El tema está explicado y reexplicado con mucho detalle y sobran las palabras de un servidor. Si acaso, además de la dificultad de aprovechar las «grietas» del sistema —de la cual hablaré después—, la lectura del texto me ha suscitado la pregunta de cuáles son las enseñanzas positivas que se pueden sacar de la historia de la disciplina urbanística. Después de haber leído 8 dos veces la History de Benevolo, sospecho que habría que releerla para encontrar las cosas aprovechables en el nuevo paradigma. Es, simplemente, una duda/ sugerencia. En cuanto al contenido, a aquello que hacemos en las ciudades, a los usos que damos a los espacios, el discurso de mis amigos es teóricamente sólido, muy sólido. A partir de la evidencia de la crisis y del muy estructurado concepto de la resiliencia, o capacidad de recuperarse de un golpe, hay todo un discurso sobre las ventajas de la densidad, la diversidad de usos, el mix socioeconómico, que bebe del más fructífero pensamiento sobre las ciudades actuales: el que nos ha dejado como herencia Jane Jacobs, y el que se esfuerzan por desarrollar Richard Florida —y su clase creativa— o el propio Glaeser (siempre un poco más académico). Un pensamiento que gana adeptos a una velocidad inusitada y que cada vez es más irrebatible. Es cierto que la ciudad mediterránea, compacta, «la nuestra», tiene ventajas a la hora de reorientar y renovar el uso que hacemos de las ciudades, pero ni somos tan mediterráneos (ved cómo ha avanzado el Urban sprawl en el área metropolitana de Valencia) ni los mensajes de Jacobs, Florida, Glaesser y tantos otros se limitan, afortunadamente, a un tipo concreto de ciudad. Lo que es irrenunciable es la necesidad de añadir al espacio público tradicional los terceros espacios colaborativos donde tenga lugar la catarsis de la innovación transversal (y de ésta tenemos mucha), y donde, a pesar de la ampliación de las disparidades socioeconómicas 9 provocada por la crisis, se mantenga un nivel de cohesión social (convivencia y sentimiento de pertenencia) que haga que la población (particularmente la más joven) se reafirme en aquello de «es bueno estar aquí». Tolerancia, talento propio y atraído y mucha innovación transversal… Una buena receta para una ciudad mucho más viva, participativa y divertida, que es la única manera conocida de salir de la crisis con nuevos equipajes. Pero las políticas públicas tienen que permitir que las cosas buenas pasen. Si ayudan, mejor. Pero, al menos, podrían dejar hacer, no por liberales (que supuestamente lo son), sino para no aumentar las trabas a las nuevas iniciativas civiles. Y otro tanto podría decirse de las fuerzas de la oposición que a veces tienen la tentación de sumarse a los movimientos sociales o capitalizar de manera artificial algunas iniciativas. El famoso laissez faire tiene otra dimensión mucho más provechosa. Hablaré, por último, de aquello que anunciaba hace poco: las resistencias al cambio. La propuesta hecha por los autores es impecable. Es, como ya he dicho, la utopía necesaria y los hechos empiezan a darles la razón. El proceso se impone cada vez más a aquello que se ha previsto en el plan y las nuevas dinámicas urbanas y los terceros espacios colaborativos se multiplican. Tal vez más en la ciudad central que en el conjunto del área metropolitana; y dentro de la ciudad central, más en unos barrios (con mayoría, curiosamente, de aquellos «anexionados» a la fuerza en la segunda mitad del xix) que en otros. Pero funcionar, funciona. 10 Lo que no funciona es el carácter inmovilista de unas políticas públicas que no permiten que pasen las cosas buenas y una institución sagrada como es el derecho de propiedad que, cuando menos, dificulta (y mucho) la capacidad democrática de los ciudadanos de decidir el mejor uso de espacios y edificios vacíos o infrautilizados. Habrá que afanarse de lo lindo para superar estos obstáculos por la vía de los votos o de la presión directa. No se puede aguar la fiesta a la que todos estamos convocados. Y David, Ramon y Chema forman parte de una cada vez más numerosa orquesta del «Titanic», ya saben, la de aquellos que no dejaron de tocar ni en los momentos más difíciles. Chapeau!! Josep Sorribes, economista Abril de 2014 11 Perspectivas y oportunidades de la ciudad construida La ciudad temporal, la ciudad espontánea, la ciudad que decrece, la ciudad después del abandono, la ciudad vacante, la ciudad del mientras tanto, la ciudad en transición, la ciudad improvisada, la ciudad adaptable, la ciudad jubilada, la ciudad arrítmica, la ciudad intermedia…, la ciudad construida. Todos estos nombres tratan de acotar una misma realidad: la ciudad del presente. El planeamiento vigente, de herencia racionalista, nos ha acostumbrado a formular el hecho urbano en tiempo futuro, soñando con el ideal imposible de una ciudad terminada y estática. A medida que el camino que lleva hacia ese punto final se hace más difícil de transitar, el plan necesita cerrar los ojos a todos esos obstáculos e imprevistos naturales a los cuales es incapaz de dar respuesta. Ahora que el desfase temporal entre los planes y su ejecución efectiva se eterniza hasta hacerlos obsoletos, es hora de buscar respuestas ágiles y rápidas a las necesidades de nuestras ciudades. Éstas señalan la exigencia de anteponer el tiempo presente a la promesa de futuro e implican el aprovechamiento de los recursos existentes, la inmediatez de respuesta y la reivindicación de la 13 figura del ciudadano. En contraste con aquella ciudad del planeamiento concentrada en crecer ordenadamente según aquello que se ha pautado, la ciudad de hoy exige ser pensada desde su realidad construida como escenario de la vida ciudadana. Nuestro enfoque supone revisar el modelo precedente de hacer ciudad en base a tres conceptos: el uso como la herramienta más potente de participación ciudadana; el diseño como servicio y no como imposición; la gestión como garantía de sostenibilidad de la ciudad. Para avanzar en este contexto compartido, sugerimos pasar del «plan» al «proceso»; construir sobre lo ya construido e incorporar las dinámicas de uso que existen y se están desarrollando de manera espontánea y múltiple en la ciudad al margen de quien la diseña. Hay que dar valor al aprendizaje del trayecto, entendiendo la ciudad como una construcción social y cultural abierta en el tiempo, un cuento de nunca acabar. 14 La ciudad bajo nuestros pies Antes de plantear nuestra propuesta de construcción urbana se hace necesario dibujar el marco general y el escenario económico en que surge. La herramienta que desarrollamos en estas páginas es indisociable de los factores propios que caracterizan la ciudad mediterránea y también de una crisis económica todavía no superada del todo. Explicaremos, usando el concepto de «resiliencia» y tomando muchas veces el ejemplo de Valencia, cómo la estructura urbana ha reaccionado ante esa crisis. Lo relacionaremos con la emergencia de dinámicas espontáneas de carácter espacial (geográficamente localizadas y transformadoras del territorio) que la obsolescencia de modelos rígidos de política urbana no permite aprovechar. Por último, explicaremos cuáles tendrán que ser las bases y tendencias que definan las nuevas herramientas propuestas. La resiliencia de la ciudad mediterránea Un sábado de diciembre de 2013, las 11.30 h y 24 °C. Una deriva aleatoria por el centro histórico o un paseo por el Mercado Central. Quizás sean el color de la luz y 15 la temperatura de perenne primavera, pero Valencia no parece estar en crisis. A salto de mata, los turistas compiten con los locales para disfrutar del limitado espacio público en la plaza de la Reina. Un grupo de jóvenes baila swing a las espaldas de la Lonja, las terrazas de los bares, dinamizadoras y a la vez apropiacionistas del espacio público, están a rebosar. Parece que la ciudad hierve de energía; pero los indicadores económicos muestran lo contrario. Una de cada cuatro personas que quiere trabajar está en el paro, sólo dos de cada cinco personas están afiliadas a la Seguridad Social.1 Es relativamente sorprendente que la ruptura de la cohesión social (suma de convivencia pacífica y algún tipo de sentimiento de pertenencia) no se haga más visible, a pesar de que las disparidades económicas se ensanchan: pensamos en las brechas generacionales o, todavía más, en el gap entre fijos y temporales en el mercado de trabajo. En los últimos años se ha despedido masivamente a la gente con contratos de corta duración —y los jóvenes se ven obligados a trabajar en una gran proporción con este tipo de contratos (Villodres, 2013)—. La crisis ha golpeado especialmente a los sectores con un bajo nivel de capital humano y alta temporalidad como por ejemplo la hostelería, los servicios, el turismo y la construcción. Sectores que, por otro lado, habían ganado mucho peso durante el periodo anterior al estallido de la burbuja. 1. Datos de la Oficina Estadística Municipal del Ayuntamiento de Valencia para el tercer trimestre de 2013. 16 El relato de la crisis es conocido, pero la respuesta no es obvia cuando nos preguntamos cómo es posible que el sufrimiento económico no provoque niveles más patentes de malestar y conflicto social. Es posible que haya algunos elementos estructurales que hacen que, en términos agregados, nuestra sociedad pueda soportar cotas altísimas de sufrimiento económico. Volvamos al territorio. Valencia, la ciudad mediterránea, es un espacio de convivencia y encuentro. Un espacio de innovación social —concepto redundante, porque la sociedad es innovadora por definición— y de desarrollo económico. Nuestra tradición urbanística, parcialmente distorsionada en el periodo de la burbuja inmobiliaria, ha generado ciudades consistentes y accesibles. A pesar de que en España hemos doblado la cantidad de terreno urbanizado en el periodo anterior a la crisis (Gómez Mendoza, 2013), creando algunos barrios segregados e incrementando los costes medioambientales, el diseño urbano es, en general, consistente. Los barrios centrales y de primera corona (Russafa, Gràcia o Lavapiés) siguen mostrando una gran diversidad de usos y una aparente diversidad socioeconómica. La pura convivencia elimina factores irracionales de rechazo al otro que son caldo de cultivo para el surgimiento de la ultraderecha. La consistencia de la trama urbana, que permite desplazamientos peatonales y movilidad blanda —muchas veces a pesar de algunas políticas públicas— tiene efectos directos en la felicidad de los ciudadanos. Por ejemplo, para mostrar los mismos niveles de satisfacción con la vida, una persona que dedi17 ca una hora diaria a desplazarse tiene que ganar un 40 % más que otra que puede ir andando al trabajo (Stutzer y Frey, 2008). A la inversa, si existe este trade-off, la relativa densidad de nuestras áreas urbanas hace que podamos conformarnos con niveles de ingresos bastante inferiores. Charles Montgomery explora en The Happy City (2013) la intersección entre urbanismo y felicidad. Sus ejemplos se asemejan mucho a lo que podemos observar cada día en el Jardín del Turia de Valencia, un espacio compartido, de movilidad sostenible, de actividad y, también, de felicidad. Muchas veces los urbanistas, especialmente los norteamericanos, ponen énfasis en la virtud de la densidad, los usos mixtos y la convivencia geográfica de gente con un estatus socioeconómico distinto. Virtudes que, dejando de lado el paréntesis del último tercio del siglo xx y la primera década del xxi, con la creciente suburbanización y la fascinación por un modelo impropio, están en la base de las maneras tradicionalmente valencianas y, por extensión, mediterráneas, de hacer ciudad. La ciudad de configuración mediterránea ha demostrado tener unas características físicas, en primer orden, y socioeconómicas, en segundo orden, que le permiten superar esas crisis, haciendo patente la relación entre la trama urbana, la manera en que se usan las ciudades y la resiliencia urbana. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de resiliencia? La resiliencia urbana es la capacidad de reacción y adaptación de los sistemas urbanos, regionales, económicos ante crisis económicas entendidas como fenómenos causados por elementos externos. 18 La resiliencia es un término relativamente nuevo en ciencias sociales que nos ayuda a redefinir el éxito económico, puesto que el PIB no nos dice mucho sobre la asignación eficiente de recursos (principalmente del capital humano), y, además, periodos de rápido crecimiento pueden tener por consecuencia una mayor vulnerabilidad de la economía si este crecimiento está basado en la expansión de sectores de difícil reconversión. El caso del País Valenciano es paradigmático con la construcción y el turismo. Antes, cuando explicábamos como Valencia se enfrenta a situaciones económicas adversas, hablábamos de resiliencia. Las recesiones económicas son choques sistémicos que interrumpen y perturban periódicamente el proceso de desarrollo económico (Martin, 2012). Richard Florida (2010) afirma que los cambios en la distribución geoeconómica son causados por las crisis y que cada gran crisis va acompañada de una nueva redistribución espacial y de nuevas maneras de trabajar y de vivir. Las aglomeraciones urbanas europeas han experimentado varios choques en los últimos veinte años. Pensemos en la caída del muro de Berlín o el estallido de la burbuja inmobiliaria; son fenómenos con evidentes consecuencias para las ciudades que han catalizado una reconfiguración de la estructura económica —determinando cómo se adaptarán en el futuro a los cambios— y en la distribución geográfica de actividad y población. La creciente atención a la resiliencia puede ser una respuesta a una sensación generalizada de incertidumbre y de inseguridad, y una búsqueda de 19 fórmulas de adaptación y supervivencia (Christopherson, Michie y Tyler, 2010). En general, la resiliencia es la capacidad de un sistema determinado de recuperarse de un golpe. Es interesante comprobar si una ciudad ha sido capaz de asimilar los shocks que sufre de una manera flexible y cuáles han sido los impactos de los resultados de esta absorción en términos de cambio estructural. Ron Martin (2013) distingue cuatro dimensiones de la resiliencia: la resistencia, la recuperación, la reorientación y la renovación. La resistencia mide cuál es el grado de sensitividad de un sistema económico respecto a un shock exterior, y tiene un componente cuantitativo (el mantenimiento de un cierto nivel de ocupación, el volumen de incremento de las desigualdades, etc.), pero también, y no menos importante, un componente cualitativo que está ligado a las percepciones de las magnitudes de las crisis. En cuanto a la recuperación, trata de la capacidad y la rapidez para volver a los niveles previos a la crisis de indicadores económicos —de ocupación, del PIB, etc.—. La renovación supone el retorno a la senda de crecimiento de antes de la crisis o la asunción de un nuevo patrón de desarrollo, y está relacionada con la reorientación que cuantifica los cambios estructurales de un sistema económico debidos a efectos de la propia crisis. Analizar la resiliencia urbana tiene algunas implicaciones en cuanto a las políticas públicas y el urbanismo. ¿Cuáles son las razones por las que una ciudad es capaz de recuperarse de las crisis y soportarlas? Es decir, ¿por 20 qué son unas ciudades más resilientes que otras? ¿Qué políticas públicas se pueden llevar a cabo para fomentar la resiliencia? La respuesta es difícil porque las reacciones agregadas a las recesiones son la consecuencia de un cúmulo de ajustes y respuestas de un grupo heterogéneo de agentes urbanos. Buscaremos una respuesta. Las cuatro dimensiones citadas de la resiliencia —resistencia, recuperación, renovación y reorientación— ocurren simultáneamente en escalas distintas y con una cierta secuencia temporal. La resistencia mide un comportamiento prácticamente inmediato o de corto plazo, ejemplifica cómo el sistema soporta un acontecimiento relativamente inesperado. La recuperación necesita un margen de tiempo y, obviamente, será más o menos rápida dependiendo del nivel de resistencia. Con todo, no hay una relación causal evidente entre un alto nivel de resistencia y una rápida recuperación. La recuperación puede estar basada en factores externos y puede implicar o no una cierta renovación y reorientación económica. El nivel de resistencia estará relacionado, pero no de manera evidente, con la magnitud de la renovación y/o reorientación. Al mismo tiempo, vivimos en un periodo de emergencia de las geografías locales y regionales. Los escenarios de resiliencia se encuentran en estas escalas y, en esencia, están al margen de las instituciones y las dimensiones estatales. El mantenimiento de los niveles de ocupación y de ingresos durante una crisis económica depende del volumen del mercado interno, del nivel de exposición al exterior, de la estructura produc21 tiva, etc. Pero, dada una caída de la ocupación y de los ingresos, los elementos de resistencia a las situaciones adversas que mantienen la cohesión social y el dinamismo económico se encuentran, sobre todo, en el nivel sublocal (el barrio, la familia y la red de amistades). Podríamos decir que la resistencia es para la resiliencia económica, la dimensión de las personas. Ésta es una de las razones por las cuales Valencia ha mantenido —e incluso aumentado— un gran nivel de dinamismo, sobre todo en los sectores donde predomina la autoorganización como el ocio, la cultura y la creatividad. Por otro lado, la recuperación económica, la velocidad con la que se vuelve al estado anterior a la crisis, se produce a nivel supraregional. A escala de las euroregiones se dan los intercambios productivos y se da gas a la actividad económica. La recuperación depende entonces de la actividad empresarial y emprendedora que detecta opciones de mercado. Muchas veces supone la reanimación de sectores subsidiarios de demanda exterior que ya eran dinámicos antes del estallido de la crisis. Puede tratarse de los mismos sectores —como el caso del turismo o la fabricación de vehículos de motor— en los cuales se daba una sobreespecialización. Sobreespecialización que era a la vez sobredependencia de la demanda externa y, por lo tanto, elemento de baja resistencia o vulnerabilidad. Finalmente, la renovación y la reorientación son las dimensiones de la resiliencia más relevantes a largo plazo. La adopción de un nuevo patrón de desarrollo económico y, sobre todo, la reorientación de la estructura 22 productiva catalizada por la crisis, establecen las bases para el desarrollo futuro y determinarán la capacidad de adaptación a las siguientes crisis y a cambios exógenos. La renovación y la reorientación hacen necesario establecer un puente —desde la política pública— entre las escalas locales y regionales. Las dinámicas de recuperación, dependientes de mercados externos, se tienen que aprovechar vinculándolas con las dinámicas endógenas de resistencia y, así, desarrollar un modelo de crecimiento endógeno orientado al exterior vinculando las dos dimensiones geográficas. Volveremos a este último aspecto. Volvemos a tomar Valencia como ejemplo. La capital, como las otras ciudades del País Valenciano, ya es compacta, densa y de usos mixtos. Sus características endógenas han potenciado la resiliencia urbana fomentando los mecanismos de encuentro y el dinamismo creativo de las personas y los barrios. Están ahora sobre la mesa los elementos de recuperación y reorientación. Es el momento de aprovechar las virtudes intrínsecas y fomentar la creatividad ciudadana a través de los procesos urbanos. El Cabanyal quizás es el mejor ejemplo de cómo un barrio puede recuperarse de presiones sucesivas: el incendio de las barracas (1796), los bombardeos de la Guerra Civil (1936–39), la riada (1957), los escombros del PEPRI (2001–2013). No es cuestión de elogiar sólo esta capacidad de supervivencia, la cual puede ser consecuencia de «ataques exógenos» desproporcionados, sino de basar el desarrollo urbano en esas capacidades. 23 Dinámicas espontáneas y espacios urbanos Los instrumentos de construcción urbana tienen que nacer de las relaciones consistentes de fidelidad entre economía y territorio en las que la identidad y la identificación son claves. Si sentirnos a gusto en el lugar donde vivimos ha sido un elemento clave de resiliencia, ese sentimiento es un ingrediente fundamental para la ciudad del mañana. Estas relaciones simbióticas tienen mucho que ver con lo que entendemos por sentido de comunidad. La gente de Gallup y de la Knight Foundation analizaron diferentes áreas urbanas americanas en «The Soul of the Community»2 para intentar averiguar qué factores hacen que las personas se encuentren arraigadas al lugar donde viven. Desde el Mediterráneo occidental nos podemos sentir muy identificados con los hallazgos: la estética del lugar, la vida social, la apertura y la tolerancia (las barreras sociales de entrada son bajas, después hablaremos de los mecanismos de integración). Factores que en segundo orden están correlacionados con el crecimiento económico. Finalmente, el sentido de comunidad, la calidad de vida y la actividad empresarial se pueden reforzar mutuamente. Trasladándolo al espacio físico, el sentimiento de confianza, la sensación de pertenencia, la relación de 2. Gallup es una empresa de análisis de opinión. La Knife Foundation se dedica a financiar ideas transformadoras en el periodismo, la comunicación y la participación ciudadana. Se pueden consultar los resultados del informe en <http://soulofthecomunity.org>. 24 fidelidad entre una persona y el lugar que habita, tienen mucho que ver con la existencia de espacios de encuentro donde pasan determinadas cosas en clave colectiva. El sociólogo Ray Oldenburg observó en su libro The great good place (1982) que la sociedad suburbanizada norteamericana había renunciado a los encuentros informales en el espacio público en beneficio de la esfera privada, y que, así, a los americanos se les negaba una de las formas de aliviar el estrés que actúa tan efectivamente en otras culturas (como la nuestra) y que son elementos claves en la generación del que denomina «sentimiento de comunidad». Lo que Oldenburg observaba en espacios como cafés, librerías, bares o salones de peluquería, sucede de manera multiplicada en nuestras calles. Oldenburg denominó esos lugares third places (terceros espacios); son espacios donde las personas pueden observar y encontrarse, donde se dejan de lado las preocupaciones del trabajo y el hogar, y se pasa el rato simplemente por el placer de la buena compañía y la animada conversación. Son el corazón de la vitalidad social de las comunidades y la base de la democracia. Los terceros espacios funcionan como terreno neutral, sirven de niveladores, puesto que son espacios inclusivos. La mayor parte de las asociaciones humanas están basadas en relaciones con algún propósito objetivo. Por el contrario, lo que Georg Simmel denominaba «sociabilidad pura» es precisamente las ocasiones en que la gente se encuentra sin ninguna finalidad específica. En los terceros espacios la conversación es la acti25 vidad principal. Un cuarto elemento que los caracteriza es la accesibilidad y el confort. Los terceros espacios con más éxito son aquellos donde se puede ir solo a casi cualquier hora del día o la noche con la seguridad de que habrá algún conocido. Porque los habituales, el quinto elemento, son tan importantes como el espacio físico. Los terceros espacios no son nada sin las personas concretas que están allí para llenarlos de vida. Cada cliente/usuario regular fue una vez un recién llegado, y la aceptación de los recién llegados es esencial para la vitalidad sostenida de los terceros espacios. Los terceros espacios no tienen barreras (sociales) de entrada. El séptimo factor es el perfil bajo. Además, el ambiente es festivo. El espíritu lúdico es clave, la alegría y la aceptación reinan por encima de la ansiedad y la alienación. El tono de las conversaciones no suele estar marcado por la tensión o la hostilidad. Finalmente, son un hogar fuera de casa. Aunque de una manera radicalmente diferente, los terceros espacios son muy similares a la propia casa en cuanto al bienestar psicológico que generan. Los ocupantes de los terceros espacios a menudo tienen los mismos sentimientos de calidez, posesión y pertenencia que tendrían en sus propios hogares. Sienten que un trozo de ellos mismos está arraigado al espacio, y su espíritu se reconforta pasando el rato allí. Desde una óptica contemporánea podemos identificar algunos lugares físicos que tienen características similares en los terceros espacios de la teoría de Oldenburg (desde la socialización a la reunión o el ambiente), pero además son embriones de transforma26 ciones urbanas a partir, precisamente, de los encuentros que acogen. No nos referimos ya a espacios que funcionan como contrapeso del hogar (primer espacio) y de la oficina (segundo espacio), sino que mezclan hábitos y usos propios de ambos espacios: el ocio o el disfrute y el trabajo o la profesión. Son espacios que tienen, además, atributos típicamente de espacio público tal y como lo entiende Habermas (2004): el espacio donde ocurre la discusión política y las acciones de cambio. Tabla de negociación y autogestión. Espacios de «la esfera pública» Terceros espacios colaborativos Propiedad Accesibilidad Uso Decisión común común común común común/ privada común común colectiva Los espacios públicos tradicionales se caracterizan por el hecho de que tanto la propiedad como la accesibilidad, el uso y el proceso de decisión sobre lo que allí sucede son comunes, públicos. El ejemplo clásico es el del ágora y su equivalente del s. xx es el de la plaza pública. Lo que denominaremos «terceros espacios colaborativos» siguen teniendo accesibilidad y uso comunes, pero la propiedad de éstos puede ser tanto pública como privada, y la gestión y el proceso de decisión suelen ser colectivos. Una reducida comunidad o un grupo de personas con objetivos similares controlan —descargando el control de un significado coercitivo— el proceso de decisión. 27 Los espacios culturales multifuncionales, los coworkings, las tiendas efímeras, los huertos urbanos, los solares recuperados como espacios públicos funcionan así como terceros espacios colaborativos, y son el pilar de una generación involucrada con el entorno próximo. Esos terceros espacios colaborativos, que tienen elementos de ocio y trabajo, tienen en común las siguientes características: En primer lugar, son escenarios de transformación urbana: acogen la discusión política (al menos implícitamente) y suponen el paso de la reivindicación reactiva a la activa a través de acciones efectivas. En segundo lugar, utilizan la temporalidad como herramienta de negociación. Bishop y Williams (2012) exploran en The Temporary City los casos en que nuevos usos temporales pueden tener efectos duraderos sobre las ciudades. En tercer lugar, son financiados y gestionados colectivamente, muchas veces con maneras profesionalizadas para garantizar la sostenibilidad económica; como los espacios de la clase creativa de Florida (2002) o los de los «culturemprendedores»3 de Lange et al. (2008), de los cuales a continuación hablamos. Por último, son espacios permeables (Sennett, 2006), sin barreras sociales de entrada. Desde una perspectiva generacional —pensamos en los jóvenes adultos del momento, los llamados millen3. Lange (2008) acuñó el término culturpreneurs para definir los profesionales creativos y flexibles (muchas veces precarios) que emprenden en los sectores culturales. 28 nials—, observamos que muchos de los factores que gobiernan nuestros objetivos y nuestras aspiraciones giran en torno a la disponibilidad y la percepción de espacios de participación más allá del marco tradicional de la implicación politicoinstitucional, incluyendo aspectos sociales y económicos. Son lugares, tanto simbólicos como físicos, donde las personas pueden relacionarse y sacar un provecho activo de estas conexiones para hacer y crear colectivamente. Los espacios relacionales estimulan el intercambio de conocimiento e ideas que desencadenan procesos de transformación. Actúan como epicentros de una generación altamente móvil que alterna el autoempleo con los trabajos por proyecto. Estos espacios sirven de intersecciones donde ocurre el networking vital, a caballo entre el ocio y la profesión. La existencia de terceros espacios colaborativos está intrínsecamente ligada a la creatividad, puesto que significa repensar, transformar y utilizar espacios vacíos y obsoletos (desde antiguas oficinas a parkings sin uso) o mejorar los espacios públicos tradicionales con nuevos usos y actividades. Los factores descritos están estrechamente entrelazados con la movilidad urbana, el mercado inmobiliario y el clima local. Un buen transporte público y una buena infraestructura ciclista son esenciales para una generación que ya no compra coches. Un mercado de alquiler asequible afecta positivamente las decisiones de localización. Finalmente, un buen clima como el nuestro facilita el uso del espacio público y afecta a la calidad de vida. En general, una ciudad atractiva para 29 los jóvenes adultos del presente es una ciudad que permite que las cosas buenas pasen: esto requiere un espacio asequible y accesible para encontrarse, vivir, hacer negocios y divertirse. Pero esos espacios colaborativos y participativos no son novedad en la cultura valenciana, sino que suponen la actualización de elementos locales con tendencias globales. Me refiero a la concreción física de esa mezcla tan valenciana de la improvisación, la creatividad y la colaboración que el profesor Pau Rausell bautizó como la economía del comboi.4 La economía del comboi es un término que incluye aquello que los economistas denominamos economías de red y las externalidades positivas del conocimiento y la diversidad. Pero va un poco más allá, incorporando la improvisación que hace poco comentábamos y el hecho de dar valor a cosas que a priori no tenían. La economía del comboi es un concep4. Pau Rausell (2013): «Las fallas son una buena muestra de la ‘economía del comboi’, que es un estilo de acción muy valenciano. Un tap and chip economy, que dirían los anglosajones y que viene a significar una especial función de producción en el que capital humano creativo se estructura de manera colaborativa bajo cierta filosofía de que cada cual participa según sus capacidades, en un grupo más o menos limitado y con intencionalidad festiva y basada en competitividad lúdica y en la crítica burlona y la autocrítica sarcástica. Utiliza recursos que tradicionalmente no se considerarían recursos —los desechos de las carpinterías, la planta baja que no se utiliza, los tomates de la ensalada, o la rata de marjal—, y se materializa en el espacio público y es capaz de manera bastante improvisada de generar procesos y/o productos complejo.» Comboi es una palabra utilizada de manera recurrente. Por ejemplo, el encuentro de la red Arquitecturas Colectivas hecho en Valencia el verano de 2011 recibió el nombre de «Comboi a la Fresca». 30 to heredero de las bandas de música, que representan la auténtica sociedad civil y son un infravalorado motor de conocimiento —en las mejores orquestas del mundo encontraréis un trompetista de Algemesí—, los ateneos mercantiles, las fiestas populares, etc. Pero también existen nuevas experiencias innovadoras en términos urbanos como el Solar Corona, los huertos de Benimaclet o Desayuno con Viandantes.5 Los terceros espacios colaborativos o, en nuestra casa, los espacios de la economía del comboi son espacios donde personas de diferentes raíces sociales pueden encontrar placeres comunes y oportunidades para tener en cuenta al otro como algo más que una abstracción y un estereotipo. Yi y Silver (2011) lo explicaron utilizando las entidades religiosas o los clubes de yoga y de kárate en Norteamérica. En el País Valenciano las bandas de música, el deporte amateur o las asociaciones festivas como las fallas han servido para integrar recién llegados y, después, de argamasa entre la diversidad socioeconómica.6 Parece especialmente relevante el caso de las agrupaciones musicales de la periferia del cap i casal que, durante los grandes aluviones de inmigrantes de interior en los años 60 y 70, abrazaron y «valencianizaron» los descendentes de los 5. Más sobre información sobre estas iniciativas en sus webs: <http://solarcorona.wordpress.com/> y <http://www.desayunoconviandantes.org/>. 6. Las Fallas también han sido, por otro lado, instrumentalizadas para mantener la hegemonía política del Partido Popular en la ciudad. 31 nuevos vecinos. Un ejemplo reciente y exitoso es el de la Muixeranga de Valencia, que funciona, nunca mejor dicho, como una torre de Babel integradora a través del ocio y la cultura.7 Es fácil ver las coincidencias con lo que Richard Florida denomina la clase creativa (2013), cuando insiste en el hecho de que cada vez más gente expresa el deseo de involucrarse en sus vecindarios (aunque con una participación más subjetiva y menos conscientemente transformativa). Y esto no es el resultado de una mentalidad «buenista», sino el reflejo del deseo de establecer sus identidades propias en los lugares físicos que habitan, y participar en la construcción de esos espacios reflejando y validando a la vez esas identidades. Bastian Lange (2012) observa en Berlín un patrón dinámico de autoorganización de las industrias creativas que se extiende cada vez más a otras actividades económicas. El tipo de trabajo típicamente de los ya mencionados culturemprendedores es una respuesta a una creciente hibridación: los urbanitas flexibles y precarios se encuentran atrapados entre las paradojas de dos sistemas diferentes. Por un lado, una administración estatal y municipal que tiene unas maneras estándar de organizar y gestionar recursos y trabajo en un territorio dado. Por el otro lado, encuentran la realidad de un mercado que los abandona y se constituye más allá de las fronte7. Sobre la Muixeranga de Valencia se puede consultar este artículo de la revista Nonada: <http://www.nonada.es/2013/11/la-torre-debabel-de-la-muixeranga-de-valencia.html>. 32 ras administrativas. Reaccionando a esa discrepancia, los culturemprendedores crean sus propios espacios relacionales de interacción donde los márgenes se diluyen: competencia y cooperación, intercambio y aislamiento, privado y público, trabajo y ocio, coexisten y son imposibles de separar. Los culturemprendedores inventan formas de autoorganización para acceder a estructuras de poder basadas en conglomerados informales y redes extensivas. En otra escala esa espacialización de los culturemprendedores se puede observar en nuestra casa. Esos espacios ligados a la creatividad tienen cada vez más peso en las horas de ocio solapadas con las de trabajo. Son espacios de experiencia para las generaciones que tienden a preferir tipos de ocio en los que se puede participar activamente, en que se pasa de espectador a actor. Ese ocio experiencial está positivamente relacionado con la creatividad profesional. De aquí la importancia de los espacios de participación. La existencia de estos espacios de participación no quiere decir necesariamente que se usen intensivamente y de manera exclusiva. Los ciudadanos pueden preferir situaciones más pasivas y, sólo a veces, implicarse activamente —también en cuanto a la transformación urbana—. Pero la existencia y accesibilidad de estas rendijas es lo que permite las ulteriores transformaciones (Pine y Gilmore, 1999). En general, se tiende a pedir al ocio un retorno más alto en volumen de experiencias por minuto (eficiencia del tiempo libre). Si la tendencia es sostenida y se prefiere de mane33 ra progresiva un ocio experiencial y creativo, ligado muchas veces a la humanización del viario o la práctica del deporte al aire libre, ciudades como las nuestras, con sus condiciones climáticas, su cultura de ocio colaborativo del comboi y una trama urbana que puede maximizar los desplazamientos en bicicleta y de peatones, presenta renovados ventajas competitivas. Ventajas competitivas que pueden servir para retener y atraer talento y capital humano. Pine y Gilmore (1999) dejan claro que hay una clara correlación entre llevar una vida activa, protagonizar un ocio experiencial —casi siempre usando el espacio público, porque la calle reemerge como espacio interactivo cultural— y el capital humano. Los espacios transformativos dependen de la creatividad a la vez que son esenciales para su desarrollo. ¿Qué factores adicionales sirven para atraer talento? Podríamos decir que los más importantes son los que ya hemos comentado: la disponibilidad y el acceso a los espacios de ocio y trabajo para poder conectar, pero también hay que mencionar la existencia de un clima tolerante (bajas o nulas barreras sociales de entrada), y, sobre todo, la calidad de vida. Las expectativas de nuestra generación han cambiado respecto a aquellas de nuestros padres, y es difícil esperar tener el mismo trabajo de por vida. Es por esto que las decisiones de localización adquieren una renovada importancia y están cada vez más relacionadas con los factores antes descritos. Por ejemplo, los jóvenes solteros con un alto nivel de educación dan cada vez más importancia a los factores relacionados con la calidad de vida a la hora de elegir donde vivir (Cortright, 34 2005). De alguna manera se vive cada vez más como un turista en la propia ciudad. El puente desde la política pública Hasta ahora hemos analizado cómo los factores urbanos y las dinámicas ciudadanas espontáneas influyen en la resiliencia de las urbes. Esto tiene mucho que ver con la existencia de espacios compartidos y con el desarrollo del capital humano, los cuales pueden desencadenar relaciones de fidelidad entre economía, personas y territorio. Para permitir que las cosas buenas pasen, para aprovechar el talento creativo, facilitar la espontaneidad, etc., necesitamos nuevas herramientas para el planeamiento urbano y el diseño de políticas públicas. Presentamos ocho tendencias globales que a modo de puente desde la política pública, y debidamente aprovechadas, pueden resituar Valencia capital en el camino del desarrollo económico inclusivo.8 En primer lugar, es cada vez más necesaria una política urbana multidisciplinar basada en los datos. En política, hay que pasar del deseado —condición necesaria, pero no suficiente— a lo apropiado. Más que nunca, en un contexto de escasez de recursos públicos, es imprescindible que las políticas públicas estén basadas en los datos 8. Estas ideas fueron presentadas por primera vez en un artículo publicado en el diario El País (5 enero 2014): «Ocho tendencias para una Valencia productiva», de R. Marrades: <http://ccaa.elpais.com/ ccaa/2014/01/05/valencia/1388924138_384573.html>. 35 resultantes de investigaciones rigurosas. El conocimiento empírico no tiene que sustituir la práctica democrática sino reforzarla. Y hay que ir un paso más allá del urbanismo monodisciplinario. Citando a Jordi Borja (2012): otra confusión [en cuanto al planeamiento]: el menosprecio del marco político y legal y la consideración del urbanismo como una técnica derivada de la arquitectura, entendida a su vez como obra de arte del autor y como voluntad de sus clientes. El urbanismo es ante todo una dimensión de la política. Primero hay un proyecto de ciudad, es una opción social, cultural, económica, ambiental, es decir política. A partir de esta premisa se pueden plantear proyectos de escalas muy diferentes y ubicarlos en el marco legal que les corresponde (plan general, especial o parcial, proyecto de rehabilitación o de espacio público, programa de viviendas, etc.). El proyecto preliminar comporta un esbozo de diseño que excepcionalmente puede ser un ‘objeto singular’, pero en general es un diseño funcional que permite el debate ciudadano. La política y la legalidad son los dos pilares del urbanismo. En segundo lugar, la calidad de vida se tiene que fomentar también como una herramienta de desarrollo económico. Las ciudades mediterráneas, al ser compactas y contar con un diseño urbano consistente, fomentan el encuentro y el aprovechamiento del espacio público. Por las mismas razones, como ya hemos dicho, son capaces de resistir altos niveles de sufrimiento económico en forma de desigualdades y paro. Valencia, por ejemplo, continúa siendo uno de los principales destinos mundiales para los estudiantes de intercambio y acoge un número creciente de emprendedores ex36 tranjeros. ¿Cómo puede seguir siendo atractiva a pesar de las condiciones macroeconómicas? La respuesta es fácil, su calidad de vida todavía es imbatible. Ante una reconfiguración del mercado de trabajo que mezcla vida profesional y personal, esta calidad de vida emerge también como incentivo económico.9 En tercer lugar, destacamos la importancia de la contextualización basada en las fortalezas endógenas. Tenemos que aprovechar aquello en lo que ya somos buenos: la calidad del diseño urbano, el clima, la identidad, la capacidad transformadora de la sociedad (desde las fallas hasta las bandas de música). Demasiadas veces hemos intentado copiar/construir cosas que podrían estar en cualquier parte del mundo que pudiera pagarlas, pero lo triste es que se ha demostrado que nosotros no podemos hacerlo. Bajemos de escala y pensemos en L'Horta, los centros históricos, los símbolos apropiables, las oportunidades únicas aprovechadas colectivamente (El Saler y el Turia). Un cuarto elemento que observamos es el regreso de la actividad productiva a los centros históricos. A escala global se evidencia la reemergencia de las ciudades consolidadas como centros de producción. Una metáfora obvia significa pasar de los «Sillicon Valleys» a las «Sillicon Cities». Cuando las empresas se ubican en 9. Detectamos esta tendencia de manera intuitiva, pero todavía se tienen que definir los aspectos cuantitativos de esa teórica calidad de vida. Por otro lado, las características del entorno laboral y de formación de los emprendedores extranjeros y de los profesionales altamente móviles son difícilmente generalizables. 37 los centros históricos en lugar de situarse en las áreas segregadas de extrarradio, se potencian las relaciones sinérgicas con otras actividades, la visibilidad, la conciliación, etc. La crisis ha dejado muchos espacios libres, a nivel de calle, que pueden ser aprovechados de manera inteligente por nuevas actividades productivas diversificadas, siempre que se den los incentivos apropiados. Un quinto factor es, por lo tanto, la recuperación y la reutilización de espacios vacíos. El sector público tendría que introducir las medidas necesarias para ajustar un mercado imperfecto: el de espacios y oficinas. Toda la energía positiva cívica y emprendedora tiene que poder encontrar, en una situación como el actual, espacios físicos para desarrollarse. En sexto lugar, destacamos la creciente fidelidad entre la actividad económica y el territorio. Desde los nuevos sectores turísticos enfocados a experiencias realmente locales y únicas, el éxito gastronómico, el sector agroalimentario, el diseño, el urbanismo, la cultura, emergen actividades productivas que, además de generar ocupación y crecimiento, refuerzan la identidad local generando situaciones de fidelidad territorial y crecimiento no especulativo. Esta tendencia expresa una posibilidad más que una constatación. Pero es evidente que cuando la actividad productiva se refuerza con los factores del entorno (cultura, capital humano, etc.) es menos fácilmente deslocalizable y puede generar externalidades positivas. El séptimo elemento es la emergencia de la participación ciudadana, cívica y transformadora. Votamos a 38 cada hora con nuestros pies y transformamos la ciudad de manera espontánea. Las estructuras estáticas de la participación vecinal han tomado formas heterodoxas de encuentro, diversión y cambio. La ciudad se mejora haciendo. El sector público tendría que dejar de entender esta energía como competencia y dedicarse a reforzarla. En caso contrario, cuando el hardware de la ciudad —la arquitectura y el urbanismo— fracasa, es el software —usos y disposiciones— el que tiene que crear el marco para que la ciudad funcione. Cuando la separación artificial de las funciones residenciales, industriales, comerciales y de ocio de la ciudad moderna demuestran ser obstruccionistas en lugar de permisivas, cuando el gobierno abandona sus ciudadanos, estos últimos no tienen otra opción que reinventarse transgrediendo las regulaciones (Polyak, 2013). Con todo, es necesario suprimir la regulación discriminatoria y superflua (el octavo elemento) y permitir desencadenar las dinámicas espontáneas de transformación urbana. Mientras contemplamos atónitos una creciente sobreregulación del uso del espacio público y una ordenación arbitraria del espacio comercial, en beneficio de áreas comerciales segregadas, tendríamos que estar trabajando para abrir todas las grietas posibles para el desarrollo de la energía emprendedora y cívica. Las ocho tendencias explicadas tendrían que estar en la base de cualquier proceso ciudadano que, por fin, articule las relaciones recíprocas entre territorio, producción y ciudadanía. 39 En esencia, citando el maestro de los urbanólogos, Lewis Munford (1961: 650), La función principal de la ciudad es la de convertir la fuerza en forma, la energía en cultura, la materia muerta en los símbolos vivos del arte, la reproducción biológica en creatividad social. Las funciones positivas de la ciudad no se pueden llevar a cabo sin la creación de nuevos esquemas institucionales, capaces de hacer frente a las vastas energías que los individuos modernos generan: esquemas tan audaces como los que originalmente transformaron las villas fortificadas en ciudades nucleadas, altamente organizadas.10 Nos hacen falta nuevos instrumentos urbanísticos para aprovechar esas energías que Munford identifica. Esquemas institucionales que estén a la altura de la capacidad transformadora y la resiliencia que muestran nuestras ciudades y los ciudadanos que las habitan. 10. La traducción es de los autores. 40 Del plan urbanístico al proceso ciudadano ¿Quién no ha pensado alguna vez que un descampado está en ese estado porque es un espacio pendiente de construcción? Ésto, que en un plano aparece grafiado y delimitado como «suelo urbanizable», en la realidad es un espacio vacío, con aspecto de abandonado. Aún así, un descampado también es un espacio de libertad donde no están claras la propiedad ni la regulación que le afecta. Esta dualidad entre planificado y realidad es el principal dilema que trata de evidenciar y de resolver la ciudad construida. Si la finalidad del plan es ofrecer unas condiciones de mejora futuras para los habitantes de una ciudad desde unos parámetros reguladores de manera unidireccional; el proceso, en cambio, responde inmediatamente con acciones compartidas desde el presente. Analizamos a continuación cuáles son las pautas de esta evolución estructural en el urbanismo actual: del plan al proceso. 41 Descampado «habitado» en Pascua. Bulevar Sur, Valencia. Foto: David Estal. La planificación en crisis Según cualquier manual genérico de la asignatura de urbanismo de las escuelas de arquitectura, el planeamiento urbanístico se podría definir como una hipótesis de ordenación del desarrollo territorial y urbano diseñada en varias escalas a partir de la legislación vigente y vinculada a la planificación económica, política y social. Así pues, y sobre todo en el Estado español, desde la Ley del suelo del 1975, los políticos, técnicos y ciudadanos nos hemos familiarizado con planes estatales, directores, generales de ordenación urbana, parciales, especiales, de reforma interior o estudios de detalle, por citar algunos ejemplos. Más recientemente, a medi42 da que las directrices y estrategias europeas nos han orientado hacia la sostenibilidad y el medio ambiente, la planificación se ha hecho extensiva con planes de acción territorial, planes de movilidad urbana sostenible y otros muchos. Esta autonomía disciplinaria y única doctrina consolidada a lo largo de este tiempo democrático, vinculada directamente a un constante crecimiento urbano y económico, ha sido poco discutida. Pero dentro del contexto socioeconómico actual, con una ciudad construida —estancada en crecimiento demográfico—, la planificación es una herramienta hegemónica que necesita ser repensada y explicada con los parámetros del paradigma postcrisis que viene. Como es sabido y bastante aceptado, los planes son exigidos por leyes, elaborados por técnicos, aprobados por políticos, y, en fases avanzadas de redacción, expuestos «públicamente» a la ciudadanía para hacer las correspondientes alegaciones, entendiendo la participación ciudadana como un trámite de consulta y no como un instrumento transversal desde el origen mismo. Acotando al ámbito municipal, cuando se elabora o se revisa por ejemplo el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), se hace a partir del diseño de un proyecto urbano. Éste consiste en unas determinaciones dibujadas y escritas que prefiguren «una cierta idea» de ciudad pensando en su futura construcción. Y se piensa a partir de un diagnóstico previo de necesidades socioeconómicas, de contexto y de previsión inducida. Ade43 más, el plan (planos) incorpora unas normas (memoria) y un catálogo (fichas), con el cometido de desarrollar técnicamente la mencionada idea con las determinaciones tomadas. Esta componente de futuro dibujado es muy inquietante, pero como habitantes nos hemos acostumbrado a que nuestro futuro urbano esté predefinido en base a unas promesas de mejora urbana, de felicidad y de incremento de la calidad de vida en la ciudad, que muchas veces superan la variable temporal prevista y acaban convirtiéndose en utopías o sueños no realizados, incluso, molestos para la vida cotidiana. La planificación urbanística moderna, con el propósito de ordenación de nuestro entorno para mejorarlo o para habitarlo, se remonta a la ciudad europea de los años 30, con la conocida zonificación —zoning— planteada por el urbanismo del Movimiento Moderno, a pesar de que se materializa de manera explícita al final de la Segunda Guerra Mundial con la reconstrucción de las ciudades afectadas junto con la necesidad de creación de vivienda como después veremos. En el Estado español (Chueca Goitia, 1968), encontramos las primeras manifestaciones en la Ley del suelo de 1956 (art. 3º, 6º, 8º y 9º). Desde entonces, las descripciones de la zonificación en los planes son básicamente estáticas. Por un lado, nos encontramos habitualmente con la clasificación parcelaria destinada a viviendas, equipamientos, servicios, zonas verdes e infraestructuras —viales—; o bien se delimita el territorio en suelo urbano, urbanizable — 44 programado o no programado—, no urbanizable —rústico— e, incluso, protegido. A pesar de que hay mucha variabilidad, con esta estructura acotada a la superficie, la localización y el aprovechamiento, la disciplina urbanística no contempla —ni cuantitativamente ni cualitativamente— los valores añadidos derivados de un ecosistema habitado, habitable, activo o vital. Es decir, los planes no incorporan la percepción fenomenológica del ámbito porque desgraciadamente no entienden la ciudad como un «lugar» donde siempre hay una historia narrada y previamente construida —por personas o por la natura—, sino simplemente como una infraestructura pasiva y receptora del crecimiento. Seguramente, la ciudad regulada como una estructura funcional sea más fácil de controlar administrativamente, pero se aleja de lo cotidiano sin poder responder a una realidad compleja y cambiante. El contexto actual nos presenta la oportunidad para redefinir los espacios urbanos más allá de sectores, sistemas, áreas y redes. Como hemos enunciado, hay un antes y un después en el planeamiento occidental: La Charte de Athenes de 1933, escrita por Le Corbusier como un manifiesto urbanístico durante el IV Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), sirvió para marcar las bases del desarrollo urbanístico después de la Segunda Guerra Mundial como una voz dogmática, que llega todavía a aplicarse con normalidad en la disciplina actual, a pesar de ser un paradigma superado. Y es que este momento histórico evidenció la debilidad de la ciudad, pero al mismo tiempo desveló una 45 oportunidad de acción de la cual se sacó rendimiento económico con las reconstrucciones, acompañándose de un discurso urbanístico que hizo de la necesidad su razón de ser, y además fue capaz de extenderse, con dos efectos: ofrecer soluciones y contagiar optimismo, sobre todo porque comportaba movimiento y prometía un futuro mejor sin exiliarse. Aún así, este planteamiento olvidaba el pasado, la ciudad histórica, el contexto local y sólo se preocupaba de ofrecer modernidad. Para reconocer esta sociedad moderna de la segunda mitad del siglo xx, según el citado manifiesto, la ciudad o el territorio tenían que ordenarse en función de sus usos y necesidades: habitar, circular, trabajar y recrear —ocio, salud, educación, etc—. En la reinterpretación de la planificación encontraron los técnicos y gobernantes el instrumento adecuado para poder hacerlo, diseñando la ciudad ideal, además de funcional, de la posguerra europea, que a partir de ese momento tenía que crecer y crecer de manera programada. Frente al lento y más individual desarrollo natural, espontáneo, informal, doméstico u orgánico, es decir, de agregación según la necesidad; la planificación considera la ciudad como un todo, un organismo vivo reducido a una trama donde se incorpora una colectividad que tendría que adaptarse a lo que ha sido minuciosamente pensado—. A pesar de que «la idea del plan» en sí misma se normaliza con el Movimiento Moderno, hacemos un ejercicio de perspectiva histórica con esta tabla comparativa enumerando de manera cronológica varios modelos de ciudad planificada. 46 Modelos de ciudad planificada. HECHO PLANIFICADOR PERIODO PARTICULARIDADES CONSECUENCIAS El campamento romano aC Cardus (N-S) y decumanus (E-O). La ciudad. Desarrollo agrícola. La ciudad amurallada. La diferencia perceptiva, evolutiva y peyorativa entre el interior y el exterior (extramuros). Las actuaciones defensivas de la ciudad > s. xi medieval La ciudad colonial Construidas según los modelos existentes en los países conquistadores. s. xv – s. xix Trama perpendicular y en el centro la plaza institucional y religiosa. La desamortización española s. xviii Expropiación y subasta de suelo. Origen de la burguesía. Sventramento s. xix París. Haussmann. Transformación urbana de los centros históricos en la ciudad preindustrial. La sombra urbana. La reforma interior* s. xix. Higienismo y revolución industrial. Especulación urbanística. Falansterios s. xix. Socialismo utópico francés. Charles Fourier. Idea de comunidad, autogestión y autosuficiencia. Familisterios s. xix Carácter industrial. Jean-Baptiste André Godin Servicios comunes pero vida individual. La ciudad jardín s. xix Londres. Ebenezer Howard. Investigación de la vida social plena pero controlada. Ciudades dormitorio. La ciudad lineal s. xix Dicotomía campoMadrid. Arturo Soria. Idea ciudad. Urbanizade conexión y de creciciones y transporte miento vertebrador. público-privado. Colonias industriales s. xix – s. xx Revolución industrial. Origen de núcleos de población actuales. Los ensanches. Pla Cerdà. Barcelona. Ildefonso Cerdà. Destrucción de s. xix – s. xx las murallas. Expansión ciudad con estructura de cuadrícula. La isla. Reproducción del modelo en otras ciudades y contextos. Movimiento Moderno Carta de Zonificación. Atenas, 1933 Planificación moderna. 47 La ciudad informal. Urban sprawl s. xx. Norteamèrica. Dependencia del transporte privado. Poblados agrícolas de colonización Posguerra española Construidos según tipología de pueblo. Instituto Nacional de Colonización. Abandono con la decadencia del sector agrícola. Viviendas de Renta Limitada Posguerra española Planes de vivienda para La periferia y la vizonas devastadas. Instituto vienda de protección. Nacional de la Vivienda. Leyes del suelo 1942,** 1956, 1975, Derecho urbanístico. 1990, 1997 y 2007 Clasificación y valor del suelo. Reglamento de planeamiento y planes generales. El «derecho» a urbanizar. Plan Bolonia Carta de Venecia, 1964 De la restauración a la conservación. La ciudad vertical s. xx – s. xxi Edificios híbridos. La city. Atentados 11-S. Urbanismo de «petrodólares». La ciudad temática Años 90 Ciudad sin ciudad. De la Justicia, de la Pelota, de la Cultura, del Teatro, de las Artes y las Ciencias, etc. La ciudad sostenible Carta de Aalborg, 1994 Agenda 21. Libro Verde Europeo. Preocupación ambiental en las ciudades. Planes de acción ambiental y local. La ciudad eventual Finales s. xx La ciudad planificada a partir de las olimpiadas, exposiciones internacionales, ferias de arte, festivales de música, competiciones deportivas, etc. Golpe de efecto, éxito turístico y pérdida del valor de la ciudadanía. Agenda Territorial de la Unión Europea, 2020. La ciudad social Carta de Leipizg, 2007 Preocupación por los barrios más vulnerables. Políticas urbanas para una mejor cohesión social y territorial. Renovación urbana contemporánea s. xxi Regenerar, revitalizar, reavivar, redinamizar. Vecindario y paisaje urbano. Prácticas de código abierto. Shrinking cities s. xxi. La ciudad postindustrial. Detroit, Manchester, etc. Abandono de la ciudad por la crisis y el paro. Ciudad global. La protección y reutilización del patrimonio monumental y menor. * El siglo xix acuña y nos lega el término «reforma interior» que todavía hoy perdura en la memoria colectiva; se emplea de nuevo en la Ley del suelo de 1975, para usarla a partir de la transición democrática en los planes especiales de protección y reforma interior (PEPRI) de los conjuntos históricos, a pesar de que con un carácter menos «destructor», salvo alguna excepción. 48 ** «Se trata del primer texto de amplío enfoque general del problema urbanístico, donde el planeamiento tiene tratamiento protagonista. Toda la actividad urbanística debe estar realizada a través de un jerarquizado sistema de planos, acompañados de un conjunto de normas sobre la actividad constructiva.» (Fernando de Terán, 1982). Actualmente, la crisis disciplinaria de la urbanística, que pone en entredicho no sólo el hecho o las formas, sino también su leitmotiv, el planeamiento desarrollador, deriva del siguiente escenario: Primero, el abandono de la ciudad. El estancamiento demográfico, en algunos lugares pérdida evidente de población urbana, por la falta de trabajo, unida al sustancial regreso al campo o a los municipios de menor densidad con más oportunidades gracias a la reagrupación de las unidades familiares, nos deja un paisaje de una ciudad infrautilizada, con muchos espacios en desuso o construidos a medias. El plan está pensado para la ciudad que crece, no para la que decrece. Por lo tanto, con éste no podemos abordar la ciudad después del abandono con un exceso de suelo. Segundo, la falta de adaptabilidad de la ordenación urbanística. Muchos de los planes actuales se encuentran en fase de revisión. El contexto económico y el marco jurídico entran en conflicto con la realidad deseada. Los planes del periodo democrático ya son viejos y muchas de sus buenas intenciones no se han llegado a cumplir. Además, el planeamiento diferido ha generado varios conflictos ciudadanos. La reacción vecinal al plan es constante, es un instrumento poco flexible —y demasiado técnico— que genera temores porque «afecta» tanto en las promesas no cumplidas como en los pro49 blemas generados en el mientras tanto. La ciudad que vivimos, la ciudad del presente, no está resuelta con el planeamiento ni con sus consultas o estudios de detalle. Y, tercero, el cambio de paradigma cultural. De igual manera que la sostenibilidad fue la reacción a la crisis de los años 70, el plan es —era— una herramienta que responde —respondía— a prácticas hegemónicas de hacer ciudad. Por lo tanto, el cambio cultural occidental —reflejado en las ciudades— derivado de la nueva crisis nos exige un nuevo discurso urbanístico que lo acompañe y esté a su altura. En definitiva, si nos planteamos la hipótesis en que el plan urbanístico sería un instrumento obsoleto para diseñar la ciudad construida, ¿qué herramienta tendríamos que utilizar? Tal vez la respuesta deriva en otra pregunta: ¿Cómo y cuándo se tiene que diseñar la ciudad? A continuación veremos qué alternativa ofrecemos a los municipios que habitamos. El proceso ciudadano, base del desarrollo local Hoy más que nunca tenemos la ocasión —y la obligación— de poner en entredicho la planificación urbana e imaginar la ciudad sin plan.11 Lo que pasaría ya lo sabemos porque lo estamos palpando a nuestro alrededor. Estamos de acuerdo en que el urbanismo actual 11. A finales de los años 60, el urbanismo ya soñó una libertad que no le ofrecía la planificación, como es el caso del manifiesto «Non Plan» (1969), defendido por R. Banham, P. Hall, P. Barker y C. Prize. 50 muestra síntomas de fatiga, consecuencia de una planificación que crea problemas constantemente, que enreda y que ya no soluciona porque ya no necesitamos idealizar la ciudad, ni pensarla con las ya convencionales clasificaciones de suelo basadas en un crecimiento zonificado y jerárquico de dentro hacia fuera, o en una reforma que implica derribar y hacer de nuevo en lugar de construir sobre lo que está construido. Al mismo tiempo, aparecen espacios de transición, resultado de un planeamiento inacabado por motivos económicos, legales o políticos, que se pueden construir desde su uso. Entonces, si las respuestas a corto plazo ya se han hecho presentes, porque ya nos rodean numerosas iniciativas que dinamizan la ciudad de manera más o menos espontánea —desde los márgenes—, que no reivindican explícitamente o que no recuperan desde la nostalgia de un pasado funcional, sino que hacen desde el presente; hace falta que nos preguntemos por la necesidad de generar fórmulas que a medio plazo permitan el aprovechamiento de los recursos comunitarios infrautilizados potenciando estas prácticas contextualizadas y participativas. Describir una metodología sobre un presente que cambia constantemente parece una contradicción. Pero, frente a la virtualidad de la práctica urbanística, la sociedad civil empieza a reclamar realidad ciudadana. Este giro es factible relatarlo desde aquello que denominamos el proceso ciudadano, urbano y comunitario. Desde la ciudad construida, definimos este concepto 51 clave para el desarrollo local de la ciudad del s. xxi como una herramienta que flexibiliza la planificación urbana catalizando las situaciones existentes. Es decir, que hace valer la capacidad de transformación a partir de la relación directa entre agentes implicados, gobernantes y técnicos. Como hemos visto, esta opción se facilita a partir de la terna uso, diseño y gestión. Para hacernos una idea más directa, comparamos significados y aquello que comporta el proceso frente al plan con la siguiente tabla, donde enumeramos algunas de las diferencias entre los dos paradigmas urbanísticos: Plan futuro top-down rígido consulta morfología dibujo mapa objetivo s. xx orden hegemónico sistema jerárquico un modelo Proceso presente bottom-up flexible implicación ciudadanos acción mapa perceptivo s. xxi equilibrio intercambio de conocimiento parasistema heterárquico varios modelos 52 Cuando nos referimos al proceso, son recurrentes las referencias a finales de la década de los años sesenta y principios de los setenta, en que ya varios autores vinculados al ámbito urbanístico, como por ejemplo J. Jacobs (1961), B. Rudofsky (1969), o P. Hall (1966), trataban el diseño de la ciudad desde una óptica más humana que la meramente disciplinaria. Aquellas experiencias están sirviendo de guía para la definición actual del método, de igual manera que el Plan de Bolonia se convirtió en un referente para recuperar los centros históricos. En el contexto local, si hace treinta años, Valencia, maltratada por el desarrollismo, necesitaba una idea de futuro de ciudad;12 hoy esta opción no es suficiente porque, a pesar de que de nuevo todo está por hacer, la ciudad ha estallado intensamente por las diversas rendijas de la ciudad construida, derivando hacia formas poliédricas de libertad, como por ejemplo los huertos de Benimaclet, Desayuno con Viandantes, la Calderería, Cabanyal Íntim, el solar Corona, las fallas populares y combativas, etc., las cuales necesitan un planteamiento más experimental. Por lo tanto, hay que salir a la calle para definir las nuevas «reglas» y éstas tendrían que ser menos rígidas que antes y más abiertas para poder 12. Reflejo de esta voluntad son todas las publicaciones y las exposiciones, promovidas desde la corporación municipal o el ámbito universitario, con referencia al modelo de ciudad que querían vivir y proyectar: Libro de la ciudad (1983), La ciudad que queremos (1985), Valencia la mar de bien (1987) o La Valencia de los 90 (1987). 53 adaptarlas con enmiendas colectivas desde los diferentes barrios. Entonces, por un lado, la realidad está preparada, pero no tenemos definido uno o varios modelos que la faciliten. ¿Lo podemos hacer? ¿Cómo? Si el origen del proceso está en la acción directa de la ciudadanía con su hábitat inmediato, empezamos a observar cuáles son los lugares de estas intervenciones efímeras o más permanentes, más allá de la reivindicación intrínseca. Es así como podemos visualizar en un ámbito, lugar, espacio o entorno los siguientes recursos compartidos, que en el plan tendrían forma de equipamiento, pero que en el proceso pueden no etiquetarse como tal, y que pueden tomar las siguientes formas: Solar. Descampado. Edificio abandonado. Bajos sin uso. Espacio público infrautilizado. Lugares de paso. Lugares de espera. Patios interiores. Azoteas comunitarias. En el ámbito técnico, las fases por las cuales pasa un proceso de activación de los recursos infrautilizados en el marco de la ciudad construida son las siguientes, no necesariamente en este orden: 54 Necesidad de uso. Diagnóstico de un espacio público, privado o semipúblico que se encuentre en una situación de transición, heredada de la ciudad planificada en un escenario de postcrisis. Mapeo perceptivo del entorno. Definición de la cotidianeidad y de lo que sucede día a día en el ámbito de trabajo. Contrastar esta evaluación subjetiva con un análisis estadístico de datos oficiales y entrevistas. Mediación. Diálogo entre agentes (sociales, vecinales, empresariales), técnicos y políticos. Dinámicas de participación atractivas con vecinos y visitantes. Campaña de comunicación adecuada para desvelar una necesidad y crear una expectativa a través de la difusión (encuentro), la acción (acontecimiento) y la formación (actividad), capaz al mismo tiempo de tejer una red de contacto de sinergias urbanas a diferentes niveles (localglobal). Complementariamente, la intervención efímera puede ayudar a desvelar oportunidades de diseño. Convocatoria de uso. El mecanismo del concurso plantea un procedimiento abierto para encontrar soluciones a partir de unas bases o pautas previamente trabajadas. Habitualmente, en urbanismo y arquitectura, el concurso se ha enfocado al diseño, a la forma, es decir, al continente y no al contenido. Una convocatoria recibe varias ideas valiosas y la selección puede ser más compleja, múltiple y mezclada que una simple ordenación lineal de clasificación. Convenio de responsabilidades. Determinación del régimen jurídico entre propietario y usuarios, a través de una cesión, custodia compartida (aparcería urbana), 55 cooperación o con los contratos más convencionales de compra, alquiler, etc. Activación del espacio. A consecuencia de las fases anteriores se produce esta transformación trabajando desde la citada relación entre el uso, el diseño y la gestión del contenido, integrando el posible fracaso, la debilidad o el conflicto en la metodología. Evaluación continua. Todo proceso se basa en un ensayo continuo de prueba-error y devolución (devolution) a los participantes y al entorno, acompañado de un intercambio de conocimiento entre experiencias similares, normalmente de código abierto, pero también aprendiendo de planteamientos pasados. Continuidad. Mantenimiento, transparencia y evolución de la iniciativa a través de prácticas compartidas de gestión que, además, puedan incorporar posibles nuevas aportaciones que mejoran el sistema inicial, perfectible e innovador. En cuanto a política urbana, el giro que se tiene que producir desde la iniciativa municipal implica reconsiderar el marco de intervención hasta ahora delimitado dentro de las ordenanzas del plan general. Un esquema demasiado repetido en nuestro territorio y poco contextualizado. Ahora sí, en cualquier lugar ha servido de excusa para especular sin conciencia con un fraude de promesa incumplida. Por lo tanto, en la ciudad construida consideramos de vital importancia modificar el marco de trabajo del proyecto urbanístico a un marco en armonía con el proceso comunitario, que dividimos en cuatro ámbitos de actuación: 56 Patrimonial Urbanístico Vecinal Económico • Construir sobre lo que está construido. • Rehabilitación ambiental. • Contextualizar a escala local la llamada Ley de las 3R.* • El patrimonio son las personas. • Pasar de la forma al fondo. • Recomendaciones en lugar de ordenanzas. • Partir de las bases de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, el Libro Verde sobre el Medio ambiente Urbano de 1990 y la Carta de Leipzig sobre ciudades europeas sostenibles de 2007. • Transformar las Unidades de Ejecución (UE) como Unidades de Activación (UA) con nombres propios atendiendo los procesos que los vecindarios están desarrollando con usos en los márgenes. • Construir una visión global y compartida por un consenso amplio. • La colectividad. • El cómo es el qué. • Crear comisiones de seguimiento. • Generar espacios de trabajo entre actores locales, instituciones y técnicos. • La participación como una herramienta transversal en otras áreas. • Generar puestos de trabajo de la innovación social. • Apoyarse en programas europeos como Horizon 2020, desde disciplinas que trabajan la ciudad como un lugar de intercambio y producción de conocimiento. * Ley 8/2013, de 26 de junio, de rehabilitación, regeneración y renovación urbana. BOE 153. «La actividad de rehabilitación en su conjunto debe buscar áreas que permitan aplicar políticas integrales que contemplen intervenciones no sólo en el ámbito físico-espacial, sino también en los ámbitos social, económico, ambiental y de integración de la ciudad.» (pág. 47/969, sec. I). «Por lo que respecta a las actuaciones de transformación urbanística, se introducen modificaciones tendentes a adecuar sus actuales parámetros a la realidad del medio urbano y a las actuaciones que se producen, tanto sobre el patrimonio edificado, como sobre los propios tejidos urbanos.» (pág. 47/975, sec. I). 57 Con todo, hemos visto como el proceso ciudadano sustituye las descripciones estáticas propias de la zonificación de la urbanística moderna por descripciones basadas en las dinámicas ya existentes, incorporando valores ambientales, identitarios y perceptivos. En conclusión, es pertinente que la disciplina urbanística y la política municipal atiendan cómo se desarrolla el presente continuo, reaccionando a los nuevos retos, ofreciendo un giro13 hacia el proceso ciudadano, urbano y comunitario. El concepto está claro y ahora analizaremos algunas prácticas en nuestro territorio que siguen esta intención que poco a poco se consolida tal como lo hicieron los planes generales en los años setenta y ochenta. Uso, diseño y gestión Con las tres palabras que titulan este capítulo llegamos a la clave de la ciudad construida. Para entender la relación entre el uso, el diseño y la gestión, primero observamos y comparamos estas dos imágenes: En la primera encontramos una silla solitaria en un chaflán de la reurbanizada Russafa mirando hacia un bajo cerrado con su aire acondicionado, unas señalizaciones verticales adosadas a la fachada y otras horizontales pintadas sobre el pavimento para el mercado 13. Este paso no es «nuevo», pero sí que significa un «giro» en el sentido que utiliza Kant o Dante para hablar de la Historia, como explica J. L. Pardo, en «El arte del giro» (Babelia, 1 febrero 2013). 58 59 temporal y, por último, el límite de bolardos entre la acera y la calzada. Esto es un cruce. La creación de las llamadas orejas en las esquinas ganando espacio para peatones al coche, ha dejado un amplio espacio que el diseño ha «tratado» de resolver colocando mobiliario urbano, en singular. ¿Tiene algún sentido esta decisión proyectual? ¿Responde a alguna necesidad? ¿Está vinculada a las actividades que acontecen en el cruce? ¿Implica al ciudadano en relación al cuidado y la identidad de su entorno? Muchas preguntas para una sola silla. Aun así, éste es un ejemplo paradigmático y, desgraciadamente, bastante habitual, de cómo el diseño en cuanto a previsión de uso fracasa, sea cual sea su estética. Las esquinas son lugares de encuentro en la ciudad. Su uso como espacios singulares nos pide que el diseño acompañe este hábito, no que lo expulse. Esta silla evidencia una renuncia en el espacio público, y al mismo tiempo es consecuencia de una falta de consideración del planeamiento por el ámbito más próximo y local a escala de vecindario. La segunda imagen tiene, en cambio, otro carácter más positivo y revelador de las posibilidades no previstas del mobiliario urbano. En este caso, podemos observar un macetero bastante grande y elevado —seguramente para impedir el paso de vehículos— con una pequeña palmera que sirve de «asiento urbano» para una mujer mayor que vive en una planta baja de esa calle y que, en un paréntesis de las tareas tempraneras, busca el descanso en la sombra, su sombra. Es una imagen cotidiana que destaca todavía más al estar tomada 60 en una calle lateral a la Lonja, patrimonio de la humanidad por la Unesco, situada en el centro de Valencia, un lugar bastante comercial y turístico, por lo tanto, de suficiente trasiego y no tanto de estar. Aun así, la actitud de esta mujer apropiándose el macetero con un uso no previsto, potenciado en este caso por su escala, se adecua perfectamente. Seguramente, además, a la palmera no le debe de faltar el agua y el macetero no está meado por los perros. Esto no es casualidad, es el resultado directo de la atención que debe de hacer esta persona de un recurso común, pero al mismo tiempo propio. Ambas imágenes nos causan una cierta sonrisa, pero la primera, más pesimista, genera un malestar y un poco de rabia; mientras que la segunda, más optimista, es una esperanza y una confianza en la ciudad. Pero las dos son la muestra evidente de que el diseño impuesto no garantiza el éxito de uso. A escala global, en el planeamiento de la ciudad, pensado sólo desde el diseño, las posibilidades de error sin corrección son mayores. La incertidumbre del futuro y la negación del presente son dos constantes en el diseño urbano en todas las escalas que se pueden considerar, dado que hay ejemplos que nos muestran que el uso evidencia el diseño, el cual tiene que dar significado, como etimológicamente indica su nombre, a la necesidad existente. Para que la cosa «funcione», hay que completar en el mismo ciclo el binomio uso-diseño con la gestión. En el planeamiento convencional, la estrategia de gestión se considera fundamentalmente como un sistema de instrumentos y maneras de proceder que puedan conver61 tir el diseño urbano en una «realidad». Y por eso, desde la Ley del suelo de 1975 la gestión se ha limitado a una relación impositiva entre administraciones, propietarios y usuarios a través de relaciones de compensación, cooperación y/o expropiación. Pero cuando en la ciudad construida hablamos de gestión nos referimos a un concepto más amplio que el meramente económico, es decir, la gestión urbana es motor y mantenimiento del hecho cultural y del tejido social. USO GESTIÓN DISEÑO Teniendo en cuenta la gráfica de relación entre uso, diseño y gestión, tenemos que considerar las siguientes particularidades para cada uno de estos fundamentos: 62 El uso como herramienta de participación ciudadana: • Significa y da valor social a un lugar. • Descubre lo que es público. • Transforma el paisaje urbano. • Visibiliza las oportunidades y carencias del diseño de un ámbito. • Cataliza relaciones. • Actúa desde la actitud frente a lo que está construido. • Considera las potencialidades existentes. • Participa desde la implicación. El diseño como un servicio y no una imposición: • Está condicionado al uso y no al revés. • Sugiere posibilidades abiertas. • Se somete a pruebas de uso ciudadano. • Es perfectible y adaptable. • Es inclusivo, accesible e intergeneracional. • Es identitario y contextualizado en el territorio. La gestión es la sostenibilidad de la ciudad: • Aprovecha los recursos comunes existentes. • Teje sinergias entre actores implicados. • Coordina tareas y necesidades. • Marca decisiones y responsabilidades colectivas. • Garantiza la interdisciplinariedad del diseño. • Dinamiza la ciudad. Desde la disciplina arquitectónica, podríamos decir que el proyecto de ejecución es el documento profesional donde se plasma, de manera pautada, la infor63 mación gráfica y escrita para detallar una obra, previamente imaginada con seductoras imágenes virtuales de futuro. Ya hemos enunciado también como en el planeamiento, de ordenación y/o de reforma, esta documentación va acompañada de unas normas o un catálogo con las pertinentes fichas que guían esta regulación diseñada sobre el papel. Aun así, desde la tríada uso-diseño-gestión, hay que reformular el contenido técnico de estos estudios, transformándolos en conocimiento más integral, abierto e incluso perfectible. Por lo tanto, sirva de aproximación la siguiente tabla, según sea el caso, pero con la idea de convertirse en una base utilizable y exportable a los trabajos que en este sentido se están desarrollando en nuestro entorno construido, dentro de un contexto de postcrisis, también profesional, en que la reinvención de las disciplinas vinculadas al urbanismo implica también la reinvención de los métodos y los documentos de trabajo. Parece bastante atrevido tipificar las nuevas prácticas urbanas, pero desde nuestra experiencia, consideramos que hay que formular este modelo. Así pues, a modo de manual, proponemos en un esquema los siguientes capítulos que compondrían un estudio integral relativo a un proceso en la ciudad construida. A continuación, siguiendo este esquema orientativo, tenemos que introducir en los colegios profesionales, en los concursos, en las universidades (formación en general), en el asociacionismo y en las administraciones públicas (sobre todo, ayuntamientos), un debate para determinar cómo formalizar el marco de trabajo que dé 64 respuesta al paradigma actual, más allá de la tendencia pasajera. Y que nos permita establecer un nuevo consenso urbano, la carta de la ciudad construida, como en su momento lo hizo la normalización de la planificación ortodoxa. Tabla: Estudio integral del proceso de la ciudad construida. Contexto y diagnóstico. Mapeo sociourbano. Derechos frente a intereses, conflictos y convivencias. Alianzas locales y externas. Análisis de casos similares. Definición Evaluaciones técnicas. arquitectónica y/o Posibilidades de intervención, adecuación urbanística. espacial y materialidad. Programa de usos. Presupuesto y cronograma. Orientación del lugar, ámbito o centro. Estrategia de gestión y líneas de Gestión activación. económica, social Financiación, viabilidad económica y aprovechamiento de los recursos. y cultural. Impacto socioeconómico en el desarrollo local. Marcos europeos de innovación social. Manual de identidad visual arraigada. Identidad. Propuesta de comunicación. Acciones de visibilización y apropiación. Articulación urbana y/o territorial. 65 Bases y aplicaciones ¿Se puede dibujar el proceso? ¿Se puede fijar aquello que está en movimiento? El proceso ciudadano es un instrumento de trabajo todavía por hacer. Su base es la sensatez y al mismo tiempo sus aspiraciones son en parte contradictorias. Aspiramos a contagiar la esfera institucional de aquello que debe su dinamismo a la falta de reconocimientos, a construir metodologías que la aplicación misma pondrá en entredicho, a aprender de gestos tan ligeros que en multitud de ocasiones pasan desapercibidos, a incentivar lo que sucede de manera natural, a simplemente facilitar sin necesidad de dotar, a hacer de la vida en la ciudad una manera de trabajar sobre la ciudad misma. Todavía no tenemos recetas o fórmulas mágicas, y quizás nunca habrá. Tenemos guiones, índices, intuiciones y atajos para intentar abrir camino, pero en este momento todo está hecho al mismo tiempo que todo está por hacer. Los diferentes casos de aplicación expuestos más adelante en esta publicación, pretenden mostrar las perspectivas y oportunidades de la ciudad construida. ¿Se puede dibujar el proceso? Sí, pero éste es un dibujo que no se acaba nunca, que siempre permanecerá abierto. 66 Implicación ciudadana El distanciamiento entre ciudadanía y poder político, alimentado en materia de urbanismo por la fuerte centralización institucional a la que nos ha acostumbrado el planeamiento y su pérdida de capacidad de actuación en un contexto post-crisis, subraya la importancia del trabajo compartido y la coordinación de esfuerzos a la hora de hacer ciudad. En la coyuntura actual, los llamamientos a la participación por parte de una administración necesitada de respaldo se hacen cada vez más frecuentes. Esta toma de conciencia corre en paralelo, aunque también con cierto retraso, a las voces ciudadanas que reivindican ser tenidas en cuenta a la hora de expresar sus necesidades y decidir sobre las soluciones propuestas en su entorno próximo. Aunque la palabra «participación» suene ahora familiar, su tradición en materia de política urbana resulta escasa. En consecuencia, en multitud de ocasiones, el corto alcance de los procesos de participación propuestos, habitualmente concentrados en la mera consulta, evidencia una manera parcial de entender el valor de la participación. Como hemos visto, la historia de la planificación de las ciudades es un relato de progresiva abstracción en el aparato técnico y de creciente unidireccionalidad. El planeamiento urbanístico se ha basado en un modelo de desarrollo expansivo que ha convertido la construcción de hardware (edificios) en un potente generador de plusvalías, olvidándose del valor del software (las 67 personas y las ideas), generando oferta sin atender a la demanda. Poner las personas en primer plano, cederles espacio de decisión, no es un gesto de generosidad de los que concentran el poder de decidir en la ciudad, ni mucho menos un peaje impuesto. Ocurre a menudo que la participación es entendida por el poder público como una forma de legitimar intenciones repartiendo engañosamente responsabilidades. Desde la política pública se debe tomar consciencia de que atender a la voz ciudadana no es sólo un gesto de necesario compromiso social, sino que también significa incorporar un valioso potencial a la hora de hacer ciudad, tomando decisiones más eficientes, más inclusivas y que en lugar de encubrir el disenso puedan gestionarlo. La participación no puede quedar paternalmente limitada a la consulta, a los periodos de alegaciones, a las votaciones populares. Aunque útiles, éstas son maneras de relación entre administración y ciudadanía desde arriba hacia abajo, típicamente jerárquicas y unidireccionales. Como hemos expuesto en el marco de la ciudad construida insistiendo en la importancia de las dinámicas espontáneas que se producen en la ciudad a través del uso, en la ciudad siempre ha existido y existirá una participación espontánea, natural y deseable. Ésta puede venir formulada de varias maneras, desde las más articuladas y grupales (asociaciones, colectivos, cooperativas, etc.) hasta aquellas más informales y difíciles de categorizar (movilizaciones, activismos 68 e individuos en riesgo de exclusión social, en una lista imposible ni siquiera de esbozar). La participación espontánea es un recurso urbano de alto valor y de estimulante vitalidad: posee un valioso conocimiento directo y subjetivo del entorno habitado, prioriza desinhibidamente los objetivos frente a los medios, tiene una alta capacidad para ofrecer propuestas aunque no cuente con los recursos para dar respuestas. Estas inercias piden ser incorporadas a la manera de hacer ciudad por medio de nuevos espacios de decisión y canales de relación; no sólo físicos, sino también legales, culturales o económicos. Partiendo de la base de que, como política pública, el proceso ciudadano necesita diseñarse, en este diseño parece adecuado anteponer al momento de la participación un paso previo que es el de la implicación. Mientras que la idea de «participar» descarga sus exigencias en la persona llamada a participar, «implicar» otorga el papel activo a quien llama a la participación: será tarea suya construir ese espacio para la participación ciudadana. Desde esta perspectiva, cobra especial importancia el papel del técnico, una figura necesitada de revisión en este paso del plan al proceso. Deshaciéndose del individualismo de autor, sus tareas en el desarrollo del proceso serán la mediación y la facilitación. Pensamos que es necesario pasar del «think tank» al «think do», de los centros de pensamiento a los nodos de acción. La ciudad se ha pensado desde compartimentos disciplinarios cada vez más estancos: los arquitectos pensaban 69 los edificios, los ingenieros civiles las carreteras, la administración se repartía competencias. Superar la división de tareas que giran alrededor de la ciudad exige profundizar en el enfoque práctico, volver al trabajo a pie de calle, donde la vida urbana tiene que ser atendida en toda su complejidad. Las formas de trabajo necesitan compaginar el fundamento empírico con la decisión democrática. Esa base se construye sobre la observación, la comunicación, el diálogo, la pedagogía, el reparto de tareas y el desarrollo compartido. La supervisión y la coordinación pueden ser centralizadas, pero la identificación del problema, la definición de los objetivos y la concreción de unas soluciones se basan en la deliberación y el acuerdo conjunto. Este planteamiento constituye en sí mismo un proceso gradual y sostenido durante el cual se desdibujan distancias atendiendo las diferencias. La implicación entendida así aspira a ser una manera de participar sin darse cuenta, viviéndola con naturalidad. Porque la ciudad no se construye sólo desde la disciplina y el planeamiento, sino que en última instancia la hacemos todos como ciudadanos cuando la vivimos día a día. 70 _______________________________________________________________ APLICACIÓN _______________________________________________________________ Parc-Park, oasis compartido en el Carmen Acciones de mejora del entorno del Mercado de Mossén Sorell. _______________________________________________________________ Equipo Iniciativa ciudadana. Localización Plaza de Tavernes de la Valldigna y calle Corona, El Carmen, Valencia. Fecha Fase previa: febrero de 2011. Primera fase: noviembre de 2013. Segunda fase: febrero de 2014. Cliente Iniciativa ciudadana. Agentes implicados Associació Amics del Carme, Col·lectiu de Mares i Pares de Ciutat Vella, estudio L’Ambaixada, colectivo Bosque Urbano, Mercat de Mossén Sorell, plantas bajas comerciales del entorno, policía local, propietarios de los solares, usuarios y personajes de la plaza, servicio de Patrimonio del Ayuntamiento de Valencia. Web http://vimeo.com/89780001 https://www.facebook.com/bosqueurbanoelcarmen http://www.lasprovincias.es/v/20110814/valencia/bosques-ocultos-ciudad-20110814.html http://m.lasprovincias.es/v/20140429/valencia/resurgir-carmen-20140429.html _______________________________________________________________ Síntesis «Bienvenidos al Oasis del Carmen, un espacio compartido recuperado por los vecinos, vecinas y comerciantes del barrio 71 para mejorar el entorno en el Mercado Mossén Sorell. Ya hace más de 20 años que el planeamiento no sabe qué hacer aquí. Por eso hemos decidido pasar a la acción, porque necesitamos un poco de espacio libre para estar más a gusto cuando compramos, paseamos, jugamos, conversamos o comemos en la calle; en definitiva, cuando vivimos nuestro barrio histórico. Con nuestra intervención inicial y vuestra ayuda, queremos activar la plaza de Tavernes de la Valldigna como un Parc-Park, donde coches y personas puedan convivir en armonía. Queremos demostrar que, con nuestras y vuestras manos, es posible hacer de este lugar algo más que un descampado. Nos podemos equivocar y no queremos imponer. Estamos ofreciendo y mostrando una posibilidad de felicidad. En el Oasis del Carmen cabemos todos y todas. Si te apetece, cuídalo y disfrútalo tú también. ¡Este lugar es muy bonito!»14 _______________________________________________________________ Planteamiento Mientras que el Ayuntamiento de Valencia se dedica a desarrollar el Plan Especial de Protección de los entornos BIC en Ciutat Vella, siguiendo los parámetros convencionales de urbanismo y patrimonio; la implicación vecinal demuestra que está preparada para construir con sus propias manos un proceso de activación del Carmen, gestionando directamente los vacíos urbanos, allá donde el planeamiento se halla encallado. Algunas de las llamadas Unidades de Ejecución (Actuación) dentro de los distintos planes de reforma que han sobrevolado el barrio con la promesa de su rehabilitación han acabado dejando un paisaje de espacios infrautilizados a pie de calle. Vecinos y comerciantes, unidos, con el acompañamiento de técnicos y otros agentes, han pasado de la reacción y la larga espera a la acción participativa mediante su implicación explícita, gracias a la toma de conciencia de su capacidad para transformar su entorno cercano. 14. Texto informativo redactado por los agentes implicados para difundir la iniciativa, colocado in situ. 72 En concreto, el objetivo a medio plazo de este ejemplo es mejorar la accesibilidad y logística del entorno del mercado de Mossén Sorell con la necesaria reordenación del actual aparcamiento en superficie de la plaza de Tavernes de la Valldigna. Para conseguirlo, de momento, sin ninguna ayuda económica ni diseño preestablecido, varios espacios libres han sido ocupados por plantas y asientos con el eslogan «Siéntese y relájese» donde antes había coches. Cómo recogía la prensa, la implicación del vecindario ha sido tal que parece que el barrio del Carmen haya constituido su propia concejalía de cultura y medio ambiente en su apuesta para recuperar el patrimonio habitado y crear nuevos espacios verdes en la trama urbana construida, de los cuales se beneficia el comercio, el visitante y el habitante. Así pues, esta zona abandonada desde hace casi tres décadas, a la espera de ser estación del metro, se ha convertido con pocos recursos y mucha energía ciudadana en un verdadero estado de ánimo que se está contagiando al resto del barrio, como por ejemplo a la calle Corona, con los diversos murales que alegran las medianeras. Es una práctica clara de aquello que ahora se denomina placemaking para referirse a la creación de espacios sociales por medio de una participación ciudadana que se apropia conscientemente de su entorno más próximo desde el uso, el diseño inmediato y la gestión común. _______________________________________________________________ Proceso Primero fue plaza de la Olivereta; después creció como plaza de Tavernes de la Valldigna; hoy no hay plaza, sólo un aparcamiento descuidado y solares abandonados en medio del barrio del Carmen en una zona que, no obstante, gracias a los comerciantes, se mantiene viva, aunque con demasiadas molestias e incertidumbres no resueltas. Después de veinticinco años, el planeamiento en el entorno del mercado de Mossén Sorell está completamente atascado. Con la llegada del invierno, el Colectivo de Madres y Padres de Ciutat Vella organizó una nueva merienda con niños y niñas del barrio del Carmen alrededor del mismo mercado. Se aprovechó esta ocasión para visibilizar la posible activación de su ámbito 73 con la idea enunciada como Parc-Park, que conjuga el aparcamiento logístico con la necesidad de espacio público. De este modo, se ha estimulado una coalición entre vecinos y comerciantes que abonan un proyecto inmediato. Esta idea fue presentada a la Concejalía de Urbanismo y a grupos de la oposición; todos mostraron su interés, pero poca cosa más. Esta acción se suma a una fase anterior realizada en el espacio previo de un solar vinculado a la calle Alta por el colectivo Bosque Urbano, con comerciantes, artistas y arquitectos de la zona, capaces de quitar de manera consensuada espacio al coche sencillamente con unas jardineras que se cuidan cada semana. Las últimas negociaciones tratan también de abrir un solar que hay en la calle Alta, un auténtico bosque salvaje, como ya propusieron el 2011 Estal-Klouman Arquitectos conjuntamente con Amics del Carme. Por lo tanto, la implicación trata de proponer, hacer, visibilizar, catalizar y negociar. Conflicto y convivencia continuarán existiendo en el espacio público, pero esta vez será por la responsabilidad asumida por su uso diario, no por la desidia administrativa. A corto plazo, hoy, ya se puede disfrutar; y largo plazo, mañana, el espacio será compartido. La plaza de Tavernes de la Valldigna es un recurso público del barrio del Carmen y como tal pertenece al vecindario, que no quiere que sea sólo un solar más. Se puede aparcar, pero también pasear, comer, comprar, jugar, conversar. Así de fácil, es una cuestión de actitud. En el Parc-Park todo el mundo tiene cabida. _______________________________________________________________ Palabras claves Solar, aparcamiento, plaza, comercio, acción transitoria. _______________________________________________________________ 74 75 El tiempo inmediato El planeamiento nos ha acostumbrado a enunciados de futuro cerrados. Suprimiendo el antes, el durante y el después, el proyecto urbano se deshace de responsabilidades de contexto, necesidades de presente y exigencias de uso; una cierta mentira desmontada por la pésima gestión de las últimas décadas relacionada con un fetichismo por la infraestructura que dejaba de lado su aprovechamiento. El plan es incapaz de responder al omnipresente «¿y ahora qué hacemos con esto?». La ciudad es una construcción social y cultural abierta en el tiempo, un cuento que no se acaba nunca, fruto de las cambiantes formas en que cada tiempo piensa lo urbano. Preservar la memoria (el pasado) y hacer sostenible el futuro de nuestras ciudades son objetivos inseparables de disfrutar de su presente. Por eso, tenemos que buscar maneras de pensar la ciudad más atrevidas y flexibles, que reivindiquen nuestro derecho a la ciudad acompasando los ritmos de trabajo a los de nuestras necesidades presentes. Según Harvey (2008), el derecho en la ciudad va más allá de la libertad individual para acceder a los recursos urbanos: es el derecho de los individuos a cambiar mientras cambiamos la ciudad. Es un bien común a cuenta de un derecho individual, porque su transformación depende inevitablemente del ejercicio del poder colectivo para reconfigurar los procesos de urbanización. Como respuesta a ese compromiso, proponemos dar valor al trayecto, haciéndolo capaz de reorientarse hacia direcciones alternativas a través de la evaluación constante. 76 Ahora que el desfase temporal entre los planes y su ejecución efectiva se eterniza hasta hacerlos obsoletos, es hora de buscar respuestas ágiles y eficientes en las necesidades de nuestras ciudades. En contraste con aquella ciudad del planeamiento concentrada en crecer ordenadamente según aquello que se ha pautado, la ciudad de hoy exige ser pensada desde su realidad construida como escenario de la vida ciudadana. Abrirse a la diversidad de situaciones que por naturaleza alberga el territorio urbano hace necesario superar la idea del «modelo de ciudad» como enunciado estático y lugar común. La ciudad construida no está supeditada a un modelo, porque en ella todos los modelos son posibles a la vez que la obligada contextualización rechaza la aplicación directa de patrones reproducibles. Los modelos tienen que ser sustituidos por referentes, punto de fuga a los que se mira de reojo mientras se dibuja la ciudad propia a mano alzada. La falsa ansiedad de ruptura y modernidad tiene que dejar paso a una innovación entendida como evolución cultural derivativa, construida en base a experiencias precedentes y a la imprescindible contextualización. Paradójicamente, la originalidad y la inteligencia se encuentran ahora en aquello que siempre estuvo aquí, en el aquí y en el ahora. Este otro punto de vista necesita invertir varios conceptos: En primer lugar, frente a la noción de límites alimentada por el «efecto Guggenheim» —basado en la confianza en que la intervención acotada conduzca a la mejora de lo que hay alrededor—, proponemos el concepto 77 de «ámbito». El ámbito diluye el radio de alcance del proyecto sumando ambición y modestia. Buscar apoyos en el entorno para que el refuerzo entre el dentro y el fuera sea mutuo se convierte en un planteamiento táctico más sensible a las diferentes potencialidades urbanas. En segundo lugar, el proyecto urbano necesita liberarse de su dependencia por la construcción. Superando el enconado debate entre la necesidad o no de construir, planteamos que el proceso se interprete en clave de activación. Esta idea viene a insistir en la necesaria coordinación entre diseño, uso y gestión. Buscar modos de hacer un uso eficiente de los recursos urbanos propios, de disposición inmediata, arraigo cultural y economía territorial, es el medio de construir ciudades inteligentes. En tercer lugar, la intervención urbana tiene que deshacerse de su vocación última de permanencia. Cuestionar la permanencia de un proyecto es una manera de sensibilizarse con la fragilidad de la ciudad existente y, al mismo tiempo, descubrir el valor de la idea de pensar la ciudad en función del tiempo. Este planteamiento, que denominamos «temporalización» (Bishop & Williams, 2012), comprende conceptos ya bastante ensayados como lo efímero, lo temporal o el trabajo por fases y escalable. Las tres líneas que proponemos convergen en la búsqueda de soluciones ágiles e inmediatas. Ponemos la atención en recursos limitados pero de grandes posibilidades; son de especial interés aquellos espacios 78 infrautilizados y situaciones en las que a simple vista parece no haber nada, ocasionalmente tratados por el planeamiento como espacios de transición que por costumbre nos son inadvertidos: bajos comerciales vacíos, solares y descampados, equipamiento municipal infrautilizado, patrimonio en desuso, vías de movilidad sobredimensionadas, infraestructuras obsoletas o viviendas deshabitadas, son algunos de los recursos urbanos disponibles en grandes cantidades en nuestras ciudades para los cuales es necesario pensar nuevas herramientas de trabajo. Lo temporal no tiene que ser entendido secamente como una solución provisional o de emergencia; el llamado low-cost (quizás preferimos el más positivo LQC, lighter-quicker-cheaper, acuñado por la organización Project for Public Spaces) no tiene que mirarse como una tendencia estética; las intervenciones secuenciadas y escalables no son una renuncia a ambiciones mayores. Planteamos respuestas de aproximación, flexibles, sometidas a una constante evaluación y abiertas a la reorientación. Es hora de llamar la atención sobre el valor del trayecto. Lo que para el plan es «mientras tanto», para el proceso es «durante». Como demuestran proyectos de gran envergadura y éxito internacional, ese tiempo intermedio puede servir para implicar a la ciudadanía (cómo se hizo en la mejora del espacio peatonal de Times Square), crear costumbre gradualmente (la recuperación de los márgenes del río en Lyon), elaborar una previsión de costes —humanos y económicos— realmente pensada (la reactivación de manera do 79 it yourself de los astilleros del NDSM Werf en Amsterdam) o descubrir las posibilidades de uso con las que abonar la propuesta técnica (el ensayo de Tempelhofer Freiheit en Berlín para la transformación de un aeropuerto obsoleto en un parque). _______________________________________________________________ APLICACIÓN _______________________________________________________________ Camping de Dalt Hacer camping es hacer ciudad. _______________________________________________________________ Equipo Autores: David Estal y Ramon Marrades Colaborador: Chema Segovia Diseño e identidad: Marina Senabre Infografía: Manu Garrote y Bernat Ivars Localización Partida de Dalt, Campanar, Valencia Fecha Desde diciembre de 2012 Cliente Grupo Municipal Compromís Valencia Agentes implicados Administración municipal, Rain Forest (Bio-Parc), agentes e instituciones turísticas, vecinos de Campanar, trabajadores de la huerta y Universidad de Valencia. Web https://www.youtube.com/watch?v=3PAAUs8MBZw http://www.levante-emv.com/valencia/2012/10/20/acampadabioparc/945467.html http://www.valenciaplaza.com/ver/64538/un-camping-urbanopara-valencia.html 80 _______________________________________________________________ Síntesis La propuesta del Camping de Dalt tiene como propósito desarrollar una zona de acampada y un modelo de gestión y explotación de ésta como herramienta de política urbana para recuperar un espacio infrautilizado y desvelar las potencialidades turísticas no aprovechadas en la ciudad de Valencia. Junto al acceso al Bioparc encontramos un amplio terreno baldío a la espera del plan, que espera la incierta construcción de un parque de atracciones. En la parcela allanada por las excavadoras, sigue en pie la Alquería del Rey, un conjunto arquitectónico de destacado valor abandonado y deteriorado. En esta situación, la posibilidad de intervenir con un bajo coste, de forma mínima, flexible e incluso reversible, pero buscando efectos inmediatos en un espacio que el plan entiende como «solucionado» —y para el cual, consiguientemente, no tiene herramientas de acción al margen de la propuesta de futuro— sirve además de excusa para recuperar recursos urbanos en desuso, prestar servicios al entorno donde se localizan (el barrio de Campanar) y diversificar la oferta turística de la ciudad, contribuyendo a crear una imagen de ciudad inteligente y atenta a su territorio. Es decir, el camping pone en relación el entorno urbano, el territorial y el patrimonial. _______________________________________________________________ Planteamiento La propuesta tiene por objetivo principal aprovechar una demanda turística hasta ahora no satisfecha. Se plantea el camping como una opción distinta de acceso a la ciudad (económica pero no low-cost) que permita hacer convivir visitantes de distintas generaciones en un espacio de estancia tranquilo y de aprendizaje. En los últimos años el turismo en la ciudad de Valencia ha crecido de manera exponencial, pero lo ha hecho de manera desequilibrada: han aumentado de manera desproporcionada los hoteles de lujo (87 % de todas las plazas hoteleras nuevas entre el 2004 y el 2010), al mismo tiempo que se ha disparado el número de youth hostels. Por otro lado, hay una carencia de establecimientos en muchos barrios. 81 Tanto el modelo de turismo de eventos como el turismo de fiesta alcohólica corren el riesgo de agotamiento. La propuesta del Camping de Dalt fomenta la sostenibilidad (medioambiental, social y económica) de manera desestacionalizada (con un clima como el nuestro podría estar abierto todo el año). Reclamamos un turismo cultural, de deportes y de carácter familiar y de aire libre que esté arraigado al territorio. _______________________________________________________________ Proceso _______________________________________________________________ La parcela de trabajo (26.500 m²) es un suelo municipal cedido a la empresa Rain Forest, promotora del Bioparc, donde está prevista la construcción de un Parque de Atracciones de construcción más que improbable. Frente a esto, ofrecemos una propuesta de uso inmediato que active la rehabilitación de la Alquería del Rey y prevenga el abandono de la huerta. El Camping de Dalt descarta la privatización por concesión así como la gestión pública ortodoxa. Se propone en cambio un modelo de gestión ad hoc, desde un órgano tripartito en el que ayuntamiento, empresarios y la Universidad sumen esfuerzos, y que ofrezca además una oportunidad a los jóvenes profesionales de la gestión turística para iniciarse en el mercado laboral. En esencia, hay que entender que en la generación de políticas públicas tienen que influir un conjunto complejo de agentes e instituciones de (y más allá de) la administración, reconocer la responsabilidad de incidir en temas sociales y económicos, identificar las relaciones de poder implicadas en la acción colectiva, tejer redes de autogobierno de los agentes autónomos y no basarse en el poder del gobierno para hacer uso de su autoridad sino utilizar nuevas herramientas y técnicas para dirigir y guiar. _______________________________________________________________ Palabras claves Turismo, diversificación, territorio, barrio, mientras tanto, recuperación de recursos, gestión. _______________________________________________________________ 82 83 Innovación es social La ciudad es una construcción histórica compartida. Colectiva, sostenida y abierta en el tiempo. Una acumulación de momentos en la que quedan contenidas las múltiples formas en que las personas han entendido el entorno que han habitado. La ciudad es una construcción derivativa, hecha sobre lo que se había hecho, construida sobre lo construido, siempre impulsada por la sociedad. Es por eso que hablar de innovación social resulta una reiteración, puesto que todo el que es realmente social es necesariamente innovador. Como se explicó en el marco de la ciudad construida, frente al modelo típicamente jerárquico y centralizado del planeamiento (top-down), cada vez son más habituales los movimientos en el margen, proactivos y poco estructurados que hacen ciudad desde abajo hacia arriba (bottom-up), en los cuales los ciudadanos aspiran a tener poder de decisión sobre el entorno que habitan. La existencia de estas rendijas, cada vez más diversas y accesibles, cubre vacíos y carencias del sistema institucional. Suceden a pesar de la falta de apoyo desde las políticas públicas, de nuevo excesivamente rígidas y poco capaces de acompasarse a sus ritmos. Ante esta energía impulsada desde la base, la pelota está en la azotea de la administración. Es el momento de construir canales de relación que fluyan desde la sociedad hacia el proyecto urbano y no a la inversa. Convertir las dinámicas espontáneas que se dan en la ciudad, a través de la creatividad y el uso, en instrumentos de desarrollo económico y urbano, implica reco84 nocer su valor, respaldarlas e incentivarlas. Es decir, aprender de ellas. Tratar de institucionalizar aquello que nace como reacción a las carencias de la institución misma comporta el riesgo de desactivarlo. Las redes de participación informal deben su facilidad de acceso a la ausencia de jerarquías visibles; su agilidad, a no tener una estructura en exceso definida y repudiar protocolos; su vitalidad —ocasionalmente—, a la falta de reconocimientos y a mantenerse ocultas (el grafiti es un buen ejemplo). En esta condición de agente doble, el proceso tendrá que proveer de estructuras que apoyen y faciliten la transmisión de estas energías ciudadanas hacia la esfera de lo público sin caer en secuestrarlas o coartarlas. Frente al urbanismo especializado y compartimentado, se hacen necesarias maneras de trabajar que fomenten la colaboración, que se presten al trasvase de conocimientos entre disciplinas y que aprendan a compartir información. Estos intercambios tendrán que fomentarse especialmente en el apartado práctico, y aprovechar para transmitir esa energía conjunta directamente en el momento de la acción. Hay que vencer la tendencia a sobrestimar los méritos del método científico para nutrirse también de lo que sucede a ras del suelo. Frente al tradicional despacho de urbanismo situado en las partes altas de los edificios, preferimos trabajar a pie de calle en un local con la puerta siempre abierta y sintiéndonos parte de lo que sucede fuera, puesto que la forma en que te relacionas con la ciudad constituye la base de la manera en que trabajas para ella. 85 _______________________________________________________________ APLICACIÓN _______________________________________________________________ Estratègia Comboi Retorno de la actividad productiva a los centros urbanos. _______________________________________________________________ Equipo Estratègia Comboi (Ramon Marrades, Francesc Miralles, Julio Giménez y Chema Segovia). Localización Xàbia (la Marina Alta) y Burjassot (L'Horta Nord). Fecha Noviembre de 2012 – abril de 2014. Cliente Ayuntamiento de Xàbia y empresa municipal CEMEF de Burjassot. Agentes implicados Administración municipal, asociaciones de comerciantes, asociaciones vecinales, asociaciones profesionales, centros de formación, propietarios de locales y profesionales particulares. Web www.estrategiacomboi.com _______________________________________________________________ Síntesis Estratègia Comboi es una iniciativa urbana y empresarial que tiene por objetivos paralelos el fomento de la actividad emprendedora y la reactivación de recursos urbanos en desuso. Por medio de la construcción de un marco de gestión particular, se facilita a los profesionales el acceso a bajos comerciales a pie de calle vacíos. La continuidad del proyecto se afianza generando dinámicas de trabajo colaborativo con el apoyo acelerador de profesionales con experiencia. Los propietarios ven ocupados sus locales comerciales, mientras que el espacio urbano y los negocios existentes se benefician del aumento del dinamismo en las calles. 86 _______________________________________________________________ Planteamiento Como premisa, decidimos aplicar el proyecto en los centros históricos de municipios de tamaño mediano; aspiramos a llevar a estos grandes olvidados una actividad productiva diversificada que sirva para revitalizarlos. Por más que el talento y las oportunidades tiendan a concentrarse en las capitales, las ciudades medias suelen contar con el potencial de una ciudadanía cohesionada. Dirigida desde una política social transversal e integradora, esta energía tiene la capacidad de generar transformaciones productivas que las hagan ser competitivas en su entorno. Como equipo independiente, desde Estratègia Comboi monitorizamos un proceso que ve fundamental unir esfuerzos a escala local. Entendemos que el diálogo con la administración pública y otros agentes sociales tiene la capacidad de acelerar procesos. Entre todos construimos un marco de acciones que facilita las iniciativas empresariales y dinamiza la vida en la ciudad para así dar el paso hacia una economía basada en el conocimiento y la participación. _______________________________________________________________ Proceso Nuestro trabajo comienza a partir de un diagnóstico de la realidad local que combina datos recogidos por la administración con el trabajo de campo a pie de calle: analizamos la actividad, mapeamos usos, establecemos relaciones y localizamos espacios de oportunidad. En paralelo, implicamos un grupo de agentes sociales de diversa procedencia, gentes que de otro modo quizás nunca se habrían sentado en una misma mesa por la aparente falta de proximidad. Los contactos comprenden desde mesas de trabajo conjunto para coordinar tareas hasta encuentros individuales menos protocolarios para comentar el desarrollo del proyecto y generar cercanía. Desdibujándose la jerarquía vertical, cada agente asume responsabilidades y plantea exigencias propias. De cara a la comunicación pública, Estratègia Comboi hace de portavoz principal, atendiendo a los trabajadores interesados en 87 la iniciativa, en su mayoría dirigidos desde los agentes sociales. Reunido el grupo de interesados, seleccionamos con ellos el local de trabajo anteponiendo la necesidad a la infraestructura. Con la apertura del local se inicia una fase inicial en la que Estratègia Comboi coordina lo que sucede en el espacio, implicando a los participantes gradualmente en la gestión. Trabajamos para que los usuarios sientan el espacio como propio, haciéndoles responsables y dándoles libertad al mismo tiempo. La seguridad del proyecto se afianza gracias a un marco jurídico propio, flexible a la vez que seguro. Planteamos contratos por tramos, que introducen el valor de la mejora y el mantenimiento del espacio como pago, escalables y temporales en beneficio de ambas partes. Frente a las condiciones rígidas, asumidas en la mayoría de los casos por mero hábito, planteamos un tipo de acuerdo adaptado al caso práctico. _______________________________________________________________ Palabras claves Política pública, diagnóstico, facilitación, mediación, dinamización, seguimiento. _______________________________________________________________ 88 89 Conflicto y convivencia Una fotografía tomada en 1915 muestra una plaza de la Virgen —todavía no convertida en zona peatonal— en la que las personas se mueven con naturalidad entre los primeros vehículos de motor y las últimas calesas. Una sencilla diferenciación de empedrado distingue la acera de la calzada. La ligereza del diseño ordena la circulación en la plaza al tiempo que se presta a ser pasada por alto; hace entender al vehículo motorizado que él no es el único propietario del lugar y permite a los peatones el uso del amplio espacio de la calzada. Esta imagen nos sirve para precisar el título de este apartado: cuando aquí decimos «conflicto y convivencia» no lo hacemos confrontando ambos conceptos, sino poniéndolos en un mismo plano. Frente a la manera de pensar que entiende que la convivencia es sólo posible en la ausencia de conflictos, el uso de la ciudad hace ver que en el conflicto se encuentra el sentido real de la convivencia, síntoma de una diversidad natural y deseable. El conflicto hace ciudad. En lugar de plantearnos de qué manera desactivarlo por medio de la imposición de orden y la aspiración al consenso absoluto, es necesario vencer la aversión y pasar a pensar en maneras de gestionarlo, y construir un marco de convivencia basado en la asunción de la diferencia y no en la imposición de homogeneidades. Prescindir de la regulación superflua y dar libertad al uso de la ciudad es además una manera de responsabilizar y capacitar al usuario. Frente al excesivo uso pautado del espacio público —asumiendo generalmente un 90 dictado heredado de la circulación motorizada: pasos de peatones, semáforos, acera, etc.—, resulta especialmente simbólica para ilustrar lo que tratamos de exponer la cada vez más habitual filosofía shared space (Karndacharuk, Wilson y Dunn, 2013), consistente en mantener el tránsito rodado eliminando la casi totalidad de señales de circulación en la calle. Restando prioridad al vehículo privado, se consigue una conducción más cauta y serena, mientras que los peatones ganan en naturalidad de movimientos a la vez que se les exige una mayor atención a su entorno. Ante planteamientos falsamente desideologizados que plantean los proyectos urbanos como grandes hitos que benefician al total de la ciudadanía de manera homogénea, entendemos el proceso urbano como político: es un instrumento de política pública que gestiona agregaciones de preferencias en disenso. Desde lo más nimio, como convertir en zona para peatones una calle, hasta las grandes estrategias de marca de ciudad, sus efectos y sus consecuencias, sus agentes y afectados, difícilmente estarán equidistribuidos socialmente, económicamente y geográficamente. Acoger el conflicto como energía urbana inextirpable comporta construir un marco de gestión particular. Asumiendo la imposibilidad del consenso total, tenemos que buscar una política de acuerdos, negociaciones y convenios. Estos tienen que considerarse bastante flexibles (escalables, revisables, secuenciados, incluso cancelables) para poder conseguir las condiciones más favorables para cada una de las partes según las necesidades 91 específicas. Su principal objetivo será acoger la diferencia, mediante ese espacio de encuentro donde conviven expresiones diversas. Estos espacios encontrarán contexto —incluso físico— en aquellos lugares de frontera, en que la tensión de la disputa se entiende como una oportunidad para la negociación. Estos espacios serán lugares de intervención en la ciudad construida: aquellos donde se puede conseguir revertir los aspectos negativos del conflicto a través del diálogo y la implicación, donde se puede capacitar a las personas más desfavorecidas o excluidas del proyecto urbano y donde se puede ganar sensibilidad ciudadana para entender la diferencia como una riqueza social. _______________________________________________________________ APLICACIÓN _______________________________________________________________ Play-Time, interacción y respuesta Taller del certamen de Activación Sociocultural El Casc. _______________________________________________________________ Equipo Tutor: Desayuno con Viandantes. Participantes: Ana, Andrea, David, Hernán, Jaisel, Matthias, Laura y Virtu. Localización Centro Histórico de Villena. 92 Fecha Entre el 29 de julio y el 9 de agosto de 2013. Cliente Organiza: El Fabricante de Espheras (estudio de arquitectura), Ayuntamiento de Villena y Universidad de Alicante. Agentes implicados Representantes y personajes elegidos durante el taller, relacionados directamente o indirectamente en el centro histórico de Villena como por ejemplo la prensa, los mismos organizadores, un policía, el arquitecto del plan de reforma, la socióloga de la oficina municipal, más algunos vecinos y comerciantes con nombre propio de diferentes edades y situaciones contrapuestas. Web http://www.elcasc.com/ http://playtimevillena.tumblr.com/ http://www.elperiodicodevillena.com/noticia. asp?idnoticia=84457 _______________________________________________________________ Síntesis «No hace mucho tiempo Villena era un humedal y en su tierra crecía el arroz. El agua discurría en abundancia a sólo tres metros de la superficie. Las cosas cambian. Vinimos por eso, para formar parte de una transformación. Hemos recorrido estas calles con los ojos de quienes miran por primera vez, quizás ingenuos, pero también sorprendidos, con la capacidad para descubrir el detalle que quién mira cada día nunca verá. ¿Qué es la ciudad? No son los edificios, no son los acontecimientos, ni los hechos históricos, ni los planes urbanísticos. La ciudad son las personas. Las personas construimos o derrocamos. Para observar, escuchar, comprender y admirar una ciudad no basta transitarla. Hay que meter las manos más dentro, en el fondo de la masa. No basta participar, hay que implicarse. Transformar es actuar. No basta con la presencia, es necesaria la acción. La ciudad, si no es activa, es un montón de nada.»15 15. Relato de cocina. Texto introductorio del vídeo de conclusiones 93 _______________________________________________________________ Planteamiento Se trató de un taller abierto, es decir, donde el final no estaba previamente definido, y dividido en cuatro partes entre la interacción y la respuesta con el entorno habitado: observación; deriva; mediación; acción. Entendiendo la empatía y la interrogación como fórmulas de participación, el taller en sí mismo es un experimento sobre las situaciones cotidianas de conflicto y convivencia a la hora de ser partícipes del entorno. Finalmente, la experiencia compartida de una acción efímera consistente en 3x3 dúos-conversaciones-cenas en el espacio público vivido entre participantes del taller y agentes mediados, donde el intercambio de conocimiento nace del mismo uso del centro de Villena. _______________________________________________________________ Proceso En la trayectoria del colectivo Desayuno con Viandantes observamos su interés de reflexionar sobre el uso del espacio público, cosa que facilita la implicación directa de las personas que se encuentran; compartiendo un momento urbano, escénico, artístico, político y gastronómico, que posibilita la activación de relaciones y el contacto con diferentes actores sociales. Con la misma intención, el taller transversal de participación ciudadana tutorizado por este colectivo, desveló y experimentó las acciones apropiadas para involucrar los actores vinculados a los espacios públicos del centro de Villena, además de servir de cruce con el resto de talleres planteados en el Casc. Durante los días que se desarrolló el taller, los participantes miraron, pasearon, conversaron e intervinieron efímeramente en este entorno, explorándolo cada día y descubriéndolo, tanto a sí mismos como a los habitantes. Prejuicios y emociones se cruzaron sobre la mesa de manera colectiva. del Taller Play-Time (v. <http://vimeo.com/73375685>). 94 Por lo tanto, Play-Time fue un proceso basado en la acción transversal (organizador-tutor-participante-habitante) que mostró las capacidades de diálogo que genera una mesa para cuatro en medio de una calle y los beneficios derivados de la activación de las relaciones urbanas a través de gestos y experiencias más cariñosas. _______________________________________________________________ Palabras claves Cenar a la fresca, conversaciones, espacio público, participación, implicación. _______________________________________________________________ 95 Identidad urbana Venimos de un periodo en el que demasiado a menudo se ha caído en el error de limitar la cultura a la preocupación por la promoción y la visibilidad exterior, y se ha presentado la ciudad como un gran escaparate y no como un escenario de vida. Mientras la historia de la ciudad se ha congelado a través de la musealización del patrimonio, su presente se ha pretendido modelar utilizando referencias descontextualizadas. Hemos hecho ciudades que podrían estar en cualquier parte del mundo que pudiera pagarlas, olvidándonos de aquello de valor que ya teníamos. La ciudad construida entiende la historia de una ciudad como un proceso contextualizado, derivativo, social y dinámico, en constante avance. La ciudad que se vuelve de espaldas a sí misma, a su entorno, a su ciudadanía y a sus formas de hacer, es una ciudad en la que no podrá pasar nada. Como hemos insistido, hay que redescubrir aquello en lo que somos buenos y convertirlo en nuestro material de trabajo: la calidad de vida, el acertado diseño urbano, el clima, la capacidad transformadora de la sociedad, la riqueza territorial… No nos perdamos mirando al cielo, bajemos la vista y pensemos en la huerta, los centros históricos, los símbolos apropiables, la diversidad cultural y su marco de coherencia compartido. Con el proceso se plantea el reto de acoger aquellas dinámicas espontáneas que caracterizan la manera de vivir valenciana, canalizarlas y fomentarlas haciendo que la política pública aprenda de éstas. Nos interesa 96 la manera en que la arquitectura tradicional crece por agregación según la necesidad, sin que la forma limite nunca el ritmo cambiante de la vida. Nos inspira la inteligencia con la que en L'Horta se hace uso de los recursos mínimos disponibles para solucionar problemas (el somier reciclado que sirve de separación entre cultivos). Confiamos en la energía que la ciudadanía exhibe a la hora de aprovechar de manera compartida oportunidades únicas (por ejemplo, en Valencia ciudad, hay que reivindicar que casos como El Saler y el Turia sean mucho más difundidos, y al mismo tiempo gusta que se mantengan en el silencio de lo natural y lo próximo). Aspiramos a dar espacio político a la capacidad transformadora que surge en los márgenes de la administración, allá donde es más vibrante. El proceso quiere ser una forma de política urbana transversal que, como ya hemos insistido, recoja y fomente las relaciones de fidelidad entre economía, territorio y ciudadanía. En este contexto, la identidad es ingrediente y producto de las innovaciones urbanas. 97 _______________________________________________________________ APLICACIÓN _______________________________________________________________ Calp Poble Proceso de activación del centro histórico de Calp. _______________________________________________________________ Equipo David Estal, Ramon Marrades, Madalena Martins, Chema Segovia, Boris Strzelczyk y Nadine Strzelczyk. Localización Calp (la Marina Alta) Fecha Septiembre de 2013 Cliente Propuesta finalista del Concurso internacional de ideas para la regeneración económica, social y ambiental del núcleo histórico de Calp convocado por el Ayuntamiento. Agentes implicados Administración local, diferentes áreas municipales (urbanismo, turismo, cultura, educación, empresa, etc.), agentes sociales, inversores privados, residentes, comerciantes, convocatorias creativas. _______________________________________________________________ Síntesis Calp Poble es un proceso de revalorización y activación del centro histórico de Calp, resituándolo en el centro del ecosistema urbano municipal y posicionándolo a su vez a escala comarcal. La propuesta moviliza de manera sencilla recursos infrautilizados, entendiéndolos como oportunidades inmediatas para generar nuevos elementos de desarrollo económico y de disfrute social. Sin necesidad de grandes intervenciones y basándose en el efecto instantáneo que supone mantener y potenciar las actividades ya existentes, el proceso alinea intereses multipartitos, públicos y privados, al servicio del uso ciudadano (diario, individual y colectivo). _______________________________________________________________ 98 Planteamiento En la ciudad europea y mediterránea, los conjuntos históricos son esos lugares complejos llamados corazones de la ciudad. Hacerlos palpitar es fundamental para que el resto de la ciudad tenga identidad y vitalidad. Así, pensamos que en la actualidad su recuperación tiene que entenderse desde la «activación». Puesto que ya está todo construido, prácticamente todo rehabilitado y por sus calles se puede pasear, ahora se trata de trabajar en las relaciones entre sus habitantes y visitantes, promocionando políticas de gestión que fomenten el uso de aquello que se ha construido, en definitiva de activarlos socialmente, económicamente y culturalmente, a través de la energía canalizada por los recursos humanos o potenciando el concepto en red. _______________________________________________________________ Proceso Las medidas propuestas se agrupan en seis líneas de acción: accesibilidad, rehabitar, diversificación productiva, dinamización del espacio público, turismo integrador y proceso de activación. Cada una de estas líneas combina elementos de activación social, económica, cultural y ambiental; están interrelacionadas entre sí a través de un organigrama de gestión conjunta, una evaluación constante abierta a la reorientación y un impulso estratégico a través de un campamento creativo anual llamado Callping. Cada línea de acción es descrita por una medida principal, de gran carga simbólica, y varias complementarias. Las medidas principales del proceso de activación son: I. Accesibilidad: Transporte a demanda. Adaptación de los servicios de transporte público a la demanda existente, de forma que no se establecen líneas regulares a priori sino una red de paradas, líneas y horarios con los servicios realmente demandados. II. Rehabitar: Aparcería urbana Por medio de un contrato de aparcería urbana, la persona (física o jurídica) propietaria de una vivienda cede su uso temporalmente a cambio que los nuevos habitantes asuman las obras de rehabilitación y mantenimiento. 99 III. Diversificación productiva: Espacios de trabajo colaborativo. Generar un vivero de empresas descentralizado, que ponga en uso los locales vacíos del casco antiguo. IV. Dinamización del espacio público: Usos temporales. Dinamización del espacio público con acciones lúdicas y comerciales en la calle para todas las edades. La ciudad se construye a través del uso. V. Turismo integrador: Hotel difuso. Recuperación de varias viviendas dispersas por el centro como espacios de hotel de manera progresiva y escalable. Los servicios del hotel podrían ubicarse en establecimientos existentes (bares y restaurantes, kábilas, comercio local, etc.). VI. Proceso de activación: Callping, una llamada a la creatividad. Celebración de un certamen creativo de activación sociocultural con carácter internacional, multidisciplinar y anual, el nombre del cual hace referencia a una llamada (Call) desde el centro de Calp a propuestas efímeras que visibilicen y usen el casco antiguo como lugar de experimentación urbanística a través de la participación ciudadana. _______________________________________________________________ Palabras claves Hotel difuso, transporte-demanda, centro histórico, Callping, masovería. _______________________________________________________________ 100 101 Conclusión y agradecimientos En estas páginas, que esperamos que hayáis disfrutado, hemos intentado condensar nuestra manera de enfocar el urbanismo del presente. El Demos 6, La ciudad construida: del plan urbanístico al proceso ciudadano, supone para nosotros un punto de partida a la hora de enfrentarnos a los desafíos de la ciudad que habitamos, muchos de ellos relacionados con la caducidad del planeamiento moderno. Esa obsolescencia está vinculada a la ineficiencia de unas políticas urbanas que no han sabido responder a situaciones inesperadas (aunque desafortunadamente prolongadas, como la crisis económica) y a la falsa ilusión de las soluciones urbanísticas homogéneas de efectos positivos iguales para todo el mundo. Hemos lanzado respuestas abiertas y flexibles, rechazando esquemas cerrados a la manera de ovnis que se posan en las ciudades sin ninguna relación con lo que ya pasa. Todavía no sabemos si el proceso urbano es la respuesta óptima a las inquietudes planteadas, pero afirmamos convencidos que es un buen punto de partida que establece las bases para un desarrollo más inclusivo y más sostenible. Partimos del triángulo equilátero del uso, el diseño y la gestión como elemen102 tos indisociables de cualquier política urbana, incorporamos siempre procesos participativos, entendemos las virtudes del territorio donde se producen, y consolidamos y catalizamos las dinámicas espontáneas que ya funcionan. A pesar de ser un punto de partida, este documento no nace de la nada. Los tres firmantes (David Estal, arquitecto; Ramon Marrades, economista urbano; y Chema Segovia, arquitecto) hemos trabajado en forma de investigación, práctica, docencia y por ensayo/ error los aspectos que dibujan el proceso ciudadano. Nuestra tarea, vinculada en la calle desde el estudio L’Ambaixada a pie del barrio del Carme, es heredera de aquellos que entendieron la ciudad de manera abierta y multidisciplinar en los 80 (los maestros Carles Dolç, Rafa Rivera, Vicente González Móstoles, Joan Romero, Josep Sorribes y otros muchos). No habríamos llegado donde estamos sin el apoyo de Aula Ciutat, la ETSAV, Econcult (Universitat de València), Desayuno con Viandantes, Urbego y las diferentes instituciones que han contado con nuestro asesoramiento. Este libro no habría sido posible sin el gran trabajo y dedicación de los amigos de la Fundació Nexe (gracias, Vicent Flor y Pere Fuset). Muchas gracias también a todos los mecenas que ha contribuido económicamente a hacer posible esta edición. Nos encontramos en la ciudad. 103 Anexo fotográfico Alberca Camping en el puente. Campo de fútbol. Curvas. Fallas. Envidia. Mirador. Literatura. Con vistas. Escala. Noches de cine. Tiro al ángulo Retrato familiar. El número 5. Bibliografía Banham, R.; Barker, P.; Hall, P.; Price, C. (1969). «Non-Plan-Experiment in Freedon». New Society, 13 (338), 435-441. Bishop, Peter; Williams, Lesley (2012). The temporary city. London: Routledge. Boschma, R. A.; Frenken, K. (2007). «Applications of evolutionary economic geography». 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University of Toronto, Rotman School of Management, Martin Prosperity Institute Working Papers. 117 David Estal es arquitecto titulado por la ETSA de Valencia el 2006 con el proyecto «Aparcamientos integrados en Ciutat Vella», merecedor del primer premio de investigación del CEyD. Becado por la Fundación Caja de Arquitectos en el estudio de G. Vázquez Consuegra y formado en el estudio Gradolí&Sanz. Actualmente colabora con la Politécnica como profesor invitado del tribunal de proyecto final de carrera del Taller 3; en la Universidad de Valencia, con el máster de nuevas políticas turísticas urbanas; y en la plataforma Aula Ciutat, haciendo de coordinador de foros, exposiciones y debates. Ha trabajado en propuestas urbanas para Valencia como la Vía Verde, La Pepri Cabanyal, Recuperamos la Alameda, Camping de Dalt, Rehabilitación del Bloque de Portuarios, A la redor del Mercat Central o el Plan de Movilidad. Es cofundador del colectivo Desayuno con Viandantes. Desde la acción, la formación, el asesoramiento y/o la divulgación, se ha especializado en materia de espacio público, movilidad sostenible, política urbana y participación ciudadana. Ramon Marrades es economista urbano (licenciado en la Universitat de València y MSc por la Universidad de Utrecht) y emprendedor social. Es investigador en Econcult, la Unidad de Investigación en Economía de la Cultura de la Universidad de Valencia, y miembro fundador de la plataforma internacional de jóvenes urbanistas URBEGO. Ha recibido una mención honorífica de la International Young Planning Profesional Award (2012) y el premio Jóvenes Emprendedores Sociales 118 de la Universidad Europea por el proyecto Cien Pies (2013). Su trabajo, que lo ha llevado a una decena de países, se encuentra en la intersección entre la economía y la planificación urbana en forma de investigación, enseñanza, emprendeduría y consultoría. Chema Segovia es arquitecto titulado por la ETSA de Sevilla el 2009. Habiendo formado parte de varios grupos de trabajo, vinculados unos al mundo universitario, otros al empresarial y en la mayoría de los casos a la vida de estudio, su formación se ha desarrollado a caballo entre la investigación teórica y el ejercicio profesional más activo. Fue alumno de Elena Turetti en el Politécnico de Milán, avivando su interés por la investigación teórica, e inició su carrera profesional junto a Stefan Häring, de quién aprendió a poner la disciplina al servicio de las necesidades reales. 119 La edición de este cuaderno ha sido posible gracias a la colaboración de todas estas personas en una campaña de micromecenaje en Verkami. Abelard Rodríguez i Llàcer Albert Vañó Sanchis Alberto Sanchis Alfons Sánchez Álvaro Pérez Fiz Andrés Boix Palop Andreu Escrivà Antonio Gallud Martínez Antonio Laguna Aurora Mora Urbano Blanca Franco Cordón Carles Hernández Coscollà Carles Plasencia Vilanova Carlos O. Carlos Villodres Iglesias Clara Ferrando i Estrella Conxa Ferrer i Simó Dani Ortega Cuenca Dani R. Soriano Elies Ibáñez del Amo Elies Seguí Enric Cosme Llópez Enric Martínez Fernando Sapiña Navarro Ferran Puchades Vila Ferran X. Nogueroles Fran Calvache Fran Ferri Francesc Arechavala Roe Francesc J. Fort i Silvestre Francesc Miralles F. M. Fernández Capilla Francisco J. Taléns Gallardo Giuseppe Grezzi Gustau Pérez Pérez Hèctor Serra Ignasi Cervera Isa Lozano Lázaro Ismael Rafols Israel Blasco Joan Ortí Voltas Joan Raül Burriel Calvet Joan Sanchis i Muñoz Joangre Maria i Femenia Jordi Belda i Sanchis Jordi Ferrando Fabra Jorge Peguero Jose Ignacio Pastor Pérez José Víctor Luna i Beneyto Josep González Vidal Josep Lluís Miralles Garcia Josep M. Sancho i Carreres Josep Maria Tarazona Mas Josep Vicent Sala Siscar Josepa Cucó Giner Juli Jordà Mulet Júlia Moltó Linares Julia Pineda Leticia Amigó Tárrega Lluís Candel Galan Manuel Alcaraz Ramos Maria Donnini M. Pilar Soriano Rodríguez Marina Mollà Bolta Mildred Guerrero M. Josep Amigó Laguarda Nathalie Torres Garcia Natxo Costa Néstor Vercher Savall Óscar Bailo Paula Simó Pedro García Pilán Rafa J. Martínez Rafael Beneyto Cabanes Rafael Torrent Barris Ramir Calvo i Cubedo Ramon Marrades Lloret Reis Gallego Perales Ricard Barberà i Guillem Romà Seguí i Francès Rosa Sanz Ribelles Rosella Antolí Santolària Salva Carrasco Ferrís Salvador Signes Chover Sebastià Sento Puchades i Vila Sergi Campillo Fernández Sònia Pérez Ortuño Susanna Pardines López Tato Herrero Vicent Baydal Vicent Enric Sorribes Vicent Flor Moreno Vicent Guillamon Vicent Manel Garcia Llopis Vicent Oriola Pla Vicent Ros i Ordinyana Vicent Solbes Vicente González Móstoles Víctor Martínez i Puchol Víctor Pons Virgilio Paricio Talayero Xavier Masó i Ferrando Xavier Pastor i Picó Ximo Cádiz Ródenas Ximo Ortega Garrido Guilermo López García Ximo Estal Lizondo misión La Fundació Nexe tiene como misión contribuir a la mejora y al progreso de la sociedad valenciana mediante la generació, la difusión y el debate de ideas. fundadores Los fundadores de la Fundació Nexe son la Associació Cívica Valenciana Tirant lo Blanc y varias personas a título individual. objetivos Tenemos la voluntad de extender la conciencia nacional valenciana a la mayoría de la población del País Valenciano para lograr el máximo de autogobierno y de cohesión social posibles. Queremos profundizar en el funcionamiento democrático de nuestras instituciones, y queremos potenciar los rasfos culturales, lingüísticos, sociales y económicos propios del pueblo valenciano. valores La Fundació Nexe quiere promover la cooperación entre los agentes sociales en clave valenciana, democrática, abierta y plural, transformadora y moderna. Estos son los valores que nos definen. www.fundacionexe.org [email protected] temas Tratamos múltiples temas que se estructuran alrededor de tres ejes, siempre pensados en un marco valenciano y global: • fortalecimiento de la democracia y de la cohesión social • economía y sostenibilidad • identidad, cultura y patrimonio actividades Los objetivos de la fundación se llevan a cabo por medio de diferentes actividades: seminarios, jornadas, presentaciones de libros, tertulias, publicaciones, convocatorias de becas y premios, etc. El principal medio de comunicación es la página web fundacionexe.org. Mensualmente enviamos un boletín digital en el que se informa de todas las novedades, al cual os podéis subscribir en la página web. Demos, hojas de investigación y de divulgación son documentos de trabajo científicos o técnicos que quieren abrir debates y ofrecer propuestas y respuestas a los retos que tiene la sociedad valenciana. Los principales objectivos específicos son: 1) participar en los principales debates actuales; 2) difundir investigaciones pertinentes para el valencianismo en los campos de la ciencia política, la sociología, el derecho, la economía, la antropología, la historia, el urbanismo o cualquiera otro; 3) difundir los trabajos de los investigadores valencianos. Los principales ámbitos de producción de la colección serán: 1) la calidad de vida de los valencianos; 2) el autogobierno del País Valenciano; 3) la colaboración, social, económica y política con el resto de territorios de nuestro dominio lingüístico; 4) la presencia internacional del País Valenciano y del valencianismo. Demos está abierto a todos los investigadores. Las propuestas de trabajos se tienen que enviar a la Fundació Nexe acompañadas de un resumen informativo del contenido y de un currículum del autor o de los autores La fundación se compromete a responder sobre la aceptación o el rechazo de las propuestas en un plazo máximo de dos meses. En caso de ser aceptada la propuesta, la Fundació Nexe enviará las normas de presentación de originales y establecerá un plazo de entrega. Col·lecció Demos www.fundacionexe.org/publicacions 1. La política lingüística al País Valencià. Del conflicte a la gestió responsable, de Susanna Pardines i Nathalie Torres. 2. El finançament dels valencians. Una insuficiència històrica, de Rafael Beneyto Cabanes. 3. Valencians i democràcia. Del malestar a la proposta, de Carlos Villodres Iglesias. 4. Una nova planta per als valencians. Possibilitats i límits per a l’organització política i administrativa del País Valencià dins la Constitució de 1978, d’Andrés Boix Palop. 5. El darrer cicle immobiliari al País Valencià. O el progrés de la misèria, de Josep Lluís Miralles i Garcia. 6. La ciutat construïda. Del pla urbanístic al procés ciutadà, de David Estal, Ramon Marrades i Chema Segovia. Pròleg de Josep Sorribes. ¿Qué queremos decir con La ciudad construida? La ciudad temporal, la ciudad espontánea, la ciudad que decrece, la ciudad después del abandono, la ciudad vacante, la ciudad del mientras tanto, la ciudad en transición, la ciudad improvisada, la ciudad adaptable, la ciudad jubilada, la ciudad arrítmica, la ciudad intermedia. Todos estos nombres tratan de acotar una misma realidad: la ciudad del presente. Os ofrecemos la posibilidad de acompañarnos en lo que consideramos un giro fundamental en la manera de hacer la ciudad, desde el ortodoxo plan urbanístico al innovador proceso ciudadano. A lo largo de estas páginas encontraréis un marco teórico, abierto con interrogantes, pero contrastado con cinco aplicaciones en el territorio. David Estal Herrero (Valencia, 1979) es arquitecto. Ramon Marrades Sempere (Valencia, 1986) es economista urbano. Chema Segovia Collado (La Línea, 1982) es arquitecto. Los tres trabajan conjuntamente propuestas relacionadas con el concepto de la ciudad construida desde L’Ambaixada, un estudio a pie del bario del Carme. Con la voluntad de fomentar la divulgación de estas ideas colaboran habitualmente con eldiario.es/cv, Econcult y Aula Ciutat (UV-UPV). #demos6 Idees per a la societat valenciana del futur