CACHORRO, PADRE DEL PUEBLO GITANO

Transcripción

CACHORRO, PADRE DEL PUEBLO GITANO
CACHORRO, PADRE DEL PUEBLO GITANO
Escrito por Julio Mayo
Lunes, 23 de Marzo de 2015 09:20
Con anterioridad a que se constituyese la actual Hermandad de Los Gitanos, un grupo de
devotos de esta misma raza profesaba devoción al crucificado de El Cachorro. La portentosa
imagen recibía culto en la ermita del Patrocinio, situada casi a las afueras del barrio de Triana,
en la misma vega. En el siglo XVII, brotó con especial fortaleza por entre espacios marginales,
el fenómeno de la religiosidad popular y la práctica penitencial cuando la adversidad más
duramente azotaba a la sociedad.
Una devoción de origen marginal nacida en la ermita del Patrocinio de Triana. (tránsito
de los siglos XVII al XVIII)
JULIO MAYO
Sevilla no ha conocido un periodo más pródigo en piedad popular, fervor enaltecido,
asociacionismo religioso y producción artística de imágenes sagradas que todos aquellos años
del siglo XVII, aunque algunos historiadores actuales mantengan la tesis de que nuestra ciudad
1/4
CACHORRO, PADRE DEL PUEBLO GITANO
Escrito por Julio Mayo
Lunes, 23 de Marzo de 2015 09:20
cayó entonces en una profundísima decadencia, a raíz del descenso poblacional provocado por
las mortandades epidémicas de 1649 y 1650. La adversidad favoreció el crecimiento de
manifestaciones religiosas de índole penitencial, y desde aquel momento imágenes como la del
Santísimo Cristo de la Expiración, conocido popularmente como «El Cachorro», se convirtieron
en receptoras de plegarias y promesas elevadas muy especialmente por los trianeros. Así lo
concreta don José Bermejo –primer historiador en abordar el pasado de las cofradías
trianeras–, en su libro «Glorias Religiosas» dedicado a la historia de nuestra Semana Santa
(1882), quien sitúa entre los principales devotos del crucificado a las personas que vivían cerca
de la ermita del Patrocinio, donde la admirable talla comenzó a recibir culto hacia 1690 unos
ocho años después de que fuese realizada (1682). Prácticamente en medio del campo, al final
de la calzada que transcurría desde Sevilla hacia las tierras de Huelva, Extremadura y
Portugal, se suscitó una corriente de religiosidad marginal, alejada del control eclesiástico, que
satisfacía las necesidades espirituales de aquellas personas cercanas a la ermita. Detallan en
su prefacio las reglas fundacionales de la hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración,
aprobadas por el Arzobispado en 1691, que la ermita del Patrocinio –en los extramuros de la
vega de Triana– fue un centro de adoctrinamiento para un sector de la población temporera
que vivía agolpada en torno al río Guadalquivir, atraída por la abundante mano de obra de su
puerto: sogueros, calafates, marinería, cargadores del muelle, acarreadores, aguadores,
mendigos, busconas, pícaros y un sinfín de personas de variada calaña. En el reglamento de la
recién constituida cofradía se razona que fue así por «estar situada la referida capilla a un
extremo del barrio, distar bastante de la ayuda de la parroquia [de Santa Ana] y habitar entre
una y otra cerca de dos mil vecinos, los más de ellos pobres trabajadores o jornaleros».
Y analizando la nómina de cofrades que integraban la hermandad de El Cachorro, tanto en los
años últimos del siglo XVII, como durante buena parte del XVIII, se detecta la filiación de
ciertos miembros de familias gitanas con los apellidos como Escalera, Rodríguez, Núñez,
Cortés, Hernández de Vilches, etc. Sabemos que estas familias eran de origen romaní porque
bajo las denominaciones de «castellanos nuevos» y «gitanos» figuran registrados en las calles
del Barrionuevo (actual Alfarería) y en la de los Tejares, cercanas al Patrocinio, como consta en
los padrones del barrio custodiados en los archivos de la parroquia de Santa Ana, Municipal de
Sevilla y Arzobispado hispalense. Estos asientos vecinales nos reportan indirectamente una
peculiar información sobre el nivel socio económico de aquellos gitanos, al concretar los oficios
2/4
CACHORRO, PADRE DEL PUEBLO GITANO
Escrito por Julio Mayo
Lunes, 23 de Marzo de 2015 09:20
a los que se dedicaban: tratos de ganados, mercadeo de productos agrícolas, arrieros,
trajinantes, carboneros, herrería y fraguas, vendedores ambulantes, oficios del barro, astilleros
en la construcción y mantenimiento de embarcaciones, pescadores, camaroneros, trabajadores
de las fábricas de jabón, etc. Los documentos también resultan bastante esclarecedores
respecto al estatus de algunas de aquellas familias gitanas, que poseían un rango superior a
otras de la misma raza, que ni tan siquiera tenían un domicilio fijo.
Mucho antes de que naciera la actual Hermandad de los Gitanos, fundada también
curiosamente en Triana, el año 1753, un sector de este grupo comenzó a rendirle culto al
crucificado de El Cachorro, sin que la hermandad del Cristo de la Expiración llegase a ser una
cofradía de naturaleza étnica, como fueron las del Calvario (Mulatos), Cristo de la Fundación
(Negritos), o la del Rosario, que existió en el Patrocinio a finales del siglo XVI y que también
estuvo integrada por negros. Pues no es que aquellos gitanos trianeros se empleasen en
organizar una cofradía expresamente para ellos, sino que debido a la conexión que este grupo
social no privilegiado, tan castigado por las desigualdades, tuvo que sentir con la tragedia que
tan magistralmente representa su Expiración, similar al sufrimiento de los perseguidos, fueron
convirtiéndose, algunos de sus componentes, en los mejores difusores que tuvo la imagen a
nivel popular. De hecho, a finales del siglo XIX la prensa nacional divulgaba ya la leyenda que
relacionaba el sobrenombre de la efigie con el pueblo gitano y la histórica devoción que los
calés venían dedicándole a ese «Cristo clavado en el madero», al que don Antonio Machado
parece que dedicó en Campos de Castilla (1912) su composición de «La Saeta», musicalizada
hace escasas décadas por Joan Manuel Serrat. Ese «quejío» agónico de El Cachorro, además
de haber contribuido a integrar una población tan diversa como la que albergó el barrio de
Triana, ayudó a expandir el credo católico entre los gitanos y también, por qué no decirlo, entre
otros muchos vecinos del arrabal, que fueron acrecentando un sentimiento de arraigo, gracias
a la cohesión entretejida por un icono que, ya no sólo es contemplado como una imagen
devocional, sino como un auténtico símbolo que hoy, en pleno siglo XXI, resulta ser ya santo y
seña de toda nuestra Ciudad.
JULIO MAYO ES HISTORIADOR Y ESTÁ ESPECIALIZADO EN RELIGIOSIDAD POPULAR
Escultor de El Cachorro
El historiador Justino Matute reveló en su Historia de Triana (1818) la identidad del artista que
efigió el maravilloso crucificado: Francisco Antonio Gijón. En 1930, el profesor sevillano de
Historia del Arte, don José Hernández Díaz, descubrió el contrato de ejecución de la imagen
fechado el 1 de abril de 1682. Ruiz Gijón había trabajado ya para Triana y su parroquial de
Santa Ana con anterioridad a la hechura de El Cachorro. Recientemente, hemos documentado
en la sección de los protocolos notariales del Archivo Histórico Provincial de Sevilla la curiosa
estancia y actividad comercial de un tal Fernando Gijón en el barrio de Triana, en 1709. Se
3/4
CACHORRO, PADRE DEL PUEBLO GITANO
Escrito por Julio Mayo
Lunes, 23 de Marzo de 2015 09:20
abre, de este modo, una sugerente línea de investigación orientada a dilucidar el grado de
parentesco del personaje ahora descubierto con el célebre Ruiz Gijón, de quien no debemos
olvidar que había venido al mundo en Utrera (1653), lugar en el que históricamente gozó de
muy buen asiento la colonia gitana.
4/4

Documentos relacionados