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Número 138
Enero 2015
Llamamiento a la
conversión
Colección
“Lo inédito sobre los Evangelios”
E
sta original obra de monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP, compuesta
por siete volúmenes, tiene el mérito de poner la teología al alcance de todos,
mediante comentarios a los Evangelios de los domingos y solemnidades
del año.
Publicada en cuatro idiomas —español, inglés, italiano y portugués— con un
total de 200.000 ejemplares vendidos, la colección ha encontrado una calurosa
acogida por su notable utilidad exegética y pastoral.
Ciclo A
Vol. I: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y
Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar
durante el Tiempo Ordinario (464 páginas)
Vol. II: Domingos del Tiempo Ordinario (495 páginas)
Ciclo B
Vol. III: Domingos de Adviento, Navidad,
Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que
tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (Próximo
lanzamiento)
Vol. IV: Domingos del Tiempo Ordinario (Próximo
lanzamiento)
Ciclo C
Vol. V: Domingos de Adviento, Navidad,
Cuaresma y Pascua – Solemnidades del
Señor que tienen lugar durante el Tiempo
Ordinario (446 páginas)
Vol. VI: Domingos del Tiempo Ordinario
(495 páginas)
Vol. VII: Solemnidades – Fiestas que pueden tener
lugar en domingo – Miércoles de Ceniza – Triduo
Pascual – Otras Fiestas y Memorias (431 páginas)
La colección “Lo inédito sobre los Evangelios” es una publicación
de la Librería Editrice Vaticana
Reservas y pedidos en el teléfono (56 2) 24811255
o por email en [email protected]
También disponibles en formato eBook: www.comentandolosevangelios.com
Encuadernación en rústica (157 x 230 mm) con ilustraciones a todo color
SumariO
Revista mensual de los
Asociación privada internacional de
fieles de derecho pontificio
Año XIII, nº 138, Enero 2015
Director Responsable:
P. Fernando Gioia, EP
Escriben los lectores ����������������������������������������
4
San Basilio Magno –
Monje, teólogo y obispo
“El que tenga oídos, que oiga” (Editorial) . . . .
5
......................
La voz del Papa –
Reflexiones sobre los
Novísimos
........................
6
32
La palabra de los Pastores –
Tiempo de acoger el
Reino de Cristo
......................
36
Consejo de Redacción:
Guy de Ridder, Juliane Campos, EP,
Luis Alberto Blanco, Hna. Mariana Morazzani, EP,
Severiano Antonio de Oliveira
Edita: Editorial VERUM S.A.
Comentario al Evangelio –
No se debe dar tiempo al
tiempo, sino a la eternidad
........................
8
¿Sabía usted...
......................
38
Av. Américo Vespucio Sur 268-D
Las Condes, Santiago de Chile
ISSN:0717-7690
Sucedió en la Iglesia
y en el mundo
La virtud de la astucia
Suscripciones:
Chile - Santiago: Vespucio Sur 250, Las Condes
Tel. (56 2) 227064000 Fax 224810502
......................
16
......................
39
E-mail: [email protected]
Ecuador - Quito: Urbanización Campo Alegre
Calle Picaflor 903 y Platero
Tel. (593 2) 225 88 40 / Fax (593 2) 244 25 85
Por las sendas del
“África en miniatura”
Estados Unidos - Mary Queen of the Third Millennium, Inc.
P.O. Box 421128. Houston, TX 77242-1128
Tel. (281) 597-8178 Fax (281) 597-8190
......................
19
Historia para niños...
¿Debemos juzgar
por las apariencias?
......................
46
México - Av. Paseo Lomas Altas #237
Colonia Lomas Altas. México DF - CP 11950
Tel. 2167-6339/2591-9161.
Heraldos en el mundo
Los santos de
cada día
Rep. Dominicana - Santo Domingo: Lorenzo
Despradel nº 59 La Castellana Tel. (1 809) 227 72 65
Uruguay - Montevideo: Iturbe 1920
......................
Tel. (598-2) 2320-0712 / 2601-8890
Montaje: Equipo de artes gráficas de
los Heraldos del Evangelio
La vida oculta
de Jesús en Nazaret
Imprime: Quad Graphics Chile S.A.
Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos,
indicando su fuente y enviando una copia a la redacción.
El contenido de los artículos es responsabilidad
de los respectivos autores.
26
......................
......................
48
El heroísmo del abandono
30
......................
50
E scriben
Arzobispos de la
India agradecen
Me complace enviarles esta breve
misiva, de corazón agradecido y con
hondo reconocimiento por el don de
la revista Heraldos del Evangelio. He
encontrado esta revista muy rica y
profunda en su contenido, y hermo‑
sa en supresentación.
Les felicito a todos los que cola‑
boran con su publicación. Desearía
que continuaran mandándome Heraldos del Evangelio. Que Dios los
bendiga, por intercesión de la Santí‑
sima Virgen María, nuestra Madre.
Mons. Félix Machado
Arzobispo de Vasai – India
Les agradezco el envío de los
ejemplares de la revista Heraldos del
Evangelio. Me gustaría seguir reci‑
biéndola, a cada edición. Su conte‑
nido es valioso y me ayudará en mi
ministerio de predicación y ense‑
ñanza. Ruego a Dios que bendiga su
apostolado.
Mons. John Moolachira
Arzobispo de Guwahati – India
Una gran catequesis para
el pueblo de Dios
Quiero congratularme con la re‑
vista, porque con ella aprendemos
bastante sobre la doctrina de la Igle‑
sia. Los Heraldos tienen mucho que
enseñarnos; nos cautivan con su dis‑
ciplina, por ejemplo, en el modo de
celebrar la Santa Misa, con todo el
respeto que merece la Sagrada Eu‑
caristía. Sus reportajes son verdade‑
ramente una gran catequesis para el
pueblo de Dios y también para los
que buscan conocer el catolicismo.
Cada año los Heraldos del nor‑
te minero presentan un pesebre con
fondo musical y una narración, una
4      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
los lectores
cosa deslumbrante que nos llama a
la oración y meditación sobre el na‑
cimiento y la vida del Señor.
Wanderson Pereira de Oliveira
Montes Claros –Brasil
Estupenda interpretación
de las lecturas bíblicas
Quiero agradecerle a Dios el he‑
cho de que haya llegado a mis ma‑
nos su hermosa revista, en la cual
pude encontrar una estupenda in‑
terpretación de las diferentes lectu‑
ras bíblicas, de una manera esperan‑
zadora y clara para la familia, inde‑
pendiente de la edad de cada uno de
sus miembros. Les agradezco la ma‑
ravillosa labor que realizan. Para mí
es una bendición saber que existen
personas con una vocación de servi‑
cio tan grande.
Fabiola Oñate Sáez
Chiguayante – Chile
“Cartas desde las trincheras”
He visto el artículo Cartas desde las trincheras, de Guy Gabriel de
Ridder, en la revista de octubre pa‑
sado y estoy muy interesada en co‑
nocer ese volumen que fue publica‑
do con motivo del centenario de la
Primera Guerra Mundial. Les pedi‑
ría tuviera la gentileza de indicar‑
me donde podré encontrarlo, por‑
que desearía algunos ejemplares.
Les agradezco de antemano su aten‑
ción y cuenten con las oraciones del
Carmelo.
Hna. Regina Celia de la Santísima
Trinidad, OCD
Carmelo de la Santísima Trinidad y
del Inmaculado Corazón de María
Patos de Minas – Brasil
Una publicación de la
Palabra de Dios
¡Qué gran vocación la del apos‑
tolado religioso mediante la re‑
vista Heraldos del Evangelio! El
Evangelio nos lleva a Cristo, a
quien llegamos por la intercesión
de su Madre, la Santísima y siem‑
pre Virgen María. Ustedes hacen
posible esto, porque la revista no
es publicidad o mero mensaje. Es
una publicación de la Palabra de
Dios y del mensaje de Cristo.
A través de la misma, se culti‑
van las tres virtudes teologales y
cristianas por excelencia: fe, espe‑
ranza y caridad. La fe se mantie‑
ne por la Palabra; la esperanza de
llegar a la santidad se hace por el
mensaje; y la caridad queda refle‑
jada en la invitación de cada artí‑
culo para que seamos más cristia‑
nos.
Que Cristo Jesús, el Corazón
Inmaculado de la Virgen María
y San José nos den la gracia para
alcanzar los valores humanos, es‑
pirituales y eternos que llevan al
Cielo. ¡Ánimo! ¡Seguid en la lu‑
cha por la verdad y contra el ma‑
ligno, y que Dios os bendiga por
esta obra!
José Benlloch García
Oliva – España
Acercar a todos a
Jesucristo y a su Iglesia
La revista muestra claramente
cuál es el carisma y la alegría de los
Heraldos y tiene una forma apostó‑
lica especial de acercarnos a todos a
Jesucristo y a su Iglesia. En Curiti‑
ba la revista tiene una excelente re‑
percusión.
Juliana Gabriela Costador
Curitiba – Brasil
Editorial
P
138
Número 5
Enero 201
la
iento a
Llamam
n
ió
convers
La vocación de los
Apóstoles, por
Domenico Ghirlandaio - Fresco de
la Capilla Sixtina
Foto: Reproducción
“El que tenga oídos,
que oiga”
oco después de Pentecostés, un ministro etíope, hombre instruido, iba
leyendo al profeta Isaías durante el camino de regreso de Jerusalén a
su país y se encontró con San Felipe. Cuando éste le preguntó si com‑
prendía lo que leía, le respondió el etíope: “¿Y cómo voy a entenderlo si nadie
me guía?” (Hch 8, 31).
Al igual que él, todos tenemos necesidad de ser instruidos, especialmente
sobre las verdades eternas. Para ello, Dios constituyó a su Hijo como Maes‑
tro, y nunca dejó de suscitar, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testa‑
mento, almas providenciales que predicasen a los hombres la conversión
(cf. Lc 16, 29): Moisés, Elías, Juan el Bautista, el diácono Felipe, San Pablo...
Desde entonces, y hasta hoy, siempre habrá en la tierra alguien destinado a
afirmar ante el mundo que “hay un Dios en Israel” (cf. 2 R 1, 3). Asimismo,
Dios nos está hablando constantemente en nuestro interior, por medio de la
conciencia que, a servicio de la ley moral, nos señala la dirección correcta.
La verdad, por tanto, nos es mostrada siempre. Luego, el problema radica
en tener los oídos dispuestos a aceptar la voz de Dios.
No hacerlo es la peor desgracia. Además de ocasionar la caída en el pecado,
deformar la mente y corromper el corazón, el tapar los oídos a esa voz distorsio‑
na la conciencia, puesta por Dios en nuestra alma para apartarnos del mal ca‑
mino. Sin el recurso de ver nuevamente y con cuidado cada paso dado, confi‑
riéndolo con la voluntad de Dios, la desviación sólo tiende a ir en aumento. El
alma, entregada a su propia subjetividad, pierde paulatinamente el sentido de
la orientación hacia la eternidad y llega a negar inclusive que exista una direc‑
ción correcta y una dirección equivocada, so pretexto de “seguir su conciencia”.
Ahora bien, la conciencia no es la última instancia de la ley moral, sino úni‑
camente un auxilio para adecuar nuestra voluntad a la de Dios (cf. San Juan
Pablo II. Dominum et vivificantem, n.º 43). Deformarla a fuerza de pecar
equivale a actuar como el capitán de un barco que altera su brújula para que
le marque el rumbo que él desea; sin embargo, los arrecifes no van a cambiar
de posición por eso. Y, salvo un milagro, la embarcación terminará yéndose
a pique, del mismo modo que zozobrará ante el Juicio de Dios el hombre que
haya hecho su recorrido en esta tierra guiado por la brújula de su propia “ley
moral”. “No quieras torcer la voluntad de Dios —enseña San Agustín— para
acomodarla a la tuya; corrige en cambio tu voluntad para acomodarla a la vo‑
luntad de Dios (Enarratio in psalmum CXXIV, n.º 2).
Por consiguiente, si la conversión consiste en poner en práctica la Palabra
de Dios (cf. Mt 7, 21), ante todo, hemos de tener el oído del corazón abierto
para escucharla. Y cuando lo hagamos debemos saber distinguir si viene del
Pastor o del ladrón (cf. Jn 10, 1‑5), si pertenece a Cristo o al diablo.
“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen”, dice Je‑
sús (Jn 10, 27). Así pues, hay ovejas que escuchan la palabra de otros “pasto‑
res”. Al fin y al cabo, la voluntad del hombre sigue siendo siempre libre... in‑
cluso para forjar su propia desgracia. ²
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      5
La voz del Papa
Reflexiones sobre los
Novísimos
La muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto
que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y
realización están en Dios.
I – Solemnidad de
Todos los Santos
Los dos primeros días del mes de
noviembre constituyen para todos
nosotros un intenso momento de fe,
de oración y reflexión sobre las “co‑
sas últimas” de la vida. En efecto,
celebrando a todos los santos y con‑
memorando a todos los fieles difun‑
tos, la Iglesia peregrina en la tierra
vive y expresa en la liturgia el víncu‑
lo espiritual que la une a la Iglesia
del Cielo.
Hoy alabamos a Dios por la mul‑
titud innumerable de santos y santas
de todos los tiempos: hombres y mu‑
jeres comunes, sencillos, a veces “úl‑
timos” para el mundo, pero “prime‑
ros” para Dios.
Una unión espiritual que
prosigue en la otra vida
Al mismo tiempo, recordamos a
nuestros queridos difuntos visitando
los cementerios: es motivo de gran
consuelo pensar que ellos están en
compañía de la Virgen María, de los
Apóstoles, de los mártires y de todos
los santos y santas del Paraíso.
Así, la solemnidad de hoy nos
ayuda a considerar una verdad fun‑
damental de la fe cristiana, que pro‑
fesamos en el “Credo”: la Comunión
6      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
de los Santos. ¿Qué significa esto: la
comunión de los santos? Es la co‑
munión que nace de la fe y une a to‑
dos los que pertenecen a Cristo, en
virtud del Bautismo. Se trata de una
unión espiritual —¡todos estamos
unidos!— que la muerte no rompe,
sino que prosigue en la otra vida.
En efecto, subsiste un víncu‑
lo indestructible entre nosotros, los
que vivimos en este mundo, y cuan‑
tos cruzaron el umbral de la muer‑
te. Nosotros, aquí abajo en la tierra,
junto con aquellos que entraron en
la eternidad, formamos una sola y
gran familia. Se mantiene esta fami‑
liaridad.
A través de la Eucaristía
entramos en comunión con
nuestros hermanos
Esta maravillosa comunión, esta
maravillosa unión común entre tie‑
rra y Cielo se realiza del modo más
elevado e intenso en la liturgia y, so‑
bre todo, en la celebración de la Eu‑
caristía, que expresa y realiza la más
profunda unión entre los miembros
de la Iglesia.
En efecto, en la Eucaristía encon‑
tramos a Jesús vivo y su fuerza, y a
través de Él entramos en comunión
con nuestros hermanos en la fe: los
que viven con nosotros aquí en la
tierra y los que nos precedieron en
la otra vida, la vida sin fin.
Esta realidad nos colma de ale‑
gría: es hermoso tener tantos her‑
manos y hermanas en la fe que ca‑
minan a nuestro lado, nos sostienen
con su ayuda y junto a nosotros reco‑
rren el mismo camino hacia el Cielo.
Y es consolador saber que hay otros
hermanos que ya llegaron al Cielo,
que nos esperan y rezan por noso‑
tros, para que juntos podamos con‑
templar eternamente el rostro glo‑
rioso y misericordioso del Padre.
María está en el centro de la
comunión de los santos
En la gran asamblea de los san‑
tos, Dios ha querido reservar el pri‑
mer lugar a la Madre de Jesús. Ma‑
ría está en el centro de la comunión
de los santos, como protectora es‑
pecial del vínculo de la Iglesia uni‑
versal con Cristo, del vínculo de la
familia. Ella es la Madre, es Ma‑
dre nuestra, nuestra Madre. Es la
guía segura de quien quiera seguir
a Jesús por el camino del Evange‑
lio, porque es la primera discípula.
Ella es la Madre solícita y atenta, a
quien confiar todos los deseos y di‑
ficultades.
Invoquemos juntos a la Rei‑
na de Todos los Santos, para
que nos ayude a responder con
generosidad y fidelidad a Dios,
que nos llama a ser santos co‑
mo Él es santo (cf. Lv 19, 2;
Mt 5, 48).
Ángelus, 1/11/2014
L’Osservatore Romano
funtos, en particular ofreciendo
por ellos la Celebración Euca‑
rística: es la mejor ayuda espiri‑
tual que podemos dar a sus al‑
mas, especialmente a las más
abandonadas.
El fundamento de la oración
de sufragio se encuentra en la
comunión del Cuerpo Místico.
Como afirma el Concilio Vati‑
II – Conmemoración
cano II, “la Iglesia de los viado‑
de los Fieles Difuntos
res, teniendo perfecta concien‑
cia de la comunión que reina en
Ayer celebramos la Solemni‑
todo el Cuerpo Místico de Je‑
dad de Todos los Santos, y hoy
sucristo, ya desde los primeros
la liturgia nos invita a conme‑
tiempos de la religión cristiana
morar a los fieles difuntos.
guardó con gran piedad la me‑
La muerte del cuerpo es
moria de los difuntos” (Lumen
como un sueño del cual
gentium, 50).
Jesús nos despierta
El recuerdo de los difun‑
tos, el cuidado de los sepulcros
Estas dos celebraciones están
y los sufragios son testimonios
íntimamente unidas entre sí, co‑
de confiada esperanza, arraiga‑
mo la alegría y las lágrimas en‑
da en la certeza de que la muer‑
cuentran en Jesucristo una sínte‑
“Que Ella nos ayude a no perder jamás de
te no es la última palabra sobre
sis que es fundamento de nuestra
vista la meta última de la vida”
la suerte humana, puesto que
fe y de nuestra esperanza. En
Ángelus de 1/11/2014
el hombre está destinado a una
efecto, por una parte la Iglesia,
peregrina en la Historia, se alegra por bas de nuestros seres queridos, de vida sin límites, cuya raíz y realiza‑
la intercesión de los santos y los bea‑ cuantos nos quisieron y nos hicieron ción están en Dios. [...]
Con esta fe en el destino supre‑
tos que la sostienen en la misión de bien. Pero hoy estamos llamados a re‑
anunciar el Evangelio; por otra, ella, cordar a todos, incluso a aquellos a mo del hombre, nos dirigimos ahora
a la Virgen, que padeció al pie de la
como Jesús, comparte el llanto de quien nadie recuerda.
Recordamos a las víctimas de las cruz el drama de la muerte de Cristo
quien sufre la separación de sus seres
queridos, y como Él y gracias a Él, ha‑ guerras y de la violencia; a tantos y después participó en la alegría de
ce resonar su acción de gracias al Pa‑ “pequeños” del mundo abrumados su Resurrección.
Que Ella, Puerta del Cielo, nos
dre que nos ha liberado del dominio por el hambre y la miseria; recorda‑
mos a los anónimos, que descansan ayude a comprender cada vez más el
del pecado y de la muerte.
Entre ayer y hoy muchos visitan en el osario común. Recordamos a valor de la oración de sufragio por
el cementerio, que, como dice esta los hermanos y a las hermanas ase‑ los difuntos. Ellos están cerca de no‑
misma palabra, es el “lugar del des‑ sinados por ser cristianos; y a cuan‑ sotros. Que nos sostenga en la pe‑
canso” en espera del despertar final. tos sacrificaron su vida para servir a regrinación diaria en la tierra y nos
Es hermoso pensar que será Jesús los demás. Encomendamos especial‑ ayude a no perder jamás de vista
mismo quien nos despierte. Jesús mente al Señor a cuantos nos deja‑ la meta última de la vida, que es el
Paraíso. Y nosotros, con esta espe‑
mismo reveló que la muerte del ron durante este último año.
ranza que nunca defrauda, sigamos
cuerpo es como un sueño del cual Él
Testimonio de confiada esperanza
adelante. ²
nos despierta.
Con esta fe nos detenemos —tam‑
La tradición de la Iglesia siem‑
bién espiritualmente— ante las tum‑ pre ha exhortado a rezar por los di‑
Fragmentos del Ángelus, 2/11/2014
Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana.
La versión íntegra de los mismos puede ser consultada en www.vatican.va
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      7
Reproducción
La vocación de los primeros Apóstoles, por Domenico Ghirlandaio – Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano
a  Evangelio  A
Después de que Juan fue entregado, Jesús
se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; 15 decía: “Se ha cumplido el
tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”.
16
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón
y a Andrés, el hermano de Simón, echando las
redes en el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús
14
8      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
les dijo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. 18 Inmediatamente dejaron
las redes y lo siguieron. 19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las
redes. 20 A continuación los llamó, dejaron a su
padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y
se marcharon en pos de Él (Mc 1, 14-20).
Comentario al Evangelio – III Domingo del Tiempo Ordinario
No se debe dar tiempo
al tiempo,
sino a la eternidad
El llamamiento a la conversión y el anuncio del Reino
nos ponen ante la perspectiva de un “momento
apremiante” que debe ser vivido en función de la
eternidad.
Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP
I – Vivir en el tiempo desde la
perspectiva de la eternidad
La comunicación de Dios con el hombre
—especialmente en los episodios más destacados
que se narran en la Sagrada Escritura— es el
punto central a partir del cual se desarrolla la
Historia. ¡Qué deseable sería asistir a todas las
maravillas de la acción divina a lo largo de los
siglos, desde el gran mirador de la eternidad,
que sólo abandonaríamos en el corto período
entre nuestro nacimiento y el instante de la
muerte! Sin embargo, dado que vivimos dentro
del tiempo, esto no es posible. Aunque también
formamos parte de la Historia y todo lo que
sucedió antes de nuestra existencia, así como el
presente y el futuro, tiene una estrecha relación
con nosotros. Entonces, ¿cómo acompañamos
los pasos de Dios en todas las épocas?
La liturgia permite revivir la
historia de la salvación
¡He aquí lo maravilloso de la liturgia! En
efecto, no sólo nos hace partícipes de los acon‑
tecimientos celebrados, sino también de las mis‑
mas gracias concedidas en cada uno de ellos,
como afirma el Papa Pío XII en la encíclica Mediator Dei: “Por eso el año litúrgico, alimentado
y seguido por la piedad de la Iglesia, no es una
representación fría e inerte de cosas que per‑
tenecen a tiempos pasados, ni un simple y des‑
nudo recuerdo de una edad pretérita; sino más
bien es Cristo mismo que persevera en su Igle‑
sia y que prosigue aquel camino de inmensa mi‑
sericordia que inició en esta vida mortal cuan‑
do pasaba haciendo bien (cf. Hch 10, 38) con el
bondadosísimo fin de que las almas de los hom‑
bres se pongan en contacto con sus misterios y
por ellos en cierto modo vivan”.1
Hace mes y medio empezaba un nuevo año
litúrgico con el período de Adviento, que du‑
rante cuatro semanas —dedicadas a la peni‑
tencia y a las peticiones de perdón por nuestras
faltas— revive la espera de la humanidad por
la venida del Mesías. Nos vinculamos así a los
milenios que transcurrieron desde la salida de
Adán y Eva del Paraíso hasta el nacimiento del
Enero 2015 · Heraldos
La liturgia
nos hace
partícipes de
las mismas
gracias
concedidas
en los acontecimientos
celebrados
del Evangelio      9
Tiempo
Ordinario
significa
tiempo de
lucha, de
esfuerzo
en el
cumplimiento
del deber
Redentor. Exultantes de alegría por la certeza
de que se efectuaría un cambio y de que las co‑
sas tomarían otro rumbo, acogemos a Jesús en
la noche de Navidad, lo visitamos con los pasto‑
res y los Reyes Magos, huimos con Él a Egipto
y, habiéndose separado de la Virgen y San José,
lo encontramos en el templo. Más tarde asisti‑
mos a su Bautismo, cuya conmemoración cierra
las fiestas e introduce el Tiempo Ordinario, en
el cual contemplaremos, a lo largo de dos me‑
ses, el comienzo de la vida pública del Señor; los
milagros realizados por Él; la indignación de los
fariseos al advertir la difusión de una doctrina
nueva, revestida de autoridad (cf. Mc 1, 27) y di‑
ferente de todo lo que ellos enseñaban, así co‑
mo su inseguridad y su envidia, que los llevará a
querer matar al Hijo de Dios.
Tiempo Ordinario significa tiempo de lu‑
cha, de esfuerzo en el cumplimiento del deber,
de abnegación y de arrancar nuestras vanida‑
des, medidas fundamentales para la formación
del carácter. No es casualidad que en este ter‑
cer domingo oigamos declarar al divino Maes‑
tro: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el
Reino de Dios”.
¿Qué tiempo es ése? ¿Cuál es el tiempo que
estamos viviendo? Las agujas del reloj avanzan
sin detenerse, los segundos se suceden, los mi‑
nutos van pasando. Nuestra vida se rige por la
expectativa de los instantes posteriores y del día
de mañana... ¿Qué mensaje nos trae la liturgia
al hablar de la criatura tiempo, mientras nos in‑
vita a entrar en el Reino de Dios?
La predicación de Jonás
En la primera Lectura (Jon 3, 1-5.10) Dios
ordena al profeta Jonás, por segunda vez, que
predique en Nínive, misión que, como se lee
en los capítulos anteriores, acepta de mala ga‑
na. Convencido de que sus habitantes no se con‑
vertirían, quizá pensara que sus amonestacio‑
nes servirían al menos para condenarlos, y por
eso salió con ímpetu de destrucción, tanto más
que los ninivitas se encontraban entre los adver‑
sarios de los judíos. Como era una ciudad en‑
tregada a los vicios y con conceptos religiosos
desviados, predecir su castigo resultaba un de‑
leite para Jonás. Nínive tenía una gran exten‑
sión, hasta el punto de que se necesitaban tres
días para recorrerla; pero el profeta no ahorró
esfuerzos para proclamar: “Dentro de cuarenta
días, Nínive será arrasada” (Jon 3, 4).
10      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
Ahora bien, el rey y su pueblo se tomaron en
serio su palabra, “creyeron en Dios, proclama‑
ron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde
el más importante al menor” (Jon 3, 5). ¿Por qué
actuaron así? Porque el Señor les enseñó sus ca‑
minos y los instruyó en sus sendas, como reza el
salmo responsorial (cf. Sal 24, 4-5) de la liturgia
de hoy. De esta forma, adquirieron una clara no‑
ción del rumbo que debían seguir y correspon‑
dieron a la gracia, atrayendo hacia sí la benevo‑
lencia del Cielo: “Vio Dios su comportamiento,
cómo habían abandonado el mal camino, y se
arrepintió de la desgracia que había determina‑
do enviarles. Así que no la ejecutó” (Jon 3, 10).
En este domingo la Iglesia desea que, a
ejemplo de los ninivitas, nosotros también aten‑
damos a la voz de Jesús, que nos exhorta: “Con‑
vertíos y creed en el Evangelio”.
II – El solemne anuncio del Reino:
“¡Convertíos!”
Después de que Juan fue entregado,
Jesús se marchó a Galilea a proclamar
el Evangelio de Dios; 15 decía: “Se ha
cumplido el tiempo y está cerca el Reino
de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”.
14 El divino Maestro venía ejerciendo su minis‑
terio con discreción, concomitantemente con
los últimos meses de la predicación del Precur‑
sor. De acuerdo con el relato del evangelista
San Juan —objeto de reflexión en la anterior li‑
turgia dominical (cf. Jn 1, 35-42)—, en ese pe‑
ríodo Cristo encuentra a los que posteriormen‑
te formarían parte de los Doce, al ser llamados
por Él de manera definitiva, como lo refiere
San Marcos en los próximos versículos.
La noticia de la prisión de San Juan Bautis‑
ta era la señal que Jesús esperaba de que había
llegado la hora determinada por el Padre para
dar inicio a su vida pública, abrir las compuertas
de la gracia y acentuar el tono de su voz, prepa‑
rando a las almas para su apostolado. “Una vez
entregado Juan —comenta San Jerónimo—, al
punto empieza a predicar Él mismo. Decaída la
ley, nace, en consecuencia, el Evangelio”.2 De
aquí en adelante ninguna otra ocupación lo de‑
tendrá, a no ser la de cumplir la misión redento‑
ra que le había sido confiada y mostrar el cami‑
no de la salvación. ¿Cuál es ese camino?
El llamamiento a la conversión y
la perspectiva de la eternidad
Convertirse significa cambiar de vida, tomar
un rumbo diferente del que se venía siguiendo,
como hicieron los ninivitas ante la predicación
de Jonás. Convertirse significa salir de una si‑
tuación materialista, naturalista y humana, para
adoptar una actitud angélica, sobrenatural y di‑
vina; olvidar los problemas banales para poner‑
se en una nueva perspectiva, ya no la del
tiempo, sino la de la eternidad, es decir,
la del Reino de Dios. ¿A quién de noso‑
tros le ha sido revelado el momento de
su muerte? Ni siquiera alguien muy jo‑
ven sabe si vivirá muchos años...
Cuando recibimos el Bautismo, pasa‑
mos de la condición de meras criaturas
humanas a la de hijos de Dios. En el ins‑
tante en que las aguas bautismales ca‑
yeron sobre nuestras cabezas, todos los
pecados que pudiésemos haber cometi‑
do, si nos bautizamos ya de adultos, fue‑
ron perdonados —hasta los peores crí‑
menes— y nuestra alma se revistió de
una túnica blanca. Es en este estado que
debemos mantenerla durante toda la vi‑
da; y si llegase a suceder que un pedazo
de esa vestidura de inocencia quedase
prendido en una cerca o fuese mancha‑
da por el barro, basta un examen de
conciencia seguido de una petición de
perdón y la absolución sacramental pa‑
ra que sea restaurada. Lo importante
es conservarla siempre blanca, porque
en cualquier momento —incluso ahora
mismo— podemos ser llamados a rendir cuentas
y sin esa prerrogativa no seremos aceptados en el
Reino de Dios. Esto es lo que la liturgia recuer‑
da con las palabras: “Se ha cumplido el tiempo y
está cerca el Reino de Dios”.
Así surge, en el tercer domingo del Tiempo
Ordinario, esta criatura de Dios: el tiempo. Y
una vez que ante sus ojos el tiempo no existe,
porque para Él todo es presente, se nos invita
como hijos de Dios a vivir en función de la eter‑
nidad.
III – Un ejemplo de cambio de vida
El Evangelio nos presenta aún un hermoso
ejemplo de conversión, cuando el Señor llama
a cuatro pescadores —Simón y Andrés, Santia‑
go y Juan— para que cambien de vida, de traba‑
jo y de situación.
La noticia
de la prisión
de San Juan
Bautista era
la señal que
Jesús esperaba
de que había
llegado la hora
determinada
por el Padre
para dar
inicio a su
vida pública
La psicología del pescador
Pasando junto al mar de Galilea, vio
a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues
eran pescadores.
16 Francisco Lecaros
En virtud de la unión hipostática, Jesucristo
es verdadero Dios y verdadero hombre; en Él hay
una unión misteriosa entre las dos naturalezas,
en la Persona del Verbo, que nuestra inteligencia
jamás comprendería sin un don divino: la fe, en
la tierra, y la visión beatífica, en la eternidad. En
cuanto hombre, dirá de sí mismo: “Yo soy el ca‑
mino y la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Así, la peti‑
ción de David, repetida en el salmo responsorial
—“Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en
tus sendas: haz que camine con lealtad”— se en‑
cuentra en Él plenamente realizada. Pero cuan‑
do formuló dicho anhelo el rey profeta no tenía
la noción exacta, como la tenemos hoy, de cuál
era ese Camino. A nosotros, que sí lo conoce‑
mos, nos es indispensable una conversión.
San Juan Bautista ante Herodes
Catedral de San Mauricio, Mirepoix (Francia)
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      11
12      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
Francisco Lecaros
El Evangelio
nos presenta
un hermoso
ejemplo de
conversión,
cuando el
Señor llama
a cuatro
pescadores
para que
cambien
de vida, de
trabajo y de
situación
Es curioso observar que
la elección recayó sobre unos
pescadores. Jesús podría ha‑
ber designado a sacerdotes,
a sanedritas, a miembros de
las escuelas rabínicas —las
universidades de entonces—
o a cualesquiera otras per‑
sonas de mayor proyección e
influencia. Pero quiso pesca‑
dores...
Analicemos las caracte‑
rísticas de un pescador. Para
tener éxito, necesita poseer
perspicacia, cierto tacto, un
“sexto sentido” propio a su
profesión. Al despertarse
por la mañana, por el viento,
por la atmósfera, por la bri‑
sa marina y el tipo de olas, ya
sabe si el mar es rico en pe‑
ces y favorable o si amenaza
una tormenta en la que pu‑
Jesús llama a San Pedro y a San Pablo
diera verse en peligro; cuá‑
Catedral de San Julián, Le Mans (Francia)
les son los sitios donde debe
echar la red y los que deben
ser evitados. Conoce el tipo de peces que hay
Los Apóstoles, de ahí en adelante, pescarían
en cada estación del año, cuando llega la tem‑ almas, aunque no con la intención de obtener lu‑
porada del desove y el período en que los peces cro, sino para entregárselas a Dios. Él, que “no
suben, e incluso distingue los hábitos de los más suprime la naturaleza, sino que la perfecciona”,3
variados cardúmenes. Todo este conocimiento derramaría sus gracias sobre las cualidades hu‑
acaba siendo para él una segunda naturaleza.
manas de los discípulos con vistas a aprovechar‑
Se dedica a la pesca para subsistir y no por las, como resalta Fillion: “Las funciones que,
afición. Más aún, al pescador le corresponde el después de haberlos preparado gradualmente,
montar una empresa, adecuar el arte de la pes‑ les confiará, no carecerán, ciertamente, de se‑
quería a sus relaciones con la clientela y, por lo mejanza con el oficio en que hasta entonces se
tanto, no sólo entender de pesca, sino estar al habían ejercitado. [...] En él habían aprendido la
tanto de las apetencias de los consumidores del paciencia y el animoso trabajar”.4 Lo sobrenatu‑
lugar. Por eso, su vida se desarrolla entre la ac‑ ral elevaría y perfeccionaría las aptitudes y los
tividad pesquera y los intereses humanos, lo dones de los pescadores, dándoles extraordina‑
que le proporciona, además de la percepción de rias posibilidades para cumplir su vocación. Por
las aguas, un fino sentido psicológico. Si es un consiguiente, el divino Maestro no tendría que
eximio pescador, pero un mal negociante, o al estar buscando otras personas si los pescadores,
contrario, su oficio resultará en desastre. Aho‑ en aquel tiempo, estaban entre los que poseían
ra bien, Cristo elige a los suyos entre los pesca‑ más sentido psicológico, mayor contacto con la
dores. ¿Por qué?
naturaleza y una excelente visión natural de la
obra de la Creación. Jesús los escogió a ellos
La gracia no suprime la naturaleza,
porque, en suma, eran perfectos para comenzar
sino que la perfecciona
a constituir el Colegio Apostólico y la Iglesia.
Reconocemos en este episodio una prueba
17 Jesús les dijo: “Venid en pos de mí y
de la sabiduría de Dios y de su bondad previden‑
te: en dos minúsculas barquitas, que surcaban un
os haré pescadores de hombres”.
pequeño lago con cuatro pescadores, estaba la
cuna de la religión que iría a transformar la faz
de la tierra. Sí, “por la red de la santa predica‑
ción sacaron a los hombres del mar profundo de
la infidelidad a la luz de la fe. Y es muy admira‑
ble esta pesca, porque los peces cogidos mueren
lentamente, mientras que los hombres prendidos
por la palabra de la predicación son vivificados”,5
afirma San Remigio. ¿Quién iba a tener el valor
de decirles a los griegos, a los romanos y hasta los
bárbaros de aquella época, que esos pobres tra‑
bajadores triunfarían sobre las civilizaciones te‑
nidas por grandiosas y que sobre sus ruinas cons‑
truirían un imperio muy superior, la civilización
cristiana, con todas las riquezas y las estupendas
maravillas que ésta produciría en el curso de los
siglos? San Agustín explica la razón más elevada
de este modo de proceder: “Si hubiera Dios ele‑
gido a un hombre sabio, se atribuiría tal vez su
elección a su sabiduría. Nuestro Señor Jesucris‑
to, como quería quebrantar la cerviz de los so‑
berbios, no busca al pescador por el orador, sino
que conquista al emperador por el pescador”.6
La manera como Jesús actúa revela una ca‑
racterística de las vocaciones suscitadas por
Dios: tienen un aspecto genérico —su gloria, a
la que están destinadas todas las personas— y
otro específico. Cada uno ha sido llamado a una
determinada misión, que nadie desempeñará
tan bien como él. Y ha sido dotado con cualida‑
des humanas ordenadas para el cumplimiento
de aquel objetivo, para el cual fue especialmen‑
te designado por Dios.
No obstante, la figura usada —“pescadores
de hombres”—, es compleja, pues echar la red
al mar para pescar es algo muy diferente que
echarla en una plaza para conquistar almas. Ser
pescador de hombres no produce dinero, serlo
de peces, sí, sobre todo en la sociedad judaica
de entonces, dependiente en gran medida de la
pesca y del pastoreo. Conocedores del lenguaje
analógico y parabólico de Jesús, los cuatro en‑
tendieron perfectamente el significado más pro‑
fundo de lo que se les estaba diciendo.
Larga preparación para un
reencuentro definitivo
Inmediatamente dejaron las redes y lo
siguieron. 19 Un poco más adelante vio
a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca re-
18 pasando las redes. 20 A continuación los
llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la
barca con los jornaleros y se marcharon
en pos de Él.
Siendo el evangelista sintético por excelen‑
cia, San Marcos no cuenta los primeros contac‑
tos del Señor con Simón y Andrés, Santiago y
Juan, que antecedieron a la escena narrada en
estos versículos. Encuentro de intensa emoción,
encuentro cuyas consecuencias tendrían un al‑
cance extraordinario, una repercusión incalcu‑
lable. Y aunque parezca fortuito, en realidad
fue dispuesto desde toda la eternidad por la ma‑
no omnipotente de Dios. Es evidente que Jesús
no pasó únicamente diciéndoles “venid en pos
de mí”, pues hubo un proceso psicológico que
fue preparando para esta entrega a aquellos dis‑
cípulos que Él mismo ya había puesto en la es‑
cuela de San Juan Bautista. Se trata, en efecto,
de los mismos que acompañaron a Jesús cuan‑
do andaba a orillas del Jordán, donde el Precur‑
sor estaba bautizando, como hemos tenido oca‑
sión de contemplar en el segundo domingo del
Tiempo Ordinario. Ellos creían que Jesús era el
Mesías prometido, pero aún no se habían con‑
vertido en discípulos suyos de una manera in‑
condicional y definitiva, como señala el padre
Agustín Berthe: “Después de haber seguido du‑
rante algún tiempo a este nuevo Maestro, los
cuatro pescadores habían vuelto a sus redes
aguardando las grandes cosas que el Libertador
debía realizar para la salvación de Israel”.7
Cuántas conversaciones no habrá tenido
con los cuatro —como el día en que se cono‑
cieron—, mostrándoles cómo era interesan‑
te la profesión de pescadores; aunque, en lugar
de contentarse con ella, necesitaban subir, por‑
que lo más importante era atraer a las almas ha‑
cia Dios, para reformar la faz de la tierra. Una
vez preparados, Cristo se cruza con ellos y, con
una simple frase, los mueve a abandonarlo todo
para servirlo y dedicarse al apostolado, unién‑
dose a Él para siempre. A semejanza de lo que
hemos visto en la primera Lectura, fueron asis‑
tidos por una auténtica gracia de conversión.
Imaginemos la sorpresa del reencuentro,
seguida de gran alegría, y la solicitud de estos
hombres simples y rudos, pero de corazón ardo‑
roso para con el divino Maestro. Sin duda, ca‑
da uno de ellos le proporcionó en ese momento
una verdadera felicidad, pues el instinto de so‑
Enero 2015 · Heraldos
Echar la
red al mar
para pescar
es algo muy
diferente que
echarla en una
plaza para
conquistar
almas
del Evangelio      13
ciabilidad de Jesús hombre —sublime, perfecto,
elevadísimo, totalmente asumido por la divini‑
dad— lo llevó a conmoverse al encontrar a los
que serían sus apóstoles, sus hijos. ¡Qué “santa
envidia” debemos tener de ellos!
En aquella ocasión, estos elegidos no eran
capaces de calcular la importancia de lo ocurri‑
do, ni de darse cuenta de que estaban dejando
huella en la Historia. Si hubiesen vivido, no obs‑
tante, dicho episodio después de haber recibido
todas las gracias que sobre ellos serían derrama‑
das más adelante y, en consecuencia, gozando
de una altísima comprensión de la Persona del
Señor, ¡cuál no habría sido su entusiasmada ad‑
hesión y su veneración por el Redentor!
Entrega sin reservas
Los Apóstoles
hicieron un
acto de amor
al Maestro,
a partir del
cual ya no se
pertenecían
a sí mismos
sino a Él
En esa época los pescadores constituían una
categoría social que, lejos de ser la inferior,
equivalía a la clase media de nuestros días. Ze‑
bedeo, padre de Santiago y Juan, poseía una
empresa —en sociedad con Simón y Andrés
(cf. Lc 5, 10)— y ya había reunido cierto pecu‑
lio, lo que se concluye por el hecho de tener em‑
pleados que le auxiliaban. Por consiguiente, re‑
nunciar a esa posición, dejando a su padre y las
redes, era penoso; seguir a Jesús no era em‑
prender una carrera con garantías de éxito. Por
el contrario, era lanzarse en la oscuridad, abra‑
zar una incógnita, porque tendrían que vivir de
limosnas y desplazarse sin cesar. Nadie sabía el
futuro que les aguardaba, tanto más que el Se‑
ñor diría de sí: “Las zorras tienen madrigueras
y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no
tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8, 20).
Ahora bien, la docilidad y el desprendimien‑
to proceden de la caridad. Los Apóstoles hi‑
cieron un acto de amor al Maestro, a partir del
cual ya no se pertenecían a sí mismos sino a Él:
son esclavos suyos, no tienen otro destino a no
ser Él. ¿Hacia dónde van? ¡Lo ignoran! Ni si‑
quiera lo preguntan o piensan en ello. Actitud
perfecta, pues el Señor venía predicando: “Se
ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de
Dios. Convertíos”. Un letrado, un doctor de
la ley, un fariseo o escriba pensaría: “¡Ah, qué
confianza ingenua!”. No obstante, nosotros de‑
cimos: ¡Abandono arrebatador! ¡Qué sabiduría
la de esos cuatro! ¡Qué felicidad haber dicho sí
a la gracia, a la vocación, con ese ímpetu!
En este Evangelio, así como en la prime‑
ra Lectura de la profecía de Jonás, vemos que
14      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
“la palabra de Dios es viva y eficaz” (Hb 4, 12).
Transforma, convierte y santifica. Más aún, esa
Palabra es salvífica, porque penetra y produce
maravillas, siempre y cuando sepamos corres‑
ponder a ella y seamos flexibles. Pero si ponemos
obstáculos no daremos frutos —a menos que
Dios, por una misericordia especial, nos “derri‑
be del caballo” como a San Pablo (cf. Hch 9, 4)—,
porque Él quiere nuestra colaboración.
¿Cuáles son nuestras “redes”?
Para los discípulos la conversión significó de‑
jar las redes. ¿Cuáles serán nuestras “redes”?
Cuando el Hijo de Dios nos llama, cuando nos
toca con una gracia en el fondo del alma, ¿cómo
respondemos a ese llamamiento? En todas las
circunstancias de nuestra vida Jesús está invi‑
tándonos ad maiora. ¿Cuál es nuestra reacción?
Nuestros círculos sociales, determinadas
amistades, los quehaceres diarios, a veces, nos
apartan del verdadero objetivo, sugiriéndonos
un sueño naturalista y mundano que no consi‑
dera la eternidad. Caprichos, manías, visiones
erradas, egoísmos, malas inclinaciones deben
ser combatidos y rechazados inmediatamente,
porque “está cerca el Reino de Dios”. El ejem‑
plo que nos da el Evangelio nos impulsa a as‑
cender a un nivel diferente. ¿En qué consiste?
A partir del momento en que, por el Bautismo,
fuimos elevados al plano de la gracia, ya no po‑
demos obedecer a los dictámenes del mundo, ni
tener como motor de nuestras acciones intere‑
ses personales, vanidades u orgullo. Debemos
vivir de los sacramentos, de la oración, de todo
aquello que nos auxilia a cumplir nuestra voca‑
ción individual y a abandonar la “red” que nos
ata a las cosas terrenas, porque nuestra existen‑
cia pasó a ser otra. ¡Estamos “angelizados”!
IV – El mensaje paulino:
“el momento es apremiante”
En la segunda Lectura (1 Co 7, 29-31) dice
San Pablo: “el momento es apremiante” (v. 29).
Los niños tienen la impresión de que el tiem‑
po tarda en pasar; un mes, es interminable. Sin
embargo, conforme avanzamos en edad, un
año parece un abrir y cerrar de ojos... Los días
se van volando, y para quien tiene experiencia
de la vida se hacen cada vez más cortos, con‑
sumiéndose en una acelerada cuenta atrás. De
hecho, cuando se parte de este mundo el tiem‑
Ricardo Castelo Branco
po es nada. Y por mucho que descubrieran una
píldora capaz de prolongar la longevidad de las
personas hasta 120 o 240 años, ¿qué sería eso
comparado con la eternidad?
Por eso, prosigue el Apóstol: vivan “los que
lloran, como si no lloraran; los que están alegres,
como si no se alegraran; los que compran, co‑
mo si no poseyeran; los que negocian en el mun‑
do, como si no disfrutaran de él: porque la repre‑
sentación de este mundo se termina” (vv. 30-31).
Su intención, en estos versículos, es mostrar que,
habiendo motivo, es bueno derramar lágrimas,
estar alegres, adquirir bienes, usar las cosas del
mundo que, en sí, son lícitas; pero no deposite‑
mos en ello nuestra esperanza, ni nos dejemos
fascinar hasta el punto de olvidarnos de Dios.
Cuando llegue la hora de la muerte, el cuerpo
reposará en la sepultura y el alma se encontra‑
rá delante de Él para ser juzgada. Entonces, ¿de
qué valdrá el tiempo? Sabemos que la figura de
este mundo pasa. ¿Qué provecho tendrá aquel
que cayó en pecado? En el fondo, el mensaje
paulino es éste: “Todo lo que es legítimo puede
ser hecho, pero que nadie ponga en esto su cora‑
zón. Por el contrario, haga como si no existiese y
tenga los ojos fijos en la eternidad”.
Sabemos que
“la figura de
este mundo
pasa”. ¿Qué
provecho
tendrá aquel
que cayó en
pecado?
Dejémoslo todo para abrazar la santidad
Es necesario meditar sobre el día del juicio,
cuando todos nuestros pensamientos saldrán a
la superficie. Si correspondemos a la invitación
que nos hace la liturgia de este domingo, afir‑
mándonos en el propósito de unirnos más al
Salvador y de ser un ejemplo de bien, de ver‑
dad y de virtud para el prójimo, esta buena dis‑
posición pesará en la sentencia de cada uno de
nosotros.
Seguros de la bondad del Maestro, rogué‑
mosle que nos dé fuerzas para vencer las difi‑
cultades, pues el camino del Cielo no es fácil.
Compenetrémonos de que a cada paso debe‑
mos buscar ser más perfectos y conformar nues‑
tras almas a la suya, por el principio inerrante
de que o progresamos o nos volvemos tibios.
En la vida espiritual nunca estamos estancados:
¡quién no avanza, retrocede!
Pidámosles a los santos Pablo, Pedro, An‑
drés, Santiago y Juan que nos obtengan de
Nuestro Señor Jesucristo la gracia que ellos re‑
cibieron: dejarlo todo para abrazar las vías de la
santidad, sea en familia o en una vocación reli‑
giosa, con valor y llenos de confianza. ²
San Pablo Apóstol
Basílica de San Pablo Extramuros, Roma
1
PÍO XII. Mediator Dei, n.º 150.
2
SAN JERÓNIMO. Comentario a Mateo. L. I
(1, 1-10, 42), c. 4, n.º 3. In: Obras Completas. Comentario a Mateo y otros escritos. Madrid: BAC, 2002,
v. II, p. 43.
3
SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma Teológica. I,
q. 1, a. 8, ad 2.
4
FILLION, Louis-Claude. Vida de Nuestro Señor Jesucristo. Vida pública. Madrid: Rialp, 2000, v. II, pp. 22-23.
5
SAN REMIGIO, apud SANTO TOMÁS DE AQUI‑
NO. Catena Aurea. In Marcum, c. I, vv. 16-20.
6
SAN AGUSTÍN. In Ioannis Evangelium. Tractatus VII,
n.º 17. In: Obras. Madrid: BAC, 1955, v. XIII, p. 239.
7
BERTHE, CSsR, Agustín. Jesus Cristo, sua vida, sua
Paixão, seu triunfo. Einsiedeln: Benziger, 1925, p. 114.
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      15
La virtud de la astucia
¿Son siempre los malos más astutos que los hijos
de la luz? ¿Cómo revertir esa situación?
El camino ya está indicado...
P. Francisco Teixeira de Araújo, EP
16      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
Campeón de la ortodoxia y gigan‑
te en la lucha contra el arrianismo,
San Atanasio tuvo la gloria de atraer
hacia sí la enemistad de todos los ad‑
versarios de Cristo. Tenía, por tan‑
to, muchos opositores... Víctima de
calumnias y persecuciones, fue des‑
terrado cinco veces y pasó en el exi‑
lio diecisiete de sus cuarenta y cinco
años de episcopado —dos en Tréve‑
ris, siete en Roma y ocho en cuevas de
los desiertos de Egipto—, pero siem‑
pre tratando de encontrar los medios
para ejercer su ministerio y desen‑
mascarar a los enemigos de la Iglesia.
Gustavo Kralj
A
tardecía en las proximida‑
des de Alejandría, en Egip‑
to. Era en torno al año 360.
Unos remeros, indiferentes
a los esplendores de la puesta del sol,
se esforzaban por aumentar la veloci‑
dad de su bote, que subía el río Nilo
llevando a un hombre de venerable as‑
pecto: Atanasio, patriarca de Alejan‑
dría. Estaba huyendo de los soldados
que el emperador Julián, el Apóstata,
había enviado para prenderlo, y que
tras él iban en una galera. En deter‑
minado momento, al hacer una curva
alrededor de una isla, la pequeña em‑
barcación quedó unos instantes fuera
de la vista de los perseguidores, y en‑
tonces el santo obispo les ordenó a los
remeros:
—Dad media vuelta, vamos al en‑
cuentro de la galera.
Cuando las dos embarcaciones se
cruzaron, el comandante de la pa‑
trulla imperial preguntó a los hom‑
bres del bote:
—¿Habéis visto por casualidad a
Atanasio subiendo el río?
—Sí. Hace poco iba en una canoa
justo después de aquella curva —res‑
pondió el mismo Atanasio.
Y mientras los esbirros rema‑
ban con toda sus fuerzas, en la va‑
na esperanza de alcanzar al astuto
patriarca, éste retomaba tranquila‑
mente la lectura de un rollo de los
Libros Sagrados...1
San Atanasio tenía en alto grado
una virtud muy poco comentada y
elogiada
San Atanasio de Alejandría – Museo
arquidiocesano de Cracovia (Polonia)
Un día, forzado por el empera‑
dor, compareció a un conciliábu‑
lo promovido por los arrianos. És‑
tos habían contratado una mujer de
mala vida para que “testificara” pú‑
blicamente contra él. Y la infame lo
acusó de haber mantenido relacio‑
nes pecaminosas con ella.
Mientras estaba derramando su
torrente de bajezas, los arrianos her‑
vían de fingida indignación y exigían
a gritos la deposición de Atanasio,
quien lo escuchaba todo serenamen‑
te. En determinado momento susu‑
rró unas palabras al oído de su se‑
cretario. Éste entonces se acercó a
la mujer y la interrumpió con una
pregunta:
—¿Juras que me conoces y que
de verdad he hecho todo lo que es‑
tás diciendo?
Ella, que nunca había visto a
San Atanasio, no lo dudó:
—Lo juro.
Desenmascarada así la imposto‑
ra, se dio por concluido el simulacro
de juicio.2
Parte integrante de la virtud
de la prudencia
Estos dos episodios demuestran
cómo Atanasio tenía, en alto grado,
una virtud característica de un gran
número de santos, pero muy poco
comentada y elogiada: la virtud de la
sagacidad, o de la astucia.
Sergio Hollmann
—También os voy a ha‑
¿Pero la astucia pue‑
cer una pregunta: el bautis‑
de ser considerada una vir‑
mo de Juan ¿era del Cielo
tud? Así como la inteligen‑
o de los hombres?
cia y otros dones naturales,
Una cuestión embara‑
aquella puede ser usada tan‑
zosa: si afirmaban que “del
to para el bien como para el
Cielo”, recibirían el jaque
mal. Es una virtud propia‑
mate: “¿Por qué no le ha‑
mente dicha cuando se ejer‑
béis creído?”; si respondían
ce desinteresadamente pa‑
“de los hombres”, corrían
ra, por ejemplo, ayudar al
el riesgo de ser apedreados
prójimo en sus necesidades,
por el pueblo. Tras una bre‑
o actuar con más eficacia en
ve confabulación, se vieron
la obra evangelizadora de la
obligados a rendirse:
Iglesia, teniendo como obje‑
—No lo sabemos.
tivo la salvación de las almas
—Pues entonces tampo‑
y la gloria de Dios.
co os digo con qué derecho
Santo Tomás3 se refie‑
hago estas cosas —les dijo
re a ella como siendo una
Jesús.
parte integrante de la vir‑
Forzados a reconocer su
tud cardinal de la pruden‑
derrota, los enemigos del
cia, es decir, de la virtud
Salvador cambiaron de tác‑
por la cual el hombre em‑
tica: con vistas a acusarlo
plea los medios adecuados
ante el gobernador roma‑
para conseguir el fin santo
no, contrataron a espías pa‑
que tiene en vista. La soler‑
ra observarlo y tenderle una
cia, enseña el Doctor Angé‑
Bien podía haber replicado el Hijo de Dios que
trampa. Se acercaron éstos,
lico, es la “habilidad para
lo hacía por su propia autoridad, pero prefirió
fingiendo ser hombres de
actuar de un modo diferente
la rápida y fácil invención
bien, y le lanzaron una pre‑
del medio”.4 Y el padre Ro‑
Cristo discute con los fariseos
gunta capciosa:
yo Marín, aventajado discí‑
Catedral de Saint-Gatien, Tours (Francia)
—Dinos, Maestro, ¿es
pulo y hermano de hábito
del Aquinate, así lo define: “Sagaci‑ ces como serpientes y sencillos como lícito o no pagar impuesto al César?
—Dad al César lo que es del Cé‑
dad (también llamada solercia y eus- palomas” (Mt 10, 16). Con estas pa‑
toquia), es la prontitud de espíritu labras, nos está recomendando que sar y a Dios lo que es de Dios —les
para resolver por sí mismo los casos seamos inocentes, sí, pero también respondió Jesús.
Réplica tan eficaz que el evangelis‑
urgentes, en los que no es posible de‑ astutos. Porque la inocencia sin astu‑
ta termina la narración del episodio
tenerse a pedir consejo”.5
cia puede resultar en necedad.
Sin embargo, Cristo nos anima con una simple observación: “Y no
La palabra latina solertia, em‑
pleada por el Doctor Angélico en la no sólo con palabras, sino también pudieron acusarlo ante el pueblo de
Suma Teológica, también se traduce con el ejemplo (cf. Lc 20, 1‑8.20‑26). nada de lo que decía; y se quedaron
habitualmente por sagacidad, pers- Así, cierto día se encontraba Él en‑ mudos, admirados de su respuesta”
picacia, astucia; sin embargo, estos señando en el templo cuando los su‑ (Lc 20, 26). Es decir, en términos más
tres vocablos se refieren más a una mos sacerdotes, los escribas y los an‑ populares, les tapó la boca. Al darnos
ese ejemplo el divino Maestro nos es‑
cualidad especulativa: la agudeza de cianos le interpelaron:
—¿Con qué derecho haces estas tá invitando a que le imitemos.
espíritu. La solercia apunta hacia al‑
go más práctico: la capacidad de, en cosas?
Una corta frase, pronunciada
Bien podía haber replicado el Hi‑
un vistazo, percibir la situación, to‑
en el momento exacto...
mar una decisión y pasar a la acción. jo de Dios que lo hacía por su propia
autoridad. Pero prefirió actuar de un
Bien que lo imitaron los santos a
Dos ejemplos sublimes
modo diferente. Quizá, entre otros lo largo de los siglos. Hasta tal punto
El divino Maestro nos ordena que motivos, para darnos una lección de que quien se propusiera escribir una
obra titulada Antología de las santas
la pongamos en práctica: “Sed saga‑ solercia.
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      17
Thomas Brown (CC 2.0)
astucias tendría materia para cen‑
tenares de volúmenes.
Pocas, no obstante, tan brillan‑
tes como aquella de San Pablo
(cf. Hch 21, 27‑33). Estaba en Jeru‑
salén cuando los judíos lo cogieron,
lo apalearon y lo habrían matado si
el tribuno romano no hubiera inter‑
venido con sus tropas. Éste mandó
que el sanedrín se reuniera en su
presencia e intimó al Apóstol a que
presentara su defensa. En un se‑
gundo evaluó la situación en la que
se encontraba y, sabiendo que el sa‑
nedrín se componía de fariseos y de
saduceos, dijo en voz alta:
—Hermanos, soy fariseo, hijo de
fariseo, y se me está juzgando por la
esperanza en la resurrección de los
muertos.
Resultado: estalló un altercado
entre los acusadores; por un lado,
los fariseos, favorables a la doctri‑
na de la resurrección de los muer‑
tos y la existencia de los ángeles; por
otro, los saduceos férreos enemigos
de una cosa y de la otra.
—No encontramos nada malo en
este hombre. ¿Y si le ha hablado un
espíritu o un ángel?... —gritaban al‑
gunos fariseos.
Finalizó el “juicio”: los fariseos ha‑
bían librado a Pablo de sus propias ma‑
nos... y de las de los saduceos. ¿Quién
lo iba a decir? ¡El ardoroso Apóstol
defendido en el sanedrín por sus más
acérrimos adversarios! Una corta fra‑
se, pronunciada en el momento exacto,
produjo un prodigioso viraje.
“Sed sagaces como serpientes y
sencillos como palomas”
Ofídio de la especie Cryptelytrops albolabris
plos a la práctica de esa virtud, nues‑
tro Redentor fue más allá: “los hijos
de este mundo son más astutos con
su propia gente que los hijos de la
luz” (Lc 16, 8). Esta afirmación sue‑
na como una queja en nuestros días,
en los que, según palabras del recor‑
dado Papa Juan Pablo II, la huma‑
nidad “parece extraviada y domina‑
da por el poder del mal”.6 Es como
si el divino Maestro dijera: “Infeliz‑
mente, los enemigos de mi Iglesia
son más expertos en su pésimos de‑
signios que los hijos de ella en la lu‑
cha por la salvación de las almas”.
¿Cómo puede suceder esto? La
explicación nos la da el Prof. Pli‑
nio Corrêa de Oliveira:7 eso ocurre
cuando los buenos aman poco a la
Luz, Jesucristo; si los hijos de la luz
amasen a la Santa Iglesia más que los
hijos del mundo aman sus intereses
personales, serán más astutos que
ellos; y viceversa.
Una queja del divino Redentor
Es necesario ofrecer a Dios
una digna reparación
Como si creyera ser insuficiente
incentivarnos con palabras y ejem‑
Ahora bien, parece evidente que
en nuestros días, los hijos del mun‑
1
2
Cf. LECLERCQ, Jean-Baptis‑
te-Joseph. Théologie du catéchiste. Doctrine et vie chrétienne. 7.ª ed. París: Tolra,
1873, t. II, p. 120.
Cf. PÉTIN. Dictionnaire Hagiographique. Ou Vies des
Saints et Bienheureux. Pa‑
ris: Ateliers Catholiques du
Pétit-Montrouge, 1850, t. I,
col. 277.
3
4
Cf. SANTO TOMÁS DE
AQUINO. Suma Teológica.
II-II, q. 49, a. 4.
Ídem, ibídem.
18      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
5
6
do han demostrado mayor astucia
en la promoción del mal que los hi‑
jos de la luz en la defensa del bien.
Así, esa queja de Cristo nos toca
de modo especial y somos invita‑
dos a ofrecer a Dios una digna re‑
paración.
¿Cómo hacerla? Si, como he‑
mos visto antes, la cuestión se re‑
duce a amar mucho o a amar po‑
co, la primera medida es pedir a la
Virgen que aumente nuestro amor
a la Iglesia y nos dé el deseo de in‑
vertir dicha situación. Una sincera
súplica en ese sentido ya constituye,
en sí, un buen acto reparador.
Pero no basta la buena inten‑
ción, hay que pasar a la acción. To‑
do ser humano tiene cierto grado de
astucia. Y como cualquier otro don
o virtud, puede aumentar o dismi‑
nuir, conforme sea más ejercitada o
menos. Sólo el esfuerzo, sin embar‑
go, no es suficiente. En materia de
virtud, nada se hace sin el auxilio de
la gracia. Y ésta sólo se obtiene me‑
diante la oración. La solución está,
entonces, más en pedir mucho que
en esforzarse mucho.
El camino está indicado. Pidamos
mucho y colaboremos con nues‑
tro esfuerzo, seguros de una cosa:
quien, por amor a Jesús, se empe‑
ña de hecho en luchar por la Santa
Iglesia con la sencillez de la paloma
y la sagacidad de la serpiente termi‑
na por convertirse en un gigante de
la astucia, ante el cual los agentes
del demonio quedan reducidos a la
altura de unos enanitos.
¿Habrá mejor reparación que esa
a los Sagrados Corazones de Jesús y
de María? ²
ROYO MARÍN, OP, Anto‑
nio. Teología moral para seglares. Madrid: BAC, 2012,
v. I, p. 422.
SAN JUAN PABLO II. Regina
Cœli, 3/4/2005. Texto prepa‑
rado para esa ocasión, leído
por el cardenal Sandri du‑
rante la Misa en sufragio del
recién fallecido Papa.
7
Cf. CORRÊA DE OLIVEI‑
RA, Plinio. Conversación.
São Paulo, 13/8/1989.
Por sus mil gestos de afecto, de bienquerencia y fraternal amistad,
pero sobre todo por la ardiente devoción a la Virgen Santísima
que allí encontramos, el pueblo camerunés conquistó nuestros
corazones.
François Boulay
S
ituado en el litoral oeste del
África Central, a Camerún
se le conoce como el “Áfri‑
ca en miniatura”, en virtud
de su notable diversidad geológica y
cultural. Playas, desiertos, montañas,
selvas y sabanas cubren un territorio
de casi 500.000 km2. Su población de
22 millones de habitantes representa
más de 200 grupos étnicos.
En 1890 llegaron los primeros
misioneros, los religiosos palotinos,
y en la actualidad el país cuenta con
4,25 millones de católicos.
Camerún es considerado un oasis
de paz rodeado de turbulencias, pues
sus fronteras limitan con varias nacio‑
nes envueltas en guerras, violencias y
enfermedades. Paul Ede Ekpe, corres‑
ponsal y cooperador de los Heraldos
en ese país, atribuye dicha estabilidad
al hecho de haber sido consagrado a la
Santísima Virgen desde los comienzos
de su evangelización.
Fruto del trabajo de
dos cooperadores
La manera como empezó el apos‑
tolado de los Heraldos del Evan‑
gelio en Camerún muestra cómo a
veces el Espíritu Santo se sirve de
pequeñas circunstancias para llevar
a cabo sus planes.
Hace catorce años un cameru‑
nés, profesor de alemán, Jean Isido‑
re Nkoto Eba, envió a la asociación
una carta solicitando una remesa de
algunas publicaciones. Después de
otros muchos contactos epistolares
se hizo coordinador de grupos del
Apostolado del Oratorio de los He‑
raldos en la región donde vive, en las
proximidades de la capital, Yaundé.
Entonces monseñor João Scogna‑
miglio Clá Dias le propuso que in‑
gresara en las filas de la institución
como cooperador y le invitó a que
visitara la casa madre en São Paulo,
Brasil, a fin de que recibiera la co‑
rrespondiente capa distintiva. Jean
Isidore aceptó la propuesta, pero por
diversas razones no pudo realizar el
viaje. Así pues, le fue remitida la ca‑
pa por correo, la cual recibió con de‑
mostraciones de alegría y gratitud.
Poco tiempo después entró en
contacto con Paul Ekpe, un nigeria‑
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      19
Fotos: Plinio Bosco
Por las sendas del
“África en miniatura”
Nanga Eboko – Paul Epke, cooperador camerunés de los Heraldos, quiso que la imagen peregrina visitase su
ciudad natal antes de recorrer las aldeas de la diócesis de Mamfe. Centenares de personas, entre ellas miembros del
Apostolado del Oratorio, la esperaron a tres kilómetros del municipio y la llevaron en alegre procesión hasta la iglesia.
no que reside en Camerún, quien
también se hizo cooperador de los
Heraldos. Los dos, que actuaban
en conjunto, difundían las publi‑
caciones de la asociación, forma‑
ban y orientaban sucesivos grupos
del Apostolado del Oratorio. Y aho‑
ra, después de catorce años de acti‑
vidades evangelizadoras, llegó allí la
imagen peregrina del Inmaculado
Corazón de María, portada por tres
misioneros heraldos —dos canadien‑
ses y uno de la India— para hacerles
una maternal visita a sus hijos came‑
runeses.
¡Por fin, había llegado!
Un lamentable imprevisto nos
aguardaba al desembarcar en el ae‑
ropuerto de Yaundé, el pasado 1 de
octubre: a causa de un fallo de la
compañía aérea, la imagen peregri‑
na ¡no había llegado!
Nos estaban esperando el padre
Samuel Tabeson —sacerdote de la
20      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
diócesis de Mamfe, donde sería rea‑
lizada la misión mariana—, Paul Ek‑
pe y una delegación de diez parro‑
quianos que habían ido para darnos
la bienvenida. A pesar de la decep‑
ción por tremendo extravío, manifes‑
taron la alegría de recibir a los tres
misioneros con canciones y bailes, ¡a
medianoche, en pleno aeropuerto!
Sin embargo, nos encontrábamos
en una embarazosa situación: había
sido programada la visita a la parro‑
quia de Nanga Eboko, donde reside
el cooperador Jean Isidore, para el
día 3; ahora bien, según los cálculos
de los responsables, no existía nin‑
guna posibilidad de que la imagen
de la Virgen llegara antes del día 4.
El párroco y los feligreses, con enor‑
me tristeza, recibieron la noticia de
que iríamos a hacer la visita, sí, pero
no acompañados por ella.
La Divina Providencia, no obs‑
tante, nunca abandona a los que pi‑
den con fe. La noche del 2 de octu‑
bre, a las 22 h, el P. Tabeson recibió
una llamada del aeropuerto comuni‑
cándole que la imagen ¡había llega‑
do! Dando gracias a Dios, fuimos de
inmediato en busca de nuestra ce‑
lestial acompañante.
Imagínese, querido lector, la
agradable sorpresa que se llevaron
los fieles al día siguiente cuando nos
vieron en los alrededores de su aldea
con la sagrada imagen. Tan gran‑
de fue que estalló en expresiones de
júbilo y entusiasmo casi incontrola‑
bles. Enseguida se formó una proce‑
sión que recorrió cerca de tres kiló‑
metros, con canciones y bailes. En la
iglesia, tras haber rezado con muchí‑
simo fervor el Rosario, todos pudie‑
ron contemplar de cerca la maternal
fisonomía de María y presentarle sus
peticiones individualmente.
Así fue la primera jornada misio‑
nera de los Heraldos del Evangelio
en Camerún. Y ya desde el principio
nos quedamos muy conmovidos con
las incontables manifestaciones de
fe y piedad que pudimos presenciar.
La diócesis más reciente
de Camerún
La siguiente etapa de nuestro via‑
je era la misión organizada en Mamfe
por nuestro cooperador Paul Ekpe y
por el P. Tabeson.
Erigida en 1999, Mamfe es la dió‑
cesis más reciente de Camerún. Su
territorio abarca una gran región del
sudoeste del país, la mayor parte de
la cual está cubierta por las selvas del
África Ecuatorial. El primer obis‑
po, Mons. Francis Teke Lysinge, en‑
frentó grandes dificultades, como la
de andar cinco horas o más por ca‑
minos de tierra para llegar hasta al‑
gún pueblo. Por falta de carreteras
pavimentadas, la comunicación con
las localidades del interior se ve limi‑
tada durante las épocas de lluvia, es
decir, seis meses del año. Y el obispo
tiene que pasar por Nigeria para visi‑
tar algunas parroquias.
A pesar de todos esos obstáculos,
la diócesis de Mamfe cuenta actual‑
mente con 34.000 fieles, en una po‑
blación de casi 250.000 habitantes.
Está dividida en 21 parroquias, cada
una con varias comunidades.
La visita de la imagen peregrina
fue prepara con gran esmero. Alenta‑
das por una carta pastoral del prela‑
do, todas las parroquias se dispusieron
a recibirla de la mejor manera posible.
En la ciudad de Mamfe se veían carte‑
les anunciadores del evento. Numero‑
sas personas recorrían las calles con la
imagen de la celestial visitante impresa
en sus camisetas o en pañuelos.
Entusiasmadas oraciones
en medio de la noche
“Mejor tres horas demasiado pron‑
to que un minuto demasiado tarde”.1
Esta conocida frase de Shakespeare
no influencia para nada la vida coti‑
diana de los cameruneses, los cuales
se dejan llevar más por un dicho po‑
pular: “El africano no espera la hora,
ésta es la que espera al africano”.
Gran novedad para nosotros —ca‑
nadienses muy propensos a la puntua‑
lidad— era ese concepto del african
time. De él tuvimos la primera expe‑
riencia en la visita a la parroquia de
San Juan Evangelista, de Fotabong.
La llegada estaba prevista para las
16 h. Sin embargo, sucedió que algu‑
nos tramos del camino de tierra eran
casi intransitables a causa del barro.
Además, nos perdimos en el trayec‑
to... Para resumir, llegamos a las 23 h,
tras inolvidables aventuras. Pues bien,
a esas horas de la noche encontramos
a un grupo de unas 300 personas que
nos estaban esperando llenas de entu‑
siasmo. Al son de los tambores y a la
luz de las velas, cantaban y bailaban,
luciendo coloridos pompones, mien‑
tras sonaban las campanas. Allí esta‑
ban tres sacerdotes que nos acogieron
con fraternal bienquerencia.
Pero otra reconfortante sorpresa
nos aguardaba. Sin la mínima mani‑
festación de queja a respecto del atra‑
so, los valientes parroquianos empe‑
zaron, con gran pompa, el programa
de recepción de la imagen peregri‑
na: discursos de bienvenida y agrade‑
cimientos, seguidos de una procesión
hasta la iglesia, rezando el Rosario
en conjunto, un tiempo para oracio‑
nes individuales ante la imagen y, fi‑
nalmente, la solemne celebración de
la Santa Misa, con cortejos, incienso,
canciones de una afinada coral. Re‑
sultado: el reloj marcaba las dos y me‑
dia de la madrugada cuando se clau‑
suró la ceremonia litúrgica.
Muy equivocado estaría el lector
si piensa que después de ese mara‑
tón nocturno todos se entregaron a
un prolongado descanso. En la Mi‑
sa dominical de las 9 h, el templo
parroquial estaba abarrotado. Más
admirable todavía: varios asisten‑
tes, según nos contó el padre Regi‑
naldo Owuuzi, eran de comunida‑
des que distaban de la iglesia matriz
Fotabong – Dificultades enfrentadas durante el viaje hicieron que la imagen llegase al poblado cerca de media
noche. Pero lo tarde de la hora no disminuyó el entusiasmo de los casi 300 fieles que la esperaban desde las 16 h y
la recibieron a la manera africana: con bailes y tambores.
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      21
a más de dos horas de camino a pie.
Por lo tanto, se habían marchado de
la iglesia a las 2:30 h y no dudaron
en regresar, andando más de cuatro
horas, para estar de nuevo a los pies
de la Reina de los Ángeles y de los
hombres en la Misa de la mañana.
Calurosa acogida en el
poblado de Fontem
Cada día llevábamos la imagen a
una parroquia. Generalmente, era
recibida por la población a la entra‑
da de la aldea, donde en una sencilla
ceremonia el líder local la coronaba
y hacía varias peticiones a la Virgen
Santísima en nombre de todos. A
continuación nos dirigíamos en pro‑
cesión hasta la iglesia, siempre con
canciones y bailes; rezábamos juntos
un Rosario y el acto de consagración
de la parroquia a María; y, después
de unos momentos de oración indi‑
vidual, empezaba la Santa Misa.
Con pequeñas variaciones en el
programa, según las peculiaridades lo‑
cales, llegamos a visitar 13 parroquias,
146 hogares y 9 instituciones.
Una visita especialmente emocio‑
nante fue la realizada a la comunidad
de Fontem, en una región rural muy
pobre. Nos contó su historia un médi‑
co del Movimiento de los Focolares,
el Dr. Alexander Maldonado, que vi‑
ve allí desde hace catorce años.
La tribu Bangwa, que había si‑
do bastante numerosa, venía siendo
diezmada por enfermedades. Más del
90% de los niños morían en el primer
año de vida. Impotentes frente a tan
terrible mal, esos africanos, con los
pocos cristianos que había entre ellos,
se preguntaban: “¿Por qué Dios nos
ha abandonado?”. Y concluían: “Es
porque no rezamos”. Entonces deci‑
dieron de mutuo acuerdo: “Recemos
durante un año, tal vez Dios se acor‑
dará de nosotros”. Y oraron día tras
día todo el año, pero al final nada ha‑
bía cambiado.
Sin desanimarse, los cristianos
dijeron al pueblo: “Dios no nos es‑
cuchó porque no rezamos lo sufi‑
ciente. ¡Recemos un año más!”. Y
doce meses más de súplica... sin éxi‑
to. Luego llegaron a una triste con‑
clusión: “Somos demasiado malos;
nuestras oraciones no valen delan‑
te de Dios”. Pero alguien propuso:
“Hagamos una colecta, una recau‑
dación de dinero, y mandémosla al
obispo para que haga rezar a una tri‑
bu más digna que la nuestra”.
Conmovido, el obispo se interesó
por el caso y les hizo una visita, pro‑
metiéndoles un hospital. Transcurri‑
dos tres años, llegaron algunos mé‑
dicos focolarinos y, en 1966, se puso
la primera piedra del hospital. El
pueblo de Bangwa vio en esto la res‑
puesta de Dios a sus súplicas.
El Movimiento de los Focolares
evangelizó la región de Fontem, has‑
ta entonces abandonada, fundó un
hospital —María, Salud de África—
y un colegio dedicado a la Sede de la
Sabiduría.
En ese lugar, la acogida a la ima‑
gen peregrina del Inmaculado Co‑
razón de María fue de las más ca‑
lurosas.
Dificultades que hacen
aumentar el fervor
Es imposible narrar en el corto
espacio de un artículo todas las ma‑
nifestaciones de fe y piedad del pue‑
blo camerunés, por no hablar de las
incontables vicisitudes con las que
nos topamos cada dos por tres.
Por ejemplo, en la parroquia de
Ekok, cerca de la frontera con Ni‑
geria, nuestro coche se atascó en un
camino embarrado. El jefe de poli‑
cía nos mandó un vehículo para au‑
xiliarnos, pero éste también se atas‑
có. Sólo después de mucho esfuerzo,
consiguiendo ayuda de todas partes,
logramos llegar a la iglesia. Al pare‑
Fontem – La fe y la confianza de la tribu Bangwa obtuvieron como recompensa la creación del Hospital
María, Salud de África (a la izquierda) y del Colegio Sede de la Sabiduría (derecha). La imagen fue recibida
calurosamente en ambas instituciones.
22      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
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Pueblos y aldeas – Durante diez días la imagen recorrió numerosas parroquias y comunidades rurales de la diócesis de Mamfe. A su llegada era recibida por un manifestativo conjunto de fieles y coronada por uno de los líderes
de la comunidad (fotos 1 a 3). A continuación, había una procesión y visitas a las residencias e instituciones, estando siempre la imagen acompañada por un nutrido grupo de personas (fotos 4 y 5). Tanto la recepción en las capillas (foto 6) como en las residencias (foto 8) era siempre calurosa y bulliciosa. En algunos lugares se hacía entrega de nuevos Oratorios (foto 7). Los niños eran especialmente beneficiados por la maternal presencia de la imagen
(fotos 9 y 10).
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      23
cer, en Camerún las dificultades au‑
mentan el fervor, porque la procesión
de velas celebrada a continuación fue
especialmente esplendorosa.
Finalmente, llegamos a nuestro
destino: Mamfe. El obispo diocesano,
Mons. Andrew Nkea Fuanya, se en‑
contraba en Roma, pero su secretario,
el padre Peter Paul Ibeagha, y el obis‑
po emérito, Mons. Francis Teke Ly‑
singe, nos recibieron con las mayores
muestras de bienquerencia y nos hos‑
pedaron en la residencia episcopal.
También en las parroquias, comu‑
nidades y otras instituciones de esa
ciudad, no podía haber sido mejor la
recepción a la celestial visitante, aco‑
gida en todos los sitios con manifesta‑
ciones de devoción y de filial cariño.
Especialmente conmovedoras fue‑
ron las visitas a los colegios. Los niños
de ese lejano rincón africano no tie‑
nen teléfono móvil, pocas veces ven
la televisión y muy raramente acce‑
den a internet. Esto los ayuda a man‑
tenerse muy inocentes y preservados.
Enseguida traban amistad con quien
los trata con bondad. Como hay po‑
cos extranjeros en esa región, sobre
todo en Mamfe, miraban curiosos a
los misioneros y se acercaban a ellos
con mucha candidez. Algunos niños
incluso cantaban con simpatía una es‑
trofa que más o menos se traduce así:
“¡Blanco, blanco, desde que mi ma‑
dre me dio a luz, nunca he visto un
blanco!”.
Conversando con los misioneros
y conociendo la labor realizada por
ellos, muchos jóvenes manifestaron
el deseo de ser un día Heraldos del
Evangelio. Los adultos nos pregun‑
taban con frecuencia sobre la posi‑
bilidad de instituir una comunidad
en Mamfe. Siguiendo una pintores‑
ca tradición lugareña, una mujer nos
ofreció un coco para que lo plantára‑
mos frente a la catedral, a la espera
de que en el futuro nuevos misioneros
heraldos vayan a recoger sus frutos.
¡Siempre quedará grabado
en nuestros corazones!
Pocos días después de nuestra lle‑
gada, Mons. Nkea Fuanya volvió de
Roma, a tiempo para celebrar la Mi‑
sa de clausura de la misión, en la ca‑
tedral. En esa ocasión dirigió unas
palabras de agradecimiento a la aso‑
ciación Heraldos del Evangelio y nos
obsequió con algunos trajes tradicio‑
nales de la región. Por la noche fui‑
mos agradablemente sorprendidos
con una sesión cultural, que constaba
de piezas musicales y bailes, ofrecida
por representantes de diversas tribus.
Una cena con platos típicos cerraba el
evento. Realmente nos sentimos par‑
te de la gran familia de la comunidad
cristiana de Mamfe.
Por sus trajes multicolores, sus
canciones sencillas y piadosas, sus
bailes alegres y pintorescos, sus mil
gestos de afecto, de bienquerencia
y fraternal amistad, por la candidez
y sencillez de su modo de ser, pero
sobre todo por su fe viva y ardiente
devoción a la Virgen Santísima, por
todo ello el pueblo camerunés nos
encantó sobremanera.
Y cuando, por fin, después de
emocionantes despedidas, subimos
al avión para el viaje de regreso, nos
faltaban las palabras para expresar
lo que teníamos en el corazón. Pre‑
senciamos algo conocido por poca
gente en el mundo occidental, algo
que nos tocó profundamente, pero
que aún no sabemos explicitar. Qui‑
zá pudiera ser formulado de la si‑
guiente manera: “Excelente misión
ésta, en la que los felices misione‑
ros recibieron tanto como dieron.
En cierto sentido, tal vez un poco
más...”.
Con tales sentimientos, espera‑
mos, ansiosos, la próxima misión en
África. ²
1
SHAKESPEARE, William. The Merry
Wives of Windsor. Acto 2.º, Escena II.
Liceo San Juan – Alumnos y alumnas del Instituto San Juan, en Nchang, rezaron el Rosario ante la imagen
peregrina y la acompañaron con canciones y oraciones en el recorrido por las instalaciones de ese centro de
enseñanza secundaria, uno de los más reputados de Camerún.
24      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
Llegada a Mamfe – Un largo cortejo precedido por una cruz procesional dio la bienvenida a la imagen en Mamfe,
ciudad que da nombre a la diócesis, donde fue recibida con no menos solemnidad y alegría.
Misa conclusiva – Monseñor Andrew Nkea Fuanya, obispo diocesano de Mamfe, volvió a tiempo de Roma
para presidir la solemne Misa de clausura de la misión. Centenares de fieles llenaron la catedral
para despedirse de la imagen.
Seminario diocesano de Mamfe – El día 10, la imagen fue recibida en el seminario mayor Juan Pablo II. Los
seminaristas la acompañaron hasta la capilla de la comunidad, donde rezaron el Rosario y, antes de acercarse a
venerarla, escucharon una breve explicación de los misioneros.
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      25
Fotos: Rodrigo Gabriel de Sousa
Brasilia – Tras un período de preparación orientado por los Heraldos del Evangelio, un centenar de feligreses de
Fotos: Elton Moreira
la parroquia de San Miguel Arcángel, liderados por su párroco, el P. João da Silva Residenia, se consagraron a la
Virgen el pasado 11 de octubre. La Eucaristía fue concelebrada por el P. Mauro Sergio da Silva Izabel, EP.
Leonardo Resende
Gildenor de Farias
Juiz de Fora – Del 2 al 9 de octubre, los Heraldos participaron en los diversos actos organizados en honor de la
Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima, llevada desde Portugal. Entre ellos cabe destacar la procesión por
las calles de la ciudad y la Eucaristía de bienvenida en la catedral, presidida por Mons. Gil Antonio Moreira.
Maceió y Recife – Nuevos cooperadores de los Heraldos recibieron sus respectivas capas distintivas el pasado
22 de noviembre en Maceió (a la izquierda) y el 27 del mismo mes en Recife (a la derecha). Ambas ceremonias
tuvieron lugar durante la Misa celebrada por el P. Celio Casale, EP.
26      Arautos do Evangelho · Janeiro 2015
Encuentro del Apostolado del Oratorio en Ourinhos
l día 11 de octubre, los miembros del Apostolado del
Oratorio del municipio brasileño de Ourinhos (inte‑
rior del estado de São Paulo), acogían fervorosamente
a la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de Ma‑
ría a la entrada su ciudad, desde donde salieron en des‑
file con automóviles (foto 2) hasta la catedral del Señor
Buen Jesús. Cuatro sacerdotes heraldos, acompañados
por misioneros de la institución y un coro de cooperado‑
res inclusive, desarrollaron el programa de la bendecida
“Tarde de alabanzas con María” realizada en el templo
catedralicio (fotos 1 y 3), que incluía la Santa Misa, aten‑
ción de confesiones, y bendición e imposición de escapu‑
larios (foto 4). También hubo una presentación musical y
una procesión de antorchas.
1
2
4
Fotos: Lucas Cordeiro de França
3
Fotos: Sérgio Miyasaki
E
Nova Friburgo – Mons. Edney Gouvêa Mattoso, obispo diocesano, inauguró la capilla del Colegio Heraldos del
Evangelio de esa ciudad el pasado 14 de octubre (a la izquierda). En la parroquia del Santísimo Sacramento, en
Cantagalo, hubo una Misa con entrega de tres Oratorios más a sus respectivos coordinadores (a la derecha).
Janeiro 2015 · Arautos
do Evangelho      27
Fotos: Nuno Moura
Fotos: Indira Campos
Portugal – A petición del Hogar ASAS, de Lisboa, misioneros de los Heraldos promovieron un momento de
oración con la presencia de la imagen peregrina de la Virgen. Al son de canciones marianas, la imagen recorrió las
dependencias de dicha institución para propiciarles a los ancianos la ocasión de rezarle muy de cerca.
Colombia – La imagen peregrina visitó la Escuela de Policía Carlos Eugenio Restrepo, de Antioquia. Más de
Fotos: César Reis
setecientas policías participaron en el Rosario procesional y en la consagración de la escuela a la Virgen.
La coronel Claudia Gutiérrez, directora del centro, coronó a la imagen al son de la orquesta de los Heraldos.
España – Del 26 de octubre al 9 de noviembre, los Heraldos realizaron una misión mariana en la parroquia de
la Inmaculada Concepción, de Benamejí, durante la cual fueron visitadas cerca de mil familias del municipio.
Especialmente emocionantes fueron la procesión con antorchas y la Misa de despedida,
que reunió a centenares de fieles.
28      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
1
Colombia: encuentros en Tocancipá
tan sólo 20 kilómetros de Bogotá, el municipio de To‑
cancipá fue elegido por los Heraldos para levantar
allí la nueva iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rosa‑
rio. Y aunque aún no está terminada, ya alberga numero‑
sos eventos.
En noviembre se realizó un encuentro con los miem‑
bros del Apostolado del Oratorio, que congregó a cente‑
nares de personas en la Misa y las demás actividades (fo‑
tos 1 y 3). Al finalizar la Eucaristía dominical del día 9,
presidida por el P. Timothy Ring, EP, el sacerdote fue ro‑
deado por los fieles para recibir su bendición (foto 2).
Y el día 16 un grupo de sesenta y siete personas se con‑
sagraron a la Virgen en la celebración presidida por el
P. Carlos Tejedor Ricci, EP. Con un extenso cortejo, for‑
mado por los nuevos consagrados, se iniciaba la celebra‑
ción (fotos 4 y 5).
3
2
5
4
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      29
Fotos: Jesse Arce
A
La vida oculta
de Jesús en Nazaret
¿Qué hizo el Señor en los años que transcurrieron hasta su
Bautismo en el Jordán? ¿Cuáles fueron sus ocupaciones?
Y, sobre todo, ¿qué sapiencial razón lo llevó a vivir entre los
hombres durante tantos años sin manifestarles su divinidad?
Lucas García Pinto
L
os Evangelios, luz perenne
para los fieles hasta el final
de los tiempos, no narran
nada sobre la vida diaria
en el hogar de la Sagrada Familia. Y
pocos detalles nos transmiten acer‑
ca de los principales episodios de la
infancia de Jesús, como la Presenta‑
ción, la adoración de los Reyes Ma‑
gos, la huida a Egipto o la pérdida y
encuentro del Niño Jesús en el tem‑
plo. Únicamente San Lucas, después
de contar esa escena, hace referencia
a la vida oculta del Señor, resumién‑
dola en esta breve frase: “Él bajó con
ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a
ellos” (Lc 2, 51).
¿Qué hizo Jesús en los años que
transcurrieron hasta su Bautismo en
el Jordán? ¿Cuáles fueron sus ocu‑
paciones? ¿Fue a alguna escuela?
¿Tuvo amigos? Sobre todo, ¿cuál fue
la sapiencial razón que lo llevó a vi‑
vir entre los hombres durante tantos
años sin manifestarles su divinidad?
Éstas y otras muchas preguntas
vienen siendo formuladas por la pie‑
dad de los fieles, desde los primeros
años del cristianismo. Cabe saber si
hay alguna respuesta para ellas...
30      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
Jesús no sólo
era “hijo del
carpintero”, sino
también carpintero
Él mismo
En la casa de Nazaret,
el jefe era San José
Basándonos en diferentes pasajes
de los santos Evangelios, podemos
componer algunos aspectos de la vi‑
da de Jesús en Nazaret.
Al principio de su vida públi‑
ca, vemos que era conocido como
“Jesús de Nazaret, el hijo de José”
(cf. Jn 1, 45; Lc 4, 22). En la sinago‑
ga de su ciudad natal, los judíos se
preguntaban: “¿No es el hijo del car‑
pintero? ¿No es su madre María?”
(Mt 13, 55). Y según San Marcos, los
nazarenos lo conocían como “el car‑
pintero, el hijo de María” (Mc 6, 3).
Por lo tanto, con base en las pala‑
bras de las Escrituras, sabemos que
Jesús no sólo era “hijo del carpinte‑
ro”, sino también carpintero Él mis‑
mo. Hermosa lección de humildad
y modestia. El Hombre Dios, que
con un simple acto de voluntad po‑
dría crear cuantos universos quisie‑
se, ejerció una humilde profesión de
trabajador manual.
Más aún: en la casa de Nazaret, el
“mayor se somete al menor”.1 María
Santísima, venerada como Señora
y Reina por todos los ángeles, obe‑
decía a su esposo y, por otra parte,
ejercía su autoridad materna sobre
el Hijo del Todopoderoso. Y San Jo‑
sé, aunque reconocía la superiori‑
dad insondable de María y la infinita
de Jesús, mandaba y daba consejos a
la Sabiduría eterna y encarnada. El
evangelista San Lucas no deja nin‑
guna duda al respecto: Jesús “esta‑
ba sujeto a ellos”.
Al hacerse hombre, fue “probado
en todo, como nosotros, menos en el
pecado” (Hb 4, 15), dejándonos un
ejemplo a seguir (cf. 1 P 2, 21). Sin
embargo, en un punto no se sometió
a las contingencias humanas: no fre‑
cuentó ninguna escuela rabínica. En
efecto, leemos en el Evangelio de
San Juan: “Los judíos preguntaban
Fotos: Gustavo Kralj / François Boulay
Tres escenas de la infancia de Jesús: la Presentación en el templo, la Sagrada Familia en Nazaret y entre
los doctores de la ley – Vitrales del Oratorio de San José, Montreal (Canadá), en el centro; y de la iglesia del
Sagrado Corazón de Jesús, Nueva Orleans (Estados Unidos)
extrañados: ‘¿Cómo es éste tan ins‑
truido si no ha estudiado?’ ” (7, 15).
Con ello, ¿por ventura quiso
nuestro Redentor enseñar o al me‑
nos insinuar que los jóvenes no tie‑
nen que someterse a la disciplina ni
aplicarse en el estudio? Por supues‑
to que no. Todos los hechos de su vi‑
da se deben contemplar consideran‑
do su deseo de hacer el bien a todos.
Al oír la pregunta, antes referida,
Jesús les respondió: “Mi doctrina
no es mía, sino del que me ha en‑
viado” (Jn 7, 16). Si hubiese asistido
a alguna clase de algún maestro de
la ley, esta sublime afirmación per‑
dería algo de su fuerza frente a los
judíos, especialmente los fariseos,
los cuales darían poco crédito a sus
enseñanzas, alegando que éstas las
aprendió de un maestro humano.
María y José, las criaturas
más amadas por Dios
Nos queda, ahora, hacer una re‑
flexión sobre la más interesante de
las cuestiones planteadas al princi‑
pio de este artículo: ¿qué sapiencial
razón llevó a Jesucristo a vivir entre
Al hacerse hombre,
Jesús fue
probado en todo
como nosotros
los hombres durante tanto tiempo
sin manifestarles su divinidad?
De los seres creados, los que más
reflejan a Dios son los dotados de
inteligencia: ángeles y hombres. A
todos el Creador los inunda con su
amor. Y a los que más ama, les ha
incumbido las misiones más excelsas
y les ha concedido mayores dádivas.
Ahora bien, entre las meras cria‑
turas, ninguna es tan amada por Dios
como la Virgen María. Elegida des‑
de toda la eternidad para ser la Madre
del Verbo Encarnado, en Ella, por así
decirlo, agotó el Todopoderoso su ca‑
pacidad de adornar, enriquecer de do‑
nes, colmar de privilegios. La Hija de
Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Es‑
posa del Espíritu Santo está incompa‑
rablemente por encima de todos los
seres creados. Los ángeles y los hom‑
bres se regocijan en honrarla como su
incontestable Reina y Señora.
Por otra parte, la Santísima Tri‑
nidad quiso vincularle un esposo te‑
rreno como casto guardián de la Vir‑
gen y sustentador del Hijo de Dios.
Y el varón elegido para tan sublime
misión no podía ser desproporcional,
en virginidad y santidad, a la San‑
ta Virgen de las vírgenes. Por con‑
siguiente, debemos reconocer que
San José ocupa un lugar preeminen‑
te en el amor de Dios, inmediata‑
mente después de María Santísima.
Considerando, pues, la predi‑
lección de las tres Personas divinas
por esa santa pareja, bien podemos
conjeturar que Jesús haya querido
consagrar los treinta años de su vi‑
da oculta a la mayor santificación
de María y de José, manifestándoles
sólo a ellos su divinidad. ²
1
ORÍGENES, In Lucam Homilia XX
(PG013, 1852).
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      31
San Basilio Magno
Monje, teólogo
y obispo
Lucilia Lins Brandão Veas, EP
Gustavo Kralj
E
San Basilio Magno, detalle de las
Puertas Reales de la iglesia de
San Nicolás – Museo Estatal Ruso,
San Petersburgo
Padre del monacato
oriental, apodado
“el Grande” por el
eximio gobierno de su
diócesis, San Basilio
fue sobre todo llamado
“Magno” por su
defensa de la Santísima
Trinidad, frente a la
herejía arriana
32      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
l siglo IV de la era cristia‑
na podría ser descrito como
un período de controversias
teológicas. No obstante, fue
una época áurea de la Iglesia, puesto
que, precisamente por eso, surgieron
eminentes figuras en la defensa de la
fe, entre las cuales se encuentran tres
insignes capadocios, cuyas vidas se
entrelazan en esa cadena de oro de
fidelidad: San Gregorio Nacianceno,
San Gregorio de Nisa y su hermano
San Basilio Magno, a quien le dedi‑
camos este artículo.
Una familia de santos
Nacido en Cesarea de Capadocia,
en torno al año 330, Basilio perte‑
necía a una rica y noble familia cris‑
tiana. Pocos años antes de su naci‑
miento, la Iglesia había recibido
de Constantino la libertad de cul‑
to, concluyendo así el período de
las grandes persecuciones. Se cuen‑
ta que sus abuelos paternos forma‑
ban parte de los cristianos que, bajo
el imperio de Diocleciano, tuvieron
que refugiarse durante muchos años
en unos bosques de la región, para
sobrevivir sin renegar de la fe.
Sus padres eran ejemplares en la
práctica de las virtudes y de la caridad
para con el prójimo, llegando a consa‑
grar parte de sus bienes a los pobres,
enfermos y a los más necesitados. Tu‑
vieron diez hijos. Entre ellos, además
de San Basilio, se destacan Macrina,
Gregorio, obispo de Nisa, y Pedro,
obispo de Sebaste, todos ellos eleva‑
dos a la honra de los altares.
Durante la infancia recibió las
primeras instrucciones religiosas de
su abuela, también santa y de nom‑
bre Macrina.1 He aquí cómo él mis‑
mo describe su benéfica influencia:
“¿Qué argumento sería más convin‑
cente para probar la autenticidad de
nuestra fe, sino el hecho de que he‑
mos sido educados y guiados por esa
bienaventurada mujer nacida en‑
tre vosotros? Me refiero a Macri‑
na, ilustre señora, de quien hemos
aprendido las palabras del beatísi‑
mo Gregorio, el Taumaturgo, y to‑
do lo que ha sido recibido de una
ininterrumpida tradición oral, que
ella fielmente guardaba en su cora‑
zón. Forjaba nuestro tierno ánimo y
lo iniciaba en las vías de la piedad”.2
Desde niño, Basilio revelaba po‑
seer un alma de fuego y un tempera‑
mento vigoroso, pero unido a la sua‑
vidad de trato, lo que marcará su
trayectoria terrena, sobre todo cuan‑
Comunidad de jóvenes en Atenas
Recibió las primeras letras en Ce‑
sarea, dirigiéndose después a Cons‑
tantinopla y a Atenas, importantes
centros académicos de entonces. Es‑
tudió retórica y filosofía, sobresa‑
liendo entre los demás alumnos, de‑
bido a su rara capacidad intelectual
y rectitud moral.
En Atenas, encontró uno de los
mayores tesoros de su vida: Grego‑
rio Nacianceno, de quien se hizo ín‑
timo y fiel amigo. Esta relación fue
providencial, pues los animó a vi‑
vir íntegros en medio a las disolu‑
tas costumbres estudiantiles griegas,
además de mantenerse firmes en la
fe, porque no eran pocas las oca‑
siones en que hostilizaban a la reli‑
gión, tanto alumnos como profeso‑
res. “Atenas es pestífera para todo lo
que atañe a la salvación del alma”,4
comentaría San Gregorio Naciance‑
no recordando aquellos años.
Ironías, sarcasmos, preguntas in‑
sidiosas eran los métodos usados pa‑
ra ridiculizar la verdadera doctri‑
na e, infelizmente, no siempre los
estudiantes cristianos estaban a al‑
tura para refutar las mentiras y ca‑
lumnias. En una de esas discusiones
estudiantiles Gregorio conoció a Ba‑
silio. Molestos con la presencia de és‑
te, algunos compañeros, envidiosos
de su talento y elocuencia, se acerca‑
ron a él y “lo asaltaron con preguntas
más capciosas que educadas y suti‑
les, con la intención de derribarlo en
el primer asalto”,5 recuerda San Gre‑
gorio Nacianceno. A pesar de todo,
fue admirable su respuesta. “Cuan‑
do me di cuenta de la prodigiosa efi‑
cacia de la dialéctica de Basilio, me
uní a él... Y, así, entre nosotros se en‑
cendió la llama de la amistad, que no
fue simplemente una chispa, sino un
faro alto y luminoso”.6
Unidos por el mismo ideal, am‑
bos trazaron un plan de vida: abs‑
tenerse de banquetes, de fiestas y
otras tantas cosas, impregnadas
aún de paganismo. Su ejemplo no
tardó mucho en llevar a un signifi‑
cativo número de jóvenes, que tam‑
bién aspiraban a la perfección, a
unirse a ellos. “A nuestro alrede‑
dor se había formado una comu‑
nidad de jóvenes nada desdeñable,
los cuales tenían a Basilio como su
preceptor y lo seguían, participan‑
do de su alegría”.7
Terminados los estudios en Ate‑
nas, resolvió regresar a Capadocia.
Reproducción
do asume la vida pastoral de la dióce‑
sis de Cesarea. Sin embargo, su fuer‑
te carácter no influenciaba a su salud,
siempre frágil, a la que tuvo que dedi‑
car frecuentes cuidados a lo largo de
la vida. “Con nosotros las enferme‑
dades suceden a las enfermedades”;
“nuestra mala salud, que data de muy
lejano tiempo y que no nos ha dejado
todavía...”,3 escribía en sus cartas.
De vuelta en Cesarea, su hermana
Macrina no cesaba de exhortarlo
a anhelar únicamente el
Reino de los Cielos
Santa Macrina, la Joven
Catedral de Santa Sofía, Kiev
Consigo se llevó no sólo un impor‑
tante caudal de ciencia, sino tam‑
bién el progreso en la virtud. Sus ho‑
rizontes se habían ensanchado, las
disputas y los argumentos falaces
que tuvo que refutar le hicieron co‑
nocer mejor la mentalidad del mun‑
do en el que vivía y que habría de
enfrentar en defensa de la fe.
Nulidad del mundo que pasa
De vuelta en Cesarea, pasó por
la terrible tentación de llevar una vi‑
da mundana y tranquila. Su fama se
había propagado y sus conciudada‑
nos le ofrecieron una cátedra de re‑
tórica, lo que de buen grado aceptó.
Lejos estaban de atraerle el pecado
y la vida disoluta, pero no era nada
fácil la vida a la que la Providencia
lo llamaba. Y el instrumento divino
que reavivó en su alma los deseos de
perfección que surgieron cuando es‑
taba en Atenas fue su hermana Ma‑
crina. Impregnada de la firmeza de
las vírgenes, cuyo velo había recibi‑
do, no cesaba de exhortarlo a la vida
consagrada, a anhelar únicamente
el Reino de los Cielos, a desapegar‑
se de los efímeros honores de este
mundo y a oír la voz interior que lo
convocaba a dedicarse a Dios.
“Macrina —escribe su hermano,
San Gregorio de Nisa— lo condu‑
jo con tanta rapidez hacia el objeto
de la verdadera filosofía que, apar‑
tándose de la que el mundo adora,
renunció a la gloria de la elocuencia
para dedicarse por completo a una
vida de pobreza y de laboriosidad”.8
Más tarde, el mismo San Basilio
escribirá que había perdido casi toda
su juventud en el estudio de la cien‑
cia mundana y parecía que las amo‑
nestaciones de su hermana lo habían
despertado de un sueño profundo:
“Con los ojos bien abiertos contem‑
plaba la admirable luz de la verdad,
que ante mí emanaba del Evange‑
lio, como un sol naciente. Reconocí
la nulidad de la sabiduría del mundo,
que pasa y se desvanece”.9
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      33
Tras esa conversión, recorrió Egip‑
to, Palestina y Siria a fin de visitar y
conocer de cerca a los ascetas que allí
vivían, con el deseo de llevar también
una vida retirada, para lo cual se de‑
dicó más a la teología e inició el estu‑
dio de las Sagradas Escrituras.
Nace el monacato oriental
Obispo de Cesarea
Llamado por Eusebio, obispo de
su diócesis natal, para que lo auxi‑
Reprodução
Cuando volvió a Cesarea pidió
el Bautismo —según la costumbre
de entonces, la de ser bautizados de
adultos—, vendió parte de los bie‑
nes que poseía y empezó una vida
de ermitaño en las cercanías del río
Iris, en Annesi, en una de las propie‑
dades de su familia. Luego lo acom‑
pañó Gregorio Nacianceno, seguido
por muchos otros. No llevaban una
vida como la de los ascetas que ha‑
bía visitado, porque el deseo de Ba‑
silio era el de vivir en comunidad,
dividiendo el día en períodos de es‑
tudios, trabajo, oración y sacrificios.
Esta nueva forma de vida comu‑
nitaria religiosa dio origen a la insti‑
tución de los monjes basilianos, para
los cuales redactó algunas prescrip‑
ciones ascéticas, hoy conocidas co‑
mo la Gran Regla y la Pequeña Regla,
base del monacato oriental, que pos‑
teriormente acabó teniendo influen‑
cia sobre los monjes de Occidente.
Inspirado en las enseñanzas evan‑
gélicas, San Basilio cimentó su obra
en el amor a Dios y al prójimo. En
sus reglas, después de enumerar las
obligaciones de la vida común de to‑
do cristiano, exhortaba a los que son
llamados a un mayor grado de per‑
fección: “Todo el que le apasione el
celeste ideal de una vida angélica y
que desee convertirse en compañe‑
ro de armas de los santos discípulos
de Cristo, revístase de fuerzas para
soportar las pruebas y entre valien‑
temente en la sociedad de los mon‑
jes. Desde el principio sé un hombre
que no te dejes retener por los afec‑
tos de los parientes y tengas la fuerza
de cambiar los bienes terrenales por
los que no mueren”.10
Cinco años pasó San Basilio en
la vida contemplativa. Tal vez pen‑
só que en ella transcurriría toda su
existencia, pues el ideal monásti‑
co era lo que más anhelaba. Pero
la Providencia le había destinado a
otros caminos, en una época contur‑
bada por las herejías.
El Concilio de Nicea no decía nada a respecto de la naturaleza y de la
substancia de la tercera Persona de la Santísima Trinidad
“El primer Concilio de Nicea”
Fresco de la iglesia de Stavropoleos, Bucarest (Rumania)
34      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
liase, fue ordenado presbítero por él,
y con su muerte Basilio fue elegido
obispo de Cesarea para sucederlo.
Hacía tiempo que era conocido por
todos no sólo por su probidad y obras
caritativas, como por su fidelidad a
la ortodoxia, algo especialmente va‑
lioso en aquel contexto histórico, se‑
gundo período de la crisis arriana, la
herejía más nefasta de ese tiempo.
Amigos de las fórmulas ambi‑
guas, las cuales podrían ser interpre‑
tadas a su voluntad, los discípulos de
Arrio seguían arrastrando con sus
ideas a gran parte de los fieles. Divi‑
didos en tres facciones —herejes de‑
clarados, arrianos moderados y se‑
mi-arrianos—, su influencia era tal
que San Basilio escribía a San Ata‑
nasio: “Toda la Iglesia se disuelve,
como numerosos barcos en alta mar
vagando sin rumbo, se chocan unos
contra otros bajo la violencia de las
olas. Un gran naufragio cuyo respon‑
sable es el mar en furia y también el
desorden de los barcos, yendo unos
contra otros, destrozándose mutua‑
mente. ¿Dónde hallaremos un piloto
que esté a la altura de la situación y
que sea lo bastante digno de fe como
para despertar al Señor, a fin de que
ordene a los vientos y al mar?”.11
Al ver que los herejes contaban
con el apoyo del emperador, que se
creía con derecho a intervenir en la
esfera espiritual, muchos de los que
eran fieles a la verdadera doctrina de
la Iglesia contemporizaban, por mie‑
do a la persecución y al destierro. El
mismo San Basilio fue censurado
por las autoridades civiles, pero no
cedió a sus solicitudes y se mantuvo
impávido en la defensa de la fe.
El emperador llegó a dividir la
región de su diócesis, con el obje‑
tivo de coartar la acción del santo.
Éste, no obstante, sagaz como era,
se aprovechó de esa situación para
crear dos nuevos obispados —Nisa y
Sasima—, poniendo al frente de los
mismos a su hermano Gregorio y a
su amigo del mismo nombre.
Una sola esencia, en
tres Personas divinas
Apodado “el Grande”,
aún en vida
Reproducción
Las controversias teológicas
San Basilio pasó nueve años
con los arrianos giraban, sobre
a la cabeza de la Iglesia de Ce‑
todo, en torno de la divinidad
sarea y, aparte de sus pugnas
del Hijo y del Espíritu Santo. El
doctrinarias, su labor de pas‑
Concilio de Nicea afirmaba la
tor fue infatigable, ejerciendo
divinidad y la consubstanciali‑
numerosas obras de caridad:
dad de la segunda Persona de la
acogió a los pobres, exhortó a
Trinidad con el Padre, susten‑
los ricos en la caridad fraterna,
taba la verdadera humanidad y
continuó promoviendo la vi‑
divinidad del Verbo Encarnado
da monástica, fundó un hospi‑
y proclamaba la fe en el Espíri‑
tal conocido como Basiliades,
tu Santo. Sin embargo, no decía
aunó esfuerzos en época de
nada a respecto de la naturale‑
carestía para mitigar la situa‑
za y de la substancia de la ter‑
ción penosa por las que pasa‑
cera Persona, y no definía los
ba su diócesis, además de mu‑
términos substancia, persona y
chas otras que, junto con toda
naturaleza, usados para defen‑
su actividad apologética, le va‑
der la divinidad del Hijo, térmi‑
lieron el apodo de “el Grande”,
nos estos que eran susceptibles
aún en vida.
San Basilio y su doctrina permanecen
a diversas interpretaciones.
“Al resto de los hombres se
vivos en el firmamento de la Iglesia,
Hombre de un profundo es‑
los
elogia a fuerza de exage‑
iluminándola como un sol de fidelidad
píritu de piedad, contemplati‑
raciones; pero, en lo que res‑
Icono del s. XVII representando a San Basilio
vo y varón de gran unión con
pecta a los justos, la simple
Magno, San Juan Crisóstomo y San Gregorio
Dios, Basilio consiguió definir
verdad de sus acciones bas‑
Nacianceno - Museo Histórico de Sanok (Polonia)
la diferencia entre los térmi‑
ta para mostrar la abundancia
nos griegos usados, haciendo com‑ origen o una esencia diferente del de sus méritos”.13 Esta frase, pro‑
prender que en Dios hay una sola Padre y del Hijo.
nunciada por San Basilio a res‑
esencia y tres Personas. Y que, por
Por consiguiente, su mayor méri‑ pecto de San Gordio, mártir, pue‑
tanto, el Padre, el Hijo y el Espí‑ to consistió en aclarar la terminolo‑ de ser aplicada perfectamente a él
ritu Santo son un único Dios. En gía teológica trinitaria, completando mismo. Entregó su alma a Dios el
su Tratado sobre el Espíritu San- el terreno de la ortodoxia católica primer día de enero del 379 y, no
to,12 proclamó la divinidad de la de Nicea, sin dejar margen a poste‑ obstante, en cierto modo podemos
tercera Persona y su igualdad con‑ riores interpretaciones heréticas y decir que no ha muerto y que per‑
substancial con el Padre y el Hijo; contribuyendo a la futura definición manece vivo en el firmamento de
y mostró que las fórmulas con, en del Símbolo Niceno-Constantinopo‑ la Iglesia, iluminándola como un
quien, para quien, por quien, usa‑ litano, promulgado en el Concilio de sol de fidelidad, en un perpetuo y
das al mencionarse al Espíritu Constantinopla, algunos años des‑ fiel ejemplo de amor a la verdad y
a Dios. ²
Santo, no suponen que Él tenga un pués de su muerte.
1
2
3
Para diferenciarlas, a la abue‑
la el Santoral la llama “la
Mayor” o “la Anciana” y a
la nieta “la Joven”.
São Paulo: Paulus, 2005,
pp. 12-13.
4
SAN BASILIO MAGNO.
Carta 204, apud ANGELI,
Antonio. Basilio di Cesarea.
Milano: Àncora, 1968, p. 19.
SAN BASILIO MAG‑
NO. Cartas 200; 201, apud
QUINTA, Manoel (Ed.).
Basílio de Cesareia. 2.ª ed.
SAN GREGORIO NACIAN‑
CENO. Eiusdem Basilii
Scholia ad orationem funebrem in Cæsarium fratrem,
apud ANGELI, op. cit.,
p. 25.
5
Ídem, p. 23.
6
Ídem, ibídem.
7
Ídem, pp. 25-26.
SAN GREGORIO DE NI‑
SA. De vita S. Macrinæ virginis, apud ANGELI, op. cit.,
pp. 31-32.
8
SAN BASILIO MAGNO,
apud ANGELI, op. cit.,
p. 32.
9
10
SAN BASILIO MAGNO.
Del renunciamento del
mundo y de la perfección
espiritual. In: RIVIERE,
Jean. San Basilio, Obispo de
Cesarea. Madrid: M. Agui‑
lar, 1930, pp. 268-269.
11
SAN BASILIO MAGNO.
Carta 82, apud QUINTA,
op. cit., pp. 81-82.
12
Cf. SAN BASILIO MAG‑
NO. Liber de Spiritu Sancto:
MG 32, 67-218.
13
SAN BASILIO MAGNO. In
Gordium martyrem. Homilia
XVIII, n.º 1: MG 31, 491.
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      35
La palabra de los Pastores
Tiempo de acoger el
Reino de Cristo
La fe nos trae una gran esperanza: al final de todo, está Cristo,
Salvador de la humanidad. También está con nosotros ahora y nos
acompaña en el camino de la vida.
Cardenal Odilo Pedro Scherer
Arzobispo de São Paulo, Brasil
I – El Reino de Dios,
supremo bien del hombre
La solemnidad litúrgica de Jesu‑
cristo Rey del Universo en la clausu‑
ra del Año litúrgico, nos lleva a fijar‑
nos en lo que concierne al profundo
futuro de Dios. Al final de nuestra
vida, ¿qué habrá más? Al final del
peregrinar del pueblo de Dios por
la Historia, ¿qué habrá aún? ¿Qué
quedará de todos los proyectos hu‑
manos al final de todo?
Él es nuestro Rey, Señor y Juez
La fe cristiana nos dice que exis‑
te una gran promesa, una esperan‑
za segura, el desenlace redentor de
toda realidad humana transitoria
y frágil: al final de todo, está Cris‑
to, Salvador de la humanidad, que
también ya está con nosotros ahora
y nos acompaña en el camino de la
vida. Con el título de Señor, o el de
Rey, afirmamos con San Pablo que
Dios entregó todas las cosas en las
manos de Cristo Salvador, para que
restaure la obra de sus manos, caí‑
da y corrompida por el pecado del
hombre, y le restituya la gran digni‑
dad que el Creador le ha dado.
Al final, todas las cosas esta‑
rán sometidas al señorío de Cris‑
36      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
to, Señor del mundo y Señor de la
Iglesia; aquello que está someti‑
do a la ley del pecado, será resca‑
tado y dignificado por el don de la
Redención; incluso la muerte será
vencida y habrá vida para siempre
(cf. 1 Co 15, 20-26).
Sin embargo, esto no ocurrirá sin
la libre participación del hombre:
“Dios, que te ha creado sin ti, no
te salvará sin ti”, decía San Agus‑
tín. En el domingo de Cristo Rey,
la Iglesia proclama el Evangelio del
gran juicio (cf. Mt 25, 31‑46); Aquel
que es nuestro Señor y Rey del uni‑
verso también es nuestro Juez. A Él
hemos de rendir cuentas de nuestra
vida, del bien o del mal que haya‑
mos practicado. Jesús hace hinca‑
pié en el “examen” que tendremos
que hacer sobre la práctica de las
obras de misericordia para con el
prójimo: “cada vez que lo hicisteis
con uno de éstos, mis hermanos
más pequeños, conmigo lo hicis‑
teis” (Mt 25, 40).
Tenemos todo el tiempo de la vi‑
da para prepararnos bien para ese
gran y definitivo encuentro con Je‑
sús, el Rey Salvador. No caben excu‑
sas de última hora, porque Él mismo
nos ha prevenido sobre nuestra ren‑
dición de cuentas. Cada día, tene‑
mos la oportunidad de practicar las
obras de misericordia esperadas por
el gran Juez.
Estar con Dios es la felicidad
completa del ser humano
La solemne fiesta de Cristo Rey
nos conduce a reflexionar sobre la
realidad del Reino de Dios, o tam‑
bién Reino de Cristo. ¿Qué clase de
realidad es ésa? Alguien se pregun‑
tará si merece la pena esperar por el
Reino de Dios, si eso trae esperanza
o alguna compensación. Con nues‑
tra mentalidad inmediatista y utili‑
taria, queremos tener la certeza de
lo ventajoso, antes de lanzarnos en
algún proyecto o esfuerzo...
¡Es seguro que habrá ventajas!
San Pablo, más de una vez, nos en‑
seña que “Dios será todo en todos”
(1 Co 15, 28). Tener a Dios como su‑
premo bien no es poca cosa. Es la
realización plena de todos nuestros
anhelos más profundos. Estar con
Dios es la felicidad completa del ser
humano. El Reino de Dios consis‑
te, por tanto, en ese estar con Dios
y saciar para siempre la incontenible
sed de plenitud y de felicidad que
llevamos en el corazón.
“El Reino de Dios ya está
en medio de vosotros”
II – Los cristianos laicos:
discípulos del Reino de Cristo
El Reino de Cristo y de Dios está
hecho únicamente de cosas buenas:
“Reino eterno y universal: el rei‑
no de la verdad y la vida, el reino de
la santidad y la gracia, el reino de la
justicia, el amor y la paz” (Prefacio
de la Misa de Cristo Rey). El Reino
de Dios, por tanto, es la realización
inequívoca de la justicia, del amor y
de la paz, que no se logra plenamen‑
te en este mundo. ¡Sería impensable
que el odio y la violencia, el mal y la
injusticia, la prepotencia y la false‑
dad tuvieran la última palabra sobre
nuestra existencia!
El Reino de Dios se hace pre‑
sente ya en este mundo cuando tie‑
ne lugar la lucha y la victoria contra
el “antirreino”; Jesús nos enseñó: “el
Reino de Dios ya está en medio de
vosotros” (Lc 17, 21), y que “sufre
violencia” (cf. Mt 11, 12) e incluso re‑
chazo. Por consiguiente, esta vida es
el tiempo de acoger el Reino de Cris‑
to y de Dios, adhiriendo a los bienes
y valores del Reino de Dios. Aquí se
decide la suerte del gran juicio final.
Artículo publicado en
“O São Paulo”, 26/11/2014
Traducción: Heraldos del Evangelio
La solemnidad de Cristo Rey, en
Brasil, también es conmemorada co‑
mo el Día del Laico. Los laicos son
todos los bautizados, que sin ser sa‑
cerdotes ordenados o miembros de
congregaciones o institutos de vida
consagrada, forman el inmenso pue‑
blo de Dios que es la Iglesia.
Llamados a crecer en
la vida cristiana
Misioneros en medio del mundo
Por lo tanto, los bautizados son lla‑
mados a abrazar en todo el Reino de
Dios, siempre teniendo delante de sí
el Reino de Dios, como referencia y
criterio supremo para todo lo que ha‑
cen y piensan: “Buscad sobre todo el
Reino de Dios y su justicia; y todo esto
se os dará por añadidura” (Mt 6, 33).
Los cristianos laicos y laicas son
los misioneros de Reino de Dios en
medio del mundo, donde viven, tra‑
bajan, se relacionan y ejercen sus
múltiples responsabilidades. ¡Que el
Espíritu de Cristo los ilumine y for‑
talezca en su misión! ²
Folleto litúrgico “Povo de Deus em
São Paulo”, 23/11/2014
Traducción: Heraldos del Evangelio
Helena Ueno
Los bautizados en Cristo (“sumer‑
gidos” en Cristo) han sido agraciados
por los dones de la salvación y de la vi‑
da nueva, que Dios concede a todos
los que acogen en la fe a su Hijo Jesu‑
cristo. Se convierten, pues, en discípulos del Reino de Cristo y de Dios.
Todos los bautizados, mientras vi‑
ven en este mundo y esperan la rea‑
lización plena de las promesas de
Dios, son partícipes de la misión que
Jesucristo ha confiado a su Iglesia:
“seréis mis testigos” (cf. Hch 1, 8).
Por eso llevan el nombre de cristianos, para identificarse con Cris‑
to; para participar en la misión de
anunciar a todos el Evangelio, de
muchas maneras. También están lla‑
mados a conformar su propia vida
a las enseñanzas del Evangelio de
Cristo y a crecer en la vida cristiana,
para producir los frutos de la fe.
El Papa Francisco, en la exhorta‑
ción apostólica Evangelii gaudium (La
alegría del Evangelio, n.º 180), nos re‑
cuerda que la vida cristiana no se re‑
sume a una serie fragmentada de
“buenas obras”, sino en abrazar la
“propuesta del Reino de Dios”: en
otras palabras, en convertirse en discí‑
pulos del Reino de Dios (cf. Lc 4, 43).
Mons. Odilo Pedro Scherer en dos eventos recientes: con el cardenal Claudio Hummes y
el Nuncio Apostólico, Mons. Giovanni d’Aniello, en la Misa por su 65 cumpleaños; y ordenando a seis nuevos
presbíteros en la catedral de São Paulo, el pasado 6 de diciembre
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      37
¿Sabía usted...
...cuál es la oración más antigua a la Madre de Dios que se conoce?
L
a antífona Sub tuum præsidium,
cantada por la Santa Iglesia en la
Liturgia de las Horas y rezada por nu‑
merosos fieles en diversas ocasiones:
“Bajo tu protección nos acogemos,
Santa Madre de Dios; no deseches
las súplicas que te dirigimos en nues‑
tras necesidades; antes bien, líbranos
siempre de todo peligro, ¡oh Virgen
gloriosa y bendita!”.
Incluida desde tiempos inmemo‑
riales en los ritos ambrosiano, cop‑
to, sirio y armenio, su antigüedad
fue confirmada en la primera mitad
del siglo XX, cuando encontraron
en Egipto un papiro del siglo III que
contenía el original griego de esa ex‑
presiva plegaria.
A la Virgen María, no obstante,
aunque desempeña un elevadísimo
papel en la Redención, se la mencio‑
na muy poco en el Evangelio. Pero
dado que éste se difunde por toda la
tierra, surge espontáneamente en el
corazón de los fieles la súplica a la
Madre de Dios, eficaz amparo para
su peregrinación terrena.
El comienzo de la oración recoge
los ecos de la versión griega de la Bi‑
blia y asocia a la Virgen la capacidad
protectora que el salmista le atribu‑
ye a Dios: “a la sombra de tus alas es‑
cóndeme” (Sal 16, 8). Y la fórmula
“antes bien, líbranos siempre de todo
peligro” evoca la petición que se ha‑
ce en la oración dominical: “mas lí‑
branos del mal”.
Como tantas otras preces litúrgicas
antiguas, Sub tuum præsidium se des‑
taca por su noble sencillez y su conci‑
sión, aliadas a una saludable espon‑
taneidad. Según algunos estudiosos,
esta manera de implorar con apremio
la protección de la Virgen María indi‑
ca que los cristianos se encontraban en
situación de persecución, quizá la de
Valeriano o la de Decio.
Otro dato digno de mención: an‑
te el inminente peligro, los cristia‑
nos del siglo III buscan la protección
bajo el manto de la Santísima Vir‑
gen. Con ello demuestran que eran
conscientes de que Ella oía y aten‑
día sus peticiones y tenía poder pa‑
ra socorrerlos.
Finalmente, Sub tuum præsidium
es una incuestionable prueba de la
antigüedad de la devoción a Ma‑
ría, bajo la advocación de Madre de
Dios.
...que Santa Teresa fue enterrada once días después de su muerte?
anta Teresa de Jesús murió en Al‑
ba de Tormes, España, el 4 de oc‑
tubre de 1582 y fue enterrada el día
15. ¿Cuál es el motivo de esa demora?
¿Qué pasó a lo largo de esos once días?
En realidad, no hubo ningún retra‑
so. Resulta que precisamente al día si‑
guiente de la muerte de la gran doc‑
tora de la Iglesia, entraba en vigor la
reforma promulgada por el Papa Gre‑
gorio XIII, por la que se sustituía el
calendario juliano, establecido por el
emperador Julio César, por el calenda‑
rio gregoriano, vigente hasta hoy día.
En efecto, errores acumulados
a lo largo de los siglo habían pro‑
ducido un desfase de diez días en‑
tre la fecha que marcaba el calen‑
dario y la fecha real, definida por la
posición de la Tierra con respecto al
Sol. Para subsanar dicho fallo, Gre‑
38      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
Francisco Lecaros
S
Celda donde murió Santa Teresa
Monasterio de la Anunciación, Alba de Tormes (España)
gorio XIII constituyó una comisión
formada por los mejores astrónomos
de la época, la cual propuso la supre‑
sión de diez días del calendario ofi‑
cial. Entonces el pontífice decidió
que en octubre de 1582 se pasase di‑
rectamente del día 4 al día 15.
Así se hizo, y Santa Teresa, que
murió el 4, fue enterrada al día si‑
guiente... el 15. ²
“Dios existe y la prueba es el uni‑
verso”. La afirmación forma par‑
te de la respuesta del físico Antoni‑
no Zichichi, presidente de la World
Federation of Scientists, al oncólo‑
go Umberto Veronesi, quien afirma
en su libro Il mestiere di uomo que,
“despues de Auschwitz, el cáncer es
la prueba de que Dios no existe”.
Refutando las opiniones de Ve‑
ronesi, Zichichi recuerda en la edi‑
ción online de Il Giornale, del 18 de
noviembre, que “la ciencia nunca ha
descubierto nada que negase la exis‑
tencia de Dios. Por lo tanto, el ateís‑
mo no es un acto de rigor lógico teó‑
rico, sino una acto de fe en la nada”.
Y añade: “El ateísmo, partiendo de
la existencia de todos los dramas que
afligen a la humanidad, sostiene que,
si Dios existiese, dichas tragedias no
podrían existir. Cristo es el símbolo
de la defensa de los valores de la vi‑
da y de la dignidad humana. Que sea
Hijo de Dios es un asunto que se re‑
laciona con la esfera transcendental
de nuestra existencia. Negar la exis‑
tencia de Dios, no obstante, equivale
a decir que no existe el autor de la ló‑
gica rigurosa que rige el mundo”.
La Biblioteca Nacional de
Austria inaugura una
exposición sobre los ángeles
Ángeles. Mensajeros celestiales en
los escritos antiguos, éste es el título de
una exposición inaugurada el 20 de
noviembre en la Biblioteca Nacional
de Austria, en Viena. Consta de 60
infocatolica.com
Nuevo prefecto de la Congregación
para el Culto Divino
El pasado 23 de noviembre se
hizo público el nombramiento del
nuevo prefecto de la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina
de los Sacramentos, cargo que es‑
taba vacante desde el 28 de agosto
de 2014, cuando el cardenal Anto‑
nio Cañizares Llovera fue nombra‑
do arzobispo de Valencia.
Para sustituir al purpurado espa‑
ñol, el Papa Francisco eligió al car‑
denal Robert Sarah, hasta entonces
presidente del Pontificio Consejo
Cor Unum. Nacido el 15 de junio de
1945, el prelado guineano fue arzo‑
bispo metropolitano de Conacri y
secretario de la Congregación para
la Evangelización de los Pueblos.
La Congregación para el Culto
Divino y la Disciplina de los Sacra‑
mentos tiene por misión velar por to‑
do lo que se relaciona con la promo‑
ción y el reglamento de la liturgia,
especialmente en lo referente a la
preparación y celebración de la Eu‑
caristía y de los demás sacramentos.
infocatolica.com
Negar la existencia de Dios
no es científico
ilustraciones hechas a lo largo de más
de 500 años, entre las cuales cabe des‑
tacar la del arcángel San Gabriel que
figura en la escena de la Anunciación
en el Evangeliario de Luitold, escri‑
to e ilustrado en torno al año 1170.
Otras obras famosas son los siete án‑
geles músicos de Albrecht Dürer, di‑
bujados en 1496, y el Libro de Oracio‑
nes de Glockendon, del siglo XVI.
El evento comenzó el 19 de no‑
viembre con una conferencia de
prensa presidida por el párroco de
la catedral, el P. Toni Faber, junto
con la directora general de la Biblio‑
teca, la Dra. Johanna Rachinger, y
la ministra de Educación y de la Mu‑
jer, Gabriele Heinisch-Hosek. La
exposición estará abierta hasta el 1
de febrero.
Monseñor Walmor
reinaugura la capilla de la
cárcel de Belo Horizonte
El 4 de noviembre, el arzobispo
metropolitano de Belo Horizonte
(Brasil), Mons. Walmor Oliveira de
Azevedo, presidió la Misa de reinau‑
guración de la capilla de San Dimas,
de la prisión José María Alckmin.
La reforma de la misma fue inicia‑
da a petición de los propios presos, y
los trabajos de restauración estuvieron
orientados por la Pastoral Penitencia‑
ria de la arquidiócesis. Voluntarios de
la parroquia de Nuestra Señora de la
Misericordia, de Ribeirão das Neves,
se encargaron de reunir el material
necesario —cemento, pintura, cañe‑
rías, muebles— y se turnaron, con la
ayuda de algunos presos, para renovar
por completo ese lugar de oración du‑
rante tres meses.
En la Misa de reinauguración es‑
tuvieron presentes presos, agentes de
pastoral, fieles de la parroquia y fun‑
cionarios del sistema carcelario. En su
homilía, Mons. Oliveira de Azevedo
agradeció y destacó la importancia del
trabajo, la buena disposición, la convi‑
vencia, unidad y comunión entre to‑
dos los participantes.
Una aplicación catequética
para niños
La Asociación Católica Peque‑
ñitos del Señor, de Campinas (Bra‑
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      39
nzcatholic.org.nz
sil), ha ideado un método virtual
de evangelización para niños, uti‑
lizando smartphones y tablets. Me‑
diante una aplicación gratuita para
sistemas Android e IOS, los chicos
pueden usar juegos, aprender ora‑
ciones, oír o leer historias sagradas
y completar dibujos de personajes
bíblicos, entre otras posibilidades.
Presentará actualizaciones mensua‑
les, introducidas por personajes co‑
mo Rebeca, Sara, Lía, San Pedro,
San Mateo y San Lucas.
Raquel Abdalla, presidenta del
proyecto, explica: “Hay que estar ac‑
tualizados y si el mundo de los más
pequeños hoy es virtual, que tam‑
bién lo sea una de las formas de
evangelizar, ¿por qué no?”. Más in‑
formación se puede consultar en
www.pequeninosdosenhor.org.
Las píldoras de Fray Galvão
curan en Nueva Zelanda
La devoción por las píldoras de
Fray Galvão, extendida por todo
Brasil, llegó a Nueva Zelanda de ma‑
nos de Jane Videtta cuando, junto
con un grupo de fieles de Auckland,
fue a Brasil con motivo de la Jornada
Mundial de la Juventud. Estando de
visita en la iglesia de Fray Galvão, en
Guaratinguetá, una monja se le acer‑
có y le entregó un pequeño paquete
con las famosas píldoras. Descono‑
ciendo de qué se trataba y temien‑
do problemas con las autoridades
aduaneras a la salida del país, pensó
en deshacerse de ellas en la primera
oportunidad, pero terminó olvidán‑
dose de ellas y sólo las descubrió a su
regreso a Auckland.
En octubre del año pasado, una
amiga de Jane, Ilse Hanekomhull,
40      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
enfermó de sarcoma, y los médicos le
dieron un año de vida. Fue la ocasión
para darle las píldoras, junto con una
novena al santo brasileño. A pesar de
que la enferma no era católica, acep‑
tó inmediatamente a tomar una por
día y a rezar la novena, mientras un
grupo de oración, el Meadowbank
Catholic Youth Group, rezaba espe‑
cialmente por ella. Poco después el
médico constató que el cáncer ha‑
bía desaparecido. “Su fisonomía era
impagable”, afirmó Ilse, que se con‑
virtió en una fervorosa propagandis‑
ta de la devoción a San Antonio de
Sant’Ana Galvão.
El origen de las píldoras forma
parte de los admirables aconteci‑
mientos de la vida del santo. Com‑
padecido con los sufrimientos de un
joven, causados por cálculos vesica‑
les, el santo escribió en un pequeño
pedazo de papel: “Después del par‑
to, oh Virgen, permanecisteis intac‑
ta. Madre de Dios, interceded por
nosotros”. A continuación, lo dobló
en forma de píldora y se lo entregó
al joven que, inmediatamente des‑
pués de tragarse el “medicamento”,
sanó de su enfermedad.
Un documental presenta
al Vaticano en 3D
Un documental de setenta mi‑
nutos estrenado en noviembre en
Gran Bretaña hace un recorrido en
3D por los Museos Vaticanos, usan‑
do las técnicas de filmación más mo‑
dernas. El resultado, según los críti‑
cos, es fascinante.
La película fue proyectada en 250
salas de cine de Inglaterra e Irlanda
y atrajo a numerosísimos espectado‑
res, como informa el diario The Telegraph del 18 de noviembre. Dentro
de los 54 ambientes que el documen‑
tal presenta, el público puede admi‑
rar las obras maestras de Giotto,
Caravaggio, Rafael y Leonardo da
Vinci, entre otros. Cámaras de al‑
ta definición, aliadas al efecto tri‑
dimensional, permiten apreciar los
detalles de las salas y galerías de una
forma totalmente inédita.
Sin embargo, la cámara, subra‑
ya el diario, no puede sustituir una
peregrinación a Roma. No hay nada
que se compare a “estar de pie jun‑
to a esas obras de arte, rodeado por
otros peregrinos, en un contexto que
tiene algo de museo y algo de lugar
de oración, y sencillamente dejarse
impregnar por el ambiente... sin ne‑
cesidad de gafas 3D”.
500 años de fe cimentada
con sangre y lágrimas
Los cinco siglos de presencia de la
Iglesia Católica en Birmania/Myan‑
mar fueron conmemorados por mi‑
les de católicos en Rangún (también
conocida como Yangón) con tres
días de festividades, desde el viernes
21 de noviembre.
El cardenal Oswald Gracias, ar‑
zobispo de Bombay, India, presidió
como legado pontificio la ceremonia
de apertura en la catedral de Santa
María, durante la cual afirmó: “Hoy
no sólo es un día de gran alegría y de
festividades, sino un día de reflexión
sobre lo que podemos hacer o no;
cuánto de nosotros mismos pode‑
mos dedicar al Evangelio; cómo po‑
demos transformar la sociedad y có‑
mo podemos servir mejor al pueblo
de Myanmar”.
Por su parte, el arzobispo de Ran‑
gún, Mons. Charles Maung Bo, sa‑
ludó al legado pontificio afirmando
que “la pobreza y la persecución, in‑
cluso la muerte, han ido al encuen‑
tro de nuestro pueblo, pero nunca
se desalentó en testimoniar su fe”.
Y agregó: “La fe que ha sido cimen‑
Valencia celebra una Misa votiva
en honor del Santo Cáliz
l mítico Santo Grial, origen de numerosas leyen‑
das, existe de hecho y su realidad transciende
todos los mitos e historias de los literatos: está iden‑
tificado con la copa usada por Jesús en la Última
Cena y, según una tradición bien consolidada, se en‑
cuentra en la catedral de Valencia, España.
Siendo arzobispo de esa diócesis, Mons. Carlos
Osoro Sierra había pedido a la Santa Sede que ins‑
tituyera una liturgia especialmente dedicada a hon‑
rar la preciosa reliquia. Así surgía la Misa votiva del
Santo Cáliz, cuyo texto fue aprobado en agosto por la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos.
El pasado 30 de octubre, fiesta del Santo Cáliz,
la Misa fue celebrada por primera vez por el nuevo
arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares Llovera,
con la presencia del cabildo catedralicio completo y
la mayor parte de los 4.000 miembros de la Cofradía
del Santo Cáliz.
Durante la homilía, el purpurado subrayó la im‑
portancia de la reliquia para la ciudad, porque ésta
tiene la “responsabilidad muy singular de que la Eu‑
caristía sea, muy visible, centro y vida de toda nuestra
tada con lágrimas y sangre nos une
hoy en día en todos los rincones de
Myanmar”.
Con cerca de 750.000 católicos,
Birmania posee un gran celo misio‑
nero y continuamente envía presbí‑
teros y religiosos a otros países.
El Pontificio Instituto de
Arqueología Cristiana inicia
su año académico
En la apertura del año académico
del Pontificio Instituto de Arqueolo‑
gía Cristina, que tuvo lugar el 5 de
noviembre, el Secretario de Estado
del Vaticano, el cardenal Pietro Pa‑
rolin, recordó una verdad frecuen‑
temente olvidada: la riqueza cultu‑
ral y artística de Europa se debe en
gran medida a la Iglesia Católica. Y
cofradiasantocaliz.es
E
El cardenal Cañizares durante la homilía; a la
derecha de la foto se puede ver el Santo Cáliz
arquidiócesis”. Y añadía: “Para nosotros es una ale‑
gría y al mismo tiempo una responsabilidad el estar
tan estrechamente vinculados a este vaso sagrado y a
este misterio de la fe”.
Además de la fiesta anual, la arquidiócesis de Va‑
lencia podrá celebrar cada quinquenio un Año San‑
to Jubilar.
lo que se dice de Europa, con ma‑
yor razón se aplica a Roma, ya que
gracias a la Iglesia la Ciudad Eterna
“conserva un patrimonio inestima‑
ble de monumentos arquitectónicos
y artísticos, rasgos aún bien visibles
de su milenaria historia”.
Fundado en 1925 por el Papa
Pío XI, el Pontificio Instituto de Ar‑
queología Cristiana es una prue‑
ba del “cuidado que la Sede Apos‑
tólica ha demostrado siempre” por
el asunto. Durante el acto, fue dada
una visión general de los 89 años del
aprovechamiento académico, las pe‑
culiaridades de las colecciones con‑
servadas y las numerosas obras de
arte, así como la historia de su bi‑
blioteca con cerca de 50.000 volú‑
menes.
“El amor al prójimo y el testimo‑
nio de los mártires, pero también el
arte, se han convertido en una prue‑
ba irrefutable de la vitalidad y de la
belleza de la fe cristiana y argumen‑
tos de gran valor en vista de su cre‑
dibilidad”, añadió el cardenal Paro‑
lin, demostrando la importancia del
trabajo de dicho Instituto Pontificio.
Además del Secretario de Esta‑
do, también participó en el acto el
cardenal Domenico Calcagno, presi‑
dente de la Administración del Pa‑
trimonio de la Sede Apostólica.
Hallan en Palestina la tumba
de San Esteban
Veinte siglos después de que
San Esteban fuera apedreado en Je‑
rusalén, el arqueólogo palestino Sa‑
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      41
lah Hussein al Hudeliyya afirma que
ha identificado la sepultura del pri‑
mer mártir cristiano en el sitio ar‑
queológico de Khirbet El Tireh, muy
próximo a la ciudad de Ramallah.
La noticia ha sido dada por Ra‑
dio Vaticano. En declaraciones a la
agencia Fides, el profesor Hudeli‑
yya explicaba que en esa zona “nos
hemos encontrado con una ins‑
cripción que indica que esta iglesia
fue construida en honor del após‑
tol y archidiácono San Esteban, se‑
pultado aquí en el 35 después de
Cristo”.
La importancia de ese hallazgo
ha llevado a las autoridades de la
Universidad Al Quds, que coordi‑
na el proyecto, a ampliar cinco años
más el período de las investigacio‑
nes, lo cual podrá conllevar nuevos
descubrimientos sobre los primeros
tiempos del cristianismo.
La regla de San Benito:
siempre actual
La abadía de Disentis, Suiza, ha
conmemorado los 1.400 años de su
fundación lanzando una aplicación
titulada Hora Benedicti, através de
la cual la multisecular regla bene‑
dictina es trasportada desde el inte‑
rior del claustro hasta los smartphones de los interesados.
Los organizadores afirman que,
incluso teniendo 1.500 años de edad,
la regla es supremamente actual, y
constituye un punto de referencia y
fuente de inspiración para muchos
hombres y mujeres en la esfera priva‑
da o laboral. Ese interés se demuestra
en los numerosos libros y cursos de
escuelas superiores inspirados en ella.
Para llenar un vacío en ese terre‑
no, la abadía ha creado un software
La ermita de Nuestra Señora de la Piedad
es reabierta tras su restauración
C
del cambio de la balaustrada de la plaza Cardenal
Motta, todos ellos hechos en madera. Se han cons‑
truido nuevas rampas para facilitar el acceso de los
fieles al templo, e instalados nuevos sistemas de ilu‑
minación y sonido.
La historia de la ermita comienza con los hidalgos
portugueses Antonio da Silva Bracarena y Hermano
Lorenzo, que en el siglo XVIII llegaron a aquellos pa‑
rajes. Construyeron un rústico eremitorio y, al lado,
una iglesia dedicada a la Madre de Dios, a la que te‑
nían gran devoción. Hoy acoge a la famosa imagen de
Nuestra Señora de la Piedad tallada por el célebre es‑
cultor minero Antonio Francisco Lisboa, o Aleijadinho. El Papa Juan XXIII la declaró Patrona del es‑
tado de Minas Gerais, mediante la carta apostólica
Hæret animis, del 20 de noviembre de 1958.
santuarionsdapiedade.org.br
on gran significado para los católicos del estado
brasileño de Minas Gerais, la ermita del santua‑
rio de Nuestra Señora de la Piedad, en Caeté, fue re‑
abierta el 22 de noviembre, después de cuatro años de
trabajos de restauración, que la hicieron recuperar el
brillo artístico y arquitectónico de sus mejores épocas.
El arzobispo metropolitano de Belo Horizonte,
Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, presidió el evento
que comenzó con una procesión hasta la capilla donde
hubo la bendición de la reapertura de las puertas, ade‑
más de la inauguración del campanario, que cuenta con
ocho campanas. Ese mismo día también fue celebra‑
da en la ermita una ceremonia de ordenación diaconal,
presidida igualmente por Mons. Oliveira de Azevedo.
La arquidiócesis informa que fueron restaurados
el suelo, el techo y las escuadrías de la ermita, además
La reapertura de las puertas de la capilla fue precedida por una solemne procesión
42      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
ecclesia.pt
que alterna extractos de la regla con
comentarios y reflexiones propios
para la vida cotidiana. Los fragmen‑
tos más interesantes pueden ser re‑
saltados y compartidos con otras
personas. La aplicación presen‑
ta también una lista de páginas web
de conventos benedictinos de habla
alemana, y permite obtener infor‑
mación sobre la vida diaria y las acti‑
vidades de los monjes.
Entusiasmo por la música
sacra en las isla de las Azores
El padre Nuno Queirós, vicepre‑
sidente del coro de la catedral de
Aveiro, Portugal, recorrió las nueve
islas del archipiélago de las Azores
para desarrollar una labor de forma‑
ción litúrgica en el campo de la mú‑
sica sacra, dirigido a grupos socia‑
les, directores de coros, organistas y
cantores.
Haciendo balance de su viaje el
P. Queirós afirmaba a la agencia Ecclesia el pasado 24 de noviembre:
“He logrado tener un conocimien‑
to muy positivo de la realidad de la
música litúrgica en las Azores, no só‑
lo por la participación masiva, sino
también por las oportunas preguntas
que me fueron hechas durante la for‑
mación”. La congregación de los co‑
ros y bandas de música “ha llevado a
los laicos a participar”, así como ha
hecho que los profesores del conser‑
vatorio quieran profundizar en la im‑
portancia de la música sacra.
El servicio de apoyo a la litur‑
gia ha orientado las sesiones de for‑
mación en las islas Terceira, del Pi‑
co, San Miguel y Faial, organizando
Alumnos de filosofía y
teología publican un boletín
en la lengua de Cicerón
H
aciéndose eco de la creciente popularización del latín, alumnos
del Instituto Filosófico Aristotélico-Tomista y del Instituto Teoló‑
gico Santo Tomás de Aquino, de Caieiras (Brasil), ambos pertenecien‑
tes a los Heraldos del Evangelio, tuvieron la iniciativa de celebrar el final
del año lectivo de 2014 redactando un núme‑
ro de su boletín mensual íntegramente en la
lengua de Cicerón. Por esa razón, la publica‑
ción cambia esta vez su título habitual Chez
nous (entre nosotros, con nosotros) por uno
más oportuno: Apud nos.
Los temas tratados habían sido dejados
ad libitum de la fértil imaginación de los es‑
tudiantes, consiguiendo como resultado
una jugosa recopilación de artículos breves
que narran, en un lengua‑
je atrayente, un episodio
de la Guerra Civil Españo‑
la, el origen de las notas mu‑
sicales y del título de Papa, la
historia del fresco de Nuestra
Señora del Buen Consejo de
Genazzano, y un relato de la
conversión del escritor y diplo‑
mático francés Paul Claudel.
La publicación también inclu‑
ye los cuentos El ciego que veía
y Los siete mártires durmientes,
e incluso un crucigrama.
¿A los alumnos les costó
mucho trabajo hacer ese bole‑
tín? El padre Antonio Jakoš Ili‑
ja, EP, su profesor de latín, afir‑
ma que no, pues son bastante
aplicados en las clases y se de‑
dicaron con mucho entusias‑
mo a la tarea. No en vano, uno
de los futuros filósofos, al ser in‑
terrogado acerca de las dificul‑
tades en el estudio de la lengua
de Cicerón, respondió con una
sonrisa: “Non difficilis, sed pulchra est”.
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      43
encuentros con grupos corales y or‑
questas filarmónicas. Varios cur‑
sos trataron sobre los fundamentos
y principios de la música litúrgica, el
papel de la música instrumental, la
función y misión del coro y la pre‑
paración de los directores, todo ello
basado en documentos de la Iglesia.
Asís para niños
Con texto de Amy Welborn e
ilustraciones de Ann Kissane Enge‑
lheart, fue publicado en septiembre
el libro Aventuras en Asís: Camino
con San Francisco. En él se cuenta la
historia de dos primos cuyo tío, un
fraile franciscano, inventa un juego
para entretenerles, recorriendo la
ciudad para aprender las cosas más
importantes, o pintorescas inclusive,
sobre los monumentos de Asís y la
vida del Poverello.
Las ilustraciones reproducen fiel‑
mente los paisajes y la arquitectura
de los lugares de peregrinación. Con
dicha aventura, los dos niños apren‑
den a entender mejor y a amar la sen‑
cillez y la humildad de San Fran‑
cisco, que hicieron de él uno de los
santos más queridos de la Historia.
La ciudad medieval de Asís cuen‑
ta con numerosos lugares de pere‑
grinación como por ejemplo, la igle‑
sia de San Damián, donde el santo
recibió el primer llamamiento de su
vocación para restaurar la Iglesia, y
la cripta donde descansan sus restos
mortales.
Una diócesis estadounidense
celebra Misas “ad orientem”
Como gesto para recordar a los
fieles el simbolismo de la Navidad,
el obispo de la diócesis norteameri‑
cana de Lincoln, Mons. James Dou‑
44      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
glas Conley, anunció que durante el
período de Adviento las Misas en la
catedral se celebrarán ad orientem,
es decir, orientada hacia el este.
Mons. Conley ha recordado que
“desde tiempos antiguos, los cris‑
tianos se volvían hacia el este du‑
rante el Santo Sacrificio de la Mi‑
sa recordando que hay que estar
vigilantes para la venida de Cris‑
to”. Y añadía: “Incluso en las igle‑
sias que no estaban orientadas
hacia el este, los sacerdotes y el
pueblo se quedaban de pie miran‑
do a Cristo en el crucifijo, en el al‑
tar o en el sagrario”.
Por lo tanto, “el simbolismo de
estar todos vueltos hacia un mismo
sitio, juntos, esperando a Cristo, es
rico, apropiado e importante. Es‑
pecialmente durante el Adviento,
cuando estamos esperando la llega‑
da del Señor, el hecho de que todos
estemos mirando hacia el este —in‑
cluso simbólicamente mirando jun‑
tos a un crucifijo en el altar— es un
fuerte testimonio del inminente re‑
greso de Cristo”.
Publicadas las “Obras
completas” de Edith Stein
Los 27 volúmenes de la Opera
omnia de la monja carmelita y filó‑
sofa Santa Teresa Benedicta de la
Cruz, Edith Stein (1891-1942), cons‑
tituyeron el tema del simposio in‑
ternacional organizado por la Uni‑
versidad de Colonia, del 20 al 23 de
noviembre, bajo el lema: No todo
lo esencial puede ser descrito. Vida y
pensamiento de Edith Stein a la luz de
su obra completa.
Numerosas ediciones de las obras
de Edith Stein han visto la luz desde
el año 1950, pero sólo ahora ha sido
posible, con la ayuda de sus herma‑
nas de hábito, reunir todos los ma‑
nuscritos que faltaban para comple‑
tar la vasta colección de los trabajos
de esa santa, la cual antes de ingre‑
sar en el Carmelo había sido filósofa
y pedagoga en Breslau, y estudiado
con el conocido filósofo alemán Ed‑
mund Husserl.
De origen judía, Santa Teresa Be‑
nedicta se convirtió al catolicismo
en 1922, y en 1933 ingresó en el con‑
vento carmelita María de la Paz, en
Colonia. Murió en agosto de 1942,
en el campo de concentración de
Auschwitz, Polonia.
Una histórica iglesia eslovaca
es reabierta al culto
Después de siete años de restau‑
ración, durante los cuales se recupe‑
raron importantes frescos de la par‑
te oriental del santuario y alrededor
del altar mayor, la iglesia de Nues‑
tra Señora la Grande, en la ciudad
eslovaca de Turňa nad Bodvou, fue
reabierta al culto. La Eucaristía de
reinauguración fue presidida por el
obispo de Rožňava, Mons. Vladimir
Filo, y concelebrada por el párroco,
el P. Juhasz Attila.
Los cimientos de la construc‑
ción se remontan a los tiempos del
rey San Esteban (975–1038), cuya
primera referencia escrita del tem‑
plo es del año 1274. El edificio ac‑
tual data del siglo XIV. En 1978 se
hicieron reparaciones externas, y en
el 2005 el techo fue renovado com‑
pletamente.
La parroquia atiende a seis pue‑
blos de los alrededores. Situada cer‑
ca de la frontera con Hungría, per‑
tenecía inicialmente a la diócesis
húngara de Esztergom, pero a par‑
tir de 1776 pasó a formar parte de la
diócesis eslovaca de Rožňava.
IV Premio Ratzinger de Teología
E
sido llamado el ‘Mozart de la teología’ ”, puesto que, co‑
mo señaló el Papa Francisco, “hizo un regalo a la Iglesia
y a todos los hombres, de aquello que tenía de más pre‑
ciado: su conocimiento de Jesús, fruto de años y años de
estudio, de confrontación teológica, de oración. Porque
Benedicto XVI hacía teología de rodillas”.
Intervinieron también el presidente del comité
científico de la Fundación, el cardenal Camillo Ruini,
y el presidente de la misma, Mons. Giuseppe Scotti.
L’Osservatore Romano
l pasado 22 de noviembre se realizaba en la Sala
del Consistorio del Palacio Apostólico la cuarta
edición del Premio Ratzinger de Teología, promovido
por la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Bene‑
dicto XVI. Este año los galardonados fueron la pro‑
fesora Anne-Marie Pelletier, catedrática de Sagrada
Escritura y Hermenéutica Bíblica en el Seminario de
París, y Mons. Waldemar Chrostowski, profesor de
Exegesis del Antiguo Testamento y de Teología en la
Facultad de Teología de la Academia
de Varsovia.
Los premios fueron entregados por
el cardenal Gerhard Ludwig Müller,
prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe. Con palabras que
fueron recibidas con aplausos, el purpu‑
rado afirmaba: “No es casualidad que
Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, haya
Arriba, el cardenal Müller hace entrega de los premios; abajo, a la izquierda, los galardonados posan junto a
los miembros del Comité Científico de la Fundación, presidido por el cardenal Camillo Ruini;
a la derecha, vista de la sala del consistorio durante las palabras de Mons. Scotti
Apostolado del Oratorio
María Reina de los Corazones
Sea Ud. también un coordinador del Oratorio
del Inmaculado Corazón de María
Argentina: (011) 3221 1401
Estados Unidos: (281) 597-8178
Chile: (2) 227064000
México: (55) 2591 91 61
Colombia: (1) 594 86 86
Paraguay: (21) 66 03 07
Ecuador: (2) 225 88 40
R. Dominicana: (809) 227 72 65
Uruguay: (598-2) 2320-0712 / 2601-8890
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      45
Historia para niños... ¿o adultos llenos de fe?
¿Debemos juzgar
por las apariencias?
En mitad de la noche, mientras todos dormían,
Lucrecio cogió su viejo saco y, silenciosamente,
escaló el muro, pero fue visto por un guardia
que empezó a gritar: “¡Al ladrón! ¡Al ladrón!”...
Hna. Ariane Heringer Tavares, EP
U
na limosna, por el amor
de Dios. Una limosna...
—Ya te he dicho que
no tengo nada.
—¡Fuera de aquí, so perezoso!
¡No me molestes más!
Reprensiones y humillaciones
como ésas formaban parte del día a
día de Lucrecio, un pobre jorobado
que llevaba muchos años vagando
por aquella pintoresca ciudad entre
colinas.
Nadie sabía a ciencia cierta su ori‑
gen: algunos decían que había sido
abandonado por sus padres siendo
aún muy pequeño, porque no tenían
condiciones de mantenerlo o, quizá,
porque nació con esa irreversible de‑
formación... Meras hipótesis, pues ni
él mismo sabía de dónde venía.
Había salido numerosas veces en
busca de empleo, para poder ganar‑
se lo suficiente para subsistir, pero a
causa de su cuerpo deformado siem‑
pre recibía la misma respuesta:
—¡¡¡ No !!!...
Ni siquiera tenía un sitio don‑
de cobijarse. Vivía al aire libre, re‑
46      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
fugiándose ora en alguna cueva, ora
en casa de alguna alma caritativa, lo
cual era extremamente raro. Se po‑
día decir que Lucrecio era un monu‑
mento de desdichas. Todos lo recha‑
zaban, no conseguía nada de lo que
deseaba y con muchísima dificultad
obtenía el pan de cada día.
Sin embargo, ese pobre hombre
era portador de un alma de oro, re‑
signada con la voluntad de Dios y
muy devota de su Santísima Madre.
Mientras iba andando por las calles,
con un saco bastante gastado donde
ponía lo que le daban, solía rezarle
a María pidiéndole que bendijera su
jornada. Tenía tanto entusiasmo por
la Virgen de las vírgenes que era fre‑
cuente verlo improvisando cancio‑
nes en su honor.
Un día decidió marcharse a una
zona de la ciudad que no acostum‑
braba frecuentar, pues en el sitio
donde hasta entonces mendigaba
diariamente se le habían cerrado to‑
das las puertas. ¿Sería esto una acti‑
tud prudente? Si donde ya lo cono‑
cían le negaban ayuda, ¡imaginemos
cómo sería tratado en un lugar don‑
de nunca lo habían visto! Pero no te‑
nía otra salida: o se exponía a correr
ese riesgo, o moriría de hambre... Se
echó su vacío saco al hombro y em‑
pezó su lento caminar.
Subiendo por aquí, bajando por
allá, Lucrecio iba recorriendo sen‑
deros desconocidos. Poco a poco se
fue dando cuenta de que el panora‑
ma que se desvelaba ante sus ojos
era bien diferente: las casas eran
más grandes y más bonitas, las ven‑
tanas adornadas con flores, las calles
empedradas. Entonces dijo para sí:
—En casas tan grandes como
esas debe haber mucho espacio...
Ya se está haciendo de noche y no
he conseguido ni un pedazo de pan.
¡Virgen Santísima, váleme! ¿No se‑
rá que alguien de aquí me hospeda‑
ría?
Resolvió probar suerte llaman‑
do a la puerta de la casa más cerca‑
na. Tras unos instantes de silencio,
se oyó la suave voz de una mujer. Se
trataba de una rica viuda, Marga‑
rita, que vivía allí con su único hi‑
Finalmente, llegó el día señala‑
do para la ejecución. Mientras iba
andando hacia el patíbulo, Lucrecio
rezaba:
—¡Virgen Santísima, ven en mi
auxilio! ¡María Santísima, socórre‑
me!
Los verdugos lo colgaron de la
cuerda y se quedaron a la espera de
su muerte. Muchos de los asistentes
se alegraban, pues por fin ese joro‑
bado tan desagradable no volvería a
molestarles. Pero el tiempo pasaba
y el reo no moría... Al contrario, se
volvía cada vez más sonriente y con
mejor aspecto.
—¡Se está haciendo el vivo! —ex‑
clamó el alcalde de la ciudad.
Y ordenó que lo dejaran suspen‑
dido allí dos días más. Al expirar el
plazo y comprobar que Lucrecio es‑
taba realmente vivo, el alcalde man‑
dó que lo soltaran, porque aquello
era un milagro que probaba su ino‑
cencia. Asombrado, le preguntó al
jorobado a respecto de lo que había
pasado:
—Pues, como siempre
he tenido mucha devoción
a la Virgen, me encomendé
a Ella para que me ayuda‑
se en mi última hora. En el
instante de la ejecución vi‑
no una hermosísima seño‑
ra a sustentarme en el aire,
impidiendo que la cuer‑
da me ahorcase, y ahí per‑
manecí hasta hace poco...
Sentía tanta alegría que
habría sido mejor que no
me hubieran sacado de la
horca.
Es evidente que, ante ta‑
maño milagro, Lucrecio fue
absuelto. Y los habitantes
del lugar aprendieron que
no se debe juzgar por las
apariencias... Poco después,
ingresó como hermano le‑
go en un monasterio, en el
que, años más tarde, mori‑
ría en olor de santidad. ²
Edith Petitclerc
jo, Leopoldo, que se encontraba de dió abandonar la casa en secreto pa‑
ra no ser motivo de peleas o tristeza
viaje.
para la buena mujer. En mitad de la
—¿Quién es? —preguntó.
—Una limosna, por caridad, o al noche, mientras todos dormían, co‑
gió su viejo saco, relleno con los ob‑
menos algo para comer...
sequios que había recibido de Mar‑
—Espera un momento.
La puerta se abrió y Margarita le garita, y silenciosamente escaló el
entregó unos panes. Pero al ver su muro.
En ese momento pasaba por la
cansada y sufrida fisonomía, y ade‑
más su enorme joroba, tuvo compa‑ calle un guardia. Cuando vio aque‑
lla extraña figura sobre el muro em‑
sión.
—Entra. Creo que es convenien‑ pezó a gritar:
—¡Al ladrón! ¡Al ladrón!
te que pases la noche aquí. A estas
El vecindario entero acudió pa‑
horas las calles son muy peligrosas.
Lleno de alegría, aunque estupe‑ ra ver qué estaba pasando. Cogie‑
facto por tan generosa recepción, ron al pobre infeliz, que hizo de to‑
Lucrecio le contó un poco de su his‑ do para alegar su inocencia, pero no
toria y entró en la casa, donde le fue sirvió de nada. A pesar de la defen‑
servida una deliciosa cena y prepa‑ sa de Margarita, su hijo testificó en
su contra, inventándose acusaciones
rada una habitación para dormir.
A la mañana siguiente, agrade‑ absurdas que, no obstante, fueron
ció efusivamente la acogida y, despi‑ dadas por verdaderas. El tribunal de
diéndose, ya se marchaba para con‑ la ciudad lo condenó a la horca, co‑
mo un vil malhechor. Lucrecio no
tinuar con su vida de mendigo.
—¿A dónde vas ahora? —le pre‑ tenía nada que hacer. Sólo se en‑
comendó a la Virgen, confiando en
guntó Margarita.
que Ella resolvería su caso...
Y no obtuvo respuesta...
—¿Qué opinas de traba‑
jar aquí? Me parece que en
el jardín habría mucho que
hacer.
Lucrecio no se podía
creer lo que estaba escu‑
chando y aceptó la pro‑
puesta. ¡Era una respuesta
a sus oraciones! Sin embar‑
go, ¿qué diría Leopoldo
cuando volviese y encon‑
trase en su casa a un pobre
jorobado? Faltaban dos se‑
manas para que regresara
de viaje...
Infelizmente Leopoldo
no tenía el corazón genero‑
so y cristiano de su madre.
Era muy apegado al dinero
y al ver al nuevo jardinero
se llenó de cólera y le insis‑
tió a su madre para que lo
despidiera.
Al percibir lo que estaba
Pero el tiempo pasaba y el reo no moría...
sucediendo, Lucrecio deci‑
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      47
_
_______
Los santos de cada día
1. Solemnidad de Santa María,
Madre de Dios.
San Segismundo Gorazdowski, presbítero (†1920). Sacerdote
polaco que fundó en Lviv, Ucra‑
nia, el Instituto de las Hermanas
de San José.
2. Santos Basilio Magno (†379 Ca‑
padocia - Turquía) y Gregorio
Nacianceno (†c. 389 Capadocia
- Turquía), obispos y doctores de
la Iglesia.
Beata María Ana SoureauBlondin, virgen (†1890). Fun‑
dadora de la Congregación de
las Hermanas de Santa Ana, en
Quebec, Canadá.
3. Santísimo Nombre de Jesús.
San Gordio, mártir (†304).
Centurión romano admirado por
San Basilio y asesinado en Capa‑
docia, Turquía, por haber confe‑
sado su fe en Jesucristo.
7. San Raimundo de Peñafort, pres‑
bítero (†1275 Barcelona - Espa‑
ña).
San Luciano, presbítero y
mártir (†312). Ilustre por su
doctrina y elocuencia, fue lleva‑
do ante el tribunal de Nicome‑
dia, Turquía, durante la perse‑
cución de Maximino Daia. A los
interrogatorios y torturas res‑
pondía intrépido confesándose
cristiano.
8. San Erhardo, obispo (†707). Na‑
tural de Escocia, propagó el
Evangelio en Ratisbona, Alema‑
nia, donde ejerció su ministerio
episcopal.
9. Beato Antonio Fatati, obispo
(†1484). Gobernó la diócesis de
Teramo, Italia, y después la de
Ancona, siendo severo consigo
mismo y bondadoso con los po‑
bres.
4. II Domingo después de Navidad.
Santa Faraildis, viuda
(†c. 745). Obligada a casarse con
un hombre violento, abrazó has‑
ta la ancianidad una vida de ora‑
ción y austeridad en Bruay-surl’Escaut, Francia.
Ro
d
fo
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Vi
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n
12. San Benito Biscop, abad
(†c. 690). De sus peregrinacio‑
nes a Roma llevó a Inglaterra
maestros y muchos libros. Fundó
los monasterios benedictinos de
Monkwearmouth y Jarrow, dedi‑
cados a San Pedro y San Pablo.
13. San Hilario de Poitiers, obispo
y doctor de la Iglesia (†367 Poi‑
tiers - Francia).
San Remigio, obispo (†c. 530).
Durante más de sesenta años fue
obispo de Reims, Francia. Bauti‑
zó al rey Clodoveo y convirtió al
pueblo franco al catolicismo.
15. San Juan Calibita, asce‑
ta (†s. V). Según la tradición,
abandonó la casa paterna, aún
joven, y se fue a vivir a una cho‑
za, en Constantinopla, Turquía,
dedicándose a la contemplación
y a la penitencia.
6. Solemnidad de la Epifanía
del Señor.
48      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
11. El Bautismo del Señor.
Beata Ana María Janer Anglarill, virgen (†1885). Fundado‑
ra del Instituto de las Hermanas
de la Sagrada Familia de Urgell.
Falleció en Talarn, España.
14. Beato Devasahayam (Lázaro)
Pillai, padre de familia y mártir
(†1752). Fue asesinado en Aral
Kurusady, India, por haberse
convertido a la fe católica.
5. Santa Emiliana, virgen
(†s. VI). Tía paterna de San
Gregorio Magno, fallecida
en Roma.
San Juan de Ribera,
obispo (†1611). Fue duran‑
te más de cuarenta años ar‑
zobispo de Valencia, España,
y también dos años virrey. De‑
voto de la Santísima Eucaristía
y defensor de la verdad católi‑
ca, educó al pueblo con sólidas
enseñanzas.
10. Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, virgen (†1686). Religio‑
sa dominica en Arequipa, Perú,
que con el don de consejo y de
profecía promovió el bien de to‑
da la ciudad.
Beata María Ana Soureau-Blondin
16. San Marcelo I, Papa (†309). San
Dámaso lo define como verdade‑
ro pastor, hostilizado por após‑
tatas que rechazaban aceptar las
penitencias que les eran impues‑
tas. Murió en el destierro.
______________________ Enero
Jastrow (CC 2.5)
17. San Antonio, abad (†356 Tebai‑
da - Egipto).
San Sulpicio, el Pío, obispo
(†647). Promovido del palacio
real al episcopado, en Bourges,
Francia, su mayor preocupación
fue el cuidado de los pobres.
18. II Domingo del Tiempo Ordinario.
Beato Andrés de Peschiera
Grego, presbítero (†1485). Re‑
ligioso dominico que recorrió a
pie, durante mucho tiempo, toda
la región de los Alpes italianos,
viviendo junto a los pobres y
predicando la doctrina católica.
19. San Basiano, obispo (†409). Lu‑
chó junto con San Ambrosio de
Milán para proteger a su grey
de la herejía de los arrianos, aún
persistente en su diócesis.
20. San Fabián, Papa y mártir (†250
Roma).
San Sebastián, mártir (†s. IV
Roma).
San Esteban Min Kuk-ka,
mártir (†1840). Catequista dego‑
llado en la cárcel de Seúl, Corea,
por defender la fe católica.
21. Santa Inés, virgen y mártir
(†s. III/IV Roma).
San Epifanio, obispo (†496).
Durante la invasión de los bárba‑
ros, trabajó por la reconciliación
de los pueblos, la redención de
los cautivos y la reconstrucción
de Pavía, Italia.
22. San Vicente, diácono y mártir
(†304 Valencia - España).
Santos Francisco Gil de Federich y Mateo Alonso de Leciniana, presbíteros y mártires
(†1745). Sacerdotes dominicos
asesinados a filo de espada en
Vietnam, tras un período de cár‑
cel, por predicar el Evangelio.
San Gregorio Nacianceno
Iglesia de Santa María dell’Ammiraglio,
Palermo (Italia)
23. Santos Clemente, obispo, y Agatángelo, mártires (†s. IV). Muer‑
tos en Ancara, Turquía, durante
la persecución de Diocleciano.
24. San Francisco de Sales, obispo y
doctor de la Iglesia (†1622 Lyon Francia).
Beatos Vicente Lewoniuk y doce compañeros, mártires (†1874).
Laicos de Pratulin, Polonia, fu‑
silados por las tropas del zar de
Rusia al rechazar separarse de la
Iglesia Católica.
25. III Domingo del Tiempo Ordinario.
Conversión de San Pablo,
Apóstol.
Beato Antonio Swiadek, pres‑
bítero y mártir (†1945). Por de‑
fender la fe ante los secuaces de
doctrinas hostiles a la dignidad
humana y cristiana, adquirió una
corona inmarcesible de gloria en
el campo de concentración de
Dachau, Alemania.
26. Santos Timoteo (Éfeso - Tur‑
quía) y Tito (Creta - Grecia),
obispos.
Beato Gabriel María Allegra,
presbítero (†1976). Francisca‑
no, insigne estudioso y predica‑
dor del Evangelio, que realizó la
primera versión completa de la
Biblia en chino. Murió en Hong
Kong.
27. Santa Ángela Merici, virgen
(†1540 Brescia - Italia).
Beata Rosalía du Verdier de la
Sorinière, virgen y mártir (†1794).
Religiosa del monasterio benedic‑
tino de la Congregación del Cal‑
vario, guillotinada en Angers du‑
rante la Revolución Francesa.
28. Santo Tomás de Aquino, pres‑
bítero y doctor de la Iglesia
(†1274 Priverno - Italia).
Beato Julián Maunoir, presbí‑
tero (†1683). Jesuita que, duran‑
te cuarenta y dos años, se dedicó
a las misiones populares por los
lugares y aldeas de la provincia
de la Bretaña, Francia.
29. San Afraates, eremita (†c. 378).
Nacido cerca de Nínive, en el ac‑
tual Irak, se convirtió al cristia‑
nismo y empezó a vivir como
anacoreta en Edesa, Siria.
30. San Muciano María Wiaux, re‑
ligioso (†1917). Del Instituto de
los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, que consagró toda su
vida a la formación de jóvenes en
Namur, Bélgica.
31. San Juan Bosco, presbítero
(†1888 Turín - Italia).
Beata Candelaria de San José, virgen (†1940). Fundó en Al‑
tagracia de Orituco, Venezuela,
la Congregación de las Herma‑
nas Carmelitas de Madre Can‑
delaria.
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      49
El heroísmo
Nuestra vida presenta situaciones semejantes a las que
le ocurren a un barco: somos sacudidos por vientos y
tempestades, e incluso podemos empezar a naufragar...
Hna. Juliana Montanari, EP
L
as olas bañan la playa en
una mañana fresca, cuan‑
do el sol despunta refleján‑
dose en las aguas y dándo‑
les un brillo singular. ¡Cuántos hechos
admirables y misteriosos no han ocu‑
rrido ya en el mar, esa maravillosa al‑
fombra de esmeraldas y topacios, con
la que Dios quiso cubrir dos tercios
de nuestro planeta!
En el muelle un gran barco con su
proa dirigida hacia el océano parece
desafiarlo, cual valiente soldado an‑
te el peligro. Los tripulantes les ha‑
cen señas a los que se quedan, y se
preparan para un largo viaje. En de‑
terminado momento sueltan ama‑
rras y la nave empieza su recorrido.
Unas horas después, cielo y mar
se encuentran en el horizonte y ya
no se puede ver tierra firme. La em‑
barcación, antes imponente, ahora
parece un simple y frágil juguete de
las olas... Sin embargo, en esas cir‑
cunstancias es cuando trasluce com‑
pletamente la belleza misteriosa de
la navegación.
Solo en medio de aquella ines‑
table vastedad, el barco recibe las
embestidas del impetuoso oleaje
50      Heraldos del Evangelio · Enero 2015
que amenazan con hundirlo, pero
se mantiene firme en su rumbo; los
vientos de las tormentas lo balan‑
cean, aunque no zozobra.
No obstante, si la salida de una
embarcación suscita entusiasmo en
los corazones idealistas, pues evoca
la gloria de los que con gallardía se
exponen al peligro en busca de nue‑
vas conquistas, no menos digno de
admiración es su regreso al puerto,
porque carga tras de sí con las ha‑
zañas de la empresa. ¿No es verdad
que después de una arriesgada tra‑
vesía el barco recuerda a un guerre‑
ro que ha ganado una batalla y me‑
rece el premio de la victoria?
Ahora bien, nuestra vida también
presenta situaciones semejantes a
las que le ocurren a un barco. En la
aurora de sus días el hombre se lan‑
za al mar de las incertidumbres de
este mundo en busca de la felicidad.
Al no encontrarla, navega errante
y, en determinado punto del reco‑
rrido, se siente solitario. Piensa que
todos le han abandonado, a volun‑
tad de las olas traicioneras que, en
lugar de darle la alegría que falsa‑
mente le prometen, lo único que ha‑
cen es aumentar su frustración. Es
sacudido por los vientos de las ten‑
taciones, por las tempestades de los
problemas y las dificultades, e inclu‑
so comienza a naufragar...
¿Qué debemos hacer para no hun‑
dirnos en medio del mare magnum de
tribulaciones como es la vida huma‑
na, marcada por el pecado original?
Juntar las manos y rezarle a Dios con
confianza, porque en el abandono a
su protección es cuando los vientos y
las olas se calman, las nubes se alejan
y el sol vuelve a brillar.
Cuando nos asalte la impetuo‑
sa oleada de las pruebas y de los re‑
veses, recordemos que Dios permite
que pasemos por tales situaciones,
deseoso de que en Él busquemos
nuestra seguridad. Si sabemos aban‑
donarnos en sus manos, como hi‑
jos amorosos, recibiremos las fuer‑
zas necesarias para superar fiel y
valientemente los peores oleajes de
nuestra vida. Y cuando lleguemos al
puerto celestial, recibiremos del di‑
vino Capitán la corona de gloria re‑
servada a los vencedores, a los que
han dado todo, a los que han sido
héroes. ²
del abandono
Tempestad junto a una costa rocosa, por
Jan Porcellis - Museo Hallwyl, Estocolmo
Enero 2015 · Heraldos
del Evangelio      51
M
Imagen de la Virgen con el Niño Jesús,
propiedad de los Heraldos del Evangelio
Teresita Morazzani
aría fue como el centro de
todas las gracias y bellezas que Dios había distribuido a
los ángeles, a los santos, y a todas
las criaturas. María había de ser
la Reina y Señora de los ángeles
y de los santos, y por lo mismo
había de tener más gracias que
todos ellos ya en el primer instante de su ser.
María había de ser Madre del
mismo Dios. Es un principio de
filosofía que entre la forma y
las disposiciones de la materia
ha de haber cierta proporción:
la dignidad de Madre de Dios es
aquí como la forma y el corazón
de María es la materia que ha
de recibir esta forma. ¡Oh qué
cúmulo de gracias, virtudes y
otras disposiciones se agrupan
en aquel santísimo y purísimo
corazón!...
San Antonio María Claret

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