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Número 138 Enero 2015 Llamamiento a la conversión Colección “Lo inédito sobre los Evangelios” E sta original obra de monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP, compuesta por siete volúmenes, tiene el mérito de poner la teología al alcance de todos, mediante comentarios a los Evangelios de los domingos y solemnidades del año. Publicada en cuatro idiomas —español, inglés, italiano y portugués— con un total de 200.000 ejemplares vendidos, la colección ha encontrado una calurosa acogida por su notable utilidad exegética y pastoral. Ciclo A Vol. I: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (464 páginas) Vol. II: Domingos del Tiempo Ordinario (495 páginas) Ciclo B Vol. III: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (Próximo lanzamiento) Vol. IV: Domingos del Tiempo Ordinario (Próximo lanzamiento) Ciclo C Vol. V: Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua – Solemnidades del Señor que tienen lugar durante el Tiempo Ordinario (446 páginas) Vol. VI: Domingos del Tiempo Ordinario (495 páginas) Vol. VII: Solemnidades – Fiestas que pueden tener lugar en domingo – Miércoles de Ceniza – Triduo Pascual – Otras Fiestas y Memorias (431 páginas) La colección “Lo inédito sobre los Evangelios” es una publicación de la Librería Editrice Vaticana Reservas y pedidos en el teléfono (56 2) 24811255 o por email en [email protected] También disponibles en formato eBook: www.comentandolosevangelios.com Encuadernación en rústica (157 x 230 mm) con ilustraciones a todo color SumariO Revista mensual de los Asociación privada internacional de fieles de derecho pontificio Año XIII, nº 138, Enero 2015 Director Responsable: P. Fernando Gioia, EP Escriben los lectores ���������������������������������������� 4 San Basilio Magno – Monje, teólogo y obispo “El que tenga oídos, que oiga” (Editorial) . . . . 5 ...................... La voz del Papa – Reflexiones sobre los Novísimos ........................ 6 32 La palabra de los Pastores – Tiempo de acoger el Reino de Cristo ...................... 36 Consejo de Redacción: Guy de Ridder, Juliane Campos, EP, Luis Alberto Blanco, Hna. Mariana Morazzani, EP, Severiano Antonio de Oliveira Edita: Editorial VERUM S.A. Comentario al Evangelio – No se debe dar tiempo al tiempo, sino a la eternidad ........................ 8 ¿Sabía usted... ...................... 38 Av. Américo Vespucio Sur 268-D Las Condes, Santiago de Chile ISSN:0717-7690 Sucedió en la Iglesia y en el mundo La virtud de la astucia Suscripciones: Chile - Santiago: Vespucio Sur 250, Las Condes Tel. (56 2) 227064000 Fax 224810502 ...................... 16 ...................... 39 E-mail: [email protected] Ecuador - Quito: Urbanización Campo Alegre Calle Picaflor 903 y Platero Tel. (593 2) 225 88 40 / Fax (593 2) 244 25 85 Por las sendas del “África en miniatura” Estados Unidos - Mary Queen of the Third Millennium, Inc. P.O. Box 421128. Houston, TX 77242-1128 Tel. (281) 597-8178 Fax (281) 597-8190 ...................... 19 Historia para niños... ¿Debemos juzgar por las apariencias? ...................... 46 México - Av. Paseo Lomas Altas #237 Colonia Lomas Altas. México DF - CP 11950 Tel. 2167-6339/2591-9161. Heraldos en el mundo Los santos de cada día Rep. Dominicana - Santo Domingo: Lorenzo Despradel nº 59 La Castellana Tel. (1 809) 227 72 65 Uruguay - Montevideo: Iturbe 1920 ...................... Tel. (598-2) 2320-0712 / 2601-8890 Montaje: Equipo de artes gráficas de los Heraldos del Evangelio La vida oculta de Jesús en Nazaret Imprime: Quad Graphics Chile S.A. Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos, indicando su fuente y enviando una copia a la redacción. El contenido de los artículos es responsabilidad de los respectivos autores. 26 ...................... ...................... 48 El heroísmo del abandono 30 ...................... 50 E scriben Arzobispos de la India agradecen Me complace enviarles esta breve misiva, de corazón agradecido y con hondo reconocimiento por el don de la revista Heraldos del Evangelio. He encontrado esta revista muy rica y profunda en su contenido, y hermo‑ sa en supresentación. Les felicito a todos los que cola‑ boran con su publicación. Desearía que continuaran mandándome Heraldos del Evangelio. Que Dios los bendiga, por intercesión de la Santí‑ sima Virgen María, nuestra Madre. Mons. Félix Machado Arzobispo de Vasai – India Les agradezco el envío de los ejemplares de la revista Heraldos del Evangelio. Me gustaría seguir reci‑ biéndola, a cada edición. Su conte‑ nido es valioso y me ayudará en mi ministerio de predicación y ense‑ ñanza. Ruego a Dios que bendiga su apostolado. Mons. John Moolachira Arzobispo de Guwahati – India Una gran catequesis para el pueblo de Dios Quiero congratularme con la re‑ vista, porque con ella aprendemos bastante sobre la doctrina de la Igle‑ sia. Los Heraldos tienen mucho que enseñarnos; nos cautivan con su dis‑ ciplina, por ejemplo, en el modo de celebrar la Santa Misa, con todo el respeto que merece la Sagrada Eu‑ caristía. Sus reportajes son verdade‑ ramente una gran catequesis para el pueblo de Dios y también para los que buscan conocer el catolicismo. Cada año los Heraldos del nor‑ te minero presentan un pesebre con fondo musical y una narración, una 4 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 los lectores cosa deslumbrante que nos llama a la oración y meditación sobre el na‑ cimiento y la vida del Señor. Wanderson Pereira de Oliveira Montes Claros –Brasil Estupenda interpretación de las lecturas bíblicas Quiero agradecerle a Dios el he‑ cho de que haya llegado a mis ma‑ nos su hermosa revista, en la cual pude encontrar una estupenda in‑ terpretación de las diferentes lectu‑ ras bíblicas, de una manera esperan‑ zadora y clara para la familia, inde‑ pendiente de la edad de cada uno de sus miembros. Les agradezco la ma‑ ravillosa labor que realizan. Para mí es una bendición saber que existen personas con una vocación de servi‑ cio tan grande. Fabiola Oñate Sáez Chiguayante – Chile “Cartas desde las trincheras” He visto el artículo Cartas desde las trincheras, de Guy Gabriel de Ridder, en la revista de octubre pa‑ sado y estoy muy interesada en co‑ nocer ese volumen que fue publica‑ do con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial. Les pedi‑ ría tuviera la gentileza de indicar‑ me donde podré encontrarlo, por‑ que desearía algunos ejemplares. Les agradezco de antemano su aten‑ ción y cuenten con las oraciones del Carmelo. Hna. Regina Celia de la Santísima Trinidad, OCD Carmelo de la Santísima Trinidad y del Inmaculado Corazón de María Patos de Minas – Brasil Una publicación de la Palabra de Dios ¡Qué gran vocación la del apos‑ tolado religioso mediante la re‑ vista Heraldos del Evangelio! El Evangelio nos lleva a Cristo, a quien llegamos por la intercesión de su Madre, la Santísima y siem‑ pre Virgen María. Ustedes hacen posible esto, porque la revista no es publicidad o mero mensaje. Es una publicación de la Palabra de Dios y del mensaje de Cristo. A través de la misma, se culti‑ van las tres virtudes teologales y cristianas por excelencia: fe, espe‑ ranza y caridad. La fe se mantie‑ ne por la Palabra; la esperanza de llegar a la santidad se hace por el mensaje; y la caridad queda refle‑ jada en la invitación de cada artí‑ culo para que seamos más cristia‑ nos. Que Cristo Jesús, el Corazón Inmaculado de la Virgen María y San José nos den la gracia para alcanzar los valores humanos, es‑ pirituales y eternos que llevan al Cielo. ¡Ánimo! ¡Seguid en la lu‑ cha por la verdad y contra el ma‑ ligno, y que Dios os bendiga por esta obra! José Benlloch García Oliva – España Acercar a todos a Jesucristo y a su Iglesia La revista muestra claramente cuál es el carisma y la alegría de los Heraldos y tiene una forma apostó‑ lica especial de acercarnos a todos a Jesucristo y a su Iglesia. En Curiti‑ ba la revista tiene una excelente re‑ percusión. Juliana Gabriela Costador Curitiba – Brasil Editorial P 138 Número 5 Enero 201 la iento a Llamam n ió convers La vocación de los Apóstoles, por Domenico Ghirlandaio - Fresco de la Capilla Sixtina Foto: Reproducción “El que tenga oídos, que oiga” oco después de Pentecostés, un ministro etíope, hombre instruido, iba leyendo al profeta Isaías durante el camino de regreso de Jerusalén a su país y se encontró con San Felipe. Cuando éste le preguntó si com‑ prendía lo que leía, le respondió el etíope: “¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?” (Hch 8, 31). Al igual que él, todos tenemos necesidad de ser instruidos, especialmente sobre las verdades eternas. Para ello, Dios constituyó a su Hijo como Maes‑ tro, y nunca dejó de suscitar, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testa‑ mento, almas providenciales que predicasen a los hombres la conversión (cf. Lc 16, 29): Moisés, Elías, Juan el Bautista, el diácono Felipe, San Pablo... Desde entonces, y hasta hoy, siempre habrá en la tierra alguien destinado a afirmar ante el mundo que “hay un Dios en Israel” (cf. 2 R 1, 3). Asimismo, Dios nos está hablando constantemente en nuestro interior, por medio de la conciencia que, a servicio de la ley moral, nos señala la dirección correcta. La verdad, por tanto, nos es mostrada siempre. Luego, el problema radica en tener los oídos dispuestos a aceptar la voz de Dios. No hacerlo es la peor desgracia. Además de ocasionar la caída en el pecado, deformar la mente y corromper el corazón, el tapar los oídos a esa voz distorsio‑ na la conciencia, puesta por Dios en nuestra alma para apartarnos del mal ca‑ mino. Sin el recurso de ver nuevamente y con cuidado cada paso dado, confi‑ riéndolo con la voluntad de Dios, la desviación sólo tiende a ir en aumento. El alma, entregada a su propia subjetividad, pierde paulatinamente el sentido de la orientación hacia la eternidad y llega a negar inclusive que exista una direc‑ ción correcta y una dirección equivocada, so pretexto de “seguir su conciencia”. Ahora bien, la conciencia no es la última instancia de la ley moral, sino úni‑ camente un auxilio para adecuar nuestra voluntad a la de Dios (cf. San Juan Pablo II. Dominum et vivificantem, n.º 43). Deformarla a fuerza de pecar equivale a actuar como el capitán de un barco que altera su brújula para que le marque el rumbo que él desea; sin embargo, los arrecifes no van a cambiar de posición por eso. Y, salvo un milagro, la embarcación terminará yéndose a pique, del mismo modo que zozobrará ante el Juicio de Dios el hombre que haya hecho su recorrido en esta tierra guiado por la brújula de su propia “ley moral”. “No quieras torcer la voluntad de Dios —enseña San Agustín— para acomodarla a la tuya; corrige en cambio tu voluntad para acomodarla a la vo‑ luntad de Dios (Enarratio in psalmum CXXIV, n.º 2). Por consiguiente, si la conversión consiste en poner en práctica la Palabra de Dios (cf. Mt 7, 21), ante todo, hemos de tener el oído del corazón abierto para escucharla. Y cuando lo hagamos debemos saber distinguir si viene del Pastor o del ladrón (cf. Jn 10, 1‑5), si pertenece a Cristo o al diablo. “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen”, dice Je‑ sús (Jn 10, 27). Así pues, hay ovejas que escuchan la palabra de otros “pasto‑ res”. Al fin y al cabo, la voluntad del hombre sigue siendo siempre libre... in‑ cluso para forjar su propia desgracia. ² Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 5 La voz del Papa Reflexiones sobre los Novísimos La muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios. I – Solemnidad de Todos los Santos Los dos primeros días del mes de noviembre constituyen para todos nosotros un intenso momento de fe, de oración y reflexión sobre las “co‑ sas últimas” de la vida. En efecto, celebrando a todos los santos y con‑ memorando a todos los fieles difun‑ tos, la Iglesia peregrina en la tierra vive y expresa en la liturgia el víncu‑ lo espiritual que la une a la Iglesia del Cielo. Hoy alabamos a Dios por la mul‑ titud innumerable de santos y santas de todos los tiempos: hombres y mu‑ jeres comunes, sencillos, a veces “úl‑ timos” para el mundo, pero “prime‑ ros” para Dios. Una unión espiritual que prosigue en la otra vida Al mismo tiempo, recordamos a nuestros queridos difuntos visitando los cementerios: es motivo de gran consuelo pensar que ellos están en compañía de la Virgen María, de los Apóstoles, de los mártires y de todos los santos y santas del Paraíso. Así, la solemnidad de hoy nos ayuda a considerar una verdad fun‑ damental de la fe cristiana, que pro‑ fesamos en el “Credo”: la Comunión 6 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 de los Santos. ¿Qué significa esto: la comunión de los santos? Es la co‑ munión que nace de la fe y une a to‑ dos los que pertenecen a Cristo, en virtud del Bautismo. Se trata de una unión espiritual —¡todos estamos unidos!— que la muerte no rompe, sino que prosigue en la otra vida. En efecto, subsiste un víncu‑ lo indestructible entre nosotros, los que vivimos en este mundo, y cuan‑ tos cruzaron el umbral de la muer‑ te. Nosotros, aquí abajo en la tierra, junto con aquellos que entraron en la eternidad, formamos una sola y gran familia. Se mantiene esta fami‑ liaridad. A través de la Eucaristía entramos en comunión con nuestros hermanos Esta maravillosa comunión, esta maravillosa unión común entre tie‑ rra y Cielo se realiza del modo más elevado e intenso en la liturgia y, so‑ bre todo, en la celebración de la Eu‑ caristía, que expresa y realiza la más profunda unión entre los miembros de la Iglesia. En efecto, en la Eucaristía encon‑ tramos a Jesús vivo y su fuerza, y a través de Él entramos en comunión con nuestros hermanos en la fe: los que viven con nosotros aquí en la tierra y los que nos precedieron en la otra vida, la vida sin fin. Esta realidad nos colma de ale‑ gría: es hermoso tener tantos her‑ manos y hermanas en la fe que ca‑ minan a nuestro lado, nos sostienen con su ayuda y junto a nosotros reco‑ rren el mismo camino hacia el Cielo. Y es consolador saber que hay otros hermanos que ya llegaron al Cielo, que nos esperan y rezan por noso‑ tros, para que juntos podamos con‑ templar eternamente el rostro glo‑ rioso y misericordioso del Padre. María está en el centro de la comunión de los santos En la gran asamblea de los san‑ tos, Dios ha querido reservar el pri‑ mer lugar a la Madre de Jesús. Ma‑ ría está en el centro de la comunión de los santos, como protectora es‑ pecial del vínculo de la Iglesia uni‑ versal con Cristo, del vínculo de la familia. Ella es la Madre, es Ma‑ dre nuestra, nuestra Madre. Es la guía segura de quien quiera seguir a Jesús por el camino del Evange‑ lio, porque es la primera discípula. Ella es la Madre solícita y atenta, a quien confiar todos los deseos y di‑ ficultades. Invoquemos juntos a la Rei‑ na de Todos los Santos, para que nos ayude a responder con generosidad y fidelidad a Dios, que nos llama a ser santos co‑ mo Él es santo (cf. Lv 19, 2; Mt 5, 48). Ángelus, 1/11/2014 L’Osservatore Romano funtos, en particular ofreciendo por ellos la Celebración Euca‑ rística: es la mejor ayuda espiri‑ tual que podemos dar a sus al‑ mas, especialmente a las más abandonadas. El fundamento de la oración de sufragio se encuentra en la comunión del Cuerpo Místico. Como afirma el Concilio Vati‑ II – Conmemoración cano II, “la Iglesia de los viado‑ de los Fieles Difuntos res, teniendo perfecta concien‑ cia de la comunión que reina en Ayer celebramos la Solemni‑ todo el Cuerpo Místico de Je‑ dad de Todos los Santos, y hoy sucristo, ya desde los primeros la liturgia nos invita a conme‑ tiempos de la religión cristiana morar a los fieles difuntos. guardó con gran piedad la me‑ La muerte del cuerpo es moria de los difuntos” (Lumen como un sueño del cual gentium, 50). Jesús nos despierta El recuerdo de los difun‑ tos, el cuidado de los sepulcros Estas dos celebraciones están y los sufragios son testimonios íntimamente unidas entre sí, co‑ de confiada esperanza, arraiga‑ mo la alegría y las lágrimas en‑ da en la certeza de que la muer‑ cuentran en Jesucristo una sínte‑ “Que Ella nos ayude a no perder jamás de te no es la última palabra sobre sis que es fundamento de nuestra vista la meta última de la vida” la suerte humana, puesto que fe y de nuestra esperanza. En Ángelus de 1/11/2014 el hombre está destinado a una efecto, por una parte la Iglesia, peregrina en la Historia, se alegra por bas de nuestros seres queridos, de vida sin límites, cuya raíz y realiza‑ la intercesión de los santos y los bea‑ cuantos nos quisieron y nos hicieron ción están en Dios. [...] Con esta fe en el destino supre‑ tos que la sostienen en la misión de bien. Pero hoy estamos llamados a re‑ anunciar el Evangelio; por otra, ella, cordar a todos, incluso a aquellos a mo del hombre, nos dirigimos ahora a la Virgen, que padeció al pie de la como Jesús, comparte el llanto de quien nadie recuerda. Recordamos a las víctimas de las cruz el drama de la muerte de Cristo quien sufre la separación de sus seres queridos, y como Él y gracias a Él, ha‑ guerras y de la violencia; a tantos y después participó en la alegría de ce resonar su acción de gracias al Pa‑ “pequeños” del mundo abrumados su Resurrección. Que Ella, Puerta del Cielo, nos dre que nos ha liberado del dominio por el hambre y la miseria; recorda‑ mos a los anónimos, que descansan ayude a comprender cada vez más el del pecado y de la muerte. Entre ayer y hoy muchos visitan en el osario común. Recordamos a valor de la oración de sufragio por el cementerio, que, como dice esta los hermanos y a las hermanas ase‑ los difuntos. Ellos están cerca de no‑ misma palabra, es el “lugar del des‑ sinados por ser cristianos; y a cuan‑ sotros. Que nos sostenga en la pe‑ canso” en espera del despertar final. tos sacrificaron su vida para servir a regrinación diaria en la tierra y nos Es hermoso pensar que será Jesús los demás. Encomendamos especial‑ ayude a no perder jamás de vista mismo quien nos despierte. Jesús mente al Señor a cuantos nos deja‑ la meta última de la vida, que es el Paraíso. Y nosotros, con esta espe‑ mismo reveló que la muerte del ron durante este último año. ranza que nunca defrauda, sigamos cuerpo es como un sueño del cual Él Testimonio de confiada esperanza adelante. ² nos despierta. Con esta fe nos detenemos —tam‑ La tradición de la Iglesia siem‑ bién espiritualmente— ante las tum‑ pre ha exhortado a rezar por los di‑ Fragmentos del Ángelus, 2/11/2014 Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana. La versión íntegra de los mismos puede ser consultada en www.vatican.va Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 7 Reproducción La vocación de los primeros Apóstoles, por Domenico Ghirlandaio – Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano a Evangelio A Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; 15 decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”. 16 Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús 14 8 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 les dijo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. 18 Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. 20 A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de Él (Mc 1, 14-20). Comentario al Evangelio – III Domingo del Tiempo Ordinario No se debe dar tiempo al tiempo, sino a la eternidad El llamamiento a la conversión y el anuncio del Reino nos ponen ante la perspectiva de un “momento apremiante” que debe ser vivido en función de la eternidad. Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP I – Vivir en el tiempo desde la perspectiva de la eternidad La comunicación de Dios con el hombre —especialmente en los episodios más destacados que se narran en la Sagrada Escritura— es el punto central a partir del cual se desarrolla la Historia. ¡Qué deseable sería asistir a todas las maravillas de la acción divina a lo largo de los siglos, desde el gran mirador de la eternidad, que sólo abandonaríamos en el corto período entre nuestro nacimiento y el instante de la muerte! Sin embargo, dado que vivimos dentro del tiempo, esto no es posible. Aunque también formamos parte de la Historia y todo lo que sucedió antes de nuestra existencia, así como el presente y el futuro, tiene una estrecha relación con nosotros. Entonces, ¿cómo acompañamos los pasos de Dios en todas las épocas? La liturgia permite revivir la historia de la salvación ¡He aquí lo maravilloso de la liturgia! En efecto, no sólo nos hace partícipes de los acon‑ tecimientos celebrados, sino también de las mis‑ mas gracias concedidas en cada uno de ellos, como afirma el Papa Pío XII en la encíclica Mediator Dei: “Por eso el año litúrgico, alimentado y seguido por la piedad de la Iglesia, no es una representación fría e inerte de cosas que per‑ tenecen a tiempos pasados, ni un simple y des‑ nudo recuerdo de una edad pretérita; sino más bien es Cristo mismo que persevera en su Igle‑ sia y que prosigue aquel camino de inmensa mi‑ sericordia que inició en esta vida mortal cuan‑ do pasaba haciendo bien (cf. Hch 10, 38) con el bondadosísimo fin de que las almas de los hom‑ bres se pongan en contacto con sus misterios y por ellos en cierto modo vivan”.1 Hace mes y medio empezaba un nuevo año litúrgico con el período de Adviento, que du‑ rante cuatro semanas —dedicadas a la peni‑ tencia y a las peticiones de perdón por nuestras faltas— revive la espera de la humanidad por la venida del Mesías. Nos vinculamos así a los milenios que transcurrieron desde la salida de Adán y Eva del Paraíso hasta el nacimiento del Enero 2015 · Heraldos La liturgia nos hace partícipes de las mismas gracias concedidas en los acontecimientos celebrados del Evangelio 9 Tiempo Ordinario significa tiempo de lucha, de esfuerzo en el cumplimiento del deber Redentor. Exultantes de alegría por la certeza de que se efectuaría un cambio y de que las co‑ sas tomarían otro rumbo, acogemos a Jesús en la noche de Navidad, lo visitamos con los pasto‑ res y los Reyes Magos, huimos con Él a Egipto y, habiéndose separado de la Virgen y San José, lo encontramos en el templo. Más tarde asisti‑ mos a su Bautismo, cuya conmemoración cierra las fiestas e introduce el Tiempo Ordinario, en el cual contemplaremos, a lo largo de dos me‑ ses, el comienzo de la vida pública del Señor; los milagros realizados por Él; la indignación de los fariseos al advertir la difusión de una doctrina nueva, revestida de autoridad (cf. Mc 1, 27) y di‑ ferente de todo lo que ellos enseñaban, así co‑ mo su inseguridad y su envidia, que los llevará a querer matar al Hijo de Dios. Tiempo Ordinario significa tiempo de lu‑ cha, de esfuerzo en el cumplimiento del deber, de abnegación y de arrancar nuestras vanida‑ des, medidas fundamentales para la formación del carácter. No es casualidad que en este ter‑ cer domingo oigamos declarar al divino Maes‑ tro: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios”. ¿Qué tiempo es ése? ¿Cuál es el tiempo que estamos viviendo? Las agujas del reloj avanzan sin detenerse, los segundos se suceden, los mi‑ nutos van pasando. Nuestra vida se rige por la expectativa de los instantes posteriores y del día de mañana... ¿Qué mensaje nos trae la liturgia al hablar de la criatura tiempo, mientras nos in‑ vita a entrar en el Reino de Dios? La predicación de Jonás En la primera Lectura (Jon 3, 1-5.10) Dios ordena al profeta Jonás, por segunda vez, que predique en Nínive, misión que, como se lee en los capítulos anteriores, acepta de mala ga‑ na. Convencido de que sus habitantes no se con‑ vertirían, quizá pensara que sus amonestacio‑ nes servirían al menos para condenarlos, y por eso salió con ímpetu de destrucción, tanto más que los ninivitas se encontraban entre los adver‑ sarios de los judíos. Como era una ciudad en‑ tregada a los vicios y con conceptos religiosos desviados, predecir su castigo resultaba un de‑ leite para Jonás. Nínive tenía una gran exten‑ sión, hasta el punto de que se necesitaban tres días para recorrerla; pero el profeta no ahorró esfuerzos para proclamar: “Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada” (Jon 3, 4). 10 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 Ahora bien, el rey y su pueblo se tomaron en serio su palabra, “creyeron en Dios, proclama‑ ron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor” (Jon 3, 5). ¿Por qué actuaron así? Porque el Señor les enseñó sus ca‑ minos y los instruyó en sus sendas, como reza el salmo responsorial (cf. Sal 24, 4-5) de la liturgia de hoy. De esta forma, adquirieron una clara no‑ ción del rumbo que debían seguir y correspon‑ dieron a la gracia, atrayendo hacia sí la benevo‑ lencia del Cielo: “Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determina‑ do enviarles. Así que no la ejecutó” (Jon 3, 10). En este domingo la Iglesia desea que, a ejemplo de los ninivitas, nosotros también aten‑ damos a la voz de Jesús, que nos exhorta: “Con‑ vertíos y creed en el Evangelio”. II – El solemne anuncio del Reino: “¡Convertíos!” Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; 15 decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”. 14 El divino Maestro venía ejerciendo su minis‑ terio con discreción, concomitantemente con los últimos meses de la predicación del Precur‑ sor. De acuerdo con el relato del evangelista San Juan —objeto de reflexión en la anterior li‑ turgia dominical (cf. Jn 1, 35-42)—, en ese pe‑ ríodo Cristo encuentra a los que posteriormen‑ te formarían parte de los Doce, al ser llamados por Él de manera definitiva, como lo refiere San Marcos en los próximos versículos. La noticia de la prisión de San Juan Bautis‑ ta era la señal que Jesús esperaba de que había llegado la hora determinada por el Padre para dar inicio a su vida pública, abrir las compuertas de la gracia y acentuar el tono de su voz, prepa‑ rando a las almas para su apostolado. “Una vez entregado Juan —comenta San Jerónimo—, al punto empieza a predicar Él mismo. Decaída la ley, nace, en consecuencia, el Evangelio”.2 De aquí en adelante ninguna otra ocupación lo de‑ tendrá, a no ser la de cumplir la misión redento‑ ra que le había sido confiada y mostrar el cami‑ no de la salvación. ¿Cuál es ese camino? El llamamiento a la conversión y la perspectiva de la eternidad Convertirse significa cambiar de vida, tomar un rumbo diferente del que se venía siguiendo, como hicieron los ninivitas ante la predicación de Jonás. Convertirse significa salir de una si‑ tuación materialista, naturalista y humana, para adoptar una actitud angélica, sobrenatural y di‑ vina; olvidar los problemas banales para poner‑ se en una nueva perspectiva, ya no la del tiempo, sino la de la eternidad, es decir, la del Reino de Dios. ¿A quién de noso‑ tros le ha sido revelado el momento de su muerte? Ni siquiera alguien muy jo‑ ven sabe si vivirá muchos años... Cuando recibimos el Bautismo, pasa‑ mos de la condición de meras criaturas humanas a la de hijos de Dios. En el ins‑ tante en que las aguas bautismales ca‑ yeron sobre nuestras cabezas, todos los pecados que pudiésemos haber cometi‑ do, si nos bautizamos ya de adultos, fue‑ ron perdonados —hasta los peores crí‑ menes— y nuestra alma se revistió de una túnica blanca. Es en este estado que debemos mantenerla durante toda la vi‑ da; y si llegase a suceder que un pedazo de esa vestidura de inocencia quedase prendido en una cerca o fuese mancha‑ da por el barro, basta un examen de conciencia seguido de una petición de perdón y la absolución sacramental pa‑ ra que sea restaurada. Lo importante es conservarla siempre blanca, porque en cualquier momento —incluso ahora mismo— podemos ser llamados a rendir cuentas y sin esa prerrogativa no seremos aceptados en el Reino de Dios. Esto es lo que la liturgia recuer‑ da con las palabras: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios”. Así surge, en el tercer domingo del Tiempo Ordinario, esta criatura de Dios: el tiempo. Y una vez que ante sus ojos el tiempo no existe, porque para Él todo es presente, se nos invita como hijos de Dios a vivir en función de la eter‑ nidad. III – Un ejemplo de cambio de vida El Evangelio nos presenta aún un hermoso ejemplo de conversión, cuando el Señor llama a cuatro pescadores —Simón y Andrés, Santia‑ go y Juan— para que cambien de vida, de traba‑ jo y de situación. La noticia de la prisión de San Juan Bautista era la señal que Jesús esperaba de que había llegado la hora determinada por el Padre para dar inicio a su vida pública La psicología del pescador Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. 16 Francisco Lecaros En virtud de la unión hipostática, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre; en Él hay una unión misteriosa entre las dos naturalezas, en la Persona del Verbo, que nuestra inteligencia jamás comprendería sin un don divino: la fe, en la tierra, y la visión beatífica, en la eternidad. En cuanto hombre, dirá de sí mismo: “Yo soy el ca‑ mino y la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Así, la peti‑ ción de David, repetida en el salmo responsorial —“Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad”— se en‑ cuentra en Él plenamente realizada. Pero cuan‑ do formuló dicho anhelo el rey profeta no tenía la noción exacta, como la tenemos hoy, de cuál era ese Camino. A nosotros, que sí lo conoce‑ mos, nos es indispensable una conversión. San Juan Bautista ante Herodes Catedral de San Mauricio, Mirepoix (Francia) Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 11 12 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 Francisco Lecaros El Evangelio nos presenta un hermoso ejemplo de conversión, cuando el Señor llama a cuatro pescadores para que cambien de vida, de trabajo y de situación Es curioso observar que la elección recayó sobre unos pescadores. Jesús podría ha‑ ber designado a sacerdotes, a sanedritas, a miembros de las escuelas rabínicas —las universidades de entonces— o a cualesquiera otras per‑ sonas de mayor proyección e influencia. Pero quiso pesca‑ dores... Analicemos las caracte‑ rísticas de un pescador. Para tener éxito, necesita poseer perspicacia, cierto tacto, un “sexto sentido” propio a su profesión. Al despertarse por la mañana, por el viento, por la atmósfera, por la bri‑ sa marina y el tipo de olas, ya sabe si el mar es rico en pe‑ ces y favorable o si amenaza una tormenta en la que pu‑ Jesús llama a San Pedro y a San Pablo diera verse en peligro; cuá‑ Catedral de San Julián, Le Mans (Francia) les son los sitios donde debe echar la red y los que deben ser evitados. Conoce el tipo de peces que hay Los Apóstoles, de ahí en adelante, pescarían en cada estación del año, cuando llega la tem‑ almas, aunque no con la intención de obtener lu‑ porada del desove y el período en que los peces cro, sino para entregárselas a Dios. Él, que “no suben, e incluso distingue los hábitos de los más suprime la naturaleza, sino que la perfecciona”,3 variados cardúmenes. Todo este conocimiento derramaría sus gracias sobre las cualidades hu‑ acaba siendo para él una segunda naturaleza. manas de los discípulos con vistas a aprovechar‑ Se dedica a la pesca para subsistir y no por las, como resalta Fillion: “Las funciones que, afición. Más aún, al pescador le corresponde el después de haberlos preparado gradualmente, montar una empresa, adecuar el arte de la pes‑ les confiará, no carecerán, ciertamente, de se‑ quería a sus relaciones con la clientela y, por lo mejanza con el oficio en que hasta entonces se tanto, no sólo entender de pesca, sino estar al habían ejercitado. [...] En él habían aprendido la tanto de las apetencias de los consumidores del paciencia y el animoso trabajar”.4 Lo sobrenatu‑ lugar. Por eso, su vida se desarrolla entre la ac‑ ral elevaría y perfeccionaría las aptitudes y los tividad pesquera y los intereses humanos, lo dones de los pescadores, dándoles extraordina‑ que le proporciona, además de la percepción de rias posibilidades para cumplir su vocación. Por las aguas, un fino sentido psicológico. Si es un consiguiente, el divino Maestro no tendría que eximio pescador, pero un mal negociante, o al estar buscando otras personas si los pescadores, contrario, su oficio resultará en desastre. Aho‑ en aquel tiempo, estaban entre los que poseían ra bien, Cristo elige a los suyos entre los pesca‑ más sentido psicológico, mayor contacto con la dores. ¿Por qué? naturaleza y una excelente visión natural de la obra de la Creación. Jesús los escogió a ellos La gracia no suprime la naturaleza, porque, en suma, eran perfectos para comenzar sino que la perfecciona a constituir el Colegio Apostólico y la Iglesia. Reconocemos en este episodio una prueba 17 Jesús les dijo: “Venid en pos de mí y de la sabiduría de Dios y de su bondad previden‑ te: en dos minúsculas barquitas, que surcaban un os haré pescadores de hombres”. pequeño lago con cuatro pescadores, estaba la cuna de la religión que iría a transformar la faz de la tierra. Sí, “por la red de la santa predica‑ ción sacaron a los hombres del mar profundo de la infidelidad a la luz de la fe. Y es muy admira‑ ble esta pesca, porque los peces cogidos mueren lentamente, mientras que los hombres prendidos por la palabra de la predicación son vivificados”,5 afirma San Remigio. ¿Quién iba a tener el valor de decirles a los griegos, a los romanos y hasta los bárbaros de aquella época, que esos pobres tra‑ bajadores triunfarían sobre las civilizaciones te‑ nidas por grandiosas y que sobre sus ruinas cons‑ truirían un imperio muy superior, la civilización cristiana, con todas las riquezas y las estupendas maravillas que ésta produciría en el curso de los siglos? San Agustín explica la razón más elevada de este modo de proceder: “Si hubiera Dios ele‑ gido a un hombre sabio, se atribuiría tal vez su elección a su sabiduría. Nuestro Señor Jesucris‑ to, como quería quebrantar la cerviz de los so‑ berbios, no busca al pescador por el orador, sino que conquista al emperador por el pescador”.6 La manera como Jesús actúa revela una ca‑ racterística de las vocaciones suscitadas por Dios: tienen un aspecto genérico —su gloria, a la que están destinadas todas las personas— y otro específico. Cada uno ha sido llamado a una determinada misión, que nadie desempeñará tan bien como él. Y ha sido dotado con cualida‑ des humanas ordenadas para el cumplimiento de aquel objetivo, para el cual fue especialmen‑ te designado por Dios. No obstante, la figura usada —“pescadores de hombres”—, es compleja, pues echar la red al mar para pescar es algo muy diferente que echarla en una plaza para conquistar almas. Ser pescador de hombres no produce dinero, serlo de peces, sí, sobre todo en la sociedad judaica de entonces, dependiente en gran medida de la pesca y del pastoreo. Conocedores del lenguaje analógico y parabólico de Jesús, los cuatro en‑ tendieron perfectamente el significado más pro‑ fundo de lo que se les estaba diciendo. Larga preparación para un reencuentro definitivo Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca re- 18 pasando las redes. 20 A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de Él. Siendo el evangelista sintético por excelen‑ cia, San Marcos no cuenta los primeros contac‑ tos del Señor con Simón y Andrés, Santiago y Juan, que antecedieron a la escena narrada en estos versículos. Encuentro de intensa emoción, encuentro cuyas consecuencias tendrían un al‑ cance extraordinario, una repercusión incalcu‑ lable. Y aunque parezca fortuito, en realidad fue dispuesto desde toda la eternidad por la ma‑ no omnipotente de Dios. Es evidente que Jesús no pasó únicamente diciéndoles “venid en pos de mí”, pues hubo un proceso psicológico que fue preparando para esta entrega a aquellos dis‑ cípulos que Él mismo ya había puesto en la es‑ cuela de San Juan Bautista. Se trata, en efecto, de los mismos que acompañaron a Jesús cuan‑ do andaba a orillas del Jordán, donde el Precur‑ sor estaba bautizando, como hemos tenido oca‑ sión de contemplar en el segundo domingo del Tiempo Ordinario. Ellos creían que Jesús era el Mesías prometido, pero aún no se habían con‑ vertido en discípulos suyos de una manera in‑ condicional y definitiva, como señala el padre Agustín Berthe: “Después de haber seguido du‑ rante algún tiempo a este nuevo Maestro, los cuatro pescadores habían vuelto a sus redes aguardando las grandes cosas que el Libertador debía realizar para la salvación de Israel”.7 Cuántas conversaciones no habrá tenido con los cuatro —como el día en que se cono‑ cieron—, mostrándoles cómo era interesan‑ te la profesión de pescadores; aunque, en lugar de contentarse con ella, necesitaban subir, por‑ que lo más importante era atraer a las almas ha‑ cia Dios, para reformar la faz de la tierra. Una vez preparados, Cristo se cruza con ellos y, con una simple frase, los mueve a abandonarlo todo para servirlo y dedicarse al apostolado, unién‑ dose a Él para siempre. A semejanza de lo que hemos visto en la primera Lectura, fueron asis‑ tidos por una auténtica gracia de conversión. Imaginemos la sorpresa del reencuentro, seguida de gran alegría, y la solicitud de estos hombres simples y rudos, pero de corazón ardo‑ roso para con el divino Maestro. Sin duda, ca‑ da uno de ellos le proporcionó en ese momento una verdadera felicidad, pues el instinto de so‑ Enero 2015 · Heraldos Echar la red al mar para pescar es algo muy diferente que echarla en una plaza para conquistar almas del Evangelio 13 ciabilidad de Jesús hombre —sublime, perfecto, elevadísimo, totalmente asumido por la divini‑ dad— lo llevó a conmoverse al encontrar a los que serían sus apóstoles, sus hijos. ¡Qué “santa envidia” debemos tener de ellos! En aquella ocasión, estos elegidos no eran capaces de calcular la importancia de lo ocurri‑ do, ni de darse cuenta de que estaban dejando huella en la Historia. Si hubiesen vivido, no obs‑ tante, dicho episodio después de haber recibido todas las gracias que sobre ellos serían derrama‑ das más adelante y, en consecuencia, gozando de una altísima comprensión de la Persona del Señor, ¡cuál no habría sido su entusiasmada ad‑ hesión y su veneración por el Redentor! Entrega sin reservas Los Apóstoles hicieron un acto de amor al Maestro, a partir del cual ya no se pertenecían a sí mismos sino a Él En esa época los pescadores constituían una categoría social que, lejos de ser la inferior, equivalía a la clase media de nuestros días. Ze‑ bedeo, padre de Santiago y Juan, poseía una empresa —en sociedad con Simón y Andrés (cf. Lc 5, 10)— y ya había reunido cierto pecu‑ lio, lo que se concluye por el hecho de tener em‑ pleados que le auxiliaban. Por consiguiente, re‑ nunciar a esa posición, dejando a su padre y las redes, era penoso; seguir a Jesús no era em‑ prender una carrera con garantías de éxito. Por el contrario, era lanzarse en la oscuridad, abra‑ zar una incógnita, porque tendrían que vivir de limosnas y desplazarse sin cesar. Nadie sabía el futuro que les aguardaba, tanto más que el Se‑ ñor diría de sí: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8, 20). Ahora bien, la docilidad y el desprendimien‑ to proceden de la caridad. Los Apóstoles hi‑ cieron un acto de amor al Maestro, a partir del cual ya no se pertenecían a sí mismos sino a Él: son esclavos suyos, no tienen otro destino a no ser Él. ¿Hacia dónde van? ¡Lo ignoran! Ni si‑ quiera lo preguntan o piensan en ello. Actitud perfecta, pues el Señor venía predicando: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos”. Un letrado, un doctor de la ley, un fariseo o escriba pensaría: “¡Ah, qué confianza ingenua!”. No obstante, nosotros de‑ cimos: ¡Abandono arrebatador! ¡Qué sabiduría la de esos cuatro! ¡Qué felicidad haber dicho sí a la gracia, a la vocación, con ese ímpetu! En este Evangelio, así como en la prime‑ ra Lectura de la profecía de Jonás, vemos que 14 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 “la palabra de Dios es viva y eficaz” (Hb 4, 12). Transforma, convierte y santifica. Más aún, esa Palabra es salvífica, porque penetra y produce maravillas, siempre y cuando sepamos corres‑ ponder a ella y seamos flexibles. Pero si ponemos obstáculos no daremos frutos —a menos que Dios, por una misericordia especial, nos “derri‑ be del caballo” como a San Pablo (cf. Hch 9, 4)—, porque Él quiere nuestra colaboración. ¿Cuáles son nuestras “redes”? Para los discípulos la conversión significó de‑ jar las redes. ¿Cuáles serán nuestras “redes”? Cuando el Hijo de Dios nos llama, cuando nos toca con una gracia en el fondo del alma, ¿cómo respondemos a ese llamamiento? En todas las circunstancias de nuestra vida Jesús está invi‑ tándonos ad maiora. ¿Cuál es nuestra reacción? Nuestros círculos sociales, determinadas amistades, los quehaceres diarios, a veces, nos apartan del verdadero objetivo, sugiriéndonos un sueño naturalista y mundano que no consi‑ dera la eternidad. Caprichos, manías, visiones erradas, egoísmos, malas inclinaciones deben ser combatidos y rechazados inmediatamente, porque “está cerca el Reino de Dios”. El ejem‑ plo que nos da el Evangelio nos impulsa a as‑ cender a un nivel diferente. ¿En qué consiste? A partir del momento en que, por el Bautismo, fuimos elevados al plano de la gracia, ya no po‑ demos obedecer a los dictámenes del mundo, ni tener como motor de nuestras acciones intere‑ ses personales, vanidades u orgullo. Debemos vivir de los sacramentos, de la oración, de todo aquello que nos auxilia a cumplir nuestra voca‑ ción individual y a abandonar la “red” que nos ata a las cosas terrenas, porque nuestra existen‑ cia pasó a ser otra. ¡Estamos “angelizados”! IV – El mensaje paulino: “el momento es apremiante” En la segunda Lectura (1 Co 7, 29-31) dice San Pablo: “el momento es apremiante” (v. 29). Los niños tienen la impresión de que el tiem‑ po tarda en pasar; un mes, es interminable. Sin embargo, conforme avanzamos en edad, un año parece un abrir y cerrar de ojos... Los días se van volando, y para quien tiene experiencia de la vida se hacen cada vez más cortos, con‑ sumiéndose en una acelerada cuenta atrás. De hecho, cuando se parte de este mundo el tiem‑ Ricardo Castelo Branco po es nada. Y por mucho que descubrieran una píldora capaz de prolongar la longevidad de las personas hasta 120 o 240 años, ¿qué sería eso comparado con la eternidad? Por eso, prosigue el Apóstol: vivan “los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, co‑ mo si no poseyeran; los que negocian en el mun‑ do, como si no disfrutaran de él: porque la repre‑ sentación de este mundo se termina” (vv. 30-31). Su intención, en estos versículos, es mostrar que, habiendo motivo, es bueno derramar lágrimas, estar alegres, adquirir bienes, usar las cosas del mundo que, en sí, son lícitas; pero no deposite‑ mos en ello nuestra esperanza, ni nos dejemos fascinar hasta el punto de olvidarnos de Dios. Cuando llegue la hora de la muerte, el cuerpo reposará en la sepultura y el alma se encontra‑ rá delante de Él para ser juzgada. Entonces, ¿de qué valdrá el tiempo? Sabemos que la figura de este mundo pasa. ¿Qué provecho tendrá aquel que cayó en pecado? En el fondo, el mensaje paulino es éste: “Todo lo que es legítimo puede ser hecho, pero que nadie ponga en esto su cora‑ zón. Por el contrario, haga como si no existiese y tenga los ojos fijos en la eternidad”. Sabemos que “la figura de este mundo pasa”. ¿Qué provecho tendrá aquel que cayó en pecado? Dejémoslo todo para abrazar la santidad Es necesario meditar sobre el día del juicio, cuando todos nuestros pensamientos saldrán a la superficie. Si correspondemos a la invitación que nos hace la liturgia de este domingo, afir‑ mándonos en el propósito de unirnos más al Salvador y de ser un ejemplo de bien, de ver‑ dad y de virtud para el prójimo, esta buena dis‑ posición pesará en la sentencia de cada uno de nosotros. Seguros de la bondad del Maestro, rogué‑ mosle que nos dé fuerzas para vencer las difi‑ cultades, pues el camino del Cielo no es fácil. Compenetrémonos de que a cada paso debe‑ mos buscar ser más perfectos y conformar nues‑ tras almas a la suya, por el principio inerrante de que o progresamos o nos volvemos tibios. En la vida espiritual nunca estamos estancados: ¡quién no avanza, retrocede! Pidámosles a los santos Pablo, Pedro, An‑ drés, Santiago y Juan que nos obtengan de Nuestro Señor Jesucristo la gracia que ellos re‑ cibieron: dejarlo todo para abrazar las vías de la santidad, sea en familia o en una vocación reli‑ giosa, con valor y llenos de confianza. ² San Pablo Apóstol Basílica de San Pablo Extramuros, Roma 1 PÍO XII. Mediator Dei, n.º 150. 2 SAN JERÓNIMO. Comentario a Mateo. L. I (1, 1-10, 42), c. 4, n.º 3. In: Obras Completas. Comentario a Mateo y otros escritos. Madrid: BAC, 2002, v. II, p. 43. 3 SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma Teológica. I, q. 1, a. 8, ad 2. 4 FILLION, Louis-Claude. Vida de Nuestro Señor Jesucristo. Vida pública. Madrid: Rialp, 2000, v. II, pp. 22-23. 5 SAN REMIGIO, apud SANTO TOMÁS DE AQUI‑ NO. Catena Aurea. In Marcum, c. I, vv. 16-20. 6 SAN AGUSTÍN. In Ioannis Evangelium. Tractatus VII, n.º 17. In: Obras. Madrid: BAC, 1955, v. XIII, p. 239. 7 BERTHE, CSsR, Agustín. Jesus Cristo, sua vida, sua Paixão, seu triunfo. Einsiedeln: Benziger, 1925, p. 114. Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 15 La virtud de la astucia ¿Son siempre los malos más astutos que los hijos de la luz? ¿Cómo revertir esa situación? El camino ya está indicado... P. Francisco Teixeira de Araújo, EP 16 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 Campeón de la ortodoxia y gigan‑ te en la lucha contra el arrianismo, San Atanasio tuvo la gloria de atraer hacia sí la enemistad de todos los ad‑ versarios de Cristo. Tenía, por tan‑ to, muchos opositores... Víctima de calumnias y persecuciones, fue des‑ terrado cinco veces y pasó en el exi‑ lio diecisiete de sus cuarenta y cinco años de episcopado —dos en Tréve‑ ris, siete en Roma y ocho en cuevas de los desiertos de Egipto—, pero siem‑ pre tratando de encontrar los medios para ejercer su ministerio y desen‑ mascarar a los enemigos de la Iglesia. Gustavo Kralj A tardecía en las proximida‑ des de Alejandría, en Egip‑ to. Era en torno al año 360. Unos remeros, indiferentes a los esplendores de la puesta del sol, se esforzaban por aumentar la veloci‑ dad de su bote, que subía el río Nilo llevando a un hombre de venerable as‑ pecto: Atanasio, patriarca de Alejan‑ dría. Estaba huyendo de los soldados que el emperador Julián, el Apóstata, había enviado para prenderlo, y que tras él iban en una galera. En deter‑ minado momento, al hacer una curva alrededor de una isla, la pequeña em‑ barcación quedó unos instantes fuera de la vista de los perseguidores, y en‑ tonces el santo obispo les ordenó a los remeros: —Dad media vuelta, vamos al en‑ cuentro de la galera. Cuando las dos embarcaciones se cruzaron, el comandante de la pa‑ trulla imperial preguntó a los hom‑ bres del bote: —¿Habéis visto por casualidad a Atanasio subiendo el río? —Sí. Hace poco iba en una canoa justo después de aquella curva —res‑ pondió el mismo Atanasio. Y mientras los esbirros rema‑ ban con toda sus fuerzas, en la va‑ na esperanza de alcanzar al astuto patriarca, éste retomaba tranquila‑ mente la lectura de un rollo de los Libros Sagrados...1 San Atanasio tenía en alto grado una virtud muy poco comentada y elogiada San Atanasio de Alejandría – Museo arquidiocesano de Cracovia (Polonia) Un día, forzado por el empera‑ dor, compareció a un conciliábu‑ lo promovido por los arrianos. És‑ tos habían contratado una mujer de mala vida para que “testificara” pú‑ blicamente contra él. Y la infame lo acusó de haber mantenido relacio‑ nes pecaminosas con ella. Mientras estaba derramando su torrente de bajezas, los arrianos her‑ vían de fingida indignación y exigían a gritos la deposición de Atanasio, quien lo escuchaba todo serenamen‑ te. En determinado momento susu‑ rró unas palabras al oído de su se‑ cretario. Éste entonces se acercó a la mujer y la interrumpió con una pregunta: —¿Juras que me conoces y que de verdad he hecho todo lo que es‑ tás diciendo? Ella, que nunca había visto a San Atanasio, no lo dudó: —Lo juro. Desenmascarada así la imposto‑ ra, se dio por concluido el simulacro de juicio.2 Parte integrante de la virtud de la prudencia Estos dos episodios demuestran cómo Atanasio tenía, en alto grado, una virtud característica de un gran número de santos, pero muy poco comentada y elogiada: la virtud de la sagacidad, o de la astucia. Sergio Hollmann —También os voy a ha‑ ¿Pero la astucia pue‑ cer una pregunta: el bautis‑ de ser considerada una vir‑ mo de Juan ¿era del Cielo tud? Así como la inteligen‑ o de los hombres? cia y otros dones naturales, Una cuestión embara‑ aquella puede ser usada tan‑ zosa: si afirmaban que “del to para el bien como para el Cielo”, recibirían el jaque mal. Es una virtud propia‑ mate: “¿Por qué no le ha‑ mente dicha cuando se ejer‑ béis creído?”; si respondían ce desinteresadamente pa‑ “de los hombres”, corrían ra, por ejemplo, ayudar al el riesgo de ser apedreados prójimo en sus necesidades, por el pueblo. Tras una bre‑ o actuar con más eficacia en ve confabulación, se vieron la obra evangelizadora de la obligados a rendirse: Iglesia, teniendo como obje‑ —No lo sabemos. tivo la salvación de las almas —Pues entonces tampo‑ y la gloria de Dios. co os digo con qué derecho Santo Tomás3 se refie‑ hago estas cosas —les dijo re a ella como siendo una Jesús. parte integrante de la vir‑ Forzados a reconocer su tud cardinal de la pruden‑ derrota, los enemigos del cia, es decir, de la virtud Salvador cambiaron de tác‑ por la cual el hombre em‑ tica: con vistas a acusarlo plea los medios adecuados ante el gobernador roma‑ para conseguir el fin santo no, contrataron a espías pa‑ que tiene en vista. La soler‑ ra observarlo y tenderle una cia, enseña el Doctor Angé‑ Bien podía haber replicado el Hijo de Dios que trampa. Se acercaron éstos, lico, es la “habilidad para lo hacía por su propia autoridad, pero prefirió fingiendo ser hombres de actuar de un modo diferente la rápida y fácil invención bien, y le lanzaron una pre‑ del medio”.4 Y el padre Ro‑ Cristo discute con los fariseos gunta capciosa: yo Marín, aventajado discí‑ Catedral de Saint-Gatien, Tours (Francia) —Dinos, Maestro, ¿es pulo y hermano de hábito del Aquinate, así lo define: “Sagaci‑ ces como serpientes y sencillos como lícito o no pagar impuesto al César? —Dad al César lo que es del Cé‑ dad (también llamada solercia y eus- palomas” (Mt 10, 16). Con estas pa‑ toquia), es la prontitud de espíritu labras, nos está recomendando que sar y a Dios lo que es de Dios —les para resolver por sí mismo los casos seamos inocentes, sí, pero también respondió Jesús. Réplica tan eficaz que el evangelis‑ urgentes, en los que no es posible de‑ astutos. Porque la inocencia sin astu‑ ta termina la narración del episodio tenerse a pedir consejo”.5 cia puede resultar en necedad. Sin embargo, Cristo nos anima con una simple observación: “Y no La palabra latina solertia, em‑ pleada por el Doctor Angélico en la no sólo con palabras, sino también pudieron acusarlo ante el pueblo de Suma Teológica, también se traduce con el ejemplo (cf. Lc 20, 1‑8.20‑26). nada de lo que decía; y se quedaron habitualmente por sagacidad, pers- Así, cierto día se encontraba Él en‑ mudos, admirados de su respuesta” picacia, astucia; sin embargo, estos señando en el templo cuando los su‑ (Lc 20, 26). Es decir, en términos más tres vocablos se refieren más a una mos sacerdotes, los escribas y los an‑ populares, les tapó la boca. Al darnos ese ejemplo el divino Maestro nos es‑ cualidad especulativa: la agudeza de cianos le interpelaron: —¿Con qué derecho haces estas tá invitando a que le imitemos. espíritu. La solercia apunta hacia al‑ go más práctico: la capacidad de, en cosas? Una corta frase, pronunciada Bien podía haber replicado el Hi‑ un vistazo, percibir la situación, to‑ en el momento exacto... mar una decisión y pasar a la acción. jo de Dios que lo hacía por su propia autoridad. Pero prefirió actuar de un Bien que lo imitaron los santos a Dos ejemplos sublimes modo diferente. Quizá, entre otros lo largo de los siglos. Hasta tal punto El divino Maestro nos ordena que motivos, para darnos una lección de que quien se propusiera escribir una obra titulada Antología de las santas la pongamos en práctica: “Sed saga‑ solercia. Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 17 Thomas Brown (CC 2.0) astucias tendría materia para cen‑ tenares de volúmenes. Pocas, no obstante, tan brillan‑ tes como aquella de San Pablo (cf. Hch 21, 27‑33). Estaba en Jeru‑ salén cuando los judíos lo cogieron, lo apalearon y lo habrían matado si el tribuno romano no hubiera inter‑ venido con sus tropas. Éste mandó que el sanedrín se reuniera en su presencia e intimó al Apóstol a que presentara su defensa. En un se‑ gundo evaluó la situación en la que se encontraba y, sabiendo que el sa‑ nedrín se componía de fariseos y de saduceos, dijo en voz alta: —Hermanos, soy fariseo, hijo de fariseo, y se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos. Resultado: estalló un altercado entre los acusadores; por un lado, los fariseos, favorables a la doctri‑ na de la resurrección de los muer‑ tos y la existencia de los ángeles; por otro, los saduceos férreos enemigos de una cosa y de la otra. —No encontramos nada malo en este hombre. ¿Y si le ha hablado un espíritu o un ángel?... —gritaban al‑ gunos fariseos. Finalizó el “juicio”: los fariseos ha‑ bían librado a Pablo de sus propias ma‑ nos... y de las de los saduceos. ¿Quién lo iba a decir? ¡El ardoroso Apóstol defendido en el sanedrín por sus más acérrimos adversarios! Una corta fra‑ se, pronunciada en el momento exacto, produjo un prodigioso viraje. “Sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas” Ofídio de la especie Cryptelytrops albolabris plos a la práctica de esa virtud, nues‑ tro Redentor fue más allá: “los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz” (Lc 16, 8). Esta afirmación sue‑ na como una queja en nuestros días, en los que, según palabras del recor‑ dado Papa Juan Pablo II, la huma‑ nidad “parece extraviada y domina‑ da por el poder del mal”.6 Es como si el divino Maestro dijera: “Infeliz‑ mente, los enemigos de mi Iglesia son más expertos en su pésimos de‑ signios que los hijos de ella en la lu‑ cha por la salvación de las almas”. ¿Cómo puede suceder esto? La explicación nos la da el Prof. Pli‑ nio Corrêa de Oliveira:7 eso ocurre cuando los buenos aman poco a la Luz, Jesucristo; si los hijos de la luz amasen a la Santa Iglesia más que los hijos del mundo aman sus intereses personales, serán más astutos que ellos; y viceversa. Una queja del divino Redentor Es necesario ofrecer a Dios una digna reparación Como si creyera ser insuficiente incentivarnos con palabras y ejem‑ Ahora bien, parece evidente que en nuestros días, los hijos del mun‑ 1 2 Cf. LECLERCQ, Jean-Baptis‑ te-Joseph. Théologie du catéchiste. Doctrine et vie chrétienne. 7.ª ed. París: Tolra, 1873, t. II, p. 120. Cf. PÉTIN. Dictionnaire Hagiographique. Ou Vies des Saints et Bienheureux. Pa‑ ris: Ateliers Catholiques du Pétit-Montrouge, 1850, t. I, col. 277. 3 4 Cf. SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma Teológica. II-II, q. 49, a. 4. Ídem, ibídem. 18 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 5 6 do han demostrado mayor astucia en la promoción del mal que los hi‑ jos de la luz en la defensa del bien. Así, esa queja de Cristo nos toca de modo especial y somos invita‑ dos a ofrecer a Dios una digna re‑ paración. ¿Cómo hacerla? Si, como he‑ mos visto antes, la cuestión se re‑ duce a amar mucho o a amar po‑ co, la primera medida es pedir a la Virgen que aumente nuestro amor a la Iglesia y nos dé el deseo de in‑ vertir dicha situación. Una sincera súplica en ese sentido ya constituye, en sí, un buen acto reparador. Pero no basta la buena inten‑ ción, hay que pasar a la acción. To‑ do ser humano tiene cierto grado de astucia. Y como cualquier otro don o virtud, puede aumentar o dismi‑ nuir, conforme sea más ejercitada o menos. Sólo el esfuerzo, sin embar‑ go, no es suficiente. En materia de virtud, nada se hace sin el auxilio de la gracia. Y ésta sólo se obtiene me‑ diante la oración. La solución está, entonces, más en pedir mucho que en esforzarse mucho. El camino está indicado. Pidamos mucho y colaboremos con nues‑ tro esfuerzo, seguros de una cosa: quien, por amor a Jesús, se empe‑ ña de hecho en luchar por la Santa Iglesia con la sencillez de la paloma y la sagacidad de la serpiente termi‑ na por convertirse en un gigante de la astucia, ante el cual los agentes del demonio quedan reducidos a la altura de unos enanitos. ¿Habrá mejor reparación que esa a los Sagrados Corazones de Jesús y de María? ² ROYO MARÍN, OP, Anto‑ nio. Teología moral para seglares. Madrid: BAC, 2012, v. I, p. 422. SAN JUAN PABLO II. Regina Cœli, 3/4/2005. Texto prepa‑ rado para esa ocasión, leído por el cardenal Sandri du‑ rante la Misa en sufragio del recién fallecido Papa. 7 Cf. CORRÊA DE OLIVEI‑ RA, Plinio. Conversación. São Paulo, 13/8/1989. Por sus mil gestos de afecto, de bienquerencia y fraternal amistad, pero sobre todo por la ardiente devoción a la Virgen Santísima que allí encontramos, el pueblo camerunés conquistó nuestros corazones. François Boulay S ituado en el litoral oeste del África Central, a Camerún se le conoce como el “Áfri‑ ca en miniatura”, en virtud de su notable diversidad geológica y cultural. Playas, desiertos, montañas, selvas y sabanas cubren un territorio de casi 500.000 km2. Su población de 22 millones de habitantes representa más de 200 grupos étnicos. En 1890 llegaron los primeros misioneros, los religiosos palotinos, y en la actualidad el país cuenta con 4,25 millones de católicos. Camerún es considerado un oasis de paz rodeado de turbulencias, pues sus fronteras limitan con varias nacio‑ nes envueltas en guerras, violencias y enfermedades. Paul Ede Ekpe, corres‑ ponsal y cooperador de los Heraldos en ese país, atribuye dicha estabilidad al hecho de haber sido consagrado a la Santísima Virgen desde los comienzos de su evangelización. Fruto del trabajo de dos cooperadores La manera como empezó el apos‑ tolado de los Heraldos del Evan‑ gelio en Camerún muestra cómo a veces el Espíritu Santo se sirve de pequeñas circunstancias para llevar a cabo sus planes. Hace catorce años un cameru‑ nés, profesor de alemán, Jean Isido‑ re Nkoto Eba, envió a la asociación una carta solicitando una remesa de algunas publicaciones. Después de otros muchos contactos epistolares se hizo coordinador de grupos del Apostolado del Oratorio de los He‑ raldos en la región donde vive, en las proximidades de la capital, Yaundé. Entonces monseñor João Scogna‑ miglio Clá Dias le propuso que in‑ gresara en las filas de la institución como cooperador y le invitó a que visitara la casa madre en São Paulo, Brasil, a fin de que recibiera la co‑ rrespondiente capa distintiva. Jean Isidore aceptó la propuesta, pero por diversas razones no pudo realizar el viaje. Así pues, le fue remitida la ca‑ pa por correo, la cual recibió con de‑ mostraciones de alegría y gratitud. Poco tiempo después entró en contacto con Paul Ekpe, un nigeria‑ Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 19 Fotos: Plinio Bosco Por las sendas del “África en miniatura” Nanga Eboko – Paul Epke, cooperador camerunés de los Heraldos, quiso que la imagen peregrina visitase su ciudad natal antes de recorrer las aldeas de la diócesis de Mamfe. Centenares de personas, entre ellas miembros del Apostolado del Oratorio, la esperaron a tres kilómetros del municipio y la llevaron en alegre procesión hasta la iglesia. no que reside en Camerún, quien también se hizo cooperador de los Heraldos. Los dos, que actuaban en conjunto, difundían las publi‑ caciones de la asociación, forma‑ ban y orientaban sucesivos grupos del Apostolado del Oratorio. Y aho‑ ra, después de catorce años de acti‑ vidades evangelizadoras, llegó allí la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María, portada por tres misioneros heraldos —dos canadien‑ ses y uno de la India— para hacerles una maternal visita a sus hijos came‑ runeses. ¡Por fin, había llegado! Un lamentable imprevisto nos aguardaba al desembarcar en el ae‑ ropuerto de Yaundé, el pasado 1 de octubre: a causa de un fallo de la compañía aérea, la imagen peregri‑ na ¡no había llegado! Nos estaban esperando el padre Samuel Tabeson —sacerdote de la 20 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 diócesis de Mamfe, donde sería rea‑ lizada la misión mariana—, Paul Ek‑ pe y una delegación de diez parro‑ quianos que habían ido para darnos la bienvenida. A pesar de la decep‑ ción por tremendo extravío, manifes‑ taron la alegría de recibir a los tres misioneros con canciones y bailes, ¡a medianoche, en pleno aeropuerto! Sin embargo, nos encontrábamos en una embarazosa situación: había sido programada la visita a la parro‑ quia de Nanga Eboko, donde reside el cooperador Jean Isidore, para el día 3; ahora bien, según los cálculos de los responsables, no existía nin‑ guna posibilidad de que la imagen de la Virgen llegara antes del día 4. El párroco y los feligreses, con enor‑ me tristeza, recibieron la noticia de que iríamos a hacer la visita, sí, pero no acompañados por ella. La Divina Providencia, no obs‑ tante, nunca abandona a los que pi‑ den con fe. La noche del 2 de octu‑ bre, a las 22 h, el P. Tabeson recibió una llamada del aeropuerto comuni‑ cándole que la imagen ¡había llega‑ do! Dando gracias a Dios, fuimos de inmediato en busca de nuestra ce‑ lestial acompañante. Imagínese, querido lector, la agradable sorpresa que se llevaron los fieles al día siguiente cuando nos vieron en los alrededores de su aldea con la sagrada imagen. Tan gran‑ de fue que estalló en expresiones de júbilo y entusiasmo casi incontrola‑ bles. Enseguida se formó una proce‑ sión que recorrió cerca de tres kiló‑ metros, con canciones y bailes. En la iglesia, tras haber rezado con muchí‑ simo fervor el Rosario, todos pudie‑ ron contemplar de cerca la maternal fisonomía de María y presentarle sus peticiones individualmente. Así fue la primera jornada misio‑ nera de los Heraldos del Evangelio en Camerún. Y ya desde el principio nos quedamos muy conmovidos con las incontables manifestaciones de fe y piedad que pudimos presenciar. La diócesis más reciente de Camerún La siguiente etapa de nuestro via‑ je era la misión organizada en Mamfe por nuestro cooperador Paul Ekpe y por el P. Tabeson. Erigida en 1999, Mamfe es la dió‑ cesis más reciente de Camerún. Su territorio abarca una gran región del sudoeste del país, la mayor parte de la cual está cubierta por las selvas del África Ecuatorial. El primer obis‑ po, Mons. Francis Teke Lysinge, en‑ frentó grandes dificultades, como la de andar cinco horas o más por ca‑ minos de tierra para llegar hasta al‑ gún pueblo. Por falta de carreteras pavimentadas, la comunicación con las localidades del interior se ve limi‑ tada durante las épocas de lluvia, es decir, seis meses del año. Y el obispo tiene que pasar por Nigeria para visi‑ tar algunas parroquias. A pesar de todos esos obstáculos, la diócesis de Mamfe cuenta actual‑ mente con 34.000 fieles, en una po‑ blación de casi 250.000 habitantes. Está dividida en 21 parroquias, cada una con varias comunidades. La visita de la imagen peregrina fue prepara con gran esmero. Alenta‑ das por una carta pastoral del prela‑ do, todas las parroquias se dispusieron a recibirla de la mejor manera posible. En la ciudad de Mamfe se veían carte‑ les anunciadores del evento. Numero‑ sas personas recorrían las calles con la imagen de la celestial visitante impresa en sus camisetas o en pañuelos. Entusiasmadas oraciones en medio de la noche “Mejor tres horas demasiado pron‑ to que un minuto demasiado tarde”.1 Esta conocida frase de Shakespeare no influencia para nada la vida coti‑ diana de los cameruneses, los cuales se dejan llevar más por un dicho po‑ pular: “El africano no espera la hora, ésta es la que espera al africano”. Gran novedad para nosotros —ca‑ nadienses muy propensos a la puntua‑ lidad— era ese concepto del african time. De él tuvimos la primera expe‑ riencia en la visita a la parroquia de San Juan Evangelista, de Fotabong. La llegada estaba prevista para las 16 h. Sin embargo, sucedió que algu‑ nos tramos del camino de tierra eran casi intransitables a causa del barro. Además, nos perdimos en el trayec‑ to... Para resumir, llegamos a las 23 h, tras inolvidables aventuras. Pues bien, a esas horas de la noche encontramos a un grupo de unas 300 personas que nos estaban esperando llenas de entu‑ siasmo. Al son de los tambores y a la luz de las velas, cantaban y bailaban, luciendo coloridos pompones, mien‑ tras sonaban las campanas. Allí esta‑ ban tres sacerdotes que nos acogieron con fraternal bienquerencia. Pero otra reconfortante sorpresa nos aguardaba. Sin la mínima mani‑ festación de queja a respecto del atra‑ so, los valientes parroquianos empe‑ zaron, con gran pompa, el programa de recepción de la imagen peregri‑ na: discursos de bienvenida y agrade‑ cimientos, seguidos de una procesión hasta la iglesia, rezando el Rosario en conjunto, un tiempo para oracio‑ nes individuales ante la imagen y, fi‑ nalmente, la solemne celebración de la Santa Misa, con cortejos, incienso, canciones de una afinada coral. Re‑ sultado: el reloj marcaba las dos y me‑ dia de la madrugada cuando se clau‑ suró la ceremonia litúrgica. Muy equivocado estaría el lector si piensa que después de ese mara‑ tón nocturno todos se entregaron a un prolongado descanso. En la Mi‑ sa dominical de las 9 h, el templo parroquial estaba abarrotado. Más admirable todavía: varios asisten‑ tes, según nos contó el padre Regi‑ naldo Owuuzi, eran de comunida‑ des que distaban de la iglesia matriz Fotabong – Dificultades enfrentadas durante el viaje hicieron que la imagen llegase al poblado cerca de media noche. Pero lo tarde de la hora no disminuyó el entusiasmo de los casi 300 fieles que la esperaban desde las 16 h y la recibieron a la manera africana: con bailes y tambores. Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 21 a más de dos horas de camino a pie. Por lo tanto, se habían marchado de la iglesia a las 2:30 h y no dudaron en regresar, andando más de cuatro horas, para estar de nuevo a los pies de la Reina de los Ángeles y de los hombres en la Misa de la mañana. Calurosa acogida en el poblado de Fontem Cada día llevábamos la imagen a una parroquia. Generalmente, era recibida por la población a la entra‑ da de la aldea, donde en una sencilla ceremonia el líder local la coronaba y hacía varias peticiones a la Virgen Santísima en nombre de todos. A continuación nos dirigíamos en pro‑ cesión hasta la iglesia, siempre con canciones y bailes; rezábamos juntos un Rosario y el acto de consagración de la parroquia a María; y, después de unos momentos de oración indi‑ vidual, empezaba la Santa Misa. Con pequeñas variaciones en el programa, según las peculiaridades lo‑ cales, llegamos a visitar 13 parroquias, 146 hogares y 9 instituciones. Una visita especialmente emocio‑ nante fue la realizada a la comunidad de Fontem, en una región rural muy pobre. Nos contó su historia un médi‑ co del Movimiento de los Focolares, el Dr. Alexander Maldonado, que vi‑ ve allí desde hace catorce años. La tribu Bangwa, que había si‑ do bastante numerosa, venía siendo diezmada por enfermedades. Más del 90% de los niños morían en el primer año de vida. Impotentes frente a tan terrible mal, esos africanos, con los pocos cristianos que había entre ellos, se preguntaban: “¿Por qué Dios nos ha abandonado?”. Y concluían: “Es porque no rezamos”. Entonces deci‑ dieron de mutuo acuerdo: “Recemos durante un año, tal vez Dios se acor‑ dará de nosotros”. Y oraron día tras día todo el año, pero al final nada ha‑ bía cambiado. Sin desanimarse, los cristianos dijeron al pueblo: “Dios no nos es‑ cuchó porque no rezamos lo sufi‑ ciente. ¡Recemos un año más!”. Y doce meses más de súplica... sin éxi‑ to. Luego llegaron a una triste con‑ clusión: “Somos demasiado malos; nuestras oraciones no valen delan‑ te de Dios”. Pero alguien propuso: “Hagamos una colecta, una recau‑ dación de dinero, y mandémosla al obispo para que haga rezar a una tri‑ bu más digna que la nuestra”. Conmovido, el obispo se interesó por el caso y les hizo una visita, pro‑ metiéndoles un hospital. Transcurri‑ dos tres años, llegaron algunos mé‑ dicos focolarinos y, en 1966, se puso la primera piedra del hospital. El pueblo de Bangwa vio en esto la res‑ puesta de Dios a sus súplicas. El Movimiento de los Focolares evangelizó la región de Fontem, has‑ ta entonces abandonada, fundó un hospital —María, Salud de África— y un colegio dedicado a la Sede de la Sabiduría. En ese lugar, la acogida a la ima‑ gen peregrina del Inmaculado Co‑ razón de María fue de las más ca‑ lurosas. Dificultades que hacen aumentar el fervor Es imposible narrar en el corto espacio de un artículo todas las ma‑ nifestaciones de fe y piedad del pue‑ blo camerunés, por no hablar de las incontables vicisitudes con las que nos topamos cada dos por tres. Por ejemplo, en la parroquia de Ekok, cerca de la frontera con Ni‑ geria, nuestro coche se atascó en un camino embarrado. El jefe de poli‑ cía nos mandó un vehículo para au‑ xiliarnos, pero éste también se atas‑ có. Sólo después de mucho esfuerzo, consiguiendo ayuda de todas partes, logramos llegar a la iglesia. Al pare‑ Fontem – La fe y la confianza de la tribu Bangwa obtuvieron como recompensa la creación del Hospital María, Salud de África (a la izquierda) y del Colegio Sede de la Sabiduría (derecha). La imagen fue recibida calurosamente en ambas instituciones. 22 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 1 2 3 4 7 6 5 7 8 9 10 Pueblos y aldeas – Durante diez días la imagen recorrió numerosas parroquias y comunidades rurales de la diócesis de Mamfe. A su llegada era recibida por un manifestativo conjunto de fieles y coronada por uno de los líderes de la comunidad (fotos 1 a 3). A continuación, había una procesión y visitas a las residencias e instituciones, estando siempre la imagen acompañada por un nutrido grupo de personas (fotos 4 y 5). Tanto la recepción en las capillas (foto 6) como en las residencias (foto 8) era siempre calurosa y bulliciosa. En algunos lugares se hacía entrega de nuevos Oratorios (foto 7). Los niños eran especialmente beneficiados por la maternal presencia de la imagen (fotos 9 y 10). Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 23 cer, en Camerún las dificultades au‑ mentan el fervor, porque la procesión de velas celebrada a continuación fue especialmente esplendorosa. Finalmente, llegamos a nuestro destino: Mamfe. El obispo diocesano, Mons. Andrew Nkea Fuanya, se en‑ contraba en Roma, pero su secretario, el padre Peter Paul Ibeagha, y el obis‑ po emérito, Mons. Francis Teke Ly‑ singe, nos recibieron con las mayores muestras de bienquerencia y nos hos‑ pedaron en la residencia episcopal. También en las parroquias, comu‑ nidades y otras instituciones de esa ciudad, no podía haber sido mejor la recepción a la celestial visitante, aco‑ gida en todos los sitios con manifesta‑ ciones de devoción y de filial cariño. Especialmente conmovedoras fue‑ ron las visitas a los colegios. Los niños de ese lejano rincón africano no tie‑ nen teléfono móvil, pocas veces ven la televisión y muy raramente acce‑ den a internet. Esto los ayuda a man‑ tenerse muy inocentes y preservados. Enseguida traban amistad con quien los trata con bondad. Como hay po‑ cos extranjeros en esa región, sobre todo en Mamfe, miraban curiosos a los misioneros y se acercaban a ellos con mucha candidez. Algunos niños incluso cantaban con simpatía una es‑ trofa que más o menos se traduce así: “¡Blanco, blanco, desde que mi ma‑ dre me dio a luz, nunca he visto un blanco!”. Conversando con los misioneros y conociendo la labor realizada por ellos, muchos jóvenes manifestaron el deseo de ser un día Heraldos del Evangelio. Los adultos nos pregun‑ taban con frecuencia sobre la posi‑ bilidad de instituir una comunidad en Mamfe. Siguiendo una pintores‑ ca tradición lugareña, una mujer nos ofreció un coco para que lo plantára‑ mos frente a la catedral, a la espera de que en el futuro nuevos misioneros heraldos vayan a recoger sus frutos. ¡Siempre quedará grabado en nuestros corazones! Pocos días después de nuestra lle‑ gada, Mons. Nkea Fuanya volvió de Roma, a tiempo para celebrar la Mi‑ sa de clausura de la misión, en la ca‑ tedral. En esa ocasión dirigió unas palabras de agradecimiento a la aso‑ ciación Heraldos del Evangelio y nos obsequió con algunos trajes tradicio‑ nales de la región. Por la noche fui‑ mos agradablemente sorprendidos con una sesión cultural, que constaba de piezas musicales y bailes, ofrecida por representantes de diversas tribus. Una cena con platos típicos cerraba el evento. Realmente nos sentimos par‑ te de la gran familia de la comunidad cristiana de Mamfe. Por sus trajes multicolores, sus canciones sencillas y piadosas, sus bailes alegres y pintorescos, sus mil gestos de afecto, de bienquerencia y fraternal amistad, por la candidez y sencillez de su modo de ser, pero sobre todo por su fe viva y ardiente devoción a la Virgen Santísima, por todo ello el pueblo camerunés nos encantó sobremanera. Y cuando, por fin, después de emocionantes despedidas, subimos al avión para el viaje de regreso, nos faltaban las palabras para expresar lo que teníamos en el corazón. Pre‑ senciamos algo conocido por poca gente en el mundo occidental, algo que nos tocó profundamente, pero que aún no sabemos explicitar. Qui‑ zá pudiera ser formulado de la si‑ guiente manera: “Excelente misión ésta, en la que los felices misione‑ ros recibieron tanto como dieron. En cierto sentido, tal vez un poco más...”. Con tales sentimientos, espera‑ mos, ansiosos, la próxima misión en África. ² 1 SHAKESPEARE, William. The Merry Wives of Windsor. Acto 2.º, Escena II. Liceo San Juan – Alumnos y alumnas del Instituto San Juan, en Nchang, rezaron el Rosario ante la imagen peregrina y la acompañaron con canciones y oraciones en el recorrido por las instalaciones de ese centro de enseñanza secundaria, uno de los más reputados de Camerún. 24 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 Llegada a Mamfe – Un largo cortejo precedido por una cruz procesional dio la bienvenida a la imagen en Mamfe, ciudad que da nombre a la diócesis, donde fue recibida con no menos solemnidad y alegría. Misa conclusiva – Monseñor Andrew Nkea Fuanya, obispo diocesano de Mamfe, volvió a tiempo de Roma para presidir la solemne Misa de clausura de la misión. Centenares de fieles llenaron la catedral para despedirse de la imagen. Seminario diocesano de Mamfe – El día 10, la imagen fue recibida en el seminario mayor Juan Pablo II. Los seminaristas la acompañaron hasta la capilla de la comunidad, donde rezaron el Rosario y, antes de acercarse a venerarla, escucharon una breve explicación de los misioneros. Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 25 Fotos: Rodrigo Gabriel de Sousa Brasilia – Tras un período de preparación orientado por los Heraldos del Evangelio, un centenar de feligreses de Fotos: Elton Moreira la parroquia de San Miguel Arcángel, liderados por su párroco, el P. João da Silva Residenia, se consagraron a la Virgen el pasado 11 de octubre. La Eucaristía fue concelebrada por el P. Mauro Sergio da Silva Izabel, EP. Leonardo Resende Gildenor de Farias Juiz de Fora – Del 2 al 9 de octubre, los Heraldos participaron en los diversos actos organizados en honor de la Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima, llevada desde Portugal. Entre ellos cabe destacar la procesión por las calles de la ciudad y la Eucaristía de bienvenida en la catedral, presidida por Mons. Gil Antonio Moreira. Maceió y Recife – Nuevos cooperadores de los Heraldos recibieron sus respectivas capas distintivas el pasado 22 de noviembre en Maceió (a la izquierda) y el 27 del mismo mes en Recife (a la derecha). Ambas ceremonias tuvieron lugar durante la Misa celebrada por el P. Celio Casale, EP. 26 Arautos do Evangelho · Janeiro 2015 Encuentro del Apostolado del Oratorio en Ourinhos l día 11 de octubre, los miembros del Apostolado del Oratorio del municipio brasileño de Ourinhos (inte‑ rior del estado de São Paulo), acogían fervorosamente a la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de Ma‑ ría a la entrada su ciudad, desde donde salieron en des‑ file con automóviles (foto 2) hasta la catedral del Señor Buen Jesús. Cuatro sacerdotes heraldos, acompañados por misioneros de la institución y un coro de cooperado‑ res inclusive, desarrollaron el programa de la bendecida “Tarde de alabanzas con María” realizada en el templo catedralicio (fotos 1 y 3), que incluía la Santa Misa, aten‑ ción de confesiones, y bendición e imposición de escapu‑ larios (foto 4). También hubo una presentación musical y una procesión de antorchas. 1 2 4 Fotos: Lucas Cordeiro de França 3 Fotos: Sérgio Miyasaki E Nova Friburgo – Mons. Edney Gouvêa Mattoso, obispo diocesano, inauguró la capilla del Colegio Heraldos del Evangelio de esa ciudad el pasado 14 de octubre (a la izquierda). En la parroquia del Santísimo Sacramento, en Cantagalo, hubo una Misa con entrega de tres Oratorios más a sus respectivos coordinadores (a la derecha). Janeiro 2015 · Arautos do Evangelho 27 Fotos: Nuno Moura Fotos: Indira Campos Portugal – A petición del Hogar ASAS, de Lisboa, misioneros de los Heraldos promovieron un momento de oración con la presencia de la imagen peregrina de la Virgen. Al son de canciones marianas, la imagen recorrió las dependencias de dicha institución para propiciarles a los ancianos la ocasión de rezarle muy de cerca. Colombia – La imagen peregrina visitó la Escuela de Policía Carlos Eugenio Restrepo, de Antioquia. Más de Fotos: César Reis setecientas policías participaron en el Rosario procesional y en la consagración de la escuela a la Virgen. La coronel Claudia Gutiérrez, directora del centro, coronó a la imagen al son de la orquesta de los Heraldos. España – Del 26 de octubre al 9 de noviembre, los Heraldos realizaron una misión mariana en la parroquia de la Inmaculada Concepción, de Benamejí, durante la cual fueron visitadas cerca de mil familias del municipio. Especialmente emocionantes fueron la procesión con antorchas y la Misa de despedida, que reunió a centenares de fieles. 28 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 1 Colombia: encuentros en Tocancipá tan sólo 20 kilómetros de Bogotá, el municipio de To‑ cancipá fue elegido por los Heraldos para levantar allí la nueva iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rosa‑ rio. Y aunque aún no está terminada, ya alberga numero‑ sos eventos. En noviembre se realizó un encuentro con los miem‑ bros del Apostolado del Oratorio, que congregó a cente‑ nares de personas en la Misa y las demás actividades (fo‑ tos 1 y 3). Al finalizar la Eucaristía dominical del día 9, presidida por el P. Timothy Ring, EP, el sacerdote fue ro‑ deado por los fieles para recibir su bendición (foto 2). Y el día 16 un grupo de sesenta y siete personas se con‑ sagraron a la Virgen en la celebración presidida por el P. Carlos Tejedor Ricci, EP. Con un extenso cortejo, for‑ mado por los nuevos consagrados, se iniciaba la celebra‑ ción (fotos 4 y 5). 3 2 5 4 Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 29 Fotos: Jesse Arce A La vida oculta de Jesús en Nazaret ¿Qué hizo el Señor en los años que transcurrieron hasta su Bautismo en el Jordán? ¿Cuáles fueron sus ocupaciones? Y, sobre todo, ¿qué sapiencial razón lo llevó a vivir entre los hombres durante tantos años sin manifestarles su divinidad? Lucas García Pinto L os Evangelios, luz perenne para los fieles hasta el final de los tiempos, no narran nada sobre la vida diaria en el hogar de la Sagrada Familia. Y pocos detalles nos transmiten acer‑ ca de los principales episodios de la infancia de Jesús, como la Presenta‑ ción, la adoración de los Reyes Ma‑ gos, la huida a Egipto o la pérdida y encuentro del Niño Jesús en el tem‑ plo. Únicamente San Lucas, después de contar esa escena, hace referencia a la vida oculta del Señor, resumién‑ dola en esta breve frase: “Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos” (Lc 2, 51). ¿Qué hizo Jesús en los años que transcurrieron hasta su Bautismo en el Jordán? ¿Cuáles fueron sus ocu‑ paciones? ¿Fue a alguna escuela? ¿Tuvo amigos? Sobre todo, ¿cuál fue la sapiencial razón que lo llevó a vi‑ vir entre los hombres durante tantos años sin manifestarles su divinidad? Éstas y otras muchas preguntas vienen siendo formuladas por la pie‑ dad de los fieles, desde los primeros años del cristianismo. Cabe saber si hay alguna respuesta para ellas... 30 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 Jesús no sólo era “hijo del carpintero”, sino también carpintero Él mismo En la casa de Nazaret, el jefe era San José Basándonos en diferentes pasajes de los santos Evangelios, podemos componer algunos aspectos de la vi‑ da de Jesús en Nazaret. Al principio de su vida públi‑ ca, vemos que era conocido como “Jesús de Nazaret, el hijo de José” (cf. Jn 1, 45; Lc 4, 22). En la sinago‑ ga de su ciudad natal, los judíos se preguntaban: “¿No es el hijo del car‑ pintero? ¿No es su madre María?” (Mt 13, 55). Y según San Marcos, los nazarenos lo conocían como “el car‑ pintero, el hijo de María” (Mc 6, 3). Por lo tanto, con base en las pala‑ bras de las Escrituras, sabemos que Jesús no sólo era “hijo del carpinte‑ ro”, sino también carpintero Él mis‑ mo. Hermosa lección de humildad y modestia. El Hombre Dios, que con un simple acto de voluntad po‑ dría crear cuantos universos quisie‑ se, ejerció una humilde profesión de trabajador manual. Más aún: en la casa de Nazaret, el “mayor se somete al menor”.1 María Santísima, venerada como Señora y Reina por todos los ángeles, obe‑ decía a su esposo y, por otra parte, ejercía su autoridad materna sobre el Hijo del Todopoderoso. Y San Jo‑ sé, aunque reconocía la superiori‑ dad insondable de María y la infinita de Jesús, mandaba y daba consejos a la Sabiduría eterna y encarnada. El evangelista San Lucas no deja nin‑ guna duda al respecto: Jesús “esta‑ ba sujeto a ellos”. Al hacerse hombre, fue “probado en todo, como nosotros, menos en el pecado” (Hb 4, 15), dejándonos un ejemplo a seguir (cf. 1 P 2, 21). Sin embargo, en un punto no se sometió a las contingencias humanas: no fre‑ cuentó ninguna escuela rabínica. En efecto, leemos en el Evangelio de San Juan: “Los judíos preguntaban Fotos: Gustavo Kralj / François Boulay Tres escenas de la infancia de Jesús: la Presentación en el templo, la Sagrada Familia en Nazaret y entre los doctores de la ley – Vitrales del Oratorio de San José, Montreal (Canadá), en el centro; y de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, Nueva Orleans (Estados Unidos) extrañados: ‘¿Cómo es éste tan ins‑ truido si no ha estudiado?’ ” (7, 15). Con ello, ¿por ventura quiso nuestro Redentor enseñar o al me‑ nos insinuar que los jóvenes no tie‑ nen que someterse a la disciplina ni aplicarse en el estudio? Por supues‑ to que no. Todos los hechos de su vi‑ da se deben contemplar consideran‑ do su deseo de hacer el bien a todos. Al oír la pregunta, antes referida, Jesús les respondió: “Mi doctrina no es mía, sino del que me ha en‑ viado” (Jn 7, 16). Si hubiese asistido a alguna clase de algún maestro de la ley, esta sublime afirmación per‑ dería algo de su fuerza frente a los judíos, especialmente los fariseos, los cuales darían poco crédito a sus enseñanzas, alegando que éstas las aprendió de un maestro humano. María y José, las criaturas más amadas por Dios Nos queda, ahora, hacer una re‑ flexión sobre la más interesante de las cuestiones planteadas al princi‑ pio de este artículo: ¿qué sapiencial razón llevó a Jesucristo a vivir entre Al hacerse hombre, Jesús fue probado en todo como nosotros los hombres durante tanto tiempo sin manifestarles su divinidad? De los seres creados, los que más reflejan a Dios son los dotados de inteligencia: ángeles y hombres. A todos el Creador los inunda con su amor. Y a los que más ama, les ha incumbido las misiones más excelsas y les ha concedido mayores dádivas. Ahora bien, entre las meras cria‑ turas, ninguna es tan amada por Dios como la Virgen María. Elegida des‑ de toda la eternidad para ser la Madre del Verbo Encarnado, en Ella, por así decirlo, agotó el Todopoderoso su ca‑ pacidad de adornar, enriquecer de do‑ nes, colmar de privilegios. La Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Es‑ posa del Espíritu Santo está incompa‑ rablemente por encima de todos los seres creados. Los ángeles y los hom‑ bres se regocijan en honrarla como su incontestable Reina y Señora. Por otra parte, la Santísima Tri‑ nidad quiso vincularle un esposo te‑ rreno como casto guardián de la Vir‑ gen y sustentador del Hijo de Dios. Y el varón elegido para tan sublime misión no podía ser desproporcional, en virginidad y santidad, a la San‑ ta Virgen de las vírgenes. Por con‑ siguiente, debemos reconocer que San José ocupa un lugar preeminen‑ te en el amor de Dios, inmediata‑ mente después de María Santísima. Considerando, pues, la predi‑ lección de las tres Personas divinas por esa santa pareja, bien podemos conjeturar que Jesús haya querido consagrar los treinta años de su vi‑ da oculta a la mayor santificación de María y de José, manifestándoles sólo a ellos su divinidad. ² 1 ORÍGENES, In Lucam Homilia XX (PG013, 1852). Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 31 San Basilio Magno Monje, teólogo y obispo Lucilia Lins Brandão Veas, EP Gustavo Kralj E San Basilio Magno, detalle de las Puertas Reales de la iglesia de San Nicolás – Museo Estatal Ruso, San Petersburgo Padre del monacato oriental, apodado “el Grande” por el eximio gobierno de su diócesis, San Basilio fue sobre todo llamado “Magno” por su defensa de la Santísima Trinidad, frente a la herejía arriana 32 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 l siglo IV de la era cristia‑ na podría ser descrito como un período de controversias teológicas. No obstante, fue una época áurea de la Iglesia, puesto que, precisamente por eso, surgieron eminentes figuras en la defensa de la fe, entre las cuales se encuentran tres insignes capadocios, cuyas vidas se entrelazan en esa cadena de oro de fidelidad: San Gregorio Nacianceno, San Gregorio de Nisa y su hermano San Basilio Magno, a quien le dedi‑ camos este artículo. Una familia de santos Nacido en Cesarea de Capadocia, en torno al año 330, Basilio perte‑ necía a una rica y noble familia cris‑ tiana. Pocos años antes de su naci‑ miento, la Iglesia había recibido de Constantino la libertad de cul‑ to, concluyendo así el período de las grandes persecuciones. Se cuen‑ ta que sus abuelos paternos forma‑ ban parte de los cristianos que, bajo el imperio de Diocleciano, tuvieron que refugiarse durante muchos años en unos bosques de la región, para sobrevivir sin renegar de la fe. Sus padres eran ejemplares en la práctica de las virtudes y de la caridad para con el prójimo, llegando a consa‑ grar parte de sus bienes a los pobres, enfermos y a los más necesitados. Tu‑ vieron diez hijos. Entre ellos, además de San Basilio, se destacan Macrina, Gregorio, obispo de Nisa, y Pedro, obispo de Sebaste, todos ellos eleva‑ dos a la honra de los altares. Durante la infancia recibió las primeras instrucciones religiosas de su abuela, también santa y de nom‑ bre Macrina.1 He aquí cómo él mis‑ mo describe su benéfica influencia: “¿Qué argumento sería más convin‑ cente para probar la autenticidad de nuestra fe, sino el hecho de que he‑ mos sido educados y guiados por esa bienaventurada mujer nacida en‑ tre vosotros? Me refiero a Macri‑ na, ilustre señora, de quien hemos aprendido las palabras del beatísi‑ mo Gregorio, el Taumaturgo, y to‑ do lo que ha sido recibido de una ininterrumpida tradición oral, que ella fielmente guardaba en su cora‑ zón. Forjaba nuestro tierno ánimo y lo iniciaba en las vías de la piedad”.2 Desde niño, Basilio revelaba po‑ seer un alma de fuego y un tempera‑ mento vigoroso, pero unido a la sua‑ vidad de trato, lo que marcará su trayectoria terrena, sobre todo cuan‑ Comunidad de jóvenes en Atenas Recibió las primeras letras en Ce‑ sarea, dirigiéndose después a Cons‑ tantinopla y a Atenas, importantes centros académicos de entonces. Es‑ tudió retórica y filosofía, sobresa‑ liendo entre los demás alumnos, de‑ bido a su rara capacidad intelectual y rectitud moral. En Atenas, encontró uno de los mayores tesoros de su vida: Grego‑ rio Nacianceno, de quien se hizo ín‑ timo y fiel amigo. Esta relación fue providencial, pues los animó a vi‑ vir íntegros en medio a las disolu‑ tas costumbres estudiantiles griegas, además de mantenerse firmes en la fe, porque no eran pocas las oca‑ siones en que hostilizaban a la reli‑ gión, tanto alumnos como profeso‑ res. “Atenas es pestífera para todo lo que atañe a la salvación del alma”,4 comentaría San Gregorio Naciance‑ no recordando aquellos años. Ironías, sarcasmos, preguntas in‑ sidiosas eran los métodos usados pa‑ ra ridiculizar la verdadera doctri‑ na e, infelizmente, no siempre los estudiantes cristianos estaban a al‑ tura para refutar las mentiras y ca‑ lumnias. En una de esas discusiones estudiantiles Gregorio conoció a Ba‑ silio. Molestos con la presencia de és‑ te, algunos compañeros, envidiosos de su talento y elocuencia, se acerca‑ ron a él y “lo asaltaron con preguntas más capciosas que educadas y suti‑ les, con la intención de derribarlo en el primer asalto”,5 recuerda San Gre‑ gorio Nacianceno. A pesar de todo, fue admirable su respuesta. “Cuan‑ do me di cuenta de la prodigiosa efi‑ cacia de la dialéctica de Basilio, me uní a él... Y, así, entre nosotros se en‑ cendió la llama de la amistad, que no fue simplemente una chispa, sino un faro alto y luminoso”.6 Unidos por el mismo ideal, am‑ bos trazaron un plan de vida: abs‑ tenerse de banquetes, de fiestas y otras tantas cosas, impregnadas aún de paganismo. Su ejemplo no tardó mucho en llevar a un signifi‑ cativo número de jóvenes, que tam‑ bién aspiraban a la perfección, a unirse a ellos. “A nuestro alrede‑ dor se había formado una comu‑ nidad de jóvenes nada desdeñable, los cuales tenían a Basilio como su preceptor y lo seguían, participan‑ do de su alegría”.7 Terminados los estudios en Ate‑ nas, resolvió regresar a Capadocia. Reproducción do asume la vida pastoral de la dióce‑ sis de Cesarea. Sin embargo, su fuer‑ te carácter no influenciaba a su salud, siempre frágil, a la que tuvo que dedi‑ car frecuentes cuidados a lo largo de la vida. “Con nosotros las enferme‑ dades suceden a las enfermedades”; “nuestra mala salud, que data de muy lejano tiempo y que no nos ha dejado todavía...”,3 escribía en sus cartas. De vuelta en Cesarea, su hermana Macrina no cesaba de exhortarlo a anhelar únicamente el Reino de los Cielos Santa Macrina, la Joven Catedral de Santa Sofía, Kiev Consigo se llevó no sólo un impor‑ tante caudal de ciencia, sino tam‑ bién el progreso en la virtud. Sus ho‑ rizontes se habían ensanchado, las disputas y los argumentos falaces que tuvo que refutar le hicieron co‑ nocer mejor la mentalidad del mun‑ do en el que vivía y que habría de enfrentar en defensa de la fe. Nulidad del mundo que pasa De vuelta en Cesarea, pasó por la terrible tentación de llevar una vi‑ da mundana y tranquila. Su fama se había propagado y sus conciudada‑ nos le ofrecieron una cátedra de re‑ tórica, lo que de buen grado aceptó. Lejos estaban de atraerle el pecado y la vida disoluta, pero no era nada fácil la vida a la que la Providencia lo llamaba. Y el instrumento divino que reavivó en su alma los deseos de perfección que surgieron cuando es‑ taba en Atenas fue su hermana Ma‑ crina. Impregnada de la firmeza de las vírgenes, cuyo velo había recibi‑ do, no cesaba de exhortarlo a la vida consagrada, a anhelar únicamente el Reino de los Cielos, a desapegar‑ se de los efímeros honores de este mundo y a oír la voz interior que lo convocaba a dedicarse a Dios. “Macrina —escribe su hermano, San Gregorio de Nisa— lo condu‑ jo con tanta rapidez hacia el objeto de la verdadera filosofía que, apar‑ tándose de la que el mundo adora, renunció a la gloria de la elocuencia para dedicarse por completo a una vida de pobreza y de laboriosidad”.8 Más tarde, el mismo San Basilio escribirá que había perdido casi toda su juventud en el estudio de la cien‑ cia mundana y parecía que las amo‑ nestaciones de su hermana lo habían despertado de un sueño profundo: “Con los ojos bien abiertos contem‑ plaba la admirable luz de la verdad, que ante mí emanaba del Evange‑ lio, como un sol naciente. Reconocí la nulidad de la sabiduría del mundo, que pasa y se desvanece”.9 Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 33 Tras esa conversión, recorrió Egip‑ to, Palestina y Siria a fin de visitar y conocer de cerca a los ascetas que allí vivían, con el deseo de llevar también una vida retirada, para lo cual se de‑ dicó más a la teología e inició el estu‑ dio de las Sagradas Escrituras. Nace el monacato oriental Obispo de Cesarea Llamado por Eusebio, obispo de su diócesis natal, para que lo auxi‑ Reprodução Cuando volvió a Cesarea pidió el Bautismo —según la costumbre de entonces, la de ser bautizados de adultos—, vendió parte de los bie‑ nes que poseía y empezó una vida de ermitaño en las cercanías del río Iris, en Annesi, en una de las propie‑ dades de su familia. Luego lo acom‑ pañó Gregorio Nacianceno, seguido por muchos otros. No llevaban una vida como la de los ascetas que ha‑ bía visitado, porque el deseo de Ba‑ silio era el de vivir en comunidad, dividiendo el día en períodos de es‑ tudios, trabajo, oración y sacrificios. Esta nueva forma de vida comu‑ nitaria religiosa dio origen a la insti‑ tución de los monjes basilianos, para los cuales redactó algunas prescrip‑ ciones ascéticas, hoy conocidas co‑ mo la Gran Regla y la Pequeña Regla, base del monacato oriental, que pos‑ teriormente acabó teniendo influen‑ cia sobre los monjes de Occidente. Inspirado en las enseñanzas evan‑ gélicas, San Basilio cimentó su obra en el amor a Dios y al prójimo. En sus reglas, después de enumerar las obligaciones de la vida común de to‑ do cristiano, exhortaba a los que son llamados a un mayor grado de per‑ fección: “Todo el que le apasione el celeste ideal de una vida angélica y que desee convertirse en compañe‑ ro de armas de los santos discípulos de Cristo, revístase de fuerzas para soportar las pruebas y entre valien‑ temente en la sociedad de los mon‑ jes. Desde el principio sé un hombre que no te dejes retener por los afec‑ tos de los parientes y tengas la fuerza de cambiar los bienes terrenales por los que no mueren”.10 Cinco años pasó San Basilio en la vida contemplativa. Tal vez pen‑ só que en ella transcurriría toda su existencia, pues el ideal monásti‑ co era lo que más anhelaba. Pero la Providencia le había destinado a otros caminos, en una época contur‑ bada por las herejías. El Concilio de Nicea no decía nada a respecto de la naturaleza y de la substancia de la tercera Persona de la Santísima Trinidad “El primer Concilio de Nicea” Fresco de la iglesia de Stavropoleos, Bucarest (Rumania) 34 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 liase, fue ordenado presbítero por él, y con su muerte Basilio fue elegido obispo de Cesarea para sucederlo. Hacía tiempo que era conocido por todos no sólo por su probidad y obras caritativas, como por su fidelidad a la ortodoxia, algo especialmente va‑ lioso en aquel contexto histórico, se‑ gundo período de la crisis arriana, la herejía más nefasta de ese tiempo. Amigos de las fórmulas ambi‑ guas, las cuales podrían ser interpre‑ tadas a su voluntad, los discípulos de Arrio seguían arrastrando con sus ideas a gran parte de los fieles. Divi‑ didos en tres facciones —herejes de‑ clarados, arrianos moderados y se‑ mi-arrianos—, su influencia era tal que San Basilio escribía a San Ata‑ nasio: “Toda la Iglesia se disuelve, como numerosos barcos en alta mar vagando sin rumbo, se chocan unos contra otros bajo la violencia de las olas. Un gran naufragio cuyo respon‑ sable es el mar en furia y también el desorden de los barcos, yendo unos contra otros, destrozándose mutua‑ mente. ¿Dónde hallaremos un piloto que esté a la altura de la situación y que sea lo bastante digno de fe como para despertar al Señor, a fin de que ordene a los vientos y al mar?”.11 Al ver que los herejes contaban con el apoyo del emperador, que se creía con derecho a intervenir en la esfera espiritual, muchos de los que eran fieles a la verdadera doctrina de la Iglesia contemporizaban, por mie‑ do a la persecución y al destierro. El mismo San Basilio fue censurado por las autoridades civiles, pero no cedió a sus solicitudes y se mantuvo impávido en la defensa de la fe. El emperador llegó a dividir la región de su diócesis, con el obje‑ tivo de coartar la acción del santo. Éste, no obstante, sagaz como era, se aprovechó de esa situación para crear dos nuevos obispados —Nisa y Sasima—, poniendo al frente de los mismos a su hermano Gregorio y a su amigo del mismo nombre. Una sola esencia, en tres Personas divinas Apodado “el Grande”, aún en vida Reproducción Las controversias teológicas San Basilio pasó nueve años con los arrianos giraban, sobre a la cabeza de la Iglesia de Ce‑ todo, en torno de la divinidad sarea y, aparte de sus pugnas del Hijo y del Espíritu Santo. El doctrinarias, su labor de pas‑ Concilio de Nicea afirmaba la tor fue infatigable, ejerciendo divinidad y la consubstanciali‑ numerosas obras de caridad: dad de la segunda Persona de la acogió a los pobres, exhortó a Trinidad con el Padre, susten‑ los ricos en la caridad fraterna, taba la verdadera humanidad y continuó promoviendo la vi‑ divinidad del Verbo Encarnado da monástica, fundó un hospi‑ y proclamaba la fe en el Espíri‑ tal conocido como Basiliades, tu Santo. Sin embargo, no decía aunó esfuerzos en época de nada a respecto de la naturale‑ carestía para mitigar la situa‑ za y de la substancia de la ter‑ ción penosa por las que pasa‑ cera Persona, y no definía los ba su diócesis, además de mu‑ términos substancia, persona y chas otras que, junto con toda naturaleza, usados para defen‑ su actividad apologética, le va‑ der la divinidad del Hijo, térmi‑ lieron el apodo de “el Grande”, nos estos que eran susceptibles aún en vida. San Basilio y su doctrina permanecen a diversas interpretaciones. “Al resto de los hombres se vivos en el firmamento de la Iglesia, Hombre de un profundo es‑ los elogia a fuerza de exage‑ iluminándola como un sol de fidelidad píritu de piedad, contemplati‑ raciones; pero, en lo que res‑ Icono del s. XVII representando a San Basilio vo y varón de gran unión con pecta a los justos, la simple Magno, San Juan Crisóstomo y San Gregorio Dios, Basilio consiguió definir verdad de sus acciones bas‑ Nacianceno - Museo Histórico de Sanok (Polonia) la diferencia entre los térmi‑ ta para mostrar la abundancia nos griegos usados, haciendo com‑ origen o una esencia diferente del de sus méritos”.13 Esta frase, pro‑ prender que en Dios hay una sola Padre y del Hijo. nunciada por San Basilio a res‑ esencia y tres Personas. Y que, por Por consiguiente, su mayor méri‑ pecto de San Gordio, mártir, pue‑ tanto, el Padre, el Hijo y el Espí‑ to consistió en aclarar la terminolo‑ de ser aplicada perfectamente a él ritu Santo son un único Dios. En gía teológica trinitaria, completando mismo. Entregó su alma a Dios el su Tratado sobre el Espíritu San- el terreno de la ortodoxia católica primer día de enero del 379 y, no to,12 proclamó la divinidad de la de Nicea, sin dejar margen a poste‑ obstante, en cierto modo podemos tercera Persona y su igualdad con‑ riores interpretaciones heréticas y decir que no ha muerto y que per‑ substancial con el Padre y el Hijo; contribuyendo a la futura definición manece vivo en el firmamento de y mostró que las fórmulas con, en del Símbolo Niceno-Constantinopo‑ la Iglesia, iluminándola como un quien, para quien, por quien, usa‑ litano, promulgado en el Concilio de sol de fidelidad, en un perpetuo y das al mencionarse al Espíritu Constantinopla, algunos años des‑ fiel ejemplo de amor a la verdad y a Dios. ² Santo, no suponen que Él tenga un pués de su muerte. 1 2 3 Para diferenciarlas, a la abue‑ la el Santoral la llama “la Mayor” o “la Anciana” y a la nieta “la Joven”. São Paulo: Paulus, 2005, pp. 12-13. 4 SAN BASILIO MAGNO. Carta 204, apud ANGELI, Antonio. Basilio di Cesarea. Milano: Àncora, 1968, p. 19. SAN BASILIO MAG‑ NO. Cartas 200; 201, apud QUINTA, Manoel (Ed.). Basílio de Cesareia. 2.ª ed. SAN GREGORIO NACIAN‑ CENO. Eiusdem Basilii Scholia ad orationem funebrem in Cæsarium fratrem, apud ANGELI, op. cit., p. 25. 5 Ídem, p. 23. 6 Ídem, ibídem. 7 Ídem, pp. 25-26. SAN GREGORIO DE NI‑ SA. De vita S. Macrinæ virginis, apud ANGELI, op. cit., pp. 31-32. 8 SAN BASILIO MAGNO, apud ANGELI, op. cit., p. 32. 9 10 SAN BASILIO MAGNO. Del renunciamento del mundo y de la perfección espiritual. In: RIVIERE, Jean. San Basilio, Obispo de Cesarea. Madrid: M. Agui‑ lar, 1930, pp. 268-269. 11 SAN BASILIO MAGNO. Carta 82, apud QUINTA, op. cit., pp. 81-82. 12 Cf. SAN BASILIO MAG‑ NO. Liber de Spiritu Sancto: MG 32, 67-218. 13 SAN BASILIO MAGNO. In Gordium martyrem. Homilia XVIII, n.º 1: MG 31, 491. Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 35 La palabra de los Pastores Tiempo de acoger el Reino de Cristo La fe nos trae una gran esperanza: al final de todo, está Cristo, Salvador de la humanidad. También está con nosotros ahora y nos acompaña en el camino de la vida. Cardenal Odilo Pedro Scherer Arzobispo de São Paulo, Brasil I – El Reino de Dios, supremo bien del hombre La solemnidad litúrgica de Jesu‑ cristo Rey del Universo en la clausu‑ ra del Año litúrgico, nos lleva a fijar‑ nos en lo que concierne al profundo futuro de Dios. Al final de nuestra vida, ¿qué habrá más? Al final del peregrinar del pueblo de Dios por la Historia, ¿qué habrá aún? ¿Qué quedará de todos los proyectos hu‑ manos al final de todo? Él es nuestro Rey, Señor y Juez La fe cristiana nos dice que exis‑ te una gran promesa, una esperan‑ za segura, el desenlace redentor de toda realidad humana transitoria y frágil: al final de todo, está Cris‑ to, Salvador de la humanidad, que también ya está con nosotros ahora y nos acompaña en el camino de la vida. Con el título de Señor, o el de Rey, afirmamos con San Pablo que Dios entregó todas las cosas en las manos de Cristo Salvador, para que restaure la obra de sus manos, caí‑ da y corrompida por el pecado del hombre, y le restituya la gran digni‑ dad que el Creador le ha dado. Al final, todas las cosas esta‑ rán sometidas al señorío de Cris‑ 36 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 to, Señor del mundo y Señor de la Iglesia; aquello que está someti‑ do a la ley del pecado, será resca‑ tado y dignificado por el don de la Redención; incluso la muerte será vencida y habrá vida para siempre (cf. 1 Co 15, 20-26). Sin embargo, esto no ocurrirá sin la libre participación del hombre: “Dios, que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti”, decía San Agus‑ tín. En el domingo de Cristo Rey, la Iglesia proclama el Evangelio del gran juicio (cf. Mt 25, 31‑46); Aquel que es nuestro Señor y Rey del uni‑ verso también es nuestro Juez. A Él hemos de rendir cuentas de nuestra vida, del bien o del mal que haya‑ mos practicado. Jesús hace hinca‑ pié en el “examen” que tendremos que hacer sobre la práctica de las obras de misericordia para con el prójimo: “cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicis‑ teis” (Mt 25, 40). Tenemos todo el tiempo de la vi‑ da para prepararnos bien para ese gran y definitivo encuentro con Je‑ sús, el Rey Salvador. No caben excu‑ sas de última hora, porque Él mismo nos ha prevenido sobre nuestra ren‑ dición de cuentas. Cada día, tene‑ mos la oportunidad de practicar las obras de misericordia esperadas por el gran Juez. Estar con Dios es la felicidad completa del ser humano La solemne fiesta de Cristo Rey nos conduce a reflexionar sobre la realidad del Reino de Dios, o tam‑ bién Reino de Cristo. ¿Qué clase de realidad es ésa? Alguien se pregun‑ tará si merece la pena esperar por el Reino de Dios, si eso trae esperanza o alguna compensación. Con nues‑ tra mentalidad inmediatista y utili‑ taria, queremos tener la certeza de lo ventajoso, antes de lanzarnos en algún proyecto o esfuerzo... ¡Es seguro que habrá ventajas! San Pablo, más de una vez, nos en‑ seña que “Dios será todo en todos” (1 Co 15, 28). Tener a Dios como su‑ premo bien no es poca cosa. Es la realización plena de todos nuestros anhelos más profundos. Estar con Dios es la felicidad completa del ser humano. El Reino de Dios consis‑ te, por tanto, en ese estar con Dios y saciar para siempre la incontenible sed de plenitud y de felicidad que llevamos en el corazón. “El Reino de Dios ya está en medio de vosotros” II – Los cristianos laicos: discípulos del Reino de Cristo El Reino de Cristo y de Dios está hecho únicamente de cosas buenas: “Reino eterno y universal: el rei‑ no de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz” (Prefacio de la Misa de Cristo Rey). El Reino de Dios, por tanto, es la realización inequívoca de la justicia, del amor y de la paz, que no se logra plenamen‑ te en este mundo. ¡Sería impensable que el odio y la violencia, el mal y la injusticia, la prepotencia y la false‑ dad tuvieran la última palabra sobre nuestra existencia! El Reino de Dios se hace pre‑ sente ya en este mundo cuando tie‑ ne lugar la lucha y la victoria contra el “antirreino”; Jesús nos enseñó: “el Reino de Dios ya está en medio de vosotros” (Lc 17, 21), y que “sufre violencia” (cf. Mt 11, 12) e incluso re‑ chazo. Por consiguiente, esta vida es el tiempo de acoger el Reino de Cris‑ to y de Dios, adhiriendo a los bienes y valores del Reino de Dios. Aquí se decide la suerte del gran juicio final. Artículo publicado en “O São Paulo”, 26/11/2014 Traducción: Heraldos del Evangelio La solemnidad de Cristo Rey, en Brasil, también es conmemorada co‑ mo el Día del Laico. Los laicos son todos los bautizados, que sin ser sa‑ cerdotes ordenados o miembros de congregaciones o institutos de vida consagrada, forman el inmenso pue‑ blo de Dios que es la Iglesia. Llamados a crecer en la vida cristiana Misioneros en medio del mundo Por lo tanto, los bautizados son lla‑ mados a abrazar en todo el Reino de Dios, siempre teniendo delante de sí el Reino de Dios, como referencia y criterio supremo para todo lo que ha‑ cen y piensan: “Buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura” (Mt 6, 33). Los cristianos laicos y laicas son los misioneros de Reino de Dios en medio del mundo, donde viven, tra‑ bajan, se relacionan y ejercen sus múltiples responsabilidades. ¡Que el Espíritu de Cristo los ilumine y for‑ talezca en su misión! ² Folleto litúrgico “Povo de Deus em São Paulo”, 23/11/2014 Traducción: Heraldos del Evangelio Helena Ueno Los bautizados en Cristo (“sumer‑ gidos” en Cristo) han sido agraciados por los dones de la salvación y de la vi‑ da nueva, que Dios concede a todos los que acogen en la fe a su Hijo Jesu‑ cristo. Se convierten, pues, en discípulos del Reino de Cristo y de Dios. Todos los bautizados, mientras vi‑ ven en este mundo y esperan la rea‑ lización plena de las promesas de Dios, son partícipes de la misión que Jesucristo ha confiado a su Iglesia: “seréis mis testigos” (cf. Hch 1, 8). Por eso llevan el nombre de cristianos, para identificarse con Cris‑ to; para participar en la misión de anunciar a todos el Evangelio, de muchas maneras. También están lla‑ mados a conformar su propia vida a las enseñanzas del Evangelio de Cristo y a crecer en la vida cristiana, para producir los frutos de la fe. El Papa Francisco, en la exhorta‑ ción apostólica Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio, n.º 180), nos re‑ cuerda que la vida cristiana no se re‑ sume a una serie fragmentada de “buenas obras”, sino en abrazar la “propuesta del Reino de Dios”: en otras palabras, en convertirse en discí‑ pulos del Reino de Dios (cf. Lc 4, 43). Mons. Odilo Pedro Scherer en dos eventos recientes: con el cardenal Claudio Hummes y el Nuncio Apostólico, Mons. Giovanni d’Aniello, en la Misa por su 65 cumpleaños; y ordenando a seis nuevos presbíteros en la catedral de São Paulo, el pasado 6 de diciembre Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 37 ¿Sabía usted... ...cuál es la oración más antigua a la Madre de Dios que se conoce? L a antífona Sub tuum præsidium, cantada por la Santa Iglesia en la Liturgia de las Horas y rezada por nu‑ merosos fieles en diversas ocasiones: “Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nues‑ tras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!”. Incluida desde tiempos inmemo‑ riales en los ritos ambrosiano, cop‑ to, sirio y armenio, su antigüedad fue confirmada en la primera mitad del siglo XX, cuando encontraron en Egipto un papiro del siglo III que contenía el original griego de esa ex‑ presiva plegaria. A la Virgen María, no obstante, aunque desempeña un elevadísimo papel en la Redención, se la mencio‑ na muy poco en el Evangelio. Pero dado que éste se difunde por toda la tierra, surge espontáneamente en el corazón de los fieles la súplica a la Madre de Dios, eficaz amparo para su peregrinación terrena. El comienzo de la oración recoge los ecos de la versión griega de la Bi‑ blia y asocia a la Virgen la capacidad protectora que el salmista le atribu‑ ye a Dios: “a la sombra de tus alas es‑ cóndeme” (Sal 16, 8). Y la fórmula “antes bien, líbranos siempre de todo peligro” evoca la petición que se ha‑ ce en la oración dominical: “mas lí‑ branos del mal”. Como tantas otras preces litúrgicas antiguas, Sub tuum præsidium se des‑ taca por su noble sencillez y su conci‑ sión, aliadas a una saludable espon‑ taneidad. Según algunos estudiosos, esta manera de implorar con apremio la protección de la Virgen María indi‑ ca que los cristianos se encontraban en situación de persecución, quizá la de Valeriano o la de Decio. Otro dato digno de mención: an‑ te el inminente peligro, los cristia‑ nos del siglo III buscan la protección bajo el manto de la Santísima Vir‑ gen. Con ello demuestran que eran conscientes de que Ella oía y aten‑ día sus peticiones y tenía poder pa‑ ra socorrerlos. Finalmente, Sub tuum præsidium es una incuestionable prueba de la antigüedad de la devoción a Ma‑ ría, bajo la advocación de Madre de Dios. ...que Santa Teresa fue enterrada once días después de su muerte? anta Teresa de Jesús murió en Al‑ ba de Tormes, España, el 4 de oc‑ tubre de 1582 y fue enterrada el día 15. ¿Cuál es el motivo de esa demora? ¿Qué pasó a lo largo de esos once días? En realidad, no hubo ningún retra‑ so. Resulta que precisamente al día si‑ guiente de la muerte de la gran doc‑ tora de la Iglesia, entraba en vigor la reforma promulgada por el Papa Gre‑ gorio XIII, por la que se sustituía el calendario juliano, establecido por el emperador Julio César, por el calenda‑ rio gregoriano, vigente hasta hoy día. En efecto, errores acumulados a lo largo de los siglo habían pro‑ ducido un desfase de diez días en‑ tre la fecha que marcaba el calen‑ dario y la fecha real, definida por la posición de la Tierra con respecto al Sol. Para subsanar dicho fallo, Gre‑ 38 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 Francisco Lecaros S Celda donde murió Santa Teresa Monasterio de la Anunciación, Alba de Tormes (España) gorio XIII constituyó una comisión formada por los mejores astrónomos de la época, la cual propuso la supre‑ sión de diez días del calendario ofi‑ cial. Entonces el pontífice decidió que en octubre de 1582 se pasase di‑ rectamente del día 4 al día 15. Así se hizo, y Santa Teresa, que murió el 4, fue enterrada al día si‑ guiente... el 15. ² “Dios existe y la prueba es el uni‑ verso”. La afirmación forma par‑ te de la respuesta del físico Antoni‑ no Zichichi, presidente de la World Federation of Scientists, al oncólo‑ go Umberto Veronesi, quien afirma en su libro Il mestiere di uomo que, “despues de Auschwitz, el cáncer es la prueba de que Dios no existe”. Refutando las opiniones de Ve‑ ronesi, Zichichi recuerda en la edi‑ ción online de Il Giornale, del 18 de noviembre, que “la ciencia nunca ha descubierto nada que negase la exis‑ tencia de Dios. Por lo tanto, el ateís‑ mo no es un acto de rigor lógico teó‑ rico, sino una acto de fe en la nada”. Y añade: “El ateísmo, partiendo de la existencia de todos los dramas que afligen a la humanidad, sostiene que, si Dios existiese, dichas tragedias no podrían existir. Cristo es el símbolo de la defensa de los valores de la vi‑ da y de la dignidad humana. Que sea Hijo de Dios es un asunto que se re‑ laciona con la esfera transcendental de nuestra existencia. Negar la exis‑ tencia de Dios, no obstante, equivale a decir que no existe el autor de la ló‑ gica rigurosa que rige el mundo”. La Biblioteca Nacional de Austria inaugura una exposición sobre los ángeles Ángeles. Mensajeros celestiales en los escritos antiguos, éste es el título de una exposición inaugurada el 20 de noviembre en la Biblioteca Nacional de Austria, en Viena. Consta de 60 infocatolica.com Nuevo prefecto de la Congregación para el Culto Divino El pasado 23 de noviembre se hizo público el nombramiento del nuevo prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cargo que es‑ taba vacante desde el 28 de agosto de 2014, cuando el cardenal Anto‑ nio Cañizares Llovera fue nombra‑ do arzobispo de Valencia. Para sustituir al purpurado espa‑ ñol, el Papa Francisco eligió al car‑ denal Robert Sarah, hasta entonces presidente del Pontificio Consejo Cor Unum. Nacido el 15 de junio de 1945, el prelado guineano fue arzo‑ bispo metropolitano de Conacri y secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacra‑ mentos tiene por misión velar por to‑ do lo que se relaciona con la promo‑ ción y el reglamento de la liturgia, especialmente en lo referente a la preparación y celebración de la Eu‑ caristía y de los demás sacramentos. infocatolica.com Negar la existencia de Dios no es científico ilustraciones hechas a lo largo de más de 500 años, entre las cuales cabe des‑ tacar la del arcángel San Gabriel que figura en la escena de la Anunciación en el Evangeliario de Luitold, escri‑ to e ilustrado en torno al año 1170. Otras obras famosas son los siete án‑ geles músicos de Albrecht Dürer, di‑ bujados en 1496, y el Libro de Oracio‑ nes de Glockendon, del siglo XVI. El evento comenzó el 19 de no‑ viembre con una conferencia de prensa presidida por el párroco de la catedral, el P. Toni Faber, junto con la directora general de la Biblio‑ teca, la Dra. Johanna Rachinger, y la ministra de Educación y de la Mu‑ jer, Gabriele Heinisch-Hosek. La exposición estará abierta hasta el 1 de febrero. Monseñor Walmor reinaugura la capilla de la cárcel de Belo Horizonte El 4 de noviembre, el arzobispo metropolitano de Belo Horizonte (Brasil), Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, presidió la Misa de reinau‑ guración de la capilla de San Dimas, de la prisión José María Alckmin. La reforma de la misma fue inicia‑ da a petición de los propios presos, y los trabajos de restauración estuvieron orientados por la Pastoral Penitencia‑ ria de la arquidiócesis. Voluntarios de la parroquia de Nuestra Señora de la Misericordia, de Ribeirão das Neves, se encargaron de reunir el material necesario —cemento, pintura, cañe‑ rías, muebles— y se turnaron, con la ayuda de algunos presos, para renovar por completo ese lugar de oración du‑ rante tres meses. En la Misa de reinauguración es‑ tuvieron presentes presos, agentes de pastoral, fieles de la parroquia y fun‑ cionarios del sistema carcelario. En su homilía, Mons. Oliveira de Azevedo agradeció y destacó la importancia del trabajo, la buena disposición, la convi‑ vencia, unidad y comunión entre to‑ dos los participantes. Una aplicación catequética para niños La Asociación Católica Peque‑ ñitos del Señor, de Campinas (Bra‑ Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 39 nzcatholic.org.nz sil), ha ideado un método virtual de evangelización para niños, uti‑ lizando smartphones y tablets. Me‑ diante una aplicación gratuita para sistemas Android e IOS, los chicos pueden usar juegos, aprender ora‑ ciones, oír o leer historias sagradas y completar dibujos de personajes bíblicos, entre otras posibilidades. Presentará actualizaciones mensua‑ les, introducidas por personajes co‑ mo Rebeca, Sara, Lía, San Pedro, San Mateo y San Lucas. Raquel Abdalla, presidenta del proyecto, explica: “Hay que estar ac‑ tualizados y si el mundo de los más pequeños hoy es virtual, que tam‑ bién lo sea una de las formas de evangelizar, ¿por qué no?”. Más in‑ formación se puede consultar en www.pequeninosdosenhor.org. Las píldoras de Fray Galvão curan en Nueva Zelanda La devoción por las píldoras de Fray Galvão, extendida por todo Brasil, llegó a Nueva Zelanda de ma‑ nos de Jane Videtta cuando, junto con un grupo de fieles de Auckland, fue a Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Estando de visita en la iglesia de Fray Galvão, en Guaratinguetá, una monja se le acer‑ có y le entregó un pequeño paquete con las famosas píldoras. Descono‑ ciendo de qué se trataba y temien‑ do problemas con las autoridades aduaneras a la salida del país, pensó en deshacerse de ellas en la primera oportunidad, pero terminó olvidán‑ dose de ellas y sólo las descubrió a su regreso a Auckland. En octubre del año pasado, una amiga de Jane, Ilse Hanekomhull, 40 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 enfermó de sarcoma, y los médicos le dieron un año de vida. Fue la ocasión para darle las píldoras, junto con una novena al santo brasileño. A pesar de que la enferma no era católica, acep‑ tó inmediatamente a tomar una por día y a rezar la novena, mientras un grupo de oración, el Meadowbank Catholic Youth Group, rezaba espe‑ cialmente por ella. Poco después el médico constató que el cáncer ha‑ bía desaparecido. “Su fisonomía era impagable”, afirmó Ilse, que se con‑ virtió en una fervorosa propagandis‑ ta de la devoción a San Antonio de Sant’Ana Galvão. El origen de las píldoras forma parte de los admirables aconteci‑ mientos de la vida del santo. Com‑ padecido con los sufrimientos de un joven, causados por cálculos vesica‑ les, el santo escribió en un pequeño pedazo de papel: “Después del par‑ to, oh Virgen, permanecisteis intac‑ ta. Madre de Dios, interceded por nosotros”. A continuación, lo dobló en forma de píldora y se lo entregó al joven que, inmediatamente des‑ pués de tragarse el “medicamento”, sanó de su enfermedad. Un documental presenta al Vaticano en 3D Un documental de setenta mi‑ nutos estrenado en noviembre en Gran Bretaña hace un recorrido en 3D por los Museos Vaticanos, usan‑ do las técnicas de filmación más mo‑ dernas. El resultado, según los críti‑ cos, es fascinante. La película fue proyectada en 250 salas de cine de Inglaterra e Irlanda y atrajo a numerosísimos espectado‑ res, como informa el diario The Telegraph del 18 de noviembre. Dentro de los 54 ambientes que el documen‑ tal presenta, el público puede admi‑ rar las obras maestras de Giotto, Caravaggio, Rafael y Leonardo da Vinci, entre otros. Cámaras de al‑ ta definición, aliadas al efecto tri‑ dimensional, permiten apreciar los detalles de las salas y galerías de una forma totalmente inédita. Sin embargo, la cámara, subra‑ ya el diario, no puede sustituir una peregrinación a Roma. No hay nada que se compare a “estar de pie jun‑ to a esas obras de arte, rodeado por otros peregrinos, en un contexto que tiene algo de museo y algo de lugar de oración, y sencillamente dejarse impregnar por el ambiente... sin ne‑ cesidad de gafas 3D”. 500 años de fe cimentada con sangre y lágrimas Los cinco siglos de presencia de la Iglesia Católica en Birmania/Myan‑ mar fueron conmemorados por mi‑ les de católicos en Rangún (también conocida como Yangón) con tres días de festividades, desde el viernes 21 de noviembre. El cardenal Oswald Gracias, ar‑ zobispo de Bombay, India, presidió como legado pontificio la ceremonia de apertura en la catedral de Santa María, durante la cual afirmó: “Hoy no sólo es un día de gran alegría y de festividades, sino un día de reflexión sobre lo que podemos hacer o no; cuánto de nosotros mismos pode‑ mos dedicar al Evangelio; cómo po‑ demos transformar la sociedad y có‑ mo podemos servir mejor al pueblo de Myanmar”. Por su parte, el arzobispo de Ran‑ gún, Mons. Charles Maung Bo, sa‑ ludó al legado pontificio afirmando que “la pobreza y la persecución, in‑ cluso la muerte, han ido al encuen‑ tro de nuestro pueblo, pero nunca se desalentó en testimoniar su fe”. Y agregó: “La fe que ha sido cimen‑ Valencia celebra una Misa votiva en honor del Santo Cáliz l mítico Santo Grial, origen de numerosas leyen‑ das, existe de hecho y su realidad transciende todos los mitos e historias de los literatos: está iden‑ tificado con la copa usada por Jesús en la Última Cena y, según una tradición bien consolidada, se en‑ cuentra en la catedral de Valencia, España. Siendo arzobispo de esa diócesis, Mons. Carlos Osoro Sierra había pedido a la Santa Sede que ins‑ tituyera una liturgia especialmente dedicada a hon‑ rar la preciosa reliquia. Así surgía la Misa votiva del Santo Cáliz, cuyo texto fue aprobado en agosto por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El pasado 30 de octubre, fiesta del Santo Cáliz, la Misa fue celebrada por primera vez por el nuevo arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, con la presencia del cabildo catedralicio completo y la mayor parte de los 4.000 miembros de la Cofradía del Santo Cáliz. Durante la homilía, el purpurado subrayó la im‑ portancia de la reliquia para la ciudad, porque ésta tiene la “responsabilidad muy singular de que la Eu‑ caristía sea, muy visible, centro y vida de toda nuestra tada con lágrimas y sangre nos une hoy en día en todos los rincones de Myanmar”. Con cerca de 750.000 católicos, Birmania posee un gran celo misio‑ nero y continuamente envía presbí‑ teros y religiosos a otros países. El Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana inicia su año académico En la apertura del año académico del Pontificio Instituto de Arqueolo‑ gía Cristina, que tuvo lugar el 5 de noviembre, el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Pa‑ rolin, recordó una verdad frecuen‑ temente olvidada: la riqueza cultu‑ ral y artística de Europa se debe en gran medida a la Iglesia Católica. Y cofradiasantocaliz.es E El cardenal Cañizares durante la homilía; a la derecha de la foto se puede ver el Santo Cáliz arquidiócesis”. Y añadía: “Para nosotros es una ale‑ gría y al mismo tiempo una responsabilidad el estar tan estrechamente vinculados a este vaso sagrado y a este misterio de la fe”. Además de la fiesta anual, la arquidiócesis de Va‑ lencia podrá celebrar cada quinquenio un Año San‑ to Jubilar. lo que se dice de Europa, con ma‑ yor razón se aplica a Roma, ya que gracias a la Iglesia la Ciudad Eterna “conserva un patrimonio inestima‑ ble de monumentos arquitectónicos y artísticos, rasgos aún bien visibles de su milenaria historia”. Fundado en 1925 por el Papa Pío XI, el Pontificio Instituto de Ar‑ queología Cristiana es una prue‑ ba del “cuidado que la Sede Apos‑ tólica ha demostrado siempre” por el asunto. Durante el acto, fue dada una visión general de los 89 años del aprovechamiento académico, las pe‑ culiaridades de las colecciones con‑ servadas y las numerosas obras de arte, así como la historia de su bi‑ blioteca con cerca de 50.000 volú‑ menes. “El amor al prójimo y el testimo‑ nio de los mártires, pero también el arte, se han convertido en una prue‑ ba irrefutable de la vitalidad y de la belleza de la fe cristiana y argumen‑ tos de gran valor en vista de su cre‑ dibilidad”, añadió el cardenal Paro‑ lin, demostrando la importancia del trabajo de dicho Instituto Pontificio. Además del Secretario de Esta‑ do, también participó en el acto el cardenal Domenico Calcagno, presi‑ dente de la Administración del Pa‑ trimonio de la Sede Apostólica. Hallan en Palestina la tumba de San Esteban Veinte siglos después de que San Esteban fuera apedreado en Je‑ rusalén, el arqueólogo palestino Sa‑ Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 41 lah Hussein al Hudeliyya afirma que ha identificado la sepultura del pri‑ mer mártir cristiano en el sitio ar‑ queológico de Khirbet El Tireh, muy próximo a la ciudad de Ramallah. La noticia ha sido dada por Ra‑ dio Vaticano. En declaraciones a la agencia Fides, el profesor Hudeli‑ yya explicaba que en esa zona “nos hemos encontrado con una ins‑ cripción que indica que esta iglesia fue construida en honor del após‑ tol y archidiácono San Esteban, se‑ pultado aquí en el 35 después de Cristo”. La importancia de ese hallazgo ha llevado a las autoridades de la Universidad Al Quds, que coordi‑ na el proyecto, a ampliar cinco años más el período de las investigacio‑ nes, lo cual podrá conllevar nuevos descubrimientos sobre los primeros tiempos del cristianismo. La regla de San Benito: siempre actual La abadía de Disentis, Suiza, ha conmemorado los 1.400 años de su fundación lanzando una aplicación titulada Hora Benedicti, através de la cual la multisecular regla bene‑ dictina es trasportada desde el inte‑ rior del claustro hasta los smartphones de los interesados. Los organizadores afirman que, incluso teniendo 1.500 años de edad, la regla es supremamente actual, y constituye un punto de referencia y fuente de inspiración para muchos hombres y mujeres en la esfera priva‑ da o laboral. Ese interés se demuestra en los numerosos libros y cursos de escuelas superiores inspirados en ella. Para llenar un vacío en ese terre‑ no, la abadía ha creado un software La ermita de Nuestra Señora de la Piedad es reabierta tras su restauración C del cambio de la balaustrada de la plaza Cardenal Motta, todos ellos hechos en madera. Se han cons‑ truido nuevas rampas para facilitar el acceso de los fieles al templo, e instalados nuevos sistemas de ilu‑ minación y sonido. La historia de la ermita comienza con los hidalgos portugueses Antonio da Silva Bracarena y Hermano Lorenzo, que en el siglo XVIII llegaron a aquellos pa‑ rajes. Construyeron un rústico eremitorio y, al lado, una iglesia dedicada a la Madre de Dios, a la que te‑ nían gran devoción. Hoy acoge a la famosa imagen de Nuestra Señora de la Piedad tallada por el célebre es‑ cultor minero Antonio Francisco Lisboa, o Aleijadinho. El Papa Juan XXIII la declaró Patrona del es‑ tado de Minas Gerais, mediante la carta apostólica Hæret animis, del 20 de noviembre de 1958. santuarionsdapiedade.org.br on gran significado para los católicos del estado brasileño de Minas Gerais, la ermita del santua‑ rio de Nuestra Señora de la Piedad, en Caeté, fue re‑ abierta el 22 de noviembre, después de cuatro años de trabajos de restauración, que la hicieron recuperar el brillo artístico y arquitectónico de sus mejores épocas. El arzobispo metropolitano de Belo Horizonte, Mons. Walmor Oliveira de Azevedo, presidió el evento que comenzó con una procesión hasta la capilla donde hubo la bendición de la reapertura de las puertas, ade‑ más de la inauguración del campanario, que cuenta con ocho campanas. Ese mismo día también fue celebra‑ da en la ermita una ceremonia de ordenación diaconal, presidida igualmente por Mons. Oliveira de Azevedo. La arquidiócesis informa que fueron restaurados el suelo, el techo y las escuadrías de la ermita, además La reapertura de las puertas de la capilla fue precedida por una solemne procesión 42 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 ecclesia.pt que alterna extractos de la regla con comentarios y reflexiones propios para la vida cotidiana. Los fragmen‑ tos más interesantes pueden ser re‑ saltados y compartidos con otras personas. La aplicación presen‑ ta también una lista de páginas web de conventos benedictinos de habla alemana, y permite obtener infor‑ mación sobre la vida diaria y las acti‑ vidades de los monjes. Entusiasmo por la música sacra en las isla de las Azores El padre Nuno Queirós, vicepre‑ sidente del coro de la catedral de Aveiro, Portugal, recorrió las nueve islas del archipiélago de las Azores para desarrollar una labor de forma‑ ción litúrgica en el campo de la mú‑ sica sacra, dirigido a grupos socia‑ les, directores de coros, organistas y cantores. Haciendo balance de su viaje el P. Queirós afirmaba a la agencia Ecclesia el pasado 24 de noviembre: “He logrado tener un conocimien‑ to muy positivo de la realidad de la música litúrgica en las Azores, no só‑ lo por la participación masiva, sino también por las oportunas preguntas que me fueron hechas durante la for‑ mación”. La congregación de los co‑ ros y bandas de música “ha llevado a los laicos a participar”, así como ha hecho que los profesores del conser‑ vatorio quieran profundizar en la im‑ portancia de la música sacra. El servicio de apoyo a la litur‑ gia ha orientado las sesiones de for‑ mación en las islas Terceira, del Pi‑ co, San Miguel y Faial, organizando Alumnos de filosofía y teología publican un boletín en la lengua de Cicerón H aciéndose eco de la creciente popularización del latín, alumnos del Instituto Filosófico Aristotélico-Tomista y del Instituto Teoló‑ gico Santo Tomás de Aquino, de Caieiras (Brasil), ambos pertenecien‑ tes a los Heraldos del Evangelio, tuvieron la iniciativa de celebrar el final del año lectivo de 2014 redactando un núme‑ ro de su boletín mensual íntegramente en la lengua de Cicerón. Por esa razón, la publica‑ ción cambia esta vez su título habitual Chez nous (entre nosotros, con nosotros) por uno más oportuno: Apud nos. Los temas tratados habían sido dejados ad libitum de la fértil imaginación de los es‑ tudiantes, consiguiendo como resultado una jugosa recopilación de artículos breves que narran, en un lengua‑ je atrayente, un episodio de la Guerra Civil Españo‑ la, el origen de las notas mu‑ sicales y del título de Papa, la historia del fresco de Nuestra Señora del Buen Consejo de Genazzano, y un relato de la conversión del escritor y diplo‑ mático francés Paul Claudel. La publicación también inclu‑ ye los cuentos El ciego que veía y Los siete mártires durmientes, e incluso un crucigrama. ¿A los alumnos les costó mucho trabajo hacer ese bole‑ tín? El padre Antonio Jakoš Ili‑ ja, EP, su profesor de latín, afir‑ ma que no, pues son bastante aplicados en las clases y se de‑ dicaron con mucho entusias‑ mo a la tarea. No en vano, uno de los futuros filósofos, al ser in‑ terrogado acerca de las dificul‑ tades en el estudio de la lengua de Cicerón, respondió con una sonrisa: “Non difficilis, sed pulchra est”. Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 43 encuentros con grupos corales y or‑ questas filarmónicas. Varios cur‑ sos trataron sobre los fundamentos y principios de la música litúrgica, el papel de la música instrumental, la función y misión del coro y la pre‑ paración de los directores, todo ello basado en documentos de la Iglesia. Asís para niños Con texto de Amy Welborn e ilustraciones de Ann Kissane Enge‑ lheart, fue publicado en septiembre el libro Aventuras en Asís: Camino con San Francisco. En él se cuenta la historia de dos primos cuyo tío, un fraile franciscano, inventa un juego para entretenerles, recorriendo la ciudad para aprender las cosas más importantes, o pintorescas inclusive, sobre los monumentos de Asís y la vida del Poverello. Las ilustraciones reproducen fiel‑ mente los paisajes y la arquitectura de los lugares de peregrinación. Con dicha aventura, los dos niños apren‑ den a entender mejor y a amar la sen‑ cillez y la humildad de San Fran‑ cisco, que hicieron de él uno de los santos más queridos de la Historia. La ciudad medieval de Asís cuen‑ ta con numerosos lugares de pere‑ grinación como por ejemplo, la igle‑ sia de San Damián, donde el santo recibió el primer llamamiento de su vocación para restaurar la Iglesia, y la cripta donde descansan sus restos mortales. Una diócesis estadounidense celebra Misas “ad orientem” Como gesto para recordar a los fieles el simbolismo de la Navidad, el obispo de la diócesis norteameri‑ cana de Lincoln, Mons. James Dou‑ 44 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 glas Conley, anunció que durante el período de Adviento las Misas en la catedral se celebrarán ad orientem, es decir, orientada hacia el este. Mons. Conley ha recordado que “desde tiempos antiguos, los cris‑ tianos se volvían hacia el este du‑ rante el Santo Sacrificio de la Mi‑ sa recordando que hay que estar vigilantes para la venida de Cris‑ to”. Y añadía: “Incluso en las igle‑ sias que no estaban orientadas hacia el este, los sacerdotes y el pueblo se quedaban de pie miran‑ do a Cristo en el crucifijo, en el al‑ tar o en el sagrario”. Por lo tanto, “el simbolismo de estar todos vueltos hacia un mismo sitio, juntos, esperando a Cristo, es rico, apropiado e importante. Es‑ pecialmente durante el Adviento, cuando estamos esperando la llega‑ da del Señor, el hecho de que todos estemos mirando hacia el este —in‑ cluso simbólicamente mirando jun‑ tos a un crucifijo en el altar— es un fuerte testimonio del inminente re‑ greso de Cristo”. Publicadas las “Obras completas” de Edith Stein Los 27 volúmenes de la Opera omnia de la monja carmelita y filó‑ sofa Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein (1891-1942), cons‑ tituyeron el tema del simposio in‑ ternacional organizado por la Uni‑ versidad de Colonia, del 20 al 23 de noviembre, bajo el lema: No todo lo esencial puede ser descrito. Vida y pensamiento de Edith Stein a la luz de su obra completa. Numerosas ediciones de las obras de Edith Stein han visto la luz desde el año 1950, pero sólo ahora ha sido posible, con la ayuda de sus herma‑ nas de hábito, reunir todos los ma‑ nuscritos que faltaban para comple‑ tar la vasta colección de los trabajos de esa santa, la cual antes de ingre‑ sar en el Carmelo había sido filósofa y pedagoga en Breslau, y estudiado con el conocido filósofo alemán Ed‑ mund Husserl. De origen judía, Santa Teresa Be‑ nedicta se convirtió al catolicismo en 1922, y en 1933 ingresó en el con‑ vento carmelita María de la Paz, en Colonia. Murió en agosto de 1942, en el campo de concentración de Auschwitz, Polonia. Una histórica iglesia eslovaca es reabierta al culto Después de siete años de restau‑ ración, durante los cuales se recupe‑ raron importantes frescos de la par‑ te oriental del santuario y alrededor del altar mayor, la iglesia de Nues‑ tra Señora la Grande, en la ciudad eslovaca de Turňa nad Bodvou, fue reabierta al culto. La Eucaristía de reinauguración fue presidida por el obispo de Rožňava, Mons. Vladimir Filo, y concelebrada por el párroco, el P. Juhasz Attila. Los cimientos de la construc‑ ción se remontan a los tiempos del rey San Esteban (975–1038), cuya primera referencia escrita del tem‑ plo es del año 1274. El edificio ac‑ tual data del siglo XIV. En 1978 se hicieron reparaciones externas, y en el 2005 el techo fue renovado com‑ pletamente. La parroquia atiende a seis pue‑ blos de los alrededores. Situada cer‑ ca de la frontera con Hungría, per‑ tenecía inicialmente a la diócesis húngara de Esztergom, pero a par‑ tir de 1776 pasó a formar parte de la diócesis eslovaca de Rožňava. IV Premio Ratzinger de Teología E sido llamado el ‘Mozart de la teología’ ”, puesto que, co‑ mo señaló el Papa Francisco, “hizo un regalo a la Iglesia y a todos los hombres, de aquello que tenía de más pre‑ ciado: su conocimiento de Jesús, fruto de años y años de estudio, de confrontación teológica, de oración. Porque Benedicto XVI hacía teología de rodillas”. Intervinieron también el presidente del comité científico de la Fundación, el cardenal Camillo Ruini, y el presidente de la misma, Mons. Giuseppe Scotti. L’Osservatore Romano l pasado 22 de noviembre se realizaba en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico la cuarta edición del Premio Ratzinger de Teología, promovido por la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Bene‑ dicto XVI. Este año los galardonados fueron la pro‑ fesora Anne-Marie Pelletier, catedrática de Sagrada Escritura y Hermenéutica Bíblica en el Seminario de París, y Mons. Waldemar Chrostowski, profesor de Exegesis del Antiguo Testamento y de Teología en la Facultad de Teología de la Academia de Varsovia. Los premios fueron entregados por el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Con palabras que fueron recibidas con aplausos, el purpu‑ rado afirmaba: “No es casualidad que Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, haya Arriba, el cardenal Müller hace entrega de los premios; abajo, a la izquierda, los galardonados posan junto a los miembros del Comité Científico de la Fundación, presidido por el cardenal Camillo Ruini; a la derecha, vista de la sala del consistorio durante las palabras de Mons. Scotti Apostolado del Oratorio María Reina de los Corazones Sea Ud. también un coordinador del Oratorio del Inmaculado Corazón de María Argentina: (011) 3221 1401 Estados Unidos: (281) 597-8178 Chile: (2) 227064000 México: (55) 2591 91 61 Colombia: (1) 594 86 86 Paraguay: (21) 66 03 07 Ecuador: (2) 225 88 40 R. Dominicana: (809) 227 72 65 Uruguay: (598-2) 2320-0712 / 2601-8890 Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 45 Historia para niños... ¿o adultos llenos de fe? ¿Debemos juzgar por las apariencias? En mitad de la noche, mientras todos dormían, Lucrecio cogió su viejo saco y, silenciosamente, escaló el muro, pero fue visto por un guardia que empezó a gritar: “¡Al ladrón! ¡Al ladrón!”... Hna. Ariane Heringer Tavares, EP U na limosna, por el amor de Dios. Una limosna... —Ya te he dicho que no tengo nada. —¡Fuera de aquí, so perezoso! ¡No me molestes más! Reprensiones y humillaciones como ésas formaban parte del día a día de Lucrecio, un pobre jorobado que llevaba muchos años vagando por aquella pintoresca ciudad entre colinas. Nadie sabía a ciencia cierta su ori‑ gen: algunos decían que había sido abandonado por sus padres siendo aún muy pequeño, porque no tenían condiciones de mantenerlo o, quizá, porque nació con esa irreversible de‑ formación... Meras hipótesis, pues ni él mismo sabía de dónde venía. Había salido numerosas veces en busca de empleo, para poder ganar‑ se lo suficiente para subsistir, pero a causa de su cuerpo deformado siem‑ pre recibía la misma respuesta: —¡¡¡ No !!!... Ni siquiera tenía un sitio don‑ de cobijarse. Vivía al aire libre, re‑ 46 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 fugiándose ora en alguna cueva, ora en casa de alguna alma caritativa, lo cual era extremamente raro. Se po‑ día decir que Lucrecio era un monu‑ mento de desdichas. Todos lo recha‑ zaban, no conseguía nada de lo que deseaba y con muchísima dificultad obtenía el pan de cada día. Sin embargo, ese pobre hombre era portador de un alma de oro, re‑ signada con la voluntad de Dios y muy devota de su Santísima Madre. Mientras iba andando por las calles, con un saco bastante gastado donde ponía lo que le daban, solía rezarle a María pidiéndole que bendijera su jornada. Tenía tanto entusiasmo por la Virgen de las vírgenes que era fre‑ cuente verlo improvisando cancio‑ nes en su honor. Un día decidió marcharse a una zona de la ciudad que no acostum‑ braba frecuentar, pues en el sitio donde hasta entonces mendigaba diariamente se le habían cerrado to‑ das las puertas. ¿Sería esto una acti‑ tud prudente? Si donde ya lo cono‑ cían le negaban ayuda, ¡imaginemos cómo sería tratado en un lugar don‑ de nunca lo habían visto! Pero no te‑ nía otra salida: o se exponía a correr ese riesgo, o moriría de hambre... Se echó su vacío saco al hombro y em‑ pezó su lento caminar. Subiendo por aquí, bajando por allá, Lucrecio iba recorriendo sen‑ deros desconocidos. Poco a poco se fue dando cuenta de que el panora‑ ma que se desvelaba ante sus ojos era bien diferente: las casas eran más grandes y más bonitas, las ven‑ tanas adornadas con flores, las calles empedradas. Entonces dijo para sí: —En casas tan grandes como esas debe haber mucho espacio... Ya se está haciendo de noche y no he conseguido ni un pedazo de pan. ¡Virgen Santísima, váleme! ¿No se‑ rá que alguien de aquí me hospeda‑ ría? Resolvió probar suerte llaman‑ do a la puerta de la casa más cerca‑ na. Tras unos instantes de silencio, se oyó la suave voz de una mujer. Se trataba de una rica viuda, Marga‑ rita, que vivía allí con su único hi‑ Finalmente, llegó el día señala‑ do para la ejecución. Mientras iba andando hacia el patíbulo, Lucrecio rezaba: —¡Virgen Santísima, ven en mi auxilio! ¡María Santísima, socórre‑ me! Los verdugos lo colgaron de la cuerda y se quedaron a la espera de su muerte. Muchos de los asistentes se alegraban, pues por fin ese joro‑ bado tan desagradable no volvería a molestarles. Pero el tiempo pasaba y el reo no moría... Al contrario, se volvía cada vez más sonriente y con mejor aspecto. —¡Se está haciendo el vivo! —ex‑ clamó el alcalde de la ciudad. Y ordenó que lo dejaran suspen‑ dido allí dos días más. Al expirar el plazo y comprobar que Lucrecio es‑ taba realmente vivo, el alcalde man‑ dó que lo soltaran, porque aquello era un milagro que probaba su ino‑ cencia. Asombrado, le preguntó al jorobado a respecto de lo que había pasado: —Pues, como siempre he tenido mucha devoción a la Virgen, me encomendé a Ella para que me ayuda‑ se en mi última hora. En el instante de la ejecución vi‑ no una hermosísima seño‑ ra a sustentarme en el aire, impidiendo que la cuer‑ da me ahorcase, y ahí per‑ manecí hasta hace poco... Sentía tanta alegría que habría sido mejor que no me hubieran sacado de la horca. Es evidente que, ante ta‑ maño milagro, Lucrecio fue absuelto. Y los habitantes del lugar aprendieron que no se debe juzgar por las apariencias... Poco después, ingresó como hermano le‑ go en un monasterio, en el que, años más tarde, mori‑ ría en olor de santidad. ² Edith Petitclerc jo, Leopoldo, que se encontraba de dió abandonar la casa en secreto pa‑ ra no ser motivo de peleas o tristeza viaje. para la buena mujer. En mitad de la —¿Quién es? —preguntó. —Una limosna, por caridad, o al noche, mientras todos dormían, co‑ gió su viejo saco, relleno con los ob‑ menos algo para comer... sequios que había recibido de Mar‑ —Espera un momento. La puerta se abrió y Margarita le garita, y silenciosamente escaló el entregó unos panes. Pero al ver su muro. En ese momento pasaba por la cansada y sufrida fisonomía, y ade‑ más su enorme joroba, tuvo compa‑ calle un guardia. Cuando vio aque‑ lla extraña figura sobre el muro em‑ sión. —Entra. Creo que es convenien‑ pezó a gritar: —¡Al ladrón! ¡Al ladrón! te que pases la noche aquí. A estas El vecindario entero acudió pa‑ horas las calles son muy peligrosas. Lleno de alegría, aunque estupe‑ ra ver qué estaba pasando. Cogie‑ facto por tan generosa recepción, ron al pobre infeliz, que hizo de to‑ Lucrecio le contó un poco de su his‑ do para alegar su inocencia, pero no toria y entró en la casa, donde le fue sirvió de nada. A pesar de la defen‑ servida una deliciosa cena y prepa‑ sa de Margarita, su hijo testificó en su contra, inventándose acusaciones rada una habitación para dormir. A la mañana siguiente, agrade‑ absurdas que, no obstante, fueron ció efusivamente la acogida y, despi‑ dadas por verdaderas. El tribunal de diéndose, ya se marchaba para con‑ la ciudad lo condenó a la horca, co‑ mo un vil malhechor. Lucrecio no tinuar con su vida de mendigo. —¿A dónde vas ahora? —le pre‑ tenía nada que hacer. Sólo se en‑ comendó a la Virgen, confiando en guntó Margarita. que Ella resolvería su caso... Y no obtuvo respuesta... —¿Qué opinas de traba‑ jar aquí? Me parece que en el jardín habría mucho que hacer. Lucrecio no se podía creer lo que estaba escu‑ chando y aceptó la pro‑ puesta. ¡Era una respuesta a sus oraciones! Sin embar‑ go, ¿qué diría Leopoldo cuando volviese y encon‑ trase en su casa a un pobre jorobado? Faltaban dos se‑ manas para que regresara de viaje... Infelizmente Leopoldo no tenía el corazón genero‑ so y cristiano de su madre. Era muy apegado al dinero y al ver al nuevo jardinero se llenó de cólera y le insis‑ tió a su madre para que lo despidiera. Al percibir lo que estaba Pero el tiempo pasaba y el reo no moría... sucediendo, Lucrecio deci‑ Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 47 _ _______ Los santos de cada día 1. Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. San Segismundo Gorazdowski, presbítero (†1920). Sacerdote polaco que fundó en Lviv, Ucra‑ nia, el Instituto de las Hermanas de San José. 2. Santos Basilio Magno (†379 Ca‑ padocia - Turquía) y Gregorio Nacianceno (†c. 389 Capadocia - Turquía), obispos y doctores de la Iglesia. Beata María Ana SoureauBlondin, virgen (†1890). Fun‑ dadora de la Congregación de las Hermanas de Santa Ana, en Quebec, Canadá. 3. Santísimo Nombre de Jesús. San Gordio, mártir (†304). Centurión romano admirado por San Basilio y asesinado en Capa‑ docia, Turquía, por haber confe‑ sado su fe en Jesucristo. 7. San Raimundo de Peñafort, pres‑ bítero (†1275 Barcelona - Espa‑ ña). San Luciano, presbítero y mártir (†312). Ilustre por su doctrina y elocuencia, fue lleva‑ do ante el tribunal de Nicome‑ dia, Turquía, durante la perse‑ cución de Maximino Daia. A los interrogatorios y torturas res‑ pondía intrépido confesándose cristiano. 8. San Erhardo, obispo (†707). Na‑ tural de Escocia, propagó el Evangelio en Ratisbona, Alema‑ nia, donde ejerció su ministerio episcopal. 9. Beato Antonio Fatati, obispo (†1484). Gobernó la diócesis de Teramo, Italia, y después la de Ancona, siendo severo consigo mismo y bondadoso con los po‑ bres. 4. II Domingo después de Navidad. Santa Faraildis, viuda (†c. 745). Obligada a casarse con un hombre violento, abrazó has‑ ta la ancianidad una vida de ora‑ ción y austeridad en Bruay-surl’Escaut, Francia. Ro d fo ol Vi la n 12. San Benito Biscop, abad (†c. 690). De sus peregrinacio‑ nes a Roma llevó a Inglaterra maestros y muchos libros. Fundó los monasterios benedictinos de Monkwearmouth y Jarrow, dedi‑ cados a San Pedro y San Pablo. 13. San Hilario de Poitiers, obispo y doctor de la Iglesia (†367 Poi‑ tiers - Francia). San Remigio, obispo (†c. 530). Durante más de sesenta años fue obispo de Reims, Francia. Bauti‑ zó al rey Clodoveo y convirtió al pueblo franco al catolicismo. 15. San Juan Calibita, asce‑ ta (†s. V). Según la tradición, abandonó la casa paterna, aún joven, y se fue a vivir a una cho‑ za, en Constantinopla, Turquía, dedicándose a la contemplación y a la penitencia. 6. Solemnidad de la Epifanía del Señor. 48 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 11. El Bautismo del Señor. Beata Ana María Janer Anglarill, virgen (†1885). Fundado‑ ra del Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell. Falleció en Talarn, España. 14. Beato Devasahayam (Lázaro) Pillai, padre de familia y mártir (†1752). Fue asesinado en Aral Kurusady, India, por haberse convertido a la fe católica. 5. Santa Emiliana, virgen (†s. VI). Tía paterna de San Gregorio Magno, fallecida en Roma. San Juan de Ribera, obispo (†1611). Fue duran‑ te más de cuarenta años ar‑ zobispo de Valencia, España, y también dos años virrey. De‑ voto de la Santísima Eucaristía y defensor de la verdad católi‑ ca, educó al pueblo con sólidas enseñanzas. 10. Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, virgen (†1686). Religio‑ sa dominica en Arequipa, Perú, que con el don de consejo y de profecía promovió el bien de to‑ da la ciudad. Beata María Ana Soureau-Blondin 16. San Marcelo I, Papa (†309). San Dámaso lo define como verdade‑ ro pastor, hostilizado por após‑ tatas que rechazaban aceptar las penitencias que les eran impues‑ tas. Murió en el destierro. ______________________ Enero Jastrow (CC 2.5) 17. San Antonio, abad (†356 Tebai‑ da - Egipto). San Sulpicio, el Pío, obispo (†647). Promovido del palacio real al episcopado, en Bourges, Francia, su mayor preocupación fue el cuidado de los pobres. 18. II Domingo del Tiempo Ordinario. Beato Andrés de Peschiera Grego, presbítero (†1485). Re‑ ligioso dominico que recorrió a pie, durante mucho tiempo, toda la región de los Alpes italianos, viviendo junto a los pobres y predicando la doctrina católica. 19. San Basiano, obispo (†409). Lu‑ chó junto con San Ambrosio de Milán para proteger a su grey de la herejía de los arrianos, aún persistente en su diócesis. 20. San Fabián, Papa y mártir (†250 Roma). San Sebastián, mártir (†s. IV Roma). San Esteban Min Kuk-ka, mártir (†1840). Catequista dego‑ llado en la cárcel de Seúl, Corea, por defender la fe católica. 21. Santa Inés, virgen y mártir (†s. III/IV Roma). San Epifanio, obispo (†496). Durante la invasión de los bárba‑ ros, trabajó por la reconciliación de los pueblos, la redención de los cautivos y la reconstrucción de Pavía, Italia. 22. San Vicente, diácono y mártir (†304 Valencia - España). Santos Francisco Gil de Federich y Mateo Alonso de Leciniana, presbíteros y mártires (†1745). Sacerdotes dominicos asesinados a filo de espada en Vietnam, tras un período de cár‑ cel, por predicar el Evangelio. San Gregorio Nacianceno Iglesia de Santa María dell’Ammiraglio, Palermo (Italia) 23. Santos Clemente, obispo, y Agatángelo, mártires (†s. IV). Muer‑ tos en Ancara, Turquía, durante la persecución de Diocleciano. 24. San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia (†1622 Lyon Francia). Beatos Vicente Lewoniuk y doce compañeros, mártires (†1874). Laicos de Pratulin, Polonia, fu‑ silados por las tropas del zar de Rusia al rechazar separarse de la Iglesia Católica. 25. III Domingo del Tiempo Ordinario. Conversión de San Pablo, Apóstol. Beato Antonio Swiadek, pres‑ bítero y mártir (†1945). Por de‑ fender la fe ante los secuaces de doctrinas hostiles a la dignidad humana y cristiana, adquirió una corona inmarcesible de gloria en el campo de concentración de Dachau, Alemania. 26. Santos Timoteo (Éfeso - Tur‑ quía) y Tito (Creta - Grecia), obispos. Beato Gabriel María Allegra, presbítero (†1976). Francisca‑ no, insigne estudioso y predica‑ dor del Evangelio, que realizó la primera versión completa de la Biblia en chino. Murió en Hong Kong. 27. Santa Ángela Merici, virgen (†1540 Brescia - Italia). Beata Rosalía du Verdier de la Sorinière, virgen y mártir (†1794). Religiosa del monasterio benedic‑ tino de la Congregación del Cal‑ vario, guillotinada en Angers du‑ rante la Revolución Francesa. 28. Santo Tomás de Aquino, pres‑ bítero y doctor de la Iglesia (†1274 Priverno - Italia). Beato Julián Maunoir, presbí‑ tero (†1683). Jesuita que, duran‑ te cuarenta y dos años, se dedicó a las misiones populares por los lugares y aldeas de la provincia de la Bretaña, Francia. 29. San Afraates, eremita (†c. 378). Nacido cerca de Nínive, en el ac‑ tual Irak, se convirtió al cristia‑ nismo y empezó a vivir como anacoreta en Edesa, Siria. 30. San Muciano María Wiaux, re‑ ligioso (†1917). Del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que consagró toda su vida a la formación de jóvenes en Namur, Bélgica. 31. San Juan Bosco, presbítero (†1888 Turín - Italia). Beata Candelaria de San José, virgen (†1940). Fundó en Al‑ tagracia de Orituco, Venezuela, la Congregación de las Herma‑ nas Carmelitas de Madre Can‑ delaria. Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 49 El heroísmo Nuestra vida presenta situaciones semejantes a las que le ocurren a un barco: somos sacudidos por vientos y tempestades, e incluso podemos empezar a naufragar... Hna. Juliana Montanari, EP L as olas bañan la playa en una mañana fresca, cuan‑ do el sol despunta refleján‑ dose en las aguas y dándo‑ les un brillo singular. ¡Cuántos hechos admirables y misteriosos no han ocu‑ rrido ya en el mar, esa maravillosa al‑ fombra de esmeraldas y topacios, con la que Dios quiso cubrir dos tercios de nuestro planeta! En el muelle un gran barco con su proa dirigida hacia el océano parece desafiarlo, cual valiente soldado an‑ te el peligro. Los tripulantes les ha‑ cen señas a los que se quedan, y se preparan para un largo viaje. En de‑ terminado momento sueltan ama‑ rras y la nave empieza su recorrido. Unas horas después, cielo y mar se encuentran en el horizonte y ya no se puede ver tierra firme. La em‑ barcación, antes imponente, ahora parece un simple y frágil juguete de las olas... Sin embargo, en esas cir‑ cunstancias es cuando trasluce com‑ pletamente la belleza misteriosa de la navegación. Solo en medio de aquella ines‑ table vastedad, el barco recibe las embestidas del impetuoso oleaje 50 Heraldos del Evangelio · Enero 2015 que amenazan con hundirlo, pero se mantiene firme en su rumbo; los vientos de las tormentas lo balan‑ cean, aunque no zozobra. No obstante, si la salida de una embarcación suscita entusiasmo en los corazones idealistas, pues evoca la gloria de los que con gallardía se exponen al peligro en busca de nue‑ vas conquistas, no menos digno de admiración es su regreso al puerto, porque carga tras de sí con las ha‑ zañas de la empresa. ¿No es verdad que después de una arriesgada tra‑ vesía el barco recuerda a un guerre‑ ro que ha ganado una batalla y me‑ rece el premio de la victoria? Ahora bien, nuestra vida también presenta situaciones semejantes a las que le ocurren a un barco. En la aurora de sus días el hombre se lan‑ za al mar de las incertidumbres de este mundo en busca de la felicidad. Al no encontrarla, navega errante y, en determinado punto del reco‑ rrido, se siente solitario. Piensa que todos le han abandonado, a volun‑ tad de las olas traicioneras que, en lugar de darle la alegría que falsa‑ mente le prometen, lo único que ha‑ cen es aumentar su frustración. Es sacudido por los vientos de las ten‑ taciones, por las tempestades de los problemas y las dificultades, e inclu‑ so comienza a naufragar... ¿Qué debemos hacer para no hun‑ dirnos en medio del mare magnum de tribulaciones como es la vida huma‑ na, marcada por el pecado original? Juntar las manos y rezarle a Dios con confianza, porque en el abandono a su protección es cuando los vientos y las olas se calman, las nubes se alejan y el sol vuelve a brillar. Cuando nos asalte la impetuo‑ sa oleada de las pruebas y de los re‑ veses, recordemos que Dios permite que pasemos por tales situaciones, deseoso de que en Él busquemos nuestra seguridad. Si sabemos aban‑ donarnos en sus manos, como hi‑ jos amorosos, recibiremos las fuer‑ zas necesarias para superar fiel y valientemente los peores oleajes de nuestra vida. Y cuando lleguemos al puerto celestial, recibiremos del di‑ vino Capitán la corona de gloria re‑ servada a los vencedores, a los que han dado todo, a los que han sido héroes. ² del abandono Tempestad junto a una costa rocosa, por Jan Porcellis - Museo Hallwyl, Estocolmo Enero 2015 · Heraldos del Evangelio 51 M Imagen de la Virgen con el Niño Jesús, propiedad de los Heraldos del Evangelio Teresita Morazzani aría fue como el centro de todas las gracias y bellezas que Dios había distribuido a los ángeles, a los santos, y a todas las criaturas. María había de ser la Reina y Señora de los ángeles y de los santos, y por lo mismo había de tener más gracias que todos ellos ya en el primer instante de su ser. María había de ser Madre del mismo Dios. Es un principio de filosofía que entre la forma y las disposiciones de la materia ha de haber cierta proporción: la dignidad de Madre de Dios es aquí como la forma y el corazón de María es la materia que ha de recibir esta forma. ¡Oh qué cúmulo de gracias, virtudes y otras disposiciones se agrupan en aquel santísimo y purísimo corazón!... San Antonio María Claret