75 - Diálogos de la Comunicación

Transcripción

75 - Diálogos de la Comunicación
Introducción
Eduardo Gutiérrez (Departamento de Comunicación. Pontificia Universidad
JaverianaColombia)
Parodiando al poeta Holderlin podríamos interrogarnos ¿para qué la
comunicación en tiempos de incertidumbre? Y desde allí proceder a
preguntarnos por el lugar que cobra la comunicación a la hora de pensar el
momento actual: ¿es uno de los dinamizadores de la incertidumbre en
medio de los flujos de informaciones y la nube de las interacciones y la
hiperconectividad? ¿Más comunicados pero más inciertos? Los diálogos que
sucedieron hace unos meses en Bogotá durante el Congreso
Latinoamericano sirvieron para aproximarnos a este debate. Los
investigadores y comunicadores latinoamericanos reciben el reclamo del día:
¿que dice la comunicación sobre la subjetividad, el poder y la incertidumbre
hoy? Las respuestas tomaron diversas formas. Accesos y tránsitos entre
los cuales las voces multilocalizadas de Chantal Moufe, Rosanna Reguiillo,
Alejandro Grimson y Benjamín Arditi establecen puntos de referencia, ya
que pretender coordenadas, es apostar por señas demasiado fijas y
dominantes que no encajan con la escena que se reflexiona. Ahondar en la
incertidumbre, extenderla sistemáticamente a la política para reinventarla,
volver a dibujar la escena mediática se figuran como apuestas, creaciones
múltiples del sujeto ante el poder. Las ponencias presentadas en las mesas
del Congreso mostraron el panorama de las tensiones múltiples en las que
se juega lo comunicativo. Lugares en los que se exponen fuerzas que más
que oposiciones, formulan registros de la ambigüedad que implica el
abordaje de la incertidumbre.
En pensar y comprender la
comunicación en (y desde) la incertidumbre, se integran algunas
ponencias que toman el concepto y el fenómeno, reconocen las formas de
habitarlo, giran en torno a su dinámica, proponen miradas, localizan a sus
interpretes, figuran métodos para su reflexión y definen ese ámbito difuso
que es la investigación misma. La incertidumbre, móvil, se piensa desde la
fluidez de lo comunicativo.
Posteriormente en ser/actuar son las
identidades y las acciones de los sujetos las que toman forma y se
tematizan, a veces los jóvenes, otras las mujeres o los migrantes, acaso los
mismos periodistas o en cierto momento algo más difuso: la gente. Ellos
protestan, se escapan de las tramas dominantes, huyen y se integran pero
sobre todo resisten y crean en medio de la incertidumbre. Para actuar
comunican. Narrar/habitar. A pesar de todo, la gente se hace un lugar y
a partir de sus propias tramas teje un sitio para sus sentires y sentidos, son
los actores pero inscritos en sus maneras de narrarse, poniendo lo que son
en las formas que emergen para su propia ubicación. A veces son narrados
por otros, por los medios especialmente, pero son, allá en el fondo los
silencios o las voces de los que para sujetarse se integran a lo incierto, los
que emergen de la trama difusa que intenta comprender la comunicación en
medio de la incertidumbre. Finalmente, la voz de Jesús Martín-Barbero
en la entrevista incluida en este número nos alerta sobre la limitación del
ejercicio actual desde la academia: no estamos pensando la incertidumbre o
al menos no la estamos pensando tanto ni en los modos en los que
podríamos llegar a "comprenderla". Un viraje percibido: del agotamiento de
los órdenes más conceptuales a las formas más narrativas. Necesidad que
convoca la pregunta de fondo: ¿cómo pensar la incertidumbre? El llamado:
un retorno a la experiencia.
Bogotá, agosto de 2007.
REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Agitado y revuelto:
del “arte de lo posible” a la política emancipatoria*
Benjamín Arditi
Agitprop, la palabra surgida de la contracción de agitación y propaganda política, solía ser parte
integral de las actividades de los movimientos radicales que buscaban cambiar el orden establecido.
Consistía en sacudir a las masas para llevarlas a la acción. Casi siempre se seguía un mapa de navegación
partidista que apuntaba al socialismo o en pos de diversas iniciativas anarquistas, aunque más tarde
movimientos fascistas y populistas también incorporaron el agitprop en su práctica política. Los activistas
hacían agitprop de distintas maneras: ya fuera ensalzando las virtudes de la línea del partido entre los
sindicatos, vendiendo periódicos de su agrupación en las calles, publicando panfletos que atacaban tanto al
gobierno como a los ricos y poderosos o denunciando a la sociedad de clases como causa directa de la
situación miserable de la mayoría de la gente. Tal era su función pedagógica: educar a las masas para la
acción.
Estos activistas también enfrentaban a sus adversarios, organizaban huelgas y manifestaciones y, a
veces, se embarcaban en la así llamada propaganda armada, que consistía en realizar acciones directas
con un propósito ejemplar: el asalto a bancos, para financiar las actividades de la organización, o el poner
bombas en instalaciones gubernamentales, para amedrentar al enemigo y suscitar el entusiasmo entre sus
seguidores. Tal era la función política e ideológica de la agitación. Tanto los aspectos pedagógicos como los
ideológico-políticos buscaban dar cuenta de la aptitud y capacidad del grupo para dirigir el movimiento y, a
la vez, mostrar que un mundo distinto era posible y deseable. Todo esto hacía que agitprop fuera una parte
integral de la política emancipatoria.
Hoy por hoy, el término agitprop ha perdido mucho de su lustre. A excepción de pequeños grupos en
la periferia ideológica de la política, la mayoría de la gente prácticamente lo ha abandonado del todo.
Sobrevive apenas como un término chic entre hacktivistas y escritores radicales de blogs culturales o en las
narrativas de historiadores y antiguos simpatizantes del socialismo y el sindicalismo. El discurso en torno a
la emancipación, algo que fue central para la política radical desde 1789 hasta 1968, ha pasado a ser visto
como una suerte de anacronismo en el marco del consenso liberal-democrático imperante.
La política radical y clasista ha dado paso a los “partidos atrapa todo” (catch-all parties), que buscan
ocupar el centro del espectro político. La agitación ha sido reemplazada por charlas motivacionales y la
propaganda se ha convertido en mercadeo electoral de la mano de administradores profesionales de
campaña. El ex presidente de Estados Unidos, Gerald Ford, describe el panorama político resultante de
todo esto de manera nada halagüeña, al decir que nos encontramos hoy en un escenario dominado por
“candidatos sin ideas que contratan a consultores sin convicciones para dirigir campañas sin contenido”
(citado en Carlson, 1999, s. p.). Ford exagera, o por lo menos así nos gustaría que fuera, pero identifica una
tendencia política que ahora incluye a organizaciones de centro-izquierda, que han aceptado la economía
de mercado y que no tienen reparos en postular una agenda de capitalismo con un rostro más humano.
Existen, claro, otras razones para explicar el aparente deceso de la agitación política, por lo menos
entre grupos de la izquierda. Una de ellas es que la brújula política que señalaba el camino al socialismo ya
no resulta ser tan clara como antes. El desencanto con el así llamado socialismo realmente existente de la
antigua Europa del Este y China durante las décadas de los setenta y de los ochenta y la ausencia de
proyectos capaces de generar entusiasmo duradero tras el colapso de la mayoría de esos regímenes
mermó considerablemente el capital teórico y empírico del socialismo.
Hoy resulta difícil saber en qué consiste una política emancipatoria en un escenario dominado por la
política convencional y salpicada por ocasionales arrebatos de indignación bienintencionada acerca del
estado de cosas en el mundo. Aquellos quienes alzan su voz están motivados por la expectativa de que otro
mundo es posible, pero se tropiezan con dificultades a la hora de articular cómo debiera ser ese mundo o
qué debe hacerse para que ese mundo se haga realidad.
Otra razón es el hecho de que una buena parte de lo que solía pasar por radicalismo político se ha
desplazado de los movimientos de masa a los campus universitarios, especialmente en el mundo
anglosajón. Allí, ese radicalismo encontró un cómodo nicho gracias a la respetabilidad académica que
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adquirieron el posmarxismo y los estudios culturales. Esto ha creado una fachada de activismo político, una
suerte de activismo político en paralaje, dado que se manifiesta a través de discusiones intelectuales
sofisticadas en torno a temas de moda como: el debate sobre el concepto de multitud, el tratamiento de la
alteridad o el estatuto del poscolonialismo y los estudios subalternos.
Por último, durante los diez o más años en los que el tema de la diferencia (de género, sexo, raza o
etnia) funcionó como santo y seña de la política progresista, el radicalismo se mantuvo incómodamente
cerca del moralismo de la política de la identidad y la corrección política que emergieron como efectos
programáticos de las guerras culturales de las décadas de los ochenta y de los noventa.
Lo sorprendente es que esto no significa que la agitación política haya perdido relevancia para las
pulsiones emancipatorias o que la razón cínica y la desilusión dominen de manera incuestionable. No ha
perdido relevancia ni imperan el cinismo y la desilusión. Lo que ha ocurrido es que ya no coincide con una
función específica dentro de una organización (algo así como una sección o secretariado de agitación y
propaganda) y tampoco está sujeta a un estilo insurreccional de hacer política, de manera que cualquier
recuperación del término implicará necesariamente una suerte de rompimiento con el sentido general que
tenía en su contexto original.
Todavía hay lugar para la agitación o, si se quiere, para el “agitado y revuelto” mencionado en el título
de este artículo, en alusión al riguroso modo de preparación del cóctel preferido de James Bond. Sólo que
aquí, en vez del famoso “shaken, not stirred” —agitado, no revuelto— del superagente, he optado por la
conjunción y para resaltar la fuerza y actualidad de la agitación en las políticas de emancipación.
La codificación realista de lo posible
Puedo empezar a indagar acerca de esta permanencia de la agitación examinando el comentario
hecho por Bismarck: “la política es el arte de lo posible”, frase que da a entender que uno debe optar por un
curso de acción que busque lograr aquello que en efecto es viable en una situación dada o bajo
circunstancias que no escogimos. Es difícil no coincidir con esta aseveración, porque lo que realmente se
quiere decir cuando se habla del “arte de lo posible” es que la política es un código que sólo puede ser
descifrado por un lenguaje realista. Esto se debe a que, en política, los intereses predominan por sobre los
principios.
Para los realistas, el mundo está regido por la lógica de los resultados y quienquiera que juegue a la
política debe basar sus razonamientos en hechos y no en ideologías, debe anteponer los intereses
nacionales o partidistas al bien común y debe respaldar tales intereses recurriendo (o, por lo menos,
amenazando con recurrir) al uso de la fuerza. Esto explica por qué consideran que la búsqueda de un
“deber ser” normativo o el proponerse metas que no guardan proporción con nuestros recursos es un
empeño quizá bien intencionado, pero esencialmente ingenuo y generalmente ineficaz. En política, hacer lo
correcto es hacer lo posible, cosa que por definición significa también abrazar al realismo.
El realismo se apropia de la aseveración de Bismarck, entre otras cosas, porque él mismo creía que
el arte de lo posible era un arte que los realistas desempeñaban mejor; pero los realistas no son un grupo
homogéneo. El príncipe Salina, personaje en la novela El gatopardo, de Giuseppe di Lampedusa,
representa el arquetipo de la variante cínico-conservadora del realismo, cuando alega que “algo debe
cambiar para que todo siga igual”. Esto describe lo que se conoce como gatopardismo, entendido como la
búsqueda de cualquier cosa que uno quiera lograr mediante compromisos y acomodos dentro del status
quo o el arte de mover las piezas de manera tal que los cambios en realidad no lleguen a afectar un estado
de cosas donde los ricos y poderosos del momento tengan la sartén por el mango.
En el gatopardismo no tiene cabida la política emancipatoria y en este la agitación desempeña un
papel puramente instrumental en las luchas de poder entre grupos de interés. El realismo también es
compatible con un tipo de política menos conservadora. Si lo posible alude a lo que es viable, entonces un
cambio radical —por ejemplo, intentar cambiar el status quo si las circunstancias son propicias para ello—
debe ser parte integral de la estructura de posibilidades que ofrece el arte de lo posible. En el ámbito de la
alta política de las relaciones interestatales, cambiar el status quo podría significar instituir algo similar al
Tratado de Westfalia, que creó el marco de referencia para el sistema interestatal de los siguientes 300
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años, o también puede ser entendido como un mero cambio de la posición relativa de los distintos Estados
a través de guerras y alianzas dentro del marco westfaliano.
Lo primero es revolucionario, aunque no necesariamente emancipatorio; mientras que lo segundo es
banal, pues lo único que hace es glorificar una perturbación entrópica que simplemente reproduce el código
que gobierna un juego político —el incesante cambio de la geometría del poder entre los Estados—. La
agitación, en el caso de que se hubiera dado, ocurría dentro de los límites de un radicalismo conservador
que mantenía el código intacto. Los bolcheviques, por el contrario, ilustran una variante radical de lo posible,
supuestamente desde una perspectiva emancipatoria. Esto se debe a que, en la coyuntura de 1917, ellos se
dieron cuenta de que una revolución era factible y procedieron en consecuencia. Para ellos, la agitación era
un medio para precipitar la confluencia de la gente en un proyecto de cambio a través de los múltiples y
frecuentemente discontinuos sucesos que hoy agrupamos bajo el rótulo de revolución rusa.
No importa por cuál “sabor” del realismo nos inclinemos, igual quedan dudas acerca de cuán
convincente es su concepción sobre el arte de lo posible, aunque sólo sea porque su criterio para identificar
lo factible parece ser tan sencillo. Bastaría con desembarazarnos de visiones normativas y de las así
llamadas expectativas “ideológicas” y estaríamos listos para proceder. Pero, ¿será que en realidad todo es
tan sencillo? Me surgen no pocas reservas sobre esta manera aparentemente a-normativa y a- (antes que
anti) moral de asumir la política, la menor de ellas es la decisión de evitar las visiones normativas, y las
expectativas ideológicas como cuestión de principios se convierten tácitamente en una suerte de criterio
normativo subyacente del realismo.
En primer lugar, tenemos el problema de la transparencia: es en extremo difícil identificar lo posible
en medio de una coyuntura, dado que con frecuencia sólo llegamos a comprender lo que es o fue viable en
retrospectiva. Lo posible nunca es un asunto seguro, lo cual explica en parte por qué suele haber tanto
desacuerdo entre quienes deben decidir si algo es viable o no.
En segundo lugar, se supone que las decisiones acerca de lo que es factible deben tomarse con base
en intereses antes que principios, pero es cuestionable si en efecto existe algo que pudiera llamarse
decisiones libres de toda normatividad. Si sólo se puede definir este tipo de política a partir de los intereses,
entonces el arte de lo posible no sería más que una búsqueda de lo que se puede hacer sólo porque se
puede hacer. Esto constituye una visión muy restrictiva de lo que es la política. Condena la política realista a
la entropía, como ya se señaló al respecto de las luchas por el poder entre Estados, o convierte lo que se
puede hacer en otro nombre para un juego gobernado por la razón cínica.
En tercer lugar, los realistas no siempre son consistentes en su crítica de las orientaciones
normativas o de las visiones “ideológicas” de la política. Hicieron un hazmerreír del ex presidente de
Estados Unidos, Woodrow Wilson, por haber pretendido hacer del mundo un lugar seguro para la
democracia, ya que esta declaración de principios reñía con un axioma de la realpolitik, a saber: los países
tienen principios e intereses, y a veces deben sacrificar los primeros en aras de los segundos. Con todo, los
herederos de realistas, como Carl Schmitt y Hans Morgenthau, no ven contradicción alguna cuando alegan
que el criterio rector de sus decisiones políticas es el interés nacional y acto seguido invaden un país para
derrocar a su dictador en nombre de la libertad y la democracia; dos objetivos ideológicos motivados por
una concepción del bien.
En cuarto y último lugar, la perspectiva realista de la política deja poco espacio para una política
emancipatoria. Esto se debe a que la emancipación conlleva una dimensión ética que no se puede reducir a
meros intereses. Tal dimensión consiste en representaciones de formas alternativas del ser, que sirven para
motivar a la gente en apoyo de un grupo o proyecto particular. La ética nos brinda modos de articulación
entre las representaciones de aquello por lo que luchamos y las razones que justifican por qué vale la pena
hacerlo.
Cooke llama a esto “pensamiento utópico”. Habla de utopía no porque dichas representaciones sean
imágenes fantasiosas del futuro, sino más bien porque tiene “la capacidad para invocar imágenes éticas
vívidas de una ‘sociedad buena’ que sería realizable sólo si ciertas condiciones actualmente hostiles son
transformadas”, agregando luego que sin tales imágenes, una “perspectiva emancipadora sufriría de un
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déficit motivacional y justificador” (Cooke, 2004, p. 419).
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Incluso si hacemos caso omiso de estas reservas, aún queda una última objeción: una política de lo
posible descarta lo imposible con demasiada ligereza, al plantear que la posibilidad de lo factible excluye lo
imposible. Esto no me resulta convincente. Se trata de una visión maniquea que da por hecho que las
fronteras que separan lo posible de lo imposible son estables y se olvida, por lo tanto, de que lo que en
efecto se puede hacer está en deuda con lo imposible.
Cuando hablo de “lo imposible”, no me refiero a aquello que jamás podría suceder y nunca va a
ocurrir, sino más bien al efecto presente, actual, de algo que estrictamente hablando no es posible en un
campo dado de la experiencia, pero que impulsa a la gente a actuar como si lo fuera. Me parece que, a
pesar de algunas salvedades, puedo comparar el papel que desempeña lo imposible con el entusiasmo en
Kant, con la fuerza mesiánica débil de Benjamin y el à-venir de Derrida. Todos estos conceptos aluden a
algo que trasciende el razonamiento algorítmico de lo meramente calculable —trátese de un análisis de
factibilidad o de un cálculo costo-beneficio— y plantea la promesa de algo distinto por venir. Sin esta
apertura hacia la acontecimentalidad o eventualidad del evento, como lo llama Derrida, sin un esfuerzo por
perturbar o interrumpir lo dado, el arte de lo posible no podría dar cuenta de una política emancipatoria y de
su reivindicación de que otro mundo es posible, o sólo podría hacerlo de manera azarosa y
retroactivamente.
Podríamos discutir hasta la saciedad si los bolcheviques hicieron un cálculo razonable respecto a la
madurez de las condiciones para la revolución o si simplemente tuvieron suerte, pero de lo que podemos
estar absolutamente seguros es de que el pueblo ruso no se lanzó a las calles arriesgando sus vidas simple
y llanamente porque sus líderes les dijeron que la revolución se podía hacer. El pueblo decidió luchar
porque pensó que estaría mejor precipitando la caída del régimen zarista e intentando construir una
sociedad distinta. Por eso digo que lo posible no trabaja en solitario. Sea como entusiasmo o anticipación
frente a algo por venir o como imágenes capaces de darles consistencia y atractivo ético a dicho
entusiasmo, la fuerza movilizadora de lo imposible ya estaba en juego en la puesta en forma de lo que los
revolucionarios de 1917 creían que se podía lograr y lo que el pueblo pensaba que era deseable hacer.
Lo imposible como suplemento
Es posible observar con mayor detalle el juego que se establece entre lo posible y lo imposible
examinando dos casos. El primero es el juicio por rebelión que se le hizo a Auguste Blanqui, el
revolucionario francés del siglo XIX. Rancière cita un pasaje de su interrogatorio:
Al solicitarle el presidente del tribunal que indique su profesión, respondió simplemente: “proletario”.
Respuesta ante la cual el Presidente objeta de inmediato: “Esa no es una profesión”, sin perjuicio de
escuchar enseguida la réplica del acusado: “Es la profesión de treinta millones de franceses que viven de su
trabajo y que están privados de derechos políticos”. A consecuencia de lo cual el Presidente acepta que el
escribano anote esta nueva “profesión”. (Rancière, 1996, p. 54)
Rancière utiliza este intercambio para ilustrar lo que él entiende por proceso de subjetivación, que no
consiste única o simplemente en afirmar una identidad, sino también, y al tiempo, en rechazar una identidad
que es dada por otros. Se trata de un proceso de desidentificación o desclasificación: cuando Blanqui se
identificó a sí mismo como proletario, estaba rechazando el nombre que las autoridades le habían asignado
y asumiendo el de un paria: “el nombre de aquellos a quienes se niega una identidad en un determinado
orden de policía” (Rancière, 2000, p. 148).
Los proletarios con los que Blanqui se identificaba no contaban, políticamente hablando, en la Francia
de la década de 1830, de manera que alegó pertenecer a aquella parte a la que no se le hacía justicia —a la
que se le infligía un daño—, porque se le negaba participación en dicha sociedad. El proletariado era la
parte sin parte en aquella Francia —eran los “sin tierra” franceses, por decirlo de alguna manera—.
Rancière también menciona otro calificativo para los parias: “todos somos judíos alemanes” (2000, p. 149),
consigna inscrita en los muros de París, en mayo de 1968, luego de que el gobierno deportara a Daniel
Cohn-Bendit, un estudiante franco-alemán, quien fuera uno de los líderes estudiantiles de La Sorbona.
Los ciudadanos franceses que coreaban dicha consigna manifestaban así su solidaridad para con un
camarada y al tiempo desestabilizaban el lugar/identidad que el status quo les había asignado. Procedían a
desclasificarse, de este modo, de lo que las autoridades definían como constitutivo de “lo francés”, alegando
estar tan desamparados —sin tierra y sin patria— en su Francia nativa como lo estaba el extranjero Cohn-
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Bendit. Se estaban embarcando en un proceso de subjetivación al declarar ser objeto de un daño y poner
en entredicho el campo de experiencia existente.
Estos ejemplos ilustran la distinción que Rancière hace entre policía y política. Por policía, no se
refiere al cuerpo uniformado que se encarga de hacer cumplir la ley, sino lo que él denomina la partición de
lo sensible, que establece la distinción entre lo visible y lo invisible y entre lo que se oye y lo inaudible. Para
dicha “policía”, “la sociedad consiste de grupos dedicados a modos de acción específicos en lugares en
donde tales ocupaciones se ejercen, mediante maneras de ser que se corresponden a tales ocupaciones y
a tales lugares” (Rancière, 2001, s. p.).
La sociedad no tiene vacíos: todo el mundo tiene un puesto asignado y no hay remanentes por
asignar. En el caso de Blanqui, el presidente del Tribunal no podía reconocer proletario como profesión,
simplemente porque era incapaz de separar la idea de profesión de un trabajo reconocido como tal, y
obviamente proletario no coincidía con ninguno. Siglo y medio más tarde, las autoridades no podían
entender por qué los manifestantes franceses alegaban ser judíos alemanes cuando en efecto la gran
mayoría de ellos eran católicos franceses. La política altera este arreglo y lo suplementa con la “parte de
aquellos que no tienen parte”, con la parte que no cuenta; ella introduce el “ruido” de los parias dentro del
orden de la policía. Proletario y judíos alemanes, los “nombres erróneos” que asumieron Blanqui y los
estudiantes franceses, desafían la partición de lo sensible vigente. Le dan nombre a aquella parte que no
tiene lugar propio en el orden de la policía y demuestran que es posible crear otro mundo donde quienes
asumen los nuevos nombres encontrarán su lugar o, para usar los términos del propio Rancière, su disenso
muestra la presencia de dos mundos alojados en uno solo.
El segundo caso que quiero mencionar también implica un interrogatorio. Allport lo menciona en su
clásico trabajo sobre el prejuicio intergrupal: “Una mujer negra presenta una demanda en un caso en torno a
una cláusula restrictiva. El abogado por la defensa le pregunta: ‘¿A qué raza pertenece?’ ‘A la raza
humana’, contesta la mujer. ‘¿De qué color es su piel?’ ‘Color natural’, replica la señora” (1979, p. 135).
Allport señala que la estrategia del abogado lleva la impronta de lo que él llama un mecanismo de
condensación, es decir, la tendencia a confundir el símbolo con la cosa que este representa —en este caso,
los signos visibles de ser una mujer negra y la consiguiente inferencia de que serlo implica un estatus
inferior—. No existe un nexo causal o entre el color de la piel y el estatus social, excepto a través de este
mecanismo de condensación mediante el cual la gente termina “confundiendo el signo con lo que este
significa” (Allport, 1979, p. 136). El prejuicio surge cuando alguien hace tal conexión. La clasificación que
hace el abogado siguiendo líneas raciales (y el hecho de que considera que el color de piel de la mujer es
un asunto relevante en un tribunal) pretende particularizar a la mujer dentro de un modo de ser que coincide
con una partición racial de lo sensible.
La respuesta de la mujer subvierte esta lógica. Se niega a identificarse en términos raciales e invoca
una igualdad que se le ha negado: igual que su interrogador, ella también forma parte de la raza humana, y
el color de su piel, tal y como el color de la piel de su contraparte, es natural. La estrategia retórica de la
mujer busca alterar la supuesta naturalidad de un código racial jerárquico que se acepta ya sea como hecho
o destino. Se trata de una estrategia análoga a la de Blanqui, en cuanto consiste en una desclasificación,
como ya se ha señalado, y de una subjetivación simultáneas: la mujer asume nombres “erróneos” (ella es
humana y natural), no porque tales nombres no tengan lugar en el orden existente, sino porque la partición
racial de lo sensible le causa perjuicio al disociar igualdad y raza. Una vez más, aquí se manifiesta un
esfuerzo por crear otro mundo desde adentro del orden policial, esta vez sustentado no en la emancipación
de los proletarios, sino en la verificación de la igualdad racial.
Ambos casos dislocan la codificación realista del arte de lo posible, en la medida en que articulan a
este último con lo imposible. Hipotéticamente, Blanqui hubiera podido responder a las preguntas de sus
interrogadores en términos que les fueran familiares a ellos. Sin embargo, optó por utilizar su juicio para
recordarles a todos los presentes en el Tribunal que él formaba parte de la mayoría de la gente, que a su
vez no hacía parte de la sociedad francesa y que un mundo donde los proletarios ya no serían más parias
se estaba gestando dentro de esa misma sociedad.
La querellante en el ejemplo de Allport también hubiera podido respetar las reglas del juego, con la
esperanza de que así mejoraría sus oportunidades de ganarla, pero al describir su negritud como algo
irrelevante, por la sencilla razón de que tal condición era natural, y al aseverar que su raza era parte de la
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raza humana y por ende universal, buscaba alterar un status quo racial en el que los negros no eran
considerados iguales a los blancos.
Gente como ella y como Blanqui bien pueden ganar o perder, pero ese no es el punto determinante.
Lo que aquí importa es que otorgarles visibilidad a los proletarios en un espacio de aparición que los
excluye o postular la igualdad racial en medio de un orden donde los negros no cuentan, es actuar
políticamente, pero de una manera muy específica: no haciendo aquello posible, sino más bien redefiniendo
lo que se puede hacer. Blanqui y la mujer negra demostraron que la percepción realista y del sentido común
acerca de la política como arte de lo posible no logra percibir que, cuando se trata de una acción colectiva
—particularmente cuando se trata de una política emancipatoria—, lo imposible ya está implicado en el
pensamiento mismo de lo posible. Toda acción que busca lograr algo más que un reposicionamiento dentro
del orden existente —es decir, que en realidad busca transformar las condiciones dadas por ese orden— se
propone metas que pueden parecer imposibles. Aquellos quienes toman parte en tales acciones están
motivados por una promesa de algo distinto por venir.
La agitación como develamiento y traducción
Es posible utilizar los dos casos presentados en la sección anterior para alegar que Blanqui y la
querellante también se embarcan en una tarea de “agitación”, en el sentido etimológico del término, dado
que ambos quieren poner algo en movimiento. Ellos agitan el status quo. Es cierto que esto no es suficiente
para cambiar la partición de lo sensible, ya que las grandes transformaciones no ocurren a través de
acciones individuales, sino mediante la puesta en movimiento de colectivos humanos. El valor de su gesto,
sin embargo, reside en su ejemplaridad. Lo ejemplar es extraordinario; se asemeja a la excepción en el
sentido schmittiano de un instante en el que “el poder de la vida real”, como él mismo lo llama, sacude el
patrón de repeticiones mecánicas que caracteriza a las épocas o los tiempos normales (Schmitt, 1985, p.
15).
Lo ejemplar también nos muestra la relación fluida entre la acción individual y la colectiva. Lo que
Blanqui y la querellante hicieron como individuos reverberó más allá de la singularidad del caso personal, al
convertirse en fuente de inspiración para generar impulsos de emancipación entre sus contemporáneos. Su
acción contribuyó a mantener abierta la promesa de algo distinto y posiblemente mejor por venir.
Debemos decir algo más respecto a este juego entre lo singular y lo colectivo, especialmente sobre
cómo interviene en la disrupción de lo dado. A diferencia de otras encarnaciones de la agitación, aquí el
aspecto institucional está relativamente ausente porque Blanqui y la querellante no actúan en nombre de un
grupo político ni promocionan sus objetivos estratégicos. Pero al igual que en agitprop, sus acciones de
disenso tienen el valor pedagógico-político de un develamiento. Agitan el estado de cosas para hacer visible
la exclusión de proletarios y de negros, sea porque esta exclusión no es inmediatamente evidente o porque
quienes la viven en carne propia confunden su condición de desigualdad con la manera como funcionan las
cosas. Su gesto individual de develar la inequidad presente y presentarla como injusta e innecesaria, nos
instruye en la promesa de una aparentemente imposible equidad por venir. Abre el camino para la
emancipación.
Sería un error afirmar que tal develamiento —y su apuesta por algo por venir— supone una
teleoescatología o promesa de redención final, como ocurre, por ejemplo, en el caso de la promesa
comunista de una sociedad plenamente igualitaria. Esta es la manera clásica de concebir la emancipación:
se expone la causa y naturaleza verdadera de la opresión y luego se busca erradicarla por completo. Se
trata de una visión problemática no porque el deseo de suprimir la desigualdad sea objetable, sino porque la
creencia de que se puede acabar con ella, de una vez por todas, sí lo es en la medida en que reproduce
una teología de la salvación, sólo que con un registro secular. Lo hace imaginando una sociedad
poshistórica, reconciliada consigo misma, dado que esta habrá pasado de la igualdad formal del
pensamiento liberal a la igualdad sustancial del comunismo mediante la supresión de la propiedad privada,
que era la responsable de las relaciones de explotación y sometimiento. Lo que quiera que esté por venir,
se convierte así en otro nombre para la metafísica de la presencia —en este caso, se trata simplemente de
una presencia pospuesta: aún no existe la igualdad sustancial, pero es un estado de cosas que tarde o
temprano va a llegar—.
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Una manera más interesante de pensar la actividad de develamiento sería una en la cual que se
rompa el nexo entre una promesa de algo por venir y la creencia en una redención universal, lo cual implica
deshacernos tanto del telos como de la escatología. De este modo, la pedagogía de la emancipación ya no
dependería de un marco referencial teológico, y el develamiento se convertiría así en una operación
“política” en el sentido que Rancière la da a la palabra, es decir, la política pasa a ser concebida como
“manifestación de disenso, como la presencia de dos mundos en uno” (2001, s. p.).
Así, todo el proceso estaría signado por la indecidibilidad, pero no porque no se pueda tomar una
decisión —decidir es inevitable—, sino porque, como dice Derrida, la indecidibilidad alude al hecho de que
toda decisión está expuesta de antemano a un riesgo elemental: los operadores del disenso podrían estar
proponiendo políticas de emancipación, pero también cosas peores que las que hoy tenemos, por ejemplo,
abogando por un mundo fascista o dictatorial.
Precisamente por esto último, alguien como Walter Benjamin podría aceptar la noción de algo por
venir, pero interpretándola desde la perspectiva de su propio espejo idiosincrásico. Para él, el agitar y
revolver propios del develamiento juega con el valor de lo negativo: el develamiento aplica los frenos de
emergencia del tren de la historia con la esperanza de que las cosas no empeoren o, para decirlo de
manera más dramática, con la esperanza de interrumpir nuestro viaje al abismo. La metáfora de Benjamín
coloca a la emancipación en un registro más inquietante. En vez de insistir sobre cómo las cosas serán
distintas (y mejores), nos dice que lo peor no es inevitable, siempre y cuando estemos dispuestos a hacer
algo por detenerlo.
Según Löwy, con esto Benjamin describe una dimensión utópica frágil; es su manera de mostrarnos
las virtudes de la fuerza negativa de la utopía (Löwy, 2003, pp. 176-78). Esta fuerza frágil o negativa
contribuye a reconfigurar la noción de utopía. Ya no se trataría tanto de la búsqueda de una tierra
prometida, sino más bien de un llamado a actuar para detener o, por lo menos, para retardar nuestro
descenso al infierno. Es una manera de señalar que algo parecido a la tesis acerca de la muerte de Dios,
propuesta por Nietzsche, se instala una vez que nos deshacemos de la esperanza de un dulce porvenir que
nos promete un telos del progreso.
Una vez muerto Dios o, si uno prefiere ser más cauto y no pronunciarse respecto a este suceso,
luego de la paliza que recibiera por parte de los modernos y sus sucesores, ya no podemos contar con el
beneficio de un mapa de navegación que nos garantice un desenlace específico. El asunto de si las cosas
pueden mejorar (emancipación) o empeorar (fascismo) es indecidible, así es que si no hacemos, algo nos
“vamos al diablo”.
Este develamiento pedagógico y político equivale a hablar de la traducibilidad ante la ausencia de un
mundo transparente. El develamiento es necesario porque las condiciones de explotación y opresión no son
inmediatamente evidentes o, para no caer en el discurso paternalista de las vanguardias, el develamiento
entra en juego, porque la gente no es ciega a sus circunstancias, pero puede percibirlas como el resultado
de fuerzas más allá de su alcance. Traducimos una cierta interpretación del mundo a otro lenguaje de
percepción para así poder plantear la posibilidad de otro mundo menos opresivo y explotador y para
impulsar a la gente a perseguir ese objetivo. El develamiento como traducción es una respuesta —para bien
o para mal— a la falta de transparencia de nuestras condiciones, una actividad que busca alentar esfuerzos
emancipatorios o prevenir una catástrofe. Si se quiere, es una manera de hablar de lucha ideológica sin
cargar con el lastre connotativo que acompaña al término ideología.
Siempre cabe la sospecha de que toda traducción es una traición (como dicen los italianos:
traduttore, traditore), especialmente si hacemos caso a las advertencias como la que Lyotard enuncia en su
libro La diferencia, cuando habla de la inconmensurabilidad de los regímenes de frases que buscan tratar un
daño. Es cierto que el riesgo de la traición es innegable, así como también lo es la posibilidad de
malinterpretar la situación o presentar una visión manifiestamente engañosa del mundo. Sin embargo, esto
no puede convertirse en una coartada para justificar la inacción o para optar por una vida contemplativa libre
de todo riesgo y peligro. Tenemos que convivir con el riesgo, porque de lo contrario nada podría realmente
ocurrir.
En lo que concierne a la inconmensurabilidad de Lyotard, Rancière con toda razón alega que quizá
no nos sea posible reparar un daño o una injusticia, pero sí podemos, por lo menos, lidiar con este o ella a
través del desacuerdo, lo que quiere decir que el develamiento o la traducción llevado a cabo por la
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agitación es parte del disenso o la polémica. Reconozcamos también que, al arrojar luz sobre una condición
desdichada, no nos cabe esperar llegar a alcanzar la plena conciencia de un ser verdadero que está listo
para ser liberado del sometimiento. Tendencias posmarxistas, posmodernas, posfundacionales y otras
tantas maneras pos de pensar la agitación política y la emancipación suelen desconfiar de significantes
trascendentales como el ser verdadero, la emancipación final o la transparencia absoluta. Antes bien, me
parece que al abandonar argumentos basados en una supuesta esencia humana y al desligar la
emancipación de la influencia de narrativas sustentadas en un telos del progreso, descubrimos dos cosas:
que el develamiento ya no puede significar mostrar el fundamento último del ser y que la emancipación
termina siendo una tarea de Sísifo, es decir, no terminará nunca, y una y otra vez seremos llamados a
intentarla de nuevo.
Podríamos sumarnos a la larga lista de gente que ha criticado la conocida tesis de Fukuyama, y
alegar que nuestra manera de entender el develamiento nos enseña que la historia sigue su curso tan
campante luego de su supuesto final. Prefiero ceñirme a la sintaxis conceptual utilizada aquí y decir que el
develamiento nos indica que la necesidad de traducir nunca termina. Y es esta precisamente la razón por la
cual la agitación es un suplemento y no simplemente algo que ocurre esporádicamente en las políticas de
emancipación. La fórmula taquigráfica para describir este vínculo estructural sería algo como ¡no hay
emancipación sin agitación! Con todo, si nos encontramos, como en efecto muchos alegan, con que la
emancipación rara vez surge en el orden del día, ¿significará esto que la agitación es también inusual?
Benjamin se encuentra entre aquellos que creen en la naturaleza episódica de la rebelión. Plantea su
punto de vista con gran lucidez y más que una pizca de desasosiego en sus “Tesis sobre la filosofía de la
historia”, un breve texto escrito en 1940, a la sombra de la derrota del movimiento obrero, del triunfo del
fascismo y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. La inquietante brutalidad de Auschwitz, igual que
Hiroshima, el apartheid, Pinochet, Ruanda, Serbia y un largo etc., forman parte de la tempestad del
progreso que impulsa al ángel de la historia al que alude la Tesis IX hacia el futuro; todos estos desastres
hacen parte de una única catástrofe “que no deja de amontonar ruinas sobre ruinas y las arroja a sus pies
[los del ángel]” (Benjamin, 1969, p. 257).
El horror siempre es atávico porque la catástrofe nunca ha dejado de ocurrir; está siempre en curso.
Sin embargo, a pesar del lenguaje apocalíptico que usa Benjamin, no hay aquí pesimismo, ya que también
habla de la posibilidad de la redención, de una “posibilidad revolucionaria en el combate contra el pasado de
opresión” (p. 263, Tesis XVII. Las cursivas son mías). Esta posibilidad que menciona Benjamín hace las
veces de la contingencia: las cosas pueden ocurrir de una manera, pero también de otra. Con esto nos está
señalando que la redención, de ocurrir, depende de que haya o no luchas, y por lo tanto es antitética a la
creencia en unas leyes naturales de la historia que nos garantizarían que el futuro es nuestro.
Löwy afirma categóricamente que, desde la perspectiva de Benjamin, sólo podemos interrumpir la
catástrofe mediante la acción colectiva, si nos atrevemos a retar a nuestros opresores a través de acciones
revolucionarias (Löwy, 2003, pp. 59-60). Sostiene, además, que las interrupciones emancipatorias no son
más que breves episodios que agujerean la “normalidad” de la dominación y que, por lo tanto, para
Benjamin, la tradición de los oprimidos consiste en una serie discontinua conformada por los raros
momentos en los que las cadenas de la dominación se rompieron (p. 137).
No es difícil ver por qué la manera como Benjamin concibe a la resistencia y la revolución ayuda a
contrarrestar las interpretaciones deterministas de la historia que fueron tan populares entre pensadores
progresistas de su tiempo. Sin embargo, igual hay algo que falta cuando asocia el pensamiento sobre la
emancipación con la redención revolucionaria del pasado. Benjamin probablemente se da cuenta de que la
constitución de los oprimidos como actores políticos no ocurre espontáneamente o, por lo menos, que su
confluencia espontánea ocurre muy raras veces, pues si fuera algo cotidiano, la normalidad de la opresión
probablemente sería mucho menos normal.
La gente tiene que esforzarse para convencerse de la necesidad de actuar; además, ese esfuerzo
debe ser sostenido en el tiempo si se espera que la acción dé fruto. Sin embargo, Benjamín guarda silencio
sobre la mecánica de este proceso porque su idea de lo mesiánico se concentra fundamentalmente en
situaciones excepcionales como la que menciona para ilustrar el Jetztzeit o tiempo actual, del ahora. Nos
dice que, de acuerdo con varios testimonios, durante la Revolución Francesa la gente disparaba contra los
relojes de las torres de París para indicar que su objetivo era “hacer estallar el continuo de la historia”
(Benjamin, 1961, p. 261, Tesis XV).
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Poética, como puede ser la imagen de la interrupción, elude la discusión de algo tan pedestre como lo
es una política de la emancipación con todo y su agitprop, su logística, su temporalidad y sus participantes
de carne y hueso reuniéndose para discutir, planear, decidir, probar y modificar el curso de acción en caso
de ser derrotados o si las cosas no salen como se esperaba. Lo que quiero decir al contrastar las alturas
olímpicas de la emancipación con algo más pedestre como lo es la política emancipatoria, es que para que
haya tal política uno no necesita estar inmerso en el torbellino de los momentos excepcionales que nos
instan a convertirnos en un mesías colectivo y secular.
La emancipación, el “revolucionar” y la región intersticial de la política
Ahora quiero explicar lo que entiendo por emancipación. Se puede hablar de ella cuando hay una
disputa acerca de si las condiciones actuales —o si se prefiere, las relaciones sociales existentes—
promueven o dañan la igualdad y la libertad, y acerca de si otro mundo es posible. La política emancipatoria
es la práctica que busca interrumpir el orden establecido —y, por lo tanto, que apunta a redefinir lo
posible— con el objetivo de instaurar un orden menos desigual y opresivo, ya sea a nivel macro o en las
regiones locales de una microfísica del poder.
Esta definición mínima tiene dos ventajas. La primera es que describe la emancipación sin
preocuparse por la manera en la cual las distintas políticas emancipatorias caracterizan el presente e
imaginan cómo serían las alternativas. La segunda es que no define los conceptos de igualdad y libertad
con referencia a un contenido específico, sea éste “abstracto”, como en el enunciado de “todos los hombres
nacen libres e iguales”, o “concreto”, como en la promesa de igualdad radical posterior a la abolición de la
propiedad privada en una futura sociedad sin clases. Por el contrario, la definición entiende estos conceptos
como efectos de una actividad polémica. La igualdad y la libertad carecen de existencia política relevante si
no se hace un esfuerzo por singularizarlas en casos específicos en los que se plantee (1) qué significa
hablar de cualquiera de ellas, (2) qué quiere decir que las condiciones actuales les son favorables o
perjudiciales y (3) si la posibilidad de un mundo distinto está o no en juego. Al margen de este tipo de
polémica lo que tenemos es la política tradicional de siempre, que no es poca cosa, pero no una política
emancipatoria.
Afirmar que las condiciones que amplían la libertad y la igualdad son mejores que aquellas que las
restringen es reconocer que la política emancipatoria tiene una dimensión normativa. Hacer un llamado a
involucrarse en disputas sobre el estatus de dichas condiciones significa que también hay en ella una ética,
un modo de subjetivación por el cual nos negamos a aceptar la naturalidad del orden establecido y exigimos
un mundo diferente. Sostener que sólo podemos corroborar las orientaciones normativas y éticas de la
política emancipatoria en una polémica les confiere a ambas una dimensión existencial. La reflexión de
Schmitt es útil aquí. Él propone una definición operacional de este lado existencial al afirmar que la
naturaleza política de un grupo depende de su capacidad para diferenciar a sus amigos de sus enemigos,
así como de su disposición para enfrentar a esos enemigos en un combate.
La dimensión existencial radica en este “así como” de la disposición al enfrentamiento. Significa que
quienquiera que apele a una política de emancipación debe estar dispuesto a identificar a aquellos que
dañan la igualdad o la libertad, pero también, y más importante aún, debe estar preparado para tomar
partido y enfrentarse a ellos públicamente en algún tipo de contienda. Si no hay enfrentamiento, o al menos
una voluntad de confrontar, lo que tenemos es un grupo de individuos bienintencionados que manifiestan
tener una visión moralmente decente —es malo lastimar la libertad y la igualdad—, pero no personas que
tomen partido y asuman los riesgos de hacerlo.
El argumento existencial de la oposición amigo-enemigo planteado por Schmitt es, claro, bastante
conservador; no hay en él referencia alguna a la emancipación, ya que la libertad y la igualdad no son
temas de su interés. El autor se contenta con ratificar un status quo centrado en el Estado. Por ello
debemos ir contra su conservatismo. Podemos hacerlo retomando algo que mencioné, a saber, que a
diferencia de la política de siempre, la política emancipatoria también —y necesariamente— busca
interrumpir el status quo demostrando que otro mundo puede surgir.
La agitación es un suplemento de esta demostración, a veces, de naturaleza retórica y, otras,
logística o estratégica. Hace parte del ejercicio de perturbación del orden establecido mediante el
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develamiento, dado que este ofrece una especie de puesta en discurso de las condiciones actuales como
factores que obstaculizan la igualdad y la libertad. Como es de suponerse, este develamiento está plagado
de dificultades. Puede resultar efectivo o puede simplemente desvanecerse en gestos grandilocuentes y
expresivos que no conducen a ninguna parte; puede incluso terminar siendo un mero irritante en su
pretensión de introducir ruido y disonancia en un ámbito de intercambios políticos rutinarios. Además, si
bien el agitar y revolver propios del agitprop busca poner las cosas en movimiento, nunca hay garantía de
que esto resultará exitoso, y es evidente que no siempre logran ser revolucionarias en el sentido clásico de
insurrección, derrocamiento y reinstitución (más adelante amplío esta idea). Todo esto hace parte de
cualquier política de emancipación que, evidentemente, es un esfuerzo sostenido en el tiempo, lo cual
reconfirma lo que he estado planteando aquí: las pulsiones emancipatorias no tienen por qué ser
excepcionales.
Quiero añadir dos argumentos suplementarios para sustentar este planteamiento. Uno de ellos está
relacionado con una concepción del radicalismo que no ciñe la revolución a la perspectiva jacobina de
derrocamiento y refundación, y que desestabiliza simultáneamente las fronteras entre política revolucionaria
y no revolucionaria. Y no es que las fronteras sean irrelevantes, sino más bien son indecidibles —su estatus
no se puede establecer al margen de los casos que las singularizan en una polémica. ¿Será que el
agujerear el continuo de la historia —en contraposición a hacerlo explotar, como diría Benjamin— puede ser
considerado algo más que un vulgar reformismo? ¿Qué tan fuerte debe ser la explosión para que pueda ser
tomada como una genuina disrupción (revolucionaria) de la continuidad? Es difícil decirlo. La
conceptualización de la revolución también está contaminada por la metonimia de la parte por el todo.
Confundimos una revolución con los hechos sobresalientes que reemplazan el fenómeno —la toma
del Palacio de Invierno, por ejemplo— tal vez debido a que usamos la celebración ritual de esos eventos
como mecanismo para rememorar la ocurrencia de la revolución. Pensemos en la Revolución Francesa.
¿Qué significa este nombre? Lo asociamos con la toma de la Bastilla, una sinécdoque que toma un episodio
crítico —poco más que una postal histórica— como indicador de todo un movimiento de masas. Nos
podríamos preguntar si los hechos del 14 de julio de 1789, efectivamente, pusieron fin al absolutismo y
marcaron el nacimiento de un sistema republicano. ¿Por qué no cambiar la fecha y hacerla coincidir,
digamos, con la promulgación de la Constitución en 1792 o con el regreso forzoso de Luis XVI de Versalles
y su posterior decapitación en 1793? Otros dirían que la Revolución sólo tuvo su cierre, si es que se puede
hablar de un cierre definitivo, con el fin del Régimen del Terror y la decapitación de Saint Just y
Robespierre, en 1794. Episodios como estos son momentos icónicos que tienen el poder de transmitir el
carácter extraordinario de un evento que hace época, así como de mitificar las revoluciones, haciéndolas
parecer rupturas omniabarcadoras que ocurren en un momento único y glorioso.
En segundo lugar, existe una confusión entre lo efímero y lo duradero, entre los actos de
insurgencia/rebelión que titilan y luego desaparecen y la permanencia de un nuevo Estado o régimen. Esto
disuelve el problema de entender la revolución según el esquema banal que contrapone el éxito con el
fracaso, el derrocamiento del bloque dominante y el establecimiento de un nuevo régimen, por un lado, y el
fiasco del exilio —o, más trágico aún, la ejecución de sus líderes visibles— si las cosas salen mal, por el
otro. Nos podemos preguntar qué sucede cuando algunos reivindican una suerte de “fracaso” al negarse
deliberadamente a tomar el poder o a instituir un nuevo Estado.
Por el lado académico de esta negativa está gente como Virno y otros, quienes proponen un “éxodo”,
“salida” o deserción del Estado como base para una política de la multitud (Virno, 2003), o bien la
perspectiva de Holloway (2002), quien habla de cambiar el mundo sin tomar el poder. Hakim Bey (1991)
también habla de marginarse, de volverse “nativo” y optar por el caos —regresando a un estado de
naturaleza en el que no hay Estado— en una Zona Autónoma Temporal (o ZAT). Bey entiende la ZAT como
una táctica de la desaparición, que consiste en “una sublevación que no se enfrenta directamente con el
Estado, una operación guerrillera que libera una porción (de tierra, de tiempo, de imaginación) y luego se
disuelve para volver a formarse en otro lugar/otro momento, antes de que el Estado pueda acabar con ella”
(Bey, 1991, s. p.).
La ZAT se inspira en la idea de rizoma de Deleuze y Guattari, y además se asemeja a su vez a lo que
estos dos autores llaman devenir minoritario. No hay que confundir este devenir minoritario con procesos de
constitución de minorías y mayorías o con un deseo de volverse políticamente irrelevante; se refiere más
bien a un rechazo a someterse a los códigos dominantes y a un esfuerzo por inventar formas alternativas de
ser —Rancière preferiría hablar simplemente de la desclasificación propia de los procesos de
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subjetivación—. Autonomía es la consigna de este devenir minoritario; uno se vuelve revolucionario cuando
conjuga un cierto número de elementos minoritarios, porque al hacerlo “inventa un devenir específico,
imprevisto, autónomo” (Deleuze y Guattari, 1988, p. 106; también Patton, 2005, pp. 406-408).
Por el lado más práctico y operacional de esta adopción del “fracaso” como estrategia encontramos la
insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y su negativa a centrar sus exigencias en la toma
del Estado, a pesar de su insistencia en la necesidad de construir un Estado distinto. Lo que vemos aquí es
la paradoja de una visión revolucionaria —de una actividad de revolucionar—, que se niega explícitamente a
convertirse en un nuevo Estado, una manera de entender la revolución por fuera de la matriz jacobina y de
la oposición binaria entre éxito y fracaso.
Podemos obviar el problema de la metonimia adoptando una imagen de pensamiento de la revolución
que refleje la descripción que hace Foucault (1984) de la coherencia sistémica como una “regularidad en la
dispersión”. Este autor usa esta noción para criticar, entre otras cosas, el supuesto monismo identitario del
sujeto: la unidad de este sería efecto de varios lugares de enunciación que se articulan en una regularidad
sistémica (Foucault, 1984). El sujeto no es más que esa regularidad. Retomando este razonamiento, digo
que la singularidad revolucionaria consistirá no de un epicentro o punto de quiebre que trabaja en solitario,
sino de una multiplicidad de lugares discontinuos desde donde se enuncian retos y desafíos al status quo.
Una revolución nunca habrá terminado, pues siempre estará comenzando a ocurrir a medida nuestra
ubicación en esos lugares de enunciación —Foucault no habrá tenido en mente a Spinoza cuando escribía,
pero su regularidad en la dispersión le da cierta consistencia a la noción de multitud (una pluralidad que
persiste como tal sin llegar a converger en un Uno) desarrollada por Spinoza y popularizada por gente como
Hardt, Negri y Virno—. La confusión acerca de la duración de un cambio revolucionario desaparece tan
pronto como se toma conciencia de que la revolución no se puede reducir a un momento de inflexión en la
historia de un pueblo, uno que sienta las bases para la construcción de un Estado futuro. En un sentido más
amplio, es un performativo que designa la actividad de revolucionar a través de la cual una revolución ya ha
comenzado a ocurrir mientras trabajamos para ello aquí y ahora.
El propio Gramsci sugirió algo similar a pesar de que su pensamiento se mantuvo dentro del
paradigma de la revolución como refundación e institución de un nuevo Estado. Rechazó el putschismo al
plantear que “Un grupo social puede e incluso debe ser dirigente aun antes de conquistar el poder
gubernamental (esta es una de las condiciones principales para la misma conquista del poder); después,
cuando ejerce el poder y aunque lo tenga fuertemente en su puño, se vuelve dominante pero debe seguir
siendo también ‘dirigente’” (Gramsci, 1999, p. 387). Este liderazgo ex del que habla Gramsci explica por qué
para él, como sostienen Laclau y Mouffe, “una clase no toma el poder del Estado, sino que deviene Estado”
(1987, p. 80).
Este devenir no es ni puede ser reducido a un evento único. La ZAT de Bey mantiene un parecido de
familia con esta visión, pero también funciona como contrapunto polémico a la lectura Estado-céntrica de
Gramsci, dado que las zonas autónomas temporales son parte de una revolución continua de la vida
cotidiana y, por lo mismo, de una revolución que no se detiene a las puertas del Estado. Como lo expresa
Bey, “la lucha no puede cesar siquiera con el último fracaso de la revolución política o social porque nada,
excepto el fin del mundo, le puede poner fin a la vida cotidiana o a nuestra aspiración por las cosas buenas,
por lo Maravilloso” (Bey, 1991, s. p.).
Pero si ponemos estas diferencias en suspenso, el tipo de razonamiento desarrollado por Gramsci y
por aquellos que proponen la táctica de esquivar o “puentear” al Estado socava la pureza de la distinción
entre actos revolucionarios y no revolucionarios (por ejemplo, la diferencia entre hacer explotar y agujerear
el continuo de la historia) y transfiere el manejo de la distinción al terreno de la polémica. También coloca a
las acciones de agitar y revolver propias del agitprop —su disrupción de la política rutinaria, su develamiento
de las condiciones adversas para la libertad y la igualdad— bajo el rótulo general de una política
emancipatoria que se manifiesta en la actividad cotidiana del revolucionar.
El otro argumento para validar las perturbaciones cotidianas del orden establecido es, de cierto modo,
un corolario del anterior. Tiene que ver con la importancia política de la brecha o ausencia de coincidencia
estructural entre la inscripción y lo inscrito, entre la institución y lo instituido. Esta brecha nos muestra una
región intersticial que no se caracteriza ni por la dominación pura ni por la libertad absoluta; constituye, más
bien, una zona gris donde los desafíos y las transformaciones son sucesos posibles y frecuentes.
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La distinción que propone Rancière entre policía y política nos brinda una manera de pensar en qué
consiste esta brecha. Vimos algo de esto en la discusión sobre el juicio de Blanqui. La policía o partición de
lo sensible les asigna un nombre y un lugar a cada grupo, lo cual significa que para ella la sociedad sólo
consta de partes identificables, mientras que la política es la institución del disenso, un proceso
caracterizado por la desidentificación con el nombre asignado por otros y la adopción del nombre que
representa un daño, es decir, el de la parte que no tiene parte dentro de la partición existente.
La política es “impropia”, porque no tiene un lugar propio y sólo puede ocurrir —sólo puede “tener
lugar”— en el territorio de la policía donde, según Rancière, intenta demostrar que hay dos mundos alojados
en uno solo. Esto, obviamente, demuestra el fracaso de la policía, o su impureza, pues ella puede querer
que haya un sólo mundo —el suyo— en el que la inscripción sea idéntica a lo inscrito, pero la polémica
introducida por la política abre una brecha en el interior de la partición de lo sensible. Esta brecha constituye
un punto ciego en el campo visual de la policía. Representa la no coincidencia entre la inscripción y lo
inscrito o entre la norma y el acto y, por lo tanto, funciona como una condición de posibilidad de un segundo
mundo que habita en el primero.
El espacio abierto por esta brecha no es un espacio constituido, uno que ya existe y en el que luego
se irán a manifestar una serie de pulsiones emancipatorias. Antes bien, dicho espacio se construye en
polémicas acerca de la igualdad y la libertad. Puedo decir que si la política es la práctica del disenso,
entonces el punto ciego es un efecto de la desidentificación y, por ende, de la liberación, que hace su
aparición a medida en que actuamos por lograr la igualdad y la libertad, mucho antes de habernos
deshecho de los últimos sinvergüenzas que obstaculizan el desarrollo de una y otra.
Foucault nos ofrece otro ángulo para pensar en esta brecha, al afirmar que “no hay una relación de
poder sin resistencia, sin escapatoria o huida” (1988, p. 243). Hay un encuentro continuo entre las
relaciones de poder, por las cuales se entienden las acciones sobre las acciones de otros, con el propósito
de “estructurar el posible campo de acción de los otros” (p. 239), y las estrategias de lucha o
insubordinación, encuentro en el cual cada una de ellas, la relación de poder y la estrategia de
insubordinación, “constituye la una para la otra, una especie de límite permanente, un punto de inversión
posible” (p. 243).
Este encuentro nos permite considerar la dominación tanto en el sentido tradicional de una estructura
global de poder como en el sentido foucaultiano de una situación estratégica entre adversarios. En una
situación estratégica, el equilibrio sistémico, si existe semejante cosa, es de naturaleza metaestable, puesto
que cambia continuamente de acuerdo con los combates recurrentes entre los adversarios. Esta situación
abre una región intersticial o una zona gris donde los que mandan no logran estructurar plenamente el
campo de acción de los demás. Sin embargo, consiguen estructurarlo hasta cierto punto, y por eso el
intersticio es un espacio de tensión y no una región de libertad irrestricta donde los dominados pueden
hacer lo que les plazca. Una política que busca interrumpir lo dado utiliza este intersticio para introducir
cambios en la partición de lo sensible; es un espacio para la puesta en escena de negociaciones
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concernientes a la libertad y la igualdad en la vida cotidiana.
La conjunción de la actividad de revolucionar con la región intersticial invalida la creencia de que la
emancipación está siempre y necesariamente ligada a momentos excepcionales de disrupción del orden
establecido, y nos recuerda que no puede haber un orden que domine absolutamente, un orden dominante
sin remanentes. El revolucionar y la región intersticial le quitan fuerza a la interpretación realista del arte de
lo posible al imaginar algo por venir —un mundo diferente en el que podamos avanzar más allá de la
libertad y la igualdad que tenemos hoy— y actuar para que ese por venir suceda. Ambos refuerzan el
argumento acerca del carácter cotidiano de la práctica de la emancipación y la agitación.
NOTAS:
*
Una versión previa de este artículo apareció bajo el título de "Stirred and Shaken. A Symptomatology of the 'Art of the Possible'", en
la revista inglesa de teoría crítica Parallax, vol. 11, núm. 4, 2005, pp. 12-22. Quiero agradecer los comentarios de Alistair Rider y a
dos reseñistas anónimos que dictaminaron el artículo para Parallax. Esta es una versión revisada y expandida que será incluida en
mi libro Politics on the Edges of Liberalism (Edinburgh, Edinburgh University Press, 2007). Agradezco al Servicio de Traducción del
Departamento de Lenguas de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá,
Colombia, por haber hecho una traducción elegante y profesional. La revisión y corrección posteriores fueron hechas por el autor.
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1. Está, también, la crítica clásica al realismo, a saber, que su pretendida superioridad epistemológica suena vacía, porque da por
hecho que su propio discurso describe las cosas tal como son. Barthes cuestiona esto en S/Z, mediante una lectura ingeniosa de
un texto realista -la breve novela Sarrasine, de Balzac- que demuestra que la intertextualidad se encarga de socavar la pretensión
realista de que nos ofrece una mera trascripción denotativa del mundo. En sus palabras: "La denotación no es el primero de los
sentidos, pero finge serlo; bajo esta ilusión no es finalmente sino la última de las connotaciones (la que parece a la vez fundar y
clausurar la lectura), el mito superior gracias al cual el texto finge retornar a la naturaleza del lenguaje, al lenguaje como naturaleza:
por muchos sentidos que libere una frase posteriormente a su enunciado, ¿no parece decirnos algo sencillo, literal, primitivo: algo
verdadero en relación a lo cual todo lo demás (lo que viene después, encima) es literatura?" (Barthes, 2001, p. 6).
2. El topos del nómada de Deleuze y Guattari (1988) y la distinción que hace de Certeau (1984) entre estrategia y táctica son algunas
de las representaciones más fascinantes de esta región intersticial. La ZAT de Bey es una imagen de esa región.
BIBLIOGRAFÍA:
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Barthes, R. (2001), S/Z, México, Siglo XXI.
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Alteridades y subjetividades
en las ciudadanías contemporáneas
Chantal Mouffe
A través de su ponencia en este evento, Jesús Martín-Barbero nos da por tarea pensar en el ojo del
huracán del momento contemporáneo. Creo que esto es muy importante, pero necesita una buena base
teórica para ser hecha adecuadamente. Quiero contribuir en la elaboración de esa base a partir de dos
puntos: la naturaleza de lo político y las identidades colectivas políticas que están en juego.
El punto de partida de mi análisis es nuestra actual incapacidad para percibir de un modo político los
problemas que encuentran nuestras sociedades. Lo que quiero decir con esto es que, contrariamente a la
idea que se acepta a menudo, las cuestiones políticas no son meros asuntos técnicos destinados a ser
resueltos por expertos; las cuestiones propiamente políticas siempre implican decisiones que requieren
optar entre alternativas en conflicto.
Considero que esa incapacidad para pensar políticamente, en la cual nos encontramos hoy en día, se debe
en gran medida a la hegemonía indiscutida del liberalismo. La primera parte de mi reflexión va a estar
dedicada a examinar el impacto de las ideas liberales en las ciencias humanas y en la política. Mi objetivo
es señalar la deficiencia central del liberalismo en el campo político y su negación del carácter inerradicable
del antagonismo.
El liberalismo, del modo que lo entiendo en el presente contexto —porque evidentemente hay varias
maneras de entender el liberalismo— es un discurso filosófico con numerosas variables, unidas no por una
esencia común, sino por una multiplicidad de lo que Wittgenstein denomina parecidos de familia. Sin duda,
existen diversos liberalismos, algunos más progresistas que otros, pero, con algunas excepciones, la
tendencia dominante en el pensamiento liberal se caracteriza por un enfoque racionalista e individualista
que impide reconocer la naturaleza de las identidades colectivas. Este tipo de liberalismo es incapaz de
comprender de forma adecuada la naturaleza pluralista del mundo social con los conflictos que ese
pluralismo acarrea; conflictos para los cuales no existe ni puede existir nunca una solución racional.
En la típica comprensión liberal del pluralismo se afirma que vivimos en un mundo en el cual existen
diversos valores y perspectivas —que debido a limitaciones empíricas nunca podremos adoptar en su
totalidad—, pero que en su vinculación constituyen un conjunto armonioso y no conflictivo; por eso ese tipo
de liberalismo se ve obligado a negar lo político en su dimensión antagónica. El desafío más radical del
liberalismo, así entendido, lo encontramos en el trabajo de Carl Schmitt, cuya provocadora crítica utilizo
para confrontarla con los supuestos liberales.
En su libro El concepto de lo político, Schmitt declara sin rodeos que el principio puro y riguroso del
liberalismo no puede originar una concepción específicamente política. Todo individualismo consistente
debe negar lo político, en cuanto requiere que el individuo permanezca como el punto de referencia
fundamental.
El individualismo metodológico que caracteriza al pensamiento liberal excluye la comprensión de la
naturaleza de las identidades colectivas; sin embargo, para Schmitt el criterio de lo político —su diferencia
específica— es la discriminación amigo-enemigo. Tiene que ver con la formación de un “nosotros” opuesto
a un “ellos”, y se trata siempre de formas colectivas de identificación relacionadas con el conflicto y con el
antagonismo.
Un punto clave en el enfoque de Schmitt es que, al señalar que todo consenso se basa en actos de
exclusión, se demuestra la imposibilidad de un consenso racional totalmente inclusivo. Ahora bien, como ya
lo señalé, junto al individualismo, el otro rasgo central de gran parte del pensamiento liberal es la creencia
racionalista en la posibilidad de un consenso universal basado en la razón.
No hay duda, entonces, de que lo político en su dimensión de antagonismo constituye su punto ciego. Lo
político no puede ser comprendido por el racionalismo liberal, por la sencilla razón de que todo racionalismo
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consistente necesita negar la irreductibilidad del antagonismo. El liberalismo debe negar el antagonismo ya
que, al destacar el momento ineludible de la decisión —y acá utilizo el término decisión en el sentido fuerte
“decidir en un terreno indecidible”—, lo político tiene que ver con ese momento de la decisión; entonces, el
antagonismo revela el límite de todo consenso racional. En cuanto el pensamiento liberal adhiere al
individualismo y al racionalismo, su negación de lo político, en su dimensión antagónica, no es una mera
omisión empírica, sino una omisión constitutiva.
El libro de Schmitt, El concepto de lo político, se publicó en 1932, pero creo que su crítica es más relevante
que nunca. Si examinamos la evolución del pensamiento liberal desde entonces, podemos distinguir dos
paradigmas principales. El primero de ellos, denominado en ocasiones agregativo, concibe a la política
como el establecimiento de un compromiso entre diferentes fuerzas en la sociedad. Los individuos son
descritos como seres racionales guiados por la exaltación de sus propios intereses que actúan en el mundo
político de una manera instrumental. En realidad, la idea del mercado aplicada al campo de la política es
aprendida a partir de conceptos tomados de la economía; los mismos teóricos hablan de un modelo
económico de la democracia.
El otro paradigma, el deliberativo, que se ha desarrollado como reacción a ese modelo agregativo
instrumentalista, aspira a crear un vínculo entre la moralidad y la política. Sus defensores quieren
reemplazar la racionalidad instrumental por la racionalidad comunicativa. Presentan el debate político como
un campo específico de aplicación de la moralidad y piensan que es posible crear, en el campo de la
política, un consenso moral racional, mediante la libre discusión. En este caso, la política está aprendida no
mediante la economía, sino mediante la ética y la moralidad; pero, en los dos casos, se deja de lado esa
dimensión del antagonismo que he dicho, y en ese sentido estoy de acuerdo con el análisis de Schmitt: es
constitutiva de lo político.
El desafío que le plantea Schmitt a la concepción racionalista de lo político es, en realidad, claramente
reconocido por Jürgen Habermas, uno de los principales defensores del modelo deliberativo, que intenta
exorcizarlo afirmando que aquellos que cuestionan la posibilidad de tal consenso racional y sostienen que la
política constituye un terreno en el cual uno siempre puede esperar que exista discordia, socavan la
posibilidad de la democracia. A diferencia de Habermas, y de todos aquellos que afirman que tal
interpretación de lo político es contraria al proyecto democrático, considero que el énfasis de Schmitt en la
posibilidad siempre presente de la distinción amigo-enemigo y en la naturaleza conflictual de la política
constituye el punto de partida necesario para concebir de manera adecuada los objetivos de la política
democrática.
Esta cuestión, a diferencia de lo que opinan los teóricos liberales, no consiste en cómo negociar un
compromiso entre intereses en conflicto, ni tampoco cómo alcanzar un consenso racional de tipo moral. La
especificidad de la política democrática no es la superación de la oposición nosotros-ellos, sino el modo
diferente en el cual esa oposición se va a establecer.
A mi modo de ver, la democracia requiere trazar la distinción nosotros-ellos, de modo que sea compatible
con el reconocimiento del pluralismo constitutivo de la democracia moderna. Esa, me parece, es la tarea
principal a la cual tenemos que confrontarnos: cómo crear y formar identidades políticas que son siempre de
tipo colectivo, de manera que sea congruente con el pluralismo.
En ese punto debemos tomar distancia de Schmitt, quien era inflexible en su concepción de que no hay
lugar para el pluralismo dentro de una comunidad política democrática. Según la entendía, la democracia
requiere la existencia de un demos homogéneo, y esto excluye toda posibilidad de pluralismo interno. Por
eso Schmitt veía una contradicción insalvable entre el pluralismo liberal y la democracia. Para él, el único
pluralismo posible —porque de alguna manera Schmitt era un pluralista— era el pluralismo de Estados, no
un pluralismo que sea interior al Estado.
Entonces, evidentemente, como lo decía, debemos tomar nuestras distancias de Schmitt para pensar la
política democrática de esa manera; pero se trata de pensar con Schmitt-contra Schmitt, utilizando su
crítica, que me parece muy acertada, al individualismo y al pluralismo liberal, para proponer una nueva
interpretación de la política democrática, en lugar de seguirlo en el rechazo de la política democrática
pluralista.
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Desde mi punto de vista, una de las ideas centrales de Schmitt es su tesis según la cual las identidades
políticas consisten en un cierto tipo de relación nosotros-ellos. La relación que él llama amigo-enemigo y
que puede surgir a partir de formas muy diversas de relaciones sociales, a partir de la economía, de la
religión, de las etnias, de las naciones, es decir: la base de las relaciones sociales donde puede surgir la
relación amigo-enemigo es en realidad muy variada.
Al destacar Schmitt la naturaleza relacional de las identidades políticas, anticipa varias corrientes de
pensamiento como el postestructuralismo, que luego hará hincapié en el carácter relacional de todas las
identidades. En la actualidad, gracias a estos desarrollos teóricos posteriores, estamos en situación de
elaborar mejor lo que Schmitt afirmó taxativamente, pero dejó sin teorizar. Nuestro desafío es desarrollar
sus ideas en una dirección diferente y visualizar otras interpretaciones de la distinción amigo-enemigo,
interpretaciones compatibles con el pluralismo democrático. Me ha resultado particularmente útil para tal
proyecto la noción de exterior constitutivo, ya que revela lo que está en juego en la constitución de la
identidad. Esa es una noción que propuso el filósofo estadounidense Henry Staten, en su libro Wittgenstein
y Derrida, para referirse a una serie de temas desarrollada por Derrida, en torno a una serie de nociones
como suplemento, traza y differance.
El objetivo es destacar el hecho de que la creación de una identidad implica siempre establecer una
diferencia. Diferencia, como lo indica Derrida, que a menudo se construye sobre la base de una jerarquía,
por ejemplo, entre forma y materia, blanco y negro, etc. Pero una vez que se haya entendido que toda
identidad es relacional y que la afirmación de una diferencia, es decir, de un exterior constituyente, es una
condición de la existencia de tal identidad, que la percepción de “otro” que constituye su exterior es
absolutamente central para que exista una identidad, pienso que estamos en una posición más adecuada
para entender el argumento de Schmitt acerca de la posibilidad siempre presente del antagonismo y para
entender cómo una relación social que no era, de ninguna manera, una relación antagónica se puede
convertir en un terreno fértil para el antagonismo.
En el campo de las identidades colectivas —lo que me interesa aquí (el argumento de Derrida es, sobre
todo, tipo de identidad y de objetividad, y estoy aplicando el concepto al campo de las identidades
colectivas)— se trata de crear un “nosotros” que sólo puede existir por la demarcación de un “ellos”, que es
el exterior constitutivo del “nosotros”. Esto, por supuesto, no significa que la relación nosotros-ellos sea
necesariamente una de tipo amigo-enemigo, es decir, una relación antagónica; hay muchas otras formas no
antagónicas. Pero deberíamos admitir que, en ciertas condiciones, existe la posibilidad de que una relación
nosotros-ellos se vuelva antagónica.
Según Schmitt, para que esa relación nosotros-ellos sea política, en sus términos, por supuesto, tendría que
tomar la forma antagónica amigo-enemigo. Por eso no podía aceptar la presencia de tal relación dentro de
la asociación política y, sin duda, tendría razón al advertir los peligros que implica un pluralismo antagónico
para la permanencia de una asociación política en otra asociación de la misma especie. Si los grupos se
ven en términos de amigo-enemigo, evidentemente se va a llegar a la destrucción de la asociación política;
no obstante, lo voy a argumentar en un momento: esa distinción amigo-enemigo puede ser considerada tan
sólo una de las formas posibles de expresión de esa dimensión del antagonismo que es constitutiva de la
política. También podemos, si bien admitiendo la posibilidad siempre presente del antagonismo, imaginar
otros modos políticos de construcción del nosotros-ellos. Si tomamos este camino, nos daremos cuenta de
que el desafío para la política democrática consiste en intentar impedir el surgimiento del antagonismo
mediante una manera diferente de establecer la relación nosotros-ellos.
Antes de continuar desarrollando ese punto, quiero extraer una primera conclusión teórica de las reflexiones
previas, para que ustedes sean capaces de seguir fácilmente mi razonamiento: a esta altura podemos
afirmar que la distinción nosotros-ellos —condición de posibilidad de formación de las identidades
políticas— puede, en ciertas ocasiones, convertirse en el locus de un antagonismo, puesto que todas las
formas de identidad política implican una distinción nosotros-ellos, debido a que siempre en la política
tenemos que ver con identidades colectivas.
La posibilidad de emergencia de un antagonismo nunca puede ser eliminada; siempre existe. Por lo tanto,
es una ilusión creer en el advenimiento de una sociedad en la cual pudiera haberse eliminado
definitivamente el antagonismo y creado un consenso racional. El antagonismo, como afirma Schmitt, es
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una posibilidad siempre presente; podríamos decir que lo político pertenece a nuestra condición ontológica.
Ahora paso a otro concepto importante para entender lo político. Junto al antagonismo, el concepto de
hegemonía constituye el otro aspecto clave para tratar la cuestión de lo político. Considerar lo político como
la posibilidad siempre presente del antagonismo, requiere aceptar la ausencia de un fundamento último y
reconocer la dimensión de indecibilidad que domina todo orden; en otras palabras, precisa admitir la
naturaleza hegemónica de todos los tipos de orden social y el hecho de que toda sociedad sea el producto
de una serie de prácticas que intenta establecer un orden en un contexto de contingencia.
Lo político se vincula siempre con actos de institución hegemónica. En ese sentido, podemos distinguir lo
social de lo político. Lo social se refiere al campo de lo que podríamos llamar prácticas sedimentadas, esto
es, prácticas que ocultan los actos originales de su institución política contingente y que se dan por
sentadas como si se fundamentaran a sí mismas. Las prácticas sociales sedimentadas, lo que aparece
como normal, son una parte constitutiva de toda sociedad posible, es decir, no todos los vínculos sociales
pueden ser cuestionados al tiempo. Lo social y lo político tienen el estatus de lo que Martin Heidegger
denominó existenciales, es decir, dimensiones necesarias de toda vida social.
Todo orden es la articulación temporaria y precaria de prácticas contingentes. La frontera entre lo social y lo
político es inestable y requiere desplazamientos y renegociaciones entre los actores sociales, es decir, las
cosas siempre podrían ser de otra manera y, por lo tanto, todo orden está basado en la exclusión de otras
posibilidades. En ese sentido puede ser llamado político, ya que es la expresión de una estructura particular
de relaciones de poder. Eso es un elemento muy importante, pues demuestra que nunca podemos aceptar
esas teorías que afirman que no hay alternativa; siempre hay una.
Todo orden es la negación de otras posibilidades y siempre puede transformarse. Esa reflexión que a
primera vista puede parecer extremadamente abstracta y teórica tiene consecuencias muy importantes para
pensar la política. El poder es constitutivo de lo social, porque lo social nunca podría existir sin las
relaciones de poder mediante las cuales se le da forma (aunque en un momento dado pueda ser
considerado una cierta disposición como el orden natural junto con el sentido común). Eso siempre es el
resultado de prácticas hegemónicas sedimentadas; nunca es la manifestación de una objetividad más
profunda, externa a las prácticas que lo originan, así que la política siempre puede transformar esas
relaciones de poder.
En resumen, todo orden es político y está basado en algunas formas de exclusión; siempre existen otras
posibilidades que han sido reprimidas y que pueden reactivarse. Las prácticas articuladoras a través de la
cuales se establece un determinado orden y se fija el sentido de lo que es natural, del sentido común, es a
lo que llamo prácticas hegemónicas. Todo orden hegemónico es susceptible de ser desafiado por prácticas
contrahegemónicas, es decir, prácticas que van a intentar desarticular el orden existente para instaurar otra
forma de hegemonía.
Respecto de las identidades colectivas, nos encontramos en una situación similar. Las identidades son el
resultado de procesos de identificación y jamás pueden ser completamente estables; nunca nos
enfrentamos a oposiciones nosotros-ellos que expresen identidades esencialistas existentes a procesos de
identificación. Además, como ya lo he señalado, el “ellos” representa la condición de posibilidad del
nosotros, su exterior constitutivo. Eso significa que la constitución de un “nosotros” específico depende del
tipo de “ellos” del cual se diferencia, ese es un punto crucial, porque nos permite concebir la posibilidad de
diferentes tipos de relación nosotros-ellos, de acuerdo con el modo en el que el “ellos” va a ser construido.
Según el análisis que acabo de presentar, parecería que una de las tareas principales para la política
democrática consiste en distender el antagonismo potencial existente en las relaciones sociales. Si
aceptamos que esto no es posible —trascendiendo la relación nosotros-ellos—, sino sólo mediante su
construcción de un modelo diferente, surgen los siguientes interrogantes: ¿en qué consistiría una relación
de antagonismo que uno podría llamar domada? ¿Qué forma de nosotros-ellos implicaría? El conflicto, para
ser aceptado como legítimo, debe adoptar una forma que no destruya la asociación política. Eso significa
que debe existir algún vínculo común entre las partidas en conflicto, de manera que no traten a sus
oponentes como enemigos que deben ser erradicados. Eso es lo que ocurre en la relación antagónica
amigo-enemigo; sin embargo, los oponentes tampoco pueden ser considerados simples competidores,
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cuyos intereses pueden tratarse mediante la mera negociación o ser reconciliados por medio de la
deliberación racional, porque en ese caso eliminaríamos el elemento antagónico.
Si queremos sostener la permanencia de la dimensión antagónica del conflicto, el hecho de que nunca
pueda ser eliminado, aceptando la posibilidad de que ese antagonismo sea sublimado o domado, debemos
considerar un tercer tipo de relación, y es ese el tipo de relación que he propuesto denominar agonismo.
Mientras en el antagonismo estamos frente a una relación amigo-enemigo, en la cual no hay nada en
común, ningún marco simbólico compartido entre las partes implicadas; el agonismo, a diferencia del
antagonismo, establece una relación nosotros-ellos, en la cual las partes en conflicto, si bien admiten la no
existencia de una solución racional a su desacuerdo, reconocen la legitimidad de sus oponentes. Eso
significa que aunque en el conflicto se perciban a sí mismos como pertenecientes a la misma asociación
política, es decir, que comparten un espacio simbólico común dentro del cual tiene lugar el conflicto, no
estamos frente a una relación de enemigos, sino de adversarios, caso que encontramos en el agonismo. Y
por eso el adversario constituye una categoría crucial para la política democrática.
El modelo adversarial debe considerarse constitutivo de la democracia, porque, precisamente, le permite a
la política democrática transformar el antagonismo en agonismo; en otras palabras, nos ayuda a concebir
cómo puede sublimarse la dimensión antagónica gracias al establecimiento de instituciones y prácticas a
través de las cuales el antagonismo potencial va a poder ser puesto en escena de un modo agonista. Creo
que es menos probable que surja un conflicto antagónico, en cuanto existan legítimos canales políticos
agonistas para las voces en desacuerdo. Por el contrario, el desacuerdo tendrá que adoptar formas
violentas y eso se aplica tanto a la política local como internacional.
Lo que está en juego en la lucha agonista es la configuración misma de las relaciones de poder, en torno a
las cuales se estructura una determinada sociedad. Es una lucha entre proyectos hegemónicos; proyectos
opuestos que nunca pueden reconciliarse de manera racional. Por eso la dimensión antagónica está
siempre presente, es una confrontación real, pero que se desarrolla bajo condiciones reguladas por una
serie de procedimientos democráticos que van a ser aceptados por los adversarios.
Ahora, después de haber insistido en la naturaleza conflictiva de lo político, en la importancia de ver que el
antagonismo no se puede eliminar, pero que se pueden crear instituciones que permitan transformarlo en el
agonismo, quiero tomar un camino de reflexión un poco distinto, que nos va a permitir entender un aspecto
importante en la creación de las identidades colectivas a través del psicoanálisis. Creo que es crucial para la
teoría de la democracia tomar en cuenta la dimensión afectiva de la política, y eso se puede hacer gracias al
psicoanálisis.
El análisis de Freud del proceso de identificación —ya he hecho referencia a que no hay identidad, sino
identificación— destaca el investimiento libidinal que opera en la creación de identidades colectivas, y nos
brinda importantes indicios cuando se refiere a la emergencia de los antagonismos. En su libro El malestar
en la cultura, Freud presenta una visión de la sociedad amenazada perpetualmente con su desintegración a
causa de su tendencia a la agresión presente en los seres humanos. Según Freud, “el ser humano no es un
ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación
pulsional unas buenas cuotas de agresividad”.
A fin de frenar estos instintos agresivos, la civilización debe utilizar diferentes métodos, y uno de ellos
consiste en fomentar los lazos comunales mediante la movilización de los instintos libidinales del amor. El
objetivo es establecer identificaciones fuertes entre los miembros de la comunidad para ligarlos en una
identidad compartida, una identidad colectiva. Un “nosotros” es para Freud el resultado de una inversión
libidinal; sin embargo, eso implica, necesariamente, la dimensión de un “ellos”. Sin duda, Freud no entendía
toda oposición como enemistad, es decir, no veía esa forma de creación de identidades colectivas
únicamente del modo amigo-enemigo, pero también era consciente de esa posibilidad, como él mismo lo
indica “siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con tal de que otros
queden afuera para manifestar una agresión”. En tal caso la relación nosotros-ellos se convierte en una
relación de enemistad, es decir, se vulve antagónica.
Según Freud, la evolución de la civilización se caracteriza por una lucha entre dos tipos básicos de instintos
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libidinales: eros, el instinto de vida, y thanatos, el instinto de agresividad y destrucción. También destaco
que las dos variedades de pulsiones rara vez —y quizás nunca— aparecen aisladas, sino que se ligan en
proporciones muy variables y que se vuelven, de ese modo, irreconocibles para nuestro juicio. El instinto
agresivo nunca puede ser eliminado, pero uno puede intentar desarmarlo y debilitar su potencial destructivo
mediante diversos métodos que Freud discute en sus libros. Lo que quiero sugerir acá es que, entendidas
de un modo agonista, las instituciones democráticas pueden contribuir a este desarme de las fuerzas
libidinales que conducen a la hostilidad y que están siempre presentes, como lo demuestra Freud, en las
sociedades humanas.
A partir de Freud podemos entender que incluso en sociedades que se han vuelto muy individualistas, la
necesidad de identificaciones colectivas nunca va a desaparecer, puesto que son constitutivas del modo de
existencia de los seres humanos. En el campo de la política, estas identificaciones desempeñan un papel
central, y el vínculo afectivo que brindan debe ser tomado en cuenta por los teóricos democráticos.
El hecho de creer que hemos entrado en un área, donde las identidades posconvencionales (para utilizar un
término de Habermas) posibilitan un tratamiento racional de las cuestiones políticas, eludiendo de esta
manera el rol de una movilización democrática de los afectos, significa dejarles libre el terreno a aquellos
que quieren socavar la democracia. Los teóricos que quieren eliminar las pasiones de la política y sostienen
que la política democrática debería entenderse sólo en términos de razón, moderación y consenso están
mostrando su falta de comprensión de la dinámica de lo político. No perciben que la política democrática
necesita tener una influencia real en los deseos, en la fantasía de la gente, y que en lugar de oponer los
intereses a los sentimientos y la razón a la pasión, deberían ofrecer formas de identificación que conduzcan
a prácticas democráticas.
La política siempre posee una dimensión partisana, y para que la gente se interese en ella debe tener la
posibilidad de elegir entre alternativas reales. Esto es precisamente lo que falta en la actual celebración de
democracias libres de partisanos. A pesar de lo que oímos en diversos ámbitos, el tipo de política
consensual dominante en la actualidad, lejos de representar un progreso en la democracia, es la señal que
vivimos en lo que Jacques Rancière llama posdemocracia.
Desde la perspectiva de Rancière, las prácticas consensuales propuestas hoy como modelos para la
democracia presuponen la desaparición misma de lo que constituye su núcleo vital. Muchos teóricos
liberales se niegan a admitir la dimensión antagónica de la política y el papel de los afectos en la
construcción de las identidades colectivas, porque consideran que eso pondría en peligro la realización del
consenso al que consideran el objetivo de la democracia. No comprenden que lejos de amenazar la
democracia, la confrontación agonista es la condición misma de su existencia. La especificidad de la
democracia moderna radica en el reconocimiento y la legitimación del conflicto, así como en la negativa a
suprimirlo mediante la imposición de un orden autoritario. Una sociedad democrática-pluralista no niega la
existencia de conflictos, sino que proporciona las instituciones que le permiten ser expresado de modo
agonístico.
Por esa razón deberíamos dudar seriamente de la actual tendencia a celebrar una política de tercera vía
que esté acompañada por la afirmación que esta ha reemplazado la política adversarial de izquierda y
derecha —que está supuestamente pasada de moda—, como lo pretenden Ulrich Beck y Anthony Giddens.
Una democracia que funciona correctamente exige un enfrentamiento entre posiciones políticas
democráticas contrarias legítimas. De esto debe tratarse la confrontación entre izquierda y derecha, que
debería proporcionar formas de identificación colectivas lo suficientemente fuertes para movilizar pasiones
políticas. Si esta configuración adversaria está ausente, las pasiones no logran una salida política y la
dinámica agonista del pluralismo se ve dificultada, es decir, no se puede transformar el antagonismo en
agonismo.
El peligro es que la confrontación democrática sea reemplazada por una confrontación entre forma
esencialista de identificación o valores morales no negociables. Cuando las fronteras políticas se vuelven
difusas, se manifiesta un desafecto hacia los partidos políticos y tiene lugar un crecimiento de otro tipo de
identidades colectivas en torno a formas de identificación nacionalista, religiosa o étnica.
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Es muy importante reconocer que los antagonismos pueden tomar diversas formas y que es completamente
ilusorio creer que se pueden erradicar y que estamos viviendo después de la caída del comunismo en un
mundo donde ya no hay más antagonismos. Por eso es importante crear una política democrática que
permita dar una forma de expresión agonista a los conflictos.
Quiero terminar sobre ese punto, porque si miramos hoy en día, en el ojo del huracán, cuáles son los
conflictos a los que nos enfrentamos, nos encontraremos con que son cada vez más radicales. El punto que
quiero resaltar acá es que únicamente en la formación nacional e internacional de una política agonista se
puede impedir la proliferación de antagonismos y permitir crear una forma de coexistencia que, por cierto,
nunca va a ser perfecta, pero que va a ser una coexistencia en la que los grupos en conflicto se ven en
términos de adversarios y reconocen la legitimidad de sus oponentes.
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Lendo a metrópole comunicacional:
culturas juvenis, estéticas e práticas políticas1
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Profa. Dra. Rita de Cássia Alves Oliveira
Centro Universitário SENAC – SP - Brasil
Rita de Cássia Alves Oliveira é doutora em Antropologia. Pertence ao corpo docente do Centro
Universitário SENAC-SP (Brasil), onde ministra aulas de Antropologia Visual nos cursos de graduação e
pós-graduação em Design e Fotografia e realiza pesquisa sobre as relações entre o design, as culturas
juvenis e a metrópole. Pertence, ainda, ao Departamento de Antropologia da Pontifícia Universidade
Católica de São Paulo, como colaboradora na pesquisa internacional “Jovens urbanos: consumo cultural,
experimentação da violência e concepções de vida e morte”. E-mail: [email protected]
RESUMO: As cidades são espaços de leituras e de escrituras. Durante a segunda metade do século XX,
as intervenções urbanas juvenis dessas escrituras, recheadas dos imaginários desses jovens, os grafites,
stickers e as pichações que cobrem os muros, os postes e o mobiliário urbano das grandes cidades,
apontam técnicas e estéticas emergentes que se concretizam por meio das sociabilidades, pertencimentos
e identidades juvenis, assim como seus nomadismos e articulações políticas e ideológicas. Este trabalho
propõe uma reflexão sobre estas intervenções urbanas juvenis como produtos culturais, que se inserem na
complexa rede de pertencimentos, produções e apropriações simbólicas, disputas e lutas hegemônicas.
Produtos de estrutura das organizações juvenis, essas intervenções urbanas apontam a emergência de
práticas e ações políticas características dessas metrópoles contemporâneas; podem ser lidas como
comunicações subversivas e de resistência, trazem o inconformismo juvenil com relação ao consumismo, à
política institucionalizada, às questões ecológicas e à especulação imobiliária; questionam a propriedade
privada e os espaços públicos em seus nomadismos juvenis.
1. Cidade e as imagens: práticas de leituras e escrituras
Na virada do milênio, a vida na metrópole contemporânea está cada vez mais agitada e colorida. Os
muros, paredes e postes da cidade enchem nossos olhos com mensagens gráficas dos grafites, pichações
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e stickers . Na concorrência com os anúncios publicitários e políticos, com as arquiteturas, organizações
urbanísticas e sinalizações de toda espécie, esse tipo de prática ganha as grandes cidades mundiais na
medida em que as culturas juvenis vão se destacando na esfera cultural, social, econômica e política.
As imagens estão na base de constituição do Homo sapiens. A sua grafologia encontrou nas sepulturas
e nas pinturas milenares um universo estético propício para a constituição do seu imaginário. Para Edgar
Morin (1975), a novidade dessa espécie, sua maior e interessante característica, é sua sensibilidade
estética concretizada em formas, planos, cores e texturas que marcam a emergência de um pensamento
mágico e mitológico, que supera imaginariamente a morte e que “resolve” os conflitos, supera os obstáculos
e problemas de sobrevivência relacionados, por exemplo, à alimentação e à fertilidade. Este novo universo
estético revela que um poderoso imaginário emerge no Homo sapiens e mobiliza-se para garantir
mitologicamente a imortalidade e dar conta dos medos, desejos, frustrações e afetividades que o
movimentam. Embalado por esta sensibilidade estética e pelo pensamento mitológico, o sapiens-demens
não separa o real e o imaginário; as imagens ganham vida e alimentam o imaginário (Morin, 1975,1989).
Esta grafologia do homem moderno ganha novos ares com os cartazes de rua, homens-sanduíches,
cartões de visita e o emergente mercado editorial (Hollis, 2000). As ruas metropolitanas transformam-se em
labirintos de imagens; as cidades transformam-se, mais do que nunca, em espaços de escritura.
Foi Walter Benjamin (1985, 1989) quem propôs que a legibilidade das imagens da cidade poderia
compor um caminho interessante para a realização de radiografias da Modernidade:
[...] a partir da leitura da superfície da metrópole, o crítico procura ver o rosto da
modernidade ”de dentro”, investigando os traços da cultura burguesa, a mudança de
padrões culturais, o imaginário social e político e a ação dos intelectuais, mediadores
culturais e produtores de imagens (Bolle, 2000: 20).
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A metrópole pode ser lida. Há um complexo sistema de práticas e um sofisticado universo
imaginário inscrito nestas superfícies. Como um fisionomista, Benjamin mostra ser possível ler a
mentalidade de uma época por meio das imagens e da superfície da metrópole que compõem a cultura do
cotidiano; são imagens de desejo, são “resíduos e materiais aparentemente insignificantes” (Bolle, 2000: 43)
que se abrem à leitura e à interpretação do olhar do fisionomista e do flâneur.
Para Michel de Certeau, a cidade é também um espaço de escritura. Está cotidianamente sendo
reescrita por seus habitantes nas práticas do espaço. As metrópoles contemporâneas tornam-se labirintos
de imagens: existe um vocabulário de imagens; uma paisagem de cartazes organiza nossa realidade. Como
nas sepulturas e nas pinturas pré-históricas, essa escritura traz um discurso imaginário em imagens dos
sonhos e da repressão de uma sociedade (Certeau, 1995: 45).
Os jovens são responsáveis por boa parte dessa escritura da superfície das cidades. A
sensibilidade e o prazer estéticos característicos do Homo sapiens encontram aí solo fértil para seu
desenvolvimento.
2. A cidade, os jovens e suas escrituras
Os jovens da virada do milênio são o espelho da vida metropolitana: experimentam a cidade como
homens da multidão; convivem com as aglomerações cotidianamente; resistem, como podem, à
homogeneização e ao anonimato das grandes cidades; inserem-se no fluxo constante de pessoas, veículos,
informações, imagens.
Os jovens têm uma relação particular com as ruas e com a cidade. Nas cidades modernas há muitas
maneiras de ser jovem: a metrópole apresenta-se como panorama sumamente variado e móbil, que abarca
seus comportamentos, referências identitárias, linguagens e formas de sociabilidade (Margulis e Urresti,
1998: 3). A excursão pelas ruas organiza o ciclo da vida e articula a percepção do espaço urbano e o tempo
cotidiano dos jovens (Feixa, 1998). Estão em mobilidade constante: escolhem onde estar e por onde ir;
invadem bairros e territórios sempre em busca de novidades, do desconhecido e do desafio.
Nas últimas décadas do século XX, todas as grandes cidades passam a ter regiões inteiras ocupadas
por jovens que as transformam em espaços de lazer e de vida noturna. Nesses bairros de ocupação juvenil
pode-se desfrutar de certa liberdade; são locais de encontro de amplos grupos de adolescentes e
estudantes, que marcam a recuperação festiva da rua como lugar de articulação das relações sociais; são
espaços de interação imediata. As esquinas são o espaço “privado” dos grupos juvenis: ali se encontram,
apropriam-se do território, constroem sua identidade; deixam suas marcas, explicitam suas idéias, exercitam
suas sensibilidades estéticas, ocupam a cidade.
Os grafites, stickers e pichações, tão presentes na imagética metropolitana contemporânea, quase
sempre são associados aos grandes centros urbanos e às potencialidades das culturas juvenis. Como
frutos da vivência cotidiana, essas intervenções urbanas juvenis apresentam-nos formas, cores, texturas,
conteúdos, visões de mundo e universos imaginários que compõem esses discursos. Essas manifestações
gráficas juvenis tentam retirar o espectador da posição passiva de mero consumidor; são, antes de tudo,
convites ao encontro e ao diálogo (Gitahy, 1999: 16); propõem a discussão e a interferência na arquitetura
das metrópoles.
Grafite, pichação e stickers, produzidos incessantemente por jovens de variadas características e
espalhados pela cidade, formam múltiplos painéis fragmentados e coloridos, dando à metrópole a fisionomia
desses nossos tempos. A cidade transforma-se em suporte.
A pichação advém da escrita e privilegia a palavra e ou a letra. Suas origens são remotas. A cidade de
Pompéia, na Itália, nas primeiras décadas da era cristã, já apresentava paredes cobertas de xingamentos,
anúncios e poesias; escrevia-se de tudo por lá. A pichação foi usada regularmente por revolucionários de
toda espécie para travar suas lutas hegemônicas. A invenção do aerossol, após a Segunda Guerra Mundial,
renovou estas práticas com a tinta spray, que facilitou o processo quanto aos movimentos e à velocidade de
produção; as manifestações estudantis de Paris, em 1968, e as atuações políticas durante a ditadura militar
no Brasil marcaram para sempre no nosso imaginário a prática da pichação como elemento subversivo
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atrelado às experiências e expressões juvenis. É uma guerra que se intensificou nas últimas décadas nos
grandes centros urbanos, acompanhando e emergência juvenil no protagonismo cultural. A pichação
“aparece como uma das formas mais suaves de dar vazão ao descontentamento, à falta de expectativas
juvenis” (Gitahy, 1999: 24), tanto do ponto de vista pessoal (definição de objetivos de vida, conquistas e
perspectivas para o futuro) quanto do ponto de vista civil (cruzadas contra a especulação imobiliária e a
publicidade excessiva). Para o grafiteiro Eduardo Saretta:
A sociedade tem de entender que pichação é um índice de desequilíbrio social. Pichar
não pode, mas a caçamba de entulho pode, construir prédios que não têm a menor
coerência com o espaço também pode, poluição visual gerada por uma publicidade
4
desordenada idem. O vândalo é o moleque que escreve seu nome no meio disso tudo?
Escrevendo seus nomes e origens pelos labirintos cotidianos, esses pichadores são sua própria
obra. Ao espalhar suas assinaturas pela cidade, se transformam em personagens urbanos e dizem: “eu
existo”, “eu circulo pela cidade”, “esta cidade também é minha”. Nessa cruzada, na defesa da própria
existência, muitos desses jovens são mortos pela polícia e por seguranças privados, que recebem
considerável apoio das camadas mais conservadoras da sociedade nesta função de limpeza urbana.
O grafite - em comum com a pichação - tem a transgressão, mas advém das artes plásticas e
privilegia a imagem. Atrela-se, na sua origem americana, à pichação, à arte pop e ao hip-hop. Nos anos de
1960, temos a emergência da pichação chamada tag, na qual constam o nome e o número da rua do
pichador, como Eva e Barbara 62 e Taki 183 e, aos poucos, essas assinaturas ganham cores e formas, até
se transformar em frases. Passam, então, a demarcar os limites entre as gangues suburbanas. Em 1980,
ganham visibilidade na proximidade com artistas como Andy Warhol e com galerias e bienais de artes. Na
origem francesa, os grafites são inspirados na pintura, são figurativos e estão mais próximos das artes
plásticas e da pintura.
Proveniente do grafitti, o sticker (ou lambe-lambe, como também é conhecido no Brasil, em
referência a seu tradicional formato na cultura popular) invadiu recentemente as ruas das grandes
metrópoles. Articulados às artes gráficas, os stickers são papéis adesivos produzidos artesanalmente e em
número suficiente para serem espalhados pela cidade, criando percursos, apropriações territoriais e
reconhecimentos em áreas distintas. Esses adesivos são considerados vantajosos por sua versatilidade e
fácil aplicação. Nas caminhadas pela cidade, basta apenas encontrar o local ideal para colocá-lo. Essas
características possibilitam ao sticker ocupar locais inusitados e pouco adequados para o grafite, como
placas de sinalização de trânsito, semáforos e caixas de telefonia. Representante de uma nova vertente da
filosofia do-it-your-self, não há limite de tamanho e as figuras são feitas com caneta, xerox, serigrafia ou
tintas plásticas num forte diálogo com as artes gráficas:
Não se sabe ao certo quem começou com este tipo de expressão, mas é considerado
precursor o artista americano Shepard Fairey, um dos primeiros a saturar as cidades
com suas criações. Ele ficou tão famoso que hoje em dia dirige um dos mais
conceituados estúdios de design gráfico dos Estados Unidos. No Brasil, há
aproximadamente cinco anos, grafiteiros experientes foram os vanguardistas na
5
divulgação da arte em papel adesivo, principalmente em São Paulo.
Duas fortes características articulam a produção desses grafites, stickers e pichações à vida
cotidiana da metrópole vivenciada pelos jovens: a vida noturna e a velocidade. Estas categorias definem
quando e como essas atividades são desenvolvidas.
As intervenções urbanas juvenis e a vida noturna da metrópole são coisas quase indissociáveis. A
noite é, antes de tudo, o momento dos sonhos, dos devaneios, das intimidades e da libertação dos desejos
e do desconhecido; a escuridão permite a subversão das ordens estabelecidas, é estímulo à imaginação e à
embriaguez. A vida noturna do Homo sapiens encontrou na utilização do fogo a possibilidade da
constituição de novas relações e novo imaginário. Cerca de 800 mil anos antes da nossa era, a introdução
do fogo no cotidiano humano libertou a vigília e também o sono, oferecendo segurança noturna: “o fogo cria
o lar, lugar de proteção e de refúgio; o fogo permite o sono profundo do homem, ao contrário dos outros
animais, cujo sono é sempre marcado pelo alerta. É bem possível, também, que o fogo favoreça o
desenvolvimento e a liberdade do sonho[...]” (Morin, 1975: 68).
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Ainda hoje, ao redor do fogo, em meio às labaredas e às sombras noturnas, acontecem as
conversas noturnas, as trocas afetivas, as afinidades. Com a iluminação pública das cidades, especialmente
a elétrica, no século XX, a vida noturna ganha novos ares, marcadamente entre os jovens. Nos seus fluxos
noturnos os jovens ganham a cidade deixando suas marcas.
Celso Gitahy, grafiteiro atuante em São Paulo nos anos de 1980 e 1990, registrou em seu livro O
que é graffiti?, suas memórias sobre o desenvolvimento da pichação e especialmente do grafite na cidade.
Seu relato é testemunho das ações e intenções do grafiteiro, por meio da própria ótica desses jovens. Nesta
narrativa encontramos diversas referências à vida noturna como cenário dessas intervenções urbanas:
Em 1980, o grupo, em mais de uma ação noturna, estendeu 100 metros de plástico
vermelho pelos cruzamentos e entradas do anel viário da avenida Paulista com a rua da
Consolação (1999: 52).
O grafite e a pichação encontram na noite seus momentos produtivos e criativos; é à noite que
esses jovens se encontram, organizam-se, perambulam pela cidade, transgridem. Sobre as intervenções
nos metrôs de Paris no início dos anos de 1980, mais uma vez a vida noturna:
[...] todos produziam em ateliê sobre papel e, após o fechamento do metrô, permaneciam
por ali para que durante a madrugada pudessem colar seus trabalhos sobre os cartazes
publicitários (1999: 43).
À noite, eles podem ser o que desejam; se transformam em sujeitos, dizem o que pensam. Nesta
cidade noturna a ação repressora é menos efetiva e as possibilidades de sucesso são maiores; é o
momento da liberdade, da ação, da criação de sentidos e das sociabilidades juvenis.
A velocidade aparece como um segundo atributo dessas manifestações; a rapidez é fundamental
para que o trabalho seja finalizado sem que a repressão se efetue. Isso acaba por transformar-se numa
característica valorizada pelos jovens nesse tipo de prática urbana:
Speedy Graphito autodenominava-se o mais rápido dos artistas de rua. Levava consigo
um relógio-despertador, com o qual cronometrava suas ações. (Gitahy, 1999: 42)
As técnicas (uso do spray, por exemplo), adaptam-se e colaboram para esse processo criativo
cronometrado, acelerado e fugaz que acompanha a velocidade da metrópole contemporânea. A mediações
tecnológicas que permeiam o cotidiano da metrópole definem novas formas de percepção do tempo e do
espaço; a compressão do tempo é a base das transformações rápidas e da aceleração geral dos fluxos de
mensagens, idéias, pessoas e imagens pelo planeta mundializado. Derivam daí a volatilidade, a
efemeridade, a descartabilidade e a instantaneidade do cotidiano contemporâneo. É a primazia do presente:
o futuro parece algo desinteressante, distante, indefinível; o passado apresenta-se fragmentado,
embaralhado, citação de vivências difusas e perpetuadas pelos meios de comunicação de massa. A
velocidade transforma-se num valor: é a cultura fast, a vida cronometrada, a tentativa de vencer a
passagem do tempo. A vida metropolitana assume a velocidade e a aceleração como suas características
principais: velocidade dos fluxos de automóveis, trens e transeuntes; das transformações arquitetônicas e
urbanas ao redor da especulação imobiliária; das tecnologias em mutação que tornam obsoletas, hoje, as
novidades de ontem. As habilidades desejáveis para esses meninos e meninas, suas artes de fazer
(Certeau, 1996) envolvem marcadamente a rapidez. Ser veloz transforma-se em qualidade. As marcas
juvenis espalhadas pela cidade também adquirem as características derivadas da compressão do tempo:
são efêmeras, voláteis, transitórias; são feitas para durar pouco, para serem retiradas por agentes da
limpeza pública, para receberem outras intervenções, para serem modificadas, anuladas, eliminadas.
Por meio das intervenções urbanas, esses jovens refazem sua relação com a metrópole;
transformam paredes, muros e postes em territórios apropriados, repletos de afetividades, relações,
histórias. Nas cidades, no final do século XX, as intervenções urbanas trazem o mais recente capítulo dessa
grafologia recheada dos imaginários juvenis. Basta lermos. Mesmo com a popularização dessas atividades,
com sua absorção pela publicidade, sua divulgação pela mídia e diluição do seu perfil político, essas
práticas culturais não perderam seu caráter subversivo, espontâneo, gratuito e efêmero.
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3. Escrituras juvenis em São Paulo: sociabilidades e ações políticas
Essas intervenções juvenis retratam a história visual da sociedade, documentam situações, estilos de
vida, apontam atores sociais e rituais, revelam e alimentam imaginários, afetos, relações, medos, desejos,
frustrações. As escrituras juvenis são formas de expressão resultantes de suas práticas cotidianas, a
começar pela construção das identidades e dos pertencimentos grupais que resistem à homogeneização e
à indiferença da sociedade midiática.
As intervenções urbanas manifestam-se também em novas formas de sociabilidade juvenil. Michel
Maffesoli (2000) já apontou a importância das afetividades na constituição das comunidades emocionais
transitórias, as “tribos urbanas”, como ficaram mais conhecidas. São comunidades de afetividades intensas
e instáveis, por meio das quais os jovens definem suas identidades e pertencimentos. A prática da
pichação, do grafite ou da colagem de stickers e lambe-lambes organiza as sociabilidades e
pertencimentos, delimita identidades e apropriações simbólicas, propicia o compartilhamento de estéticas,
visões de mundo e universos simbólicos.
Os pichadores organizam-se em gangues e grifes; dentro da sua “guerra feita com tintas (...) todos se
conhecem e se identificam pelo tipo de código pichado (Gitahy, 1999: 24). Os grafiteiros estruturam-se em
grupos e coletivos. Estas formas de organização grupal trabalham a relação indivíduo/sociedade
possibilitando combinações e inserções alternativas àquelas oferecidas pelas instituições formais, como a
classe social, a família, os partidos políticos, as igrejas etc.
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Os coletivos são organizações abertas, dotadas de formas horizontais de trabalho ; contêm grupos,
indivíduos, associações e redes. Envolvem artistas independentes e jovens que entendem que o trabalho
em conjunto é uma excelente estratégia para a viabilização dos projetos individuais ou grupais. Os coletivos
propõem processos de trabalho em grupos e aglutinações de pessoas. É uma maneira consciente de
relação que se realiza na ação. São aglutinações por afinidades e sabedorias interdisciplinares, mesmo que
anarquicamente organizadas; produzem uma arte que dialoga com vários conhecimentos, como arquitetura,
política, geografia, história, sociologia, ciência, artes gráficas e plásticas. Há nesses coletivos uma
consciência do trabalho realizado com o outro, mesmo afirmando a individualidade ou o anonimato.
Seja nas gangues e grifes dos pichadores, seja nos coletivos de grafiteiros, o viés político, mesmo que
efêmero, pontual, instantâneo e descartável, é evidente e central nas suas ações. Tal qual nos movimentos
dos sem-terra e sem-teto, essas práticas juvenis marcam o intenso questionamento sobre a propriedade
privada e os espaços públicos. “O que pensará o proprietário do espaço ao ver sua propriedade grafitada?”,
pensam estes “transgressores” depois de conquistados seus objetivos (Gitahy, 1999: 32). Eis a constante e
silenciosa disputa simbólica e estética que envolve questões geracionais, classistas e políticas dessas
práticas e disputas.
Os muros, tapumes, postes e caixas de telefonia são, para os jovens, espaços onde os grupos
inscrevem suas marcas e batizam o território; são parte importante das suas práticas territoriais. Ao se
apropriar simbolicamente dos espaços urbanos, esses jovens os transformam e eles ganham novo status
no cotidiano da metrópole: de lugares de passagem e pouco propícios às construções identitárias e às
relações grupais, passam a ser territórios recheados de afetividades, memórias, relações e identidades
(Augé, 1994). A produção e distribuição dos adesivos, pichações e grafites tornam o grupo coeso em torno
de objetivos comuns e se convertem em signo de identificação territorial. Fazem parte das estratégias
concretas de apropriação espacial, da construção de um território próprio: as culturas juvenis distinguem,
com suas marcas, os espaços urbanos por elas apropriados (Feixa, 1998). A intenção é criar uma cidade
imaginária, apropriar-se da metrópole, criar novos roteiros de apropriação, produzir espaços utópicos,
inventar zonas autônomas temporárias - como as festas e raves, dotadas de regras de conduta próprias
(Bey, 2001). Ao subverterem mensagens publicitárias, signos institucionais, a sinalização do metrô e as
ações de controle com ironia, consciência e atitude, esses jovens transformam a paisagem urbana atuando
nas “fendas” das formalizadas organizações sociais e políticas contemporâneas.
A escrita jovem que invade as metrópoles atesta que, para eles, não há demarcação de territórios para
a luta ou o debate políticos. O rock, o rap e o grafite recolocam as questões-chave da contracultura:
consciência, expressão e denúncia (Martín-Barbero, 1998). Essas intervenções urbanas juvenis
“comunicações sutilmente subversivas” (Downing, 2002:155), do rol das mídias radicais, essas
manifestações alternativas que emergem das culturas populares e dos movimentos sociais:
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A mídia radical poderia ser facilmente interpretada de duas maneiras diferentes: como
necessária para construir a contra-hegemonia, mas desfrutando um poder apenas
temporário, somente nos períodos de tensão política, ou como parte do anseio de
expressar o disruptivo e profundamente arraigado descontentamento das massas
(2002:50)
As mídias radicais analisadas por John Downing ligam-se, no geral, aos movimentos sociais e
propõem que as estruturas econômicas e políticas necessitam de mudanças urgentes; buscam estratégias,
suportes e formas alternativas de comunicação para travar uma luta hegemônica que dê voz às camadas
sociais menos favorecidas do ponto de vista político, econômico e social. Essas comunicações subversivas
são discursos radicais; são formas de disputas simbólicas que acontecem no âmbito da cultura através das
fendas, das brechas e das fronteiras das experiências vividas; são atitudes comunicativas constituídas
como resistências culturais e políticas com base nas práticas cotidianas. Essas históricas mídias radicais
envolvem produções gráficas e audiovisuais, mas também manifestações públicas, mídias têxteis e
acessórios, formas de usar o corpo, e o uso de espaços públicos. São mídias radicais as colchas
confeccionadas nos anos de escravidão nos Estados Unidos e utilizadas como forma de comunicação
clandestina entre os negros: penduradas em público, supostamente para arejar, essas colchas continham
detalhes insignificantes nos seus bordados, que orientavam como fugir para o norte. Os grafites das
décadas de 1970 e 1980 em Moscou: em inglês, as inscrições juvenis nas paredes dos sombrios edifícios
sobre as bandas internacionais de rock desafiavam o governo, que via nesse consumo a perigosa,
decadente e insalubre influência estrangeira sobre a juventude soviética. Os grafites políticos nos banheiros
das universidades nigerianas no começo dos anos de 1990 bradavam contra a repressão política: o
banheiro transformou-se num meio para estender a conversa política proibida a públicos mais amplos por
meio de suas mensagens rápidas, breves e radicais. Em todos estes exemplos temos a intenção da criação
de uma esfera pública alternativa, a busca por formas inusitadas de luta e organização políticas.
Essas linguagens juvenis, que colorem as cidades, fazem parte das formas de intervenção e de
atuação política desses meninos e meninas da virada do milênio: num momento em que os partidos
políticos já não conseguem mais organizar e dar um sentido único a essas disputas, eles expressam sua
indignação com a apropriação dos territórios e com a constituição de pequenos grupos de afinidades
artísticas ou ideológicas (temáticas como a ecologia ou o consumismo que articulam os encontros). No
lugar da atuação política convencional e institucionalizada, esses jovens apontam para uma prática política
mais pulverizada, atomizada e transitória. A performance, instantaneidade e a efemeridade marcam as
ações coletivas e a durabilidade das suas produções culturais; o resultado são painéis de fragmentos que
exigem leitura anárquica, rápida e direta, mas recheados de sentido. Reclama o grafiteiro Eduardo Saretta:
[…] se pode publicidade, por que não posso colar meu adesivo em um poste? Usamos
os mesmos meios que a publicidade, mas não queremos vender nada, fazemos
antipublicidade6
Essa forma de atuação apresenta esses jovens como sujeitos potentes dotados de poder
transformador da cultura. Eles são agentes, são prossumidores (Kerchkove, 1997), são
consumidores/receptores que também produzem sentidos, estéticas, formas e conteúdos. As linguagens
juvenis dos grafites, dos stickers e das pichações, pouco a pouco, vão se impondo e se acomodando ao
nosso olhar e atenção. Como homens da multidão, passamos e não os vemos. Ou não os compreendemos.
NOTAS:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Artigo apresentado ao XII Encontro da FELAFACS, eixo temático "La política: dinamicas de poder y resistencia".
Street stickers, em inglês: adesivos de produção caseira e individual que são espalhados pelas ruas como forma de manifestação
artística anônima.
http://www.sescsp.org.br/sesc/revistas/revistas_link.cfm?Edicao_Id=211&Artigo_ID=3248&IDCategoria=3518&reftype=2
Acessado em 26 de junho de 2006.
CARLI, Martina. Adesivos invadem os cantos das cidades brasileiras: uma nova vertente artística começa a emergir em locais
inusitados das metrópoles. http://www.obaoba.com.br/noticias/revistao/213/comportamento.asp. Acesso em 26 de junho de 2006.
Disponível em: <www.corocoletivo.org>. Acesso em: 2/3/2006.
http://www.sescsp.org.br/sesc/revistas/revistas_link.cfm?Edicao_Id=211&Artigo_ID=3248&IDCategoria=3518&reftype=2
Acessado em 26 de junho de 2006.
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
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Resguardar nuestra incerteza acerca de la incertidumbre
Debates acerca de la interculturalidad y la comunicación*
Alejandro Grimson
Universidad Nacional de San Martín
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)
Primera entrada: comunicación, interculturalidad e incertidumbre
¿Cuál es el papel de los procesos comunicativos del mundo contemporáneo en la generación de
sensaciones de incertidumbre? Ciertamente, más que considerar las modalidades en que los medios
masivos son fábricas de incertidumbre, quiero detenerme aquí en otra dimensión analítica que se refiere a
la manera como la situación de interculturalidad nos interpela para repensar nuestras certezas acerca de la
comunicación.
Desde hace tiempo se ha regresado a la etimología de comunicar, y se ha descartado su
conceptualización como transmisión de información a través de canales tecnológicos. Poner en común,
hacer público, comunión definen la comunicación. La pregunta que surge en el mundo contemporáneo es si
realmente podemos estar seguros de que cuando algo se hace público se está poniendo en común. ¿Acaso
publicar implica comunión? ¿Es lo mismo poner en común y hacer público? Es lo mismo siempre y cuando
hagamos como si no hubiera códigos comunicativos heterogéneos, es decir, si hacemos abstracción de la
interculturalidad. Pero eso se trataría realmente de una abstracción. Es equivalente a que un ingeniero
naval analice las características técnicas de un barco que transportará un elefante y deje de calcular el peso
del animal. En ese caso, los cálculos darán muy bien, pero el barco inevitablemente se hundirá.
Vivimos en un mundo intercultural y la comunicación tiene que ser pensada a partir de la coexistencia
de multiplicidad de códigos comunicativos, a partir de la heterogeneidad de las estructuras de significación.
En ese sentido, la diferencia entre hacer público y poner en común puede traducirse en dos posibilidades
conceptualmente extremas de la comunicación: el contacto y la comprensión.
Entiendo aquí por contacto a una situación de interacción, presencial o virtual, en la cual la circulación
de significantes no indica nada acerca de los significados que se están procesando. Cuando una persona
comienza a interactuar con un medio de comunicación o con una persona que pertenece a un universo
simbólico que desconoce o cuando alguien inicia un vínculo con una alteridad cultural, se produce
claramente un contacto pleno. No obstante, si hay un desconocimiento de la lengua, de las estructuras
simbólicas del otro, ese contacto se traduce en una comprensión nula.
Una situación donde se multiplican los contactos entre culturas, entre universos simbólicos diferentes,
pero donde prevalece un desconocimiento del otro, una profunda incomprensión, es una situación
generadora de incertidumbre. Sólo cuando alguien conoce a un amigo puede predecir cómo reaccionará
frente a ciertas circunstancias. Sólo cuando alguien se convierte en un televidente con cierta trayectoria y
con un “saber del género”, puede intuir las direcciones que puede tomar un guión en una telenovela. Sólo el
conocimiento genera la posibilidad de la comprensión. Y sólo la comprensión instaura, no digamos
certidumbres, pero sí horizontes de previsibilidad.
¿A qué llamo, entonces, comunicación? Si definiera la comunicación como proceso de interacción
simbólica a partir de una situación de contacto, abandonaría cualquier idea de que comunicar implica poner
en común, compartir. En este caso, la comunicación volvería a ser un acto meramente mecánico, que
existiría cuando no hubiera siquiera actos interpretativos. Esta conceptualización no me permitiría entender
por qué se generan incertidumbres. Si, en cambio, definiera que sólo hay comunicación cuando hay plena
comprensión entre los interactuantes o, al menos, de parte de uno de ellos, ciertamente no existiría la
comunicación humana. Strictu sensu comprensión plena no hay entre amigos, no hay entre hermanos, no
hay en el matrimonio, no podría haber entre culturas.
Por eso, en un mundo intercultural, la comunicación reclama ser pensada como intersección entre
universos simbólicos diferentes, y esto último por razones generacionales, étnicas, nacionales, de género,
de clase. A veces, estas intersecciones variables se acercan a la situación de puro contacto con muy poca
comprensión y, en el otro extremo, se acercan a la comprensión sin alcanzar, nunca, plena
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conmensurabilidad. Si la comunicación es una intersección entre dos o más universos simbólicos que
implica más que contacto y menos que comprensión total, entonces la multiplicación de los contactos es
una base sólida que genera incertidumbres; siempre y cuando no haya una fuerte orientación para avanzar
en una creciente comprensión.
Allí encontramos una tensión: en el mundo intercultural hacer público, publicar, implica sólo
parcialmente poner en común. Si lo público es constitutivamente heterogéneo, si la comunidad es diversa,
sólo puede ponerse en común de manera contingente, a través de suturas que no llegan nunca a ser
clausuras.
Esto me lleva a discutir también el concepto de cultura, camino que ya he emprendido en otros
trabajos (Grimson, 2003 y 2005) y que no puedo retomar aquí (Grimson y Semán, 2005). Sin embargo, la
diversidad no es un dato inmutable; se encuentra imbricada en relaciones de poder y conflictos. En ese
sentido, las diferencias culturales no son muchas veces motivos de conflictos políticos, sino que, como en la
película Antes de la lluvia, muchas veces las guerras u otros conflictos son productores de nuevas
diferencias que antes no existían. Cuando estas situaciones de conflicto abren nuevas brechas
interculturales, cuando se profundizan desigualdades de poder, los procesos comunicativos se acercan al
límite del mero contacto y toman distancia de la posibilidad de la comprensión. En consecuencia, la
incertidumbre no siempre se encuentra en la base de los conflictos, sino que, muchas veces, los conflictos
instauran la incertidumbre.
Segunda entrada: incertidumbre ¿objetiva o subjetiva?
Hay algunas grandes preguntas, dentro de las cuales caben muchas otras. ¿Cómo investigar la
incertidumbre? O, dicho de otro modo: ¿puede investigarse la incertidumbre? ¿Qué relaciones hay entre
incertidumbre e investigación? La primera tensión surge de si es posible considerar la incertidumbre marco
de un proceso de investigación o asumirla efectivamente como objeto de investigación en sí.
En abstracto, la incertidumbre constituye todo proceso de investigación. El dilema surge de la relación
entre esa imprevisibilidad y la constitución de la incerteza en un presupuesto teórico. Considerar, a priori,
por ejemplo, que el mundo en el que vivimos es, de manera generalizada, un mundo de riesgos e
incertidumbre es, paradójicamente, una afirmación contundente: un postulado poco abierto a diálogo y al
contraste empírico. Conviene, en cambio, transformar ese presupuesto en un interrogante de investigación
para abrir la indagación acerca de qué sujetos sociales, en qué contextos específicos, perciben, sienten,
vivencian incertidumbres respecto de qué situaciones o relaciones.
Es distinto pensar la incertidumbre como constitutiva del horizonte humano, atendiendo y estudiando
sus grados, formas y efectos, que presuponer que vivimos en una sociedad de la incertidumbre. Esto último
constituye, en sí, una intervención que produce efectos en las subjetividades y se convierte en un obstáculo
epistemológico de la investigación. Si proyectamos un presupuesto de incertidumbre sobre nuestros
objetos, el mundo se aparecerá como un conjunto de objetos y sujetos relativamente homogéneos,
homogeneizados por el supuesto.
En ese sentido, resulta importante distinguir conceptos teóricos y conceptos experienciales de
incertidumbre. Una cuestión es pensar la incertidumbre como concepto científico; otra, como caracterización
interpretativa del mundo contemporáneo, y otra, como vivencia y subjetividad de actores sociales
específicos.
Vicio profesional de antropólogo: diría que una clave para estudiar la subjetividad es hacerlo con
incertidumbre acerca de nuestro objeto, autorizando las “inseguridades del investigador”, en cuanto puede
establecerse una correlación entre certezas previas al proceso de diálogo envuelto en todo trabajo de
campo y lo que llamamos etnocentrismo. Es decir, la investigación de las subjetividades, como proceso
intersubjetivo, implica dejarse llevar por la dinámica del proceso de investigación, al menos en una fase
inicial, y tolerar nuestras propias vacilaciones. Estar dispuestos a encontrar sujetos que afirman grandes
certidumbres. Actores que construyen nuevos relatos totalizadores acerca del mundo, que postulan grandes
verdades desde perspectivas que se clausuran a las preguntas.
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Por eso conviene distinguir dos tipos de riesgos teóricos. Por una parte, los derivados de certezas
poco implicadas con la investigación intersubjetiva, que podríamos llamar riesgos de laboratorio. Se trata de
la multiplicidad de ideas que resultan en ocurrencias mejores y peores, más y menos logradas, de buenos y
malos ensayistas. Algunos no llegan a publicarse, otros son éxitos editoriales. Son riesgos de laboratorio o
gabinete en el sentido de que se trata de un sujeto que hipotetiza acerca del mundo y, generalmente,
generaliza.
Hay otro tipo de riesgos, aquellos derivados de socavar los riesgos de laboratorio, incluso cuando
sean éxitos editoriales, a través de los riesgos de campo, que generan hipótesis de imbricación en los
sujetos. La investigación empírica siempre arriesga y nada garantiza. Como me enseñaba un viejo maestro:
1
hay buenos y malos ensayos, y hay buenas y malas investigaciones. Lo único que la investigación
garantiza, si se realiza adecuadamente, es ser el resultado de un diálogo, es la intersubjetividad.
El primer riesgo es el efecto de teoría que impone la incertidumbre como moda. Entre los seres
humanos siempre hubo incertidumbre, lo que se transforma históricamente son los modos en que se
presenta y actúa en las subjetividades contemporáneas y en las perspectivas académicas. Hay incertezas
básicas humanas que se han mantenido a través del tiempo. Los miedos a los desastres naturales y a las
relaciones intersocietales e interculturales, es decir, los temores, constitutivos de la subjetividad, acerca de
aquello de la naturaleza que no podemos controlar y aquello que no podemos controlar de las alteridades.
Ahora, también ha habido períodos de notable incertidumbre acerca de cómo actuará el poder en nuestra
propia sociedad, es decir, el temor vinculado a cómo actuará el rey o el Estado en sus diversas facetas.
Por ello, creo que es necesario resguardar nuestra incerteza acerca de la incertidumbre. No deberían
reconstruirse anacrónicamente. El anacronismo, como enseñan los historiadores, consiste en proyectar
nuestras categorías y significados de las categorías a una sociedad del pasado, del mismo modo que el
etnocentrismo consiste en proyectar nuestras categorías a una sociedad distinta, que tiene sus propias
formas de pensamiento y sus propios sentidos. Afirmar que vivimos en una sociedad de la incertidumbre
implica un abandono del pensamiento histórico y un fuerte cronocentrismo.
Quiero revisar estas preguntas a través de algunas consideraciones acerca de los contextos, los
actores y las alteridades, mediante una narración de mi propio trabajo de campo, de una leyenda china y
una consideración acerca de usos políticos de la incertidumbre.
Contextos y fronteras
Subjetivamente, hay contextos específicos en que la incertidumbre se instala como horizonte
inmediato. Contextos de guerra, desastres naturales, terrorismo estatal o no, riots, movilizaciones masivas,
violencia urbana. Hay contextos que envuelven a las personas, marcos de los que pocos escapan. Hay
personas que siempre viven en contextos de incertidumbre.
Si localizo contextos o situaciones de profunda incerteza, es posible distinguirlos como situaciones
vigentes o como momentos del pasado (reciente o no). Para estudiar las subjetividades es muy distinto si
convivimos en la incertidumbre con los sujetos que se estudian, que si vamos a conversar con ellos acerca
de una vivencia del pasado o si sólo podremos reconstruir esas subjetividades del pasado sin sujetos
presentes. Localizar situaciones de incertidumbre, penetrar en ellas, permite desarrollar una etnografía de
subjetividades atemorizadas, a veces desesperadas, sin previsibilidad.
Pero esa previsibilidad cambia a través del tiempo, no es constante. Durante una guerra, en sus
distintos días y meses, cambian las sensaciones de las personas que habitan distintos lugares de ese
conflicto, la manera como actúan, las formas en que aprenden a prever. En el propio transcurso de una
crisis más o menos prolongada cambian los horizontes y los modos de actuar cotidianamente. La apertura o
la finalización de una crisis implican una transformación de las formas de imaginación social. Además, esas
situaciones de crisis pueden clausurarse y entonces resultará clave poder establecer cómo se instituyen
nuevos horizontes, otras preguntas, otras formas de acción social.
Ahora, ¿cómo conceptualizar culturalmente la incertidumbre? Desde una perspectiva cultural, podría
afirmarse que la incertidumbre implica que se acercan las fronteras de la diferencia. Para utilizar una
expresión de Van Gennep, cuando alguien transita entre dos mundos, entre dos territorios, entre dos
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universos simbólicos, necesariamente atraviesa umbrales y fronteras. Cada cruce implica expectativas y
horizontes difusos. Cada separación de un espacio e integración a otro espacio implica una situación de
liminalidad, un tránsito, un estar en ninguna parte.
Las vivencias de la incertidumbre habitan las situaciones de frontera. No sólo las fronteras
territoriales, sino también las temporales o identitarias. Acercarnos a un cruce de fronteras genera una doble
situación de incertidumbre. Hay un temor al momento de cruzar en sí, a los controles migratorios y
aduaneros, una expectativa de que podría ejercerse sobre nosotros un poder desmesurado por parte de
aquellos que controlan el cruce. Y dependiendo de nuestro conocimiento previo de aquello que se
encuentra del otro lado de la frontera, puede haber una situación de amplia o nula incertidumbre.
Si se trata de una nueva frontera, tanto el cruce como el haber cruzado generan amplia
incertidumbre. Una dimensión central de ese fenómeno se refiere a la comunicación: a nuestra capacidad
de comprensión de las reglas e interrogantes de la situación; a nuestra competencia comunicacional para
intervenir de manera efectiva. En otras palabras, en un mundo en el cual las migraciones, los medios y el
turismo constituyen cotidianamente nuevas fronteras culturales y comunicacionales, hay una fabricación
diaria de situaciones de incerteza; pero los flujos no provocan imprevisibilidad; lo son las estructuras
hegemónicas de percepción y significación de esos flujos.
En la medida en que la alteridad, por incomprensión, genera temor, miedo o incluso pánico, se
pretende reducir la incertidumbre construyendo universos con fronteras sólidas, impermeables a la
diferencia. Desde barrios cerrados hasta países cerrados pretenden garantizar la certidumbre de
permanecer siempre “entre nosotros”, sin “los otros”, “golden guetos”. Paradoja entonces: la incertidumbre
que genera una frontera social y cultural; se pretende reparar reforzando dicha frontera, es decir,
involuntariamente produciendo un contexto más delimitado, pero más poderoso de incertidumbre. “Del otro
lado” de la frontera, siempre pretendiendo cruzarla, vivirán los alterados (Briones), los estigmatizados. En
ese sentido, la incertidumbre como categoría de los actores implica estudiar a aquellos que la sienten, la
actúan, la producen, la reproducen.
Quiero dar un ejemplo de mi propio trabajo de campo en dos ciudades de la frontera argentinobrasileña, cuando cruzaba varias veces la frontera en ómnibus acompañando a los pasadores. El trabajo de
ellos consiste en comprar unas pocas mercaderías para revender en la ciudad vecina, el país vecino. Es
gente que vive de cruzar la frontera, pero nunca puede estar segura de llegar con su mercadería a destino.
Eso depende de varios factores que ellos no controlan: cuál es la política de la aduana, qué funcionarios se
encuentran de turno, cuánta gente se encuentre intentando cruzar. En la jerga de los pasadores hay
momentos en que la aduana “está linda” y momentos en que “está fea”, momentos en que es sencillo
atravesarla y otros momentos en los cuales es imposible. Momentos en los cuales hay mayor o menor
previsibilidad, mayor o menor incertidumbre. Ellos desarrollan un complejo know how para ir de un lado a
otro de manera exitosa, pero no siempre lo consiguen. Y el riesgo es perder en el camino todo lo que han
comprado.
Cruzar la frontera es un momento angustiante no sólo para los pasadores, sino para todos los
habitantes de la zona. No resulta posible saber cuánto demorarán los trámites para atravesar un puente de
sólo dos kilómetros, cuáles serán las exigencias de los funcionarios y si quienes cruzan serán sometidos a
situaciones diversas de violencia simbólica por parte de quienes ejercen los controles. En síntesis, dirigirse
2
a la frontera es ingresar en una zona de profunda incertidumbre.
¿Es fronteriza la vida de los pobladores fronterizos? Seguramente, no tan fronteriza como se imagina
desde lejos. O, al menos, fronteriza de un modo diferente: menos porque los límites sean constantemente
atravesados que porque la dificultad por cruzar —la frontera material y las fronteras simbólicas— se
encuentre constantemente presente. Sólo aquellos que pueden evitar el cruce de frontera consiguen
resguardarse de la incertidumbre. Quienes se quedan en su lugar. El mundo de la previsibilidad, allí donde
los cruces aparecen como profundamente inciertos, implica permanecer alejados de los espacios de
liminalidad.
El mundo de la plena certidumbre es un universo monótono, gris, desconectado. La utopía de la
certidumbre total implica el fin de la diferencia, el fin de la comunicación.
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La diferencia cultural como caos
Generalmente se oponen el orden y el caos como las estructuras homeostáticas y la falta o
destrucción de estructuras, como lo previsible y lo imprevisible, como lo dominado y lo ingobernable. Menos
frecuente, sin embargo, es la distinción entre esta oposición en un plano heurístico y en las formas de
percepción social. Los sociólogos o economistas pueden considerar que una situación social o económica
determinada resulta, por un conjunto de variables, altamente previsible. Sin embargo, hace mucho tiempo,
los economistas saben que una variable decisiva de cualquier previsibilidad es la confianza de la sociedad
acerca de ella. Por más solidez que tenga una situación económica, una explosión de amplia desconfianza
puede hacerla tambalear o estallar, y resulta evidente que la visión de los actores acerca de aquella solidez
le es constitutiva. No hay previsibilidad objetiva sin previsibilidad subjetiva.
Lo contrario también es cierto: una situación macroeconómica relativamente frágil puede sostenerse
en el tiempo si se obtiene una percepción de sustentabilidad. Evidentemente, la percepción social de la
previsibilidad no es la única variable, pero también resulta innegable que no hay solidez sin una percepción
social en ese sentido.
No es muy distinto lo que sucede con la inserción social y cultural de los emigrantes en los países a
los que llegan. Lo más habitual en la actualidad es que mientras, desde un punto de vista económico y
social, ellos realizan un aporte decisivo en muchas sociedades, la percepción social presenta crecientes
elementos de rechazo y xenofobia hacia esos contingentes humanos. Podría decirse que los emigrantes,
muchas veces, refuerzan procesos productivos y la solidez macroeconómica, mientras que las estructuras
de percepción se traducen en sensaciones crecientes de rivalidad y diferenciación.
Si nuestra sociedad tiene alguna peculiaridad comunicativa no es sólo la más evidente, la cuestión
tecnológica. Lo peculiar es que la reducción de las distancias implicadas en la tecnología incrementa las
fronteras culturales y su visibilidad. Cuanto más se ha reducido la distancia física o cuanto más se ha
intensificado la comunicación directa y massmediática, más se han incrementado las distancias simbólicas,
culturales e identitarias. Es difícil exagerar la sensación de incertidumbre del sujeto migrante. Llega a un
país distinto, generalmente donde se habla otra lengua, donde existen otras leyes que, además, no lo
amparan por falta de documentos y de ciudadanía. Pero las sociedades que reciben emigrantes tienden, en
el mundo actual, a percibir las diferencias culturales como obstáculos y como generadoras de incertidumbre.
Estas dos estructuras de imprevisibilidad, sin embargo, tienden a resolverse de maneras diferentes.
Los emigrantes reducen su incertidumbre reposando en su red social, buscando vivienda, empleo y
documentación a través del know how de sus familiares, paisanos y compatriotas. Los emigrantes reducen
su incertidumbre desarrollando un conocimiento relativamente sofisticado de la nueva sociedad donde viven
y estableciendo distintas comparaciones entre ambas sociedades. En cambio, las sociedades nacionales
que encuentran en la inmigración una mayor incertidumbre tienden hoy a sostener un fuerte
desconocimiento de las culturas emigrantes y a pretender reducir el “nuevo caos” que le adjudican a los
emigrantes a través de asimilarlos, dominarlos o expulsarlos.
Esta percepción y las prácticas culturales que se derivan de ella recuerdan a una antigua leyenda
china que no sólo permite pensar en la migración, sino en la diferencia y en el contraste entre orden y caos.
Hubo una época en la que el mundo de los espejos y el mundo de los humanos eran diferentes entre
sí. Ambos mundos no estaban separados por ninguna barrera invisible. Los seres humanos y los
especulares solían visitarse. Pero los seres de los espejos no se parecían físicamente a los seres humanos
ni copiaban sus actitudes. Eran libres de hacer lo que querían y sus conductas eran totalmente predecibles.
Pero un día los habitantes de los espejos decidieron invadir la Tierra. Cuando los humanos
despertaron se aterrorizaron. Por todas partes reinaba el caos. Los seres especulares eran caóticos. Nadie
sabía cómo dominarlos. Finalmente, el emperador, que tenía poderes mágicos, logró arrojarlos otra vez al
impreciso mundo de los espejos. Y para que nunca más pudieran invadir el mundo humano, los hechizó.
Desde entonces, los habitantes de los espejos están condenados a copiar mecánicamente los actos y las
apariencias de los humanos. Aunque una imperfección en el hechizo hace que a veces esos seres se filtren
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en nuestros sueños, conductas o en la propia naturaleza. (Díaz, 1999, s. p.)
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Noten que este relato acerca de dos mundos está realizado claramente desde uno de ellos. Los
habitantes de los espejos decidieron invadir la Tierra, el narrador expropia a los seres especulares de
racionalidad y estipula al viaje o al traslado como invasión. Se afirma que los seres especulares eran
caóticos, cuando desde nuestra perspectiva cabe la pregunta acerca de si eran objetivamente imprevisibles
o si eran percibidos como seres caóticos justamente por no ser comprendidos. Cuando no conocemos y no
comprendemos al otro, lo consideramos caótico y su presencia genera incertidumbre; pero el punto
subrayado en la leyenda es que “nadie sabía cómo dominarlos”, era de allí que emergía el temor. Hasta que
el poder impuso orden y previsibilidad. Haciendo uso de capacidades únicas, se les condenó a ser
previsibles. Pero como la vida sigue, el hechizo estaba condenado a la imperfección.
La diversidad como fábrica de incertidumbre
Retomo lo que he dicho hasta ahora en un ejemplo. Cuando en la comunicación se multiplican los
contactos sin comprensión, se instala una matriz generadora de incertidumbre. Cuando la diversidad, ya sea
de los seres de los espejos, ya sea de los emigrantes o extranjeros, es significada como riesgo, la visibilidad
de fronteras de la diferencia aparece como una presencia creciente de temores.
En las situaciones más cotidianas se procesa una incertidumbre como miedo a la diferencia, en el
sentido de no resultar competente para abordar situaciones de interculturalidad, contextos donde diversos
códigos comunicativos conviven e interactúan. En un proceso continuo, evitar la liminalidad se constituye en
un objetivo político que retroalimenta, como feedback positivo, la matriz previa. La política cultural —en un
sentido amplio del término— de la incomprensión deviene la política —en el sentido más estricto— de una
guerra entre culturas. En un imaginario renovado, la eliminación del otro se instituye como único mecanismo
de certidumbre. En esa dinámica, políticas de la incertidumbre y políticas de fortalecimiento de las fronteras
culturales se retroalimentan.
Hay un autor que expresa esta visión como ningún otro. Evidentemente, me refiero a Samuel
Hungtinton. Recordemos que él afirma que para pensar “seriamente sobre el mundo, y actuar eficazmente
en él, necesitamos un mapa simplificado de la realidad” (2004, p. 30). ¿En qué consiste su simplificación? El
mundo que se dividía en ideologías políticas y sistemas socioeconómicos ha quedado atrás, dice
Hungtinton. Ahora, “la cultura es a la vez una fuerza divisora y unificadora” (2004, p. 23).
Si después de la Segunda Guerra Europa se dividía por el telón de acero, “esa línea se ha
desplazado varios cientos de kilómetros hacia el este”, separando “a los pueblos cristianos occidentales, por
un lado, de los pueblos musulmanes y ortodoxos, por el otro” (Hungtinton, 2004, p. 23). El mundo actual se
dividiría, entonces, en civilizaciones. “En la época que está surgiendo, los choques de civilizaciones son la
mayor amenaza para la paz mundial, y un orden internacional basado en las civilizaciones es la protección
más segura contra la guerra mundial” (Hungtinton, 2004, p. 386).
Hungtinton, como citamos, afirma que este mapa simplificado no sólo serviría para “pensar el
mundo”, sino para actuar en él. Y este autor actúa convirtiéndose en un adivinador del futuro, uno que será
desastroso para Occidente, a menos de que él mismo sea escuchado. Veamos. Según Hungtinton, Estados
Unidos podría desaparecer. Al igual que la antigua Unión Soviética y el Reino Unido, está hecho de
entidades reunidas por procesos de federación y conquista:
Pocos previeron la disolución de la Unión Soviética y esta última deriva hacia la posible
descomposición del Reino Unido una década antes de que empezaran a producirse. También son pocos los
estadounidenses que se atreven a prever actualmente cambios fundamentales (o una disolución) en
Estados Unidos. Pero el final de la Guerra Fría, el desmoronamiento de la Unión Soviética, la crisis
económica asiática de la década de 1990 y el 11 de septiembre nos recuerdan que la historia está cargada
de sorpresas. Pudiera ser que lo realmente sorprendente fuese que Estados Unidos siguiera siendo en
2025 el país que era en 2000 en vez de un país (o de una serie de países) muy diferentes con una serie de
concepciones de sí mismo y de su identidad muy distintas de las que tenía un cuarto de siglo antes.
(Hungtinton, 2004, pp. 34-35)
Hungtinton se constituye así en un adivinador: desliza cuán sorprendente fue el 11-9, aunque quizás
sus lectores lo lean porque creen que él mismo lo predijo. Ahora, está prediciendo algo que nadie se atreve
a insinuar: Estados Unidos puede desaparecer. ¿Podría haber alguna razón más poderosa para que todos
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aquellos que después del 11 de septiembre compraron masivamente las banderas con las rayas y las
estrellas estén alerta?
Pero, ¿por qué podría desaparecer? La respuesta se refiere a los cambios en el contexto y las
amenazas de que cambie la sustancia de la identidad estadounidense. “El final de la Guerra Fría privó a
Estados Unidos del imperio del mal contra el que podía definirse a sí misma” (p. 34). “Ninguna sociedad es
inmortal [...], los Estados Unidos sufrirán la suerte de Esparta, Roma y otras comunidades humanas”
(Hungtinton, 2004, s. p.). Como se ve, Hungtinton aplica la noción, elemental de la teoría de la identidad, de
que cualquier definición de “nosotros” se hace en relación con un “ellos”. Desaparecido el “ellos” decisivo
del siglo XX, ¿cómo mantener vivo el sentimiento de pertenencia? Evidentemente, se trata de reinventar la
alteridad. Como se sabe, a la hora de estas reinvenciones sólo puede buscarse en la historia social y
cultural de nuevas fronteras culturales.
Aquí estamos ante un proceso de producción-incertidumbre como dispositivo de intervención política.
Hungtinton es performativo. En la medida en que el gobierno de Estados Unidos interpela con sus acciones,
en términos culturales efectivamente instituye una culturalización del conflicto. No se trata de la cuestión del
huevo y la gallina. No son las diferencias culturales la causa de la guerra. La guerra genera la percepción de
diferencias culturales que antes no se consideraban como tales y transforma el sentido de cualquier
distinción.
Así, pensada como categoría de los actores, la incertidumbre es sumamente variable. Los procesos
colectivos para reducirla incluyen el fortalecimiento de identidades sociales, culturales, nacionales. Instalan
las fronteras de un nuevo fundamentalismo cultural. Generan la ilusión de estar en casa, en una cultura
supuestamente pura, alejando a los fantasmas de la diferencia.
Reflexiones finales
Las incertidumbres de la interculturalidad nos interpelan para repensar la comunicación. El
fortalecimiento de fronteras múltiples es una política de comunicación que presupone la
inconmensurabilidad. Postula el rechazo de todo contacto porque sólo sería capaz de promover mayor
incomprensión. Ahora bien, si considero la incertidumbre frente a la diferencia, la única alternativa no
consiste en reforzar las fronteras. La incertidumbre surge de un desconocimiento. Cuando este se asume
como tal, puede recurrirse a reducir la incertidumbre a través de asumir esa posición de debilidad e
incompetencia y, consecuentemente, de intentar conocer al otro para no temerle.
Eso puede ser la acción de un viajante, pero también puede ser resultado de un proceso social de
adecuación, donde una matriz perceptiva más amplia permite retrotraer los prejuicios: una disposición más
plena a la interacción con una consecuente reducción del temor y de la incertidumbre. En este caso la
incertidumbre no intenta reducirse a través de la paradoja de crear nuevas fronteras, sino haciéndolas más
porosas y débiles.
Una anécdota. Cuando un famoso intelectual debió afrontar su examen de ingreso a sus estudios
de posgrado, los profesores sólo le hicieron una pregunta de cuatro palabras: ¿qué es la incertidumbre? El
maestro utilizó sólo una para responder, únicamente escribió cuatro letras en una hoja en blanco donde los
profesores leyeron: “esto”.
Incertidumbre también es el resultado de las apuestas, de escaparse a lo obvio y lo esperable, es
una consecuencia de la creatividad. En fin, si unos fabrican incertidumbre para producir control y poder, y a
esto no sólo puede responderse con nuevas fronteras, sino también con nuevas ideas, con nuevas acciones
que instalen horizontes de otras incertidumbres, entonces podemos leer conceptualmente la incertidumbre,
ahora sí más allá de los discursos de los actores, como un territorio de disputas comunicacionales,
simbólicas y políticas de los mundos contemporáneos. Mantener la incerteza acerca de la incertidumbre es
clave para no presuponer un mundo homogéneo que nos estalla en sus fragmentos y sus
fundamentalismos.
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NOTAS:
*
Quiero agradecer a María Rosa Glasserman por acercarme un conjunto de bibliografía acerca de la incertidumbre, que resultó muy
estimulante para pensar algunos de los temas que desarrollo aquí.
1. Esto me decía Roberto Cardoso de Oliveira, el gran antropólogo brasileño fallecido en 2006.
2. Estas situaciones han sido analizadas en Grimson (2003).
3. Aquí la leyenda se presenta levemente abreviada.
BIBLIOGRAFÍA:
Díaz, E. (1999), Posmodernidad, Buenos Aires, Biblos.
Fried Schnitman, D. (1995), Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Buenos Aires, Paidós.
Grimson, A. (2002), “Las sendas y las ciénagas de la ‘cultura’”, en La Plata, Universidad de La Plata, pp. 55-75.
— (2003), La nación en sus límites, Buenos Aires, Gedisa.
— y Semán, P. (2005), “Presentación. La cuestión ‘cultura’”, en Etnografías Contemporáneas, núm. 1, pp. 11-24.
Hungtinton, S. (2004), ¿Quiénes somos? Los desafíos de la identidad nacional estadounidense, Buenos Aires, Paidós.
Ortner, S. (1999), “Introduction”, en Ortner, S (edit.), The Fate of ‘Culture’. Geertz and Beyond, Los Angeles, University of California
Press, pp. 1-13.
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El poder de la incertidumbre
Destinos manufacturados o el retorno del destino
Luis Fernando Marín Ardila
Facultad de Comunicación y Lenguaje, Universidad Javieriana
Luis Fernando Marín Ardila, Filósofo, Abogado, Magíster en Estudios Políticos, Investigador (Filosófía
Política.Comunicación y Educación), Profesor de la Maestría en Comunicación y la Maestría de Estudios
Políticos en la Pontific ia Universidad Javeriana
Resumen
La condición humana es trágica, ésto es, actúa en y por la incertidumbre, en la acción del hombre rara vez
se corresponden el querer y el poder, la razón y la emoción, casi nunca podemos separar el progreso de la
destrucción, el conocimiento del dolor; como lo dijera Walter Benjamin, todo documento de la civilización es
un documento de la barbarie. Somos sapiens-demens y esto es una declaración filosófica que se refiere a la
identidad humana. Sin embargo, hoy cuando hablamos de la crisis del futuro, de la ausencia o incredulidad
frente a los grandes proyectos, de la perplejidad en que nos sume una condición histórica vertiginosa e
inmediatista, señalamos una caracterización de la humanidad del siglo XXI, insegura, incierta y
desprotegida. En este sentido esta semántica de la incertidumbre debemos entenderla por fuera del ámbito
de comprensión trágica de la naturaleza humana y estudiarla en el campo de producción política e
ideológica. La incertidumbre es un imaginario alimentado en pro de legitimar a un Estado débil frente al
Mercado y fuerte frente a los individuos y las sociedades. Tanto los individuos como las sociedades se
encuentran hoy día, fracturados por la lógica sistémica de la economía que funciona sobre la base de los
residuos, el desempleo, la marginación, la flexibilidad, la competencia, la depredación, la insolaridad.
El sentido filosófico de la Incertidumbre.
“El hombre cree conducir su vida y guiarse así mismo, cuando en realidad lo más íntimo de su
ser sigue irresistiblemente el rumbo que le marca su destino”
Goethe
En sentido filosófico se puede afirmar que al ser humano le está dada la libertad de ser libre y la libertad de
tener y escoger amos. A diferencia de los otros animales está en su poder liberarse de las conductas
instintivas, repetitivas (reducción del instinto) y poder actuar. El ser humano es sapiens y en simultánea
1
demens . Ello, entre otras cosas, quiere decir que el hombre como ser genérico, puede construir las
condiciones de su existencia y, además, interpretar esa construcción de múltiples maneras. Algunas veces
creerá que su obra es creación de los dioses, otras veces pensará que es producto de su lucha, o de su
voluntad, o de su ingenio o de su suerte. Como sea, el hombre hace mundo, su mundo, a nombre de él
mismo o a nombre de poderes supraterrenales. Este poder de hacer un mundo, esta libertad de hacer un
mundo, es también la incapacidad de garantizar que la obra sea perfecta, verídica, no errática. Poder hacer
mundo, significa disponerse a la creación, decidir y, por lo tanto, optar, ordenar, incluir y excluir, seleccionar
y, dicho de otro modo, entrar en el riesgo, en la no garantía de que coincidan el bien, la verdad y la belleza.
2
Decidir es algo que se da en la incertidumbre, en ámbitos vecinos a la azarosa búsqueda, al error , la
ambigüedad, la desmesura.
En concordancia con estas afirmaciones, entonces, el hombre no es una imperfección natural, un ruido
cósmico a ser reparado, una desviación limitada que necesita inmediata reparación; el ser del hombre es su
constitución incierta, es constitutivamente incertidumbre porque es libertad. El hombre es un animal
paradójico, un híbrido de naturaleza y cultura, materia y espíritu, ángel y bestia, libre y determinado, libre
por necesidad, condenado a errar, condenado a crear, condenado a decidir. En su condena está su libertad;
lo cual significa que el hombre es por naturaleza un animal errático, un ser incierto, un ser cuya perfección
(si la tiene) es su inacabamiento; el hombre es un hacer se, un hacerse que no tiene garantía ni propósito
de poder culminarse, de poder completarse, de poder realizarse en algún momento. Este sujeto en proceso,
inacabado por naturaleza no es la criatura humana como la definen algunas religiones, carente por finitud,
pecador por esencia. Cuando nos referimos al hombre filosóficamente, nos referimos a ese hacer se que
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nunca llega a puerto, no definimos esa imperfección a la manera religiosa –lo reiteramos, es decir,
considerándolo por defecto de diseño, por pecado original.
De modo distinto a las religiones de la culpa, por ejemplo como lo expresó la tragedia griega, el hombre es
un hacerse, un siendo porque luchar contra el destino, es el humano destino.
De tal suerte que en estos términos el hábitat humano es la incertidumbre, los seres que viven en la
certidumbre son los otros seres vivos, las plantas y los animales; los animales distintos al hombre viven en
la certidumbre del instinto, viven en la conducta funcional, mimética con la naturaleza.
La incertidumbre como descripción de una época.
Ahora bien, sabemos que está convocatoria de Felafacs, se titula Ciudadanías de la Incertidumbre y que
tiene como horizonte el lograr poner sobre el tapete las reflexiones e investigaciones que se han logrado en
torno a una condición definida en el marco histórico actual. La invitación supone que no vamos a hablar de
la condición humana limitándonos al plano filosófico, no vamos a reiterar una afirmación genérica, muchas
veces pronunciada sobre que a lo largo de la vida de todos los hombres y, en cualquier etapa de la historia,
éstos han vivido, han sentido y han reclamado por la incertidumbre ontológica, por la incertidumbre social,
por la incertidumbre personal. No, hoy hemos sido convocados a reflexionar sobre el aquí y el ahora, a
pensar ¿por qué el ciudadano del siglo XXI, del año 2006, siente o está en medio de la incertidumbre
(inseguro, incierto, desprotegido)?, ¿por qué y cómo percibe su existencia asaltada por miedos y llena de
malestares?.
El inicio de nuevo siglo, de nuevo milenio no es regocijante, no es de fuerza anímica progresiva. Pareciera
que la centuria que apenas acaba de iniciarse, no tiene frente a sí grandes proyectos que le den esperanza
a la humanidad y le promuevan su espíritu emprendedor y realizador; ¿para qué proyectos colectivos de
histórica trascendencia cuando lo más notorio es el fracaso de pasadas ilusiones, que han agregado a la
desnudez metafísica la desnudez histórica, que han resaltado la impotencia, que nos ha conducido, todo
ello junto, a compulsivamente demandar protecciones, garantías, seguridades? ; algunos diagnostican que
el hombre del siglo XXI está sólo frente a lo incierto del futuro, tanto más sólo y más grave es su estado de
incertidumbre actual, si se tiene en cuenta que en el ejercicio de su voluntad de poder (sapiens-demens) no
sólo construyó sino que también destruyó mundos, no sólo como espíritu fáustico, erigió y pulverizó
enormes poderes, también erró por el mundo, también se ilusionó, deliró con la permanencia y la
indestructibilidad de su obra. Los evaluadores dictaminan que el fracaso es directamente proporcional al
grado de idealización que la humanidad industriosa prohijó. Delirio que desconoció y menospreció los
efectos colaterales; los costos fueron mensurados como menores frente a esta ideología de la destrucción
creativa. Al cabo de unos siglos, el tono de balance, el tono de pérdidas y ganancias es inevitable.
¿Es una ganancia desenmascarar los sueños megalomaníacos y, por tanto, perder las ilusiones?. La
3
evaluación histórica, la confrontación de la modernidad con sus propios resultados enfatiza muy poco en la
observación filosófica de la incertidumbre como morada del hombre, ¿quizá no debería ser así?. Son
pertinentes las respuestas a varias preguntas: ¿cuál es la relación entre Naturaleza y Cultura?, ¿cómo y
cuánto deberíamos alejarnos de nuestra naturaleza?, ¿quién o qués es más sabia, la naturaleza o la
cultura? ¿es un falso dilema?, ¿Acaso no se define en sentido filosófico la tragedia humana como lo
indiscernible entre su libertad (cultura) y su determinación (naturaleza)? Si damos el tránsito de
megainterrogantes filosóficos a discernimientos históricos coyunturales, otro horizonte comprensivo se da
ante nosotros. La auto comprensión actual sobre nuestro estado de incertidumbre tiene otra ubicación
discursiva, el talante pesimista del fin de los grandes proyectos y la anemia ideológica posee otras
procedencias y obedece a otros intereses. El balance no es el de reiterar metafísica o religiosamente que
todo lo humano es pasajero, lábil, efímero. Cuando invocamos la incertidumbre hoy día no estamos, como
los griegos de la antigüedad, ante el desafío para que el hombre despliegue su ser, rete al destino y se
preocupe constituyéndose con y através de un conócete a ti mismo. El discurso de la incertidumbre hoy no
es una plataforma para entendernos, una oportunidad para buscarnos; todo lo contrario, es una paranoia y
un terror expandido para generar el pánico, para imponer el orden, administrar la gente, para hacer del
poder un poder legítimo que cabalga ya no sobre el miedo a la muerte sino sobre el miedo a la vida.
A este respecto, lo cierto es que la incertidumbre promovida como Zeitgeist –como espíritu de la época—
como hecatombe existencial, es un discurso estratégico, encubridor, objeto de consumo, publicitado por
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vencedores para vencidos. Incertidumbre, en este segundo sentido, es la resultante de una coyuntura
histórica y de la propagación de una ideología de la perplejidad y la impotencia. Después de 1989 (la caída
del Muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría y el colapso del socialismo realmente existente) y con el poder
expansivo del mercado se ha propagado el imaginario de que estamos a merced ya sea de manos invisibles
del mercado (neoliberalismo) o de fuerzas ingobernables (globalización). Unos repiten, otros predican que la
globalización es incontrolable e inexorable, que el Estado omo matriz de cohesión, dirección y organización
sociales está siendo sobrepasado por fuerzas que van más allá de la gobernabilidad social y política. El
resumen (a manera de veredicto resignado) de este discurso desencantado y fracasado es que el hombre
portentoso, del progreso, de la ciencia, del proyecto, siente hoy día que el agua se escapa por entre los
dedos de la mano y se encuentra seco de cara a su mundo, a su vida, sin modelos a seguir, sin verdades
estables, sin revelaciones anunciadas, sin sueños y sin capacidad de soñar. Algunos se preguntan no sólo
¿dónde están las empresas históricocolectivas a seguir?, ¿dónde están las ideologías, el sentido, los
paraísos por conseguir?, más acuciosamente se interrogan por el sujeto cuya actitud era la osadía, la
aventura, ¿dónde está el hombre, el sujeto de la cultura, del trabajo de dejar huella, el sujeto del duro deseo
de permanecer en la memoria?, ¿dónde está el hombre que como decía Shakeaspeare está hecho de la
materia de los sueños?.
Mientras tanto en el ámbito concreto de la realidad impera el pragmatismo: negación no sólo de la utopía y
de los utópicos en términos de imposibilidad de alternativas sino de la eficacia del accionar colectivo. Está
es la cara de la incertidumbre que me parece puede haber inspirado a los organizadores del evento que
sabiamente y, en tono de polémica, redactaron un sugestivo subtitulo que en el mismo afiche se resalta,
poder, comunicación y subjetividad. Este subtítulo me inspira a la manera de Nietzsche para señalar un
tercer sentido de la incertidumbre, entendiéndola no como la angustia sino como la oportunidad de
sentirnos trágicos, es decir de sentir lo humano demasiado humano, de percibir la cercanía y por tanto el
peligro del desafío, el desafío de integrar al poder humano, la comunicación social pero con sujetos
deseantes, deliberantes, actuantes. Poder, comunicación y subjetividad pueden ser las instancias que se
abran y aglutinen a la modernidadmundo para contrarrestar la sociedad de consumo de la incertidumbre.
Desde luego, el saber alegre de Nietzsche es todo lo contrario del angustioso estado de agitación
contemporáneo.
El pensador alemán nos invitaba a reir cuando reemplazamos las verdades fundamentales por probalidades
fundamentales, por directrices provisionalmente asumidas con las que se vive, se piensa, se actúa.
En lo que sigue vamos a ampliar lo que hemos dicho de la incertidumbre en el segundo sentido, es decir,
como una dimensión histórica de la modernidad, como una percepción históricamente producida,
políticamente producida y, por ende, resultante, de las transformaciones económicas, políticas, sociales y
culturales.
Modernidad: Destino construido - Destino Manufacturado
“Los poderes terrenales no acuden al rescate de los humanos ya embargados por el temor,
aunque intentan todo lo posible, y aun lo imposible, para convencer a sus súbditos de que tal
es ciertamente el caso. Los poderes terrenales, de un modo muy similar a las novedades de
los mercados de consumo, han de crear su propia demanda. En aras de su capacidad de
controlar, sus objetos deben hacerse y mantenerse vulnerables e inseguros”
Zygmunt Bauman
“La gran transformación” que describiremos a continuación quizá pueda generalizarse a muchas geografías
a muchas sociedades del planeta entero, teniendo presente, eso sí, las variaciones, las diferencias, los
4
matices correspondientes .
La gran transformación alude, grosso modo, al tránsito de las sociedades agrícolas, aldeanas, comunitarias
del pasado a las sociedades modernas industriales, postindustriales, cosmopolitas y liberales de la
actualidad. Como se podrá inmediatamente advertir el lapso de tiempo y las dimensiones que cambian son
lo suficientemente amplios para que por efecto comparativo se resaltan en alto relieve las diferencias de una
época a otra, de una sociedad en sentido tradicional a una sociedad en sentido moderno.
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La descomunal revolución va dándose a través de espasmos inesperados e intensos, pero también en
graduales y extensivos movimientos que nos procuran no súbitas transformaciones de la noche a la
mañana, sino modificaciones que sólo se hacen visibles en la mediana y en la larga duración.
La gran transformación moderna, los extendidos e intensos cambios iniciados hace cinco siglos, sabemos
van de la mano con el capitalismo como modo de producción dominante y con tendencia globalizante. Esta
modernidad capitalista destruye los “estratos protectores” premodernos (Shumpeter), la hacienda, la aldea y
el gremio artesanal. Disuelve las comunidades tradicionales –basadas en vínculos morales fuertes, en
jerarquías estamentarias, igualmente esta “destrucción creativa” desvanece las estructuras soportantes de
la personalidad (la familia, las generaciones y las relaciones intergeneracionales, las instituciones
integradas normativamente), incluso, esta gran transformación, con el furor de las fuerzas productivas y el
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desarrollo tecnológico, achica el planeta, acelera el tiempo , fragmentando la espaciotemporalidad
tradicional, produciendo una especie de segunda naturaleza desterritorializada.
La trayectoria de superación del pasado, la instalación en el presente y en el futuro, entonces, destruye
estratos protectores, disuelve las comunidades tradicionales, erosiona las estructuras soportantes de la
personalidad y, por último, pulveriza la distancia. Esta trayectoria es o describe a la época moderna. Época
que se inicia en Europa y va emergiendo paulatinamente por toda parte, bajo la premisa del discurso de la
auto producción de las condiciones de existencia humana.
En términos generales, la modernidad es la condición de un hombre que se auto interpreta como
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constructor o inventor de sí mismo, como un homo faber . El hombre ya no se da como criatura divina como
en el pasado medieval. El hombre moderno adelanta una auto comprensión como libre, no predefinido,
sujeto a la conquista y auto invención por encima de la verdad revelada y el destino teológico señalado.
Esta modernidad como auto productora del orden social, del individuo y del conocimiento es al decir de
Marshall Berman:
“Hay una forma de experiencia vital -la experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los demás,
de las posibilidades y los peligros de la vida—que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el mundo
de hoy. Llamaré a este conjunto de experiencias la “modernidad”. Ser modernos es encontrarnos con un
entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y
que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos.
Los entornos y las experiencias modernos atraviesan todas las fronteras de la geografía y la etnia, de la
clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en este sentido la modernidad une a
toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión: nos arroja a todos a una
vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser
modernos es formar parte de un universo en el que, como dijo Marx: “todo lo sólido se desvanece en el
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aire” .
Ser modernos es ser libres, libres para crear un mundo y libres de la protección de los marcos de
certidumbre premodernos o tradicionales. El hombre moderno es un aventurero, un conquistador, no
obstante lo cual, tiene que pagar un precio a su osadía: la seguridad, el cuidado y protección que obtenía de
la comunidad, la familia, la aldea.
El deseo de libertad, el deseo de cambiar, de crear, lo arroja al vértigo del cambio, a la soledad, al miedo, a
la desorientación y muchas veces a la desintegración.
Claro que esta faceta interpretativa es susceptible de matización si recordamos y asumimos también, que la
libertad moderna no se da en el vacío social, en el atomismo extremo de seres individuales asociales o
postsociales. Si observamos con detenimiento, la libertad moderna es o se expresa en términos sociales y
congruentes con un orden políticosocial, es decir, en términos de institucionalización.
En la historia posterior a la emancipación del paternalismo premoderno no fuimos lanzados a una libertad
sin más, a una especie de mundo feliz sin gobernantes, sin gobernados, a una especie de reino, si no
totalmente paradisíaco (por cuanto que no hay que olvidar que la historia en cualquier momento comporta la
lucha, el trabajo y el esfuerzo de los humanos) por lo menos, a una fantasiosa estancia despojada de
relaciones de poder en el que nuestros deseos fluían sin agotamiento y eventualmente con la posibilidad de
satisfacción suficiente.
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Desde esta óptica nos damos cuenta que la modernidad es de manera análoga al mundo del pasado
tradicional (que poseía otras estructuras de inclusiónprotección), al igual que el mundo feudal y medieval, un
orden social que genera moradas cohesionadoras denominadas instituciones: el estado, la nación, la
escuela, las clases sociales, la sociedad civil, los medios de comunicación, los partidos políticos, los
sindicatos, etc. Es decir, el hombre como ser libre hace parte de estructuras inclusivas o estructuras
cohesionadoras al interior de las cuales transcurre su vida en términos de lo que actúa, piensa, dice, vive,
siente, lucha y sueña.
Es importante repetir que estas totalidades inclusivas en la modernidad, se declaraba explícitamente, tienen
un origen humano, no son donaciones divinas, verdades reveladas.
Piadosamente podríamos decir que comparada con la sociedad premoderna, la nueva sociedad ofrecía
otros nichos protectores, que igualmente podrían vivirse e interpretarse ya sea como plataformas de
8
realización o como cárceles normalizadoras, oprobiosas, vigilantes y sancionadoras . Si para el caso de
Europa, el hombre medieval estaba envuelto en el destino cósmico, que le generaba “el terror cósmico” y,
9
por consiguiente, Dios fungía como reductor de contingencia , el hombre de las modernidades es
subjetivizado en el soporte de un destino que tenía que aceptar, viviendo una vida temporaria, fugaz y
contrarrestada por la ilusión de la permanencia a través de las “comunidades imaginadas”: la Nación, El
Estado: “los hombres pasan, las instituciones quedan”. La dialéctica entre libertad y seguridad, mortalidad e
inmortalidad, estaba resuelta en términos de individuo transitorio, sociedad permanente.
Frente a la imaginación de la libertad, surge como lo declara Berman, el miedo y la inseguridad, frente a la
cruda realidad de la vida, las instituciones como estructuras inclusivas, mitigan los miedos, sobretodo el
miedo a la libertad, ofrendándonos el lecho protector-represor-administrador, en el que ahora soportamos
no un destino teológico, sino un destino social. De tal suerte que el reemplazo de dios y/o los dioses en el
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mundo moderno se da a través de estas realidades trascendentes intermedias con características o
ubicadas en el ámbito profano.
Se supone que estos cohesionadores sociales son el resultado del accionar del homo faber, el hombre
como inventor de sí mismo, el hombre como trabajador al decir de Marx. Por consiguiente, en el terreno de
las ideas, en el terreno ideológico, el Estado, La Nación, La Escuela, son el producto de la voluntad humana
(la soberanía popular), de su decisión y, por ende, no son necesidades históricas, son contingencias, en el
sentido de creaciones del hombre apoyadas en su libre decisión productiva, son creaciones del hombre
como ser mortal y, por consiguiente, son creaciones transitorias, igualmente, mortales. Pero por encima de
todo son perfectibles, falibles, contingentes, vulnerables, inseguras y riesgosas. De tal suerte que el terror
cósmico ante lo indominado de la naturaleza aquí se hace “terror oficial”, por cuanto que el miedo se
traslada del dominio no logrado de la naturaleza ante la ignorancia, en un miedo ante la no pertenencia, la
administración incierta y perversa del destino social, por ignorancia, impotencia, alienación, dominio, etc.:
“Vulnerabilidad e incertidumbre son las dos cualidades de la condición humana a partir de las cuales se
moldea el <temor oficial>: miedo del poder humano, del poder creado y mantenido por la mano del hombre.
Este <temor oficial> se construye según el patrón del poder inhumano reflejado por (o, más bien,
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procedente de) el <temor cósmico>” .
Puede ser que el temor cósmico, el pavor ante lo inconmensurable e inefable del mundo, no necesite de
mediaciones humanas - –aunque que duda cabe que las religiones y sus organizaciones deben su
existencia esencialmente a la oferta de administración de dichos miedos—contrario a lo que sucede con el
terror oficial, expresión que indica de por sí que este miedo sólo puede ser diseñado artificialmente:
“Los poderes terrenales, de un modo muy similar a las novedades de los mercados de consumo, han de
crear su propia demanda. En aras de su capacidad de controlar, sus objetos deben hacerse y mantenerse
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vulnerables e inseguros”. Es decir, la vulnerabilidad y la incertidumbre humanas son la principal razón de
todo poder político, razón de ser en el sentido de legitimidad y de modo principal, en el sentido de que el
poder político administra nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestra vulnerabilidad. Ahora el poder,
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no sólo actúa por represión, también actúa por estimulación y administración .
A este respecto entonces podríamos preguntarnos ¿De dónde procede, en dónde se origina la
incertidumbre actual?. La incertidumbre en este sentido no es una condición que desde la metafísica revele
la finitud de la acorralada criatura humana ante la naturaleza no domeñada o lo todopoderoso de dios o los
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dioses. La incertidumbre es un producto social, un producto de las relaciones sociales, de las relaciones de
poder, la incertidumbre es el rostro que dibuja el terror oficial en la época moderna globalizada.
Época en la que es el Mercado, el poder del mercado el que dicta las reglas del juego. El mercado ahora
está erosionando las realidades trascendentes intermedias (El estado, la nación, la clase social, la
sociedad) y enfrenta al individuo sólo con las enormes fuerzas económicas; el Mercado es antípoda de la
ciudadanía, él, trata con individuos consumidores y sobretodo con consumidores triunfantes. En este orden
de ideas, decimos que la modernidad como época en que la construcción de la incertidumbre tiene bases
sociales va agudizando para los individuos una situación de impotencia, cuando ellos se enfrentan o mejor,
son víctimas de un sistema tecno económico enorme, indirigible, que produce sistemáticamente el
desempleo, la marginación, el imperativo de flexibilización, etc. El hombre moderno, el hombre fáustico,
dominador por excelencia, se ve dominado y apabullado por un destino que ya no proviene de sus temores
atávicos frente a la terrible naturaleza, sino frente a un destino social. Es lo que varios autores denominan
14
como destino manufacturado . En el sentido de que las condiciones sociales de existencia son vividas
como incontrolables, como fetichizadas, naturalizadas, como consecuencia de ellas, no somos libres y
creadores sino esclavos y suplicantes de protección, seguridad, fiabilidad, etc:
“Contrariamente a lo que afirma la proposición metafísica de la “mano invisible”, el mercado no está en
busca de certidumbre ni tampoco puede generarla, por no hablar de darle visos de consistencia. El mercado
florece con la incertidumbre (llámese competitividad, desregulación, flexibilidad, etc.) y, para nutrirse, la
reproduce en cantidades cada vez mayores. Lejos de ser un elemento de proscripción para la racionalidad
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de mercado, la incertidumbre es su condición necesaria y su producto inevitable”
Como lo dijera la muy neoliberal Margaret Thatcher, no existe la sociedad, sólo existen individuos y familias;
la situación del Mercado como destino desplaza la acción del Estado a otras fuentes de su legitimidad. Ante
la declaración de que el Mercado es la condición insuperable de nuestro tiempo, frente al cual la regulación
política y social es anti técnica, trabadora, el Estado legítima su existencia generando otros miedos,
produciendo y exaltando otros terrores. Parafraseando a Epicteto el sabio estoico de la antigüedad
podríamos decir que no son las cosas (la realidad) la fuente suprema de nuestras pasiones (sufrimiento,
goce, miedo) sino la representación que tenemos o nos dan de ellas. Así, por consiguiente debemos
concluir que para esta humanidad contemporánea sería importante desarrollar un contrapoder que distinga
entre el crimen y el miedo al crimen. Nuestros miedos no se alimentan del crimen, sino del clima de
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inseguridad generalizado. Los poderes nos han expropiado de nuestros miedos, se nos despista cuando
se nos dibuja políticamente el peligrosismo del delincuente, del habitante de los cordones de miseria, del
habitante del gueto, del enemigo, del inmigrante, del terrorista:
“De ahí las alarmas referentes al deterioro de la seguridad, que incrementan las ya abundantes ofertas de
<temores relativos a la seguridad>, al tiempo que desplazan las preocupaciones públicas y las salidas a la
ansiedad individual lejos de las raíces económicas y sociales del problema y hacia preocupaciones relativas
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a la seguridad personal (física)”
Esta incertidumbre manufacturado por, para el poder y su administración, ha tenido en el más reciente
lustro, desde septiembre de 2001, una intensa ejemplificación cuando se ha proclamado como punto central
y casi único de la agenda la lucha contra el terrorismo y por la seguridad global. Por supuesto esto tiene
como contrapartida el dejar intacta, declarada impune, invocada compulsivamente, una sociedad de
mercado como estadio racional de la globalización. Esta impunidad del mercado, esta proclamada bondad
de su naturaleza simultáneamente es la que se impone a los individuos para que solucionen
biográficamente las penurias, los problemas y las contradicciones surgidas sistémicamente. Si el Mercado
se impone a los Estados y a las Sociedades, si el Estado como orden social cohesionador se declara y/o es
declarado impotente frente a fuerzas tecno-económicas ubicuas, imprevisibles, transterritorializadas, el
Estado tiene que crear, inventar miedos para ofertando soluciones ganar legitimidad. Se trata de
promocionar incertidumbres y vulnerabilidades no económicas, para legitimarse. Esto de modo simultáneo
es la absolución del Mercado y las fuerzas económicas como las causantes de la angustia contemporánea y
la representación de la razón de ser del Estado, de su justificada existencia, por cuanto que acude a los
individuos para darles la seguridad o la sensación de tal. Por efecto carambola, a la par que el Mercado
impera, el Estado se legítima desde la oferta de seguridad, la sociedad, de por sí ya atomizada por la
competencia económica, es presa de una desintegración mayor cuando el imaginario de la inseguridad y el
delincuente expelen un clima de desconfianza, sospecha, retraímiento e inmovilidad. Se trata de una
realidad de individuos que sólo conciertan acciones colectivas transitorias, desesperadas ante amenazas
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reales o virtuales, lo que la filosofía política llama el liberalismo del miedo. El Estado actual cada vez menos
oferta seguridad social, si dispusiera lo contrario, tendría que enfrentarse a la Economía de mercado y su
aterradora producción de incertidumbre.
NOTAS:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
Morin, Edgar, El paradigna perdido, Edit. Kairós, Barcelona, 1974, Pág. 113 y ss.
Error aquí alude a errar, a vagar. Liberados parcialmente de "la programación genética", los hombres están en potencia de errar,
de ser errabundos, conllevando esto el desacoplamiento, la brecha entre lo subjetivo y lo objetivo, lo racional y lo emocional, lo
empírico y lo ideal, lo mítico y lo científico.
Beck, Ulrich y otros, Las consecuencias perversas de la modernidad, Edit. Anthropos, Barcelona, 1996, Pág. 201 y ss.
Beriain, Josexto, Modernidades en disputa, Edt. Anthropos, Barcelona, 2005.
Augé, Marc, Hacia una antropología de los mundos contempóraneos, Edit. Gedisa, Barcelona, 1995.
Homo faber, se ha utilizado con los significados de fabricante de utensilios, trabajador, hombre técnico. En el sentido aquí
expuesto, se refiere al hombre como transformador de las condiciones de existencia propias y de su entorno. Es el hombre que
genera un orden social producido por oposición al hombre tradicional que es generado por un orden social transmitido.
Berman, Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire, Siglo XXI editores, 1988.
Foucault, Michel, Vigilar y castigar, Siglo XXI editores, 1984.
Beriain, Josexto, La lucha de los dioses en la modernidad, Edit. Anthropos, 2000.
Bauman, Zygmunt, En busca de la política, Edit. Fondo de Cultura Económica, 2001, Pág. 40 y ss.
Bauman, Zygmunt, Vidas desperdiciadas, Edit. Paidós, 2005, Págs. 65 y ss.
Ibídem, Pág. 69.
Foucault, Michel, Op. Cit. Pág. 261 y ss.
Beck, Ulrich y otros, Consecuencias perversas de la modernidad, Edit. Anthropos, Barcelona, 1996.
Bauman, Zygmunt, En busca de la política, Pág. 40.
Beck, Ulrich, Hijos de la libertad, Edit. Fondo de Cultura Económica, 2002.
Bauman, Zygmunt, Vidas desperdiciadas, Pág. 51 y ss.
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El pensamiento teórico y crítico
en tiempos de complejidad e incertidumbre
en las ciencias de la comunicación
Migdalia Pineda de Alcázar
Universidad del Zulia. Doctorado en Ciencias Humanas. Centro Audiovisual. Maracaibo-Venezuela.
RESUMEN
Este artículo analiza el pensamiento científico positivo en la modernidad para abordar cómo los modos de
conocer a través de las certidumbres científicas, ayudaron a conformar un pensamiento pragmático y
objetivista. Posteriormente, aborda la post-modernidad como una época que inaugura unos modos de
conocer mediante las incertidumbres, la subjetividad y las significaciones sociales, amparada en un nuevo
paradigma tecnológico basado en el discurso de las redes, las comunicaciones y el pensamiento complejo.
A partir de allí insiste en la necesidad de volver al pensamiento teórico, a la reflexión crítica, en el campo de
las ciencias de la comunicación, para revisar sus bases , revertirlas y rescatar el lugar del sujeto y las
relaciones del lenguaje en la producción científica en este campo.
INTRODUCCIÓN
El trabajo que se presenta a continuación pretende, a partir de la revisión bibliográfica de autores
como Antón Boix, Dussel, Galindo, Lyotard, Márquez, Martín Barbero, Otero, Pérez Estévez, Pineda,
Saintout, Torrico y Vassallo de Lopes, entre otros, reflexionar sobre la necesidad de rescatar el
pensamiento teórico y crítico en estos tiempos de incertidumbre y rápidos cambios. Para ello analiza, en
primer lugar, cómo los paradigmas de conocimiento de la modernidad ayudaron a configurar y consolidar un
modo de conocer sustentado en la objetividad, el cálculo y la verificación empírica que se impuso como
universal.
Asimismo, la investigación cualitativa que sustenta esta investigación teórica, aborda el paradigma
de la posmodernidad como una alternativa que mediante el pensamiento complejo plantea otros modos de
conocer, sentir y pensar para hacer de la ciencia una forma más histórica, cultural y socialmente hablando,
de abordar la realidad mediante las significaciones sociales. En este punto, se estudia también el papel de
los medios masivos en las sociedades actuales y se reivindica a los enfoques cualitativos como válidos
también para afrontar las múltiples interrogantes que los cambios científicos, tecnológicos y sociales están
presentando a las ciencias sociales.
Finalmente este trabajo asoma un conjunto de reflexiones sobre las acciones a emprender para
abordar los problemas de la comunicación en la contemporaneidad y se detiene a analizar sobre la
necesidad de rescatar el pensamiento teórico, la reflexión epistemológica en las ciencias de la
comunicación para poder proponer nuevos paradigmas, conceptos y categorías que puedan dar cuenta de
lo que está ocurriendo hoy en las comunicaciones mundiales.
1. LA MODERNIDAD Y SUS MODOS DE CONOCER: EL PENSAMIENTO PRAGMÁTICO
La modernidad como una configuración histórica de poder surge fundamentalmente en la Europa
Occidental, desde el siglo XII cuando aparecen los pequeños comerciantes como precedentes de la
burguesía, y desde allí se construye como proceso hegemónico mundial, que especialmente en el Siglo XVI,
con el Descubrimiento de América irradia un pensamiento eurocéntrico que se impone en el mundo
occidental, y que en el Siglo XVIII se fortalece con el proceso de la Ilustración, como modelo cultural
1
universal basado en la razón humana por encima de otros modos de conocer, de sentir, de pensar.
La modernidad va encontrando en la sociedad industrial capitalista avanzada su máxima expresión y su
plataforma de expansión, gracias al alto desarrollo científico y tecnológico alcanzado por la segunda
2
revolución industrial, a finales del siglo XIX
En lo que a la ciencia se refiere, la modernidad gracias a los avances científicos tecnológicos, a los
procesos de automatización, al desarrollo de las máquinas y a los avances de las ciencias físicas y
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
exactas, logra establecer el modelo de conocimiento basado en la objetividad y en la neutralidad científica
como modo único de conocer para despejar al hombre y a la ciencia de las cuestiones religiosas, de las
creencias, las supersticiones, los mitos y los sentimientos. Al desaparecer la idolatría a las fuerzas naturales
y a los dioses paganos, la sociedad industrial burguesa con su proceso de modernización inaugura una
nueva forma de idolatría a la máquina y al conocimiento exacto.
Ese modo de pensamiento objetivo, regido por leyes racionales y certidumbres científicas basadas en la
idea del progreso de la técnica y la ciencia, hace que aparezca un miedo a pensar desde el sujeto a partir
3
de las subjetividades, el sentido y las emociones, y un entusiasmo por lo mecánico, por el cálculo , por la
razón ilustrada que se apropia del pensamiento del hombre occidental, dando origen a una nueva
epistemología donde la ciencia emerge como la única fuente de verdad y conocimiento.
En la práctica, el objetivismo en las ciencias sociales, establece como paradigma de producción de
conocimiento el esquema de relación unidireccional de Sujeto /Objeto mediante el cual tiene lugar una
separación tajante del sujeto / sujeto en los procesos de producción de saberes.
El predominio de los enfoques empiristas, racionales hace que en las ciencias sociales se establezca un
discurso científico que pretende explicar los fenómenos sociales desde posturas que separan al sujeto que
conoce o produce conocimiento de los sujetos u objetos conocidos. En este modo de conocer tiene lugar
una objetivación de los objetos de conocimiento, que se convierten en números, en algo mensurable y la
4
ciencia se convierte en un fin en si mismo con una orientación pragmática.
La ilustración como forma de primacía de la razón centrada en el sujeto cognoscente plantea una
esperanza sustentada en el progreso de la técnica, en el dominio de la naturaleza por el hombre y en la
erradicación de todo pensamiento metafísico, el uso de la razón y la conciencia son pues la garantía de que
el hombre moderno puede construir un mundo nuevo con un futuro mejor, donde él se convierte en un
5
sujeto autónomo, independiente y liberado.
Pero, el desarrollo de la modernidad con su avanzado crecimiento económico, científico y tecnológico,
lejos de liberar al hombre de los miedos y temores lo ha sometido a nuevos incertidumbres e inseguridades,
y la fuerza liberadora de la ilustración devino en la racionalidad instrumental dominante del capitalismo
burgués que condujo a una objetivación de la vida, de la ciencia, de la comunicación y a una separación del
hombre frente a la naturaleza.
En lo que a la comunicación se refiere, la modernidad también ha significado a un extrañamiento de la
esencia de la relación humana y social del intercambio comunicativo por su empeño en mitificar los
instrumentos técnicos de comunicación y, especialmente, los medios masivos, como productos centrales y
estratégicos de la producción industrial de la cultura, por encima de las relaciones simbólicas y de las
mediaciones de significación entre los hablantes. Para la modernidad, la industria cultural y
fundamentalmente los medios se convierten en instancia centrales para la reproducción social de la
sociedad industrial y a partir de allí, ellos ocupan una posición estratégica tanto en lo material como en lo
simbólico en la cultura occidental capitalista. De modo que dichos medios, así como con la aparición de la
burguesía se separa la vida pública de la privada, desplazan el lugar de la comunicación oral, la interacción
entre personas, reservada ahora a la vida privada y cotidiana, y llenan los espacios de la vida pública
6
ayudando a construir representaciones sociales coherentes con el modelo de sociedad industrial avanzada,
7
es decir, se institucionalizaron como los lugares desde los cuales hablar y hacerse público . Y como
8
máquinas para hablar, los medios contribuyen en la modernidad a consolidar lo que la Escuela de Francfort
ha denominado, la racionalidad tecnológica: unas tecnologías que imponen sus modos de informarse y
comunicarse en el mundo moderno, que imponen su razón, que cuantitativamente tienen un crecimiento
exponencial muy avanzado pero que contradictoriamente cada vez comunican menos a los humanos.
La modernidad como máxima expresión de la sociedad capitalista burguesa, del libre intercambio, del
libre pensamiento y de la libertad de actuar, aunque comienza a ser cuestionada a finales del Siglo XVIII y
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principios del siglo XIX, por los idealistas alemanes como Hegel, Nietzsche , toca fondo en la segunda mitad
del Siglo XX, cuando se produce un desencanto sobre hacia dónde nos conduce el desarrollo económico y
material, sobre los modos de felicidad que esta sociedad permite y sobre las posibilidades de que la ciencia
y la tecnología nos conduzcan hacia una hecatombe global en lugar de hacia una sociedad de la justicia y la
paz.
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Con ese desencantamiento se comienza a poner en entredicho la idea del progreso como un transcurrir
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lineal y homogéneo de la historia , aparecen las inseguridades frente a los grandes relatos de las
disciplinas científicas y con ello, la crisis de los paradigmas de las denominadas ciencias sociales, las
cuales en su afán de ajustarse a los lineamientos de las ciencias exactas habían jerarquizado los enfoques
cuantitativos, economicistas y pragmáticos, dejando de lado enfoques más cualitativos, contextuales,
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culturales y humanos de los fenómenos sociales .
2. LA POSMODERNIDAD Y SUS MODOS DE SENTIR Y PENSAR: EL PENSAMIENTO COMPLEJO
En el contexto de las dudas y los cuestionamientos a la modernidad aparece un movimiento epistémico,
el posmodernismo, en la segunda mitad del Siglo XX, que partiendo del pensamiento de Nietzche, de
Heidegger, de Derrida, entre otros, pone en entredicho los conceptos de historia como tiempo lineal y de
espacio como territorio, ya que considera que, en la contemporaneidad, el sujeto se revela contra su
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historia y busca realización a través del lenguaje y las relaciones sociales ; la subjetividad del hombre se
intenta recuperar a través de una razón dialógica e intercultural y la significaciones sociales se asumen
como prácticas de sentido significantes.
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El posmodernismo se erige, pues, como un movimiento de deconstrucción, en términos de Derrida, de
una racionalidad que está en crisis por haberse sustentado en una razón científica y técnica para dominar el
mundo del hombre y desubjetivizarlo en su mundo de vida.
En consecuencia, el posmodernismo pretende recuperar, por un lado, el sentido de la palabra, del
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lenguaje y, por el otro, la dimensión ética y ontológica del progreso material y económico.
De modo que con la deconstrucción se busca invertir el sentido, o producir un desplazamiento del
conocimiento exacto, técnico y científico hacia los problemas de la intersubjetividad del sujeto (conocimiento
y comunicación), de las significaciones sociales, partiendo de la base de que es en el Lenguaje, en el
referente lingüístico, donde la complejidad humana se hace presente con su desorden y su caos; y que es
más enriquecedor para el hombre vivir en un contexto de las incertidumbres dialógicas, con sus
diversidades y diferencias, que en un contexto de las certidumbres del discurso científico con sus verdades
inamovibles.
El posmodernismo cobra mayor fuerza en la década de los 80 del siglo XX, cuando comienza a
proponer nuevas teorías en el campo de la física, la astronáutica, la historia, la pintura, la literatura y la
medicina para interpretar los profundos cambios sociales, culturales, políticos, tecnológicos y científicos de
15
la época contemporánea . Y para los inicios del siglo XXI, se convierte en una revolución cultural, filosófica,
de contexto y de carácter histórico, en la cual la humanidad perfila otras maneras de entenderse a si misma,
en medio de fuertes luchas de regiones, provincias y pueblos por la autodeterminación y la autonomía
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cultural y política ; así como en medio de fuertes cambios científicos y tecnológicos que hacen surgir una
sensibilidad social y cultural más hedonista, y un nuevo paradigma tecnológico sustentado en la imbricación
de los medios de masas y las tecnologías digitales y virtuales, todo ello en el marco de un contexto
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globalizado que convive con unas particularidades localizadas que cada vez luchan por ser reconocidas.
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En virtud de que la sociedad contemporánea está consolidando un paradigma tecnológico distinto y de
que gran parte de los cambios ocurridos se han debido a los avances de la ciencia y la tecnologías, los
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enfoques posmodernos señalan la necesidad de repensar “lo técnico” , para avanzar en una
deconstrucción de la tecnología, que ahora adquiere un lugar central no en las relaciones de producción
sino en las de reproducción simbólica. Las tecnologías de la información y la comunicación como
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tecnologías blandas, tecnologías del alma, según Sfez
tecnologías de la imagen, plantean grandes
interrogantes sobre la función de la “máquinas” en las sociedades contemporáneas. Unas máquinas que
hacen posibles intercambios simbólicos con otros en un tiempo y un espacio no lineal, no geográfico, sino
virtual, reticular, global, que han revertido los lenguajes, las palabras y los roles de los sujetos dialogantes,
y que han introducido elementos de mayor desorden, caos e incertidumbres que las máquinas exactas de
la sociedad industrial.
En suma, las tecnologías digitales han supuesto cambios fundamentales en las formas de escritura
lineal y analítica de la palabra impresa, con sus modalidades del hipertexto, el multimedia, la virtualidad y la
redes, y con ello están contribuyendo a la conformación de un nuevo tipo de pensamiento, denominado por
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Piscitelli, el pensamiento sintético no tan racional, más intuitivo, abierto y lleno de posibilidades. Lo cual ha
conducido a este autor a plantear la necesidad de comenzar a pensar en una epistemología de la red
Internet y de las interfases que permiten las tecnologías de la información y la comunicación, en las
mediaciones que hacen posible entre los sujetos hablantes.
Es evidente que algunas de las explicaciones que estas tecnologías están requiriendo no podrán ser
ofrecidas a través de los enfoques de las disciplinas científicas tradicionales, cuyos conceptos , categorías
y base epistemológica no podrían dar cuenta de la complejidad del mundo posmoderno y los intercambios
significativos que a través de dichas tecnologías establecen los hombre entre sí e incluso con las máquinas,
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como modo de superar la linealidad del pensamiento y de las formas de conocimiento de la modernidad.
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El pensamiento complejo y la transdiciplinaridad que lo acompaña merge, pues, como el modo de
acercamiento a la realidad actual para entender los cambios, la pérdida de los centros y de los discursos
institucionalizados como verdaderos y en su lugar aparece la inestabilidad de los discursos, la relatividad de
las teorías, la inseguridad de lo sabido, y la diversidad y la diferencia comienzan a pugnar por llegar a ser
valores culturales reconocidos.
3. ¿QUÉ HACER PARA ABORDAR LA COMUNICACIÓN EN LA CONTEMPORANEIDAD?
Todas las incertidumbres, dudas y retos que la sociedad contemporánea le plantea al conocimiento
científico no tiene repuestas únicas y acabadas y están obligando a un replanteo epistemológico en el seno
de las diversas disciplinas científicas y muy especialmente en las de las ciencias sociales.
Es evidente, que con este cambio de época, la comunicación parece ocupar un lugar transversal en
todos los órdenes de la vida social y con ello los problemas del sentido, de las significaciones, del
intercambio simbólico.
En consecuencia, el estudio de los procesos de comunicación, de sus bases teóricas, tiene que
rescatarse para ayudar a conformar otras explicaciones, conceptos y categorías que den cuenta de los
profundos cambios que están ocurriendo en la actualidad. Se trata de volver al pensamiento teórico, a la
reflexión epistemológica que haga posible la construcción de una episteme de conocimiento de lo social y lo
histórico diferente a la de la modernidad y su racionalidad instrumental.
Volver a la teoría no significa para nada retornar a un modo de conocimiento contemplativo, alejado de
lo real, de lo histórico, del contexto y de lo cotidiano, sino a un modo de conocimiento que se confronte de
forma permanente con los hechos, con la vida misma y que asume que el hombre con su potencialidad de
pensar, conocer y dialogar es el sujeto protagónico del proceso de conocimiento por encima de los métodos
y técnicas institucionalizadas. Un modo de conocimiento que revalorice los enfoques holísticos, integradores
y cualitativos, que proponga opciones metodológicas más flexibles y adaptables a los cambios del mundo
real vivido, para llegar a nuevas combinatorias y entrecruces de disciplinas que nos ayude a consolidar un
pensamiento más heterodoxo que el de la modernidad.
La teoría, en los términos anteriores, actuaría como el espacio de la confrontación con los saberes
constituidos y como guía para la acción de la razón humana en sus formas de interacción con lo real, y a
través de sus conceptualizaciones podría ayudar al cuestionamiento de los conceptos y explicaciones
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aceptadas, entrando en lo que Garrido Lecca denomina “Juegos de la teoría”, es decir, el poner en una
crítica permanente y continua lo sabido, lo aceptado, lo probado, lo validado para introducir otras
combinaciones, otras reglas, donde tenga cabida lo diferente, lo desigual, las contradicciones entre el saber
erudito y el saber popular. Y que además, ubique el lugar desde el cual se produce el conocimiento como un
lugar no “epistémico puro” sino histórico, contextualizado, como el espacio desde el cual se produce una
visión de la realidad que en el entorno posmoderno no es un espacio geográfico y físico solamente sino
globalizado y a la vez localizado, lo cual obliga a entrecruces de enfoques y posturas que se hacen desde
territorios culturales y simbólicos diversos.
Se trata entonces de volver al problema del sujeto en la producción de conocimiento y no de los
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métodos o los objetos y desde luego ello implica rescatar los enfoques cualitativos más vinculados con el
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lenguaje y la producción de sentido, que proviene de diversas racionalidades en distintas culturas , que nos
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habla de un pluralismo epistemológico y no de una ciencia racional y lógica universal.
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Los desafíos que ese nueva realidad plantea a las ciencias de la comunicación obliga a discutir las
bases de este campo de estudio para dilucidar si somos una ciencia o no, si realmente nuestros conceptos,
matrices teóricas y categorías conforman un núcleo duro de verdades a demostrar, si tenemos un cuerpo
consolidado, refutado y contrastado de teorías, si somos una disciplina clásica, desarrollada o madura de
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las ciencias sociales o por el contrario pertenecemos a la que Kuhn denomina ciencias no desarrolladas ,
donde no existen consensos básicos entre los practicantes de la misma.
Responder a algunas o a todas estas interrogantes e incluso alejarnos de ellas por considerarlas falsas
preguntas en este época de incertidumbres posmoderna, requiere fundamentalmente de una reflexión
teórica, epistemológica que nos permita avanzar en la construcción de un pensamiento comunicacional de
29
futuro .
La reivindicación de la teoría no significa aquí una apología a la mera especulación teórica sino un
reconocimiento de la actividad teórica como una actividad humana, producto de la reflexión de la mente del
hombre como necesidad de pensamiento para la acción social e histórica y para la transformación de su
entorno, independientemente de que en la actualidad las máquinas o tecnologías avanzadas puedan
simular o realizar actividades de pensamiento y cognitivas parecidas a la de las personas.
Si la comunicación se está erigiendo como un lugar estratégico de la política, el poder, lo social, la ética
, se vuelve más prioritario que nunca la discusión teórica en el seno de las denominadas ciencias de la
comunicación, que nos permita avanzar en la producción de un conocimiento que de cuenta de las desafíos
que representan los avances en las comunicaciones digitales, virtuales y de las nanotecnologías y las
transformaciones que se producen en la actualidad de los modos de conocer, comunicar e intercambiar del
sujeto contemporáneo. Habría pues que comenzar a pensar en la teorización de los procesos de mediación
que permiten las computadoras y las redes y en cómo ello alteraría los esquemas de emisor/receptor de los
paradigmas de comunicación de la modernidad, dando lugar a diversos procesos de comunicación
mediados ente emisores/receptores, entre receptores/receptores, entre receptores/máquinas y
emisores/máquinas.
La búsqueda y producción de nuevas conceptualizaciones, de nuevas matrices teóricas o mapas
cognitivos en las ciencias de la comunicación, es necesariamente una actividad teórica, que implica una
reflexión sobre la realidad contemporánea, sobre sus datos y sus manifestaciones contextuales cuyo
producto de conocimiento no es más que una configuración teórica de la realidad realizada por un sujeto
que conoce y que lo hace movido por unas dudas, interrogantes que la misma realidad le despierta y en un
contexto y tiempo histórico determinados, con lo cual queda claro que no puede haber teorías definitivas, ni
universales, válidas para todos los momentos y para todos los lugares, por lo que resulta indispensable la
actividad teórica, de reflexión crítica permanente como modo de recrear la realidad cambiante sobre todo en
este inicio de siglo.
En virtud de los fuertes desafíos que la posmodernidad presenta para las ciencias sociales, la actividad
de producir o generar teorías es fundamental, y generar teoría significa que los conceptos no solo vienen de
los datos sino que son sistemáticamente trabajos en relación con ellos. Por eso no se trata de partir de una
teoría ya constituida para probarla o validarla sino de abordar un campo de estudio para que surja lo
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relevante y a partir de allí construir teorías.
En consecuencia, para poder avanzar en una discusión sobre el papel estratégico que en la actualidad
tienen las ciencias humanas y con ellas las de la comunicación, para comprender y dar cuenta de los
cambios de sensibilidad, de pensamiento del mundo contemporáneo, resulta prioritario comenzar a abordar
la realidad mediante una reconstrucción conceptual de los postulados que han sustentado las teorías
dominantes a modo de poder construir otros más adecuados para comprender la incertidumbre y la
complejidad que hoy nos acompaña en nuestra vida en sociedad.
CONCLUSIONES
Si bien es cierto que la modernidad con su idea del progreso de la técnica y la ciencia alejó al hombre
occidental del pensamiento metafísico y religioso e instauró un miedo a pensar desde las subjetividades, el
sentido y las emociones, y con ello inauguró una nueva epistemología: la del conocimiento científico como
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única fuente de verdad; también es cierto que presentó contradicciones, las cuales fueron más evidentes en
la medida que avanzaba el desarrollo científico y tecnológico.
De manera que la modernidad toca fondo en la segunda mitad del Siglo XX, cuando se produce un
desencantamiento por el progreso científico más avanzado y sus potencialidades para mejorar el mundo del
hombre. Se pone en entredicho los grandes relatos de las disciplinas científicas y con ello a los paradigmas
de las Ciencias Sociales
Surge así, en la década de los ochenta, un movimiento cultural, epistemológico y filosófico, el
posmodernismo, el cual plantea la necesidad de realizar un proceso de de construcción de la racionalidad
moderna en crisis, mediante el estudio del Lenguaje, las relaciones culturales y significativas que tienen
lugar entre los sujetos sociales. Emerge con ello el pensamiento complejo y la transdiciplinaridad que lo
acompaña como forma de acercamiento a la realidad cambiante, insegura y a la pérdida de los centros.
Frente a esa realidad resulta más urgente que nunca volver a la teoría como forma de crítica
permanente, de confrontar los conceptos constituidos, las bases de la ciencias, especialmente de la
comunicación, a lo real, a la vida del sujeto, para ajustarlas a lo que está ocurriendo actualmente sobre todo
a partir de las tecnologías digitales y de los modos de interacción que ellas hacen posible.
Es prioritario también revalorizar los enfoques integradores, cualitativos y holísticos y entender que el
conocimiento no se produce desde un lugar epistémico puro, que los discursos científicos como tales son
producción de sentido y por ende pueden provenir de distintas racionalidades y de distintas culturales, ya
que no son universales, ni ahistóricos.
NOTAS:
1.
2.
3.
4.
5.
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30. PIRELA, Johann; BLANCO, Neligia y NONES, Nelly (2004)."El modelo de la teoría fundamentada de Glaser y Strauss: Una
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Estrategias de comunicación
del EZLN en tiempos de incertidumbre
Dr. Sarelly Martínez Mendoza
Universidad Autónoma de Chiapas, México
[email protected]
Currículo
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) y del Sistema Estatal de Investigadores. Doctor en
Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, donde se graduó con Sobresaliente
Cum Laude. Su tesis doctoral fue sobre El desarrollo del periodismo y de la empresa periodística en
Chiapas (18271958), investigación que se publicó con el titulo de La prensa maniatada (el periodismo en
Chiapas de 1827 a 1958), bajo el sello de la Fundación Manuel Buendía y del Gobierno del Estado de
Chiapas. CONACYT y la Universidad de Guadalajara le publicaron Índice Hemerográfico de Chiapas
18271946.
Es profesor de tiempo completo por oposición desde 1991 en la Universidad Autónoma de Chiapas.
Cursó la licenciatura en periodismo en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y realizó estudios de
maestría en Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Fue miembro fundador del semanario Este Sur, ha escrito para el periódico La Voz del Sureste y La
Jornada. Actualmente desarrolla un proyecto de investigación financiado por PROMEP sobre la prensa
contemporánea en Chiapas.
Resumen
Cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari celebraba la entrada de México al primer mundo, el 1 de
enero de 1994, al ponerse en marcha el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y
Canadá, comandos de indígenas armados se posesionaron violentamente de cuatro ciudades chiapanecas.
El impacto en la opinión pública nacional y mundial de este movimiento armado fue mayúsculo. Los
indígenas, encabezados por un líder encapuchado, conocido como el subcomandante Marcos, se
apropiaron de los medios electrónicos e impresos, y se convirtieron en un icono planetario al difundir su
mensaje por internet.
La atención que atrajo Chiapas durante el conflicto de 1994 fue inusitado. A escasas horas había
300 periodistas nacionales y extranjeros, número que al cabo de unos días llegó a duplicarse.
El discurso zapatista no sólo renovó la gastada jerga de la izquierda, sino que hirió de muerte al
sistema político mexicano. Las bajas más valiosas las registró la parte oficial con la pérdida de credibilidad
del presidente mexicano, de su partido y del sistema político. De hecho, los zapatistas marcaron la caída del
Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual perdió las elecciones presidenciales en el 2000.
Las bajas materiales no rebasaron el centenar, por una rápida decisión del gobierno de cesar el
enfrentamiento 12 días después de haber iniciado la insurrección zapatista. Los resultados posteriores, sin
embargo, fueron terribles: el asesinato del candidato del PRI a la presidencia de la república, Luis Donaldo
Colosio; del presidente del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, y una escalada de violencia que inundó al
país, además de una devaluación del peso que contagió, con su efecto tequila, a otras economías
latinoamericanas.
Los zapatistas, que se vieron encerrados en los confines de la Selva Lacandona, utilizaron la red
informática para difundir sus mensajes. Inició otro boom, y otro tipo de guerra, que algunos han llamado
“netwar”, esa guerra virtual, hecha a través de los medios impresos y electrónicos. Esa guerra novedosa la
perdió, por supuesto, el gobierno, pero a la larga el propio EZLN se ha visto desgastado, víctima en parte de
la segunda ley de la termodinámica: “la que dice que todo sistema cerrado tiende con el tiempo a
degradarse”.
En este conflicto, los medios jugaron un papel primordial: dieron cabida al discurso no oficial y
levantaron la autocensura que por décadas los había maniatado, pues percibieron, en el levantamiento
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armado, la voluntad de un pueblo que luchaba por un acceso equitativo a la información, mayor
transparencia y veracidad en el tratamiento de la noticia.
¿Cuáles han sido las estrategias de comunicación de los zapatistas? ¿Qué nivel de presencia
tienen actualmente y de que manera participan en las campañas presidenciales de México en el 2006?
Esas son algunas de las preguntas que intentará contestar el ponente, Sarelly Martínez Mendoza,
profesor de tiempo completo por oposición de la Universidad Autónoma de Chiapas y autor del libro La
prensa maniatada, el periodismo en Chiapas de 1827 a 1958.
Ponencia
Cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari celebraba la entrada de México al primer mundo,
el 1 de enero de 1994, al ponerse en marcha el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y
Canadá, comandos de indígenas armados se posesionaron violentamente de cuatro ciudades chiapanecas.
El impacto en la opinión pública nacional y mundial de este movimiento armado fue mayúsculo. Los
indígenas, encabezados por un líder encapuchado, conocido como el subcomandante Marcos, se
apropiaron de los medios electrónicos e impresos, y se convirtieron en un icono planetario.
La atención que atrajo Chiapas durante el conflicto de 1994 fue inusitado. A escasas horas había
300 periodistas nacionales y extranjeros, número que al cabo de unos días llegó a duplicarse: “La prensa
nacional e internacional cubrió con singular intensidad los sucesos de Chiapas. En un momento hubo en
San Cristóbal alrededor de 600 periodistas, quienes no sólo informaban acerca de los encuentros armados,
sino también de todo lo relacionado con el estado, incluida su situación social”, dice el antropólogo Andrés
Fábregas Puig en el libro Chiapas, una radiografía.
El discurso zapatista no sólo renovó la gastada jerga de la izquierda, sino que hirió de muerte al
sistema político mexicano. Las bajas más valiosas las registró la parte oficial con la pérdida de credibilidad
del presidente mexicano, de su partido y del sistema político. De hecho, los zapatistas marcaron la caída del
Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual perdió las elecciones presidenciales en el 2000, en manos
del partido de derecha, el PAN.
Las bajas materiales no rebasaron el centenar, por una rápida decisión del gobierno de cesar el
enfrentamiento 12 días después de haber iniciado la insurrección zapatista. Los resultados posteriores, sin
embargo, fueron terribles: el asesinato del candidato del PRI a la presidencia de la república, Luis Donaldo
Colosio; del presidente del PRI, José Francisco Ruiz Massieu, y una escalada de violencia que inundó al
país, además de la devaluación del peso que contagió, con su efecto tequila, a otras economías
latinoamericanas.
Los zapatistas, que se vieron encerrados en los confines de la Selva Lacandona, utilizaron la red
informática para difundir sus mensajes. Inició otro boom, y otro tipo de guerra, que algunos han llamado
“netwar”, esa guerra virtual, hecha a través de los medios impresos y electrónicos. Esa guerra novedosa la
perdió, por supuesto, el gobierno, pero a la larga el propio EZLN se ha visto desgastado, y el
subcomandante Marcos se ha convertido en colaborador asiduo y casi columnista del diario La Jornada,
que se edita en la ciudad, pero sus declaraciones han dejado de tener impacto.
En este conflicto, los medios jugaron un papel primordial: dieron cabida al discurso no oficial y
levantaron la autocensura que por décadas los había maniatado, pues percibieron, en el levantamiento
armado, la voluntad de un pueblo que luchaba por un acceso equitativo a la información, mayor
transparencia y veracidad en el tratamiento de la noticia.
El gobierno no tuvo más opción que aceptar el nuevo escenario de crítica y discusión libre. La
televisión, que había sido el medio más controlado, se vio de pronto en libertad para el tratamiento de
nuevos temas sin que una mano oficial la guiara por los avatares de la información y la investigación.
El descubrimiento de Chiapas
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Chiapas cobró importancia mundial con el levantamiento armado de 1994. Se supo entonces que era una
entidad fronteriza de México, que su población padecía uno de los más altos índices de marginación en el
país y que una tercera parte de sus habitantes eran indígenas.
Ubicado en la parte más austral de México, Chiapas ocupa una situación estratégica entre América
del Norte y Centroamérica. Por su territorio pasan miles de indocumentados que buscan diariamente llegar
a Estados Unidos, pero también se conecta hacia el Sur con países con los que antes estuvo unido:
Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Es más, estas naciones tienen las
huellas de una civilización esplendorosa: la Maya, que dejó testimonios de su grandeza en sus
construcciones y avances astronómicos.
En la larga frontera que comparte México con Guatemala y Belice, Chiapas ocupa más de la mitad
de esa línea divisoria de 1139 kilómetros. De hecho, la entidad siempre ha jugado el papel de frontera. Por
ejemplo, el poderío maya estableció sus ciudades periféricas, Palenque y Bonampak, en los límites de lo
que hoy es Chiapas. Posteriormente, con la creación de la Audiencia de Guatemala, nuevamente el estado
se convirtió en frontera de ese reino, y con su incorporación a México, se constituyó desde 1824 en una
región limítrofe de la república mexicana.
La definición común para Chiapas es la de ser un estado rico, pero con un pueblo extremadamente
pobre. Un historiador americano, Lous Thomas Benjamin, utilizando esta paradoja, tituló su libro, Chiapas:
tierra rica, pueblo pobre.
La mayoría de los conocedores de la entidad coinciden en ese punto: que Chiapas es un estado
abandonado, marginado, pese a las riquezas forestales, agrícolas, petroleras y eléctricas que posee. Esta
visión no es sólo de los tiempos de la globalización, sino desde siempre los chiapanecos han alardeado de
las riquezas de la entidad y han criticado el trato de desprecio recibido del gobierno federal.
Sobran las cifras para confirmar las riquezas de la entidad: Chiapas ocupa el primer lugar en
producción de café, en captura de camarón; el segundo en soya y plátano, “el tercero en mango y ajonjolí,
el cuarto en maíz, leche y carne de res en canal, y el quinto en miel, manzanas y camarones de granjas
acuicolas”. La importancia de la agricultura es tal, que todavía hoy dos terceras partes de la población de
Chiapas viven de esta actividad, y más del 51 por ciento de sus 7 illones y media de hectáreas están
dedicada a la agricultura.
Dice el historiador Antonio García de León, en su libro Resistencia y Utopía, ue la historia de
Chiapas parece dividirse en cuatro edades geológicas: “la del cacao, la del ganado, la del café y la del
petróleo; edades que se han acumulado en la coexistencia. Y a pesar de la última, bastante espectacular, la
comarca sigue siendo la primera zona cafetalera del país”.
En esta región sin minas, la única salida ha sido la agricultura, por lo cual la historia de Chiapas
también puede verse como una expansión despojadora de los ganaderos sobre los indios practicantes de la
agricultura. Esto llevó a un conflicto permanente entre ambos grupos, que tuvo su momento culminante con
la creación de guardias blancas –comandos armados y pagados por los propios finqueros–, para cuidar sus
propiedades. Los atropellos de los guardias blancas fueron innumerables, y se tradujeron en asesinatos,
violaciones, despojos, torturas... El gobierno, aunque conocía de la existencia de esos comandos armados
que actuaban al margen de la ley, prefería ignorarlos y, a veces, apoyarlos subrepticiamente.
Las causas que dieron origen al zapatismo y su irrupción en 1994 son múltiples: represión, pobreza,
marginación y falta de espacios para el desempeño de actividades agrícolas. Hacia 1990, el 50 por ciento
de la población estaba desnutrida, el 30 por ciento era analfabeta (tres veces más que el promedio
nacional), mientras que la población de niños que no completaba la educación primaria era del 62 por
ciento, cuando la nacional era del 21 por ciento. La mortalidad en Chiapas es la más alta del país, pero
registra una tasa de crecimiento superior a la media nacional; el 26 por ciento de su población habla una
lengua indígena y el 8.5 por ciento es monolingüe. En el sector agrícola más de la mitad de la población
subsiste con menos del salario mínimo, es decir cuatro dólares; de sus 1.4 millones de hectáreas
cultivables, las dos terceras partes están destinadas a la producción del maíz. El 57 por ciento de la
población activa, en 1990, se desempeñaba en actividades agropecuarias, sector que aportaba el 32 por
ciento del PIB.
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De acuerdo con el Índice chiapaneco de marginación 1990-2000, Chiapas ha avanzado, aunque de
manera lenta, en el bienestar de su población . El analfabetismo, por ejemplo, pasó del 30 por ciento en
1990 al 23 por ciento en el 2000. “Sin embargo, debido al constante aumento de la población, la disminución
absoluta fue poco significativa ya que de 540 mil personas analfabetas en 1990, descendió a 523 mil en el
año 2000”. Asimismo, se registraron mejorías en las viviendas y disponibilidad de energía eléctrica, al
disminuir en un 65 por ciento la población que no contaba con este servicio.
Los diferentes Chiapas
Chiapas es un mosaico de pueblos y de geografías, por lo que no se puede hablar de un solo Chiapas.
Cada pueblo depara una sorpresa, y entre ellos, situados a pocos kilómetros, puede haber una diferencia
enorme en cultura, lengua, situación social y demográfica.
En el Centro de Chiapas se encuentra Tuxtla Gutiérrez, que por ser la capital del estado concentra
a la clase política y a la burocracia estatal; hacia el Norte se ubica San Cristóbal de Las Casas, el principal
centro turístico, frecuentado por alemanes, franceses y norteamericanos, y hacia el Sur está Tapachula, la
región agrícola por excelencia, productora de café, plátano y cacao.
Diseminadas por el estado hay más de 20 mil comunidades –algunas de sólo 50 habitantes–, las
cuales en su mayoría viven en condiciones de pobreza, analfabetismo, desnutrición y marginación. En
conjunto estas comunidades constituyen el 42 por ciento de la población chiapaneca.
Las propias ciudades importantes –en especial San Cristóbal– están rodeadas de asentamientos
irregulares, sobre terrenos accidentados, a los cuales es muy difícil ofrecer servicios de agua potable, de
limpieza y de electricidad.
Un elemento conformador del Chiapas actual son los grupos indígenas, que ocupan una tercera
parte de la población del estado. Muchos de ellos han alterado de manera radical sus costumbres y están a
punto de desaparecer; otros presentan una solidez en su organización y tradición, que les permite enfrentar
los embates del mundo contemporáneo.
El indígena continúa siendo explotado: por el gobierno, por la iglesia, por mestizos, por
organizaciones no gubernamentales e incluso por los dirigentes zapatistas, que se han vuelto sumamente
populares en los medios de difusión, mas no han llevado los beneficios por los que supuestamente
luchaban las bases indígenas del EZLN.
Estrategias de comunicación
La estrategia militar del EZLN se basó fundamentalmente en los medios. Débiles en armamentos y
milicianos, como se sabían en comparación con el Ejército Mexicano, apelaron a la responsabilidad social
de los medios. Los interpelaron, los sedujeron, los persuadieron.
Los medios, que habían conquistado mayores espacios de libertad y de ejercicio de la crítica, eran
vehículos importantes para que los enlazaran con la sociedad civil.
La guerra, más que en el campo de batalla, se peleó en los medios, y el ganador fue el EZLN,
aunque con un desgaste que a la larga, ha minado su propio éxito.
¿A qué se debió el éxito del EZLN ante los medios? ¿Por qué los grupos guerrilleros de los setenta,
incluso los movimientos estudiantiles del 68 y del 70, no tuvieron la cobertura necesaria en los periódicos,
mucho menos en la radio o en la televisión?
Hay dos hechos cruciales en la vida de México que impulsaron la apertura de los medios de difusión
y el avance hacia un sistema democrático, y que fueron determinantes para el éxito del EZLN:
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1. La capacidad de organización que tuvo la sociedad mexicana en el sismo de 1985, frente a una
estructura gubernamental inoperante, lenta y corrupta. La sociedad conquistó, en esos momentos,
la posibilidad de construir su futuro, y de expresarse. Se alzaron voces, aparecieron líderes de
barrios, que en nada tenían que ver con el Partido Revolucionario Institucional.
2. En 1988, ciudadanos inconformes con el sistema político mexicano impulsaron la candidatura
presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, a través del Frente Democrático Nacional. El apoyo para el
hijo de Lázaro Cárdenas fue inusitado, y sólo porque el gobierno controlaba las instituciones
electorales, no perdió el PRI la presidencia de la república.
Estos dos acontecimientos mostraron a los medios, a los líderes y a los ciudadanos, que el sistema
político que había gobernado a México por más de 50 años, estaba dando señales de franca decadencia.
Se empezaron a alzar más voces que criticaban al gobierno, al PRI y al propio presidente de la
República.
Las publicaciones críticas comenzaron a multiplicarse. Primero fue Excélsior, del mítico periodista
Julio Scherer, después Proceso, Uno más Uno y La Jornada.
Ese escenario de apertura creciente fue muy bien aprovechado por el EZLN, que no sólo encontró a
periodistas que no estaban confabulados con el poder, sino también cómplices y aliados.
¿Quién quería cargar con el estigma de la prensa del 68 y 70, calificada repetidas veces de
vendida?
Los nuevos periodistas, egresados en su mayoría de universidades, estaban dispuestos a
desmarcarse de la “prensa vendida”, y no deseaban cargar más con la ignominia de no haber apoyado un
movimiento social que podría transformar el país.
A partir de estos antecedentes, el EZLN trazó las principales estrategias de comunicación para
persuadir a los periodistas y a los ciudadanos, no sólo de México, sino del mundo, que su movimiento
perseguía fines nobles y que era producto de la desesperación ante las condiciones de miseria, injusticia y
falta de libertad en la que vivían los milicianos.
Resumidos en cinco, estas serían las principales estrategias de comunicación del EZLN:
1. El singular portavoz del EZLN. No sólo escribe sus textos en castellano, sino que lo hace con un
estilo atractivo, fresco y eficaz, muy diferente el acartonado y torpe estilo de los boletines oficiales.
Sobre su encomienda como portavoz del EZLN, el subcomandante Marcos escribió: “El Comité
Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN me llamó y me dijo, palabras
más, palabras menos: Tenemos que decir nuestra palabra y que otros la escuchen. Si no lo
hacemos ahora, otros tomarán nuestra voz y la mentira saldrá de nuestra boca sin nosotros
quererlo. Busca por dónde puede llegar nuestra verdad a otros que quieren escucharla”.
2. Marcos no fue sólo la voz sino también la imagen del EZLN. Marcos se convirtió en un buen
actor: sus cananas, sus boina con estrellas, sus auriculares estaban pensados para registrar una
buena imagen en los medios audiovisuales, más que para una efectividad en combate. Esto, desde
un punto de vista publicitario y mercadológico, fue muy efectivo para persuadir a los medios y a los
receptores.
3. Interpelación a la prensa. Marcos interpeló de manera directa a la prensa, los atrajo, los sedujo,
los convirtió en sus aliados: “ Marcos llegó declarando que la guerra de Chiapas se detuvo por la
prensa. Es decir, por nosotros. Y por si fuese poco, que no lo es, pidió que nos convirtiésemos en
su escolta hasta el lugar de las negociaciones de paz. O sea, en los únicos capaces de salvarlo, en
los seres incorruptos, perfectos, confiables. ¿Alguien podría haber imaginado un homenaje mejor?
(Arvide, 1994: 165-166, citado por Flores, 2004: 44). Por supuesto, que el subcomandante
descalificó a quienes no compartieron el proyecto: “Queremos decirles a los que han dicho la
verdad, no a los que han seguido el camino de la mentira, es que si la muerte se detuvo el día que
se detuvo, fue gracias a ustedes y a la gente que está detrás de ustedes”. “Soltado a bocajarro, de
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frente a los comunicadores, el reclamo paralizó al tercer ejército, a los periodistas”, señaló el
periodista Ricardo Alemán. Otro factor de la aceptación, sin resistencias del mensaje del EZLN por
parte de los informadores, se debió, de acuerdo a Genova Flores, a que quienes cubrieron la guerra
no pertenecían a las fuentes oficiales del gobierno “No formaban parte de la élite de quienes
cubrían las mejores fuentes, pero tampoco eran periodistas novatos” (2004: 22). Marcos, además,
interpeló a cuatro publicaciones serias, quienes optaron por publicar sus comunicados en su
totalidad: La Jornada, El Tiempo, El Financiero y la revista Proceso. Debido a que Proceso y El
Financiero incluyeron críticas en sus publicaciones, dejaron de ser favorecidos del EZLN. A la
fecha, sólo La Jornada reproduce los comunicados. La prensa, con hartazgo del sistema político
priista, dejó a un lado la figura idolatrada del presidente Salinas y se entregó sin reservas a Marcos
y a los indios pobres de Chiapas
4. Simpatía por el débil y crítica a la globalización. A la par de condenar la globalización, el EZLN
fomentó la simpatía por el débil, por el indio pobre, invisible, que rara vez era noticia, y que a partir
de entonces fue visto como salvación de la patria: “… para nosotros la salvación del país están en
las comunidades indígenas en la medida en que la etapa de resistencia tiene que venir de aquel
que es experto en resistencia”. ¿Quién podría resistirse ante esta verdad innegable?
5. El empleo de tecnologías de comunicación adecuadas. Las radios banda civil conectó a las
comunidades y a los milicianos, y su uso ya era común antes de 1994, al ser implementado por el
obispado para enviar información a sus feligreses. “En la selva el aislamiento es casi total. Y el
obispo Samuel Ruiz, consciente de esa realidad, buscó la manera de tener comunicación. Varias
organizaciones le propusieron la entrega de radios a las comunidades. El obispo de San Cristóbal
consiguió los aparatos para los campesinos, sin imaginarse que lo que buscaban era proporcionar
medios estratégicos a la guerrilla” (Méndez y Cano, 1994: 172, citado por Flores, 184). Asimismo, el
uso de internet fue un factor esencial de éxito. “Alrededor del EZLN –señala Jesús Galindo Cáceres
se configuró un movimiento que permitió hacer visible no sólo las condiciones de vida de ciertas
regiones del estado de Chiapas, sino también las condiciones de organización y relación social del
ciberespacio y de las comunidades virtuales. El EZLN no sólo permitió la expresión de las voces
provenientes de la selva y la montaña del sur de México, también permitió escuchar a otras voces
provenientes del ciberespacio. Cada asunto tiene su lugar, la importancia de cada dimensión del
fenómeno no necesita ser escamoteada. Pero es muy importante reconocer la emergencia de la
cibercultura en el seno de culturas modernas y premodernas que la reciben bien y promueven su
difusion” (1997: 342-43). Además del internet y las radio banda civil, el EZLN utilizó tecnología
punta, como cuando Marcos, a través de un teléfono satelital, se dirigió a sus seguidores que
estaban en un cine.
Estas cinco estrategias de comunicación fueron, en los dos primeros años, muy efectivas para la
construcción de la imagen del EZLN, porque estuvo aparejado además con una falta de estrategia
adecuada del gobierno mexicano y del ejército.
La voz gubernamental era “tartamudeante, deshilvanada, contradictoria, como quien se repone de una gran
sorpresa e intenta hablar… los militares, sin cauces idóneos, logran establecer su enojo en los comunicados
y filtraciones que forman una parte importante de la respuesta”, señala Genoveva Flores, en La seducción
de Marcos a la prensa (2004: 102).
Estas estrategias no eran del todo novedosas en el contexto de las comunidades involucradas en el
movimiento zapatista, ya antes el obispo Samuel Ruiz García había dado carta de ciudadanía a las
conferencias de prensa para denuncias ataques a sus fieles y concedía entrevistas en donde
frecuentemente abordaba temas políticos y la situación de pobreza en la que vivían sus feligreses.
A partir de la llegada de Ernesto Zedillo a la presidencia de la república, el gobierno emprendió una
campaña, lenta pero efectiva, para desprestigiar al EZLN.
La llamada Guerra de Baja Intensidad, facturada por el ejército norteamericano, y retomada por el
mexicano, minó en la credibilidad de los zapatistas, y provocó la división entre sus bases.
El triunfo presidencial de Vicente Fox en el 2000, que simbolizó el fin del sistema político mexicano,
patentado por el PRI, fue una mala noticia para el EZLN, porque le fueron despojadas las banderas de lucha
por la Democracia.
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¿Qué sentido tenía, entonces, pelear por algo que ya había alcanzado la sociedad mexicana?
Acostumbrados a combatir con un sistema autoritario, el EZLN no pudo trazar una estrategia de
comunicación novedosa, que le permitiera moverse hábilmente en un contexto de incertidumbre, generada
por la democracia mexicana.
Esa guerra novedosa la perdió, por supuesto, el gobierno priista, pero a la larga el propio EZLN se
ha visto desgastado, víctima en parte de la segunda ley de la termodinámica: “la que dice que todo sistema
cerrado tiende con el tiempo a degradarse”, parafrasea el investigador Antonio García de León. Además, la
larga presencia de Marcos en los medios, cobró su cuota y contribuyó a debilitar a la organización rebelde.
Hoy el EZLN parece haberse convertido en la ONG más grande de México, con un subcomandante
Marcos establecido en el Distrito Federal, apoyando causas estudiantiles, campesinas y magisteriales, y
denostando la campaña de Andrés Manuel López Obrador, candidato de izquierda a la presidencia de la
República.
Esto último pareció inexplicable a la mayoría de los ciudadanos mexicanos, porque se preguntaba
de cómo era posible que el líder guerrillero criticara al candidato de la izquierda mexicana.
La explicación de esta conducta parece encontrarse en que de haberse dado el triunfo de López
Obrador, Marcos y el EZLN no tendrían razón de existir, porque no se podría argumentar falta de
democracia en México.
Aún con los vaivenes que ha sufrido el EZLN, y su ya baja presencia en los medios informativos, no
deja de reconocerse su aporte a la democratización del sistema político mexicano y apertura y
profesionalización de los medios de comunicación de México.
Sin su aparición, seguramente el tránsito hacia la democracia habría sido más lento, así como la
apertura de los medios de información mexicanos.
BIBLIOGRAFÍA:
-
Armendáriz, María Luisa. Compiladora. Chiapas, una radiografía. Fondo de Cultura Económica. México, D.F., 1994.
Benjamin, Thomas. Chiapas: tierra rica, pueblo pobre. Grijalbo. México, D.F., 1995.
De La Grange, Bertrand y Maité Rico. Marcos, la genial impostura. Aguilar. México, D.F., 1997.
Flores, Genoveva. La seducción de Marcos a la prensa. Miguel Ángel Porrúa. México, 2004.
Galindo Cáceres, Jesús, “Comunidad virtual y cibercultura. El caso del EZLN en México”, en Comunicación e insurgencia, de
Francisco Sierra. Iru, Navarra, España, 1997.
García de León, Antonio. Resistencia y utopía. Era. México, D.F., 1985.
García de León, Antonio. Fronteras interiores. Océano. México, D.F., 2002.
Índice Chiapaneco de Marginación 1990-2000. Coespo. Gobierno del Estado de Chiapas. Tuxtla Gutiérrez, 2001.
Trejo Delarbre, Raúl. Chiapas, la comunicación enmascarada. Diana. México, 1994.
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Globalización, mercado e industrias culturales:
¿resistencia o simulacro?
Guillermo Mastrini y Martín Becerra
Guillermo Mastrini es profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), especialista en políticas públicas
de información y comunicación. Es editor de los libros “Mucho ruido, pocas leyes: economía y políticas de
comunicación en la Argentina” (2005) y de “Economía política, comunicación y conocimiento” (2005), éste
último con César Bolaño y Francisco Sierra. También edita el boletín electrónico PNC, www.pypuba.com.ar.
Desde 2006 se desempeña como Director de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la UBA. Es
coautor, con Martín Becerra, de la investigación desarrollada en el marco del Instituto Prensa y Sociedad:
Periodistas y magnates: estructura y concentración de industrias culturales en América Latina, editado por
Prometeo e Ipys, 2006.
Martín Becerra es profesor de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) e investigador del CONICET en
políticas de comunicación. Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de
Barcelona (España), es autor del libro “Sociedad de la Información: proyecto, convergencia, divergencia”
(2003). En 2005 fue invitado como Catedrático UNESCO en Comunicación por la Universidad Autónoma de
Barcelona. Desde 2003 se desempeña como Secretario Académico de la UNQ. Es coautor, con Guillermo
Mastrini, de la investigación desarrollada en el marco del Instituto Prensa y Sociedad: Periodistas y
magnates: estructura y concentración de industrias culturales en América Latina, editado por Prometeo e
Ipys, 2006.
ABSTRACT:
El fenómeno de concentración de la propiedad de los medios de comunicación ha permitido que un cada
vez más reducido número de empresas controlen un número cada vez más significativo de la producción
simbólica. Si bien el fenómeno de la concentración de la propiedad ha sido analizado en numerosas
oportunidades en su dimensión teórica, en América Latina existen pocos trabajos que den cuenta
empíricamente de dicho fenómeno.
El presente paper constituye el resumen de una investigación que en primer lugar estudia los conceptos de
concentración y de grupos de comunicación, subrayando su conformación histórica y define los elementos
constitutivos de una matriz de análisis del fenómeno en América Latina.
En la segunda parte, se analiza la estructura de los diferentes mercados que forman parte de la industria
cultural (prensa, radio, tv abierta y por cable, telefonía básica y celular, Internet) y se comparan los niveles
de concentración en dicho mercados y en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia,
Chile, México, Perú, Venezuela, Uruguay), como resultado de una investigación dirigida por los autores de
la ponencia enmarcada en el Instituto Prensa y Sociedad (IPyS).
Ponencia:
En un trabajo publicado a comienzos de la década del 90, el investigador Graham Murdock señalaba con
acierto que "la defensa de la libertad de prensa había sido vista como una extensión lógica de la defensa
general de la libertad de discurso. Esto fue posible mientras la mayoría de los propietarios tenían un solo
periódico y los costos de entrada al mercado eran bajos (...) En el comienzo del Siglo XX se produce la era
de los barones de la prensa, llevando a los pensadores liberales democráticos a reconocer una creciente
contradicción entre el rol idealizado de la prensa como un recurso de la ciudadanía y su base económica de
1
propiedad privada." (Murdock, 1990: 1) . Iniciado ya el siglo XXI, la situación se ha agudizado y se ha
extendido a un amplio abanico de medios y ramas industriales. Se destaca cada vez más el lugar central de
las industrias de la comunicación para organizar el mundo simbólico de la sociedad capitalista madura,
enlazando estructuras económicas y formaciones culturales. Ante esta situación Murdock platea cómo un
sistema dominado por la propiedad privada puede garantizar la diversidad de la información.
1
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El desarrollo de las industrias culturales en América Latina revela el carácter excluyente del acceso y el
usufructo de los principales bienes y servicios de información, comunicación y cultura (con excepción de los
no arancelados). El alto nivel de concentración de la propiedad y de centralización de las producciones
latinoamericanas, registrados a partir de una investigación dirigida por los autores del presente artículo,
conspira contra las expectativas de mayor disposición de los recursos de comunicación en el contexto,
paradójicamente, de la construcción de Sociedades de la Información .
Accesos restringidos
Cada año un ciudadano latinoamericano, en promedio, compra menos de un libro, asiste menos de una vez
a una sala cinematográfica, adquiere medio disco compacto por el circuito legal y compra un diario sólo en
10 ocasiones. La conexión a Internet en la región no alcanza al 10 por ciento de la población. En cambio, el
ciudadano latinoamericano accede cotidianamente a los servicios de la televisión abierta y la radio.
Los bajos niveles de acceso en América Latina se complementan con una estructura del sector altamente
concentrada, en la cual las cuatro primeras firmas de cada mercado dominan (promedio regional) más del
60 por ciento de la facturación del mercado y de la audiencia. Esta situación se agrava considerablemente si
se considera que en varios países los grupos económicos más poderosos controlan las empresas más
importantes de cada mercado y generan una concentración que tiende a conformar conglomerados.
Estos son datos y conclusiones de una investigación en curso -enmarcada en un programa del Instituto
Prensa y Sociedad (IPyS -www.ipys.org), con sede en Lima acerca de la estructura y la concentración de
2
las industrias culturales y las telecomunicaciones en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México,
Perú, Uruguay y Venezuela. El desarrollo de este estudio ha contado con la participación de un destacado
3
grupo de periodistas y académicos en la recopilación de datos y en la discusión de los informes parciales
de cada país. Dada la dificultad para obtener datos consolidados de todos los mercados en todos los
países, se realizó la primera compilación tomando como referencia el año 2000.
La situación de las industrias infocomunicacionales en América Latina presenta importantes
contradicciones. Por un lado, desde la década de 1990 se asistió a una transformación que implicó que los
Estados nacionales se desprendieran de activos, especialmente en el sector de las telecomunicaciones, y
se consolidara el predominio del mercado en la producción y distribución de bienes y servicios culturales y
comunicacionales. Según los principales impulsores de esa política, la apertura de los mercados facilitaría la
expansión de los mismos y estimularía el acceso de importantes franjas de la población al consumo de
tecnologías y bienes culturales que hasta entonces se hallaban fuera de su alcance. Sin embargo, las
estadísticas reflejan que en la mayoría de los países los índices de inequidad en la distribución del ingreso
se han agravado. En términos generales, se mantiene la exclusión del acceso de amplios sectores de la
población al consumo de los bienes y servicios básicos. Cabe destacar, en relación con el sector
infocomunicacional, que si bien algunos índices de acceso tecnológico crecieron en los años 90, se aprecia
que la posibilidad de un consumo cultural diversificado queda limitada a una porción minoritaria de la
población.
4
Con las dificultades metodológicas propias de medir la estructura de las industrias culturales en países tan
diferentes como Brasil (170 millones de habitantes; potencia económica; sociedad fragmentada) o Bolivia (8
millones de habitantes; postergación histórica) y con el desafío de desarrollar instrumentos consistentes
para comparar cuantitativa y cualitativamente la concentración de estas industrias, el trabajo ya completó su
fase empírica de la cual surgieron resultados significativos.
América Latina presenta un doble retraso en el desarrollo de sus industrias info comunicacionales: por un
lado, en la utilización de tecnologías y, por otro, en la situación de exclusión estructural de vastos sectores
sociales a los productos y/o servicios de las industrias culturales. En América Latina se advierte que la
cultura producida industrialmente dista del ideal del acceso universal.
El hecho de contar con una situación de acceso fortalecido en las únicas dos ramas que no son aranceladas
(radio y televisión abierta), pero de registrar, a la vez, un acceso sumamente debilitado en las actividades y
servicios cuya condición de usufructo es el pago, es un síntoma insoslayable de las industrias culturales
latinoamericanas. En efecto, en prensa escrita, televisión de pago e industrias editorial, discográfica y
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cinematográfica, los indicadores de acceso son exiguos comparados con los registrados en el hemisferio
norte.
Algo similar ocurre con la penetración de la telefonía fija y móvil. Sin embargo, cabe destacar el significativo
crecimiento de la telefonía móvil que en varios países supera en cantidad de líneas operativas a la telefonía
fija. Este desarrollo acelerado, con la mayoría de las empresas telefónicas en manos del capital privado,
permite anticipar cuál será el segmento de mercado en el que las empresas localizarán sus inversiones.
“Sociedades de la Infor mación” latinoamericanas
La importancia del acceso segmentado, reducido y minoritario a los bienes y servicios de comunicación y
cultura es medular para elucidar el tipo peculiar de Sociedades de la Información que se van configurando
en América Latina (Becerra, 2003), toda vez que son las modalidades de apropiación social de las
tecnologías, y no las tecnologías per se, las que materializan la construcción de sociedades
informacionales.
Con mercados potencialmente poderosos pero que actualmente marginan a millones de personas del
consumo (como ocurre en Brasil y México), en América Latina los países que exhiben mejores indicadores
de acceso per capita a las industrias culturales son Uruguay, Argentina y Chile. Por su parte, Colombia y
Venezuela se sitúan en el promedio regional; mientras que Perú, Ecuador y Bolivia se encuentran por
debajo. La estructura de las industrias culturales es compleja y fértil, para los niveles regionales, en Brasil,
México y Argentina. En Chile y Colombia el desarrollo es superior a la media. Y en el resto de los países,
por el contrario, la estructura de las industrias culturales es reducida; en algunos casos debido al escaso
tamaño del mercado de consumidores (Uruguay) y en otros a la precariedad económica (Ecuador o Bolivia).
El Cuadro Nº 1 muestra los niveles de acceso a las industrias infocomunicacionales cada 100 habitantes en
los países analizados en el año 2000.
Cuadro Nº 1
Niveles de acceso a las industrias info-comunicacionales – Año 2000
Acceso
100 hab.
ARG
BOL
BRA
COL
CHI
ECU
ME
PER
URU
VEN
Libro
s/d
7
196
51
s/d
5
108
18
s/d
879
Disco
41
s/d
61
30
44
0.2
68
7
18
29
Cine
92
17
41
40
75
8
92
47
78
553
1198
570
1694
813
1191
s/d
s/d
1029
627
26
Radio
67
13
24
45
18
34
33
25
60
182
TV
25
10
34
19
27
24
26
11
23
193
TV de pago
14
0.5
1
1
5
2
3
1
16
32
Telef.
Básica
23
6
23
20
21
6
12
7
27
117
Telef.
Móvil
17
10
14
5
22
5
14
5
13
267
Prensa
Nota: Las casillas de color verde permiten observar los indicadores más altos de la región, en tanto que las de color rojo destacan los
indicadores más bajos.
Fuente: elaboración propia.
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El panorama reseñado se agudiza por los problemas de concentración de la producción de las industrias
culturales y por la centralización geográfica de las mismas en los principales centros urbanos. En relación
con este último aspecto, vastas extensiones territoriales quedan relegadas a la recepción de contenidos
producidos, almacenados, editados y distribuidos desde las ciudades más importantes que actúan como
verdaderas cabeceras; son los casos de la zona metropolitana de Buenos Aires (Argentina), San Pablo y
Río de Janeiro (Brasil), Santiago (Chile), o Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara (México).
La concentración de la propiedad y la centralización del capital en las industrias culturales adquieren
importancia en la medida en que el estatuto de funcionamiento de éstas es crecientemente comercial y está
guiado por el lucro como patrón de desarrollo. Las políticas de comunicación y cultura aplicadas por los
diferentes Estados en las últimas dos décadas han acelerado la articulación de los principales grupos de
comunicación y cultura de la región con los grandes operadores a nivel mundial, en el marco de un sistema
que McChesney denomina “global comercial” en infocomunicación (McChesney, 2002; De Miguel, 2003;
Mastrini / Becerra, 2001).
Esta tendencia planetaria, que en otras latitudes también desencadena efectos de metamorfosis y se
conjuga con la convergencia productiva -es decir, no meramente tecnológicaentre las diferentes industrias
(Bustamante, 2003), impacta de manera sobresaliente en contextos de debilidad institucional, económica y
social. La medición de la concentración de las industrias culturales presenta complicaciones inherentes a la
aplicación de métodos tradicionalmente utilizados en otras actividades económicas tangibles y regidas por
la lógica de los bienes escasos de desgaste en el uso, lógica que no se corresponde con la dinámica del
sector de la cultura.
Para dar cuenta de los niveles de concentración en el sector infocomunicacional, se estructuró la
investigación en dos niveles de análisis. En primer lugar se consideró el “índice de concentración” (De
Miguel, 1993) al poner de relieve la participación -tanto en la facturación como en la audiencia/clientelade
los cuatro principales operadores en cada una de las ramas de las industrias culturales de cada uno de los
países analizados. En segundo lugar, se analizó la estructura de propiedad de los dos principales grupos
infocomunicacionales de cada país. De esta forma, se comprobaron los niveles de concentración tanto a
nivel horizontal como vertical y diagonal.
Si se toman como referencia las audiencias que conforman el mercado de las diferentes industrias
infocomunicacionales, se advierte que los cuatro principales operadores de cada sector ostentan un nivel
medio de dominio de los mercados superior al 75 por ciento (ver Gráfico Nº 1). La excepción es la industria
radiofónica -no casualmente registra el menor nivel de importancia en términos de facturación que es la
industria cultural económicamente más débil y la que presenta la menor concentración de la propiedad. Es
la radio el sector que más diversidad de operadores acredita. La radio también es, complementariamente, la
industria más masiva (en promedio existe más de un aparato receptor de radio por hogar latinoamericano),
su acceso es gratuito, su consumo permite optar entre la energía eléctrica de red y las baterías, y,
comparativamente, el medio más barato. No obstante, cabe consignar que en las mediciones de las
audiencias de radio y televisión, las empresas encargadas de realizarlas se limitan a considerar (en la
mayoría de los casos) sólo las principales ciudades de cada país. Esta metodología deja fuera de su
análisis dos dimensiones muy importantes: la audiencia de las estructuras poblacionales más pequeñas y el
encadenamiento de la una importante cantidad de estaciones (formalmente de propiedad diversa) que
emiten los contenidos producidos por un puñado de radios de cabecera.
La radio y la televisión se financian casi exclusivamente a través de la publicidad.
Pero, si bien el financiamiento a través de la venta de espacios es el principal generador de recursos
económicos del audiovisual, el mercado publicitario en América Latina es pequeño. De acuerdo al informe
Advertising Expenditure Forecast, editado por la consultora Zenith Optimedia, la inversión publicitaria en
América Latina en 2000 alcanzó los 18.408 millones de dólares. Una cifra lejana a los 155.309 millones de
EEUU y Canadá, los 79.120 millones de Europa, o incluso a los 63.345 de la región AsiaPacífico.
Por otra parte, entre los 20 países con mayor gasto publicitario en 2002, aparecen Brasil y México en
novena y decimotercera posición, respectivamente. En cambio, no figuran países latinoamericanos en la
lista que incluye a los países más importantes de acuerdo al gasto publicitario por habitante. De esta forma,
se comprende tanto la importancia de la inversión publicitaria en el sostenimiento de las industrias culturales
en América Latina, como las dificultades de éstas para generar una programación diversa y de calidad a
partir de dichos ingresos.
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Por otra parte, se verifica un alto nivel de concentración de la propiedad en el sector de las
telecomunicaciones y en la televisión de pago. En todos los países de la región tanto el dominio del
mercado 5 como la facturación (aunque no se cuenta con datos completos) de las cuatro empresas más
grandes de cada sector oscilan entre un 40 por ciento (promedio) en el caso de la radio y un 95 por ciento
en los casos de la telefonía básica y móvil, y la televisión de pago. Otra conclusión de la investigación es
que los países más grandes (tanto por cantidad de habitantes, como por Producto Bruto Interno) permiten
mayores niveles de diversidad que aquellos países que cuentan con mercados más acotados.
Gráfico Nº 1:
Porcentaje de dominio de audiencias y clientelas en los principales mercados
info-comunicacionales en Sudamérica
Fuente: elaboración propia.
El desarrollo de las industrias de información, comunicación y cultura en los países latinoamericanos es
desigual, presenta índices de acceso inferiores y exhibe índices de concentración superiores a los de otras
regiones del hemisferio occidental. En el marco de la progresiva conformación de sociedades
informacionales, intensivas en el uso de la información como factor de reestructuración de los procesos
productivos, la importancia económica del sector infocomunicacional en América latina es incipiente. En
promedio, la suma de las industrias culturales (televisión, radio, editorial, cinematografía y fonogramas) y de
las telecomunicaciones se aproxima al 5 por ciento del PBI de la región.
Cuadro Nº 2:
Participación porcentual de las industrias info-comunicacionales
en el PBI en Sudamérica y México, año 2000
Industrias
Telecomunicaciones
Total
Argentina
1,77
2,87
4,64
Bolivia
0,64
1,69
2,33
Brasil
1,42
3,47
4,89
Chile
1,56
2,91
4,47
0,87
s/d
s/d
Colombia
Fuente: elaboración propia.
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Estos datos relativizan en parte las predicciones que sitúan la participación de las industrias culturales en
América Latina en torno al 5 por ciento del PBI. Sin embargo, habría que considerar dos cuestiones que
podrían elevar los porcentajes obtenidos. En primer lugar, no siempre ha sido posible obtener datos de
todos los sectores involucrados, y, en general, los datos de ventas pueden presentar subvaluaciones por
cuestiones impositivas o limitarse a las inversiones publicitarias. En segundo lugar, en muchos países la
presencia de una economía informal, que por su propia definición no puede ser medida, es fuerte.
Posiblemente una de las principales conclusiones de la investigación es la fuerte opacidad de las industrias
culturales, y especialmente de los medios de comunicación, en relación a su propio comportamiento
económico.
A modo de conclusión
El siglo XXI se ha inaugurado con una estructura de industrias info comunicacionales latinoamericanas
fuertemente concentrada en los grupos que detentan la propiedad de los medios de comunicación y las
empresas de telecomunicaciones, centralizados en pocos polos geográficos que producen, procesan y
distribuyen los bienes y servicios de información y comunicación. Además, esta estructura es heterogénea,
en cuanto a la disparidad del tamaño de los mercados reales y potenciales, y de acceso social restringido.
En términos generales, se observa que el mercado por sí sólo no parece cumplir de forma eficiente la
asignación y distribución de bienes, recursos y servicios info comunicacionales. Muy por el contrario, se ha
observado que, en la mayoría de los casos, importantes franjas de la población quedan excluidas del
mercado. Sí se ha verificado que en los años 90 el mayor crecimiento tuvo lugar en los procesos de
concentración de la propiedad. En este sentido, todo parece indicar que un nuevo tipo de intervención del
Estado se torna imperiosa si se busca estimular el acceso de franjas amplias de la población y propiciar la
diversidad cultural. Claro que, además, será preciso definir políticas económicas que estimulen la
integración económica de las sociedades latinoamericanas, contrarias al modelo de exclusión que se
expandió en la región durante la década de 1990.
Ante este panorama, resulta necesario repensar viejas propuestas que instaban a definir políticas de
comunicación y cultura, y a lograr una mayor articulación de las industrias culturales de la región. Las
políticas deberían orientarse con la finalidad de evitar la fragmentación, aprovechar el dominio de una
lengua mayoritariamente común, articular el desarrollo de la producción de bienes y servicios info
comunicacionales, y estimular la diversidad de productores. Es importante no sólo incentivar la producción
sino gestionar canales de distribución que faciliten la circulación de ésta entre los distintos países.
Lamentablemente, experiencias como la del MERCOSUR u otros acuerdos comerciales de índole regional,
parecen limitarse a cuestiones impositivas y aduaneras, relegando la especificidad cultural a un plano de
escasa importancia, cuando no es igualada, lisa y llanamente, a otras commodities.
Finalmente, es preciso agregar que dichas políticas de estímulo de la producción deben estar acompañadas
por una clara orientación en materia de estimulo a la diversidad, limitando las actuales posiciones
dominantes y avanzando en la democratización de la circulación de bienes simbólicos.
Este es el marco en el que deben ser elucidadas las expectativas de construcción de Sociedades de la
Información en una región en la que sólo las actividades no aranceladas parecen lograr el carácter masivo
que el discurso apologético acerca de la SI le asigna a la diseminación de información y cultura en las
comunidades del tercer milenio.
NOTAS:
1.
2.
3.
4.
Traducción propia
En el resto del artículo utilizaremos la noción "infocomunicación", pues resulta útil analíticamente para aludir, en un mismo
concepto a todas las industrias y actividades de información y comunicación (por ejemplo, industria gráfica -libros, revistas,
diarios, industria audiovisual -televisión, cine, radio, fonográfica, industria de telecomunicaciones, informática, etc.).
Los integrantes del equipo de investigación, dirigido por Guillermo Mastrini y Martín Becerra, son: Andrés D'Alessandro
(Argentina); Oscar Ordóñez y Raúl Peñaranda (Bolivia); James Görgen (Brasil); Carlos Eduardo Huertas (Colombia), Claudia
Lagos y Raúl Rodríguez (Chile); Cecilio Moreno (Ecuador); Marco Tulio Méndez, Gabriela López y José Carlos Lozano Rendón
(México); Jenny Cabrera, Adriana Léon, Humberto Coronel Noguera, Carolina da Andrea (Perú); Alexandra Dans (Uruguay),
Andrés Cañizales y Luisa Torrealba (Venezuela).
Por razones de espacio no se incluye la primera etapa de la investigación donde se analizan los conceptos de concentración y de
grupos de comunicación, subrayando su conformación histórica, y se definen los elementos constitutivos de una matriz de análisis
del fenómeno en América Latina.
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5.
Se refiere al número de ejemplares vendidos para el sector de la prensa, a la audiencia/share para la radio y la televisión, y al
número de abonados para la televisión de pago.
BIBLIOGRAFÍA:
BECERRA, M.: La Sociedad de la Información: proyecto, convergencia, divergencia, Norma editorial, Buenos Aires, 2003.
BUSTAMANTE, E. (coord.): Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación: las industrias culturales en la era digital, Gedisa,
Barcelona, 2003.
De Miguel, J. C.: Los grupos multimedia: estructuras y estrategias en los medios europeos, Bosch, Barcelona, 1993.
MASTRINI, G. y BECERRA, M.: "50 años de concentración de medios en América Latina: del patriarcado artesanal a la valorización en
escala", en QUIRÓS FERNÁNDEZ, F. y SIERRA CABALLERO, F. (eds.): Globalización, comunicación y democracia. Crítica de la
economía política de la comunicación y la cultura, Comunicación Social Ediciones y Publicaciones, Sevilla, 2001; p. 179-208.
MASTRINI, G. y BECERRA, M.: Periodistas y magnates: estructura y concentración de las industrias culturales en América Latina,
Prometeo e IPyS ediciones, Buenos Aires, 2006.
McCHESNEY, R.: "Economía política de los medios y las industrias de la información en un mundo globalizado", en VIDAL BENEYTO,
J. (dir.), La ventana global, Taurus, Madrid, 2002; p. 233-247.
Zenith Optimedia (2003) Advertising Expenditure Forecasts, Londres.
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Horizontes fragmentados:
una cartografía de los miedos contemporáneos y
sus pasiones derivadas*
Rossana Reguillo
Lo que hace el soberano no es “crear” la verdad, sino
instaurarla, hacer posible su efectividad, extrayendo a las
denominaciones de las pasiones individuales, y
entregándolas, de este modo, al universo de sus conexiones
necesarias.
Etienne Balibar
El 6 de septiembre de 2006, un comando de sicarios al servicio del narcotráfico hizo rodar cinco
cabezas “impecablemente” cortadas y aún sangrantes en una pista de baile de la discoteca llamada Luz y
Sombra, situada en la pequeña ciudad de Uruapan en el estado de Michoacán, México. Se dijo sobre el
suceso, que causó horror y pánico entre los parroquianos —devenidos testigos—, que era un ajuste de
1
cuentas entre narcos y que los autores bien podían ser maras salvatruchas o kaibiles. El hecho es, en lo
corrido del año, que han aparecido 25 decapitados en distintos puntos de México y que los datos
disponibles hablan de una operación sin control por parte de la delincuencia organizada. Se sabe que en el
país operan alrededor de 130 organizaciones vinculadas al tráfico de drogas, con infraestructura y
armamento superior al de las fuerzas de seguridad.
El 24 de noviembre de 2004, tres policías fueron linchados en el pueblo de San Juan Ixtayopan, de la
delegación Tlahuac del Distrito Federal. Dos murieron luego de ser quemados vivos y el tercero sobrevivió
con graves lesiones. Los policías actuaban encubiertos para investigar(se dijo) operaciones de
narcomenudeo o presencia de guerrilla en la zona. El caso, como muchos otros, está plagado de
inconsistencias en las explicaciones de la autoridad. Los vecinos atribuyeron a los tres sujetos el secuestro
de niños en la zona y sólo fue necesaria la voz de alarma, para que la comunidad se volcara enardecida
sobre los policías, quienes intentaron inútilmente identificarse a posteriori. Lo particular de este “caso”, pese
a que se han presentado varios no sólo en México, sino en distintos países de América Latina, es que los
policías fueron linchados frente a las cámaras de televisión y frente a un buen número de reporteros y
fotoperiodistas.
Hoy las violencias anudan un complicado tejido social en el que resulta extremadamente difícil “aislar”
causas y consecuencias. Un alud de explicaciones, argumentaciones, justificaciones “desciende”
velozmente desde los medios sobre la atribulada “opinión pública”, que obstaculizando las posibilidades de
una necesaria y serena reflexión, no logra trascender lo anecdótico o lo ejemplar, lo espectacular. Ello
impide colocar la mirada crítica en las “causas” o, mejor, en los procesos históricos y políticos que están en
la base de muchas de las violencias sincopadas, caóticas y absurdas que aceleran la experiencia de miedo,
indefensión y descrédito.
De manera lenta, pero eficaz, en el país de los “tiempos mejores están por venir”, como ha dicho
hasta el cansancio el saliente presidente Vicente Fox, el miedo ha ido expulsando al ciudadano, y en esta
sustitución de cuerpos sólo queda espacio para la víctima. Ésta, que es obligada a emprender una cruzada
personal contra el monstruo (el vecino sospechoso, el extraño, aquel cuya vida no comprendo o cuyos actos
no logro descifrar rápidamente).
Los síntomas de una profunda crisis estructural que no puede ser comprendida al margen de los
territorios de la cultura y de la subjetividad pueden documentarse de diversas maneras. Aquí apelo a un
conjunto de “indicadores”, que propongo entender mejor como “analizadores” del peso de las condiciones
objetivas en la subjetividad.
De 1992 a la fecha, en América Latina, catorce presidentes de diez países no han podido terminar
2
sus mandatos por fuertes conflictos sociales. Crisis de gobernabilidad, recurrentes, intermitentes, señalan,
por decir lo menos, un serio descrédito de los poderes formales. Según el informe de Latinobarómetro 2005,
el 78% de los habitantes de la región considera que los ciudadanos no cumplen con la ley, sólo un 9%
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considera que el Estado puede solucionar todos los problemas, el 60% no confía en el sistema judicial, el
37% declara que la política es “muy mala o mala” y el 28% apoyaría un gobierno militar si las cosas se
ponen difíciles.
El descrédito institucional va en aumento. En el ámbito regional, apenas el 19% de los
latinoamericanos confía en los partidos políticos; 36%, en los gobiernos, y, en un dato relevante, la
televisión ha perdido credibilidad en la última década, al pasar del 50% en 1995 al 44% en 2005. Apenas un
31% considera que su país está avanzando.
Para acabar de dibujar este panorama, el 75% manifiesta estar “muy preocupado” por la posibilidad
3
de quedarse sin empleo (la cifra aumenta a 86% en El Salvador y a 82% en México ). En el 59% de los
hogares de América Latina una persona ha estado desempleada en los últimos doce meses. En El
Salvador, en un 86% de los hogares ha habido un adulto desempleado; en Colombia, un 75%, y en
Nicaragua, un 65%. Los principales problemas percibidos por los habitantes de la región son el desempleo
(30%) y la delincuencia (14%), con diferencias importantes entre los distintos países.
Por ejemplo, mientras en México, según la misma fuente, el 25% de la población considera que el
problema más importante es la delincuencia, el 20% cree que el mayor problema es el desempleo. En
Argentina, la relación es del 13%, que señala la delincuencia, y del 29%, que afirma que el desempleo es el
mayor problema. En Colombia, el dato se comporta de la siguiente manera: el 5% de la población dice que
el problema mayor es la delincuencia, y el 38%, el desempleo. Y en Guatemala, la relación es el 39%
(delincuencia) y el 15% (el desempleo).
Es indudable que existen diferencias estructurales significativas en los países de la región, pero no
deja de resultar interesante señalar que los datos mostrados, en mayor o menor medida, apuntan a que
comparten tres procesos que agudizan en los ciudadanos un sentimiento de indefensión y crisis expandida:
•
•
•
Un agotamiento institucional: caracterizado por una percepción mayoritaria de que el Estado y sus
instituciones no pueden hacerse cargo de los problemas que tenemos.
Una grave crisis en el orden de la inclusión (laboral, educativa, económica, cultural): que más allá de
sus indicadores objetivos, da cuenta del temor instalado en amplios sectores de la población a quedar
por fuera de los circuitos del mercado.
La percepción expandida de una inseguridad creciente: la creencia de que la delincuencia y el crimen
organizado están ganando la batalla, sin que la ley pueda hacer nada.
Se trata de tres frentes problemáticos que están profundamente imbricados y marcan una cuestión de
4
fondo: la incertidumbre como categoría de la experiencia social, frente al vaciamiento de las instituciones,
frente a las pocas certezas para inscribirse en el orden social y, especialmente, frente a la amenaza
percibida de que no hay estrategia posible para resistir o enfrentar el embate de las violencias que nos
habitan.
Me parece que en esta percepción ciudadana de los problemas que la aquejan se articulan dos
elementos codeterminantes entre sí: la dimensión objetiva, factual, los hechos, y lo que llamaré las políticas
5
de visibilidad —la articulación sistémica de dispositivos, lógicas, códigos, reglas que buscan ingresar,
excluir, calificar y tematizar las hablas y las imágenes de lo real, cuyo objetivo último es el de producir un
pacto o contrato de verosimilitud que propone que al “mirar todos juntos”, miramos lo mismo—.
Desplazar el análisis, moverse del sitio privilegiado que tiene en el ámbito de los estudios de
comunicación el análisis del discurso o el tratamiento de las representaciones (sobre actores, situaciones o
procesos) con que las industrias culturales tienden a fijar distintas dimensiones de la realidad, y colocarlo en
esta articulación sistémica que denomino políticas de visibilidad, tiene a mi juicio dos ventajas analíticas.
Por un lado, posibilitan un acercamiento multidimensional que mantiene atadas las dimensiones objetivas
(la economía política de la comunicación y la economía en su sentido más amplio) y la dimensión subjetiva
(los dispositivos simbólicos para “hacer-ver”), hoy más que nunca profundamente entrelazados. Por el otro,
posibilitar el análisis de lo que llamaré “administración social de las pasiones”, ya que el juego entre
visibilidad y ocultamiento, entre silencio y discurso, ayuda a “modular” las pasiones o sentimientos
colectivos en una dirección o en otra, moviéndose siempre en el territorio de la certidumbre-incertidumbre.
Vale la pena señalar aquí que David Hume concluyó que:
2
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… nada excita con mayor fuerza una afección [en su terminología afección es
pasión] que el ocultar una parte de su objeto envolviéndolo en sombras, las cuales,
al mismo tiempo que dejan ver lo suficiente para disponernos a favor [o en contra]
del objeto, dejan aún algún trabajo a la imaginación. Además de que una
incertidumbre acompaña siempre a la oscuridad, el esfuerzo que hace la
imaginación para completar la idea despierta los espíritus, y proporciona una fuerza
6
adicional a la pasión. (Hume, 1990, p. 149)
Con Hume podemos afirmar que los ritmos, los tonos y las tesituras de las pasiones contemporáneas
pueden ser modulados según se incremente la incertidumbre o la seguridad, operación directamente
7
vinculada con las políticas de visibilidad.
Gestión de las pasiones y políticas de visibilidad
Conforme he avanzado en el estudio de los territorios del miedo, encuentro que no hay posibilidades
de colocar el problema de manera aislada, es decir, no es posible restringir o reducir el análisis a una sola
pasión (Hume, 1990). Ratifico conforme he ido avanzando tanto en la investigación empírica como en la
reflexión de segundo orden, que hay una necesidad de articular de manera múltiple lo que los grandes
filósofos han denominado las pasiones derivadas (Spinoza, 1977), para ubicar el nudo de lo que podríamos
llamar una socioantropología de los emociones contemporáneas.
La razón se constituyó en la primera modernidad como dispositivo clave para situarse en la realidad y
para interpretar sus signos, sus señales. Su prestigio como forma de saber se alimentó en buena medida de
8
su capacidad para llenar el vacío dejado por “la muerte de los dioses”. Floreció en la ciudad letrada, que
configuró un campo de saberes legítimos, lugares de poder y hablas autorizadas. Diferentes procesos, que
no hay espacio para detallar aquí, fueron minando los prestigios de la razón y, por ejemplo, la escuela
perdió centralidad y legitimidad como única fuente autorizada de saber formal, fuertemente desafiada por
las industrias culturales y los medios de comunicación. Las iglesias enfrentaron problemas similares, y de
manera particular para la Iglesia católica no resultó sencillo sostener el control sobre la feligresía a través de
sus dogmas, cuando estos fieles, devenidos públicos, se vieron confrontados por otras visiones y versiones
de la realidad que empezaron a circular y dieron paso a un nuevo espacio interpretativo.
Hoy enfrentamos profundas y aceleradas transformaciones (muchas de ellas derivadas del proyecto
neoliberal): cambios en la cultura laboral, precarización estructural, nuevas formas de pobreza,
exacerbación del individualismo, replanteamiento en la concepción del tiempo y del espacio y explosión de
diversas formas de violencia. El príncipe, el consejero y el sacerdote, como metáforas de las figuras del
saber legítimo, no alcanzan a producir un discurso capaz de generar certidumbre; por el contrario, a mayor
“excedente” discursivo sobre las conveniencias del “nuevo orden”, parece disminuir las certezas de los
actores sociales. Otro vacío se ha producido, y en ese “territorio” la clave de las operaciones interpretativas
y de sentido pasa por “el sentimiento” o, en otras palabras, por la conmoción que opera la realidad sobre las
estructuras subjetivas de los actores sociales.
El vacío oracular que se genera en este proceso, aunado al sentimiento generalizado de orfandad y
perplejidad que experimenta la sociedad, sacudida por la urgencia de posicionarse en la nueva geometría
del adentro y del afuera, propiciada por la globalización financiera, convierte el territorio de los imaginarios
colectivos en un codiciado mercado para la administración de las emociones desatadas. Dice Le Breton
que:
El sentimiento instala la emoción en el tiempo, la diluye en una sucesión de
momentos que están vinculados con él, implica una variación de intensidad, pero en
una misma línea significante. Se envuelve en un discurso susceptible de explicitarse
a partir de valores comunes, nombra su objeto y su razón de ser, precisa su
9
significación, es un motivo de intercambio dentro del grupo. (1999, p. 105)
En otras palabras, Le Breton nos dice que la emoción es siempre un eco del acontecimiento, sea este
“pasado, presente o futuro, real o imaginario (1999, p. 105). El sentimiento cristaliza la relación del sujeto
con el mundo, y éste asume tesituras particulares que, no obstante, su carácter efímero o intermitente (el
miedo frente a un desastre, la alegría frente a un nacimiento), provee marcos evaluativos, y de manera
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particular, como he propuesto en mi teorización sobre los miedos (Reguillo, 2006a), estos marcos están
siempre atados a una comunidad cultural de interpretación, lo que significa que el sentimiento (miedo, odio,
ira y esperanza) acrecienta, en palabras de Le Breton “los valores comunes”, y bajo mi propia terminología
producen una expansión del nosotros situado. Al tiempo, proveen “material” para la interacción comunicativa
dentro del colectivo que experimenta la emoción e instauran un “otros” o unas alteridades radicales que se
asumen, no hacen parte de ese nosotros y que en muchos casos encarnan los motivos de la emoción.
Resulta fundamental señalar que estas emociones vinculadas a sus “objetos” o a los acontecimientos
a los que aparecen atadas no se agotan nunca en el presente. Todas ellas se inscriben (siempre) en un
marco sociohistórico que configura la emoción, le da sentido y arma, a partir de ellas, un marco explicativo
capaz de dotar de inteligibilidad a lo que sucede. Así, la propuesta es mantener la tensión necesaria entre
historia y emergencia, entre estructura y contingencia. En otras palabras, una socioantropología de las
pasiones contemporáneas no puede eludir el análisis de lo que de sedimento histórico hay en ellas. Toda
“emergencia” se reinscribe en un marco interpretativo disponible, lo que significa que al desatarse el
sentimiento colectivo, la pasión, la emoción, aunque esta sea detonada por causas “inéditas” (aviones que
se estrellan contra rascacielos en el país más poderoso del planeta), se tenderá a buscar lo que Hume
llamó objetos de atribución, que puede o no coincidir con la causa que desata la emoción, pero que tendrá
siempre y necesariamente un carácter historizado.
Por ejemplo, la figura del terrorista contemporáneo puede (y sin duda lo hace) apelar a nuevas
configuraciones sociales, con conflictos presentes o en incubación, pero la emoción del miedo, de la ira y
del odio que ella desat, buscará en el acervo cultural e históricamente disponible figuras capaces de
“representar el papel” adecuadamente.
Esto es lo que denomino mecanismo de reinscripción. Esto es, no basta apelar a nuevos órdenes de
intelección. Al sostener que todo acontecimiento instaura su propio régimen de lectura (Reguillo, 2005), al
proporcionar códigos, lógicas y mecanismos interpretativos que garantizan que una sociedad pueda
incorporarlo a su “memoria”, esta operación implica siempre un “viaje al pasado”, es decir, una búsqueda en
los “archivos” culturalmente compartidos de aquellas figuras, situaciones y espacios, capaces de operar el
mal —puede decirse en este sentido que la “anomalía”, esa que irrumpe en el espacio de la “normalidad”,
tiene (busca), rostro, linaje, fenotipo y muchas veces, nacionalidad—.
Sin embargo, las transformaciones en la escena pública hoy indicarían que, por lo menos, habría que
guardar ciertas prevenciones frente a los dispositivos rectores que orientan, marcan y definen el territorio
dominante de interpretación. Quiero decir que a los principios analíticos y antropológicos que he tratado de
esquematizar aquí, hoy se suma la complejidad de los dispositivos de producción, de representaciones
sociales o de los dispositivos sistémicos de producción de visibilidad que, sirviéndose del acervo de las
10
memorias y las culturas, pueden operar transformaciones en las categorías del “mal”.
¿Qué alimenta, estimula o modula los sentimientos colectivos con que los actores, hoy, devenidos
públicos, audiencias, testigos, protagonistas se colocan frente al espacio público expandido, ese que
trasciende las dimensiones locales y es capaz de acercar lo lejano a la experiencia próxima al tiempo en
que paradójicamente es capaz de producir lejanía en lo más cercano? Hay diferentes maneras de encarar la
pregunta, y una de ellas es asumir que las políticas de visibilidad, de vocación sistémica, logran organizar a
través de rutinas, rituales o lógicas el encauzamiento y el encuadre de los acontecimientos que irrumpen el
“armonioso” paisaje que el neoliberalismo globalizador pretende proponer como narrativa única y, por ende,
encauzar las emociones colectivas y administrarlas: más miedo es importante en ciertos casos, pero en
otros el odio será fundamental; la ira puede ganar adeptos para construir políticamente espacios de
esperanza, esta última altamente redituable en situaciones electorales.
En el caso de los ataques terroristas a las torres gemelas, el primer “sentimiento” que se puso a
circular desde las grandes cadenas noticiosas fue el del miedo; más adelante se apeló al odio contra los
perpetradores, en la genérica figura de los musulmanes, y en un tercer momento, la ira focalizada contra los
terroristas islámicos que, a su vez, como espacio retórico, se convirtió en la bandera que, además de
legitimar la guerra contra Iraq, proporcionó a los republicanos un importante capital político para generar la
esperanza contra el miedo: sólo Bush era capaz de defender al pueblo estadounidense.
Lo que quiero enfatizar, entonces, es que al nombrar, al sancionar y al organizar las claves
fundamentales de lectura, la interpretación y la ubicación de los acontecimientos, se contribuye,
4
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indudablemente, al manejo de los sentimientos colectivos, y que esto ocurre en procesos nunca al margen
11
de los intereses dominantes en juego. Si las emociones están profundamente imbricadas con los
acontecimientos, la posibilidad de su deconstrucción analítica pasa necesariamente por el reconocimiento
de algunos de los ejes que marcan el paisaje de lo contemporáneo.
De miedos, odios y esperanzas
Como señalé, hay tres áreas que considero especialmente clave en el paisaje latinoamericano
contemporáneo: el agotamiento y descrédito institucional, la exclusión y el sentimiento de inseguridad. No
me detendré nuevamente en los indicadores empíricos que apuntalan la centralidad de esos procesos;
ahora interesa ubicar estos procesos en su vinculación con las emociones. De manera general, y a pesar
del riesgo de la reducción, quiero tomar como analizador el proceso electoral del caso mexicano, ya que
contiene, apela e involucra los tres elementos aquí planteados.
La campaña para las elecciones presidenciales de México, inéditas en sus recursos, formas, tonos,
imágenes y contenidos, resultaron ser las más violentas de la historia. Además de haber acudido a la
descalificación personal (nada nuevo en los territorios políticos), participaron contra la reglamentación
electoral del país varios actores que “atizaron” el fuego y fomentaron el odio, el miedo y la fractura social.
Desde el presidente de la República, Vicente Fox, con sus continuas intromisiones a favor del candidato de
su partido, hasta un pequeño, pero poderoso grupo de la iniciativa privada conocido como Consejo
Coordinador Empresarial, la abierta campaña de Televisa y la participación de la Iglesia católica.
Lo de fondo era atajar cualquier posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador, el candidato de
una gran coalición de centro-izquierda, llegara a la Presidencia. No es este el espacio para el análisis
político del proceso, por lo que aludo solamente a aquellos aspectos que resultan relevantes para nuestra
discusión. En primer término, el lema de la campaña fue la de “López Obrador, un peligro para México”,
repetida hasta el cansancio, el lema se convirtió en estandarte, pie de página, estribillo, tipografía y mensaje
de fondo de propaganda televisiva, radiofónica, electrónica y en medios impresos.
Mezclando ficción con realidad, el candidato fue presentado a la opinión pública como un monstruo,
un demonio: “le quitará una casa a los que tienen dos; a los que tienen una, les meterá a vivir ‘pobres’;
atentará contra la fe de los católicos; se aliará con terroristas; vendrá el desastre económico; promoverá el
aborto y el odio entre los mexicanos. López Obrador promoverá la guerra de pobres contra ricos”. Así, el
espacio público se fue llenando de imágenes que interpelaban fundamentalmente dos emociones básicas:
el miedo y el odio. La respuesta del “otro lado”, aunque tardía, no se hizo esperar y toda posibilidad de un
debate sereno, democrático, quedó obstaculizada y empañada por las pasiones desatadas.
No hay espacio para describir los inenarrables comerciales que saturaron el escenario político
mexicano: a manera de ejemplo rápido, puede “narrarse” el spot que abría con una imagen en close up de
Hugo Chávez, en uniforme militar y rostro pintado, pasando revista a sus soldados. En una producción que
el propio Oliver Stone envidiaría, se hace un fade out, hasta que la cara de Chávez se funde con la de
López Obrador y aparece el eslogan de toda la campaña: “López Obrador, un peligro para México”.
La demonización es un proceso subsidiario de un mecanismo más complejo; la antropoformización de
la emoción (miedo, odio y esperanza). Esto es dotar de un cuerpo y una figura concreta a los temores o
esperanzas de la época; proceso que sigue siendo alimentado por una historia de dominación, exclusión y
estigmatización de lo diferente, lo anómalo, lo trasgresor. Son dispositivos simbólicos de alma antigua, a
través de los cuales se busca contener el caos —la causa única y la figura concreta del enemigo, reduce la
incertidumbre (Cfr. Reguillo, 2006a y 2005)—; sin embargo, su uso político y la sofisticación de sus recursos
y sustentos se vuelven hoy en una amenaza real para la democracia y la ciudadanía.
Cuando en el centro de unas políticas de visibilidad se coloca la demonización como clave
comunicativa, se mina cualquier posibilidad del incremento en las competencias críticas y reflexivas de la
ciudadanía, y ésta queda secuestrada por los instintos más básicos, por el nivel más rudimentario de la
política.
La demonización del adversario no fue el único mecanismo activado, ni el miedo agotó el proceso.
Detonado el miedo, bastó colocar en el espacio público un discurso que exacerbó el enfrentamiento entre
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los mexicanos. Por un lado, fueron colocados los simpatizantes de López Obrador, que encarnaron el papel
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de “parias”, “resentidos sociales”, “nacos”, “manipulables”, y en los momentos más tensos del conflicto
postelectoral, como “feligreses” entregados acríticamente al mesías López Obrador; por el otro, quedaron
los “ricos”, “autoritarios”, “vendepatrias”, “corruptos” y “privilegiados”.
No hubo zonas grises, las campañas políticas, la “cruzada” editorial de las televisoras, algunas
emisoras y varios periódicos colocaron el “odio” como principio organizador de las representaciones: la
irreductibilidad de un enemigo que encarna la alteridad radical. Y como bien señala Le Breton:
La emoción no es una sustancia, una entidad descriptible, un estado coagulado e
inmutable que puede encontrarse en la misma forma y las mismas circunstancias en
la unidad de la especie humana, sino una tonalidad afectiva que se extiende como
una mancha de aceite sobre el conjunto y no deja de modificarse. (1999, p. 189)
La “mancha de aceite” se extendió y produjo “derrapes”, caídas, choques no sólo en la calle, sino
dentro de las familias, de las escuelas, de los centros de trabajo. Las “cartas del lector” en distintos
periódicos y las llamadas de la audiencia a las emisoras constituyen un excelente analizador de las
“tonalidades afectivas” que, montadas sobre la desigualdad más que real en el país, convirtieron el dato
estructural en territorio de diferencias irreconciliables.
A su vez, el miedo y la ira abonaron el terreno para abrir las compuertas de una esperanza ciega: “la
derrota de López Obrador es el triunfo de las instituciones”, dijeron y sintieron unos; “la derrota de López
Obrador es el triunfo del neoliberalismo y el autoritarismo de derecha”, señalaron y sintieron otros. Una
“razón emocional” que, saturada de imágenes y palabras, tiende a suspender el dolor, la pena, la
indignación que ellas tapan y obturan. ¿La emoción recubre la emoción?
Los sentimientos colectivos que impregnan al México contemporáneo no constituyen expresiones
histéricas de sujetos a la deriva, sino evaluaciones e interpretaciones colectivas de los acontecimientos y
del curso de la historia. La tensión, irresoluble, entre políticas de visibilidad y contradicciones históricas no
se resuelve de un solo paso a través de las retóricas normativas; el odio, la ira, el miedo y la esperanza
encuentran su cauce en las latencias que encubren las desigualdades, las exclusiones, los olvidos, los
silencios de la historia. Las políticas de visibilidad traducen a “lenguajes normativos”, políticamente
interesados, las manifestaciones del sentimiento colectivo atadas a la cultura, a la ritualidad, al
acontecimiento, pero sin duda alguna estas emociones irrumpen como objeciones y expresiones disruptivas
a las ceremonias instituidas.
El vértigo que produce la posibilidad de imaginar nuevas instituciones, la angustia que produce el
agotamiento de los mecanismos de inserción social y el pánico que desata la figura del enemigo son, así
mismo, lenguajes de una “razón emocional” que pone en crisis el sustento mismo de la modernidad en
curso.
La disputa por la verdad
Si bien la verdad ha padecido del descrédito, la descalificación y, en el mejor de los casos (de manera
acertada), una relativización en la época de lo que algunos autores denominan posmodernidad, y que yo
prefiero llamar modernidad tardía o siguiendo a Bauman, modernidad líquida, es para mí indudable que hoy
la verdad, lo que quisiera entender de manera laxa como “autenticidad o existencia de la real”, vuelve a
instalarse como una pregunta acuciante y fundamental para entender la configuración de la sociedad
contemporánea. La relativización de la verdad, que ha contribuido sin duda al cuestionamiento de los
saberes instituidos, sagrados, canónicos del pensamiento científico o histórico, principalmente al introducir
el plural en su formulación: verdades; parece no tener un efecto similar en la escena político-cultural.
Conforme se fortalece el poder de los medios de comunicación y de las ideologías dominantes (como el
neoliberalismo y retorno del autoritarismo), se expande el poder de instauración de la verdad, lo verdadero,
lo auténtico en la existencia de lo real.
En el epígrafe que abre este ensayo, Balibar analiza el pensamiento de Hobbes, quien, como ya
sabemos, en su profundo análisis sobre la conformación del Estado moderno, intenta descifrar las claves
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del poder de “Leviatán”. De igual manera, sabemos que cuando Hobbes está pensando el Estado, no hay
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en el horizonte nada parecido al poder acumulado de los medios de comunicación y que su certera visión
sobre la “instauración de la verdad”, como espacio de interacción y legitimidad en el orden de lo cotidiano y
de lo trascendente, no contemplaba lo que aún a muchos cuesta ubicar en el hoy que nos sacude: el
“soberano” no tiene ninguna posibilidad de existir y de funcionar si no cuenta con el con el enorme “poder de
instauración” que hoy representa la televisión, la radio y la prensa.
En otras palabras, uno de los problemas clave del “soberano” (como metáfora del Estado) es, hoy
día, su mayor o menor capacidad para operar sobre las lógicas y los dispositivos que construyen y
expanden lo que Balibar llamaría “la puesta en vigencia de la verdad” (1995, p. 22). Quizá podría decirse
que el “soberano” ha multiplicado su figura en otras varias, tanto por las reconfiguraciones constantes y
profundas del sistema social como por el afán de preservarse a sí mismo; lo que sugiero es la imposibilidad
de entender al Estado (contemporáneo) al margen de sus aliados en la instauración de la verdad.
En otros tiempos, por ejemplo en el siglo XIX, los grupos dominantes y los intelectuales inside se
convirtieron en los aliados fundamentales en la lucha del “soberano” por la instauración de la verdad que,
como sabemos, a partir de Gramsci, es una tarea central en cualquier intento de construir hegemonía, es
decir, un consenso fundado en la percepción de legitimidad y la certeza (percibida y experimentada) de que
más allá de los límites de lo que produce esa hegemonía (una explicación y sentido del mundo), se
encuentra el vacío, el inframundo, el infierno.
Hoy, me parece, la cuestión se ha vuelto compleja: un modelo neoliberal con insuficientes (y
desprestigiados) contrapesos, una reestructuración de “lo nacional”, donde los límites y márgenes de la
soberanía del Estado se ven constantemente movidos y, de manera especial, el fortalecimiento de la
racionalidad económica que subordina a todas las demás.
La hegemonía sigue siendo una pieza fundamental para la gestión social; pero asumo que una pieza
central que “ayuda” al “soberano” (aquí como metáfora de los poderes propietarios) en su tarea de construir
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ese consenso “legitimado” y que se concentra, en buena medida, en los medios de comunicación, los
cuales, potenciados por los avances tecnológicos, el avance de la mundialización y el predominio de la
globalización neoliberal, han configurado un compleja arena político-económica que aumenta su poder de
negociación e instauración de “lo verdadero”. Ello implica que esos poderes propietarios constituyen una
alianza principalmente económica y política, que subordina, lamentablemente, la dimensión social y cultural.
“Poderes fácticos”, se les llama hoy día, para caracterizar a aquellos poderes capaces de operar y
16
actuar de facto, es decir, como aquellos poderes capaces de instalar normas (aceptadas) y de dirigir las
orientaciones y decisiones de la sociedad, en una dirección determinada; estos poderes fácticos operan,
17
muchas veces, al margen del derecho, incluso al margen de la legalidad. Y cuentan, por supuesto, con la
enorme capacidad de los medios de comunicación en la construcción de “lo verdadero”, aunque es
importante señalar que la empresa mediática es también parte de los poderes fácticos y no se ubica en un
más allá de las alianzas y negociaciones por el poder.
Lo relevante, me parece, es que la complejidad en las formas de instauración de “la verdad” no puede
entenderse al margen de lo que de manera apretada he intentado colocar hasta aquí. Estoy convencida,
desde la investigación empírica y la observación atenta y sistemática del escenario público, de que este
elemento —la instauración de la verdad— es clave para dotar de cierta inteligibilidad los procesos que hoy
sacuden las raíces en las que se asentó la sociedad: la certeza y la credibilidad en las razones “del
soberano”, que devienen el presente en un preocupante y paradójico horizonte de incertidumbre, y digo
paradójico, porque parecería que a la mayor potencia de los poderes fácticos para la “instauración de la
verdad” y el pensamiento único, se corresponden dos procesos opuestos (y a la vez complementarios): por
un lado, se desdibujan las certezas, aumenta la incomodidad y se expande la desesperanza; por el otro,
emerge una fuerte “resistencia” a esa verdad única e instalada, como si ella activara de manera
subterránea, otras racionalidades, sentimientos, creencias y formas de entender lo real. Es decir, a los
intentos de cerrar los márgenes de la duda, de colocar como destino “inevitable y fatal” la existencia de los
modelos sociopolíticos y económicos imperantes, se ¿opone? una profunda insatisfacción e incertidumbre
frente al horizonte presentado como único posible.
En este panorama y si se acepta la discusión que planteo, se anuncia un choque inevitable entre
condiciones y aspiraciones, entre legalidad y deseo, entre el orden de lo instituido y el orden simbólico. No
hay, por el momento, imaginación teórica para resolver el dilema entre las figuras que se anuncian (y
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operan ya de hecho) y los esquemas, límites y lógicas con las que ha sido pensada la sociedad. La crisis,
tal vez, es una palabra comodín que al nombrar todo, nombra poco (Grimson, 2004), estalla de múltiples
formas, pero expresa de fondo un tema nodal: la insuficiencia y obsolescencia de las instituciones y
discursos que rigen el pacto social para dar respuesta a la experiencia de indefensión de millones de
personas en América Latina, en el mundo.
Como agenda prioritaria, es importante entender y analizar cómo se construyen los cuerpos
explicativos y definiciones en torno a los acontecimientos-límite. Qué es lo “verdadero” del narcotráfico, lo
verdadero de la migración, de la pobreza, es decir, cómo se arman las nociones de “lo representable” de
estos fenómenos y, desde ahí, cuáles son los sentimientos colectivos que se activan.
Los datos que señalan el deterioro en las condiciones de vida de millones de personas son
incontestables: la estabilidad macroeconómica se mantiene en equilibrio precario a costa de la exclusión, la
desigualdad y la desconexión (García Canclini, 2004) en la que vive un importante sector de nuestras
poblaciones. Por ello considero que las políticas de visibilidad desempeñan un papel central en el
mantenimiento del pacto de verosimilitud.
Hoy la pregunta no es sólo ¿quiénes administran y controlan interesadamente los miedos que
experimenta la sociedad?, sino además, ¿quiénes gestionan los espacios de “esperanza” y cuáles
alternativas de sociedad se dibujan en el paisaje ruidoso y confuso del presente?
Coda
Me parece que uno de los principales desafíos para los estudiosos y profesionales de la
comunicación estriba en abrir el rango de la pregunta, a fin de situarnos en una mejor posición, lugar y
punto de vista; así como entender la desazón, la incertidumbre, el miedo y la experiencia de indefensión que
sacuden la escena pública contemporánea.
Se trata de un desafío crucial, porque nos plantea el estudio de las formas contemporáneas en la que
la ciudadanía —el nombre que nombra y define el modo y los límites de la relación social que los sujetos
suscriben con “el soberano” y con sus pares— se ve conmocionada por una creciente incertidumbre que
organiza la percepción y la acción social, siempre dentro de los márgenes acotados por unos poderes
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propietarios que tienden a minimizar o a inmovilizar cualquier forma de contra poder.
Me parece que hoy regresamos, peligrosamente, a la más pedestre afirmación positiva de la
“neutralidad de lo verdadero”. Retóricas, estéticas y performatividad mediática contribuyen a la
administración política y social de las pasiones que, sustentadas en un pacto de verosimilitud, ocultan lo que
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de manejo político hay en ellas. Parafraseando a Barman, termino diciendo que la ciudadanía no es un
frontispicio, sino una tarea diaria. Desentrañar las pasiones sociales, su impacto en la vida pública y su
manejo mediático, constituyen, a mi juicio, una agenda central en el ámbito de los estudios en
comunicación.
NOTAS:
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4.
Agradezco a Jesús Martín Barbero y Benjamín Arditi sus comentarios críticos a la primera versión de
este texto.
La mara es la denominación que reciben las pandillas de centroamericanos y norteamericanos
inmigrantes, cuyos métodos violentos y crueldad han crecido en los últimos años. Los kaibiles son
soldados de fuerza especial guatemalteca, cuya triste popularidad se hizo visible durante los años de la
guerra sucia en ese país. Hoy, distintas investigaciones afirman que tanto maras como kaibiles se han
convertido en las nuevas fuerzas de operación del narcotráfico mexicano.
La cuenta empieza con Collor de Melo, en Brasil, y acaba, hasta el momento de escribir estas páginas,
con Carlos Mesa, en Bolivia, en 2005, después de la caída de Sánchez Lozada, en ese mismo país,
tras 18 meses de conflictos, en 2003.
Los dos países con las tasas más altas de expulsión de migrantes.
Quiero hacer una diferenciación entre incertidumbre como categoría de la experiencia que puede
resultar muy angustiosa para los actores sociales y la incertidumbre como categoría del pensamiento
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que resulta fundamental para trascender las visiones positivas, desarrollistas y homogéneas de la
realidad.
Perspectiva que intenta desmarcarse de las atribuciones a los actores individuales e incluso
institucionales, lo que tiene la ventaja de resistir la tentación del análisis maniqueo o complotista.
Los corchetes son míos.
Para una aproximación empírica a este concepto y sus aplicaciones analíticas véase Reguillo "Memoria,
performatividad y catástrofe" (2006a).
Ver a este respecto a Ángel Rama (1985) y Jean Franco (2003).
Las cursivas son mías.
Para ilustrar estos mecanismos puede acudirse a la historia de la arquitectura de las "ocupaciones" o
invasiones; en la que el pueblo o cultura conquistadora aniquila las huellas de la cultura previa o local:
templos católicos sobre mezquitas o al revés y en el caso de México, iglesias sobre centros
ceremoniales. Se conserva el núcleo significativo; en este caso, el lugar sagrado, pero se transforma su
apariencia y su sentido.
Es posible pensar que las narrativas mediáticas (siempre en plural) y mejor "intermediales", ya que esta
perspectiva provee claves y tesituras (entretejidas) para acercarse a los modos como el acontecimiento
es construido, configurado, encapsulado en una interpretación obturada por los "intereses en juego".
Como nunca en este momento, considero vital la incorporación en nuestros marcos analíticos de las
narrativas intermediales, es decir, la necesidad de no aislar los "textos", los géneros, los medios que
proveen representaciones para la apropiación intersubjetiva de la realidad. Y asumir que los actores de
la comunicación no construyen sus visiones del mundo de manera fragmentada "viendo televisión",
"oyendo radio", "leyendo periódicos", "navegando en Internet" y, sobre todo, que las nuevas condiciones
en la economía política de la propiedad de los medios, revela la colaboración, ¿sinergias? entre los
distintos medios. Considero que Hermann Herlinghaus y Martín Barbero han empezado a colocar esta
agenda de manera clara y productiva. Véase, por ejemplo, Martín-Barbero (2004).
Palabra que en México alude peyorativamente a aquellos sujetos carentes de educación, gusto,
"cultura" y tiende a ser asociada con pobreza y conductas antisociales.
El Leviatán fue escrito en 1651 por el filósofo inglés.
A los que coloco aquí como sistemas e instituciones, es decir, en el plano estructural y como existencias
aisladas o empíricas particulares. Es decir, no me refiero a El Clarín, El Tiempo o La Jornada, o a tal
estación de televisión o radio, sino al espacio sistémico que es operado por los medios.
Muy por encima de la escuela e incluso de la Iglesia que, en otros tiempos, fueron dispositivos
fundamentales en la "propagación de la verdad".
Y cuya definición fundamental es que se trata de poderes que no han sido elegidos, lo que implica que
operan en territorios diferentes o paralelos a las democracias.
Su "autoridad" no viene dada por el sistema de reglas y normas jurídicas y por tanto, pueden "evadir"
los límites que la legalidad impone.
Por supuesto, existe un amplio espacio de respuestas sociales y comunicativas. Una comunicación de
otro orden, por ejemplo, la efervescencia de la red, la proliferación cotidiana de blogs y portales que
desestabilizan el "terso" paisaje homogéneo de los mercados y sus ofertas culturales.
En una reciente entrevista realizada por Sergi Doria. ABC, España.
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Grimson, A. (2004), (comp.), La cultura en las crisis latinoamericanas, Buenos Aires, CLACSO.
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
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Tratado teológico-político (1670)]
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Incertidumbre y comunicación.
Dominios de supervivencia y estructuración del acontecer
Carlos Lozano Ascencio, Juan Antonio Gaitán Moya y José Luis Piñuel Raigada
Carlos Lozano Ascencio. Madrid, España. Universidad Rey Juan Carlos
[email protected]
(México, D. F., México 1962) Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de
Madrid y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Profesionalmente ha trabajado en la televisión pública mexicana (IMEVISIÓN), en TVE y en la Televisión
Educativa Iberoamericana en programas y en proyectos educativos y de divulgación científica. Su
trayectoria docente en el ámbito de la comunicación se inicia en 1983 tanto en universidades mexicanas
como españolas. Actualmente es profesor de la carrera de Periodismo y coordinador del Master oficial
europeo en Comunicación y Problemas socioculturales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales
líneas de investigación destacan los aspectos comunicativos en contextos como: la sociedad del riesgo, la
incertidumbre social y el acontecer catastrófico. Acaba de publicar junto con José Luis Piñuel e libro: Ensayo
general sobre la comunicación. Barcelona, Paidós. 2006.
José Luis Piñuel Raigada. Madrid, España, Universidad Complutense
[email protected]
(Zamora, España 1946), es DOCTOR en Psicología (Universidad «Louis Pasteur», Estrasburgo, Francia,
1978) y DOCTOR en Filosofía (Universidad de Salamanca, España, 1979); desde 1980 enseña Teoría de
la Comunicación. De sus quince libros y su centenar de artículos científicos publicados sobre temáticas de
Comunicación, destacan, Producción, Publicidad y Consumo (2 vol. varias ediciones. Edit. Fundamentos,
Madrid, 1983 y ss); El Consumo Cultural (Edit. Fundamentos, Madrid, 1986) El terrorismo en la Transiciòn
española (Edit. Fundamentos, Madrid, 1987) La Expresión. Una introducción a la filosofía de la
comunicación. (Edit. Visor, Madrid, 1989); Cultura política y TV en la transición en Chile (Edit. Centro de
Estudios de América Latina -C.E.D.E.A.L- Madrid, 1991); La Dirección de Comunicación. Práctica
profesional y Diccionario técnico. (en col. con M.H. Westphalen, Edit. El Prado, Madrid, 1993); Metodología
General. Conocimiento científico e investigación en la Comunicación Social (Edit. Síntesis, Madrid, 1995),
Teoría de la Comunicación y Gestión de las Organizaciones (Edit. Síntesis, Madrid, 1997) y Técnicas de
investigación en la Comunicación Social. Elaboración y registro de Datos. (En col, con J.A. Gaitán, Edit.
Síntesis, Madrid, 1998).
Juan Antonio Gaitán Moya. Madrid, España. Universidad Complutense
[email protected]
Profesor titular en el Dpto. de Sociología IV, Sección de comunicación, Facultad de CC. De la Información,
U.C.M. Doctor en CC. de la Información. Ha realizado investigación de análisis de contenido sobre el
discurso de los M.C.M.: Prensa y discurso político, TV y discurso publicitario, TV y reality show, TV y
programación, así como sobre audiencias de los media : consumo cultural, audiencias infantiles. Es autor y
coautor de distintas publicaciones derivadas de tal investigación empírica, además de otras teóricas y
metodológicas en el campo de la comunicación social. –Sus publicaciones más destacadas son: Piñuel
Raigada, J.L.; Gaitán Moya, J.A.; García-Lomas Taboada, J.I. (1987): El consumo cultural. Madrid. Editorial
Fundamentos / Instituto Nacional de Consumo. 1987. 282 páginas. Piñuel Raigada, J.L. y Gaitán Moya, J.A.
(1995): Metodología General. Conocimiento e investigación en la comunicación social. Madrid. Editorial
Síntesis. 639 páginas. Gaitán Moya, J.A. y Piñuel Raigada, J.L. (1998): Técnicas de investigación en
comunicación social. Elaboración y registro de datos. Madrid. Editorial Síntesis. 332 páginas. Piñuel, J.L.,
Gaitán, J.A., García, F. (2004): “La violencia en la escuela a través de la prensa on-line de los periódicos de
referencia en España (2003)”. Madrid. En Serie Informes. Centro Nacional de Información y Comunicación
Educativa.
Los autores pertenecen al grupo de investigación inter-universitario MDCS (Mediación Dialéctica de la
Comunicación social) http://www.ucm.es/info/mdcs/
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Resumen
Los dominios de existencia podrían ser considerados como ámbitos y representaciones de las posibilidades
producidas, en un momento dado, por posiciones y movimientos del sujeto, que parcialmente vienen
estructurados y determinados por posiciones y movimientos anteriores, pero que también resultan
parcialmente sometidos a la incertidumbre de los éxitos o fracasos perseguidos en cada actividad. Los
dominios de supervivencia son las capacidades y/o habilidades que desarrollan y utilizan los seres humanos
para sobrevivir a los avatares de los entornos habitados. Se trata, en primera instancia, de habilidades
biológicas heredadas de la propia especie, también de destrezas cognitivas que se van adquiriendo en base
a la experiencia para saber reconocer y anticiparse a los cambios del entorno y, por último, son capacidades
culturales aprendidas en el seno de las relaciones sociales. Todo ser superviviente es un ser vivo, pero no
todo ser vivo es un ser superviviente. La supervivencia, en este sentido, es una costosa recompensa de
experiencia y de vida para quienes no sólo se enfrentan a una mortal contingencia sino que, sobre todo, la
superan con vida. El paso dado habilita a los seres supervivientes a desarrollar nuevas capacidades y
aptitudes para continuar viviendo y, sobre todo, para continuar enfrentándose a otros avatares del entorno.
Así, en la medida en que algunos seres vivos (los supervivientes) van controlando su permanencia y
superando con vida los recurrentes avatares que se les presentan, se puede decir que sus dominios se van
expandiendo sobre el terreno y el tiempo (durabilidad) con la misma intensidad con la que se van ampliando
sus capacidades orgánicas, sensitivas y de acción; destrezas que, dicho sea de paso, les permiten a los
sujetos someter los entornos a sus propios objetivos vitales. La sucesión de dominios de existencia (y de
supervivencia) comprenden tanto regulaciones, como decisiones y puestas en práctica de alternativas de
comportamiento frente al entorno. Pero no frente a cualquier entorno, sino frente al entorno percibido,
representado y pautado conforme a la deriva de las estructuras sucesivas que la vida en sociedad va
imponiéndole al sujeto continuamente. ¿Se podría entonces desvelar si existe una estructura del acontecer
posible (de ser percibido, representado y pautado) conforme al dominio social de existencia histórica en
curso? Esto es lo que vamos a analizar en esta comunicación.
Los “caparazones de la existencia”: gestión de entornos y resistencia al cambio.
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Abraham Moles llamó “caparazones de la existencia” a la acumulación de entornos superpuestos a partir
de un “punto aquí” donde habría que situar a cada sujeto, y cuyos límites para cada entorno, desde el más
próximo al más alejado, darían como resultado la superposición de estos caparazones como las capas de
una cebolla o de una alcachofa. Al interior de cada uno de estos caparazones, el sujeto aspira a gestionar
un orden de actuaciones conforme al cual prever cambios y/o adaptarse a éstos. El coste de esta gestión
viene determinado por el dominio cognitivo y el dominio efectivo de cada uno de los entornos, así como por
las distancias de sus límites respecto al “punto aquí” y la presencia de otros sujetos que cooperen o
dificulten ese dominio (ver Figura 1). En esta figura puede verse cómo la línea horizontal marca
esquemáticamente los intervalos que representan cada uno de los “caparazones de la existencia”: el
primero, que se limita al “propio cuerpo” y, el último, que desaparece cuando supera el “vasto mundo”. La
línea vertical, que también arranca del mismo punto de origen, representa esquemáticamente la capacidad
mayor o menor de que el sujeto dispone para gestionar las dimensiones del “dominio del espacio”, del
“dominio cognitivo” y el “coste generalizado” o esfuerzo que tales dominios exigen a esa gestión. Este
esfuerzo es mínimo en el punto de origen: así, considerado el entorno del propio cuerpo del sujeto, éste
domina de forma más efectiva el espacio circunscrito a la corporalidad y, de forma menos efectiva, el control
cognitivo de este espacio, ya que muchas funciones corporales se desarrollan sin intervención del sistema
nervioso y su curso no puede ser percibido. “Dominio del espacio” y “dominio cognitivo” alcanzarían pues
dimensiones mayores respecto al punto de origen y estas dimensiones van decreciendo a medida que se
alejan del “punto aquí”, y se acercan a aquellos “caparazones” que el esquema representa como intervalos
de la línea horizontal. Hay otra dimensión que es inexistente en el punto de origen, cuando se considera
exclusivamente el caparazón corporal: la “Presencia de Otro”. Esta dimensión, esquemáticamente referida a
la diversidad de otras personas que cooperen o dificulten la gestión personal de los entornos o
caparazones, adquiere mayor importancia cuando se consideran los intervalos de la “Zona carismática”.
Moles (1972) denominó así al conjunto de entornos donde la gestión de los espacios se realiza
forzosamente a través de interacciones interpersonales. Cuando el individuo ya no puede gestionar los
espacios personalmente a través de interacciones con otros, la dimensión referida a la “Presencia de Otros”
decrece precisamente porque “los otros” se difuminan, son indeterminados, son muchos pero son masa, ni
siquiera se les puede contar uno a uno.
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Figura 1
Dominio
del
espacio
Coste
generalizado
Dominio
cognitivo
Presencia
de Otro
Coste
generalizado
“Punto Aquí”:
el propio
cuerpo
El gesto La propia Apartamento La calle, La ciudad La región/
inmediato habitación
nación
el barrio
Automóvil
Dominio
cognitivo
Dominio
del
espacio
Presencia
Vasto de Otro
mundo
Zona carismática
Cada uno de estos entornos se gestionan en función de la previsión de sus cambios y cualquier previsión se
realiza respecto al orden que los esquemas, revisados permanentemente por los sujetos, permiten anticipar
conforme a los dominios de existencia que la vida en sociedad va imponiendo; y que comprenden
regulaciones, decisiones y puestas en práctica de alternativas de comportamiento frente a los diferentes
entornos. Por tanto, la previsión de cambios (propios y del entorno) acompaña la actividad del sujeto
percibiendo, participando y generándose expectativas respecto al curso del acontecer susceptible de ser
inscrito en esos entornos, considerados por Moles. Ahora bien, el curso del acontecer no puede ser
representado sin referencia al tiempo y el esquema de Moles se refiere sólo al espacio. ¿Existe la
posibilidad de representarse “caparazones de la existencia” referidos a diferentes dimensiones de tiempo?
¿Los “caparazones de la existencia” se superpondrían también a partir de un origen limitado a la intimidad
temporal del sujeto? ¿Cuáles serían entonces los intervalos del curso temporal del acontecer que habría
que considerar respecto a la gestión de los dominios de existencia, tomando como punto de origen el “punto
ahora”? (Ver Figura 2)
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Figura 2
D o m in io
d el
tiem p o
C o ste
g en eralizad o
D o m in io
co gn itiv o
P resen cia
d e O tro
C o ste
g en eralizad o
“P u n to
A h o ra”
R u tin as
co rp o rales
(m in u to s)
D ietario C alen d ario
co tid ian o p erso n al
(h o ras)
(d ías)
H áb ito s
U so s d e ed ad
estacio n ales g en eracio n ales
(añ o s)
(m eses)
É p o cas
h istó ricas
(S iglo s,
m ilen io s)
D o m in io
co gn itiv o
D o m in io
d el
tiem p o
P resen cia
É p o cas d e O tro
g eo ló g icas
(E ras)
C u ltu ras
g en eracio n ales
(d écad as)
A g en d a so cial
Z o n a carism ática
Si en la esquematización de los “caparazones de la existencia”, el “punto aquí” suponía entornos espaciales
2
medibles desde el origen por unidades geométricas (v.g. metros, áreas, km etc.), el “punto ahora” supone
tomar en cuenta dimensiones que deben ser medidas desde el origen por unidades temporales: minutos,
horas, días, etc. O sea, que si el punto de origen es el sujeto que aspira a gestionar sus actuaciones, los
entornos temporales deben remitir a su duración, como los entornos espaciales remitían a su extensión.
Según Moles, al aumentar la extensión de los entornos espaciales, disminuyen el “dominio del espacio” y el
“dominio cognitivo” de la gestión personal de actuaciones, incrementando su “coste generalizado”.
¿Entonces, podría sostenerse también que al aumentar la duración de las actuaciones, disminuye el
“dominio del tiempo” y su “dominio cognitivo” incrementándose el “coste generalizado” de la gestión
personal de actuaciones? Podemos representarnos el curso del acontecer en la medida en que
reconocemos nuestra permanencia (nuestra propia existencia) mientras nuestro entorno va cambiando; y a
la inversa, reconocemos la permanencia del entorno, mientras somos nosotros los que vamos cambiando.
Más aún: a medida que desarrollamos actuaciones respondiendo a los cambios del entorno, y a medida que
nuestros entornos se modifican como consecuencia de nuestras actuaciones, la permanencia de sujetos y
entornos va recíprocamente trasformándose, construyendo “dominios de existencia” que, al evolucionar
resultarán más o menos durables. Pero ¿cuáles son las unidades temporales imaginarias de esta
durabilidad? Observando la línea horizontal de la figura 2, el primer caparazón temporal de la existencia es
el intervalo que arranca del “punto ahora” en cuyo origen se sitúa el sujeto dispuesto a gestionar
actuaciones de la más corta duración: por ejemplo, los minutos empleados en llevar a cabo una actividad
corporal (peinarse, comer, etc.). Este primer caparazón temporal coincidiría con el primer caparazón
espacial (el propio cuerpo) identificado por Moles. Siguiendo con este planteamiento, el esquema de la
figura 2 propone cambiar de unidades para medir las dimensiones temporales que se corresponden con la
previsión, planificación y gestión de actuaciones por parte del sujeto. La propuesta es identificar tipos de
actuaciones correspondientes a unidades temporales de mayor duración. Así, si reparamos en las “horas”
como unidades de medida temporal, las actuaciones que corresponderían ser gestionadas conforme a esta
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duración, son aquellas que en nuestra cultura occidental, desde la Revolución industrial y la generalización
del uso del reloj, suelen consignarse en el “dietario cotidiano” de cualquier agenda personal de actividades:
por ejemplo, citas, tareas programadas a plazos de fecha, etc. El siguiente intervalo, que hemos
denominado “Calendario personal”, comprende la programación temporal de actividades vinculadas a la
variación de los días (de la semana, del mes, o del año, etc.) por efecto de prescripciones sociales que
anticipan y/o imponen “secuencias de actuaciones” ligadas, no a horas, sino a fechas recurrentes en el
Calendario (v.g. días laborables vs. días festivos) o a fechas a plazo fijo (v.g. recuento de días hábiles vs.
días naturales para cumplir compromisos). A continuación hemos denominado en el esquema “Hábitos
estacionales” a aquellas “dedicaciones temporales” vinculadas al cambio periódico de las estaciones, que
en las culturas agrarias dieron origen a los primitivos calendarios y que, en nuestra cultura occidental, se
encuentran ligadas a costumbres y rituales asociados a esta duración (v.g. vacaciones estivales,
programaciones escolares por trimestres, etc.). Hemos llamado al intervalo que sigue, “usos de edad
generacionales”, porque en este caparazón temporal pueden inscribirse “guiones de interpretación” que,
para secuencias de actividades muy diversas, son prescritos por la sociedad para lapsos temporales que
duran años y que son asociados a los grupos de edad: infancia, adolescencia, juventud, madurez,
ancianidad. Tales guiones marcan las secuencias de actividades habituales de menor duración (inscritas en
los caparazones anteriores), desde la perspectiva de los “usos” asignados culturalmente a esos grupos de
referencia cuyo rasgo es la edad, cuya duración es de años, y que carecen de retorno temporal: por
ejemplo, no se puede transitar desde la madurez a la infancia…, pero se puede actuar retrasando la
permanencia en un grupo de edad en la gestión de actuaciones a realizar (v.g. el “infantilismo” o síndrome
de Peter Pan). También debemos advertir que hablamos de “guiones de interpretación” porque atañen a la
forma de interpretar escénicamente las actividades a realizar, más allá de cuál sean los tipos de actividades,
dotando al sujeto de una identidad que compromete las representaciones recíprocas entre los participantes.
Aquí culmina la “Zona carismática”: más allá desaparece la posibilidad de gestionar toda actuación
sirviéndose de relaciones interpersonales y es imposible conservar la referencia del “punto ahora” para una
planificación del tiempo vinculada a unidades de medida de mayor duración. Hasta aquí el “punto ahora” le
sirve al sujeto para reconocerse a sí mismo, tanto con relación a su pasado, más o menos reciente, como a
su futuro más o menos próximo. Pero a partir de lo que hemos llamado “culturas generacionales” (que duran
décadas), el pasado y el futuro remiten a medidas temporales desvinculadas de la permanencia personal
del Yo y asociadas a la representación de un acontecer que engulle al Sujeto. Con relación al pasado, el
sujeto ya sólo es capaz de representarse a sí mismo como “coetáneo” (o no) de los demás con quienes
comparte (o no) una identidad social (no una identidad personal) que pertenece a una colectividad. Con
relación al futuro, el tiempo deja de poder ser planificado para todo tipo de actuación, ni siquiera colectiva, y
las décadas vinculadas a la representación de estos lapsos temporales forman parte de la incertidumbre
sobre el porvenir, a partir de un presente que el sujeto aspira a comprender pero que no puede modificar.
Por ejemplo, entre el reconocimiento del sí mismo como “coetáneo” de la “Movida madrileña” de los
ochenta, y el reconocimiento del sí mismo que otro sujeto puede efectuar como coetáneo del “Movimiento
hippie” de los sesenta, se encuentra una diferencia generacional que remite a distintas visiones culturales
del mundo con diferentes certidumbres del pasado y diferentes incertidumbres sobre el porvenir, a propósito
del acontecer histórico. El acontecer histórico en curso es, precisamente, al que se refieren todas las
diferencias entre “contemporáneos”, los cuales, aunque constaten estas diferencias, también comparten una
existencia personal dentro del mismo marco temporal (o caparazón) que ahora estamos considerando. La
“contemporaneidad” adquiere una dimensión con relación a unidades de medida expresadas en siglos, de
forma que, por ejemplo, en la tasación de arte se consideran “antigüedades” aquellas obras datadas al
menos un siglo atrás, y de esta forma la catalogación temporal de cualquier acontecer que supere los cien
años adquiere la dimensión de “histórico”, y las “épocas” sirven como unidad de medida temporal. Así, es
frecuente remitir a estos marcos temporales (siglo, época, etc.) cualquier suceso cotidiano al que
representar hiperbólicamente con una relevancia capaz de superar lo previsto de la “contemporaneidad”
porque se inscribe en una dimensión diferente, en una “dimensión histórica” (v.g. “el partido del siglo”, “un
torero de época”, etc.). La Historia siempre ha servido para inscribir el acontecer dentro del curso temporal
con el que se construyen los relatos (historias) remitidos a un pasado periclitado que, sin embargo, arroja
luz sobre el presente (el “punto ahora” histórico) y que aspira a desvanecer la incertidumbre sobre lo que
puede pasar en adelante respecto a la misma dimensión: pasar a la Historia. En este ámbito o caparazón, el
“punto ahora” estaría destinado sólo a los sujetos que pasan a la Historia, no a cualquier sujeto, pero,
ninguno de los sujetos vivos podrá comprobarlo nunca. Y, en todo caso, la Historia será una representación
producida por prácticas sociales dirigidas a construir relatos (historias) capaces de brindarle su hilo temporal
a un acontecer que trasciende a sujetos, grupos, comunidades, culturas, pueblos, etc., pero que se limita a
los avatares humanos. Más allá de estos avatares (con relación a los cuales reconocer la existencia
humana) sólo resta un último caparazón que comprende lo humano y lo no humano, lo vivo y lo inerte, lo
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terráqueo y lo cósmico; las dimensiones temporales que sirven para acotar esta infinitud son las “eras
geológicas” y éstas con relación a la expansión del universo, desde un “antes” que se remonta al Big-bang
(tiempo cero) hasta un “después” absolutamente abierto. Los esquemas que acabamos de comentar están
referidos a “cáscaras” espacio-temporales cuyos contenidos, desde el origen del punto aquí y del punto
ahora, son gestionados por el sujeto conforme a guiones previstos para su propia actividad, la cual remite a
tales espacios y tiempos como sus condiciones de existencia. Sin “actividad” no hay espacios ni tiempos
aprehensibles para el sujeto. Así, al referirse a dimensiones espaciales relativas a la propia habitación de la
casa, al automóvil o al barrio, o al referirse a dimensiones temporales para la pequeña duración de los
minutos empleados (v.g., en peinarse, desayunar, etc.,), o al referirse a citas (para el calendario personal),
el sujeto es quien dispone de la mejor forma el repertorio de “contenidos”, remitiéndolos a espacios y
duraciones diferentes que sean hábiles para su actuación. Por ejemplo, si el sujeto piensa dónde encontrar
un “cepillo de dientes” o un “tenedor” y qué hacer con ellos, el dominio cognitivo al que pertenecen las
acciones posibles con esos objetos le llevará a encontrar el tenedor buscándolo en un cajón de la cocina y
el cepillo de dientes en algún recipiente sobre el lavabo de su baño. Y los micro-actos con tales objetos
formarán parte de rutinas cuyo momento y duración quedarán integrados en ellas. Sólo si el sujeto, por
ejemplo, dudase del lugar de la búsqueda y del momento y duración para el uso de un tenedor o de un
cepillo de dientes, manifestaría el síntoma de que el dominio cognitivo sobre esas rutinas estaría dañado
por el mal de Alzheimer, pues los “micro-actos” con tales objetos nunca van a ser consignados en un
dietario formando parte de una planificación del espacio y del tiempo. Las acciones planificables por el
sujeto se integran en esquemas de comportamiento cuya ejecución, rutinaria o no, cuenta con marcos
espacio-temporales en su previsión, y cualquier trasgresión de estos marcos provoca un suceso inesperado
o extraordinario. Por ejemplo, no encontrar el cepillo de dientes en su sitio retrasa la actividad rutinaria
prevista, pudiendo dar lugar a una pequeña quiebra del curso anticipado del acontecer. Y precisamente es
la quiebra del curso del acontecer lo que el sujeto trata de evitar, estableciendo una gestión de su actividad
mediante el mantenimiento o vigilancia de un orden espacial y temporal en sus “caparazones de la
existencia”. Los “caparazones de la existencia” en los que mejor puede el sujeto evitar la quiebra del curso
del acontecer, son aquellos sobre los que más fácilmente puede ejercer personalmente su dominio cognitivo
y efectivo, con menor coste generalizado, e imponiendo un orden espacial y temporal más seguro. Si este
orden no es mantenido, el sujeto estará “a merced de los acontecimientos” es decir, a merced de que el
curso previsto de su actividad se interrumpa, se malogre, e incluso se tenga que posponer. Por esta razón
el orden que el sujeto trata de imponer cognitiva y efectivamente sobre los entornos espacio-temporales
donde haya de realizar su actividad, se convierte en una resistencia al cambio imprevisto, es decir, en una
imposición de rutinas. La imposición de rutinas y la resistencia al cambio, manteniendo la vigilancia de los
entornos donde deba desarrollarse la propia actividad, se debilitan cuando el dominio cognitivo y efectivo
del entorno espacio-temporal va siendo menor, porque aumenta la extensión de los entornos, la duración de
las actividades a ser realizadas (o su dilación a un plazo determinado) y la presencia de “otros” interviniendo
en el curso del acontecer. En tales circunstancias el sujeto se ve obligado a evitar las quiebras del
acontecer tratando de prevenirlo en aquellos entornos más alejados de su capacidad de control. Lo puede
conseguir de dos maneras: 1) modificando la gestión de su actividad para adaptarla a las condiciones que
se le imponen desde fuera y, 2) introduciendo un cambio efectivo que reestructure esta dependencia. Para
conseguir lo primero, el sujeto puede optar por cambiar las coordenadas del tiempo rutinario ajustándolas a
las distancias espaciales: por ejemplo, acortar el tiempo necesario para llegar a un sitio, tomando un atajo,
cuando se dispone de una mejor representación del espacio real gracias a un mapa del territorio. O
viceversa, achicar las distancias entre dos puntos mediante el uso de un vehículo cuya velocidad acorta el
tiempo del trayecto. Para conseguir lo segundo, introduciendo un cambio efectivo que supere las
servidumbres iniciales entre espacio y tiempo, el sujeto puede optar por transformar directamente el espacio
(derribar una pared de casa, construir un túnel) o alterar el tiempo, aplazando o adelantando el comienzo o
la duración de una actividad que logra desvincularse de las constricciones del espacio (así ocurre hoy día
con la simultaneidad que las telecomunicaciones facilitan al prescindir de las distancias en la interacción).
Es obvio que el sujeto no puede lograr tales alternativas si éstas no están a su disposición, y que el dominio
social de existencia va cambiando a medida que van conquistándose socialmente recursos de gestión de
los entornos espacio-temporales donde las costumbres van consolidando rutinas y previsiones sociales
contra las quiebras del curso del acontecer.
Márgenes de previsión de cambios: el acontecer esperado e inesperado
El acontecer esperado es aquel que se ajusta a las previsiones de la actividad, rutinaria o no, y el acontecer
inesperado es el que quiebra esas previsiones cuando la actividad se emprende. Por ejemplo, tomar a
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tiempo el avión para volar a un destino programado puede resultar ajustado a las previsiones de horarios y
planificación personal de tiempos en el desplazamiento al aeropuerto y en el proceso de check-in; pero un
retraso en la llegada al aeropuerto o en la facturación puede constituir un acontecer inesperado si el horario
de vuelo se mantiene; y, a la inversa, un retraso en el horario de despegue puede ser un acontecer
inesperado ante la puntualidad cumplida en la planificación personal de la actividad. Siempre el acontecer
inesperado supone una quiebra para la gestión de la actividad prevista, pero esa quiebra no siempre
conduce al fracaso de la actividad emprendida: el retraso imprevisto de la salida del avión puede compensar
la quiebra del acontecer en el desplazamiento al aeropuerto o en la fila del check-in. Unos márgenes
demasiado estrechos en la previsión de la actividad pueden provocar que el acontecer previsto se quiebre,
ocasionando un fracaso de la actividad. Unos márgenes más amplios en la previsión de la actividad pueden
permitir que un acontecer imprevisto no suponga un fracaso de la actividad emprendida. La relación que
cabe establecer entre previsión de la actividad y acontecer esperado o inesperado, se manifiesta de
diferente manera según prime el determinismo o el azar en el encadenamiento de los sucesos previstos
respecto a los sucesos realmente ocurridos o percibidos por los sujetos; y según domine, por consiguiente,
la continuidad o la discontinuidad en ese encadenamiento de sucesos contemplados por el sujeto. Por
ejemplo, aquellos sujetos que más se resisten a arriesgarse en la ejecución de cualquier actividad que no
haya sido previamente consignada en su agenda personal, tenderán a sentirse más vulnerables ante las
quiebras del acontecer inesperado, pues sólo se sentirán seguros si se mantiene la continuidad
acostumbrada entre previsión de la actividad y acontecer percibido en curso. Así le ocurre al ejecutivo
presionado por la planificación de su tiempo disponible, candidato a sufrir síndromes de estrés
permanentemente ante el curso del acontecer. Por el contrario, los sujetos que más fácilmente se arriesgan
a emprender actividades no suficientemente previstas en su forma de ejecución, serán los sujetos más
versátiles para adaptarse a la discontinuidad entre previsión y acontecer, y, por consiguiente, los sucesos
del acontecer no serán percibidos por ellos como realmente inesperados. Así, es frecuente encontrarse con
el artista plástico o el escritor que, no habituado a someter el rendimiento de su trabajo a planificaciones de
agenda, se familiariza con el azar y la discontinuidad del acontecer y tiende a percibir los acontecimientos
como “esperables”. Podrían también imaginarse casos más extremos: por ejemplo, la híper fijación de
protocolos en la planificación de tiempos y espacios por una parte (v.g. el mayordomo de palacio) y la
absoluta carencia de planificación (v.g. el vagabundo callejero) en las previsiones de su actividad y las
quiebras del acontecer, que serán percibidas por ellos de manera opuesta. También varía la naturaleza de
aquélla relación entre previsión de la actividad y acontecer esperado o inesperado, según se imponga la
permanencia o el cambio, la estabilidad o la inestabilidad, y la frecuencia o la excepción en el curso del
acontecer. Por ejemplo, en el curso de los fenómenos climatológicos, el anticiclón condiciona la
permanencia de temperaturas estables, cielos despejados (o nieblas persistentes), y ausencia de lluvias;
mientras que el ciclón condiciona el cambio brusco y frecuente de temperaturas, la inestabilidad atmosférica
en la formación de nubes, y la sucesión y diversidad de precipitaciones. Así, según las coordenadas
geográficas (meridiano / paralelo) y la estación del año, cualquier sujeto podrá tomar en cuenta, y en
consecuencia proyectar sus actividades, conforme al curso del acontecer procedente de las condiciones
meteorológicas. Y finalmente, la naturaleza de aquélla relación entre previsión de la actividad y acontecer
esperado o inesperado variará según prevalezca la vigencia o la caducidad de los márgenes de previsión
respecto a las actividades proyectadas en correspondencia con el curso del acontecer implicado. Los
márgenes de previsión sobre aquel curso del acontecer que más compromete la actividad del sujeto, forman
parte del capital cognitivo disponible a propósito de los entornos a los que se enfrenta el sujeto. Un ejemplo
puede brindar la comprensión de lo que entendemos por “márgenes de previsión”, y “percepción de
acontecimientos”: imaginemos un entorno semipúblico como el parque de juegos infantiles en una colonia o
urbanización, en el que aparecen arrancados del suelo los aparatos, como columpios, toboganes, etc., y
que se encuentran volcados sobre el terreno en un estado deplorable. Este panorama se ofrece a la vista de
tres tipos diferentes de sujetos. El sujeto A es una persona ajena a la colonia, que atraviesa por primera vez
aquel lugar casualmente, y no dispone, por tanto, de ninguna imagen previa del sitio. El sujeto B es una
persona residente en el lugar, que dispone previamente de una imagen familiar de la zona de juegos
infantiles y que recuerda inmediatamente que el día anterior los aparatos se encontraban en su sitio y en
uso, y que desconoce las causas por las cuales los aparatos de juegos infantiles se encuentran en ese
estado. El sujeto C es una persona que, además de ser residente en el lugar, forma parte del comité
responsable de mantenimiento de los espacios comunes, y que recuerda hallarse a la espera de los
técnicos en instalaciones de juegos infantiles encargados de venir a sustituir los viejos por otros nuevos. El
sujeto A no sabe si en el panorama contemplado ha habido un cambio o si ése es el estado habitual de
deterioro del lugar, y como no se encuentra implicado con ese entorno, no siente inquietud alguna, y por
consiguiente no ve en ello ninguna quiebra del acontecer. El sujeto B sabe que ha habido un cambio, pero
desconoce por qué se ha producido y como se encuentra implicado con ese entorno, reacciona
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desasosegadamente buscando cuál puede ser la causa de esa quiebra del acontecer y presumiblemente se
apresurará a preguntar qué es lo que ha ocurrido. El sujeto C sabe que se ha tomado la decisión de sustituir
los viejos aparatos por unos nuevos, está a la espera de que los técnicos vengan a sustituirlos y el cambio
observado en el lugar le confirma la llegada de los operarios, experimentando satisfacción al ver que no
existe ninguna quiebra del acontecer, sino todo lo contrario, pues ve que se han iniciado los trabajos de
sustitución. Por consiguiente, es obvia la relación que existe entre capital cognitivo disponible y percepción
de variaciones como acontecimientos; y más aún, la relación que existe entre percepción de
acontecimientos y reacciones frente al entorno, las cuales también se producen en función de los grados de
implicación que los sujetos mantienen con esos entornos donde se perciben los acontecimientos. Pero los
márgenes de previsión que integran el capital disponible para la percepción de acontecimientos pueden
mantenerse vigentes o, por el contrario, resultar caducos. La vigencia o caducidad de estos márgenes
dependen, en último término, de hábitos mentales que sostienen respectivamente la certidumbre o la
incertidumbre sobre lo que “uno sabe”: la certidumbre / incertidumbre es una meta-representación sobre los
conocimientos disponibles por los sujetos; es decir, es una representación que establece la “confianza”
sobre representaciones de objetos, situaciones, acciones… Si se confía en éstas representaciones, hay
certidumbre; si se desconfía, hay incertidumbre. Esta meta-representación se establece socialmente por la
credibilidad que se le atribuye a los discursos sobre el acontecer, que se tornan vigentes atendiendo a su
forma de expresión, a su método de revisión y a la autoridad de quienes los garantizan, según el cuadro
2
siguiente:
Expresión:
Revisión:
AUTORIDAD:
MITO
Saber
Hacer
Narración mítica
Rito
Teología
Ritual
SACERDOTES
CIENCIA
Saber
Hacer
Ley científica
Técnica
Epistemología
Tecnología
INVESTIGADORES CIENTÍFICOS
En los Medios de Comunicación de Masas (MCM), los discursos del Mito y de la Ciencia, tanto a propósito
de lo que conviene saber como de lo que conviene hacer, se disputan su hegemonía, conviviendo y
corrompiéndose mutuamente por la celeridad con que siempre trabajaron los MCM que, desde su
nacimiento con el Periodismo surgido de la revolución industrial de la imprenta, mantienen la máxima “vale
más informar rápido que informar bien”. Por ello, la emergencia de fuentes diversas de información siempre
hoy mediatizadas por MCM, se ven fuertemente sometidas a controversias, carentes de legitimidad porque
se fraguan en redes interpersonales de interpretación (las conversaciones efímeras) que, en consecuencia,
resultan fragmentadas y descontextualizadas porque esas redes se sostienen sobre vínculos cada vez más
vulnerables… Situación que se agudiza con la experiencia de Internet. Ahora bien, convendría considerar
las relaciones existentes entre situaciones de inestabilidad social en el curso del acontecer, y las metarepresentaciones de la certidumbre o incertidumbre, cuya vigencia o cuya caducidad sobre los márgenes de
previsión atañen a los acontecimientos que más implican. Puede haber inestabilidad social (procesos
acelerados de cambios, riesgos serios para la salud de las personas y carencia de recursos elementales de
comida, agua, etc., como ocurre en las guerras) y sin embargo desaparecer toda incertidumbre porque un
discurso social compartido se torna vigente y hegemónico. Así ocurre cuando los fascismos o los
fundamentalismos triunfan acrecentando el número de sus seguidores, dispuestos a arriesgar su vida en
pos de una causa… Mientras que, al contrario, puede haber estabilidad social (sólo se aceleran cambios
menores, cualquier atisbo de revolución o de cambio trascendental deja de ser vislumbrado, y tanto la salud
como la provisión de recursos estar aseguradas, como ocurre en las sociedades del primer mundo) y, sin
embargo, desaparecer toda certidumbre porque no hay un discurso social compartido vigente y
hegemónico, sino varios en conflicto: cada cual cree tener el suyo, y se busca la seguridad y la confianza
sobre el capital cognitivo disponible llevándolas al terreno de los afectos y de las redes de discusión y
controversia que brindan las relaciones personales, cada vez más efímeras y virtuales…
Los peligros del acontecer y los reajustes del comportamiento.
Las amenazas y los riesgos asociados a las quiebras del acontecer se perciben de forma distinta
dependiendo de los márgenes entre los cuales sitúa el sujeto sus previsiones. Si los márgenes son
extremos, desaparece la percepción de amenazas o de riesgos asociados a las quiebras del acontecer; si el
sujeto se sitúa en un margen intermedio de previsión, las quiebras del acontecer se perciben como
amenazas o como riesgos a los que el sujeto se enfrenta. Y aquí radica la fuente de incertidumbres para las
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meta-representaciones de los discursos, sean o no vigentes, que circulan por las redes interpersonales de
relaciones entre los sujetos. Ahora bien, el sujeto siempre se sitúa dentro de unos márgenes de previsión
conforme a diferentes grados de la intensidad con que experimenta la implicación personal frente al
acontecer, y conforme a diferentes intervalos o dilaciones de reflexividad entre los estímulos y las
reacciones que pone en juego. Ver Figura 3
Figura 3
En esta figura, el punto de origen es el “yo” en el “aquí” y “ahora” ante las quiebras del acontecer que
comprometen diferentes tipos de reacciones del sujeto. La urgencia de estas reacciones adquiere diferente
naturaleza en función de la intensidad con que se desencadenan y en función de la complejidad con que se
emprenden. Cuanto más inmediata es la urgencia de la reacción, menor es la complejidad, y a la inversa,
Implicación
Concurrencia
de otros
Miedo
Amenaza
Peligro
Vulnerabilidad
Riesgo
El “yo”, en
el “aquí” y
“ahora”,
ante el
acontecer
Reflexividad
Reacción
orgánica
Reacción
cognitiva
Discursos
Discursos
hegemónicos
Discursos
canónicos
cuanto mayor es la complejidad en la construcción de la respuesta, menos urgente aparece la reacción. De
lo contrario, estaríamos condenados a no poder reaccionar ante los acontecimientos si el mayor grado de
complejidad se correspondiese con la mayor urgencia. En la figura 3 hemos convenido pues en establecer
la “urgencia” y la “complejidad” con esta relación inversa, recurriendo a las nociones de “implicación” y
“reflexividad”. La “implicación” es ya una noción conocida en nuestro discurso: baste recordar el ejemplo
citado del cambio en el parque de juegos infantiles, sólo percibido como amenaza por el sujeto B, implicado
con ese entorno pero cuyo capital cognitivo sobre la previsión del cambio determina su percepción. Cuando
la “urgencia” en la reacción no procede de un capital cognitivo que se mantiene consciente, sino de una
reacción orgánica inconsciente, no hablamos de “amenaza” sino de “miedo”, reacción emocional que sólo
experimentan aquellos seres vivos, como los mamíferos, cuyo desarrollo cerebral (presencia del sistema
límbico) ya dispone de ajustes de comportamiento instintivos (llamados “pautas fijas de acción” comunes a
la especie) que a diferencia de otros seres vivos con pautas de fijas de acción heredadas, ya involucran
emociones. Las emociones sirven precisamente para mejorar las reacciones orgánicas de urgencia con
descargas de sustancias neurotransmisoras como las endorfinas. Más allá de la percepción de “amenazas”,
el capital cognitivo necesario para construir respuestas del sujeto, según el esquema de la Figura 3,
adquiere mayor complejidad, que procede de las mediaciones interpuestas entre la reacción y la respuesta
del sujeto, entre el organismo y la construcción social del comportamiento. Así, un “peligro” se percibe
cuando se dispone de “discursos” que categorizan los rasgos asociados a situaciones imprevistas. Por
ejemplo, tras la “amenaza” percibida por diversos sujetos del tipo B de nuestro ejemplo anterior, puede
haber quien la asocie a movimientos de tierras ocasionados por obras en el subsuelo, quien la asocie a los
desperfectos vandálicos de una juerga callejera, etc., en función de valoraciones personales vinculadas a
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diferentes tipos de discursos traídos a colación para explicarse el cambio. Históricamente hay discursos
disponibles por los sujetos que se imponen de forma hegemónica, unas veces como consecuencia de
ideologías dominantes, otras veces como consecuencia de hábitos culturales que terminan extendiéndose
en el ámbito de los grupos humanos, etc. Cuando algún discurso se hace hegemónico, las previsiones
asociadas a las quiebras del acontecer sirven para confirmar alguna “vulnerabilidad” a la que conviene
prestar atención prioritaria con el objeto de evitar “riesgos”, los cuales ya sólo se sustancian si el discurso
hegemónico se convierte en un “discurso canónico”, o ejemplar, al cual la sociedad debería plegarse
mediante la adopción de determinados protocolos de previsión o afrontamiento. Por ejemplo, tras los
peligros asociados a los discursos para explicar el deterioro del parque de juegos infantiles, puede haber
alguno que se torne hegemónico: v.g. la ausencia de rigor policial contra juergas callejeras, el abandono de
la seguridad ciudadana, y la creciente relajación de costumbres de la juventud, crisis de valores, etc.
Finalmente, ante tales riesgos, puede convertirse en “discurso canónico” de prevención de riesgos para la
seguridad ciudadana, la vigilancia y el castigo frente a la educación y la reinserción, el código penal frente al
código civil, la disciplina y la rigidez de las normas, frente a la libertad y la creatividad, etc. En todos estos
intervalos de menor a mayor complejidad, interviene pues una mediación creciente de procesos previos de
comunicación, de interacciones sociales recursivas que imponen plazos de tiempo mayores entre la
implicación y la reflexividad y que provocan dilaciones superiores de respuesta, cada vez menos inmediata.
En consecuencia, la “concurrencia de otras personas” necesariamente indispensables para llegar a la
percepción y previsión de “riesgos” aumenta considerablemente tal y como queda consignado en la Figura
3. La implicación, por consiguiente, decrece a medida que aumenta la reflexividad de las mediaciones y la
necesaria concurrencia de otras personas, grupos, instituciones, formaciones sociales, etc. E inversamente,
la reflexividad de las mediaciones resulta menor mientras la urgencia de la implicación sea mayor.
Finalmente debemos añadir que estos nuevos “caparazones de incertidumbre” se tornan en “caparazones
de supervivencia” que, en nuestro dominio de existencia, se asemejan a las capas de una cebolla o de una
alcachofa: puede sentirse “miedo” sin percibir una “amenaza”, “peligro”, “vulnerabilidad” y “riesgo”, pero no
se puede reflexionar sobre “riesgos” que no contengan en su génesis hetero-referencias a la
“vulnerabilidad”, auto-referencias al “peligro”, percepciones de “amenazas” y reacciones emocionales de
“miedo”. Es obvio que los MCM logran intervenir tanto más sobre la imposición de discursos hegemónicos
(construyendo la imagen de la “vulnerabilidad”) y de discursos canónicos (contribuyendo a establecer
protocolos de afrontamiento frente a los “riesgos”), cuanta más referencias al “peligro” proponen y cuantas
más percepciones de “amenazas” representan en sus relatos, hasta provocar las reacciones originarias de
“miedo” en aquellas personas más desvalidas ante la complejidad de los discursos, como es el caso de los
niños. Es ilustrativa, a este respecto, la pregunta que un niño le hacía a su padre tras haber visto un
reportaje sobre el “cambio climático”: “Papa, ¿es verdad que nos vamos a morir quemados por el calor?”.
NOTAS:
1.
2.
Moles, A. y Rhomer, E. Psychologíe del'espace, París, Casterman, 1972: 60.
(Piñuel Raigada, J. L. y Lozano Ascencio, C. Ensayo general sobre la comunicación, Barcelona, Paidós, 2006, 178).
10
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
La Internet como bien público.
Acceso, brechas y puentes transitables en la construcción de la Sociedad de la
Información. Notas para una discusión más amplia.
Raúl Trejo Delarbre
Cuando definimos a la Internet como la red de redes(1) quisimos destacar el carácter abierto, entrelazado y
descentralizado que tiene esa creciente colección de conexiones. En el transcurso de 10 años, desde que
en octubre de 1993 el gobierno estadounidense abrió la world wide web al tráfico comercial(2) –hasta
entonces había estado limitada a funciones militares– la cantidad de hosts o equipos de cómputo
conectados a la red ha crecido de 2 millones, a cerca de 200 millones para fines de 2003(3). La cantidad de
sitios web aumentó de 228 en octubre de 1993, a cerca de 45 millones para octubre de 2003. Los usuarios
de este espacio social y medio de comunicación eran 3 millones en 1993 y una década más tarde rebasan
los 600 millones en todo el mundo.
La cantidad de países conectados a la Red ha crecido en las mismas proporciones. Sin embargo la
expansión de la Internet es tan desigual como la de otros bienes y servicios en cada región del mundo. El
Cuadro 1, con datos de la empresa Nielsen, expresa claramente la disparidad en la presencia de la Red y
su crecimiento reciente.
Cuadro Uno
La red de redes ha seguido expandiéndose y, en su constante diversificación, ha permitido nuevos usos
mercantiles, sociales, educativos, culturales y políticos. Sin embargo la brecha entre quienes tienen acceso
a esa información y aquellos que siguen marginado de ella, no se ha cerrado con la misma rapidez.
El crecimiento de la Internet ha desbordado muchas de las previsiones que se hacían a comienzos de los
años 90 pero su estructura misma ha permitido que la reflexión acerca de ella la recorra de inmediato. El
carácter reticular, que pensadores como Manuel Castells (4) han identificado también como el sustento y la
originalidad de este medio, sirve para los propósitos más variados y puede ser reconocido como la esencia
de la Internet. Más recientemente, el pensamiento acerca de esta red de redes ha reconocido su
ensanchamiento constante y desenvuelto. David Weinberger reconoce en la Internet a un proyecto en
construcción. Y explica: “Es la red más compleja jamás creada. Es por muchas veces en magnitud la más
grande colección de escritos y obras humanos en la historia. Es con mucho más robusta que las redes más
pequeñas no obstante que fue creada sin gerentes”(5).
A la Internet, como eje de un sistema de información constante y creciente, imbricada con desarrollos
tecnológicos como la digitalización de contenidos de toda índole y su transmisión con la velocidad y la
ubicuidad que permiten los sistemas satelitales, se le ha equiparado con la Sociedad de la Información. Esa
ha constituido una vía para reconocer, sin magnificarlas pero tampoco desatenderlas, las enormes
posibilidades que ofrecen tales tecnologías. Cuando se habla de Sociedad de la Información –y más aun,
cuando se prefiere considerarla Sociedad del Conocimiento– a esta nueva plétora de datos, mensajes y
contenidos se le ubica como sustento de aspiraciones relacionadas con la equidad y la justicia social. Pero
1
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
al mismo tiempo, ubicarla en ese contexto permite reconocer que ni la Internet, ni cualquier otro desarrollo
tecnológico, cambiarán por sí solos los rezagos que padecen cada sociedad y el mundo todo. Por eso,
hablar de Sociedad de la Información implica, además, el reconocimiento de las numerosas desigualdades
que existen no solo en el acceso sino en la calidad de los contenidos que la gente, de acuerdo con sus
circunstancias, puede contemplar, gestionar o colocar en la red de redes.
TECNOLOGÍA, CONOCIMIENTO Y FUTURO
Las definiciones más completas acerca de la Sociedad de la Información le incorporan, como a cualquier
sistema social en donde sea deseable propiciar la equidad de oportunidades, connotaciones libertarias e
igualitarias. No podía ser de otra manera si a la Internet se la relaciona con la democracia –aunque la red de
redes, como instrumento de comunicación que es, no constituye por sí misma garantía de democracia–. De
esa identificación entre Internet y causas social y políticamente reivindicables, resultan puntualizaciones
como la siguiente:
“No se puede concebir una verdadera sociedad de la información sin garantizar la libertad de expresión y
especialmente la expresión de la prensa y los medios. Los periodistas que actualmente están sujetos a
frecuentes y poderosas presiones, incluso en democracias firmemente establecidas, son mediadores y
garantes de la transmisión de la información y el conocimiento, haciendo posible que los ciudadanos
cumplan con su legítimo papel en el debate democrático. Por eso, es importante recordar que deben poder
cumplir libremente con su trabajo.
“La sociedad de la información no se refiere solo a medios técnicos de comunicación: debe permitir
la creación y el desarrollo del conocimiento y merece evolucionarse más allá del acercamiento solamente
tecnológico que ha prevalecido hasta ahora, para que esa concepción incluya temas relacionados con los
contenidos. Es tiempo de tomar en cuenta las necesidades y los derechos de los usuarios, que van desde el
entrenamiento técnico y ético en las tecnologías de la información y la comunicación, hasta la posibilidad de
intercambiar y producir contenidos culturalmente diversificados en sus propios idiomas y en una variedad de
formas de comunicación no limitadas a la escritura y que incluyan el habla, sonidos e imágenes” (6)
¿Qué es, entonces, sociedad de la información? Más allá de las definiciones académicamente
escrupulosas, o políticamente correctas, resulta interesante asomarse a lo que se dice de ella en la propia
Internet. El sitio googlismos(7), que está asociado al conocido motor de búsqueda Google pero en lugar de
domicilios web ofrece un listado de frases encontradas en la red de redes acerca de una palabra específica,
muestra más de 200 definiciones para ese concepto. Como ocurre con gran parte de los contenidos que hay
en la Red, no se mencionan las fuentes de esas descripciones. Entre ellas, en una búsqueda realizada en
julio de 2003, rescatamos las siguientes.
Sociedad de la información es una red para la gente.
Sociedad de la información es una prioridad mayor para el gobierno.
Sociedad de la información es un proyecto en donde el conocimiento tiene una posición central.
Sociedad de la información está en el corazón de lo político.
Sociedad de la información no es ideológicamente neutral.
Sociedad de la información es un término empleado para describir una sociedad y una economía que
hace el mejor uso posible de las tecnologías de la información y la comunicación.
Sociedad de la información es tan deseable como ineluctable.
Sociedad de la información es aquella que mejor capacita a la gente para realizar sus aptitudes y
cumplir sus aspiraciones.
Sociedad de la información está siendo generada en varios países.
Sociedad de la información es el impacto de la tecnología de la información y las comunicaciones en
toda la economía y la sociedad civil.
Sociedad de la información es un factor esencial para el desarrollo sustentable de nuestras regiones.
Sociedad de la información está basada en la libertad de expresión.
Sociedad de la información es la sociedad de mañana.
En tales definiciones hay un encuentro entre tecnología y acumulación de conocimientos. La
responsabilidad del poder político para buscar y moldear la utilidad social que tendrá esa acumulación de
datos, su carácter político e ideológico, la presencia inevitable que adquiere en la vida contemporánea, su
2
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entrelazamiento con el desarrollo y el futuro aparecen –y no es casual– en esas descripciones de la
Sociedad de la Información.
3
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ACCESO, EQUIPO Y DESTREZAS
De la mano con la Internet y las aspiraciones que se concentran en la Sociedad de la Información, el
concepto brecha digital ha permitido identificar algunos de los faltantes principales en el desarrollo de la red
de redes. Inicialmente circunscrita a la disponibilidad de conexiones en una localidad o sociedad
determinadas, ahora a la brecha digital se la relaciona, además, con la calidad de los contenidos y de las
conexiones mismas. Es decir, la idea de acceso que fue originaria para entender esa brecha ha sido
ampliada a otros indicadores.
Un grupo de promotores de la Internet reunido en el proyecto bridges.org y que ha manifestado su
preocupación por el dispar crecimiento mundial de la Red de redes, ha enumerado de la siguiente manera
cinco diferentes acercamientos a la brecha digital:
“Hay cinco perspectivas básicas acerca de lo que es y lo que resuelve la brecha digital, las cuales se
relacionan con varios elementos de las tecnologías de la información y la comunicación:
1. “La brecha digital es la ausencia de conexiones físicas y adiestramiento. El gobierno, las ONGs y las
iniciativas del sector privado deberían proveer equipo de cómputo, accesos a las redes y (desde algunos
puntos de vista) entrenamiento para superar la brecha digital.
2. “La brecha digital es la ausencia de computadoras, acceso y adiestramiento, pero con el tiempo ese
problema se resolverá por sí mismo. Se requieren equipo de cómputo y acceso a la red, pero el mercado y
los proyectos de desarrollo selectivo resolverán ese problema por sí solos impulsando la reducción de
precios, auspiciando áreas de entrenamiento para las nuevas tecnologías y extendiendo la infraestructura a
regiones alejadas.
3. “La brecha digital es la ausencia de computadoras y adiestramiento, exacerbada por ineficaces
políticas y acciones (o ausencia de ellas) gubernamentales, que impide el desarrollo y uso de
computadoras. Hasta que esas políticas cambien la brecha digital no será resuelta.
4. “La brecha digital es una oportunidad perdida, con grupos en desventaja que no tiene posibilidad de
aprovechar eficazmente las nuevas tecnologías para mejorar sus vidas. Lo que realmente importa es cómo
se emplea la tecnología y su increíble potencial para mejorar la calidad de vida de los grupos en desventaja;
su uso efectivo requiere computadoras, conexiones, adiestramiento, contenido localmente relevante y
auténticas aplicaciones de la tecnología para resolver sus necesidades inmediatas.
5. “La brecha digital es reflejo de la carencia de alfabetización básica, pobreza, saludo y otros temas
sociales. Las computadoras son útiles, pero nada permitirá a una sociedad resolver la brecha digital hasta
que la alfabetización básica, la pobreza, la atención para la salud y esos asuntos sean atendidos” (8)
En esa variedad de perspectivas los indicadores para estimar la brecha digital son sustancialmente los
mismos: conexiones y equipo, así como capacitación para aprovecharlos. La diferencia está en el énfasis
que invierta y los efectos que logre cada actor en la promoción de un uso social extenso de las nuevas
tecnologías. La responsabilidad que en cada uno de esos enfoques se asigna a gobierno, empresas y
organismos civiles puede variar. En todo caso puede considerarse que a la brecha digital no se le abate
desde un solo flanco.
Es preciso reconocer una desigualdad originaria, pero además creciente, en el aprovechamiento de las
nuevas tecnologías de la información. Países como Estados Unidos llevan una ventaja que se multiplica
cada día y cada año ya que las naciones más atrasadas no toman medidas para superar esa brecha.
COMPUTADORAS Y CONEXIONES EN AMÉRICA LATINA Y EL MUNDO
El empleo de computadoras es un indicador de tal desigualdad. Una estimación publicada por el Banco
Mundial sobre la cantidad de datos procesados en equipos de cómputo en varios países, puede ser
presentada como hacemos en la gráfica titulada Capacidad de procesamiento de cómputo. Las cifras en
esa gráfica muestran el porcentaje que cada país alcanza en la capacidad total de procesamiento de datos
en el mundo. Esas cantidades resultan de estimar los millones de instrucciones por segundo que pueden
4
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ser procesados en los equipos de cómputo que hay en todo el mundo. La información a partir de la cual
elaboramos esta gráfica se encuentra en el 2002 Knowledge Assessment del Banco Mundial(9).
Capacidad de procesamiento de cómputo
40
35
30
25
20
15
10
5
0
Argenti
Brasil
na
%
0.39
1.01
Chile
0.15
Colomb
Aleman Australi
México
China España
ia
ia
a
0.28
1.02
5.23
1.9
1.83
1.42
Estado Gran
s
Bretañ
Unidos
a
35.63
4.53
India
Suecia
0.69
0.94
Fuente: a partir de datos correspondientes a 1998 recopilados en el 2002 Knowledge Assessment del
Banco Mundial
Con razón la profesora Pippa Norris, que durante años se ha dedicado al estudio de las relaciones entre
política y medios de comunicación ha considerado, en un libro reciente acerca de la brecha digital: “El hecho
de que en el mundo virtual hay inequidades absolutas entre naciones ricas y pobres difícilmente resulta
sorpresivo; sería ingenuo esperar otra cosa en vista de las disparidades sustanciales en cualquier otra
dimensión de la vida desde la atención a la salud y la nutrición hasta la educación y la longevidad. A pesar
de las muy exageradas esperanzas de algunos ciber-optimistas, la Internet no va a erradicar súbitamente
los fundamentales y desatendidos problemas de las enfermedades, la deuda y la marginación que enfrentan
los países en desarrollo” (10).
Y menos lo hará si el equipo básico para aprovechar a la Internet se distribuye con tantas disparidades
como se aprecia en la gráfica “Computadoras por cada cien habitantes en países de América Latina”.
Elaborada a partir de datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones(11), esa gráfica puede
compararse con la siguiente, que muestra en equipamiento en materia de cómputo en otros países del
mundo. En tanto Argentina y Brasil tienen recursos similares en ese terreno (con 8.2 y 7.48 computadoras
por cada cien personas) Chile, con 11.93 se despega del promedio sudamericano y México se mantiene
rezagado con un modesto 6.87. Son evidentes el esfuerzo de Uruguay (con más de 11 computadoras por
cada cien habitantes) y muy especialmente el de Costa Rica, cuyas 17.02 máquinas por cada cien personas
superan al equipamiento que tiene España.
5
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Computadoras por cada cien habitantes
en países de América Latina
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Argen Bolivi
Brasil Chile
tina
a
%
8.2
2.28
7.48 11.93
El
Colo Costa Ecua
Méxic Nicar Parag
Urugu
Salva
Perú
mbia Rica
dor
o
agua uay
ay
dor
4.93 17.02
3.11
2.19
6.87
2.79
1.42
4.79
Fuente: a partir de datos correspondientes a 2002
recopilados por la Unión Internacional de Telecomunicaciones
6
11.01
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Computadoras por cada cien habitantes
en países de otras regiones
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Alemania Australia
%
43.49
51.58
China
España
Francia
1.9
16.82
44.17
Estados
Gran
Unidos Bretaña
62.5
36.62
India
Suecia
0.58
56.12
Fuente: a partir de datos correspondientes a 1999
recopilados en el 2002 Knowledge Assessment del Banco Mundial
Las capacidades diferentes para aprovechar la Red se traducen, desde luego, en una presencia también
dispareja en el suministro de contenidos en la Internet. Para aquilatar la gráfica Hosts de Internet por cada
10 mil habitantes en países de América Latina es preciso advertir que el mayor valor de la escala con que
está diseñada es 400. Así, los 211 equipos que Uruguay tiene conectados a la Red –por cada 10 mil
habitantes– destacan frente a los 128 de Argentina, los 96 de Brasil y los 91 de México.
7
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Hosts de Internet por cada 10 mil habitantes
en países de América Latina
400
350
300
250
200
150
100
50
0
#
El
Argen
Colom Costa Ecuad
Méxic Nicara Parag
Urugu
Bolivia Brasil Chile
Salva
Perú
tina
bia
Rica
or
o
gua
uay
ay
dor
128
1.84
96
80
13.4
21
2.63
0.8
91.5
4.2
4.8
5.2
211
Fuente: a partir de datos correspondientes a 2002
recopilados por la Unión Internacional de Telecomunicaciones
Sin embargo, para cotejar esa gráfica con la que muestra la cantidad de hosts o anfitriones de la Red en
países no latinoamericanos hay que tomar en cuenta que la segunda está presentada en una escala donde
el mayor valor es 4000. Es decir, si quisiéramos comparar las dimensiones reales del acceso
latinoamericano a la Red con la situación en Estados Unidos, Europa y otras zonas, sería preciso imaginar
que las barras de la primera gráfica son 10 veces menores que las mostradas en la segunda. De ese
tamaño es la diferencia.
Al respecto, en un sugerente libro el profesor de Ciencias de la Computación Ben Shneiderman recuerda
que “La diseminación de Internet es mucho menor en otros países alrededor del mundo que en Estados
Unidos. Muchas naciones europeas tienen tasas de utilización de Internet cercanas al 50% pero en América
del Sur, el país a la cabeza en el empleo de Internet es Brasil con solamente el 3% de cobertura. En
muchas naciones de Africa y Asia solo hay un proveedor de servicio de Internet (ISP) y el consumo es
menor al 1% de la población” (12)
8
REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Hosts de Internet por cada 10 mil habitantes
en países de otras regiones
4000
3500
3000
2500
2000
1500
1000
500
0
#
Alemani
Australia
a
314
1304
China
España
Francia
Estados
Unidos
Gran
Bretaña
India
Suecia
0.68
145
233
3729
485
0.81
950
Fuente: a partir de datos correspondientes a 2002
recopilados por la Unión Internacional de Telecomunicaciones
INVERTIR EN LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Las diferencias internacionales en equipamiento y presencia en la Red se traducen en una distinta
apreciación de la sociedad acerca de la Internet. Además esas desigualdades tienen consecuencias
políticas y culturales pero también, comerciales. Si en un país con desarrollo escaso el costo de acceso a la
Internet es superior al que disfrutan los ciudadanos en naciones industrializadas, las expectativas de la
gente para aprovechar los recursos de la Sociedad de la Información habrán de ser muy distintas.
El ya citado Shneiderman advierte al respecto: “El costo es un asunto central para muchos pero las
limitaciones del equipo, entendidas como algo difícil, así como la ausencia de utilidad, desalienta a otros. Es
difícil exagerar la importancia de exponer la brecha digital internacional debido a la capacidad para acelerar
el desarrollo económico que beneficia a todas las naciones y la oportunidad para promover iniciativas
sociales que apoyen movimientos constructivos, en vez de violentos. Si las naciones van a alcanzar la meta
de usabilidad universal, entonces los investigadores y los desarrolladores de tecnología necesitan mejorar
agresivamente los actuales productos, dirigirlos hacia las realidades de las necesidades locales y aumentar
la importancia de los servicios en la Red” (13)
Añade ese autor: “Así, la usabilidad universal ha emergido como un asunto importante. La complejidad que
propagan las tecnologías de la información y la comunicación, en parte, desde el alto grado de interactividad
que se necesita para la exploración de información, las aplicaciones comerciales y las actividades creativas.
La Internet está urgiendo debido a su respaldo a la comunicación interpersonal y las iniciativas
descentralizadas: los empresarios pueden abrir negocios, los periodistas pueden iniciar publicaciones y los
ciudadanos pueden organizar movimientos políticos”(14)
Y allí, puesto que se trata de un asunto de consecuencias variadas y de interés general, es en donde resulta
fundamental la intervención del Estado. No nos detendremos aquí a comentar las consecuencias que han
tenido las políticas de impulso a la Internet en países como Costa Rica y Brasil (las gráficas anteriores son
9
REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
suficientemente explícitas) en comparación con la ausencia de políticas específicas en ese campo que se
han padecido, por ejemplo, en México. Pero la sola equiparación del dinero que las naciones destinan al
desarrollo en las tecnologías de información permite advertir el interés que sus gobiernos y sociedades
tienen para aprovechar –o ignorar– las posibilidades de recursos como la Internet.
Elaboradas con datos del Banco Mundial, las dos gráficas siguientes muestran el porcentaje que, de su
Producto Nacional Bruto, invierten distintos países en tecnologías para la información y la comunicación. No
se trata de porcentajes del gasto público sino del desembolso total, que incluye inversión privada. En la
gráfica con información de países latinoamericanos se puede observar la interesante apuesta de Colombia,
el ligero rezago de México, el esfuerzo de Argentina y Brasil a pesar de sus respectivas y diferentes crisis.
En la otra, se manifiesta el gran intento de China para actualizarse en esta materia, así como la expresión
de la intensa actividad mercantil que el sector de la informática significa en países como Estados Unidos,
Gran Bretaña y Australia.
Porcentaje del PNB que se invierte en tecnologías de la
información y la comunicación en países de América Latina
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
%
Argentina
Brasil
Chile
Colombia
México
3.4
5.82
5.74
8.85
4.2
Fuente: a partir de datos correspondientes a 1999
recopilados en el 2002 Knowledge Assessment del Banco Mundial
10
REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Porcentaje del PNB que se invierte en tecnologías de la
información y la comunicación en países de otras regiones
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
Alemania Australia
%
5.27
8.85
China
España
Francia
4.86
4.3
5.96
Estados
Gran
Unidos Bretaña
8.87
9.35
India
Suecia
3.46
9.28
Fuente: a partir de datos correspondientes a 1999
recopilados en el 2002 Knowledge Assessment del Banco Mundial
UN ÁREA PÚBLICA EN LA INTERNET
Atajar las brechas digitales, edificar una auténtica sociedad de la información y lograr que el auge de las
nuevas tecnologías de este tipo no se limite a la ampliación del mercado que suelen dominar grandes
empresas, pasa por el reconocimiento de la información y sus accesos como un bien público. De la misma
manera que la Internet constituye, crecientemente, la zona más vital, abierta y creativa del espacio público
en las sociedades contemporáneas, también se puede considerar que es y debiera seguir siendo una
destacada porción del patrimonio social y cultural de la humanidad.
El fortalecimiento del espacio público, que suele ser reconocida como una de las tareas indispensables en
la construcción o la consolidación de las democracias, implica la solidificación de una Internet en todos los
sentidos accesible a los ciudadanos. Promover la utilización libre y extensa de la Red constituye una de las
tareas indispensables, hoy en día, para que esa vital zona de la sociedad contemporánea no quede poblada
solo de consumidores de información.
En América Latina todavía nos encontramos con resistencias a reconocer esa relevancia de la Internet. Por
eso es pertinente atender a las recomendaciones que, con un tono prácticamente perentorio, hacen los
destacados sociólogos Michael Gurevitch y Jay G. Blumler en un texto que ha circulado, precisamente, en la
Red.
“En suma –concluyen un alegato a partir del uso que la Internet ha tenido en coyunturas como el 11 de
septiembre de 2001 y en ocasión de la guerra contra Irak– debemos proponernos el fortalecimiento de un
espacio público y cívico en el ciberespacio, que sea preservado por un organismo público responsable de
ello. Como sería un área pública debería ser concebida como un espacio abierto, que respaldase
institucionalmente la extensión de las oportunidades de la gente para contribuir a las políticas públicas en
11
REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
aquellos asuntos que le conciernen significativamente –una extensión que crecería en compromiso e
influencia al grado de que esas oportunidades sean ocupadas y usadas por todos los involucrados– para
finalmente ser parte de nuestro equipamiento democrático (15)
Luego de proponer la creación de esas garantías institucionales para que en la Internet se preserve el
espacio abierto que le permita ser zona de deliberación e influencia de la sociedad, esos autores miran al
plano internacional de nuestros días:
“Las capacidades de la Internet para trascender fronteras deberían ser aprovechadas para avanzar hacia
una democracia supra nacional. Instituciones supra nacionales y un parlamente supra nacional ya son
hechos familiares en el panorama político europeo. No hay razón, entonces, para que no pueda ser
establecida un área pública en el ciberespacio. Y si ese esfuerzo logra añadir una dimensión democrática a
la política en Europa, podrían considerarse vigorosamente las vías para aprovechar su amplio potencial
global. De esa manera se podría hacer una positiva aportación política al estado de cuentas de los pros y
contras del proceso de globalización”.
NOTAS.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
Raúl Trejo Delarbre, La nueva alfombra mágica. Usos y mitos de Internet, la red de redes. Fundesco, Madrid, 1996.
La world wide web era pública desde 1991 pero solamente había sitios con texto. La utilización del explorador Mosaic permitió,
dos años más tarde, navegar de un sitio a otro e ir incorporando material audiovisual.
Según estimaciones de Robert H. Zakon en su indispensable Hobbe´s Internet Timeline:
http://www.zakon.org/robert/internet/timeline/
Manuel Castells, La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Volumen 1. Alianza Editorial, Madrid, 1997.
David Weinberger, Small Pieces Loosely Joined. A unified theory of the web. Perseus Publishing, Cambdirge, 2002, p. 23.
Freedom of expression in the Information Society. Reporte final del simposio internacional organizado por la Comisión Nacional
Francesa para la Unesco en colaboración con la Unesco. París, noviembre 2002.
http://www.googlism.com/index.htm
"Defining the digital divide", en: http://www.bridges.org/spanning/annex1.html
World Bank, 2002 Knowledge Assessment, http://www.worldbank.org/
Pipa Norris, Digital Divide. Civic Engagement, Information Poverty, and the Internet Worldwide. Cambridge University Press, 2001,
p. 49.
International Telecommunications Union, http://www.itu.int/ITU-D/ict/statistics
Ben Shneiderman, Leonardo'
Shneiderman, ibid.
Ibid., pág. 38.
Michael Gurevitch y Jay G. Blumler, "The vulnerable potential of the internet" en Open Democracy, 6 de febrero de 2003,
www.opendemocracy.net
12
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Juventudes Organizadas:
La construcción de nuevas participaciones en el Paraguay
Lic. MSP. Ricardo Yamil Derene O.
Paraguayo, soltero, 27 años. Domicilio: Avda. Perú 1659. Barrio Silvio Pettirosi, Asunción
Paraguay. Tels. (595)(21) 206- 939.- (595)(971) 987-535.- E-mail: [email protected]
Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Universidad Nacional de Asunción (UNA) - Paraguay. 2000.
Master en Sociología Política (MSP). Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC). Florianópolis - Brasil.
2005.
Profesor de Sociología en la Universidad de la Integración de las Américas (UNIDA). Asunción - Paraguay.
El trabajo tiene por objetivo analizar las características de la participación política de la juventud en las
organizaciones formadas y consolidadas por ellos mismos. En la investigación introducimos el debate sobre
“juventudes”. Por esta razón, tomamos el concepto del mismo dentro de una categoría social y sus formas
de participación como el fenómeno sociológico en cuestión.
Dentro del contexto socio-político del Paraguay, existe una nueva forma de participación política juvenil
dentro de las organizaciones del mismo género, con una amplia pluralidad de expresiones, nuevas pautas y
con formas de sociabilidad diferentes a la de otras generaciones de militantes juveniles. La representación
socio-cultural de la juventud se establece como un constructo mediado por relaciones sociales que
establecen a la juventud una condición relacional, determinada por la interacción social, cuyo elemento
básico es la edad procesada por la cultura; lo que significa una representación asociada al valor simbólico
con brechas apreciables, o sea, con costumbres, comportamientos, prácticas y estructuras sociales visibles,
demarcando así la propia identidad juvenil.
Generalmente, la facticidad de su condición social se materializa con el vínculo de la edad, pero la
investigación se mantiene ligada al tema de la “moratoria social” (Margulis, 2000), concepto que nos remite
a las juventudes como una categoría histórica y no algo meramente biológica.
Las formas organizativas contemporáneas muestran formatos y estructuras diferenciadas con ideales
democráticos, pluralistas e igualitarios. De esta manera, podemos entender la idea de participación política
dentro de las organizaciones juveniles, las formas de sociabilidad de sus miembros y sus ideales de lucha
dentro de la sociedad contemporánea paraguaya. Pero, somos categóricos en afirmar que existen dos
momentos diferenciales dentro de la participación juvenil, la primera fue durante la dictadura militar de
Alfredo Stroessner (1954-1989), donde los grupos juveniles tenían determinados objetivos. Ya a partir de la
caída del autoritarismo, la militancia juvenil se reorganiza como categoría social bajo banderas diferentes,
pero especialmente reivindicando cuestiones propias del segmento social joven.
Para la investigación fueron seleccionadas cuatro organizaciones juveniles: la organización Juventud que
se Mueve (JqM) y la Fundación Paraguay 2008. Parlamento Joven (PJP), organizaciones de origen
religioso, ya que sus propulsores pertenecen a la iglesia católica; por su parte el Movimiento de Objeción
de Conciencia (MOC-PY), tiene una ligación con ONGs, pero se originó a partir de jóvenes y grupos
sociales del segmento civil organizado, por eso mantiene su carácter juvenil. El Movimiento por la
Obtención del Boleto Estudiantil (MOBE) nació a partir de los/as estudiantes del nivel secundarios de la
capital; y con la ampliación de sus objetivos conforma la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios
(FENAES), que concentra a todos los/as estudiantes secundarios del país.
La mentalidad participativa es una práctica constante y reflexiva en las cuatro organizaciones, pero la
participación tiene sus características propias en cada organización. En el MOC-PY y el MOBE-FENAES, el
objetivo final de la participación es la autogestión a través del consenso ideológico; la autonomía que ambos
grupos van desarrollando con relación a los poderes del Estado, a otras organizaciones y a las clases
dominantes, implica en un determinado grado de conciencia que refuerza la fiscalización popular sobre los
órganos estaduales (públicos y privados), y fortalece la legitimidad del poder público como repuesta a
necesidades ciudadanas reales.
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Por su parte, en las organizaciones JqM y PJP, se evidencia la influencia carismática de sus asesores que
son sacerdotes. Por esta razón, no es posible ignorar que esas organizaciones no son totalmente
independientes y autónomas, o sea, de naturaleza juvenil, ya que ellas mantienen las bases de la iglesia
católica.
Lo que la sociología de la juventud viene apuntando en investigaciones empíricas, es que la participación
juvenil contemporánea ocurre a través de organizaciones que proponen formas democráticas directas y que
critican las formas autoritarias del poder. Los grupos juveniles paraguayos aparecen en respuesta a
problemas determinados. Por ello, las acciones juveniles colectivas se tornan en la “forma” de enviar
mensajes que trascienden sus propias existencias y la manera como se estructuran dentro del entorno
antagónico social. (Mellucci, 1997)
En un sentido más genérico, la identidad ideológica de los grupos militantes puede simplificarse en: lucha
por sus ideales, cambios y mejoras. Pero las banderas ideológicas de cada organización se encuentran bien
definidas según el grupo y origen; así vimos que en la JqM y en el PJP, el tema del cambio social y el
Paraguay limpio (como una forma de decir un Paraguay diferente) refuerzan los ideales de patriotismo
(amor a la patria), de amor a Dios, de honestidad y la búsqueda de la autogestión a través de la
participación, considerados bienes comunes de los “actores políticos” – los/as jóvenes.
En el MOC-PY, las ideas antimilitaristas y de no-violencia son categóricas. Sus militantes también se
expresan contra la corrupción, así como las reivindicaciones de los valores sociales y los Derechos
Humanos. Ya el MOBE-FENAES, por ser el tipo de organización que se organiza en redes para
fortalecerse, se identifica elocuentemente con el bienestar estudiantil, la mejor educación y la búsqueda de
la igualdad como una forma reivindicativa de la condición juvenil en la sociedad por las vías de la
participación y de los valores democráticos.
El nuevo ideario político de una parte de la nueva generación de jóvenes presenta un carácter democrático
en sus decisiones; ellos buscan conservarse autónomos/as en sus crecimientos, ante la desilusión de lo
instituido, expresando su frustración pública (Mische, 1997; Ponte de Sousa, 1999). Por ello, demuestran
que las actividades juveniles son indicativas de cambios estructurales y culturales, tanto en las perspectivas
de vidas de los/as jóvenes, cuanto en la organización social y política de la sociedad paraguaya. Al analizar
los tipos de organizaciones en que militan los/as jóvenes, observamos que las organizaciones no son solo
políticas; lo político viene acompañando de lo social, cultural, del voluntariado, etc. o sea, que las acciones
de las organizaciones son políticas, pero en determinados momentos los grupos pueden tener ora un
carácter social, ora cultural o educativo.
Las juventudes se socializan con bases en modelos de socialización en crisis (Peralva, 1997) que vienen
reordenando funcionalmente las relaciones entre Estado y sociedad civil. En forma general, la política ya no
resguarda esa positividad como medio utilizado para protección de su propio espacio de valor, de
reafirmación de una voluntad propia en una condición histórica en que la sociedad moderna separó los
elementos políticos de sus resultados. El comportamiento político de los/as jóvenes paraguayos/as
organizados/as revela un desencanto con la representación política por causa de los privilegios que ella
dispone. La cuestión política está “distante” y desemboca en un sentimiento de impotencia, de falta de
control y de dominio de la política partidaria sobre la realidad social. El cotidiano de la ciudadanía interactúa
fuera de lo político, que vive para sí mismo dentro de la lógica de los partidos políticos que perdieron su
noción asociativa.
Aunque ese ideal de política se mantenga en lo cotidiano, la voluntad de los/as jóvenes es de depurar la
política para reconciliarse con ella misma, tanto por parte de la juventud como de la ciudadanía en general;
para devolverle su esencia de credibilidad y legitimidad.
La militancia juvenil
La juventud militante forma parte de la generación que expresa la contrariedad de una sociedad que vincula
las ideas de preservación del individualismo en una multiplicidad de relaciones, que sólo se realizan por
medio de la masificación (Ponte de Sousa, 1999). Por eso, nuestros/as militantes entrecruzan las
subjetividades con las experiencias sociales de los mismos, lo cual entra en contradicción con la cultura y
manifiestan críticas a las prácticas políticas tradicionales, ofreciendo una forma diferente de sociabilidad en
el escenario social paraguayo.
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La militancia socializa (Ídem, 2003) y, en muchos aspectos, los movimientos están cargados de mucha
subjetividad. Sin embargo, a través de la organización traen más objetividad a sus cotidianos. Frente a un
sistema político-social en decadencia y con una economía debilitada, las juventudes organizadas del
Paraguay muestran en sus actividades un protagonismo cualitativo, que en muchos casos, se mimetiza a
través de los medios de comunicación como un protagonismo meramente cuantitativo, ya que los grupos
analizados movilizan una cantidad significativa de jóvenes en sus acciones.
Así, la participación política juvenil es la forma de expresión de transformaciones y socializaciones que la
misma sociedad paraguaya atraviesa. Según Melucci (1997,1999), la “nueva generación” construye nuevas
estructuras a través de nuevos significados de códigos pre-existentes. Coincidiendo con el autor, vemos que
la participación estaría entonces ligada, estratégicamente, a instrumentos que conforman sus realidades así
como signos, actitudes y definiciones propias de determinados segmentos. La militancia ayuda a la
construcción de la identidad juvenil, las experiencias de haber pasado por organizaciones sociales les
permiten ampliar su visión y el sentido crítico sobre su propia condición juvenil.
En ese sentido, el concepto de participación, teniendo como referencia el campo empírico estudiado, se
refiere a acciones, objetivos, proyectos y resultados, que revierten para los propios sujetos juveniles dentro
de los movimientos y alteran su relación con el Estado y la sociedad en general. Dentro del marco de la
participación política juvenil, sus acciones generan una influencia sobre los objetivos de grupos sociales o
sobre las normas de convivencia. Por eso tienen un carácter político. No existe neutralidad en las prácticas
de sus funciones políticas al mediatizar el comportamiento social ciudadano, el ejercicio de sus derechos y
los intereses del individuo o de las colectividades.
El elemento “nuevo” de los movimientos juveniles del Paraguay está fundamentado en la idea de los nuevos
movimientos sociales (Scherer-Warren, 1987). Para delimitar la división entre los movimientos tradicionales
y los nuevos, tomamos como marco de referencia, la represión dictatorial de los años de 1970 y 1980, que
en forma general, puede representar la separación de los movimientos sociales tradicionales y las nuevas
formas organizativas. Esas formas fueron construidas y desarrolladas en las nuevas culturas políticas de
base, o sea, en la llamada democracia post-dictadura. Por lo tanto, los problemas sociales que los grupos
van enfrentando son los materiales concretos sobre los cuales trabajan los movimientos (Ídem); así fue el
caso del MOBE-FENAES, con el tema del boleto estudiantil; el MOC-PY, con el derecho a la objeción de
conciencia; la JqM sobre el combate a la corrupción y el PJP, con el protagonismo juvenil en los diferentes
aspectos de la sociedad.
Para esta crítica, las ideas anarquistas han sido valiosas. Principios que remontan al anarquismo, tales
como democracia de base, libre organización, autogestión, derecho a la diversidad y respeto a la
individualidad, identidad local y regional y noción de libertad individual asociada a la de libertad colectiva
caracterizaron a las formas de organización y de lucha de los “nuevos movimientos sociales”. (SchererWarren, 1987:40)
Lo que vemos a partir de un análisis comparativo, es que los movimientos juveniles – MOC-PY, PJP,
MOBE-FENAES y JqM – son construcciones sociales, pero más que una derivación de crisis o disfunciones,
más que una forma de expresión de creencias, son la diversificación de las expresiones juveniles (Mische,
1997) y sus acciones colectivas son el fruto de la “tensión turbadora” del equilibrio social que movilizan a
acciones para establecer el equilibrio en el sistema. (Melucci, 1999)
Además, son elementos fundamentales para estudiar los procesos sociales del país por medio de la historia
y la cultura, demostrando que la coyuntura del momento y el quehacer cotidiano establecen los
componentes de una sociedad. Las acciones de las agrupaciones juveniles estudiadas se diferencian de los
modelos de organizaciones políticas tradicionales porque, como decíamos antes, sus praxis se entrelazan
directamente con las necesidades cotidianas y sus experiencias particulares en las estructuras
organizacionales. Con eso, nuestros/as jóvenes precisan lidiar con el múltiplo papel que les exige su
condición de ser jóvenes, estudiantes, militantes, ciudadanos/as, familia, amistades, etc.
En este sentido, hacemos propias las palabras de Melucci (1997) al decir que solamente cuando la
democracia sea capaz de garantizar espacios para que las voces juveniles sean oídas, “la separación será
menos probable y los movimientos juveniles podrán tornarse importantes actores en la innovación política
social de la sociedad contemporánea”. (p.14)
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En el foco de las juventudes paraguayas
El poder de los movimientos juveniles paraguayos está en las formas de inserirse en la sociedad para
permitir reconocer su valor como segmento flexible y abierto a cambios. Una expresión clave de la sociedad
y de la cultura global, que presenta sus capacidades y derechos para intervenir significativamente en su
contexto, construir democrática y participativamente su calidad de vida y aportar para el desarrollo colectivo
social. La categoría “joven” se entrecruza entre la apatía ciudadana, el descontento colectivo, la crisis
económica, la imperante corrupción y la crisis política del gobierno.
Con todo esto, las juventudes simplemente reflejan las contradicciones que la propia sociedad paraguaya
vive, solo que al contrario de la ciudadanía en general que tiene propósitos y formas diferenciadas, los/as
jóvenes debaten sobre la crisis de la realidad en sus diversos aspectos. El comportamiento cotidiano de la
juventud militante puede mostrarnos algunos cambios de mentalidad sobre valores sociales; o sea, están
con un mayor sentido de crítica; pero a pesar de esto, el amplio segmento juvenil de la sociedad paraguaya
se encuentra inmerso en profundos problemas y necesidades básicas insatisfechas, como falta de empleos,
formación, dificultades en el acceso a la educación y a la salud, espacios favorables de participación, etc.
Todo como consecuencia de la actitud desinteresada de las autoridades gubernamentales y de la falta de
aplicación de políticas públicas coherentes a la realidad nacional.
De esta manera, las organizaciones juveniles (MOC-PY, PJP, MOBE-FENAES y JqM) revelan en sus
objetivos el deseo de cambio e intentan influenciar - formar parte - de ese contexto. Con la militancia buscan
la “revolución” cultural, política y social del Paraguay para permitir desenvolver una conciencia ciudadana
basada en valores democráticos de convivencia. Por eso, los grupos concuerdan que una mejor educación en sus diversas formas- fortalece todos los segmentos sociales y favorece al desarrollo de la ciudadanía en
general; de esta forma las organizaciones se transforman en espacios verdaderos de socialización donde
los/as jóvenes pueden canalizar y materializar sus ideas participativas.
Algunas consideraciones finales
La vida cotidiana del grupo, o segmento social, reconocido como joven tuvo innumeras creaciones y
reconstrucciones a lo largo del Siglo XX (Groppo, 2000). Pero, la investigación busca analizar las
características de las organizaciones de jóvenes que identifican a las nuevas formas participativas del
periodo llamado “democrático” en el Paraguay. Desde este punto de vista, la categoría juvenil escapa
totalmente de la perspectiva de ‘dilema o problema’ que la misma simboliza para la sociedad paraguaya.
Dentro de las agrupaciones juveniles estudiadas existe un mínimo de necesidad de desarrollar lideranzas
intelectuales o políticas, pero a pesar de esto, la participación se muestra más equitativa. Por ende, en los
diferentes casos, el valor del actuar político está en la iniciativa y el interés particular de los/as jóvenes de
participar en acciones colectivas (Melucci, 1999). Estas praxis toman como referencias los modelos
organizacionales de ONGs que presentan características más democráticas; pero, siempre manteniendo las
reivindicaciones propias del segmento juvenil.
Los movimientos juveniles del periodo post-dictadura, buscan diluir al máximo la jerarquización con
prácticas participativas más horizontales y se estructuran en redes para afianzar los lazos de participación
del segmento juvenil.
Las acciones políticas de los grupos se instituyen a partir de redes de organizaciones que promueven la
articulación de los/as jóvenes conjuntamente con los diversos segmentos sociales. Esas “redes juveniles”
nos revelan las nuevas formas de participación política juvenil paraguaya, primero por la coyuntura política
que el país vive (la democracia), segundo por la internacionalización de la cultura crítica penetrada en los
movimientos juveniles, tercero por la reacción a las formas autoritarias y centralizadoras del poder, tomando
como bandera la democracia directa, el respeto por los Derechos Humanos, la integridad individual; o sea,
los problemas sociales que los/as jóvenes enfrentan, se vuelven el sentido concreto de lucha sobre el cual
cada organización juvenil se desenvuelve.
Las cuatro organizaciones muestran una recusa total a las formas autoritarias de gobernabilidad. Pero con
relación a los reclamos de sus derechos y deberes como segmento social, los grupos son sistémicos y
buscan las vías institucionales para ejercer los derechos que la ley les garantiza como tal. Como Müxel
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(1997) expone, la visión actual de cambio es más modesta; “cambiar el mundo” ya no es la regla, sino
“mejorar las cosas”, hacerlas más viables para una convivencia democrática y participativa.
Las juventudes paraguayas exponen los problemas sociales de la modernidad, la descentralización y
fragmentación del Estado, la influencia de los organismos internacionales, los procesos de integración
regional, la globalización y otros factores que forman parte de la problemática social juvenil y que diversifica
su condición social. Por esta razón, existen nuevas formas de participación política juvenil en el Paraguay
contemporáneo, los elementos reivindicativos y las formas solidarias que las juventudes desenvuelven para
contribuir con al medio ambiente, los Derechos Humanos, la cultura, el desarrollo local, y en general, todo lo
que sea para mejorar un proyecto de vida social, expresan los cambios y las limitaciones que las juventudes
paraguayas atraviesan para buscar el cambio cultural.
BIBLIOGRAFÍA:
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Juventud: una aproximación conceptual. In: BURAK, Solum Donas (comp.) Adolescencia y Juventud en América Latina.
Cartago: Libro Universitario Regional, 2001. p. 41-56.
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MELUCCI, Alberto. Juventude, tempo e movimentos sociais. In: Revista Brasileira de Educação - ANPED – Juventude e
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MUXEL, Anne. Jovens dos anos noventa: à procura de uma política sem rótulos. In: Revista Brasileira de Educação ANPED – Juventude e Contemporaneidade. N. 5/6, 1997. p. 151-166. n. Especial.
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PONTE DE SOUSA, Janice T. Reinvenções da utopia. A militância política de jovens dos anos 90. São Paulo: Hacker, 1999.
As insurgências juvenis e as novas narrativas políticas contra o instituído. Florianópolis: PPGSP, Cadernos de Pesquisa, n.
32, oct. 2002.
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2003, UNICAMP, Mesa Redonda “História, política e teoria social: os movimentos sociais dos anos 60 e a gênese de novas
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SCHERER-WARREN, Ilse. O caráter dos novos movimentos sociais. In: KRISCHKE, Paulo (org.) Uma revolução no cotidiano?
Os novos movimentos sociais na América Latina. São Paulo: Editora brasiliense, 1987. p. 35-53.
Movimentos Sociais: um ensaio de interpretação sociológica. Florianópolis: Ed. da UFSC, 2° edição, 1987.
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
La Guerra en la Frontera llega a las pantallas televisivas:
el tema de inmigración indocumentada a Estados Unidos
Silvia Alvarez Curbelo Ph.D.
Escuela de Comunicación - Universidad de Puerto Rico
[email protected]
De un modo más general, creo que la retórica va a ser una disciplina decisiva en la reconstitución de las
ciencias sociales en la medida en que éstas abandonen cada vez más -como ya lo están haciendo- su
dependencia de las distintas variantes de un paradigma substancialista. Si esto no es aún enteramente
visible hoy en día, es por la persistencia de un prejuicio -anclado en la ontología clásica- según el cual la
retórica afecta tan sólo la superficie del lenguaje, que es tan sólo el “adorno” de una realidad que se
constituye al margen de lo figural. Pero si lo figural, por el contrario, es considerado como constitutivo de lo
discursivo, y el discurso es visto como el terreno mismo de constitución de lo social, ya no es posible
marginalizar a la retórica del modo que se lo ha hecho hasta el presente.
Ernesto Laclau, "El análisis político del discurso: entre la teoría de la hegemonía y la retórica".
By the time I get to Phoenix she'll be rising
She'll find the note I left hangin' on her door
She'll laugh when she reads the part that says I'm leavin'
'Cause I've left that girl so many times before.
Burt Bacharach, "By the Time I Get to Phoenix", 1967.
Si la luna suave se desliza por cualquier cornisa
Sin permiso alguno
Por qué el mojado precisa comprobar con visa
Que no es de Neptuno.
Ricardo Arjona, "El mojado", 2005
Resumen: La ponencia explora la ofensiva discursiva en torno al tema de la inmigración indocumentada a
Estados Unidos por parte de la cadena CNN, en particular, desde el programa Lou Dobbs Tonight. La
guerra en la frontera sur de Estados Unidos se batalla a diario en las pantallas televisivas, desde donde se
dirimen nociones de nación, cultura, raza y legalidad. El terror se torna en categoría organizadora de lo
social en Estados Unidos, de ahí que se homologuen las categorías de inmigrante, terrorista y criminal.
A Otto Santa Ana
El oficial de inmigración de Estados Unidos me pregunta con cierta incredulidad por mi razón para
viajar a Nogales, Sonora. No levanto mucha suspicacia cuando le respondo que "por curiosidad". Creo que
por mi propia edad fronteriza codificó que había ido a comprar Lipitor o algún otro medicamento cardíaco o
quizás algún ansiolítico. Por supuesto, con él, en tiempos 9/11, y en esa estación de peaje mal iluminada e
ingrata no iba a discutir sobre ningún hueco en la frontera. Del otro lado, el desierto de Arizona - con sus
cactus rosados contra el azul irreal del cielo- me hace recordar la canción de amores siempre separados por
la distancia de Burt Bacharach, By the time I get to Phoenix, que tantas veces oí cuando "era feliz e
indocumentada", no pun intended.
Viajo con mi nieta con el nombre postmilenio de Sidney. A partes desiguales es mexicana,
puertorriqueña y gringa. A menos de una hora, la ciudad de Tucson queda tan lejos como Neptuno, como
dice la canción de Ricardo Arjona en tándem con Los Intocables. A mitad de camino, una decena de
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hombres yacen esposados en el suelo, cegados por los potentes faros de la camioneta interceptora del
Border Patrol. ¿Cómo explicar a Sidney lo que pasa? ¿Por qué esos hombres que tanto se parecen al
conductor de su autobus escolar, a sus amigas y maestras de la escuela, y a sí misma, están tirados en el
borde de la carretera? Alguien en nuestra comitiva, que no es fundamentalista o aspirante a Minute-Man,
sugiere: "Porque se puede colar algún terrorista".
Arizona ha sustituido en el radar de aliens a las más tradicionales rutas de California y Texas. En la
medida en que los controles fronterizos apretaron en estos dos estados a lo largo de la década de los '90, la
geografía migratoria se desplazó a una Arizona menos vigilada. El desplazamiento a la ruta de Arizona
entronca cronológicamente con el evento bisagra de septiembre 11. Planteo que una de las estructuras
retóricas para caracterizar y fijar el imaginario del inmigrante indeseable en el discurso público- el hueco en
la frontera- alcanza entonces una renovada visibilidad y releva -aunque no cancela- el imaginario más
orgánico de la inundación, del contagio racial y lingüístico -que dominó en las últimas décadas-. (Santa
Anna)
Lo más distintivo de la nueva codificación es que el inmigrante se homologa con el terrorista y
como en la mañana de septiembre que desordena y reordena a Estados Unidos es capaz de abrir huecos,
hoyos en la frontera, heridas en la nación: the hole in the border.
Los huecos de la historia:
La historia nos ofrece un jugoso inventario de muros y huecos. En los relatos fundacionales de la ciudad
como roturación novedosa de vida social, el muro comporta un ademán complejo. Por un lado, la ciudad es
encierro, sutura, autarquía e incesto aún cuando la circulación y los intercambios de bienes materiales y
culturales y de gente subyacen a la apuesta urbana. Sus puertas, un régimen de entradas y salidas
controladas. Una pulsión de identidad, de presentar señas por demanda se impone aún cuando la ciudad
cultiva también una inclinación al anonimato, a la diversidad de oficios y perfiles socioculturales, a la
inclusión de la extravagancia.
Pero la ciudad, aclamada como un dispositivo de control de la violencia,de la errancia y de los
peligros del descampado, es aporísticamente, el lugar donde nace la guerra. Paul Virilio nos lo dice en su
apantallante Pure War: la ciudad es siempre preparación para la batalla.(Virilio) La representación
emblemática de la ciudad antigua es precisamente el muro de contención, la muralla defensiva, la muralla
de exclusión. Las hay también de lamentaciones, las hay burladas como la Troya y Jerusalén es siempre
una ciudad de Dios asediada. Aún en propuestas que dudan de la ciudad como lo hace el feudalismo, el
castillo es una ciudad en miniatura protegida por sus muros. Quizás la modernidad urbana signo del
nacimiento de Europa como poder hegemónico queda marcada por el hueco que se abre en las murallas
del imperio romano de oriente en 1453 a pura voladura de pólvora.
Crecí con la imagen de la Cortina de Hierro, un muro inventado por Winston Churchill en un
discurso en la Universidad de Missouri apenas meses después que terminara la Segunda Guerra Mundial y
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se iniciara la Guerra Fría. Pronto aparecería una Cortina de Bambú, que no fue tan popular como
representación, y es que tampoco los chinos la requerían: el peligro amarillo, el famoso "yellow peril" era
muy efectivo desde el entresiglos XIX-XX (Thompson) y, por supuesto, el Muro de Berlín. En el mareo de
libertad y prosperidad de la posguerra, el primer mundo vilifica al muro: "Ich ein Berliner" o "Mr Gorbachov,
tear down that wall", de JFK y Ronald Reagan están dentro de los "sound bytes" más famosos del siglo XX.
Cuando le ponemos imagen a la postmodernidad, con frecuencia desempolvamos del archivo mediático la
Caída del Muro de Berlín, con todo y memorabilia de cemento grafitado.
En la medida en que la Guerra Fría y su mundo geométrico se disuelve, las revolución informática
avanza y las categorías cognitivas de la globalización suplen los marcos de interpretación, emerge otra
generación de representaciones para comunicar el terror. Metáforas más volátiles, aeróbicas o acuáticas se
popularizan para representar riesgos de naturaleza viral en la acepción de Baudrillard (2001). Se imbrican
viejas nociones de desastres naturales como inundación y diluvio ; de contagio, plaga y animalizaciones con
nuevas nociones de invisibilidad, manotecnología y metástasis para describir los terrores que acechan en la
forma de inmigraciones tercermundistas, los virus informáticos, la droga, las contaminaciones y las
epidemias (la emblemática es el SIDA). (Beck)
La nacionalización del riesgo migratorio: del mojado al terrorista
Otto Santa Ana analiza la producción retórica durante la década de los noventa del siglo pasado en
el discurso público de la inmigración en California. En particular, la campaña en 1994 propulsada por el
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gobernador Pete Wilson en la que triunfó la Proposición 187 que negaba servicios esenciales a los
migrantes sin documentación. Para cuando escribe el prólogo de su libro en 1999, Santa Ana admite que
las ansiedades nativistas del comienzo de la década han mermado, en no menor grado, por la prosperidad
económica patente en el segundo mandato de Clinton. Pero advierte proféticamente: "History teaches us
that when hard times return, latinos and inmigrants will again be falsely blamed. Thus it is wothwhile to
study the public discourse of the agitated Anglo-American electoral majority when it lashed out at the Latino
communities in the 1990's." (Santa Anna)
Es interesante constatar que el análisis de las metáforas usadas para representar la inmigración por
Los Angeles Times durante la campaña, 58.2% remitían todavía a aguas peligrosas (olas, inundación)
radicalización del espalda mojada y el cruce por el Río Grande. Por su parte, las metáforas utilizadas de
manera dominante para caracterizar a Estados Unidos en el período trabajado fueron la nación como
cuerpo, que daba margen a la inmigración como enfermedad y la nación como casa. (santa Anna). Esta
última planteaba una situación ambigua: Para el presidente Reagan, al proclamar su victoria sobre el
imperio del mal, Estados Unidos era una casa con puertas abiertas frente a la amurallización del bloque
comunista. Si había pensado en algún momento en escudos protectores, éstos eran estelares. Sin
embargo, pocos años después, para los proponentes de la 187, una casa abierta era un riesgo pues podía
ser rebasada por las aguas impetuosas de la inmigración. Se podría argüir que, en momentos en que
surgían otras cartografías posibles del mundo, el discurso público intuía -aunque no necesariamente
entendía- consecuencias importantes del fin del mundo bipolar y posindustrial.
Mi segundo planteamiento es que el debate sobre la inmigración en Estados Unidos rebasa la
focalizacón regional y se nacionaliza a partir de septiembre 11 y que los dominios semánticos de carácter
bélico: la nación como fortaleza; el muro como salvaguarda del país; el inmigrante como terrorista, se
imponen en el discurso público. Este discurso público resemantiza al muro integrándolo a su arsenal
retórico. Como suele ocurrir en situaciones límite como plagas y asedios, hay que cerrar la ciudad, hay que
defenderla a cal y canto.
Lou Dobbs: el guardián mediático del muro
"Tonight's thought is on citizenship. "It is not always the same thing to be a good man and a good citizen."
That from Aristotle" Lou Dobbs.
Para entender la organización bélica del discurso público sobre el fenómeno migratorio y su
nacionalización, me parece necesario que estipulemos el rol importantísimo de la televisión de cable,
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especialmente el canal Fox News y, algo rezagados, CNN y MSNBC, en la constitución del evento 9/11. Al
atrapar el entendimiento del evento en el perímetro de alarma y emergencia de la pantalla, el terror se torna
agente y estructura simultáneamente, significando la gran mayoría de los procesos públicos -incluso los
más alejados en apariencia como los deportes y el entretenimiento- desde el rubro de la seguridad. 9/11 es
oportunidad programática y protagónica
Si Bill O'Reilly y su acérbico The O'Reilly Report presentado por la cadena Fox tienen en los pobres
blancos de Estados Unidos su audiencia privilegiada, Lou Dobbs de la rival CNN lanza sus jeremíadas y
admoniciones en Lou Dobbs Tonight a una audiencia de clase media, ese segmento desubicado,
anacrónico y debilitado en el tejido social norteamericano. Entre O'Reilly y Dobbs hay similaridades: el
estilo del "bully" que se desespera con argumentos que le lleven la contra, el alarmismo y la estridencia.
Pero también diferencias, sobretodo, en énfasis. Para O'Reilly - que aplaude a Abu Ghraib y Guantánamolos inmigrantes son fundamentalmente "thugs", pandilleros que roban, escalan, violan -propiedades,
mujeres y el trabajo de los norteamericanos. Pero no es su tema obsesivo, ese rango se lo reserva a los
"liberales" , un significante amplio que acomoda a demócratas, feministas, ecologistas, multiculturalistas, el
NY Times, Jon Stewart, Hollywood y las universidades, entre otros.
Para Dobbs, sí lo es. Al recibir el Premio Eugene Katz 2004 por Excelencia en la Cobertura de la
Inmigración concedido por The Center for Immigration Studies, un think tank asociado al ala más
radicalmente xenofóbica del Partido Republicano, de manos del virulento senador por Colorado Tom
Tancredo, Dobbs proclamó:
"If we cannot maintain the security of our borders and our ports, we are in deep, deep difficulty. If we
continue to accept the answer that we can allow illegal aliens to cross our borders and into our ports, we’re
not considering the possibility that terrorists can do the same, we’re in extraordinary difficulty. "
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En su serie "Broken Borders" que lleva en el aire más de dos años, lo que denomina la "inmigración
ilegal" es uno de los ejes del mal en los Estados Unidos post 9/11. (Reguillo). Acompaña su obsesión por la
frontera sur, su fijación por lo que llama el "outsourcing of America" y el "hyphenation of America", es decir,
la fuga de trabajos y capitales y el multiculturalismo. Con frecuencia, proclama un credo reminiscente del
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America First, popular en Estados Unidos previo a Pearl Harbor, frente "al mundo de afuera".
Sin recato, Dobbs recurre al discurso propietario, al de los contribuyentes que ven escamoteados
sus "tax dollars" en servicios a poblaciones exóticas y trabajadores industriales vejados por la inmigración
rampante y la fuga de trabajos a países de bajos salarios. Dobbs es impermeable a cualquier
planteamiento de reconversión: la globalización es una afrenta a la nación, y sus derivados- los terroristas y
los "ilegales"- los blancos preferidos de una mirada llena de nostalgia por los Estados Unidos de la segunda
posguerra -antes de la OPEC y de Vietnam-.
Sus diatribas contra la globalización no hubiesen pasado de ser los lloriqueos de un comentarista
menor y de capa caída (como analista financiero de CNN se resistió a creer el fin de la burbuja de los .com)
a no ser por septiembre 11. El hueco abierto en cada una de las Torres Gemelas le permitió adueñarse de
un horario estelar diario en el que expone las infracciones continuas a la seguridad e integridad de los
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muros nacionales.
He estado siguiendo a Lou Dobbs desde que hace dos años y medio en lo que para algunos es ya
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en lugar de "broken borders", un "broken record". Con cotas elevadas de redundancia y selectividad,
saltando, sin transición, del reportaje a la opinión y a la propaganda, Dobbs articula y vocifera un discurso
de la nación asediada, pletórico de matáforas bélicas y en el que el muro -físico, legal y simbólico- aparece
de manera prominente. Otrora signo de opresión y totalitarismo, el muro se reivindica en el discurso
mediático de Dobbs como pieza "transformer" de la casa nacional: en momentos es la puerta cerrada a los
tratados de libre comercio; en otros, la barrera para proteger a la industria norteamericana; en muchas más
ocasiones el portón con foso para detener a la inmigración del sur.
La investigación, que abarca más de 300 transcripciones de programas de Dobbs desde junio de
2003 a diciembre de 2005, arroja una configuración retórica bastante transparente, ideal para crear
templados mediáticos. Los encuadres de pensamiento y encuadres de narración sencillos se vierten en los
encuadres de producción y encuadres de recepción predecibles que la televisión comercial requiere. Para
propósitos de esta presentación, identifico las matrices retóricas más relevantes manejadas por Lou Dobbs
en Broken Borders y que gravitan hacia la figura del muro, lugar preciso de la identidad norteamericana en
tiempos de porosidad, geografías móviles y multiculturalismo.
1. El evento: Septiembre 11 es momento fundacional para el discurso de Lou Dobbs y provee la mayor
parte del capital legitimador para su discurso de la frontera rota y de los huecos en la casa nacional.
Septiembre 11 se asocia a otros momentos de traición y alevosía donde el extranjero irrumpe como
es el caso de Pearl Harbor.
2. La invasión: Dobbs se columpia entre el rostro familiar del invasor: el mexicano y un rostro inefable
y siniestro. Son estrategias de sentido de las que deriva una ambigüedad peligrosa: ahora lo ves,
ahora no lo ves. Por tanto, lo mejor es sellar la frontera, levantar el muro.
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La frontera como escena del crimen: La frontera comporta un doble signo: es, por un lado, escena
del crimen originario, es decir, el que comete el invasor al hollar el territorio patrio y, en segundo
lugar, es umbral que cruzan las figuras de la muerte y la desolación. A menudo, la figura del
inmigrante colapsa con el mara.
4. La Ley como pureza de sangre: La ley como proveedora de identidad le provee a Dobbs la
nomenclatura propicia para nominar inclusiones y exclusiones. Muchas de las más caldeadas
discusiones que se registran en el programa son provocadas por su insistencia en llamar ilegales a
los indocumentados y negarles la autorización para hablar y detentar derechos, incluso los más
elementales. Con referencia inevitable a los dispositivos lombrosianos, apoya los esfuerzos porque
las leyes de inmigración permitan más procedimientos y tecnología biométricas.
5. La misión: El mesianismo está inscrito en una buena porción de los discursos públicos de los
Estados unidos a través de su historia. Sean indios de las llanuras, el imperio español en agonía, o
Irak, la misión descansa en un tripartito: el mandato divino, las armas y un sentido de lebensraum,
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destino manifiesto y dominio preeminente sobre el territorio. Los minute-men y las Fuerzas Armadas
encarnan el tripartito a la perfección y son para Dobbs quintaesencia del patriota.
El contagio: Viejo resorte del terror, la metáfora del inmigrante como enfermedad detona
referencias en automático - los leprosos bíblicos, los judíos durante la Peste Negra, los haitianos y
el SIDA y la memorialización que se hace de Ellis Island, convertida por Dobbs en ejemplo de muro
de contención.
The American People: El discurso anti-élite. Dobbs sacraliza y homogeneiza al pueblo, como
suelen hacer las ofertas populistas, y lo contrapone a una élite política, cultural y económica, que es
egoísta y poco patriota. El populismo está siempre a flor de piel en Estados Unidos desde los
tiempos de Andrew Jackson. Seduce por su simpleza. Propone una retórica binaria de Ustedes los
ricos y nosotros los pobres; nosotros los del heartland y ustedes los de las dos costas.
El Quinta-Columna: El enemigo puede estar durmiendo contigo. Los políticos hispanos son
especialmente peligrosos porque dominan códigos retóricos que pueden ser seductores. Cuando el
debate no camina bien, siempre Dobbs puede manejar el tiempo mediático no con autoridad pero sí
con autoritarismo.
El Estado: Declina en su función protectora. No es el "enforcer" que un estado hobbesiano
requiere. Para un republicano a ultranza como Dobbs, no hay mayor decepción que ver un
presidente indeciso. Eso se deja para los demócratas.
Vida y muerte del otro: Ni la compasión ni el derecho a la vida valen fuera de la ley. Hay tintes de
eugenesia -hay que evitar los bebés anclas- . Las salas de emergencia son campos de batalla.
Conclusión:
En su alucinante libro: Vidas Desperdiciadas: La modernidad y sus parias (Paidós,2005), Zygmunt
Bauman desvela una afinidad entre los inmigrantes -desperdicios en el patio trasero- y los terrores
autóctonos:
Los inmigrantes, y sobretodo los recién llegados, exhalan ese leve olor a vertedero de basuras que, con
sus muchos disfraces, ronda las noches de las víctimas potenciales de la creciente vulnerabilidad. Para
quienes les odian y detractan, los inmigrantes encarnan - de manera visible , tangible, corporal- el
inarticulado, aunque hiriente y doloroso, presentimiento de su propia desechabilidad. (p.78)
El discurso público de la migración como violación de los muros - difundido por Lou Dobbs y sus
homónimos- pretende exorcisar el espectro de la disolución de la nación. Se aferra a la arquitectura de una
gran casa imaginada que se erigió sobre una roca en el siglo XVII. La adscripción retórica a los muros de
contención se nutre de viejos relatos e imágenes de corte religioso y de cultura épica. Se combina con el
inventario euclidiano del estado moderno con su énfasis en las fronteras y controles de los límites, la fijación
de los mapas y la tratadología que legaliza los raptos étnicos, las absorciones de tierras y las usurpaciones
bélicas. (Bauman, ) También con la obsesión de construcción del desarrollismo modernizador (Berman)
Levantar un muro que detenga la disolución es para este discurso público la potestad principal y la
representación primaria del estado moderno norteamericano retado por el capitalismo globalizante, los
excedentes y diversificaciones poblacionales, la homogeneización de aspiraciones respecto a estilos de
vida circulada por los medios y el terrorismo. El problema es que ese mismo estado norteamericano a la
vez que nativista, aislacionista y xenófobo , clasemediero y blanco, un dispositivo del capital, en constante
búsqueda hegemónica.
La guerra mediática de Dobbs por controlar la retórica nacional descansa en la capacidad metastásica
del terror. Sobre la figura del inmigrante colapsan para mayor efectividad las características de terrorista,
enfermo, desviado e invasor. La nación como fortaleza no puede abrirle puertas ni permitir que se abran
huecos en su escudo protector. Al mostrar su desdén por el "hyphenated-American", Dobbs remite a
nociones de pureza de sangre. Si bien no niega que Estados Unidos sea una nación de inmigrantes, acota
ese relato a un pasado fundacional lejano. En su discurso del hoy el ID inmigrante siempre va acompañado
de la adjetivación "alien".
Los grupos paramilitares y el vigilantismo mediático de un Lou Dobbs y sus parangones representan la
radicalización del nativismo en momentos de terror, tras el desastre de las Torres Gemelas pero también
frente a una inminente desechabilidad de muchas de las estructuras nacionales y estatales. Interpela el
discurso público al Estado para que éste imponga la ley que finalmente establezca el adentro y el afuera, el
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verdadero muro. La finalidad última estriba en obligar al estado a asumir su verdadera identidad: la de
soberano (Agamben) y que se restituya de una vez y por todas el orden.
NOTAS;
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5.
Accesado en http://www.historyplace.com/speeches/ironcurtain.htm
Contrasta con la auto-censura, en momentos la sumisión, de la gran prensa norteamericana, penosa posición que ha sido
admitida en la medida en que se desmoronaban los argumentos para ir a la guerra de la Administración Bush.
Una variante contemporánea la ofrece el secreatrio de Defensa, Donald Rumsfeld, cuando se refiere a la "Vieja Europa" en medio
del debate sobre la legitimidad de la Guerra de Irak.
En la tipología de noticieros de 24 horas, las Torres Gemelas le dieron a Fox News una ventaja en audiencia que no han perdido.
El programa de Dobbs ha ganado un 28% más de audiencia para el horario 6-7:00PM en estos dos últimos años aunque sigue
siendo segundo detrás de Special Report de Britt Hume en Fox.
Es la expresión del congresista por un distrito de Illinois, Luis V. Gutiérrez, de origen puertorriqueño.
BIBLIOGRAFIA:
Agamben, Giorgio. (2001). Medios sin fin: notas sobre la política. Valencia, España: Pre-textos.
Alvarez Curbelo, S. (2005). "Las nuevas murallas: la walmartización de San Juan de Puerto Rico", en Rossana Reguillo y Marcial
Godoy Anativia, editores, CiudadesTranslocales: espacios, flujo, representación. Perspectivas desde las Américas. Guadalajara,
México: ITESO/SSRC.
(2001). "Que te coge el holandés: miedos y conjuros en la ciudad de San Juan" en Corporación Región. El miedo:
Reflexiones sobre su dimensión social y cultural. Medellín, Colombia: Corporación Región.
Baudrillard, J. (2001). La transparencia del mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos. Barcelona: Anagrama.
Bauman, Z. (2005). Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Barcelona, España: Paidós.
(1999). La globalización. Consecuencias humanas. Buenos Aires: Argentina: Fondo de Cultura Económica de Argentina.
Beck, U. (1998). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva Modernidad. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós.
Berman, M. (1988). Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. México D.F., México: Siglo XXI
Editores.
Laclau, E. (1998). The Politics of Rhetoric. Colchester: Essex.
Reguillo, R. (2005). Horizontes fragmentados. Comunicación, cultura, pospolítica. El (des)orden global y sus figuras. Guadalajara,
México: Ediciones ITESO.
Santa Ana, O. (2002). Brown Tide Rising. Metaphors of Latinos in Contemporary American Public Discourse. Austin, Texas:
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Thompson, Richard Austin. (1979). The Yellow Peril, 1890-1924. Ann Arbor, Michigan.
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http://transcripts.cnn.com/TRANSCRIPTS/0504/13/ldt.01.html
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La voluntad de la investigación.
Hacia una reformulación de la pregunta crítica en Comunicaciones
Hans Stange Marcus
Instituto de la Comunicación e Imagen. Universidad de Chile
Hoja biográfica:
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Chile. Cursa el programa de Doctorado en
Filosofía de la misma casa de estudios. Ha desarrollado actividades de investigación en el Centro de
Estudios de la Comunicación del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile y como
integrante de diversos grupos de trabajo. Entre estos estudios se cuentan: Consumo de televisión por parte
de la población sorda (2002), Narrativas periodísticas y escándalos políticos (2003), Espacios públicos
(2004), Cine chileno y sujetos populares (2005). La mayoría de estos trabajos han conducido a
publicaciones académicas y presentaciones en congresos y seminarios en Temuco, Valparaíso (Chile) y
Buenos Aires (Argentina).
Ha impartido clases en las cátedras de Ética, Periodismo en la Historia de Chile y Cultura de Masas, en la
Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
Realizó en coautoría la investigación periodística Los Amigos del “Dr.” Schäfer. La complicidad entre el
Estado chileno y Colonia Dignidad, publicada por la editorial Random House-Mondadori.
Resumen:
Desde la introducción de los aparatos críticos y luego de los Estudios Culturales, hasta las actuales
cartografías, los estudios en comunicación sospechan que algunos de sus términos y problemas se les van
de las manos. Las ciencias sociales se legitiman colonizando sus objetos, transformando la realidad en una
categoría: “clase”, “sujeto”. Tal colonización justifica la irrupción de una disciplina en un determinado campo
de saber, otorga validez a sus métodos e interpretaciones. Así los conceptos “masa”, “audiencias” o
“contenidos”. Pero tales categorizaciones imponen un modelo comprensivo antes que proponer un
acercamiento al problema, por lo que resisten mal un análisis crítico (vid. Renato Ortiz, 1999; Álvaro
Cuadra, 2003). En el campo de la comunicación política se percibe también el desajuste entre el objeto y los
aparatos que lo estudian, aun de modo más interesante y notorio, por cuanto la comunicación política debe
hacerse cargo de un escenario público en crisis, tal como una serie de prácticas e instituciones políticas
democráticoliberales.
Pero más profundamente, los estudios en comunicación entran en crisis con el advenimiento de los cambios
que introduce en ellos el régimen de significación “postmoderno” (cf. Cuadra, 2003; Dominique Wolton et al.,
1997, 1998; Jean Baudrillard, 1988; Raymond Williams, 1981). En otras palabras, la crisis no es tanto
estructural como epistemológica. Necesario entonces, antes que intervenir en el campo de la comunicación
política, es revisar los aparatos teóricometodológicos que sostienen esta intervención.
El presente trabajo propone una perspectiva crítica para abordar los estudios en comunicación, en donde
“crítica” supone, como metapropósito de toda investigación, develar su propia voluntad de trabajo, así como
exponer la voluntad de poder que anima los fenómenos políticocomunicacionales
(vid. Friedrich Nietzsche, 1990; Michel Foucault, 1980, 2003). De este modo, el primer paso del método es
redefinir el proceso general de la producción de sentido, otorgándole a conceptos como “significación”,
“representación” y otros similares un valor meramente operativo. Sobre esta base, se procede mediante una
política de interrogación crítica al objeto: ¿Qué es lo hegemónico? ¿Qué no lo es? ¿Cómo se ha conseguido
esa hegemonía? ¿Cómo se ejerce y se resiste? ¿Qué voluntades animan esta hegemonía? El resultado de
la aplicación de este método es un mapa de las interacciones sociales que constituyen el fenómeno en
estudio y el valor político de las acciones que se identifican en esta interacción.
Buenas tardes,
El congreso de Comunicaciones de FELAFACS nos convoca este año bajo el título de “Ciudadanías de la
incertidumbre”. Bajo el término de incertidumbre se pretende pensar el momento actual de las llamadas
sociedades de la información, atravesado por cambios tecnológicos y culturales vertiginosos que han dejado
estupefactas a las disciplinas sociales que los estudian. Es precisamente esta estupefacción el objeto de
este trabajo.
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Las antiguas categorías empleadas en los estudios en comunicación, como por ejemplo “masa”,
“audiencia”, “texto”, etc., ya no nos alcanzan para dar una descripción –y menos aún una explicación –de
los fenómenos comunicacionales que nos asisten a diario. Más insuficientes todavía aparecen constructos
teóricometodológicos que intenten explicar los cambios cognitivos y perceptivos que involucra la Internet,
los nuevos patrones de lectura de los medios digitales o las implicancias de tecnologías como el Blog para
categorías “antiguas” como ciudadanía o participación. Dicho de otro modo: la incertidumbre no aparece
tanto como un atributo de los objetos sino como un problema de los aparatos que estudian estos objetos.
Son las disciplinas de la comunicación las que se encuentran en incertidumbre.
Digamos algo más sobre el tema de la disciplina. La comunicación no es lo que tradicionalmente se ha
entendido como un campo disciplinario específico, sino más bien como un espacio abierto al concurso de
diferentes disciplinas sociales que intentan comprender el fenómeno de las comunicaciones desde sus
propias claves. Así, se ha desarrollado a lo largo de los últimos sesenta años como un espacio de
legitimación para las ciencias sociales, que la “colonizan” apropiándosela como objeto, transformando el
fenómeno en “clase”. El campo de la comunicación se ha construido, de esta forma, con aportes
divergentes y no siempre conmensurables desde la lingüística y más tarde la semiótica, la psicología y la
sociología, la antropología, la historia, la ciencia política e incluso desde los propios ámbitos de la
producción de la comunicación: el periodismo, la industria audiovisual y la propia comunidad hablante. Es
importante hacer notar que no he hablado hasta ahora de “comunicación masiva” u otro término similar,
pues esta misma compartimentación deviene de la intervención de estas disciplinas en el transcampo de la
comunicación. Cada una de estas ciencias ha aportado su propia categoría: texto, signo, masa, sujeto,
mediación, etc. Lo mismo ocurre con las vertientes teóricas que concurren al estudio de estos objetos:
pragmática lingüística y estructuralismo, Mass Communication Research y teoría crítica, Cultural Studies y
los más recientes trabajos sobre consumo cultural. ¿Qué tienen en común esta variedad de aportes,
categorías y escuelas? Principalmente, que han buscado en el campo de la comunicación su propia
legitimidad disciplinaria. Un ejemplo es el estudio de las “masas”, que dio a la sociología del siglo XX un
nuevo respiro después de los intentos por hacer una sociología según el modelo de las ciencias duras, que
ignoraba los elementos irregulares propios del fenómeno humano. De esta forma, casi todos los criterios por
medio de los cuales hemos pensado la comunicación, antes que posibilitar su comprensión han impuesto
una interpretación disciplinaria del problema.
Es importante recordar esto: pensar la comunicación no ha significado pensar la comunicación, es decir, no
ha significado otra cosa que pensar cómo la comunicación sirve al robustecimiento de un corpus teórico
determinado (el de la disciplina). Pero el propio campo es tan vasto y complejo que tampoco admitiría que
una disciplina nueva, distinta y específica lo acotará, sesgará y colonizara de manera reductiva:
imposibilidad de una “comunicología”.
Dicho lo anterior, debe hacerse el primer corte en nuestro argumento. Éste es: toda reflexión sobre la
comunicación es una reflexión política. El problema de la comunicación aparece en todas sus entradas y a
todos sus niveles como el problema de una realización de comunidad. Comunicar es ponerse en medio del
problema del “nos” y el “otro”. La interacción cotidiana, la sociabilidad institucional, la lectura de un diario o
la navegación por foros de Internet: siempre es al otro al que buscamos. Y en los estudios en comunicación,
es el problema político siempre el problema de fondo, porque la cuestión final en nuestra relación con el otro
no es sino cómo establecemos relaciones de fuerza y poder –es decir, nuestra mundanidad –a través de la
disputa por el sentido del mundo, por la interpretación. Los medios nos ofrecen un mundo organizado:
nosotros volvemos a organizarlo en nuestra interpretación. Nuestra pareja habla de su interioridad: nosotros
interpretamos otra cosa. El candidato promete y persuade: nosotros anidamos sospecha.
La televisión ofrece una guerra real: nosotros miramos un espectáculo en la pantalla.
Hemos dicho que en la época de la incertidumbre, ésta es atributo de las ciencias de la comunicación. Que
estas ciencias no comprenden el fenómeno de la comunicación, sino que imponen una interpretación. Y que
esta interpretación es siempre política. Debemos señalar, entonces, en qué consiste esta incertidumbre de
las ciencias de la comunicación.
Me referiré a ella como el desajuste entre los objetos de estudio y los aparatos teórico metodológicos que
estudian dichos objetos. O más sencillamente: nuestro lenguaje y nuestros métodos ya no nos alcanzan
para dar cuenta del complejo campo de la comunicación. Nos faltan palabras, nos sobra horizonte, estamos
miopes. ¿Por qué? ¿Cómo fue que de pronto nuestras categorías nos quedaron chicas?
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Lo primero es constatar que no nos quedaron chicas de pronto. Y también, que cada disciplina concurrente
en la comunicación ha hecho grandes esfuerzos por ampliar su horizonte teórico. Pero todas son asaltadas
progresivamente por lo que llamaremos un cambio en el régimen de significación. Se ha denominado a este
nuevo régimen “posmoderno”, pero este término designa menos una realidad que una posibilidad para
pensar viejos problemas. En efecto, ¿qué es la Posmodernidad sino una reflexión sobre los temas centrales
de la Modernidad? Allí están el imperio de la letra, la unidad del sujeto, la comprensión del mundo como
Historia y de la política como promesa. En la Modernidad, este régimen de significación tiene reglas de
construcción claras y códigos de operación bien delimitados. El sujeto debe comportar ciertas formalidades
para llevar a cabo su acción e intervenir en el espacio comunicativo: aparece como un actor
institucionalizado (el Estado, el ciudadano, el crítico, la prensa), ocupando un lugar y un rol específicos en la
trama social, que definen no sólo las maneras en que interactúa con los demás sujetos sino también su
identidad. Asimismo, el discurso está reglamentado: se cultiva una norma de coherencia, fundada en el
ordenamiento secuencial y lógico de las ideas y argumentos, de los cuales son expurgados los elementos
irracionales y emocionales. La Razón se erige como la forma dominante del discurso, el sujeto y la
comunicación. Lo que se debe destacar es que los propios discursos de la Modernidad enfatizan el carácter
racional y categorial de la comunicación, su subordinación a otras esferas de la vida que son más
preeminentes: el Arte, las Humanidades, la distinción clara entre lo Público y lo Privado. No es central en
esta concepción de la comunicación su naturaleza disyuntiva, en tanto que lucha por el poder (significar).
Las genealogías de la Modernidad no hacen más que relatar la historia de las promesas de la Ilustración y
la modernización, y de la emergencia de los opuestos que fijarán las fronteras que tanto ama la Razón:
sujeto/ discurso; público/ privado; racional/ afectivo; individual/ colectivo; libertad/ igualdad; revolución/
tradición. Huelga decir que se trata de una representación ideal de la Modernidad, en cierto modo, de la
forma en cómo ella misma se mira, y que en los hechos hemos conocido múltiples modernidades y
modernizaciones (como sabemos bien en Latinoamérica). Pues bien, el desarrollo de estas dicotomías
concreta, al final de la revolución liberal y la revolución socialista, la tensión máxima entre los distintos
movimientos paradójicos de la Modernidad. La máxima expansión de las democracias liberales va
acompañada del declive de la participación en lo público.
El desarrollo tecnológico pervierte los modos de socialización: al auge de las industrias de la información le
siguen el surgimiento de instituciones (los medios de comunicación) y sujetos (la estrella, el ídolo)
completamente nuevos, pero también la confusión en el dominio en el que deambulan los objetos culturales;
recién alcanzada la promesa de autonomía por las vanguardias, el arte exacerba la distinción entre culto y
popular para conservar el pequeño reino conquistado. Junto con las industrias culturales, el desarrollo
tecnológico alcanza su máxima expresión en la maquinaria bélica. El siglo XX asiste a la disociación entre el
modelo social burgués y el capitalismo “fordista” que transita hacia un nuevo estadio: el capitalismo de
consumo, en contradicción con la ética burgués protestante y que exige la inclusión de las multitudes antes
marginadas, ahora devenidas en ejércitos de consumidores-ciudadanos.
La lógica del capitalismo tardío, de la sociedad de consumo y de la industrialización de la cultura pone en
entredicho estas gramáticas y estas instituciones. Los medios masivos, las industrias culturales, las nuevas
tecnologías comportan características formales y estructurales que penetran en el régimen de significación,
pero que no lo disuelven: si acaso hay una ruptura, ésta es la de los límites y los centros. Los códigos de
referencia y construcción se flexibilizan, la razón moderna cede sus espacios. Los roles, los lugares y las
fronteras se difuminan. Pero no el régimen de significación.
Al contrario: este régimen se amplía, y con ello las dificultades –y posibilidades –de los estudios en
comunicación.
La crisis, por consiguiente, no es tanto estructural como epistemológica. Lo que queda en entredicho en el
momento posmoderno es menos la lucha por la interpretación que las reglas con que ésta, según la
pretensión de las ciencias modernas, se llevaba a cabo. La incertidumbre no hunde todas las alturas: sólo
las alturas categoriales del aparato ilustrado. Tampoco representa una ruptura: esta sensación es producto
del desconcierto teórico ante límites que, lejos de quebrarse, se expanden a nuevas formas de circulación,
producción e interpretación.
Hay un término que visibiliza mejor que cualquier otro el problema del desajuste entre el objeto y sus
marcos de análisis: la crítica. El término, aunque existente ya en el léxico griego, alcanza su jerarquía y
régimen con el proyecto de Immanuel Kant, quien designa como crítica al conjunto de investigaciones
filosóficas que tienen como principal preocupación establecer los fundamentos y límites del ejercicio de la
Razón. Para Kant, el conocimiento de la realidad, inalcanzable para el ser humano, sólo es posible en la
medida que el objeto de conocimiento se somete a las exigencias formales de las facultades de la Razón.
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La actitud crítica aparece entonces como el punto cúlmine del pensamiento moderno, máxima expresión de
la sumisión de la realidad a las categorías de la Razón. La crítica, como instrumento de ciencia, es una
garantía al cumplimiento de las promesas de la Modernidad, vara de lo auténtico y lo falso, del límite entre
lo central y lo superfluo, entre lo real y sus sombras.
En el campo de las comunicaciones, la principal aplicación de la crítica tiene residencia en la obra de la
Escuela de Frankfurt. Los mayores rendimientos de la “Teoría crítica” en el campo de las comunicaciones
se encuentran en los planteamientos estéticos frankfurtianos y en su examen de la cultura de masas. Mucha
es la reflexión que ha suscitado el concepto de industria cultural desde que fue acuñado en 1944 por
Adorno y Horkheimer. El término alude a un conjunto de bienes elaborados por procedimientos técnicos
industrializados (el cine, la fotografía, la radiofonía, los medios masivos) y que comportan –dicho
sucintamente –la introducción, en las artes, de los modos de producción serial. Esto no es menor: significa
no sólo un cambio en el modo de producción de los bienes artísticos y culturales, sino también una
transformación de las funciones y espacios que el arte y el artista ocupan en la escena social. Para Adorno
y Horkheimer, las industrias culturales están determinadas por una razón instrumental que pervierte todas
las promesas de la Modernidad y soslaya los límites de la verdadera Razón. No es necesario recordar los
planteamientos generales de la crítica frankfurtiana: baste decir que en el arrasamiento de las esferas
autónomas del arte y de lo público, en la tecnificación de la vida y el goce cotidiano, la racionalidad técnica
se vuelve “la racionalidad del dominio mismo” y la Ilustración un “engaño de masas”. Pero tras esta crítica
perviven los viejos fantasmas modernos de la categoría, el régimen y la falsedad.
Lo que quiero establecer es que la crítica, en su acepción más clásica, sólo es posible en referencia a un
metarelato que establezca las coordenadas generales y los límites pertinentes para la comprensión del
mundo y su significación. Es decir, de un modo clásico no se puede realizar una crítica racional si ésta no
está soportada en un criterio establecido sobre la verdad y la falsedad, lo valioso o lo fútil, lo central o
periférico del objeto criticado. Y como el momento posmoderno ha disuelto estos criterios, pues nos
hallaríamos en la tan mentada época del “fin de los metarelatos”, ería hoy imposible cualquier modo de
pensamiento crítico, al menos desde esta perspectiva.
Pero la crítica también puede ser algo más que el ajuste del objeto de estudio a las exigencias de una
Razón o a la realización de una promesa epocal e incluso estos mismos atributos no tienen por qué
desaparecer en un tiempo de incertidumbre científica.
La crítica puede ser también un lenguaje apropiado para resituar el desajuste que he mencionado, en la
medida que permite una apertura metodológica para volver a centrar – o para descentrar apropiadamente –
las investigaciones sobre comunicación. En efecto, cierta crítica ha tendido a comprenderse como una
interpretación segunda de los objetos que aborda, reemplazando la función normativa o jurídica que tenía
sobre su objeto por otra, precisamente opuesta: la función de estallar los discursos y objetos, ampliando el
juego de la interpretación, abriendo posibilidades y caminos, entrecruzando los objetos.
La corriente de estudios sobre literatura iniciada en Barthes es donde tradicionalmente se ha desarrollado
esta crítica, más comunicativa que examinativa. Luego, es en Edward Said donde se percibe una
comprensión cabal de la crítica como política de la interpretación: quién habla, a quién, para qué.
Es interesante percibir como las preguntas críticas en Said giran en torno al “quién” y no al “qué” o al “por
qué”. El giro no es menor: plantear que la pregunta crítica es la pregunta por el quién supone no atribuir a la
crítica la función normativa y categorial que le es propia en el régimen moderno. La genealogía de este giro
puede rastrearse hasta Friedrich Nietzsche, quien se pregunta sobre la factibilidad del método kantiano para
conocer la realidad. Concretamente, los cuestionamientos de Nietzsche son dos: las posibilidades de un
verdadero conocimiento por medio de la conformidad a fin de la Razón y la sospecha de que la esfera moral
no es pertinente para un autoexamen de la propia actitud crítica. Ambos problemas, entre otras cosas,
cimientan el proyecto nietzscheano de “crítica” a la metafísica. Precisamente, por tanto, el valor de la crítica
para el filósofo alemán reside no en la pregunta por la cosa o la causa, propias del pensamiento metafísico,
sino por la voluntad que anima el acto de conocimiento, que se sirve de él por el cual le da forma al mundo.
Dice Nietzsche: “Nunca encontraremos el sentido de algo (fenómeno humano, biológico o incluso físico), si
no sabemos cuál es la fuerza que se apropia de la cosa, que la explota, que se apodera de ella o se
expresa en ella. Un fenómeno no es una apariencia ni tampoco una aparición, sino un signo, un síntoma
que encuentra su sentido en una fuerza actual. Toda la filosofía es una sintomatología y una semiología”. La
pregunta crítica no es, por tanto, la pregunta por el fondo ni por el valor, sino por la voluntad que interpreta:
voluntad que es procedencia de la interpretación. Deleuze, que ha leído sugestivamente esto, dice: “La
pregunta ‘¿Quién?’, según Nietzsche, significa esto: considerada una cosa, ¿cuáles son las fuerzas que se
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apoderan de ella, cuál es la voluntad que la posee? ¿Quién se expresa, se manifiesta, y al mismo tiempo se
oculta en ella? La pregunta ¿Quién? es la única que nos conduce a la esencia. Porque la esencia es
solamente el sentido y el valor de la cosa; la esencia viene determinada por las fuerzas en afinidad con la
cosa y por la voluntad en afinidad con las fuerzas”
“¿Qué quiere, el que dice esto, piensa o experimenta aquello? Se trata de demostrar que no podría decirlo,
pensarlo o sentirlo, si no tuviera cierta voluntad, ciertas fuerzas, cierta manera de ser. ¿Qué quiere el que
habla, ama o crea? E inversamente, ¿qué quiere el que pretende el beneficio de una acción que no realiza,
el que recurre al ‘desinterés’?”, acota Deleuze.
La actualidad de la pregunta crítica no depende, entonces, de su referencia a metarelatos o a las promesas
de la Razón y la Modernidad. Su pertinencia en el estudio de las comunicaciones aparece relevante, por
cuanto es una posibilidad para volver a pensar y, acaso, acortar el desajuste entre objetos, métodos y
teorías: una forma de conjurar la incertidumbre. El levantamiento de un programa crítico que no constituya
ni se constituya a sí mismo a partir de categorías o imposiciones interpretativas implica el gesto de una
investigación abierta a los trayectos del propio fenómeno que estudia, que lo acompaña en su devenir e
interpreta a partir de sus propias claves. Implica también un constante ejercicio de metainvestigación, de
reflexión sobre el propio hacer científico, pues siempre la primera voluntad a mano, en todo trabajo, es la del
propio investigador. ¿Qué quiero con este objeto? ¿Para qué apropiármelo? ¿Qué hacer con él? ¿Cuáles
mundos construir a partir de él?
El programa crítico propuesto procede mediante preguntas al objeto, previo examen de su reconocimiento,
elementos y relaciones. Ante todo, el fenómeno de la comunicación es político. Esto quiere decir, un
fenómeno humano, social, que comporta relaciones entre los hombres, las cuales son siempre relaciones
de poder. El primer paso es, entonces, entender la comunicación como un campo de disputa, abierto, en
constante movimiento, pleno de trayectos y posiciones antes que de lugares, dominio de estrategias y
tácticas antes que de emisiones, espacio de interpretación, negociación y conflicto antes que de orden. La
visión de la comunicación como una topología nos permite realizar la primera pregunta crítica al objeto,
¿dónde están las voluntades de la interpretación?, e identificar enseguida las voluntades hegemónicas. La
palabra hegemonía no está puesta aquí al azar. La impronta gramsciana es relevante pues pone el énfasis
en la comprensión de los conflictos. La identificación de las voluntades hegemónicas permite saber, por
oposición, cuáles no lo son, cuáles son marginales. Y tras esto, la segunda pregunta es obvia: ¿Cómo se ha
conseguido esta hegemonía? La interrogación apunta a determinar los trayectos interpretativos, el devenir
de la comunicación. La tercera pregunta, ¿cómo se ejerce esta hegemonía?, y la cuarta, ¿cómo se resiste?,
van de la mano y permiten conocer el sistema comunicativo, sus interacciones, las relaciones, calidades y
atributos de sus actores, los intereses de sus voluntades. La quinta pregunta, ¿para qué se ejerce la
hegemonía?, nos revelará el ánimo de la voluntad interpretante, nos mostrará su camino y revelará lo más
político que tiene la comunicación: la propia comunidad comunicada.
¿Es aplicable este programa? En el año 2004, junto a mis colegas Claudio Salinas y René Jara realizamos
el estudio Las interpretaciones violentas. En él se discutía la interpretación ya extendida que supone la crisis
del espacio público político y se proponía, frente a esta noción, la idea de espacios públicos ampliados,
campos de circulación de sentidos sobre nuestra constitución como sujetos políticos, como ciudadanos
consumidores, que ya no respondían a distinciones como la de público/ privado. Bajo esta idea se estudió
un mall como caso de espacio público ampliado. Se identificaron los protocolos de representación que
interactúan en el mall y que van, desde ensoñaciones eróticocotidianas ligadas al consumo, hasta ciertas
escenificaciones de un tipo de deliberación política. Luego, se estableció un sistema complejo de
interacciones sociales entre estos protocolos, sus actores y las voluntades tras estos actores, para
posteriormente referirse al valor político de estas interacciones: su función como actos interpretativos en ese
núcleo de sentido del mundo que es el mall. El estudio arrojó como resultado más destacado la conciencia
que el propio centro comercial tiene del uso que los consumidores hacen de él como espacio público, sus
estrategias para asegurarse una posición hegemónica en la disputa por el sentido y su fracaso –hasta ahora
–para constituirse en un eje articulador de una cierta idea de comunidad.
Otro trabajo realizado en el año 2005, Este cine “chacotero”…, junto a Claudio Salinas, exploró las
representaciones de lo popular en el cine chileno de la última década. Tras identificar los principales rasgos
de esta representación en distintos niveles –sujetos, hablas, espacios, narración, montaje, etc. –, se
agruparon estos rasgos en tres grupos operantes: populartradicional, popularmediático y popularmarginal o
crítico, de acuerdo a los criterios básicos de la literatura existente sobre el tema. La representación
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predominante, la de lo popular como tradicional, significaba lo popular a partir de claves humorísticas,
alusiones explícitas al sexo y el uso de un lenguaje vulgar que buscaba la identificación directa con el
público, su consumo fácil y eficiente. Tras esta representación, existe una voluntad que está determinada
por el momento de desarrollo industrial que vive en Chile la cinematografía y por la transformación del
mercado audiovisual local. No se trata, por tanto, de una representación construida a partir de elementos
estéticos o disciplinarios, sino de una que subordinaba éstos a la lógica de la expansión material del campo
audiovisual y del propio desarrollo de la profesión en Chile.
En estos trabajos, el examen crítico se sobrepuso a modos tradicionales de estudiar la comunicación: se
trató de ampliar el límite que suponía el uso de metodologías como el estudio de caso o el análisis de
discurso. Asimismo, pueden obtenerse rendimientos en muchos objetos: la programación televisiva antes
que la disputa entre televisión pública o privada, la navegación por Internet y las virtuales comunidades
virtuales, la mediatización de la política más allá de conceptos como “privatización” o “desdibujamiento de lo
público”, etc. Permite abordar, además, el campo de la comunicación en toda su fragmentariedad
sistemática y su variedad, recogiendo los trayectos que se producen entre tecnologías de la información,
consumo cultural, ciudadanías, nuevas identidades, globalidad y localidad y otra larga cantidad de objetos
que se dan cita en nuestros estudios de la comunicación.
Muchas gracias.
BIBLIOGRAFÍA:
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La voluntad de la investigación.
Hacia una reformulación de la pregunta crítica en Comunicaciones
Hans Stange Marcus
Instituto de la Comunicación e Imagen. Universidad de Chile
Hoja biográfica:
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Chile. Cursa el programa de Doctorado en
Filosofía de la misma casa de estudios. Ha desarrollado actividades de investigación en el Centro de
Estudios de la Comunicación del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile y como
integrante de diversos grupos de trabajo. Entre estos estudios se cuentan: Consumo de televisión por parte
de la población sorda (2002), Narrativas periodísticas y escándalos políticos (2003), Espacios públicos
(2004), Cine chileno y sujetos populares (2005). La mayoría de estos trabajos han conducido a
publicaciones académicas y presentaciones en congresos y seminarios en Temuco, Valparaíso (Chile) y
Buenos Aires (Argentina).
Ha impartido clases en las cátedras de Ética, Periodismo en la Historia de Chile y Cultura de Masas, en la
Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile.
Realizó en coautoría la investigación periodística Los Amigos del “Dr.” Schäfer. La complicidad entre el
Estado chileno y Colonia Dignidad, publicada por la editorial Random House-Mondadori.
Resumen:
Desde la introducción de los aparatos críticos y luego de los Estudios Culturales, hasta las actuales
cartografías, los estudios en comunicación sospechan que algunos de sus términos y problemas se les van
de las manos. Las ciencias sociales se legitiman colonizando sus objetos, transformando la realidad en una
categoría: “clase”, “sujeto”. Tal colonización justifica la irrupción de una disciplina en un determinado campo
de saber, otorga validez a sus métodos e interpretaciones. Así los conceptos “masa”, “audiencias” o
“contenidos”. Pero tales categorizaciones imponen un modelo comprensivo antes que proponer un
acercamiento al problema, por lo que resisten mal un análisis crítico (vid. Renato Ortiz, 1999; Álvaro
Cuadra, 2003). En el campo de la comunicación política se percibe también el desajuste entre el objeto y los
aparatos que lo estudian, aun de modo más interesante y notorio, por cuanto la comunicación política debe
hacerse cargo de un escenario público en crisis, tal como una serie de prácticas e instituciones políticas
democráticoliberales.
Pero más profundamente, los estudios en comunicación entran en crisis con el advenimiento de los cambios
que introduce en ellos el régimen de significación “postmoderno” (cf. Cuadra, 2003; Dominique Wolton et al.,
1997, 1998; Jean Baudrillard, 1988; Raymond Williams, 1981). En otras palabras, la crisis no es tanto
estructural como epistemológica. Necesario entonces, antes que intervenir en el campo de la comunicación
política, es revisar los aparatos teóricometodológicos que sostienen esta intervención.
El presente trabajo propone una perspectiva crítica para abordar los estudios en comunicación, en donde
“crítica” supone, como metapropósito de toda investigación, develar su propia voluntad de trabajo, así como
exponer la voluntad de poder que anima los fenómenos políticocomunicacionales
(vid. Friedrich Nietzsche, 1990; Michel Foucault, 1980, 2003). De este modo, el primer paso del método es
redefinir el proceso general de la producción de sentido, otorgándole a conceptos como “significación”,
“representación” y otros similares un valor meramente operativo. Sobre esta base, se procede mediante una
política de interrogación crítica al objeto: ¿Qué es lo hegemónico? ¿Qué no lo es? ¿Cómo se ha conseguido
esa hegemonía? ¿Cómo se ejerce y se resiste? ¿Qué voluntades animan esta hegemonía? El resultado de
la aplicación de este método es un mapa de las interacciones sociales que constituyen el fenómeno en
estudio y el valor político de las acciones que se identifican en esta interacción.
Buenas tardes,
El congreso de Comunicaciones de FELAFACS nos convoca este año bajo el título de “Ciudadanías de la
incertidumbre”. Bajo el término de incertidumbre se pretende pensar el momento actual de las llamadas
sociedades de la información, atravesado por cambios tecnológicos y culturales vertiginosos que han dejado
estupefactas a las disciplinas sociales que los estudian. Es precisamente esta estupefacción el objeto de
este trabajo.
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Las antiguas categorías empleadas en los estudios en comunicación, como por ejemplo “masa”,
“audiencia”, “texto”, etc., ya no nos alcanzan para dar una descripción –y menos aún una explicación –de
los fenómenos comunicacionales que nos asisten a diario. Más insuficientes todavía aparecen constructos
teóricometodológicos que intenten explicar los cambios cognitivos y perceptivos que involucra la Internet,
los nuevos patrones de lectura de los medios digitales o las implicancias de tecnologías como el Blog para
categorías “antiguas” como ciudadanía o participación. Dicho de otro modo: la incertidumbre no aparece
tanto como un atributo de los objetos sino como un problema de los aparatos que estudian estos objetos.
Son las disciplinas de la comunicación las que se encuentran en incertidumbre.
Digamos algo más sobre el tema de la disciplina. La comunicación no es lo que tradicionalmente se ha
entendido como un campo disciplinario específico, sino más bien como un espacio abierto al concurso de
diferentes disciplinas sociales que intentan comprender el fenómeno de las comunicaciones desde sus
propias claves. Así, se ha desarrollado a lo largo de los últimos sesenta años como un espacio de
legitimación para las ciencias sociales, que la “colonizan” apropiándosela como objeto, transformando el
fenómeno en “clase”. El campo de la comunicación se ha construido, de esta forma, con aportes
divergentes y no siempre conmensurables desde la lingüística y más tarde la semiótica, la psicología y la
sociología, la antropología, la historia, la ciencia política e incluso desde los propios ámbitos de la
producción de la comunicación: el periodismo, la industria audiovisual y la propia comunidad hablante. Es
importante hacer notar que no he hablado hasta ahora de “comunicación masiva” u otro término similar,
pues esta misma compartimentación deviene de la intervención de estas disciplinas en el transcampo de la
comunicación. Cada una de estas ciencias ha aportado su propia categoría: texto, signo, masa, sujeto,
mediación, etc. Lo mismo ocurre con las vertientes teóricas que concurren al estudio de estos objetos:
pragmática lingüística y estructuralismo, Mass Communication Research y teoría crítica, Cultural Studies y
los más recientes trabajos sobre consumo cultural. ¿Qué tienen en común esta variedad de aportes,
categorías y escuelas? Principalmente, que han buscado en el campo de la comunicación su propia
legitimidad disciplinaria. Un ejemplo es el estudio de las “masas”, que dio a la sociología del siglo XX un
nuevo respiro después de los intentos por hacer una sociología según el modelo de las ciencias duras, que
ignoraba los elementos irregulares propios del fenómeno humano. De esta forma, casi todos los criterios por
medio de los cuales hemos pensado la comunicación, antes que posibilitar su comprensión han impuesto
una interpretación disciplinaria del problema.
Es importante recordar esto: pensar la comunicación no ha significado pensar la comunicación, es decir, no
ha significado otra cosa que pensar cómo la comunicación sirve al robustecimiento de un corpus teórico
determinado (el de la disciplina). Pero el propio campo es tan vasto y complejo que tampoco admitiría que
una disciplina nueva, distinta y específica lo acotará, sesgará y colonizara de manera reductiva:
imposibilidad de una “comunicología”.
Dicho lo anterior, debe hacerse el primer corte en nuestro argumento. Éste es: toda reflexión sobre la
comunicación es una reflexión política. El problema de la comunicación aparece en todas sus entradas y a
todos sus niveles como el problema de una realización de comunidad. Comunicar es ponerse en medio del
problema del “nos” y el “otro”. La interacción cotidiana, la sociabilidad institucional, la lectura de un diario o
la navegación por foros de Internet: siempre es al otro al que buscamos. Y en los estudios en comunicación,
es el problema político siempre el problema de fondo, porque la cuestión final en nuestra relación con el otro
no es sino cómo establecemos relaciones de fuerza y poder –es decir, nuestra mundanidad –a través de la
disputa por el sentido del mundo, por la interpretación. Los medios nos ofrecen un mundo organizado:
nosotros volvemos a organizarlo en nuestra interpretación. Nuestra pareja habla de su interioridad: nosotros
interpretamos otra cosa. El candidato promete y persuade: nosotros anidamos sospecha.
La televisión ofrece una guerra real: nosotros miramos un espectáculo en la pantalla.
Hemos dicho que en la época de la incertidumbre, ésta es atributo de las ciencias de la comunicación. Que
estas ciencias no comprenden el fenómeno de la comunicación, sino que imponen una interpretación. Y que
esta interpretación es siempre política. Debemos señalar, entonces, en qué consiste esta incertidumbre de
las ciencias de la comunicación.
Me referiré a ella como el desajuste entre los objetos de estudio y los aparatos teórico metodológicos que
estudian dichos objetos. O más sencillamente: nuestro lenguaje y nuestros métodos ya no nos alcanzan
para dar cuenta del complejo campo de la comunicación. Nos faltan palabras, nos sobra horizonte, estamos
miopes. ¿Por qué? ¿Cómo fue que de pronto nuestras categorías nos quedaron chicas?
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Lo primero es constatar que no nos quedaron chicas de pronto. Y también, que cada disciplina concurrente
en la comunicación ha hecho grandes esfuerzos por ampliar su horizonte teórico. Pero todas son asaltadas
progresivamente por lo que llamaremos un cambio en el régimen de significación. Se ha denominado a este
nuevo régimen “posmoderno”, pero este término designa menos una realidad que una posibilidad para
pensar viejos problemas. En efecto, ¿qué es la Posmodernidad sino una reflexión sobre los temas centrales
de la Modernidad? Allí están el imperio de la letra, la unidad del sujeto, la comprensión del mundo como
Historia y de la política como promesa. En la Modernidad, este régimen de significación tiene reglas de
construcción claras y códigos de operación bien delimitados. El sujeto debe comportar ciertas formalidades
para llevar a cabo su acción e intervenir en el espacio comunicativo: aparece como un actor
institucionalizado (el Estado, el ciudadano, el crítico, la prensa), ocupando un lugar y un rol específicos en la
trama social, que definen no sólo las maneras en que interactúa con los demás sujetos sino también su
identidad. Asimismo, el discurso está reglamentado: se cultiva una norma de coherencia, fundada en el
ordenamiento secuencial y lógico de las ideas y argumentos, de los cuales son expurgados los elementos
irracionales y emocionales. La Razón se erige como la forma dominante del discurso, el sujeto y la
comunicación. Lo que se debe destacar es que los propios discursos de la Modernidad enfatizan el carácter
racional y categorial de la comunicación, su subordinación a otras esferas de la vida que son más
preeminentes: el Arte, las Humanidades, la distinción clara entre lo Público y lo Privado. No es central en
esta concepción de la comunicación su naturaleza disyuntiva, en tanto que lucha por el poder (significar).
Las genealogías de la Modernidad no hacen más que relatar la historia de las promesas de la Ilustración y
la modernización, y de la emergencia de los opuestos que fijarán las fronteras que tanto ama la Razón:
sujeto/ discurso; público/ privado; racional/ afectivo; individual/ colectivo; libertad/ igualdad; revolución/
tradición. Huelga decir que se trata de una representación ideal de la Modernidad, en cierto modo, de la
forma en cómo ella misma se mira, y que en los hechos hemos conocido múltiples modernidades y
modernizaciones (como sabemos bien en Latinoamérica). Pues bien, el desarrollo de estas dicotomías
concreta, al final de la revolución liberal y la revolución socialista, la tensión máxima entre los distintos
movimientos paradójicos de la Modernidad. La máxima expansión de las democracias liberales va
acompañada del declive de la participación en lo público.
El desarrollo tecnológico pervierte los modos de socialización: al auge de las industrias de la información le
siguen el surgimiento de instituciones (los medios de comunicación) y sujetos (la estrella, el ídolo)
completamente nuevos, pero también la confusión en el dominio en el que deambulan los objetos culturales;
recién alcanzada la promesa de autonomía por las vanguardias, el arte exacerba la distinción entre culto y
popular para conservar el pequeño reino conquistado. Junto con las industrias culturales, el desarrollo
tecnológico alcanza su máxima expresión en la maquinaria bélica. El siglo XX asiste a la disociación entre el
modelo social burgués y el capitalismo “fordista” que transita hacia un nuevo estadio: el capitalismo de
consumo, en contradicción con la ética burgués protestante y que exige la inclusión de las multitudes antes
marginadas, ahora devenidas en ejércitos de consumidores-ciudadanos.
La lógica del capitalismo tardío, de la sociedad de consumo y de la industrialización de la cultura pone en
entredicho estas gramáticas y estas instituciones. Los medios masivos, las industrias culturales, las nuevas
tecnologías comportan características formales y estructurales que penetran en el régimen de significación,
pero que no lo disuelven: si acaso hay una ruptura, ésta es la de los límites y los centros. Los códigos de
referencia y construcción se flexibilizan, la razón moderna cede sus espacios. Los roles, los lugares y las
fronteras se difuminan. Pero no el régimen de significación.
Al contrario: este régimen se amplía, y con ello las dificultades –y posibilidades –de los estudios en
comunicación.
La crisis, por consiguiente, no es tanto estructural como epistemológica. Lo que queda en entredicho en el
momento posmoderno es menos la lucha por la interpretación que las reglas con que ésta, según la
pretensión de las ciencias modernas, se llevaba a cabo. La incertidumbre no hunde todas las alturas: sólo
las alturas categoriales del aparato ilustrado. Tampoco representa una ruptura: esta sensación es producto
del desconcierto teórico ante límites que, lejos de quebrarse, se expanden a nuevas formas de circulación,
producción e interpretación.
Hay un término que visibiliza mejor que cualquier otro el problema del desajuste entre el objeto y sus
marcos de análisis: la crítica. El término, aunque existente ya en el léxico griego, alcanza su jerarquía y
régimen con el proyecto de Immanuel Kant, quien designa como crítica al conjunto de investigaciones
filosóficas que tienen como principal preocupación establecer los fundamentos y límites del ejercicio de la
Razón. Para Kant, el conocimiento de la realidad, inalcanzable para el ser humano, sólo es posible en la
medida que el objeto de conocimiento se somete a las exigencias formales de las facultades de la Razón.
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La actitud crítica aparece entonces como el punto cúlmine del pensamiento moderno, máxima expresión de
la sumisión de la realidad a las categorías de la Razón. La crítica, como instrumento de ciencia, es una
garantía al cumplimiento de las promesas de la Modernidad, vara de lo auténtico y lo falso, del límite entre
lo central y lo superfluo, entre lo real y sus sombras.
En el campo de las comunicaciones, la principal aplicación de la crítica tiene residencia en la obra de la
Escuela de Frankfurt. Los mayores rendimientos de la “Teoría crítica” en el campo de las comunicaciones
se encuentran en los planteamientos estéticos frankfurtianos y en su examen de la cultura de masas. Mucha
es la reflexión que ha suscitado el concepto de industria cultural desde que fue acuñado en 1944 por
Adorno y Horkheimer. El término alude a un conjunto de bienes elaborados por procedimientos técnicos
industrializados (el cine, la fotografía, la radiofonía, los medios masivos) y que comportan –dicho
sucintamente –la introducción, en las artes, de los modos de producción serial. Esto no es menor: significa
no sólo un cambio en el modo de producción de los bienes artísticos y culturales, sino también una
transformación de las funciones y espacios que el arte y el artista ocupan en la escena social. Para Adorno
y Horkheimer, las industrias culturales están determinadas por una razón instrumental que pervierte todas
las promesas de la Modernidad y soslaya los límites de la verdadera Razón. No es necesario recordar los
planteamientos generales de la crítica frankfurtiana: baste decir que en el arrasamiento de las esferas
autónomas del arte y de lo público, en la tecnificación de la vida y el goce cotidiano, la racionalidad técnica
se vuelve “la racionalidad del dominio mismo” y la Ilustración un “engaño de masas”. Pero tras esta crítica
perviven los viejos fantasmas modernos de la categoría, el régimen y la falsedad.
Lo que quiero establecer es que la crítica, en su acepción más clásica, sólo es posible en referencia a un
metarelato que establezca las coordenadas generales y los límites pertinentes para la comprensión del
mundo y su significación. Es decir, de un modo clásico no se puede realizar una crítica racional si ésta no
está soportada en un criterio establecido sobre la verdad y la falsedad, lo valioso o lo fútil, lo central o
periférico del objeto criticado. Y como el momento posmoderno ha disuelto estos criterios, pues nos
hallaríamos en la tan mentada época del “fin de los metarelatos”, ería hoy imposible cualquier modo de
pensamiento crítico, al menos desde esta perspectiva.
Pero la crítica también puede ser algo más que el ajuste del objeto de estudio a las exigencias de una
Razón o a la realización de una promesa epocal e incluso estos mismos atributos no tienen por qué
desaparecer en un tiempo de incertidumbre científica.
La crítica puede ser también un lenguaje apropiado para resituar el desajuste que he mencionado, en la
medida que permite una apertura metodológica para volver a centrar – o para descentrar apropiadamente –
las investigaciones sobre comunicación. En efecto, cierta crítica ha tendido a comprenderse como una
interpretación segunda de los objetos que aborda, reemplazando la función normativa o jurídica que tenía
sobre su objeto por otra, precisamente opuesta: la función de estallar los discursos y objetos, ampliando el
juego de la interpretación, abriendo posibilidades y caminos, entrecruzando los objetos.
La corriente de estudios sobre literatura iniciada en Barthes es donde tradicionalmente se ha desarrollado
esta crítica, más comunicativa que examinativa. Luego, es en Edward Said donde se percibe una
comprensión cabal de la crítica como política de la interpretación: quién habla, a quién, para qué.
Es interesante percibir como las preguntas críticas en Said giran en torno al “quién” y no al “qué” o al “por
qué”. El giro no es menor: plantear que la pregunta crítica es la pregunta por el quién supone no atribuir a la
crítica la función normativa y categorial que le es propia en el régimen moderno. La genealogía de este giro
puede rastrearse hasta Friedrich Nietzsche, quien se pregunta sobre la factibilidad del método kantiano para
conocer la realidad. Concretamente, los cuestionamientos de Nietzsche son dos: las posibilidades de un
verdadero conocimiento por medio de la conformidad a fin de la Razón y la sospecha de que la esfera moral
no es pertinente para un autoexamen de la propia actitud crítica. Ambos problemas, entre otras cosas,
cimientan el proyecto nietzscheano de “crítica” a la metafísica. Precisamente, por tanto, el valor de la crítica
para el filósofo alemán reside no en la pregunta por la cosa o la causa, propias del pensamiento metafísico,
sino por la voluntad que anima el acto de conocimiento, que se sirve de él por el cual le da forma al mundo.
Dice Nietzsche: “Nunca encontraremos el sentido de algo (fenómeno humano, biológico o incluso físico), si
no sabemos cuál es la fuerza que se apropia de la cosa, que la explota, que se apodera de ella o se
expresa en ella. Un fenómeno no es una apariencia ni tampoco una aparición, sino un signo, un síntoma
que encuentra su sentido en una fuerza actual. Toda la filosofía es una sintomatología y una semiología”. La
pregunta crítica no es, por tanto, la pregunta por el fondo ni por el valor, sino por la voluntad que interpreta:
voluntad que es procedencia de la interpretación. Deleuze, que ha leído sugestivamente esto, dice: “La
pregunta ‘¿Quién?’, según Nietzsche, significa esto: considerada una cosa, ¿cuáles son las fuerzas que se
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apoderan de ella, cuál es la voluntad que la posee? ¿Quién se expresa, se manifiesta, y al mismo tiempo se
oculta en ella? La pregunta ¿Quién? es la única que nos conduce a la esencia. Porque la esencia es
solamente el sentido y el valor de la cosa; la esencia viene determinada por las fuerzas en afinidad con la
cosa y por la voluntad en afinidad con las fuerzas”
“¿Qué quiere, el que dice esto, piensa o experimenta aquello? Se trata de demostrar que no podría decirlo,
pensarlo o sentirlo, si no tuviera cierta voluntad, ciertas fuerzas, cierta manera de ser. ¿Qué quiere el que
habla, ama o crea? E inversamente, ¿qué quiere el que pretende el beneficio de una acción que no realiza,
el que recurre al ‘desinterés’?”, acota Deleuze.
La actualidad de la pregunta crítica no depende, entonces, de su referencia a metarelatos o a las promesas
de la Razón y la Modernidad. Su pertinencia en el estudio de las comunicaciones aparece relevante, por
cuanto es una posibilidad para volver a pensar y, acaso, acortar el desajuste entre objetos, métodos y
teorías: una forma de conjurar la incertidumbre. El levantamiento de un programa crítico que no constituya
ni se constituya a sí mismo a partir de categorías o imposiciones interpretativas implica el gesto de una
investigación abierta a los trayectos del propio fenómeno que estudia, que lo acompaña en su devenir e
interpreta a partir de sus propias claves. Implica también un constante ejercicio de metainvestigación, de
reflexión sobre el propio hacer científico, pues siempre la primera voluntad a mano, en todo trabajo, es la del
propio investigador. ¿Qué quiero con este objeto? ¿Para qué apropiármelo? ¿Qué hacer con él? ¿Cuáles
mundos construir a partir de él?
El programa crítico propuesto procede mediante preguntas al objeto, previo examen de su reconocimiento,
elementos y relaciones. Ante todo, el fenómeno de la comunicación es político. Esto quiere decir, un
fenómeno humano, social, que comporta relaciones entre los hombres, las cuales son siempre relaciones
de poder. El primer paso es, entonces, entender la comunicación como un campo de disputa, abierto, en
constante movimiento, pleno de trayectos y posiciones antes que de lugares, dominio de estrategias y
tácticas antes que de emisiones, espacio de interpretación, negociación y conflicto antes que de orden. La
visión de la comunicación como una topología nos permite realizar la primera pregunta crítica al objeto,
¿dónde están las voluntades de la interpretación?, e identificar enseguida las voluntades hegemónicas. La
palabra hegemonía no está puesta aquí al azar. La impronta gramsciana es relevante pues pone el énfasis
en la comprensión de los conflictos. La identificación de las voluntades hegemónicas permite saber, por
oposición, cuáles no lo son, cuáles son marginales. Y tras esto, la segunda pregunta es obvia: ¿Cómo se ha
conseguido esta hegemonía? La interrogación apunta a determinar los trayectos interpretativos, el devenir
de la comunicación. La tercera pregunta, ¿cómo se ejerce esta hegemonía?, y la cuarta, ¿cómo se resiste?,
van de la mano y permiten conocer el sistema comunicativo, sus interacciones, las relaciones, calidades y
atributos de sus actores, los intereses de sus voluntades. La quinta pregunta, ¿para qué se ejerce la
hegemonía?, nos revelará el ánimo de la voluntad interpretante, nos mostrará su camino y revelará lo más
político que tiene la comunicación: la propia comunidad comunicada.
¿Es aplicable este programa? En el año 2004, junto a mis colegas Claudio Salinas y René Jara realizamos
el estudio Las interpretaciones violentas. En él se discutía la interpretación ya extendida que supone la crisis
del espacio público político y se proponía, frente a esta noción, la idea de espacios públicos ampliados,
campos de circulación de sentidos sobre nuestra constitución como sujetos políticos, como ciudadanos
consumidores, que ya no respondían a distinciones como la de público/ privado. Bajo esta idea se estudió
un mall como caso de espacio público ampliado. Se identificaron los protocolos de representación que
interactúan en el mall y que van, desde ensoñaciones eróticocotidianas ligadas al consumo, hasta ciertas
escenificaciones de un tipo de deliberación política. Luego, se estableció un sistema complejo de
interacciones sociales entre estos protocolos, sus actores y las voluntades tras estos actores, para
posteriormente referirse al valor político de estas interacciones: su función como actos interpretativos en ese
núcleo de sentido del mundo que es el mall. El estudio arrojó como resultado más destacado la conciencia
que el propio centro comercial tiene del uso que los consumidores hacen de él como espacio público, sus
estrategias para asegurarse una posición hegemónica en la disputa por el sentido y su fracaso –hasta ahora
–para constituirse en un eje articulador de una cierta idea de comunidad.
Otro trabajo realizado en el año 2005, Este cine “chacotero”…, junto a Claudio Salinas, exploró las
representaciones de lo popular en el cine chileno de la última década. Tras identificar los principales rasgos
de esta representación en distintos niveles –sujetos, hablas, espacios, narración, montaje, etc. –, se
agruparon estos rasgos en tres grupos operantes: populartradicional, popularmediático y popularmarginal o
crítico, de acuerdo a los criterios básicos de la literatura existente sobre el tema. La representación
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
predominante, la de lo popular como tradicional, significaba lo popular a partir de claves humorísticas,
alusiones explícitas al sexo y el uso de un lenguaje vulgar que buscaba la identificación directa con el
público, su consumo fácil y eficiente. Tras esta representación, existe una voluntad que está determinada
por el momento de desarrollo industrial que vive en Chile la cinematografía y por la transformación del
mercado audiovisual local. No se trata, por tanto, de una representación construida a partir de elementos
estéticos o disciplinarios, sino de una que subordinaba éstos a la lógica de la expansión material del campo
audiovisual y del propio desarrollo de la profesión en Chile.
En estos trabajos, el examen crítico se sobrepuso a modos tradicionales de estudiar la comunicación: se
trató de ampliar el límite que suponía el uso de metodologías como el estudio de caso o el análisis de
discurso. Asimismo, pueden obtenerse rendimientos en muchos objetos: la programación televisiva antes
que la disputa entre televisión pública o privada, la navegación por Internet y las virtuales comunidades
virtuales, la mediatización de la política más allá de conceptos como “privatización” o “desdibujamiento de lo
público”, etc. Permite abordar, además, el campo de la comunicación en toda su fragmentariedad
sistemática y su variedad, recogiendo los trayectos que se producen entre tecnologías de la información,
consumo cultural, ciudadanías, nuevas identidades, globalidad y localidad y otra larga cantidad de objetos
que se dan cita en nuestros estudios de la comunicación.
Muchas gracias.
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REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
La narrativa periodística desorganizadora:
La prensa en la crisis de hegemonía en Bolivia
Erick R. Torrico Villanueva
Erick R. Torrico Villanueva es licenciado en Ciencias de la Comunicación (Universidad Católica Boliviana),
magíster en Ciencias Sociales (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) y máster en Sociedad de la
Información y el Conocimiento (Universitat Oberta de Catalunya). Es Director Ejecutivo del Observatorio
Nacional de Medios y Director Académico del Área de Comunicación y Periodismo de la Universidad Andina
Simón Bolívar, en La Paz. Preside la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación y
es miembro del Tribunal de Honor de la Asociación de Periodistas de La Paz. Correos electrónicos:
[email protected] y [email protected]
Resumen
En abril de 2000 afloró en Bolivia la primera manifestación evidente de que el modelo económicopolítico implantado 15 años antes había llegado a su límite y de que la forma democrática que lo soportaba
estaba ingresando en una fase de descomposición acelerada.
La aplicación en agosto de 1985 del programa de ajuste estructural recomendado por los
organismos financieros multilaterales supuso una clara ruptura con el esquema estatalista prevaleciente
hasta entonces desde la revolución nacionalista y modernizadora de 1952. Para aquel mes, la democracia
tenía poco menos de tres años de reconstituida en el país, pero fue ese el momento en que las élites
tecnocráticas afines a las políticas de libre mercado se impusieron a las fuerzas partidarias y sindicales que
habían resistido a tres sexenios de dictaduras militares conquistando el restablecimiento del régimen
democrático al que ansiaban darle un contenido y una orientación de carácter popular.
La hegemonía neoconservadora quedó instituida y redefinió los parámetros de las relaciones entre
Estado, economía y sociedad, lo cual impulsó también una reconfiguración del espacio difusivo con un
notable predominio de los medios comerciales —especialmente los televisivos— y un repliegue forzado de
los de naturaleza contestataria y comunitaria. Sin embargo, a lo largo de una década y media no sólo que la
política formal y sus principales actores perdieron casi todo crédito sino que también lo hicieron los massmedia, que contribuyeron a la deslegitimación de la democracia, sus instituciones y protagonistas a la par
que desplegaron conductas cuestionadas por la ciudadanía: vinculaciones abiertas con el ámbito político,
pretensiones de sustituir a las mediaciones políticas, improvisación profesional y prácticas crecientemente
sensacionalistas.
Así, política y medios entraron en una situación crítica que incubó, en distintos pero consecutivos
lapsos, protestas sociales cada vez más organizadas y coherentes. La pérdida de autoridad estatal fue
puesta en evidencia sucesivamente en abril y septiembre de 2000, febrero y octubre de 2003 y mayo-junio
de 2005. En ese transcurso dos gobernantes fueron obligados a dimitir, perecieron más de 70 personas, al
menos otras 200 resultaron heridas, policías y militares se enfrentaron a balazos, instalaciones de la
administración pública y de los partidos censurados fueron destruidas, el estado de excepción dejó de tener
efecto como recurso estatal de control, vehículos y periodistas de diversos medios fueron objeto de
agresiones, se polarizó el escenario mediático y la anteriormente habitual valoración ciudadana positiva del
trabajo periodístico cayó de forma notable. La hegemonía del modelo de 1985 dejó de ser tal.
La ponencia se propone dar cuenta de ese proceso mediante una revisión del contexto político y
otra del desempeño de los medios informativos con especial atención en el de la prensa diaria. Se parte del
supuesto de que ésta participa activamente de la vida política del país mediante sus narrativas de
descripción, enjuiciamiento o análisis y se busca referir sus trayectorias ante la incertidumbre de una
desorganización a la que ella misma aportó hasta que los contecimientos desembocaron en una salida
reordenadora más bien inesperada: la victoria del candidato indígena Evo Morales —y, por tanto, de los
movimientos sociales anti-partido— en las elecciones generales de diciembre de 2005.
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La politicidad de la prensa
Más que una simple intermediaria entre los acontecimientos y agentes de la política y los
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consumidores de las informaciones, valoraciones o explicaciones noticiosas, la prensa tiene que ser
asumida hoy como un actor central de las dinámicas del poder (conflictividad) y, por tanto, de las que son
2
inherentes a las democracias . Su cada vez más activo y evidente papel respecto de las materias, las
3
instituciones y las decisiones públicas no debiera conducir, por tanto, sino al reconocimiento de tal carácter
.
La acción narradora de la prensa —que en sí misma supone decisiones y procesos de
inclusión/exclusión de temas, hechos y personajes políticos, así como otros de jerarquización, enfoque e
intensidad— la hace intervenir en el desarrollo y orientación de los sucesos y protagonistas a que se refiere,
además de retroalimentarlos. Así, narrar periodísticamente es siempre proponer una mirada y adoptar un
tempo para la presentación de lo ocurrido, a lo que en los comportamientos editoriales, opinativos o
analíticos se puede sumar una toma de partido más o menos explícita respecto a los objetos de la
correspondiente relación noticiosa.
En otros términos, la labor cotidiana de descripción, enjuiciamiento y examen informativos de
fragmentos de la realidad social que lleva a cabo la prensa posee, de manera inevitable, una doble
naturaleza política: por un lado, porque para lo fundamental de su producción noticiosa se remite a los
datos, voces y movimientos que registra de la arena política; por otro, porque como parte de esa misma
actividad básica despliega estrategias de cobertura (selección de áreas de lo real), publicidad
(financiamiento vía anuncios), interinfluencia (relaciones con actores económicos, políticos y sociales),
competencia (relaciones entre medios) y audiencias (direccionalidad y necesidad de impacto de sus
mensajes), las cuales presuponen siempre juegos de poder que son, a su vez, generadores o escenarios de
conflictos.
Todo medio de información periodística narra y comenta los conflictos noticiables —políticos o que
convierte en políticos—, además de que puede participar en ellos como parte directamente involucrada o
como tercero (Borrat, 1989:14).
La política, entonces, es no sólo uno de los referentes primordiales de los asuntos que nutren los
contenidos de la prensa sino igualmente uno de sus privilegiados y habituales campos de actuación. De ahí
que los desempeños narrativos periodísticos —por los cuales resulta construida la actualidad noticiosa—
den lugar a que esa politicidad se manifieste en tres funciones complementarias atribuibles al conjunto de
los medios periodísticos: (i) la de ser espacios de visibilización y realización de la política, (ii) la de ser
fuentes para el conocimiento del acontecer político y la participación política y (iii) la de ser en sí mismos
actores de la vida política.
Gracias a esas opciones la prensa y los periodistas mantienen “relaciones cruzadas” con la política
4
y los políticos , habiendo llegado a situaciones tanto de intercambio de papeles o favores y a otras de
búsqueda de complementación de tareas como a intentos eventuales de verdadera sustitución recíproca o
unilateral.
De esa forma, y al estar el mundo de la política asentado sobre la cuestión del orden social, los
medios,
sus
responsables
y
operadores
se
hacen
partícipes
de
las
tensiones
organización/desorganización/reorganización de la vida colectiva de cualquier sociedad y que en especial
afloran en momentos considerados críticos, esto es, de apertura probable a nuevos equilibrios más o menos
deseados. No obstante, la índole y las consecuencias de la acción mediática variarán de acuerdo con
cuáles sean los intereses en pugna de cada uno de tales momentos al igual que con las probabilidades de
recomposición hegemónica que se vayan haciendo visibles.
De la " guerra" a la incertidumbre
La triple crisis política que vivió Bolivia durante el quinquenio 2000-2005 —de los modelos de
Estado, democracia y gobernabilidad— posibilitó que el país se erigiera en laboratorio de las interrelaciones
que pueden establecer democracia (política) y prensa (medios) en circunstancias de alta inestabilidad.
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Tras 15 años de aplicación del modelo de ajuste estructural que reordenó los límites y las funciones
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del Estado, la economía y la sociedad , los efectos perversos de ese proceso —aumento desproporcionado
de la concentración de la riqueza y creciente exclusión de la ciudadanía, fundamentalmente— provocaron
que, ante la debilidad e ineficiencia de las instituciones, se intensificara la “política en las calles” (Calderón y
Szmukler, 2000) hasta convertirse en la “política de las multitudes” (Prada, 2004) con que los movimientos
sociales expresaron su hartazgo frente a los persistentes intentos de las élites de suprimir la política
mediante una pretendida “democracia consensualista” y acabaron por forzar el inicio de una ruta de
6
cambios .
El cuestionamiento de fondo a la arquitectura estatal que desde su estructuración en los orígenes
de la república en 1825 desconoció la diversidad étnico-social-regional fue, al final de cuentas, el sustrato
del período crítico reciente.
7
Así comenzó en enero de 2000, con la denominada “guerra del agua” que consiguió revertir un
contrato entre el Estado copado por intereses particulares y una empresa transnacional que controlaba los
servicios de agua potable en la ciudad de Cochabamba, un lapso que 5 años más tarde culminaría con el
práctico desbaratamiento de las organizaciones políticas que administraron la democracia del ajuste.
En medio de ese tiempo se inscriben, además, la eclosión popular de febrero de 2003 y, entre
septiembre y octubre de ese mismo año, la llamada “guerra del gas”.
En el primer caso, el anuncio de la intención del gobierno de modificar el régimen tributario precipitó
un abierto rechazo de los sectores trabajadores que iban a sufrir una fuerte disminución de sus ingresos. El
repudio incluyó un motín policial que posteriormente llevó a un enfrentamiento armado con el ejército en
plena plaza principal de la ciudad de La Paz, la sede gubernamental; 33 personas perdieron la vida y
alrededor de 200 resultaron heridas durante los días 12 y 13 de febrero. La calma exterior volvió cuando el
proyecto de reforma impositiva fue retirado del parlamento y el poder ejecutivo recobró en parte la
autoridad, pero quedó a la vista, mientras los gobernantes pensaban que se había reinstalado la
8
normalidad, que la brecha entre Estado y sociedad era ya insalvable .
Y ello fue corroborado sólo 7 meses después, cuando protestas sociales de diversa índole y que
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fueron violentamente reprimidas confluyeron en una doble causa que ponía en evidencia la impugnación
colectiva contra el Estado y sus controladores: la definición de una política nacional de explotación y
aprovechamiento de los hidrocarburos —entregados a la gestión de empresas transnacionales 8 años
antes— y la renuncia inmediata del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, considerado
entonces una síntesis del desprecio de lo nacional-popular.
Como sostiene Crabtree, “…los movimientos de protesta eran una reacción a una pregunta latente:
¿quiénes se beneficiaron con las decisiones y políticas de Estado durante las dos décadas anteriores?”
(2005:97), interrogante que trasuntaba la negación mayoritaria del orden estructural.
La defensa de la propiedad y el uso sociales de los recursos naturales (el agua y el gas) marcó,
consiguientemente, el curso de los acontecimientos que pusieron en cuestión a reglas y actores de la
“democracia de mercado” inaugurada en 1985. La imposibilidad de que el sistema y sus operadores
atendieran las demandas de la ciudadanía llevó a que en poco menos de dos años hubiese dos sucesiones
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presidenciales dentro de la línea constitucional y a que, por último, se adelantara el proceso de elección
de gobernantes y parlamentarios como la mejor salida institucional ante los riesgos de golpe de Estado,
guerra civil y aun intervención extranjera que se advertía tanto dentro como desde fuera del país.
A lo largo de ese tiempo se añadió una polarización regional-cultural-racial que alentó la división del
territorio y la población en dos seudo bloques: el “occidental”, de carácter nacionalista y ligado a los
movimientos sociales (campesinos, indígenas y sindicales), y el “oriental”, más bien de naturaleza liberal y
vinculado a movimientos urbanos (cívicos y empresariales). Focalizados en las ciudades de El Alto y Santa
Cruz, respectivamente, estos ejes contrapuestos tradujeron sus exigencias en dos propuestas de muy difícil
conciliación: la realización de una asamblea constituyente que garantizara la unidad nacional y el debate
para la aprobación de las autonomías departamentales. Ambos temas delimitaron las tareas del último
gobierno de transición y, por supuesto, los planteamientos que sustentaron las dos principales fuerzas
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electorales en los comicios convocados para el 18 de diciembre de 2005 .
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Esa secuencia de hitos de la múltiple crisis develó asimismo los comportamientos y alineamientos
mediáticos que, confrontados con la dureza y urgencia de los sucesos políticos, también se movieron dentro
de los márgenes inducidos por la situación.
El espacio de la difusión masiva en Bolivia —y, dentro de él, el del periodismo— había sido
redefinido por el impulso libremercantil de 1985. La predominante presencia de medios comerciales, el
acelerado desarrollo de la televisión privada y la paulatina conformación de grupos o redes mono o
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multimediáticos acompañaron los 18 años por los que se extendió la democracia del ajuste estructural . En
consecuencia, los problemas que desde el año 2000 emergieron en el seno de la realidad política no sólo
que convocaron la atención informativa de los medios periodísticos sino que los afectaron con vehemencia,
sean de naturaleza empresarial o institucional, confesional o comunitaria, no obstante de que los de estos
dos últimos tipos se desenvolvían en la periferia de las grandes audiencias y a notable distancia de los
anunciadores más importantes.
Como además les faltó capacidad de anticipación, aparte de preparación profesional y compromiso
democrático para afrontar la coyuntura, la mayor parte de los medios fueron sorprendidos por la velocidad y
el dramatismo de los acontecimientos, por lo que su mejor opción fue actuar reactivamente o, en otros
casos, aplicando pautas del sensacionalismo.
Así, la crisis impregnó y condicionó las narrativas periodísticas, que alimentaron tanto una cierta
polarización social y regional antes que efectivamente política como la incertidumbre que se apoderó de la
esfera pública hasta cuando fueron conocidos los resultados de las elecciones generales, es decir, hasta el
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triunfo del MAS y su candidato Evo Morales con el 53,74% de los votos . Los medios, como toda la
ciudadanía, asumieron ese hecho que cerró un quinquenio de precariedad política; pero tras la instalación
del nuevo gobierno, y ante el vacío de una oposición estructurada, empezaron a proyectar los impulsos de
una (re)construcción de hegemonía que parece estar en sus principios.
La democracia que se acabó
Si algo puede caracterizar primariamente la forma democrática que se resquebrajó entre 2000 y
2005 en Bolivia es su fuente de constitución: el pacto entre cúpulas partidarias excluyentes.
Debido a la insuficiencia de las sucesivas victorias electorales del tiempo de la "democracia de
mercado" (1985, 1989, 1993, 1997 y 2002), alguna de las tres principales fuerzas ganadoras se hacía del
poder —mediante votación negociada de segunda instancia en el congreso nacional— en función de
acuerdos pos eleccionarios que les aseguraban la mayoría y la obediencia parlamentarias a la vez que las
comprometían a compartir los espacios (y beneficios) del poder. Esa reiterada fórmula pragmática difuminó
toda diferenciación ideológica entre los participantes de los convenios y fue conocida como la "democracia
pactada"; con ella fueron fundamentalmente tres los partidos que se alternaron en el gobierno a lo largo de
17 años: el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), la Acción Democrática Nacionalista (ADN) y el
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Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) .
Ese rasgo común dio origen a una dinámica de reproducción del poder para un mismo círculo y
pronto tuvo como complemento a la falta de representatividad y a la corrupción. Los intereses corporativos y
aun personales o de pequeño grupo resultaron permanentemente privilegiados, lo cual viabilizó prácticas de
patrimonialismo, prebendalismo, nepotismo o clientelismo y promovió, de modo simultáneo, una creciente
separación entre políticos y ciudadanos. Los rendimientos de la democracia no llegaron a la población; la
opacidad de la política se intensificó.
Encuestas del período 1990-2001 señalaban que, en promedio y en una escala de 1 (desaprobación) a 7
(aprobación), el gobierno obtuvo una calificación de 3.12, el parlamento una de 3.08 y los partidos otra de
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2.8, todas por debajo del mínimo requerido .
Por consiguiente, la "democracia pactada" acumuló en tres lustros las culpas necesarias para ir a la
quiebra: ineficacia, inefectividad, ilegitimidad e inestabilidad (Cfr. Linz: 36 y ss.). No era, pues, posible que
continuara en pie para cuando la "política de las multitudes" decidió intervenir en el reencauzamiento del
proceso democrático.
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Los caminos mediáticos en la política
Y mientras ello ocurría en el territorio de la democracia, con el progresivo deterioro de la imagen de
las instituciones y los actores políticos así como con el creciente desencantamiento ciudadano respecto del
régimen, en el de los media paulatinamente se produjo un seudo empoderamiento que, a la postre, derivó
en un tendencial rechazo colectivo a sus desempeños.
Al comienzo, los medios —y en particular la TV privada y los diarios comerciales— funcionaron
como ámbitos de visibilización de la política, esto es, que de manera casi exclusiva aproximaron los hechos
y personajes del campo político al ciudadano no sólo en períodos electorales sino de manera regular.
En un segundo momento, y a medida que avanzaba el descrédito de política y políticos, los medios
se convirtieron en lugar de realización de la política, con intervenciones explícitas en la orientación de las
decisiones públicas, la gestión de los conflictos y la promoción o descalificación de figuras y fuerzas para los
procesos eleccionarios nacionales (presidenciales y parlamentarios) o locales (municipales) o durante los
tiempos de la administración de gobierno.
Poco después, como efecto de su asunción de tareas de fiscalización de los poderes públicos y
otras de mediación entre Estado y ciudadanía a la par que de su reiterado intercambio de papeles con los
políticos y de su eficaz impacto en los gobernantes y los electores, los medios —al menos los de mayor
audiencia y capital— se tornaron en actores protagónicos de la política, posibilitando además que varios de
sus representantes se lanzaran al mundo de la política.
Esos caminos estimularon una confluencia entre los intereses mediáticos y los de la política que en
la percepción de la gente, en última instancia, parece haber arrastrado a los medios hacia abajo en similitud
a lo que sucedió con los políticos y sus correspondientes espacios de operación (públicos o partidarios).
Si bien la interacción entre las dimensiones política y mediática de la vida de una sociedad es tan
inevitable como necesaria además de deseable, los rumbos que ella siguió en el caso boliviano, dado que
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esa relación llegó al punto de la imbricación , fueron más bien perniciosos al final.
La triple caída de la prensa
La actuación de la prensa, que en términos generales asumió la óptica del poder en crisis o la de la
inicialmente fragmentaria protesta social durante los acontecimientos de abril 2000 a junio 2005, representó
un factor más, pero nada desdeñable, de la dinámica de desorganización que caracterizó ese quinquenio.
No sólo los contenidos informativos sino las posiciones opinativas de los media presentaron y alimentaron
un estado de alta polarización in crescendo al cual casi nadie hallaba otro desenlace que una ruptura
violenta.
La instalación de la hegemonía libremercantil en 1985 se había efectuado sobre el descalabro de
las organizaciones sindicales y políticas de izquierda propiciado por sus diferencias y hostilidades internas,
la ineficiencia que demostraron en los tres años del interrumpido primer gobierno de la democracia
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recuperada y los comienzos del debilitamiento internacional del socialismo. Las medidas de coerción que
requirió esa implantación, entonces, fueron mínimas y consistieron en la aplicación del estado de excepción
para controlar a los dirigentes obreros y campesinos que se oponían a la reversión del Estado benefactor.
Tres lustros después, sin que la anunciada reactivación económica hubiese podido ser alcanzada,
con una pobreza agudizada y una administración política sumamente desacreditada, se planteó un nuevo
cuadro de situación en que la erosión del modelo de mercado ya era indisimulable y se tenía una difusa
posibilidad de construcción de una alternativa democrática viable. La incertidumbre fue, por ello, la marca de
los últimos años y los medios navegaron en esas aguas buscando no perder sus réditos. Dos fueron las
rutas seguidas para ello: mientras a su ligazón tácita o no con intereses políticos algunos medios agregaron
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el tratamiento sensacionalista o desconocedor de los hechos , otros optaron por una táctica populista que
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les permitió asegurarse audiencias . Si bien fue en los medios audiovisuales donde ese (re)acomodo se
hizo más patente, la prensa fue partícipe de iguales maniobras, conducta que la llevó a una triple caída: de
su credibilidad, su prestigio y su profesionalismo.
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Dos encuestas nacionales, una de 1999 y otra de 2004, muestran cómo la confianza ciudadana en
los medios disminuyó notablemente en ese transcurso: de obtener una calificación de 5,6 en una escala de
confianza de 7 puntos y de ubicarse por encima de la Iglesia Católica (que sólo tenía 5,3), seis años más
tarde los media apenas consiguieron un 4,4% frente al 35,5% de la Iglesia Católica como institución más
confiable (Cfr. Corte Nacional Electoral, 2005: 188-189). Asimismo, se acumularon las críticas de
representantes de instituciones públicas, organizaciones políticas, sindicales y sociales al trabajo
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mediático , al igual que las de los propios responsables de medios y periodistas, pero a la vez se
produjeron manifestaciones de fuerza de movimientos sociales que consideraron manipuladora la labor de
21
algunos medios en los momentos de mayor tensión .
La narrativa periodística expresa, así, una de las formas mediáticas de intervención en los procesos
políticos, acción que puede traer consecuencias externas (en materia de orden/desorden social) e internas
(con respecto a los modos de operación de los medios y a sus nexos con la ciudadanía).
Actualmente está en curso en Bolivia una probable reorganización de la hegemonía que se espera
canalizar en la Asamblea Constituyente inaugurada a principios de agosto. Hay nuevos actores en la
escena política y algunos otros en camino de conformación. La prensa, con seguridad, continuará siendo un
actor clave, aunque al parecer no asimiló todavía las experiencias del pasado reciente y tiende a ratificarse
—incitada también por la manera en que viene desempeñándose el gobierno y por la ausencia de una
oposición consistente—, en su anterior comportamiento polarizador y sensacionalista.
NOTAS:
1. Esta noción se refiere a todos los medios periodísticos impresos (diarios, semanarios, quincenarios, mensuarios y revistas) cuyos
contenidos se nutren de los hechos noticiables y son presentados como información, opinión o interpretación. De todas maneras,
varias de sus características también resultan aplicables a los medios o espacios periodísticos audiovisuales y virtuales.
2. La política en general y la democracia en particular no son concebibles sin antagonismos; la intención de eliminar a los adversarios,
así sea por la vía de un "consenso unanimizador", es simplemente totalitarismo. Cfr. Mouffe (2000).
3. Esta concepción es compartida, por ejemplo, por el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sobre la
democracia en Latinoamérica (2004:156).
4. A propósito de este entrecruzamiento Muraro dice lo siguiente: "Puesto que resulta imposible transmitir información acerca de un
acontecimiento cualquiera sin formular de manera implícita o explícita un diagnóstico y un pronóstico acerca de los asuntos
públicos, y también un juicio de valor al respecto, los periodistas realizan tareas que se superponen con las de los políticos"
(1998:75).
5. El 29 de agosto de 1985 fue puesto en vigor el decreto supremo 21.660 destinado a lograr que el mercado reemplazara al Estado
como mecanismo regulador de la economía, pero que a la vez se orientó a anular las mediaciones políticas ejercidas hasta
entonces por las organizaciones sindicales (obreras y campesinas) y por las fuerzas militares. La representación partidaria y la
parlamentaria resultaron privilegiadas paralelamente al desmontaje de la lógica del Estado benefactor que había pervivido, sin
mayores alteraciones, desde la revolución nacionalista modernizadora de abril de 1952.
6. Las calles y las carreteras fueron convertidas en lugares de la protesta y la movilización social contra las políticas gubernamentales
en tanto los canales formales de atención y gestión de demandas dejaron de cumplir sus funciones de mediación; al agravarse esta
situación, la presión de la multitud logró articular diversas demandas en torno a problemas de alcance nacional -como la cuestión
de la propiedad sobre los recursos naturales- y, al generalizar el conflicto, fue capaz de modificar la relación de fuerzas que
prevalecía en la "democracia de mercado". Así, las calles y las carreteras fueron el espacio físico necesario para que los
movimientos sociales ejercieran un activo rol de agentes del cambio político. Cfr. Robins (2006).
7. Bautizada como una "guerra" por la significación del asunto en disputa -el agua-, por el grado de involucramiento de la ciudadanía
en la oposición al Estado y por la profundidad del sentido de esta lucha, esta movilización con antecedentes en noviembre de 1999
incluyó medidas tales como un bloqueo de caminos, una toma simbólica de la ciudad y una paralización general de actividades por
tiempo indefinido que pusieron en vilo al gobierno de entonces. Cfr. García y Otros (2003) y Crabtree (2005).
8. La consigna de conclusión a que 15 días después llegó un encuentro de evaluación de los sucesos efectuado en La Paz en que
participaron más de 350 dirigentes sindicales y sociales del país era indicativa de esta situación: "Derroquemos el Estado de las
transnacionales y construyamos el Estado de los Trabajadores del campo y las ciudades". Cfr. Pinto (2003:5859).
9. La solución por vía de la militarización adoptada por el gobierno provocó más de 60 muertes de civiles desarmados y heridas a
más de un centenar de personas en la ciudad de El Alto. Fue la peor masacre sucedida en la historia contemporánea de Bolivia y,
peor aún, en el seno de una democracia.
10. En octubre de 2003 el hasta entonces vicepresidente de la república Carlos Mesa Gisbert asumió la presidencia tras la salida del
país de Sánchez de Lozada; sin embargo, la acumulación de las tensiones precipitó su dimisión en junio de 2005, cuando Eduardo
Rodríguez Veltzé, que se desempeñaba como presidente de la Corte Suprema de Justicia, tuvo que jurar como presidente con el
explícito mandato de convocar a elecciones generales.
11. Se trató del Movimiento al Socialismo, MAS, encabezado por el dirigente de los productores de hoja de coca Evo Morales, y de la
agrupación Poder Democrático Social, PODEMOS, fundada por Jorge Quiroga, ex gobernante que heredó la presidencia de Hugo
Banzer luego de que éste, afectado por un cáncer, dimitiera en 2001 semanas antes de su muerte.
12. Sin que haya información precisa, se estima que funcionan 58 impresos periódicos, alrededor de 220 televisoras y cerca de 900
radioemisoras; aproximadamente el 84% de esos medios es de propiedad privada.
13. Fue la primera vez en la democracia reciente de Bolivia (desde que volvió a haber elecciones en 1979) en que una fuerza política
obtuvo la mayoría suficiente para gobernar sin tener que recurrir a conformar coaliciones.
14. Otras organizaciones menores fueron parte de cada una de las alianzas oficialistas, aunque sin alcanzar mayor notoriedad pública.
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REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
15. Véase Costa y Otros (2003:205).
16. Este lazo íntimo se expresó principalmente en el caso de algunas redes privadas de TV.
17. Cuando la democracia fue reestablecida en octubre de 1982, asumió el poder el Frente de la Unidad Democrática y Popular, que
reunía a fuerzas de izquierda y centroizquierda que no pudieron ponerse de acuerdo para gobernar y que fueron permanentemente
acosadas por otras fuerzas de izquierda, sindicales sobre todo, a la par que por las de la oposición conservadora. El Frente tuvo
que resignar un año de sus cuatro de mandato y convocar a elecciones adelantadas.
18. Aquí se hace referencia a la dramatización escandalosa (policial, sexual o política) o a los usos desinformadores.
19. La publicación de cualquier opinión de la gente al margen de una labor de edición responsable y la reproducción de los
cuestionamientos extremos por los operadores mediáticos fueron características de esta práctica.
20. Al respecto, es muy valiosa la sistematización incluida en el Antimanual del periodista boliviano. Cfr. ILDIS (2004).
21. Durante los hechos de septiembreoctubre de 2003 los vecinos de la ciudad de El Alto establecieron un sistema de censura que
impidió el acceso a reporteros, camarógrafos y vehículos de ciertos medios -sobre todo televisivos- e incluso llegaron a golpear o
apedrear a algunos de ellos calificándolos de "vendidos al poder".
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REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
¿Del conocimiento de las tecnologías
a las tecnologías del conocimiento?:
Contexto, medios de comunicación y periodismo.
Rosario de Mateo, Catedrática de la Universitat Autònoma de Barcelona, España.
Martín Becerra, profesor titular de la Universidad de Quilmes, Argentina.
Laura Bergés, profesora asociada de la Universitat Autònoma de Barcelona, España.
Resumen
Una de las incertidumbres con que se encuentran las facultades de periodismo y comunicación es cómo
afrontar el desarrollo de nuevas tecnologías de la información y la comunicación, cómo incorporar estas
tecnologías a la enseñanza y el estudio del periodismo y la comunicación. Pero la pregunta se puede
plantear también en otros términos: ¿cómo afrontar la enseñanza del periodismo y la comunicación en un
contexto complejo de cambios donde se entremezclan posibilidades tecnológicas con dinámicas
económicas, intervenciones políticas y usos sociales? El periodista, el comunicador, deberá usar nuevas
herramientas de comunicación, pero ¿hasta qué punto estas herramientas modifican lo que entendemos por
periodismo y medios de comunicación? ¿no intervienen también otros factores? ¿acaso el periodista no se
enfrenta a parecidos retos de selección de temas, búsqueda de fuentes y creación de discursos, ahora con
nuevas herramientas? Pero además de éstas, ¿no sigue siendo fundamental una formación que ponga el
acento en el conocimiento que permita el análisis crítico y la producción de informaciones e interpretaciones
pertinentes para públicos amplios de acuerdo con la función social de los medios en las sociedades
democráticas?
Esta introducción comienza con preguntas, como también está llena de preguntas la reflexión que le sigue.
Preguntas que parten de situar los medios de comunicación en el contexto del desarrollo de un nuevo
modelo de crecimiento económico que conlleva cambios políticos y sociales, favorecido por las nuevas
tecnologías, pero que se ha de considerar precisamente, también, como el marco en que los diferentes
actores (poder político, empresas oferentes y demandantes) intervienen sobre el desarrollo de estas nuevas
tecnologías de la comunicación y la información, sobre su adopción y sus usos. Estos elementos, y no sólo
las posibilidades tecnológicas, se tienen en cuenta para cuestionarse cómo están cambiando los medios de
comunicación, con la incorporación, por ejemplo, de opciones de interactividad, señaladas como una de las
principales aportaciones de las TIC, para volver así al punto de partida: los interrogantes sobre la formación
de los periodistas y comunicadores en un contexto de tecnologías convergentes y cambiantes y situadas en
el núcleo de la llamada Sociedad de la Información.
Introducción
Una de las incertidumbres con que se encuentran las facultades de periodismo y comunicación es cómo
afrontar el desarrollo de nuevas tecnologías de la información y la comunicación, cómo incorporar estas
tecnologías a la enseñanza y el estudio del periodismo y la comunicación. Pero la pregunta se puede
plantear también en otros términos: ¿cómo afrontar la enseñanza del periodismo y la comunicación en un
contexto complejo de cambios donde se entremezclan posibilidades tecnológicas con dinámicas
económicas, intervenciones políticas y usos sociales? El periodista, el comunicador, deberá usar nuevas
herramientas de comunicación, pero ¿hasta qué punto estas herramientas modifican lo que entendemos por
periodismo y medios de comunicación? ¿no intervienen también otros factores? ¿acaso el periodista no se
enfrenta a parecidos retos de selección de temas, búsqueda de fuentes y creación de discursos, ahora con
nuevas herramientas? Pero además de éstas, ¿no sigue siendo fundamental una formación que ponga el
acento en el conocimiento que permita el análisis crítico y la producción de informaciones e interpretaciones
pertinentes para públicos amplios de acuerdo con la función social de los medios en las sociedades
democráticas?
Esta introducción comienza con preguntas, como también está llena de preguntas la reflexión que le sigue.
Preguntas que parten de situar los medios de comunicación en el contexto del desarrollo de un nuevo
modelo de crecimiento económico que conlleva cambios políticos y sociales, favorecido por las nuevas
tecnologías, pero que se ha de considerar precisamente, también, como el marco en que los diferentes
actores (poder político, empresas oferentes y demandantes) intervienen sobre el desarrollo de estas nuevas
tecnologías de la comunicación y la información, sobre su adopción y sus usos. Estos elementos, y no sólo
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las posibilidades tecnológicas, se tienen en cuenta para cuestionarse cómo están cambiando los medios de
comunicación, con la incorporación, por ejemplo, de opciones de interactividad, señaladas como una de las
principales aportaciones de las TIC, para volver así al punto de partida: los interrogantes sobre la formación
de los periodistas y comunicadores en un contexto de tecnologías convergentes y cambiantes y situadas en
el núcleo de la llamada Sociedad de la Información.
1. Los medios de comunicación en su contexto
Entre otros nombres empleados, la Sociedad de la Información (SI) como proceso inacabado hacia la
construcción de un mercado universal, hoy conocido como globalización, se basa en la diseminación de las
tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), (Informe Bangemann, Comisión Europea, 1994).
Este proceso tiene sus orígenes en la triple crisis económica mundial que comienza a finales de los sesenta:
la crisis industrial de Estados Unidos que se irá extendiendo a todos los países industrializados; la crisis
financiera provocada por este debilitamiento del sector industrial estadounidense que fue la causa más
importante de la ruptura del Sistema Monetario Internacional; y la crisis petrolera de 1973 que volvió a
repetirse en 1979 haciendo aún más agudo el proceso de endeudamiento masivo y que hace pasar la
economía mundial de un sistema de crédito de sobreliquidez a otro de subliquidez, con las consecuencias
que se conocen (CPII, 1983, 1984).
Ese es el principio del fin de un modelo de crecimiento y consumo en funcionamiento desde después de la
segunda guerra mundial y liderado por Estados Unidos. Esta etapa marcada por la inflación y el descenso
del crecimiento de las economías —aunque se recupere en algunos ciclos cortos—, supondrá el inicio de un
período de ajuste para las economías nacionales a la búsqueda de un nuevo modelo de crecimiento
económico y de intercambio basado en las transformaciones industriales, con implicaciones sociales y
políticas, cuyo eje central se sitúa en las tecnologías de la información y la comunicación. Así se tratará de
preparar el terreno para hacer posibles los cambios en los procesos productivos y de intercambio, que van a
provocar lo que algunos han denominado de diversas formas y hoy se conoce como Sociedad de la
Información.
La propuesta del nuevo modelo de desarrollo se plasma en 1991 en Estados Unidos con la HighPerformance Computing Act que dio lugar a la Global Information Infrastructure, expuesta por el
vicepresidente Al Gore en 1994 (Gore, 1994) y rebautizada por la Comisión Europea como Sociedad de la
Información (Comisión Europea, 1994) que representa el nuevo modelo de desarrollo. En él, el crecimiento
económico y la distribución tendrán su base principal en el sector servicios, en el que se encuentran
actividades como las telecomunicaciones y el audiovisual que en Europa funcionaban como monopolios
públicos. Las tecnologías de la información y la comunicación tendrán un papel fundamental en este
proceso de cambio. Su aplicación se va extender también a los otros sectores de la actividad económica
para obtener una mayor productividad en un mercado mundial caracterizado por la desregulación, la
liberalización, la privatización y la competitividad internacional. Estos principios de funcionamiento de la
Sociedad de la Información no son en absoluto neutrales puesto que se dirigen fundamentalmente a la
reestructuración económica sin atender, apenas, a sus repercusiones sociales, lo que está ayudando al
desmantelamiento paulatino del anterior modelo de desarrollo económico conocido como Sociedad del
Bienestar donde existía el servicio de interés público.
Los artífices fundamentales de esos cambios son los gobiernos nacionales y supranacionales de los países
más desarrollados, principalmente Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, ya que tienen ventajas
competitivas claras en este nuevo orden económico respecto al resto de países; las organizaciones
económicas regionales e internacionales como la OCDE, el FMI, el Banco Mundial y la Organización
Mundial de Comercio. Y como lobby fundamental en todo este proceso las compañías multinacionales o
transnacionales.
En ese sentido fue significativa la última Ronda de negociaciones del Acuerdo General de Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT, convertido en Organización Mundial de Comercio en 1995) que propició el
dominio en la economía mundial de la desregulación, la liberalización, la privatización y la competitividad
global de los servicios con la firma del Acuerdo General sobre el comercio de servicios (GATS) en 1994. En
él se introdujeron, aunque sin ningún acuerdo en esos momentos, las telecomunicaciones, la informática y
el audiovisual, entre otros servicios, por la influencia de Estados Unidos principalmente. A pesar de la
excepción cultural introducida por la Unión Europea y Canadá sólo había que esperar acuerdos futuros para
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que lo cultural, y más concretamente el audiovisual y la industria de la comunicación, quedara incorporado
al estatuto industrial dominante a nivel mundial.
La Sociedad de la información es el contexto en el que actúa la industria de los medios de comunicación y
entretenimiento cuya estrategia de organización y funcionamiento es deudora de su consideración como
uno de los motores de crecimiento de ese nuevo modelo de desarrollo. Por ello, desde principios de los
noventa, los objetivos económicos han definido su evolución, no siempre lineal por las numerosas
dificultades que plantea el mercado, olvidándose casi por completo de cualquier otro tipo de objetivos. El
determinismo tecnológico y económico en la configuración de un mercado global, en el que se inserta la
industria de los medios de comunicación en su conjunto, tiene serias carencias, no sólo sociales y políticas,
sino también en la propia organización del mercado, tanto del lado de la oferta como de la demanda. Esta
tendencia se ha revalidado en la reciente Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI, 2004),
incluso siendo la estrecha concepción ligada a los intereses de provisión de infraestructuras de tecnologías
uno de los ejes de disputa.
2. Medios de Comunicación: Del conocimiento de las tecnologías y sus actores
El salto tecnológico y científico de la SI, fruto de anteriores saltos tecnológicos, ha sumergido en un caos el
proceso de transformación de la industria de los medios de comunicación, por lo que es prácticamente
imposible predecir a largo plazo su estructura y funcionamiento definitivos. En momentos de incertidumbre
como los actuales, surgen más preguntas que respuestas. Muchas de estas respuestas son prematuras,
cuando no equivocadas, por considerar las TIC como ente autónomo, capaz por sí solo, de crear nuevos
medios de comunicación con efectos bondadosos o maléficos sobre la sociedad. Se olvidan, en su mayoría,
de la compleja interacción entre estas innovaciones tecnológicas y los actores políticos, económicos y
sociales.
Para hacer juicios razonables sobre el futuro de la industria de medios de comunicación y sus impactos
sociales, se ha de considerar su proceso de cambios, dentro del sistema global de la SI, que está
modificando dos aspectos centrales de la tradicional estructura, así como del funcionamiento, de la industria
de los medios de comunicación y del entretenimiento. En primer lugar, se está replanteando la
consideración de los productos de información y comunicación como servicio de interés público. En
segundo lugar, las barreras tradicionales entre los medios de comunicación son cada vez más permeables
debido, principalmente, a tres causas: tecnológicas; la necesidad que tienen las empresas de la
comunicación de realizar economías de escala si quieren tener alguna influencia en el mercado y en la
opinión pública; y la adopción del concepto del mercado centrado en el consumidor.
2.1. Tecnologías
Una de las causas de la reestructuración de la industria de los medios de comunicación es el importante y
continuado desarrollo de la tecnología basado, principalmente, en la convergencia de la microelectrónica, la
informática y las telecomunicaciones. Sus innovaciones tecnológicas – satélite, fibra óptica, microchips,
digitalización y circuitos integrados- han aumentado su capacidad de información, la rapidez y capacidad de
su transmisión, y la integración y manipulación de las diferentes clases de comunicación electrónica en un
sistema común de información. Las barreras tradicionales de los medios de comunicación son cada vez
más permeables, haciéndolos cada vez más compatibles, porque su contenido puede tener infinitas
combinaciones, debido al proceso de digitalización que permite transformar todos los tipos de información –
datos, audio, imágenes…- en una estructura uniforme basada en los dígitos cero y uno. Todo ello permite
comprimir, almacenar, manipular y transmitir una cantidad ingente de información digital sin precedentes.
Esas tecnologías, y sus constantes innovaciones, están aumentando las formas de distribución y la
integración de los medios de comunicación que, no sólo tienen la posibilidad de incrementar su oferta de
productos y servicios de comunicación, sino también de ofrecer productos multimedia al ir difuminándose las
barreras tecnológicas entre los medios de comunicación tradicionales.
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) están presentes en la vida diaria de las empresas
de medios de comunicación y de sus consumidores y está transformando algunos aspectos de su
funcionamiento, como por ejemplo las condiciones y tipos de trabajo y las rutinas laborales (lo que incluye la
aparición y desaparición de oficios y puestos de trabajo) o las formas de acceder a la información o al
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entretenimiento. Sin embargo, en diversas ocasiones, tiende a hacerse una proyección del futuro de la
sociedad de la información y de los medios de comunicación distorsionada y sobreestimada al no tener en
cuenta algunos aspectos fundamentales.
En primer lugar, ¿adónde lleva la transformación de la industria de los medios de comunicación y
entretenimiento? ¿Cuáles serán sus efectos políticos, económicos y sociales? En estos momentos, no
existe una respuesta clara y coherente. Lo único razonable es tomar en consideración las enseñanzas
históricas sobre el cambio tecnológico y sus repercusiones en esa industria que Fidler (1998: 66, 376) ha
resumido en los seis principios fundamentales siguientes: Coevolución y coexistencia (durante un largo
periodo de tiempo, los medios de comunicación tradicionales pueden evolucionar y coexistir con nuevos
medios de comunicación); metamorfosis (Los nuevos medios surgen gradualmente por la transformación de
los medios tradicionales que tratarán de evolucionar y adaptarse para evitar su desaparición); propagación
(Los nuevos medios de comunicación transmiten y difunden las propiedades de los antes existentes);
supervivencia (si quieren sobrevivir, los medios de comunicación y las empresas que los gestionan han de
evolucionar para adaptarse al nuevo modelo de desarrollo); oportunidad y necesidad (El desarrollo de un
nuevo medio, no sólo depende de la tecnología, sino que debe existir una oportunidad motivada por razones
políticas, económicas o sociales); adopción retrasada (la introducción masiva en el mercado de una nueva
tecnología de medios de comunicación lleva, al menos, una generación, bastante más de lo que los profetas
predicen).
En segundo lugar, las tecnologías de la información y la comunicación continúan evolucionando para la
consolidación de la llamada autopista de la información en un sistema de comunicación digital, de alta
velocidad, de banda ancha e interactivo. Se dice que, cuando se superen todas las limitaciones
tecnológicas, millones de personas de todo el mundo podrán acceder via internet a toda una gama de
material –incluso televisión, películas cinematográficas y multimedia- y utilizar el trabajo de periodistas,
diseñadores, técnicos, actores y otros trabajadores de las industrias de los medios de comunicación y
entretenimiento. Una vez conseguido ese objetivo, uno de los desafíos más importantes será que la
autopista de la información sea universal, tanto por su cobertura, como por el acceso de los usuarios. ¿Hay
datos que permitan asegurar esta cobertura y acceso universales?
En tercer lugar, los análisis descriptivos y de prospectiva de mayor incidencia han puesto su acento en la
convergencia de las tecnologías como motor de desarrollo y cambios sociales, al considerar dichas
tecnologías, más como un fin en sí mismas, que como recurso productivo, no independiente del trabajo y las
materias primas, que introducirán cambios en el modo de producción capitalista y, por tanto, en el modo de
producción de la industria de los medios de comunicación y entretenimiento. Por tanto, la introducción de las
TIC, sus efectos de sinergia y el incremento de su eficacia está teniendo repercusiones en esa industria,
aún difíciles de valorar, en lo que respecta al empleo. ¿Cuál será en el futuro la composición y la estructura
de empleo, y las condiciones y modalidades de trabajo en la industria de medios de comunicación y
entretenimiento? ¿Por qué no se realizan estudios cuantitativos y cualitativos de cómo la introducción de las
TIC está afectando la vida laboral de periodistas y otros empleados de la industria de medios de
comunicación y entretenimiento? A menudo también se aducen las ventajas del teletrabajo, por el cual se
hará mayor el número de periodistas trabajando desde casa. Pero, si los periodistas se aíslan para hacer su
trabajo ¿Tendrán más o menos posibilidades de realizar su labor profesional con mayor eficacia? ¿Cómo
incidirá ello en la defensa de sus derechos?
En la actualidad, nos encontramos con sorpresas frecuentes por la aparición de nuevas tecnologías,
coincidiendo muchas de ellas al mismo tiempo. ¿Cómo esas tecnologías van a influir en la evolución de los
medios de comunicación tradicionales? y ¿a qué nuevos medios de comunicación van a dar lugar? Hacer
un pronóstico a largo plazo es difícil porque cualquier innovación tecnológica se ve afectada por otros
fenómenos tecnológicos, políticos, económicos y sociales. Sin dejarse llevar por el entusiasmo ni por el
pesimismo, lo cierto es que no nacen nuevos medios de comunicación espontáneamente y son los
departamentos de investigación y desarrollo de los grupos multinacionales de medios de comunicación y
entretenimiento, de informática y de telecomunicaciones, a veces asociados, los que crean sus productos y
servicios que introducirán en el mercado. También el poder político interviene en el proceso de desarrollo y
adopción de nuevas tecnologías y en la regulación de los nuevos medios de comunicación. Esta oferta de
nuevos medios de comunicación no siempre tiene éxito comercial porque también depende de la demanda,
es decir de la aceptación del público, de los consumidores y de la apropiación social, siempre compleja, de
las tecnologías de la información y la comunicación.
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2.2. Poder político
A partir de la década de los noventa, las empresas de medios de comunicación y entretenimiento
consideradas, como antes se ha dicho, uno de los motores de crecimiento del nuevo modelo de desarrollo,
producen una mercancía, la información y la comunicación, aunque retóricamente también se considere, a
veces, por políticos y empresarios como un bien cultural. Lejos queda ya su consideración como un servicio
público por su capacidad para legitimar, reformar y reproducir los valores políticos, económicos y sociales
del sistema establecido.
Uno de los actores fundamentales de este cambio ha sido el poder político que ha facilitado el proceso de
transformación de las estructuras de la industria de los medios de comunicación y entretenimiento en el
seno de la Sociedad de la información, con sus principios de desregulación, liberalización, privatización y
competencia universal. Los gobiernos nacionales y supranacionales han promovido la desregulación de
diversas actividades, con el fin de facilitar la entrada de capitales privados en las empresas de la industria
de los medios de comunicación y entretenimiento y de telecomunicaciones, y de que puedan actuar como
empresas privadas multinacionales en un mercado global. Así, el Estado ha ido dejando su papel de
empresario y agente que intervenía directamente en esa industria y se ha convertido casi exclusivamente en
regulador para permitir los procesos de cambio que faciliten la actuación de esas empresas en un mercado
competitivo. Así, por ejemplo, se ha ido suavizando, hasta dejarla casi sin contenido, la normativa que
restringía la titularidad de empresas de radio y televisión con el fin de preservar la pluralidad informativa.
Dicho de otra forma, “hay una redefinición del sector público: de planificador, ejecutor del
contrato social del Estado de Bienestar, pasa a desempeñarse como pilar de apoyo a las estrategias de
expansión del capital concentrado en las actividades de información, comunicación y entretenimiento y
como garante de las nuevas reglas de juego (Becerra, 2003: 87). Todo ello implica una pérdida paulatina del
protagonismo del Estado y del poder político, por una reducción progresiva del sector público en todos los
sectores de actividad, y de influencia económica en la reestructuración de la industria de la comunicación y
entretenimiento, y por la primacía de lo económico sobre lo político. Así lo muestra, por ejemplo, el
tratamiento de los medios de comunicación en la Unión Europea que se va trasladando cada vez más
desde la Dirección General de Cultura y Audiovisual hacia, principalmente, la Dirección General de la
Competencia y, en menor grado, hacia las direcciones generales de Mercado Interno y de Industria.
Las disposiciones legales y normativas, atomizadas al tratar los medios de comunicación por separado, se
están viendo desbordadas por la convergencia de las tecnologías de información y comunicación que está
facilitando, por citar dos ejemplos: editar información en soporte papel y en soporte electrónico, incluyendo
texto, audio, vídeo y servicios comerciales inalámbricos, y distribuirlos por satélite, televisión por cable o
líneas telefónicas de banda ancha; o distribuir por canales diferentes, como teléfono o cable, o Internet,
servicios de teléfono, televisión, radio, entre otros. La legislación existente crea incertidumbre y confusión en
diversos terrenos preocupando de manera importante a las empresas de comunicación e información. La
reestructuración de esta industria está en proceso y, por ello, es difícil establecer normas adecuadas para
su funcionamiento que no impidan su desarrollo.
¿Qué sentido tiene la protección de las industrias de medios de comunicación y entretenimiento en una
economía globalizada de libre comercio? ¿Cómo afectará a los derechos de autor? ¿Y al control de la
información? ¿Serán efectivas las regulaciones, por ejemplo, sobre pornografía infantil o mafias? Pero,
además, ¿Cómo van a regular los gobiernos los efectos de las TIC sobre el empleo en la industria de
medios de comunicación y entretenimiento, si los principios de desregulación, liberalización y privatización
están teniendo efectos perjudiciales para los trabajadores, como por ejemplo, la creciente precariedad
laboral? ¿Qué rol tendrán los sindicatos? ¿Qué papel jugará la negociación colectiva en una industria en
esas circunstancias?
2.3. Oferta de medios de comunicación
De acuerdo con Robert McChesney (2002), antes de la década de los noventa, para conocer el
funcionamiento de la industria de medios de comunicación en un país se tenía que entender el marco
nacional y local. Actualmente se ha de partir del mercado global para comprender los diferentes niveles de
mercado.
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En un primer nivel se sitúan nueve grandes grupos de comunicación con intereses económicos en todo el
mundo: AOL Time Warner, Viacom, Sony, Walt Disney, Vivendi Universal, News Corporation, Bertelsmann,
General Electric/NBC, y Liberty Media. Estos grupos combinan, entre otros, intereses de diferentes ramas
de actividad como, por ejemplo, redes de televisión en sus diferentes formas de distribución, producción de
contenidos, canales de televisión, estudios de cine, canales de cable, discográficas, diarios, revistas y libros,
y diversos servicios comerciales on line. La presencia de los grupos multinacionales estadounidenses en los
mercados audiovisuales mundiales se centra en diversas actuaciones, entre las que cabe destacar la
provisión de contenidos para las televisiones generalistas y de canales temáticos para las plataformas, así
como la distribución cinematográfica. En algunos casos, también participan en el capital social de empresas
de medios de comunicación como, por ejemplo, en empresas de televisión europea – así, Disney tiene
participaciones en SBS Broadcasting, RTL-2 y TeleMünchen (Alemania); Hamster Productions y Sport of
France (Francia); Tesauro (España). Los grupos estadounidenses también han conseguido una posición
dominante en el mercado de los operadores de cable.
En un segundo nivel se situarían cincuenta grupos de medios de comunicación de Estados Unidos, Europa,
Japón, América Latina que hacen sus negocios en el ámbito regional y nacional como, por ejemplo,
Lagardère, TF1, Springer, Mediaset, Bonnier, Modern Times Group, SBS Broadcasting, Prisa, entre los
europeos, o Televisa y Globo, entre los latinoamericanos.
En el tercer nivel se encuentran las empresas de medios de comunicación nacionales y regionales
periféricas: Granada, Carlton o Channel Four en el Reino Unido; Vocento o Mediapro, en España; Groupe
AB en Francia; Teletipos en Grecia; SIC en Portugal; Polsat en Polonia; Cisneros en Venezuela y Clarín en
Argentina (Mastrini y Becerra, 2001).
La industria publicitaria se caracteriza también por la concentración de la propiedad y la
internacionalización, con cinco grandes grupos mundiales (Omnicom Group, WPP Group, Interpublic Group
of Companies, Publicis Group y Havas) que desplegan redes de empresas en los diferentes mercados
regionales y nacionales, a menudo con alianzas o inversiones en medios de comunicación y compañías de
producción para medios tradicionales y nuevos medios (por ejemplo, WPP es el accionista mayoritario de
Mediapro; aumentan las inversiones en márqueting interactivo y electrónico con la consiguiente producción
de contenidos y servicios para internet) (Bergés y Sabater, 2005).
Los tres niveles mencionados se relacionan para tener una posición dominante en los mercados global,
regional, nacional, y local (McChesney, 2002).
El proceso de concentración y transnacionalización continúa y cada vez son menos los grupos
multinacionales de comunicación que dominan los mercados en una economía globalizada. Esto les permite
incrementar su poder mediante la utilización de los mismos medios del grupo para crear sinergias, cruzar
promoción y publicidad y cruzar ventas. Las pequeñas compañías que no disponen de todas estas
posibilidades no pueden competir en el mercado y, por eso, tienden a desaparecer o a ser absorbidas por
las grandes.
La evolución de los grupos multinacionales de comunicación, la mayoría con sede en Estados Unidos,
parece que guiará al resto de grupos de los otros dos niveles, si se continúan relajando las medidas
reguladoras estatales, y también en el caso de Europa, las de la Unión Europea. Estos grandes grupos de
comunicación llevan a cabo no sólo concentración horizontal y multimedia, sino también vertical, uniendo
producción y distribución de contenidos, y además se establecen alianzas entre ellos que restringen la
competencia en el mercado, de un lado, impidiendo la entrada de nuevas empresas y, de otro lado,
estableciendo acuerdos comerciales entre ellos, que llegan a constituir incluso cárteles. Esta integración
vertical incluye también las alianzas (de propiedad o comerciales) entre empresas de medios de
comunicación y productoras de contenidos y empresas de telecomunicaciones, informática y fabricación de
aparatos. (Ex. AOL-Time Warner, Prisa-Telefónica; Sony)
Esta dinámica de concentración e integración empresarial no tiene una motivación exclusivamente
económica. Según Litman y Sochay (1994) las fusiones en la industria de medios de comunicación y su
internacionalización en los años ochenta no comportaron una mejora en la rentabilidad de cada una de las
empresas implicadas, pero sí proporcionó una capacidad de intervención más grande de los grupos en
diferentes ámbitos políticos, económicos y sociales. No es necesario decir que los medios de comunicación
pertenecientes a cada uno de estos grupos no brindan información política y económica que pueda
perjudicar los intereses de alguna de las empresas del grupo, un hecho que hace homogéneos los
contenidos de entretenimiento, restringe la información, recorta el derecho a la información y el pluralismo
de los contenidos. Por tanto, no hay que subestimar el interés de los grupos multinacionales de
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comunicación por mantener su influencia política y social, su poder económico y, en definitiva el
mantenimiento de su statu quo. Por eso, no sólo están presentes en cualquier soporte que les permita
rentabilizar sus contenidos, sino también en soportes no rentables, como el periodismo electrónico, para
evitar la entrada de competidores en el mercado en el medio o el largo plazo.
Con el desafío de la irrupción de Internet en el mercado, que reduce las barreras operativas y financieras
para introducir, por ejemplo, ediciones digitales en el mercado ¿en el futuro, se verá amenazado el poder de
los grandes grupos por pequeños editores que difundan para un mercado internacional? Por si acaso, las
empresas de comunicación están presentes en la red porque, a pesar de que hasta el momento no saben
cómo rentabilizar sus productos on line, creen que a largo plazo puede ser un negocio muy rentable.
Pero, además, sobre todo los nueve primeros grupos mundiales, a veces en connivencia con grupos de
informática y telecomunicaciones, tienen departamentos de investigación y desarrollo de nuevos productos
de comunicación, propiciados por la evolución tecnológica. Desde el punto de vista económico y financiero
los grandes grupos están más capacitados para crear productos que requieran nuevos procedimientos y
nuevas convergencias tecnológicas. Esta empresas siguen invirtiendo muchos recursos actuando con el
sistema de prueba- error en la creación de nuevos productos y su introducción en el mercado, porque el
camino no es lineal y en él se han encontrado con éxitos pero también con fracasos sonados, como por
ejemplo, el experimento, a finales de los setenta, de Warner Communications y Amex Cable de la
instalación de un sistema interactivo en Estados Unidos, Qube, que podría ser entendido como un
antecedente de la futura televisión interactiva.
Otro fracaso de la investigación en nuevas tecnologías se produjo a mediados de los ochenta. Se quiso
desarrollar una nueva norma de televisión que daría nuevo vigor al mercado de equipos de transmisión y de
aparatos de televisión. Se conoció como la Televisión de Alta Definición (TAD). Empresas japonesas y
europeas hicieron una gran inversión para el desarrollo de sus normas, MUSE y MAC, respectivamente. En
1994, ambos proyectos reconocieron su fracaso y abandonaron sus respectivas normas, basadas en el
sistema analógico, para adoptar la norma digital de Televisión de Alta Definición estadounidense. ¿Será
aceptada en el mercado la TAD digital?
Ahora, parece que el desarrollo e implantación de los ordenadores personales está poniendo en duda
muchos aspectos del futuro de la televisión. Entre otras cuestiones, por ejemplo ¿las empresas de televisión
se adaptarán a los cambios tecnológicos? ¿De qué otros medios tomará prestada su tecnología?
¿Desaparecerá el televisor como soporte? Si fuera así, ¿Cambiarían rápidamente los hábitos de los
telespectadores? ¿Cómo se desarrollará la televisión interactiva? ¿Irá dirigida a un mercado masivo o se
desarrollará por nichos de mercado? Si es así, ¿será rentable? ¿Qué cambios laborales producirá?
Como se ha tratado de explicar, sólo los grandes grupos de medios de comunicación, de la informática y de
las telecomunicaciones tienen capacidad financiera y económica para investigar la adopción de tecnologías
que hagan más rentables los medios de comunicación, tanto mejorando los medios de comunicación
tradicionales, como ofreciendo productos multimedia, en los que se combinan texto, gráficos, audio,
imagen, incluso animada, con los que el usuario puede interactuar, como los diarios on line o los
videojuegos. Pero, esa interactividad viene controlada por los propios grupos de comunicación que
establecen las diversas opciones de interactividad. Igualmente, se podrá ofrecer productos completamente
nuevos como los hipermedios que ofrezcan un entorno visual en tres dimensiones, relacionando distintos
contenidos con la realidad virtual. Además, también investigan sobre nuevas formas de explotar sus
productos, pudiéndolos ofrecer en soportes distintos, como pueden ser las nuevas formas de medios de
comunicación que los empresarios están explotando como mercados auxiliares de los tradicionales. Por
ejemplo, la mayoría de productores y emisores de televisión utilizan su sitio en Internet para hacer
promoción y vender todos los productos relacionados con sus producciones. Tal vez, cuando hayan
saturado el mercado comiencen a planificar y desarrollar contenidos específicos para esas nuevas formas
de comunicación.
La reestructuración de la industria de medios de comunicación y entretenimiento sigue su curso, a través de
éxitos y fracasos introduciendo nuevos productos y servicios en el mercado. Los fracasos han llegado, y
seguirán llegando, si se cae en el error de creer que basta con una nueva tecnología de medios de
comunicación para crear una gran demanda en el mercado. Eso es ignorar que los futuros consumidores
deben tener la percepción de que se les ofrece un nuevo producto, necesario, útil, que no puede sustituirse
por otro, a un precio que perciban como razonable.
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2.4. Demanda de medios de comunicación
Las empresas de la industria de medios de comunicación y entretenimiento ofrecen sus productos y
servicios a los consumidores que, junto con la oferta, son los otros actores del mercado. Al entrar un nuevo
producto o servicio de comunicación en el mercado son ellos los que lo demandarán siempre que perciban
que son interesantes por la novedad, la calidad y el precio que han de pagar.
Las tecnologías de la información se han introducido en todos los sectores de la actividad económica y, por
eso, progresivamente más personas de los países industrializados, sobre todo los jóvenes, están cada vez
más familiarizados con ellas. Las TIC están cambiando algunos de los hábitos de los consumidores en
medios de comunicación y entretenimiento, como por ejemplo, la forma en que escuchan y adquieren
música grabada, o el uso de formas de comunicación distintas a través de Internet, cuyo uso parece, según
un estudio realizado en Estados Unidos por Nielsen Media Research, en 1998, está provocando el
descenso del consumo de otros medios de comunicación como televisión, libros, diarios y revistas.
La proliferación de nuevas formas de distribución hace que los consumidores, en teoría, dispongan cada
vez de más alternativas para recibir productos o servicios de información, comunicación y entretenimiento.
Sin embargo, cabe preguntarse si están dispuestos a demandar todo lo que se les ofrece cuando no
cambian excesivamente los contenidos emitidos. Así, por ejemplo, la programación de las televisiones por
satélite y por cable suele alimentarse de series antiguas de televisión, deportes, películas, programas
extranjeros, y no hacen apenas inversión en nuevas producciones y en nuevos formatos originales.
Históricamente, las nuevas tecnologías han creado productos o servicios de medios de comunicación y
entretenimiento que al introducirlos en el mercado han tenido aceptación por parte de los consumidores y,
en otros casos, han sido rechazados. Fue el caso de casi todos los servicios de videotexto lanzados, a
principios de los ochenta, por algunas empresas de comunicación y que permanecieron en el mercado muy
poco tiempo (Fidler,1998: 221-244). Viewtron fue uno de esos servicios que nació del acuerdo comercial
entre las empresas Knight-Ridder, que aportaría el contenido, los ordenadores servidores y la
comercialización del servicio, y la AT&T, que se ocuparía de la creación de herramientas informáticas
necesarias para elaborar las páginas de videotexto y de fabricar las terminales para los consumidores. Tras
muchas dificultades se hizo pública su aparición en 1983, lo que llevó a muchos analistas de medios a
lanzar una profecía: los diarios en soporte papel iban hacia su extinción en un plazo corto de tiempo. Sin
embargo, en 1986, tras reconocer su fracaso, Viewtron se cerró, igual que otro servicio de videotexto,
Gateway, creado por el grupo de comunicación Times Mirror. Una nueva profecía se difundió: La edición
electrónica no sería una amenaza para los medios impresos. En 1995, cuando ya se difundían algunos
diarios electrónicos a través de América Online, irrumpió en el mercado Internet, y ya todas las empresas de
comunicación ocuparon un sitio para emitir medios digitales. ¿Cuál de esas profecías se cumplirá? ¿O tal
vez ninguna de las dos?
Hubo varios errores de percepción por parte de las empresas. El primero, en el origen, al considerarlo como
un diario electrónico financiado por la publicidad y dándole un papel secundario a su potencial como medio
de comunicación interpersonal. Pero el más importante fue un desconocimiento del lado de la demanda del
mercado en varios aspectos: el mercado y las tecnologías para la difusión electrónica de información no
estaban maduras; tenían una imagen equivocada de los potenciales clientes; lo que demandaban los
consumidores no era más información; la percepción del consumidor no lo consideraba un periódico; el
servicio no era atractivo; y era demasiado caro. Muchas de estas confusiones continúan existiendo veinte
años después, especialmente en relación a los diferentes usos y lógicas entre la comunicación interpersonal
y la comunicación social, una frontera difusa pero central a la hora de plantearse el trabajo y la formación
periodística, así cómo las posibilidades de desarrollo de la industria de los medios de comunicación en la
red (el acceso a la red y el uso de herramientas de comunicación personal siguen siendo el principal
negocio en internet).
La televisión digital interactiva europea es otro ejemplo, como proceso no acabado, de que la introducción
de nuevas tecnologías en el mercado no es lineal ni fácil. Hay preocupación en la Unión Europea porque
(COM, 2006: 6) la demanda de aplicaciones de televisión digital interactiva ha resultado ser inferior a la que
muchos predecían hace algunos años y sigue siendo limitado. ¿Será un éxito la implantación de la
televisión digital interactiva en el mercado? O, por el contrario, ¿se han cometido errores por parte de los
políticos y los grupos económicos por desconocimiento de la demanda del mercado, que impedirá su
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aceptación, como pasó con los servicios de videotexto estadounidenses, Viewtron y Gateway? El futuro lo
dirá.
Únicamente en Italia se ha conseguido, gracias a la demanda, que los equipos de Plataforma Doméstica
Multimedia (MHP) alcancen la masa crítica, que han generado economías de escala y considerables
reducciones de precio. En efecto, en Italia el precio de los descodificadores MHP se ha reducido, pero no
sucede lo mismo en otros países como, por ejemplo, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Suecia, entre otros,
en los que hay una considerable diferencia de precios entre los descodificadores MHP y otros
descodificadores digitales más sencillos, lo que ha disuadido a la gran mayoría de consumidores de adquirir
productos MHP. En Flandes, Bélgica parece prometedor el lanzamiento de la MHP en la red de cable.
Sin embargo, hay que añadir otro elemento importante en el éxito italiano: las subvenciones al consumidor.
El poder político subvenciona la compra de un descodificador con capacidades interactivas y canal de
retorno. ¿Se está copiando la decisión política francesa de subvenciones que facilitó la introducción del
videotexto Minitel? ¿O esas subvenciones, concedidas siendo Primer Ministro de la República Berlusconi,
son fruto de sus intereses en la industria audiovisual?
3. ¿A las tecnologías del conocimiento?: Sociedad de la información y medios de comunicación
La Sociedad de la Información, como nuevo modelo de desarrollo se está concretando cada vez más en el
terreno económico y menos en los aspectos sociales y políticos. Que las TIC tendrán influencia en la
sociedad en su conjunto y en la industria de los medios de comunicación y entretenimiento es un hecho
pero hay que evitar las predicciones optimistas, tanto como las pesimistas, pues, la mayoría de ellas
analizan las TIC fuera de su contexto. Por ello, y con los instrumentos de análisis salidos de lo
anteriormente explicado, se tratará de situar lo económico y las profecías sociales y políticas en su contexto.
La convergencia y la digitalización tecnológica están llevando a una industria de medios de comunicación y
entretenimiento integrada, en la que se van borrando las fronteras entre los distintos medios por la
convergencia multimedia y otras tecnologías, pero que sigue basada en los conocimientos para la creación
de sus contenidos. Ayudados por las políticas de los gobiernos nacionales y supranacionales, los
principales protagonistas de los cambios actuales y futuros de esta industria son los nueve grupos
multinacionales de comunicación más importantes y, en menor medida, los grupos regionales y nacionales.
Estos grupos controlarán qué productos y servicios ofrecerán a través de las TIC y qué contenidos, con
éxitos y fracasos, dependiendo de la demanda.
La interactividad real sólo existe en la comunicación interpersonal. Otro tipo de interactividad es guiada por
los intereses económicos y comerciales de las empresas de medios de comunicación y entretenimiento.
El caso de la televisión digital interactiva (TDI), nueva tecnología de radiodifusión, cuya implantación
preocupa a gobiernos nacionales y supranacionales, es interesante analizarlo, para el caso europeo,
aunque sea brevemente, porque contiene muchas de las claves de los principales actores y finalidades:
¿quién facilita su introducción? y ¿con qué objetivos?; ¿quién controla esa introducción y desarrollo en el
mercado? y ¿con qué intereses?; y ¿cómo responderá la demanda –audiencia, consumidores, usuarios- a
los productos y servicios distribuidos a través de esa nueva tecnología?
En primer lugar, La Directiva 2002/21/CE es el marco regulador común de las redes y los servicios de
comunicaciones electrónicas de la Unión Europea. La Comisión publicó una Comunicación sobre la
interoperabilidad de los servicios de televisión digital interactiva, en 2004, que no se pronunciaba por no
imponer normas obligatorias para la TDI y creaba un grupo de trabajo que propusiera acciones para que la
plataforma doméstica multimedia (MHP) pudiera ser mejor asimilada por el mercado. Con esa evaluación de
la situación y a partir de ese momento del análisis de la evolución del mercado, se pospuso cualquier
decisión, hasta finales del 2005, en que se decide continuar con esas actuaciones.
La política de la Comisión, junto con la de los Estados miembros, es garantizar el éxito de la transición de la
televisión analógica a la digital, que finalizará en 2012 en todos los Estados miembros de la Unión Europea,
como paso previo indispensable para establecer servicios digitales interactivos que sean interoperables
entre los Estados miembros y las empresas de comunicación y entretenimiento y de informática y
telecomunicaciones. Con un objetivo claramente económico: “garantizar que los ciudadanos (sic) europeos
puedan disfrutar de los beneficios asociados a la televisión digital, en particular de la creciente variedad de
servicios de televisión digital interactiva disponibles en un número también creciente de plataformas de
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transmisión. Considera que en este momento se sirve mejor al mercado manteniéndose en la línea de las
iniciativas de normalización voluntarias e impulsadas por el sector” (COM, 2006: 2).
Abundando aún más en la idea de que las decisiones políticas se centran únicamente en asegurar los
objetivos económicos de las empresas, se hace referencia al documento SEC (2004, 1028), que aporta el
análisis de fondo sobre esta cuestión y que indica que “aun cuando la imposición de una o más normas
obligatorias a nivel europeo pudiera ofrecer seguridad jurídica a los diversos protagonistas de la cadena del
valor de la televisión interactiva y hacer posibles economías de escala a nivel europeo, tendría
repercusiones económicas negativas en lo que se refiere a los equipos heredados de los consumidores y
podría sofocar la innovación y crear un obstáculo para la entrada en el mercado”. Es decir, se facilita el
camino para la actuación de los grupos multinacionales, regionales y nacionales de medios de
comunicación y entretenimiento, de informática y de telecomunicaciones que introducirán en el mercado los
servicios interactivos que crean más rentables y, por tanto dominarán en qué terrenos y cómo se llevará a
cabo esa interactividad por parte de los consumidores (hay un lapsus semántico en la primera cita al hablar
de ciudadanos) que, si finalmente deciden demandar esos servicios, serán sujetos casi pasivos de esa
interactividad.
Cuando se habla de las ventajas de la interactividad para los ciudadanos, se les considera espectadores de
programas de televisión, de cine, lectores de diarios, de libros, en definitiva demandantes, compradores de
esos productos y otros más que ofrecen las empresas de medios de comunicación y entretenimiento, como
por ejemplo, la música. Una gran parte de los contenidos ofrecidos están producidos y comercializados por
los nueve grupos multinacionales más importantes de esa industria y, en menor medida por grupos
regionales y nacionales. ¿Cómo se materializará esa interactividad para los compradores de todos esos
productos? Se recogen algunos de los ejemplos que se dan en casi todas las descripciones y análisis de
esa interactividad.: Los espectadores eligen sus propios ángulos de cámara al contemplar determinados
acontecimientos deportivos y pueden repetir determinadas tomas o momentos interesantes mientras
continúa el programa; también pueden realizar transacciones interactivas como, por ejemplo, efectuar
transacciones bancarias, realizar compras de productos y servicios a diversos proveedores, como ediciones
digitales de libros, o grabaciones musicales en Internet ¿Y la piratería?
Llevando esa interactividad al extremo se habla de que “la convergencia de los multimedia podría llegar a
convertir los hogares de muchos países industrializados en un centro de consumo de bienes y servicios
mucho más directo que antes –por ejemplo, mediante el comercio electrónico, las transacciones bancarias
electrónicas, la televisión interactiva y la red de Internet. Esta tendencia hacia un comercio basado en la
convergencia de los multimedia subyace en muchas de las fusiones y adquisiciones que actualmente se
realizan en las industrias de los medios de comunicación y el entretenimiento” (OIT, 2000: 6).
En los aspectos social y político, se hacen diversos planteamientos que pueden calificarse simplemente de
retóricos, situados más en el plano del deber ser que en la realidad. En lo político, se dice, el uso de las
tecnologías propiciará una mayor democratización al permitir nuevas oportunidades de participación a
través fundamentalmente de Internet. En lo social, se dice que esas tecnologías de la información y la
comunicación hacen posible un acceso directo a las fuentes del conocimiento lo que redundará en una
mayor calidad de vida por una mejor organización y aprovechamiento del horario productivo.
La mayor democratización se basa fundamentalmente en la universalidad de acceso y uso de las TIC y la
interactividad que permiten. La sociedad mundial de la información ha logrado que los países tengan una
mayor interdependencia y ha combinado la rápida difusión de las TIC (satélite, cable, radiodifusión,
telecomunicación, Internet) con la integración global y la liberalización del comercio. No obstante, es
evidente que, en muchas partes del mundo (PNUD, 1999) el alcance de esas tecnologías queda limitado
por factores como la pobreza, el acceso diferencial a los medios de comunicación y a las comunicaciones,
el bajo nivel de formación, y de conocimientos técnicos y por una inversión inadecuada, así como por una
preocupación generalizada por mantener la diversidad cultural local. Según estimaciones a finales de los
noventa utilizaba la red de internet una de cada seis personas en América del Norte y en Europa, y una de
cada 5000 personas en África.
También seguirá planteándose el problema de asegurar que se instale el equipo informático adecuado, con
el consiguiente servicio de mantenimiento y de piezas de recambio, de garantizar el suministro de energía,
contratar a personal capacitado o impartir cursos de formación, e identificar oportunidades convenientes en
el sector del comercio. Tampoco la interactividad, que juega en el terreno de lo interpersonal, parece un
hecho sino es en el terreno económico y en países desarrollados.
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En el terreno de la industria de los medios de comunicación y entretenimiento, como se ha visto con el caso
de la TDI, la interactividad no hace a los ciudadanos sujetos activos en la demanda de información y
comunicación plural, independiente y libre que sería necesaria para difundir conocimientos y valores
universales y de progreso político y social. Por el contrario, la fragmentación de las audiencias no juega a
favor de esos presupuestos, como tampoco el control de los medios de comunicación por unos pocos
grupos multinacionales, que ofrecen formas de comunicación y entretenimiento cada vez más estructuradas
y estandarizadas. Por el contrario, muchas veces, la evolución de la tecnología ha traído consigo más
control de la información, cuanto más rápida y de mayor alcance, por gobiernos, empresas multinacionales,
mafias, entre otros.
La introducción de las TIC ha creado expectativas exageradas, por tratarlas como entes autónomos, que
tras diversos fracasos parecen haber apaciguado el entusiasmo de la mayoría de los actores y estudiosos
del tema y hace que se vuelvan a tener en consideración conceptos de siempre que parecían anticuados
para ir avanzando en el conocimiento de la realidad y en su construcción futura.
En definitiva cabe recordar que las TIC son un factor de producción que cada empresa de medios de
comunicación y entretenimiento adaptará a sus procesos de producción para aumentar su productividad y
en definitiva su rentabilidad empresarial. Por tanto, son una herramienta, como lo es el bolígrafo o, en su
momento la máquina de escribir, para la elaboración de prestaciones y formatos que hagan llegar los
contenidos de la información, la comunicación y el entretenimiento, que sólo se elaboraran con el
conocimiento crítico de las ciencias que tratan de analizar y explicar los comportamientos políticos,
económicos, científicos, y sociales. Porque como se ha visto hasta aquí el despliegue de nuevos medios de
comunicación y entretenimiento implicarán transformaciones producto de la compleja interacción de las
decisiones y presiones políticas y económicas, las necesidades percibidas en los consumidores y la
innovación tecnológica y social. Dicho en palabras de un científico, “la ciencia sirve para conocer el mundo,
la tecnología sirve para cambiarlo y, al cambiarlo, la tecnología crea nuevas incertidumbres que la ciencia
debe aprender a anticipar con nueva tecnología, la cual a su vez, crea nuevas incertidumbres…”
(Wagensberg, 2006: 111).
4. La formación de periodistas y comunicadores en contextos de tecnologías convergentes
Por tanto, las facultades y escuelas de comunicación han de establecer planes de estudio que tengan en
cuenta la tecnología digital, como herramienta, pero se ha de considerar que lo más importante sigue siendo
el contenido de la información, la comunicación y el entretenimiento. Porque las tecnologías son soportes
pero, por sí solas, no generan nuevos medios de comunicación y entretenimiento. Los consumidores no
compran tecnologías de información y comunicación, compran contenido si lo consideran conveniente y útil
y pueden adquirirlo a un precio razonable por lo que reciben. Las nuevas tecnologías se han de considerar
como herramientas que ayudarán a facilitar los cambios de medios de comunicación, creando
oportunidades para los estudiantes de esas facultades. ¿Serán esos cambios positivos o negativos para los
periodistas y creadores de contenido de entretenimiento? ¿Las universidades tienen recursos financieros
para adoptar todas las nuevas tecnologías que hoy hay en el mercado? Si no es así, ¿qué tecnologías
deben enseñar para que sirvan de herramientas para presentar sus contenidos? Con un aprendizaje básico
de esas herramientas, ¿no debería recaer en las empresas de medios de comunicación y entretenimiento la
formación específica de los profesionales que trabajen en ellas?
Ha habido errores también en la apreciación de la importancia de las tecnologías en muchas etapas
históricas. Siguiendo con los ejemplos planteados, ha habido muchos estudios, libros, tesis doctorales
sobre, por ejemplo, el videotexto, o ahora se han creado asignaturas sobre el periodismo on line o
ciberperiodismo. Muchas aportaciones de los diversos estudiosos del ciberperiodismo son descripciones de
sus bondades. Establecen que este tipo de periodismo lo desarrollan organizaciones empresariales, la
mayor parte propietarias de diarios en soporte papel, que editan digitalizando la información y hacen su
distribución a través de Internet. De todas las características que se le reconocen, tal vez la única que se
está aplicando es una nueva concepción de su diseño, es decir, de la forma de presentación de su
contenido puesto que se da en un soporte diferente al papel. Hay investigaciones realizadas sobre
periodismo y medios de comunicación on line que afirman que la principal característica de este tipo de
información, la interactividad con los lectores no existe (David Domingo, 2006; Beaumont, 2006). A lo más,
éstos pueden adquirir servicios como una cuenta de correo electrónico, la búsqueda de información, la
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participación en chats, las alertas informativas personalizadas a través del correo electrónico o el teléfono
móvil, entre otros servicios ofrecidos por la empresa.
La otra característica reconocida a los diarios on line es la elaboración de sus informaciones incluyendo una
tercera dimensión –la profundidad- con el uso de una tecnología conocida como hipertexto que también, por
cierto, es utilizado por los editores de libros electrónicos, entre otros. Sin embargo, en esa multiplicidad de
tecnologías que aparecen casi al mismo tiempo, y para crear más incertidumbre, una versión mas avanzada
del hipertexto, llamada hipermedios agrega una cuarta dimension: el tiempo, incorporando vinculos de
elementos de audio y video (Fidler, 1999: 86).
Pero, como dice un autor, en el periodismo digital, “los elementos de la narración clásica –planteamiento,
nudo y desenlace- han dado paso a las formas fragmentadas marcadas por la bifurcación y la ramificación.
Ahora el relato es multilineal, multisecuencial y multifacético, con grandes cantidades de información
enlazadas que permiten numerosos itinerarios al usuario. Pero la técnica del periodismo tiene que aplicarse
para elaborar una información veraz, precisa, rigurosa y amena. Se necesitan los datos, la invención –
creación-, la composición –disposición-, el estilo y la difusión. Lo básico persiste y convive con lo nuevo, el
hipertexto” (López García, 2003).
Es decir, como el autor explica posteriormente, la esencia del periodismo no cambia con el Periodismo
digital y ello incluye las técnicas de redacción periodísticas clásicas de elaboración de los textos
informativos, lo que sucede es que el nuevo entorno comunicativo y sus potencialidades requieren de una
forma de trabajar del periodista a la hora de elaborar su discurso periodístico. Las nuevas tecnologías se
incorporan al trabajo periodístico para la selección y relación con las fuentes y para la documentación,
principalmente. ¿Modifica esto la relación de fuerzas entre las fuentes institucionalizadas y el periodista?
Además, si las empresas de comunicación ocupan un sitio en la Red, ofreciendo informaciones diarias
procedentes en su mayoría de las difundidas en soporte papel, porque no hay demanda suficiente y no
obtienen la rentabilidad que les podría llevar a pensar proyectos específicos para ofrecer diarios on line.
¿Las universidades han de dedicar recursos para enseñar a manejar una tecnología que no se sabe si
finalmente será aceptada por el mercado?, sobre todo cuando parece que el gran desafío para empresas de
medios de comunicación y entretenimiento y, por tanto, también para sus profesionales será aprender a
crear, manejar y distribuir contenidos, en medios mixtos en las autopistas digitales emergentes en formas
convenientes y fáciles de usar (Fidler, 1998: 387).
Causa cierta perplejidad ver en propuestas de planes de estudio temas como la teoría de la imagen digital e
infografía, o fundamentos teóricos de formatos y plataformas tecnológicas. Porque son tecnologías,
herramientas, y por tanto no se pueden hacer hipótesis cuyas consecuencias se aplican a una ciencia o a
parte muy importante de ella. Estos ejemplos muestran la incertidumbre en la que se encuentra la sociedad
y también, como parte de ella, los estudios de periodismo, comunicación y entretenimiento. ¿Se ha de
enseñar a los estudiantes de tales estudios conocimientos de las tecnologías tan amplios que puedan
convertirse en tecnólogos? ¿Podrían competir con profesionales informáticos y de telecomunicaciones?
¿Podrían ser estudios tecnológicos de postgrado? ¿O se habrá de enseñar las ciencias que den a los
estudiantes conocimientos suficientes para poder analizar la compleja realidad de forma crítica y las
tecnologías básicas necesarias, la producción digital de sus contenidos y los flujos de trabajo y de búsqueda
electrónicas que les permitan adaptarse a las necesidades productivas de las empresas en poco tiempo?
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Wagensberg, Jorge (2006), A más cómo, menos por qué. 747 reflexiones con la intención de comprender lo fundamental,
lo natural y lo cultural, Barcelona, Tusquets, col. Metatemas.
13
REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Entre saqueos y corralito.
Los discursos del miedo en la prensa uruguaya.
María Ángela Giaimo
Ciudad e Universidad: Montevideo, Facultad de Ciencias Humanas, Licenciatura en Comunicación Social,
Universidad Católica del Uruguay.
[email protected]
Resumen de la hoja de la vida:
Licenciada en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica del Uruguay. En el 2000 obtiene un
Postgrado en Educación Universitaria en la misma institución. De octubre del 2003 a julio de 2004 realizó
una beca de investigación en Italia: “El consumo desde una mirada sociosemiótica”, Departamento de
Ciencias de la Comunicación, Universidad de Bologna, bajo la tutoría del profesor Roberto Grandi. Desde el
2005 es profesora titular de “Teorías I”. Además, es periodista colaboradora del semanario Brecha
(Uruguay).
Abstract:
A fines de julio de 2002 el Uruguay sufre una de sus peores crisis financieras, económicas y sociales.
Reprogramaciones de las cuentas bancarias, tanto de instituciones privadas como del Estado, supuestos
saqueos por “pequeñas hordas” a supermercados y comercios del centro de Montevideo atentan contra el
anclado y fuerte imaginario del Estado de Bienestar, gestado en la Atenas del Plata de los años cincuenta
del siglo pasado. Se da espacio entonces claramente una representación de desintegración social. Del
Estado Protector emerge otro con un fuerte discurso de la “ley y el orden”, y a un estado de las cosas en
que todos los males son parte de una “conspiración” de unos pocos marginales, capaces de incitar a una
violencia social sin retorno. La narración mediática que afirmaba que en este país jamás se realizaría una
revuelta social como en la Argentina de diciembre de 2001 -que derrocó al presidente Fernando de la Rúase
configura en un discurso oficial que sostiene que un “pequeño Bin Laden” dirige los hechos de “desborde”.
El discurso de los medios de comunicación, y en especial el de la prensa, juega en esta ocasiónun rol
fundamental en la construcción de la realidad y la ciudadanía, y (re)produce uno de los miedos
contemporáneos de la sociedad de la incertidumbre, al decir de Zygmunt Bauman, el de la desviación de las
normas. ¿Qué sentido de “desviación” contruyó la prensa uruguaya en estos quince días de crisis del país?
¿Quién es, en realidad, el primer personaje que se sale del “libreto” social? ¿Quiénes son los protagonistas
de la narración? ¿Cómo es el discurso desde el gobierno? ¿Qué estereotipos se utilizan? ¿A qué tipo de
violencia y terror se hace referencia? ¿Existen estrategias de enunciación diversas según el medio de
prensa? ¿Cuáles son éstas?
Es difícil (y al fin de cuentas humillante) preocuparse por amenazas que no se pueden dominar,
y no digamos combatir. Las fuentes de la inseguridad no son visibles y no aparecen en los
mapas que se venden en los quioscos de prensa, así que no podemos localizarlas con precisión
ni podemos intentar cegarlas.”
Zygmunt Bauman, Modernidad Líquida, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2000
Buenos Aires.
Camino a la crisis
A fines de julio de 2002 el Uruguay sufre una de sus peores crisis financieras, económicas y
sociales. Ésta se venía gestando ya desde la recesión económica de 1999. Uruguay no es el único país en
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esta “debacle” sino que se inserta en un contexto regional con similares características. Sería muy extenso
para este trabajo explicar el devenir de los sucesos que derivaron en los siguientes hechos: el gobierno tuvo
que decretar un feriado bancario, se suspendieron cuatro bancos (Banco República -del Estado, Banco
2
Comercial, Banco de Montevideo y Banco La Caja Obrera), luego se saquea un supermercado, el 2 de
agosto circula por Montevideo el rumor sobre “hordas” que, desde los barrios periféricos más
3
empobrecidos, se dirigían hacia el centro a saquear, y finalmente se vota la Ley de Fortalecimiento del
Sistema Bancario que establece la reprogramación (“corralito”) de los depósitos del banco oficial como
forma de detener la corrida bancaria. Durante dos años se mantuvo la retención del dinero. A fines de julio,
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el ministro de Economía afirmaba que no se haría un “corralito” al estilo argentino (el de 2001), y enfatizó
que era “el único plan que no vamos a hacer”.
Entre enero y julio de 2002
“[...] el riesgo país pasó de 220 a tres mil puntos; la corrida financiera se llevó el 45 por ciento
de los depósitos bancarios; el precio del dólar se duplicó y el año cerró con una caída del
producto del orden del 10 por ciento, llegando a apenas la mitad del de tres años atrás. La
desocupación trepó al 20 por ciento y el porcentaje de la población por debajo del índice de
4
pobreza alcanzó por el 40 por ciento”.
Del Uruguay feliz, al incierto
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Los mitos son un modo de significación, una forma, un mensaje. Son formas privilegiadas de leer
los acontecimientos reales para darles sentido, pero por sobre todo para decidir qué es lo natural, la norma
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que rige nuestra vida. Para los sociólogos Berger y Luckmann, la mitología es necesaria para el desarrollo
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humano siendo la forma más arcaica para el mantenimiento de los imaginarios simbólicos, es decir de un
tipo de explicación de la realidad. Cómo son las cosas, por qué son así, y cómo debe, entonces, actuar el
individuo. Aparte de lo que habla el mito, es importante cómo se transmite, y la intención.
Los medios de comunicación son agentes de circulación y producción de éstos. El Uruguay tuvo su
momento de “oro” durante la primera y segunda guerras mundiales, hasta la guerra de Corea, cuando
comenzó la crisis económica. Es así que luego, en los años sesenta, comienza un deterioro social, pero
siempre se mantienen los mitos, la idea de lo que debería ser el Estado y los individuos. Mitos que se
remontan a la figura de José Batlle y Ordóñez (presidente uruguayo en dos ocasiones), y lo que se
denominó batllismo. Nacido en el Partido Colorado, este sector impulsó el denominado Estado de Bienestar
en el Uruguay en el que “la población se transformó en ciudadanía” y se constituyó una “sociedad de
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consenso, democrática, pero que a futuro frenará la capacidad de innovación”. Época de reformas
económicas, políticas, y sociales, de “avanzada” para su momento.
Para los especialistas en ciencias políticas Carina Perelli y Juan Rial los “mitos fundacionales de la
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identidad uruguaya” se identifican y desarrollan en cuatro puntos:
1. El mito de la medianía necesaria para la seguridad y la realización del “ Uruguay feliz”. A
comienzos del siglo XX se creó un Estado asistencial y gestador de una clase media que reivindica
los valores de los estratos altos pero se siente identificada con los sectores subalternos: “el mito de
la esperanza ha sido uno de los que han presidido la vida uruguaya, cuyas inercias se sienten,
claramente en el presente”.
2. El mito de la diferenciación del país con respecto a los demás del continente. Somos
diferentes, no somos latinoamericanos y tampoco europeizados. Luis Batlle, en 1957, decía: “somos
mejores. Cuando en Suiza tuve el honor de asistir a un banquete, el presidente de la comuna me
dijo: —Nos honramos de saber que usted es un ex presidente de Uruguay, la Suiza de América–. Y
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cuando me tocó hablar dije: —Me honro de estar en Suiza, el Uruguay de Europa”. Somos
europeizados uruguayos.
3. El mito del consenso, de la democracia. Es el que involucra el respeto al orden, a las reglas, al
mantenimiento de un Estado de Derecho. “Lo importante es que existiera seguridad y si, para
obtener la seguridad se necesitaba ser mediocre, esto era lo sustancial.”
4. El mito de la cultura de la masa de los ciudadanos. “Uruguay es un país de culturosos.”. Cuando
se puso en marcha el Estado asistencial, el objetivo era que la mayoría de la “masa subalterna”
tuvieran acceso a la educación. “Hay un alto grado de cultura, mediocre, pero suficientemente
niveladora e igualadora. Era ésta una forma "económica" de aumentar el autorrespeto en las clases
medias, de afirmar sus valores [...]”.
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También en los años cincuenta surgen otros mitos que Perelli y Rial califican de naifs: el de “como el
Uruguay no hay”, que se instala por ejemplo cuando el 16 de julio de 1950, a pesar de las pocas
probabilidades, la selección uruguaya de fútbol gana contra Brasil el título de Campeón Mundial. Este mito
se asocia a la “maracanización” (Maracaná era el nombre del estadio de fútbol donde se realizó la disputa
deportiva), es decir, al pequeño David ganándole a Goliat. Para el crítico cultural Hugo Achugar, el Uruguay
es como un “país petiso”, que se encuentra entre dos gigantes (Brasil y Argentina), y que de alguna forma
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debe compensar esa inferioridad con soberbia.
Hoy en día estos mitos están en el imaginario de lo que significaría una posible identidad nacional:
valoraciones acerca de nosotros mismos, de la sociedad, y del Estado. Un Estado benefactor, fuerte, aquel
de los años cincuenta, de ese país “ideal”, en donde el orden imperante era descontado:
“[...] la grandeza estaba en la medianía, en la existencia de las instituciones democráticas, en
los altos índices de aprovechamiento de la instrucción formal que permitía el aparato del
Estado. Finalmente, con la utopía del buen orden también entraban las tradiciones del país,
tradiciones que, en los hechos, eran nuevas, creadas realmente y que como tales eran
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fomentadas por los miembros de las elites del poder”.
Es por ese orden, especialmente en la administración, que tanto Montevideo como el país eran
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llamados la “Atenas del Plata”. Este imaginario aún continúa siendo el hegemónico, a pesar de existir otros
“contraimaginarios”. Estos mitos acuden a construir un tipo de imaginario de ciudadanía con un papel
tranquilizador para las elites. Sin embargo, aun en la “Suiza de América” y en ese imaginario de país
integrado existían excluidos que no gozaban de los beneficios de la ciudadanía. Según el investigador de
movimientos sociales latinoamericanos Raúl Zibechi:
“[...] entre el 10 y el 15 por ciento de la población vivía, hacia la década de 1950, en los
llamados "pueblos de ratas", caseríos rurales. En los que el Estado era el comisario y el
hacendado la ley; las mujeres en general, y las de los sectores populares en particular, tenían
derechos apenas formales, extremo que afectaba de forma particular a las que estaban en los
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escalones más bajos de la consideración social”.
Zibechi afirma que los excluidos del 2002 eran los antiguos obreros, los trabajadores rurales, las
amas de casa, y los jóvenes de los sectores populares. Esos obreros, que para el autor, habían sido
quienes habían luchado para ensanchar el Estado benefactor.
El Estado tranquilizador
En el discurso de los medios de comunicación, y en especial el de la prensa, se reproducen esos
mitos de un país y un Estado padre, equilibrador, justo y democrático. En el cual el concepto de ciudadano
va relacionado con la “tranquilidad” de estar “protegido”. Sin embargo, el “miedo” y la “incertidumbre”
siempre han estado en las sociedades. Uno de los miedos contemporáneos de la sociedad de la
incertidumbre, al decir del sociólogo Zygmunt Bauman, sigue siendo el miedo al fin, al epílogo brutal y sin
aviso. Bauman explica que la estrategia para convertir ese miedo en algo más soportable ha sido focalizar
la atención en las cosas en las que sí se puede tener control e intervenir. En esas estrategias es que
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“certeza y transparencia han sido presentadas como el proyecto de la modernidad”. Modernidad en la que
surge el panopticon de Jeremy Bentham, y que Michel Foucault lo difundiera en sus textos. Con las
instituciones del orden, como las fábricas, o el mismo Estado, el hombre tiene dominio de las elecciones,
para eliminar la casualidad, y convertir los comportamientos de los miembros de la sociedad en regulares o
previsibles. De esta manera los hombres serían felices ya que “eliminaban la incertidumbre de la existencia,
metían en su lugar la certeza de la necedad, que es un poco triste y dolorosa, y estaremos casi a la mitad:
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el feliz mundo del orden reconstruido”.
Bauman cree que hoy en día el mayor miedo es el de la “insuficiencia”, que sustituye al de la
desviación -el ser diferente y por lo tanto solitario y aislado. Una insuficiencia:
“[...] posmoderna, que se relaciona con la incapacidad de adquirir la forma y la imagen
deseadas, cualesquiera sean, a la dificultad de mantenerse siempre en movimiento, de parar
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sólo en el momento de la elección, de ser flexible y de tomar modelos de comportamiento
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diferentes, de ser al mismo tiempo arcilla plasmable y hábil escultor”.
El Estado uruguayo (principalmente aquel relacionado con los mitos fundacionales) y las
instituciones sociales fueron, sin duda, hasta la crisis económica del 2002, agentes tranquilizadores. Sin
embargo, en los días anteriores y posteriores al 30 de julio, en que se decretó el feriado bancario, no
pudieron seguir cumpliendo con esa función. Los mitos se resquebrajaban y los medios mostraban otra
realidad.
La prensa de análisis y la crisis
Para el análisis sobre cómo los medios de prensa describieron esos quince días de “quiebre” social,
uno de los mayores momentos de crisis del país, recurriremos a los dos semanarios más importantes en
tiraje y trayectoria periodística: BÚSQUEDA y BRECHA. Ambos nacieron con la vuelta de la democracia, en
1985, y cada uno posee dos perspectivas opuestas y complementarias en ideología acerca de la realidad
nacional. Y ambos representan, por lo menos, dos visiones y construcciones y relatos de la crisis.
BÚSQUEDA es un semanario neoliberal, que apuesta a un periodismo “objetivo”, con un estilo
enfocado en lo “independiente”. BRECHA posee una conformación ideológica que abarca casi todos los
sectores de la izquierda uruguaya. Es considerada la prolongación periodística de Marcha: semanario de
intelectuales críticos que se publicó desde 1939 hasta 1974.
En la edición del 7 de agosto de 2002 de BÚSQUEDA, y del 9 de agosto de BRECHA se puede
encontrar la profundización de las noticias del momento de quiebre. El análisis en BÚSQUEDA se centrará
en la sección Política, mientras que en BRECHA en la sección Rodelú (Política más Sociedad) y la sección
especial llamada “Saqueos”.
BÚSQUEDA titula sus artículos de la siguiente manera: (sección Política): “Más sobre lo mismo”,
“¿Cómo abrimos el lunes?”, “Una llamada de último minuto del Tesoro de Estados Unidos evitó que la
misión del gobierno regresara a Montevideo con las manos vacías”, “El último tren”, “El gobierno decretó
cuatro días de feriado bancario e instrumenta una reforma para el sistema financiero”, “Un último sacudón:
cruel, demoledor, pero final”, “Efecto Tango”, “Saqueo a supermercado fue evaluado por el gobierno como
un hecho "organizado", pero la izquierda lo atribuyó al "hambre"”, “Contenido del diálogo entre Batlle y
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Lacalle sobre Bensión generó debate entre blancos”, “El vicepresidente de la República, Luis Hierro,
alertó sobre debilidad de las democracias en América Latina”, “Tabaré Vázquez advirtió que "el Titanic ya se
hundió" y que los uruguayos "estamos en los botes"”, “El senador Danilo Astori llamó al Frente Amplio a
"comprometerse" con la conducción del país para concretar una propuesta de "unidad nacional" que permita
ahuyentar el riesgo de una debacle”, “El embajador argentino afirmó que ni su país ni Uruguay "pueden
seguir viviendo de la ayuda" de organismos mundiales de crédito”, “Ramos dijo que actitud del sistema
político frente a la crisis financiera de los últimos meses fue un "delirio incalificable"”, “Caja Bancaria evalúa
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impacto de la reforma”, “La Justicia centra su investigación en el caso TCB en denuncias por estafa,
apropiación indebida y delitos en sociedades anónimas”, “Uruguay tiene la fortuna de decretar un feriado
bancario y "ofrecer una solución" al otro día. El embajador inglés considera una "gran lástima" que algunos
banqueros hayan dañado "tanto la imagen de la mayoría que son honestos"”, y “Batlle pidió "prudencia y
precisión a la TV"”.
BRECHA titula sus artículos de la siguiente manera: (Sección Rodelú) “Éramos tan independientes”,
“Una, dos, tres. Estategias de izquierda. Tras cuernos, palos”, “Pérdidas y ganancias del BROU y los
privados. La reapertura”, “Ascenso y caída de la plaza financiera. Cómo nos pusimos entre la espada y la
pared”, “Estabilidad o muerte. Jugadas de movida única”, “La soga”, “El doctor Battle sí que es fantástico”,
“Un Parlamento pintado”, “Los procesamientos por el caso Banco de Montevideo. ¿Operación Mani Pulite
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en la justicia uruguaya?”, “AEBU en conflicto. En la delgada cornisa de la doble lealtad”, “Saqueos y crisis
financiera. Dos extremos que interpelan al movimiento sindical”, “Después de la vigencia del corralito a la
uruguaya. La rendición de cuentas no admite rendiciones”. La sección especial “Saqueos” titula: “Miseria,
saqueos y espejitos de colores. Un desborde largamente anunciado”, “Testimonio del terror. El regreso de
22
las hordas asesinas (del Cerro)”, “El oficialismo en busca de instigadores de izquierda. Sin rastros del
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pequeño Bin Laden”. “Con Guillermo Stirling. Esos viejos anarcos”, “Con Jorge Zabalza. "Se viene una
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escalada autoritaria"”, “El Ministerio de Defensa tiene su sospecha propia. Quijote allanado y silenciado”,
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“La Policía y los jóvenes”, “Hambrientos, ladrones, rapiñeros o estrategas. La lupa judicial sobre los
saqueos”, “Comentarios después de la batalla”, “La Intifada lumpen y el discurso político del orden”, “Opina
gente de clase media” y “Periodismo de barricada psicológica. La gran falsa alarma”.
¿Qué nos dicen los títulos? Desde la titulación se pueden detectar dos estilos de periodismo
diferente. BÚSQUEDA trata de no utilizar algún tipo de adjetivo que descalifique al gobierno, alusión o
metáfora, o cualquier recurso retórico que implique una “cercanía” a los hechos. Es más, sólo las columnas
de análisis estan firmadas por periodistas. BRECHA, en cambio, usa mecanismos como la ironía, a veces el
“nosotros”, la intertextualidad con otros procesos de corrupción (Mani Pulite) y un estilo de vínculo más
cercano. Por eso quizás todas sus notas van firmadas.
La desviación hacia la incertidumbre de la crisis
¿Qué sentido de “desviación” construye la prensa uruguaya en estos quince días de aguda crisis en
el país? En el caso de BÚSQUEDA, en su editorial, se pone la responsabilidad de la desviación a: “quienes
pensaron que no era para tanto”, “los que reciben millones y millones de dólares al año con exportaciones
inventadas que benefician a ciudadanos extranjeros y pagan con desocupación y necesidades a los
uruguayos”, “los depositantes que recibían intereses irreales”, “las empresas y bancos que no estaban en
condiciones de trabajar y recibían depósitos”, “los gobernantes que "payan" sin saber” y los “demagogos y
artífices de las soluciones fáciles”.
En el caso de BRECHA, ésta no posee editorial, pero para este análisis se tomará la columna de
opinión del director en ese momento del semanario. Según el, la responsabilidad de la desviación recae en
el propio presidente Batlle, el ministro de Economía Alberto Bensión, y los directores del Banco Central (que
controla a todos los bancos nacionales) César Rodríguez Batlle y Eva Holz. La opinión llega a pedir un
“juicio político” al presidente. En la misma carilla, la otra columna de opinión, de un ex director del
semanario, hace recaer la responsabilidad en la “poca altura del Parlamento”.
Para BÚSQUEDA, los personajes involucrados en la salida de la crisis son el gobierno, el Frente
Amplio (izquierda en oposición), los “dirigentes de todos los niveles”, y asimismo “El Uruguay hay recibido
un respaldo, ahora del propio gobierno de Estados Unidos, como no lo ha recibido país alguno del planeta.
[...] Pero también es cierto e insistimos que no es gratis. Hay que hacer las cosas. No sigamos tirando de la
piola”. En fin, al final de ese editorial dice: “[...] parece que las noticias son malas, pero dadas las
25
circunstancias son buenas”. Esa es una de las conclusiones que se pueden inferir de todos los artículos.
Según BRECHA, la ayuda fundamental para la salida de la crisis provendría de “el Poder Judicial”,
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para “encarar una acción decidida contra todo tipo de corrupción asociada al poder”, así como el
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movimiento sindical, que amortiguaría una guerra “de pobres contra pobres”.
La guerrilla de Al-Qaeda y los saqueos
Con respecto al hecho del saqueo, situación única e importante en la crisis del 2002, ya que
personifica en un grupo de 50 personas el “desborde” y la posible “ola de descontrol ciudadana”, el
semanario BÚSQUEDA lo abordó desde un artículo donde se entrevista al ministro del Interior, y a otros
representantes oficialistas, así como de la oposición. En este caso, el ministro y el medio reprodujo un
estereotipo. En BÚSQUEDA se reproducen palabras de Stirling en las que dice que las personas que
saquearon un supermercado en el barrio céntrico de la Aguada fueron influidas por los saqueos argentinos:
“[...] hemos visto estos procedimientos en Argentina, y como tenemos una capacidad de imitación muy
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29
grande se ha repetido”. El vicepresidente de la República las cataloga como un grupo organizado,
mientras que el senador y presidente del Partido Socialista Reinaldo Gargano los clasificó como “gente que
tiene hambre”.
Mientras tanto, BRECHA plantea un informe especial sobre el saqueo. El tema principal es tratar de
“demoler” los estereotipos que se reproducen en BÚSQUEDA. En esta separata se explica que tanto los
políticos como los medios masivos de comunicación y el ciudadano común buscan “chivos expiatorios ante
un comportamiento tan novedoso como temido. Todos, con buena o mala voluntad, apuestan a que una
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mano negra estaría detrás de los grupos "marginales" que asaltaron o intentaron asaltar supermercados”.
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Se plantea una serie de artículos con entrevistas a gente que estuvo en el lugar, profundización sobre el
allanamiento a una radio comunitaria que parecía implicada en la organización del mismo, un artículo que
analiza con tres cientistas sociales la dimensión de los hechos, y el análisis del rumor de posibles saqueos
futuros el viernes 2 de agosto, y donde Stirling afirmaba que detrás de los operativos del rumor había “un
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pequeño Bin Laden [...] con terrorismo telefónico en el que se difundió que habría estado de sitio” .
También se asocia este temor del “caos social” con la explicación de que “el discurso del poder se
construye sobre la mitología de la "sociedad tolerante" y del Estado "protector", las situaciones de crisis no
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se conciben como procedentes del Estado ni de esa sociedad”.
BRECHA hace referencia a los medios de comunicación y analiza los títulos y las fotos (forma y
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contenido) de la prensa diaria. Mientras tanto, BÚSQUEDA publica un artículo en el que el presidente de
la República afirma estar preocupado “por los negativos efectos que generan en la población las noticias
vinculadas a las turbulencias financieras del país” [...] “pidió más prudencia y precisión en el tratamiento de
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la información de los asuntos financieros”. Es más, el articulista vincula la situación nacional con el pedido
de responsabilidad de los medios por parte de George Bush luego del atentado del 11 de setiembre. De
esta manera, el semanario se suma a la metonimia del gobierno con respecto a los hechos nacionales y al
terrorismo de Al-Qaeda.
Los medios, los mitos, y los miedos
La cultura del miedo y la incertidumbre nos acompañan. Le vamos dando diferentes caras según el
momento. El miedo y la violencia no son los mismos en Estados de Bienestar, en períodos predictatoriales,
así como en plena dictadura. Luego se vuelven a transformar, pero están allí, presentes. Aunque existan
mitos nacionales que aludan a la estabilidad, el consenso y el orden.
En este caso en particular, los semanarios tuvieron dos perspectivas acerca de dónde y por qué
surgía la violencia. En BÚSQUEDA es un resultado obvio de una crisis financiera estructural. La violencia
física es ejercida por un grupo de ciudadanos excluidos, los “saqueadores”, que casi no merecen llamarse
como tales, y cuya relación con otras violencias como con el terrorismo de Oriente Medio es casi directa.
En BRECHA se alude y analiza la violencia desde una perspectiva de la caída del Estado de Bienestar (que
ya sucedía desde la década del sesenta), y en su relato subyace la contradicción de los mitos fundacionales
de la identidad uruguaya con los hechos que se suceden en ese momento. En BRECHA se alude a una
violencia simbólica, al decir del sociólogo Pierre Bourdieu, aquella que ejerce el propio Estado hacia los
ciudadanos (con los acontecimientos descriptos en la primera parte del trabajo y por las declaraciones del
ministro del Interior, Stirling, sobre la misma violencia).
Nuestras abuelas nos decían “el Estado no quiebra, el banco del Estado no puede cerrar”, y, sin
embargo, el corralito existió y la retención de dinero también. El orden se trastocó, y la incertidumbre
envolvió incluso a “papá Estado”, que todo lo podía. Los ciudadanos se encuentran solos, desprotegidos,
frente a una realidad que no es la que el imaginario suponía.
NOTAS:
1.
2.
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4.
El especialista en movimientos sociales Raúl Zibechi, afirma que en comparación con la crisis argentina, el Uruguay tuvo un golpe
aún más fuerte. "Los datos recientemente difundidos sobre elÍIndice de Desarrollo Humano del PNUD (Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo), son una buena muestra de ello: mientras Argentina, pese a la crisis, se mantuvo en el lugar 34,
Uruguay -que había llegado a ocupar el puesto 29 enla primera medición en 1990 cayóhasta elsitio 46. Más
datoscomparativos:enMontevideo hay unos 12.000 "carritos" (recogedores informales de basura) según el último censo municipal,
en una ciudad de 1.300.000 habitantes, y uno de cada cinco montevideanos vive en asentamientos irregulares. Haga el lector la
cuenta para deducir cuántos cartoneros debería haber en Buenos Aires (12 millones de habitantes) y cuánta debería ser la
población en asentamientos, para igualar la situación de Montevideo. Y comprobará que la capital argentina está lejos de esas
cifras" . Raúl Zibechi, www.lafogata.org
Los hermanos Carlos y José Rohm vaciaron el Banco Comercial y los también hermanos Juan y José Peirano el Banco
Montevideo y La Caja Obrera.
Se aconseja la lectura del excelente trabajo de investigación: Bolón, Alma, y Campodónico, Gabriela, La voz paralizante:
anotaciones sobre el rumor del 2 de agosto de 2002, Unesco, Montevideo, Anuario 2002. La funcionalidad del rumor fue "la
generación de un estado de parálisis que dejara a la población fuera del juego político, al darse ella misma el lugar que se le
asignó: el del encierro. Ese lugar (y su variante, la emigración) ya estaban presentes desde tiempo atrás, en este sentido, los
efectos del rumor sólo mostraron lo que ya estaba consolidado como comportamiento" (pág. 22).
Raúl Zibechi, www.lafogata.org
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31.
32.
33.
34.
Barthes, Roland, Mitologías, Siglo Veintiuno, México, 1957, edición 1986, pág. 199.
Andacht, Fernando, Entre signos de asombro. Antimanual para iniciarse a la semiótica, Trilce, Montevideo, 1993, pág. 157.
Berger, T, y Luckmann, La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1968, págs. 141 a 144.
Rama, Germán, La democracia en Uruguay. Una perspectiva de interpretación, GEL, Buenos Aires, 1987, pág. 40.
Perelli, Carina, Rial, Juan, De Mitos y Memorias Políticas. La represión, el miedo y después..., Montevideo, Banda Oriental,
Montevideo, 1986, págs. 22 a 24.
Caetano, G., Alfaro, M. Historia del Uruguay Contemporáneo, FCH, Montevideo, 1995, pág. 184.
Achugar, H., y otros, Identidad uruguaya: ¿mito, crisis o afirmación?, Trilce, Montevideo, 1992, págs. 151 y 152.
Perelli, Carina, Rial, Juan, De Mitos y Memorias Políticas. La represión, el miedo y después..., Montevideo, Banda Oriental,
Montevideo, 1986, pág. 26.
En referencia a la calidad de debate político en este país que se asoma al Río de la Plata.
Zibechi, Raúl, ¿Pueden los excluídos ser sujetos? Después de los saqueos, 20 de diciembre de 2002, BRECHA, Montevideo, p.
XIV.
Bauman, Zygmunt, La sociedad de la incertidumbre, Il Mulino, Bologna, 1999, edición de 2003, pág. 100.
Bauman, Zygmunt, Op. Cit. pág. 102.
Bauman, Zygmunt, Op. Cit., pág. 109.
Luis Alberto Lacalle. Líder del sector Herrerismo, del Partido Nacional.
Alberto Bensión, ministro de Economía de la época.
Trade and Commerce Bank (TCB) de Islas Caimán, relacionado con el Banco de Montevideo y la familia Peirano.
Asociación de Bancarios del Uruguay.
Barrio periférico y obrero de Montevideo.
Ex dirigente del MLNTupamaros.
Radio Comunitaria.
Editorial, BÚSQUEDA, pág. 2.
Blixen, Samuel, "Losprocesamientos por elcasoBancode Montevideo. ¿Operación Mani Pulite en la justicia uruguaya?", BRECHA,
pág. 9.
Peralta, Mario, "Saqueos y crisis financieras. Dos extremos que interpelan al movimiento sindical" , BRECHA, pág. 11.
"Saqueoa supermercado fue evaluado por el gobierno comounhecho"organizado", perola izquierda lo atribuyó al "hambr"'" ,
BÚSQUEDA, pág. 6.
Ídem.
Zibechi, Raúl, "Miseria, saqueos yespejitos de colores. Un desborde largamente anunciado" , BRECHA, pág. 14.
Bralich, Gastón, "El oficialismo en busca de instigadores de izquierda. Sin rastros del pequeño Bin Laden" , BRECHA, pág. 16.
Rico, Alvaro, "La 'Intifada' lumpen y el discursopolíticodel orden" , BRECHA, Pág. 21.
Trías, Ivonne, "Periodismo de barricada psicológica. La gran falsa alarma" . BRECHA, pág. 23.
Batlle pidió "prudencia y precisióna laTV", BÚSQUEDA, pág. 15.
BIBLIOGRAFÍA:
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Roland, Mitologías, Siglo Veintiuno, México, 1957, edición 1986.
Bauman, Zygmunt, La sociedad de la incertidumbre, Il Mulino, Bologna, 1999, edición de 2003.
Berger, P. y Luckmann, T., La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1968.
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Caetano, G., Alfaro, M. Historia del Uruguay contemporáneo, FCH, Montevideo, 1995.
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Página Web: www.lafogata.org
7
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Afirmando certidumbres:
medios y candidatos en el proceso
electoral presidencial peruano de 20061
Luis Olivera C. / James Dettleff P.
PUCP
El proceso electoral desarrollado en el Perú en el primer semestre de este año ha sido, como ocurre
usualmente, una oportunidad para que los peruanos expresemos de múltiples maneras nuestras opciones,
estados de ánimo y esperanzas. De los diversos actores presentes en este proceso queremos enfocarnos,
en esta oportunidad, en los medios de comunicación. Se trata de ver cómo han estado presentes, la
orientación de sus informaciones y el efecto y agenda que buscaban se plasmara en la sociedad y se
expresara en el voto.
Emprender el monumental reto de analizar el conjunto de medios de comunicación, aunque un
deseo más cercano a un sueño, fue descartado por específicas razones de recursos. Nuestro interés por
observar a los medios en el proceso electoral tuvo que ser enfocado en seis diarios limeños de circulación
nacional.
Consideramos que los diarios, como en general todos los medios de comunicación, asumen un
triple reto al lanzarse a la sociedad (mercado). En primer lugar, buscan informar al público de lo que ocurre
en el día a día; en segundo lugar, constituyen una empresa y por tanto es parte de sus preocupaciones
obtener utilidades o no trabajar a pérdida; y, en tercer lugar, es un vehículo para expresar sus puntos de
vista, preferencias, desagrados o sueños. Los diarios seleccionados corresponden a aquellos que, a nuestro
juicio, se ubican en medio de esos tres retos sin dejarse ganar en exceso por alguno de ellos, como ocurre
con varias publicaciones que al exacerbar su afán de venta o de inducción ideológica se tornan
sensacionalistas – amarillistas, “prensa chicha” como se les denomina en el Perú desde su gran auge en la
década pasada. De otro lado, estos diarios poseen una presencia continua, alguno más de 160 años, por lo
que no constituyen presencias pasajeras que aparecen únicamente para un proceso electoral como también
ocurre en el Perú.
Los seis diarios trabajados son: El Comercio, Correo, Expreso, La República, La Primera y Perú 21.
En términos cronológicos hemos cubierto desde el cierre de inscripciones de candidaturas presidenciales el
09 de enero hasta el 08 de junio. En el camino, la primera vuelta electoral se realizó el 09 de abril y la
segunda el 04 de junio. Hemos registrado todas las referencias a las elecciones con relación a los
candidatos, los partidos políticos, las propuestas programáticas, tanto de noticias, declaraciones,
entrevistas, editoriales como de caricaturas. A partir de este trabajo, contamos con más de 16,000 registros
relacionados con el proceso electoral.
El tema que nos interesó trabajar es el de los marcos o enmarcamiento que presenta la prensa con
relación a determinado hecho, propuesta, persona o candidato. Entendemos enmarcamiento como
“seleccionar algunos aspectos de una realidad percibida y hacerlos más resaltantes en un texto
comunicativo de una manera que promueva una particular definición del problema, una interpretación
2
causal, una evaluación moral y/o la recomendación de un tratamiento para el asunto descrito” . Los marcos
se generan de diversas maneras, ya sea por una parte interesada sobre si mismo o un tercero que luego es
recogido y empleado por la prensa, o por la prensa misma con lo que en la práctica se ubica como parte
interesada.
Los marcos pueden ser abordados para su estudio en si mismos, en su origen o en sus efectos. En
esta oportunidad haremos referencia principalmente a la primera opción: los marcos en sí mismos. El origen
de los marcos en el proceso electoral se ha producido, fundamentalmente, desde la prensa misma. Si bien
algunos candidatos intentaron generar marcos, éstos no fueron asumidos por la prensa. Un estudio del
efecto de marcos en el público no ha sido abordado en esta oportunidad; sin embargo, contamos con un
indicador indirecto de primera línea como son los resultados electorales mismos.
Antes de avanzar con lo específicamente trabajado por nosotros, referiremos de manera general
alguna información sobre el proceso electoral. Se trató de elecciones generales. Esto es, se eligió tanto al
Presidente y sus vicepresidentes como a los 120 congresistas. En un primer momento hubo 24 candidatos
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inscritos los que se redujeron a 20 para el día de las elecciones. De acuerdo a las normas legales, a la
segunda vuelta pasaron los dos candidatos con mayor votación.
Es una realidad que en el Perú, desde fines de los años ochenta, los partidos políticos se
encuentran desacreditados y son sumamente débiles. Ello explica que candidatos sin ideología, programa y
3
organización resultaran ganando las elecciones en 1990 y 2001 . A la competencia electoral de 2006 se
presentó la candidata de los sectores vinculados al poder económico, Lourdes Flores Nano (LFN), el
candidato del social demócrata partido aprista, Alan García Pérez (AGP), el reconocido expresidente del
gobierno de transición 2000-2001, Valentín Paniagua y una veintena de aspirantes a querer constituirse en
el outsider que el público construyera como alternativa a los políticos tradicionales. Ese outsider terminó
siendo Ollanta Humala Tasso (OHT), militar retirado de mediano grado, que levantó un discurso
reivindicativo en nombre de los pobres, sin base ideológica, sin una presencia personal y colectiva clara y
cargado de populismo.
Los diarios trabajados, de manera más o menos explícita, asumieron su simpatía hacia un
candidato. LFN contó con la simpatía de los diarios Correo, Expreso, Perú 21 y La Primera. AGP contó con
la simpatía de La República. El diario El Comercio mantuvo una actitud particular, ya que aunque era
explícita su simpatía por LFN, priorizó jugar un papel pedagógico en el proceso electoral buscando la
discusión de manera amplia de temas programáticos.
Cada uno de los medios manejó sus simpatías con distintos énfasis y estilos. De hecho, los diarios
cercanos a LFN no son homogéneos entre sí ya que presentan matices en sus orientaciones ideológicas o
con relación a los sectores económicos específicos a los que están más cercanos.
Los más de 16,000 registros referidos pueden ser abordados desde varias pistas de lectura. Una
primera, relacionada a una cuestión numérica, es decir, cuántas veces aparece un determinado candidato o
cuántas un determinado tema. Eso ya es un indicador de exposición y por tanto de relevancia o interés. Así,
hemos encontrado que el candidato con mayores referencias como sujeto de la noticia, es decir, se habla
sobre él, es OHT, quien a lo largo de los cerca de 150 días en los que se desarrolló la campaña electoral,
incluyendo primera y segunda vuelta, obtuvo 6,074 referencias. En segundo lugar se ubicó AGP con 3,183
referencias, también para los 150 días de campaña electoral. Finalmente, llama la atención LFN con sus
3,176 referencias en 90 días de campaña correspondientes únicamente a la primera vuelta electoral.
Aparece claro el interés de los diarios observados por presentar de manera intensa a LFN,
candidata de la simpatía de la mayoría de ellos. De hecho, en 90 días tiene tantas menciones como AGP en
150 días. Incluso, la mayor parte de las menciones a AGP corresponden a la segunda vuelta, a los últimos
60 días. Otro punto que llama la atención es la gran cantidad de referencias a OHT, candidato, que como
señalaremos más adelante tuvo un tratamiento intensivo por parte de los diarios observados.
Un rasgo a destacar es la personalización de la campaña, particularmente en el caso de de LFN y
OHT en los que se aprecia un gran desbalance entre el número de referencias a ellos y a sus
organizaciones políticas. El caso de AGP resulta ilustrativo, ya que aparentemente para los diarios
observados la identificación candidato / organización política es muy alta, lo que coincidiría con su
presentación como político tradicional, amarrado a obsoletas estructuras de partido.
Candidato
Lourdes Flores (3176)
Alan García (3183)
Ollanta Humala (6074)
Organización política
Unidad Nacional (1976)
Partido Aprista Peruano (2133)
Unión por el Perú (1757)
De otro lado, las referencias relacionadas a temas programáticos son bastante escasas:
Temas programáticos
Seguridad
Trabajo
Educación
Economía y Finanzas
Pobreza
2
Número de referencias
1115
348
318
283
271
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Energía – Gas de Camisea
Salud
Agricultura
Defensa
Libre desafiliación AFPs
Píldora del día siguiente
Poder Judicial
Asamblea Constituyente
Derechos laborales
Descentralización
Seguridad social
Servicios básicos
Deporte
Poder ejecutivo- sueldos
186
184
166
154
119
99
95
83
81
68
61
50
35
24
También llama la atención la cantidad de registros definidos por códigos negativos, 2434, frente a
los 246 registros con códigos positivos. Entre los registros con una clara carga negativa encontramos:
violencia-acciones violentas (419), corrupción (394), baile-reggaetón-carnaval (325), errores de gobierno
(243), mentiroso-mentiras-engaño (221), autoritario (202), nacionalismo-estatización (176),desesperaciónnerviosismo (163), fascista (153), agresión (129), demagogia (123), fusilamiento (109), populismo (103),
racista (76), loco (45), radical (43), mediocre (30), asesino(28), extremista (26), caudillo-caudillistacaudillismo (24) y picón (22). Entre los registros con códigos positivos encontramos: democracia (445),
cambio (87), concertación (52), liderazgo (39), experiencia de gobierno (37), ética (14), mal menor (24), y
estadista (5).
Otra pista para observar la información registrada tiene que ver con los marcos empleados. En esta
perspectiva lo que plantean Carragee & Roeds nos parece iluminador para una manera adecuada de
enfocar el estudio de los marcos y el enmarcamiento, “sugerimos que los procesos de enmarcamiento
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deben ser examinados dentro de contextos de distribución del poder político y social” .
Hemos referido que quienes originan los marcos en el caso observado de la prensa limeña en el
proceso electoral presidencial del 2006, son los propios diarios. Los diarios observados, se insertan siendo
producto y a la vez reforzadores de una hegemonía política vigente. De allí que su participación en el
proceso electoral se ubique más como orientadores de opinión que como informadores de procesos. El
interés por lo que ocurra en el proceso electoral es prioritario para ellos.
Uno de los rasgos de la política nacional en los últimos veinte años es que se dedica más tiempo,
energía y espacio a demoler a los contrarios que a plantear en positivo las propuestas. Como ya señalamos,
cinco de los diarios simpatizaban con la candidatura de LFN por lo que asumieron el rol de demoler a las
candidaturas rivales. El hecho que LFN fracasara en 2001 y no entrara a la segunda vuelta a pesar de ser
5
conocida y reconocida como buena persona , llevó a que, en 2006, los diarios que la apoyaban, buscaran
golpear a los rivales. Esa constituía su colaboración con la campaña.
A partir de allí se generaron marcos para los rivales:
-
OHT, el outsider emergente y por tanto el más “peligroso” porque podía llegar a tener un empuje
que lo llevara a la cima como a Fujimori en 1990, fue rápidamente golpeado. Marcos negativos con
adjetivos del orden de improvisado e inexperto rápidamente cedieron espacio a calificativos más
gruesos como fascista o dictador. El discurso de OHT tenía la cualidad de verbalizar el descontento
de amplios sectores pobres, particularmente de las zonas altoandinas. Sin embargo, era poco
consistente en su propuesta política y los rasgos autoritarios estaban presentes en actitudes y
discursos.
-
AGP, el socialdemócrata que dejó al país en la bancarrota en 1990, y en buena medida responsable
de la desconfianza de la población con la política, debía ser golpeado para que nuevamente no
dejara fuera de la segunda vuelta a LFN, como ocurrió en 2001. Los marcos negativos que
pretendían hacerlo ver como irresponsable, fracasado y sobre todo loco fueron empleados para
golpear su candidatura. Varios diarios retomaron una situación ocurrida a mediados de 2004 en la
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que AGP patea a una persona que se puso delante de él en una marcha de protesta sindical. La
patadita era la concreción de la locura de AGP, y del carácter abusivo y prepotente atribuido por
estos diarios a los apristas.
Hubo intentos desde la prensa por generar marcos positivos para LFN, como empezar a llamarla Lulú
para dar la sensación de cercanía y familiaridad, pero fue abandonado rápidamente porque mas bien
acentuó su soltería y le concedía atributos pueriles como ingenuidad y dependencia de varones como su
padre, que no eran positivos para la confrontación política en curso.
El escenario de la primera vuelta, desde la prensa limeña, estuvo marcado por golpear al outsider
emergente para evitar que se ubicara con posibilidades de ingresar a la segunda vuelta. La prensa
observada, como prácticamente todos los medios, tuvieron un comportamiento que algunos podrían llegar a
llamar “esquizofrénico”, por un lado golpeaban a OHT con baterías de adjetivos y rebuscaban en su pasado
y en su entorno cualquier asunto que mereciera crítica o desconfianza buscando destruirlo como opción
electoral; pero, al mismo tiempo no dejaban de tenerlo como protagonista y lo hacían cada vez más
conocido. Dos hechos son bastante ilustrativos de este comportamiento. Uno primero tiene que ver con la
publicación diaria de OHT en primera plana en el mes de enero, luego de su inscripción como candidato,
justamente en su período de emergencia; es cierto que con críticas, pero allí estaba. En el interior de las
publicaciones o no se le mencionaba nuevamente o seguían las críticas. El hecho fue que OHT pasó a ser
un personaje 100% conocido e identificado. Algunos diarios intentaron, en algunos días de estas semanas,
orientar sus primeras planas en otros sentido; sin embargo, retornaban al tema de OHT. Aparentemente,
OHT vendía. Entonces, estas empresas se tensionaban entre lo que era su deseo de escenario electoral y
sus ingresos por ventas.
Otro comportamiento que llamó la atención estuvo relacionado con la denuncia que OHT habría sido un
torturador cuando, como militar, sirvió en la selva central en el período de guerra interna. Diarios que no
solamente habían dejado de lado, sino criticado, el informe de la CVR, de pronto se tornaron defensores de
los derechos humanos, e iniciaron una campaña de enmarcamiento del candidato como violador de los
DDHH. Todo era válido para tratar de desinflar el ascenso de OHT en la preferencia electoral.
Si bien los diarios observados enfilaron sus armas principalmente contra OHT, tampoco dejaron de
atacar al candidato AGP.
Todos los esfuerzos de los medios en general, y claramente de la mayoría de los diarios observados,
fueron insuficientes para obtener el resultado electoral deseado. LFN ocupó, por segunda vez consecutiva,
el tercer lugar en las elecciones presidenciales, a pesar de haber liderado las encuestas durante la mayor
parte de los 90 días de campaña electoral; y luego haberse ubicado segunda hasta el propio día anterior a
la selecciones. Un marco, que debilitó su candidatura, que puede rastrearse en la historia electoral del Perú
desde los años ochenta y que principalmente corrió por medios informales, consistía en que ella encarnaba
a los poderosos, a los que tienen dinero, a los empresarios. En esta oportunidad, al igual que en 2001, la
“candidata de los ricos” fue LFN, en 1990 ello le correspondió a Mario Vargas y en los años ochenta a Luis
Bedoya, líder-fundador del partido de LFN. Los intentos de LFN y su equipo de campaña por sacudirse de
ese marco fueron infructuosos. La prensa adepta a la candidatura de LFN intentó desarticular ese marco,
pero a pesar de sus esfuerzos no logró presentarla como una candidatura de centro.
OHT ganó la primera vuelta. El segundo lugar lo ocupó AGP, por una diferencia de 1% con LFN. El
esfuerzo de los medios tradicionales limeños no había dado resultado. La población se manejó de manera
autónoma frente al tema electoral. Esta es una constatación clave con relación al peso e influencia de los
medios sobre las personas al momento de tomar sus decisiones. El comportamiento electoral tiene esa
característica de secreto que hace pensar siempre, por lo menos en el Perú, en la votación aluvional, en el
voto a ganador, en el voto perdido, etc. Otra manera de ver esta situación es que finalmente en la soledad
de la cámara secreta el elector expresa su voluntad sin tener que manejar comportamientos correctos ante
los demás. De todas maneras, es un reto intentar interpretar lo que busca expresar la voluntad popular,
democracia más sólida? oportunidades para los que no las han tenido? por qué un pobre habría de votar
por un rico, si un rico jamás va a votar por un pobre?
El escenario electoral de la segunda vuelta transcurre entre el 9 de abril y el 4 de junio. A pocos días de
las elecciones los diarios observados ya habían establecido lo que sería su manera de manejar este
período. Ante la inevitable ausencia de LFN, los medios enfilaron a lo que consideraron el mal menor.
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Para los medios observados la figura de AGP cambió sustancialmente. De ser un gobernante
fracasado, líder de prácticamente el único partido político organizado en el país, con rasgos personales de
locura e irresponsabilidad, pasó a ser el mal menor frente a la paradoja que planteaba la segunda vuelta.
Los medios desarrollaron básicamente dos líneas de argumentos en este escenario:
-
Lo peor que podía ocurrir era que OHT ganara la segunda vuelta, ello no era imposible porque ya
había ganado la primera. El voto de las zonas pobres del país lo había apoyado. Había que evitar
que más pobres votarán por él. Para ello se incidió en el enmarcamiento de violador de derechos
6
humanos por parte de quienes nunca les había interesado ese tema . Se intentó enmarcar a OHT
como improvisado, con un entorno heterogéneo, sin mayor unidad de criterios y menos de plan para
ejecutar en la eventualidad de ganar. Los rasgos o comportamientos autoritarios del candidato y su
entorno fueron ampliamente cubiertos y resaltados.
-
De otro lado, como hemos señalado, AGP resultaba el mal menor. La paradoja de los medios, que
expresaba el sentir de los sectores de derecha, neoliberales en varios matices, podría resumirse,
empleando una expresión de la calle muy frecuente en esos días, en que “tenemos que elegir entre
el sida y el cáncer”. Ninguno de los candidatos era su opción y eso querían dejarlo marcado muy
claramente. De todos modos se desarrollaron argumentos en que se enfatizaba que el Partido
Aprista Peruano, a pesar de todo, es un partido democrático; que la gente aprende de sus errores y
que AGP quería pasar a la historia con un halo positivo y no por el fracaso de su gobierno anterior.
También dejaban muy en claro que si apoyaban a AGP no era porque estuvieran de acuerdo con él
sino porque era el mal menor, y que luego, en el gobierno, debía tener en cuenta ese dato, ya que
debía considerar a los sectores que lo llevaron al triunfo sin estar de acuerdo con él.
Ambas líneas de argumentación abonaban hacia el mismo propósito en el resultado electoral. El
período de campaña de la segunda vuelta estuvo marcado por las encuestas, que a modo de “carrera de
caballos” anunciaban los diversos sondeos de opinión. OHT aparecía adelante, pero no por mucho. En este
clima, las dos líneas de argumentación aparecían vigentes, tenían sentido, en función del deseo de los
medios.
Los medios observados se dirigían al elector invocando su responsabilidad, más bien advirtiéndole que
sería una “irresponsabilidad” votar por OHT. De otro lado insistían en que AGP era el mal menor y que
podría desarrollar un gobierno responsable si no se dejaba arrastrar a lo que los medios consideraban
“populismo”.
Finalmente, el resultado de la segunda vuelta fue el que los medios estudiados deseaban. OHT
incrementó en algo su votación de la primera vuelta y AGP recibió el endose de amplios sectores que en la
primera vuelta habrían votado por LFN y el candidato fujimorista.
Quisiéramos plantear algunas reflexiones a modo de conclusiones en tres diferentes pistas:
-
El público, los electores, los lectores, en el Perú, manejan de un modo particular los procesos
electorales. Por un lado, normalmente no ganan los extremos, sean estos reales efectivos extremos
o no, en todo caso es la manera cómo los percibe la población. El encumbramiento de un outsider
tendría el afán de buscar un centro, como Toledo, o de generar un centro en el espectro político,
como AGP. El centro es la opción para no ir a ningún extremo y para generar la percepción que, en
el fondo, no hay vencedores ni vencidos y que todos podrían caber en el centro. La prensa
favorable a LFN intentó generar un marco de centro para ella; sin embargo, no tuvo éxito, primó la
percepción de las personas y los medios informales.
-
La política en el Perú está devaluada, las debilidades de las organizaciones políticas a fines de los
años ochenta, junto con la aplicación ortodoxa de las políticas de ajuste estructural en la economía,
generaron, como dice Soros que “el fundamentalismo del mercado socave el proceso político
democrático y la ineficacia del proceso político es un poderoso argumento a favor del
7
fundamentalismo del mercado” . Así, con partidos débiles y la política desprestigiada lo que se
presenta es un escenario en el que la campaña se tiñe de ofertas y promesas y el electorado se
inclina en función de lo que obtendrá y no de ideas. Como no hay programas, ni ideas, el espacio
para los medios y sus propias opciones se acrecienta. Como el desencanto y abandono de la
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política no es exclusivamente electoral, sino más bien, algo general y permanente, el espacio para
los medios como “cuarto poder” se hace también permanente.
-
En su balance, la prensa observada se auto-percibe ganadora. En primer lugar, porque no
perdieron. Si bien es cierto que la candidata de su simpatía quedó rápidamente fuera de carrera a
pesar de sus esfuerzos, también es cierto que el resultado final los deja bien parados. Los medios,
en la segunda vuelta, a diferencia de la primera, han coincidido con la mayoría de electores, por lo
que se sienten satisfechos de su empatía atribuyéndose el haber inducido a ese comportamiento.
De otro lado, para los medios, AGP y su gobierno, tienen una deuda con ellos, los llevaron al triunfo
y serán vigilantes para que no se salga de la ruta adecuada. De los escombros de la derrota
lograron rehacer su imagen para aparecer ahora como medios serios, responsables que desean lo
mejor para el país, siempre y cuando eso coincida con sus deseos.
NOTAS:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Este texto constituye un producto inicial y parcial en el desarrollo de la investigación "Prensa limeña y elecciones" que desarrolla
el Departamento de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica del Perú y que es dirigida por los Profesores James
Dettleff P., Eduardo Villanueva M., Luis Olivera C. y Félix Reátegui C.. Para este texto hemos contado con la colaboración de
Yanira Dasso V., alumna de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP.
Entman, R. "Framing: Toward a clarification of a fractured paradigm". En: Journal of Communication. 1993, Nº 43 (4), pg. 56.
Citado por Carragee, Kevin M. y Wim Roefs ""The neglect of power in recent framing research". En: Journal of Communication.
2004, N º 54 (2), pg. 216.
Las elecciones de 1995 resultan absolutamente particulares ya que Fujimori ganó sobre la base del éxito económico que venía
mostrando su gobierno, así como su efectividad en la lucha contra el terrorismo con la captura del líder de Sendero Luminoso y el
debilitamiento de esa organización.
Carragee, Kevin M. y Wim Roefs "The neglect of power in recent framing research". En: Journal of Communication. 2004, N º 54
(2), pg. 214.
La candidata LFN fracasó en 2001 en su intento de ganar las elecciones presidenciales. A pesar de haber estado segunda en las
encuestas a largo de la campaña de la primera vuelta, no logró ingresar a la segunda vuelta a ser desplazada por AGP.
El diario EXPRESO en mayor medida, y también otros diarios que alababan el éxito del gobierno de Fujimori en la reinserción
económica y la derrota al terrorismo, fueron frontales cuestionadores de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Para ellos,
abogar por los miles de víctimas inocentes entre los dos fuegos de la guerra interna era hacerle el juego al terrorismo.
Soros, George. La crisis del capitalismo global. La sociedad abierta en peligro. Ed. Plaza & Janes. Barcelona, 1999. Página 232.
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La lucha por dejar de ser función y ser Sujetas:
Mujeres y espacio público político en México
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Aimée Vega Montiel
[email protected]
Programa de Investigación Feminista
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades
UNAM
Resumen
Las evidencias que en este trabajo se discuten, derivan de la investigación desarrollada por la autora en el
2
marco del proceso electoral del 2000 en México . El objetivo que lo guió, fue el de analizar la relación entre
la recepción de noticias sobre las elecciones emitidas por los telediarios mexicanos y la decisión de voto de
las amas de casa. La pregunta eje de la investigación, fue:¿De qué manera, el acto de mirar telediarios
contribuye a que las amas de casa: a) conozcan y entiendan un proceso político, b) decidan su voto, y c)
conciban sus acciones, identidad y participación política?
Mujeres y espacio público político
3
Cuando se define la participación política de las mujeres , se la califica de pasiva y conservadora, porque
votan menos que los hombres o porque no votan por los candidatos por los que ellos sí. Que tienen menos
conocimientos sobre las opciones y los temas políticos que los hombres. Que su conducta política es
ingenua, idealista y puritana. Que se guían por su emotividad, por su orientación particularista o por su
vocación maternal.
Eso en el caso de que participen. Pero cuando no participan, se afirma entonces que las mujeres son, por
naturaleza, apolíticas.
Estos sesgos encuentra razón en los parámetros sobre los que se ha medido históricamente la normalidad
política, parámetros que han sido concebidos por y para el sujeto, en masculino, y que tienen como base la
construcción social de género. Una construcción que sobre la dicotomía mujer/hombre, doméstico/público,
pasivo/activo, ha guiado la vinculación de las mujeres y los hombres cn la esfera política.
De esta manera, la inauguración de la categoría de sujeto comportó al mismo tiempo la institucionalización
de la categoría de función, ésta para referirse a lo doméstico-natural. Ello transformó automáticamente a la
mujer en función. En virtud de esta designación, su destino se inscribió al ámbito doméstico como el
pertinente a su género. En este momento inició la lucha de las mujeres porque su ciudadanía les fuera
reconocida.
En palabras de Judith Astelarra (1991), el principal problema en estas definiciones obedece a que se mira la
normalidad política desde la conducta masculina, lo que equivale a afirmar que, en términos políticos, lo
masculino es lo normal y lo femenino es desviado, cuando no repite las conductas políticas masculinas.
Supone que los hombres y las mujeres comparten exactamente las mismas experiencias de participación y
realidad política. Lo que nunca considera esta concepción es que la femenina puede ser un tipo de
participación política distinta.
En el caso particular de México, las mujeres constituyen el 51.8 por ciento de la población. Su contribución
al desarrollo del país es equivalente a esa cifra: dada la doble o triple jornada de trabajo que desempeñan,
las mujeres realizan más de la mitad del trabajo productivo de este país. Sin embargo, su participación, y
más aún, su representación en la política formal, no es significativa. La representación femenina en la última
legislatura alcanzó apenas el 20 por ciento (INMUJERES, 2004). Sólamente el 3.5 por ciento de los
gobiernos locales se encuentran representados por mujeres. Ninguna mujer ha sido presidenta de México.
Y aún cuando en la elección del 2006 hubo una candidata a la Presidencia, Patricia Mercado, nunca tuvo
posibilidades de ganar la elección.
Como en otros países, la expulsión histórica de las mujeres de la política formal, ha sido el resultado de
múltiples factores, estructurales e individuales. Sin embargo, al mismo tiempo las mujeres han construido
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una ciudadanía propia, participando en espacios como los partidos y las instituciones electorales, así como
en sindicatos, movimientos populares y comités vecinales, a través de los cuales han conquistado uno
derechos ciudadanos fundamentales, uno de los principales, el voto. De esta manera, el reconocimiento de
su condición ciudadana, no ha sido una dádiva gratuita, sino que continúa siendo el producto de una lucha
de ellas y por ellas, por ser visibles como mujeres y como ciudadanas.
Los medios de comunicación en la participación política de la ciudadanía
La recepción televisiva de los mensajes relacionados con la esfera política se ha constituido como un
campo de estudio central, en tanto que representan un insumo fundamental de información para los
ciudadanos. Dicho fenómeno toma mayor énfasis si se trata de noticias relativas a la política, de ahí que
durante los momentos álgidos de la actividad política, como lo pueden ser unas elecciones (Velázquez,
1999), el discurso público apunte repetidamente a que el papel de los telediarios es requisito y condición
indispensable para una democracia saludable.
En este tenor, la perspectiva teórica que durante cuarenta años dominó, apuntaba que los mensajes
producidos por los medios determinaban los conocimientos, las opiniones y la participación de los
ciudadanos. Al mismo tiempo, esos trabajos acusaban la pasividad de las personas en la interpretación de
los mensajes (Lazarsfeld, Berelson y Gaudet, 1944; Katz y Lazarsfeld, 1979; McCombs y Shaw, 1972).
Sería en los años 80 que dos corrientes teóricas, los estudios culturales y el análisis crítico de la recepción
(Hall, 1980; Morley, 1980, 1986; Jensen, 1987; Fiske, 1987; Lull, 1992; Orozco, 1996; Buckingham, 2000),
inaugurarían nuevas rutas para aproximarse al estudio de la recepción. Tomando como eje de análisis la
cultura, espacio en el cual los fenómenos comunicativos son construidos, ambas perspectivas, sin dejar de
reconocer el papel de los medios de comunicación como productores de sentido de lo que acontece en la
sociedad, han enfocado su atención en la contribución de las audiencias a este proceso. Derivado de ello,
hoy se puede entender el fenómeno de la recepción como un proceso social, activo y dialógico:
A) Social, porque es en contextos socio-históricos específicos en donde tiene lugar
B) Activo, en movimiento, porque es cognitivo y reflexivo, en el que participan los medios de
comunicación como productores de contenidos, discursos y cogniciones, y las personas como
productoras de significado.
C) Dialógico, en tanto que las personas y los medios de comunicacción mantienen una interacción
permanente, de ida y vuelta, de objetivos, informaciones, contenidos e intereses (Vega, 2004).
Llevada al ámbito de la política, esta definición permite entender que, si bien el discurso seguido y/o
construido por los medios de comunicación contribuye a la manera en que los ciudadanos se relacionan
con la esfera política, es un complejo enramado de mediaciones el que determina este proceso (MartínBarbero, 1986). Mediaciones definidas por el nivel socioeconómico, el educativo, por la edad y por el género
de los sujetos que constituyen los grupos de audiencia (Orozco, 1993); por su conocimiento e intereses
sobre temas específicos (Orozco, 1996; Morley, 1986); por sus particulares estrategias de recepción
(Martín-Barbero, 1990; Orozco, 1996); y por sus comunidades de interpretación, definidas como los
espacios de socialización –materiales y simbólicos- en los cuales los miembros de la audiencia reinterpretan
aquello que leen del discurso mediático (Jensen, 1987; Morley, 1980).
En este punto, he considerado que el proceso de recepción requiere de un análisis integral que observe, por
un lado, la participación de las audiencias, y por el otro, el de los medios de comunicación, como
productores de discursos pero también como instituciones clave de una estructura económica y política bien
definida.
En este sentido, es pertinente reconocer que este proceso comunicativo no se realiza ni está determinado
solamente a nivel macro-social o micro-social, sino que en su análisis se precisa la observación de ambas
dimensiones, es decir, tanto de las implicaciones sociales, culturales, económicas y políticas de los medios,
y del contexto socio-histórico mismo, y al mismo tiempo de la acción concreta de los sujetos en el proceso
de recepción (Lull, 1990).
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Articulando un modelo metodológico para el análisis integral del proceso de recepción televisiva
Mirar la recepción televisiva como un proceso social complejo, que se manifiesta a nivel macro y micro, y
que involucra la participación de, por lo menos, dos actores centrales, lleva a asumir que no es posible
construir una forma unívoca de analizarlo. Más bien, sugiere proponer un modelo metodológico que permita
entender cuáles son los elementos que median este proceso y la importancia de cada uno. Partiendo de
esta premisa, considero que un estudio integral del proceso de recepción televisiva implica tres
dimensiones básicas de observación: una individual, una televisiva y una social-institucional (el modelo
se desarrolla en el Cuadro 1):
1) La dimensión individual hace alusión a los receptores, es decir, a los sujetos concretos
(en este caso, a las mujeres amas de casa). La encuentro asociada a los factores que
vuelven a cada sujeto único, que le determinan una identidad particular y que lo ubican en
realidades concretas. Estos elementos inciden en la forma en que dará un significado
concreto a los mensajes televisivos. Esta dimensión se divide a su vez en dos escalas
básicas: una que he denominado estructural y que alude a los elementos que le
determinan una identidad específica al sujeto: la edad, el nivel escolar y la ubicación en la
esfera socio-económica y, por el otro, a los factores socio-históricos que le definen su
identidad de género. La otra escala que corresponde a esta dimensión es la perceptiva,
que se refiere a los esquemas cognitivos del receptor. Esta escala implica los conocimientos
con los que participa en este proceso, así como sus intereses y opiniones, y sus
expectativas, anhelos y deseos.
2) La dimensión televisiva se refiere al papel de la televisión como visibilizadora de los
actores y de las discusiones, opiniones e interpretaciones pertenecientes a la esfera pública
y como fuente clave en la construcción de conocimiento que sobre esta realidad hacen los
sujetos. Esta dimensión implica una escala formal, que se refiere al análisis de los
discursos televisivos. Y comprende también una escala interpretativa, que comporta
analizar la interpretación que de esos mensajes hacen los sujetos.
3) La dimensión social-institucional se refiere a reconocer que el sujeto es un participante
activo en diversas instituciones sociales al mismo tiempo: la familia, la escuela, el trabajo,
las asociaciones civiles, los partidos políticos, etcétera. Se entiende que estos escenarios
son contextos que proveen al sujeto de elementos (conocimientos, definiciones e
interpretaciones) que le ayudan a producir un significado de los mensajes televisivos. Esta
dimensión comprende una escala social.
Cuadro 1
Modelo para el Análisis integral del proceso de recepción televisiva
DIMENSIÓN
ESCALA
-De referencia
CATEGORÍAS
Género/Edad/Escolaridad/Posición
socioeconómica
-Perceptiva
Cognitiva/Afectiva/Valorativa/Subjetiva
-Formal
- Posicionamiento de los receptores
-Construcción de la realidad
-Interpretativa
- Elección-Consumo
- Prácticas de comunicación y hábitos de
recepción
- Construcción de significado
INDIVIDUAL
TELEVISIVA
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SOCIALINSTITUCIONAL
-Social
- Comunidades interpretativas
-Líderes de opinión
Fuente: Elaboración propia (Vega, 2004)
La categoría de Género
Dentro de las categorías que se observan en el “Modelo para el Análisis integral de la recepción televisiva”,
es sobre la de género que he centrado mi interés.
Como perspectiva, el género es una línea de análisis que permite observar que detrás de las diferencias
sexuales entre “ser mujer” y “ser hombre” se han construido desigualdades sociales, políticas, económicas y
culturales que han marginado a las mujeres de la esfera pública.
La perspectiva de género abre la posibilidad de entender la formación de la identidad como producto de un
largo proceso que se va construyendo desde que se espera el nacimiento de una hija o un hijo. Se inicia
con discursos y con acciones sociales sobre cómo se nombra y lo que se espera de las personas. Este
horizonte cultural es el que abre o cierra ciertas posibilidades de vida para las mujeres y los hombres, es
decir, los mandatos.
Así, el primer mandato central de lo que es ser hombre es el de ser jefe de familia, es decir, asumir la
responsabilidad de trabajar para mantener y guiar.
Para la mujer, este mandato es el de asumir el rol de madres y esposas. Éstos, son los ejes que
constituyen, real y/o simbólicamente, el ser mujer en nuestra sociedad, su deber ser: casarse, tener hijos,
cuidar de los otros:
“Estos elementos se trazan como hechos incuestionables en cumplimiento de sus atributos
sexuales, como eje social y cultural de su feminidad” (Lagarde, 1990: 107).
Ese deber ser se encuentra determinado por su pertenencia a la esfera doméstica, ámbito en el que la
mujer tiene la tarea de realizar todas y cada una de las actividades destinadas a la reproducción de la
fuerza de trabajo, a la satisfacción de necesidades de primer orden de los otros. Pero no sólo eso. Su
trabajo abarca aspectos esenciales de la existencia global de los sujetos: sus formas particulares de
relacionarse con el mundo, de hacer, de sentir, de estar, sus creencias, saberes y lenguajes (Lagarde,
1990).
En el caso concreto de las amas de casa, estos mandatos se hacen más evidentes, pues son los que las
hacen visibles/invisibles ante los otros. Este deber ser se materializa a través de tres factores
fundamentales: la reproducción, el espacio y el trabajo.
La reproducción biológica, es decir, “su naturaleza”, se detecta como el primer elemento que traza la
identidad genérica de las mujeres amas de casa. Representa la principal y máxima justificación para que
sean ellas quienes se responsabilicen de los otros. El ser procreadoras les confiere una serie de
responsabilidades a las que no pueden renunciar: nutrir, cuidar, ser testigo y vigía de sus vidas. Y la
nutrición y el cuidado de los otros, al lado de la reproducción, ha sido relegado al ámbito de la naturaleza y
excluido de toda consideración pública.
El espacio doméstico se constituye como la segunda fuente de identidad de las amas de casa. La casa es
su espacio vital, exclusivo, del que no deben apartarse para no dejar de cumplir con su deber ser, el de
madres y esposas. Así, la esfera doméstica constituye también un espacio de reproducción ideológica para
ellas, en tanto que es ahí en donde se define y se interioriza lo que es ser mujer, en términos de la división
sexual del trabajo y de la construcción socio-histórica de género.
En tercer lugar, el trabajo doméstico, definido como inactividad en tanto que engloba el conjunto de
actividades privadas, individuales y concretas que se realizan en la esfera doméstica, y que se encuentran
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destinadas a la satisfacción de necesidades de la familia -lo que les asigna el carácter de gratuito y
obligatorio-, es el tercer elemento que determina la identidad de estas mujeres.
Y puesto que son asignados “por naturaleza” o “por obligación”, estos tres factores dan un carácter
fundamental a la identidad de las mujeres amas de casa: la invisibilidad. Dado que su función biológica, su
espacio y su trabajo lo materializan en los otros, teniendo como marco el ámbito doméstico -el que nunca se
ha destacado por ser un generador de opiniones individuales-, todo lo considerado como parte de esta
esfera –incluidas las amas de casa- es definido como extraño y ajeno al mundo público de la ciudadanía, lo
que deriva en una posición deficitaria de estas mujeres en la esfera pública-política.
Y será esta construcción social de lo que es ser una ama de casa, lo que influirá en la forma en que estas
mujeres se relacionen con la realidad social: con la esfera doméstica, con la esfera pública y, en el tema de
análisis que aquí me ocupa, en la forma en que se relacionen con los medios de comunicación y
concretamente con los mensajes televisivos.
Estrategia metodológica
Con el propósito de comprender este objeto de estudio, a lo largo de los últimos 13 años he trabajado sobre
dos observables: la representación de los medios sobre la política y el rol que juegan en la participación
política de las mujeres. Sobre el primer observable, los medios, me he enfocado en el análisis de contenido
de la cobertura de los noticiarios a procesos electorales (Vega, 1995; 1998; 2004; 2006); en las estrategias
narrativas que utilizan para determinar ciudadanos/receptores ideales (Vega, 2006); y en las emociones
manifiestas en la publicidad política televisiva (Vega, 2000). Sobre el segundo observable, el papel de los
medios en la relación de las mujeres con la esfera política, he realizado exploraciones de carácter cualitativo
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que, tomando como base los recursos del grupo focal y de la entrevista en profundidad , me han permitido
aproximarme al discurso íntimo de mujeres diversas. Para efectos de este artículo, y como ha sido
señalado, tomaré como base la investigación de mi tesis doctoral.
En este tenor, en el verano del 2000 llevé a cabo una serie de entrevistas en profundidad y de grupos
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focales entre amas de casa en la Ciudad de México .
Realicé 11 entrevistas entre mujeres de los estratos socioeconómicos básicos: 4 del alto, 4 del medio y 3
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del bajo , durante los meses de mayo y junio, es decir, previo a la celebración de los comicios (6 de julio).
Por tratarse de una técnica de investigación muy flexible, la entrevista me permitió trabajar con mujeres de
edades entre los 25 y los 60 años, con capitales educativos que fueron del nivel de secundaria al superior.
Para la selección de estas informantes, me auxilié de las redes sociales. En todos los casos se trató de
amas de casa. Para una primera selección, me guié por considerar criterios como su ingreso mensual (en el
hogar), su lugar de residencia, su escolaridad, su edad, su estado civil, si eran madres o no, así como por el
número de personas que habitan el hogar.
También entre estos meses, llevé a cabo dos grupos de discusión. Cada uno contó con seis participantes
que compartían características básicas comunes, como el capital socioeconómico y educativo, así como la
edad. Trabajé con amas de casa pertenecientes al nivel bajo, residentes en el Distrito Federal, con edades
entre los 25 y los 34 años y con un nivel escolar que iba de la secundaria a la preparatoria y/o carrera
técnica. Esta delimitación responde a que en este grupo se concentra el núcleo más numeroso de población
en México y porque investigaciones previas (Vega, 1998) han dado cuenta de que este sector utiliza
primordialmente la televisión como medio para informarse, factor que consideré que podía aportar datos
muy valiosos sobre el tema. Así también, conduje un estudio piloto entre amas de casa para probar la guía
de entrevista y la conducción del grupo.
Los temas particulares acerca de los cuales se discutió en dichas sesiones, fueron: Elecciones, Fuentes de
Información, Motivación para ver los telediarios, Contexto en el que se mira el noticiario y Hábitos de
recepción, Comunidades interpretativas y Líderes de opinión, Interés y participación política e Intereses
sociales y personales.
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Los hallazgos
¿Qué importancia tiene los medios de comunicación, y en concreto las noticias sobre unas elecciones, en la
participación política de las amas de casa en México? De acuerdo con los resultados de esta investigación,
si bien estas noticias guardan una relación con la participación política de estas mujeres, ésta no es ni
directa ni del todo evidente. Es más bien harto compleja. Por lo tanto, no se puede hablar de una recepción
en términos de efectos, sino más bien de una recepción activa, en la que estas mujeres participan
creativamente en aras de construir un significado sobre estos mensajes. Y de todos los factores que pueden
mediar sus formas particulares de recepción, encuentro en su identidad de género el elemento principal que
determina este proceso. Los propios hallazgos de esta investigación dan cuenta de ello.
De la política y las elecciones
A partir de los testimonios de las amas de casa, es posible afirmar que la representación que ellas tienen de
la política en México, es negativa. Subyace la idea de que la política es por conveniencia y no por
convicción. Se la asocia a sentimientos como la decepción, porque consideran que el partido que entonces
gobernaba, el PRI, cada vez estaba menos interesado en satisfacer las necesidades básicas de la
población. A la desesperanza, porque no veían que ninguna otra fuerza política pudiera representar una
opción viable de gobierno. Al enojo, porque se tiene la idea de que los políticos mienten y “roban”, de que
son deshonestos, y porque en la actualidad, la constante de las campañas electorales son los ataques y las
descalificaciones, cuando lo más importante debería ser la presentación de propuestas. Y, en general, al
escepticismo, tanto en la política como en los políticos, sentimiento que encuentra tres razones
fundamentales: la corrupción, las promesas incumplidas de los políticos y la lejanía de los políticos respecto
de los ciudadanos:
“Yo no me he metido mucho en el rollo de la política porque no creo mucho en ella y porque la
política se me hace difícil de entender. Sobretodo, cuando la gente que forma parte de la política no
quiere que tú entiendas para que no les exijas nada”
“Los candidatos han ensuciado el proceso electoral y han perdido el tiempo en destruir, en lugar de
hacer algo constructivo, de hacer algo propositivo”
“Labastida está proponiendo computadoras para cada niño y que les va a enseñar inglés, ¡Pero si ni
siquiera tienen para comer!”
De estos problemas no sólo responsabilizan a los políticos, sino a los propios ciudadanos. Subyace la idea
de que los mexicanos son culpables del gobierno que tienen. Las amas de casa, principalmente las de clase
media y alta, acusan a la cultura política de los mexicanos de paternalista y la miran como una de las
razones que explican la crisis por la que atraviesa la política:
“El mexicano está muy dado a pedir y que le den todo servido, y pretendemos que el gobierno nos
resuelva todo”
A pesar de estas críticas, las participantes manifiestan su interés en la política. Valoran la importancia de
conocer lo que sucede en esta esfera y de votar. Sin diferencia de clase, edad o nivel educativo, las
informantes expresan que éste se ve motivado principalmente porque desean tener un país en donde su
familia pueda vivir tranquilamente:
“La política me importa porque forma parte de mi vida, de mi familia”
Ahora, ¿cómo se autoperciben las amas de casa frente a la política? En general, las mujeres a las que se
entrevistó en el 2000, manifiestan tener un sentimiento de alienación respecto a esta esfera. Sin diferencia
por clase económica, nivel educativo o grupo de edad, las amas de casa se sienten marginadas del debate
público político. Este sentimiento proviene también de la posición deficitaria de estas mujeres en la propia
esfera doméstica, de ahí que en sus testimonios se detecte una baja autoestima respecto a sus
conocimientos y acciones en torno a la política. Por ello, ponderan las opiniones de otros sobre las propias,
principalmente la de su marido:
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“Para mí es importante la opinión de mi marido, para saber más porque, la verdad, de política no sé
casi nada y además no me sé expresar”
Pero a pesar de estos sentimientos, sin excepción, todas las informantes manifiestaban su interés en la
elección porque por vez primera veían que la posibilidad de un cambio en el gobierno de este país, era real.
En este sentido, celebraban que hubiera mayor apertura política, producto del proceso de transición
democrática que posibilitó el avance de la oposición. Destacaban también la competencia entre partidos
como el primer paso hacia la alternancia.
Participación política
Son dos vías por las que principalmente se visibiliza la participación política de estas mujeres. Una, que
corresponde a la coyuntura electoral y que se materializa a través del voto. Otra, que no es coyuntural, sino
permanente, a través de asociaciones políticas y de comités vecinales.
Las amas de casa definen el ejercicio del voto como la forma de participación política más importante. Lo
valoran como un derecho ciudadano, pero también como un deber. Es el que posibilitaría el cambio del que
ellas hablaban.
De los candidatos que mencionaron, hacían referencia principalmente a los que tenían mayores
posibilidades de ganar la elección: Francisco Labastida (PRI), Vicente Fox (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas
(PRD). Su decisión de voto se hallaba entre los dos primeros, es decir, entre el representante del partido del
centro y el de derecha. En este tenor, las razones que animaban el voto de estas mujeres se encontraban
directamente relacionadas con su posición en la esfera doméstica, que comúnmente se traduce en una
preocupación y búsqueda constante del bienestar de los otros:
“Muchas veces ya no nos importa tanto quién sea el que gane, sino que sea beneficioso para todos”
Por otro lado, en espacios como los comités vecinales, los partidos políticos, las asociaciones no
gubernamentales y las asociaciones altruistas, estas mujeres han encontrado la posibilidad de tener una
participación más activa, permanente, animadas por la búsqueda de mejores condiciones de vida. En este
sentido, es justo su papel en la familia, como administradoras de la vida cotidiana, la razón principal que
incentiva su activismo político.
Una de las informantes, de clase media, señala que el principal motivo que la llevó a ser parte del comité
vecinal, fue contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida del barrio en el que vive, y reconoce que
ser parte de él, le ha permitido acercarse más a la política y tener más conocimiento sobre los políticos y las
elecciones.
Una mujer del nivel bajo, madura, afirma que es simpatizante del PAN. Que se vio motivada a integrarse al
partido porque su hijo forma parte de él. Que ha participado en eventos en donde se discuten problemas
como la inseguridad y la delincuencia, dos temas que le preocupan porque sus hijos y su marido pasan la
mayor parte del tiempo fuera del hogar. Y aunque confiesa que si bien hasta ahora no es una militante
activa, si pudiera ayudar directamente en algo, no dudaría en hacerlo.
Otra de las participantes, joven y de clase alta, forma parte de una asociación de derechos civiles que
fomenta justamente la participación ciudadana de las mujeres. Se trata de un movimiento que busca
beneficiar a las mujeres de su comunidad. ¿Qué motivó a esta informante a trabajar en la asociación? El
bienestar de las mujeres.
Fuentes de información
Las amas de casa entrevistadas concidieron en la importancia que les representa mantenerse al tanto de lo
que sucede en la política. Al igual que como sucede con el voto, miran a ésta, más que como una actividad,
como un deber ciudadano. Por ello es que se informan.
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De todas las fuentes, los medios de comunicación constituyen la vía principal para mantenerse informadas
acerca de unas elecciones. Recursos tales como los noticiarios radiofónicos, principalmente el conducido
por José Gutiérrez Vivó, “Monitor”, son para ellas una vía óptima de información:
“Es importante oír lo que dicen los candidatos en algunas de sus campañas. Alguna vez los invitan
al radio, por ejemplo, con Gutiérrez Vivó se han tratado diferentes bloques con los tres candidatos
más viables para que hablen de sus propuestas”
Su preferencia por los informativos de radio encuentra razón en que les representan más credibilidad que
otros medios, pero principalmente, en que debido a que tienen una carga de trabajo doméstico importante,
escuchar los noticiarios de radio no les demanda una recepción exclusiva. Pueden hacerlo al tiempo que
limpian la casa o mientras conducen el auto, de camino a la escuela de sus hijos:
Yo oigo muchísimo el de radio porque estás haciendo tus cosas, porque estás oyendo y haciendo
otras cosas. Lo oigo en la casa o en el coche, siempre que voy por ellos a la escuela
La prensa es otro recurso de información para las participantes. Aunque su consumo es marginal, no
encuentra distinción entre niveles socioeconómicos: tanto mujeres del medio, como del bajo y del alto,
tienen en este medio una fuente de información sobre las elecciones. El diario Reforma es el más leído
entre ellas. Pero mantienen una posición crítica frente a los contenidos de este diario porque lo consideran
tendencioso. Piensan que siempre favorecen al PRI:
Leo el Reforma, que también se me hace tendencioso, creo que de alguna manera está con el
gobierno
Una ama de casa del nivel medio, prefiere La Jornada, un diario identificado como de izquierda. Afirma que
le gusta porque publica información que otros medios no atienden.
Sin embargo, la elección de estos diarios no depende exclusivamente de ellas. En algunos casos, estas
mujeres leen un periódico determinado porque es el que llevan a casa sus hijos o, las más de las veces, su
marido:
Pues leemos Reforma, a veces El Financiero, pues es según el que traiga mi esposo, no tiene fijo.
Antes leía La Jornada, pero dice que ahora ya no le gusta.
Otro recurso que han encontrado las amas de casa para saber de estas campañas, aún más marginal que
el diario, y solamente utilizado por las más jóvenes y con mayores recursos económicos, ha sido Internet:
Internet tiene muchísimo, que obviamente la mayoría de cosas que ves ahí son en contra de Fox,
menos serias, pero también te da información
De todos los medios de comunicación, el que se erige como la principal fuente de información sobre estos
comicios, es la televisión y concretamente los telediarios. De ellos, los nocturnos resultan ser los más vistos
por estas mujeres: “Noticiero”, “Hechos”, “Noticias” y “CNI Noticias”. Son el de Televisa y el de Tv Azteca los
más vistos por estas amas de casa, sin distinción de edades o nivel socioeconómico. “Noticias” de Canal 11
encuentra una audiencia marginal, algunas ni siquiera habían escuchado hablar de él, aunque sí identifican
a esta televisora como una productora de buenos contenidos, educativos y culturales. Es visto por las amas
de casa de los estratos medio y alto. Al final, se encuentra “CNI Noticias”, de Canal 40. Sólo es visto por
informantes que se ubican en el nivel socioeconómico bajo y en el medio. Todas las participantes miran
alguno de estos cuatro programas de noticias con regularidad. Conocen las emisiones, identifican a sus
locutores y están familiarizadas con su narrativa.
Credibilidad en los noticiarios
La mayoría de las participantes en esta investigación opina que en México es muy difícil que estos
noticiarios logren cumplir con su función social, porque consideran que en su producción informativa,
influyen los intereses que los dueños de estas empresas televisivas tienen con el gobierno y con algunos
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partidos. Subyace su escepticismo en torno a la veracidad de estas noticias porque piensan que siempre
tienen una tendencia:
“Muchas veces, por ejemplo, Televisa tapa a Labastida, ¿no?, hace cosas y le cortan a su
información”
Las mujeres del nivel socioeconómico bajo, y que tienen en la televisión su fuente de información principal
sobre las elecciones, valoran que en estos programas se haya dado voz e imagen a todos los candidatos
porque a ellas les ha dado la oportunidad de conocerlos, de escucharlos directamente, y no a partir de lo
que dictan las noticias.
Sin embargo, la percepción generalizada que las participantes tienen en torno al desempeño de los
telediarios frente a la esfera electoral, no es positiva. La mayoría de ellas coincide en que estos programas
se centran justamente en enfatizar el negativismo presente en las campañas, con lo que han acentuado la
percepción poco positiva que se tiene de la política.
Las informantes que gozan de una mejor situación económica y que no tienen en la televisión su única
fuente de información, critican que los noticiarios hubieran dado mayor énfasis a los enfrentamientos entre
los actores de la elección y que dedicaran la mayor parte de su tiempo a estos temas, mas no a las
propuestas. Consideran que esta acción forma parte de una estrategia de las televisoras de distraer la
atención de los ciudadanos de lo que, en principio, es lo más importante de una elección, los programas y
las propuestas:
Los noticiarios explotan eso porque les conviene. De detallitos así, muy tontos, sobre algo que haya
hecho algún candidato o algo así, hacen una escandalera. Hacen cosas enormes de detalles que ni
siquiera son importantes para el país ni para la elección
Yo creo que lo que ellos (los noticiarios) quieren, es llamar la atención, distraer la atención de la
gente para darles circo
Así también, estas amas de casa aluden a la espectacularización de las informaciones como uno de los
rasgos característicos de la cobertura de estos noticiarios sobre la elección:
Por ejemplo, “Hechos” tal vez no tiene candidato, pero se dedica más a la espectacularidad, al
amarillismo, al morbo, pero en general, frente a todos los candidatos
Una de las características de la comunicación política contemporánea, es la de asemejar la competencia
electoral a competencias deportivas. Este señalamiento toma forma en la percepción que varias de las
informantes han tenido de las elecciones, en efecto, como si se hubiera tratado de una carrera de caballos lo que en la comunicación política norteamericana se denomina como “horse race”-, a través de estos
programas:
Como que en los noticiarios se va escuchando que si lleva la delantera Fox, que si ahí se van, que
están mano a mano
En conclusión, mujeres del estrato medio y del alto, que han podido ver la evolución de estos telediarios a lo
largo de varios procesos electorales, reconocen que, si bien ha habido una apertura de estos programas
frente a los partidos de oposición, esta ha sido más cuantitativa que cualitativa y más aparente que real:
Siento que si (a Fox y a Cárdenas) les dedican tiempo, es para decir alguna declaración que los
desfavorezca en lugar de señalar lo propositivo, y no me parece justo. Se han abierto los medios,
pero no completamente, ni con el corazón en la mano ni con la honestidad al frente
¿Influencia?
¿Piensan las amas de casa que un noticiario puede influir en la decisión de voto de los receptores? Acorde
con la teoría de la agenda-setting, entre la mayor parte de las informantes subyace la idea de que los
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noticiarios les dan temas en torno a los cuales pensar y discutir, más no que les definan qué pensar ni cómo
hacerlo:
“Han influido en mi conocimiento de las elecciones, mas no en mi voto. Ese yo lo tengo decidido
desde hace tiempo”
Algunas de ellas coinciden en que estos noticiarios pueden influir en los ciudadanos indecisos.
En conclusión, pareciera que si en algo han contribuido los telediarios a lo largo del proceso de transición
democrática en México, ha sido principalmente en incrementar el escepticismo de las amas de casa en los
candidatos, y muy poco en aportarles conocimientos sobre las campañas. Y de lo que no queda duda es de
la capacidad crítica de todas las participantes -sea a partir de un conocimiento amplio sobre el tema, sea a
partir de su experiencia concreta con la política- para valorar la información que miran por televisión.
¿Por qué miran los noticiarios las amas de casa?
La primera razón que motiva a todas estas amas de casa a mirar los telediarios, es la de informarse. Lo
consideran parte de un deber ser ciudadano. Hacen referencia a esta actividad como algo que se “tiene”
que hacer:
Una debe estar enterada porque finalmente nos afecta
Algunas mujeres del nivel socioeconómico alto, que también atienden otras fuentes, valoran la información
que este medio les provee sobre lo que acontece diariamente. Ver los noticiarios forma parte de su vida
cotidiana:
Yo no me imagino apagar la tele a las 10:30 de la noche, cuando empieza el noticiario. No tendría ni
idea ahorita de nada, ni de qué pasa en mi ciudad ni en el país
En el contexto de estas elecciones, las mujeres más jóvenes pertenecientes a la clase alta, consideran que
los telediarios son el principal medio que les ha posibilitado conocer, aunque sea de manera superficial,
cómo van las campañas, y ello les ha dado la pauta para revisar otras fuentes.
Una cualidad que las participantes de los grupos de discusión y que dos entrevistadas del estrato alto
destacan de estos programas, comparándolos con otras fuentes, es que les proporcionan la información de
manera resumida. Consideran que es más fácil enterarse por los noticiarios porque les permite obtener un
panorama general de lo que ha sucedido a lo largo del día, sin que tengan que invertir mucho tiempo en
ello. Algunas de estas mujeres valoran positivamente el resumen introductorio de estos programas de
noticias, porque les posibilita enterarse en muy pocos minutos de la información más importante.
La compañía que a estas mujeres les representan los programas de noticias y, en general, la televisión, es
otro de los elementos que valoran para mirarlos. Este fenómeno toma relevancia en el caso de las
informantes que transcurren la mayor parte de su tiempo en el hogar: dado que pasan la mayor parte del día
solas, a las mujeres de edad más avanzada que tienen hijos mayores, que ya están casados o que trabajan,
la televisión les proporciona una compañía, las compensa afectivamente:
Yo tengo la televisión encendida todo el día, veo los noticiarios y las novelas, y cuando me subo a
limpiar, prendo el radio
Veo la tele y los noticiarios porque casi todo el día estoy sola
En este tenor, como señala Janice Radway (1984), los medios de comunicación representan para muchas
de estas mujeres un escape a la soledad que les significa vivir la mayor parte de su tiempo en el espacio
doméstico, de ahí que frecuentemente encuentren en ellos al acompañante ideal a su jornada interminable
de trabajo.
Por último, en el caso de las mujeres de escasos recursos, el locutor comporta una buena razón para mirar
un telediario. Esta compensación de tipo afectivo y estético -por cuanto las mujeres obtienen de estos
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programas gratificaciones como la compañía y el carisma del conductor que, de acuerdo con Stam (1983) y
con Buckingham (2001), constituye uno de los placeres esenciales de los que los programas de noticias
proveen a sus espectadores en la actualidad- tomó relevancia en la discusión celebrada en uno de los
grupos. Seguramente fue la confianza y la complicidad que estas mujeres encontraron con las otras, lo que
las motivó a confesar que, para ellas, una de las razones fundamentales por la que miran el telediario, es
porque encuentran atractivo a su locutor:
- M. Entonces, ¿qué les gusta?, ¿el conductor o el noticiario?
- P. En el 2, el noticiario, porque aunque quiten a Joaquín, yo sigo ahí porque tengo mucho tiempo
viendo el 2
- M. ¿Y qué pasa con “Hechos”?, ¿Si quito a Javier qué pasa?: ¿Lo sigo viendo?
- P. ¡Ay, no! Se viene abajo
- P. A lo mejor no es todo el conductor, pero sí es indispensable, ¿no?
Contextos y Hábitos de recepción
Como lo señala David Morley (1986), el hogar, como el centro de la vida cotidiana, constituye el marco
principal en el cual se desarrolla el acto de mirar televisión. Los hallazgos de este estudio así lo corroboran.
Para todas las participantes, es su casa el primer escenario en donde la recepción de los telediarios toma
forma y la sala el lugar habitual en el que miran estos programas.
Los espacios concretos dentro del hogar en los que las mujeres prefieren mirar estos programas, son
diversos. La sala es el marco principal en el que todas estas amas de casa ven los noticiarios. De acuerdo
con Morley (1986), es este el escenario familiar más importante. Es el lugar de encuentro entre los
miembros de la familia, en donde comparten y comentan su vida diaria. En esta socialización, la televisión
forma parte fundamental. Su presencia en la sala de los hogares que habitan estas mujeres, se da pues por
descontada.
Cuando se cuenta con más de una televisión en la casa, como es el caso de la mayoría, la cocina, el lugar
con el que se las asocia por naturaleza, constituye otro escenario de recepción de estas mujeres:
Cuando estoy en la cocina, la tengo prendida desde temprano, y ahí veo las películas, las noticiarios
y las novelas. Veo todas las del “2”
Como los noticiarios que estas amas de casa miran preferentemente, son los nocturnos, en muchos casos
es la habitación el escenario de su recepción:
“Generalmente veo estos programas en mi recámara”
Por último, las amas de casa de los niveles altos, mencionan además “el cuarto de la tele” como otro de los
espacios en los que habitualmente miran los informativos.
Para la mayoría de estas amas de casa, la actividad de mirar los telediarios es esencialmente social porque
les gusta hacerlo acompañadas e ir conversando sobre lo que van mirando, posibilidad que valoran como
positiva.
Por otro lado, la percepción que las amas de casa tienen de su hogar como un lugar de trabajo y de
responsabilidades continuas, propicia que su consumo de estos telediarios sea muy particular. Esta práctica
se ve interrumpida constantemente por otras actividades –como planchar, cocinar, ayudar a sus hijos con
sus tareas escolares-, dado que para ellas el hogar no es primordialmente un lugar para el ocio (como sí lo
es usualmente para su marido), sino principalmente de trabajo. Ello nos introduce en un terreno identificado
por Hobson (1982), quien ha señalado que, en efecto, los hábitos de recepción televisiva de las amas de
casa, encuentra una vinculación directa con su posición en la esfera doméstica.
Otro elemento que hace particular la recepción televisiva de las amas de casa, se encuentra constituido por
las relaciones de poder. Si partimos de la base de que en el seno de la sociedad masculina el poder
pertenece a los hombres, este mismo orden se traslada al espacio doméstico. En la mayoría de los casos,
sin distinción por clase social o por edad, es el marido quien elige el noticiario que se mira en la casa. La
explicación que las amas de casa encuentran a ello es porque reconocen que los otros tienen más
conocimiento sobre los temas, lo que les da la autoridad para elegir qué noticiario mirar. Hay pues un
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reconocimiento implícito de que ellos son los que saben y, por tanto, una desvaloración sobre los
conocimientos propios:
“A mí me gusta el “2” y a mi esposo el “13”, pero luego, para no estar peleando, dejo que le ponga al
“13”, aunque a mí me gusta más el “2”... o de plano mejor me voy a la otra tele y veo el “2”
Este poder se hace aún más evidente en el caso de las televisiones con control remoto: casi ninguna de las
informantes se “adueña” de él, es más bien característico que su posesión le corresponda al hombre:
“Generalmente mi esposo tiene el control, pero no afecta. Le digo: “ya cámbiale a tal”
En este sentido, como lo han señalado otros trabajos sobre recepción televisiva (Lull, 1990; Morley, 1986),
el poder masculino en la familia en relación con estos hábitos particulares de mirar televisión, no son
simplemente características del ser mujer o del ser hombre: se constituyen también como elementos que
definen la construcción socio-histórica de la feminidad y la masculinidad.
Comunidades y líderes: espacios de socialización, espacios de interpretación
Si la información televisiva no fue un factor que por sí mismo determinara la decisión de voto de estas amas
de casa, ¿qué elementos resultaron decisivos? Las comunidades de recepción, como los espacios de
socialización en los que estas mujeres habitualmente intercambian sus apropiaciones de los mensajes y se
reapropian de ellos hasta lograr significaciones más definitivas, fueron determinantes. Estos espacios son
tan diversos como cada una de ellas, sin embargo, es seguramente su identidad de amas de casa la que les
hace compartir con otras, sin diferencias de clase o de nivel educativo, espacios en común. En este sentido,
para todas ellas la familia constituye la comunidad de recepción más importante. Consideran que la
discusión con la familia en torno a lo que ha sucedido a lo largo de este proceso electoral, les ha
representado el insumo más importante para darle un sentido a las elecciones y a las informaciones que
han visto a través de los telediarios:
“Luego estamos en la mesa y si yo estoy comentando algo, todos le entran al debate. No sé si les
guste, pero todos empiezan a platicar conmigo”
Todas las participantes valoran positivamente la existencia de estos espacios como un recurso que las
ayuda a reflexionar mejor su voto:
“A veces el enfoque que le da la televisión (a la información), no es el adecuado. Entonces tú
buscas por otro lado, por otros medios y comentas con gente que sabe del tema y ya complementas
tu información”
Por otro lado, es en las comunidades de recepción en donde las mujeres identifican habitualmente a los
líderes de opinión. Esos personajes a quienes ellas les adjudican un reconocimiento especial -sea porque
tienen acceso a información privilegiada, sea porque tienen el reconocimiento generalizado de los otros
para opinar- se hallan, de nuevo y en primer lugar, en el hogar.
De los líderes de opinión, son las figuras masculinas las que representan para ellas las más importantes.
Sin distinción de clase social ni de nivel educativo, el primer líder de opinión para todas estas amas de casa
es su marido:
“Mi esposo, como lee mucho, hay días que llega y me platica, y yo como que reflexiono. Y ora sí
que como dice él: no hay que desperdiciar el voto”
“Platicamos cuando estamos viendo el noticiario y salen cosas, y pues él (mi marido), obviamente,
está mucho más enterado, entonces muchas veces me explica cosas”
Las mujeres con mayores recursos, económicos y educativos, tienen padres o hermanos que forman parte
de la clase política y que se encuentran muy cercanos a las esferas más altas del gobierno. Por esta razón,
los reconocen como líderes de opinión. La opinión del suegro también representa para las amas de casa
más jóvenes, sin distinción de clase social, fiabilidad para guiar sus decisiones.
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Los locutores de los noticiarios son reconocidos por todas las amas de casa como líderes de opinión. Las
de los niveles medio y alto, piensan que sobre todo es la población más pobre la que les confiere a estos
personajes una autoridad importante:
“Son líderes, la gente los tiene como héroes”
Sin embargo, las amas de casa difícilmente reconocen en las mujeres una líder de opinión. Y mucho
menos, ninguna de ellas reconoce que una ama de casa pueda serlo. Hay un menosprecio generalizado en
torno a los conocimientos que ellas pueden tener sobre temas que no pertenecen a la esfera doméstica:
“Yo no menosprecio la opinión de las amas de casa, como yo, que puede estar poco o muy
enterada, pero pienso que personas como mi papá que están metidos en el tema, saben más”
Así, estas comunidades y estas figuras parecen representar para las amas de casa los principales insumos
para interpretar lo que ven por televisión sobre las elecciones y para, eventualmente, decidir su voto. Estas
figuras coinciden con las que son reconocidas por ellas como las expertas sobre la política: las masculinas.
Y de acuerdo a lo que se observa, este reconocimiento va acompañado de una autovaloración muy limitada
de estas mujeres como ciudadanas. Reconocen a estas comunidades y a estos líderes, sí, porque les
representan una fuente de información y de discusión fundamental para sus acciones políticas. Pero,
también, porque tienen una baja autoestima en torno a sus conocimientos, juicios y valoraciones sobre
estos temas, lo que propicia que tampoco reconozcan en otras mujeres una capacidad reflexiva y crítica.
De esta manera, se observa cómo es que las limitaciones ideológico culturales van unidas a las creencias,
valores y comportamientos que históricamente han incorporado y reproducido estas mujeres. Éstos se han
ido construyendo sobre las bases del machismo que domina el habitus de la cultura mexicana y que, según
vemos, tiene una incidencia directa en la cultura política de las participantes en esta investigación. En
conclusión, es su identidad de género, es decir, el ser amas de casa, la que define sus comunidades y sus
líderes, sí, como espacios de socialización y de interpretación, pero también, en algunos casos, como
barreras que les dificultan la construcción de una identidad política propia.
Apuntes finales
Este trabajo nos aporta datos sobre la manera en que las mujeres entrevistadas se relacionan con la esfera
política, y en particular, sobre la importancia de los medios de comunicación en dicha relación. En este
tenor, si bien observo que las informaciones que sobre política producen y/o emiten los medios influyen en
la percepción que de la política tienen las mujeres, ésta no es directa ni determinante. Y que de todos los
elementos que pueden mediar sus formas particulares de recepción, encuentro en su identidad de género la
clave para entender este proceso. ¿Por qué?
En primer lugar, esta investigación me ha permitido conocer que su preferencia por las fuentes de
información que han sido señaladas, encuentra una relación directa con su identidad de género. Esta
investigación observa de qué manera la adscripción social de las mujeres al espacio doméstico, influye en la
elección que hacen de medios, programas y horarios. Ello explica por ejemplo que sintonicen
preferentemente las emisiones nocturnas de los noticiarios porque es el momento en el que la carga de
trabajo doméstico ha disminuido –en algunos casos, es la hora en la que sus hijos ya se encuentran
descansando-.
Su identidad también determina los lugares, hábitos y prácticas de recepción que ellas realizan. De acuerdo
con los testimonios recogidos, el lugar más importante para informarse sobre política tiene lugar en el
espacio al que estas mujeres se encuentran adscritas históricamente: el hogar. Así también, sus hábitos de
recepción se ven acompañados, en todo momento, por las actividades que ellas desempeñan, propias del
trabajo doméstico: cocinar, planchar, atender a los hijos, limpiar y administrar la casa. De la misma forma,
las relaciones de poder, que hacen alusión a la dominación masculina de la que es objeto su condición de
género, median de manera central sus hábitos de recepción. Por último, su identidad se proyecta en la
valoración positiva que hacen del acto de informarse, discutir y reflexionar sobre la política formal, en tanto
que les posibilita el encuentro con la familia.
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Todo lo anterior, no se traduce en ningún momento en una recepción pasiva. Partiendo de que valoran la
actividad de informarse como un deber ciudadano, todas las mujeres a las que he tenido la oportunidad de
entrevistar durante este tiempo, tienen una perspectiva crítica, fundamentada, respecto a la política. En
primer lugar, a partir de los recursos que les proveen otras fuentes de información -que, como en el caso de
las mujeres con mayores recursos económicos, y también las más jóvenes, incluyen la prensa e Internet-. A
partir también de la discusión de estos temas en los espacios en los que habitualmente socializan y que, en
el caso de estas mujeres, ha presentado a la familia como el primordial. Así también, de las figuras que ellas
reconocen como líderes de opinión que, en su mayoría, halla como la principal al marido. Y
primordialmente, a partir de su experiencia de vida concreta. Interpreto así la búsqueda permanente de
fuentes de información y de interpretación de estas mujeres, como un ejercicio asociado a su ciudadanía.
Los hallazgos discutidos en este trabajo, explican que el discurso de los medios sobre la política encuentre
barreras en los recursos utilizados por cada una de estas mujeres. De esta manera, creo que no se puede
hablar de una influencia de los medios en la participación política de las mujeres amas de casa. A lo más, y
en concordancia con la teoría de la agenda-setting, se puede hablar de que los medios proponen temas
sobre los cuáles pensar, más no qué pensar sobre ellos. En la interpretación de estos mensajes, según
vemos, resultan pieza clave otros factores. De ellos, concluyo que es la identidad de género el eje a partir
del cual las mujeres construyen una relación con el mundo de los medios, con el de la política y con el de la
vida misma. Esta identidad que se encuentra definida más allá que solamente por su edad, por su nivel
socioeconómico o por el grado educativo que hayan alcanzado, sobretodo, por su ascripción al espacio
doméstico, es la que delinea que el proceso de recepción que las mujeres realizan, adopte formas
concretas, distintas de las de otros grupos de audiencia.
A la vista de lo expuesto, deseo que esta investigación se sume al trabajo que, desde muy diversos
ámbitos, se encuentran llevando a cabo quienes comparten la convicción de que es posible construir un
mundo de todas y todos en el que tengan cabida todas las formas de ser.
NOTAS:
1.
Comunicóloga. Doctora y Maestra en Periodismo y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Maestra y
Licenciada en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Investigadora de tiempo completo del Programa de Investigación Feminista del CEIICH-UNAM. Profesora del Posgrado y la
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la FCPyS de la UNAM.
Investigadora nacional del SNI, nivel 1. PAIPA nivel B. Presidenta de la Asociación Mexicana de Investigadores de la
Comunicación, Comité 2005-2007.
2.
Este trabajo forma parte de la Tesis Doctoral de la autora, titulada La decisión de voto de las amas de casa mexicanas y las
noticias electorales televisadas (2004).
3.
En sentido formal, la participación política se refiere a la práctica política de los ciudadanos en las instituciones. Implica la acción
de los sujetos que los lleva a tomar decisiones relacionadas con el poder y su ejercicio, sea en favor o en contra. Así también, la
participación política es colectiva. Presupone entonces organización, estrategia y acción, todas orientadas a transformar.
(Fernández Poncela, 1994). La participación política involucra también elementos de la subjetividad de las personas. Esta
definición implica, en principio, que, en un sistema democrático, son todos los ciudadanos los que gozan de este derecho. Sin
embargo, como se verá en este artículo, es imposible hacer una generalización. Más bien, a lo que nos llama es a hacer una
distinción entre las diversas formas de participar y accionar en la esfera pública política.
4.
La decisión de trabajar con dichas técnicas cualitativas obedece a que mi objetivo ha sido comprender el uso y la relación de las
mujeres con los mensajes sobre política. No he buscado verificar ni cuantificar el proceso. Estas herramientas me han dado la
posibilidad de entender la complejidad y el significado de este problema de investigación en las propias palabras de las mujeres,
algo que la cuantificación no permite. Así también, de complementar y profundizar en conocimientos sobre el objeto de estudio.
Dichas entrevistas, individuales y colectivas, han tenido como marco los procesos electorales de 1997, 2000, 2003 y 2006, con el
objetivo de conocer la percepción de las mujeres, no sólo de amas de casa, sino también de estudiantes, empleadas y
profesionistas, para conocer su percepción sobre los siguientes temas: Conocimientos e interés en la política, Formas de
participación política, Fuentes de Información sobre política, Motivación para informarse, Contexto en el que se informan sobre
política, Hábitos de recepción, Comunidades interpretativas y Líderes de opinión.
5.
El Distrito Federal, como categoría territorial en donde tuvo lugar el estudio empírico, registraba en 1990 un total de 1 millón 518
mil 298 personas dedicadas a los quehaceres domésticos, de los cuales solo el 1.82 por ciento eran hombres y el resto mujeres
(INEGI, 1990).
6.
En la Ciudad de México, la población se ubica en tres niveles socioeconómicos básicos (construidos con base en categorías como
vivienda, electrodomésticos en el hogar y percepción económica mensual): nivel alto, en el que se considera a las familias con
ingresos mensuales superiores a las 450 mil pts., comprende el 8 por ciento de la población; nivel medio, que considera un
ingreso mensual que varía entre las 250 mil y las 400 mil pts. y que constituye el 32 por ciento de los habitantes de la capital; y el
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nivel bajo, que comporta un ingreso mensual de entre 80 mil y 125 mil pts., y reúne a 60 por ciento de la población del Distrito
Federal (Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública, AMAI, 2000).
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Narraciones del delito:
pánico y control social
Dra. Lila Luchessi
CCC - FSOC - UBA
Lila Luchessi es Dra. en Ciencia Política (UB) y Lic. en Ciencias de la Comunicación (UBA). Profesora
titular del seminario de Investigación y Producción de la Tesis en la Maestría en Periodismo (FSOC - UBA) y
del Seminario de Rutinas Periodísticas de la Maestría en Periodismo (UNT). Profesora adjunta a cargo del
seminario Política, Medios y Opinión Pública; de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. (FSOC.
UBA). Profesora Titular del Taller de Televisión de TEA y de la Facultad Libre de Rosario (Argentina).
Es directora de la investigación Formación de periodistas y demandas ciudadanas de información
(FSOC /UBA) e integra el equipo que dirige Stella Martini en el IIGG.
Compiladora del libro Cultura, política y medios de comunicación, con María Graciela Rodriguez. La
Crujía. Buenos Aires (En vías de publicación) y autora de Los que hacen la noticia. Periodismo,
información y poder junto a Stella Martini (Biblos. Buenos Aires. 2004). Escribió distintos artículos sobre
periodismo y comunicación en las revistas Diálogos de la Comunicación, Signo y Pensamiento, Tram(p)as,
Lote; entre otras. Publicó numerosas comunicaciones en actas y memorias de jornadas y congresos. Fue
directora editorial de las Memorias de las V Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación.
(ISSN 1515 –6263) Paraná. 2000 y editora general de comunicación.org.ar (2000). Coordinó la
investigación Periodistas. Qué piensan y qué hacen los que trabajan en los medios, del periodista Luis
Majul, Editorial Sudamericana, Buenos Aires. 1999. Escribió 10 capítulos en libros. Además participó como
expositora en 48 encuentros académicos de la Argentina y el exterior.
Como periodista, trabajó en medios gráficos y radiales de Buenos Aires, ganó tres premios internacionales
por la realización de documentales. Fue responsable de la investigación en comunicación política para el
libro Vote Fama, de la periodista Viviana Gorbato (Sudamericana, Buenos Aires. 2000) y estuvo a cargo de
la prensa del III Congreso Panamericano de Comunicación (Buenos Aires - 2005).
Actualmente, es consultora en comunicaciones estratégicas y colabora con La Crujía Revista (Bs. As) y la
publicación rosarina Faro.
Contacto: [email protected]
Abstract
La percepción sobre la seguridad ciudadana manifiesta la idea de un aumento de la delictualidad.
Encuestados para esta investigación, 400 vecinos de Buenos Aires expresaron -en el mes de noviembre
pasado- una sensación de menor seguridad. La cartografía de la inseguridad que surge del estudio, en la
mayoría de los casos, no condice con los datos de la Dirección Nacional de Política Criminal. Tampoco con
sus propias realidades: el 75% afirma no haber sido víctima de delito alguno. Así, la relación que se
establece entre el mapa y los territorios de la inseguridad no opera por sustitución sino por contigüidad. Las
cifras oficiales, dan cuenta de que el mayor porcentaje de hechos delictivos se relaciona con atentados
contra la propiedad (robos y hurtos efectivos y en tentativa). A pesar de esto, las coberturas mediáticas
suelen focalizarse en los casos que involucran a las personas (violencia u homicidios) o la integridad sexual
(violaciones y delitos contra el honor).
Claro que la relación entre la comisión efectiva de delitos y su publicación no es simétrica. Muchas veces,
cuando las denuncias disminuyen la publicación aumenta generando miedo en la ciudadanía y control sobre
la sociedad. Es que los discursos periodísticos son simplificadores por definición. Para alcanzar audiencias
más amplias, las agendas mediáticas ponen a circular casos individuales, escandalosos y truculentos en
detrimento de delitos más complejos (contra el Estado o de cuello blanco). Aunque estos tienen una
incidencia ínfima en la situación delictiva general, su efecto sobre el interés común es –a veces- mucho más
importante que la construcción periodística de la casuística delictual.
1
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Las características demográficas de la Argentina –y su tradición cultural- hacen que, si bien se manifieste
una retracción de las ventas en el mercado de la prensa escrita, se mantenga en el imaginario la idea del
consumo. Así, a pesar de la tendencia a la información a través de la televisión, el estudio cuantitativo arroja
que en algunos sectores se señala como hábito vergonzante. Lo mismo ocurre con el consumo de historias
narrativizadas vinculadas con la violencia. Un porcentaje muy alto de la muestra construye una mirada
negativa respecto de los consumos sobre delitos que hacen los otros, los barrios en los que viven los otros y
las acciones –más o menos legales- de esos otros.
Si se tiene en cuenta esta paradoja, resulta comprensible que los barrios con menor cantidad de denuncias
realizadas aparezcan en las representaciones –mediáticas y sociales- como más inseguros para la
comunidad.
Con el objetivo de cuestionar los efectos de los medios sobre las posiciones de la opinión pública,
analizamos el cruce de los datos obtenidos con las coberturas de las noticias sobre el delito en el mismo
mes. Para ello, tenemos en cuenta las estrategias de marketing periodístico, la circulación y coberturas
netas y las variables socioeconómicas en las que se produce el pánico ciudadano y el control social.
Ponencia
Para abordar la problemática de las narraciones mediáticas del delito y la seguridad tendremos en cuenta
algunas cuestiones.
Primero, que la profundización de las brechas sociales genera un malestar en la sociedad introduciendo
1
nuevos sectores a los grupos que se cuentan entre los más pobres . Las tensiones que desde allí se
generan, más que por acabar con los sistemas hegemónicos, se dan en torno de la disputa por la inclusión.
Es que bajo el lema de la desterritorialización, la cartografía de la exclusión fue tomando cuerpo. El
concepto de frontera puede organizarse a partir de las acciones de articulación y separación de lo que
excluye e incluye (Gruner; 2000: 17). En ese sentido, las grandes ciudades, como Buenos Aires, replican la
organización espacial que el nuevo contexto prepara para la situación global: la aglutinación de excluidos en
zonas periféricas de la ciudad, separados de los que no lo están por un límite más simbólico que geográfico:
aquel que demarca la inclusión de la exclusión. En línea con esto, al tiempo que las fronteras fueron
permeables a negocios poco claros, se constituyeron impenetrables para quienes buscaron en los sitios
2
prósperos alguna oportunidad .
Segundo: con este contexto socioeconómico y cultural, el marco de producción del periodismo tiende a que
las agendas informativas comiencen a homologarse dada la retroalimentación que se consolidó en torno
3
del sistema mediático (Luchessi; 2004) y por el dato que analiza Alejandro Piscitelli, quien plantea que la
duplicación del volumen circulante de información se logró solamente en tres años (Citado en Ford; 2005:
92). A esto, hay que sumarle la retracción del mercado gráfico en general y en la Argentina en particular
que, durante los años de meseta y obsolescencia del modelo neoliberal, tuvo una pérdida del 36% entre
1996 y 2000. Si se tiene en cuenta que durante todo el período democrático se perdió un total del 50% de
4
las lectorías , es interesante analizar cuáles fueron las huellas culturales de ese estilo de vida en un país
que –aún en los peores momentos- nunca llegó a un índice extendido que hiciera peligrar la situación
respecto de su alfabetización. En la ciudad de Buenos Aires, los índices de ciudadanos alfabetizados son
5
los más altos del país y los más bajos –en Chaco y Formosa- están muy lejos del promedio de la región.
Tercero, que a pesar de la caída de las ventas de los medios tradicionales, la gran producción mediática en
la industria global genera una “cultura de la hiperinformación” que, según estudia Aníbal Ford, “margina u
oculta los procesos de hipoinfomación” (2005: 21). En este sentido, puede pensarse que el periodismo
“ejerce una función de poder”. Y más, que su posición social no se limita a la de “distribuidor de cultura”,
sino que también es un “agente de control social.” (Ortiz Ariza; 2002). Aunque por cuestiones de marketing,
los medios puedan establecer contratos de lectura aparentemente simétricos con sus audiencias, la relación
con ellas es necesariamente de asimetría. Esta desigualdad se sustenta en que son los medios los que
jerarquizan y seleccionan la información que circula en la sociedad. Así, la agenda presenta tendencias
temáticas en las que las series informativas construyen tópicos recurrentes, que luego se retoman en los
sondeos electorales y en las agendas políticas. No obstante, la cuestión más grave de este procedimiento
respecto de la agenda del delito, es que estas series sean tomadas como la multiplicidad de casos de
inseguridad y no como la multiplicidad de publicación, ya que tienden a profundizar la percepción
generalizada de inseguridad. A esto hay que agregarle la vocación de influencia que los medios ponen en
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juego dentro del mismo establishment y las rivalidades que establecen con otros actores que lo constituyen.
Entonces, la idea de Héctor Borrat respecto de los periódicos, puede extenderse al resto del sistema
mediático. En tanto influyente en la cotidianeidad de la sociedad, el sistema se constituye en “actor político”
(1989). Constantemente, se establecen relaciones asimétricas no solo con las audiencias, sino también con
otros actores políticos que pujan por el liderazgo social. El más claro ejemplo, es la mirada “desde arriba”
sobre quienes integran las instituciones del Estado y los sistemas tradicionales de representación política
(Sidicaro; 1993).
Además, y desde el punto de vista de las investigaciones de audiencias, nos preguntamos con Amparo
Huertas Bailen si la demanda real de los receptores se condice con la gran capacidad informativa de los
medios, sobre todo de la televisión, que está siendo “explotada al máximo” (2002:110). Y, con Miguel
Wiñazki acerca de si las noticias que se publican son, efectivamente, aquellas en las que “la opinión pública
quiere creer” (2004:9).
Dicho todo esto, entramos entonces a un análisis multimetodológico y que aborda contextos, políticas y
demandas tanto acerca de los medios cuanto de la función del Estado respecto de la inseguridad.
En esta arena, se producen consumos paradójicos. Ciertos hábitos, comunes en relación con el consumo
de productos periodísticos, se fueron retrayendo por más de una causa. Puede estipularse que existen
motivos alentadores para esta caída en la compra de diarios, revistas y televisión por cable. Desde una
mirada optimista hay que considerar lo siguiente:
1.- el crecimiento del mercado tecnológico para uso hogareño y la exposición a pantallas no solamente
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televisivas
2.- el acceso de algunos sectores a nuevos lenguajes comunicacionales
3.- la simplificación de los hard y softwares, que permite que más personas puedan utilizarlos.
4.- una mayor producción de entretenimiento y de productos de no ficción, no necesariamente
informativos.
5.- la construcción de nuevos modos de acceso informacional, no necesariamente periodístico.
Sin embargo, existen otros factores, de orden macroeconómico, que impactan directamente sobre la
capacidad de acceso al consumo en general y a la adquisición de bienes culturales en particular. El
aumento de la pobreza en sectores más amplios de la sociedad hace que disminuya el consumo de
aquellos que deben racionalizar sus presupuestos. Esta tendencia impacta sobre los consumos culturales.
Aunque los indicadores económicos tiendan a recuperarse, la restitución de las prácticas habituales tanto en
producción cuanto en consumo de cultura, necesitan un nuevo proceso de reinstalación como necesidad
social.
Si se plantea una visión más cercana a la de la realidad que contempla todos estos factores, pueden
establecerse razones más cercanas al cambio en los hábitos de consumo mediático:
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1.- el aumento de la brecha entre los que más y menos tienen.
2.- la incidencia del analfabetismo (estructural y funcional) que en el caso de la Argentina sigue siendo
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muy bajo aunque supera los valores históricos del país .
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3.- la caída en el consumo -o consumo ilegal- de la televisión paga por la crisis económica lleva a un
mayor uso de la televisión de aire. De todos modos, por la forma en que el sistema mediático recicla
y utiliza información procesada desde centros de realización informativa que son globales, puede
establecerse que los mismos contenidos fluyen por una diversidad enorme de canales. Esta
tendencia se registra en todo el resto de los medios ya que las cámaras empresarias dicen que los
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costos son demasiado altos y afectan las ganancias de las empresas . Con esto, el “refrito”, el uso
de otros medios como fuente y la modificación de la rutina del trabajo de los periodistas, generan
nuevos contratos con las audiencias y, al mismo tiempo, nuevas maneras de percibir de y la
sociedad.
No hay que perder de vista que -además de su histórica composición demográfica- en la Argentina se tiene
una alta recordación de la importante participación de los sectores medios en la distribución de los recursos
y la ocupación de los espacios que componen el entramado social. Además, de la fuerte participación que
estos sectores tuvieron en la producción y consumo de cultura. Otro dato para analizar es que en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires las industrias culturales representan un 6% del PBI del distrito, mientras que en
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el total de la participación del PBI del país llega solamente a la mitad (3%) . La tradición cultural Argentina
hace que no se pierda el hábito de la lectura en soporte papel, independientemente de los contenidos que
se publiquen. No obstante, en los últimos años, el viraje en los consumos mediáticos y la tendencia a las
hibridaciones genéricas pone de manifiesto una competencia entre soportes y genéricos resignando, en
más de un caso, la idea de primicia y de exclusividad. Si seguimos a Iglesias y Verdeja; (1997:65),
podemos comprender, en primera instancia, que “de la soberanía del productor se ha pasado a la soberanía
del consumidor. La importancia de estar cerca del cliente se ha convertido para la empresa en algo
esencial”. Es que, como ya plateamos “no hay medio periodístico que pueda llevar al límite su relación con
el lector sin arriesgar también su supervivencia” (Cetkovich Bakmas y Luchessi; 2003: 1). No obstante,
resulta imprescindible aclarar que el consumidor de información –en tanto soberano- solo puede serlo si los
indicadores de consumo lo justifican. Este fenómeno alcanza a toda la oferta mediática, pero los diarios
tendieron a aggiornarse ya que fueron perdiendo espacio en el mercado respecto de los otros soportes y, a
partir de ello, debieron encontrar otras formas de contacto con la audiencia. Además, el uso de
herramientas digitales lleva a que la mayoría de los componentes del sistema esperen la confirmación del
dato a través de otro medio que lo integra. En ese sentido, las primicias dejan de ser un valor del periodismo
para transformarse en la información que, a priori, maneja otro profesional o medio, tanto propio cuanto de
la competencia (Luchessi; 2006). Además, con las posibilidades de circulación vía internet de supuestas
exclusivas contratadas por algunos vehículos de soportes gráficos, la idea de exclusividad se diluye como
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valor profesional .
Si se rastrean trabajos acerca de las relaciones de los medios gráficos y las industrias televisiva y digital, la
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tendencia no es un fenómeno solamente de países con crisis distributivas . No obstante, no puede
soslayarse el dato para una correcta interpretación. También, que en la Argentina los sectores populares
tienen tradición de lectura y –en ese contexto- el diario Popular sigue participando del mercado que lidera
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Clarín como 4º en el ranking de circulación neta , luego de La Nación y Olé . Además, hay que tener en
cuenta que la aparición del diario La Razón, solo como vespertino de distribución gratuita en medios de
transporte, abre una competencia que permite paliar la costumbre de lectura en los sectores con menor
capacidad de consumo.
En este contexto, tratamos de comprender cuáles son las representaciones de los habitantes de la ciudad
de Buenos Aires en relación con la información que manejan acerca del delito, la seguridad y la
victimización real a la que pudieren ser sometidos. Para esto, tenemos en cuenta que los habitantes de las
ciudades reciben información mediatizada aunque no estén directamente expuestos al consumo mediático.
La percepción de la inseguridad
En las sociedades actuales, la inseguridad es un tópico insoslayable. Su presencia puede registrarse a
partir de formas diversas y aparece como uno de los temas prioritarios a través de casi todas las mediciones
de opinión pública. No obstante, la percepción de los ciudadanos acerca de la inseguridad –en la mayoría
de los casos- no condice con los datos de victimización real. En este sentido, la Argentina no es un caso
aislado. Germán Rey afirma que “...la opinión sobre la seguridad está hecha de memorias de corto plazo, de
estrategias de suspenso y narrativas exaltadas, más que de memorias de largo plazo o del despliegue
racional de argumentos” (2005: 13). Sin embargo, los estudios sobre el campo suelen analizar la idea de
sensación en torno de tres factores:
1.- Hay una zona de victimización desconocida porque las víctimas no hacen las denuncias pertinentes
porque sienten que los delitos quedan impunes o porque les da miedo. Entonces, se intenta
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conocer la incidencia real del delito en la sociedad
2.- El concepto de inseguridad no se asocia solamente a la posibilidad de comisión de delitos. También,
a otras amenazas contra la integridad por desidia en los controles o factores fortuitos que pudiesen
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provocar hechos accidentales
3.- La incidencia de los medios en la instalación de series temáticas en la agenda social vulnera la
sensación de certidumbre en el espacio urbano.
Acerca de este último punto, existen vastos trabajos de investigación empírica, tanto desde las ciencias de
la comunicación, la sociología, la antropología y la psicología, que comprueban que “los medios dan paso a
que la opinión pública se forme nociones exageradas del predominio de la violencia en la sociedad,
nociones exageradas que se documentó que producen consecuencias psicológicas concretas” (García
Beaudeaux y D´adamo: 2005; 128). En este sentido, la sensación de constante amenaza lleva a la sociedad
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a cambiar sus rutinas y tomar precauciones que influyen en forma directa en toda la actividad dentro de una
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ciudad. Dadas las respuestas a los requerimientos de nuestra encuesta , el 42,2% de los entrevistados dijo
haber cambiado sus hábitos cotidianos. En general, vuelven a sus casas más temprano, prefieren no salir
de noche y han instalado rejas y sistemas de seguridad. Un porcentaje similar reveló no haberlo hecho,
mientras un 14.9% no contestó a la pregunta. Sin embargo, que más de un tercio de la población haya
hecho estos cambios impacta directamente en las prácticas culturales. Estas nuevas formas de percibir y
vivir la ciudad conllevan modos más conservadores de vivir cotidianamente y, al mismo tiempo, de concebir
los sistemas de punición y que ello pueda vincularse “la forma de presentación” (Fernández Pedemonte;
2001; 242).
Mientras que procesos de mayor certidumbre en el país conllevaron bajas respecto de la comisión efectiva
de delitos y sus consecuentes victimizaciones, la percepción de la ciudadanía sobre la inseguridad no dejó
de aumentar en forma constante. Más de la mitad de los encuestados siente que su barrio es inseguro y, la
mayoría, tiende a asociar peligro con marginalidad. Sin embargo, según los datos del primer semestre de
2005, del Sistema Unificado de Registros Criminales (SURC), la mayor cantidad de hurtos se concretan en
los barrios de Once y San Nicolás, en pleno centro de la ciudad. En los barrios de sectores medios altos:
Nuñez y Belgrano, se concentra la mayor cantidad de robos de autos mientras que en Liniers y Parque
Chas se produce la mayor cantidad de robos en ausencia. Es también en Liniers y su vecino Parque
Avellaneda donde se comete la mayor cantidad de robos a mano armada. Tanto en Villa Soldati cuanto en
Parque Patricios, ambos barrios habitados por sectores medios bajos y que tienen asentamientos precarios
o villas de emergencia, se comete la mayor cantidad de hechos de sangre.
Infografía publicada en Clarín el 14 de agosto de 2005 a partir de los datos del SURC
Según el índice de Seguridad Ciudadana que construía la consultora Catterberg y asociados, el 94% de los
encuestados consideraban que la inseguridad en la ciudad es grave o muy grave, mientras que solo un 4%
creía que es poco o nada grave. Más de la mitad (54%) se sentía insegura en términos personales y solo el
29% había sido víctima de delitos. Estos números, que corresponden a la última medición de la empresa
realizada en abril de 2005, se parecen mucho a los obtenidos por nosotros en el mes de noviembre del
mismo año, cuando solo el 25% dijo haber sido víctima de delitos. En ese sentido, el Ministerio de Justicia
aseguró que los homicidios bajaron un 21% entre 2003 y 2004 y que en la actualidad esa tendencia se
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mantiene . Además, si se mira comparativamente la ciudad de Buenos Aires con otras del continente, se
puede estipular que el índice anual de homicidios en la Capital argentina es de 6 por cada100.000
habitantes (Gráfico 1), mientras que en san Pablo es de 30, 20 en México y 10 en Estados Unidos, sobre la
misma cantidad de habitantes (Kollman; op. cit).
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Gráfico 1: Datos comparativos de homicidios cada 100.000 habitantes.
30
25
20
15
10
5
0
Buenos Aires
San Pablo
Mexico
EEUU
Elaboración Propia
En la provincia de Buenos Aires, en los últimos tres años, los robos bajaron sistemáticamente de 4900 en mayo de 2004, a 2795 en el
mismo mes de 2005 y a 2654 en mayo de 2006.
Gráfico 2: Robos en la Provincia de Buenos Aires (Mayo a Mayo 2004 / 2006)
5000
4000
3000
2000
1000
0
2004
2005
2006
Elaboración propia sobre datos de la subsecretaría de información para la prevención del delito
Si los números de victimización están en baja y la incidencia delictual también se mantiene debajo de los
índices de las grandes urbes del continente: ¿Por qué entonces el miedo, la sensación de amenaza y de
incertidumbre respecto de la seguridad en la ciudad? En el siguiente parágrafo daremos cuenta de la
publicación de delitos y construcciones seriales de los dos diarios de referencia de Buenos Aires, Clarín y
La Nación y de Telenoche y Telenueve. La elección se realiza a partir de la participación que ambos diarios
tienen en el mercado del país. Ambos concentran la mayor porción de la lectoría del sector. Respecto de
los noticieros, se establece su difusión por aire, además de sus ratings y líneas editoriales, como elementos
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comparativos para el análisis .
La violencia, los medios y la agenda del delito
Según la encuesta que realizamos en noviembre de 2005, la mayoría de los habitantes de la Ciudad
autónoma de Buenos Aires recibe información sobre delito, violencia y victimización a través de los medios
y se interesa por ella. El porcentaje más alto dijo informarse a través de la televisión (47%), mientras que el
20% lo hace con los diarios y el 14% a través de la radio. Esto es, que el 81% de la muestra utiliza medios
tradicionales para informarse sobre el delito en la ciudad. El 19% restante, lo hace a través de otros
soportes o mediaciones: 3% usa Internet y el 13 no se informa por los medios sino por comunicación de otro
tipo (charlas con vecinos, familiares o en ámbitos relacionados con la sociedad civil). Por último, hay un 3%
que dice no interesarse por esa información.
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Dada la importancia del número de ciudadanos que se informan a través de los medios, relevamos qué
agendas se instalaron en ellos durante el mes de noviembre de 2005 y comparamos con las
representaciones que aparecen en los discursos de nuestros entrevistados.
La serie más compleja de la agenda aparece en el diario Clarín. En el contexto de la realización de la
Cumbre de las Américas, en la ciudad argentina de Mar del Plata, se instalaron temas vinculados con la
seguridad de los mandatarios allí reunidos y los potenciales incidentes con los participantes de la
“contracumbre” de la que participaron, entre otros, Emir Kusturica, Diego Maradona y el presidente
venezolano, Hugo Chávez. Los cruces entre la agenda del delito y la agenda política dan cuenta de una
concepción de connotaciones negativas sobre el ejercicio del poder, la gestión pública y el estado. De este
modo, las expresiones políticas aparecen por fuera de la sección que le corresponde para instalarse en la
de información general. Así, las protestas con desmanes en la estación Haedo del Ferrocarril Sarmiento
son incluidas también en la sección de policiales. En este sentido, la criminalización como herramienta
funciona para ligar las expresiones políticas y a los ciudadanos que protestan con la comisión de delitos.
Además, como varios actores aparecen participando tanto de los desmanes en el ferrocarril, cuanto en las
protestas anti cumbre –Quebracho, Teresa Rodriguez y Movimiento Tierra y Liberación-, el eje se corre de
los cuestionamientos políticos y se presenta como la narración de los “destrozos” y “saqueos” (Telenueve
4/11/05) o el “Mar del caos” (Telenoche: 4/11/05).
Otro de los temas que toman los medios es el de los ataques a jubilados. Durante el mes, La Nación le
dedica una cobertura de 18 artículos de los cuales solo uno corresponde a la sección opinión. Mientras que
en Clarín, el número de notas es similar aunque, en ningún caso, se opine sobre ello. Se tienen en cuenta
consejos para prevenir los ataques, al tiempo que se elige presentar la información de un modo
narrativizado pero descriptivo. Títulos tales como “Riesgo Mayor” (Telenueve; 7/11/05) o “Golpear al más
débil” (Telenoche; 9/11/05) permiten instalar la idea de acecho sobre toda la franja de ancianos en retiro.
La causa por el asesinato de Marcos Schenone, un joven asesinado el 16 de enero de 2003 por el
empresario gastronómico Horacio Conzi, también se fue actualizando por esos días. Si bien la información
daba cuenta del trámite judicial, que acabó con la sentencia a 25 años de prisión para Conzi, lo ubicamos
como construcción posterior de una serie que se reactualiza a partir del juicio y pone en circulación la
violencia del hecho de sangre allí cometido. En este punto, resulta importante aclarar que este tipo de
información es la más relevante para la construcción de la percepción de la inseguridad. Cuando los hechos
de violencia se mezclan con la judicialización y las expresiones representadas de la política, la mezcla
temática resulta complicada. Esto permite que la causa por la tragedia de Cromagnón también entre dentro
de la misma agenda. La complejidad del tema está dada por la situación judicial del dueño de la discoteca y
el juicio político que se inició contra el entonces jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, quien finalmente fue
destituido de su cargo como responsable político de los sucesos. No obstante, de los autores materiales
que hicieron que el lugar se prendiese fuego, no solamente no hay novedades
sino tampoco
cuestionamiento alguno. En este sentido, las construcciones seriales de la agenda no solamente refuerzan
cuáles son los tópicos más importantes en la circulación de información social, sino también, cómo deben
interpretarse dentro de las relaciones que se establecen entre estas violencias, los contextos de producción
y las representaciones políticas y sociales que conllevan.
Entonces, si bien pueden estipularse efectos a largo plazo, la espectacularidad, narrativización y
serialización que proponen las agendas del delito y la violencia generan pánico de inmediato. Esta actitud –
cuya incidencia en la vida cotidiana se multiplica a partir del uso del sistema de medios- es funcional a las
lógicas más conservadoras de la mano dura y el control social. Las discusiones sobre la incidencia de los
otros discursos que median la información relevante para la sociedad, quedan en el trayecto mientras el
81% de los encuestados manifiestan uso mediático convencional y preocupación por los tópicos (violencia
contra ancianos, protesta en el tren e incendio en Cromagnón) que los medios circulan desde sus
superficies y pantallas. Si bien equilibrado, el porcentaje de personas que manifiesta cambios de hábitos
concretos hace pensar en cuáles serán los efectos de largo plazo: si aquello que den cuenta de una
sociedad más tranquila, a partir de los datos efectivos de delitos en la ciudad o una sociedad temerosa que
inacciona frente a la circulación narrativizada de la información delictual.
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NOTAS:
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10.
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13.
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16.
17.
18.
19.
20.
En este sentido es importante el aporte de María de Carmen Feijoo (2003), quien analiza la situación de los nuevos pobres. En su
trabajo, la socióloga argentina desarma la lectura lineal acerca de la relación entre pobreza y desocupación e incluye una
novedad: "no solo son pobres los desocupados, también son pobres los que trabajan, entre ellos maestras" (Pp: 44)
Basta ver los informes realizados por el PNUD en relación con las zonas más pobres, para comprender que la concentración
mayor de excluidos está en Asia y África, mientras que en el norte del Ecuador se aglutinan las distribuciones más altas de PBI.
PNUD. 2002.
Hacemos referencia a la imposibilidad que tienen los habitantes de las ciudades de autoexcluirse de las ofertas de los medios. Al
generarse remisiones constantes entre unos y otros es prácticamente imposible no acceder a los contenidos que se desarrollan
en cada uno de ellos, independientemente de los consumos efectivos que se puedan realizar.
CF. Pasquini Durán, José M. "Las voces del poder. Prensa Gráfica". En Encrucijadas UBA, Revista de la Universidad de Buenos
Aires, Nº 9. Comunicación social. La Verdad privatizada. Julio de 2001. Pág. 56.
La tasa de analfabetismo es de 0.5% y el 73.2% de la población económicamente activa tiene estudios secundarios completos.
Un tercio de la población (30.6%) posee estudios superiores completos. Fuente: Agencia de desarrollo de Inversiones (2004)
A fines de 2005, el número de argentinos que se conectaba cotidianamente a la red alcanzó a los 10 millones de personas
(Tedesco, 2005)
CF. Brecha de pobreza sobre 28 conglomerados de la Argentina. Si bien a partir del 2004 comenzó a bajar de los valores que
alcanzó tras la crisis del 2001, el porcentaje de la población cuyos ingresos no llegan a cubrir la canasta básica de alimentos aún
es muy alto. En www.indec.gov.ar
Según datos del Censo 2001, el 2.68% de la población de 10 años y más no recibió ningún tipo de alfabetización. No obstante, en
otros períodos el número era nulo. (Fuente INDEC. Censo 2001)
En la argentina, durante el año 2000, se estimaban unos 800.000 usuarios ilegales del cable. Esta cifra se extendió hasta
1.100.000 a fines de 2003. Fuente: Burzaco, Walter (2004) Mensajes del Presidente. Editorial del Boletín de la Asociación
Argentina de Televisión por Cable (ATVC) agosto. No obstante, ya en 2005 comenzó a recuperarse el consumo legal dadas las
"mejoras económicas" y la tendencia en alza del mercado de la construcción que hace que "se amplíe la oferta de nuevas
viviendas" y con ellas "aumenta el número de consumidores de cable". Burzaco. Walter (2006) Mensajes del Presidente. Editorial
del Boletín de la Asociación Argentina de Televisión por Cable (ATVC) abril.
CF. Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) "Editorial". Número 208, marzo/abril de 2002
Fuente: Observatorio de Industrias Culturales del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, En La Nación, Buenos Aires.
11/04/06.
Cf. Bosman, Julie "In web era, Big money can´t buy an exclusive". En The New York Times, 12/ 06/06, La autora problematiza la
situación de quienes pagan por fotos exclusivas que son puestas rápidamente en la red por otros medios.
"La televisión es la primera fuente de información para mucha gente y es considerada con amplitud el medio más influyente a la
hora de formar la opinión pública. Además, todavía mantiene su posición dominante a pesar del crecimiento de las nuevas
tecnologías en materia de comunicación", señala el informe 2005 del Open Society Institute (OSI) "Televisión a lo largo de
Europa: regulaciones, políticas e independencia", Citado en Stilletano, Marcelo. "Tendencia: parecidos y diferencias. La TV
europea bajo la lupa", en La Nación, 26/12/05. Buenos Aires
La circulación neta es la que da cuenta de la venta de los diarios y no de la tirada, que constituye la circulación bruta.
Los datos corresponden al Instituto Verificador de Circulaciones (IVC) y dan cuenta del período 1999 - 2003
En el sitio web del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se puede acceder a una encuesta sobre seguridad en la
que se pregunta, puntualmente, si la víctima realizó la denuncia policial.
Luego de los sucesos del 30 de diciembre de 2004, en los que 194 participantes del recital del grupo Callejeros muriesen en
República de Cromagnón, un local bailable de la ciudad de Buenos Aires, la inseguridad también comenzó a asociarse con la falta
de controles en elementos como matafuegos, salidas de emergencia o materiales ignífugos.
Delito e inseguridad en la ciudad de Buenos Aires. Noviembre 2005. 400 casos mayores de 18 años y ambos sexos en la Capital
Argentina. Informe del proyecto de investigación UBACyT S109: Directora: Stella Martini. Coordinación de la encuesta: Ma.
Eugenia Contursi y Lila Luchessi
Fuente: Kollman, Raúl, "Entre los índices y la percepción". En Página / 12. Buenos Aires, 18 de junio de 2006
Los informes fueron realizados por las Licenciadas Flavia Ragagnin y Gabriela Vulcano con la colaboración de la estudiante
Gisela Iriondo, para el proyecto de investigación UBACyT S109, Op. Cit. Directora: Dra. Stella Martini. Área representaciones del
delito en medios gráficos y televisivos. Coordinadora: Dra. Lila Luchessi.
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(2006) Mensajes del Presidente. Editorial del Boletín de la Asociación Argentina de Televisión por Cable (ATVC) abril
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Verón, Eliseo (1985) El análisis del contrato de lectura: un nuevo método para los estudios de posicionamiento en los soportes de los
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Wiñazki, Miguel (2004) La noticia deseada. Leyendas y fantasmas de la opinión pública. Buenos Aires. Marea
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REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Perfil Sociológico de la profesión del periodista en Colombia:
Diálogo íntimo con el ser humano detrás de las noticias
Marta Milena Barrios y Jesús Arroyave
Marta Milena Barrios es una Comunicadora Social y periodista orientada hacia el desarrollo social, la
educación y la investigación en ciencias sociales. Se desempeñó como reportera de televisión durante diez
años y como conductora de programas de radio. Como periodista freelance escribe reportajes y crónicas
para la prensa local.
Durante diez años se ha desempeñado como catedrática universitaria, en las áreas de redacción e
investigación periodística y cubrimiento mediático de los conflictos sociales en las Universidades Autónoma
y del Norte de Barranquilla. Ha realizado varias investigaciones sobre el tema del cubrimiento periodístico,
en particular, sobre el cubrimiento de conflictos sociales. Realiza consultorías en Comunicaciones y
Desarrollo Social.
Jesús Arroyave. Candidato a Doctor en Comunicación, University of Miami (USA).
Master en Comunicación e Información, Rutgers University (USA). Magíster en Educación, Universidad
JaverianaNorte.
Ha sido consultor de diversas organizaciones internacionales en el área de la comunicación. Ha participado
como ponente en conferencias internacionales en Estados Unidos, Puerto Rico, Canadá y Alemania.
RESUMEN
Los programas de Comunicación Social-Periodismo ha crecido de manera dramática en América Latina en
las últimas décadas. El año pasado existían más de mil programas en la región con una población
estudiantil que podría superar el medio millón (FELAFACS, 2005). Tan solo en Colombia existen más de 15
mil estudiantes que cursan sus carreras en 70 programas en el país (AFACOM, 2005). Dentro de las
opciones ocupacionales que ofrecen estos programas, el periodismo se ha convertido en una profesión muy
atractiva para muchos jóvenes. A pesar de este extraordinario interés por el periodismo no sólo en América
Latina sino también en Colombia, mucho es lo que se desconoce de la profesión en la región.
La revisión de la literatura demuestra que los estudios sobre periodismo en América Latina han
tomados diversas formas. Así por ejemplo, existen estudios empíricos que bordan los contenidos de los
textos periodísticos (Arroyave & Hughes, 2004a; Arroyave & Hughes, 2004b; Barrios & Obregón, 2003;
García, 2003); estudios que analizan la estructura de los medios en la región (Fox, 1997; Fox & Waisbord,
2002); análisis sobre el componente ético de la profesión (Herrán & Restrepo, 2001; Restrepo, 2004);
investigaciones empíricas y ensayísticas que abordan el problema del sensacionalismo en los textos
periodísticos (Hallin 2000; Pedroso, 1994; Martini, 1999; Torrico Villanueva, 2002; Lozano, 2003); análisis
de los factores que inhiben la libertad de prensa en la región (Hughes & Lawson, 2005; InterAmerican Press
Association, 2005). Sin embargo, muy poco es lo que se conoce sobre el ejercicio de la profesión en la
América Latina. Trabajos como los efectuados por la Konrad Adenauer en la región y a nivel particular en
Venezuela por Aguirre (1990), Colombia con Cardona (2004) y con Aldana y Gómez (2002) en Paraguay
constituyen la excepción. Dentro del corpus de investigación existente, pocos trabajos se han centrado en el
estudio del periodismo desde la perspectiva del sujeto. El presente estudio se inserta dentro de un proyecto
mayor que ya se ha presentado a nivel internacional (Arroyave & Blanco, 2004a; Arroyave & Blanco, 2004b;
Arroyave, Gill & Blanco, 2006) y cuyo objetivo central es delinear el perfil sociológico del periodistas en
América Latina. La investigación se basa en cinco grupos de discusión focal que se realizaron en las
ciudades más importantes de Colombia (Ver cuadro 1). 35 periodistas vinculados a diferentes medios de
comunicación compartieron sus experiencias, frustraciones y satisfacciones sobre el ejercicio diario de su
profesión.
Los hallazgos obtenidos revelan aspectos fascinantes sobre la profesión. Utilizando la técnica del
tratamiento comprensivo (Comprehensive data treatment, Silverman, 2001), cuatro categorías macro
emergieron en el análisis: La institucional, la formativa, la personal y las amenazas contra la profesión
(Cuadro 2). Desde la perspectiva institucional, los periodistas mostraron su insatisfacción por innumerables
situaciones del contexto laboral e institucional. Circunstancias como la mala remuneración, falta de políticas
de ascenso en el medio, carencia de recursos para trabajar, desconocimiento de horas extras y presión
institucional inclusive, en los contenidos, fueron expresadas por los comunicadores. Así mismo, fue evidente
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
el descontento por unas exigencias institucionales que cada vez privilegian más el interés comercial que el
informativo.
En la categoría formativa, se evidenció el descontento de algunos periodistas con el imaginario social que
existe de la profesión. Los periodistas se quejaron de que la carrera era vista como “algo residual” que
muchas personas estudiaban o llegaban a ella de otros programas porque “no tenía matemáticas” y no era
“tan exigente”. De igual modo, emergió la preocupación de la abundancia de “Gente Light” que viene a
estudiar la carrera llevada por el glamour de estar en la TV. Para algunos comunicadores, las facultades de
Comunicación Social - Periodismo no ofrecen una formación lo suficientemente sólida para todo lo que
exige la profesión. Sugirieron que el periodismo fuera elevado al nivel de postgrado para mejorar el nivel de
preparación de los comunicadores.
Desde la perspectiva personal, los periodistas manifestaron una enorme inconformidad por lo absorbente de
la profesión. Fue evidente que para muchos la vida familiar y personal se ha visto afectada grandemente por
las exigencias de la profesión. Mujeres “solteronas” y hombres divorciados y “solitarios” fueron el
denominador común de algunas salas de prensa. Sin embargo, los comunicadores ratificaron el enorme
compromiso social que significa ejercer la profesión. En algunas regiones, los periodistas sirven de puente
con las instituciones gubernamentales para solucionar problemas concretos de la comunidad, yendo mas
allá de lo que se ha denominado periodismo cívico.
En lo que respecta a la categoría amenazas para ejercer la profesión surgieron diversos factores que están
haciendo mella en la trabajo del comunicador. De una parte, el periodismo radial ha sido el más afectado, ya
que muchos periodistas reciben un cupo publicitario como parte de pago, ocasionando un periodismo
comprado por las instituciones gubernamentales y privadas. Los periodistas radiales en algunas regiones se
quejaron de que eran periodistas, vendedores, publicistas y cobradores, restándole estas actividades un
tiempo valioso para ejercer con mayor calidad su trabajo. De otra parte, la proliferación de emisoras
religiosas en varias ciudades ha limitado los espacios para que los periodistas ejerzan su labor. Así mismo,
distintas presiones por parte de grupos al margen de la ley han emergido como una amenaza real al
ejercicio cotidiano de la profesión. De igual modo, las denuncias de corrupción que hacen los periodistas se
han convertido también en otra amenaza seria contra su vida. Sin embargo, frente a esto, los
comunicadores han respondido con acciones tales como convertirse en reporteros anónimos o privilegiar
cierta forma de compañerismo que va mas allá de la competencia por la chiva, que ha suscitado un
fenómeno muy sui géneris del ejercicio del periodismo en Colombia.
Todas estas dinámicas que emergieron de las extensas discusiones sostenidas con los periodistas en las
cinco regiones del país contribuyen a mejorar nuestra comprensión del ejercicio del periodismo en Colombia
y del sujeto detrás de las noticias.
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Pese a que los programas de comunicación social periodismo son cada día mas populares en
América Latina, las investigaciones empíricas sobre la naturaleza de la profesión han escaseado en el
contexto latinoamericano y colombiano. En efecto, la Federación Latinoamericana de Facultades de
Comunicación Social, FELAFACS, reportó en el 2005 que existían en la región 1027 facultades de
comunicación – periodismo. Algunos analistas calculan que la cifra de estudiantes en esta disciplina puede
estar cercea del medio millón. Sin embargo, mientras que existe un importante número de estudios
empíricos en Alemania, Francia, Estados Unidos, Inglaterra y España sobre la naturaleza de la profesión
(Weaver y Wilhoit ,1996; Barret, 1984; Johntone, Slawski y Bowman, 1976; Shaver, 1978; Stamm y
Underwood, 1993, Rodríguez Andrés, 2000, Ortega y Humanes, 2000), existe un vacío significativo en el
conocimiento de las condiciones en las cuales los periodistas ejercen su profesión en Colombia, donde la
compleja realidad política y social cotidiana, les impone unos retos mayúsculos y particulares.
En Colombia, estos programas se han multiplicado recientemente. Según registros de la Asociación
Colombiana de Facultades de Comunicación Social y Periodismo (AFACOM), en el 2005 existían 70
Programas registrados ante el ICFES. Estos ofrecen formación profesional, en instituciones de Educación
Superior durante 4.5 o 5 años. En total, la población promedio de estudiantes en estos centros es de 15 mil.
Sin embargo, la cifra podría ser mayor ya que existen institutos técnicos que tienen programas afines,
aunque no siempre cumplen con los requisitos exigidos. Ya sean egresados universitarios, tecnólogos o
empíricos, muchos se inician en el mundo laboral en una actividad de la cual ignoran muchos aspectos
importantes. Por lo general, consideran que su carrera está simplemente asociada a la presentación de
noticias o sucesos frente a los medios audiovisuales o escritos que los haga visibles de una manera rápida
frente a una audiencia masiva. El glamour de aparecer en el medio de comunicación a veces los hace
perder perspectiva de todos los retos y exigencias que demanda la profesión.
El objetivo de este estudio es delinear el perfil sociológico del periodista colombiano. Este texto
pretende auscultar desde la perspectiva del sujeto las frustraciones, alegrías, fuentes de tensión, y
satisfacción de la profesión del periodista. Este trabajo se enmarca dentro de un proyecto mayor que indaga
sobre la profesión del periodismo en el contexto de América Latina (Arroyave & Blanco, 2004; Arroyave, Gill
& Blanco, 2006). Pretendemos ayudar a conocer mejor esta profesión a partir de los aportes de los
periodistas colombianos que se encuentran vinculados activamente a los diferentes medios de
comunicación. A continuación se expondrán algunos estudios relacionados con el tema que sirvieron de
guía en la estructuración de este estudio. Posteriormente se explicará la metodología que se empleó en el
estudio. A continuación se expondrán los hallazgos y por último, se socializarán algunas reflexiones sobre
del proyecto.
Revisión de la literatura
En una investigación de corte cuantitativo liderada en Colombia por la Cátedra Konrad Adenauer que estuvo
enfocada hacia el análisis de las agendas de los medios de comunicación de las ciudades de Bogotá, Cali,
Medellín y Barranquilla se realizó un análisis de contenido de las informaciones emitidas por los medios que
hicieron parte del estudio (Qué y cómo narran, quiénes son los sujetos visibles en estas agendas), se
indagó en las principales características de quienes construyen estos mensajes (Quiénes son los que
narran y cómo perciben su profesión) y finalmente, la percepción de las audiencias frente a estos
contenidos (¿coinciden las agendas con los ciudadanos?). En lo que atañe a nuestra investigación
tocaremos el aspecto del análisis de los periodistas.
En cuanto a Datos demográficos el estudio concluyó que “casi la mitad de la población (de los
periodistas encuestados) se concentra en los medios bogotanos (El Tiempo, Noticias RCN, Caracol
Noticias, RCN cadena básica, la WFM y Radio Uno) que tienen estructuras económicas más fuertes.
1
La televisión -medio elegido por la mayoría de la población (audiencia) encuestada para informarse- tiene
la mitad de los periodistas que tiene la prensa”. (Pág. 60) En los cargos de dirección prevalecen los
hombres. “En los medios nacionales La distribución de sexos no presenta mucha diferencia, lo que sí es
evidente en los medios regionales, ya que estos presentan el 61% la población compuesta por hombres y el
38% por mujeres. Por medios “en radio es donde se nota más distancia entre los sexos, el 71% de las
redacciones están compuestas por Hombres y el 29% por Mujeres. En prensa es más pareja la
composición: el 43% Mujeres y el 55% Hombres, mientras que en Televisión la diferencia es también
marcada: el 38% Mujeres y el 62% Hombres” (...)
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Otra variable de la investigación fue la edad de los periodistas encuestados: “el 69% tiene edades
entre 20 y 40 años, y sólo el 14% entre 40 y 60 años. Analizando esta información por cargos la tendencia
es que los directivos, jefes de redacción y editores tienen una edad promedio entre los 40 y 50 años,
mientras que un 41% de los periodistas es menor de 30 años.” (...) El estudio indica que “el relevo
generacional es fuerte, sin embargo es “preocupante la falta de experiencia de la mayoría de periodistas”
(Pág. 62).
La variable vinculación al medio el estudio concluyó que “el 33% de los periodistas están vinculados
desde hace dos años, el 20% lleva vinculado al medio un promedio de 3 a 5 años; con a 10 años (...)
aparece otro 20%. Sólo un 3% tiene 15 años de vinculación al medio donde trabajan y por lo general son
quienes ocupan cargos directivos”. (Pág. 62) Al cruzar las variables edad y tiempo de vinculación se
concluye que “la mayoría de la población tiene promedio 32 años y menos de cinco años de vinculación al
medio”. (Pág. 62).
De otra parte, estudios realizados en España sobre la profesión del periodista revelan diversos
hechos de gran interés. Por ejemplo, Ortega identificó 4 elementos que causan tensión en el ejercicio del
periodismo. Estos elementos son el vital, competencial, relacional y político. El primero se refiere a lo
absorbente del oficio que lleva a los comunicadores a asumirlo como un estilo de vida donde no hay cabida
para ninguna otra actividad. El factor competencial se refiere no solo a las habilidades y destrezas que
demanda la profesión sino también la capacidad de autorregulación en términos asociativos. El aspecto
relacional hace eferencia a la interacción entre el periodista y sus colegas. Para este autor, este elemento
es muy importante ya que son los iguales quienes pueden evaluar el trabajo que está realizando el
comunicador. Finalmente, el último factor se refiere a que los medios pueden influir en la sociedad y tiene
por tanto un contenido político, siendo este un elemento que trae consigo su carga de tensión en el
comunicador.
El estrés fue considerado también un factor esta presente en el ejercicio del periodismo.
Ortega (2000) revela que en España, 9 de cada 10 periodistas piensan que el estrés es bastante o mucho
en la profesión. Dentro de los factores que mencionaron los periodistas que causaba estrés se señalaron:
La presión horaria (88 %), la prolongada jornada laboral (87,4 %), la competencia profesional (85 %), las
presiones de la propia empresa (67 %) y las presiones políticas (34,1 %).
Así mismo, Arroyave y Blanco (2005) encontraron que algunos periodistas en América Latina consideraban
que “La sala de prensa es el lugar más estresante del mundo”.
Ciertamente el periodismo es una profesión que genera no solo tensión sino que también trae
consigo una carga enorme de trabajo y responsabilidad que hace pensar a algunos a abandonar la
profesión. Rodríguez Andrés (2000), por ejemplo, reportó en su artículo que casi un 70 por ciento de los
periodistas españoles manifestó haber pensado en cambiar de profesión en algún momento. En dicho
estudio, cuando los periodistas mencionaron las razones primordiales por las cuales dejarían la profesión,
las más importantes fueron: para estar más tiempo con la familia y amigos (36.1 %), Para disminuir es
estrés (35 %), para mejorar la situación económica (29 %) y por frustración (25.5 %).
Oros estudios realizados en América Latina ponen de manifiesto los problemas salariales y de
contratación que enfrentan los periodistas (Pastrán Aranciba, 2000; Aguirre, 1992, Cardona 2004). Pastrán
Aranciba (2000) encontró que el pago de los periodistas con segmentos comerciales limitaba enormemente
la albor de los comunicadores y propiciaba “un periodismo que hipotecaba la consciencia” (p. 6). Así mismo,
el reconocimiento de las horas extras es poco común en muchos medios periodísticos (Cardona, 2004). En
Colombia, por ejemplo, el investigador Cardona (2004) no solo encontró que existían “bajísimos niveles de
remuneración salarial” (p. 8) y carencia de políticas institucionales de ascenso y crecimiento en las salas de
redacción y sino que también halló que con frecuencia se recurría a la modalidad de contratación de
prestación de servicio para no pagar ciertas prestaciones a que tenía derecho todo trabajador. Estos
estudios sirvieron de guía para perfilar aquellos temas que serían discutidos en los grupos focales que se
realizaron en las cinco ciudades de Colombia.
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Metodología
El presente estudio utilizó una metodología de corte cualitativo: Los grupos de discusión focal. Los grupos
de discusión focal son considerados una técnica semidirigida que consiste en la producción controlada de
discusión dentro de un grupo de personas, quienes no se conocen entre sí pero comparten características
comunes (Flores y Alonso, 1995). El objetivo primordial de esta herramienta de investigación es encontrar
las respuestas al cómo y al por qué sobre distintos fenómenos sociales. (Ioro, 2004).
Los primeros grupos de discusión focal se utilizaron inicialmente en los años 1920 en Estados
Unidos en las investigaciones de mercados (Frey y Fontana, 1991; Kruger, 1988; Morgan, 1993).
Posteriormente fueron utilizados en varias disciplinas sociales con distintos propósitos. Sin embargo, en los
70, pocas disciplinas diferentes a la mercadotecnia utilizaban esta técnica de investigación. Hoy en día se
han convertido en una herramienta muy importante en las ciencias sociales, en general, y en las
investigaciones en comunicación, en particular (Lunt y Livingstone, 1996; Ellis y Miller, 1993; Morgan &
Krueger, 1997).
Varios investigadores han resaltado distintas cualidades de los grupos de discusión focal.
Kreps (1995), por ejemplo, mencionaba el hecho de que los grupos de discusión focal “estimulan la
divulgación de información confidencial a través del intercambio de percepciones personales... La técnica
permite el acopio de una información en extremo valiosa ya que los que más participan estimulan la
intervención a aquellos más tímidos” (p. 177). En este sentido, Lindlof (1995) señala que dada la interacción
de experiencias que propician los grupos de discusión focal, esto permite a los participantes que articular
mejor su propia perspectiva sobre los temas que se están discutiendo.
Krueger (1988) por su parte destaca cinco ventajas de la técnica de discusión de grupos focales: 1) Es una
técnica de investigación socialmente orientada que capturar material de la vida real en ambientes sociales.
2) Es flexible. 3) Tiene alta validez. 4) Se obtienen rápidos resultados, y 5) Su costo es bajo.
Se realizaron cinco grupos de discusión focal en las siguientes ciudades: Bogotá, Medellín, Cali,
Barranquilla y Cartagena. Estos grupos de discusión focal fueron integrados de 5 a 12 periodistas de los
distintos medios de comunicación social, con una participación equilibrada entre hombres y mujeres. Las
discusiones que se efectuaron en los grupos de discusión focal fueron grabadas y transcritas en su
totalidad. Las transcripciones de los 5 grupos focales fueron analizadas utilizando el método constante
comparativo (Glaser y Status, 1967; Lincon y Guba, 1985). Los temas y las categorías que emergieron
fueron analizadas utilizando la técnica de tratamiento comprensivo de los contenidos (Comprehensive data
treatment, Silverman, 2001). Los autores realizaron un análisis individual de las transcripciones obtenidas y
luego se cotejaron los resultados. En cada grupo de discusión focal participaron un moderador y un relator,
quien tomó nota del lenguaje corporal de los participantes y de cualquier hecho de interés que ocurrió en el
transcurso de la discusión focal.
Cuatro categorías emergieron del análisis que se realizó de las distintas transcripciones.
Estas categorías fueron, la formativa, que incluye todas las ideas relacionadas con la formación de
periodista, las percepciones sobre la carrera de estudio y la necesidad de capacitación. La dimensión
personal que incluye las ideas relacionadas con la esfera personal del comunicador tales como la familia,
los amigos y otros aspectos no relacionados con el ambiente laboral. La dimensión Amenazas/ Obstáculos
en el ejercicio de la profesión, que Incluye todas aquellas ideas relacionadas con las dificultades que
enfrenta en comunicador para ejercer la profesión. Por último la categoría Institucional, que incluye las ideas
relacionadas con el medio periodístico, el sistema de medios o el contexto en el que el periodista trabaja. En
el siguiente cuadro se exponen los hallazgos más significativos de las cuatro categorías que emergieron en
el análisis.
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Categoría Institucional
Ideas relacionadas con el
medio periodístico, el
sistema de medios o el
contexto en el cual el
periodista trabaja.
Categoría Formativa
Ideas relacionadas con la
formación del periodista, las
percepciones sobre la
carrera, oportunidades de
estudio y las necesidades de
capacitación.
Categoría Personal
Ideas relacionadas con la
comunicador tales como la
familia, los amigos y otros
aspectos no relacionados
con el ambiente laboral.
Categoría Amenazas / obstáculos
en el ejercicio de la profesión.
Ideas relacionadas con las
dificultades o amenazas que el
comunicador enfrenta para ejercer
la profesión.
“Nuestro Esfuerzo No Es
Remunerado”
“Imaginario social: Una
carrera residual”
"Familia a distancia"
"¿Periodistas en el anonimato?"
“Resulta que yo ¡hoy!, tengo
el salario de hace seis años,
de hace seis años y las
empresas no quieren pagar
más, no quieren, no pueden,
no deben o no encuentran
viable eso.”
“Mucha gente se metía a la
carrera porque la veían
primero como algo residual,
pues si no pudieron con el
derecho, si no pudieron con
la medicina, si no pudieron
con la ingeniería, se metían
en la comunicación social
porque era la carrera que no
tenía matemáticas”.
“Nosotros salimos a las
cuatro y media de la mañana
y no sabemos a qué hora
regresamos”.
“Yo estoy aquí desde que empezó
Telepacífico y a mí la gente no me
conoce. Empecé en TV con la
persecución del narcotráfico, el
Cartel de Cali, después me tocó el
narcoterrorismo, después los
grupos paramilitares y la incursión
de la FARC en el Cauca. Entonces
yo siento que entre más anónimo
más tranquilo estoy”
“Las empresas no tiene
corazón, las empresas … el
empresario no ha cambiado
un mínimo de inversión con
un máximo de ganancia.”
“Noté que había mucha
gente que estaba ahí,
primero porque realmente no
le interesaba qué iban a
estudiar, implemente les
interesaba graduarse.
Entonces, tenían el concepto
de que comunicación social
era muy suave.”
"Ha sido duro... cada vez que
voy a Cali y me despido de
mi hijo... pues, se me
desprende el corazón, pues,
además, mi hijo es muy
chiquito eh... hay que
explicarle, son decisiones
que te cuestan... te cuestan
mucho porque yo ya veo a
mi hijo... tiene todos unos
cambios que tu dices ¡uich!
Yo me he perdido de tantas
cosas."
“La prensa es tan rigurosa y te
exige tanta precisión que uno le da
miedo firmar. Uno decide no firmar
y estas condenando tu nombre, y lo
sabes.”
“No somos nada sin el
medio”
Imaginario Social: una
profesión un tanto ´light´
“Periodismo: No hay
tiempo para la vida.”
¿Trabajando con las uñas?
“Hay otros profesionales que
dicen: ‘Digale a la doctora
que es el abogado fulano de
tal, el arquitecto’ y las demas
profesiones casi nunca
anteponen la institucion de la
empresa que representan.
Los periodistas dicen: ‘es
fulano de tal de RCN,
Caracol, Todelar’ y la
secretaria susurra: ‘Doctora:
de RCN.’”
“Todos los estudiantes lo que
quieren es salir a cubrir
reinados, los carnavales,
fiesta del once de noviembre,
festival de cine, o sea, hacer
el novelas, pero ninguno
dice, vamos a meternos en
política, vamos a meternos
en economía”. súper
determinante”
“Me decía la editora de El
'Usted está todavía a tiempo,
no cometa ese error grave,
esto no es vida, estudie otra
cosa, esto no es vida.’ Esa
es la frase que te repetirá
cada periodista: ‘Yo no tengo
vida, no he tenido vida.’” un
postgrado”
“Es el hecho de llegar a una parte a
una rueda de prensa y tener que
esperar una hora, una hora y
media, para que el funcionario
llegue, sin pensar que uno tiene
otros compromisos. Es el hecho de
no encontrar los elementos
mínimos que da el medio.”
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“En Medellín ya el corresponsal le
dice al jefe de Bogota: ‘No, yo no
voy para allá. Así de sencillo.”
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Categoría Institucional
Ideas relacionadas con el
medio periodístico, el
sistema de medios o el
contexto en el cual el
periodista trabaja.
Categoría Formativa
Ideas relacionadas con la
formación del periodista, las
percepciones sobre la
carrera, oportunidades de
estudio y las necesidades de
capacitación.
Categoría Personal
Ideas relacionadas con la
comunicador tales como la
familia, los amigos y otros
aspectos no relacionados
con el ambiente laboral.
Categoría Amenazas / obstáculos
en el ejercicio de la profesión.
Ideas relacionadas con las
dificultades o amenazas que el
comunicador enfrenta para ejercer
la profesión.
“Como individuos no
tenemos tanto poder sin el
medio.”
Existe un engaño por parte
de las universidades… la
gran demanda de jóvenes
para estudiar comunicación
es la televisión, porque todos
quieren aparecer en la
televisión, todos quieren
presentar farándula”.
“El sábado es un día feliz en
la sala de redacción. El
domingo es un día horrible
porque no solamente está
trabajando un día en que la
gente descansa sino que hay
pocas cosas y uno se
angustia porque no sabe con
qué abrir. La gente que tiene
que hacer la primera página
de un periódico de un
domingo para lunes la pasa
horrible."
“A veces uno encuentra que en el
medio radial no puedes utilizar el
teléfono porque el recibo vino muy
alto. Y las noticias te exigen llamar
al funcionario, contactar a las
personas afectadas y no, no
puedes.”
“...en la carrera estudiaban,
gente... como entre comillas
de esos que uno llama locos,
mochileros, que les gustaba
el cine, el teatro, la música,
pero no tanto como para
meterse en una carrera de
arte”
El aspecto comercial
siempre impera.
Formación del periodista:
El pregrado no es
suficiente.
¿Profesión de Insomnes?
La solidaridad, más fuerte que la
chiva
“De acuerdo a la cantidad de
pautas te dan tantas páginas
o te dan tanto espacio, hay
temas que requieren mucho
espacio y a veces no te lo
dan, te limita la pauta... El
tema de la pauta aquí en los
grandes medios es súper
determinante”
“Me di cuenta, como que al
periodista raso como tal le
falta mucha formación y
mucho mundo académico...
Sentía que no tenia las
herramientas, entonces
sentía que tenía que hacer
un postgrado”
"Yo hace rato no duermo
bien, hace como quince años
no duermo bien porque yo
me acuesto con esos
benditos audífonos
escuchando radio y me
levanto con audífonos
escuchando radio y empiezo
a tener unos huecotes
grandotes aquí...”
“Estamos pasando de ser
fiscalizadores o ser fiscalizados, se
está perdiendo la independencia,
los medios independientes de acá
viven de la pauta publicitaria.
También estamos fiscalizados por
los grupos armados, ellos tienen
gente escuchando lo que se dice
en todos los medios, leyendo la
prensa y se escuchan quejas”
“El periodismo debería ser
de postgrado por lo delicado
que es manejar la opinión
pública, formar opinión
pública”. Periodista o
vendedor?
“Nosotros somos muy compañeros,
existe mucha camaradería… Si hay
algo, si hay una información muy
delicada, viajamos en grupo, no
nos tratamos de pisar los callos.”
Trabajar, trabajar y
trabajar...!
El Papel de las
Universidades
Periodistas: entre
solteronas y separados
La radio en Cartagena: en manos
de Dios
“¡Horas extras! ¿Qué es
eso?, yo no sé lo que son
horas extras. Uno no sabe a
que horas sale y ¿tu crees
que me reconocen esas
horas extras?, ¡Jamás!”
Creo que hay una tarea
pendiente por parte de las
carreras y de las facultades
de comunicación de este
país, de pensar realmente en
la formación de los
periodistas porque creemos
que falta mucho piso, falta
mucho...”.
“Cuando entré a Semana me
dijeron: ‘Aquí el que entra a
Semana se separa.’
“El mayor peligro que tenemos es
dónde laborar. Tan solo en las dos
emisoras Todelar en Cartagena
están saturadas… No hay dónde
trabajar. Esta situación limita el
desarrollo profesional de muchos
estudiantes y muchos
comunicadores”.
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Categoría Institucional
Ideas relacionadas con el
medio periodístico, el
sistema de medios o el
contexto en el cual el
periodista trabaja.
Categoría Formativa
Ideas relacionadas con la
formación del periodista, las
percepciones sobre la
carrera, oportunidades de
estudio y las necesidades de
capacitación.
Categoría Personal
Ideas relacionadas con la
comunicador tales como la
familia, los amigos y otros
aspectos no relacionados
con el ambiente laboral.
“A mi me tocó vivir una
época donde trabajaba de
lunes a domingo, horarios de
más de 40 horas. A mi me
parece triste que a los
periodistas no se les
reconozcan horas extras.”
“El periodismo es una
carrera de postgrado, tu
tienes que tener un piso
primero, sobre la vida, la
sociedad, la cultura, lo
jurídico...
“Es que mis colegas me
dicen que si no me pongo las
pilas estoy haciendo el curso
para solterona. Tengo
compañeras de trabajo que
por dedicarle todo su tiempo
al periodismo, y por otras
razones, pertenecen al grupo
de las solteronas.”
Categoría Amenazas / obstáculos
en el ejercicio de la profesión.
Ideas relacionadas con las
dificultades o amenazas que el
comunicador enfrenta para ejercer
la profesión.
Ejerciendo la profesión:
¿Periodista o vendedor?
El Periodista: ¿Un
antisocial?
Sobreviviendo En Medio del
Fuego
“Muchas veces uno no se
puede dedicar a una noticia,
a profundizar porque tiene
que andar buscando lo que
es la publicidad, facturarla y
cobrarla, entonces eso quita
tiempo… uno no puede
entonces hacer seguimiento
y no profundiza porque no
queda tiempo.”
“Una de las cosas que odié
en la redacción y sigo
odiando es que uno pierde la
vida social. Uno trabaja de
lunes a domingo y se supone
que tiene un dia libre, pero
falta ver si uno puede. Yo no
tenía tiempo ni para ver a mi
mamá.”
“Nosotros estamos entre palo
fuego, estamos en el fuego de los
paramilitares, estamos en el fuego
de la guerrilla, y estamos en el
fuego mismo, del ejército
colombiano, ¿ya?, uno no sabe en
que momento puede caer en
cualquier de los tres francos”.
“Si no vendes no trabajas,
sino trabajas en las cadenas
grandes te toca salir a
vender y yo no estudié para
vender”
“El periodista es un
antisocial, no tiene tiempo
para hacer vida social.
Cuando lo invitan a almorzar,
no puede almorzar porque se
le escapan los personajes y
se le van las noticias”.
“Lo primero en las mañanas son
mis compañeros, más que el
general, más que el coronel, más
que el Alcalde... primero llamo a
mis compañeros ¡Mirá! ¿Qué es lo
que vamos a trabajar hoy?
“Fue un choque durísimo
salir de la universidad y
encontrarse con que uno
tiene que ser vendedor. Yo
he sugerido que en la
universidad deben incluir la
cátedra de ventas para que
uno sepa a qué va
enfrentarse cuando salga.”
“(el periodista)...Si va a los
cocteles y
conoce a un funcionario y
después tiene
que criticarlo, terminan
siendo enemigos.
Entonces quien ejerce la
profesión de
periodista ciento por ciento
termina
siendo un antisocial.”
Vendo la cuña o hipoteco
mi conciencia?
“En radio, le pagan a uno por
las pautas, por las cuñas y
muchas veces se convierte
el periodista en vendedor de
la noticia para poder
subsistir. Eso lo limita porque
si uno vendió la cuña de la
Fabrica de Licores de
Antioquia uno no va poder
hablar mal de la fabrica
porque le esta dando en ese
momento parte de su comida
a ese periodista.”
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Categoría Institucional
Ideas relacionadas con el
medio periodístico, el
sistema de medios o el
contexto en el cual el
periodista trabaja.
“Hace nueve años muchas
cadenas tenían
departamento de ventas y
nosotros llegábamos a
trabajar, a hacer lo nuestro,
nadie nos decía: ‘tienes dos
cupos, tres cupos.’ Pero lo
fueron achicando hasta el
punto de acabarlos. Ahora el
periodista es vendedor”.
Labor periodística: Más
allá del periodismo cívico
“Me motiva la parte humana;
servir de puente entre la
comunidad y el funcionario.
Por ejemplo, mucha gente
me dice: ‘Yo fui donde tal
funcionario y no me ´pararon
bolas’. Entonces uno sirve de
puente y logras hacer
consciencia en el
funcionario.”
“En la noche se me presentó
una señora a que la ayudara
con los gastos del hijo que
murió de Sida. Yo la cité al
día siguiente a la Alcaldía y
hablamos con el funcionario.
Al día siguiente llegamos
allá, tocamos las puertas e
hicimos la gestión.”
“…todo el mundo trata
siempre de decirle a uno qué
esta pasando en el barrio. Yo
pienso que en términos
generales el periodista es el
mejor vecino del barrio.”
Cuando Falla el Estado:
Los medios la otra
alternativa
“La gente acude a la mayor
credibilidad del medio… la
gente dice: ¡eche! llama a
Jorge Cura que ese man
arma el rollo y mandan un
carro y solucionan el
problema.”
“Se trasladan los procesos
judiciales a los medios
porque los medios se
convierten en una instancia
más efectiva que la misma
división judicial.”
9
Categoría Formativa Ideas
relacionadas con la
formación del periodista, las
percepciones sobre la
carrera, oportunidades de
estudio y las necesidades de
capacitación.
Categoría Personal Ideas
relacionadas con la
comunicador tales como la
familia, los amigos y otros
aspectos no relacionados
con el ambiente laboral.
Categoría Amenazas / obstáculos
en el ejercicio de la profesión.
Ideas relacionadas con las
dificultades o amenazas que el
comunicador enfrenta para ejercer
la profesión.
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Categoría Institucional
Ideas relacionadas con el
medio periodístico, el
sistema de medios o el
contexto en el cual el
periodista trabaja.
Hay presiones, porque te
dicen: no pases tal cosa
porque hoy viene “ACUÑA.”
Eso me parece denigrante.
“(El periodista) espero al
hombre para decirle: ‘Hey,
veinte barritas ahí que estoy
barro’”
Periodistas : Muy mal
remunerados
“De las profesiones peor
pagas es el periodismo y los
periodistas peor pagados
somos los de radio. Nosotros
prácticamente vivimos de
limosna.”
“En la mayoría de las
empresas el periodismo es
muy mal remunerado, no
obstante el trabajo, el
desgaste, la misma
seguridad sino que pagan
con unos contratos leoninos
que no se compadecen con
la profesión. Yo creo que
este el punto critico que tiene
el periodismo en Colombia”
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Categoría Formativa Ideas
relacionadas con la
formación del periodista, las
percepciones sobre la
carrera, oportunidades de
estudio y las necesidades de
capacitación.
Categoría Personal Ideas
relacionadas con la
comunicador tales como la
familia, los amigos y otros
aspectos no relacionados
con el ambiente laboral.
Categoría Amenazas / obstáculos
en el ejercicio de la profesión.
Ideas relacionadas con las
dificultades o amenazas que el
comunicador enfrenta para ejercer
la profesión.
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DISCUSIÓN
Los primeros trazos del perfil sociológico del periodista en Colombia deben partir de la discusión de las
lógicas de producción informativa, como marco explicativo de la complejidad de matices que se tejen en la
personalidad del sujeto que desempeña en Colombia el “mejor oficio del mundo”.
Esfera Institucional
El primer cambio importante que se registra en los medios de comunicación como institución tiene que ver
con su propia estructura. En efecto, Colombia parece seguir la tendencia mundial en cuanto se refiere a la
propiedad de las empresas, que hace unas décadas eran negocios de familia, con una filiación política
definida, pero a partir del poder que adquirieron por cuenta de los adelantos en ciencia y tecnología,
pasaron a ser negocios de carácter comercial, con metas concretas de rentabilidad.
En Colombia se registra la emergencia de grupos multimedia, de propiedad de importantes
conglomerados económicos, que cuentan con producción diversificada de revistas, periódicos locales y
nacionales, emisoras radiales, televisión por cable e Internet. Lo anterior les permite imponer sus propias
reglas de juego en cuanto se refiere a las condiciones comerciales y al tipo de afiliación del recurso humano
que trabaja con ellos. Por lo general, hay consenso entre los comunicadores en el sentido que -en su afán
de maximizar rentabilidad como empresas comerciales los medios recurren a diversos tipos de contratación
que posibilitan el mínimo de pérdida y el máximo de rentabilidad para su negocio. Es decir, en cierta
medida, la noticia se volvió negocio, surgieron las grandes empresas y llegó el gran capital a las noticias. De
la presencia de la situación descrita en otros contextos dan testimonio numerosos investigadores
(Kapuscinski, 2004) (Manrique & Cardona, 1994).
La observación que sigue es fácil de predecir: debido a su carácter comercial, surgen diferencias de
intereses que afectan la calidad del producto final que se entrega a la audiencia. Los estudiosos de medios
en Colombia dan cuenta de una tensión permanente entre los intereses económicos y la calidad de los
contenidos y la autonomía e independencia informativa (Rey, 2005), al interior de los medios de
comunicación. Esto hace mucho más difícil la situación laboral y personal del periodista, en una profesión
que encierra, por naturaleza, un alto grado de complejidad y sacrificio individuales.
Esta situación repercute en forma negativa y directa en la situación laboral de los periodistas y
resulta difícil de demostrar. De acuerdo a los participantes en la investigación, las empresas de medios en
Colombia, en especial las emisoras de provincia, remuneran a sus empleados con un salario equivalente al
mínimo legal, en el “mejor” de los casos, lo cual no corresponde a su formación ni satisface sus
necesidades. En el peor, los comunicadores tienen que trabajar en ventas publicitarias para los informativos
de los que hacen parte, esto es, consiguen ellos mismos parte de la pauta comercial, o “cupos” publicitarios,
lo que origina no pocas dificultades adicionales en el ejercicio cotidiano de la profesión compromete su
independencia y los obliga a labores no periodísticas, como vender pauta a sus propias fuentes de
información, entre otras incluyendo problemas de tipo ético.
Entre los comunicadores participantes en el estudio, la forma de remuneración más común fue una
combinación de ambas formas: remuneración con el salario mínimo y con cupos publicitarios.
En la investigación resultó claro que esta estructura compensatoria de los medios, que apoya el
sistema de cupos publicitarios, tiene un efecto negativo sobre la calidad y los procesos periodísticos, pero,
como se dijo, resulta una práctica difícil de demostrar. Existe un descontento generalizado entre los
comunicadores en las cinco regiones del país por la parte remunerativa y la ausencia de seguridad social
para los comunicadores y la idea que el volumen de trabajo y el nivel de responsabilidad no corresponden
con los salarios existentes. Hay diferencias significativas entre los grandes medios y los chicos y entre los
salarios de las dos principales ciudades: Bogotá y Medellín, con los del resto del país, como se demuestra
en estudios anteriores (Gómez, 2005).
Sin embargo, en un país con una realidad social compleja como Colombia, los periodistas en ciertos
contextos aceptan llenar vacíos de mediación que trascienden sus funciones, yendo incluso más allá del
trabajo estrictamente informativo: se convierten en verdaderos gestores de procesos sociales. Datos
aportados por la investigación sugieren que Colombia sigue el modelo del continente, registrado por otros
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académicos, en el cual el periodista es un fiscalizador de los asuntos públicos y un agente de cambio social
(Bonilla y Cadavid, 2005).
En suma, los comunicadores están expuestos a presiones de tipo comercial, institucional y laboral
que afectan la calidad e independencia del trabajo periodístico, situación que se registra en otros informes
donde se da cuenta que el control del poder político y económico por parte de un actor dominante hace que
éste trate de imponerse a los periodistas, presionándolos para que tomen partido (Gómez, 2005).
Esfera Formativa
La generación actual de reporteros que labora en los medios ha egresado de las universidades pero aún no
logra relevar de sus cargos a algunos periodistas empíricos, que claramente son la minoría en las salas de
redacción, pero que en ocasiones ocupan cargos directivos de mucha responsabilidad. La tensión clásica
entre los puntos de vista de quienes se han formado en las universidades y quienes han recibido instrucción
en la “escuela de la vida” se mantiene.
Adicionalmente, los periodistas participantes en el estudio perciben diferentes niveles entre ellos:
los de nivel educativo más bajo y menor remuneración son los de radio, después le siguen los de televisión
y los de nivel más alto, parecerían ser los que trabajan en prensa. La distancia entre los grupos de
profesionales –que también se hace visible por regiones y entre las ciudades grandes y las chicas resulta no
pocas veces fuente de conflictos.
La otra variable que vuelve más complejo el panorama educativo es la movilidad de los periodistas
entre los distintos medios de comunicación ya sea debido a la necesidad de trabajar en varias empresas en
forma simultánea para mejorar la remuneración, o debido a la poca estabilidad laboral que existe. Para ellos
tampoco es fácil seguir estudios de postgrado con las limitaciones de tiempo y recursos económicos que
tienen. La movilidad que mencionaron los periodistas colombianos en este estudio también es de naturaleza
temática y genera mucha inseguridad entre los comunicadores.
Como se dijo, las competencias profesionales son fuente de tensión porque de
poco sirve en el ejercicio cotidiano de la profesión en Colombia el dominio de conocimientos específicos,
dado que la regla es la de una movilidad continua en las áreas temáticas debido a la naturaleza inestable
del trabajo en las empresas de medios. Esta lógica parece repetirse en países como España donde
diversos estudiosos empíricos han mostrado como la movilidad en el cubrimiento de las fuentes genera
inseguridades profesionales en “quienes, cada cierto tiempo, han de habérselas con nuevas y, en bastantes
ocasiones, complejas responsabilidades (Ortega, 2000, p. 127).
Esfera Personal
“En este oficio voraz, la vida personal se adapta a la profesional y no hay mucha diferencia entre ambas”.
Esta frase, pronunciada con emoción en medio del diálogo con sus colegas, parece sintetizar el sentir de los
profesionales colombianos en cuanto a los sacrificios personales que conlleva la decisión de ejercer el oficio
en este país.
Los análisis reposados de los académicos reconocen la existencia de profesionales “curtidos” en el
oficio en esta esquina del continente, toda vez que la realidad social compleja a la que tienen que hacerle
frente en su vida profesional cotidiana, sumada a las limitaciones en sus condiciones laborales, les permite
acumular en poco tiempo una experiencia que sólo se puede adquirir en otras circunstancias –con suerte al
cabo de muchos años de dedicación continua.
Las circunstancias descritas hacen que el ejercicio del periodismo en Colombia se asocie con una
labor absorbente que consume el tiempo vital de los periodistas, una situación que se repite entre los
colegas de otras latitudes. “No tener otro tiempo o tenerlo todo a disposición del oficio hacen éste un estilo
de vida” (Ortega y Humanes 2000, p. 115). Por supuesto, esta dedicación profesional tiene un costo alto en
su vida personal. Los factores que más afectan al periodista en su labor: el estrés y el tiempo (García León,
2000, Rodríguez, 2000, Diezhandino et al. 1994).
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Con frecuencia, quien ejerce este oficio termina siendo un solitario que sólo tiene tiempo para su
trabajo y que arrastra en su soledad a las personas de su familia inmediata: esposa e hijos. “Ser periodista
sería algo así como no vivir la propia vida, sino vivir a través de la vida de los otros (de los colegas, de los
protagonistas de las noticias, del anónimo y desconocido público”, dicen también investigadores del Viejo
Mundo (Ortega 2000, p. 127). Por eso, el poder compartir más tiempo con su familia resulta la principal
razón que argumentan los profesionales cuando deciden explorar otras opciones laborales. Este argumento
lo comparten con sus colegas de otras latitudes. La razón más importante para cambiar de trabajo: Estar
más tiempo con la familia y amigos (36%) (Rodríguez, 2000).
No es fácil para las parejas ni los hijos adaptarse a las exigencias de la reportería y por tanto resulta
inquietante la cantidad de periodistas separados, divorciados y “solterones” que se cuentan en el país. Las
periodistas mujeres participaron en este estudio dicen que notan una diferencia grande en cuanto al
ejercicio de su profesión si son solteras o si son casadas. Todas hacen énfasis en el sacrificio personal que
se requiere para ejercer los roles de periodista y mamá y periodista y esposa. Subrayan la necesidad de
encontrar un esposo comprensivo, que algunas veces es un periodista en ejercicio como ellas, y familiares
que los ayuden en la crianza de los hijos. De todas maneras, cumplir en el trabajo y en el hogar les genera
una tensión que afecta sus condiciones de salud mental y física.
Esfera Amenazas / Obstáculos en el Ejercicio de la Profesión
Los periodistas en Colombia sienten que pende sobre sus cabezas una amenaza real contra sus vidas y las
de sus seres queridos, por parte de los grupos al margen de la ley. La inseguridad ha llevado a que en el
ejercicio de su profesión, los periodistas lleguen al extremo de utilizar el anonimato para proteger sus vidas.
En algunas regiones donde la situación de orden público resulta delicada, los periodistas que cubren los
sucesos que involucran algún grado de violencia
prefieren no firmar sus notas en prensa o abstenerse de aparecer frente a las cámaras de sus noticieros de
televisión.
No obstante, hay hechos dignos de destacarse en medio de las limitaciones del conflicto armado
que vive el país. Los periodistas recurren a nuevas formas de compañerismo basadas en la solidaridad,
para cumplir con su deber mientras protegen sus vidas. Esto hace que el afán por obtener la primicia
informativa o “chiva” como se conoce en el argot popular, se deje a un lado para buscar en su lugar cumplir
con el deber de informar a la audiencia y conservar la integridad física.
Asisten entonces en grupo a cumplir con su deber, negándose a hacer reportería en las condiciones que
consideran peligrosas. Esta modalidad es sin duda sui generis en el ejercicio del periodismo en Colombia.
Sin embargo, los actores principales del conflicto político no son los únicos que generan
preocupación. Los periodistas dicen que continúan las amenazas contra su vida, no sólo por parte de
actores del conflicto político, sino principalmente por parte de los corruptos o “delincuentes de cuello
blanco”, que han integrado la violencia a su forma de vida y en ocasiones deciden resolver las diferencias
con los periodistas utilizando esta modalidad.
Pero por desgracia, sigue habiendo una alta impunidad en el asesinato de periodistas. Orlando
Sierra, el Subdirector del Diario La Patria de Manizales asesinado en 2002 decía en forma premonitoria: “La
gente mata a la gente no porque la condena que implica cometer un crimen sea mínima, lo hace porque no
hay justicia para hacérselo pagar” (Ramírez, 2005).
Aunque el Gobierno Nacional ha diseñado un programa de protección para los periodistas, la
realidad parecería sugerir que la delincuencia aún le lleva bastante ventaja a las autoridades, sobre todo en
las regiones, en donde se han detectado vacíos importantes en las estrategias de seguridad, y se siguen
contabilizando asesinatos de comunicadores y un número creciente de amenazas. El informe de la
Fundación para la Libertad de Prensa da cuenta de 2 asesinatos en Cúcuta (Julio Palacios, el 11 de Enero)
y Magangué (Rafael Prince, el 19 de febrero), 64 amenazas y 103 agresiones contra la libertad de expresión
en 2005 (FLIP, 2006).
13
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NOTAS:
1.
véase Qué es noticia, Agendas periodistas y ciudadanos Pág. 77 segmento de audiencias 7
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Dinámicas de poder en el campo simbólico transnacional:
identidades y procesos comunicacionales de los inmigrantes
salvadoreños en los Estados Unidos
José Luis Benítez
Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) - San Salvador, El Salvador.
RESUMEN HOJA DE VIDA
José Luis Benítez. Es profesor e investigador en el Departamento de Letras, Comunicación y Periodismo de
la UCA (El Salvador). Es Licenciado en Filosofía por la UCA. Tiene además una Maestría en Comunicación
y Desarrollo, y un Doctorado en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Ohio, Estados Unidos.
Sus principales intereses de investigación se enfocan: comunicación y procesos transnacionales de
migración, comunicación y cultura, medios de comunicación y democracia.
Resumen
Esta ponencia presenta algunas consideraciones sobre los procesos comunicacionales y la configuración de
identidades colectivas en la experiencia de los inmigrantes salvadoreños en Estados Unidos,
particularmente de la comunidad inmigrante que reside en el área metropolitana de Washington, D.C. En
este sentido, se proponen tres ejes primordiales de reflexión: las dimensiones de exclusión de los
inmigrantes, la configuración de complejas identidades colectivas desterritorializadas de sus referentes
culturales tradicionales, y las nuevas prácticas y procesos comunicacionales en donde se entretejen luchas
de poder y representación simbólica. Finalmente, en la conclusión se apuntan algunas líneas de
investigación que quedan pendientes en este campo de los estudios transnacionales de comunicación.
Introducción
Los procesos actuales de migración internacional plantean importantes transformaciones económicas,
sociales, políticas y culturales tanto en los países emisores como receptores de inmigrantes. Estas
dinámicas de migración han configurado un nuevo campo transnacional en el cual los actores sociales,
estados y organizaciones globalizadas reconfiguran no sólo transacciones materiales sino también
simbólicas. En este sentido, la construcción de este campo simbólico transnacional incluye la creación y
circulación de prácticas y procesos colectivos de comunicación entre las comunidades inmigrantes y sus
países de origen.
En el caso particular de El Salvador, el flujo masivo de migración internacional en los últimos veinticinco
años se ha dirigido primordialmente hacia los Estados Unidos, donde -de acuerdo a fuentes oficialesresiden alrededor de dos millones y medio de inmigrantes salvadoreños. En este contexto, esta ponencia
presenta algunas consideraciones sobre los procesos comunicacionales y la configuración de identidades
colectivas, particularmente en la comunidad salvadoreña inmigrante del área metropolitana de Washington
D.C. En términos cualitativos, esta comunidad representa la segunda concentración de inmigrantes
salvadoreños en Estados Unidos, y al mismo tiempo se constituye en el grupo nacional con mayor
presencia entre las diversas comunidades inmigrantes de esa área metropolitana.
Esta ponencia plantea tres ejes fundamentales de reflexión y discusión: las dimensiones de exclusión de los
inmigrantes salvadoreños, las identidades colectivas como campo de reproducción de luchas de poder y
representación, y las nuevas dimensiones de comunicación transnacional que reconfiguran los inmigrantes.
Finalmente, en la conclusión, planteo algunos retos de investigación que permitan hallar caminos teóricometodológicos para comprender las formas de resistencia cultural y política en las dinámicas
transnacionales del poder. De igual manera, esbozo algunas reflexiones que enfatizan la necesidad de
repensar políticas públicas en el ámbito de la comunicación y la cultura que asuman la realidad de
exclusión de los migrantes, sus derechos políticos, y la legitimidad de sus necesidades culturales en el
campo transnacional.
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La configuración del campo simbólico transnacional
La atención a la configuración de un campo social trasnacional ha promovido el desarrollo de los estudios
transnacionales como un área emergente de investigación en las ciencias sociales. Desde la perspectiva de
la antropología, sociología, geografía, demografía y de la comunicación se ha gestado un interés por
comprender el alcance y las manifestaciones de estos procesos económicos, políticos, sociales y culturales
que entrelazan las realidades de al menos dos estados nacionales (Pries, 2001). En este análisis se busca
comprender las maneras en que los procesos de migración internacional se interrelacionan con las
dinámicas de la globalización y sus posibles consecuencias culturales en las cuales los migrantes se
constituyen en actores claves de transformación (García Canclini, 1999).
Algunos autores proponen la metáfora de distinguir la construcción de este campo transnacional desde
“arriba” y desde “abajo”. Así, el transnacionalismo desde “arriba” hace referencia a los prácticas y procesos
en los cuales las instituciones, corporaciones multinacionales, medios de comunicación y gobiernos son los
actores principales con sus respectivas agendas de intereses. Por el otro lado, la imagen del
transnacionalismo desde “abajo” toma en cuenta los procesos y prácticas que los ciudadanos,
organizaciones civiles y especialmente las poblaciones migrantes construyen desde sus prácticas
socioculturales en la vida cotidiana (Guarnizo & Smith, 1998; Mahler, 1998). De esta manera, estas dos
lógicas de construcción del campo transnacional reproducen contradicciones, complejidades, ambigüedades
y conflictos que alcanzan su mayor nivel de expresión en luchas de poder simbólico que tienden a
evidenciarse en expresiones socioculturales y comunicativas en este campo transnacional. Por tanto,
considero que es importante conceptualizar este espacio de conflictos y negociaciones como el campo
simbólico transnacional en donde las comunidades de inmigrantes intentan expresarse, reivindicar sus
necesidades y memorias, y defender sus derechos civiles y culturales.
Además, esta forma de conceptualizar el campo transnacional cuestiona los modelos tradicionales de
asimilación y aculturación (Mahler, 1995). En estos modelos, se ha tendido a pensar que las comunidades
inmigrantes deben asimilarse completamente, o al menos adaptar los valores culturales dominantes del
nuevo entorno sociocultural al que llegan, pues eso es lo que les garantiza la realización plena de sus
dimensiones personales y sociales. Estos enfoques dejan de lado los derechos culturales de estos grupos
inmigrantes, pero sobre todo, olvidan que en estos procesos de reinserción social y personal tienen lugar
dinámicas complejas y creativas de negociación y apropiación cultural.
Las dinámicas de exclusión de los inmigrantes
La comprensión de las dinámicas de exclusión de los inmigrantes es fundamental para explicar desde
dónde y en qué condiciones de asimetría y marginalidad se construyen las posibilidades de acción de estos
agentes en un nuevo contexto de interacciones sociales. Estas dinámicas de exclusión pueden ser vistas
desde diferentes dimensiones: económica, sociocultural, y política. En primer lugar, la marginación
económica supone la inserción de los migrantes en el mercado laboral y en la estructura económica del país
receptor. En este sentido, los migrantes tienden a ocupar no sólo los escalones inferiores de esa estructura
sino también los trabajos y labores productivas en la agricultura, servicios, y otras industrias que nadie más
está dispuesto a asumir (Repak, 1995). De hecho, algunos modelos económicos de interpretación de la
migración internacional (push and pull) plantean que estas condiciones se convierten en un factor de
atracción de los migrantes, pues se reconoce la necesidad de mano de obra barata que debe ser suplida
por migrantes de países pobres (Castles & Miller, 2003).
Por otra parte, Portes y Rumbaut (1996) enfatizan la importancia de las comunidades étnicas como factor
decisivo en la inserción y movilidad laboral de los migrantes. Estas comunidades, en algunos casos, pueden
ser consideradas como “enclaves étnicos” que cuentan con negocios propios, mayor desarrollo económico y
redes sociales e institucionales que ayudan en el proceso de inserción de nuevos migrantes. En el caso de
los inmigrantes salvadoreños en el área metropolitana de Washington D.C., se podría afirmar que sí existen
condiciones materiales, experiencias organizativas y proyecciones institucionales que la convierten en un
“enclave étnico” entre la diversidad de grupos inmigrantes en esa área. Por supuesto, la existencia de esta
comunidad inmigrante no está exenta de contradicciones, crisis de solidaridad étnica y diferencias en la
definición de un proyecto colectivo.
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En segundo lugar, la exclusión sociocultural implica no sólo el modo en que los inmigrantes se relacionan
entre sí -en donde se manifiestan contradicciones de clase social, afiliaciones políticas, historias de
migración, género y experiencias generacionales- sino también las relaciones y conflictos que emergen con
otras comunidades de inmigrantes y con los grupos sociales dominantes del país receptor. En 1991 se
produjo en el área metropolitana de Washington D.C. un hecho que revela claramente las dimensiones de
estos conflictos. En esa ocasión, un incidente de confrontación entre la policía de la ciudad y un inmigrante
salvadoreño desencadenaron varios días de desordenes y violencia en los alrededores del barrio de Mount
Pleasant. Estos hechos fueron registrados por la prensa nacional e internacional y obligaron tanto al
gobierno de la ciudad de Washington D.C. como a las organizaciones de inmigrantes a abordar las causas
de esta confrontación. Pedro Avilés, inmigrante salvadoreño y líder comunitario en ese momento, enfatiza
que estos desórdenes fueron la manifestación de “causas de base como la marginación social y cultural, las
malas condiciones económicas, y el mal trato de parte de las autoridades hacia la comunidad latina.
Nosotros no sólo interpretamos esos eventos sino que también intentamos canalizar esas energías e
involucrar al gobierno local, al sector privado y a los medios de comunicación para hacer un esfuerzo por
resolver esas causas que originaron esta manifestación” (comunicación personal, julio de 2004).
Es importante destacar que en Washington, D.C. la composición étnica predominante es la del grupo
afroamericano, y por tanto, este grupo tiende a controlar no sólo el gobierno local sino también otros
espacios socioculturales donde se tejen dinámicas de representación y poder sobre otras minorías, en este
caso particular, las políticas locales orientadas hacia la comunidad latina. De hecho, después de los
desórdenes de Mount Pleasant, la alcaldía de la ciudad creó una oficina dedicada a atender los asuntos de
los latinos, y además, prometieron tomar en cuenta las necesidades de las comunidades latinas en las
prioridades del gobierno de la ciudad.
En este sentido, los migrantes experimentan una marginación sociocultural que toma rostro de
discriminación racial o étnica en algunas situaciones. Una dinámica de marginación en la que se sienten no
sólo víctimas de un sistema social que los excluye, sino además competidores con otros grupos sociales y
étnicos en la lucha por obtener espacios laborales y visibilidad social. Aún más, estas dinámicas de conflicto
atraviesan las mismas comunidades de inmigrantes del mismo país de origen o en un sentido más amplio
de comunidades latinas.
Finalmente, la marginación política comprende la ausencia de posibilidades para el ejercicio de derechos
civiles y ciudadanos por parte de los inmigrantes. Un gran porcentaje de personas viven la experiencia del
desarraigo desde el hecho de no ser reconocidos como ciudadanos ni en el “aquí” ni en el “allá”. Muchos
inmigrantes salvadoreños nunca han tenido la experiencia de “votar”, entendido como elemento simbólico
fundamental de la apropiación del sentido de ciudadanía, y por tanto ellos resienten la ausencia de este
reconocimiento como agentes sociales en el campo político del país.
Identidades colectivas: luchas de poder y representación
La configuración de las identidades colectivas y sus interacciones con los medios de comunicación social
tienen una relevancia privilegiada en los estudios culturales de la comunicación. Esta perspectiva enfatiza el
papel central de las identidades personales y colectivas como referentes de sentido en la construcción y
recreación de la vida cotidiana (Jenkins, 1996; Castells, 2004). Además, estas identidades toman diferentes
dimensiones dependiendo de los contextos históricos y los entornos socioculturales desde los cuales se
forjan esos sentidos de pertenencia e identificación colectiva. En el caso de las comunidades inmigrantes de
salvadoreños en los Estados Unidos, estas identidades toman las formas de identidades locales, regionales
(región particular del país), nacionales, religiosas, deportivas, generacionales, pan étnicas (latinos o
hispanos), entre otras.
Sin duda, el sentido de identidad nacional toma una dimensión sobresaliente en la experiencia de diáspora
de las comunidades de salvadoreños en Estados Unidos, de su auto-percepción en tanto “salvadoreños” y
la apropiación de elementos de otras culturas, nacionalidades a partir de las cuales se construyen nuevas
identidades híbridas (García Canclini, 2001). Tal como lo sugiere el antropólogo salvadoreño Carlos Lara,
las comunidades inmigrantes de salvadoreños en Norte América “siguen identificándose en relación al
origen nacional, pero ellos se transforman en un nuevo grupo étnico” (comunicación personal, 2003).
Esta configuración de identidades colectivas implica una búsqueda constante de sentido de sus raíces, de
referentes culturales desde donde anclar las prácticas sociales, de compartir una base común con una
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
grupo, de conservación de una lengua y de mantenimiento y reproducción de símbolos y narrativas que dan
sentido a las prácticas cotidianas. Entonces, los medios de comunicación masiva y otros medios alternativos
de expresión se convierten en mediadores fundamentales de esta construcción y reproducción de
identidades (Martín Barbero, 2002). Los medios posibilitan la visibilización de problemáticas de estas
comunidades en las agendas informativas locales, nacionales y globales; las producciones mediáticas
proyectan representaciones de determinados grupos étnicos al mismo tiempo que retoman y reconstruyen
narrativas culturales de identidad; y, además, los procesos de comunicación legitiman políticas de
representación que traen consigo consecuencias prácticas para la vida de ciertos grupos sociales. Por
tanto, como enfatiza Laclau (2003) las dinámicas políticas en relación a las identidades se viven hoy como
una lucha en el ámbito informativo y comunicacional.
Nuevos procesos y prácticas de comunicación transnacional
Las comunidades inmigrantes de salvadoreños en Estados Unidos también construyen nuevos procesos y
prácticas de comunicación en el espacio transnacional. Por un lado, utilizan los medios de comunicación
tradicional, sobre todo la televisión y la radio, como mecanismos que dan sentido a una tradición cultural
que está mediada por el lenguaje español, pero también las narrativas y los símbolos de identidad en las
representaciones mediáticas confrontan la búsqueda de la memoria, de los conflictos y de la configuración
de un proyecto colectivo de identidad (Mayer, 2003). Por otro lado, los medios locales: periódicos, radios,
revistas, sitios de Internet, y otras formas de expresión como la literatura popular, el teatro de calle, los
murales, la música popular recogen y expresan la búsqueda de sentidos de identidad colectiva en la
experiencia de desterritorialización de sus referentes culturales.
En el campo de los estudios de comunicación, diferentes investigaciones analizan el papel de estos nuevos
medios, y de estas prácticas transnacionales de comunicación que permiten el enlace entre los países de
origen y las comunidades inmigrantes. Estas transacciones simbólicas atraviesan experiencias de
reencuentros familiares, de re-evaluación de símbolos y prácticas de identidad nacional, y confrontación de
discursos políticos y culturales dominantes. Como lo sugiere Karim (2003) el estudio de las diferentes
formas de medios de comunicación en la diáspora, constituye un área de investigación académica inédita
que analiza cómo los inmigrantes utilizan los media para la reproducción y negociación de las identidades
colectivas en el campo social transnacional.
En el caso de los salvadoreños en los Estados Unidos, algunas prácticas de comunicación toman como
base las nuevas tecnologías de información y comunicación que posibilitan una interacción mediada con
sus familiares y referentes locales: llamadas telefónicas, chats, sitios web de sus comunidades de origen,
servicios de tele-conferencia, entre otros. Por otra parte, algunas radios tienen programas en los cuales
interconectan una emisora en Washington D.C. por ejemplo, con otra emisora en El Salvador. Estos
programas tienen diferentes contenidos: deportivos, musicales, religiosos o de simples saludos que se
envían de un lado a otro entre familiares. De igual manera, existen diferentes programas de televisión que
son producidos en El Salvador y son exhibidos en canales locales de televisión en Estados Unidos,
particularmente en las cadenas Univisión y Telemundo. Así, entender la complejidad de estos nuevos
procesos y prácticas de comunicación requiere contextualizar la compleja articulación entre configuración de
identidades colectivas y prácticas de comunicación transnacional.
Conclusión
En el estudio de las dinámicas de poder transnacional es importante profundizar en al menos cuatro
aspectos: las formas de resistencia en la apropiación de narrativas mediáticas, las formas simbólicas de
confrontar discursos políticos oficiales, la necesidad de diálogos interculturales, y la demanda por nuevas
políticas de comunicación y cultura en el campo transnacional.
Primero, es fundamental entender cómo las comunidades de inmigrantes se apropian de los mensajes y las
narrativas que producen los medios de comunicación, especialmente las producciones que circulan en el
espacio transnacional. De igual manera, es clave comprender de qué maneras estos discursos y
representaciones se re-articulan con las prácticas sociales y culturales en la vida cotidiana de los
inmigrantes. En este sentido, considero que la propuesta metodológica de la etnografía de medios de
comunicación ofrece recursos valiosos para estudiar este fenómeno.
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Segundo, es importante analizar de qué modos las comunidades inmigrantes desde sus organizaciones,
celebraciones, rituales, espacios de interacción, y manifestaciones culturales confrontan y cuestionan las
imágenes y los discursos oficiales de una idea de nación, de identidad y de proyecto colectivo de futuro. En
este proceso, resulta determinante examinar cómo estas luchas simbólicas se construyen desde los
sentidos de identidad colectiva y se expresan comunicativamente a través de medios institucionalizados y
medios populares de expresión y resistencia cultural.
Tercero, hace falta más investigación que ayude a comprender de qué manera se establecen vinculaciones
interculturales entre los medios de comunicación locales y globales, en donde la barrera lingüística se
convierte en un factor excluyente para algunas comunidades inmigrantes. En decir, hace falta evaluar cómo
los inmigrantes utilizan los medios de comunicación de sus comunidades lingüísticas y cómo se pueden
ampliar nuevas experiencias interculturales de diálogo y comunicación.
Cuarto, en este espacio transnacional, que ha emergido con los fenómenos masivos de migración
internacional, hace falta repensar las políticas públicas de comunicación y cultura que tomen en cuenta con
seriedad las necesidades comunicativas y las características socioculturales de las comunidades
inmigrantes y sus demandas por ser reconocidos no sólo como actores económicos claves, sino además
como agentes sociales con derechos políticos y culturales.
BIBLIOGRAFÍA:
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Press.
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REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Regeneración urbana:
privatización del espacio público, políticas de seguridad
y tematización en diario el universo de Guayaquil
Héctor Chiriboga
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil
Héctor Chiriboga Albán, licenciado en Sociología por la Universidad de Guayaquil (1990), Diplomado en
Estudios Amerindios (ex becario AECI) (1994). Trabajó como técnico en diversos programas del Instituto
Nacional del Niño y la Familia (INNFA), y en la unidad de planificación del mismo instituto. Investigador del
Área de Estudios Urbanos del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) del Banco Central en
Guayaquil. Profesor de Teoría de la Comunicación de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
RESUMEN
La tendencia actual en el desarrollo de las ciudades es el emprendimiento de procesos de renovación
urbana, en los que se busca la reconversión del espacio urbano en función de la optimización de
determinadas actividades que puedan insertarse de mejor manera en el escenario económico mundial.
En el caso de Guayaquil, la Regeneración Urbana, desarrollada en los últimos 6 años, ha significado la
renovación estética y la reconversión social de determinadas partes de la ciudad, en la búsqueda de
orientar a la ciudad hacia el turismo. Ese proceso ha significado la transformación de la ciudad espacial,
simbólica y políticamente. En efecto, los cambios de la ciudad se van desarrollando a partir de la
disminución cada vez mayor de lo público, no solo a nivel de los espacios físicos, regenerados, sino y
también en la dimensión simbólica, la de la esfera de opinión crítica que se expresa en los medios.
La Regeneración es un proceso civilizatorio que hunde sus raíces en la hegemonía lograda por las elites
políticas de la ciudad, y que apunta, para el caso que nos ocupa a una homogenización de lo público a
través de políticas de limpieza social. Esta política está fuertemente relacionada con el tema de seguridad,
que para las élites de la ciudad se resume en los hechos delincuenciales y en las acciones necesarias para
contrarrestarlos. En general los medios de la ciudad de Guayaquil, coinciden con esta visión y construyen
una agenda temática consistente.
Diario EL UNIVERSO tematiza los problemas de seguridad en una página del mismo nombre, que recoge
tanto hechos políticos, acciones y propuestas, como la crónica roja. El marco de lectura que establece la
página, contribuye a reforzar en los lectores comprensiones sesgadas, simples del problema de la
seguridad. La consecuencia de esto es el establecimiento de una conciencia de temor, de ciudadanías
limitadas, donde los ciudadanos resignas derechos para obtener seguridad.
El presente trabajo es un ensayo de interpretación de los fenómenos relativos a la regeneración
urbana, la seguridad y el tratamiento que una parte de la prensa local de la ciudad de Guayaquil privilegia
en relación a dichos temas. En ese sentido la pretensión de este ensayo es proponer algunas interrogantes
y lecturas de carácter hipotético sobre las relaciones entre estos ámbitos; su carácter no es conclusivo sino
exploratorio. Metodológicamente se apoya en una revisión de textos periodísticos del diario de mayor
1
circulación en la ciudad de Guayaquil, EL UNIVERSO , por un lapso aproximado de 7 meses, destacando
sobre todo momentos en los que, las noticias publicadas han puesto el marco para acciones ciudadanas y
políticas. Los textos tomados en consideración pertenecen a las secciones Sucesos y Seguridad
fundamentalmente y Opinión cuando es pertinente. La idea es observar y describir la agenda desarrollada
por el diario en lo relativo a los temas de seguridad y violencia urbana: descubrir los énfasis otorgados en
determinados momentos y relacionarlos con los eventos políticos a los que, desde mi punto de vista (y esto
como hipótesis) la acción noticiosa del diario da pie, o dicho de otra manera, coloca en la agenda
ciudadana.
El telón de fondo de este estudio es el proceso de Regeneración Urbana de la ciudad, acción de carácter
político (y urbanístico social) que lleva implementándose por más de una década en la ciudad. Y si bien es
cierto, el trabajo pretende centrarse en la construcción de una concepción de seguridad ciudadana por el
diario, no puedo dejar de mostrar que en gran parte el proceso de Regeneración Urbana emprendido en
Guayaquil, tiene un fuerte componente de seguridad, no solo en términos operativos, sino de concepción,
presente en el rediseño de áreas, e implementación de políticas de uso del espacio, de la que el diario
objeto de estudio no da cuenta.
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LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Regeneración, proyecto civilizatorio y constricción de la esfera pública
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La ciudad de Guayaquil , vive desde hace más de una década un proceso de transformación urbana que
tiene que ver con una nueva fase en el desarrollo de las ciudades y su articulación, característica de este
período, a la Globalización.
Muchas ciudades, tanto en Europa como en América Latina, han enfrentado esa tendencia a través de
3
iniciativas de Regeneración Urbana . El cambio se inicia en los 90’s cuando la administración de la ciudad
4
5
pasa de un partido identificado como populista, el PRE , a otro el PSC , de prácticas políticas similares,
pero con un “…discurso renovador y modernizador para la ciudad, que sintonizó con las demandas y los
valores de la libre empresa, los mercados competitivos, la eficiencia administrativa, el control del gasto, la
6
organización y la reingeniería institucional.”
Durante las dos primeras administraciones socialcristianas (1992 1996, y 1996 2000) , el alcalde Febres
Cordero, asumió la reestructuración del Municipio como institución, desarrollando entre otros, procesos de
reducción de personal, y eliminación de sindicatos; una serie de grandes obras de vialidad como
distribuidores de tráfico, ampliación y mejoramiento de vías, eliminación de intersecciones, planificación de
7
túneles, en la búsqueda de disminuir los tiempos de viaje ; y, la concesión a operadores privados, de
servicios ciertamente problemáticos, como la recolección de basura y la dotación de agua potable y
8
alcantarillado. Febres Cordero termina su mandato emprendiendo la “reconquista del centro” , a través de la
reconstrucción del Malecón Simón Bolívar, bajo un sistema de concesión del espacio a una corporación
9
privada, la Fundación Malecón 2000 . La tercera administración social cristiana (abogado Jaime Nebot)
iniciada en el 2000, es vista como cualitativamente diferente a la de su antecesor. En efecto, si bien es
cierto Nebot continúa con obras de vialidad, incorpora a su gestión, como membrete significativo, el
Proyecto de Regeneración Urbana, que en la línea de “reconquista del centro”, apuntaba a una
10
transformación física de otro tipo, y de la “autoestima” de los ciudadanos: ya no se trata de distribuidores
de tráfico, avenidas y mercados sino de un “embellecimiento” del centro y de otras zonas por la vía del
adoquinamiento de calles, sustitución (en algunas partes) del hormigón de la acera por porcelanato,
mejoramiento y pintura de fachadas, dotación de mobiliario urbano de diseño, instalaciones subterráneas de
11
luz y telefonía, diseño e implementación de jardines, parques y áreas de recreación y esparcimiento . Los
efectos de todo este emprendimiento son varios: a nivel económico, y desde el punto de vista del propio
alcalde y los sectores productivos que representa, se produce una dinamización de la economía, no solo
12
local, sino nacional ; desde el punto de vista político la transformación desarrollada profundiza las ideas
autonomistas tan caras a los “sectores representativos” de la ciudad, promociona la gestión de la alcaldía
como eficiente y la figura del alcalde como presidenciable, y evidencia el consenso interno y la hegemonía
logradas por el grupo en el poder; mientras que desde lo simbólico e imaginario, se ha despertado una serie
13
de adhesiones, actitudes de confianza hacia la administración , resumidas en acciones y frases que apelan
14
al orgullo, a la identidad, a la recuperación de lo perdido ; la ciudad es otra para sus habitantes ahora, ella
misma es un referente nacional que merece ser visitada, mostrada, hablada, y que se abre a diversas
esferas de la actividad del ser humano, desplazando la tradicional idea de ciudad puerto, especializada en
15
el comercio, ciudad fenicia .
La obra de Regeneración Urbana, ha tenido consecuencias importantes en el comportamiento de los
habitantes de la ciudad, o al menos en los usuarios de los nuevos espacios regenerados. Los visitantes, de
sectores populares en su mayoría, aprenden a comportarse en los nuevos espacios: a sentarse
correctamente, a ser ordenados y limpios, a no armar escándalo o protestar, ni siquiera cuando para
algunos de ellos es obvio que son objeto de requisas por los guardias privados de las zonas regeneradas,
16
debido a su “pinta” popular . De alguna manera, hipotetizo, el cambio viene dado por una especie de
presión que va de lo arquitectónico, el nuevo espacio físico, a lo mediático: la serie de noticias y reportajes
que ensalzan la obra y la ubican en otro plano, el simbólico. Si el espacio regenerado se carga con nuevos
17
significado, todos ellos positivos, no hay razones para ser como antes, para comportarse como antes . De
todas maneras y por si las dudas, la Regeneración incluye un ejército de guardias privados, encargados de
aplicar las regulaciones no públicas de dichos espacios. Esta cuestión, sin embargo queda para más
adelante.
La Regeneración Urbana es un proyecto civilizatorio, que en su implementación local no admite
discusiones: “La Regeneración Urbana genera estima, genera turismo y superación humana…cuatro
tugurios clásicos de Guayaquil están convertidos hoy en cuatro centros de interés turístico…No quiero
calificar de malos a todos, pero una minoría por cierto que habitaba en el cerro Santa Ana hace dos años y
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medio ha cambiado; hoy podemos ver a muchos de ellos en los conciertos del MACC
19
actividades culturales como gente civilizada, como tiene que ser” .
18
compartiendo
Un proyecto de esta naturaleza, asumido como se aprecia en la cita anterior se constituye en un factor de
conflictividad social, que se agrega a la imagen violenta que tiene la ciudad, no solo de cara al exterior sino
a sus propios habitantes. En efecto, Guayaquil, es percibida como una ciudad violenta, insegura y agresiva.
20
La percepción de inseguridad se asienta, en parte sobre sucesos reales , y en parte sobre otras
21
situaciones como la debilidad del tejido social y la labor de los medios de comunicación . A propósito de
esta afirmación, la encuesta de victimización aplicada en Quito, Guayaquil y Cuenca en el año 2003,
establece una distinción entre la cultura del miedo y la criminalidad real. En ese sentido destaca la
diferencia existente entre la percepción de inseguridad que es del orden del 66.3 % para Guayaquil y el
22
índice de victimización global ubicado en un 24,2% . La misma encuesta profundiza sobre los temas
abordados por los ciudadanos y establece su frecuencia: en Guayaquil, las menciones más importantes son
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las relativas a robos, 64.9%; asaltos, 21.0%; y, asesinatos, 8.0% .
Considerada como criminalidad real o como percepción, lo cierto es que el actual alcalde, en su primera
campaña (año 2000) incluyó el tema de seguridad en su agenda. Esto marca otra diferencia cualitativa con
la alcaldía de Febres Cordero. En efecto, el primero mantuvo a la llamada Policía Metropolitana como una
fuerza de bajo perfil con actuación básicamente en tareas de control de contravenciones menores. Su
sucesor en cambio implementó el Plan Más Seguridad, que preveía la actuación de la Metropolitana en
tareas de represión del delito, asociada a la Policía Nacional. Este no fue, sin embargo, su único encargo: el
proyecto regenerador concensuado entre las élites, necesariamente se configura como excluyente de
amplias mayorías, al menos en lo que tiene que ver con el uso del suelo como espacio del comercio
informal; implica en ese sentido y en otros, una serie de ordenanzas municipales que buscan regular y
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homogenizar todos los comportamientos y ámbitos de la relación entre los ciudadanos y lo público . En
síntesis es una acción de carácter político que tiene como efecto la constricción de lo público en varios
órdenes: desde la desconstitución de los principios mismos de la gestión pública, al gestionar la obra
25
municipal a través de fundaciones privadas , hasta la cesión de la seguridad pública al sector privado, a
través de compañías dedicadas a ese negocio, pasando por la cesión de los espacios públicos regenerados
para su mantenimiento y gestión a las corporaciones.
En concreto esto ha significado la restricción del espacio de circulación y apropiación: la regeneración cierra
intersecciones, cierra parques y plazas, llamándolos contemplativos, restringe entradas y salidas, y, al
suprimir asientos de avenidas y paradas de autobuses reduce la posibilidad de permanecer (como no sea
para consumir en los patios de comida) y con ello la interacción; implica también cuestiones más complejas,
que dan cuenta de la debilidad de la ciudadanía construida en estos tiempos: ahí donde los individuos
pueden circular, donde les es permitido sentarse, su comportamiento es observado y regulado por el cuerpo
de guardias privados y metropolitanos, que implementan regulaciones cuyo texto no se conoce y nunca ha
sido objeto de un debate público.
Los límites a la circulación, empero también lo son en el ámbito de la opinión y de la información: las zonas
26
regeneradas, al estar bajo el régimen de concesión limitan la cobertura mediática ; esto sin embargo, no ha
merecido de los medios mayores críticas, ni siquiera alegando el principio de la defensa de la libertad de
información. Tal parece como si los medios, en relación a la política municipal, más que mirar hacia otro
27
lado hubieran acordado dejar de preguntar y asumir una mirada celebratoria . Paralelo a la desaparición
del debate público y de la crítica, es el surgimiento de una serie medios impresos, de circulación gratuita
28
cuya función es servir de caja de resonancia de la obra regeneradora y en general de la política municipal .
En este último sentido, la idea de la regeneración como proyecto modernizador, debe ser relativizada. Por
un lado, si la modernidad significó entre otras cosas la unificación y homogenización del territorio en lengua,
unidad monetaria, y eventualmente religión, en lo que se llamó el Estado Nacional, por otro lado tenía como
contrapartida el desarrollo una esfera pública, política, crítica, y de acuerdo a los principios liberales, el
respeto de ciertas libertades y su permanente profundización. Lo que se observa en Guayaquil, por el
contrario, es la gestación de un poder local con proyección regional cuya hegemonía se construye a partir
de la debilidad del Estado y del achicamiento de la esfera pública, con un discurso que en lo sociocultural
apela a identidades esencialistas y a mitos fundadores; en lo económico reitera las bondades de la empresa
privada en momentos en que las políticas de flexibilización laboral y la tercerización han liquidado formas
históricas mínimas de equidad y seguridad laboral; mientras que en lo político se apoya en la eficacia de los
29
hechos, el pragmatismo y la construcción del orden y el miedo.
De esta manera la modernización sólo puede ser sostenida, desde una visión sesgada del proceso, como el
asocio cada vez más fuerte de la tecnología informática a la gestión de los diversos servicios de la ciudad;
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dicho en otros términos la modernidad a la que ingresa la ciudad se mide por la arquitectura, los servicios y
su relación con la amplísima panoplia tecnológica de comunicación, transmisión y almacenamiento de datos
(con alcances sobre la seguridad y consecuencias sobre las libertades públicas) que se oferta en el
mercado y no por el desarrollo de políticas inclusivas, de tolerancia frente a la diferencia; del desarrollo de
una institucionalidad que promueva y respete la participación ciudadana y supere prácticas homo fóbicas,
30
autoritarias, clientelares y de cacicazgo .
Regeneración, conflicto, políticas de seguridad ciudadana privada
Por lo tanto y como he mencionado arriba, la tendencia prevista era la elevación de la resistencia y
conflictividad social, al menos en los sectores directamente afectados. Cuestión que, sin embargo se ha
producido de manera limitada. Las clases medias han recurrido a medidas legales para evitar, por ejemplo,
31
la expropiación de sus viviendas, con resultados nulos . Los comerciantes informales son los que mayor
resistencia visible ofrecen al mantener su práctica comercial en los márgenes de las zonas regeneradas,
32
con esporádicas incursiones al interior de las mismas; expresar opiniones contrarias a los cambios ; o en
33
menor medida, asumir actitudes beligerantes . En tales circunstancias, y de cara a las nuevas misiones la
política de seguridad de Municipio ha consistido en desarrollar una fuerza paramilitar a ser usada en el
34
combate a la delincuencia y en el control de la protesta social . El problema de la seguridad empieza a
35
emerger en los discursos de las autoridades locales como “políticas” desarrolladas institucionalmente , es
decir como un conjunto de acciones adelantadas por el poder local, guiadas por una concepción, que
buscan determinados efectos en beneficio, se supone, de la colectividad.
Hablar de seguridad implica construir el concepto adjetivándolo. Al hacerlo así se le dota de un contenido
que marcará su comprensión y determinará los acentos en las diferentes acciones a tomar para enfrentar
las situaciones de inseguridad. Históricamente en América Latina, el concepto ha tenido recorrido. Así,
pasamos de las Doctrinas de Seguridad Nacional, donde el acento se ponía en la defensa del Estado, al
concepto de Seguridad Ciudadana, centrado en la defensa de las personas, que implica la vigencia del
Estado de Derecho y del máximo de libertades, pone énfasis en la calidad de vida, asentándose sobre la
participación de los ciudadanos, esto es sobre individuos cuyos derechos y deberes están bien delimitados
36
en una sociedad que los promueve y no los excluye . Desde esta perspectiva, la Seguridad Ciudadana
comprende la violencia, no como patología, sino como multicausal y plural: la violencia como tipo particular
de relación no es una, sino múltiple (social, política y económica), donde concurren factores estructurales,
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situacionales e institucionales; por otra parte comprende fases de percepción, prevención y control .
Desde esta comprensión, la seguridad y su negativo, la inseguridad, entendida como un sentimiento donde
38
predomina el miedo , tiene sus raíces ciertamente en el crecimiento del delito común y organizado. Pero
también en la observación concreta de la debilidad institucional del sistema judicial que favorece la
impunidad; en el crecimiento de la violencia institucional presente no sólo en los discursos de las
autoridades, sino en las acciones coercitivas que emprenden sus agentes; en la criminalización de prácticas
sociales (la creación de lo antisocial) y en la profundización de procesos de descomposición e insuficiencia
39
del tejido social .
La comprensión generalizada del problema de la Seguridad Ciudadana en Guayaquil, difiere sin embargo,
en mucho de las ideas enunciadas arriba. El concepto tiene una dimensión política que lo aleja de la
40
neutralidad . En efecto, el tema hace parte de las agendas políticas y pone en juego una relación de
intereses donde lo que cuenta es la posición de las elites empresariales hegemónicas: la inseguridad es un
problema del crecimiento de la delincuencia, de las deficiencias institucionales de la justicia (jueces y
fiscales), y de insuficiencias en equipamiento e infraestructura operativa.
El punto de la justicia es ilustrativo de cómo los medios incluyen, en asocio con las elites políticas,
elementos para una comprensión interesada del fenómeno de la inseguridad. Históricamente, frente a las
“olas incontenibles de violencia”, el Estado con el acuerdo de los poderes locales ha respondido, a propósito
41
de la lucha contra la delincuencia , con la implantación del “estado de emergencia”, manera burda de
controlar la protesta social en tiempos de crisis. Desde hace algún tiempo, pero en particular en el último
año, se ha agregado a esta siempre posible medida, el cuestionamiento de los jueces y fiscales,
ampliamente publicitado por los medios, como una manera de explicar el incremento de la delincuencia y, a
partir de iniciativas políticas de recambio institucional, una manera de reducirla. Podría proponer como fecha
de inicio de un proceso de cambios políticos en la función judicial, el domingo 1 de abril, con la publicación
en primera plana de diario EL UNIVERSO, de la foto de un hombre armado amenazando a transeúntes
mientras se asaltaba a un conductor. Se desata entonces, una verdadera “caza del hombre” mediática: a los
pocos días la policía nacional lo identificaba como “Pichi”, y menos de un mes después era detenido. Lo que
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quiero resaltar aquí es que ese es el detonante de una nueva serie de cuestionamientos a la Justicia, en
particular en Guayaquil. Primero se indaga el prontuario del fotografiado, luego se revisa las veces que ha
estado detenido y las veces que ha sido liberado. El alcalde y los sectores representativos denuncian al
sistema judicial como aliado de los delincuentes. La Policía entrega al alcalde una lista de los fiscales que
liberan detenidos, y este demanda, en representación de los ciudadanos, la separación de los funcionarios.
El problema adquiere trascendencia nacional, de tal suerte que a la convocatoria del alcalde, responde de
manera inmediata el Presidente, sus ministros y la Ministra Fiscal que se compromete a la separación de los
fiscales. A pocos días vacila, pero es nuevamente puesta en orden tras una amenaza del alcalde. A partir
de aquí, el diario ha sostenido una cobertura sobre la función judicial en la que destacan las remociones, el
42
accionar de los jueces y su juzgamiento, los procesos de selección de fiscales etc .
En toda la construcción de esta historia lo que va quedando claro es que la institucionalidad cuestionada
debe ser cambiada, no importa si los medios usados no son institucionales, o si en el peor de los casos se
43
recurre a la velada amenaza de emplear la fuerza . Por otra parte, y a pesar de que son recogidas las
44
opiniones de los funcionarios afectados , que reclaman su inocencia bajo el argumento de haber cumplido
con la letra de la ley y exigen el “derecho al debido proceso”, los medios no establecen un análisis de las
45
medidas, de su legalidad, de su contenido político , simplemente yuxtaponen las opiniones de manera
46
“pluralista”. Mauro Cerbino, a propósito del cubrimiento de acontecimientos violentos , establece que el
periodista no cumple su función de mediador a través de una práctica investigativa rigurosa,
contextualizando y articulando hechos, estableciendo referencias que ayuden a comprender los
acontecimientos en el marco de sus determinaciones estructurales, y de sus consecuencias en otros
47
ámbitos. Por el contrario y siguiendo a Mauro Wolf , los medios se caracterizan por presentar las
informaciones como unidades autosuficientes, sin referencia ni relación a otras informaciones que permitan
establecer una historia, una explicación. En este sentido, las informaciones son coyunturales, fragmentarias.
La comprensión que las elites tienen de la violencia y de la inseguridad remite siempre a la idea de la guerra
48
y sus cuestiones anexas. En este sentido las principales propuestas para dar salida a la crisis son de
orden logístico y represivo, policial militar, con una dosis publicitada de tecnología. Mano dura es la
expresión que orienta el catálogo de medidas, que incluyen: la zonificación de la ciudad para un patrullaje y
control más efectivo; la implementación de un sistema informático para compartir datos entre las fuerzas
operativas, el Registro Civil, la función Judicial, y la Penitenciaría; la capacitación y fortalecimiento de
49
grupos especializados de la Policía Nacional; la construcción de un nuevo penal… A esto habría que
agregar las iniciativas anteriores: la licitación de armamento; el plan de vías iluminadas; la política de
desactivación de pandillas; la inclusión de la seguridad privada en los planes; y la constitución de la
50
Corporación de Seguridad Ciudadana .
Dentro del catálogo, la privatización de la seguridad ha sido una de las apuestas municipales más recientes
y polémicas. Su antecedente inmediato es la implementación de la seguridad privada en las zonas
regeneradas, donde mantiene el orden, es decir, ejecutan el conjunto de normas no públicas que regulan el
comportamiento de los individuos en dichos espacios. En este punto cabe reiterar que las zonas
regeneradas, al ser cedidas a fundaciones privadas, en los hechos concretos pierden su estatuto de
públicas, por lo que sus “dueños” pueden disponer de ellas, de acuerdo a convenios desconocidos para la
mayoría de la sociedad, y para el caso que nos ocupa, implementar los mecanismos de seguridad que
consideren convenientes. A partir de ahí, en el año 2004, la actual administración municipal propuso la
incorporación de compañías de seguridad privada a la vigilancia y control de las zonas públicas,
51
denominadas como críticas . Esto motivó un debate en los medios que se zanjó en parte con la decisión
del Ministerio de Gobierno de suspender a las 4 compañías si continuaban prestando ese servicio. Con el
cambio en el gobierno nacional, se retomó la idea que se implementó durante casi un año, bajo la figura de
la contratación del servicio a través de la Cámara de Comercio de la ciudad. Al concluir el período para el
cual estaban contratadas nadie, ni en los medios, ni en la sociedad civil realizó una evaluación seria del
proceso. La nueva contratación a firmarse entre la Corporación de Seguridad Ciudadana y la compañía
ganadora de la licitación convocada por el Municipio, se detuvo hasta la redefinición del rol de la seguridad
privada, una vez que la Procuraduría emitió su criterio sobre su participación en apoyo de la Policía
Nacional, a pedido y bajo sus órdenes.
En este caso se van perfilando las maneras de actuar de los actores institucionales, privados y de los
medios en torno al tema. Una de ellas es la falta de transparencia y discrecionalidad en la información de
los procedimientos de calificación de las empresas evaluadoras de la seguridad, o en la delegación de las
52
responsabilidades del manejo de temas afines, a fundaciones ; la otra, ya mencionada, es la reiterada
laxitud de los medios, y su práctica de no profundizar, ni analizar hechos, procedimientos, ni las
consecuencias, fatales para las libertades públicas, que medidas de esta naturaleza traen. En este último
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punto pueden puntualizarse dos casos. En el primero, ciertas observaciones han sido realizadas, pero
siguiendo la tónica ya mencionada, no interrogan ni los principios ni la política de privatización de la
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seguridad, sino que juegan con el recurso de la dramatización y la personalización de víctimas y
54
victimarios. En efecto, la nota del domingo 5 de marzo del 2006 , “Marcados por un asesinato” (SUCESOS
12A) sobre el asesinato cometido por tres guardias privados sobre la persona de un niño de 12 años, no
desata en el diario una investigación que conduzca a observar comportamientos similares de estos cuerpos,
sino una nota donde los actores son los niños testigos del crimen, angustiados por el hecho, buscando
venganza, desconfiando del sistema de justicia. El drama se intensifica al entrevistar a los psicólogos que
advierten sobre la necesidad de proveerlos de tratamiento para ayudarlos a superar el trauma. No es ocioso
preguntarse por qué los medios, en general, no reflexionan sobre un hecho que involucra a los cuerpos de
los que se espera protejan las vidas y los bienes de los ciudadanos. En el segundo caso, la manera de
informar sobre la suspensión del contrato que la Corporación de Seguridad Ciudadana debía firmar con la
55
empresa de seguridad, es totalmente confusa. Bajo un gran titular “Guardias no irán a las calles” , se
ubica el siguiente lead: “El Procurador General del Estado emitió su criterio obligatorio sobre el nuevo
rol de los celadores privados que patrullaran Guayaquil. Ellos podrán usar sus armas y actuar en
delito flagrante.” . Uno de los puntos de debate durante el primer intento de introducir guardias privados en
funciones de seguridad pública, era el de la pertinencia legal de usar armas de fuego y de actuar, realizando
56
detenciones en zonas públicas. De hecho, a pesar del criterio contrario del gobierno del Coronel Gutiérrez ,
se los llevó a la calle, para retirarlos a los pocos días cuando las compañías sufrieron la amenaza del retiro
de sus licencias. Ahora, si el Procurador admite que ese punto ya no es problemático, entonces no se
entiende la razón para no firmar el contrato…, hasta que se lee el extenso comunicado de la Corporación en
el que menciona, sin puntualizar específicamente, que se ha redefinido el “…rol de la seguridad privada a fin
de que a pedido y bajo las órdenes de la Policía Nacional, pueda también ser móvil y actuar conjuntamente
57
con dicha Policía. ”. La nota periodística transcribe literalmente esa parte del comunicado, y pone el énfasis
en la apertura del Procurador al uso de armas y al patrullaje. Las preguntas relativas a quiénes redefinieron
el rol de la seguridad privada, el tenor del contrato suspendido, y el cambio en relación a la autoridad
reclamada por la Policía Nacional sobre estos cuerpos, no se hacen, ni siquiera cuando el alcalde repite la
misma información y añade a modo de explicación que hay cuestiones relativas a la acción conjunta con la
Policía, uso de armas de fuego, calificación individual del personal por las FF.AA., y la Policía, que son
“…cosas que se aprenden con la experiencia, y que como toda solución a un problema, implica un proceso,
tiempo, pasos, requisitos, para mencionar que se hará una nueva convocatoria cuando las reglas estén
58
claras…” , sin especificar cuando. A partir de ahí el tema es silenciado. Todo queda para el campo de la
especulación, incluso para pensar que hay una presión de parte de otros interesados dentro del sector de la
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seguridad privada para acceder a los contratos . La cuestión es preocupante porque en los últimos dos
años la ciudad se ha visto movilizada por este tema, política y mediáticamente, en tres diferentes
60
ocasiones . Por otra parte, la privatización de la seguridad ha sido un tema por el que las élites pelearon
durante un primer momento, llama la atención entonces, la manera tranquila en que se asume la
redefinición del rol y la indefinición de la nueva convocatoria a concurso para cubrir ese servicio que se
supone, la ciudad requiere con urgencia.
Una dimensión simbólica (e imaginaria) de la seguridad en Guayaquil
La política de seguridad implementada en la ciudad no se agota en las medidas represivas y logísticas
enunciadas, destinadas a combatir a la delincuencia. En los hechos, observamos que el tratamiento dado a
diversos grupos humanos cuyas prácticas entran en contradicción con el ordenamiento urbano es ubicado
como delictivo y perseguido. Las regulaciones de los espacios regenerados apuntan de diversas maneras a
ese fin, a lograr el control de los ciudadanos basado en el temor.
Ya no se trata tan solo de mencionar la privatización del espacio público, ni de referirse a la literal invasión
de los cuerpos privados en esas zonas. La política de “un guardia en cada esquina” implementada, no debe
ser vista como la fuente principal de temor para la mayoría de los ciudadanos, pues estos en su mayoría
están de acuerdo con su presencia. De hecho son grupos localizados los que han experimentado (y
continuarán experimentando) la violencia institucionalizada y las prácticas segregativas en los espacios
intervenidos: homosexuales, raperos, skaters, vendedores informales, estudiantes con uniformes, el teatro
urbano callejero, jóvenes populares urbanos, parejas que expresan su afecto y hasta “trovadores
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urbanos” , han sido clasificados y tratados en consecuencia: en algunos casos expulsados o impedidos de
62
entrar, en otros observado su comportamiento y reconvenidos so pena de ser expulsados, en otros
reubicados en espacios especiales. Esto último me recuerda el término “aldeas estratégicas”. En las viejas
guerras de liberación nacional, se trataba de limpiar el campo de aquellos que pudieran ayudar a las
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guerrillas, reubicándolos en espacios controlados por el ejército. En la nueva guerra urbana, se despeja la
calle de grupos cuyas prácticas en si mismas, los convierten en sospechosos de algún delito, como en el
caso de los raperos, ligados imaginariamente a las pandillas, expulsandolos del centro de la ciudad; o que
en todo caso, al formar parte de un paisaje urbano “caótico”, sus prácticas podrían ser potencialmente
fuente de desorden, caos, delincuencia. Este podría ser el caso por ejemplo de las/os trabajadoras/os
sexuales (hetero u homo sexuales) expulsadas/os de las avenidas principales hacia los márgenes; el caso
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de los “lagarteros” a quienes se les construirá una plaza ; o el de algunos comerciantes informales
64
“favorecidos” con el alquiler de un espacio formal, seguro, limpio, pero al que pocos compradores van .
Con todo, ¿qué se encuentra detrás de este ordenamiento?, ¿por qué resulta motivo de segregación
espacial y social cuestiones tan sencillas como el mostrar afecto, la obscenidad del teatro popular, o
recostarse sobre una grada? No hay una respuesta precisa a semejante fenómeno. En parte se puede
mencionar que el proyecto civilizatorio emprendido arranca de una matriz de pensamiento conservador,
donde lo popular, siempre ligado a la pobreza, es visto con extrañeza y desconfianza, como algo que debe
65
ser erradicado. Garcés , aporta la idea de que tras las regulaciones esta la intención de “…contrarrestar la
espontaneidad viva como raíz del mal…” y “…canalizar y contener cada movimiento inesperado u
amenazante de la interacción cotidiana en la ciudad.”
Este comportamiento, sin embargo, no debe ser visto como algo exclusivo de los sectores altos o medios.
La socialidad construida desde los diferentes grupos se caracteriza por la negación del otro. Guayaquil, se
asienta sobre la base de diversas fracturas, de clase, étnicas, de género, de diversidad sexual, etc.,
configurando una realidad urbana fragmentada, de compartimientos estancos. Los grupos concurren y se
someten a la dinámica de reconocimiento/desconocimiento, colocando sus propias barreras, ocupando o
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abandonando territorios cuando sienten que “… su lugar esta siendo invadido…” .
Es esta una de las cuestiones claves que subyacen a los sentimientos de inseguridad, a los miedos, y que
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discursos oficiales y mediáticos tema evaden , o tocan sin consistencia, ni seriedad. En un lapso de siete
meses, solo se encuentran cinco referencias a la relación entre seguridad y comunidad. La precariedad en
el número de notas se profundiza en los contenidos de las mismas, que establecen una relación entre
comunidad, vecindad y seguridad, de carácter operativo, instrumental: conocerse sirve para saber quién no
es del barrio y actuar en consecuencia. En contraste sólo una nota propone la recuperación del espacio
68
público próximo, la peatonal, la esquina, el portal de la casa para prácticas de socialización .
Es la debilidad del tejido social, la dificultad en el campo comunicativo un elemento subyacente a la
inseguridad. En ese sentido, la encuesta de victimización, mencionada más arriba, aporta los siguientes
datos: los encuestados de Guayaquil consideran que el estilo de vida de sus barrios es poco comunitario, y
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que los moradores se las arreglan solos cuando tiene problemas . De todas maneras los habitantes de los
barrios intentan organizarse, desde diferentes posiciones sociales y hasta ideológicas, para enfrentar a la
70
delincuencia .
Más arriba mencionamos que la sensación de inseguridad, es tributaria también de la acción de los medios.
También hemos sugerido, y es esa la intención de este trabajo, que el diario estudiado introduce los temas
referidos a seguridad en consonancia con los discursos políticos de las elites locales. En todo caso
establece el contenido del tema, es decir lo que debe pensarse cuando del tema se habla.
El mes de abril en diario EL UNIVERSO, establece, de alguna manera una marca en su dinámica
informativa, de la que podemos hacer una descripción y arriesgar algunas hipótesis en función de sus
consecuencias, sobre las percepciones que construirían las audiencias.
Durante este mes se produce un cambio en la manera de ubicar las informaciones relacionadas al tema
seguridad. Cabe aclarar que dichas informaciones han hecho parte de la crónica roja, en la sección
71
SUCESOS, incluso cuando tienen obvias connotaciones políticas, institucionales y sociales , y en
consecuencia rebasan el “estrecho marco” del hecho violento individual, o del crimen pequeño o grande
cotidianos. Dicho de otra manera, la ubicación de la delincuencia o de los hechos violentos, en la sección
SUCESOS (la crónica roja de un diario serio) impide su tematización, es decir su análisis contextualizado
para descubrir sus determinaciones estructurales. El acontecimiento procesado en SUCESOS, adquiere un
carácter de natural; es ligado en la retórica del periodista a la fatalidad. Su sentido no se construye sino que
se ubica en el destino o en Dios. El acontecimiento de SUCESOS, al mismo tiempo que se explicita se
agota. La sección aporta un marco de comprensión a la lectura; le da las claves al lector para interpretar lo
72
que ahí aparece, condicionando no sólo su lectura, sino los modos del trabajo periodístico .
Regreso al sábado 1 de abril, día en que el diario publica en portada, en la mitad superior una secuencia de
tres fotografías en color, donde se aprecia a un hombre joven, armado que apunta a conductores de
vehículos, mientras se asalta a otro conductor. La noticia continúa en SUCESOS, página 14A, la última del
cuaderno. La nota de portada destaca el lugar del hecho y anuncia para el día siguiente “Un amplio informe
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que aborda el problema de la inseguridad en Guayaquil” .
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A partir de ahí se suceden una serie de titulares, algunos de ellos en primera plana, que destacan de
manera definitiva y con tono alarmista el tema de la delincuencia. Sin embargo lo que interesa destacar aquí
es la emergencia de la sección SEGURIDAD y dar algunos indicios de su orientación.
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Inicialmente aparece en primera plana como INSEGURIDAD , continuando así durante una semana, hasta
75
el lunes 10 de abril en que aparece el término, definitivo, que nombrará la sección . Durante la semana
transcurrida se van desarrollando diversas iniciativas de carácter político, informadas por el diario en esa
sección, que van perfilando lo que rápidamente se convertirá en uno de sus ejes temáticos, la función
judicial y su accionar. En este periodo es importante destacar también, la ambivalencia en la construcción
76
de la página, cuestión que se mantiene hasta hoy . Me refiero a que SEGURIDAD, no va a dar cuenta
solamente de las iniciativas políticas y ciudadanas en relación al tema, sino que no será infrecuente
observar titulares y contenidos que acostumbramos leer en crónica roja. Titulares alarmistas en portada,
serán seguidos en el interior por el desarrollo de historias individuales de víctimas de asaltos, secuestros,
77
etc., o por una cronología diaria de delitos en la ciudad .
El otro hecho que es preciso destacar es el paso tanto de SUCESOS, cuanto de SEGURIDAD, del
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cuaderno A, a “EL GRAN GUAYAQUIL”, cuaderno B . En su trabajo sobre las noticias del caso Fybeca,
Cerbino destaca la negativa de los periodistas consultados a encuadrar esas noticias en “EL GRAN
GUAYAQUIL”, porque “…esta sección, por política del diario, solo habla de los aspectos positivos de la
ciudad y que poner allí la información del caso Fybeca, habría significado alimentar el estereotipo negativo
79
que en cuanto a inseguridad y delincuencia injustificadamente se le aplica a Guayaquil.” . El presente
trabajo no se sustenta en datos obtenidos de miembros de la redacción del diario, en tal sentido no puede
precisar por esa vía las razones del cambio producido en un lapso de dos años. No obstante, quisiera
arriesgar algunas hipótesis a partir de considerar que el paso de SUCESOS y SEGURIDAD a EL GRAN
GUAYAQUIL no debe ser visto simplemente como un cambio en la consideración de la ciudad como
peligrosa. ¿Esa sería su intención? Es posible que así sea, sin embargo pienso que debe revisarse el
conjunto de temas, actores y discursos que el diario privilegia y que darían cuenta de la búsqueda de una
apropiación de la seguridad (de ciertas parcelas del tema) por parte de los habitantes de la ciudad. De
80
hecho SEGURIDAD y SUCESOS, salvo rarísimas excepciones, sólo introducen información de Guayaquil .
De la revisión del material podría decirse que el contenido de la sección SEGURIDAD puede ser clasificado
en cuatro órdenes:
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
Movilización de actores políticos locales y nacionales. Aquí se encontrarían los pedidos y exigencias
de las elites locales al gobierno central y la respuesta de este. El tono de las elites locales es
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beligerante, fuerte, fiscalizador. Se aprecian los resultados de sus gestiones de manera inmediata
Acciones de los actores políticos, sociales e institucionales locales y nacionales. Aquí se maneja
una información de carácter propositivo: planes, propuestas, proyectos, acciones emprendidas. Se
encuentra de manera constante el seguimiento a la función judicial.
Recomendaciones para la prevención. Son pequeñas notas de aparición regular; una especie de
tips.
El detalle de los delitos o hechos de sangre. Aparecen también en la sección SUCESOS.
El privilegio de ciertos temas en la página SEGURIDAD puede ser visto a partir del uso de fuentes oficiales,
recurso que permite al periodista el acceso fácil a la información. Sin embargo, más allá de una rutina
periodística, creo que hay una coincidencia de carácter político en la visión del tema, coincidencia que se ha
venido expresando de manera orgánica en relación, por ejemplo a las transformaciones urbanas.
Esta práctica le quita a la ciudadanía, la posibilidad de ver otras dimensiones de las cosas y contribuye a la
consolación de una tendencia a propiciar reacciones simples, ineficaces, y peligrosas, basadas en el temor.
En este último sentido, tal vez asistimos a la generación de las ciudadanías limitadas o “ciudadanías del
82
miedo” , donde quizás la única certidumbre que se genera es que la única seguridad posible proviene de la
aceptación tácita de que la mejor opción para la seguridad es la política de “mano dura”, y el recorte de las
libertades públicas.
NOTAS:
1.
2.
3.
Diario El Universo, fundado en 1921
Guayaquil se asienta sobre la confluencia de los ríos Daule y Babahoyo, formando el Guayas que desemboca en el Golfo de
Guayaquil. Tiene aproximadamente dos millones de habitantes.
En Guayaquil se denomina de esta manera. Otros casos conocidos bibliográficamente son los de Barcelona y Curitiba. En este
último se habla de renovación urbana. Benach Rovira, Nuria y Sánchez García Fernanda, “ Políticas urbanas y producción de
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12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
imágenes de la ciudad contemporánea: un análisis comparativo entre Barcelona y Curitiba”, en “La ciudad, escenario de
comunicación”, FLACSO, 1999, p. 25
Partido Roldosista Ecuatoriano, constituido a principio de los 80’s, por Abdalá Bucaram Ortiz, cuñado del presidente Jaime Roldós
Aguilera, fallecido en 1981.
Partido Social Cristiano, creado en la década de los 60’s, durante la presidencia de Camilo Ponce Enríquez
Tutivén, Carlos, “ Transiciones y permanencias de la memoria”, en “Guayaquil, al vaivén de la ría”, Ediciones Libri Mundi Enrique
Grosse Luemern, 2003. p. 232. Sobre las diferencias entre ambos partidos cabría agregar que estas incluyen, en una lista no
exhaustiva una racionalización de la administración municipal socialcristiana, a tono con las políticas de reducción de burocracia;
la identificación del PRE con la corrupción a nivel local y nacional, cuando ese partido ocupó la presidencia de la República; y
sobre todo, desde el punto de vista de la representación política, una identificación del PSC (fundamentalmente su cúpula), con
los sectores socioeconómicos tradicionales conocidos con el viejo mote de oligarquía. En este último punto sería menester anotar
que las diferencias entre ambas estructuras partidarias radican en los simulacros y en las estéticas de sus representaciones:
demasiado “populares” unos, muy “aniñados” otros. En ambos casos los adjetivos descalificadores encubren el hecho de que
muchas veces ambos grupos concurren, en su vida social cotidiana, a los mismos círculos, tienen parientes comunes, disfrutan de
las mismas diversiones, y sus intereses económicos se negocian; mientras que en la actuación política, ambos utilizan esquemas
paternalistas, clientelares, asistencialistas y autoritarios.
Arias, Alba, “Indicadores Urbanos de la ciudad de Guayaquil, 19932000”, MI Municipio de Guayaquil y PNUD NNUU, Guayaquil,
2002, p. 45. La autora señala en 12 minutos la reducción del tiempo de desplazamiento.
Entrevista al arquitecto Felipe Espinoza Ordóñez, Jefe del Dpto. De Planes Estratégicos del Municipio de Guayaquil, en Revista
AUC, revista de arquitectura N. 17 18. Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, 2002, p. 18
El entrevistado menciona que la administración posterior, del abogado Nebot (20002004) asumirá la tarea de revitalizar el centro
de la ciudad, en la perspectiva de volverlo atractivo y competitivo.
La fundación se crea en el segundo mandato de Febres, 1996. Las obras del Malecón, que empieza a ser llamado Malecón 2000,
se iniciaron en 1998 y se concluyeron aproximadamente en el año 2002
Carlos Tutivén, llamará a esto el “…aspecto cultural y sicológico social…”, p. 233
Nuevos malecones, esta vez en el Suburbio (sector popular) y la Universidad de Guayaquil; y la adecuación de al menos dos
espacios de esparcimiento masivo al sur de la ciudad (considerados tradicionalmente como populares): la Playita del Guasmo y el
Parque Viernes Santo.
Nebot, Jaime, “ Proyecciones del Programa de Regeneración Urbana, Aeropuerto y su aporte al Turismo”, en “Guayaquil”, revista
de la Junta Cívica de Guayaquil, abril del 2003. p. 26.
Las administraciones municipales son valoradas por la huella física que dejan. En este sentido las administraciones
socialcristianas son pioneras en la construcción de íconos urbanos (a tono con las tendencias urbanas contemporáneas) que la
gente reconoce, al punto que dona parte de su impuesto a la renta para la continuidad de las obras.
Chris Garcés, antropólogo norteamericano, describe en su artículo, “ Exclusión constitutiva: las organizaciones pantalla y lo anti
social en la renovación urbana de Guayaquil”, una escena en la que una persona, amiga suya, espontáneamente cantó el himno
de la ciudad, cuando se encontró frente a la remodelada Iglesia de la Plaza San Francisco. Garcés, Chris, “ Exclusión constitutiva:
las organizaciones pantalla y lo anti social en la renovación urbana de Guayaquil”, en ICONOS N. 20, FLACSOEcuador, Quito,
2004, p. 54
Zerega, Tina y Chiriboga, Héctor, “Guayaquil: de modernismos, conservadurismos, segregaciones e indiferencias Un contexto
para Ataque de Alas”, artículo para el catálogo de la exhibición Ataque de Alas, muestr a de arte contemporáneo, 2004, inédito.
“Guayaquil es un lugar que se está transformando física, social y simbólicamente. Hay la impr esión generalizada de que la ciudad
- Guayaquil - vive un momento de profundo cambio, una especie de entusiasmo por la vida ur bana, un espíritu de aper tura y
comunicación que concier ne a ámbitos hasta ahora r elegados: el campo de la cultura, el mundo del ar te, el plano del debate de
las ideas, las ciencias y los saberes.”, p. 21. A despecho de esta opinión que r esume una atmósfer a, el mismo texto, en otro
lugar menciona con ejemplos concr etos los límites e inconsistencias de esa apertur a, a pr opósito de la misma muestr a de arte
contemporáneo.
Zerega, Tina y Chiriboga, Héctor, p. 19
En conversación con un taxista, a propósito del intento de uniformizar la vestimenta de los chóferes (guayabera blanca, pantalón
negro y zapatos de suela) este justificaba la arbitrariedad de la decisión así: “…la ciudad está cambiando, nosotros debemos de
cambiar, de cooperar…”. El intento, ilegal, adelantado por la entidad que regula el tránsito en la ciudad, fracasó.
Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo del Banco Central del Ecuador, convertido en ícono de la cultura no solo de la
ciudad sino del país, se diseñó y construyó en la parte norte del malecón regenerado
Nebot, Jaime, “ Proyecciones del Programa de Regeneración Urbana, Aeropuerto y su aporte al Turismo”, en “Guayaquil”, revista
de la Junta Cívica de Guayaquil, abril del 2003. p. 26, a propósito de los habitantes de los tugurios. La cursiva es mía.
Palomeque Vallejo, Edison. “ Diagnóstico sobre seguridad ciudadana en el Ecuador”, en Seguridad Ciudadana, ¿espejismo o
realidad? Fernando Carrión, editor. FLACSO Ecuador, OPS/OMS, 2002. p. 253 En la comparación de Tasas de defunción por
homicidios (1999) de Cuenca, Machala, Guayaquil y Quito, Guayaquil posee la tasa más alta de homicidios totales (22.2) mientras
que Quito tiene 18.0%
Estudios consultados, apuntan en esta dirección: Cerbino, Mauro. “ Imágenes e imaginarios de la conflictividad juvenil”, en
Seguridad Ciudadana, ¿espejismo o realidad? Fernando Carrión, editor. FLACSO Ecuador, OPS/OMS. p. 408; Andrade, Xavier. “
Seguridad Ciudadana: la falsa neutralidad del concepto”, en Política Pública de Seguridad Ciudadana, Oswaldo Jarrín,
compilador. FLACSO Ecuador, Esquel, 2004. p. 105; Vásconez R. Belén. “La construcción social del miedo”. Universidad Andina
Simón Bolívar, Abya Yala, Corporación Editora Nacional. Quito, 2005. p. 39; Dammert, Lucía. “ Violencia, miedos y medios de
comunicación: desafíos y oportunidades”, en Violencia en los medios de comunicación, Mauro Cerbino, editor. FLACSO Ecuador,
2005. p. 5457 ;Villacrés, Nilhda. “ Encuesta de victimización de Quito, Guayaquil y Cuenca”, en Política Pública de Seguridad
Ciudadana, Oswaldo Jarrín, compilador. FLACSO Ecuador, Esquel, 2004. p. 38 40. La autora apunta a la debilidad del tejido
social, sobre todo en Guayaquil.
Villacrés, Nilhda p. 19, 3840. La autora establece una relación entre cultura del miedo y percepción de inseguridad, a través del
estudio de las referencias que la población hace en su habla cotidiana, sobre la delincuencia y la inseguridad. Por otra parte el
Índice de Victimización Global se refiere al porcentaje de personas mayores de 15 años que fueron víctimas de por lo menos
algún delito. Para esto último diferencia entre delitos a individuos y delitos a hogares, estableciendo en ambos casos una lista de
delitos. La encuesta fue realizada en junio del 2003.
Villacrés, Nilhda p. 44
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24. Destacan por ejemplo las ordenanzas municipales sobre: la decencia y las buenas costumbres aplicable en la zona regenerada
del Cerro Santa Ana, y en el plan municipal de vivienda Mucho Lote; la publicidad en las zonas regeneradas; el ordenamiento de
las terrazas de los edificios (esto último porque los turistas deben ver una ciudad limpia y ordenada desde el aire) Por otro lado se
observa cómo prácticamente todos los locales de comidas de las zonas regeneradas usan el mismo tipo de mobiliario: queda
flotando la pregunta acerca de la coincidencia.
25. Malecón 2000; Guayaquil siglo XXI; Aeroportuaria; Terminal Terrestre, entre otras.
26. Garcés, Chris p. 61
27. Guzmán, Ivonne. “ El Gran Guayaquil ‘Made in Nebot’…”, artículo publicado en Diario EL COMERCIO, revista Siete Días, 30 de
julio del 2006, p. 2 Lo anterior no significa que no existan observaciones o preguntas a la gestión municipal, pero insistimos no son
a la política y mucho menos sobre temas estratégicos que implican grandes inversiones o el ejercicio de un poder que va
adquiriendo proporciones nacionales. En el ámbito de la opinión, son pocos los que se atreven a expresar una opinión crítica, de
fondo. Ver EL UNIVERSO, Xavier A. Flores Aguirre, “ Más Ciudad?”, 22 de julio del 2006; Xavier A. Flores Aguirre, “ Por qué no
marchan?”, 27 de mayo del 2006; Xavier A. Flores Aguirre, “ El remedio y la enfermedad”, 8 de julio del 2006; Jaime Damerval, “
Degeneración en la Regeneración”, 28 de diciembre del 2003
28. “EL OBSERVADOR”, semanario editado en Guayaquil; “S&G Poder Noticias”, publicación mensual, editado en Samborondón
29. Nebot, Jaime “ Pragmatismo, desarrollo y progreso”, en EL OBSERVADOR, N. Guayaquil, 19 julio 2006
30. Blacio, Marcela “ Hacia una participación ciudadana” en Revista AUC, revista de arquitectura N. 1718. Facultad de Arquitectura de
la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, 2002, p. 5 La autora, arquitecta, describe en su artículo las gestiones
extrainstitucionales que deben adelantar ciudadanos para poder salir de la cárcel municipal, donde han ido a parar por
vendedores informales. Dichas gestiones se refieren a hablar con “el man” que a su vez conoce y es amigo de un “palo grueso” en
el Municipio. No importa si el detenido no es culpable de lo que se le imputa en el parte, la verdad no cuenta y el temor a que lo
acusen de otra cosa es constante, por tanto es mejor hacer las cosas “por la izquierda”, para salir antes. En diversas
oportunidades la municipalidad ha negado a la comunidad GLBTT, el permiso para desfilar por el Día del orgullo Gay, en el centro
de la ciudad y en cualquier parte. Al respecto véase Xavier A. Flores Aguirre “Por qué no marchan?”, EL UNIVERSO, 27 de mayo
del 2006. Este año sin embargo, el Municipio estuvo entre los auspiciantes del “Festival de arte y la diversidad” (29 de junio del
2006) El evento, con carácter de espectáculo, se realizó en la parte norte de la ciudad en un patio de discotecas y bares, lejos del
centro.
31. “La acción de los agentes de la policía metropolitana y los derechos humanos en el cantón Guayaquil”, Comité Permanente de
Derechos Humanos, Guayaquil, Noviembre 2003, p. 5.
32. EL UNIVERSO, 15 de mayo del 2004, “ Ciudadanos debaten sobre la Policía Metropolitana”.
33. Garcés, Chris p. 61
34. Llama la atención que el equipamiento de la Policía Metropolitana de Guayaquil, incluya (hasta donde se ha podido observar)
elementos para control de motines: cascos con visera, escudos, granadas lacrimógenas. Se puede establecer como hipótesis que
en medio de una tendencia a convertir en autónomas todas las actividades del cantón, y ante la protesta social, el Municipio
decidió hacer frente a la misma con sus propios recursos y reduciendo su dependencia, en estos menesteres específicos, de la
policía nacional.
35. Dos son las instancias municipales que manejan elementos de seguridad: la Dirección de Justicia y Vigilancia; y, Dirección de
Aseo de Calles y Servicios Especiales. Nunca ha quedado claro en que consisten esos “servicios especiales”
36. Dammert, Lucía, “ De la Seguridad Pública a la Seguridad Ciudadana”, en Política Pública de Seguridad Ciudadana, Oswaldo
Jarrín, compilador. FLACSO Ecuador, Esquel, 2004. p. 111 114; Palomeque Vallejo, Edison p. 238239
37. Palomeque Vallejo, Edison p. 238239
38. Villacrés, Nilhda p. 38
39. Cuadra Lira, Elvira “ Nuevas dimensiones de la seguridad ciudadana en Nicaragua”, en Seguridad Ciudadana, ¿espejismo o
realidad? Fernando Carrión, editor. FLACSO Ecuador, OPS/OMS. p. 190; Villacrés, Nilhda p. 45
40. Andrade, Xavier. “ Seguridad Ciudadana: la falsa neutralidad del concepto”, en Política Pública de Seguridad Ciudadana, Oswaldo
Jarrín, compilador. FLACSO Ecuador, Esquel, 2004. p. 106
41. Andrade, Xavier “ Medios, imágenes y los significados políticos del ‘machismo”, en ECUADOR DEBATE N. 49, CAAP, Quito, p.
141. El autor se refiere a un estado de emergencia que duró, a base de prórrogas, desde enero del 99 hasta enero del 2000,
durante el gobierno de Jamil Mahaud y la alcaldía de León Febres Cordero
42. EL UNIVERSO, 12 de abril del 2006, “ Remoción de fiscales en medio de presiones” , “ Fiscales piden respetar procesos”; 13 de
abril del 2006 “Los fiscales se rebelan al quedarse 17 en el limbo”, “ Fiscalía acoge exigencia de Nebot”; 2 de mayo del 2006,
“Jueces de Guayaquil, inician segunda semana con los turnos de 12 horas”, “ La Judicatura acumula 250 quejas contra los
jueces”; 6 de junio del 2006, “Cuatro jueces investigados por la liberación de ‘Bemba”, 14 de junio del 2006, “ EE.UU. exigue
celeridad judicial”; 26 de junio, “ Jueces liberan a 60 presos por semana”; 4 de julio del 2006, “Nuevas indagaciones a los fiscales
y jueces”, 12 de julio, “ Nervios y consultas en examen para la Fiscalía”, “CNJ emitió disposiciones a Judiciales”, 13 de julio, “
Bajos puntajes en la prueba para fiscales”. La lista no es completa.
43. EL UNIVERSO, 12 de abril del 2006, “ Nebot advierte con juicio a Armas si no atiende pedido”; EL UNIVERSO, 13 de abril del
2006, “Alcalde pide sanción por parar actividades”. En este caso, al referirse a la paralización de los empleados judiciales que no
laboraron en apoyo a los fiscales cuestionados, el alcalde “…no descartó que los guayaquileños acudan a los bajos de la Fiscalía
para ‘hacer justicia ciudadana’, pero pidió calma. ‘No queremos un linchamiento aquí, no es conveniente, debemos mantener la
calma (…) No desatemos pasiones aún respecto de estos malos ciudadanos que merecen condena, no linchamiento”. Hasta
donde recuerdo ningún medio se pronunció respecto a estas singulares declaraciones.
44. EL UNIVERSO, 10 de abril del 2006, “ El fiscal Julio Vacacela rechaza la acusación de alcalde Jaime Nebot”. En el caso de esta
nota hay que observar su ubicación en la página 10A, Información General, donde pasa desapercibida. De todas maneras, más
allá de la ubicación, es menester preguntarse acerca de las posibilidades que de credibilidad que tiene la opinión de los miembros
de una función cuestionada, la mayoría desconocidos, frente a la palabra del alcalde más exitoso del país.
45. En Ecuador, desde hace bastante tiempo es obvio que una manera de ejecutar el poder político es controlar el poder judicial. Son
los partidos políticos en el Congreso, los que eligen jueces, Tribunal Constitucional, etc. Dichas elecciones son siempre objeto de
negociación.
46. Cerbino, Mauro “ Maniqueísmo y personalización en el cubrimiento periodístico de acontecimientos violentos: el caso ‘Fybeca’ en
el Diario El Universo de Guayaquil”, en Violencia en los medios de comunicación, generación noticiosa y percepción ciudadana,
Mauro Cerbino, editor, FLACSO Ecuador, Quito, 2005. p 121 122.
47. Citado por Cerbino en “ Maniqueísmo y personalización…”, p. 122.
48. Andrade, Xavier “ Medios, imágenes…”, p. 142
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REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN
LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
49. EL UNIVERSO, 20 de julio del 2006, “ Cuatro proyectos de seguridad”
50. EL UNIVERSO, 11 de marzo del 2006, “Una corporación para seguridad”. La Corporación fue creada en marzo del 2006 como un
acuerdo entre el Municipio de Guayaquil y la Policía Nacional. Forman parte de ella las Cámaras de Comercio, Industria y
Pequeña Industria, la Comisión de Tránsito del Guayas, la Junta Cívica de Guayaquil y el Benemérito Cuerpo de Bomberos de
Guayaquil. Entre sus funciones está la coordinación de políticas locales de seguridad, las tácticas a emplearse, vigilar que los
equipos que la empresa privada facilita a la Policía sirvan solo para la ciudad, asumir el tema carcelario y en general toda cuestión
relacionada con la seguridad.
51. Los 40 puntos definidos como peligrosos dentro de la ciudad se ubicaban en las intersecciones de vías de circulación rápida,
distribuidores de tráfico, puentes. Una pregunta que nunca tuvo respuesta es quién definió los puntos como peligrosos y a partir
de qué criterios.
52. EL UNIVERSO, 7 de mayo del 2006, “ Nuevos guardias con blindaje”; 23 de julio del 2006, “ Cárceles, obra física frente a la
psicológica”. En la primera nota, la nota de prensa indica parcialmente los nombres de las empresas evaluadoras de los guardias
privados. De hecho menciona en un caso, citando al alcalde, no el nombre de la empresa sino el de la dueña. En la segunda nota,
al hablar de las nuevas prisiones a construirse, se hace referencia a que la administración será adelantada por una fundación.
53. Cerbino, Mauro “ Maniqueísmo y personalización…”, p 124
54. EL UNIVERSO, 5 de marzo del 2006, “ Marcados por el trauma”
55. EL UNIVERSO, 11 de mayo del 2006, “Guardias no irán a las calles”
56. De su Ministro de Gobierno, Jaime Damerval, para ser exactos.
57. EL UNIVERSO, 11 de mayo del 2006, “Seguridad ciudadana”. La cursiva es mía.
58. EL UNIVERSO, 13 de mayo del 2006, “Se realizará nueva convocatoria para custodia de sectores críticos”
59. EL UNIVERSO, 13 de mayo del 2006, Vigilancia privada pide participación. Esta nota, pequeña, aparece como recuadro junto a la
otra (ver nota 59) y se refiere al pedido de dos asociaciones de seguridad privada, APES y Anesi, realizado al alcalde de la ciudad
en abril, para participar en el apoyo a la Policía Nacional.
60. La Marcha Blanca 2004; la remoción de jueces abril del 2006; Marcha de las velas, junio del 2006.
61. En Guayaquil se les llama Lagarteros, se ubican por las noches y madrugadas a lo largo de dos o tres calles en una parte del
centro de la ciudad. Son contratados para llevar serenatas en cualquier época del año, en especial días de San Valentín, del
Padre, de la Madre.
62. Es digno de mención como los guardias comunican a los usuarios del Malecón que tal o cual comportamiento debe dejar de
realizarse. Es a través del silbato. No median palabras, porque a pesar de la aceptación generalizada respecto a la manera de
comportarse, siempre puede haber alguien que pregunte “por qué?” y para eso, los guardias no tienen respuesta.
63. EL UNIVERSO, 4 de agosto del 2006, “Se construirá plaza para los ‘lagarteros”. A propósito de esto el alcalde menciona que la
actividad no va a desaparecer sino que va jerarquizarse.
64. Garcés, Chr is p. 60
65. Garcés, Chris p. 57
66. Cerbino, Mauro; Chiriboga, Cinthia; Tutivén, Carlos, Culturas Juveniles: Cuerpo, música, sociabilidad y género, Abya Yala
Convenio Andrés Bello, 2001 p. 114 116
67. Méndez Bahena, Benjamín; Hernández Esquivel, Juan Carlos; Insunza Vizuet, Georgina , “Seguridad pública y percepción
ciudadana. Estudio de caso de quince colonias del Distrito Federal”, en Seguridad Ciudadana, ¿espejismo o realidad? Fernando
Carrión, editor. FLACSO Ecuador, OPS/OMS. p. 142.
68. EL UNIVERSO, 16 de abril del 2006, “ Seguridad rima con vecindad”; 26 de abril del 2006, “Ciudadanos combaten el delito”; 30 de
abril del 2006, “ Primer Barrio de Paz”; 26 de mayo , “Salir, alternativa de seguridad”; 12 de junio, “ Experto recomienda a vecinos
conocerse”
69. Villacrés, Nilhda p. 4547. “En…Guayaquil 6 de cada 10 considera que en su barrio los moradores se arreglan solos…en
Guayaquil 7 de cada 10… de los que no tienen instrucción formal cree que habita en barrios en los que la gente resuelve sola sus
problemas…”
70. EL UNIVERSO, 26 de abril del 2006, “ Ciudadanos combaten el delito”
71. Cerbino, Mauro “ Maniqueísmo y personalización…”, p 114 115. Cerbino señala, al respecto del caso Fybeca, la masacre
perpetrada por grupos de élite de la policía nacional en una farmacia (noviembre del 2003) que a pesar de la extensa cobertura
ofrecida por el diario al caso (casi 10 meses de noticias) su ubicación en la sección SUCESOS, significó un empobrecimiento en
cuanto a tematizaciones más profundas y su reducción a un simple hecho de crónica.
72. Cerbino, Mauro “ Maniqueísmo y personalización…”, p 112113.
73. EL UNIVERSO, 1 de abril del 2006
74. EL UNIVERSO, 2 de abril del 2006, “Todas las zonas sonrojas en Guayaquil”
75. EL UNIVERSO, 10 de abril del 2006, “ Guayaquil urge frenar delitos”
76. Ver por ejemplo, EL UNIVERSO, 25 de julio, “ Carlos Achí: Guayaquil es la capital del delito”; 27 de julio, “ Un policía preso por
uso ilegal de armas”, “Dos antisociales fueron detenidos en operativo”; 1 de agosto, “ Un policía celoso disparó y mató a su
conviviente”, “ Un herido en incendio provocado por mujeres”
77. EL UNIVERSO, 9 de abril, “ 100 historias de robos en Guayaquil”; 23 de abril , “ Dos expedientes aseguran la detención del ‘Pichi’
Cedeño”, “ Delitos en Guayaquil”. En el caso de esta nota, su aparición diaria, permite conjeturar que reemplaza a “Bitácora”,
pequeña sección que cumplía la función de informar, de manera puntual (corta) de sucesos de crónica.
78. EL UNIVERSO, 25 de abril del 2006, “ Búsqueda conjunta de medidas”
79. Cerbino, Mauro “ Maniqueísmo y personalización…”, p 115
80. Los secuestros en Manta, por ejemplo, se informan en la sección PAIS
81. EL UNIVERSO, 7 de abril, “ Palacio estará el lunes en cita por seguridad de Guayaquil”, “Gobierno respondió enseguida”; 8 de
abril del 2006, “ Jaime Nebot: El Ministerio Fiscal debe ser limpiado”, “ Nebot arremete contra Fiscal”; 11 de abril, “ Subsecretaría,
remociones y fondos, compromisos de ayer”, “ Régimen asignó $ 8 millones para seguridad de la ciudad”; 12 de abril, “Quejas en
contra de jueces y fiscales están en análisis”, “ Fiscales piden respetar procesos”.
82. Rotker, Susana, Ciudadanías del miedo, citado por Vásconez R. Belén. p. 15
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