Cuaderno de Historia 14 - Biblioteca del Bicentenario

Transcripción

Cuaderno de Historia 14 - Biblioteca del Bicentenario
CUADERNO DE HISTORIA 14
Cuaderno de Historia 14
A romper la red
Miradas sobre fútbol, cultura y sociedad
Magdalena Aguiar, Ignacio Ampudia, Pierre Arrighi, Rafael Bayce,
Lía Ferrero, Bernardo Guerrero, Gastón Laborido, Juan Carlos Luzuriaga,
Mariana Malek, Hernán Marta, Jorge Masena, Andrés Morales, Paula Morales,
Julio Osaba, Lucía Pimentel, Guido Quintela, Mauricio Russi, Gonzalo Silva
Prólogo de Carlos Demasi
Ministro de Educación y Cultura
Ricardo Ehrilch
Director de la Biblioteca Nacional
Carlos Liscano
Coordinadora del Departamento de Investigaciones
Alicia Fernández Labeque
Coordinador de edición
Julio Osaba
Coordinadora de publicaciones
Jimena Gozo
Reproducción de imágenes
Nancy Urrutia
Contacto
[email protected]
Corrección
Cristina Denis
Diseño gráfico y publicación
IMPO
ISSN 1688-9800
www.bibna.gub.uy
©Biblioteca Nacional
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…Al túnel muchachos, al túnel del tiempo,
adentro muchachos, metiendo y metiendo.
Al túnel muchachos, no hay más pa’ perder,
que el viento está soplando y nos viene bien
pa’ romper la red...
Jorge Lazaroff
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Índice
Presentación..............................................................................................8
Prólogo: Junto a la línea de cal
Carlos Demasi...........................................................................................9
Primera parte:
Construir la nación....................................................................................13
Colombes 1924: El triunfo celeste y sus usos políticos
Guido Quintela...........................................................................................15
La identidad rioplatense y el fútbol. Confraternidad y violencia en
el clásico del Río de la Plata
Andrés Morales..........................................................................................31
El sinuoso proceso de constitución de la identidad nacional y
futbolística
Rafael Bayce..............................................................................................47
Construyendo la nación: Himnos y cantos deportivos
Bernardo Guerrero.....................................................................................63
«¡Yo soy español!»: una aproximación crítica al proceso
de resignificación nacional
Ignacio Ampudia de Haro..........................................................................75
Segunda parte:
Ser joven, ser mujer, ser hincha.................................................................89
El futuro a gol y gambeta Una aproximación a las
significaciones de la carrera de futbolista como opción
de vida para los jóvenes
Mauricio Russi...........................................................................................91
Investigación acerca del fútbol femenino en Uruguay
Lucía Pimentel...........................................................................................105
Historias cruzadas: mujer, fútbol y periodismo deportivo
Mariana Malek...........................................................................................123
|6|
Allá en el Parque hay una banda. Algunos aportes sobre los
integrantes de la barra de aliento del Club Nacional de
Football y sus trayectorias
Magdalena Aguiar.....................................................................................137
El insulto como forma de violencia en los espectáculos
de fútbol profesional de Montevideo
Paula Morales............................................................................................151
Reflexiones acerca de la crisis arbitral en el fútbol local argentino
Lía Ferrero.................................................................................................167
Tercera parte:
Clubes, rivalidades y otras miradas..........................................................179
Diarios, fútbol y guerra civil en el Uruguay de la primera
década del siglo XX
Gastón Laborido........................................................................................181
Nacional y Peñarol en el Novecientos: la génesis de la
rivalidad clásica
Juan Carlos Luzuriaga..............................................................................193
Las rivalidades futbolísticas rioplatenses. Período 1931-1940
Jorge Masena.............................................................................................207
Maestro de los Maestros: Una mirada del amistoso
Uruguay – Inglaterra de 1953 a través de la prensa
Hernán Marta y Gonzalo Silva..................................................................225
Gramática de los viejos reglamentos deportivos
Pierre Arrighi.............................................................................................239
El football según José María Delgado
Julio Osaba................................................................................................253
Sobre las imágenes...................................................................................267
Mundo Uruguayo: una épica textual e iconográfica sobre
el fútbol (1924-1930)
Julio Osaba................................................................................................268
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Presentación
Este libro colectivo nace de la confluencia de dos proyectos en curso
durante el año 2013.
Por un lado el Departamento de Investigaciones de la Biblioteca
Nacional se encontraba preparando un nuevo opus dedicado a miradas
académicas sobre el fútbol uruguayo buscando capitalizar y repetir la
experiencia acumulada a partir de la publicación en 2012 del número 8 de la
serie Cuadernos de Historia: A romper la red. Abordajes en torno al fútbol
uruguayo.
Por otro lado, confluye el trabajo que viene desarrollando el grefu
(Grupo de estudios de fútbol del Uruguay) en la órbita de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación, en especial su participación en
las Jornadas Académicas de octubre de 2013 concretando la enriquecedora
experiencia de una mesa íntegramente dedicada a abordajes sobre fútbol,
política y sociedad.
Creemos que el carácter colectivo de este opus, en el que conviven
investigadores uruguayos, españoles, chilenos y argentinos, y donde
participan desde estudiantes de grado a doctores, forma parte del esfuerzo
por poner en la discusión pública abordajes no siempre tenidos en cuenta en la
reflexión sobre fútbol. Esto a la vez permite que los investigadores veteranos
puedan insistir en sus puntos de vista, pero sobre todo se constituye en la
primera oportunidad de publicación para varios investigadores jóvenes que
vienen a ofrecer nuevas y necesarias formas de mirar. Agradecemos a todos
su participación.
En definitiva se trata de un intento, un tiro libre encima de la barrera.
El resultado queda a disposición del lector.
Juan C. Luzuriaga
Andrés Morales
Julio Osaba
(Coordinadores)
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Prólogo: Junto a la línea de cal
Una leyenda pretende que un ensayista uruguayo, allá en los años
cuarenta y cincuenta, no aceptaba perder un fin de semana sin trabajar. Fiel
a esa idea, reservaba una tarde de sábado o de domingo para encerrarse en
su escritorio a leer, reflexionar y escribir. Podía suponerse el avance de su
trabajo según su estado de humor al terminar la jornada: a veces animado,
otras sombrío. Si inesperadamente llegaba algún visitante, el importuno
era recibido en un ambiente de recogimiento donde se escuchaba el suave
ronroneo de la radio oficial que trasmitía música clásica. Años después, una
de sus hijas habría revelado la parte no conocida de la historia: su padre se
encerraba en su escritorio a escuchar la trasmisión de los partidos que jugaba
su equipo favorito; lo hacía de manera secreta y culposa, sin revelar siquiera
cuál era su equipo. Escuchaba la trasmisión de Solé en Radio Sarandí, que
está en el dial al lado de la emisora del sodre; un suave toque le permitía
cambiar de estación en caso de emergencia y así mantener oculta su secreta
afición.
Posiblemente esta historia no pase de ser una leyenda y la situación
no haya existido, pero sin duda es verdadera en una dimensión profunda,
que hace que quien la escuche la imagine posible: expresa de manera
directa las contradictorias relaciones que los intelectuales han mantenido
con el fútbol; en uno de sus relatos Hugo Alfaro –apasionado seguidor
del carnaval e hincha de Peñarol– recordaba las dificultades que debía
enfrentar en el árido espacio de la redacción de Marcha tan hostil a
compartir esas aficiones. Lo contradictorio de esta actitud afloraba en
el mismo semanario que en sus orígenes tuvo una página deportiva
consagrada principalmente al fútbol, y que frente al triunfo de Maracaná
no pudo mantener la actitud distante que había ostentado durante todo el
desarrollo del Campeonato.
Sin duda, hay mucho para aprender de cualquier manifestación social
concreta, y más cuando estas son generales, espontáneas y permanentes
como ocurre con los deportes. Alguna cosa está diciendo la sociedad
cuando decenas de miles de personas deciden abandonar sus tareas
habituales y reunirse para saludar a los futbolistas que regresan de disputar
un mundial, o cuando los episodios del pasado son permanentemente
evocados y disputados en ardorosas polémicas entre parroquianos, vecinos
o compañeros de trabajo, o aún cuando los acontecimientos futbolísticos
salen de las páginas deportivas y se instalan en la crónica roja. Mirar el
fútbol con la mirada del antropólogo, el sociólogo o el historiador implica
incorporar otro repertorio conceptual para mirarnos a nosotros mismos; es
como resultado de ese interés que docentes y estudiantes universitarios han
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formado equipos para investigarlo. Aquí se publican diecisiete trabajos que
dan una idea de los temas que atraen la mirada académica; y si bien esta
recopilación no pretende dar cuenta del estado del arte, en cambio permite
tener una idea de las dimensiones del campo que se pretende investigar.
En líneas generales puede decirse que aparecen dos maneras de
mirar el fútbol: una como manifestación de fenómenos que se generan
en otros espacios sociales, y otra como expresión de características
propias de fútbol como práctica social. Desde la primera perspectiva,
J. Osaba nos muestra las exigencias que genera la adhesión al fútbol a
un intelectual y político como era el Dr. José María Delgado. Así vemos
cómo recorre un repertorio argumental que va del idealismo arielista al
humanismo batllista sin abandonar la poesía ni la estética clásica y que
reúne la eugenesia y el democratismo con la preocupación por evitar el
aplebeyamiento del fútbol. En la dificultosa argumentación de Delgado
asoma la conflictiva fascinación que ejerce un deporte tan moderno sobre
muchos intelectuales.
Otro de los temas que se investigan desde diferentes ángulos
es el que se refiere a los comienzos de la práctica del fútbol y de su
institucionalización en Uruguay, porque ese proceso es contemporáneo y
transcurre paralelamente a la configuración de las identidades partidarias
y del formato propio de la nación en el siglo xx. ¿Qué relaciones existen
entre unas y otras, de qué manera pueden definirse las influencias?
Algo de esto aparece en los trabajos de G. Quintela, de A. Morales y
de J. C. Luzuriaga, que aportan elementos para una explicación de las
tempranas rivalidades entre los dos clubes grandes, así como la rivalidad
entre argentinos y uruguayos. Esto no es una manifestación particular
de la sociedad uruguaya; por el contrario parece un uso generalizado: B.
Guerrero Jiménez repasa algunas formas de construcción de la imagen
pública de los futbolistas como elemento de integración del lejano norte
chileno; también I. Ampudia de Haro nos muestra cómo sólo en un pasado
muy cercano los triunfos de la selección española han funcionado como
factor de integración en una sociedad cruzada por profundas divisiones.
Por su parte, R. Bayce propone un texto lleno de intuiciones que alertan
sobre las enmarañadas interpelaciones simbólicas que se ven involucrados
cuando el fútbol aparece en la construcción de identidades globales.
Pero el fútbol también contribuye a configurar otras identidades en la
sociedad como la de «joven», «mujer deportista» o aún la de «hincha», que
construyen códigos y claves propias y que también implican nuevas formas
de describir al otro. M. Russi detalla las motivaciones y las expectativas
de los jóvenes futbolistas y L. Pimentel por su parte, muestra a mujeres
jóvenes que aman la práctica del fútbol como deporte, pero tienen que
enfrentar dificultades que serían impensables para grupos masculinos. M.
| 10 |
Malek estudia el lugar de las mujeres en el periodismo deportivo a partir
del análisis de un ejemplo; así queda a la vista el limitado universo de
mujeres que ejercen el periodismo deportivo y cómo la temática abordada
por ellas termina apartándose del análisis estrictamente futbolístico. Al
igual que en el caso del fútbol femenino, vale preguntarse si también el
periodismo deportivo expresado por mujeres describe «otra cosa» diferente
de lo que hacen sus colegas masculinos. El trabajo de M. Aguiar apunta a
otra manifestación social de lo deportivo, y nos muestra que las «barras»
forman una categoría diferente de hinchas, de composición cambiante,
organizados por una dirección centralizada y con una disciplina fuerte.
Algo de sus códigos se asoman en la explicación de las formas del insulto
en las canchas de fútbol que estudia María P. Morales, donde la catarsis
de lo cotidiano comparte el espacio con la expresión de una práctica social
muy específica.
Además de la relación del fútbol con problemáticas que son generales
de la sociedad, aparecen aquellos temas que son específicamente futbolísticos
como la redacción de los reglamentos, los grandes partidos disputados en
el pasado, o las características de las prácticas sociales en épocas poco
estudiadas. Cada uno a su manera, Lía Ferrero y Pierre Arrighi ponen la
mirada en los reglamentos y su aplicación, aunque con objetivos diferentes:
L. Ferrero analiza la mirada desconfiada de los hinchas sobre los arbitrajes
como una expresión de los momentos difíciles que viven los clubes, mientras
que P. Arrighi, arroja una mirada sobre los reglamentos iniciales del fútbol.
Así aparecen a la vista las manipulaciones (ni unívocas ni ingenuas) del
concepto amateur, crucial para definir la participación en las olimpíadas.
Resulta entonces que la lectura de los reglamentos nunca es «neutral» ni
menos aún inocente, algo que daría razón a aquellos hinchas desconfiados
que analiza Ferrero.
G. Laborido por su lado, y G. Silva y H. Marta por el suyo, repasan
partidos de fútbol separados por medio siglo: el primero, con la final
del Campeonato Uruguayo de 1903 disputada entre Nacional y Peñarol
en 1904; los otros, con el partido entre la selección inglesa y Uruguay
que tuvo lugar en el Estadio Centenario en 1953. Por último, J. Masena
propone una mirada sobre una época poco recordada: la década de los
30, marcada por la rivalidad rioplatense tanto en selecciones como en
clubes. Ese período es testigo de profundas transformaciones tales como el
impacto del profesionalismo y el éxodo de jugadores, la llegada de técnicos
europeos, la organización de los primeros campeonatos internacionales
de clubes, los partidos nocturnos, prácticas todas ellas que marcaron el
desarrollo futuro del fútbol en la región.
Mención aparte merecen las ilustraciones tomadas de la revista Mundo
Uruguayo en 1924, 1928 y 1930. Es sugestivo el esfuerzo de los ilustradores
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de 1924 por incorporar dentro de la iconografía clásica a un deporte tan
moderno como el fútbol, así como el desborde de pasión nacionalista de
quienes en 1930 armaban las leyendas del pie de foto: sugiere una narrativa
en la que la helénica superioridad de 1924 (que parece acompañar el talante
de José María Delgado) es desalojada por el fervor «patriótico» de 1930,
marcando un recorrido que parece ilustrar lo afirmado por A. Morales en su
trabajo.
Esta breve revisión no hace justicia a la sugestiva diversidad de
los aportes que se reúnen en estos artículos. Ellos permiten vislumbrar la
riqueza de un campo todavía en construcción, como son los estudios sobre
el fútbol uruguayo; aún con la calidad de estos trabajos, podemos pensar que
son solamente una muestra de lo que podremos esperar en el futuro.
Carlos Demasi
| 12 |
Primera Parte:
Construir la nación
| 13 |
Revista Mundo Uruguayo, 29 de mayo de 1924
| 14 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 15 - 30, 2014
ISSN 1688-9800
Colombes 1924: El triunfo celeste y sus usos políticos
Guido Quintela*
Los Juegos Olímpicos de 1924 y la Selección Uruguaya de fútbol
Los Juegos Olímpicos de París de 1924 (llamados también por
la prensa contemporánea, «Los viii de la época moderna»), y más
particularmente el campeonato de fútbol que se desarrolló entre el 25 de
mayo y el 9 de junio, significaron la primera gran victoria deportiva de
Uruguay a nivel mundial.
En el orden político, en Uruguay desde 1919 había entrado en
vigencia la nueva Constitución, que incluía un Poder Ejecutivo bicéfalo,
el cual estaba compuesto por el Presidente de la República y el Consejo
Nacional de Administración (c.n.a)12 de nueve miembros, con participación
representativa de los dos partidos mayoritarios. Ejercía la presidencia en ese
momento José Serrato (1923-1927), quien fue el primer presidente electo
mediante el voto directo universal masculino y no por la Asamblea General,
como lo había sido hasta el momento, en un «acto de patriotismo», tildado
así por muchas de las figuras políticas de la época, entre ellas Luis Alberto
de Herrera, quien tenía tradición de ser contrario a esa conformación del
ejecutivo desde hacía mucho tiempo.
Claro está que esta nueva integración del Poder Ejecutivo contribuía a
una coparticipación entre los partidos mayoritarios, por lo tanto aparecía como
una posibilidad de ejercer poder a aquellos sectores contrarios al presidente.
Además alentaba a dejar de lado las polarizaciones extremas de los partidos
políticos y la constante crítica por parte de quien no había ganado2.3
Para una mejor comprensión del tema de estudio hay que tener en
cuenta las divisiones que la propuesta reformista batllista había generado en
el seno del partido colorado (Frega, 1987:139), desde mi punto de vista este
fenómeno no deja de ser fruto de las posibilidades que la nueva Constitución
presentaba. Según Ana Frega, la aparición de disidencias era un signo más de
la adaptación del sistema de partidos, basado en una convocatoria universal,
la cual funcionaba en base a un nuevo electorado policlasista y por lo tanto
* Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Históricas (Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación, UDELAR).
21
Formado en 1924 por Julio María Sosa (Presidente) (Colorado) 1923; Federico
Fleurquin (Colorado) (Por renuncia del titular Alfredo Furriol) 1923; Atilio Narancio
(Colorado) (Por renuncia del Titular José Batlle y Ordóñez) 1923; Feliciano Viera (Colorado)
1919; Ricardo J. Areco (Colorado) 1919; Juan Campisteguy (Conlorado) 1921; Carlos María
Morales (Blanco) 1923; Pedro Aramendía (Blanco) (Por enfermedad y posterior muerte de
Alfredo Vázquez Acevedo) 1923; Eduardo Lamas (Blanco) 1921.
32
Por más información ver: Manini Ríos, 1973.
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más numeroso, que no permitía a los sectores políticos discriminar a nadie
como potencial votante (Frega, 1987: 144-149). Por otro lado daba ánimos a
dirigentes para separarse –ante cualquier discrepancia política, ideológica
o personal– del sector más apoyado de su partido ya que la posibilidad de
conseguir adeptos a sus postulados era tangible.
Solo con detenerse en la conformación del c.n.a en 1924 se pueden
distinguir representantes de varias corrientes dentro del coloradismo,
por ejemplo Feliciano Viera, representante del radicalismo colorado, y
Atilio Narancio, batllista acérrimo. Además, para este análisis resulta
muy interesante el hecho de que Narancio también fuera presidente de la
Asociación Uruguaya de Football, mientras que, por el otro lado, se puede
destacar la figura de Julio María Sosa, contrario al batllismo, como presidente
de Peñarol y cabeza visible de la Federación Uruguaya de Football.
A continuación desarrollaré linealmente y a grandes rasgos el acontecer
de dicho campeonato con el fin de enmarcar históricamente mi análisis3.4
Desde 1922, y durante tres años, el fútbol uruguayo estuvo dividido
entre la Asociación Uruguaya de Football, con Nacional como su máximo
exponente, y la Federación Uruguaya de Football, que tenía en Peñarol su
principal representante.
Dicha dicotomía surgió, según el riverista Carlos Manini Ríos, a
imitación del cisma ocurrido años atrás en Argentina (Manini Ríos, 1970:
150-151). En dicho país se había expulsado a determinado número de equipos
de la Asociación oficial. La Asociación uruguaya respaldó esa decisión y
prohibió jugar amistosos internacionales con los equipos excluidos. Sin
embargo, tanto Peñarol como Central Español no acataron tal ordenanza
y jugaron partidos amistosos con aquellos equipos. Posteriormente una
asamblea de la Asociación los descalificó. Ese mismo año, con la adhesión de
otros equipos de Montevideo, se fundó la Federación Uruguaya de Football,
presidida por el entonces integrante del Consejo Nacional de Administración
y presidente de Peñarol, Julio María Sosa, partiendo en dos al fútbol de
nuestro país.
Atilio Narancio prometió en 1923 mandar una delegación representativa
del fútbol uruguayo a los Juegos Olímpicos de París si estos primero ganaban
el campeonato sudamericano que se realizaría en Uruguay, lo que se convirtió
en realidad una vez ganado el torneo por el representativo uruguayo.
La Asociación cumplió con su promesa y envió a Casto Martínez
Laguarda, diputado nacionalista por San José y director de la Comisión
Nacional de Educación Física, a España en la búsqueda de vínculos que
pudieran financiar el viaje de la delegación uruguaya.
En el mes de febrero de 1924, un telegrama de Martínez Laguarda
indicaba que el combinado celeste debía partir hacia Europa a fines de marzo,
43
Siguiendo a: Lombardo: 9-120, y Manini Ríos, 1970: 147-167.
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para jugar una gira de amistosos preparativos en España, y que los costos
de la estadía en aquel continente estaban cubiertos. Pero la Asociación se
encontraba en una situación deficitaria para pagar el viaje.
Atilio Narancio aparece aquí como el financista de esta gesta: hipotecó
su casa en Maroñas para poder costear los veintitrés pasajes hacia Europa.
El 16 de marzo partieron desde Montevideo, ante un gran marco de público,
en el vapor Desirade.
Por el otro lado, el Comité Olímpico quería enviar un combinado
representativo de las dos entidades del fútbol uruguayo, a lo cual se opuso
la Asociación. Diez días después de la partida, el Comité Olímpico tomó
la medida de no dejar al representativo de la Asociación participar en el
campeonato olímpico por no haber tenido en cuenta sus consejos y tildó
al combinado celeste de no ser representativo de la totalidad del fútbol
uruguayo. Vale la pena destacar que el presidente del Comité, el Dr. Francisco
Ghigliani, diputado colorado y director de El Día de la tarde, dejó constancia
de su voto en contra de tal medida. Dato no menor, teniendo en cuenta que
la Asociación estaba integrada por grandes figuras del batllismo como el ya
mencionado Narancio, y César Batlle Pacheco.
A través del presidente de la federación francesa, Martínez Laguarda
consiguió contactarse con el presidente de la fifa, Jules Rimet, para que
permitiera competir a la selección de la Asociación en ese campeonato. Este,
consciente de la división existente en el fútbol uruguayo, recibió a Martínez
Laguarda, y a través del Comité Olímpico Internacional mandó un telegrama
al Dr. Ghigliani diciendo que el representativo de la auf estaba en completas
condiciones de jugar y que tenía más que mérito para ser considerado de
lo mejor que Uruguay podía ofrecer, y que mandaba disolver al Comité
Olímpico Uruguayo por inoperante.
Una vez llegado a Europa, el equipo uruguayo ganó todos los
partidos que disputó, tanto los amistosos de preparación en España, como
posteriormente a Yugoslavia, Estados Unidos, Francia, Holanda, y Suiza,
respectivamente4.5
El seleccionado de la Asociación se volvía cada vez más popular
dentro del mundo europeo, hasta tal punto que luego del triunfo los
campeones recibieron miles de invitaciones para hacer giras por Europa, con
una propuesta económica bastante importante, pero se le había dado libre a
los jugadores y estos, deslumbrados por Europa, no estaban disponibles. Por
otra parte, la Asociación no tenía dinero para traerlos de regreso al país, por
lo tanto luego del triunfo estuvieron viviendo 31 días en Europa recibiendo
homenajes5.6
54
Se pueden encontrar detalladas crónicas de los partidos en cualquiera de las
fuentes consultadas.
65
Conocido es el caso de Andrade y su acogimiento en la capital francesa, por más
información ver: Morales, 2002.
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En Uruguay, la presión popular por recibir a los campeones crecía
cada vez más, y sumado los rumores de que los jugadores no eran amateurs
(como lo estipulaba el reglamento olímpico), sino que vivían del fútbol –y
que por lo tanto ponían en cuestionamiento la validez del título obtenido–,
se decidió no retrasar más el regreso de los campeones. Luego de varias
tratativas, el parlamento aprobó la moción de destinar 20 000 pesos para
pagar el viaje de regreso.
La delegación llegó el 31 de julio de 1924 al puerto de Montevideo en
el Valdivia, fue recibida con grandes festejos multitudinarios, y posteriores
manifestaciones en las calles de la capital.
Del Football al Fútbol, una sociedad que deseaba
rápidamente integrarse y reconocerse
No se puede entender la asimilación del fútbol por parte del uruguayo
(como generalidad) sin tener en cuenta, como marco cultural, el proceso
llamado por Barrán y Nahum como «El Uruguay del Novecientos».
Con el ascenso de Batlle y Ordóñez a la presidencia, Montevideo
presentaba una nueva realidad poblacional, con un gran número de extranjeros
emigrados a nuestro país por diferentes razones, que necesitaban ser también
incluidos dentro del sentimiento nacional. Según Ana Frega « […] correspondió
al reformismo encabezado por José Batlle y Ordóñez […] impulsar un modelo
de desarrollo urbano-industrial […] sustentado en un nacionalismo cosmopolita
capaz de integrar a los inmigrantes» (Frega, 2008: 104).
En este momento se puede decir que se comienza con esa creación
del uruguayo6 del siglo xx, aquel que siguiendo las ideas planteadas por
Bauzá dejaría atrás al oriental bárbaro de las guerras civiles que pobló al
Uruguay del siglo xix. Se buscó dejar a un lado la barbarie caracterizada
con el «derroche hacia afuera» del cuerpo, por un nuevo imaginario donde la
disciplina, la culpa y la vergüenza ocupaban un lugar privilegiado, y donde
el cuidado del cuerpo era muy importante.
De esta manera de ver el mundo se desprende la necesidad de nuevas
actividades físicas, como la gimnasia o el deporte en general, para que
jueguen un papel fundamental para sustituir a aquellas manifestaciones
«burdas» del siglo anterior.
En este sentido José P. Barrán, refiere al nuevo lugar que ocupaba el
juego y la actividad física:
7
Precisamente en estos años nació el “Football” y suplantó al Carnaval
como gran juego popular. El joven Pedro Manini Ríos lo elogió en 1899
76
Por más información ver: Barrán y Nahum, 1979 b.
| 18 |
con el helénico argumento de la “interdependencia” entre la salud del
cuerpo y la de la mente. De su lado, la escuela vareliana recomendaba
los “ejercicios gimnásticos” desde José Pedro Varela en 1874, hasta
las “lecciones de Economía Doméstica” en 1906 por “favorecer [en
el niño] el desarrollo de la caja toráxica y el funcionamiento de los
pulmones” y “en la edad adulta para conservar el vigor y la agilidad”.
Los médicos y moralistas, por fin, aconsejaron el ejercicio físico tanto
a fin de preservar la salud del cuerpo como, lo hemos observado, para
mantener la del alma y alejarse los adolescentes de la masturbación, y
los adultos, como decía Pedro Manini Rios, de los “garitos, casinos, y
plazas de toros” que la modernidad debía suplantar con “canchas de
football y clubs de remeros” (Barrán: 246).
Marco más que propicio para que este nuevo uruguayo se
autoidentifique con un deporte como el fútbol, hasta ese momento reservado
para las élites de origen inglés.
Al centrarse en la bibliografía ya existente sobre el tema, se logra
un consenso cuasi unánime entre todos los autores, ya que de una forma u
otra plantean la apropiación casi involuntaria de este deporte por parte del
montevideano en los primeros años del siglo xx. Por ejemplo, el periodista
Luis Prats expresa que: «Si bien las prácticas deportivas […] estaban
limitadas por entonces a los súbditos de la Corona, siempre hubo rendijas
por los que la pasión siempre pudo trascender más allá de sus portones y
alcanzar las canchitas silvestres de Montevideo» (Prats: 16).
Por otro lado, en este «Uruguay del Novecientos» se da la expansión
de la escuela pública y por ende del alfabetismo. Por lo tanto las reglas del
juego vuelven a cambiar, esta nueva sensibilidad nos muestra a un Montevideo
donde el saber leer es una realidad cada vez más común. Según Barrán y
Nahum:
La prensa de gran tiraje fue posible por la difusión de la enseñanza
primaria que amplió el número de lectores potenciales, el acceso de
las mayorías a la vida política […] La venta en la calle sustituyendo
a la suscripción enviada por correo, el abaratamiento del costo
unido a la primacía del aviso comercial, la maquinaria de impresión
perfeccionada, todo ello conjugado […] A su vez la vida política
tendió a democratizarse por la gran prensa que puso sobre el tapete
de la discusión cotidiana los principales problemas del país (Barrán y
Nahum, 1979 a: 141).
Siguiendo esta línea de razonamiento es que puedo centrar el análisis en
fuentes hemerográficas, las cuales proporcionan datos más que fundamentales
para entender la asimilación del fútbol como actividad representativa del
uruguayo como conjunto policlasista.
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Abordé la prensa en tres diferentes etapas: en una primera instancia
me dediqué a distinguir en qué sección del diario se colocaba la información
deportiva en general, y si difiere con la colocación del fútbol en sí, es
decir si se lo consideraba o no un deporte como cualquier otro, o si se le
daba determinada importancia aunque sea temporal teniendo en cuenta
todas las circunstancias que se estaban viviendo. En un segundo paso, me
centré en las diferentes noticias referentes al tema de estudio. Por último,
comparé el tratamiento que los diferentes diarios le daban a este tema.
El diario El País (fundado en 1918), era en 1924 dirigido por Eduardo
Rodríguez Larreta y Leonel Aguirre7 , alineado con el Partido Nacional
Independiente, es decir no herrerista, asociado también a los intelectuales
universitarios y comerciantes, contrarios al batllismo8.9
Alrededor de la página siete u ocho se puede ver la información
deportiva, pero con una particularidad, este diario tiende a separar al boxeo
y al turf, más que nada este último, de la sección de los deportes. Por ejemplo
en diarios del mes de marzo de 1924 estos ocupan una o dos hojas, mientras
que el resto de los deportes incluido el fútbol ocupan media página o algunas
columnas. Sin embargo a medida que transcurre el campeonato, y aumentan
los triunfos, el fútbol va ganando más y más importancia y llega a ocupar
hasta una página y media en los momentos que se logra el campeonato, o el
día que vuelve la delegación desde Europa.
El diario El Día, fundado en 1889, estaba dirigido en 1924 por Baltasar
Brum y César Batlle Pacheco (hijo de José Batlle y Ordóñez), quien, además,
era vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Football, y ejerció como
presidente interino mientras Atilio Narancio estaba en Estados Unidos.
Se presentaba como la prensa oficialista, a pesar de que Serrato no era un
batllista acérrimo, estaba bastante emparentado con esta corriente política
ya que era proveniente de sus filas.
Contaba con una peculiaridad que El País no tenía: una sección
destinada al servicio telegráfico en la cual se publicaban los más recientes
cables, que ponían a Uruguay al día de todo el acontecer en Europa. En
este caso, ponían también al día de todo el acontecer de los compatriotas
en París.
Alrededor de la página seis o siete se encuentran las noticias del
deporte en general, en este caso con predominio claro del fútbol, pero
también se habla de básquetbol y de boxeo; pero no de turf. Esta sección
que se presentaba como «Cultura física», muestra claramente la posición
del batllismo para con el deporte, nombrándolo como un elemento cultural.
8
87
Ver: http://www.elpais.com.uy/paginas/columnistas/trayectoria.asp
Más aún luego del famoso artículo “Qué toupet” que derivó en el duelo en el que
Batlle y Ordóñez dio muerte a Washington Beltrán (co-fundador de este diario).
98
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En cuanto al diario Justicia, en 1924 se encontraba en su sexto año de
publicado y respondía al órgano central del Partido Comunista del Uruguay.
En términos de estructura es un tanto diferente a los antes mencionados.
Este es mucho más breve y no posee páginas comerciales en su portada.
En la última carilla del diario se encuentra la sección deportiva «Crónica
de los deportes» en la cual el fútbol ocupa casi la totalidad de la atención,
aunque siempre hay alguna otra pequeña mención sobre otro deporte. Cabe
destacar que este es el único de los diarios consultados que hace referencia a
la Federación Roja, y dedica la mayor parte de su «Crónica de los deportes»
a sus partidos, resoluciones y demás temas competentes a dicha federación.
Al confrontar los diferentes editoriales, primeramente se puede notar
cómo determinado sector de la prensa no escatima en palabras al etiquetar
a este triunfo como una conquista para la patria toda. Por ejemplo, El País
se refiere en incontables editoriales a la victoria como medio por el cual el
Uruguay va a poder ser conocido en todo el mundo, «[…] ha hecho más por
el prestigio y el conocimiento del país, esta que apareció en su origen como
una aventura de muchachos optimistas, que la suntuosidad de decenas de
embajadas» (10 de junio de 1924: 3). Elemento que puede tener también una
doble lectura, si se tiene en cuenta el hecho de que el espectro vinculado con
El País perteneciera al sector vinculado a importaciones y exportaciones.
Por su lado El Día en un editorial del 10 de junio (día posterior al
triunfo), también dice «[…] Fue a esa muchachada que ayer conquistó para
la patria justo renombre […]» (10 de junio de 1924: 6).
Como órgano representativo del Partido Comunista del Uruguay,
Justicia no apoyaría jamás el hecho de tomar este triunfo para la patria
toda, ya que estaría caminando en un sentido contrario a su propia ideología
internacionalista, y por lo tanto no deja de denunciar esta actitud que tienen
sus adversarios políticos:
El team uruguayo de football actualmente en Europa después de
repetidas victorias, acaba de clasificarse campeón del mundo. Una
explosión de entusiasmo popular saludó a la victoria, y hubiera sido
legitima y digna de aplauso si no se hubiera manchado con el veneno
patriotero que ha infiltrado la burguesía para favorecer sus intereses.
El triunfo ha sido explotado políticamente por la clase gobernante para
enardecer al pueblo y emborracharlo con los prejuicios sobre los cuales
descansa el imperio de su fuerza esclavizante (10 de junio de 1924: 1).
Muy interesante resulta la última frase de la cita anterior, en el sentido
de que corresponde totalmente a la ideología del partido al que representa,
basada sobre preceptos que plantean al deporte o a la religión como elementos
implementados por los órganos poseedores de los medios de producción para
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mantener esclavizadas a las masas. Apoyar tanto a los festejos o simplemente
a la selección en este formato aumentaría más esos «prejuicios donde descansa
el imperio de su fuerza» por el simple hecho de que planteaban que este era
su fin, mantener entretenido al pueblo con este tipo de distracciones, para que
sigan sometidos a su merced, en una especie de «pan y circo» para el pueblo
montevideano.
Desde mi punto de vista, este fragmento no hace más que confirmar
la asimilación de fútbol por todas las capas de la población montevideana,
ya que a pesar de repudiar la actitud de los demás para con esta victoria, los
editores de Justicia dedican un gran espacio en su portada para manifestar
sus opiniones con respecto a este deporte.
En este sentido, Rodolfo Porrini resalta el hecho de que las «izquierdas»
apoyaban el hecho de hacer deporte, y organizaban para sus militantes picnics
con diferentes actividades políticas y físicas:
Al mismo tiempo, buscando fortalecer y cultivar sanamente el cuerpo
y la militancia de la clase obrera –otra forma de la cultura y de
posibilidades para la lucha– exploraron el terreno de los deportes, y
en distintos momentos surgieron experiencias deportivas alternativas,
como los clubes o las ligas proletarias de fútbol (Porrini, 75).
Como ya se ha dicho antes, Justicia da cuenta en diferentes editoriales
la existencia de una liga paralela tanto a la Asociación como a la Federación
del fútbol uruguayo. Se destaca la existencia desde mediados de la década
del veinte, de la Federación Roja del Deporte:
Y ¿hacia dónde se puede ir para salvar en el campo del deporte que
todos amamos, la dignidad proletaria? Hacia el deporte proletario
mismo. Ahí está para ello la Federación Roja como una gran
interrogante, dentro de la cual se empieza a escribir la brillante
historia de la emancipación de los proletarios en la cultura física (10
de junio de 1924: 1).
Según Porrini, duró hasta la década de 1930 y estaba vinculada a la
Internacional Roja del Deporte, que existía en Moscú desde 1921. Formada con
la finalidad de alejar a la clase obrera de las «asociaciones deportivas burguesas»,
creadas para adormecer la mentalidad trabajadora, y acercarlas al deporte
obrero (Porrini: 79). Justicia se refiere a la Federación Roja9 «[…] contempla
las aspiraciones de las clases oprimidas, fundada con el único fin de libertar
al proletariado del yugo capitalista, desarrollar la energía física y favorecer la
educación política y revolucionaria de los trabajadores» (González: 222).
Para una lista detallada de todos los clubes que participaron entre 1924
y 1929 ver: González: 222-223.
9
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De todas maneras, se reconoce el hecho de que el fútbol todavía no era
un elemento totalmente apropiado por parte de la población. Ya sea porque
se manejan términos en ingles como football, match, goal, entre otros (que
lentamente se van españolizando en determinados pasajes), o por el hecho de
que en muchos casos se deje en claro la opinión acerca de la trascendencia
de este evento para el «contagio» de este deporte aun más adentro de la
identidad uruguaya. Por ejemplo El País editorializa: «Traemos a este
lugar, generalmente dedicado a los temas solemnes, uno que hasta ahora
quedaba para las crónicas triviales. Hoy se ha transformado en un tema de
significación psicológica y social» (10 de junio de 1924: 3). En otro editorial
de la misma página se vuelve sobre este tema:
El entusiasmo, entusiasmo frenético, de muchos miles de personas a
quienes el juego del football apasiona constantemente, llego de tal modo
a comunicarse a mucha gente que no tiene costumbre de dejarse arrastrar
por los arrebatos “footballisticos”, llegó en tal forma a “contagiarse”
a los fácilmente contagiables, que a la media tarde ya era general el
entusiasmo, el que luego llego a ser frenético (10 de junio de 1924: 3).
El mismo continúa diciendo que hasta los adversarios de este deporte
se incorporaron a los diferentes mitines de la ciudad. Siguiendo esta línea,
Justicia no escatima en palabras para dejar bien en claro a sus lectores su
desacuerdo con el hecho de que cada vez más y más obreros se congregaban
para vitorear al team uruguayo. Punto que nos vuelve a reafirmar como
este deporte pasó de estar reservado para las elites de nuestro país a ser
reconocido y adoptado como propio por parte de los sectores más populares.
Es condenable por eso que el triunfo de los once celestes haya
dado lugar a que miles de asalariados enceguecidos realizaran
manifestaciones que importan un homenaje a sus verdugos
y mucho más lamentable lo es, si se tiene en cuenta que esos
verdugos –capitalistas y gobernantes– no han contribuido en nada a
labrar esa victoria (Justicia, 10 de junio de 1924: 1).
En este sentido Juan Carlos Luzuriaga considera que: «Tal vez parte
del éxito de este deporte se deba a que ayudó a conformar una sociedad […]
que deseaba rápidamente integrarse y reconocerse» (Luzuriaga, 276), lo que
podemos vincular con las palabras de Carlos Demasi, cuando propone que
para que los integrantes un colectivo social logren identificarse con personajes
y acontecimientos es necesario que puedan incluirlos en su propia experiencia
vital (Demasi, 15).
Yamandú González, acerca de la asimilación de este deporte por el
proletario, dice que este no tuvo hasta 1915 un amparo legal que le permitiera
hacer otra cosa que descansar en su tiempo libre, pero la ley de ocho horas le
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dejó una puerta abierta para aprovechar de manera diferente su tiempo libre
ahora mucho más prolongado.
Esta medida, según González, se puede considerar contemporánea
a la época en la que los gobernantes e higienistas promovían una
disciplinarización de la vida urbana, y más que nada para los obreros, «el
uso del tiempo libre significaba decidir sobre la salud o la enfermedad, la
sanidad o la insanía, lo moral o lo inmoral […]» (González: 202).
El fútbol aparecía entonces como un elemento coherente con los
discursos higienistas, pero significaba también un estilo de libertad lúdica
interesante para los sectores populares, más que nada cuando el fútbol perdió
su carácter de destinado a las elites:
La naturaleza (el propio cuerpo) de los trabajadores […] descubrió en
el fútbol un nuevo y amplio escenario de realización. Encuentro con la
naturaleza en doble sentido: disfrute sobre el verde del pasto, el aire,
el sol, y encuentro hedonista con el cuerpo […] que significaban un
triunfo del juego, de lo colectivo, de la fiesta por encima del interés
higiénico (González: 219).
«Es Nuestro Triunfo»
A partir del hecho de que el fútbol es tomado cada vez más como
propio por la población abre paso a un nuevo fenómeno, alentado también por
la nueva realidad política que hacia una necesidad el atraer nuevos electores,
su uso político: «Junto con el retiro de las elites se procesó la incorporación
de los políticos, sobre todo del partido de gobierno, en los ámbitos rectores
del fútbol. Las elites sentían que su sport había sido bastardeado y, lo que es
peor, se había invadió su territorio» (Luzuriaga: 276-277).
Conjuntamente, no se puede dejar de lado que en la década del veinte, con
la vigencia de la Constitución de 1919, las elecciones se hicieron muy frecuentes,
y las leyes que permitieron frenar el fraude electoral contribuyeron a una feroz
disputa. Por lo tanto, en este período se puede ver a un Montevideo donde el
voto comienza a ser una especie de premio que tienen que buscar los diferentes
partidos, y donde la prensa escrita ocupa un lugar de oro como el único medio
de comunicación masiva. Prácticamente todos los sectores de los diferentes
partidos se vieron embanderados bajo un diario a través del cual exponían todas
sus opiniones con respecto a los diferentes temas, dándole más importancia a
unos u otros dependiendo también del momento general en el que el país se
encontraba, pero sin nunca dejar de lado las metas que querían alcanzar:
dejar enaltecidas sus figuras políticas visibles, desmerecer a sus más cercanos
adversarios políticos, entre otras.
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De lo que se desprende que este triunfo se posicionó como un elemento
del cual se podrían obtener potenciales votantes partidarios del fútbol y nuevos
fanáticos contagiados por la fiebre futbolística que esta cruzada deportiva
había traído consigo. Más aún, cuando las grandes figuras que encabezaban las
instituciones deportivas de este país eran también las que lo dirigían. El ejemplo
más representativo es el ya citado de Atilio Narancio y Julio María Sosa.
Claramente en la prensa se puede notar cómo los diferentes sectores
políticos lo utilizaron de distintas maneras como insumo para intentar
ampliar su círculo de electores.
Ya desde un principio en un editorial del 10 de junio de El Día que se
titula «Es Nuestro Triunfo»:
[…] en las jornadas del diarismo, predecir es triunfar. Y ese triunfo es
tanto mayor, cuando la tesis que se ha sostenido ha sido rebatida por
los órganos rivales en la labor periodística. Tal lo que ha sucedido a el
dia. Todos, absolutamente todos los diarios de la capital, sostuvieron
que el once compuesto por los hoy gloriosos campeones del mundo,
no debía ser la representación del football nacional (6).
El mismo termina haciendo alusión a que su nota venía de parte de su
enviado especial: Lorenzo Batlle, ya que El Día fue el único medio uruguayo
en tener un enviado en París y de lo cual hizo bastante alarde. Por ejemplo,
nombrándose a sí mismo como el único medio de prensa que apoya el «football
uruguayo» desde siempre. En este orden, cabe citar un editorial muy interesante
publicado el día 13 de junio del mismo año donde se hace una crónica de
manera por momentos poético sobre cómo surge este deporte en Uruguay, y en
un momento nombra a José Batlle y Ordóñez como uno de los pocos seguidores
«primigenios» de este deporte, como uno de esos que no veían a los primeros
players como «ingleses locos, sino como muchachos entusiastas por un juego que
después había de conquistar al mundo entero» (El Día, 13 de junio de 1924: 9).
Se puede distinguir tanto en El Día como en El País la existencia de
diferentes editoriales que buscan exaltar la imagen de los «hacedores no
deportivos» de esta gesta, entiéndase que se busca lograr identificar la victoria
con una cara política. Por ejemplo, El Día posiciona a Atilio Narancio, quien
no estaba en el país cuando los campeones arribaron, casi a la altura de un
semidiós omnipresente:
El doctor Narancio, presidente de la Asociación Uruguaya de
Football, fue el alma mater de la concurrencia del team uruguayo a
la Olimpiada. Su tesón infatigable, su energía dominadora, allanaron
mil obstáculos […] [Narancio se encontraba en San Pablo, de viaje
hacia Estados Unidos] “sin embargo Narancio estuvo en la victoria,
como había estado en su prestación. Estuvo en todas partes, invisible,
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intangible, incorpóreo, pero estuvo […] Así, ausente en la realidad
de las cosas, Narancio estuvo presente, sin embargo, en medio a la
unánime exaltación de todos los espíritus (12 de junio de 1924: 9).
A modo de seguir fundamentando esta idea con diferentes noticias
de la época, se puede nombrar otra figura política que se busca exaltar,
la del ya mencionado doctor Ghigliani, en una editorial titulada «de “la
razon” de buenos aires», haciendo alusión a que la misma noticia había
sido extraída de tal medio bonaerense, El Día dice:
[…] una de las figuras jóvenes más interesantes, y de más brillo en la
política y en el periodismo uruguayos […] conviene recordar que el
doctor […] fue el alma del comité olímpico, de aquel comité que fue
el que mandó a Colombes al equipo vencedor; gracias a la energía y al
entusiasmo del doctor […] el equipo pudo ir. Es decir: pudo vencer…
(2 de agosto de 1924: 7).
Asimismo, en El País se hace una constante mención a Casto Martínez
Laguarda, aquel diputado nacionalista e integrante de la Asociación quien,
como ya se mencionó, arregló varios amistosos en España que sirvieron
a modo de preparación para el seleccionado. Por ejemplo el 10 de junio se
refieren a la delegación como «La falange que encabeza Casto Martínez
Laguarda» (El País, 10 de junio de 1924: 1), en otro editorial del mismo día
dicen: «¿Quién conocería en Europa al football uruguayo y a sus “cracks”
si Casto Martínez Laguarda no le abre paso […] cinco grandes éxitos para
la institución que dirige el football en el Uruguay» (El País, 10 de junio
de 1924: 3), y se muestran muy enojados cuando la prensa colorada hace
honor a Atilio Narancio como el verdadero «cabecilla» de la gesta y relega
a Martínez Laguarda a un lugar de invitado.
Resulta muy interesante también hacer una comparación con la manera
en la que la prensa de izquierda manejaba este tipo de acontecimientos. A
nuestro entender se puede decir que el diario Justicia utiliza políticamente
esta victoria quejándose de lo politizada que se ha vuelto, proponiendo sus
propios puntos de vista e infundiendo su propia doctrina, en el sentido de
que exhorta a la conciencia de clase obrera, planteándole en la cara a sus
lectores que estaban siendo deslumbrados por sus explotadores:
En esta hora de regocijo popular, nosotros llamados a la conciencia de
todos los que viven esclavos en el trabajo para que se reconcentren un
momento en sí mismo y piensen como los están explotando para bajo
fines políticos. […] Y cuando esa mesa que hoy se pierde en sus propios
errores lo comprenda, entonces los atletas puede que crucen los mares
para medirse con sus hermanos de otras regiones pero no se detendrán
como hay ante la tumba del soldado desconocido que murió para satisfacer
las ambiciones de los imperialistas, sino que irán en peregrinación a la
tumba de algún héroe anónimo de los tantos que perecieron acuchillados
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en la trágica guillotina del capitalismo, y no marcharan ellos ni sus
parciales bajo las banderas que simbolizan el poder del capital, sino que
pasearan con los rojos pabellones que encarnan la idea revolucionaria
bajo el sol naciente de la libertad (Justicia, 10 de junio de 1924: 1).
Conclusión
A modo de conclusión, luego de haber trabajado tanto con la prensa
como con la bibliografía ya existente sobre el tema, puedo afirmar que se hizo
un uso político (en mayor o en menor medida) de este triunfo deportivo por
parte de toda la prensa consultada, y resulta más que interesante la manera
en la que cada diario manipula los hechos para hacer énfasis en determinado
acontecimiento o personaje, para poder así lograr su cometido. A modo de
ejemplo, El Día hace énfasis en haber sido el único medio de prensa que apoyo
verdaderamente a toda la gesta; El País critica a El Día por comportarse de
tal forma, y Justicia por otro lado, denuncia la conducta de los otros dos a la
hora de rotularlo como triunfo de la patria alegando que esto solo sirve para
aumentar el poder que tienen los burgueses por sobre los obreros, y presenta la
manera en la que ellos creen se debería festejar este triunfo.
A partir de lo expuesto en el cuerpo de este trabajo, se puede afirmar
que ese deporte estaba ya inserto dentro del imaginario colectivo uruguayo
(pero sobre todo montevideano), y que esta gesta deportiva sirvió de
incentivo para que se siga propagando por las diferentes capas sociales. En
esta línea, puedo concluir que a partir de ser este deporte reconocido como
propio por las masas, esta victoria sirvió a las esferas de gobierno como
camino para atraer a la población de la ciudad hacia un acontecimiento
aparentemente muy desvinculado de la totalmente fragmentada realidad
que los partidos vivían en su interior, pero que a su vez, servía a todas estas
facciones para tratar de atraer todo el rédito político posible.
Considero más que ilustrativo, para abrir la discusión acerca del rédito
político real que pudo o no haber tenido este triunfo, citar un artículo de
Franklin Morales, en la revista Nuestra Tierra, bajo el nombre de «Fútbol:
Mito y Realidad», este dice que con los «Votos del Fútbol» nadie ha ganado
un puesto en el gobierno, que este solo sirve a modo de promoción, y agrega
que más bien, el fútbol ha usado a lo político para su propia consolidación
(Morales, 1969: 27). Desde mi punto de vista la sola idea de esta frase abre lugar
a muchas nuevas puertas y a futuras investigaciones mucho más profundas,
ya que se puede por un lado afirmar que este triunfo logró de sobremanera
consolidar al fútbol dentro del imaginario colectivo, pero, por el otro, no se
puede confirmar que haya contribuido de la misma manera a que determinado
sector gane las elecciones.
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Revista Mundo Uruguayo, 12 de junio de 1924
| 30 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 31 - 46, 2014
ISSN 1688-9800
La identidad rioplatense y el fútbol
Confraternidad y violencia en el clásico
del Río de la Plata
1
Andrés Morales*
Introducción
Este trabajo buscará un primer abordaje al tema de las relaciones
entre la identidad rioplatense y el fútbol. El mismo se centrará en el período
1928-1930, período que uruguayos y argentinos fueron el mejor fútbol del
mundo. Posteriormente dejaremos abierto las relaciones que con la identidad
rioplatense tienen los enfrentamientos entre las dos potencias del Plata.
Tanto a lo largo del siglo xx como hacia el presente del actual siglo xxi.
Se comenzará con el significado que la final del Torneo Olímpico de
fútbol de 1928 jugada en Ámsterdam tuvo para la identidad de Argentina
y Uruguay. En la segunda final Uruguay le gana a su rival platense y
obtiene la medalla de oro. En este artículo se mostrará cómo el discurso
de los diferentes medios gráficos uruguayos y argentinos que realizaron la
cobertura de la final apuntaron a un ideal de fortalecimiento de lo rioplatense
en el mundo ideológico del fútbol. La fuerte influencia del Ariel de José
Enrique Rodó llevará a que estos relatos muestren que en el fútbol platense
las virtudes latinas se puedan imponer a las anglosajonas. El auge de los
discursos arielistas en torno al fútbol de Argentina y Uruguay van de la mano
de la «fundación criolla» del fútbol platense. En esta fundación los discursos
periodísticos de ambas orillas del Plata apuntan a que hombres de origen
italiano y español producto del aluvión inmigratorio superan al hombrefuerza mecánico anglosajón. En el fútbol de las tres primeras décadas del
siglo xx lo criollo se asocia con lo italiano y español y lo anglosajón con
lo británico. En los relatos que se trabajará se mostrará la idea de que el
Río de la Plata conquista a Europa no sólo con el nuevo fútbol artístico que
había nacido en estas comarcas si no también con el tango. En definitiva, los
discursos apuntan a todo los que une al Río de la Plata y lo diferencia con
el mundo.
En cambio, en la final del Mundial de 1930, se mostrará cómo del
acercamiento se pasó al enfrentamiento. En la misma Uruguay le ganó a
la Argentina 4 a 2 y se consagró campeón del Mundo en un partido jugado
Este artículo continúa las reflexiones ya publicadas en Morales, 2013.
Profesor de Historia (Instituto de Profesores Artigas). Magíster en Ciencias
Humanas, opción Historia Rioplatense (Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación). Coordinador del Grupo de Estudios de Fútbol del Uruguay (GREFU), Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación.
1
*
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en un recientemente inaugurado Estadio Centenario. Veremos como los
episodios de violencia en la final y los incidentes diplomáticos generados
luego del partido llevaron a la creación de estereotipos e imágenes negativas
con respecto al«otro» cercano.
1-La afirmación de un estilo rioplatense. Ámsterdam 1928
Luego de las dos finales del torneo olímpico de fútbol de 1928, tanto
en la prensa uruguaya como en la argentina, se habla del triunfo del estilo
rioplatense. Es de destacar que es la propia Europa la que empieza a hablar
de lo rioplatense en el fútbol con la percepción de las diferencias en el
juego que había entre el fútbol que practicaban Argentina y Uruguay y el
fútbol que se practicaba en Europa continental y en Inglaterra. El triunfo de
Uruguay en los Juegos Olímpicos de 1924, las giras de Nacional y de Boca,
y la final de fútbol en Ámsterdam 1928 no llevaban más que a confirmarlo.
Ésta es la etapa en que se comienzan a afirmar los estilos nacionales de
fútbol; Uruguay y Argentina eran «el fútbol del Río de la Plata»:
De lo que se trataba era de diferenciarse del estilo de juego británico.
El fútbol inglés no era estático, y fue dejando de ser individualista e
impetuoso, para transformarse hacia 1880, y gracias a los escoceses,
en un juego colectivo basado en los pases. Lo que parece claro es
que todo el juego inglés fue copiado, adaptado y luego rechazado,
principalmente por muchos europeos y sudamericanos, y que este
proceso comenzó muy tempranamente. [...] En 1924, Uruguay
tomó por sorpresa al fútbol europeo cuando llegó a París y ganó
el campeonato olímpico de fútbol. Los comentaristas quedaron
sorprendidos por el maravilloso virtuosismo de sus jugadores en la
recepción y el manejo de la pelota.
[...] Cuando se agregó el amague, el viraje brusco y la habilidad de
avanzar haciendo dribling, los críticos franceses no podían disimular
su entusiasmo y compararon a los “pura sangre” uruguayos con
“los percherones” ingleses. El Uruguay repitió su victoria en 1928,
venciendo a la Argentina en el último encuentro. [...] entre ellos
habían surgido un nuevo estilo a que los admiradores llamaban el
fútbol del Río de la Plata (AA.VV., 2004: 154).
Las giras de los equipos profesionales ingleses como el Southampton
en 1904, además de las goleadas, dejaban una admiración por el estilo de
juego británico, en base a pases largos, centros, cabezazos y una gran fuerza
física, en donde lo colectivo predominaba sobre lo individual, y que llevaba
a ver su funcionamiento como «una máquina». Las abultadas goleadas
tanto en Buenos Aires contra el Alumni porteño de los hermanos Brown,
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así como también en Montevideo contra Nacional y un representativo de
la selección uruguaya (que todavía no jugaba de celeste) llevaron a buscar
imitar a los maestros para futuros encuentros. La crítica que realiza un
diario inglés de este estilo rioplatense que estaba naciendo es que hay un
exceso de individualismo, de improvisación, de dribling en la forma de
jugar propia del latino. Los jugadores estaban ubicados mal en el campo, sin
un planteamiento táctico adecuado. Todos corrían para todos lados, todos
defendían, todos atacaban, no había un orden ni una estrategia de cómo
distribuir a los jugadores en el campo de juego. De esta forma se buscó en las
dos orillas imitar en todo lo posible la forma de jugara la inglesa» (Archetti,
2003: 80).
El arquero, goalkeeper, empezó a buscar la forma de ubicarse mejor,
los backs fueron dos, el izquierdo y el derecho, tres mediocampistas, el
centrohalf, el half derecho y el half izquierdo; adelante, los fowards, formados
por los punteros o wings, los entrealas o insideres, y el centroforward, que,
con el tiempo sería el goleador número nueve. Con esa forma de jugar, ambas
selecciones se enfrentaban todos los años por las copas Lipton y Newton,
y lo más común era el triunfo de Argentina, muchas veces por goleadas
históricas. Habría que esperar a 1912, para que en los cuatro partidos
jugados entre ambos ese año, Uruguay diera cátedra y ganara, y asombrara
a los porteños con un estilo distinto de jugar basado en el pase corto, el
cuidado de la pelota y el dribling. Eran las enseñanzas dejadas por el escocés
John Harley, que, jugando en Peñarol, buscaba transmitir el juego distinto
que mostraba Escocia contra Inglaterra, que la había llevado a triunfar en
el Torneo de las Cuatro Naciones. Habría que remontarse a 1903, año que
Nacional (representando a Uruguay) le había ganado al Alumni en Buenos
Aires, para encontrar un año tan espectacular como 1912 para el fútbol
uruguayo. De ahí que el periodista deportivo César L. Gallardo diría que el
fútbol uruguayo nació en 1912 (Gallardo: 51).
Uruguay era para Argentina, y Argentina era para Uruguay, «el otro
cercano» en la afirmación de una identidad futbolística. El Río de la Plata
se sentía la cuna del fútbol sudamericano y lo demuestra cuando, en los
respectivos Sudamericanos, se lleva la mayoría de los títulos.
El periodista de la revista El Gráfico Borocotó, a propósito de la final
de 1928, mostraba cómo a través del tango y del fútbol el Río de la Plata
había conquistado Europa:
Borocotó enumera las “cosas bien nuestras” en un estilo casi borgeano
y comienza por las cosas de la pampa. El gaucho y sus diferentes
contextos definen lo “nuestro”: el ombú, en donde esconderse del
sol, el caballo compañero, su ropa de fiesta, la música cantada por
Santos Vega y su actividad rebelde en las montoneras. Borocotó no
| 33 |
tiene la visión sarmientina del gaucho civilizado por su pasaje en el
ejército nacional. La pampa es, además, hospitalaria, generosa porque
recibido tantos inmigrantes y los ha aceptado, los ha convertido en
propios. Borocotó acepta que el mundo rioplatense y sus equipos
nacionales de fútbol están lleno de inmigrantes, pero ya son bien
criollos (Archetti, 1995: 428).
Para El Gráfico, lo criollo también está asociado a lo latino:
Es interesante observar que lo “criollo” se define a partir de la
predominancia de apellidos españoles e italianos. Lo criollo pasa a ser
una fundación de los hijos de inmigrantes “latinos”.[...] En el football
inglés todo tiende a destruir la acción personal para formar un todo
sólido [...] De ahí que el football británico sea realmente poderoso y
tenga la fuerza real e impulsiva de una verdadera máquina, pero es
monótono porque siempre es igual y uniforme. El football rioplatense,
en cambio, no sacrifica enteramente la acción personal y utiliza más
el dribling (Archetti, 1995: 430).
La revista insiste permanentemente en que el fútbol y el tango han
conquistado París y toda Europa desde el Río de la Plata. Eran los dos
aportes que el Río de la Plata y su comunidad de inmigrantes latinos le había
dado a la vieja Europa:
El tango hace rato que se abrió cancha en París. Salió de los arrabales,
de los mismos que se formaron los footballers, fue introducido en
los salones que le despreciaban y luego extendió su reinado hacia
la Ciudad Luz. [...] Al deporte popular del Río de la Plata estaba
reservada una suerte igual. Llevó al viejo continente lo que no
habían lucido los ingleses. Y contra la fuerza de los corpulentos
adversarios, el criollo sorteó obstáculos y marcó golas. El físico
musculoso se estrelló contra la habilidad, contra la clase (Archetti,
1995: 427-428).
El diario La Razón, de Buenos Aires, continúa con un razonamiento
similar en lo que tiene que ver con el «del fútbol rioplatense»:
En efecto los uruguayos y los argentinos desde los lejanos días del
Alumni y Peñarol, han marchado siempre en la noble empresa de
lograr la perfección anhelada. [...] Los vapores de la carrera en sus
rápidos viajes de una orilla a otra conducían a las caravanas de
footballers que rivalizando en inteligencia y entusiasmo labraban el
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brillante porvenir del deporte del Río de la Plata. [...] Y en esa escuela
rioplatense de velocidad extraordinaria y de los pases cortos, la de la
gambeta extraordinaria y la de la picardía que desconcierta, la que
ha derrotado en Ámsterdam a los clásicos sistemas del football de
Europa (El Día, 8 de junio de 1928: 7).
Antes del decisivo segundo partido final, El Día continuaba con la
teoría de la conquista de Europa por el Río de la Plata.
La prensa de ambas orillas del río como mar ya lo ha proclamado:
gane cual gane en la lucha de esta tarde, el campeón olímpico ya
ha sido ya reconocido. Es el football rioplatense. Si ante el debut
de Uruguay, los hombres rubios de Holanda quedaron sorprendidos
ante su propio espectáculo de vehemencia y sangre, más lo quedaron
el domingo, cuando en una lucha única, sensacional y expectantes,
los representantes de los dos pueblos del Río de la Plata se batieron.
[...] También esta vez quisieron enronquecerse gritando en extraña
lengua los nombres de dos países latinos (El Día, 13 de junio de
1928: 7).
La final dejó una canción que quedó ligada al folclore del fútbol
uruguayo y que muchas veces se la escucha cuando juega Uruguay, creada
por el coronel y half celeste Álvaro Gestido cuando iban rumbo al estadio a
jugar la final con Argentina:
Vayan pelando las chauchas,
vayan pelando las chauchas
Aunque les cueste trabajo.
Donde juega la celeste,
donde juega la celeste
Todo el mundo bocabajo.
Uruguayos, sangre de campeones.
Uruguayos, garra y calidad.
2-La final del Mundial de 1930. Enfrentamiento y hostilidad
El campeonato fue mostrando que los favoritos, Uruguay y Argentina,
superaban sin grandes dificultades a sus rivales de turno, hasta llegar a verse
las caras en la final. Uruguay, luego del partido de debut ante Perú, gana con
comodidad sus partidos ante Rumania (4 a 0), y la semifinal ante Yugoslavia
(6 a 1). Argentina, por su parte, luego de ganarle a Francia, le ganó a Chile (3
a 1), a México (6 a 3) y en la semifinal a Estados Unidos (6 a 1).
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El partido final fue disputado entre Argentina y Uruguay el
miércoles 30 de julio de 1930 en el Estadio Centenario y fue ganado por
los uruguayos por 4 a 2. El clima previo generado fue de gran expectativa
en las dos orillas y por eso el partido era de alto riesgo. Más de treinta
mil personas habían llegado de apuro a Montevideo, pero sólo quince
mil pudieron entrar. La tensión era tal que Carlos Gardel visitó a los dos
equipos en sus concentraciones antes de empezar el partido pero prefirió
no asistir.
En ese ambiente de mucha tensión, antes, durante y después del
partido se registraron incidentes de todo tipo. Por un lado, el problema de
la venta de entradas, porque se vendían más de las que el Estadio podía
albergar y que podía llevar a los enormes problemas generados en la
inauguración del torneo, y por el otro, la mutua hostilidad entre los hinchas
uruguayos y argentinos. Los problemas de violencia llegaron a tal punto,
que luego de la finalización del partido hubo un apedreo al Consulado
uruguayo en Buenos Aires. El director técnico argentino, si bien admitió
la superioridad uruguaya, dijo que sus jugadores habían recibido mensajes
amenazantes anónimos. A partir de esto, tanto en la prensa uruguaya como
en la argentina se desató una serie de acusaciones mutuas y de discursos
agresivos e interpelantes para el «otro».
A los efectos de este trabajo nos interesó el estudio de los imaginarios
y los estereotipos que desarrolló la prensa. Nos permiten acercarnos al
tema de la identidad uruguaya y su relación con la identidad rioplatense.
A medida que se acerca la final, encontramos con respecto a la
opinión pública uruguaya diferentes visiones sobre todo lo que el torneo le
estaba generando a Uruguay como país. Los diarios nacionalistas blancos
El País, Diario del Plata y La Tribuna Popular dividen su cobertura en
dos tendencias ya insinuadas desde el comienzo mismo del torneo: por
un lado, destacan el valor de haber llegado a la final y tratan de sacar el
máximo provecho al éxito deportivo para atraer lectores y para apropiarse
del nacionalismo exultante que significaría un triunfo; pero, por otro lado,
no paran de atacar lo que para ellos es una pésima organización del torneo,
de lo que era responsable el Partido Colorado en el gobierno junto con las
autoridades de la AUF. Se hablaba de que el Estadio era una obra demasiado
grande y costosa, que la policía se estaba comportando violentamente, que
lo de las entradas y su mala organización a esa altura era un escándalo.
Luego de la final, y una vez confirmados los incidentes en Buenos
Aires, los diarios blancos pasan a cambiar de enemigo momentáneamente.
De ser siempre el Partido Colorando en general, y el batllismo en particular,
su blanco de crítica, se pasa furiosamente a atacar a los argentinos. Los
diarios uruguayos daban estas noticias con un tono de alarma general,
similar al llamado a filas. Nos detendremos en la cobertura que realizó La
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Tribuna Popular. Este cotidiano respondía al Partido Nacional, y dentro
tenía una clara simpatía por la fracción herrerista. Era normal, un tono
alarmista, anticolorado y sobre todo profundamente antibatllista. Cualquier
acontecimiento público o de gobierno, era aprovechado por el diario para
denunciar desde la oposición al oficialismo. Téngase presente, que 1930
fue un año electoral. Ante el apedreo del consulado uruguayo en Argentina
el diario se muestra escandalizado. En un momento de máxima tensión,
cuando además de lo del consulado se pasa a la quema de símbolos patrios
en estadios argentinos, La Tribuna Popular llama a congregarse a «todos los
patriotas» frente al estadio Centenario con banderas y símbolos nacionales.
Es en este momento que toda la opinión pública uruguaya pide la acción de
la cancillería y del presidente de la República, Juan Campisteguy. Todos los
problemas de la política interna parecen quedar de lado cuando el enemigo
está afuera.
Los problemas vuelven a surgir cuando comienza el intercambio
de correspondencia y la realidad diplomática no se corresponde con las
expectativas de los sectores que no están de acuerdo con el oficialismo.
Por un lado, se critica abiertamente que el ministro uruguayo en Argentina,
Juan Carlos Blanco, estuviese de licencia y después del incidente tuviera que
realizar los acercamientos diplomáticos el ministro interino. Por otro lado,
se habla que el gobierno «no se muestra a la altura de las circunstancias».
El diario acusa al gobierno por no patriota y de no defender la dignidad
nacional. Para el diario había razones profundas que llevaban a ceder en el
enfrentamiento. Para Uruguay, como país chico, eran mucho más grandes
las pérdidas que pudieran venir de un enfrentamiento, por ejemplo, a nivel
económico con motivo de un bloqueo; el turismo y la dependencia del
trigo para el pan eran algunos de los temas manejados. Para La Tribuna
Popular el único recurso que tenía Uruguay ante el incidente con Argentina
era su inserción internacional y el hacer valer sus reclamos ante el derecho
internacional o ante organizaciones internacionales. A medida que
comenzaba el intercambio de correspondencia diplomática con Argentina,
se buscaba hacer llegar ante la opinión pública nacional e internacional las
opiniones de la FIFA y de su presidente, Jules Rimet, que en todo momento
destaca la corrección del público uruguayo y la brillantez de la organización
y de la seguridad brindada a todos los visitantes extranjeros. Pero por otro
lado también se hacen llegar los mensajes de solidaridad de todos los países
sudamericanos, empezando por el propio Brasil. La negociación, por lo tanto,
entraba en la fórmula de política internacional que había afirmado el primer
batllismo. Cuanto más creciera la importancia de la política internacional
menos sería la dependencia ante la prepotencia de los vecinos poderosos.
Las relaciones internacionales en el deporte siguen el mismo camino que en
el resto de las variables de la política internacional.
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Habíamos planteado que el partido Uruguay-Argentina nos permitía
apreciar cómo influyen el imaginario y las mentalidades en el fútbol. Nos
interesa trabajar cómo La Tribuna Popular construía una imagen del
«porteño» en el momento en que «los argentinos se sacaron la careta» de
forma vergonzosa para el diario luego de que Uruguay les ganara la final. Es
en la apelación a la historia patria de consumo escolar, en la historia oficial
del momento, que encontraremos algunos anclajes del comportamiento
colectivo. Se maneja la idea de que porteño que insultaba los símbolos patrios
era el mismo que había traicionado a Artigas, la idea del porteño como la
encarnación de la traición, la mentira y el egoísmo. La idea de la construcción
de una historia uruguaya nacionalista de fuerte carácter antiporteño era la
que la población masivamente alfabetizada manejaba y que hemos visto,
está vinculada con todo esto. Ya desde las aulas escolares se mostraba que
Buenos Aires era la encarnación del mal y los caudillos orientales liderados
por Artigas representaban el bien. Del otro lado había traidores a la patria
grande artiguista y era por eso que los orientales marchaban solos.
Esta alteridad que permitía construir la identidad nacional se fue
fortaleciendo con el proyecto moderno batllista. Encontramos una relación
especular con Argentina. La temprana separación de la Iglesia del Estado,
la afirmación de una democracia pluralista y partidocrática, los sindicatos
autónomos, la inexistencia del servicio militar obligatorio, entre otros
factores, se fueron oponiendo al proyecto argentino. En Argentina el Estado
está unido a la Iglesia que lo legitima afirmando una especie de nacionalismo
católico, desde 1905 existía el servicio militar obligatorio y el ejército
domina la política durante prácticamente todo el siglo xx, protagonizando
dictaduras y permanentes golpes de Estado. Si tenemos en cuenta que en las
décadas siguientes al período estudiado el peronismo llevaría adelante una
sociedad corporativa, la alteridad con la otra orilla rioplatense sería total.
Como sabemos, la existencia de otro es clave en los mecanismos básicos
de construcción de una identidad. El proyecto hacia el adentro se afirma
permanentemente al mirar hacia el afuera2.
La final entre Uruguay y Argentina, en la que el primero se impone
4 a 2 y se proclama campeón del mundo, generó, como habíamos planteado,
algunos incidentes diplomáticos. El apedreo de la legación uruguaya en
Buenos Aires como represalia a los aparentes malos tratos del público oriental
a los jugadores argentinos causa estupor en la opinión pública uruguaya, que,
a su vez, ya estaba muy molesta por la causa antiuruguaya encabezada por el
diario porteño Crítica. Este diario había sido fundado por Natalio Botana (que
era uruguayo) y tenía un carácter sensacionalista. Los jugadores argentinos
Para más información sobre el carácter antiporteño de la historiografía nacional
uruguaya y de sus libros de texto ver Caetano: 7-8.
2
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habían sido recibidos como héroes en Buenos Aires, ante una multitud que
clamaba por venganza por lo que les habían «hecho a los muchachos». Cuando
de esta etapa se pasa a la quema de símbolos patrios del antagonista, se está
al borde de la guerra. En un partido por el campeonato de fútbol argentino se
produce la quema de una bandera uruguaya ante el griterío ensordecedor de
las tribunas (La Tribuna Popular, 3 de agosto de 1930: 1).
La prensa oficialista colorada reacciona a todo esto. Primeramente, y con
vísperas de jugarse la final, se ataca fuertemente a la prensa opositora y a todo
los que habían estado en contra de la organización del Mundial. Se muestra
que había sido un éxito, que la policía había actuado maravillosamente bien,
que todas las delegaciones extranjeras estaban encantadas con la organización
del campeonato (El Día, 26 de julio de 1930: 7). Pero, previniendo lo peor, sí
advierte sobre la posible mala corrección del público uruguayo con el argentino,
que en masa empezaba a llegar al puerto de Montevideo. Se pide honestidad
y caballerosidad con el argentino. Se vuelve a apelar a la hermandad entre las
dos naciones. Además, se previene sobre algo que igualmente terminaría en
el escándalo y que era la venta de entradas: muestra cómo eran las verdaderas
entradas y las falsas vendidas por los revendedores. Luego de la final, los
títulos de Uruguay campeón del Mundo por tercera vez llenan todas las
páginas. Además del relato minucioso del partido y las fotos de los goles se
pasa a relatar que la organización fue perfecta y la corrección y caballerosidad
de los argentinos admirable. Y a la hora de los festejos, se vincula esa victoria
con el «de la Patria»:
En el primer torneo internacional organizado por Federación
Internacional de Football los uruguayos han conquistado un título sin
precedentes en la historia del deporte. Son desde ayer los campeones
del mundo, después de haber sido dos veces campeones olímpicos y
seis veces sudamericanos. Ninguna nación del mundo puede ostentar
tan importantes blasones deportivos. (...) El match de ayer, tal como
corresponde a la trascendencia excepcional de la justa deportiva y a la
calidad de los rivales, se desarrolló dentro del más perfecto marco de
caballerosidad no registrándose una sola nota que empañara el brillo
de la jornada en el que quedó consagrado el primer campeón del
Mundo de football. Uruguayos y argentinos quisieron demostrar que
pese a la rivalidad deportiva que cada uno exige esfuerzos máximos,
tienen de esa rivalidad un concepto que nunca puede llevarlos más
allá de los estrechos límites del campo de juego. Y dentro de él fueron
dignos adversarios que en ningún momento echaron mano de recursos
ilícitos o reprobables, ni se dejaron arrastrar por impulsos subalternos
que hubieran puesto en la solemnidad del dejaron arrastrar por
impulsos subalternos que hubieran puesto en la solemnidad del gran
día una sombra in disipable (El Día, 31 de julio de 1930: 7).
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Luego de los incidentes en Argentina, la actitud es totalmente distinta
a la de los diarios nacionalistas. Prácticamente se minimiza el hecho de la
rotura de cristales en el Consulado uruguayo en Buenos Aires. Todo el foco
de la cobertura se refiere a «cierta prensa argentina» que estaba lanzando
una serie de mentiras contra Uruguay, específicamente y una vez más contra
el diario Crítica. Pero, a su vez y con gran habilidad de sus periodistas,
no se buscaba con esto enfrentarse al pueblo argentino, sus tradiciones y
sus valores; se deja bien claro que las 15.000 personas que habían estado
presenciando la final en el Estadio Centenario y las 30.000 personas que
habían llegado a Montevideo habían dado muestras de caballerosidad e
hidalguía ante la derrota (El Día, 31 de julio de 1930: 7). Frente a la ruptura
de relaciones con la asociación que dirigía el fútbol argentino, se trata de
ser positivo y de que predomine la sensatez. Con esto entramos en dos
constantes de este tipo de fuente, la de la prensa periódica oficialista. Por
un lado, y específicamente en el caso del diario El Día, continúa el tema de
la hegemonía simbólica que tenía en todo lo que respecta a la producción
de imaginario y con la producción de sentido común. Hasta hoy en día, la
mayoría de las historias oficiales de los periodistas deportivos uruguayos
continúan con el mismo discurso que El Día construía en el momento mismo
de los hechos. Es el caso del ya citado libro de Ricardo Lombardo, todavía
hasta el día de hoy tomado por la AUF como el estudio más serio sobre este
período.
La idea es acercarse a lo que produce alejamiento y enfrentamiento
entre los dos hermanos del Plata, que lleva a que «clásico del Río de la
Plata» –como se conoce en el mundo cada vez que Argentina y Uruguay
se enfrentan en fútbol–, sea un lugar privilegiado para ver ciertos resortes
del «patriotismo» y del nacionalismo chovinista. Respecto de la prensa
argentina3, Roberto Di Giano, para el Mundial de 1930, toma dos visiones
antagónicas con respecto a la óptica de los incidentes con Uruguay. Por un
lado la revista La Cancha, y por otro lado nuestra ya conocida revista El
Gráfico (Di Giano, 2010: 27-35). Descubre que, al igual que en Uruguay,
las visiones corresponden a los intereses políticos, comerciales y sociales
de los mencionados medios. Si bien ambas publicaciones son críticas con
respecto al comportamiento y hostilidad del público uruguayo hacia el
argentino y se ve a «el otro» como un contrincante desleal, los matices son
diferentes. La revista La Cancha, si bien era una revista de importancia
creciente en la Argentina, no tenía ni llegada ni tiraje en Uruguay. De
esa manera, su discurso, dirigido al gran público argentino, era violento y
agresivo hacia el fútbol uruguayo. Se partía de algo que por mucho tiempo
Estudios comparados de la prensa están siendo realizados por el AIED, de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Tulio Guterman, Julián Ponisio y especialmente
el sociólogo Roberto Di Giano hicieron grandes aportes a este respecto.
3
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se había apoderado del sentido común del fútbol argentino: sostenían
que era por las patadas y la violencia que Uruguay podía ganarle a la
Argentina. Pero, además, la publicación partía denunciando que estaba
todo arreglado para que Uruguay saliera campeón. Se denunciaba que el
sorteo y la elaboración del fixture habían sido un acomodo para Uruguay.
Con respecto a lo ocurrido en la final, se denuncia la vergüenza de la
violencia y el comportamiento del público uruguayo para con los jugadores
y la hinchada argentina, así como la violencia de los jugadores uruguayos
contra sus rivales. Violencia tolerada por el juez Languenus, juez que para
la publicación jugó para los uruguayos. Pero lo más interesante es que,
al igual que La Tribuna Popular, la revista se mete con los próceres que
habían fundado «la leyenda patria» uruguaya:
Artigas, los 33,
el heroico Lavalleja,
Sólo son cuentos de vieja
De aquellos bravos patriotas
El recuerdo se ha perdido;
Tan solo se escucha el ruido
De las pateadas pelotas
Artigas se supone
Fue un heroico y gran varón
Pero no hay comparación
Entre Artigas y Scarone
Y jamás hubo un cañón
Como el cañón de Petrone
Lavalleja fue imbatible
Y potente fue su brazo
Pero cero ante el rechazo
Del gran Nazassi el terrible
El pasado se ha esfumado;
Aquellos fueron monadas;
Hoy solo existe un pasado
Que en la historia se ha grabado
Y es el de las Olimpíadas
Todo el resto son bemoles
a prueba de ingenuidad4.
Es así que apoya la decisión de la Asociación Amateurs Argentina
(aaa; nombre que llevaba en ese momento lo que hoy es la afa) de romper
relaciones con la auf y, a su vez, critica la postura demasiado blanda de otros
medios como El Gráfico, acusándolos de «ascéticos» o «uruguayizantes». El
Tomado de Di Giano, 2008.
4
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director de la multifacética Editorial Atlántida era el uruguayo Constancio
C. Vigil.
El Gráfíco utiliza, al decir de Roberto Di Giano, un estilo «tratando
de contemporizar». Veamos su crónica luego de la final:
Ha finalizado el Campeonato Mundial de Fútbol. Triunfante para
el Uruguay y felizmente para todos. Porque la verdad sea dicha, el
desarrollo de este certamen creo una atmosfera no sólo desagradable
sino [...] ingrata. Por último el epílogo no ha podido ser más
desalentador. Cuando las pasiones despertadas por un match de
fútbol superan las proporciones dispensadas al deporte, la sensatez
de los dirigentes debe sofrenar el ofuscamiento del público; pero no
con ruptura de relaciones, sino con el acuerdo de las Asociaciones
de ambos países, para terminar con un tiempo con los encuentros
internacionales (Di Giano, 2010: 33).
En vez de continuar con los rumores de las patadas y la violencia
uruguaya, se centran en que el equipo no fue cobarde y no arrugó frente a
los uruguayos:
No podemos permitir que se tilde de cobarde al team argentino que
actuó en la final de Montevideo. Nos rebelamos contra esa infamia.
[...] Hay que tomar un camino muy diferente para justificar la derrota.
Es preciso reconocer que los uruguayos jugaron con una mayor
armonía de conjunto y que fue el factor que les deparó la victoria.
No se nos olvidan los fouls. En los últimos quince minutos del primer
tiempo, en su desesperación por alcanzar el empate que necesitaban,
prodigaron algunos golpes. [...] Pero no fueron los fouls los que
determinaron la derrota (El Gráfico, 9 de agosto de 1930: 7).
Para entender todo esto, no sólo hay que vincularlo a que Constancio
Vigil era uruguayo sino que, además, hay que vincularlo al hecho de que
este medio argentino era muy leído en Uruguay y, de alguna manera,
entrar en una campaña difamatoria contra Uruguay o contra su fútbol
era perder una franja de mercado importante. El Gráfico siempre tuvo
una enorme importancia en Uruguay, ya que a diferencia de Argentina,
la pequeñez del mercado nunca pudo asentar la existencia de una revista
semanal de fútbol. Y por supuesto que por la calidad del papel y de las
fotografías, no era lo mismo seguir el Mundial a través de una revista
especializada que a través de los diarios. Hasta el día de hoy encontramos
esa relación ambivalente entre el aparato propagandístico argentino y la
cobertura de «lo uruguayo», sobre todo cuando «lo uruguayo» vende
y genera dinero. A su manera esta postura es similar, pero por otros
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motivos, a la del diario El Día, en Uruguay. Ambos buscan paños fríos
en el conflicto y «contemporizar». Unos por motivos políticos y otros por
motivos comerciales, van atenuando el enfrentamiento.
Con respecto a los periódicos argentinos, es de destacar que también
hay diferentes visiones,las del diario Crítica son las más furiosas. En el
número posterior a la final y en su portada y a tamaño sábana se refieren :
No hay que jugar más con los uruguayos. Es inminente la ruptura de
relaciones con la Asociación Uruguaya de Football. Las vejaciones
sufridas ayer por nuestros jugadores en el trayecto hacia el Hotel,
no tienen precedentes. El campamento argentino es un hospital. El
campamento argentino es un hospital. Casi todos los argentinos
fueron lesionados. El referee jugó para los uruguayos. Allá en
Montevideo de “cualquier” manera debían ganar los uruguayos y
ganaron (Crítica, 31 de julio de 1930: 1).
A su vez, La Razón no tiene un tono menos duro para con el
comportamiento del público uruguayo. Ante la llegada de la delegación
argentina a Buenos Aires titula:
Regresan esta mañana a la patria los disciplinados y correctos
jugadores argentinos que intervinieron en el Campeonato Mundial.
Ninguno de nuestros muchachos volverá a jugar jamás en los Estadios
del Uruguay. [...] Justa la victoria. La violencia la empañó (La Razón,
31 de julio de 1930: 1).
Epílogo
En un reciente libro el historiador José Rilla introduce el problemático
tema de la relación entre Argentina y Uruguay (AA.VV, 2013: 13). La visión
del uruguayo hacia Argentina incluye a Brasil. Las encuestas marcan,
en forma mayoritaria, la simpatía y el cariño para Brasil y la hostilidad
hacia Argentina. Es aquello tan importante de Uruguay como frontera.
El propio Rilla marca todo el peligro fantasioso de esta visión que parte
de estereotipos exagerados y súper inflados. La simpatía hacia el gigante
del norte viene de la ajenidad y desde la ignorancia. El tener otro idioma
y una cultura totalmente diferente (que viene de una raíz lusitana europea
y que tiene en el negro y en el indio expresiones identitaria muy fuertes)
lleva también a que la política tampoco tenga mucho peso. Se habla desde
la ignorancia. Entonces el estereotipo que pesa, por qué es el que uruguayo
mayoritariamente conoce, es el del turismo. En cambio «Argentina nos
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afecta e implica mucho más directa y masivamente en la vida cotidiana del
pasado y el presente que Brasil, vecino inmediato y a la vez distante» (13).
Con el fútbol sucede lo mismo. Argentinos y uruguayos vienen
jugando juntos al fútbol desde los propios orígenes del mismo en el Río de la
Plata. Los partidos anuales entre las selecciones de las dos orillas del Plata
fueron marcando la identidad desde los comienzos del siglo xx. La forma de
jugar, los colores de las camisetas, las primeras Copas, fueron afirmando un
estilo criollo y un estilo rioplatense para el mundo.
Claro que los cruces entre ambos a lo largo de la historia oscilaron, al
igual que pasó y pasa con la política, entre el acercamiento y el alejamiento.
Alejamiento que incluso llevó y lleva al enfrentamiento. Simplemente pasemos
a dos ejemplos que confirman lo antedicho. La presencia de Argentina en el
Mundialito o Copa de Oro (jugado en Uruguay entre diciembre de 1980 y enero
de 1981 y que aglutinó a los hasta ahora campeones del mundo en un torneo
inédito hasta el momento) motivó hostilidad y violencia hacia la albi-celeste por
parte de los uruguayos. Y una simpatía total hacia Brasil y la verde-amarela
(por supuesto hasta el enfrentamiento final entre uruguayos y brasileños).
El otro es desde el acercamiento, o si se quiere desde la complicidad. En las
eliminatorias para el Mundial del 2002 Uruguay se jugaba su clasificación
para la Copa del Mundo en la última fecha con Argentina, con los argentinos
ya clasificados el partido adquirió especial dramatismo porque la celeste hacia
doce años que no iba a la principal justa entre selecciones nacionales. El otro
que disputaba el quinto puesto era Colombia. Desde los principales medios
colombianos se denunció el posible arreglo del partido entre «los hermanos
del Plata». Desde la prensa oriental se apeló a la ayuda del Gran Hermano
(popular programa televisivo argentino muy visto en Uruguay). Finalmente, el
empate a un gol permitió a los uruguayos ir a jugar dos partidos de repechaje
con Australia que luego de dos duras contiendas permitió al equipo oriental
llegar a la tan soñada Copa del Mundo.
Este trabajo pretendió vincular la identidad rioplatense y el fútbol. Algo
que hasta ahora se ha trabajo muy poco. Este tema nos permite acercarnos a
las relaciones entre el fútbol y la nación. El fútbol, con su densidad simbólica
y discursiva, nos lleva a poder encontrar la trama de significados que se
tejen en torno a la nación cada vez que una selección nacional representa al
colectivo en una justa internacional. El clásico del Río de la Plata permite
no sólo una lectura de lo técnico táctico y de las estrategias desplegadas en
la cancha. Permite una lectura simbólica del juego. El leer el espectáculo
futbolístico como un texto etnográfico es lo que lo hace a mi juicio al tema
más apasionante. Argentina y Uruguay en fútbol todavía tienen mucho para
darnos en lo que tienen que ver con las mentalidades, los imaginarios y los
estereotipos. Este trabajo fue sólo el comienzo.
| 44 |
Bibliografía
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Uruguay 1930”, en Lecturas: Educación Física y Deportes,
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| 45 |
Revista Mundo Uruguayo, 19 de junio de 1924
| 46 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 47 - 62, 2014
ISSN 1688-9800
El sinuoso proceso de constitución de la identidad
nacional y futbolística
Rafael Bayce*1
Lo que sigue son más especulaciones fundadas que afirmaciones
científicamente comprobadas, o falsadas, o corroboradas en un sentido
convencional; aunque quizás serían merecedoras de un estatus de
hipótesis en un modelo positivista radical que no comparto. En realidad
es una «interpretación» de la conformación interactiva de identidades
nacionales globales y de identidades específicamente futbolísticas en el
Uruguay, tomando a la ‘creatividad interpretativa’ como un elemento tan
o más valioso que la ‘corroboración empírica o fáctica’; en efecto, sin la
interpretación creativa nada interesante puede decirse sobre la realidad, en
tanto que la mera prolijidad o aun exhaustividad empírica son notoriamente
insuficientes para ello si no son guiadas por teoría. Una interpretación
densa, ilustrada en profusos antecedentes pertinentes, sintética de múltiples
insumos anteriores, no solo puede iluminar por sí misma sino inducir
una corroboración mucho más rica que otra teóricamente pobre aunque
fáctica o empíricamente cuidadosa. La prioridad epistémica, entonces, de
la creatividad interpretativa sobre la prolijidad o exhaustividad empírica es
clara para mí, sin perjuicio de la obvia preferencia por aquellos productos
que aúnen creatividad interpretativa con sofisticación empírica metódica.
Paro pensar que un método de por sí- o un conjunto de coeficientes, peores lo que la ciencia nos da y exige para develar la realidad, y que debe
priorizarse la sofisticación metódica para cumplir con los requisitos de
‘lo científico’, son graves errores epistémicos que ya han empobrecido y
amenazan seguir mediocrizando la producción en las ciencias sociales.
Que un académico crea que solamente puede aportar científicamente a
algo mediante el test empírico nomológico-deductivo de afirmaciones
teórica, o que algo solo vale si cuenta con documentos que lo avalen
pone sistemáticamente la carreta por delante de los bueyes, cuando sólo
reflexionando o interpretando puede proponerse búsquedas empíricas
interesantes; radicar la ciencia en los tests empíricos es una regresión
ultra positivista desdeñable. Quien crea que en el proceso de test empírico
se camina sin tropiezos operacionalizando ciega y acríticamente, como
si no hubiera pérdidas de sentido enormes en este proceso, contribuye
con un cáncer que ha corroído a las ciencias sociales por su servilismo
Doctor (Ph. D.) en Sociología (Stanford, USA) y Ciencia Política (Iuperj, Rio).
Profesor Titular Grado 5 (Sociología, UDELAR) Consultor Internacional y Nacional en
Políticas Públicas, Justicia y Educación. Entrenador de Fútbol (ISEF).
1*
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epistémico a un modelo y paradigma de la ciencia creados y sostenidos
por las ‘ciencias duras’ en el siglo xix, y que ni siquiera ellas defenderían
hoy ni hubieran defendido durante la mayor parte del siglo xx los mejores
de entre ellos. Excelentes mentes y trabajadoras manos pierden el tiempo
como máquinas cuantofrénicas (Sorokin) que solo se autoestiman como
científicas si operacionalizan y testan empíricamente afirmaciones de un
nivel de generalidad más alto y consideran que quienes sigan construyendo
en esos niveles son meros ensayistas a lo más pre o proto científicos, que
serán redimidos de su inferioridad cuando algún estreñido metodólogo
transforme su loca elucubración en pedestre modelo de cálculo formalizado
y operacionalizado de empírea teoría estéril.
Ese proceso de constitución de las identidades nacional y futbolística
del Uruguay es, diacrónica y sincrónicamente, interactivo y complejo en
varios sentidos.
a) Porque rasgos de una identidad influyen en la otra, trenzándose en
sus devenires.
b) Porque auto-imágenes (imágenes generadas y exportadas desde lo
futbolístico hacia lo nacional y desde lo nacional hacia lo internacional) y
hetero-imágenes (imágenes producidas e importadas hacia lo futbolístico
desde lo nacional y hacia lo nacional desde lo internacional) interactúan
sutilmente.
c) Porque todas ellas sufren refracciones y reflejos de proyección e
internalización en esos procesos.
d) Porque quizás algunos rasgos pre-deportivos y pre-nacionales—
en el sentido institucional— pueden remontarse a la Conquista española y
a la lucha contra la competencia colonial de Portugal.
e) Intentemos, para los efectos de esta ponencia, dentro de tan vasta
empresa, sugerir un hilo de desenvolvimiento de rasgos futbolísticos
específicamente uruguayos e identitarios en diversos vínculos con rasgos
identitarios más globales, que aparecen consecutiva, diacrónicamente, aunque
pueden coexistir sincrónicamente en estadios tardíos de su confluencia histórica.
En efecto, algunos rasgos que pueden pasar por actuales podrían
retrotraerse:
a) A Montevideo como relativamente pequeño pero estratégicamente
importante y con cierta autonomía
Por eso disfrutaba de un estatus autónomo la Gobernación de
Montevideo en el Consejo de Indias, al interior de su subordinación
sucesiva a la hegemonía bonaerense de los Virreinatos del Perú y del
Río de la Plata. En efecto, la Gobernación de Montevideo, —semilla
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de la que saldrán la Banda Oriental, la abortada Provincia Oriental y la
República Oriental del Uruguay—, subordinada administrativamente a
dichos virreinatos, tenía, sin embargo, asiento autónomo en el Consejo
de Indias, tal era su importancia como fortaleza y puerto para España en
su lucha inicial con Portugal y luego frente a varios avatares amenazantes
(invasiones inglesas, invasión napoleónica en Europa, etc.) Eso generó
conciencia de importancia pese al tamaño, y un alto espíritu autonomista,
porque decisiones virreinales subordinantes podían revertirse o matizarse
vía el Consejo de Indias. La restallante postura autónoma del Cabildo
Abierto montevideano de setiembre de 1808, de «acatar pero no cumplir»
resoluciones de un virrey considerado ilegítimo por responder a una
España napoleónica, cuando el rey Fernando VII y las juntas locales eran
considerados los verdaderos depositarios de la soberanía del reino del que
se Montevideo se consideraba parte. Ese mismo espíritu autonómico lleva
a Montevideo a adherir a la Revolución de Mayo con bemoles y cierta
dilación temporal, hasta en el caso del mismo Artigas; ni qué hablar de
la autonomía pensada por Artigas. La independencia saltó por encima de
la autoconciencia de autonomía que casi siempre cultivó históricamente
Montevideo, como embrión de nación.
b) A la muy marcada identificación mítico-legendaria con David y no
con Goliat, típica de nuestro ideario judeocristiano constitutivo básico:
el lado noble del pequeño
Las vicisitudes de su carácter de pequeño y subordinado, pero
importante puerto-fortaleza, se alimentarán de la leyenda mítica de David
y Goliat, que se nutrirá posteriormente con otras mitologías y leyendas.
No olvidemos que el ahora tan laico, y por momentos anticlerical, Uruguay
fue colonia de un país de catolicismo muy tradicional y conservador, casi
origen de la contrarreforma, que tuvo como religión del Estado a la Iglesia
Católica Romana —desde 1830 a 1917 al menos—, al interior de la cual,
en la socialización infantil, la leyenda de David y Goliat ocupa un lugar
destacado, más tarde reforzado por la ubicación capitalina cada vez más
central del monumento a David, en copia del de Miguel Ángel, en el
centro de Montevideo. Aunque pueda parecer rebuscado, el imaginario se
alimenta con elementos cotidianos arquetípicos fuertemente compartidos,
como podría ser éste. Aún más hondamente que la picaresca española,
el mito de David y Goliat tiene buena recepción entre quienes son
pequeños entre gigantes porque les da esperanzas de superar esa pequeñez
mediante el ingenio, la valentía y la destreza con las que David, contra los
pronósticos, venció a Goliat. Quizá esté en el origen de la facilidad con
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que los deportistas uruguayos aprecian su posición como no favoritos y
declaran que la superación de su desfavoritismo «es para los que no creían
en nosotros», en el célebre apócope gramaticalmente incorrecto de «pa’
los contras», que son todos aquellos que no creían en las posibilidades de
David frente a Goliat. A los uruguayos les molesta la posición de favorito o
más poderoso Goliat; los pone en la obligación de responder al favoritismo
y no les gusta el riesgo de no poder responder a él y que otros Davides los
derroten como Goliats. Parece una gran virtud rebelde nuestra la de ser
particularmente aptos para superar adversidades y desfavoritismos; pero
tiene su contracara en la dificultad —vicio, carencia— para manifestar
superioridades teóricas; espíritus tímidos con temor al ridículo, inseguros,
se miran en el espejo de David, el mejor espejo en que mirarse para
pueblos subordinados y más pequeños o menos poderosos a priori, como
lo fueron los hebreos dentro de los cuales surgió la leyenda luego mítica de
David. En casi toda la civilización de raíz judeo-cristiana, el sufrimiento
de la inicialmente perseguida cristiandad —luego superadora de su
marginalidad perseguida inicial, cual nuevo David— se sumó y acumuló
a la identificación con David, y al rechazo tan poco épico y generador
de autoestima de la posición de Goliat, mucho menos promisoria y más
sujeta a fracasos vergonzantes que la de David, que tiene mucho menos
que perder en la acción que Goliat, desde el ángulo de su autoestima y
del prestigio ante otros. El mundo ha perseguido estar en la posición de
Goliat pero celebra a David, incoherencia del ideario y del ethos cultural.
En cualquier recinto deportivo del mundo el más débil es vitoreado por la
tribuna —si no hay otros elementos en juego para definir su posición ante
los rivales—, así como se celebrará el perro que invade el campo y esquiva
al que lo quiere capturar, y el polizonte será preferido a su captor. Toda la
comicidad occidental, desde Chaplin hasta Tom y Jerry, descansarán en
esa mitología fundante de David y Goliat, enriquecida, como veremos, por
la picaresca española. Sugiero con fuerza que en la posición montevideana
en el reino español y en los virreinatos, así como en la internalización
del mito judeocristiano de David y Goliat pueden rastrearse fuentes de la
relativa facilidad de la épica uruguaya para enfrentar a Goliats, así como de
su relativa dificultad para desempeñarse como Goliat. Por eso les es mucho
más fácil salir relativamente bien en finales o eliminaciones directas que
en series eliminatorias de larga duración en que se arriesga a «jugar de
Goliat», entre otros aspectos que hacen que las eliminatorias y torneos
extensos sean menos motivadores que los enfrentamientos de todo o nada,
clasificatorios o eliminatorios. Se arriesga el ridículo y la vergüenza,
terrores para el uruguayo, sin el estímulo del desafío a David y la adrenalina
de ir de ‘punto’, posición pasible de proporcionar honor, prestigio y gloria.
No le vale la pena al uruguayo ningún esfuerzo que no pueda producir
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proeza, como le llama Veblen a esa marca de arcaísmo en la conducta. El
elogio de los héroes infantiles que llegaron a ser los bandidos argentinos
que no se rindieron a la policía uruguaya en el edificio del Liberaij del
barrio Sur, mencionados por Jaime Roos en Brindis por Pierrot, son otro
ejemplo de folklore urbano posterior que puede acumular en este trasfondo
histórico de larga duración. Ningún equipo de funcionarios de un canal
de televisión comenzará a armar un escenario hasta que sus superiores
no se desesperen diciéndoles que no tendrán tiempo de hacerlo. Nada
más motivador para un arcaico uruguayo: lo armarán entonces en tiempo
récord, ‘para los que no creían’, con lo que además acreditarán rebeldía,
que saben más que sus jefes, que son superiores al lugar laboral que les ha
tocado inmerecidamente en suerte, y tantas otras insufribles minucias del
retorcido y resentido carácter uruguayo
c) Al Lazarillo de Tormes, el lado lumpen del pequeño desfavorecido
Ese montevideano, oriental o uruguayo, pequeño pero importante,
subordinado pero con su orgullosa cuota de autonomía, admirador
subliminal de David, lo marcan también, tanto de picaresca española neorenacentista como la latinidad «arielista», con la pesada colaboración del
ciclo artiguista en ella; quizás su producto más aplicable a la identidad
futbolística, si no a la nacional, sea la ‘viveza o picardía criolla´. Lo que
aquí sostenemos es que, a ese trasfondo antes aludido, podría sumársele
la picaresca española neo-renacentista, del estilo del Lazarillo de Tormes,
un antihéroe proto-lumpen, antihéroe que también acumula al menú
de alternativas que enfrenta un David, un pequeño, un desfavorecido
relativo, todas situaciones en las que un montevideano, oriental o
uruguayo, podría considerar que se encontraba frecuentemente y dentro
de las cuales debía decidir inspirado en mitos, leyendas, héroes e ídolos
a mano.
d) La latinidad arielista como ingrediente sumado a lo anterior: picardía y viveza criollas como resultado parcial
La latinidad desde la que pensó y escribió Rodó podríamos imaginar
que suma con facilidad en ese fondo, y que encaja con presteza en ese
puzzle. La latinidad entra muy bien con ese trasfondo de David, Lazarillo
y pequeño subordinado pero con orgullo autonómico y conciencia de
su importancia estratégica pese a su pequeñez, como Montevideo para
España; y confluye con esos rasgos hacia el producto que será la ‘viveza
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o picardía criolla’. Si bien ni Ariel ni Proteo son identificables con un
vivo pícaro, la especificidad latina, la especificidad americana, pensable
como embrión de latinoamericanismo, bien podría ser un subproducto
de esa conformación histórica identitaria que, luego de las peripecias
vividas antes, suma a su manera una viveza o picardía latina, no sajona,
de David y de Lazarillo, no de Goliat ni de discapacitadociego, pero
rico. De algún modo, la superioridad latina idealizada por José E.Rodó
radica en esas inferioridades materiales a priori pero que han sido
superadas por algún fuego de superioridad inmaterial al modo de la de
David, aunque también con el matiz del Lazarillo si fuese necesario. Lo
que David —especie de Ulises hebreo— no tiene de lumpen lo aporta
Lazarillo al imaginario identitario que va cristalizando en la picardía
o viveza criollas. Los recursos técnicos y las reservas espirituales que
caracterizarán la autoestima criolla nacional tendrán que ver con una
latinidad filtrada por un trasfondo de David y de Lazarillo, personajes
comunes y bien conocidos debido a la obligatoria escolaridad uruguaya.
Ya hemos llamado la atención en otras ocasiones en la curiosidad
histórica de que la iconografía futbolística en la pose de los equipos
antes de un partido haya sido revolucionada por la posición de brazos
cruzados al pecho que el capitán Nasazzi inauguró en la olimpíada de
1924 en Colombes. Ese es el gesto del Artigas pintado por Blanes en la
Ciudadela, a requerimiento del presidente Santos como ícono patriótico
inspirador. Otro ícono popular, no sólo omnipresente como David y
Lazarillo, sino hasta tapa de textos de historia patria. No es descabellado
aventurar que Nasazzi se sentía tan caudillo y representante cuasi-bélico
de todos los uruguayos a partir de su capitanía futbolística en una arena
ecuménica como Artigas en su coyuntura internacional entonces. Sería
otra contribución de la socialización infantil en rasgos luego adultos y de
todos. La picardía o viveza criollas son una acumulación de esa situación
histórica con un imaginario de nobleza, destreza y valentía de David, la
inescrupulosidad astuta y lumpen de Lazarillo y la latinidad arielista.
e) Los perros cimarrones de Artigas como insumo convergente
La famosa expresión artiguista de que si tuviera soldados pelearía
con perros cimarrones, una raza canina autóctona mezcla de razas
europea, resulta simbólica porque no sólo expresa la determinación de
pelear con las armas que se tuvieran, aunque fueran inferiores a las del
enemigo de turno –aunque en realidad nunca fue tan suicida como para
intentar pelear en gran desventaja, y de ahí su exilio paraguayo-. De todos
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modos, la frase pertenece al corazón de la moralidad uruguaya, porque
los uruguayos la aprecian aunque su emisor nunca lo haya cumplido en
su periplo sin frase artiguista mediante. Varias hazañas conseguidas
por equipos uruguayos, y también a nivel de equipos intra-nacionales,
en inferioridad numérica. A los 9 contra 11 de Peñarol contra Nacional
puede agregarse el célebre partido en que Uruguay clasificó en el podio
olímpico en Helsinki 1952 derrotando a Argentina con 3 jugadores en
cancha contra 5 argentinos —cosa que hoy sería imposible pero lo era
porque no había límite de tiempo de retención de la pelota por un equipo,
hoy de 24 segundos—. Pueden lectores o audiencia recordar otras hazañas
consideradas como ‘uruguayas’, que juntan esa importante pequeñez
autonómica de David, el Lazarillo y una latinidad extraordinaria que
hacía posible ganar eventos bélicos con perros cimarrones. Recordemos
lo mucho de arielista que tiene el proyecto batllista, que creía que los
americanos, libres de los conflictos ancestrales que aquejaban a los
europeos, eran capaces de un mejor desarrollo y de vencerlos en la carrera
del desenvolvimiento. Los triunfos deportivos y algunos destellos en las
artes y letras podían apoyar esa creencia, porque sin duda que los nuestros
peleaban con perros cimarrones en comparación con la infraestructura y
los medios de otros artistas y deportistas –quizás hasta hoy
f) El nacionalismo criollo del último cuarto del siglo XIX como primera
identidad construida, común a la Argentina
El criollismo que es común al imaginario identitario rioplatense
del último cuarto de siglo añade otro ingrediente identitario a los que
hemos anotado como proviniendo a veces del fútbol, a veces de otros
avatares históricos, pero siempre entretejiéndose luego. El Uruguay
de la tierra purpúrea, del malevaje gauchesco, del duelo criollo, de
la montonera gaucha, que sucede aproximadamente con los mismos
contenidos en la Capital Federal y en la Provincia de Buenos Aires,
convergen en la identificación nacional alrededor de una mezcla étnica y
cultural supuestamente original e identificatoria, en la cual el aporte más
específicamente identificatorio es el criollismo aportado por el gaucho y
sus atributos de carácter y de cultura, que son neo mezclas de David y de
Lazarillo reivindicación de un nacionalismo ‘criollo´, tan característico
de la primera fundación del imaginario nacional en el último cuarto del
siglo XIX. Casi en ese momento surge el deporte institucionalizado en
el mundo y también en el Uruguay, aunque en menor escala. Ya con el
cambio de siglo aparecen los primeros clubes deportivos que adoptan
nombres en español — o parcialmente— y que reivindican la nacionalidad
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uruguaya, a partir del uso de la palabra ‘nacional’ en sus denominaciones,
por oposición a la totalidad de nombres extranjeros de los clubes hasta
entonces. Todos los equipos de fútbol tenían, en el siglo XIX, nombres en
inglés de colectividades no siempre británicas sin embargo (i.e. Central
Uruguay Railway Cricket Club, Uruguay Onward, Deutscher, Albion,
Uruguay Athletic); frente a esos nombres surgen el Club Nacional de
Football por oposición, y el Club Nacional de Regatas por oposición al
Montevideo Rowing Club. Pero no debemos olvidar que los clubes que
surgen a principios del siglo XX aún tienen nombres en inglés, aunque
lo hayamos olvidado (Rampla Juniors, Wanderers, Central, Liverpool,
River Plate, Racing). Los nombres puros en español comenzarán con la
tercera generación de clubes (Bella Vista, Sud América, Defensor, Lito);
tampoco olvidemos que la primera selección de fútbol de Montevideo
(1888) fue compuesta por jugadores del Montevideo Cricket Club y del
Montevideo Rowing Club, alistándose en ella el introductor del fútbol en
el Uruguay, el profesor de inglés William Leslie Poole, también autor del
gol que coronó en alargue al Albion como primer campeón uruguayo de
fútbol en 1900. El criollismo, común a los países rioplatenses entonces,
fue la primera autoimagen que los países independientes adoptaron
como identidad específica, que integraba al gaucho rural pero no a los
afrodescendientes urbanos (que veremos son rescatados en exorcismo
culpable por la expresión ‘garra charrúa’ años después), resultaba una
mezcla de latinidad arielista con todos los ingredientes que se habían
acumulado hasta consolidar la picardía o viveza criollas, simbolizadas
en el primer gran jugador de nombre español, contextura física de David
y recursos de David y de Lazarillo: Juan Pena. Los equipos de marineros
ingleses que recalaban en Montevideo y en Buenos Aires jugaban en
tierra con conjuntos locales con resultados variados pero tendencialmente
favorables a los forasteros. Cuando un equipo profesional inglés era
el que jugaba las goleadas eran comunes, tal como ocurrió con las
famosas visitas a ambos puertos del Southampton, creo que en 1906. El
nacionalismo criollo, en ambas márgenes, incluye imaginariamente a los
criollos urbanos y a la mezcla étnica y cultural con el gauchaje cerril de
las pampas bonaerenses y orientales, y fortalece el complejo identitario
constituido desde la historia global, que la futbolística comienza a
reflejar (clubes nacionales en español versus clubes con nombre inglés).
Pronto, la identidad futbolística se volverá tan importante para el
orgullo e identidad nacionales que se puede decir que el imaginario del
uruguayo, originado en la historia global pero reflejado en el fútbol,
se invierte como fuente motriz del rasgo identitario: ahora el fútbol
tomará la iniciativa en la producción de rasgos identitarios; desde los
triunfos consecutivos de 1924, 1928 y 1930, acompañados por triunfos
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a nivel sudamericano, desde 1912, que mostraban una mejor figuración
futbolística del Uruguay que la que correspondería a su lugar en el
ranking de naciones subcontinentales.
g) Primera inflexión identitaria: ahora somos los mejores del mundo en
algo, cuya importancia crecía y crecerá.
La coincidencia del primer cuarto de siglo de oro económico-cultural
en el siglo XX con la gesta futbolística más extensa (1912-1935), transforman
la latinidad criolla cerril y menor en exuberancia técnica imbatible y fuente
original de un imaginario identitario novedoso. Se podían ganar títulos
sudamericanos en cierta paridad con los maestros argentinos, nación tanto
mayor, y aventajar a todos los otros países sudamericanos mayores que
nosotros. Se había podido derrotar a los argentinos muchas veces (desde
el hito de 1903); jugadores uruguayos eran contratados desde Argentina
y llegaban inmediatamente a la selección nacional de la otra orilla (Ángel
Romano). Se ganaba una olimpíada en momentos en que un cisma interno
dejaba a la selección viajera con casi la mitad de los jugadores elegibles
fuera de la selección. Solucionado el cisma, vuelve a triunfar olímpicamente
en 1928. El Mundial de 1930 sólo confirma una superioridad reconocida
mundialmente aunque manteniendo una gran paridad con Argentina. El
pequeño y orgulloso autonómico, David y Lazarillo, latino criollo orgulloso
de todos esos rasgos, ya no era el pequeño aprendiz que prometía pelear
hasta con perros cimarrones si no tenía otros recursos; lejos de todo eso,
Uruguay era ahora el maestro mundial que se enorgullecía de su predominio
mundial desde el fútbol olímpico y mundial; y proyectaba las razones de
sus triunfos deportivos como méritos y virtudes de todos los uruguayos.
El fútbol reflejaba la búsqueda de una identidad nacional independiente
hasta 1930; pero desde allí comanda esa búsqueda. Estos acostumbrados
y reconocidos triunfos producen una primera inflexión en la trayectoria de
constitución identitaria, tanto futbolística como nacional global; ya no es
más el pequeño orgulloso autonómico, que se identifica con David y hasta a
veces con Lazarillo y perros cimarrones desde su pequeñez y subordinación
formal; ese orgullo nacional es latino y criollo, con inclusión en ese
imaginario específico del gauchaje rural. Sin embargo, todo este complejo
pero comprensible imaginario identitario paulatinamente conformado sufre
una muy fuerte inflexión cuando triunfa en sudamericanos, olimpíadas y
mundiales repetidamente; y el mundo los celebra como maestros y mejores
del mundo. Ya la autoestima construida desde el fútbol le reclama repetir
como obligación patriótica a los futuros deportistas. Será una pesada
mochila de gloria insuperable que perjudicará el rendimiento de todos
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los futuros representantes celestes, anímicamente cargados con Nasazzi,
Scarone, Petrone, Piendibene, Lorenzo Fernández, Cea, Andrade y otros
multicampeones. Cualquier derrota es temida como decadencia; sólo
campeonar es festejable, toda otra clasificación es fracaso y los fracasados
casi traidores de los semidioses ancestrales. O no se tiene ‘garra’, o no
se tiene ‘fibra patriótica’; no es pensable que no sean los mejores y no lo
prueben. El pequeño se aburrió de ser el mejor, lo exige, se lo autoexige y
no se conforma con otra cosa: la ebriedad de copas producirá infelicidad
relativa y desmedidas exigencias para los nuevos deportistas. El pequeño
orgulloso se transforma en grande temeroso de caer del pedestal.
h) La garra celeste.
La expresión ‘garra celeste’ aparece como una de las explicaciones
de los triunfos uruguayos ante los argentinos, que eran hegemónicamente
interpretados como explicables por una virtud anímica que superaba la
posible mejo técnica albiceleste. Así también se impone un significativo
dicho de época –‘ataque argentino, gol uruguayo’- sin entenderse aún
la posibilidad de ganar de contragolpe como legítima táctica que tiene
en cuenta diversidad de virtudes propias y ajenas (habrá que esperar
hasta el Internazionale de Helenio Herrera para entender que no siempre
contragolpear es de inferior) converge en la imposición de una etérea
cualidad supuestamente uruguaya y no argentina que sería la principal
responsable de producir el triunfo del inferior o semejante sobre el superior
o parejo; eso mantenía el ego porteño de técnicamente mejor pero no
necesariamente por ello siempre ganador. Creo que es durante las crónicas
periodísticas del Mundial de 1930 que esta tesis se impone: los uruguayos
les ganarían a los argentinos (la doble final de Amsterdam de 1928, la final
de 1930 por 4 a 2 luego de ir perdiendo 1-2) porque tendrían una ‘garra’
característica de los que vestían camisetas celestes, un plus anímico de
adrenalina, concentración, adaptación a una instancia decisiva con mucha
tensión y stress, y ansias superiores de triunfo. Maestros del fútbol mundial
desde 1924 hasta 1930, simplemente mejores aunque al mismo nivel técnico
que los argentinos, se vuelven simplemente depositarios del fuego sagrado
de la ‘garra celeste’. Curiosamente, los uruguayos aceptan esa interesada
creación argentina, que, desde el triunfo uruguayo de Santa Beatriz en
Perú por 3-0, se consolida como caracteriología dominante e introyectada
por los uruguayos. Uruguay, en 1935, estaba procesando una renovación
generacional. De los 11 que jugaron esa final, uno solo era sobreviviente
de los equipos que ganaron el sudamericano de 1923, los Olímpicos de
1924 y 1928, y el Mundial de 1930: José Nasazzi, capitán en todos ellos.
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También había 2 que habían estado en 1928 y 1930: Lorenzo Fernández
y Héctor ‘manco’ Castro. El partido se recuerda como ganado por estos
tres y en especial por la arenga de Nasazzi a Fernández recordándole la
vergüenza que sufriría si volvía perdedor y con la sospecha de que había
‘aflojado’ en dicha final; sin embargo, 8 de los 11 eran jugadores nuevos, sin
antecedentes en la gesta celeste de los años 20 (también estaba Anselmo,
dentro de los 22, pero no jugó); eran, pues, sólo 3 entre 11 titulares, y 4
entre 22 del plantel los que venían de la gesta 1923-1930, y sólo 1 (José
Nasazzi, el capitán de todos esos años, que venía desde 1923.
i) La garra charrúa
Uruguay había reivindicado como componente propio al criollismo
con mezcla de población y cultura rural; pero no había reivindicado el
componente afrodescendiente de su mezcla. Pese a que dentro de sus
deportistas destacados, los negros habían tenido lucido lugar, y en varios
deportes (i.e. atletismo, boxeo) dicho componente no formaba parte explícita
y reconocida, a pesar de toda la leyenda romántica de Andrade con la noble
parisina durante las olimpíadas de 1924. Peor que a los negros les había
ido a los descendientes de indígenas; aunque en otros países de América
Latina los indígenas habían sido discriminados y explotados por las élites
de componente blanco básico, en el Uruguay hasta se intentó eliminarlos
físicamente. Todo el episodio que involucró a los hermanos Bernabé y
Fructuoso Rivera con el genocidio de Salsipuedes de los últimos charrúas
sirva de preámbulo. Por esos tiempos comenzaba a reivindicarse el ancestro
indígena en la región y Uruguay, sintiendo culpa por su pasado genocida
indígena, decide lavar sus culpas y «adoptar» el ancestro charrúa como acervo
fundante de la garra celeste. En realidad los charrúas no habían sido los
indígenas numéricamente dominantes en suelo oriental, sino los guaraníes.
Pero la leyenda de la indoblegabilidad de los charrúas (por oposición a la
domesticabilidad guaraní en las misiones jesuíticas), unida a la otra leyenda
de la muerte de Solís a sus manos en 1516 (indeleble recuerdo escolar infantil
en el Uruguay), hacen que los uruguayos adopten las supuestas virtudes
guerreras y anímicas de los charrúas al necesitar indigenizarse con la moda
de la época. Entonces, la especificidad de la ‘garra’ se le atribuye al ancestro
charrúa. Y queda así inventada la ahora ‘garra charrúa’ como sustitutiva
coyuntural de la garra celeste y como nuevo ingrediente en la construcción
histórica de las identidades futbolística y general, cuyos otros elementos,
antes introducidos y mezclados, hemos referido en los numerales anteriores.
Obsérvese que cada vez más los méritos específicos y característicos de
los uruguayos tienen menores componentes de tecnicismo y civilización
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y mayores componentes anímicos y morales, atributos menos valorados
por las culturas hegemónicas del momento. De ser los maestros y mejores
del mundo en un deporte en claro ascenso a ser aquéllos que consiguen
resultados por su garra nacional o indígenamente heredada, hay una distancia
que desmerece tanto al fútbol uruguayo como a la supuesta uruguayidad
que podría ser causa o consecuencia de esas herencias y atributos. De la
cristalización híbrida de esa cerril latinidad criolla con un triunfalismo neoeuropeo, pasamos a ser una colectividad que se define específicamente por la
posesión de garra celeste, en el fondo herencia de una cualidad de indígenas
primitivos eliminados de la demografía nacional.
Quizá convenga subrayar que esa sucesión de autoimágenes y
de heteroimágenes, nacional e internacionalmente generadas en un
complejo entretejido histórico, se alejan cada vez más de la virtuosidad
latina y de la maestría técnica universal en la medida en que se pierde
progresivamente más, y se entra en relativa decadencia deportiva (también
nacional). La esperanza se deposita cada vez más en los componentes
mágicos de la garra ligada a los colores patrios y al ancestro exclusivo
charrúa que a virtudes técnicas, físicas o táctico-estratégicas, lo que le
hace mucho mal a la evolución de nuestro fútbol, que deberá esperar
al renovador ‘modelo Tabárez’ para recuperar virtudes que no sean
producto de mágicas esperanzas en emblemas patrios y en herencias
anímicas indígenas, ambas irracionales e improbables como fuentes de
probabilidad de éxito deportivo.
Esas imágenes, socavadas por decadencias nacionales y futbolísticas,
se sostienen cada vez más esporádicamente, sentidas como desesperadas
pseudo-confirmaciones de la grandiosa imagen construida hasta los años
50.
j) La segunda inflexión identitaria desde Malasia y la resignificación
deportiva y cultural con O. W. Tabárez.
El momento histórico actual, coronado con el cuarto lugar en el
Mundial de Sudáfrica 2010, la obtención del título en el Sudamericano
de 2011 y el cuarto puesto en la Copa Confederaciones de Brasil 2013,
junto a lugares muy elevados en el ranking de países de la fifa, se ve
precedido por una muy significativa inflexión de la opinión pública
uruguaya respecto de los resultados que merecían celebración. Para una
generación de hinchas y ciudadanos malcriada con los triunfos de la
generación 1916-1930, extendida hasta 1935, y salpicada por una mezcla
de resultados desesperantes y buenos a través de la selección mayor, las
juveniles, y los clubes grandes de Montevideo, casi solamente el título de
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campeón merecía festejo y felicitación; los jugadores eran víctimas de la
necesidad de la población de exorcizar decadencias multiformes mediante
los triunfos deportivos (en especial los futbolísticos). Incapaces de aceptar
la decadencia relativa e imposibilitados psicosocialmente de admitir la
posibilidad de ser lógica y merecidamente derrotados por otros equipos, los
técnicos, pero más que nada los jugadores, se vuelven chivos expiatorios
de un orgullo nacional herido, resentido y temeroso de caer del pedestal,
que predica que el responsable de la decadencia o del terror a ella es el
aburguesamiento y la falta de unción patriótica de jugadores millonarios
por sus ingresos obtenidos en otros países, especialmente en Europa. El
muy meritorio cuarto puesto en el Mundial de 1970 en México, sin contar
con el mejor jugador, Pedro Rocha, entonces jugador fifa y gran estrella
del torneo, no fue celebrado en absoluto, en oposición al 40 años posterior
de Sudáfrica. Pero cuando esa malcriada generación ciudadana comenzó
a desaparecer, las nuevas generaciones no se sentían ya tan obligadas a
celebrar solamente los triunfos mundiales. Comenzó a valorar buenos
resultados frente a países más poderosos, en el deporte más importante
del mundo y uno de las espectáculos masivos más relevantes del planeta;
el vicecampeonato de los juveniles en Malasia 1997 fue la primera vez que
se celebra multitudinariamente en el Uruguay alguna ubicación que no sea
la de campeón; y es un hecho saludable la celebración justiciera de buenas
actuaciones internacionales que descarguen a los jugadores de la muy
pesada mochila de tener que ser campeones para no ser denostados como
amorales traidores, mochila que pesaba tanto psíquica como técnicamente
en la tranquilidad, para reprimir violencia en la marca y en la coordinación
fina para tocar y definir. Para ese torneo juvenil el técnico Víctor Púa llevó
a un psicólogo encargado de liberar a los jóvenes jugadores de paralizantes
comparaciones con las diversas generaciones de semidioses deportivos
a los que injustamente eran parangonados; y funcionó, no solo por los
resultados sino por las declaraciones de los jugadores que evidenciaban no
sufrir de los males que los celestes habían sufrido. Esta segunda inflexión
identitaria no imagina al uruguayo como pequeño, autónomo orgulloso,
«David-Lazarillo-Cimarrón», latino-criollo; pero tampoco como al mejor
del mundo obligado a ganar, que sólo festeja campeonatos: hay una nueva
valorización de lo que significa la relación entre la potencia global del país y
el mérito relativo de una clasificación en una competencia de orden mundial
en el deporte más importante del mundo, uno de los mayores espectáculos
del planeta, enorme fuente de producción industrial, comercial, financiera
y comunicacional- turística. Es razonable que cualquier buena clasificación
en una actividad humana de ese volumen deba ser celebrada como propia y
enorgullecedora. Iniciamos una tercera etapa en la conformación de nuestra
identidad como juego interactivo entre lo futbolístico y la identidad global.
| 59 |
Esta revolución psicosocial es continuada y profundizada durante el
segundo período que el maestro Óscar Washington Tabárez asume en la
conducción de una selección con rumbo a las Eliminatorias para un Mundial
de fútbol. Le resulta muy difícil clasificar pero sorprende a sus compatriotas
y al mundo con las performances que lo llevan hasta un cuarto lugar,
estrechamente perdido, tanto en el partido semifinal como en el de disputa
del tercer lugar. Quizás las revoluciones más trascendentes que Tabárez
introduce son: a) la eliminación de todo rastro de Lazarillo lumpen en la
performance deportiva y en la vida cotidiana y el relacionamiento grupal. A
los jugadores demasiado apegados al lujo y a la vida nocturna los elimina,
arriesgando mucho en ello por el respaldo que algunos tenían en la opinión
pública y en el periodismo deportivo ligado a empresarios deportivos cuyos
intereses se veían afectados por esas desafectaciones; b) cuidó especialmente
la conformación del grupo humano que pasaría por tantos avatares y
sinsabores que necesitarían de solidez psicosocial; ha sido criticado por
conservar jugadores en el plantel y en el grupo con dudoso rendimiento
actual y bordeando edades riesgosas de entrar en decadencia. Pero la entereza
moral, el espíritu de grupo y la dedicación humana y profesional para
defender al máximo una chance, perseguidos como valores básicos, dieron
resultado; c) impone la idea de que la recompensa puede ser triunfos pero que
buena parte de la retribución está ‘en el camino’, haciendo lo mejor, física,
técnicamente, tácticamente, dando lo mejor de sí y por lo que se representa;
pero además d) persigue el fair play tan retóricamente defendido por fifa.
Desde ya los años 60, sin duda en los 70, los jugadores uruguayos ganaron
fama internacional de violentos e inescrupulosos, enfatizando las peores
cualidades de Lazarillo. Incluso desde el Sudamericano de Montevideo de
1967, la rudeza excesiva de Baeza, Paz y otros se había trasmitido a otros
violentos que luego fueron perversamente idolatrados por sus hinchadas y
hasta celebrados con la celeste: Montero Castillo, Mujica, el ‘índio’ Olivera,
Trasante, Paolo Montero, ilustran casos de jugadores fuertes pero también
violentos y malintencionados sistemáticamente que habían cristalizado
a partir de la famosa plancha al estómago de Batista a un escocés en el
Mundial de 1986. Pues bien, Tabárez se propuso revertir esa fama y también
lo logró acaparando trofeos de fair play, logro especialmente meritorio para
jugadores de marca fuerte y que anclaban buena parte de las chances en una
fuerte marca que en cualquier momento podía salirse de cauce. Tabárez,
con todas sus medidas tomadas, borró huellas del componente Lazarillo
del carácter deportivo uruguayo, al menos en sus más vistas apariciones
públicas. Tomó muchas decisiones de un David contra Goliats; Uruguay
planteó sus partidos desde la premisa de la superioridad del rival y desde la
necesidad de que la máxima inteligencia, la máxima concentración, el mayor
esfuerzo y entrega, la mejor solidaridad dentro y fuera del campo como
| 60 |
grupo deberían galvanizarlo para perseguir así las mejores probabilidades,
sin la seguridad del éxito pero con la satisfacción y conciencia tranquila
de que se haría lo mejor, multiformemente, lo mejor física, técnica, táctica,
estratégica y moralmente para ello, sin la certeza del éxito pero sí de otras
satisfacciones. El haber sido ‘los mejores del mundo’ le había prohibido a
jugadores e hinchas disfrutar de algo que no fuera el triunfo; no importaba
la rectitud del camino recorrido, que se suponía, además, malo, equivocado,
vicioso, malintencionado y poco patriótico si no terminaba campeón. La
generalización del modelo Tabárez puede tener consecuencias de larga
duración en el cambio del carácter deportivo uruguayo, desterrando excesos
de Lazarillo que la decadencia había tentado a utilizar con exceso; pero
también alejando al malcriado obligado a triunfar y descalificador moral de
cualquiera que no fuera campeón. Veremos cómo sigue la historia de nuestra
identidad en su relación con el fútbol.
| 61 |
Revista Mundo Uruguayo, 31 de julio de 1924
| 62 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 63 - 74, 2014
ISSN 1688-9800
Construyendo la nación: Himnos y cantos deportivos1
Bernardo Guerrero Jiménez*2
“No perdamos la herencia de aquella raza noble,
Cultivemos la fuerza que es lema del escudo,
Forjemos hombres fuertes, tan fuerte como el roble,
En el sport sublime o en el trabajo rudo...”
Eleodoro Salas González
“Canto al Deporte”. Vicuña, 11 de agosto de 1929
(Los Sports, 6 de septiembrede 1929: 4).
Resumen
La nación halla en la práctica de los deportes un aliado que viene a
cumplir funciones, tal cual la realiza la escuela, por ejemplo. A través de los
deportes modernos, la nación se imagina a sí misma. Pero a diferencia de la
escuela, lo hace sobre el cuerpo. Crea y diseña un cuerpo atlético, masculino,
higiénico, por lo tanto civilizado. Los deportes, sobre todo el fútbol y el boxeo,
aunque no de modo exclusivo, movilizan el discurso de la nación
El presente trabajo constituye una aproximación al análisis
interpretativo de himnos, poemas y otras piezas literarias que exaltan la idea
de nación, imaginada esta vez, a través del cuerpo, en la que se enfatizan
tópicos como la raza, la virilidad, la disciplina, entre otros aspectos que
coinciden con la idea de un patriotismo deportivo.
Introducción
La escena del deporte no solo está constituida por quienes son sus
ejecutantes directos: los jugadores, sino que también por una red más
amplia que hacen posible, en su conjunto, la realización del evento. El relato
deportivo, con toda la tecnología que la acompaña, es uno de ellos, y acaso
el menos estudiado2. Antes de la aparición del relato radial, la prensa escrita
jugó un papel fundamental en la vinculación del auditor con el juego. Ante la
imposibilidad de estar allí, la prensa, al día siguiente, daba los pormenores del
3
1
Este artículo forma parte de la investigación «Nación, región y nacionalismo»
financiada por la Fundación Crear.
2*
Licenciado en Sociología (Universidad del Norte, Antofagasta, Chile). Doctor
en Antropología Cultural y Ciencias Socioculturales (Universidad Libre de Ámsterdam,
Holanda). Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Arturo Prat,
Iquique, Chile.
32
La carencia de archivos es el principal problema.
| 63 |
encuentro. Con la aparición del relato radial, se rompe esa barrera, y casi al
instante el auditor se entera de lo que acontece en la cancha o en el ring. La
llegada de la televisión, sobre todo con sus transmisiones en directo, quiebra
el modo en que se articulaba el público con el espectáculo. El relato «en vivo y
en directo», rompe en parte el monopolio que ostentaba quienes «estaban allí».
Aunque el espectador de tv no está allí, presencia en las mismas coordenadas
de tiempo y espacio el evento. Y lo hace desde la comodidad de su casa.
Aunque se esgrima que no es lo mismo ver el espectáculo desde el estadio
que desde la casa, ambos espectadores tienen razones atendibles. El de la tv
puede ver la repetición del gol o de una jugada polémica, pero el que está en la
cancha complementa su mirada, observado más allá de su posición. Tiene por
así decirlo, la panorámica del campo de juego. Por la televisión se mira según
la visión de la cámara.
El tema de este trabajo, sin embargo, se centra en el análisis de un
conjunto de piezas poéticas escritas bajo el horizonte de lo que se han llamado
himnos deportivos. Un género que tiene sus orígenes, al parecer, en la poética
de Píndaro, en la Grecia antigua, aquella de las olimpiadas (Gumbrecht, 2006).
Los himnos de Píndaro surgen del deseo, dice Gumbrecht, de recordar
los momentos de alegría, eternizándolos:
Más el que algún éxito nuevo logró
Sobre grande gloria
De esperanza vuela
en viriles virtudes que las alas pujan, y tiene
cuita mejor que la riqueza
Pero solo en pequeña cosa
aumenta el gozo de los mortales
y cae así también por el suelo
por sentencia hostil estremecido
¡Seres de un día!¿Qué es uno?¿Qué no es?
¡Sueño de una sombra de un hombre es el hombre!
Pero si llega la gloria, regalo de los dioses
hay luz brillante entre los hombres y amable existencia (Gumbrecht: 98).
El deporte se consagraba en los dioses. Estos, participaban
directamente de esos actos. La grandeza atlética de Olimpia significa estar
cerca de los dioses. Estos eran infinitamente competitivos, y por lo mismo
estaban bastante cerca de los atletas (Gumbrecht: 101).
Hoy, y desde inicio del siglo xx, el deporte parece acercarnos más a
la patria. Y sobre esta noción se construyen ideas y creencias relativas a la
virilidad, la raza, la higiene, el patriotismo.
| 64 |
El poema de Juan Parra de Riego, es otra expresión de lo anterior:
En el “futbol” todo es clara poesía;
luz de sol, viento viril y panorama que le pone a uno en la risa azul
del día todo fresco el corazón como una rama. ¡Epopeya fraternal
del Movimiento! Es la vida con su múltiple aletazo creador: drama,
música, paisaje, sol violento.
Geometría que se mueve en la pelota por el viento y Pintura que en
suelo multiplica su color. ¡Fiesta mágica del Músculo! Es la América
que hoy dice ¡Anunciación! con su gran trompeta de oro ante el
crepúsculo de esa Europa roja y negra de la Cruz y del Cañón.
“El elogio lírico del foot-ball” (Deportivo Mundial, Iquique, 30 de
mayo de 1925: 7).
Nos interesa, previo rastreo de un conjunto de estas piezas, analizar
cómo a través de ella, se puede auscultar un conjunto de ideas y creencias
acerca del rol que juega y debe jugar el deporte en la constitución de la
nación, en la que se entremezclan temas tales como la masculinidad, la raza,
entre otros elementos.
Norte Grande y Deportes
La anexión de los territorios de Antofagasta y Tarapacá a la soberanía
de la nación chilena, no solo implicó conquistar las riquezas del salitre allí
concentradas, sino que también enfrentarse a un nuevo paisaje, no solo
geográfico sino que también cultural y social.
El Chile preguerra del Pacífico, era un país construido desde su centro.
Sus extremos, por el sur, Arauco, y por el norte, Copiapó, eran sus fronteras
que se manejaban de forma compleja, sobre todo en el caso del sur. La minería
del norte era el sostén de la economía que permitía el enriquecimiento de las
elites radicadas en Santiago y Valparaíso. El paisaje árido era soportado en
función de las riquezas que producía. Además la distancia con Santiago no
era tanta. La fiesta de Andacollo era la frontera cultural en la que los mineros
se desplazaban cada año a venerar a la virgen del Rosario. No se cuestionaba
la fiesta, porque esta no ponía en duda la chilenidad de la nación.
La Guerra del Pacífico acontecida a finales del siglo xix, enfrentó al
ejército chileno a un nuevo paisaje, desconocido, agreste y hostil. La travesía
del ejército chileno por el desierto de Atacama fue, sin lugar a dudas,
traumático. Los relatos que se obtienen de los diarios y testimonios de soldados
y de otros protagonistas no dejan lugar a dudas. Ese «lugar vacío» dio pie a
una elaboración discursiva de ese territorio no exenta de exageraciones y de
inexactitudes. Los escritores, ensayistas, viajeros, quedan asombrados ante la
existencia de «la nada».
| 65 |
Así escribe un narrador nortino, Mario Bahamonde: «Es una tierra
árida y hosca, donde los arenales se consumen bajo el sol implacable y donde
las piedras desolladas hacen reverberar su fuerza calcinadora» (39).
O bien este relato de la Guerra del Pacífico:
Las fuerzas de Jazpampa se pusieron en marcha llenas de
entusiasmo, con la perspectiva de encontrarse pronto con el enemigo.
El cansancio de estas tropas era extraordinario. Tantas marchas y
contramarchas inútiles por aquellos difíciles terrenos, pampas de
caliche, habían casi agotado sus fuerzas materiales, pero su moral
no decaía, y la esperanza de una próxima batalla, las reanimaba y
daba bríos, soportando con gran resignación el hambre, la sed y el
cansancio (Dublé Almeida, 80).
Pero, pese a ello, el desierto ya había sentido la presencia del hombre
en tanto paisaje articulado a la cordillera, los valles y la costa. Bandas de
cazadores y recolectores desde hace más de diez mil años ocuparon ese
complejo territorio. La agricultura los asentó en sus quebradas y valles. Y
la explotación del salitre no hizo más que habitar ese lugar que, para los
que lo domesticaron, pasó a llamarse pampa y sus habitantes pampinos.
No obstante, los nuevos territorios seguían siendo lejanos. La revista
Los Sports al cubrir la actividad deportiva en Tacna, cuando aún esta
ciudad pertenecía a Chile, escribe: «¡Tacna! ¡Puf! ¡Qué lejos! dicen los
que oyen hablar de esta tierra y... nada más» (Los Sports, 10 de agosto de
1927: 3).
Una manera de domesticar ese nuevo territorio fue creando
organizaciones que favorecieran la sociabilidad. Los salitreros, para
ocupar su tiempo libre, trajeron consigo sus deportes, organizaron clubes
deportivos y sociales.
Eran hombres en su mayoría, provisto de un espíritu de aventura que
careciendo de instituciones de arraigo, debieron prácticamente inventarlo
todo. Muchos de ellos, en el extenuante trabajo tanto en la ciudad como
en la pampa salitrera, optaron por ocupar el tiempo libre en fiestas y en el
consumo de alcohol. Las crónicas de la época son abundantes para señalar
esa gran enfermedad que se llamó alcoholismo. Un informe dice:
La frecuencia con que se repiten los casos de locura o de
intoxicación i el elevado coeficiente de la mortalidad infantil, de
la tuberculosis i otros flajelos que diezman la población obrera de
Tarapacá, son a nuestro juicio manifestaciones inequívocas de que
el vicio de la embriaguez ha comenzado ya a producir sus funestos
efectos en las condiciones mismas de vitalidad de la raza nacional
(Frías: 130).
| 66 |
Otros, los pobres, el proletariado, optaron por fundar organizaciones
que sirvieran como una especie de «colchón» para aminorar los efectos
del desarraigo y el miedo a lo desconocido. Estas estructuras, cada una
con sus lógicas y autonomías, pero con sus vasos comunicantes, fueron
los bailes religiosos y los clubes deportivos. Estos últimos adaptados
del modelo que trajeron los ingleses. Lo común de ambos es que apelan
más a los sentimientos que a la razón. Elías plantea que los hombres se
vinculan entre si, más allá de la búsqueda de sus satisfacciones básicas
(lo llama instintos o impulsos). Afirma: «El concepto de las valencias
afectivas orientadas a otras personas ofrece un fecundo punto de partida
en el intento de sustituir la imagen del hombre como homo clausus por la
de un “hombre abierto”» (Elias:163). Estos mecanismos grupales, se crean
y re-crean con la finalidad de satisfacer la necesidad que tienen los seres
humanos, en este caso afectivas, orientadas hacia la satisfacción de esa
necesidad que tiene que ver con gratificaciones de pertenecer a algo que
los supere, que los proteja y le otorgue sentido y significado a sus vidas. En
la narrativa de hoy, se trata de crear redes sociales.
Las organizaciones deportivas, entre otras, como los bailes religiosos,
se desplazan tanto por la ciudad como por la pampa salitrera. Los intercity, competencias entre Iquique y las oficinas salitreras son frecuentes.
Esta nota de prensa así lo demuestra:
Los grandes matches de Foot-Ball del Domingo:
Nuestro mundo sportivo puede estar de plácemes por cuanto el
próximo Domingo se les presenta la ocasión de presenciar una de
las más interesantes tardes sportivas, que haya habido hasta la fecha
en esta ciudad; ó sea, los grandes matches de football entre los cinco
mejores clubes de oficinas de la Pampa Norte i los 5 de Iquique,
quienes se batirán por obtener campeonato de 1913 i 5 juegos de
artísticas medallas.
El tren especial en que vendrán los jugadores pampinos está anunciado
que llegará el Domingo a las 11.40 pm.
Los clubes de Iquique se han propuesto hacerles una atenta recepción
á sus colegas de Pampa, i darles un estruendoso hurra por su feliz
iniciativa de organizar este torneo.
La lista de jugadores la publicaremos en la edición de mañana (El
Tarapacá, 8 de Noviembre de 1913).
Los deportes, a su vez, crean su propia ética y filosofía. Es decir un
conjunto de postulados que rigen la actividad bajo el sello del honor, el
respeto y la sana competencia. Generan además un sentido de identidad
que favorece el sentimiento de pertenencia, de arraigo y de orgullo. Todo
| 67 |
englobado bajo un concepto que la prensa de comienzos del siglo xx,
llamaba deportivismo: «Honor para Tarapacá. Honor para el Deportivismo
Regional. Vencedores, La Tribuna Deportiva os Saluda» (Tribuna
Deportiva, Iquique, 1920).
La práctica de los deportes es pues un evento que se realiza
en territorios conquistados. El Estado precisa desarrollar, en sus
ciudadanos, las nuevas lealtades. Podemos entender aquí como el
complejo deportivo (clubes, prácticas, periodismo, etc.) actúa como un
dispositivo para chilenizar el Norte Grande.
Los deportes modernos actúan sobre el cuerpo de los obreros
del salitrero. Cuerpos sometidos a las duras condiciones de trabajo que
permite el desarrollo de una contextura apta para los deportes como el
boxeo, el fútbol, el baloncesto, entre otros. La modelación de los cuerpos
se hace en función de crear un cuerpo nacionalista, regido por el modelo
heroico del soldado de la Guerra del Pacífico. En otras palabras cuerpos
viriles.
Por lo mismo se hace necesario en la escuela, enseñar gimnasia
y practicar deportes, y en ese orden. Ya lo menciona el historiador
inglés:
Lo que ha hecho el deporte un medio tan singularmente eficaz
para inculcar sentimientos nacionales, en todo caso para los
varones, es la facilidad con que hasta los individuos menos
políticos o públicos pueden identificarse con la nación tal como
la simbolizan una personas jóvenes que hace de modo estupendo
lo que prácticamente todo hombre quiere o ha querido hacer bien
alguna vez en la vida (Hobsbawm: 153).
En el mismo himno ya citado se lee:
Ya llega hoy ese puñado de muchachos animosos y viriles.
Partieron del hogar y del círculo de la familia esportiva,
entre el pesimismo de unos y el optimismo de otros tantos,
partieron de Tarapacá entre la general espectación
y partieron convencidos de que en ellos
va el prestigio del deportivismo tarapaqueño,
convencidos de que en un esfuerzo decidido o una indiferente
actuación
sería ó un triunfo ó un fracaso (Tribuna Deportiva, Iquique, 1920).
Los nortinos, antofagastinos y tarapaqueños, con un fuerte sustrato
indígena-andino, no calzaban con la imagen de la «raza» construida desde
Santiago. Desde la capital se promovía la idea de un chileno fuerte, vigoroso,
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viril y patriota. La poética vincula, al chileno no con los dioses, sino con
raza, la de los mapuches. Se escribe:
Tornemos a los tiempos del indio fuerte y rudo,
Del indio vigoroso que sucumbía luchando,
Y sostuvo una maza en su cuerpo membrudo,
Tres días y tres noches para escalar el mando.
Eleodoro Salas González
“Canto al Deporte”, Vicuña, 11 de agosto de 1929 (Los Sports, 6 de
septiembre de 1929: 4).
Sin embargo, se vuelve a la figura arquetípica del romano:
Del indio que en las alas de su ambición guerrera,
Dió al cuerpo la belleza del luchador romano,
Y nos dio con su sangre su fiereza altanera,
Su pujanza de atleta y su valor de araucano
Eleodoro Salas González
“Canto al Deporte”, Vicuña, 11 de agosto de 1929 (Los Sports, 6
de septiembre de 1929: 4).
Por lo mismo las figuras de Quintín Romero y del Tani Loayza3
siempre les llamaron la atención. Sin embargo hay que «integrarlos» a la
unidad nacional. Y ello se hará por medio del deporte científico, planificado,
en manos de profesores, sobre todo normalistas. Y por otro lado, en el
plano de la moralidad, y esto también le corresponde a la escuela, formar
ciudadanos que pese a portar otro color, vibren con el credo nacionalista de
la patria que los conquistó. El poema citado lo grafica:
4
De cuerpos acerados, altiva la cabeza
Seréis mañana ejemplo de la gloriosa raza.
La Patria necesita para su real grandeza
Colosos como el ‘Tani’, campeones como Plaza.
Eleodoro Salas González
“Canto al Deporte”, Vicuña, 11 de agosto de 1929 (Los
Sports, 6 de septiembre de 1929: 4).
Se vincula además la raza a la patria:
Se anhela, se quiere el deporte unido en fuerte y fraternal abrazo
para que sea el verdadero exponente del vigor de la raza ante
propios y extraños, para poder así llegar a la arena deportiva
43
Unidos.
Ambos boxeadores del norte grande de Chile, con campañas en Europa y Estados
| 69 |
lealmente y enfrentar a algún rival (Los Sports, 28 de diciembre
de 1923: 2).
Músculo y Cerebro, tildada como la primera película deportiva
nacional, dirigida por Carlos Borcosque, le permite a Antonio Acevedo
Hernández, plantear lo siguiente:
“Músculo y cerebro” ha venido a ser una clara demostración del
esfuerzo de la raza chilena, que puede llegar a ser, cuando se eduque
y se comprenda, la base de una estupenda civilización” (Los Sports,
9 de mayo de 1924: 18).
«Colosos como el “Tani”, campeones como Plaza», ambos hijos
humildes de la nación en expansión. El primero tarapaqueño, el segundo de
Santiago. Los dos simbolizan la unidad nacional4.5
El deporte como peregrinaje
El Norte Grande de Chile, alejado del centro político que es Santiago,
debió practicar los deportes con sus vecinos de Perú y Bolivia. Viajar se
constituyó en un acto cotidiano. Pero también era ritual. El viaje como
desplazamiento se puede entender como una forma ritual, en tanto, se
realiza, en este caso de los deportes, como un acto de competencia, de
reciprocidad.
Partieron del hogar y del círculo de la familia esportiva,
entre el pesimismo de unos y el optimismo de otros tantos,
partieron de Tarapacá entre la general espectación
y partieron convencidos de que en ellos
va el prestigio del deportivismo tarapaqueño,
convencidos de que en un esfuerzo decidido o una indiferente
actuación
sería ó un triunfo ó un fracaso
(La Tribuna Deportiva, Iquique, 14 de junio de 1920).
La competencia, triunfar o fracasar, es uno de los ejes de este viaje y
peregrinación.
54
También hay alusiones a las mujeres: «Es obra de patriotismo propender los
medios a que la mujer chilena se acostumbre a la práctica de los deportes» (Los Sports, 11 de
junio de 1926: 15).
| 70 |
Con la voluntad, el entusiasmo,
la decisión y el brío que infunde
el amor propio fueron a las
caballerosas lides esportivas y... vencieron.
Los triunfadores vuelven trayendo a nuestras
playas los primeros laureles.
Y vuelven ufanos y sonrientes,
soldados por la
gracia de su propio estandarte que
enclavado en la cumbre de la pirámide del torneo,
satisfecho de la conquista de sus hijos,
por las auras de la Victoria
(La Tribuna Deportiva, Iquique, 14 de junio de 1920).
Estandartes, laureles, decisión, bríos, todas esas palabras nos remiten
al imaginario poético de la antigua Grecia, expresado por Píndaro. Pero,
como ya señalamos, desde fines del siglo xix, se reemplaza la idea de los
dioses por la de nación. Y esta, a su vez, por elementos regionales, barriales,
etc. Al decir de Alabarces, el fútbol actúa como un fuerte operador de
nacionalidad (20).
El núcleo hegemónico de la nación, proyecta a través de la escuela, la
prensa, la idea de sí misma que hay que inculcar en la subjetividad y en los
cuerpos de los individuos. Los deportes, a su vez, movilizan a través de sus
cantos, emblemas, colores, las ideas de la nación. Más en el caso del Norte
Grande, esta idea no es tan mecánica, ya que también, los clubes deportivos,
promueven identidad regional derivada de su relación con el territorio y con
su historia (Guerrero).
Conclusiones
Cantos e himnos, se constituyen en dispositivos que ayudan a
complementar la escena deportiva. Son piezas poéticas que narran las justas
deportivas bajo una ética, primero, religiosa como en el caso de la Grecia
antigua, y luego nacionalista, sobre todo a partir de los juegos olímpicos del
año 1936. En América Latina, desde fines del siglo xix, y en el caso del Norte
Grande de Chile, anexado a la soberanía nacional, se proyectan las ideas y
creencias dominantes desde el locus hegemónico de la elite.
La escuela promueve la chilenidad a través de la razón, los deportes
lo hacen a través del cuerpo. Los territorios conquistados no solo deben
poseer escuelas, sino que también campos deportivos.
Cada una de estas piezas es una representación identitaria de lo
que se asume es la nación. La prensa escrita, sobre todo a comienzos
| 71 |
del siglo xx, es la encargada de construir ese imaginario, en la que el
nacionalismo en ciernes se asocia a la figura de un chileno, en este caso,
viril y fornido, que conecta muy bien con la imagen del roto que produce
la Guerra del Pacífico. Y este desciende directamente de las épicas
atribuidas a Caupolicán, entre otros.
| 72 |
Bibliografía
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| 73 |
Revista Mundo Uruguayo, 7 de agosto de 1924
| 74 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 75 - 88, 2014
ISSN 1688-9800
«¡Yo soy español!»: una aproximación crítica al proceso
de resignificación nacional
Ignacio Ampudia de Haro∗
Introducción
El objetivo del presente artículo se centra en la búsqueda de
la persistencia y hegemonía de los rasgos tradicionales del discurso
nacionalista español en las manifestaciones lúdico-deportivas de la
nacionalidad que tan habituales han sido a partir de la victoria en la
Eurocopa de 2008. Sirviéndome de herramientas propias del análisis crítico
del discurso, esencialmente de la transitividad, así como de bibliografía
especializada y diferentes artículos de prensa generalista y deportiva,
este texto se estructurará en cuatro apartados. En el primero de ellos se
abordará la problemática gestión de la memoria del período dictatorial
español, exponiendo algunas de sus consecuencias más relevantes en el
período actual, con especial atención a la interpretación de la simbología
nacional. En el segundo se llevará a cabo un breve recorrido histórico de
bandera e himno con el fin de contextualizar el conflicto. En el tercero
se expondrá el cambio de concepto del juego de la selección española
buscando su proyección en el discurso sociopolítico y en el cuarto y último,
a modo de conclusiones, se esbozará el perfil del pretendido nuevo discurso
nacionalista español bajo el amparo de la neutralidad de las celebraciones
de las victorias en los diferentes torneos internacionales.
I. La gestión de la memoria
Uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan las naciones que
dejan atrás períodos dictatoriales reside en qué hacer con ese pasado que tan
conflictivo resulta al construir un nuevo período democrático1. A lo largo del
siglo xx, multitud de países ya sea en Europa, Asia o Sudamérica, se han visto
obligados a afrontar el espinoso asunto de cómo encarar la interpretación de su
pasado más reciente en aras de lograr una compensación para los agraviados
por las depuraciones, persecuciones y represiones y que deben integrarse en la
nueva realidad nacional. Estas reparaciones son elementales si se quiere que
2
1∗
Licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid (ucm).
Estudiante de Maestría en Ciencias Humanas en la Facultad de Humanidades y Ciencias de
la Educación en la Universidad de la República (UDELAR).
21
Para una profundización en torno a las diferentes preguntas sobre la gestión del
pasado, ver Garton Ash: 26-47.
| 75 |
todos ellos formen parte activa y positiva de un nuevo relato que los incluya
y los valore como constituyentes del proceso de reedificación nacional. Se
han ensayado diferentes fórmulas para alcanzar el objetivo, algunas con más
éxito que otras, todas ellas en función de las circunstancias de cada proceso
histórico y mientras en Perú, Chile, Argentina, Uruguay o Paraguay se apostó
por la creación de comisiones de la verdad y la reconciliación para estudiar los
abusos de sus etapas dictatoriales, en España se optó por el silencio y el olvido
para que la «política de consenso» llegase a fructificar2.3
El relato hegemónico sobre la transición española se ha vendido al resto
del mundo como un proceso de reconciliación nacional ejemplar en el que
fuerzas políticas de derecha y de izquierda se dieron la mano para superar
con garantías una dictadura de más de treinta y cinco años, una dictadura que
fue resultado de una guerra civil provocada por un alzamiento militar contra
la Segunda República en 1936. A pesar de que muchos autores3 han insistido
en que lo que realmente ocurrió en España fue una política de abolición
de la memoria propiciada por las excesivas concesiones que la izquierda
represaliada hizo a la élite dirigente, la creencia popular es que el país no tenía
otra alternativa para superar la crisis que desencadenó la muerte de Franco.
Este argumento reduccionista es el único modo de explicar el temor a una
nueva guerra civil que se habría desatado por la respuesta militar a posibles
políticas de reparación de la memoria, búsqueda de responsables o juicios
contra dirigentes franquistas (Aguilar Fernández: 20 y ss.). Esta política de
«reconciliación nacional» o de «amnesia selectiva», según dónde se ponga
el foco, fue posible gracias a la renuncia de depurar los comportamientos
represivos del pasado. El recambio generacional en los cuadros políticos que
dirigieron la transición constituyó la mejor garantía para los responsables de la
dictadura de que sus excesos nunca serían juzgados por el régimen resultante
del proceso4 . A cambio, los militares permitieron la legalización del Partido
Comunista de España, liberaron a todos los presos políticos y consintieron
la celebración de unas elecciones democráticas. Impunidad e inmunidad por
democracia.
El diseño constitucional de 1978 confeccionó un Estado sólido y bien
articulado atendiendo a la coyuntura después de no pocas discusiones y
4
5
32
Rafael del Águila, Ricardo Montoro o Ramón Cotarelo sostienen posiciones
tradicionales. Para posiciones divergentes, que son las que se siguen en este artículo, ver
Paloma Aguilar, Richard Gunther, José Vidal-Beneyto, Eduardo Pons Prades, Gregorio
Morán o Amadeo Martínez Inglés.
43
Interpretaciones que se pueden ampliar en las obras de Fernando Jaúregui, Manuel
Menéndez o Josep Colomer.
54
Este aspecto puede resultar un tanto paradójico ya que el recambio se suele
asociar con la renovación y esta a su vez con un clima de ruptura. Sin embargo, la nueva
generación política que tomó las riendas de la situación después de la muerte del dictador
estaba compuesta por individuos formados y socializados en la dictadura. Esa filiación
explica la tranquilidad de los mandos militares implicados en décadas de depuraciones.
| 76 |
negociaciones entre los herederos ideológicos de ambos bandos. Si bien este
tipo de transiciones políticas dirigidas desde las élites permiten una salida
rápida y feliz de períodos dictatoriales, su recorrido acostumbra a ser corto
cuando la siguiente generación reclama mayor peso y participación en la vida
política. El caso español no es excepcional ya que en los últimos años se asiste
a un considerable desgaste de las instituciones políticas por múltiples factores,
entre ellos, la acusada crisis económica y la reclamación por parte de algunos
sectores de la reapertura y revisión de las políticas de reconciliación nacional.
La percepción de estos sectores es que la transición fue un proceso en que las
élites amparadas por la dictadura conservaron la mayor parte de sus prebendas
a cambio de pequeñas concesiones que en poco o nada alteraron su hegemonía
como agentes de poder en el nuevo régimen.
Es relativamente sencillo rastrear las huellas de estas élites en la
actual composición de la judicatura5 y del Partido Popular, el partido de
corte conservador fundado por Manuel Fraga, ministro de Información y
Turismo entre 1962 y 1969 y destacado miembro del régimen de Franco,
que alterna el legislativo y el ejecutivo con el Partido Socialista además
de controlar gran número de comunidades autónomas y ayuntamientos.
Algunos de sus miembros son bien conocidos por no ocultar su simpatía
con el régimen franquista, una cercanía manifestada con frecuencia en
declaraciones públicas, en las diferentes publicaciones de faes6 y de un modo
más informal en las redes sociales donde se pueden encontrar fácilmente
fotografías de algunos miembros de Nuevas Generaciones, la cantera del
partido, exhibiendo banderas franquistas con orgullo y nostalgia7.
El Partido Popular ha sido el principal encargado de la recapitalización de
significado de la bandera española tratando de acomodar un símbolo demasiado
cargado de connotaciones negativas para buena parte de la población española
a un discurso que pretende describir una identidad armónica que engloba a
5
De entre todos los ejemplos que podrían ilustrar la afirmación, son especialmente
significativos los de Francisco Pérez de los Cobos Orihuel, actual presidente del Tribunal
Constitucional, cuya militancia activa en el Partido Popular ha sido recientemente admitida
por él mismo así como el de Ramón María Álvarez de Miranda, presidente del Tribunal
de Cuentas, organismo fiscalizador de las cuentas de los partidos políticos, cuyo padre,
Fernando Álvarez de Miranda, ocupó la presidencia de las Cortes como miembro de ucd
(Unión de Centro Democrático), el partido que capitaneó la transición española.
6
La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales es una fundación de carácter
privado que recibe generosas ayudas públicas y que tiene como objetivo el «fortalecimiento
de los valores de la libertad, la democracia y el humanismo occidental». Su actual presidente
es José María Aznar, expresidente del gobierno de España, e informalmente se conoce a esta
fundación como el think tank que fabrica los argumentarios del Partido Popular.
7
Este repunte del orgullo franquista se puede seguir en el diario Público en
sus ediciones del mes de agosto de 2013 y la polémica respuesta al respecto de Rafael
Hernández, portavoz adjunto del Partido Popular en el Congreso. Disponible en http://www.
publico.es/465031/hernando-pp-se-reafirma-en-twitter-y-culpa-a-la-republica-de-la-mayortragedia-de-nuestra-historia.
| 77 |
todos los españoles. En 2002, dentro de este proyecto se izó una gran bandera
española en la plaza de Colón de Madrid, la más grande de todo el país a
propuesta de José María Aznar después de quedar fascinado con el tamaño
de la bandera mexicana que ondea en la plaza de la Constitución del Distrito
Federal. Desde los micrófonos populares se acometió una ofensiva identitaria
que buscaba sacudirse los complejos en torno a la nacionalidad y al orgullo
de sentirse español. Para ellos, sentirse español ha dejado de ser un pecado,
una falta o una excentricidad. Sentirse español es lo mejor que puede hacer un
español por sí mismo y su país y exhibir con orgullo los símbolos es la mejor
expresión de que los traumas del pasado ya no pertenecen a las generaciones
modernas y jóvenes nacidas en democracia8 .
El éxito del mensaje se podría medir por su incidencia en las calles,
por la frecuencia de exhibición y por la cantidad de soportes en los que hoy
se puede ver la rojigualda donde antes no había nada. Pero el problema sigue
siendo el mismo: la asociación del símbolo con determinada ideología. Si la
ofensiva identitaria hubiera partido desde la izquierda, el efecto habría sido
diferente pero que los populares reclamen la bandera como parte esencial de
la identidad nacional es lo más previsible que podría ocurrir. El recorrido es
sencillo. Si el Partido Popular se relaciona con el franquismo y el franquismo
hizo de la bandera su emblema más importante, que los populares traten de
reinterpretar la bandera es sinónimo de que los buenos españoles siguen
patrimonializándola. Y para confirmarlo no hay más que observar alguna de
las manifestaciones de agrupaciones o asociaciones cercanas ideológicamente
a la derecha para comprobar que la bandera española ondea con profusión y
naturalidad mientras que en las manifestaciones de los sectores ideológicos
cercanos a la izquierda abundan las banderas del período republicano. El mito
de las «dos Españas» se actualiza con este tipo de observaciones en superficie,
una España que se divide, grosso modo, en dos grandes bloques: izquierdistas
a un lado entre los que se cuentan los nacionalistas, a pesar de que muchos de
ellos sean de corte conservador, y al otro lado los derechistas, asociados con
el franquismo y con las clases acomodadas que se dicen orgullosas de haber
nacido en España.
II. La bandera de algunos y un himno sin letra
La bandera española sufrió modificaciones a medida que se
sucedieron los momentos históricos protagonizados por regímenes políticos
de muy diferente naturaleza. Fue Carlos III quien ordenó en 1785 mediante
un Real Decreto « […] que usen mis Buques de guerra de bandera dividida
El nacionalismo español no cree que la condición de España como nación surja
exclusivamente de la Constitución de 1978 sino que ya desde el siglo xv es posible rastrear los
lazos afectivos y emocionales que configuran la condición nacional previa a la democracia.
8
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á lo largo en tres listas, de las que la alta, y la baxa sean encarnadas, y del
ancho cada una de la quarta parte del total, y la de en medio amarilla»9 , para
evitar así las constantes confusiones que se daban en las batallas navales.
Durante el siglo xix la bandera rojigualda conoció diferentes escudos en
su interior pero mantuvo sus colores intactos hasta el 14 de abril de 1931,
fecha en que se proclamó la Segunda República y la franja más baja cambió
el rojo por el morado. El cambio respondía a un doble objetivo. En primer
lugar se trataba de reconocer en el emblema el papel esencial que Castilla
había jugado en la historia de España ya que ese es su color tradicional10
y en segundo lugar se buscaba la diferenciación con la rojigualda,
tradicionalmente asociada a los partidarios de la monarquía. La tricolor
republicana fue incluso exhibida por el bando sublevado dirigido por el
general Franco durante los meses inmediatamente posteriores al inicio de
la guerra civil pero este rápidamente adoptó de nuevo la rojigualda por
motivos estratégicos de reconocimiento en los frentes de batalla. Después
de la victoria del bando sublevado, Franco adoptaría a partir de 1945 la
rojigualda con el escudo del águila de San Juan, símbolo característico de
la reina Isabel la Católica, el yugo y las flechas, una composición que sería
la oficial hasta 198111 cuando se sustituyó el águila por el actual escudo
cuartelado de Castilla, León, Aragón y Navarra, con la granada en punta
y el escusón central de la casa de Borbón, timbrado por corona Real y con
las columnas de Hércules a sus costados.
El himno español presenta un recorrido histórico bastante similar al
de la bandera. Fue también bajo el reinado de Carlos III cuando la Marcha
Granadera, de autoría desconocida, pasó a convertirse en la Marcha de
Honor en 1770, una sintonía que la población rebautizó como Marcha Real
ya que era la que solía acompañar a los actos del Rey, la Reina y el príncipe
de Asturias. Esta composición siguió siendo el himno oficial español hasta
la proclamación de la Segunda República en 1931 cuando se sustituyó por
el Himno de Riego. Sin embargo, el general Franco restituyó la Marcha Real
en 1936 institucionalizándola como himno español hasta el momento. A lo
largo de su historia, el himno ha tenido diferentes letras, todas ellas oficiosas
hasta la instauración de la dictadura cuando se oficializó la composición que,
por encargo de Primo de Rivera, escribió José María Pemán en 1928. Con la
muerte de Franco y la llegada de la democracia, la letra que se cantó durante
el régimen se suprimió y hoy día es el único himno del mundo que no tiene
letra, circunstancia que si bien ilustra al detalle los problemas de definición
9
http://web.archive.org/web/20100411081254/http://www.la-moncloa.es/Espana/
ElEstado/Simbolos/Legislacion/BanderaRD28mayo1785.htm
10
A pesar de la extendida creencia de que el color tradicional de Castilla es el
morado, en ningún documento que recoge el relato de la batalla de Villalar (1521) en la
que los comuneros se sublevaron contra los Habsburgo se especifica que ese fuese su color
distintivo sino más bien el rojo de sus cruces frente al blanco de las cruces imperiales.
1112
http://www.boe.es/boe/dias/1981/11/12/pdfs/A26494-26495.pdf
| 79 |
identitaria que arrastra España, ha tratado de ser resuelta por medio de
diferentes iniciativas institucionales durante el gobierno de José María Aznar
(1996-2004) o la que encabezó el Comité Olímpico Español en 2007 con
resultados bastante pobres ya que ninguna de ellas logró el beneplácito de los
españoles.
Como cualquier otro símbolo, una bandera o un himno siempre
son excluyentes ya que definen tanto a los que están dentro como a los
que están fuera, pero en el caso del franquismo la apropiación de la
simbología nacional por parte del régimen todavía hoy se hace palpable.
Exhibirla ya sea en los balcones de las casas, en forma de pulsera o de
camiseta se relaciona automáticamente con un posicionamiento favorable
al régimen y sus políticas. Los diferentes gobiernos democráticos han
tratado de desmarcar el significado de la simbología de ese período en que
bandera e himno fueron patrimonializadas por la dictadura surgida tras
la guerra civil buscando la adhesión de todos los españoles, tanto los que
fueron beneficiados por el régimen como los que fueron expulsados por
motivaciones políticas. Los resultados no han sido los esperados porque
las diferentes sensibilidades identitarias que conviven en España no han
logrado encontrar puntos de anclaje para conformar un relato unitario.
Algunos sectores del nacionalismo vasco, catalán y gallego, por nombrar
los más significativos, no se sienten amparados bajo esa simbología que
siguen considerando específica de un nacionalismo expansivo, en este caso
el español12 , que busca diluir en la bandera excepciones un tanto incómodas
para la unidad española. Del mismo modo, y no necesariamente pasando
por posturas nacionalistas de la periferia, una periferia que se define desde
la óptica centralista, ocurre con aquellas personas que presentan una firme
oposición a la exhibición simbólica nacional por motivos más relacionados
con la memoria y las experiencias que vivieron bajo el mandato de un
régimen opresivo.
III. De la furia española al tiqui-taca
Durante años se conoció a la selección española de fútbol como la furia
española, un término que fue acuñado originalmente por los propagandistas
sajones precursores de la leyenda negra para definir lo que supuso el saqueo
de Amberes en 1576 por parte de los tercios castellanos en respuesta por el
impago de sus salarios. Esta representación claramente negativa se transformó
en un valor positivo en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920 en los que
España consiguió la medalla de plata en la competición futbolística. En un
encuentro ante Suecia correspondiente a la segunda fase del campeonato,
Belauste, futbolista vasco que militaba en el Athletic de Bilbao, pronunció la
Tal y como sostiene Núñez Seixas, aquellos que asumen y defienden que España
es una nación no se reconocen a sí mismos como «nacionalistas españoles».
12
| 80 |
frase que fue recogida por un reportero español y que inspiró la actualización
del adjetivo13 .
Durante décadas la selección nacional española participó sin pena
ni gloria en las fases finales de competiciones internacionales cayendo
habitualmente en primera fase o en cuartos de final. La única excepción se
dio en la Eurocopa de 1964 celebrada en suelo español cuya final estuvo
cargada de simbolismo. España se jugaba en el Santiago Bernabéu el trofeo
contra la Unión Soviética en plena guerra fría, un enfrentamiento elevado a
categoría política por la oposición entre regímenes. El gol de Marcelino en los
últimos minutos de la final dio la victoria a España y por tanto su primer título
internacional de renombre, un éxito que quedó sepultado en el olvido bajo los
repetidos fracasos de la selección en mundiales y eurocopas. Sin embargo, y
a pesar de los pobres resultados cosechados años después, la prensa trataba
de inflamar el ánimo de los españoles agitando cada dos años el tópico de la
furia española que si bien sonaba muy heroico, apenas conseguía plasmarse
en el terreno de juego. Se decía que para España bastaba con entregar hasta
la última gota de sudor en el césped para alcanzar la gloria. El problema es
que nunca había gloria14 . Especialmente intenso fue este discurso a lo largo
del período en que Javier Clemente entrenó a la selección española. El de
Baracaldo estuvo al frente del combinado nacional entre 1992 y 1998 logrando
la clasificación para las fases finales del Mundial de 1994, la Eurocopa de
1996 y el Mundial de 1998, cayendo en cuartos de final en las dos primeras
fechas y en fase de grupos en la última. Su concepción del juego consistía en
la combinación de un orden defensivo espartano con furia, garra y entrega a
pesar de que sustituyera sin miramientos a la Quinta del Buitre criada en el
Real Madrid como columna vertebral del combinado por los jugadores clave
del FC Barcelona de Johan Cruyff. Sin embargo, en el juego de su combinado
no hubo rastro alguno del planteamiento del Dream Team del holandés. Con
Clemente, Guardiola se acostumbró a la suplencia en detrimento de Alkorta
u otros centrocampistas de corte más tosco. Clemente fue sustituido por José
Antonio Camacho y este a su vez por Iñaki Sáez con resultados más bien
discretos.
Ya en 2006, la Federación confió en Luis Aragonés, el Sabio de
13
«A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo» fueron las palabras de Belauste antes
del saque de una falta que significó el empate de España. Efectivamente, se dice que el
jugador entró en la portería sueca con el balón pegado al pecho. Años después, Belauste tuvo
que exiliarse por sus posturas favorables al nacionalismo vasco. http://www.elmundo.es/
suplementos/cronica/2008/661/1213480807.html
14
El 12-1 endosado a Malta en diciembre de 1983 correspondiente al último partido
de la fase clasificatoria para la Eurocopa de 1984, contribuyó al mantenimiento del relato
mítico de la furia española. Para lograr el pase, España tenía que marcar once goles o más en
una remontada que todos los medios de comunicación calificaron como imposible. Se logró la
proeza y España salió con el subcampeonato de Europa de 1984 después de caer en la final ante
la Francia de Platini en el Parque de los Príncipes de París.
| 81 |
Hortaleza, un viejo conocido de los aficionados y experimentado en los
banquillos de multitud de equipos de primera división. Su estreno en
una gran competición se produjo en el Mundial de 2006 celebrado en
Alemania. En su lista definitiva comenzaban a vislumbrarse algunos
apuntes de cuál sería su apuesta pero de nuevo España cayó en cuartos de
final ante la Francia de Zidane. En esta ocasión la Federación decidió la
continuidad del seleccionador con la idea de dar estabilidad al proyecto y
mientras apelar a la furia ya era objeto de mofa por parte de la inmensa
mayoría de los aficionados, Aragonés se planteó la problemática desde la
raíz. Según su razonamiento, España nunca había sacado partido de sus
mejores jugadores. Los españoles nunca fueron tan altos y organizados
como los alemanes, ni tan guerreros como los uruguayos, ni tan fuertes
como los ingleses, ni tan ganadores como los brasileños. España nunca
había destacado por producir ningún tipo de jugador específico hasta
que se percató de que lo que sobraba en España era talento entre los
centrocampistas, un talento trabajado por todo el país pero especialmente
en La Masía del FC Barcelona, un talento sembrado por Cruyff durante
la década de los noventa y recogido por Frank Rijkaard a comienzos de
la siguiente. Aragonés cambió la estrategia y donde hubo furia ahora
trataba de imponerse un juego que se construía en torno a la asociación
de centrocampistas de pequeña estatura, rápidos e inteligentes, jugadores
acostumbrados desde pequeños a sacar el balón jugado desde su propia
área con la única premisa de dar siempre un toque mejor que dos. En
torno a Xavi, Iniesta, Xabi Alonso, Silva, Cazorla o Fábregas, España
desplegó un juego cartesiano de lado a lado de la cancha tratando siempre
de mantener el control el juego. De nuevo en cuartos de final sobrevolaba
la sombra de eliminación. En cuartos y ante Italia, su gran bestia negra,
la Italia que nunca perdía, la Italia que siempre mataba los partidos
en la «zona Cesarini». El encuentro fue árido. Ni los italianos querían
atacar ni los españoles perder, probablemente atenazados por el peso de
la historia, de modo que el encuentro llegó hasta los penaltis. España,
encomendada a los guantes de Casillas y a la precisión de Fábregas
encargado de ejecutar el penalti definitivo, logró superar la fase fatídica
y llegó hasta las semifinales de la competición continental mostrando un
juego que se antojaba resultado de un proyecto, de una idea muy concreta
que esta vez sí estaba ejecutada por los jugadores apropiados. De sobra es
sabido que las victorias refuerzan los ideales que las producen y en este
caso, eliminar a Italia fue el acicate necesario para que España llegara
lanzada a su primera final continental en más de cuatro décadas después
de despachar con suficiencia a Rusia en semifinales. El título se jugaba
contra Alemania y la prensa se debatía entre los elogios por la gesta
alcanzada y un tímido aliento de victoria, como si llegar a la final ya
fuese suficiente premio para una apuesta tan arriesgada. Sin embargo,
la victoria ante los alemanes alcanzada por medio de una soberana
| 82 |
exhibición de tiqui-taca desbordó todas las previsiones, tanto las de
la prensa como las de los aficionados, un tanto desconcertados ante la
gestión de un escenario absolutamente desconocido.
La Eurocopa de 2008 marcó el comienzo de la era dorada del fútbol
español. Los españoles querían reconocerse en un combinado capaz de
conquistar cualquier objetivo que se propusieran independientemente de
quién estuviera dirigiendo la caseta. Aragonés dejó el puesto a las pocas
semanas del triunfo de Viena y la Federación, consciente del potencial
que atesoraban los seleccionables españoles, le entregó el mando a Vicente
del Bosque, un técnico de perfil bajo con una hoja de servicios cuajada
de triunfos al frente del Real Madrid. Del Bosque optó por no alterar el
equilibrio de un equipo campeón e introduciendo algunas variantes en la
lista, llevó a España a la consecución de su primer mundial en 2010 y la
reválida del campeonato europeo en 2012 después de barrer a Italia en la
final. La coherencia ha sido esencial para explicar estos cuatro años exitosos
del fútbol español pero la apuesta por un determinado tipo de fútbol que,
por el momento, siempre ha resultado ganador no es tan importante a
nivel de análisis como las victorias en sí mismas. Son las victorias las que
alientan, justifican y engrandecen la adscripción y la identificación con la
patria. La reflexión sobre los medios para conseguirlas queda reservada
para los teóricos mientras los españoles, que antes de 2008 no encontraban
un buen motivo para sacar a pasear la bandera, celebran por las calles que,
después de tantas penurias e intrascendencia, por fin su país es un país de
ganadores.
Aragonés no sólo reinventó el juego de la selección española sino
que además buscó premeditadamente un nuevo nombre para que España
fuese reconocida en todo el mundo, un calificativo que arraigara en el
discurso y que la prensa manejase con soltura. Imitando la tradicional
nomenclatura de selecciones ganadoras, España pasó a ser conocida como
la Roja del mismo modo que a la selección italiana se le llama la Azzurra, a
Francia les Bleus, a Uruguay la Celeste o a Brasil la Canarinha15 . La Roja
representaba una nueva era en la historia del fútbol español y su uso se ha
generalizado con bastante naturalidad, aunque a pesar de su popularidad
no todos los aficionados españoles hayan coincidido en que sea realmente
un término afortunado ya que la Roja remite con facilidad a tiempos en
los que a los comunistas demonizados por la dictadura se les conocía como
«rojos» y Dolores Ibarruri la Pasionaria, destacada lideresa del Partido
Comunista en la clandestinidad, también era apodada la Roja. El color
rojo sin duda representa a España pero adjetivarlo activa de inmediato
determinadas consideraciones políticas estrechamente relacionadas con el
período republicano, la guerra civil y el franquismo.
http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_278646/8779por-que-llamamos-a-espana-la-roja#.UiO6HdIz3nh
15
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IV. Un nuevo espacio de identidad
Acostumbra a percibirse el deporte en general y el fútbol en particular
como un ámbito teóricamente despolitizado en el que no hay cabida
para expresiones que cuestionen las desigualdades e injusticias sociales.
Normalmente el deportista encarna a la perfección los valores a los que
cualquier ciudadano debería aspirar, valores centrados en el esfuerzo, el trabajo
y la superación personal como único modo de borrar las diferencias sociales
establecidas por medio de la jerarquía socioeconómica. El fútbol nunca es
contestatario sino más bien integrador y representa de un modo positivo la
legitimación del orden establecido en el que la promoción social es posible
siempre y cuando se acaten las reglas que lo informan. Pero reconozcamos
que el fútbol nunca puede ser un espacio de neutralidad ya que si observamos
las dinámicas desde el propio terreno de juego hasta las políticas de gestión de
clubes y federaciones nacionales, podemos identificar con claridad las fuerzas
motrices que rigen las estructuras económicas y políticas de las naciones
(Brohm, 1993: 50).
Partiendo de esta premisa en la que el fútbol no es un espacio
exento de valoraciones y representaciones de las tensiones políticas, es
posible interpretar las victorias de la selección española como un nuevo
espacio en que los tradicionales discursos políticos son activados por
aficionados, prensa y representantes de los poderes públicos. Dejando a
un lado el jolgorio y la euforia por los trofeos y los goles, en los últimos
cuatro años se ha asistido en España a un proceso de resignificación de la
identidad nacional enmascarada bajo el pretendido apoliticismo del juego.
Con el pretexto de la celebración de las victorias de la selección, se puede
apreciar una nueva utilización de la bandera española desconocida hasta el
momento en un contexto de alegría que, en aras de la armonía, nunca debe
ser relacionado con cuestiones tan dramáticas como el convulso pasado de
la nación. Exhibir la bandera en estos espacios suele ser considerado una
muestra sana e inocente de un sentimiento positivo y en esa zona franca
ideológica es donde operan las nuevas tendencias que tratan de monopolizar
la expresión nacional con los valores de la nueva nación alumbrada por
la transición, una nueva nación con identidad propia representada por el
escudo monárquico que se asocia a valores modernos. Sin embargo, esa
nueva identidad está directamente relacionada con las líneas maestras del
discurso nacionalista español que se formuló durante el siglo xix por la
intelectualidad burguesa y que se actualizó con la dictadura franquista
para ofrecer al pueblo unas líneas de acción sencillas y concretas. En este
sentido se enmarca el uso en la bandera de simbología mucho más informal
que la institucional pero mucho más rica en su significado. Es habitual
encontrar banderas que, en lugar del escudo oficial, llevan estampadas las
| 84 |
siluetas de un toro bravo o la imagen de Don Quijote y Sancho Panza,
símbolos que proyectan bravura y nobleza, dos de los constituyentes
elementales de la pretendida identidad española.
Las victorias en la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010 fueron
rápidamente instrumentalizadas por el discurso político. Los principales
representantes públicos, especialmente los del Partido Socialista que
ocupaban el gobierno por aquel entonces, proyectaron su idea de la España
plural en la composición del combinado nacional, un elenco de jugadores
procedentes de diferentes comunidades autónomas que, compitiendo con
una misma camiseta, habían logrado conquistar cotas que hasta entonces
se consideraban vedadas a los españoles por medio del esfuerzo conjunto,
la inteligencia, la paciencia, la elegancia, el tesón y la juventud sabiamente
guiada por manos experimentadas. El objetivo del panegírico era mostrar a
todos los españoles que trabajando codo con codo y dejando a un lado las
diferencias y las tensiones territoriales, España podía llegar a ser una de las
naciones más exitosas del mundo16 .
Pero el éxito no sólo se explica con el cambio de modelo de juego. Desde
las mismas tribunas se abundó en la idea de que España disfrutaba de la mejor
generación de deportistas que jamás había tenido. La generación nacida en
la década de los ochenta, la de la transición, una generación de españoles
que jamás había visto a su selección ganar nada, una nueva generación
en todos los sentidos, mucho más abierta y receptiva a las vicisitudes del
mundo globalizado, una generación de personas perfectamente formadas y
profesionales, una generación nacida en democracia, ajena a la memoria y
las vivencias de la dictadura, más tolerante, dialogante y constructiva que las
generaciones pretéritas. En definitiva, una generación llamada a liderar a la
España del nuevo siglo en un mundo cada vez más complejo. El constructo
era fácil pero no por ello real ya que esta exitosa generación procede de otra
que sí vivió desde la niñez bajo los dictados del franquismo y su valoración
del pasado más inmediato está irremediablemente mediada y en no pocas
ocasiones guiada por la experiencia de esos familiares.
La profusión de banderas inundando el espacio público ya fuera
colgadas de las ventanas, las terrazas, anudadas al cuello o a la cintura,
estuvo acompañada de un cántico que se ha convertido en un himno
referencial para aquellos que celebran las victorias de la selección. A
diferencia de otras naciones que concentran su definición en lo colectivo,
los aficionados españoles entonaron el yo soy español como una letanía.
El cántico actúa como un proceso de autodefinición al emplear la primera
persona del singular y representa a la perfección la timidez y la cautela que
todavía hoy se percibe a la hora de llamarse español. Yo, y sólo yo, puedo
decir de mí mismo que soy español sin aventurar desde la propia voz que los
16
http://www.lamoncloa.gob.es/Presidente/Intervenciones/Otros/prot20100712
| 85 |
demás se incluyan en mi mismo grupo pero el cántico al unísono, la suma
de muchas primeras personas que se expresan de la misma manera, crea la
colectividad de españoles y españolas que partiendo de unidades autónomas
se encuentran en un mismo espacio para conformar el grupo de adscripción
y construir una nueva expresión identitaria.
Estas grandes citas deportivas internacionales funcionan generalmente
como una ocasión idónea para fortalecer los sentimientos patrios.
Aprovechándose de la escenificación pacífica y civilizada de las rivalidades
en un terreno de juego, política y prensa se sirven del lapso temporal de la
competición en el que las tensiones y conflictos internos quedan en suspenso
para centrar toda la atención en el papel de los deportistas con el objetivo
de construir un relato identitario colectivo por medio de pronombres plurales
inclusivos. Nuestros deportistas han ganado, los nuestros han marcado más
goles o también los nuestros perdieron pero defendieron con orgullo nuestro
honor. El super-yo colectivo se actualiza tanto en la victoria como en el fracaso,
con resultados que si bien podrían presumirse dispares, no pocas veces son
coincidentes (Brohm, 1982: 196).
Pero no solo se puede responsabilizar al poder político de esta utilización
del deporte como espacio de pacificación y canalización de la violencia sino
que en los medios de comunicación de masas también es posible encontrar
acciones que, si bien no persiguen un mismo objetivo, sí se sirven de las
mismas herramientas. En el caso específico del resurgir identitario español,
es imprescindible citar el papel esencial que jugaron las cadenas televisivas
en la construcción de esta clientela nacional. Para la Eurocopa de 2008 fue
Cuatro17 el canal que planificó un nuevo concepto hasta entonces desconocido
en España. Algunas semanas antes del comienzo de la competición, lanzó una
campaña masiva bajo un eslogan sencillo y directo: ¡Podemos! Ese «podemos»
trataba de sumar, es una conjugación en positivo en la cual tanto jugadores
como afición participan, cada cual con arreglo a su función, para lograr un
objetivo común. Ese «podemos» buscaba derribar las tradicionales barreras
que el fatalismo español levantaba entre el esfuerzo y el éxito articulando la
ilusión y la esperanza ante una tarea titánica. Y para escenificar esa comunión
mediada por la televisión, el canal montó un escenario en la plaza de Colón de
Madrid, bajo la atenta mirada de la enorme bandera anteriormente citada, y
habilitó una pantalla gigante para que los aficionados tuvieran la oportunidad
de animar a la selección todos juntos portando sus banderas españolas y
abandonasen esa bárbara y egoísta tradición de ver los partidos en casa con la
única compañía de algunas amistades. Cuatro dijo que había llegado la hora
17
Cuatro es un canal creado por el Grupo prisa en 2005 aprovechando una concesión
gubernamental para ocupar la señal que anteriormente usaba Canal +. El Grupo prisa aglutina
un importante número de cabeceras de prensa como El País, As o Cinco Días así como cadenas
de radio como la ser, Los 40 Principales o M-80. Además es dueño de la editorial Santillana.
| 86 |
de salir a tomar las calles para expresar sin complejos que los españoles eran
una nación tan sana y válida como cualquier otra.
La estrategia funcionó, tanto para el canal que registró cuotas de
audiencia hasta entonces desconocidas por un canal privado en España, como
para los políticos que sólo tuvieron que reforzar el espíritu de la propuesta
televisiva. El punto álgido se alcanzó después de la victoria en la final.
Cuatro se vanaglorió de su perspicacia y visión al apostar por la selección y
la Federación Española de Fútbol se vio obligada a levantar en tiempo record
un escenario junto al del canal televisivo para capitalizar los fastos por la
victoria, no quedar a la sombra de una empresa privada y no sucumbir a la
vergüenza de que ni siquiera ellos mismos creían en la victoria unas semanas
antes. En ese sentido, el papel de las empresas privadas ha sido capital en la
canalización de todas estas manifestaciones. Para el Mundial 2010, Hyundai
fue quien patrocinó la instalación de dos pantallas gigantes en la explanada
que hay frente al Santiago Bernabéu y de nuevo Cuatro, esta vez junto a
Telecinco, fueron las encargadas de las retransmisiones. Es posible que un
intento de organización de este tipo por parte de los poderes públicos hubiera
fracasado porque la creencia generalizada es que la empresa privada no tiene
motivaciones políticas. La más mínima percepción de orientación hacia una
ideología u otra habría significado el abandono de la afición precisamente por
esa idea de que el deporte no entiende de izquierdas ni derechas. Tampoco las
empresas. Y es precisamente en esa fusión de ingenuidad y euforia donde se
alumbra la que nominalmente se considera la nueva españolidad que confía en
la democracia, el libre mercado y la Constitución como valores supremos. Sin
embargo, bajo ese nuevo envoltorio, persisten las tensiones asimétricas que
configuran una identidad que, a día de hoy y a pesar de los éxitos deportivos,
sigue siendo problemática y conflictiva.
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Bibliografía
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la política. Madrid: Alianza, 2008.
alabarces, Pablo et al., Deporte y sociedad, Buenos Aires: Editorial
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Ser joven, ser mujer, ser hincha
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Revista Mundo Uruguayo, 5 de abril de 1928
| 90 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 91 - 104, 2014
ISSN 1688-9800
El futuro a gol y gambeta
Una aproximación a las significaciones de la carrera de
futbolista como opción de vida para los jóvenes
1
Mauricio Russi*
Resumen
El objetivo de esta investigación se centra en el estudio y la
descripción de la carrera futbolística de los jóvenes. En ella se analizan las
distintas significaciones que pueden surgir en una diversidad de trayectorias
contemplando los distintos factores de influencia, los elementos motivacionales,
las relaciones con las instituciones deportivas y con el sistema educativo, así
como el papel que juegan las familias.
Buscando contribuir en el acercamiento de las ciencias sociales con
el deporte y a partir de una mirada científica y global, esta investigación
de carácter exploratoria se adentra en el mundo del futbolista juvenil, en su
trayectoria, contempla sus motivaciones y estrategias a futuro, sus elecciones
racionales, sus emociones y sus constricciones sociales y culturales.
Con este fin y a efectos de dar respuesta a los objetivos planteados,
se realizaron entrevistas tanto a futbolistas de divisiones formativas como
también a familiares de los jugadores e informantes calificados. Este trabajo
de campo fue realizado en tres equipos del fútbol profesional de Uruguay:
Club Atlético Peñarol, Defensor Sporting Club y Club Atlético Juventud de
Las Piedras.
Justificación y relevancia
El presente objeto de estudio se ubica en un campo poco explorado
por las ciencias sociales y en particular por la sociología: el fútbol.
Como sostiene Pablo Alabarces «[…] hablamos al mismo tiempo
entonces de un objeto que aparece abusivamente extendido y de un campo
excesivamente reducido» (260).
El fútbol como práctica deportiva y espectáculo tiene semana a semana,
sin lugar a dudas, una atención masificada, lo cual contrasta con la cantidad de
Trabajo realizado en el marco del Taller de Investigación de la Licenciatura en
Sociología durante los años 2011 y 2012 supervisado por las docentes Verónica Filardo y
Mariana Cabrera, el cual actualmente se encuentra en proceso de tutorías para ser defendido
ante un tribunal como Tesis de Grado.
*Estudiante Avanzado de la Licenciatura en Sociología de la Facultad de Ciencias
Sociales, UDELAR.
1
| 91 |
conocimiento generado sobre dicha temática y su relación con las dimensiones
culturales, su vínculo con la política, los medios de comunicación, la tecnología,
la cultura, la educación, el espectáculo y la economía.
Es una realidad innegable el hecho de que en el imaginario colectivo
de la sociedad uruguaya está instalada la noción «somos un país futbolero».
La historia de Uruguay se nutre de grandes hazañas deportivas las cuales,
de cierta forma, fueron construyendo una identidad.
Se entiende que el deporte, en este caso el fútbol, es un tema más que
relevante para ser abordado por las ciencias sociales por tratarse de un fenómeno
social de primer orden. Este atrae la atención de una enorme cantidad de gente
e involucra de distintas formas a muchos actores: espectadores, hinchas,
dirigentes, periodistas, profesionales técnicos y deportistas.
En este caso, dejando en el debe otras tantas cuestiones para ser estudiadas
en el futuro, se optó por dirigir la atención a estos últimos: los deportistas o
jóvenes que aspiran alcanzar la profesionalización en su carrera deportiva.
El interés se centra en la significación que se le atribuye a la carrera
deportiva como opción de vida, como alternativa de muchos jóvenes en
nuestra sociedad, y en los factores que influyen en asumirlo como una práctica
profesional.
El fútbol, además de cumplir el papel de deporte-espectáculo, muchas
veces es visto como un importante «canal de movilidad social ascendente»
para estratos socioeconómicos bajos que muy razonablemente ven en el fútbol
una mayor probabilidad de ascenso drástico y veloz que lo que otra inversión
de tiempo y esfuerzo les permitiría esperar (Bayce: 33). Al mismo tiempo,
otros autores afirman que el fútbol también puede cumplir otras funciones,
como por ejemplo, la de «fuente de distinción social», en el sentido de que el
deportista es el tipo de humano que representa la excelencia, es el modelo que
encarna el tipo de vitalidad más pleno. Su belleza, su energía, su perfección
corporal provocan, en quienes lo rodean, admiración y respeto (Medina Cano:
44). Esto ha llevado a que se haya consolidado al deportista como un nuevo
modelo de rol a nivel mundial, especialmente como modelo de formación y
desarrollo físico, hecho con repercusiones no solo económicas sino también
culturales.
Por otra parte, no se puede dejar de considerar el contexto histórico en
el cual acontecen los hechos, una tendencia que ya lleva varios años, en la
cual «los países ricos se pelean entre ellos por adquirir a los mejores jugadores
latinoamericanos» con la intención de llevárselos con tan solo dieciséis o
diecisiete años de edad, para entrenarlos a la manera europea.
Esto hace que los clubes se conviertan en verdaderas fábricas de
exportación. A su vez, este éxodo de futbolistas, de explicación más económica
que futbolística, genera consecuencias de gran importancia en el medio local,
por ejemplo, haciendo que se produzca un recambio más acelerado en la
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composición de los equipos y un ascenso más precoz de los jugadores jóvenes
en comparación con otros países, debido a que los jugadores maduros emigran
en mayor proporción (Bayce: 19-31). Esto es algo que se debe considerar con
mucha atención ya que las mayores exigencias a edades muy tempranas en
los jóvenes futbolistas pertenecientes a las divisiones formativas podrían
estar repercutiendo fuertemente en las trayectorias, por ejemplo de aquellos
jóvenes que habiendo realizado una gran apuesta al objetivo de alcanzar la
profesionalización y habiendo dejado de lado otros ámbitos de formación,
fracasan en el intento, y se encuentran más tarde con muy pocas herramientas
para afrontar otras alternativas laborales. El bajo nivel educativo que
generalmente presentan estos casos termina con el ingreso al mercado laboral
en forma muy precaria.
Esta investigación, enmarcada en el taller denominado Jóvenes, juventudes
y políticas públicas de la licenciatura en Sociología, se propone contribuir en
el acercamiento de las ciencias sociales con el deporte, a partir de una mirada
científica y global busca interpretar y comprender la opción de dedicarse a una
carrera futbolística con todas las significaciones que ello implica.
Siendo claramente el fútbol el deporte más popular de Uruguay2, es
entendible que muchos jóvenes tengan deseos de consagrase y alcanzar el
éxito mediante sus habilidades futbolísticas, dejando de lado otras actividades
como las educativas o laborales. Se debe tener en cuenta que, según datos de
la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (Filardo et al.: 193), de los
adolescentes y jóvenes entre doce y veintinueve años que inician la educación
media y desertan sin aprobar el nivel, un 2 % esgrime como motivo principal
del abandono la incompatibilidad con el fútbol, porcentaje que aumenta, como
es de esperar, si solamente es considerado el sexo masculino residente en
Montevideo.
Si bien es un dato interesante que debe ser tenido en cuenta en el
diseño de políticas públicas de inclusión educativa que tiendan a generar
oportunidades de compatibilizar los estudios con el desarrollo de la carrera
deportiva, también es importante considerar otros factores que pueden
ser influyentes o determinantes en los jóvenes al momento de decidir cuál
es el mejor camino para alcanzar un futuro próspero; como por ejemplo,
las motivaciones de sus padres y grupos de pares, y principalmente, la
significación y valoración que se le da al deporte como opción de vida, en
este caso al fútbol.
Es necesario tener presente que toda carrera deportiva es contingente
y efímera, esto quiere decir que son muy pocos los que alcanzan el éxito,
apenas el 1 % según sostiene onfi3, y que es muy corto el espacio de tiempo
De los 200 000 deportistas federados en Uruguay, 165 000 son futbolistas según
datos publicados el día 19/06/2010 en suplemento del diario El País. [Online] Disponible en:
http://www2.elpais.com.uy/Suple/QuePasa/10/06/19/quepasa_496148.asp
3
Según la Organización Nacional del Fútbol Infantil (onfi) solo el 1 % de los chicos
2
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en el cual se puede desarrollar en forma profesional, los jugadores de fútbol
suelen retirarse antes de alcanzar los cuarenta años de edad, por lo cual,
que los jóvenes apuesten únicamente al desarrollo de su carrera deportiva,
dejando de lado otros ámbitos de formación como la educación formal,
puede considerarse una problemática para ser tenida en cuenta.
Se entiende que dicha carrera supone riesgos importantes en el
hecho de que muchos jóvenes dedican varios años de su vida a la formación
deportiva aun teniendo muy pocas probabilidades de alcanzar la categoría
profesional que es la única que actualmente retribuye tales esfuerzos.
Es por todo ello que resulta interesante adentrarse en el mundo del
futbolista juvenil, entendiendo sus motivaciones y estrategias para el futuro, sus
elecciones racionales, sus emociones, y sus constricciones sociales y culturales.
Formulación del problema de investigación
Pregunta de Investigación:
¿Cuáles son los significados atribuidos a la carrera futbolística y
los principales factores que influyen en los jóvenes al momento de decidir
dedicarse a la práctica profesional?
Objetivos generales:
La investigación se propone comprender e interpretar las distintas
significaciones que se le atribuye al fútbol como carrera deportiva y los
factores de mayor influencia que han llevado a que muchos jóvenes de
distintas características económicas, sociales y culturales, formen parte de
las divisiones formativas de los equipos de fútbol profesional en nuestro país.
Objetivos específicos:
I. Evidenciar las distintas significaciones y funciones que se le atribuyen
al fútbol como práctica profesional.
II. Dar cuenta de los principales factores que pueden influir en que
del baby fútbol (60 000 en total) llegará a Primera División. Mientras que el porcentaje de
chicos de baby fútbol (materia prima de las divisiones inferiores de todo el país) que logra
«salvarse» con un pase a Europa es del 0.14%. Información publicada el día 01/04/2012 en
suplemento del diario El País. [Online] Disponible en: http://historico.elpais.com.uy/suple/
ds/12/04/01/sds_633613.asp
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un joven decida dedicarse a la práctica profesional y las distintas
prioridades que pueden surgir en su trayectoria.
III.Analizar los aspectos culturales y la significación de la educación
formal en torno al joven deportista.
IV.Interpretar el papel que juegan las familias y los entornos sociales en
que el joven dedique su tiempo a la práctica deportiva.
Marco teórico
El marco teórico de la presente investigación, en resumen, consta de una
breve historia del deporte moderno, sus funciones y significados, desarrolla
los principales aspectos relativos a la génesis y evolución del deporte como
práctica y las supuestas funciones sociales que ha ido cumpliendo a lo largo
de dicha evolución.
Al mismo tiempo se toma en consideración algunos conceptos
desarrollados por autores como Jean-Marie Brohm (47), quien sostiene que
el deporte se ha configurado en el contexto de las relaciones de producción
burguesa, constituyendo una institución con diferentes significados según la
clase social desde la que se lo considere, y en la que se da una reproducción
ideológica de los modos, valores y estatus que se dan en dichas relaciones de
producción y en el orden social dominante, bajo la supervisión del aparato
del Estado. Asimismo, Brohm considera que los clubes y las federaciones
deportivas se asemejan a entidades comerciales que compiten entre sí,
que tienden a mercantilizar la figura del deportista, y que contribuyen a
la promoción del espectáculo deportivo de masas, con la complicidad del
aparato del Estado, con la finalidad de obtener beneficios económicos y
políticos.
Otro pilar fundamental del marco teórico que no puede quedar fuera
de este resumen es el aporte de los conceptos desarrollados por Pierre
Bourdieu quien analiza la evolución que se da en el deporte, el cual pasa de
ser una práctica elitista concebida y reservada para los amateurs, a ser una
práctica popularizada entre la clase trabajadora y un espectáculo producido
por profesionales para el consumo de las masas. Este proceso que Bourdieu
denomina popularización del deporte, va necesariamente acompañado de
un cambio en las funciones que los deportistas y sus organizadores asignan
a esta práctica, y también de una transformación en la propia lógica de
las prácticas deportivas que se corresponde con la transformación de las
expectativas y demandas del público (Bourdieu: 73).
Lo antes expuesto es algo interesante de remarcar ya que en eso
se basa el objetivo de la presente investigación, indagar en aquello que
Bourdieu denomina la lógica de la demanda de la práctica deportiva, entre
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las cuales se encuentran las expectativas, intereses y valores, lo cual según
el autor, determinan la disposición hacia el deporte. Al mismo tiempo, esta
disposición hacia la actividad deportiva no es sino una dimensión de una
particular relación con el cuerpo, cuyo origen encontramos principalmente
en el sistema de gustos, preferencias y estilos de vida, lo cual el autor define
como «habitus de clase» (Bourdieu:75).
A su vez, la posibilidad de promoción social que ofrece la competición
deportiva se convierte en uno de los factores más importantes que
justifican y favorecen la creación y desarrollo de una necesidad social de
práctica deportiva y de todos los medios y recursos necesarios para ello
(equipamientos, personal, servicios, etc.), donde el éxito deportivo supone
una forma de promoción social, de adquisición de fama, de prestigio y
de enriquecimiento económico, lo que origina que una gran cantidad de
individuos de clase social baja o media opte por dirigir sus esfuerzos en
esta dirección de manera exclusiva y asumiendo los valores y hábitos de
conducta necesarios para alcanzar el éxito.
Considerando estas categorías se entiende por demás relevante un
estudio que se enfoque en la significación que los jóvenes y sus entornos
le dan a la carrera deportiva, en este caso al fútbol, y las expectativas,
intereses y valores asignados a tal práctica, es decir, aquello a lo que se hacía
referencia anteriormente como demandas de la actividad deportiva. En tal
sentido, se busca indagar si la práctica de fútbol obedece exclusivamente a
funciones sociales, o se combina con otras funciones como las saludables,
estéticas, de reconocimiento, distinción, etc.
Estrategia metodológica
Considerando los objetivos planteados y el propósito de la presente
investigación, se entendió adecuado enmarcarla dentro del paradigma
cualitativo, esto es debido a que su intención es captar reflexivamente el
significado de la acción, atendiendo a la perspectiva del sujeto. La elección
de este enfoque se deriva, fundamentalmente, de la pregunta de investigación
efectuada: ¿Cuáles son los significados atribuidos a la carrera futbolística y
los principales factores que influyen en los jóvenes al momento de decidir
dedicarse a la práctica profesional?
El diseño que se consideró pertinente, en la medida en que refiere a
individuos, se basa en un estudio biográfico. Un enfoque teórico y metodológico
basado en los «itinerarios y trayectorias» de los jóvenes que toma como punto
de partida al actor social: «sujeto histórico y protagonista principal de la propia
vida que articula de forma paradójica y compleja la elección racional, las
emociones, las constricciones sociales y culturales y las estrategias de futuro»
(Casal, et al.: 8).
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En tal sentido, las unidades de análisis refieren a los jóvenes deportistas
que entrenan en la 5.a división (sub 17) de determinados equipos de fútbol
profesional de Uruguay. La intención de limitar el análisis a la mencionada
categoría juvenil se debe a que muchas veces es vista como la categoría
«bisagra», donde el joven, entre catorce y diecisiete años, en caso de superar
esta especie de filtro, empieza a perfilarse como futbolista profesional, por lo
cual, es principalmente durante esta etapa cuando comienza a tomar decisiones
respecto a su futuro profesional y el rol que cumpliría el fútbol en su vida.
Generalmente, en esta categoría las exigencias comienzan a ser
mayores, por ejemplo con entrenamientos matutinos o en doble turno, lo cual
aumenta las dificultades de compatibilizar la carrera deportiva con los estudios
formales, esto también llevó a considerar que el análisis de esta divisional
permitiría encontrar información muy valiosa en torno a la significación del
fútbol como opción de vida para los jóvenes.
En el muestreo teórico desarrollado se buscó contemplar la heterogeneidad
existente al interior del fútbol uruguayo, tanto a nivel de infraestructura y
posibilidades económicas, como en los resultados y logros deportivos. Por lo
cual, la idea fue realizar el trabajo de campo con los siguientes equipos:
- Club Atlético Peñarol: unos de los equipos más importantes de Uruguay,
que combina posibilidades económicas y recursos materiales con logros deportivos.
- Defensor Sporting Club: una institución menor a nivel de primera
división pero que es mejor considerada en divisiones juveniles por sus logros
deportivos y su forma de trabajo.
- Club Atlético Juventud de las Piedras: un equipo de la ciudad de Las
Piedras el cual, a priori, se identificó como poseedor de las características
de los «equipos chicos», como la falta de éxitos deportivos, recursos
económicos, y formación de jugadores.
Por último, respecto a las técnicas de investigación y en el entendido
que esta no pretende alcanzar la representación estadística, sino más bien
captar sentidos y ver significados, se entendió adecuado la utilización de un
enfoque de corte, básicamente etnográfico, con la utilización de técnicas tales
como las entrevistas en profundidad. El supuesto del cual parte esta técnica
es la posibilidad de captar el significado atribuido por los actores a su propia
experiencia mediante la interacción comunicativa. Además, se llevaron a
cabo una serie de observaciones en distintos ámbitos como estrategia de
introducción al campo así como fuente de información secundaria.
Trabajo de campo
El trabajo de campo de la presente investigación ha sido realizado en
el período comprendido entre el 20 de abril y el 9 de julio del año 2012. Este
consta de la realización de observaciones llevadas a cabo en los distintos
| 97 |
entrenamientos y partidos por el campeonato de la 5.a división de los tres
equipos seleccionados: Peñarol, Defensor y Juventud; así como de entrevistas
en profundidad, las cuales fueron realizadas a futbolistas de la categoría
mencionada, a familiares y algunos informantes calificados.
Para este trabajo se concurrió a un total de siete entrenamientos,
visitando los complejos deportivos de cada uno de los equipos seleccionados.
Asimismo se ha asistido a siete partidos en seis canchas diferentes. En total se
realizaron veintinueve entrevistas: doce de estas a futbolistas pertenecientes
a la 5.a división, nueve entrevistas a familiares de futbolistas de la misma
categoría, y tres a informantes calificados (director técnico y padre de un
futbolista, preparador físico, y coordinador de las Divisiones Juveniles). Esta
cantidad de entrevistas no equivale al total de personas entrevistadas, ya que
en algunas entrevistas han participado conjuntamente más de un familiar,
por ejemplo, el padre y la madre del jugador.
Resultados preliminares
A continuación se hará un esbozo de los principales hallazgos
obtenidos en el proceso de investigación. Es necesario aclarar que el análisis
todavía está en proceso, siendo tutorado con el objetivo de ser defendido
como Tesis de Grado hacia mediados del año 2014. Sin embargo, la idea es
poder compartir algún avance de los resultados en el presente artículo, como
también se realizó en las Jornadas de Investigación que se desarrollaron
durante los días 9, 10 y 11 de octubre de 2013 en la Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación, UdelaR, Montevideo.
El análisis de la información relevada durante el trabajo de campo en
los equipos seleccionados muestra, tal y como era la intención, la existencia de
una gran heterogeneidad de trayectorias así como una diversidad de perfiles
y características en los jugadores. Esto necesariamente nos lleva a reflexionar
sobre determinados estereotipos y relatos construidos, principalmente
por los medios de comunicación y el periodismo deportivo, pero también
generalizados en la opinión pública, que ven en los jóvenes que apuestan a
la profesionalización en el fútbol a personas generalmente provenientes de
determinados sectores sociales, con muy pocos recursos y escaso interés en
las ofertas educativas, los cuales buscarían en el fútbol la única salida posible
a la situación en la que viven. Incluso en algunos casos hasta se los llega a
imaginar como simples autómatas, los cuales no responderían a su propia
voluntad sino que serían efecto de la presión de sus familias que buscan en
las condiciones y el talento de los jóvenes la posibilidad de mejorar sus vidas,
cargando sobre ellos la responsabilidad de sacar adelante a toda la familia.
Esta investigación, de carácter exploratorio, ofrece elementos para
cuestionar algunos mitos construidos en torno a los jóvenes que buscan en el
fútbol una carrera, o mejor aún, una opción de vida.
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Análisis resumido de los resultados
Como para destacar, respecto a la significación de la carrera futbolística,
se ha podido observar en los discursos cómo el fútbol ocupa un lugar de mucha
trascendencia en la vida de los futbolistas juveniles y en la construcción de sus
itinerarios, siendo una actividad muchas veces jerarquizada por encima de las
otras. El atractivo fundamental de esta trayectoria es la posibilidad de llegar
a conjugar dos aspectos, trabajo y diversión. Esto quiere decir que el fútbol se
podría convertir en una carrera y en una futura fuente laboral que al mismo
tiempo les permitiría a los jóvenes seguir haciendo la actividad que más
disfrutan. En esto se fundamenta principalmente sus deseos de consagrarse
como futbolistas profesionales.
Respecto a las expectativas que podría generar el fútbol en los jóvenes,
se pudo apreciar que estas van más allá de lo económico, y aparecen otros
intereses como puede ser la posibilidad de generar amistades, acumular
experiencias y aprendizajes, etc.
Además se encontró reafirmada la significación antes mencionada
del fútbol como una carrera que ofrece la posibilidad de trabajar haciendo la
actividad que más disfrutan los entrevistados. Esto no quiere decir que no
aparezca reflejado entre los intereses y las expectativas de los futbolistas la
posibilidad de una buena solvencia económica para el futuro, viajar a otros países,
ayudar a sus familias, etc. En el discurso de los aspirantes a la profesionalización
futbolística todo esto se refleja, pero está esencialmente subordinado a la idea de
vivir haciendo la actividad que más les gusta. De esta forma, lo principal sería
jugar al fútbol y, si se puede dar la oportunidad, vivir del fútbol.
Es interesante ver esta subordinación a la que se hacía referencia ya que la
misma rompe con el esquema que normalmente, y a partir de las prenociones, se
puede tener del futbolista, concibiéndolo como alguien que practica fútbol con
el único fin de consagrarse para mejorar su vida y la de su familia, como si la
práctica de fútbol fuera simplemente un medio. Esta es la relación instrumental
de la que habla Bourdieu (1993:76-80). Sin embargo, del análisis surge que el
primer fin es jugar al fútbol, lo cual se valora como positivamente más allá de
la consagración. Luego, en caso de alcanzar el profesionalismo, lo primero que
se valora es la posibilidad de seguir practicando fútbol y vivir exclusivamente
de eso, lo cual sería una forma de autorrealización. Subordinado a todo esto
aparece la posibilidad de mejorar su futuro, conocer otras partes del mundo, ser
reconocido, etc. Esto quiere decir que la práctica de fútbol puede ser considerada
como un fin en sí mismo y no un medio.
En lo que respecta a la carrera futbolística, a partir de los comentarios
relevados durante todo el trabajo de campo, se pudo apreciar que prácticamente
todos los entrevistados manejan el mismo concepto sobre este proceso,
y lo describen como muy difícil y sacrificado. Si bien esta es una opinión
generalizada, los argumentos sobre los cuales se fundamenta pueden variar.
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Sin embargo, el principal planteo refiere a que la carrera del futbolista es muy
insegura, debido a que se sacrifican durante los muchos años que dura el
proceso sin saber si podrán llegar a consagrarse.
Analizando la conformidad que existe con el proceso que lleva a la
profesionalización futbolística se puede apreciar que si bien los futbolistas
comparten el concepto respecto a lo difícil y sacrificado que se hace dicha
carrera, al momento de consultarles qué cosas cambiarían o creen que se
deberían cambiar respecto a ese camino hacia la profesionalización deportiva,
se encontró una ausencia casi total de críticas.
En tal sentido, los futbolistas manifiestan una conformidad plena
con el proceso de profesionalización, sin darse la oportunidad de pensar
alternativas o propuestas de mejora que puedan modificar lo existente.
Esta falta de crítica y reflexión en el ámbito de la formación de jugadores
podría estar relacionado con lo que Jean-Marie Brohm denomina «las
funciones ideológicas del deporte» (50), según lo cual el deporte mismo tendría
una función legitimadora del orden establecido. Como sistema positivista, el
deporte no es jamás contestatario, sino siempre integrador. Según el autor,
esta función legitimadora del deporte proviene de su ideología típicamente
optimista del progreso ininterrumpido, ascendente y lineal. En definitiva no
puede haber otra cosa que mejora, lo que se traduce ideológicamente en el
hecho de que el sistema que lo introduce es intrínsecamente bueno.
Por otro lado y en relación a la imagen del futbolista, se pudo ver
que si bien algunos entrevistados planteaban que en la sociedad uruguaya
el futbolista es respetado y valorado, principalmente cuando alcanzan un
rendimiento destacado a nivel internacional, lo que se destaca en el análisis
de la información relevada es el poco reconocimiento al esfuerzo que los
futbolistas realizan para la alcanzar el profesionalismo y el éxito.
También se pudo percibir ciertas molestias en algunos testimonios, no
solo por la falta de reconocimiento al esfuerzo realizado durante todo el proceso
de profesionalización, sino también con las generalizaciones y estereotipos
construidos en torno al futbolista, a quien generalmente se lo ve como una
persona que no cuenta con las competencias necesarias para desarrollarse en
otras áreas y que por esa razón elige la opción de jugar al fútbol.
Como se pudo ver en el análisis de las entrevistas, la elección que
toma el joven de realizar una carrera futbolística está lejos de relacionarse
con la ausencia de capacidades para desarrollarse en otros ámbitos. Además,
la creencia de que es una opción «más fácil» o «más accesible» que otras
carreras es algo atribuido al desconocimiento de las personas que están fuera
del ámbito deportivo, siendo una idea con la cual discrepan prácticamente
todos los entrevistados.
Al analizar la categoría definida como «plan B» se pudo comprobar que
existe una importante concientización acerca la importancia de desarrollar
trayectorias alternativas al fútbol. Esto se fundamenta principalmente en
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las bajas probabilidades de éxito que tiene la carrera futbolística y en los
factores de riesgo existentes, como por ejemplo, sufrir alguna lesión.
Por tales razones, la mayoría de los entrevistados opta por hacer
compatible la trayectoria futbolística con la trayectoria educativa, ya sea
terminar el liceo o hacer algún curso, considerando la posibilidad de que no
se logre la consagración como futbolista profesional.
Sin embargo, aún se pueden encontrar algunos jóvenes que apuestan
únicamente al desarrollo de la trayectoria futbolística sin contemplar la
posibilidad de que en el día de mañana, por diversas razones, no puedan
alcanzar la categoría profesional. Esto sin lugar a dudas es una problemática
que debe ser mejor abordada.
Al enfocarnos en el análisis de la relación que existe entre estos jóvenes
y la educación formal se pudo apreciar que si bien la mayoría de los futbolistas
entrevistados continúan con sus estudios formales, también es real que existe una
importante proporción de jugadores que se desvincularon del sistema educativo.
En los discursos de estos futbolistas, que fueron analizados caso a caso,
se pueden encontrar distintos motivos para justificar la decisión tomada, lo
cual indica que el problema de la deserción estudiantil por parte de los jóvenes
futbolistas sería un problema multicausal, que no está asociado únicamente a la
falta de interés sino que puede estar relacionado a una gran cantidad de factores.
Sin embargo, al momento de analizar la perspectiva de los futbolistas
respecto a la posibilidad de seguir con los estudios formales mientras se
desarrolla la carrera futbolística, se encontró una importante predisposición a
compatibilizar estas dos actividades, sobre todo mientras se cursa la educación
secundaria.
Si bien se menciona en varios casos las dificultades que esto implica, se
plantea que lo principal es saber administrar bien los tiempos. Además se destacan
aspectos positivos en la realización de ambas actividades en forma simultánea.
En este punto se pudo apreciar la existencia de visiones diferentes
respecto al uso del tiempo, mostrando en algunos casos el rechazo explícito
a utilizar las dificultades que esto supone como pretexto para no culminar la
educación media.
Al consultar a los entrevistados: ¿qué importancia tiene la educación
para ellos?, se pudo diferenciar básicamente tres tipos de discursos:
En primer lugar están aquellos que destacan la importancia de la
educación en sí misma, en las posibilidades que puede ofrecer en el futuro,
principalmente para ingresar al mercado laboral.
Luego están aquellos que asocian la educación con la formación
como individuo, lo cual destacan como muy importante, sobre todo para el
relacionamiento con otras personas y en diferentes ámbitos.
Por último se destacan aquellos discursos que ven la importancia de la
educación directamente relacionada a la práctica futbolística, argumentando
| 101 |
que en la formación como jugador también es muy importante el desarrollo
de las capacidades intelectuales.
Más allá de las distintas interpretaciones e importancias adjudicadas a
la educación, es importante resaltar la trascendencia que toma esta en la vida
de los futbolistas, quienes en forma unánime destacan su valor. Además,
la gran mayoría manifiesta interés en las distintas carreras que ofrece el
sistema educativo y en las posibilidades de formación, principalmente bajo
el supuesto de no poder seguir practicando fútbol.
Respecto a las influencias en la práctica futbolística y a partir del análisis del
discurso de los jugadores entrevistados se pudo apreciar que el papel atribuido a
las familias es esencialmente el de apoyo y no el de promoción, ya que el principal
interés de prácticamente todos los familiares se centra en que sus hijos estudien.
Por el lado de los discursos familiares, si bien se encontró algún
caso en el que la familia se genera importantes expectativas con la carrera
futbolística que pueda desarrollar el joven, apostando inclusive a las pocas
probabilidades que tiene de alcanzar un futuro exitoso, estos casos resultaron
ser prácticamente excepcionales dentro del universo de entrevistas realizadas.
La principal influencia que perciben los futbolistas de sus familiares es
la que refiere a los estudios. Prácticamente todos los jugadores entrevistados
entienden que la prioridad para su familia es que continúen estudiando, lo cual
no quiere decir que los familiares se resistan a que sus hijos se desarrollen como
futbolistas, sino que estos tienen el apoyo de sus familias siempre y cuando no
dejen a un lado el estudio.
Analizando el discurso de los propios familiares se pudo apreciar que
existe una gran diversidad de significaciones y expectativas en torno a la
carrera futbolística. Por un lado se puede ver que muchos familiares entienden
que la práctica futbolística es beneficiosa más allá de una posible consagración
por tratarse de un entretenimiento en el cual se les trasmiten valores a los
jóvenes y se los forma como personas, además de mantenerlos alejados de
posibles situaciones problemáticas.
Además, se puede destacar que en la mayoría de los casos los familiares
no se generan demasiadas expectativas a futuro sino que sus intereses se
centran principalmente en las amistades, las experiencias y el aprendizaje
que los jóvenes puedan obtener en la práctica futbolística.
En definitiva, de esta investigación surge que la carrera futbolística no
es simplemente un medio utilizado por determinadas personas, influenciadas
por su entorno, para modificar sus condiciones sociales de existencia. Más
allá de este sentido instrumental, la carrera futbolística ofrece la posibilidad
a unos pocos jóvenes, considerando el total de aspirantes, de cumplir su
deseo de trabajar haciendo aquello que más disfrutan de hacer y justamente
que puedan cumplir con esa forma de realización es lo que aparece como la
principal expectativa familiar.
| 102 |
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| 103 |
Revista Mundo Uruguayo, 12 de abril de 1928
| 104 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 105 - 122, 2014
ISSN 1688-9800
Investigación acerca del fútbol femenino en Uruguay1
Lucía Pimentel*2
Introducción
Resulta innegable la relevancia del fútbol como fenómeno social en
Uruguay. Este deporte es una fuente de identidad y una constante en la vida de
casi todos sus habitantes. Es el deporte que más se practica, sobre el que más
se habla y el que posee mayor visibilidad en los medios de prensa. Pero no solo
somos simples espectadores, sino que nos sentimos parte de ese seleccionado,
los triunfos de los jugadores también son nuestros, al igual que los fracasos.
Sin embargo, esta necesidad aparente de discutir sobre fútbol, casi
como único tópico de todo uruguayo, no ha sido reflejada en la academia: las
ciencias sociales denotan una falta de preocupación por el tema, generando
un vacío de conocimiento. Es así que Rafael Bayce en el año 1983 denuncia
con gran ironía la escasez de la bibliografía especializada en ciencias
sociales y deporte, entre otras razones por el desprecio a «tan bastardo
objeto de estudio» (Bayce: 49). Hoy, casi treinta años después, la bibliografía
académica en nuestro país sigue siendo magra. Y prácticamente inexistente
si a estos estudios les exigimos un enfoque de género.
Retornando a la idea de considerar al fútbol como un gran relato
nacional, y un excepcional definidor de la identidad de nuestro país, pensemos
en el lugar de la mujer: no tiene poder de construcción, ni de ser un actor
importante. Por tanto, ¿no estamos ante un relato parcializado? ¿Qué tan
representativas son esas victorias de «todos los uruguayos»? Es así que se
puede afirmar que estamos ante un claro problema social de desigualdad:
realizando la misma actividad, hombres y mujeres se encuentran en diferentes
posiciones y con valorizaciones distintas. Por eso es menester comenzar a
investigar y profundizar en el tema.
Adentrándonos en el fútbol femenino como tema central, podemos
visualizar rápidamente las diferencias entre el fútbol femenino de primera
división en Uruguay respecto a su parte masculina. Entre las más significativas
se encuentran: la imposibilidad de pago para la mujer y la falta de oportunidad
de ser reconocidas socialmente a través de este deporte. Pero también se le
suman carencias como la escasez de herramientas básicas para las prácticas,
canchas de juego en muy mal estado, así como las insuficientes categorías
divisionales.
1
Este trabajo refleja los primeros resultados de una investigación en curso para la
realización de la monografía de grado en la Licenciatura en Sociología.
*
Estudiante avanzada de la Licenciatura en Sociología (Facultad de Ciencias
Sociales, UDELAR) En proceso de monografía de grado.
| 105 |
Este trabajo parte desde la percepción de las jugadoras, y a lo largo de
él justificaré que estas malas condiciones materiales y simbólicas tienen como
principal origen la diferencia sexual/genérica. Pero no daré por supuesto que
las jugadoras sienten una posición desigual ni que esta sea una preocupación
importante. El objetivo es analizar la experiencia de las jugadoras, sus
objetivos y motivaciones en tanto deportistas, y analizar cómo dialoga esto
con las desigualdades mencionadas. A su vez, indagar si existe un interés o no
de cambiar aspectos del fútbol femenino, y en caso de existir, cuestionar qué
tipo de cambio esperan.
Breves apuntes sobre el diseño metodológico
La unidad de análisis fue conformada por aquellas jugadoras de fútbol
femenino de Montevideo, que compiten en primera división en campeonatos
organizados por la auf. Ya sea a través de un equipo de fútbol, a través de la
selección nacional, o en ambas.
La población de estudio consistió en las jugadoras que fueron
registradas tanto en el campeonato apertura (disputado entre setiembre y
diciembre de 2011), como en el clausura (disputado entre abril y diciembre
de 2012), y que jugaron ambas partes del torneo.
La técnica utilizada fue la entrevista. Se realizaron veintiuna
entrevistas, cubriendo todos los equipos que compitieron durante la
temporada Apertura-Clausura 2001-2012. Estos equipos fueron: Nacional,
Cerro, Colón, Bella Vista, Salus, Club Seminario, UdelaR y Racing.
Breves apuntes sobre el fútbol femenino (institucionalizado) en Uruguay.
En la segunda mitad de los años noventa, un comunicado que impuso
la fifa a sus miembros dictaminaba la obligatoriedad de promover al fútbol
femenino. Con esta «sugerencia» se introduce el fútbol femenino en nuestro
país. Es en 1996 que la auf creó el departamento de fútbol femenino, presidido
por la profesora Matilde Reisch2 . Se conformó la selección uruguaya de
fútbol femenino, y en ese mismo año se jugó el primer campeonato para
mujeres patrocinado por la auf3 . El 3 de setiembre de 1997 se jugó el primer
partido rioplatense entre mujeres (Maisonave: 54).
4
2
Desde ese entonces, han pasado por la presidencia: Alda Novell, Jorge Burgell,
Alberto Avellaneda, Elbio Uslenghi y Laura Vieytes, y la presidente actual, Nair Ackerman.
3
Datos extraídos de la página web:
http://infosurhoy.com/cocoon/saii/xhtml/es/features/saii/features/sports/2011/01/04/
feature-02
| 106 |
Hasta entonces aún hay clubes de nuestro fútbol uruguayo que no han
conformado su parte femenina.
Actualmente, son catorce los equipos que pertenecen a la rama
femenina. De estos equipos, siete tienen su correlato masculino en primera
división (Peñarol, Nacional, Bella Vista, Cerro, Wanderers, River Plate y
Racing), dos en segunda división profesional (Colón y Huracán del Paso de
la Arena), uno de ellos en la segunda divisional B (Salus) y su correlato en
fútbol universitario (Seminario). Debemos sumar la presencia en la rama
femenina a UdelaR, y los equipos del interior: Río Negro City y Rocha.
Es importante aclarar que desde el momento en que comenzó
el proceso de la planificación de la investigación hasta la fecha
(aproximadamente un año y medio), los clubes cambiaron, ya sea en cuanto
a sus jugadoras y cuerpo técnico. La cantidad de equipos participantes
aumentó de ocho a catorce.
Las participaciones de las selecciones han sido escasas, y hasta hace
poco tiempo, muy problemáticas: falta de preparación, doce meses enteros
casi sin actividad, partidos amistosos con rivales no equivalentes a nuestro
nivel. No obstante, ha comenzado un nuevo proceso desde la sub 20 hasta la
sub 17, que ya ha tenido sus frutos, y ha repercutido de formas superlativas
en resultados y en prensa.
Comenzando el juego: Objetivos y aspiraciones de las jugadoras
Entre los objetivos mencionados por las jugadoras se encuentra el
jugar al fútbol como sinónimo de realizar alguna actividad física. Es decir,
es fútbol pero podría ser otra disciplina, lo que interesa es el ejercicio físico
en sí mismo, el gusto por el deporte, por el cuidado tanto de la salud como de
la estética. Cabe destacar que este objetivo en general no aparece en primer
lugar, ni tampoco como la principal motivación, sino que viene acompañado
de un placer por el fútbol en sí mismo. De hecho, el amor y gusto por dicho
deporte es el móvil más fuerte y más motivador para todas las entrevistadas
para practicar dicho deporte.
Asimismo, este gusto es compartido, y como en cualquier grupo,
se construyen relaciones y amistades. Esta es otra de las motivaciones: el
practicar el deporte como forma de tejer y profundizar vínculos sociales.
Una entrevistada lo expresa claramente:
No hay satisfacción mejor que jugar con tus amigas lo que te gusta
[...] Somos como te dije, somos un grupo de amigas, y cuando nos
vemos en la práctica, después nos quedamos tomando mate, o nos
| 107 |
quedamos hablando del partido. En esas cosas lo vivimos en serio al
fútbol (Bella Vista, E1)4 .
Para todas las jugadoras el fútbol ocupa el lugar de pasatiempo: un
momento para hacer algo que les apasiona, y que disfrutan. Es este el primer
lugar donde sitúan a la disciplina, ya sea porque así lo desean, o porque
es de la forma que pueden tomarlo. La imposibilidad de ser profesionales
(y por tanto la de ubicarse dentro del «tiempo de producción» jugando al
fútbol) no solo obliga a las jugadoras a situar al deporte dentro de su tiempo
libre, sino que, además, modifica sus expectativas o deseos respecto de la
situación real. Como no se puede aspirar a más, muchas lo toman como
hobby, aun queriendo una situación diferente. De hecho, la gran mayoría
de las entrevistadas afirmó que, en caso de que las mujeres en nuestro país
pudiesen vivir del fútbol, lo harían.
Pero si bien la pasión por el fútbol y el objetivo de divertirse están
presentes, no se abandona el aspecto competitivo. Fue algo destacado en gran
parte de las entrevistadas. La competencia implica mayores responsabilidades
y formalidades, le da cierto «gustito» al partido, clarifica las metas, genera una
connotación de «seriedad». Todos estos ingredientes son los que hacen jugar al
fútbol con más ganas. El «grado» de competitividad depende de los equipos y
objetivos individuales de las jugadoras, y de las posibilidades de los equipos de
estar en los primeros lugares de la tabla, o de jugar algún partido en especial.
Trayectorias de las jugadoras
Hay varios recorridos por parte de las jugadoras que en algunos casos
se traducen en equipos específicos.
En el caso de equipos como UdelaR y el Club Seminario, en general,
comenzaron a jugar al fútbol desde hace escaso tiempo (a pesar de la gran
pasión por este deporte). Esto implica planteles en su mayoría compuestos
por jugadoras principiantes, con sus primeros contactos con la pelota, y
con edades que rondan entre los dieciocho y veinticinco años. Pero en estos
equipos hay casos de jugadoras con antecedentes en el fútbol, desde más
pequeñas. La mayoría de ellas sufrió situaciones de violencia que las obligó
a abandonar el fútbol retomándolo varios años después.
Por otro lado, están las jugadoras que realizan una carrera futbolística
4
Las citas textuales referenciadas de esta manera corresponden a entrevistas
realizadas para la investigación que da origen a este artículo. En primera instancia se incluye
el club de procedencia de la entrevistada (en este caso Bella Vista) y en segundo término el
número de entrevista (en este caso E 1).
| 108 |
desde pequeñas. Entre estas existen dos posibilidades: que hayan jugado
baby fútbol con varones, o que hayan integrado equipos conformados
exclusivamente por niñas (hace algunos años las posibilidades de que
existiera un equipo netamente femenino eran casi nulas).
Aquellas que jugaron en cuadros mixtos, en todos las entrevistas
realizadas, expresaron haber tenido una experiencia negativa, ya sea por
los padres de sus compañeros, como de otros equipos, o incluso el director
técnico de su equipo. Siendo entonces, la experiencia negativa provocada
en mayor parte por adultos. Con respecto a los directores técnicos, se
dieron casos donde no permitían niñas. Por tanto, el juego y la trayectoria
futbolística se vieron afectados e incluso detenidos. Otras veces el maltrato
provenía desde los padres de los otros equipos, sobre todo si la niña
demostraba poseer habilidades: «Le gritaban a los gurises: “no te puede
eludir una mujer” o “no podés estar en el banco por una nena”, esas cosas
pasaban siempre» (Bella Vista- E1).
En la cita queda muy claro que ante la misma acción (eludir a un
jugador) la reacción es diferente según el sexo. Porque, en el fútbol que te
eluda el rival es normal, es parte del juego, siempre y cuando sea un par,
alguien igual a mí, en este caso: varón. Pero cuando el otro es considerado
inferior la situación destaca, y por tanto el eludido queda en ridículo.
«Mundo» del fútbol femenino
Hablar de fútbol femenino se convierte en algo muy concreto y
específico. Existe una guetización de dicha disciplina, dando una sensación
de un ambiente cerrado y aislado del fútbol masculino.
A su vez existen en el fútbol femenino y masculino muchas
diferencias, algunas de ellas incluso se materializan en desigualdades.
Algunas situaciones son tan distintas entre la parte femenina y la masculina,
que parecerían tratarse de dos disciplinas diferentes. Y esto es lo que genera
ese aislamiento entre un mundo y otro.
Esto se refleja en que el conocimiento de partidos, jugadoras y equipos
del fútbol femenino es casi reducido a quienes participan de la competencia
(esto sucede, entre otras cosas por la falta de cobertura de los medios, pero
no falta de información).
A su vez, favorece esta guetización el hecho de que se consideran a
los equipos como dentro del contexto del fútbol femenino, y no del fútbol en
general, o bajo una mirada institucional. Es así que la realidad de Nacional
femenino posiblemente tenga más cosas en común con cualquier otro equipo
femenino que con su parte masculina. Esto refuerza las diferencias de trato
por parte de una misma institución a su parte representada por mujeres y a
| 109 |
su parte representada por hombres. Incluso en algunos casos, lo único que
brinda la institución es el nombre.
Por otro lado, hay cosas en juego que en el fútbol femenino no están
presentes, siendo el ejemplo más claro el dinero. Esta diferencia concreta
–entre otras cosas– es la que genera lógicas completamente diferentes.
Se comienza a hablar de negocios, y entran en escenario nuevos actores.
Este «ambiente» no es para niñas
Comienzo este apartado con un término que emergió directamente
desde el campo: «ambiente». Si bien es una palabra de uso cotidiano,
la consideré de relevancia debido a que surgió en casi todos los
discursos, y fue caracterizada de manera similar, pudiendo conformar
así una definición común. Cuando las jugadoras hablaron del ambiente
del fútbol femenino, hicieron referencia a canchas situadas en lugares
lejanos e inseguros («zonas que no estaban buenas») y por tanto a la
falta de canchas en zonas céntricas. También mencionaron actitudes de
las propias jugadoras, como la falta de dedicación al estudio, eventos
de violencia (peleas entre jugadoras de los equipos), la masculinización
de las jugadoras, que disgusta y no es atractiva. Es decir, que posee
en la mayoría de los casos una carga negativa y en general es algo a
evitar. No obstante, debo destacar que esta conceptualización obedece
a una prenoción del fútbol femenino planteada por otros: adultos que en
general son familiares de la jugadora, muchos de ellos sin información
ni acercamiento al fútbol femenino. En las entrevistas, cada vez que las
jugadoras mencionaron de forma negativa al ambiente, inmediatamente
hicieron referencia a alguna figura familiar, que es quien dictamina
esa definición. Es así que los problemas difícilmente provengan
desde la interna de las jugadoras. Entonces –salvo excepciones–, los
inconvenientes, prejuicios y malos tratos provinieron desde los padres en
el momento de que la niña/adolescente plantea la posibilidad de practicar
este deporte en algún equipo.
Pero esta referencia al ambiente por parte de los adultos no encierra
únicamente prejuicios propios, sino que en otros casos se da por una
preocupación de cómo puedan ver o hacer sentir a la niña. Entonces, en
pos de evitar toda situación de discriminación, prefieren que la niña no se
exponga. Por otro lado, el discurso planteado por los padres muchas veces
tiene como base prejuicios o información generada a partir de estereotipos y
eventos puntuales. Una vez que la niña/adolescente/mujer ingresa al deporte,
la visión se modifica.
| 110 |
Cabe destacar que en las entrevistas en que las jugadoras mencionan
una presencia masculina –hermano, amigo–, no parece existir la misma
peligrosidad, ni el mismo cuidado por parte de adultos.
Esta situación se puede analizar o interpretar desde diferentes puntos
de vista:
En un primer escenario podría afirmarse que el cuidado hacia las
mujeres es correcto, que existe tal peligro. Pero ¿por qué en el caso de
los hombres no? ¿El fútbol masculino y el femenino presentan diferentes
riesgos entre sí? ¿Por qué el ámbito de las mujeres parecería ser más
peligroso, u hostil?
Otra posibilidad permitiría afirmar que existe una sobreprotección en
el caso de las mujeres, que limita o incluso puede inhabilitar la posibilidad
de que niñas/mujeres practiquen el deporte. Se las protege por haber un
peligro que la niña/mujer parecería no poder manejar, que no existe para
los varones, por «poseer» otras herramientas ante el peligro.
Como tercera mirada de análisis invito a razonar por la inversa:
es decir, la existencia de una escasa protección a los hombres por parte
de la sociedad. Supongamos que efectivamente estuviéramos en un
ambiente peligroso, ¿por qué los exponemos? ¿Acaso el niño/varón no es
merecedor de cuidados? ¿Por qué no se brinda el mismo cuidado, la misma
preocupación hacia los varones? ¿Acaso no podemos pensar en hombres
vulnerables?
Es así como se visualiza no solo desigualdad, sino también violencia
de género, al haber diferencias en cómo cuidar a hombres y mujeres, que no
es más que un reflejo de las expectativas e imágenes que esperamos de cada
sexo.
Es importante destacar que las jugadoras siempre presentan un
discurso positivo frente a la disciplina y ante determinadas conductas de sus
pares. La definición de «ambiente» cuando la construye la jugadora desde
su lugar, posee connotaciones positivas: ya sea por la práctica del deporte,
el amor y pasión que siente por el fútbol, por el espacio social. Además
entender al compromiso con el estudio y con la asistencia y un correcto
trabajo en las prácticas como positivas. En cambio, lo negativo es aquello
que refiere al desbunde o actitudes irresponsables en cuanto a lo deportivo.
En este sentido es diferente la visión negativa entre jugadoras y adultos
externos al deporte.
Solapamiento entre sexo-género-deseo
Centrándonos en los estereotipos e imágenes que se tiene desde
fuera de la jugadora de fútbol, a los que más se hizo alusión fueron a
| 111 |
las «machonas» y al «cúmulo de lesbianas» (como fue ironizado en una
entrevista). Lo que se destaca de los discursos (ya sea de las propias
jugadoras, o de sus padres como discurso representado) es que hay una
constante referencia a los recorridos «no convencionales»: aquellos que
se alejan de la trayectoria esperada del sistema sexo-género-deseo exigido
por la heteronormatividad. Esta superpone a las tres categorías en una
sola posibilidad: si se nace hembra (sexo, términos biológicos), se debe
poseer características femeninas (género, construcciones culturales), y le
deben atraer los hombres (deseo), que, según Lamas, esta «normatividad
heterosexual impuesta a la humanidad es limitante y opresiva, pues no
da cuenta de la multiplicidad de posiciones de sujeto y de identidades de
personas que habitan el mundo» (26-27). Entonces, aquellas niñas/mujeres
que son «machonas», y aquellas que se reconocen (o se sospechan) como
lesbianas son enormemente cuestionadas por los mayores, e incluso por las
mismas jugadoras del fútbol femenino. En esta unión entre sexo y género,
donde se esperan conductas «femeninas» de las mujeres, la irrupción de lo
esperado se traduce en algo a evitar:
Se sabe que el ambiente del fútbol femenino no es lo que una madre...
eeeh...quiere para su hija. ¿Por qué? Porque el fútbol es para nenes
y yo soy la nena de ella. ¿Qué pasa? Yo nací y me gustaba el fútbol,
¿entendés?, entonces la nena no era tan nena para ella. Y sí, sí soy
nena, pero me gusta el fútbol, ¿qué voy a hacer? (Seminario- E1).
Según Sempol, las relaciones entre sexualidad y sexo-género son
siempre difíciles y «la homofobia, lesbofobia y transfobia refuerzan la división
tradicional entre hombres y mujeres como algo natural, complementario y
opuesto» (177).
No está de más recordar las innovaciones teóricas que plantea
Butler a la conceptualización del género. Lamas, parafraseando a dicha
autora, nos explica que parte «de la idea de que las personas no solo somos
construidas socialmente sino que en cierta medida nos construimos a
nosotras mismas» (Lamas: 27). Es así que el género es planteado como
proyecto.
Vale destacar que esta superposición de estos tres conceptos, y sobre
todo la confusión y errores que se cometen en torno a las diferencias entre
sexo y género, ya se encuentran presentes desde la forma de ser nombrada
(y de alguna manera, hacerla presente) a la disciplina, ya que debería ser
fútbol de mujeres, y no «femenino». Esto podría ser una posibilidad al
momento de preguntarse por qué tanto repudio a aquellas identidades
masculinizadas o no hegemónicas.
| 112 |
Importancia de jugar en auf
El jugar dentro de un equipo que compite en auf es diferente. Para
las jugadoras implica una serie de cosas que no están presentes en otro tipo
de partidos. Entre estos aspectos se encuentran: un mayor nivel de juego,
consideran más «serios» los torneos, entre otras cosas. Es así que, para
las jugadoras, no solo es diferente, sino que formar parte de un equipo en
competencia dentro de la auf es importante. Y por todo esto, y la importancia
que implica, también requiere mayor responsabilidad, y un pasaje por pasos
burocráticos como la presencia de policías, el firmar un formulario, una
rutina. Por otro lado, se menciona como diferente a la auf en sí misma, por
ser una institución importante. Tiene «nombre», se asocia rápidamente con
el fútbol en nuestro país.
Pero, en contraposición a esta motivación y opiniones favorables, se
encuentra esta jugadora:
En realidad para mí perjudica más que ayuda […] Hay veces que para
un… para el fútbol femenino que sinceramente no tenés hinchada, no
es profesional, la auf en realidad te pone más trabas que soluciones
porque tenés que jugar en canchas de determinadas medidas con
alambrado, con no sé… con guardia policial […] Muchos partidos de
los años anteriores no podíamos jugarlos porque faltaban los policías,
porque de repente no podían ir. Entonces, ta, y eso de las canchas
también porque hay muchos lugares que tienen canchas que están
mucho mejores que las que jugamos nosotros […] Para mí tranca más
jugar en la auf o sea, a mí en particular digo… ta, capaz que le da
como mucho más importancia y seriedad porque es la auf, pero… no
sé. Para mí tranca más de lo que ayuda (UdelaR, E1).
Desigualdades materiales
La auf define en su estatuto que un campo de juego es adecuado
cuando: las áreas de la cancha se encuentren marcadas, posea buena
iluminación, la superficie del campo de juego sea completamente llana y
nivelada, y que el lugar de juego posea un vestuario independiente para cada
equipo y para la terna arbitral (con servicios sanitarios y duchas), además de
un local apto para la sala de primeros auxilios5 .
En cuanto a las condiciones óptimas de entrenamiento doy por
sentado la necesidad de contar con la presencia de una cancha, siendo éste el
lugar más adecuado para entrenar. Y debe ser lo más fiel al campo de juego.
Disponible en:
http://www.auf.org.uy/Portal/FileViewer.ashx?id=4739&download=yes
5
| 113 |
Es necesario contar con pelotas, conos, arcos, cuerdas y todo
aquel material que sea necesario para la realización de ejercicios que
desarrollen la velocidad, la habilidad física y técnica de la jugadora, así
como para emular situaciones posibles en los partidos de competencia.
Dicho de otra manera, no son más que condiciones materiales
indispensables para la realización óptima del deporte, sin comprometer
la salud de la jugadora.
Pero, una vez más, el interés del trabajo está situado en la percepción
de las jugadoras. Así que, veamos las exigencias que proponen las
jugadoras: entre las respuestas mayoritarias de las jóvenes y mujeres, se
hizo referencia a la necesidad de los vestuarios, a su vez aspecto descripto
como uno de los más problemáticos. Por tanto, uno de los aspectos
fundamentales para el correcto desarrollo de la disciplina es también una
importante carencia. Centrándonos en el campo de juego, la referencia al
pasto es la principal, así como el contar con canchas niveladas, y que estas
no estén duras. A su vez se mencionó aspectos como la iluminación, el
transporte adecuado para acceder a las locaciones y un lugar techado para
practicar los días de lluvia.
Una de las entrevistadas, al describir un lugar óptimo de entrenamiento
mencionó que este debe tener arcos. El plantear algo tan específico y esencial
para el deporte puede hacer pensar que esa demanda está influida por las
escasas condiciones de entrenamiento.
Una jugadora plantea sus exigencias de manera muy clara:
Si soy muy exquisita tendría que tener muchas cosas como capaz
tienen los cuadros de primera división masculino este…que bueno
a mi juicio lo primordial es que tenga un pasto liso, que esté bien
sembrada, que se ocupe el club de una o dos veces por año, en verano
y en julio, yo qué sé, de sembrarla, de ararla. Que eso lleva plata pero
es una inversión que después se traduce a mi juicio también en el
buen juego de ese equipo. [...] Hay canchas en Montevideo que están
bien sembradas y que están en buenas condiciones. No son las que se
les prestan al futbol femenino, sin duda (Salus, E2).
El mencionar como una «exquisitez» algo que es habitual para el
fútbol masculino, saca a luz la diferencia de situaciones de ambos sexos
en el mismo deporte. Es decir, mientras que para los hombres de primera
división parecería ser una base, un punto de partida, para la mujer es un lujo.
A su vez, exige un cuidado del pasto de una forma detallada no presente en
otros discursos, y menciona directamente al club como responsable de ese
cuidado necesario para un buen juego. En este sentido, la cita deja entrever
de manera sutil una diferencia importante: no es lo mismo no disponer de
canchas, a no disponer al préstamo de dicho espacio. Por tanto, de nuevo,
| 114 |
hay una distinción entre fútbol masculino y femenino, donde el segundo
queda relegado y privado del uso de las canchas. Entonces, si un equipo
de fútbol femenino pertenece a una institución, y dicha institución dispone
de las herramientas, de las canchas ¿por qué no prestarlas? Según la visión
de algunas jugadoras, esto sucede por no ser «redituable» para los equipos
y clubes apostar en su parte femenina. En otras palabras: los jugadores
hombres parecerían ser considerados por los clubes como una inversión,
mientras que las mujeres implican un gasto.
Por otro lado, las referencias planteadas a la necesidad de tener un
buen vestuario no son solo por su funcionalidad, sino por el espacio que
significa antes y después de cada partido: «Bueno, primero un vestuario. Para
bañarse, para… bueno, un vestuario para poder cambiarnos, bañarnos, para
tener un espacio ahí, antes y después de cada entrenamiento, lo primordial»
(Cerro, E2).
Pero también consideran importante un vestuario en buenas
condiciones por razones de salud y de higiene, después de las prácticas o
partidos: «que no se nos seque la transpiración mientras vamos en el ómnibus
estaría lindo» (Cerro, E1).
Pero también otros aspectos no tan repetidos a lo largo de las
entrevistas fueron mencionados: un lugar techado, un lugar cerrado para
guardar los materiales, indumentaria para el entrenamiento, mayor acceso
a las canchas, etc. En la mayoría de los casos, al hablar de condiciones
ideales, se hizo referencia a la situación real en la que entrenan, y
siempre en términos opuestos. Como una especie de antítesis, donde no
se permite imaginar, sin inmediatamente recordar que «no se puede», «es
complicado».
Las definiciones planteadas por las instituciones, parten desde una
base diferente a la de las jugadoras. Entre otras cosas, por el punto de partida,
lo no dicho: las instituciones toman como básico (e innecesario de nombrar)
a cosas que las mujeres ni siquiera tienen disponible.
Esto implica un tratamiento diferente al instante de escribir y pensar
en qué es lo necesario para el fútbol femenino de nuestro país, y qué es lo que
necesita dicha disciplina. Otro camino puede ser el tomar como necesarias
las exigencias y que la auf trate de implementarlas de forma seria en el caso
de las mujeres. Porque de hecho, aquí lo que está en juego también es la salud
de dichas participantes.
Situación real en la que se encuentra el fútbol femenino
El mal estado de las canchas y demás locaciones genera mayores
posibilidades de lesiones, perjudica al espectáculo, siendo menos atractivo
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de ver, entre otras cosas. Una de las jugadoras lo resumió en una frase: «Las
canchas son lo peor que tiene el fútbol femenino».
En cuanto al lugar de entrenamiento existen y conviven diferentes
situaciones. Si ordenamos a los equipos según si poseen o no cancha de
entrenamiento, tenemos tres diferentes situaciones: En primer lugar, los
equipos que no disponen de una cancha fija para entrenar, como por ejemplo
Bella Vista, o UdelaR, siendo la situación de UdelaR la más caótica e
inestable:
Estábamos entrenando en el parque Batlle en una cancha frente al
comedor..eeeh…de la universidad y perdimos esa cancha ..y ahora
lo que hacemos es...ponele esta semana organizamos entrenar en
Maturana que los miércoles nos prestan la cancha y los viernes las
tenemos que alquilar. Y ta, la semana que viene no sé dónde vamos
a practicar [...] lugar de entrenamiento no tenemos. Fijo, fijo no
tenemos. Sabemos que esta semana entrenamos en Maturana, pero la
semana que viene no sabemos (UdelaR, E2).
En segundo lugar, los equipos que sí disponen de cancha, pero no
corresponde a las medidas reglamentarias del fútbol 11. Estas canchas suelen
ser de baby fútbol. Aquí se encuentran equipos como Salus y Racing. Si
bien el disponer de una cancha para entrenar puede considerarse un aspecto
positivo, el que esta no se adecue a las medidas en las que se juegan los
partidos, convierte al entrenamiento y a los partidos en dos instancias
inconexas una de otra.
Y por último, equipos que poseen canchas fijas y de fútbol 11. Equipos
como Nacional, Seminario, Cerro, Colón.
Pero siendo un poco más exigentes, afinamos la mirada, y
debemos preguntarnos por el estado de esas canchas donde entrenan
y juegan las jugadoras. El panorama no es nada alentador para casi
ningún cuadro:
Nosotros practicamos en una fábrica que se llama Apex, eh.. que
tiene una cancha y no siii...las condiciones no están del todo bien.
Hay una canaleta entre la cancha, a mitad de la cancha. No, no son
las condiciones con las que uno puede hacer un ejercicio dinámico,
por ejemplo. Hay ejercicios que son dinámicos, que tenés que andar
cuidándote de la canaleta y no lo podés hacer dinámico (Cerro, E1).
El lugar donde practicamos, muchos cuadros del fútbol femenino
practican en pedazos de tierra… así mal y otros como que tipo
cuando jugás el campeonato las canchas o tienen el pasto alto o están
secas que te…ta, está bien, pero está seca, dura, te te…. como que te
| 116 |
lesionás mas fácil, te quedan re doliendo las rodillas. [...] Pah, vos ves
esas canchas y decís «¿en esto tengo que jugar ahora?» y ta, tenés que
jugar (Colón, E2).
A lo largo de estas citas encontramos varios aspectos importantes,
algunos de ellos repetidos en varias de las entrevistas realizadas: carencia de
pasto, pastos muy altos, pozos, canchas secas que son duras para practicar
el deporte.
Estos problemas terminan afectando a diversos aspectos: en primer
lugar a la calidad del juego, por ejemplo, se genera un partido menos
dinámico, con menos fuerza y menos veloz. A su vez, provoca que las
jugadoras estén cuidándose del estado del campo de juego más que del
juego mismo, o incluso de sus rivales. En segundo lugar, a la salud de la
jugadora, que se encuentra en una situación más propensa a lesionarse,
cansarse, etc. En tercer lugar, a la experiencia misma que puedan tener
las jugadoras. Aspectos no menores, porque más que pertenecer a la
misma disciplina que sus pares hombres, termina convirtiéndose en lo
contrario, casi como si se tratara de dos deportes diferentes, e incluso lo
que implica las prácticas respecto del partido.
Esta diferencia entre entrenamientos y partidos se expresa de forma
más clara y explícita en las dimensiones de la cancha:
La cantidad de gente que te entra en la cancha, la distancia que
vos manejás en la cancha de 7: si vos practicás toda la semana
en cancha de 7 y el domingo vas a jugar el partido oficial en una
cancha de 11, las distancias son diferentes y lo primordial que en
el juego, en este caso en el fútbol, es hacer un gol en determinado
arco, las dimensiones del arco son diferentes, o sea la fuerza que le
imponés, la dirección que le das a determinada pelota en la cancha
y en el arco de 7 no es lo mismo que cuando lo hacés el domingo
en 11. Y particularmente Udelar que son gurisas que técnicamente
no son tan buenas como las de otros equipos y no han jugado al
futbol en su vida y están iniciándose ahora, esas cosas influyen
mucho (Salus, E1).
Este tipo de situaciones no afecta de la misma manera a todos los
equipos, por tanto se genera una desigualdad de condiciones dentro del
mismo fútbol femenino. Entonces, el apoyo que brinde la institución (entre
otras cosas) afecta la calidad de juego de su propio equipo, al partir desde
bases materiales desiguales.
Para finalizar me parece interesante recordar que las definiciones
oficiales fueron tomadas de las actas de la auf. Esta institución es la misma
que organiza los campeonatos, y posee un departamento de fútbol femenino.
| 117 |
Cabe preguntarse: ¿qué rol (debe) asume (ir) la auf? ¿Qué urgencia merece
este tema?
Cambios que quieren las futbolistas
Este capítulo me resulta importante por dos motivos: en primer
lugar, porque comienza a delinear nuevas interrogantes para un próximo
trabajo, ya que sirve para ref lexionar sobre qué podríamos cambiar en
el fútbol femenino y de qué forma. Y como segundo punto, el poseer
importancia práctica y de insumo básico para una posible política
pública/social que implique alguno de los puntos tratados durante el
trabajo.
A su vez, no es menor destacar que este capítulo es construido desde
el lugar de los actores. Es decir, las jugadoras son las que dan su opinión,
las que detectan problemas, e imaginan cuáles serían los posibles caminos.
Decidí agrupar los cambios propuestos por las jugadoras de la
siguiente manera:
Por un lado, la exigencia de cambios materiales. Como principales
cambios materiales fueron mencionadas las condiciones de los lugares
tanto de práctica como de partido. Siendo esta una afirmación para nada
sorprendente si consideramos la importancia de la conformación y
mantenimiento del lugar de prácticas y partidos, y cuál es la situación real
del fútbol femenino.
Una de las jugadoras que forman parte del plantel de selección,
expresa su deseo de cambio en función de experiencias internacionales que
permitieron comparar algunos aspectos del fútbol femenino uruguayo en
relación a otros países. A su vez, es interesante ya que destaca un aspecto
no muy mencionado: la alimentación. Todos estos aspectos la entrevistada
lo englobó dentro de lo que ella considera «apoyo», siendo este «todo lo que
se necesita para mejorar»:
Que te den lugares para practicar, que te den lo que necesitás para
practicar: ya sea ropa, que no te disfracen con ropa gigante y de años
anteriores toda agujereada. Y te estoy hablando de tema Selección
que pasó el año pasado: te ponías una media que era la parte del pie
era de otra media y estaba cosida así no más. Que en sí no te jode
a la hora de jugar, pero estaría bueno que estés bien. Porque vas a
jugar contra otro país que tiene su marca toda Adidas y vos estás toda
[de] distintas marcas, para la vista de las demás gente. Lugares para
practicar, la fruta, –que gracias a dios se dio–, para complementar
todo (Salus; E1).
| 118 |
La ropa en esta entrevista posee un carácter doble: uno funcional al
deporte: el que la ropa que la deportista sea acorde a la actividad que realiza,
sea cómoda, del talle correcto y se encuentre en buenas condiciones. Y un
carácter referido a la imagen que da la jugadora al contrario, y la imagen que
se tiene de sí misma.
Al utilizar la expresión «complementar todo» expresa clara la idea de
que el fútbol no es meramente el partido que se juega el domingo, sino que
además están implicados otros aspectos. Una de ellas es la alimentación,
que es fundamental debido a que la dieta de una persona que realiza
deporte no es la misma que una persona que no lo hace, y mucho menos
si el deporte es de alto rendimiento, como lo es pertenecer a una selección
nacional.
Respecto a quién debería efectuar las mejoras en lo material, para
las entrevistadas depende de las instituciones, ya sean éstas los clubes, los
equipos, la auf, e incluso el Ministerio de Turismo y Deporte. Asimismo,
sienten la falta de inversión en el fútbol femenino como falta de apoyo, sobre
todo porque se encuentra la visión de que hay recursos para hacerlo, pero
como el fútbol femenino «no rinde», al visualizarse en términos de gasto,
no se gestiona.
Por otro lado, el cambio radica en las personas, que aparece
representado en tres actores diferentes. En primer lugar, en las autoridades
y actores de gran jerarquía dentro de la disciplina. En segundo lugar, son
mencionadas determinadas actitudes y formas de ser de algunas jugadoras.
En este sentido:
Cambiaría algunas chiquilinas [...] porque las que vienen a jugar al
fútbol no tendrían que salir a bailar, o tomar dos litros de vino o
venir acá y toman una cerveza, o ir a un partido fumando. [...] Jugás
al fútbol, es amateur, no te pagan todo lo que quieras, pero si querés
algo bien, tipo tenés que hacerlo, merecerlo, hacerlo notar, no estar
fumando ahí (Colón, E2).
Y por último, se menciona a la gente en general (a veces referida en
términos de «la sociedad»), muchas veces externa al «mundo» del fútbol
femenino y que puede tener una idea equivocada de dicha disciplina.
No quiero dejar pasar una actitud interesante: la que empodera a
la jugadora para los cambios. La actitud debe ser profesional aunque se
trate de un fútbol amateur. Porque el cambio comienza desde la jugadora.
Es ella la que debe demostrar que se merece las óptimas condiciones que
reclama. A su vez, otra jugadora identifica que la actitud responsable que
deben tomar las jugadoras es independiente de las conductas que asuman
los demás.
| 119 |
También exigen cambios en la difusión de la disciplina y en su
imagen. La difusión ha sido uno de los deseos de cambio más mencionado
por las jugadoras. Que se conozca más, que se difunda de mejor manera
la información, que más niñas y jóvenes practiquen este deporte. Esto es
planteado como un fin en sí mismo, y como un medio para lograr otro tipo
de cambios.
Y por último, mencionan varios cambios en el funcionamiento del
fútbol femenino en nuestro país. En este sentido, las jugadoras demandan: más
directores técnicos recibidos, mayor exigencia física en los entrenamientos,
mayor cantidad de cuadros, y que haya una integración con jugadoras del
interior.
A su vez, como punto de discordia se ubica la dicotomía amateur/
profesional, las jugadoras poseen diversas posturas respecto a un posible
camino futuro. Por un lado, quienes desean una mayor profesionalización,
mayores exigencias y «apoyo», mientras que otras jugadoras prefieren
que se tomen algunos aspectos del fútbol profesional, sobre todo las
exigencias de canchas y policías, o por lo menos –matizando de cierta
manera esta oposición– que se adecuen las condiciones al estado del
fútbol femenino. Discusión útil para reflexionar sobre el fútbol femenino
y los cambios que se podrían ejecutar y a quienes corresponden las
responsabilidades.
Como cierre, simplemente apuntar que el cambio parecería
encontrarse en varios actores. Es importante entonces, reflexionar el lugar
de cada uno, y qué cambios se pretenden realizar y a quiénes favorece. Sin
duda, el fútbol femenino aún necesita tiempo para madurar.
| 120 |
Bibliografía
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nuestro tiempo, núm. 3, Montevideo: claeh, 1983.
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maissonave, Lucía, El fútbol como fenómeno uruguayo desde la
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Educación Física, recreación y deporte, Asociación Cristiana de
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bayce,
| 121 |
Revista Mundo Uruguayo, 21 de junio de 1928
| 122 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 123 - 136, 2014
ISSN 1688-9800
Historias cruzadas:
Mujer, fútbol y periodismo deportivo1
Mariana Malek *
Introducción
La participación de la mujer en el periodismo deportivo es un fenómeno
que ha tomado relevancia en los últimos años. En el Uruguay, en las décadas
de los cincuenta y sesenta había mujeres que trabajaban en periodismo
deportivo, sin embargo, no eran conocidas. Fue con su incorporación a la
televisión que comenzaron a ser visibles.
El periodismo deportivo es principalmente un terreno de opinión en
el que, si bien se brinda información objetiva, lo que prima es lo subjetivo de
cada tema. Esto entra en conflicto con el rol de la mujer, porque el saber, en
el mundo del fútbol, es negado a la mujer.
En este terreno, aquello que valida la opinión es la práctica, algo que
la mayoría de los hombres ha realizado en algún momento de su vida. Sin
importar si lo hicieron profesionalmente o en forma amateur, los hombres
han experimentado físicamente el fútbol, mientras que la mayoría de las
mujeres no lo ha hecho; esto invalida su opinión.
Sin embargo, los medios no son ajenos a las necesidades de sus
públicos. De acuerdo con la teoría de la recepción, de usos y gratificaciones,
el receptor toma lo que le sirve de los medios y satisface sus necesidades. Al
mismo tiempo, resignifica lo que recibe por lo que «la lógica de los medios
sigue las reglas del juego del mercado, en términos de los procedimientos de
inclusión de universos de consumidores más vastos» (Conde y Rodríguez,
2002, 27). La mujer es entonces incorporada al fútbol no por sus capacidades
o por su saber, sino fundamentalmente como un adorno, a través de un
proceso de carnavalización. Es por eso que vemos que la mayoría de las
chicas incorporadas a este mundo son parte de una sinécdoque —representan
la parte por el todo, es decir, la parte mínima e ideal de las mujeres que
deberían representar a un todo real— de los medios de comunicación y
cumplen con los cánones impuestos por la mirada masculina. Este trabajo se
enfocará en un repaso de estas cuestiones.
Este trabajo es un extracto de la memoria de grado para la Licenciatura de
Comunicación Social de la Universidad Católica del Uruguay titulada «Historias cruzadas:
Mujer, fútbol y periodismo deportivo en Uruguay. Análisis de debate femenino de Punto
Penal».
*
Licenciada en Comunicación Social (Universidad Católica del Uruguay),
periodista del diario El País y bloguera de unarubiaenelestadio.wordpress.com
1
| 123 |
Abriendo juego
La investigadora argentina Mariana Conde (2008) explica que en sus
investigaciones descubrió́ que los hombres sí consideran que hay mujeres
que saben de fútbol, y que se puede hablar con ellas. Aunque son la minoría,
la presencia de mujeres en las mesas de debate reafirma el imaginario
masculino y confirma sus ideales: si están ahí es porque saben, y son minoría
porque reflejan la realidad.
La evidencia empírica permite afirmar que los medios están construidos
desde una perspectiva masculina, por lo que de alguna manera la participación
femenina vuelve a representar los cánones de belleza establecidos por el hombre
y aceptados por él, así como por la sociedad. No podemos dejar de lado la
función fundamental que cumplen los medios como agentes de socialización.
Así lo señala Mariana Conde: «Las mujeres periodistas deportivas,
especialmente las que trabajan en programas de televisión, son bastante
agraciadas, están bien cuidadas, se peinan, se maquillan, se visten de una
manera bastante llamativa. Esto tiene que ver justamente con lo que se puede
vender en el medio».2
En el Uruguay, en agosto de 2010 pocos programas habían incorporado
mujeres: el informativo de Canal 10 a Ana Inés Martínez, Punto Penal a
Sandra Rodríguez, las transmisiones de básquetbol a Daiana Abranciskas
o los canales de cable del exterior, como Fox Sports, ESPN y T y C Sports.
De todos modos, a nivel nacional la periodista deportiva más respetada
es aquella que es menos representativa de la sinécdoque: Silvia Pérez.
Actualmente ella es la única que se sienta en la mesa a la par de los hombres
y opina al mismo nivel. No obstante, lo hace en un programa muy especial
como es Estadio Uno, pues, a pesar de ser un programa récord por estar desde
hace más de cuarenta años al aire, junta a los «marginados» del periodismo
deportivo uruguayo.
Sin embargo, Silvia no es una cara nueva de la televisión ya que comenzó
su carrera hace más de veinticinco años. Ella misma expresa que no ha sido
fácil llegar a donde está y que, tanto en sus compañeros periodistas como en el
público hubo un proceso de adaptación. Con el tiempo logró estar en una mesa
redonda con hombres y escribir en uno de los diarios de mayor tiraje.
Originalmente la tendencia de las periodistas deportivas fue vestirse
de una manera sobria, con trajes de blazer, camisa y pantalón, similares a
los utilizados por los hombres y que ocultan las curvas del cuerpo femenino.
Además, limitaban el uso del maquillaje y toda forma de exaltar la belleza.
Sin embargo, actualmente el cuerpo femenino se ha mediatizado y
las periodistas se visten con una línea más asociada con el género. Como
Entrevista a Mariana Conde, realizada en la sede de la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Buenos Aires, 12 de julio de 2011, Buenos Aires, Argentina.
2
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contrapartida, se aprecia una masculinización del discurso: se expresan de
igual forma que los hombres, lo que demuestra una especie de sumisión a
los dichos masculinos.
De acuerdo con lo que plantea el inglés John Fiske, esto se da porque las
mujeres construyen su discurso desde una perspectiva hegemónica patriarcal.
Sin embargo, siguiendo los planteos de David Morley sobre los tipos
de descodificación que realizan los individuos de los medios, existen tres
formas de leer un mensaje:
Lectura dominante o preferencial: el lector realiza una descodificación
del mensaje que va de acuerdo con el marco de interpretación propuesto y
preferido por el mismo mensaje.
Lectura negociada: el lector modifica la lectura a una forma que
represente su posición e intereses, y conserva de manera parcial el sentido
preferencial que el texto propone.
Lectura de oposición: el descodificador discierne el contexto en el
que fue codificado el mensaje y aporta un marco de referencia en el que lo
codificado se interpreta de forma opuesta al sentido original. Supone no una
lectura errada, sino una crítica a la lectura preferencial.
Desde el campo de los estudios culturales de la comunicación, David
Morley afirma que «el texto no se puede considerar aislado de sus condiciones
históricas de producción y consumo». Los factores sociales tienen efectos en
la construcción de sentidos y codificaciones que los individuos comparten y
entienden por su experiencia.
Para analizar cómo las personas realizan las descodificaciones o
lecturas de los distintos textos, debemos tener en cuenta lo que dice Morley:
el individuo como ser social está «atravesado» por muchos discursos, «esos
discursos le proporcionan el repertorio cultural de recursos con los cuales
el individuo opera». Según este autor, si solo pensáramos ese espacio de
subjetividad donde «Los discursos [...] se entrecruzan» (197), en un sentido
pasivo reduciríamos la capacidad del descodificador. En realidad, dice,
el individuo toma esos discursos que se entrecruzan, que dependen de su
posición social estructural, y crea nuevos sentidos a partir de ellos. La forma
en que un individuo piensa o siente relacionado con su situación social será
determinante al momento de crear sentidos.
Entonces, volviendo a estas mujeres que, como plantea Fiske (9),
«están protegidas por su capacidad para usar su belleza y talento para dar
placer a los hombres», tenemos lectoras de esta situación que resignifican y
entran en un proceso de crear sentido.
En los años sesenta, Ángela McRobbie analizó el estudio de danza
en las niñas y adolescentes que miraban series como Fame o Flashdance
y descubrió que le daban al baile un sentido que se alejaba del modelo
hegemónico patriarcal.
| 125 |
La misma lectura hace una mujer que ve a otra hablando de fútbol: siente
que es una actitud contestataria y una lucha contra la hegemonía patriarcal.
Para las periodistas deportivas, su labor implica un enfrentamiento al público
masculino que no las cree capaces y de esta forma afirman el «sí, puedo» y
construyen, de forma consciente o no, nuevos sentidos de femineidad.
Las periodistas deportivas aparecen como una representación de las
mujeres que «gustan» del fútbol o del deporte, y se diferencian de aquellas
mujeres que están en el mundo del fútbol, pero que no se ponen al mismo
nivel masculino, como sería el caso de las madres, esposas, novias e hijas.
Muchas veces a estas mujeres se las degrada haciendo alusión
a lo sexual porque suponen una amenaza a los valores impuestos. Dicha
amenaza no es la de la «tradicional mujer prostituta», sino la de la mujer
«independiente de la masculinidad» (Fiske, 10-11).
McRobbie plantea que el surgimiento de figuras como la de Madonna
«les arrebata este control a los hombres y muestra que el control del look por
las mujeres (en sus tres sentidos) es crucial para obtener el control de sus
propios sentidos dentro del patriarcado» (Fiske, 11) y algo así podemos decir
que sucede con el surgimiento de estas nuevas periodistas.
Quizás Silvia Pérez, y recientemente Ana Inés Martínez, funcione
como la figura de Madonna: «un lector de Playboy activa sentidos de
«completo juguete masculino» al mismo tiempo que una fan femenina la
ve sexy pero no necesitada de un hombre y sosteniéndose por sí misma,
por sus propios medios» (Fiske, 12). El ejemplo de Madonna se aplica a
ambas periodistas. La fanática del fútbol o la mujer que consume periodismo
deportivo ve a Pérez con una lectura que no es la masculina. Por su lado,
Martínez hizo este mismo tipo de lectura de la figura de Silvia para llegar a
ser lo que es hoy. Hoy ella misma es una nueva Madonna que responde a los
cánones estéticos y de belleza impuestos por el hombre. Martínez es parte
de la sinécdoque que representa, capaz de generar otras lecturas, como la de
mujer «no necesitada», que puede «sostenerse por sí misma».
La televisión uruguaya y la mujer
En la actualidad hay muy pocos programas deportivos que tienen una
cara femenina delante de cámaras. Si hiciéramos un relevamiento de los
canales de aire y tomáramos vtv como la señal deportiva nacional, vamos a
encontrar una escasa participación femenina. Cuando aparecen, desempeñan
roles menores: en Saeta, Canal 10, Ana Inés Martínez conduce la sección
deportiva en el noticiero del mediodía, y Sandra Rodríguez es presentadora
en Punto Penal; en Televisión Nacional, Canal 5, Silvia Pérez es panelista en
EstadioUno, y en la televisión para abonados, en vtv, Daiana Abracinskas se
| 126 |
encarga de las estadísticas en los partidos de básquetbol. Todas ellas tienen
un papel secundario, sin embargo, eso no quiere decir que no tengan un
currículum interesante.
Ellas tuvieron en su trayectoria o contexto familiar un fuerte vínculo con
la experiencia física del deporte: tanto Pérez como Martínez y Abracinskas son
hijas de deportistas, mientras que Rodríguez practicó deportes toda su vida.
Descartando a Pérez, que ya no representa a la sinécdoque por una cuestión de
edad, se puede afirmar que todas respetan los cánones estéticos actuales. Es
destacable que todas hayan sido tapas de revistas o hayan sido entrevistadas
por Caras o Sábado Show, que no son revistas específicamente deportivas,
sino de contenidos más vinculados con la farándula de los medios.
Ellas mismas activan, vestidas y maquilladas de cierta manera,
lecturas sintácticas y semánticas desde la ideología patriarcal. Sin embargo,
como dice Martínez en una entrevista a Sábado Show, «los hombres me
tienen miedo». Algo similar a lo que planteaba Fiske sobre Madonna y las
lecturas que se realizaban de ella. Por un lado, es una mujer «fuerte» y que se
sostiene por sí misma, que dice «estoy sola» y «no necesito de un hombre».
Ella representa a la mujer actual autosuficiente e independiente que se desliga
del patriarcado y de todas maneras sobrevive. Con su imagen, al igual que
Madonna, abre el juego de las distintas lecturas: la de las mujeres, que la ven
como no necesitada, y la de los hombres, que la ven por su cuerpo.
Es claro que sigue siendo una mujer carnavalizada, de todos modos;
su mensaje está cargado de connotaciones.
Análisis de debate en Punto Penal
El 8 de agosto de 2010, el programa de Canal 10 Punto Penal realizó
un debate especial al que fueron «periodistas», aunque en realidad se trató
de invitadas mujeres vinculadas con el deporte uruguayo para discutir sobre
la actuación celeste en el pasado campeonato mundial de fútbol disputado en
Sudáfrica entre el 11 de junio y el 11 de julio de 2010, en el que la selección
uruguaya obtuvo el cuarto puesto. No fue la primera vez que se hizo un
debate de este tipo, aunque en los cuatrocientos programas, se dio unas
cuatro o cinco veces.
Punto Penal es un magazín deportivo semanal que se transmite los
domingos por la mañana en Canal 10, y sigue una tradición de programas
deportivos en la mañana del domingo de Saeta que empezó con Deporte Total.
El primer programa se emitió el domingo 4 de marzo de 2003 y continúa al aire.
En el programa se encuentran los periodistas deportivos más
reconocidos del medio: Jorge Da Silveira, Julio Ríos, Sergio Gorzy, Mauro
Más, Roberto Moar, Carlos Peinado, Nicolás Falcón, Fernando González,
Daniel De León y Américo Signorelli.
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Quien lleva adelante la labor de conducción es el jefe de Deportes
de Canal 10, Roberto Moar. Delante de cámaras aparece una única mujer,
Sandra Rodríguez, que se dedica básicamente a los anuncios comerciales y a
presentar deportes menores, como automovilismo o ciclismo.
Las invitadas
El programa realizó el debate con cinco mujeres: Ana Inés Martínez,
presentadora de deportes de Canal 10; Daiana Abracinskas, que trabaja
en las trasmisiones de básquetbol de Tenfield en vtv y en dos programas
radiales; Karina Vignola, quien en ese momento conducía Terapia de
pareja junto con su marido Gaspar Valverde en Canal 4 y había trabajado
en Punto Penal y en Fox Sports; Alejandra Turcidos, una de las primeras
árbitras de fútbol en Uruguay, y la mediadora y anfitriona del programa,
Sandra Rodríguez.
Cuando se le consultó a la producción del programa sobre el criterio
de selección de las participantes, la respuesta de Juan Samuelle fue: «Se
tuvo en cuenta, entre otros factores, que fueran personas conocidas en el
ambiente deportivo, no solo en el micro clima futbolístico, que tuvieran
buenas aptitudes para comunicarse y expresar sus opiniones, que estuvieran
dispuestas a compartir con nosotros un domingo al mediodía y que, a su vez,
a partir de contactos previos, pudieran opinar con propiedad del tema en
cuestión. Por otra parte, la opinión de Sandra Rodríguez sobre la identidad
de las invitadas también fue trascendente para decidir a quiénes invitar».
El debate y los roles impuestos
En la estructura de Punto Penal para realizar el debate, lo que se hizo
fue sustituir las «piezas» masculinas por las femeninas para realizar algo
«novedoso».
Roberto Moar presentó a Sandra diciendo: «Momento de opinión
femenina en Punto Penal; lo presenta Sandra Rodríguez». Resaltó la
«presencia femenina», con lo que anticipó lo poco convencional del debate
para ese programa, y fue muy políticamente correcto ante lo que veía. Es
interesante ver que Moar se encargó de los comerciales, mientras Sandra
pasó a sentarse en la mesa como mediadora, en una inversión de los roles.
Los hombres quedaron fuera de esta conversación de mujeres, como las
mujeres habitualmente quedan fuera de la conversación masculina.
Antes de comenzar, la cámara realizó un plano general en el que se
pudo ver la disposición del panel. Todas ellas aparecían ubicadas de la misma
forma en que se sientan los hombres todos los fines de semana.
| 128 |
Que el debate fuera transmitido en un programa de Canal 10 no es
un hecho menor, ya que este medio se considera pionero en la inclusión de
mujeres en su noticiero, con una presentadora de deportes.
Sandra tuvo que justificar a quienes participaban en el panel: Ana Inés
Martínez, periodista de Subrayado (informativo de Canal 10) en la sección
de deportes; Daiana Abranciskas, «mujer que sabe de fútbol, mujer que sabe
de básquetbol, está en vtv, la podemos escuchar en La mañana de Carve y en
la Sport y tcc radio»; Karina Vignola, «con su Terapia de pareja (programa
de Canal 4)». Aunque había pasado por Punto Penal y había sido enviada al
exterior, la presencia de Vignola es la que más se intenta justificar, incluso
ella misma dijo «cri-cri» porque no se considera una periodista deportiva
como las otras. Por último se presentó a la jueza Alejandra Turcidos, primera
mujer que se formó como árbitra y que se considera una abanderara de la
liberación femenina.
Todas estas mujeres no son necesariamente periodistas y no se
vinculan con el deporte desde el mismo lugar, sin embargo, todas ellas
representan a la sinécdoque.
Rodríguez presentó el debate haciendo alusión a la gran presencia
femenina en el marco del mundial del 2010, ya sea en las encuestas que se
hacían antes de los partidos, como en los festejos. Lo destacó como algo
nuevo, ya que tradicionalmente la mujer no podía incursionar en estos
ámbitos. Otra vez está presente el fenómeno que analizan Rodríguez y
Conde: la mediatización de lo femenino se hace más notoria, se destaca la
presencia de mujeres en los medios. Esta tendencia que comienza a verse en
la década del noventa se hace muy notoria en 2010.
Lo llamativo de esta presentación es como se destacó́ , con cierta
incomodidad, la palabra mujer.
Ocuparon un lugar que no les pertenecía y ellas mismas no parecían
estar cómodas, estaban forzando su posición e intentaban justificarse
continuamente.
Una vez presentadas, se les pidió que explicaran cómo llegaron a
vincularse con el deporte. Una vez más, esto muestra que estaban en un lugar
en el que no se esperaba que estuvieran, como en una situación poco normal.
Pese a que ellas tienen presencia televisiva, siguen siendo figuras marginales:
aparecen, pero en realidad no se conoce mayor información sobre ellas. Por eso
deben justificar su presencia, lo que lleva nuevamente al saber que se le niega
a la mujer: ellas no estaban allí porque saben, sino que hubo una intervención
masculina que permitió que ellas llegaran a dedicarse a eso.
Sandra Rodríguez está en un programa deportivo, sin embargo no
es una periodista, sino una presentadora. El debate fue una de las pocas
oportunidades que se le presentaron para tener un rol más protagónico en el
programa, aunque fue mediadora y no opinó.
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En otro destaque de la condición de mujer de sus invitadas, dijo:
«tienen el género en común, pero también el amor por el deporte». Una y
otra vez las expresiones remiten a que el amor por el deporte no es algo
propiamente femenino, sino masculino. Estaban allí como excepción entre
las mujeres, ellas experimentan amor por el fútbol, o incluso pasión, una idea
que, como se planteó́ en el capítulo anterior, es resistida por los hombres.
Rodríguez comenzó con una pregunta que parecía necesaria: si eran
optimistas o no sobre lo que se esperaba de la Selección Uruguaya en el
Mundial. Si los participantes del debate hubieran sido hombres, se hubiera
conocido desde antes su opinión, porque cuando se hacen debates de este
tipo hemos visto ya a los periodistas expresar sus opiniones con anterioridad.
La mediadora entró enseguida en el juego mediático con preguntas que
apuntaron a conocer más a las participantes. Así, la información del ámbito
privado se trasladó́ a la pantalla. Tal como plantea Sandino Núñez en su
artículo «NeoTevé» (187-189), este juego mediático lo explica Umberto Eco
en su libro La estrategia de la ilusión. Allí señala que esta nueva forma de
hacer televisión desdibuja las líneas entre ficción y realidad y crea entidades
mediáticas. En este caso, la vida de las invitadas es observada o consumida
por los espectadores como ficción, cuando en realidad se trata de algo que
antes no se mostraba de estos periodistas-personajes. Es una presentación
en público de lo privado. El juego mediático que plantea este nuevo tipo de
televisión hace que lo privado deje de ser privado y sea parte de una entidad
mediática. Entonces, ya no podemos discernir qué es público y qué es privado.
Rodríguez les preguntó a las participantes con quiénes habían
visto los partidos y después continuó con preguntas emotivas. Este nuevo
tipo de televisión apunta a un espectador que ve, en la «vida real» de sus
personajes, una ficción. Quienes entran hoy en los medios utilizan esa forma
de exposición; lo que antes era privado ahora pasa a ser público. Esto rompe
el pacto de verosimilitud que funcionaba en la televisión clásica, donde los
personajes no se mezclaban con la realidad.
Las preguntas realizadas estuvieron en la línea de lo socialmente
aceptado, no fueron más allá de lo que se espera que se pregunte. Lo mismo
sucedió con las respuestas de las invitadas.
Cada una de ellas demostró en mayor o en menor de medida cierto
grado de resistencia para con los valores impuestos por la sociedad, en
algunos casos parecían incómodas con el rol asignado y en otros verbalizaban
estar en contra, pero en realidad su discurso terminaba siendo favorable.
Las preguntas del debate llevaron a encasillar a las participantes en el
rol que la sociedad les otorga como mujeres: reproductoras sociales, es decir,
educadoras de las nuevas generaciones. Lo que inicialmente fue un debate
de fútbol entró poco a poco en el campo familiar. Las integrantes de la mesa
comenzaron a debatir sobre qué es lo mejor para la educación de un niño y
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sobre los buenos y malos ejemplos. Estaban respondiendo al modelo «mujermadre» que se espera de ellas; de hecho, todas eran madres de niños chicos
en el momento de la entrevista.
En ellas primó el rol mujer-madre, ya que todas tienen hijos, pero
interceptado por otros roles: mujer resistente, mujer en espacio de hombres,
mujer autosostenida y mujer mediática. Esos campos cruzados en muchos
casos son antagonistas, sin embargo, el que sobresalió fue el rol impuesto
por la sociedad. Las normas morales y sociales aparecen continuamente en
las preguntas de la conductora y en las respuestas de las invitadas.
En este debate se da por sobreentendido que la mujer está en un lugar
que no le es propio. De allí que surja la pregunta de si alguna vez habían
pasado por una experiencia difícil en su trabajo. Ana Inés Martínez vivió
una situación complicada cuando un muchacho a quien estaba entrevistando
la besó en vivo durante los festejos luego de un partido de la selección. Eso
dio lugar a muchos chistes, pero también remite al juego mediático de la
mujer como objeto de deseo que expone su vida privada al aire. Por ser
representante de la sinécdoque, las demostraciones de querer poseerla,
aunque fueran una falta de respeto, se vieron como algo gracioso.
Cuando llegó el momento de la pausa, se agasajó́ a las invitadas de
forma especial con flores, un regalo típicamente masculino para la mujer. En
todo se reafirmó́ esa presencia diferente, los hombres por su género reciben
una corbata y a las mujeres se las agasaja con flores.
En ningún momento se ponen a la altura de los hombres, porque
ellas se ven diferentes. Quizás en su discurso explícito reclamen las mismas
oportunidades, pero una lectura más profunda muestra que en realidad no
hacen otra cosa que reafirmar esa identidad impuesta por la doxa.
El debate continuó con el mismo tema: la incomodidad de la mujer en
lugares a los que no pertenece. Sobre todo, se trató el hecho de entrar o no
en la intimidad del vestuario. El cuerpo desnudo de un hombre no responde
al mismo tipo de mediatización que el cuerpo femenino. Existen además
normas sociales impuestas y aceptadas relacionadas con el pudor, por las
que no se muestra la intimidad de un vestuario.
Mientras en los medios el cuerpo femenino es destacado y expuesto,
el cuerpo de los hombres es algo que se protege. Que una mujer entre a un
vestuario masculino no es correcto. Por ejemplo, cuando Martín Cáceres
salió desnudo en los festejos de la Copa América, los canales taparon
digitalmente su imagen. Los hombres pueden irrumpir en la privacidad
femenina, la mediatización del cuerpo femenino lo ha permitido, pero la
mujer se siente incómoda cuando irrumpe en la masculina.
En el cierre, la conductora prometió una nueva reunión de «chicas», algo
que debilitó la importancia del debate. A continuación dio paso al Show de la
polémica, diciendo «vienen ellos por nosotras». Quedó claro que se cruzan,
pero no se mezclan.
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Conclusiones
En la sociedad actual la mujer ha cambiado la forma de desempeñarse
en el rol que tradicionalmente se le ha asignado. En el siglo xx las mujeres
comenzaron progresivamente a tener un espacio más importante en las esferas
más notorias de la sociedad, ocupando lugares que antes se les negaron.
El análisis que hacemos de la sociedad uruguaya afirma que está
cimentada en lo masculino y se caracteriza por conservar los valores impuestos.
Históricamente ha sido de esta manera, y pese a que en la actualidad las mujeres
son consideradas iguales a los hombres, desde el punto de vista de los derechos
y obligaciones, tanto civiles como legales, esto aún no se refleja en la realidad.
Basta con mirar los ingresos que percibe una mujer y los que percibe un hombre
en igual puesto de trabajo (Borraz y Robano, pág ) para entender que aun en
los tiempos que corren existe una brecha salarial importante. Según informe de
World Economic Forum del 2013 sobre la brecha de género, Uruguay es uno de
los países peor «rankeados» en cuanto a participación femenina.
El fútbol y el periodismo deportivo continúan en un territorio de
masculinidad que se resiste a la incorporación real y completa de las mujeres
en condición de igualdad. En el 2012 la mujer es una figura decorativa en los
medios. Aunque se destaca cada vez más su presencia y gana más terreno,
el saber futbolístico, como último bastión del machismo en el fútbol, es lo
que se niega a ser invadido, por eso se le da a la mujer lugares menores en el
mundo del periodismo deportivo.
En Uruguay estamos muy lejos de los logros que se dieron en otros
países donde las mujeres se sientan a la par de los hombres en los canales y
programas más vistos. Si bien el criterio de elección de las mujeres responde
a la sinécdoque, y muchas veces sus opiniones no tienen el mismo valor que
las de los hombres, en otros sitios se las ubica a un mismo nivel. Por ejemplo,
Margarita Weiss o Alina Moine en la señal Fox Sports comparten la mesa de
Fox Sports Central con hombres. En Uruguay las mujeres se cruzan pero no
se mezclan, no están a la par televisiva de los hombres, salvo el caso de Silvia
Pérez en Estadio Uno.
Existe una diferencia entre el rol asignado por la sociedad y el desempeñado
por las mujeres. Se nota un cambio porque el desempeño no es igual a lo
designado, y estas nuevas protagonistas se comportan de manera diferente que
las mujeres de principios de siglo. En primer lugar, ocupan un lugar que antes
no ocupaban, y aunque es cierto que los hombres son quienes definen ese lugar
y están signadas por lo que ellos marcan, antes no era concebible su presencia.
Su notoriedad o exaltación es fundamental para poder realizar una
crítica y una reflexión. En términos de avance o resistencia, podemos
establecer que si ellas no estuvieran donde están no podríamos resignificarlas
y hacer una nueva lectura.
| 132 |
La renuncia a la femineidad en el discurso de las mujeres, tanto visual
como oral, es un requisito para estar al mismo nivel que los hombres en el
periodismo deportivo. La misma Silvia Pérez afirma que lo que hoy sucede a
nivel televisivo es que se elige a las periodistas como un rostro o una figura y
no por sus capacidades, algo que es un error, pero que sigue siendo parte de
la sociedad.
Es posible afirmar que hay un cambio en el sentido: se les abren las
puertas a las mujeres, pero ellas siguen siendo extraños en ese mundo, siguen
siendo individuos resistidos por su no pertenencia. Tomando los ejemplos de
las mujeres que participaron en el debate analizado, sus referentes han sido
hombres, porque ellos son los referentes en la materia, y todas llegaron a
donde están de la mano de hombres.
Ellas se ubican en un lugar precario, las decisiones las toman los hombres
y su lugar, mal o bien, estará definido por ellos. Esto lleva a que ellas terminen
cayendo en un discurso políticamente correcto, de pleitesía y agradecimiento a
los hombres. Es el resultado de la precariedad del lugar que se les da.
Las mujeres que estuvieron antes que ellas, con las que conviven en
algunos casos, parecen desaparecer ante figuras preponderantes como Da
Silveira o Gorzy, reconocidos por generar oportunidades para todas.
Pese a esto, ellas reproducen un discurso y modelo social de mujer. Incluso
reproducen a la mujer uruguaya de hoy, la que está en los medios, la que se
muestra resistente e independiente, pero que representa a la sinécdoque social.
Como plantea Morley, muchos de sus discursos se entrecruzan en el campo de
la subjetividad, por lo que muchas veces se produce una contradicción entre sus
reclamos o reivindicaciones y el lugar que se les da y que deben conservar.
Finalmente, podemos establecer que la mujer está claramente carnavalizada.
Sin embargo, en el grupo sinécdoque vemos diferentes desempeños frente a ese
rol que les asignan. Por un lado, hay mujeres que realizan una lectura resistente
y sirven a las nuevas generaciones para que alcancen otros logros. Por otro,
están aquellas que lejos de ser resistentes reafirman constantemente la ideología
patriarcal. El juego mediático y la mediatización de lo femenino reafirma la
identidad y sirve de inspiración a nuevas lecturas resistentes que gestan un
nuevo modelo de mujer.
El debate en Punto Penal terminó reafirmando los valores impuestos en
la sociedad porque fue visto como una excepción. A su vez, la conversación,
que comenzó siendo sobre fútbol, derivó hacia la educación de los niños y la
discriminación de la mujer, tópicos que en esa mesa, motivada por la actuación
de la Selección en el Mundial, reafirmaron la tesis de que las mujeres no deben,
no pueden o no están capacitadas para hablar de fútbol. En ese programa quedó
claro que muchas mujeres en realidad asisten al fútbol porque les gusta, pero al
mismo tiempo también quedó claro que no es la regla.
Por otro lado, el debate mostró que la mujer para figurar en un ambiente
al que no pertenece tiene que soportar hasta faltas de respeto. Además dejó otros
| 133 |
mensajes: la mujer no puede experimentar la pasión por el fútbol y tampoco
tiene derecho a saber. Por lo tanto, lo que le queda es la carnavalización, en
la cual se puede mover con humor e incluso debe permitir que se le falte
el respeto, como sucedió con Ana Inés Martínez cuando un joven la besó
mientras estaba trabajando.
La mesa de debate resultó un diferencial negativo, porque a las mujeres se
las presentó solas, como si no estuvieran aptas para debatir al mismo nivel que
los hombres. Incluso, cuando Sandra Rodríguez se despidió, dijo: «nos vamos
nosotras y vienen ellos». No hubo lugar para un debate como iguales, ni siquiera
para compartir cámaras. El Show de la polémica, como se llama el segmento
de debate de Punto Penal, es propio de los hombres y no da lugar a las mujeres.
Para que la mujer pueda tener un lugar válido en el ambiente del
periodismo deportivo debe masculinizarse. Silvia Pérez, emblema femenino, se
formó y se mantuvo entre hombres, participa y debate a la par en Estadio Uno
y escribe para el suplemento deportivo de uno de los diarios de mayor tiraje, El
País. Sin embargo, ella no representa la sinécdoque presente en los medios de
comunicación; es por eso también que está en uno de los canales con menos
rating. Es respetada pese a ser mujer, pero no es una figura televisiva reconocida.
Su trayectoria es muy amplia —comenzó en 1987—, pero la aparición de nuevas
figuras más notorias la han dejado de lado. Es la pionera en televisión, la primera
a la que el público tuvo que adaptarse, pero es la que tiene «menos» cámara.
Ser representante de la sinécdoque de los medios de comunicación
es una especie de pecado en los terrenos masculinos. La juventud asociada
con lo bello es una condición que abre la puerta para ocupar un determinado
lugar, pero que resta validez a la opinión, sobre todo en el terreno deportivo.
Aquellas que lograron ingresar al periodismo deportivo tuvieron que
entrar en el juego mediático y caer en una contradicción: como mujeres se
cuestionan su situación, pero en ese momento, aceptan implícitamente las
reglas y sostienen su discurso hasta donde pueden.
La mujer carnavalizada, que funciona como adorno, incursiona
en territorios masculinos y refuerza el rol asignado. Cabe destacar que
en el pasado esto no sucedía, pero ahora sí hay mujeres que, con mayor o
menor grado de resistencia, pueden generar diferentes lecturas. Las nuevas
generaciones comienzan a tomar como sus «madonnas» a estas mujeres que
ya están integrando los ambientes masculinos y que, al representar sus valores,
rompen algunos esquemas.
En síntesis, podemos decir que las mujeres sí han adquirido un lugar en el
periodismo deportivo, pero lejos de estar en pie de igualdad, participan y están
definidas por una mirada masculina. La clave es que este proceso, que antes era
inexistente, es el que da lugar a la crítica y la posibilidad de que las mujeres
puedan reclamar otro espacio en el futuro y lograr un cambio más profundo.
| 134 |
Bibliografía
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de 2010.
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Revista Mundo Uruguayo, 28 de junio de 1928
| 136 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 137 - 150, 2014
ISSN 1688-9800
«Allá en el Parque hay una banda»
Algunos aportes sobre los integrantes de la barra de
aliento del Club Nacional de Football y sus trayectorias1
Magdalena Aguiar Quintana*
Introducción
El fútbol es actualmente una de las actividades deportivas que cuenta
con mayor arraigo y capacidad de convocatoria a nivel mundial. Es un
deporte de masas, generador de todo tipo de emociones y manifestaciones
culturales. Envuelve directamente a millones de personas, entre quienes lo
practican, quienes son sus espectadores, jugadores profesionales e hinchas.
Debido a su importancia y grandeza cultural, además de ser un deporte
apasionante y colectivo, es un escenario relevante donde podemos realizar
investigaciones significativas sobre ciertos fenómenos sociales.
Es dentro de este contexto que pretendemos explicar la relación existente
entre los hinchas y el espectáculo futbolístico, la cual constituye una zona de
interacción novedosa. Estos hinchas no son solo espectadores, sino que también
son actores, ya que sus prácticas de alguna manera intervienen en el espectáculo
y hasta en algunos casos llegan a provocar que se preste más atención a lo que
sucede en las gradas que a lo que ocurre en el campo de juego.
En lo que refiere específicamente a nuestro país, es común observar
cómo todos los fines de semana un grupo de hinchas organizados se ubica
en el centro de la tribuna popular donde desarrollan un conjunto de prácticas
de aliento y apoyo que imaginariamente determinan la suerte del juego. La
actuación de la barra de aliento en el interior del estadio se diferencia de la
del resto de los espectadores, cobra protagonismo y adquiere un carácter
positivo según la mayoría de sus integrantes.
Este trabajo se centrará en el análisis de la barra de aliento del Club
Nacional de Football, focalizándose en algunas cuestiones fundamentales
que hacen a la trayectoria de los hinchas que integran este grupo. En primer
lugar, daremos cuenta de las características principales que definen a la
barra de aliento. Para luego analizar cuáles son las principales motivaciones
que tienen sus miembros para ingresar, permanecer y salir de ella.
Creemos que «La Banda del Parque» reúne ciertas características que
hacen interesante su estudio. Es una hinchada numerosa, está integrada en
1
El presente trabajo resume algunas de las conclusiones elaboradas en 2012 para la
monografía final de grado de la Licenciatura en Sociología de la Universidad de la República.
* Licenciada en Sociología (Facultad de Ciencias Sociales, UDELAR),
actualmente cursando Diploma en Jóvenes Juventud y Políticas Públicas (Facultad de
Ciencias Sociales).
| 137 |
su mayoría por jóvenes, tiene una estructura jerárquica particular, basada
en códigos morales bien establecidos y sus integrantes adquieren variados
beneficios por formar parte de este grupo.
Aspectos organizacionales de «la banda»: características y estructura
jerárquica
La barra de aliento2 del Club Nacional de Football, rebautizada
en el año 2005 como «La Banda del Parque», vino a tomar el lugar de la
antigua «Barra de la Ámsterdam». Esta nueva denominación proviene del
lugar «donde para la banda» según lo cuentan sus integrantes. Desde que
se reinauguró el estadio Gran Parque Central, el grupo adoptó este nombre,
marcando la profunda identificación que sienten estos hinchas con el barrio
y con la cancha en donde juega su equipo.
En lo que refiere a su composición, podemos decir que la barra es una
agrupación de hinchas caracterizada por tener un orden social complejo, difícil
de aprehender en términos concluyentes por la dinámica de actores sociales
que la componen. Está compuesta por aproximadamente sesenta hinchas de
sexo masculino, cuyas edades oscilan entre los catorce y cincuenta años.
Son varios los subgrupos que la integran provenientes de los
diferentes barrios montevideanos y del área metropolitana. Estos hacen que
sus nombres se transformen en marcas distintivas de los distintos segmentos
que componen la hinchada, aunque en la interacción de unos con otros
conforman una única barra de aliento.
En su interior la barra no es un grupo homogéneo ya que tiene una
organización basada en estructuras de poder verticales. En orden de jerarquía,
luego de los jefes y sus ayudantes, están los hinchas más jóvenes, quienes
cuentan con menor antigüedad y trayectoria, pero a su vez conforman la
mayor parte del grupo.
Cada uno de sus miembros tiene internalizados los roles que debe
cumplir. Los jefes, quienes exhiben un mayor poder y autoridad para mandar,
Algunos estudios, como los desarrollados por Garriga Zucal (2007) y Alabarces
distinguen tres tipos de categorías para identificar a los habitantes de las tribunas. Por
un lado, se encuentran los meros espectadores, a los que se los vincula con el disfrute
lúdico del espectáculo, además de que concurren de forma esporádica al estadio. Por otro
lado, encontramos grupos de hinchas relativamente organizados, «hinchas militantes»
(definidos así por Alabarces), que siguen al equipo de forma incondicional, autogestiva e
independiente. Estos hinchas participan en rituales de confrontación violenta, tanto material
como simbólica. Y en última instancia, podemos identificar grupos más o menos reducidos
y altamente organizados a los que generalmente se les adjudican los mayores niveles de
violencia en sus enfrentamientos ocurridos con los otros, ya sea hinchas adversarios, policía,
o incluso miembros de su propia hinchada. A este grupo se le denomina banda, barra, o
barra de aliento.
2
| 138 |
reciben el apoyo de los demás integrantes porque las tareas que realizan
benefician a todos. Estas personas se encargan de controlar y supervisar todo
lo que sucede con la hinchada, negocian con otros actores sociales (dirigentes,
jugadores, cuerpo técnico, efectivos policiales) la entrega de entradas gratis
para asistir a los partidos, dinero para financiar los viajes, la concurrencia de
la hinchada a estadios visitantes, etc. Los integrantes más jóvenes y con menos
antigüedad son quienes se ocupan de la logística que hace al funcionamiento
del grupo (se encargan de las banderas, tocan los instrumentos de percusión),
además de saltar y alentar durante todo el partido.
Todas estas tareas se ajustan a reglas bien establecidas, cada uno de los
integrantes se apega a un conjunto de códigos que tienen el cometido moral
de diferenciar las acciones válidas de las no válidas. Ingresar a La Banda
del Parque implica cumplir con una serie de pautas y códigos implícitos por
el grupo entre los que se destacan: no abandonar nunca a un compañero,
no huir en caso de que surjan enfrentamientos con hinchas rivales, seguir
al equipo aun cuando este pierda y no compartir información acerca de las
actividades que realiza el grupo.
En cuanto a su organización, podemos decir que la presencia de la barra
en el estadio está marcada por elaborados rituales previamente ensayados
por sus integrantes, sobre todo cuando se juegan partidos decisivos. Es en la
sede del club donde el grupo se reúne una vez por semana para ensayar los
cánticos que luego serán entonados en cada partido, allí también diseñan,
confeccionan y guardan algunas de sus banderas, junto a los instrumentos
de percusión. También es en la sede donde se encuentran para planificar las
actividades de la banda, o simplemente para charlar sobre el último partido.
Todo esto forma parte del proceso de socialización del grupo.
En el día del partido, la barra se reúne en la sede varias horas antes
de su comienzo y allí los traslados y la organización varían dependiendo de
la cancha donde se juegue. Si Nacional es local en su estadio, los hinchas
aguardan en la sede del club hasta que falten pocos minutos para el inicio del
juego y es en ese momento donde ingresan a la tribuna. Por el contrario, si el
equipo juega en otras canchas, el grupo debe arribar al menos una hora antes
del comienzo del partido para que los efectivos policiales tengan el tiempo
suficiente para revisar sus banderas y así permitirles el ingreso a la tribuna.
Una vez dentro del estadio, La Banda del Parque hace su ingreso
«oficial» a la tribuna cuando tan solo faltan algunos minutos para que el
equipo salga a la cancha. La aparición del grupo es muy festejada por el
resto de la parcialidad, casi tan festejada como la salida de los jugadores
al terreno de juego y es común que el resto de los espectadores se abran
formando un corredor para que la banda pase. Este desfile llega a su fin
cuando cada uno ocupa su respectivo lugar en las gradas, aunque la barra en
sí siempre se ubica en el centro de la tribuna tanto de local como de visitante.
| 139 |
Los líderes sí mantienen cierta movilidad y circulan permanentemente a lo
largo y ancho de la tribuna. Una vez ubicada, la banda le da la bienvenida al
equipo cuando este hace su ingreso al terreno de juego y aquí el fervor y la
fidelidad que sienten los hinchas son expresados y exhibidos con la puesta en
marcha de una verdadera fiesta.
Ingresar a «la banda», algo que se da naturalmente
Los integrantes de la barra de aliento conforman un grupo social
que se distingue del resto de los espectadores que concurren asiduamente
al estadio. Sin embargo, el hecho de que los individuos se agrupen no es
un fenómeno original de nuestros tiempos, ya que según Aguiar y Reffo el
hombre como «animal social» tiene casi instintivamente pulsiones gregarias,
e históricamente el ser humano racional ha considerado que estas formaciones
son el mejor modo de defender intereses que devienen en comunes.
En Las formas elementales de la vida religiosa, Durkheim sostiene
que toda sociedad necesita mantener y reafirmar los sentimientos e ideas
colectivas que hacen a su unidad. Es por ello que se realizan determinados
rituales (reuniones o celebraciones), donde los individuos se agrupan para
reafirmar sus sentimientos colectivos. Es así que los distintos grupos
humanos crean a lo largo de su historia un conjunto de autoimágenes y
rituales que les proporcionan cohesión y además elevan su autoestima.
Tampoco es una novedad el hecho que los jóvenes tiendan a agruparse
y asuman modos de conducta diferentes a los que espera de ellos la sociedad
adulta, sus instituciones y la cultura oficial dominante.
Cajueiro entiende que el proceso de globalización de la economía
y mundialización de la cultura arrastran consigo la fragmentación de la
sociedad en múltiples y pequeños grupos. Estos se rigen por el afecto entre
pares, ligándose a un tótem común, agrupados alrededor de algún producto
de la industria cultural, como puede ser un equipo de fútbol. Tanto las barras
de aliento, como otras subculturas (a pesar de que presentan diferencias
simbólicas), comparten la ausencia de proyectos, la construcción de una
ética y un lenguaje particular, además de la tentativa de diferenciarse del
resto de la sociedad.
La neotribalizacion de la sociedad y sobre todo de la juventud forma
nuevos cultos estructurantes de sociabilidad, según Cajueiro esto está
asociado a la crisis urbana, a las tentativas de crear nuevas identidades, a la
violencia y al deseo de vivir el presente. Estos grupos surgen muchas veces
para obtener la sensación de seguridad que el medio no ofrece y así reforzar
los procesos de conformación de identidad y de pertenencia que son claves
en la juventud.
| 140 |
En este sentido y en lo que refiere a La Banda del Parque, podemos
afirmar que la materia prima de este grupo son jóvenes, que buscan agruparse
en torno a una organización que difunda dimensiones culturales y simbólicas
diferentes a las que se observan en el entorno cotidiano de nuestra ciudad.
Las afiliaciones al grupo se dan entre hinchas cuyas edades van desde
los doce a los dieciocho años y es algo que en la mayoría de los casos se da
naturalmente. Surge a partir de la concurrencia a la tribuna popular fin de
semana tras fin de semana, es allí donde comienzan a interactuar con los
miembros del grupo y pasan a ser reconocidos, lo que posteriormente lleva
a su inclusión en la banda. A medida que los hinchas van interactuando
aparecen sentimientos de simpatía entre unos y otros; estos se expresan
en nuevas actividades, que significan a su vez interacción ulterior. Esta
interacción permite encontrar en este grupo un conjunto de intereses que se
esconden en lo futbolístico, pero que van más allá y buscan compartir formas
de ser y pensar que los identifiquen entre ellos y a la vez los diferencien del
resto.
A continuación proponemos abordar brevemente las principales
motivaciones que llevan a estos jóvenes a querer formar parte del grupo.
Nos centraremos en cuatro ejes que darán cuenta de alguno de los intereses
y valores que sustentan a la barra de aliento:
•
•
•
Amor a Nacional: el amor al cuadro surge como la principal
motivación para querer formar parte de la barra de aliento. El
grado de significación que tiene el fútbol en la vida de los jóvenes,
así como el lugar que ocupa específicamente el Club Nacional de
Football, se transforma en una de sus fuentes de sentido y hasta
en algunos casos llega a convertirse en la única.
Atracción por el estilo de vida del grupo: generalmente los jóvenes
desarrollan una percepción desmesurada de la barra de aliento,
creyendo que la asistencia de este grupo al estadio incidirá en el
resultado final del partido. Admiración y atracción por el grupo
es otro de los motivos que los lleva a querer formar parte de este.
Los jóvenes se identifican y quieren formar parte del ritual que
protagoniza la hinchada todos los fines de semana. Se sienten
atraídos por su estética (despliegue de colores, banderas, cánticos,
coreografías, etc.), también por el tipo de vestimenta que lucen, por
el reconocimiento que obtienen de los jugadores, dirigentes, del
resto de la parcialidad y también de los medios de comunicación.
Formar parte de la barra brinda emoción, intensidad y permite que
sus integrantes participen de alguna manera del evento deportivo.
Generación de vínculos de amistad y compañerismo: Filardo
| 141 |
•
y Cajueiro coinciden en afirmar que los jóvenes se agrupan
generalmente buscando afectividad grupal. Es dentro del grupo
donde un individuo con determinados intereses busca relacionarse
con otros similares. Encontrar apoyo sentimental, compartir
experiencias, o establecer relaciones de compañerismo y amistad,
es otro de los motivos para querer formar parte del grupo.
Oposición a los rivales: muchos jóvenes deciden ingresar no solo
por ser hinchas de Nacional, sino por sentirse adversarios de la
barra de aliento de Peñarol, su principal enemiga. Se nuclean en
un círculo que une a los que están adentro y separa a los que
están afuera, de los que hay que distinguirse y contra los que hay
que pelear. El hecho de que las prácticas violentas comúnmente
desarrolladas tengan el carácter de legítimas para el grupo, al
involucrar a hinchas que comparten los mismos códigos, es otro
de los motivos que influye a la hora de querer ingresar. Estas
prácticas no son aceptadas por la sociedad y son frecuentemente
perseguidas por la policía y es dentro del grupo, compartiendo los
mismos intereses donde estos jóvenes se sienten a gusto y pueden
desarrollar acciones que ponen de manifiesto el odio que sienten
por la hinchada adversaria.
Al formar parte de la barra de aliento, los hinchas se sienten partícipes
de un grupo que comparte sus formas de pensar y de actuar. El hecho de que
participen en peleas, que alienten a su equipo sin importar la posición que este
ocupe en la tabla, que sientan pasión y entusiasmo, manifestados a través de
cánticos y saltos, son todos elementos que identifican a los miembros de una
hinchada. Y aquellos individuos que quieran ser reconocidos y aceptados
como miembros del grupo deben de llevar a cabo estas formas de actuar que
son comunes a todos sus integrantes.
Pertenecer tiene sus privilegios
Es importante tener en cuenta que a lo largo de la trayectoria de estos
hinchas dentro del grupo existen variaciones en la relación con sus pares,
también varía la estructura de oportunidades a la que pueden acceder, lo
que puede conducir a que cambien sus motivaciones para seguir en la banda.
Si bien es cierto que su ingreso se da de forma natural ya que no
es algo estratégicamente pensado y al comienzo tiene un escaso cálculo de
costo beneficio, a medida que transcurre el tiempo, formar parte de La Banda
del Parque genera ciertos beneficios y privilegios para sus integrantes. Por
lo tanto, consideramos relevante además de explicar las motivaciones que
| 142 |
llevan a los jóvenes a ingresar al grupo, también definir por qué deciden
permanecer.
Los hinchas comparten un espacio de socialización en donde consiguen
expresar sus sentimientos, donde se sienten respetados y valorados. También
es en este espacio donde la solidaridad y el compañerismo surgen como
ejes de pertenencia y es a partir de las interacciones que se dan dentro del
grupo que los jóvenes consiguen hacer frente a las distintas situaciones
desfavorables que se presentan en su día a día. La mayor parte de los jóvenes
que integran la barra, ven en la etiqueta que esta proporciona, un modo
de desviar la sensación de rechazo que experimentan continuamente en la
sociedad.
Sin embargo, consideramos importante agregar que si bien identificarse
con otros hinchas aparece como un eje relevante de pertenencia, el
reconocimiento y el prestigio también surgen como pilares de participación.
Buscar reconocimiento y reputación son algunos de los motivos por los
cuales estos hinchas pretenden ser incluidos, es una virtud que todos quieren
poseer.
Tanto Viscardi como Morás son coincidentes en afirmar que las
consecuencias del modelo de sociedad instaurado en nuestro país en la
segunda mitad del siglo xx, caracterizado por el retiro del «Estado bienestar»
y la emergencia de una sociedad con altos grados de fragmentación, llevó
a grandes cantidades de jóvenes a tener un modo de vida signado por la
pobreza, exclusión de las redes de interacción social, alejamiento del mercado
de trabajo y del sistema escolar. En la actualidad existen grandes grupos de
jóvenes que se diferencian de los demás por su desigual inserción en las
distintas redes sociales (clase, familia, educación, vivienda, trabajo, etc.). Es
a partir de estas experiencias de vida concretas, donde se observa cómo las
distintas trayectorias sociales se expresan en concepciones del mundo bien
diferenciadas y en la confrontación de identidades individuales y sociales de
estos jóvenes que se vinculan a los aludidos procesos de diferenciación. Dada
esta situación de desigualdad, se hace difícil para los jóvenes acceder a un
estatus valorado positivamente por las instituciones que conforman nuestra
sociedad. Es por ello, que consideramos que el hecho de formar parte de la
barra de aliento, surge como «estatus compensatorio» y le brinda a ese joven
la autoestima necesaria que no consigue en otros ámbitos institucionalizados.
Cohen, y Cloward y Ohlin coinciden en afirmar que el estatus social
es algo que todos los jóvenes pretenden conseguir, pero no todos pueden
alcanzar. No todos disponen de los medios económicos, educativos y
culturales para acceder a las metas que la sociedad propone en la actualidad
y que ostentan otros grupos sociales. Esta situación les provoca, sobre todo,
sentimientos de privación y frustración y al no tener posibilidades reales de
lograr cierta reputación y prestigio mediante las formas convencionales, los
| 143 |
jóvenes buscan un estatus compensatorio uniéndose a determinados grupos,
subculturalmente establecidos, en donde se sienten reconocidos y apoyados
por sus miembros. Estos grupos crean una subcultura propia (alejada de la
socialmente aceptada) en la que encuentran valores y un estatus con el que
se identifican.
Al explicar lo que sucede con los integrantes de la barra de aliento de
Nacional, debemos decir que estos no obtienen un mayor reconocimiento o
aumentan el estatus por convertirse en socios del club o por quedarse quietos
mientras transcurre el espectáculo futbolístico. Todo lo contrario, estos hinchas
se definen como «los dueños» de la fiesta en la tribuna y consideran que su
aliento a los jugadores es gravitante para el resultado final del partido. También
afirman proteger al resto de la hinchada de las agresiones que puedan recibir de
barras rivales o de las fuerzas policiales. Y lo que es aún más relevante, obtienen
reconocimiento sobre todo por las peleas ganadas, por planear emboscadas y
robar banderas (las que se transforman en trofeos de guerra y generalmente son
quemadas en la tribuna popular con la intención de humillar a sus propietarios).
Los hinchas afirman sentir orgullo por ser reconocidos y respetados debido a
su «mala fama». En este caso, lo que para otros grupos sociales serían señales
de estigma, para este son señales de prestigio, teniendo en cuenta que dado el
contexto, las huellas negativas se transforman en señales positivas. Si bien para
algunos, las prácticas que llevan a cabo estos hinchas carecen de racionalidad y
son criminales, para estos jóvenes sí tienen un carácter positivo que les brinda
cierta posición (que compensa su autoestima, algo que no sucedió en otros
ámbitos: estudio y trabajo) y les permite consolidar su lealtad al grupo. Tener
fama de «pesado»3 o ser consultado ante la existencia de problemas por resolver,
los recubre de prestigio y son esas las características que todos los integrantes
del grupo aspiran a tener.
Queremos agregar que formar parte de La Banda del Parque genera
otro tipo de privilegios para sus integrantes. El hecho de ser reconocido crea
una estructura de oportunidades donde en algunos casos, según Alabarces,
la explicación amorosa y pasional por la cual los hinchas integran la barra,
aparece superpuesta a una explicación económica. Ser hincha como trabajo,
como beneficio, en donde se pueden obtener réditos económicos y maximizar
las ganancias.
Son los hinchas con más trayectoria los que obtienen mayores
beneficios económicos. Los jefes y sus ayudantes mantienen una relación
económica con el club, reciben dinero por mantener el orden y controlar lo
que sucede con la hinchada en la tribuna y en los alrededores del estadio.
Los jefes reciben un salario mensual, el que ocupa un lugar central en
la provisión de ingresos, a tal punto que comandar la barra de aliento se
Ser buen luchador, no amedrentarse en enfrentamientos con otras hinchadas.
3
| 144 |
transforma en su único «trabajo». Se transforma en un trabajo no solo
porque los provee de ingresos, sino también porque su realización requiere
de mucho tiempo, además de un despliegue de saberes prácticos (controlar
a los hinchas, negociar con la policía, plantear estrategias para imponerse
en los distintos enfrentamientos, etc.). Además de un salario, a través de su
contacto con dirigentes y jugadores, los jefes consiguen entradas, dinero para
viajes e indumentaria del club. Todo esto es fundamental para la hinchada,
pues surgen más recursos, ya que la administración de entradas y dinero les
genera beneficios.
Por otra parte, el hecho de comparar la estructura de oportunidades
de los hinchas con mayor jerarquía dentro del grupo con la estructura de los
que ingresaron hace poco, permite plantearnos la hipótesis de que exista una
racionalidad distinta según el grado de trayectoria que se tenga dentro del
grupo. Dada su experiencia, los jefes maximizan las oportunidades que se
les presentan para así obtener variados beneficios, sobre todo económicos.
Mientras que por otro lado, están los integrantes del grupo más jóvenes, para
los que el hecho de percibir dinero no es tan importante como la experiencia
grupal de estar en la barra.
Ser miembro del grupo también abre puertas, genera contactos y les
permite conseguir trabajo o les brinda la oportunidad de realizar «changas».
Según Garriga Zucal (2007), la obtención de trabajos o changas es otro de
los ejemplos que muestran la desigual distribución de los recursos dentro del
grupo y esto ocurre según la jerarquía de sus integrantes. Son los jefes los
que consiguen trabajos y entre el resto de los integrantes se distribuyen las
changas.
Decidir salir
Retomando algunas de las características que describen a La Banda
del Parque, podemos afirmar que el grupo está integrado principalmente por
varones jóvenes, quienes se afilian en su adolescencia y es allí donde establecen
relaciones estrechas con los demás miembros. También comparten prácticas y
significaciones que suponen nuevas formas de sociabilidad (rituales, códigos o
contraseñas distintivas) y refuerzan los procesos de conformación de identidad
y pertenencia que son claves en esta etapa de la vida.
Sin embargo, la juventud se concibe como una etapa pasajera, un
período de transición hacia el mundo adulto, que tiene un comienzo y un
final en la vida de las personas.
Kessler considera que desde una perspectiva basada en el desarrollo
del individuo, cada fase de la vida parece influida por variables que refuerzan,
o por el contrario, tienden a desistir de la realización de ciertas prácticas. En
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el comienzo de la adolescencia, las relaciones familiares son centrales, luego
lo es la escuela y el grupo de pares, para que más tarde tenga lugar la entrada
en el mundo del trabajo y las relaciones de pareja. Todo esto implica que las
influencias sobre el individuo vayan cambiando a lo largo de su ciclo de vida,
con la existencia de «puntos de inflexión» que serán centrales para realizar
virajes en las historias personales.
A lo largo de sus trayectorias dentro del grupo, los hinchas modifican
permanentemente sus formas de ser, pensar y actuar, así como también
cambia el mundo en el que viven. En este mismo sentido, las aspiraciones
que los motivaron a ingresar al grupo en el pasado se diluyen y surgen
nuevos proyectos e iniciativas adecuados a su nueva realidad.
Los hinchas integran la barra de aliento principalmente en su juventud,
luego se produce un abandono y solamente una pequeña minoría de adultos
continúa dentro del grupo. Pero específicamente, ¿cuáles son motivos que
los llevan a desertar?
Los que se van lo hacen por sucesos internos, o por factores externos
a la banda. En el primer grupo incluimos la disconformidad con su
funcionamiento o con las prácticas llevadas a cabo por sus integrantes, las
desavenencias con los líderes y la disconformidad con las tareas a realizar.
Los enfrentamientos con otras barras, la utilización de armas blancas
y armas de fuego, el rompimiento de códigos internos y la consumición de
drogas, influyen a la hora de decidir salir. También muchos de los hinchas
deciden abandonar el grupo por discrepar y hasta, en algunas ocasiones, por
llegar a tener enfrentamientos con los líderes.
Y en última instancia, queremos destacar que en muchas ocasiones,
los integrantes del grupo despliegan una autopercepción que agiganta sus
obligaciones militantes. El hecho de tener que asistir a todos los encuentros
en los que juega su equipo y tener que participar en los enfrentamientos
contra hinchadas adversarias para no perder la reputación ganada, es algo
que llega a incomodar a los hinchas, los que deciden irse cuando ya no
tienen ganas de cumplir con estas demandas.
El segundo grupo está compuesto por los factores externos que llevan
a los hinchas a abandonar la barra. Aquí encontramos la edad, la falta de
tiempo, la incompatibilidad con actividades laborales y la constitución de
una familia.
A medida que estos hinchas van creciendo, sus percepciones acerca de
lo que ocurre en la barra van cambiando. En la madurez, los problemas y
enfrentamientos son vistos de otra manera y compartir esos momentos con
los más jóvenes genera cierta incomodidad, sobre todo con algunas de las
prácticas que estos desarrollan (como drogarse, emborracharse, tirar piedras
a los integrantes de otras hinchadas, etc.). En el mismo sentido, consideramos
que la edad también influye al momento de evaluar los costos que se presentan
| 146 |
al realizar determinado tipo de acciones. Muchos de los hinchas permanecen en
el grupo únicamente hasta los diecisiete años, ya que los actos de los mayores
de edad apartados del ordenamiento jurídico serán pasibles de sanción tanto
en el plano civil como penal. En muchos de los casos, el conocimiento de las
normas jurídicas se convierte en centro de cálculo acerca de las prácticas que
se pueden realizar en el contexto de la barra.
Queremos agregar que la participación en la barra de aliento es una
experiencia de alta intensidad, en la que se invierte mucho tiempo y en donde
la familia queda relegada en muchas ocasiones, ya que los hinchas priorizan
la realización de actividades con su grupo de pares. Sin embargo, llega un
momento en el que estos ya no están dispuestos a dedicarle la mayor parte
de su tiempo a la barra y deciden abandonarla para priorizar sus relaciones
familiares, en especial con sus hijos y su pareja.
El último punto a destacar es la estrecha relación existente entre
trabajo y deserción. Muchos de estos hinchas en sus actividades laborales
tienen que relacionarse con la policía, al trabajar como guardias de seguridad
(ya sea para el club o para empresas privadas), o en lugares frecuentados
por integrantes de otras barras (como boliches, pubs, etc.) y es por ello que
deciden abandonar la barra de aliento, para evitar posibles conflictos y así
priorizar sus trabajos.
El camino que lleva a estos hinchas a querer abandonar el grupo está
marcado por una profunda reflexividad, ellos son conscientes sobre los
riesgos que corren y que no están dispuestos a enfrentar. Para ellos, formar
parte del grupo es un ciclo ya finalizado en sus vidas. Ahora, en otra etapa,
priorizan sus trabajos y a su familia, aunque sin dejar de alentar a su cuadro.
Lo hacen desde otro lugar, no siempre ubicados en la tribuna popular.
A modo de síntesis
Este trabajo nos ha permitido delinear algunas de las trayectorias de
los integrantes de la barra de aliento del Club Nacional de Football. Aquí nos
hemos preguntado no solo por cómo se da su ingreso al grupo, sino sobre
todo por su permanencia y su salida del mismo. Formar parte de la barra de
aliento alcanza su pico más alto en la juventud y luego existe una tendencia
hacia el abandono por parte de los adultos.
Consideramos que el análisis detallado de las trayectorias nos permite
diferenciar los motivos por los cuales los hinchas deciden ingresar al grupo.
Los jóvenes quieren participar de la hinchada entre otras cosas para sentirse
parte de un colectivo que comparte sus formas de actuar y de pensar, para
encontrar nuevas formas de expresarse y principalmente para intensificar sus
vivencias personales. Costa, Pérez y Tropea consideran que los jóvenes que
| 147 |
se afilian tienen, en general, actitudes de contestación a la sociedad adulta o
sus instituciones. De alguna manera se sienten desplazados por el sistema (la
escuela, la familia, los adultos en general, etc.) y quieren conducirse de un
modo que exprese que se resisten a ese desplazamiento. Y cuando realizan las
prácticas que competen a la barra están buscando cómo expresar su rebeldía
y, a través de ella, la construcción de una nueva identidad y de una nueva
reputación. En este sentido, Garriga Zucal (2005) afirma que en el campo
de las hinchadas, la identidad se constituye por intermedio del prestigio y la
reputación dando un lugar preponderante a la acción individual y grupal.
Por otra parte, podemos establecer que pertenecer al grupo no
solo genera estatus o reconocimiento, sino que también les permite a sus
integrantes obtener beneficios económicos, principalmente a los integrantes
de mayor edad. El hecho de ser reconocido genera una estructura de
oportunidades y hasta en algunos casos la explicación económica por la cual
los hinchas integran la barra se superpone a la explicación pasional y surge
la idea de ser hincha para obtener réditos económicos.
Y en última instancia, pretendemos dejar en claro que es
principalmente en la adultez donde los hinchas deciden abandonar el grupo.
Surgen obligaciones que constriñen las prácticas realizadas en y por la barra
de aliento, las que aumentan los costos de permanecer en el grupo. Los
nuevos roles que estos hinchas asumen pueden generar cambios cognitivos
(seriedad, responsabilidad, madurez), determinantes en su decisión de
desertar. Hay puntos de inflexión claves, como la pareja, los hijos y el trabajo.
En la adultez, pretenden dedicar la mayor parte de su tiempo a sus familias
y comprometerse con sus trabajos.
La trayectoria de vida de estos hinchas no presupone personalidades
inmutables, sino que basados en el desarrollo de cada individuo, cada fase de
su vida se encuentra influenciada por variables que refuerzan o por el contrario
desalientan su pertenencia al grupo. Los hinchas que deciden abandonar la
barra no reniegan de su pasado en el grupo, pero tampoco están de acuerdo
que esto tenga que caracterizarlos o definirlos durante toda su vida.
Con este trabajo pretendimos analizar la temática de las barras de
aliento desde una nueva perspectiva, distinta a aquella que comúnmente está
representada en el imaginario colectivo, donde las hinchadas son observadas
como parte de un fenómeno desviado, sus integrantes son presentados como
irracionales, son ubicados como algo externo de lo social y de lo deportivo
y sus prácticas son entendidas como actos únicamente delictivos. En un
mundo marcado por estas concepciones erróneas sobre las barras de aliento,
consideramos necesario dar cuenta sobre las distintas encrucijadas que marcan
las trayectorias de sus integrantes y esperamos que este artículo haya servido
para eso.
| 148 |
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| 149 |
Revista Mundo Uruguayo, 3 de julio de 1930
| 150 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 151 - 166, 2014
ISSN 1688-9800
El insulto como forma de violencia
en los espectáculos de fútbol profesional de Montevideo1
María Paula Morales*
El fútbol
El significado del fútbol para nuestra sociedad no pasa solo por ser el
deporte más practicado o la actividad recreativa de mayor concurrencia en
términos generales y continuidad en el tiempo, sino que ha sido de gran relevancia
como constructor y reafirmador de nuestra identidad. Nuestra historia está
marcada por los triunfos y derrotas de la selección nacional de fútbol así como
por el desempeño de los cuadros de nuestras ligas, repercutiendo en nuestra
idiosincrasia como uruguayos y nuestros estados de ánimo colectivos.
En Uruguay, la asistencia a los espectáculos de fútbol reúne a individuos
de diferentes sectores sociales homogeneizándolos en rituales, cantos, festejos y
tristezas. Dicha experiencia se vive como una actividad de distensión y recreación
en la que son comunes las discusiones, críticas e insultos independientemente
del sector del estadio del que se trate. En este contexto los espectadores se
sienten liberados para expresarse de forma grosera, ciertamente violenta y para
utilizar todo tipo de insultos. Es un espacio de exaltación y reafirmación de
masculinidad y virilidad, principalmente a través de expresiones verbales.
Tales manifestaciones verbales o gestuales pueden ser el punto de
partida para conflictos de mayor gravedad con posibilidad de daño físico, o
pueden funcionar como un amortiguador paliativo, un alivio emocional de
tensiones generadas por el propio espectáculo deportivo o provenientes de la
vida cotidiana.
En relación a lo anterior nos preguntamos: ¿es inherente a los espectáculos
deportivos uruguayos la manifestación de violencia mediante insultos?; ¿es una
forma relacional socialmente aceptada como parte de nuestra cultura?; ¿de
acuerdo con el tipo de insulto, entrañan una actitud prejuiciosa con potencial
discriminatorio (racista, xenófoba, homofóbica, machista, etc.)?; ¿en qué medida
esas actitudes son un reflejo de la estructura de nuestra sociedad actual?
Considerando que las sociedades tienen formas propias de
manifestación de violencia y que en la nuestra el insulto es la de mayor uso,
tomamos el ámbito de los espectáculos deportivos por sus características
como un espacio privilegiado para observar este tipo de fenómenos sociales
y dar respuesta a las preguntas anteriormente planteadas.
1
El presente trabajo resume algunas de las conclusiones elaboradas en 2012 para la
monografía final de grado de la Licenciatura en Sociología de la Universidad de la República.
*
Licenciada en Sociología (Facultad de Ciencias Sociales, UDELAR), Posgrado en
Cambio Organizacional. Investigadora.
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De Actividad Individual Consciente a Acción de Masa Inconsciente
En una masa los sentimientos e ideas de las personas aglomeradas
adquieren la misma dirección y su personalidad consciente se desvanece. En los
espectáculos de fútbol el sentimiento que une a los hinchas es el deseo de triunfo
de su cuadro. Ese deseo desmedido o «enfermiza obsesión por triunfar a cualquier
precio» que caracterizaría a los uruguayos según Bayce (2003), puede llevar a que
la racionalidad individual del hincha se vea desvanecida como para convertirlo
en una persona que salta, patalea, grita, insulta, se prende al alambrado de una
cancha, y que en otro contexto tendría un comportamiento muy diferente.
Se adquieren características provisorias pero determinables como la
sensación de permisividad que se siente en nuestros estadios para insultar y
gesticular de forma descontrolada.
Los individuos son afectados por el ambiente y, como consecuencia,
los caracteres potenciales pueden manifestarse adquiriendo predominio las
cualidades inconscientes.
Con el respaldo de otros hinchas, el individuo adquiere un sentimiento
de poder que los habilita a reaccionar ante instintos que de haber estado solos,
los hubieran controlado. En la vida cotidiana, por ejemplo en un encuentro en la
calle con un árbitro de fútbol conocido, el individuo probablemente no lo persiga
insultándolo de forma violenta como es común en los estadios de fútbol uruguayos.
Al encontrarse en la masa, en la hinchada, el individuo no se siente
responsable o identificable. Sino que ese sentimiento que generalmente lo
controla desaparece.
Esto es claramente apreciable en el caso de cuadros grandes como el
Club Atlético Peñarol o el Club Nacional de Football, donde las hinchadas
son tan numerosas que la sensación de anonimato es mayor. En el caso de los
cuadros chicos, si bien se comportan como una masa y sienten libertad para
insultar, gritar, etc., los hinchas perciben una mayor posibilidad de identificación,
generalmente se conocen entre ellos, las relaciones son muy cercanas por vivir
en un mismo barrio y ser menos en número, lo que genera que los actos sean
más controlados. Control que se da mayoritariamente entre pares.
El hincha es altamente sugestionable, por tal motivo, cuando un
hincha empieza a insultar enseguida se ven réplicas y una gran masa termina
insultando, muchas veces sin haber visto la jugada en cuestión.
También es evidente el poder de la masa cuando las canciones que son
expresión de las llamadas «barras» en las que manifiestan sus valores como
el de ver a la policía como enemigo, son cantadas por todos los hinchas. Otras
canciones también llaman la atención por hacer explícitas las amenazas y
deseos de muerte hacía otros hinchas,
«[…] ya te matamo a uno, te vamo a matar a dos […], «[…] matar una
gallina solo para sentirse mejor […]». En otro contexto los individuos que la
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cantan no comparten esos deseos ni son capaces de desplegar violencia con esos
fines. En toda la historia del fútbol uruguayo como espectáculo, más de cien
años, solo hubo aproximadamente diez muertes relacionadas directamente con
el espectáculo deportivo. Si realmente se sintiera lo que se expresa durante el
partido, el despliegue de violencia real por parte de los asistentes sería mucho
mayor. Pero el comportamiento de masa genera que los hinchas canten esas
canciones sin realmente reparar en el contenido o en lo que expresan.
Insulto como palabra
El insulto refiere a aquellas palabras, oraciones, gesticulaciones que
contienen un concepto con potencial de ofender u herir al interlocutor hacia
el cual está dirigido.
Encontramos dos tipos de insultos, un tipo que es un atributo de
predicados vinculados a dos argumentos: x ser y, por ejemplo «sos un ladrón»,
«son unos idiotas», etc.
Este tipo de insulto es explícito y su significado es conocido por todos,
es compartido culturalmente, está vinculado a valores y prejuicios de la
sociedad, y determinado por normas externas. Este tipo de insulto es el más
escuchado en los espectáculos deportivos.
El otro tipo de insulto es construido, no es explícito, es más complejo en
su comprensión, por lo general no contiene léxico socialmente marcado como
ofensivo y está vinculado a una situación. Por ejemplo, en el comienzo de un
campeonato los jueces hicieron huelga reclamando una serie de condiciones
entre la que estaba incluida el aumento del salario, en los primeros partidos
muchos insultos construidos referían a ese hecho, «y todavía quieren cobrar
más, ladrones», «después piden más plata, atorrantes», etc. Otro ejemplo de
insulto construido es «te pagamos los dientes».
Características del insulto
• Polivalencia
Los significados de los insultos varían en una misma cultura de
acuerdo con la situación. Cuando en un estadio escuchamos que le gritan
al juez «hijo de puta» refiere a que hizo algo malo, que los perjudicó, en
otras ocasiones puede ser usado de forma positiva «qué hijo de puta, qué gol
metió» o también señalar que alguien tuvo suerte.
• Gradación
La situación y el lugar claramente influyen sobre la gradación del
insulto. Lo que en un contexto puede tener un potencial ofensivo muy fuerte,
| 153 |
en otro, ese potencial se diluye. Son el receptor o los oyentes los que reaccionan
dándole un valor al insulto. En el espectáculo deportivo los receptores por
encontrarse generalmente dentro de la cancha y a cierta distancia, y cumpliendo
un rol determinado (juez, jugador, director técnico), no tienen posibilidad de
reaccionar dándole una gradación a dicho insulto. Por otra parte, la actitud de
los otros hinchas que escuchan el insulto es por lo general pasiva o cómplice.
Nadie cuestiona al emisor del insulto, por el contrario, lo festejan o se suman
a insultar. Así, una persona será capaz de insultar a un jugador gritándole por
ejemplo «te hicimos los dientes», «negro sucio», etc. con el conocimiento de su
gradación en otros contextos pero también consciente que no será penalizado
por los otros, ni probablemente haya una reacción por parte del insultado hacia
él. Los emisores son conscientes de la posibilidad de dañar del insulto.
La gradación también está relacionada a la moda o costumbres de la
sociedad. Hoy llamar a alguien de hijo de puta puede ser entendido como
una exclamación de que tiene suerte. En otros tiempos, ser catalogado de hijo
de puta significaba una gran ofensa sobre todo por referirse a la honra de la
madre del insultado.
Lo anterior está relacionado con el carácter polivalente del insulto.
Que un insulto en un medio pueda ser tomado como una exclamación
de suerte y en otro como una ofensa, muestra cómo es capaz de adoptar
diferentes significados que están determinados por el contexto.,
Durante el registro de ciertos insultos y su decodificación vimos que
para un mismo insulto el significado era diferente dependiendo la situación.
Por momentos el insulto puto refería a la valentía del jugador y por otros
buscaba la difamación haciendo alusión a la posible homosexualidad del
receptor. Entendiendo que ser homosexual está mal visto en nuestra sociedad
por muchos individuos.
• Ambigüedad
Al no usar un léxico marcado como ofensivo, los insultos no explícitos
presentan una mayor ambigüedad y su significado puede ser vago. Por ejemplo,
el insulto «te pagamos los dientes» si bien se entiende que tiene una connotación
negativa clasista es difícil de traducir a diferencia de insultos explícitos.
• Variabilidad
El insulto como parte de la lengua general de una sociedad es variable
tanto en su uso como en sus contenidos. Dicha variabilidad podría ser
determinada detectando cambios en el uso y significados de los insultos en
dos momentos históricos de una sociedad.
Salvo por relatos de hinchas no contamos con información del
comportamiento en relación a los insultos en el pasado pero no dudamos que
las normas de comportamiento y el uso de los insultos fueran muy diferentes
a las de hoy. Basta solo con pensar que hasta no hace mucho tiempo hinchas
de diferentes cuadros asistían a una misma tribuna.
Cuando prestamos atención a los insultos emitidos por espectadores
de diferentes generaciones, considerando que durante sus procesos de
| 154 |
aprendizaje y de sociabilización estuvieron expuestos a distintas normas de
comportamiento, diferentes lenguajes, etc., no pudimos distinguir diferencias
evidentes. Espectadores jóvenes utilizan los mismos insultos que otros
individuos mayores a ellos pertenecientes a otras generaciones en las que
las tecnologías y medios de masas no estaban tan presentes y las normas de
comportamiento eran muy diferentes2.
Sí notamos que los jóvenes son los que insultan más. Los adultos, si bien
muchos insultan, parecen tener un mayor control, resultado del comportamiento
que les exige la sociedad y normas y valores a los que fueron expuestos durante
su socialización que quizás hoy no son tan rígidos.
Valores y prejuicios
El insulto se caracteriza por tomar un valor, característica o cualidad
con una evaluación negativa o positiva por parte de la sociedad y señalar
que el insultado lo tiene o no lo tiene, no lo cumple o se le puede cuestionar.
Dichos valores pertenecientes a la cultura de una sociedad, pautan
normas de conducta, categorizan a los individuos y en relación a ellos se erige
una escala social característica de dicha sociedad. Un hombre vale entonces,
lo que los valores impuestos en la sociedad indiquen y de acuerdo con el lugar
que ocupe en esa escala de valores.
Durante la investigación apreciamos que para nuestra sociedad los
valores normativos generales más importantes a los que hacen referencia los
insultos que se emiten durante los espectáculos de fútbol son: orgullo-honor,
honestidad, virilidad-masculinidad, valentía, persecución del éxito y
discriminación: de raza, género, sexual, discapacidad.
La mayoría de los insultos registrados, quizás por tratarse de un ámbito
con una alta tasa de masculinidad, reflejan el carácter machista de nuestra
sociedad. El insulto que más se repite es «puto» con dos significados, por una
parte refiere a la sexualidad del insultado y por otra a su valentía. En última
instancia, creemos que con este insulto se trata de trasmitir que el insultado
no tiene la valentía que un hombre heterosexual debe tener. Ese deber surge
de las normas de comportamiento que se les exige a los hombres en nuestra
sociedad. El hombre debe ser heterosexual y valiente, esta es una pauta o norma
establecida en nuestra sociedad y que genera la discriminación de aquellos que
no la cumplan, manifiesten no cumplirla o se sospeche que no la cumplan.
En la sociedad uruguaya la homosexualidad en los hombres está asociada
de forma errónea a la práctica del travestismo y a características femeninas. Se
asocia la homosexualidad al deseo de ser mujer y de adoptar características que
se relacionan con ese género confundiendo sexo, género y sexualidad.
Distinguimos la exposición a las tecnologías y medios de masas ya que
consideramos es relevante en cuanto a la producción del discurso oral de una sociedad.
2
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Otra manifestación machista de nuestra sociedad es la de asociar lo
relacionado a la mujer a la falta de valentía: «¡meté la patita! ¡Juega como una
minita!».
Uso del insulto
El uso de un determinado insulto está asociado a diferentes variables.
Consideramos tres variables:
1) Situación: encontramos diferentes situaciones relacionadas a cuatro
actores frente a las que se insulta durante los espectáculos de fútbol, acciones
de los jueces, acciones de jugadores rivales, acciones de jugadores propios y
acciones de hinchas rivales.
Los jueces son insultados cuando ingresan a la cancha y cuando se
retiran, cuando cobran o no una falta, un penal o un offside, cuando sacan
tarjeta a un jugador propio o no la sacan al rival. Es decir, al juez se lo insulta
cuando realiza su trabajo, ya sea si tuvo una buena actuación o no la tuvo.
A los jugadores rivales se les insulta, primero por ser rivales, cuando
ingresan a la cancha ya se los insulta, luego por acciones que los desfavorezca
como un gol, un quite de pelota, una falta sobre un jugador de su propio cuadro,
etc. También se los insulta si se entiende que el jugador está pizarreando, es
decir luciéndose ante un marcador que lo favorezca.
A los jugadores propios se los insulta por considerar que no están
rindiendo, que juegan mal o erran un pase, un penal, levantan mal un córner,
etc. Todo lo que tenga que ver con un mal desempeño de su trabajo. El insulto
al jugador del propio cuadro no es lo más común pero es una situación que se
ve más en las hinchadas de cuadros grandes.
A los hinchas rivales se los insultan cuando cantan, cuando se alienta
a su propio cuadro y para festejar ante un gol. A veces, en canchas chicas,
hinchas rivales mantienen tipo diálogos de insultos entre una tribuna y otras.
Estas instancias el resto de los hinchas lo vive como algo jocoso.
2) A quién se insulta: se insulta a prácticamente todos los actores
en el espectáculo deportivo, jueces, jugadores propios y rivales, directores
técnicos, dirigentes, alcanza pelotas, hinchas rivales.
El más insultado
A simple vista se puede apreciar que en los estadios uruguayos los más
insultados por todos los hinchas son los jueces. Son los enemigos comunes a
todos. Se los cuestiona de no ser honestos y de no hacer bien su trabajo y por tal
motivo se los insulta, amenaza, se les tira cosas, se los silba, se los escupe, etc.
| 156 |
Muchos espectadores consideran las intervenciones de los jueces más
importantes que el desempeño de los jugadores en la cancha. Sin duda la
intervención del juez en muchas ocasiones puede ser decisiva pero la mayoría
de los insultos son emitidos en relación a jugadas que pueden ser irrelevantes
para el juego. Incluso muchas veces esas jugadas son imperceptibles desde
la tribuna dada la infraestructura de los estadios y la distancia a la que se
encuentran los hinchas. Otra veces la jugada puede ser hasta imperceptible
para el ojo humano dada su complejidad. Aún así, tanto hinchas como
periodistas reaccionan cuestionando la labor del juez.
Muchos espectadores, al parecer, van a los estadios solo por su rivalidad
con los jueces. La rivalidad hacia los jueces es tan importante que durante
la investigación detectamos dos grupos organizados para averiguar la vida
privada de los jueces y luego humillarlos y presionarlos mediante insultos
referidos a la información que obtuvieron. El juez representa el chivo emisario
del espectáculo deportivo.
Los hinchas de los cuadros chicos consideran que los jueces favorecen
a los cuadros grandes e incluso hay cuadros, como Rampla Juniors, que
consideran que siempre son perjudicados por los jueces.
Algunos de los insultos registrados en la investigación hacia los jueces
fueron: «mafioso, delincuente, mongólico, cornudo, chupa verga, puto, ladrón,
mala leche, cara de cagada, mariquita sucia», entre muchos otros.
Su habilidad nos enfurece
Jugador rival: la mayoría de los hinchas ve a los jugadores rivales como
enemigos y los insultan con saña. Los hinchas de los cuadros grandes no se
detienen tanto en insultar a los jugadores rivales. Por lo general, insultan a
jugadores rivales puntuales cuando: el jugador rival fue jugador de su cuadro,
lo entienden como una traición; cuando el jugador rival es habilidoso y por
lo general un ícono del cuadro, se puede ver por ejemplo con Álvaro Recoba
del Club Nacional de Football o Marcelo Zalayeta del Club Atlético Peñarol; o
cuando el jugador es lo que llaman un jugador «con huevos», estos son jugadores
que van al choque, son considerados valientes, que juegan bien en los partidos
difíciles, «se ponen el equipo al hombro», por ejemplo Alejandro Lembo de
Nacional, Darío Rodríguez de Peñarol, Carlos Macchi de Liverpool, etc.
Los hinchas de los cuadros chicos, que tienen una distancia mucho
menor de la tribuna a la cancha por jugar en estadios de menor porte, insultan
a todos los jugadores rivales, siendo el arquero rival el más insultado. Muchos
se posicionan detrás del alambrado para estar más cerca de la cancha y poder
ser escuchados tanto por los jueces como jugadores.
Los hinchas que asisten a estadios de menor y mediano porte tienen
la certeza de que sus insultos serán escuchados en la cancha y por lo tanto
podrían afectar al jugador como así también las decisiones de los jueces.
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Es común escuchar que se insulte y persiga a jugadores rivales que hayan
tenido un doping positivo en el pasado y se trate de afectarlos psicológicamente
mediante la humillación: «¿te diste una pitadita?»; «falopero»; «te gusta jugar
en la raya, eh»; etc.
Los jugadores afrodescendientes son más insultados por los hinchas
rivales tanto de cuadros grandes como chicos. Incluso siempre se encargan
de señalar que es afrodescendiente y reafirmar el estigma negativo que
existe en nuestra sociedad, «pegale a ese negro; das lástima; negro enfermo;
negro de mierda; negro mono; negro boludo; negro puto».
También es común que a algunos jugadores se los trate de «fracasados»,
la supuesta falta de éxito sería el motivo de humillación.
Mis jugadores
Los hinchas de cuadros grandes insultan más a sus propios
jugadores que a los jugadores rivales. Existe una distancia más amplia
entre el hincha y los jugadores o institución. Los hinchas trasmiten a los
jugadores una exigencia por jugar en un cuadro grande que es marcada
desde el discurso y los insultos «¡esto es Peñarol!», «¡estás jugando en
Nacional, papá!”».
Los hinchas de cuadros chicos actúan a la inversa, la distancia
entre el club como institución y el hincha la viven como muy estrecha, se
sienten parte de la institución, parte de un grupo. Por lo general llaman
a los jugadores por su nombre, los conocen y saludan como a un vecino,
amigo, etc. El campo de interacción es más reducido y el insulto se puede
volver una discusión individual jugador-hincha. Incluso familiares de los
jugadores comparten la tribuna con los hinchas lo cual puede también
generar un conflicto en caso de insultar a un jugador dentro de la cancha.
Durante la investigación se asistió a una instancia donde un hincha
insultó reiteradamente a su propio golero por haber recibido un gol. De
haber sido un hincha del cuadro rival el golero no habría reaccionado pero
al tratarse de un hincha de su propio cuadro la discusión se volvió personal
y reaccionó dejando el arco y acercándose al alambrado para responder al
hincha. Tuvo que intervenir la policía para que se terminara la discusión. El
resto de los hinchas insultó a los policías.
Los hinchas de cuadros grandes se relacionan desde otro lugar con el
club; jugadores, dirigentes, director técnico, a su entender deben responderles
a sus reclamos. Como si estuvieran accediendo a un servicio, un derecho que
tendrían por ser hinchas del cuadro.
La relación con la institución es más distante, como si se tratara de
algo externo, diferenciando cuadro de institución. Los discursos e insultos
a los jugadores y dirigentes reclaman y reafirman ese tipo de relación «estás
jugando en Peñarol», «esto es Peñarol». Cuando el cuadro está en una mala
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racha los hinchas cantan «se quema todo la puta que los parió», o también
tienen canciones tales como: «Pasan los años, pasan los jugadores, al carbonero
cada vez lo quiero más, yo quiero al club, quiero a la camiseta, los dirigentes
están sólo pa' robar», «A ver, a ver, los jugadores, si pueden oír, la camiseta
del manya, ganar o morir, [...]tenés que dejar el alma y el corazón, tenés que
dejarlo todo por Peñarol […]» Hay una distancia marcada entre todos los
actores relacionados al cuadro, todos son variables salvo el hincha que siempre
permanece y por lo tanto los otros deben responderles.
3) Quiénes insultan:
Como ya indicamos los hombres insultan más que las mujeres y
también asisten más a los espectáculos deportivos. Insultan hinchas de
todas las edades siendo los jóvenes y adultos de mediana edad los que más
insultan. Los niños imitan las acciones de los adultos repitiendo los insultos
o elaborando los propios.
Los hinchas que se paran detrás del alambrado generalmente lo hacen
con el fin de insultar y estar más cerca del receptor.
La barra insulta en grupo, es una actividad compartida y generalmente
se da a través de las canciones. Tiene sus propios rivales y la reacción es
coordinada en masa, tienen claro que su reacción se va a escuchar. Los cantos
e insultos siempre son seguidos o acompañados por el resto de los hinchas.
Otro rival es la policía, ante un anuncio de la policía a través de los
parlantes o si participa en alguna situación, la barra reaccionará gritándoles
«hijos de puta, hijos de puta» y en algunos casos hasta les arrojarán objetos,
como fuegos artificiales y plásticos de los asientos. Tanto la policía como los
jueces representan la autoridad del partido y como tal son una amenaza para
el comportamiento de la barra.
Los anteriores son ejemplos particulares de receptores de insultos por
parte de la barra, pero sus rivales más importantes son los hinchas de los otros
cuadros y el medio natural para manifestarse es a través de las canciones. Hay casos
particulares en los que los rivales son clásicos como el caso de Nacional-Peñarol,
Defensor-Danubio, River-Wanderers, Racing-Liverpool, etc. y las canciones e
insultos están directamente dirigidos al rival clásico.
Características del insultante
No asociamos la acción de insultar a una clase social determinada o un tipo
de individuo, más bien podemos decir que dicha acción atraviesa todo el espectro
social. Vemos que en los estadios, si bien muchos no insultan, muchos otros lo
hacen y estos tienen edades variadas y pertenecen a diferentes clases sociales.
Tampoco podemos asociar un tipo de insulto a un emisor determinado, la mayoría
de los insultos son repetidos por diferentes individuos en diferentes canchas.
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Podemos señalar que las mujeres insultan significativamente menos
que los hombres en lugares como los estadios de fútbol donde la tasa de
masculinidad es muy alta y tal situación podría estar influenciando su
comportamiento.
Como ya indicamos el insulto es parte del lenguaje y su uso está
relacionado con las pautas de conducta, con los habitus internalizados. Su uso
se ha ido volviendo más cotidiano en todas las esferas de la vida social. Vemos
que en programas de televisión y otros medios de masas donde se reproduce la
vida cotidiana, como el caso de las telenovelas o reality shows, son aceptados
y trasmitidos a un público muy variado.
Situación y habitus
Entendemos que existen ámbitos o situaciones en los que la práctica
del insulto o la mala palabra está mal vista o socialmente penalizada, como
ser: una entrevista de trabajo, en medios académicos, una maestra, un niño,
etc. Pero el respeto de estas pautas o habitus en determinados contextos no
aseguran que esos mismos individuos en otros contextos donde su uso no sea
penalizado, no insulten. Es decir, la práctica del insulto es permitida en los
espectáculos deportivos como resultado de la dialéctica situación-habitus. Lo
mismo podemos decir de los individuos que insultan en el estadio, muchos
aseguran que lo hacen allí como una forma para desestresarse pero no lo hacen
en sus vidas cotidianas. Otros manifiestan que insultan en todos los contextos.
También detectamos que existe un estigma internalizado respecto a
la acción de insultar, muchos individuos que insultan durante los partidos
cuando se les consulta afirman que no lo hacen o lo hacen rara vez o frente
a una circunstancia determinada.
Insultar es una práctica muy popular entre los jóvenes en el estadio.
Creemos que su popularidad se debe a nuevas pautas de conductas internalizadas
por estas generaciones que se traducen en habitus. Individuos que quizás
asistieron a espectáculos de fútbol hace cuarenta años internalizaron pautas
que penalizaban el insulto en esta instancia.
Otra característica de los jóvenes que puede influenciar sus acciones es
una emocionalidad menos controlada. Las pautas de conducta que se trasmiten
de una generación a otra en nuestra sociedad nos imponen un mayor control de
nuestras emociones con la edad. Por tal motivo, en el estadio, que es un espacio
donde la expresión de las emociones está permitida y aceptada, la acción de
insultar es vivida como un medio de liberación para muchos individuos.
A las mujeres, la sociedad les impone aún un mayor control de sus
emociones. Una mujer que se expresa gritando, insultando, etc., puede ser
catalogada de muchas formas negativas. Aunque en los estadios puede sentirse
más liberada como para expresarse de otra forma, creemos que aun en esta
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situación puede ser valorada de forma negativa dada la imagen construida sobre
la mujer, su posicionamiento en nuestra sociedad y las pautas de conducta que
se le imponen.
Por su parte, los niños emulan las acciones de los padres y repiten
los insultos. En muchos casos provocando el divertimento de los adultos.
Dicha emulación si es aprobada por el mundo adulto, va a ser tomada como
una práctica normal para el niño. También, al ver a los adultos realizarlo sin
reprobación reafirmará su evaluación sobre dicha práctica.
Debemos señalar que, como ya hemos dicho, los insultos trasmiten
y reafirman prejuicios y valores que son internalizados por los niños de
acuerdo con lo trasmitido por sus pares adultos. Por ejemplo, el estigma
hacia los negros y los homosexuales es trasmitido a través del insulto.
En conclusión, en relación al uso del insulto en nuestra sociedad, creemos
que esta práctica está cada vez más aceptada y en diferentes contextos, no
solo en los estadios de fútbol donde está totalmente permitida. Estos cambios
pueden verse reflejados o impuestos por los medios masivos de comunicación.
Los cambios sociales respecto a las pautas de comportamiento permiten su uso
polivalente.
Los insultos son parte de la lengua, del vocabulario, y esta al ser
viva, cambiante, los ha adoptado como parte del lenguaje normal en muchas
situaciones.
Valores, autorización y reafirmación del discurso dominante
A través del lenguaje se reproducen y reafirman los valores
preponderantes en una sociedad. El discurso dominante es autorizado.
El insulto es una herramienta eficiente para cumplir con esa función del
lenguaje. A través de los insultos se expresa explícitamente las acciones o
áreas sancionadas en nuestra sociedad.
La agresión, que es el fin del insulto, pasa por señalar en el insultado
algo que está socialmente penalizado. El individuo insultado es encerrado
en una categoría negativa.
Si bien el discurso predominante en nuestra sociedad refiere a la
tolerancia y a la aceptación de todos, los prejuicios y valores discriminatorios
siguen siendo la raíz de los insultos.
Hemos consultado a los insultantes sobre el uso de insultos racistas u
homofóbicos y todas las veces ha sido justificado como un acto irracional,
que realmente no tiene el sentido que manifiesta, e incluso los emisores no
se consideran a sí mismos racistas u homofóbicos. Sobre todo esta aclaración
es recalcada para el caso del racismo. Pero todos los indicadores, así como
el discurso dominante, siguen posicionando a los afrodescendientes en los
lugares más bajos de la sociedad como ser asociándolos a los delincuentes, a
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un animal «negro mono», a individuos con falta de sentido común «es cosa
de negro» o con deficiencia mental.
También las diferencias de género son reflejadas en nuestra estructura
social. Los hombres continúan ocupando más puestos estratégicos que las
mujeres como ser en la política, y percibiendo salarios más altos para una
misma tarea y responsabilidad. Por otra parte, la violencia doméstica hacia
la mujer ha llegado a niveles más que preocupantes con un promedio de 30,5
asesinatos anuales para el período 2004-2010 según el Centro de Archivos
y Acceso a la Información Pública y la Red Uruguaya contra la violencia
doméstica y sexual.
Podemos afirmar que valores racistas y machistas han sido parte de
los valores de la sociedad uruguaya y sus ecos son visibles en el lenguaje y
particularmente en los insultos. Lo latente se hace manifiesto a través del insulto.
Dejamos planteada para investigaciones futuras la hipótesis de que
dichos valores expresados mediante insultos aún están presentes en grandes
sectores de nuestra sociedad y no son solo ecos de valores pasados.
Un insulto está construido arbitrariamente. Denota un objeto que la
sociedad rechaza, penaliza, estigmatiza, etc. Las mujeres, los homosexuales,
los afrodescendientes, los pobres, los inválidos pertenecen a categorías de
individuos que jerárquicamente, de acuerdo con los valores de la sociedad,
son posicionados en niveles inferiores. Utilizar insultos que descalifican a
estos individuos es una forma de autorizar el discurso dominante, es dejar
en evidencia que estos individuos son considerados inferiores o negativos.
Utilizar insultos como: puto: chupa pija; negro enfermo; muerto de
hambre; etc. para herir a un jugador o juez son formas de demostrar que para
el individuo que emite el insulto estar dentro de esa categoría es negativo, de
otra forma no lo usaría para ofender. Con el insulto se busca devaluar a la otra
persona y se lo utiliza conociendo su eficacia. Se da una dicotomía devaluaciónsobrevaluación, se utiliza una denominación devaluadora del rival y mediante
la acción se posiciona en las categorías opuestas sobrevalorándose.
Canciones de la barra – El aguante
Antes planteamos que la barra particularmente se manifiesta como
una masa. Su medio de expresión es a través de canciones. Dichas canciones
buscan arengar al cuadro y enfrentarse al rival. El enfrentamiento se realiza
por medio de insultos y amenazas que están explícitos en las canciones.
Últimamente se maneja el término aguante para referirse a las
acciones de las barras. El aguante es un medio simbólico para expresar
violencia, para reafirmar la valentía. Aguantar, es ejercer violencia de hecho
en caso de enfrentamiento, es manifestar un potencial de violencia para que
se haga evidente su valentía.
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Incluso cuando las barras son muy cuestionadas por sus posibles actos
de violencia, sus acciones son legitimadas y festejadas por el resto de los
hinchas que generalmente acompañan sus cantos.
Analizando las canciones de la barra podemos ver que la fórmula
de las canciones parece ser siempre la misma, 1) descalificación del rival:
siempre tratando de señalar que no son valientes = son homosexuales = no
tienen aguante. 2) autoafirmación: reafirmación de su identidad de barras por
oposición al otro que es distinto, tienen aguante = son valientes. 3) exhibición
del capital de violencia.
Como ya señalamos la mayoría de los insultos refieren a la falta de
valentía de los rivales. Los insultos que más se repiten en las canciones son:
puto = homosexual = no valiente y cagón = que tiene miedo = no valiente.
Otro tipo de insulto es el de asociar al rival con la policía que es otro enemigo
de las barras: «botón», «vigilante».
La exhibición de violencia se realiza a través de amenazas de tipo
sexuales. Utilizan simbólicamente la acción de tener relaciones sexuales con
el rival como una demostración de valentía. Siempre dejando claro que el que
aguanta es quien tendría un rol activo en la relación sexual y el rival un rol
pasivo. Incluso se puede observar en los estadios gesticulaciones por parte
de hinchas tanto de la barra como de otras tribunas hacia los rivales que
representa una relación sexual. Reafirmando su posición activa de «macho»
frente al otro que sería inferior y pasivo: mujer u homosexual.
Conclusiones
Como resultado de nuestro trabajo concluimos que la práctica/habitus de
insultar está totalmente aceptada, permitida y es reproducida en todo momento
durante los espectáculos de fútbol de Montevideo de primera división.
Los espectadores insultan tanto para desestresarse (insultar es una
práctica que está penalizada en determinados contextos que viven en sus
vidas cotidianas), como para herir a los rivales, modificar sus estados
anímicos o sus acciones, expresar enojo, reclamar un mejor desempeño de
sus propios jugadores y reclamar al juez por su labor. Todos los usos del
insulto, salvo cuando se utiliza de forma positiva para saludar o señalar
destreza por ejemplo, terminan siendo en última instancia una manifestación
de violencia independientemente de su fin.
No podemos asociar la acción de insultar a una clase social determinada
o un tipo de individuo, más bien podemos decir que dicha acción atraviesa
todo el espectro social. Tampoco podemos asociar un tipo de insulto a un
emisor determinado, la mayoría de los insultos son repetidos por diferentes
individuos en diferentes canchas.
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Existen diferencias respecto a quienes insultan los hinchas de cuadros
chicos e hinchas de cuadros grandes. Los hinchas de cuadros chicos, tanto por la
distancia estrecha que tienen con la institución deportiva y también la distancia
que lo separa de la cancha por la estructura de los estadios donde juegan,
generalmente no insultan a sus propios jugadores. Los hinchas de cuadros
grandes insultan más a sus propios jugadores que a los rivales dado que les
exigen un buen desempeño por jugar en un cuadro grande y se respaldan en el
anonimato que les da la distancia desde la tribuna a la cancha.
Por su parte, la barra se manifiesta en masa a través de las canciones.
Sus objetivos son los de arengar al cuadro y de enfrentamiento aguante con
sus rivales. Para ello construyen sus propias canciones con contenidos donde
se descalifica al rival, se autoafirma su identidad y se exhibe su capital de
violencia. Principalmente los cantos son seguidos o acompañados gran parte
del tiempo por el resto de los hinchas que asisten a los espectáculos de fútbol
legitimando el mensaje y su potencialidad de violencia.
Los actores más insultados en los espectáculos de fútbol son los jueces. El
juez representa el rival de todos los hinchas y su acción es cuestionada y valorada
tanto o más importante que el desempeño de los jugadores en la cancha. En los
estadios de menor porte los jueces son insultados, perseguidos, amenazados desde
una distancia muy estrecha e incluso existen agrupaciones que averiguan sus vidas
privadas para luego humillarlos con insultos e incidir en su estado emocional.
Los jugadores también son el blanco de los insultos y representan otro
rival importante, los más insultados son aquellos con una estrecha relación
con el club rival y también aquellos jugadores considerados por trayectoria
y desempeño como más habilidosos.
Finalmente, los insultos como forma de violencia simbólica trasmiten
y reafirman prejuicios y valores presentes en la sociedad o que estuvieron
presentes en el pasado. Los prejuicios y valores más repetidos en los insultos que
se escuchan en los estadios de fútbol de nuestro país son aquellos relacionados
a la discriminación de los homosexuales y el racismo. También son muy
comunes los insultos que buscan herir el orgullo machista del insultado. En
un mismo insulto pueden ser señaladas varias características descalificadoras,
como ser falta de valentía, homosexualidad y ofensa al orgullo machista del
insultado. También se escucha comúnmente insultos que refieren a prejuicios
clasistas dando cuenta de la fragmentación social existente en nuestra sociedad.
En resumen, los valores normativos generales más importantes a los que
hacen referencia los insultos que se emiten durante los espectáculos de fútbol son:
orgullo, honor, honestidad, virilidad-masculinidad, valentía, persecución del éxito y
discriminación: de raza, género, sexual, discapacitados.
Dejamos planteada la hipótesis que dichos prejuicios: racistas, homofóbicos
y clasistas aún están presentes en nuestra sociedad, no son solo un eco de los
valores y prejuicios del pasado, y funcionan como estructuras estructurantes.
| 164 |
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| 166 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 167 - 178, 2014
ISSN 1688-9800
Reflexiones acerca de la «crisis» arbitral en el fútbol
local argentino1
Lía Ferrero *
Resumen
El fútbol argentino está en «crisis». Así lo aseguran relatos
periodísticos, de programas de televisión y agentes especializados en
deportes. Esa crisis tiene que ver, entre otras cosas, con el regular desempeño
de los equipos en general y de los jugadores en particular y, sobre todo, con el
dudoso desempeño de los árbitros; destacándose un constante y sistemático
cuestionamiento del arbitraje en el fútbol argentino.
Las argumentaciones que sostienen la existencia de esta crisis parten
de situaciones coyunturales específicas en donde las disposiciones de los
cuerpos de jugadores, técnicos, árbitros, dirigentes, etc. están directamente
involucradas. Las discusiones se propagan por espacios televisivos, radiales,
gráficos, cotidianos y virtuales. En estos últimos, se actualizan discusiones
cuyas lógicas constituyen parte del sentido común futbolístico argentino. La
díada éxito-fracaso ubica a los actores en posiciones encontradas, elaborando
teorías para sustentar una u otra.
El objetivo de este artículo es abordar los relatos que se construyen
y ponen en disputa en este período definido como «crítico» del fútbol
argentino, buscando desentrañar algunas de sus lógicas y lugares comunes.
Introducción:
En ocasión del descenso del Club Independiente de Avellaneda en
2013, uno de sus hinchas más célebres publicaba lo siguiente:
Y, sin embargo, no tenemos el menor control sobre lo que sucede con
nuestros equipos en el campo de juego. No depende de nosotros. Porque
son otros los que juegan. Son otros los que ganan y pierden –sobre todo
pierden, claro–. Los hinchas intentamos convencernos de que no es así.
De que las cosas, de algún modo confuso y retorcido, sí tienen que ver
con nuestros actos. De que está en nuestras manos torcer o enderezar
las fuerzas del destino. Y nos cargamos de cábalas, y vamos a la cancha
Este artículo forma parte de una investigación en curso, con lo cual aquí se
esbozan algunas ideas y se plantean muchas preguntas.
*
Licenciada en Antropología (uba), miembro del Centro de Estudios del Deporte
(ced) de la Escuela de Política y Gobierno de la unsam y docente en esa universidad. Es también
docente en las Universidad Nacionales de La Plata, Avellaneda y José C. Paz, Argentina.
1
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convencidos de lo decisivo de nuestro aliento, y nos sentamos en tal
sillón, pero nunca en tal otro, y usamos esta ropa, pero aunque nos
maten, no nos pondríamos jamás aquella otra. Y nos engañamos.
Porque no. No depende de nosotros, más allá de los artilugios de nuestra
ingenuidad. Se me hablará del aliento, de los cantos, de la presión de
la tribuna. Pero: ¿cuál es nuestro aporte concreto? Si se pudiera medir,
pesar, saber. ¿En qué cambiaría si nosotros nos quedásemos en casa? Y
ni hablar cuando efectivamente nos quedamos, porque somos muchos
más los que nos quedamos en casa que los que vamos a la cancha2 .
Julio Frydenberg (2009) establece que ya para los años veinte del siglo
pasado el público argentino no cumple un papel pasivo durante el desarrollo del
espectáculo. Al contrario, estos hinchas, además de encontrarse en la cancha,
se reunían en los bares, paradas o esquinas de los nacientes barrios porteños,
a discutir y opinar sobre sus equipos o de sus adversarios. Lo que el autor
denomina «el hinchismo» fue desalentado por los medios de comunicación de
la época quienes inclusive ya los denominaban como «barras».
Siguiendo la línea de Frydenberg, y al contrario de lo que dice Sacheri,
en este artículo se va a argumentar que los hinchas, aficionados y un conjunto
bastante complejo de actores interesados en opinar sobre fútbol sí hacen e inciden
o pretenden incidir directa o indirectamente en lo que sucede en el campo de
juego y como parte de ese proceso se deslegitima la autoridad y el rol arbitral.
Los errores arbitrales, al igual que los técnicos o de consideración,
entendidos como «activadores o intensificadores dramáticos» son disparadores
de toda una gama contrastante de emociones intensas donde se manifiestan
aspectos constitutivos de los grupos humanos. Ello en la medida en que
entendemos al espectáculo deportivo como un «drama social» donde se ponen
en escena aspectos del ethos y la cosmovisión de un grupo (Bromberger, 2006).
Es ese carácter dramático que tiene el fútbol lo que permite llamar la
atención sobre ciertas relaciones, valores o ideologías que de otro modo no están
lo suficientemente aisladas de la rutina de la vida cotidiana como para tomarlas
en cuenta. El fútbol, al igual que el teatro, la terapia y los espectáculos en general,
permite crear una región separada de la rutina del mundo cotidiano (Da Matta).
El fútbol argentino en crisis:
El fútbol profesional argentino de primera y el ascenso están atravesando
actualmente una crisis. Entre quienes definen el momento actual como crítico
encontramos por un lado a jugadores de fútbol, dirigentes, hinchas, directores
Sacheri, Eduardo, «Cayendo con estilo», en El Gráfico, Junio 2013.http://www.
elgrafico.com.ar/2013/06/09/C-4790-cayendo-con-estilo-un-texto-de-eduardo-sacheri.
php
2
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técnicos, árbitros, periodistas y aficionados en general cuyos clubes o instituciones
de pertenencia se encuentran en una situación liminal; y por otro a quienes
tienen intereses más o menos explícitos en las consecuencias institucionales que
puede traer consigo dicha crisis (cambios en la afa3 por ejemplo).
Las interpretaciones que definen la crisis se despliegan alrededor de
algunos hechos que rodean o están directamente vinculados al fútbol.
La violencia, o su aumento y mutación, es un tema que llena páginas
de periódicos, minutos de aire y el ciberespacio. Se aborda a la violencia
en el fútbol como imposible de definir y entender en la medida en que ya
no sigue los parámetros esperables, léase enfrentamientos entre hinchadas
rivales. En su lugar ganan terreno los enfrentamientos hacia el interior de
las hinchadas. Existe una prolífica literatura sobre este tema4 , por lo que no
es necesario ahondar en ello en este artículo; solo remarcar que la violencia
en el fútbol si bien desde el sentido común siempre fue entendida como
sin lógica, esto se acentúa cuando se multiplican los combates hacia el
interior de las hinchadas. El argumento sobre los dividendos que otorgaría
la pertenencia a una hinchada es mayormente utilizado para explicar estos
enfrentamientos, ubicándolos en el espacio de lo moralmente reprochable,
además de ilegal.
En la historia mítica del fútbol argentino, cinco son los clubes catalogados
como «los grandes del fútbol»: Boca Juniors., Independiente de Avellaneda,
Racing Club, River Plate, y San Lorenzo de Almagro. En la década de los
ochenta del siglo xx, San Lorenzo y Racing, en ese orden, fueron los primeros
en perder la categoría de la primera A del fútbol nacional, por consiguiente
jugaron campeonatos en la siguiente categoría, recuperándose prontamente.
El statu quo se mantuvo durante casi tres décadas hasta que en 2011 River
Plate también atravesó esa frontera. Entre 2011 y 2012 River Plate disputó
el campeonato en la Primera B Nacional, y dos años más tarde lo mismo le
sucedería a Independiente.
Los descensos siguientes de River e Independiente, más la situación de
inestabilidad5 de otros clubes históricos de la primera categoría del fútbol local,
revela una mayor porosidad en las fronteras entre la liga mayor y las demás ligas.
El quiebre de las jerarquías históricas coadyuva a la sensación de inestabilidad
que utilizan algunos agentes para definir la situación actual como crítica.
El paso fugaz de los jugadores de fútbol por los clubes locales, perdidos
a manos de clubes extranjeros que ofrecen mejores salarios y que son vistos
como vehículos del camino al estrellato deportivo y al bienestar económico,
complica la situación de los planteles locales, en la medida en que la continuidad
Asociación del Fútbol Argentino, presidida por Julio Grondona hace casi 4 décadas.
Pablo Alabarces, José Garriga Zucal y María Verónica Moreira (entre otros) han
trabajado en profundidad la relación de la violencia y las hinchadas en el fútbol argentino.
5
Me refiero a su posición comprometida en la tabla de los promedios, lo que en
algunos casos puede llevarlos a descender de categoría.
3
4
| 169 |
y la conformación de los equipos es puesta en jaque constantemente. Si a
ello le sumamos la necesidad del éxito inmediato en los campeonatos que
ante los resultados adversos provocan la rotación y recambio temprano de
los directores técnicos, lleva a preguntar por los proyectos deportivos de los
equipos, creando una imagen de falta de dirección, de barco a la deriva.
La falta de proyecto se manifiesta en la mediocridad en el desempeño
de los equipos y de los jugadores, evaluados de manera individual. A esto hay
que sumarle los constantes rumores que se crean sobre la falta de cohesión
en los equipos, las disputas en los vestuarios, la conformación de subgrupos
con cabecillas que generan quiebres en las lealtades en los equipos; y que en
última instancia van horadando la autoridad de los directores técnicos.
Un tema que ha generado y sigue generando mucha polémica en los
últimos años, es el desempeño de los árbitros. En la historia del fútbol argentino
el desempeño de los árbitros ha estado siempre en la lupa de los aficionados y de
los periodistas, editores, relatores, etc. de fútbol, ubicando muchas veces en su
accionar la responsabilidad de un resultado adverso, o del desencadenamiento
de situaciones fuera de reglamento o directamente violentas6 .
Otro de los temas recurrentes para definir la crisis es el escenario de
corrupción generalizada en el fútbol, donde aparece como principal responsable
el presidente de la afa. Esta situación repercutiría en las situaciones económicas y
políticas irregulares de los clubes, producto de gestiones sobre las que se tiende un
manto de sospecha.
La crisis arbitral
El hito que se toma como bisagra en este artículo, a partir del cual
empezar a preguntarse por esta situación de crisis, es el descenso de River
Plate en junio de 2011 como se mencionara más arriba. De los cinco grandes,
River, Boca Juniors e Independiente eran hasta ese entonces y desde el
inicio de la era profesional (1931), los únicos tres clubes del fútbol local
argentino que podían esgrimir nunca haber sufrido tal «deshonor» (habiendo
participado de todas las temporadas). Ese hito quebró un orden histórico, lo
que abrió un abismo lleno de posibilidades e inestabilidades.
Como se esboza más arriba, la actualidad del arbitraje local no es
entendida como crítica por quienes se encuentran en una situación claramente
exitosa. En el primer semestre de 2012, cuando el club Boca Juniors disputaba
con buenas posibilidades el campeonato local, la Copa Libertadores y la Copa
Argentina, Juan Román Riquelme7 decía lo siguiente sobre el arbitraje: «El
árbitro nunca tiene nada que ver, si vos jugás bien vas a ganar. Estoy seguro
de que el domingo, con todo lo que se habla, el árbitro va a querer hacer un
Discusiones entre los jugadores, con los Directores Técnicos, reacciones del
público buscando una reparación ante un fallo entendido como errado, etc.
7
Jugador icónico de Boca Juniors.
6
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buen partido»8 . De todos modos, son partícipes necesarios de la crisis ya que
su buen pasar futbolístico es opacado por la sospecha de quienes denuncian
pactos o simpatías espurios entre árbitros y clubes.
Haciendo un somero recorrido en el tiempo, a lo largo del siglo xx y
lo que va del xxi, el fútbol argentino ha atravesado varias crisis; inclusive
se podría argumentar que la situación de crisis es casi omnipresente, ya que
siempre surgen actores vinculados al espectáculo deportivo interesados en
definir una coyuntura determinada como crítica.
Si uno incursiona en la historia del fútbol argentino, por lo menos
visto desde Buenos Aires, puede encontrar argumentaciones similares desde
principios de siglo xx, cuando el fútbol se populariza y en ese proceso se
separa de los valores ingleses con los que fue practicado por dicha colonia.
El exitismo, el triunfalismo, el honor puesto en el triunfo y el deshonor en
la derrota pasan a conformar el corpus valorativo con el cual los «muchachos»
se apropian del fútbol en la Buenos Aires de la primera década del siglo xx
(Frydenberg, 1997). Del modelo inglés se pasa al modelo basado en la afirmación
de la identidad y el fútbol se convierte en el lugar para demostrar la valentía y
defender el honor.
El fútbol se transformó entonces en un universo simbólico gobernado
por la rivalidad-enemistad, donde primaba la defensa de lo pequeño, de lo
grupal, de lo vecinal, percibiendo lo «otro» como amenazante. La idea de
fair play se aleja de la idea de caballerosidad y aparece un nuevo concepto
de honor no vinculado a aquel, sino ligado al triunfo (Frydenberg, 1997). En
la primera década del siglo xx ya aparecen en el periódico La Argentina, que
le dedica un espacio al fútbol aficionado, acusaciones entre los clubes que
persiguen modificar en el papel un resultado adverso en la cancha.
El reconocimiento de esos valores, de la relevancia que toma el éxito como
diacrítico del honor, nos puede ayudar a entender la insistencia en el escrutinio
del desarrollo arbitral como parte de una estrategia de parte de los hinchas o
aficionados, para torcer favorablemente el destino del club de pertenencia.
Fútbol, creencia y realidad
Siguiendo la línea argumental planteada en los primeros párrafos,
en esta sección ilustraremos a partir de un caso concreto de qué manera los
errores arbitrales se transforman en activadores de una gran gama de sentidos.
Promediando 2011, y a partir de la posibilidad del descenso de categoría
para River, sus hinchas –entre otros– estaban (y están) convencidos, creían (y
creen) en9 un complot organizado en su contra por el presidente de la afa en
confabulación con algunos árbitros, en pos de ocasionarle la deshonra al club.
Sostenían que en el partido que jugaron con el club Belgrano de Córdoba, el
En http://www.ole.com.ar/boca-juniors/futbol/mejor-pais_0_717528590.html
De Ípola incluye en la «creencia» tanto a la certeza como a la duda. «Creer en»
está más relacionado con la fe; en cambio «creer que» da lugar a la duda.
8
9
| 171 |
árbitro con sus decisiones incidió negativamente para ellos en el resultado
y por lo tanto selló el destino del club Millonario. Ante la intolerancia al
fracaso10 la responsabilidad se ubicó por fuera de sus protagonistas directos.
Pero la creencia en el complot es previa al último partido definitorio.
Durante todo el campeonato y en la medida en que las posibilidades de descender
de River aparecían como reales, la teoría del complot fue haciéndose cada vez
más fuerte. Los aficionados pasaron de profesar, identificarse y militar por su
«creencia», a armar un corpus argumentativo apoyado en datos de la realidad.
El argumento que daba cuenta del complot se anclaba en la deslegitimación
del accionar de los árbitros. Las maneras más habituales de hacerlo fueron:
ubicarlos dentro de una red conspirativa formando parte de una asociación ilícita
que podía incluir o no a dirigentes de la afa que confabulaban en contra de su
club; acusarlos de aceptar sobornos para «inclinar la cancha»11 ; tener vínculos
políticos espurios; ser víctimas de presiones políticas que no les permitían
desarrollar su accionar correctamente y provocar, con sus errores, reacciones
negativas en los hinchas «sanos»12 .
Todos estos argumentos tenían su correlato en un escrutinio pormenorizado
del uso del cuerpo tanto de jugadores como de árbitros y la manera de cómo los árbitros
sancionaban o no esos usos. Se monitoreaban jugadas específicas, faltas cobradas,
faltas ignoradas, resultados de otros partidos, comentarios de dirigentes, árbitros,
etc. Pero por sobre todas las cosas, un argumento aparecía como irrefutable: el en
ese momento presidente de River Plate, Daniel Pasarella, unos meses antes (mayo
2011), se había enfrentado y desafiado públicamente al presidente de la afa. Lo había
acusado de corrupto por lo que le pidió la renuncia. El suplemento «Cancha Llena»
de La Nación decía: «El Gran Capitán lanzó una feroz lucha, atizó el escándalo y se
animó a acusar con crudeza a Don Julio, a la organización. El desenlace de la puja,
nadie puede predecirlo»13 . Este altercado fue público, los medios de comunicación lo
reflejaron y fue allí donde la creencia se afianzó.
Lo que aparecía en principio como un discurso basado en la fe y en la
pertenencia, se transformó en una teoría argumentada a partir de hechos concretos,
que finalmente se vio comprobada cuando efectivamente River descendió, debido
a –según los hinchas– fallas arbitrales y situaciones extra futbolísticas.
Mucho se dijo en ocasión de este hecho histórico. El arbitraje aparecía
en el centro de la escena como responsable por la suerte del club. Las razones
que tenían los jueces para fallar de la manera en que lo hicieron durante ese
campeonato se entendían de maneras diversas, pero el error, la parcialidad
en las decisiones tomadas aparecía como irrefutable14 , transformándose en
En nuestras sociedades el fracaso es inaceptable, por lo tanto la única manera de
lidiar con él es atribuyéndoselo al destino o a la injusticia (Bromberger, 2001).
11
Favorecer con fallos arbitrales a unos por sobre otros.
12
Refiere a hinchas definidos en oposición a los que hacen uso de la violencia.
13
En http://canchallena.lanacion.com.ar/1374154-passarella-le-pidio-la-renuncia-agrondona
14
Los árbitros y sus representantes al ser interrogados ante estas acusaciones,
defendían el accionar arbitral como neutral. En algunos casos reconocieron algunos errores,
pero como parte del «errar humano».
10
| 172 |
un ingrediente fundamental para argumentar la teoría del complot que se
desarrolló en este apartado.
Fútbol, reglas y legitimidad
Yendo específicamente a la cuestión del arbitraje, una de las
características de los deportes modernos es que tienen reglas planetarias
establecidas por organizaciones burocráticas15 , dichas reglas regulan lo
permitido y por ende sancionan lo prohibido. Esas normas regulan, entre
otros, los usos permitidos del cuerpo y definen a los agentes autorizados
de hacerlas cumplir –los árbitros– otorgándoles la potestad de establecer
cuándo el cuerpo está siendo correctamente desplegado en el juego.
La International Football Asociation Board es el órgano encargado
de establecer las reglas del fútbol a nivel mundial. A través de las
Instituciones Nacionales, en el caso de Argentina la afa, estas reglas llegan
a los árbitros.
La aplicación de la ley en el fútbol fundada en la apreciación de los
árbitros es inmediata e irrevocable16 . Los fallos de los árbitros van marcando
de alguna manera el devenir de un encuentro futbolístico. Muchas veces
el mal juicio de los árbitros –los errores de arbitraje– tienen incidencias
directas en el resultado de un partido. ¿Cómo medir la intencionalidad en
una falta? Aquí aparece la interpretación humana como único recurso para
determinar la legalidad o ilegalidad de una conducta.
El error puede definirse como error de los jugadores, en cuyo caso
puede ser técnico (gol en contra, perder la pelota, etc.) o de apreciación (no
poder medir la situación y actuar en consecuencia). Otros tipos de error,
más controvertidos, son los cometidos por los árbitros, que generalmente
son errores de interpretación (Bromberger, 2006). Es precisamente la
interpretación lo que hace vulnerable la autoridad arbitral.
Más allá de lo que el manual indique sobre la autoridad al establecer
un juicio sobre una jugada determinada, hay una gran variedad de voces
que inciden o intentan incidir en esos juicios. Y, considerando que en
última instancia la decisión está en el árbitro, sus decisiones son juzgadas,
interpeladas, aprobadas y desaprobadas por esos «otros», reforzando u
horadando su autoridad.
Estos «actores interesados en opinar» esgrimen explicaciones nativas y
en algunos casos posibles soluciones para reparar la situación actual de crisis
arbitral. Claro que esas explicaciones y soluciones son siempre parciales,
coyunturales, y suelen perseguir como resultado restablecer un equilibrio que se
sospecha perdido y que pone en juego el honor del club de pertenencia.
Tales como fifa, fiba, coi, etc.
En algunas situaciones puntuales se pueden solicitar revisiones, pero esas
situaciones son reducidas al máximo, ya que lo contrario paralizaría el juego.
15
16
| 173 |
También se proponen otros tipos de soluciones, como se mencionara al
inicio de este artículo, pero que tienen una lógica diferente, ya que persiguen
fines de tipo institucionalizados o institucionalizantes, como modificar
enteramente el gobierno de la afa.
Para llegar a esas propuestas, los aficionados realizan un escrutinio
minucioso del desempeño corporal-afectivo de los jugadores y de los árbitros,
estableciendo juicos sobre dichos comportamientos. En ese sentido, desde
espacios que podrían considerarse periféricos (el espacio de lectores de
periódicos, un programa radial, de tv), intentan determinar cuáles serían las
maneras correctas o más bien eficaces de disponer del cuerpo para lograr
objetivos específicos. Vale como ejemplo ilustrativo las propuestas que
realizan lectores de la nota periodística en la que un jugador de Boca reconoce
su error al haber enfrentado al árbitro durante un partido, hecho que provocó
su expulsión.
Boca-Colón: Clemente incendió a Beligoy, que le sacó la roja ante
Colón por protestar y lo dejó out del partido ante Rafaela. «Solo le
dije “Qué te hacés el malo”», contó. Pero aceptó su error: «Ya estoy
grande. Tengo que aprender a callarme y no discutir con los árbitros».
Usuario 1: Clemente andate ya!!!! si no aprendiste a cerrar la boca en
más de 10 años de profesional te tenés que ir....aguante Sanchez miño
Usuario 2: Clemente!!! Deja de boludear , esto es boca !!!!!!! Jugá y
cerrá la boca !!!!!!!
Usuario 3: Ningún jugador es más importante que boca!!!!!!!!!!
Si te cae mal el árbitro, arreglalo afuera de la cancha !!!!17
Se podría hipotetizar que se ejerce una pedagogía corporal18 , en la
que se establece el buen y eficaz comportamiento en el campo de juego.
Esta pedagogía está en constante construcción, valdría la pregunta sobre los
alcances que puede tener como modelo a seguir en los partidos subsiguientes.
Muy probablemente esa pedagogía esté basada en unos modelos ideales del
fútbol que se debería jugar en función de unos objetivos determinados; y muy
probablemente también sea un corpus cambiante, lleno de contradicciones
que se actualizan en función de la coyuntura.
Esta pedagogía está dirigida a jugadores en última instancia, pero
mediada por el accionar arbitral. O sea, en la medida en que discuten el correcto
o incorrecto accionar del árbitro, se está legitimando o no determinadas
disposiciones y actuaciones corporales de los jugadores y a su vez se está
cuestionando la autoridad arbitral, lo que puede llevar en última instancia a
impugnar el juego mismo.
En http://www.ole.com.ar/boca-juniors/futbol/gusta-provocar_0_691731077.html. Abril 2012
Retomando esa idea de Bergel y Palomino, en su artículo sobre la pedagogía
deportiva que ejercía El Gráfico sobre su público lector entre 1919 y 1924.
17
18
| 174 |
En el caso que se cita debajo, la deslegitimación del accionar arbitral
se genera desde el plantel mismo de uno de los equipos involucrados en el
partido.
Quilmes 1-Chacarita 0: En la misma línea, Franco Dolci tomó la
lanza por parte de los players y también atacó a Montero: «Pensé que
estábamos jugando al vóley. Ya va el tercer partido que no nos dan un
penal, antes Boca Unidos e Independiente. Si nos cobran así, no se
puede. El manotazo fue claro». Y es cierto, aunque Rimoldi haya dicho
que le «pegó en el hombro», la realidad es que los de Chaca tenían razón
en quejarse. No sólo en esa, sino también porque el pito debió echar a
Garnier por doble amarilla y repartir un par de tarjetas más. Sí acertó en
el penal a Corvalán, pero enterró al Fune. Ni una mano, che...19
En el siguiente caso lo que los aficionados reclaman al árbitro es la
sanción de determinados usos del cuerpo correctos para el enunciador, como
legales o ilegales. A partir de la evaluación del accionar arbitral y de los
jugadores, en la medida en que se consideran erróneas las decisiones tomadas
por el juez y no se reconoce su autoridad, se persigue deslegitimar el resultado,
o por lo menos colocar la responsabilidad del fracaso fuera del equipo.
Boca-Godoy Cruz: Comentarios de lectores.
Usuario A: siempre pezzotta algo le saca a Boca, o no le cobra un penal,
o deja que lo caguen a patadas a Roman, o nos expulsa uno, o ve un
penal inventado para el rival, siempre todo el peso de la ley contra Boca
y con el resto una simple amarilla con suerte, no nos deja pasar una y
con el rival simplemente «no ve» la jugada, alguien lo tapaba justo en
ese momento, etc, etc, la cuestion que cada vez que dirige pezzota a
Boca pasan cosas raras... yo apenas vi ayer que diirgia pezzotta sabia
que algo iba a salir mal....le vengo prestando atención hace rato....
Usuario B: tiene razón sr. caruso siempre pezota perjudica a boca,
a friztler había q x lo menos amonestarlo se canso de hacer faltas
contra roman y a clemente lo expulso x una protesta es una vergüenza
después dicen q a boca lo ayudan déjense de joder.
Usuario C: Estoy de acuerdo. Fue fuerte, pero fue a la pelota, no a pegar.
Podés cobrar la falta y sacarle amarilla, pero roja, ni a palos. Encima la
vergüenza de hacer patear el tiro libre para terminar el partido con la
pelota en el aire. Sin mencionar la roja que no le sacó al de Godoy Cruz
en la patada esa sin pelota en el área.
Usuario D: por qué no lo rajó a Pavón cuando le hizo gestos a la tribuna?
me acuerdo que a Mouche ya lo rajaron un par de veces por la misma
cosa, creo que contra el rojo y contra Banfield, si me falla la memoria20 .
Hay que tener en cuenta que los juicios sobre el accionar de los
árbitros se hacen en función no solamente del resultado de un partido, sino
19
20
En http://www.ole.com.ar/futbol-ascenso/b-nacional/mano_0_691730939.html. Abril 2012.
Abril 2012.
| 175 |
de las consecuencias que dichos resultados pudieran tener para los clubes
involucrados. Y en función de los riesgos en que puedan encontrarse los clubes,
tanto sus jugadores, dirigentes, hinchas, directores técnicos, periodistas, etc.
maximizan el control sobre el accionar arbitral.
Hay resultados que pueden ser favorables o no, más allá del triunfo. Hay
muchas variables involucradas aquí, si se juega de local o visitante, cómo está
configurado el fixture futuro, en qué lugar de la tabla de promedios se encuentra
el club, etc. Empatar de visitante, cuando el siguiente partido de local es contra
un rival que se considera inferior, puede ser un buen resultado. Los hinchas
hacen todo lo necesario para que el resultado del partido sea el óptimo para
el club de pertenencia; cuando esto no resulta, el árbitro es un buen candidato
donde depositar culpas, ya que se lo hace responsable de la posibilidad de la
pérdida del honor.
Conclusión
Cabe aclarar que en este espacio la pregunta no está planteada en
términos de si en el fútbol local argentino se juega mejor o peor que en otras
épocas o en otras latitudes. Por el contrario, se intentó buscar algunos de los
sentidos que la situación actual del fútbol local argentino entendida como
crítica tiene para algunos de los actores involucrados en ella.
Para ello lo que se argumentó aquí es por un lado que la situación
actual de crisis del fútbol argentino responde a determinados intereses que
constituyen una realidad; y por otro, que esa realidad cuando es definida como
crítica, implica una definición específica sobre la legitimidad del control sobre
los usos del cuerpo por parte de los jugadores que hacen los árbitros, que
trasciende lo legal o ilegal.
La interacción de los agentes del espectáculo deportivo con las normas no
es transparente, sino situacional. En la medida en que la autoridad responsable
de imponer las normas es puesta constantemente bajo sospecha, también lo es la
legalidad del juego mismo, acrecentando aún más la idea de la crisis.
Por ello si consideramos a la autoridad como un valor que se construye
dentro de un contexto y que existe en relación a ese contexto, cabe preguntarse
si el árbitro es efectivamente quien impone las reglas en un partido de fútbol
o si se puede pensar en él como un administrador o mediador para que juego
continúe, inclusive contraviniendo o desoyendo el reglamento si hiciera
falta. También cabe preguntarse por la posibilidad de un reglamento oculto21
que conjuntamente al reglamento oficial provea el abanico de posibilidades
necesarias para que los árbitros puedan negociar su autoridad y ejercer su rol.
21
Oculto en el sentido de no escrito.
| 176 |
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| 180 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 181 - 192, 2014
ISSN 1688-9800
Diarios, fútbol y guerra civil en el Uruguay de la
primera década del siglo xx
Gastón Laborido*
Introducción
La guerra civil que estalló el 1 de enero de 1904 con el levantamiento
de los revolucionarios bajo el mando del caudillo Aparicio Saravia contra el
gobierno de José Batlle y Ordóñez, provocó que la dinámica social de los
habitantes de Uruguay fuese afectada en varios aspectos. De este modo, el
correlato de la guerra civil en el fútbol fue el impedimento de la realización
de partidos por el Campeonato Uruguayo temporada 1904. El campeonato de
fútbol de 1903 fue suspendido cuando restaba jugarse un partido: la final entre
Nacional y Peñarol. La final pendiente fue disputada recién el domingo 28 de
agosto de 1904.
Este artículo se basa en el análisis de artículos periodísticos que tratan
sobre la final entre Nacional y Peñarol temporada 1903. Dichos artículos
fueron publicados en el diario montevideano La Tribuna Popular, durante los
últimos días de agosto de 1904. La intención del autor radica en realizar un
posible abordaje académico sobre el fútbol uruguayo, procurando rescatar un
partido olvidado que fue disputado en una época tan particular para la historia
de nuestro país. De este modo, el trabajo presenta al fútbol como objeto de
estudio, en tanto fenómeno que muy tempranamente se relaciona con las
esferas de la política y la sociedad.
Primeramente se analiza la importancia del fútbol para la prensa
escrita en los albores del siglo xx y las características del lenguaje empleado
en las crónicas para describir este deporte. Luego, se considera la final del
campeonato uruguayo de 1903 a través de La Tribuna Popular, en tanto ya
se concibe al partido entre Nacional y Peñarol como un clásico. Por último,
se aborda las relaciones entre el fútbol como fenómeno que se vincula con
lo social y lo político.
El espacio del fútbol en la prensa
Desde los orígenes del fútbol en nuestro país hasta la primera década
del siglo xx, el novel deporte no era concebido por la prensa como un tema
de interés. Los diarios son una notable fuente, en tanto construyen la opinión
pública de la época. La opinión pública no existe hasta que se hace pública,
esto es, un tema se vuelve de interés cuando todos lo conocen, puesto que
*
Estudiante avanzado del Profesorado de Historia, Instituto de Profesores Artigas.
| 181 |
todos lo pueden leer al mismo tiempo. En este sentido, los diarios nos
permiten reconstruir las principales preocupaciones que seguramente tenían
las sociedades en determinados momentos históricos.
El espacio destinado a acontecimientos vinculados al fútbol en la prensa
uruguaya de la primera década del siglo xx, no tenía ninguna relevancia. En
cambio, el turf era el deporte preferido por los diarios. Durante el período previo
a 1908, los diarios apenas anunciaban fechas de encuentros y alineaciones
de los clubes. Las incipientes crónicas estaban en espacios pocos vistosos,
generalmente en la mitad del periódico y ubicados entre avisos fúnebres o
anuncios de remates de Piria.
Entre 1908 y 1912, la prensa se abre al fútbol y los diarios comenzaron
a reservar espacios cada vez mayores a su actividad (Morales, 1969: 660). En
este sentido, Andrés Morales (2003) señala:
El diario El Día será a su manera el encargado de generar el imaginario
del fútbol uruguayo a través de su página deportiva […]. Este diario,
basándose en la posibilidad de generar una cultura de masas a través
de la prensa escrita (ya que empezaban a hacerse sentir los efectos de
la alfabetización masiva iniciada unas décadas antes), se transformó
en el compañero típico del domingo de los sectores populares. Los
ideales políticos democráticos, la sección para la mujer, el suplemento
dominical y por supuesto la tan esperada por los hombres página
deportiva (aparecida a partir de 1908), fueron los que empezaron a
moldear la opinión pública mayoritaria.
El autor habla de la importancia que la prensa le adjudicó al fútbol, sobre
todo a partir de 1908, colocando a este deporte como tema a difundir, en tanto
El Día concibe al fútbol como un elemento que conforma la identidad nacional.
La construcción del lenguaje futbolero
Las crónicas sobre fútbol en el Uruguay del Novecientos, presentan
particularidades que versan en torno a la forma de escritura y tipologías empleadas
para describir el deporte. Las palabras empleadas para describir el fútbol estaban
en inglés, ya que fueron los ingleses quienes en las últimas décadas del siglo xix
introdujeron el fútbol en el Río de la Plata y en otras partes del mundo, sobre todo
de la mano del ferrocarril, de los intercambios con la marinería y de la acción de
los colegios ingleses. Es así que el fútbol comenzó a formar parte de los juegos de
recreación en la región rioplatense. Al principio, todo era británico, las reglas de
juego, los integrantes de los equipos y los nombres de los equipos (Morales, 2003).
La influencia británica se trasluce en cada una de las crónicas deportivas
y las palabras inglesas poco a poco fueron formando parte de nuestro lenguaje.
| 182 |
Las crónicas solían estar constituidas de la siguiente manera: eran relatos basados
en la lengua española, pero el inglés se intercalaba para hacer entendible ese
relato. Aún en el fútbol de principios de siglo estaba en construcción el lenguaje
específico para describirlo, que luego formará parte de nuestra identidad
nacional. El deporte era llamado football; los equipos eran los teams; la cancha
el field; el partido match; la pelota ball; las posiciones de los jugadores dentro
del campo de juego goal keeper, backs, forwards, halves, centre half, centre
forward; el árbitro referee, y las acciones del partido eran goal, penalty kick,
shot, corner, foul, hands, off side, half.
En la gran mayoría de casos, las palabras en inglés aparecían en cursiva o
entre comillas. Esto da la pauta que escribir sobre fútbol no era fácil, sobre todo
porque no se tenía el lenguaje específico y era necesario recurrir al lenguaje
originario del deporte. Inclusive los nombres de los nacientes equipos también
eran novedosos para la época, por lo que también solían aparecer entre comillas.
La final del campeonato uruguayo 1903 a través de la prensa
En el año 1904, el tema que causaba interés para la prensa escrita era
la guerra civil. Esta situación hacía que los diarios de la época gastaran tinta
en anunciar quiénes habían caído en batalla, solicitudes para la colaboración
con los ejércitos y movimientos de los contingentes bélicos.
La primera década del siglo xx de Uruguay, fue una época signada
por divisiones y confrontaciones políticas que causaron marcas profundas en
la sociedad uruguaya. La guerra civil impidió la realización de partidos de
fútbol por la temporada de 1904 y solamente se jugaron algunos partidos de
carácter amistoso. En cambio, el turf continuó con sus típicas jornadas en el
Hipódromo de Maroñas.
La temporada de fútbol de 1903 fue suspendida cuando restaba jugarse
un partido, el cual definiría quién sería el Campeón Uruguayo. Como se
recordará, los equipos que la disputaron fueron Nacional y Peñarol. Ambos
habían acumulado un total de 22 puntos en toda la temporada, por lo que
deberían jugar un partido final.
Llegado el mes de agosto de 1904, la guerra civil había mermado pero
no culminado. El acontecimiento que traería augurios del fin de la guerra fue
el 1 de setiembre cuando en la batalla de Masoller fue herido de bala Aparicio
Saravia. En agosto, la comisión de la Liga Uruguaya convocó a los clubes de
Nacional y Peñarol para disputar el partido pendiente. Dicho encuentro, fue
acordado a disputarse el domingo 28 de agosto a las 14.30 en el field de la
avenida 19 de Abril, escenario perteneciente al Albion F.C1 . En tanto, el árbitro
fue el argentino Guillermo Jordan.
1
El field 19 de Abril, fue la cancha utilizada por el Albion desde 1899 hasta 1905.
Se considera que fue el primer estadio de fútbol, si se toma en cuenta que el campo de juego
estaba rodeado por tribunas para el público asistente. El campo de juego estaba ubicado en el
barrio Paso Molino, [Prado] en las actuales calles 19 de Abril entre Adolfo Berro e Irigoitía, y
a sus fondos corría el arroyo Miguelete (Prats: 21).
| 183 |
El periódico La Tribuna Popular, fue el único medio de prensa que
le dio importancia al partido final. En El Día apenas se publicó una nota de
unos pocos renglones anunciado el match. Otros, ni siquiera hicieron alusión
al encuentro deportivo.
El viernes 26 de agosto, La Tribuna Popular haciendo referencia al
partido que se jugaría el domingo anunciaba en una de sus líneas:
El triunfo si bien nos inclinamos á creer que corresponderá a Peñarol –
pues que su team está casi tan fuerte como el año anterior–, mientras que
Nacional vá á la lucha con restos del que en Septiembre de 1903 conquistó
el campeonato del Río de la Plata –si este triunfa decimos–, seriamos
los primeros en festejarlo pues constituiría un esfuerzo muy digno de la
muchachada del Club Nacional de Football (26 de agosto de 1904: 8).
La nota estaba firmada por Field, seudónimo que se repetía en casi todas
las crónicas dedicadas al fútbol en este período. En el párrafo seleccionado, se
aprecia que el cronista no espera un resultado positivo a favor de Nacional.
Está apenado por la situación presentada, lo que hace suponer, que se identifica
con el mencionado equipo de fútbol. Agrega que si Nacional logra vencer a
Peñarol, sería el primero en festejarlo. Esta característica se manifiesta en
todas las crónicas de La Tribuna Popular, dando la pauta que los cronistas
eran partidarios de Nacional.
La crónica publicada el viernes 26 de agosto, agregaba que si al día
siguiente fuera posible, darían a conocer las integraciones de los equipos
para disputar el partido. Esto no ocurrió, pero el mismo día del partido, en
una nota firmada por Calas Rutus aparecieron afirmaciones relevantes como:
La resolución de los señores de la Liga, causará sorpresa, en todos los
criterios partidarios de la razón, y poco aboga en su favor el hecho de obligar
al Club Nacional de Football a disputar la copa en condiciones desventajosas,
por falta de elementos irreemplazables (28 de agosto de 1904: 2).
La aseveración de Calas Rutus denota malestar con las autoridades de la
Liga Uruguaya. Quizás Calas Rutus y Field sean la misma persona. De todos
modos, el cronista escribe sobre el partido con la misma mirada que Field. El
principal motivo de su malestar lo expresaba en la siguiente oración:
El cuadro con que el Nacional defenderá la copa, está formado por cuatro
jugadores del 1er. Team y siete del 2do. Es, pues, por demás deficiente, y
cualesquiera que sea el resultado del match, será siempre honroso para
sus miembros (28 de agosto de 1904: 2)
El cronista finalizó la nota, dando a conocer solamente la alineación del
Club Nacional de Football. Al día siguiente del partido, lunes 29, La Tribuna
Popular publicó otra nota, en la cual hay varios aspectos interesantes.
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Primero, es una crónica relativamente extensa en comparación con
sus contemporáneas, ocupando casi una columna y media de la página ocho.
Dicha crónica, está firmada nuevamente por Field y estaba titulada así: «El
campeonato de 1903. Nacional versus Peñarol».
Segundo, en el título mismo no aparece referencia alguna sobre el
resultado del partido. Basta comparar con la prensa escrita de hoy en día y
apreciaremos que el lugar del deporte y especialmente del fútbol ha cambiado.
En las extensas secciones destinadas al fútbol de hoy, lo primero que señalan
tras un partido final es el resultado del partido que por lo general está
acompañado con una fotografía de alguna de las acciones más importantes
que se suscitaron. En los albores del siglo xx la situación era diferente. En el
caso de la final de 1903, simplemente se anunciaron quiénes fueron los equipos
que la disputaron, y el resultado apareció recién en el último párrafo.
Tercero, Field comenzó su crónica con una descarga eufórica:
Venciendo dificultades que se oponían á las proyecciones que
necesariamente patrocina siempre á los encuentros de los clubs
arriba nombrados, y despejando una nebulosa tuvimos oportunidad
el domingo de admirar una vez más al team ganador del Campeonato
del Río de la Plata en la temporada de 1903 y campeón en el torneo de
la Copa Uruguaya de 1902-903 (29 de agosto de 1904: 8).
A Field le interesa destacar la victoria y obtención del campeonato por
parte de Nacional ante Peñarol. El enfrentamiento deportivo entre ambos equipos
ya era valorado por La Tribuna Popular desde la rivalidad y era enmarcado
como un encuentro entre duros rivales: «En el field de la avenida 19 de Abril se
jugará hoy un match entre nuestros dos colosos […]». Además, ese partido tenía
la particularidad que definía el campeón uruguayo de primera división.
Llama la atención en todas las crónicas de La Tribuna Popular, que al
contrincante de Nacional se lo denominaba Peñarol, y que para los cronistas
de ese periódico el partido suponía un enfrentamiento entre dos colosos. Por
alguna razón lo concebían así. Es curioso que ya en 1904 el enfrentamiento
entre ambos equipos sea de tal magnitud, cuando Nacional fue fundado el 14
de mayo de 1899, apenas cinco años atrás. Además, su presencia en la Liga
Uruguaya data de 1901 cuando fue aceptado para competir. Por alguna razón,
la rivalidad entre Nacional y Peñarol que permanece hasta nuestros días, se
fue gestando e impregnó muy rápidamente en los primeros años del siglo xx.
«Nacional» versus «Peñarol»: manifestaciones de una rivalidad
Muchos historiadores, dirigentes y periodistas deportivos han escrito
sobre los orígenes de la rivalidad entre Nacional y Peñarol, valorándola
desde diversos puntos de vista. Para poder arrojar una posible explicación
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a este fenómeno, es necesario comprender las matrices ideológicas con las
cuales fueron fundados ambos equipos.
Algunos autores se han dedicado a analizar el tema a partir de un
esquema basado en la bipolaridad política, social y religiosa fundacional
de nuestro país. Esto supone, que en lo más profundo de los aspectos de los
partidos políticos tradicionales, se gestó esa rivalidad deportiva. Quizás a
partir de este esquema interpretativo, se pueden aproximar a explicaciones
posibles, aunque hay que ser muy cautelosos al respecto.
En un artículo que el historiador Juan Carlos Luzuriaga dedicó a
rastrear la forja de la rivalidad clásica en el Montevideo de principios del
siglo xx, presenta aportes novedosos sobre las matrices fundantes de ambos
clubes. Señala que tanto Peñarol y Nacional tuvieron desde sus comienzos
la hegemonía sobre los demás equipos. Agrega que ambos tuvieron gran
popularidad, sobre todo porque contaron en sus comienzos con un número
de aficionados a ver y practicar el fútbol que superaba a los demás.
Uno de los matices que hace a la rivalidad radica en que:
Tal vez en 1900 fueron los universitarios contra el taller de los ingleses.
Pero en 1903 encarnaban la identidad criolla y gringa. La rivalidad
entre Nacional y Peñarol es una de las constantes del fútbol uruguayo,
prácticamente desde los primeros años del siglo xx en que ambas
instituciones comenzaron a enfrentarse. Así cuando surge Nacional,
de alguna forma lo hace como el primer equipo que por capacidad
deportiva, y fundamentalmente por ser una institución “criolla” en
forma manifiesta, capaz de enfrentarse al equipo de los “empresarios
ingleses”, y todos aquellos inmigrantes rechazados (Luzuriaga, 2005).
Es en esos aspectos identitarios que se debe ahondar para buscar una
posible explicación a la rivalidad, en tanto identidad supone verse a uno mismo
en oposición con los otros. En el caso del equipo de la villa de Peñarol, tuvo
sus orígenes con una identidad asociada a raíces británicas, lo que provocó
su rápido crecimiento de la mano del ferrocarril. Hacer referencia a Peñarol,
suponía identificar al equipo con los talleres ferroviarios de los ingleses. Muy
rápidamente la dinámica cotidiana fue generando, según Luzuriaga, que en 1901
hablar de Peñarol no significaba solo la empresa británica. Agrega que Peñarol
comenzaba lentamente a hacer referencia también a los obreros del ferrocarril,
que varios eran procedentes de Italia.
Los aspectos identitarios del equipo carbonero, generaron que otro
equipo se le opusiera. Ese sería el Club Nacional de Football. Este equipo tuvo
sus orígenes en el seno de la Universidad positivista, de la mano de algunos
hombres con tradición blanca, en un momento particular de nuestra historia y
a fines del siglo xix. Señala Luzuriaga, que al igual de lo sucedido en el caso
de Peñarol, la propia dinámica cotidiana implicó que hablar de Nacional en
1901, no solo aludía a los jóvenes universitarios, puesto que era el cuadro de
los nacionales, situación que lo hacía popular. Por tales motivos, los primeros
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simpatizantes de Nacional y luego los jugadores del tricolor, serían del pobrerío
rural que habían sido desplazados de la campaña a la ciudad y que competían
por trabajo en circunstancias desventajosas con el inmigrante calificado.
En el desarrollo de este análisis se entiende que las causas de la rivalidad
radican en los aspectos identitarios, sobre todo basado en el esquema criollos
versus inmigrantes o equipo de los talleres ferroviarios versus el equipo de
los jóvenes universitarios. Por razones que aún restan ser investigadas, ambos
equipos fueron adquiriendo una popularidad particular que muy rápidamente
les permitieron obtener una adhesión importante de aficionados marcando
la diferencia con los demás equipos. Esa popularidad generó que con apenas
unos pocos años de fundado, el Club Nacional de Football, fue el equipo que
se le opuso a Peñarol. Si bien es cierto que antes que se fundara Nacional otros
equipos habían surgido, por diferentes circunstancias no contaron con la fuerza
ideológica suficiente como para generar la adhesión que tuvo el equipo tricolor.
La rivalidad se manifestaba en espacios concretos de la vida cotidiana: el barrio,
el taller, el saladero o el frigorífico.
Desde esta perspectiva, se entiende el malestar que tenían los cronistas
de La Tribuna Popular. Cualquier enfrentamiento entre ambos clubes suponía
una forja que trascendía lo meramente deportivo. Estaba cargado de aspectos
ideológicos. Además, una de las características del perfil ideológico de ese
medio de prensa era que solían escribir intelectuales vinculados al Partido
Nacional. En este sentido, se puede comprender el enojo de Calas Rutus con
la Liga porque obligó a Nacional a jugar la final en condiciones desventajosas.
En tanto, Field, procura ensalzar la conquista del certamen a partir de la
consagración del título frente al tradicional rival.
Guerra civil y fútbol
El partido disputado entre Nacional y Peñarol el 28 de agosto de 1904
correspondiente a la final de la temporada 1903, se enmarca en una época particular
para nuestro país: la guerra civil. En este apartado se analizan las relaciones entre
el fútbol cómo fenómeno que se vincula con lo social y lo político.
En el artículo publicado en La Tribuna Popular el día del partido,
Calas Rutus insistía en que se obligaba a Nacional a jugar en condiciones
desventajosas por falta de jugadores considerados irremplazables. Ahora
bien, ¿por qué razón el equipo de Nacional se veía diezmado?
La respuesta ante este problema es la siguiente: como todo conflicto
bélico, provoca alteraciones en la dinámica cotidiana de cualquier sociedad
y el fútbol no fue ajeno a ello. En este contexto, la situación anormal que
atravesaba el país, había mermado al equipo tricolor. En cambio, Peñarol no
había tenido que contar con ninguna baja, ya que sus jugadores eran empleados
del ferrocarril y estaban exceptuados del servicio militar.
El plantel de Nacional se veía diezmado, puesto que el gobierno de José
| 187 |
Batlle y Ordóñez aplicó el decreto de reclutamiento forzoso de todos los hombres
menores de cincuenta años para formar filas del ejército con el fin de reprimir
a los insurgentes de la campaña. Dentro de esta categoría, figuraban futbolistas
de Nacional como los hermanos Céspedes –Amílcar, Carlos y Bolívar– (de
familia con raigambre nacionalista), Gaudencio Pigni y Gonzalo Rincón. Los
hermanos Céspedes y Pigni se negaron a combatir a los revolucionarios, aunque
rumores de la época aseguraban que estos futbolistas estaban integrando filas de
Aparicio Saravia. Sí es cierto que decidieron emigrar a la Argentina y optaron
por integrar el equipo de Barracas de la Primera División del fútbol argentino
durante la temporada 1904.
Ante tal situación, La Tribuna Popular anunciaba que el equipo de Nacional
sería muy inferior a su rival y que cualquier resultado sería una actuación honrosa,
ya que se veía obligado a poner en el equipo a varios jugadores de la reserva. En
relación a ello, se puede vislumbrar aunque sea de manera muy vaga, el clima de
guerra civil. Es decir, no se hace referencia de manera explícita a la guerra, pero sí
aparece mediante una descripción concreta sobre los efectos negativos causados en
el plantel de Nacional. Incluso en la nota del 26 de agosto apareció una expresión
que puede tener que ver con la guerra: «Nacional vá á la lucha…».
El problema causado por las bajas en Nacional generaba lamentos en
el cronista Calas Rutus. Enmarcando esto en la rivalidad entre Nacional y
Peñarol, podemos asegurar que un encuentro deportivo entre ambos, suponía
una rivalidad en el plano de lo deportivo pero también en el plano ideológico.
Como se vio en el apartado anterior, muy rápidamente el enfrentamiento
adquirió una carga ideológica importante.
Nacional logró finalmente vencer a Peñarol 3 tantos a 2: la alegría fue
muy grande, sobre todo por la sorpresa del resultado. De todos modos, Nacional
no jugó con el equipo que se preveía durante los días anteriores al partido, sino
que tuvo en la cancha a aquellos futbolistas que estaban en Argentina. Hasta
el domingo 28 de agosto y minutos antes del partido, nadie se imaginaba que
los hermanos Céspedes y Pigni estarían presentes dentro del campo de juego
de la avenida 19 de Abril2 .
Indudablemente surgen ciertas preguntas, por ejemplo, ¿cómo se explica
que cuatro futbolistas que se habían negado a formar parte del ejército y emigrado
a la Argentina, hayan podido disputar el partido final?3 La situación se explica
mediante las gestiones realizadas por Pedro Manini Ríos ante el presidente José
2
El viernes 26 de agosto se preveía la siguiente alineación para Nacional: «Goal– J.
Arrechaedra, backs – C. Carve Urioste y Ernesto Bouton Reyes. 1y2 backs – N. Arímalo, Luis
Carbone, N. Mongay. Forwards – Oscar Ghio, N. Naumus Cuadra, A. Cordero y E. de Castro».
El domingo, se anunció otra alienación: «de goal Bianchi; de backs, E. Bouton Reyes y C. Carve
Urioste, de Halves, Atínralo, Rovegno y Mongay y de fowards, Falco, Cuadra, Rovegno, Cordero
y Castro». Finalmente el equipo que disputó el partido fue el siguiente: «goal, Amilcar Céspedes;
backs, C. Carve Urioste y Ernesto Bouton Reyes; 1y2 backs, Gaudencio Pigni, Arimalo, Mongay;
forwards, Bolívar Céspedes, Cuadra, Carlos Céspedes, Cordero y C. de Castro».
3
Los hermanos Magariños Pittaluga con su particular estilo, refieren a la situación de la
siguiente manera: “¿Cómo habían llegado? ¿Milagro? Nada de milagro. Picardía criolla” (101).
| 188 |
Batlle y Ordóñez. Esas negociaciones lograron conseguir los salvoconductos
necesarios para asegurar la presencia de los hermanos Céspedes y Pigni para la
hora del partido. Cuentan las narraciones de la época, que el domingo 28 de agosto
de 1904, un carro tirado por una yunta de caballos ingresó por el portón de la
cancha del Albion, del cual descendieron estos jugadores. Supuestamente habían
llegado por la mañana y permanecieron en secreto hasta la hora del partido.
Hay que tener en cuenta el hecho de que Pedro Manini Ríos haya iniciado
negociaciones con el fin de conseguir la amnistía para los futbolistas de Nacional.
Manini Ríos, era un político formado en el seno del partido colorado, con una
cercanía personal muy grande a José Batlle y Ordóñez en esa época, y además se
lo suele vincular con el Club Nacional de Football. Esa situación hace suponer,
que algunos hombres de la dirigencia política ya se interesaban por el fútbol.
El diario La Tribuna Popular, por alguna razón le dedica a la final
de fútbol un espacio importante dentro de sus páginas, mostrando que a
determinadas personas les importaba este deporte cuando para la gran mayoría
de la prensa el fútbol no tenía ninguna relevancia4 . A esto debemos agregarle
que la gran mayoría de los periódicos estaban focalizados en noticias sobre
la guerra, incluso el día de la final tenía en su primera página una caricatura
acompañada de la siguiente frase: «buena está la municipalidad». En el correr
de las páginas hay noticias en relación a heridos y fallecidos en la guerra.
El hecho de que se haya escrito sobre la final, nos da la pauta que el fútbol
comenzaba a generar interés. Luzuriaga señala que para los primeros años del
siglo xx, el fútbol se había transformado en un espectáculo de masas y cada vez
aumentaba el número de espectadores, incluso asistían algunas mujeres5 .
Sobre las gestiones de Pedro Manini Ríos, estas son un claro ejemplo
de que en realidad identificar a los equipos de fútbol con partidos políticos se
hace muy difícil, situación que se manifiesta por lo menos desde los primeros
años del siglo xx. Los límites entre ideología deportiva y política son difusos.
De lo contrario, no se explicaría que un hombre como Manini Ríos, vinculado
al Partido Colorado se haya preocupado por hacer las negociaciones pertinentes
para conseguir amnistías a hombres exiliados, y más aún cuando se solía
vincular a los futbolistas de Nacional con el Partido Nacional.
A esto se debe agregar, que el presidente colorado Batlle y Ordóñez
concedió las amnistías, lo que da cuenta que en realidad no se identificaba con
algún equipo de fútbol en particular, de lo contrario no las hubiese concedido,
pues sería una forma de perjudicar al rival. Según J. A. y M. Magariños, el
4
El espectáculo público que causaba mayor interés que el fútbol era el turf. Como
se dijo al comienzo, las competencias hípicas no fueron suspendidas a causa de la guerra
civil. Incluso, el mismo día en el cual se disputó la final, se anunciaba en La Tribuna Popular:
“Pronósticos. El hermoso día de hoy y el interesante programa de las carreras, han de llevar
a Maroñas numerosa concurrencia […]” (28 de agosto de 1904: 4). Al día siguiente publicó
una nueva nota: “Las carreras de ayer. Resultados. Bastante concurrencia asistió á la reunión
hípica de ayer, en la que se corrió el clásico Premio Pedro Piñeyrúa” (29 de agosto de 1904: 4).
5
En el artículo del 28 de agosto, aparece la siguiente frase: «Un grupo de distinguidas
señoritas partidarias de Nacional demuestran en sus caritas la satisfacción por la ventaja de su
favorito».
| 189 |
Presidente autorizó las amnistías porque estaba «deseoso de ofrecer al pueblo
un maravilloso espectáculo deportivo, había perdonado a los escapados y había
garantizado su libertad» (101-102).
Conclusiones
El fútbol en los albores del siglo xx, no tenía ninguna relevancia para
la prensa. Pero los documentos seleccionados permitieron mostrar que por
alguna razón, La Tribuna Popular quiso informar sobre el partido de fútbol
correspondiente a la final de la temporada 1903 entre Nacional y Peñarol.
Esto da la impresión que a determinadas personas sí les interesaba el fútbol
y entendían que era importante escribir sobre él.
Se puede afirmar que por lo menos desde los primeros años del siglo
xx, Nacional y Peñarol fueron adquiriendo una identidad particular y cada
vez más amplia que la originaria. Seguramente la identidad originaria de
cada equipo ya había cambiado y se hace muy difícil poder identificar con
claridad a los equipos de fútbol con sectores sociales. Es dudoso pues, que
en 1900 existieran tantos universitarios y tantos empleados del ferrocarril
como para mantener una rivalidad de tal magnitud. En consecuencia, ambos
equipos fueron adquiriendo una fuerza y adhesión importante a ver y practicar
fútbol en relación a los demás. Nacional y Peñarol crecieron a gran escala y
rápidamente, cualquier partido entre ambos fue valorado desde la rivalidad.
Con apenas pocos años de fundado el equipo tricolor, sus encuentros con
Peñarol se fueron volviendo un clásico.
Además, así como se hace difícil identificar a Nacional y Peñarol con
clases sociales, se hace aún más difícil identificarlos con partidos políticos.
Quizás, en la etapa formativa tuvieron que ver los partidos políticos con las
matrices fundacionales de ambos equipos, pero muy rápidamente Nacional
y Peñarol fueron adquiriendo una popularidad que generaría que personas
de diferentes sectores sociales se fueran identificando con esos equipos. A
esto se debe agregar, que en el plano de lo político, los límites entre partidos
políticos y cuadros de fútbol se fueron confundiendo, en tanto habían
dirigentes políticos blancos y colorados simpatizantes de Nacional o Peñarol.
Ya en los albores del siglo xx, la fuerza de ambos equipos provocaría que
ser del Partido Nacional no suponía ser hincha de Nacional, y ser del Partido
Colorado no suponía ser hincha de Peñarol. El caso de Pedro Manini Ríos
que se analiza en el presente artículo, demuestra que un dirigente colorado
hizo negociaciones para conseguir salvoconductos a jugadores de Nacional
que se los vinculaba con el Partido Nacional y dichos salvoconductos fueron
concedidos por el presidente colorado José Batlle y Ordóñez. Quizás en las
acciones del Presidente, hubo una estrategia para apoyar y estimular al fútbol,
en tanto el batllismo buscaba construir una identidad nacional que unificara y
no dividiera. En dichas aspiraciones, la cultura y los deportes eran concebidos
como manifestaciones del nacionalismo.
| 190 |
Bibliografía
luzuriaga,
Juan Carlos, «La forja de la rivalidad clásica: NacionalPeñarol en el Montevideo del 900», en Lecturas: Educación Física
y Deportes, Revista Digital, Buenos Aires, Año 10, núm.88,
setiembre de 2005. Disponible en http://www.efdeportes.com/
efd88/uruguay.htm
— El football del Novecientos. Orígenes y desarrollo del fútbol
en el Uruguay (1875-1915). Montevideo: Editorial Santillana
(Taurus), 2009.
magariños pittaluga, Juan Antonio y Mateo, Del fútbol heroico.
Montevideo: CIFCSA, 1942.
morales, Andrés, «Fútbol, política y sociedad», en Lecturas:
Educación Física y Deportes, Revista Digital, Buenos Aires,
año 9, núm. 64, setiembre de 2003. Disponible en http://www.
efdeportes.com/efd64/futbol.htm
morales, Franklin, «Literatura y fútbol», en Capítulo Oriental,
núm. 42, Montevideo: Centro Editor de América Latina, 1969.
prats, Luis, Montevideo, la ciudad del fútbol. Historias de barrios,
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Oriental, 2007.
Prensa (ediciones de agosto de 1904)
La Tribuna Popular
| 191 |
Revista Mundo Uruguayo, 17 de julio de 1930
| 192 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 193 - 206, 2014
ISSN 1688-9800
Nacional y Peñarol en el Novecientos: la génesis de la
rivalidad clásica
Juan Carlos Luzuriaga*
Introducción
El enfrentamiento entre Nacional y Peñarol se inició en 1900 en
forma amistosa y a partir de 1901 en The Uruguay Association Football
League. Desde ese momento se constituyó en la rivalidad clásica del fútbol
de Uruguay y la primera de América. La relevancia del tema está dada
además, porque entre ambos tienen el noventa por ciento de los títulos
del fútbol uruguayo y suman ocho copas Libertadores de América y seis
Intercontinentales. El objetivo de este artículo es indagar los orígenes de
esa profunda rivalidad y su consolidación a poco de iniciado el siglo xx,
entre 1900 y 1905, continuando trabajos propios anteriores (Luzuriaga,
2005 y 2009).
Sport y británicos
A partir de los años ochenta del siglo xix en Gran Bretaña, el fútbol se
había convertido en un espectáculo de masas. Miles lo practicaban y muchos
más iban a observar los partidos de la Liga. Por sus características podía ser
practicado por los simples obreros. No era imprescindible la fortaleza física,
algo que sí necesitaba el Football Union (rugby), no requería adquirir botes
y estaba delimitado en el tiempo a diferencia del criquet.
Los clubes llegaron con la inmigración británica al Uruguay a
mediados del siglo xix. El Club es una institución típicamente británica. En
su esencia y origen es un grupo de gentlemen que se reúne con un propósito
común. Puede ser la investigación científica, el placer literario o disfrutar
del sport. Es en ese espíritu que en 1861 nació el Montevideo Cricket
Club (mvcc), entidad que introduciría la práctica del criquet, rugby, fútbol,
ciclismo y tenis. Trece años después, en 1874, surgió en Montevideo Rowing
Club (mvrc) como expresión del remo en la colectividad anglosajona. Los
miembros de estos clubes eran británicos o sus hijos, en su mayoría. En
1888 en el seno de este último apareció en Club Nacional de Regatas como
resultado de las limitaciones que se imponían a los criollos en el Rowing. En
1891 surgieron dos nuevos clubes: Albion Football Club con exalumnos del
*
Licenciado en Historia, (Facultad de Humanidades y Ciencias de la EducaciónUDELAR). Coordinador del Grupo de Estudios de Fútbol del Uruguay (grefu), Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación.
| 193 |
English High School y el Central Uruguay Railway Cricket Club (curcc) con
funcionarios de la empresa del ferrocarril.
El curcc al poco tiempo incorporó el fútbol y junto con Albion se
integraron a las diferentes competencias que ya mantenían el Cricket y
el Rowing. Sin embargo estos dos últimos se alejaron del fútbol por el
año 1895. Desde ese momento la práctica de este deporte fue llevada
adelante por el club del ferrocarril y Albion. Los criollos lo acompañarían
paulatinamente.
Los nuevos aficionados
Existe una visión algo romántica que adjudica un papel relevante en la
difusión del fútbol por parte de los marinos y clubes británicos. Lo cierto es que
fueron fundamentales los jóvenes estudiantes y los trabajadores del ferrocarril
quienes a fines de la década comenzaron a practicarlo con frecuencia.
Los jóvenes montevideanos observaron al principio el juego de los
ingleses con burla pero al poco tiempo surgió el deseo de imitarlos. Algunos
en el campo de juego que el Ferrocarril Central tenía en Peñarol, otros
en Punta Carretas donde jugaban los segundos. A fines de siglo hay unos
ochenta clubes de fútbol mencionados en la prensa (Buzzetti y Gutiérrez
Cortinas: 90)1 . Desde 1896 la sucesión de equipos con nombres criollos iba
pautando la aspiración de contar con uno netamente nacional. Finalmente
sucedió un proceso de unión de varios equipos. La fusión del Montevideo
con el Uruguay Athletic de la Unión sería el paso inicial en la formación
del Club Nacional de Football, el 14 de mayo de 1899. Posteriormente se
sumaron los clubes Artigas, Defensa y Universitario y además se obtuvo un
campo de juego en el denominado Parque Central de la empresa tranviaria
que recorría la avenida 8 de Octubre.
En marzo de 1900 a instancias de Albion se creó The Uruguay Association
Football League y su campeonato. Lo acompañaron, el curcc, Uruguay
Athletic y el Deutscher Fussball Klub. Nacional solicitó ser admitido en la
League pero fue rechazado por entender que no tenía el nivel de competencia
mínimo2 . El campeón fue el club de villa Peñarol y segundo Albion. Creada la
League, inmediatamente comenzó a participar en campeonatos organizados
por la asociación argentina. Era la Copa Competencia3 .
1
Entre otros mencionan: Victoria, Oriental, Platense, Defensa, Montevideo,
River Plate, Saturno, Libertad, Infantes, Progreso, Pocitos, London, Helios, Júpiter, Titán,
Rincón, Sea Rovers, Thames, Guadalupe, Británico, Yatay, Chaná, Tabaré, Fénix, Intrépido,
Curiales, Rivadavia, Obrero, Manchester, Bremen y Arsenal.
2
Muchos británicos y algunos criollos consideraban que los orientales no
«comprendían» cabalmente el sentido del deporte.
3
Era también conocida como Copa Argentina o Copa Chevallier-Boutell. Debía ser
| 194 |
El 15 de julio de 1900 en el Parque Central se disputó un partido
amistoso de los que en el correr del siglo xx se convertirían en «clásicos». El
triunfo correspondió al curcc, pero la crónica de El Siglo destaca como una
agradable novedad el desempeño del equipo de los «uruguayos»:
Conocíamos la excelente combinación que posee el Club Nacional
[…] y no vacilamos en pronosticar, si no un triunfo de los uruguayos,
que sería mucho pedir, una derrota honrosa que sería difícil de
infligir […] [quienes fueron] arrancando estruendosos aplausos de la
concurrencia que asistió al partido (El Siglo, 16 de julio de 1900).
Para que surgiera la rivalidad clásica el fútbol debía impregnar a los
sectores populares. Primero fueron curiosos espectadores; luego se hizo
costumbre verlo y algunos empezaron a jugarlo. Los primeros hinchas fueron
los consuetudinarios espectadores que a su vez eran jugadores ocasionales de
fútbol. Posiblemente la primera hinchada surgió semana a semana entre los
vecinos del curcc que alentaban a su club contra los marineros británicos y
particularmente contra Albion; aquellos antiguos estudiantes de clase media
y alta que habían formado un club de fútbol siguiendo la costumbre de los
exalumnos de los colegios británicos.
La primera masa crítica la logró el curcc alrededor de 1896 y 1897,
con una consistencia que podemos estimar en unas cien personas entre
aficionados y jugadores, y quinientos espectadores (Luzuriaga, 2009: 80).
Estos primeros espectadores eran los quinientos empleados del ferrocarril
que trabajaban en villa Peñarol, lo que le permitió empezar a ser hegemónico
en un deporte aún restringido. Esta fuente de reclutamiento de adeptos,
que contaba además con el visto bueno, al menos en ese momento de la
empresa, cimentó la popularidad y el crecimiento deportivo del equipo
del Ferrocarril. En 1899 animó el protocampeonato organizado de común
acuerdo con los otros clubes de la elite. Por otro lado los jóvenes estudiantes
acicateados por fuertes sentimientos nacionalistas se sintieron atraídos por
Nacional y constituyeron la cantera inicial de simpatizantes y jugadores, que
podemos estimar, analizando a la juventud universitaria de la época, en unos
quinientos a seiscientos universitarios y unos cuatrocientos secundarios4 . Al
principio sus adeptos eran estudiantes pero al poco tiempo se nutrieron de
los sectores populares criollos convocados por los «colores de la patria».
El 12 de mayo de 1901, aceptado ya Nacional en la League, ambos
equipos se enfrentaron por la Copa Uruguaya y la Competencia a la vez. El
comentario de la prensa revela el surgimiento de la rivalidad; habla de enojos,
disputada por los dos primeros equipos de Buenos Aires, uno de Rosario de Santa Fe y otro
de Montevideo. Habría series en cada ciudad, semifinales en Montevideo y Rosario y final
en Buenos Aires.
4
La Enseñanza Secundaria de la época dependía de la Universidad de la República.
| 195 |
discusiones, golpes y de intervención de la fuerza pública (El Día, 12 de mayo
de 1901). Esto nos señala que los players y fundamentalmente los parciales no
pertenecían a las elites. El campeonato fue nuevamente para el curcc
En mayo del año siguiente –1902–, ante cinco mil personas en el
Parque Central, por la Copa Uruguaya, Nacional venció por primera vez al
curcc. Ya para entonces el fútbol se había transformado en un espectáculo
de masas. Los dos tantos del equipo criollo fueron convertidos por Bolívar
Céspedes y el descuento por Juan Pena. En agosto, por la Copa Competencia,
hubo en la cancha de Albion en el Prado un match con gran concurrencia,
unas seis mil personas (El Día, 4 de agosto de 1902).
No era un partido común. El Día señaló que había sido «un partido de
vida o muerte […] por la rivalidad y preponderancia de los dos primeros clubs
de Montevideo» (Ídem). El triunfo en esta ocasión fue para los aurinegros.
Pocos días después se enfrentaron nuevamente, esta vez por la Copa
Uruguaya. Era la revancha del partido perdido por el equipo del ferrocarril
en mayo en el Parque Central. Se disputó en villa Peñarol y fue presenciado
por unos cinco mil espectadores. Nuevamente El Día se refirió al encuentro
y las pasiones que desataba:
Ayer de tarde se verificó […] gran match por la Copa Uruguaya entre
los dos grandes rivales de siempre, “Peñarol” y “Nacional”. Desde
la una de la tarde los expresos que la empresa ferrocarrilera había
puesto a disposición de los concurrentes de Montevideo se llenaron,
atestados por esa juventud entusiasta de todos los partidos […] el
campo del “Peñarol” estaba completo (Álvarez: 61).
El regreso de Nacional a la Estación Central fue apoteósico; lo
recibieron unos dos mil simpatizantes (Magariños Pittaluga: 84). Había
ganado el campeonato e impedido que el equipo del ferrocarril obtuviera
la Copa Uruguaya en propiedad. El triunfo fue festejado con una cena para
ochocientos seguidores en la Rotisserie Solís.
Este hecho revela que la popularización del fútbol, como espectáculo
y competencia, había empezado por el público. Si los jugadores eran
gentlemen y obreros de los talleres británicos o estudiantes universitarios, a
los lados del campo de juego se ubicaban aficionados de todos los sectores
sociales (Magariños Pitalluga: 122-123).
La Copa de 1903 prolongó su definición hasta 1904 y la obtuvo
nuevamente Nacional. Para el campeonato de 1905 las tornas se habían
invertido y el club del ferrocarril debía impedir la obtención del tercer
campeonato seguido por parte de Nacional que significaría la copa en
propiedad. Como club de una empresa, lo resolvió con lógica comercial. Les
ofreció trabajo a varios jugadores de Nacional campeones en 1902 y 1903.
| 196 |
Este hecho aumentó naturalmente la rivalidad y el campeonato fue para los
aurinegros.
En momentos en que para muchos el sport era de caballeros y jugaban
por el deporte mismo, el hecho demostró que no todos los players del curcc
lo eran. Estaban viendo la realidad que desde hacía décadas los ingleses
conocían. Muchos aficionados provenientes de los sectores populares,
buenos en su juego, imperceptiblemente al comienzo y después en forma
notoria pasaban a un profesionalismo o semi-profesionalismo encubierto.
El hincha es aquel aficionado que más que apreciar el espectáculo se
involucra en un resultado favorable a su cuadro y lo sigue devotamente, con un
sentimiento casi religioso. Para el hincha el partido comienza mucho antes de
la hora y sus consecuencias son sentidas hasta mucho después5 . Los primeros
hinchas, surgidos entre 1900 y 1905, eran en realidad jóvenes aficionados, la
mayoría entre doce y veinte años, que practicaban el fútbol el fin de semana
con sus amigos o vecinos. Ese mismo fin de semana lo empleaban para ir a
observar a quienes más se destacaban en el sport. Constituyeron el grueso del
núcleo duro de los partidarios de cada club. Muchos de ellos pertenecían a los
sectores más desposeídos de la sociedad, por lo que el partido de fútbol era el
gran acontecimiento de una existencia poco excitante. Desde que se dirigía al
campo de juego el hincha observaba que no estaba solo; eran cientos los que
participaban del mismo sentimiento por su equipo (Elías y Dunning: 74-75).
En la multitud o tras ella, era capaz de decir, gritar e incluso hacer con otros lo
que casi con seguridad no haría individualmente. Los aplausos y sonrisas, las
banderas y exhortaciones –tal vez en algún momento también sus prendas y su
apariencia– lo identificaban y le permitían reconocerse en los otros.
Interpretaciones de la rivalidad clásica
En 1965 José Luis Buzzetti y Eduardo Gutiérrez Cortinas interpretaron
la rivalidad entre Peñarol y Nacional como una prolongación de la que existía
entre el Rowing y el Cricket y las instituciones que agrupan. El Albion y el
English High Scholl el primero, el curcc y el British School el segundo (6976).
Sintetizaron su opinión en el subtítulo «El germen de dos divisas».
Manifiestan que «El espíritu de rivalidad está en el carácter trascendente del
criollo»; para señalar que Peñarol no era británico y se convirtió rápidamente
en un club criollo y como tal «ya está el germen de dos divisas […] que no
5
El término hincha tiene su origen en un talabartero simpatizante del Club Nacional
de Football que tenía la tarea de inflar los balones. Se cuenta que mientras lo hacía alentaba
incansablemente a su equipo. De Montevideo el vocablo pasó a Buenos Aires y de allí se
popularizó incluso entre los aficionados españoles.
| 197 |
harán más que ahondar su rivalidad deportiva a través de los años» (76). La
visión entonces es que la rivalidad de caballeros de los clubes británicos se
convirtió en una rivalidad de criollos.
Es Franklin Morales quien ha elaborado más profundamente la
hipótesis de una bipolaridad futbolística directamente vinculada a blancos
y colorados, los partidos históricos uruguayos: «Aquel juego […] sería con
el correr del tiempo y a su manera, una alegoría, una metáfora de nuestras
guerras civiles» (Morales: 57-58).
Redondea su opinión con estos conceptos, vincula al club de
Peñarol con el batllismo: «Batlle y el batllismo, el curcc o Peñarol fueron
pues contemporáneos. Su fundación y expansión son paralelos y habrían
de desarrollar una suerte de simbiosis y sinergias» (125). Paralelamente
interpreta el surgimiento del equipo rival:
La tendencia criolla que diera vida a Nacional, “el rescate del deporte
en manos de los ingleses de Peñarol” coincidía con la consigna del
fundador del “Partido Blanco” general Manuel Oribe, cuando sitió
Montevideo. Sería en la Universidad o no sería (180).
Nuevas miradas sobre la rivalidad clásica
El curcc y Nacional generaron una rivalidad que prácticamente ha
excluido a otras entidades. Ya en 1902 un medio de prensa habló de «los
rivales de siempre» y en 1908 un periodista se refirió a estos dos conjuntos
como los «irreconciliables adversarios de todas las épocas»; sin embargo,
ambas instituciones llevaban pocos años midiéndose en los campos de fútbol.
En esta ponencia expresamos que encarnaban corrientes y visiones opuestas
en la sociedad, fundamentalmente urbana, que al menos se retrotraían a
algunas décadas.
Las interpretaciones tanto de Buzzetti y Gutiérrez Cortinas como de
Morales pueden ser parte de la explicación, pero nos parecen completamente
secundarias. En cuanto a la primera, las rivalidades entre el Cricket, el
Rowing, el Albion y el curcc parecen más bien personales. Además, algunos
sportsmen participaban en varios clubes y varias disciplinas, como es el
caso de William Poole, Carlos Sturzenegger o Henry Stanley Bowles, que
estaban en todos y en todas. Por otra parte, dados los clubes involucrados, es
claro que se trataba de rivalidades de gentlemen. Finalmente, digamos que
la competencia de dos clubes en una misma ciudad no es un patrimonio de
los montevideanos o de los criollos, es algo que se vive en todo el mundo.
La interpretación de Franklin Morales parece sobredimensionar los factores
políticos como explicación de las corrientes que dieron origen a Nacional y
| 198 |
al equipo de Peñarol. Por otra parte Nacional en sus orígenes estaba formado
por varios estudiantes colorados que harían carrera política en ese partido,
como Pedro Manini Rios y Atilio Narancio. Además creemos que para los
contemporáneos, que en mayor o menor grado tenían de primera mano
conocimiento de los desastres que acarreaban la guerra y los avatares bélicos,
es difícil que confundieran un juego con los sangrientos enfrentamientos
entre blancos y colorados…
Aunque el fútbol representa en muchos sentidos un enfrentamiento
ritual que sustituye a los armados no necesariamente los clubes representan
a partidos políticos.
Creemos que el rápido éxito de Nacional y Peñarol en el favor del
público a inicios del siglo xx radica más bien en que ambos encarnaban
sentimientos y visiones de larga duración en la sociedad uruguaya, junto con
una gran paridad deportiva que estimuló aun más la rivalidad.
Criollos e inmigrantes
La Guerra Grande (1839-1851) dio sustento a las dos corrientes
políticas que disputarían el Uruguay del siglo xix, blancos y colorados.
Los colorados representaban a los sectores más liberales y más proclives
a la inmigración y la presencia económica extranjera; los blancos, a los
sectores más conservadores y enraizados en el elemento criollo (Barrán, 8).
Junto con el apoyo de las escuadras y marinerías europeas, los inmigrantes
fueron decisivos en el ejército de la Defensa. Dice el historiador José Pedro
Barrán: «Desde este ángulo, sin duda parcial pero exacto en la medida en
que se valore sin exagerarlo, la Guerra Grande fue también una lucha entre
inmigrantes y orientales» (Barrán: 11).
El aluvión de inmigrantes que en menos de diez años duplicó la
población de Montevideo inclinó decisivamente el fiel de la balanza hacia
una «sociedad trasplantada», según la acertada expresión de Darcy Ribeiro
(104).
El rechazo a los extranjeros y Nacional
Lo que se ha denominado «mentalidad criolla tradicional» (Rodríguez
Villamil: 44), involucraba mayoritariamente a los sectores populares nacidos
en el país. El medio rural era su referente. Los inmigrantes provocaban una
repulsa en los hombres y mujeres de mentalidad criolla. A veces eso se
manifestaba claramente y a veces se deslizaba de formas más sutiles. El criollo
se veía desplazado de su mundo, que era ocupado por extraños, con otras
| 199 |
lenguas y otras costumbres. Incluso ese extranjero competía por su trabajo
y a veces lo reemplazaba. La rivalidad entre inmigrantes y criollos se movía
en dimensiones ideológicas, pero también en el campo de lo emocional, lo
subjetivo (Rodríguez Villamil: 44 y Oddone: 115). A menudo se expresaba
en riñas e incluso en muertes (Rodríguez Villamil: 47). Nacional, el club
criollo por antonomasia, nació por la acumulación de agrupaciones de jóvenes
estudiantes y sportsmen de los sectores medios y altos, quienes generaron
la masa de adherentes necesaria para su desarrollo más rápidamente que en
las demás instituciones. Su nombre es todo un símbolo, y Nacional combinó
varios conjuntos de jugadores orientales dispuestos a desafiar a los jóvenes
anglosajones, o a lo que ellos representaban, en su propio terreno. Confrontar
con el modelo anglosajón de vida y de logros era un reto que la intelectualidad
juvenil criolla ponía en el tapete. La obra de José Enrique Rodó evidencia
que este era un tema de debate para la intelectualidad de la época. En ese
marco y en otra escala sociocultural, la de la mayoría de los aficionados, la
confrontación puede haber sido para muchos una respuesta inconsciente a la
prepotencia de los patronos extranjeros o de sus empresas, como podían ser
los peones de los tranvías de caballitos con el ferrocarril. Nacional permitía
que se identificaran con él los criollos pobres, muchos de ellos desplazados del
latifundio, en contraposición con los extranjeros enriquecidos.
El curcc había sido el primer campeón, en 1900, y repitió el triunfo en
1901. Así, Nacional apareció como el equipo que, por capacidad deportiva y
fundamentalmente por ser una institución «criolla», era capaz de enfrentarse
al team de los «empresarios ingleses» y todos aquellos inmigrantes a los que
se rechazaba.
El club del Ferrocarril y la antipatía hacia los criollos
En 1892 el club de villa Peñarol comenzó a jugar fútbol. Si bien
durante algunos años estuvo circunscripto a los ámbitos gerenciales y de
jefatura, donde predominaban los británicos, poco a poco se extendió su
práctica a técnicos y a los obreros. La mayoría de estos últimos no eran
británicos. Eran criollos o inmigrantes de origen italiano.
Toda la infraestructura y el soporte institucional favorecían al conjunto
aurinegro y sus logros deportivos. En sus inicios el club era un emblema
de la empresa, pero al poco tiempo también representó a una villa obrera,
alejada de Montevideo y con fuerte identidad propia. En 1895 contaba con
unos 1282 pobladores y seguía creciendo (imm-claeh: 58). El curcc además
identificaba a sus obreros y empleados, algunos de los cuales trabajaban
fuera de Peñarol, en otras estaciones y dependencias, de modo que el club de
la empresa empezó a transformarse en el de los compañeros.
| 200 |
Las comunidades extranjeras, si bien se vincularon con los
criollos, también practicaron conductas endogámicas que favorecieron
la reproducción más o menos pura de sus hábitos y pautas culturales.
El arribo de familias completas, el continuo goteo de inmigrantes
de diferentes comarcas europeas, particularmente las periféricas –
napolitanos, piamonteses, gallegos, vascos, canarios–, dieron consistencia
a esa corriente que se renovaba de año en año. Su número era importante, y
en algunos barrios de la capital igualaba o incluso superaba a la población
local. A la hostilidad de algunos criollos los emigrantes respondieron de la
misma forma. Hacían gala de su nacionalidad. Esto era aún más marcado
en las colectividades alemana y británica.
Mientras tanto, en otros barrios de Montevideo, los inmigrantes y
sus hijos se incorporaban a los sectores más dinámicos de la sociedad, el
comercio y las fábricas. Muchas veces se sentían rechazados, y a su vez
rechazaban a los criollos y particularmente a sus elementos aristocráticos,
a los que no entendían y veían como indolentes y vagos. El curcc, que no
era criollo y contaba con obreros en sus filas, podía representarlos. El player
aurinegro era visto como un par, un igual que se destacaba en una actividad
reconocida por todos.
Una rivalidad deportiva
Clave fundamental para entender esta rivalidad fue la enorme
paridad deportiva en los años de surgimiento del fútbol como deporte y
espectáculo de masas al mismo tiempo. La tensión de un resultado incierto,
la disputa del campeonato prácticamente solo entre ambos clubes entre
1901 y 1905, fueron elementos fundamentales en la forja de la rivalidad
clásica (Luzuriaga, 2009: 115). La superioridad del curcc y Nacional
sobre los otros equipos era tan marcada que el resultado era previsible,
por lo que sus encuentros no generaban tensión ni expectativa. Otra era
la situación cuando se enfrentaban entre sí, como lo muestran algunos
resultados entre 1901 y 1905. Ambos equipos ganaron dos campeonatos
cada uno: 1901 y 1905 el curcc; 1902 y 1903 Nacional (recuérdese que el
de 1904 no se disputó debido a la guerra civil). En los campeonatos que
no ganaron salieron segundos. Nacional, por ejemplo, registró treinta y
una victorias y cuatro empates (el primero con el Albion el resto con el
curcc); solo recibió tres derrotas, todas frente al curcc, al que le ganó
dos veces. En goles, tuvo noventa y tres a favor y veintiuno en contra.
El elenco aurinegro en los mismos campeonatos obtuvo treinta y tres
triunfos, tres empates y dos derrotas. En los tanteadores fue más eficaz:
convirtió ciento treinta y siete goles y le hicieron catorce. Sufrió una
| 201 |
tercera derrota por la Copa Uruguaya frente al team albo en la final de
1903.
En ese período se jugaron diecinueve partidos entre los dos grandes
rivales. En la Copa Competencia fueron tres victorias del club del Ferrocarril
(una de ellas disputada en paralelo a la Copa Uruguaya) y una de Nacional.
En los amistosos y la Copa de Honor la superioridad del equipo de Peñarol
fue notoria, con cinco partidos a favor, un empate y uno en contra. No
obstante, en el campeonato más importante, la Copa Uruguaya, la paridad
fue absoluta. Los nueve encuentros concluyeron en tres victorias para cada
uno y tres empates.
Comunidades imaginadas: Nacional y el Club del Ferrocarril
La rivalidad entre dos equipos de una misma ciudad no es patrimonio
de Montevideo ni del Uruguay. Se repite en Milán, en Glasgow, en Porto
Alegre, por citar solo tres casos muy conocidos. Puede surgir por la disputa
de las preferencias en un mismo barrio, como ocurrió con Boca Juniors
y River Plate en las cercanías del Riachuelo y eventualmente restringirse
estrictamente a lo deportivo tal como sucede en Liverpool entre el club
de ese mismo nombre y Everton desde fines del siglo xix. Pueden reflejar
enfrentamientos entre clase alta y clase baja, entre católicos y protestantes,
entre viejos pobladores y recién llegados…
Por su origen, el antagonismo entre Nacional y el equipo de Peñarol
expresa las visiones que la vida cotidiana tiene soterradas. En el barrio, el
taller, el saladero, el frigorífico o el despacho de bebidas de la esquina, el
contacto diario impedía que la hostilidad entre el criollo y el inmigrante se
manifestara en discusiones o enfrentamientos fuertes; entre unos y otros
había un fluctuante grupo intermedio, de criollos por nacimiento pero
hijos de inmigrantes recientes, que oscilaba y daba el tono conciliador. No
obstante, esa hostilidad podía manifestarse de otra manera: vivando en
forma anónima a un equipo de fútbol con el que el individuo se identificaba
–o que podía asumir su representación– y que le permitía contrastar con
el vecino sin llegar al enfrentamiento directo y personal (Anderson: 2324, y 97). La actividad deportiva, además de los beneficios obvios de la
diversión y el cuidado del cuerpo, tenía una ventaja adicional: permitía que
muchos individuos que no habían podido expresar sus simpatías y antipatías
consiguieran hacerlo.
A los simpatizantes del club del ferrocarril a todo lo ancho y largo
de la República, pobres y ricos, criollos e inmigrantes, los ligaban las
alegrías y tristezas que recibían del team de sus amores. Aun sin conocerse
personalmente, se sentían unidos al dar vivas desde fuera del field a su
| 202 |
conjunto o celebrar en cualquier lugar sus triunfos y goles. Eran la hinchada
de Peñarol. Lo mismo podía decirse de los simpatizantes de Nacional. Estaban
hermanados a través de los players que los representaban en el campo.
Constituían una comunidad virtual, una comunidad imaginada (Hobsbawm:
152-153). Esta comunidad imaginada trascendía lo exclusivamente deportivo.
Por varios motivos podemos sentirnos orgullosos de aquellos con quienes
nos unen lazos afectivos, de afinidades y de representación. Funcionó en
primera instancia para los obreros del Ferrocarril Central y sus familias.
Se repitió para los criollos con la ostentación del club que precisamente se
autodenominó «nacional», sin ningún eufemismo.
En 1902 el club de Peñarol había trascendido largamente a la empresa
británica: era el equipo de los obreros del ferrocarril, muchos de ellos
inmigrantes italianos. Para ese mismo año, Nacional había dejado de ser
el equipo de los señoritos universitarios y se había convertido en el cuadro
de los nacionales, el que llevaba los colores de Artigas y le había birlado
la copa al team del ferrocarril. Por eso era popular y su primera fuente de
reclutamiento de simpatizantes eran los desplazados del campo a la ciudad,
inmigrantes del propio país. Coincidían afinidades, ideología y colores: la
visión instintivamente nacionalista del medio rural, reducto tradicional del
Partido Blanco, e incluso la blusa alba adoptada en 1901. Aunque jugaban
los señoritos, con quienes los criollos se identificaban, en esa comunidad
imaginada podían representar a los desplazados del medio rural.
En un clásico se podía abuchear a los jóvenes de clase alta y a los jefes
del taller ingleses. Se podía saludar los colores de la patria y aplaudir a esos
jugadores tan criollos como el espectador que desafiaba a los gringos. Se
podía gritar por el esfuerzo de los obreros del ferrocarril, iguales al hincha
que los alentaba desde la línea de cal.
Para 1908, la visión del clásico y la rivalidad entre el club de villa
Peñarol y Nacional se advierte en una sugestiva nota de El Día en ocasión de
disputarse la Copa Juan Cat:
El público, esa gran muchedumbre de las solemnidades futbolísticas
acudió ansioso. Las banderas, acariciadas por un vientecillo, de los
irreconciliables adversarios de todas las épocas, de todos los años,
siempre en pugna (18 de octubre de 1908).
Estas comunidades imaginadas trascendían incluso la rivalidad
deportiva. Obsérvese que en esos años, entre 1906 y 1914 por ejemplo,
otros clubes fueron campeones uruguayos. En 1906 y 1909 Montevideo
Wanderers y River Plate Football Club en 1908, 1910, 1913 y 1914. Pese a esos
éxitos deportivos no generaron simpatías que cuestionaran la popularidad
mayoritaria de Nacional y Peñarol.
| 203 |
Conclusiones
A principios del siglo xx pueden estimarse que unos diez mil jóvenes
montevideanos entre doce y veinte años eran espectadores del fútbol en
Peñarol, Punta Carretas, Paso Molino o el Parque Central. También muchos
de ellos lo practicaban con entusiasmo en campos, plazas y calles. Esos
aficionados constituyeron la masa crítica que formó las primeras hinchadas
de Nacional y del club del Ferrocarril. Cada grupo de simpatizantes se
identificaba por diversos motivos con un club mientras rechazaban al otro.
El fútbol fue el vehículo que canalizó las rivalidades entre inmigrantes y
criollos.
Hay, pues, múltiples causas en el origen de la rivalidad clásica. A
la herencia de bipolaridad de la sociedad uruguaya –blancos y colorados,
Montevideo y la campaña– se agregan las diferencias que tuvieron más
peso en la sociedad finisecular: criollos e inmigrantes, sectores populares y
aristocráticos. O, en términos de clase, obreros y patrones. Las diferencias
entre sectores de inmigrantes y criollos, así como entre estratos sociales,
eran evidentes para los contemporáneos, mientras que la última se puso de
manifiesto con el surgimiento de los primeros conflictos laborales.
Tal vez en 1900 hayan sido los universitarios de Montevideo contra el
taller de los ingleses del Ferrocarril, pero en 1902 encarnaban la identidad
criolla y la gringa. El antagonismo entre ambos clubes estaba llamado a
marcar el fútbol uruguayo por más de un siglo.
Debido a la rápida asimilación de los extranjeros, el vaciamiento
de la matriz criolla tradicional y el agotamiento de las grandes oleadas
inmigratorias, uno de los motivos originales de la rivalidad original: la
contraposición inmigrante pobre y criollo pobre frente al patriciado criollo
y el inmigrante patrón fue despareciendo año tras año, afirmándose en
contraposición la rivalidad deportiva que los mostró en los primeros años
con similar potencial en los campos de juego.
Esta se agudizaría con los inicios de un régimen semiprofesional –de
pagos y beneficios encubiertos–, el que a la larga favorecería a los dos
equipos «grandes». La alternancia de triunfos y campeonatos obtenidos por
Nacional y Peñarol, así como el número similar de adhesiones, estimularon
aun más el antagonismo, si es que eso era posible. Esta, incluso, trascendió
los límites de Montevideo y aparecieron émulos de ambos conjuntos en todo
el país. Para 1915 había en el interior otros cinco Nacional y otros cinco
Peñarol, y Florida y Salto tenían ambos (Herrera: 15 y ss.).
La rivalidad se afianzó en el transcurso del siglo sin terciar ningún
nuevo grande. La transmisión de la adhesión a uno u otro club siguió las
pautas tradicionales en las relaciones familiares: se sigue al padre y a la
familia o se los enfrenta…
| 204 |
Bibliografía
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el origen y la difusión del nacionalismo, México: fce, 1993.
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El Siglo (julio de 1900)
El Día (mayo de 1901)
El Día (agosto de 1902)
| 205 |
Revista Mundo Uruguayo, 31 de julio de 1930
| 206 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 207 - 224, 2014
ISSN 1688-9800
Las rivalidades futbolísticas rioplatenses.
Período 1931-1940
Jorge Masena*
Introducción
Al analizar este período, procuraremos enfocar desde nuestra mirada
uruguaya:
1) Los hechos, es decir, la actuación tanto sea de la selección nacional
como la de los equipos grandes en sus confrontaciones internacionales
2) La interpretación del resultado de esos encuentros, para analizarlos
en sí mismos y para ver también en qué medida otros hechos, vinculados a la
vida de los hombres y mujeres de esa época, influyeron o no en la creación de
ese «imaginario colectivo» que va aportando lo suyo para formar la historia
de un pueblo, de una nación1 .
El Uruguay de la década del treinta
Uruguay empezaba la década en una situación ambivalente. Por un
lado, el país había alcanzado grandes realizaciones en todos los planos;
entre otros logros era Campeón Mundial de fútbol. Esa época, la del primer
batllismo, trajo consigo una educación que cada vez llegaba a más personas.
Surgieron generaciones importantes de hombres y mujeres que lograron
alcanzar en sus disciplinas un claro lucimiento en América. Se construyeron
grandes obras públicas, el Palacio Legislativo, el Palacio Salvo, la Rambla y
el Estadio Centenario, por citar algunas.
Esto, unido a una situación donde el peso uruguayo valía mucho, había
logrado atraer a nuestro país a gran cantidad de inmigrantes que venían aquí
a trabajar y a salir adelante.
Las leyes sociales impulsadas en el período citado fueron muchas y
buenas y el uruguayo medio en general estaba feliz con su vida, especialmente
en los medios urbanos.
La muerte de Batlle acaecida en el mismo mes del derrumbe de la
Bolsa de Nueva York fue un durísimo golpe que afectó aún más la interna
*
Profesor de Historia, (Instituto de Profesores Artigas), Cronista deportivo,
investigador del Grupo de Estudios de Fútbol del Uruguay (grefu)
1
Este artículo es la continuación de las investigaciones que el autor ha llevado
adelante. Muchos de los datos aquí señalados son extraídos de un trabajo inédito sobre el
fútbol uruguayo de esta época.
| 207 |
del Partido Colorado gobernante, para luego repercutir en todo el espectro
político nacional.
Éramos, no obstante, en América del Sur, junto a Argentina, el país de
las clases medias urbanas.
No es motivo de este trabajo mostrar la incidencia del Mundial de 1930
en nuestro país, pero es indiscutible que tuvo gran impacto en la sociedad
uruguaya.
El fútbol de los treinta
La obtención del primer mundial, fue el corolario de un rápido proceso
de afirmación del fútbol en nuestro país. Es más, se puede afirmar que su
desarrollo, que los británicos expandieron por el mundo hacia fines del siglo xix,
tuvo su máxima expresión en el Río de la Plata, especialmente en tres ciudades:
Buenos Aires, Rosario de Santa Fe y Montevideo. Desde esos lugares salieron
los equipos y los jugadores que más brillaron e impusieron su real predominio
en las pocas competencias internacionales que existían por entonces.
El otro reducto, el británico, el de los «maestros» del fútbol, en esta
década que tratamos, comienza a competir a nivel de partidos amistosos
internacionales, con relativo éxito, aunque no pudo demostrar su superioridad
hasta el año 1966, cuando realizó el Mundial en su casa.
El desarrollo del fútbol en Uruguay
Se puede decir que hay una etapa de nacimiento del fútbol uruguayo que
podemos ubicar desde el primer partido en 1881 y la fundación del Albion en
Agosto de 1891, hasta 1911. Es una etapa que en principio está dominada por los
equipos extranjeros o sentidos así, hasta que los criollos con Nacional a la cabeza
empiezan a competir de igual a igual con dichos equipos. Especialmente en 1901
cuando el club es aceptado en la Liga. Allí Carlos y Bolívar Céspedes, imponen
un fútbol rápido, penetrante, de pase corto y aparece el dribbling o la gambeta.
En el curcc, el escocés John Harley, también impone el pase corto y
luego la técnica de José Piendibene comenzará también a ir cambiando el
estilo de jugar, lo que hará eclosión en la segunda época.
La cercanía con Buenos Aires y Rosario provocó, casi desde los inicios,
que se incrementaran los enfrentamientos entre equipos y selecciones de
ambas márgenes del Plata, logrando un provechoso mejoramiento de la faz
técnica para los contendientes cuyos encuentros se convirtieron en unos de
los primeros «clásicos» del mundo. Los números de esta etapa señalan el
predominio argentino,sobre la base de equipos a la inglesa.
| 208 |
Uruguay ganó por primera vez y en el exterior representado por Nacional,
el 13 de setiembre de 1903, por 3 a 2 en la cancha de la Sociedad Hípica de
Buenos Aires.
En el global, sobre veinticuatro partidos disputados a nivel de
selecciones, los argentinos ganaron trece partidos, los uruguayos seis, y cinco
terminaron empatados.
A nivel de clubes el predominio argentino se da en las Copa Competencia2
a partir de 1900, con finales en Buenos Aires. Los equipos argentinos ganan
diez finales y los uruguayos una: Wanderers, en 1911.
Por la Copa de Honor3 –finales en Montevideo–, Nacional gana la primera
en 1905 luego el curcc obtiene dos, Wanderers una y los argentinos una.
Se destaca en este período el equipo de Alumni, reiterado ganador a
nivel interno y externo.
La segunda etapa la podemos ubicar entre 1912-1930. Esta segunda
fase es la época del mejor fútbol uruguayo en toda su historia. Con eximios
jugadores, como Ángel Romano y Héctor Scarone, algunos cerebrales y
técnicos como José Piendibene, le dan al fútbol uruguayo un sin número de
victorias. Ellos fueron la punta de lanza de una enorme cantidad de grandes
jugadores que obtuvieron campeonatos reiteradamente por esos años. Fueron
la «Generación dorada».
Los números aquí son también elocuentes:
Uruguayos y Argentinos se enfrentaron ochenta y ocho veces en tan
corto período de tiempo Uruguay ganó treinta y cuatro, empató veintitrés y
perdió treinta y uno.
Los triunfos más importantes frente a Argentina fueron las finales de
1928 y 1930.
Pero la supremacía uruguaya se manifestó también en los campeonatos
sudamericanos que comenzaron a jugarse en 1916.
Hasta 1930 se jugaron doce sudamericanos, Uruguay ganó seis, Argentina
cuatro y Brasil dos.
A nivel de Copas rioplatenses se jugaron:
Por la Copa (Competencia, ocho finales: ganaron tres los argentinos y
cinco los uruguayos, dos cada uno, Nacional y Wanderers, y una Peñarol.
Por la Copa de Honor se jugaron seis finales de las cuales cinco ganaron
los uruguayos, tres Nacional, y una Peñarol y River Plate4 .
También conocida como Copa Argentina o Copa Chevallier-Boutell. Debía ser
disputada por los dos primeros equipos de Buenos Aires, uno de Rosario de Santa Fe y otro
de Montevideo. Habría series en cada ciudad, semifinales en Montevideo y Rosario y final
en Buenos Aires.
3
También entre clubes se jugaba la Copa de Honor, donada por la casa de licores
Cousenier, con estructura similar a la Competencia pero con final en Montevideo.
4
Nos referimos al River Plate Football Club creado a fines del siglo xix y que desapareció
en la década del veinte. El Club Atlético River Plate surgió en 1932 como la fusión de los clubes
Olimpia y Capurro. Tomo el nombre y la camiseta del River desaparecido unos años atrás.
2
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Asimismo, a partir de 1916, se comenzó a disputar la Copa Ricardo
Aldao5 en la que participaban los campeones de liga de ambos países. Fue
jugada en ocho oportunidades; los uruguayos ganaron cuatro: tres veces por
Nacional y una por Peñarol y los argentinos las otras cuatro.
Los números indican claramente que hay supremacía del fútbol
uruguayo en este período.
La tercera etapa comprende entre 1931-1940.
La instauración del profesionalismo en 1931 en Argentina y en 1932
en nuestro país tendrá inmediata repercusión en la actividad deportiva.
En esta etapa se jugaron diecinueve partidos a nivel de selecciones, de
los cuales Uruguay ganó seis, Argentina once y dos terminaron empatados,
etapa con evidente superioridad argentina.
Este es el período que analizaremos, pero a nuestro juicio se encuentra
ubicado dentro de otro lapso de tiempo más extenso, que terminará en 19581960. Por lo antes mencionado será objeto seguramente de otros estudios,
teniendo en cuenta que allí se produjeron hechos relevantes como la conquista
de Maracaná y a nivel local la presencia grandes equipos con muchísimos
hechos y récords como el sexenio tricolor de la Copa de Honor 1938-1943,
el quinquenio del Campeonato uruguayo del mismo equipo 1939-1943, la
concreción de un «equipo sensación» como el Peñarol de 1949 y la presencia en
las canchas de un impresionante número de jugadores uruguayos y argentinos
de gran nivel y excelente calidad.
En el período a analizar Uruguay jugó tres campeonatos sudamericanos
de los cuales ganó el Extra de 1935 (disputado en Lima- Santa Beatriz), con
final frente a Argentina, (3 a 0). Participaron además, Perú y Chile que se
clasificaron en ese orden. Fue el último triunfo de la «Generación dorada».
En Buenos Aires, entre fines de 1936 y principios de 1937 se jugó
el décimo primer Campeonato Sudamericano, jugado entre seis equipos,
y primer Torneo Nocturno. Uruguay salió tercero. Tuvo el único mérito de
ganarle por primera vez a la Argentina (3 a 2), jugando de visitante en este
tipo de Campeonato, y quitándole de esta forma el invicto, lo jugaron también
Brasil que salió segundo, Paraguay que igualó puntaje con Uruguay y luego,
igualados, también Chile y Perú.
En 1939, sin la presencia de Argentina y Brasil, se disputó en Lima el
décimo segundo campeonato. Y allí Uruguay cayó ante el local en la final
por 2 a 1, las otras posiciones las ocuparon Paraguay, Chile y Ecuador, en ese
orden, que aparecían en los campeonatos sudamericanos por primera vez.
El accionar celeste en este período fue poco exitoso. Asimismo, se
siguió jugando contra la selección rosarina; aplicando la misma división por
La copa fue donada por el Dr. Ricardo Aldao, dirigente de la Federación Argentina
de Football y se empezó a jugar en 1916. La disputaban el campeón de Argentina y el de
Uruguay. No se jugó todos los años y hasta 1949 se jugaba en un solo partido.
5
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etapas observamos: en la primera etapa hubo un partido empatado, en la
segunda se jugaron doce, Uruguay ganó ocho, los rosarinos tres y hubo un
empate. En la tercera etapa, que es la que analizamos, los rosarinos tomaron
la ventaja, ganaron cuatro contra tres de Uruguay y uno terminó empatado.
Dada la ausencia uruguaya en los mundiales de 1934 y 1938 como
respuesta a la poca presencia europea, en 1930 no hubo enfrentamientos con
equipos de ese continente.
Los clubes grandes y su actividad internacional: 1936-1940.
En 1936 recomenzaron las copas importantes internacionales
que estaban suspendidas desde 1929. Podemos decir, que superados los
enfrentamientos acaecidos luego del Mundial de 1930, a auf y la afa acuerdan
volver a jugar a nivel de clubes la Copa Ricardo Aldao.
Esta Copa Aldao volvió a disputarse entonces a partir de los
campeonatos de 1936. Peñarol la jugó tres veces con los siguientes resultados:
River Plate 5, Peñarol 1, en 1936 en Montevideo; River Plate 5 Peñarol 2, en
1937 en Buenos Aires e Independiente 3 Peñarol 1 en 1938 en Montevideo.
Por su parte en 1939 en Buenos Aires ganó Independiente 5 a 0 a
Nacional. En 1940 Nacional 2, Boca Juniors 2, empataron en el estadio en
recordado partido por retirarse Boca de la cancha y no jugar el suplemento
debido a su disconformidad con un gran gol de Atilio García sobre la hora,
por lo que el título quedó en Uruguay.
Queda para analizar otro torneo internacional de gran importancia en la
época y que hasta hoy, no tiene mayor repercusión. Torneo en el que jugaban
todos contra todos a una rueda, alternando la condición de local: Los Torneos
Nocturnos Rioplatenses o Torneo entre los Grandes del Río de la Plata. Un
formato de juego muy adelantado para la época, antecesor directo, a nuestro
juicio, de los campeonatos internacionales sudamericanos actuales.
El primero fue jugado a principios de 1936 del que salió campeón
Independiente, con trece puntos; lo siguieron San Lorenzo con doce; Rosario
Central con diez; River Plate tuvo nueve: Newell’s Old Boys (nob) ocho y luego
con seis están los dos grandes uruguayos; por debajo de ellos Boca con cinco
y Racing, que cerró la tabla, con tres, Lo que muestra un notorio predominio
argentino.
El segundo y último del período objeto de estudio fue en el verano de
1938. Lo jugaron los nueve equipos detallados anteriormente más Estudiantes
de La Plata.
Se disputó en Montevideo, Buenos Aires, Rosario y la Plata en nueve
fechas.
Este período tuvo campeón a Nacional, que cuando nadie en la época
lo preveía y contra todos los pronósticos que le adjudicaban mínima chance,
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ganó los siete primeros partidos, jugados en las cuatro ciudades citadas y se
clasificó campeón en la jornada clásica del 12 de marzo de 1938, venciendo a
Peñarol 2 a 1 con los dos primeros goles clásicos de Atilio García recientemente
incorporado al club de los Céspedes. San Lorenzo ocupó la segunda posición
con doce puntos; luego Boca con once; nob con diez; Independiente y Racing
con nueve; Rosario Central con ocho; Peñarol y River con siete; y cerró la tabla
Estudiante con tres.
A nivel de amistosos internacionales, los dos grandes lograban resultados
satisfactorios ante los equipos argentinos de primer nivel en Montevideo pero
a su vez les resultaba muy difícil ganarles a estos en Argentina.
Con respecto a la actividad internacional con otros países de América,
se jugaron encuentros amistosos con equipos de Brasil y Paraguay y con las
selecciones de ambos países en Montevideo con resultados muy favorables
en general a los equipos uruguayos, y con algún equipo chileno.
Es por esa razón que tomamos solamente los torneos citados como
referencia para catalogar el «estado» del fútbol uruguayo.
La interpretación
Los efectos de la gran crisis de 1929 comenzaron por esos años a
hacerse sentir en nuestro país.
Se produjo una pronunciada caída de los precios internacionales de
nuestros productos exportables, especialmente las materias primas. Los mercados
se cerraron. Esto provocó un inmediato aumento de la desocupación que el
incipiente desarrollo de una industria sustitutiva de importaciones no logró evitar.
En consecuencia surgieron medidas para frenar la inmigración y provocando,
también en gran parte, la emigración de numerosas familias especialmente del
medio rural hacia Montevideo y o hacia el exterior, Argentina, preferentemente.
El clima político se enrareció mucho. Se cuestionaba la eficacia de un
poder ejecutivo bicéfalo como lo estableció la Constitución de 1918.
Elegido de acuerdo con los términos de esa Constitución, Gabriel Terra
asumió la presidencia en 1931. Pero en ese momento el clima era otro. La situación
internacional gravitaba fuertemente sobre todo el andamiaje del país. Terra, con el
apoyo de los sectores conservadores de la sociedad uruguaya empezó a reclamar
más poder para superar la crisis en la que el país estaba sumergido, de allí a la
ruptura constitucional del 31 de marzo de 1933 no hubo más que un paso.
Ese día, en el que Baltasar Brum ofrendó su vida en gesto postrero
para defender las instituciones, empezaba a cambiar la historia política del
país que recién encontraría la salida definitiva a esta situación, en el llamado
«Golpe bueno» del sucesor y al mismo tiempo familiar de Terra, el general
arquitecto Alfredo Baldomir cuando corría el mes de febrero de 1942.
Con relación al fútbol, este había sido, lo era y lo sería un puntal más,
una base en la afirmación de la nacionalidad uruguaya.
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Era en principio jugado por extranjeros o sus hijos. En Montevideo, en
1900 el 50 % de los varones de dieciocho años o más lo eran, y en las mujeres
el porcentaje llegaba al 48 %, esto hacía que lo criollo requiriera también su
espacio.
En El football del Novecientos (Luzuriaga: 67 y ss.) trata del proceso
que comenzado con la elevación de Artigas como «fundador» de la
nacionalidad, se continúa a través de Zorrilla, de Blanes, de Bauzá entre
otros, hombres que de distintos ángulos hablaban de «lo uruguayo» El
deporte va a encontrar la respuesta con la fundación del Club Nacional de
Regatas en 1888, del Club Nacional de Velocipedistas en 1890 y en el fútbol
con la fundación en 1899 de Nacional.
Andrés Morales, asimismo, ya afirmaba en su trabajo la enorme
relevancia que el fútbol tenía en la conformación del sentido de «lo uruguayo»
Del lado argentino, Pablo Alabarces en Fútbol y Patria escribe con
una claridad meridiana y afirma entre otros importantes conceptos:
El fútbol funcionó, desde épocas muy tempranas en la Argentina
como un fuerte núcleo de representación de la nacionalidad, Una serie
de éxitos internacionales, junto a una lista de “héroes” futbolísticos
produjo una narrativa épica donde el fútbol contribuía de manera
importante, a la “invención de una nación” (94).
En nuestro país, Nacional será el abanderado principal en la lucha contra
el «gringo» en el deporte más popular, el triunfo de 1903, las victorias en la
Liga en 1902 y 1903, y la victoria en la Copa de Honor Rioplatense en 1905
solidificarán su raigambre popular y lo convertirán en el adversario más temible
del curcc el equipo por excelencia de la colectividad británica creado a través de
la empresa ferroviaria inglesa y que también había trascendido el ámbito inicial
de su fundación. Ambos eran populares y eran aceptados en todo el país.
Los éxitos de la «celeste» en el período 1912-1930 afirmaron
definitivamente al fútbol como pasión popular y le terminarían de dar a los
orientales la categoría de uruguayos, que alcanzó su clímax en 1930, pero y
¿después?...
Después sucede lo inevitable. El mundo del capitalismo exige nuevas
formas en el deporte, y se afirma en todo el mundo occidental el profesionalismo.
Esta situación iba a cambiar las cosas....
El profesionalismo
Hacia 1885 surge en Gran Bretaña la evidencia del pago en dinero o en
empleos a los jugadores para que puedan tener una mayor dedicación al deporte.
La lucha entre el amateurismo y el amateurismo marrón, es decir el
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profesionalismo encubierto fue una constante en las tres primeras décadas
del siglo xx. Hacia los años veinte avanzó rápidamente en Europa. España lo
alcanzó en 1928 e Italia en 1929. En América, Argentina lo inició en 1931,
en sus principales centros, Buenos Aires y Rosario.
Los campeones del treinta, fueron objeto de ofertas, principalmente
desde Argentina e Italia y los equipos uruguayos lo sintieron enseguida, en
las temporadas venideras.
Fedullo, fue el primero en emigrar a Italia en 1930, lo siguieron enseguida
Scarone, Petrone, Mascheroni, luego Faccio, El Chivo Andreolo, Sansone,
entre otros. Al mercado argentino se fueron H. Castro, Ferrou , Corazzo, Lago,
El Tano Porta , Ushlengui (Lorenzo: 460 y ss.), Dado los nuevos tiempos, era
menester implantarlo en nuestro país. Nacional hace la punta ya en 1931, al ver
cómo rápidamente perdía grandes figuras y con el apoyo de Peñarol que pasa
por un proceso similar, se instala en la temporada de 1932 con diez equipos.
¿Solucionaba esta nueva situación el problema?, definitivamente no.
Solamente lo hacía parcialmente porque si bien nuestro peso era muy fuerte
todavía, el «mercado» uruguayo significaba poco para lograr competir
económicamente con los equipos de los países citados.
Encontramos entonces, la primera explicación sobre el por qué de la
caída en los resultados del fútbol uruguayo de esa época. Pero no es la única.
El contrincante eterno, el punto de referencia del deporte uruguayo, es
decir Argentina. También estaba cambiando.
La situación en Argentina
Por esos lares la situación venía complicada. Desde la ruptura del
orden constitucional con el golpe de Uriburu contra el gobierno de Irigoyen
en 1930, se sucederían gobiernos de tipo autoritario. Fue la época de la
llamada República Conservadora o de la «década infame»
Pero Argentina, al contrario de Uruguay, no se «cerró» hacia sí misma,
aunque en menor número su población siguió creciendo y este proceso, unido
a una muy fuerte inmigración interna, convirtió a su ciudad más importante
en una esplendorosa Buenos Aires.
Se reconocen tres etapas del fútbol argentino (Sebreli: 30 y ss.). La
primera, de predominio británico, llega hasta la desaparición del Alumni
en 1911, la segunda se abre con predominio político en la dirección y llega
hasta la década del setenta, [tercera etapa],donde dice que la mediatización
y la globalización imponen una nueva manera de encarar el fútbol, basado
expresamente en lo económico.
Su crítica, ácida, es muy importante, pues entre otros aspectos cuestiona
el modelo y el estilo del fútbol argentino.
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Pero lo real era que el fútbol Argentino, para ser más precisos, el fútbol
de Buenos Aires y de Rosario, eran los parámetros que desde el inicio de las
confrontaciones rioplatenses nos daban la comparación, el «nivel» del fútbol
uruguayo.
Estas tres primeras décadas del siglo xx son fundamentales en la
concreción de lo argentino como identidad dada por los éxitos del fútbol:
segundos en 1928 y 1930, por la gira de Boca por Europa en 1925 y por los
triunfos en los Campeonatos Sudamericanos (Alabarces: 22 y ss).
Los frecuentes enfrentamientos entre los equipos y selecciones de las
tres ciudades fueron haciendo que las contiendas, oficiales o no, en épocas
donde no eran abundantes a nivel internacional, tuvieran gran peso incluso
en la conformación de los estilos de juego y ayudó sin duda a ambos países
en su superación futbolística.
Los estudios sobre el profesionalismo en la colección 100 años de Futbol
(Loedel: 315 y Lorenzo: 462), son contestes en que la cantidad y calidad de los
jugadores que emigraron hacia la vecina orilla y hacia Italia fue considerable.
En contrapartida como el profesionalismo en Brasil fue posterior, igual que
Chile en 1934, se pudo «importar» por esos años 1932 y 1933 a excelentes
jugadores brasileños; Nacional trajo a Domingos da Guia, un fenómeno y a
Patesko. Peñarol, entre otros muchos, a Leonidas. Jugadores de enorme relieve
en la gran historia del fútbol norteño, especialmente Domingos y Leonidas.
El fútbol argentino tuvo un desarrollo imponente por esos años, el
poderío de los cinco grandes, es decir Boca, River, San Lorenzo, Independiente
y Racing, era total. La tabla de posiciones de esa década los mostraba
generalmente encabezando las primeras cinco posiciones entre los dieciocho
equipos participantes. Boca ganó los campeonatos de 1931, 1934, 1935 y 1940;
River los de 1932, 1936 y 1937; San Lorenzo el de 1933 e Independiente los de
1938 y 1939. En el Deporte en Argentina 1914-1983 (Archetti: 6), se señala por
ejemplo que en 1935 los cinco grandes sumaban unos cincuenta y cinco mil
socios y los demás trece equipos unos cuarenta y cinco mil.
Este poderío social y económico suponía naturalmente un poderío
político muy importante en la faz directriz. Además les permitía a estos clubes
nutrirse con los mejores valores que iban surgiendo en el muy vasto territorio
argentino.
Claro que el profesionalismo de entonces, en general, no les brindaba
a los jugadores la seguridad de vivir de él para toda su vida. Las ocho horas,
es decir el empleo, estaba en la mente de ellos en ambos lados del Plata. El
empleo público especialmente fue el medio que encontraron los jugadores de
entonces, para «asegurarse» definitivamente el futuro.
La publicidad que tuvo el fútbol, su destaque permanente por los medios,
hizo que Argentina viviera una ebullición en este aspecto fenomenal. Las canchas
se llenaban, la atracción por los encuentros fue en aumento casi constante y en el
mismo orden los gastos para mantener los vastos planteles de entonces.
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Las relaciones entre Uruguay y Argentina por esos años tuvieron motivos
de tensión. La final del Mundial de 1930, provocó en dirigentes argentinos una
gran cólera por perder esa final. Y se acusó al Uruguay de malos tratos y de
todo tipo de acciones que, entendían, impidieron el triunfo argentino. Esta forma
de sentir tuvo mucho eco en la prensa por lo que durante 1931 y 1932 no hubo
enfrentamientos entre los equipos de ambas asociaciones.
Incluso se llegó a una ruptura diplomática al grado de que las relaciones
exteriores se interrumpieron en julio de 1932, en decisión tomada por el
entonces presidente uruguayo Gabriel Terra a raíz del «desconsiderado trato»
según la prensa de la época, a la tripulación del crucero r.o.u. Uruguay, en
ocasión de la asunción del presidente Agustín Justo en 19326 . A partir de
1935, la tormenta se había disipado en gran parte y con ello recomenzaron a
disputarse los sudamericanos de selecciones y la Copa Aldao.
Además, los hábiles dirigentes argentinos consideraron que entre
campeonato y campeonato existía un periodo de tres meses en el verano,
donde se jugaba al fútbol en forma amistosa.
Para llenar el vacío imperante que hacía disminuir el número de sus
asociados durante esos meses, surgió en octubre de 1935 la idea del Campeonato
Nocturno Rioplatense, torneo que se realizara como vimos en 1936 dando
comienzo de esta manera a la realización de partidos nocturnos en «serio».
Si bien el torneo no fue realizado directamente por la afa, sí lo fue por
sus equipos más importantes y con disposiciones de esa Asociación. Al jugarse
entre los grandes de las tres ciudades más futboleras de la región se aseguraba
su éxito económico pues casi todos los partidos eran clásicos entre los equipos
más populares. Por lo que estos eran partidos en serio y no amistosos.
El éxito fue inmediato y llevó a que el sudamericano de 1937 se jugara
también en forma nocturna, siendo el primer torneo de estas características
en el mundo realizado de esta manera.
El nivel futbolístico alcanzado por Argentina en esa década fue
esplendoroso. Cuatro de sus figuras fueron campeones del mundo con Italia en
el Mundial de 1934, Orsi, De María, Monti (jugador este que jugara la final de
1930 en el equipo argentino) y Guaytia, en 1938 lo sería nuestro compatriota
El chivo Andreolo con la azzurra también, siendo hasta la fecha, el primer y
único uruguayo en salir campeón del mundo con otra camiseta que la Celeste.
Por unanimidad, los analistas del fútbol argentino señalan que el período
1935-1946 (en algunos casos 1948), es el más brillante en la historia de ese
fútbol. Ya sea por la categoría de los jugadores, por la técnica desplegada, o por
el nivel de los equipos. Citamos como ejemplo el Boca de 1935, el River de 1936
y 1937, el Independiente de 1938 y 1939. Eran realmente equipos espectaculares
con un juego y una capacidad goleadora tremenda, que alcanzaron récords no
superados todavía. River hizo ciento seis goles en treinta y cuatro encuentros en
6
Las relaciones diplomáticas se reanudaron en noviembre de ese mismo año.
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1937, Independiente superó el promedio con ciento quince en 1938. El paraguayo
Arsenio Erico rompió las marcas de goles con sus cuarenta y siete conquistas
en el campeonato de 1937. Fueron verdaderamente una máquina de jugar, base
de los grandes equipos que continuarían su leyenda en la década de los años
cuarenta, como River en 1942 o el Boca de 1943 o el San Lorenzo de 1945.
Eran esos los equipos y no otros a los que se enfrentaban con poca
suerte en general los equipos uruguayos. A nivel sudamericano y mundial,
argentinos y uruguayos sobresalían en esos años.
El periodo crítico de los enfrentamientos ante los argentinos lo situamos
entre 1935 y 1937.
¿Crisis en el fútbol uruguayo de 1935 a 1937?
La falta de buenos resultados frente a los equipos argentinos en el
Nocturno de 1936 disparó la preocupación en los medios y público uruguayo
sobre la realidad de nuestro deporte principal.
Se hablaba en los medios de la pérdida de técnica de los equipos
compatriotas. Por entonces aún jugaban algunos veteranos campeones
olímpicos o del Mundial, pero ya en los finales de su accionar deportivo.
El fútbol se hacía cada vez más competitivo a nivel internacional. Brasil
emergía ya con esplendor aunque en un escalón inferior a los rioplatenses y en
los demás países de América el fútbol tomaba cada vez más vuelo integrándose
otras selecciones a los sudamericanos. Esto condujo a que cada día tuviera
mayor vigencia el tema de la preparación física y la dirección técnica.
Los técnicos extranjeros dejaron su huella en ambas márgenes del
Plata, Hirchs lo hizo en Argentina en los años treinta. En Uruguay dirigió
al Peñarol de 1949. En nuestro país habían actuado Rothmann, que dirigió a
Wanderers, campeón de 1931, Sligety en Nacional, logró consagrarlo campeón
en 1934 en recordadas finales. Más tarde haría historia Mr. William Reaside
cuando se encargó de un equipo desahuciado como el Nacional de 1937,
y lo sacó campeón tres meses después durante la realización del segundo
campeonato Nocturno entre grandes y sentando las bases del Nacional de la
década del cuarenta que sería dirigido por Héctor Manco Castro.
Estos técnicos introdujeron cambios en muchos órdenes. Especialmente
en lo táctico, en el caso de Mr. Reaside como el uso de variantes del sistema
mw en sustitución del viejo dos, tres, cinco; táctica esta que naciera en el
Club Arsenal inglés en 1926 pero también en cuanto a la preparación física.
El profesionalismo exigía seriedad, disciplina, concentración, actitud
juiciosa y seria de los futbolistas. Con anterioridad a los encuentros, la
concentración de los jugadores estaba en tela de juicio por entenderse que en
ella se hacía uso abusivo del alcohol.
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Todos estos factores incidieron entonces (emigración de valores,
superación de los rivales por mayor reserva o de cantidad de jugadores,
nuevas técnicas y tácticas), para que la crónica uruguaya viviera con angustia
permanente las confrontaciones ante los rivales argentinos,
El Diario lo dice, por ejemplo ante una derrota aurinegra en febrero
de 1936 frente a Independiente por 4 a 0, «ya no es posible engañarse y
debemos reconocer que la superioridad ha cruzado el Río» (21 de febrero
de 1936).
El País expresa cómo nos veían por América y Europa: «Uruguay en
plena decadencia futbolística» (26 de diciembre de 1937).
El Diario, al comenzar en enero el segundo campeonato Nocturno,
es más contundente: «es tiempo que nuestros equipos se sobrepongan
a la preponderancia que ejercen los conjuntos vecinos. Debemos superar
la desgraciada influencia psicológica previa a todo compromiso con los
hermanos allende del Plata» (22 de enero de 1938).
Pocos días después también en El Diario, Julio C. Puppo El Hachero,
destacado periodista y escritor costumbrista, dice y es elocuente «aquello
parece un sueño» recordando el 3 a 0 de Santa Beatriz, «hace tres años
que se agudiza la crisis de nuestro fútbol» (4 de febrero de 1938). Puppo no
vislumbra una recuperación del fútbol uruguayo.
El mal papel de los equipos grandes en el primer Nocturno, el pésimo
resultado del Sudamericano de 1937 sumados a los malos resultados
obtenidos por Peñarol en las tres finales perdidas ante los campeones
argentinos en 1936, 1937 y 1938 fueron los motivos fundamentales de esa
angustia.
Pero lo que cambió la tónica y dio esperanzas nuevamente, lo que
alimentó los espíritus uruguayos en que todavía se podía, fue el triunfo
tricolor en el segundo campeonato Nocturno.
Cuando nadie lo esperaba, cuando nadie daba nada por su chance,
Nacional ganó. Ganó en la Plata, Buenos Aires, Rosario y Montevideo y solo
perdió cuando ya era campeón,
Estudiando los medios de la época, se ve cómo los medios de uno
y otro lado, «calentaban» el ambiente, por sus visiones muy nacionalistas,
fabricando y fomentando resentimientos y rivalidades que, en muchos casos,
perdurarían en el tiempo.
El Diario, pocos días después señala por ejemplo:
Con los mismos que fracasaban [ahora logran] triunfar en serie,
gana contra cuadros antes fenómenos […] pensar que hubo quienes
se ocuparon de colocar la lápida al balompié 3 veces Campeón del
Mundo. Hoy la famosa velocidad, las fantásticas capacidades [de los
equipos argentinos] se ha fugado (13 de febrero de 1938).
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El fútbol en el mundo
Hacia los años treinta, el deporte y el fútbol en particular tienen un
desarrollo permanente, especialmente con la realización de las Copas del Mundo.
En Europa las competiciones internacionales vienen abriéndose paso
lentamente.
A nivel de equipos se jugaba la Copa Mitropa7. Por otra parte, a nivel
de amistosos fueron más frecuentes los enfrentamientos entre selecciones
nacionales europeas.
Los equipos de Gran Bretaña y sus selecciones muy convencidos de
que eran los maestros del balompié, empezaron de a poco a abandonar su
aislamiento para comprobar que ya no eran invencibles.
La atmósfera bélica que se respiraba, conspiraba sin duda contra este
desarrollo, pero con atenuantes igualmente se realizaron. Incluso los Juegos
Olímpicos de 1932 y 1936 se efectuaron, pero el espíritu olímpico decayó, en
la medida en que quienes los organizaban, caso de la Alemania nazi en 1936,
hicieron de ellos una demostración política de poder.
Los campeonatos del mundo de 1934 y 1938 sirvieron al régimen
fascista de Benito Mussolini como propaganda. El fútbol se convirtió de
esta manera en un vehículo propagandístico de su sistema.
En América del Norte y Central, Asia y África las competencias
futbolísticas tuvieron en esos años un desarrollo menor.
Conclusiones
Es una etapa para encararla en la investigación de distintos aspectos
vinculados al deporte.
En lo que se refiere a organización de eventos fue difícil organizar un
campeonato de clubes campeones en esa época.
Los dirigentes argentinos que propulsaron la creación de los Torneos
Nocturnos en 1935, tuvieron la idea también de agregar equipos brasileños,
como el Vasco de Gama campeón por esos años y a algún equipo chileno y
peruano. Pero no se pudo en América del Sur, la distancia fue en esa época
un factor insalvable. En Europa fue y es relativamente fácil y rápida la
comunicación entre los distintos países vía terrestre.
En aquellos tiempos en América y hoy mismo, esa vía es impracticable.
Solo la aviación acorta distancias y en aquellos años la aviación comercial
estaba dando sus primeros pasos.
La cercanía relativa de Buenos Aires y Montevideo y algo más lejana
por tren con Rosario, facilitó siempre el intercambio con la vecina orilla.
Pero ello obviamente no es lo común en América del Sur.
Se disputaba entre equipos de Europa Central e Italia entre 1928 y 1939.
Participaban cuatro clubes por país.
7
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Se pudo jugar un torneo de Campeones en Chile en 1948, torneo que
obtuviera el Vasco de Gama, en el que jugaron todos contra todos.
Por esta razón los únicos torneos por esos años en América jugados
entre equipos de primer nivel fueron los Campeonatos Nocturnos y la Copa
Ricardo Aldao.
Además de la utilización del fútbol por el poder político, empezaba
este también a ser no solo compartido sino también propicio a los intereses
económicos de grandes empresas.
Es sabido que en Uruguay los ferrocarriles impulsaron al curcc, y
también sabemos que las empresas tranviarias, hacia los albores del siglo xx,
se veían beneficiadas con los traslados de espectadores hacia los espectáculos
deportivos, por lo que ayudaron de alguna manera a los clubes extendiendo
sus líneas para que se pudieran realizar.
Lo mismo sucedió en otras partes. El deporte pasó a ser un espectáculo
que movía mucho dinero, de ahí su permanente promoción en los medios;
diarios, radios y en los noticieros de los cines.
La radio jugó un rol fundamental para acercar a los oyentes a los partidos
y a todo lo relacionado no solo al fútbol sino al deporte en general. Llevando
al éter los relatos de los más importantes acontecimientos deportivos, fútbol,
box, ciclismo, básquet, carreras de autos, y todo espectáculo que pudiera
interesar al público. Se relataron partidos de los mundiales de 1934 y 1938 y
competencias de los Juegos Olímpicos de 1936, utilizando nuevas técnicas,
como los móviles que permitían transmitir el ciclismo, o el uso de avionetas
para seguir las carreras de autos
Algunos dirán ¿el público pedía estos relatos? O se le hacía gustar
a la gente lo que las radios querían. Lo cierto es que hubo empresas que
financiaron tempranamente estas trasmisiones.
Es una discusión que como toda confrontación de ideas tiene sus
detractores y defensores. El hecho concreto es que la radiotelefonía tuvo un
éxito gigantesco y los relatores y comentaristas pasaron a ser referentes en la
opinión pública.
No hay duda que los medios fueron en nuestro país determinantes para
la creación de «mitos». Eduardo Lalo Fernández y Enrique Chetto Pelliciare,
Armando Sagrada, Enrique y Duilio de Feo, Cesar L. Gallardo, Adolfo Oldoine
Old, Luis Sciutto Wing, fueron entre otros, las caras visibles de esa época.
A raíz del Sudamericano de Santa Beatriz, el término «garra celeste»,
empezó a aparecer en la prensa deportiva. Es extraño. En la «Época Dorada»
de nuestro fútbol se hablaba más de la técnica, de la forma de jugar, del deleite
que provocaban el desplazamiento ágil y elegante de los grandes jugadores,
como Andrade, o de la inteligencia para jugar de Cea o de Anselmo, de la
velocidad y potencia de Iriarte, de Petrone, del muñón temible del Manco
Castro. Del orden que en la cancha imponía el Mariscal Nasazzi o del
despliegue de Lorenzo Fernández.
| 220 |
A partir de 1935, Uruguay ¿necesitaba la garra para ganar? Lo
anímico sobre lo técnico, prueba evidente de la pérdida de fe en las propias
fuerzas. Nace entonces el mito del fútbol de «respuesta ante el fútbol de
propuesta», que caracterizaría a los equipos uruguayos según algunos
críticos.
Ese estilo de ver el fútbol no se condiciona con la historia misma
del fútbol uruguayo. Las delanteras celestes de 1924 a 1954 hicieron en las
competencias internacionales olímpicas y mundiales gran cantidad de goles,
en veintitrés partidos Uruguay obtuvo setenta y ocho goles y solo recibió
veinticuatro. Parece imposible que hayan sido hechos jugando de contra, es
que siempre hubo grandes delanteros, afirmados sí en grandes arqueros y en
defensas muy sólidas. Eran equipos equilibrados.
Sin embargo, hubo un torneo donde se quebró el estilo de juego de
la Época Dorada, fue justamente el del Nocturno del 38. En dicho
certamen Nacional sólo convirtió 16 goles en 9 partidos, pero
recibió solamente 8 en contra. Nacional fue al “resultado”, más que
al “espectáculo”- ganó sí con algo de calidad pero con muchísimo
corazón y temple. Este fue el Torneo “distinto” de la época en cuanto a
la manera de jugar al fútbol de los equipos uruguayos y por supuesto en
oposición también del que practicaban los grandes equipos argentinos
del momento. Su victoria ante tan calificados adversarios fue “lo más
parecida a la conquista de la Libertadores por Peñarol en 1960, fue la
de ese Torneo Nocturno” (Loedel: 331).
El profesionalismo afectó el poderío de los equipos uruguayos,
especialmente en la primera mitad de la década al irse a jugar al exterior
gran cantidad de jugadores de gran valor.
Este proceso se detuvo hacia 1936 debido a la guerra civil española
y al clima bélico que presagiaba ya el inicio de la Segunda Guerra Mundial
y por el contrario, se equilibró el tránsito de jugadores hacia y desde
Argentina, luego de la llegada de Atilio García en 1938, se desequilibraría
con la llegada de muchos jugadores argentinos, algunos de real jerarquía.
Los cronistas deportivos de la época inevitablemente y quizás
inconscientemente tendían a comparar el fútbol de los años treinta con lo
sucedido en la década del veinte, la que, al ser la mejor de todas, de forma
alguna podía ser igualada o comparada.
El punto de referencia era el fútbol argentino, «el otro» al decir de
Alabarces –por ese entonces en plena expansión y en su mejor momento–
por lo que causa hoy un poco de extrañeza ver los términos utilizados para
demostrar la «angustia» sufrida ante resultados adversos.
El fútbol a nivel local se jugaba y mucho, al existir campitos y baldíos
por doquier y el «hábito» de jugarlo por parte de los muchachos de entonces.
| 221 |
La auf creó en 1915 a la divisional intermedia como previa a la primera
división y a la B profesional en 1942.
Hacia 1940 comenzó nuevamente a ganar la Selección (Copa Río
Branco), ante Brasil y en Brasil. Se recomenzó también, a ganar más seguido
por la Copa Aldao.
Las Ligas de barrios, eran campeonatos de muy buen nivel. Lo mismo
sucedía con los torneos en el interior del país donde había equipos integrados
por excelentes jugadores. Para ser de titular en un equipo de barrio o del
interior realmente había que saber «jugar».
Finalmente podemos decir que el período de decaimiento de nuestro
principal deporte, fue en parte transitorio, ante la comparación permanente
con el fútbol argentino, aunque sí dejaron la huella en cuanto al estilo de juego.
Por motivo de tiempo y espacio no analizamos otros aspectos
vinculados al fútbol de la época. Por ejemplo, la gran importancia que se le
dio al deporte y al fútbol en todo tipo de gobierno.
La imponente presencia del fútbol – una máquina cultural– al decir de
Alabarces, en la vida de las personas, llegando en muchos casos a niveles de
adicción. Con todas las características que tiene este tipo de circunstancia.
El alto grado de importancia que tiene el deporte y especialmente
el fútbol al irse transformando en una «industria» o en un «servicio» que
brinda enorme cantidad de empleos directos o indirectos.
La enorme influencia que adquirieron en la sociedad los comunicadores
del deporte y el fútbol en particular, «verdaderos formadores de opinión».
El rechazo del fútbol por parte de un sector intelectual que ven en él,
algo que, en vez de elevar al hombre y a su espíritu, lo embrutece y lo degrada.
Todos estos aspectos y muchos otros seguramente faltan en el análisis
de este trabajo, será tarea de los que consideran que vale bien la pena
analizarlos, su desarrollo y realización.
La evolución de la sociedad argentina en la década y su incidencia en
la manera como lo veíamos los uruguayos sería otro tema a estudiar. Se veía
un crecimiento constante de los vecinos allende al río y un cambio radical en
Buenos Aires, receptora de emigrantes del interior y de los países limítrofes,
fue la época en que muchos uruguayos se instalaron en la hermana nación.
Alabarces y Rodríguez sostienen que en los años treinta fue el cine el
puntal del desarrollo del «imaginario mundo de nuestros vecinos» ayudado
como siempre por la radio y por los medios escritos, especialmente El Gráfico.
Nuestro país, receptor permanente de esa visión sintió sin duda
el impacto. Y quizás eso haya sido la causa de nuestra «percepción de
superioridad del fútbol argentino». Muchos años después de esos momentos,
en un libro sobre la historia del fútbol argentino se tituló, sin embargo, de
«esa extraña paternidad que tenían los uruguayos sobre los argentinos» al
referirse al Sudamericano de 1935 (La Nación: 78).
| 222 |
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Revista Mundo Uruguayo, 7 de agosto de 1930
| 224 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 225 - 238, 2014
ISSN 1688-9800
Maestro de los Maestros:
Una mirada del amistoso Uruguay – Inglaterra de 1953
a través de la prensa
Gonzalo Silva – Hernán Marta ∗
1
Introducción
El partido amistoso entre Uruguay e Inglaterra ocupa un lugar
privilegiado en el imaginario colectivo futbolero de los uruguayos. El
encuentro, disputado en el Estadio Centenario en mayo de 1953, significó,
por un lado, el reencuentro entre la selección uruguaya y su público, y por
otro, la primera y única visita del seleccionado inglés a nuestro país. Si bien
Uruguay era el campeón mundial, cinco años habían pasado desde su última
presentación en el Centenario1 y era enorme la expectativa por ver a los
campeones mundiales.
Asimismo, la avidez del público uruguayo por ver a la selección de
Inglaterra se fundamentaba en dos razones: primero, por observar por vez
primera a un seleccionado del fútbol inglés, c inventor o maestro del fútbol;
y segundo, por el hecho de que Inglaterra había decidido acabar con su
aislacionismo internacional desde 1950. Sin embargo, los resultados obtenidos
por los europeos en el mundial de Brasil distaron mucho de ser los esperados2 .
La opinión futbolera se dividía entre quienes pensaban que el traspié no
modificaba la vieja valía de los británicos y quienes sostenían que desde hacía
tiempo el inglés era un seleccionado respetable, pero que no formaba parte de
la élite del fútbol mundial. La discusión acerca del poderío del fútbol inglés
interpretaba de manera forzosa su aislacionismo: unos entendían que los lions
no tenían rival que les hiciera frente, por lo que era inútil medir sus fuerzas
con otros rivales; otros consideraban que los ingleses eran perfectamente
conscientes de su decadencia, por lo que optaron por no competir, como
forma de conservar su antiguo prestigio. Como fuese, la selección uruguaya
campeona del mundo jugaría —por fin—en el Centenario, y nada más ni
nada menos que frente a Inglaterra, embarcada en una gira sudamericana que
incluiría visitas a Argentina, Chile y los Estados Unidos.
Desde que se conoció en nuestro país la noticia de la visita de los
ingleses, la expectativa fue en aumento y el partido se transformó en el
acontecimiento deportivo más esperado desde el campeonato mundial
∗
Estudiantes de la Licenciatura y el Profesorado de Historia en la Universidad de
Montevideo.
1
El 11 de abril de 1948 Uruguay le ganó a Brasil por 4 a 2 en partido amistoso.
2
Los ingleses cayeron ante España, vencieron no sin dificultades a Chile y perdieron
de forma inesperada ante un débil seleccionado de los Estados Unidos.
| 225 |
de 1950. Finalmente —si bien no en una competición internacional— los
uruguayos, cuatro veces campeones mundiales e invictos, se enfrentarían
a los inventores del juego. La oportunidad permitiría de una vez zanjar la
vieja cuestión acerca de quiénes eran los maestros del fútbol. Los ingleses
lo habían inventado y lo habían expandido por el mundo; los uruguayos
habían enseñado de qué forma debía jugarse, desde los Juegos Olímpicos
de Colombes en 1924. Para quienes aún echaban sombras sobre las
conquistas uruguayas alegando la inasistencia inglesa a las competiciones,
este partido permitiría de una vez despejar todas las dudas sobre la calidad
única de los uruguayos en el concierto futbolístico mundial. Si la Selección
uruguaya vencía a la inglesa, ya no quedaría ninguna duda acerca de cuál
era la más poderosa, ni sobre quiénes eran los verdaderos maestros.
Parece extraño que parte del pueblo futbolero —aún después de la
decepcionante actuación de Inglaterra en el mundial de Brasil— tuviese
tan alta estima por su juego, y hasta llegase a afirma que los ingleses eran
superiores en juego a los uruguayos. Lo cierto es que el seleccionado inglés
estaba rodeado por un halo de leyenda que no concordaba con la realidad3 . El
argumento preferido por quienes seguían deslumbrados por el juego inglés
era la rememoración de algunas sendas goleadas recibidas por combinados
uruguayos ante visitantes equipos ingleses en los albores del siglo xx. Otro
sector del periodismo tenía claro el potencial del fútbol inglés, y si bien se lo
respetaba en su calidad de inventor, afirmaba que los celestes eran superiores.
El fútbol uruguayo se había impuesto en las cuatro competiciones mundiales
que había disputado y su capacidad técnica no estaba en discusión.
El partido serviría entonces como forma de despejar toda duda al
respecto: si bien nadie dudaba de quiénes eran los inventores del fútbol,
en una tarde de domingo sobre el césped del Centenario se decidiría qué
seleccionado era el maestro del juego.
La intención de este trabajo es mostrar de qué forma reflejó la prensa
montevideana un acontecimiento señalado como histórico para el deporte
nacional: la expectativa previa, el análisis deportivo de los equipos y las
repercusiones, que tras la victoria de los uruguayos, dejaba en claro quiénes
lideraban en el mundo futbolístico.
La expectativa en la prensa
La expectativa por ver a los británicos en el Centenario era más
grande que el mismo estadio, ya que era una oportunidad extraordinaria de
observar a los legendarios inventores del football. La prensa rápidamente se
Luego de la reanudación de su actividad internacional en 1946, sus encuentros
frente a su clásico rival, la selección de Escocia, mostraban una continua paridad. Vale
recordar que en el mundial de Suiza de 1954, Escocia perdió ante Uruguay por 7 a 0.
3
| 226 |
hizo eco del gran interés que generaba el partido, y ya desde los primeros
días de mayo comenzó la cobertura del esperado juego. La llegada de los
míticos europeos y su brega con los «coleccionistas de títulos» —tal cual
definían los brasileños a Uruguay— era la cristalización de un viejo anhelo.
En tal sentido, Acción tituló «Los Maestros en Gran Lucha con el Fútbol de
4 Títulos Mundiales» y definió brevemente su significación:
El acontecimiento aguardado por nuestro pueblo deportivo desde que
junto con el siglo naciera el fervoroso culto al fútbol, se producirá
mañana: el seleccionado uruguayo se batirá con el de Inglaterra,
que por vez primera en la historia ha llegado a América del Sur. La
jornada que desde hace largas semanas viene apasionando, ofrecerá
una fiesta excepcional que quedará en los anales históricos grabada
por siempre (29 de mayo de 1953)
En el mundial de Brasil de 1950 «siguió nuestro pueblo con el viejo
sueño de ver las mallas celestes luchando contra las albas con el león sobre
el corazón» pero aunque los celestes habían logrado su cuarta conquista
mundial, no faltaban en nuestro país quienes minimizaban el triunfo.
Faltaba aún la prueba que despejaría todas las dudas:
Cuando se tuvo la auténtica seguridad de la capacidad del fútbol
uruguayo, nació ese ya añejo sueño que será realidad el sábado 30
de mayo; medirse con los ingleses, sacar conclusiones de quién es
mejor, porque cabe decirlo, el amor propio criollo tuvo siempre el
dardo clavado de algo que fue sentencia de los críticos del orbe:
Los uruguayos son campeones del mundo, pero los mejores son los
ingleses que no van a los torneos[...] (7 de mayo de 1953).
Ahora llegaba el momento de medirse con quienes eran señalados
como los mejores del mundo. Estos —de acuerdo al antiguo prestigio de los
ingleses— les proporcionaban calificativos desmedidos, que no se adecuaban
a la realidad que atravesaban:
Lo real y lo que interesa es ver un gran espectáculo y así como hemos
afirmado que sería para nosotros un galardón histórico ganarle a
los ingleses, poco perderíamos con ser derrotados. Esa exhibición
aquí en Montevideo es esperada con creciente expectativa por los
que estuvimos en Maracaná. Porque aún recordamos el juego de los
ingleses y queremos que nuestro público lo aprecie cabalmente. Los
ingleses juegan al mismo ritmo; jamás bajan o suben la velocidad.
El conjunto es una máquina que produce matemáticamente siempre
igual. La sincronización es, pues, perfecta (Mundo Uruguayo, 23 de
abril de 1953)
| 227 |
Como fuese el poderío de los británicos, el acontecimiento determinaba
que cualquier adjetivo que se le diese al encuentro no alcanzaba para abarcar
su magnitud; era un espectáculo deportivo único e irrepetible, y como tal
los periodistas intentaron calificarlo, no sin antes dejar sentada la rivalidad
futbolística rioplatense, así como la indudable superioridad de uruguayos
ante argentinos:
‘El match del siglo’ debe ser este, al margen de los torneos mundiales.
Porque si cierta vez el team argentino se midió en Wembley con los
ingleses, al match se le dio tal nombre, por lo menos ese mismo
nombre debe dársele a una confrontación de los maestros europeos
con los campeones del mundo (Mundo Uruguayo, 14 de mayo de 1953)
El match significaba entonces mucho más que un mero amistoso
internacional, era la lucha entre el arte del fútbol, la improvisación y la
habilidad uruguaya ante el juego de recia marcación, disciplinado y físico de
los británicos; una pugna entre dos estilos que permitiría lograr a los celestes
el indiscutible título de maestros del fútbol mundial. En palabras de la prensa
permitiría además
[…] culminar una muy añeja aspiración de nuestro pueblo: vencer
a los ingleses. En todas las magistrales proezas que por los campos
del mundo hicieron los celestes, nunca tuvieron la oportunidad de
imponer su calidad y su garra ante Inglaterra. Ahora, ha llegado la
magnífica ocasión: el león británico ha salido de su reducto, está en
el Plata peleando con gallardía por la recuperación de su disminuido
prestigio tras la campaña del Mundial de 1950 y la derrota en Buenos
Aires (Acción, 29 de mayo de 1953)
Llegan los inventores
El interés de los uruguayos por el partido crecía en buena medida
gracias a las noticias que aparecían a diario en la prensa. La nómina de los
seleccionados ingleses que habrían de participar de la gira y la ausencia en
la misma del astro inglés Stanley Matthews fueron las primeras muestras
del poderío que exhibirían los europeos frente a los orientales. En su edición
del 6 de mayo, Acción —un diario que, si bien destinaba muchas páginas al
fútbol, era menos rimbombante en sus afirmaciones— titulaba al respecto que
«La delegación se integra con las figuras de más prestigio de las islas» y a
continuación afirmaba que
Habiéndose decidido a llegar por primera vez en la historia del fútbol
a América del Sur, los dirigentes del fútbol inglés han conformado
| 228 |
un plantel con lo mejor de sus equipos, figurando estrellas auténticas.
Cierto es que muchos críticos ingleses han comentado sobre la valía
del equipo haciendo puntualizaciones adversas, mas lo indiscutible
es que llega el fútbol inglés al Rio de la Plata con su mejor expresión.
En Inglaterra se otorga a ésta jira [sic] una importancia enorme: el león
británico sale de su jaula y se batirá con los campeones del mundo.
Esa es la fundamental jerarquía de la excursión […] Los ingleses
confían en revalidar el prestigio de su fútbol en esta excursión y la
crítica asignándole trascendencia real, ha nombrado a caracterizados
representantes, 7 en total, para cubrir toda la información (Acción, 6
de mayo de 1953)
De las afirmaciones de la prensa se concluye que, si la selección
uruguaya lograba vencer a los ingleses, lo haría frente a sus mejores
hombres y no valdría ninguna excusa. En lo sucesivo la prensa se encargó
de analizar con detalle a cada uno de los futbolistas británicos, a través
de informes que incluían biografía, trayectoria profesional, características
y hasta fotografías, para que el público se familiarizara con los «ases»
británicos.
En medio de una gran cobertura de la prensa uruguaya, los ingleses
pisaron suelo uruguayo el 9 de mayo, en una breve escala en el Aeropuerto
Internacional de Carrasco para seguir viaje hacia Buenos Aires. Las
páginas de la prensa montevideana siguieron con detalle el itinerario de los
ingleses en Argentina, en un muestra clara de la expectativa que generaba
la actuación de los futuros rivales de los uruguayos, especialmente para
sacar conclusiones referentes al juego inglés y poder determinar las
chances uruguayas de victoria.
El 14 de mayo Argentina derrotó a Inglaterra en la cancha de River
Plate. Como dato curioso, hay que señalar la utilización de los nuevos medios
de comunicación como herramienta para planificar la estrategia uruguaya.
Periodistas, futbolistas y cuerpo técnico del seleccionado nacional fueron
invitados por la empresa Televisur S.A a presenciar el partido por televisión
en la ciudad de Colonia. Los periodistas señalaron su entusiasmo con la
utilidad de la novedad e intentaron mostrar a los lectores «cómo se ve fútbol
en esos aparatitos que, sinceramente, nosotros lo llamaremos la octava
maravilla» (Fútbol Actualidad, 19 de mayo de 1953). En lo que refiere al
partido, si bien el combinado inglés alineó a una gran mayoría de suplentes,
su actuación fue decepcionante y alentó en los jugadores la certeza de una
victoria. La opinión de los uruguayos al respecto fue unánime: «Inglaterra
no podrá nunca vencer a Uruguay, si no cambia totalmente» (La Mañana,
15 de mayo de 1953). Los diarios coincidieron y se asombraron con la pobre
actuación de los europeos, y sus titulares pasaron, en cuestión de días, de la
admiración a la decepción4 .
4
“El Fútbol Inglés, Duro, Batallador y Fuerte, no Pudo y Acaso no Pueda ya más,
| 229 |
El discreto rendimiento de los británicos —que no llegaron
a deslumbrar ni en la victoria ante Chile— no hizo más que alentar la
esperanza de una definitoria victoria de los celestes y generar aun más
avidez en un público que esperaba el partido como el espectáculo más
importante del año. Sin embargo, la anterior derrota de los ingleses no fue
necesaria como acicate para la venta de localidades, que se pusieron a la
venta el martes 12 de mayo y las páginas de la prensa presionaron para
que, por un lado las entradas fueran accesibles a los sectores populares y
por el otro, que no cayeran en manos de los revendedores. La Asociación
Uruguaya de Fútbol tomó recaudos al respecto y estableció una venta
especial para los socios de cada uno de los equipos de primera división,
aunque con distinciones: los grandes recibirían ocho mil entradas cada
uno y mil quinientas para los restantes ocho clubes de primera. Entre las
entradas cedidas a otras instituciones y las reservadas, quedaron para el
público en general dieciocho mil doscientas, en su mayoría taludes. Como
novedad, se establecieron puntos de venta en diferentes barrios de la ciudad
como forma de evitar inconvenientes. En total, se pusieron a disposición
del público 66.474 entradas5 , las cuales fueron vendidas en su totalidad en
cuestión de horas, lo que muestra a las claras la expectativa popular. Los
reclamos de la prensa fueron atendidos en parte, ya que si bien los precios
de las localidades eran accesibles a los bolsillos populares, fue imposible
frenar la reventa de las mismas6 .
El partido estaba fijado para el sábado 30 de mayo a las 15 horas,
y ante la insatisfecha demanda de localidades, la auf planteó a los
dirigentes ingleses la posibilidad de disputar la revancha al día siguiente.
No obstante, debido al mal tiempo los británicos llegaron desde Chile
con el Fútbol Rioplatense. La impresión que hoy sacamos es que difícilmente este team
pueda hacerse una revancha el domingo” (La Mañana, 15 de mayo de 1953). En un titular
sugestivo, al día siguiente La Mañana afirmó: “[...] y entonces habrá que reclamarle al Viejo
Maestro que se quite la toga”, (16 de mayo de 1953). Luego del trunco segundo partido entre
argentinos e ingleses, Acción, en su edición del lunes 18 de mayo de 1953 fue más conciso al
afirmar que “Los maestros cedieron su batuta a los discípulos”.
5
No todas se pusieron a la venta, ya que existía un remanente para las autoridades
del fútbol uruguayo y de la colectividad inglesa en nuestro país.
6
Los precios fueron los siguientes: Taludes, mayores $ 0,70, menores gratis;
Tribunas Amsterdam y Colombes, $ 1 y gratis; Tribuna Olímpica sin numerar, $2 y $ 1;
Tribuna Olímpica numerada, $2,5 y $2,5; Tribuna América numerada, $3,5 y $3,5; Platea
América $6 y $6; Platea Olímpica, $3 y $ 1,5. (Acción, 6 de mayo de 1953). Estos eran apenas
superiores a los del clásico del 3 de mayo en el que Nacional y Peñarol empataron a uno. La
reventa de entradas también ocupó su lugar: “Ayer en las adyacencias del estadio se vendían
entradas para el partido con los ingleses a los siguientes precios: Colombes y Amsterdam $
6.00; Olímpicas $ 8.00; Olímpicas numeradas $ 15.00; América numerada $ 30.00 y Platea
América $ 50.00!! [sic] Estando a salvo la responsabilidad de la tesorería de la Asociación,
uno se pregunta de dónde salen esas entradas...”, (Acción, 25 de mayo de 1953).
| 230 |
el 29 de mayo, un día después de lo previsto por lo que esa idea fue
descartada. Al mismo tiempo, los dirigentes de la Football Asociation
solicitaron que el partido fuese suspendido para el domingo 31 en las
mismas condiciones.
Entretanto, la Selección Uruguaya seguía con su preparación, a la
espera primero la integración o no de Obdulio Varela, quien sin previo
aviso no se había presentado a entrenar, y luego, su recuperación tras
una lesión en un entrenamiento, que finalmente lo marginó del partido.
El 24 de mayo la Selección Uruguaya empató un partido amistoso
contra Internacional de Porto Alegre y se hicieron sentir las voces de los
agoreros que comenzaron a criticar la preparación del equipo.
Pero llegaba finalmente la hora de la verdad y la prensa se llenó
de adjetivos para describir al ahora sí «Partido del siglo». En grandes
titulares las ediciones previas de los diarios anunciaron el juego como
la lucha entre los «viejos maestros y los maestros actuales», en un
lenguaje que iba mucho más allá de lo estrictamente futbolístico y en
él figuraban referencias al orgullo nacional. Era un partido histórico
y muy esperado por los uruguayos «un equipo de laureles únicos en el
orbe» —Acción, 29 de mayo de 1953— para batir a los ingleses: «Es una
batalla que estuvimos esperando desde el momento mismo en que en el
mástil Olímpico de Colombes subía al cielo la bandera azul y blanca de
nuestro querido Uruguay» (La Mañana, 31 de mayo de 1953). Se apeló a
la comparación con las viejas glorias de nuestro fútbol; se recordaron los
antecedentes de partidos ante equipos británicos y hasta las diferencias y
las rivalidades —especialmente entre Nacional y Peñarol— quedaron de
lado por un momento en pos de alcanzar un objetivo deportivo largamente
anhelado.
Los análisis previos de las conformaciones de los equipos y el intento
de anticipar lo que sucedería en el campo muestran la conformidad para
con el planteo del entrenador Juan López, y ni siquiera las importantes
ausencias de Obdulio Varela y Alcides Ghiggia7 preocuparon al público.
La obsesión por lograr la victoria llegó a punto tal de maldecir las
condiciones del tiempo: producto de las lluvias de días anteriores el
campo de juego del Centenario se mostraba pesado y barroso, condición
que parecía favorable a los visitantes por su estilo de juego.
Ahora no quedaba más que aguardar una tarde inspirada de los
futbolistas uruguayos.
Ghiggia estaba cumpliendo una suspensión que le imposibilitaba defender a
Peñarol y a la Selección. Asimismo, en los días previos al partido contra Inglaterra acordó
su transferencia al fútbol italiano.
7
| 231 |
Un partido histórico
Desde temprano Montevideo vivió un movimiento atípico. La
Estación Central estaba repleta de familias que bajaban de los trenes con
sus valijas llenas de vituallas para ir al Centenario y esperar el inicio del
partido. Ante la insistencia del público que se agolpó a las afueras del
Estadio, las puertas debieron abrirse a las diez de la mañana, y tres horas
después ya no cabía un alfiler. En las afueras, los vendedores ambulantes
ofrecían sus productos y los coraceros a caballo perseguían revendedores.
A las 15 horas de un soleado domingo del 31 de mayo de 1953, en
un Centenario repleto con 66.072 personas, Uruguay salió a la cancha
integrado por Roque Máspoli, Matías González y William Martínez;
Víctor Rodríguez Andrade, Néstor Carballo y Luis Alberto Cruz; Julio
César Abbadie, Juan Alberto Schiaffino, Oscar Míguez, Julio Pérez y
Juan Carlos Cabrera. Inglaterra lo hizo con Merrick, Ramsey y Eckersley;
Wright, Johnston y Dickinson; Finney, Broadis, Lofthouse, Taylor y Berry.
El sorteo entre los capitanes Matías González y William Wright determinó
que la selección uruguaya comenzara atacando hacia el arco de la tribuna
Colombes. El árbitro inglés Arthur Ellis hizo sonar su silbato, Lofthouse
tocó para Broadis y se inició el «Partido del Siglo», ante un Centenario
lleno como pocas veces.
Al cabo de los noventa minutos vencieron los uruguayos 2 a 1,
con goles de Julio César Abaddie, —de tiro cruzado a los veintisiete
minutos— y Omar Míguez, —de cabeza a los sesenta minutos—; Taylor
marcó el descuento a los ochenta y nueve minutos. Fue un partido intenso
y emotivo, que se jugó con entrega por parte de los dos seleccionados,
que encararon el juego como si se tratara de una final. Los periodistas se
mostraron unánimes en elegir a William Martínez como el mejor jugador
de la cancha y a Julio Pérez como el mejor en el ataque uruguayo. No
obstante, la prensa coincidió en señalar el notable trabajo colectivo de los
celestes. Tom Finney fue el mejor de los ingleses y en segundo lugar se
destacó la actuación del arquero Gil Merrick, responsable de lo estrecho
del marcador.
Para la anécdota quedó un claro penal en el área inglesa por mano
del zaguero Johnston que el árbitro pasó por alto y que, de convertirse,
hubiese significado el tres a cero parcial; un bombazo de Cabrera que
reventó el horizontal, los dribblings de Julio Pérez que enloquecieron a
la defensa rival y hasta la suerte de Roque Máspoli en una jugada en el
primer tiempo en que Broadis remató al arco y la pelota rebotó en los dos
palos para ser atrapada por el guardameta uruguayo.
En las ediciones posteriores al partido, las portadas de los diarios
mostraron la enorme alegría por la victoria conseguida y, sobre todo
| 232 |
dejó en claro que el fútbol uruguayo era, indiscutiblemente, el mejor del
mundo.
Acción dedicó su portada a la victoria uruguaya, con el título
«Uruguay concretó el sueño largamente acariciado: derrotar a Inglaterra»
una fotografía del gol de Míguez «en una tarde de gloria celeste» ocupó
la plana central. En las páginas deportivas el análisis hizo hincapié en lo
extraordinario del partido y en la calidad de ambas selecciones. El primer
tiempo fue muy interesante, de dos escuelas futbolísticas distintas, pero
«ambas de pulida técnica, lo que hace que el aficionado siga con extremada
atención los históricos acontecimientos que se vienen desarrollando en
el campo». La opinión era unánime en cuanto que «el equipo uruguayo
jugó como una máquina, emocionó a la multitud con su garra y su
prestancia técnica para hacerle frente a un rival que expuso desde el
primer momento, el ansia enorme que tenía de vencer». La entrega de
los uruguayos y la victoria conseguida lograron «hacer delirar a nuestro
pueblo en la histórica jornada, apuntalando un éxito memorable» (1 de
junio de 1953). En un partido de titanes, posiblemente el mejor disputado
en Montevideo a lo largo de la historia, quedaba ratificado que el sueño
se había cumplido, que la victoria era justa, merecida y de acuerdo a la
caballerosidad deportiva.
El Debate señaló que «70.000 aficionados presenciaron la
ratificación de la superioridad del moderno fútbol uruguayo sobre la vieja
escuela inglesa» (1 de junio de 1953), ganó el campeón, quien mostró
superioridad para un triunfo más amplio si se hubiesen aprovechado con
mayor eficacia las jugadas de riesgo y se hubiese cobrado un claro penal.
Sin tanta trascendencia, en la portada de El Día en el titular de «Cultura
física» se afirmaba que «Ante la selección inglesa, la uruguaya obtuvo
ayer brillante triunfo – Un partido emotivo y lucido predominando el
buen juego colectivo y la corrección» (1 de junio de 1953). Sobre las
incidencias del partido se destacaba el ambiente de caballerosidad
y la corrección de la lucha, ante un público que mostró un excelente
comportamiento, lo que fue destacado de unánimemente por los ingleses
al abandonar el país.
El Diario publicó en primera página las imágenes de los goles
celestes, y el análisis del juego se centró en destacar que la garra celeste
se lució en todo su esplendor ante un seleccionado británico muy
conservador y que a todas luces el resultado debió ser más abultado a
favor de los locales. Los integrantes de la Selección Inglesa protestaron
por un supuesto fuera de juego en el gol de Míguez y clamaron rápidamente
por la revancha en suelo europeo, en el que estaban convencidos sería
otro el resultado.«Otra vez quedó probado que los campeones del mundo
son imbatibles: también cayó el conjunto británico», afirmó El País (1
| 233 |
de junio de 1953), cuyas páginas señalaron lo inobjetable del triunfo
basado en el espíritu de equipo y en el gran compañerismo demostrado
en la enorme alegría registrada en el vestuario uruguayo tras la victoria.
El diario que dedicó más espacio a la gran victoria uruguaya fue La
Mañana, ratificando luego del juego la prédica que había sido constante
en sus páginas: la superioridad del equipo uruguayo. «Ni Inglaterra
podrá discutir que somos los mejores» (1 de junio de 1953) tituló su
página deportiva. Se había alcanzado el objetivo, era el último eslabón
de una cadena ininterrumpida de notables triunfos que posicionaban a
Uruguay como el dueño del fútbol mundial, y aunque sus periodistas
señalaron que la selección no había jugado un buen partido, con algunos
valores que estuvieron lejos de su rendimiento, «Ayer también alcanzó
para ganar un partido que todos deseábamos ganar, porque era la cima
que nos faltaba escalar para poder decir que en fútbol lo hemos hecho
todo» (1 de junio de 1953).
Pero no todo fue un análisis serio y dedicado al juego, sino que
hubo lugar para las bromas, para las «gastadas» hacia los maestros
ingleses: «Zenkiú veri match y sacate el dos a uno, vos investastes el
fotbal: pero yo lo acuno», escribió El Salvaje con evidente ironía en El
País (1 de junio de 1953). Las viñetas aparecieron caricaturizando las
escenas del partido, en las que se mostraba a los contrariados futbolistas
europeos intentando batir sin éxito a los orientales y hasta se sugirió que
los celestes no golearon por temor a la cancelación de la coronación de
Isabel II, programada para el 2 de junio.
Maestro de los maestros
«Los celestes tienen una gloria más para su historial sin parangón»
(1 de junio de 1953) tituló en su primera página deportiva La Mañana
en su edición del dia siguente al partido. Porque más allá de los aspectos
particulares del encuentro, el paso de las horas permitió analizar el triunfo
desde la perspectiva de que el viejo sueño se había conseguido y que algún
argumento que pusiese en tela de juicio la maestría de los celestes quedaba
rebatido. Uruguay sumaba a sus conquistas mundiales y sudamericanas el
invisible, pero indiscutido, título de mejor de todos:
Por fin nuestra afición pudo satisfacer el ansia incontenible,
unánimemente esperada de ver enfrentándose en sensacional cotejo a
los maestros del fútbol inglés con los representantes del deporte que
mejores títulos ha obtenido en todos los campos de juego. Uruguay,
cuatro veces campeón del orbe, sacando a relucir en cada una de esas
| 234 |
oportunidades la garra característica de sus hombres, virilidad de
la raza, sin eufemismos, dando todo en procura de la victoria, con
el genio latino rápido, perspicaz, varonil, pronto a manifestarse en
cualquier oportunidad que se le presente y bajo cualquier cielo [...] no
se pudo detener la marcha victoria de los cracks, que desde el 24, sin
pausa ni desmayos han ido en escala ascendente, hasta ocupar hoy, el
sitial más alto entre los países que practican este hermoso deporte (1
de junio de 1953)
Pero esta afirmación se basaba además en la opinión de los propios
periodistas ingleses, quienes fueron consultados una vez terminado el
partido. Con evidente satisfacción los periodistas uruguayos pidieron la
opinión de los integrantes de la delegación visitante, quienes sinceramente
se maravillaron con la actuación del seleccionado uruguayo: «Los mejores
de América y de Europa: Jamás vi mejor equipo en toda mi vida; hablan
los periodistas de Gran Bretaña», tituló El País (1 de junio de 1953) para
dar paso a las expresiones de los europeos. Hasta el entrenador inglés
W. Winterbottom alabó el juego de los celestes, afirmando que ganarle
a Uruguay en cualquier parte del mundo sería un verdadero milagro.
William Wright elogio la limpia y justa victoria uruguaya, lo mismo que
Alf Ramsey que además se mostró confiado de las posibilidades inglesas
en una posible revancha en terreno neutral durante el próximo mundial de
Suiza8 .
Pero no fueron únicamente declaraciones de cortesía correspondientes
a la caballerosidad inglesa. Charles Buchan, ex integrante de la selección
inglesa, y periodista, afirmó en su crónica desde Montevideo para el
News Chronicle, que la de Uruguay «fue una victoria bien merecida. Los
uruguayos juegan como campeones mundiales y verdaderamente debo
decir sin titubeos que es el mejor equipo que nunca haya visto» (1 de junio
de 1953). Finalmente, los ingleses reconocían a los maestros uruguayos, lo
que faltaba para cerrar un ciclo de victorias inigualadas en la historia del
fútbol mundial.
El fervor por la victoria continuó y las repercusiones en la prensa
duraron varios días. El semanario Fútbol Actualidad, que sin la inmediatez
de la noticia, priorizó el valor histórico del triunfo y sintetizó el sentir
popular. «Así se hace historia», tituló en portada delante de la fotografía
del primer gol uruguayo, que en su epígrafe se refería a la
Historia celeste inigualada... Del 24, 28, 30... Nadie podrá emularlas.
Y sin embargo allí está el presente maravilloso de Maracaná y del
domingo. Si algo faltaba a esa historia, era un triunfo sobre los
El seleccionado inglés tuvo la revancha en el mundial de 1954, pero Uruguay
venció 4 a 2.
8
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maestros. Aquí se inició el último eslabón de la cadena. Abbadie
señala el camino para un título maravilloso. Maestro de los Maestros
(2 de junio de 1953)
A modo de conclusión
El partido que enfrentó a ingleses y uruguayos en 1953 quedó en los
anales del fútbol mundial. Siendo dicho enfrentamiento parte de la gira
americana del equipo británico, el match disputado en el Centenario tuvo
una trascendencia diferente, no fue un partido más, sino un enfrentamiento
entre la tradición futbolística inglesa, los inventores del deporte, ante los
últimos campeones mundiales de la disciplina. Para ambos conjuntos
sería una disputa exigente y fundamental; para el equipo británico era una
buena ocasión para vencer al mejor del último mundial y para los celestes,
la victoria en el cotejo les serviría para consolidar su liderazgo a nivel
internacional. Con el mundial de Suiza a disputarse al año siguiente, el
juego serviría como preámbulo a la mayor fiesta futbolística, en el cual
seguramente amabas selecciones avanzarían hasta las instancias finales.
Luego Uruguay cayó en semifinales ante la magnífica selección de Hungría
y perdió su invicto en los campeonatos mundiales, pero de ninguna manera
su prestigio internacional. En definitiva, un encuentro inolvidable que hoy
podemos revivir gracias al importante trabajo de la prensa que nos acerca
a ese pasado glorioso del fútbol uruguayo y quizá, del relato de algún
afortunado que estuvo esa tarde en el Estadio. No importa el medio por el
cual nos acercamos a dicho evento deportivo, lo que queda claro es que fue
un match trascendental, que se jugó de manera limpia que proporcionó un
espectáculo maravilloso de fútbol.
¿Fue el partido del siglo, cómo muchos medios periodísticos lo habían
denominado? Es muy difícil responder a esa interrogante, lo que sí podemos
contemplar es que la repercusión en el medio local fue enorme, quizá
inigualable si consideramos que era un amistoso, pero en el que se jugaba
más que tres puntos o la posibilidad de avanzar en un torneo: se jugaba el
honor de dos selecciones representativas mundialmente, dos países en los
cuales este deporte continúa despertando muchísimas pasiones y en los que
es considerado parte del diario vivir de la sociedad.
Por estas razones, y conmemorando el sexagésimo aniversario del
cotejo, el partido del 1 junio de 1953, quedó en la memoria del pueblo
uruguayo que vive el fútbol de manera particular, con una pasión sin igual
por los colores de la camiseta.
| 236 |
Prensa (ediciones de mayo y junio de 1953)
Acción
El Debate
El Día
El Diario
El País
Fútbol Actualidad
La Mañana
Mundo Uruguayo
| 237 |
Revista Mundo Uruguayo, 14 de agosto de 1930
| 238 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 239 - 252, 2014
ISSN 1688-9800
Gramática de los viejos reglamentos deportivos
Pierre Arrighi ∗
1) A modo de introducción
Decir que el estudio riguroso de las leyes, reglas y reglamentos del
fútbol es indispensable para el conocimiento de su historia puede parecer
una banalidad. Pero es un hecho que, en este plano, hubo hasta el momento
cierto descuido, y que se ha sustituido la información cabal por el relato de
un pasado imaginario. Un ejemplo patente ilustra lo que afirmamos:
Los comentaristas de ayer y de hoy declaran unánimemente que el fútbol
nació en 1863 en la Free Mason’s Tavern de Londres, cuando los dignatarios de
las más prestigiosas public schools inglesas redactaron las dieciseis primeras
reglas del Football Association Quedaron formalmente segregados rugby y
football, escribió Nilo Suburú 100 años después. El primero con pelota ovoide,
empleándose las manos y los pies. El segundo con pelota esférica, siendo
permitido solamente el uso de los piés con excepción del goal-keaper.
Más recientemente, parafraseandoel libro Las primeras reglas del
football1 , el emblemático exentrenador francés Guy Roux afirmó que, sin
lugar a dudas, las reglas de 1863 plantearon los dos principios intangibles del
fútbol: uso exclusivo de los pies y prohibición de las peleas.
La lectura de los textos confirma que se prohibe marcar un gol «si
se lleva o se proyecta el balón con la mano (regla 4), llevar la pelota con la
mano en cualquier circunstancia (regla 9), y pasar la pelota con la mano
a un compañero de equipo» (regla 11). Pero que esto no significa que se
juega exclusivamente con los pies. La regla 8 autoriza el fair catch, es decir,
atajar la pelota al vuelo con las manos en cualquier parte de la cancha «a
condición de que se plante el talón en el suelo inmediatamente después». Y el
gesto se ve además recompensado con un tiro libre. Queda también admitido
cualquier intento de fair catch, es decir cualquier desviación manual. Todo
jugador puede desempeñarse entonces como un golero en cualquier sector de
la cancha. Tampoco descartan los textos la posibilidad de despejar la pelota
con la mano, y queda totalmente abierta la posibilidad de jugar con el resto
del brazo, tanto defensiva como ofensivamente.
Por otra parte, no se halla referencia alguna a la función de guardametas
que, en el contexto reglamentario definido, tendría poco sentido. En efecto,
la regla 1 dispone que el arco es «un espacio de 8 yardas (7,32 m) delimitado
∗
Profesor Asociado a la Unidad Arte de la Universidad de Picardía (Francia),
miembro del Centro de Investigación en Arte (crae)
1
El libro presenta el facsímil de las 13 leyes más las tres definiciones que fueron
manuscritas en un cuaderno escolar el 26 de octubre de 1863.
| 239 |
por dos palos sin ninguna barra transversal», y la regla 4 establece que «el
gol se marca entre los palos sea cual sea su altura».
Puede concluirse por lo tanto que entre ese juego codificado en 1863 y
el fútbol que conocemos desde principios del siglo xx, hay un abismo. Y que
tanto Suburú como Guy Roux se equivocaron totalmente. El primero por no
haber leído las fuentes, el segundo por haberlas leído mal.
2) Contexto de los reglamentos de la primera época del deporte
moderno
El análisis de las reglas de la primera Football Association no es un
trabajo que presente mayores dificultades. Los reglamentos de los pioneros
tienen el mérito de ser cortos, claros y directos, y también el de limitarse a
tratar del juego sin incursionar en cuestiones económicas, sociales o morales.
Con el desarrollo del profesionalismo a fines del siglo xix, —en Inglaterra y en
Escocia primero, en Suiza, Bélgica y Dinamarca después—, y con la creación
del aristocrático Comité Olímpico Internacional en 1894, la limpidez de los
primeros textos deportivos se pierde, y aparecen mecanismos de redacción
particularmente retorcidos que obedecen a dos causas: por un lado, las tensiones
entre actores profesionales y actores amateurs; por otro, las tensiones entre los
coordinadores olímpicos y los organizadores propiamente deportivos.
En el fútbol, las tensiones entre profesionales y amateurs nacen con la
venta de entradas. Las hinchadas generan ganancias que van necesariamente
a alguna parte. En el mejor de los casos, las recaudaciones se reparten entre
todos los jugadores, como sucede con ciertos equipos de Budapest a principios
del siglo xx. Pero lo común es el acaparamiento del dinero por la aristocracia
de los dirigentesjugadores. El hecho genera conflictos larvados entre los
profesionales (beneficiarios del reparto) y los amateurs (excluidos del reparto).2
Los profesionales, —organizadores, dirigentes o futbolistas—, buscan limitar
el reparto. Los amateurs, que pueden fácilmente calcular el monto de las
recaudaciones y deducir en consecuencia la existencia de cajas negras, buscan
extender el reparto y acceder a la profesionalización. Es en este contexto que los
detentores del poder financiero y legislativo inventan la ideología amateurista.
Destilada en los reglamentos con tono amenazante, es antes que nada un código
del silencio destinado a ocultar el profesionalismo negro.
Por otro lado, el hecho de que diferentes entidades sin relación jerárquica
entre sí, se junten para organizar un evento deportivo común, aparece como
un elemento típico de las Olimpíadas. El comité olímpico convoca y coordina
2
El profesionalismo es el proceso global de negocio del fútbol. Empieza con la
profesionalización de los dirigentes, y se extiende progresivamente al cuerpo técnico, a los
jugadores estrellas y a los goleros, hasta abarcar finalmente la totalidad del equipo. Los
dirigentes inventaron la expresión «amateurismo marrón» con el objetivo de hacer creer que
solo los jugadores se llevaban indebidamente una parte de la torta.
| 240 |
el evento en lo global, las asociaciones propiamente deportivas (nacionales o
internacionales) organizan y dirigen los torneos. Y nadie manda realmente a
nadie. Sucede entonces que cada una de las partes reglamenta por su cuenta,
lo que da como resultado un paquete de textos incoherentes.
De ocultamientos por un lado, y de incoherencias por otro, se generan
reglamentos particularmente opacos. Es esta zona complicada que queremos
explorar, nuestro objetivo es evidenciar ciertos problemas de gramática, y
sentar bases de una metodología.
Analizaremos primero los cuatro textos reglamentarios siguientes:
• del reglamento de 1915 emitido por la Asociación Uruguaya de
Fútbol, los artículos 55 y 72 que tratan del empleo de los jugadores
por los clubes (fuente : Luzuriaga);
• de los estatutos de la fifa de 1926, el artículo 4 que autoriza las
compensaciones por pérdida de salario (fuente : Estatutos de la
fifa 1926);
• de las reglas generales de los Juegos Olímpicos de Amberes de
1920, los artículos 2 y 3 que tratan de la definición del amateur
(fuente: Informe Oficial de la 7 a. Olimpíada);
• del reglamento del torneo olímpico de fútbol de 1908 redactado
por la Football Association inglesa, los artículos 4 y 5 que
establecen una reserva y definen al amateur de modo particular
(fuente: Informe Oficial de la 4 a. Olimpíada).
Posteriormente estudiaremos dos procesos de creación reglamentaria
que nos permiten entender el origen y la naturaleza de las claves gramaticales
utilizadas:
1) la redacción de los 14 votos del primer congreso olímpico de 1894;
2)el choque reglamentario entre la fifa y el Comité Olímpico
Internacional de 1928.
3) Año 1915: artículos 55 y 72 del reglamento de la auf
El año 1915 marca un viraje en todo el mundo del fútbol. En
diferentes países de Europa y de América surgen las primeras estrellas, los
primeros mercados de players, los primeros clubes «grandes» que lideran los
campeonatos nacionales y presentan equipos mayoritariamente profesionales.
Esto sucede tanto en Hungría y en Austria, como en Francia y en Italia, en
Argentina y en Uruguay.
En Montevideo, tres fenómenos afectan el proceso de profesionalización.
Primero, el curcc, entidad profesional industrial, se convierte en Peñarol,
club independiente cuya economía se basa en el reparto de las recaudaciones.
Segundo, el club Nacional, cubierto por los dirigentes políticos, impulsa el
primer mercado abierto de compra-venta de jugadores. Tercero, los clubes
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«chicos», que asisten impotentes al desmantelamiento del glorioso equipo de
River Plate, reclaman medidas que protejan los planteles.
En ese contexto la AUF elabora una nueva legislación, el reglamento de
1915. Según Luzuriaga: «el artículo 55, [expresa] que a éstos [los futbolistas]
les [está] terminantemente prohibido recibir cualquier retribución, fuere
en dinero o en objetos, que pudiera interpretarse como pago de servicios».
El artículo 72 dispone a su vez que «serán descalificados para siempre los
jugadores profesionales», definiendo que «es profesional el que recibe sueldos,
sea jugador o entrenador», y concluye que «ningún jugador podrá ser empleado
de un club sino pasados dos años después de haberse afiliado a él» (167)
Se imponen algunas observaciones. La primera es que la conclusión del
artículo 72, que autoriza el empleo de un jugador por el club, parece contradecir
lo expuesto en el artículo 55 que prohibe la remuneración de los players por
pago de servicios. La segunda es que la frase «ningún jugador podrá ser
empleado de un club sino pasados dos años después de haberse afiliado a él»,
que formulada negativamente parece marcar una interdicción, equivale en
realidad a la frase positiva siguiente: «todo jugador con dos años de afiliación
puede ser empleado por su club». La tercera observación se relaciona con los
dos años de afiliación: su carácter abusivo de esta condición ajena a cualquier
código laboral evidencia que lo que se está tratando subrepticiamente es el
empleo del player como tal. Se constata finalmente que no se fija límite de
cantidad, por lo que se autoriza el empleo de todos los jugadores del equipo.
El empleo de un jugador por su club es una forma moderna de
profesionalización, superior al contrato industrial de tipo curcc, al empleo de
favor —que le impone al futbolista un segundo patrón—, y al muy precario
reparto directo de las recaudaciones. En las condiciones indicadas, la medida
da satisfacción a los «clubes chicos» que, afiliando jóvenes y asalariando a sus
cracks, pueden protegerse de la competencia salvaje. De este modo, el reglamento
de 1915 sella un pacto realista entre los clubes «grandes» y los clubes «chicos».
Los primeros obtienen la puerta abierta al profesionalismo, los segundos un
instrumento legal que les permite negociar financieramente los pases.
El texto de la auf responde en realidad a necesidades que se plantean
en todo el mundo del fútbol. No es casualidad si la fifa retoma los mismos
principios en los estatutos de 1926, cuyo artículo 7 establece que «si un
amateur es empleado por el club o por una asociación, debe probar cuando
se lo solicite que los servicios que cumple como player no tienen influencia
en el monto del sueldo que se le destina en su calidad de empleado» (18).3
Como el reglamento de la auf, el texto de la fifa autoriza el empleo de
jugadores por el club sin limitación de la cantidad y proclama que el sueldo
recibido debe corresponder al pago de servicios futbolísticos. Pero sabiendo que
“If an amateur is a paid employee of a club or an Association, he has to prove at each
demand that the services he can render as a player are of no influence upon the estimation of
wages, paid to him in quality of employee”.
3
| 242 |
los servicios futbolísticos comprobables de un jugador se limitan a los noventa
minutos del partido dominical, el punto debe entenderse como una obligación
de presencia para el empleado y, desde el punto de vista de los patrones del club,
como un marco legal adecuado a la profesionalización de los entrenamientos.
4) 1926: estatutos de la
pérdida de salario.
fifa.
Artículo 4 sobre las compensaciones por
El fin de la primera guerra mundial abre una nueva era para el deporte
internacional y en particular para el fútbol. La fifa se libera de la tutela inglesa
y un nuevo equipo asume la dirección en 1921. El flamante presidente Jules
Rimet impone su estrategia profesionalista. La preocupación es, antes que
nada, desarrollar el negocio prometedor del fútbol mundial, facilitando los
partidos internacionales y organizando espectáculos. La estrategia alcanza
un primer logro con el torneo olímpico de París en 1924: se baten records de
recetas, la fifa se vuelve la primera federación internacional, y el fútbol se
convierte en el deporte olímpico supremo superando al atletismo.
Es preciso comprender bien que el negocio del fútbol y la profesionalización
de los jugadores son a la vez la causa y la consecuencia de un atributo del buen
fútbol: su carácter espectacular. La gente va a las canchas sobre todo para ver
jugadas extraordinarias. Ese carácter fuera de lo común del juego futbolístico
solo puede obtenerse con la temprana profesionalización de los players. Como
a nadie le interesa pagar para ver jugadores malos, espectáculo, negocio y
profesionalización son una misma cosa.
Rimet es el hombre indicado para impular la nueva estrategia. Como
patrón del club parisino Red Star, desarrolló masivamente el profesionalismo
en Francia a partir de 1909. Desde 1917 la Coupe de France alimenta los
bolsillos de los dirigentes franceses, y en 1923 la federación francesa es un
modelo de prosperidad económica en toda Europa.
En 1924, el Comité ejecutivo de la fifa nombra una comisión sobre el
amateurismo presidida por Seeldrayers. El informe presentado un año después
invita a promover la profesionalización de los seleccionados nacionales autorizando
las compensaciones por pérdida de salario para los jugadores que tienen que
efectuar viajes largos. El sistema garantizaría la presencia de los mejores futbolistas
del mundo, y por consiguiente, la calidad del espectáculo y las ganancias.
Tres obstáculos se oponen a esta perspectiva. El primero es la estrategia
de los dirigentes de Europa central que buscan dinero fácil organizando torneos
internacionales entre clubes. El segundo es la reticencia de las asociaciones
nacionales a desembolsar sumas importantes para jugar en torneos en los que
se corre el riesgo de una eliminación inmediata. El tercero es que el Comité
olímpico internacional considera el tema de las compensaciones como el caballo
de Troya de las federaciones internacionales intruso en la economía olímpica.
Es en ese contexto complicado que la fifa aprueba el artículo 4 de sus estatutos.
| 243 |
El texto empieza con una advertencia: «No está autorizado el pago de
compensaciones por salario perdido», pero introduce inmediatamente la posibilidad
de excepciones que, por otra parte, no define: «salvo casos especiales fijados por
cada asociación nacional». Se evocan entonces algunas vagas limitaciones (no
compensar el sueldo perdido en totalidad) y se deja a criterio de las asociaciones
fijar la cantidad de días de compensación (en función de las condiciones geográficas
del país). Se concluye finalmente que «las asociaciones nacionales tienen libertad
de pagar la mencionada limitada compensación por pérdida de salario o no».
Lo primero que se observa es que la conclusión del artículo se opone
totalmente a la disposición preliminar. Lo segundo es que al no definirse los casos
especiales, la excepción queda actada como regla. De este modo, la autorización
de las compensaciones abre la posibilidad legal de presentar un equipo nacional
asalariado y consagra la fase superior del proceso de profesionalización del fútbol.
En cuanto a la técnica redaccional, el artículo procede por etapas.
Primero anuncia que el pago de compensaciones no está autorizado (falsa regla
general, ocultamiento). Luego se considera su autorización en casos especiales
(anuncio de excepciones) y no se las define (extensión de las excepciones).
Finalmente se autorizan las compensaciones (verdadera regla general).
Mediante el mecanismo gramatical de la excepción, el artículo aplica una
norma típica de los textos deportivos de la época: en caso de contradicción, la
última disposición es la que vale.
5) 1920: reglas generales de los Juegos Olímpicos de Amberes.
Artículos 2 y 3
Una de las creencias más falsas y que más ha deformado la historia del
deporte y del fútbol es la que supone que los Juegos siempre fueron amateurs
y que la situación resultó de un dictado autoritario del moralista Comité
Olímpico Internacional. La realidad es que en la primera gran edición
olímpica organizada en 1900 en París, y dirigida por Pierre de Coubertin,
se instauran decenas de torneos profesionales en todas las disciplinas y se
otorgan masivamente premios en dinero. Pero sucede también que, como en
1896, la dominación de los atletas americanos es aplastante: los amateurs de
las universidades norteamericanas ridiculizan a los profesionales británicos.
En 1904, no queriendo sufrir una nueva humillación, Londres boicotea
los Juegos de Saint-Louis con el pretexto de que los atletas norteamericanos
tienen estatuto dudoso. Y cuando, cuatro años después, el Comité Olímpico
Británico organiza la 4.a Olimpíada en Londres, dispone por primera vez en
la historia en el artículo 3 de sus reglas generales que «los Juegos olímpicos
están reservados a los amateurs». El objetivo evidente es desalentar la
participación de los adversarios proclamando un principio destinado antes
que nada a intimidar. Para entender el carácter falso del artículo 3, hay que
| 244 |
considerar el artículo 2 que afirma que el «Comité Olímpico Británico es
responsable de los Juegos y delega la dirección de los diferentes deportes a
las asociaciones que los gobiernan en Inglaterra», y sobre todo el artículo 4,
según el cual «la definición del amateur calificado para competir en cualquier
deporte está dada en las reglas detalladas de cada deporte» (Informe Oficial :
29). En otros términos, el artículo 2 es totalmente hueco. Adquiere sentido
sólo si no se define el término «amateur» y en función de dicha definición.
Los británicos inventan entonces el mecanismo más retorcido de
la historia reglamentaria del deporte. ¿Qué se observa en los reglamentos
propiamente deportivos de 1908? La variedad más grande definiciones del
amateur, y en algunos casos, como en tenis, la ausencia total de definición.
Se consagran entonces torneos reservados (con definición y reserva), torneos
abiertos (con definición a bierta o sin reserva), y, como en el tenis, torneos
totalmente abiertos (sin definición y sin reserva). Un estudio preciso de la
situación permitiría concluir que la diversidad de las definiciones adoptadas
obedece a una misma lógica ventajista: allí donde los profesionales ingleses
dominan, torneos abiertos; allí donde los ingleses se sienten amenazados,
reglamentos drásticamente amateuristas.
La situación instaurada en 1908, se reitera en 1912 en Estocolmo con
el mismo resultado: mucho oro para los organizadores. En 1914, el congreso
olímpico de París decide transferir los poderes deportivos y reglamentarios
(definición del amateur) a las Federaciones internacionales, y bajo este nuevo
marco se organizan los Juegos de 1920 en Amberes. La mécanica gramatical
sigue siendo la misma. El artículo 2 de las reglas generales declara que
«sólo los atletas amateurs están admitidos en los Juegos Olímpicos», y la
denominación definición de amateur, el artículo 3 establece que «para los
deportes que poseen una Federación Internacional, la calidad de amateur
está determinada por la definición prevista por dicho organismo».
La particularidad de los Juegos de 1920 es que las federaciones
internacionales, paralizadas durante la guerra, aún no se han puesto a funcionar.
Al no haber poderes legalmente autorizados, no se definen condiciones de
admisión4 y los torneos resultan masivamente abiertos. El punto que cabe
recalcar aquí, es que desde 1894 se sabe en el seno del movimiento olímpico
que no hay definición del amateur aplicable a todos los deportes. Y que de ello
resultan las definiciones más disparatadas. El espectro va de un extremo a
4
En 1920, las federaciones internacionales, que dejaron de funcionar durante la
guerra, no están aún en condiciones de dirigir los torneos como lo definía el reglamento
general. Se crea entonces un verdadero vacío de poder deportivo que es la razón inmediata
de la ausencia de definiciones del amateur. Pero hay que agregar también una razón de fondo:
empiezan los años locos, y reina un clima de liberalismo favorable a la mezcla social y a la
profesionalización de los artes populares, cine, cabaret, canción, música, teatro y… fútbol
fondo: empiezan los años locos, y reina un clima de liberalismo favorable a la mezcla social y
a la profesionalización de los artes populares, cine, cabaret, canción, música, teatro y… fútbol.
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otro: amateur puede ser el atleta de barrio, el gimnasta que no es asalariado de
un circo, pero también el ciclista profesional afiliado a una asociación ciclista,
el marino que no vende material de barco, el gentleman que monta a caballo,
o simplemente cualquier tenista o cualquier tirador.
Sin definición del amateur es imposible reservar un torneo porque es
imposible controlar la calidad del amateur y pronunciarse sobre un reclamo.
Por su carácter retorcido y hueco, y por el efecto sicológico buscado, el
anuncio de una reserva de los Juegos a los amateurs puede ser catalogado de
acto fundamentalmente antideportivo.
6) 1908: reglamento del Torneo Olímpico de Fútbol redactado por la
Football Association inglesa. Artículos 4 y 5
Hasta mediados del siglo xx, nuestro país sigue considerando a los
ingleses como «los maestros del fútbol». Se les atribuye una superioridad
técnica y táctica esencial. Son los maestros del fútbol como nosotros somos los
del tango. En 1950 en Brasil, Schiaffino ve caer estrepitosamente a los ingleses
contra el «equipo horrible» de los Estados Unidos. Observa entonces un juego
mecánico y sin alma, y se da cuenta deque los maestros no son tales. En
Francia, la realidad se conoce desde 1924, cuando aparece Uruguay. Expertos
como Gabriel Hanot subrayan la superioridad intrínseca de los purasangres
celestes sobre los percherones ingleses. En Gran Bretaña, la verdad emana del
British Home Championship. Y en ese torneo internacional, que reúne a los
mejores seleccionados de las cuatro naciones del Reino, los escoceses son los
mejores desde 1884. El hecho es que, como ya había sucedido con el atletismo
desde 1904, la maestría de los ingleses se desplaza de la arena deportiva a las
oficinas legislativas.
Prueba de ello es la joya de la gramática deportiva que representa el
reglamento del torneo olímpico de fútbol disputado en Londres en 1908.
Redactado libremente por la Football Association inglesa en momentos en
que la fifa se halla bajo presidencia del inglés Daniel Woolfall, el artículo 4 da
el tono al anunciar, contra los estatutos y contra la vocación fundadora de la
federación internacional, que «la competición está reservada a los amateurs».
Pero la creatividad de los autores se revela en el artículo 5, banal a primera
vista, que define como jugador amateur «a aquél que no recibe remuneración
de ninguna especie más allá de lo necesario en materia de hotel y de viaje, y
que no está registrado como profesional». Lo que llama la atención aquí es la
conjugación de los verbos en tiempo presente. Es amateur el que no recibe sueldo,
el que no está registrado como profesional. Porque los verdaderos reglamentos
amateuristas, que en las mismas Olimpíadas encuadran ciertas disciplinas
(atletismo y boxeo, por ejemplo), llevan verbos conjugados al pasado, y definen
como amateur al que nunca fue profesional y que nunca recibió remuneración
alguna por servicios deportivos.
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La extraña gramática de la Football Association tiene una doble
explicación. Por un lado, sus dirigentes pretendían rebajar al fútbol mundial al
rango amateur, algo así como una segunda división, pero por otro, no querían
privarse de alinear profesionales. Como lo demuestran las intervenciones de
los delegados ingleses Kingscott y Pickford durante los debates del congreso
de la fifa organizado en Helsinski en 1927, la Football Association autorizaba
el cambio de estatuto de profesional a amateur. Un futbolista inglés podía ser
amateur durante el torneo olímpico y profesional justo antes y justo después.
Siguiendo el ejemplo inglés, la fifa terminó votando el libre cambio
del estatuto, preventivamente, poco antes del torneo olímpico de Ámsterdam.
Era la última lección de los maestros de la ley una lección de poco alcance
que en 1930, con la creación del Mundial propio, debía perder toda utilidad.
7) Breves conclusiones
Los cuatro textos que acabamos de estudiar presentan evidentes
elementos comunes. El primero es que lo que se expresa fuerte y claro al
principio resulta totalmente desmentido al final. El segundo es que, en caso
de duda o de contradicción, lo que se establece más concretamente al final
anula lo que se dispone más generalmente al principio. En los diferentes
casos son los mismos mecanismos que permiten torcer las disposiciones:
la excepción, la anulación, y también la definición y la no definición. Nos
queda por entender ahora cómo se instalaron estos mecanismos, a partir de
qué procesos. Cómo se originaron y cómo llegaron a agotamiento.
8) La redacción de los 14 votos del primer congreso olímpico de 1894.
La excepción
El primer congreso olímpico se reúne en La Sorbona del 16 al 23 de junio
de 1894 convocado por la Unión de Sociedades francesas de Deportes atléticos
(usfsa) a pedido de Adolphe de Pallissaux y de Pierre de Coubertin. El objetivo
es fundar los Juegos olímpicos modernos, fijar la fecha y el lugar de la primera
edición, y definir los grandes lineamientos reglamentarios. El número 1 del
boletín del Comité Internacional de los Juegos olímpicos publicado en julio
del mismo año da cuenta de las discusiones y decisiones en el informe titulado
«Los trabajos del congreso» (3-4). El resultado es un texto denominado «votos
del congreso» compuesto de catorce puntos, que integra resúmenes de los
debates ocurridos, y sigue el orden cronológico de las discusiones. Los temas
tratados son la cuestión del amateurismo y la organización de los Juegos.
El punto 1 registra la definición del amateur establecida por la
comisión Mangeot-Borel «para el atletismo»: «Amateur es toda persona
que jamás compitió en concursos abiertos, ni por premios en especies o
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por una suma de dinero, […] o con profesionales, y que nunca fue profesor
o asistente asalariado de educación física». Pero sucede entonces que
los congresistas, aunque no rechazan la definición en sí como definición
abstracta y teórica, se oponen a su aplicación concreta manifestando gran
cantidad de reticencias y haciendo votar una multitud de excepciones.
Deciden por ejemplo validar las subvenciones que brindan los fabricantes
de bicicletas a los ciclistas, aceptar la idea de que «el éxito deportivo pueda
procurar ventajas pecuniarias» y por «unanimidad, el principio de establecer
una distinción entre lucro y legítima indemnización». Los congresistas
aceptan también «el encuentro entre amateurs y profesionales», sobre todo
en ciclismo, considerando que es de interés deportivo «permitir que en
ciertos casos la barrera sea levantada».
Por otra parte, votan el punto cuatro que autoriza el reparto de las
recaudaciones «como indemnización de transporte entre las sociedades
participantes pero no directamente entre los concurrentes». La aprobación del
punto cinco significa una clara ruptura con los principios anunciados: a la vez
que se define la «tendencia de los deportes al amateurismo», se autorizan los
premios en especies «en las carreras de caballos, el tiro y el yatching», deportes
en los cuales «la definición del amateur no se aplicará por el momento». Por otra
parte, refiriéndose al tiro a la paloma, deporte muy profesionalizado, «el conde
de Pourtalès, muy aplaudido, [hace] notar que ciertos deportes tienen raíces
demasiado profundas, de modo que no se pueden modificar radicalmente sus
reglamentos por más defectuosos que estos sean». Los delegados se atreven
a plantear entonces la idea de «limitar las prerrogativas del congreso a los
deportes atléticos propiamente dichos».
La misma lógica se plantea en momentos de tratar la organización de
los Juegos. Se vota el punto nueve que aprueba la organización de concursos
profesionales en esgrima y establece que sólo los «concursos» se reservarán
a los amateurs. Finalmente el punto once fija un principio clave en materia de
admisiones: «en cada país, debe procederse antes de la época de los Juegos,
a verdaderas pruebas eliminatorias destinadas a designar exclusivamente a
los verdaderos campeones de cada deporte», sin referirse a categorías.
La elaboración de los catorce puntos fundadores de los Juegos olímpicos
permite ver cómo se funda el proceso de redacción reglamentaria del deporte
internacional de la época. Un grupo reducido elabora una propuesta general,
que sirve de punto de partida, y que queda inscrita en el reglamento como
encabezamiento. Se trata de un principio o de una definición. Siguen entonces
artículos que corresponden a reuniones posteriores, escritos por otras presonas,
en otro contexto. Y se registran cronológicamente nuevas decisiones, que, sin
borrar el primer texto, lo confirman, lo rectifican o lo desmienten, siguiendo
el criterio de decidir si se aplican o no a tal o a cual deporte. El resultado final
es una suma ilimitada de excepciones que concentran todo el valor efectivo.
En el caso del primer congreso olímpico, los debates reflejan negociaciones
entre los delegados se dan en un clima de harmonía y de democracia, sin que
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se manifieste la voluntad autoritaria de un poder central. En ese contexto, el
mecanismo reglamentario suficiente es la excepción.
9) 1928: antagonismo reglamentario fifa- coi. La anulación
En 1924, la fifa asume la conducción del torneo olímpico de fútbol
de París (Colombes) acorde con las decisiones adoptadas por el congreso
olímpico de Lausana en 1921. Por primera vez en la historia, dispone del poder
total sobre el torneo, tanto en el plano de la organización deportiva como en el
plano de las reglas de admisión de los atletas. La federación francesa presidida
por Rimet redacta el reglamento del torneo que es aprobado por la fifa, y
cuya aplicación está asegurada por el tribunal de reclamos también presidido
por Rimet. El texto no define al amateur y no pone ninguna condición de
categoría a los participantes. Se trata por lo tanto de un reglamento abierto,
que corresponde al espíritu de los fundadores de la fifa.
De hecho, los equipos que se presentan mandan a sus mejores players.
Algunos seleccionados son totalmente profesionales como los equipos de
Hungría, Checoslovaquia, Suiza, España, Italia y Francia que cuentan con
veinte profesionales en sus clubes sobre los veintidos inscriptos. Por su
parte, los Estados Unidos presentan cinco futbolistas de origen británico que
evolucionan en la Association Soccer League. La fifa acta los hechos en el
Congreso de París de 1924 registrando con evidente satisfacción que «todo
el mundo sabe que en el torneo olímpico los equipos puramente amateurs
cuentan con muchos profesionales»(10)
Pero la situación ideal de 1924 se ve amenazada en 1925. El belga
Baillet-Latour asume la presidencia del Comité olímpico internacional,
y enarbola inmediatamente un culto provincial del amateurismo como
manera de reafirmar el poder olímpico ante las reivindicaciones económicas
crecientes de las federaciones internacionales. El congreso de Praga de
1925 concreta esta evolución negativa y adopta una definición general del
amateur que dispone la exclusión de los atletas exprofesionales y de todo
beneficiario de compensaciones por pérdida de sueldo. De esta manera, el
poder olímpico retira a las federaciones internacionales el poder que tenían
de definir libremente las reglas de admisión. La Federación Internacional de
Tenis decide entonces retirarse definitivamente de los Juegos.5
Menos radical, y muy consciente de su peso, la fifa decide enfrentar las
disposiciones de Praga reivindicando el retorno al marco legal de Lausana.
Encara para ello un largo y fastidioso trabajo reglamentario liderado por
Seeldrayers, que conduce a la progresiva aprobación por los congresos de
1925, 1926 y 1927 de disposiciones frontalmente opuestas a las decisiones
5
El tenis desaparece de los Juegos Olímpicos hasta la edición de Los Angeles en 1984.
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de Praga. Inscritas en los estatutos de la fifa, autorizan a cambiar libremente
de categoría, y legalizan el pago de compensaciones por pérdida de sueldo.
El 5 de junio de 1927, el congreso de la fifa, reunido en Helsinski, vota
la resolución presentada por Bélgica que expresa que
El congreso, considerando que no tiene derecho a discutir poderes del
presidente del Comité olímpico internacional, toma conocimiento de
su carta y decide no tomar parte en los Juegos olímpicos de Amsterdam
mientras los reglamentos adoptados por el congreso [de la FIFA] en
Roma no sean adoptados por el Comité Olímpico Internacional (15).
Baillet-Latour acepta entonces, suspender la aplicación de las disposiciones
de Praga. Este pacto circunstancial no impide la publicación de los dos textos
oficiales antagónicos: en las reglas generales, las disposiciones restrictivas de
Praga; en el reglamento del torneo de fútbol, los artículos que le opone la fifa.
El informe oficial de la 9a. Olimpíada presenta página 69 las «reglas generales
aplicables a la celebración de los Juegos». El primer punto de la «definición del
amateur» anuncia que «el estatuto del amateur establecido por las federaciones
internacionales deportivas es respetado para la admisión de los atletas». Pero el
punto dos lo contradice indicando que «no podrá ser calificado para concurrir en
los Juegos: 1- aquél que, en conocimiento de causa, fue profesional en cualquier
deporte, 2- aquél que recibió compensaciones por pérdida de salario».
El mismo informe publica en las páginas 342 a 345 el reglamento del
torneo de fútbol, bajo el título impactante pero inexacto de «definición del
amateur según la fifa». Se trata en realidad de una selección de disposiciones
extraidas de los estatutos, con algunos ajustes de circunstancia. El artículo 13a
indica que «un profesional puede ser recalificado amateur por su asociación
pasado un período de un año a partir de la fecha del pedido». El artículo 4
dispone en su punto 3 que «podrán atribuirse compensaciones de 90% del sueldo
como máximo para los casados y de 75% para los jugadores solteros». Sobre este
punto, las precisiones que da la fifa se parecen mucho a una provocación: la
compensación se vierte «en caso de partidos internacionales y finales de trofeos
nacionales», y, siguiendo las condiciones fijadas en el punto 5, se limita a veinte
días por año, salvo si «una asociación extranjera manda un team a los Juegos de
1928 en Ámsterdam, en cuyo caso podrá agregarse el tiempo del viaje».
El reglamento particular del fútbol funciona es indudablemente un
desmentido de lo dispuesto en las reglas generales. La situación no resulta de un
acuerdo amistoso sino de un conflicto agudo y de una oposición sin concesiones.
La fifa no se rebaja a plantear las cosas en términos de excepción. Se arroga
el derecho de exponer sus posiciones propias y a hacer uso del mecanismo
gramatical de la anulación. Desde el punto de vista de la gran historia futbolística,
se consagra entonces la realización del segundo Mundial olímpico, el primero
reglamentariamente separado de los Juegos.
| 250 |
Bibliografía
Boletín del Comité Internacional de los Juegos Olímpicos, julio
1894, número 16 .
fifa, Actas del 13er Congreso, París, 24-28 de mayo de 1924.
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Ediciones Santillana (Taurus), 2009.
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1863, Oxford: Bodleian Library, University of Oxford, 2006.
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6
Los documentos procedentes del COI son accesibles en: http://search.
la84.org/search?site=default_collection&client=default_frontend&output=xml_no_
dtd&proxystylesheet=default_frontend&proxycustom=%3CHOME/%3E
A los documentos de la FIFA se accede a través de: http://fr.fifa.com/contact/form.html
| 251 |
Revista Mundo Uruguayo, 31 de agosto de 1930
| 252 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 253 - 265, 2014
ISSN 1688-9800
El football según José María Delgado
En el gimnasio, en el field,
Perfecciona tu aptitud;
Sé lozana y varonil,
Juventud.
Cultiva hasta la demencia.
Tu destreza, tu vigor,
Ama la noble violencia
Del sport.
Julio Osaba ∗
Intro
Consultado por un diario cubano en 1927, sobre si la práctica del
deporte no le restaba sensibilidad para la poesía, José María Delgado
responde:
De ningún modo. Yo tengo tres personalidades en mi vida. Una la
de médico, profesión que ejerzo con mucho cariño. Tengo un cargo
de la Asistencia Pública de mi país, y lo desempeño con grande
satisfacción. Otra la del poeta, que cultivo con verdadero amor. Y
otra la del deportista, que ya ven ustedes en que ajetreos me trae y me
lleva por el mundo (1943: 166).
La metáfora del desdoblamiento en personalidades que utiliza
Delgado, poco tiene que ver con alguna patología de tipo siquiátrica, sino
que más bien funciona como artilugio literario por el cual describir su
peripecia vital. Nacido en Salto en 1884, se recibió de médico en 1908,
ejerció cargos en la Asistencia Pública Nacional desde 1916, y ejerció el
cargo de director del Servicio de Asistencia Externa entre 1931 y 1939. Tuvo
una dilatada trayectoria literaria donde publicó varios libros de poemas (El
Relicario, 1919; La princesa Perla Clara, 1921; Metal, 1926, entre otros),
novelas (Juan María, 1942; Doce Años, 1945); junto con Alberto Brignole
fueron los primeros biógrafos de Horacio Quiroga (Vida y obra de Horacio
Quiroga, 1939) por el cual recibieron el Premio Nacional de Literatura de
1940. Además se desempeñó como director de la revista literaria Pegaso
(1918-1924), y fue designado miembro de la Academia Nacional de Letras
en 1943. Como deportista, si bien en la entrevista citada deja constancia
Profesor de Historia (Instituto de Profesores Artigas). Docente de la Licenciatura
de Comunicación Social de la Universidad Católica del Uruguay. Investigador del
Departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional.
∗
| 253 |
que practica el fútbol con otros universitarios, su actuación sobresalió
en el plano dirigencial, como tal fue designado miembro de la Comisión
Nacional de Educación Física en 1921. Su más destacada actuación como
dirigente la realizó en el Club Nacional de Football del cual fue presidente
en dos ocasiones (1911-1921 y 1929-1932), además es posible afirmar que
con su designación como presidente en 1911, Nacional dejó de ser un
equipo-club en donde los roles de jugador-socio-dirigente (Frydenberg: 47)
son indiferenciados y la figura del capitán es central, para transformarse en
una institución deportiva con una clara división del trabajo entre dirigentes
y jugadores, además de finalidades diferentes. La figura de Delgado como
deportista, se encuadra no tanto en la práctica corporal del juego, sino en
sus calidades morales, aspecto que entronca con el concepto de sportman
(Frydenberg; Luzuriaga), calidad que le permite ejercer esos cargos de
dirección y docencia, como expondré más adelante.
El horizonte de este trabajo pasa por explorar la integralidad del
pensamiento de Delgado con respecto al fútbol, en donde deposita a modo de
principios rectores tanto su saber histórico-literario, como su saber médico.
1924 o la fundación por la palabra
En un texto que oficiaba de Prólogo a una obra que conmemoraba los
veinticincos años de Nacional, Delgado (1924) se transforma en el primer
historiógrafo del club, antecedido por los éxitos deportivos de su gestión
en la década de 19101 , y formando parte de la directiva presidida por Numa
Pesquera. Este texto contiene en mayor o menor medida los principios
rectores de su pensamiento, los cuales aplica específicamente a narrar la
historia y el presente del club.
Estos principios pueden resumirse de la siguiente manera:
- una filosofía de la historia inscripta en la dialéctica hegeliana y de
base nacionalista;
- una interpretación de las instituciones sociales en clave organicista,
elitista y conservadora;
- una apelación a la tradición greco-latina en cuanto a la integralidad
de cuerpo y espíritu;
- una doble función pedagógica del deporte en general y del fútbol
en particular, desde el punto de vista moral y desde el punto de
vista físico.
A continuación desarrollaré estos puntos.
Durante su primera presidencia el club ganó los campeonatos de 1912, 1915, 1916,
1917, 1919 y 1920.
1
| 254 |
Delgado historiógrafo
El nacimiento de Nacional, según Delgado, fue «originado por
factores trascendentes y no por circunstancias fortuitas»2 , de esta manera
inscribe la fundación del club en el cumplimiento de una lógica universal
y fatalista que sustrae el curso de la Historia de la acción humana, así
puede decirse que el nacimiento de la institución es la manifestación de
la Idea.
Por otro lado apunta que «fatalmente, desde nuestra cuna debíamos
conquistar el calor de la simpatía popular, ya que aparecíamos representando
el espíritu nativo y animados por la noble idea de nacionalizar el sport» [la
cursiva es mía]. Si por un lado Nacional nace en virtud de una necesidad
histórica suprahumana, por otro encuentra su misión en el giro dialéctico.
La expresión nacionalizar el sport designa así los componentes del par
en pugna. A la práctica del deporte por parte de las colonias extranjeras
(ingleses, alemanes) se le opone una fuerza de signo nacionalista que permite
romper el exclusivismo extranjero y a la vez apropiarse del juego. De esta
manera le expide carta de nacimiento al fútbol uruguayo, 14 de mayo de
1899 y su síntesis, el Club Nacional de Football3 .
Por otra parte, Delgado se ocupa en extenso de la crisis de 1911
en donde se enfrentaron «la aristocracia originaria» y aquellos que
sostenían las «ideas democráticas». De este choque surgirá una nueva
síntesis nacionalófila en donde según el propio Delgado «ha conseguido
el Club sus máximos laureles, su más alta densidad social, y su mayor
desarrollo económico», o sea, en su presidencia. La puja entre aristócratas
y demócratas, pasa desde ese momento a ser el marco explicativo único
de los sucesos de 1911, a partir de su repetición acrítica por las historias
partidarias tradicionales4 . Si los escritores posteriores a Delgado hacen
hincapié en los afanes democratizadores, es posible hacer otra interpretación
de los hechos de 1911. Por un lado, como expondré más adelante, esa
democracia invocada dista bastante de contenidos sociales igualitaristas;
por otro, la superficial lucha electoral por la cual se dirime el control del
club tiene como trasfondo ideológico el poner en juego concepciones
sobre la práctica del deporte. Si la llegada al club de jugadores de humilde
condición socioeconómica es rechazada por los aristócratas, lo hacen en
virtud de los cánones morales del sport en tanto el deporte es concebido
2
Las frases entrecomilladas en las que no se cita procedencia pertenecen al Prólogo
de Delgado (1924).
3
Las narrativas tradicionales del fútbol uruguayo han privilegiado la interpretación
de la necesidad histórica fatalista cómo marco explicativo, de esta manera, Peñarol, Nacional
y la Selección Uruguaya siempre fueron, son y serán «grandes».
4
La lista de publicaciones que abordan la Historia del Club Nacional de Football es
extensa y accesible. Cómo ejemplo de la perdurabilidad de la versión de Delgado ver: Reyes:
56-58.
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como una práctica entre caballeros y en donde no hay lugar para las
prestaciones económicas de ninguna especie, aquí es posible afirmar que al
prurito clasista se suma otro problema. Delgado, recordando las épocas del
amateurismo anotará: «era la época brava del football, en la que campeaba
la viveza, poca amiga de morales estrictas y se representaba la comedia
del amateurismo» (1943: 121), esa comedia es la que tanto en Uruguay
como en Argentina se designa como amateurismo marrón. Esto significa
que por debajo de la etiqueta amateur, basada en el fair play en tanto
normativa del deporte entre caballeros y por lo mismo código de honor de
las clases acomodadas, se realizan una multitud de prácticas que socavan
esos principios. Esas prácticas se materializaban en las ayudas en dinero o
especie («socorros» al decir de Delgado) que ofrecían los dirigentes a los
jugadores de humilde condición social. Es posible afirmar que junto con
el objetivo del control del club por parte de Delgado y sus allegados5 , se
pretende la legitimación del sistema de socorros y a la vez prescindir de
aquellos de opinión contraria6 . Por otra parte se rompen definitivamente
los lazos de solidaridad horizontal que caracterizan al primigenio equipoclub, para pasar a una clara y jerarquizada división del trabajo a partir
de una mayor institucionalización de roles, en donde la relación jugador
dirigente está mediada por aquellas prestaciones7 .
De esta manera el equipo-club pasa a ser una institución y Delgado,
en 1924, se constituye como su primer Historiador.
¿De qué jugaba Rodó?
El arielismo como influencia en el pensamiento de Delgado presenta
un problema metodológico en tanto traducción en el esfuerzo de adaptación
crítica de un concepto a un ámbito ajeno a su contexto de producción. Este
aspecto gana en complejidad al revisar los escritos de Delgado8 , en tanto no
hay referencia específica a José Enrique Rodó en los numerosos homenajes
que tributa. Aparecen en el plano literario por supuesto Horacio Quiroga y
también Juana de Ibarbourou y Zorrilla de San Martín, y en el plano médico
Francisco Soca y José Scosería. Pero no Rodó.
Controlar el club a cualquier precio era el gran objetivo del grupo de Delgado. En
la semblanza que hace de Manuel Rovira Urioste consignado como el principal promotor de
la democratización del club, expresa:
«Claro que lo de aristocracia y democracia nunca fue tomado por él en serio, aunque
lo aprovechara. Lo único que le importaba era la hegemonía de Nacional, en forma que si por
la salud del club y su mayor lustre hubiese creído necesario el encumbramiento de un sátrapa
habría gastado en entronizarlo la misma energía que derrochó en destruir las camarillas»
(1943: 120-121).
6
Luego de las elecciones llevadas a cabo el 3 de marzo de 1911, se retiraron del club
varios socios-jugadores para formar un nuevo equipo denominado Nacional Old Boys.
7
Algunos de estos aspectos ya fueron tratados en Osaba: 12-18.
8
Archivo José María Delgado de la Biblioteca Nacional.
5
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Mi propuesta pasa por considerar al arielismo como una clave
interpretativa de época, lo que permite su circulación, sobre todo entre
los sectores ilustrados, como forma comprensiva del mundo social. Así, el
arielismo de Delgado es subyacente a su discurso operando como principio
ideológico adaptado temáticamente a la época e inquietudes vitales del
propio Delgado. En el mismo sentido es que Archetti afirma que el periodista
uruguayo Eduardo Borocotó Lorenzo, quien fuera editorialista de la revista
El Gráfico, en sus escritos «destilara arielismo» (110). A partir de esto es
necesario reconocer a Rodó en Delgado.
Delgado, a partir de la expresión «democratización, sin embargo no
ha querido decir aplebeyamiento», aplica a la historia y a la actualidad de
Nacional el concepto de «dirección moral» acuñado por Rodó (42). Este,
a través de Próspero, capta que la sociedad en que viven está sufriendo
grandes transformaciones al influjo del desarrollo industrial, uno de esos
cambios tiene que ver con el tipo de gobierno que se dan los hombres, así
critica fuertemente a partir de Renán y Taine a lo que llama democracia del
número, es decir, aquella que en sus afanes igualitaristas haga devenir la
alta cultura en vulgaridad y utilitarismo. Desde este punto de vista y ante el
ensanchamiento numérico de la sociedad, léase inmigración para la época
de Rodó, y para la década de 1920 ampliación de los derechos políticos, se
necesita una democracia regida por cánones racionales y que a partir de
un saludable elemento aristocrático consagre una dirección moral ejercida
por los mejores espíritus, es así «como el principio democrático puede
conciliarse, en la organización de las colectividades humanas con una
aristarquía de la moralidad y la cultura» [en cursiva en el texto] (Rodó:
53). O sea, ante una sociedad que se complejiza rápidamente, la división del
trabajo debe dar lugar a la formación de «fuertes elementos dirigentes que
hagan efectivo el dominio de la calidad sobre el número» (42), solo esto hará
trascender a los pueblos por encima de sus realizaciones materiales.
Delgado, cual Próspero, anuncia la buena nueva de que la elevación
espiritual de Nacional está asegurada por ser dirigido y apoyado por una
aristarquía en la que se cruzan el origen universitario del club y el partidismo
de personajes de primera línea: «famosos profesionales, diputados, ministros,
consejeros de Estado y hasta presidentes de la República», estos ejercen la
dirección moral del Club Nacional de Football9 , asegurando un «ambiente
superior, el cual pronto surtía efecto en los jóvenes de tosca estirpe que,
atraídos por el brillo de nuestra historia, acudían a engrosar la falange en
marcha». Por lo tanto, luego de la democratización de 1911, Nacional no ha
9
En un folleto de 1930 que promociona la construcción de un estadio para
Nacional en las inmediaciones de Centenario y Propios, figuran en el Comité Pro Estadio
entre otros: José Serrato, Baltasar Brum, Atilio Narancio, Pedro Manini Ríos, Cesar Batlle
Pacheco, Roberto Berro. Ver: Una obra de vastas y nobles proyecciones s/ d.
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corrido el peligro de aplebeyarse, sino que por el contrario su fuerza moral
perdurará, puesto que cómo expresa Rodó: «gran civilización, gran pueblo
[…] son aquellos que al desaparecer materialmente en el tiempo, dejan
vibrante para siempre la melodía surgida de su espíritu y hacen persistir en
la posteridad su legado imperecedero» (46).
He aquí también la función pedagógica sobre los «jóvenes de tosca
estirpe», la enseñanza de la elevación espiritual, el cultivo total del espíritu,
pero a través de una dimensión impensada para Rodó: el deporte en general
y el fútbol en particular. Al respecto expresa Delgado: «hemos sido también
un alto factor socializante, una escuela educativa a la que deben infinidad
de hombres su evolución, su pulimento ético y cultural». Un factor de
civilización.
Mens sana in corpore sano
Según Rodó, América, la joven, debe imbuirse del espíritu de la
Grecia clásica para desarrollarse en el goce de la contemplación estética y
para la concreción de la alta cultura, fuente y manifestación del espíritu,
contraponiéndose al exacerbado utilitarismo estadounidense, que si bien
desde el punto de vista material manifiesta una voluntad monumental, desde
el punto de vista espiritual ha perdido la poética de los padres fundadores.
Delgado ante un auditorio yanqui, en la gira que realizara Nacional en 1927
por Estados Unidos y Cuba, reconoce la labor de la fuerza titánica del país
del norte, pero ante un auditorio de descendientes de españoles aclara:
«aunque sobrecogido por el poder y la grandeza de otra estirpe, [él se cuenta
entre aquellos] por cuyas venas corre miel y vino de la Hélade, leche de la
loba romana y sangre de los leones de Castilla» (1943: 24-26).
Por otro lado, ese desarrollo espiritual debe estar sustentado en un
soporte físico biológico, he ahí la armonía: «la perfecta salud corporal»,
emulando a la tradición greco latina. Los deportes en general y el fútbol en
particular serán el lugar donde el ser humano logre lo que Herbert Spencer
llama «moralidad física» (228), o sea, existe una relación directa entre la
salud física y el desarrollo intelectual y espiritual, una debida tensión en la
que se opera el desarrollo armonioso de la persona, que se prepara para la
exigente vida de la sociedad industrial, dirá el padre del organicismo social.
En Uruguay, personajes como Vázquez Acevedo, Manini Ríos y
Delgado, justifican la práctica del fútbol a través de la traducción de Spencer10 .
Siguiendo al inglés que proponía la sustitución de la vieja gimnasia por el
libre juego corporal, estos orientales vieron en el fútbol la forma de encauzar
pasiones propendiendo al desarrollo intelectual; para todos, dicha práctica
excede el mero mejoramiento físico. Dirá el Rector de la Universidad en 1899:
10
Sobre la influencia de Spencer en el Uruguay, ver: Ardao: 251-282.
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La educación física puede influir también para despertar y afrontar
el sentimiento de la autonomía individual […] pues alcanzaréis
con ella un provecho verdadero, y lograréis, además, colocaros
en condiciones de ser más útiles para la sociedad y para la patria
(Rocca: 9).
Por su parte Manini defenderá la práctica del fútbol del ataque de
Herrera y Reissig, dirá el patrón de la Torre de los Panoramas que ahora se
«practica footballs […] presenciándose, al revés del triunfo de la cabeza, el
triunfo de los pies, y, mientras el Ateneo, no es, en realidad, sino un bello
cadáver de arquitectura» (La Revista, 20 de agosto de 1899: 5). Manini
le contestará que mientras los pueblos sajones cambian garitos por fields
deportivos «nosotros vemos caminar a pasos inciertos por nuestras plazas,
esas precocidades macilentas y anémicas, como espectros ambulantes de
nuestra chifladura literaria, ellos crean soldados viriles para la patria, y
robustas generaciones para la sociedad» (La Revista, 5 de setiembre, 1899:
34).
Tanto para Vázquez como para Manini la práctica del ejercicio físico
apunta a cerrar la brecha con respecto al desarrollo de los países sajones, por
lo tanto persiguen fines civilizatorios. Además, al filo del Novecientos y en
un contexto de inestabilidad política en tanto horizonte de expectativas en
que la guerra civil siempre es una posibilidad cierta y a modo de prospecto
sería mejor trocar los campos de batalla y los gabinetes por los fields.
Delgado repite estos tópicos en 1924 adscribiéndose a la crítica contra
lo que él llama el «despotismo cerebral», expresión con claras connotaciones
spencerianas, además en el cruce con Rodó apunta que la belleza estética
y la nobleza moral de la práctica del fútbol es «fuente de sanas alegrías y
nobles entusiasmos», y cumple un papel como «fuerza civilizadora». De esta
manera, hacia mediados de la década de 1920 pareciera que el fútbol puso
su granito de arena para alejar definitivamente las guerras civiles e inscribir
al país en la máxima batllista de adversarios y no enemigos luego del pacto
constitucional de 1917. Delgado expresa que:
Nuestro pueblo, antes tan amigo de batallas que parecía haber
encontrado en las guerras su sport predilecto, acabaría por ser
esencialmente atlético. Los deportes serán el derivativo necesario y
noble que encuentren sus músculos ligeros, jóvenes y ágiles.
Nuevamente el fútbol como factor civilizador, es más, en 1930
recalcará el papel del deporte «en la evolución de la estructura orgánica y
espiritual de la Nación» (1943: 171).
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Eugenia oriental
El asunto de la «perfecta salud corporal» también puede ser abordado
desde un punto de vista médico, nobleza obliga. Delgado forma parte de lo
que Barrán define como «saber médico» y es partícipe de ese saber como
profesional y desde el punto de vista institucional a partir del ejercicio de
cargos de dirección en la Asistencia Pública Nacional. En una sociedad
medicalizada, o sea transversalizada por el saber médico, el cual a partir
de consideraciones médico-biológicas quiere imponer pautas de conductas
sociales, políticas y culturales, será la eugenesia uno de los ciertos horizontes
ideológicos. Esta se basa de un modo general en la preservación de la raza
o especie ante la degeneración que provocan las enfermedades y los vicios
populares, el alcoholismo en primer término pero también la sífilis, la
tuberculosis y las dolencias mentales. En Estados Unidos el eugenismo, a
partir de los estudios de Galton, devino en una concepción hereditaria de la
enfermedad, mientras que en Europa y Latinoamérica se hacía más hincapié
en factores medio ambientales, esto entronca en el Uruguay del Novecientos
con una dominante concepción social de la enfermedad, sin duda se lee entre
líneas la necesidad de transformación de las condiciones sociales en que
se incuban las enfermedades y vicios para así combatirlas mejor, y este es
el lazo que liga al saber médico de la época con el reformismo batllista,
aunque también existirán en Uruguay posturas fuertemente basadas en la
transmisión hereditaria (Barrán).
Ahora bien, en el razonamiento de Delgado: «se ha respirado, así,
cerca de nosotros, un ambiente superior el cual pronto surgía sus efectos
sobre los jóvenes de tosca estirpe», más allá de las consideraciones morales
ya anotadas y teniendo en cuenta el acento de Delgado en la moralidad
física, es posible encontrar un nuevo sentido a estas expresiones, justamente
un sentido eugenésico. Si los factores medioambientales generados
por condiciones sociales de extrema pobreza y marginación son causa
fundamental en la extensión de vicios y enfermedades, se debe generar
un mejor ambiente para combatirlos, de ahí la apelación a la respiración
y al ambiente superior del Club Nacional de Football, y he ahí también
el combate contra la degeneración de la raza. La tosquedad invocada por
Delgado significa pobreza espiritual y por lo mismo corporal, pero también
económico-social, de esta forma, un ambiente saludable donde respirar
será factor de alejamiento de enfermedades y vicios, y por lo tanto de
mejoramiento físico y espiritual para así preservar mejor la raza. De esta
manera el fútbol y sobre todo el Club Nacional de Football conjuntamente
con su fin civilizador cumplen una función eugenésica en la sociedad. Por
otro lado, en 1932 propondrá la implantación de un régimen profesional en el
Uruguay «como medio de higienizar el football y salvarlo de su decadencia»
[la cursiva es mía] (1943: 182).
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En Delgado el concepto de raza, donde además de las connotaciones
biológicas correspondientes tiene un sentido de pertenencia suprauruguayo
en pos de una comunidad nacional mayor basada en la tradición (donde
se conjugan el hispanismo, la raza hispana y la exaltación de la herencia
latina), lo vincula directamente con la generación del noventa y ocho
española, y más cercanamente como ya vimos con Rodó. Barrán corrobora
esa doble acepción:
Los médicos del Novecientos creyeron todos en que la preservación
de las virtudes y la salud de la raza era la tarea clave de su ciencia y
que a ella debían subordinar su acción los gobiernos. A veces en los
progresistas, el concepto de raza se identifica con toda la especie
humana, pero otras veces, la percepción que el saber médico tuvo de
la raza fue referida solo a la de la nación –a veces, el continente– de
origen de los facultativos [en cursiva en el original] (207).
Delgado expresa de esta manera lo que Barrán denomina
«omnipotencia de la medicina» (206), y a su vez señala un camino de
conducta moral para los «jóvenes de tosca estirpe» que deben dejarse
imbuir por la enseñanza física y espiritual que Nacional ofrece, aceptando
la integralidad del desarrollo armónico11 .
Abdón Porte según Horacio Quiroga (y Delgado)
El 3 de marzo de 1918 Nacional venció 5 a 1 al equipo de Charley,
como desde 1911 ocupó el puesto de center-half del equipo tricolor Abdón
Porte, para todos el Indio Porte. Llegado a Nacional luego de la crisis de
1911 participó de los triunfos deportivos de la institución en la década de
1910, y logró los campeonatos de 1912, 1915, 1916 y 1917. Nadie podía
saber que este sería el último partido de Porte en el mediocampo tricolor,
el cinco de marzo entró al Parque Central y se suicidó.
El 16 de mayo de 1918, Horacio Quiroga publicó en la revista
Atlántida de Buenos Aires un corto relato titulado: Juan Polti, half-back.
En este narra la historia de un jugador del «Nacional de Montevideo» que
acuciado por sus malos rendimientos termina suicidándose sobre el campo
11
En el discurso de Delgado resulta singular el tratamiento diferencial
que hace entre dirigentes y jugadores, los primeros solo por el hecho de ser dirigentes
cumplen con determinados requisitos morales. Mientras que los jugadores deben rendir
examen ante estos últimos en el sentido de demostrar que sus cualidades físicas y morales
han mejorado en la práctica del deporte y en el contacto con un ambiente superior. Salvo
excepciones (Foglino, los hermanos Céspedes, Atilio García) las semblanzas y homenajes
de Delgado son dedicadas a dirigentes, sobre todo aquellos que forman parte de su círculo
luego de 1911.
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de juego y que al ser encontrado tenía en su mano una carta dirigida al
presidente del club.
¿Cuál es la vinculación entre estos dos hechos, puesto que parece
evidente que el cuento de Quiroga no es todo producto de su imaginación?
La vinculación está en el gentilicio salteño y en una añosa amistad que se
remonta a las épocas escolares, materializada en una larga relación epistolar
con José María Delgado y sobre todo, con su hermano Asdrúbal.
Según Rocca «indudablemente fue Delgado quien le pasó la historia
y, tal vez la nota del suicida [pero en la] correspondencia que mantuvieron
no queda ninguna cita de la anécdota» (21)12 .
En el Prólogo de 1924 Delgado no da cuenta directamente del hecho de
que bajo su presidencia un jugador se suicidó en la cancha del Parque Central,
en algún lugar se refiere a la «inmolación» y la «claudicación principista»
por la causa tricolor, pero da la impresión de que son referencias demasiado
vagas y elípticas para referirse a un hecho tan concreto y notorio. Por otro
lado es cierto que Delgado a la única persona que nombra y homenajea en
ese escrito es a Manuel Rovira Urioste, pero en otros escritos (Delgado:
1943), son escasísimas las referencias al Indio.
Tan escasas que son solo dos, en la primera y refiriéndose a la segunda
etapa del Parque Central luego de 1911, dirá que:
Solo tiene una mancha, no negra sino púrpura que señala una
inmolación patética. Adivináis que me refiero al indio Porte, el gran
soldado de las tardes brumosas del año 11, y de las resplandecientes
del 15, al que el amor nacionalófilo absorbió hasta convertirse en
el motivo de la vida, tanto que cuando notó la declinación de sus
aptitudes encontró sin objeto su existencia y se la quitó una noche
de viento y soledad, en el mismo centro del campo de sus hazañas,
dejándome una carta donde suplicaba ser enterrado junto a Carlos
y Bolívar Céspedes, los adalides máximos de las primeras horas, a
quienes la muerte nos arrebatara en plena juventud [las cursivas son
mías] (1943:79).
Este escrito si bien no está fechado, por sus referencias es posible
datarlo en alguna fecha posterior a 1930 luego que se cayera el proyecto del
estadio en la Av. Centenario y antes de 1942, fecha en la cual se inauguró
el estadio del Parque Central. Como el escrito se refiere a la historia del
Parque Central, la referencia a Porte se torna casi ineludible, nótese además
la diferencia en el tratamiento de las muertes, mientras una constituye
En la correspondencia que integra el archivo José María Delgado de la Biblioteca
Nacional no hay constancia de ello.
12
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una patética inmolación, la de los hermanos Céspedes es una desgraciada
circunstancia13 .
La segunda referencia sobre Porte la realiza en un corto poema14 .
Por el contrario y refiriéndose a otro jugador de los que llegaron
a Nacional en 1911 y por lo tanto compañero de Porte, lo designa como
Mariscal Alfredo Foglino, y en su evocación recalca su templanza física,
su caballerosidad deportiva y su «perfil moral sobresaliente, [y que] cuando
notó que sus energías y facultades comenzaban a declinar, se apresuró a
aconsejar su reemplazo sin titubeos y sin mostrar ninguna amargura» (1943:
132-133); o sea, Foglino supo ser, Porte no.
En estos escritos de Delgado, pareciera retomar a su amigo Quiroga
en cuanto a que el motivo vital único de Porte-Polti pasaba por su amor
desmedido hacia el club y de ahí su especialización en ser solo un jugador de
fútbol y dar todo por la enseña.
Entonces, en la invocación del único motivo vital está el doble pecado
de Porte en la óptica Delgado-Quiroga, pecado espiritual y físico en el
sentido de Spencer, puesto que al atentar contra su cuerpo a la vez enajena
su espíritu destruyendo su moralidad física. Quiroga dirá que «murió
fulminado por la gloria» o sea que no estaba preparado para resistirla,
Delgado podría decir que este «joven de tosca estirpe» no se dejó imbuir
por el «ambiente superior» que se respiraba en Nacional, puesto que eligió
no el desarrollo íntegro de su espíritu, enseñanza que Nacional le ofrecía,
sino el utilitarismo y la especialización prematura, lo que derivó en el
«empequeñecimiento de [su] cerebro por el comercio continuo de un solo
género de ideas» y lo llevó a parecerse a aquellos «espíritus muy capaces
bajo un aspecto único y monstruosamente ineptos bajo todos los otros»
(Rodó: 17), pero su peor falta fue no haber sacado fuerzas desde el fondo
de su dolor para superarse.
Abdón Porte es recordado en el Parque Central en una de las tribunas
populares, la que alberga a la Banda del Parque en los partidos de Nacional.
José María Delgado da su nombre a la tribuna oficial15 .
Los descuentos
Es posible postular a Delgado como representante de una clase
ilustrada portadora de saberes específicos, y esa posición justamente es la
que le permite a partir del acto fundacional de la escritura un gesto que es
Fallecieron en 1905 tras haber contraído viruela.
Elegía. Ante la tumba de Carlos y Bolívar Céspedes y de Abdón Porte (Delgado,
1943: 94).
15
Las tribunas restantes se denominan Atilio García y Héctor Scarone.
13
14
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eminentemente político en tanto regulador de las relaciones sociales, de ahí
su conservadurismo político social y el entronque con Rodó.
Por otro lado, 1899 y 1911 escriturados en 1924 (o reescriturados
en 1943) remontan el tiempo y se vuelven presente a través de la óptica
del escritor, y la década de 1920 es un contexto propicio para las
fundaciones de todo tipo. En el caso del fútbol en el mismo momento
en que Delgado funda y refunda a Nacional, el fútbol uruguayo
adquiere carta de ciudadanía en el concierto de naciones civilizadas al
ganar la olimpíada de París y la prensa recorre varios tópicos de los
que aborda Delgado: el fútbol como factor de civilización, la herencia
greco-latina, el americanismo rodoniano, el mejoramiento de la raza, el
cultivo inseparable de cuerpo y alma, la Historia del fútbol y su acción
pedagógica16 . Ese querer escriturado es en definitiva el querer de una
clase social. Esta constatación exige un reposicionamiento teóricometodológico para el conocimiento de los grupos sociales implicados en
la escritura pero silenciados por ella.
La eugenesia, aunque hoy su aceptación resulte inconfesable
socialmente luego del uso y apropiación que hicieron de esta los regímenes
fascistas y nazis de la primera mitad del siglo xx, fue efectivamente uno
de los principales horizontes ideológicos del saber médico de la época.
Delgado cree fervientemente en el mejoramiento de la raza, en su doble
acepción de especie biológica y de pertenencia nacional, a partir de la
mejora de determinadas condiciones de existencia tanto material como
espiritual. Si contextualizamos el discurso de Delgado en un momento
histórico de crítica a la democracia liberal comprendemos mejor su
conservadurismo político-social y algunas referencias que realiza. En
1924 caracteriza a Nacional como una «falange en marcha» y en 1936
en un homenaje póstumo a Rodolfo E. Bermúdez dirá que este «como
Jefe de una Gestapo, fuese el primero en saber cuánto se tramaba en los
cenáculos y cuánto chisme circulaba en los arroyos [de los] dimes y diretes
del balompié» (Delgado, 1943: 146).
Posiblemente lo interesante en el pensamiento de Delgado sea la
peculiar traducción que realiza de determinados principios fuera de su
contexto de producción y su regeneración como marcos explicativos del
mundo del deporte en general y del fútbol en particular, pero no lo hace
desde afuera ni mucho menos a partir de campos estancos, sino que esas
concepciones representan un contínuum de su peripecia vital.
Ver especialmente el número que la revista Mundo Uruguayo le dedica al triunfo
olímpico el 19 de junio de 1924. Es interesante constatar que en este número no hay una sola
línea dedicada al natalicio de Artigas.
16
| 264 |
Bibliografía
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Una obra de vastas y nobles proyecciones. Contribución del Club
Nacional de Football al Centenario Patrio 1830-1930, s/d.
ardao,
| 265 |
Sobre las imágenes
| 267 |
Cuad. hist. (Montev.): 14, 267 - 268, 2014
ISSN 1688-9800
Mundo Uruguayo:
una épica textual e iconográfica sobre el fútbol
(1924-1930)
Julio Osaba
Este magazín de variedades profusamente ilustrado se publicó en
Montevideo desde el año 1919 hasta 19671. Aparecía los jueves y la empresa
editora era Agencia de «Publicidad» Capurro y C.ª. Su venta era por ejemplar
o suscripción anual. Contaba con secciones más o menos fijas (Del Momento,
La página de ustedes, Moda, Hogar, Cinematográficas, Pasatiempos, etc.) a
la que se sumaban la publicación de cuentos cortos y poesía. En la primera
página, aunque de forma intermitente, aparecía lo que se puede conceptuar
como opinión editorial sobre los más diversos temas de la actualidad del país.
Era usual que la publicación le dedicara números completos a la cobertura
de acontecimientos puntuales, como el triunfo uruguayo en la Olimpiada de
1924 o el festejo del Centenario de la Jura de la Constitución de 1830. Pero el
verdadero diferencial de la revista se encuentra en su adjetivación de ilustrada.
Tanto la fotografía, como el dibujo y el grabado son partes fundamentales.
En cuanto a la fotografía, tapas, contratapas y páginas centrales (que varían
en número según la ocasión) son dedicadas, en un papel especial, a su
publicación, a veces con un criterio rector (Banquetes y fiestas, Diversas notas
de la semana última, Notas diversas, Actualidad extranjera, Las bellezas más
famosas del mundo, etc.) y a veces como mero amontonamiento aún bajo los
títulos citados. Dentro del género destacan los artesanales intentos de fotocomposición con variados resultados narrativos y estéticos.
Dibujos y grabados acompañan los distintos artículos, y ocupan
un lugar destacadísimo en la abundante publicidad que publica la revista,
aspecto por demás indicativo de diversas prácticas sociales.
¿Qué lugar ocupa el fútbol en la revista? Otras publicaciones
periódicas ya cuentan en la década de 1920 con una sección fija dedicada a
los deportes en general y al fútbol en particular2, en donde incipientemente
se van delineando las características de lo que luego se llamará periodismo
deportivo. La cobertura que hace la revista del fútbol y demás deportes puede
denominarse como intermitente y eventual. O sea, la sección Sports aparece
según la magnitud del evento y a veces desborda lo simplemente deportivo y se
extiende a gran parte de la revista, o a veces desaparece. Por ejemplo, la revista
realizó un seguimiento escrito y gráfico del Sudamericano de 1923 disputado
en Montevideo y dedicó gran espacio a los eventos deportivos de 1924, 1928
La caracterización que sigue es válida únicamente para el período 1924-1930.
El pionero en tener una sección fija para los deportes fue el periódico El Día desde 1908.
1
2
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y 1930. Sobre el campeonato de fútbol doméstico, aun si no se incluye una
crónica, casi siempre se publica alguna foto de uno o varios partidos del fin
de semana.
Durante el desarrollo del mundial de 1930 aparece una sección especial
(además del resto de la cobertura de la revista) titulada: «Mundo Uruguayo
Sports. Único “diario” que sale una vez por semana. Con cada ejemplar se
obsequia una revista». El subtítulo da el tono entre el humor y la ironía que
caracteriza al abordaje del fútbol que realiza la sección.
Pero no todo es fútbol en la revista. Así las tapas dedicadas a
jugadores y eventos futbolísticos conviven con las dedicadas a estrellas de
cine o a damas de la sociedad montevideana, lo que refuerza su carácter de
revista de variedades que tiene como objetivo llegar a un público amplio.
En este último sentido es de destacar la autopromoción que hace la revista
a lo largo de 1930 a partir del destaque de la cantidad de ejemplares que
conforman la tirada semanal. Las ediciones del 24 y 31 de julio llegaron a
45 000 ejemplares, la del 7 de agosto a 50 500, la del 14 de agosto a 80 000
y la del 21 de agosto a 105 000 ejemplares3. En la edición del 28 de agosto se
publican ocho fotos probatorias de la cifra record de tiraje a la que se llegó
la semana anterior, aclarando que se trata del mayor número registrado y
controlado en el Uruguay, para ello se reproduce un facsímil de las hojas de
contabilidad de la firma auditora (Price, Waterhouse, Faller y C.ª).
La circulación masiva de la revista pone en relieve sus técnicas
publicitarias, téngase en cuenta que la empresa editora tendrá una destacada
actuación en el rubro a lo largo de siglo xx, sobreviviendo incluso a la revista.
En definitiva es posible afirmar que la revista construye una épica
textual e iconográfica en su cobertura de los eventos deportivos, en especial
los de 1924, 1928 y 1930, que es funcional al sentimiento nacional. Por un lado
desde lo textual fija posición en lo que es una clave interpretativa de la época,
o sea, el sentir de las clases ilustradas con respecto a la misión civilizadora
del deporte en general y del fútbol en particular, y la consiguiente carta
de presentación al mundo civilizado. Por otro lado desde el punto de vista
iconográfico, la revista se demuestra como un eficaz proveedor de imágenes
de todo tipo que alimentan la cultura visual de la época y que con respecto
al fútbol permite una efectiva socialización de la imagen de los jugadores,
ahora devenidos en ídolos populares.
Ya sea el fervor patriótico deportivo o la concreción de negocios, o
mejor, el incipiente cruce entre ambos obstan para que el fútbol, aún en
forma eventual forme parte del repertorio de este magazín de variedades
contribuyendo al relato de una nación que se conmemora.
Las estimaciones disponibles indican que la población del Uruguay para 1930 era
de 1 500 000 habitantes de los cuales un 38 % vivían en Montevideo.
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