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EL FEDERAL
NOTA DE TAPA:
GUSTAVO GROBOCOPATEL
30
mayo ⁄ 2014
“yo soy E
el más
setentista
de todos”
Es la cabeza de Los Grobo, una
empresa que se adapta a los
cambios y a las crisis, y parece
siempre estar adivinando el
futuro. El pensamiento público
e íntimo de un hombre que se
hizo poderoso con astucia y
creatividad.
Por Gustavo Hierro / Fabián Casas /
Fotos: Juan Carlos Casas y Gentileza Los Grobo
stá lloviendo desde la mañana de manera
torrencial. El tránsito se puso espeso y
todas las citas y reuniones que se han
programado en la ciudad se están reprogramando o cancelando. El Federal
había quedado con Gustavo Grobocopatel a las diez de esta mañana inclemente, en el
bar inmenso e insonorizado de un Museo de la
avenida Figueroa Alcorta. Todos los que entran al
bar cruzando la ancha avenida están empapados.
Pero Grobocopatel, misteriosamente, no. No
lleva paraguas, no lleva piloto. Simplemente, está
seco y tuvo que cruzar, como cualquier mortal,
la lluvia intensa que arremete contra los vidrios
del bar. ¿Cómo lo hizo? El hombre es famoso
por su ingenio para superar los obstáculos de la
naturaleza. Cuando se le inundaron los campos
familiares, allá lejos y hace tiempo, el salió de esa
crisis agudizando su ingenio, gracias a haber
estudiado los suelos y su ciclo vital. De manera
que llega a la cita a tiempo, está seco y vestido
para pasar inadvertido. Hay un libro para chicos
que se llama ¿Donde está Wally? El susodicho
Wally se esconde, página a página, en medio de
diferentes gentíos –una plaza, un teatro, una
fiesta, etc.– y el entretenimiento es tratar de
ubicarlo. Con el empresario argentino, se podría
hacer lo mismo. Acá, en este museo, en el medio
de toda esta gente está un empresario brillante,
admirado y denostado por la opinión pública,
que parece siempre estar un paso adelante que
los demás colegas, ¿adiviná quién es? Imposible
que se acierte porque Grobocopatel maneja el
arte del mimetismo a la perfección. Cuando se
sienta a la mesa, con su mochila en la silla de
al lado y se pone a hablar con nosotros, parece
alguien más que está esperando en el bar que
den sala para la función de cine experimental.
-Buscando impresiones sobre usted, alguien
nos dijo: “Gustavo Grobo es un tipo que supo
hacer una fortuna pescando adentro de la
pecera”. ¿Qué significa eso?
- Bueno, no sé (risas). La realidad es que uno
no inventa nada. Entiendo que se refiere a estas
cuestiones. Es decir , que la soja no es un invento,
trabajar con contratistas no es un invento, son
cosas que se dan desde hace décadas, y lo que
uno hace es tratar de adaptarse a lo que está
ocurriendo, tratar de leer lo que está pasando.
Si a eso se refiere “pescar en la pecera”, sí, yo no
soy ningún innovador. Yo no creo ser un tipo
muy creativo, quizás lo que sí soy es una persona
que está abierta y preparada para cambiar, para
adaptarse a lo que está pasando.
-De hecho, usted se recibió de ingeniero
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EL FEDERAL
NOTA DE TAPA: GUSTAVO GROBOCOPATEL
“Yo detestaba la
parte comercial. Me
formé en una facultad
en la que la parte
comercial era vista
como algo turbio para
un ingeniero. A fines
de los 80, empiezo a
descubrir que la parte
comercial era algo
muy importante.”
agrónomo en 1983, y ya en el 84 fundó “Los
Grobo”, y vio en avanzada todo lo que fue
el boom posterior de la soja…
-A veces, las cosas se dan porque no tenés más
remedio. A veces, cuando uno empieza, no es que
uno tiene una idea clara sobre lo que va a hacer.
Hay un pensador ahora, que se llama Karl Weitz,
que dice que la acción precede a la estrategia, y
no la estrategia a la acción, como usualmente
tendemos a pensar. Es una provocación, y yo
adhiero a esa idea, de que uno en realidad va
haciendo cosas y va aprendiendo, y en función
de ese aprendizaje va revisando la estrategia.
Yo, en el 84, no tenía ni idea. En aquel momento,
se decía que la agricultura no tenía futuro. Ni
siquiera la soja. En términos económicos, los
economistas a esa época la llamaron “la década
perdida”. Ahí no se sabía si hacer agricultura
iba a ser un buen negocio o no, había problemas tecnológicos, había problemas de malezas,
gramón, sorgo de Alepo, había problemas de
conservación, yo me dedicaba a eso porque
era docente de la Universidad, erosión hídrica,
erosión eólica, degradación… De hecho, los
primeros trabajos que hice estaban vinculados
con la ganadería y el uso del alambrado eléctrico
y agrandar la productividad de la ganadería, no
tanto de la agricultura. La agricultura es algo
que se intensifica a fines de la década del 80 y
tiene una explosión importante a partir de la
década del 90.
-Lo imagino a usted, como el hijo universitario de una familia que venía produciendo
de una manera determinada desde 1910,
tratando de imponer criterios nuevos…
-Sí, ahí aparece el tema de la computación, del
software, que eran novedades para esa época, y
la soja empezaba a ser una novedad diría bastante disruptiva, porque el campo argentino
producía trigo, girasol y maíz, y la soja era un
poroto como del norte, como una economía
regional. Cuando vos decías que ibas a ser soja, te
llamaban “porotero”. El mercado internacional
que existía para la soja en ese momento era muy
chico, la primera demanda importante de soja
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mayo ⁄ 2014
era de Europa. Cuando viene allí el aumento
campo y empezamos a tener que salir a arrendar
en la producción de carne, se empieza a hacer
afuera porque nos quedamos sin tierras.
-La cantidad de hectáreas propias jamás
sobre soja. En ese momento, la harina de soja
competía con la harina de carne, y el boom vino
fue un dato interesante cuando se trata de
por la convergencia del mal de la vaca loca, que
usted, que está acostumbrado a sembrar
elimina a la harina de carne como fuente proteica,
siempre en tierras de terceros…
y abre la oportunidad de demanda enorme de
-Claro, pero eso no fue tampoco casual. Cuanharina de soja. Ahora, vos fijate que lo de la soja
do se nos inundó el campo, en el año 1987, nos
es un error de la Unión Europea, porque cuando
dimos cuenta. Cuando el agua se fue, quedó
se determinan los aranceles de importación, la
un pelagal y la gente pensó que eran tierras
soja era un producto al que nadie le importaba,
improductivas. Yo estaba en la facultad, había
por lo tanto, no le pusieron arancel de imporestudiado la dinámica de las sales y sabía que las
tación. Eso hizo que el comercio fuera mucho
sales se iban. Entonces, empecé a hacer negocios
más fluido. Otros productos, como la harina de
donde yo hacía agricultura y le pagaba al dueño
trigo, tenían aranceles de importación, pero las
de la tierra dejándole implantada una pastura.
harinas de soja, no. Esto facilitó enormemente
Que además, por la sequía, la pastura la producía
el desarrollo de la soja en esta zona. La Unión
yo. Entonces, ése fue un negocio que funcionó
dos o tres años muy bien, fue muy rentable, yo
Europea no previó que esto podía llegar a ser
sembraba gratis prácticamente con muy poco
importante en algún momento.
-¿Cuáles fueron las primeras ideas que
dinero, tenía equipo de maquinaria propia… Ahora,
aportó a la familia el “pibe profesional”?
cuando fui creciendo en eso, primero fueron 2
-Las primeras ideas eran muy tecnológicas.
mil hectáreas, después 3 mil, después 10 mil, me
No eran de modelo de gestión. Era el tema de
di cuenta que no podía comprar tractores y conla siembra directa, de la labranza vertical, era
trolar a todo el mundo, y comencé a tercerizar el
el alambrado eléctrico…
servicio en los contratistas, empecé a compartir
-Eso venía de su instrucción.
el negocio con ellos. Entonces, íbamos a medias,
-Eso venía de mi instrucción, de la universi- y empezó sí a gestarse lo que yo llamo “la red”,
estas integraciones de proveedores, clientes y
dad. Yo tenía mucha vocación por el tema de
la conservación de suelos. El uso de nuevas
demás que dan como origen a estos múltiples
variedades de soja, en ese momento, no sabía- vínculos con productores, con contratistas y
mos qué variedades usar o no… Los controles de
demás que, ya en el año 1994 sembrábamos 75
plagas, de enfermedades nuevas que aparecían,
mil hectáreas bajo este sistema. De las 75 mil
porque la soja era un cultivo que requería una
hectáreas, la mitad eran nuestras y la otra mitad
sofisticación mayor… Era un tema tecnológico.
de otros socios diversos. Ahora, eso cuando se
Los temas vinculados con la organización, gesempieza a hacer grande empieza a requerir la
tión y demás, empiezan a hacerse importantes
competencia de gestión de personas, de manaen la medida que la empresa empieza a hacerse
gement y demás, y ahí es donde aparecen todas
más grande, empieza a crecer, y diría yo que es
las incursiones en innovación. Nada nuevo, lo
que nosotros hacíamos era copiar lo que hacía
algo de la década del 90. Perdón. Después de los
temas tecnológicos, viene una veta comercial.
Toyota, lo que hacían empresas de software y
Yo detestaba la parte comercial. Yo me formé en
demás, y lo único que hacíamos era adaptarlo a
una facultad en la que la parte comercial era vista
la realidad del campo. Empezamos a incorporar
como algo turbio para un ingeniero. A fines de
prácticas de calidad global de gestión al campo.
la década del 80, en función de una casualidad,
Entonces, fuimos el primer productor en el
que yo asesoraba a campos de unos clientes en la
mundo en certificar normas ISO de calidad…
zona de Madariaga, empiezo
-Hablaba de certificación
a descubrir que la parte code calidad para una activimercial era muy importante.
dad primaria en lugar de
Que uno podía agregar valor
para la industria…
desde la parte comercial, que
-Exactamente. Teníamos
la parte comercial requería
un website propio que ganó
una creatividad enorme. Es
varios premios, que fue uno de
decir, le empecé a tomar el
los primeros que había en el
gusto. Ahí, a principios de la
campo, estamos hablando de
década del 90, empieza un
los años 1994 y 1995. Hicimos
desarrollo comercial y de
un RP propio, Grobosoft, que
producción muy grande en
todavía existe con muchas
la compañía, porque noso- Amor por la música. Trío Cruz del
mejoras, creo que ya vamos por
tros teníamos un know-how Sur es el conjunto con el que Grola versión 10.0, esa historia de
que era cómo producir sin bo disfruta de uno de sus placeres
basar la agricultura sobre un
tener tierra propia. Eso vie- más altos: hacer música y cantarla, wordflow moderno, llevando
ne de fines de la década del para conocer el corazón de esta
los datos en un Excel, o Lotus,
80, cuando se nos inundó el región.
en su momento. Esto hizo que
Opinión
El mejor exponente
del modelo K
Cuando me consultan sobre el modelo de negocio
de Gustavo Grobocopatel, no dudo en decir que es
uno de los más acabados exponentes del modelo de
concentración de la etapa kirchnerista, beneficiado
por condiciones que generó este gobierno que se
dice progresista pero, en realidad, sólo se interesa
por la recaudación y la consolidación de sujetos a
imagen y semejanza de Benetton en la Patagonia.
Los pooles como Los Grobo fueron, sin dudas, los
grandes ganadores de esta política agropecuaria
que, por el contrario, resultó desastrosa para los
pequeños y medianos productores, pues no se aplican
políticas diferenciales y al no disponer de escala,
en muchos casos no han podido sobrevivir en esta
década, en la que proliferaron las oportunidades pero
fueron claramente desperdiciadas por un gobierno
al que le interesa más el volumen de producción
sojera que el destino de los productores.
En este sentido, y sin ánimo de descalificar a la
persona de Grobocopatel ni su capacidad para hacer
negocios, queda claro que su éxito (y el “fracaso”
de los pequeños productores en esta época) está
directamente vinculado con esta política agropecuaria
que no diferencia actores. Por ello, condena a la
desaparición a los productores más chicos, que son
más vulnerables por disponer de menores recursos.
Históricamente lo hemos hecho, pero desde el
2008 a esta parte, hemos reiterado infinitas veces
la necesidad de segmentar las políticas públicas. De
que el Estado trate diferente a quienes son distintos,
dándole así oportunidades diversas a todos los
productores. Porque nadie niega la importancia
de la producción a gran escala, pero eso no puede
darse a expensas de la desaparición de los productores más chicos. Pues no se trata sólo de cuántas
toneladas producimos en el país, sino de cuántas
personas lo hacen.
Desde FAA, estamos convencidos de que hay que
fomentar el arraigo, el desarrollo del interior y las
posibilidades para todos; que hay que recuperar
a la pequeña y mediana burguesía agraria como
camino para lograr un país más justo, equitativo
e inclusivo, en lo económico, lo social y territorial.
Por todo esto, hemos luchado como institución,
desde 1912, con nuestros pioneros de Alcorta, hasta
hoy, embanderados en la consigna que mantiene
plena vigencia de mantener una “agricultura con
agricultores”.
Por Eduardo
Buzzi
Presidente de Federación Agraria
Argentina
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EL FEDERAL
NOTA DE TAPA:
GUSTAVO
GROBOCOPATEL
cuando a fines de la década del 90 viniera la crisis
y demás –nosotros, obviamente, sufrimos la crisis
como cualquier hijo de vecino– pero la poscrisis
nos encontró muy preparados desde el punto de
vista de la organización y de la tecnología, como
para poder hacer desarrollo mucho más rápido,
y ése fue el desarrollo de los últimos quince años.
-Una pregunta puntual, ¿qué hace cuando
se da cuenta que está viviendo en la crisis?
-Las crisis fueron diferentes. Yo tuve varias
crisis en mi haber y, obviamente, éstas te agarran
con distinto nivel de madurez, de conocimientos.
La primera, cuando se inundó el campo, fue
una crisis. De un día para el otro, te encontraste
que no podías producir más y que tenías una
estructura que mantener.
-Parece que mirara el vaso medio lleno, a
partir de su conocimiento.
-En todos los casos… Mirá, nosotros cumplimos
treinta años el otro día, y en una nota que nos
hicieron, nos preguntaron cuál era la razón de mi
éxito. Si hay palabra que odio es ‘éxito’, porque
ese es un concepto muy relativo. Lo que es éxito
para vos puede que no lo sea para mí, nunca se
sabe muy bien. No todo lo que brilla es oro. Para
mí, en realidad, los éxitos son el resultado de
varios fracasos. La realidad es que se nos inundó
el campo, y gracias a eso, aprendimos a sembrar
afuera. Después vino la convertibilidad, que nos
puso los costos fijos altísimos, y eso nos permitió
crecer en escala, porque la única forma de diluir
esos costos era crecer en escala. Vos tenías un
costo de estructura que había saltado de 10 a 100,
y lo único que podías hacer era producir diez
veces para diluir de vuelta ese costo, y nosotros
lo pudimos hacer. Después, bajaron los precios,
a fines de la década del 90. Fue terrible. Ahí nos
volcamos a la calidad, a la eficiencia. Entonces,
nos capitalizamos con eficiencia, normas de calidad, normas ISO, software, productividad de las
personas. En 2001-2002, nos dimos cuenta que
teníamos que estar también afuera, entonces nos
fuimos a Uruguay primero, después a Paraguay,
o Brasil. Te diría que todos esos fracasos, esas
crisis, generan oportunidades.
-Usted dijo antes que no se considera un
tipo creativo. Pero, ¿cómo es ese momento
en el que tiene una idea y cómo esa idea se
sostiene, es decir, cómo llega al criterio
de determinar que esa idea va a servir y
decide usarla?
-Todas las ideas que me pueden surgir tienen
una base conceptual.
-Usted es muy racional.
-Yo soy muy racional. Es decir, son ideas de
este tiempo y están basadas en conceptos muy
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“Si hay palabra que
odio es éxito, porque
ese es un concepto muy
relativo. Lo que es éxito
para vos puede que no
lo sea para mí, nunca
se sabe muy bien. No
todo lo que brilla es oro.
Para mí, en realidad, el
éxito es el resultado de
varios fracasos.”
sólidos desde el punto de vista de dónde va la
sociedad, de dónde va la tecnología, y demás.
O sea, no es que es una idea que pasó volando
y vos la cachaste.
-O sea, nada místico, ni una onda revelación.
-No. Una vez pensé que la tecnología iría
por el lado de la siembra directa, por ejemplo.
¿Y eso por qué? Porque estuve en Estados
Unidos, viendo siembra directa a fines de los
80 y mediados de los 90, y uno se da cuenta
que es una tecnología ideal para acá. Es decir,
uno tiene la base. La otra cuestión es que uno
tiene una idea, y es una idea muy adelantada al
mayo ⁄ 2014
momento apropiado. Las ideas tienen que ser
de su tiempo, no pueden ser ni viejas ni nuevas.
-O sea, ni muy adelantadas, ni muy atrasadas.
-Es como la fruta madura. El día que cae del
árbol, es el día que hay que utilizarla. Yo, por
ejemplo, fracasé muchísimo, porque nunca
sabés muy bien cuándo sí y cuándo no. Vos, a
veces, empezás con una idea y después te das
cuenta que es una idea para dentro de diez años.
Entonces, la dejás de lado y seguís con otra que es
más de ahora. Eso me pasa permanentemente.
Yo tengo diez ideas, de las diez ejecutables hay
una o dos, hay dos o tres que no sirven para nada,
y hay cinco que no son de su tiempo. O porque
la empresa no está en condiciones, o porque el
mercado no está en condiciones, o porque la
gente que labura con vos no está en condiciones.
-Si hoy usted quiere implementar ese par
de ideas que está en condiciones de llevar
adelante, por ser Gustavo Grobo, ¿no le
resulta más fácil?
-Sí, claro, hoy es mucho más fácil. En los treinta
años de laburo que tengo, veinte los pasé en el
territorio, abriendo la tranquera y explicándole
a los productores por qué tenían que confiar en
lo que yo les proponía. Nadie me daba bola, es
así, totalmente. Tengo amigos de esa época que
nos morimos de risa, porque yo usaba zapatillas
Topper, esas Topper blancas. Siempre fui un tipo
que no le dio bola a la ropa, usaba Topper agujereadas. Entonces, iba de bermudas y con Topper
agujereadas al medio del campo a explicarle a
un tipo que me tenía que fiar. ¿Entendés? Por
lo tanto, ahora cuando cumplí cincuenta años,
vinieron muchos de ellos y me trajeron de regalo
zapatillas Topper nuevas (risas).
-Usted dijo recién que muchas veces, la
gente con la que trabaja no está preparada
para ejecutar sus ideas. Steve Jobs presionaba a la gente para estar a la altura de él.
-No, yo no tengo ese estilo. Yo nunca eché a
una persona de la empresa.
-Suena notable. ¿A cuánta gente emplea
usted?
-Le doy trabajo a más de mil. No es que nunca se
haya echado gente de la empresa, muchas veces
hubo que hacerlo, por distintas circunstancias.
Lo que digo es que yo, personalmente, no tengo
ni los huevos, ni tampoco creo, para serte franco,
en echar a la persona. Porque siempre pienso que
esa persona no hizo lo que debía hacer porque
yo no le expliqué bien, ni le di la oportunidad,
etcétera. No es porque sea bueno o nada, es
un defecto que tengo. Te lo comento sólo para
describirte cómo soy yo. La otra cuestión es
que tengo tendencia a escuchar poco también.
Eso es algo que he ido mejorando con los años,
pero digamos que al principio iba yo a mi ritmo,
y súbanse los que puedan. A veces, como dice un
amigo, eso te sirve porque traccionás,y, a veces,
sos la patrulla perdida.
-Usted comentó que a medida que su empresa comenzó a crecer, se propuso comenzar a
Opinión
Impactos
Negativos
Argentina tiene el desafío de seguir produciendo
alimentos para la población, sin que esto suponga un
impacto negativo en el ambiente. El Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) advirtió
que los modelos basados en los sistemas agrícolas
actuales implican grandes impactos negativos en la
productividad agrícola y riesgos sustanciales en la
producción mundial de alimentos.
El mismo estudio pronosticó una intensificación de
las inundaciones, sequías y bajas en los rendimientos
agrícolas para Sudamérica y el Caribe. Mientras tanto, el
gobierno nacional, los provinciales y gran parte del sector
agroempresarial insisten en un proyecto alimentario
que no tiene en cuenta el contexto climático, ambiental
y social: el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA).
Mientras la agricultura industrial sufre los efectos del
cambio climático, como la sequía que vivimos a fines
de 2013 o las últimas inundaciones, resulta paradójico
que esta actividad sea, al mismo tiempo, responsable de
ello. En el mundo, la agricultura industrial y la deforestación asociada, generan el 24% de los gases de efecto
invernadero. A nivel local, la expansión agropecuaria
promovió el 4,3% de la deforestación global.
Entonces, si aceptamos el PEA quienes tomen esta
decisión deben ser conscientes de que no sólo será a
costa de los bosques nativos y violando la Ley Nacional de
Bosques, sino también en desmedro de los rendimientos
agrícolas nacionales.
Un gran mito es que dicho plan alimentario garantizará
precios cuidados. No es así, de seguir con este modelo
sostenido por insumos externos y comida que viaja
miles de kilómetros, para 2050, el precio global de los
alimentos aumentaría del 3 al 84%.
Dijo Gustavo Grobocopatel: “Nosotros no estamos
produciendo diamantes. Estamos produciendo alimentos
para que la gente coma”. Si el objetivo es realmente
garantizar alimentos nutritivos para la población mundial,
debemos detener el cambio climático. Para lograrlo, es
necesario abandonar los monocultivos transgénicos,
pesticidas, fertilizantes y consumo masivo de combustibles fósiles. Aumentar la inversión en investigación,
desarrollo y capacitación agroecológica. Para dar este
primer paso, hace falta el compromiso social del sector
privado del agro argentino, que indudablemente tiene
una importante incidencia política y económica en el
rumbo del país. De este modo, Los Grobo sí podrían
decir que producen alimentos para todos, incluyendo
las generaciones futuras.
Por Franco
Segesso
Campaña de
Biodiversidad de
Greenpeace
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EL FEDERAL
NOTA DE TAPA:
GUSTAVO
GROBOCOPATEL
ceder su lugar a otras personas, y asociarlas.
Tomando en cuenta que vivimos en una
sociedad de control, ¿cómo funciona eso
en su caso?
-La sociedad es de control, pero también de
autonomía. Siempre al mundo tenés que verlo
como una tensión. Porque hay más autonomía,
porque hay más descentralización, porque la
globalización tiene un impacto en ese aspecto,
se hace necesario también un mayor control.
¿Entendés? O sea, hay como dos fuerzas que
tienden, una para un lado, y la otra para el otro.
Hay una fuerza centrípeta y otra centrífuga.
Hay muchas tensiones en la sociedad desde ese
punto de vista conceptual.
-Imagino que en una empresa tan grande
como la suya, debe necesitar construir una
gran cadena de lealtades.
-Sí, el concepto de lealtad es relativo. El tipo
de lealtad depende del estilo de gestión. Hay un
tipo de lealtad vinculado a un estilo de gestión
que en management se llama “patrón de estancia”. Que es el estilo de gestión de alguien que
te protege y te da, pero al mismo tiempo te pide, es decir que la lealtad está vinculada con dar y
recibir en función de la voluntad de alguien que
ocupa el lugar de liderazgo. No necesariamente
es un patrón de estancia propiamente dicho,
hay industrias que funcionan de esa manera. Yo
creo que ese sistema no incentiva a las mejores
cabezas. Las mejores cabezas quieren tener
autonomía, creatividad, independencia, innovar
y demás. El sistema de patrón de estancia no es
productivo para mí.
-Cuéntenos sobre la expansión continental
de su grupo económico.
-En este momento, estamos en Argentina,
Uruguay y Brasil, donde se achicó la operación
porque hice una venta importante. En 2007,
habíamos entrado muy fuerte allí porque nos
asociamos a un grupo brasileño y compramos
una empresa grande, que facturaba 700 millones
de dólares, y se lo vendimos a la corporación
36
“Tengo tendencia a
escuchar poco. Eso
es algo que he ido
mejorando con los años,
pero digamos que al
principio iba yo a mi
ritmo y súbanse los que
puedan. Eso te sirve
porque traccionás, pero
podés terminar como la
patrulla perdida.”
Mitsubishi. Brasil, en 2012, ya era más grande
que la operación de Argentina.
-Al expandirse hacia otras actividades,
¿pensó que el período de los pooles de siembra se había agotado?
-No, yo no creo que haya dado todo. Creo que
es un sistema que está vigente y que va a seguir
funcionando. Es una forma de funcionamiento
de la sociedad, es más conceptual la idea, porque
va más allá de las personas y de los actores. Yo
creo que hay muchos pooles que hicimos las cosas
mal y que el negocio fue mal, algunos murieron,
otros se reinventaron…
-Entonces, usted sigue con los pooles, ahora.
-Sí. Nosotros en realidad lo que hacemos es
un sistema en campos de terceros asociados
con proveedores y clientes de Los Grobo, que
hoy representa un diez por ciento del negocio
del grupo. Lo que tratamos con eso es una forma
de gestionar el riesgo del dueño del campo. El
dueño del campo no quiere sembrar porque
hay mucho riesgo, entonces terceriza su riesgo
en Los Grobo, asociándose o alquilándonos el
campo a nosotros.
-El modelo de los pooles es un modelo de
gestión que a usted le dio muchos beneficios
desde la política, en los últimos diez años.
-Sí, me benefició en el sentido de que yo creo
en el modelo, lo he estimulado, soy proveedor
de servicios de los pooles. Son mis clientes, los
pooles. Yo una vez dije algo peor, que soy la madre
de los pooles (risas).
-¿Usted no es, en realidad, un niño mimado
del kirchnerismo?
-No, no, no. Tengo los mismos problemas y
beneficios que cualquier hijo de vecino, grande
o chico. Nosotros lo que hicimos, sí, es cambiar
el modelo, hacerlo más industrial. Tratando de
aprovechar oportunidades desde el punto de vista
de la industria, cosa que viene del prekirchnerismo, del año 2000. Es algo más vinculado con
nuestro modelo de negocios y nuestra estrategia,
de integración vertical, y demás. Creo que es
mayo ⁄ 2014
más, el modelo ahora, al no reglamentar bien la
ley de arrendamiento, fue en contra de los que
arriendan tierras. Más a favor de los propietarios
de la tierra. En ese sentido, el modelo ha sido
más antipool que propool. - ¿Cómo atravesó el momento del conflicto
duro campo-Gobierno?
-Fue un momento duro para mí personalmente,
porque yo no creo en el quilombo. Detesto el quilombo, soy un tipo del diálogo. Es un problema de
creencia. Yo creo que cuando se pueden generar
relaciones, deben ser ganar-ganar. Que no hay
un conflicto entre el trabajador y el dueño, que
hay intereses comunes. Lo creo profundamente.
Entonces, cuando hay una huelga, un piquete, es
un fracaso para todos. Para mí, el conflicto fue un
fracaso para todos. Un fracaso para la sociedad,
porque está bien, no salió la 125, el campo es
más conocido, hay más consideración pública
sobre el campo, los políticos tienen al campo
en la agenda prioritaria ahora, que antes tal
vez no estaba… Pero perdimos seis años donde
Argentina debiera estar produciendo un 50 por
ciento más, haberse industrializado más, haber
tomado mercados que tomó Brasil, habiendo
creado multinacionales argentinas desde el
campo, y lo desaprovechamos todo.
-Usted se reunió varias veces con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. ¿Le
contó estas cosas cuando tuvo la oportunidad
de hablar con ella?
-Yo lo que le conté a Cristina, y ella prestó muchísima atención y se la notaba informada, fue
sobre la revolución agrícola, sobre lo que se hizo
y sobre lo que hay para hacer en el campo. Yo
escribo a favor de cambiar el sistema impositivo
desde el prekirchnerismo, en 2002. Yo viví las
retenciones en la década del 80, era delegado
de Carbap en ese momento. Yo sé el efecto nocivo que las retenciones tuvieron en la década
del 80, que afectaron a Alfonsín y afectaron al
sector. No creo que nadie públicamente del
sector agropecuario, ni aun los presidentes de
las entidades, haya escrito en contra de las retenciones como yo. Digo, todo el mundo se queja,
pero yo tempranamente sabía que íbamos hacia
un quilombo. Y ojo, que no estoy en contra del
Estado ni de los impuestos. Lo que digo es ojo,
que cómo se cobran los impuestos, no es neutro.
Importa más el cómo que el cuánto.
-Amplíeme un poquito esa idea. Por favor.
-Argentina es un país que quiere Estado y
necesitamos un Estado grande. Bienvenido.
El problema es qué Estado queremos, o cómo
el Estado devuelve eso en bienes públicos, y
demás. La otra cuestión: no es lo mismo cobrar
impuestos detrayendo el precio, deteriorando
la relación insumo-producto, que cobrando un
impuesto fijo, por ejemplo, a la tierra, o impuesto
a las ganancias, o impuesto al patrimonio, lo que
sea. ¿Por qué? Porque cuando vos deprimís el
precio, desestimulás la producción. Y la inversión
en tecnología. Si la presión impositiva fuera la
Por Bernardo C. Piazzardi
Profesor del Centro de Agronegocios y Alimentos (Ceag) de la Universidad Austral. Director Agroalimentos de Prospectiva 2020
La comunidad
agroalimentaria pensada
estratégicamente
C
uando se realiza un análisis FODA
para el sistema agroalimentario de
Argentina, muchas de las conclusiones giran en torno de un contexto
futuro de grandes oportunidades.
La pregunta subyacente que siempre queda a partir de ese análisis es “cómo” se
capitalizarán esas oportunidades.
Como sabemos el análisis de Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas (FODA) es
un paso inevitable para la definición estratégica
de un país, una empresa un club de futbol o una
persona. Es la combinación que se plasmará la
matriz decisional lo que dará lugar al diseño del
“sendero estratégico” que se aspira recorrer. La
evolución histórica de Los Grobo Agropecuaria
permite pensar que no sólo esta empresa lleva
adelante permanentemente este ejercicio de
planeamiento estratégico, sino que decide y obra
en consecuencia. Planteándolo en términos
más simples y concretos vale preguntarse si los
líderes empresariales tanto del sector público
como el privado de Argentina están analizando
“estratégicamente” cual será el “modelo de
negocios” que mejor permitirá aprovechar las
oportunidades. En el caso de Los Grobo Agropecuaria, ese cambio de modelo de negocios es
una constante. Una proyección de escenarios
futuros permitió a la empresa, entre otros logros,
anticiparse en la producción denominada “en
red”, al posterior despliegue de operaciones
en terceros países, a la incorporación “aguas
arriba” y “aguas abajo” en las cadenas de valor
en las que participa la empresa.
Queda claro que las acciones que han llevado a esta evolución en el modelo de negocios
obedecen al planeamiento mencionado, la
pregunta que entonces surge es cuáles han
sido los conductores, drivers o impulsores de
dicha evolución. Revisando la evolución de la
empresa y estudiando los casos de negocios
de Los Grobo redactados por la Universidad
de Harvard o por la de Texas A&M, se pueden
extraer algunos de estos impulsores que se
reflejan en algunas de estas palabras clave:
tecnología, oportunidad, excelencia, confianza,
sin fronteras, innovación creatividad, procesos.
Pero tal vez un concepto que no surge a primera
vista del análisis que se haga, pero es un “activo”
estratégico de la empresa es su relación con
su entorno. El concepto de Creación de Valor
Compartido (CVC) de Michael Porter parece
estar siempre jugando un rol en definición
estratégica de Los Grobo. Empresas y empresarios del siglo XXI necesitan tomar decisiones
que obedezcan a los intereses de las empresas
y los empresarios, pero que además estos intereses estén en línea con los de las comunidades
donde estas empresas se desempeñan. Estos
ejes estratégicos, como el “sociocultural” y el
“ambiental”, se han tornado críticos para el
futuro de las comunidades agroalimentarias
de todos los países.
La CVC se transforma en un concepto definitorio especialmente desde lo agroalimentario.
Temas como impacto ambiental, uso y disposición de recursos no renovables consumo
de energía, seguridad alimentaria son todos
elementos que ninguna empresa, institución
u oficina de gobierno puede dejar de analizar
si quiere colaborar al futuro de la comunidad
agroalimentaria. El approach pro activo de
Los Grobo en estos ejes críticos seguramente
también obedezca al planeamiento estratégico
arriba citado, gracias al cual la empresas pueda
ser innovadora no solo en lo organizacional,
técnico, productivo y económico sino también
en lo que hace a su relación con la comunidad.
Argentina necesita incorporar esta visión de los
cuatro ejes estratégicos, 1) técnico productivo
económico, 2) ambiental, 3) socio-cultural, 4)
institucional, para poder aprovechar las oportunidades a futuro. Tal como hace el Grupo
Los Grobo.
37
EL FEDERAL
NOTA DE TAPA:
GUSTAVO
GROBOCOPATEL
misma, pero con un impuesto fijo en lugar de
eso, seguramente aumentaría la producción.
-O sea que en su visión los impuestos debieran cobrarse de los bienes, de las ganancias…
-El sistema lo paga de cualquier manera. No
es que lo paga el dueño de la tierra y vos como
arrendador no, porque a vos te lo cobran en
un valor de arrendamiento mayor. Pero si vos
tenés un valor de arrendamiento mayor pero un
precio mayor, lo que vos tenés que hacer para
diluir ese valor de arrendamiento es aumentar
la productividad. Es decir, consumir más fertilizantes, más agroquímicos, semillas de mayor
calidad… Y cuando aumenta la productividad,
aumenta la torta.
-Entiendo. De todos modos, si desde un
medio kirchnerista lo escucharan a usted rebelándose contra las retenciones al
agro, titularían: “Grobo mostró su hilacha
liberal-conservadora”…
- ¡Sí, pero yo no dije que estoy en contra de
los impuestos! No hay país socialista que cobre
retenciones. ¡No hay nada más setentista que el
impuesto a la tierra! Yo titularía: “Grobocopatel,
el más setentista de todos” (risas).
-Todo esto que usted conoce y volcó en
sus empresas, ¿sería capaz de llevarlo al
plano de la política? Porque me consta que
propuestas para participar, tuvo muchas.
-No, pero yo ya lo llevo al plano de la política, me
parece. Yo tengo mi actividad empresaria, que…
-No, digo que haga política partidaria, que
sea candidato, que lo llamen para ser funcionario de un gobierno.
-No, funcionario es una actividad que no me
gusta. Una gran parte de mi tiempo, yo trabajo
mucho con la sociedad civil. Organizaciones
sin fines de lucro, organizaciones empresariales, educativas… He participado en numerosos
proyectos de diverso tipo. De alguna manera, yo
transfiero directa o indirectamente mi conocimiento a esas instituciones donde participo. Si
vos me decís si me interesaría la función pública,
yo creo que puedo agregar muchísimo más valor
creando cosas innovadoras público-privadas o
del sector privado que ayuden a eso, como hicimos con Bioceres, con la asociación del Girasol,
o Escuelas del Bicentenario.
-¿Cómo participó del intercambio comercial entre Argentina y el gobierno chavista
de Venezuela?
-Antes de decirte si la experiencia fue buena
o mala, te cuento que Argentina entre 2006 y
2007 tuvo una crisis energética importante y
tuvo que comprar combustible a Venezuela y se
le pagó ese combustible, entre otras cosas, con
38
maquinaria agrícola. Eso movió muchísimo a la
industria metalmecánica, y demás. Lo que pasa
es que se le vendieron las maquinarias, pero no
el know-how. O sea, había una idea del gobierno
venezolano de hacer agricultura, orientada a que
es un país que importa todo. En ese momento,
en el gobierno nos pidieron algún tipo de colaboración. Yo no conocía a nadie del gobierno.
La realidad es que era porque salía en los diarios cada tanto, que dijeron a quién tenían que
llamar, y me llamaron. Yo conocía a Venezuela,
había tenido relación con los productores, entonces me conectaron con la gente de PDVSA e
hicimos una consultoría para PDVSA. PDVSA
estaba haciendo una empresa que se llamaba
PDVAL, PDVSA Alimentos, para invertir en la
producción de alimentos. Ellos nos contrataron
para hacer una consultoría, que en realidad era
transferencia de know-how. Era un contrato de
cuatro años, pero nosotros al finalizar el primer
año nos dimos cuenta que había otros problemas
en Venezuela que hacían que sea imposible el
desarrollo de este proyecto, y decidimos de
común acuerdo con las autoridades de PDVSA
y demás, rescindir el contrato.
-Es decir que el modelo de gestión que
“No soy creyente, no
soy religioso. Soy de
origen judío, tengo
interés académico
y cultural en las
religiones, me interesan
todas, hace muchos
años estudié hinduismo,
hacía yoga, fui
vegetariano.”
tenían en Venezuela, era incompatible con…
-No era un problema de modelo de gestión, era
un tema de incentivos. El modelo nuestro requiere
de muchos emprendedores, convencimiento y
demás. Y yo creo que Venezuela en ese momento
no estaba preparada para esto, y la realidad es
que después inclusive fue empeorando.
-Como que había un modelo muy centralista.
- Muy centralista, sí. Por eso, en las crisis de
estos gobiernos tan centralistas, el campo hace
crisis antes que otros sectores. Es muy difícil
dirigir la vida de productores que viven en el
campo todos los días pensando si llueve, si no
llueve, si el barro, si la tierra… La gente tiene
que vivir libre, es gente a la que tiene que darse
orientación, incentivos… Es muy difícil poder
guiarle la vida a alguien que vive y quiere vivir en
libertad. El gobierno piensa que es algo político.
Pero es más que político, es cultural. No es un
problema de que están en contra de la ideología,
o cosas por el estilo. El tipo de campo te dice: ‘Yo
lo que quiero es laburo, dejame trabajar tranquilo, produzco, pago el impuesto, ahora, pago
el impuesto pero devolveme, haceme una ruta,
manteneme el camino, y no me jodas con una
cosa compleja’. Es así acá, en Francia, en China…
- Gustavo, usted trabaja mucho desde la
racionalidad, desde el trabajo con la tierra, hablando de ideas… Es un mundo no
trascendental, no va hacia el cielo, no hay
misticismo, ni posiciones religiosas, pero
lo que sí existe, porque está en todas las
personas, es el espíritu. ¿Cómo funciona
eso en usted?
-Bueno, yo no soy creyente. No soy religioso.
Soy de origen judío, tengo interés académico y
cultural en las religiones, me interesan todas,
hace muchos años estudié mucho el hinduismo,
hacía yoga, fui vegetariano por cinco años.
-Comía milanesas de soja.
-Sí. Pocas, porque no me gustan (risas). Me
gusta una buena milanga.
-Pero cree que termina acá todo.
-No sé. Pero no es una preocupación hoy que
me desvele, el no saberlo. No es una búsqueda
que en este momento tenga, y no quiere decir
que no la vaya a tener. Participé ahora del viaje
religioso a Tierra Santa, y estuve con el Papa. Mirá,
yo creo que uno en la vida se orienta a partir de
determinadas fuerzas. Creo mucho en el poder
del hombre en la sociedad, en el colectivo… Creo
en la creación del hombre también, en la Suprema
Corte de Justicia, la de acá y la norteamericana,
en la Constitución… Yo creo en esas instituciones.
Creo en el Papa como institución, y no como
algo metafísico. Creo que nosotros, como personas, estamos en una búsqueda permanente
de cómo aprender. Algunos lo podrán llamar
‘el camino hacia Dios’. Para mí, por ahora no es
tan problemático, yo lo que quiero es aprender,
y me dedico eso. Cuando me preguntan si es una
década ganada o una década perdida, prefiero
decir que es una década aprendida. Ahora, algunos
a eso lo pueden llamar el camino místico. No lo
sé, ni me preocupa. Yo tengo 52 años.
-No sé si recuerda que La Divina Comedia
dice que “en el medio del camino de nuestra
vida…”
-Bueno, yo hice un compromiso que no estoy
cumpliendo, que es que iba a tratar de hacer dos
vidas dentro de una, porque pienso que la vida
es corta y no creo en la reencarnación. Siempre creo que viene una etapa nueva también
para mí, vinculada más con el aprendizaje y la
profundización de estas cuestiones. No sé si es
seguir trabajando en la empresa, irme a estudiar
y dedicarme a otra cosa, no lo sé.
-Quizás a través de la música, consigue
vivir esa otra vida que quiere…
-Sí, yo creo que la educación artística en general
y mi vínculo con lo artístico me han ayudado
enormemente. Ha sido fundamental en todo,
mayo ⁄ 2014
en mi formación como empresario, como persona… La música es muy importante para mí,
la mirada artística. El arte es fundamental en
la comunicación.
-La paideia de los griegos.
-Vos no le hablás a la cabeza, sino al corazón.
El hecho de que haya una sociedad de gente
sensible, no es lo mismo.
-Eso explica bastante sobre las razones de
cómo estamos. ¿Toca algún instrumento?
-No, yo canto. Aprendí piano cuando era muy
chiquito. Tengo mi piano en Carlos Casares, pero
hace treinta años que estudio canto.
-Hasta grabó discos con su grupo de folklore.
Y cobran para actuar.
-Sí, claro. Yo tengo ahí dos socios que son mis
compañeros, Héctor Llanos y José Peribós. Y
canto música de cámara argentina, también. Con
una pianista que me acompaña, Lidia Státile, y
mi maestra, Lucía Maranca, que me acompaña
también. Ahora le dedico poco tiempo, pero
en un momento era muy importante. Tenía
clases todas las semanas, ensayos dos veces
por semana. Ahora, por distintos motivos, no
me he acomodado para seguir teniéndolo, por
el tema de Brasil y otros, pero tengo que volver.
-Esas raíces suyas en los gauchos judíos
me hacen pensar en sus ancestros nómades,
y en el hecho de que usted mismo comenzó
a desarrollar su creatividad y a aplicar lo
que aprendió cuando tuvo que convertirse
en nómade también.
-Es muy bueno el comentario que me hacés,
siempre lo charlamos con mi mujer. En el fondo,
yo creo que uno es de donde nace. Alguno dice
también que es de donde tiene los libros. Pero,
si vos me preguntás de dónde soy, te contesto
que de Carlos Casares. No porque vaya a volver
allí, o porque tenga saudades, sino porque uno
es de ahí. Cuando uno se va de viaje, siempre
está esa cosa de “la vuelta a”. Yo eso no lo tengo
muy afirmado. Yo ahora soy de Buenos Aires.
Me gusta y disfruto Buenos Aires. Disfruto de
lo urbano, de andar por la ciudad, de tomar un
café en un bar. De ver a la gente, de conversar
con uno y otro, de ir a la librería, de ir al cine, con
amigos… Soy un porteño. ¿Me gustaría ir a vivir
a otro lado? Sí, me gustaría hacer la experiencia. Me gustaría ir a vivir a Europa o a Estados
Unidos. Me gustaría, en algún momento de mi
vida, volver al campo. A mí me gusta mucho la
vida en el campo. Yo extraño, en Buenos Aires,
el aire y el silencio. No extraño otra cosa.
-Piense, también, que usted aprendió a
producir sin tierra.
-Claro, pero no es un tema mío personal. Es
una organización que produce sin tierra. Yo soy
un engranaje de esa organización.
-Usted dijo en una entrevista que era un
“sin tierra”. ¿No será mucho?
-Es un concepto fuerte. Una idea que lo que
intenta es provocar una reflexión sobre el tema.
No es una frase neutra. Lo dije con total intencionalidad, porque creo firmemente que el hecho
de tener tierra o no, de ser rico o pobre, de ser un
pequeño o gran productor, no tiene nada que ver
con el éxito o el fracaso de las personas. El éxito
tiene más que ver con el aprender o no aprender,
con el darse o cuenta o no, con el adaptarse o no
adaptarse. Es una intención de crear esperanza
y expectativa en los pobres.
-Lo que noto en usted, a través de esta entrevista, es que tiene una gran convicción en
el diálogo. Le importa hablar. Y le importa,
también, convencer.
-Sí, claro. Soy muy argumentador, como estructurado, como un bloque. Bajo línea. Mi mujer
me dice que soy como Fidel Castro cuando me
pongo a discutir con ella.
-La última pregunta. De su discurso, surge
que todo lo que hacemos tiene sus razones,
y esas razones se pueden descubrir. Para
usted, ¿qué razones tiene el mundo y su
existencia?
-Para mí, el mundo es como una plataforma
donde los seres humanos tendríamos que tender a vivir con dignidad y bienestar. Porque esa
dignidad y ese bienestar hacen que la vida sea
un hecho incomparable, creador, me parece que
es eso. Ahora, el tema es qué es bienestar. Desde
mi punto de vista, yo lo relaciono bastante con
el tema de capacidad de Amartya Zen, que escribió sobre la teoría del bienestar y la felicidad.
Él dice que las personas, en la medida que son
libres, autónomas, empleables, emprendedoras,
solidarias, saludables, tienen dignidad. Y yo creo
que ésa es la pregunta que nos debemos hacer
todos los días empresarios, políticos, periodistas…
Lo que yo estoy haciendo hoy, ¿genera dignidad?
Es la prueba ácida, esa. Lo que yo hice con esta
política pública, ¿generó más empleabilidad?
¿generó gente más autónoma, más libre? Si hay
dudas, hay que revisar. •
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