La Predestinación Capítulo 1 Capítulo 2

Transcripción

La Predestinación Capítulo 1 Capítulo 2
La Predestinación
Capítulo 1
Explicaciones previas
-Tratemos de estar conscientes de lo que
creemos respecto a la predestinación.
Aclaremos nuestros conceptos..............................1
-Cuestionario previo, privado, para
aclarar los conceptos del lector,
sobre la predestinación..........................................2
-Cuáles son las principales afirmaciones
de la doctrina de la predestinación........................7
-Tesis de este libro..................................................10
-¿Cuáles serán los pasos a seguir para
demostrar que mi tesis es la correcta?.................11
-El porqué de este libro sobre la predestinación,
¿qué tiene de malo creer en ella?.........................13
-Los que creen en la predestinación absoluta
le echan la culpa a Dios de lo que ellos
hacen o dejan de hacer........................................15
-Por qué numero los renglones. ..............................16
-Resumen del capítulo 1.........................................16
Capítulo 2
La predestinación que sí existe
-Dios predestina las circunstancias de la
humanidad, no su salvación o perdición.............17
-La presciencia de Dios y la predestinación...........21
-Existe predestinación de personas,
conglomerados o naciones, para
realizar ciertas funciones, no para
ser salvas o perdidas............................................24
-Resumen del capítulo 2.........................................39
Capítulo 3
Los que se figuran que creen en la
predestinación absoluta, en realidad no creen en
tal cosa
-Pablo nos exhorta a que no nos hagamos
perezosos.............................................................40
-Echemos una ojeada a los que creen que
ellos creen en la predestinación absoluta............41
-Resumen del capítulo 3.........................................45
Capítulo 4
Lo que Dios personalmente habla nos hace ver
que no existe la predestinación absoluta, y sí
existe el libre albedrío
-El quinto mandamiento demuestra que
no existe la predestinación absoluta....................46
-La forma en que Dios habla a Salomón
desmiente la predestinación absoluta..................47
-El libre albedrío y el árbol de la ciencia
del bien y del mal................................................49
-Dios reconoce libre albedrío en Caín. ...................50
-También a Abimelech Dios le reconoce
tener libre albedrío..............................................51
-Si Dios dice que no quiere la muerte
del impío, ¿cómo vamos a creer en la
predestinación?....................................................53
-Dios considera que los israelitas tenían
libre albedrío .......................................................63
-Dios atestigua que David produjo un buen
sentimiento ..........................................................65
-Por lo que Dios habló con Satanás
sobre Job, se ve que el ser humano
tiene libre albedrío...............................................66
-Resumen del capítulo 4.........................................67
.
.
.
Capítulo 5
Lo que Cristo personalmente habla nos hace ver
que no existe la predestinación absoluta, y sí
existe el libre albedrío
-El Señor Jesucristo dice que Dios no quiere
que nadie se pierda, por lo tanto, no depende
sólo de la tal predestinación de Dios, la
salvación del humano..........................................68
-Cristo dice que es el ser humano el que
no quiere venir a él..............................................72
-Si Cristo quiso juntarlos y ellos no quisieron,
se evidencia que ellos tienen libre albedrío.........73
-Cristo exhorta a los fariseos a juzgar por sí
mismos, eso significa libre albedrío. ...................74
-Al decir Cristo, “tu fe te ha salvado”,
le reconoce libre albedrío al humano..................74
-Si Cristo lo exhorta a arrepentirse y a ser
fiel, es porque sabe que las criaturas,
tienen tal facultad................................................77
-Guardar lo que le enseñaron, arrepentirse
y velar, son facultades de un ser con
libre albedrío.......................................................79
-Si el Señor exhorta a retener lo que tiene
y a arrepentirse, es porque sabe que tiene la
facultad de hacerlo...............................................80
-Cristo no fuerza la puerta, hay que abrírsela
en uso de nuestro libre albedrío..........................80
-El paralítico de Bethesda es exhortado por
Cristo a no volver a pecar, señal esta de
que tenía facultad de dejar de pecar, es
decir, libre albedrío.............................................82
-Cristo nos muestra que la facultad de
perseverar depende del humano..........................83
-Si Cristo dice: “Hágase tu voluntad” es
que aún no se estaba haciendo, por lo
tanto no existe la predestinación .........................84
.
-Resumen del capítulo 5.........................................84
Capítulo 6
El Espíritu Santo habla mostrando que hay libre
albedrío
-El Espíritu Santo, personalmente, dice
que algunos apostatarán de la fe..........................86
-Resumen del capítulo 6.........................................87
Capítulo 7
Personajes bíblicos que creían en el libre
albedrío
-Refresquemos cuál es la tesis que estamos
analizando. ...........................................................88
-Si Pablo opina que un creyente puede
apartarse, no existe predestinación,
ni salvo siempre salvo.........................................88
-Si el Apóstol Pablo cree en la caída de la
gracia, entonces no hay predestinación,
sino libre albedrío................................................89
-Si los creyentes pueden volver atrás y
ponerse contra Cristo, no hay predestinación
absoluta, sino libre albedrío.................................91
-Si alguien abandonó un camino, es porque
antes estaba en ese camino..................................93
-También Himeneo y Fileto estaban en
la verdad y se descaminaron de ella....................94
-Si Dios ama al dador alegre, se evidencia
que el dador tiene libre albedrío..........................95
-Si piden y no reciben, es porque Dios no
les puso en el corazón semejante oración. ...........96
-Pedro, al compararlos con el perro y la puerca,
nos hacer ver que él creía en el libre albedrío.....97
-Moisés creía en el libre albedrío, porque
le da a escoger al pueblo ...................................100
-Josué también creía en el libre albedrío..............101
.
-Resumen del capítulo 7.......................................102
Capítulo 8
Las criaturas angelicales tienen libre albedrío
-Satanás fue el que inventó la mentira..................103
-Si fue perfecto desde su creación hasta
que se le halló maldad, hay libre albedrío.........104
-Resumen del capítulo 8.......................................106
Capítulo 9
El día de la muerte no está predestinado
-Salomón pensaba que no había una fecha
inmutable para la muerte...................................106
-La muerte del rey Ezequías no estaba
predestinada.......................................................108
-El humano puede morir antes de su tiempo........110
-Si gracias a la obediencia a Dios se cumple
el número de los días, no existe
predestinación de la muerte...............................111
-Si se prolongan los días, no hay muerte
predestinada.......................................................112
-Si los días en el reino le podían ser
prolongados al rey, según su
comportamiento, entonces no hay
predestinación....................................................113
-Poniendo por obra las palabras de Moisés,
los días de su vida se alargarían........................114
-Resumen del capítulo..........................................114
Capítulo 10
Razonamientos obvios sobre el libre albedrío y la
predestinación absoluta
-Si Dios hizo al hombre recto, tiene que existir
libre albedrío, porque el pecado existe..............116
-El pecado en el mundo prueba que hay libre
albedrío, pues Dios no puso lo malo.................117
-Si Dios no hace acepción de personas
no hay predestinación........................................117
-Si Macedonia y Acaya tuvieron a bien
hacer una colecta, hay libre albedrío. ................118
-Dicen: “Dios les dio sabiduría a unos”, “su
corazón y voluntad motivó a otros”. Los
escritores sabían hacer diferencia de si los
pensamientos y sentimientos vienen
o no de Dios. ......................................................119
-Si solamente de Dios dependiera la
salvación, no tendría Él que ser paciente. ..........120
-Si existiera la predestinación absoluta,
entonces Jonás habría mentido..........................123
-Si el cristiano se purifica, es porque tiene
libre albedrío......................................................124
-Si el hermano flaco se puede perder, no hay
predestinación ni salvo siempre salvo...............125
-Ten cuidado no te devore ese tiburón que
anda por el desierto del Sahara..........................127
-Moisés condiciona el ensanchar el territorio
a la obediencia a los mandamientos ..................128
-Aquí vemos que el cumplir los mandamientos
está en nuestras propias manos..........................130
-Los que gustaron el don celestial, y fueron
partícipes del Espíritu Santo, se pueden perder....130
-San Pablo habla de la predestinación de
grupos étnicos para realizar una labor,
no para forzarlos a ser salvos o a
ser perdidos. .......................................................136
.
-¿Predestina Dios al humano para que
menosprecie las riquezas de Su benignidad,
o tiene el hombre libre albedrío para hacerlo?.140
-Resumen del capítulo 10.....................................141
Capítulo 11
Episodios bíblicos que muestran que la
predestinación absoluta no existe
-El blasfemo tenía libre albedrío, no estaba
predestinado por Dios a blasfemar....................142
-La frase de San Pablo “Dios quiere que
todos se salven”, niega la predestinación
absoluta .............................................................143
-Si Miqueas profetizó que Sión sería arada
y luego no lo fue, entonces o no hay
predestinación o Miqueas era un mentiroso. .....146
-Un ser misericordioso como Dios, no crea
seres predestinados a ser malos, por
consiguiente existe el libre albedrío..................148
-Si Dios le da a escoger a David uno de tres
castigos, es porque David tenía la facultad
de escoger, es decir, tenía libre albedrío, y
porque ninguno de los tres estaba
predestinado......................................................149
-Dios y el profeta Jeremías hablan
inequívocamente de libre albedrío ....................150
-Si David quiso edificar el Templo y Dios
se lo prohibió, se comprueba que David
tenía libre albedrío.............................................152
-Absalom cometió el incesto por su libre
albedrío, no porque Dios lo predestinara
a hacerlo ............................................................153
-Los acontecimientos de Keila demuestran
que no hay predestinación.................................155
-Dios sería con Asa, si Asa fuere con Dios,
eso implica libre albedrío..................................156
.
.
.
-El desvío de Salomón no fue predestinado
por Dios, sino consecuencia de su libre
albedrío..............................................................158
-Por las advertencias y reproches que Dios
hace a Jeroboam, se ve que él tenía libre
albedrío..............................................................159
-David no creía que la fecha de la muerte de
Saúl fuera algo predestinado a plazo fijo ..........161
-Resumen del capitulo 11.....................................162
.
.
Capítulo 12
La omnipotencia de Dios y el libre albedrío de
sus criaturas
-Las leyes físicas, químicas, biológicas y
espirituales que Dios creara, funcionan solas....164
-Resumen del capítulo 12.....................................170
Capítulo 13
Lo bueno y lo malo que piensan o hacen las
criaturas ¿lo piensan o hacen porque Dios los
predestinó a que hagan o piensen tales cosas?
-Las alabanzas a Dios...........................................171
-¿Puede existir libre albedrío para solamente
hacer el mal?......................................................172
-Las oraciones a Dios...........................................173
-Pequeños y grande errores en la Biblia...............174
-Resumen del capítulo 13.....................................175
.
.
Capítulo 14
Pasajes bíblicos que parecen decir que existe la
predestinación absoluta
-Pablo nos dice que el ser humano se
puede auto endurecer.........................................176
-Dinámica celestial: cómo endureció Dios
a Faraón sin alterar su libre albedrío.................177
-¿Hablaba Cristo en parábolas para que no lo
entendieran y se perdieran? ..............................189
-Fueron ordenados a estar presentes no
a tropezar en la piedra de tropiezo.....................195
-Predestinado a conocer Su voluntad,
a ver a aquel Justo y a oír la voz de su boca,
no a ser salvo necesariamente ...........................197
-Dado que la predestinación de que se
habla no alcanzó a los profetas, no puede
estarse refiriendo a la salvación ........................199
-Dios no está predestinándolos a ser salvos,
sino a que vivan en tiempo, lugar y
circunstancias que le permitan ser salvos..........202
-Predestinados a ir al lugar donde se les
predique el evangelio........................................205
-Por cuanto no recibieron el amor de la
verdad para ser salvos, Dios los abandona,
pero no los predestina a perderse ......................206
-Los que rechazan a Dios quedan a merced
de los demonios y éstos son los que los
ciegan ................................................................207
-Si un vaso se limpia a sí mismo será vaso
para honra. .........................................................208
-Esos malos estaban ordenados a estar presentes
no a ser malos ni a ser condenados ...................211
-Si todos los autores bíblicos hablan de
libre albedrío, ¿por qué aferrarnos a la
predestinación?..................................................214
-Dios no sumerge al humano en el pecado, al
contrario, lo libra si se lo pide...........................217
-Dios aparta o predestina desde el vientre,
pero no fuerza su libre albedrío.........................221
-El hombre propone y Dios dispone.....................224
-La fe personal del humano y la fe que
es don de Dios...................................................226
-Resumen del capítulo 14.....................................232
.
.
.
.
.
..
Anexo “A”
Imitemos a los primeros cristianos, los cuales
discutían fraternalmente sus diferencias
doctrinales
-Demostración de que discutir entre
hermanos nuestras diferencias doctrinales
es lo correcto.....................................................235
-Los cristianos del primer siglo discutían
vehementemente, pero con amor fraternal y
justicia, sus diferencias doctrinales...................236
-Por qué muchos no quieren discutir ....................237
-Varios pasajes en los que vemos que
los primeros cristianos discutían sus
creencias............................................................238
-Debemos delimitar el asunto que vamos a
hablar, y definir las palabras y frases que
corrientemente se usan en esa conversación.....241
-¿Por qué delimitar el asunto a discutir? .............241
-Por qué es importante definir y aclarar el
significado de frases, palabras y conceptos.......242
.
Anexo “B”
Lo que Dios personalmente habla nos hace ver
que no existe la predestinación absoluta, y sí
existe el libre albedrío
-Dios personalmente dice que los israelitas
se endurecieron a sí mismos..............................243
-Si los israelitas podían tornarse de su mal
camino, es porque tenían libre albedrío............244
-Dios mismo dice que fueron ellos los que
no permanecieron en la fe.................................245
-Si Dios los exhorta a mejorar sus caminos,
es porque ellos tienen libre albedrío..................246
-Al ponerle Dios condiciones a los israelitas,
nos hace ver que ellos tenían libre albedrío ......248
.
-El humano tiene libre albedrío para dar
ofrenda, pues Dios mismo lo dice.....................249
-Si se pueden convertir es porque tienen
libre albedrío .....................................................250
-Dios nos hace ver que la obediencia
depende del humano, que no hay que
troquelársela......................................................251
-Dios considera que el ser humano puede
querer o no querer, limpiarse o no limpiarse,
aprender o no aprender, hacer
el bien o el mal..................................................253
-Por la forma de hablar de alguien uno se
percata de cuál es su estructura mental,
de qué es lo que esa persona cree......................255
-Santos seréis, porque yo soy santo. Esta
exhortación implica libre albedrío ....................258
-Dios exhorta a los habitantes de Judá a
volverse cada uno de su mal camino. ................259
-Si Dios pide al pueblo que le diga en qué los
molestó, es porque Él sabe que tienen
libre albedrío .....................................................259
.
.
.
Anexo “C”
Personajes bíblicos que creían en el libre
albedrío
-Tampoco David creía en la predestinación
absoluta, sino en el libre albedrío......................261
-De toda su voluntad el pueblo buscaba a Dios....263
-Tampoco Ezequías, rey de Judá, creía en la
predestinación absoluta.....................................264
-San Pablo no creía en el “salvo siempre
salvo” ni en la “predestinación absoluta”..........265
-Si el humano puede ejercitar sus sentidos
en el discernimiento del bien y el mal,
hay libre albedrío...............................................270
-Si haciendo “estas cosas” los cristianos
no caerán jamás, es lógico razonar que
si no las hacen, sí caerán...................................271
-Si Pedro aconseja a los cristianos guardarse
a sí mismos y crecer, para no caer, es porque
él no creía ni en la predestinación ni en el
salvo siempre salvo, sino en el libre albedrío....272
-San Pablo no advertiría a los cristianos que
tuvieran cuidado no fuera que su gato se
convirtiera en perro...........................................274
-El cristiano puede errar de la verdad...................275
-Tampoco Bernabé creía en la predestinación
absoluta ni en el salvo siempre salvo................276
-Pablo pensaba cosas que no le habían sido
troqueladas en su mente por Dios.....................278
-Pablo exhorta a permanecer en la fe...................279
-Pablo no creía en la predestinación, porque
le dijo a los soldados que retuvieran a los
marineros. ..........................................................282
-Si la predestinación existiera, las
exhortaciones de Pablo eran inútiles.................283
-Si Pablo “prosigue” “a ver si alcanza”, es
porque cree en el libre albedrío y
no cree en la predestinación..............................284
-Si palpando pueden hallar a Dios, no hay
predestinación, y el salvaje se salva por
su libre albedrío.................................................285
-Solamente se salvan las mujeres que
permanezcan en la fe.........................................286
-Si se nos juzga por nuestras obras, como
dice Pedro, es porque hay libre albedrío...........287
-El que exhorta a otro a perseverar es porque
considera que el exhortado tiene
libre albedrío .....................................................288
.
-Quien se rebela es porque antes era de Dios.
“Mirad por vosotros mismos” implica
libre albedrío.....................................................289
Jeremías creía en el libre albedrío, no en la
predestinación...................................................291
-Juan exhorta a que no caigan en idolatría
ni den lugar al Maligno.....................................292
-Si Judas el hermano de Jacobo dijo
“edificaos”, “conservaos”, es porque
creía en el libre albedrío....................................293
-David consideraba que el humano podía
hacer las cosas de su propia iniciativa...............294
-David hace estas doce exhortaciones,
porque creía en el libre albedrío........................295
Anexo “D”
-“Almacén” de almas previo al nacimiento..........297
1
Capítulo 1
2
Explicaciones previas
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
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28
>Tratemos de estar conscientes de lo que
creemos respecto a la predestinación. Aclaremos
nuestros conceptos
A veces no tenemos los conceptos claros en
nuestra mente, porque nunca nos hemos respondido categóricamente, las interrogantes que nos
surgen. Para ayudar en este empeño de aclarar
conceptos, es que se hace el cuestionario previo que
a continuación presento.
Por lo regular tenemos frases hechas o
palabras con las que pretendemos expresar un
concepto nebuloso que guardamos en la mente, el
cual, a pesar de que no lo tenemos diáfanamente
establecido, queremos que los demás lo entiendan y
nos lo acepten sin definirlo ni demostrarlo.
Antes de comenzar a leer este libro, sería bueno
que el lector se respondiera a sí mismo las
preguntas que en este cuestionario se hacen. Esto lo
hago con el fin de que el lector tenga definidas y
claras sus ideas y conceptos referentes a la
predestinación.
Como que este cuestionario no va a salir de sus
manos, el lector puede responderlo honestamente, lo
cual lo va ayudar mucho en sus razonamientos
posteriores. He aquí el cuestionario.
29
30
31
32
33
34
Marque con una “X” la respuesta que se aviene a
sus actuales conceptos sobre predestinación, o
respóndanla por escrito, si eso es lo que requiere
la pregunta. Pudiera tener que marcar con una
“X” más de un reglón en la misma pregunta.
35
1
36
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>Cuestionario previo, privado, para aclarar los
conceptos del lector, sobre la predestinación
38
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40
41
42
43
44
1-La definición de “Libre Albedrío” dice que es la
facultad del humano de producir por cuenta propia
sentimientos o pensamientos buenos o malos,
aunque no necesariamente pueda ejecutarlos. ¿Cree
usted que el humano tiene libre albedrío?
Sí___ No___ Estoy indeciso___
45
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48
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50
2-”Predestinación” es la creencia de que todas las
cosas están “escritas” de antemano. Hay dos tipos
de predestinación. ¿Cree usted en algún tipo de
predestinación?
Sí___ No___ Estoy indeciso___
51
52
53
3-¿Tienen libre albedrío los seres tipo ángel?
Sí___ No___ No sé___
54
55
56
57
58
4-¿Puede el humano producir malos pensamientos,
deseos, o sentimientos aunque Dios no se los haya
puesto?
Sí___ No___ No sé___
59
60
61
62
63
5-¿Puede el humano producir buenos pensamientos,
deseos o sentimientos aunque Dios no se los haya
puesto?
Sí___ No___ No sé___
64
65
66
67
68
6-¿Puede al humano gustarle algo, o desagradarle
algo sin que Dios le ponga esos gustos o
desagrados?
Sí___ No___ No sé___
69
70
71
7-¿Perdona Dios un pecado del cual el pecador no
quiere arrepentirse? Sí___ No___ No sé___
2
72
73
74
75
8-¿Puede entrar en el Cielo una persona que tenga
en su alma pecados como odio, rebeldía y soberbia?
Sí___ No___ No sé___
76
77
78
79
9-¿Puede uno que hoy sea cristiano dejar de serlo
dentro de 10 años, por ejemplo?
Sí___ No___ No sé___
80
81
82
83
84
10-¿Cree usted que el día, la hora, el lugar y la
causa de la muerte de cada persona está
predestinada, y nada puede cambiarlo?
Sí___ No___ No sé___
85
86
87
88
89
11-¿Cree usted que la pobreza o la riqueza que una
persona llegue a acumular, y su bienestar
económico en general, está predestinado, y nada lo
puede cambiar? Sí___ No___ No sé___
90
91
92
93
94
12-¿Cree usted que la salud que disfruta una
persona, o las enfermedades que padece están
predestinadas y nada puede cambiarlas?
Sí___ No___ No sé___
95
96
97
98
13-¿Cree usted que Dios escogió unos cuantos
millones de seres humanos, para ser salvos aunque
ellos no quisieran? Sí___ No___ No sé___
99
100
101
102
103
14-¿Cree usted que Dios abandonó en su perdición
al resto de la humanidad no escogida, aunque
muchos de ellos quisieran ser salvos?
Sí___ No___ No sé___
104
105
106
107
15-¿Cree usted que una porción de la Escritura es
más autorizada que otra?
Sí___ No___ No sé___
3
108
109
110
111
112
113
16-¿Cree usted que un apóstol o escritor bíblico era
más inspirado que otro, y que por lo tanto, lo que él
dice vale más que lo que el otro dice, sólo porque es
ese apóstol o escritor bíblico quien lo dice?
Sí___ No___ No sé___
114
115
116
17-Si usted sabe quién inventó la mentira, escríbalo
en la línea provista__________________________
117
118
119
120
18-¿Puede el humano de su propia voluntad
maldecir o blasfemar a Dios?
Sí___ No___ No sé___
121
122
123
124
19-Si en la pregunta # 18 usted contestó que “Sí”,
¿significa eso que usted cree en el libre albedrío?
Sí___ No___ No sé___
125
126
127
128
129
20-Si en la pregunta # 18 usted contestó que “No”,
¿significa eso que cuándo un ser humano blasfema
a Dios, lo hace porque está predestinado a hacerlo?
Sí___ No___ No sé___
130
131
132
133
134
21-Si en la pregunta # 20 usted contestó que “Sí”,
escriba en el renglón más abajo, quién lo predestinó
a blasfemar a Dios?
_________________________________________
135
136
137
138
139
140
22-Si en la pregunta # 21 usted escribió algún
nombre, diga si el ser humano está obligado por
disposición divina a seguir las órdenes del que lo
predestinó a blasfemar a Dios.
Sí___ No___ No sé___
141
4
142
143
144
145
23-¿Está usted de acuerdo en que el que usa la
mentira, aunque sea para defender una doctrina
cristiana, está usando métodos diabólicos?
Sí___ No___ No sé___
146
147
148
149
150
24-¿Cree usted que Dios aprobaría que se usara la
técnica diabólica de la mentira para defender lo que
alguien se figura que es una buena doctrina?
Sí___ No___ No sé___
151
152
153
154
155
25-Judas tiene un horrible castigo por haber
traicionado al Señor. ¿Obligó Dios a Judas a
traicionar a Jesucristo?
Sí___ No___ No sé___
156
157
158
26-¿Tiene Satanás libre albedrío?
Sí___ No___ No sé___
159
160
161
162
27-Si en la pregunta # 26 usted contestó que “No”,
¿troqueló Dios en Satanás la maldad que hoy tiene?
Sí___ No___ No sé___
163
164
165
166
167
168
28-Cuando usted da gracias a Dios, ¿lo hace porque
se siente agradecido o porque lo predestinaron
emitir esos sonidos, pronunciando esas frases?
Porque estoy agradecido___
Porque me predestinaron a emitir esos sonidos___
169
170
171
172
173
174
29- Cuando usted alaba a Dios, ¿lo hace porque a
usted le nace hacerlo, o porque lo predestinaron
emitir esos sonidos, pronunciando esas frases?
Porque me nace hacerlo___
Porque me predestinaron a emitir esos sonidos___
175
176
5
177
178
179
180
30-¿Si Dios pone su voluntad y omnipotencia en
que la blancura y la negrura sean cosas opuestas, va
luego la blancura a lucir como la negrura, o
viceversa? Sí___ No___ No sé___
181
182
183
184
185
31-Si Dios puso su voluntad y omnipotencia en
que la nieve luzca blanca ¿puede la nieve al mismo
tiempo que luce blanca, lucir negra?
Sí___ No___ No sé___
186
187
188
189
190
191
32-Si Dios hubiera puesto su voluntad y omnipotencia en crear un ser que tuviera libre albedrío,
¿pudiera luego obligarlo a tener buenos
sentimientos, a amar a Dios y a otras criaturas?
Sí___ No___ No sé___
192
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33-¿Desearía Dios que todas sus criaturas se
arrepintieran de sus pecados y se salvaran?
Sí___ No___ No sé___
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34-¿Cree usted que si fuera posible para Dios salvar
a todas sus criaturas, sin contar con la aprobación de
ellas, Dios lo haría? Sí___ No___ No sé___
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35-¿Cree usted que si Dios permitiera que sus
criaturas no arrepentidas siguieran conviviendo con
las que se arrepintieron y fueron regeneradas en
Cristo, las regeneradas serían felices eternamente?
Sí___ No___ No sé___
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36-¿Cree usted lógico que para vivir la eternidad,
Dios aparte a los que nunca se quisieron arrepentir,
de los que se arrepintieron y se acogieron a la
salvación de Cristo? Sí___ No___ No sé___
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37-Si usted cree que el ser humano tiene libre
albedrío, ¿cree usted que después que se convierte
de sus pecados y cree en Cristo, pierde el libre
albedrío?
Sí___ No___ No sé___
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38-Si el ser humano nunca tuvo libre albedrío,
¿quién lo obligó a amar a Dios, a Cristo, y a
aceptar la salvación que él provee?
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39-Si el ser humano nunca tuvo libre albedrío,
¿quién lo obligó a no amar a Dios, ni a Cristo, ni a
aceptar la salvación que él provee?
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“Mucha gente cree lo que ellos creen,
porque jamás se han definido a sí mismos
lo que ellos creen”
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>Cuáles son las principales afirmaciones de la
doctrina de la predestinación absoluta
Hay dos tipos de predestinación. Una de ellas, la
que llamaremos predestinación de circunstancias,
es la que considera que el ser humano tiene libre
albedrío en todo momento, pero que Dios destina a
algunas almas a nacer en un lugar o en otro, en una
fecha o en otra, a nacer de unos padres o de otros,
para realizar cierta misión, según venga bien a los
planes divinos. También considera que ciertos
eventos, hecatombes, etc., pudieran estar
predestinados a ocurrir en un lugar y tiempo
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ordenado por Dios, de acuerdo a sus planes; pero
que Dios no predestina al humano a perdición ni a
salvación.
Es
decir,
predestina
ciertas
circunstancias que van a rodear al humano, no
su salvación ni su perdición.
Según esta doctrina, hay humanos que por tener
libre albedrío, desean la salvación, porque las reglas
de comportamiento y obligaciones que la salvación
conlleva les agradan, concuerdan con sus
sentimientos. Por el otro lado, también hay
humanos que detestan la salvación, porque las
reglas de comportamiento que conlleva la salvación
le desagradan, van en contra de sus sentimientos. A
este primer tipo de predestinación le llamaremos,
“Predestinación de Circunstancias” o también
“Predestinación Circunstancial”.
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Un segundo tipo de predestinación que es creída
por mucha gente en el mundo, dentro y fuera del
cristianismo, la cual llamaremos “Predestinación
Absoluta”, es la que opina que todo, absolutamente
todo lo que ocurre, fue predestinado por Dios para
que ocurriera en ese lugar, fecha, persona, etc.. Este
tipo de predestinación opina que ningún ser viviente
tiene libre albedrío, que todo lo que un ser humano
piensa, hace, siente, etc., tiene que haberle sido
troquelado por Dios. Piensa además, que desde la
muerte de un ser humano, hasta la caída de una hoja
de árbol, todo ha sido predestinado por Dios para
que ocurra en ese lugar, fecha, hora, minuto y
segundo. Según este tipo de predestinación, Dios se
ocupa de que una persona muera a fecha fija, que un
rayo caiga en cierto lugar a fecha fija, que una hoja
de un árbol caiga a fecha fija, y hasta que un
microbio muera a fecha fija.
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Debido a eso, según esta doctrina, es Dios el que
predestina a unos pocos a ser salvos, mientras que
deja a los otros en su miserable condición de
perdidos. A esos predestinados a salvación es a los
que Dios troquela en sus almas el amor a Dios, el
deseo de ser salvos, el deseo de obedecer a Dios, la
fe, y todos los demás sentimientos que debe tener
un hijo de Dios, los cuales sentimientos, según esta
doctrina, no los puede generar el humano por sí
solo. A este tipo de predestinación le llamaremos
“Predestinación Absoluta”. En ella se considera
que para la salvación, todo depende solamente de
Dios, pues Él es el que le pone al humano el deseo
de arrepentirse, el deseo de amar a Dios, el deseo de
creer en Cristo, etc..
La predestinación absoluta y el libre albedrío
son doctrinas antagónicas y mutuamente excluyentes. Si una de ellas es cierta, no puede ser cierta
la otra.
Quien demuestre que la predestinación absoluta
existe, ha demostrado que el libre albedrío es una
doctrina falsa. Igualmente, el que demuestre que el
libre albedrío existe, ha demostrado que la
predestinación absoluta es una doctrina falsa.
Si todos los pensamientos y sentimientos de una
criatura, le han sido predestinados por un poder
superior, esa criatura no puede pensar ni sentir algo
de su propia voluntad. Si una criatura puede pensar
lo que desee, dar abrigo a los sentimientos que
desee, y rechazar los sentimientos que no desee,
entonces no hay predestinación.
Pudiera alguien pensar que el libre albedrío no
existe, puesto que si todo dependiera del deseo del
humano de salvarse, todos se salvarían, porque
nadie quisiera ir a parar al Infierno. No exactamente. El pecador ama su pecado, no quiere
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desprenderse de él. Él quiere seguir viviendo en la
forma que él desea, no en la forma que desea el
Señor. Si el Señor le ofreciera “salvación” sin
arrepentirse, sin modificarse, y sin condiciones,
seguro que la aceptaría, pero como que tiene que
dejar sus pecados, no quiere ese tipo de salvación,
pues ama el pecado más que a Dios. Es entonces
cuando, inducido por los malignos, se hace la
ilusión de que va a poder comprar la salvación
encendiendo velas, donando dinero, pagando misas,
haciendo obras de caridad, haciendo sacrificios
personales, y las mil y una maneras que Satanás ha
inventado para engañar a los que desean ser
engañados.
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Sintetizando: La “predestinación de circunstancias” es aquella que considera que lo único que
Dios predestina son las circunstancias, no le quita al
humano el libre albedrío que antes le diera, no le
impone al humano la salvación ni la perdición.
La “predestinación absoluta” sustenta la idea de
que toda la raza humana estaba perdida, lo cual es
cierto en el sentido de que todos hemos perdido
nuestro derecho al Cielo, a medida que pecábamos.
También sustenta la idea de que Dios optó por hacer
salvos a unos pocos, mientras dejaba en la perdición
a los demás. En pocas palabras: a unos los obligaba
a ser salvos, pero a otros no los obligaba a ser
perdidos, simplemente los dejaba perdidos.
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>Tesis de este libro
Lo que en este libro estoy diciendo es que
“predestinación absoluta” no existe, que no
bíblica, que es una superstición heredada
creencias paganas; que la única que existe es
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la
es
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la
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“predestinación de circunstancias”, la cual Dios usa
para llevar a cabo sus planes sin forzar el libre
albedrío del humano.
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>¿Cuáles serán los pasos a seguir para
demostrar que mi tesis es la correcta?
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En el capítulo 2 voy a comenzar mostrando cuál
es la predestinación que sí existe, o sea, la
predestinación de las circunstancias que rodean al
humano, no la predestinación de su destino final.
En el capítulo 3 voy a demostrar que muchos
hermanos se engañan a sí mismos cuando se figuran
honestamente que ellos creen en la “predestinación
absoluta”. Nadie cree en la predestinación absoluta.
En el capítulo 4, voy a mostrar como el mismo
Dios habla en forma que no deja dudas respecto a
que existe el libre albedrío en el humano, con lo
cual desmiente a la predestinación absoluta, que
niega que el humano tenga libre albedrío.
En el capítulo 5 voy a demostrar que de las
palabras de Nuestro Señor Jesucristo, se entiende
perfectamente que el ser humano tiene libre
albedrío.
El capítulo 6 es para mostrar que también el
Espíritu Santo nos hace ver que existe el libre
albedrío, y no la predestinación absoluta, y que
tampoco existe ese error que opina que una vez
salvo siempre salvo.
El capítulo 7 sirve para demostrar que también
los personajes bíblicos han opinado claramente a
favor del libre albedrío y en contra de la
predestinación absoluta.
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En el capítulo 8 mostraré que los seres tipo ángel,
también tienen libre albedrío, que no fueron
predestinados al bien ni al mal.
En el capítulo 9 veremos cómo es absolutamente
falso que el día de la muerte esté predestinado,
como opina la errada hipótesis de la predestinación
absoluta.
En el capítulo 10 presento algunos razonamientos
obvios a favor del libre albedrío y en contra de la
predestinación absoluta.
En el capítulo 11 analizo algunos episodios
bíblicos que nos muestra la existencia del libre
albedrío y la no existencia de la predestinación
absoluta.
En el capítulo 12 trato de la omnipotencia de
Dios en relación al libre albedrío, mostrando cómo
Dios no va en contra de sus propias determinaciones
anteriores; por lo cual a pesar de que Dios es
omnipotente, no puede obligar a las criaturas a
amarle.
El capítulo 13 es dedicado a razonar que lo bueno
y lo malo, pero especialmente lo malo que hace el
humano, no puede ser resultado de su
predestinación.
El capítulo 14 lo dedico a analizar varios pasajes
bíblicos que a priori parecen dar la razón a la
predestinación absoluta, pero que en realidad no
dicen tal cosa.
Al final de cada capítulo pongo un resumen en
el que trato de sintetizar lo dicho en cada capítulo, a
fin de facilitar el repaso del lector o la búsqueda del
análisis que desea.
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>El porqué de este libro sobre la predestinación,
¿qué tiene de malo creer en ella?
La “predestinación absoluta” es una dañina
herejía, porque le hace ver al humano, que todo está
predestinado, que él no es dueño de su vida actual
ni de su destino final, porque ni siquiera el deseo ser
salvado es algo que él pueda producir. En esas
condiciones el cristiano tiende a ser fatalista, al
igual que los musulmanes. Sus deseos, creen ellos,
les tienen que ser troquelados por Dios.
Si él no tiene deseos de estudiar una carrera, es
porque Dios no le ha troquelado ese deseo en su
alma, por lo tanto, para qué esforzarse. Si él no ama
a su hermano es porque Dios no le ha troquelado
ese deseo en su alma. Él no tiene libre albedrío,
todo está predestinado. Si no abandona sus
concupiscencias, si todavía le gustan, es porque
como que no tiene libre albedrío, tiene que esperar a
que Dios troquele en su alma semejantes buenos
sentimientos. Él se considera incapaz de hacer algo.
Incluso la simple oración para pedir ayuda a Dios
para su santificación, tiene que serle troquelada
previamente. Él cree que no puede producir
semejante deseo o sentimiento. Según esa creencia,
todo lo que va a suceder, está escrito, no hay
escape.
A mi modo de ver la herética hipótesis de la
predestinación absoluta es un intento de Satanás
para obtener dos resultados: a) que el cristiano se
vuelva indolente, resignado, incapaz; y b) echarle
la culpa a Dios, solapadamente, de todos los
infortunios, pecados, concupiscencias, etc., que
ocurran a la Iglesia y al cristiano.
Es lógico que Satanás buscara, para regar por
el mundo esta herejía, a aquellos que no desean
sentirse culpables a pesar de mantenerse en el
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pecado, acariciando sus concupiscencias. A éstos
les basta pensar que si ellos no son mejores de lo
que son, la culpa no es de ellos, sino del hecho de
que Dios no los predestinó a ser mejores. La
predestinación es una herejía diabólica, como lo
son todas las herejías.
Al creer en la predestinación absoluta, el
humano se siente libre de sus fracasos y
estupideces, porque “si no llegué a más, es porque
no estaba predestinado para ello”. Ese sentimiento
de fatalismo, además de ser religiosamente dañino,
es socialmente nocivo, como lo demuestra el
estándar de vida de los pueblos que han caído bajo
las garras de las diversas creencias fatalistas.
Muchos de los que creen en la predestinación
absoluta no se dan cuenta de que están
blasfemando a Dios al atribuirle un carácter
completamente contrario al que Nuestro Creador
manifiesta a través de toda la Biblia. Muchos de los
que creen en esta doctrina, no se dan cuenta de que
blasfeman, pero el ser que la inventó sí sabía lo que
perseguía al inventarla.
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Para entender claramente una verdad
bíblica hace falta un niño; para
complicarla, oscurecerla, y torcerla, hace
falta un teólogo.
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>Los que creen en la predestinación absoluta le
echan la culpa a Dios de lo que ellos hacen o
dejan de hacer
Los que creen en la predestinación absoluta le
echan la culpa a Dios por no ser mejores y más
limpios de lo que son, aunque eufemísticamente
digan lo contrario de dientes para afuera. Veamos.
Según Pablo todos los cristianos hemos de
comparecer ante el Tribunal de Cristo para dar
cuenta de lo bueno y lo malo que hayamos hecho
por medio del cuerpo.
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“Porque es menester que todos nosotros
parezcamos ante el Tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba según lo que hubiere
hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o
malo.”
(II Co 5:10)
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Supongamos que llegado ese día y estando todos
allí presentes, Cristo, o un ángel allí presente le
pregunte a un predestinacionista ¿por qué razón él
no fue mejor durante su vida? ¿Qué le respondería
el predestinacionista? Pues de acuerdo con su
creencia, si es honesto, le tendría que responder:
“Yo no fui mejor durante mi vida porque Dios no
me predestinó a ser mejor”. Supongamos que
después de eso le volvieran a preguntar ¿De quién
crees tú que fue la culpa de que tú no fueras mejor
de lo que fuiste? ¿Qué tendría que responder una
persona honesta que creyera en la predestinación?
Como vemos, en su fuero interno, adrede o sin
darse cuenta, el predestinacionista le echa la culpa a
Dios de su actitud en la Tierra.
El verdadero resultado de la doctrina de la
predestinación absoluta, es exculpar implícitamente
al humano de sus pecados, hacerlo indolente, y
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culpar de ellos implícitamente también, con satánica
habilidad, a Dios. No digo que los que crean en
semejante doctrina sean así; lo que digo es que el
ser espiritual que inventó esa herejía era eso lo que
perseguía.
Por todo lo dicho hasta aquí es que considero
necesario escribir este libro mostrando qué tiene de
malo el creer en la predestinación absoluta.
Pero no sólo eso. Además, como que considero
que el autor de un libro polémico no debe refugiarse
en su torre de marfil a resguardo de discusiones, es
que invito a cualquier hermano que crea en la
predestinación absoluta, a razonar juntos sobre el
tema. Para más aclaraciones sobre este asunto de
discutir fraternalmente nuestras creencias, ver el
Anexo “A”, que se halla en la página 233.
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>Por qué numero los renglones
Yo deseo que cualquiera que desee señalarme un
error en mi premisa o en mi cadena de
razonamiento, pueda hacerlo. Efectivamente, yo
considero que todo autor que sostiene una tesis debe
estar accesible a la discusión con aquellos que
disienten de él en ese tema. Por ese motivo le pongo
número a cada renglón, a fin de que el que desee
objetar algo de lo que aquí digo, tenga la facilidad
de señalarme el lugar donde está dicho, con sólo
mencionar el número de los renglones que abarca.
Por ejemplo, esta explicación abarca desde el
renglón 544 al 556.
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>Resumen del capítulo 1: Antes de comenzar a
leer la parte doctrinal de este libro, tratemos de estar
conscientes de cuál es nuestra creencia sobre la
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predestinación. Hay dos tipos de predestinación,
está la “Predestinación de Circunstancias” y la
“Predestinación Absoluta”. La tesis de este libro es
que la primera es la que enseña la Biblia, y que la
segunda no existe. Los pasos a seguir para
demostrar tal cosa están esbozados en las páginas
11-12.
Lo malo que tiene la creencia en la predestinación
absoluta es incitar al cristiano a ser indolente, e
instigarlo a echarle la culpa a Dios de sus pecados,
concupiscencias y fracasos. Para terminar, explico
cómo podemos razonar juntos los que pensemos
diferentemente.
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Capítulo 2
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La predestinación que sí existe
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>Dios predestina las circunstancias de la
humanidad, no su salvación o perdición
Desde tiempos inmemoriales las supersticiones de
los pueblos han dado pábulo a creencias como la de
la predestinación, aquello que dice: “lo que va a
pasar está escrito”. En época de Isaías ya este
profeta tenía que luchar contra esa superstición que
había invadido las doctrinas religiosas de Israel,
como vemos en Isa 65:11
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“Empero vosotros los que dejáis a Jehová,
que olvidáis el monte de mi santidad, que
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ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis
libaciones para el Destino.”
(Isa 65:11)
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Como vemos, esa idea de que el humano tiene un
destino inexorable que no puede ser variado,
siempre ha tratado de corromper la doctrina de
Dios. Más adelante en el tiempo vemos también
cómo la doctrina musulmana inculca la predestinación; aquello que asegura que “lo que va a pasar
está escrito”. Si lo que va a suceder ya está escrito,
para qué sacrificarme o esforzarme en cambiar mi
vida o en cambiar la sociedad, si todo está
predestinado. Por eso los musulmanes viven como
viven. Así es como Satanás desea que vivamos los
cristianos; por eso introduce la predestinación
absoluta.
Hay casos en la Biblia en que vemos que Dios
hace una predestinación de circunstancias, pero
jamás encontrarán ustedes que Dios predestina a
alguien a perderse o a salvarse. Lo predestina a
hallarse en el lugar, tiempo y circunstancias convenientes para que esa persona pueda desarrollar el
buen sentimiento que él tiene en su corazón, o el
mal sentimiento que él alberga dentro de sí, pero no
le troquela en la mente ese buen sentimiento, ni
tampoco ese mal sentimiento. Ese fue el caso de
Judas Iscariote.
Dios pudo hacer que los padres de Judas
Iscariote en vez de quedarse en Israel, hubieran
emigrado a Roma. En ese caso, Judas hubiera
vivido en Roma, y no hubiera podido traicionar al
Señor. En su lugar, dado que tenía en su alma la
concupiscencia de traidor, hubiera traicionado a un
romano, o a otro judío que viviera en Roma, si se le
hubiera presentado la oportunidad, pero no hubiera
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podido traicionar a Jesús. También Dios, si hubiera
querido, podía hacer que Judas naciera en Israel,
pero un siglo antes, o un siglo después de
Jesucristo, y aunque su alma tuviera sentimientos de
traidor, no hubiera podido traicionar al Señor,
hubiera traicionado a cualquier otro amigo, si se le
hubiera presentado la oportunidad.
Es más, aunque Dios hubiera permitido que se
quedara en Israel y que naciera en la misma época
en que nació el Señor, si Jesucristo no lo hubiera
escogido como uno de sus apóstoles, Judas no
hubiera podido traicionar a Cristo, aunque eso no
quiere decir que no tuviera sentimientos de traidor.
Dios no tenía que convertirlo en un traidor para
poder cumplir una profecía, bastaba con ponerlo en
el lugar tiempo y circunstancias que le dieran la
posibilidad de ejercer su concupiscencia traidora.
Como vemos, esta es la clase de predestinación
que Dios ejerce, la predestinación de
circunstancias, nunca la predestinación de
convertir a una persona en pecador, para luego
condenarlo al Infierno.
También Dios ha operado, en ciertos casos,
aprovechando los buenos sentimientos de la persona
cuyas circunstancias son predestinadas por Dios.
Dos casos como estos son el del rey Josías de Judá
y el del rey Ciro de Persia.
En I R 13:2 vemos que el profeta vaticina con
tres siglos de anticipación, que en Judá nacería un
rey llamado Josías, el cual fue por cierto, el mejor
rey que tuvo Judá. Este rey iba a limpiar a Judá de
todas las inmundicias que se habían introducido en
la religión verdadera. Vemos de nuevo que Dios no
troquela en el corazón del humano ni lo malo ni lo
bueno, sino que lo pone en el lugar, tiempo y
circunstancias que sirvan a sus eternos propósitos.
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“1 Y he aquí que un varón de Dios por
palabra de Jehová vino de Judá a Beth-el; y
estando Jeroboam al altar para quemar
perfumes, 2 él clamó contra el altar por
palabra de Jehová, y dijo: Altar, altar, así ha
dicho Jehová: He aquí que a la casa de David
nacerá un hijo, llamado Josías, el cual
sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los
altos que queman sobre ti perfumes; y sobre ti
quemarán huesos de hombres.”
(I R 13:1-2)
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Algo semejante a esto, pero con Ciro rey de
Persia, ocurrió en época de Isaías, cuando este
profeta vaticinó con más de 150 años de antelación,
la subida de Ciro al poder, el cual iba a permitirle al
pueblo de Israel, salir de su cautividad en Babilonia
y volver a su tierra.
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“44:28 Que dice de Ciro: Es mi pastor, y
cumplirá todo lo que yo quiero, en diciendo a
Jerusalem, Serás edificada; y al Templo:
Serás fundado. 45:1 Así dice Jehová a su
ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano
derecha, para sujetar gentes delante de él y
desatar lomos de reyes; para abrir delante de
él puertas, y las puertas no se cerrarán”
(Isa 44:28 a 45:1)
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En estos dos casos vemos que Dios puso a estos
dos hombres en el lugar, tiempo y circunstancias
apropiadas para que ejecutaran Sus planes divinos.
Dios no los obligó a ser malos ni a ser buenos, no
los obligó a salvarse ni a perderse, solamente los
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obligó a vivir bajo las circunstancias, tiempo y lugar
que Él deseaba.
Hay un caso muy claro y llamativo, en el que
también Dios hace a cierta persona reinar en el
lugar y tiempo que Él deseaba; es el caso del faraón
de Egipto en época de Moisés. Pero por ser este un
caso más largo de explicar, y por ser uno de los que
se alegan para decir que Dios endurece a las
personas para luego enviarlos al Infierno, lo voy a
explicar en el capítulo 14, titulado “Pasajes bíblicos
que parecen decir que existe la predestinación
absoluta”, el cual está en la página 176.
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>La presciencia de Dios y la predestinación
¿Ama Dios a todas sus criaturas? Si a fin de no
tener que condenarla, Dios pudiera cambiar la
manera de ser de una criatura para que ésta hiciera
el bien, sin que la criatura tuviera que cooperar en
su cambio, ¿no lo haría? ¿No dio a su Hijo
Unigénito para salvarnos? ¿Qué otra cosa no haría
por nuestro bien?
Lo único que Dios no haría es convertirnos en
robots. Es decir, quitarnos el libre albedrío que
antes nos diera, con lo cual nos hizo conforme a su
imagen y semejanza. Dios, con su omnipotencia,
nos dio libre albedrío; no puede ahora ir contra su
propia omnipotencia para hacernos que deseemos lo
bueno y aborrezcamos lo malo.
Es igual que cuando usó su omnipotencia y
voluntad en hacer que lo blanco sea diferente de lo
negro. No va Él ahora a ir contra su propia
omnipotencia para hacer que la nieve que Él la hizo
lucir blanca, luzca al mismo tiempo negra. Son dos
propiedades opuestas y excluyentes hechas así por
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voluntad y omnipotencia divina. Siendo cualidades
antagónicas no pueden lucir igual. Dios no es un
Dios de locuras, de desorden y de caos.
Dado que “libre albedrío” y “no-libre-albedrío”,
son dos propiedades opuestas y excluyentes, Dios
no va a hacer que una criatura a quien Él dio libre
albedrío sea a la vez una criatura sin libre albedrío.
No va Dios a hacer una criatura que a la vez que
puede generar malos sentimientos, tenga a la fuerza
que generar buenos sentimientos.
¿Cómo entonces Dios predestina a algunas
criaturas para hacer algo que Él quiere? En la
Biblia vemos que Dios tiene la facultad de la
presciencia, es decir, la facultad de saber lo que va a
suceder en el porvenir. ¿Cómo es esa facultad? Esa
facultad pudiera adoptar tres formas distintas.
a) Puede que Dios en todo momento esté en el uso
de esa facultad de saber el futuro, como es el caso
del humano en su estado de vigilia, el cual puede
ver lo que está delante de él, sin necesidad de hacer
un esfuerzo especial.
b) Puede que sea una facultad que Dios solamente
usa cuando así lo desea, como sería el caso de un
ser humano que para saber la textura de algún
material, tiene que alargar la mano y tocarlo.
c) Puede que sea una facultad de Dios resultado
del razonamiento y el conocimiento de todos los
factores que entran en la composición de los
eventos futuros. Como que Dios creó todo lo que
hay, no hay factor alguno que pueda escaparse de su
perfecto conocimiento. Ese sería el caso de un
matemático que viendo una pizarra llena de
expresiones algebraicas puede en un instante darse
cuenta de cómo descomponerla en factores, es
decir, puede decir cuales fueron los factores que
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dieron lugar a tan enorme expresión algebraica que
llena la pizarra.
Cualquiera que sea la forma en que Dios “vea” el
futuro, le faculta para enviar un alma ya creada al
lugar, tiempo y circunstancias en que Él desea que
esa alma actúe, y para eso no tiene que violar el
libre albedrío de esa alma.
En cuanto al porqué he pensado en las dos
posibilidades “b” y “c” es lo dicho en Jer 7:31.
Posiblemente este es uno de los pasajes en que más
claramente se ve el absoluto libre albedrío del
humano y, por extensión o similitud, el de todos los
seres racionales de la creación.
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“Y han edificado los altos de Tofeth, que es
en el valle del hijo de Hinnom, para quemar
al fuego sus hijos y sus hijas, cosa que yo no
les mandé, ni subió en mi corazón.”
(Jer 7:31)
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Dios mismo declara aquí que los pensamientos
(perversos) que habían concebido aquellos hombres
Él no los había ni siquiera pensado. O sea que
aquellos pensamientos fueron creados por el
humano sin intervención divina. De ahí se deduce
el absoluto libre albedrío del humano. Otro tanto
se declara en Jeremías 19:5 y 32:35, sólo que allí en
vez de usar la palabra “corazón” usa
“pensamiento”.
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“Y edificaron alto a Baal, para quemar con
fuego sus hijos en holocaustos al mismo Baal;
cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino
al pensamiento.”
(Jer 19:5)
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“Y edificaron altares a Baal, los cuales están
en el valle del hijo de Hinnom, para hacer
pasar por el fuego a sus hijos y sus hijas a
Moloch, lo cual no les mande, ni me vino al
pensamiento que hiciesen esta abominación,
para hacer pecar a Judá.” (Jer 32:35)
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Como vemos, hay pensamientos que las criaturas
producen, que Dios no los había pensado. Dios creó
al humano con capacidad para crear sus propios
pensamientos, sin que nadie se los ponga en la
mente. No solamente eso nos habla del libre
albedrío de las criaturas, sino que nos hace pensar
que la facultad de Dios de “ver” el futuro puede ser
la que describí en “b” o en “c”, y no la que describí
en “a”.
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>Existe predestinación de personas,
conglomerados o naciones, para realizar ciertas
funciones, no para ser salvas o perdidas
Debemos estar conscientes de que una cosa es
predestinar las circunstancias en que un conglomerado o una persona va a vivir, y otra muy
diferente es predestinarla a ser salva o perdida. La
primera es la predestinación circunstancial, la
segunda es la predestinación absoluta.
Un buen ejemplo de que Dios predestina a un
conglomerado o nación para hacer ciertas funciones
que convienen a sus divinos planes, es la elección
de Israel para mantener las Escrituras y para traer al
Mesías. No quiere eso decir que Dios predestinó a
los judíos a ser salvos primero, y los predestinó
después a ser perdidos. Un buen caso se presenta en
la epístola de San Pablo a los Romanos.
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Para entender el pasaje que más adelante presento,
debe uno tener en cuenta, que se está hablando del
caso de Israel como grupo étnico por un lado, y
los gentiles, también como grupo étnico, por el
otro. No se está tratando de la elección personal
de cada ser humano para ser salvo o perdido,
sino de la elección de los descendientes de Jacob,
para ser el pueblo que trajera al Mesías, en vez de la
elección de los descendientes de Esaú, o la elección
de los gentiles para traer al Mesías.
Al leer el pasaje en cuestión debe hacerse saltando
el versículo 11 la primera vez, porque es un
paréntesis, y volverlo a leer una segunda vez sin
saltarlo. Una vez hecho esto veremos que lo que
Pablo dice es que la elección de Jacob para seguir la
línea de los prometidos a Abraham, se hizo antes
del nacimiento, lo cual era demostración de que no
se hacía basado en sus obras, sino en la voluntad de
Dios que deseaba hacerlo así. No está diciendo
Pablo que la salvación del ser humano sea una
cosa predestinada, sino que Dios decidió
“fabricar” al pueblo que iba a mantener la
Escritura e iba a traer al Mesías, por medio del
conglomerado étnico que iba a nacer de Jacob, y
no por medio del que iba a nacer de Esaú.
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“10 Y no sólo esto; mas también Rebeca
concibiendo de uno, de Isaac nuestro
padre,........12 le fue dicho que el mayor
serviría al menor.”
(Ro 9:10-12 saltando el once)
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“10 Y no sólo esto; mas también Rebeca
concibiendo de uno, de Isaac nuestro padre,
11 porque no siendo aún nacidos, ni habiendo
hecho aún ni bien ni mal, para que el
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propósito de Dios conforme a la elección, no
por las obras, sino por el que llama,
permaneciese; 12 le fue dicho que el mayor
serviría al menor.”
(Ro 9:10-12 sin saltar el once)
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Desde el inicio del capítulo hasta aquí, no hay
nada que nos haga pensar que Pablo está
hablando de la salvación de cada ser humano en
particular, sino de la elección de Israel como
pueblo escogido para traer al Mesías. Tampoco
hay nada que nos haga juzgar, basados en el
concepto de justicia y equidad que Dios nos ha
enseñado en Su Palabra, que Dios haya cometido
una injusticia con Esaú.
Dios, que conocía a las dos almas que Él iba a
enviar a esos niños una vez nacidos, o que conocía
las almas que ya había enviado a los fetos que había
en el vientre de Rebeca, podía, en el primer caso,
enviar el alma de Jacob al cuerpo del niño que había
nacido después, o en el segundo caso, hacer que
naciese primero el cuerpecito al que había enviado
el alma de Esaú; las cuales ambas Él conocía cómo
eran.
Eso no implica ningún favoritismo o injusticia por
parte de Dios, porque no los está condenando ni
salvando, sino dándoles una función que llevar a
cabo, y eso Dios se lo da a quien quiere. Por lo
tanto, sin condenar a uno a su pesar ni salvar al otro
a la fuerza, sino respetando el libre albedrío de
ambos, (sólo que conociéndolos de antemano) podía
Dios decir que el mayor serviría al menor.
Esto, aparte de que el hecho de que Dios nos
ponga a servir a otro, no es un signo de perdición;
ni el ser el amo es signo de salvación. Muchos
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cristianos fueron esclavos y muchos perdidos fueron
amos.
En el versículo 13 Pablo cita un pasaje de
Malaquías en el que Dios, refiriéndose, no a la
salvación de cada persona en particular, sino a la
elección del pueblo de Israel como grupo étnico
escogido para traer al Mesías, les echa en cara a los
israelitas que aquella elección, ellos, como pueblo,
no la merecían y que había sido arbitraria (Mlq 1:
1-3).
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“Como está escrito: A Jacob amé, mas a
Esaú aborrecí.”
(Ro 9:13)
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“Carga de la palabra de Jehová contra
Israel, por mano de Malaquías. Yo os he
amado, dice Jehová, y dijisteis: ¿En qué nos
amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob,
dice Jehová, y amé a Jacob, y a Esaú
aborrecí, y torné sus montes en asolamiento,
y su posesión para los chacales del desierto?”
(Mlq 1:1-3)
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Es decir que no está Pablo diciendo que esa
arbitrariedad, ese favoritismo, se comete con
cada una de las personas del mundo respecto a
su salvación, sino que la había cometido con el
grupo étnico “Israel” respecto a ser el pueblo con
que Dios “oficialmente” tratara, para traer al Mesías
y conservar las Escrituras, porque a Él le había dado
la gana de hacerlo así.
Luego levantó a Babilonia, no como pueblo
escogido, sino como nación dominante; y ni en el
caso de los judíos la elección se hizo por las obras
de ellos ni en el caso de los babilonios, persas
griegos o romanos, etc., tampoco. Isa 44:1-4
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muestra que Dios elegía a Ciro sin que éste lo
conociera.
Dios elige a esos conglomerados étnicos o
naciones, para realizar los planes que Él estima
convenientes, sin por ello violentar el libre
albedrío de sus componentes. Es más, como
grupo, un pueblo puede ser el elegido de Dios a
pesar de que sus componentes pueden ser ateos.
Por otro lado un grupo o pueblo no elegido, puede
tener una abrumadora proporción de convertidos a
Dios.
En el libro de Daniel vemos que Nabucodonosor
se llegó a convertir a Dios, mientras que muchos de
los judíos permanecían idólatras.
Si nos fijamos, desde el mismo inicio del capítulo
9 de Romanos, veremos que Pablo se refiere a
Israel como nación y a los gentiles como grupo
étnico, no a cada ser humano. Él no está
explicando la dinámica que rige la salvación del
alma de cada ser humano, sino la dinámica que
rigió la elección del “conglomerado Israel”. Está
defendiendo la justicia de la elección del
conglomerado étnico Israel, frente a la no-elección
del “conglomerado gentiles”. Este tema no lo
abandona en todo el capítulo.
Si con Egipto quiso hacer un vaso para deshonra y
con Israel uno para honra, ¿qué queja tiene alguien?
Él pudo hacer que al cuerpo del niño nacido de la
esposa del faraón anterior, viniera un alma que Él
supiera que era soberbia y perversa. O pudo haber
hecho que un hombre soberbio y perverso diera un
golpe de estado y se hiciera faraón. Esa es la idea
que se percibe cuando uno lee tanto el versículo 17
de este capítulo de Romanos, como la Escritura
original a la que se refiere, que es Ex 9:16.
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“Porque la Escritura dice de Faraón: Que
para esto mismo te he levantado, para
mostrar en ti mi potencia, y que mi nombre
sea anunciado por toda la Tierra.”
(Ro 9:17)
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“Y a la verdad yo te he puesto para declarar
en ti mi potencia, y que mi Nombre sea
contado en toda la tierra.”
(Ex 9:16)
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Hay quienes juzgan, de lo dicho por Pablo en Ro
9: 15-16, que Dios, caprichosamente, condena a
unos y salva a otros. Primero que todo, allí no dice
que condene a alguien, sino que tiene misericordia
y se compadece de los que desea. Pero esto que
dice se sigue refiriendo a la elección de Jacob y
Esaú para hacer una función, no a la salvación
de unos humanos y la condena de otros. Para
darnos cuenta de que este es el asunto tratado, no
hay más que leer el capítulo desde el principio hasta
llegar a estos dos versículos.
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“Mas a Moisés dice: Tendré misericordia del
que tendré misericordia, y me compadeceré
del que me compadeceré. Así que no es del
que quiere, ni del que corre, sino de Dios que
tiene misericordia.”
(Ro 9:15-16)
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Sacado de contexto este versículo de Ex 33:19
que aquí cita el apóstol, puede aparentar que
significa una cosa diferente, a si se lee el pasaje
original completo, (Ex 32:1 a 33:23), donde se ve
que se está hablando de Israel como grupo, no de la
salvación de cada ser humano en particular. Son
especialmente significativos los pasajes Ex 32:9-14;
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31-35; 33:12-19. Mencionado como lo menciona
Ro 9:15-16, da la sensación de que dice que Dios
tiene misericordia de quien quiere y deja perdido al
que se le antoja; pero no es así. Leamos el capítulo
nueve de Romanos.
Observemos que desde que se inicia el capítulo, el
tema de Pablo es la elección o no de Israel y los
gentiles, tomados como grupo, para realizar los
planes divinos de traer al Mesías, no la salvación de
los individuos en particular.
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“1 Verdad digo en Cristo, no miento,
dándome testimonio mi conciencia en el
Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y
continuo dolor en mi corazón. 3 Porque
deseara yo mismo ser apartado de Cristo por
mis hermanos, los que son mis parientes
según la carne; 4 que son israelitas, de los
cuales es la adopción, y la gloria, y el pacto,
y la data de la ley, y el culto, y las promesas;
5 cuyos son los padres, y de los cuales es
Cristo según la carne, el cual es Dios sobre
todas las cosas, bendito por los siglos.
Amén.”
(Ro 9:1-5)
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Como ustedes pueden ver, hasta aquí (versículo 5)
no se habla de la salvación de cada persona, sino de
la elección del conglomerado judío para traer al
Mesías según la carne y para confiarle las
Escrituras, las promesas, el pacto, los mandamientos, etc.. Es decir, la elección de un
conglomerado para una tarea específica, no la
elección de un conglomerado para salvarlo.
El versículo 6 de este capítulo de Romanos es una
defensa de Pablo contra los que puedan creer que
Dios no cumplió Su palabra, puesto que habiendo
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prometido que Israel sería el elegido, luego se ve
que muchos de sus componentes (judíos) son
incrédulos. Para defenderlo dice que no todos los de
Israel son israelitas, y pasa a demostrarlo arguyendo
lo dicho en los versículo 7-13. Veamos.
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“6 No empero que la palabra de Dios haya
faltado, porque no todos los que son de Israel
son israelitas; 7 ni por ser simiente de
Abraham, son todos hijos; mas: En Isaac te
será llamada simiente. 8 Quiere decir, no los
que son hijos de la carne, éstos son los hijos
de Dios; mas los que son hijos de la
promesa, son contados en la generación. 9
Porque la palabra de la promesa es esta:
Como en este tiempo vendré, y tendrá Sara un
hijo. 10 Y no sólo esto, mas también Rebeca
concibiendo de uno, de Isaac nuestro padre,
11 (porque no siendo aún nacidos, ni habiendo
hecho aún ni bien ni mal, para que el
propósito de Dios conforme a la elección, no
por las obras, sino por el que llama,
permaneciese), 12 le fue dicho que el mayor
serviría al menor. 13 Como está escrito: A
Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.”
(Ro 9:6-13)
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Hasta este versículo 13 no se ha hablado aún de
la salvación personal de nadie, sino de la elección
de un pueblo en preferencia a otro, para realizar
cierto plan. Una vez dicho lo comprendido en los
versículos 6 al 13, Pablo se enfrasca en un nuevo
paréntesis que abarca los versículos 14 al 18, cosa
muy típica de Pablo. Este nuevo paréntesis lo abre
para explicar una duda que sobre la justicia de Dios,
parece que él estimaba que podía levantarse en la
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mente del lector, motivada por la anterior explicación, la de los versículos 7 al 13. Esta justificación
que Pablo hace del comportamiento de Dios al
escoger a Israel y no a los gentiles, llega hasta el
versículo 18 sin que haya cambiado el tema de la
predestinación de los conglomerados humanos y las
naciones, en cuanto a servir para los planes de Dios.
En ningún momento se habla de predestinación
de la salvación del ser humano en particular.
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“14 ¿Pues qué diremos? ¿Que hay injusticia
en Dios? En ninguna manera. 15 Mas a
Moisés dice: Tendré misericordia del que
tendré misericordia, y me compadeceré del
que me compadeceré. 16 Así que no es del que
quiere, ni del que corre, sino de Dios que
tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice
de Faraón: Que para esto mismo te he
levantado, para mostrar en ti mi potencia, y
que mi nombre sea anunciado por toda la
Tierra. 18 De manera que del que quiere tiene
misericordia; y al que quiere, endurece.”
(Ro 9:14-18)
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Hasta aquí (versículo 18) Pablo no ha
cambiado el tema, sigue refiriéndose a la
predestinación de los conglomerados, en cuanto
a ejecutar los planes divinos, no en cuanto a la
salvación de sus miembros.
Después, en el versículo 19, inicia una de esas
explicaciones que él intercala en medio de otra
explicación anterior. En ella le dice al lector (19-24)
que aún en el caso de que Dios hubiera querido
hacer las cosas arbitrariamente como un alfarero,
¿quiénes somos nosotros, seres sin sabiduría, para
meternos a juzgarle? No dice él que esto fue lo que
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Dios hizo con Israel y los gentiles, sino que si lo
hubiera hecho ¿qué? Luego dice que Dios soportó
con mansedumbre la rebelión de Israel, como vaso
de ira, mientras que escogió de los gentiles y de los
judíos, vasos de misericordia, etc..
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“19 Me dirás pues: ¿Por qué, pues, se enoja?,
porque ¿quién resistirá a su voluntad? 20 Mas
antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que
alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al
que le labró: ¿Por qué me has hecho tal? 21
¿O no tiene potestad el alfarero para hacer
de la misma masa un vaso para honra, y otro
para vergüenza? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo
mostrar la ira y hacer notoria su potencia,
soportó con mucha mansedumbre los vasos
de ira preparados para muerte, 23 y para
hacer notorias las riquezas de su gloria, las
mostró para con los vasos de misericordia
que él ha preparado para gloria; 24 los cuales
también ha llamado, es a saber, a nosotros,
no sólo de los judíos, mas también de los
gentiles?”
(Ro 9:19-24)
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Al llegar al versículo 24, vemos que el tema
sigue refiriéndose a judíos y gentiles, como
grupos étnicos para realizar los planes que a Dios
les parezcan bien; lo cual continúa en los versículos
subsiguientes hasta el final del capítulo en el
versículo 33. Aún al comenzar el próximo capítulo,
vemos que sigue el mismo tema: hablar de Israel
como conglomerado. Por lo tanto, en ningún
pasaje de este capítulo se ve que ese lenguaje de
sabor predestinacionista se refiera a las almas de
los seres humanos considerados personalmente,
sino a los conglomerados o naciones a las cuales
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Dios predestina a ejecutar Sus divinos planes. Si
terminamos de leer el resto del capítulo, veremos
que desde el versículo 25 en adelante, hasta el
versículo final, el 33, se habla de los conglomerados, no de las personas.
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“25 Como también en Oseas dice: Llamaré al
que no era mi pueblo, pueblo mío; y a la no
amada, amada. 26 Y será, que en el lugar
donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo
mío, allí serán llamados hijos del Dios
viviente. 27 También Isaías clama tocante a
Israel: Si fuere el número de los hijos de
Israel como la arena de la mar, las reliquias
serán salvas. 28 Porque palabra consumadora y abreviadora en justicia, porque
palabra abreviada, hará el Señor sobre la
Tierra. 29 Y como antes dijo Isaías: Si el
Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado
simiente, como Sodoma habríamos venido a
ser, y a Gomorra fuéramos semejantes.
30 ¿Pues qué diremos? Que los gentiles que
no seguían justicia, han alcanzado la justicia,
es a saber, la justicia que es por la fe; 31 mas
Israel que seguía la ley de justicia, no ha
llegado a la ley de justicia. 32 ¿Por qué?
Porque la seguían no por fe, mas como por
las obras de la ley; por lo cual tropezaron en
la piedra de tropiezo; 33 como está escrito: He
aquí pongo en Sión piedra de tropiezo, y
piedra de caída; y aquel que creyere en ella,
no será avergonzado.”
(Ro 9 25-33)
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Al llegar al final de este capítulo vemos que
todavía se sigue hablando del mismo tema, la
elección de un pueblo u otro para llevar a cabo los
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planes de Dios; no la predestinación de unos
humanos para ser salvos y otros para ser perdidos.
Al analizar este capítulo vemos que uno de los
problemas que tienen los lectores de Pablo, es
que pierden el hilo de los paréntesis y de las
explicaciones. De esta manera, cuando vienen a
ver, se encuentran atribuyendo a una cosa (en este
caso al humano en particular y singular), lo que
Pablo está diciendo para otra cosa (en este caso
Israel como nación escogida en relación con los
gentiles, que no fueron escogidos), creándose así no
poca confusión en sus mentes, como ya vimos que
advertía Pedro.
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“Y tened por salud la paciencia de nuestro
Señor; como también nuestro amado hermano
Pablo, según la sabiduría que le ha sido
dada, os ha escrito también, casi en todas sus
epístolas, hablando en ellas de estas cosas;
entre las cuales hay algunas difíciles de
entender, las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las otras
Escrituras, para perdición de sí mismos.”
(II P 3:15-16).
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Pablo hablaba y escribía en forma profunda y
filosófica, debido a su sabiduría. Esta tendencia de
Pablo a intercalar largos paréntesis en una exposición, luego complicar la cosa añadiendo una
explicación, (larga también), a algo de lo que dijo
en el paréntesis, y enredar la pita más aún,
explicando o justificando algo de lo dicho en la
explicación, es lo que confunde a mucha gente, que
pierde el hilo de la conversación y se quedan con el
ojo izquierdo mirando hacia arriba a la izquierda, y
el derecho hacia abajo a la derecha.
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En esa situación, la primera idea que les viene
a la cabeza creen que es una revelación que Dios
les dio sobre ese pasaje y, sin desear molestarse en
buscar la verdad, toman esa idea que les vino a la
cabeza como dogma. De ahí en lo adelante,
temerosos de analizarla, rechazan toda conversación
sobre el tema. Temen discutir el tema, porque
buscar la verdad les da trabajo. Además, si alguien
les demostrara que están errados, su hinchado ego
se sentiría humillado, al constatar que no habían
recibido una revelación, como ellos creían. Por eso
prefieren aferrarse dogmáticamente a lo que ellos
creen que fue una revelación o efluvio divino que
les proporcionaron.
Además, por qué no decirlo, creer dogmáticamente lo que ellos creen ser una revelación divina
es mucho más halagüeño para el ego, y les dispensa
del penoso trabajo de razonar o discutir con sus
hermanos. Por eso le dicen a uno: “Yo oré antes de
leer este pasaje, y esto fue lo que entendí; por lo
tanto, no lo cambio”. Es como para preguntarle al
dogmático amigo; ¿todo lo que usted ha pedido en
oración previamente, lo ha recibido? Y si antes le
fallaron algunas peticiones ¿por qué no pensar que
tal vez le falló también esta, y que debe ser más
cauto en abrazar conclusiones dogmáticamente?
Además, si a usted le hubiera dado Dios una
revelación, también le hubiera dado boca y
sabiduría para defenderla como dice Lc 21:15,
no para esconderse y huir de las conversaciones
que sobre el tema surgen.
Concretando: el lenguaje predestinacionista de
este capítulo 9, se refiere a Israel y a los gentiles
como conglomerados, nunca a la salvación personal
del ser humano en particular. Aquí Pablo está
hablando de la predestinación que hace Dios de los
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conglomerados o las naciones, para ejecutar Sus
planes, y de la predestinación a un cargo gubernamental de cierto individuo, de acuerdo también con
sus planes; no de la predestinación para el mal o
para el bien de cada ser humano en particular.
Pero es que si un predestinacionista no supiera
analizar por sí solo lo que hemos analizado en esta
sección, ni pudiere entenderlo si alguno se lo
explica, nada más que leyendo Ro 9:3 debía
percatarse de que él se halla ante un apóstol que
escribía cosas difíciles de entender y confundibles.
Por lo tanto, debía ser cauto al tomar lo expresado
por semejante escritor en semejante pasaje, como
base única para doctrinas extrañas, que a la vez son
antagónicas con resto de las enseñanzas que de Dios
hemos recibido.
Otro pasaje que nos muestra la predestinación
de conglomerados, no de personas, es Ro 11:2531. Aquí se ve que se habla, como siempre, de
conglomerados.
Israel pudo ser endurecido como conglomerado,
con sólo enviar allí las almas que Dios sabía que
eran réprobas; o no permitiendo que el evangelio
llegue a los que de ellos se podían convertir, hasta
casi la hora de la muerte. De esta manera, en el
pueblo judío, como conglomerado, siempre habría
una bajísima proporción de cristianos, resultando
así endurecidos como pueblo, sin endurecerlos
como personas. Lo contrario pudo hacer con los
gentiles. En Ro 11:1-4 vemos cómo Dios introdujo
a su debido tiempo las 7000 personas requeridas
para sus planes.
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ignoréis este misterio, para que no seáis
acerca de vosotros mismos arrogantes; que el
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endurecimiento en parte ha acontecido en
Israel, hasta que haya entrado la plenitud de
los gentiles; 26 y luego todo Israel será salvo.
Como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad; 27 y
este es mi pacto con ellos, cuando quitare sus
pecados. 28 Así que, cuanto al evangelio, son
enemigos por causa de vosotros, mas cuanto
a la elección, son muy amados por causa de
los padres. 29 Porque sin arrepentimiento son
las mercedes y la vocación de Dios. 30 Porque
como también vosotros en algún tiempo no
creísteis a Dios, mas ahora habéis alcanzado
misericordia por la incredulidad de ellos; 31
así también éstos ahora no han creído, para
que, por la misericordia para con vosotros,
ellos también alcancen misericordia.”
(Ro 11:25-31)
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En el versículo 31 se ve que no puede tratarse
de un endurecimiento o misericordia como
personas, sino como conglomerados, porque si por
la misericordia hacia el uno la alcanza también el
otro, todos los judíos aunque fueran incrédulos
serían salvados, lo cual no es lógico. Quiero decir,
que si se refiriera a la salvación de personas, lo
dicho en el 31 significaría que gracias a la
misericordia alcanzada por un gentil (Pepe), otro
judío anti-cristiano (Jacob), alcanzaría misericordia
aunque no creyera.
La interpretación correcta es que por la
misericordia alcanzada por el conglomerado
gentiles, los israelitas, como conglomerado,
volverán a ser pueblo de Dios y muchos de ellos (no
todos) se convertirán.
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Esta predestinación de conglomerados o naciones,
también se conocía en el Antiguo Testamento.
Isaías hablaba de eso. En muchos lugares de la
Escritura vemos que no existe la predestinación
personal, es decir que no se predestina una persona
a ser salvada y otra a ser perdida. Sin embargo, aquí
y en otros pasajes vemos que sí existe la
predestinación de un pueblo. Pero no la predestinación de un pueblo a ser salvado o perdido, sino la
predestinación de un pueblo a hacer una función u
otra.
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“¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar
de tus caminos, y endureciste nuestro
corazón a tu temor? Vuélvete por amor de tus
siervos, por las tribus de tu heredad.”
(Isa 63:17)
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Al leer esto, tenemos que llegar a una conclusión
que armonice con ambas verdades. Esa conclusión
es darnos cuenta de que Dios envía almas que Él
sabe que van a ser rebeldes, a un pueblo durante un
período de tiempo determinado, para hacer rebelde
a ese pueblo a fin de llevar a cabo sus planes.
Ese es el endurecimiento que ha acontecido a
Israel como conglomerado étnico, sin que por ello
Dios haya endurecido o predestinado a perdición, a
cada persona de ese pueblo en particular.
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>Resumen del capítulo 2. Para entender el libro
de Romanos, tenemos que percatarnos de que se
está hablando de la predestinación de un pueblo u
otro para traer al Mesías y guardar las Escrituras, no
para que sea salvo o perdido. Al elegir a la
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descendencia de Jacob para cumplir esas funciones,
en lugar de la de Esaú, Dios no lo hizo por sus
obras, pues ninguno había nacido aún. Es decir que
no está Pablo diciendo que esa arbitrariedad se
comete con cada una de las personas del mundo
respecto a su salvación.
Dios elige a esos conglomerados étnicos o
naciones, para realizar los planes que Él estima
convenientes, sin por ello violentar el libre albedrío
de sus componentes, como sucedió al elegir a
Babilonia para destruir a Judá.
Desde que se inicia el capítulo hasta que termina,
el tema de Pablo es la elección o no de Israel y los
gentiles, tomados como grupo, para realizar los
planes divinos de traer al Mesías, no para la
salvación de los individuos en particular.
El capítulo finaliza sin que se vea por ninguna
parte que Pablo hable de la predestinación de las
personas a ser salvas o perdidas.
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Capítulo 3
Los que se figuran que creen en la
predestinación absoluta, en realidad no
creen en tal cosa
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>Pablo nos exhorta a que no nos hagamos
perezosos
Al decir Pablo en este versículo “no os hagáis
perezosos” nos hace ver que él creía que el
humano tenía la facultad de hacerse perezoso o
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de dejar de ser perezoso, a su voluntad. Es decir,
que él creía que el humano tiene libre albedrío. Si
Pablo creyera en la predestinación absoluta, no iba
él a exhortar a los hermanos a dejar de ser
perezosos, porque sabría él que eso era algo que
viene predestinado y que nadie puede cambiarlo,
para hacerse perezoso o para dejar de serlo.
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“Que no os hagáis perezosos, mas imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las
promesas.”
(Heb 6:12)
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Más adelante, después de haberlos exhortado a
que no sean perezosos, los exhorta a que imiten a
ciertos otros hermanos. De aquí, sin mucho esfuerzo
intelectual, se da uno cuenta de que Pablo
consideraba que los humanos tenían la facultad
de imitar; es decir, que por su propia voluntad
podían desear adquirir el comportamiento de las
personas aprobadas por Dios. Tanto el exhortar a
que no sean perezosos, como el exhortarlos a que
imiten lo bueno, nos hace ver que sin la más
mínima duda, Pablo creía en el libre albedrío del
humano. El apóstol rechazaba la absurda y herética
hipótesis de que su comportamiento, sus deseos, sus
sentimientos, o sus decisiones en la vida, estuvieran
regidas por la predestinación.
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>Echemos una ojeada a los que creen que ellos
creen en la predestinación absoluta
Predestinación de circunstancias, es aquella en
la que Dios predestina a una persona, conglomerado
o nación a vivir bajo ciertas circunstancias que
convienen a sus planes. Predestinación absoluta es
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aquella que asegura que Dios ordena a ciertas
personas para ser salvas y a otras para ser perdidas;
y que todo, desde el día del nacimiento o de la
muerte, la salud o la enfermedad, hasta la caída de
una hoja de un árbol, es algo predestinado por Dios
y que Él lo provoca, y que nadie puede cambiar
tales predestinacines.
Hay quienes aseguran creer en la predestinación absoluta, y muchos de ellos en realidad se
imaginan que ellos creen, pero en realidad no creen.
¿En qué me baso para pensar así? Si ustedes
observan las acciones, (no las palabras) de los que
se imaginan que creen en la predestinación absoluta,
verán que en su fuero interno ellos no creen en lo
que se imaginan que creen. Más abajo pongo
algunos ejemplos para demostrar lo que digo. Hasta
aquí me refiero a los que son honestos con Dios en
sus creencias.
Hay sin embargo otro grupo, que creen que
fingiendo tener una fe “inquebrantable” en que
la salvación es algo que está predestinado, van a
obligar a Dios a que los salve, a pesar de no
arrepentirse de sus pecados. Digo “fingiendo
tener fe en la predestinación absoluta”, porque los
que dicen creer tal cosa en realidad no creen en tal
tipo de predestinación.
Lo prueba el hecho de que sacan seguros, toman
medicinas, se someten a operaciones quirúrgicas,
van al dentista, van al oculista, cuidan su cartera
para que no les roben el dinero, y no van a predicar
el evangelio a donde está prohibido bajo pena de
muerte.
Si en realidad creyeran en la predestinación
absoluta, no tendrían que sacar seguros, porque si
está predestinado que ellos lo pierdan todo, aunque
saquen seguro lo van a perder todo. Y si estuviera
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predestinado que ellos no pierdan nada, pues
aunque no sacaran seguro, no iban a perder nada.
¿Para qué gastar dinero en seguros si ese dinero lo
podían donar al evangelio?
Si en realidad creyeran en la predestinación
absoluta no tendrían que tomar medicinas ni se
someterían a operaciones quirúrgicas, porque si
estaba predestinado que fueran saludables, iban a
ser saludables aunque no tomaran medicinas ni se
sometieran a operaciones quirúrgicas, por tanto, no
hacía falta nada de eso. Si por el contrario estaba
predestinado que no fueran saludables, aunque
tomaran medicinas y se sometieran a la cirugía, no
iban a recuperar la salud.
Si en realidad creyeran en la predestinación
absoluta no irían al dentista, porque si estaba
predestinado que conservaran su dentadura, la iban
a conservar aunque no gastaran dinero en el
dentista. Lo mismo puede decirse con el oculista,
para qué gastar dinero en ellos si estaba
predestinado que tuvieran buena vista. Y si lo que
estaba predestinado era que tuvieran mala visión,
pues la iban a tener mala aunque fueran a ver al
mejor oculista del mundo.
Si creyeran en realidad en la predestinación
absoluta no cuidarían su dinero, pues estarían
seguros de que si estaba predestinado que no les
robaran el dinero, pues nadie se lo iba a poder
robar; mientras que si estaba predestinado que les
robaran el dinero, pues se lo iban a robar de todas
maneras por mucho que lo cuidaran.
Si creyeran en realidad en la predestinación
absoluta irían a predicar el evangelio a donde está
prohibido, sabiendo que el día de su muerte está
predestinado y nadie puede matarlo antes, ni
encarcelarlos, si no está predestinado su encarcela-
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miento. Sin embargo si estaba predestinado su
encarcelamiento, iba a ir a la cárcel aunque no
fueran a predicar a lugares prohibidos.
Lo mismo ocurre cuando los observamos
cuidando a sus niños, lo cual es muy sabio y
prudente, pero que está en contra de lo que ellos
dicen creer. Si está predestinado que le suceda algo
malo a un niño, pues le va a suceder por mucho que
lo cuiden; y si está predestinado que no le suceda
nada a un niño, pues no le va a suceder aunque no
los cuiden. ¡Vivamos una vida despreocupada! Al
fin y al cabo, “lo que va a pasar, está escrito”. Si
está predestinado que secuestren al niño, lo van a
secuestrar aunque lo cuidemos; pero si está
predestinado que no secuestren al niño, pues no va a
ser secuestrado aunque no lo cuidemos.
Una de las cosas que según esta errada
doctrina está predestinado, es el día de la muerte
y el del nacimiento. No obstante, ellos usan
métodos anticonceptivos. Si realmente creyeran en
la predestinación absoluta, no lo harían, porque si
estaba predestinado que naciera un bebé, éste iba a
nacer aunque usaran el mejor de los métodos; y si
estaba predestinado a que no naciera un bebé, éste
no iba a nacer aunque no usaran ningún método
anticonceptivo.
¿Para qué llamar a la policía o los bomberos?
Si está predestinado que toda la casa o parte de ella
se queme, se va a quemar aunque los bomberos
vengan a tiempo. Por otro lado, si está predestinado
que no se queme ni toda la casa ni parte de ella,
pues no se va a quemar aunque los bomberos no
vengan, ni nadie le eche agua al fuego.
Lo mismo sucede con la protección de la
policía. Si está predestinado que los que están
rompiendo una ventana para entrar en la casa
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entren, roben, dañen, hieran, maten, violen, etc.,
pues va a ocurrir tal cosa, aunque llamen a la
policía. Por el contrario, si no está predestinado que
entren, roben, dañen, hieran, maten o violen, pues
para qué molestar a la policía, mejor es virarse para
el otro lado y seguir durmiendo tranquilamente, en
la seguridad de que “lo que va a pasar está escrito”.
¿Conocen ustedes algún creyente en la predestinación absoluta que viva dentro de los parámetros
que se supone que vivan los que crean tal cosa?
¡Nadie! ¿Por qué? Porque en realidad nadie cree
semejante cosa. Con la boca sí lo creen, pero con el
corazón no lo creen. Muchos de ellos honestamente
se figuran que creen tal cosa, pero la realidad nos
demuestra que no lo creen.
Como vemos, muchos de los que se figuran que
creen en la predestinación absoluta, en realidad
se están engañando a sí mismos, porque en
realidad no creen en ella.
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>Resumen del capítulo 3. Pablo insta al cristiano
a que no sea perezoso, lo cual nos indica que él
consideraba que teníamos libre albedrío.
Muchos de los que creen en la doctrina de la
predestinación absoluta son honestos en su creencia,
en el sentido de que se figuran que en realidad ellos
creen tal cosa, pero la realidad nos demuestra que
ellos no creen en la predestinación. Nos lo
demuestra el hecho de que van al médico, sacan
seguros, van al dentista, usan anticonceptivos, van
al oculista, llaman a la policía y a los bomberos,
etc..
Hay sin embargo otro grupo de predestinacionistas que no son sinceros. Ellos creen que
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fingiendo tener una fe “inquebrantable” en que la
salvación es algo que está predestinado, van a
obligar a Dios a que los salve, a pesar de no
arrepentirse de sus pecados.
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Capítulo 4
Lo que Dios personalmente habla nos
hace ver que no existe la predestinación
absoluta, y sí existe el libre albedrío
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>El quinto mandamiento demuestra que no
existe la predestinación absoluta
Recordemos que le estamos llamando “predestinación absoluta” a aquella herética doctrina que
dice que desde la fecha de la muerte hasta la caída
de una hoja, todo lo tiene Dios predestinado a plazo
fijo, y nada puede ocurrir sin que Dios lo provoque.
“Predestinación de circunstancias”, es la que se
menciona en la Biblia, y es aquella que dice que lo
que Dios predestina a veces es el lugar y época en
que ha de vivir y actuar un alma, a fin de que
cumpla una cierta función que los planes de Dios
requieren.
Antes de leer el pasaje que más abajo muestro,
tengamos muy en mente, que quien va hablar ahora
es el mismo Dios. No se trata de una interpretación
nebulosa hecha por un individuo que no cree en la
predestinación absoluta. Es Dios mismo el que, en
el quinto mandamiento, claramente dice lo
siguiente.
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“Honra a tu padre y a tu madre, porque tus
días se alarguen en la tierra que Jehová tu
Dios te da.”
(Ex 20:12)
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De aquí se deduce, sin forzar el razonamiento,
que si alguien honrara padre y madre, viviría
más largamente que si no los honrara. Es decir,
que la longitud de la vida de la persona dependía en
parte de su trato con sus padres. Por lo tanto, la
longitud de la vida no estaba inflexiblemente
predeterminada por Dios, sino que había
flexibilidad en el asunto. Siendo eso así, es fácil
razonar que no existe tal cosa como un día
inflexiblemente predestinado para la muerte, o sea,
que no hay predestinación para el día de la
muerte.
Si el mismo Dios dice que el día de la muerte no
es fijo, eso significa que no hay un día predestinado
para la muerte, o sea, que no existe la predestinación absoluta.
Podrá algún porfiado decir que eso era solamente
para los judíos, pero en ese caso habría que pensar
que los gentiles no tenían que honrar a sus padres,
lo cual es totalmente absurdo.
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>La forma en que Dios habla a Salomón
desmiente la predestinación absoluta
Otro tanto se puede decir con lo dicho por Dios
personalmente a Salomón. Allí Dios le dice al rey
que si él cumple Sus mandamientos y estatutos, el
mismo Dios alargaría los días de su vida. Si el día
de la muerte de Salomón no estaba predestinado,
eso indica que no existe predestinación para el día
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de la muerte. La longitud de su vida dependía de
que Salomón anduviera en los caminos de Dios y
guardara sus mandamientos. Si Salomón cumplía,
viviría más tiempo, si no cumplía viviría menos
tiempo.
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“Y si anduvieres en mis caminos, guardando
mis estatutos y mis mandamientos, como
anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.”
(I R 3:14)
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Hay muchos otros pasajes con los que se puede
demostrar que el día de la muerte no está predestinado, pero prefiero dejarlos para el capítulo 9,
titulado “El día de la muerte no está predestinado”,
el cual se halla en la página 106. Mientras tanto,
sigamos hablando de cómo Dios mismo reconoce
que el humano tiene libre albedrío.
En el anterior pasaje vemos que Dios atribuye
libre albedrío al rey Salomón, porque pone en sus
manos, deja a su voluntad humana, el cumplir o no
cumplir. Si existiera la predestinación absoluta,
Dios no le hubiera dicho “si anduvieres en mis
caminos y guardares mis mandamientos”, porque
sabría que Salomón no iba a poder hacer lo que no
le estuviera predestinado a hacer, sino que le
hubiera dicho algo así como “dado que estás
predestinado a obedecer, tú tendrás una vida larga”,
o al contrario “dado que estás predestinado a no
obedecer, tendrás una vida corta”.
De la segunda aparición de Dios a Salomón,
que se narra en I R 6:11-13 se deduce claramente
que Dios atribuye libre albedrío al humano, puesto
que le pone a Salomón la condicional “si”, cuando
le exhorta a que cumpla sus mandamientos.
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“Y fue palabra de Jehová a Salomón,
diciendo: Esta casa que tú edificas, si
anduvieres en mis estatutos, e hicieres mis
derechos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo tendré firme
contigo mi palabra que hablé a David tu
padre; habitaré en medio de los hijos de
Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel.”
(I R 6: 11-13)
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Es decir, que si Salomón cumplía los mandamientos, iba a ocurrir una cosa, pero si no los
cumplía, iba a ocurrir otra cosa. Está claro que el
humano, Salomón en este caso, no está predestinado
a cumplir o a no cumplir, sino que eso depende de
su voluntad.
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>El libre albedrío y el árbol de la ciencia del bien
y del mal
Por no sé qué tipo de confusión mental, los
predestinacionistas absolutos aseguran a pie juntilla
que el ser humano no tiene libre albedrío, sino que
todo en él está predestinado. Si quisieran razonar,
bastaría con que leyeran este pasaje para que se
dieran cuenta de que precisamente aquí dice lo
contrario a su creencia, y lo más importante es que
es Dios mismo quien lo dice.
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“16 Y mandó Jehová Dios al hombre,
diciendo: De todo árbol del huerto comerás;
17 mas del árbol de ciencia del bien y del mal
no comerás de él, porque el día que de él
comieres, morirás.”
(Gn 2:16-17)
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Desde el mismísimo momento en que Dios
exhorta a Adam a no comer del árbol de la ciencia
del bien y del mal, es porque Dios sabía que Adam
podía comer si quería, pero que no tenía que
comer si no quería. Si Adam no hubiera tenido
libre albedrío, Dios, que fue el que lo creó y sabía
cómo él era, no tenía que advertirle nada, porque
sabría que de ninguna manera Adam lo podía hacer
pues estaba predestinado a no hacerlo; o viceversa,
porque de todas maneras él lo tenía que hacer,
puesto que estaba predestinado a hacerlo.
Encima de eso, el mismo hecho de que la Biblia
diga que el hombre comió del árbol de la ciencia del
bien y del mal, nos hace ver que el humano
aprendió lo que era bueno y lo que era malo, como
se ve en 3:10, donde el hombre demuestra que ya
sabe lo que es bueno y lo que es malo.
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“Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y
tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí”
(Gn 3:10)
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Las advertencias de Dios sobre no comer del
árbol son la demostración del libre albedrío del
humano. Lo que la doctrina de la predestinación
absoluta sostiene, es que Dios predestinó a Adam a
comer del árbol, pero que le hizo la advertencia por
gusto, dado que de todas maneras tenía que hacerlo
aunque no quisiera, pues ese era su destino.
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>Dios reconoce libre albedrío en Caín
La forma en que Dios habla a Caín nos muestra
claramente que Caín tenía libertad tanto para hacer
el bien como para hacer el mal. Dios dijo a Caín:
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“Si bien hicieres ¿no serás ensalzado?…”. Al
decir tal cosa nos está haciendo ver que Caín podía
hacer el bien si quería. No iba Dios a burlarse de
Caín proponiéndole hacer algo que Dios sabría que
no podía hacer, por estar predestinado a hacer otra
cosa. No iba Dios a proponerle algo así como: “si
dieres un salto y cayeres en la luna serás
ensalzado”, sabiendo Dios que Caín no podía dar tal
salto.
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“Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado? y si
no hicieres bien, el pecado está a la puerta;
con todo esto, a ti será su deseo, y tú te
enseñorearás de él.”
(Gn 4:7)
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Por otro lado, vemos en el mismo versículo, más
adelante, que Dios también le reconoce libertad para
hacer el mal, cuando le dice: “…y si no hicieres
bien…”. O sea, se ve en ambos casos que Dios le
reconoce al humano la facultad de hacer el bien o el
mal a su propia voluntad.
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>También a Abimelech Dios le reconoce tener
libre albedrío
Hay quienes piensan que el humano no tiene libre
albedrío en ningún sentido, ni para hacer el bien ni
para hacer el mal. Hay otros que piensan que sólo
tiene libre albedrío para hacer el mal. Sin embargo,
en este pasaje vemos que Dios le reconoce al
humano libre albedrío tanto para el mal como
para el bien.
En el pasaje que más abajo aparece vemos que
Dios reconoce a Abimelech la facultad de tener
buenos sentimientos, buenos pensamientos, buenas
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intenciones, cuando en el versículo 6 le dice: “Yo
también sé que con integridad de tu corazón has
hecho esto”. O sea, que Dios le reconocía a
Abimelech integridad. Más adelante, en el 7, le
vuelve a reconocer libre albedrío al ponerlo en la
disyuntiva de hacer lo malo o lo bueno, a su
voluntad. Por eso le dice: “Ahora pues, vuelve la
mujer a su marido…”. Si Abimelech hubiera sido
un ser programado, un ser sin libre albedrío, un ser
predestinado para desear hacer una cosa, sin
posibilidad de desear hacer otra, un ser que estaba
predestinado a desear la devolución de la mujer a su
marido, no tenía Dios que exhortarlo a devolverla,
ni advertirle las consecuencias si no la devolvía;
hacer eso era perder el tiempo, porque de todas
maneras Abimelech no iba a poder desear hacer otra
cosa que lo que estuviera predestinado a hacer.
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“6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que
con integridad de tu corazón has hecho esto;
y yo también te detuve de pecar contra mí, y
así no te permití que la tocases. 7 Ahora,
pues, vuelve la mujer a su marido; porque es
profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si tú no la
volvieres, sabe que de cierto morirás, con
todo lo que fuere tuyo.” (Gn 20:6-7)
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También le reconoce Dios la facultad del libre
albedrío cuando le dice: “Y si tu no la
volvieres…”; con lo cual vemos que Dios reconocía
la facultad de Abimelech de poder rechazar la
exhortación divina si así lo deseaba. Los planes de
Dios se iban a realizar de todas maneras, bien
fuera con el beneplácito y la cooperación de
Abimelech o sin ese beneplácito y cooperación;
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pero una cosa es que los planes de Dios se realicen
de todas formas, y otra muy diferente es decir que
los deseos y las actitudes de los humanos que en
esos planes participan están predestinados.
En toda esta historia se ve que Dios reconocía en
el humano la facultad de desear hacer el bien o de
desear hacer el mal, lo cual es la definición misma
de lo que es “libre albedrío”. Eso no quiere decir
que el humano puede hacer lo que le dé la gana,
puesto que Dios se lo puede impedir; pero sí puede
el humano desear lo que le dé la gana, puesto que
Dios le ha dado esa facultad y no se la quita. El
humano puede desear pecar, puede desear no
arrepentirse, puede rechazar a Cristo, y por último
puede desear al mismo tiempo disfrutar del Cielo;
pero eso no quiere decir que puede ir al Cielo,
puesto que no cumplió la condición de arrepentirse.
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>Si Dios dice que no quiere la muerte del impío,
¿cómo vamos a creer en la predestinación?
La satánica hipótesis de la predestinación absoluta
asegura que el que va a ser salvo lo es porque Dios
lo hace salvo (sin contar con el consentimiento, ni
con la voluntad, sentimiento o deseo de salvarse
por parte del salvado); y que el que se pierde es
porque Dios lo deja que se pierda, sin contar
tampoco con ningún sentimiento, voluntad,
consentimiento o deseo por parte del perdido, e
incluso aunque éste quiera salvarse.
¿Cómo puede ser cierta esa ilógica y abominable
hipótesis, si el mismo Dios declara que no quiere
la muerte del impío, y además reconoce que el
impío y el justo pueden dejar de serlo por su propia
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voluntad; y así salvarse el que había sido impío, y
perderse el que había sido justo?
¿Cómo puede ser cierta esa blasfema hipótesis si
Dios mismo declara que Él quiere que nadie se
pierda? Si solamente en las manos de Dios
estuviera llevar a salvación al ser humano, todos
los humanos serían salvos. Leamos el siguiente
pasaje.
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“21 Mas el impío, si se apartare de todos sus
pecados que hizo, y guardare todas mis
ordenanzas, e hiciere juicio y justicia, de
cierto vivirá; no morirá. 22 Todas sus
rebeliones que cometió, no le serán
recordadas; en su justicia que hizo vivirá.
23¿Quiero yo la muerte del impío? dice el
Señor Jehová. ¿No vivirá, si se apartare de
sus caminos?
24 Mas si el justo se apartare de su justicia, y
cometiere maldad, e hiciere conforme a todas
las abominaciones que el impío hizo;¿vivirá
él? Todas las justicias que hizo no vendrán en
memoria; por su rebelión con que prevaricó,
y por su pecado que cometió, por ello morirá.
25 Y si dijereis: No es derecho el camino del
Señor: Oíd ahora, casa de Israel: ¿No es
derecho mi camino? ¿No son vuestros
caminos torcidos? 26 Apartándose el justo de
su justicia, y haciendo iniquidad, él morirá
por ello; por su iniquidad que hizo, morirá. 27
Y apartándose el impío de su impiedad que
hizo, y haciendo juicio y justicia, hará vivir su
alma. 28 Porque miró, y se apartó de todas
sus prevaricaciones que hizo, de cierto vivirá,
no morirá.
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Si aun dijere la casa de Israel: No es
derecho el camino del Señor. ¿No son
derechos mis caminos, casa de Israel? Cierto,
vuestros caminos no son derechos. 30 Por
tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus
caminos, oh casa de Israel, dice el Señor
Jehová. Convertíos, y volveos de todas
vuestras iniquidades; y no os será la
iniquidad causa de ruina. 31 Echad de
vosotros todas vuestras iniquidades con que
habéis prevaricado, y haceos corazón nuevo y
espíritu nuevo. ¿Y por qué moriréis, casa de
Israel? 32 Que no quiero la muerte del que
muere, dice el Señor Jehová, convertíos pues,
y viviréis.”
(Ezq 18:21-32)
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Todo este párrafo nos grita en el oído que el ser
humano tiene libre albedrío. Con todo eso, yo sé
que como dice el refrán, no hay peor sordo que el
que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere
ver. En el versículo 21 vemos que Dios habla del
ser humano impío como teniendo libre albedrío;
habla de forma que no deja lugar a dudas sobre que
el impío puede apartarse de todos sus pecados si
así lo desea. Si el humano no pudiera apartarse del
mal, Dios no diría lo que dice en el 21, porque sería
falso. Lo mismo dice en los versículos 27-28.
En los versículos 24 y 26 Dios expresa que el ser
humano pío puede apartarse hacia la impiedad
por su propia voluntad. Se ve que el justo puede
llegar a perderse; que no es como muchos creen,
que una vez salvo siempre salvo, y que por lo
tanto, puedes hacer lo que te venga en ganas, y
pecar cuanto quieras, sin problema de ninguna
clase.
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Si nos fijamos en el versículo 30 veremos que
Dios exhorta al humano a convertirse, a volverse de
sus iniquidades. Si el ser humano no tuviera la
facultad de convertirse, de volverse de sus
iniquidades, Dios no estaría exhortándolo a que
hiciera tal cosa, porque sería una burla. Sería
como decirle a un hombre que le faltan los brazos y
las piernas, que vaya a beber agua al río para que no
se muera de sed.
En el versículo 31 exhorta al humano a echar
de sí sus iniquidades. Si Dios lo exhorta a tal cosa
es porque sabe que puede hacerlo. Pensar que el
humano no tiene libre albedrío, pero que sin
embargo Dios lo exhorta a echar de sí las
iniquidades, (una cosa que Él sabría que el humano
no podría hacer), es pensar que Dios se burla de los
infelices y de los que queremos aprender su manera
de ser y proceder, leyendo la Biblia. Sería algo así
como exhortar a un niño de cuatro años con una
serpiente boa enroscada al cuello, a que eche de sí
la serpiente, sabiendo nosotros que no puede
hacerlo. No es lógico pensar que Dios hace ese
tipo de exhortaciones al humano sabiendo que
éste no puede hacer lo que se le pide. Lo lógico es
pensar que si Dios hace ese tipo de exhortaciones es
porque Él sabe que el humano puede hacerlo.
Pensar otra cosa es blasfemar el carácter de Dios.
Ya pagarán por eso.
En los versículos 23 y 32 vemos que Dios no
quiere que nadie perezca, ¿cómo pues, va a
predestinar a alguien a perderse? Si solamente
de Dios dependiera la salvación, todo el mundo
se salvaría. Si no fuera necesaria la libre
determinación, del humano en el proceso de la
salvación, si fuera factible que todo lo que hay que
hacer pudiera Dios hacerlo, sin intervención del
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sujeto, Dios haría cualquier sacrificio por salvar a
todo el mundo, al 100% de las criaturas. ¿No
sacrificó a Su Unigénito? ¿Qué otro sacrificio no
haría?
Lo que muchos no comprenden es que, siendo
Dios todopoderoso, cuando Él establece algo, ese
algo es inmutable, lo que venga detrás no lo va a
mudar; y menos aún va Dios a ser el que lo muda.
Si Dios establece que exista la luz y que existan
tinieblas, y pone su voluntad y poder en que sean
diferentes, no va después, para condescender al
capricho de alguien, a hacer que las tinieblas se
parezcan a la luz, y viceversa. Una vez que fue
establecida, por voluntad y mandato de Dios, la
distinción de ambas cosas, no quiere el mismo Dios,
establecer lo contrario.
Es el mismo caso que tendríamos en la
diferencia entre lo blanco y lo negro. No debe
nadie esperar que Dios vaya a hacer algo blanco que
a la vez sea negro, o algo negro que a la vez sea
blanco. No quiere Dios contradecirse o anularse a Sí
mismo yendo en contra de lo que ya antes,
estableció. Si ya antes Dios había establecido que lo
negro y lo blanco fueran diferentes, y después de
esto estableció que algo luciera negro, no puede esa
cosa al mismo tiempo lucir blanca.
Por igual razón Dios no va a hacer una
criatura con libre albedrío, que a la vez tenga
que ser buena por obligación; ni una criatura con
libre albedrío que a la vez esté obligada a desear
arrepentirse y a desear salvarse; ni tampoco va crear
un ser con libre albedrío que a la vez esté
predestinado a no arrepentirse ni salvarse. Claramente vemos que, o todo ser humano (y angelical)
tiene libre albedrío, o todo lo que ellos hacen bueno
o malo, lo hacen porque Dios los obliga a hacerlo,
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porque Dios los predestinó a hacerlo; cosa totalmente disparatada y blasfema.
Por esto que antes explico, es por lo que Dios,
con toda sinceridad, sintiéndolo de corazón, dice en
el versículo 23: “¿Quiero yo la muerte del impío?
¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?”; y otra
vez en el versículo 32 del mismo capítulo 18: “Que
no quiero la muerte del que muere; convertíos,
pues, y viviréis”. Otro tanto se dice en Ezq 33:11
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“Diles: Vivo yo, dice el Señor Jehová, que
no quiero la muerte del impío, sino que se
torne el impío de su camino, y que viva.
Volveos, volveos de vuestros caminos, ¿ y por
qué moriréis, oh casa de Israel ?”
(Ezq 33:11)
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Todo esto lo dice Dios con absoluta sinceridad,
porque ya no está en sus manos el obligar a las
criaturas a desear la salvación. Desde el mismo
momento en que las creó con libre albedrío,
estableció que los deseos de las criaturas fueran
propiedad absoluta de éstas, sin interferencias de
nadie. Por lo tanto, ni Dios mismo interfiere en
ellos.
No va a crear una criatura que tenga libre
albedrío, pero que desee lo que Dios quiera; de la
misma manera que no creó un color blanco que
luzca negro, ni una luz que sea igual a las tinieblas.
¿Piensa alguien acaso que Dios exhorta a la gente a
apartarse de sus caminos, a arrepentirse, etc.,
sabiendo en Su fuero interno que en realidad ellos
no pueden hacerlo? ¿Piensa alguien que Dios está
burlándose de la gente conminándolos a hacer algo
que Él sabe que no pueden hacer, porque Él los
predestinó a hacer otra cosa? Si Dios supiera que el
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humano no tiene libre albedrío, no iba a exhortar a
hacer una cosa que Él sabía que el humano no podía
hacerla. Ese pensamiento predestinacionista es un
pensamiento blasfemo.
El que piensa que Dios predestina a algunos
para ser salvados y a los otros para ser perdidos,
estando en las manos de Dios el hacer una cosa o la
otra, no parece darse cuenta de que está
imputando a Dios manifestaciones de hipocresía
en los versículos 23 y 32. En esos dos pasajes dice
que no quiere que nadie perezca, lo cual no sería
cierto si en manos de Dios estuviera el evitarlo y no
lo hiciere.
Mucha de la gente que se abraza con salvaje
fiereza a la blasfema y satánica hipótesis de la
predestinación, lo hace por instinto de conservación. No quieren soltarse de esta doctrina, la cual,
según ellos creen, es lo único que les garantiza su
salvación. Piensan ellos que dejados a su libre
albedrío, ellos, como nave al garete, tropezarán en
los escollos de Satanás y se hundirán eternamente.
No hay tal cosa; el que utiliza su libre albedrío
para rogar la intervención divina en su vida no
quedará al garete, aunque por momentos le
parezca así.
Muchos de estos infelices cristianos, aterrados por
los pecados cometidos o que están cometiendo,
piensan que creyendo en esta ilógica y blasfema
hipótesis, aferrándose a ella, pueden algo así como
“obligar” a Dios a hacer con ellos lo que ellos crean
con fuerza; lo que ellos crean con “su titánica fe”.
Piensan que, puesto que Dios ha prometido
conceder las peticiones que se pidan con fe, ellos
tienen agarrado a Dios por su promesa, y lo pueden
obligar a salvarlos aunque ellos no se arrepientan de
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sus pecados, siempre y cuando lo pidan con tu
“titánica fe”.
Están errados, Dios no los ha abandonado ni los
abandonará a sus pecados mientras que por su libre
albedrío ellos deseen estar con Dios y ser regenerados por Él; pero tampoco van ellos a obligar a
Dios a hacer lo que ellos quieran, usando para ello
lo que ellos creen que es fe, aunque en realidad
es autosugestión. La dinámica celestial es como
Dios la estableció, no como cada uno crea poderla
modificar con su “titánica fe”.
El cristiano que cometió un gran pecado, (por
grande que haya sido) no está exento de perdón si
con su libre albedrío lo desea, si de todo corazón se
arrepiente de lo que hizo. No hay pecado imperdonable, sólo el ofender a los seres divinos a
sabiendas, o el rechazar el perdón, en uso de nuestro
libre albedrío, es un pecado imperdonable.
No quiere decir esto que el cristiano puede
pecar sin riesgo, ¡ay del que lo intente! En Job
30:19-24 este santo hombre de Dios, en medio de
sus espantosas aflicciones, está seguro, y lo anuncia
a todos en el versículo 24, que Dios no extenderá su
mano contra el sepulcro. Es decir, no importa la
dureza de los castigos terrestres que podamos
merecer por nuestros pecados, no obstante ello,
Dios no extenderá su mano contra el sepulcro para
castigarnos con la perdición si nosotros queremos
estar con Él y deseamos obedecerlo a Él, aunque al
presente no podamos realizarlo.
Eso es lo único que Dios desea del humano, su
beneplácito; que el humano, en uso de su libre
albedrío, desee estar con Dios, aunque sus obras lo
estén alejando de Él. Para llenar esa brecha entre
lo que el humano desea hacer y lo que puede
hacer, murió el mismo Jesucristo, el mismísimo
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Hijo de Dios. Su sacrificio nos da la potencia
espiritual para dejar el pecado por muy poderosa
que sea la tentación. Si hubiera habido otra forma
menos dolorosa para Dios de salvar a las criaturas,
no se hubiera llevado a cabo la crucifixión de
nuestro Señor.
Dije anteriormente que el cristiano no puede pecar
sin consecuencias, y ¡ay del que lo intente! En Juan
5:14 Jesús advierte al paralítico de Bethesda, ya
sanado, que no peque más, porque no le venga
alguna cosa peor. O sea, que a pesar de que
Jesucristo en persona había intervenido en su favor,
no por ello tenía el paralítico patente de corso para
pecar; si lo hacía, advirtió Jesús, habría como
castigo, algo peor. No iba Jesús a despeñarlo en el
Infierno si volvía a pecar, no iba Dios a extender su
mano contra el sepulcro, contra la salvación de su
alma, si él se arrepentía sinceramente; pero
obtendría el merecido castigo de despreciar la
palabra de Dios, sus normas de vida, mientras
transcurría su existencia terrestre.
Para estar seguro de la salvación, el pecador no
tiene que aferrarse una hipótesis como la predestinación absoluta, que es un insulto a la bondad
de Dios. Para estar seguros de la salvación propia
solamente tenemos que saber, y eso lo sabe el
cristiano, aunque a veces lo olvida, que el amor de
Dios sobrepuja todo entendimiento. El que de
verdad se arrepiente obtiene perdón para sus
más negros pecados, aún para aquellos cometidos
directamente contra Dios, pero....no vuelvas a pecar,
no sea que te acontezca alguna cosa peor.
¿Cómo es posible que ellos piensen que por un
lado Dios los condena a no poder salvarse, y por
el otro declara públicamente que Él no quiere la
muerte del pecador, siendo Él el único que pudiera
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predestinarlos a ser salvos, si la predestinación
absoluta fuera cierta? ¿Cómo pueden ellos creer
que Dios va declarar que Él no quiere que el
pecador muera y luego no lo va a “cambiar”, no lo
va a predestinar a ser salvo, si Él pudiera hacerlo?
¿Cómo es posible que ellos crean que Dios va a
urgir al humano a que se torne de su mal camino,
sabiendo Él que el humano no puede hacerlo a
menos que Él lo predestine a ello, si la predestinación fuera cierta? ¿Cómo es posible que ellos crean
que Dios le va a implorar a los humanos “volveos,
volveos”, sabiendo Dios que no pueden volverse a
menos que Él los obligue o los predestine a
volverse? ¿No se dan cuenta los predestinacionistas absolutos que están atribuyendo a Dios
falsedad e hipocresía? Eso es una blasfemia, un
grave pecado del que van tener que dar cuenta.
El problema es que para alcanzar la salvación
hay que arrepentirse de los pecados, y no todo el
mundo quiere hacerlo. Aman más al pecado que a
Dios, y por eso se fingen a sí mismos “una fe
titánica”, por medio de la cual creen ellos que Dios
“está obligado” a concederles lo que ellos pidan con
“fe”, a saber, la salvación predestinada sin
necesidad de arrepentirse de los pecados. Tal vez
Satanás tiene ideas parecidas, y por eso persiste en
su pecado.
Al Cielo nadie puede llegar con sus pecados.
Tiene que soltarlos durante su vida. El que no se
arrepiente de su envidia, de su odio, de su soberbia,
de su egoísmo, de su deseo de ser más que sus
hermanos, no puede entrar en el Cielo con ese
lastre. Por eso, no queriéndose arrepentir, pero
deseando ir al Cielo, se fabrican la abominable
doctrina de la predestinación. Se imaginan que por
medio de creer en ella, van a forzar a Dios a
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salvarlos gracias a su “titánica fe” en la predestinación. Dios prometió conceder las peticiones que se
hagan con fe, ( con fe verdadera) y por eso ellos
creen poder torcer la voluntad de Dios
leguleyísticamente, y alzarse con la salvación sin
previo arrepentimiento.
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>Dios considera que los israelitas tenían libre
albedrío
En este pasaje se advierte, en la conversación de
Dios con Ezequiel, que el Señor consideraba que los
israelitas tenían libre albedrío. Veamos.
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“17 Hijo del hombre, yo te he puesto por
atalaya a la casa de Israel; oirás pues tú la
palabra de mi boca, y amonestarlos has de mi
parte. 18 Cuando yo dijere al impío: De cierto
morirás, y tú no le amonestares, ni le
hablares, para que el impío sea apercibido de
su mal camino, a fin de que viva, el impío
morirá por su maldad, mas su sangre
demandaré de tu mano.
19 Y si tú amonestares al impío, y él no se
convirtiere de su impiedad, y de su mal
camino, él morirá por su maldad, y tú habrás
librado tu alma.
20 Y cuando el justo se apartare de su
justicia, e hiciere maldad, y pusiere yo
tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no
le amonestaste; en su pecado morirá, y sus
justicias que había hecho no vendrán en
memoria; mas su sangre demandaré de tu
mano. 21 Y si al justo amonestares para que el
justo no peque, y no pecare, de cierto vivirá,
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porque fue amonestado; y tú habrás librado
tu alma.”
(Ezq 3:7-21)
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Como vemos en el versículo 18, Dios considera
que el impío, por sí mismo, puede desear
cambiar su mal camino. Si el humano no tuviera
libre albedrío Dios no diría semejante cosa, porque
sabría que el impío no podría desear cambiar de
camino, puesto que Él lo predestinó a ser así.
En el versículo 19 vemos que Dios trae a colación
la posibilidad de que el impío no se convierta, lo
que nos sugiere que también existe la posibilidad de
que sí se convierta. En eso vemos de nuevo que
Dios considera que el humano tiene libre albedrío.
En el versículo 20 vemos que Dios menciona la
posibilidad de que el justo se aparte de su
justicia, lo cual nos muestra en forma indiscutible
el libre albedrío del humano, puesto que no va a
ser Dios el que lo hace apartarse de su justicia.
Dios no tienta a nadie ni permite que nadie sea
tentado sobre sus fuerzas como vemos en I Co
10:13 y Stg 1:13-14. Más adelante, en el versículo
21, Dios habla de la posibilidad de que el justo que
estaba pecando, se aparte de su pecado y viva.
Señal más que evidente de que el humano tiene
libre albedrío puesto que Dios considera la posibilidad de que se aparte del mal en que había
caído. Si el humano estuviera predestinado a pecar
o a dejar de pecar, no hablaría Dios de la
posibilidad de que se aparten del camino que tienen,
y mucho menos va a ser el mismo Dios el que lo
predestine a apartarse del buen camino.
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“No os ha tomado tentación, sino humana,
mas fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis llevar; antes
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dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis aguantar.”
(I Co 10:13)
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“Cuando alguno es tentado, no diga que es
tentado de Dios, porque Dios no puede ser
tentado de los malos, ni Él tienta a alguno,
sino que cada uno es tentado, cuando de su
propia concupiscencia es atraído, y cebado.”
(Stg 1:13-14)
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>Dios atestigua que David produjo un buen
sentimiento
Los partidarios de la predestinación absoluta
niegan la capacidad del humano para tener buenos
pensamientos o sentimientos por sí mismos, sin que
Dios se los haya tenido que troquelar en la mente
con anterioridad. Es decir, que niegan la capacidad
del humano para producir buenas cosas.
Sin embargo, en el versículo siguiente se ve que
Dios reconoce que David tuvo un buen pensamiento, un buen sentimiento que no fue troquelado
por Dios en su mente; de otra manera Dios no iba a
alabar a David por haber producido un buen pensamiento, si en realidad no lo produjo él, puesto que
decir tal cosa sería decir mentira. Lo mismo se ve
en II Cr 6: 8 y en I R 8:18.
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“Mas Jehová dijo a David mi padre: Cuanto
a haber tú tenido en el corazón edificar casa
a mi nombre, bien has hecho en tener tal
voluntad.”
(I R 8:18)
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“Mas Jehová dijo a David mi padre:
Respecto a haber tenido en tu corazón
edificar casa a mi nombre, bien has hecho en
haber tenido esto en tu corazón.”
(II Cr 6:8)
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Por lo que dice aquí la Biblia, Dios testifica que
David tuvo en idea edificar el Templo, sin que Dios
se lo hubiera troquelado en su mente. Si no hubiera
libre albedrío para hacer el bien, Dios no reconocería ni alabaría a David por haber tenido este
pensamiento en su corazón. No va Dios a alabar a
David por haber tenido este sentimiento, sabiendo
Él que no fue David el que lo tuvo, sino Él mismo
el que se lo troqueló a David en la mente.
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>Por lo que Dios habló con Satanás sobre Job, se
ve que el ser humano tiene libre albedrío
Cuando Dios habló a Satanás, encomiando a Job,
nos hace ver que el libre albedrío existe. Después de
decir el Señor que Job es perfecto, recto y temeroso
de Dios, nos dice que es apartado del mal, o sea, le
atribuye a Job esa cualidad.
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“8 Y Jehová dijo a Satán: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él
en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso
de Dios, y apartado de mal?”
(Job 1:8)
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Aún en el segundo diálogo, cuando Dios de
nuevo le habla a Satanás sobre Job (2:3-6), las
palabras de Dios nos muestran que el humano tiene
libre albedrío, al decir que Job “retiene su perfec-
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ción”. O sea, Dios nos dice que es Job quien
retiene esa perfección, no es Dios quien lo fuerza a
retenerla.
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“3 Y Jehová dijo a Satán: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él
en la Tierra, varón perfecto y recto, temeroso
de Dios y apartado de mal, y que aún retiene
su perfección, habiéndome tú incitado contra
él, para que lo arruinara sin causa?”
(Job 2:3)
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Como vemos claramente en los dos pasajes
anteriormente leídos, Dios, en su hablar, nos
muestra que Job tiene libre albedrío.
Pudiera poner muchos más ejemplos, pero para no
cansar la mente del lector con sólo este tema, voy a
poner los otros ejemplos en el Anexo “B”, en la
página 242. El que así lo desee puede ir a leerlos
allí.
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>Resumen del capítulo 4. Existe la
predestinación de circunstancias y la predestinación
absoluta. La primera es bíblica, la segunda es una
herejía satánica.
El quinto mandamiento donde Dios mismo dice
que el honrar a los padres alargará el tiempo de
vida, nos hace ver claramente que el día de la
muerte no está predestinado a fecha fija, lo cual
implica que no existe la predestinación absoluta.
El mismo alargamiento de vida se ve cuando Dios
habla al rey Salomón sobre su obediencia a los
mandamientos. En el episodio del Árbol de la
Ciencia del Bien y del Mal, en el Jardín del Edén, se
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ve que Dios habla con el ser humano como
sabiendo que tienen libre albedrío. Igualmente hizo
con Caín, y más adelante con Abimelech.
Una de las categóricas declaraciones de Dios
respecto a que no existe la predestinación absoluta,
es cuando dice que Él no quiere la muerte del
impío. Si la predestinación absoluta existiera, Dios
la usaría para salvar a toda la humanidad. Pero Dios
no quiere en el Cielo almas que aún se deleitan con
el pecado y no quieren arrepentirse, porque quieren
seguirlo cometiendo aún en el Cielo.
En la conversación de Dios con Ezequiel, se ve
que el Señor consideraba que los israelitas tenían
libre albedrío, al igual que cuando atribuye a David
buenas intenciones. Por último vemos que en la
conversación de Dios con Satanás, en el caso de
Job, el Señor atribuye a Job libre albedrío.
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Capítulo 5
Lo que Cristo personalmente habla nos
hace ver que no existe la predestinación
absoluta, y sí existe el libre albedrío
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>El Señor Jesucristo dice que Dios no quiere que
nadie se pierda, por lo tanto, no depende sólo de
la supuesta predestinación, la salvación del
humano
La predestinación absoluta sustenta la idea de que
toda la raza humana estaba perdida, lo cual es cierto
en el sentido de que todos hemos perdido nuestro
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derecho al Cielo, a medida que pecábamos.
También sustenta la idea de que Dios optó por hacer
salvos a unos pocos, mientras dejaba en la perdición
a los demás, lo cual es falso. En pocas palabras: a
unos los obligaba a ser salvos, pero a otros no los
obligaba a ser perdidos, simplemente los dejaba
perdidos.
La predestinación circunstancial, que es la que se
menciona en la Biblia, es aquella que dice que a
veces, Dios predestina un alma a nacer en cierta
fecha, lugar y circunstancias a fin de cumplir una
función que los planes de Dios requieren.
Analicemos las palabras de Nuestro Señor
Jesucristo, a ver cual de las dos predestinaciones es
la que él cree.
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“11 Porque el Hijo del Hombre ha venido
para salvar lo que se había perdido. 12 ¿Qué
os parece? Si tuviese algún hombre cien
ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría
por los montes, dejadas las noventa y nueve,
a buscar la que se había descarriado? 13 Y si
aconteciese hallarla, de cierto os digo, que
más se goza de aquélla, que de las noventa y
nueve que no se descarriaron. 14 Así, no es la
voluntad de vuestro Padre que está en los
Cielos, que se pierda uno de estos
pequeños.”
(Mt 18:11-14)
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Después de leer detenidamente Mt 18:11-14,
¿creen ustedes que quien se expresa así es capaz
de dejar a muchos en su perdición mientras salva
a la fuerza a unos pocos?
Cristo declara que él vino para salvar lo que se
había perdido, no unos pocos de los que se habían
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perdido, sino a todos los que se habían perdido. El
no quiere salvar unos pocos, él quiere salvarlos a
todos. Si tuviere 99 salvados, todavía iría a buscar
al que le falta. ¿Cómo pues, va a obligar a
solamente unos pocos a ser salvos y a dejar a los
otros abandonados a su perdición, pudiendo
salvarlos, si es que fuera verdad que Dios es el que
predestina al humano a ser salvo o perdido?
¿Piensan los predestinacionistas acaso que es
pura hipocresía lo que aquí el Señor dice sobre
que desearía ir a buscar aún uno solo que
estuviera descarriado? ¿Piensan ser hipocresía
eso que dice el Señor respecto que no es la
voluntad de nuestro Padre que está en los
Cielos, que se pierda uno de estos pequeños?
Si de esos niños (como piensan los predestinacionistas) Dios iba a dejar en su perdición a la mayoría
e iba a hacer salvos a sólo unos pocos, entonces
están acusando de insincera la afirmación de
Jesús en el versículo 14, cuando dice que no es la
voluntad de vuestro Padre que está en los Cielos
el que se pierda uno de estos pequeños. Si no es la
voluntad de Dios que se pierdan ni uno de esos
niños ¿por qué salvó al pequeño grupo al que según
los predestinacionistas, Dios obligó a ser salvos, y
no salvó a los restantes?
Si como dice el predestinacionismo, hizo salvos a
unos pocos sin ninguna participación por parte
de los salvados, ¿por qué no hacer lo mismo con
todos? Y sobre todo, si tal cosa fuera cierta ¿a qué
venir diciendo que no quiere que nadie se pierda
cuando está en sus manos salvarlos y no quiere
hacerlo? La explicación a toda esta confusión es
clara: la “predestinación absoluta” es una espantosa falsedad, es una horrible herejía, una
diabólica blasfemia contra Dios.
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Toda la Biblia, y el raciocinio, ese raciocinio que
en religión casi nadie quiere usar, indican claramente que Dios nos creó como a Sí Mismo,
semejantes a Él, con libre voluntad, para que
deseemos lo que queramos desear, sin intervención
divina. Una vez que nos creó libres, una vez que Su
poder, voluntad y palabra están empeñadas en
hacernos con libérrima voluntad, no va a ser Él, el
que nos obligue a desear el bien ni a desear el mal,
el desear allegarnos a Dios o el desear apartarnos de
Él.
A mi modo de ver, una hipótesis tan ilógica y
blasfema como es la predestinación absoluta sólo la
creen cuatro tipos de personas: a) aquel a quien le
enseñaron la tal doctrina, y jamás se ha molestado
en leer ocho o diez veces la Biblia desde el Génesis
hasta el Apocalipsis por orden y sin saltos, b) aquel
que habiéndola leído no quiere razonar, por miedo a
“perderse”, si deja de creer lo que le enseñaron sus
líderes, como le sucede a los católicos, ruselistas,
etc, con las doctrinas de la salvación por obras y no
por la gracia, c) aquel a quien no le interesa ni
chicha ni limonada y lo único que quiere es tener un
conocimiento bíblico que le permita desenvolverse
en su ambiente religioso de forma que pueda ganar
su salario y sentar donantes en los bancos de sus
iglesia, y d) por último, aquel infeliz creyente que
está inmerso hasta el bigote en el estiércol de sus
pecados y concupiscencias, el cual, deseando
mantenerse en el “disfrute” de sus pecados y
concupiscencias, a la vez que se “asegura” de su
salvación, no se le ocurre otra solución que
abrazarse a la herética doctrina de que Dios lo
obliga a él a ser salvo quieras que no, y sin importar
que no se arrepienta; y para ello transige con la
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satánica idea de que abandona a los demás a su
negra y espantosa suerte.
El que no se salva es porque no quiere
apartarse de sus pecados. Quiere la salvación, sí,
pero la quiere siempre que se le admitan sus
concupiscencias. Quiere la salvación, efectivamente, pero la quiere si puede seguir en ella con su
sistema de vida.
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>Cristo dice que es el ser humano el que no
quiere venir a él
En este pasaje vemos que las palabras usadas por
Jesucristo para dirigirse a los que no se allegaban a
él, indican que en la mente del Señor estaba el
conocimiento de que el ser humano tiene libre
albedrío, que no está predestinado a hacer o sentir lo
que está haciendo o sintiendo.
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“39 Escudriñad las Escrituras, porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de
mí. 40 Y no queréis venir a mí, para que
tengáis vida.”
(Jn 5:39-40)
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Al decir Jesús “No queréis venir a mí” en vez de
decir “No podéis venir a mí”, o “No os es permitido
venir a mí”, o “No os han predestinado a venir a
mí”, nos indica claramente que esa gente tenían la
opción de venir o de no venir, que no estaba
predeterminado lo que había de suceder. No iba el
Señor a decirles “No queréis venir a mí”, si él
supiera que estaban predestinados a no venir a él,
porque hacer eso sería una burla, un sarcasmo.
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>Si Cristo quiso juntarlos y ellos no quisieron, se
evidencia que ellos tienen libre albedrío
Está bien claramente expuesto en este pasaje, que
Jesús quiso juntar a los de Jerusalem, pero ellos
rechazaron esa intención de Jesús.
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“¡Jerusalem, Jerusalem! que matas a los
profetas, y apedreas a los que son enviados a
ti. ¡Cuántas veces quise juntar tus hijos,
como la gallina sus pollos debajo de sus alas,
y no quisiste !”
(Lc 13:34)
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Si Jesús quiso juntar los hijos de Israel, y ellos
no quisieron ser juntados, es porque ellos tienen
libre albedrío. Si no lo tuvieran, no hubieran
podido resistir las intenciones de Jesús. Dado que
Cristo les reconoce la facultad de rechazar lo que él
quiere hacer con ellos, les está reconociendo que
tienen libre albedrío.
Se evidencia que si solamente en la facultad,
poder y deseo de Jesús hubiera estado el
juntarlos, ellos hubieran sido juntados, puesto
que Jesús dice claramente que él quería juntarlos.
Si hubiera dependido de la voluntad de Cristo
solamente, el haberlos juntado, tal cosa se hubiera
realizado. Lo único que impedía tal cosa era la
facultad que Dios le dio al humano, de elegir o
desear lo que él quisiera. Esa facultad, que se llama
libre albedrío, Dios se la dio, y Dios se la respeta.
Ese era el único obstáculo que podía haber habido
para dejar de juntarlos.
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>Cristo exhorta a los fariseos a juzgar por sí
mismos, eso significa libre albedrío
Reconocerle a un ser la facultad de juzgar lo que
es justo, es reconocerle la facultad de distinguir
entre lo justo y lo injusto, entre el bien y el mal, es
reconocerle libre albedrío.
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“55 Y cuando sopla el austro, decís: Habrá
calor; y lo hay. 56 ¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la Tierra; ¿y cómo
no reconocéis este tiempo? 57 ¿Y por qué aun
de vosotros mismos no juzgáis lo que es
justo?”
(Lc 12:55-57)
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En este versículo vemos que el mismo Señor
Jesucristo espera que el humano pueda darse
cuenta de lo que es justo y de lo que no lo es. O
sea, que Jesús sabe que un ser humano tiene la
facultad de reconocer lo que es bueno y de
ejecutarlo. Esto último se ve cuando les dice que
por qué no juzgan lo justo, señal de que él sabía que
podían hacerlo. Si Cristo creyera que el humano
está predestinado, no les llamaría hipócritas por
no querer reconocer el tiempo que estaban viviendo,
pues sabría que ellos no podrían hacer semejante
cosa por estar predestinados a no hacerlo y por no
tener la facultad de juzgar.
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>Al decir Cristo, “tu fe te ha salvado”, le
reconoce libre albedrío al humano
En ninguna de las palabras de Jesucristo se
advierte que el pensara que el ser humano estaba
predestinado. Al contrario, muchísimas veces sus
palabras reflejaban el conocimiento de su mente en
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el sentido de que el humano tenía libre albedrío. En
el pasaje de más abajo vemos que Jesús atribuye fe
propia a Bartimeo el ciego.
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“Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y
luego cobró la vista, y seguía a Jesús en el
camino”.
(Mr 10:52)
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No dice el Señor, “la fe que Dios ha puesto en ti te
ha salvado”, le dice tu fe te ha salvado. Sin
embargo, en otra ocasión, cuando en Mt 16:17
Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, Jesús no le
atribuye ese conocimiento o esa fe a Pedro, sino que
manifiesta su superior origen al decirle:
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“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque no te lo reveló carne ni sangre, mas
mi Padre que está en los Cielos.”
(Mt 16:17)
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Jesús le dice a Pedro que ese conocimiento que él
manifestaba, Dios se lo había puesto. De aquí se ve
que Cristo hacía diferencia entre la fe o conocimiento que se le ponía al ser humano, y la fe o
conocimiento que el ser humano tenía o adquiría
por sí mismo. Es fácil razonar basados en este
pasaje, que el ser humano tiene libre albedrío.
Algo parecido ocurre con varios otros pasajes.
En el caso de Mr 5:34, vemos que la mujer que
llevaba 12 años enferma de flujo de sangre, vino y
tocó la ropa de Jesucristo sin que este la viera, pero
con fe, porque ella pensaba dentro de sí que si
aunque sea lograra tocar su vestidura sería sana, y
efectivamente, lo fue. A esta mujer Cristo le dice en
el versículo mencionado lo siguiente:
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“Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva.
Ve en paz y queda sana de su azote.”
(Mr 5:34)
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Aquí vemos que el humano puede tener su propia
fe. No es una fe tan grande como la que nos da el
Espíritu Santo, pero es la fe que inicia el proceso de
la conversión, que luego es sellada y hecha inconmovible por el propio Espíritu. Fíjense que Cristo
no le dijo a la mujer “la fe que Dios puso en ti te ha
salvado”, ni tampoco le dijo “fuiste predestinada a
tener la fe que te ha salvado”, sino simplemente le
dijo “tu fe te ha salvado”. Es decir, le reconocía al
ser humano, la posibilidad de tener fe propia, sin
serle troquelada o inyectada.
Otro tanto tenemos con la mujer que ungió los
pies de Jesús, al principio de su predicación.
También a ella le dijo “tu fe te ha salvado, ve en
paz”. Tampoco aquí habla de predestinación, ni de
que alguien le inyectó la fe, sino que le reconoce al
ser humano la facultad de originar fe.
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“Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en
paz.”
(Lc 7:50)
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Con los casos de la hija de Jairo y el leproso
agradecido, vemos también al Señor Jesús reconociendo que el ser humano tiene libre albedrío para
tener su propia fe.
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“Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas,
cree solamente, y será salva.”
(Lc 8:50)
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“Y le dijo: Levántate, vete, tu fe te ha
salvado.”
(Lc 17:19)
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Como vemos, a Jairo lo exhorta a que crea, no le
dice “yo te voy a troquelar fe”, ni le dice, “no
temas, porque tú estás predestinado a tener fe”, sino
que le dice “cree solamente y será salva”. Otro
tanto ocurrió con el leproso agradecido. Los otros
nueve se fueron, éste, motivado por agradecimiento
en su corazón, volvió. Nadie lo predestinó a que
volviera, su propio agradecimiento lo impulsó, y así
lo reconoce el Señor.
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>Si Cristo lo exhorta a arrepentirse y a ser fiel,
es porque sabe que las criaturas, tienen tal
facultad
Es el mismo Jesucristo el que recrimina al ángel
de la iglesia de Éfeso por haber dejado su primer
amor, y lo conmina a arrepentirse; advirtiéndole
luego las consecuencias que va a sufrir si no se
hubiere arrepentido. En esto vemos que Jesús
considera que el tal ángel tenía libre albedrío. Sea
que se le considere un ser angelical o un ser
humano, esa criatura tenía libre albedrío.
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“4 Pero tengo contra ti que has dejado tu
primer amor. 5 Recuerda por tanto de dónde
has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras
obras; pues si no, vendré presto a ti, y
quitaré tu candelero de su lugar, si no te
hubieres arrepentido”
(Ap 2:4-5)
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En el versículo 4, al recriminarlo por haber
dejado su primer amor, nos hace ver que el
Señor reconocía que tenía libre albedrío, porque
si no, no lo hubiera recriminado a él, pues hubiera
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pensado que ese pobre ser había estado predestinado a dejar su primer amor. Tampoco le hubiera
dicho “arrepiéntete”, sino que le hubiera dicho algo
así como “ojalá que Dios te predestine a arrepentirte”, o también, “rogaré a Dios que te haga
arrepentirte”. Desde el momento que el Señor no le
habla así, sino que le dice “arrepiéntete”, y le
advierte sobre las consecuencias de no arrepentirse,
es porque Cristo sabe que el arrepentirse es
potestativo del pecador, el cual por su libre albedrío
puede hacerlo, o no hacerlo.
Más adelante, en el versículo 10 le exhorta a que
sea fiel hasta la muerte, de donde vuelve uno a
darse cuenta de que Jesucristo sabía que el ángel de
la iglesia tenía libre albedrío para ser fiel o para
dejar de ser fiel.
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“No tengas ningún temor de las cosas que
has de padecer. He aquí, el Diablo ha de
enviar algunos de vosotros a la cárcel, para
que seáis probados, y tendréis tribulación de
diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré
la corona de la vida.”
(Ap 2:10)
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Si todo eso estuviera predestinado, si el libre
albedrío fuera un mito, el Señor no iba a exhortar a
un infeliz predestinado a que hiciera algo que él
hubiera sabido que no podía hacer, por no estar
predestinado. Hubiera sido como decirle a un bebé,
“hasta que no me leas lo que dice el periódico no te
voy a dar leche ni comida.”
No es lógico pensar que un ser justo como
Nuestro Señor, amenazara a un bebé con matarlo
de hambre a menos que lea el periódico, sabiendo
que el bebé no puede leer el periódico. Por la misma
razón no es lógico pensar que Nuestro Señor va
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amenazar a un ser que no tiene libre albedrío con las
consecuencias de no arrepentirse o de no ser fiel, si
ese ser no tuviera la facultad de hacer lo que se le
exhorta a hacer.
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“He aquí, yo vengo presto; retén lo que
tienes, para que ninguno tome tu corona”
(Ap 2:26)
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Todo lo razonado arriba es aplicable también al
versículo recién leído, donde el Señor exhorta al
ángel de la iglesia de Tiatira a que retenga lo que ya
tiene. Si lo exhorta a retener, es porque le considera
capaz de obedecer tal exhortación, es decir, porque
tiene libre albedrío para retener o dejar de retener.
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>Guardar lo que le enseñaron, arrepentirse y
velar, son facultades de un ser con libre albedrío
Las exhortaciones que en este y otros pasajes hace
el Señor, nos convencen de que él le hablaba a seres
con libre albedrío, puesto que les pide que guarden
lo aprendido sobre la fe, que se arrepientan de sus
faltas y que velen.
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“Acuérdate pues de lo que has recibido y has
oído, y guárdalo, y arrepiéntete. Y si no
velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás
en qué hora vendré a ti.” (Ap 3:3)
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Si las criaturas no tuvieran libre albedrío, el Señor
hubiera dicho: “voy a hacer que guardes lo que
aprendiste, te voy a obligar a arrepentirte, y haré
que veles para no tener que venir a ti como ladrón”.
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El arrepentimiento es un sentimiento que sólo
puede generarse en un pecador. Dios no impone ni
troquela en nadie el arrepentimiento, los exhorta a
arrepentirse.
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>Si el Señor exhorta a retener lo que tiene y a
arrepentirse, es porque sabe que tiene la facultad
de hacerlo
En este versículo vuelve el Señor a hablar de
forma que nos damos cuenta de que él sabía que las
criaturas tienen libre albedrío. De no haber sido así,
en vez de decirle, “retén lo que tienes”, le hubiera
dicho algo así como “yo voy a hacer que tú retengas
lo que tienes” o “voy a pedir a Dios que te haga
retener lo que tienes”. Un razonamiento semejante
puede hacerse sobre el versículo 19, porque allí lo
exhorta a arrepentirse, cosa que no pudiera hacer la
persona si no tuviera libre albedrío.
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“He aquí, yo vengo presto; retén lo que
tienes, para que ninguno tome tu corona.”
(Ap 3:11)
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“Yo reprendo y castigo a todos los que amo,
sé pues celoso, y arrepiéntete”
(Ap 3:19)
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>Cristo no fuerza la puerta, hay que abrírsela en
uso de nuestro libre albedrío
En este pasaje está bien claramente expuesta la
dinámica de la salvación en Cristo. El Señor llama a
la puerta, el no la a abre y penetra, no la patea, no
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la empuja, no la fuerza, sino que llama, y espera
a que se la abran. Él no ordena que se la abran,
él desea que se la abran, pero se queda esperando.
Puede que se la abran y puede que no. Por eso dice:
“si alguno oyere mi voz y abriere”, con lo cual
implícitamente nos está diciendo que habrá otros
que no abrirán. Eso implica libre albedrío en el
humano, no predestinación.
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“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo, si
alguno oyere mi voz y abriere la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
(Ap 3:20)
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Si la persona a cuya puerta toca el Señor, abre la
puerta a Jesús, él entrará; pero si no abriere, él no
entrará, no impondrá su divina voluntad en el que
se halla adentro. Todo esto demuestra que el de
adentro tiene libertad para abrir y dejar entrar a
Cristo (salvarse), y que también tiene libertad para
no abrir y no dejar entrar a Cristo (perderse). Los
que no abren la puerta, es porque las condiciones
de vida que el Señor pide para vivir con él
eternamente, no le agradan. Él quiere seguir
viviendo en la forma que él desea, no en la forma
que desea el Señor. Si el Señor le ofreciera
“salvación” sin arrepentimiento y sin modificarse,
seguro que la aceptaría, pero como que tiene que
dejar sus pecados, no quiere ese tipo de salvación.
¿No han oído ustedes a alguien alguna vez decir:
Yo no quiero ir al Cielo, yo prefiero el Infierno,
porque allí está la gente que a mí me gusta; en el
Cielo voy a estar muy aburrido? Eso lo he oído
decir yo varias veces, y aunque es una necedad del
que lo dice, porque en realidad no aquilata lo que es
el Cielo ni el Infierno, al menos nos expresa su
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verdadero sentimiento respecto a la salvación.
¿No es suficiente lo que salió de la misma boca
del Señor, para convencernos de que el humano
tiene libre albedrío?
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>El paralítico de Bethesda es exhortado por
Cristo a no volver a pecar, señal esta de que
tenía facultad de dejar de pecar, es decir, libre
albedrío
Se hace evidente que si Cristo le dijo al paralítico
de Bethesda que no pecara más, es porque
consideraba que él tenía la facultad de pecar o de no
pecar, según fuera su voluntad. Si como creen
algunos, el ser humano sólo tuviera libre albedrío
para pecar, pero no lo tuviera para no pecar, Cristo
no le hubiera pedido al pobre hombre que no pecara
más, sabiendo que él no tenía esa facultad. Pensar lo
contrario es imaginar que Cristo le estaba pidiendo
al pobre hombre un esfuerzo que el Señor sabía que
no podía realizar, lo cual constituiría una burla.
Leamos dicho versículo.
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“Después le halló Jesús en el Templo, y le
dijo: He aquí, has sido sanado; no peques
más, porque no te venga alguna cosa peor.”
(Jn 5:14)
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En la estructura mental del Señor se hallaba la
idea de que el humano podía elegir pecar o no
pecar, y sabiendo eso, no sólo le pide que no peque
más, sino que le anuncia las consecuencias que le
vendrían si él elegía volver a pecar. Si el paralítico
no hubiera tenido la facultad de no pecar, era un
sarcasmo que el Señor le advirtiera que si pecaba le
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iba a venir una cosa peor, porque el “pobre”
individuo no podía dejar de pecar a menos que
estuviera predestinado a no pecar.
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>Cristo nos muestra que la facultad de
perseverar depende del humano
En ninguna de las palabras de Jesucristo se
advierte que el pensara que el ser humano estaba
predestinado a ser salvo o perdido. Al contrario,
muchísimas veces sus palabras reflejaban el
conocimiento de su mente en el sentido de que el
humano tenía libre albedrío.
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“Y seréis aborrecidos de todos por mi
nombre, mas el que perseverare hasta el fin,
éste será salvo”.
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En este caso vemos que hablando de la Gran
Tribulación Jesús les dice a los discípulos que “el
que perseverare” hasta el fin será salvo. No les dice
“el que Dios haga perseverar” o “aquel a quien
Dios le dé que persevere”, o “aquel que esté
predestinado a perseverar”, sino que esa facultad de
desear o no hacer algo la pone en el humano. O sea,
nos hace ver que el humano podrá perseverar o no,
a su voluntad. Que habrá quien por su propia
voluntad pedirá ayuda a Dios para perseverar, y
habrá quien no querrá pedirla.
No hay una sola palabra de Cristo de la que se
pueda interpretar que él tenía en su estructura
mental la idea de que el humano estaba
predestinado, pero sí hay muchas en las que nos
hace ver que el humano tiene libre albedrío.
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>Si Cristo dice: “Hágase tu voluntad” es
que aún no se estaba haciendo, por lo tanto
no existe la predestinación
En este pasaje se evidencia que Jesús no creía en
la predestinación. Según los predestinacionistas
todo lo que ocurre en la Tierra estaba ya predestinado para que ocurriera. Sin embargo, en el “Padre
Nuestro” Cristo nos enseñó a pedir a Dios que sea
hecha Su voluntad en la Tierra.
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“Venga tu reino. Sea hecha Tu voluntad,
como en el Cielo, así también en la Tierra.”
(Mt 6:10)
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Es decir que Jesús consideraba que en el Cielo
se hacía el 100 % de la voluntad de Dios, pero en
la Tierra no se estaba haciendo el 100 % de la
voluntad de Dios, y por eso nos exhorta a que
pidamos que sea hecha. Si existiera la
predestinación, por necesidad, la voluntad de Dios
se estaba haciendo en toda la Tierra. Si eso fuera
así, Jesús no nos hubiera enseñado a pedir que se
hiciera la voluntad de Dios, puesto que ya se estaba
haciendo por predestinación. En su lugar nos
hubiera enseñado a agradecerle a Dios que ya se
estaba haciendo Su voluntad en toda la Tierra.
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>Resumen del capítulo 5. Nuestro Señor,
personalmente, dice que el Padre no desea que
alguien se pierda, por consiguiente, si sólo la
voluntad de Dios hiciera falta para que una persona
se salvase, todos se salvarían. Por otra parte, Cristo
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declara que él vino para salvar lo que se había
perdido, no unos pocos de los que se habían
perdido, sino a todos. Si todos los humanos
estamos perdidos y Cristo vino a salvarlos a todos,
es lógico pensar que si no hubiera que contar con la
voluntad del humano, Cristo los salvaría a todos.
Vimos que aún habiendo salvado a 99 era capaz de
ir a buscar el que faltaba.
El libre albedrío se ve claramente cuando el Señor
dice “no quisisteis venir a mí” y cuando dice “quise
juntar tus hijos”, o sea, que por las palabras de
Jesús nos enteramos que él sí quiso salvarlos, pero
ellos no quisieron. También se ve que Jesús
consideraba que el humano tenía libre albedrío
cuando le dice a los fariseos “por qué de vosotros
mismos no juzgáis lo que es justo” y cuando dijo a
muchos “tu fe te ha salvado”.
Otra razón para darnos cuenta de que Jesucristo
hablaba sabiendo que el humano tenía libre
albedrío, es cuando él exhorta a las criaturas a
arrepentirse y a ser fiel, si los exhorta es porque
sabe que las criaturas, tienen tal facultad.
Igualmente cuando dice “si alguno oyere mi voz y
abriere la puerta, entraré a él”, es decir, que Cristo
presupone que es el humano el que tiene que dejarlo
entrar, no obligarlo por predestinación a abrir la
puerta. Otro motivo para darnos cuenta de que hay
libre albedrío, es cuando Jesús exhorta al paralítico
de Bethesda a no volver a pecar, y cuando advierte
en el Sermón Profético que el que perseverare hasta
el fin, éste será salvo.
Al enseñarnos en el Padre Nuestro a pedir que se
haga la voluntad de Dios en la Tierra igual que se
hace en el Cielo, nos hace ver que en la Tierra no se
está haciendo toda la voluntad de Dios. Eso
significa que no hay predestinación, pues si la
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hubiera, por necesidad ya se estaba haciendo la
divina voluntad.
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Capítulo 6
El Espíritu Santo habla mostrando que
hay libre albedrío
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>El Espíritu Santo, personalmente, dice que
algunos apostatarán de la fe
Los que siguen la doctrina de la “predestinación
absoluta” y la de “una vez salvo siempre salvo”,
aseguran que la persona que se convierte a Cristo, y
que por lo tanto está en la fe, no puede después
abandonar la fe para perderse, puesto que está
predestinado a ser salvo. Sin embargo, el Espíritu
Santo dice otra cosa muy diferente.
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“Empero el Espíritu dice manifiestamente,
que en los venideros tiempos algunos
apostatarán de la fe escuchando a espíritus
de error y a doctrinas de demonios”
(I Tim 4:1)
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Como vemos en el versículo recién leído, el
Espíritu Santo, personalmente, nos dice que
algunos apostatarán de la fe. Para apostatar de
la fe hay que haber estado en la fe. Nadie puede
abandonar una casa en la que nunca ha estado.
Nadie puede caerse de una escalera en la que nunca
se ha encaramado. Tampoco nadie puede abandonar
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una fe en la que jamás ha estado. Pues bien, al decir
el Espíritu Santo que algunos apostatarán de la fe
nos hace ver clara y definitivamente que el
cristiano, el ser humano que está en la fe, el ser
humano que está salvo, puede dejar la fe y, por lo
tanto, dejar de estar salvo. Eso demuestra que tiene
libre albedrío, pues no va a ser Dios el que lo
predestina a apostatar de la fe. Esto manifiesta
paladinamente que esa hipótesis de “el salvo
siempre salvo”, es una herejía más en la que ha
caído la cristiandad. Si el Espíritu Santo
personalmente dice que algunos apostatarán de
la fe, ¿quiénes son los teólogos predestinacionistas para negarlo?
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>Resumen del capítulo 6. El hecho de que el
Espíritu Santo en persona anuncie que algunos
apostatarán de la fe, nos hace ver que los que una
vez fueron cristianos, iban a dejar de serlo, puesto
que apostatar de la fe significa dejar la fe en la que
antes se hallaban. Eso indica que hay libre albedrío,
porque no va a ser Dios el que los predestina a
apartarse de la fe. No se debe hacer malabarismos
con las palabras ni cambiarles el significado para
que concuerden con la herejía que hemos decidido
adoptar como doctrina, aún antes de leer la Biblia
completa.
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Capítulo 7
Personajes bíblicos que creían en el libre
albedrío
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>Refresquemos cuál es la tesis que estamos
analizando
Recordemos que le estamos llamando “predestinación absoluta” a aquella herética doctrina que
dice que desde la fecha de la muerte hasta la caída
de una hoja, todo lo tiene Dios predestinado a plazo
fijo, y nada puede ocurrir sin que Dios lo provoque.
“Predestinación de circunstancias”, que es de la
que se habla en la Biblia, es aquella que dice que lo
que Dios predestina a veces, es el lugar, época y
circunstancias en que ha de vivir un alma, a fin de
que cumpla una cierta función que los planes de
Dios requieren.
Por la actuación de una persona se sabe lo que en
verdad cree y piensa. Si nos fijamos en lo que dicen
los grandes de la fe, sabremos si ellos creían en la
predestinación absoluta y en el salvo siempre salvo,
o al contrario, en la predestinación de circunstancias
y en el libre albedrío. Veamos qué dice el Apóstol
de los Gentiles.
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>Si Pablo opina que un creyente puede
apartarse, no existe predestinación, ni salvo
siempre salvo
Se ve en este versículo que en la estructura mental
de San Pablo existía el conocimiento de que el ser
humano tiene libre albedrío. Esto se echa de ver
cuando exhorta a los hermano a no apartarse de
Dios. Al decir “haberse apartado”, nos está
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haciendo ver que es el mismo sujeto el que se aparta
a sí mismo. Si se tratara de que algo ajeno al sujeto
lo apartaba de Dios, Pablo, en vez de usar el verbo
en forma reflexiva “haberse apartado” diría
“haber sido apartado”.
Además, si no hubiera posibilidad de que el
cristiano pudiera apartarse de Dios, no iba Pablo a
traer este asunto a colación, puesto que sería inútil y
sería alarmar y meterle miedo por gusto al cristiano.
Sería algo así como aconsejarle a los cristianos que
no brincaran muy alto no fuera a ser que se dieran
un cabezazo en la luna. Para qué dar ese consejo si
tal cosa jamás puede ocurrir.
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“Temamos pues que, quedando aún la
promesa de entrar en su reposo, parezca
alguno de vosotros haberse apartado.”
(Heb 4:1)
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Igualmente, si nadie pudiera apartarse, no iba
Pablo a darles este consejo a los hermanos.
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>Si el Apóstol Pablo cree en la caída de la gracia,
entonces no hay predestinación, sino libre
albedrío
Bien claramente Pablo establece aquí una doctrina
que contradice y destroza totalmente las absurdas y
heréticas hipótesis de la predestinación, la del salvo
siempre salvo, la de que no se puede caer de la
gracia y la de que no se tiene libre albedrío.
Al decir Pablo “...mirando bien que ninguno se
aparte de la gracia...”, está mostrando que en su
estructura mental existía el conocimiento de que
eso de apartarse de la gracia era una posibilidad
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que encaraba el cristiano, y que tal cosa era
potestativa del humano. Si no fuera así, Pablo no
hubiera dicho “...mirando bien que ninguno se
aparte...”, porque no es lógico advertir a un
cristiano, ni a nadie, sobre un inexistente peligro.
Nadie en su sano juicio va a advertir a su prójimo
que no camine por esa calle, porque en la esquina
vive un dinosaurio que se lo puede comer. Ese tipo
de advertencias no las hace una persona que esté en
su sano juicio y que a la vez sea honesta.
Acusar a Pablo de estar advirtiendo sobre el
peligro de caer de la gracia, a pesar de que él
supiera que no se podía caer de la gracia, sería
como acusarlo de advertir a su amigo que un
dinosaurio se lo va a comer en la esquina de esa
calle.
Son muchas las veces que Pablo en sus epístolas
advierte sobre la posibilidad de apartarse de la fe.
Si tal cosa no fuera posible, él no perdería tanto
tiempo y tanta tinta en advertir sobre algo que no
puede representar un peligro para el cristiano, y
sobre todo, algo que siendo mentira, confundiría y
alarmaría inútilmente al cristiano.
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“Mirando bien que ninguno se aparte de la
gracia de Dios, que ninguna raíz de
amargura brotando os impida, y por ella
muchos sean contaminados.”
(Heb 12:15)
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Si el Apóstol San Pablo advierte sobre el peligro
de apartarse de la gracia de Dios, eso nos indica
varias cosas: a) se puede caer de la gracia; b) si se
puede caer de la gracia entonces eso del “salvo
siempre salvo es falso”; c) si eso del salvo siempre
salvo es falso, entonces también es falsa la hipótesis
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de la predestinación del humano a ser salvo o
perdido; y por último, d) si Pablo, refiriéndose a
evitar apartarse de la gracia, les aconseja a los
cristianos que “miren bien”, nos hacer ver que él
sabía que el humano tenía libre albedrío, porque
podía “mirar bien” para no apartarse.
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>Si los creyentes pueden volver atrás y ponerse
contra Cristo, no hay predestinación absoluta,
sino libre albedrío
Yo creo que una persona que cree en Cristo
pudiera volverse atrás, no solamente porque la
Biblia lo dice en muchos pasajes, sino porque la
lógica lo indica. La salvación no es un anzuelo que
una vez que penetra no se puede sacar de ahí.
Tampoco la salvación nos convierte en robots,
quitándonos nuestro libre albedrío y forzándonos a
seguir siendo cristianos aunque ya no lo deseemos.
A pesar de que está tan claro en la Biblia este
asunto, hay quienes niegan el libre albedrío y creen
en la predestinación absoluta. El versículo once
confirma mi idea, al decir que algunas viudas, se
hicieron “licenciosas contra Cristo”. También el
quince nos dice que algunas se volvieron atrás.
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“11 Pero viudas más jóvenes no admitas,
porque después de hacerse licenciosas contra
Cristo, quieren casarse. 12 Condenadas ya,
por haber falseado la primera fe. 13 Y aun
también se acostumbran a ser ociosas, a
andar de casa en casa; y no solamente
ociosas, sino también parleras y curiosas,
hablando lo que no conviene. 14 Quiero pues,
que las que son jóvenes se casen, críen hijos,
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gobiernen la casa; que ninguna ocasión den
al adversario para maldecir. 15 Porque ya
algunas han vuelto atrás en pos de Satanás”
(I Tim 5:11-13)
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Esa frase “licenciosas contra Cristo” nos hace ver
que antes eran cristianas, porque si siempre
hubieran sido inconversas, no tendría sentido decir
que ahora se habían vuelto licenciosas contra
Cristo. Si no hubieran sido cristianas lo más que se
podía decir de ellas es que “se habían vuelto
licenciosas”, pero no añadir “contra Cristo”.
Mayor fuerza tiene aún lo dicho en el versículo 15
“...han vuelto atrás en pos de Satanás”. Si estas
mujeres no hubieran sido antes convertidas, no
hubiera dicho Pablo que habían “vuelto atrás” ya
que en ese caso, jamás se habían apartado de
Satanás. La que volvió atrás es porque antes estaba
atrás, luego pasó adelante, y ahora volvió atrás.
El versículo 12 habla también en forma que nos
hace pensar en mujeres que previamente eran
cristianas, que pertenecían a la fe, puesto que dice:
“condenadas ya, por haber falseado la primera fe”.
Quien tuvo una primera fe y la falseó, evidencia
dos cosas: a) que creían en Cristo, y b) que lo
abandonaron y se hacen acreedores de una condena.
No es difícil deducir de aquí que uno que es
cristiano puede dejar de serlo. Otro tanto puede
decirse de I Tim 6:10 y 21 donde Pablo dice que
algunos se descaminaron de la fe; señal cierta de
que antes de eso caminaban en la fe.
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>Si alguien abandonó un camino, es porque
antes estaba en ese camino
Nadie puede abandonar un camino en el cual
nunca ha estado. Eso es algo elemental en el
raciocinio. Si Pablo dice que por amor al dinero
alguien se descaminó de la fe, es porque él sabía
que esa persona había estado en la fe.
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“Porque el amor del dinero es la raíz de
todos los males, el cual codiciando algunos,
se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (I Tim 6:10)
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Es evidente al más ignorante de los seres
humanos, que el que se va de un camino es porque
estaba en ese camino y lo abandonó. Eso solamente
se puede negar por no querer admitir la verdad. Si
Pablo considera que algunos estaban en la fe y
luego se descaminaron de la fe, es porque un
salvado puede dejar de serlo, es decir, porque esa
doctrina herética del salvo siempre salvo, es
absolutamente falsa, y por ende, lo es también la de
la predestinación absoluta.
No crean los que se aferran fieramente a esa
herejía, que porque ellos la “crean con fuerza”,
van a obligar a Dios a que los salve, a pesar de no
quererse arrepentir de sus pecados. Si ellos fueron
salvados, y luego se lanzaron al pecado, y no se
arrepienten, van a ir a parar al Infierno, aunque ellos
finjan “creer con mucha fuerza” semejante herejía.
Y digo que fingen creer dicha herejía, porque hasta
ahora no me he encontrado uno solo que esté
dispuesto a conversar sobre ese tema. Todos rehuyen la discusión para no tener que admitir
conscientemente, que esa es una doctrina falsa, y así
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poder seguir “disfrutando” sus pecados sin que la
conciencia les moleste demasiado.
Lo mismo se puede deducir de I Tim 6:20-21 en
donde Pablo vuelve a decir que algunos se
descaminaron de la fe por seguir la falsamente
llamada ciencia. Si ahora se descaminaron, es
porque antes estaban en el camino correcto.
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“Oh Timoteo, guarda lo que se te ha
encomendado, evitando las profanas pláticas
de vanas cosas, y los argumentos de la
falsamente llamada ciencia, la cual
profesando algunos, fueron descaminados
acerca de la fe. La gracia sea contigo.
Amen”
(I Tim 6:20-21)
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No hace falta mucho trajín mental para darnos
cuenta de que si los que estaban en el buen camino,
se descaminaron, los que se hayan convertido a
Cristo pueden apartarse de la fe. Por consiguiente,
no hay predestinación absoluta ni salvo siempre
salvo.
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>También Himeneo y Fileto estaban en la verdad
y se descaminaron de ella
Si una persona jamás ha estado en New York no
se le puede decir que él se fue de New York. Si una
persona no ha estado jamás en la Quinta Avenida,
no se le puede decir que él se fue de la Quinta
Avenida.
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“Y la palabra de ellos carcomerá como
gangrena, de los cuales son Himeneo y
Fileto; que se han descaminado de la
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verdad, diciendo que la resurrección es ya
hecha, y trastornan la fe de algunos.”
(II Tim 2:17-18)
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Pablo dice que Himeneo y Fileto se
descaminaron de la verdad. Si estos dos
individuos no hubieran estado en la verdad, no
hubieran podido descaminarse de la verdad, y Pablo
no hubiera podido decir que ellos se descaminaron
de la verdad. Nadie puede salirse de un camino en
el cual jamás ha estado. De aquí se deduce, sin
mucho esfuerzo mental, que una persona que sea
salva pudiera dejar de serlo. Por lo tanto, esa
herética hipótesis de que “una vez salvo siempre
salvo” es falsa, porque Himeneo y Fileto estuvieron
salvos y luego se descaminaron de la verdad.
Igualmente es falsa la herejía de la predestinación
absoluta, porque según esa herética doctrina, si ellos
eran salvos, lo eran porque Dios los predestinó, y si
luego no eran salvos, no lo eran porque Dios los
predestinó a no serlo. Si Dios los predestinó
primero a ser salvos, no los iba a predestinar luego a
ser perdidos.
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>Si Dios ama al dador alegre, se evidencia que el
dador tiene libre albedrío
En este versículo, como en muchos otros, se
evidencia que los escritores de la Biblia tenían en
su mente el conocimiento de que el humano tenía
libre albedrío. Aquí vemos que Pablo exhorta a los
hermanos de Corinto a dar con alegría, y no con
tristeza, señal de que dependía de ellos lo uno o lo
otro. Eso se llama, simplemente, libre albedrío. Si
no dependiera de ellos, sino de lo que estaba
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predestinado, no iba Pablo a exhortarlos a hacer
algo que no era del arbitrio de ellos hacer. Tampoco
iba a complacer a Dios el que ellos fueran dadores
alegres, puesto que si esta herética doctrina fuera
cierta, ellos no eran dadores alegres, sino que
habían sido programados para serlo, habían sido
predestinados a serlo.
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“Cada uno dé como propuso en su corazón,
no con tristeza, o por necesidad; porque Dios
ama el dador alegre.”
(II Co 9:7)
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Pablo reconoce aquí que los corintios podían dar
para la colecta como desearan en su corazón. Es
decir, no tenían nada programado, no había una
predestinación a dar tanto o más cuanto; eso
dependía de la voluntad o libre albedrío del
creyente. Un hermano podía dar con tristeza, si lo
presionaban a dar más de lo que él se había
propuesto; o podía dar con alegría si daba lo que se
había propuesto, señal de que podía desear lo que
quisiera. Si podía desear lo que quisiera es porque
tenían libre albedrío. El mismo hecho de que Pablo
les diga “como propuso en su corazón” nos indica
que el humano podía proponerse algo, y si podía
proponerse algo, era porque tenía libre albedrío.
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>Si piden y no reciben, es porque Dios no les
puso en el corazón semejante oración
Hasta aquí he puesto seis ejemplos en los que San
Pablo demuestra que en su estructura mental existía
sólidamente establecida, la creencia de que el ser
humano no es un robot predestinado a ser bueno o a
ser malo, sino que tiene libre albedrío. Pero no es
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sólo Pablo el que así piensa. Además de los casos
ya presentados en capítulos anteriores, donde vimos
que Dios, Cristo y el Espíritu Santo hablan de libre
albedrío y no de predestinación, y además de los
seis casos de San Pablo, vemos que otros escritores
bíblicos también tenían en su estructura mental la
idea clara de que el humano tiene libre albedrío.
Veamos qué nos dice Santiago.
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“Pedís y no recibís, porque pedís mal, para
gastar en vuestros deleites.”
(Stg 4:3)
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Aquí vemos que Santiago le echa la culpa al ser
humano de pedir mal, lo cual no haría si él creyera
que éramos seres predestinados, que no teníamos
libertad para pedir bien o pedir mal. Decir que todo
está predestinado, es echarle la culpa a Dios de lo
malo que hacen las criaturas, tanto las angelicales
como los seres humanos, en este caso, el pedir mal.
Como vemos, la predestinación absoluta no es
creída por ningún escritor bíblico.
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>Pedro, al compararlos con el perro y la puerca,
nos hace ver que él creía en el libre albedrío
Pedro habla bien claramente de que si aquellos
que se apartaron de las contaminaciones del mundo
por el conocimiento del Señor y Salvador
Jesucristo, se vuelven a envolver en ellas, y son
vencidos, sus postrimerías son peores que el
principio. Se ve, por lo tanto, que en la estructura
mental de Pedro existía el conocimiento de que el
que creyó en Jesucristo, si se corrompe, puede
ser vencido y perderse.
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“19 Prometiéndoles libertad, siendo ellos
mismos siervos de corrupción. Porque el que
es de alguno vencido, es sujeto a la
servidumbre del que lo venció. 20 Ciertamente,
si habiéndose ellos apartado de las
contaminaciones del mundo, por el
conocimiento del Señor y Salvador
Jesucristo, y otra vez envolviéndose en ellas,
son vencidos, sus postrimerías les son hechas
peores que los principios. 21 Porque mejor les
hubiera sido no haber conocido el camino de
la justicia, que después de haberlo conocido,
tornarse atrás del santo mandamiento que les
fue dado. 22 Pero les ha acontecido lo del
verdadero proverbio: El perro se volvió a su
vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el
cieno.”
(II P 2:19-22)
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Para todo el que no quiera taparse los ojos del
entendimiento, este es un pasaje que reafirma la
idea de que un cristiano puede dejar de ser salvo. Si
leemos atentamente el versículo 20 veremos que
Pedro se está refiriendo a los cristianos, no a los
incrédulos, porque dice “...si habiéndose ellos
apartado de las contaminaciones del mundo por el
conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo...”.
O sea, que se habían apartado de las contaminaciones del mundo por el conocimiento de Cristo.
No están hablando de una persona “decente”, pero
inconversa, sino de alguien que se había apartado de
las contaminaciones mundanas gracias al conocimiento de Nuestro Señor. Es lógico que si habían
llegado al conocimiento de Cristo, y merced a eso
se habían apartado de la contaminación, es
porque eran cristianos.
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Además, es aceptado por todos los cristianos que
nadie puede apartarse del pecado, sino por medio de
Jesucristo. Si la gente que menciona el versículo 20
se habían apartado de las contaminaciones, es
porque tenían a Cristo en su corazón; de otra forma,
no se hubieran podido apartar.
Decir que esos que se apartaron nunca fueron
cristianos, equivale a decir que pudieron apartarse
del pecado por sus propios medios y méritos. Por
otro lado, aceptar que eran cristianos es aceptar que
el cristiano puede caer.
En el versículo 21 vemos otra vez que se refiere a
cristianos cuando dice “...mejor les hubiera sido no
haber conocido el camino de la justicia...”. Por lo
tanto, si conocieron ese camino, no cabe duda de
que eran cristianos. Esos cristianos que conocieron
al Señor y su camino, son los que Pedro declara que
se apartaron de la fe, cuando en el versículo 20 dice
“...y otra vez envolviéndose en ellas son vencidos...”. También al decir “...sus postrimerías les son
hechas peores que los principios...”, nos hace ver
que el estado final del hombre en cuestión era
peor que cuando al principio no creía en Jesús.
Eso solamente puede concebirse si se trata de uno
que no creía, luego creyó, y por último se apartó. Si
nunca hubiera creído, no tenía un porqué ser el fin
de ese hombre, peor que el principio, sino que
ambos, fin y principio serían iguales.
También el análisis del versículo 22 nos grita en
el oído, si no queremos tapárnoslo, que al comparar
a los individuos mencionados con el perro que
vuelve a su vómito, es porque en algún momento
anterior estos se apartaron de su suciedad (vómito),
y luego volvieron a ella; señal de que el que se
convierte puede volver a su antiguo estado de
enemistad con Dios.
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Elocuente también es el ejemplo de la puerca. Si
fue lavada es porque representa al humano que fue
lavado por Cristo, que es el único que puede lavar
pecados; y si se volvió a revolcar en el cieno, es
porque volvió a su antiguo estado de perdición.
Esto, unido a los muchos pasajes de Pablo que nos
hablan de este asunto, nos aclara que un cristiano
puede perderse si él desea apartarse, porque no
existe tal cosa como predestinación.
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>Moisés creía en el libre albedrío, porque le da a
escoger al pueblo
En este versículo se demuestra que Moisés creía
que los humanos tenían libre albedrío, puesto que
después de decirle al pueblo que había puesto
delante de ellos, por un lado la vida y la bendición,
y por el otro lado la muerte y la maldición, los
invita a que escojan una cosa u otra. Si los invita a
que escojan, es porque él, que había estado en
comunión con Dios, estaba seguro de que el
humano tenía la facultad de escoger el bien o el
mal, o sea, que tenía libre albedrío, que no estaba
predestinado a una u otra cosa. No es lógico pensar
que le dijera al pueblo que escogiera, si él hubiera
pensado que existía la predestinación, que no había
libre albedrío, y que por lo tanto, no había nada que
escoger, pues ya estaba pre-escogido.
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“A los Cielos y a la Tierra llamo por testigos
hoy contra vosotros, que os he puesto delante
la vida y la muerte, la bendición y la
maldición; escoge pues la vida, para vivas tú
y tu simiente.”
(Dt 30:19)
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Al final de todo esto hay que llegar a la
conclusión de que la predestinación absoluta no
existe.
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>Josué también creía en el libre albedrío
He aquí otro personaje bíblico que no creía en la
predestinación absoluta sino en el libre albedrío.
Los que fabricaron la herética doctrina de la
predestinación lo hicieron aferrándose a tres o
cuatro pasajes aislados que mal interpretaron, sin
tener en cuenta los muchísimos otros pasajes en que
se evidencia que tal cosa no existe. De estos pasajes
mal-interpretados hablo en el capítulo 14, página
176.
Para saber cuál es la buena doctrina cuando a
uno se le presentan dos más de ellas que se
contradicen entre sí, es bueno analizar cómo
pensaban los apóstoles, los profetas y demás
personajes dignos, en las Escrituras. En este caso
podemos darnos cuenta de que Josué consideraba
que la gente tenía libre albedrío y que podía escoger
lo malo o lo bueno según lo desearan. Si él piensa
que el humano tiene libre albedrío, hay que dar por
sentado que la predestinación absoluta no existe.
Leamos el pasaje y analicemos.
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“Y si mal os parece servir a Jehová,
escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a
quienes sirvieron vuestros padres, cuando
estuvieron de esotra parte del río, o a los
dioses de los amorreos en cuya tierra
habitáis; que yo y mi casa serviremos a
Jehová .”
(Jos 24:15)
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Como vemos, en la estructura mental de Josué
se hallaba la idea del libre albedrío, no de la
predestinación absoluta, pues si él hubiera creído
en ella no hubiera dicho “escogeos”, porque
hubiera sabido él, que ellos no podrían escoger,
porque eso ya estaba predestinado.
En este capítulo he puesto 10 ejemplos de lo
que pensaban los escritores bíblicos. Pudiera
poner muchos más ejemplos, pero para no cansar
la mente del lector con sólo este tema, voy a poner
otros 26 ejemplos en el Anexo “C”, en la página
260. El que así lo desee puede ir a leerlos allí.
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>Resumen del capítulo 7. Por las palabras y las
acciones de los personajes bíblicos nos damos
cuenta de cual era su estructura mental, de cuales
doctrinas ellos creían y cuales no. Al observar a
personajes del Antiguo y Nuevo Testamentos
vemos que sin excepción, todos creían en el libre
albedrío del humano y no en la predestinación de
unos a ser condenados y otros a ser salvos.
Hombres como Pablo, Santiago, Pedro, Moisés,
David, Josué, Ezequías, Salomón y varios escritores
bíblicos, hablaban de forma que se ve que creían en
el libre albedrío. Muchos más ejemplos hay aún en
el Anexo “C” página 260.
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Capítulo 8
Las criaturas angelicales tienen libre
albedrío
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>Satanás fue el que inventó la mentira
Al principio de existir las criaturas angelicales, la
mentira no existía, todos decían la verdad. Requiere
un esfuerzo mental el decir que existe algo que en
realidad no existe. Lo natural, lo cuesta abajo, es
decir las cosas como en realidad uno las percibe. La
mentira no existió hasta que fue inventada por
Satanás. De ahí en adelante, la mayoría de las
criaturas imitan el comportamiento satánico, cuando
dicen mentiras, es decir, diciendo que existe algo
que en realidad no existe.
La doctrina de la predestinación absoluta niega el
libre albedrío, considera que las criaturas solamente
pueden hacer aquello para lo que fueron predestinadas, y que nada pueden hacer por deseo propio.
Por otro lado vemos que Cristo dijo:
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“Vosotros de vuestro padre el Diablo sois, y
los deseos de vuestro padre queréis cumplir.
Él, homicida ha sido desde el principio, y no
permaneció en la verdad, porque no hay
verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo
habla; porque es mentiroso, y padre de
mentira.”
(Jn 8:44)
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Aquí vemos, que Satanás tiene libre albedrío,
porque como dijo Jesús, cuando él habla mentira,
de suyo la habla, es decir que nadie se la pone en
su mente, nadie se la troquela en su mente. Si él
habla la mentira de suyo, es porque él la produce, él
la inventa, él la fabrica.
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Cuando Dios lo creó, no lo creó mentiroso, se le
creó en la verdad; pero él no permaneció en la
verdad. Quien no permanece en una habitación es
porque antes estuvo en ella y luego se fue. No se
puede decir de alguien que nunca ha estado en una
habitación, que él no permaneció en ella. Igualmente al decir Jesús que Satanás no permaneció en
la verdad, nos hace ver claramente que en alguna
época estuvo en la verdad y luego la abandonó.
Si a Satanás se le llama “padre de mentira”, es
porque él engendró la mentira, y si él engendró la
mentira es porque tiene libre albedrío, dado que
Dios no lo iba a crear mentiroso, ni lo iba a crear
predestinado a mentir. De todo esto se deduce que
Satanás tiene libre albedrío y que no fue predestinado a ser lo que es.
Si Satanás, que es un ser tipo ángel, tiene libre
albedrío es lógico pensar que también los demás
ángeles lo tienen. Si los ángeles lo tienen, es lógico
pensar también que los humanos tienen libre
albedrío.
Los que no creen en el libre albedrío de las
criaturas, sino en la predestinación, pasan horrendas
amarguras para explicar su creencia, y optan por no
hablar de ellas, pues al hablar bordean la blasfemia
o caen en ella.
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>Si fue perfecto desde su creación hasta que se le
halló maldad, hay libre albedrío
La opinión general es que aquí se está hablando
de Satanás. Pero para el caso que nos ocupa no nos
importa si se está hablando de Satanás o si se está
hablando del humano rey de Tiro, o si se está
hablando de otro querubín que no es Satanás, o de
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cualquier otra criatura. Lo que importa es que se
está hablando de una criatura, de un ser creado por
Dios.
Este “querubín cubridor” era perfecto desde el
día que fue creado; es decir, que fue creado
perfecto, pero en el desarrollo del tiempo se halló
maldad en él. Si Dios lo creó perfecto y luego se
halló maldad en él es porque ese querubín se
degeneró y se hizo malvado. Y si él se hizo
malvado, habiendo sido creado perfecto, es
porque tiene libre albedrío.
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“14 Tú, querubín grande, cubridor; y yo te
puse. En el santo monte de Dios estuviste, en
medio de piedras de fuego has andado. 15
Perfecto eras en todos tus caminos desde el
día que fuiste criado, hasta que se halló en ti
maldad.”
(Ezq 28:14-15)
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Si a pesar de saber estos datos sacados de la
Biblia, estos hechos probados, alguien niega que
Satanás, o quienquiera que sea el “querubín
cubridor”, tiene libre albedrío, entonces tendrá que
decir que fue Dios el que lo hizo perfecto y luego lo
convirtió en malvado, lo cual es inadmisible y
además es una blasfemia. Si Dios lo hizo perfecto y
continuó siendo perfecto en todos sus caminos,
hasta que se halló en él maldad, entonces existe el
libre albedrío, pues no iba a ser Dios el que lo
volviera malo por medio de la predestinación.
Por consiguiente, está claramente establecido que
los seres tipo ángel tienen libre albedrío, es decir,
pueden producir buenos y malos sentimientos, y por
lo tanto, la predestinación absoluta no existe.
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>Resumen del capítulo 8. Si Satanás fue el que
inventó la mentira, y la usó por primera vez en el
universo, se evidencia que él tiene libre albedrío,
pues es inconcebible que Dios lo haya creado
mentiroso. Dios lo creó con libre voluntad, con libre
albedrío, lo cual Satanás usó para hacer lo malo.
Lo mismo puede razonarse cuando dice que fue
creado perfecto hasta que se halló en él maldad. De
ambas aseveraciones divinas se saca en consecuencia que los seres de tipo ángel, tienen libre albedrío,
si ellos lo tienen, es lógico que también lo tengamos
los seres humanos. Si hay libre albedrío, entonces
no puede haber predestinación absoluta.
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Capítulo 9
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El día de la muerte no está predestinado
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>Salomón pensaba que no había una fecha
inmutable para la muerte
Ya vimos antes, en la página 46, que el quinto
mandamiento (Ex 20:12) nos indica que el día de la
muerte no es una fecha invariable, puesto que se le
alargan los días de su vida a los que honran a sus
padres. Pero no es ese el único pasaje que nos
indica tal cosa. Si nos fijamos en lo que hablan los
personajes bíblicos nos daremos cuenta de que en
sus estructuras mentales, ellos tenían la certidumbre
de que el día de la muerte no era algo predestinado.
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Uno de esos personajes bíblicos es Salomón.
Veamos.
Según la doctrina de la predestinación, la fecha de
la muerte es fija e inmutable. Sin embargo, por lo
que vemos en el siguiente versículo, nos damos
cuenta de que Salomón no creía tal cosa.
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“El temor de Jehová aumentará los días;
mas los años de los impíos serán acortados.”
(Prv 10:27)
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Vemos aquí, que según Salomón, el temor de
Dios aumentaría los días de vida, y el pecado los
acortaría. De esto se deduce que él no creía que
hubiese una fecha fija e inmutable para la muerte.
Lo mismo se ve en los siguientes pasajes, donde
comprobamos que son varias las veces en que este
sabio nos hace ver que él no cree en la
inmutabilidad de la fecha de la muerte, que él no
cree en la predestinación.
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“1 Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu
corazón guarde mis mandamientos, 2 porque
largura de días, y años de vida y paz te
aumentarán.”
(Prv 3:1-2)
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“13 Bienaventurado el hombre que halla la
sabiduría, y que obtiene la inteligencia, 14
porque su mercadería es mejor que la
mercadería de la plata, y sus frutos más que
el oro fino. 15 Más preciosa es que las piedras
preciosas; y todo lo que puedes desear, no se
puede comparar a ella. 16 Largura de días
está en su mano derecha; en su izquierda
riquezas y honra.”
(Prv 3:13-16)
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“10 El temor de Jehová es el principio de la
sabiduría; y la ciencia de los santos es
inteligencia. 11 Porque por mí se aumentarán
tus días, y años de vida se te añadirán.”
(Prv 9:10-11)
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“El príncipe falto de entendimiento multiplicará los agravios; mas el que aborrece, la
avaricia prolongará sus días.”
(Prv 28:16)
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Como vemos, Salomón no creía en la herética
doctrina de la predestinación, pero los “sabios”
teólogos de la actualidad y muchos de los del
pasado no tan lejano, aseguran saber más que
Salomón, y tener mejores “revelaciones”, por lo
cual “aseguran” que la fecha de la muerte está
predestinada. Ellos “aseguran”, pero no se atreven
a discutir el tema en público. La “convicción” de
los tales no llega a tanto.
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>La muerte del rey Ezequías no estaba
predestinada
Hay quienes piensan que todo está predestinado
con exactitud de año, mes, día, hora, minuto y
segundo, sobre todo el día de la muerte y el del
nacimiento. En este pasaje vemos que el día de la
muerte de Ezequías no estaba predestinado,
porque después de la oración de este rey se le
pospuso la muerte otros quince años. Si hubiera
estado predestinada su muerte para la época en que
Isaías anunció su muerte, no se hubiera cambiado
para quince años después; y si hubiera sido
predestinada su muerte para quince años después,
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no se le hubiera anunciado la muerte a Ezequías
para cuando lo anunció Isaías, porque eso hubiera
sido decir una mentira.
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“1 En aquellos días cayó Ezequías enfermo
para morir. Y vino a él Isaías profeta, hijo de
Amos, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu
casa, porque tú morirás, y no vivirás.
2 Entonces volvió Ezequías su rostro a la
pared, e hizo oración a Jehová. 3 Y dijo: Oh
Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que
he andado delante de ti en verdad y con
íntegro corazón, y que he hecho lo que ha
sido agradable delante de tus ojos. Y lloró
Ezequías con gran lloro.
4 Entonces fue palabra de Jehová a Isaías,
diciendo: 5 Ve, y di a Ezequías: Jehová Dios
de David tu padre dice así: Tu oración he
oído, y visto tus lágrimas: he aquí que yo
añado a tus días quince años.”
(Isa 38:1-5)
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Pudiera algún fanático alegar que la muerte estaba
predestinada para cuando Isaías la anunció primeramente, pero que luego Dios cambió esa predestinación y la predestinó para 15 años más tarde. En
ese caso, el fanático esta recurriendo a un eufemismo (cosa muy común) llamándole predestinación a lo que no es predestinación, puesto que la
predestinación es inmutable. Y si la predestinación
de esta doctrina no es inmutable, entonces
tampoco lo sería la predestinación de los que
van ser salvos.
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>El humano puede morir antes de su tiempo
Aunque en algunos casos la muerte pudiera estar
predestinada, se ve en este pasaje que no siempre es
así. Salomón dijo que hay impíos que por su maldad
alargan sus días. También dijo que por hacer mal se
podía morir antes de tiempo.
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“15 Todo esto he visto en los días de mi
vanidad. Justo hay que perece por su justicia,
y hay impío que por su maldad alarga sus
días. 16 No seas demasiado justo, ni seas sabio
con exceso; ¿por qué te destruirás? 17 No
hagas mal mucho, ni seas insensato: ¿por
qué morirás antes de tu tiempo?”
(Ecl 7: 15-17)
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Al decir esto, Salomón me está haciendo ver
que él no creía en la predestinación, puesto que si
hubiera creído en ella no usaría la frase “alargar sus
días” ni “morir antes de tu tiempo”, o sea, antes del
curso normal y natural del envejecimiento. Al usar
esas frases le hace ver a cualquiera que ponga en el
caso un gramo de razonamiento, que él creía que
una persona podría morir antes o después, según
fuere su comportamiento. Uno que verdaderamente crea en la predestinación, uno que crea que el
momento de la muerte está predestinado en día,
hora, minuto y segundo, y que nada lo puede evitar
ni variar, no hubiera hablado así.
Al introducir Salomón la posibilidad de que el
humano pueda hacer variar la fecha de su
muerte con su comportamiento, muestra claramente que él no creía que esa fecha fuera fija e
inmutable. Al decirnos que por “hacer mal mucho”
o por “ser insensato” puede uno morir antes del
tiempo natural que marca el envejecimiento del
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cuerpo, nos hace ver claramente que él no creía en
la predestinación.
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>Si gracias a la obediencia a Dios se cumple el
número de los días, no existe predestinación de la
muerte
Una de las afirmaciones que con más fiereza
sostienen los que creen en la predestinación, es que
el día de la muerte está predestinado año, mes, día,
y hora exacta, y que es algo inmutable. Sin embargo
en este pasaje vemos que Dios habla diciendo que si
la gente oyere la voz del ángel que Dios les envía
(22), entonces Dios cumplirá el número de los días
de los obedientes. De ahí se deduce que si no
obedecieren, no cumplirá el número de sus días.
O sea, que el día de la muerte no es fijo y mucho
menos inmutable; depende entre otras cosas de la
obediencia a Dios.
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“No te inclinarás a sus dioses, ni los
servirás, ni harás como ellos hacen; antes los
destruirás del todo, y quebrantarás enteramente sus estatuas. Mas a Jehová vuestro
Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus
aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en
medio de ti. No habrá mujer que aborte, ni
estéril en tu tierra; y yo cumpliré el número
de tus días.”
(Ex 23:24-26)
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Está claramente expuesto en este pasaje, que la
obediencia a Dios es un de los factores para que una
persona llegue vivir el número de años que
biológicamente pudiera.
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>Si se prolongan los días, no hay muerte
predestinada
La doctrina de la predestinación absoluta asegura
que el día de la muerte está inflexiblemente
predestinado, que la persona no muere ni un
segundo antes ni un segundo después de lo que Dios
tiene predestinado.
No hay tal cosa, como se ve en muchísimos
casos en la Biblia, el día de la muerte puede
adelantarse o posponerse según el comportamiento
de la persona. Donde más claramente se ve eso es
en el quinto mandamiento, que aparece en Ex 20:
12, pero además se ve claramente también en otros
muchos lugares, entre ellos el siguiente pasaje.
Veamos.
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“5:33 Andad en todo camino que Jehová
vuestro Dios os ha mandado, para que viváis,
y os vaya bien, y tengáis largos días en la
tierra que habéis de poseer. 6:1 Estos pues
son los mandamientos, estatutos, y derechos
que Jehová vuestro Dios mandó que os
enseñase, para que los pongáis por obra en la
tierra a la cual pasáis vosotros para poseerla,
2 para que temas a Jehová tu Dios,
guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, y tu hijo, y el
hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, y que
tus días sean prolongados.”
(Dt 5:33 hasta 6:2)
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En este pasaje vemos claramente en 5:33 que
Moisés conminaba a los israelitas a andar en el
camino de Dios, para que tuvieran largos días en la
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tierra que iban a poseer. Es decir, que los días que
ellos iban a estar en la tierra que iban a poseer,
no estaban predeterminados por Dios, dependía
de que ellos guardaran o no los caminos de Dios;
por lo tanto, no había una predestinación.
Igualmente podemos razonar de 6:2, donde
Moisés les dice a los israelitas que guarden los
estatutos y mandamientos de Dios a fin de que sus
días sean prolongados. No hace falta hacer un
ciclópeo esfuerzo mental para razonar que si los
días de su vida podían ser prolongados, es porque
no estaban fijados de antemano en un número
invariable, es decir, porque no había predestinación
en el día de la muerte.
Otra cosa a tener en cuenta es que todo esto lo
está diciendo Moisés, lo cual nos hace ver que él
no creía en la predestinación.
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>Si los días en el reino le podían ser prolongados
al rey, según su comportamiento, entonces no
hay predestinación
En el versículo que más abajo muestro, vemos
que los beneficios de cumplir los mandamientos de
Dios, incluye el prolongar los días del rey en su
reino. Eso significa que si el rey no cumplía los
mandamientos esos días no se prolongaban. Eso nos
indica claramente que los días que ese rey reinaría
no habían sido fijados por predestinación.
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“Para que no se eleve su corazón sobre sus
hermanos, ni se aparte del mandamiento a
diestra ni a siniestra, a fin que prolongue sus
días en su reino, él y sus hijos, en medio de
Israel.”
(Dt 17:20)
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El mismo hecho de que se le diga que los días de
su reino se pueden prolongar nos hace ver que no
estaban fijados por la predestinación. Es decir, que
no había sido predestinado el número de días que
iba a gobernar ese rey, sino que todo dependía de su
comportamiento.
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>Poniendo por obra las palabras de Moisés, los
días de su vida se alargarían
En el caso presente, poniendo por obra las
palabras dichas por Moisés, los días del obediente
se alargarían. Está bien claramente expresado que
no existe predestinación para el día de la muerte.
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“Y les dijo: Poned vuestro corazón a todas
las palabras que yo os protesto hoy, para que
las mandéis a vuestros hijos, y cuiden de
poner por obra todas las palabras de esta ley.
Porque no os es cosa vana, mas es vuestra
vida, y por ellas haréis prolongar los días
sobre la tierra, para poseer la cual pasáis el
Jordán.”
(Dt 32:46-47)
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Si Moisés creyera que el día de la muerte
estaba predestinado y era un día fijo, no les iba a
decir esto a los israelitas, puesto que sería decirles
mentira.
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>Resumen del capítulo 9. Además de ver que el
quinto mandamiento nos convence de que no existe
un día fijo para la muerte, vemos en las palabras y
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acciones de distintos personajes bíblicos, que
ninguno de ellos tenía en su estructura mental, la
idea de que la muerte estuviera predestinada a plazo
fijo. El rey Salomón, en sus diferentes escritos,
siempre expresó la idea de que el comportamiento
podía alargar o acortar los días de vida de una
persona.
En el caso del rey Ezequías vemos que su muerte
no estaba predestinada, pues se mudó para quince
años después, si hubiera estado predestinada para la
primera fecha, no se hubiera mudado para la
segunda; y si hubiera estado predestinada para la
segunda, Isaías no se la hubiera anunciado para la
primera.
Al decir Dios que de acuerdo a la obediencia Él
cumpliría el número de sus días a la gente, nos
damos cuenta de que sus días podrían terminar
antes, en cuyo caso no había predestinación. Otro
tanto vemos cuando el tiempo del reino no estaba
predestinado, porque se podía alargar. Igualmente,
si Moisés creyera que el día de la muerte estaba
predestinado y era un día fijo, no les iba a decir a
los israelitas que cumpliendo los mandamientos
alargarían su vida, puesto que sería decirles mentira.
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Capítulo 10
Razonamientos obvios sobre el libre
albedrío y la predestinación absoluta
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>Si Dios hizo al hombre recto, tiene que existir
libre albedrío, porque el pecado existe
Aquí Salomón declara que Dios hizo al hombre
recto. No es como piensan los que dicen que Dios
predestinó a unos a ser salvos y a otros a ser
condenados. Dios los hizo a todos rectos; fueron
ellos los que buscaron muchas cuentas. Si como
dice aquí, Dios hizo al hombre recto, y luego vemos
que ellos se apartaron hacia el mal, entonces
tenemos que llegar a la inapelable conclusión de
que el hombre tiene libre albedrío, puesto que si
no fuera así, no se habría podido apartar al mal
después que Dios lo hizo recto.
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“He aquí, solamente he hallado esto: que
Dios hizo al hombre recto, mas ellos
buscaron muchas cuentas.”
(Ecl 7:29)
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¿Cómo puede la doctrina de la predestinación
absoluta explicar que, habiendo Dios creado al
hombre recto, luego ellos se hayan apartado
hacia el mal, sin haber libre albedrío? ¿Piensan
los que tal herejía defienden que Dios, después de
crearlos rectos, los predestinó a que se apartaran
hacia el mal, para entonces condenarlos al Infierno?
La doctrina de la predestinación es una blasfemia
contra Dios.
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>El pecado en el mundo prueba que hay libre
albedrío, pues Dios no puso lo malo
Como muy bien dice Juan en este versículo, la
concupiscencia que hay en el mundo es del mundo,
no es del Padre. Por lo tanto, si en el mundo hay
sentimientos y pensamientos que no son del
Padre, es porque son de las criaturas; y si son de
las criaturas es porque éstas tienen facultad de
producir pensamientos, sentimientos, etc., que no
son del Padre, es decir tienen libertad para producir
esas cosas. Eso es precisamente lo que se llama
libre albedrío, el cual muchos cristianos niegan.
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“Porque todo lo que hay en el mundo, la
concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida,
no es del Padre, mas es del mundo.”
(I Jn 2:16)
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Los que niegan el libre albedrío de las criaturas,
no se dan cuenta, o no quieren darse cuenta de que
están diciendo implícitamente, que fue Dios el que
puso en el mundo todas esas malas cosas.
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>Si Dios no hace acepción de personas no hay
predestinación
Dice este versículo categóricamente que Dios no
hace acepción de personas. Dado que eso es así no
puede ocurrir que al mismo tiempo sí haga acepción
de personas predestinando unas a ser salvas, y
predestinando a otras a no serlo.
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“Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo:
Por verdad hallo que Dios no hace acepción
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de personas; sino que de cualquiera nación
que le teme y obra justicia, se agrada.”
(Hch 10:34-35)
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Los que creen en la predestinación y en otras
muchas herejías, creen en ellas por una de dos
razones: a) o porque nunca se han definido a sí
mismos qué es lo que ellos creen y cuales son las
consecuencias que se pueden derivar de esas
creencias, o b) porque les da la gana de creerlas y
no admiten que nadie les razone sobre el asunto.
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>Si Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer
una colecta, hay libre albedrío
En este versículo Pablo dice que la gente de
Macedonia y Acaya tuvieron a bien realizar una
colecta. Pablo no dice que Dios los impelió a hacer
una colecta, ni que la colecta estaba predestinada.
Es evidente pues que Pablo pensaba que los de
Macedonia y Acaya tenían libre albedrío.
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“Porque Macedonia y Acaya tuvieron por
bien hacer una colecta para los pobres de los
santos que están en Jerusalem.”
(Ro 15:26)
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No se puede tratar de tapar el sol con un dedo, y
menos aún con el dedo meñique. Todos los escritores bíblicos, cuando se expresan, lo hacen como
teniendo en su mente el claro concepto de libre
albedrío.
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>Dicen: “Dios les dio sabiduría a unos”; “su
corazón y voluntad motivó a otros”. Los
escritores sabían hacer diferencia de si los
pensamientos y sentimientos venían o no de Dios
Por lo que dice este versículo se evidencia que el
ser humano tiene libre albedrío, puesto que aquí
afirma que los que trajeron ofrendas para la
edificación del Tabernáculo lo hicieron porque “su
espíritu les dio voluntad”, y porque “su corazón
lo estimuló”. Ambas expresiones dan la clara idea
de libre albedrío.
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“Y vino todo varón a quien su corazón
estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le
dio voluntad, y trajeron ofrenda a Jehová
para la obra del tabernáculo del testimonio, y
para toda su fábrica, y para las sagradas
vestiduras.”
(Ex 35:21)
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También en Ex 36:1-2 vemos que se hace clara
diferenciación entre las personas que recibían de
Dios un don de sabiduría para obrar, y las
personas cuya voluntad los impulsaba a trabajar
en la obra. Las que recibían sabiduría especial se
dice que les venía de Dios; las que obraban, se dice
que lo hacían por voluntad propia.
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“Hizo pues, Bezaleel y Aholiab, y todo
hombre sabio de corazón, a quien Jehová dio
sabiduría e inteligencia para que supiesen
hacer toda la obra del servicio del santuario,
todas las cosas que había mandado Jehová. Y
vino todo varón a quien su corazón estimuló,
y todo aquel a quien su espíritu le dio
voluntad, y trajeron ofrenda a Jehová para la
obra del tabernáculo del testimonio, y para
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toda su fábrica, y para las sagradas
vestiduras.”
(Ex 36:1-2)
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Está bien claro que el escritor bíblico sabía
hacer diferencia entre aquellos que recibían un
don de Dios, y los que actuaban por su libre
albedrío. Fíjense que no se dice que Dios les dio
voluntad, ni se dice que Dios los estimuló. No es
que no sepan hacer diferencia, puesto que cuando
hace falta la saben hacer.
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>Si solamente de Dios dependiera la salvación,
no tendría Él que ser paciente
Si solamente de Dios dependiera el que una
persona se salvara, si no tuviera Él que contar con la
voluntad de las personas, con su libre albedrío, no
tendría Dios que ser paciente con nosotros, como
dice este pasaje de Pedro. No tendría Dios que
esperar a que la gente se arrepintiera. Bastaría
con hacer que la gente se arrepintiera, sin esperar
por la voluntad humana.
Además de eso, aquí dice que Dios no quiere que
nadie se pierda, cosa que no tendría que decir si
de Dios solamente dependiera nuestra salvación,
puesto que sólo tendría que salvar a la gente sin
contar con ellas.
La esencia de la herética doctrina de la Predestinación Absoluta, es que el humano se perdió por
culpa propia, y que una vez perdido no tiene la
más mínima posibilidad de arrepentirse por
propia iniciativa, ni de creer por sí solo en
Cristo, sino que solamente pudiera llegar a
arrepentirse de sus pecados y creer en Cristo, y
por ende salvarse, si Dios le troquela esas
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intenciones en su ser. Según esa herética doctrina,
si Dios no les “inyecta” todo eso, ningún humano
puede hacerlo por sí mismo. Eso significa que
según esa doctrina, solamente se salvan aquellos
que Dios quiera que se salven, aquellos a quienes Él
predestina a salvarse.
Al decir que el humano se perdió por su propia
culpa, está diciendo sin darse cuenta, que el
humano tiene libre albedrío, puesto que su
perdición
ocurrió
por
los
pensamientos,
sentimientos y acciones que se originaron en su
propio ser, ya que no pueden haber sido puestos por
Dios.
En el versículo que más abajo presento, diáfanamente dice Pedro, que el Señor es paciente con
nosotros, porque no quiere que ningún ser
humano perezca, sino que todos se arrepientan.
Si la herética doctrina de la predestinación fuera
cierta, al analizar este versículo, tendríamos que
pensar una de dos cosas: a) o San Pedro no sabía lo
que estaba diciendo al respecto, o b) Pedro no fue
inspirado divinamente, y quien inspiró a San Pedro
a escribir esto, le tomó el pelo y lo engañó. Si Dios
tiene que ser paciente con nosotros, es porque está
esperando por nosotros. Si está esperando por
nosotros, es porque el humano tiene que poner de su
parte en la salvación.
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“El Señor no tarda su promesa, como
algunos la tienen por tardanza; sino que es
paciente para con nosotros, no queriendo
que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento.”
(II P 3:9)
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Si en la mano de Dios estuviera el que todos los
humanos se arrepintieran, y no lo hiciera, no se
podría luego decir con honesta sinceridad que Él
quiere que todos procedan a arrepentirse. Igualmente, si sólo en las manos de Dios se hallara el
evitar que alguien perezca, y no lo evitara, no se
podría decir luego, con sinceridad y verdad, que
Dios no quiere que nadie perezca; porque si alguien
perece es porque, según esa blasfema doctrina, Dios
no ha querido salvarlo; no ha querido “inyectarle”
arrepentimiento y fe.
La explicación de todo ese galimatías que
forma la doctrina de la predestinación absoluta,
es que tal cosa no existe. El ser humano puede ser
predestinado circunstancialmente, es decir, puede
ser predestinado a nacer aquí o allá, hoy o hace un
siglo, en las circunstancias que más convengan a los
planes de Dios; pero no es predestinado a ser
salvo ni a ser perdido, eso lo elige el propio
humano. El humano fue creado con libre albedrío y
lo mantiene perpetuamente.
El humano no puede hacer todo lo que quiere,
pero puede desear todo lo que quiere; puede amar
u odiar lo él quiera. Puede amar u odiar a Dios;
desear o no pasar con Él la eternidad. El humano no
puede salvarse sin Dios, sin Cristo y sin el Espíritu
Santo; pero ni Dios ni Cristo ni el Espíritu Santo lo
obligan a amarlos, o a ser salvos.
La salvación es como si una persona se hallara
en un pozo ancho y profundo. No puede salir solo.
Tiene que depender del que le echa la soga. Pero el
que está arriba tampoco lo puede sacar si el de abajo
no quiere amarrarse la soga al cuerpo, o agarrarse
de ella.
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>Si existiera la predestinación absoluta, entonces
Jonás habría mentido
Los que creen en la predestinación absoluta no se
ponen a razonar sobre aquellos pasajes que la
contradicen, ni sobre los absurdos, errores y herejías
que provoca tal concepto. A veces creo que no lo
hacen porque ellos saben que la predestinación esa
no existe, pero quieren seguir creyéndola, y
haciéndose ilusiones con ella, para mitigar el
escozor de sus conciencias.
Dios envió a decir a los ninivitas por medio de
Jonás, que la ciudad sería destruida dentro de
cuarenta días, como vemos en el versículo base.
Sin embargo, luego no se llegó a destruir.
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“Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad,
camino de un día, y pregonaba diciendo: De
aquí a cuarenta días Nínive será destruida.”
(Jon 3:4)
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Si la predestinación existiera, entonces en realidad
Nínive estaba predestinada a no ser destruida,
porque al fin y al cabo no se destruyó. Y si estaba
predestinada a no ser destruida, entonces Jonás
estaba mintiendo cuando anunciaba que iba a ser
destruida. En ese caso habría que calificarlo como
un falso profeta, porque estaba profetizando algo
que en realidad no iba a ocurrir, puesto que estaba
predestinado el que no ocurriera. Como vemos,
creer en la predestinación absoluta crea una serie de
errores y dificultades insolubles desde el punto de
vista bíblico, lo cual nos demuestra que esa herética
hipótesis no es cierta.
Sin embargo, si adoptamos la teoría de que la
predestinación no existe, y que sí existe el libre
albedrío, entonces nos lo explicamos todo clara-
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mente, desde el punto de vista bíblico, porque
podemos asegurar que la ciudad iba a ser
destruida, pero como que el pueblo, en uso de su
libre albedrío, se convirtió a Dios, la destrucción
no se llevó a cabo. Si hay libre albedrío Jonás no
mintió; si aceptamos que hay predestinación
entonces Jonás era un mentiroso.
Como vemos, los que mantienen hipótesis
heréticas tienen que fabricar nuevas herejías para
poder apuntalar y mantener las herejías anteriores.
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>Si el cristiano se purifica, es porque tiene libre
albedrío
Vuelve el Apóstol San Juan a mostrar aquí en
forma evidente, que en su estructura mental existía
el conocimiento del libre albedrío del humano. Si
no fuera así no diría que el cristiano se purifica, sino
diría algo así como “Dios lo hará purificarse”, o
“será obligado a purificarse”.
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“Y cualquiera que tiene esta esperanza en él,
se purifica, como él también es limpio.”
(I Jn 3:3)
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Los pecadores nos purificamos a través de la
sangre de Cristo, porque hemos elegido libremente
acogernos a tan magnánimo perdón, no porque
nadie nos obligue a hacerlo. Igualmente nos vamos
purificando, a lo largo de nuestra vida, escogiendo
libremente la ayuda del Señor para librarnos de
nuestras concupiscencias. Nadie nos obliga,
nosotros podemos apelar al Señor, o podemos
dejarnos arrastrar al pecado si así es nuestro deseo.
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>Si el hermano flaco se puede perder, no hay
“predestinación” ni “salvo siempre salvo”
Hay dos doctrinas heréticas que se han infiltrado
en el cristianismo. Una es la “predestinación absoluta”, y la otra es la de “una vez salvo siempre
salvo”. Ambas doctrinas tienen un mentís en este
pasaje.
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“9 Mas mirad que esta vuestra libertad no
sea tropezadero a los que son flacos. 10
Porque si te ve alguno, a ti que tienes ciencia,
que estás sentado a la mesa en el lugar de los
ídolos, ¿la conciencia de aquel que es flaco,
no será adelantada a comer de lo sacrificado
a los ídolos? 11 Y por tu ciencia se perderá el
hermano flaco por el cual Cristo murió.”
(I Co 8:9-11)
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Pablo le dice a los hermanos que tienen ciencia
que tengan cuidado de no servirle de tropezadero a
los hermanos flacos, puesto que si el hermano flaco
ve al que tiene ciencia en el lugar de los ídolos, ello
puede provocar que el hermano flaco se atreva a
comer de los ídolos, con lo cual se puede perder el
hermano flaco. Eso nos hace ver que Pablo no
creía ni en la predestinación ni en que “el salvo
siempre salvo”.
No creía en la predestinación, porque si hubiera
creído en ella no hubiera pensado ni por un
momento que el que había sido predestinado a ser
salvo iba a comer de nada que pudiera perderlo,
puesto que estaba predestinado a ser salvo.
Tampoco creía en que el salvo, una vez salvo,
siempre sería salvo, puesto que si hubiera creído
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en esa falsedad no se le hubiera ocurrido pensar que
un salvo podía perderse por comer de lo ofrecido a
los ídolos.
No es lógico pensar que el que no cree que
exista un peligro advierta sobre ese peligro.
Jamás he escuchado a nadie advertir a otro
diciéndole: “No brinques muy alto no sea que
tropieces con la luna y te rompas la cabeza”. Ese
tipo de advertencia no la hace nadie, porque nadie
piensa que alguien pueda saltar de forma que su
cabeza tropiece con la luna.
Igualmente, si Pablo creyera en la predestinación
no iba a advertirle a ningún cristiano sobre la
posibilidad de que su comportamiento perdiera a
otro cristiano. Por la misma causa, si creyera que el
salvo siempre salvo, no se le ocurriría advertir que
el hermano flaco podía perderse, puesto que una vez
hermano, siempre hermano, pues una vez salvo
siempre salvo. Como vemos Pablo no creía ni en la
predestinación ni en el salvo siempre salvo.
Cuando a uno que cree en la predestinación
absoluta se le menciona Heb 10:26-29 como
prueba de que uno que haya estado salvado puede
llegar a perderse, ellos contradicen alegando que
eso es una suposición que hace Pablo, no un caso
real que él esté contemplando que pueda suceder.
Sin embargo, en este pasaje de Primera de
Corintios, se ve de nuevo la misma actitud en
Pablo; no creo que también aquí aleguen que se
trata de otra suposición, sino de un caso real que
puede suceder, y para evitar el cual advierte a los
hermanos con ciencia. Aquí se ve que él habla de
que si un hermano hace cierta cosa, el otro puede
tropezar y perderse.
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>Ten cuidado no te devore ese tiburón que anda
por el desierto del Sahara
¿Qué pensarían ustedes si estando de viaje por en
medio del desierto del Sahara viniera una persona y
les advirtiera muy seriamente que estén bien alerta,
porque hay un tiburón rondando nuestro campamento, el cual pudiera devorar a alguno de ustedes?
Lo primero que pensarían es que al infeliz le
había hecho daño el sol del desierto, le había
dañado sus facultades mentales, y estaba delirando;
porque en medio del desierto del Sahara no existe la
más remota posibilidad de que un tiburón pueda
devorarlos.
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“Sed templados, y velad; porque vuestro
adversario el Diablo, cual león rugiente,
anda alrededor buscando a quien devore.”
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Si San Pedro creyera en que el salvo siempre
salvo, si creyera que los que se habían convertido ya
estaban predestinados a ser siempre salvos,
entonces, ¿para qué advertiría él a los hermanos
sobre un peligro que él sabría que no existía, porque
al “predestinado” a ser salvo, Satanás no podría
devorarlo? ¿Para qué preocupar a los hermanos
con un horrendo peligro que en realidad no
existiría?
Sería algo así como acusar a Pedro de sádico, de
gustarle asustar por gusto a los hermanos, acusarlo
de falsear la verdad de Dios y de mentiroso. Si el
que una vez es salvo siempre permanece salvo, no
importa cuanto peque y cuanto haga, ¿para qué
advertirle de un peligro inexistente?
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Desde el momento que Pedro advierte a sus
hermanos sobre el peligro de ser devorados si no
son templados y velan, es porque él sabía que un
salvo puede dejar de serlo. Se ve a través del
Nuevo Testamento, que ni Pedro ni Pablo ni ningún
otro, creía en la inmutabilidad de la salvación, ni en
la predestinación absoluta, ni en el salvo siempre
salvo, ni en cosa parecida. ¿Acaso van a acusar a
Pedro de haber sabido que el salvo siempre
permanece salvo, pero que le gustaba meterle miedo
a los hermanos con algún obscuro propósito?
¿Sería que no sabía lo que estaba diciendo, o que
estaba loco? Claro que no; se hace evidente que si
el Espíritu Santo inspiró a Pedro a advertir
sobre estos peligros, es porque estas cosa podían
ocurrir; y si esas cosas podían ocurrir, es porque
existe la posibilidad que uno que sea salvo, se deje
engañar por su supuesta seguridad, se descuide en
su vida espiritual y vaya bajando hacia el abismo.
Claro, que si ustedes le presentan estos argumentos a los que se aferran a esas doctrinas
diabólicas y no bíblicas, dado que no tienen otro
argumento que esgrimir pronunciarán esa acuñada
frase que tanto escuchamos: “son misterios
hermano”. No hay ningún misterio, es que tú no
lees la Biblia o no quieres escuchar la verdad.
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>Moisés condiciona el ensanchar el territorio a la
obediencia a los mandamientos
Vemos aquí que Moisés atribuye libre albedrío al
pueblo, desde el momento que condiciona el
ensanchar el territorio que iban a ocupar, al
comportamiento de los israelitas, al hecho de
guardar los mandamientos. Si él no creyera que los
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israelitas tenían libre albedrío no hubiera dicho
semejante cosa; más bien hubiera dicho: “y cuando
Dios ensanchare tu territorio, porque ustedes van a
guardar los mandamientos, entonces pondrán otras
tres ciudades de refugio”. Eso sería más o menos lo
que hubiera dicho Moisés si él creyera en la
predestinación. Pero si estaba predestinado el que
no cumplieran los mandamientos diría: “y como
ustedes no van a guardar los mandamientos, porque
no están predestinados a ello, por lo tanto, no les va
a ser ensanchado el territorio, por consiguiente, yo
no les voy a pedir que pongan otras tres ciudades de
refugio”.
El que no quiera cerrar su entendimiento,
comprenderá que Moisés no creía en la predestinación, sino en el libre albedrío.
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“Y si Jehová tu Dios ensanchare tu término,
como lo juró a tus padres, y te diere toda la
tierra que dijo a tus padres que había de dar;
(cuando guardases todos estos mandamientos, que yo te prescribo hoy, para
ponerlos por obra, que ames a Jehová tu Dios
y andes en sus caminos todos los días),
entonces añadirás tres ciudades a más de
estas tres.”
(Dt 19:8-9)
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No existe en toda la Biblia un escritor bíblico que
se exprese en forma que nos haga pensar que él cree
en la predestinación absoluta.
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>Aquí vemos que el cumplir los mandamientos
está en nuestras propias manos
Una de las afirmaciones erróneas de la doctrina de
la predestinación absoluta, es que el ser humano no
puede cumplir ninguno de los mandamientos.
Aquí, sin embargo, dice lo contrario. Aquí dice que
sí, que las cosas reveladas son para que cumplamos
todas las palabras de esta ley.
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“Las cosas secretas pertenecen a Jehová
nuestro Dios; mas las reveladas son para
nosotros y para nuestros hijos por siempre,
para que cumplamos todas las palabras de
esta ley.”
(Dt 29:29)
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Ninguna persona ha cumplido todas las leyes
de Dios durante toda su vida, y por eso es
necesario apelar al perdón de Jesucristo. Pero eso
no quiere decir que todas las personas han violado
todas las leyes de Dios durante toda su vida. El
cumplir los mandamientos de Dios es cuestión
voluntaria. Incluso cuando cumplir es difícil,
podemos, si queremos, pedir a Dios fuerzas. Si no
pedimos fuerzas es porque no nos interesa el
cumplir los mandamientos, y preferimos escudarnos
en que “no podemos cumplir.”
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>Los que gustaron el don celestial, y fueron
partícipes del Espíritu Santo, se pueden perder
Esta es una de las más diáfanas declaraciones
sobre la posibilidad de la pérdida de su salvación
por parte del creyente. Analicemos.
El apóstol se refiere, incuestionablemente, a los
que “una vez fueron iluminados y gustaron el
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don celestial y fueron hechos partícipes del
Espíritu Santo”. No hace falta mucho trajín mental
para darnos cuenta de que la persona que cumpla
todos esos requisitos no es ni más ni menos que un
salvado, un convertido, un cristiano pleno. No creo
que haya manera de distorsionar las cosas para
aparentar que una persona que haya sido iluminada,
haya gustado el don celestial, haya sido hecha
partícipe del Espíritu Santo, haya gustado la
buena palabra de Dios y las virtudes del siglo
venidero, todavía no sea cristiana, todavía no esté
convertida.
Pues bien, esos cristianos plenos podrían
recaer, como asegura el versículo 6; y si eso
ocurriera, ya no se le daría más oportunidad a esa
persona, pues para dársela, habría que crucificar de
nuevo a Jesús, y eso es inadmisible. Además, añado
yo, seguro estoy de que el que fue salvado por esta
primera crucifixión, y recayó, cuando se le salvara
por medio de una segunda crucifixión de Jesús,
volvería a recaer; pues si tuvo en poco la primera
crucifixión y la primera salvación, a la que creía
única, menos iba a considerar la segunda, pensando
que de seguro podría llegar a haber una tercera, y
hasta una cuarta. Así que, habidas cuentas del
comportamiento humano, lo lógico es no repetir la
crucifixión del Señor y que el que caiga de la fe,
que quede expuesto a las consecuencias.
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“4 Porque es imposible que los que una vez
fueron iluminados y gustaron el don
celestial, y fueron hechos partícipes del
Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron la
buena palabra de Dios, y las virtudes del
siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez
renovados para arrepentimiento, crucificando
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de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios, y
exponiéndole a vituperio.”
(Heb 6:4-6)
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Ahora bien, no se haga idea el cristiano de que
eso de “recaer” se refiere a cualquier pecado que
un hermano cometa. En I Jn 5:16 vemos que el
apóstol San Juan menciona las rogativas en favor de
un hermano que hubiera pecado con un “pecado no
de muerte”.
Yo veo este asunto de la siguiente manera: es
como si el Señor, consciente de la andrajosidad
moral y espiritual del alma humana, nos hubiera
provisto de una zona de amortiguación entre nuestra
actual salvación y el abismo. No por pasarnos de los
límites de la santidad vamos a caer inmediatamente
al abismo, pero si nos alejamos mucho de ese límite
y profundizamos en la obscura y brumosa zona de
amortiguación, podemos precipitarnos al abismo
antes de que podamos verlo y retroceder.
Es como si el camino de nuestra vida estuviera
flanqueado por una zona de amortiguación a cada
lado; y más allá, flanquea a esta zona de
amortiguación, el irregularmente sinuoso borde de
un horrendo y traicionero abismo. Si nosotros
caminamos por la senda que el Señor indica para los
humanos, no corremos el más mínimo riesgo; si de
vez en cuando nos salimos de camino para tornar
inmediatamente a él, corremos poco riesgo; pero si
nos acostumbramos a andar por la zona de
amortiguación, sin acabar nunca de entrar a camino,
corremos un casi seguro riesgo de caer al abismo.
Si fuera a ejemplificar gráficamente lo que digo,
construiría la figura que a continuación aparece
como un camino y un abismo, vistos desde arriba.
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El que como la persona “A”, va por el camino
que Dios indica, sin apartarse, no corre el más
mínimo riesgo. El que como la persona “B”, a
veces se aparta, pero se arrepiente de corazón y
torna a camino, no corre demasiado riesgo. Sólo si
los segmentos “D” o “E” de su senda coinciden con
los puntos “F” o “G” de la esfera espiritual, puede
perderse para siempre. Sin embargo, la persona
“C”, que se ha acostumbrado a andar por la zona de
amortiguación y no quiere arrepentirse de sus
pecados, va a caer al abismo tarde o temprano; si lo
esquiva en “H” caerá en “I”.
Hay creyentes de la herejía “Salvo siempre salvo”
que para salir del atolladero en que los mete este
pasaje, alegan que aquí San Pablo no dice que el
cristiano pueda caer; sino que se trata de una
pregunta retórica, en la que él dice que,
suponiendo que alguien cayera de la gracia, no se
iba a crucificar de nuevo a Cristo.
Lo primero es que no se trata de una pregunta de
Pablo, sino de una afirmación. Segundo, si el
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cristiano no pudiera caer de ninguna manera, si tal
cosa fuera absoluta y totalmente imposible, no sería
lógico que Pablo hablara sobre el asunto, sería inútil
advertir que no va a haber una segunda crucifixión,
porque a nadie le iba a hacer falta la segunda
crucifixión, puesto que nadie iba a recaer. Sería algo
así como advertirle a un caminante que anda por
una calle asfaltada de su ciudad, que tuviera mucho
cuidado, no sea que un tiburón que ande por la calle
lo muerda.
Aún si este pasaje fuera obscuro, que no lo es,
tenemos Heb 10:26-29, en donde el apóstol nos
habla de que “los que han recibido el conocimiento
de la verdad (26), y “los que han sido santificados
en la sangre del testamento”, pueden pecar voluntariamente e ir a parar al Infierno.
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“26 Porque si pecáremos voluntariamente
después de haber recibido el conocimiento de
la verdad, ya no queda sacrificio por el
pecado, 27 sino una horrenda esperanza de
juicio, y hervor de fuego que ha de devorar a
los adversarios. 28 El que menospreciare la
ley de Moisés, por el testimonio de dos o de
tres testigos muere sin ninguna misericordia.
29 ¿Cuánto pensáis que será más digno de
mayor castigo, el que hollare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del
testamento, en la cual fue santificado, e
hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”
(Heb 10:26-29)
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Si leemos Heb 12:15 veremos que el apóstol
recomienda a los hermanos que estén alerta para
que ninguno se aparte de la gracia de Dios. Si Pablo
considera que hay que estar alerta, que hay que
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mirar bien para no apartarnos de la gracia, es
porque sí podemos apartarnos de esa gracia.
Sería ocioso advertirnos contra un peligro que
jamás puede llegar a existir. Sería algo así como
decir: “Hermanos, tengan mucho cuidado cuando el
cielo esté nublado, no sea que un pedazo de nube
les caiga en la cabeza y se las rompa. Si eso
ocurriera yo no voy a volver darles la medicina que
cura las cabezas rotas por pedazos de nube”.
Advertir a alguien contra semejante peligro sería
calificado de estupidez o de locura, puesto que tal
peligro jamás ha existido, y tal cura jamás va a ser
necesaria. No obstante hay quien razona así, hay
quien piensa que Pablo está advirtiendo sobre un
peligro que, según ellos, jamás puede llegar a
existir.
Encima de todo lo dicho anteriormente, tenemos
que Pablo sabía poner esos ejemplos hipotéticos
en los que él no creía; y lo hacía en forma que no
dejaba dudas de que se trataba de un ejemplo
hipotético; como cuando en Gal 4:15 dice que si
se pudiese hacer, os sacarías vuestros ojos para
dármelos. Es decir que él sabía usar ese lenguaje
hipotético sin dejar lugar a dudas de que era
hipotético; y evidentemente, aquí no lo usa. Por lo
tanto, está bien claro que Pablo no habla aquí en
forma hipotética sino real; no está haciendo una
pregunta retórica, sino una afirmación, y una
seria advertencia.
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>San Pablo habla de la predestinación de grupos
étnicos para realizar una labor, no para
forzarlos a ser salvos o a ser perdidos
En este pasaje se muestra varias veces el libre
albedrío del humano, y la no existencia de una
predestinación en cuanto se refiere a su comportamiento, sentimientos y destino eterno. Es decir, la
no existencia de lo que en este libro llamo
“predestinación absoluta”.
Antes de comenzar digamos lo que es el
“acebuche” y qué significa el “injerirlo”, a fin de
que se entienda el símil puesto por Pablo.
Acebuche es el olivo silvestre, es decir, el mismo
árbol de la aceituna, pero que nace silvestre y tiene
menos fruto y de menos calidad que el olivo que se
cultiva.
La palabra “injerto” viene de “injerir”, que en
este caso significa tomar un botón o retoño de un
árbol y introducirlo en la corteza de otro de la
misma familia, para asegurarnos de que lleve buen
fruto. Explicado esto vamos al ejemplo o símil de
Pablo.
Comenzando por el versículo 17 Pablo dice que
algunas ramas del olivo (judíos) fueron quebradas
para poder injertar al acebuche (los gentiles), que
sería así participante de la grosura de la oliva, o sea,
las bendiciones divinas. En el 18 y 19 aconseja al
acebuche que no se jacte. En el 20 da la razón por
la cual esas ramas de la oliva (judíos) fueron
quebradas, siendo esa razón la incredulidad.
Por el contrario, la razón para que el acebuche
(gentiles) haya sido injerido en la oliva, fue la fe.
En este último versículo (20) Pablo nos hace ver
que el gentil creyente, debido a la fe que tiene, está
en pie, es decir, está salvo, aconsejándole seguidamente que no se ensoberbezca, para mencionar en el
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21 la posibilidad de que si se ensoberbece, Dios no
lo perdone. Es decir, asegura que aquel que está
en la fe, que fue injerido en la buena oliva, aquel
que está salvo, puede llegar a perder el perdón
de que disfruta. En esto vemos que el creyente
puede perder su salvación.
Más adelante, en el 22 reafirma esta idea de la
pérdida de la salvación al mencionar la severidad de
Dios para con los que cayeron. Si cayeron de la fe,
es porque estaban en la fe. Nadie puede caerse de
una escalera en la que no se ha subido jamás.
Más adelante en ese mismo versículo Pablo,
hablando de la bondad de Dios, le advierte al
creyente que puede disfrutar de esa bondad si
permaneciere en esa bondad que ahora disfruta,
añadiendo que si no, será cortado.
En estas palabras de San Pablo se ven claramente
dos cosas: a) que el cristiano puede caer; y b)
que el humano tiene libre albedrío. En el
versículo 23, refiriéndose esta vez a los judíos dice
que ellos volverían a ser injeridos, si no permanecieren en incredulidad. Lo cual nos indica de
nuevo que el humano tiene libre albedrío. Leamos.
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“17 Que si algunas de las ramas fueron
quebradas, y tú, siendo acebuche, has sido
injerido en lugar de ellas, y has sido hecho
participante de la raíz y de la grosura de la
oliva; 18 no te jactes contra las ramas; y si te
jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino
la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás, fueron
quebradas para que yo fuese injerido. 20 Bien,
por su incredulidad fueron quebradas, mas
tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas,
antes teme. 21 Que si Dios no perdonó a las
ramas naturales, a ti tampoco no perdone. 22
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Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios;
la severidad ciertamente en los que cayeron;
mas la bondad para contigo, si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú
también serás cortado. 23 Y aun ellos, si no
permanecieren en incredulidad, serán injeridos; que poderoso es Dios para volverlos a
injerir.”
(Ro 11:17-23)
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Al poner la condicional “si” en el versículo 22,
nos hace ver que el humano tiene libre albedrío, o
sea, no está predestinado a ser lo que es, ni a seguir
siendo lo que es, ni tampoco a ser salvo o perdido
de a porque sí. Al creyente se le pone una condición
que él tiene que cumplir, que es permanecer en la
bondad.
Si Pablo le pone esa condición es porque él sabía
que el humano podía cumplirla, y porque además
sabía que si no la cumplía sería cortado, podía
perder la salvación. De nuevo vemos que la salvación no es algo inmutable, que nos persigue, nos
alcanza, y se queda en nosotros aunque no la
deseemos, solamente porque fuimos predestinados.
Se evidencia que Pablo les hablaba a los
cristianos, pues se refiere a los que no padecen la
severidad de Dios, sino Su bondad. Hablándoles a
éstos, es que les exhorta a “permanecer”, y les
advierte que pueden ser cortados. Si Pablo
escribía estas cosas, es porque en su estructura
mental no se hallaba la idea de que el que se
salvaba, podía seguir viviendo como le diera la
gana, porque jamás podría perder la salvación. Es
decir, Pablo no creía en eso de “el salvo siempre
salvo” ni en la predestinación.
También vemos que Pablo no creía que el que
estaba en incredulidad estaba predestinado a
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eso, porque nos dice que ellos podrían salir de su
estado espiritual si no permanecieren en incredulidad. Es evidente que en la estructura mental de
Pablo no estaba la idea de que el humano estaba
predestinado a cierto estado de salvación o perdición, sino que él consideraba que de ambos estados
el humano podía salir por su propia voluntad.
No iba San Pablo a jugar con los infelices ni a
burlarse de ellos exhortándolos a hacer cosas que él
sabía que no podían hacer por estar predestinados a
otra cosa. Sería inicuo que, a sabiendas de que no
puede ver, le dijéramos a un ciego: “Asómate a la
ventana para que veas qué maravilloso paisaje”. O
gritarle a un hombre a quien sabemos que le faltan
las piernas: “Sal corriendo que la casa se está
quemando”. Eso mismo habría que pensar de Pablo
si creyendo él en la doctrina de la predestinación
absoluta, le hubiera dicho a los que estaban caídos,
que si ellos querían podían salir de su perdición,
cuando él hubiera sabido que estaban predestinados
a ella y que, por lo tanto, jamás saldrían.
Otra burla igual sería que Pablo les metiera miedo
a los creyentes haciéndoles ver que podían ser
cortados, que podían perder su salvación, si él en
realidad hubiera creído que la salvación no puede
perderse. No sólo sería mentir, sino que además
sería hablar falsedades en nombre de Dios.
Concretando, es el mismo San Pablo, de quien
muchos creen que es el porta estandarte de la
predestinación absoluta, el que habla convencido
del libre albedrío del humano; y lo hace en la
Epístola a los Romanos, que todos reputan como la
que más defiende la predestinación absoluta.
Es la persona la que con su libre albedrío, puede
desear una cosa u otra. El que desee estar con Dios,
aunque no tenga fuerzas para allegarse a Él, recibirá
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ayuda divina para ello si lo desea y lo implora. Por
el contrario, el que no desee estar en Dios, no será
forzada su voluntad para que ame a Dios. Si el
humano no tuviera tales facultades, Pablo no
hubiera dicho las cosas que dijo, sino que diría algo
así como que “disfrutarían de la bondad de Dios si
Dios los hiciere permanecer en ella”; y de los
caídos diría que “saldrían de ese lastimoso estado si
Dios quisiera quitarles la incredulidad y troquelar
en sus corazones amor a Dios”.
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>¿Predestina Dios al humano para que
menosprecie las riquezas de Su benignidad, o
tiene el hombre libre albedrío para hacerlo?
La doctrina de la predestinación absoluta considera que todo lo que el hombre hace, Dios lo ha
predestinado. En este caso habría que preguntar si
Dios hace que el ser humano menosprecie las
riquezas de benignidad de Dios, o si el humano
menosprecia las riquezas de benignidad de Dios por
su propia voluntad en uso de su libre albedrío.
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“¿O menosprecias las riquezas de su
benignidad, y paciencia y longanimidad
ignorando que su benignidad te guía a
arrepentimiento?”
(Ro 2:4)
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En este caso no queda más remedio que elegir una
de dos: a) o asegurar que Dios hace que el humano
peque predestinándolo a menospreciar las riquezas
divinas, lo cual es una blasfemia y una herejía
satánica, o b) reconocer que el humano tiene libre
albedrío para hacerlo.
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>Resumen del capítulo 10. El hecho de que en el
libro de Eclesiastés se diga que Dios hizo al hombre
recto, nos hace ver que en el humano hay libre
albedrío, puesto que el pecado y falta de rectitud
que hay en el mundo entre los hombres, no pudo
haber sido traído por Dios. Lo mismo se razona
cuando vemos que Juan dice que el pecado que hay
en el mundo no es del Padre. Igual enseñanza nos
da Pedro cuando dice que Dios no hace acepción de
personas, por lo tanto, no va a predestinar a unos a
ser rebeldes y a otros a ser obedientes.
También San Pablo, al decir que los cristianos de
Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una
colecta, nos hace ver que ellos tenían libre albedrío,
pues si no hubiera dicho algo así como “fueron
impelidos por Dios a hacer una colecta”. También
en época de Moisés vemos que se sabía hacer
diferencia entre lo que se origina en Dios, y lo que
se origina en el ser humano. Allí dice que Dios les
dio sabiduría a unos, y que por otro lado, su corazón
y voluntad motivó a otros a hacer lo que hicieron.
Se ve claramente que sabían hacer diferencia de si
las acciones, pensamientos y sentimientos venían de
Dios o venían del ser humano.
En el caso de Jonás también se ve que si existiera
la predestinación, Jonás habría mentido, pero si lo
que existe es el libre albedrío, entonces todo se
entiende perfectamente. Igualmente vemos que Juan
dice que el cristiano se purifica, y Pablo dice que el
hermano flaco se puede perder. Ambas cosas nos
dicen que hay libre albedrío y no hay eso de una vez
salvo siempre salvo, ni predestinación absoluta.
Al decir Pedro que vuestro adversario el Diablo,
anda alrededor buscando a quien devore, nos hace
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ver que él no creía en el salvo siempre salvo, puesto
que si creyera tal cosa, no iba a advertir sobre un
peligro que no podría existir, como el del tiburón
del Sahara. Y si no creía en el salvo siempre salvo,
tampoco creía en la predestinación.
Una actitud igual se nota en Moisés cuando le
dice al pueblo que si guardasen los mandamientos,
que él les prescribía, se ensancharía su territorio.
En el libro de Hebreos, Pablo nos dice clarísimamente, que los que gustaron el don celestial, y
fueron partícipes del Espíritu Santo, se pueden
perder. O sea, que él no cree en eso de salvo
siempre salvo ni en la predestinación. No iba Pablo
a traer a colación la posibilidad de la perdición del
salvado, si tal cosa no fuera posible que sucediera.
San Pablo en Romanos, se refiere siempre a la
predestinación de grupos étnicos (judíos y gentiles),
para realizar una obra, no para predestinarlos a ser
salvos o perdidos.
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Capítulo 11
Episodios bíblicos que muestran que la
predestinación absoluta no existe
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>El blasfemo tenía libre albedrío, no estaba
predestinado por Dios a blasfemar
La doctrina de la predestinación absoluta enseña
que todo en el humano está predestinado por Dios.
En el libro de Levítico se narra un episodio en el
que el hijo de Selomith blasfemó a Dios. No es
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lógico que Dios predestine a alguien a blasfemarlo,
que Dios produzca una blasfemia contra Sí mismo.
Otro tanto se puede decir de la blasfemia de
Rabsaces a quien envió Senaquerib rey de Asiria a
blasfemar, en época de Ezequías, como se ve en el
capítulo 32 de Segunda de Crónicas. Todo esto nos
indica que el ser humano tiene libre albedrío.
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“10 En aquella sazón el hijo de una mujer
israelita, el cual era hijo de un egipcio, salió
entre los hijos de Israel; y el hijo de la
israelita y un hombre de Israel riñeron en el
real. 11 Y el hijo de la mujer israelita
pronunció el Nombre, y maldijo. Entonces le
llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba
Selomith, hija de Dribi, de la tribu de Dan. 12
Y lo pusieron en la cárcel, hasta que les fuese
declarado por palabra de Jehová. 13 Y Jehová
habló a Moisés, diciendo: 14 Saca al blasfemo
fuera del real, y todos los que le oyeron
pongan sus manos sobre la cabeza de él, y
apedréelo toda la congregación.”
(Lev 24:10-14)
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Como vemos, los que piensan que todo lo que
hace el ser humano está predestinado por Dios,
tendrían que pensar que este hombre después de
haber sido predestinado a blasfemar, fue predestinado a ser castigado. Absurdo.
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>La frase de San Pablo “Dios quiere que todos se
salven”, niega la predestinación absoluta
La doctrina de la predestinación absoluta no
vacila en decir que Dios: a) predestina a los
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perdidos a perdición, de forma que no se pueden
salvar aunque quieran; o b) que todos estamos
perdidos y predestina a unos pocos a salvación,
mientras deja abandonados a los demás a su negra
suerte, pudiendo salvarlos.
Ni lo uno ni lo otro concuerda con lo que aquí
dice el Apóstol San Pablo y con el resto de la
Biblia. Aquí dice que Dios quiere que todos los
humanos sean salvos. Si en Su mano estuviera el
salvarlos predestinándolos a salvación, y no lo
hiciera, no tendría sentido que aquí diga que desea
su salvación. Dios quiere que todos los humanos
se salven; si fuera cierto que Él los pudiera
predestinar a ser salvos, no iba a predestinarlos
a dejarlos en su perdición, ni iba a dejar de
predestinarlos a ser salvos.
Lo que sucede es que Dios dotó al humano de
libre albedrío, y no va Él a quitarles el libre
albedrío, porque dejarían de ser humanos para
convertirse en robots.
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“Porque esto es bueno y agradable delante
de Dios nuestro Salvador; el cual quiere que
todos los hombres sean salvos, y que vengan
al conocimiento de la verdad.”
(I Tim 2:4)
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Si la predestinación fuera cierta, y dado que es
cierto que Dios quiere que todos los humanos sean
salvos, ¿por qué razón, piensa la doctrina de la
predestinación absoluta, que Dios no los predestinó
a todos a salvarse? ¿Existe alguna explicación para
esto, o sólo la socorrida frase de: “son misterios
hermano”. Lo que sí es un misterio es cómo pueden
leer estas cosas en la Biblia y seguir creyendo esa
abominable, herética y blasfema predestinación.
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Si en la mente de Pablo existiera la idea de que
Dios predestina a unos para ser salvos y a otros los
predestina a quedarse condenados, él no afirmaría
en este versículo que Dios quiere que todos se
salven. Para decir tal cosa, mientras que por dentro
cree que Dios ha predestinado a la mayoría de los
humanos a la perdición, o a que permanecieran en
su perdición, hay que ser un redomado hipócrita y
un mentiroso, cualidades negativas que no debían
los seguidores de la predestinación absoluta atribuir
al Apóstol San Pablo.
Para salir de este atolladero algunos me han dicho
que Dios no los predestina a perderse, sino que no
los predestina a salvarse. Eso es un eufemismo de
pésima calidad, porque si alguien se está ahogando
y otro puede lanzarle un salvavidas o una soga, y no
lo hace, es igual que si él lo ahogara. La misma
palabra de Dios dice en Stg 4:17 que el pecado
está en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo
hace. Lo mismo dice Prv 24:11-12 en referencia al
que puede salvar a uno y no lo salva. Si Dios inspira
a los autores de estos libros a decir tal cosa, no va
luego Él a hacer lo contrario. Así que ese
subterfugio de decir que no son predestinados a
perdición, sino abandonados en su perdición es un
eufemismo herético y sin valor alguno.
Si fuéramos a creer la descabellada hipótesis de
esta herejía, tendríamos que llegar a la conclusión
de que lo que Pablo nos dice aquí es mentira. Los
predestinacionistas parecen no darse cuenta de que
ellos, con su abominable herejía, le están echando la
culpa a Dios de que se pierdan los humanos
rebeldes. Esa abominable doctrina no es de
divino origen, sino de influencia satánica.
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>Si Miqueas profetizó que Sión sería arada y
luego no lo fue, entonces o no hay predestinación
o Miqueas era un mentiroso
Miqueas dijo que Dios le había dicho que Sión
sería arada y Jerusalem vendría a ser montones.
Uno que crea en la predestinación pensaría que, al
decir Dios semejante cosa, es porque ya estaba
predestinado que tal cosa iba a suceder, pues si
no estaba predestinado que iba a suceder,
entonces el profeta estaba mintiendo, estaba
haciendo una falsa profecía cuando anunciaba que
eso iba a suceder.
Por otro lado, si nada de eso ocurrió sería, (según
uno que crea en la predestinación), porque estaba
predestinado que no ocurriera; y si estando predestinado que no ocurriera, el profeta dijo que iba a
ocurrir, entonces estaba diciendo un falso mensaje de parte de Dios, y por lo tanto, era un
mentiroso, cosa inadmisible.
Si estaba predestinado que esa destrucción
ocurriera, debió haber ocurrido; y si no estaba
predestinado que esa destrucción ocurriera, no
debió haber sido profetizada tal cosa. Esto nos
indica que no existe la predestinación absoluta.
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“18 Miqueas de Morasti profetizó en tiempo
de Ezequías rey de Judá, diciendo: Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: ‘Sión será
arada como campo, y Jerusalem vendrá a
ser montones, y el monte del Templo en
cumbres de bosque’. 19 ¿Lo mataron luego
Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿no temió
a Jehová, y oró en presencia de Jehová, y
Jehová se arrepintió del mal que había
hablado contra ellos? ¿Haremos pues noso-
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tros tan grande mal contra nuestras almas?”
(Jer 26:18-19)
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Como vemos, el que crea en la predestinación no
tiene escape. Sin embargo, el que cree en que el
humano tiene libre albedrío puede explicar
fácilmente todo esto, porque al arrepentirse el
pueblo de sus pecados, cambian los planes;
planes que nunca estuvieron predestinados.
No se puede alegar aquí como justificación, que al
fin y al cabo Jerusalem llegó a ser destruida; no se
puede alegar eso por dos razones: una, porque lo
que anunciaba Miqueas no era que Jerusalem
alguna vez iba a ser destruida, sino que iba a serlo
inmediatamente. Tal cosa se colige viendo cómo el
pueblo temió y oró y Dios se arrepintió. Si el pueblo
se apresuró a orar y a enmendarse es porque entendieron que la amenaza era para aquel momento.
Si Dios se arrepintió del mal que había hablado
contra ellos es porque ese mal no era el que ocurrió
en época de Sedecías, sino algo que no ocurrió en
época de Ezequías. El mal que ocurrió en época de
Sedecías, Dios lo ejecutó, no se arrepintió; por lo
tanto no se está hablando aquí de ese.
La segunda razón es que la Biblia no dice en
ninguna parte que Sión haya sido arada, ni que yo
sepa, la historia lo dice tampoco. Ni el monte del
Templo se convirtió nunca en cumbres de bosque.
Por lo tanto si tal cosa nunca ocurrió aunque fue
profetizada condicionalmente, es porque no existe
predestinación.
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>Un ser misericordioso como Dios, no crea seres
predestinados a ser malos, por consiguiente
existe el libre albedrío
Aquí dice que Dios tenía misericordia de Su
pueblo y por ello les enviaba mensajeros para que
se arrepintieran de su maldad y emprendieran el
buen camino. Si Dios tenía misericordia, si Dios es
misericordioso, no es lógico que creamos que
fabrica seres predestinados a ser malos,
predestinados al Infierno. Dios los crea rectos,
como dice Salomón en Eclesiastés, pero ellos, por
su libre albedrío, se apartan de la rectitud en que
fueron creados.
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“Y Jehová el Dios de sus padres envió a
ellos por mano de sus mensajeros, levantándose de mañana y enviando, porque él
tenía misericordia de su pueblo, y de su
habitación. Mas ellos hacían escarnio de los
mensajeros de Dios, y menospreciaban sus
palabras, burlándose de sus profetas, hasta
que subió el furor de Jehová contra su
pueblo, y que no hubo remedio.”
(II Cr 36:15-16)
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Es evidente pues que había un factor fuera del
poder y control de Dios, que evitaba que Dios los
perdonara. Ese factor es el libre albedrío del
humano, que a pesar de que los deseos de Dios eran
que se arrepintieran, tal cosa no ocurría. Dado que
Dios tenía misericordia de Su pueblo, es lógico
pensar que si Él hubiera podido predestinarlos al
bien, lo hubiera hecho. Si no lo hizo es porque Dios
no predestina a la gente, sino que cada uno escoge
su camino por su libre albedrío.
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Dios, cuando así lo desea, predestina las
circunstancias que rodean a un humano o a un
pueblo, como decir, época de nacimiento, lugar,
riqueza, posición social o política, etc., pero no
fuerza la voluntad humana a desear el bien o el mal.
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>Si Dios le da a escoger a David uno de tres
castigos, es porque David tenía la facultad de
escoger, es decir, tenía libre albedrío, y porque
ninguno de los tres estaba predestinado
Si hay un versículo que en forma vaga u obscura
parece decir que una cosa es verde, y doscientos
versículos que dicen claramente que esa cosa es
roja, los fanáticos, los doctrineros versiculares se
apoyan en ese solo versículo sin preocuparse de lo
que digan los otros doscientos.
En el pasaje que más abajo aparece, vemos cómo
Dios mismo le da a escoger a David cuál de los
tres castigos prefiere, de donde se colige sin
mucho esfuerzo mental, que el ser humano tiene la
innata facultad de escoger, o sea, que tiene libre
albedrío. He aquí lo que dice el pasaje.
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“10 Ve, y habla a David, y dile: Así ha dicho
Jehová: Tres cosas te propongo; escoge de
ellas una que yo haga contigo. 11 Y viniendo
Gad a David, le dijo: Así ha dicho Jehová: 12
Escógete, o tres años de hambre; o ser por
tres meses deshecho delante de tus enemigos,
y que la espada de tus adversarios te alcance;
o por tres días la espada de Jehová y
pestilencia en la tierra, y que el ángel de
Jehová destruya en todo el término de Israel;
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mira pues qué he de responder al que me ha
enviado.”
(I Cr 21:10-12)
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Además de ver que Dios reconoce en el ser
humano la “facultad de escoger”, lo cual implica
libre albedrío, nos damos cuenta también de que
ninguno de los tres castigos estaba predestinado. Si
ninguno estaba predestinado eso indica que la
predestinación absoluta, que asegura que todos los
eventos los tiene Dios previamente elegidos para
que sucedan, no existe.
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>Dios y el profeta Jeremías hablan
inequívocamente de libre albedrío
Vemos en este pasaje que por boca de Jeremías
Dios atribuye libre albedrío al humano, al darle a
Sedecías dos alternativas: a) si salieres a los
babilonios (17), te ocurrirá tal cosa; y b) si no
salieres a los babilonios (18) te ocurrirá tal otra
cosa. Es decir, que no estaba predestinado lo que
iba a ocurrir; lo que ocurriera dependía de la
decisión de Sedecías; y según el mismo Dios dice,
Sedecías podía escoger lo uno o lo otro. Por lo
tanto, de acuerdo con lo dicho por Dios, Sedecías
tenía libre albedrío.
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“17 Entonces dijo Jeremías a Sedecías: ‘Así
ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, Dios
de Israel: Si salieres luego a los príncipes del
rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta
ciudad no será puesta a fuego; y vivirás tú y
tu casa. 18 Mas si no salieres a los príncipes
del rey de Babilonia, esta ciudad será
entregada en mano de los caldeos, y la
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pondrán a fuego, y tú no escaparás de sus
manos.”
(Jer 38:17-18)
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El mismo razonamiento se puede aplicar al pasaje
de Jer 42:9-16, donde en los versículos 10 y 13
vemos que Dios les atribuye a los judíos la facultad
de hacer o no hacer; o sea, les atribuye libre
albedrío.
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“9 Y les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de
Israel, al cual me enviasteis para que hiciese
caer vuestros ruegos en su presencia: 10 Si os
quedareis quietos en esta tierra, os edificaré,
y no os destruiré; os plantaré, y no os
arrancaré, porque arrepentido estoy del mal
que os he hecho. 11 No temáis de la presencia
del rey de Babilonia, del cual tenéis temor;
no temáis de su presencia, ha dicho Jehová,
porque con vosotros estoy yo para salvaros y
libraros de su mano; 12 y os daré misericordias, y tendrá misericordia de vosotros, y
os hará tornar a vuestra tierra.
13 Mas si dijereis: ‘No moraremos en esta
tierra’, no obedeciendo así a la voz de Jehová
vuestro Dios, 14 y diciendo: ‘No, antes nos
entraremos en tierra de Egipto, en la cual no
veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allá
moraremos’; 15 ahora por eso, oíd la palabra
de Jehová, reliquias de Judá, así ha dicho
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Si
vosotros volviereis vuestros rostros para
entrar en Egipto, y entrareis para peregrinar
allá, 16 será que el cuchillo que teméis, os
alcanzará allí en tierra de Egipto, y el
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hambre de que tenéis temor, allá en Egipto se
os pegará; y allí moriréis.” (Jer 42:9-16)
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Vemos de nuevo que por la forma de hablar
tanto de Dios como de Jeremías, se nota que en
ningún momento tienen en cuenta la idea de
predestinación, sino la idea claramente definida de
libertad de elección en el humano, o sea, lo que se
llama comúnmente “libre albedrío”.
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>Si David quiso edificar el Templo y Dios se lo
prohibió, se comprueba que David tenía libre
albedrío
Los que creen en la predestinación no creen en el
libre albedrío del ser humano. Ellos dicen, entre
otras cosas, que el ser humano no puede producir
buenos pensamientos y sentimientos, y que cuando
eso ocurre es porque Dios se los ha troquelado en
sus mentes y corazones. Según ellos todo
pensamiento bueno tiene que haber sido
predestinado por Dios.
En el pasaje que más abajo está vemos que, por el
contrario, David tuvo un buen pensamiento y un
buen sentimiento, sin que Dios se lo haya
troquelado en su mente y corazón. Digo que Dios
no lo troqueló, porque es Dios precisamente el que
le dice que no puede llevar a cabo su buena
intención debido a las circunstancias que rodearon
su vida. Si Dios es el que le dice que no haga
semejante cosa, no va a ser Dios también el que le
puso semejante cosa en la mente.
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“Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi
corazón tuve el edificar Templo al nombre
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de Jehová mi Dios. Mas vino a mí palabra de
Jehová, diciendo: Tú has derramado mucha
sangre, y has traído grandes guerras; no
edificarás casa a mi nombre, porque has
derramado mucha sangre en la tierra delante
de mí.”
(I Cr 22:7-8)
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La existencia del libre albedrío o facultad de
escoger el bien o el mal, se echa de ver en cientos
de pasajes en la Biblia.
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>Absalom cometió el incesto por su libre
albedrío, no porque Dios lo predestinara a
hacerlo
Dios no predestina a la gente a ser mala ni buena,
ni las predestina a pecar o a ser santos, sino que la
predestina a hacer algo de acuerdo a lo que Él
sabe que esa persona va ser y desear. Así, no
predestinó a Judas a ser traidor, sino que sabiendo
que esa era su malvada inclinación, le dio la
oportunidad de traicionar a Cristo. Eso es lo que se
llama “predestinación de circunstancias”.
Sentado el anterior precedente puedo decir que lo
mismo hizo con Absalom, sabiendo lo que él era
capaz de hacer, le dio poder para realizarlo, pero
no lo forzó a que lo hiciera. Absalom adulteró con
las concubinas de su padre porque él quiso, no
porque Dios lo forzara a cometer tan horrendo
pecado. Dios, que sabía quién era Absalom y las
cosas que podía hacer, le dio la fuerza física para
cometer tamaño pecado, pero no lo tentó a que lo
hiciera y mucho menos lo forzó a que lo cometiera,
según aprendimos en Santiago 1:13.
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“Cuando alguno es tentado, no diga que es
tentado de Dios, porque Dios no puede ser
tentado de los malos, ni Él tienta a alguno;
sino que cada uno es tentado, cuando de su
propia concupiscencia es atraído, y cebado.”
(Stg 1:13)
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“11 Así ha dicho Jehová: He aquí yo
levantaré sobre ti el mal de tu misma casa, y
tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las
daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus
mujeres a la vista de este sol. 12 Porque tú lo
hiciste en secreto; mas yo haré esto delante
de todo Israel, y delante del sol.”
(II Sam 12:11-12)
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Si no se acepta este razonamiento sobre lo que es
la “predestinación de circunstancias”, habría
entonces que pensar el absurdo y la blasfemia de
que Dios obligó a Absalom a cometer semejante
pecado. Eso va contra lo que dice la palabra de
Dios y contra el concepto que de la justicia y la
pureza de Dios nos enseña la Biblia.
Dios anuncia lo que le va a suceder a David,
porque conoce el proceder de todos los encartados
en el asunto, no porque fuerce o predestine a nadie a
pecar. Si el alma de Absalom no hubiera nacido en
el cuerpo de un hijo de David, sino en el de un indio
americano, no hubiera tenido la oportunidad de
hacerle a David lo que le hizo. Por eso Dios lo hace
nacer como hijo de David, castigando así a David.
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>Los acontecimientos de Keila demuestran que
no hay predestinación
David pregunta a Dios dos cosas: a) si Saúl iba a
salir a buscarlo, y b) si los de Keila lo iban a
entregar. A ambas preguntas Dios responde afirmativamente: “sí, descenderá” y “te entregarán”.
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“Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu
siervo tiene entendido que Saúl trata de venir
contra Keila, a destruir la ciudad por causa
mía. ¿Me entregarán los vecinos de Keila en
sus manos? ¿Descenderá Saúl, como tu
siervo tiene oído? Jehová Dios de Israel, te
ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová
dijo: Sí, descenderá. Dijo luego David: ¿Me
entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis
hombres en manos de Saúl? Y Jehová
respondió: Te entregarán. David entonces se
levantó con sus hombres, que eran como
seiscientos, y se salieron de Keila, y se fueron
de una parte a otra. Y vino la nueva a Saúl de
cómo David se había escapado de Keila; y
dejó de salir.”
(I Sam 23:10-13)
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Si adoptamos la mentalidad predestinacionista,
tendremos que pensar que si Dios dijo eso, era
porque Él sabía que eso era lo que estaba predestinado a ocurrir, porque no iba Dios a mentir. Sin
embargo, vemos después que ni Saúl descendió a
Keila ni los de la ciudad entregaron a David y a los
suyos. De este hecho irrebatible tiene que razonar
cualquier predestinacionista honesto, una de dos: 1)
o la revelación fue falsa y engañó a David, lo cual
sería una blasfemia; o 2) la predestinación absoluta
no existe.
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Efectivamente, si David permanecía en Keila,
Saúl descendería a buscarlo y los de la ciudad lo
entregarían, pero eso no estaba predestinado a
suceder, estaba condicionado a que David
permaneciera en Keila. Si no permanecía en la
ciudad, ninguna de las dos cosas sucederían; si
permanecía en la ciudad, ambas cosas sucederían;
todo dependía de la voluntad de David. Si hubiera
habido predestinación Dios le hubiera dicho a
David algo así como “Saúl no va a descender, ni los
de Keila te van a entregar, porque tu vas a salir de la
ciudad, pues eso es lo que está predestinado.”
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>Dios sería con Asa, si Asa fuere con Dios, eso
implica libre albedrío
Se ve que el profeta Azarías no creía en la
predestinación, sino en el libre albedrío. Cuando
este profeta, inspirado por el Espíritu Santo hizo su
profecía, no dijo “Oíd Asa y todo Judá y
Benjamín, Jehová es con vosotros porque Él os ha
predestinado a ser con Él”; ni tampoco dijo “Dios
os ha predestinado a buscarlo y por lo tanto será
hallado de vosotros”. Decir eso hubiera sido lo
lógico de un profeta que sabe que la predestinación
existe. Pero al contrario, inspirado por el
Espíritu Santo, el profeta condicionó el que Dios
fuera con ellos, y el que ellos hallaran a Dios, al
hecho de que por su libre albedrío, ellos fueran con
Dios y ellos buscaran a Dios. Por eso les dijo:
“Jehová es con vosotros si vosotros fuereis con
Él…”; y a la vez les da la alternativa del libre
albedrío al decirles:
“…mas si lo dejareis, Él
también os dejará…” y “…si le buscareis, será
hallado…”.
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“1 Y fue el Espíritu de Dios sobre Azarías
hijo de Obed; 2 y salió al encuentro de Asa, y
le dijo: Oídme, Asa, y todo Judá y Benjamín:
Jehová es con vosotros, si vosotros fuereis
con él; y si le buscareis, será hallado de
vosotros; mas si le dejareis, él también os
dejará.
3 Muchos días ha estado Israel sin verdadero
Dios y sin sacerdote, y sin enseñador y sin
ley; 4 mas cuando en su tribulación se
convirtieron a Jehová Dios de Israel, y le
buscaron, él fue hallado de ellos. 5 En
aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que
entraba, ni para el que salía, sino muchas
aflicciones sobre todos los habitadores de las
tierras. 6 Y la una gente destruía a la otra, y
una ciudad a otra ciudad, porque Dios los
conturbó con todas calamidades. 7 Esforzaos
empero vosotros, y no desfallezcan vuestras
manos; que salario hay para vuestra obra.”
(II Cr 15:1-7)
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El mismo conocimiento del libre albedrío por
parte del profeta se ve en el versículo 4 al decir
“…cuando en su tribulación se convirtieron a
Jehová y le buscaron…”, en cuya frase se ve que el
profeta reconoce que el ser humano se puede
convertir por su propia iniciativa y voluntad, y si
lo desea, tiene libertad para buscar a Dios. Luego,
en el versículo 7 reconoce de nuevo el libre albedrío
al decirles “esforzaos…”, lo cual no le diría si él
supiera que ellos no podían esforzarse, sino que era
Dios el que tenía que predestinarlos a esforzarse.
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>El desvío de Salomón no fue predestinado por
Dios, sino consecuencia de su libre albedrío
El que escribió esta sección del libro Primero de
Reyes, no cree en la predestinación. En vez de decir
que Dios torció el corazón de Salomón, que es lo
que diría si creyera en la predestinación, dice: “sus
mujeres torcieron su corazón” (3). Más adelante en
el 4 dice “…sus mujeres inclinaron su corazón tras
dioses ajenos”, señal de que el escritor no pensaba
que era Dios el que lo había hecho, el que lo había
predestinado a ser torcido de corazón, sino que le
daba a otras criaturas, en este caso a las mujeres, la
posibilidad de hacer tal cosa en el carácter de
Salomón.
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“3 Y tuvo setecientas mujeres reinas, y
trescientas concubinas; y sus mujeres
torcieron su corazón. 4 Y ya que Salomón era
viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras
dioses ajenos; y su corazón no era perfecto
con Jehová su Dios, como el corazón de su
padre David.”
(I R 11:3-4)
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Algo semejante sucede con la frase “…y su
corazón no era perfecto con Jehová su Dios…”, la
cual implica libre albedrío en Salomón, pues de no
ser así diría “…y Dios le dio un corazón imperfecto
a Salomón…”.
Por último, en el 9 vemos que Dios se enoja
contra Salomón porque su corazón estaba desviado,
cosa que no ocurriría si Dios lo hubiera predestinado a tener un corazón desviado, porque sería algo
así como que un padre le provocara adrede la
parálisis a un hijo suyo, y luego le entrara a
palos porque el niño no puede obedecerlo cuando
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el padre le ordena
inmediatamente.
que
salga
corriendo
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>Por las advertencias y reproches que Dios hace
a Jeroboam, se ve que él tenía libre albedrío
En este pasaje vemos que el que habla, que es
Dios, le reconoce libre albedrío a Jeroboam al
advertirle, “si prestares oído a todas las cosas que
te mandare, y anduvieres en mis caminos, e
hicieres lo recto…” etc.. Es decir, que se ve
claramente que en la estructura mental del que habla
se considera que Jeroboam tenía libre albedrío para
escoger: a) prestar oído o no; b) andar o no en los
caminos de Dios, y c) hacer o no lo recto.
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“Yo pues te tomaré a ti, y tú reinarás en
todas las cosas que deseare tu alma, y serás
rey sobre Israel. Y será que, si prestares oído
a todas las cosas que te mandare, y
anduvieres en mis caminos, e hicieres lo
recto delante de mis ojos, guardando mis
estatutos y mis mandamientos, como hizo
David mi siervo, yo seré contigo, y te
edificaré casa firme, como la edifiqué a
David, y yo te entregaré a Israel.”
(I R 11:37-38)
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Más adelante, en 14:7-9 vemos que Dios reprocha
a Jeroboam d) que él no había sido como David
(8), señal de que si hubiera querido hubiera podido
serlo. No iba Dios a pedirle que fuera como
David, si por predestinación Jeroboam no
hubiera podido serlo. Luego le recrimina: e) que
hizo lo malo, señal clara de que no fue Dios el que
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lo predestinó a hacer lo malo, y señal clara de que
él no estaba predestinado ni obligado por fuerzas
mayores a hacer lo malo. Si Dios supiera que a
Jeroboam le era imposible hacer lo bueno, por no
haber sido predestinado a tal cosa, no iba a
recriminarlo, ni tampoco iba a castigarlo por no
hacer lo bueno (9). Tampoco es lógico pensar que
Dios se enoja con Jeroboam por su idolatría si fue
Dios el que lo predestinó a ser idólatra. El mismo
razonamiento hecho hasta aquí se puede hacer con
los siguientes pasajes: I R 16:1-4, 13, 19, 25 y
30-33.
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“7 Ve, y di a Jeroboam: Así dijo Jehová Dios
de Israel: Por cuanto yo te levanté de en
medio del pueblo, y te hice príncipe sobre mi
pueblo Israel, 8 y rompí el reino de la casa de
David, y te lo entregué a ti; y tú no has sido
como David mi siervo, que guardó mis
mandamientos y anduvo en pos de mí con
todo su corazón, haciendo solamente lo
derecho delante de mis ojos; 9 antes hiciste lo
malo sobre todos los que han sido antes de ti;
que fuiste y te hiciste dioses ajenos y de
fundición para enojarme, y a mí me echaste
tras tus espaldas;”
(I R 14:7-9)
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Está claro para todo el que quiera verlo, que la
Biblia habla solamente de libre albedrío, y cuando
habla de predestinación, se refiere solamente a la
predestinación circunstancial.
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>David no creía que la fecha de la muerte de
Saúl fuera algo predestinado a plazo fijo
En este pasaje David demuestra que él no cree en
la predestinación. Abisaí le aconseja matar a Saúl, y
David le responde en forma que no deja lugar a
dudas de que él no creía en la predestinación, que él
no creía que el día de la muerte “estaba escrito”,
como dice la doctrina de la predestinación absoluta.
Veamos.
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“Entonces dijo Abisaí a David: Hoy ha Dios
entregado a tu enemigo en tus manos; ahora
pues, lo heriré luego con la lanza, cosiéndole
con la tierra de un golpe, y no segundaré. Y
David respondió a Abisaí: No le mates,
porque ¿quién extenderá su mano contra el
ungido de Jehová, y será inocente? Dijo
además David: Vive Jehová, que si Jehová
no lo hiriere, o que su día llegue para que
muera, o que descendiendo en batalla
perezca, guárdeme Jehová de extender mi
mano contra el ungido de Jehová; empero
toma ahora la lanza que está a su cabecera, y
la botija del agua, y nos vamos.”
(I Sam 26:8-11)
David no creía que hubiera un día predestinado para la muerte de Saúl. Comienza por creer
que si él lo mata allí mismo Saúl se va a morir ese
mismo día, no cuando esté predestinado. Si hubiera
creído en la predestinación le hubiera dicho a
Abisaí, “no lo mates, que si está predestinado que él
muera hoy, se va a morir aunque tú no lo mates”.
Pero al contrario, piensa que no se debe adelantar el
día de su muerte natural. Señal de que él creía que
el día de la muerte de un ser humano podía
adelantarse, que no estaba fijado.
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Luego pasa a mencionar las tres formas en que
Saúl podía morir: a) si Jehová lo hiriere, es decir,
si Dios deseare quitarle la vida antes de que llegara
el momento del desgaste natural de su organismo, o
sea, la muerte biológica; b) que su día llegue para
que muera, es decir, que muera de viejo, de muerte
natural, por haberse agotado sus órganos vitales; y
c) que descendiendo en batalla perezca, es decir,
que otro le quite la vida, adelantándose al día en que
por causas naturales muera.
De todo lo que habla David no se puede sacar ni
el más mínimo indicio de que él creyera en la
predestinación del día de la muerte; pero sí se puede
ver claramente que David creía que la vida podía
cesar de tres formas diferentes: uno por desgaste
natural del individuo, otra por accidente, y otra
por voluntad expresa de Dios.
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>Resumen del capítulo 11. El caso del blasfemo
nos muestra que el humano tiene libre albedrío,
porque no va Dios a predestinarlo a que blasfeme.
Si Pablo dice que Dios quiere que todos se salven,
está claro que si en las manos de Dios solamente
estuviera el salvarnos, toda la humanidad se
salvaría.
La profecía de Miqueas, que no se cumplió, nos
demuestra que no hay predestinación. Igualmente se
dice bien claramente en la Biblia que Dios es
misericordioso, por lo tanto, no va Él a crear seres
que ya estén predestinados a perderse, o predestinados a no salvarse.
El hecho de que Dios le da a escoger a David uno
de tres castigos, nos hace ver que Dios considera
que David tiene facultad de elegir, o sea, tiene libre
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albedrío. Lo mismo tenemos que pensar cuando
Jeremías le da a escoger al rey Sedecías. Al hacerlo
vemos que el profeta sabe que el humano tiene la
facultad de escoger, o sea libre albedrío. David
demuestra tener libre albedrío, puesto que tuvo en
su corazón edificar el Templo, y solamente la
negativa de Dios fue lo que lo impidió; David tenía
un deseo, que no había sido puesto por Dios.
En el episodio de la ciudad de Keila vemos que no
había predestinación, sino que lo que iba a suceder
dependía de la decisión de David. También en el
episodio del rey Asa, podemos ver que el profeta
Azarías no creía en la predestinación, sino en el
libre albedrío del pueblo en general, y del rey Asa
en particular. En cuanto al desvío de Salomón,
vemos que no fue Dios con la predestinación quien
lo desvió del camino recto, sino sus mujeres
paganas.
Las advertencias y reproches que Dios hace a
Jeroboam, demuestran que él tenía libre albedrío.
También el hecho de que David, hablando de la
muerte de Saúl, expusiera tres diferentes tiempos
para su muerte, nos hace ver que él no creía que la
muerte estuviera predestinada a plazo fijo.
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Capítulo 12
La omnipotencia de Dios y el libre
albedrío de sus criaturas
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>Las leyes físicas, químicas, biológicas y
espirituales que Dios creara, funcionan solas
La predestinación absoluta afirma que Dios tiene
marcado o “escrito” el año mes, día, minuto y
segundo en que cada ser viviente tiene que morir.
Esta predestinación incluye, además de al
humano a cada pajarito, cuadrúpedo, reptiles,
aves, peces, insectos, y como es natural, también
a los microorganismos, ¿por qué no?, sin olvidar
a los vegetales.
Todo esto lo basa esa satánica herejía en sus
doctrinas “versiculares”. Una de sus bases es Mt
10:29 donde dice que ni un pajarito cae a tierra sin
vuestro Padre. Pero eso no es lógico que signifique
que el día, hora, minuto, y segundo de la muerte del
tal pajarito estuviera “escrito”. Lo que quiere decir
es que nada se puede hacer si Dios no lo permite,
pero al mismo tiempo hay que comprender que
desde la mismísima creación, Dios ha permitido al
humano que mate cuantos pajaritos le dé la gana y
en el momento que lo desee, sin que para ello Dios
haya tenido que escribir el año, mes, día, hora,
minuto y segundo de la muerte de cada uno de esos
pajaritos. Eso es ridículo y absurdo; y solamente se
le ocurre a los forjadores de doctrinas versiculares
(las que se basan en un solo versículo o pasaje, en
vez de basarse integralmente en la Biblia).
El mismo apóstol San Pablo contradice esa
absurda idea en I Co 9:9, cuando nos deja inferir
que Dios no se preocupa tanto de los animales.
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Como vemos, la creencia de que el día de la
muerte está escrito, no es cierta.
Efectivamente, cada vez que cocinamos una sopa,
un potaje, etc, en los cuales hervimos agua,
matamos miles y tal vez millones de microorganismos. Esos microorganismos nacieron unas
pocas horas antes. Eso ocurre varias veces al día en
miles de millones de hogares a través de globo.
¿Creen ustedes que Dios se pasa la vida escribiendo
el año, mes, día, hora, minuto, y segundo de
nacimiento y muerte de todos y cada uno de los
miles de billones de microorganismos que nacen y
mueren cada minuto en el mundo?
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“9 Porque en la ley de Moisés está escrito:
No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene
Dios cuidado de los bueyes? 10 ¿O lo dice
enteramente por nosotros? Pues por nosotros
está escrito, porque con esperanza ha de arar
el que ara; y el que trilla, con esperanza de
recibir el fruto.”
(I Co 9:9-10)
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Yo veo que los humanos, los animales y los
vegetales tienen leyes que rigen sus nacimientos,
vidas y muertes, las cuales funcionan solas; como
sola funciona la ley de gravedad. Y funciona sola,
porque desde que Dios creó la materia la dotó del
poder de atraerse mutuamente. La gran masa del
planeta, atrae a toda otra masa que se halle en su
superficie o cerca de ella. No es necesario que Dios
intervenga activamente cada vez que se va a caer un
alfiler, para que éste llegue al suelo. El alfiler solo
llega, en obediencia a la palabra de Dios,
pronunciada desde la creación, en el sentido de
que la materia se atrajese mutuamente. Es más, no
puede dejar de hacerlo así.
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Igualmente ocurre con las leyes físicas,
químicas, biológicas, etc, de que Dios ha dotado a
la materia que ha creado; tanto a la materia viva
como a la inerte. Esas leyes rigen sobre la materia;
y no pueden dejar de regir mientras Dios no
pronuncie palabra en contrario. Hacer eso sería
realizar un milagro, y Dios, por lo que hemos
aprendido de la Biblia y de la experiencia, no
realiza milagros todos los días.
Por ello las leyes físicas, químicas y biológicas,
que afectan el metabolismo y la estructura del
cuerpo humano, rigen sobre éste, envejeciéndolo
y deteriorándolo hasta la muerte. Detener ese
proceso o retardarlo, necesitaría un milagro, es
decir, necesitaría que Dios fuese en contra de sus
propias leyes que antes estableciera; y repito, según
me enseña la Biblia y la experiencia, eso no lo
acostumbra a hacer el Señor.
¿Han visto ustedes alguna vez una anciana de 80
años que luzca como una joven de 18? No; porque
las leyes que regulan el envejecimiento y la muerte
funcionan solas, tienen la autonomía de que Dios
las dotara cuando creó la materia, tanto la inerte
como la viviente. Dios Nuestro Señor no necesita
cada día hacer algo para que la mencionada
anciana envejezca, ella envejece sola, al igual que
todos nosotros. No tiene Dios que ocuparse de que
cada ser humano vaya envejeciendo día a día.
¿Quiere eso decir que Dios no puede hacer un
milagro al respecto? ¿Quiere eso decir que esos
milagros Dios no quiere hacerlos nunca? No; lo que
quiere decir es que la experiencia de nuestra vida, y
la Biblia, nos indican que son muy escasos esos
milagros. Por lo tanto, no debemos tomar las
excepciones como reglas para nuestra vida. Eso
significa que a una o a varias personas, por razones
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divinas que ignoramos, se les puede “escribir” el
año, día, hora, minuto y segundo de su nacimiento o
de su muerte, pero que en las demás, tales
fenómenos funcionan en forma natural y de acuerdo
a las leyes que el mismo Dios puso desde mucho
antes.
Si usted se da un tiro en la cabeza, se muere;
porque dos cuerpos no pueden ocupar a la vez el
mismo espacio, según una ley que Dios estableció
desde la creación; y el proyectil y su cerebro no
son una excepción. Si usted no se da el tiro en la
cabeza, sigue viviendo hasta que otra ley actúe
sobre usted. Tan sencillo como eso. Dios puede
intervenir para modificar estas cosas, pero...
¡recuerde!, esa es la excepción, no la regla por la
que debemos guiarnos.
No obstante el que crea honestamente que el día
de la muerte está predestinado, día, hora minuto
segundo, y que igual lo están las enfermedades,
sufrimientos, etc., que no pierda el tiempo en
discutir el asunto. Que se vaya a los lugares donde
está prohibido predicar el evangelio públicamente, y hágalo. Al fin y al cabo nadie lo va a
poder matar hasta que llegue su hora. Vayan a
los campos de batalla, métanse entre las balas a
recoger heridos....nadie lo va a poder matar hasta
que les llegue su hora. ¡Cuánto bien le harían a la
humanidad! ¡Y qué gran testimonio darían en
favor de la fe que dicen tener! ¡Con cuanta fuerza y
convicción pudieran predicar la doctrina de la
predestinación. Sería mucho más efectivo que
charlar y charlar fingiéndose a sí mismos que creen
en la predestinación absoluta.
En el pasaje del Nuevo Testamento que antes
mencioné (Mt 10:29), no se está refiriendo al
normal día de la muerte que “normalmente” le llega
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al humano debido a las mencionadas leyes físicas,
químicas y biológicas, etc., que Dios estableció.
Allí están exhortando al cristiano para que no le
teman a los que, adelantándose a esas leyes
naturales, pretenden quitarles la vida, (Mt 10:28).
Referente a ese caso, y no referente al día natural de
la muerte, es que Jesús les dice que ni un pajarillo
cae a tierra sin la anuencia divina. Está claro que
no se trata de una enseñanza de cómo la muerte
natural de un humano “está escrita”; sino de una
enseñanza de que los que pretendan matar a otro
no pueden hacerlo sin la anuencia divina.
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“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas
al alma no pueden matar; temed antes a
aquel que puede destruir el alma y el cuerpo
en el Infierno. ¿No se venden dos pajarillos
por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae
a tierra sin vuestro Padre.”
(Mt 10:28-29)
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Igual enseñanza se infiere de II R 20:1-6. Cuando
regulado por leyes bio-físico-químicas el rey
Ezequías de Judá, contrae una enfermedad, ésta lo
va a matar y Dios así se lo hace anunciar (1). Pero
luego, ante las rogativas del rey (3), el Señor accede
a prolongarle la vida y hace un milagro (5-6). Si
Dios hubiera tenido “escrito” que Ezequías iba a
morir con aquella enfermedad, hubiera muerto
entonces. Si no lo tenía “escrito” para ese día, no
lo hubiera engañado diciéndole que iba a morir,
por cuanto Él hubiera sabido que no lo tenía
“escrito”. No podía Dios tener “escritas” las dos
fechas, o tener “escrita” la segunda y engañar a
Ezequías con la primera.
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“1 En aquellos días cayó Ezequías enfermo
de muerte, y vino a él Isaías profeta hijo de
Amós, y le dijo: Jehová dice así: Dispón de
tu casa, porque has de morir, y no vivirás.
2 Entonces volvió él su rostro a la pared, y
oró a Jehová, y dijo: 3 Te ruego, oh Jehová, te
ruego hagas memoria de que he andado
delante de ti en verdad e íntegro corazón, y
que he hecho las cosas que te agradan. Y
lloró Ezequías con gran lloro.
4 Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del
patio, fue palabra de Jehová a Isaías,
diciendo: 5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe
de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de
David tu padre: Yo he oído tu oración, y he
visto tus lágrimas; he aquí yo te sano; al
tercer día subirás a la casa de Jehová. 6 Y
añadiré a tus días quince años, y te libraré a
ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y
ampararé esta ciudad por amor de mí, y por
amor de David mi siervo.”
(II R 20:1-6)
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Concretando, la fecha de la muerte está dada por
la interacción autónoma de las leyes físicas,
químicas, biológicas, espirituales, etc. que, conocidas o desconocidas por nosotros, Dios estableció
desde el principio de la creación. Eso no significa
que Dios no pueda o no quiera intervenir (por
excepción) en la fijación de la fecha de tales
fenómenos (nacimiento y muerte), ni significa
que ya en esta época no lo está haciendo. Lo que
eso significa es que al igual que Dios creó la fuerza
de gravedad desde el principio de la creación, y ésta
sigue aún hoy trabajando para Dios, así también
Dios creó las leyes que rigen los fenómenos del
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nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte de
todos los seres vivos, incluyendo los humanos; y
estas leyes siguen trabajando para Dios, y no
Dios para ellas.
Cuando un cuerpo humano se forma y nace, Dios
le pone, o manda a ponerle, el alma que Él estime
conveniente, en el momento que el crea más
adecuado. Cuando un cuerpo ya con alma se
deteriora y deja de funcionar, Dios le retira o manda
a retirar el alma, o tal vez ella sola sale de allí.
Ninguna de estas cosas están claramente reveladas
y sólo pueden inferirse. Tal vez hay cuerpos vivos
que ya no tienen alma; y esos son los casos de
algunos estados comatosos, o de ciertos tipo de
anomalías en los que la persona no tiene los
atributos propios de un ser humano (inteligencia,
conocimiento de su propia existencia, etc.), sino que
actúa y reacciona sólo como animal. También
pudiera ser que en esos estados comatosos el alma
permanece en el cuerpo, pero se le ha cortado su
comunicación con el mundo físico a través de los
sentidos.
Pero bueno, el caso no es ponernos a considerar
todas las posibilidades, sino que nos sirva el pasaje
para comprender que el día de la muerte no está
predestinado, necesariamente, aunque en algunos
casos pudiera estarlo.
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>Resumen del capítulo 12. Algunos se
preguntan, ¿Si Dios es omnipotente, por qué no
puede salvar a todas las criaturas? Dios creó seres
con libre albedrío. Cuando uno de esos seres ama a
Dios, lo ama de su propia voluntad, no es Dios el
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que lo predestinó a amarlo, o lo forzó a amarlo. El
amor no se puede forzar.
Como que Dios es omnipotente, y Él usó su
omnipotencia en crear un ser con libre albedrío, no
va Dios ahora a contradecir y anular su anterior acto
de omnipotencia. No va pues, a obligar a los seres
libres que Él creó, a amarlo y desear estar toda la
eternidad consigo, acatando las divinas leyes que
esos seres creados odian. Eso sería enfrentar su
anterior acto de omnipotencia, con el cual les dio
libre albedrío, con el presente acto de omnipotencia
donde los obliga a desear lo que ellos no quieren
desear. Dios no es un ser de contradicciones.
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Capítulo 13
Lo bueno y lo malo que piensan o hacen
las criaturas ¿lo piensan o hacen porque
Dios los predestinó a que hagan o piensen
tales cosas?
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>Las alabanzas a Dios
Cuando el lector profiere alabanzas a Dios, o
palabras de agradecimiento ¿lo hace de su propia
voluntad o es que Dios lo predestinó a que hiciera
tales alabanzas y palabras de agradecimiento?
¿Estaría Dios feliz de saber que quien lo alaba lo
hace porque Él lo predestinó, lo programó para que
lo hiciera? ¿No sería eso algo así como darle cuerda
a un fonógrafo para que diga: Yo te amo Dios mío?
¿Puede alguien sentir felicidad en que un fonógrafo
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repita las palabras de reconocimiento de nuestros
méritos que nosotros mismos le pusimos?
El crear seres con libre albedrío tiene su felicidad
y su amargura. Felicidad, porque cuando ese ser
alaba a su creador, lo hace de su propia voluntad,
reconociendo la misericordia, el amor y la grandeza
de Dios. Amargura, porque cuando ese ser odia a
su Creador y lo blasfema, Dios se entristece en ver
lo malagradecidos que son, la injusticia de su
proceder, y la necesidad de separarlos de los
otros, para que no hagan sufrir eternamente a los
que sí aman a Dios.
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>¿Puede existir libre albedrío para solamente
hacer el mal?
Admitir la predestinación absoluta es echarle la
culpa a Dios de lo malo que hace el ser humano. Por
eso es que hay quienes tratando de zafarse del
absurdo que los rodea cuando defienden la
predestinación absoluta, dicen que el humano
tiene libre albedrío sólo para lo malo, pero no
para lo bueno. Esta es una de las afirmaciones más
absurdas que he visto en los fanáticos. Si una
persona tiene libre albedrío para hacer lo malo,
tiene que tener libre albedrío para hacer lo bueno.
Desde el momento que una persona puede
abstenerse de hacer el mal, ya está haciendo el bien.
Para tener libre albedrío para hacer el mal, la
persona no puede estar predestinada a hacer el
mal obligatoriamente. Porque si estuviera
predestinada a hacer el mal obligatoriamente,
entonces no tendría libre albedrío para hacer el mal,
si no que tendría que hacerlo de todas maneras. Por
lo tanto, si alguien tiene libre albedrío para hacer el
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mal, puede hacer el mal si él quiere, o puede
abstenerse de hacer el mal si no quiere hacerlo.
En esas condiciones, si Bebo se está ahogando,
y Pepe tiene la facilidad de lanzarle una soga y un
salvavidas, y no lo hace, Pepe ha cometido un
pecado, pues como dice Santiago, el pecado está en
poder hacer lo bueno y abstenerse de hacerlo. Por
otro lado, ya vimos que el que tiene libre abedrío
para hacer el mal también tiene libre albedrío
para abstenerse de hacer el mal.
En este ejemplo, si Pepe tiene libre albedrío para
dejar de hacer el mal, dejaría de abstenerse de
lanzarle la soga y el salvavidas a Bebo. Si puede
dejar de abstenerse de lanzarle esas cosas a Bebo,
quiere decir que se las lanzaría, en cuyo caso estaría
haciendo el bien. Es decir, que hay que concluir en
darnos cuenta de que el que tenga libre albedrío
para hacer el mal también tiene libre albedrío para
hacer el bien; y por lo tanto, decir que el humano
solamente tiene libre albedrío para hacer el mal es
un ridículo absurdo.
Además, si el humano no tuviera libre albedrío
para hacer el bien, volveríamos a caer en el absurdo
que ya antes tratamos, el pensar que las alabanzas a
Dios fueran huecas frases que a la criatura le fueron
troqueladas en el cerebro, no que esa criatura las
sienta de su propio amor.
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>Las oraciones a Dios
Las oraciones que el cristiano hace, ¿estaba
predestinado a que fueran hechas o salen voluntariamente de su alma? ¿Las fabricó Dios y se las
troqueló en el cerebro al cristiano? Si eso fuera así,
entonces no sería culpa del cristiano orar por
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aquellas cosas que no debe pedir, ni sería culpable
por no pedir aquellas cosas que no ha pedido. ¿Le
suena razonable al lector semejante cosa, de
acuerdo a lo que él ha aprendido en la Biblia?
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>Pequeños y grande errores en la Biblia
Dios, que todo lo sabe, les advirtió a los que en el
futuro iban a añadir o a quitar algo de lo que se
halla escrito en la Biblia, lo que les iba a suceder si
lo hacían. Si la Biblia no iba a sufrir añadiduras y
cortes, no era necesario que se escribieran las
advertencias que aparecen al final del Apocalipsis.
Es más, por muchos siglos la Biblia sufrió
añadiduras a manos de la Iglesia Católica, que le
añadió los libros apócrifos que hoy conocemos; y
otros que ya ellos mismos los quitaron, pero que
habían sido añadidos.
Estos libros y segmentos añadidos decían cosas
tan evidentemente estúpidas a la luz de los actuales
conocimientos, que el Vaticano tuvo a bien quitar
de la Biblia, calladamente, lo que antes le habían
añadido. Por uno de esos libros añadidos a la Biblia,
fue que Cristóbal Colón se guió para decir que el
mar era solamente la séptima parte de la Tierra,
cuando en realidad son las tres cuartas partes del
planeta; por eso tuvieron que quitar ese libro de la
Biblia. Esta afirmación se halla en el libro apócrifo
llamado Cuarto de Esdras, que pertenecía a la Biblia
católica en épocas anteriores a Colón, pero que
fueron quitados de la Biblia cuando por los distintos
viajes de Colón, Magallanes, etc., se comprobó las
mentiras que afirmaban. Ver el libro IV de Esdras
6: 42, 47 y 50, en alguna Biblia católica antigua
que puedan encontrar en las bibliotecas importantes.
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Además de estos grandes errores que acabamos
de ver, se introdujeron en la Biblia unos pocos
pequeños errores, debidos a fallos humanos al
copiar las Escrituras de siglo en siglo. Por ejemplo,
la edad del rey Joachín cuando comenzó a reinar
fue, según II R 24:8 de 18 años, y según II Cr 36:9
de 8 años. Se evidencia que el que copió de un
manuscrito anterior, o bien no se fijó, o se había
borrado el equivalente del número uno en la cifra
18.
Según la doctrina de la predestinación
absoluta, todo lo que sucede es porque Dios lo
predestinó así. ¿Cree el lector que, efectivamente,
Dios predestinó esos errores? Dios no es un Dios de
mentiras, no es un Dios que predestina errores. La
predestinación absoluta es una herejía.
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>Resumen del capítulo 13. Justificar la herejía
de la predestinación absoluta diciendo que el ser
humano tiene libre albedrío para hacer lo malo, pero
no para hacer lo bueno, es una ridiculez dialéctica y
una insensatez fanática. Quien se abstiene de hacer
lo malo, automáticamente está haciendo lo bueno.
Las alabanzas a Dios, las oraciones de los
cristianos, las ofrendas para la obra del Señor, las
obras de caridad que Cristo nos inspira, y todas las
demás buenas obras que un cristiano puede ejecutar,
le salen desde el fondo de su corazón, después que
aman a Dios. No les tienen que ser troqueladas
previamente en la mente y el corazón.
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Capítulo 14
Pasajes bíblicos que parecen decir que
existe la predestinación absoluta
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>Pablo nos dice que el ser humano se puede auto
endurecer
El endurecimiento que Dios provoca en casos
como el de Faraón, no lo hace violando su libre
albedrío, sino permitiéndole hacer uso de sus
concupiscencias, como demostraré en el siguiente
inciso. Pues bien, en este pasaje de Hebreos que
más abajo muestro vemos que también existe el
auto-endurecimiento, aunque Dios no haga nada
especial que conduzca a ese endurecimiento. En
ese pasaje verán que todo el endurecimiento del
cual habla Pablo, es hecho por la misma persona
que se endurece.
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“13 Antes exhortaos los unos a los otros cada
día, entre tanto que se dice Hoy; porque
ninguno de vosotros se endurezca con
engaño de pecado. 14 Porque participantes de
Cristo somos hechos, con tal que conservemos firme hasta el fin el principio de
nuestra confianza; 15 entre tanto que se dice:
Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones, como en la provocación.”
(Heb 3:13-15)
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Como muy claramente dice aquí el Apóstol San
Pablo el ser humano se puede endurecer a sí mismo,
sin que nadie tenga que actuar sobre él. En el
versículo 13 Pablo exhorta a que ninguno de
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vosotros se endurezca. Al decir “se endurezca” nos
está haciendo ver, manifiestamente, que el humano
en general, puede endurecerse por sí mismo. Lo
mismo nos dice en el versículo 15 cuando al
exhortar dice “no endurezcáis vuestros corazones”.
El usar la palabra “endurezcáis” nos está haciendo
ver que es el mismo ser humano el que se endurece
a sí mismo. Incluso, al mencionar el episodio de la
provocación, nos está diciendo que en aquella
ocasión los que se endurecieron, lo hicieron por su
propia voluntad.
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>Dinámica celestial: cómo endureció Dios a
Faraón sin alterar su libre albedrío
Hay hermanos a quienes les causa duda sobre la
predestinación, el episodio del endurecimiento de
Faraón. Analicemos este pasaje, para que veamos la
correcta interpretación.
En el caso de Faraón, que era un hombre
soberbio, Dios, en vez de aplicarle la primera plaga
(aguas convertidas en sangre) y no levantársela
hasta que los hebreos estuvieran libres, lo que hizo
fue aflojarle la mano, con lo cual la soberbia de
Faraón se crecía, pensando que Dios no era tan
poderoso, y hasta que él podría engañarlo y todo.
En el siguiente versículo Dios dice a Moisés que
Él sabe que el rey de Egipto no los dejaría ir sino
por mano fuerte. O sea, que la dureza de faraón ya
era conocida por Dios, y por eso, cuando después en
4:21 dice “...yo endureceré su corazón...”, se trata
de que Dios le va a dar oportunidad para ejercer su
propia dureza, la cual no podría ejercer si Dios no le
dejara oportunidad como más abajo explico.
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“Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará
ir sino por mano fuerte.” (Ex 3:19)
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¿Hizo Dios que Faraón pecara por haberlo
endurecido? ¿Forzó Dios a Faraón a que se
endureciera? ¿Troqueló Dios la dureza en la mente
y corazón de Faraón? ¿Lo hizo duro? Aquí dice
claramente: “Yo empero endureceré su corazón de
modo que no dejará ir a mi pueblo”. ¿No tiene el
humano libre albedrío? ¿Es esta una excepción del
libre albedrío? No; no hubo excepción. Faraón
seguía teniendo su libre albedrío intacto a pesar de
que Dios lo endureció. La explicación de esta
aparente paradoja estriba en darnos cuenta del
método por medio del cual Dios endureció a
Faraón.
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“Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hubiereis
vuelto a Egipto, mira que hagas delante de
Faraón todas las maravillas que he puesto en
tu mano. Yo empero endureceré su corazón,
de modo que no dejará ir al pueblo.”
(Ex 4:21)
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Aquí de nuevo se demuestra, como ya he dicho en
muchas ocasiones, que no se puede sentar
doctrina basándonos en pasajes aislados, sino en
el conocimiento general adquirido por la lectura
integral y continua de la Biblia.
Si leemos los pasajes que contienen la narración
de todo este proceso de las diez plagas, comprenderemos que el método usado por Dios para endurecer
a Faraón, respetaba su libre albedrío. Veamos.
Supongamos que Moisés se hubiera presentado
delante de Faraón y le hubiera dicho: voy a hacer
caer un rayo al lado tuyo, después de lo cual te
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comenzará un dolor de cabeza que irá creciendo y
creciendo, y no se te quitará hasta que hayas dejado
ir a los hebreos. Si después de eso cae el rayo, y le
comienza el dolor de cabeza, antes de 24 horas el
Faraón los hubiera dejado ir. ¡No hay quien aguante
eso!
Es más, si cuando vino la primera plaga, la de
convertir el agua en sangre, Dios no le hubiera
quitado la plaga a Faraón, éste, antes de morirse
de sed, hubiera transigido en dejar ir a los
hebreos. Y si él no hubiera querido transigir, el
pueblo, los soldados, que también se estarían
muriendo de sed, hubieran permitido que salieran
los hebreos, sin hacerle el menor caso a Faraón;
algo parecido sucedió en Ex 10:7.
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“Entonces los siervos de Faraón le dijeron:
¿Hasta cuándo nos ha de ser éste por lazo?
Deja ir a estos hombres, para que sirvan a
Jehová su Dios; ¿aun no sabes que Egipto
está destruido?
(Ex 10:7)
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Ahora bien, ¿usó Dios con Faraón un método
radical, como el que acabo de describir, o un
método indulgente; usó un método rígido o uno
flexible? Dios usó un método indulgente, flexible,
aparentemente débil, que le hacía abrigar a
Faraón la necia esperanza de que “por no ser Dios
tan fuerte”, él (Faraón) podía luchar con Dios....y
hasta engañarlo o vencerlo.
Como dije antes Dios pudo aplicar su poder y
enviarle un dolor tan espantoso e irresistible que
hubiera tenido que transigir en esa primera plaga.
Sin embargo, ¿qué hizo Dios?
a) Le pide blandamente a Faraón que deje ir
al pueblo, (Ex 5:1-2) ¿y cuál es a reacción de
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Faraón? Crecerse y oprimir más al pueblo (5:6-8).
¿Sufre alguna consecuencia Faraón por ese atrevimiento? No. Durante varios días se figura que él le
ha ganado la partida al Dios de los hebreos. Siendo
así, es lógico que llegara a creerse que “ese Dios no
era muy poderoso”; porque si a él, a Faraón,
alguien le hubiera hecho el desaire que él le hizo al
Dios de los hebreos, él, Faraón, hubiera triturado a
ese audaz atrevido para dar un escarmiento. “Así
que si Dios no me tritura a pesar de lo que le hice
(pensaría Faraón), es porque no tiene mucha fuerza.
¡Tal vez pueda vencerlo!”. Así se endurecía
Faraón.
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“1 Después entraron Moisés y Aarón a
Faraón, y le dijeron: Jehová, el Dios de
Israel, dice así: Deja ir a mi pueblo a
celebrarme fiesta en el desierto. 2 Y Faraón
respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo
oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco
a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.”
(Ex 5:1-2)
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“6 Y mandó Faraón aquel mismo día a los
cuadrilleros del pueblo que le tenían a su
cargo, y a sus gobernadores, diciendo: 7 De
aquí adelante no daréis paja al pueblo para
hacer ladrillo, como ayer y antes de ayer;
vayan ellos y recojan por sí mismos la paja; 8
y habéis de ponerles la tarea del ladrillo que
hacían antes, y no les disminuiréis nada;
porque están ociosos, y por eso levantan la
voz diciendo: Vamos y sacrificaremos a
nuestro Dios.”
(Ex 5:6-8)
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b) El siguiente paso de Dios no fue una acción
aniquilante, demostradora de Su absoluto poder,
sino algo aparentemente débil, algo que también
podían hacer los magos egipcios: Moisés echó su
vara ante Faraón y ésta se volvió culebra. ¿Pero qué
pasó? (Ex 7:8-13). Que de alguna manera, los
magos egipcios pudieron, aparentemente, hacer lo
mismo.
Hicieron “encantamientos” como los que hace
un mago en el teatro, es decir, trucos como el de
echar dos huevos en un sombrero y sacar dos
palomas, o el de tocar con una varita un vaso de
agua y convertirlo en leche, etc., etc.. Y Faraón
pensaría: “Por poco me doy por vencido estúpidamente. Mis magos tienen un poder casi igual al que
tiene el Dios Moisés. Lo único malo que yo veo en
todo esto es que la culebra de Él se comió a las
mías. Pero bueno, eso es algo de poca monta y se
puede resolver en el futuro perfeccionando el
encantamiento. Así que no me rindo. A este Dios
yo le gano la partida”.
Hay que notar cómo después de todo este asunto
de los encantamientos y después de ver que
(aparentemente) su poder era casi igual que el de
Dios, es cuando Faraón se endurece (Ex 7:13).
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“8 Y habló Jehová a Moisés y a Aarón,
diciendo: 9 Si Faraón os respondiere diciendo,
Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu
vara, y échala delante de Faraón, para que se
torne culebra. 10 Vinieron, pues, Moisés y
Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo
había mandado. Y echó Aarón su vara
delante de Faraón y de sus siervos, y se tornó
culebra. 11 Entonces llamó también Faraón
sabios y encantadores; e hicieron también lo
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mismo los encantadores de Egipto con sus
encantamientos; 12 pues echó cada uno su
vara, las cuales se volvieron culebras. Mas la
vara de Aarón devoró las varas de ellos. 13 Y
el corazón de Faraón se endureció, y no los
escuchó; como Jehová lo había dicho.”
(Ex 7:8-13)
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c) El tercer paso que dio Dios fue el volverle las
aguas en sangre, (Ex 7:17-18). Pero Faraón, cuando
vio que también sus magos podían hacer algo
parecido, (tal vez con tintes) volvió a endurecerse
(7:22), probablemente porque hizo un razonamiento
similar al que antes supuse que hizo para el asunto
de las culebras.
Además, era fácil endurecerse, porque no había
consecuencias dañinas por el endurecimiento,
Dios no le apretó la mano. Las aguas de los pozos
que los egipcios hicieron a toda prisa alrededor del
río, no se convertían en sangre; y con más o menos
trabajo se podía ir pasando. Tampoco la plaga duró
más de siete días (7:25). Era fácil que el Faraón
creyera que Dios no tenía poder para prolongarle el castigo más de siete días; y que con un
poco de astucia y aguante, pasaría todo aquello. Lo
único que posiblemente preocupaba a Faraón es que
a pesar de que sus magos podían hacer las mismas
cosas que Moisés, no podían, sin embargo,
contrarrestarlas.
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“17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás
que yo soy Jehová: he aquí, yo heriré con la
vara que tengo en mi mano el agua que está
en el río, y se convertirá en sangre. 18 Y los
peces que hay en el río morirán, y hederá el
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río, y tendrán asco los egipcios de beber el
agua del río.”
(Ex 7:17-18)
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“22 Y los encantadores de Egipto hicieron lo
mismo con sus encantamientos, y el corazón
de Faraón se endureció, y no los escuchó;
como Jehová lo había dicho. 23 Y tornando
Faraón se volvió a su casa, y no puso su
corazón aun en esto. 24 Y en todo Egipto
hicieron pozos alrededor del río para beber,
porque no podían beber de las aguas del río.
25 Y se cumplieron siete días después que
Jehová hirió el río.”
(Ex 7:22-25)
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d) Otro tanto le sucedió con la segunda plaga
(8:6), la de las ranas: los magos podían traer más
ranas, pero no podían quitar las que había (8:7).
Las ranas eran muy molestas (8:3) y no se iban, así
que Faraón decidió rebajarse un poco e hizo un trato
con Moisés (8:8): me quitas las ranas y yo los dejo
ir a ustedes. ¿Pero qué pasó? que no le pidieron
garantías de cumplimiento a Faraón, sino que le
suprimieron la plaga.
Una vez suprimida, Faraón pensaría: “y ahora,
¿quién me va a obligar a cumplir? Déjame
negarme a ver qué pasa”. Se negó y la plaga no
volvió. Faraón pensaría: “Este Dios no tiene
mucha fuerza ni es inteligente. La plaga del agua
convertida en sangre no pudo sostenerla más de una
semana. La de las ranas me la quitó cuando le
dije el primer embuste, y a pesar de que no cumplí
mi promesa, no ha tomado represalias. Si eso me lo
hacen a mí trituro al que me lo haga. Parece que
este Dios no tiene la fuerza necesaria para
triturarme”.
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“Además, -diría Faraón- me he fijado en que no
repite de nuevo las plagas a pesar de que yo no hago
lo que Él quiere ni cumplo lo que prometo. Parece
que no puede repetir una plaga dos veces ni
puede mantenerla por mucho tiempo. También
veo que no me puede “leer” los pensamientos, no
sabe que lo que le prometo no pienso cumplirlo,
ni tiene astucia para exigirme una garantía antes de
quitarme la plaga. Yo creo que puedo vencerlo; y
cuando lo haya vencido voy a ser famosísimo.
Además, voy a poder conservar mis valiosos
esclavos. ¡Vale la pena que trate! Ya he descubierto
dos debilidades de Él: no puede repetir las plagas y
se deja engañar fácilmente. Tal vez logre descubrir
otras debilidades y lo pueda vencer”.
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“Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón,
y les dijo: Orad a Jehová que quite las ranas
de mí y de mi pueblo; y dejaré ir al pueblo,
para que sacrifique a Jehová.”
(Ex 8:8)
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e) Demás está decir que todo esto es simple
suposición mía basada en la forma escalonada y
progresiva en que se va apretando a Faraón. Basada
también en el hecho de que cada vez que Faraón
se endurece es porque cree haber alcanzado una
victoria parcial sobre Dios, que es lo que a mí
parecer le hace ensoberbecerse y no transigir.
Cuando en 8:19 los magos se dan por vencidos y
advierten a Faraón sobre el asunto, ya éste había
ganado suficientes victorias parciales como para
abrigar la necia esperanza de poder derrotar a Dios.
Dios había endurecido Faraón, pero no
cambiándole su manera de ser o pensar, sino
dándole oportunidad para que ejerciera la que
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ya él tenía. Si Dios le hubiera enviado el simple
dolor de cabeza que supuse al principio, Faraón no
se hubiera endurecido: no hubiera podido. Pero
como que Dios le ponía delante la oportunidad de
endurecerse, y a él le gustaba endurecerse, lo hacía.
Por eso no se rindió cuando los magos se rindieron,
y triunfó; se acabaron los piojos y vinieron las
moscas, (8:24).
f) En este caso (8:28), volvió a ensayar el
engaño, y a su modo de ver le dio resultado:
Dios le quitó la plaga sin pedirle previamente
garantías de cumplimiento de su promesa. Por eso
en 8:32 vuelve a endurecerse. “Qué fácil me está
resultando salirme de mis problemas (pensaría
Faraón) basta con que invente un embuste y...¡zas!
...engaño a Dios”.
g) Así sucesivamente se puede casi adivinar el
proceso del progresivo endurecimiento de Faraón.
Cuando murió el ganado egipcio y Faraón vio (9:7)
que el de Israel no había muerto, pudo pensar en
resarcirse de la pérdida confiscando el ganado a los
israelitas, cuando ya Dios hubiera sido “vencido” o
se “cansara y los abandonara a su suerte.”
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“Entonces Faraón envió, y he aquí que del
ganado de los hijos de Israel no había
muerto uno. Mas el corazón de Faraón se
agravó, y no dejó ir al pueblo.”
(Ex 9:7)
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h) Las otras plagas pudieron seguir el mismo
curso. Unas veces mintiendo, otras pensando que
Dios se cansaría y se iría de Egipto hacia donde
estaba antes de “venir”, otras poniendo su delirio de
grandeza y su soberbia por encima de lo que
aconsejaba la prudencia, otras veces pensando en la
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“vergüenza” de su derrota, otras en la “grandeza”
de una victoria, Faraón se endurecía, y se
endurecía sin que Dios le tocara su libre albedrío
para hacerlo endurecerse. Dios seguía la natural
tendencia de Faraón, su libre albedrío, para
endurecerlo.
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“Y viendo Faraón que la lluvia había
cesado y el granizo y los truenos, perseveró
en pecar, y agravó su corazón, él y sus
siervos. Y el corazón de Faraón se endureció,
y no dejó ir a los hijos de Israel; como Jehová
lo había dicho por medio de Moisés.”
(Ex 9:34-35)
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Es de notarse que cuando el pueblo
egipcio se soliviantaba, o cuando la plaga era
dura, Faraón transigía, pero cuando aquello
pasaba se endurecía de nuevo. Aún cuando Dios
endureció a Faraón para que persiguiera a los
hebreos, que ya habían abandonado Egipto y se
hallaban cerca del Mar Rojo, lo hizo haciéndole
patente a Faraón y a sus siervos, el hecho de que
ahora no tendrían quienes los sirviesen (14:4-8). La
ambición que él tenía lo cegó, no fue que Dios
atentara contra su libre albedrío.
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“4 Y yo endureceré el corazón de Faraón
para que los siga; y seré glorificado en
Faraón y en todo su ejército; y sabrán los
egipcios que yo soy Jehová. Y ellos lo
hicieron así. 5 Y fue dado aviso al rey de
Egipto cómo el pueblo se huía; y el corazón
de Faraón y de sus siervos se volvió contra el
pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto
de haber dejado ir a Israel, para que no nos
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sirva? 6 Y unció su carro, y tomó consigo su
pueblo; 7 y tomó seiscientos carros escogidos,
y todos los carros de Egipto, y los capitanes
sobre ellos. 8 Y endureció Jehová el corazón
de Faraón rey de Egipto, y siguió a los hijos
de Israel; pero los hijos de Israel habían
salido con mano poderosa.”
(Ex 14:4-8 )
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Cuando Dios predestinó a Faraón, para todo
esto, no lo hizo predestinándolo a ser duro y
perverso, sino predestinándolo a ser rey; como
dice en Ex 9:16 “y a la verdad yo te he puesto...”.
Dios, que conocía cómo era el alma de Faraón, la
envió al cuerpo del hijo del rey anterior, el padre del
actual Faraón. Si esta alma hubiera nacido en el
cuerpo del hijo de un esclavo, aunque hubiera
seguido siendo duro de cerviz, no hubiera podido
ejercer su dureza en el caso de los hebreos. También
pudo hacer que este hombre, aunque no naciera hijo
del faraón anterior, se hubiera apoderado del reino
mediante un golpe de estado o una revolución. Está
claro que Dios predestina un alma a cierto lugar,
tiempo y circunstancias, no a ser mala o buena.
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“Y a la verdad yo te he puesto para declarar
en ti mi potencia, y que mi Nombre sea
contado en toda la tierra.”
(Ex 9:16)
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Aquí vemos claramente cual era la técnica
usada por Dios para endurecer el corazón de
Faraón sin forzar su libre albedrío. Lo que Dios
hacía era ponerle cerca el triunfo para que su pasión
(delirio de grandeza y soberbia) lo cegara y se
lanzara irreflexivamente en pos de ese triunfo.
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“1 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 2
Habla a los hijos de Israel que den la vuelta,
y asienten su campo delante de Pihahiroth,
entre Migdol y la mar hacia Baalzefón;
delante de él asentaréis el campo, junto a la
mar. 3 Porque Faraón dirá de los hijos de
Israel: Encerrados están en la tierra, el
desierto los ha encerrado. 4 Y yo endureceré
el corazón de Faraón para que los siga; y
seré glorificado en Faraón y en todo su
ejército; y sabrán los egipcios que yo soy
Jehová. Y ellos lo hicieron así.”
(Ex 14:1-4)
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Para lograrlo, Dios manda al pueblo a que se
coloque en una posición sin escape posible dentro
de lo que puede alcanzar a ver el humano: entre
el desierto y el mar, (versículo 2). Sabía el Señor el
carácter de Faraón; sabía que no iba a poder resistir
los deseos de irlos a vencer fácilmente y desquitarse
de todas las veces en que salió vencido.
Seguramente empujaba también a Faraón el deseo
de recuperar ante sus hombres el prestigio que había
perdido. Otra de las pasiones que empujarían a los
egipcios a cometer esta locura sería la ambición. En
el versículo 5 se ve cómo Faraón y su gente, que de
pronto se habían visto sin sirvientes, reaccionan
ante la noticia de que ya se alejaban sus ex-esclavos
expresando un auto-reproche: “¿Cómo hemos
hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no
nos sirva?”
Se evidencia de nuevo que Dios no ataca el libre
albedrío que antes nos diera, que no va contra lo
antes establecido por Él, sino que en Su sabiduría
usa otros muchos medios para hacer que el humano
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cumpla Sus propósitos. En este caso colocó a los
israelitas en una posición que desde el punto de
vista humano no tenían escape, estaban arrinconados, sin defensa ni escape posible, excepto que el
mar se abriera, y eso, no podían preverlo ni Faraón
ni los egipcios.
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>¿Hablaba Cristo en parábolas para que no lo
entendieran y se perdieran?
Esto de hablar en parábolas para que no
entiendan, confunde a muchos hermanos que creen
que se trata de que el Señor Jesucristo hablaba en
parábolas para que ciertos oyentes no pudieran
salvarse. Si leemos atentamente el pasaje veremos
que no se refiere a la salvación, sino al conocimiento de los misterios del Reino de Dios.
Además de eso este aparente respaldo a la
predestinación, tiene una explicación adicional que
se basa en Isaías, que es de donde se toma la cita
originalmente. Allí se le da un límite de duración a
la ceguedad, lo cual explicaré más abajo.
En el pasaje que más abajo presento, Mt 13:1017, se le pregunta al Señor por qué les hablaba en
parábolas a los que no eran sus discípulos, y él
responde que a ustedes es concedido enterarse de
los misterios del Reino de los Cielos, mas a ellos
no es concedido. Como veremos, el hablar en
parábolas no era para impedirles la salvación, sino
para que no se enteraran de ciertos detalles que al
Señor no le parecía bien que ellos supieran.
Según el versículo 11 no es la salvación la que
se está predicando aquí, sino los misterios del
Reino de los Cielos, los cuales sólo a los creyentes
se les revela. Eso se deduce del versículo 12 donde
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dice que a cualquiera que tiene se le dará más. Si ya
tiene, es lógico que lo que tiene sea las ganas de
andar con Dios; y a ese se le dará más. Pero “el que
no tiene” debe ser el no tiene interés en andar con
Dios.
Esto lo confirmar el versículo 17 donde dice que
muchos profetas y justos (gentes que ya eran
creyentes, que ya eran salvos) desearon ver y oír
las cosas que ahora él les daba a ellos, incluyendo
las parábolas y no pudieron obtenerlas. Es
evidente que no puede estarse refiriendo a la
salvación, sino a los misterios del Reino de los
Cielos, pues los profetas sí fueron salvos. Se está
refiriendo al conocimiento de los misterios del
Reino de los Cielos. Es decir, que Cristo les
hablaba en parábolas para que sólo los que
tenían deseos de estar con Dios pudieran
adquirir el conocimiento de los misterios del
Reino de los Cielos. Veamos.
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“10 Entonces, llegándose los discípulos, le
dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
11 Y él respondiendo, les dijo: Porque a
vosotros es concedido saber los misterios del
Reino de los Cielos; mas a ellos no es
concedido. 12 Porque a cualquiera que tiene,
se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene,
aun lo que tiene le será quitado. 13 Por eso les
hablo por parábolas; porque viendo no ven, y
oyendo no oyen, ni entienden. 14 De manera
que se cumple en ellos la profecía de Isaías,
que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; y
viendo veréis, y no miraréis; 15 porque el
corazón de este pueblo está engrosado, y de
los oídos oyen pesadamente, y de sus ojos
guiñan, para que no vean de los ojos, y oigan
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de los oídos, y del corazón entiendan, y se
conviertan, y yo los sane. 16 Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y
vuestros oídos, porque oyen. 17 Porque de
cierto os digo, que muchos profetas y justos
desearon ver lo que veis, y no lo vieron, y oír
lo que oís, y no lo oyeron.”
(Mt 13:10-17)
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Como vimos, lo que se les niega son los misterios
del Reino de los Cielos, no la salvación. A poco que
razonemos veremos que no era por el hecho de
hablarles en parábolas por lo que ellos no podían
“entender” y salvarse. Era fácil para ellos entender,
aunque Cristo les hablara no ya en parábolas, sino
en un idioma desconocido para ellos. Las obras que
Cristo hacía delante de sus ojos les trasmitían un
mensaje más claro y más potente que las parábolas.
El que viera a Jesús resucitar a un muerto,
curar a un paralítico, limpiar a un leproso, curar a
un ciego, a un sordo, a un mudo, librar un
endemoniado, multiplicar los panes, etc., no
necesitaba parábolas claras para convertirse. Por lo
tanto, el hablar parábolas oscuras no era lo que
los hacía perderse. Eso no es una “prueba” de que
los predestinaban a perderse, porque ellos podían
ver los milagros por sí mismos aunque no
entendieran las parábolas.
Veamos ahora a qué sección de las Escrituras
se está refiriendo el Señor cuando dice lo que
Isaías profetizó. Fíjense que lo que dice este pasaje
en el lugar original, no tiene el sabor predestinativo
que a veces luce tener en pasajes posteriores donde
se le cita en forma abreviada, como es el de Jn
12:40; ni el que quieren darle las personas que
pretenden demostrar que Dios destina a unos a ser
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salvos, quieras o no, y a otros a ser perdidos quieras
o no también.
Si vamos al pasaje original en Isaías, veremos que
el enceguecimiento de ellos iba a ser temporal,
tenía un límite, no era para siempre. Veamos.
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“9 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien,
y no entendáis; ved por cierto, mas no
comprendáis 10 Engruesa el corazón de
aqueste pueblo, y agrava sus oídos, y ciega
sus ojos; porque no vea con sus ojos, ni oiga
con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se
convierta, y haya para él sanidad. 11 Y yo dije:
¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió Él:
Hasta que las ciudades estén asoladas, y sin
morador, ni hombre en las casas, y la tierra
sea tornada en desierto. 12 Hasta que Jehová
hubiere echado lejos los hombres, y
multiplicare en medio de la tierra la
desamparada. ”
(Isa 6:9-12)
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Después de que Dios dice a Isaías lo de los
versículos 9 y 10 (que es lo que se enarbola con
sabor predestinativo) Isaías le pregunta en el
versículo 11 que hasta cuando iba a ocurrir esa
ceguedad y sordera. Y Dios le contesta dándole
un límite muy claramente expuesto: hasta que sean
destruidas esas ciudades. Por lo tanto, se ve
evidentemente, que no era una cosa que atentara
contra su vida eterna. Era un estado de dureza
pasajero. Es lógico pensar que el sentido recto de
un pasaje citado en el Nuevo Testamento, se halle
en el original del Antiguo Testamento, no en el
lugar donde fue citado, a menos que allí se pretenda
aclararlo o interpretarlo y no solamente citarlo.
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Los que creen en la predestinación absoluta no
pueden alegar que el hecho de Cristo hablarles en
parábolas apoya la hipótesis de la predestinación,
puesto que si ésta existiera, aunque Cristo no les
hablara en parábolas, sino clara y diáfanamente,
según esa doctrina tampoco se salvarían, ya que,
según ellos, estaban predestinados a no salvarse. Si
en realidad la predestinación absoluta existiera,
¿cómo se iban a convertir por el simple hecho de
predicarles claramente, sin parábolas, si para
convertirse, según esa doctrina, los tenía que tener
Dios previamente predestinados a ser salvos? Se ve
que de ninguna manera puede alegarse lo de las
parábolas como base para creer en la predestinación
absoluta.
Algo parecido vemos en II Co 3:14-15 donde
Pablo dice que cuando los no creyentes se
convirtieran al Señor, el velo les sería quitado. Eso
nos indica que no es el velo el que los ciega, sino el
hecho de no desear a Dios. Si fuera el velo el que no
les permite salvarse, entonces ese “velo” no se le
quitaría después de convertirse, sino antes.
En el pasaje que más abajo presento, la palabra
“lección” se usa en lugar de la usada por nosotros
comúnmente, que es “lectura”. Así que cuando dice
“lección” significa “lectura”.
En cuanto al velo, es una referencia alegórica, al
que Moisés se puso en el rostro luego de descender
con las tablas de la ley, la segunda vez, (Ex 34:2833). Lo que dice Pablo es que los judíos tienen
puesto en el corazón un velo, algo que les nubla el
entendimiento, pues cuando leen el Antiguo
Testamento no perciben (o no quieren percibir) las
cosas que señalan a Cristo como Mesías.
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“14 Empero los sentidos de ellos se
embotaron; porque hasta el día de hoy les
queda el mismo velo no descubierto en la
lección del Antiguo Testamento, el cual por
Cristo es quitado. 15 Y aun hasta el día de hoy,
cuando Moisés es leído, el velo está puesto
sobre el corazón de ellos. 16 Mas cuando se
convirtieren al Señor, el velo se quitará. 17
Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay el
Espíritu del Señor, allí hay libertad “
(II Co 3:14-17)
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Pablo dice que el velo había sido quitado por
Cristo, pero que los judíos persistían en mantenerlo
en sus propios corazones, razón por la cual no
podían ver a Cristo en el Antiguo Testamento. Más
adelante dice que cuando se convirtieren a Dios
(pues era evidente que estaban rebelados contra
Él), se les quitaría ese velo del corazón y
entenderían las Escrituras, encontrando así a Cristo
allí, y entendiendo los misterios del Reino que las
parábolas enseñaban.
Esto aclara lo anteriormente explicado sobre
Mt 13:10-17. No es que Dios les cerró los ojos y
les tapó los oídos para que no creyeran y se
perdieran; es que ellos ya estaban rebelados
contra Dios. Por eso no podían percibir lo que
Cristo les decía, ni recibir a Cristo. Por eso aclara
aquí que cuando se convirtieren a Dios ellos
podrán entender las profecías que anuncian a Cristo.
Es decir, se ve claramente que no es el “el velo” la
causa de que no se conviertan, sino que es el no
convertirse a Dios la causa de la existencia de ese
velo en sus ojos y corazones.
Está bien claramente expresado que no es Dios el
que les pone o les quita el velo, sino que es su
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propio corazón que no obedece ni ama a Dios.
También está claramente expresado que son ellos
los que pueden convertirse a Dios, no Dios el que
los va a convertir a ellos a la fuerza. No es Dios el
que les va a quitar el velo, sino que cuando ellos se
conviertan a Dios el velo se quitará solo.
Al decir todo esto, Pablo deja fuera la predestinación absoluta, porque deja en las manos del
humano el convertirse a Dios. Igualmente, esto nos
aclara lo que algunos confunden cuando dicen que
Cristo les hablaba en parábolas para que no se
pudieran convertir. No era para que no se pudieran
convertir, sino para que no entendieran los misterios
del Reino deDios.
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>Fueron ordenados a estar presentes no a
tropezar en la piedra de tropiezo
Como ya expliqué antes, no es que Dios los
obligue a ser desobedientes y a tropezar en la
Piedra de Tropiezo, sino que en vez de haberlos
enviado a nacer donde o cuando nada tuvieran que
ver con Jesucristo, para que no pudieran rechazarlo,
los hace nacer y vivir en el momento y lugar en que
su natural y voluntaria rebelión, puede manifestarse
contra el Mesías, rechazándolo.
Si leemos este pasaje sin prestar atención a lo que
dice, podríamos creernos que respalda la predestinación del alma a ser salva o perdida, pero no es así.
Las personas de las que se habla no fueron
predestinadas a ser perdidas ni a ser desobedientes,
sino que sabiendo de antemano que eran desobedientes, las predestinó a vivir en el tiempo y
lugar donde pudieran tropezar en la Piedra de
Tropiezo, la cual es Cristo. Fueron predestinados a
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nacer después de Cristo, para que, siendo como eran
desobedientes y rebeldes, tropezaran en la Piedra de
Tropiezo. En la misma forma, sabiendo que
nosotros íbamos a aceptar la salvación, nos
predestinó a nacer en la época en que ya había sido
manifestada la gracia.
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“6 Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sión la principal piedra
del ángulo, escogida, preciosa; y el que
creyere en ella, no será confundido. 7 Ella es
pues honor a vosotros que creéis, mas para
los desobedientes, la piedra que los
edificadores reprobaron, esta fue hecha la
cabeza del ángulo, 8 y piedra de tropiezo, y
roca de escándalo a aquellos que tropiezan
en la palabra, siendo desobedientes; para lo
cual fueron también ordenados.”
(I P 2:6-8)
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Fíjense que esos que “fueron ordenados” son
los judíos que rechazaron a Jesús, lo cual añade
fuerza a la idea de que se está hablando de
predestinación de pueblos respecto a tiempo y lugar,
no de personas respecto a voluntad de hacer o dejar
de hacer, desear o dejar de desear amar a Dios.
Si esas almas que Dios sabía que eran rebeldes Él
las hubiera hecho nacer de padres gentiles, no
hubieran sido rechazadores del Mesías por cuanto
no estarían esperando a ese Mesías. Igualmente, si a
esos judíos réprobos Dios los hubiera hecho nacer
antes de Cristo, no hubieran podido rechazar al
Mesías, puesto que aún no se había manifestado.
Por eso los predestina a nacer donde pudieran
manifestar sus personales inclinaciones rebeldes.
Cuando en el versículo 8 dice “para lo cual fueron
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también ordenados”, se refiere no a predestinarlos a
ser desobedientes, sino a lo dicho en el versículo 7,
que es predestinarlos a estar presentes ante la piedra
que rechazaron, piedra de tropiezo, etc.. Es decir,
que para lo que fueron ordenados no fue para
tropezar, sino para estar presentes a la hora de
poder tropezar en la Piedra de Tropiezo, dado
que Dios los conocía y sabía que iban a tropezar.
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>Predestinado a conocer Su voluntad, a ver a
aquel Justo y a oír la voz de su boca, no a ser
salvo necesariamente
Cualquiera pudiera creer que en este versículo hay
base para la predestinación absoluta, pero no es así.
Hay que fijarse en que aquí no dice que Dios
predestinó a Pablo a ser salvo, sino a conocer su
voluntad, que son dos cosas diferentes. Conocer
la voluntad de Dios no incluye necesariamente el
aceptarla o el ejecutarla. Son muchos los que llegan
a conocer que Cristo es el salvador, pero después de
conocerlo no les da la gana de aceptarlo.
Sobre este asunto yo tengo experiencia, pues yo
tenía un compañero de trabajo muy inteligente y
sincero al cual yo le hablé muchas veces del
evangelio, a lo cual el no replicaba. Una vez le
mostré la profecía de Daniel 7 con la comprobación
de su cumplimiento actual, tal y como la muestro en
el libro que escribí con ese nombre. Cuando
terminamos la conversación él estaba de acuerdo en
que dicha profecía se estaba cumpliendo en nuestros
días delante de sus propios ojos. El estaba de
acuerdo en que como yo demostraba en el libro
aquello era una prueba científica, una prueba
matemática, irrebatible de que la Biblia es el
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libro de Dios. Él creía en la existencia de Dios y en
la venida y labor salvadora de Cristo, puesto que
todo aquello era el cumplimiento de profecías que él
podía constatar por sí mismo. Viendo tan sinceras
confesiones le pregunté: ¿Y por qué entonces no te
haces cristiano? Su respuesta me enseñó mucho
sobre los motivos de la gente para no aceptar a
Cristo. Su respuesta fue: “Yo no quiero tener quien
me gobierne, yo no acepto tener sobre mí ningún
Señor? Su inteligencia para razonar todo lo que se
le decía era patente, su sinceridad era también
patente, pero tan patente como esas dos cualidades
de su carácter, era su rebeldía. Yo estoy seguro que
Dios puede predestinar a una persona a conocer
a Jesucristo, pero eso no significa que lo haya
predestinado a aceptarlo o a rechazarlo. Esas
dos decisiones dependen de la voluntad del sujeto.
Depende de su amor a la verdad, su amor a la
justicia, su soberbia, etc..
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“Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha
predestinado para que conocieses Su
voluntad, y vieses a aquel Justo, y oyeses la
voz de su boca.”
(Hch 22:14)
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Según vemos en el versículo anterior, en el caso
de Pablo, Dios lo predestinó a conocer cuál era la
voluntad de Dios para él; eso era algo especial
para Pablo, porque son muchos los cristianos que
aún siéndolo, no pueden decir que Dios les ha dado
a conocer, como a Pablo, cuál es la voluntad de
Dios para sus vidas. Son innumerables también
aquellos a quienes Dios no los ha predestinado a
“ver a aquel Justo”, durante la vida terrenal de ese
hermano, ni a oír la voz de su boca, como
predestinó a Pablo a ambas cosas. El hecho de que
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predestinara a Pablo a esas tres cosas, no significa
que lo predestinó a ser salvo, eso dependía de la
reacción de él a esos tres privilegios que Dios le
otorgó. Aunque predestinen a alguien a escuchar,
eso no quiere decir que lo han predestinado a
aceptar. El caso de mi amigo es buen elocuente.
Satanás ha escuchado a Cristo y no por eso lo ha
aceptado, su rebelión contra la autoridad se
mantiene. El rey Agripa y Festo escucharon a Pablo
narrarles las visiones y las maravillas, sin embargo
no les dio la gana de aceptar a Cristo. En Hch 26:28
el mismo rey Agripa, después de oír todo el
discurso de Pablo le dijo: “Por poco me persuades
a ser cristiano”. Es decir, él se negó a ser
persuadido, a pesar de que lo que Pablo decía era
realmente persuasivo.
En Hch 22:14 no hay base para decir que Dios
predestinó a Pablo a ser salvo. Lo que sí dice
claramente es que Dios lo predestinó a conocer Su
voluntad, a ver a aquel Justo y a oír la voz de su
boca. También Judas fue predestinado a conocer
la voluntad de Cristo, a ver a Cristo y a oír a
Cristo, y sin embargo no le dio la gana de
aceptarlo. Así que el hecho de haber sido
predestinado a estas tres cosas, no significa que fue
predestinado a aceptar a Cristo.
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>Dado que la predestinación de que se habla no
alcanzó a los profetas, no puede estarse
refiriendo a la salvación
Cualquiera pudiera a priori creer que en este
versículo que más abajo muestro se está hablando
de la predestinación del alma en el sentido de
salvarse o perderse, pero no es así. Este pasaje está
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hablando de la predestinación de un alma a nacer
aquí o allá, ahora o el siglo que viene, de acuerdo a
los planes divinos.
Específicamente se refiere al hecho de que Dios
los eligió para nacer después de la Primera
Venida de Cristo, para que escucharan el mensaje
de la salvación por gracia. Dios sabe cómo va a
proceder un alma cuando esté en la Tierra, y por eso
puede enviarla a un país o a otro, en un tiempo o en
otro, de acuerdo a Sus planes.
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“Elegidos según la presciencia de Dios
Padre en santificación del Espíritu, para
obedecer y ser rociados con la sangre de
Jesucristo: Gracia y paz os sea multiplicada.”
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De lo que se está hablando en este pasaje es de la
predestinación de un alma que Dios sabe que va a
creer, a nacer en un país y en una época en que ya la
gracia de Cristo haya sido manifestada. Esto se ve
claramente cuando en el versículo 2 dice que esos
hermanos fueron elegidos según la presciencia de
Dios; es decir, según lo que Dios sabía de antemano
que ellos iban a hacer. Si se tratara de una
predestinación a ser salvo o perdido, no hacía
falta que mencionara la presciencia de Dios. Pero
en el caso que tratamos, sabiendo Dios que iban a
optar por la salvación, los hizo nacer donde
pudieran escuchar la predicación. Por eso dice
“elegidos según la presciencia de Dios Padre...para
obedecer y ser rociados con la sangre de
Jesucristo...”
Si vamos un poco más adelante a leer los
versículos 9 al 12 veremos cómo se clarifica todo
este asunto, al mostrar allí que los profetas no
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pudieron obtener lo que nosotros sí pudimos. Lo
único que nosotros pudimos obtener que ellos no
pudieron, fue la manifestación de Cristo en carne,
porque la salvación la obtuvieron ellos tanto como
nosotros. Por lo tanto, no se puede estar refiriendo a
la salvación cuando dice que fuimos elegidos según
la presciencia de Dios, sino que tiene que estarse
refiriendo a nuestro nacer cuando ya estaba Cristo
manifestado.
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“9 Obteniendo el fin de vuestra fe, que es
la salud de vuestras almas. 10 De la cual
salud los profetas que profetizaron de la
gracia que había de venir a vosotros, han
inquirido y diligentemente buscado, 11
escudriñando cuándo y en qué punto de
tiempo significaba el Espíritu de Cristo que
estaba en ellos, el cual prenunciaba las
aflicciones que habían de venir a Cristo, y las
glorias después de ellas. 12 A los cuales fue
revelado, que no para sí mismos, sino para
nosotros administraban las cosas que ahora
os son anunciadas de los que os han
predicado el evangelio por el Espíritu Santo
enviado del Cielo; en las cuales desean mirar
los ángeles.”
(I P 1:9-12)
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Todo esto se ve claramente en los versículos 1012 de este mismo capítulo, donde nos dice que los
profetas anteriores a la era cristiana no disfrutaron esa elección o predestinación, sino que
solamente profetizaron sobre ella, escudriñando
cuándo iba a manifestarse. Así que lo que dice el
versículo 2 es que, lo que fue predestinado para
nosotros, fue el vivir después que Cristo se
manifestara, no el salvarnos a la fuerza. No nos
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predestinaron a salvación, sino que nos predestinó a
nacer después que la gracia en Cristo fuese
manifestada.
Si fuéramos a creer que lo que se predestinó
fue nuestra salvación, entonces tendríamos que
admitir que los profetas anteriores a Cristo no
fueron predestinados a la salvación, porque solamente “...profetizaron de la gracia que había de
venir a nosotros...”, pero no fueron ellos incluidos
en ella. No fueron incluidos, porque el versículo 12
dice “...que no para ellos, sino para nosotros
administraban las cosas...”. Dado que no nos cabe
duda de que aquellos profetas fueron tan salvos
como nosotros, y dado que la predestinación de
que habla el versículo 2, sólo fue hecha para
nosotros y no para ellos, se colige claramente, que
la predestinación de que habla el versículo 2, no
puede ser la predestinación a salvación, sino la
predestinación a nacer después que la gracia fuera
manifestada.
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>Dios no está predestinándolos a ser salvos, sino
a que vivan en tiempo, lugar y circunstancias
que le permitan ser salvos
“Destinar” significa darle lugar o uso a una
persona o cosa. Podemos decir: “este dinero lo
tengo destinado para la educación de mi hijo”. En la
jerga militar se dice: “A nuestro sargento de pelotón
lo destinaron a ultramar”. Dicho esto, veamos ahora
qué es lo que dice el pasaje base.
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“29 Porque a los que antes conoció, también
predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo, para que él sea el
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primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a
los que predestinó, a éstos también llamó; y
a los que llamó, a éstos también justificó; y a
los que justificó, a éstos también glorificó.”
(Ro 8:29-30)
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Fíjense en que dice que predestinó a los que antes
conoció, no fue una predestinación caprichosa; y
que fue a éstos a los que llamó, justificó y glorificó.
Pero todo eso estaba basado en el previo
conocimiento que Dios tenía de las almas que iba a
enviar a vivir en la Tierra.
La palabra “predestinar” y sus derivados tienen
también su connotación supersticiosa, la cual es de
muy antiguo origen. Ya en época de Isaías los
israelitas réprobos adoraban al “Destino”.
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“Empero vosotros los que dejáis a Jehová,
que olvidáis el monte de mi santidad, que
ponéis mesa para la Fortuna, y suministráis
libaciones para el Destino. Yo también os
destinaré al cuchillo, y todos vosotros os
arrodillaréis al degolladero, por cuanto
llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis;
sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos,
y escogisteis lo que a mí desagrada.”
(Isa 65:11-12)
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Como vemos en este pasaje de Isaías, la creencia
de que todos los acontecimientos están fijados
inexorablemente por un poder superior, es una
superstición muy antigua. En este pasaje vemos
cómo después de identificar que se refería a los
adoradores del destino, Dios les dice que por eso
Él los iba a destinar al cuchillo. No les dice que
por eso los tenía ya predestinados al cuchillo,
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sino que ahora, a consecuencia de lo que ellos
habían hecho, Él los destinaba al cuchillo. Antes
de ese momento no había una predestinación,
después de ese pecado había una destinación.
Si bien el significado supersticioso existe,
también podemos usar la palabra “predestinar” sin
ese significado supersticioso, que es como se usa en
el pasaje de Romanos 8, el cual, parafraseando, se
puede entender de la siguiente manera:
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“A aquellas almas creadas que Dios tiene en
el “almacén de almas”, (ver anexo “D” en la
página 298) Dios las conocía antes de
enviarlas a vivir su vida en la Tierra. Dado
que conocía cómo era cada una, sabiendo Él
cuales iban a convertirse, les dio el apropiado
destino antes de enviarlas. O sea, las
predestinó a que vinieran a parar a un lugar en
donde pudieran oír el evangelio, a fin de que
se convirtieran. De esa manera fueron hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él
sea el primogénito entre muchos hermanos.”
(Ro 8:29-30 paráfrasis)
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Concretando, de lo que Pablo habla aquí no es
del fatalismo supersticioso de los musulmanes y
janseno-calvinistas, sino de que Dios, sabiendo
cómo es cada alma antes de manifestarse en la
Tierra, las envía en el momento, lugar, y rodeada de
las circunstancias que Él considera que mejor sirven
a sus planes. Dios no está predestinándolos a ser
salvos, sino predestinándolos a que vivan en
tiempo, lugar y circunstancias que le permitan ser
salvos. Ese es el tipo de predestinación de que habla
la Biblia, no del fatalismo supersticioso. Si el pasaje
mencionado se refiriera a la predestinación supers-
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ticiosa, no diría que a los que antes conoció fue a
los que predestinó, sino que diría simplemente que
los predestinó, sin decir que antes los conoció, pues
no hacía falta decirlo. La predestinación supersticiosa es la que dice que Dios predestina a unos a
ser salvos mientras se lo niega a otros.
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>Predestinados a ir al lugar donde se les
predique el evangelio
En este pasaje vemos que Dios sabe quiénes se
van a convertir, y por lo tanto, puede predestinarlos
a ir a una ciudad o región donde se va a predicar el
evangelio, a fin de que lo puedan oír. Es decir, Dios
predestina a una persona a ir a un lugar, a hacer una
cosa, o a sufrir una adversidad, pero no predestina
un alma a perderse o a ser salvada.
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“9 Entonces el Señor dijo de noche en visión
a Pablo: No temas, sino habla, y no calles, 10
porque yo estoy contigo, y ninguno te podrá
hacer mal; porque yo tengo mucho pueblo en
esta ciudad. 11 Y se detuvo allí un año y seis
meses, enseñándoles la palabra de Dios.”
(Hch 18:9-11)
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También nos damos cuenta por medio de este
pasaje, que Dios organiza la predicación de acuerdo
con lo que Él sabe que hay en cierto lugar. En
Corinto quiso que se quedara año y medio.
Algo parecido a eso que antes dije sobre que Dios
predestinaba a una persona a ir a donde se predicara
el evangelio, lo vemos en Hch 8:26-40, en el
episodio de Felipe y el ministro de hacienda de
Candace, la reina de Etiopía. El ministro posible-
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mente fue predestinado a pasar por aquel lugar, en
aquel momento, para enviarle a Felipe a que le
predicara.
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>Por cuanto no recibieron el amor de la verdad
para ser salvos, Dios los abandona, pero no los
predestina a perderse
Los predestinacionistas concluyen de este pasaje
que más abajo presento, que Dios actúa en la mente
de los engañados para que sean engañados. No hay
tal cosa. Dios no tienta a nadie, sino que cada uno
es tentado cuando de su propia concupiscencia es
atraído y cebado.
Ante todo, las víctimas de este engaño son
voluntarias. A ellos se les llevó “el amor de la
verdad para ser salvos” y no lo recibieron. Por su
libre albedrío ellos rechazaron la verdad y la
salvación. Fue después de ellos haber rechazado la
salvación, cuando fueron entregados, no antes. Es
decir, ellos no rechazaron la verdad por estar
predestinados a rechazarla, sino que fueron
entregados a engaño por haberla rechazado previamente, no se les defendió más.
No sólo eso, sino que además consintieron a la
iniquidad (12). Visto el caso, Dios da vía franca
para que Satanás y sus secuaces monten un artificio
de engaño de tal magnitud, que ellos, por su
proclividad al engaño y a la maldad, resulten
engañados. Como que Satanás les predica lo que a
ellos les gusta escuchar, son engañados.
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“10 Y con todo engaño de iniquidad en los
que perecen; por cuanto no recibieron el
amor de la verdad para ser salvos. 11 Por
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tanto, pues, les envía Dios operación de
error, para que crean a la mentira; 12 para
que sean condenados todos los que no
creyeron a la verdad, antes consintieron a la
iniquidad.”
(II Tes 2:10-12)
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Dios no actúa en sus mentes, para engañarlos, lo
que hace el Señor es dejarlos a merced de las
circunstancias y de los malignos, dado que conoce
sus inclinaciones. Los cristianos, por haber creído
que estas cosas van a ocurrir, no seremos vencidos
por las circunstancias. Ellos, por no creerle a Dios
lo que Él anuncia, y por gustarle, además, lo que el
Diablo presenta, estarán gustosos en creerlo todo.
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>Los que rechazan a Dios quedan a merced de
los demonios y éstos son los que los ciegan
Muchos predestinacionistas aseguran que Dios
ciega a aquellos que Él quiere perder, a fin de que
no vean la salvación y se salven. Bien claramente
dice Pablo en este pasaje, que son los que no
quieren creer en Dios, los que quieren ser
incrédulos a Dios, aquellos que son cegados. Y esos
no son cegados por Dios, sino por Satanás, a
quien Pablo llama aquí “el dios de este siglo”.
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“Que si nuestro evangelio está aún
encubierto, entre los que se pierden está
encubierto; en los cuales el dios de este siglo
cegó los entendimientos de los incrédulos,
para que no les resplandezca la lumbre del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la
imagen de Dios”
(II Co 4:3-4)
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O sea, que el que rechaza a Dios, cae automáticamente en las garras de Satanás y sus secuaces, los
cuales ciegan el entendimiento de ellos para que no
vean la salvación. Salvación esta que por otro lado a
ellos no les interesa, porque lo que les interesa son
sus concupiscencias, las cuales lo demonios
conocen, y las usan para gobernarlos. Si Dios les
permitiera llevar al Cielo sus pecados y
concupiscencias, si en el Cielo se les permitiera
odiar, envidiar, ensoberbecerse, etc., ellos
admitirían la salvación de Cristo y desecharían a
Satanás, pero como se les exige arrepentimiento y
cambio, no les da la gana de aceptar ese tipo de
salvación condiconada.
Ahora bien, como dice Pablo en II Co 3:16,
cuando se convirtieren a Dios podrán ver esa
salvación en Cristo. Se hace evidente, pues, que
Pablo no creía en la predestinación, sino en el libre
albedrío, porque pone todo el peso de la resolución
del problema, en la voluntad del humano.
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>Si un vaso se limpia a sí mismo será vaso para
honra
Cuando Dios habla de predestinación se refiere,
no a las personas para ser o no salvas, sino a las
personas o a los conglomerados humanos para hacer
una obra u otra. La doctrina de la predestinación
absoluta alega que en Ro 9:20-23 Pablo dice que
Dios crea unos humanos para ser salvos y otros para
ser perdidos. Eso es falso, como explicaré más
adelante. Si tal cosa fuera cierta, ¿cómo se
comprende que aquí Pablo diga que si un vaso se
limpia a sí mismo será vaso para honra? Si la
predestinación absoluta fuera cierta, cuando Dios
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creara un vaso, ya lo tendría predestinado de
antemano, digamos, para deshonra; entonces,
estando tal cosa predestinada, sería una soberana
tomadura de pelo por parte de Pablo, el decir
aquí que el que se limpie a sí mismo será vaso para
honra.
Si fuera cierta la predestinación absoluta, y Pablo
la creyera, él sabría que nadie podría limpiarse a sí
mismo, ni escoger por sí mismo el bien o el mal,
sino que la persona haría lo que Dios lo hubiere
predestinado a hacer, a pensar, a desear o a sentir;
por lo tanto, no hubiera dicho lo que aquí dice.
Por el contrario, si admitimos que Pablo no
creía en la predestinación absoluta, sino en el
libre albedrío, entonces esto dicho por Pablo
armoniza con su creencia, y es lógico.
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“19 Pero el fundamento de Dios está firme,
teniendo este sello: Conoce el Señor a los que
son suyos; y Apártese de iniquidad todo aquel
que invoca el nombre de Cristo. 20 Mas en una
casa grande, no solamente hay vasos de oro y
de plata, sino también de madera y de barro; y
asimismo unos para honra, y otros para
deshonra. 21 Así que, si alguno se limpiare de
estas cosas, será vaso para honra, santificado,
y útil para los usos del Señor, y aparejado para
todo buena obra.”
(II Tim 2:19-21)
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Al leer este pasaje vemos en el versículo 19 que
Pablo exhorta a que el humano se aparte de
iniquidad. De aquí se deduce que él sabía que el
humano tenía la facultad de decidir lo que
quería hacer. Eso significa que él sabía que
teníamos libre albedrío. Más adelante, en el 21 dice
que si alguno se limpiare sería vaso de honra. Eso
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nos hace ver de nuevo, claramente, que Pablo
consideraba que el humano podía apelar libremente
a limpiarse. También tal cosa nos indica que Pablo
sabía que el humano tenía la facultad de decidir
su destino y que no era un ser predestinado a
salvación o a perdición. No es lógico pensar que
Dios, o el Espíritu Santo que inspira a Pablo, va a
decir a alguien “Sal aleteando desde Jerusalem y ve
para Roma”, sabiendo que el humano no tiene alas
y no puede volar. Tampoco le diría “apártese de
iniquidad” o “límpiese para que sea vaso de honra”
si el humano fuera un ser predestinado y no tuviera
albedrío para desear hacer una cosa u otra.
Desde el momento que Pablo dice aquí que el
que se aparte de iniquidad, o el que se limpie,
puede llegar a ser un vaso de honra, es porque en su
estructura mental no existía la idea de la
predestinación, que muchos quieren atribuirle en el
mencionado pasaje de Romanos o en algún otro.
Veamos ahora el mencionado pasaje de Romanos.
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“20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú,
para que alterques con Dios? Dirá el vaso de
barro al que le labró: ¿Por qué me has
hecho tal? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero
para hacer de la misma masa un vaso para
honra, y otro para vergüenza? 22 ¿Y qué, si
Dios, queriendo mostrar la ira y hacer
notoria su potencia, soportó con mucha
mansedumbre los vasos de ira preparados
para muerte, 23 y para hacer notorias las
riquezas de su gloria, las mostró para con los
vasos de misericordia que él ha preparado
para gloria”
(Ro 9:20-23)
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Para entender este pasaje hay que leer el
capítulo nueve de Romanos desde el principio.
Desde los primeros versículos nos damos cuenta de
que se está hablando del caso de Israel como grupo
étnico por un lado, y los gentiles por el otro. No se
está hablando de la elección personal de cada ser
humano para ser salvo o perdido, sino de la
elección de los descendientes de Jacob, para ser el
pueblo que trajera al Mesías, en vez de la elección
de los descendientes de Esaú, o la de cualquier otro
pueblo de los gentiles.
En este contexto es que Pablo dice lo que está
diciendo en el pasaje de Romanos que leímos hace
un momento. Pablo se está refiriendo a la soberanía
de Dios para escoger al pueblo judío en lugar de a
los hijos de Esaú; o para escoger a un hombre
endurecido y rebelde para ponerlo en el trono de
faraón, a fin de mostrar lo que Dios deseara
mostrar. No está diciendo que Dios usa su soberanía
y omnipotencia en salvar a unos, sin contar con sus
deseos, y dejar a otros en su perdición, sin contar
tampoco con sus deseos. Ya de esto hablé en la
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>Esos malos estaban ordenados a estar
presentes, no a ser malos ni a ser condenados
Al decir en el versículo 4 que esos individuos
impíos “....desde antes habían estado ordenados
para esta condenación....”, pudiera cualquiera, de
momento, pensar que Judas, el hermano de Jacobo,
creía en la predestinación absoluta, pero no es así.
Si leemos el versículo anterior (3) veremos que en
la estructura mental de Judas, el hermano de Jacobo
lo que había era el conocimiento del libre albedrío
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del humano, puesto que amonesta a sus hermanos a
contender eficazmente por la fe. Si Judas creyera
que el ser humano es un robot predeterminado a ser
salvo o perdido, si creyera que el ser humano no
puede desear, ni sentir, ni pensar, ni razonar, ni
tener más iniciativas que las que les troquelen desde
el Cielo, él no estaría exhortándolos a contender por
la fe, pues sabría que eso era algo que le tenía que
ser programado, algo que ellos no lo iban a poder
hacer sólo porque lo amonestaran a hacerlo. Así que
antes de llegar al versículo 4, que pudiera lucir
predestinacionista, ya vemos que Judas creía en el
libre albedrío del humano. Bajo esa luz, leamos el
versículo en cuestión.
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“3 Amados, por la gran solicitud que tenía de
escribiros de la común salud, me ha sido
necesario escribiros amonestándoos que
contendáis eficazmente por la fe que ha sido
una vez dada a los santos. 4 Porque algunos
hombres han entrado encubiertamente, los
cuales desde antes habían estado ordenados
para esta condenación, hombres impíos,
convirtiendo la gracia de nuestro Dios en
disolución, y negando a Dios que solo es el
que tiene dominio, y a nuestro Señor
Jesucristo.”
(Jd 1:3-4)
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No está Judas queriendo significar que Dios
obligó a esos que estaban ordenados para la tal
condenación, a hacer el mal, ni que los obligó a
participar de “esa condenación”; sino que Dios,
conociendo cómo eran ellos, los predestinó a ser
puestos en el lugar, tiempo y circunstancias
favorables a su participación en “esa condenación”.
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Entonces ellos, como inclinados que eran a ese mal,
participaron en la condenación mencionada.
Por ejemplo, en época de Cristo, una persona
podía vivir en Roma y nunca ir a Jerusalem, por lo
cual él no podía participar en la condenación de
Cristo. Sin embargo, si esa persona fuera de las que
hubieran deseado crucificar a Cristo, y si Dios
hubiera querido darle la oportunidad de hacerlo,
podía Dios predestinarlo a vivir en Jerusalem, en los
días de la crucifixión, para darle oportunidad a
ejercer su maligno deseo. Eso no quiere decir que
Dios lo predestinó a ser malo, a ser perdido, o a ser
uno de los que pidiera la crucifixión; eso lo que
significa es que Dios lo predestinó a que pudiera
participar en esa condenación si así él lo deseaba.
Dios no hubiera obligado a ese hombre a
condenar a Cristo, Él lo hubiera predestinado a estar
presente, para darle la oportunidad de hacerlo, dado
que Él sabía que lo haría. Fue lo mismo con Judas
Iscariote, Dios no lo predestinó a ser traidor, sino a
estar en el tiempo y lugar apropiado para que él
ejerciera su maligna inclinación de traidor.
En la misma forma, estos que fueron ordenados
para esta condenación, no fueron predestinados a
ser malos, ni a perderse, ni a participar de la
mencionada condenación, sino que fueron predestinados a hallarse en el tiempo, lugar y circunstancias
favorables para su participación en esa condenación que ellos interiormente amaban.
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>Si todos los autores bíblicos hablan de libre
albedrío, ¿por qué aferrarnos a la
predestinación?
Este es uno de los más confusos pasajes de las ya
confusas epístolas de Pablo. Este es un problema
sobre cuya existencia nos advierte el Apóstol Pedro
en II P 3:15-16. Es de tenerse muy en consideración que esta advertencia de un autor bíblico sobre
la posibilidad de confusión en el material escrito por
otro autor bíblico, es única en las Sagradas
Escrituras. Sobre nadie más se hace semejante
advertencia; es algo singular y sin paralelo, y debe
tenerse en cuenta para no errar en las
interpretaciones que se hagan de lo dicho por Pablo.
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“15 Y tened por salud la paciencia de nuestro
Señor; como también nuestro amado
hermano Pablo, según la sabiduría que le ha
sido dada, os ha escrito también 16 casi en
todas sus epístolas, hablando en ellas de
estas cosas; entre las cuales hay algunas
difíciles de entender, las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las otras
Escrituras, para perdición de sí mismos.”
(II P 3:15-16)
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Todo lector normal y honesto de las Sagradas
Escrituras debe tener esto muy en cuenta, a medida
que lee escritos de Pablo donde a veces parece, a
priori, que lo allí dicho por él pugna con lo dicho en
otros pasajes, por otros autores, o por el mismo
Pablo.
Si del pasaje del capítulo uno de Efesios, que
muestro más abajo leemos los versículos 4, 5 y
11, únicamente, y rechazamos las cosas que en
contrario nos dice la Biblia, o simple-mente no las
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leemos, podríamos llegar a adquirir la misma errada
idea que el obispo católico holandés Cornelio
Jansen y el reformador francés Juan Calvino. No
obstante, si leemos otra epístola del mismo Pablo,
en un pasaje que trata este mismo asunto (Ro 8:29),
veremos que dice: “Porque a los que antes conoció
también predestinó....”. ¿Predestinó a qué? Los
predestinó a vivir en el lugar, tiempo y
circunstancias que le permitieran escuchar las
palabras de salvación.
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“1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la
voluntad de Dios, a los santos y fieles en
Cristo Jesús que están en Éfeso. 2 Gracia sea
a vosotros, y paz de Dios, Padre nuestro, y
del Señor Jesucristo. 3 Bendito el Dios y
Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual
nos bendijo con toda bendición espiritual en
lugares celestiales en Cristo; 4 según nos
escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin
mancha delante de él en amor; 5 habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos
por Jesucristo a sí mismo, según el puro
afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la
gloria de su gracia, con la cual nos hizo
aceptos en el Amado. 7 En el cual tenemos
redención por su sangre, la remisión de
pecados por las riquezas de su gracia, 8 que
sobreabundó en nosotros en toda sabiduría e
inteligencia; 9 descubriéndonos el misterio de
su voluntad, según su beneplácito, que se
había propuesto en sí mismo, 10 de reunir
todas las cosas en Cristo, en la dispensación
del cumplimiento de los tiempos, así las que
están en los Cielos, como las que están en la
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Tierra; 11 en él digo, en quien asimismo
tuvimos suerte, habiendo sido predestinados
conforme al propósito del que hace todas las
cosas según el consejo de su voluntad, 12 para
que seamos para alabanza de su gloria,
nosotros que antes esperamos en Cristo.”
(Ef 1:1-12)
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Está bien claramente expuesto aquí que la
predestinación llevada a cabo por Dios, estuvo
precedida del conocimiento del alma del
predestinado. Sabiendo Dios cuál sería la
tendencia o decisión de cada alma, la predestina a
nacer allá o acullá, ahora o luego. Lo mismo la
destina a nacer en época de Moisés, para seguirlo
fielmente, que en época de Cristo para ser apóstol; y
a unos y a otros, para ser santos y sin mancha luego
de la resurrección. Dios eligió desde antes de la
fundación del mundo, la forma en que
llegaríamos a saber de la salvación, no si
seríamos salvos o no.
El hecho de decir que esa elección tuvo lugar
desde antes de la fundación del mundo, y el ver,
como vimos, que a esa predestinación precedió el
conocimiento del alma predestinada, me hace
reafirmarme en mi teoría de que Dios creó de una
sola vez, todas las almas que han tenido, tienen, y
van a tener cuerpo. Una vez creadas y conocidas,
las predestina a nacer en un lugar o en otro, en
una época u otra, a ser rey o ser esclavo, etc.,
pero no a ser salvas o perdidas. Es de tomarse en
cuenta lo que dice en los versículos 11 y 12, donde
vemos que fuimos predestinados conforme al
propósito, los que antes esperamos en Cristo, es
decir, los que por la presciencia de Dios, se sabía
que íbamos a esperar en Cristo.
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Si nos aferramos a leer solamente este pasaje, o si
sólo tuviéramos este pasaje y no el resto de la
Biblia, tendríamos razón para estar confundidos,
respecto a la predestinación. Pero si es el
mismísimo Pablo que aquí nos dice esto, el que en
otras epístolas nos dice lo contrario, nos habla de
libre albedrío, y si además, otros autores bíblicos,
tan inspirados como él, nos hablan también del libre
albedrío, ¿por qué empecinarnos en aferrarnos a
este solo pasaje? ¿No nos aclara Pablo en Ro
8:29-30 que la predestinación es posterior al
conocimiento del alma del predestinado?
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“29 Porque a los que antes conoció, también
predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a
los que predestinó, a éstos también llamó; y a
los que llamó, a éstos también justificó; y a
los que justificó, a éstos también glorificó.”
(Ro 8:29-30)
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Ya el hecho de que Pablo aclare en el anterior
pasaje que antes de predestinarnos Dios conocía
nuestras almas, debía ser suficiente argumento
como para que se entendiera correctamente este
pasaje, sin el sabor predestinacionista que tiene.
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>Dios no sumerge al humano en el pecado, al
contrario, lo libra si se lo pide
De lo dicho en el pasaje que más abajo muestro,
algunos infieren que Dios obliga a pecar, o hace
pecar o pone en circunstancias tales que tienen que
pecar, a ciertos pecadores.
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Si solamente tuviéramos este pasaje, aún de él nos
podríamos dar cuenta de que lo que Dios hace con
estos sujetos es no estorbarles sus intentos
pecaminosos, no librarlos de sus malos deseos. Sin
embargo, a sus siervos, cuando éstos no están
empecinados en pecar, sí les evita el pecar.
Tal fue el caso de David, cuando se propuso
destruir a Nabal, pues Dios envió a Abigail por el
mismo camino que venía David, como vemos en I
Sam 25:21-34 especialmente 32-33. Sin embargo,
cuando el mismo David, sin ofuscación ninguna,
sino premeditadamente, quiso pecar en lo de Urías
el heteo y Bethsabé, Dios no lo estorbó.
Igualmente a ciertos hombres llenos de maldad,
Dios los entrega a sus propias concupiscencias, no
los ampara de ellas, pues ellos no quieren ser
amparados.
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“23 Y trocaron la gloria del Dios
incorruptible en semejanza de imagen de
hombre corruptible, y de aves, y de animales
de cuatro pies, y de serpientes. 24 Por lo cual
también Dios los entregó a inmundicia, en
las concupiscencias de sus corazones, de
suerte que contaminaron sus cuerpos entre sí
mismos. 25 Los cuales mudaron la verdad de
Dios en mentira, honrando y sirviendo a las
criaturas antes que al Creador, el cual es
bendito por los siglos. Amén. 26 Por esto Dios
los entregó a afectos vergonzosos; pues aun
sus mujeres mudaron el natural uso en el uso
que es contra naturaleza. 27 Y del mismo modo
también los hombres, dejando el uso natural
de las mujeres, se encendieron en sus
concupiscencias los unos con los otros,
cometiendo cosas nefandas hombres con
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hombres, y recibiendo en sí mismos la
recompensa que convino a su extravío. 28 Y
como a ellos no les pareció tener a Dios en su
noticia, Dios los entregó a una mente
depravada, para hacer lo que no conviene, 29
estando atestados de toda iniquidad, de
fornicación, de malicia, de avaricia, de
maldad, llenos de envidia, de homicidios, de
contiendas, de engaños, de malignidades, 30
murmuradores, detractores, aborrecedores de
Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31
necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32 que habiendo
entendido el juicio de Dios que los que hacen
tales cosas son dignos de muerte, no sólo las
hacen, más aún consienten a los que las
hacen.”
(Ro 1:23-32)
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Pues bien, leyendo el pasaje anterior nos damos
cuenta de que Dios no sumerge a estos humanos
en el pecado, sino que los abandona, los deja
fuera de Su control en ese asunto. Esto se colige
cuando en el versículo 24 dice: los entregó a
inmundicia en las concupiscencias de sus
corazones; y motivado por esa falta de control
sobre esos pecadores, ellos realizaron lo que tenían
en sus mentes, las inmundicias que tenían en sus
corazones.
En el 26 vuelve a repetir casi lo mismo: motivado
por la actitud de ellos hacia Dios, Él los deja fuera
de su personal control y entonces los afectos
vergonzosos se apoderan de ellos. Es como si una
masa de pan con la levadura adentro la cual vamos a
hornear, o un litro de leche, con los microbios que
provocan que se descomponga, adentro, las tenemos
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en refrigeración. Mientras ejerzamos sobre esa masa
y sobre esa leche el control adecuado de la
temperatura, nada ocurrirá u ocurrirá muy
lentamente. Tan pronto esa masa o esa leche sean
dejadas a la temperatura ambiente, cogerán fuerza
los agentes biológicos que contienen y proseguirá
sin frenos el proceso de descomposición.
En el 28 vuelve a repetir la misma explicación
que en 24 y 26. O sea, que a ellos les ocurría todo
aquello, por estar atestados (29) de toda iniquidad,
no porque Dios se las puso. Dios los entregó a la
depravada mente que ellos tenían, no que Dios les
fabricó o les predestinó una mente depravada. Dios
lo que hizo fue no ampararlos más, los dejó a sus
propias concupiscencias.
Dije antes que si solamente tuviéramos el
pasaje antes leído, aún así se podía entender
fácilmente la tesis correcta; pero cuanto más que
hay otros pasajes que lo iluminan, como es el caso
de Santiago.
Por definición, al pecado precede la concupiscencia, como dice Santiago; aunque a ésta no
siempre sigue el pecado. Quiero decir, siempre que
se peca es porque se tiene una concupiscencia,
aunque no siempre que se tiene una concupiscencia
llega a cometerse el acto pecaminoso. Es peor pues
el pecado realizado, que la sola concupiscencia. Y si
la tentación según Stg 1:13-15, Dios no se la pone
a nadie, ¿cómo va a ponerles la concupiscencia que
es peor que la tentación, ni el pecado que es peor
que la tentación y que la concupiscencia juntos? La
concupiscencia es la que da oportunidad a la
tentación; si no hubiera concupiscencia la tentación
sería extremadamente débil, o no existiría; por lo
tanto, la concupiscencia es peor que la tentación.
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“Cuando alguno es tentado, no diga que es
tentado de Dios, porque Dios no puede ser
tentado de los malos, ni Él tienta a alguno;
sino que cada uno es tentado, cuando de su
propia concupiscencia es atraído, y cebado.
Y la concupiscencia, después que ha concebido, pare el pecado, y el pecado, siendo
cumplido, engendra muerte.”
(Stg 1:13-15)
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Santiago dice que Dios no tienta a nadie. Pues
menos aún les va a inyectar las concupiscencias,
que son peores que las tentaciones, ni va a hacerlos
cometer pecados, que son peores que las dos
anteriores.
Si Dios no hace que nadie peque, ni tienta a nadie,
ni le inyecta concupiscencias, y aún así el humano
las produce, es señal de que tiene libre albedrío.
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>Dios aparta o predestina desde el vientre, pero
no fuerza su libre albedrío
Este es uno de los pasajes que muchos consideran
que “prueba” la existencia de la predestinación de
unas almas a ser perdidas y otras a ser salvadas, sin
que para nada medie la voluntad de la criatura
perdida o salvada. Leamos.
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“Mas cuando plugo a Dios, que me apartó
desde el vientre de mi madre, y me llamó
por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para
que le predicase entre los gentiles, luego no
conferí con carne y sangre”
(Ga 1:15-16)
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Muchos concluyen de estas palabras, y palabras
como estas, que Dios obligó a Jeremías, (Jer 1:5),
Juan Bautista (Lc 1:15), y Pablo a ser buena gente.
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“Antes que te formase en el vientre te conocí,
y antes que salieses de la matriz te santifiqué,
te dí por profeta a las gentes”
(Jer 1:5)
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“Porque será grande delante de Dios, y no
beberá vino ni sidra; y será lleno del Espíritu
Santo, aún desde el seno de su madre.”
(Lc 1:15)
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Estos pasajes dicen casi lo mismo, aunque
respecto a diferentes personas. En el caso de
gálatas, lo que dice es que Dios, sabiendo de
antemano cómo iba a llegar a ser Pablo, lo
apartó para una misión desde el mismo vientre
de su madre, y cuando el proceso interior de
Pablo culminó, y se hallaba maduro, lo llamó
para su salvación y para una labor específica.
No significa lo dicho en este pasaje, que Dios
obligó a Pablo a ser bueno, a salvarse, a creer y a
trabajar por la fe, quieras que no. Aunque el pasaje
se presta a la mala interpretación y al error, no sería
así si trataran de encontrarle una explicación que
armonizara con lo que dice al respecto el resto de
los autores bíblicos, el Espíritu Santo, el mismo
Señor Jesucristo y Dios Padre, en el resto de la
Biblia.
Dios conoce lo que va a suceder en el futuro.
Puede que sea porque tiene tal facultad de
penetración automática en el tiempo. Puede ser
porque teniendo conocimiento de todos los factores
que entran en juego en algún fenómeno, pueda
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analizar la situación actual y darse cuenta de cual
será el cambio inmediato que producirán las
presiones y correlaciones de estos factores.
Quiero decir, que tanto en la situación actual,
como en los mismos factores, Él puede deducir qué
cambios se van a efectuar. De esta forma Él puede
hacerse un cuadro mental (por llamarlo de alguna
forma) de cómo será la etapa inmediatamente
posterior del caso de que se trata. Una vez ante ese
nuevo cuadro, analizar el nuevo estado de todos los
factores para razonar, cual será la situación en la
próxima etapa, y así sucesivamente hasta donde
desee. Todo eso, lo puede hacer Dios en un instante,
por no tener carne que inhiba la velocidad del
raciocinio, como ocurre con la bioquímica del
cerebro humano.
Esto que he explicado sería semejante a lo que en
ínfima escala comparativamente hablando,
puede hacer un ajedrecista en el tablero, con los
pasos a seguir para dar un jaque mate; o un
buen matemático, para despejar una incógnita, o
para “ver” las etapas que se presentarán en el
proceso de descomponer en factores una expresión
algebraica compleja. Hay quien puede hacerse un
cuadro mental, etapa por etapa, de todo el proceso;
tanto en el caso del ajedrez como en el de la
matemática, y resolver la situación en un instante.
Si esto podemos hacerlo los humanos, es de
pensarse que Dios también pueda hacerlo, pero
perfectamente, en todo tipo de fenómenos, dado que
conoce todos los factores, leyes, etc., que entran en
juego, puesto que Él mismo fue el que las creó.
También un escultor experimentado, guiándose por experiencias previas con diversos
materiales, puede, de sólo una ojeada, destinar un
trozo de madera o de mármol a un tipo de labor o a
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otra. ¿Por qué no iba Dios, igualmente, a poder, de
sólo una “ojeada”, saber si una de las almas del
“almacén” le iba a servir para tal o cual función?
(Para lo del “almacén” de almas ver el anexo “D”
en la página 298)
Pues bien, sea por un medio o por otro, o por
ambos, que Dios conozca el futuro, puede Él
elegir un alma para determinada labor futura,
destinarla para que en el futuro haga algo;
predestinarla a cierta misión.
No quiere decir eso que Dios obligó a esa alma
a hacer lo malo o lo bueno que tal cosa implique,
lo que quiere decir es que aprovechó su natural
tendencia, por conocerlo, para hacer la labor que Él
desea que sea hecha. Dentro ya de ese marco, Dios
le da (o no) al sujeto ciertas facultades en forma de
dones, para la mejor realización de su tarea, o le
pone delante oportunidades, u obstáculos, etc., pero
no fuerza su voluntad para hacer lo bueno o lo
malo.
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>El hombre propone y Dios dispone
Hay un refrán que dice “El hombre propone, y
Dios dispone”. Eso es muy cierto. El hombre tiene
libertad para pensar y determinar sus cosas
interiormente, pero a la hora de expresarse, Dios
puede hacerlo hablar lo que no quiere, o no le
conviene. También tiene libertad para pensar y
decidir, pero a la hora de ejecutarlo, Dios puede
ponerle obstáculos o hacer que haga otra cosa. En
estos casos, lo que cuenta para el día del juicio,
no es lo que él hizo, sino lo que quería hacer. Una
persona puede desear matar a otra, pero teme que la
descubran, y por eso no lo hace. El día del juicio ese
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deseo es el que cuenta, no el hecho de que no
asesinó a nadie.
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“Del hombre son las disposiciones del
corazón, mas de Jehová la respuesta de la
lengua.”
(Prv 16:1)
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“Y envió Saúl mensajeros que trajesen a
David, los cuales vieron una compañía de
profetas que profetizaban, y a Samuel que
estaba allí, y los presidía. Y fue el Espíritu de
Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos
también profetizaron. Y hecho que fue saber
a Saúl, él envió otros mensajeros, los cuales
también profetizaron. Y Saúl volvió a enviar
por tercera vez mensajeros, y ellos también
profetizaron. Entonces él mismo vino a
Rama; y llegando al pozo grande que está en
Socho, preguntó diciendo: ¿Dónde están
Samuel y David? Y le fue respondido: He
aquí están en Najoth en Rama. Y fue allá a
Najoth en Rama; y también vino sobre él el
Espíritu de Dios, e iba profetizando, hasta
que llegó a Najoth en Rama. Y él también se
desnudó sus vestidos, y profetizó igualmente
delante de Samuel, y cayó desnudo todo aquel
día y toda aquella noche. De aquí se dijo:
¿También Saúl entre los profetas?”
(I Sam 19:20-24)
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“Y Caifás, uno de ellos, sumo pontífice de
aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
ni pensáis que nos conviene que un hombre
muera por el pueblo, y no que toda la nación
se pierda. Mas esto no lo dijo de sí mismo;
sino que, como era el sumo pontífice de aquel
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año, profetizó que Jesús había de morir por
la nación. Y no solamente por aquella nación,
mas también para que juntase en uno los
hijos de Dios que estaban derramados.”
(Jn 11:49-52)
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Como vemos, el ser humano puede proponerse
hacer una cosa, pero Dios se lo impide, o lo hace
hacer otra. Lo que Dios no hace es obligarlo a tener
el deseo de hacer otra cosa, sino que pone las
circunstancias y la correlación de fuerzas en forma
que la persona se ve obligada a hacer otra cosa,
aunque no quiera. Jamás verán ustedes que Dios
obliga a unos a salvarse y a otros a perderse.
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>La fe personal del humano y la fe que es don de
Dios
La fe del cristiano maduro, proviene del
conocimiento de Dios: su manera de ser y proceder;
pero sin embargo, el ser humano pone su fe en lo
divino, aún antes de que tenga un conocimiento
claro de Dios.
Hay quienes alegan que si la fe es un don de Dios,
la salvación es algo que nos dan aunque nosotros no
la queramos, o nos la niegan aunque nosotros la
deseemos, puesto que para obtener esa salvación se
necesita fe, y ésta, según los que así piensan, es
solamente don de Dios. De aquí “deducen” ellos,
(si cabe esa palabra en semejante razonamiento) que
existe lo que llamamos predestinación absoluta.
Antes de explicar este pasaje de la Epístola a
los Efesios, sería bueno definir qué es “fe” y
recordar qué es “libre albedrío”, así como
recordar que el hombre sí tiene fe propia, pues en
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muchísimas ocasiones Jesús mismo le dijo a la
gente, “tu fe te ha salvado”. No les dijo “la fe que
Dios puso en ti te ha salvado”, sino “tu fe te ha
salvado.
Expliquemos ahora que es la fe. La fe es una
cualidad del alma, que le permite tener la
certidumbre de cosas de las que no tiene pruebas.
La fe es una cosa natural en el humano. Los niños
tienen fe en sus padres, y en muchas otras cosas,
aunque vayan a ser réprobos cuando adultos.
Por lo tanto, los que no aman a Dios también son
capaces de tener fe, la diferencia es que rechazan el
tenerla cuando se refiere a Jesucristo.
Los adultos tienen fe en sus cónyuges, en sus
médicos, en sus servidores eventuales o permanentes, pues comen sin temer que el cocinero del
restaurante los envenene. También se montan en un
avión teniendo fe en que ese que dice ser piloto y
saber volar, efectivamente sabe. Igualmente tienen
fe en que, efectivamente, el aparato ha sido revisado
para que tenga un viaje sin peligros. También los
adultos tienen fe en que una fórmula física, y una
ley química que ellos estudian, son ciertas, porque
lo dice el profesor. Ellos no se molestan en
comprobarlas personalmente, simplemente, las
creen, porque tiene fe en el profesor.
La fe es natural en el humano; aún en los que
dicen que sólo creen lo que pueden comprobar.
Aún los ateos tienen fe, créase o no. Ellos tienen fe
en que esa mujer que dice ser su madre,
efectivamente lo es; y que el hombre a quien él
llama “papá”, es su padre. Todo eso lo cree sólo
porque su madre se lo dice, y a pesar de que él no
lo ha comprobado. Eso es tener fe, la fe es natural
en el humano. Lo que sucede es que cuando lo que
se dice no le agrada, porque está en contra de sus
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concupiscencias o sentimientos, el incrédulo elige
rechazarlo, elige no tener fe en lo que se le dice.
La fe es natural en el humano, pero también es
un don de Dios. Los apóstoles pidieron al Señor
que se las aumentara, así que si ese aumento se
realizó, lo añadido era don de Dios, pero lo
anterior era fe de ellos. Al pedir que les aumentara
la fe, nos hace ver que ya ellos tenían fe, pero
querían tener más.
También en Mr 9:24 vemos que el padre tiene fe,
pero una fe débil, por lo cual le pide al Señor que
ayude a su incredulidad. Cuando el desesperado
padre, en el versículo 22, le dice al Señor “…si
puedes algo ayúdanos, teniendo misericordia de
nosotros”, el Señor le responde en el 23 “Si puedes
creer, al que cree todo es posible.” A lo cual el
padre responde: “Creo, ayuda mi incredulidad.”
Vemos aquí que el padre tenía fe, pero una fe que
necesitaba ayuda. Eso es lo mismo que nos sucede a
nosotros cuando nos convertimos. Tenemos fe,
pero es una fe que necesita ayuda, porque puede
ser conmovida
por nuestros
enemigos
espirituales. Por eso tiene que venir el don de la fe,
procedente de Dios, para que la fe que pusimos en
el Salvador no pueda ser conmovida.
En cuanto a la fe en la salvación por medio del
sacrificio de Cristo, la lógica nos sugiere que el
humano tiene esa fe, pero que Dios la consolida, y
la protege; es decir, se la da como un don de Dios.
¿Por qué? Porque el Diablo y demás demonios, que
por creación divina son muchísimo más poderosos
que el humano, disolverían, tergiversarían, anularían la fe que el humano puso en Cristo. Por eso es
indispensable que Dios intervenga dándonos el don
de la fe, la fe inquebrantable que nadie puede
disolver. ¿Y por qué el Diablo no hace lo mismo
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con todas las otras manifestaciones de fe humana
que antes mencioné en los niños, en los adultos, en
los ateos, etc.? ¿Por qué solamente lo haría con la fe
que conduce a salvación en Cristo?
El Diablo y sus secuaces no tienen interés ni
tiempo para intervenir en todos y cada uno de
los actos de todos y cada uno de los seres
humanos (seis mil millones actualmente según
creo); pero sí se esforzaría en intervenir en una
manifestación de fe que conduzca a la salvación de
un alma. Para desbaratar esa manifestación crucial
de la fe, nuestros enemigos espirituales dejarían
todo lo demás y se concentrarían en desbaratarla, y
la desbaratarían si Dios no interviniera en el asunto,
conforme al reglamento de dinámica celestial
mencionado en I Co 10:13.
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“No os ha tomado tentación, sino humana,
mas fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis llevar; antes
dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis aguantar.”
(I Co 10:13)
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Vayamos ahora al libre albedrío. Así se llama
la libertad que Dios nos otorgó de desear, amar,
odiar, etc., lo que queramos. De esa libertad no nos
puede privar ni todos los poderes malignos unidos.
Ni siquiera el mismo Dios fuerza nuestro libre
albedrío; tan respetuoso es de lo que Él mismo
otorgara.
Haciendo uso de esa libertad es que el humano,
cuando escucha la palabra de Dios desea creerla,
porque le gusta la idea de que sea cierta, le gustan
las condiciones que Dios impone para vivir
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eternamente con Él, y la cree aunque no tiene
pruebas de ello, es decir, la cree por fe, su propia fe.
Es entonces, y sólo entonces, cuando le es
enviada del Cielo, como don, la fe que los enemigos
espirituales no pueden disolver ni destruir. Si ese
humano no hubiera tenido el deseo de que la
palabra de Dios fuera cierta, el deseo de creerla, si
no la hubiera creído por fe, Dios no le hubiera
troquelado a la fuerza el don de la fe para obligarlo
creer y a ser salvo quieras que no. Dios, hasta en la
perdición de Sus amadas criaturas, respeta el libre
albedrío que antes les otorgara. Él no quiere llevar
al Cielo a gente que se sienten incómodas con las
reglas que allí rigen.
El versículo 8 nos dice que somos salvos por
gracia, no por hacer esta limosna o aquel sacrificio,
o cumpliendo parcialmente esto o aquello. Por eso
nos dice que esta gracia se nos otorga por la fe que
pusimos en Jesús; fe esta que fue consolidada por
Dios, a fin de evitar que criaturas más fuertes que
nosotros nos destrocen la fe y el intelecto.
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“8 Porque por gracia sois salvos por la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9 No
por obras, para que nadie se gloríe.”
(Ef 2:8-9)
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Así que el hecho de que la fe que nos salva,
además de ser nuestra, sea también un don de Dios,
no le da base ninguna a la doctrina de la
predestinación absoluta, la doctrina de la obligatoriedad de la salvación y la perdición desde las
esferas celestiales. Dios no le impone la fe al que
no quiere creer, ni se la niega al que quisiera creer.
El libre albedrío del humano entra en funciones
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antes de que Dios regale la fe que consolida la
salvación.
Hay quienes contradicen esto alegando que si
el humano pone fe por sí mismo en el proceso de
la salvación, entonces tiene de qué gloriarse, y
que el versículo 9 especifica “...para que nadie se
gloríe...”. Pero es el caso, que esa frase no está
dicha refiriéndose a la fe, sino refiriéndose a las
obras, es decir, refiriéndose a los que intentan
salvarse por las obras, o sea, para que nadie se
gloríe de haberse salvado por su propio esfuerzo y
sus obras. Cualquiera puede hacer buenas obras,
pero las malas obras que hizo son las que lo
pierden, a menos que Cristo pague por ellas. Es
como quien rompe una copa, podrá traer mil otras
copas, pero la que rompió no puede restituirla. El
pecado cometido no se puede restituir, eso sólo lo
hace Nuestro Señor Jesucristo.
No es lógico que se crea que el que tiene fe
tenga de qué gloriarse, porque una vez que sea
salvo el que tuvo fe propia, una vez que se halle en
el Cielo, junto con millones que también tuvieron
esa misma clase de fe, junto a millones que hicieron
lo mismo que él hizo, no hay base para gloriarse.
Uno se gloría de aquellas cosas que uno tiene o
hace, pero los demás no pueden tenerla o
hacerla. Pero el salvarse por la fe es algo que han
hecho miles de millones a través de los siglos, por
lo tanto, ninguno de tantos millones tiene de qué
gloriarse. Sería algo así como gloriarse porque tiene
una boca. Todo el mundo la tiene.
Lo contrario ocurriría si alguien se pudiera salvar
por medio de las obras, que podría gloriarse, porque
él sería el único, o uno de los pocos que lo hubieran
logrado. Está claro pues, que eso de “para que nadie
se gloríe” no puede estarse refiriendo a la fe propia
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que pone el humano a la hora de creer, sino a la
salvación por obras. ¿Quién se gloriaría de tener
una cabeza sobre los hombros, si todos los que
están con él también la tienen? Tampoco nadie
podría gloriarse de haberse salvado por su propia fe,
porque en el lugar donde se halla él con los otros
salvados, también todos los demás han hecho lo
mismo.
Concretando, la frase “para que nadie se gloríe”
no quiere decir que Dios puso la salvación por fe,
para que nadie pudiera gloriarse, temiendo Dios que
si la ponía por obras muchos fueran a salvarse por
sus propias obras y gloriarse. Dios sabe que nadie
es lo suficientemente limpio como para vivir toda
su vida sin pecar en nada. Lo que significa esa
frase es que, no pudiendo nadie salvarse por obras,
Dios por misericordia, pone la salvación por fe, y al
hacerlo, como causa natural de ser por fe, nadie
podría gloriarse. Es decir, no es lógico creer que la
única razón que Dios tuvo para poner la salvación
por fe, era evitar que alguien pudiera gloriarse de
haberse salvado por sus obras, porque, repito, Dios
sabe que nadie es lo suficientemente limpio y digno
como para vivir toda una vida sin pecar.
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>Resumen del capítulo 14. Vimos que el mismo
Pablo, que muchos creen que creía en la predestinación absoluta, nos dice que el ser humano puede
endurecerse a sí mismo. Más adelante vimos que la
forma en que Dios endureció el corazón de Faraón,
fue dejando que él se hiciese la ilusión de que le iba
a ganar la partida a Dios. Para eso Dios le puso
plagas pasajeras, por lo cual el Faraón creería que
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Dios no podía hacer más que lo que ya estaba
haciendo.
Cuando Cristo dijo que hablaba en parábolas para
que no entendieran, no se refería a la salvación del
alma, sino a conocer los misterios del Reino de los
Cielos. Al igual que cuando hablaba de la ceguedad,
vimos que era una ceguedad pasajera, según dice en
el original del profeta Isaías.
Cuando Pedro habla de los que tropezaron en la
Piedra de Tropiezo, nos damos cuenta de que no
fueron predestinados a tropezar, sino a estar
presentes cuando también lo estuviera la Piedra de
Tropiezo, que era Cristo.
En el caso de Pablo vemos que el fue predestinado para que conociese la voluntad de Cristo, para
que viese a aquel Justo (Cristo), y para oyese la voz
de su boca. No fue predestinado a ser obediente.
También Judas Iscariote fue predestinado para esas
tres cosas y fue traidor. O sea, el ser el receptor de
esas tres bendiciones, no lo predestina a uno a
salvación.
Pedro habla de los elegidos, y cualquiera puede
confundirse, pero si lee todo el capítulo, verá que no
se está refiriendo a la salvación, porque dice que los
profetas no la alcanzaron. No está pues hablando de
haber sido elegidos para salvación, sino para vivir
en una época en que ya Cristo se había manifestado.
En Ro 8:29-30 Pablo no dice que Dios está
predestinándolos a ser salvos, sino a que vivan en
tiempo, lugar y circunstancias que le permitan ser
salvos. Tampoco en Hch 18:9-11 se está hablando
de la predestinación de las almas a ser perdidas o
salvadas, sino a estar en la época y lugar donde
puedan escuchar el evangelio, como fue el caso del
ministro de finanzas de la Reina Candace, de
Etiopía.
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En el caso de los que fueron entregados a engaño,
vemos que las víctimas de este engaño son
voluntarias. A ellos se les llevó “el amor de la
verdad para ser salvos” y por su libre albedrío
rechazaron la verdad y la salvación. Fue después de
ellos haber rechazado la salvación, cuando fueron
entregados a engaño, no antes. Es decir, ellos no
rechazaron la verdad por estar predestinados a
rechazarla, sino que fueron entregados a engaño por
haberla rechazado previamente. Los que rechazan a
Dios, quedan a merced de los demonios, que son los
que los ciegan para que no vean.
En otro pasaje Pablo dice que si un vaso se limpia
a sí mismo será vaso para honra. De aquí se deduce
que San Pablo creía en el libre albedrío. La
doctrina de la predestinación absoluta es
totalmente antagónica y mutuamente excluyente
con la doctrina del libre albedrío. Quien cree una
no puede creer en la otra, y Pablo creía en el libre
albedrío.
Si Dios libra del pecado a quien sinceramente se
lo pide, ¿por qué vamos a aferrarnos a creer en la
predestinación absoluta? Recordemos los dos casos
de David: el de Abigail y el de Bethsabé. Dios libró
a David cuando él, impensadamente quiso destruir a
Nabal, pero no lo libró cuando con pleno
conocimiento de causa adulteró con Bethsabé.
En los casos de Jeremías, Juan el Bautista y San
Pablo, vemos que Dios, que puede ver el futuro en
la misma forma en que un ajedrecista puede hacerse
una imagen mental de cómo lucirá el tablero en las
próximas jugadas, predestinó a estos hombres para
una labor, no para ser salvos, ellos lo iban a ser, y
por eso Dios les predestinó esa labor.
El humano, por naturaleza tiene fe, como vemos
en los niños, y aún en los adultos que ponen fe en
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muchas cosas. Cuando una persona se convierte, se
convierte por su propia fe, porque le gusta la
perspectiva de lo que le ofrecen y lo acepta.
Después de eso se le fortifica la fe con un don del
Cielo, pues si no los ángeles rebeldes (demonios),
que por creación son más poderosos que los
humanos, disolverían la fe del humano.
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Anexo “A”
Imitemos a los primeros cristianos, los
cuales discutían fraternalmente sus
diferencias doctrinales
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>Demostración de que discutir entre hermanos
nuestras diferencias doctrinales es lo correcto
A todo lo largo del Nuevo Testamento vemos que
todos los apóstoles, y más aún San Pablo,
discutían con vehemencia, pero fraternalmente, sus
diferencias doctrinales, a fin de no cargar con la
grave responsabilidad de predicar una doctrina que
no era la correcta, aunque él lo creyera así.
Pablo manda a los cristianos a discutir con los
errados. Hoy en día los cristianos piensan que para
ser “buen cristiano”, no se debe discutir de religión.
Lo que no se debe es pelear, insultar u ofender, pero
el verdadero cristiano no hace tal cosa cuando
discute. Pablo siempre aconsejó a sus discípulos y
hermanos discutir sobre religión; y él mismo lo
hacía constantemente en las sinagogas, en el
areópago, y donde quiera que alguien contradijera la
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sana doctrina. Pablo, hablando de cómo tenían que
ser los pastores dijo lo siguiente:
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“Retenedor de la fiel palabra que es
conforme a la doctrina, para que también
pueda exhortar con sana doctrina, y
convencer a los que contradijeren. Porque
hay aún muchos contumaces, habladores de
vanidades, y engañadores de las almas,
mayormente los que son de la circuncisión, a
los cuales es preciso tapar la boca; que
trastornan casas enteras; enseñando lo que
no conviene, por torpe ganancia.”
(Tit 1:9-11)
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Son muchos hoy en día los que, contradiciendo
esta enseñanza de Pablo, a quien dicen imitar,
aseguran que lo único que ellos tienen que hacer es
“decir”, sin usar argumentos ni tratar de convencer
a nadie, y salir huyendo si los contradicen.
Pablo discutió con judíos y gentiles, usó
argumentos, trató de convencer a otros, etc., porque
sabía que tenía la verdad, que tenía la sana doctrina,
y por tenerla, no le faltaban argumentos ni la ayuda
del Espíritu Santo. Los que rehuyen la discusión es
porque les falta todo lo que a Pablo le sobraba.
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>Los cristianos del primer siglo discutían
vehementemente, pero con amor fraternal y
justicia, sus diferencias doctrinales
Por lo tanto, no es malo discutir, como opinan
algunos. A mi modo de ver se puede discutir,
siempre y cuando el que discute lleve en su espíritu
el deseo de convencer al otro de algo que él cree
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sinceramente; y siempre que en su propio espíritu
deje abierta la puerta del entendimiento de forma
que deje la posibilidad de ser convencido si es el
otro el que tiene buenos argumentos.
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“Así que, suscitada una disensión y
contienda no pequeña a Pablo y a Bernabé
contra ellos, determinaron que subiesen
Pablo y Bernabé a Jerusalem, y algunos otros
de ellos, a los apóstoles y a los ancianos,
sobre esta cuestión.”
(Hch 15:2)
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Lo que sucede muchas veces es que la gente no
discute, sino pelea de palabras, trata de ofender, de
irritar, de rebajar a su oponente y de burlarse de él,
pero un verdadero cristiano no discute así. Los que
proceden así no está discutiendo, sino peleando,
tratando de vencer con armas indignas de una causa
justa. El esgrimir los argumentos propios, aunque a
veces alguien lo haga en forma vehemente (pero
nunca ofensiva) no lo considero malo.
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>Por qué muchos no quieren discutir
Hay varias razones por las cuales muchos
hermanos no discuten sus diferencias doctrinales.
La razón principal es la falta de fe. Unos creen
que Dios, Cristo, o el Espíritu Santo fue el que les
inspiró la doctrina en que ahora creen; otros fingen
creer tal cosa. No obstante no se atreven a discutir
con los que piensan diferente, porque se sienten
inseguros. No tienen fe en que si realmente su
doctrina es de lumínica procedencia, Dios, Cristo, o
el Espíritu Santo le van a dar luces, argumentos y
palabras para defender la verdad. No tienen fe en lo
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que les prometió Nuestro Señor Jesucristo en Lc
21:15, cuando dijo:
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“Porque yo os daré boca y sabiduría, a la
cual no podrán resistir ni contradecir todos
los que se os opondrán.” (Lc 21:15)
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A otros lo que les sucede es que en realidad no
creen en la doctrina que enseñan, saben que es
falsa, que no pueden defenderla, y por lo tanto
buscan cualquier pretexto para no discutir sus
diferencias doctrinales.
Todavía hay aquellos que creen lo que predican,
pero no están seguros, saben que no pueden
defender sus creencias, y su inflado ego les impide
discutir si ellos consideran que pueden demostrarles que están equivocados. En pocas palabras,
se aman más a sí mismos que a Dios y a su verdad.
Prefieren esconderse en el pretexto de que lo único
que tienen que hacer es “decir y luego huir”, de esa
manera salvan su ego pues creen que nadie se entera
de que están errados.
Ninguno de ellos va a admitir que es por estas
cuestionables razones que ellos no discuten. Ellos
van a poner mejores pretextos.
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>Varios pasajes en los que vemos que los
primeros cristianos discutían sus creencias
Hay creyentes que tienen doctrinas erradas y hasta
heréticas las cuales absorbieron al momento de
convertirse, cuando aún no podían razonar sobre la
Biblia por sí mismos, y aunque no tienen sobre qué
base sostenerlas, desean mantenerlas a toda costa,
pues temen a no saben qué, si la pierden, y por eso
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no las discuten. La saludable costumbre sobre la
validez de las discusiones y disputas de argumentos
entre creyentes, se puede apreciar en los siguientes
pasajes.
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“17 Así que, disputaba en la sinagoga con los
judíos y religiosos; y en la plaza cada día con
los que le ocurrían. 18 Y algunos filósofos de
los epicúreos y de los estoicos, disputaban
con él; y unos decían: ¿Qué quiere decir este
palabrero? Y otros: Parece que es predicador
de nuevos dioses, porque les predicaba a
Jesús y la resurrección.”
(Hch 17:17-18)
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“Y disputaba en la sinagoga todos los
sábados, y persuadía a judíos y a griegos.”
(Hch 18:4)
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“Y llegó a Éfeso, y los dejó allí; y él
entrando en la sinagoga, disputó con los
judíos”
(Hch 18:19)
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“Porque con gran vehemencia convencía
públicamente a los judíos, mostrando por las
Escrituras que Jesús era el Cristo.”
(Hch 18:28)
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“Y entrando él dentro de la sinagoga,
hablaba libremente por espacio de tres meses,
disputando y persuadiendo del reino de
Dios.”
(Hch 19:8)
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“Examinadlo todo; retened lo bueno.”
(I Tes 5:21)
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“16 Toda Escritura es inspirada divinamente
y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instituir en justicia. 17 Para que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
instruido para toda buena obra.”
(II Tim 3:16-17)
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“Sino santificad al Señor Dios en vuestros
corazones, y estad siempre aparejados para
responder con mansedumbre y reverencia a
cada uno que os demande razón de la
esperanza que hay en vosotros.”
(I P 3:15)
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En todos estos pasajes percibimos que era
costumbre de todos los apóstoles discutir sobre
religión con los creyentes y con los incrédulos.
Yo no sé de donde sacan ahora muchos hermanos
tanto “asco” por la discusión fraternal de nuestras
creencias, como no sea el temor a que le lastimen su
ego si sus argumentos son errados. Hay sin
embargo, aquellos a quienes su secta les prohíbe
discutir, para que no se vean los errores y herejías
que esas sectas sustentan.
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“La discusión es como la luz,
molesta solamente a los que
prefieren las tinieblas.”
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Cómo se discute con eficiencia
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>Debemos delimitar el asunto que vamos a
hablar, y definir las palabras y frases que
corrientemente se usan en esa conversación
Considero que debemos definir claramente los
conceptos en que creemos, y las palabras y frases
que usamos, para no caer en un galimatías
constante. También debemos poner límites al asunto
que vamos a discutir, para evitar discutir sobre
muchas cosas sin aclarar ninguna.
Una vez que definamos el asunto único a discutir,
debemos hacer una lista mental o escrita de los
argumentos que creemos que lo sustentan, que son
algo así como las columnas que sostienen esa
enorme “mole de piedra”, que es el asunto a
discutir.
Antes de comenzar a exponer un argumento, se
debe decir, por qué razón creemos que ese
argumento ayuda a probar que nuestra tesis es
cierta.
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>¿Por qué delimitar el asunto a discutir?
Hay personas que se prestan a discutir un tema
creyendo que tienen la razón, o que sin tenerla,
pueden esgrimir falsos argumentos y salirse con la
suya. Tan pronto se dan cuenta de que su antagonista tiene buenos argumentos, tratan de meter en la
discusión, subrepticiamente, temas y asuntos que no
son lo que se está discutiendo. De esa manera,
desviando la discusión del tema central, y
enredando a los demás en asuntos irrelevantes al
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tema, ellos esquivan el llegar a una conclusión que
los deje mal parados. Por eso hay que definir qué se
discute y limitar el alcance de la discusión.
Por eso en este caso discutiríamos única y
exclusivamente, si la predestinación absoluta es
una herejía o una correcta doctrina bíblica.
Tratar de introducir otro tema en esta discusión es
intentar desviar la atención porque saben que no
tienen base bíblica.
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>Por qué es importante definir y aclarar el
significado de frases, palabras y conceptos
Mucha gente usa frases del tipo comodín o joker
de los naipes o barajas. En el juego del póquer, en la
baraja, el comodín lo usan para representar
cualquier naipe que convenga.
En las conversaciones, las palabras y frases tipo
comodín, las usan algunos para darles el significado
que más les convenga en el momento en que hablan,
pero le cambian el significado cuando las usan en
otro momento, cuando se ven arrinconados
dialécticamente. No son honestos para discutir.
En algunos casos, aún los que discuten
honestamente, no tienen claros en sus mentes los
significados de muchas de esas palabras y frases
que ellos mismo usan. Para ellos esas frases
representan conceptos nebulosos. Conceptos estos
que los que las usan se resisten a definirlas con
claridad, o a responder preguntas sobre su
significado. Unos lo hacen porque lo que pretenden
es que uno acepte ese nebuloso concepto que él
tiene en su mente, en la misma nebulosa forma que
lo tiene él. Otros lo hacen porque no quieren aclarar
algo que puede serles negativo a la tesis que
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defienden. Es por eso que es bueno definir los
conceptos y las frases que se usan en cualquier tipo
de discusiones cuando nuestro interlocutor así nos
lo pide.
En todas las conversaciones, el humano pronuncia
palabras y frases cuyo significado en realidad nunca
se ha definido a sí mismo. Usa esas palabras y
frases, como un medio para decir un “algo” que él
quisiera que el oyente aceptara en la misma
nebulosa manera que él la tiene en su mente, sin
definírsela. Esa inadecuada manera de expresarse da
lugar a un sin número de errores y tergiversaciones
que debemos evitar en cualquier tema que tratemos,
pero muchísimo más aún, cuando se trata de hablar
de las sagradas verdades de Dios.
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Anexo “B”
Lo que Dios personalmente habla nos
hace ver que no existe la predestinación
absoluta, y sí existe el libre albedrío
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>Dios personalmente dice que los israelitas se
endurecieron a sí mismos
En este versículo, Dios, que no miente, dice que
los israelitas endurecieron ellos mismos su propia
cerviz. Eso de endurecer su propia cerviz solamente
puede hacerlo un ser que tenga libre albedrío.
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“Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios
de Israel: He aquí yo traigo sobre esta ciudad
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y sobre todas sus villas todo el mal que hablé
contra ella, porque han endurecido su cerviz,
para no oír mis palabras.”
(Jer 19:15)
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No comprendo de donde pueden sacar su idea los
que creen que el humano está predestinado a ser
bueno o a ser malo, y que los que son predestinados
por Dios a ser malos, o a continuar siendo malos,
son luego castigados en el Infierno. Esa doctrina es
una blasfemia satánica.
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>Si los israelitas podían tornarse de su mal
camino, es porque tenían libre albedrío
En este versículo que más abajo presento, se ve
que Dios considera que el humano tiene libre
albedrío; que si el humano quiere, puede arrepentirse del mal, y si no quiere no está forzado a
arrepentirse de su mal camino. Veamos lo que dice
el versículo.
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“Quizá oirán, y se tornarán cada uno de su
mal camino; y me arrepentiré yo del mal que
pienso hacerles por la maldad de sus obras.”
(Jer 26:3)
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Aquí dice Dios bien claramente que ellos podían
tornarse de su mal camino, lo cual implica libre
albedrío; pues si ellos estuvieran predestinados a no
poder tornarse de sus malos caminos, no iba Dios a
hablar así. No sería correcto de parte nuestra pensar
que el ser humano no tiene libre albedrío, pero Dios
nos engaña hablando como si lo tuviera.
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>Dios mismo dice que fueron ellos los que no
permanecieron en la fe
Aquí el que habla es Dios mismo, y al hacerlo
dice que “ellos (los israelitas) no permanecieron en
mi pacto”. Eso significa que “ellos” tenían libre
albedrío para permanecer o para no permanecer. Si
el permanecer o no permanecer fuera cuestión de
predestinación, en vez de decir que “ellos no
permanecieron en mi pacto” hubiera dicho que “yo
no los dejé permanecer en mi pacto” o “ellos no
estaban predestinados a permanecer en mi pacto” o
cosa parecida.
Desde el momento que dice que no “permanecieron”, eso nos indica que estaban en el pacto, es
decir en la fe, y después se fueron de ese pacto y de
esa fe. Como que no es Dios quien los va a desviar
de la fe en que estaban, hay que concluir que ellos
solos se fueron, porque tenían libre albedrío.
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“No como el pacto que hice con sus padres
el día que los tomé por la mano para sacarlos
de la tierra de Egipto, porque ellos no
permanecieron en mi pacto, y yo los
menosprecié, dice el Señor.”
(Heb 8:9)
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Parece excesivo que yo saque tantas pruebas
bíblicas del libre albedrío del humano, pero también
es excesivo, y hasta ridículo, que haya sectas que
nieguen que el humano tenga libre albedrío y que
aseguren que la salvación no depende de que el
humano la desee, sino que es una imposición, una
predestinación a la que se somete a ciertos
humanos, mientras que a los otros, aunque quieran
ser salvos, se les deja en su horrenda perdición.
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>Si Dios los exhorta a mejorar sus caminos, es
porque ellos tienen libre albedrío
En este pasaje vemos que, personalmente, Dios
atribuye libre albedrío al ser humano. El decirle
Dios a los judíos “mejorad vuestros caminos y
vuestras obras”, nos demuestra que Dios considera
al humano con capacidad o facultad para hacer lo
que desee, en este caso mejorar sus caminos y sus
obras, o no mejorarlas.
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“1 Palabra que fue de Jehová a Jeremías,
diciendo: 2 Ponte a la puerta de la casa de
Jehová, y predica allí esta palabra, y di: Oíd
palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis
por estas puertas para adorar a Jehová. 3 Así
ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de
Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras
obras, y os haré morar en este lugar. 4 No
fiéis en palabras de mentira, diciendo:
Templo de Jehová, Templo de Jehová,
Templo de Jehová es éste. 5 Mas si mejorareis
cumplidamente vuestros caminos y vuestras
obras; si con exactitud hiciereis derecho
entre el hombre y su prójimo, 6 ni oprimiereis
al peregrino, al huérfano, y a la viuda, ni en
este lugar derramareis la sangre inocente, ni
anduviereis en pos de dioses ajenos para mal
vuestro; 7 os haré morar en este lugar, en la
tierra que dí a vuestros padres para
siempre.”
(Jer 7:1-7)
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Si Dios los exhorta a mejorar sus caminos y
obras, es porque Él sabe que pueden hacerlo, si
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no, no le pediría algo que Él sabría que no podían
hacerlo por carecer de libre albedrío.
Luego, en el versículo 4 les dice: “No fiéis en
palabras de mentira”, de donde se deduce que le
atribuye al humano la facultad de dejar de
confiar en una cosa y confiar en otra.
En el versículo 5 vuelve a reconocerle al
humano la facultad de mejorar sus caminos y
hacer justicia, lo cual implica reconocerle libre
albedrío.
Por último, en el versículo 6 vuelve a reconocer
que el humano tiene libre albedrío al decirles que
no opriman, no asesinen y no idolatren. Si no
hubiera libre albedrío, Dios no diría tales cosas,
porque sería como pedirle a un lobo que deje de
comer carne. El lobo está destinado a comer carne,
él no puede cambiar.
Si el ser humano no tuviera libre albedrío, y por
lo tanto, no pudiera dejar de hacer lo que está
haciendo, (en este caso fiar en palabra de mentira,
oprimir, derramar sangre, idolatrar, etc.), Dios no
les pediría que cesaran de hacer lo malo, pues sabría
que no podrían hacer lo que Él les estaba pidiendo.
No iba Dios a burlarse de la imposibilidad del
humano para rectificar sus caminos. Menos aún los
amenazaría con rigurosos castigos si no cambiaban
de proceder, sabiendo Él que no podían cambiar,
porque no tenían libre albedrío. Hacer eso sería
como exigirle a un paralítico que salga corriendo
inmediatamente, porque si no lo hace le van a entrar
a palos.
Muchos de los que creen en la predestinación
absoluta no se dan cuenta de que están blasfemando
a Dios al atribuirle un carácter completamente
contrario al que Nuestro Creador manifiesta a través
de toda la Biblia. Muchos de los que creen en esta
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doctrina, no se dan cuenta que blasfeman, pero el
ser que la inventó sí sabía lo que perseguía al
inventarla.
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>Al ponerle Dios condiciones a los israelitas, nos
hace ver que ellos tenían libre albedrío
En el pasaje que más abajo presento, es fácil darse
cuenta de que Dios considera que el humano tiene
libre albedrío, que Él no lo predestina a ser bueno o
malo. Si Dios los hubiera predestinado a ser malos,
o Dios supiera que ellos no tenían la facultad de
escoger lo bueno, no les hubiera puesto la
condición que les puso. Es decir, que Dios sabía que
ellos podían, si querían, comportarse de forma que
no fueran echados de su tierra, o por el contrario,
comportarse, si así lo deseaban, de forma que fueran
echados de su tierra. No iba Dios a decirle a un
paralítico: No te voy a dejar morir de sed tirado en
este desierto, a condición de que des tres saltos de
dos metros de altura.
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“8 Y nunca más quitaré el pie de Israel de la
tierra que yo entregué a vuestros padres, a
condición que guarden y hagan todas las
cosas que yo les he mandado, toda la ley,
estatutos, y ordenanzas, por mano de Moisés.
9 Hizo pues Manasés desviarse a Judá y a
los moradores de Jerusalem, para hacer más
mal que las gentes que Jehová destruyó
delante de los hijos de Israel. 10 Y habló
Jehová a Manasés y a su pueblo, mas ellos
no escucharon, 11 por lo cual Jehová trajo
contra ellos los generales del ejército del rey
de los Asirios, los cuales aprisionaron con
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grillos a Manasés, y atado con cadenas lo
llevaron a Babilonia.”
(II Cr 33:8-11)
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Vemos después que Manasés hizo desviarse a
Judá y a Jerusalem. Esto nos hace ver que no
había predestinación, pues aquí dice que un ser
humano podía convencer a otros humanos para que
hicieran el mal, para que se desviaran del camino de
Dios. Si Dios los hubiera predestinado a
desviarse de lo recto, a cometer pecados, no diría
que fue Manasés el que los desvió, pues tal cosa
sería mentira. Por lo tanto no había predestinación,
sino libre albedrío de cada uno para convencer a
otros para hacer mal, y libre albedrío de otros para
dejarse o no convencer por el primero.
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>El humano tiene libre albedrío para dar
ofrenda, pues Dios mismo lo dice
La doctrina de la predestinación niega que el
humano tenga voluntad propia, o sea, libre albedrío.
En el versículo que más abajo aparece, sin embargo,
Dios dice claramente que el humano tiene, o puede
tener, voluntad personal para hacer lo bueno, en este
caso para cooperar a la obra de Dios. Es algo
parecido al libre albedrío que Pablo reconoce en los
creyentes, lo cual se manifiesta en la exhortación
que el apóstol le hace a los corintios sobre el dador
alegre, en II Co 9:7.
Lo más interesante de este pasaje de Éxodo, es
que el que declara que el humano tiene voluntad
propia, es el mismísimo Dios, que sabe mejor que
los teólogos predestinacionistas si la tiene o no.
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“1 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Di a
los hijos de Israel que tomen para mi ofrenda,
de todo varón que la diere de su voluntad, de
corazón, tomaréis mi ofrenda.”
(Ex 25:1-2)
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>Si se pueden convertir es porque tienen libre
albedrío
De nuevo vemos a Dios reconociendo que el ser
humano tiene libertad y potestad para convertirse de
su maldad, o sea, reconociéndole libre albedrío.
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“¿No podré yo hacer de vosotros como este
alfarero oh casa de Israel, dice Jehová? He
aquí como el barro en la mano del alfarero,
así sois vosotros en mi manos, oh casa de
Israel. 7 En un instante hablaré contra gentes
y contra reinos, para arrancar y disipar y
destruir. 8 Empero si esas gentes se
convirtieren de su maldad, de que habré
hablado, yo me arrepentiré del mal que
había pensado hacerles. 9 Y en un instante
hablaré de la gente y del reino, para edificar
y para plantar; 10 pero si hiciere lo malo
delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me
arrepentiré del bien que había determinado
hacerle. 11 Ahora pues habla luego a todo
hombre de Judá, y a los moradores de
Jerusalem, diciendo: Así ha dicho Jehová:
He aquí que yo dispongo mal contra vosotros,
y trazo contra vosotros designios; conviértase
ahora cada uno de su mal camino, y mejorad
vuestros caminos y vuestras obras. ”
(Jer 18:6-11)
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Si Dios supiera que el humano no tiene libre
albedrío para volverse de su maldad, no se lo estaría
pidiendo, porque sería un sarcasmo.
En los primeros versículos de este capítulo de
Jeremías (18:1-6), Dios le dice al pueblo una
parábola en la que el Señor se asemeja a Sí mismo
con un alfarero, y al pueblo con el barro que trabaja
ese alfarero; y le dice que Él puede arrancar o
plantar según se arrepientan o no los pueblos. Aquí
se ve que en lo que el humano se parece al barro
es en que Dios puede hacerle bien o hacerle mal,
llevar a un pueblo a la honra o a la derrota, no en
hacerlos obedientes o desobedientes. Eso es
potestativo del propio pueblo, según dice Dios
mismo, como se ve en los versículos 8, 10 y 11. En
este último versículo les pide que se conviertan, por
lo tanto, ellos podían convertirse de su propia
voluntad, si no hubieran podido convertirse por
voluntad propia, porque para eso tenían que estar
predestinados, Dios no les hubiera pedido tal cosa, y
menos aún le hubiera amenazado con terribles
castigos si no obedecían.
En la misma forma en que se usa aquí el
ejemplo o parábola del alfarero, lo usa también
San Pablo en el capítulo nueve de la Epístola a
los Romanos, para indicar la predestinación de un
pueblo a llenar cierta función, no a ser salvos o a
ser perdidos.
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>Dios nos hace ver que la obediencia depende del
humano, que no hay que troquelársela
Es evidente que si Dios pide obediencia al pueblo,
es porque sabe que por su libre albedrío ellos
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pueden dar esa obediencia. No es lógico pensar que
Dios va a pedirles una cosa (obediencia) que Él
sabe que ellos no pueden darle, porque el que
tiene que dársela a ellos es el mismo Dios, por
medio de la predestinación. Pensar eso es acusar a
Dios de burlarse de la gente, y decir mentiras. Si el
humano no está capacitado para obedecer de su
propia voluntad, es una burla pedirle tal cosa; y si
Jerusalem estaba predestinada a ser destruida,
entonces no es cierto que si ellos obedecían, la
ciudad no sería destruida.
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“24 Será empero, si vosotros me obedeciereis, dice Jehová, no metiendo carga por las
puertas de esta ciudad en el día del sábado,
sino que santificaréis el día del sábado, no
haciendo en él ninguna obra; 25 que entrarán
por las puertas de esta ciudad, en carros y en
caballos, los reyes y los príncipes que se
sientan sobre el trono de David, ellos y sus
príncipes, los varones de Judá, y los
moradores de Jerusalem; y esta ciudad será
habitada para siempre.
26 Y vendrán de las ciudades de Judá, y de
los alrededores de Jerusalem, y de tierra de
Benjamín, y de los campos, y del monte, y del
austro, trayendo holocausto y sacrificio, y
ofrenda e incienso, y trayendo sacrificio de
alabanza a la casa de Jehová.
27 Mas si no me oyereis para santificar el día
del sábado, y para no traer carga ni meterla
por las puertas de Jerusalem en día de
sábado, yo haré encender fuego en sus
puertas, y consumirá los palacios de
Jerusalem, y no se apagará.”
(Jer 17:24-27)
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El “si” condicional que hay en los versículos 24
y 27 nos dice bien claramente que Dios piensa que
el humano tenía ambas alternativas: obedecer y
desobedecer; y que podía escoger, a su voluntad,
cualquiera de ellas; eso se llama: libre albedrío.
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>Dios considera que el ser humano puede
querer o no querer; limpiarse o no limpiarse;
aprender o no aprender; hacer el bien o el
mal
Los que creen en la predestinación absoluta leen
los pasajes que hablan de predestinar a alguien a
hacer algo, como se predestinó a Ciro, y después de
leer ese pasaje, que está restringido a la predestinación de ese personaje para que asumiera el poder
en Persia, no a su salvación, extienden el concepto
de predestinación de circunstancias a todos los
aspectos de la vida y de la religión, fabricando
entonces la herética y blasfema doctrina de la
predestinación absoluta. Sin embargo, no leen o no
quieren analizar pasajes como el siguiente:
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“Lavad, limpiaos, quitad la iniquidad de
vuestras obras de ante mis ojos, dejad de
hacer lo malo; aprended a hacer bien;
buscad juicio, restituid al agraviado, oíd en
derecho al huérfano, amparad a la viuda.”
(Isa 1:16-17)
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¿Cómo iba Dios a pedirle a los israelitas
semejantes cosas si Él supiera que ellos no
podían hacerlo por no estar predestinados, y por
no tener libre albedrío?
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Los que creen en la predestinación absoluta
dicen que nadie puede hacer el bien si Dios no lo
predestina a hacerlo, si Dios no troquela en sus
mentes ese buen deseo. Si eso fuera así, ¿cómo es
que Dios aquí le manda a los israelitas a limpiarse,
a aprender, a quitar la maldad de sus obras, a dejar
de hacer lo malo, los manda a hacer el bien, a
buscar juicio, a amparar viudas y huérfanos, etc.. Si
la predestinación fuera cierta, si el ser humano no
tuviera libre albedrío, ¿cómo va Dios a pedirles que
hagan tales cosas, sabiendo Él que ellos no pueden
hacerlas a menos que Él mismo los predestine
primero? ¿Creen los predestinacionistas absolutos
que Dios les está tomando el pelo a los que leen la
Biblia?
Más adelante, en los versículos 19 y 20 les dice:
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“1 Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien
de la tierra; 2 si no quisiereis y fuereis
rebeldes, seréis consumidos a espada; porque
la boca de Jehová lo ha dicho.”
(Isa 1:19-20)
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Desde el momento que Dios les dice a los
israelitas “…si quisiereis y oyereis…”, se deduce
que Dios considera que ellos tienen libertad para
querer o para no querer, que tienen libertad
para oír o dejar de oír, es decir, que tienen libre
albedrío. ¿Cómo sería posible que si el ser humano
no tuviera posibilidad por sí mismo de hacer lo
bueno, vaya Dios a decirles que lo hagan? ¿Cómo
sería posible que si el humano no tuviera libre
albedrío Dios fuera a tratar con ellos, hablarles y a
castigarlos como si lo tuvieran? Sería algo así como
encaramar a un niño en la azotea de un décimo piso
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y amarrarle una toalla en cada brazo y lanzarlo
diciéndole: sal volando que tú puedes.
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>Por la forma de hablar de alguien uno se
percata de cuál es su estructura mental, de qué
es lo que esa persona cree
Toda persona al hablar da por sentado ciertas
cosas, aunque no las diga explícitamente.
Por ejemplo, supongamos que una persona
“A” se dirige a otra persona “B” y le dice: “¡Mira
qué bello arco iris! ¿Has visto cosa más bella que
esta?”. Al escuchar eso nos damos cuenta de que
“A” considera que “B” no es ciego; si lo fuera, no
iba “A” a ser tan cruel de burlarse de aquel que es
ciego y no puede ver, diciéndole que mire lo bello
que está el arco iris.
Al escuchar a un padre decir a su hijo: “Ve
corriendo a decirle a tu madre lo que te dije hace ya
media hora; porque si no sales corriendo ahora
mismo a llevar el recado te voy a pegar.” Al
escuchar a un padre decir tal cosa, nos damos
cuenta, aunque el padre no lo diga, de que ya hace
media hora que el hijo debió haber cumplido el
mandato del padre, y que el niño no es paralítico; si
lo fuera, no iba a ser el padre tan cruel e irrazonable
de ordenarle al hijo hacer algo (correr), que el padre
sabía perfectamente que no lo podía hacer por ser
paralítico.
¿Qué pensaríamos nosotros de un padre que,
primero, convirtiera adrede a su hijo en
paralítico, luego le ordenara salir corriendo a llevar
un recado inmediatamente, y por último le entrara a
golpes a ese hijo por no haber corrido? El concepto
que uno puede tener de un padre que haga eso,
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es el mismo concepto que los predestinacionistas
absolutos tienen de Dios. ¿Por qué pienso esto?
Porque los que creen en la predestinación absoluta,
consideran que Dios creó un alma a la que no dio
libre albedrío, sino que la predestinó a ser pecadora, y luego, por ser pecadora, la envía al Infierno.
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“3 Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y
tu ruego, que has hecho en mi presencia. Yo
he santificado esta casa que tú has edificado,
para poner mi nombre en ella para siempre; y
en ella estarán mis ojos y mi corazón todos
los días.
4 Y si tú anduvieres delante de mí, como
anduvo David tu padre, en integridad de
corazón y en equidad, haciendo todas las
cosas que yo te he mandado, y guardando mis
estatutos y mis derechos, 5 yo afirmaré el
trono de tu reino sobre Israel para siempre,
como hablé a David tu padre, diciendo: No
faltará de ti varón en el trono de Israel.
6 Mas si obstinadamente os apartareis de mí
vosotros y vuestros hijos, y no guardareis
mis mandamientos y mis estatutos que yo he
puesto delante de vosotros, sino que fuereis y
sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis; 7 yo
cortaré a Israel de sobre la haz de la tierra
que les he entregado; y esta casa que he
santificado a mi nombre, yo la echaré de
delante de mí, e Israel será por proverbio y
fábula a todos los pueblos; 8 y esta casa que
estaba en estima, cualquiera que pasare por
ella se pasmará, y silbará, y dirá:¿Por qué ha
hecho así Jehová a esta tierra, y a esta casa?
9 Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su
Dios, que había sacado a sus padres de tierra
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de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y
los adoraron, y los sirvieron; por eso ha
traído Jehová sobre ellos todo aqueste mal.”
(I R 9:3-9)
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Si Dios predestinara a unos para ser buenos y a
otros para ser malos, ¿cómo iba luego a castigarlos
por ser malos? Si Dios mismo le dice a Salomón:
“Si tú anduvieres delante de mí…..”, es porque Él
sabía que Salomón tenía la facultad de andar o
no delante de Él, es decir, tenía libre albedrío.
Dios mismo le dice a Salomón (4-5): “Si tú
anduvieres delante de Mí……haciendo todas las
cosas que yo te he mandado….Yo afirmaré el trono
de tu reino….”, si Dios dice tales cosas es porque
sabe que está en las manos de Salomón hacer lo
bueno o lo malo, es decir, sabe que tiene libre
albedrío. No iba Dios a cargar a Salomón con una
orden que de antemano Dios sabía que Salomón no
podía ejecutar, porque Él lo había predestinado a ser
desobediente. Creer eso es una herejía y una
blasfemia.
Lo antes razonado se aplica también a los
versículos 6-9. Allí se ve que los israelitas podían
seguir a Dios si querían, o apartarse de Dios si así lo
deseaban. Se ve que en la estructura mental de
Dios existía el concepto de que ellos tenían libre
albedrío para escoger el bien o el mal: podían
apartarse o no de Dios, guardar o no sus mandamientos, servir o no dioses ajenos (6). O sea, está
más que claro en ese versículo que Dios sabía que
el ser humano tenía libre albedrío.
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>Santos seréis, porque yo soy santo. Esta
exhortación implica libre albedrío
Es evidente, por la forma de hablar de Dios, que
Él considera que el humano tiene libre albedrío,
puesto que les exhorta a ser santos. Si el ser
humano no pudiera llevar a cabo tal encargo, Dios
no iba a pedirle que lo hiciera. Si Dios supiera que
el ser humano no tiene libre albedrío, no iba a estar
fingiendo que lo creía y hablando como si lo
creyera.
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“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla
a toda la congregación de los hijos de Israel,
y diles: Santos seréis, porque santo soy yo
Jehová vuestro Dios.”
(Lev 19:1-2)
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Quien no quiera aún creer que el humano tiene
libre albedrío, debe responder si él cree que esa
frase en que se da por sentado que el humano tiene
libre albedrío, son o no de Dios; y si él cree que es
cierta o que es mentira. Parecidas afirmaciones a
esta última, se ven en los siguientes pasajes:
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“Pues que yo soy Jehová vuestro Dios,
vosotros por tanto os santificaréis, y seréis
santos, porque yo soy santo; así que no
ensuciéis vuestras personas con ningún reptil
que anduviere arrastrando sobre la tierra.”
(Lev 11:44)
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“Santificaos, pues, y sed santos, porque yo
Jehová soy vuestro Dios.” (Lev 20:7)
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“Sino como aquel que os ha llamado es
santo, sed también vosotros santos en toda
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conversación. Porque escrito está: Sed
santos, porque yo soy santo.”
(I P 1:15-16)
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>Dios exhorta a los habitantes de Judá a volverse
cada uno de su mal camino.
Dios habla en este versículo en forma tal que no
deja dudas sobre el hecho de que el humano tiene
libre albedrío, puesto que le atribuye a la gente de
Judá la facultad de volverse cada uno de su mal
camino. Eso significa que Dios considera que la
gente puede cambiar de camino, puede arrepentirse
de hacer el mal para comenzar a hacer el bien.
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“Quizá oirá la casa de Judá todo el mal que
yo pienso hacerles, para volverse cada uno
de su mal camino, y yo perdonaré su maldad
y su pecado.”
(Jer 36:3)
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Si el humano no tuviera facultad para hacer el
bien de su propio intento, Dios no diría lo que aquí
les dice, porque sería una falsedad. Si el humano no
tiene libre albedrío, si no puede cambiar de camino,
Dios no estaría pidiéndoles tal cosa. Pensar de otra
manera sería calumniar a Dios de estarles mintiendo
a Jeremías y a los israelitas en general.
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>Si Dios pide al pueblo que le diga en qué los
molestó, es porque Él sabe que tienen libre
albedrío
Dios exhorta al pueblo de Israel a que le diga qué
fue lo que Él hizo contra ellos. Esto lo dice Dios
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echándoles en cara el hecho de que ellos lo han
abandonado.
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“2 Oíd, montes, y fuertes fundamentos de la
Tierra, el pleito de Jehová, porque tiene
Jehová pleito con su pueblo, y altercará con
Israel. 7 Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en
qué te he molestado? Responde contra mí.”
(Miq 6:2-3)
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Si Dios exhorta al pueblo a que le diga en qué Él
los ha molestado, es porque reconoce que el
humano tiene libre albedrío y puede aprender cuál
sea la justicia. Dios reconoce que ellos pueden darse
cuenta de si un comportamiento de Dios es o no
justo, puesto que lo aprendieron de lo que Dios
mismo les enseñó en la Biblia. Dios les enseña qué
es lo justo y luego los exhorta a que, basándose en
ese conocimiento que Él les ha dado, juzguen si Él
ha hecho algo indebido en contra de ellos.
De todo esto se saca en conclusión que Dios
atribuye al ser humano libre albedrío, puesto que
si no lo tuviera no iba Dios a pedirle que hiciera
cosas que Él sabía que no iba a poder hacer, a
menos que Dios mismo lo predestinara a hacerlo.
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Anexo “C”
Personajes bíblicos que creían en el libre
albedrío
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>Tampoco David creía en la predestinación
absoluta, sino en el libre albedrío
En el pasaje que vamos a leer se ve que David no
creía que existía la predestinación absoluta, sino que
él creía en el libre albedrío. En esta exhortación que
hace a su hijo, David lo exhorta a servir a Dios con
ánimo voluntario, de donde se deduce que él
atribuía a su hijo la facultad de la voluntad, que
él no pensaba que era un robot programado y
predestinado. Igualmente al advertirle “si tú lo
buscares”, nos hace ver que David consideraba que
su hijo tenía libre albedrío para buscar a Dios, o
para no buscar a Dios. Lo mismo se puede decir de
la frase de advertencia “si tú lo dejares”; también
ella demuestra la creencia que en el libre albedrío
tenía David profeta, el cual supongo que sepa más
que los teólogos predestinacionistas de hoy.
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“Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de
tu padre, y sírvele con corazón perfecto, y
con ánimo voluntario; porque Jehová
escudriña los corazones de todos, y entiende
toda imaginación de los pensamientos. Si tú
le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él
te desechará para siempre.”
(I Cr 28:9)
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Como vemos, los personajes bíblicos, tanto del
Nuevo como del Antiguo Testamento, creían en el
libre albedrío del ser humano. El creer en el libre
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albedrío anula la creencia en la predestinación
absoluta, pues ambas creencias son antagónicas.
De nuevo tenemos en este otro pasaje, una
prueba de que el profeta David no creía en la
predestinación absoluta, sino en el libre albedrío,
por cuanto le reconoce al ser humano libre voluntad
y espontaneidad.
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“Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los
corazones, y que la rectitud te agrada; por
eso yo con rectitud de mi corazón,
voluntariamente te he ofrecido todo esto, y
ahora he visto con alegría que tu pueblo, que
aquí se ha hallado ahora, ha dado para ti
espontáneamente.”
(I Cr 29:17)
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En la primera frase David dice que él ofreció
voluntariamente todo lo que ofreció. Si él no
creyera que tenía libre albedrío para desear algo de
por sí mismo, sin que Dios se lo troquelara en la
mente, no diría tal cosa. En la segunda frase
citada, David reconoce que el pueblo dio para Dios
espontáneamente, no fue que Dios les troqueló la
idea para que ellos la realizaran por estar
predestinados a hacerla, sino que David reconoce
que nació de ellos. Si Dios hubiera obligado al
pueblo a tomar la decisión de dar lo que dio, si
hubiera sido Dios el que hubiera troquelado ese
deseo en el alma del pueblo, si Dios los hubiera
predestinado a dar lo que dieron, David no diría que
el pueblo dio espontáneamente, sino que diría “el
pueblo dio lo que Tú le predestinaste a dar”. Ver la
misma idea envuelta en los versículos 6, 9 y 14.
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“Entonces los príncipes de las familias, y los
príncipes de las tribus de Israel, tribunos y
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centuriones, con los superintendentes de la
hacienda del rey, ofrecieron de su voluntad.”
(I Cr 29:6)
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“Y se holgó el pueblo de haber contribuido
de su voluntad; porque con entero corazón
ofrecieron a Jehová voluntariamente.”
(I Cr 29:9)
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“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi
pueblo, para que pudiésemos ofrecer de
nuestra voluntad cosas semejantes? porque
todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te
damos.”
(I Cr 29:14)
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Vimos en estos pasajes recién leídos, a otro
personaje bíblico demostrar que él creía en el libre
albedrío del ser humano.
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>De toda su voluntad el pueblo buscaba a
Dios
En época de Asa, rey de Judá, hubo un avivamiento en Israel, convirtiéndose a Dios grandes
multitudes. En la forma en que habla el escritor de
este segmento de la Biblia, se da uno cuenta de que
él creía en el libre albedrío. Veamos.
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“Del cual juramento todos los de Judá se
alegraron; porque de todo su corazón lo
juraban, y de toda su voluntad lo buscaban;
y fue hallado de ellos; y les dio Jehová reposo
de todas partes.”
(II Cr 15:15)
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Vemos de nuevo escritores bíblicos que manifiestan su creencia en el libre albedrío.
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>Tampoco Ezequías, rey de Judá, creía en la
predestinación absoluta
Ezequías creía en el libre albedrío, porque le
atribuye a la gente la posibilidad de: a) rebelarse,
b) endurecerse, c) servir, d) volverse a Dios y e)
apercibir su corazón para buscar a Dios. Veamos.
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“7 No seáis como vuestros padres y como
vuestros hermanos, que se rebelaron contra
Jehová el Dios de sus padres, y él los entregó
a desolación, como vosotros veis. 8 No
endurezcáis pues ahora vuestra cerviz como
vuestros padres; dad la mano a Jehová, y
venid a su santuario, el cual Él ha santificado
para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios;
y la ira de su furor se apartará de vosotros.
9 Porque si os volviereis a Jehová, vuestros
hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y
volverán a esta tierra; porque Jehová vuestro
Dios es clemente y misericordioso, y no
volverá de vosotros su rostro, si vosotros os
volviereis a Él.”
(II Cr 30:7-9)
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Como vemos es evidente que el rey Ezequías no
creía en la predestinación, sino en el libre albedrío,
si no fuera así, no hubiera hablado como habló. La
misma actitud se repite más adelante en el versículo
18, donde considera que el ser humano puede
apercibir su corazón para buscar a Dios, cosa
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que no creen los que sostienen la doctrina de la
predestinación absoluta. Veamos.
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“Porque una gran multitud del pueblo de
Efraím y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no
se habían purificado, y comieron la Pascua
no conforme a lo que está escrito. Mas
Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que
es bueno, sea propicio a todo aquel que ha
apercibido su corazón para buscar a Dios.”
(II Cr 30:18)
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Por lo que se ve, todos estos personajes bíblicos
habían recibido la enseñanza del libre albedrío, no
la de la predestinación absoluta.
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>San Pablo no creía en el “salvo siempre salvo”
ni en la “predestinación absoluta”
En el pasaje que más abajo se muestra, vemos que
el apóstol, sin decirlo directamente, nos deja ver que
uno que esté salvo puede dejar de ser salvo.
Primero debemos notar cómo en el versículo 6 le
llama “casa” a los salvados, para luego decir que
somos “casa” siempre y cuando retuviéremos
hasta el fin nuestra confianza. Es fácil razonar de
aquí que si no la retuviéremos hasta el fin, la
perderíamos y dejaríamos de ser lo que somos.
La condicional “si” nos hace ver que el hecho de
ser salvos hoy no nos garantiza el ser salvos
mañana, si nos apartamos del Señor. Si la salvación
no se pudiera perder de ninguna manera, si ningún
salvado pudiera apartarse del Señor, no iba el
apóstol a introducir esa condicional, porque sería
decir mentira. Si el salvo siempre fuera salvo, no
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tenía Pablo que añadir que íbamos a ser salvos si
reteníamos la confianza, pues hubiera él sabido que
la íbamos a retener de todas maneras, quieras que
no, puesto que estábamos “predestinados”.
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“6 Mas Cristo como hijo, sobre su casa;
la cual casa somos nosotros, si hasta el cabo
retuviéremos firme la confianza y la gloria
de la esperanza. 7 Por lo cual, como dice el
Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 no
endurezcáis vuestros corazones como en la
provocación, en el día de la tentación en el
desierto, 9 donde me tentaron vuestros padres;
me probaron, y vieron mis obras cuarenta
años. 10 A causa de lo cual me enemisté con
esta generación, y dije: Siempre divagan ellos
de corazón, y no han conocido mis caminos. 11
Juré, pues, en mi ira: No entrarán en mi
reposo. 12 Mirad, hermanos, que en ninguno
de vosotros haya corazón malo de
incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13
antes exhortaos los unos a los otros cada día,
entre tanto que se dice Hoy; porque ninguno
de vosotros se endurezca con engaño de
pecado. 14 Porque participantes de Cristo
somos hechos, con tal que conservemos firme
hasta el fin el principio de nuestra confianza.
15 Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su
voz, no endurezcáis vuestros corazones, como
en la provocación.”
(Heb 3:6-15)
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La misma idea expresada anteriormente en el 6, se
saca del versículo 12, donde hablándole a los
hermanos, explícitamente admite que el que hoy
está con el Dios vivo, mañana puede dejar de
estarlo, porque el hermano es el que se aparta. Es de
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sentido común, que el que se aparta del Dios Vivo,
es porque antes estaba con el Dios Vivo; nadie
puede apartarse de alguien con el que nunca ha
estado. Así que es indiscutible que aquellos
salvados a quienes Pablo llama hermanos, por
hallarse con el Dios Vivo, mañana podían
apartarse del Dios Vivo, y por lo tanto, perderse.
Si fuera imposible que un salvado se apartara, Pablo
no mencionaría esa posibilidad.
En el versículo siguiente, el 13, vemos de nuevo
que Pablo admite la posibilidad de que un
cristiano se endurezca con engaño de pecado. Al
decir eso, indirectamente nos hace ver que el
salvado puede endurecerse y perderse.
La misma idea se percibe en el versículo 14,
donde dice que somos participantes de Cristo con
tal que conservemos hasta el fin el principio de
nuestra confianza, que es, indiscutiblemente,
nuestra fe en Cristo. En este versículo se ve de
nuevo que Pablo sabía que existía la posibilidad
de que un cristiano dejara de serlo, puesto que
existe la posibilidad de que el cristiano no conserve
hasta el fin esa confianza.
No es verdad eso de que el que era cristiano y
se pierde es porque en realidad nunca fue
cristiano, puesto que aquí Pablo habla, evidentemente, de gente que eran cristianos, a los cuales él
llama hermanos. Esa hipótesis de que el que se
pierde es porque nunca fue cristiano, es un invento
cuyos sostenedores no tienen un solo versículo para
sustentarlo.
No veo pues, ninguna base para esa dañina herejía
que se ha infiltrado en la Iglesia, y que dice que el
que una vez es salvo jamás se pierde; por cuya
doctrina son muchos los cristianos que se dejan
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arrastrar por el pecado, haciendo iglesias débiles y
conformistas.
Además, si la predestinación existiera, tampoco
Pablo estaría diciendo las cosas que aquí dice,
porque si el salvo no siempre se queda salvo, la
predestinación absoluta tampoco existe.
Si el ser humano fuera incapaz de pensar, sentir,
desear o hacer algo bueno, a menos que Dios lo
predestine a ello, entonces no diría Pablo en el
versículo 6 “...si...retuviéremos...”, porque sabría él
que nosotros no podríamos retener nada, sino que
sería Dios el que nos haría retenerlo.
Si Pablo no creyera que el ser humano tiene libre
albedrío, sería un abuso de él echarle la carga a los
hermanos de retener la fe, sabiendo él que ellos no
podrían retenerla a menos que Dios los hubiera
predestinado a serles retenida. Sería burlarse de
ellos, sería algo así como decirle a un paralítico,
“La casa está ardiendo en fuego, si sales corriendo
rápidamente te salvarás, pero si no, vas a morir
quemado, corre porque no te vamos a ayudar”.
Sabiendo que el paralítico no tiene facultad para
moverse, sería una burla y una canallada exhortarlo
a salir corriendo o quemarse. De ahí se deduce que
Pablo sabía que el ser humano tenía libre albedrío, y
que no era un robot predestinado. Él sabía que
teníamos potestad para retener la confianza, o para
dejarla ir.
En el versículo 8 dice: “no endurezcáis vuestros
corazones”, lo cual es señal cierta de que el apóstol
sabía perfectamente que un cristiano tenía libre
albedrío para endurecer su corazón. Si él no
creyera en la posibilidad de que un cristiano, por su
propia cuenta, pudiera endurecer su corazón, no iba
él a mencionar tal posibilidad; igualmente que
tampoco le diría a un cristiano “No quiero que
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envejezcas”, sabiendo él que nadie tiene potestad
para evitar el envejecimiento. Esas son cosas que
nadie dice, porque todos saben que están fuera del
alcance humano. Igualmente, si Pablo hubiera
creído que el libre albedrío estaba fuera del alcance
humano, no les diría a los hermanos que no
endurecieran sus corazones.
Al decir Dios en el 10 “Divagan ellos de
corazón”, nos hace ver Dios que Él reconoce que el
humano tiene libre albedrío, pues aclara que son
“ellos” los que divagan de corazón. Si el humano
sólo pudiera hacer aquello para lo que ya está
previamente predestinado, Dios no diría que eran
ellos los que divagaban, pues eso sería falso, ya que
si divagaban era porque estaban predestinados a
divagar, no porque ellos quisieran necesariamente.
En el versículo 12 Pablo dice “Mirad hermanos,
que en ninguno de vosotros haya corazón malo de
incredulidad para apartarse del Dios Vivo”. Si
Pablo no creyera en el libre albedrío, él no le iba a
encomendar a los hermanos el mirar por sí mismos,
pues sabría que ellos no podrían mirar por sí
mismos, sino eso ocurriría ineluctablemente si
estaba predestinado a ocurrir, pero si no, no
ocurriría. ¿Cómo iba Pablo a decirles que a ellos es
a quienes corresponde mirar para no tener un
corazón malo, si él creyera que el corazón malo
existía porque no lo habían predestinado a ser
bueno, y el hermano no podría evitarlo?
La misma idea se saca de los versículos 13 y 15,
donde al usar las palabras “conservemos” y
“endurezcáis” nos hace ver que es el humano el que
tiene que conservar, y el que tiene que no
endurecerse; y que no somos robots a los que hay
que programar para que “conserven” o dejen de
“endurecerse”. Al usar en el 13 la partícula
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reflexiva “se”, nos hace ver que es el mismo ser
humano el que por su propia voluntad “se
endurece”, no que haya sido programado para
endurecerse.
Salta a la vista en todo este pasaje, que en la
estructura mental de Pablo no existía ni la más
mínima pizca de predestinacionismo, sino una
absoluta convicción de libre albedrío. No solamente
en este pasaje, sino en todos sus escritos se ve que
Pablo era un hombre que creía en el libre albedrío
del humano. Incluso en Heb 4:11 vemos que cree en
el libre albedrío al decir: “...Procuremos pues
entrar en aquel reposo, que ninguno caiga...”. Si
dice “procuremos” es porque el humano tiene libre
albedrío para procurar.
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“Procuremos pues de entrar en aquel
reposo; que ninguno caiga en semejante
ejemplo de desobediencia.”
(Heb 4:11)
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Para atribuirle a San Pablo la creencia en la
predestinación absoluta, hay que hacer malabarismos con sus palabras, torcerlas y aferrarse.
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>Si el humano puede ejercitar sus sentidos en el
discernimiento del bien y el mal, hay libre
albedrío
Según lo dicho aquí por Pablo, el humano puede
tener sus sentidos ejercitados en el discernimiento
del bien y del mal. O sea, el humano puede darse
cuenta de lo que es el bien y el mal. Si el humano
puede ejercitarse en el discernimiento, debido a la
costumbre, es porque tiene libre albedrío, porque si
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no lo tuviera, habría que decir que le troquelaron el
discernimiento, no que debido a la costumbre se
ejercitó.
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“Mas la vianda firme es para los perfectos,
para los que por la costumbre, tienen los
sentidos ejercitados en el discernimiento del
bien y del mal.”
(Heb 5:4)
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Si hubiera predestinación San Pablo, en vez de
decir “por la costumbre tienen los sentidos
ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”,
hubiera dicho algo así como “por predestinación
tienen la facultad de discernir el bien y el mal”.
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>Si haciendo “estas cosas” los cristianos no
caerán jamás, es lógico razonar que si no las
hacen, sí caerán
En forma indirecta nos dice el apóstol Pedro que
uno que sea cristiano puede perderse. Por lo tanto,
no le veo base a la herejía que asegura que los que
una vez fueron salvos jamás puedan dejar de serlo;
lo cual provoca que muchos no sujeten sus
instintos y concupiscencias.
Precisamente, Pedro les dice a los cristianos que
no se acuesten a dormir en los laureles, que el que
tiene fe verdadera tiene que obrar en consecuencia.
Y luego de decirles eso, les hace saber que si
procedieren como él aconseja, no caerán jamás;
de lo cual se colige, sin mucho esfuerzo mental y
sin ser teólogo, que si no procedieren así podrían
caer.
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“Por lo cual, hermanos, procurad tanto más
de hacer firme vuestra vocación y elección;
porque haciendo estas cosas, no caeréis
jamás.”
(I P 1:10)
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Hay quienes salen del infernal abismo del pecado,
por la gracia de la sangre de Cristo, y luego que
sale, se queda allí mismo, en el borde del abismo. Si
se pusiera a obrar, la obra lo alejaría de ese borde y
alejaría con ello el peligro de volver a caer en ese
abismo. Pero el que, indolente, se queda al borde
del precipicio, lo tiene siempre allí, cerca de él,
amenazante e intranquilizante, como negra boca que
constantemente parece querer tragarlo. Entonces, en
vez de ponerse a obrar para alejarse del peligro de
caer en el abismo, lo que hace es aferrarse a la
herética doctrina de la predestinación, para aliviar el
temor de ser tragado de nuevo por el abismo de la
perdición.
La fe provoca obras, como dice Stg 2:14-26. No
se dejen seducir por el cuento de sentarse a tener
mucha fe, o acostarse a “creer con fuerza”. Las
obras no salvan, pero son la demostración de la fe
que sí salva. Si no hay calor arriba, no hay fuego
debajo. Si no se ven obras, no hay fe debajo. El
pecado sin sincero arrepentimiento, no es una obra
propia de la fe en Cristo, sino de la falta de fe.
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>Si Pedro aconseja a los cristianos guardarse a sí
mismos y crecer, para no caer, es porque él no
creía ni en la predestinación ni en el salvo
siempre salvo, sino en el libre albedrío
Vuelve a verse en las Sagradas Escrituras que
todos los autores bíblicos tenían en su estructura
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mental la clara idea de que el humano tiene libre
albedrío, y es por eso que Pedro los exhorta a
guardase ellos mismos del error. Si Pedro no
creyera en el libre albedrío no diría semejante cosa,
porque sabría que el humano no podría guardarse
del error ni crecer en la gracia, sino que diría algo
así como pido a Dios que os guarde y os haga crecer
en la gracia. No es lógico que Pedro, por un lado,
no crea en la facultad del humano de guardarse del
error y crecer en la gracia, por no creer en el libre
albedrío, mientras que por el otro lado los exhorte a
hacer ambas cosas. Sería como decirle a un ciego y
paralítico: “Corre, ven pronto para que veas que
bello espectáculo”, sabiendo que el pobre hombre
no tiene la facultad de caminar ni de ver.
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“17 Así que vosotros, oh amados, pues estáis
amonestados, guardaos que por el error de
los abominables no seáis juntamente
extraviados, y caigáis de vuestra firmeza. 18
Mas creced en la gracia y conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad.
Amén.”
(II P 3:17-18)
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Otra cosa en la cual fijarnos es que en el versículo
17 Pedro admite que el cristiano puede ser
extraviado y caer de la firmeza que tiene, de donde
vemos que Pedro no cría en eso del salvo siempre
salvo.
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>San Pablo no advertiría a los cristianos que
tuvieran cuidado no fuera que su gato se
convirtiera en perro
Como que los gatos no pueden convertirse en
perros, ustedes jamás oirán a alguien en su sano
juicio escribirle a un amigo diciéndole que está
asombrado de que su gato se haya convertido en
perro. Tampoco escucharán jamás a alguien
exhortar a los chinos para que no se conviertan en
negros, ni exhortar a los negros para que no se
conviertan en blancos, ni exhortar a los blancos,
para que no se conviertan en chinos. Esos cambios
no pueden ocurrir y, por lo tanto, nadie en su
sano juicio diría estar maravillado de que tal
cambio haya ocurrido, o pudiera ocurrir.
Si San Pablo creyera que el ser humano una vez
salvo siempre se mantiene salvo, si él creyera que el
que se convertía al cristianismo es porque estaba
predestinado a ser salvo, tampoco le diría a los
gálatas que él estaba asombrado al ver que
habiéndose convertido antes al evangelio de
Cristo, ahora se habían apartado de la fe. Una
persona que creyera que “una vez salvo siempre
salvo”, no diría semejante cosa, porque él “sabría”
que eso no podría suceder. Sería ridículo, por decir
lo menos, advertir contra un peligro que no puede
llegar a ocurrir. Si fuera verdad que el que una
vez fue salvo siempre siguiera siendo salvo,
jamás podría apartarse a otro evangelio, que es
lo que Pablo dice que sucedió. Si los que fueron
llamados a convertirse, no pudieran dejar de ser
cristianos, Pablo no estaría advirtiéndoles a los
gálatas contra un inexistente peligro.
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“Estoy maravillado de que tan pronto os
hayáis traspasado del que os llamó a la
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gracia de Cristo, a otro evangelio”
(Ga 1:6)
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Como vemos, Pablo creía que el cristiano podía
apartarse de la fe. Si él creía tal cosa, no podía
creer a la vez que el salvo siempre permanece salvo,
ni podía creer en la predestinación, sino en el libre
albedrío. Es decir, que el humano no es un
autómata, ni un pez que una vez enganchado por el
anzuelo de la salvación ya no pueda escaparse
aunque lo desee.
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>El cristiano puede errar de la verdad
De nuevo puede verse en este pasaje que más
abajo presento, lo que ya en otros hemos visto: que
un cristiano puede perderse si se sale de la verdad.
En el versículo 19 se comprueba que Santiago le
está hablando a cristianos; hermanos que
estaban en la verdad, de la cual podía alguno
haber errado. Si alguien se sale de la verdad es
porque antes estaba en esa verdad, es decir, antes
era cristiano. Si Santiago se dirige a ellos
llamándoles “hermanos” es porque esos a quienes
él se dirige, eran cristianos. Después de eso dice:
“si alguno entre vosotros”, con lo cual se evidencia
que se sigue refiriendo a los cristianos.
Inmediatamente les dice “ha errado de la verdad”;
con lo cual nos damos cuenta de que Santiago
sabía que un cristiano podía errar de la verdad.
Como vemos, los personajes bíblicos no creían en la
predestinación absoluta ni en el salvo siempre salvo.
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“19 Hermanos, si alguno de entre vosotros
ha errado de la verdad, y alguno le
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convirtiere, 20 Sepa que el que hubiere hecho
convertir al pecador del error de su camino,
salvará un alma de muerte, y cubrirá
multitud de pecados.”
(Stg 5:19-20)
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Ese cristiano que erró de la verdad es el que
Santiago considera que debe ser convertido por
algún otro hermano, para luego decir que ese que
hubiere hecho convertir a ese hermano del error de
su camino, iba a salvar un alma de muerte. Si iba
a salvar un alma, es porque esa alma, si seguía en
ese errado estado, podía perderse. No es lógico
decir que se va a salvar a quien no se puede perder.
De todo esto se deduce que si Santiago considera
que un hermano pudiera estar a punto de perderse,
es porque existe la posibilidad de que un cristiano
se pierda si se aparta de la verdad y no torna a
camino.
En pocas palabras, si un cristiano peca, tiene que
arrepentirse y apartarse del pecado, pues solamente
así, convirtiéndose del error de su pecado, salvará
su alma de la muerte.
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>Tampoco Bernabé creía en la predestinación
absoluta ni en el salvo siempre salvo
Leyendo el versículo que más abajo se muestra,
vemos que Pablo y Bernabé exhortan a los
discípulos a que permanezcan en la fe. Si analizamos la estructura mental de estos dos hombres,
veremos que ellos creían en el libre albedrío y no
creían en la predestinación absoluta.
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“Confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciesen en la fe,
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y que es menester que por muchas
tribulaciones entremos en el Reino de Dios.”
(Hch 14:22)
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Todos los que inventan una doctrina herética
tienen tres características: a) cambian el significado
de las palabras que están en la Biblia, b) se aferran
a un solo pasaje o a unos pocos, rechazando el resto
de la Biblia, y sobre todo, c) rehúsan discutir su
punto de vista con otras personas, a menos que
tengan el poder para imponer su doctrina dogmáticamente. En el versículo que ya leímos vemos que
Pablo y Bernabé exhortan a los discípulos a que
permanezcan en la fe. No se puede cambiar el
significado de las palabras. Cuando se exhorta a
una persona a permanecer en algo, o en algún lugar,
es porque se consideran dos cosas: 1) que ya la
persona está en ese algo o en ese lugar, y 2) que
puede dejar de estar en ese lugar o en ese algo.
Digo que cuando se exhorta a alguien a
permanecer en un lugar es porque se considera
que ya está allí, porque no se le puede decir a
alguien que jamás ha estado en China, que
permanezca en China. Con esto lo que quiero hacer
entender es que no se puede cambiar el significado
de las palabras para que el versículo concuerde con
nuestra interpretación, con nuestra herejía. Si Pablo
y Bernabé los exhortan a permanecer en la fe, es
porque esos discípulos estaban ya en la fe.
Dije también que cuando se exhorta a una
persona a permanecer en un lugar o en algo es
porque se considera que esa persona puede irse
de ese lugar o de ese algo. Si la persona no pudiese
dejar de estar en ese lugar, si la persona no pudiera
abandonarlo, sería insensato y ridículo exhortarlo a
permanecer en él. Sería cosa de locos el exhortar a
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un chino a que permanezca siendo chino, cuando
todos sabemos que no puede convertirse en
africano. Si el cristiano no pudiera caer de la fe,
sería cosa de locos que Bernabé y Pablo los
exhortaran a permanecer en la fe. Sería como si una
persona que entierra a un familiar, antes de bajar el
sarcófago a la tumba, le rogara al muerto, que por
favor permanezca en el sepulcro, que no se vaya de
allí.
Viendo que los apóstoles reconocían que los
discípulos estaban en la fe, se deduce que cuando
los apóstoles exhortaban a no apartarse de la fe
es porque en su estructura mental ellos tenían el
convencimiento de que los que estaban en la fe
podían apartarse de ella. Si esa era la estructura
mental de estos hermanos, entonces ellos creían en
el libre albedrío del humano y no en la predestinación. Si ellos hubieran creído en la predestinación
era ocioso exhortarlos a que permaneciesen en la fe,
sabiendo ellos que por estar predestinados, no
podían abandonar la fe aunque quisiesen.
Por otro lado vemos que sabían que tenían libre
albedrío, porque apelaban a la voluntad de los
discípulos para que no abandonaran la fe, señal
inequívoca de que si los discípulos lo deseaban
podían abandonarla. Se evidencia que los
apóstoles creían en el libre albedrío.
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>Pablo pensaba cosas que no le habían sido
troqueladas en su mente por Dios
Los que piensan que el ser humano no puede tener
pensamientos o sentimientos propios dicen que los
que el ser humano tiene es porque Dios se los
troqueló en la mente, puesto que el humano no
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puede crearlos. En este versículo vemos lo
contrario.
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“Por lo cual quisimos ir a vosotros, yo
Pablo a la verdad, una vez y otra; mas
Satanás nos embarazó.” (I Tes 2:18)
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Aquí vemos que Pablo tiene el deseo de ir a
predicar a Tesalónica, pero Satanás se lo impide.
Eso demuestra que aquello fueron intenciones,
sentimientos y pensamientos originados por
Pablo, gracias a su libre albedrío. Si esas cosas
hubieran sido originadas por Dios, no hubiera
podido Satanás oponerse. Así que el mero hecho de
que las intenciones, buenos deseos y buenos
sentimientos de Pablo no hubieran podido ser
llevadas a cabo, nos hace ver que eran cosas creadas
por Pablo, que tenía libre albedrío para desearlas.
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>Pablo exhorta a permanecer en la fe
En este pasaje Pablo habla como quien sabe que
el humano tiene libre albedrío. Al decir: “...si
empero permanecieseis fundados...”, está admitiendo tácitamente que pueden dejar de permanecer
fundados. Pablo describe en los versículos 19-22,
cómo Jesucristo es el Salvador, y de quiénes es
salvador. En el 23, sin embargo, condiciona todo
lo dicho a que los que fueron hechos santos, sin
mancha e irreprensibles, permanezcan fundados y
firmes en la fe y sin moverse de la esperanza del
evangelio que han oído.
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“19 Por cuanto agradó al Padre que en él
habitase toda plenitud, 20 y por él reconciliar
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todas las cosas a sí, pacificando por la sangre
de su cruz, así lo que está en la Tierra como
lo que está en los Cielos. 21 A vosotros
también, que erais en otro tiempo extraños y
enemigos de ánimo en malas obras, ahora
empero os ha reconciliado 22 en el cuerpo de
su carne por medio de muerte, para haceros
santos, y sin mancha, e irreprensibles
delante de él; 23 si empero permanecéis
fundados y firmes en la fe, y sin moveros de
la esperanza del evangelio que habéis oído;
el cual es predicado a toda criatura que está
debajo del cielo; del cual yo Pablo soy hecho
ministro.”
(Col 1:19-23)
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El hecho de que Pablo condicione lo primero (ser
santos, sin mancha e irreprensibles), a lo segundo,
(permanecer fundados, firmes, sin moverse de la
esperanza), nos hace ver claramente que lo primero
no es incondicional, que si bien la salvación es
firme, no es algo que no pueda perderse. Si fuera
incondicionalmente firme, no mencionaría Pablo
ninguna condición. Si fuera absoluta y totalmente
imposible perder la salvación, no hubiera que
mencionar condiciones para mantenerla, como aquí
hace Pablo.
Ahora bien, ¿cuáles son las condiciones para que
la salvación se mantenga? ¿Será ser bueno?
¿Cumplir la ley? ¿Pertenecer a la iglesia? ¿Ser un
“escogido? ¿Predicar el evangelio? ¿Dar el
diezmo? ¿Bautizarse? En el versículo 23 dice
claramente cual es la condición: permanecer
fundados y firmes en la fe de Jesucristo. Si no
permanecemos fundados en la fe de Jesucristo,
perdemos la salvación.
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Una persona que permanece en algún lugar, es
porque ya se hallaba allí. No se le puede decir a
uno que jamás ha estado en la Torre de Pisa, que
permanezca en dicha torre. Por lo tanto, si Pablo le
habla a alguien diciéndole que va a obtener algo
(ser santo y sin mancha, etc.) con tal que permanezca en algún lugar (en este caso fundado en la
fe), quiere decir que: a) él considera que ellos están
en ese lugar, es decir, que son cristianos salvados, y
b) considera que, estando en ese lugar, pudiera dejar
de estar, o sea, dejar de estar salvados.
En pocas palabras, San Pablo sabía que el que
estaba fundado en la fe podía dejar de estarlo. Si
no tuviera él esa idea en su mente no tenía un
porqué exhortar a los que ya estaban fundados en la
fe, a permanecer allí, porque si nadie pudiera perder
la fe, si nadie pudiera irse del lugar en que está
fundado, sería harto ocioso el exhortarle a que se
quede, a que permanezca. Es como si le dijéramos a
una montaña “te ruego que permanezcas aquí.” ¡La
montaña tendría que permanecer allí aunque nadie
le exhortara a permanecer; no puede irse!
Pablo habla como uno que tiene en su
estructura mental el conocimiento de que el que
está en la fe puede apartarse de ella; y como el
que sabe que el humano tiene libre albedrío para
quedarse o alejarse de la fe.
Si la salvación no se pudiera perder, ¿para qué
Pablo exhorta a los hermanos de Colosas a
permanecer en ella? Si los creyentes no pudieran
abandonar la esperanza del evangelio, ¿para qué
exhortarlos a que no se muevan de la esperanza del
evangelio? Si el humano no tiene potestad ni
posibilidad de abandonar el fundamento de la fe,
¿para qué exhortarle a permanecer en él? El que
abandona la salvación por gracia, pierde la
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salvación, ha caído de la fe. Y esas cosas pueden
ocurrir según el propio San Pablo dice en Ga 5:4 y
Heb 12:15.
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>Pablo no creía en la predestinación, porque le
dijo a los soldados que retuvieran a los
marineros
Se ve claramente que en la mente de Pablo no
existía la creencia en la predestinación absoluta de
todos los eventos, sino la predestinación de algunos
eventos escogidos por Dios, en este caso el que no
perecieran los acompañantes de Pablo.
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“Pablo dijo al centurión y a los soldados:
Si éstos no quedan en la nave, vosotros no
podéis salvaros.”
(Hch 27:31)
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Pablo les dice a los soldados que si esos marineros se iban del barco, los soldados no iban a
salvarse. Es decir que en su exhortación él
demuestra que cree en que el acontecer de algunos
eventos depende de que otros eventos ocurran, e
incluso habla de la posibilidad de que el evento
primario pueda ocurrir o no, dependiendo de si
ocurre o no el evento secundario. Al pensar así nos
hace ver que no cree en la doctrina de la
predestinación.
En este caso todos se salvarían, sí, pero
dependiendo de que los marineros quedaran en
el barco. Por eso Pablo evita que los marineros se
vayan. Si todo estuviera predestinado, Pablo se
podía acostar a dormir aunque los marineros se
fueran, no tenía un porqué denunciarlos, porque
ellos no se iban a poder ir, o aunque ellos se fueran,
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de todas maneras todos se salvarían. Pero vemos
que no es esa la estructura mental de Pablo. Él no
cree en la predestinación. El cree en la promesa del
Señor, él sabía que el Señor le había dado a los que
navegaban con él, pero él se daba cuenta de que
debía hacer lo que fuera lógico para que las cosas
ocurrieran.
Es lo mismo que cuando Dios nos promete el pan
de cada día, sin embargo, hay que salir a trabajar.
No nos podemos quedar pegados a la pared, como
una babosa, pensando que el pan de cada día está
predestinado a venirnos a la boca.
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>Si la predestinación existiera, las exhortaciones
de Pablo eran inútiles
Si Pablo creyera que todo está predestinado, no
iba a molestarse en rogarle a los efesios que
anduvieran como es digno, con humildad,
mansedumbre y paciencia, porque sabría él que por
estar todo predestinado, no hacía falta que él lo
pidiera, ellos lo tenían que hacer aunque él no los
exhortara. Por el otro lado si no estaba predestinado,
tampoco tenía que molestarse en pedirles tal cosa,
porque ellos no lo iban a poder hacer aunque él los
exhortara a hacerlo, porque nadie podría hacer nada
que no estuviera predestinado, según piensan los
predestinacionistas absolutos.
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“1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que
andéis como es digno de la vocación con que
sois llamados, 2 con toda humildad y
mansedumbre, con paciencia soportando los
unos a los otros en amor; 3 solícitos a guardar
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la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz.”
(Ef 4:1-3)
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Igual razonamiento puede hacerse referente a cada
una de las más de 40 exhortaciones de Pablo
contenidas en el pasaje de Efesios 4:22 a 6:17.
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>Si Pablo “prosigue” “a ver si alcanza”, es
porque cree en el libre albedrío y no cree en la
predestinación
La forma de hablar de Pablo en este pasaje es la
de un hombre que cree en el libre albedrío y no en
la predestinación absoluta. Pablo considera que él
tiene facultad para proseguir hacia la meta que
se propuso. Él no dice que Dios lo hace proseguir
hacia la meta, o que él está predestinado a proseguir
hacia la meta. Él claramente dice “prosigo a ver si
alcanzo”; si él creyera que eso estaba predestinado
no diría “a ver si alcanzo”, porque lo que está
predestinado se cumple ineluctablemente.
Una persona que se manifiesta diciendo “yo
prosigo”, está mostrándonos que él considera que
puede proseguir si él quiere, o puede dejar de
proseguir en la consecución de su meta, es decir,
que tiene libre albedrío, que no está predestinado.
Igualmente, una persona que dice “a ver si
alcanzo”, evidencia que no cree que el llegar a esa
meta esté predestinado, porque si lo creyera no
mostraría duda.
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“12 No que ya haya alcanzado, ni que ya sea
perfecto; sino que prosigo, por ver si alcanzo
aquello para lo cual fui también alcanzado de
Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no hago
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cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una
cosa hago: olvidando ciertamente lo que
queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, 14 prosigo al blanco, al premio de la
soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.”
(Fil 3:12-14)
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>Si palpando pueden hallar a Dios, no hay
predestinación, y el salvaje se salva por su libre
albedrío
Aquí Pablo dice que todo lo mencionado en el
versículo anterior lo hizo Dios para que los
hombres, aunque sea palpando, le hallasen a Él.
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“Para que buscasen a Dios, si en alguna
manera, palpando, le hallen; aunque cierto
no está lejos de cada uno de nosotros”
(Hch 17:27)
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Si Dios hizo todo eso para que los hombres lo
buscasen por su cuenta, no puedo pasar a creer
que todo ello lo obró a sabiendas de que no iban a
poder encontrarlo, porque Él los había predestinado
a que no lo encontraran. Me parece que eso sería
una tomadura de pelo, una burla tan grande, que
suponer que Dios hace ese tipo de cosas linda con la
blasfemia.
Aparte de eso podemos decir que si el humano
“palpando” puede hallar a Dios, el tan llevado y
traído salvaje del Amazonas o del África, no se va
perder si él quiere hallar a Dios. Si no va un
misionero, le predica un ángel o el mismo Espíritu
Santo.
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>Solamente se salvan las mujeres que
permanezcan en la fe
Si alguien le dijera al lector que él se salvará si no
permanece practicando la sodomía, el lector
protestaría diciendo que él jamás fue homosexual.
Si alguien le dijera a una mujer honesta que ella se
salvará si no permanece en el adulterio, ella
protestaría diciendo que la estaban calumniando,
porque ella jamás había adulterado. Es decir, en
ambos casos todo el que oyera el uso del verbo
“permanecer” entendería que al decirle a una
persona que no permanezca en algún pecado, es
porque esa persona está actualmente en ese pecado.
De no ser así no se le podría decir que no
permanezca, porque la palabra “permanecer”
implica que ya la persona está allí. Ese mismo es el
caso del versículo que más abajo muestro. Cuando
Pablo habla de las mujeres, les dice que se salvarán
si permanecieren en la fe. Hay dos palabras muy
significativas en esta oración. Una es la condicional
“si”, y la otra “permaneciere”. Veamos.
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“Empero se salvará engendrando hijos, si
permaneciere en la fe y caridad y santidad,
con modestia.”
(I Tim 2:15)
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Al usar Pablo el verbo “permanecer” nos hace
ver que él sabía que esas mujeres eran cristianas;
es decir, que se hallaban en la fe en ese momento.
Si no hubieran estado ya en la fe, no les hubiera
hablado de “permanecer”, sino de “adoptar la fe”,
o “allegarse a la fe”, o “aceptar la fe” o de
“convertirse a la fe”. Por lo tanto, queda fuera de
toda discusión que Pablo se está refiriendo a
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mujeres que eran cristianas.
A esas mujeres cristianas Pablo les dice que si
permanecieren en la fe se salvarían. Señal clara e
inequívoca de que ellas podían apartarse de la fe, o
sea, dejar de permanecer en la fe. Si ellas no
pudieran apartarse de la fe, porque el salvo siempre
salvo, Pablo no se molestaría en hacerles esta
exhortación. No sería lógico que Pablo les hiciera
una advertencia sobre un peligro que ellas no
podrían correr de ninguna manera. Sería algo así
como advertirles que ellas serían salvas siempre
y cuando no se transformaran en gatos. Una
advertencia tal sería ociosa y estúpida, porque
ninguna mujer se puede convertir en gato.
Se evidencia que si las cristianas pueden caer de
la fe, también los cristianos pueden caer de la fe, y
que por lo tanto, el salvo no necesariamente va a ser
salvo siempre; puede dejar de serlo. Quien no lo
comprenda así es porque no quiere comprenderlo.
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>Si se nos juzga por nuestras obras, como dice
Pedro, es porque hay libre albedrío
La herejía predestinacionista, que niega el libre
albedrío del humano, tiene aquí un claro mensaje
para rectificar su error. Aquí dice que Dios juzga sin
acepción de personas, según la obra de cada uno. Si
el humano no tuviera libre albedrío, no se le podría
juzgar por sus obras, puesto que sus obras en
realidad no serían de él, sino del que lo
predestinó a hacer esas obras. No habría nada de
qué juzgarlos. Tampoco podría decir que eran
juzgados sin acepción de personas, porque en
realidad los predestinados a salvación serían juzga-
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dos con acepción de personas, por haber sido
predestinados a salvación.
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“Y si invocáis por Padre a aquel que sin
acepción de personas juzga según la obra
de cada uno, conversad en temor todo el
tiempo de vuestra peregrinación”
(I P 1:17)
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No comprendo yo de donde sacan este herético y
satánico error, los que afirman que el ser humano no
tiene libre albedrío, sino que todo en ellos está
predestinado.
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>El que exhorta a otro a perseverar es porque
considera que el exhortado tiene libre albedrío
Son muchos los cristianos que sostienen el
herético error de que el ser humano está
predestinado, y por lo tanto, no tiene libre albedrío.
Aquí Juan, indirectamente, nos dice que el
humano sí tiene libre albedrío. Desde el momento
en que Juan exhorta a los hermanos a perseverar en
Cristo, se evidencia que en su estructura mental
existía el conocimiento de que el humano tenía libre
albedrío para perseverar o para dejar de perseverar.
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“Y ahora, hijitos, perseverad en él; para que
cuando apareciere, tengamos confianza, y no
seamos confundidos de él en su venida.”
(I Jn 2:28)
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El Apóstol San Juan sabía de teología
muchísimo más que el obispo católico Cornelio
Jansen, el reformador protestante Juan Calvino, y
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todos los demás que han sostenido y actualmente
sostienen la absurda, blasfema y herética hipótesis
de la predestinación del humano y la negación de su
libre albedrío. Al exhortar Juan a sus hermanos a
perseverar en Cristo, nos hace ver claramente
que él esperaba que ellos pudieran perseverar si
lo deseaban. Eso implica libre albedrío, para todo
el que no quiera cerrar su corazón a la verdad de
Dios. Pensar que Juan no creía en el libre albedrío y
aún así exhortaba a los hermanos a perseverar,
sabiendo que ellos no tenían libre albedrío para
hacerlo, sería pensar que estaba loco o que era un
hipócrita. Sería acusarlo de algo así como de decirle
a un peñasco: “quítate del medio que me estás
estorbando”, sabiendo que el peñasco no puede
hacer eso por sí mismo.
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>Quien se rebela es porque antes era de Dios.
“Mirad por vosotros mismos” implica libre
albedrío
De nuevo vuelve el Apóstol San Juan a demostrar
que él creía en el libre albedrío del humano y no en
su predestinación robótica. Al exhortar Juan a sus
hermanos diciendo “Mirad por vosotros mismos”,
nos hace ver que él creía que ellos tenían libre
albedrío, pues si no lo tuvieran, ellos no podrían
mirar por sí mismos
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“8 Mirad por vosotros mismos, porque no
perdamos las cosas que hemos obrado, sino
que recibamos galardón cumplido. 9 Cualquiera que se rebela, y no persevera en la
doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que
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persevera en la doctrina de Cristo, el tal tiene
al Padre y al Hijo.”
(II Jn 1:8-9)
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En el versículo 9 el Apóstol nos dice que
cualquiera que se “rebela” y no “persevera” en la
doctrina de Cristo, no tiene a Dios. Al decir eso
evidencia tres cosas: a) que el humano tiene libre
albedrío para rebelarse, si no fuera así entonces
tendríamos que pensar le troquelaron la rebelión, es
decir, que los que creen en la predestinación
estarían echándole la culpa a Dios de la rebelión del
humano; b) que el humano puede no perseverar en
la doctrina de Cristo, es decir que puede abandonar
la doctrina de Cristo, lo cual quiere decir que el que
es salvo puede perderse; y c) que las religiones
que no aceptan a Cristo no tienen a Dios.
Rebelarse significa faltar a la obediencia
debida. Quien se rebela es porque antes obedecía.
Así que al admitir aquí el apóstol San Juan la
posibilidad de que algunos se rebelen contra Cristo,
nos hace ver que esos rebeldes antes estaban con
Cristo. Vuelve aquí a demostrarse que un cristiano
puede rebelarse y dejar de serlo, lo cual desmiente
de nuevo la absurda y herética hipótesis del salvo
siempre salvo. Hipótesis que por otro lado no la
pueden basar en ninguna Escritura, sino en sus
propios pensamientos.
Si Juan admite que el humano se rebela, tiene
que tener en su estructura mental la certidumbre
de que tiene libre albedrío, de otra manera, tendría
que decir que la rebelión le fue predestinada, y que
el infeliz rebelde no pudo evitar ser rebelde. Es
decir, que implícitamente está reconociendo el libre
albedrío del ser humano.
Perseverar significa mantenerse constante en
la prosecución de lo comenzado o mantenerse en
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donde uno se halla. Alguien que jamás haya
comenzado algo, no puede perseverar en ese algo.
Para perseverar tiene que haber comenzado.
Consiguientemente, al advertir sobre la posibilidad
de que algunos no perseveren en Cristo, nos hace
ver la posibilidad de que alguien que haya estado en
Cristo, deje de estar. Eso significa que uno que hoy
es salvo, pudiera no ser salvo mañana, es decir, que
eso del salvo siempre salvo, es falso.
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>Jeremías creía en el libre albedrío, no en la
predestinación
De las palabras de Jeremías se colige que él creía
en la facultad del humano de cambiar su
comportamiento, lo cual significa libre albedrío.
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“Y ahora, mejorad vuestros caminos y
vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro
Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha
hablado contra vosotros.” (Jer 26:13)
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En este pasaje vemos que Jeremías exhorta al
pueblo a mejorar sus caminos y sus obras. Si
Jeremías creyera en la predestinación, no iba él a
proponerle al pueblo que hiciera algo que él sabía
que no podían hacer, porque estaban predestinados
a hacer otra cosa. Es decir, que él no haría ninguna
exhortación, porque sabría que lo que estaba
predestinado es lo que iba a suceder de todas
maneras, y que ellos no podían de su libre voluntad
mejorar sus caminos y sus obras.
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>Juan exhorta a que no caigan en idolatría ni
den lugar al Maligno
Según la doctrina de la predestinación absoluta, el
humano no puede hacer nada por sí mismo; todo
tiene que ser iniciado y hecho por Dios en el
humano. Aún el desear la salvación es algo que,
según esa doctrina, el humano no puede hacer por sí
mismo; ese deseo le tiene que ser troquelado en su
mente y su corazón por Dios, según esta herética
creencia. Es decir, que todo tiene que ser troquelado
en el humano por Dios, porque el humano es
incapaz de desear, pensar, sentir o hacer algo, si no
le son troqueladas tales cosas en su mente y
corazón.
En este pasaje, sin embargo, se hace evidente
que el Apóstol San Juan no creía tal cosa. Él
exhorta a los hermanos a guardarse a sí mismos,
para que el Maligno no los toque (18), y a guardarse
a sí mismos de los ídolos (21).
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“18 Sabemos que cualquiera que es nacido de
Dios, no peca; mas el que es engendrado de
Dios, se guarda a sí mismo, y el maligno no
le toca. 19 Sabemos que somos de Dios, y todo
el mundo está puesto en maldad. 20 Empero
sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos
ha dado entendimiento para conocer al que es
verdadero; y estamos en el verdadero, en su
Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y
la vida eterna. 21 Hijitos, guardaos de los
ídolos. Amén.”
(I Jn 5:18-21)
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Si Juan hubiera creído que el humano no tenía
libre albedrío, sino que era un robot predestinado a
hacer lo que le fuera troquelado en su mente y en
su corazón, no hubiera escrito semejante cosa. Más
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bien les hubiera escrito de una manera parecida a
esta: “Que Dios os guarde para que el Maligno no
os toque” y “Que Dios os guarde de los ídolos”.
Dado que en la estructura mental de todos los
autores bíblicos estaba la idea de que el humano
tiene libre albedrío, ¿por qué afirma lo contrario la
doctrina de la predestinación?
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>Si Judas el hermano de Jacobo dijo “edificaos”,
“conservaos”, es porque creía en el libre albedrío
He aquí otro escritor bíblico en cuya estructura
mental se ve que existía la seguridad de que el
humano tiene libre albedrío. Ahora es San Judas,
hermano de Jacobo, el que habla. En el capítulo
uno, versículo 20, exhorta a los hermanos a
edificarse ellos mismos, y en el 21 a conservarse en
el amor de Dios, señal esta de que también podían
no conservarse y no edificarse ellos mismos. Quien
tiene la facultad de hacer algo o de dejar de hacerlo,
tiene libre albedrío. Si Judas el hermano de Jacobo
no hubiera tenido en su estructura mental la
convicción de que el humano tenía libre albedrío, en
vez de decir lo que dijo, hubiera dicho algo así
como: “que Dios os edifique”, en vez de decir
“edificaos”, y que “Dios os conserve”, en vez de
decir “conservaos”.
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“20 Mas vosotros, oh amados, edificándoos
sobre vuestra santísima fe, orando por el
Espíritu Santo, 21 conservaos en el amor de
Dios, esperando la misericordia de nuestro
Señor Jesucristo, para vida eterna.”
(Jd 1:20-21)
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Es decir, que por un lado nos muestra la necesidad
de que el humano tenga voluntad de hacer, y haga
algo (edificarse y conservarse), y por el otro lado
nos muestra quién es el que, unido a la voluntad del
humano, puede guardarlos sin caída, como nos
muestran los versículos 24 y 25.
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“24 A aquel, pues, que es poderoso para
guardaros sin caída, y presentaros delante de
su gloria irreprensibles, con grande alegría,
25 al Dios solo sabio, nuestro Salvador, sea
gloria y magnificencia, imperio y potencia,
ahora y en todos los siglos. Amén.”
(Jd 1:24-25)
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Como hemos visto hasta aquí, todos los
escritores bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamentos, incluyendo a Pablo, tenían conocimiento
de que el humano tiene libre albedrío.
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>David consideraba que el humano podía
hacer las cosas de su propia iniciativa
En este salmo de David vemos que él exhorta a la
gente a apartarse del mal, cosa que no haría si
creyera que el humano tenía que hacer el bien o el
mal según estuviera predestinado a ello. Para qué
iba a pedirle a una persona que se apartara del mal
sabiendo él que esa persona no podía apartarse a
menos que estuviera predestinado a apartarse.
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“¿Quién es el hombre que desea vida, que
codicia días para ver bien? Guarda tu lengua
de mal, y tus labios de hablar engaño.
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Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz,
y síguela.”
(Sal 34:12-14)
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Les pide también que guarden su lengua de mal,
que guarden sus labios de engaño, que hagan el
bien, que busquen la paz, y por último que la
sigan. Se hace evidente que David consideraba que
el humano tenía libre albedrío, él no creía en la
predestinación, pues consideraba que el humano
podía hacer tales cosas de su propia iniciativa. Si el
humano no pudiera hacer tales cosas de su propia
voluntad, sino que solamente pudiera hacerlo y aún
tuviera que hacerlo, únicamente el que está
predestinado, no sería David tan tonto que le pidiera
peras al olmo, sabiendo que no puede darlas.
La herética doctrina de la predestinación absoluta
pretende saber más que David y los demás profetas.
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>David hace estas doce exhortaciones, porque
creía en el libre albedrío
Por la forma de expresarse de una persona, y
sobre todo por lo que hace, se puede dar uno cuenta
de cuál es su estructura mental. Leamos y
analicemos este pasaje del salmo 37 de David, para
que veamos que él creía en el libre albedrío y no en
la predestinación absoluta.
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“1 No te impacientes a causa de los
malignos, ni tengas envidia de los que hacen
iniquidad, 2 porque como hierba serán presto
cortados, y decaerán como verdor de
renuevo. 3 Espera en Jehová, y haz bien;
vivirás en la tierra, y en verdad serás
alimentado. 4 Pon asimismo tu delicia en
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Jehová, y Él te dará las peticiones de tu
corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino,
espera en Él, y Él hará. 6 Y exhibirá tu justicia
como la luz, y tus derechos como el medio
día. 7 Calla a Jehová, y espera en Él. No te
alteres con motivo del que prospera en su
camino, por el hombre que hace maldades. 8
Déjate de la ira, y depón el enojo: No te
excites en manera alguna a hacer lo malo.”
(Sal 37:1-8)
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Como vemos David hace doce exhortaciones
para que el humano las lleve a cabo, señal de que él
creía que el humano podía llevarlas a cabo: a) no te
impacientes, b) no tengas envidia, c) espera a Dios,
d) haz bien, e) pon en Dios tu delicia, f)
encomiéndate a Dios, g) espera en Dios, h) calla a
Dios, i) no te alteres, j) déjate de la ira, k) depón el
enojo, y l) no te excites a hacer lo malo. Si David
no creyera en el libre albedrío, en vez de
exhortar al humano a que hiciera tales cosas, lo
que diría sería más o menos lo siguiente:
“Ojalá que Dios te haya predestinado para que:
1) no te impacientes, 2) para que no tengas envidia,
3) que también te haya predestinado para que
esperes en Él, 4) para que hagas el bien, 5) ojalá que
Dios te haya predestinado para que pongas en Dios
tu delicia, 6) para que te encomiendes a Él, porque
si no estás predestinado no lo vas a poder hacer, así
que ojalá que seas uno de los predestinados para
que 7) esperes en Dios, 8) para que calles a Dios,
9) para que no te alteres, 10) para que te dejes de la
ira y 11) depongas el enojo, porque si no eres un
predestinado, no vas a poder dejar de 12) excitarte
a hacer lo malo. No te hago exhortaciones, porque
sé que si no estás predestinado no las vas a
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obedecer; y si estás predestinado, no hace falta que
yo haga estas exhortaciones, pues tu vas a hacer
esas cosas que yo exhortaría, de todas maneras
aunque yo no te exhorte.”
Como vemos, hace falta mucho aferramiento
para creer en la predestinación y negar el libre
albedrío.
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Anexo “D”
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“Almacén” de almas previo al nacimiento
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>Qué es el “almacén de almas”
Hay cosas que en la Biblia no se dicen, pero las
cuales uno puede deducir de la información que
recibe en la Biblia. En esos casos, como no se puede
presentar una clara referencia al asunto en la Biblia,
la prudencia nos aconseja presentar nuestra
observación como una teoría, no como una
doctrina bíblica. Ese es el caso del “almacén de
almas previo al nacimiento”, teoría que más abajo
explico.
Mi opinión es que Dios ya creó todas las almas
humanas que van a existir, y que las tiene en algún
lugar donde a pesar de que existen, ni sienten ni
padecen, porque no tienen la carne, que es la que
pone al alma, ente espiritual, en contacto con el
mundo físico. Desde ese lugar que he supuesto,
Dios envía, o sus ángeles llevan cada alma, al
cuerpo donde deban vivir. Supongo que esto ocurra
en algún momento entre la concepción y el primer o
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segundo año de edad, pudiendo este tiempo ser
variable en cada caso. Tal vez ese sea el porqué
unos recuerdan cosas de cuando tenían uno o dos
años y otros antes o después.
Debido a que no tienen sensaciones de ninguna
clase, no pueden percatarse de que existen; y
debido a que nunca las han tenido, tampoco, pueden
recordarlas y, por lo tanto, tampoco por ese medio
(el recuerdo) pueden percatarse de que existen. Es
como el feto en el vientre materno; en realidad más
aislados que un feto, sin la más mínima sensación
que les haga darse cuenta de que existen. Sin
embargo, esa almas existen; Dios las conoce; sabe
cómo son y cómo desarrollarán, y lo que van a
hacer, etc.. A ese supuesto lugar es a lo que yo
llamo “almacén de almas creadas”. A esa
existencia sin conocimiento, me parece que es a
lo que se hace referencia en Ecl 4:10, y más aún en
Ecl 6:10.
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“Y alabé yo los finados que ya murieron,
más que los vivientes que hasta ahora están
vivos. Y tuve por mejor que unos y otros, al
que no ha sido aún, que no ha visto las malas
obras que debajo del sol se hacen.”
(Ecl 4:3)
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“El que es, ya su nombre ha sido
nombrado; y se sabe que es hombre, y que
no podrá contender con el que es más fuerte
que él.”
(Ecl 6:10)
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En el primer pasaje nos dice que tuvo por mejor
que a los que ahora están vivos, y que a los que
estuvieron vivos, pero murieron, al que no ha sido
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aún. Es decir, al que aún no ha sido enviado a un
cuerpo de carne.
No puede estarse refiriendo a alguien que aún no
ha sido creado, porque alguien que aún no existe
no puede estar ni mejor ni peor que uno que sí
existe. Por lo tanto, hay que pensar que se refiere a
alguien que está en existencia, pero que no ha
nacido aún. Es decir, un alma creada, que jamás ha
tenido existencia consciente, como el feto en el
vientre de su madre, un alma que vendrá a vivir
entre nosotros por primera y única vez, y que luego
partirá para donde Dios disponga, el Cielo o el
Infierno.
El segundo pasaje nos declara que el que es, ya
su nombre ha sido nombrado. Es decir, que aquel
que ya nació, se conocía de antemano, se sabía su
nombre y sus cualidades. Esto, en cierta forma
concuerda con lo que se puede razonar de las
profecías hechas sobre Josías y sobre Ciro rey de
Persia, las cuales ambas fueron hechas con siglos de
anticipación al nacimiento del que se menciona en
la profecía.
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“1 Y he aquí que un varón de Dios por
palabra de Jehová vino de Judá a Beth-el; y
estando Jeroboam al altar para quemar
perfumes, 2 él clamó contra el altar por
palabra de Jehová, y dijo: Altar, altar, así ha
dicho Jehová: He aquí que a la casa de David
nacerá un hijo, llamado Josías, el cual
sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los
altos que queman sobre ti perfumes; y sobre ti
quemarán huesos de hombres.”
(I R 13:1-2)
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“44:28 Que dice de Ciro: Es mi pastor, y
cumplirá todo lo que yo quiero, en diciendo a
Jerusalem: Serás edificada; y al Templo:
Serás fundado. 45:1 Así dice Jehová a su
ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano
derecha, para sujetar gentes delante de él y
desatar lomos de reyes; para abrir delante de
él puertas, y las puertas no se cerrarán.”
(Isa 44:28 al 45:1)
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Así que por lo que hemos visto en estos cuatro
pasajes, da la sensación de que las almas fueron
creadas todas de una sola vez, pero no fueron
enviadas todas la mismo tiempo a vestirse de un
cuerpo de carne, sino que son enviadas progresivamente según convenga a los planes divinos.
Pero supongamos que esa teoría fuera errada,
y analicemos las alternativas que entonces
tendríamos que admitir.
Si no admitiéramos la teoría de que Dios creó de
una sola vez todas las almas de los humanos que
van a nacer hasta el día del fin, tendríamos que
admitir una de estas otras dos alternativas: a) o
Dios no ha cesado en su tarea de creación desde
que la comenzó hace alrededor de 6,000 años; o
b) Dios sí cesó de crear, pero Dios le ha dado a la
carne, que es física, la facultad de generar el alma,
que es un ente espiritual, es decir que el alma se
fábrica sola, automáticamente, a partir de los
gametos masculino y femenino del humano, al igual
que se fabrican por sí solos el esqueleto, los
músculos, los nervios, etc., de un feto.
Aceptar la alternativa “a” (que Dios no ha
cesado en su tarea de creación), contradiría Gn 2:13, Heb 4:4 y 10, así como toda la Biblia, que nos
indica que Dios hizo la creación en seis días
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descansando el séptimo; y que de ahí en adelante
toda la materia funciona automáticamente, reproduciéndose, cambiando de forma, etc., según las leyes
por Dios establecidas; las cuales la materia no
puede dejar de cumplir. Es decir, que tendríamos
que dejar esta sana enseñanza, y pensar que Dios,
desde la creación, continuó creando almas, para
ponerlas en los cuerpos de los miles y miles de
bebés que día y noche nacen en el mundo.
¡Absurdo!
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“Y fueron acabados los cielos y la Tierra, y
todo su ornamento. Y acabó Dios en el día
séptimo su obra que hizo, y reposó el día
séptimo de toda su obra que había hecho. Y
bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó,
porque en él reposó de toda su obra que
había Dios criado y hecho.”
(Gn 2:1-3)
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“Porque en un cierto lugar dijo así del
séptimo día: Y reposó Dios de todas sus
obras en el séptimo día.” (Heb 4:4)
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“Porque el que ha entrado en su reposo,
también él ha reposado de sus obras, como
Dios de las suyas.”
(Heb 4:10)
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Admitir la teoría “b” (el alma se fábrica sola,
automáticamente, a partir de la carne) nos conduciría a algo más ilógico aún, como es el pensar que
algo espiritual como el alma, es producido por algo
físico como es el cuerpo, y que esa cosa no-física
que es el alma, se multiplica en las células sexuales
del humano, para luego adquirir mayor tamaño
gracias al alimento. Eso linda con la teoría ruselista
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de que el alma como algo no-físico, no existe y es,
por consiguiente, completamente absurda.
Concretando: o aceptamos que existe el
“almacén de almas” o caemos en uno de dos
absurdos.
No creo que haya otra alternativa, pero si
alguien la ve, que me lo escriba y me lo envíe en
la forma clara en que yo lo hago, que mucho se lo
voy a agradecer. Otro tanto puede hacer, si no ve
otra alternativa, pero le nota falta de consistencia
lógica interna o externa a la teoría del almacén de
almas, que aquí explico, o si ve errores en la cadena
del raciocinio hecha para llegar a tal conclusión.
Pues bien, la existencia de un “almacén de
almas” concuerda perfectamente con la predestinación circunstancial. Dios no obliga a unos a ser
salvos y a otros a ser perdidos, sino que, como que
los conoce de antemano, como que “ve” cómo son
en el “almacén”, manda unas almas a nacer en una
época, familia, raza o nación, y a otras en otra.
Es parecido a la diferenciación que puede hacer
un escultor al mirar los distintos materiales o los
distintos mármoles de los que piensa hacer una
estatua; él sabría cómo va a ser o a lucir dicha
estatua, por estar viendo el material del cual piensa
esculpirla, y por tener el apropiado conocimiento y
experiencia para ello.
El alma del faraón que no quería dejar salir a
los hebreos de Egipto, la envió a nacer en el
cuerpo que se estaba desarrollando en el vientre de
la esposa del faraón anterior; de manera que esta
alma malvada y obstinada vino al mundo en el
lugar, tiempo y familia que convenía a los planes de
Dios. En ese sentido, Dios la predestinó, pero no la
predestinó a ser malvada y obstinada, la predestinó
a estar allí.
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Otro tanto puede decirse con Judas. Si su alma
hubiera sido enviada al mundo 100 años antes, ó
100 años después, no le hubiera sido posible
traicionar a Jesús. Si esa alma hubiera sido enviada
al mundo en la misma época que Jesús, pero en vez
de haber sido enviada a Palestina, hubiera sido
enviada al vientre de una india americana, tampoco
hubiera podido traicionar a Jesús. Hubiera traicionado al cacique de su tribu, o a su padre, pero no al
Señor. Pero Dios lo predestinó circunstancialmente a venir en el tiempo, lugar y circunstancias en que él pudiera traicionar a Jesús; porque
Dios sabía que era un traidor, no porque Dios lo
predestinara a ser un traidor.
Aún con todas las circunstancias mencionadas,
cumpliéndose en favor de la posibilidad de
traicionar al Señor, si Jesús no lo hubiera elegido
como uno de sus apóstoles, no hubiera podido
traicionarlo, no hubiera podido poner en efecto la
tendencia a ser traidor, que se había desarrollado en
él, sin que Dios lo hubiera creado así. Por lo tanto,
Dios lo predestinó para traicionar a Jesucristo,
no para ser traidor. Dios sabía que él desarrollaría
esa mala tendencia y lo puso donde pudiera usarla
con Cristo, pero no lo predestinó a ser traidor.
No es lógico que Dios fabrique a uno malo, y
luego se enoje contra él porque es malo, y lo
castigue con un eterno sufrimiento. No es ese el
tipo de justicia que Dios nos enseña en toda la
Biblia; y nosotros, para saber lo que es justo o
injusto, nos tenemos que guiar, por lo que nos
enseña Dios en la Biblia. No es la predestinación
absoluta lo que enseña la Biblia. Creer en eso
linda con la blasfemia.
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