Apuntes de la Inquisición en Sevilla

Transcripción

Apuntes de la Inquisición en Sevilla
Feb 2016
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Apuntes de la Inquisición en Sevilla
Buscando en la memoria de los recuerdos y de la historia de Sevilla, vamos a describir en estos
apuntes, los orígenes y la justificación de la creación en la España de los Reyes Católicos, lo que
se denominó la Santa Inquisición, analizando con más detalle su implantación en nuestra
ciudad, Sevilla.
En los reinos cristianos de la península ibérica existió durante la Edad Media la inquisición
episcopal, así llamada porque la jurisdicción sobre la herejía, el "crimen" eclesiástico
convertido en delito público más importante, correspondía a los obispos quienes condenaban
a los herejes con la expulsión de la diócesis o con la excomunión, aunque la Iglesia apeló
constantemente a los tribunales seculares para que también la persiguiera, teniendo en cuenta
la prohibición establecida por el derecho canónico de que los tribunales eclesiásticos dictaran
condenas que supusieran el derramamiento de sangre. En 1184 el papa Lucio III extendió la
inquisición episcopal a toda la Cristiandad Latina, castigando a los herejes con el destierro y la
confiscación de bienes, sin que se admitiera todavía la pena de muerte.
En 1231 el papa Gregorio IX creó la Inquisición pontificia que se superpondría a la inquisición
episcopal, pero aquella no llegó a establecerse en la Corona de Castilla.
En la Corona de Aragón su implantación se produjo como resultado de la preocupación que
tenían su soberano Jaume I y los obispos de sus dominios por la llegada de herejes
procedentes del otro lado de los Pirineos y que además estaban haciendo muchos adeptos.
El Papa confirmó el edicto y en 1235 envió al arzobispo de Tarragona un código de
procedimiento inquisitorial redactado por Peñafort. En él se establecía la figura del legado
pontificio, con carácter de juez extraordinario o inquisidor general
"Estos primeros legados suelen ser dominicos o franciscanos, los cuales, dada la exención de
que gozaban respecto de los obispos, se convertían en instrumento apropiado de la
administración pontificia y podían actuar de acuerdo con los príncipes, atendiéndose a una
legislación universalmente establecida".
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El "problema converso"
El término converso se aplicó a los judíos que se habían bautizado y a sus descendientes. Como
muchos de ellos lo había hecho a la fuerza siempre fueron mirados con desconfianza por los
que se llamarán a sí mismos cristianos viejos. El ascenso social de los conversos fue visto con
recelo por los "cristianos viejos".
La creación de la Inquisición en la Corona de Castilla
Aunque en el siglo XV estaba prácticamente inactiva, en la Corona de Aragón existía la
inquisición pontificia desde 1232 y los dominicos catalanes Raimundo de Peñafort y Nicholas
Eymerich habían sido destacados miembros de la misma. En cambio, en la Corona de Castilla la
inquisición pontificia nunca se instauró porque, según Henry Kamen, "los obispos y los
tribunales eclesiásticos se habían bastado más que de sobras para reprimir cualquier herejía".
La situación cambió cuando se planteó el "problema converso" y ya en 1461 un grupo de
franciscanos encabezados precisamente por el presunto converso Alonso de Espina plantearon
al confesor del rey, el también converso Alonso de Oropesa, la necesidad de que sobre los
herejes se haga inquisición en este reyno según como se hace en Francia. La propuesta fue
aceptada por Enrique IV de Castilla quien elevó la petición al papa, pero no volvió a insistir en
ella a causa del estallido de la guerra civil castellana. Mientras tanto dos conversos eran
quemados en la hoguera en Llerena (Extremadura) en 1467 por judaizar.
Los reyes católicos deciden afrontar el "problema converso", sobre todo cuando el prior de los
dominicos de Sevilla, fray Alonso de Ojeda les remite en 1475 un informe alarmante sobre la
cantidad de conversos que en esa ciudad judaízan.
Durante la estancia de la reina Isabel en Sevilla entre 1477 y 1478, el dominico sevillano fray
Alonso de Ojeda, prior del convento de San Pablo, convenció a la reina de la existencia de
prácticas judaizantes entre los conversos andaluces. Un informe remitido, a instancias de los
soberanos, por el cardenal Mendoza, arzobispo de Sevilla, y por el dominico Fray Tomás de
Torquemada vino a corroborar las sospechas.
La reina Isabel se resistió inicialmente a usar la fuerza contra los conversos judaizantes,
encontrando apoyo en su confesor Hernando de Talavera y en el arzobispo de Sevilla, el
cardenal Pedro González de Mendoza. Pero el rey Fernando impuso su criterio y los reyes se
dirigieron al papa Sixto IV para que les autorizara a nombrar inquisidores en sus reinos, lo que
el papa les concedió por la bula Exigit sincerae devotionis del 1 de noviembre de 1478.
Sin embargo los reyes tardaron dos años en nombrar los inquisidores de Sevilla, según Josep
Pérez, para dar una oportunidad al arzobispo para que intentara resolver el "problema
converso" por la vía de la predicación.
Pero la campaña evangelizadora no consiguió los resultados que sus promotores esperaban.
Incluso se difundió en Sevilla un escrito anónimo en el que un judeoconverso justificaba que se
pudiera practicar simultáneamente el judaísmo y el cristianismo y además ponía en cuestión
determinados dogmas cristianos, como el de la Santísima Trinidad, y el culto a las imágenes y a
los santos.
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El 27 de septiembre de 1480 los reyes Isabel y Fernando, nombraban a los dos primeros
inquisidores para Sevilla. Con esta decisión nació el Santo Oficio que no desaparecería hasta
1834.
Y en enero de 1481 se asienta el tribunal de la Inquisición en el convento de San Pablo el Real
de Sevilla.
La Inquisición en Europa
La Inquisición, contrariamente a lo que muchos piensan, no tiene origen español. Fue creada
por medio de la bula papal Ad abolendam, emitida a finales del siglo XII por el papa Lucio III
como un instrumento para combatir la herejía cátara en el sur de Francia (con gran
protagonismo de nuestro santo Domingo de Guzmán). Normalmente se identifica cátaro con
albigense. Sin embargo "cátaro" es un apelativo que significa "puro" y que, como tal, fue
empleado por diferentes herejías (que por supuesto se consideraban los puros, lo elegidos)
para auto designarse. Precisamente albigense deriva de albigés, la comarca situada justamente
al noreste de Tolosa cuyo centro era Albi.
Existieron Tribunales de la Inquisición Pontificia en varios reinos cristianos europeos durante la
Edad Media, siendo los más activos los del norte de Italia y sur de Francia.
Primer Auto de Fe en -Sevilla
Sevilla ocupa un lugar destacado en la historia de la Inquisición Española. Los dos inquisidores
de Sevilla comienzan a actuar inmediatamente haciendo arrestar a muchos sospechosos de
judaizar. El 6 de febrero de 1481 se organiza el primer auto de fe —seis personas fueron
quemadas en la hoguera y el sermón lo pronunció fray Alonso de Ojeda—. Como el trabajo los
desborda el papa autoriza el nombramiento de siete inquisidores más el 11 de febrero de
1482, todos ellos dominicos, entre los que se encuentra Tomás de Torquemada, prior del
convento de Santa Cruz de Segovia. Ese mismo año se crea un tribunal en Córdoba, y al año
siguiente sendos tribunales en Jaén y Ciudad Real.
Entre 1481 y 1488 dictan unas setecientas condenas a muerte y miles de cadenas perpetuas y
otros castigos. En Sevilla cada año tenían lugar decenas de miles de procesos y se quemaban
en la hoguera miles de condenados. Las ejecuciones se llevaban a cabo en el quemadero de
San Diego, en los terrenos de la actual Tablada.
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Pero no sólo se quemaron judíos; hay constancia de la quema de clérigos y frailes, dándose el
caso de quemar de manera póstuma, aquellos condenados muertos con anterioridad al juicio
(a veces con muchos años de anterioridad), desenterrando sus huesos de los cementerios de la
ciudad, por aquel entonces en la Trinidad, San Agustín y San Bernardo, para ser quemados y,
por supuesto, desposeídos de sus propiedades. La Inquisición no solamente castigaba a los
infractores, sino también a sus descendientes, que podían tardar siglos en borrar esa
“mancha” del historial familiar.
Escudo:
Una cruz franqueada por una espada simboliza el trato a los herejes "la justicia" y un ramo de
olivo la reconciliación con los arrepentidos "la misericordia", decoran la cúpula de entrada al
templo del convento de San Pablo, actual parroquia de la Magdalena, por la calle San Pablo. Es
el escudo de la Santa Inquisición que nos recuerda que la Orden de Santo Domingo tuvo un
papel muy principal en ésta.
Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, fue un luchador infatigable que se
enfrentó duramente contra las herejías de su tiempo, especialmente la albigense, para
restablecer la unidad de la fe cristiana amenazada por los herejes. Estas herejías dieron lugar a
la creación de la primitiva Inquisición en Francia en el año 1184.
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Convento de San Pablo
Ciertamente hacia 1255 se tiene ya noticia histórica de la existencia del Convento de San Pablo
el Real, de la orden de Santo Domingo de Guzmán o de Predicadores. Fundado por Fernando III
el Santo para los religiosos dominicos que asistieron a su ejército en la conquista de Sevilla, se
estableció en terrenos cercanos al río, con abundantes huertas.
Tras el derribo en 1811 por los franceses del antiguo templo de La Magdalena que estaba en la
plaza del mismo nombre; se trasladó a la Iglesia del Convento de San Pablo el mismo año,
aunque en 1815 volvió a ser templo conventual. En 1838 se instala la Parroquia de modo
definitivo, al abandonarlo los Dominicos con ocasión de la Desamortización.
El edificio que contemplamos en nuestros días, es obra del arquitecto Leonardo de Figueroa, y
constituye un magnífico ejemplo de arquitectura barroca sevillana del siglo XVIII. Como
curiosidad, la cúpula y las buhardillas de las cubiertas son otro punto donde Figueroa dejó
volar su imaginación, decorándolas con carnosos relieves, máscaras de indios y remates
cerámicos.
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En la fachada de la epístola se encuentran tres puertas:
La puerta central que se utiliza generalmente para acceder al templo, presenta arco de
medio punto enmarcado por pilastras que sujetan frontón decorado con jarrones y en la parte
superior, frontón con volutas enmarcados con el escudo dominico en el tímpano.
Se remata por esculturas dieciochescas pétreas de San Fernando como fundador en el centro,
y los santos Isidoro con el libro abierto porque escribió las Etimologías y Leandro en sus
flancos.
La puerta de la derecha, adintelada, está enmarcada por pilastras y rematada con frontón
partido curvo con hornacina presidida por la escultura de "Santo Domingo de Guzmán",
enmarcada por pilastras y volutas rematadas por otro frontón coronado con escudo del
anagrama del Ave María, rodeado de lo que simboliza las cuentas del rosario. Los dominicos
fueron los fundadores de rezo del rosario.
Contemplamos la simbología de identificación del "templo dominico" por los perros con
antorchas en la boca que iluminan la bola del mundo "dominus canis" significando el perro del
Señor o el vigilante de la viña del Señor. La leyenda narra una visión que su madre, la Beata
Juana de Aza, tuvo antes de que Santo Domingo naciera. Soñó que un perrito salía de su
vientre con una antorcha encendida en su boca. Incapaz de comprender el significado de su
sueño, decidió buscar la intercesión de Santo Domingo de Silos, fundador de un famoso
monasterio Benedictino de las cercanías.
Allí comprendió que su hijo iba a encender el fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la
predicación. En agradecimiento, puso a su hijo por nombre Domingo, como el santo de Silos.
Se le representa con unas azucenas en la mano que simboliza el amor por la pureza de
Domingo.
Se nos dice en la misma leyenda que durante el bautismo de Domingo apareció una estrella
sobre su frente. Por medio de su vida y predicación, Domingo fue como un faro guiando almas
hacia Cristo.
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La cruz de dos brazos (llamada «patriarcal») es un símbolo de los fundadores de grandes
familias religiosas (patriarcas) o de importantes comunidades cristianas que han dado origen a
otras muchas. Se usa para Santo Domingo porque él fue el primero en sacar al monje del
monasterio a la ciudad, convirtiéndole en apóstol: un religioso sin dejar de ser un monje.
El estandarte con el emblema dominicano es el escudo de armas de santo Domingo. Blanco y
negro: pureza y penitencia, muerte y resurrección, combinando el ideal dominicano de
mortificación y alegría, renuncia al mundo y posesión de Cristo.
En algunas representaciones, Santo Domingo sostiene un libro en su mano izquierda. El libro
representa la Biblia, que era la fuente de la predicación y espiritualidad de Domingo. Era
conocido como el Maestro Domingo por el grado académico que obtuvo en la universidad de
Palencia.
Sus contemporáneos nos dicen que en sus viajes por Europa siempre llevaba consigo el
Evangelio de san Mateo y las Cartas de san Pablo. Esto hace referencia a la visión que tuvo en
una de sus noches de vigilia. Mientras Domingo oraba, los santos Pedro y Pablo se le
aparecieron. San Pedro llevaba consigo el Evangelio, y Pablo sus Cartas, con este mensaje: Ve y
predica, porque has sido llamado para este ministerio. Esta revelación le reafirmó en su
vocación de continuar siendo un Predicador Itinerante, no solo en el sur de Francia sino
también en todo el mundo por medio de su Orden, la Orden de Predicadores.
Muy interesante es la fachada que da a la calle Cristo del Calvario y de la que destaca una
bellísima espadaña realizada en 1697. Destaca la central pues es adintelada y en ella hay
relieves con efigies de los Santos Dominicos. Bajo la espadaña se dispone un gran óculo
decorado con quince esferas de color azul, las cuales simbolizan los misterios del Rosario. Ya
sobre la portada que se abre en la parte inferior se halla un óculo en cuyo centro se sitúa la
efigie pétrea de Santo Tomás de Aquino.
En el día de hoy nos dedicamos a conocer lo relativo a la Inquisición en Sevilla y los lugares de
su ubicación, por esta razón dejamos para otra ocasión la descripción de éste magnífico
ejemplo de contenido barroco y las extraordinarias imágenes que tienen su sede en esta
parroquia.
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La actual Capilla de Nuestra Señora de Montserrat, Sede Canónica de la Hermandad, fue
construida por el gran arquitecto del barroco sevillano Leonardo de Figueroa, a comienzos del
siglo XVIII, concretamente entre 1704 y 1710.
La portada se atribuye a Matías José de Figueroa, o bien a Diego Antonio Díaz. Anteriormente
fue sede de la extinta Hermandad de Nuestra Señora de la Antigua y Siete Dolores, que la
edificó tras adquirir a los dominicos un viejo patio de caballerizas del convento de San Pablo.
En el ático tiene una triple hornacina con pinturas murales fechadas en el siglo XVIII.
La de la izquierda representa a santa María Magdalena, la de la derecha nos muestra a san
Juan Evangelista, en tanto que en la central aparece Nuestra Señora de la Antigua y Siete
Dolores, primitiva titular de la capilla, con los monarcas Felipe II (izquierda) y su hijo Felipe III
arrodillados a sus pies, en actitud devota, con las coronas reales sobre un cojín.
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Permitirme en este momento un inciso para ofreceros el simbolismo de los Dolores de la
Virgen que representa la pintura de la Capilla de la Hermandad de Montserrat:
Puestos a hablar de símbolos y de conceptos, hay que detenerse en el principal: el corazón de
la Virgen, que no es, naturalmente visible, pero que es el gran protagonista del paso de palio,
porque, si la Virgen en su paso de palio es para sus cofrades el centro del mundo, el corazón de
María es el centro del centro.
Y, como los Dolores de María están asociados a la Vía Dolorosa, el corazón de María es,
claramente, el centro del sufrimiento de la Madre en la Pasión del Hijo.
Hay que saber verlo transido, traspasado por las siete espadas de los siete dolores y,
especialmente, sintetizándolos todos, por la espada del Mayor Dolor, simplificada en puñal.
Porque, efectivamente, es raro encontrar una Virgen sevillana bajo palio sin un puñal en el
lado izquierdo de su pecho.
Hay que recordar otra vez la profecía de Simeón, que constituye de por sí el primero de los
siete dolores, relacionado con la presentación de Jesús en el Templo, tras haber derramado su
primera sangre en la circuncisión.
La huida a Egipto para poner a salvo la vida de Jesús fue el segundo dolor, la segunda espada.
La pérdida de Jesús en el Templo fue el tercer dolor. Y ya en Semana Santa tenemos los cuatro
dolores ulteriores. El primero de estos, el cuarto, es el encuentro de la Vía Dolorosa, el único
no recogido por evangelista oficial y sí únicamente por el apócrifo Nicodemo en su Acta Pilati;
es el puñal de la Mater Dolorosa. Luego vendrían la crucifixión y muerte de Jesús, que
originaría la iconografía del Stabat Mater, el descendimiento de la cruz, que daría ocasión a la
Pietà, y el entierro de Jesús.
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Todos los Dolores de la Virgen están en Sevilla:
El Stabat Mater está en tantos misterios de Calvario: el Lunes Santo está Nuestra Señora del
Mayor Dolor junto al Cristo de las Aguas; el Martes Santo está Nuestra Señora de la Antigua
junto al Cristo de las Misericordias; el Miércoles Santo están Nuestra Señora de los Remedios
junto a las Siete Palabras y Nuestra Señora de Guía junto a la Lanzada; el Jueves Santo está la
Quinta Angustia en el Descendimiento; el Viernes está la Virgen de la Luz en las Tres
Necesidades de la Carretería; y el Sábado está la Concepción junto a las Cinco Llagas de la
Trinidad.
Por su parte, la Piedad está en el Baratillo, en la Mortaja y en los Servitas, titulándose además,
en este último caso, de los Dolores. Por último, el dolor del entierro está en la Virgen de las
Penas, de Santa Marta, y en la de Villaviciosa, pero también en la Soledad de la Caridad del
Baratillo o del Mayor Dolor de la Carretería, en la Soledad de San Lorenzo y en la de San
Buenaventura, y en la Soledad bajo palio de los Servitas.
Sedes y dependencias del Tribunal de la Inquisición en Sevilla:
Inicialmente fue el Convento de San Pablo el Real, también se utilizó el convento de Santa
María de los Reyes situado en la calle Santiago, y otras sedes y dependencias vinculadas a los
dominicos en Sevilla, hasta su traslado al Castillo de San Jorge en Triana.
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Primeros presos de la Inquisición en Sevilla
Los primeros presos de la Inquisición sevillana fueron “alojados” en lo que fue el convento de
San Pablo el Real de los dominicos, actual iglesia de la Magdalena, que aún conserva en sus
muros el fresco pintado por Lucas Valdés “El suplicio de Diego Duro”; en él se representa un
auto de fe y a un hereje conducido al quemadero que es identificado tradicionalmente con
Diego López Duro, mercader de Osuna.
Así se constituyó la primera sede de la Inquisición en el Convento de San Pablo en Sevilla.
Fruto de la eficiencia del Tribunal, estas iniciales instalaciones pronto resultan escasas, por lo
que siendo Inquisidor General de España don Fernando Valdés, cardenal arzobispo de Sevilla,
manda su traslado al Castillo de San Jorge, en el arrabal de Triana, que había sido edificado
sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, y que contaba con 26 cárceles dotadas de
todas las “comodidades” propias de la institución, incluida la Iglesia de San Jorge, primitiva
parroquia de Triana.
La Inquisición realizaba sus autos de fe de mayor importancia, en la Plaza de San Francisco
aunque, cuando se necesitaba más “intimidad”, se usaban las iglesias de Santa Ana y San
Marcos, además del convento de San Pablo.
La Inquisición (Tribunal del Santo Oficio) se creó para perseguir y castigar la herejía, pero en la
práctica fue utilizada como un arma de represión religiosa y social. Sus sentencias se
ejecutaban como autos de fe y eran llevados a la práctica en olor de multitudes para dar
ejemplo y como medida persuasoria.
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Castillo de San Jorge
El castillo de San Jorge fue una fortificación medieval construida en Triana en el margen del río
Guadalquivir, junto al puente de barcas que se comunicaba con la ciudad de Sevilla.
Las primeras noticias escritas sobre el castillo datan de 1.178, cuando el infante don Sancho,
hizo una acometida contra los moros de Sevilla, atacando el Castillo de Triana. Formalizado el
cerco a Sevilla por el rey San Fernando en 1.247 se sucedieron los ataques al castillo aún
ocupado por los moros, pasando a poder cristiano en 1.248.
En el repartimiento o entrega masiva de bienes urbanos y rústicos a los repobladores y demás
beneficiarios de la conquista de Sevilla, se entregó el Castillo de Triana a la Orden de San Jorge
en 1248.
La Sevilla del 500 y el Castillo de San Jorge desde la Torre del Oro
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El Castillo de San Jorge acogió durante 300 años el Tribunal de la Inquisición, extinguido en el
año 1820. En sus mazmorras sufrieron prisión y tortura miles de hombres y mujeres de toda
condición. Su imagen de siniestra fortaleza representó a la Inquisición Española en Europa. La
recuperación de sus restos nos permite recordar aquellos tiempos y reflexionar sobre aspectos
negativos de la condición humana.
"Las ruinas arquitectónicas son lo más vivo de la historia, porque en ellas es posible evidenciar
el carácter trágico de lo histórico, de un comprender-padeciendo, pues en ellas se evidencia el
fracaso-victorioso no de un individuo, sino de todo un pueblo".
Una necrópolis almohade
El primer uso de este solar fue una necrópolis almohade (s. XII-XIII) relacionado con el barrio
de Triana y con el Puente de Barcas que conducía al Aljarafe.
En las excavaciones se recuperaron 229 enterramientos, aunque la necrópolis debió de
contener más de 1000 individuos. Las tumbas, en fosas muy sencillas, estaban orientadas
hacia el sudoeste; el muerto aparecía con las piernas flexionadas y la cabeza mirando hacia el
este, hacia la Meca, como es habitual en el rito musulmán.
Hacia 1220/1230 ante el avance hacia el Sur de las tropas cristianas, la capital del Imperio
almohade en Al Ándalus, edifica sobre el cementerio una fortaleza para custodiar el puente de
barcas y proteger la ciudad.
El Centro Temático del Castillo de San Jorge dispone hoy de una sala sensorial donde, gracias
al juego de videoinstalaciones, se recrea la atmósfera de indefensión de las víctimas y abusos
de poder de los inquisidores. En la parte inferior, el recorrido transcurre hacia la antigua
barbacana por una pasarela desde la que se pueden observar los restos arqueológicos
conservados, como el pavimento de las calles que conducían al puente de barcas, la vivienda
del notario o la sala de Audiencias.
Un problema al que tuvieron que dar urgente solución los inquisidores fue el de encontrar
edificios que les pudiesen servir de cárceles. En un principio bastó con el castillo de Triana, así
que en 1.481 fue ocupado por el Tribunal de la Santa Inquisición.
El castillo de Triana, por la proximidad al rio, su fábrica estaba expuesta a los innumerables
destrozos que causaban las periódicas avenidas. En 1554 la crecida del Guadalquivir, que se
llevó el puente de barcas, dejó maltrecha la cárcel, la audiencia y el secreto del castillo. En
1626, amenazando ruina el castillo a consecuencia de una inundación, la Inquisición pasó a la
casa de los Tello, en la collación de San Marcos, de donde volvió a Triana en 1639, hasta su
traslado definitivo en 1.785, debido a lo insostenible de su estado dada su antigüedad y
afectación ante las continuas inundaciones.
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Tras la marcha del Tribunal, se legó el castillo a la ciudad con tributo perpetuo por parte de la
Real Hacienda, para su derribo, con el fin de comunicar el Altozano con la calle Castilla,
quedando un solar en el que se construyeron viviendas y el Mercado de Abastos de Triana en
1822. Entre 1845 y 1852 se le amputa el extremo sur para la construcción del puente de Isabel
II, manteniéndose como mercado hasta nuestros días, con una demolición total del edificio
viejo en 1990 para construir el actual.
Sepultado bajo el Mercado permaneció, hasta que las obras de rehabilitación de éste
permitieron descubrir los restos que se hallaban bajo tierra: la casa del portero, las cuadras, las
casas del nuncio y el notario, la cocina, la bodega, la casa del Primer Inquisidor o la de los
Familiares.
Tras la Sala Sensorial, accedemos a la barbacana bajando un tramo de escalera.
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Barbacana del Castillo de San Jorge.
Maqueta del Castillo de San Jorge.
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Más restos de la barbacana.
Vista del río, desde la barbacana.
Con curiosidad e interés hemos recorrido los restos del Castillo de San Jorge guiados por Sergio
de Perfiles de Sevilla, explicándonos de forma detallada con sus excelentes conocimientos de
la historia de Sevilla, lo que vamos encontrando ante nuestros ojos y lo que significó en su
tiempo.
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La cuadra
Los inquisidores se desplazaban en mulas que se mantenían en esta cuadra, con acceso desde
la calle. Se han conservado cinco amarres y un pozo con su pilón para dar de beber a las
bestias.
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La casa del portero
El portero y su mujer ejercían las labores de vigilancia y servicio. Es una casa popular típica
andaluza de pequeño patio central, escalera exterior, leñera, despensa y una cocina en la
planta baja, con el dormitorio en la planta alta. Los porteros eran oficiales menores de la
Inquisición, como también lo eran los despenseros, médicos, capellanes, y cirujanos.
Las casas del Nuncio y del Notario
Casas adosadas del Nuncio Papal y del Notario del Secreto, encargado de redactar los
documentos del proceso. Son típicas casas de patio andaluz con escalera y doble altura y vistas
al interior de la ciudadela y al río.
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La cocina - Los Fogones
La cocina y el pozo se sitúan dentro del área
de servicio del Inquisidor e inmediatas a un
patio y a un espacioso salón que oficiaba de
comedor. Los fogones se alimentaban con
carbón vegetal, cuya combustión se avivaba
con soplillos, un modo tradicional que se ha
conservado hasta mediados del siglo XX.
Cuartos de los Familiares
Los Familiares, servidores laicos del Santo Oficio, eran una especie de policía cuya misión
consistía en interponer las denuncias o detener a los herejes. Las familiaturas fueron
codiciosamente apetecidas, incorporándose a ellas gentes de todos los estratos sociales, en
especial de la nobleza. Al igual que los oficiales inquisidores, podían portar armas y sólo podían
ser juzgados por la Inquisición.
Descansaderos
Una ciudadela fortificada
Mas que un castillo, el recinto de San jorge conformaba una auténtica ciudadela. Las
edificaciones interiores se apoyaban en el muro y adaptabas su fachada a las diagonales que
los comunicaban. Estas diagonales eran verdaderas calles que partían de los tres accesos del
recinto y confluian en el centro, junto a la capilla. Incluso el empedrado que tenían era igual
que el que solia pavimentar las calles de la ciudad de Sevilla en los s. XVII y XVIII.
La pendiente de las calles estaba orientada al río, para que desaguaran en él.
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Las cárceles
Detrás de este muro se encontraban las cárceles "bajas" de la muralla oeste, junto a la actual
calle San Jorge. Eran pequeñas y oscuras, aunque disponían de un pequeño jardincillo. La
ciudadela del Castillo de San Jorge contuvo entre 26 y 30 cárceles, llamadas "secretas",
destruidas en la construcción del mercado en 1.820. Las llamadas "bajas" formaban
agrupaciones adosadas a las murallas. Había también doce cárceles "altas" en las torres, entre
las que se encontraba la llamada "cámara del tormento", en la torre de San Jerónimo, que
daba a la actual Plaza del Callao.
La Capilla de San Jorge.
La capilla del castillo fue utilizada principalmente por los inquisidores, tanto para oficiar misa
como para escucharla desde una tribuna. El pueblo también podía asistir a los oficios.
Conservó la advocación de la primitiva parroquia de Triana y posterior ermita, ubicada en este
castillo. La dedicación a San Jorge fue mantenida porque este santo luchó contra el dragón.
Se conservan restos del pórtico exterior, parte de la nave con la base del altar y la sacristía.
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La Calle conserva el empedrado
La casa del Primer Inquisidor
Era la de mayor tamaño, de patio con galería, doble altura, amplios salones y torre mirador.
Disponían también de cuadras, bodegas y de un área de servicio con personal y cocina propios,
despensa, pozo, etc. Junto con los Fiscales, Contadores y Receptores constituían el grupo de
Oficiales Mayores.
La Bodega. Las casas principales disponían de bodegas o fresqueras, que mantenían unas
condiciones estables de humedad, temperatura y luminosidad. En ellas se conservaban
alimentos (chacinas, queso y vino).
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Muro del Castillo
Muro detalles
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Fernando Niño de Guevara, Inquisidor General y Cardenal de Sevilla
Más de 120 años después del comienzo de la Inquisición en Sevilla
era Inquisidor General Fernando Niño de Guevara, personaje
caracterizado por su intransigencia: durante su cargo mando
ejecutar a más de dos mil personas, teniendo que renunciar por
orden del Rey en 1.602, debido a las múltiples quejas. Un año
antes, había sido nombrado Cardenal de Sevilla, donde ejerció el
cargo hasta su muerte. Una fecha clave en su historia hispalense,
fue el Sínodo de 1.604, en el cual el Cardenal, en un alarde de
soberbia, obligó a las Cofradías de Sevilla a pasar por el Palacio
Arzobispal, lo que se considera el origen de lo que hoy en día es la
Carrera Oficial a la Santa Iglesia Catedral en Semana Santa.
Santa Teresa de Jesús, San Juan de Ávila o Fray Luis de León fueron juzgados en su momento
por la Inquisición y, si bien lograron burlar a la hoguera, no pudieron impedir que sus escritos
fueran severamente censurados por los afanosos inquisidores.
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Casiodoro de Reina
Fue un personaje destacado, considerado el maestro evangélico de la comunidad que se había
formado en el monasterio de los jerónimos de San Isidoro del Campo en Santiponce. Después
de las detenciones de Constantino Ponce y de otros, varios monjes de dicha comunidad
huyeron hacia Ginebra. Entre ellos se encontraban Cipriano de Valera y Antonio del Corro.
Fueron figuras destacadas de la Reforma europea.
Casiodoro de Reina logró huir, instalado en Basilea, dedicó doce años a la traducción del
Antiguo y Nuevo Testamento de textos hebreos, griegos, latinos e incluso hispano-sefardíes,
naciendo así la Biblia del Oso, primera traducción de la Biblia al castellano, publicada en 1.569.
El nombre se debe a que la portada estaba presidida por un oso apoyado en un árbol que
intenta alcanzar un panal de miel, marca del impresor que realizó la obra, pues estaba
prohibido incluir símbolos religiosos en traducciones de los Libros Sagrados.
Biblia del Oso. Casiodoro de Reina, 1.569
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Por el callejón de la inquisición pasaban los condenados hasta el quemadero y cuentan que
hoy todavía, se pueden escuchar, al amparo de las oscuridad y el silencio de la noche, el
arrastrar de cadenas y los lamentos de los allí torturados por el "bien de la fe católica" y
también víctimas de envidias y xenofobia.
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La Cruz de la Inquisición en Sevilla
¿Recuerdas ésta Cruz?
También llamada de los ejecutores o de las cinco cabezas, por las cinco cabezas de ángeles que
se encuentran en la misma. Está colocada en la Plaza de San Francisco, en el rincón formado
por el arquillo y la puerta de entrada a la Sala Capitular. La Cruz que contemplamos hoy en día
cumple precisamente este año ciento trece años, que vino a sustituir por razones estéticas,
una anterior que se encontraba en dicho lugar desde 1703.
Esta Cruz conmemora la celebración del último acto de Fe celebrado por la Inquisición en
Sevilla.
Originalmente era lisa, sin añadidos decorativos. En 1903 fue sustituida por la pieza actual, que
sigue la estética renacentista de la fachada del ayuntamiento a la que está adosada.
El último auto de Fe
Según Emilio La Parra y María Ángeles Casado, el último auto de fe general que se celebró en
España tuvo lugar en Sevilla en 1781. La víctima fue María de los Dolores López, una mujer de
baja condición social, acusada de fingir revelaciones divinas y de mantener relaciones sexuales
con sus sucesivos confesores ("dormía con ellos en paños menores, estaba con mucha
frecuencia en cueros, y después la azotaban ellos mismos porque así convenía para su
salvación, bien que no constan que hubiesen actos completos", según relató un fraile
conocedor de caso).
Fue denunciada por uno de los confesores, que fue condenado por haber cometido el delito de
solicitación. La mujer no se arrepintió de sus errores porque según ella "nada de lo que había
hecho era pecado" y fue condenada a muerte. Tras la celebración del auto de fe, que duró
doce horas y en el que la condenada compareció vestida con un sambenito y una coroza
pintados con llamas y diablos, fue relajada al brazo secular para ser ejecutada. Se le aplicó el
garrote vil y después el cadáver fue arrojado a una "gran hoguera".
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El “sambenito”
El término sambenito es un apócope de Saco Bendito, una vestimenta de tela basta que
usaban los penitentes en la edad media para los actos de penitencia pública (que luego
derivará en las túnicas de los nazarenos de la Semana Santa). La Inquisición adopta esta
vestimenta, el saco bendito, y lo utiliza para distinguir y señalar a los reos, y como condena en
sí misma. Era una condena muy peculiar y prácticamente olvidada. Se podía condenar a
alguien a Pena de Sambenito por unos meses, unos años o toda la vida, y mientras durase la
condena tenía la obligación de llevarlo puesto siempre al salir de su casa. De esta manera se
señalaba al reo y a toda su familia, con humillación perpetua y constante a la que había que
añadir la imposibilidad de ejercer determinados oficios o de ir a las Indias.
La coroza era un gorro de papel o cartón pintado en forma cónica que se ponía a los
condenados por la Inquisición española —y también por la Inquisición portuguesa— y que
servía de complemento al sambenito. La función de ambos era señalar al reo en el auto de fe
por haber atentado contra Dios y contra su Iglesia por lo que eran símbolos de la infamia.
Una vez cumplida la pena, el sambenito, con el nombre, apellido y la culpa, se colgaba en la
parroquia del reo, o bien en la Catedral. Sabemos que la cantidad de sambenitos colgados
llega a ser un problema de espacio en la Catedral, y que no pocas veces se reubican y se les va
buscando espacio. Había un encargado de que estos sambenitos estuvieran en buen estado y
legibles siempre, así, cuando se caían a pedazos hacían uno nuevo, para perpetua memoria y
vergüenza de la persona que tuvo que llevarlo.
Dependiendo del delito cometido, el sambenito, de fondo claro o amarillo, llevaría una gran
cruz de san Andrés en color rojo, o bien llamas alusivas a la hoguera donde ardería la persona
que lo llevaba, o bien demonios bailando entre las llamas, como anunciando que iba a arder en
el infierno. El atuendo se completaba con una coroza que también recuerda a los capirotes de
los nazarenos, decorados del mismo modo.
La costumbre del sambenito fue desapareciendo. En 1788, según un informe de la Suprema,
quedaban muy pocos y el 9 de julio de 1789 se ordenaba que no se colgaran en las iglesias.
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Descripción de la sesión de tormento
Tras ser emitido el auto de sometimiento a interrogatorio con tortura, el sospechoso, en
compañía de los verdugos, un Notario (para anotar todo lo acontecido y dicho durante el
interrogatorio), un Médico y los Inquisidores, era conducido a la Cámara de Tormento.
Antes de comenzar la sesión, los Inquisidores amonestaban al acusado para que confesase su
culpabilidad, advirtiéndole que de no hacerlo tendrían que someterle definitivamente a
tormento y que esto lo hacían con "protestación " de que si en el dicho tormento muriese o
fuere lisiado o se siguiese efusión de sangre o mutilación de miembros, sea a su culpa, y no a la
nuestra, por no haber querido decir la verdad.
En muchas ocasiones el reo confesaba su culpabilidad ante la simple presencia de los
instrumentos de tortura junto a los comentarios de advertencia de los Inquisidores. Pero si el
acusado persistía en su negativa de no confesar su culpabilidad, después de ver el decorado y
de tan piadosas advertencias, comenzaba la sesión de tortura.
Al inicio del suplicio los Inquisidores disponían que el procesado fuese desnudado salvo sus
"vergüenzas" en su presencia. De tal operación se encargaba el mismo Verdugo. Al mismo
tiempo le advertían a los Verdugos que "no ocasionasen el mutilamiento de los miembros ni la
efusión de sangre".
En esencia el tormento se basaba en el principio de producir dolores agudos sin causar heridas
ni daño corporal de consideración, aunque en la práctica el resultado no siempre era éste.
Los métodos de tormento, supongo que todos tendréis conocimiento de ello, mejor no entrar
en la descripción de éste capítulo tan desagradable.
Un recorrido por esos lugares singulares de nuestra Sevilla, que tuvo una participación especial
en la historia, explicado con datos bien documentados por Sergio Macchia de Perfiles de
Sevilla, que nos despierta el interés con sus conocimientos como Historiador.
Adolfo Pastor
Ingeniero Técnico Industrial
Fuentes Documentales Consultadas:
Historiador Sergio Macchia - Perfiles de Sevilla
Document. Alma Mater Hispalense
Document Leyendas de Sevilla Blog
Document Wikipedia
Document Sevillapedia
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