Libro - Seminario Diocesano Santo Domingo de Guzmán

Transcripción

Libro - Seminario Diocesano Santo Domingo de Guzmán
425 AÑOS DE HISTORIA
SEMINARIO DIOCESANO
«SANTO DOMINGO DE GUZMÁN»
1583-2008
DIÓCESIS DE OSMA-SORIA
© Seminario Diocesano «Santo Domingo de Guzmán»
D. Legal: SO-88/2008
Imp.: Grafical, S.L. - Soria
A los que han hecho posible
esta historia de Gracia...
Introducción
6
Dentro de las actividades programadas para conmemorar
el 425º Aniversario del inicio del proceso fundacional de nuestro Seminario diocesano, que se honra en tener como patrono a
Santo Domingo de Guzmán, hemos querido sintetizar en este
libro algunos trazos de su historia y de su vida, en especial la
más cercana.
Historia magistra vitae est. En el impulso renovado que,
como Diócesis, queremos dar a esta Casa de todos, el centenario
camino recorrido será sin duda la pauta y el mejor estímulo para
la meta que, con la ayuda de Dios, intentamos alcanzar.
Tendremos ocasión en estas páginas de conocer con detalle el tesón con que el Obispo D. Sebastián Pérez allá por 1583
acometió esta empresa del Seminario, ciertamente emblemática
de su ministerio episcopal en esta sede oxomense. No le faltaron
dificultades pero fue mayor su confianza en Dios, su obediencia a
lo dispuesto por el Concilio de Trento y la serena certeza de que la
obra emprendida iba a ser de capital importancia para el acrecentamiento de la vida cristiana en la Diócesis.
Además del edificio material, los sucesivos Obispos que han
ocupado la sede de San Pedro de Osma proporcionaron al Seminario Constituciones y Reglamentos, formadores y profesores que
llevaron adelante la delicada tarea de la formación de miles de
sacerdotes que, a lo largo de 425 años, han gastado sus vidas en el
servicio de la Diócesis y de la Iglesia Universal.
Para nosotros, en el momento presente, es todo un reto la
tarea de formar sacerdotes. Sabemos bien que las circunstancias
sociológicas han cambiado mucho y la vida de la Iglesia también.
Pero el objetivo de que nuestra Diócesis disponga de buenos sacerdotes es siempre permanente. El ministerio y la vida del presbítero, así como la formación sacerdotal, se alimentan hoy de las
orientaciones del último Concilio y del Magisterio eclesial, particularmente del Siervo de Dios Juan Pablo II.
Esta sencilla publicación es un homenaje a todos aquellos
que han hecho posible el Seminario de Osma-Soria como edificio,
como institución diocesana al servicio de la formación sacerdotal
7
y como centro henchido de vida de miles de niños y jóvenes dispuestos al seguimiento de Cristo en el camino del sacerdocio:
Obispos, sacerdotes, religiosos y seglares, amigos del Seminario
diocesano. Tanto el texto como las fotografías que aquí se recogen no son sólo documentos que quedan para la historia. Evocan
vida y sentimientos y son transparencia del paso de Dios, silencioso y fecundo, por esta bendita tierra.
Es de justicia hacer un reconocimiento especial al esfuerzo, ilusión y competencia de D. Gabriel-Ángel Rodríguez Millán,
actual Director Espiritual del Seminario, en la tarea de preparar y
coordinar todas las colaboraciones necesarias para elaborar este
trabajo. Asimismo, agradecemos a todos los que nos han hecho
llegar sus artículos, en especial a D. Jesús Alonso Romero por su
gran trabajo de investigación sobre nuestro Seminario y la Villa
burgense, propuestas y fotografías para embellecer esta obra. Las
cartas en las que nos enviaban sus contribuciones mostraban un
inmenso amor a esta Institución, corazón de nuestra Diócesis.
¡Ojalá que la lectura de estas páginas sea un gozo para todos aquellos que, de una u otra forma, han sido protagonistas,
muchas veces callados, de la historia del Seminario! Y para cuantos seguimos apostando por su presente y futuro. La mirada al
camino recorrido no debe encerrarnos en la nostalgia sino abrirnos a la esperanza paciente. El fruto granado de 425 años es, queremos que sea, garantía de una buena cosecha para el futuro.
Siempre el cristiano ha de vivir en Esperanza. El Papa Benedicto XVI nos recuerda en su segunda Carta Encíclica “Spe salvi”
sobre la esperanza cristiana, que: “Llegar a conocer a Dios, al
Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza (…). El
tener esperanza proviene del encuentro real con este Dios” (n.
3). Nos corresponde caminar con el Señor que nos llevará a “pastos abundantes” (Sal. 22), los que Él sabe y quiere. Él nos dará
“los pastores según su corazón” (Jer 3, 15), los que nuestra Diócesis precisa según el momento histórico que le toca vivir, como
los ha dado siempre a esta pequeña porción del Pueblo de Dios
que camina en Osma-Soria. Si reforzamos en nuestras vidas, en
nuestras familias y en nuestras comunidades cristianas el “vivir
8
con esperanza y con Dios”, comprobaremos la abundancia de gracias divinas en toda nuestra tarea apostólica y pastoral. Si, al contrario, vivimos sólo de recuerdos, de lamentos constantes; si no
propiciamos el verdadero encuentro con el Maestro y no dejamos
que Cristo y su Evangelio impregnen nuestras vidas convirtiéndolas más a Él, entonces nos quedaremos como los efesios antes
de conocer al Maestro, “ sin esperanza y sin Dios”, adorando a
dioses y señores que no dan vida eterna, sino sólo el goce efímero
de un instante.
Se entiende así la importancia, en el momento presente,
de dar un fuerte impulso a la pastoral vocacional en un contexto
tan opaco a los valores de la trascendencia. Los sacerdotes, parroquias, familias, catequistas, religiosos y laicos conscientes de su
responsabilidad eclesial, estamos llamados a ser cooperadores del
Señor en la pastoral de las vocaciones. En este sentido, aún resuenan en esta Casa las orientaciones y propuestas surgidas en la
última Asamblea Extraordinaria Presbiteral sobre las vocaciones
sacerdotales de 8 de junio de 2006.
En el momento de cerrar esta publicación, se hizo público
el nombramiento de nuestro nuevo Pastor, D. Gerardo Melgar
Viciosa. Con él empezamos una época nueva. Invocamos la protección de nuestro patrono Santo Domingo de Guzmán y de San
Pedro de Osma para su persona y ministerio episcopal.
Confiamos este corazón de la Diócesis a la Virgen Inmaculada; que Ella cuide de las vocaciones y de los seminaristas como
cuidó de su Hijo, el primer Sacerdote.
Francisco Javier Ramírez de Nicolás
Rector del Seminario
9
Proceso
fundacional del
Seminario
12
Introducción
Las escuelas catedralicias, primero, y el Colegio Universidad de Santa Catalina, después, atendieron a la formación de los
clérigos de la Diócesis de Osma durante siglos1 . Desde la fundación del Seminario hasta la fecha de supresión de la citada Universidad no se impartió en el Seminario otra enseñanza que la
de la gramática latina y ésta como parte de la Universidad también, de manera que los colegiales seminaristas, que habían superado este nivel, asistían a las facultades mayores de Santa Catalina. Sólo cuando se suprimió la enseñanza en la Universidad,
por falta de alumnos o por disposiciones administrativas, aquélla continuaba en el Seminario2 . Al cerrarse definitivamente la
Universidad, el Seminario adquirió su propia autonomía. Pero
vayamos por partes.
El Seminario Diocesano “Santo Domingo de Guzmán” responde, en su viaje temporal, a cuatro momentos bien definidos:
el Decreto del Concilio de Trento sobre los seminarios de 1563, la
Real Cédula de Carlos III de 1768 y los Concordatos de 1851 y
1953. Las presentes reflexiones se centran en las circunstancias
que rodearon a los dos primeros momentos3 , particularmente a
las consecuencias de lo dispuesto por el Concilio Tridentino que
el 15 de julio de 1563 aprobó el Decreto “De Seminariis
clericorum”, Decreto que no comenzó a aplicarse en nuestra Diócesis hasta veinte años después de su promulgación.
En efecto, el Decreto tridentino no fue acogido con entusiasmo en España debido a la precariedad económica de muchas
Diócesis y a que existían en algunas de ellas colegios, como el burgense de Santa Catalina, de corte clerical y que servían para la
formación de los ministros de la Iglesia.
1
Cfr. José Vicente Frías Balsa, “Edad Moderna y Contemporánea”, en AA.VV., Historia de El
Burgo de Osma , p. 186.
2
Cfr. Bernabé Bartolomé Martínez, “En el cuarto centenario de la fundación del Seminario
conciliar de Osma (1583-1983)”, p. 81.
3
Cfr. Bernabé Bartolomé Martínez, “En el cuarto centenario de la fundación del Seminario conciliar de Osma (1583-1983)”, p. 67; Id., “El rey Carlos III y la Villa de El Burgo de Osma”, p. 151.
13
I. Los comienzos
Tuvo que ser el Rey Felipe II quien el 1 de agosto de 1583
escribiera al Obispo de Osma, D. Sebastián Pérez de Aguilar (15821593), para encargarle que “sobre lo que toca a la fundación y
dotación del Seminario de Osma trates de ello y lo aprobeys y
resolvays sin diferirlo”. Pasados cinco días, el Prelado, reunido
con los capitulares, mostró una carta del Rey y otra del CardenalArzobispo de Toledo, Gaspar de Quiroga (1577-1594) en las que
“se encarga mucho a Su Señoría que con toda brevedad se dé
luego orden de hacer y asentar el Colegio Seminario”. Los reunidos dijeron “que les parecía cosa justa que el dicho Colegio se
haga y asiente”4 . De todos modos, la fundación se hizo con un
estilo más español que conciliar, siguiendo el modelo de los colegios universitarios españoles y las ideas contrarreformistas de
Felipe II que recomendaba, en los Concilios provinciales, “que los
seminarios se establecieran junto a las universidades”5 .
La citada reunión del Cabildo oxomense no fue sólo una
declaración de intenciones sino el acto jurídico de erección canónica y el comienzo de la trayectoria histórica del Seminario6 . Esa
fecha del 6 de agosto de 1583, además de ser la que mejor encaja
en todo el contexto histórico de los primeros momentos del Seminario, figura en varios documentos como este testimonio del Obispo José Antonio Garnica (1801-1810) ante la supresión de la Universidad por el ministro marqués de Caballero (1807): “El referido Seminario aunque ceñido en sus principios a sólo el estudio
de gramática tiene la gloria de ser uno de los primeros erigidos
en España por constar muy clara y manifiesta su erección por
el Obispo D. Sebastián Pérez con acuerdo de su Cabildo en
1583…”. De cualquier modo, el Seminario de Osma se encuentra
4
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1580-1584, 6
de agosto de 1583, fol. 360).
5
Cfr. José Vicente Frías Balsa, “Edad Moderna y Contemporánea”, en AA.VV., Historia de El
Burgo de Osma, p. 186.
Cfr. Bernabé Bartolomé Martínez, “En el cuarto centenario de la fundación del Seminario
conciliar de Osma (1583-1983)”, p. 67.
6
14
ya fundado en la visita que en 1584 realiza el visitador D. Francisco Sánchez7 .
Inmediatamente comenzó el Cabildo a hacer gestiones sobre el tema, pues a los pocos días de haber oído la propuesta del
Prelado se recibía una carta del Cabildo de Sigüenza, que era contestación a otra que le había enviado el de Osma, consultando sobre el asunto del Seminario. En su respuesta dicen los de Sigüenza que creen que no hay necesidad de erigir el Colegio Seminario
en aquellos lugares donde ya hay universidad, circunstancia que
se daba en El Burgo, donde, como queda dicho, existía el Colegio
y Universidad de Santa Catalina8 .
Pese a la carta de Sigüenza, que fue mostrada al Obispo,
éste, en cumplimiento de lo mandado por el Decreto tridentino,
nombró el 13 de agosto a D. Juan Ibáñez, que ostentaba la dignidad de Abad de Santa Cruz en la Catedral, para que le asistiese en
el negocio del Seminario. El Cabildo, por su parte, elegía, pocos
días después, como representante suyo en el mismo asunto al Prior
D. Fernando de Padilla.
Ignoramos qué gestiones se llevaron a cabo en los meses
siguientes, pues no encontramos más noticias sobre el tema hasta
el 7 de diciembre, fecha en que el Cabildo decide enviar a Roma
una relación o informe sobre lo referente al Seminario. ¿Qué contenía tal relación? ¿Acaso un elenco de los inconvenientes y dificultades que había para fundar el Seminario y una petición de
que no se les obligase a seguir adelante? Es muy posible.
Fuera de ello lo que fuere, el proyecto de erección de un
Colegio Seminario en la Diócesis siguió su camino, aunque tropezando con graves dificultades, especialmente de orden económico, ya que era preciso reunir los fondos que permitieran su mantenimiento.
7
Cfr. Bernabé Bartolomé Martínez, “Instituciones pedagógicas del siglo XVI en la Villa de El
Burgo de Osma”, p. 282.
8
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1580-1584, 12
de agosto de 1583, fol. 367).
15
Respecto al lugar donde habría de tener su sede el nuevo
centro, en un principio debieron de servir para Seminario unas
aulas de la Universidad, o acaso, una casa próxima a ella. Sin
embargo, aunque ambos centros compartiesen al principio el mismo edificio, la misma economía e incluso las mismas autoridades, se trataba de dos instituciones formalmente distintas, como
lo demuestra el hecho de que D. Sebastián Pérez en 1587 hizo para
el Seminario de Santo Domingo constituciones o reglas de gobierno diferentes de las que dio al Colegio Universidad.
Con todo, la vinculación al Colegio de Santa Catalina condicionaba grandemente la marcha del Seminario, pues, como hemos apuntado, no sólo estaba instalado en el mismo edificio, sino
que además dependía económicamente de sus rentas y estaba dirigido y administrado por el Rector y claustro de la Universidad9 .
Al no conservarse las primitivas Constituciones dadas por el Obispo Sebastián Pérez, poco más sabemos de cómo era la vida del
Seminario en aquellos sus primeros años de historia, pero suponemos que los seminaristas se adaptarían en gran parte a la vida
de los colegiales de Santa Catalina, si bien manteniendo su régimen propio. En cuanto al número de estudiantes con que el Seminario inició su andadura, los datos que hemos encontrado, procedentes de fuentes tardías, son divergentes entre sí. En un caso se
habla de 13 seminaristas y en otro de 24. Ambas cifras parecen
exageradas, sobre todo si tomamos como referencia el dato de que
el Colegio de Santa Catalina fue fundado para 17 colegiales.
Una vez establecido el Seminario, era preciso completar la
obra fundacional dotándola de unos medios económicos que le
permitieran subsistir y asegurar su continuidad en el futuro. El
recurso a las rentas de Santa Catalina y a las aportaciones personales del Obispo fue sólo una solución de urgencia en tanto se
hallaba la forma de proporcionarle unos ingresos fijos. Con este
fin, el 26 de noviembre de 1587, D. Sebastián Pérez comisiona y
da poder a su Provisor, Domingo de Mendieta, para que realice la
anexión de ciertos préstamos o beneficios simples al Seminario.
9
Cfr. Vicente Núñez Marqués, Guía de la Catedral del Burgo de Osma y breve historia del
Obispado de Osma, p. 171.
16
Cumpliendo el encargo hecho por el Obispo, el Provisor
firmó el 5 de febrero de 1588 el auto por el que se unían y anexaban los préstamos al Colegio Seminario. En este documento, primero en el que encontramos mencionada la advocación bajo la
que fue erigido, se recuerda cómo D. Pedro Álvarez de Acosta
había fundado el Colegio Universidad de Santa Catalina y enseguida se añade: “Pero porque todavía parecía necesario, para
la más conveniente instrucción de los clérigos, erigir otro colegio en el que los niños, instruidos cuidadosamente en las letras
y la elocuencia, fuesen llevados más fácilmente a la cima de la
teología, el Reverendísimo D. Sebastián, que ahora gobierna
este Obispado, según el Decreto tridentino sobre la erección del
Seminario, deliberó con el Prior y Cabildo de la Iglesia oxomense y, después de larga deliberación, atentos todos a lo que
fue mandado por el Concilio, decidió que fuesen unidos al Seminario algunos beneficios simples o préstamos para la alimentación de los niños y maestros de dicho colegio y para la fábrica del Seminario”.
La anexión jurídica de los préstamos no solucionó la precaria situación económica del Seminario. Por eso, el 22 de febrero
de 1589 el Prelado comunica al Cabildo que, de las rentas eclesiásticas existentes en el Obispado, se cobrase un tanto para subvenir a las necesidades del Seminario10 . Con el acuerdo del Cabildo se puso en marcha la medida con la que de momento se hizo
frente a los gastos. Pero como en los años siguientes resurgió el
mismo problema, el Obispo tomó la determinación de pedir a
Roma que le eximiese de mantener el Seminario, alegando que en
la Diócesis ya existía el Colegio Universidad de Santa Catalina. La
respuesta de Clemente VIII, en forma de Breve, fechada el 30 de
agosto de 1593, fue tajante: la existencia de la Universidad, aunque fuera ella de corte clerical, no eximía de ningún modo de erigir el Seminario11 .
10
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1585-1591, 22
de febrero de 1589, fol. 242).
11
Cfr. Roma, Archivo Secreto (Breves), vol. 206, fol. 290.
17
D. Sebastián Pérez no llegó a conocer la respuesta de Roma
pues había fallecido en el mes de julio. A su muerte quedaba el Seminario de Santo Domingo, que él había fundado, en una situación
delicada. Estaba erigido, sí, pero todavía era preciso perfeccionar
la fundación. De esta tarea se iba a encargar el Obispo Fray Pedro
de Rojas, pues el sucesor inmediato de D. Sebastián Pérez, D. Martín de Garnica, apenas gobernó cinco meses la Diócesis.
II. Etapa de perfeccionamiento
La primera noticia del pontificado de Fray Pedro de Rojas
(1595-1602) relacionada con el Seminario nos la da el acta del
Cabildo celebrado el 6 de abril de 1598. Dice así: “En este cabildo
se trató cómo el Sr. Obispo quiere que en todo se guarde la forma del santo Concilio de Trento acerca de los Colegios Seminarios, y para que mejor se cumpla con un decreto de él acordaron
que los colegiales vengan al coro a las horas y divinos oficios los
días de domingos y fiestas de guardar y las vísperas no teniendo
lección…”12 . Así puede leerse en uno de los libros de Actas capitulares del Archivo de nuestra Catedral.
El fiel cumplimiento de lo decretado por el Concilio
tridentino debió de ser la preocupación constante de Fray Pedro
de Rojas en relación con su Seminario pues en un acta de mayo de
1600 volvemos a leer que “Su Señoría quiere ver lo que está hecho y actuado acerca del Seminario para ver si está hecho conforme al santo Concilio de Trento y para remediar si hay alguna
falta”13 . Parece que el Prelado juzgó que sí las había y así lo expresa en el Cabildo de 10 de enero de 1601, manifestando que, aunque se había fundado el Seminario, no se logra el objetivo que
Trento buscaba14 . En efecto, uno de los fallos que había cometido
12
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1598-1604, 6
de abril de 1598, fol. 23).
13
Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1598-1604, 6 de
mayo de 1600, fol. 130).
14
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1598-1604, 10
de enero de 1601, fol. 164).
18
el Obispo Sebastián Pérez fue, como se ha dicho, que llevó a cabo
la fundación del Seminario “more hispano” , es decir, prope
Universitatem, junto a la Universidad, extramuros, y los seminaristas no asistían a las funciones de la Catedral. De ahí que los
canónigos pidieran la fundación conciliar “prope Ecclesiam” para
que los seminaristas asistieran y ayudaran a los actos de la Catedral y así aprendieran culto y liturgia.
A la vista de todo esto, Fray Pedro de Rojas decidió que era
necesario y urgente realizar la reforma del Seminario y solicitó
para ello la colaboración del Cabildo. Éste trató la cuestión en el
capítulo celebrado el 31 de diciembre de 1601 15 y acordó apoyar el
plan del Obispo de trasladar el Seminario junto a la Catedral, ofreciéndole, para que pudiera realizarlo, las casas llamadas “del Cortijo”, que estaban adosadas al paño occidental del claustro catedralicio, y donde estuvo hasta 1613, “cuando, por razones de salubridad, el Obispo Acevedo los llevó a una casa de la calle de la
Fuente, que en tiempos de Palafox fue arreglada y adecentada
con un préstamo que otorgó el tesorero de la Catedral Alonso de
Portillo por el año de 1655” 16 .
Fray Pedro de Rojas fue el que en 1602, a petición del Cabildo, separó las rentas del Seminario de las del Colegio y fundó la
capellanía de Santo Domingo para el Rector del Seminario en la
Catedral, con la carga de la cátedra de Gramática, que se había de
pagar con los frutos de una fundación sita en los arciprestazgos
de Osma, San Esteban de Gormaz, Gormaz, Calatañazor, Fuentepinilla y San Leonardo. Las razones que aducía el Obispo eran
que “el estar junto con el Colegio de Santa Catalina y extramuros se seguían y han seguido algunos inconvenientes para la
buena administración”17 .
La reforma realizada por Fray Pedro de Rojas en el Seminario, al separarlo definitivamente del Colegio de Santa Catalina,
15
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1598-1604, 31
de diciembre de 1601, fol. 216).
16
Bernabé Bartolomé Martínez, “Instituciones pedagógicas del siglo XVI en la Villa de El Burgo
de Osma”, p. 283.
17
Cfr. José Vicente Frías Balsa, “Edad Moderna y Contemporánea”, en AA.VV., Historia de El
Burgo de Osma , p. 186.
19
abría una nueva etapa en la historia del Seminario de Santo Domingo. Sin embargo, la muerte del Prelado, acaecida en marzo de
1602, impidió que se consolidara su obra y en los meses siguientes el Seminario, falto nuevamente de recursos económicos, entró en una fase crítica.
III. Etapa de consolidación
Ésta era la situación que encontró el Obispo Enrique Enríquez (1602-1610) al tomar posesión de la Diócesis en enero de
1603. Comprometido a no permitir que se malograra la obra que
con tanto esfuerzo habían levantado sus predecesores, el nuevo
Prelado comenzó por nombrar capellán del altar de Santo Domingo y, por consiguiente, Rector del Seminario, al sacerdote Juan
de Ribas. Pero las vicisitudes pasadas y las innovaciones introducidas exigían que se dotara al Centro de nuevas reglas de gobierno. Así lo hizo el Obispo Enríquez. El Reglamento que elaboró
“para el buen gobierno y administración del Colegio Seminario
de Santo Domingo” está fechado el 17 de septiembre de 1606 y
consta de dieciséis artículos. Este texto ha llegado a nosotros en
una copia de 1707 que se conserva en la Biblioteca del Seminario
y que nos permite conocer cómo era el funcionamiento del Centro en aquellos primeros años del siglo XVII. Las Constituciones
del Obispo Enríquez organizaron la vida del Seminario durante
casi ciento cincuenta años, hasta 1751, cuando el Obispo Pedro
Clemente de Aróstegui las sustituyó por otras nuevas 18 . Posteriormente, en 1859, Fray Vicente Orcos San Martín publicó unos
nuevos Estatutos, que fueron sustituidos en 1918 por el Reglamento redactado por D. Mateo Múgica (1918-1923). Los últimos,
publicados en 1961, han sido los Reglamentos e Idearios para
superiores, profesores y alumnos hechos por D. Saturnino Rubio Montiel (1945-1969).
18
Cfr. Juan José Vallejo Penedo, Fray Enrique Enríquez de Almansa, OSA, Obispo de Osma y
de Plasencia (ca. 1555-1622), p. 48.
20
Recapitulando lo dicho hasta ahora, podemos decir que,
con la ubicación del Seminario en las casas del Cortijo y el Reglamento dado por el Obispo Enríquez se puede dar por concluido el proceso fundacional que inaugurara D. Sebastián Pérez en 1583.
Tenemos, pues, a principios del siglo XVII a los seminaristas ocupando las casas del Cortijo, al lado de la Catedral. Siguiendo las actas del Cabildo encontramos que en 1609 se estudia la
posibilidad de trasladarlos para arreglar el edificio19 .
En 1612 el Obispo Fernando de Acevedo (1610-1613), con
el Cabildo y a instancias del Rey Felipe III, trata sobre el arrendamiento de las casas del Prior Padilla por 30 ducados anuales20 , y
al año siguiente, según contrato, estudian su compra por 600 ducados, otorgándose escritura el 24 de mayo de 161321 . Según algunos historiadores, se trataría del primer edificio que hay en la calle Eleta según se baja hacia la Catedral, aunque no hay documentación firme que avale esta hipótesis. Otros 22 se inclinan más bien
por situar las dependencias del Seminario en una casa de la calle
de la Fuente, junto a la muralla23 , legada por Iñigo de Sarmiento,
en la que Martín Martínez, en tiempo de D. Juan de Palafox, ejecutó obras de reforma y adaptación24 . Digamos para situarnos que
la calle de la Fuente correspondía en parte a lo que hoy es la calle
Rodrigo Yusto.
De todos modos, algunos historiadores consideran
que tras abandonar las casas del Cortijo y antes de ubicarse en el citado edificio de la calle de la Fuente, el Semina19
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1605-1610, 3
de junio de 1609, fol. 272).
20
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1611-1616, 12
de marzo de 1612, fol. 91).
21
Cfr. Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1611-1616, 24
de mayo de 1613, fol. 156).
22
Cfr. Jesús Alonso Romero, El Burgo de Osma. Historia urbana, p. 94.
23
Cfr. Archivo Histórico Provincial de Soria (Escribano Jerónimo de la Flor, 28 de noviembre
de 1613, fol. 474.
24
Cfr. Archivo Histórico Provincial de Soria (Contrato de la obra del Colegio Seminario: Escribano Pedro de Escalante, 16 de junio de 1654, fol. 463-468).
21
rio estuvo, de forma provisional, en alguna casa de la calle
Pedro Soto. En efecto, en un documento de 1613 se afirma
que el Colegio Seminario estuvo en una casa de esa calle 25 .
Consta documentalmente que en octubre de 1613 hacía “más
de tres años que no se habitaban las casas del Cortijo por
dicho Seminario por haberlas dejado por enfermas y de
mala vivienda” 26 .
Uno de los obispos más preocupados por la marcha del
Seminario fue, sin duda, D. Juan de Palafox y Mendoza que
en 1654 mandó realizar, a su costa, los planos para un nuevo
Seminario aunque, como ha quedado dicho, se trató en realidad de una obra profunda sobre el edificio ya existente de
Acevedo y no de un edificio de nueva planta.
Un siglo más tarde, en 1751, siendo Obispo D. Pedro
Clemente de Aróstegui (1748-1760), viendo que el Seminario se quedaba pequeño para el número de seminaristas que
entonces había, lo mandó ampliar y renovar en la que sin
duda ha sido una de sus mayores reformas. Le dio, además,
nuevas Constituciones y le dejó en su testamento quince
mil reales 27 .
Años más tarde, el Obispo D. Bernardo Antonio Calderón y Lázaro (1764-1786), mandó construir un mesón que
se llamó de Santo Domingo, para servir, diríamos hoy, de
fuente de financiación del Seminario diocesano. Este mesón
estaba ubicado en la plaza de la Villa, lo que nos indica en
cierta medida el buen momento económico por el que pasaba en aquellos momentos el Seminario.
25
Cfr. Archivo Histórico Provincial de Soria (Escribano Jerónimo de la Flor, 27 de junio de
1613, fol. 111).
26
Archivo Histórico Provincial de Soria (Escribano Jerónimo de la Flor, 28 de noviembre de
1613, fol. 474).
27
Cfr. Juan Loperráez Corvalán, Descripción histórica del Obispado de Osma con el catálogo
de sus prelados, vol. I, p. 576.
22
IV. La influencia de Eleta
Interesa reseñar llegados a este punto la correspondencia
epistolar entre el Obispo Calderón y el Confesor real, P. Eleta,
notable miembro de la Orden franciscana. En esta documentación se observa cómo el Obispo oxomense se dirige a Eleta solicitando de él el refuerzo del Seminario frente a la misma Universidad de Santa Catalina, entonces suprimida por falta de las rentas
necesarias para la dotación del profesorado y de los propios colegiales. Solamente funcionaba en las aulas del Seminario la enseñanza de la gramática y en la sacristía de la Catedral la teología
moral, a cargo del canónigo Lectoral y del Penitenciario.
En las respuestas del P. Eleta se intuye siempre una cierta
picardía de quien sabía de antemano cómo iban a terminar las
cosas. Y es que el P. Eleta ya andaba planificando la construcción
de un nuevo Seminario en su Villa natal.
En efecto, hacía tiempo que el Arzobispo de Tebas había
pensado en ampliar por iniciativa suya el Seminario, pero pronto
pensó que sería más conveniente la idea de edificarlo de nueva
planta junto al ya existente ya que se disponía junto a él de un
terreno libre, propiedad del Común, que además no tenía cultivo
alguno ni réditos que lo hicieran rentable28 .
El P. Eleta comunicó su idea al Ayuntamiento el 21 de septiembre de 1779. Consideraba el religioso que el terreno apropiado para erigir el nuevo Seminario era el que se encontraba fuera
de la Puerta Nueva, al lado derecho una vez pasada, y que llegaba
hasta la tapia del corral del Seminario viejo. En su carta, el Confesor del Rey, “respecto de ser en el día ese terreno totalmente inútil e improductivo” , pedía al Ayuntamiento le hiciera “cesión y
donación de él con Instrumento, por el que en todo tiempo conste y haga fe la cesión y donación”29 .
28
Cfr. Inmaculada Jiménez Caballero, Arquitectura neoclásica en El Burgo de Osma, p. 222.
29
Archivo Municipal de El Burgo de Osma (Carta de Eleta al Ayuntamiento, 21 de septiembre
de 1779, legajo 161, n. 9).
23
El Ayuntamiento accedió a la petición de Eleta y el 6 de
octubre de ese mismo año hizo “cesión y donación del nominado
sitio a favor de Su Ilustrísima, el qual alinda á la derecha como
se sale por la Puerta Nueva con el camino que va a la Hermita de
la Vera Cruz; al mediodía con otro camino que llaman la Carrera del Carmen; por el poniente, la tapia del corral de dicho Colegio de Santo Domingo y por el norte la expresada muralla”30 .
Para la entera validación y firmeza de la escritura de cesión y donación, el Ayuntamiento pidió al Consejo Real que diera
el visto bueno a la operación, lo que hizo mediante Real Provisión
de 11 de noviembre de 1779 por la que se aprobaba la escritura de
cesión del solar y se concedía “el permiso y licencia necesaria para
que dicho M. R. en Christo Padre Arzobispo de Tebas Confesor
de Nuestra Real Persona pueda construir a sus expensas el nuevo Colegio Seminario”31 .
El comienzo de las obras se demoró hasta enero de 1785,
cuando Eleta informó al Cabildo de que “quería hacer obra en el
Colegio Seminario de esta villa, y deseaba que el Cavildo como
Patrono prestase su consentimiento”32 , como así lo hizo.
Siendo ya Obispo de Osma, Eleta decidió dar más amplitud a la fábrica del Seminario, para lo que hubo de contar con otros
solares aledaños y alguna casa que, debido a que dificultaba la ampliación, fue adquirida por el Confesor para proceder a su derribo,
dejando así el sitio libre33 . Además, dio más dinero y creó treinta
becas para los naturales del Obispado. Ordenó que fueran sesenta
los colegiales enseñados por dos pasantes de Latinidad, un catedrático de Retórica y Propiedad Latina, tres de Filosofía, uno de
Dogmática y uno de Moral, y que sus cursos se reputasen y recibiesen como hechos en la Universidad de Santa Catalina34 . El nuevo
30
Archivo Municipal de El Burgo de Osma, 6 de octubre de 1779, legajo 161, n. 11.
31
Archivo Municipal de El Burgo de Osma (Real Provisión de Carlos III, 11 de noviembre de
1779, legajo 161, n. 11).
32
Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1751-1787, 26 de
enero de 1785, fol. 230).
33
Cfr. Jesús Alonso Romero, Barroco y Neoclasicismo en El Burgo de Osma , p. 189.
34
Cfr. Vicente Núñez Marqués, Guía de la Catedral del Burgo de Osma y breve historia del
Obispado de Osma, p. 172.
24
edificio, inaugurado en 1791, había de albergar al rector, catedráticos y pasantes, a treinta colegiales becarios y otros tantos
semipensionistas, además de los muchos alumnos externos que
acudían a sus aulas.
De todos modos, es necesario partir de la política seguida
por el Rey Carlos III de apoyar y promover la creación de nuevos
seminarios, según la normativa de Trento y reflejada en la Real
Cédula de 14 de agosto de 1768 que lleva por título “Erección de
seminarios conciliares para la educación del clero en las capitales y pueblos numerosos”. Sus puntos principales son los siguientes: 1) que los seminarios sean exclusivamente conciliares; 2) que
sirvan a la vez de casas sacerdotales; 3) con superiores de la Diócesis y nunca religiosos; 4) prohibición de la asistencia diaria de
los seminaristas al coro de la Catedral; 5) un método de estudios
nuevo, sin escuelas ni partidismos; 6) con la obligación, por parte
de los obispos, de dar cuenta de todo al rey; 7) finalmente, unos
seminarios donde brille por encima de todo la ilustración clerical
que están necesitando la Iglesia y el Estado 35 .
Los efectos de esta preocupación de Carlos III se tradujeron en la apertura de diez nuevos seminarios y la mejora de otros
tantos pero no se recuerdan construcciones de nueva planta como
sucedió aquí.
Tradicionalmente se ha considerado que el Seminario fue
construido según los planos trazados por Francisco Sabatini, aprovechando su estancia en El Burgo con motivo de las obras de la
Capilla de Palafox; pero hay historiadores que prueban más bien
que los planos del Seminario fueron realizados por Bernasconi36 .
En efecto, en una escritura en la que el Rector y los colegiales aceptan una donación de Eleta se afirma que “se esta construyendo una
obra de nueba planta según el diseño formado por el Maestro Arquitecto del Rey Don Luis Bernasconi en el Seminario Conciliar” 37 .
35
Cfr. Francisco Martín Hernández – José Martín Hernández, Los seminarios españoles en la
época de la Ilustración, p. 129.
36
Cfr. Jesús Alonso Romero, Barroco y Neoclasicismo en El Burgo de Osma, pp. 190-191.
37
Archivo Histórico Provincial de Soria (Aceptación de la donación por el Rector y colegiales del
Seminario Conciliar de esta villa del Burgo. Escribano Pedro Alcovilla, 16 de enero de 1788, fol. 9).
25
Además, en un acuerdo capitular se revela que “el Maestro
Bernasconi havia manifestado pensaba presentar al Cabildo los
planos del nuevo Seminario”38 . Ciertamente, este último documento no especifica quién realizó los planos pero, según el anteriormente citado, fue el propio Bernasconi que, por tanto, no se limitó
a ejecutar las obras del Seminario sino que lo hizo según las trazas
por él mismo elaboradas para su construcción.
El aire sabatinesco del edificio se explica por la estrecha
relación que, como ayudante de toda confianza, mantuvo con el
arquitecto palermitano.
Bernasconi llegó a El Burgo de Osma en mayo de 1779 para
dirigir, en calidad de ayudante de Sabatini, las obras de la Capilla
de Palafox y pocas veces abandonó la Villa hasta que, en 1791,
dirigió en El Ferrol las obras del cuartel de Guardias Marinas.
A punto estuvo de morir en tierras burgenses según consta
en el testamento que dispuso en 1787 porque estaba “enfermo en
cama” y “receloso de la muerte”, cuando se encontraba entendiendo, por orden del rey y disposición de Francisco Sabatini, en
la extracción de jaspes de Espejón y en la dirección de las obras
del Seminario y del Real Hospicio, estas dos últimas conforme a
trazas elaboradas por él mismo39 .
El Seminario salido de las manos de Bernasconi es un edificio con hermoso patio central. En la planta baja se construyeron
la capilla (hoy salón de actos), el comedor, la cocina y la despensa; en el primer piso, en torno al patio, se dispusieron las diversas
aulas; el segundo se reservó para las habitaciones.
La fachada está construida de mampostería concertada con
sillares enmarcando los vanos que en ella se abren. La portada, de
sillería, consiste en un hueco de medio punto configurado por una
moldura abocelada interrumpida por unas sencillas impostas y
por la ménsula de la clave. Flanqueando la puerta de medio punto
38
Archivo de la Catedral de El Burgo de Osma (Libro de Actas capitulares 1751-1787, 29 de
marzo de 1787, t. 48, fol. 141 vto.).
39
Cfr. Archivo Histórico Provincial de Soria (Testamento de D. Luis Bernasconi. Escribano
Manuel Jiménez, 1 de septiembre de 1786, fols. 179-180).
26
se disponen unas pilastras lisas que soportan un frontón curvo,
apeado por mensulones con estrías verticales adosados en lo alto
del fuste de las pilastras y, en el centro, por la ménsula que refuerza la clave del arco.
Sobre la puerta campea el magnífico escudo del Obispo
Eleta, a cuyas expensas fue construido el Seminario. Está dividido en dos partes. En la superior, figuran las armas clásicas de los
Eleta navarros: escudo en campo de oro con una rodela de plata
de perfil encarnado de la que salen cuatro flores de lis en cruz y
otras cuatro mazas que, en los intermedios, parten bajo el escudo
formando estrella. En la parte inferior aparecen las armas de la
Inquisición, de la que el Confesor real era Decano. El escudo está
rodeado por el cordón franciscano y coronado por el capelo del
que cuelgan, por cada lado, las diez borlas en cuatro series alusivas a la condición de arzobispo del donante.
A la derecha de la portada principal se abre una puerta que
comunica con el salón de actos, antigua capilla del Seminario. Es
muy sencilla, con un vano rectangular flanqueado por pilastras
embebidas en las jambas que soportan arquitrabe, friso y cornisa,
cerrando el esquema un frontón triangular.
Una Real Provisión de Carlos III regulaba en 1779 el funcionamiento del Seminario en el que, junto a las ya existentes cátedras de Gramática, Retórica y Poética, se colocaban las de Lengua griega, Teología moral y Artes, estas cuatro últimas con los
fondos de la Universidad de Santa Catalina a la que pertenecía el
Seminario de Santo Domingo en cuanto a matrículas y régimen
académico40 .
El Obispo Eleta llevó adelante la obra del Seminario
para que sus alumnos pudiesen gozar de un sitio cómodo y
saludable, con lugares de sol y de distracción; y por encima
de todo quiso revitalizar la vida religiosa de los futuros sacerdotes diocesanos.
40
Cfr. Bernabé Bartolomé Martínez, “El rey Carlos III y la Villa de El Burgo de Osma”,
pp.151-152; Inmaculada Jiménez Caballero, Arquitectura neoclásica en El Burgo de
Osma , pp. 223; 225; 228.
27
V. Desarrollos posteriores
El siglo XIX fue un período crítico para el Seminario por la
repercusión obvia de los acontecimientos que se fueron sucediendo: presencia de los franceses, desaparición del Colegio Universitario de Santa Catalina, luchas políticas, supresión de los estudios en algunos períodos… Pero también fue el momento en el
que alcanzó su plena independencia; en 1859 el Obispo D. Vicente Horcos quiso organizar esta nueva situación con sus estatutos.
Precisamente en este período estudió en el Seminario el que llegaría a ser Arzobispo de Toledo, Mons. Ciriaco María Sancha y
Hervás, en proceso de beatificación. En 1884 el Obispo Guisasola
trata de actualizar, según las orientaciones de León XIII, los estudios y la disciplina a las nuevas necesidades y exigencias de los
tiempos. El siglo XIX fue un período de crisis que se fue remontando a partir del Concordato de 1851 en el que el Estado volvió a
reconocer a los Seminarios.
El Obispo Gregorio Sánchez Rubio levantó a mediados del
siglo XIX, a partir del núcleo inicial de Eleta, dos nuevos cuerpos
a los lados derecho e izquierdo y semejantes en todo al de Eleta
aunque más grandes, quedando una fachada total de 118 metros
con 42 de fondo y 10,45 de altura, de forma que, para Madoz, era
el Seminario de Osma acaso el mejor de su clase en España41 .
Posteriormente, se han ido realizando otras obras para adaptar el edificio a las nuevas exigencias. Así, se construyó un frontón
para el juego de pelota, durante el obispado de Pedro Mª. Lagüera
(1862-1892); gabinetes de Física e Historia Natural, en tiempos de
Victoriano Guisasola (1893-1897) y la capilla del extremo oeste,
mandada construir por Guisasola y realizada durante el episcopado de su sucesor José Mª. García Escudero (1897-1909); Tomás
Gutiérrez (1935-1943) dispuso la división del Seminario en mayor
y menor, con dos capillas, dos comedores, etc.42 .
41
Cfr. Pascual Madoz, Diccionario geográfico, vol. II, p. 511.
42
Cfr. Vicente Núñez Marqués, Guía de la Catedral del Burgo de Osma y breve historia del
Obispado de Osma, p. 173.
28
Dentro de un plan de reformas y construcción de seminarios en el período de la posguerra española y conforme al espíritu
del concordato de 1953, el Obispo Saturnino Rubio, ante el número creciente de seminaristas, emprendió una serie de profundas reformas de carácter material y formativo. Levantó sobre los
muros del edificio central de Eleta una nueva planta; construyó
junto a la iglesia de Santo Domingo, levantada a principios del
siglo XX, un pabellón para las religiosas que habían de atender a
los seminaristas y otro para sacerdotes ancianos; edificó una nueva iglesia junto al pabellón izquierdo del viejo edificio con salón
de estudios y dormitorio para los seminaristas menores y preparó
terrenos para zonas deportivas 43 .
Durante el siglo XX, antes del Concilio Vaticano II, fueron
decisivos la Constitución Deus Scientiarum Dominus de Pío XI
(24. V. 1931) así como la situación que se vivió durante la guerra
civil en la que el edificio estuvo dedicado a cuartel de alemanes e
italianos y en el que retuvieron a prisioneros del frente. Durante
esos años de guerra, algunos alumnos se trasladaron a Valladolid,
otros estuvieron haciendo sus estudios en el Convento de los PP.
Carmelitas y los pequeños marcharon a su casa. En el año 1956 se
hizo la nueva configuración territorial de la Diócesis que conllevó
una importante redistribución de seminaristas.
En la segunda mitad del siglo XX y en estos primeros años
del XXI han sido muchas y consistentes las obras de rehabilitación que se han llevado a cabo en el Seminario; sería demasiado
prolijo enumerarlas, aunque podemos mencionar la última de
ellas, consistente en la rehabilitación de la última planta del Centro destinada también a partir de ahora a Casa de Espiritualidad y
Convivencias, Casa que ha querido ponerse bajo la protección de
San Pedro de Osma.
Podemos concluir la presente exposición elencando algunos de los alumnos más conocidos que han pasado por las aulas
de nuestro venerable Seminario: D. Anastasio Rodrigo Yusto,
43
Cfr. Bernabé Bartolomé Martínez, “En el cuarto centenario de la fundación del Seminario
conciliar de Osma (1583-1983)”, pp. 71-72.
29
Obispo de Salamanca y posteriormente Arzobispo de Burgos; D.
Ciriaco Mª Sancha y Hervás, Arzobispo de Toledo; D. Antonio
Álvaro Ballano, Obispo de Zamora; Manuel Mª Vidal y Bullón,
Obispo de Ciudad Rodrigo y posteriormente de Tuy; D. Silverio
Velasco Pérez, Obispo de Ciudad Rodrigo; D. Casimiro López
Llorente, Obispo de Zamora y en la actualidad de Segorbe-Castellón; y D. Vicente Jiménez Zamora, Obispo de Santander, que
entre 2004 y 2007 gobernó la Diócesis de Osma-Soria con la
dedicación propia del que ama con pasión el amoris officium
encomendado.
Gabriel-Ángel Rodríguez Millán
30
BIBLIOGRAFÍA
Alonso Romero, J.,
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Barroco y Neoclasicismo en El Burgo de Osma. Escuela
Superior de Turismo Alfonso X. Soria 1997.
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de El Burgo de Osma”, en HISPANIA SACRA 30 (1977)
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conciliar de Osma (1583-1983)”, en CELTIBERIA 67
(1984) 67-88.
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historia. Acto en honor a Santo Tomás de Aquino, El Burgo
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31). Soria 1996.
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en el siglo XVIII. CSIC (Colección “Monografías de Historia eclesiástica”, n. 8). Madrid 1973.
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Guía de la catedral del Burgo de Osma y breve historia del
Obispado de Osma. Madrid 1949.
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Fray Enrique Enríquez de Almansa, OSA, Obispo de Osma
y de Plasencia (ca. 1555-1622) . Editorial Revista
Agustiniana (Colección “Perfiles”, n. 7). Madrid 1994.
31
El Seminario
y la Villa de
El Burgo de Osma
34
La historia de El Burgo de Osma, desde su mismo alborear, ha estado determinada por la impronta eclesiástica. La población tuvo su origen en una decisión episcopal, extendió sus
señas de identidad siguiendo la ruta que han marcado sus obispos al frente del timón; sus peculiaridades se han ido forjando al
efecto de las providencias emanadas de su palacio de la calle Mayor. La condición de capitalidad diocesana ha hecho de los prelados los principales protagonistas de El Burgo, cuya historia se ha
escrito al amparo de la Catedral, guiada por mitra y báculo, impregnada por el aroma de las ceras y del incienso, con una cadencia marcada por el tañer de las campanas, por la melódica salmodia de coro, al abrigo de un claustro catedralicio o universitario,
de un pórtico canonical, de los robustos muros de su Seminario.
Por ser capital episcopal, El Burgo de Osma es también la
población que acoge el Seminario diocesano, timbre de gloria y
honor de la villa. Las influencias mutuas entre El Burgo y su Seminario han sido una constante en el devenir histórico. El Seminario, donde miles de niños y jóvenes, desde hace más de cuatro
siglos, han forjado su personalidad, está tan estrechamente ligado a la realidad, pasada y presente, de la población que difícilmente se puede concebir el uno sin la otra, la otra sin el uno. En
este modesto artículo se esbozan algunas circunstancias históricas, a modo de pinceladas sueltas sin pretensión de exhaustividad,
que patentizan la interrelación entre la venerable institución y la
villa en la que tiene su asiento.
I. Fundación. El Seminario en la Universidad
La más inmediata y perceptible influencia material de
una institución sobre la ciudad en la que se asienta es la que
atañe a su sede, al espacio físico en el que se ubica dentro del
entramado urbano.
La primera sede del Seminario fue la Universidad de Santa
Catalina. De la sesión XXIII del Concilio de Trento surgió, entre
otros, el decreto De Seminariis Clericorum, fechado a 15 de julio
35
de 1563, que instaba a los obispos a que establecieran seminarios
en sus respectivas diócesis, con el fin de que sirvieran para la formación idónea de los futuros sacerdotes1 .
El decreto trentino no fue acogido con demasiado entusiasmo en España debido a la precariedad económica de muchas diócesis y a que, como en El Burgo sucedía, existían en ellas escuelas
catedralicias y colegios, como el burgense de Santa Catalina, de
carácter clerical y que servían para la formación de los ministros
de la Iglesia. Al comprobar la falta de cumplimiento del decreto,
las Cortes de Castilla, reunidas en Madrid en 1569, recomendaron al monarca la creación de seminarios. Por su parte, el Concilio Provincial de Toledo ordenó en su capítulo 5º que se fundaran
los seminarios siguiendo lo establecido en Trento. Tuvo que ser el
propio rey Felipe II el que, por carta de 1 de agosto de 1583, encargara al obispo Sebastián Pérez no demorar por más tiempo la
fundación del Seminario en su diócesis.
El obispo, ante tales insistencias, mostró al Cabildo Catedral las cartas del rey y del cardenal arzobispo de Toledo en las
que se requería del prelado que, con la mayor brevedad, diera las
órdenes conducentes al asentamiento del Colegio Seminario. En
el Cabildo celebrado el 6 de agosto se valoró, por unanimidad, lo
justo de la propuesta, por lo que, en la sesión capitular del 13 de
agosto2 , se nombraron los diputados para el Seminario, que se
instaló en el Colegio de Santa Catalina, 20 años después del decreto de Trento, con 24 seminaristas, regido por las Constituciones de Sebastián Pérez.
II. La refundación
La situación del Seminario, en la misma Universidad, no
gustaba en la Santa Sede según se desprende de un escrito del
1
BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, Bernabé: “En el cuarto centenario de la fundación del Seminario Conciliar de Osma (1583-1983)”, en Celtiberia, nº 67, 1984.
2
ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE EL BURGO DE OSMA (ACBO): Libro de Actas Capitulares, 6-VIII-1583 y 13-VIII-1583.
36
Papa Clemente VIII de 30 de agosto de 1593. Tampoco la Congregación del Concilio se mostró de acuerdo con que el Seminario
estuviera al amparo de la Universidad que, mediado el siglo XVI,
fundara el obispo Pedro Álvarez D´Acosta. Por ello, en 1602, el
obispo Pedro de Rojas, debido a los inconvenientes que se seguían
de la situación del Seminario, extramuros de la villa, ordenó ubicarlo cerca de la Catedral y separó las rentas de los dos centros
docentes al tiempo que fundó para el rector la capellanía de Santo
Domingo de Guzmán, titular del Seminario, con el cargo de ocupar la cátedra de Gramática.
Era deseo del obispo que el Seminario se perpetuara y “tuviese casa y asiento cerca de la Iglesia Catedral para que las
personas que estuvieren en el dicho Seminario puedan mejor
cumplir con sus obligaciones, porque la experiencia ha demostrado que de estar en el Colegio de Santa Catalina, extramuros
de esta villa, se seguían y han seguido algunos inconvenientes” .
El lugar que se eligió para ubicar el Seminario fue las casas que el
Cabildo tenía adosadas al paño occidental del claustro catedralicio, en el lugar conocido como El Cortijo, junto al Parral o cementerio, en lo que fue después la plazuela de la torre.
El Cabildo, queriendo “ayudar a los buenos y santos intentos” del obispo y que “todo resultaba en bien de este obispado”, ofreció “los dos pares de casas” del Cortijo “para que se haga
casa de habitación para el dicho Seminario”3 . Ese mismo lugar
fue el que el Cabildo ofreció para su ubicación en enero de 1585,
cuando decidió “que los treintenarios se reparen para el Seminario que se pretende hacer hasta que se busque lugar más cómodo para el dicho Seminario”4 .
En estas casas estuvieron los colegiales hasta 1610, pues
el 31 de octubre de 1613 hacía “mas de tres años que no se habitaban por el dicho Seminario por haberlas dejado por enfermas y de mala vivienda” 5 . Posteriormente, estas casas acogie3
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 8-II-1602.
4
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 12-I-1585.
5
ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SORIA (AHPS): Protocolos notariales de El Burgo
de Osma. Escribano Jerónimo de la Flor, 28-XI-1613, fol. 474.
37
ron el Colegio de infantejos o niños de coro de la Catedral hasta
la segunda mitad del siglo XX.
Tras abandonar las casas del Cortijo, y antes de ubicarse
en un lugar estable, el Seminario estuvo, de forma provisional, en
alguna casa de la calle Pedro Soto6 . En 1613, siendo obispo Fernando de Acevedo, los seminaristas estaban ya instalados en una
casa de la calle de la Fuente, junto a la muralla7 . En este edificio
de la calle de la Fuente se realizaron una serie de reformas y adaptaciones que fueron contratadas por el arquitecto Martín Martínez el 16 de junio de 1654. El coste de las obras ascendió a 14.000
reales y estaban terminadas el día 1 de noviembre de 16558 .
El obispo Pedro Clemente de Aróstegui debió de acometer
alguna obra notable en este edificio. En noviembre de 1750, el
Seminario compró el huerto conocido como El Escorial “para su
mayor ensanche y comodidad” y que “para que dicha obra se
hiciese con más perfección” se necesitaba el permiso del Ayuntamiento para “incluir en la referida obra la parte de ronda correspondiente al arrañal, dejando libre el correspondiente camino y paso de dicha ronda por el referido arrañal”. El Concejo,
“en atención a redundar la obra mencionada en utilidad de dicho Colegio, y consiguientemente en los hijos de vecino de esta
villa como del obispado, y no seguirse perjuicio alguno por quedar como quedará el camino y salida de dicha ronda más llano y
cómodo”, acordó unánimemente conceder “el permiso correspondiente y necesario para la fábrica de dicha nueva obra” 9 . El obispo Aróstegui tenía previsto alojar a los seminaristas durante el
transcurso de las obras en la casa del deanato, cuyo titular electo
no residía en la villa10 .
6
En un documento de 1613 se afirma, refiriéndose a una casa de esa calle, “en que estuvo el
Colegio Seminario”. AHPS: Protocolos notariales de El Burgo de Osma. Escribano Jerónimo de la Flor, 27-VI-1613, fol. 111.
7
AHPS: Protocolos notariales de El Burgo de Osma. Escribano Jerónimo de la Flor, 28-XI1613, fol. 474.
8
AHPS: Contrato de la obra del Collegio Seminario. Escribano Pedro de Escalante, 16-VI1654, fols. 463-468.
9
ARCHIVO MUNICIPAL DE EL BURGO DE OSMA (AMBO): Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 14-XI-1750.
10
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 30-IV-1751.
38
Antes de que se acometieran las obras que dieron lugar al
actual edificio del Seminario, de nuevo se hizo patente la influencia de la entidad sobre El Burgo cuando su Ayuntamiento decidió
pagar los honorarios al arquitecto Cipriano Antonio Miguel, por
“hacer diseño y plano de las fábricas del Colegio de Santa Catalina y el Seminario” que, según el propio arquitecto, lo había hecho con “el mayor esmero”, ocupándose en ello “más de cuarenta
días”11 . A pesar “de haber hecho muchas instancias a Cipriano
Antonio Miguel para que manifestase el importe de lo trabajado
por sí y su oficial en el plano y traza de los colegios”, el Ayuntamiento no recibió contestación y decidió satisfacer el trabajo del
arquitecto a su arbitrio con “cien ducados de vellón” 12 .
III. Solar y edificio actual
En plena época del reformismo ilustrado, tan reglamentista, no faltó una disposición real concerniente a los seminarios. Se
trató de una Real Cédula, firmada por Carlos III el 14 de agosto de
1768, que lleva el título “Sobre la erección de Seminarios Conciliares para la educación de clero en capitales y pueblos numerosos” y que recuerda la disposición trentina sobre el asunto. Inspirado por este espíritu, Joaquín de Eleta, confesor del rey y burgense de nación, comunicó al Ayuntamiento, por carta de 21 de
septiembre de 1779, su resolución de construir a sus expensas un
Colegio para colegiales porcionistas. Eleta consideraba que el terreno apropiado para erigir el Seminario era el que se encontraba
fuera de la puerta Nueva, al lado derecho una vez pasada, y que
llegaba hasta la tapia del corral del Seminario viejo. En la carta, el
confesor del rey, “respecto de ser en el día ese terreno totalmente
inútil e infructuoso” , pedía al Ayuntamiento le hiciera “cesión y
donación de él con instrumento, por el que en todo tiempo conste, y haga fe la cesión y donación” 13 .
11
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 27-V-1778, fol. 61v.
12
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 30-V-1778, fol. 63v.
13
AMBO: Carta de Eleta al Ayuntamiento, 21-IX-1779, legajo 161, nº 9. Reproducida en el
Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 3-X-1779.
39
El Ayuntamiento accedió inmediatamente a la petición
de Eleta y, en la sesión celebrada el 3 de octubre, acordó donar
el terreno hasta entonces propiedad de la villa porque “más es
para beneficio de ella que servicio de su Ilustrísima” 14 . El 6 de
octubre, el Ayuntamiento hizo “cesión y donación del nominado sitio en favor de su Ilustrísima, el cual alinda la derecha
como se sale por la Puerta Nueva, con el camino que va a la
ermita de la Vera Cruz; al mediodía con otro camino que llaman la Carrera del Carmen; por el poniente la tapia del corral de dicho Colegio de Santo Domingo y por el norte la expresada muralla”15 .
Para la entera validación y firmeza de la escritura de cesión y donación, el Ayuntamiento pidió al Consejo Real que diera
el visto bueno a la operación, lo que hizo mediante Real Provisión
de 11 de noviembre de 1779 por la que se aprobaba la escritura de
cesión del solar y se concedía “el permiso y licencia necesaria para
que dicho M. R. en Cristo, padre arzobispo de Tebas, confesor de
nuestra real Persona, pueda construir a sus expensas el nuevo
Colegio Seminario”16 .
El comienzo de las obras se demoró hasta enero de 1785,
cuando Eleta informó al Cabildo que “quería hacer obra en el
Colegio Seminario de esta villa y deseaba que el Cabildo, como
patrono, prestase su consentimiento”, como lo hizo sin ningún
problema17 . El mismo año de comienzo de las obras, el Ayuntamiento era consciente de “los muchos favores que dispensaba a
esta villa la piedad del Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Don Fray
Joaquín de Eleta, arzobispo de Tebas confesor de S. M. (que Dios
guarde), pues a sus expensas fabricaba una suntuosa obra en el
Seminario Conciliar de esta villa, y por su mediación había movido al rey nuestro señor (que Dios guarde) para que también se
fabricase un Real Hospicio”. En agradecimiento, los represen14
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 3-X-1779.
15
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento , 6-X-1779, legajo 161, nº 11.
16
AMBO: Real Provisión de Carlos III, 11-XI-1779, legajo 161, nº 11.
17
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 26-I-1785, t. 47, fol. 230.
40
tantes municipales encargaron “una misa por la salud de dicho
Ilustrísimo Sr. como tan amante de su patria, y en retribución
de tanto favor”18 .
Siendo ya obispo de Osma, Eleta decidió extender y dar
más amplitud a la fábrica del Seminario, para lo cual hubo de contar con solares aledaños y con una casa que, debido a que dificultaba la ampliación, fue adquirida por el confesor para proceder a
su derribo, dejando así el sitio libre. La casa, contigua al Seminario, se levantaba en la calle de la Fuente, era propiedad de la capellanía de Santiago y producía 22 ducados anuales; pasó a manos
de Eleta a cambio de dos casas propias de la mitra, sitas en la calle
Mayor, cuyo alquiler estaba estipulado en 15 ducados anuales cada
una de ellas. El Cabildo, como patrono de la capellanía de Santiago, dio su consentimiento para efectuar la permuta19 .
El terreno que se precisaba era, como el primero que se
ocupó para iniciar la obra del Seminario, propiedad del Ayuntamiento que, una vez más, no dudó en cederlo al obispo Eleta para
que pudiera, sin embarazo, edificar lo que su munificencia proyectaba. El solar estaba ocupado por un pozo o fuente que daba
nombre a la calle y lindaba “por ábrego casa de la capellanía de
Santiago de la Santa Iglesia de Osma, regañón calle Real, solano muralla, cierzo casa del mayorazgo fundado por Roque de
Cogollos”20 , casa que también fue comprada y, posteriormente,
derribada.
Compró también Eleta para el Seminario, el 1 de febrero
de 1788, un terreno al mayorazgo de Zúmel, que servía de esquinazo a la huerta llamada de Los Bolos. Lindaba “por solano y cierzo
propiedad de dicho Colegio Seminario, por regañón ronda que
sale a la puerta del Alcázar, y por ábrego dicha huerta de los
Bolos” . Se pagaron por el terreno 1.200 reales y el Seminario tuvo
que dejar entre esta huerta de los Bolos y el edificio “una calle o
ronda que siempre ha habido, y hace la muralla, para
18
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 8-III-1785.
19
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 26-VI-1787, t. 48, fol. 173.
20
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 15-VII-1787, fols. 51v.-52.
41
desahogadero, y vertiente de las aguas”21 . En 1788, había entregado Eleta para la obra más de 800.000 reales22 . El nuevo Seminario se inauguró en 1791. No pudo Eleta ver acabada su obra,
pero ahí está como testimonio de su desprendimiento y amor a su
patria chica.
IV. Luis Bernasconi
Tradicionalmente se ha considerado que el Seminario fue
construido según los planos trazados por Francisco Sabatini, aprovechando que se personó en El Burgo con motivo de las obras de
la capilla del venerable Palafox. Sin embargo, como pudimos demostrar en nuestra tesis doctoral “Arquitectura y urbanismo en
El Burgo de Osma. Siglos XVII y XVIII” (1990) y publicamos en
la obra “Barroco y Neoclasicismo en El Burgo de Osma” (1997),
el autor del proyecto, a la par que director de la obra del Seminario, fue el arquitecto Luis Bernasconi23 . En efecto, en una escritura en la que el rector y los colegiales aceptan una donación de
Eleta se afirma que “se está construyendo una obra de nueva planta según el diseño formado por el maestro arquitecto del rey Don
Luis Bernasconi en el Seminario Conciliar”24 . Además, en un
acuerdo capitular se revela que “el maestro Bernasconi había
manifestado pensaba presentar al Cabildo los planos del nuevo
Seminario”25 . No se especifica, ciertamente en esta última cita,
quién realizó los planos pero sin duda fue el propio Bernasconi
que, por tanto, no se limitó a ejecutar las obras del Seminario,
sino que lo hizo según las trazas por él mismo elaboradas para su
21
AHPS: Protocolos notariales de El Burgo de Osma. Escribano Pedro Alcobilla. “Venta que
otorga Don Miguel de Ochoa apoderado de Don Domingo Herrera á favor del Colegio
Seminario” , 1-II-1788, fols. 42-45.
22
LOPERRÁEZ, t. I, pág. 650.
23
ALONSO ROMERO, J.: Barroco y Neoclasicismo en El Burgo de Osma. E.S.T. Alfonso X.
Zaragoza, 1997. En este libro se puede encontrar más información sobre este arquitecto y
sobre las características del edificio.
24
AHPS: Protocolos notariales de El Burgo de Osma. Escribano Pedro Alcobilla. “Aceptazion
de donacion por el Rector y Colegiales del Seminario Conciliar de esta villa del Burgo”, 16-I1788, fol. 9.
25
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 29-III-1787, t. 48, fol. 141v.
42
construcción. El aire sabatinesco del edificio se explica por la estrecha relación que, como ayudante de toda confianza, mantuvo
Bernasconi con el arquitecto palermitano.
En la propia autoría del edificio, se ejemplifica de forma
patente la relación entre el Seminario y la villa burgense: no hubo
nadie que influyera tanto en el día a día de El Burgo de Osma
durante los años finales del siglo XVIII en los ámbitos de la arquitectura y de la ingeniería como Luis Bernasconi, ya que prácticamente ninguna obra se realizaba que no saliera de su estudio o,
en su defecto, a la que él no diera el visto bueno.
V. Ampliaciones
Si en 1583 nació en el seno de la Universidad de Santa Catalina, en 1842 el Seminario acogió la parte material de la misma,
una vez que fue trasladada a Soria, donde sólo se mantuvo un
curso. Parte del profesorado, alumnado y material bibliográfico
de la Universidad fue a parar al Seminario. El edificio de Eleta se
quedó pequeño para las nuevas exigencias y perspectivas, por lo
que se amplió con dos alas a cada uno de los lados, avanzados con
respecto a la línea de fachada del núcleo originario y de robusta
construcción, que acogen sendos patios. Fueron edificadas en
1852, en tiempo del obispo Gregorio Sánchez Rubio (1846-1852),
según trazas de Venancio del Valle.
Posteriormente se han ido realizando diversas obras para
adaptar el edificio a las nuevas exigencias. Así, se construyó un
frontón para el juego de pelota, gabinetes de Física e Historia
Natural y la capilla del Seminario mayor en el extremo oeste.
Tras la guerra civil, siendo obispo Saturnino Rubio Montiel,
debido al creciente número de seminaristas se levantó un nuevo
piso sobre el edificio central de Eleta según proyecto de José María de Vega, se remodeló el sistema de habitaciones, se construyó
un nuevo pabellón junto a la capilla del Seminario mayor destinado a albergar a las religiosas que atendían a los internos y otro
para sacerdotes ancianos, se habilitaron terrenos para prácticas
43
deportivas y se edificó una capilla –bajo la advocación de la Inmaculada– en el extremo oriental del amplio edificio para el Seminario menor, con airosa cúpula y fachada de imitación herreriana muy acorde con las preferencias estéticas de la arquitectura
de la época.
Todas estas y otras más recientes mejoras en las dotaciones, como la Casa de espiritualidad San Pedro de Osma en la planta
superior durante el obispado de Vicente Jiménez Zamora, han sido
decisivas para la consolidación del Seminario en El Burgo de Osma.
Su amplitud de espacios, tanto interiores como al aire libre, así
como los valores que defiende y transmite la institución, hacen
del Seminario un lugar privilegiado para la docencia.
VI. El Seminario en la configuración de la
Plaza mayor
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII, la plaza de la Catedral era la plaza Mayor de la villa y su uso ciudadano, sobre todo
los mercados y las corridas de toros, perturbaba la celebración de
los oficios litúrgicos. A ello se añadía la forma irregular de la plaza, muy angosta según el parecer de la época, y la necesidad que
El Burgo de Osma tenía de nuevos espacios urbanos debido al
considerable aumento demográfico que experimentó la villa en el
siglo XVIII. El Ayuntamiento estaba junto a la cabecera
catedralicia, en el lugar que hoy ocupa la sacristía, lo que daba
lugar a una serie de problemas: se oían los debates del Cabildo y
del Concejo, un incendio originado en el Ayuntamiento podría
afectar a la Catedral, los reos se escapaban de los inseguros calabozos de las Casas Consistoriales y se refugiaban a sagrado ganando la impunidad, a lo que se añadía la modesta fábrica del
edificio Consistorial.
Todos estos factores, y especialmente la necesidad que tenía la Catedral de terrenos para erigir las obras con vistas a la
beatificación de Juan de Palafox, posibilitaron el acuerdo de permuta de 1768 entre el Cabildo y el Ayuntamiento: éste dejaba li44
bre el espacio ocupado en este lugar de la cabecera del templo por
la Casa Consistorial y el Cabildo se comprometía a edificar un
nuevo Ayuntamiento frente al Hospital de San Agustín,
generándose así una nueva plaza Mayor26 .
Superados todos los requisitos burocráticos, quedó expedita la vía para poder comenzar la plaza Mayor. Enfrente del Hospital se erigiría el edificio del Concejo y, a los lados, se edificarían
las casas, comprometiéndose los compradores de los solares a
edificar las viviendas conforme al proyecto redactado por Ángel
Vicente Ubón para dar uniformidad al nuevo espacio urbano.
Entre los compradores, la presencia eclesiástica fue prominente, plasmándose así la relevancia clerical también en la creación del espacio urbano más significativo de la población. El Seminario estuvo presente en esta configuración urbana al ocupar un
mesón del que era propietario –el conocido como mesón del Seminario o mesón de Santo Domingo– el solar del flanco norte que
hace esquina con la actual calle Julián Muñoz. El Colegio Seminario compró, por 3.859 reales, el solar de 10.693 pies que limitaba al
oeste con otro del Cabildo y la propia plaza, al norte y este con otros
solares y al sur con la calle que le separa del Ayuntamiento.
El Seminario quiso preservar el valor de este mesón y mostró su interés por “todo el terreno contiguo al mesón de la plaza
nueva, para evitar el perjuicio, que pudiera seguirse a dicha posesión del Seminario, vendiendo el terreno a sujetos particulares que fabricasen en él”. Pretendía el Seminario dejar en ese terreno “las calles correspondientes para el uso común y libres salidas de las puertas de dicho mesón y su corral”. En 1783, el mayordomo del Seminario, Tomás de Pablo, con el consentimiento
del obispo Calderón, se dirigió al Cabildo, propietario del terreno,
pidiendo que se le vendiera. El Cabildo accedió a la venta 27 .
Sin embargo, unos años más tarde, en 1789, la Escuela de
Cristo remitió un memorial al Cabildo suplicándole se sirviera
26
Todos los avatares del proceso en ALONSO ROMERO, Jesús: El Burgo de Osma. Historia
urbana . Soria, 1992.
27
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 11-VI-1783, t. 47, fol. 57.
45
“permitir fabricar en el suelo que se halla a espaldas del mesón
nuevo, y corresponde al Seminario Conciliar de esta villa, un
oratorio para poder hacer en él los ejercicios espirituales que
tiene por instituto la citada hermandad, ofreciéndose la misma
a satisfacer el justo valor del terreno que se la diere, y a dejar
una calle espaciosa entre el granero del Cabildo y oratorio, y
otra entre este y el mesón”. El Cabildo permitió “construir el citado oratorio, pagando lo que fuere justo por el suelo o sitio, y quedando a disposición de los señores diputados del Seminario para
que no se cause perjuicio al mesón”28 .
VII. Seminaristas burgenses
Si en lo que atañe a la sede física se evidencia la influencia
del Seminario en el marco y en la morfología urbana de la villa, la
intensa influencia en lo relativo al factor humano puede ejemplificarse en la notable presencia de burgenses entre su alumnado.
La aportación que ha hecho El Burgo de Osma de sus niños
y jóvenes al Seminario ha sido siempre generosa. La villa episcopal ha sido, con una gran distancia sobre cualquier otra, la población que más ha surtido de niños y jóvenes al Seminario. La documentación conservada sobre los autos de información y pruebas
de puritate sanguinis de los seminaristas y los calendarios de los
distintos cursos escolares ofrecen datos que lo atestiguan.
De los expedientes de los 1099 alumnos que ingresaron en
el Seminario entre 1617 y 1851 se comprueba que 73 de ellos eran
burgenses, lo que supone el 6´6% del total (entre estos jóvenes
seminaristas de El Burgo de Osma figura Primo Calvo, que ingresó el 22 de enero de 1827), mientras que de Soria capital procedían 52 seminaristas, el 4´7%, y los de Aranda de Duero eran el
4´4%, es decir, 48 jóvenes29 .
28
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 10-VI-1789, t. 49, fol. 227v.-228.
29
BARTOLOMÉ, Bernabé; UTRILLA, Pedro; YAGÜE, Juan: “Los autos de información y pruebas de pureza de sangre de los alumnos del colegio seminario en El Burgo de Osma (16171851)”, en Celtiberia nº. 93, 1999.
46
El tercer cuarto del pasado siglo XX fue cuando el Seminario acogió el mayor número de alumnos. En el curso académico 1972-73, el 6º de EGB (2º de Seminario) contaba con 97
seminaristas, número máximo de alumnos que ha tenido el Seminario en un solo curso. Estos 97 alumnos estaban distribuidos en tres grupos, de los cuales 13 eran de El Burgo de Osma,
número que también ha sido el máximo de seminaristas locales en un solo curso.
En el curso 1966-67, por ejemplo, había 36 seminaristas
de El Burgo, siguiéndoles en número los 13 de Soria y los 10 de
Almazán; en el 1971-72, había 42 burgenses (el 11´89% de los 353
seminaristas), entre ellos Casimiro López Llorente, a los que seguían los 10 de La Rasa (núcleo agregado perteneciente al municipio de El Burgo de Osma) y los 7 que aportaron Valdenebro,
Berlanga de Duero, Quintana Redonda y Retortillo; en 1972-73, a
los 34 de El Burgo le seguían, con el mismo número, La Rasa y
Retortillo de donde procedían 9 seminaristas. En la década de los
80, El Burgo dejó de tener la primacía en lo que respecta al número de seminaristas, siendo superado por San Leonardo y Ólvega,
para recuperarla en el siglo XXI. En el curso 2007-08, de 15 seminaristas, 7 son de El Burgo de Osma.
En 1941, el obispo Tomás Gutiérrez fundó una Escuela preparatoria para ingreso en el Seminario. En su sesión del 4 de febrero, el Consistorio, considerando que tal creación era beneficiosa para la villa, acordó “apoyar la creación de tal Escuela quedando obligado el Ayuntamiento al abono de casa-habitación al
maestro que se nombre y dotarla de material y local, caso de que
el Obispado no provea del necesario”30 . Los estudios de esta Escuela preparatoria duraban dos años y el maestro que estuvo a su
frente fue Trifino Martínez, maestro nacional y beneficiado tenor
de la Catedral. La sede de esta Escuela inició su andadura en una
casa propia, pero finalmente se integró en el mismo edificio del
Seminario.
30
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 4-II-1941.
47
A partir de 1948, esta Escuela preparatoria se hizo cargo
de la instrucción primaria de los cuatro niños de coro del Colegio
de infantes, que fue restaurado por el Cabildo el 26 de febrero de
ese año31 , mientras que la enseñanza de música la recibían del
propio maestro de capilla de la Catedral, a la sazón Ángel Cecilia,
que había tomado posesión de tal beneficio el 14 de agosto de 1947,
tras el fallecimiento de su hermano Jesús32 .
VIII. El Seminario, en ayuda de la población
necesitada
En la historia de la villa, profesores del Seminario y seminaristas han podido mostrar su disposición a hacer el bien a la
población necesitada, a ejercitar la virtud de la caridad allí donde
era imperiosa la necesidad de hacerlo. Algún episodio basta para
ejemplificar esa actitud.
El domingo, 9 de mayo de 1915, a las 10 de la noche, la
campana siniestra de la Casa Consistorial, anunció que había un
incendio en la villa. Era el molino de la villa, junto a los lavaderos
públicos, el que estaba siendo devorado por las llamas. Los arrendatarios del molino, en pleno incendio, “saltaron del lecho y, así,
en paños menores, no pensaron más que en salvar sus respectivas vidas, que ya corrían inminente riesgo, llegando a sufrir
quemaduras en los pies. Las inocentes criaturas del matrimonio, cuando salieron a la calle, encontrábanse semiasfixiadas.
El edificio en poco más de una hora quedó reducido a escombros… Entre buen número de vecinos merece justos aplausos la
actitud de varios profesores del Seminario, quienes sobreponiéndose a la contemplación del voraz elemento y no encontrando
óbice en su indumentaria, lanzáronse denodadamente a cumplir con sus deberes de filantropía y caridad”33 .
31
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 26-II-1948.
32
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 14-VIII-1947.
33
El Eco de Uxama, 15-V-1915.
48
IX. El Seminario y la cultura
La aportación del Seminario a la cultura burgense ha sido
siempre evidente y su protagonismo e influencia prominentes.
La intrínseca función de la institución formando e instruyendo, con cientos de profesores y miles de alumnos que han pasado por sus aulas, justifica esta afirmación. Pero el Seminario
no se ha ceñido, ambicioso ceñimiento por otra parte, a ser
marco de esa formación inherente a su función. A lo largo de
sus 425 años de historia, el Seminario ha ofrecido aportaciones singulares y específicas, distintas, algunas complementarias, a su quehacer regular.
Cuando en 1798 el canónigo Manuel Fernández Villegas
fundó la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica en esta villa, su
sede fue fijada en el Seminario. Para dar cuenta al Ayuntamiento
de su puesta en marcha, sus miembros dirigieron un afectado escrito a la Corporación municipal en el que al referir las “justas
ideas” de la Junta escriben: “Ellas no pueden ser más animosas,
mas útiles, más dignas, más recomendables, más santas, más
favorables, más propias, más generosas, más desprendidas y,
de una vez, más necesarias a las tristes circunstancias de este
pueblo y sus habitadores” . Y continúa marcando propósitos: “En
quitar del Burgo de Osma hasta donde alcance su talento, y sus
fuerzas, los escombros de la infelicidad. Van a desterrarse de
este pueblo con el auxilio de Dios, y de la Inmaculada Concepción bajo las alas de cuyo sagrado manto se ha puesto la Junta,
la ociosidad, van a sufrir su ruina la desidia, la inacción va a ser
aniquilada, el amor al trabajo va a renacer, unos renuevos de
verde oliva va a ser el objeto de todas complacencias publicas” 34 .
Tras la Guerra de la Independencia, la Sociedad enfocó su
actividad a la organización de las llamadas tertulias patrióticas,
con una clara orientación política, partidaria de la implantación
del constitucionalismo, como apuntaremos en el capítulo correspondiente.
34
AMBO: “Carta de la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica”, 14-XII-1798.
49
La música ha sido en el Seminario un ingrediente básico.
Lo recordaremos al hacer referencia a la presencia de seminaristas en los actos litúrgicos de la Catedral. Pero, independientemente
de la contribución musical del Seminario en las solemnidades catedralicias, algunas referencias pueden servir para mostrar el nivel musical de algunos profesores y seminaristas en este arte.
Las conocidas como veladas, de carácter musical, literario
y teatral, destacaron dentro de la actividad cultural del Seminario, ajena a la función estrictamente académica. Sumamente prolijo sería siquiera citar algunas de las más memorables veladas
protagonizadas por seminaristas o por actuantes externos en su
salón de actos.
La noche del 5 de febrero de 1883, los escolares del Seminario pusieron en escena para todos los burgenses los dramas El
puñal del godo, obra de José Zorrilla estrenada en 1843, Verdugo
y sepulturero, de Ceferino Suárez Bravo, y el juguete cómico de
Vital Aza, escrito en 1875, Aprobados y suspensos. Es de destacar
en esta representación que los tres autores de las obras elegidas
vivían todavía cuando se celebró el acto. “Todos cuantos tomaron
parte en la fiesta, rivalizaron en buen deseo para el mayor lucimiento de aquella, consiguiendo hacernos pasar una agradable
velada”35 .
El 7 de marzo de 1899, se celebró una brillante velada en el
Seminario en honor de Santo Tomás de Aquino. Así recogía el
evento el periódico burgense Los Apuntes: “Los alumnos de este
Seminario Conciliar celebraron el 7 del corriente una velada científico-literaria dedicada al Patrono de las Escuelas y Estudios
Católicos Santo Tomás de Aquino, y aunque quizá por olvido no
se invitó a la redacción de este Semanario, se la ha informado
que el programa fue escogido, aplaudiéndose los discursos y poesías leídas por la profundidad de los pensamientos que contenían y la certeza del sucedido en que se inspiró alguna de las
últimas, resultando el diálogo final oportuno y jocoso. La parte
musical con que se amenizó dicha velada brillantísima, quedan35
La Propaganda, año 2, nº 35, 10-II-1883.
50
do los invitados sumamente satisfechos, pareciéndoles corto el
tiempo que allí pasaron. El digno Prelado pronunció breves palabras para agradecer a los asistentes el honor que le dispensaban y excitar a los seminaristas a practicar la virtud y obtener
la ciencia por el estudio. Los superiores de dicho centro diremos
también que se multiplicaron para atender a los concurrentes”36 .
A principios del siglo XX, Cayo Lozano deleitaba sentado
ante el piano en las veladas del Seminario. El 23 de mayo de 1915,
en el Seminario se celebró una prominente velada dentro de los
actos con motivo de la consagración como obispo de Birtha, para
ser administrador apostólico de Ciudad Rodrigo, del arcediano
de la Catedral, Manuel María Vidal37 , quien en 1924 tomó posesión del obispado de Tuy, diócesis en la que falleció en 1929. La
velada comenzó a las seis de la tarde y fue de tal brillantez que, a
juicio del semanario El Eco de Uxama , su “nota culminante superó el cálculo más optimista”38 .
De la segunda mitad del siglo pasado todavía se recuerdan
las funciones que tenían lugar en el salón de actos. En los años cincuenta, un grupo de jóvenes burgenses representaban obras de teatro de José María Pemán, Pedro Muñoz Seca, Jacinto Benavente,
José María de Sagarra y otros. Pero quienes más han pisado las
tablas del escenario han sido los propios seminaristas, haciendo
pasar inolvidables momentos a los espectadores y pasándolo tan
bien –seguro que más que nadie– los propios protagonistas.
Es de destacar la formación de una nutrida rondalla en el
pasado siglo, que desplegó una reconocida actividad por toda la
diócesis. La participación de la rondalla del Seminario contribuyó a la brillantez del II día de la provincia que se celebró en nuestra villa el 25 de julio de 196739 . Según recoge la Revista de Soria40 , los coros y rondalla del Seminario fueron los “triunfadores
36
Los Apuntes, 11-III-1899, nº 34.
37
El Eco de Uxama , 15-V-1915, 29-V-1915.
El Eco de Uxama , 29-V-1915.
38
39
SORIANO, Benedicto: “II día de la provincia en la villa oxomense”; IRUELA, J. Mª.: “Así
cantó Burgo de Osma a su provincia”, en Revista de Soria , nº 3, 1967.
40
“Coros y rondalla del Seminario diocesano”, en Revista de Soria , nº 3, 1967.
51
en los festejos culturales del Día de la Provincia”. El conjunto
musical, de 65 miembros, estaba dirigido por Adalberto Martínez
Solaesa y tenía su principal actividad en las celebraciones litúrgicas de la Catedral, especialmente durante la Semana Santa. En
ese año 1967, además, ofreció 24 conciertos en otros tantos pueblos de la provincia. El coro y rondalla estaba integrado en la Asociación internacional de pueri cantores y, formando parte de la
delegación española, participó en el Congreso internacional de
Roma del 5 al 9 de julio de ese año 1967.
La conocida como “velada de Navidad”, que se representaba
la última noche antes de las vacaciones navideñas, era una función
a la que acudían un buen número de burgenses, que disfrutaban
con las interpretaciones musicales y escénicas protagonizadas por
los seminaristas. Por su brillantez y emotividad, la velada literariomusical que tuvo lugar el día 17 de junio de 1957, dedicada
póstumamente a Ángel Cecilia, merece especial reseña. En este acto
intervino el Orfeón Burgense que él fundara. El salón de actos también ha sido escenario de proyecciones cinematográficas.
Las conferencias inaugurales de cursos académicos o las
pronunciadas con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino, son especialmente destacables. También el salón de actos del
Seminario fue escenario de prominentes actos culturales de diversa índole, como el 2º pregón del III centenario de la muerte de
Juan de Palafox, pronunciado el 23 de marzo de 1957 por Sánchez Castañer41 . Entre el 2 y el 7 de agosto de 1976, el salón de
actos del Seminario fue escenario de la Semana de estudios
palafoxianos, así como en el verano de 1978 de algunas actividades que conmemoraron los 100 años de la muerte de Hilarión
Eslava y los 150 de su toma de posesión como maestro de capilla
de la Catedral.
Durante algunos veranos de principios de este siglo, el
Seminario ha sido sede de cursos impartidos por la Universidad
San Pablo CEU, en los que se trataron temas como “Patrimonio
41
FRÍAS BALSA, J. V.: “Juan de Palafox y Mendoza. El gran desconocido”, en Revista de Soria , nº 24, 1974.
52
histórico, ¿recuperar el pasado o construir futuro? Otras alternativas de desarrollo”, “La Universidad a debate”, “Cultura, arte
y naturaleza”, “La responsabilidad social corporativa como factor de sostenibilidad”, “Recuperar el patrimonio histórico: la
gestión de rutas culturales” o “La gestión energética y el cambio
climático”.
El Seminario –la que fuera capilla del Seminario menor,
dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen María– acoge
el Museo de la Semana Santa de El Burgo de Osma, inaugurado el
5 de diciembre de 2006. La iniciativa partió del Ayuntamiento,
que consiguió reemplear una subvención concedida por la Junta
de Castilla y León al municipio para otra finalidad, debido al interés que la Cofradía y la Parroquia mostraron por tener un lugar
digno donde guardar y exponer la gran mayoría de los pasos que
desfilan en las procesiones de la Semana Santa, declarada de interés turístico regional.
De forma estable, el Seminario acoge “la mejor colección
de Historia Natural de toda la provincia de Soria” 42 : los animales naturalizados adquiridos entre 1893 y 1897 por el obispo Victoriano Guisasola.
Mención especial en el ámbito cultural merece la notabilísima biblioteca del Seminario43 , de la que destaca el Breviarium
almae Ecclesiae Oxomensis, primer libro impreso en la provincia
de Soria, del 9 de abril de 1555.
X. El Seminario y la política
En algún momento histórico, el Seminario (su rector, profesores y alumnos) se decantó con nitidez por alguna determinada opción política. Quizá el primer tercio del siglo XIX fue el que
de una manera más notable se dio esta circunstancia. Había
42
GARCIA ASENSIO, J. M.: “Un discreto tesoro científico: la colección naturalizada del Seminario”, en Arévacos nº 29, 2007.
43
FRÍAS BALSA, J. V.: “Cantorales e incunables de la Biblioteca del Seminario Diocesano”, en
Revista de Soria , nº 34, 1977.
53
eclesiásticos que ejercían labores docentes en el Seminario que
eran firmes partidarios del absolutismo monárquico del Antiguo
Régimen y otros no menos convencidos de la bonanza de las reformas liberales.
Finalizada la Guerra de la Independencia, la Junta de Caridad y Sociedad Patriótica que, como hemos señalado, se fundara en el Seminario algunos años antes, en 1798, centró sus actividades en la organización de las denominadas tertulias patrióticas, en las que participaban partidarios del derrocamiento del sistema político absolutista y de la implantación de la Constitución
de Cádiz de 1812. Entre estos clérigos liberales destacó la figura
de Gregorio Alonso, rector del Seminario y canónigo de la Catedral, alentador de la Sociedad Patriótica que, sin autorización del
obispo Juan de Cavia, se instaló en el Seminario. El rector Alonso, además de formar parte activa de la tertulia, facilitó la presencia de los seminaristas en las reuniones. Alguno de estos seminaristas protagonizaron altercados y eran dados a cantar el “Trágala”44 , canción que los liberales españoles utilizaban para humillar
a los absolutistas tras el pronunciamiento del general Riego en
Cabezas de San Juan, al comienzo del trienio liberal. Esta canción
satírica se dirigía contra Fernando VII, que en 1820 fue obligado
a jurar la Constitución de Cádiz. Se dice que el propio Riego ordenó que se difundiera esta composición. Tras la restitución del absolutismo por las potencias de la Santa Alianza con los Cien Mil
Hijos de San Luis, esta canción pasó a ser un símbolo de la resistencia contra la represión de la década ominosa.
La letra de la canción dice: “Tú que no quieres / lo que queremos / la ley preciosa / do está el bien nuestro. / ¡Trágala, trágala, trágala perro! / ¡Trágala, trágala, trágala perro! / Tú de la panza / mísero siervo / que la ley odias / de tus abuelos / porque en
acíbar y lloro ha vuelto / tus gollerías y regodeos / Tú que no quieres… / Busca otros hombres, / otro hemisferio,/ busca cuitado /
déjanos quietos, / donde no sabe / que a voz en cuello / mientras
44
MATEO RIVAS, V. E.: “El clero diocesano liberal en el trienio (1820-1823)”, en Actas de la I
Semana de Estudios Históricos de la Diócesis de Osma-Soria 1997. Excma. Diputación Provincial de Soria, 2000.
54
vivieres / te cantaremos: / Tú que no quieres … / Dicen que el
«¡Trágala!» / es insultante / pero no insulta / más que al tunante.
/ Y mientras dure / esta canalla / no cesaremos / de decir ¡Trágala!’ / ¡Trágala, trágala, / trágala perro!”.
Las tertulias patrióticas, que se celebraban los jueves, contaron con la participación de mujeres, con la reprobación del Prelado que confirmó la prohibición que impedía el acceso al Seminario de las féminas.
Tras el trienio liberal (1820-23), la restitución del absolutismo supuso la represión para los liberales, incluidos los eclesiásticos que fueron recluidos a monasterios de la más estricta observancia. Una Real Orden de 1824 dispuso “el modo de proceder contra los eclesiásticos que manifestaron adhesión al sistema constitucional”, que fueron separados “de sus prebendas y beneficios recluyéndose por sus respectivos prelados en los conventos de la más
rigurosa observancia que hubiese en sus diócesis”45 .
En el siglo XX, la figura política más relevante relacionada
de forma estrecha con el Seminario fue, sin duda, el profesor del
centro y canónigo de la Catedral y experto constitucionalista Jerónimo García Gallego, diputado en las Cortes constituyentes de
1931 por la provincia de Segovia.
García Gallego fue nombrado canónigo archivero por el
obispo Mateo Múgica. Tomó posesión de la canonjía el 25 de junio de 192046 . En 1925, el prelado Miguel de los Santos le otorgó
la cátedra de Filosofía y Teología en el Seminario47 . Ejerciendo su
cátedra en el Seminario y la canonjía catedralicia, García Gallego
se forjó un gran prestigio como estudioso e ideólogo político, abiertamente partidario del liberalismo constitucionalista. Finalizando 1926 comenzó a publicar “La quiebra de nuestro sistema político y la gestación de un régimen nuevo”, obra que donó a la Biblioteca de la Catedral, recibiendo por “tan generoso obsequio”
las gracias del Cabildo, que se congratulaba “de que un miembro
45
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 1-IV-1824.
46
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 25-VI-1920.
47
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 4-X-1925.
55
de su seno estuviera publicando tal obra, que había tenido justa
resonancia en el mundo literario y político, lo que redundaba en
honor de la Corporación”48 . Cuando en 1931 fue elegido diputado en las Cortes constituyentes, el Cabildo quiso dejar constancia
de su felicitación49 , lo contrario que sucedió en la guerra civil cuando un libro suyo fue calificado por el mismo Cabildo de “injurioso
para la causa nacional”50 .
García Gallego, republicano independiente, tomó parte
activa y elocuente en el debate sobre la cuestión religiosa que se
suscitó en las Cortes constituyentes de la II República. Votó a favor de la Constitución de 1931 y en plena guerra civil se mostró
abiertamente partidario del bando republicano. Tras la guerra,
estuvo exiliado en Méjico con su sobrina, recibiendo ambos una
ayuda en 1941 por parte de la Junta de auxilio a los republicanos
españoles.
Este mismo Jerónimo García Gallego, como señalaremos
más adelante, fue el personaje al que el Ayuntamiento, sin contar
con la unanimidad de todos los concejales, dedicó la calle del Seminario durante la II República.
XI. El Seminario y el deporte
El conocido aforismo de Juvenal mens sana in corpore
sano, la necesidad de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado, se ha llevado a gala en el Seminario, que posee unas instalaciones deportivas que durante muchos años fueron las de referencia de la villa y no sólo sirvieron para la práctica deportiva de
los seminaristas dentro de las actividades del centro, sino que también acogieron competiciones federativas de diversos deportes.
Así, fueron memorables los partidos de baloncesto que tenían lugar los sábados por la tarde en la cancha del Seminario mayor con
48
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 1-XII-1926.
49
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 1-VII-1931.
50
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 1-VI-1938.
56
equipos de toda la provincia, o los partidos de balonmano en los
terrenos de los campos de fútbol. Cuando los diferentes equipos
deportivos del Seminario competían con otros foráneos se patentizaba el alto nivel deportivo de los seminaristas. Los partidos de
fútbol que se disputaban contra el Instituto de Santa Catalina el
día de Santo Tomás de Aquino gozaron de especial aceptación
entre los seminaristas durante las décadas de los años 60 y 70 del
pasado siglo.
Desde el punto de vista de la influencia externa y de la participación de los burgenses como espectadores en eventos deportivos que tuvieron lugar en las instalaciones del Seminario, sin
duda fueron los partidos de liga que el S. C. Uxama disputó durante algunas temporadas en el campo de fútbol superior del Seminario mayor los de más prominente significación.
XII. El Seminario en las solemnidades festivas
La presencia de los seminaristas en las celebraciones de la
Catedral o en las procesiones de diversa índole que tenían lugar
en El Burgo era notoria y destacada. Hasta no hace demasiado, la
intervención de la Schola cantorum del Seminario en las solemnidades de la Catedral era imprescindible.
En no pocas ocasiones, la participación musical en la
Catedral de seminaristas fue especialmente destacable. Así, en
1894, el obispo Victoriano Guisasola recordó al Cabildo la urgente necesidad de llenar el hueco de tenor, que estaba vacante por renuncia de Pedro Aragón y que veía “la ocasión de poder colocar a un joven aspirante al sacerdocio y de excelente
voz, según juicio de peritos”, y del que tenía los mejores informes, pareciéndole que no habría de haber inconveniente por
parte del Cabildo en satisfacer su estancia en el Seminario como
alumno interno a condición de que concurriera a cantar en la
capilla de la Catedral todos los domingos, días de fiesta o cuando
fuere necesario o lo determinare el Cabildo, y agregarle otra
pequeña cantidad para gastos de libros, ropas y otras menu57
dencias, o bien señalarle una retribución fija de 625 pesetas. El
Cabildo admitió la propuesta episcopal, inclinándose por la
retribución fija de las 625 pesetas anuales. El seminarista tenor era Ciriaco Areso Tolosa51 .
Al comenzar el siglo XX, la música litúrgica fue una de las
preocupaciones de la Santa Sede como atestigua un Motu proprio
de 1903 que, por otro lado, enfatizaba la importancia de una buena instrucción musical en los seminarios. El nuestro de Santo
Domingo de Guzmán tuvo un papel relevante en la interpretación
musical de la Catedral enfatizada por el reducimiento de la capilla propia del templo catedralicio. Así, por ejemplo, en 1910, a
petición del chantre, el Cabildo permitió entrar a cantar en el coro
al seminarista Teódulo Gil, con tal de que usara “sotana y sobrepelliz y guardando la compostura y respeto correspondiente”52 .
Fue también frecuente el paso del grupo de infantejos o
coloradillos al Seminario, manteniendo las obligaciones de cantar en las funciones catedralicias una vez que alcanzaban la condición de seminaristas. Por ejemplo, en 1914, Joaquín Aldea, primer niño de coro, solicitó al Cabildo que se le permitiera matricularse y asistir a las clases del Seminario para seguir la carrera eclesiástica. El Cabildo accedió a su solicitud, con la condición de que
seguiría quedando obligado a asistir al canto en todas aquellas
funciones de la Catedral que se juzgara necesario53 .
En la Semana Santa de 1921, el seminarista Serafín Serrano suplió al salmista de la Catedral y la Schola cantorum del Seminario amenizó todos los cultos. El Cabildo quiso gratificar los
servicios prestados en dichas solemnidades y abonó al seminarista “la mejora de alimentación durante esos días y la cantidad de
25 pesetas y en cuanto a la Schola cantorum se acordó darles 60
pesetas por el expresado concepto”54 . La intervención de la Schola
cantorum del Seminario por esos años en las funciones de la Se51
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 13-XI-1894.
52
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 4-VI-1910.
53
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 11-IX-1914.
54
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 28-III-1921.
58
mana Santa está atestiguada por diferentes actas capitulares55 .
Especialmente elocuente es el acuerdo capitular del 5 de mayo de
1940, estableciendo una gratificación de 500 pesetas al Seminario “por los tan excelentes servicios prestados por la Schola
cantorum del Seminario en las principales solemnidades celebradas en la Catedral y que, debido a su valiosa y acertada intervención, resultaban con tan extraordinario esplendor”56 .
Parecidas resoluciones se tomaron, por ejemplo, el 8 de
junio de 1941, cuando el Cabildo acordó entregar al rector, para
que hiciera la distribución que más oportuna le pareciere, 500
pesetas “como gratificación de haber asistido la Schola cantorum
de referido Seminario a cantar, durante el curso académico que
termina, en las fiestas solemnes que se han celebrado en la Catedral” 57 ; o el 28 de marzo de 1945, cuando se gratificó con 500
pesetas “a la Schola cantorum del Seminario por los servicios
prestados en el cántico de los actos más principales religiosos,
que se celebran en esta S. I. Catedral, contribuyendo así a darles
mayor esplendor”58 .
En las “fiestas religiosas por la terminación de la guerra
contra el comunismo” que tuvieron lugar en la Catedral en abril
de 1939, la participación de los seminaristas fue también destacada, sobre todo en la misa del 3 de abril, que fue “cantada por
los músicos de la Catedral y reforzada con elementos de la población civil, cantores seminaristas y religiosos carmelitas de
esta villa”59 .
En 1958, en la misma sesión en la que tomó la determinación de comprar a los herederos de Ángel Cecilia sus papeles de
música, el Cabildo estableció que si los niños del Seminario fueran
a la Catedral, se comprometía a gratificarlos con 1.000 pesetas60 .
55
En 1923 se dice que se remunera a la Schola cantorum con 60 pesetas “como en años anteriores” : ACBO: Libro de Actas Capitulares, 8-III-1923.
56
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 5-V-1940.
57
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 8-VI-1941.
58
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 28-III-1945.
59
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 1-IV-1939.
60
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 6-XI-1958.
59
En 1962, el Cabildo acordó “remunerar a los seminaristas
que bajasen todos los domingos a cantar como niños de coro y
algunos seminaristas mayores como ayuda de capilla” con la
cantidad de 2.000 pesetas, que se sacaron “de los réditos del capital de la Casa de los Infantejos”61 .
La Schola cantorum del Seminario “contaba con ochenta
voces de niños y hombres y era ayudada por la corta plantilla:
un sochantre, un salmista seglar, un tenor, un contralto, cuatro
niños de coro, tres instrumentistas y el organista, que cantaban
las misas de Perosi y la del Sagrado Corazón de García Blanco,
los motetes del maestro Cecilia, las obras de José Ignacio Prieto,
los salmos de Goicoechea, los gozos de Demetrio Gómez y los responsos editados por el Seminario de Victoria”62 .
La impronta musical del Seminario en la Catedral no se
redujo a los niños cantores, sino que tuvo también su reflejo en
las labores de sochantre, en los sonidos de los órganos y en la
propia dirección de la capilla musical catedralicia.
En 1948, por ejemplo, el Cabildo acordó gratificar a los
dos seminaristas que prestaban “servicios de sochantre en los
días de fiesta y señaladamente en la festividad del Corpus y
su octava” 63 .
En 1924, en los días que había capilla, tocaba el órgano de
la Catedral “un seminarista para que pudiera dirigir la capilla el
beneficiado organista Sr. Lozano”64 . Entre los seminaristas aventajados que se sentaron al órgano catedralicio destacó Demetrio
Gómez Aguilar.
En 1926, firmaron un convenio el beneficiado maestro de
capilla Francisco Solanas y el seminarista Jesús Cecilia relativo a
la participación de este último en la parte musical del culto catedralicio, con la expresa aprobación del obispo Miguel de los San61
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 3-XI-1962.
62
PALACIOS SANZ, J. I.: “Historia de la Música”, en Historia de El Burgo de Osma. Ayuntamiento de El Burgo de Osma, 2001.
63
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 4-VI-1948.
64
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 28-V-1924.
60
tos Díaz de Gómara 65 . Jesús Cecilia fue maestro de capilla hasta
su fallecimiento, plaza que pasó a ocupar su hermano Ángel por
nombramiento episcopal del 5 de agosto de 194766 , tomando posesión del beneficio el 14 de agosto67 .
Siendo organista y director de la capilla de música de la
Catedral, Vicente Lacalle era suplido con frecuencia por los seminaristas Benito García Martínez y Ángel Cecilia. Benito García, por ejemplo, recibió de gratificación por parte del Cabildo
la cantidad de 250 pesetas “por haber suplido dos meses al
beneficiado organista de esta Catedral, Don Vicente Lacalle,
en su cargo de organista” 68 . A Ángel Cecilia, siendo ya sacerdote, el Cabildo le nombró, en su sesión del 8 de abril de 1946,
para que supliera o hiciera las veces “de maestro de capilla, en
todos y sólo en los actos religiosos” que dentro y fuera de la
Catedral celebrase el Cabildo, y en los que tuviera “que actuar
como tal el maestro de capilla, con la gratificación anual de
1500 pesetas” 69 . Antes de este nombramiento como maestro
de capilla, Ángel Cecilia, autor entre otras inspiradas piezas
del Himno del Seminario, ya dirigía la Schola Cantorum del
Seminario y la de la Catedral desde al año anterior 70 . Ángel
Cecilia fue uno de los músicos que más impronta dejó entre los
burgenses, a pesar de su temprana muerte. Su sepelio, la tarde
del 31 de enero de 1957 71 , fue una masiva y sentida manifestación de duelo.
El que siendo niño de coro ingresó en el Seminario en septiembre de 1914, Joaquín Aldea, cuando fue coadjutor de la parroquia de El Burgo y profesor del Seminario, también sustituyó
en ocasiones a Vicente Lacalle como maestro de capilla.
65
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 25-XI-1926.
66
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 5-VIII-1947.
67
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 14-VIII-1947.
68
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 2-XII-1946.
69
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 8-IV-1946.
70
PALACIOS SANZ, J. I.: “Un siglo de música religiosa en El Burgo de Osma”, en II Jornadas
de Historia de la Diócesis de Osma – Soria. Excma. Diputación Provincial de Soria, 2004.
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 31-I-1957.
71
61
El sustituto de Ángel Cecilia en el magisterio de capilla,
Abdón de Juan González, tomó posesión el 21 de enero de 195872
y, según reflejaban los edictos de la convocatoria para cubrir la
plaza, por indicación del obispo Rubio Montiel, asumió también
la labor de ser “prefecto de música del Seminario, debidamente
retribuido”73 . Cuando en 1963 de nuevo quedó vaca la prefectura
de música catedralicia, el obispo volvió a señalar entre las obligaciones de la canonjía simple de prefecto de música “la dirección
de la música en el Seminario”74 , de la que se hizo cargo Adalberto
Martínez Solaesa75 .
Los seminaristas fueron requeridos, incluso, para que participaran en un concurso con el fin de componer un himno en
honor de San Pedro de Osma. El certamen se fraguó en el Cabildo
del 23 de julio de 1957, cuando se trató sobre los cultos que debían hacerse con motivo de la festividad de San Pedro de Osma.
El Cabildo consideró que, a falta de himno propio, debería convocarse “un certamen entre los seminaristas para premiar un himno en honor de San Pedro de Osma, para cantarlo los días del
triduo y de la fiesta con música de dicho himno a poder ser poco
conocida”76 . Del desarrollo y resolución del certamen, no tenemos noticia alguna.
El grupo de seminaristas era una constante en las procesiones que discurrían por las calles de la villa. Como muestra de
su presencia, nos hacemos eco de la rogativa por agua a la Virgen
del Espino que tuvo lugar el martes 30 de mayo de 1899: “Eran
las diez de la mañana y salió el primer pendón (pueblo de Valdegrulla) y los restantes hasta 41, 36 estandartes, 26 crucifijos, 34
cruces parroquiales, la Virgen de Barcebal y Ntra. Sra. del Espino. Seguían a las imágenes todo el clero catedral presidido por
el Prelado, asistiendo de sobrepelliz los ordenados in sacris, viéndose representado el M. I. Ayuntamiento de esta Villa y mar72
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 21-I-1958.
73
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 7-VIII-1957.
74
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 10-V-1963.
75
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 7-X-1963.
76
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 23-VII-1957.
62
chando en dos ordenadas filas á los lados de las imágenes los
alumnos internos de este Seminario Conciliar. Una avalancha
inconmensurable de fieles de esta Villa y de los pueblos que concurren a la rogativa cerraba la procesión, y de entre ella salían
mil y mil cantares proferidos por lenguas devotas y exhalados
por pechos altamente cristianos. Todos los balcones de las casas
por donde había de pasar la rogativa se hallaban vistosamente
engalanados, predominando los colores nacionales y desde ellos
arrojaban candorosas e inocentes niñas flores y ramos sobre las
andas de las imágenes”77 .
En 1919, se suscitó en el Cabildo la cuestión sobre el lugar
que habían de ocupar los seminaristas cuando asistían a las funciones religiosas en la Catedral. La institución rectora de la Catedral convino “en que sólo entrasen al coro en los maitines solemnes del jueves y viernes santo, en los que toman parte en el canto, y en circunstancias extraordinarias ocupando en las demás
fiestas y solemnidades litúrgicas el espacio comprendido entre
el púlpito y el coro”78 .
La presencia del rector, claustro y seminaristas era especialmente significada en las procesiones de la Semana Santa, sobre todo, en la del viernes Santo. A principios del siglo pasado,
era usual que el Ayuntamiento remitiera una invitación al Seminario en los términos siguientes:
“Al Sr. Rector del Seminario Conciliar.
El Ilmo. Ayuntamiento que presido siguiendo la costumbre
establecida ha acordado invitar a V., claustro de profesores y alumnos de ese Seminario Conciliar del que es V. digno Rector a la procesión de Viernes Santo que tendrá lugar sobre las 5 de la tarde del
día 10 del actual, esperando se dignen honrarla con su asistencia”79 .
El 16 de julio de 1951, los seminaristas participaron en la
multitudinaria festividad que conmemoró el VII centenario de la
78
Los Apuntes nº 46, 3-VI-1899.
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 13-XI-1919.
79
AMBO: Registro de salidas de comunicaciones, 8-IV-1925.
77
63
entrega del escapulario a San Simón Stock, en la que se coronó la
imagen de la Virgen del camarín del retablo mayor de la iglesia
del convento del Carmen. La Schola cantorum del Seminario cantó
en la misa de 11 en la Catedral y, por la tarde, junto a la Banda de
Música, el himno oficial de la Virgen del Carmen, en la plaza Mayor, mientras el obispo coronaba a la Virgen80 .
XIII. El pueblo en las celebraciones del Seminario
Si los seminaristas participaban activamente en las celebraciones que tenían lugar fuera del Seminario, también los burgenses acudían a los actos que se celebraban en las diversas capillas del Seminario.
En las solemnidades más significadas, el rector cursaba al
Ayuntamiento una invitación para su asistencia. Entre las celebraciones regulares, la del patrón, Santo Domingo de Guzmán,
revestía especial relevancia. En el siglo XIX, el Ayuntamiento contribuía para propiciar la participación del pueblo, dando las órdenes oportunas para que los actos llegaran a conocimiento del público. Además, se cuidaba con especial esmero la limpieza de las
calles que recorría “la procesión del Rosario por la tarde, según
costumbre establecida” 81 .
Volvemos a referir, como ejemplo, una noticia aparecida
en el periódico local Los Apuntes el día 6 de agosto de 1898 que
hace referencia a la celebración del día de Santo Domingo de ese
año: “En la Capilla del Seminario Conciliar de esta Villa se celebraron el día 4 los cultos acostumbrados en honor de Santo Domingo, fundador de la orden de predicadores. Por la mañana se
cantó misa solemne y por la tarde de dicho día fue llevado el
Santo en procesión por varias calles de esta localidad. A todos
estos actos asistió nuestro virtuoso Prelado” 82 .
80
FRÍAS BALSA, J. V.: “Santuarios marianos. El Carmen del Burgo de Osma”, en Revista de
Soria, nº 31, 1976.
81
AMBO: Registro de salidas de comunicaciones, 3-VIII-1868.
82
Los Apuntes nº 3, 6-VIII-1898.
64
La fiesta del titular, Santo Domingo de Guzmán, no fue la
única de las funciones religiosas que se celebraban en el Seminario con la presencia de las autoridades locales y de una nutrida
afluencia de fieles burgenses. Otro prominente ejemplo lo constituyen los actos religiosos que hasta 1943 organizaba en el Seminario la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús y que, novena
incluida, tenían lugar todos los meses del año.
Estos actos en honor del Sagrado Corazón no pudieron celebrarse en el Seminario en 1874, en la I República, cuando el presidente de la asociación del Sagrado Corazón de Jesús solicitó el
permiso de Cabildo para celebrar en la Catedral las funciones religiosas que, normalmente, tenían lugar en el Seminario y no podían ejecutarse debido a que las autoridades habían procedido a
su incautación83 . El Seminario volvió a la normalidad con la Restauración borbónica y con ella la reanudación de los actos en honor del Sagrado Corazón hasta los años cuarenta del siglo pasado.
Si fue frecuente que la Schola cantorum del Seminario cantara en las celebraciones de la Catedral, en ocasiones fue a la inversa. Así, en las fiestas en honor del Sagrado Corazón que tuvieron como escenario el Seminario en junio de 1931, cantaron los
niños de coro de la Catedral 84 .
Estas fiestas en honor del Sagrado Corazón de Jesús dejaron de celebrarse definitivamente en el Seminario a partir de
1944. El 7 de mayo de ese año, el director local del Apostolado
de la oración, debido a varias dificultades que encontraba “para
tener en el Seminario conciliar, en donde todos los años se venían celebrando, los cultos religiosos al Divino Corazón de Jesús” , pidió al Cabildo poder tenerlos en la Catedral y usar de la
misma lo que fuese necesario para celebrar los referidos cultos
con mayor esplendor. El Cabildo accedió y a partir de entonces
los actos en honor del Sagrado Corazón pasaron a celebrarse en
la Catedral 85 .
83
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 16-IV-1874.
84
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 10-VI-1931.
85
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 7-V-1944.
65
Gran solemnidad revistieron también las funciones litúrgicas en honor de Santo Tomás de Aquino, a la que solían asistir
las autoridades locales y un nutrido número de fieles burgenses.
En 1855, por ejemplo, el Boletín Eclesiástico del Obispado de Osma
atestigua así la “función celebrada por los seminaristas en honor
de Santo Tomás: los alumnos del Seminario Conciliar, siguiendo la piadosa costumbre de otros años, celebraron el miércoles
último la fiesta del Ángel de las Escuelas, del Doctor de Aquino.
Ya desde la noche antecedente anunciaron la función con iluminación de vasos de colores en la portada y ventanas del Colegio,
y con multitud de cohetes que dispararon desde las 8 a las 9 de la
misma, en cuya hora se rezaron dos rosarios en la Capilla, el
primero para la Comunidad y el segundo para el pueblo. En la
mañana siguiente se celebró con toda solemnidad en dicha Capilla el Santo Sacrificio del altar, asistiendo nuestro Ilmo. Prelado, la mayor parte de los Prebendados de la Catedral, el señor
Alcalde con otros individuos del Ayuntamiento, y una multitud
de personas ávidas de ofrecer sus homenajes al santo esclarecido, al inmortal defensor de la doctrina católica” 86 .
Algunas celebraciones litúrgicas, de carácter aislado, revistieron una gran solemnidad y contaron con la participación de la
población, precisamente por su singularidad. El sábado 17 de febrero de 1855, el Seminario se quiso unir a las celebraciones que
tuvieron lugar en El Burgo con motivo de la declaración como
dogma de fe de la Inmaculada Concepción de María. Para esta
función, el Seminario contó con la escultura de la Virgen guardada en la urna de la sacristía mayor que dos días antes había sido
utilizada en la celebración que por el mismo plausible motivo tuvo
lugar en la Catedral87 . El Boletín Eclesiástico del Obispado de
Osma, en su edición del 24 de febrero de 185588 , publicó una crónica de la festividad de la que extraemos algunos pasajes: “La función se inició con la traslación a la capilla del Seminario de la
bellísima imagen de Nuestra Señora de la Concepción, que los
87
Boletín Eclesiástico del Obispado de Osma , año 3, nº 71, 10-III-1855.
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 16-II-1855.
88
Boletín Eclesiástico del Obispado de Osma , año 3, nº 69, 24-II-1855.
86
66
días anteriores había estado expuesta a la pública veneración
en la capilla Mayor de la Catedral. A ese efecto los seminaristas
revestidos de sobrepelliz se dirigieron a éste a las cuatro de la
tarde del viernes, y después de orar, alumnos del Seminario condujeron dicha imagen en una sencilla, pero ordenada procesión,
cantando la letanía de Nuestra Señora y acompañándoles el
pueblo que piadosamente se les agregaba en el tránsito. Mientras tanto, otros alumnos que habían permanecido en el colegio
disparaban cohetes a porfía desde sus ventanas, recibiendo después a sus compañeros con vivas y aclamaciones a la Virgen sin
mancilla. Por la noche desde las 8 a las 10 hubo iluminaciones en
todas las ventanas de la fachada principal del espacioso edificio,
única que mira a la población, y especialmente su magnífica
portada apareció vistosamente iluminada con vasos de colores
y un transparente, en cuyo centro se veía una imagen de la Virgen. Al día siguiente a las 10 de la mañana se celebró a toda
orquesta el Santo Sacrificio de la Misa, a cuyo fin había concurrido toda la capilla del Catedral, asistiendo nuestro Prelado con
su Cabildo, y las autoridades todas de la población, con más una
multitud de pueblo, que por no caber en la capilla permaneció
gustoso en el portal del Seminario. Los seminaristas quisieron
aquel día compartir su frugal comida con los pobres, y efectivamente socorrieron a muchos, que habían acudido a las puertas
del establecimiento, enviándoles parte de su ración, y dándoles
también limosnas del dinero que les dieran para divertirse en
los juegos inocentes que les permiten en el Seminario”.
Otras singulares funciones que se celebraron en la capilla
del Seminario y que revistieron una gran relevancia fueron la “misa
solemne y Te Deum” que tuvieron lugar el 1 de junio de 1894 “en
acción de gracias por la promoción del Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr.
D. Ciriaco Sancha, Arzobispo de Valencia, antiguo alumno y catedrático de este Seminario, a la elevada dignidad
cardenalicia”89 . El cardenal Sancha está de plena actualidad ya
que el Papa Benedicto XVI, el 18 de abril de 2006, aprobó sus
virtudes heroicas.
89
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 31-V-1894.
67
Ciriaco María Sancha y Hervás nació en Quintana del Pidio,
entonces diócesis de Osma, el 18 de junio de 1833. Cursó los estudios eclesiásticos en nuestro Seminario, donde ingresó en 1852, y
en Salamanca, donde se graduó en Teología. Fue ordenado sacerdote en 1858 y en 1862 acompañó a Santiago de Cuba, como canciller secretario, a su arzobispo Primo Calvo, otro ilustre seminarista burgense que había sido profesor suyo en el Seminario. Residió en Cuba 15 años, donde fundó la congregación de las Hermanas de la Caridad. Fue nombrado obispo auxiliar de Toledo en 1876,
recibiendo la consagración episcopal en la colegiata de San Isidro
de Madrid. En 1885 fue nombrado obispo de Ávila y al año siguiente de Madrid, para sustituir al asesinado Narciso Martínez, primer
obispo de la diócesis madrileña. En 1892, el Papa León XIII le nombró arzobispo de Valencia y en 1894 le concedió el capelo cardenalicio con el título de San Pedro in Montorio. En 1898 fue promovido al arzobispado de Toledo donde falleció en 1909.
Revistió también gran emotividad y concurrencia de fieles
la bendición de la capilla del Seminario que se hizo el día 4 de
junio de 190090 . “Tuvo lugar el 4 del corriente la solemne bendición e inauguración de la nueva capilla pública del Seminario
Conciliar, que resulta un templo amplio y hermoso. La bendijo
Su Señoría Ilma. y Rvma., quien celebró primero el Santo Sacrificio de la Misa a continuación de la ceremonia, distribuyendo la
Sagrada Comunión a los Seminaristas internos y externos. A las
diez y media tuvo lugar la Misa solemne de inauguración, con
asistencia del Rvmo. Prelado, de las autoridades de la villa e individuos del Cabildo Catedral, del Claustro de profesores y alumnos, y numerosa concurrencia de fieles”91 .
El Seminario sirvió de marco para la celebración durante
algunos años de los actos religiosos con motivo de la apertura de
los cursos académicos del Centro de Enseñanza Media y Profesional Santa Catalina. Por ejemplo, en el curso académico 1963-1964,
la misa del Espíritu Santo se ofició el día 5 de octubre, a las 11 de
90
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 26-V-1900.
91
Boletín Oficial del Obispado de Osma, año 41, nº 11, 15-VI-1900.
68
la mañana, en la capilla del Seminario mayor. La misa precedía a
los actos estrictamente académicos que tenían lugar ya en el edificio de Santa Catalina 92 .
Las capillas del Seminario mayor y del Seminario menor
fueron escenario de las catequesis que los domingos a las once de
la mañana se impartían a los niños burgenses mediado el pasado
siglo. Muchos de estos catequistas eran seminaristas. Los relucientes dorados del retablo neomedieval y los recuadros de los
evangelistas de la capilla mayor o las pinturas de la Inmaculada,
de la Anunciación o de la Coronación trinitaria que en 1953 pintara Manuel Navarro en la capilla del Seminario menor, fueron testigos de estas instrucciones catequéticas.
Hace algunos años, con motivo de las obras de rehabilitación de la iglesia del Convento de El Carmen, fue la capilla del
Seminario mayor la que acogió las celebraciones litúrgicas de los
P.P. carmelitas. A esta capilla acudían los feligreses burgenses,
patentizándose así también la vinculación entre el Seminario y la
población.
La vinculación entre el Seminario y su contexto social no
se evidenció sólo en los asuntos relativos a la veneración religiosa. Durante la guerra civil española, fue “requisado el Seminario
Conciliar para campo de concentración de evadidos y prisioneros” 93 e hizo las funciones de base logística de la Legión Cóndor,
sirviendo de alojamiento a un centenar de militares alemanes94 .
En julio de 1939, a punto de recuperar el edificio del Seminario su natural función, el prelado Tomás Gutiérrez no podía
ocultar su satisfacción: “Estando ya próximo, a lo que parece, el
día en que ha de quedar desalojado por completo el Seminario
Conciliar de nuestra Diócesis, dedicado durante la guerra, y aún
después de la victoria definitiva de nuestro glorioso ejército, a
fines bien ajenos a su primordial destino, es llegada la hora de
anunciaros la buena nueva de que, D. m., el próximo curso po92
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 1-X-1963.
93
Boletín Oficial del Obispado de Osma, año 79, nº 10, 14-IX-1938.
94
NICOLÁS, Javier: La legión cóndor en El Burgo de Osma, en Arévacos, nº. 26.
69
drá inaugurarlo el Seminario en su propio domicilio. ¡Largos
han sido, en verdad, los años de la guerra! ¡Y cuanto hemos sufrido viendo a nuestro Seminario, plantel de jóvenes levitas llamados por Dios al Sacerdocio, convertido en … Cuartel, en …
Prisión de muchos, que acaso profanaron los templos del Señor
y redujeron a cenizas sus altares! Mientras nuestros Seminaristas, sus naturales inquilinos, corrían a empuñar las armas en
defensa de la Religión y de la Patria o tenían que acogerse a la
generosidad, que muy de corazón agradecemos, de otros Seminarios que con verdadero amor les abrieron sus puertas, evitando de esta suerte el que se vieran constreñidos a interrumpir los
estudios comenzados. Sólo a los benjamines, y no a todos, Nos
fue posible brindar asilo en algunas habitaciones de nuestro Palacio, donde han podido hacer el último curso con no pequeño
sacrificio. Mas todo aquello creemos podemos dar ya por pasado, gracias a Dios, y fundadamente esperamos que el Seminario, instalado de nuevo en su casa solariega y convenientemente
reparado y adecentado, podrá recibir a cuantos sientan en sus
almas –y ojalá que sean muchos- los primeros balbuceos de la
voz de Dios que los llama para hacerlos sus ministros, y a aquellos otros que en los frentes de batalla suspiraban con tanto afán
por el día venturoso de la paz, que les permitiera trocar las armas por los libros y los azares y peligros de la guerra por la
tranquilidad y el recogimiento del Santuario”95 .
XIV. La calle del Seminario
Conscientes de la importancia que el Seminario tenía para
El Burgo de Osma, la villa quiso poner el nombre de Seminario a
una de sus principales calles: la que une la plaza de la Catedral con
el propio Seminario y que era conocida como calle de las Tabernas.
Hoy sigue manteniendo esa denominación, si bien durante la
II República el Ayuntamiento decidió quitar el nombre a esa calle.
95
Boletín Oficial del Obispado de Osma, año 80, nº 10, 31-VII-1939.
70
En la sesión del 29 de abril de 1931, el Consistorio “con el fin de solemnizar el advenimiento de la República” consideró que era “necesario cambiar el nombre de algunas calles, entre ellas la Plaza Mayor” dándole el nombre de “Plaza de la República, en conmemoración al feliz advenimiento de ésta”, la calle del Seminario que pasó a
llamarse calle del Dr. García Gallego, rindiendo así “homenaje al
hombre bueno, modesto y sabio”, y la avenida de Primo de Rivera
que fue rebautizada con el nombre de “avenida de Galán y García
Hernández, en memoria de la sangre que tan generosamente vertieron en los sucesos de Jaca estos héroes de la revolución”.
Los cambios de nombres de calles no fueron adoptados por
unanimidad. Concretamente la votación para cambiar de nombre
la calle del Seminario arrojó el resultado siguiente: “Votaron porque se dé el nombre de Dr. García Gallego a la actual calle del
Seminario los señores Izquierdo, Lorenzo, de Miguel, Alonso,
García y Andaluz, en total seis votos, votaron en contra los señores del Valle, Martín, Benito y Arroyo, total cuatro votos, quedando acordado por mayoría”96 .
Sin embargo, sí que fue acordado por unanimidad “que el
acto de cambiar el nombre a las calles de Plaza Mayor, avenida
del General Primo de Rivera y Seminario” se verificara el día 15 de
agosto “a las nueve de la mañana con asistencia de la Corporación, autoridades locales y Banda de música”97 . Tras la II República, el Ayuntamiento volvió a nominar del Seminario a la calle.
En diciembre de 1941, ocho sacerdotes burgenses presentaron una instancia solicitando que la calle del Seminario se denominara “del Ilmo. Sr. D. Juan José de Pablo Romero, en atención a la personalidad de este hijo preclaro de Burgo de Osma y
ser aquella la calle en que nació”. Sin embargo, “los señores concejales, después de amplia discusión y por unanimidad, acordaron desestimar tal petición” y que se mantuviera “el nombre de
calle del Seminario”98 .
96
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 29-IV-1931, 2v.-4.
97
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 22-VII-1931, fol. 21v.
98
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 2-XII-1941.
71
La petición de los clérigos burgenses se hizo poco tiempo
después de que a Juan José de Pablo se le concediera por el “Ministro de la Gobernación el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia con distintivo blanco y categoría de cruz de segunda clase” y de que el Ayuntamiento decidiera apadrinar el acto de imposición de tal condecoración a “este virtuoso sacerdote natural de
esta villa” y “colocar una lápida en la fachada de la casa en que
nació, calle del Seminario, en la que se perpetúe este reconocido
mérito de nuestro paisano”99 .
XV. El Burgo lucha por el Seminario
Los representantes municipales han sido generalmente
conscientes de la importancia que para El Burgo tiene su Seminario. Cuando corrían rumores sobre su cierre o traslado, la villa se
mantuvo firme en su defensa; cuando, por diversas razones, el
Seminario fue clausurado, las instituciones e individuos de la villa se mostraron activos para conseguir su reapertura y, cuando
se consiguió, el gozo era manifiesto.
El 28 de noviembre de 1836, el gobernador eclesiástico del
obispado comunicó al Cabildo que el gobierno había decidido días
antes que se reabriera el Seminario. Enseguida se reunió la Junta del
Seminario, formada por el jefe político de la provincia de Soria, el
gobernador eclesiástico y dos canónigos (Gregorio Alonso y Nicolás
Barquín, rector del Seminario y mayordomo respectivamente), que
acordó “celebrar dicha apertura en el día 4 de diciembre próximo,
con asistencia de todas las autoridades, corporaciones y público de
esta villa con la mayor pompa y solemnidad posibles”. La oración
inaugural se encargó a Eusebio Campuzano, abad de San Bartolomé
de la Catedral, reconocido canónigo adepto al liberalismo cristino, y
hubo también “misa y Te Deum en la capilla del enunciado Seminario”. La reapertura del Seminario se reconoció como “singular beneficio de S. M. para esta villa, obispado y provincia”100 .
99
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento , 2-VIII-1941.
100
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 28-XI-1836.
72
En 1840, la Junta Provincial de Gobierno de Soria decidió
trasladar la Universidad y el Seminario a la ciudad de Soria. Sus
profesores, enseres y biblioteca, se instalaron en el antiguo Colegio de la Compañía de Jesús, hoy Instituto de Enseñanza Secundaria Antonio Machado. Tanto el Ayuntamiento como el clero
burgenses solicitaron a la Regencia del Reino que las dos entidades volvieran a El Burgo.
El 9 de noviembre, el Ayuntamiento nombró al abogado
burgense Hilario Garcés, para que pasara “a Madrid a solicitar
ante la Regencia del Reino, y demás autoridades que corresponda, la devolución de los establecimientos de Colegio Seminario y
el de la Universidad de esta villa que han sido trasladados a Soria por disposición de la Junta de Gobierno de la Provincia”. El
comisionado llevó sendos memoriales para entregar en el Ministerio de la Gobernación y en el de Gracia y Justicia, guardándose
en el archivo una copia, junto a la que se dirigió a la Junta Provisional de Gobierno de la ciudad de Soria, por si hubiera necesidad
de reiterar la petición en lo sucesivo101 .
En diciembre de 1840, el Ayuntamiento constitucional burgense expresó al Cabildo “sus deseos de practicar con toda energía, y a costa de cualquiera sacrificio, cuantas diligencias sean
conducentes para que se vuelvan a esta población los establecimientos de Colegio y Seminario trasladados a la ciudad de Soria
por disposición de la Junta Provisional de Gobierno instalada
en la misma” . El Cabildo, en sintonía con las pretensiones consistoriales, nombró al abad de San Bartolomé para que le representara con el fin de aunar esfuerzos civiles y eclesiásticos respaldando la demanda102 . La polémica terminó con una orden de la Regencia, de 9 de noviembre, aprobando la continuidad del Seminario y de la Universidad en la capital.
En julio de 1843, cuando el fracaso del traslado de la Universidad burgense a Soria quedó patente en el hecho de que tan
sólo lograra pervivir en la ciudad un solo curso, la Junta Superior
101
AMBO: Libro de Acuerdos del Ayuntamiento, 9-XI-1840.
102
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 12-X-1840.
73
Provincial de Gobierno acordó restituir el Seminario a El Burgo.
El Ayuntamiento constitucional, en prueba de la satisfacción que
le supuso “la noticia de haberse dispuesto por la Junta Superior
Provincial de Gobierno de esta provincia la reinstalación en esta
villa del Seminario Conciliar” acordó que la noche del 12 de julio,
de 9 a 10, hubiera “repique general de campanas”103 .
No hubo repique general de campanas, pero sí apoyo decidido por parte del Ayuntamiento, incluyendo aportación económica dentro de sus posibilidades, cuando en 2002 se abrieron
nuevas perspectivas para el Seminario con el inicio de los Cursos
de Verano de la Fundación CEU San Pablo.
El obispo Tomás Gutiérrez quiso, en 1939, dejar constancia del agradecimiento al Ayuntamiento burgense, entre otras entidades, por sus aportaciones al Seminario en una circular solicitando ayuda para el centro: “Queremos, para mayor acicate y
estímulo hacer resaltar y proponer a la imitación de todas las
Corporaciones, Ayuntamientos y Cofradías de la Diócesis, el alto
ejemplo que en el pasado curso dieron la Excma. Diputación de
Soria, el Ilmo. Ayuntamiento de Burgo de Osma, la Caja Provincial de Ahorros y la Cofradía de San Antonio de Padua de Soria
contribuyendo con cantidades notables a sufragar los gastos de
pensión a alumnos pobres”104 .
Sin embargo, en ocasiones, las circunstancias históricas y
la orientación ideológica del sistema político o del gobierno de la
nación influyeron en la composición mayoritaria del Consistorio
burgense, que tomó acuerdos poco favorables al Seminario. La
más gráfica de todas ellas fue, quizá, la decisión por parte de la
autoridad civil de la villa de incautar el Seminario Conciliar durante la I República. Esta incautación fue puesta de manifiesto
por el canónigo Juan Rico en el Cabildo del 16 de abril de 1874, en
el que, como presidente de la asociación del Sagrado Corazón de
Jesús, solicitó el permiso de Cabildo para celebrar en la Catedral
las funciones religiosas que, normalmente, tenían lugar en el Se103
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 12-VII-1843.
104
Boletín Oficial del Obispado de Osma, año 80, nº 11, 31-VIII-1939.
74
minario y no podían ejecutarse debido a la incautación105 . El Seminario volvió a la normalidad con la Restauración borbónica.
Años antes, en 1869, antes de cumplirse el año de la Revolución Gloriosa, comenzó a expandirse por El Burgo el rumor
de que “las alhajas, hasta las destinadas al culto, habían sido
tasadas para después hacer de ellas una expropiación” y que el
Seminario iba a cerrarse por orden gubernativa. Entonces, el
Ayuntamiento, por orden del gobierno provisional, remitió un
oficio al rector para tranquilizarle y negar el rumor, al que calificó de “calumnia que había infestado y alarmado a este pacífico
vecindario”. Insistía el Alcalde que tales rumores eran “completamente falsos”, pero que como la tranquilidad estaba amenazada “por excesiva credulidad de algunos y por la inexperiencia y fogosidad de la juventud”, instaba al rector para que procurara que los alumnos y personal del Seminario no se prestaran “a la explotación de gente aviesa y mal avenida con la tranquilidad y el orden”106 .
Los ánimos no estaban por entonces muy tranquilos. El
gobierno se incautó el día 25 de enero de la biblioteca de la Catedral. El Ayuntamiento, cumpliendo órdenes gubernamentales,
selló las puertas de la biblioteca, pero, tanto el sello como el anuncio de la incautación, “puestos en la tarde del 25 del corriente en
la puerta de hierro de la biblioteca situada en el claustro de esta
Santa Iglesia Catedral”, fueron rotos y arrancados107 .
Durante la noche del 31 de enero, algunos burgenses fueron “dando gritos de ¡viva la religión! y ¡viva Carlos VII!, ¡mueran Prim y Zorrilla!”, y algunos grupos trataron de desobedecer
a la autoridad local, lo que obligó al Ayuntamiento a pedir al jefe
de la Guardia Civil que reforzara la vigilancia para evitar que se
alterase el orden público 108 . Carlos VII era, desde el 3 de octubre
de 1868, el pretendiente de la dinastía carlista al trono español
105
ACBO: Libro de Actas Capitulares, 16-IV-1874.
106
AMBO: Registro de salidas de comunicaciones, 26-I-1869.
107
AMBO: Registro de salidas de comunicaciones, 31-I-1869.
108
AMBO: Registro de salidas de comunicaciones, 1-II-1869.
75
tras abdicar en él su padre, aunque buena parte de los carlistas ya
lo tenían como su rey desde 1864, cuándo la princesa de Beira lo
proclamó como el rey legítimo en la Carta a los españoles. Prim y
el burgense Ruiz Zorrilla encarnaban la política del sexenio revolucionario, en unos momentos en los que los políticos españoles,
tras el derrocamiento de Isabel II y la aprobación de una Constitución monárquica, iban buscando entre las dinastías europeas
un voluntario que ocupara el trono de España.
*******
El Seminario y El Burgo de Osma han tenido una estrecha
relación a lo largo de la historia. Este bosquejo tan sólo ha pretendido evidenciar, con algunos ejemplos entre otros muchos que se
podrían traer a colación, la importancia que el Seminario ha tenido para la Villa que le acoge con estima y legítima complacencia.
Ciertas tendencias culturales del momento, con un notorio éxito
mediático, tratan de relegar al olvido la verdad histórica, por la
vía de la ignorancia o, lo que es más eficaz, de la tergiversación.
La historia de El Burgo hubiese sido menos resplandeciente sin el
Seminario y, por ello, en el presente se ha de reconocer que una
mirada al esplendor del pasado debe suponer también una esperanza abierta al futuro.
Jesús Alonso Romero
76
Crónica
de los últimos
25 años
77
Recordar es vivir porque, en verdad, sólo se vive aquello
que permanece presente en el corazón de la memoria. Los acontecimientos, pequeños y grandes, agrupados en estas páginas representan retazos de nuestra vida cotidiana, evocaciones que dibujan el paisaje de nuestros sentimientos y realidades que hemos
vivido juntos…
78
1983
Febrero
El día 1 fallece en Ágreda a los 80 años de edad D. Segundo
Palacios Madrid, profesor durante muchos años del Seminario.
Marzo
En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día del
Seminario, el Sr. Obispo, D. Teodoro Cardenal Fernández, escribe:
“Si el Seminario fue siempre no camino de rosas y
lugar de fáciles y resonantes éxitos, sino ámbito donde,
en clima de silencio, trabajo y oración, se han librado luchas y envites, cuya naturaleza guarda una gran analogía con el contenido de la famosa meditación ignaciana
de “dos banderas”, hoy lo sigue siendo en nuestra actual
coyuntura con doblada realidad”
Octubre
- El día 20 la Santa Sede hace público el nombramiento de
D. Teodoro Cardenal Fernández, Obispo de Osma-Soria, como
nuevo Arzobispo de Burgos.
1984
Enero
- El día 28 se celebra en el Seminario la festividad de Santo
Tomás de Aquino, ese año con una nota singular: conmemorar el
cuarto centenario de la fundación del centro. De acuerdo con el
programa previsto, a las 11 horas dio comienzo la Santa Misa, concelebrada por miembros del claustro de profesores y presidida por
el Administrador diocesano, D. Jesús López Granados. Finalizado
el acto religioso, tuvo lugar el acto académico: bajo la moderación
79
de D. José Mª Hernández, profesor de Historia de la Iglesia, los
alumnos de cuarto de Teología dieron una conferencia bajo el título “Nuestro Seminario diocesano: cuatro siglos de historia”.
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Administrador Diocesano, s. v., D. Jesús López Granados, escribe:
“El presbiterio diocesano debe estar vinculado especialmente al Seminario. Todo presbítero debe prestar
franca colaboración al Seminario, respetando la autonomía y estructuras del centro. Debemos ser conscientes de
que un testimonio de vida humilde, laboriosa, de entrega
a Cristo y a las almas ejerce decisiva influencia en la formación de los sacerdotes”
Julio
- El día 5 fallece en Madrid a los 68 años de edad D. Lucio
Hernández Pacheco, durante años profesor y confesor del Seminario.
Septiembre
- El día 1 la Santa Sede hace público el nombramiento de
D. José Diéguez Reboredo como Obispo de Osma-Soria.
- El día 8 son ordenados presbíteros en la Catedral de El
Burgo de Osma Juan Carlos Atienza Ballano, Alejandro Casado
Miguel, Emiliano del Cura Escurín, José Antonio Ines Barrios,
Isidoro Javier Gamarra de Miguel, Tomás Otero Lázaro y José
Sebastián Tabernero.
Diciembre
- El día 27 fallece en Pamplona D. Ambrosio Puebla Gonzalo, durante años Formador y profesor del Seminario.
80
1985
Octubre
- El Sr. Obispo, D. José Diéguez Reboredo, nombra a D.
José Jiménez Sanz Vicerrector, y a D. Elpidio Álvarez Hernando
Director espiritual del Seminario Mayor.
1986
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. José Diéguez Reboredo, escribe:
“La preocupación de la comunidad por el nacimiento y consolidación de las vocaciones de especial consagración no es una actividad marginal, sino que ha de ocupar
el centro de su preocupación pastoral. ¿Podemos lamentarnos de la falta de sacerdotes si nada hacemos para que
surjan estas vocaciones, para que reciban una formación
adecuada en el Seminario?”
- El día 19 son ordenados diáconos en la Parroquia de El
Salvador de Soria Alberto Dimas Blanco Blanco, Alberto Dueña
Ocón, Jesús Florencio Hernández Peña y Pedro del Río Alonso.
Julio
- El día 12 es ordenado presbítero en la Iglesia parroquial
de San Esteban de Gormaz Alberto Dimas Blanco Blanco.
Noviembre
- El Sr. Obispo, D. José Diéguez Reboredo, nombra a D.
Juan Carlos Atienza Ballano Formador del Seminario Menor.
- El día 30 es ordenado presbítero en la Iglesia de San Miguel Arcángel de Ágreda Pedro del Río Alonso; y en la Capilla de
Santo Domingo del Seminario Alberto Dueña Ocón.
81
1987
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del
Día del Seminario, el Sr. Obispo, D. José Diéguez Reboredo,
escribe:
“El Seminario deja profundas huellas en los futuros presbíteros, marcando o no en sus vidas las actitudes
evangélicas que han de poseer en el ejercicio de su ministerio. Pero éste no podrá dar a la Diócesis los sacerdotes
que todos deseamos sin unos formadores y profesores preparados y totalmente entregados a la formación de los
seminaristas, sin unos locales apropiados y medios materiales suficientes, y sin una adecuada selección de los candidatos. Para que todo esto se haga realidad es necesaria
la colaboración y el esfuerzo de todos”
Mayo
- El día 14 la Santa Sede da a conocer la noticia del nombramiento del Sr. Obispo, D. José Diéguez, como nuevo Obispo
de Orense.
- El día 24 son ordenados diáconos en la Capilla de Santo
Domingo de Guzmán del Seminario Ángel S. Gutiérrez, Tomás
Oliva y Dionisio Crespo.
Noviembre
- El día 13 la Santa Sede da a conocer la noticia del nombramiento de D. Braulio Rodríguez Plaza como nuevo Obispo de
Osma-Soria.
- El día 14 es ordenado presbítero en la Iglesia parroquial de Monteagudo de las Vicarías Jesús Florencio Hernández Peña.
82
1988
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del
Día del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza,
escribe:
“En nuestro Seminario los jóvenes que desean
llegar al presbiterado han de encontrar el medio adecuado para el cuidado y seguimiento de la propia vocación, para el equilibrado desarrollo de la personalidad humana. El Seminario sirve para conseguir una
conveniente formación espiritual y doctrinal y la necesario instrucción pastoral. En la comunidad del Seminario, el que desea servir al pueblo de Dios como
sacerdote, debe conseguir una experiencia de vida comunitaria, para que así se posibilite el conocimiento y
la vinculación entre los que están llamados a formar
el futuro presbiterio en torno al Obispo”
- El día 19 son ordenados presbíteros en la Catedral de El
Burgo de Osma Dionisio Crespo Barrio, Enrique García Gallego,
Ángel Segundo Gutiérrez Moreno y Tomás Oliva Crespo.
Mayo
- El día 22 es ordenado diácono en la Capilla de Santo
Domingo de Guzmán del Seminario Alfonso García Bermejo.
Octubre
- El Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, nombra a D.
Casimiro López Llorente Rector del Seminario, a D. Víctor Sanz
Formador del Seminario Menor y Administrador, y a D. Tomás
Otero Lázaro y D. Jesús F. Hernández Peña Formadores y Profesores.
83
1989
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, escribe:
“No puede haber Iglesia sin Eucaristía, sin el servicio sacerdotal de Cristo. No puede haber comunidades cristianas sin el servicio de presidencia de los presbíteros, de
los sacerdotes. Por eso Dios sigue llamando a todos los
cristianos a trabajar en la viña, pero igualmente sigue llamando a una vocación sacerdotal, que es participación
en el ser y en la misión de Cristo sacerdote, el Compañero
de camino, el Salvador y Redentor”
- El día 11 Alfonso García Bermejo es ordenado presbítero
en la Iglesia de Nuestra Señora del Espino de Soria.
1990
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, escribe:
“No es justo responsabilizar de la escasez de vocaciones únicamente a las dificultades que provienen de la sociedad en que viven los chavales y los jóvenes. La actitud bastante generalizada entre los católicos, y aun entre los sacerdotes y religiosos, de considerar la escasez de vocaciones
como un problema que está principalmente condicionado por
la situación ambiental puede ser un modo de encubrir las
insuficiencias de nuestra pastoral de juventud, o la escasa
vivacidad cristiana y apostólica de nuestras comunidades”
Mayo
- El día 6 es ordenado diácono en la Iglesia parroquial de
Covaleda Javier Santaclotilde Ruiz.
84
1991
Enero
- Queda constituido en la Diócesis, a iniciativa de los responsables del Seminario, el llamado Movimiento pro-vocacional
sacerdotal con el objetivo de suscitar vocaciones al sacerdocio entre
los niños y jóvenes de las parroquias.
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, escribe:
“¿Acaso son los sacerdotes los líderes de una organización, unas élites al margen del resto del Pueblo de
Dios? No. Los sacerdotes en la Iglesia son llamados por
Jesucristo, no son representantes de la comunidad, para
que los fieles laicos puedan cumplir con su misión, pues
les dan el tesoro más grande que la Iglesia tiene: Cristo
vivo. Pero se sienten hijos de este Pueblo del Señor, no están alejados de sus hermanos, aunque vivan una forma
típica de existencia cristiana, caracterizada por la caridad pastoral, por un seguimiento de Cristo que lleva consigo la vivencia de la sexualidad en un celibato por el Reino de los cielos, de una opción preferencial por los pobres
y en un servir y no ser servido”
Junio
- El día 22 recibe el Orden del Diaconado Alberto de Miguel Machín en la Parroquia de Santa María La Mayor de Soria.
Julio
- El día 6 es ordenado diácono Emilio José Almajano García en la Parroquia de San Pedro Manrique. Asimismo, Francisco
Javier Santaclotilde Ruiz es ordenado presbítero el 7 de julio en la
parroquia de Nuestra Señora de los Milagros de Ágreda.
85
Octubre
- El día 12 de octubre Emilio José Almajano García es ordenado presbítero en la parroquia de San Martín de San Pedro
Manrique.
Noviembre
- El día 1 de noviembre Alberto de Miguel Machín es ordenado presbítero en la parroquia de Santa María La Mayor de Soria.
Diciembre
- El día 1 fallece a los 81 años en El Burgo de Osma D. Timoteo Ruiz Ruiz, durante años Profesor del Seminario.
1992
Enero-Febrero
- En los últimos días de enero y primeros de febrero tiene
lugar una Visita Apostólica a nuestro Seminario. La realiza el entonces Obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Antonio Dorado Soto, integrante del grupo de Obispos que durante aquellos meses visitaron todos los Seminarios españoles, visita solicitada al Papa por
la Conferencia Episcopal Española. El entonces Obispo de OsmaSoria, D. Braulio Rodríguez Plaza, formó parte del citado grupo y
visitó varios seminarios en Aragón y Valencia.
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, escribe:
“La vocación a ser cura es una llamada especial, pero
absolutamente necesaria para que los demás sean llamados y llamen a otros a su vez. La voz de Cristo, que resuena
en los sacerdotes, es voz de alguien que actúa en nombre de
Cristo, Cabeza de la Iglesia, para que Él siga presente en su
86
Iglesia por medio de la Eucaristía, por ejemplo. Pero no
olvidemos a nuestro Seminario concreto y a los seminaristas. ¿Son muchos? ¿Son pocos? Son los que son, los que nos
merecemos y los que hemos pedido al Señor”
Abril
- El día 15, después de la celebración de la Misa Crismal, el
presbiterio diocesano de Osma-Soria, reunido en el Seminario,
rindió homenaje público de gratitud al durante muchos años profesor del Seminario D. Jesús López Granados, con motivo de la
concesión del título de Prelado de honor de Su Santidad.
1993
Marzo
- El día 19 son ordenados diáconos en la Concatedral de San
Pedro de Soria Ángel Hernández Ayllón, Miguel Ángel Macarrón
Sanz y Rafael Muñoz Mateo, de Soria; Vicente Molina Pacheco, de
Madrid; y José Antonio Pacheco Rincón, de El Burgo de Osma.
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, escribe:
“Dios no os ha creado en serie. Quiere que seáis felices y por eso nos llama por nuestro nombre para que
seamos semejantes a su Hijo Jesucristo. Ésa es nuestra
vocación, la primera, pero hay más. Se puede ser cristiano de muchos modos. Unos siguen a Jesús casándose, otros
viven su profesión según el evangelio. Lo mismo que en la
vida se puede ser muchas cosas, también se puede ser cristiano de muchos modos. Pero yo te apunto hoy un modo
que tal vez puede ser un tesoro en ti sin descubrir: seguir a
Jesús en el ministerio apostólico, ser portador de la Buena
Noticia del señor Jesús en su nombre. Pero ¿a qué me refiero? Te estoy diciendo que pienses si Dios no te llama a ser
cura, lanzarte a la aventura de ser apóstol en camino”
87
Abril
- El 23 de abril tiene lugar en el Seminario el II Día del
Catequista, presidido por el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez, y
organizado por la Delegación diocesana de Catequesis.
Octubre
- El día 3 son ordenados presbíteros en la Catedral de El
Burgo de Osma Ángel Hernández Ayllón, nacido en Soria en 1967,
Miguel Ángel Macarrón Sanz, nacido en Soria en 1968 y Rafael
Muñoz Mateo, nacido en Valderrobres (Teruel) en 1968: los tres
procedentes de la parroquia Santa María La Mayor de Soria; Vicente Molina Pacheco, nacido en Madrid en 1956; y José Antonio
Pacheco Rincón, nacido en el Masnou (Barcelona) pero procedente
de la parroquia de El Burgo de Osma.
- D. Juan Carlos Atienza Ballano es nombrado Rector del
Seminario y D. Ángel Hernández Ayllón Formador del mismo.
1994
Febrero
- El día 22 muere a los 89 años D. Raimundo Rubio Peñalba, durante años Rector del Seminario.
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, escribe:
“La familia cristiana demuestra la inmensa importancia que ella tiene en lo que se refiere a la vocación de
ser cristiano […] Si parece evidente que los padres tienen
una responsabilidad clara respecto a la vocación cristiana de sus hijos, ¿tendrán también responsabilidad los
padres respecto a una posible vocación de alguno de sus
hijos al sacerdocio, aunque ésta sea una vocación espe88
cial, no de todos? […] Es preciso crear en vuestras familias una atmósfera adecuada para que nazcan las vocaciones al sacerdocio; también es necesario que vosotros,
padres, seáis generosos en comprender los designios de
Dios sobre vuestros hijos”
Abril
- El día 24 son ordenados diáconos en la Concatedral de
San Pedro de Soria Guillermo Capilla Andrés, de Bayubas de Abajo,
Gabriel-Ángel Rodríguez Millán, de Vinuesa, José Antonio Encabo Yagüe, de San Leonardo de Yagüe, y Jesús Luis Sacristán García, de Aranda de Duero.
Julio
- El día 10 tiene lugar en el Seminario el II Encuentro diocesano de la Familia, organizado por la Delegación de Pastoral
familiar, al que asistieron más de setenta matrimonios y una treintena de jóvenes, además de un nutrido grupo de sacerdotes. El
Encuentro estuvo presidido por el lema “La familia, protagonista en la civilización del amor”.
Noviembre
- El día 5 es ordenado sacerdote José Antonio Encabo Yagüe en la parroquia de San Leonardo de Yagüe.
Diciembre
- El día 11 son ordenados presbíteros en la Catedral de El
Burgo de Osma Guillermo Capilla Andrés, de Bayubas de Abajo,
Gabriel-Ángel Rodríguez Millán, de Vinuesa, y Jesús Luis Sacristán García, de Aranda de Duero.
- Con motivo del aniversario de la Ordenación episcopal de
D. Braulio Rodríguez Plaza, el día 18 tiene lugar en la Capilla de
Santo Domingo de Guzmán del Seminario una Misa en rito hispano-mozárabe presidida por él mismo.
89
1995
Marzo
- El día 2 fallece en Gómara a los 96 años D. Antonio Moñux
González, durante años Administrador y Profesor del Seminario.
- El día 6 fallece en Soria D. Segundo Jimeno Recacha, durante años Profesor del Seminario.
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, escribe:
“El sacerdote representa a Cristo, no le sustituye, y la
representación no es identificación, pues no se borran los
contornos personales del hombre que es ordenado sacerdote. Eso sí, debéis exigirnos a los sacerdotes parecernos a Cristo
y tener su estilo de vida […] ¿Se educa para esto a los seminaristas que hoy forman nuestro Seminario? Sinceramente
sí […] Con frecuencia siento que en la Diócesis se les desconoce un poco y se les aprecia menos que se apreciaba antes a
los seminaristas, incluso por los mismos sacerdotes”
Mayo
- El día 12 la Santa Sede hace público el nombramiento de
D. Braulio Rodríguez Plaza como nuevo Obispo de Salamanca.
Julio
- El día 10 el Colegio de Consultores de la Diócesis elige
Administrador Diocesano, s. v. a D. Casimiro López Llorente, durante años Profesor y Rector del Seminario.
Octubre
- D. Guillermo Capilla Andrés es nombrado Formador del
Seminario.
Diciembre
- El día 16 la Santa Sede hace público el nombramiento de
D. Francisco Pérez González como nuevo Obispo de Osma-Soria.
90
1996
Enero
- El día 6 el Rector, los Formadores y los seminaristas mayores acuden a Roma para participar en la Ordenación episcopal
del nuevo Obispo de Osma-Soria, D. Francisco Pérez González.
Febrero
- El día 19 se reúnen en el Seminario con el Obispo, D. Francisco Pérez González, que acababa de tomar posesión de la Diócesis, los seminaristas, sus párrocos, formadores y profesores del
Seminario para tratar, en diálogo abierto, algunos aspectos de la
pastoral vocacional en Osma-Soria.
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día del
Seminario, el Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, escribe:
“Este año el lema del Seminario es “Sacerdotes para
servir”. No es una propuesta de puro slogan publicitario.
Es un compromiso que deseamos seguir tomando en serio
ante tantas tentaciones de poder y dominio o de pasotismo […] Ser sacerdote hoy es una vocación maravillosa
que tiene un gran servicio que realizar en medio de la sociedad: llevar a todo ser humano la voz y la gracia de Dios
y ayudar a reconocer que en todo hombre o mujer está la
imagen del Dios vivo y verdadero”
Junio
- El día 30 en el Seminario de verano de Vinuesa se inaugura el mural de la Capilla, restaurado y ampliado por su autor,
D. Manuel Ortega.
Julio
- Del 8 al 14 de julio, y bajo el lema “Ven y verás”, las parroquias de la ciudad de Soria organizan en el Seminario el tercer Campamento Juvenil Cristiano dirigido a adolescentes de entre 14 y 16 años.
91
Octubre
- Con fecha 22 de octubre es excardinado de nuestra Diócesis e incardinado en la de Burgos D. Elpidio Álvarez Hernando,
durante años Director espiritual del Seminario Mayor.
1997
Febrero
- El día 26 fallece en El Burgo de Osma D. Jesús López
Granados, durante muchos años profesor del Seminario.
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día del
Seminario, el Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, escribe:
“El sacerdote, con el ministerio recibido, hace posible que se prolongue en la historia hasta el final de los
tiempos la misma misión de Jesús a favor de los hombres
[…] Vivir en el Seminario, escuela del Evangelio, es vivir
en el seguimiento de Cristo como los apóstoles; es dejarse
educar por Él para el servicio del Padre y de los hombres,
bajo la conducción del Espíritu Santo […] Formarse para
el sacerdocio es aprender a dar una respuesta personal a
la pregunta fundamental de Cristo: ¿Me amas?”
- El día 16 es ordenado diácono en la parroquia de El Salvador de Soria José Sotillos Martínez.
Agosto
- El día 9 se celebra en el Seminario el VIII Encuentro misionero soriano.
Octubre
- El día 12 es ordenado presbítero en la Concatedral de San
Pedro de Soria José Sotillos Martínez.
92
1998
Febrero
- El día 23 se celebra en el Seminario una Jornada-convivencia sobre las vocaciones que, presidida por el Sr. Obispo, contó con la asistencia de un centenar de personas entre profesores,
sacerdotes con seminaristas en el Centro, familias y catequistas.
Marzo
- El día 19 son ordenados diáconos en la Concatedral de
San Pedro de Soria Francisco Javier Ramírez de Nicolás, de 31
años y natural de Soria; Julián Perdiguero Serrano, de 25 años y
natural de San Esteban de Gormaz; y Julián Ortega Peregrina, de
24 años y natural de Medinaceli.
Abril
- El día 27 tiene lugar en el Seminario, a iniciativa del Sr.
Obispo, un encuentro de sacerdotes que, habiendo estudiado en
el Centro, desarrollaban en aquel momento su ministerio fuera
de la Diócesis. A la llamada del Sr. Obispo acudieron 60 sacerdotes. Cada uno se presentó y relató algunos trazos de su andadura
sacerdotal; concelebraron la Santa Misa; oraron por los ausentes
y difuntos; y compartieron una comida de fraternidad.
Julio
- Los días 17 al 28 tienen lugar en el Seminario organizados pos los jóvenes de la Acción Católica General unos cursos de
Teología bajo el título “XI Aula interparroquial de Teología –
Construye la Iglesia”.
Octubre
- El Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, nombra a
Miguel Ángel Macarrón Sanz Formador del Seminario Menor.
- El día 11 son ordenados presbíteros en la Catedral de El
Burgo de Osma Francisco Javier Ramírez de Nicolás, Julián Perdiguero Serrano, y Julián Ortega Peregrina.
93
- El día 22 a los 91 años fallece en Villalba de Duero
(Burgos) D. Víctor García Hernando, durante años Profesor
del Seminario.
1999
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del
Día del Seminario, el Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, escribe:
“Al hablar de vocaciones al sacerdocio, forzosamente tengo que dirigirme, y en primer lugar, a las
familias […] Sí, los padres son los primeros que tienen
que incentivar en los niños este deseo […] En segundo
lugar, quiero dirigirme a los sacerdotes. Si algo necesitan nuestros niños y jóvenes son puntos de referencia, modelos de identificación […] En tercer lugar, me
dirijo al mismo Seminario. Los padres y sacerdotes tienen serias responsabilidades en orden a suscitar, a
despertar las vocaciones. El Seminario las tiene en
orden a que esas vocaciones incipientes fragüen en
respuesta generosa”
- El día 13 un centenar de personas (sacerdotes, religiosos/as, familiares de seminaristas, profesores) respondieron a la convocatoria de reunirse en una jornada de convivencia en el Seminario para abordar el tema de las vocaciones al sacerdocio.
Julio
- Del día 8 al 11 se celebra en el Seminario la 14ª edición
del Multifestival DAVID. Unas 1200 personas pudieron vivir y
disfrutar de este acontecimiento tan variado: desde los conciertos en la plaza de la Catedral hasta las numerosas actividades
realizadas en el Seminario. Con el sello del arte en múltiples for94
mas de expresión se pudo vivir una espiritualidad cristiana empapada de belleza.
- Con fecha de 17 de julio la Congregación para la Educación Católica concedía por Decreto la afiliación del Seminario
Mayor de Osma-Soria a la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos.
Noviembre
- El día 8 D. Antonio Mínguez del Olmo, en aquel momento Párroco de Vinuesa, es nombrado Administrador del Seminario de verano ubicado en esa localidad.
2000
Febrero-Marzo
- Los seminaristas, formadores y profesores del Seminario
peregrinan a Roma en el marco del Jubileo. Salieron el 28 de febrero y regresaron el 3 de marzo. Visitaron las cuatro basílicas
mayores, las catacumbas y las excavaciones de las grutas vaticanas. El miércoles, 1 de marzo, asistieron a la audiencia general del
Papa, quien se dirigió en su discurso a ellos expresamente con
estas palabras:
“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua
española. Especialmente a los seminaristas de OsmaSoria, acompañados por su Obispo, Mons. Francisco
Pérez. Os invito a todos a vivir el gran Jubileo como un
camino hacia un encuentro cada vez más auténtico y
profundo con Cristo”.
Marzo
- El día 19 es ordenado diácono en la parroquia de Santa
María La Mayor de Soria Javier Clerencia Ramón.
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día del
Seminario, el Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, escribe:
95
“Sacerdocio y eucaristía son dos sacramentos inseparables. Jesús, en la cena de despedida, dio a sus discípulos el mandato de repetir a lo largo de la historia lo
que Él estaba haciendo: ofrecer su cuerpo y su sangre
como alimento de vida eterna y bebida de salvación. Y al
mandar la celebración de la eucaristía donó a la Iglesia
la capacidad de realizar este sacramento a través de
aquellos que participan ministerialmente en el sacerdocio de Cristo, los obispos y los sacerdotes. Entre la eucaristía y la vocación sacerdotal existe una entrañable relación. Ambas son misterio de fe. Sólo desde la fe podemos encontrarnos con Cristo en la eucaristía y aceptar,
si se siente, su llamada. Ambas son ofrenda generosa y
sacrificio prolongado”
Abril
- El día 29 tiene lugar en el Seminario y organizada por la
Delegación de catequesis la IX Jornada diocesana del catequista.
Julio
- El día 1 fallece a la edad de 92 años en Soria D. Manuel
López Ibarra, y el día 11 D. Leónides Martínez Aguado, durante
años profesores del Seminario.
- De los días 13 al 16 tiene lugar en el Seminario y en la
Catedral de El Burgo de Osma el 15º Multifestival DAVID por segundo año consecutivo.
Diciembre
- El día 8 fallece en El Burgo de Osma a la edad de 77 años
D. Tomás Izquierdo Pérez. De 1971 a 1980 había sido Ecónomo
del Seminario.
- El día 9 es ordenado presbítero en la Catedral de El Burgo
de Osma Javier Clerencia Ramón.
96
2001
Febrero
- El día 2 se hace público el nombramiento de D. Casimiro
López Llorente, durante años Rector del Seminario y en ese momento Vicario General de la Diócesis, como nuevo Obispo de Zamora en sustitución de Mons. Juan María Uriarte.
- El día 19 la Santa Sede da a conocer el nombramiento de
D. Francisco Pérez González, Obispo de Osma-Soria, como nuevo
Director nacional de las Obras Misionales Pontificias.
- El día 23 el Obispo de la Diócesis nombra nuevo Vicario
General a D. Vicente Jiménez Zamora, durante años Formador y
Profesor del Seminario y en ese momento Vicario episcopal para
la aplicación del Sínodo.
Marzo
- El día 18 son ordenados diáconos en la Concatedral de
San Pedro de Soria Alberto Cisneros Izquierdo, David Igualador
Martínez y Pedro Ignacio Utrilla Soria.
Agosto
- El día 29 D. Julián Ortega Peregrina es nombrado Formador del Seminario Menor.
Octubre
- El día 12 son ordenados presbíteros en la Catedral de El
Burgo de Osma Alberto Cisneros Izquierdo, David Igualador Martínez y Pedro Ignacio Utrilla Soria.
Noviembre
- Con asistencia de aproximadamente ochenta sacerdotes y del
Sr. Obispo, tiene lugar el día 24 en el Salón de actos del Seminario una
Asamblea del presbiterio para estudiar y tomar conciencia de la necesidad de erigir en nuestra Diócesis las Unidades de Acción Pastoral, tal
como demanda el Sínodo diocesano en sus conclusiones.
97
2002
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día del
Seminario, el Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, escribe:
“Los sacerdotes son la mediación que hace posible
la permanencia histórica de Jesucristo cuando perdonan,
absuelven y realizan –por gracia de Cristo- que él mismo
se haga vivo y presente en el sacramento de la Eucaristía.
El sacerdote es pertenencia de Cristo, como lo fueron Pedro y los Apóstoles, a pesar de sus debilidades. Los jóvenes que sienten la llamada para seguir a Cristo son ya en
ciernes “semillas de esperanza” puesto que han puesto la
base fundamental de su vida en aquel que ha dicho que
nunca defrauda y que da la Vida”
Abril
- Seminaristas mayores de nueve Teologados de la región
del Duero se reúnen en el Seminario durante los días 12, 13 y 14
en su 17º encuentro ordinario. El tema de la globalización, desde
sus diversas perspectivas, fue el objeto de estudio en esta ocasión.
- El día 20 tiene lugar en el Seminario una Asamblea diocesana sobre las Unidades de Acción Pastoral. Los participantes,
laicos en su gran mayoría, rebasaron el centenar. Previa oración
inicial, saludo e intervención del Sr. Obispo y presentación por
parte del Vicario General, tuvo lugar la ponencia: la primera parte, “Análisis de la situación. Aproximación a nuestra realidad”,
estuvo a cargo de D. Antonio Arroyo; la segunda, “Reflexión sobre la eclesiología de comunión”, fue ofrecida por D. David Gonzalo, y la tercera, “Propuestas operativas”, por D. Vicente Jiménez. Nueve grupos de otros tantos Arciprestazgos trabajaron sobre un cuestionario referido a la 1ª y 3ª partes de la ponencia y
presentaron sus aportaciones en la puesta en común de la tarde y
que fueron entregadas para hacer la redacción y enviarlos después a los Arciprestazgos, agentes de pastoral…
98
Junio
- El día 13 es inaugurado por el Sr. Obispo el Taller diocesano de restauración levantado en los patios del Seminario y cuyo
primer Director fue D. Juan Carlos Atienza.
Octubre
- El Sr. Obispo, D. Francisco Pérez, nombra Formador del
Seminario Mayor a Francisco Javier Ramírez de Nicolás.
Noviembre
- El día 16 se celebra en el Seminario una jornada de puertas abiertas con el fin de reflexionar y orar por las vocaciones.
2003
Marzo
- El día 22 son ordenados diáconos en la Concatedral de
San Pedro de Soria Mario Muñoz Barranco y Juan Ignacio Yagüe
Durán.
- El Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, envía una carta
al presbiterio diocesano en la que expresa su “decisión para el
curso 2003-2004 de introducir en los cursos de ESO del Seminario Menor la modalidad de externado. Los seminaristas y sus
familias podrán elegir entre ser internos o externos…”.
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día del
Seminario, el Sr. Obispo, D. Francisco Pérez González, escribe:
“Seguir el camino del sacerdocio, en la mentalidad
secular, no tiene prestigio. Se buscan otros estilos de vida
que reflejan las invitaciones de una sociedad inmersa en
lo material desplazando todo lo que huela a espiritual y
trascendente. Es un error que se limite lo humano a lo tangible y a lo inmediato cuando en lo más íntimo del mismo
hombre existe un ansia de plenitud y de felicidad”
99
Junio
- El día 27, y a solicitud del interesado, el Sr. Obispo concede la excardinación a D. Bernabé Bartolomé Martínez, durante
años profesor del Seminario, a fin de incardinarse en la Archidiócesis de Madrid.
Julio
- El día 8 D. Javier Ramírez de Nicolás es nombrado Rector del Seminario y el 30 D. Gabriel-Ángel Rodríguez Millán Director espiritual.
Octubre
- El día 11 son ordenados presbíteros en la Catedral de El Burgo
de Osma Mario Muñoz Barranco y Juan Ignacio Yagüe Durán.
- El día 30 la Santa Sede hace público el nombramiento de
D. Francisco Pérez González, Obispo de Osma-Soria, como nuevo
Arzobispo castrense.
Diciembre
- El día 12 y tras la toma de posesión como Arzobispo Castrense de D. Francisco Pérez, es elegido Administrador Diocesano de Osma-Soria D. Vicente Jiménez Zamora, hasta ese momento Vicario General de la Diócesis y durante años Formador y Profesor del Seminario.
2004
Marzo
- El día 6 muere en Valencia a la edad de 77 años D. Matías
Rello de Miguel, durante muchos años profesor del Seminario.
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Administrador Diocesano, s. v., D. Vicente
Jiménez, escribe:
100
“Hoy y siempre la vocación sacerdotal y la perseverancia de los seminaristas es, por encima de todo, obra
de la gracia de Dios. Es el Señor quien llama y elige, pero
quiere contar con la respuesta generosa y libre de los seminaristas. Para nuestro Señor, que vio mejor que nosotros este problema de la escasez de vocaciones, el gran
medio era y es la oración”
Abril
- El día 17, y con la participación de un centenar de asistentes, se celebra en el Seminario el XII Encuentro diocesano de catequistas, organizado por la Delegación de Catequesis y el Secretariado de Pastoral vocacional. El encuentro tuvo como hilo conductor la ponencia de D. Raúl Berzosa, Vicario de Pastoral de
Burgos, “El cristianismo es una vocación”.
Mayo
- El día 21 la Santa Sede hace público el nombramiento de D.
Vicente Jiménez Zamora, hasta el momento Administrador Diocesano, s. v., como nuevo Obispo de Osma-Soria, sucediendo en el cargo a D. Francisco Pérez González. D. Vicente recibió la ordenación
episcopal y tomó posesión canónica de la Diócesis el 17 de julio.
Julio
- El día 13 muere en Baroda (India) a la edad de 88 años
D. Teodoro Campos de la Morena, durante años profesor del
Seminario.
Noviembre
- El día 5 se presenta en el Aula Magna del Seminario el
libro “Historia de las Diócesis españolas: Burgos, Osma-Soria y
Santander”. La presentación corrió a cargo de D. Joaquín L. Ortega, director de la BAC, y de D. Gregorio Bartolomé, quien colaboró con su hermano Bernabé, autor principal de la parte correspondiente a Osma-Soria, y que por motivos de salud no pudo estar presente.
101
2005
Marzo
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Vicente Jiménez, escribe:
“El Seminario, como lugar y ambiente comunitario,
donde crecen, maduran y se forman los futuros sacerdotes, es signo de la esperanza de la que vive una Diócesis de
cara al futuro. Si no hay seminaristas, no habrá sacerdotes, y nuestra Diócesis se verá privada de un elemento esencial: los presbíteros […] Nuestro Seminario tiene necesidad,
sobre todo, de alumnos con la ‘semilla’ de la vocación sacerdotal en el corazón y dispuestos a ser ‘generosos y entregados… como María’ […] Si amamos a nuestra Iglesia
particular de Osma-Soria, tenemos que volcarnos en la
pastoral de las vocaciones y en el apoyo al Seminario”
- El día 19 es ordenado diácono en la Concatedral de San
Pedro de Soria José Sala Pérez.
- El día 24 fallece a los 73 años en El Burgo de Osma D.
Benito Abad Ramos, durante años Profesor del Seminario.
Abril
- Con fecha de 22 de abril la Congregación para la Educación Católica renueva por Decreto la afiliación del Seminario Mayor de Osma-Soria a la Facultad de Teología del Norte de España,
sede de Burgos.
Junio
- El día 4 se celebra en los patios del Seminario la Jornada
diocesana de la Eucaristía con una concelebración eucarística presidida por el Sr. Obispo y concelebrada por más de cincuenta sacerdotes y a la que asistieron cientos de fieles. El acto concluyó con una
procesión con el Santísimo Sacramento hasta la plaza de la Catedral.
- El día 19 tuvo lugar en el Seminario la Jornada diocesana
de la familia.
102
Agosto
- El día 6 se celebra en el Seminario la Jornada diocesana
de los misioneros sorianos.
Octubre
- El día 8 es ordenado presbítero en la Catedral de El Burgo
de Osma José Sala Pérez.
2006
Enero
- El día 18 fallece a los 69 años en Soria D. José María Hernández Marín, durante años Profesor del Seminario.
Marzo
- El día 19 es ordenado diácono en la Concatedral de San
Pedro de Soria Rubén Tejedor Montón.
Abril
- El día 25 D. Casimiro López Llorente, durante años Rector y Profesor del Seminario, es nombrado Obispo de SegorbeCastellón tras cuatro años al frente de la diócesis zamorana.
Mayo
- El día 8 fallece a los 77 años de edad en Soria D. Bienvenido García Herrero, durante muchos años Profesor y Director espiritual del Seminario.
Junio
- El día 8 se celebró en el Seminario una Asamblea presbiteral sobre las vocaciones sacerdotales con la asistencia de cerca
de ochenta sacerdotes.
- El día 24 tuvo lugar en el Seminario la Jornada diocesana
de la familia, con la asistencia de más de un centenar de personas.
103
Agosto
- El día 2 en el Salón de actos del Seminario D. Teófilo Portillo Capilla pronuncia una conferencia con el título “La demarcación diocesana de 1956 y la denominación de Osma-Soria de
1959”. Tal acto quedaba enmarcado en la celebración del 50º aniversario de la nueva demarcación territorial de la Diócesis.
- El día 18 fallece en Pamplona a la edad de 81 años D. Félix
Cabezón de Noriega, durante años Rector y Profesor del Seminario.
Septiembre
- El Sr. Obispo, D. Vicente Jiménez Zamora, publica una
Carta pastoral con el título “Las vocaciones sacerdotales, tarea
importante y urgente en nuestra Diócesis”, y que consta de Introducción; Situación en nuestra Diócesis; Principios teológicos;
Plan de acción para una pastoral de las vocaciones sacerdotales;
Conclusión: llamada a la esperanza.
Octubre
- El día 7 es ordenado presbítero en la Catedral de El Burgo
de Osma Rubén Tejedor Montón.
Noviembre
- Los días 17 y 18 se celebran en el Seminario las XII Jornadas diocesanas de patrimonio cultural con el tema “Conservación
y restauración del patrimonio diocesano”.
Diciembre
- El día 5 el Sr. Obispo bendice el nuevo Museo de la Semana Santa ubicado en la Capilla de la Inmaculada del Seminario. El
Ayuntamiento de El Burgo de Osma y la Parroquia de la localidad
colaboraron para que el local acogiese con seguridad los pasos
que forman parte de la tradicional celebración de la Semana Santa burgense y que hasta ese momento se encontraban dispersos
en varios lugares.
104
2007
Marzo
- El día 18 el Sr. Obispo bendice las nuevas instalaciones
de la Casa de Espiritualidad “San Pedro de Osma” ubicada en la
tercera planta del Seminario con una extensión de 1800 metros
cuadrados. El presupuesto de esta reforma ascendió a 1,2 millones de euros, de los cuales la Junta de Castilla y León ha aportado
200.000 dentro del programa Arquimilenios II. Los trabajos de
reforma comenzaron el 24 de octubre de 2005.
- En la carta dirigida a los diocesanos con motivo del Día
del Seminario, el Sr. Obispo, D. Vicente Jiménez, escribe:
“El lema del Día del Seminario de este año 2007 es
“Sacerdotes, testigos del Amor de Dios”. En la historia de
toda vocación está siempre el amor. Es un diálogo entre
el Amor de Dios que llama y la libertad del hombre que
responde a Dios en el amor. El ministerio sacerdotal es un
ministerio de amor. Nuestros seminaristas son una bendición de Dios que acogemos con gozo y agradecimiento”
Abril
- El día 23 se celebra en el Seminario el XV Encuentro diocesano de catequistas que tuvo como hilo conductor una ponencia de D. José Heras, Delegado de Catequesis de Valladolid, sobre
el despertar religioso.
Junio
- El día 23 tiene lugar en el Seminario la Jornada diocesana de Familia y vida a la que asistieron más de 120 personas.
Julio
- El día 27 la Santa Sede hacía público el nombramiento de
D. Vicente Jiménez como nuevo Obispo de Santander tras tres
años de ministerio en la Diócesis oxomense-soriana. La toma de
posesión de la nueva Diócesis tuvo lugar el 9 de septiembre.
105
Septiembre
- El día 10 y tras la toma de posesión como Obispo de
Santander de D. Vicente Jiménez, es elegido Administrador
Diocesano de Osma-Soria D. David Gonzalo Millán, hasta ese
momento Vicario General de la Diócesis y durante años Profesor del Seminario.
Diciembre
- El día 16 tiene lugar en el Salón de actos del Seminario un
concierto a cargo de la Coral Berlanguesa y de la Coral “Federico
Olmeda” de El Burgo de Osma con el que arrancaban los actos
destinados a conmemorar los 425 años de existencia del Seminario Diocesano.
___________
Cerramos aquí esta breve crónica con la que hemos querido rendir homenaje a las personas que de una u otra forma han
sido protagonistas de la vida cotidiana de nuestro Seminario. Dentro de 25 años serán otros, así Dios lo quiera, los que harán la
crónica de lo que a partir de ahora comenzamos a vivir…
106
Testimonios
107
108
Excmo. y Rvdmo. Sr.
D. Vicente Jiménez Zamora
El año 2008 se cumple el 425º aniversario de la fundación
de nuestro Seminario Diocesano por el Obispo, D. Sebastián Pérez, siguiendo las disposiciones del Concilio de Trento. Es un acontecimiento eclesial para celebrarlo en actitud de acción de gracias
a Dios y con el compromiso de velar por el presente y futuro del
Seminario, corazón de la Diócesis y presbiterio en gestación.
Con este motivo, el Sr. Rector y los Superiores me han solicitado que refiera el testimonio de mis vivencias en el Seminario.
Lo hago muy gustoso con estas líneas nacidas de un corazón agradecido. El Seminario es mi Casa y estaré siempre en deuda de
amor y gratitud. Me fijaré en tres etapas: seminarista; superior y
profesor; obispo.
Etapa de Seminarista. Animado por mis padres y por los
sacerdotes de mi pueblo de Ágreda, llegaba al Seminario de El
Burgo de Osma, el día 17 de julio de 1956, a las cinco de la tarde.
Todavía tengo grabada en mi mente la imagen del inmenso edificio del Seminario y los nombres de los superiores, que me acogieron con cariño. Iba a realizar un cursillo de prueba, previo al ingreso en el Seminario. Acudimos ochenta chicos y nos seleccionaron a sesenta y tres. Eran los años de abundancia de vocaciones.
Los cinco años de Latín y Humanidades fueron para mí
muy felices. Llevábamos los seminaristas una vida muy ordenada
por un Reglamento de disciplina que favorecía la dedicación a la
oración y vida sacramental, al estudio y las clases, al recreo y a la
convivencia comunitaria. Recuerdo el fervor de la celebración de
la Eucaristía y de las prácticas de piedad, la devoción tierna y filial a la Virgen María, la comida en el refectorio, las largas filas
para ir al estudio y a las clases, el deporte en los patios y campos
de fútbol, las tardes de paseo los jueves y días de fiesta, las salidas
a la Catedral para los actos litúrgicos solemnes, las veladas litera109
rias y las representaciones teatrales en los grandes acontecimientos, las deseadas vacaciones de Navidad y del verano… En esta
etapa adolescente iba germinando la semilla vocacional, que el
Señor había depositado en el campo de mi vida, regada con el
agua de la gracia.
El paso al Seminario Mayor para los tres cursos de Filosofía fue una etapa decisiva en mi proceso vocacional. Con la ayuda
del Director Espiritual y de los Formadores fui discerniendo paso a
paso mi vocación sacerdotal, entregándome con una reflexión más
profunda y una oración más serena a una madura deliberación. Las
clases de Filosofía, con el rigor escolástico y en latín, me fueron
capacitando para adquirir un sólido conocimiento del hombre, del
mundo y de Dios. Desde estas líneas expreso mi gratitud y reconocimiento a los Superiores y Profesores que, mediante su labor muchas veces oculta y siempre generosa y sacrificada, prestaron un
precioso servicio a la Iglesia Diocesana en el campo tan hermoso y
delicado de formarnos a los seminaristas, futuros sacerdotes.
Al acabar los estudios de Filosofía, D. Saturnino Rubio
Montiel, que fue el Obispo de mis años de Seminario, me envió a
realizar los estudios de Teología a la Universidad Pontificia de
Comillas (Santander) y después a Roma, donde me gradué en
Filosofía y Teología, con especialización en Teología Moral. Todavía recuerdo la frase que me dijo: “Unos sembramos y otros
recogerán el fruto. Tú fórmate bien para servir a la Iglesia”.
Durante los años de Teología, a la vez que profundizaba en las
ciencias sagradas, el Señor me miraba con ternura y amor infinitos para recorrer una historia de salvación tejida entre su gracia y mi libertad.
De las manos del Obispo D. Saturnino recibí la ordenación
sacerdotal, el 29 de junio de 1968, en la Capilla Mayor del Seminario. El sueño largo y emocionante de mi vocación, la subida lenta
y grave hacia el altar, las tensiones del espíritu que se abrió tantas
veces en abandonos silenciosos a Dios, las ansias vigilantes de
quienes me ayudaron en mi carrera… todo terminó en unas entregas, en una unción, en unas manos extendidas en la ordenación sacerdotal para hacerme sacerdote de Cristo para siempre.
110
Etapa de Superior y Profesor. Al acabar los estudios superiores en Roma fui nombrado Formador del Seminario Mayor y
Profesor. Fue una tarea apasionante y difícil. Eran los años de la
aplicación del Concilio Vaticano II, vivida en una tensión de fidelidad renovada para formar a los seminaristas según la mente de
la Iglesia.
Después de cuatro años de Formador, fui enviado a Soria
para realizar diversos ministerios pastorales y docentes. En esta
etapa seguí siendo Profesor del Seminario en áreas de Filosofía y
Teología y estuve unido estrechamente con los Superiores y Moderadores del Seminario para colaborar más eficazmente no sólo
en el aspecto científico, sino también en la formación integral de
los seminaristas. Recuerdo con cariño los nombres de mis alumnos. Hoy muchos de ellos son excelentes sacerdotes, que viven
con alegría su ministerio y están entregados con celo apostólico al
servicio de la Iglesia en diversos ministerios. Doy gracias con ellos
a Dios y pido por su labor pastoral.
Etapa de Obispo de la Diócesis. El día 21 de mayo de 2004,
el Santo Padre el Papa Juan Pablo II me nombraba Obispo de
nuestra Diócesis de Osma-Soria, y el día 17 de julio de ese mismo
año recibía la ordenación episcopal de manos del Sr. Nuncio de
Su Santidad en España, Mons. Manuel Monteiro de Castro, en
nuestra S. I. Catedral. La ceremonia tenía lugar, a las cinco de la
tarde, en el aniversario de mi ingreso en el Seminario. Era una
coincidencia providencial. Quería así anudar estrechamente dos
grandes amores: el Seminario y el Ministerio Episcopal, que lo
estrenaba como un “amoris officium”.
Desde mi consagración como Obispo y en el corto periodo
de mi ministerio episcopal en Osma-Soria, una de mis más vivas
preocupaciones ha sido el Seminario. Ante el Día del Seminario,
en la solemnidad de San José, he escrito cartas pastorales, abriendo mi corazón de pastor y expresando mis sentimientos que se
han movido entre la preocupación y la esperanza. También en
homilías, escritos y otras intervenciones he manifestado reiteradamente mi interés por el Seminario y por las vocaciones sacer111
dotales. Como fruto de una Asamblea Presbiteral sobre las vocaciones sacerdotales, celebrada el 8 de junio de 2006, en nuestro
Seminario, publiqué una Carta Pastoral titulada “Las vocaciones
sacerdotales: tarea importante y urgente en nuestra Diócesis”.
Al acabar este escrito-testimonio, expreso mi aprecio y agradezco la labor de los formadores del Seminario de los de hoy y de
los de ayer que, junto con los profesores y el personal de servicio,
han acompañado y siguen acompañando día a día -entre gozos y
trabajos, esperanzas y proyectos nuevos- el crecimiento en la fe y
el discernimiento vocacional de los seminaristas.
Recordar mi paso por el Seminario es un ejercicio de justicia, amor y gratitud.
A la Virgen María, Madre de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, tan querida y venerada en nuestra Diócesis, confío el Seminario de “Santo Domingo de Guzmán” y la obra de las vocaciones
sacerdotales.
112
Excmo. y Rvdmo. Sr.
D. Casimiro López Llorente
Ofrezco con gozo esta sencilla colaboración para la conmemoración del 425º aniversario de la Casa Grande, el Seminario
Diocesano de Santo Domingo de Guzmán.
Dos etapas bien diferenciadas vienen a mi mente al refrescar mi memoria del paso por el Seminario: la de seminarista, primero; y la de rector, formador y profesor, después.
Era un soleado treinta de septiembre del año 61. Se cumplía por fin un deseo, largamente anhelado: ingresaba en el Seminario Conciliar, como se llamaba entonces con nombre cargado
de larga historia y de buena tradición. La posibilidad de responder a la vocación al sacerdocio, sentida desde muy niño y alentada por mis padres y los sacerdotes de la parroquia, no había estado exenta de dificultades. Pronto quedaron superadas. La pensión, que, aunque módica -4.000 ptas. año-, superaba las posibilidades de mi humilde familia, se solucionaba gracias a un alma
caritativa, Dª. Carmen Moreno, y la falta de la edad requerida once años-, gracias a la amabilidad del Sr. Obispo, D. Saturnino
Rubio.
Los primeros días y semanas fueron de aclimatación, a veces costosa, al nuevo modo de vida. El régimen de internado del
seminario menor suponía un cambio radical del estilo de vida,
regido ahora por un horario y una disciplina estrictos, que marcaban el día a día de la vida de comunidad. Los tiempos fijos de
capilla, de clases, de estudio, de recreos y de silencios y la vida en
comunidad ayudaban a crecer en los hábitos necesarios de la oración, del estudio, de la convivencia y de la disciplina. Casi como
llevado de la mano superaba los cursos y el paso de una comunidad a otra: la de los ‘pequeños’, los tres primeros años; la de retóricos, en los cursos cuarto y quinto. Y, por fin, llegó el paso a la
comunidad del seminario mayor, de sexto a octavo curso de semi113
nario. Terminada la filosofía me trasladé a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, donde cursé la Teología y concluí los estudios eclesiásticos.
Contemplados con la perspectiva del tiempo, mis años de
seminario fueron hermosos, no exentos, claro está, de las pequeñas crisis, propias del crecimiento humano y espiritual, de la obligada exigencia del estudio y de la necesaria maduración vocacional. No se puede olvidar tampoco la intranquilidad, a veces inducida, que supuso el tiempo inmediato al Concilio Vaticano II, en
que tantas cosas –a veces sin causa justa- comenzaban a cuestionarse. Toda vida de internado y de comunidad exige renuncias:
pero estos años me ayudaron a forjar mi persona y mi vocación, a
adquirir hábitos de oración, de estudio y de disciplina. Recuerdo
con especial gratitud la entrega generosa de los sacerdotes formadores o ‘superiores’ y profesores, la convivencia con tantos compañeros, que aún hoy en encuentros ocasionales recuerdan con
verdadero cariño sus años en el Seminario. Destacar a alguno sería desmerecer a los más. Valga mi agradecimiento sentido a todos. No puedo por menos de dar gracias a Dios por la dedicación
de tantas personas, que Él puso aquellos años decisivos en mi camino hacia el sacerdocio.
Bien diferente fue mi segunda etapa en el Seminario Diocesano. Comenzó el año ochenta. El Sr. Obispo, D. Teodoro Cardenal, me pidió venir a dar clases en el Seminario Mayor, que volvía a la Diócesis después de diez años. Hasta mi regreso definitivo
a España compaginaba mis estudios y mi trabajo en el Instituto
de derecho canónico en la Universidad de Munich con las clases
en el Seminario. La renuncia a las vacaciones de verano se vio
largamente compensada por la satisfacción de prestar un servicio
a la formación de los futuros sacerdotes de mi Iglesia diocesana.
Ya en el año ochenta y ocho, el Sr. Obispo, D. Braulio Rodríguez, me encomendó el cargo de Rector del Seminario Diocesano –Mayor y Menor- y de Formador del Seminario Mayor. En
el verano de aquel año, el Consejo Presbiteral Diocesano había
celebrado una sesión extraordinaria de dos días, dedicada exclu114
sivamente al estudio de la situación de nuestro Seminario. Era un
deseo compartido por gran parte del presbiterio diocesano, en el
que participé en representación de los profesores.
No puedo ocultar mi desasosiego inicial ante la propuesta
del Sr. Obispo de hacerme cargo del Seminario; no me consideraba con preparación suficiente para la tarea. La acepté con obediencia cordial y la acometí con temor y temblor, confiado en el
Señor y en el apoyo del Sr. Obispo y en la colaboración de otras
muchas personas, sacerdotes, religiosas y seglares. No fui defraudado. Especialmente con el resto de formadores pronto se generó
un buen clima de sintonía y de confianza, tan necesario para este
delicado trabajo.
Varios fueron los acentos en mi tarea de Rector y Formador, fruto de la citada sesión del Consejo Presbiteral y de las indicaciones episcopales. El Seminario en su conjunto necesitaba de
una mayor relación con la Iglesia diocesana, con sacerdotes y parroquias, con grupos y movimientos; debía ser, en definitiva, una
‘comunidad diocesana’, como pedían los documentos de la Iglesia. El Seminario Menor precisaba una mayor selección en los
alumnos, en los aspectos humano, académico y vocacional, dando
primacía al carácter vocacional específico del centro; no era cuestión fácil dado el bajo número de solicitudes de ingreso; además,
para no pocos alumnos y padres, el Seminario Menor era un colegio más y en su intención real prevalecía la posibilidad de que sus
hijos realizasen unos estudios en régimen de internado y con relativo bajo coste. En el Seminario Mayor, por su parte, debíamos en
primer lugar ayudar a algunos alumnos a plantearse y discernir con
seriedad su vocación sacerdotal y no acceder al mismo por inercia;
entre todos, formadores y alumnos, debíamos crear una verdadera
comunidad educativa y eclesial, que fuera sentida por todos como
propia, y fomentar un clima de espiritualidad profunda, de estudio
serio y de convivencia sana así como la progresiva presencia e inserción en la vida y en el presbiterio diocesanos.
Estos fueron, entre otros, los objetivos. Dejo a otros la valoración sobre el grado de su realización. Como en toda obra humana, personalmente encuentro luces y sombras. Puedo, sin em115
bargo, afirmar que con el resto de formadores no escatimamos en
horas de dedicación y en desvelos. Hubo dificultades y sufrimiento compartido con los alumnos en su proceso formativo. Pero,
sobre todo, hay causas para la satisfacción, pues varios de aquellos seminaristas son hoy buenos sacerdotes, y, a todos, el Seminario les ofreció los medios necesarios para crecer humana, intelectual y cristianamente. Pido a Dios que la buena siembra dé sus
frutos. Por mi parte, doy sinceras gracias a Dios por haber podido
formarme y haber ayudado a otros a formarse en el Seminario
Diocesano de Santo Domingo de Guzmán.
116
Rvdo. Sr. D. Joaquín Arancón García
Me han pedido que exponga en un par de páginas mi experiencia de la vida en el Seminario. Evidentemente, es imposible reflejar en pocas palabras las múltiples vivencias de doce
años pletóricos de alegrías e ilusiones y también de dificultades y sacrificios.
Empezaré presentándome. Soy Joaquín Arancón García.
Nací hace 69 años en un pequeño pueblo de las Tierras Altas de
nuestra provincia, llamado Aldealseñor. El 25 de julio de 1961,
fiesta del Apóstol Santiago, recibí la Ordenación Sacerdotal de
manos del recordado y querido Obispo, Mons. Saturnino Rubio
Montiel, en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. del Pino de Vinuesa. Era el año que se estrenaba el “Seminario de verano de Vinuesa”, y en esa fecha estaban los seminaristas en él.
En primer lugar, recuerdo con emoción mi entrada en el
Seminario a la corta edad de 11 años. Después del examen de ingreso, que tuvimos que hacer a finales del mes de agosto y, una
vez superadas las pruebas, ingresé al comienzo del otoño del año
1949. Fue un cambio muy grande, pasar de la vida en la pequeña
familia del pueblo a la vida en esa gran “familia”, que es el Seminario, lleno a rebosar en aquellos años.
De los cinco primeros cursos, llamados de Latín y Humanidades, recuerdo especialmente a D. Bernardino García, que fue
nuestro Prefecto, nuestro Formador, además de profesor, en aquellos años. Eran tiempos de gran disciplina, de la que el Seminario
no era una excepción, sino una continuación de la Escuela y la
Familia. Fuimos forjando nuestro carácter y responsabilidad en
los estudios y en la vida espiritual. También recuerdo con afecto
a D. Alejandro Martínez, el Fundador de las Hermanas
Presentacionistas, que desarrollaron su actividad y apostolado
en el Seminario, la Casa Diocesana y algunas parroquias de la
capital. En el 2º curso lo tuvimos de profesor de latín y también
de Prefecto.
117
Dentro de las limitaciones de nuestra edad, creo que se vivía intensamente la vida de piedad, con la formación y orientaciones del Padre espiritual. Teníamos para nuestros rezos el libro
“Curso espiritual del seminarista”. Además de las clases correspondientes, el tiempo dedicado al estudio asistido en los salones
se aprovechaba con seriedad.
¡Qué alegría cuando estrenamos la ampliación del Seminario, que quedaba pequeño para albergar al gran número de solicitantes de ingreso: el segundo piso levantado en el patio central, la Capilla de la Inmaculada y los salones adyacentes! ¡Qué
bonita era la Capilla con sus pinturas y vidrieras!, y, sobre todo,
con los seminaristas “pequeños” dentro, que ocupábamos todos
los bancos. ¡Qué tiempos aquellos! También se ampliaron los patios de recreo, con la compra por parte del Seminario de los terrenos colindantes de arriba. En algunos recreos colaboramos con
nuestro trabajo para allanar el campo de fútbol de los pequeños.
Recuerdo que fueron unos años felices, aunque no teníamos calefacción, pasábamos mucho frío, andábamos escasos de
alimentos –porque los tres primeros cursos todavía regían las “cartillas de racionamiento”–; cuando pudieron darnos todo el pan
que queríamos, fue para nosotros una satisfacción indescriptible.
Aunque nuestro Sr. Obispo, D. Saturnino, que cuidaba del Seminario como de “las niñas de sus ojos” mandó construir una “granja”, en la parte oriental de los patios de arriba, para que “sus seminaristas” estuviéramos bien alimentados.
Transcurrieron aquellos cinco primeros cursos y pasamos
al “Seminario mayor”. Comenzamos los tres cursos de Filosofía.
¡Cómo no recordar a los nuevos Prefectos, que estrenaron su cargo con nosotros, a nuestro querido D. Jacinto Ransanz, y a D.
Teófilo Yubero, que estará en el Cielo, y al que también apreciaba
especialmente, porque estuvo Encargado de la Parroquia de mi
pueblo en los tres meses de verano! Comenzamos la andadura
filosófica con D. José Núñez, nuestro competente profesor de Lógica, Crítica y Ontología. Aprendimos los silogismos en latín con
su “maior, minor et consequentia”. Después con D. José Arranz,
de gran altura intelectual y porte serio, que compaginaba su mi118
nisterio de Párroco de El Burgo con las clases de Cosmología y
Psicología. Y nuestro recordado y apreciado D. Jesús López con
sus clases de Ética. Además del Sr. Rector y otros varios profesores, que fueron derramando su sabiduría y comprensión con aquellos alumnos, que iban menguando según pasaban los cursos, por
una selección razonable, pero numerosos para las necesidades pastorales de nuestra Diócesis.
En el curso de 3º de Filosofía tuvo lugar el cumplimiento
del Decreto de los nuevos límites de la Diócesis, del 22-XI-1955.
Para nosotros fue desventaja, porque se fueron 7 compañeros al
Seminario de Burgos, por pertenecer sus pueblos a dicha Provincia, y solamente se incorporaron 2 nuevos, procedentes de las diócesis de Calahorra y Sigüenza.
Era entrañable la celebración de la patrona de los filósofos, Santa Catalina de Alejandría, el 25 de noviembre, con las “emisiones radiofónicas” en el comedor y la coronación del “decano”,
el de mayor edad de 3º de filosofía.
Y llegamos ya a la etapa final, los cuatro años de Teología.
En estos cursos quedamos solamente cuatro en el Seminario y
otros tres marcharon a estudiar a la Universidad de Comillas (Santander). ¡Y habíamos comenzado 31 en 1º de Latín! Claro que al
Seminario de Burgos se fueron siete de los que comenzaron con
nosotros. Recuerdo de estos años a nuestro querido Prefecto y
profesor, D. Santiago González, trabajador infatigable. Mención
especial merece, en este tiempo, nuestro nuevo Rector, D. JuanJosé García Faílde, sabio y celoso sacerdote de la Diócesis de Calahorra, a quien el Sr. Obispo, riojano también, incorporó a nuestra Diócesis y le encomendó las tareas de Rector del Seminario y
Vicario General. Gran profesor de Derecho Canónico, nos orientó
también con sus lecciones de Pastoral para nuestra futura vida
parroquial. Y, sobre todo, recuerdo al P. Leopoldo Francés, S. J.,
nuestro Director espiritual en esos años decisivos de preparación
para el Sacerdocio. Era un gran experto en espiritualidad y también un gran psicólogo. Hacía sus pláticas muy amenas. Era especialista en los Ejercicios Espirituales, preparatorios para las diversas Ordenaciones, que, en aquellos años, comprendían la Ton119
sura y las llamadas Órdenes menores: Ostiario, Lector, Exorcista
y Acólito, luego el Subdiaconado con el que comenzaba la obligación del rezo del Oficio Divino y del Celibato, el Diaconado y, finalmente, el Presbiterado, meta de toda la formación humana,
intelectual, espiritual y pastoral del Seminario. El Seminario es,
como cantamos en el Himno, compuesto por D. Abdón de Juan y
D. Ángel Cecilia, “yunque de amor, aurora de esperanza, fragua
y crisol de heraldos de la cruz […] Salve, solar del santo Seminario, donde la paz encuentra el corazón. Tu augusta faz grabada
está en mi pecho; lejos de ti, contigo irá mi amor”.
120
Rvdo. Sr. D. Juan Carlos Atienza Ballano
Han pasado cuatrocientos veinticinco años desde que en la
Sala Capitular de nuestra Catedral y en las dependencias del Palacio Episcopal se leyeran las cartas del rey que llevaron a Obispo
y Cabildo a deliberar sobre la necesidad y la obligación de erigir, o
no, en la capital de la Diócesis un Seminario para dar cumplimiento a lo mandado en el Concilio de Trento. Más de cuatro siglos, por tanto, en los que esta institución de la Iglesia ha aportando su riqueza cultural y religiosa a El Burgo de Osma, a la Diócesis, e incluso a otros lugares de España o de lejanos países, y
todo por medio de los jóvenes, sacerdotes o no, que en él han estudiado y se han formado. Esta dilatada historia bien merece estudio, reconocimiento social y celebración agradecida.
Pero no pretendo con estas líneas aportar datos o desarrollar ideas que ilustren lo que apunta el párrafo anterior. Tienen
otra intención. Con ellas simplemente agradezco la oportunidad
que me da esta publicación de decir, en primera persona, lo que
podrían haber escrito varios miles de jóvenes que han pasado algún año de su vida en las aulas, los salones de estudio, los campos
de juego y los oratorios de nuestro Seminario.
Fue en los últimos días de septiembre de 1972, el día 23,
cuando comencé mi primer curso en el Seminario. Llegaba a esta
casa para cursar 6º de EGB. El plan de estudios que entonces se
estrenaba propició que un numeroso grupo de niños, casi un centenar, la mayoría nacidos en el medio rural, dejáramos las escuelas que entonces sí existían en nuestros pequeños pueblos de Soria, para estudiar en el Seminario.
Inmediatamente vienen a mi memoria los profesores y formadores que la Diócesis puso a nuestro servicio. Voluntariamente omito sus nombres porque son muchos y cada uno de ellos
merecería su párrafo de reconocimiento. En mi caso entre todos
consiguieron mantener el interés por el estudio que habían despertado los maestros de mi pueblo, y además me ayudaron a comprender que para un cristiano la vida religiosa y la amistad con
121
Jesús debía ser algo de cada día. Fueron pasando estos años de
infancia en los que se alternaban de forma muy natural el estudio, el juego y la oración en el Seminario con las vacaciones, la
vida de familia y el trabajo en el pueblo.
Como tantas otras generaciones de seminaristas, aquel grupo de niños poco a poco fue creciendo en edad y, aunque disminuyéramos en número, también creció nuestra amistad. Fueron
los años de BUP y COU. De esta etapa de mi adolescencia también tengo un recuerdo agradecido al Seminario porque su vida
ordenada, sus actividades académicas y extraacadémicas, me ayudaron a forjar la personalidad, a plantearme ideales, a tratar de
actuar con responsabilidad, y a formularme preguntas e ir dando
respuestas sobre el sentido de la vida y el sentido de mi vida.
A medida que pasaban los años lo que seguramente era en
mí una incipiente vocación se afianzó, y con la certeza que Jesús
es el amigo que nunca falla comencé, mis estudios en el Seminario Mayor. También en ese momento la Diócesis hizo un gran esfuerzo para organizar los estudios y la formación del Seminario
Mayor porque habían pasado siete cursos sin Seminario Mayor
en la Diócesis, siete años en los que todos los seminaristas mayores habían estudiado en otros lugares. El estudio de la Filosofía y
la Teología, los momentos de retiro y oración, la vida comunitaria
y el conocimiento paulatino de la Diócesis y de los sacerdotes, me
ayudó a mí y ayudó a mis compañeros a madurar la vocación.
Fuimos siete los que el 8 de septiembre de 1984, en periodo de
sede vacante, recibimos en la S.I. Catedral la ordenación sacerdotal; vino para ello desde Burgos, el que había sido nuestro obispo,
D. Teodoro Cardenal.
Mientras que para algunos de mis compañeros éste fue el
comienzo de su actividad sacerdotal en parroquias de la Diócesis,
yo comencé un periodo de dos años de estudio en Roma, que fueron un paréntesis para volver de nuevo al Seminario. En el curso
1986-87 ingresaba de nuevo en el Seminario, pero ahora con una
responsabilidad y un cometido distinto: ser primero profesor y
formador de los seminaristas, y después rector desde el curso 199394 al curso 2002-2003.
122
Al mirar atrás y pensar en estos años, de nuevo surge en mí
el sentimiento de gratitud hacia el Seminario; gratitud por la oportunidad de trabajar y aprender viendo crecer a niños y jóvenes y
sintiendo un gran gozo cuando algunos de ellos llegaban a la ordenación sacerdotal. Gratitud por haber conocido y servido a nuestra Diócesis desde el Seminario. Con la gratitud también veo necesario poner en manos del Señor las omisiones y faltas que haya
tenido en esta etapa de mayor responsabilidad, porque si la labor
educativa de por sí ya es compleja, la dificultad es mayor cuando
se trata de acompañar en el discernimiento, crecimiento y maduración de una vocación.
Como seminarista y después como sacerdote, el Seminario
ha sido para mí una comunidad y una familia. Por eso es fácil el
recuerdo. El recuerdo de personas: compañeros seminaristas, profesores, formadores, personas de servicio y compañeros sacerdotes con los que he convivido en el Seminario; el recuerdo se une a
la oración cuando pienso en los que ya han fallecido; el recuerdo
también lo es de momentos y situaciones muy personales, y, sobre todo, de los buenos ejemplos y las lecciones de vida y de fe
recibidas allí.
Tras más de cuatro siglos de historia y, en medio de los
vaivenes de los tiempos, el Seminario sigue siendo una comunidad y una familia. Una comunidad de esperanza para la Diócesis
y para la sociedad porque el Seminario hace posible que en el silencio, la oración y el trabajo, haya también hoy jóvenes que renuevan en su vida la experiencia de escuchar la misma llamada
que Jesús hizo a los primeros discípulos, que era, según nos dice
el evangelio, una invitación para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar porque quería que ellos fuesen testigos gozosos
del amor que Dios tiene a todos los hombres.
123
124
Rvdo. Sr. D. Julián Callejo Matute
Cada año, cuando llega el mes de marzo, uno de los pensamientos que me aflora con más intensidad es el Seminario; y
este año, con mayor motivo, pues se cumplen 425 años de su
fundación. Por esta razón, y como un modo de celebrar esta efeméride, nos han pedido a sacerdotes que de allí salimos, nuestro
testimonio, nuestro recuerdo y nuestra vivencia de lo que aquella institución eclesial supuso para cada uno de nosotros y lo que
ahora supone.
El próximo año se cumplirán los cincuenta de mi entrada
en el Seminario. El año 1959 en el mes de julio hacia el día diez
pisaba, por primera vez, el Seminario para el cursillo de ingreso,
para el que me había preparado el sacerdote que atendía mi parroquia natal, D. Tomás Izquierdo (ese mismo año, en marzo, había
muerto el párroco de mi pueblo, D. José María Andrés, del cual
había sido monaguillo). No dudo que por él, un sacerdote bueno y
fiel, surgiría en mí el chispazo de “querer ser cura”.
¿Qué supuso en mí el hecho de ir al Seminario? En la lejanía se puede decir que el inicio del discernimiento de la llamada
que Dios me hacía para el sacerdocio, y que año a año se iba afianzando, con sus luces y sombras, con sus dudas y certezas, con sus
días luminosos, pero también con sus noches oscuras, con sus ilusiones y sus fracasos.
¿Qué vivencias puedo reseñar de mis años en el Seminario? Indudablemente, a lo largo de los doce años tuve muchas vivencias, que ciertamente me marcaron; las agruparé en estos apartados: vivencias humanas, vivencias en el campo formativo, vivencias religiosas, vivencias sacerdotales, vivencias eclesiales.
Vivencias humanas. En primer lugar, la amistad que hasta
el último año del Seminario teníamos los que ingresamos juntos y
que así nos lo decía un superior: “¡Qué bien, va a salir un curso
con muchos sacerdotes buenos y amigos!” En segundo lugar, el
sacrificio y el esfuerzo, desde el levantarse a las seis de la mañana,
125
la actividad reglada por el “reglamento” que aquel año se nos dio,
el estudio serio etc. Todo ello iba forjando la personalidad.
Vivencias en el campo de la formación. La pertenencia durante todos los años de Seminario, a excepción de uno, a la “Schola
cantorum”; en ella, con la dirección de los Maestros de Capilla,
primero D. Abdón de Juan y luego D. Adalberto Martínez, tomé
gusto a la música y al canto, aunque esto suponía, en algunos meses
del año, una actividad “extra” que nos privaba de los recreos. Esta
actividad me hizo tener gusto al orden, a lo bello y a la alabanza
que Dios se merece.
Vivencias religiosas. De éstas, tengo muchas. Hay una que
considero particularmente importante, los ejercicios espirituales
del curso 1964-65, cuando cursaba 1º de Filosofía. Sin duda alguna, marcaron el inicio de la orientación de mi vida. Alguna vez,
aunque el lenguaje de aquellos años no sea el de hoy, sigo releyendo los apuntes que hice en esos ejercicios. No fueron unos ejercicios más, y no sólo para mí sino para la mayoría de los compañeros. ¡Lástima que algunos no cuajasen al final!
También, al ser miembro de la “Schola”, las celebraciones
en la Catedral, no sólo los días más solemnes sino otros domingos
y festividades, me hicieron poder tener una profunda experiencia
de lo sagrado y del hacer bien las cosas.
Vivencias sacerdotales. Cada año, las ordenaciones. De pequeños, los primeros años, sólo nos enterábamos de que había
ordenaciones, ya que se celebraban en la Capilla del Sr. Obispo;
en otras ocasiones se celebraban en la Capilla de los Mayores, en
las llamadas témporas de invierno o de Adviento y en las de primavera o Cuaresma; pues bien, estas celebraciones eran como un
tomar nuevo aliento en ese camino hacia donde otros ya estaban,
y ello me animaba
Vivencias eclesiales. Voy a reseñar tres, que me produjeron un no pequeño impacto. La primera fue la rogativa que se
celebró en El Burgo la víspera de la inauguración del Concilio
Vaticano II. ¡Cuánta gente pidiéndole a la Virgen del Espino por
el fruto del Concilio!; y al día siguiente, intuir, viendo por la tele126
visión, lo que estaba ocurriendo en Roma. Otra, en el mes de febrero del año 1964, cuando un monje de Silos en la Capilla de los
pequeños nos enseñó cómo se iba a celebrar la Misa del Vaticano
II. ¡Eso me va a tocar a mí!, fue mi pensamiento. La tercera fue la
de los cinco años que estuve de catequista en la Parroquia de El
Burgo, donde luego me correspondió ser párroco. Catequista con
los niños y monitor y animador litúrgico en la Eucaristía de los
domingos. ¡Qué bien me sentía!
Con todas estas vivencias y muchas más, también las adversas, entendí que Jesucristo estaba vivo, que estaba conmigo,
que me quería como soy; en definitiva, que se fue acrecentando
mi fe. Y a la vez, entendí claramente que nada me llenaba tanto
como Él; que nada era tan valioso como Él; que tenía sólo esta
vida para dársela a Él y que, por ello, tenía que consagrar mi vida
para Él.
Ahí está la razón por la que deseé ser sacerdote como la
Iglesia lo quiere: un hombre de fe y de oración, lleno de Dios. Un
hombre de Iglesia, obediente al Papa y al Obispo, hermano de los
demás sacerdotes. Un hombre de comunión. Un pastor que ama
a sus ovejas, que les predica la Palabra de Dios sin ambigüedad,
que se ofrece cada día, junto a Cristo, en el sacrificio de la Eucaristía. Un hombre que quiere tener un corazón misericordioso
como el de Cristo, y que quiere hacerse especialmente cercano a
los que sufren, a los pobres y a los que viven alejados.
Y, con la ayuda de Señor, que nunca me ha faltado, lo he
intentado poner por obra con todas mis limitaciones en estos treinta y seis años de ministerio sacerdotal.
¡A Cristo, mi Señor, todo honor y toda gloria!
127
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Rvdo. Sr. D. Julián Gorostiza Carro
Con motivo del 425 aniversario de la fundación de nuestro
Seminario, se me pide, por parte del Centro, una comunicacióntestimonio a lo que accedo gustosamente contando con la dificultad añadida del tiempo transcurrido que, lamentablemente, va
borrando algunas de tantas vivencias y experiencias adquiridas
en el devenir de los años.
Aporto este testimonio desde una doble perspectiva motivada por la condición de discente primero, y, en segundo término, por mi condición de docente durante algún tiempo en
este Centro.
Entré en el Seminario de El Burgo de Osma, en un frío día
de finales del mes de septiembre del año 1950, feliz e ilusionado
tanto por el influjo de un seminarista, ya filósofo, de mi pueblo
como de mi celoso párroco tan amante de este Centro.
Comenzaba una nueva vida sometida al régimen disciplinario vigente en aquella época lejana; ello suponía la adquisición
de nuevos hábitos de comportamiento y también de dedicación
más intensa, si cabe, a los estudios de las disciplinas humanísticas.
Fueron cinco años felices y sin grandes problemas, sobresaltos y
complicaciones de un muchacho que se asomaba a una vida tan
distinta que únicamente chirriaba un poco en aquellas madrugadas en días heladores y horas tempranas, pero que quedaba superado con el contacto de nuevos amigos con quienes, día a día, se
apretaban más los lazos de amistad y compañerismo hasta limites insospechados. Fueron, en efecto, años muy felices; el día a
día del Centro formó en este tiempo nuestras voluntades con una
dedicación férrea y responsable. Los lazos de amistad se extendieron, de forma especial, a aquellos compañeros de curso con
quienes compartía habitación, clase, disciplina, lugar de estudio
y vivencias religiosas. Todo ello forjó una gran hermandad basada si no en los lazos de sangre, sí en los de afecto, ayuda y total
amistad que todavía dura. Cabe destacar el esfuerzo y dedicación
exclusiva de tantos formadores y profesores cuya cercanía siem129
pre despertó una total confianza en ellos a los que tal vez no hayamos sabido valorar y agradecer, pero de quienes siempre guardamos un afecto y veneración totales. ¡Tantas y tantas horas de clase luchando por un adelanto en el saber y animadas por aquel
“cape locum” motivador.
En los tres años siguientes la Filosofía fue configurando
nuestra personalidad; fueron años de discernimiento vocacional
y hubo momentos dolorosos cuando algunos amigos tomaban un
rumbo distinto tras una reflexión prolongada y responsable. Fueron años no sólo de dedicación a las disciplinas filosóficas, sino también a la dirección espiritual con vistas a una formación total y decisiva. Quedan recuerdos imborrables de esta etapa difícil pero apasionante dado que estaba animada por una gran creatividad que
impulsaba a realizar obras de todo tipo: culturales, festivas, religiosas, dramáticas, poéticas... La ilusión, sin duda, de un futuro no tan
lejano, era el motor que impulsaba nuestro diario quehacer.
Los cuatro años de Teología coronarían toda una vida encaminada a la consecución de una meta definitiva. Los recuerdos
y vivencias en esta etapa son imborrables y casi infinitos que afloran con sustanciosos comentarios en las reuniones de amigos.
Magníficos profesores de disciplinas dogmáticas, exegéticas y
morales configuraron nuestro ser y nuestro pensar a la vez que
nos hicieron gustar las bellezas de todas estas disciplinas. Otras
aspiraciones y actividades llenaban la etapa más característica de
nuestro paso por el Seminario y que estaban a disposición de cuantos compartíamos casa e ideales.
Pasados unos años de actividad pastoral rural, fui requerido por el Centro como docente y desde un primer momento me
hice cargo de la disciplina de Latín. Desde un primer momento
me propuse poner en práctica aquellas enseñanzas sobre la motivación del alumno aprendidas en mi formación pedagógica. Una
etapa ilusionante cargada de momentos muy agradables; se hizo
realidad la motivación por el Latín en un buen número de alumnos que día a día descubrían la belleza de la lengua de Cicerón.
Alumnos magníficos, espuela y acicate para el docente que mostraban similar dedicación a las demás disciplinas del Centro.
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Por otra parte existía una «química» especial entre formadores y profesores. ¡Cuántas horas de tertulia; cuántas horas
de contraste de pareceres; cuántas horas de roce, amistad y ayuda total.
Termino agradeciendo al Seminario su formación, su acogida y su comportamiento durante todo mi tiempo en el Centro y
pidiendo al Señor, dueño de la mies, que siga suscitando vocaciones que recojan el testigo de quienes ya caminamos en lejanía.
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132
Rvdo. Sr. D. Jesús Florencio Hernández Peña
¿Vale la pena ser sacerdote? Ésta era la pregunta que leía
hace años en un libro. Llevaba ya algunos años en el Seminario y
me dejé sorprender por ella. Leí aquellas páginas con alegría, con
curiosidad; y al terminar de leerlas, el seminarista al que se le
hacía la pregunta terminaba diciendo: “¡Valía la pena ser cura!
¡Se necesitaría ser idiota para no serlo, si Él te ha llamado! ¡Qué
feliz volví aquel año al Seminario!”. La verdad es que lo que a
aquel seminarista le conmovió, no era lo mismo que a mí me pasaba, pero la respuesta podría ser idéntica. Después de veinte años
de sacerdocio, creo que sigo pensado en ello, “¿cómo no ser sacerdote, si Él te ha llamado?” Y en éste mi camino sacerdotal, el Seminario ha tenido un papel fundamental. Esta pequeña colaboración
es un volver la vista atrás y recordar brevemente lo que se fue y lo
que ahora se es, con esa sucesión de tiempo irreparable, pero en el
que creo que la mano de Dios ha estado para guiarlo.
Yo llegué al Seminario una tarde de Septiembre de 1977.
No había estado en El Burgo de Osma nunca. Mi pueblo estaba al
otro lado de la provincia, al otro lado de la diócesis. ¡Quién me iba
a decir que aquí iba a pasar, por lo menos, la mitad de mi vida! No
sabía lo que era el Seminario. Tenía familiares sacerdotes, que
decían “tu tienes que ir al Seminario”…; personas a las que oías,
“no hay nada mejor que el Seminario para estudiar… (por aquello
de que allí están sujetos…)”; chavales de mi pueblo que estaban
en el Seminario, y que no decían nada especial de él…; en fin, con
todas estas razones, mis padres, una vez acabada la E. G. B., de
aquel entonces, y buscando un colegio en donde llevar a su hijo a
estudiar, se decidieron por el Seminario.
La primera imagen del edificio del Seminario que tengo
grabada es la imagen de la Inmaculada Concepción en la Capilla
de la Inmaculada, en azulejo. No es de extrañar, para llegar al
Seminario había que entrar por ahí, y a continuación, una vez
doblada la esquina, el impresionante edificio. Me situé en la habitación que me tocó, que por cierto ya no existe, disponiéndonos a
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comenzar el curso, ¡a 90 kilómetros de casa!, a ¡tres meses vista
de volver a ella!, y con una forma totalmente nueva de vivir para
mí. Recuerdo los compañeros, 33 en el primer curso. Es curioso,
22 quedamos en 2º de B. U. P., y 11 en 3º, antes de pasar a C. O.
U., en el que quedamos 6 y nos hemos ordenado 2 de aquel primer curso. Recuerdo a los profesores, algunos viven todavía, otros
ya no, de todos llevaremos algo; recuerdo a los primeros formadores, y los que luego han ido viniendo, que a pesar de las dificultades y de lo que éramos los chavales de aquel tiempo, como lo
son los de ahora, intentaron ayudarnos en el camino de la vida,
aunque nosotros, como también ocurre en muchas ocasiones, no
tuviéramos muchas ganas de aprender. Recuerdo a D. Félix que
fue mi primer y único rector de seminarista. De todos, con sus
buenas voluntades, aprendimos algo, sobre todo a crecer y a formarnos intelectual, humana y espiritualmente.
Alguno que lea esto pensará que uno ya se parece a los mayores, contando “batallitas” de sus años jóvenes. Y es que parece
que fue ayer, y ya han pasado 30 años, veinte de los cuales de
sacerdote. Los primeros días de Seminario fueron muy duros; alguna que otra lloradera nocturna, recordando la casa familiar y
los amigos, las primeras clases, los primeros estudios en el Seminario… había que comenzar a trabajar. De todas formas, se vivía y
se sentía la presencia de los compañeros; en el Seminario se vivía
en grupo, no había posibilidad de ir con otros, éramos los que
éramos; eso sí, en un grupo de 121 chavales siempre se formaban
cuadrillas de curso, de algún que otro conocido, de seminaristas
con los que te relacionabas más. Y lógicamente, había dos comunidades bien diferenciados, los “pequeños”, los de E. G. B., que
aunque tenían los mismos horarios que nosotros, seguían su ritmo aparte, sus juegos y diversiones…, yo no había pasado por la
E. G. B. en el Seminario; y nosotros los de B. U. P., que entonces
éramos los mayores…, bueno, los de 1º de B. U. P. siempre eran
los pequeños de los mayores, porque “la veteranía era un grado”,
y a la hora de coger campos de fútbol, sitio en la televisión, los
futbolines, el pin pon…, pues había que “luchar por ellos”, ya que
los cursos superiores de B. U. P. siempre marcaban un poco. De
todas maneras, en el Seminario se aprendía a respetar a los ma134
yores, y cuando se era mayor, se sabía respetar a los pequeños, es
decir, más que respetar era valorar a la persona, por lo que era.
Era como una ley que se escribía en los corazones, y que no costaba nada llevarla a la práctica. Además, el número de alumnos también fue decreciendo con el paso de los años, desgraciadamente, y
esa “lucha”, también fue decreciendo. La verdad, es que no resultaba muy difícil hacer amigos.
Aunque con ligeros cambios, el horario fue básicamente el
mismo a lo largo de los años. Nos levantábamos a las siete y media de la mañana, a continuación, rato de oración y Santa Misa,
desayunar y las clases de la mañana. A la una de la tarde, comer,
recreo y juegos, y a continuación las clases de la tarde. Merienda,
estudio de dos horas, rato de oración, en el que rezábamos el rosario, cena, nuevo rato de estudio y a descansar… para volver a
comenzar. Esto que se daba en los día “laborables” cambiaba un
poquito en los días festivos, ya que nos levantábamos un poquito
más tarde, teníamos estudio por la mañana, los sábados teníamos trabajos por grupos (de adornos, de jardinería, de pequeñas
reparaciones, de liturgia…), y por la tarde, competiciones de diversos juegos y actividades; los domingos, los mayores acudíamos a las catequesis parroquiales de El Burgo de Osma, los de 2º
de B. U. P., por turnos bajábamos a ayudar a la S. I. Catedral a la
Misa de Coro, y los demás algún rato libre, algún rato de televisión, para juntarnos todos en la comida. La tarde de los domingos
se dedicaba a las visitas de los familiares, que en aquellos primeros años, solamente se hacían en este día, y en la Sala de Visitas,
aunque algún año más tarde ya se pudo salir por El Burgo a dar
una vuelta con tus padres y hermanos; aquellos que no teníamos
la suerte de tener visitas todos los fines de semana, teníamos, cada
quince días, cine en el Salón de Actos del Seminario, o partido de
fútbol del Uxama en el Campo Municipal. Terminado todo esto,
se volvía al Seminario, rato de estudio, capilla, cena, a descansar,
para volver a empezar el ritmo semanal.
La verdad, es que yo no recuerdo haber tenido algún resquemor de aquellos felices días de B. U. P. Estudiar, pues bueno,
lo imprescindible, de ahí que siempre cayera algún suspenso, y
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los consiguientes consejos de los formadores y paternos. Nuestra
vida era la rutina de cualquier estudiante, aderezada con los ratos
espirituales, que en otros lugares no se tenían. Lo que costaba, al
principio, era acostumbrarse, pero la verdad, es que tampoco se
tardaba tanto. Y una vez que se entraba en el ritmo, se llegaba a
ser feliz, al menos por lo que yo recuerdo treinta años más tarde.
Un cambio en la vida del Seminario era 2º B. U. P., pues al
terminar había que elegir entre letras o ciencias. Continuar en el
Seminario era elegir letras, pues en tercero y C. O. U., se seguía el
plan de estudios orientado a letras, ya que la Filosofía y Teología
entraban por esta rama. Y después de C. O. U., yo diría que era
uno de los momentos decisivos en la vida del Seminario, elegir o
no el camino hacia el sacerdocio. Todavía recuerdo, con especial
cariño, aquel día que mi padre me preguntó si quería seguir en el
Seminario o tenía que buscar un nuevo colegio. Recuerdo mi respuesta, que esperara hasta el día siguiente; y al día siguiente le
dije que quería seguir en el Seminario. Nunca me he arrepentido
de aquella primera decisión seria que tuve que tomar en mi vida.
A partir de ese momento, se pasaba a formar parte del Seminario
Mayor, donde las cosas cambiaban, en aras de una mayor responsabilidad personal. La verdad es que no era fácil en los primeros
años poner en práctica esa responsabilidad, pero con los años, el
Seminario Mayor, formadores, profesores y compañeros, y lo que
se vivía, lo bueno y lo menos bueno, te hacía madurar y aprender
a hacer las cosas que tienes que hacer. Decía que no era fácil tomar responsabilidades, porque los primeros años del Seminario,
el Seminario Menor, casi todo se hacía por inercia, estaba todo
programado. Pasar al Seminario Mayor significaba ordenar tú
mismo tu vida, tus horas de estudio, que aumentaban considerablemente, la libertad personal aumentaba, no te sentías tan acompañado por los formadores, en el buen sentido de la palabra; lo
que seguía igual eran las horas de clase pero reducidas a horario
de mañana, para tener más tiempo de estudio, pues las materias
de Filosofía y Teología requerían mucha más dedicación; el tiempo espiritual aumentaba pues es importante la relación con nuestro Dios, el tiempo de deporte seguía igual, pues muchas veces
necesitabas de los pequeños para poder echar algún que otro par136
tido; los ratos de convivencia alrededor de una mesa, o de la televisión, también aumentaba; en fin, era otra vida, dentro de la misma vida del Seminario.
Así discurrió la vida del Seminario Mayor, hasta que poco
a poco vas dándote cuenta de que los años pasan, y se va llegando
al momento culminante de la ordenación sacerdotal. Yo tuve un
poco más de tiempo para darme cuenta de ello porque desde el
primer peldaño, el rito de admisión al orden sacerdotal, realizado
creo un Miércoles Santo del año 1982, hasta mi ordenación a finales de 1987, pasaron cinco años. Años de estudio y de reflexión,
años de oración, y años de aprender “tiológicamente” cómo debería ser nuestro ministerio sacerdotal. El Lectorado y el Acolitado,
si no me equivoco, lo recibimos también un Miércoles Santo del
año 1985, también en la ceremonia de la Misa Crismal, un día
eminentemente sacerdotal y víspera del Jueves Santo, día en que
Cristo instituyo el Orden Sacerdotal. Y el Diaconado, un 19 de
Marzo de 1986, en la Iglesia del Salvador de Soria, en el marco de
la fiesta de San José, patrono de los Seminarios. Y después de año
y medio de espera, un 14 de Noviembre de 1987, llegó el día de mi
Ordenación Sacerdotal, en la Iglesia Parroquial de mi pueblo,
“Ntra. Sra. de la Muela”, de manos de D. Jesús Pla Gandía, obispo
de Sigüenza-Guadalajara, pues estábamos en sede vacante; había
sido trasladado D. José Diéguez Reboredo a la diócesis de Orense, y ¡que casualidad!, el día anterior, 13 de noviembre, había sido
nombrado un nuevo obispo para nuestra diócesis de Osma-Soria,
D. Braulio Rodríguez Plaza, que tomaría posesión de ella el 20 de
diciembre de ese mismo año. Recuerdo y conservo todavía el telegrama que me envío con motivo de mi ordenación; y la verdad es
que no me enteré de quién me felicitaba por mi ordenación, pues
entre los preparativos de la ordenación, los nervios, etc, que alguien me felicitara firmando Braulio, y no conociendo a nadie que
se llamara así, pues la verdad, no caía en quién pudiera ser. Y
mucho menos, cuando la felicitación llegó por telegrama y a Monteagudo de las Vicarías…
Al día siguiente, 15 de noviembre, domingo, celebré mi Primera Misa en el mismo lugar de la Ordenación, pero con la par137
ticularidad de que celebramos también las Bodas de Plata de mis
padres. Fue un día entrañable, ya que estábamos toda la familia
reunida. Después vinieron cinco o seis días de vacaciones, que yo
creo que han sido los más seguidos de mi vida sacerdotal, necesarios sobre todo para recoger todo lo que habíamos preparado para
la ordenación. Y había que volver al Seminario, pues yo ya estaba
ejerciendo de Formador en los cursos de E.G.B., y el curso estaba
ya comenzado.
Éste mi primer año de sacerdote lo pasé como Formador
en el Seminario Menor, más concretamente en la comunidad de
E. G. B., y trabajando pastoralmente en la Residencia Santa Cristina de Osma y en los pueblos de Recuerda, Gormaz y
Galapagares. Este año ya comenzado, y el siguiente, fueron años
importantes en mi vida sacerdotal. Uno asimila a través de la
experiencia lo que significaba ser Formador y el valor que tienen los Formadores en la educación de los futuros sacerdotes,
incluso en la formación de las futuras personas, a nivel intelectual, social y espiritual. Cuando se es seminarista, los Formadores aparecen como los “vigilantes”. Cuando uno es Formador, se
da cuenta de que la función del Formador es ser un poco “guardaespaldas”, preocupándose por los chavales, indicándoles el
camino que crees mejor, ayudándoles a crecer humana y cristianamente, ejerciendo de padre y madre en muchos momentos,
tratando de ser el amigo que necesitan en alguna ocasión, el enfermero que les tiene que cuidar y curar en otras…, pero sin olvidar ser el Formador que ha de mantener una serie de normas
para que la convivencia y la vida en el Seminario sea la mejor
posible para todos.
Sigo pensando que la vida de Seminario es una de las más
duras a nivel de la pastoral sacerdotal. El internado de los chavales te obliga a estar interno también tú, y a compartir la mayor
parte de los momentos con los seminaristas. Sin embargo, también pienso que la alegría de ver crecer a los chavales, y si tienes la
suerte de ver llegar alguno a la meta del sacerdocio, es una alegría
y una plenitud interior difícilmente comparable con otras alegrías
pastorales.
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Salí del Seminario por espacio de año y medio. Principalmente, por desarrollar un poco más la actividad pastoral en los
pueblos, allá por la “Rinconada” de Matalebreras, y para hacer la
mili, que en aquellos años, 1989, los sacerdotes teníamos que hacer “por obligación”, aunque para mí no fue ningún “trauma”. Una
vez de vuelta, fui destinado a los pueblos de la comarca de Tiermes y Retortillo, aunque de nuevo, empezamos a trabajar en el
Seminario como profesor y como ayudante del Formador, terminando dos años después encargándome de la formación de la sección de B. U. P. en el Seminario Menor.
También fueron años intensos, quizás un poquito más difíciles, pues la edad de los chavales de B. U. P. hacía un poco más
problemática la formación. Había que echar más paciencia, más
ilusión, más tiempo, quizás en algunos momentos menos horas
de dormir, preparar mejor las charlas y horas de formación. Estar
más atento a las señales que podías observar… Sin embargo, todo
esto que pudiéramos decir que era lo “negativo” de la formación,
se tornaba más positivo cuando, como ocurría en E. G. B., a los
chavales los veías crecer y caminar por el camino mejor que tú
creías, y si ese camino escogido era el que le podía llevar al sacerdocio, la alegría era todavía más satisfactoria.
A partir de 1998, salí del Seminario, dejando también los
pueblos de la comarca de Tiermes y Retortillo, para encargarme
de la Parroquia de El Burgo de Osma. Pero a lo largo de estos diez
últimos años he seguido teniendo una relación estrecha con el
Seminario por mi faceta de profesor, yo diría que casi “por casualidad”. Entre unas cosas y otras, mi vida sacerdotal ha estado enmarcada por mi relación con el Seminario. He dicho antes que
creo que no hay vida más dura, pastoralmente hablando, que la
vida de Seminario, pero a renglón seguido, vuelvo a afirmar también, que esta vida es de lo más gratificante cuando un seminarista llega a la meta. Desde luego los tiempos que corren no son muy
gratificantes en este sentido, pero sigo haciéndome la pregunta
que hacía al principio, ¿merece la pena ser sacerdote?
Y mi respuesta, veinte años después, sigue siendo: SIN
DUDA ALGUNA, SÍ.
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Rvdo. Sr. D. Antonio Mínguez del Olmo
He de decir, antes de nada, que no soy partidario de este
tipo de testimonios precisamente por el tipo de formación que
recibí en el Seminario, donde se nos inculcó de una manera constante el llevar una vida sencilla y callada, pero por tratarse del
Seminario me decido a hacerlo; además, lo que escribo a continuación son cosas que podrían decir todos los seminaristas que
hoy son ya sacerdotes mayores y muchos jubilados como yo, que
pasaron por el Seminario en el período del 1940 al 1952. Tal vez
algunas cosas puedan parecer raras, ya digo que han pasado 55
años desde que dejé el Seminario y la realidad ha cambiado mucho. Yo no sé si aquello era mejor o peor, pero lo cierto es que era
distinto en muchas cosas.
Ingresé en el Seminario en septiembre de 1940, a los once
años. El párroco de mi pueblo, D. Elías Ransanz y después D. Luis
Elías, me animaron a ir al Seminario; yo fui con ilusión, sin saber
lo que era la vocación sacerdotal, pero con la ilusión de ser un día
sacerdote.
Fue en el Seminario, ayudado por los formadores y, sobre
todo, con la ayuda del Director espiritual, P. Jorge, donde descubrí mi vocación sacerdotal, y me decidí a entregarme al Señor para
dedicar mi vida, con la ayuda de Dios, al servicio de los hombres;
y son 55 años los que he dedicado al Señor, con sus altos y bajos,
con alegrías y penas.
Los doce años de Seminario, sobre todo los primeros, fueron duros y difíciles; era muy pequeño y había que dejar padres,
hermanos, pueblo, y emprender una vida nueva, lo cual no es fácil. Los primeros años fueron duros también en el aspecto económico: en toda España se pasó hambre como consecuencia de la
guerra que poco antes había terminado.
Con relación a la formación, yo diría que toda nuestra formación giró en torno a cuatro pilares básicos: oración, trabajo,
obediencia y sacrificio. Hoy, después de 55 años, reconozco que
fueron básicos para mi vida sacerdotal.
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Oración. Hoy tal vez pueda parecer rara aquella insistencia del Director espiritual por la vida de oración tan detallada y
programada: la meditación de media hora todos los días por la
mañana (en nuestros primeros años, por la edad, era sencillamente
estar allí presente escuchando al P. Jorge), la santa Misa todos los
días, el rosario por las tardes, la visita al Santísimo durante el recreo, el retiro espiritual todos los meses, los ejercicios espirituales cada año… Todo esto ha tenido una importancia inmensa en
mi vida sacerdotal y diría que hasta me ha sido fácil seguir esa
vida de oración gracias al hábito adquirido durante mi estancia
en el Seminario.
Trabajo. También en el Seminario nos enseñaron a ser responsables en el cumplimiento de nuestros deberes, particularmente en el estudio. Hay que educar inculcando a los niños que el
estudio es una obligación para que después puedan desempeñar
dignamente la misión para la que Dios les llama. Creo que terminamos todos (según las facultades que cada uno tenía) preparados para desempeñar nuestro ministerio con una intención recta,
y cumplir nuestro deber sin esperar recompensa de ninguna clase; y esto creo que nos ha ayudado mucho en nuestra vida sacerdotal, sobre todo en los momentos en que, humanamente hablando, no se veía el fruto del esfuerzo realizado.
Obediencia. El sacerdote tiene que ser hombre de obediencia. ¡Cuántas veces los formadores y el director espiritual nos hablaban de la obediencia! Debo decir que no siempre nos gustaba,
a veces lo considerábamos un abuso de poder. Después de tantos
años, tengo que reconocer que aquella obediencia que tan machaconamente nos inculcaron ha dado fruto, aunque no siempre
es fácil obedecer y estar siempre disponible a la voluntad del superior. Y, junto a la obediencia, el respeto a las personas y cosas,
la puntualidad… Todo esto hoy nos es fácil porque los doce años
transcurridos en el Seminario nos lo enseñaron y vivimos.
Sacrificio. La vida del seminarista en aquellos años era una
vida de sacrificio en todos los aspectos, no siempre fácil de comprender en el momento presente. En el Seminario no había comodidades de ningún tipo (aunque tampoco las había en nuestra
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casa), no había calefacción, ni agua corriente, ni duchas, ni salas
de recreo…; nos contentábamos con poco y éramos felices. La educación que nos dieron era ser personas sacrificadas, usar de las
cosas con moderación. ¡Cuántas veces el director espiritual nos
decía que el sacerdote debía ser un hombre sacrificado por el bien
de sus fieles! Yo creo con toda sinceridad que, gracias a esa educación, muchos sacerdotes hemos entregado nuestra vida al servicio de los pequeños pueblos y nos hemos sentido contentos en
ellos. Esto también es fruto de la formación en el Seminario.
No quiero terminar sin dar mi testimonio con relación al
trato que desde que soy sacerdote tengo con el Seminario. Siempre han sido buenas y frecuentes, creo que en parte ha sido porque casi siempre ha habido seminaristas de algunas de las parroquias donde he estado. Los mejores momentos de mi vida sacerdotal han sido los días en que algún seminarista de mis parroquias ha recibido el Orden sacerdotal. Estando en Andaluz se ordenaron dos de esta parroquia y otro de Tajueco, aunque ya estaban en el Seminario cuando yo me hice cargo de la parroquia.
Más tarde, estando ya en Vinuesa recibieron el Orden dos jóvenes
de Vinuesa, otro de Salduero y otro de Bayubas que entró al Seminario cuando estaba en esa parroquia.
La relación que he tenido con los seminaristas ha sido distinta según las épocas. Hasta los años ochenta eran muy cordiales
tanto con los seminaristas mayores como menores. Más tarde cambió: con los mayores y algún menor las relaciones siguieron siendo cordiales, pero con otra parte de los menores empezaron a ser
más distintas. Las causas no las sé, pero ésta es la realidad.
El Seminario es algo que llevo en el corazón, quiero ver su
futuro con esperanza pero me hago esta pregunta: ¿estamos haciendo los sacerdotes lo que está en nuestras manos para que sean
cada vez más lo jóvenes que se decidan a ser sacerdotes? Es cierto
que todo depende de Dios, pero no olvidemos que Dios se sirve de
los hombres, y en este tema creo que los sacerdotes tenemos un
papel muy importante.
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Rvdo. Sr. D. Mario Muñoz Barranco
Todavía hoy recuerdo con gran cariño mi primer contacto
con el Seminario. Fue hace aproximadamente 15 años con motivo
de la campaña en torno al “Día del Seminario”. Dos seminaristas
se acercaron hasta el grupo de catequesis en el que me preparaba
para recibir el sacramento de la Confirmación. El testimonio de
su vocación estuvo muy presente en mi vida durante el tiempo
inmediatamente posterior, hasta que en el curso 1994-1995 decidí ingresar en nuestro Seminario Diocesano “Santo Domingo de
Guzmán”. Tenía 15 años. Aún recuerdo la fuerte impresión que
me causó entrar por la puerta de ese gran edificio en mi primer
día como seminarista.
Durante los dos años que estuve en el Seminario Menor fui
verdaderamente feliz. A ello contribuyeron, entre otros, mis hermanos seminaristas y D. Jesús Florencio Hernández, formador
de nuestro Seminario durante aquel tiempo.
Mi vida, al igual que la del resto de los seminaristas, estuvo marcada en esa época por la oración, el estudio y las actividades deportivas. Durante esos años profundicé en la vida de
oración, especialmente en la oración comunitaria. ¡Qué hermoso era reunirnos como comunidad para dirigir nuestra oración al Señor! Por aquel entonces comencé también a celebrar
la Eucaristía con mayor frecuencia y me inicié en la oración de
Laudes y Vísperas.
Durante el tiempo vivido en el Seminario Menor fue también importante la formación intelectual. Recuerdo con mucho
afecto a mis profesores de aquellos años, como D. Rafael Muñoz,
D. Teófilo Portillo, D. Jesús Muñoz, Dª María Teresa Asenjo…
Desde aquí mi gratitud a todos y a cada uno de ellos. Gracias al
tiempo transcurrido en el Seminario adquirí un hábito de estudio
que a la larga ha sido fundamental en mi vida. En el Seminario
tuve la gran suerte de recibir una formación intelectual personalizada, gracias al esfuerzo de los profesores y al número reducido
de alumnos.
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Además, en el Seminario Menor eran también importantes las actividades deportivas, como el baloncesto, el frontenis, el
fútbol… ¡Qué maravilloso era poder jugar con los compañeros en
los grandes campos de fútbol del Seminario!
Así fue transcurriendo mi vida en el Seminario Menor hasta finalizar COU. Después de un verano con las dudas lógicas de
un chico de 17 años que tiene que tomar una decisión fundamental en su vida, di el paso al Seminario Mayor. Allí coincidimos
diez seminaristas: cuatro que terminaban ese curso su etapa en el
Seminario, otros cuatro que comenzaban su tercer año y dos que
iniciábamos nuestra etapa como seminaristas mayores. Durante
los seis años en el Seminario Mayor tengo que destacar la relación con mis compañeros, la formación intelectual que durante
esos años adquirí, las actividades pastorales realizadas y, cómo
no, la vida espiritual.
En primer lugar, algo que me ayudó mucho desde el principio fue la relación con mis compañeros. Aunque mis comienzos
en el Seminario Mayor no fueron fáciles, ellos me ayudaron a dar
los primeros pasos. Cada uno tenía sus virtudes, sus defectos y
sus dudas, pero todos creíamos haber descubierto lo que Dios
quería de nosotros y deseábamos prepararnos lo mejor posible
para ser fieles discípulos suyos. La mayor parte de los compañeros que coincidimos en aquel tiempo somos ahora sacerdotes.
Durante los seis años en el Seminario Mayor fue fundamental también la preparación académica. La mayor parte del día
la dedicábamos a las clases y al estudio. Uno a veces puede pensar
que pertenecer a una diócesis pequeña es un handicap en el ámbito académico, pero no es así. Nosotros tuvimos la suerte de tener como profesores durante el ciclo institucional a D. Vicente
Jiménez, antiguo Obispo de Osma-Soria y en la actualidad Obispo de Santander; D. Casimiro López, Obispo de Segorbe-Castellón; D. David Gonzalo, ahora Administrador Diocesano s. v.; D.
Félix Cabezón, sacerdote totalmente entregado al estudio; D. Juan
Carlos Atienza, Rector del Seminario durante mis ocho años como
seminarista… Todos estos profesores nos ayudaron a crecer en el
amor al estudio y, en concreto, en el amor a la filosofía y a la teo146
logía. ¡Qué importante fue poder dedicar seis años de mi vida al
estudio profundo y a la vez sosegado de aquello que hace referencia directa a Dios y al hombre!
A lo largo del tiempo transcurrido en el Seminario también ocuparon un lugar importante en mi vida las actividades pastorales. A lo largo de tres años tuve la oportunidad de ser catequista en la Parroquia de “Santa Cristina” de la Ciudad de Osma.
Todavía hoy tengo muy presentes a los niños y adolescentes a los
que acompañé en su proceso de crecimiento y maduración en la
fe, a los catequistas con los que compartí las preocupaciones propias de la evangelización, a D. Rafael Muñoz que me transmitió a
través de su ejemplo la dedicación que el sacerdote debe tener
hacia las personas que el Señor ha puesto en su camino. Junto a
ello, recuerdo con especial cariño los dos años durante los cuales
semanalmente me acercaba a la Residencia de las “Hermanitas
de los Ancianos Desamparados” de la Ciudad de Osma para tener
la catequesis semanal con los ancianos y pasar un tiempo con ellos
en esta etapa final de sus vidas. Fue un tiempo de gracia porque
los ancianos siempre nos aportan mucho más de lo que nosotros
somos capaces de ofrecerles.
Por último, pero no por ello lo menos importante, el tiempo en el Seminario Mayor fue un tiempo para crecer en la vida
espiritual y, en particular, en la relación con el Señor. A ello contribuyó decisivamente la oración personal y comunitaria, la celebración diaria de la Eucaristía, los retiros mensuales o los ejercicios espirituales que teníamos al comenzar el curso. Es maravilloso lo que el Señor es capaz de hacer en nuestras vidas si nos abrimos a Él y le dejamos que actúe dentro de nosotros. Es verdad
que crecer en la vida espiritual no es tarea fácil, pero a la larga
uno se da cuenta de que sin una intensa vida espiritual el ministerio sacerdotal pierde todo su valor.
Después de ocho años en el Seminario, nuestro Obispo, D.
Francisco Pérez, creyó conveniente enviarme a realizar la etapa
de pastoral a San Leonardo de Yagüe y a otros cuatros pueblos:
Espeja, Espejón, La Hinojosa y Orillares. Fueron dos años muy
intensos que alcanzaron su punto culminante con la ordenación
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presbiteral en la S. I. Catedral de El Burgo de Osma el 11 de octubre de 2003. Se trató del día más feliz de mi vida, ya que recibí
por parte del Señor el gran regalo del sacerdocio, acompañado de
mis familiares y amigos.
Durante ese curso compatibilicé mi dedicación a las parroquias con algunas clases en el Seminario Menor. Fue un comenzar a devolver todo lo que el Seminario me había dado a lo largo
de los años. También fue muy hermoso poder colaborar en la formación de unos adolescentes que también querían descubrir la
voluntad de Dios en sus vidas.
Transcurrido un año, el Sr. Obispo decidió enviarme tres
años a Roma para hacer la Licenciatura en Catequética en la Universidad Pontificia Salesiana. Fueron innumerables las gracias que
durante ese tiempo recibí en la “Ciudad Eterna”. Siempre agradeceré a Dios lo vivido allí y a la diócesis el haberlo hecho posible.
A mi regreso a España el Sr. Obispo, poco tiempo antes de
conocer la noticia de su traslado a Santander, me nombró párroco “in solidum” de la UAP de “San José”, junto a D. Alberto Dueña, y Delegado diocesano de Catequesis. Además decidió que volviera a dar clase tanto en el Seminario Mayor como en el Menor.
Esto ha supuesto para mí, entre muchas otras cosas, crecer en el
amor a nuestro Seminario y convencerme cada día más de que el
Seminario es el “corazón de la diócesis”.
Para terminar me gustaría agradecerle a Dios lo que el Seminario ha sido, es y espero que siga siendo en mi vida.
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Rvdo. Sr. D. Jesús Muñoz de Miguel
Etapa de seminarista. Voy a referirme a mis ocho años de
estancia en el Seminario diocesano (1964-1972). Después vendrían
hasta terminar los estudios eclesiásticos, un curso en la facultad
de Teología de Burgos (1972-1973) y dos cursos más en la Universidad Pontificia de Salamanca (1973-1975).
Mi andadura en el Seminario comenzó el mes de Septiembre del año 1964. Junto con otros 71 niños, comencé el primer
curso de Latín y Humanidades, teniendo doce años de edad. Al
igual que la mayoría, procedía de un pueblo pequeño, de donde
había salido poco hasta ese momento. El recuerdo de ese día es:
un gran edificio. Autobuses desde Soria sólo para llevarnos al Seminario, la capilla del Seminario menor llena de niños de 11 a 13
años (unos doscientos) y Don Bienvenido García dándonos la
primera acogida como Director espiritual. Admiración y susto
entremezclados, pero la mayoría estábamos en el mismo plan y
nos acoplamos al régimen de entonces que era duro a nivel disciplinar, bien dirigido por Don Bernardino García que nos guiaba
agrupados en decurias, al estilo de las legiones romanas.
En el nivel académico, los tres primeros cursos correspondientes al Seminario menor estaban dominados por el estudio del
Latín (clase diaria), lengua castellana, algo de francés y matemáticas, religión y música como en todos los cursos. Clases competitivas y profesores muy variados. En general, se estudiaba bastante.
Estos años primeros ocupábamos la parte izquierda del
Seminario separada del Seminario mayor por una mesa de piedra
en el patio y unas puertas en los pasillos interiores, que no se podían traspasar sin permiso del Superior.
Los siguientes cursos (4º a 7º) llamados de Retórica y Filosofía, fueron años felices de verdad y un tanto raros, correspondiendo a la época de la adolescencia. Nuevos formadores con criterios diferentes entre los que destaco al querido Don Bernabé
Bartolomé, gran pedagogo y buen padre para nosotros. Mucha
149
vitalidad entre nosotros: estudio, biblioteca, deportes, teatro y
programas culturales y una intensa vida religiosa con sacerdotes
de fuera que nos dirigían ejercicios espirituales y retiros.
Académicamente fueron años duros en los que además de
latín estudiamos griego, ciencias naturales, filosofía, química, arte
y otras, sobre todo en 7º donde tuvimos asignaturas similares al
entonces llamado curso preuniversitario, para el ingreso en la
universidad.
El último curso de mi estancia en el Seminario (1971-1972)
los estudios fueron los correspondientes a la carrera eclesiástica:
teología, Escritura, historia de la Iglesia y varias asignaturas de
filosofía con un plantel de profesores realmente bueno y preparado en universidades: Don Tomás Romera (Doctor en Filosofía y
Rector), Don Félix Cabezón, también rector, ambos ya fallecidos
y varios más, entre ellos Don Vicente Jiménez, hoy Obispo, que
había venido de sus estudios en Roma.
Fue un curso que formábamos todavía catorce seminaristas con buen ánimo para seguir, pero las circunstancias del momento y cierta “angustia loci”, hicieron que al curso siguiente
marcháramos a Burgos a estudiar en su facultad de Teología, produciéndose entonces alguna baja.
En resumen, mi estancia en el Seminario fue determinante
y clave para mi decisión vocacional y, sobre todo los últimos años,
verdaderamente feliz y relajante.
Etapa de profesor. Esta parte de mi relación con el Seminario comienza el curso 1979-1980, en que terminada la licenciatura en Filosofía en la Universidad Pontificia de Salamanca, comencé a ser profesor de Filosofía, aun sin haber recibido las órdenes. Esa labor ha continuado hasta el presente, con algunas interrupciones, de forma que mi antigüedad como profesor es ya de
más de 20 cursos académicos dedicados con mucho amor a la labor académica en el seminario.
Sobre todo ha sido la historia de la filosofía y alguna otra
asignatura el objeto de mi trabajo. Los cursos en los que he im150
partido la docencia han sido: 2º y 3º de B.U.P., C.O.U. (en el Seminario menor) y 1º y 2º de Filosofía en el mayor.
Lo que animó siempre mi trabajo como docente fue mi vocación académica y , en concreto, mi afición por la filosofía que
había cultivado en Salamanca.
Los primeros cursos fueron todavía numerosos. Recuerdo
algún curso de Bachiller formado por más de 20 alumnos, C.O.U.
tenía hasta 10 alumnos y el comienzo de los estudios eclesiásticos
se nutría algunos años con 7 y 8 alumnos. Uno de estos cursos
celebrará el próximo año 2009 sus bodas de plata sacerdotales.
Los primeros cursos como profesor fueron para mí una alegría por realizar mi vocación académica pero también una dificultad por ver el Seminario con menos alumnado que cuando yo lo
había dejado: de los 400 seminaristas de los años 70-72 me encontré con 130-140, en el curso 79-80, que han ido bajando después.
Debo confesar también que una de las satisfacciones más grandes ha sido encontrarme con bastantes alumnos míos que pasaron
por el seminario y que guardan buen recuerdo de él y de mi actividad
como profesor. Más en concreto, doy gracias a Dios por todos los que
se han ordenado sacerdotes de nuestra diócesis, algunos de los cuales han estudiado en universidades como Roma y Salamanca, los estudios de licenciatura, y dos en concreto estudios de filosofía.
Demos gracias a Dios, que se sirve de nosotros como “humildes trabajadores de la viña del Señor”.
Por último, el equipo de profesores con los que he trabajado y que se han ido sucediendo a lo largo de estos años ha sido
bueno, con los que me he sentido como en mi casa, compañeros y
amigos trabajando fuerte por el seminario y teniendo una convivencia de hermanos. Son ya varios los fallecidos, sobre todo sacerdotes. Varios de ellos dejaron buena parte de su vida en el seminario, a veces sin ser reconocida su labor y su esfuerzo.
Pido al Señor de la mies que envíe obreros a la mies, es
decir, alumnos al seminario y, si yo puedo colaborar como profesor en esa tarea, lo haré mientras pueda.
151
152
Rvdo. Sr. D. Manuel Peñalba Zayas
Siempre que celebramos, como sacerdotes, algún momento importante de nuestra vida, surge en nuestro interior la necesidad de orar al Señor y darle gracias por todos los dones y favores
recibidos; y entre ellos, muy especialmente, por el don de la vocación al sacerdocio. También damos las gracias a nuestra familia, que ha rezado, nos ha acompañado, animado y apoyado en
todo nuestro proceso de formación sacerdotal. Y, a la vez, de
una manera muy especial, manifestamos nuestra gratitud también al Seminario, lugar y familia sacerdotal, que un día nos acogió y formó.
Personalmente, recuerdo siempre con inmensa paz y alegría mi estancia en el Seminario, primero como seminarista y,
después, como formador.
Como seminarista, tuve en el Seminario una nueva casa y
una nueva familia donde siempre fui bien recibido, comprendido,
querido y ayudado.
Recuerdo y agradezco, primero en nuestro Seminario diocesano de El Burgo de Osma y, después, en el Seminario Mayor
de San Jerónimo, de Burgos, todo aquel ambiente de estudio, de
oración, de vida comunitaria y de acompañamiento humano y
espiritual que tanto me ayudaron a crecer como persona y a discernir la llamada de Dios en mi vida.
Y algo que recordaré y agradeceré también siempre es el
ánimo, el estímulo y toda la ayuda recibida de mis compañeros
seminaristas. Puedo decir que las Ordenaciones de los seminaristas mayores me estimulaban constantemente, así como el diario
caminar con mis compañeros de curso, vivido desde la amistad
más sincera y el mutuo y recíproco apoyo que unos y otros nos
dábamos para alegrar y suavizar nuestras dificultades y para seguir adelante en nuestra formación y seguimiento a Jesucristo.
Recuerdo y agradezco, en fin, todos aquellos medios necesarios que el Seminario me ofreció a través de mi Obispo, forma153
dores y profesores para que mi respuesta a Dios fuese libre, responsable y amorosa y culminara en mi Ordenación sacerdotal, el
momento, como para tantos y tantos sacerdotes, más importante
y especialmente feliz de mi vida.
Fui ordenado sacerdote el día 7 de noviembre de 1976. Tras
unos años de servicio parroquial, me nombraron formador del
Seminario. Pronto comprendí que Dios me encomendaba en la
Iglesia una difícil, delicada y hermosa misión y labor pastoral:
formar a los futuros pastores de la Iglesia, dirigiendo y acompañando espiritualmente a nuestros seminaristas.
Recuerdo que, primero, me tuve que formar. Cada día y
todos los días me ponía, también, en las manos del Señor, invocándole y pidiéndole la gracia, la fuerza, la sabiduría y el Don de
su Espíritu, verdadero Protagonista y único Director Espiritual
de nuestras vidas.
Sólo con su ayuda, intenté dar a Dios lo que Dios me pedía:
que aquellos niños, adolescentes y jóvenes seminaristas, recibieran del Seminario todo cuanto yo recibí. Procuré ayudarles a conocer más y mejor a Jesús para poderle oír y creer en Él, responderle, amarle, seguirle y servirle.
Trabajé por inculcarles que la llamada de Dios es siempre
fruto de este amor intenso e inmenso que Dios nos tiene; por eso,
Él siempre toma la iniciativa. Procuré ayudarles también a comprender que la vocación al sacerdocio era, es y seguirá siendo una
cuestión de disponibilidad, de ofrecimiento y de respuesta generosa y confiada a esa llamada que el Señor nos hace para seguirle
y servirle siempre y fielmente en su Iglesia.
Y como puede hacerlo cualquier sacerdote, con mucha paciencia y constancia, con el sacrificio propio de cada día y, principalmente, con gran cariño y alegría, recibía personalmente a los
seminaristas, dedicándoles el tiempo necesario y ofreciéndoles la
ayuda que me solicitaban para su discernimiento y andadura vocacional; invitándoles siempre a la oración de súplica y de ofrecimiento a Dios: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”, “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
154
La verdad es que fueron unos años algo duros, pero muy
felices en mi vida de sacerdote. Pude rezar con ellos y vivirlo todo
junto a ellos, compartiendo oración, inquietudes, revisiones de
vida, esfuerzos, familia, alegrías, penas, esperanzas y, con algunos, su mayor gozo: la Ordenación sacerdotal.
Desde este compartir, quiero también hacer mención especial de mis compañeros sacerdotes que, junto a mí, constituíamos el “equipo de formadores”. Hablábamos mucho y casi siempre del Seminario y de cada uno de nuestros seminaristas. Eran
muy pocos los días que no rezáramos juntos. Y juntos, también,
programábamos diariamente nuestras actividades, cuidando esmeradamente ese clima de fraternidad, trabajo conjunto y disponibilidad que, en todo momento, hizo que trabajara y me sintiera
bien entre ellos.
Y con palabras del Magisterio de la Iglesia, al Seminario
siempre le hemos dado el apelativo de “corazón de la Diócesis”.
Como seminarista que fui y, después también, como formador del
Seminario, no puedo por menos que recordar y agradecer toda
esa afluencia y caudal eficaz de gracia que permanentemente nos
viene de los demás. El “día de las familias” y las visitas de nuestros familiares plasmaban muy bien todo aquel quehacer callado
pero repleto de fecundidad vocacional de unos padres, hermanos
y familiares que, respetando la libre opción de sus hijos, eran apoyo
cercano y efectivo en todo su proceso de formación sacerdotal.
Era habitual, igualmente, poder ver o acoger en el Seminario a nuestros sacerdotes que, venidos de los distintos pueblos y
lugares de nuestra Diócesis, contactaban con sus seminaristas;
quienes llenos de alegría valoraban las orientaciones, la cercanía
y el recuerdo de quienes, en muchos casos, les llevaron o nos llevaron al Seminario.
Y siempre, el Seminario ha podido y puede contar, además, con la fuerza y el apoyo inestimable de las oraciones tanto de
las parroquias, como de tantísimas personas de vida consagrada,
y también de los enfermos y de todos los buenos cristianos, que
fueron y siguen siendo gratuitas, necesarias, valiosas y florecientes ofertas de gracia vocacional.
155
156
Rvdo. Sr. D. Rubén Tejedor Montón
Al hacer balance de estos cuatrocientos veinticinco años de
nuestro Seminario, mi primera mirada de agradecimiento va dirigida al misterio de Dios Trinidad pues el Padre de misericordia, por
medio de su Hijo Jesucristo, en el amor desbordante del Espíritu
Santo, ha derramado con inmensa generosidad sus dones en la historia de nuestro Seminario diocesano “Santo Domingo de Guzmán”.
Sí, gracias, muchas gracias, Señor, por el gran regalo que has
hecho, a lo largo de los siglos, a tu Iglesia de Osma-Soria a través de
esa Casa que es el “corazón de la Diócesis”; una de las pruebas más
inefables de tu amor para con nosotros; el signo de tu ingente Corazón que siente compasión por las ovejas que andan sin pastor (cfr.
Mc 6, 34) y que sabe que para que Su amor sea conocido y aceptado
personalmente por muchos, necesita de múltiples operarios ya que
“la mies es mucha pero los obreros son pocos” (Lc 10, 2)
Entre esos operarios, Señor, me elegiste a mí. Tú, verdadero y único Pastor, es verdad, eliges y llamas a los que quieres (cfr.
Mc 3, 13). Y así, Tú, Dios infinito en su misericordia, fijaste tus
ojos en mí (¡qué bien conoces cómo soy!) y me regalaste el mejor
de los dones: la vocación sacerdotal. Llamada a amarte a ti. Llamada a servirte en los hermanos. Llamada a impregnar con mi
vida y con mis palabras tu amor en el mundo.
Pero antes, antes de enviarme a la misión, me concediste
el formarme en nuestro Seminario, bajo la mirada amorosa de la
Virgen Madre, la fiel custodia de San José y la protección constante de Santo Domingo de Guzmán.
Los años pasados en esa Casa fueron felices, muy felices. Es
verdad que con sus luces y sus sombras (mis luces y mis sombras,
sobre todo) pero realmente felices. En estos años a caballo entre El
Burgo y Burgos, con diferentes hermanos y formadores, compartiendo trabajos y esperanzas, Tú, Señor, fuiste haciéndome consciente (en medio de mis limitaciones) de que, si permanecía en Ti,
podría dar mucho fruto; que no te había elegido yo, sino que Tú
eras el que realmente me habías elegido (cfr. Jn 15, 16). Aprendí
que éste, y no otro, era el secreto de mi vocación y de mi misión.
157
Así, para poder profundizar en mi discernimiento vocacional
y llevar a la práctica la llamada que Tú me hacías (sancionada por
nuestra Madre, la Iglesia, el inolvidable día de mi ordenación sacerdotal) me regalaste profesores ejemplares que me entusiasmaron y
me hicieron querer de verdad la filosofía y la teología; me concediste
compañeros de camino con los que compartí, como verdaderos hermanos, el trabajo diario de respuesta a tu llamada; me hiciste merecedor de unos formadores y rectores que buscaron siempre, aun a
veces sin yo entenderlo, lo mejor para mi formación sacerdotal; pusiste en mi camino unos Obispos que, con sus vidas generosas, sus
palabras siempre cariñosas y con amor de padre, fueron estímulo y
aliento en mi camino hacia la meta-inicio del sacerdocio; pusiste a
mi lado personas que con cariño y esmero me cuidaron.
En definitiva, Señor, por medio del trabajo callado de tantas personas y de la oración generosa y cariñosa de sacerdotes,
religiosos y laicos, fuiste haciendo de este pobre instrumento un
joven capaz para asumir, solamente con tu gracia, los compromisos sacerdotales, desde una lenta pero profunda maduración humana, intelectual, espiritual y pastoral.
De esta manera, en el Seminario aprendí que no era importante lo que yo pudiera lograr siendo sacerdote, que me alabaran o despreciaran, que cosechara éxitos o que no fuera reconocido. En esa Casa fui educado para plasmar en mi vida que sólo una
cosa era importante: que no obstaculizara el camino del Señor;
que fuera un instrumento dócil en sus manos; que condujera a los
hombres y mujeres, mis hermanos, hacia Cristo y no hacia mí.
Me enseñaron, Señor, que eras Tú en mí y para todos. Que
no era yo. Que ya Tú habías librado y salvado al mundo. Que Tú
puedes hacer a través de mí todo aquello de lo que yo nunca sería
capaz sin Ti. Tarea ingente, sí. Que sobrepasa mis fuerzas y todas
mis capacidades pero que, por la ordenación sacerdotal recibida,
me era encomendada como el mejor de los tesoros del que hacer
partícipe a la humanidad entera.
Por ello, por todos ellos, por nuestro Seminario diocesano,
“bendice alma mía al Señor” (Sal 103, 1)
Alabado sea Jesucristo.
158
Memoria
159
160
OBRAS DE REHABILITACIÓN ACOMETIDAS
EN EL SEMINARIO DIOCESANO EN LOS
ÚLTIMOS AÑOS
I. Introducción
El Seminario Diocesano “Santo Domingo de Guzmán”
nació a finales del siglo XVI, en 1583. Desde entonces ha cumplido con su función educativa de la mayoría de los sacerdotes de la diócesis, de muchos misioneros, de personas relevantes en la vida social de los cuatro últimos siglos y de muchos miles de alumnos que se han beneficiado de unas posibilidades de formación que de otra manera no hubieran encontrado.
Desarrolla su actividad en un valioso edificio que data
de finales del siglo XVIII, y que hoy está infrautilizado a causa de la disminución de vocaciones. Es voluntad del propio
Seminario y de la Diócesis que, continuando con su función
de Seminario, pueda destinarse también a otras actividades
de carácter preferentemente formativo y cultural.
El proceso de rehabilitación se inició en 1996 y desde
entonces se han llevado a cabo numerosas intervenciones para
adecuar el edificio a las exigencias del momento presente.
II. Seminario Diocesano: descripción y valor
arquitectónico del actual edificio
El edificio del Seminario Diocesano está situado en el
municipio de El Burgo de Osma-Ciudad de Osma (Soria), en la
161
Calle Rodrigo Yusto 33. Es un edificio singular que forma parte de su conjunto monumental. La construcción de la parte central del edificio se hizo a instancias del obispo Eleta, confesor
de S. M. Carlos III, entre 1785 y 1791. Fue ejecutado por Luis
Bernasconi, sobre planos propios o sobre planos del arquitecto
Sabatini, que trabajó también en la construcción del Palacio
Real de Madrid y en la Capilla de la Inmaculada de la S. I. Catedral de El Burgo de Osma.
Destaca como elemento arquitectónico en la fachada del
cuerpo central, sobre la puerta de entrada, la presencia de un
monumental escudo del obispo Eleta labrado en piedra, afectado por la declaración genérica de Bien de Interés Cultural
por el Decreto 571/ 1963, de 14 de marzo.
El paso del tiempo y las nuevas circunstancias, especialmente la supresión de la Universidad de Santa Catalina en la misma Villa durante el curso 1842-43, hicieron necesaria la ampliación de la fábrica del edificio del Seminario con dos pabellones,
que se ejecutaron a mediados del s. XIX tratando de mantener la
sobriedad de la primera construcción.
En el último siglo y medio se han añadido dos capillas
laterales de grandes dimensiones y se levantó una planta sobre la parte central del edificio; también se modificaron notablemente las dependencias, pasando de alcobas con varias
camas a dormitorios corridos o habitaciones individuales.
En total, la fábrica del edificio tiene unos 8.000 metros cuadrados de cubierta y cerca de 20.000 metros cuadrados edificados.
El deterioro del edificio ha sido notable en algunas
zonas, especialmente en las obras realizadas durante la década de los años 50 debido a la baja calidad de los materiales y en otras zonas por los efectos de la humedad y del paso
del tiempo.
Un valor añadido del edificio es la amplia zona de paseo y recreo que posee, unas tres hectáreas; en ese espacio
162
encontramos un pequeño pinar tres campos de fútbol, un frontón, aparcamientos y pistas para practicar otros deportes.
En la actualidad, y tras el último PGOU del Ilmo. Ayuntamiento de El Burgo de Osma-Ciudad de Osma, urbanísticamente, el recinto del Seminario se divide en tres zonas: el edificio, la zona de equipamiento para uso cultural y docente, y
los patios que aparecen en dos Unidades de Actuación Integradas (núms. 9 y 14).
III. Criterios de rehabilitación
En 1996 se inició una lenta, pero continuada, labor de rehabilitación en el edificio por parte del Seminario y la diócesis,
siguiendo un plan preestablecido teniendo en cuenta los siguientes criterios:
• Abordar con urgencia la reforma de las cubiertas, sin modificar la estructura exterior actual.
• Rehabilitar las distintas zonas, recuperando en lo posible
la estructura antigua de pasillos, ventanas, escaleras etc.,
haciendo dos escaleras que comuniquen verticalmente todas las plantas y dotándolo de un ascensor.
• Concentrar en una zona del edificio la actividad académica propia del Seminario, y destinar a otros usos el resto
del edificio.
• Dotar de calefacción por circuitos independientes al Seminario.
IV. Obras realizadas
De 1996 a 2001, se ha rehabilitado la totalidad de la cubierta del edificio. Se han remodelado tres aulas, la biblioteca y la
163
zona administrativa, recuperando uno de los pasillos que rodean
uno de los claustros.
Se han hecho reformas en la primitiva capilla, hoy Salón
de actos, y en la actual Capilla mayor, además de la recuperación
de un reloj de torre de mediados del siglo XIX, la restauración de
15 vidrieras de comienzo del pasado siglo, acondicionamiento de
los accesos al patio que permiten la entrada de maquinaria, reforma de comedores, intervención en las cocinas, reforma de una
parte de las tuberías de saneamiento del edificio, cambios en la
instalación eléctrica.
Fuera del edificio del Seminario, pero dentro de su zona de
recreo se ha construido un amplio edificio que es el Taller diocesano de restauración y depósito de obras de arte, con una superficie edificada cercana a los mil metros cuadrados.
Desde el año 2003, todas las actuaciones de rehabilitación ejecutadas en el Seminario se han costeado gracias a la
utilización de los medios económicos del propio Seminario,
la Diócesis, subvenciones públicas y la ayuda generosa de parroquias, Comunidades religiosas y personas particulares. A
tal efecto, desde el 2003, se realiza en diciembre y en enero
una campaña que, bajo el slogan “ Tú eres el protagonista ”,
está orientada a recaudar fondos para las obras extraordinarias del edificio.
De 2003 a 2004 se realizó la rehabilitación de toda la zona
académica del Seminario Menor, capilla y espacio de recreo y se
ha modificado totalmente el sistema de calefacción del edificio
construyendo un nuevo cuarto de calderas, controlado por tecnología informática.
Durante los años 2005 a 2007 se rehabilitaron la tercera planta del edificio y parte de la segunda destinada a Teologado y Casa de Espiritualidad “ San Pedro de Osma”. La Casa
de Espiritualidad nace para prestar un espacio de convivencia
a aquellos grupos de sacerdotes, religiosos y laicos tanto de la
164
Diócesis como de fuera que se reúnan para llevar a cabo actividades de carácter espiritual, cultural y educativo de inspiración humanista cristiana. Dispone de 22 habitaciones con baño
suficientemente amplias para que puedan funcionar como habitaciones dobles o sencillas; 2 habitaciones con medios adecuados para personas discapacitadas; 1 habitación con despacho; aula magna; sala de reuniones; sala de estar; capilla y sacristía; comedor con capacidad para cien personas; zona de
aseos y dos zonas de almacén. Dispone de ascensor y servicio
de internet. Dichas instalaciones fueron bendecidas e inauguradas por el anterior Sr. Obispo de la Diócesis, D. Vicente Jiménez Zamora, el 18 de marzo de 2007. Fue la culminación de
un gran proyecto querido por nuestra Diócesis.
Durante la ejecución de dicha obra, se realizaron otros dos
proyectos de rehabilitación independientes: la zona de almacenes y despensas para adecuarlos a la normativa sanitaria, y la rehabilitación de la Capilla de la Inmaculada para convertirla en el
Museo de la Semana Santa, gracias a un Convenio firmado el 7 de
septiembre de 2005 entre la Diócesis-Seminario, la Parroquia de
la Asunción de Nuestra Señora-Cofradía de los Santos Misterios y
del Santo Entierro de Cristo de El Burgo de Osma y el Ilmo. Ayuntamiento de esta localidad. Esta obra supone la recuperación de
un precioso espacio del Seminario para uso cultural y religioso y
que, de forma gustosa, el Seminario cedió gratuitamente a la
Parroquia de El Burgo para el citado uso por un periodo de diez
años. Dicha obra fue bendecida igualmente por el Sr. Obispo D.
Vicente Jiménez Zamora, el 5 de diciembre de 2006.
Por último, durante este año 2008, se ha rehabilitado
la Capilla de “Santo Domingo de Guzmán”, como obra conmemorativa del 425 aniversario del inicio del proceso fundacional
del Seminario. La intervención en esta Capilla ha consistido en
repintarla, rehabilitar la Sacristía y construir una rampa de acceso desde el exterior de la calle Rodrigo Yusto, garantizando la
accesibilidad a la misma a los discapacitados físicos.
165
V. Obras realizadas en los últimos años
A continuación se detallan las obras realizadas y financiadas fundamentalmente con recursos de la Diócesis y del propio
Seminario.
AÑO
CONCEPTO
1996 Biblioteca. Electricidad
1997
Capilla. Aulas. 1ª fase de cubiertas
1998 1ª fase de cubiertas. Salón de actos
1999 Electricidad. 2ª fase de cubiertas
2000 2ª fase cubiertas. Cocina. Comedores.
Electricidad
2001 2ª y 3ª fase de cubiertas.
Taller de restauración
2002 Taller de restauración.
2004 Zona académica Seminario Menor,
cuarto de calderas e instalación de
circuitos independientes.
2006 Almacenes y despensas en planta baja.
Capilla de la Inmaculada.
Museo de Semana Santa
2007 Rehabilitación tercera planta.
Casa de Espiritualidad “San Pedro de Osma”.
2008 Rehabilitación de la Capilla de Santo Domingo
y construcción de una rampa de acceso desde
el exterior.
Francisco Javier Ramírez de Nicolás
166
Cubiertas del Seminario (1996-2001)
Capilla de Santo Domingo (rehabilitada en 1997 y 2008)
167
Salón de Actos (1998)
Comedores del Seminario (2000)
168
Fachada norte (2004-2005)
Pasillo de aulas (2004-2005)
Aula Magna (2004-2005)
169
Capilla del
Seminario Menor
(2004-2005)
Sacristía
(2004-2005)
Oratorio del
Seminario Mayor
(2004-2005)
170
Sala noble
(2004-2005)
Secretaría
(2004-2005)
Sala de reuniones
(2004-2005)
171
Sala de calderas (2004-2005)
Pasillo de despensas (2006)
Capilla de las monjas (2006)
172
Capilla de la Inmaculada. Museo de la Semana Santa (2006)
Ascensor (2007)
Archivo (2007)
173
Aljibe de incendios (2007)
Entrada principal (2007)
Cocheras (2007)
Fachada sur (2007)
Escalera de Santo Domingo (2007)
174
Fuente del patio central (2008)
Rampa de acceso a la Capilla de Santo Domingo (2008)
175
Casa de Espiritualidad «SAN PEDRO DE OSMA» (2005-2007)
Escalera sur
Pasillo
Habitación
176
Sala de reuniones
Despacho
Sala de estar
177
Aula Magna
Comedor
Capilla
178
ANTIGUAS ESCUELAS EN LA CATEDRAL
DE EL BURGO DE OSMA*
I. Una Escuela visigótico-mozárabe en la catedral de Osma
Cuando se hubieron serenado los espíritus después de las
invasiones de los pueblos bárbaros, se inició la tarea ardua y pleiteada de delimitar las fronteras de las diversas iglesias diocesanas y dentro de ellas el urgente planteamiento de revivir sus instituciones pedagógicas. Posteriormente, el paso de los nuevos invasores árabes vino a repetir semejantes dificultades, hábilmente
superadas en una concertada convivencia de barrios con su sinagoga, mezquita e iglesia durante largo tiempo y en gran multitud
de villas y ciudades de la Península. Arte y lenguaje de mozarabía
se ha comprobado con suficiencia en algunas villas de la Extremadura soriana como en San Esteban de Gormaz, Berlanga de
Duero, Almazán y Agreda.
Existían sin duda en Europa desde la época de la alta Edad
hasta la plena Edad Media distintas instituciones de educación
en torno a la Iglesia. Concretamente en las Sedes Episcopales de
España había dos tipos de escuelas muy concurridas, según puntualiza el historiador L. Tomassinus, una de niños adolescentes
ofrecidos por sus padres a la Iglesia y otra de clérigos jóvenes hasta la edad del diaconado1 . Señalan además los capítulos XXII y
XXIV del Concilio IV de Toledo la existencia de un “conclavis
episcopi” y un “conclavis atrii” en las catedrales de su jurisdic*
Dado su interés, reproducimos en esta sección un extracto del artículo de D. Bernabé Bartolomé Martínez publicado en la Revista Celtiberia 29 (1979) 253-263, sobre la existencia en
la Catedral oxomense de escuelas destinadas a la formación de los clérigos.
1
L. Tomassinus, Vetus et Nova Ecclesiae disciplina circa beneficia et beneficiarios, Venetiis
1730, II, cap. 94, p.724.
179
ción eclesiástica, que vendrían a ser una continuación de los primitivos convictorios episcopales el primero y el segundo de las
escuelas seculares externas, restos de las antiguas escuelas romanas para la educación y que en este caso, por el deseo de los padres, estarían destinados al sacerdocio2 .
Según el Catedrático de Historia Eclesiástica de la Universidad de Salamanca, P. Martín Hernández, los Concilios de Roma,
Letrán, las Galias y los españoles de Toledo son un caso raro de
fecunda y uniforme normativa sobre la formación clerical de estos establecimientos dentro de la Iglesia3 . Escuelas como las arriba indicadas existieron en las cabeceras diocesanas de Huesca, y
Lérida, Córdoba, y Sevilla, Mérida, Granada y la Metrópoli de
Toledo, a cuyos Concilios acuden y firman sus actas los sufragáneos
obispos oxomenses como Juan (597), Gregorio (610), Egila, asistente a los Concilios IV, V, VI y VII y Sonna, que estuvo en el número XIII, XIV, XV y XVI4 .
En la organización de estos Convictorios actúa como supervisor el arcediano, como formador el prepósito y como docente el canónigo teólogo de lectura, mientras que en la escuela secular aneja se sigue con el praeceptor latino y los maestros de gramática que, enseñando gratuitamente, vivirían de las rentas de
algún beneficio eclesiástico.
No existiría una ratio studiorum perfectamente estructurada. En el estudio de Bourret sobre la escuela de Córdoba se dice
que estudiaban exégesis de la Sagrada Escritura, comentarios de
textos divinos, libros de antigüedad y clásicos5 . Sabemos que San
Eulogio, maestro de esta escuela, se llegó hasta las Galias, visitando monasterios y recogiendo fragmenta veterum, y que se trajo a
San Agustín, Virgilio, Horacio, Porfirio y versos de los cristianos.
Por otra parte y respecto de la escuela de Sevilla se dice “in ripis
quas Betis alluit [...] peritissimi floruere medici atque magnifici
2
Tejada, Colección de cánones de los Concilios españoles y de América, Madrid 1859.
3
F. Martín Hernández, La formación sacerdotal en la Iglesia, Barcelona 1966.
4
V. Núñez Marqués, Breve historia del Obispado de Osma , Madrid 1949.
5
Bourret-Jos, De Schola Cordubae christiana, París 1855.
180
Rethores, astronomicae artis legumque prudentes...” 6 . Completando este punto, vemos que el Concilio VII de Toledo insiste en
la necesidad de saber perfectamente el Psalterio, los Cánticos
usuales e himnos y la forma de administrar el sacramento del
Bautismo para aquel que pretenda ser ordenado de sacerdote. De
todo lo anterior se desprende que, tanto en las escuelas seculares
como en los convictorios episcopales, se partiría del Trivium (ya
para entonces bien definido) hacia una especialización de las enseñanzas del Quadrivium en el primer caso y en el segundo hacia
los conocimientos teóricos de la Biblia y los más prácticos del coro
y administración de sacramentos7 .
El camino para la verificación de la hipótesis de la escuela
visigótico-mozárabe en la Catedral de Osma es aún incierto y oscuro, falta de dato histórico definitivo que dé cuerpo a los elementos dispersos, huesos humillados que esperan para algún día
el soplo de la vida. Estos son:
- La diócesis de Osma se encuentra adscrita, ya desde el siglo VII por lo menos, a la provincia eclesiástica de Toledo, que repetía fundamentalmente en sus fronteras la antigua Cartaginense
de los romanos. Sus obispos acuden convocados a los Concilios de
Toledo, redactan sus conclusiones y se obligan a su cumplimiento.
En el Concilio IV de Toledo, celebrado en el año 633 bajo la presidencia de San Isidoro de Sevilla y en el que se da el Decreto sobre
las escuelas y convictorios clericales, que estamos comentando, y
que por otra parte había de ser aceptado con la obligatoriedad de
una Ley del Reino por mandato de Sesinando, al pie de las Actas
conciliares se lee: “Egica axomensis episcopus subscripsi”8 .
- Por otra parte, en los comienzos del siglo noveno aparece
como obispo de Osma el joven Eterio y junto a él un hombre de
relieve, el presbítero Beato. Supuesto que algunas de las escuelas
conventuales catedralicias tendrían verdadera escasez de aquellos libros que prescribían las ordenaciones de los Concilios, en6
Nic. Antonio, Biblio. Hisp . Lib. VI.
7
Tejada, o. c., II, pag. 379.
8
V. Núñez, o.c., pag. 63.
181
contramos lógico que los maestros de las mismas y también los
obispos se dedicasen a escribir o preparar comentarios, detalle en
el que se ocupó San Isidoro. Gregorio de Elvira y Gasto de Urgel
comentaban el Cantar de los Cantares para los suyos y Beato escribe su Comentario al libro del Apocalipsis y lo dedica al obispo
de Osma Eterio para el estudio de los hermanos: “Haec ergo
Sancte Pater Etheri te petente ob aedificationem studii tuorum
tibi dicavi”. Años después, y desde las montañas cántabras, escribe Eterio junto con Beato al Arzobispo de Toledo Elipando sobre
estas escuelas: “ex ipsis baptizatis allii tradentur scholis et
offeruntur a Parentibus a Christo ut possint futuri esse sacerdotes et serviant Domini”9 . Se pudiera objetar y ésta parece ser la
intención del P. Flórez que Beato vivió siempre en sus montañas
de Liébana y que Eterio fue solamente obispo “in partibus
infidelium” sin residencia en Osma, pero, concediendo verosimilitud a este difícil supuesto, seguiríamos preguntando cuáles son
los hermanos de Eterio para cuyo estudio edificante escribe Beato su famoso Comentario del Apocalipsis si no eran sus clérigos
de la Iglesia Oxomense y de qué escuelas escribía Eterio a Elipando
sino de las que aquél había conocido y animado en su diócesis.
- Además, en un manuscrito del Archivo de la Catedral de El
Burgo de Osma, fechado con aproximación sobre el siglo XIII, se
hace una relación de los papeles y códices que componían la antigua y primitiva librería capitular. Se trata de una enumeración seguida de casi unos doscientos títulos. Una ojeada detenida a los
distintos títulos y temática nos habla de su antigüedad y de la perfecta respuesta a las exigencias del tipo de estudios preceptuado
por los concilios en todos sus extremos y aspectos. Sin duda aquí
pudo forjarse la sólida cultura del Obispo Eterio y de Beato.
Todos estos datos, hoy tímidamente presentados, pueden un
día, junto a otros más fuertes y definitivos, demostrar la existencia
de esa pretendida Escuela visigótico-mozárabe de la Catedral de Osma
como convictorio clerical, objeto de las preocupaciones de aquellos
obispos gloriosos de los momentos fundacionales de la diócesis.
9
Confessio Etherii et Sancti Beati ad Elipandum, I, 35: ML 96-98.
182
II. La Escuela catedralicia capitular de Osma
Aunque nos falten datos definitivos más amplios y específicos en torno a este segundo centro de educación clerical en la
Iglesia Catedral de El Burgo de Osma, cuantos tenemos son suficientes para no dudar de su existencia y sospechar favorablemente de su eficacia.
Partimos del supuesto de que no se trata de una continuación de la escuela anterior oxomense visigótico-mozárabe, ya que
la diócesis de Osma pasa largo tiempo sin obispo por causa del fanatismo religioso de algunas invasiones africanas. Los últimos obispos de Osma fechados son el obispo Felmiro del año 881 y Silo en
938. En el Concilio de Husillos (1087) se litigó sobre los límites de
la diócesis de Osma y en el año 1101 ya tenía su obispo cluniacense
en el glorioso San Pedro de Osma para la diócesis restaurada.
En otro sentido la escuela de la catedral ya no podía tener
carácter de convictorio episcopal porque la figura del prelado de
la Reconquista se hizo viajera y nada residente, acompañando al
rey en la guerra y en los consejos o recorriendo las fronteras diocesanas para amojonar sus dominios, reuniendo a las ovejas dispersas y vagantes de los trasiegos y repoblaciones y confirmándolas en la fe con un concepto nuevo de su ministerio pastoral.
Esta Escuela catedralicia tiene carácter netamente conventual. Quiere suponer el canónigo oxomense López Quirós que el
mismo San Pedro de Osma se sirvió de los monjes del monasterio
de San Miguel como base para el primer cabildo de canónigos regulares de la catedral de Osma, sometidos a la Regla de San Agustín 10 , aunque ciertamente en tiempos de su sucesor el obispo D.
Beltrán (1128-1140) se constata el hecho de la vida comunitaria
de los canónigos por un documento de Alfonso VII, conservado
en el Archivo Catedral, en el que se lee “Omnibus in Ecclesia de
Sanctae Mariae de Oxoma sub regula Sancti Augustini Deo
servientibus”.
10
L. Quirós, Memorias ilustres del Obispado de Osma , Madrid 1798.
183
El obispo D. Martín Bazán (1189-1201), según afirma D.
Vicente Núñez11 , evitó los primeros intentos de secularización de
los canónigos estableciendo nuevos estatutos y constituciones y
puso como subprior del Capítulo al entonces monje premonstratense en el convento de Nuestra Señora de la Vid, Santo Domingo
de Guzmán, con propósito de reformar la espiritualidad relajada
de aquel Cabildo. El obispo D. Roberto Moya (1440-1453) propone muchos años más tarde, y después de otros frustrados intentos de libertad por parte de los capitulares sometidos a regla, nuevos estatutos de mayor amplitud en que se les permite a los canónigos tener bienes y poder testar. En este sentido se configuraron
los muy famosos del obispo Montoya (1454-1475) que se recogieron en un precioso códice con el título “Haec sunt Statuta”.
En tiempos del obispo Rafael Galeoto (1483-1492) y por
Breve de Inocencio VIII, con fecha de 1488, se concede la ansiada
secularización a los canónigos de Osma que habían alegado como
causa principal la insalubridad de las habitaciones que tenían en
el recinto de la Catedral.
No por ello dejó de existir la Escuela catedral ya que a partir de ahora y con más insistencia se sigue leyendo en los libros de
las Actas capitulares del Cabildo cómo los canónigos de oficio de lectores han de cumplir su cometido con otras normas en torno al funcionamiento académico de la enseñanza teológica en los claustros.
Es de notar que además de estas lecciones conventuales de
carácter singularmente clerical sobre la Sagrada Escritura, moral,
disciplina clerical, canto y cómputo eclesiástico, había en las catedrales, por orden expresa del Concilio de Letrán de 1215 escuelas
con maestro de gramática y retórica12 . Estas escuelas estarían también abiertas a adolescentes y estudiantes de la villa y pueblos cercanos y encuentran su justificación en la necesidad de una preparación de estudios previos a los estrictamente clericales.
Los maestros serían los canónigos lectorales en primer
término pero además ejercerían seguramente funciones docen11
V. Núñez, o. c., pag. 81.
12
Hardouin, Conciliorum collectio maxima, París 1714.
184
tes, como sus nombres lo indican, el magistral, el doctoral, el
capiscol y también el maestrescuela. Los lectores leían y comentaban con glosas sus exposiciones; después vendría el diálogo o
debate propedeútico (tan del gusto medieval) en la quaestio o
collatio y no faltarían las disputationes o conclusiones, que en
días señalados tendrían carácter público como lo tenían aquellas otras en que intervenían los doctores y apodadas con el generoso título de “quotlibet”.
La lengua latina sería el medio común de expresión, la escolástica el sistema; la estereotipada técnica del “sic et non”, “ad
primum et ad secundum” cuadriculaba la forma externa de las tesis; los procedimientos intuitivos serían “arbores, claves, exempla,
emblemata”; la metodología didáctica serían la clara exposición,
repetición, memorización ayudada de ingeniosas nemotécnias; los
textos “summae, apparatus, concordantiae, commentarii”.
La “ratio studiorum” de estas escuelas catedralicias y en
concreto la oxomense, respondería a lo preceptuado por el Decreto de Graciano en relación con estas instituciones y que proponía
como materias de estudio el Libro de Sacramentos y de Ceremonias, el Antifonario, Cómputo, Cánones, Psalterio y Homilías 13 .
La actual catalogación de Códices de la Biblioteca de la
Catedral de Osma realizada por D. Timoteo Rojo14 , contiene más
de doscientos títulos. Una simple lectura de los enunciados nos
da idea del abundante material de estudio y trabajo del que disponían los estudiantes y maestros y de los contenidos sobre los
que versaban en conexión perfecta con las disposiciones conciliares vigentes para la formación del clero en las escuelas conventuales catedralicias.
¿Qué otra finalidad pudieron tener estos códices, muchos
de ellos con anotaciones marginales, el casi centenar de incunables y el voluminoso número de libros de la biblioteca sino servir
a esta escuela conventual?
13
M. Hernández, o. c., pág. 37.
14
T. Rojo, Catálogo descriptivo de los Códices que se conservan en la Santa Iglesia Catedral
de El Burgo de Osma , Madrid 1929.
185
El ideal pedagógico estará en consonancia con la finalidad de las mismas. La Iglesia Catedral, “alma mater” de las demás Iglesias de la diócesis, tenía un culto de solemnidades y en
ella se realizaba el canto de coro con gran despliegue litúrgico
de ceremonias, pero por otra parte existía la necesidad de dotar
de clérigos a las iglesias de los pueblos y villas de la diócesis para
el cuidado pastoral. Servicio de la catedral y cura de almas eran
la razón de la existencia de estas escuelas de formación sacerdotal; y las líneas de su pedagogía en la orientación intelectual,
social y espiritual, habían de estar condicionadas por este definitivo propósito.
Bernabé Bartolomé Martínez
186
FRAY JOAQUÍN DE ELETA (1707-1788)
AMBIENTACIÓN HISTÓRICA
I. El franciscano de El Burgo de Osma
Los afanes y los días guardan descanso y solaz para celebrar el III Centenario de fray Joaquín Domingo de Eleta La Piedra, nacido en El Burgo de Osma el 22 de julio de 1707, fiesta de
Santa María Magdalena, y bautizado el 3 de agosto del mismo
año en la Catedral de la Villa episcopal.
La partida de bautismo y dos notas marginales de la misma, correspondientes a los años 1761 y 1788, dan testimonio del
saber narrar y compendiar en pocas líneas toda una vida en plenitud de obras y merecimientos:
“Joachín Domingo de Eleta. En tres de agosto
de mil setecientos y siete, yo, Juan de Estepa, cura
propio de esta Santa Iglesia Catedral de Osma,
bapticé un niño hijo de Martín de Eleta y de María
La Piedra su mujer, llamóse Joachín Domingo, fueron sus padrinos Don Juan de Toro y María de Toro,
y se advierte que sólo el padrino contrajo cognación
espiritual, y la madrina no por no haber tenido contacto con el bautizado, y fueron testigos Don Juan
Romero y Miguel de Andrés, y lo firmé. Juan de Estepa” (Firmado y rubricado). Notas marginales: “Este
fue Religioso de la Orden de San Pedro de Alcántara
y Confesor de la Cathólica Majestad del Rey de España Don Carlos Tercero en este presente año de mil
setecientos sesenta y uno, y lo firmé yo, el cura
theniente de esta Santa Iglesia. Antonio Esteban” (Firmado y rubricado). “Fue Arzobispo de Tebas y Obispo
187
de este Obispado. Fue el principal agente y motor de
la beatificación del Sr. Palafoz”. 1
Su padre, Martín de Eleta, médico-cirujano de El
Burgo de Osma, era natural de la ciudad de Pamplona, y su
madre, María Manuela La Piedra Cabezudo, descendía de la
villa de Berlanga de Duero.
En el hogar del matrimonio Eleta-La Piedra nacieron
tres hijos: Manuel, Bernabé y Joaquín Domingo. Los tres recibieron formación académica en la Universidad de Santa
Catalina de El Burgo de Osma. Andando el tiempo, Manuel y
Bernabé obtuvieron prebendas y canonicatos en esta Catedral. Joaquín Domingo prefirió orientar su vida por el camino de la observancia conventual franciscana.
Siendo de 17 años de edad, y al tiempo que se iniciaba
en los estudios de Latinidad y Filosofía en la referida Universidad, Joaquín Domingo ingresó en el Convento del Santo Ángel de la ciudad de Alcalá de Henares donde recibió el
hábito franciscano de san Pedro de Alcántara el día 29 de
octubre de 1724. Cuatro años después, en 1728, se trasladó
al convento de San Bernardino de Madrid donde concluyó
los estudios de Filosofía y, seguidamente, fue enviado al convento de San Buenaventura de la villa de Ocaña (Toledo) para
cursar los de Teología.
Concluidos los estudios y recibida la ordenación sacerdotal, fray Joaquín de Eleta concentró su actividad franciscana alcantarina en tres dedicaciones: a) Catedrático de
Teología; b) Predicador de misiones populares; c) y Visitador de conventos de la Orden en España e Italia, circunstancia esta última que dará origen a que sus cualidades humanas, fama de observancia conventual, austeridad de vida y
talante de sencillez fueran conocidas en la corte de Nápoles
donde era rey Carlos III, hijo de Felipe V y hermano de Fernando VI.
1
ARCHIVO DIOCESANO. Secc. Parroquias. El Burgo de Osma. R. 93/3. Fol. 178r.
188
II. El franciscano Eleta, arzobispo-confesor de
Carlos III
Desde la corte de Nápoles donde residía, el también franciscano alcantarino José Bolaños, arzobispo de Nínive y confesor
de Carlos III, escribió una carta en 1753 a fray Juan de Consuegra,
Provincial de la Orden, pidiéndole un fraile instruido y observante que pudiera ayudarle en el desempeño del cargo de confesor
regio, debido a los achaques que padecía por su avanzada edad.
El burgense fray Joaquín de Eleta era a la sazón conventual de San Bernardino de Madrid, cuando el Provincial le comunicó la elección para prestar la ayuda solicitada por Bolaños. Fray
Joaquín aceptó por obediencia el nuevo destino, no sin antes
manifestar sus preferencias por la observancia conventual.
Comunicada la aceptación, el arzobispo-confesor Bolaños
dispuso que fray Joaquín se trasladara a la ciudad de Florencia a
principios del mes de mayo de 1753 para aprender la lengua italiana y, un año después, fijó su residencia en Nápoles donde prestó
algunos servicios ministeriales en la corte de Carlos III hasta 1759.
Aquel mismo año, Carlos III regresó de Nápoles a Madrid
para suceder en el trono español a su hermano Fernando VI, fallecido sin sucesión. Consecuentemente, el arzobispo-confesor
Bolaños y fray Joaquín de Eleta regresaron también a Madrid en
el séquito del monarca y se instalaron en el Real Palacio del Buen
Retiro. Poco tiempo después, el anciano y enfermo confesor
Bolaños se retiró al convento de san Gil, donde falleció el 7 de
abril de 1761.
Fue entonces cuando el rey Carlos III designó a fray Joaquín de Eleta para desempeñar el cargo de Confesor Real, y si
bien venía ejerciéndolo desde el 9 de diciembre de 1760, el nombramiento oficial no se hizo público hasta el día 6 de enero de
1761, festividad de la Epifanía del Señor.
El cargo de Confesor Real era de la máxima trascendencia
por llevar consigo la dirección de la religiosidad de la Casa Real y
189
de la Política eclesiástica nacional e internacional, especialmente
con la Santa Sede de Roma.
Pronto se vio inmerso fray Joaquín de Eleta en el oleaje
encrespado de la política eclesiástica, derivado del contencioso
Ilustración-Jesuitas, que culminó con la expulsión de la Compañía de Jesús por Carlos III en 1767 y la supresión de la misma por
el Papa Clemente XIV en 1773, así como el arduo y malogrado
proceso de beatificación y canonización del Venerable Obispo Juan
de Palafox y Mendoza en 1777.
Estos tres sucesos fueron, sin duda, las grandes cruces que
marcaron al Confesor Real por ser superiores a su capacidad y
preparación. Fay Joaquín de Eleta, por vocación y formación, pertenecía al ámbito franciscano y dio pruebas suficientes de observancia conventual. Procedió siempre de buena fe. Pero no pudo
desenvolverse en el ámbito cortesano dominado y presidido por
intelectuales y ministros influyentes, entre los que cabe destacar
al conde de Aranda, Campomanes, Azagra y varios más, formados o influenciados por la ideología de la Ilustración enciclopédica, de origen francés. En aquel entonces, la Iglesia tradicional y la
reforma propiciada por la Ilustración constituían dos mundos irreconciliables.
III. Fray Joaquín de Eleta, obispo de Osma
El día 15 de octubre de 1786 quedó vacante la diócesis de
Osma por fallecimiento de D. Bernardo Antonio Calderón y para
sucederle el rey Carlos III propuso al papa Pío VI el nombramiento del confesor Eleta. Pío VI aceptó la propuesta del Rey y el nuevo obispo tomó posesión del obispado el 31 de marzo de 1787 con
la prerrogativa de seguir residiendo en la villa y corte de Madrid.
Como obispo de Osma, fray Joaquín prosiguió en su empeño de completar las grandes obras de engrandecimiento de la
Catedral y de la Villa episcopal emprendidas en tiempo de su antecesor Bernardo Antonio Calderón con el apoyo de Carlos III
merced a la influencia del Confesor Real. Las citamos sucintamente
190
por ser conocidas de todos: Sacristía Mayor y Capilla de Palafox
en la Catedral; Seminario Conciliar; Real Hospicio de San José
(hoy Residencia San José); ampliación del Hospital de San Agustín y varias casas en la Plaza Mayor; Arreglo Beneficial aprobado
por el papa Pío VI y por Carlos III para resolver el problema de
desigualdades parroquiales.2
Fray Joaquín fue obispo de Osma durante un año y nueve
meses. Dirigió la religiosidad (no exenta de algunas supersticiones) del monarca Carlos III durante 28 años. Hizo la visita pastoral a las parroquias más importantes del Obispado y fue el
mejor alcalde de El Burgo de Osma, su villa natal. En su vida no
tuvo enemigos declarados, pero sufrió incomprensiones y menosprecios que le relegaron a planos de manifiesta inferioridad
cultural y política. En los mentideros de la corte fue tildado de
“fray alpargata” por no renunciar a vestir con humildad el sayal
franciscano.
Pascual Ramón Sanz, cura de la Catedral, redactó la partida de defunción del arzobispo-obispo Eleta con sobriedad conventual y sin laudas humanas como lo hubiera hecho el “franciscano de El Burgo” cuando tomó el hábito de san Francisco aquel
29 de octubre de 1724 en el convento del Santo Ángel de la ciudad
de Alcalá de Henares:
“En cuatro de diciembre de mil setecientos ochenta
y ocho murió en el Real Sitio de Aranjuez el Ilustrísimo
Señor D. Fray Joaquín de Eleta, Arzobispo de Tebas, Obispo de Osma y Confesor de la Majestad de D. Carlos Tercero (Q. D. G.), habiendo recibido los Santos sacramentos;
el Illmo. Cabildo celebró sus exequias en la misma forma
que si hubiera muerto en ésta, y yo, como Cura, celebré
los oficios acostumbrados de Parroquia, y para que conste lo firmo ut supra. D. Pascual Ramón Sanz” (Firmado y
rubricado).3
2
C OLECCIÓN DE CÉDULAS REALES Y BREVES PONTIFICIOS PARA
OSMA . Madrid, en la Imprenta Real. Año de 1788.
3
ARCHIVO DIOCESANO. Ibid. R. 93/23. Fol. 74v.
191
EL GOBIERNO ESPIRITUAL DEL
O BISPADO DE
El juicio de la Historia ha distinguido siempre en fray Joaquín de Eleta al burgense que engrandeció la Villa que le vio nacer; al fraile observante de la Regla de San Francisco; y al Confesor de Carlos III a quien la obediencia y la reforma de la Ilustración descolocaron del sitio vocacional que había elegido cuando
contaba 17 años de edad.
Teófilo Portillo Capilla
192
EL RELOJ DE TORRE DEL SEMINARIO
DIOCESANO DE EL BURGO DE OSMA
En esta villa de El Burgo de Osma hay actualmente tres
relojes de torre: el de la Catedral, el del Ayuntamiento y el del
Seminario. De este último vamos a ocuparnos seguidamente.
Aunque hay datos del mismo en el Archivo del Seminario,
no son lo suficientemente claros para despejar toda duda respecto de su procedencia.
En la carpeta Apeos del año 1850 y anteriores nada se dice
de este reloj; es un dato interesante para dar con la pista de su
origen o procedencia. Al asentar las partidas de obra de los dos
pabellones que se hicieron en tiempo del Obispo D. Gregorio Sánchez Rubio por el año 1852 se dice que el maestro arquitecto colocará el reloj. Ya tenemos otro dato, si bien incompleto. En este
año de 1852 se le dieron a D. Manuel Encabo, maestro aparejador, 785 reales para hacer la torreta del reloj. Pero no detalla quién
hizo el reloj ni de dónde se trajo.
Colocó el reloj el minero Melitón Soria y se le abonó por
limpiarlo y ponerlo en marcha 440 reales. Parece lógico que si
tuvo que limpiarlo habría estado funcionando en otro lugar.
En el año 1855 se anota ya el gasto por darle cuerda y se
repiten estas partidas en años posteriores.
Siguiendo la investigación, el templete o campanil octogonal de hierro forjado fue pagado parte en Valladolid donde se hizo
y parte en El Burgo de Osma el 12 de Septiembre de 1853. Esta
fecha nos está indicando que se hizo intencionadamente para poner el reloj en un nuevo emplazamiento. En la factura van cargadas 51 arrobas de hierro a 44 reales la arroba y otras 5 de chapa de
zinc. Lleva tres campanas, dos para los cuartos y una para las horas; cada una va dedicada a Jesús, María y José. La grande o de
horas fue fundida en 1842, tal vez por el campanero José Quinta193
nilla; la mediana lo fue en 1864 y la pequeña en 1952 por la Casa
Perea, de Miranda de Ebro. De esta casa son, también, las dos
esferas exteriores con sus respectivos cardán situados uno al norte y otro al sur de la torrecilla.
Lo más probable es que se trate del reloj nuevo hecho para
la Universidad de Santa Catalina, llevado a Soria y vuelto a traer a
El Burgo de Osma. La carpeta A-3 del Seminario (años 1831 a 1858)
contiene preciosa información sobre estos lamentables sucesos.
Dice así: Traslación de los efectos de la Universidad y Seminario a
Soria efectuada el día 17 de Octubre de 1840. Relación del maderamen que en 14 carros se dirige a la ciudad de Soria a cargo del
sargento Rodrigo con una partida de infantería y tres carabineros. Expedición de carros a la orden de Santiago Rubio: N° 1: Carretero Ángel del Amo (dos cajones de madera con la maquinaria
del reloj de la Universidad y una pesa). N° 2: Carretero Dionisio
Martínez (dos cajones con parte de dicha maquinaria). N° 3: Carretero Juan Peñalba (dos campanas de dicho reloj y una pesa).
Tres años más tarde, en 1843, fue devuelto todo esto junto
con los enseres del Seminario a su procedencia bajo la supervisión del Dr. D. Eusebio Campuzano. Este canónigo de la Catedral
había sido Rector de la Universidad desde 1836 a 1838. En el
mencionado Archivo del Seminario, sección apeos, hay recibos
del transporte-devolución que efectuaron los carreteros de Golmayo: a Cirilo Mateo (por siete carretas), a Ramón García (por
dos carretas), a Andrés Gómez (por once carretas); pero no se
detallan ni libros ni cosas devueltas. Y sería entonces cuando pasó
al Seminario el reloj de la Universidad de Santa Catalina. No se
devolvió, ni mucho menos, todo lo que se llevaron a Soria.
Por otra parte, en el Libro de Acuerdos de la Universidad
que se guarda actualmente en el Archivo Histórico Provincial de
Soria encontramos noticias de este reloj y de otro anterior.
Copia literal de uno de los acuerdos, fechado el 18 de Junio
de 1799:
Se propuso que el Rector Marcos Sancho como Comisario para la disposición del reloj de la Universidad
194
estar ya dispuesto y ‘andante’ que en esta virtud viese el
claustro si convenía la revisión por otro Maestro y dispusiera de pagar al relojero lo que se le debe. Acordó el claustro que, pues el dicho Sr. rector tiene la comisión para todo
y la inteligencia necesaria en el asunto, que disponga y
obre como le parezca, que todo lo aprueba el claustro.
El día 24 de Mayo de 1807 se habla en estos acuerdos de
la venta del reloj que se halla inutilizado y el día 10 de Noviembre de 1814, pasada ya la invasión francesa, se vuelve a
hablar de la venta de la maquinaria del reloj que existe en Valladolid, lo cual nos recuerda la primera supresión de la Universidad en cumplimiento del llamado plan Caballero por el
Comisario Sr. Oñate.
Desde 1852 estuvo situado este reloj en el tejado del segundo piso, hasta que se hizo el tercero en 1952. Entonces se fabricó una tórrela de madera forrada de chapa de zinc y colocada
en la nave sur. El día 18 de Mayo de 1989 hubo que quitarle el
campanil porque la torreta estaba ya muy deteriorada. Se desmontó por medio de una grúa de la Casa Solier de Soria y el reloj
fue guardado en una habitación.
Casi diez años más tarde, con motivo de la obra general
que se efectuó en el tejado, fue construida una nueva torreta de
ladrillo y hierro por la empresa Otín de esta villa y restaurado el
campanil por talleres Lagüera en los patios del Seminario. Y desde allí, por los aires, fue transportado a su emplazamiento definitivo por la empresa Hernando y Dueña de San Esteban de Gormaz, dejándolo caer para después atornillarlo. El reloj volvió a
funcionar el día 21 de Abril de 1998. Como resultaba enojoso en
estos tiempos subir las pesadas pesas, se le puso remontaje a torno mecánico en el año 2000 y poco después, en Marzo de 2004,
remontaje eléctrico-manual.
En resumen, es un reloj construido a finales del siglo
XVIII con armazón de tipo jaula, fabricado por herreros desconocidos, sin soldadura autógena o eléctrica alguna; tiene sonería de cuartos y horas de bastante precisión. Su áncora es de
195
bronce dorado; lleva una pequeña esfera para uso privado del
relojero o gobernador del reloj como es dado leer en los documentos del Archivo.
Toda una joya del patrimonio diocesano que, como todo
reloj, va jalonando nuestra limitada existencia según aquella expresión: Todas las horas hieren, la última mata.
Eustaquio de la Torre Romero
196
Testimonio
gráfico
197
198
Gerardo Diego visita el Seminario (7 de mayo de 1922)
Fachada del Seminario (1932)
199
Escudo del Obispo Eleta sobre la puerta principal del Seminario (s. XVIII)
Vista aérea del Seminario y de El Burgo de Osma
200
Portadas de AFÁN
201
Curso de 2º de
Teología (1949-50)
Foto cedida por
Antonio Mínguez.
Excursión de
Formadores a
Ucero (1962)
Foto cedida por
Santiago González.
Schola Cantorum
(1964)
Archivo Seminario.
202
Jugando a «Cesta y
Puntos» (1968)
Foto cedida por
Jesús Muñoz.
De campamento de
verano en Vinuesa
Foto cedida por
Jesús Mendoza.
En la velada de
Navidad
Foto cedida por
Jesús Muñoz.
203
De excursión en
Piqueras (1972)
Foto cedida por
Antonio Arroyo.
En el puente de la
Tejada (1977)
Foto cedida por
Fortunato Antón.
Rondalla del
Seminario
Foto cedida por
Antonio Arroyo.
204
Grupo musical
«Los Águilas»
(1970)
Foto cedida por
Antonio Arroyo.
En el campo del
Seminario (1971)
Foto cedida por
Antonio Arroyo.
Ordenación de
diáconos (1987)
Foto cedida por
Alberto de Miguel.
205
Por los aires...
(1989)
Foto cedida por
José Antonio Pacheco.
Encuentro de curas jóvenes
Foto cedida por Jesús F. Hernández.
206
Visita al Papa
(1995)
Foto cedida por
Jesús F. Hernández.
Ordenación Episcopal de D. Francisco Pérez (1996)
Foto cedida por Jesús F. Hernández.
207
Ordenación de
Presbíteros (1998)
Foto cedida por
Julián Ortega.
Dos profesores del
Seminario... (2001)
Foto cedida por
Ángel Henández.
Comida homenaje
a D. Casimiro
(2001)
Foto cedida por
Ángel Henández.
208
Bendición del
Belén (2005)
Archivo Seminario
Don Eus (2006)
Archivo Seminario
Ordenación de
Presbítero (2006)
Archivo Seminario
209
D. Vicente con el
Seminario (2004-2007)
Archivo Seminario
210
El Seminario Diocesano
en su 425º Aniversario
Archivo Seminario
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Epílogo
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La historia del Seminario Diocesano “Santo Domingo de Guzmán” es la historia de los miles de jóvenes y
educadores que, a lo largo de 425 años, han vivido y convivido entre sus gruesos muros.
Conmemorar los cuatro largos siglos de historia de
esta benemérita y no siempre suficientemente estimada
institución diocesana, nos brinda la oportunidad de poner delante de nosotros las permanentes lecciones de su
historia, en unos momentos de no poca incertidumbre
para la vida de nuestra Iglesia diocesana.
Pero el Seminario, “fragua y crisol de heraldos de
la Cruz”, no renuncia, no puede renunciar, a seguir siendo el lugar y ambiente en el que broten y maduren los
gérmenes de vocación apostólica que Dios, en su inescrutable condescendencia, ha distribuido para el acrecentamiento espiritual de su Pueblo.
Cada día tiene su afán y cada generación sus desafíos. El nuestro, el de todos, en el momento presente, es
salvaguardar la identidad eclesial del Seminario y hacer
lo imposible para preservar la herencia recibida y poder
así legarla a las generaciones futuras…
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Índice
Introducción ........................................................................
5
Proceso fundacional del Seminario ....................................
11
El Seminario y la Villa de El Burgo de Osma ......................
33
Crónica de los últimos 25 años ...........................................
77
Testimonios .........................................................................
107
Memoria ..............................................................................
159
Obras de rehabilitación acometidas en el Seminario
Diocesano en los últimos años ..........................................
161
Antiguas escuelas en la Catedral de El Burgo de Osma ..
179
Fray Joaquín de Eleta (1707-1788).
Ambientación histórica .....................................................
187
El reloj de torre del Seminario Diocesano de El Burgo
de Osma .............................................................................
193
Testimonio gráfico ..............................................................
197
Epílogo .................................................................................
213
ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMPRIMIR
EL DÍA 8 DE AGOSTO DE 2008,
FIESTA DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN,
PATRONO DEL SEMINARIO DIOCESANO
LAUS DEO

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