Entrar - El acueducto romano de Segovia

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Entrar - El acueducto romano de Segovia
AURELIO RAMÍREZ GALLARDO
EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA
Comentario general
ACUEDUCTOS ROMANOS
Muchos creen, y hasta algunos maestros enseñan, que los romanos construían acueductos para salvar
una vaguada porque no conocían el sifón, o lo que es lo mismo los vasos comunicantes. Nada más lejos
de la realidad. Los romanos construían sifones con tuberías de cerámica, de madera y hasta de plomo
pero no tenían materiales ni métodos adecuados para hacer juntas estancas. Generalmente no pasaban
de los 10 metros aunque a veces construyeron algunos de bastantes metros más. Preferían construir
acueductos de dos o más pisos de arcos superpuestos.
EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA
El acueducto de Segovia desde el siglo primero de nuestra era ha servido para abastecer de agua a
Segovia y en su misión ha transitado por todas las épocas que van desde la antigüedad clásica hasta
nuestros días. Es un caso de ejemplar supervivencia, casi tan misterioso como su propio misterio.
Teniendo como tenemos, el monumento en pie sigue siendo un enigma. No sabemos a ciencia cierta a
qué se debe su existencia por otro lado tan real y evidente. ¿Quién lo mandó construir? ¿En qué fecha
o fechas aproximadas se hizo? ¿Quiénes fueron los artífices que lo elevaron? ¿Cómo se justifica tan
colosal obra hidráulica para una ciudad, al parecer tan insignificante al lado de otras opulentas y
famosas de la Hispania romana?
DESCRIPCIÓN
El acueducto se
construyó en dos fases.
En la primera (9 km,) tomaban el
agua en el arroyo de la Fuentecilla
del Tilviejo, que en el verano no tiene
casi caudal, por lo que se vieron
obligados a tomarla en el río Moros
que tiene más aportaciones.
La segunda fase (5 km.) acaba en un
salto de unos 75 metros.
Si tuviésemos los archivos de
los romanos, veríamos el
proyecto de la traída de
aguas a Segovia y el de
la ampliación del mismo.
Toma sus aguas en la cabecera del río Moros.
Salida del canal con su compuerta
correspondiente.
En
es t a
par
te
se l
lam
a
Las piezas de granito están
sujetas con pletinas de hierro.
Descripción
Azud que fue reconstruido en
tiempo de los Reyes Católicos.
rí o
Ace
bed
a.
El canal fue construído con piezas de gneis.
En algunos tramos fue desmontado en parte
para construir una cerca de una finca.
Descripción
Hay restos de una calzada romana.
El canal llega a la llamada primera Torre de Agua, que
es una almenara en la que se liberan por un
lateral los excesos de caudal.
El que cabe por el canalillo de la estructura
elevada es de unos 20 litros/segundo.
Descripción
Salida de la primera Torre de agua
por un canal, de piezas en U, que
sigue hasta la segunda torre.
Esta segunda Torre de Agua es
una sencilla estación depuradora.
Descripción
El canal se desvió al corregir
un gran cambio de rasante,
que había en la carretera que
va paralela al acueducto.
Esta segunda caseta era una sencilla
estación depuradora romana.
Al llegar al foso, de mayor superficie que el canal, el agua
perdía velocidad y se decantaban los sólidos en suspensión.
Por un lateral
salían las espumas
y objetos flotantes.
Descripción
Interponiendo una tabla en la salida del foso,
se obligaba a salir el agua por debajo.
Descripción
Salida de
flotantes y
espumas.
Paso del agua.
Los primeros arcos fueron reconstruidos muchas veces.
Descripción
Era el primer sitio al que llegaban los invasores
al desmontarlos inutilizaban todo el acueducto.
En la parte central se colocaron unos muretes de ladrillo,
que estuvieron almenados en la época de las guerras carlistas.
Descripción
Antes de llegar a la estructura de doble arcada
quiebra en ángulo de 127º para atravesar la
vaguada en donde se ubica la parte más
monumental y conocida del acueducto.
Descripción
Perfecta colocación
de los sillares sin
argamasa alguna.
Vista desde el este antes de las obras de los años 70.
Ensanche en la ubicación
de la caseta de centinela.
Descripción
Desde el oeste
Características
Longitud total . . . . . . . 15 km.
Acueducto en tierra . . 14 km.
Acueducto elevado . . . . 1 km.
Altura máxima . . . . . . 28 m.
Caudal máximo . . . . . 20 l/seg.
Número de sillares . . . 20.400
Número de pilas . . . . . 120
Número de arcos . . . . 166
Descripción
Peso aproximado . . . . . 20.400 t.
Peso del sillar mayor . . . 2 t.
Obelisco en el comienzo
del Acueducto elevado.
Representa un pergamino
sujeto por unos brazos
a ambos lados.
Se dejó una tubería
con llave, para poder
echar agua por el
canal hasta la fuente
de Santa Colomba.
Debería pasar agua
a ciertas horas, para
dar testimonio de que
es el único acueducto
romano del mundo,
que sigue llevando agua.
Descripción
Dibujo antiguo a lápiz
Esta fuente se encontraba
desmontada y se situó en
la terraza de Santa Colomba,
que tomó el nombre de la
iglesia que aquí aparece.
Precioso grabado de G. Doré
Montando la fuente
Monumento Nacional desde 1884
La Ciudad Vieja de Segovia y su acueducto
Patrimonio de la Humanidad desde 1985.
Ubicación de las placas de señalización en el pavimento.
Puntos verdes: Documentados.
Puntos rojos: Fuentes orales.
Esta talla de San Sebastián estaba muy quemada
por los fuegos artificiales que ponían en las fiestas.
Se trasladó al museo de Segovia.
En ese nicho estaría una estatua de Hércules o un jabalí,
abundante en esa zona en aquellos tiempos.
Esta talla de la Virgen del Carmen fue colocada el 21 de
mayo de 1520 por Antonio de La Jardina, ensayador de
la Casa de la Moneda, y a su costa.
Tallas de Hércules y un jabalí
replicas del dios y del símbolo
de la sierra cercana.
Probablemente esto, o
algo parecido, era lo que
habría en los dos nichos
centrales de las cartelas.
La leyenda
La aguadora – Goya – Museo de Budapest
LA LEYENDA
Oíd.
Voy a referíos el origen del acueducto de Segovia.
Hace años, muchos años vivía en Segovia un anciano sacerdote,
En compañía del cura vivía su sobrina María.
Se ocupaba de traer el agua hasta su casa, desde una fuente lejana
Preparada un buen día para ir de fiesta a la plaza vio en un ángulo
de la cocina el cántaro del agua sin una gota de líquido dentro.
Llena de ira se lanzó a la calle y llegó a las puertas de la ciudad.
Con voz clara y distinta dejó oír estas palabras:
-¡Daría mi alma al que me evitase venir todos los días a la aborrecida fuente!
-- ¡Yo la tomo! - respondió un caballero con una voz sarcástica y suave.
Vuelve a tu casa, niña, dijo aquel hombre; jamás tendrás que volver a la fuente.
Siempre que me llames me hallarás en tu presencia, y recuerda tu palabra, que
hace mía tu alma para siempre.
El desconocido alargó la mano y tocó el borde del cántaro.
Instantáneamente se llenó éste, D. Frutos le dijo a María que llamase
al desconocido.
- Te doy mi alma, dijo D. Frutos con voz serena, si haces lo que he de pedirte;
pero a condición de que si no cumples, quedará también libre el alma de María.
- ¡Sea! dijo el diablo,
-Yo no quiero sólo agua para mí; necesito que la traigas para toda Segovia.
- ¡La traeré!.
- Pero ha de ser esta noche y si el puente que vas a construir para que
el agua llegue hasta la parte alta de la ciudad no está concluido, sin que le
falte una sola piedra, al salir el sol de mañana, no tendrás derecho ni a mi
alma ni a la de María.
. ¡Dicho está! respondió el diablo.
Corría Satanás de un lado a otro con tan voladora actividad, que siempre
aparecía allí donde mayor esfuerzo se necesitaba, y la negra legión no podía
darse momento de descanso.
El gigantesco puente estaba casi concluido; sólo faltaba colocar una piedra en
su sitio, en la parte más elevada, cuando el sol asomó al borde de su brillante
disco por encima de la sierra.
Un hilo de luz, cruzó el espacio y vino a herir el acueducto antes de que Satanás mismo, alzado en hombros de
sus obreros, tuviera tiempo de colocar la última piedra.
Su asombro al contemplar los arrogantes arcos del acueducto, no tuvo límites, y en breve se hallaba la
población entera reunida en el Azoguejo, comentando el hecho prodigioso.
Entonces fue cuando, llenos de gozo, D. Frutos y su sobrina dieron con fuertes voces a sus convecinos la clave
del misterio.
María arrepentida de su pecado, mostrábase dispuesta firmemente a no correr jamás el riesgo de perder su
alma.
Este es el verdadero origen del Acueducto de Segovia.
Si lo dudáis, observad la piedra que en él falta y que jamás ha podido ser colocada.
Mirad todavía en cada una de las piedras las huellas
Que en ellas dejaron los abrasados dedos de Satanás.
Hendiduras para poder elevar los sillares con unas pinzas.
Cuanto más pesan más aprietan.
Entonces tendréis el convencimiento de la verdad
de mi relato, y adquiriréis la certidumbre de que
el acueducto, que ya cuenta con tantos siglos
de existencia, subsistirá en pie, según la
promesa del diablo, hasta la consumación
de las edades en la última noche del mundo.
AURELIO RAMÍREZ GALLARDO
EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA
Técnicas de construcción
No tenían elementos para cortar sillares de arenisca.
El gneis da cortes escalonados.
Lo sacaron
de aquí.
Los sillares los sacaron de tolmos superficiales como estos.
Si en un peñasco de granito se hacen una hendiduras
con un cincel, se rellenan con cuñas de madera de
olmo, se rodean con un cordón de arcilla y se
rellenan de agua, al día siguiente está roto en dos
trozos con un corte plano y limpio.
En cada trozo quedan las huellas de las semicuñeras.
Este granito es una roca isotrópica
(tiene las mismas propiedades físicas en cualquier dirección)
y por ello se pueden cortar sillares de forma trapecial.
Estos sillares están muy poco meteorizados y todavía
conservan en ellos las huellas del aplanado a pico.
La meteorización del granito se manifiesta en
muchas piezas, aunque no parece mucha
para los aproximadamente 1950 años que
han pasado desde su construcción.
Cara de un sillar coincidente
con una diaclasa o con un
espejo de falla y que no se
ha meteorizado.
Es increíble cómo, a veces, cortaban
los sillares para que asentasen bien.
Todavía no se ha roto.
Aquí vemos las semicuñeras del corte y
las huellas de los encajes de las tenazas.
Los ingenieros romanos no
modularon la disposición
de los sillares.
Podrían haber repetido la parte
señalada en azul pero entonces
presentaría una monotonía que
no resultaría tan agradable
como la diversidad de juntas.
En algunas hay 8 hiladas
y en otras 9.
En las enjutas señaladas en rojo puede verse la gran
diferencia que hay en ambas.
En el Somorrostro se publicó esta interpretación
de las inscripciones, que no coincide con las que
reproducimos directamente desde un andamio.
Cartelas con las huellas de las inscripciones a
ambos lados del sotabanco .
Están sacadas en 1973 desde unos andamios y
son la reproducción exacta con indicación de las
que todavía tienen plomo o solo son indicio.
Fernández Casado propone el texto:
TI CLAVDIVS PONT MAX VIII COS III TRIBVNICIA POTESTATE VIIII IMPPP
OMNIVM FECIT
El alemán Alfoldy propuso una nueva interpretación
en la que cree ver una referencia a una restitución
del acueducto.
No nos parece acertada.
En la parte central dispusieron unas cartelas con letras de
bronce y unos nichos con estatuas alegóricas.
Podrían haber sido un Hércules y un jabalí.
Huellas de alojamiento de las patillas de las letras.
En algunas quedan todavía restos del
plomo que utilizaban para encastarlas.
AURELIO RAMÍREZ GALLARDO
EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA
Reparaciones
Las obras tenía como objetivo contemplar los siguientes aspectos.
Estabilidad
Alejar la tubería instalada cerca de la cimentación
y desmontar la de la coronación.
Integridad
. y derribo de muretes en coronación.
Limpieza de todos los elementos extraños
Funcionalidad
Restablecer el paso del agua por su coronación hasta una fuente.
Conservación
Sellado de las juntas del canal de coronación.
Consolidación
Inyecciones de cemento para tratar la cimentación , la falla central.
y el cosido de sillares
Restauración
Restablecer la imposta en los arcos centrales y la funcionalidad
de todos las elementos que los componían desde
su construcción por los romanos.
La Comisión Inspectora de las obras estaba
formada por las siguientes personas:
Cartel de las Obras de Reparación y Consolidación
del Acueducto de Segovia.
Años 1970 - 1974.
Antes de redactar el proyecto se hizo una
inspección detallada de toda la estructura.
Esta caseta estaba en muy malas condiciones.
El foso estaba relleno de escombros, habitada,
con entrada de energía eléctrica y encalada.
Así quedó después de ser restaurada.
A mediados del siglo XX se colocó sobre la coronación
una tubería entre muretes de ladrillo.
Se recubría de paja para preservarla de las heladas.
Se desmontaron todos los muretes y tuberías.
Quedó libre el canal de piezas enterizas en U que
llevan el agua por la coronación del acueducto.
Esta estructura se colocó en la época del rey Felipe V.
Al quitar los muretes el contorno, queda festoneado como
en el resto, desaparece la línea recta y el desproporcionado
sotabanco resulta más armonioso.
Arco cegado.
Una vez descubierto se vio que era una bajante a un aljibe.
Una vez restaurado presenta este mejor aspecto.
El acueducto sigue, haciendo un ángulo de 90º.
Los sillares. que aquí faltan, fueron sacados para colocarlos
en la coronación, muy desordenadamente por cierto, en
reconstrucciones de hace unos siglos.
Los romanos no culminaron la construcción.
Por esta razón no hay casi noticias de él en la antigüedad.
Irresponsables restauradores desmontaron estas piezas
y las colocaron, muy mal por cierto, encima
de los arcos superiores.
Al urbanizar la plaza del Azoguejo excavaron demasiado
dejando al descubierto el dado de cimentación de esta pila.
Debajo puede verse la arenisca del Albense.
En la mayor parte está cimentado sobre gneis y granito.
Para proteger esta pila se colocaron unos micropilotes
de hormigón armado recogidos con un zuncho.
Aquí podemos ver el cielo entre dos dovelas.
La clave, que siempre es de una sola pieza,
está partida por la mitad.
Para coser los sillares rotos se hicieron unos taladros,
solo con rotación, con bocas de diamantes.
En estos orificios se colocaron unos bulones de bronce
roscados y pegados con resina epoxi. Si fuesen de hierro
se podría ocasionar la rotura del sillar al dilatarse el bulón
por oxidación al penetrar la humedad. La borra es para
impedir la salida del mortero pobre inyectado.
Una vez tapados con argamasa de mortero de arena
de granito y cal pasan totalmente desapercibidos.
Las enjutas de los arcos se rellenaron para evitar
movimientos de adaptación a los huecos.
Se hizo con mortero pobre para no pegar las piezas
y conservar su comportamiento isostático.
Se impermeabilizaron todas las juntas
de las partes superiores con resinas
elásticas de epoxi con tiokol para evitar
episodios como éste.
Desmontando un trozo de la coronación aparecieron
siete pisos con *opus signinum* (material impermeabilizante
de fondos de conductos de agua) pero no es romano, lo que
confirma que ellos no lo terminaron.
Las piezas en U del canalillo actual son
de la época del rey Felipe V.
Piezas que faltaban en la cartela
y en todos los arcos del primer piso.
En la parte central se restituyeron las piezas que faltaban
sobre los arcos y todo el contorno de las cartelas donde
estaban las inscripciones romanas.
En ésta el arco les salió un poco ojival, las
piezas son pequeñas y hay un gran desorden.
Esta reconstrucción está como muy refinada y con
sillares pequeños.
En uno de ellos dataron la obra.
En una noche sin luna, apagando el alumbrado de la
calle y con luz lateral de unas linternas se vió claramente
que ponía SIGLO 19.
Les debió parecer vergonzoso traducir la numeración
romana y la picaron.
Marcas de los canteros halladas en algunos sillares.
AURELIO RAMÍREZ GALLARDO
EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA
Publicación
Podrá encontrar una información más
completa en la publicación titulada:
SUPERVIVENCIA DE UNA OBRA HIDRÁULICA
EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA
1ª edición numerada 1975 – 329 páginas - agotada
2ª edición corregida 1992 – 297 páginas - agotada
Autor: Aurelio Ramírez Gallardo - [email protected]
639 017934
SUPERVIVENCIA DE UNA OBRA HIDRÁULICA - EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA
Encontrará una amplia información sobre este magnífico acueducto romano.
El libro escrito por el Doctor Ingeniero de Caminos Aurelio Ramírez Gallardo,
explica con gran detalle técnico y estilo narrativo la restauración del acueducto
paso a paso.
SUMARIO
Presentación, por el Marqués de Lozoya
Prólogo, por Fernando Chueca Goitia, Doctor
Preliminar, por el autor Aurelio Ramírez Gallardo
Capítulo I
Descripción. - La toma. - La conducción. - Primera torre de agua. Casa de piedra.
- Segunda torre de agua. Caseta de decantación. - Acueducto en arquería simple.
- Resto del acueducto pasada la muralla- - Características principales.
Capítulo II
Realización. - Comentarios sobre su construcción. - El perfil longitudinal.
Por qué utilizaron el granito. - Despiece del alzado. - Técnicas de construcción.
- Por qué hicieron un acueducto. - Cuándo se construyó el acueducto.
Por qué fue construido en Segovia. - Cuánto pesa. - Por qué se mantiene en pie.
Su precio. - Cuánto va a durar.
Capítulo III
Antecedentes.
Proyecto y motivaciones de las obras de reparación y consolidación.
Estabilidad. - El proyecto. - Informes de distintos organismos.
Componentes de la Comisión Inspectora, de la dirección de obra y contratista.
Capítulo IV
Las obras de reparación y consolidación.
Estabilidad. - Integridad. - Funcionalidad. - Conservación.
Consolidación. - Restauración. - Su conocimiento.
Capítulo V
Las obras de reparación y consolidación a través de la prensa.
Capítulo VI
Datos históricos.
Primera parte: Documentos desde 1483 hasta 1868.
Segunda parte: Noticias aparecidas en los diarios
y revistas desde 1868 hasta 1970.
Capítulo VII
La leyenda
Bibliografía
Lista de ilustraciones
Un volumen en tamaño 22 x 32 cm.
297 páginas. 76 dibujos y fotografías. 27 grabados antiguos.
Autor: Aurelio Ramírez Gallardo - [email protected]
SUPERVIVENCIA DE UNA OBRA HIDRÁULICA
EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA
PROLOGO DE FERNANDO CHUECA GOITIA
Existen monumentos en la historia de los que tenemos a veces sobradas noticias, fechas y motivos de su erección,
personajes que los promovieron o fundaron, artífices que los llevaron a cabo, circunstancias y fatigas por las que pasó
su construcción y todo aquello que se puede desear para su más perfecto conocimiento. Pero, después de todo esto,
puede ocurrir que lo que nos falte sea el monumento mismo. que las guerras u otras catástrofes lo destruyeran y que
sólo queden algunos vestigios informes, ruinas lastimeras o miembros dispersos que exigen un esfuerzo del arqueólogo
para reconstruirlos teóricamente. Tal es el caso, por ejemplo, de la famosa, ingente y monumental Abadía de Cluny
que el tiempo se llevó sin dejar casi rastro de ella.
El acueducto de Segovia es el caso totalmente inverso: tenemos el monumento, entero y redondo. en perfecto estado de
salud, debido a los muchos e inteligentes cuidados que ha recibido al correr de los siglos y debido, también. a su
fortaleza física natural. Nada nos falta de tan preciosa construcción utilitaria que ha estado viva y operante hasta
nuestros días y que lo sigue estando incluso hoy, bien sea en función honorífica. El acueducto de Segovia desde el siglo
primero de nuestra era ha servido para abastecer de agua a Segovia y en su misión ha transitado por todas las épocas
que van desde la antigüedad clásica hasta el siglo veinte, pasando por visigodos, sarracenos, conquistadores
castellanos, larga edad media. Reyes Católicos. Austrias y Borbones. para llegar al agitado siglo XIX con sus
invasiones, carlistadas, revoluciones progresistas y restauraciones conservadoras o moderadas, sin que para nada su
incólume estructura padeciera a no ser que llamemos padecer a pequeñas, aunque gloriosas, heridas pronto
restañadas.
Es un caso de pervivencia ejemplar y por eso nos parece muy oportuno el título que Aurelio Ramírez ha dado a su
obra: "Supervivencia de una obra hidráulica". Sí que es un caso de ejemplar supervivencia, casi tan misterioso como
su propio misterio.
© Aurelio Ramírez Gallardo
Porque el reverso de la cuestión es precisamente este de su misterio. Teniendo, como tenemos, el monumento en
pie sigue siendo un enigma. No sabemos a ciencia cierta a qué se debe una existencia por otro lado tan real y
evidente.
¿Quién lo mandó construir? ¿En qué fecha o fechas aproximadas se hizo? ¿Quiénes fueron los artífices que lo
elevaron? ¿Cómo se justificaba tan colosal obra hidráulica para una ciudad al parecer insignificante al lado de tantas
otras opulentas y famosas de la Hispania romana?
El enigma del acueducto ha obsesionado y sigue obsesionando a mentes muy diversas: cronistas, historiadores,
arqueólogos, poetas y escritores que arrebatados por sus bellezas, por esa carnosa transparencia de piedra, que
recibe las luces más diversas, de la mañana o del ocaso, respondiendo con imágenes que unas veces parecen flotar
ingrávidas en el aire y otras pesar en el suelo con gravedad geológica y que al variar de carácter y de presencia hacen
más inescrutable el arcano.
No nos extraña que Ramón Gómez de la Serna al escribir el Secreto del Acueducto imaginara un personaje de
ficción, el chiflado cronista Don Pablo, que llegó a enloquecer antes de desentrañar el misterio.
La verdad es que a pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo. el monumento sigue guardando celosamente su
misterio, sin que el asedio de los más esforzados campeones conquiste mayores certidumbres y sigamos
conformándonos con atisbos y conjeturas, que nos colocan en el trance desesperado de echarlo todo al diablo. es decir
de poner el empeño a la cuenta del "maligno", que en un momento de satánico capricho quisiera hacer burla de los
hombres imponiéndonos: sus inverosímiles extravagancias.
Hay que reconocer que últimamente quienes más y con más éxito han arremetido con el enigma del acueducto no
han sido doctos y pacientes escriturarios, eruditos, diestros en el manejo de papeles polvorientos o en el cotejo de
crónicas y viejos infolios, sino hombres de ciencia y técnicas modernas, ingenieros avezados en la construcción y
práctica de obras.
Dos ingenieros de caminos. Carlos Fernández Casado y el autor de este libro son los dos que han avanzado más en
el espinoso camino de ir explorando el acueducto. su historia y su realidad.
© Aurelio Ramírez Gallardo
El Marqués de Lozoya ya acusa en su amena y sugestiva presentación la importancia de la aportación de los
escritores formados en ciencias exactas. físicas o naturales a los temas históricos. Nada más cierto, en este caso, donde
podemos comprobar cómo la labor de estos dos ingenieros ha hecho posible enfocar el estudio del acueducto
saliéndose de los moldes trillados y de esa sempiterna repetición de lo que doctamente expusiera el canónigo
Somorrostro en un libro clásico, que ahora, con gran acierto, ha reeditado la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de
Segovia en edición facsímil de la de 1820.
Tanto Fernández Casado como Aurelio Ramírez intervinieron decisivamente en las obras de restauración y
consolidación del acueducto que ha llevado a cabo la Confederación Hidrográfica del Duero con motivo del
bimilenario del acueducto celebrado en 1974. Fernández Casado fue veterano maestro de Ingenieros Historiadores de
la Ingeniería, que llevaba la alta dirección y asesoramiento de las obras. Aurelio Ramírez, joven y entusiasta. "natural
de Segovia", fue el brazo ejecutor y el puntual realizador de una obra extraordinariamente delicada y comprometida
que provocó mucha inquietud entre los amantes del arte y de la historia, pues corrieron las más truculentas especies
sobre la ortopedia que se iba a emplear para asegurar la traba de las cansadas piedras sostenidas en equilibrio
durante tantos siglos.
El autor de estas líneas fue testigo de excepción de la labor de ambos pues formó parte de una comisión veedora y
asesora de los trabajos, representando a la Real Academia de la Historia. Miembros de aquella Comisión fueron el
llorado arquitecto Luis Menéndez Pidal por la Academia de Bellas Artes. Los, también arquitectos Francisco Pons
Sorolla, por la Dirección General de Arquitectura y Francisco Iñiguez por la de Bellas Artes, el arqueólogo Martín
Almagro por la Comisaría de Excavaciones y el alcalde de Segovia. Presidía con tacto, inteligencia y saber, el Director
de la Confederación Hidrográfica del Duero, Santiago Serrano Pendán.
Puedo decir que la labor de la Comisión, fue, además de gratísima, "fácil y sencilla, pues en ningún momento
tuvimos la mínima discrepancia con los directores de la obra, ni con los criterios de Fernández Casado, Aurelio
Ramírez, o los arquitectos Arenillas y García Gil que también colaboraron en la dirección.
© Aurelio Ramírez Gallardo
De mí, sé decir que en lo único que tuve que esforzarme fue en explicar a algunas personas alarmadas por la
suerte del acueducto -algunos compañeros de Academia entre otros- en qué consistían los sistemas y procedimientos
de consolidación que se estaban llevando a cabo para tranquilizarlos. No voy a decir ahora cuales son estos
procedimientos y expedientes porque en gran parte este libro está dedicado a explicarlos y porque ahora, que el
acueducto que ha salido de la delicada operación quirúrgica, todo el mundo puede verlo sano y salvo y sin ninguna
cicatriz. Los expertos ingenieros se han revelado también maestros en cirugía estética como si operaran sobre el
cuerpo de una bella actriz donde no cabe el menoscabo de sus encantos físicos.
El Monumento, además de fuerte y sano ha quedado lozano y embellecido como nunca.
Aurelio Ramírez fue entrando en el tema con un fervor creciente y durante unos años no vivió sino para el
Acueducto, auscultándolo, revisándolo, midiéndolo, pesándolo, analizando sus piedras una a una, su despiezo y
aparejo. no dejando cosa por conocer por insignificante que sea. Para Ramírez el cuerpo del acueducto no tiene
secretos, pero su historia... eso ya es otra cosa, su historia se resiste. No obstante, encariñado con su tarea también la
ha emprendido con ella. El mismo nos lo dice en el capítulo IV. pág. 65 de su obra: "Hemos pretendido al mismo
tiempo contribuir a la historia de este monumento iniciando una serie de investigaciones sobre todo lo relacionado con
el acueducto y que hemos plasmado en esta publicación".
En efecto. el autor no ha escatimado esfuerzo por reunir todo aquello que al acueducto concerniera. No sólo lo que
se refiere al aspecto técnico de las obras en lo que es exhaustivo sino también a los temas históricos y literarios
llegando a recoger todo tipo de noticias aparecidas en la prensa nacional y local desde 1868 hasta 1970.
No falta tampoco en su obra la más completa iconografía del monumento que conocemos. su figura plástica
aparecida en viejos grabados. en estampas. en litografías y curiosas fotografías del pasado.
Uno de los capítulos que más nos interesa es el II, titulado: "Realización", Dentro de él es particularmente
interesante aquello que se refiere al material granítico con el que el insigne monumento está fabricado. El tema es de
enorme envergadura, aunque aparentemente la elección del material parezca en este caso algo obvio y sin problemas.
En la ciudad de Segovia, vecina de la cordillera carpetovetónica donde las rocas volcánicas tanto abundan y donde el
granito ha sido tradicionalmente el material de construcción por antonomasia, que el acueducto se construyera en este
material no tiene nada de particular. Sí, pero.., en este pero se tienen que matizar muchas cosas que s0n las que nos
aclara puntualmente Aurelio Ramírez.
Las pilas del acueducto están sobre cimientos unas veces de gneis y otras de arenisca del Albense; en cambio la
superestructura es toda de granito. Algunas personas han intentado encontrar en medias laderas las posibles canteras
de donde se extrajeran los 7.500 m.3 necesarios para la construcción y nunca aparecieron: El volumen es de suficiente
entidad para que esto hubiera dejado huella. Pero estas personas no se daban cuenta de que los romanos no poseían
los medios de perforación ni los explosivos capaces para explotar estas canteras, desglosar grandes bloques y
desdoblar luego sillares de considerables dimensiones y bien escuadrados.
"Recorriendo el terreno próximo a Segovia --dice Ramírez- hemos delimitado la situación del granito y hemos
comprobado que tiene una composición y unas características similares al utilizado en el acueducto. Entre el río
Eresma y la ciudad de Segovia hay todavía tolmeras con muchos bolos superficiales, y cuanto más nos acercamos al
acueducto, son menos numerosos, hasta llegar a desaparecer bajo las huertas actuales" (pág. 25). En estos bolos
desaparecidos -que no cantera- estarían los 7.500 m.3 que buscamos".
El hallazgo de Ramírez lo consideramos esencial, como una de las contribuciones más interesante, a la historia del
acueducto. Los bolos, mediante cuñas de madera mojadas que hinchan por la humedad se desdoblan en hermosos
sillares de caras planas, casi geométricamente regulares, debido a la condición isótropa de la roca granítica. Todavía
pueden verse en los sillares del acueducto las huellas de las cuñas.
Esto explica muchas cosas: primero que el material estaba a pie de obra y que al no tener que ser acarreado desde
lejos, construcción tan rica y generosa podía ser al mismo tiempo económica; segundo que se ahorraba mucha labra y
que debido a la regularidad de los sólidos podía hacerse, como se hizo, una construcción a todo tizón de pura piedra
de sillería y sin argamasa lo que realmente es un lujo inusitado en una obra utilitaria.
Con esto venimos a recaer en un tipo de construcción de tradición griega o helenística: sillares perfectamente
labrados y colocados a hueso. Que así se haga algo tan refinado como el Partenón no nos extraña, pero que se haga un
humilde acueducto provinciano es mucho pedir. Pero ya hemos explicado qué circunstancias especiales abonan tal
procedimiento. Claro está que la labra del acueducto fue tosca y que los sillares no apoyaban en toda su superficie y
no les hubiera venido mal de todas maneras la argamasa de reparto.
El tipo de construcción sin argamasa le lleva a Fernández Casado a retrasar la fecha del acueducto, que muchos
consideran de tiempos de Trajano, hasta los de Claudio. Oigámosle: "Si, nos movemos en el siglo l. el hecho de ser
fábrica sin argamasa nos autoriza a rechazar la fecha buscada, ya que este modo de construir siempre en opera
quadrata, directamente heredado de los griegos, queda sustituido en lo propiamente romano por la Structura
cementiciae, es decir, de piedra menuda necesariamente conglomerada y paramentada, bien con la misma opus
quadrata o bien más normalmente en las obras públicas con opus incertum u opus reticulatum y posteriormente con
opus lateritia, que en Roma sustituye casi definitivamente a las demás y especialmente en el ramo de los acueductos, a
partir de los arcos neronianos o celimontanos de la ampliación del "Aqua Claudia". (Publicado en Acueductos
Romanos en España. Instituto Eduardo Torroja. 1972. Transcrito en este libro páginas 31 a 35).
Según esto el tipo de construcción cuadrata fijaría la fecha de Claudio hacia atrás. Es la tesis de Fernández Casado
que reconstruye la inscripción del sotabanco con la dedicatoria a Claudio que parecía plausible. Sin embargo. al
poder examinar los agujeros que servían para recibir los grapones de las letras, gracias a los andamios montados para
la restauración, Aurelio Ramírez ha demostrado que no coinciden exactamente con los que Fernández Casado había
detectado por fotogrametría terrestre. Sigue el enigma.
.
.
Nos queda ahora una duda. Si la construcción quadrata. como ha demostrado Ramírez. era la lógica en el lugar
preciso del acueducto ¿no seguiría siendo lógica aunque los usos de la construcción hubieran variado en lugares
menos condicionados por la existencia de un excelente material al pie mismo de la obra? Todo esto no hace más que
aumentar las incógnitas.
© Aurelio Ramírez Gallardo
Una cosa que es indudable es que teniendo este material supieron aprovecharlo y lo hicieron con economía. Es decir. a
material más perfecto y menos tosco, menores espesores. Otro tipo de material hubiera obligado a secciones y pilas
mucho más gruesas y no se hubiera podido dar la esbeltez que todos acusan. También hubiera sido incongruente no
aprovechar al máximo las posibilidades del material como lo hicieron, probando que fueron audaces. porque sabían lo
que se hacían.
Yo diría un poco hiperbólicamente que el acueducto de Segovia tiene algo de gótico, en cuanto que al igual de los
constructores de las catedrales medievales los del acueducto apuraron las posibilidades de un material de suyo
costoso. Se compensaba una cosa con otra.
Todas estas consideraciones me interesaron mucho. pues cuando se restaura-ba el acueducto segoviano y Aurelio
Ramírez me explicaba estas cosas pensaba en el acueducto de Toledo, en cuya restitución hipotética estaba trabajando
por entonces. El de Toledo, mucho mayor que el de Segovia (compárese la altura sobre el azoguejo 27 m., con la altura
sobre el Tajo 90 m.) no podía ser sino de structura cementiciae, como lo demuestran los frogones existentes, donde el
núcleo se conserva sin lugar a dudas. ¿Pero cómo estaría este núcleo paramentado? Pienso que ni siquiera sería
posible paramentarlo con opus quadrata porque esto sólo supondría un acarreo de piedra disparatado. Me incliné a
pensar que podría paramentarse con mampostería y ladrillo en aparejo mixto, pues siempre he creído que el clásico
aparejo toledano es de origen romano.
Para encontrar en Toledo una piedra granítica equivalente a la que estaba al pie del acueducto segoviano era
necesario acudir a Ventas con Peña Aguilera. a 40 kilómetros de distancia y era inconcebible que los romanos hicieran
tal gasto de transporte, máxime en una obra pública.
Volviendo al acueducto de Segovia me han interesado mucho sus proporciones que he considerado siempre basadas en
modelos arquitectónicos. Me explicaré: Los romanos no disociaban la obra arquitectónica (con sus normas y su
lingüística clásica) de la obra ingenieril. Este divorcio reprodujo el siglo XIX cuando la arquitectura todavía se
mantenía en la tradición mientras que la ingeniería con las nuevas conquistas tecnológicas se despegaba de ella. Ahora
las cosas han vuelto a cambiar y en determinada forma se ha vuelto a producir la unión y no porque la ingeniería
haya vuelto al yugo de la arquitectura sino porque ha sido esta la sometida a aquella.
© Aurelio Ramírez Gallardo
Pero Roma solía ver todo o casi todo more architectonico. Para ver así el acueducto tenemos que hacer
abstracción de los dos primeros cuerpos de las pilas centrales que son un obligado recalzo para adaptarse al
terreno.
Si trazamos una hipotética línea del terreno a la altura de la 2ª imposta lo que nos queda por encima es una
espléndida y académica composición de una ordenanza arquitectónica en doble arquería (véase dibujo adjunto). El
tramo de las pilas entre la segunda y tercera imposta puede considerarse como el pedestal de esta composición. Si se
añadieron otras impostas es porque los constructores consideraron que la única manera de resolver arquitectónica
mente el problema era ir añadiendo sucesivos pedestales. Si no, no se comprende que el tramo entre la 3a y 4a imposta
sea mucho más largo que los inferiores. Es que ya no se trata de un pedestal sino del pilar propiamente dicho.
Dibújense, si se quiere los grandes pilares con las impostas repartidas por igual y se comprobará el desgraciado efecto
que se produce.
Si se quiere llevar más lejos la imagen arquitectónica del acueducto introdúzase un orden de pilastras o columnas
en la estructura desnuda y utilitaria y se verá cual es el modelo arquitectónico subyacente, que, simplificado, subsiste.
Para que este modelo quede más respetado, el acueducto necesita una coronación de cierta altura, equivalente a lo
que sería el entablamento de un orden. Cuando se empezaron las obras de restauración la masa de esta coronación
existía y la formaba el recrecido de mampostería y ladrillo que se había hecho sobre el specus.
© Aurelio Ramírez Gallardo
Yo tuve, en las reuniones de la Comisión Inspectora, la preocupación por este ático o coronación que,
naturalmente, había que quitar, porque era un burdo añadido colocado cuando se hizo pasar por la cumbre del
acueducto la tubería de hierro fundido de la última traída de aguas. Pero quién sabe como se hubiera coronado la
doble arquería si los romanos que iniciaron la construcción del acueducto la hubieran acabado. Porque el acueducto
está sin terminar; le falta el último toque, no esencial en la obra utilitaria pero si en la arquitectónica.
Aurelio Ramírez nos explica perfectamente cuáles son las deficiencias de esta coronación, que acaso no se acabó o
que acabada fue destruida y recompuesta con precipitación y mal arte, utilizando en la parte alta piezas moldadas de
la cornisa de la arquería baja, puestas de mala manera y trastocadas. De cualquier forma, esto es otra pequeña
incógnita que queda en pie y ante la que nos atenemos a lo que puntualmente expone Ramírez en la pág. 83 de su
texto,
Si el análisis del ingeniero director de las obras del acueducto es tan minucioso como venimos viendo y no se le
escapa punto alguno que considerar y esclarecer, hay que agradecerle también su paciente labor de recopilador de
noticias de todo orden en torno al monumento. Esto hace que su libro sea una Summa o Varia Recopilación, donde al
documento de alto rango histórico se une la más trivial noticia periodística que puede sin embargo ponemos en pistas
fructíferas o servimos a todos de curiosa lección. Tal es el caso de la polémica que se levantó cuando a petición de la
Real Academia de la Historia se declaró Monumento Nacional el Acueducto el 11 de octubre de l884 (pág. 205).
El informe de la Real Academia escoció mucho a los munícipes segovianos por los términos en que estaba
redactado. Se consideraron heridos en su dignidad y se levantó una polvareda en la prensa. Todo lo recoge
puntualmente el autor del libro. "Circula por Segovia el rumor (dice el informe académico) de que el Ayuntamiento
va a permitir que se haga alguna edificación arrimada a sus pilares".
En 1884 este informe exaspera al Ayuntamiento, a la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País y a
muchos probos escritores y periodistas, pero andando el tiempo y sin que hayan pasado veinte años el arquitecto
municipal Sr. Odriozola propone el derribo del arco del acueducto que se apoya en la bajada del Postigo entre los
edificios del Gobierno Civil y el Seminario Conci-liar (pág. 254). Lo propone para hermosear la calle, mejorar la
circulación y aprovechamiento de la piedra para otras obras. El Ayuntamiento por supuesto aprueba la propuesta y
determina que la demolición se haga en el más breve plazo de tiempo. No valía la pena que esta Corporación se
© Aurelio
Ramírez Gallardo
rasgara tanto las vestiduras y se sintiera ofendida al discutirse su celo en la conservación
del Monumento.
También resulta muy interesante y curioso todo el largo proceso que suscita la interpretación de la cartela del
acueducto, es decir la' inscripción que se hallaba en el. sotabanco entre las dos arquerías centrales. Esta inquietud
prende el año 1885. sin duda a consecuencia de la Declaración de Monumento Nacional y como respuesta de los
segovianos, demostrativa de su interés por el monumento. Es la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País la
que patrocina esta investigación que termina desgraciadamente en un rotundo fracaso. pero que da lugar a un torneo
de erudición en el que en medio de mucha disgresión inútil y fatigosa salta algún chispazo interesante que podrá
servir a los investigadores futuros. Estos, también agradecerán mucho a Aurelio Ramírez que haya puesto a su
disposición con orden y buen tino tan copioso material documental.
Yo quiero terminar diciendo al autor de este libro que de una cosa podrá envanecerse y creo que será la que más
al fondo le llegue: su nombre. a partir de la restauración, que con tanto celo como talento natural y competencia
técnica, dirigió, y a partir de la publicación de este libro, que le convierte en Somorrostro de nuestro siglo, quedará
para siempre unido al del acueducto. Y estar unido a un monumento cuya pervivencia él ha demostrado y asegurado
es también asegurarse la pervivencia propia con la gratitud de las generaciones venideras.
FERNANDO CHUECA GOlTIA
FIN
© Aurelio Ramírez Gallardo

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