vi jornadas internacionales de arte, historia y

Transcripción

vi jornadas internacionales de arte, historia y
MEMORIAS DE LAS VI JORNADAS INTERNACIONALES DE
ARTE, HISTORIA Y CULTURA COLONIAL
“ASIA EN AMÉRICA”
I. S. S. N.: 2322-7141
Ministerio de Cultura – República de Colombia
Museo Colonial y Museo Santa Clara
14 al 16 de agosto de 2012
Gimnasio Moderno – Museo Colonial
Bogotá D. C., Colombia
TABLA DE CONTENIDO
Presentación ............................................................................................................................. 3
2
Autores...................................................................................................................................... 4
Reflexiones acerca de la presencia del imaginario oriental en el continente americano
durante el llamado Descubrimiento de América ................................................................... 6
Encuentros entre Europa y China (siglos XVI a XVIII) ...................................................... 23
De lo chino a lo chinesco, sinécdoque de un espejismo...................................................... 38
El encanto de la porcelana china: apuntes históricos a propósito de algunos vestigios
coloniales ................................................................................................................................ 58
El mobiliario “enconchado” en el virreinato del Perú ........................................................ 69
Oriente en el Nuevo Reino de Granada. Influencias y presencias en los objetos artísticos.
El caso del arte del barniz de Pasto ...................................................................................... 86
MUSEO COLONIAL Y MUSEO SANTA CLARA ................................................................118
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Presentación
TABLA DE CONTENIDO
Las
JORNADAS
INTERNACIONALES
DE
ARTE,
HISTORIA
Y
CULTURA COLONIAL del Museo Colonial y Museo Iglesia Santa Clara reúnen
anualmente a un grupo de académicos nacionales e internacionales, especialistas en
historia del arte, la cultura y la historia colonial, alrededor de una temática central.
En el 2011, debido a una iniciativa de la Ministra de Relaciones Exteriores de
Colombia, se emprendió la organización del Proyecto Expositivo ASIA EN AMÉRICA,
liderado desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Cultura en el
marco del fortalecimiento del programa de relaciones diplomáticas entre los países
americanos de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y los países de
Asia Pacífico. Por esta razón, este año se ha vinculado el evento expositivo con la sexta
edición de las JORNADAS INTERNACIONALES, cuya temática central son los
productos culturales derivados de las relaciones comerciales, sociales y culturales entre
Asia y América durante los siglos XVI al XIX.
Las VI Jornadas se desarrollarán a partir de tres ejes temáticos:
1. Contexto Asia - América Virreinal
2. Circulación de ideas y productos
2.1. Arte religioso
2.2. Artes decorativas
2.3. Textos
3. Producción local y coleccionismo chileno del s. XIX
Asia en América
3
Autores
TABLA DE CONTENIDO
OLAYA SANFUENTES ECHEVERRÍA
Doctora en Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Barcelona. Profesora del
Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile y ha sido
profesora invitada en la Universidad Degli Studio Di Napoli, en la Universidad de
California, en el Lake Forest College y en la Universidad Iberoamericana de México, entre
otras. Ha publicado el libro Develando el Nuevo Mundo. Imágenes de un proceso (2009),
así como un número importante de artículos sobre patrimonio, arte e historia colonial.
PALOMA DE LA LUZ CORONADO
Magíster en Filosofía China de la Universidad de Xiamen y Literata de la Universidad de
los Andes. Ha realizado estudios de idioma y cultura China. Coordinadora del Instituto
Confucio de la Universidad de los Andes y profesora del Departamento de Lenguajes y
Estudios Socioculturales de la misma universidad. Es coautora del libro Chino paso a
paso (2009) y ha publicado artículos alrededor del tema de la cultura china.
ISABEL CERVERA FERNÁNDEZ
Doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora del
Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid y
miembro del Centro de Estudios Asia-Oriental de la UAM. Ha realizado diversos cursos de
posgrado en París, Londres y en la Universidad de Beijing sobre diferentes aspectos del
arte asiático. Es autora de varios libros acerca de este tema, y especialmente del arte chino,
destacando entre otros La vía de la caligrafía (1989), El Imperio Mogol de la India
(1990) e Historia del Arte Chino (en 2 volúmenes, 1991 y 1992). Ha participado en la
redacción de los capítulos dedicados al arte chino y japonés de la Historia Universal del
Arte e Historia Universal de la Pintura (1996), así como en la redacción de la Historia del
Arte (1996), en la que ha realizado el bloque temático dedicado al arte chino.
MARÍA ASTRID RÍOS DURÁN
Magíster en Historia y Diseñadora Industrial de la Universidad Nacional de Colombia,
sede Bogotá. Profesora del Programa de Pregrado Diseño Industrial en la Universidad
Nacional de Colombia, sede Palmira. Es autora del cuaderno de estudio Los tibores
chinos (2003) y de varios artículos en torno a la historia de la cultura material en Bogotá
a comienzos del siglo XIX.
JORGE RIVAS PÉREZ
Arquitecto de la Universidad Central de Venezuela, con especialización en Diseño
Industrial de la Universitá degli Studi di Firenze (Italia) y Magíster Philisophiae (MPhil)
en Historia del Arte en el Bard Graduate Center de Nueva York, donde prosigue su
doctorado. Se desempeña desde 1998 como curador de arte colonial latinoamericano en
la Colección Patricia Phelps de Cisneros en Venezuela y Nueva York. Ha sido miembro
del directorio del Museo de Arte Colonial de Caracas, Venezuela (1999-2003), miembro
del comité internacional de especialistas para la catalogación de la colección de
mobiliario del Museo Franz Mayer en la ciudad de México, México (2005-2007), y
curador y co-curador de diversas exposiciones temporales e itinerantes en Estados
Unidos, Venezuela y República Dominicana. También es autor de varios libros y
catálogos sobre arte colonial y diseño.
MARÍA DEL PILAR LÓPEZ
Arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia especializada en investigaciones
sobre historia de la arquitectura y del arte en el Nuevo Reino de Granada. Profesora
asociada e investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, Facultad de Artes,
Universidad Nacional de Colombia (del cual fue directora durante el periodo 20062008), y profesora de la “Maestría en Conservación del Patrimonio Cultural Inmueble”.
Colabora en el Doctorado “Historia del Arte y la Arquitectura” y en la “Maestría de
Museología y Gestión del Patrimonio” de la misma Facultad. Directora del grupo de
investigación “Estudios histórico-artísticos de. los bienes culturales”. Dirigió el Museo de
Arte de la Universidad Nacional entre 1995 y 1998. Ha realizado varias exposiciones,
entre ellas: “Más que muebles” en el Museo de la Independencia 20 de Julio (2012). Ha
participado en seminarios internacionales en el área de la historia del arte y la
arquitectura, proyectos que se han materializado en más de 23 publicaciones.
Asia en América
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Reflexiones acerca de la presencia del imaginario oriental en el
continente americano durante el llamado Descubrimiento de América1
Olaya Sanfuentes Echeverría
Pontificia Universidad Católica de Chile
[email protected]
TABLA DE CONTENIDO
Cristóbal Colón no descubrió América. Colón no descubrió Asia. Si esto es así, ¿qué fue
lo que hizo Colón? Después de todo, igualmente es un personaje famoso que le da nombre al
país que hoy generosamente nos alberga y a tantos otros lugares e instituciones que vienen a
nuestra mente. La calle Cristóbal Colón que atraviesa la ciudad de Santiago de Chile de
Oriente a Poniente, el famoso teatro Colón en Buenos Aires, la Cafetería Colombo en Río de
Janeiro, la ciudad y puerto libre de Colón en Panamá. Como se ve, muchos lugares que llevan
su nombre en un continente que, sin embargo, fue bautizado en honor a otro italiano.
Pero Cristóbal Colón no descubrió América, según nos explica el historiador
mexicano Edmundo O’Gorman, en su famoso libro La Invención de América (1958). Este
último nos invita a distinguir entre lo que el almirante realmente pensó que estaba
realizando y lo que la historiografía a posteriori ha interpretado como la hazaña
El texto a continuación no contiene notas a pie de página, porque constituyen las ideas de la
autora en su libro Develando el Nuevo Mundo. Imágenes de un proceso (Santiago de Chile:
Ediciones Universidad Católica, 2009).
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colombina. Lo que ocurrió es que, sin saber que estaba frente a un nuevo continente,
Cristóbal Colón pensó que había llegado a las costas más orientales de la India y para
poder darle coherencia a sus ideas, describió las nuevas tierras con todo un imaginario
asiático. Así se inaugura, entonces, la presencia de Asia en América.
Características del viaje a Oriente y la formación de imaginario colombino
Cristóbal Colón salió de España, tras haber convencido a los Reyes Católicos de
que su aventura era posible, pensando que su viaje por la ruta Atlántica occidental lo
llevaría a las costas asiáticas. Se sabía que el mundo era redondo, pero no se conocían las
dimensiones de la esfera. Sobre este tema había varias conjeturas, pero ninguna certeza.
El imaginario colombino era rico y complejo y estaba nutrido de una serie de conceptos e
ideas respecto a lo que un viaje a Oriente implicaba. Había leído los libros de viajes más
importantes de la época, conocía las ideas de ciertas autoridades clásicas respecto al
mundo, había surcado los mares y convivido con marinos en varios puertos,
empapándose de maravillosas historias ultramarinas. Como todo cristiano de esos
tiempos, respiraba de las ideas y preceptos incluidos en las páginas de la Biblia.
Respecto a sus lecturas de libros de viajes sabemos, por el catastro de su biblioteca, que
entre los libros que leyó e incluso intervino con anotaciones al margen fue el de Marco Polo.
En el Libro de las Maravillas, el veneciano describía el Oriente tan anhelado por sus riquezas,
las que se encontraban tras sobrepasar el encuentro con seres monstruosos que las
custodiaban celosamente. Marco Polo hablaba de ciudades lejanas donde los techos eran
todos de oro, lugares donde se encontraban perlas y piedras preciosas y otras riquezas que
eran soñadas por el mundo occidental. Pero en Oriente estaban también las islas Macho y
Hembra, que albergaban a razas monstruosas de antropófagos y amazonas respectivamente.
Los primeros comían carne humana, lo que los convertía en los seres más temidos y
rechazados por el hombre occidental. Las amazonas vivían en comunidades femeninas y
tenían relaciones con los de la isla Macho solo para procrear. Si nacían hijas mujeres, las
mantenían y les enseñaban los ejercicios guerreros indispensables. Si los hijos eran hombres,
los entregaban a los antropófagos o bien los mataban.
Estos pueblos habían sido también descritos por sir John Mandeville, cuya obra fue
la más popular y preciada de las historias medievales sobre maravillas. Este autor, de cuya
Asia en América
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identidad poco se sabe, describe también el famoso paraíso. Nos relata que el verdadero
paraíso se ubica más allá de la mítica isla Trapóbana, la que ya tiene características ideales:
el clima es benigno, la vegetación frondosa, la gente buena y razonable y es cercana a islas
donde abundan el oro y la plata. El Paraíso está más allá todavía.
De Oriente se sabían también cosas a través de los relatos de peregrinos
apostólicos. En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo habría dotado a los apóstoles del
don de lenguas, lo que les hizo posible llevar el evangelio a cada pueblo del mundo. Los
relatos de estas travesías son los que conocemos como Hechos de los Apóstoles y las
narraciones también surgidas de esta tradición, pero no reconocidas oficialmente por la
Iglesia, son los llamados Hechos Apócrifos. Los primeros, son fundamentales en lo que
se refiere a las maravillas religiosas o milagros realizados por los apóstoles de Cristo en
tierras lejanas. Los segundos, permiten la difusión de tierras maravillosas donde los
apóstoles Tomás y Bartolomé habrían evangelizado en la India.
Avanzando en el tiempo, tenemos luego los relatos de viajeros que se acercaron a
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Oriente, gracias a la coyuntura histórica del dominio mongol sobre gran parte del
continente asiático. Aprovechando el espíritu de apertura de los mongoles, el papado
creyó necesario enviar a algunos misioneros para atraerlos a la fe cristiana. En este
contexto surgen personajes como Plan Carpino y Guillermo De Rubruck, quien fue
enviado a Oriente por San Luis, rey de Francia. Años más tarde, irían Juan de
Montecorvino y Jourdain de Séverac.
Además de las descritas por los textos mencionados, muchas otras maravillas
orientales habitaban la mente colombina. No había que haber leído directamente los
relatos medievales, porque los mundos maravillosos orientales eran parte del acervo
compartido por los hombres de aquella época. Las imágenes de las maravillas estaban en
los capiteles de las columnas de los monasterios, en los disfraces utilizados en las fiestas,
en los ábsides de las iglesias, en las novelas de caballería, en los relatos populares y
leyendas. Este mundo maravilloso constituía un universo muy amplio y denso,
abarcando todos los aspectos de la vida del hombre medieval. Las maravillas se refieren
a todas aquellas cosas que causan admiración, sorpresa y estupefacción. Lo que nosotros
entendemos como maravilloso difiere del significado que el término tuviera en la Edad
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Media. Para nosotros es una categoría del espíritu o de la literatura, para el hombre
medieval era todo un universo, un conjunto de cosas que asombraban.
En un intento por clasificar este mundo maravilloso, Jacques Le Goff lo divide en:
- Países y lugares: naturales (montañas, rocas, fuentes manantiales,
árboles, islas); debidos a la acción humana (ciudades, castillos, torres,
tumbas). Aquí quedaban incluidas maravillas como la isla de Brasil, la
Antilla, la isla San Brandán, la Fuente de Juventud y la tumba de
Santiago Apóstol, por nombrar algunas.
- Seres humanos y antropomorfos: gigantes, enanos, hadas, hombres y
mujeres con particularidades físicas, así como monstruos humanos.
- Animales naturales e imaginarios (grifos, dragones, unicornios y todos
los animales del bestiario medieval)
- Seres medio hombre-medio animal (melusinas, sirenas, centauros y
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grifos)
- Objetos: anillos, copas, cuernos. Entre estos prodigios figurarían el
Santo Grial, el arca de Noé y el cuerno del unicornio.
Oriente era también el lugar de las preciadas especies. Canela, nuez moscada,
clavo de olor y pimienta servían para mantener los alimentos a salvo de una rápida
putrefacción y ayudaban a que la comida europea, -bastante insípida- tuviera más
picardía. Estos aspectos culinarios no son datos menores, en la medida que sabemos que
el hambre acechaba a la sociedad europea medieval y entre los que comían, pero poco,
los registros gastronómicos de la época nos muestran que la comida era muy poco
sabrosa. Estas especies debían recorrer largos tramos y pasar por muchos agentes
comerciales antes de llegar a los puertos de Alejandría y Estambul, donde comerciantes
genoveses y venecianos las compraban y luego las vendían a desorbitantes precios en el
resto de Europa.
Cristóbal Colón había leído la Biblia y como todo hombre de su época, pensaba
que ahí estaba inscrita y escrita la historia del mundo. Entre los relatos bíblicos estaba el
que contaba que en algún lugar de Oriente, inexpugnable y reservado solo para elegidos,
Asia en América
estaba el paraíso terrenal. Era éste un lugar de clima agradable y siempre verde, donde el
hombre tenía el alimento al alcance de su mano, sin mayores esfuerzos. Todo era
sublime y agradable, los frutos despedían olores y los ruiseñores deleitaban los oídos con
su cantar. En el paraíso había una fuente desde la cual salían los cuatro ríos del mundo:
el Tigris, el Eufrates, el Ganges y el Nilo. El que bebía del agua de esa fuente vería
renovadas sus energías o alcanzaría la vida eterna.
Así como las ideas que estaban en la Biblia no eran discutibles, tampoco lo eran
las incluidas en los textos clásicos. Estos libros eran la autoridad para conocer el mundo
y su historia. Ahí estaban los postulados de Plinio y su clasificación y descripción de las
razas monstruosas; estaban también las ideas de Macrobio, quien hablaba de las zonas
climáticas de la Tierra y determinaba, entonces, dónde era posible la vida humana. El ser
humano solo podía desarrollarse en las zonas templadas, porque las tórridas y las frías
tenían condiciones climáticas muy extremas. Pero había zonas templadas en el
hemisferio norte y en el sur. Era en el hemisferio septentrional donde se encontraba la
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ecumene, y en el meridional podía haber antípodas. Pero si bien la vida humana era
teóricamente posible en esas latitudes, la Iglesia consideraba herético pensar que ahí
había personas. Dios había creado el mundo, había luego mandado el Diluvio y los tres
hijos de Noé se habrían luego repartido por los tres continentes, dando origen a las razas
camita, semita y jafetita. Estos habrían poblado África, Asia y Europa respectivamente.
No podía haber nada más porque la Biblia no lo mencionaba.
Entre los clásicos, fundamentales son las ideas de Tolomeo. Sus concepciones
geográficas serían adoptadas por Colón, sobre todo en lo que se refiere a las dimensiones
de la Tierra. Tolomeo le adjudicó a la circunferencia terrestre un 30% menos de lo que
había calculado Eratóstenes, quien estuvo mucho más ajustado en sus cálculos a la
realidad. Tolomeo, por otra parte, ampliaba considerablemente el continente
euroasiático y le asignaba al Mediterráneo el doble de la longitud que realmente tiene.
Estos tres errores harían creer a Cristóbal Colón que llegar a Japón por el oeste en un
corto plazo era posible.
Con este acervo a su haber es que Cristóbal Colón sale de España a buscar esa ruta
occidental que, según sus cálculos, lo llevaría en un tiempo moderado hacia el Oriente
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tan deseado. Tras días y días de larga navegación, cuando ya todo indicaba que estaban
perdidos, la expedición colombina avistó tierra. Colón creyó que era Asia.
El continente americano se llena del imaginario oriental
De ahí en adelante, todo lo que Cristóbal Colón observará con sus ojos y registrará
tanto en su diario a bordo como en las cartas que mandará a España, será visto con una
lente oriental. La geografía mental que el almirante manejaba en su cabeza no le permitía
atender a las peculiaridades y novedades de estas tierras que se habían interpuesto en el
camino. América hacía su debut en la historia asociada a una identidad oriental.
Cuando Colón llega a la isla que los indígenas llamaban Guanahaní, la bautiza con
el nombre de San Salvador, inaugurando una práctica de poner nombres españoles y
cristianos a un espacio geográfico que estaba habitado por personas que lo llamaban de
otra forma. De ahí se acerca a Cuba y la confunde con el famoso Cipango. Los aborígenes
repetían el nombre de Cibao y hablaban de un tal Cainaboa, información toda que Colón
interpretó a su antojo y conveniencia. Sentaba el precedente de una observación y
descripción que acomodaba todo a la expectativa de un ser oriental. La nueva realidad
geográfica no lograba sustituir en la mente colombina su idea preestablecida y fija de
encontrase en tierras orientales.
Luego relata que Cuba no es para él una isla, sino Tierra Firme, fin de las Indias
por Oriente y el comienzo navegando por el poniente. Colón bautizó con el nombre de
Alfa y Omega al promontorio más oriental de Cuba, juzgando que se encontraba en el
lugar de principio y fin de Oriente. A pesar de que los indios le insinuaban al almirante la
insularidad de Cuba, éste tenía una idea de la geografía oriental que no le permitía ver la
realidad. Para él, en cambio, Cuba era la prueba de que había llegado a su objetivo
oriental. Era imposible que fuera otra cosa que un promontorio asiático, porque una isla
de tales dimensiones no había sido vista ni descrita nunca antes y, según los cálculos de
Tolomeo, esa tierra era ya parte de las Indias.
A pesar de estas descripciones e insistencias colombinas, su viaje no tardó en
mostrar sus contradicciones: Colón había vuelto de las supuestas Indias sin las bodegas
de las naos atestadas de oro, pedrerías o especies, como se esperaba encontrar en una
expedición a Oriente. Tampoco trajo consigo súbditos del Gran Khan, sino indios de la
Asia en América
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Española. En vez de brocados de seda, llegó a España con máscaras hechas de hueso de
pescado. Y en lugar de colmillos de elefante o cuernos de unicornio, se presentó ante los
Reyes Católicos con papagayos verdes.
Cuando Colón regresó de su primera hazaña atlántica, hubo quien manifestó su
escepticismo respecto de su viaje oriental. No obstante, esto no significaba que aquellos
incrédulos tuvieran alguna interpretación alternativa que ofrecer. El humanista Pedro
Mártir de Anglería, en una carta al arzobispo de Braga, hacía eco de su escepticismo con
las siguientes palabras:
Cierto Colón navegó hacia occidente, hasta llegar hasta las antípodas de
la India, según él cree. Encontró muchas islas y piensan que son las
mencionadas por los cosmógrafos más allá del océano oriental,
adyacentes a la India. Yo no lo niego del todo, aunque la magnitud de la
esfera parece indicar otra cosa. A nosotros nos basta con que salga a la luz
la mitad del orbe que estaba oculta.
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El humanista español Bernardino Carvajal decía que las tierras descubiertas por
Colón eran desconocidas y que se encontraban hacia las India, por lo que no eran la
India. Tampoco daba una alternativa de interpretación. El doctor Francisco de Cisneros,
hombre con fuerte formación humanística, argumentaba por su parte que las islas
colombinas recién descubiertas se encontraban en el Océano Etiópico, invalidando así
las ideas geográficas de Colón.
Para poder demostrar la confusión generada por la hazaña colombina y la
dificultad de dar identidad a estas tierras, se puede acudir, a modo de ejemplo, a la obra
El libro del famosos Marco Paulo veneciano de las cosas maravillosas que vido en las
partes orientales, traducida por Rodrigo de Santaella e impreso en Sevilla en los talleres
de Lanzalao Colono y Jacobo Cronberger en el año 1503. En el prólogo dedicado a la
zona de Arabia, Santaella registra la creencia de algunos de que eso no es Antilla.
Comenta, asimismo, que muchos están engañados respecto a la naturaleza de las tierras
a las que han llegado los Reyes Católicos. Por haber encontrado oro, osan decir que
llegaron a Tarsis y Ofir.
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Santo Domingo en la Isabela
Portada del Libro del famoso Marco Paulo veneciano de las cosas maravillosas….
Sevilla: Lanzalao Colono y Jacobo Cronberger, 1503
Biblioteca Nacional de Madrid
Asia en América
El segundo viaje colombino a las tierras por él descubiertas, está también asociado
a la supuesta naturaleza oriental de estas tierras. Influido por el imaginario compartido
respecto a las riquezas de Oriente y movido por la necesidad de encontrar estas riquezas
para mantener el entusiasmo de los reyes, Colón no cesa de buscarlas y describirlas.
Manda el almirante a hombres de su expedición a buscar el anhelado oro. Está
constantemente disculpándose de no poder juntar cantidades considerables del metal, o
de las especies asiáticas: no pudieron cargarlo al barco o no era la época de tal especie.
La idea preconcebida del almirante respecto al ser asiático de estas tierras alcanza
su clímax en el tercer viaje que realiza a las Indias Occidentales. Los reyes parecían seguir
confiando en Colón porque volvían a financiarlo y apoyarlo. Esta expedición sale de
Sanlúcar de Barrameda el 30 de marzo de 1498 y llega a descubrir la isla de Trinidad y la
desembocadura del río Orinoco. Este río acarreaba grandes caudales de agua fresca y era
de color marrón, pruebas decisivas de que había ahí una gran masa de tierra continental.
Sin embargo, insistiendo en su idea de hallarse en Asia, Cristóbal Colón argumentó que
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esta agua debía fluir de algunos de los cuatro ríos que salían del paraíso terrenal.
Para el almirante, el estar cerca del Edén significaba encontrarse en la mejor parte
del mundo: un lugar de clima perfecto, de mucha verdura, gente linda y amable, más
astuta y menos cobarde que los otros pueblos hasta entonces encontrados. En su diario
diría que en las Santas Escrituras está escrito que Nuestro Señor hizo el Paraíso Terrenal
y en él puso el árbol de la vida. Todos los teólogos, argumentaba Colón, estarían de
acuerdo en que el Paraíso Terrenal está en el fin de Oriente, al cual también llamaron el
fin de la tierra yendo a Oriente. Por último, el almirante recurre a la idea mesiánica de
haber sido el elegido por voluntad divina para descubrir esas tierras. Como se puede
apreciar, se esforzaba hasta el límite para acomodar la realidad a su objetivo de
demostrar que estaba en Asia. Se basaba en las autoridades por todos aceptadas.
El cuarto y último viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo no está exento de las
prácticas hasta aquí descritas. Se embarca el año 1502, recorre las costas de Honduras,
Nicaragua y Costa Rica, pero cree, no obstante, estar en la provincia de Ciguara,
empeñándose hasta el último momento en su idea oriental.
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Todo este proceso hasta aquí descrito generará la base de un imaginario oriental
asociado a las tierras descubiertas. América inauguraba su aparición en la historia de
Occidente como una tierra con una identidad prestada o bien impuesta desde Europa para
entrar en la tradición. Los europeos no lograban deshacerse de sus conceptos adquiridos a
través de los textos y rendirse frente a la evidencia de la experiencia. Por esta razón es que,
durante algunos años, las imágenes de las nuevas tierras descubiertas serán imágenes que
las pintan con los colores tradicionales y orientales. El soporte visual encarnará estas
primeras imágenes orientales, a través de las representaciones de una geografía, una flora
y fauna y un ser humano americano que se observó y registró desde una lente oriental.
Lo oriental en las primeras representaciones visuales de América.
La cartografía americana, por tanto, comienza como una de confusión inicial de
las tierras descubiertas con el continente asiático. Para Colón, cada elemento geográfico
debía coincidir con lo que había descrito Marco Polo respecto de las miles de islas que
poblarían los mares orientales. De esta confusión inicial es que surge toda una
terminología: islas del Océano Indico, islas de la India; las instituciones nacidas para
ocuparse de estas posesiones eran las Leyes de Indias y el Consejo de Indias y el nombre
que para siempre se adoptó para los habitantes de estos lugares –indios- también debe
mirarse bajo esta perspectiva.
Un interesante mapa que recoge las ideas orientales de Cristóbal Colón es del
turco Piri Reis, cuyos derroteros muestran, además, los avatares de las fuentes
históricas. El año 1929 se removieron los objetos del palacio Topkapi de Estambul, para
transformarlo en museo. En aquella ocasión, se encontró un curioso mapa pintado sobre
pergamino. Se estudiaron las inscripciones, lo que llevó a que los especialistas
concluyeran que el mapa de Piri Reis constituye el único testimonio subsistente de los
mapas del almirante que registran las tierras por él descubiertas.
Sobrino de un famoso corsario turco, Piri Reis había acompañado a su tío desde muy
joven, llevándolo hasta el Mar Rojo y el Mediterráneo. El año 1526 escribió un Libro de la
Marina para el sultán Suleimán, cuya introducción, en versos, cuenta la historia de “un
astrónomo que se llamaba Kolón…que salió en busca de Antyle…y la descubrió. Hoy la
ruta es muy conocida y llegó hasta nosotros”. Cuenta Piri Reis que el año 1517 le regaló a
Asia en América
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Selim I un mapa que mostraba estos mares. Se trata del fragmento encontrado en el palacio
Topkapi de Estambul. En notas marginales sobre él indica que para dibujarlo utilizó un
mapa de Colón y otros portugueses. El mapa colombino al cual hace referencia fue
posiblemente dibujado en 1498 y encontrado en un barco español capturado en 1501.
El de Piri Reis es un mapa que refleja fielmente las ideas geográficas del almirante.
Cada isla está pintada según la imaginaba Colón y Cuba está representada como una
península asiática. Fiel a la tradición medieval, está lleno de monstruos y animales extraños.
Carta Náutica del navegante turco Piri Reis
1513
Museo Topkapi, Estambul.
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VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Otro mapa de la época que muestra la inicial confusión de América con Asia es el de
Cantino de 1502. Este mapa fue copiado de un padrón real, por una mano desconocida y salió
de Lisboa el año 1502 con Alberto Cantino, quien se lo dio al duque de Ferrara. Al llegar a
manos del duque se convirtió en un documento público y por tanto colaborador en la
formación de una imagen de América allende las potencias españolas y portuguesas. A pesar
de la acuciosidad en la representación de las tierras sudamericanas, no se soluciona aún la
relación de la zona de América del norte y Asia. Al norte de Cuba hay una porción de tierra
cuya identidad es un enigma. ¿Florida? ¿La Península de Yucatán? ¿Un cuerno asiático?
Mapa del mundo de Alberto Cantino
Porción Occidental del Planisferio.
1502
Biblioteca Estense de Módena
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Asia en América
Además de la geografía, la mente europea
de comienzos del siglo XVI pobló a estas tierras
descubiertas de una flora, una fauna y unos
hombres exóticos con varias características
orientales. Y nuevamente, es el mismo Colón el
que inaugura esta práctica. Al ají taino lo
confunde el almirante con la pimienta en vaina.
Así adquirió en España el nombre pimiento,
aunque no tenía ningún parentesco con la
pimienta oriental. En su segundo viaje a
América, Colón llevó a un experto botánico –el
doctor Diego Álvarez Chanca- quien se sintió
apabullado frente a las nuevas variedades de
plantas.
Ante
una
exótica
especie
que
combinaba en sí el aroma del clavo, la canela y la
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nuez
moscada,
quedó
especialmente
maravillado. Es lo que llaman hoy la “pimienta
Maíz
Litografía a color
1542
inglesa” o allspice y su única fuente de
abastecimiento sigue siendo el Caribe.
En estas tierras supuestamente orientales había que encontrar, asimismo, clavo y
canela. Con el tiempo hemos aprendido que no hay en América ni una sola prima de la
canela, pero la necesidad del ser oriental de estas tierras hizo surgir la Flor de la Canela.
Con el clavo de olor ocurrió algo similar: en la selva amazónica había una liana cuyos
tallos tenían un aroma parecido. Le llaman clavo Huasco y tiene diversos usos
medicinales. El doctor Nicolás Monardes, más científico que el almirante y menos
requerido de hacer calzar todo con lo oriental, describe especies autóctonas americanas
con propiedades medicinales. Habla de la “canela de nuestras Indias”, un árbol de hoja
perenne como la de laurel y con el mismo sabor y fragancia que la canela que traen de la
India. Algunas especies por él nombradas van acompañadas por hermosos grabados.
Otras especies americanas que debieron pasar por un cedazo oriental son el girasol y el
maíz. El primero adquirió diversos nombres, entre los cuales “sol de las Indias” refleja lo
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
que estamos argumentando. Algo parecido ocurrió con el maíz, que en el idioma catalán
devino llamarse blat de moro.
Entre las nuevas especies animales encontradas en el nuevo continente, menuda
impresión causó el encontrarse con un animal como la iguana. Se le asoció con el dragón
de la literatura fantástica medieval. Especies autóctonas como los auquénidos, por su
parte, fueron denominadas como “ovejas de la India”. El pavo, turkey en inglés, también
muestra esta inicial confusión de la identidad americana con lo oriental.
Una tarea urgente a realizar tras el encuentro con estas nuevas tierras era buscar
una explicación satisfactoria al origen del hombre que las habitaba. ¿Cómo se podía
insertar en la historia de la humanidad? Era la Biblia la que contenía la historia del
hombre y ahí decía que tras el Diluvio Universal los tres hijos de Noé habían poblado los
tres continentes del mundo. Una posibilidad, como hemos estado revisando hasta ahora,
era considerar estas tierras como parte del continente asiático. Es la explicación que da
Bartolomé de Las Casas, que en un esfuerzo por situar al indígena en un espectro
universal y así defender la unidad del género humano, considera al nuevo Mundo como
parte de Asia.
Hasta los mismos conquistadores forzaron la realidad para poder interpretar lo
que veían con lo que estaba escrito en la Biblia. En este esfuerzo es que surgen las
leyendas de santo Tomás en Mesoamérica y de san Bartolomé en el mundo andino.
Cristo había dado el mandato a sus discípulos de predicar por todo el orbe y como estas
tierras no podían quedar fuera de la prescripción bíblica, se les adjudicó la figura de
Santo Tomás y de San Bartolomé, quienes supuestamente habrían ido a la India. Esto
indujo a que se buscaran e inventaran todo tipo de pruebas que confirmaran la presencia
de un apóstol de Cristo en el Nuevo Mundo. Si a esto le agregamos la colaboración
indígena para satisfacer a sus nuevos dominadores, una mentalidad europea presta a
interpretar cada símbolo parecido a la iconografía cristiana como una huella de aquel
apóstol y la existencia de héroes civilizadores entre los americanos, no es raro que haya
surgido esta leyenda. En el caso de la leyenda de santo Tomás en América, esta se dio por
la identificación de este apóstol con la figura mítica e histórica de Quetzalcóatl divinidad
y sacerdote. En el área andina, por otra parte, tanto Tomás como Bartolomé se
identificaron con el personaje mítico de Tunupa.
Asia en América
19
20
Quetzalcóatl /Santo Tomás y discípulos
Según Diego Durán
1570
Una vez en el continente, los europeos también realizaron algunos ejercicios mentales
de relacionar a los pueblos americanos con ciertos monstruos del bestiario medieval y del
continente asiático. Así es como Cristóbal Colón relata que en algunas islas del Caribe había
hombres con cola, otros sin pelo, pero sobre todo las míticas amazonas y los temidos
antropófagos. Los conquistadores y cronistas que vendrían después colaborarían con sus
descripciones en dotar de cuerpo a estos mitos que se instalarían finalmente en nuestro
continente. A las amazonas y caníbales se les sumarían los famosos gigantes, observados por
primera vez por Hernando de Magallanes y su tripulación. Pigafetta, el cronista a bordo, los
describiría con adjetivos y colores maravillosos y los bautizaría con el nombre de Patagones.
Junto a las descripciones literarias, aparecen desde un comienzo las imágenes visuales
que acompañan las crónicas o se independizan de ellas, alcanzando gran difusión y mayor
impacto en las mentes de los hombres de la época. Aquel Oriente legendario con sus riquezas
y monstruos vuelve a ser evocado para poder encontrarle un espacio en las mentes de los
europeos contemporáneos que nunca habían soñado con un cuarto continente.
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Cosmografía Universal
de Sebastián Münster
1554
La imagen aparece ilustrando tanto
América como la isla de Java (Asia)
21
Amazonas
Detalle del mapamundi
de Sebastián Caboto
1544
Asia en América
Reflexiones finales
La invitación a reflexionar el tema de “Asia en América” nos hizo pensar en
aquellos años inaugurales de la relación de estos dos mundos. Esta relación comienza a
nivel de los imaginarios, en aquella dimensión que incluye las ideas, las expectativas y
los sueños depositados sobre mundos lejanos capaces de contener la alteridad y lo
contrapuesto. Oriente como el lugar donde todo es posible porque es diferente a Europa,
que representa la norma. Con esta información es que serán observadas –por los
primeros descubridores y conquistadores-, las tierras avistadas por Cristóbal Colón. Una
información de color y tono oriental y que teñirá las primeras noticias y
representaciones visuales del continente americano.
Años más tarde, la relación de América con Asia será enriquecida con objetos y
personas que circularán entre estos continentes, sofisticando y complejizando las culturas
involucradas en este comercio. Era importante, no obstante, mostrar aquel preámbulo
mental que demuestra que Asia estuvo instalada en América desde mucho antes.
22
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Encuentros entre Europa y China (siglos XVI a XVIII)
Paloma Coronado
Universidad de Los Andes
[email protected]
TABLA DE CONTENIDO
En la China contemporánea se usan dos calendarios para llevar la cuenta del
tiempo. El calendario solar y el calendario lunar. Este último rige las fiestas tradicionales
como el año nuevo y el festival de otoño; el primero se utiliza para todos los documentos
legales y oficiales. Por ejemplo, en el documento de identidad de una persona se usa el
día correspondiente al calendario solar, pero la fecha de la celebración nacional del año
nuevo está determinada por el calendario lunar; por esto, el año nuevo no es fijo con
respecto al calendario solar que es el que determina la cotidianidad. Este calendario
solar llegó a China gracias a los Jesuitas. Ellos enseñaron matemáticas, astronomía,
pintura y medicina a los oficiales de la corte china durante los siglos XVI y XVIII. Por su
parte, al vivir y aprender el idioma y participar activamente de la vida en China, los
Jesuitas trasmitieron a los europeos acerca de su sociedad, costumbres, valores políticos
y morales que en ese momento permitió a occidente crear una imagen de China.
A través del estudio del trabajo de los jesuitas en China, podemos entender que
entre China y Occidente se generó un encuentro no sólo comercial sino intelectual. Fue
intercambio que generó transformaciones en uno y otro lado del mundo y que todavía
afectan nuestro presente. En este breve ensayo vamos a delinear cómo fue ese canal que
establecieron los Jesuitas y cómo se dio ese encuentro entre China y Occidente.
Reino del centro y los bárbaros
Antes de observar cómo se produjo y cuál fue el resultado del encuentro entre
Europa y China durante los siglos XVI y XVIII es necesario detenerse en la manera como
China se llamaba a sí misma y a los europeos.
Desde la antigüedad, en chino mandarín, el nombre de China ha sido Zhongguo.
Su significado es muy concreto: Zhong es centro, guo es reino. Zhongguo, el Reino del
Centro, no sólo era un nombre, realmente era el lugar que China ocupaba en el
continente asiático desde hacía varios siglos. Desde que en el 200 antes de nuestra era
China se unificó también se constituyó en la cultura que mantenía el orden con las
culturas vecinas. Basándose en los textos clásicos como la tradición del pensamiento
ético y político de Confucio, el Reino del Centro mantuvo un orden imperial que
24
legitimaba la organización internacional a través de un Sistema Tributario en las
relaciones con los demás pueblos.
Los textos clásicos han legitimado la superioridad de la civilización china desde la
antigüedad, basados en el desarrollo de su escritura y la continuidad cultural de su
pensamiento. Ambas características habían sido heredadas por sus ancestros y marcaban
la diferencia (y superioridad) con cualquier otra civilización. Este sino-centrismo se
fundamentaba en la concepción de que ningún otro pueblo de la antigüedad había logrado
el desarrollo cultural que el pueblo chino. A su vez, el orden confuciano también implicaba
la responsabilidad de guiar y proteger a los otros pueblos inferiores, de la misma manera
que el gobernante con sus súbditos, o el padre con sus hijos. Este es el principio sobre el
que se basa el Sistema Tributario en el que China estaba en el centro del orden político y
social. Los pueblos que reconocían el principio confuciano y se acogían al orden tributario
no eran considerados ni enemigos ni bárbaros.
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII el orden del Sistema Tributario fue aceptado
por los europeos sin mayores conflictos. Fue una época en la que el comercio y el
intercambio de productos con China fueron constantes, pero se hizo aceptando las
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
condiciones impuestas por el Sistema Tributario. Una de ellas impedía a los
comerciantes europeos entrar al territorio chino y por lo tanto todas las transacciones
comerciales se hacían desde un punto específico en la costa sur, Macao (Spence, 1998).
Esta restricción no impidió el flujo de objetos entre Europa y China. Pero hacia
comienzos del siglo XIX los cambios en Europa y la formación de las naciones estado,
entre otras razones, cambiaron ese orden (Fairbank, 1942). Este orden internacional
duró hasta la primera mitad del siglo XIX cuando las relaciones entre los recién
formados estado nación europeos, impusieron otras formas de relacionarse política y
económicamente (Fairbank, 1942; Hobson, 2004).
Si los chinos se nombraban el Reino del Centro, ¿cómo veían los chinos a estos
europeos? No representaban la civilización occidental, al contrario al carecer del
lenguaje chino y de los valores confucianos, eran los bárbaros.
Por su parte, los europeos tampoco mantenían el nombre o la traducción de lo
que significa Zhongguo. Para los occidentales china no iba a ser nombrada según los
principios que fundamentaban su civilización aunque sí aceptaron las reglas del sistema
tributario hasta comienzos del siglo XIX.
¿Y cómo nombraban los bárbaros al Reino del Centro?
Etimológicamente se reconoce un origen latinizado que hace referencia a Sina, de
ahí viene sinología:
Sina
comb. form meaning "Chinese," 1879, from L.L. Sinæ (pl.) "the Chinese,"
from Ptolemaic Gk. Sinai, from Arabic Sin "China," probably from
Chinese Ch'in, name of the fourth dynasty of China. (“sina”. Online
Etymology Dictionary. Douglas Harper. Historian).
Pero el segundo significado de la palabra “china” en inglés nos permite entender la
importancia la del intercambio comercial durante esos siglos:
Asia en América
25
“China”
"porcelain imported from China," 1579, from the country name (1555),
probably ult. from Skt. Cina-s "the Chinese" (earliest European usage is
in It., by Marco Polo), perhaps from Qin dynasty, which ruled 3c. B.C.E.
Latinized as Sina, hence sinologist. The Chinese word for the country is
Chung-kuo, lit. ("china." Online Etymology Dictionary. Douglas Harper,
Historian.)
De los productos que los europeos importaban de China como el jade, la seda, el
té y la porcelana china, eran considerados objetos de lujo y por eso su demanda se
mantuvo constante. No deja de ser sugestiva que para denominar la civilización y el
lugar de donde venían los objetos de lujo se utilizara la palabra “china”. Actualmente, el
término para nombrar a China en Occidente es China, y los estudios sobre China todavía
utilizan el término sinología. Por su lado, los chinos nombran a su país de la misma
26
forma que hace muchos siglos, Zhongguo (Reino del Centro). Occidente y Europa hace
más o menos doscientos años que dejaron de ser nombrados como los bárbaros y han
pasado de enemigos y opresores a ser los civilizados y algunas veces idealizados.
Volviendo a la época de nuestro interés tengamos presente la distancia y casi
indiferencia con la que una y otra civilización percibía a la otra. En especial la china no
había dejado que otra civilización irrumpiera en su organización política y social y su rol
en el plano regional. Los europeos habrían de encontrar en esos fundamentos de la
sociedad china, elementos que sirvieron para crear los cambios ideológicos que dieron
lugar a la modernidad, a la formación de las naciones estado y el posterior colonialismo
del siglo XIX.
¿Cómo se dio un encuentro y una relación entre estas civilizaciones si el punto de
partida de una y otra era la distancia y la diferencia e inferioridad del otro? Se crearon
condiciones y espacios de intercambio que produjeron cambios en una y otra cultura.
El encuentro
Durante estos siglos, pero en especial en el siglo XVII se produjo un encuentro
entre dos culturas: la europea y la china. Los intermediarios y agentes de este fueron los
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Jesuitas, que constituyeron y alimentaron un canal que si bien llevaba y traía
conocimiento e información de un lado al otro del mundo, también determinó una
interacción entre las dos civilizaciones de una manera muy particular. Este intercambio
no fue ni una mirada pasiva del otro, ni tampoco una acumulación de información
acerca de su cultura. Fue un encuentro en el que se generaron nuevos conceptos, se
integraron conocimientos y percepciones del mundo y en donde las sociedades china y
europea determinaron las características conceptuales del mismo. Ambas culturas
ejercieron su influencia para delimitar los temas de estudio y de investigación que a
través de ese canal establecido por los Jesuitas, se construyó de manera conjunta entre
Europa y China.
El encuentro tenía dos caras o espacios: uno en Europa y otro en China. El
primero se identifica con el grupo de pensadores franceses, ingleses y alemanes bajo el
nombre de proto-sinólogos. Su interés por China no era el principal motivo de su
investigación sobre China como sería el de los posteriores sinólogos (Mungello, 1985).
Tampoco tenían un conocimiento directo de China, como el idioma o experiencia de vida
en el país asiático, pero estas carencias las compartirían con posteriores sinólogos que
marcarían esa “característica” de los estudios de sinología aún vigente en nuestros días.
Los proto-sinólogos usarán la información enviada por Jesuitas (quienes sí tenían un
conocimiento directo de y en China) a través de cartas, reportes oficiales, visitas
personales o publicaciones (Mungello, 1985:15). Ellos no sólo absorbieron y estimularon
el flujo de información sobre China que enviaban los Jesuitas; generaron e incluyeron en
sus debates filosóficos, éticos, políticos y científicos, los contenidos que los Jesuitas les
trasmitían. A través de este ejercicio intelectual activo y crítico a la vez se generó en
Europa ese espacio del encuentro a cargo de los proto-sinólogos.
Si la proto-sinología es el término con el que nombramos los participantes del
encuentro en Europa; en China, serán los oficiales y literati de la corte imperial quienes
tendrán contacto directo con los Jesuitas a través de sus enseñanzas directas y del
trabajo conjunto, puesto que también fueron empleados de la corte como consejeros. Los
chinos de las dinastías conocieron las matemáticas, astronomía, cartografía y otros
aspectos de occidente.
Asia en América
27
Entre unos y otros, estaban los Jesuitas. La tradición de su trabajo en China y la
estrategia de proselitismo que emplearon a través de la Teoría de la Acomodación,
permitió que se estableciera este encuentro entre dos civilizaciones. Los Jesuitas
aprendieron el chino clásico a través de los textos oficiales y tradicionales que los
mismos oficiales y literati de la corte debían estudiar y usar no sólo como fundamento de
su conocimiento, sino para obtener sus posiciones en la corte. Siendo unos textos tan
antiguos e inclusive previos a Confucio, las interpretaciones y estudio de los mismos era
también en China objeto de discusión y divisiones. Es de notar que los Jesuitas
adoptaron la interpretación de los neoconfucianos de la época de la dinastía Song que
incluyen algunas teorías metafísicas.
Esta era la interpretación oficial durante la dinastía Ming, época en que llegan los
primeros Jesuitas y será la que se difundirá y conocerá en Europa. En ella se destaca la
racionalidad de la ética confuciana y la tendencia monoteísta que en los ojos de los
Jesuitas, en especial esta última, podía servir en su argumento para lograr la síntesis
28
confuciana cristiana (Mungello, 1985).
Podría objetarse una subjetividad o interés de los Jesuitas por privilegiar una y no
otra interpretación de Confucio, pero deben tenerse en cuenta dos cosas: una, es que
durante la dinastía Ming, y en especial en su momento de estabilidad, control y bienestar
es que los Jesuitas llegan a China. Por lo tanto, su primera imagen contrastará con la
inestable y conflictiva situación europea. Segundo, este contexto político, económico y
social del sistema imperial chino es entendido a los ojos de los Jesuitas (y no estarán
equivocados), fundamentado en los preceptos clásicos que Confucio, establecidos a
través de las enseñanzas y ejemplo de los ancestros.
Es así que los Jesuitas, al comprender la sociedad China Imperial, comprenden su
fundamento. No sólo porque lo estudiaron directamente a través de las fuentes
primarias de los clásicos, sino que llegaron a traducirlo y trasmitirlo a los pensadores
europeos. Por otro lado, para los Europeos, en especial los pensadores de la Ilustración,
la síntesis cristiana confuciana es conveniente para sus argumentos a favor de la razón
como fundamento del sistema en oposición de la superstición o control de la Iglesia. Por
otra parte, los Jesuitas, sin distanciarse de su objetivo proselitista, se caracterizaron a
diferencia de otras órdenes religiosas por ser exponentes y contribuyentes del
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Renacimiento y del Humanismo, donde el hombre y su razón, desplazarán el rol central
impuesto por la visión religiosa católica.
Por estas razones, para entender cómo fue el encuentro entre las dos
civilizaciones es necesario estudiar el rol que los Jesuitas desempeñaron en China. Las
características de su trabajo y sus estrategias de proselitismo generaron un espacio de
intercambio muy particular entre Europa y China; también produjeron controversias en
una y otra sociedad y también al interior de la Iglesia. Su experiencia de vida en China es
todavía reconocida por la sociedad y los historiadores chinos con una admiración que
contrastará con la percepción de las relaciones con Occidente en siglos posteriores. Y por
último, el intercambio intelectual entre los Jesuitas y los pensadores europeos fue
esencial para los cambios que llevaron al desarrollo de la modernidad entre ellos la
separación de los poderes políticos y religiosos en occidente.
Los Jesuitas: actores y agentes del encuentro
A diferencia de otros misioneros en China, como los Protestantes en el siglo XIX,
o de otras órdenes en diferentes países de América Latina, como los Dominicanos en el
siglo XVI, el rol de los Jesuitas en la China Imperial fue particular por la manera como se
introdujeron en la sociedad y establecieron una relación de intercambio y no de
dominación o destrucción de la cultura del otro. Las características de dicha relación se
basan en los lineamientos que los primeros Jesuitas instauraron bajo la guía de
Valignano y el ejemplo de Matteo Ricci (Ross, 1994).
A lo largo de los años que las diversas generaciones de Jesuitas permanecieron en
China durante las dinastías Ming y Qing, tres aspectos marcaron su quehacer: el
profundo conocimiento de la cultura y el idioma chinos; el contacto e intercambio
directo con los hombres de conocimiento de la corte imperial, los oficiales y literati; y la
actitud de admiración y respeto por los valores éticos confucianos que fundamentaban la
sociedad china de ese momento (Zurcher, 1990; Mungello, 1985; Ross, 1994).
El conocimiento directo de los Jesuitas se basaba en el dominio del chino clásico y
el conocimiento de los textos que fundamentaban el pensamiento ético, político y moral
de la China Imperial. Esta es una diferencia con otros misioneros como los Protestantes
que en épocas posteriores llegaron a China sin ningún dominio del idioma, barrera que
Asia en América
29
marcó de manera negativa las primeras impresiones y encuentros en el país asiático
(Mackerras, 1999; Spence, 1998). Cuando los misioneros Jesuitas viajaban a China, ya
habían estudiado chino clásico en otras colonias como Malasia, por lo tanto su
experiencia no partía desde un desconocimiento de la cultura china, al contrario, su
competencia lingüística los equiparaba con los hombres de conocimiento en China, que
eran los literati y oficiales de la corte imperial. Esto permitió que el intercambio entre
ambas culturas se diera en un nivel de “alta cultura”, factor que determinaría la riqueza
intelectual de ese encuentro (Ross, 1994; Mungello, 1985).
El conocimiento del chino vernáculo se hacía a través del estudio de los textos
clásicos. Estos, a su vez, eran la fuente sobre la que se fundaba la ética confuciana que
regía el sistema político, social y económico de la China Imperial. Así los Jesuitas
llegaron a comprender de manera directa los fundamentos y el desarrollo del
pensamiento chino en cuanto a su historia, ciencia, medicina, ética y moral. Esto les
permitió entender que la base del ethos de esta civilización era el confucianismo, y que el
30
estudio, interpretación y uso de los clásicos era la base del sistema político y social.
Se debe tener en cuenta que tanto formación de los Jesuitas enviados a China quienes eran científicos, astrónomos, músicos, pintores, matemático – junto con el
conocimiento que llegaron a tener de los clásicos, los colocó en una posición que ningún
otro occidental llegó a tener durante las dinastías Ming y Qing (Ross, 1994). Incluso,
pocos han alcanzado ese nivel que conjuga su experiencia de vida en China y
conocimiento sobre su cultura aún en épocas posteriores.
Al ser hombres de conocimiento, los Jesuitas alcanzaron una posición privilegiada
en la China Imperial, en el sentido en que trabajaron en la corte, enseñaron y
aprendieron de los altos oficiales y literati y lo que es sobresaliente en sus relaciones con
la cultura de la época imperial es que se ganaron el respeto y confianza de los hombres
de la élite, incluidos algunos emperadores chinos. La figura de Matteo Ricci, quien dejó
los principios que habrían de caracterizar a los misioneros Jesuitas en China, es
recordada por la gente común en China y su trabajo es resaltado en los libros de historia
chinos (Zhang Xiping, 2006).
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Este profundo conocimiento de la cultura de la China Imperial por el dominio del
idioma, por su contacto directo con los hombres de conocimiento y estudio de los libros
clásicos, y la importancia del confucianismo como fundamento del ethos chino, tendrá
para los Jesuitas consecuencias en direcciones opuestas. Por un lado, los diferenciará de
otros misioneros y extranjeros ante los ojos de los chinos, no sólo de la época, al trabajar
en la corte con los oficiales y literati, sino que también en los registros históricos chinos
posteriores. La admiración y reconocimiento por el trabajo de los Jesuitas en China no
tendrá ni la visibilidad ni difusión que incluso misioneros Protestantes que hacia la
segunda mitad del siglo XIX lograron. Ellos también interactuaron con los intelectuales
chinos y participaron de manera activa en el impulso de modernización de China
(Spence 1998; Elman, 2006). Sin embargo, el reconocimiento histórico en China de
Matteo Ricci y lo que representó ha sido resaltado por los historiadores chinos y también
en la actualidad.
Por otro lado, el conocimiento de los textos clásicos y el papel del confucianismo
como fundamento de la China Imperial llevaron a los Jesuitas a plantear desde el
comienzo de las primeras misiones la Teoría de la Acomodación 2 con los principios
cristianos. Así se conoce la síntesis cristiana confuciana que difundieron los Jesuitas
tanto en Europa como en China y que fue objeto de sus posteriores problemas en China,
incluso hasta generar su expulsión.
La segunda característica que determinó las condiciones de ese encuentro que los
Jesuitas promovieron entre China y Europa tiene que ver con las personas con que los
misioneros se relacionaron. Por un lado, los oficiales, literati y emperadores y por otro,
los pensadores europeos curiosos del mundo chino.
Los Jesuitas se relacionaron con la élite imperial, es decir con los hombres que
por un lado trabajaban en la corte imperial y por otro, eran aquellos que estudiaban y
garantizaban la continuidad del pensamiento clásico en la estructura política y social de
la China Imperial. Que los Jesuitas no se relacionaran con otras partes de la población
china, como lo hicieron por ejemplo los Protestantes en sus etapas iniciales y los
comerciantes extranjeros en el sur de China, podría ser objeto de crítica por parcializar
2
Más adelante nos referiremos a la teoría de la Acomodación.
Asia en América
31
su percepción de la sociedad y cultura china. Sin embargo, se debe tener en cuenta que
una de las razones que explican esta predilección y posición privilegiada en la sociedad
china, al ser empleados de la corte y trabajar par a par con los oficiales y literati, es que
hacía parte de los lineamientos de la misión de los Jesuitas en China. Esta tradición
había sido guiada por Valignano y ejecutada por el primer grupo de Jesuitas que llegó a
China con Matteo Ricci durante la dinastía Ming (Ross, 1994).
El propósito de los misioneros es la conversión al Catolicismo de los habitantes
del lugar al que se envían y sus logros se miden, de alguna manera, por los casos de
locales convertidos. La estrategia de los Jesuitas se identifica por tres principios:
1) propagation ‘from the top down’ by first concentrating on the elite of
literati and officials;2) ‘accommodation’, i.e. maximal adaptation to the
life-style and ritual traditions of that elite;3) ‘indirect propagation’ by
combining the religious message with the elements of European science,
32
technology and art that could serve to attract the attention of the
educated Chinese (Zurcher, 1990: 417).
El primero de ellos, identificaba la élite de los literati y oficiales como el grupo que
una vez convertido al Catolicismo habría de facilitar la conversión de otras partes de la
población. No sólo era una estrategia que había de diferenciar el trabajo con otros
misioneros; también demostraba el profundo conocimiento de la sociedad China
Imperial que durante varias dinastías había garantizado la continuidad de una
estructura política y social que para el momento en que los Jesuitas llegaron a China,
confirmaba un sistema eficiente y garante de un bienestar económico del que Europa
carecía en ese entonces.
Así, la admiración que la cultura china despertó en los primeros Jesuitas se
fundamentó en la estabilidad política y económica de la dinastía Ming. Para los Jesuitas,
y luego para los pensadores de la Ilustración había una relación de causalidad entre esa
situación y el pensamiento clásico confuciano que legitimaba la organización política y
social. En comparación con la Europa del siglo XVI y XVII en que las guerras y los
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
conflictos entre la Iglesia y los estados al igual que al interior de la Iglesia habían
resultado en crisis, el planteamiento de la China Imperial confuciana aparecía como una
opción que también respondía a las nuevas preguntas que los pensadores europeos se
hacían sobre la racionalidad y el papel del hombre (Jones, 2001).
Es en este contexto político económico y social tanto de Europa como de China
imperial que los jesuitas plantean la teoría de la acomodación entre el confucianismo y el
cristianismo. Una de las estrategias más persuasivas de los Jesuitas fue la Teoría de la
Acomodación (Zurcher, 1990). Acomodación debe ser entendido aquí como la
transformación de una ideología sin cambiarla en su totalidad pero adaptándola en
algunos aspectos. Los Jesuitas utilizaron ciertas relaciones entre la ética confuciana y la
cristiana y querían probar que la primera no estaba tan lejos de la segunda. Lo que en
términos proselitistas significó que no había que remplazar una tradición con otra. Esto
permitía proponer una síntesis que estaba destinada a que los chinos conservaran
elementos de la tradición confuciana aun cuando se convirtieran en cristianos. La
síntesis establecía que la tradición confuciana tenía un alto valor moral que carecía de la
idea de dios para completarse. Pero que no debía ser sustituida en su totalidad por la
ética cristiana (Jones, 2001).
La controversia que generó la Teoría de la Acomodación es todavía objeto de
estudio en nuestros días. Destacaré dos autores, Mungello y Ross que ya han sido
mencionados en este ensayo. El primero, reconoce que si bien es una estrategia
cuestionable en términos proselitistas, resalta el valor que tuvo al generar un encuentro
entre las dos culturas. Las características de la Teoría de la Acomodación suponían el
reconocimiento mutuo de valores éticos de ambos ethos, que para la población china no
implicaban la negación de su tradición confuciana en el momento de conversión al
cristianismo.
A su vez, Ross también defiende la importancia de la Teoría de la Acomodación en
el sentido en que fue la base, la causa de acusación y salvación de los Jesuitas en China.
A partir de la acomodación, hubo literati y oficiales convertidos que defendieron el
trabajo, la vida de los Jesuitas y promovieron que el cristianismo se propagara. Pero la
posición privilegiada de estos oficiales benefició el trabajo científico de los Jesuitas.
También resalta lo pragmático de las tácticas y decisiones de la corte china: cuando los
Asia en América
33
Jesuitas eran necesarios para obtener beneficios, entonces no había problema para
contratarlos en la corte y no se cuestionaba la Teoría de la Acomodación. Pero si se veía
una amenaza, entonces ya la acomodación no funcionaba y se los equiparaba a otros
grupos religiosos que si bien no eran de origen occidental, representaban un peligro para
la estabilidad política del Imperio, por ejemplo los White Lotus.
El trabajo de los Jesuitas, su experiencia en China y sus publicaciones en Europa
generaron controversias al interior de la Iglesia Católica. Estas se concretaron con la
llamada crisis de los Ritos que logró deslegitimizar la Teoría de la Acomodación. Las
consecuencias afectaron la supervivencia de los Jesuitas en China no sólo por parte de
las autoridades católicas, sino también por la corte imperial china.
El legado del encuentro
El papel de los Jesuitas en China tuvo repercusiones en Europa, propiciando ese
encuentro entre las dos culturas dentro del territorio europeo. Los lectores de sus
publicaciones y los interlocutores de los misioneros eran los hombres de conocimiento y
34
pensadores europeos de la Ilustración. En la Europa de los siglos XVII y XVIII, las
publicaciones de los Jesuitas que versaban sobre la historia, geografía y ética en China,
tuvieron una amplia acogida y se convirtieron en argumentos de los partidarios de la
secularización del poder y de la sociedad europea.
Los Ilustradores franceses e ingleses no sólo conocieron estas publicaciones,
también intercambiaron correspondencia con los Jesuitas y su curiosidad permitió ese
encuentro entre las dos culturas. Ejemplos como el de Quesnay, y la relación de sus
teorías económicas del lasseiz faire con la teoría taoista de la no acción o wu wei; los
estudios de Leibiniz sobre el I-Ching y el desarrollo de las teorías matemáticas; el
fundamento que pensadores políticos franceses encontraron en la ética racional del
confucianismo servirían de argumento para Montesquieu y Voltaire, son algunos
ejemplos de lo que se desarrolló en Europa como parte de ese encuentro propiciado por
los Jesuitas (Jones, 2001; Davis, 1983, Spence, 1998).
Por su parte, el intercambio que se dio en China quedó registrado en el
conocimiento que los Jesuitas enseñaron a la élite imperial a través de sus cargos como
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
consejeros de la corte. Astronomía, matemáticas, pintura y cartografía destacarán como
las áreas que durante más de una generación de Jesuitas recibieron el interés en la corte.
La mirada que nos permite la retrospectiva y el curso de los eventos y desarrollos
posteriores de ambas civilizaciones le da visibilidad a ese encuentro que se produjo entre
Europa y China. Los ejemplos de los intercambios y procesos intelectuales en los que
participaron ambas partes no son pocos. Las huellas que dejaron los Jesuitas, incluidas
las controversias y crisis que generaron en uno y otro lado, demuestran su rol activo y
constructor del encuentro que va más allá de un intercambio o influencia de una u otra
civilización.
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Recursos electrónicos
“china." Online Etymology Dictionary. Douglas Harper, Historian. 30 Jul. 2012
<Dictionary.com http://dictionary.reference.com/browse/china>.
“sina." Online Etymology Dictionary. Douglas Harper, Historian. 30 Jul. 2012
<Dictionary.com http://dictionary.reference.com/browse/sina>.
37
Asia en América
De lo chino a lo chinesco, sinécdoque de un espejismo
Isabel Cervera Fernández
Universidad Autónoma de Madrid
[email protected]
TABLA DE CONTENIDO
La investigación que presento tiene como objetivo el análisis de los procesos de
recepción del concepto China y la objetivación de los términos chino y chinesco, en el
ámbito de identidades de género y clase en el contexto de la cultura de los siglos XVIII y
XIX en Latinoamérica.3
Para ello parto metodológicamente del debate actual en los estudios culturales
sobre la configuración del concepto de “gusto” que se crea en el s. XVIII donde confluyen
los elementos estéticos derivados de los objetos, con cuestiones de orden social y
económico.
Términos
como
hibridación,
mestizaje,
transferencias
culturales,
asimilación, son de uso común a la hora de analizar la trama que configura el concepto
China y sus derivados lingüísticos en el ámbito hispánico. Se pretende, en definitiva,
cuestionar el porqué triunfa lo chinesco en el siglo XVIII, cuáles son sus audiencias
preferentes y qué se deriva de ello.
Este trabajo ha sido realizado dentro del marco del proyecto de referencia “Textos,
imágenes y espacios: construcción y negociación de discursos en Asia Oriental” (FF
12011-25897), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España –
Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación.
3
El siglo XVIII muestra un amplio crisol en el debate de las ideas que basculan entre
lo foráneo y lo propio, lo anecdótico y la búsqueda de verdades científicas y teóricas que la
cultura visual expresa en los gustos privados y públicos. Si estos estudios presentan una
tradición académica en el entorno sajón, en el caso hispano muestran aún un estado
embrionario en relación a los estudios de género, postcoloniales y de identidad.
La recepción de la cultura material asiática se inicia en el siglo XVI ligada al
período del control del comercio marítimo y del proyecto colonial ibérico asume en parte
los presupuestos heredados de la literatura de viajes de fines de la Edad Media e inicios
de la Edad Moderna.4 Es a partir de entonces cuando el relato de lo fantástico es
sustituido, parcialmente, por la narración a través de la cultura material y las fuentes
textuales que se originan en los siglos XVI y XVII en el ámbito ibérico. Lo que se inicia
como una visión de lo desconocido en cuanto a los nuevos materiales –porcelana, laca-,
tipologías –mobiliario, indumentaria-, iconografías, evoluciona hacia a una síntesis
visual donde lo ajeno y lo propio desdibujaron fronteras para conformar un nuevo
imaginario. El siglo XVIII configuró una nueva cartografía del gusto, una forma de
apropiación donde se valoró incluso en mayor medida o apenas sin distinción lo “chino”
de lo “chinesco”. Pero no sólo se trató de la cultura visual, sino que tuvo una
trascendencia en el mundo de las ideas políticas y sociales con los grandes debates de
filósofos y políticos a la búsqueda de un “modelo d civilización” en donde el “modelo
chino” adquirió una categoría propia.
En un caso y otro lo chinesco y lo chino se configuraron como un espejismo, una
sinécdoque donde la parte asume el todo. El sujeto, China, se convierte en signo y se
superpone así al significado.
Nuestro análisis parte del estudio de la cultura material y pretende superarlo con
el ánimo de conocer su impronta en una esfera de análisis interdisciplinar.
La historiografía sobre los objetos, chinos y chinescos, se ha abordado desde
diferentes ópticas. Por un lado la historia del arte se ha centrado en el reconocimiento y
distinción de los objetos, y ha establecido fases, estilos en las obras de origen material y
estético chino, así como de las relaciones entre las sensibilidades del gusto europeo de
4
Véase el ensayo de la profesora Olaya Sanfuentes en esta misma publicación.
Asia en América
39
los siglos XVII y XVIII, la hibridación e intercambio de modelos, la influencia de talleres
europeos, novohispanos y asiáticos en pos de una genealogía del objeto. Por otro lado los
historiadores económicos han trabajado sobre la redes iniciales de un comercio
mundializado, el impacto de las mercancías en la creación de nuevas manufacturas en
Europa y América, su incidencia en el cambio de modelo económico y de producción
como antecedentes de la posterior revolución industrial.
Sin embargo otras cuestiones ligadas a la cultura del consumo, del gusto y de la
creación de identidades sociales y de género son, como hemos señalado, todavía
embrionarias y pretenden configurar una visión de carácter integrador que ayude a
explicar la confluencia y emergencia de las ideas de la Edad Moderna.
¿Qué era y acaso aún es en nuestro imaginario colectivo lo “chino”? Con este
término no se define únicamente lo que procede de China sino también podríamos decir
que en su momento actuó como síntesis de diferentes orígenes asiáticos, donde
confluyeron el japonés, chino, indio y de otras culturas del sudeste asiático. Las
40
diferentes lenguas y contextos culturales fueron adornando el término de adjetivos y
acepciones que son útiles al estudioso para entender la recepción en diferentes
audiencias, territorios y tiempos. En general asumimos el carácter exótico que se
superpone al mismo, la idea de lejano, raro y desconocido, la dificultad ligada al
hermetismo figurado de sus culturas, pero también en su proceso de recepción se fraguó
la idea de desorden natural, de hedonismo, de moral licenciosa y con ello de categoría e
identidad social. Constituye una apropiación política del concepto de Oriente,
deconstruida a partir de la obra de Said y el desarrollo de los estudios postcoloniales. 5
En el contexto novohispano tuvo o otro origen etimológico y para algunos su uso
procede del quechua asociando el término “chino/a” a una categoría de servidumbre y
posteriormente a una identidad social como lo pone de manifiesto la taxonomía étnica
del siglo XVIII.
Sobre cuestiones relativas a la estrategia de estudio desde la óptica postcolonial referido a la
génesis de nuevas identidades en el proyecto colonial y el caso de estudio de Nueva Granada,
CASTRO-GÓMEZ, S., La Hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la Nueva
Granada (1750-1816), Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2005
5
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Por el contrario en la lengua inglesa se identificó rápidamente con un material –la
porcelana- que se hizo extensivo independientemente del origen del material. En el siglo
XVIII el término denominó a un espacio doméstico – “el salón chino”- y a unas formas
específicas de sociabilidad, donde lo “chinesco” adquiere categoría estética.
Fue este el siglo de la sinofilia que dio paso con el desarrollo del colonialismo
británico del siglo XIX a la sinofobia, transformando en negativas las acepciones
positivas del término.
La aceptación total de lo chino como moda en el s. XVIII es un fenómeno
compartido por todas las cortes europeas y las sociedades novohispanas. Confluyen lo
chino y lo chinesco y lo que anteriormente formaba parte de la cultura de la curiosidad
ligada a las Wunderkammer pasó a ser parte del entorno cotidiano doméstico barriendo
incluso las barreras sociales.
En este sentido nos preguntamos ¿qué es lo que provocó el atractivo de un objeto,
de una imagen en una audiencia extranjera?, ¿cuáles fueron sus consecuencias? Para
responder a esta primera cuestión nos remitimos al inicio del comercio de lo exótico, que
en el caso europeo abarcaba otras culturas más allá de las asiáticas, y en el caso
americano confluía lo extraño e impuesto de la cultura europea-hispana, con la cultura
asiática que se sucedía a menudo en los márgenes de la política colonial.
A partir de 1565 el comercio entre Asia y el continente europeo, abrió nuevas vía
comerciales derivadas de las necesidades coloniales ibéricas en primer lugar y
posteriormente de Holanda, Inglaterra y otras potencias europeas. Las estrategias
comerciales iniciaron un brusco giro que se reflejaron en el considerable aumento de las
mercancías, en la creación de una nueva demanda que se amplió de los iniciales regalos
a reyes, virreyes y autoridades eclesiásticas a un espectro mayor de la sociedad.
Para que esto fuera posible a menudo no se tiene en cuenta en la historiografía la
infraestructura comercial y manufacturera china. Su tradición comercial había permitido
las relaciones con los países cercanos e incluso los más lejanos a través de los
intermediarios árabes y persas, como lo hiciera también India y Japón. Las ciudades del
sur de China eran focos comerciales activos y la manufactura alfarera de Jingdezhen
contaba con una organización laboral capaz de cubrir la demanda interna y externa. Los
Asia en América
41
portugueses y castellanos se imbricaron en dichas redes que fueron posteriormente
ampliadas al enclave de Filipinas y Macao, así como a las colonias de Goa, Batavia y
Malacca. Cantón terminó siendo el principal enclave del comercio entre un único país
importador – China- y múltiples agentes exportadores.6
¿Qué mercancías fueron las de mayor demanda? Sin lugar a duda, en primer lugar
las especies (de Indias Orientales) que tanto modificaron los hábitos alimenticios junto los
objetos curiosos de toda índole (marfil, joyas, corales, piedras, etc.) que pronto se vieron
sustituidos en cuanto a volumen de negocio por las porcelanas, acompañadas de
mobiliario (biombos, objetos namban), sedas, lacas, etc. En relativamente poco tiempo lo
exótico ligado a la exhibición y el lujo, paso a ser un valor añadido en el ajuar doméstico.
Por ello no se debe considerar el flujo de este comercio simplemente como
mercancías, objetos de materiales desconocidos, sino soportes de una cultura visual que
informaba –y tal vez deformaba- sobre lo desconocido. Las imágenes de los encuentros
comerciales y religiosos-culturales de los biombos y objetos namban, escenas
42
costumbristas, históricas, épicas y mitológicas deslumbraban con sus trazos, colores y
brillos en soportes hechos –con gran maestría técnica- para ser contemplados y para ser
usados. Con ellos se aporta la idea de embellecer lo cotidiano, da dar una pátina de lujo,
reservada hasta entonces al oro y la plata de los servicios de mesa, a novedosos espacios
públicos y privados. Su posesión además denotaba poder y paulatinamente conocimiento,
exclusividad una “apropiación de lo exótico” mediante la propiedad y la exhibición.
Los productos asiáticos se expandieron con celeridad desde las clases acomodadas
a las medias, reconocidos como síntomas y símbolos de nuevos estatutos sociales de los
propios comerciantes y su deseo de movilidad social. Esta expansión se acompañó del
inicio de la imitación de productos “chinos”, que por un lado abarataba costes, y por otro
permitía una libertad artística frente al canon clásico. Lo “chinesco” aumentó su
presencia y su posesión adquirió el mismo significado. La chinoiserie en el siglo XVIII
Para un estudio sobre la organización industrial en Jingdezhen véase M
TWITCHETT, D. The Cambridge History of China, vol. 2, The Ming Dynasty, 1368-1644, part 1.
Cambridge: Cambridge University Press., 1988.
6
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
inunda los salones cortesanos y de la emergente burguesía, se considera una moda que
se interpreta como una tendencia estética muy próxima a lo femenino.7
Entre las consecuencias del atractivo de estas mercade rías cabe señalar el estímulo
que supuso para la adecuación de artesanías locales al nuevo gusto y los primeros signos
de hibridación cultural. La continuidad del flujo comercial y su positiva recepción durante
los siglos XVI y XVII fomentó nuevas investigaciones en torno a materiales y técnicas que
finalmente fueron asumidas por la corona a través de las manufacturas reales del siglo
XVIII. En estos ámbitos de apropiación e innovación se crearon diversas síntesis de lo
chino, lo asiático acomodándose al consumo del lujo y a su interacción con la cultura
popular autóctona. La demanda local se puede explicar por razones económicas puesto
que los productos foráneos resultaban de mayor valor y su adquisición estaba relacionada
con los flujos comerciales derivados de las rutas del comercio en el Pacífico.
En estos primeros intercambios las mercaderías tuvieron origen japonés a través
de un caso de transferencia cultural como se considera al llamado arte namban:
biombos, escritorios, pequeños cofres, accesorios litúrgicos que ofrecían una
interpretación nipona de la cultura ibérica. Visiones híbridas que convivieron con las
propias japonesas en su recepción en ambos continentes.8
La recepción visual se ubicaba en el ámbito de lo decorativo al imitar y copiar modelos
iconográficos, con carácter ornamental, en soportes cerámicos, textiles y pictóricos para
adentrarse en cuestiones técnicas como fueran los usos de los barnices bajo cubierta en pasta
cerámica. Las series azul y blanco en producciones de carácter local constituyen uno de los
primeros síntomas de apropiación de nuevos gustos, junto con las incrustaciones de conchas y
madreperlas en tipologías de mobiliario civil y eclesiástico. En este sentido se incorporan
técnicas autóctonas en las culturas novohispanas como el maque, el pasto y se crean otras
Este término aparece por primera vez en el texto de Guérin La Chinoiserie en Europe aú XVIII
siècle (1911), para definir la fantasía europea sobre la visión de China y por extensión de Asia.
Como estrategia de estudio ha generado una densa bibliografía y exposiciones relativas en
general a la búsqueda de la genealogía de las obras en diferentes contextos nacionales. Entre las
publicaciones relativos al mundo hispano cabe destacar: OPPENHEIMER, M. “Hispanic
Chinoiserie: Spain, Mexico and the Orient” en 1992 Washington Antiques Show, Washington
1992. Consideramos relevantes los estudios sobre porcelana de encargo para España y los
virreinatos: DIAZ, R. Porcelana china para España, Londres: Jorge Welhs Books, 2010.
8 BAENA, A. “Un ejemplo de mundialización: el movimiento de biombos desde el Pacífico hasta
el Atlántico” en Anuario Estudios Americanos,69, I 2012, págs. 31-62
7
Asia en América
43
nuevas como los enconchados y charoles, entre otros, para reproducir los efectos de los
objetos laqueados procedentes inicialmente de Japón.9
En volumen de negocio los objetos en porcelana azul y blanca y policromos
constituyeron gran parte de las cargas de los galeones. Las cualidades del material
suscitaron una gran curiosidad por el desconocimiento de los componentes que
permitían transformar el barro en un objeto de refinada calidad.
Junto con materiales y técnicas novedosas como las señaladas, Asia Oriental
producía e importaba sedas, algodones, chintz y otros textiles reconocidos en sus
técnicas pero igualmente novedosos que llegaron a modificaron los códigos de
indumentaria en Europa y los virreinatos.
El siglo XVIII, sin embargo, posibilitó un salto cualitativo en las innovaciones
técnicas. La cultura científica y la búsqueda de un nuevo modelo social, político y
económico modifica sustancialmente las relaciones Asia-América-Europa. En el caso
hispano el cambio dinástico supuso la adopción de nuevos paradigmas con la política de
44
Felipe V (1683-1746). Bajo su reinado y de sus sucesores se impulsó la creación de
manufacturas reales en torno a los objetos de lujo (tapices, cristales y porcelana) con el fin
de provocar un cambio industrial siguiendo la política proteccionista de Colbert (16191683) y conseguir con ello una balanza comercial favorable.
Las normas legislativas de los Borbones incluían, entre otras medidas, la
prohibición de importar productos extranjeros y abastecer tanto a la demanda
peninsular como de ultramar. Su afán por perfeccionar los problemas técnicos y
mecánicos, así como la apuesta por una alta calidad hizo inviable la competencia con
productos extranjeros de menor coste y más atractivos. Durante el reinado de Carlos III
se acometió la reforma del comercio colonial, anulando los monopolios de Cádiz y Sevilla
en 1765 y el llamado sistema de “flotas”. A partir de 1779 todos los puertos españoles
podían comerciar con América no limitando su mercancía a productos locales sino a los
más competitivos del mercado europeo.
Para un estudio de los enconchados véase OCAÑA, S. “Los marcos enconchados y las lacas
japonesas namban: apropiación de un repertorio formal” en Orientes y Occidentes. El arte y la
mirada del otro. Memoria del XXVII coloquio internacional de Historia del arte, México D.F.:
UNAM, 2007, págs. 107-153.
9
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
China en el Salón
Las condiciones que se crean en el siglo XVIII han estimulado los estudios sobre
la cultura del consumo y la creación y afirmación de identidades sociales y de género. El
proceso de racionalización de la sociedad, la apuesta por la ciencia, el orden y la verdad
conformó un nuevo mundo, donde el escenario deja de ser únicamente Europa y se
amplía con la creación y expansión de nuevos imperios y paradójicamente con la de
nuevas identidades nacionales. El control del comercio marítimo genera nuevas
estratégicas de control y su resultado fue un éxito para las balanzas comerciales de
algunos países, acompañado que de una interpretación positiva en el debate de las ideas.
45
Abanico
Técnica: Ensamble, calado, aplique, dibujo iluminado. Materiales: marfíl, metal, papel
25 x 49 cm
Siglo XVIII
Museo Colonial, Bogotá D. C.
Fotografía: © Oscar Monsalve / Museo Colonial
Asia en América
No se trata de observar lo exótico sino de la creación de una estética del exotismo
como parte de la génesis del “gusto” en el siglo XVIII. En las sociedades europeas y
novohispanas se reforzó el gusto por la novedad como moda y ésta se conformó desde la
cultura material y la inmaterial. El objeto chino se constituyó como epítome de esta
moda con un concepto amplio que puede definirse como lo “foráneo” y en donde Europa
sintetizara a su antojo dicho concepto. Este gusto desaforado por lo chino y lo chinesco
formó parte de un imaginario geográfico global y por lo tanto como señala Porter (2010)
“The widespread consumption of chinoiserie signals the consolidation in the first half of
the eighteenth Century of a distintctive new form of aesthetic subjectivity in those
oppositional spaces defined and defiled by the reigning discourses of classical taste and
polite bourgeois culture”10. Pero ¿por qué lo chino sintetiza ese nuevo gusto? En ese atlas
visual las asociaciones con China denotaban connotaciones positivas. Sus objetos se
interpretaban no sólo como elementos decorativos y sociales, sino también con una
cierta genealogía histórica, poseedores de un pasado por descubrir que permitía una
confrontación intelectual entre lo propio y lo ajeno. Las traducciones de los jesuitas
46
dejaban entrever una cultura compleja personificada en su escritura interpretada como
jeroglífico que presentara A. Kirchner. En estos atlas de conocimiento lo chino unido a
otras culturas no europeas, se aceptaba en su valor como contenedor de un pasado
histórico del que apropiarse pero no en su presente. Las alabanzas al sistema de
gobierno, a su organización social, presentaban la autoridad de Confucio con solidez
ética y no menos importante las relaciones económicas se regían según el patrón chino.
Frente a esta concepción ideológica, el objeto manifestaba en el siglo XVIII una
sensación de libertad creativa, de desorden que estimulaba para unos la imaginación,
mientras que para otros se refería a una belleza superficial. La inmediatez de la
sensualidad, el hedonismo al que se asociaba se aproximaba a un gusto femenino, frente
al “buen gusto” forjado en el orden, lo racional vinculado a lo masculino, al ser cultivado.
Era un hecho que las colecciones por acumulación de chinos y chinescos tenía como
protagonistas a las féminas reales como es el caso de la reina Mary (1662-1694), la
emperatriz M. Teresa de Habsburgo (1638-1683) o la reina Isabel de Farnesio (1692-
PORTER, D.,” Monstrous Beauty: Eighteenth-Century Fashion and the Aesthetics of the
Chinese Taste” in Eighteenth-Century Studies, vol. 35, num.3, 2002, págs. 395-411
10
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
1766) y su conocimiento pudo servir de estímulo a mujeres de la aristocracia y las nuevas
clases comerciales. Aún siendo así no se puede limitar la mirada a esta consideración del
objeto, es necesario ahondar en las relaciones culturales y sociales del mismo que hemos
aludido. Si el clasicismo se conforma en una abstracción universal y una experiencia
uniforme, la estética del exotismo sugiere una mezcla irreverente y atrevida contra la
norma, una pluralidad que crea un estilo ecléctico, la primera vez que un lenguaje
europeo se unifica a partir de lo foráneo.
Los consumidores de este nuevo lenguaje manifestaron una relación cosmopolita,
de dominio social y cultural sobre la alteridad global, en el que la moda, el comercio, la
política se imbricaron en las nuevas prácticas de sociabilidad. El objeto “chino” traspasa
las fronteras de clase cuando se introduce en el ámbito de lo doméstico y ayuda a
difuminar el concepto de “buen gusto” entre los límites de clase.
11La
visibilidad se
concreta en espacios de sociabilidad ligado a las prácticas del consumo de café, té y
chocolate, a la conversación, el baile, a los encuentros amorosos bien sean en el interior
o en los jardines de palacios y casas. En ellos el protagonismo se adjudica a la mujer y
por asociaciones se construye un modo de representación de lo femenino ligado a lo
chino y lo chinesco. Una vez que llegan los servicios a la mesa del té, el café y el chocolate
el patrón visual pasa a ser dominio de la mujer, la domesticación de lo extranjero y lo
exótico. 12 Las fantasías decorativas chinescas desbordan los muros con pinturas, sedas y
porcelanas y conforman la tipología del “salón chino” interpretado de muy diversas
maneras. Se escenifican en los mismos espacios repertorios de teatro, y se teatraliza el
espacio y su sociabilidad. La porcelana se percibe como sinónimo de feminidad, y los
conceptos de fragilidad, delicadeza y cualidad de ornamento se asumen como metáfora
Las mercancías procedentes de Asia respondían a diferentes patrones de calidad, por lo que su
consumo permitió una mayor difusión social ligada al valor económico de las mismas.
12 La moda de los servicios de mesa provocó una gran demanda y diversidad tipológica con el fin de
adecuarse a nuevos modos. Teteras, chocolateras, jícaras y pocillas se encargaban a China y a las
manufacturas locales provocando su aceptación social como manifiesto de la europeización de la
cultura. Véase: para cuestiones relativas a las relaciones entre consumo-gusto y género:
KOWALESKI-WALLACE, B. “Women, China and Consumer Culture in Eighteenth Century “in
Eighteenth-Century Studies, vol. 29, nº 2, 1995-1996, págs. 153-167, MARTIN GAITE, C. Usos
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Ayuntamiento de Madrid 2004, págs. 68-87, PEREZ SAMPER, M.A., “Chocolate, té y café:
sociedad, cultura y alimentación en la España del siglo XVIII” en Ferrer, J., A. (ed.), El Conde
Aranda y su tiempo, Zaragoza: Institución Fernando el Católico (CISC), 2000, vol. I págs. 157-221.
11
Asia en América
47
de la condición femenina. La libertad creativa y los espacios que ésta genera en el
interior doméstico y en la naturaleza domesticada del jardín se constituyen en lugares de
género. El valor económico y social que en estos espacios se gesta está todavía en estado
de investigación embrionario. Cuando el objeto asiático pasé a ser objeto de
connoisseurship en el siglo XIX adquiere carácter masculino.
Los conceptos de chino y chinesco en la sociedad novohispana
Las últimas décadas del siglo XVII marcaron el colapso geopolítico de España
como potencia hegemónica en una crisis territorial y política de graves consecuencias
económicas debidas al debilitamiento de su posición en el comercio con ultramar. Por el
contrario la situación en los territorios americanos asistió a una transformación con el
asiento de nuevos perfiles sociales entre colonizadores y colonizados. El criollo inició un
reconocimiento de su posición frente al hidalgo que se apoya en lo foráneo y lo propio
para construir sus lenguajes identitarios.
En este sentido consideramos lo “chino, chinesco” como una estrategia de la elite
48
criolla, un modo –entre otros- de asumir el proceso de europeización cultural que se
conforma como hemos visto a partir de la apropiación material e ideológica de lo
foráneo. La mundialización opera en diversos territorios si bien en los virreinatos
adquirió un valor significativo, donde los vectores de relaciones conformaron una trama
propia. España inició en el siglo XVI su estrategia comercial-imperial en base a sus
posesiones en Filipinas y en América y se sirvió de los enlaces marítimos de los galeones
para crear el espejismo de dominio mundializado. Diversos agentes como fueran las
órdenes religiosas, los comerciantes y la élite colonizadora se sirvieron de diferentes
modos de las posibilidades que ofrecía la nueva red comercial. La posesión de objetos
que el comercio con Asia y América posibilitó, fue entendida desde la visión evangélica
universalizadora a través de la red de misiones, del fortalecimiento de enclaves
estratégicos del poder político y de la génesis de un nuevo sistema económico que
sustentaba los anteriores. El tráfico de objetos de las misiones y enclaves comerciales en
Japón de Asia a Europa vía América, visibilizó la potencia del Imperio, el conocimiento y
reconocimiento de nuevas realidades que afianzó la nueva cartografía de dominio de
ideas y culturas materiales. Las fuentes misioneras, informes políticos y comerciales así
como la literatura, gustaban en los siglos XVI y XVII loar la grandeza y riqueza del
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Imperio y de los territorios de ultramar que lo conformaban. Bernardo de Balbuena
(1562?- 1627) en 1603 se maravillaba de la ciudad de México como lugar extraordinario
relativo al lujo que en ella encontraba:
[…] ¿Quién de tus ricas flotas los haberes,
de que entran llenas y se van cargadas,
dirá, si tú la suma dellas eres? […]
De tesoros y plata tan preñada,
Que una flota de España, otra de China
De sus sobra cada año va cargada” (1)13
La regularidad del comercio hispano con Asia a través de los galeones de Manila
se establece a partir de 1565 y continuarían hasta 1815 cuando el Magallanes, el último
galeón hiciera su viaje sin retorno de Acapulco a Filipinas. Las mercancías que portaban
fortalecieron los lazos entre los virreinatos ofreciendo nuevas posibilidades para el
afianzamiento de las sociedades novohispanas a través de las construcciones del clero y
de la sociedad civil en sus palacios y casas. Tan demandadas eran las mercancías de lujo
europeas como las asiáticas, pero si las primeras se entendían más en términos
culturales y políticos, las segundas se vieron como una manifestación de las nuevas
posiciones sociales de la sociedad criolla. Las fuentes de la cultura material virreinal se
conformarían desde lo propio, lo hispano-europeo y lo asiático y así manifestar nuevas
políticas del “buen gusto”. Frente al decoro y austeridad hispana, los objetos asiáticos
hacían posible la suntuosidad, el boato, que alejaba drásticamente los usos y costumbres
de los virreinatos con aquellos de las ciudades de la metrópoli.14
La cita de la obra de Balbuena, Grandeza Mexicana, es recogida entre otros por SANABRAIS,
S., “The Biombo or Folding Screen in Colonial Mexico” en Pierce D., y Outsuka, R., Asia &
Spanish America. Trans-Pacific Artistic & Cultural Exhange, 1500-1850, Denver: Denver Art
Museum, 2009, pág. 76.
14 Inés de Solís en su correspondencia desde Nueva España a su hermana Ángela en Medina del
Campo expresa con admiración los objetos de lujo de los galeones: “Todo lo traen desde ahí,
ricas mercancías que no se encuentran en España y mejor terminadas que cualquiera de este tipo
que se pueda encontrar en el resto del mundo, como satenes, damascos, tafetanes, brocados,
vestidos de oro y plato, chales de lana y mil cosas más”. Citado en SANABRAIS, S. (2006) Op.cit,
pág. 78
13
Asia en América
49
La demanda de objetos suntuarios a menudo hacia demasiado larga la llegada del
Galeón y se dinamizaron artesanías y manufacturas locales que supieron adaptar sus
técnicas a los nuevos gustos y adoptar nuevas formas y decoraciones. El siglo XVI y XVII
asiste en los virreinatos a la creación de una chinoiserie avant la lettre. ¿Qué son sino
los enconchados, los maques, las cerámicas de Puebla…? Un deseo de apropiación, de
posesión en posición más ventajosa de las lejanas y lujosas mercancías asiáticas, pero
sobre todo de generar un nuevo lenguaje que más allá de la mímesis, diera lugar a una
identidad propia, híbrida y mestiza.15
En este contexto la procedencia asiática se identificaba con China, sin que tuviera
necesariamente su origen: biombos y mobiliario diverso, sedas y tapices, cerámicas y
lacas de procedencias japonesa, india, china o camboyana se unían en uno sólo término
geográfico en lo que Curiel ha denominado “China como gran continuum”.16
En este flujo de mercancías, a partir de fines del s. XVI y especialmente durante
los siglos XVII y XVIII lo que venía de “China”, no sólo eran productos originales de
50
dichos países, sino manufacturados en ellos pero con formas y decoraciones procedentes
de encargos europeos y americanos. Hibridaciones construidas desde la lejanía e
interpretadas desde el inicial desconocimiento en Asia de los referentes visuales que
copiaban. Un juego de espejos que se completaría e imbricaría en caprichosas formas y
topos culturales con la eclosión de la chinoiserie en Europa en el siglo XVIII.
¿Cuál era la audiencia y en qué contextos se manifestaba el gusto por lo foráneo
asiático en el s. XVIII en la sociedad novohispana? En el origen embrionario de esta
investigación hemos encontrado pocos referentes de los siglos anteriores fuera del
ámbito religioso, sin asumir por ello su ausencia en otros ámbitos. El siglo XVIII
presenta un caso de estudio en el que el discurso del gusto y la identidad está
plenamente vigente para nuestros intereses. El lenguaje chino forma parte de la
estratégica de un lenguaje étnico en el que la visibilidad a través de la cultura material,
DEAN, C. & LEIBSOHN, D., “Hybridity and Its Discontents: Considering Visual Culture in
Colonial Spanish America*, Colonial Latin American Review, 12:1, 5-35,2003
16 CURIEL, G. “Perception of the Other and the Language of “Chinese Mimecry” in the
Decorative Arts of New Spain”, en Pierce, D. Y Otsuka (R.) (ed.) Asia & Spanish America. TransPacific Artistic & Cultural Exchanges, 1500-1850, Denver Art Museum: Denver 2006, págs. 1936.
15
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
de la indumentaria, de los usos y costumbres se afianza. No es ajeno a ello sin duda, las
modas europeas y la cultura de la Ilustración, por lo que de nuevo hay que tener en
cuenta los diferentes lugares de origen que permitieron una clara diferenciación respecto
al caso europeo. Los códigos visuales con los que trabajaban los artesanos y artistas en
las diferentes sociedades novohispanas manifiestan los diversos orígenes y sus
procedencias: grabados y objetos europeos, chinoiserie inglesas y francesas, que junto a
los códigos propios establecidos convivieron en todo tipo de superficies, soportes y usos.
Los paisajes de sauces y pagodas alternaron con edificios y vistas de ciudades y edificios
emblemáticos locales, la flora suma las especias asiáticas, europeas y propias al igual que
el bestiario y lo mitológico. La heráldica local manifestaba sus posesiones a través de
títulos de nobleza que afianzan la “escenificación social de la blancura” junto a
elementos locales. La indumentaria “a la china” era sinónimo de ricas sedas y alegres
coloridos que exhibe la sociedad criolla. Los pintores adornaban los iconos y escenas
religiosas con ricos enconchados y ramilletes floreados que asumían el gusto por la
innovación pero también de la libertad compositiva que ofrecía el “modelo chino”.17
En este punto retomamos algunas de las ideas expuestas anteriormente en
relación al gusto europeo por lo chinesco. En efecto en ambos continentes se aprecia la
presencia de diversos modelos visuales: el normativo, ligado al decoro, al buen gusto
como programa del poder inicialmente, que asume la Ilustración unido a la razón, la
ciencia y la verdad. Sin embargo el uso y la interpretación son diferentes en cada caso. Si
en Europa hemos señalado la feminización del gusto chinesco y las cuestiones de género
ligados a ello, en América a ello se suma una cuestión de identidad social que se
manifiesta en la élite criolla pero también en su identificación paradójica de esta misma
élite con otros estamentos inferiores.
El modelo no es interpretado de un modo uniforme en todos los virreinatos. La aceptación y
apropiación se realiza con distintos resultados. Véase, BEJARANAO, C., LÓPEZ, P., En torno al
estrado, Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 1996 CUADRIELLO, J. “EL origen del reino y la
configuración de su empresa” en Los pinceles de la historia. El origen del reino de la Nueva
España, 1680-1750, págs. 24-49, México D.F.: Instituto Nacional de Bellas Artes, 1999, PHIPPS,
E. “Garments and Identity in the Colonial Andes” en Phips, E., Hecht, J. Y Esteras, C. (ed.) The
Colonial Andes. Tapestries and Silverwork, 1530-1830, Nueva York: The Metropolitan Museum
of Art, págs. 17-39. El Museo Colonial de Bogotá D. C., Colombia, exhibe hoy día en la exposición
temporal “Una vida para contemplar. Serie inédita: vida de santa Inés de Montepulciano, O. P.”
la obra Nacimiento de santa Inés de Montepulciano en donde se muestra una vasija de este
estilo.
17
Asia en América
51
Taller de Miguel de Acuña
Escritorio papelera
Técnica: ensamble; enchape; grabado; taracea; talla. Materiales: madera; marfil; carey.
Ca. 1630
45 x 30 cm
Museo Colonial, Bogotá D. C.
Taller de Pasto
Escritorio contador
Técnica: ensamblaje; recubrimiento; fundición.
Materiales: madera; barniz de Pasto; laminilla de plata; plata.
26,8 x 44,5 x 40,7 cm
Siglo XVIII
Museo Colonial, Bogotá D. C.
Uno de los rasgos que pueden definir diferencias entre el modelo de recepción
europeo y novohispano podemos enmarcarlo en torno a la integración de lo chino y
chinesco en los espacios de sociabilidad. La idea del “salón chino” se manifiesta de un
modo menos definido, más desdibujado en las fuentes novohispanas, frente al concepto
de Salón del Estrado donde convergen características del concepto dieciochesco de
“salón chino”. Los espacios domésticos de la sociedad criolla manifiestan la síntesis
cultural aludida donde se visualiza el reflejo del modelo hispano en la concepción del
palacio, convento y vivienda, y las mutaciones interiores en el uso de los mismos. Es un
espacio de sociabilidad en cuanto se utilizaba como exhibidor de objetos que denotaban
la categoría social de los propietarios. Los límites de género en dichos espacios se
marcaban generalmente a partir de los llamados biombos de estrado, permitiendo a
hombres y mujeres compartir la escena que se representara –social, teatral, etc.- desde
diferentes ángulos. Como herencia de la metrópoli - y esta a su vez de los usos de la
cultura andalusí – era frecuente que en los espacios femeninos no existieran apenas las
sillas sino que las mujeres se distribuyeran sobre cojines y alfombras, y referenciadas por
54
ésta se afianzaran la diferenciación de formas de sociabilidad cortesanas y domésticas. El
biombo, fuera de origen asiático o local, sintetizó inicialmente la pronta aceptación y
adecuación de modelos foráneos como práctica y propiedad de lo exótico y lo propio. Su
incorporación a espacios menores domésticos queda documentada en los inventarios y
documentos notariales de los diferentes centros novohispanos, en los que se menciona la
separación resultante de espacios como “estrado femenino”. La construcción de género
adquiere un relevante protagonismo por ser un espacio de transmisión de rango y clase a
la descendencia femenina a través de los conocimientos y habilidades que acompañaban
al concepto de clase. En ellos se incluyen las prácticas sociales en torno al chocolate y el
café, los bailes y los duelos, el cortejo y la intimidad que ponen de manifiesto la posición
social de la familia, en cuanto a lo material y a su disposición en las normas del decoro. 18
No se pretende sintetizar en estas líneas las diferentes visualizaciones del salón de estrado en América.
Para estudios particulares véase: CURIEL, G. “Formas, costumbres y rituales cotidianos de las elites
novohispanas a través de los objetos de la cultura material”, en La grandeza del México virreinal. Tesoro
del museo Franz Mayer, México D.F.: Museo Franz Mayer y The Museum of Fines Arts , Houston: 2002,
págs. 23-44, LOPEZ PEREZ, P. “Las salas y su dotación en las casas de Santafé de Bogotá” en Anuario
Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Bogotá: Universidad Nacional De Colombia Sede Bogotá,
1997, p.5 - 46 , RIVAS PEREZ, J.F. “Of Luxury and Fantasy: The Influence of Asia on the Furniture of
18
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
A diferencia del uso del té en el mundo sajón el mundo hispano mostró una
preferencia por el chocolate y el café. En torno a estas bebidas se generó una demanda
de nuevas tipologías (chocolateras, jícaras, mancerinas, tazas con asa, etc.) que
visualizaban en porcelana china, barros de Nueva España y platería el poder que
ostentaban las familias en el estrado. Los orígenes del té, café y chocolate, sus modos
apropiados de preparación, sus posibles incidencias en la salud generaron tratados
específicos que respondieron a la difusión de las mismas y a sus consecuencias en los
hábitos de sociabilidad.19
El Salón del estrado puede considerarse como un laboratorio de prácticas sociales
donde la sociedad criolla experimentó a través de la cultura material, en sus procesos de
transferencia, hibridación y mestizaje, la construcción de una identidad visual. En este
complejo entramado, lo chino y chinesco, conforma un lenguaje que trasciende lo
material para configurar una categoría social a través de su posesión y exhibición.
Conclusiones
La apropiación material e ideológica de lo foráneo centrado en la cultura material
asiática responde a múltiples estrategias de estudio. Así el imaginario que se crea en los
salones chinos y salones de estrado configura identidades de género y sociales a partir de
un imaginario visual donde se recrean las ilusiones de poder y dominio político, social e
individual. Las críticas de la época sobre el exceso y el control femenino de estos salones
no impidieron el protagonismo social, económico e ideológico de la mujer. El gran éxito
de estos espacios fue la convergencia entre lo privado y lo público, lo masculino y lo
femenino en unos términos mucho más amplios que lo que estarían a partir del siglo
XIX. Pero también significaron en ocasiones un rasgo de exclusión social basado en la
posesión como sinónimo de posición social y por tanto referentes de las elites ilustradas
y liberales. La transformación del salón privado al espacio público de cafés, y nuevos
Viceregal Spanish America ” en PIERCE, D., y OTSUKA ,R., Asia & Spanish America. Trans-Pacific Artistic
& Cultural Exchange, 1500-1850, Denver : DenverArt Museum 2009, págs-119-128, ROMÁN, M., “Este OEste: mutación y metamorfosis”, en Orientando la mirada, Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 2009 ,Págs.
35-46
19 Tratado de usos y abusos, propiedades y virtudes del tabaco, café, té y chocolate. Extractado
de los mejores autores que han tratado la materia, a fin de que su uso no perjudique a la salud,
antes bien pueda servir de alivio y curación de muchos males. Por el Lic. Don Antonio Lavedán,
Cirujao del Ejército y de la Real Familia de S.M.C. Con licencia. Madrid, en la Imprenta Real,
año de 1796. Ed. Facsímil, Madrid: Almarabu, 1991
Asia en América
55
espacios de discusión y sociabilidad pública marcan la transición de la sociedad
burguesa incipiente de la Edad Moderna y las revoluciones del siglo XIX. No en vano, lo
chino y lo chinesco adquirieron entonces un nuevo significado, derivado de las nuevas
estrategias coloniales, donde se le despojó de la curiosidad de lo exótico y se le emplazó
como signo de una cultura superficial, asociada con lo banal carente de pasado histórico.
56
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
57
Joaquín Gutiérrez
María Thadea González, Marquesa de San Jorge de 1772 a 1777
Óleo sobre tela, 141 x 102 cm
1775
Museo Colonial, Bogotá D. C. (Colombia)
Fotografía: © Oscar Monsalve / Museo Colonial
Asia en América
El encanto de la porcelana china: apuntes históricos a propósito
de algunos vestigios coloniales
María Astrid Ríos Duran
Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira
[email protected]
TABLA DE CONTENIDO
La ponencia tratará aspectos relacionados con la fabricación y el decorado de la
porcelana China en el contexto europeo durante los siglos XVI, XVII y XVIII que
contribuyen en la identificación y caracterización de los vestigios de porcelana china y de
cerámica que encontramos en nuestro medio. Se presentarán algunos de estos vestigios y
se indagará sobre las particularidades de su uso en la época colonial.
Introducción
La porcelana fue descubierta en China en fecha aún no determinada. Se sabe que
este tipo de material con las características que conocemos hoy en día ya se trabajaba y
se exportaba en el siglo X. Tampoco existe certeza sobre la primera fecha del arribo de la
porcelana a Europa. Se estima que fue en la época de Marco Polo. No obstante, podemos
afirmar, sin temor a equivocarnos, que Europa ya conocía la porcelana china en el siglo
XVI, que vivió encantada con ésta durante los siglos siguientes, que gastó sumas
incalculables de dinero adquiriendo estos tesoros traídos de Oriente (fueron productos
estrella de las Compañías especializadas en el comercio con la China como la Compañía
Holandesa de Indias y la Portuguesa) y que destinó recursos para el descubrimiento del
secreto de la pasta porcelanica hasta que finalmente logró descubrirla en el siglo XVIII.
¿Pero por qué Europa estaba tan fascinada con la porcelana China?, ¿Cuándo, cómo y
quién descubrió su secreto? ¿Y por qué esta historia es importante para nosotros?, son
los aspectos en los que nos concentraremos en seguida.20
El encanto de la porcelana China
El encanto de Europa por la porcelana China se sustentaba en las cualidades
físicas y decorativas, así como en la imposibilidad de producirla localmente. Eran piezas
que había que importar de Oriente puesto que se desconocía la composición de la pasta y
la tecnología de cocción por las cuales obtenía unas características diferentes a las de la
cerámica tradicional europea que era la Mayólica o Fayenza21, que había sido tan popular
desde el siglo XV y que contaba con reconocidos centros manufactureros en Italia,
Holanda, España, Francia e Inglaterra.22
Mayólicas, Fayenzas y Porcelanas eran cerámicas. Había una relación fuerte entre
ellas por la apariencia blancuzca. No obstante, este era uno de los aspectos en donde
radicaba la diferencia. En el caso de las dos primeras el blanco era el resultado de la
Este escrito se apoya en el trabajo de investigación realizado en el Museo de Arte Colonial
titulado: María Astrid Ríos Durán, “Estudio de la colección de cerámica, porcelana y vidrio del
Museo de Arte Colonial de Bogotá” (Trabajo para optar al Grado de Diseñador Industrial –
Escuela de Disñeo Industrial – Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D. C., 2002); recoge
algunas ideas de la investigación “Vivir en Santafé. Una mirada a la cultura material” (Tesis para
optar al Grado de Magíster en Historia, Facultad de Ciencias Humanas – Universidad Nacional
de Colombia. 2007); así como en los textos de la misma autora Los tibores chinos (Bogotá D. C.:
Museo de Arte Colonial, 2003); María Astrid Rios Durán. “Loza Fina en Santafé”, Plegable de la
exposición (Bogotá D. C.: Museo de Arte Colonial, 2003); “Loza Fina a la mesa. La loza fina, las
vajillas y el comer en Bogotá a comienzos del siglo XIX (1800-1830)”, en Grafía: Revista
Universidad Autónoma (2008), 11 a 22.
21 Según el siguiente planteamiento de Pravoslav Roda Mayólicas y Fayenzas tenían sutiles
diferencias que sólo llegaban (o llegan) a ser fácilmente identificables por el ojo especialista y
técnico de un ceramista. Para este autor, la denominación mayólica debería aplicarse
exclusivamente a las cerámicas de bizcocho coloreado y de esmalte opaco coloreado, mientras
que el de fayenza debería reservarse a la cerámica de cuerpo calizo, débilmente teñida y de
esmalte blanco opaco, que hizo famosos a los alfareros de Faenza.
22 Los trabajos de los faiancistas franceses, los maiolistas de Urbino, los de Florencia y de Pisa,
los ceramistas de Delft, los alfareros de Valencia y de Barcelona, y la eartenware en Inglaterra, se
destacaron en el empleo de esta técnica. Ver: Pravoslav Rada, Las técnicas de la cerámica: el
arte y la práctica, Colección Técnicas Del Arte (Madrid, Libsa: 1990), 27-28; Latina Ars,
Azulejos: las Metamorfosis del azul (París: Ars Latina, 1994), 27.
20
Asia en América
59
aplicación de un vidriado con estaño mientras que en las segundas se debía a la
presencia de caolín en la pasta. La diferencia entre estas cerámicas se acrecentaba por
las otras cualidades de la porcelana correspondiente a la traslucidez, la liviandad y una
sonoridad especial al golpe, las cuales eran producto también de la composición de la
pasta y de la temperatura de cocción. Esta contenía además del caolín, el feldespato
pulverizado junto con cuarzo cocidos a 1200 y 1300 grados.
La producción europea de porcelana nació en el año de 1707, cuando el alquimista
Federico Guillermo Bottcher, en Meissen (Alemania), descubrió la composición de esta
cerámica.23 Durante esta búsqueda los centros tradicionales de mayólica jugaron un papel
fundamental, puesto que fueron ellos, la mayoría de las veces con el apoyo de reyes y señores,
quienes lideraron esta labor; a la vez, quienes intentaron aproximarse a la porcelana oriental
mediante la imitación de sus formas y decoraciones a través de las mayólicas.
Durante la búsqueda del descubrimiento de la porcelana se crearon otras pastas
que recibieron el nombre de porcelana, ese el caso de la “porcelana tierna” y la
60
“porcelana blanda”. La porcelana tierna fue descubierta en Francia, en el siglo XV. A
diferencia de la porcelana oriental, no tenía caolín; su composición consistía en una
mezcla de arena o cuarzo, salitre, sal marina, sosa, alumbre, polvo de alabastro, yeso y
arcilla. Las piezas así conformadas eran menos duras y refractarias que las caolínicas,
pero permitían un campo más amplio a los efectos de colorido. La porcelana blanda, o
fosfática o de hueso fue descubierta en 1800 por Josiap Spoode en Inglaterra. La
composición de ésta era la misma de la porcelana dura (oriental o caolínica), sólo que
contaba adicionalmente con huesos calcinados (fosfato de calcio), por lo cual obtenía
una textura muy fina y resistente.
El descubrimiento de la composición de la porcelana caolínica llevó al
surgimiento de las primeras y más importantes manufacturas en Alemania, Holanda,
Italia, Francia e Inglaterra. Son famosas la de Capodimonte en Italia (más adelante
trasladada bajo el nombre de Buen Retiro a España), Vicennes y Sevres en Francia;
Marcal Olivar Daydi, La Porcelana en Europa desde sus orígenes hasta principios del siglo
XIX (Barcelona: Seix Barral, 1952 – 1953), 18; Ángel Escárzaga, Porcelana, Cerámica y Vidrio:
Diccionarios Antiquaria, Tomo II (Madrid: CIPSA, 1983), 24.
23
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Chelsea, Bristol, Worcester, Derby en Inglaterra, Furstenberg, Nyphenburg y
Ludwigburg en Alemania.24
La magia de la porcelana se complementaba con la rareza y/o el exotismo de la
decoración. El tipo de los trazos pictóricos, los colores y las escenas debieron causar
cierta ensoñación entre los europeos. Fueron imágenes que permitieron viajar, imaginar
y conocer un territorio desconocido y diferente. Otros paisajes, otra flora, otra fauna,
otro modo de representación, otros rasgos físicos en las personas, otros trajes, en
definitiva, otro mundo recreado en este lienzo blanco quebradizo.
La decoración oriental o chinesca fue propia de la loza traída de Oriente, así como
de algunas mayólicas y porcelanas europeas. Recordemos que en ocasiones se imitó en la
cerámica tradicional el decorado de la loza oriental. Este decorado se caracterizaba por
la monocromía, especialmente con el color azul; por el predominio de motivos
geométricos y naturales, como líneas, puntos, hojas, flores y animales y, principalmente,
por el manejo de rasgos chinescos en los personajes y los motivos propios de esta región
61
como las pagodas y el sauce o willow.
Fueron muchas las temáticas de este decorado, sin embargo, hoy en día se destaca
una escena llamada “Diseño del sauce”. Este apareció por primera vez en la revista
inglesa El amigo de la familia, en 1849. No obstante, la iconografía y el relato se apoyan
en una leyenda china y algunos vestigios permiten observar su uso, sin la presencia de
las aves, por lo menos desde 1812.25 Lo traemos a colación porque fue uno de los diseños
más difundidos y porque se encuentran varios platos con este tema en Europa y en
Colombia. Por ejemplo, en el museo de Arte Colonial hay uno que fue manufacturado en
Inglaterra, por la compañía Pinder Bourne & Co (1851-1882); así como los otros que
están en el Museo del Chicó elaborados en la primera fábrica de loza de Bogotá de
mediados del siglo XIX; y los demás que se encuentran en el Museo Nacional, el Museo
20 de Julio y el Museo Hacienda el Paraíso en el Valle del Cauca.
Marcal Olivar Daydi, óp. cit.
esta ocasión me atrevería a seguir lo sugerido por Wikipedia, según la cual el motivo del
Willow
pattern
o
blue
willow
data
de
alrededor
de
1780.
http://en.wikipedia.org/wiki/Willow_pattern Acceso: marzo 15, 2013.
24
25En
Asia en América
62
England Corburg
Plato tortero (Detalle y completo)
Cerámica pintada
Segunda mitad del siglo XVIII
Museo Colonial, Bogotá D.C, Colombia
Fotografía: © Cristina Garzón / Museo Colonial
Es un plato con el “diseño del sauce”
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
El diseño del Sauce alude a una historia de amor, estilo Romeo y Julieta. La
historia que aquí se cuenta es la siguiente: en el templo, al lado derecho del plato, vive la
bella Koog-tse, hija de una rica familia (en algunas versiones es una princesa). Ella se
enamora de Chang, un jardinero que trabajaba para su familia; su padre se enfada al
enterarse del romance e inmediatamente la promete con un amante rico y viejo y la
encierra en el pequeño templo en el lado izquierdo del jardín. El inteligente jardinero
sabe que una corriente de agua fluye alrededor del templo donde está Koong-tse y le
envía cartas en barquitos de papel hablándole de su plan para escaparse. Él alquila un
pequeño bote que los espera en la orilla bajo los sauces, al lado del puente, para poder
cruzar el río y llegar a la otra orilla en donde podrán ser libres y felices.
En el pequeño puente de tres arcos vemos a la dama, caminando delante de
Chang y llevando una rueca, símbolo de la castidad; Chang la sigue con la caja de las
joyas de la joven mientras que el padre va detrás persiguiéndolos con un látigo. Los
amantes finalmente llegan a la orilla como habían planeado y se casan. Chang estudia
mucho y pronto se convierte en un renombrado intelectual. Pero esto levanta la envidia
del viejo mandarín, que manda a alguien a matarlo. La joven entonces, con el corazón
partido, se suicida. El cielo se conmueve de su lealtad y ella y su marido se convierten en
un par de pájaros que se miran el uno al otro eternamente en el horizonte del plato.26
En resumen la diferencia que presentaba la porcelana frente a las mayólicas
europeas se basaba en el exotismo de estas piezas por las cualidades del material y de la
decoración. En la búsqueda del secreto de la pasta porcelánica participaron los centros
tradicionales de mayólica, pero fue Bottcher quien finalmente lo descubrió. A él le tomó 13
años llegar a hacerlo. Lo hizo bajo la supervisión y el control del Rey Augusto el Fuerte,
para quien la porcelana era una de sus pasiones por lo que no escatimó esfuerzos para que
Bottcher hiciera el descubrimiento. Descubierto el secreto se multiplicaron las fábricas de
porcelana en Europa. No obstante, el encanto de la porcelana se mantuvo posteriormente
o por lo menos el gusto por la decoración chinesca. Este tipo de decoración se reprodujo
en objetos de fabricación local en nuestro medio, como aconteció con el diseño del Sauce
presente en platos facturados en la Fábrica de Loza de Bogotá.
26
Revista Sinorama, Vol. 20, Nº 12 (2005), 3.
Asia en América
63
Camarín de la virgen del Rosario
Iglesia de Santo Domingo, Tunja, Colombia
64
Fotografías: © Olga Isabel Acosta Luna
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Importancia de la historia de la porcelana China en Colombia
La importancia de la historia de la porcelana China se debe a la presencia de
piezas en nuestro medio así como al reconocimiento que ésta tuvo durante el período
colonial. Algunos de los ejemplares que aún se conservan son los platos instalados en la
techumbre de la capilla del Rosario en la Iglesia de Santo Domingo en Tunja, pero muy
especialmente dos tibores del periodo Ming que hacen parte de la colección del Museo
de Arte Colonial de Bogotá.
Los tibores están marcados en su base con un pictograma de color azul que nos
dice sobre el nombre del Emperador de la época en la cual fueron elaborados. Al traducir
esta marca se entiende “Manufacturados en el período de Hsuan Te”, así lo lograron
determinar los especialistas en lengua y pintura tradicional china Paulina Michaels y
Luis Eduardo Garzón.
El reinado de este emperador hizo parte de la Gran Dinastía Ming, que abarcó
desde 1368 a 1642. Su período estuvo comprendido entre los años 1426 a 1435. Fue quizá
durante este reinado cuando se hizo la mejor porcelana Ming. Los dibujos se hicieron
más ordenadamente y el estilo, como conjunto, se volvió menos agarrotado. En las
primeras cerámicas azules y blancas, la decoración estaba subrayada en azul oscuro y los
espacios encerrados se rellenaban con aguadas diluidas. Durante el período de Hsuan
Te, se fabricó también porcelana blanca y roja y porcelana esmaltada en colores.
En la decoración Ming se hizo gran uso de los dibujos de plantas y flores,
dispuestas en divisiones geométricas de orlas y paneles. Así mismo se emplearon
variedad de técnicas que incluían la decoración incisa, moldeada o grabada.
La mayoría de la porcelana que se manufacturó durante esta Dinastía se hizo en
las factorías imperiales ubicadas en la región de Ching Te Chen en la provincia de
Kiangsi. En el tiempo de Hsuan Te dirigió esta factoría un oficial llamado Chang Shan,
quien, a juzgar por la calidad de las vasijas, debió ser un magnífico administrador. 27
Fujio Koyama y Jhon Figges, Cerámica oriental, trad M.J. Echavarría (Barcelona: Argos,
1964).
27
Asia en América
65
66
Tibor chino y detalle de la marca
Porcelana y pigmentos.
Técnica: vaciado y pintado
Siglo XVI
Museo Colonial, Bogotá D. C. (Colombia)
Fotografías:
© María del Pilar López
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
Las formas cerámicas tan perfectamente elaboradas en la China comenzaron a
viajar por el mundo desde el período Sung (960-1275 d.C). Este período según Fujio
Koyama fue el período de oro del arte cerámico en China; se caracterizó porque
progresaron las artes y la literatura, junto con los grandes emporios comerciales de
China, y con ello la demanda de géneros, por otras partes del Mundo, como Indochina,
Tailandia, Malaca, Filipinas, Persia, Egipto y todo el Oriente.
Tras el período Sung, cuyas formas cerámicas se caracterizaron por la elegancia,
consistencia y pureza, vinieron los períodos Yüan, Ming y Ch´ing, de los cuales el más
importante de todos por la calidad de las piezas elaboradas y por el número de ellas que
fueron exportadas al Antiguo y Nuevo Mundo, fue el período Ming.
La manera como llegaron los tibores hasta nuestro medio no se ha identificado
aún. Antes de llegar al Museo, estos tibores pertenecían a los Señores Pablo y Josefina
Argaez. Posiblemente arribaron durante el período colonial e hicieron parte de la
denominada Loza Fina. Sin embargo, es gratificante conocer, como se dio en el año
2003, que estos tibores son Chinos, del período Ming y que constituyen un buen
referente del tipo de porcelana china que encantó a Europa en los siglos XV, XVI, XVII y
XVIII así como de la loza fina que también fascinó a la Nueva Granada en la colonia.
Los tibores cumplen con las características de la auténtica porcelana china. Son
livianos, de pasta blanca, traslúcidos, con sonoridad vidriosa al toque, excelentemente
bien facturados y decorados con el azul tan distintivo de Oriente.
En la Nueva Granada este tipo de objetos hicieron parte de la denominada Loza
fina. Esta fue una denominación dada a los nuevos enseres de cerámica que arribaron a
nuestro territorio junto con la llegada de los españoles. Ésta a diferencia de la elaborada
localmente era vidriada y decorada con escenas a la usanza europea y oriental. No
obstante, por la trascendencia de la cerámica oriental, en ocasiones a la Loza Fina
también se le conoció como “Loza China” y “Porcelana de la China”, sin que ello
significara que venían de Oriente y que fuesen elaboradas en este precioso material. 28
Mónika Therrien se refiere a esta loza como Mayólica y acuña la expresión cerámica foránea.
Monika Therrien et al, Catálogo de cerámica colonial y republicana de la Nueva Granada:
Producción local y materiales foráneos (Costa Caribe, Altiplano Cundiboyacense-Colombia)
(Bogotá: Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales – Banco de la República, 2002).
28
Asia en América
67
En conjunto, mayólicas, porcelanas chinas y posiblemente porcelana de pasta
tierna y fosfática, llegaron a nuestro territorio desde la Colonia hasta el siglo XX. De
acuerdo con las fuentes documentales, piezas y marcas de estas piezas que se conservan
en Museos como el del Chicó y el de Arte Colonial venían de China, Estados Unidos,
Inglaterra, Alemania, Holanda, España y Francia; de manufacturas y centros
manufactureros como: Meissen, Limoges, Delft, Weegwood, Perugia, Villeroy
(Manufactura del Duque de Villeroy, que permaneció activa durante los años de 1735
hasta 1772), Talavera, Ruskin, Moncroft, Apiello, Alcobaca, Adam and soms
(Manufactura inglesa del siglo XVIII, de los hermanos Robert y James Adam), England
Coburg, Pinder Bourne & co., y de la Casa Vieux de París, entre otras. 29
La historia de estos vestigios tiene similitudes con la historia de la porcelana china
en Europa en el sentido de que fueron piezas importadas (desde Europa y China);
constituyeron bienes escasos, costosos y exclusivos. Razón por la cual se les guardaban
celosamente en interiores religiosos y domésticos. También se despertó un interés por
68
manufacturarlas lo que condujo al establecimiento de centros especializados en la
elaboración de cerámica vidriada como sucedió con la Fábrica de Loza de Bogotá en la
primera mitad del siglo XIX.
Comentario final
En resumen en esta ponencia he tratado algunos aspectos formales de la historia de
la porcelana China. Especialmente de las características del material y de la decoración
que encantaron a Europa antes del descubrimiento de la pasta en 1707. Así como de la
importancia de este tipo de historia para nosotros, especialmente porque contribuye en la
identificación de vestigios cerámicos. Nos queda pensar para el futuro como a través de
estas piezas se delata la comunicación, las relaciones comerciales y culturales que
pudieron darse históricamente entre estos territorios a través de estos vestigios.
Therrien plantea por ejemplo, a través de los hallazgos arqueológicos, la presencia durante la
Colonia de material foráneo de tipo hispano, hispano morisco, italo hispano y mayólica italiana,
entre otros.
29
VI Jornadas Internacionales de Arte, Historia y Cultura Colonial - Memorias
El mobiliario “enconchado” en el virreinato del Perú
Jorge F. Rivas Pérez
Colección Patricia Phelps de Cisneros,
Caracas – Nueva York
[email protected]
TABLA DE CONTENIDO
Los muebles embutidos en madreperla y carey, mejor conocidos hoy en día como
muebles “enconchados,” destacan entre las más lujosas y originales piezas de mobiliario
creadas en Latinoamérica durante el período hispánico.30 Su decoración en materiales
preciosos, con motivos prestados tanto de repertorios europeos como asiáticos, es reflejo de
una sociedad que se asomaba a un mundo en incipiente proceso de globalización. Estos
costosísimos muebles estaban solo al alcance de las muy ricas élites metropolitanas
coloniales, afanadas, ya desde los primeros tiempos de la colonización, en una desenfrenada
carrera por la ostentación de sus riquezas. El presente trabajo —resultado parcial de una
investigación todavía en curso— se referirá exclusivamente a un grupo de muebles
producidos en el Perú, muy posiblemente en Lima, los cuales poseen características
similares y pueden ser afiliados a un único taller o a un grupo de talleres asociados.
Nota del autor: este texto es transcripción literal de la ponencia del mismo nombre dictada en
Bogotá el día jueves 16 de agosto de 2012 con motivo de las VI Jornadas Internacionales de Arte,
Historia y Cultura Colonial: Asia en América. Las notas y referencias bibliográficas han sido
añadidas posteriormente.
30
69
Si bien han sobrevivido hasta hoy un número bastante considerable de muebles
embutidos en concha y carey, tal vez debido a los costosos materiales empleados en su
refinada manufactura, esta producción ha recibido relativamente poca atención por
parte de estudiosos en la materia. Muebles embutidos en concha aparecen reseñados ya
desde las primeras publicaciones especializadas en mobiliario colonial de la primera
mitad del siglo veinte. Tanto Manuel Romero de Terreros, en su obra pionera Las artes
industriales en la Nueva España (1923), como Alfredo Taullard, en El mueble colonial
sudamericano (1944), incluyen una selección de piezas embutidas en concha. 31 Ya desde
esa época a algunos muebles de este tipo se les atribuye un posible origen oriental. La
bibliografía posterior en su casi totalidad se limita a repetir lo poco que mencionan
Romero de Terreros y Taullard sin hacer mayores precisiones. Habrá que esperar hasta
fines del siglo veinte, y a trabajos como los de Gustavo Curiel sobre inventarios
novohispanos o los de María Paz Aguiló Alonso sobre el mobiliario embutido, para que
se comience a especular sobre un posible origen americano de estas piezas.32
70
El término con el que se los denomina de forma más o menos generalizada hoy en
día, “enconchado,” es de relativamente reciente uso, y su empleo solo alcanza cierta
difusión después de la publicación en 1978 del artículo de María Paz Aguiló Alonso
“Muebles enconchados americanos, portugueses e indoportugueses”. 33 La palabra
“enconchado” ya venía empleándose desde la década anterior (1960) para designar un
grupo de pinturas y biombos novohispanos con embutidos de nácar. Es quizás el uso de
embutidos de nácar en estas dos muy distintas producciones artísticas lo que motivó la
adopción del término “enconchado” para el mobiliario.
El mobiliario embutido en concha
Si bien se manufacturaron muebles embutidos en concha en varias regiones de
Hispanoamérica —aparte de las piezas peruanas que hoy nos ocupan, son famosos entre otros
Manuel Romero de Terreros, Las artes industriales en la Nueva España (Ciudad de México,
Librería de P. Robredo, 1923); Alfredo Taullard, El mueble colonial sudamericano (Buenos
Aires: Ediciones Peuser, 1944).
32 Gustavo Curiel Méndez, “El efímero caudal de una joven noble. Inventario y aprecio de los
bienes de la marquesa Doña Teresa Francisca María de Guadalupe Retes Paz Vera (Ciudad de
México, 1695)” Anales del Museo de América Nº 8 (2000), 65-101, y María Paz Aguiló Alonso
“Muebles enconchados americanos, portugueses e indoportugueses” Archivo Español de Arte,
Tomo 51, 203 (1978), 337-345.
33 Ibíd.
31
los baúles pintados y embutidos de Durango, en la Nueva España, o los escritorios en maderas
preciosas y nácar del Paraguay— la producción del Perú es la más sofisticada de todas.
Los muebles con embutidos en concha y otros materiales preciosos tienen
orígenes muy remotos. Ya las antiguas civilizaciones del oriente próximo y de la cuenca
del Mediterráneo empleaban materiales preciosos y maderas raras para embellecer
muebles y objetos utilitarios. De marfil y oro son los restos del famoso trono con patas
de esfinge hallado en Acemhöyük, Anatolia, y fechado cerca de mil novecientos años
antes de Cristo. Expediciones arqueológicas en Mesopotamia han reportado numerosos
restos de muebles enchapados en marfil y otros materiales preciosos. Quizás los
ejemplares más conocidos de este tipo son los muebles fechados entre los siglos noveno
y séptimo antes de Cristo que fueron excavados en la mítica ciudad asiria de Nimrud,
hoy Irak. Documentos de la misma época – en particular las famosas cartas de Amarna –
inventarían muebles enchapados en oro y plata con embutidos preciosos.34
Los antiguos egipcios también manufacturaron muebles con recubrimientos en
oro y decoración embutida. Muebles incrustados en concha, marfil y maderas preciosas
aparecen ya desde el imperio antiguo. Fechado hacia el 2600 antes de Cristo, el
mobiliario imperial de la reina Hetepheres I (madre del faraón Keops), está totalmente
recubierto de oro y decorado con incrustaciones de lapislázuli y otros materiales
preciosos. Dentro de las grandes creaciones del mobiliario egipcio antiguo resulta sin
duda imprescindible destacar el grupo de piezas mucho más tardías – son de la
decimoctava dinastía – pero sin duda extraordinarias, encontradas en la tumba del joven
faraón Tutankamón, quien reinó del 1336 al 1327 antes de Cristo. 35 Griegos, romanos, y
por extensión bizantinos, usaron también una gran profusión de materiales preciosos
para embellecer y embutir su mobiliario.36 A pesar de que no sobreviven piezas
completas en buen estado de conservación, evidencia documental y fragmentos
arqueológicos dan cuenta del uso no solo de bronce, oro, y plata, sino además de marfil,
Ver William L. Moran, The Amarna letters (Baltimore: Johns Hopkins University Press,
1992).
35 Sobre los muebles de Tutankamón ver Marianne Eaton-Krauss y Walter Segal, The thrones,
chairs, stools, and footstools from the tomb of Tutankhamun (Oxford: Griffith Institute, 2008).
36 Sobre mobiliario griego y romano ver Elizabeth Simpson, “Furniture”, en The Oxford
Encyclopedia of Ancient Greece and Rome. Editado por Michael Gagarin (Oxford: Oxford
University Press, 2010), 252-255.
34
71
carey, mosaico de pasta de vidrio, y maderas raras como el citrino – una madera africana
sobreexplotada por los antiguos romanos hasta su total extinción. Los romanos fueron
particularmente aficionados a las maderas exóticas y a los trabajos de marquetería.
Lamentablemente solo han sobrevivido, y en muy mal estado, un par de piezas con este
tipo de manufactura. Las mismas fueron halladas en Herculano, parcialmente
carbonizadas por las cenizas volcánicas de la erupción del Vesuvio en el año setenta y
nueve. A pesar del pobre estado de conservación, hoy en día es aún posible apreciar los
sofisticados diseños geométricos de la marquetería de los muebles de Herculano.37 Toda
la herencia del mobiliario grecorromano de lujo, transformada y adaptada durante la
Edad Media, confluye en La Península Ibérica con las tradiciones y técnicas islámicas
que desde el siglo ocho, hasta la expulsión definitiva de los moriscos en 1609, floreció en
la España árabe. Los trabajos de embutidos con madera, marfil y concha, con complejos
diseños geométricos o Girih, conocidos en España como lacerías, alcanzaron un gran
esplendor durante este período, y muy en particular en la corte de los Nazaríes, la última
dinastía mora granadina.38 Con la conquista del Nuevo Mundo la mayoría de las
72
tradiciones artesanales vigentes en la España medieval pasan a las Américas donde los
usos constructivos, tipos, y estilos decorativos del mobiliario español arraigarán
definitivamente para combinarse posteriormente con los repertorios venidos de Asia y
con las tradiciones de manufactura locales.
El gusto oriental en el mobiliario virreinal
La influencia asiática en el mobiliario virreinal comenzará a percibirse a finales
del siglo dieciséis. Es a partir de 1565, gracias al viaje anual del galeón de Manila, cuando
bienes suntuarios orientales comenzarán a circular en cantidades considerables por toda
Hispanoamérica.39 El mobiliario con acabados en laca e incrustado en madreperla, tanto
chino como japonés, así como muebles y objetos en maderas preciosas con embutidos de
concha y marfil, en particular las famosas cajas de madera de narra embutidas en marfil
Sobre el mobiliario de Herculano ver Stephanus Theodorus Adrianus Maria Mols, Wooden
furniture in Herculaneum: form, technique and function (Amsterdam: Gieben, 1999).
38 Para el mobiliario español del siglo dieciséis ver María Paz Aguiló Alonso,
a, siglos XVI-XVII (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.) –
Antiqvaria, 1993).
39 Sobre el tema ver William Lytle Schurtz et al., El galeón de Manila (Madrid: Ediciones de
Cultura Hispánica, 1992).
37
esgrafiado de las Filipinas, despertaran un enorme interés entre los miembros de las
élites virreinales americanas. A pesar de no haberse hallado todavía documentación
alguna que lo confirme definitivamente, es muy posible que también los famosos objetos
en concha de Gujarat, India, que tanto fascinaron a las cortes europeas, también
hubiesen llegado hasta la América española.
Dentro de los bienes suntuarios orientales destacan en particular las piezas
japonesas de laca (en japonés maki-e de allí el termino maque) embutida en concha con
decoración en oro y plata. Este grupo, denominado “Namban”, fue manufacturado
específicamente para el mercado de exportación desde mediados del siglo dieciséis hasta
la tercera década del siglo siguiente. Las lacas “Namban” fueron comercializadas en su
gran mayoría por agentes portugueses, y por sus aliados los misioneros Jesuitas
establecidos en Japón. Estos “maques” embutidos con concha y dorados fueron muy
apreciados, tanto en los mercados virreinales americanos como en Europa. Su
popularidad aumentó significativamente gracias a las dos embajadas japonesas a la
Nueva España. La primera, y la más importante, fue en 1610. La misma estuvo
acompañada por Rodrigo de Vivero, ex gobernador de Manila y además sobrino del
virrey Luis de Velasco. La segunda llegó, de paso hacia Europa, en 1614. El incipiente
comercio con Japón terminó bruscamente interrumpido por la unificación del país, el
subsecuente cierre de sus fronteras a los europeos, y la sangrienta supresión del culto
cristiano a mediados del siglo diecisiete.
Es menester mencionar que todo el comercio del imperio español con Asia se
canalizaba a través de las Filipinas. Manila era el principal centro de acopio,
manufactura, y comercio de bienes suntuarios orientales. El mobiliario constituyó un
renglón importante dentro de este mercado. En el Parián, o mercado central de Manila,
una población de asiáticos cuyo número llegó a superar por más de seis veces el de los
españoles, suplía la incesante demanda de bienes suntuarios orientales requeridos por
las élites españolas. Se trataba de un grupo muy heterogéneo compuesto por artesanos y
comerciantes tanto nativos de las Filipinas como provenientes de Japón, Corea, China,
India y del sudeste asiático. En muchos casos eran asiáticos convertidos al cristianismo
que hallaron refugio y protección con los españoles. Sin embargo, esto no impidió a los
españoles el hacer periódicas campañas de purga y exterminio entre los habitantes
73
asiáticos de Manila a fin de limitar el número de extranjeros residentes en la capital y
aplacar los recurrentes temores de un posible alzamiento.
A pesar que desde fines del siglo dieciséis ya circulaban mercaderías orientales en
las Américas, es realmente a partir del siglo diecisiete cuando el gusto local por estos
géneros de importación alcanza su mayor desarrollo. Es precisamente en este momento
cuando surge una gran demanda por mercaderías orientales, lo que a su vez incentiva la
manufactura local de piezas de gusto asiático. Los inventarios coloniales son a veces muy
precisos e indican el origen geográfico de las piezas – generalmente se denominan "de
China," indistintamente de su procedencia, a todos los bienes venidos del oriente. Sin
embargo, en muchos casos las piezas de gusto oriental aparecen sin denominación de
origen geográfico, ello podría indicar una manufactura local.
Si bien ha sido documentada la presencia y obra de inmigrantes asiáticos en
Hispanoamérica ya desde las primeras décadas del siglo diecisiete, debemos aclarar que
su estudio aún es muy limitado. Todavía hoy desconocemos la verdadera dimensión del
74
fenómeno y su impacto en el desarrollo de las artes decorativas virreinales. Es muy
posible que inmigrantes orientales hayan manufacturado este tipo tan especializado de
muebles y objetos embutidos en concha cuya técnica constructiva y motivos
ornamentales son muy cercanos a los asiáticos.
Materias primas y técnica constructiva
Desde el descubrimiento América se convierte en fuente importantísima de
materia prima y de bienes preciosos para España. Las maderas tropicales, de
variadísimos colores y ricas vetas, serán desde principios del siglo dieciséis un
importante renglón de explotación y exportación. Su llegada a los mercados del Viejo
Mundo revolucionará la ebanistería europea que hasta ese entonces estaba limitada a las
especies maderables locales y a las muy escasas, y extremadamente costosas, variedades
provenientes de Asia y África. El cronista florentino Galeotto Cey menciona la
explotación de varios tipos de maderas, en particular de caoba, durante su estadía en la
isla de La Española en la década de 1540.40 También debemos mencionar que fueron
numerosas las variedades de maderas americanas empleadas en la construcción del
Ver Galeotto Cey, Viaje y descripción de las Indias, 1539–1553, ed. José Rafael Lovera, trad.
Marisa Vannini de Gerulewicz (Caracas: Fundación Banco Venezolano de Crédito, 1995), 37.
40
palacio de Felipe II en el Escorial durante el último tercio del siglo dieciséis.41 En
referencia a las maderas usadas en los muebles peruanos embutidos en concha y carey,
los estudios realizados por Alejandra Quintanar Isaías en la colección del Museo Franz
Mayer – estudio al cual me referiré en detalle más adelante – dieron como resultado el
empleo de las mismas variedades en todos los muebles del grupo peruano. Se usó cedro
rojo (Cedrela odorata) como madera secundaria en la construcción del alma de los
muebles. Para la marquetería, tanto exterior como interior, se emplearon distintas
maderas duras tropicales, en su mayoría de la familia de las leguminosas, y muy en
particular variedades del genero Dalbergia. Todas las especies identificadas son nativas
de bosques tropicales americanos y muchas de ellas no se encuentran en el Perú. Sin
embargo, esto no desdice en modo alguno del origen peruano de los muebles. Lima se
encuentra en una planicie semidesértica en la costa del Perú y la casi totalidad de la
madera empleada para construcción y ebanistería en la ciudad se importaba desde
Centroamérica.
Aparte de madera, el Nuevo Mundo ofrecía una variedad de otros materiales
preciosos para realizar los embutidos, entre ellos destacan la madreperla y el carey. La
madreperla, también conocida como nácar o concha nácar, es la sustancia que recubre
las paredes interiores de las valvas – o conchas – de ciertos moluscos, en particular de
algunos bivalvos como las ostras y los mejillones. El nácar se compone múltiples estratos
translúcidos compuestos por finísimos cristales de carbonato de calcio y una proteína
animal llamada conchiolina que actúa como agente adhesivo. Su brillo proviene de la
reflexión de la luz en la superficie cristalina, mientras que la iridiscencia se genera
gracias a la refracción y difracción lumínica de los diversos estratos. No todas las
conchas son aptas para su uso en embutidos, en la mayoría de los moluscos el
recubrimiento es opaco de aspecto parecido al de la porcelana. En Hispanoamérica para
embutidos y objetos se usaron algunas variedades de agua dulce o salobre como los
mejillones de agua dulce del género Unia, hasta ahora identificados en ciertos muebles
mexicanos. Entre las especies marinas destacan las ostras perlíferas del genero Pinctada,
Ver María Paz Aguiló Alonso, Orden y decoro: Felipe II y el amueblamiento del Monasterio de
El Escorial (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y
Carlos V, 2001).
41
75
y la llamada “Concha Nácar” del Mar de Cortez (Pteria sterna). Si bien las dos especies
principales de ostras perlíferas americanas – Pinctada imbricata en el Caribe y Pinctada
Mazatlantica en la costa del Pacífico – no son tan grandes y gruesas como las variedades
asiáticas, su explotación y exportación está documentada ya desde principios del siglo
dieciséis con el boom perlífero de Cubagua, una pequeña isla frente a la costa de
Venezuela donde comenzó la explotación a gran escala de perlas en el Caribe. Un
documento de 1521 menciona el envió de un cargamento de varias pipas de conchas, lo
más seguro provenientes de Cubagua, desde Santo Domingo a Sevilla. 42 Todavía a fines
del siglo diecisiete el hábil comerciante e incansable viajero napolitano Giovanni
Francesco Gemelli Careri menciona en su Giro del Mondo (1699) que las conchas están
entre las mejores mercaderías que se obtienen en el Nuevo Mundo.43 Pruebas de
laboratorio efectuadas en varios de los muebles peruanos del museo Franz Mayer en la
Ciudad de México dieron como resultado al género Pinctada. Lamentablemente una vez
que un trozo de concha ha sido trabajado resulta prácticamente imposible de identificar
la especie de dicho género. Sin embargo, lo más probable es que la concha usada en los
76
gabinetes peruanos sea de la especie Pinctada mazatlanica que se distribuye desde las
costas del Pacífico mexicano hasta Paita en el Perú. Son bien conocidas las explotaciones
perlíferas que hubo durante el periodo hispánico en Manta, Ecuador, en las islas de
Tumbes en el norte del Perú, y también en la zona de Paita.
El carey, material que se usa como fondo para los embutidos de concha, proviene
las placas del caparazón de la tortuga carey. El tipo más común proviene de la especie
del
Caribe
(Eretmochelys
imbricata
imbricata),
pero
también
se
explotó
comercialmente la variedad del Pacifico (Eretmochelys imbricata bissa), que se
distribuye desde el sur de California hasta el Perú. El marfil, usado siempre en muy
pequeñas cantidades, sin duda provenía de Asia o África. La plata para los embutidos es
obviamente de extracción local, demás esta recordar la importancia del metal en la
economía virreinal del Perú.
Sobre Cubagua ver Enrique Otte, Las perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua (Caracas:
Fundación John Boulton, 1977).
43 Giovanni Francesco Gemelli Careri, Viaje a la Nueva España (Ciudad de México: Dirección
General de Publicaciones, UNAM, 2002), 4.
42
En la construcción de estos muebles y objetos se emplea el repertorio tradicional
español de ensamblajes y uniones. Como se ha mencionado anteriormente la estructura
interna de los muebles es siempre en cedro rojo. Algunas partes, aquellas que requieren
de mayor resistencia estructural como patas, travesaños, y perillas son torneadas en
maderas duras. Las cerraduras, chapas, bisagras y otros herrajes son generalmente de
hierro, en algunos casos – cuando son visibles – el hierro es dorado. Los muebles más
lujosos tienen los herrajes de plata maciza. En ciertos muebles algunas partes de madera
han sido doradas o bien teñidas a imitación de ébano. Los acabados anteriores son
frecuentes en patas, molduras rizadas, pedimentos, arcos, bases y capiteles de columnas,
balaustradas y perillas de los remates de escritorios y contadores decorados con motivos
de arquitectura.
Los tipos
En su gran mayoría las piezas que han sobrevivido son pequeñas. El repertorio
incluye arquetas, baúles, cajas, bufetillos, y estuches de varios tipos, tamaños, y usos.
Algunas cajas tienen su bufete a juego. También hay numerosos contadores, papeleras,
escritorios, atriles, marcos para pinturas, peanas, y sagrarios. Dentro de las piezas más
grandes, y más escasas, destacan los gabinetes, armarios, cómodas con gavetas, mesas y
bufetes, escritorios con su estante – de los llamados en inventarios "de moda inglesa" – y
grupos constituidos por una mesa con un par de contadores sobre ella, uno de mayores
dimensiones que el otro, el todo a juego. El gusto por estas composiciones piramidales, o
"torres" de escritorios y contadores, muy probablemente se origina en Nápoles a la
vuelta del siglo diecisiete, y de allí pasa a España e Iberoamérica donde se populariza a lo
largo del mismo siglo. Hasta el momento no se han ubicado asientos ni camas de esta
manufactura peruana pero no debe descartarse su existencia pues inventarios
mencionan ambos tipos con embutidos. Si bien el repertorio tipológico es coincidente en
su mayoría con los tipos tradicionales del mueble español, tanto del siglo diecisiete como
del dieciocho, este grupo de muebles tiene algunas características únicas que los
diferencian de los demás. En primer lugar destacan los laterales achaflanados en
gabinetes, armarios, cómodas y contadores. La rotación de las caras laterales sin duda
obedece al deseo de mostrar su superficie ricamente decorada. Otra característica típica
es el uso de pequeñas pinturas religiosas en los frentes de algunos de los cajones que
77
decoran los escritorios. Las mismas son siempre ejecutadas al óleo directamente sobre la
madera y protegidas con un vidrio. En casos excepcionales se han empleado al mismo fin
trozos de textiles, también protegidos con vidrios, y placas ornamentales en bronce.
Únicas en su diseño son las peanas o pedestales con un pie en forma de bulbo. Lo más
probable es que se hayan usado para colocar sobre ellas esculturas religiosas u objetos
suntuarios como jarrones de porcelana oriental. Se conocen diversos ejemplares del tipo
con alturas varias. Erróneamente se las clasifica hoy en día como "mesas laterales", sin
embargo este último tipo jamás aparece mencionado en inventarios virreinales. Este
particularísimo diseño posiblemente se inspira en las bases de púlpitos.
Acabados y diseños decorativos
Los acabados exteriores pueden variar considerablemente tanto en la diversidad
de los materiales como en los diseños decorativos. Debemos recordar que estos muebles
fueron diseñados para resplandecer con la tenue luz de velas y lámparas de aceite que se
usaban en ese entonces para iluminar las generalmente oscuras habitaciones de las
78
construcciones coloniales, de allí el uso tan abundante de materiales que reflejan y
magnifican la luz como la plata y el nácar. Las piezas más lujosas están completamente
revestidas de placas de concha – éstas algunas veces pueden ser esgrafiadas – y el carey
se usa solo en los bordes y otros pequeños detalles. Las placas de nácar se cortan y
disponen en modo de crear patrones decorativos sobre la superficie del mueble. El
aspecto de este grupo recuerda un poco a las piezas enchapadas de nácar de Gujarat,
India, sin embargo en los muebles peruanos no se utilizan los pequeños clavos de bronce
para sujetar las placas que son típicos de la manufactura hindú. Otro conjunto lo
conforman las piezas con fondo de carey y embutidos en concha y plata. Los motivos
decorativos y la técnica de embutidos de este grupo son muy próximos a los de los
muebles coreanos de la dinastía Choson (1392-1910), con la diferencia que en vez de laca
el fondo de las piezas peruanas es enteramente de carey. Dentro del grupo destaca el
trabajo con pequeños clavos e hilos de plata en espirales y líneas onduladas que se usa
para vincular los motivos florales embutidos en concha, generalmente peonías, y con
menor frecuencia crisantemos, el todo de evidente gusto coreano. En algunos muebles,
pero con menor frecuencia, se usa latón dorado con la misma finalidad de la plata. A los
motivos de gusto oriental se asocian también otros más comunes del repertorio peruano
como los jarrones de dos asas con flores y las águilas bicéfalas. Los embutidos de concha
de este conjunto pueden ser lisos, esgrafiados, o en relieve. Un tercer conjunto lo
conforman las piezas que incluyen, además de superficies en concha o en carey,
marquetería con maderas duras tropicales y en algunos casos embutidos de hueso o
marfil. Los objetos de este último grupo incorporan una mayor diversidad de motivos
decorativos y son comunes las cenefas con lacerías sencillas y otros motivos basados en
la Girih morisca. Los acabados interiores varían notablemente. En los muebles más
sencillos no se aplica acabado alguno al interior y queda expuesta a la vista la madera
secundaria. Algunas piezas excepcionales, como el gabinete con el escudo de armas de
los marqueses de Torre Tagle que se conserva en el Museo de Arte de Dallas, repite en el
interior la decoración embutida del exterior. 44 Otras piezas tienen el interior con
marquetería de madera trabajada con motivos geométricos, principalmente lacerías y
estrellas. Las cajas generalmente están pintadas en su interior con un fondo rojo o negro
y figuras chinescas en dorado. Otras están forradas en tela, generalmente terciopelo.
Origen, datación y posible autoría
Como he mencionado en la introducción, la proveniencia de los muebles
enconchados ha sido objeto de intenso debate desde principios del siglo veinte, y en
particular durante estas últimas dos décadas. Algunos autores de la primera mitad del
siglo veinte, en especial Taullard, sugieren un origen asiático, posiblemente filipino. Esta
afirmación ha sido repetida en la mayoría de la bibliografía posterior sin ningún tipo de
verificación. Catálogos de casas de subastas y fichas de obras de algunos museos han
reproducido el texto que Taullard puso al pie de la imagen del ya mencionado gabinete
con el escudo de armas de los marqueses de Torre Tagle que para ese entonces (1944) se
hallaba todavía en Lima. Es solo desde la última década del siglo veinte cuando se
sugiere un posible origen americano, pero habrá que esperar a los estudios realizados a
las piezas de la colección del Museo Franz Mayer en los años 2005-2006 para confirmar
el mismo gracias a la identificación de las maderas y los géneros de la madreperla y el
carey. Los estudios – financiados con una beca de la Fundación Getty – permitieron
analizar y comparar todos los muebles y objetos con embutidos de concha y carey de la
colección del museo. Pruebas técnicas, el estudio de material documental, y la revisión
44
Dallas Museum of Art, número de registro: 1993.36
79
de muebles y objetos en otras colecciones mexicanas, permitieron al grupo de trabajo
(constituido por Gustavo Curiel, Teresa Calero, Juan Manuel Corrales, y yo) identificar
varios “conjuntos” de muebles y objetos que compartían características similares.
Algunos de ellos pudieron asociarse con trabajos novohispanos y otros con obra
peruana.
Es mucha la evidencia que parece confirmar el origen peruano, y muy
posiblemente limeño, de la manufactura que hoy nos ocupa. Si bien como he
mencionado previamente las maderas empleadas en estos muebles no son nativas del
Perú, las mismas se importaban y usaban corrientemente en la ebanistería peruana. En
muchos inventarios limeños del siglo dieciocho se mencionan piezas con estas
características; por ejemplo, en 1761 la marquesa de Torre Tagle tenía en su estrado una
caja embutida en madreperla, carey, y marfil.45 Treinta años más tarde, en 1791, en el
estrado de la riquísima condesa de Vistaflorida aparecen inventariadas cuatro cajas
embutidas con carey y madreperla con sus mesas a juego, quizás similares a la caja de
80
estrado con su mesa a juego que se conserva en la colección de arte colonial del LACMA
(Los Angeles County Museum of Art).46 La presencia todavía hoy en día de piezas de este
grupo en muchas colecciones peruanas sin duda refuerza la hipótesis de un origen
peruano para esta producción. En otros casos, los muebles tienen elementos específicos
que permiten vincularlos con familias limeñas. Este es el caso por ejemplo del gabinete
de los Torre Tagle que he citado anteriormente. También debe mencionarse que son
muchas las iglesias y conventos peruanos que tienen piezas de este estilo entre sus
bienes. Destacan en particular los atriles (muchos con el escudo de la orden religiosa),
peanas, y marcos para pinturas.
Inventario y tasación de los bienes de doña Rosa Juliana Sánchez de Tagle, marquesa de
Torre-Tagle, Archivo General de la Nación del Perú. Protocolos, Agustín Jerónimo Portalanza.
1761-1763, ff. 312 y ss.
46 Tasaciones de los bienes de la condesa de Vistaflorida. Archivo Histórico Riva Agüero,
Instituto Riva Agüero, Pontificia Universidad Católica del Perú. FRAC-0152, 86 ff.
Los Angeles County Museum of Art, número de registro: M.2009.121a-b.
45
Anónimo (Perú)
Caja de madera de cedro enchapada en nácar con
interior pintado y dorado
Cerradura en hierro
16,5 x 34 x 42,9 cm
Siglo XVIII
Colección Patricia Phelps de Cisneros
81
Anónimo (Perú)
Caja en madera de cedro pintada y
dorada, nácar y carey
19 x 46 x 34 cm
Siglo XVIII
Colección Patricia Phelps de Cisneros
82
La datación del grupo es otro punto que ha generado opiniones encontradas.
Debido al aspecto híbrido de los motivos decorativos – europeos y asiáticos – y a lo
excepcional de muchas de las tipologías, resulta sumamente difícil establecer
comparaciones con otros muebles. Sin embargo, hay ciertas características que pueden
dar algunas pistas sobre la posible fecha de su manufactura. Por ejemplo, es bien
conocido que los escritorios embutidos en concha y carey, y decorados con elementos de
arquitectura, se popularizan en España durante el último tercio del siglo diecisiete. En
Hispanoamérica siguieron siendo populares por lo menos hasta mediados del siglo
siguiente. Dentro del grupo de muebles enconchados peruanos hay una abundante
representación de escritorios y contadores con decoración arquitectónica. No obstante la
presencia de algunos aspectos característicos de la ebanistería virreinal del siglo
diecisiete, los muebles “enconchados” son mucho más afines a los métodos
constructivos, tipos y ornamento del mobiliario peruano de la segunda mitad del siglo
dieciocho. Hay otros factores a considerar que confirmarían esta datación. Al analizar los
tipos encontramos algunos que aparecen únicamente a partir del siglo dieciocho, entre
ellos podemos citar a las cómodas con gavetas, los escritorios con estantes de gusto
inglés, y algunos muebles con patas cabrioladas. Además de los aspectos antes
mencionados, las pequeñas pinturas que frecuentemente decoran escritorios y
contadores pueden asociarse con la pintura dieciochesca peruana. Debido a que hay
varias piezas con el emblema de la Compañía de Jesús – destaca en particular un gran
armario hoy perdido que se encontraba en el convento de La Buena Muerte en Lima
hacia 1944 –47 podemos suponer que el taller, o talleres, estaban activos antes de 1767
fecha de la expulsión de la orden del imperio español. Debo mencionar que hay ciertas
piezas, específicamente algunas mesas, con características que podrían indicar una fecha
de manufactura mucho más tardía. Desafortunadamente no he tenido acceso a este
pequeño grupo de muebles diferentes, pero no debe descartarse que se trate de piezas
construidas reciclando secciones de muebles más antiguos. Esta ha sido una práctica
corriente entre los anticuarios sudamericanos desde fines del siglo diecinueve hasta
incluso nuestros días. Para muestra basta citar un enorme escritorio, hoy en día
47
Taullard, El mueble colonial, óp. cit., 288.
83
custodiado en el museo de Denver, que fue posiblemente hecho en Bogotá a principios
del siglo veinte con pedazos de muebles españoles y sudamericanos antiguos.48
La autoría de los muebles enconchados peruanos requiere todavía de mayor
investigación documental. Por las características de los mismos, y la homogeneidad en
toda la producción, lo más probables es que todo el grupo fuese manufacturado en un
taller de cierta envergadura, o en varios talleres asociados. Apartando las
consideraciones de costos y financiación de piezas con materiales tan lujosos, para la
manufactura de piezas tan complejas resulta imprescindible el concurso de varios
maestros especializados en las distintas artes u oficios representados en esta producción.
La estructura base y las partes en madera sin duda han debido ser obra de un maestro
carpintero. Herrajes y otros elementos metálicos requerían de herreros, fundidores o
plateros según fuese el caso. El solo trabajo de embutidos muy posiblemente involucraba
la participación de un equipo de varios especialistas, tanto la madreperla como el carey
requieren de procesos previos antes de poder ser empleados en embutidos. La técnica y
84
motivos decorativos de los muebles indicarían la presencia de artesanos orientales, o
cuanto menos con un entrenamiento en técnicas orientales. Las pinturas decorativas y
dorados también requerían de especialistas en dichas técnicas. No está de más recordar
que todavía a mediados del siglo dieciocho, fecha propuesta para esta producción, la
estructura de los gremios – aunque más laxa que en la Península Ibérica – todavía
seguía en pie, una producción de esta complejidad, con especialistas de tantos diferentes
gremios, sin duda exigió de mucho capital y de un gerente capaz de coordinar el trabajo
del grupo.
Un documento peruano de 1750 hallado por Francisco Stastny podría dar luces
sobre la posible autoría de los muebles enconchados.49 En el mismo se menciona la
venta de un atril embutido en concha y ébano al convento de La Buena Muerte en Lima
por un tal Francisco Aldunsi. ¿Quién era este personaje de nombre español? ¿Acaso fue
el dueño, y quizás maestro, del taller donde se producían estas piezas embutidas en
Ver Michael Brown, “D.C. Stapleton: collecting Spanish colonial art in Colombia and Ecuador
from the Gilded Age to the First World War” en The arts of South America, 1492-1850: papers
from the 2008 Mayer Center Symposium at the Denver Art Museum, ed. Donna Pierce
(Denver: Denver Art Museum, 2008), 218-20.
49 Natalia Majluf et al., Art in Peru: works from the Collection of the Museo de Arte de Lima
(Lima: Museo de Arte de Lima – Promperú, 2001), 125.
48
concha y carey?, ¿Sería Aldunsi el nombre hispanizado de algún artesano asiático
llegado al Perú por vía de las Filipinas? Son todavía muchas las dudas que quedan por
despejar respecto a esta extraordinaria producción suntuaria que refleja más que
ninguna otra el esplendor alcanzado en el mobiliario virreinal español.
85
Oriente en el Nuevo Reino de Granada. Influencias y presencias en
los objetos artísticos. El caso del arte del barniz de Pasto
María del Pilar López Pérez
Instituto de Investigaciones Estéticas –
86
Interior de la tapa superior del escritorio trabajada
en barniz de Pasto
Perteneció a Francisco Maldonado y Mendoza,
encomendero de Santafé de Bogotá
1583
Colección Palacio de Nariño, Bogotá D. C.
Fotografía: © María del Pilar López
Universidad Nacional de Colombia
[email protected]
TABLA DE CONTENIDO
La configuración en Oriente de algunos
objetos artísticos y ciertas técnicas con su
repertorio formal fue despertando en Occidente
una gran admiración. Es tema de interés de esta
reflexión algunas de esas prácticas artísticas
pues al parecer existió una conexión con una
especie de lacado o barnizado que se desarrolló
en el sur de la actual Colombia conocido como
barniz de Pasto.
El barniz de Pasto, en su esencia, se
diferencia del proceso de lacado oriental
puesto que no es una sustancia obtenida por el desangre de los árboles, sustancia que se
aplicaba con un pincel. Al contrario, es una resina que se obtiene de un brote a manera
de fruto, de la cual se produce una membrana que se dispone por capas sobre variadas
superficies de acuerdo a las necesidades de acabado. Este barniz, conocido como mopa–
mopa, se potenció a partir de la presencia del español en América pues éste vio
cualidades físicas y de acabado semejantes a lo que ya conocía como la lustrosa laca
oriental.
En esta reflexión se tratará de mostrar cómo los productos de Oriente llegan
tempranamente a América y cómo en los siglos XVI y XVII el comercio irregular, el
contrabando y las determinaciones laxas de las autoridades generaron condiciones para
que se fueran introduciendo en las iglesias, en los conventos y hasta en las mismas casas
las porcelanas, las sedas, los objetos lacados, los biombos, los abanicos, los marfiles y
algunos pequeños muebles, todos transformados y pensados para ser utilizados en
Occidente.
El comercio de los productos orientales
Desde que se establecieron los españoles en las islas Filipinas fue permanente la
entrada de productos orientales a España y a sus nuevos reinos en América, en particular
a Nueva España (hoy México) dado que era paso obligado en el tránsito de mercancías
hacia Europa. Muy pronto entraron masivamente en España a través de Sevilla
productos chinos que, por su rareza y su bajo costo, a unos les parecían feos y a otros
muy atractivos. El caso es que en los territorios españoles más allá de la península
ibérica se presentaba la misma situación, generando una competencia desleal con los
productores peninsulares lo que llegó a afectar la economía.
Es por este motivo que el mismo rey Felipe II, en 1586, envió unas
recomendaciones al virrey de Nueva España para frenar tanto la importación como el
contrabando, aconsejando terminar el comercio con China.50 Muy poco se logró: el lucro
fácil por el bajo costo de las mercaderías y lo atractivo de los materiales mantuvo la
actividad comercial extendiéndose a Hispanoamérica.
Juan Gil, La India y el lejano Oriente en la Sevilla del Siglo de Oro. Biblioteca de Temas
Sevillanos (Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla. 2011), 184.
50
87
Un ejemplo lo observamos en el Museo Naval de Madrid. Lo que reveló La Nao
San Diego, hundida en el año de 1600 cerca de las costas de las islas Filipinas y
recuperada a principio de los años noventa del pasado siglo XX, 51 fue su cargamento,
testimonio del importante comercio entre estas islas, Nueva España y España. Objetos
como la cerámica y la porcelana china representada en un amplio repertorio de tinajas
de gres con dragones, jarrones, kendi, platos, fuentes, tazones, vasijas y botellas era
parte del cargamento. También las piezas de plata mexicana con una importante
muestra en elementos de cocina: aguamaniles, cubertería y morteros de farmacopea,
entre otros, siendo la porcelana China el principal elemento de comercio y exportación a
Europa a través de la ruta Manila – Acapulco y Veracruz – España.52 Llama la atención
las piezas procedentes de Oriente por la cantidad y la calidad con relación a los otros
elementos que se transportaban.
El ejemplo de la Nao de San Diego, cuyo cargamento se encuentra expuesto en el
Museo Naval de Madrid, permite comprender la dinámica de los productos que se
88
trasladaron de un lugar a otro, y que el Pacífico no fue ajeno a esta situación. Son varias
las noticias que al respecto se tiene. Desde finales del siglo XVI y comienzos del XVII
llegaba a los puertos más importantes del Pacífico tanta mercadería de Filipinas con
productos traídos de la China, que las autoridades de la Corona Española emitieron
comunicados como el siguiente de 1604:
[…] se comunica al presidente de la Real Audiencia de la ciudad de Quito,
no se comercie, se haga tratos o contratos con la China y Filipinas o se
adquiera mercadería, so pena de perder los productos si se captura un
navío cargado de ellos.53
De otra parte dispusieron que:
A los Presidentes y Oidores de las Provincias del Perú, Tierra Firme,
Quito y Nuevo Reino de Granada, se otorga una prórroga de ocho meses,
Los restos del navío se encuentran expuestos en tres importantes museos del mundo: el Museo
Nacional de Filipinas, el Museo Guimet de París y el Museo Naval de Madrid.
52 Piezas Arqueológicas de la Nao San Diego en el Museo Naval de Madrid (Madrid: Ministerio
de Defensa – Armada Española, Museo Naval, 1999), 4, 12 y 20.
53 Archivo Nacional del Ecuador, Cedularios, Disposiciones para el Gobierno de las Indias, Fondo
Real Audiencia de Quito, Caja número 1, Índice 430, Folio 533,Año 1604.
51
para que se pueda consumir o enviar a España, mercadería de las islas
Filipinas y China.54
En el mismo año llegó otra disposición en la cual se ampliaba el plazo para
consumir mercaderías de la China y de ocho meses pasó a cuatro años. También llama la
atención la solicitud a las autoridades de la ciudad de Guayaquil para que retiraran las
mercaderías de la China que estaban en los muelles del puerto, pues estorbaban y
retrasaban el ingreso de otros productos.
Este comercio se desarrolló de manera irregular en el transcurso del siglo XVII y
gran parte del siglo XVIII, con un incrementó por periodos, debido a las restricciones de
la Corona Española sobre el comercio en el Pacífico. Pero el 12 de octubre de 1778 en el
marco de una política de reformas se expide el Reglamento y Aranceles Reales para El
Comercio Libre de España a Indias, el cual contiene un apartado llamado Reglas para
el Comercio de las Islas Filipinas. En él se considera:
[…] y que gozando esención a la entrada de ellas, sean también libres de
contribución a la salida sus producciones propias que vinieren de
retorno, las que se regularán en la Península por el Arancel segundo
como los géneros de Indias, con expresa declaración de que las
mercaderías de China y demás partes de la Asia que tengo permitidas y se
traxeren de Manila, podrán llevarlas mis vasallos a la América
Septentrional, pagando únicamente los derechos señalados en este
reglamento a las manufacturas y efectos Españoles, además de lo que
Hayan satisfecho a su introducción.55
No es de extrañar que a partir de esa fecha se incrementaran los documentos que
reposan hoy en nuestros archivos aludiendo a la actividad comercial con el Oriente. Así,
en el año 1789 se relaciona un registro comercial en el que don Juan de Otoya, capitán y
maestre de la fragata El Sacramento (alias ‘La Guayaquileña’), pidió embarcar algunas
mercancías desde Acapulco con destino a Guayaquil. Entre arrobas de cobre, plata
Archivo Nacional del Ecuador, Cedularios, Disposiciones para el Gobierno de las Indias, Fondo
Real Audiencia de Quito, Caja número 1, Índice 442, Folio 546, Año 1604.
55 Reglamento para El Comercio Libre 1778. Edición Facsímil. Bajo la vigilancia de los
profesores Bibiano Torres Ramírez y Javier Ortiz de la Tabla (Sevilla: Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Sevilla y Escuela de Estudios Hispanoamericanos CSIC, 1979). 24.
54
89
labrada, gruesas de juguetes para niños, ornamentos, cubiertos, animales y alimentos, se
transportaron también “dos tibores de dulce, cuatro tibores ordinarios de loza de China,
un cajón con media vajilla de la China y una tina ordinaria de China”.56
Otro caso posterior es el relacionado con el navío Copacabana, que cubría en 1791
la ruta Acapulco, Guayaquil y El Callao transportando plata, frutos y manufacturas del
Reino de Nueva España y también loza de la China. Entre las partidas 2 y 3 se relacionan
varios cajones con 22 platos, 20 tazas, 66 pocillos y 24 cajones de loza ordinaria para
vender en almacenes públicos. El navío es objeto de revisión aduanera declarándolo por
parte de las autoridades en libertad de comerciar. 57
No es de extrañar que las familias más pudientes de Santafé pudieran encargar y
adquirir objetos de Oriente. En la casa de Jorge Miguel Lozano de Peralta y su esposa
María Thadea González Manrique, los marqueses de San Jorge, a la hora de hacer el
inventario de sus bienes en el año de 1787 se relacionaron diversidad de platos y otras
piezas de la China.58 Para Doña Margarita de León y su esposo don Nicolás de la Lastra,
90
Contador Mayor de la ciudad, fue importante adquirir bienes del Oriente. 59 Entre los
objetos de su casa en Santafé se reconoció una gran variedad de lozas: de Talavera,
madrileña, loza verde, loza blanca catalana y naturalmente la loza de la China.60 Por
último podemos citar, entre muchas otras familias, a don Francisco Domínguez de la
Picara, Teniente Coronel, quien se dedicaba también a la actividad del comercio y estaba
casado con María Rosa del Castillo y León.61 La dotación de su casa revela un gran
refinamiento especificándose en el inventario la finalidad de uso de cada pieza: “Diez y
siete posillos de China para chocolate, dos escudillas de China para dulce, dos escudillas
de China para caldo y siete dichas para tomar el te”. 62
Archivo General de la Nación (de ahora en adelante, AGN), Bogotá, Colombia, Colonia,
Contrabandos, Tomo 14, Año 1789, Folios 56r. 58r.
57 AGN, Colonia, Aduanas, Tomo 1, Número 47, 1790, Folio 871 y siguientes.
58 AGN, Colonia, Temporalidades, Tomo 28, Folios 795 – 588.
59 AGN, Colonia, Testamentarias de Cundinamarca, Tomo 19, Año 1793, Folios 886 – 959.
60 AGN, Colonia, Testamentarias de Cundinamarca, Tomo 19, Año 1793, Folio 906v.
61 AGN, Colonia, Testamento, Notaría 3, Protocolo 329, Escribano Juan José Suárez, Año 1800.
62 AGN, Colonia, Testamento, Notaría 3, Protocolo 329, Escribano Juan José Suárez, Año 1800,
Folio 293v.
56
Estas mercancías, como bien se observa en los inventarios de bienes en el Archivo
Histórico de Pasto, pasaron a esta ciudad y fueron distribuidas por vías comerciales a
diferentes familias de la ciudad y de la región. Marfiles, ornamentos para iglesia, colchas,
cerámica vidriada y porcelana, todo de la China, es lo que con más frecuencia aparece en
los registros. Y no es de extrañar, pues entre la ciudad de Pasto y la ciudad de Quito
existió un estrecho vínculo de trabajo artístico y comercial. De esta manera penetraron
con seguridad muchos objetos al interior de lo que hoy es Colombia, objetos que
desembarcaban en Guayaquil.
Revelador es un tema que recientemente ha sido investigado por la profesora
Guadalupe Romero de la Universidad de Granada, España: la presencia de textiles
orientales en los templos doctrineros de Cundinamarca y Boyacá. La profesora Romero
destaca la cantidad de textiles encontrados, en particular la seda china utilizada como
ornamento para la celebración de la liturgia. En el templo de Sisativa de la Encomienda
de Andrés Pérez se usó una casulla de damasco de color azul con su cenefa de
“brocadote” de la China. Otra casulla de damasco azul de la China formaba parte de los
bienes de la iglesia del pueblito de Sora en Boyacá. En Soracá, la iglesia contaba con un
frontal de altar de damasco de la China. El templo de Paipa tenía un manto de tafetán
azul con el que se vestía una imagen de bulto de Nuestra Señora y un frontal de damasco
blanco, azul y amarillo con caídas, flecos de seda azul e hilo de plata, todos procedentes
de la China. Por último podríamos nombrar la iglesia del pueblo de Sámaca de la Real
Corona donde se registran muchos ornamentos traídos de la China como frontales de
altar, casullas, manípulos, estolas, dalmáticas y tafetanes, entre otros. 63
Las autoridades no decomisaron o persiguieron a los religiosos por la tenencia en
los templos de estos ornamentos y se permitió todo “lo que huviere en las iglesias y
monasterios para el servicio del culto divino” (ibíd.).
Así, todos los productos dejaron su huella en el medio artístico, pero la laca china
y la porcelana son dos artes con una mayor conexión con el desarrollo del barniz de
Pasto, propio del medio colombiano. Antes de reconocer las propiedades de acabado
técnico y significado de sus imágenes, es importante examinar un panorama más amplio
Guadalupe, Romero, Textiles Orientales en los templos doctrineros de Cundinamarca y
Boyacá. Trabajo inédito. 2012.
63
91
para observar el gran valor de lo oriental para Europa y para los Nuevos Reinos
Españoles en América.
Si bien en nuestro medio tenemos noticias a finales del siglo XVI de estos
productos, Europa desde el momento que conoció la porcelana y otros elementos
artísticos orientales se esmeró por poseerlos, convirtiéndose en objetos de alto consumo.
Las órdenes religiosas, la Iglesia y en seguida las cortes europeas atesoraron piezas
principalmente de origen chino. Unos las utilizaron como elementos con un potencial
mágico y una belleza conmovedora, lo que les valió su presencia en recintos religiosos.
Otros les dieron un uso dentro del coleccionismo, por ser exóticos, exquisitos en su
forma y de excelente acabado.
La laca oriental
Varias son las lacas que embellecieron objetos en Oriente. En Japón se logró una
superficie homogénea, suave y con armónicos reflejos. Pero las lacas chinas, de notable
calidad, suavidad de tonos y estructurada composición, tuvieron una mayor repercusión
92
en el arte occidental.
La laca china se saca del árbol de la laca “Tsi” que crece naturalmente en el centro
del país y en la desembocadura del río Amarillo hacia el sur, la cual fue descubierta
según unos hace siete mil años y según otros hace más de tres mil años. La forma de
obtención de la laca es parecida a la extracción del caucho, sacando la sabia del tronco a
través del sangrado, procedimiento que se realiza en la estación de verano. El líquido
recogido es brillante y transparente y se le da color a través de minerales como hierro y
mercurio, obteniendo los dos colores más importantes como lo son el negro y el rojo.
Son ocho pasos los que se requieren para aplicar la laca y para cada uno de ellos un
artesano especializado.
Dos técnicas artísticas para trabajar la laca se destacan entre las demás: la laca
pintada “Houa Tsi” y la laca tallada “Tiao Tsi”. Para cubrir una superficie con laca, se
requiere un pincel con el cual se aplican entre 3 y 18 capas de ella y los cambios de color
para lograr los temas ornamentales se obtienen mezclado la misma laca o aceite con los
distintos pigmentos. Los colores más comunes fueron el rojo, amarillo y negro. Fue
resistente a la corrosión, polvo, ácidos, insectos. Fue capa protectora de los muebles muy
utilizada tanto en utensilios de cocina como en otros objetos domésticos y elementos
suntuarios.64
Por su parte, la laca tallada es una técnica costosa y muy laboriosa, pues a una
base en madera se le aplicaba laca negra mezclada con ceniza, después unas capas de
laca amarilla y por último la laca roja, llegando a cubrir la base con doscientas o
trescientas capas. El tallado se realiza antes de finalizar el endurecido de la laca. Tanto
en la pintura como en el tallado los temas representados son principalmente paisajes,
flores, aves y dragones sobre un fondo muy estudiado hecho de tramas geométricas a
manera de patrones, las cuales representan el mar, la tierra y el cielo. 65
La laca al contacto con el aire se endurece creando una capa resistente a los
ácidos, a la corrosión, a la herrumbre, al calor, al agua, ataque de bacterias, deterioro por
el uso dándole un valor especial al objeto. Es una laca que tiene una fuerte calidad
adhesiva y un buen brillo. Entre varios usos, sirvió para embellecer los muebles y otros
objetos los cuales llegaron a ser demandados por Occidente.
Durante la dinastía Han (desde el siglo VII anterior a nuestra era hasta el siglo III
después de nuestra era), la industria de la laca se desarrolló de manera significativa. Fue
durante la dinastía Ming (1368 – 1644) que se extendió la práctica de aplicar en los
muebles y diversos objetos lacas roja y púrpura, incrustaciones de nácar, concha y jade.
La dinastía Ching (1644 – 1911) utilizó lacas rojo bermellón, incrustaciones de nácar,
jade y concha de tortuga. Durante esta dinastía se llegó a un desarrollo tan complejo de
la laca que se talló como material escultórico.
Durante el periodo de expansión del mercado oriental, tal fue la demanda de
objetos, no sólo de los lacados sino de porcelanas, sedas y otros, que aparecieron libros
especializados como el Tratado de los objetos superfluos (Zhang wu zhi), un manual
para expertos publicado en los años 1615-1620 por Wen Zhenheng (1585 – 1645).66 La
presencia de estos libros fue en aumento y estos manuales de colecciones enseñaban un
Blas Sierra de la Calle, Vientos de Acapulco – Relaciones entre América y Oriente (Valladolid.
Junta de Castilla y León – Caja de España, 1991), 139.
65 Blas Sierra de la Calle, Museo Oriental – Arte Chino y Filipino (Valladolid: Real Colegio de
Padres Agustinos Filipinos, 1990), 47 y 50.
66 Gabriele Fahr-Becker, Sabine Hesemann Sri Kuhnt-Saptodewo, Michaela Appel y Michael
Duna, Arte Asiático (Barcelona: H. F. Ullmann, 2006/2007), 202.
64
93
criterio del buen gusto, dando consejos como la necesidad de renovar los interiores de
acuerdo a las estaciones y qué objetos utilizar de acuerdo a la categoría de la persona.
La laca europea
La “laca” europea fue un elemento que sirvió para lustrar y embellecer pero
también para proteger la superficie de varios materiales, principalmente los muebles.
Durante el siglo XVI, época en la que la sociedad europea incursionó en Oriente, se
conocieron materiales y técnicas que hacían que los productos realizados con ellas
fueran considerados verdaderas obras de arte. En esta categoría estarían la porcelana y
la laca. Fue tal la admiración por estos productos que Europa desarrolló el arte de las
chinoiseries o arte de “imitaciones chinescas”.
El contacto fuerte con Oriente se dio a través del Pacífico con el descubrimiento y
conquista de las islas Filipinas.
En 1542, el navío comandado por Ruy López de Villalobos hace posesión del
archipiélago nombrado islas “Filipinas” en honor al príncipe Felipe. Será Fray Andrés de
94
Urdaneta, agustino, en 1564-1565, que consolida la posesión de las islas y se posibilita el
tornaviaje con el que se funda la importante ruta cultural y comercial por el Océano
Pacífico, conectando Manila con Acapulco durante 250 años.
La ciudad de Manila, fundada entre 1567-1571 por Miguel López de Legazpi, fue
centro de intercambio de la región entre la India, Japón y China; a su vez conectó con
Acapulco y con una red de otros puertos del Pacífico como Panamá, Guayaquil y El
Callao. La ciudad creció muy rápidamente en infraestructura comercial y de ello dan
cuenta los diversos barrios de extranjeros que en la periferia de las murallas se
establecieron como fue El Parián o barrio chino donde se adquirían alimentos, especies y
toda variedad de piedras y materiales preciosos, joyas, telas, porcelanas y objetos
suntuarios. Así, desde 1573 los galeones llevaron a tierras americanas piezas de seda de
China, porcelana, especias y otros productos.
Pero antes que se desarrollara formalmente algún tipo de comercio, fueron las
comunidades religiosas, en su labor de misioneros, las que incorporaron en sus haberes
estos productos difundiéndolos tanto en Europa como en América. Los objetos que
podemos destacar, que son pertinentes para nuestro estudio sobre el barniz, son la
porcelana y las lacas de China y del Japón.
Estos objetos orientales formaron parte de lugares de gran significación para la
Iglesia Católica como son las sacristías y los presbiterios en los templos, así como
capillas emblemáticas para la comunidad. Como ejemplos en Colombia están la Capilla
de la Virgen del Rosario en la Iglesia de Santo Domingo en Tunja y la capilla de la Virgen
de la Inmaculada en la Iglesia de San Francisco en Bogotá. En los dos casos, como parte
del techo abovedado están las porcelanas incrustadas, objetos y materiales dignos de un
lugar sagrado. Igualmente la Iglesia de San Agustín en Bogotá, a través de sus
documentos de inventario de la iglesia realizado en 1797, revela que en la zona del altar
existía un armario con varios objetos de vidrio, cerámica fina y porcelana de la China. 67
También ejemplos en las iglesias de Quito y Lima y otros lugares del mundo hispánico.
Obras excepcionales, trabajadas con materiales nobles que compartieron con la
plata y el oro el lugar para mayor esplendor del espacio sagrado. Objetos que aportaron a
la solemnidad del lugar y dieron ese carácter de dignificación al recinto en las
celebraciones. Pedro Luis Huerta afirma que desde la Edad Media existió una
fascinación por todo lo oriental, lo que motivó el acopio de piezas de esa procedencia
para formar parte de los tesoros eclesiásticos.68
El auge del comercio con Oriente se dio durante el siglo XVII llegando a elaborar
piezas de mobiliario sin acabados que se embarcaban hacia China para ser lacadas y
regresarlas, por ejemplo al mercado inglés, para luego ser distribuidas. También se
llegaron a acuerdos comerciales que se llevaron a cabo entre compañías orientales y
occidentales para desarrollar obras mixtas entre los dos continentes tomando lo mejor
de calidad en técnica y diseño en su forma y ornamento. Las piezas elaboradas en China
o Japón llegaban a Europa dejando libres o en blanco los espacios convenidos para
completar la iconografía sugerida por la demanda del mercado de ese momento. Esto
sucede tanto en la industria de la porcelana como en los objetos lacados, en la
Rodolfo Vallín Magaña, y María Victoria Gálvez Izquierdo, Arte y Fe: colección artística
agustina (Bogotá. R. P. Betancourt, Juan y R. P. Barja, Cándido – Provincia de Nuestra Señora
de la Gracia, 1995), 195.
68 Pedro Luis de la Huerta. Mobiliario y ajuar litúrgico en las iglesias románicas (Palencia:
Ayuntamiento de Aguilar de Campo, 2011), 7.
67
95
producción de abanicos, en los biombos y en otros productos. Un ejemplo es el comercio
de la “porcelana de encargo”:
Los comerciantes occidentales hacían pedidos de porcelana a los especialistas
chinos y ellos se ocupaban de decorarla, según los modelos que facilitaba el comerciante
responsable del pedido.69
Otra modalidad fue enviar a lacar a China partes o componentes de diversos
objetos los cuales una vez devueltos a Inglaterra, a Holanda u otros países se
ensamblaban.
Venecia
Aunque en el siglo XVII fue muy importante el desarrollo del arte de la laca, el
auge de mayor crecimiento de la laca aplicada sobre madera se dio en el siglo XVIII.
Holanda, Francia, Venecia y principalmente Inglaterra trabajaron el arte del lacado en
unos casos con técnicas y diseños propios y en otros a través de obras de encargo y
trabajos de imitación de lo chinesco.
96
Ya sea por influencias artísticas o acuerdos comerciales, Francia, Venecia y
principalmente Inglaterra fueron países que suministraron a España obras al estilo
oriental abasteciendo el amplio mercado hispanoamericano. Durante el siglo XVIII, con
el reinado de la casa de los Borbones, el arte francés fue una referencia para España y
otros países como Italia. A comienzos de dicho siglo el arte de la laca se destaca en la
obra de los hermanos Martin quienes obtuvieron en 1730 una patente en el
procedimiento de lacado llegando a convertirse a mediados de siglo en Manufactura
Real. La historiadora del arte Cristina Ordóñez Goded detalla cómo se protegían las
superficies con el procedimiento “vernis Martin”:
Se aplicaban cuarenta y tres capas de yeso blanco, tras las que se aplicaban cinco capas
de pintura, seguidas de quince estratos de barniz, estratos que se iban puliendo antes de
aplicar el siguiente, para lograr superficies extraordinariamente lisas, resistentes y lustrosas.70
Halbertsma, Hidde. La enciclopedia de las antigüedades. Madrid. LIBSA. 2005. Págs. 262 y
263.
70 Cristina Ordóñez Goded, El mueble lacado: métodos europeos hasta el siglo XIX, 4. Acceso el
10 de marzo de 2013. www.ge-iic.com/files/Publicaciones/El_mueble_lacado.pdf.
69
En estos muebles predominaron los colores claros, el blanco ante todo, que se
empezaron a imponer durante toda la segunda mitad del siglo XVIII.
Venecia fue un centro importante en este arte. Pionero en Europa, trabajó la laca
hasta alcanzar una diversidad técnica muy amplia, llegando inclusive a los procesos de
imitación de las lacas orientales. Debido al prestigio y a la alta demanda de una sociedad
refinada donde la moda y el lujo fueron temas comunes, los centros de lacado
desarrollaron gamas de colores y temas figurativos acordes con el desarrollo del arte en
la época. Uno de los procedimientos consistía en aplicar una capa muy fina de una
combinación de yeso y cola para corregir cualquier imperfección de la superficie, fijando
después una tela de lino muy delgada para evitar posibles deformaciones a causa de los
cambios en la temperatura. Se pintaba el fondo y se trazaban los motivos de ornamentos
y distintas iconografías con temple. Todo se recubría con varias capas de barniz,
aproximadamente unas 18. Este trabajo, como rescata Doretta Davanzo, se combina con
la aplicación de panes de oro para realzar marcos, recuadros y figuras en muchos casos
con algún relieve.71 Igual grado de minuciosidad alcanza lo producido por la apreciada
“laca povera” la cual, independientemente de las estampas con paisajes y figuras,
pegadas a diversas superficies, da un brillo y preservación muy especiales.
Doretta Davanzo destaca que las lacas venecianas tuvieron gran reconocimiento
por la imitación de la laca china. Formas, follajes y paisajes fueron reinterpretados
dando la apariencia de pagodas, figuras con sombrillas, amplios atuendos y ligeras
embarcaciones. A medida que avanzaba el siglo las figuras se estilizaron llegando a
representar elementos tanto típicamente venecianos como orientales. Se aplicó a
cómodas, tocadores, joyeros, cajas para guardar, cajas de reloj de mesa, cajas altas de
reloj, marcos de espejos, vitrinas, consolas y mesas tradicionales, entre otros.
Inglaterra
En Inglaterra desde el siglo XVII no sólo se admiraron los productos orientales
por su valor artístico, sino que también fueron bienes de consumo de la sociedad inglesa.
Ya a comienzos del siglo XVIII, con el incremento de la demanda, se fomentó una
manufactura con una marcada orientación por imitar el arte oriental, en particular los
Doretta Davanzo Poli, Las artes decorativas en Venecia (Venecia: Könemann, 2000), 108 y
110.
71
97
muebles en laca negra o roja con motivos chinos o del Japón, no sólo para cubrir las
necesidades inglesas sino para comercializarlos con otras naciones.
España y Portugal fueron países a donde llegaron gran cantidad de productos
ingleses dado que se reducían los altos costos que implicaba mandar lacar los muebles a
China. A través de España también América se surtió con estos bienes. Basta observar
las relaciones de muebles ingleses a la manera oriental que figuran en los inventarios así
como las obras en colecciones de museos de distintos países de América: Museo de Artes
Decorativas de Madrid, Museo de Arte Colonial en Bogotá, el Museo Nacional de
Colombia, el Museo Jijón y Caamaño en Quito, el Museo de Arte Colonial Pedro de
Osma en Lima, la Casa Museo Ricardo Palma en la misma ciudad, y así podríamos
nombrar en Chile, Argentina, Venezuela y Bolivia varios museos, en los cuales siempre
habrá un reloj, una escribanía o algún mueble escritorio.
En Inglaterra inclusive se llegó a publicar manuales para dar los acabados con
apariencia oriental como el A Treatise of japanning and varnishing (Tratado de
98
barnizar y lacar a la manera japonesa) publicado en 1688 por Stalker & Parker, en el
que se propone utilizar una base negra o roja sobre la cual se pintan las figuras en tonos
dorados. Todo el programa iconográfico de este tratado busca ser lo más fiel posible a las
representaciones orientales pero por ello, como muchos autores dicen, carecen de la
armonía oriental y no aportan ese grado de fantasía que brindaron, por ejemplo, los
lacadores y pintores venecianos.72 También se destaca el taller de uno de los más
importantes fabricantes de la época Giles Grendey (1693 – 1780) quien exportó gran
parte de sus productos a Portugal y a España y, contrario a lo propuesto por el tratado de
Stalker & Parker, las figuras orientales tienen un aspecto inglés que además combina con
ornamentos occidentales, lo que le da a sus obras un toque original.73
En este periodo se diseñaron relojes de caja alta y éstas albergaron un mecanismo
de precisión cada vez más complejo y refinado que requería un sólido y destacado
mueble casi siempre con evidentes trazas arquitectónicas. En el Museo de Arte Colonial
de Bogotá hay un reloj de caja alta que data del siglo XVIII. La superficie está lacada en
Cristina Ordóñez Goded, óp. cit.,4. Ver también: Simon Yates, Constance King, y Mark Bridge,
Enciclopedia del mueble (Madrid: LIBSA, 1999), 172-173.
73 Simon Yates et ál., óp. cit., 74-75.
72
rojo con motivos chinos en dorado y es un ejemplo de mueble inglés, lacado al parecer
en China y después introducido en el mercado hispanoamericano.74
Esta laca roja utilizada para un amplio mercado desde comienzos del siglo XVIII
se estableció como una moda en el mundo. En el medio neogranadino la moda de
tendencia oriental se impuso a partir de la máxima popularidad que alcanzó en
Inglaterra desde los años treinta del siglo XVIII. Mientras que los ingleses buscaron por
medio de diferentes lacados imitar la laca china tan valorada en ese momento, en el
Nuevo Reino de Granada se trabajó con pintura roja aplicada a una base de estuco y bol
sobre la madera, imitando lo oriental al reproducir pequeñas figuritas y paisajes
chinescos con pincel sobre el fondo rojo. Estos muebles con apariencia oriental fueron
sinónimo de calidad, opulencia, prestigio y distinción social. Un ejemplo lo encontramos
en la colección del Museo de Arte Colonial de Bogotá: un sofá del siglo XVIII que posee
en su estructura este tipo de decoración a la manera de las chinerías que demandaba el
mercado del momento.
España
España también publicó sobre este tema uno de los libros más difundidos y
consultados en la época: el Tratado de Barnices, y Charoles. Es una traducción del
francés que realiza el Dr. Francisco Vicente Orellana, presbítero, quien fue Maestro en
Artes en la Universidad de Valencia. Publicado en 1755, está dedicado a la Academia de
Valencia de las tres bellas artes: Pintura, Escultura y Arquitectura. Con esta publicación
España, que no había sido pionera en el trabajo con la laca o el barniz, buscaba estar al
nivel del conocimiento que se impartía en academias como las de Roma, París y Londres.
El libro destaca la importancia de este saber técnico y científico y la paciencia y
constancia que hay que tener para dominarlo. El primer capítulo trata del origen del
barniz de la China en Europa, se centra en una explicación sobre este barniz oriental y
seguidamente el tratado plantea lo mismo respecto al barniz del Japón. En el capítulo
XIII, titulado Barniz mas parecido entre todos al de la China, evidencia la constante
búsqueda de la receta mágica que permita obtener esa calidad de resistencia,
impermeabilidad, dureza y brillo que brindaba la laca China. Trata del descubrimiento
Este reloj posee mecanismo inglés con la siguiente inscripción: “Robt y Petr Higos, London”.
Colección del Museo de Arte Colonial, Bogotá.
74
99
de dos materiales: el “chiaram” y el “aceyte”, que juntos y con sus propiedades reunían
las bases para lograr el buscado barniz, destacando:
[…] los dos se secan, aunque con alguna tardanza. Y para lograr un betún
semejante, asi en sustancia, como calidad en Europa al Chiaram, o Chie, no
hay como en la Trementina común. La de Venecia, ni la de Chipre no
igualan, por ser mas viscosas, y grasas, que Chiaram, y el Chie, ni se secan
tan fácilmente, sino es quitandoles por cocimiento aquella gran viscosidad
que tienen: pero nunca o con dificultad se logra, sino es añadiéndoles
alguna Goma menos grasa, y mas dispuesta a endurecerse…75
Se continua con una explicación sobre las propiedades de cada uno de los
materiales y el porqué son buenos para configurar el barniz. Después desarrolla el
proceso químico que se debe adelantar con ellos, no sin antes advertir que si se altera la
receta no saldrá el barniz, culminando este proceso diciendo:
100
Pongase dentro del aceyte de Linaza cocido, y purgado, por tiempo de
una, o dos horas, que cuezca hasta que levantando con un palo mojado
del Barniz, no cae goteado, sino hilo a hilo siguiendo el palo, sin
separarse, ni romperse, y aora es cuando tiene ya la consistencia para
secarse. Y para que seque mas presto, hay quien echa con el Litargirio un
poco de Caparros de Alemania. Y por último, cuanto menos tenga de
aceyte el Barniz, tanto será mas secante, mas duro, y mas inalterable,
como lo es el de la China.76
En seguida aborda la práctica de aplicarlo, siempre con recomendaciones para
saber escoger la materia sobre la cual se va aplicar el barniz como lo hacen en la China, o
“Si se quiere que el Barniz quede igual, y negro de color terciopelado, como el que se ve
en las piezas de la China, se ha de dar primero el pie de negro a la madera”.77 Es evidente
75Francisco
Vicente Orellana, Tratado de Barnices y Charoles. Facsímil de 1755 (Valladolid:
Editorial MAXTOR, 2006), 42 y 43.
76 Francisco Vicente Orellana, óp. cit., 44 y 45.
77 Francisco Vicente Orellana, óp. cit., 46
que no se trata de inventar un barniz o laca: se trata, por todos los medios, de imitar lo
producido en Oriente.
En el capítulo relacionado con el proceso de cocción de los barnices, uno de los
procedimientos más delicados, se dedica un aparte exclusivo a lograr el barniz de la
China. Una de estas recetas propone:
Barniz de la China: Aceyte de Espliego legítimo ocho onzas, Sandaraca en
polvos, y destemplado todo a fuego lento, y así caliente se da una mano a la
labor, y se dexa secar; y se hace este otro barniz. Espíritu de vino rectificado,
veinte y seis onzas, goma laca fina dos onzas, Grasilla, todo hecho polvos,
echese en el espíritu en una redoma a disolver en Baño María; seco después
de disuelto cuelalo en otra redoma, y con este barniz se templarán los
colores que quisieres dar, y se darán sobre la mano que se dio con el otro
Barniz una mano, y en estando se bruñirá, y pulirá; luego se dará otra mano
con el Barniz líquido sin estar mezclado con el dicho color, y en secándose
bruñirle, y se darán las manos que quisieres, atendiendo siempre a que
quede liso, y
bruñido.78
Así, a lo largo del tratado en cada uno de los capítulos las recetas aluden a lograr
la mejor imitación.
El barniz de Pasto y su relación con Oriente
La nominación de “barniz de Pasto” fue asignada a un procedimiento técnicoartístico que en el transcurso de los siglos XVI al XVIII tuvo su centro de desarrollo en lo
que actualmente es el sur de la actual Colombia y el norte del Ecuador, como se explicará
más adelante. Esta región se conectó culturalmente y comercialmente con Europa y
Oriente bien a través del puerto del Callao y los Andes del Perú, Ecuador y Colombia, o
bien a través del puerto de Guayaquil.79
Dos épocas de trabajo artístico con el barniz de Pasto podemos reconocer en el
Nuevo Reino de Granada. Dos épocas en que las obras de barniz tienen una conexión
Francisco Vicente Orellana, óp. cit., 71 y 72.
A partir de la ruta comercial que inicia el Galeón de Manila 1571 – 1815, tempranamente se
establecen los puertos comerciales que articulan un itinerario por el Pacífico.
78
79
101
diferente en su relación con el arte oriental. La primera corresponde a los siglos XVI y
XVII en la que se observa un interés por el desarrollo de la técnica y la configuración de
objetos con elaborados diseños ornamentales y complejos programas iconográficos.
Obras que en la mayoría de los casos fueron encargadas por miembros de la Iglesia y
funcionarios del Estado. Al parecer no se trató de imitar el arte oriental sino más bien de
potenciar las cualidades del barniz similares a lo que se producía en China con la laca o
los objetos europeos con materiales preciosos. En la segunda época, siglo XVIII, se
trabajaron objetos barnizados con mopa-mopa. En la mayoría de los casos, esta
ornamentación imitó diversos programas formales, especialmente los de la China, y
buscaba dar una cierta apariencia oriental a los objetos con el fin de comercializarlos,
perdiendo su potencial sagrado.
Para comprender mejor lo
dicho se presenta ahora una
reflexión sobre la definición y
desarrollo del barniz de Pasto.
102
Definición80
El trabajo artesanal con el
barniz, al parecer, data de épocas
prehispánicas. Lo utilizaron las
comunidades asentadas en un
Escritorio arquilla
Detalle exterior de recubrimiento en barniz de Pasto
Siglo XVIII
Colección Museo Colonial, Bogotá D. C.
Fotografía: © María del Pilar López
amplio
entorno
alrededor
de
Mocoa, actual departamento de
Putumayo al sur de Colombia. El
barniz
de
Pasto
es
un
recubrimiento en forma de membrana impermeable y aislante, que se aplica a la superficie
de una gran diversidad de objetos de madera y sirve a su vez como ornamento.81
Gran parte del texto que hace referencia a la historia de la técnica del Barniz de Pasto se
presentó en el Simposio Internacional Arte Quiteño más allá de Quito, publicado por la autora
en las memorias del simposio en el capítulo “Quito entre lo prehispánico y lo colonial: el arte del
Barniz de Pasto” (Quito: FONSAL, 2010), 44 a 63.
80
Dada su similitud en los acabados que se obtienen con lacas y barnices, vale la
pena recordar las definiciones que se recogen en el Diccionario de Autoridades sobre
estas dos técnicas:
Laca es una goma, que arrojan ciertos árboles del País de Sián y Pegú.
Mathiolo juzga que efta goma es la que los Latinos llaman Cáncamo, y es
una goma roxa, que fe trahe de la Arabia, tranfparente, y que fe parece a
la Mytrha, y fe coge de un árbol, de quien no fe fabe el nombre. Hai otra
mui preciofa, y de color mui roxo, que fe trahe de la China, y efta fe le dio
el nombre a todas las demás, porque los Chinos la llaman Laca, y firve u
es el principal material del Lacre, que los Extranjeros llaman Cera de
Efpaña.82
Con respecto al barniz se dice:
Barniz es liquor compuefto de gomas y aguas efpiritofas liquidado a fuego
lento, o al sol, para bañar y dar luftre y efplendor a las cofas: como a la
pintura, al hierro. Covarrivias y otros dicen que viene del Latino Vernix, que
significa la goma del Enebro, por fer efta goma de la que fe hace
regularmente el barniz. (ibíd.)
Tradicionalmente, el barniz se ha reconocido como la disolución de una o más
sustancias resinosas en un líquido que al contacto con el aire se volatiliza o se deseca. Se
aplica a las pinturas, maderas y otras cosas con objeto de preservarlas de la acción de la
atmósfera, del polvo y para que adquieran una superficie lustrosa. La forma de aplicarlo
es por medio de capas, unas sobre otras, dadas con pincel.
Se conocen también objetos metálicos en colecciones privadas con recubrimiento de Barniz de
Pasto. En el Archivo General de la Nación algunos expedientes nombran objetos de vidrio
barnizado con mopa-mopa.
82 Diccionario de Autoridades. Edición facsímil, Tomo II (Madrid: Gredos, 1990), 344.
81
103
Para el caso del barniz de Pasto, la materia primase extrae de la resina que brota
de la planta elaeagias pastoensis, de la familia de las Rubiaceas, conocida como mopa–
mopa,83
que
según
parece
significa
“cubrimiento-cubrimiento”.
Se
aplica
superponiendo capas de membranas sobre madera bajo la tradición pictórica,
obteniendo una superficie impermeable, resistente y brillante similar a la calidad de la
laca china y a los barnices europeos. Actualmente todavía en San Juan de Pasto, capital
del Departamento de Nariño en el sur de Colombia, se trabaja el recubrimiento de
objetos de madera con la resina del mopa–mopa, a la que se le denominó desde el siglo
XVI “barniz”, nombre impuesto desde los inicios de la Colonia dada su similar
apariencia y calidad a técnicas muy apreciadas y costosas de la época.
Más allá de la frontera, el recubrimiento con resina se utilizó a lo largo de la
región Andina entre el sur de Colombia y el sur de Perú. Sin embargo, es un hecho que,
entrado el siglo XVIII, se ha considerado un trabajo exclusivo de los artesanos de San
Juan de Pasto. No en vano todos los viajeros y cronistas de esta época que recorrieron la
104
parte nor-occidental de Sur América nombraron el arte del barniz como un arte original
de la ciudad de Pasto. Por ello el “barniz de Pasto” lleva dentro de su nombre esta
identificación geográfica tan puntual y así se le reconoce desde el siglo XVIII.
El barniz de Pasto en los siglos XVI y XVII
La presencia de la membrana de barniz
Existieron tres fases de desarrollo de la técnica del barniz de Pasto: las dos
primeras se dieron en la etapa prehispánica y la tercera es producto de la presencia
española a partir del descubrimiento, periodo en el que se estableció la conexión con
Oriente.
El trabajo artístico del barniz, aún en su tercera fase, nunca se desconectó de la
región que articula Nariño, Putumayo y Caquetá, y particularmente del poblado más
importante, San Juan de Pasto, dado que allí se encontraba la fuente de la materia prima.
Y es, tanto en Pasto como en Quito, en relación al arte del barniz, donde seguramente se
Árbol o arbusto de 4 metros de altura de promedio, hojas opuestas cuya forma es elíptica y
oblonga entre 16 y 25 centímetros de longitud dependiendo de donde se desarrolle, con haz
brillante y en el envés unas papilas muy pequeñas. De las yemas foliares terminales y estípulas
segrega una resina de color verde oliva brillante que al contacto con el aire se solidifica.
83
produjo el afortunado encuentro entre las culturas española e indígena.84 De Quito
tenemos información de primera mano: la tapa de una arquilla con la inscripción “facto
in Quito 1709”85 y el nombre de un pintor de barniz activo a finales del siglo XVIII,
“Casimiro Benavides barnizador 1768”.86 Contamos además con las ricas colecciones de
los museos de Jijón y Caamaño, Banco Central del Ecuador, Museo de Arte Colonial de
Quito, Museo de la Ciudad de Quito y Museo de San Francisco de Quito.
De Pasto, se halla una gran cantidad de datos documentados que desde el siglo
XVII hacen referencia a nombres de pintores de barniz y tiendas en donde se vendía la
resina, así como innumerables objetos barnizados como marcos, escritorios, armarios,
bufetillos, bandejas, bateas, vasos, zuecos, cajas, piezas de cocina y en especial obras
relacionadas con la actividad del arte de la escultura como los pesebres, 87 frontales de
altar y retablos. Registros que muestran la importancia de esta actividad. No se incluye
la ciudad de Lima o el Corregimiento de Cuenca, destacados centros artesanales, ya que
los estudios sobre instituciones gremiales desde la conquista que han realizado
Francisco Quiroz y Jesús Paniagua Pérez, respectivamente, no arrojan información
sobre la presencia de pintores de barniz. Posiblemente es en Quito,88 a través de los
talleres de artes de oficios que tenían las órdenes religiosas, como la de los franciscanos
para formar al indígena, en donde coincidieron desde fechas muy tempranas los
pintores de queros con los pintores de escultura.89
María del Pilar López Pérez, “El Barniz de Pasto: encuentro entre tradiciones locales y
foráneas que han dado identidad a la región Andina del sur de Colombia”, en Patrimonio
Cultural e Identidad (España: Ministerio de Cultura de España, 2006), 227.
85 Nina Friedemann, “El Barniz de Pasto: arte y rito milenario” (1985) Revista Lámpara 96, Vol.
XXIII (1985): 20.
86 Oswaldo Granda, Mito y arte prehispánico en los Andes (México: Instituto Latinoamericano
de Investigaciones Estéticas – Universidad de Nariño, 1998).
87 En el Museo de El Chicó en Bogotá se encuentran tres esculturas a caballo, de buen tamaño y
de factura poco refinada.
88 Aunque hay que comprobarlo con más datos, esto lo sostenemos de todas maneras, aun
habiendo consultado el excelente y reciente trabajo de Carmen Fernández-Salvador y Alfredo
Costales Samaniego “Arte Colonial Quiteño – Renovado enfoque y Nuevos Actores”, pues
creemos que todavía hay mucho camino por recorrer.
89 López, óp. cit.
84
105
106
Escritorio con recubrimiento en barniz de Pasto y detalle interior de la tapa superior
Finales del siglo XVII
Colección Museo Casa Mosquera, Popayán
Fotografías: © María del Pilar López
Muestras de resina mopa-mopa en sus diferentes fases de preparación:
1. Cogollos de resina sueltos.
2. Resina compactada sin
limpiar.
3. Masas resinosas limpias y
raspadas.
4. Masa resinosa limpia,
elástica en forma de melcocha.
5. Masas resinosas tinturadas.
Colección particular
Bogotá D.C., Colombia
Fotografía:
© María del Pilar López
Las obras coloniales realizadas en barniz de Pasto, sobre todo las que
corresponden a la etapa temprana de la segunda mitad del siglo XVI, pertenecen a
trabajos de gran calidad técnica y de una compleja iconografía. Se requería de un pintor
con buena formación en el campo técnico y teórico para desarrollar los trabajos que se
hicieron durante la Colonia, esencialmente bajo la Casa de Austria. 90 Aunque es
conocido que la obra está afectada en gran medida por quien la encarga, sin embargo en
el desarrollo técnico y de contenido el aporte del artista era fundamental.
Fue durante esta fase que la aplicación de la resina del mopa-mopa constituye un
procedimiento más complejo y elaborado. Son varios los autores que detallan con gran
cuidado la técnica. Todos ellos destacan la propiedad de la resina para tornarse en una
membrana: Alexander von Humboldt sobre El barniz de Pasto (1801), las descripciones
que hace don Miguel de Santisteban en Mil Leguas por América (1992), el padre Juan
de Velasco en La Colonia y la República (1960), y entre muchos otros los escritos de La
Comisión Coreográfica en “Plantas útiles de la Nueva Granada 1858 –1859”, documento
manuscrito que, entre tachones y notas al margen, da cuenta de todo el proceso.
Antes de emplearse este producto como barniz, ya ha debido pasar por las
preparaciones que lo adaptan al propósito artístico, despojándolo de sus impurezas y
dándole la ductilidad y elasticidad de que carece. Se obtiene este noble material
poniendo en agua caliente pequeñas porciones de resina y sometiéndolas a una larga
masticación y reblandecimiento alternativo en el agua caliente. Por este medio las
yemas, restos de estípulas y demás impurezas que el agua al reblandecerla no hubiera
podido desprender, salen triturados en la saliva. El agua de interposición y la acción
disolvente de la saliva en las prolongadas masticaciones le quitan su fragilidad y la
transforman en una sustancia que, después de calentada, es maleable y elástica y puede
extenderse ya en hilos, ya en láminas finas y delgadas. Su brillo vidrioso naturalmente
ha cambiado con la disminución de intensidad en su color verde. Por último, en este
estado se somete la resina a la tintura de los colores más empleados en los barnices.91
Constantino Gañán Medina, Técnicas y evolución de la imaginería policroma en Sevilla (Sevilla:
Universidad de Sevilla, 1999). Francis Haskell, Patronos y pintores (Madrid: Cátedra, 1984).
91 Biblioteca Nacional de Colombia, Comisión Corográfica, “Plantas Útiles de La Nueva
Granada año 1858 – 1859”. Índice 1, Caja Triana – 1, Pieza 1, Fols. 1 – 20.
90
107
Los procedimientos técnicos que se utilizaban en América se asemejaban al
conocimiento y práctica que tenía un pintor de escultura en España. Pareciera que
todos los pasos que sigue el pintor de barniz se ajustaran a los pasos del pintor de
escultura o antiguo imaginero. En la cultura del inca los llimpec fueron artistas que
pintaban en paredes, en mates y en queros. Para el recubrimiento de estos últimos
objetos, ellos utilizaron como procedimiento técnico una masa que se limpiaba, se
tinturaba y se aplicaba en capas por medio de presión, fijándola finalmente por medio
de una fuente de calor. Vemos una gran similitud a lo que se desarrolló con la resina
mopa-mopa a raíz de la presencia española en la región. La diferencia radica en que ya
no fue una masa que se aplicaba por presión, pues el español, de pequeños trozos de
resina coloreada, obtenía al estirarlos membranas muy finas que con las que, al
superponerse por capas, se lograba diversos matices. Sin embargo, estas membranas se
fijaban con calor, del mismo modo como lo hacían los llimpec, y de ellas se recortaron
las figuras con las que se elaboraron los programas iconográficos.
Fueron muchos los pintores de escultura que se establecieron en los nuevos
108 reinos debido a la gran demanda de este arte, ya fueran sacerdotes, legos o artesanos de
la sociedad civil. En cualquiera de los casos, el pintor llegado a las nuevas tierras, con
toda seguridad, no se pondría a mascar y ensalivar la resina. El trabajo conjunto, en ese
proceso de encuentro entre indígena y español, dio como resultado el conocido arte del
barniz de Pasto, procedimiento que requiere de una base de preparación, yeso en un
caso y una capa fina de resina en otro. En segunda instancia, una capa de bol o tierras
grasas con un recubrimiento pincelado de cola de pescado sobre la que se dispondrá el
pan de oro o la laminilla de plata. Y, en el otro caso, una capa de figuras recortadas
sobre las que se colocará de igual manera la laminilla de plata. Para dar acabado a la
superficie se procedió a aplicar en un caso la pintura y en el otro caso una nueva capa
con la membrana de barniz. Los acabados finales corresponden a detalles donde la
pintura española recurre al estofado y el grabado y en el caso del barniz a potencializar
la transparencia de la resina y aplicar pequeñísimas masitas o recortes de membrana
para precisar los detalles. Como parte del conocimiento que debía dominar un pintor de
escultura, se desarrollaron las técnicas de enmascaramiento manifiestas en las
encarnaduras y estofados; pero también dominaba técnicas de imitación, metalización
de la superficie, manejo de pátinas y técnicas para realzar las cualidades de la materia
en las que se utilizaban colorantes, barnices y resinas..92
Es así como el pintor de escultura estaba familiarizado tanto con los materiales
como con los diferentes pasos que se utilizaron en la pintura del barniz de Pasto, los
mismos procedimientos que los especialistas llimpec utilizaron. En conclusión, el elemento
diferenciador entre los dos procedimientos es que la membrana reemplaza a la pintura
aplicada con pincel sobre la escultura o sobre algún objeto. Vale la pena destacar algunas
referencias históricas que permiten aproximarnos al tema con mayor perspectiva.
109
Escritorio arquilla
Vista general y vista posterior acabado con recubrimiento de Barniz de Pasto
Siglo XVIII
Colección Museo de Arte Colonial, Bogotá D. C. (Colombia)
Fotografía: © María del Pilar López
Los primeros talleres de enseñanza de las artes mecánicas93
Las comunidades religiosas se convirtieron en los primeros centros de formación
y producción artística en las incipientes ciudades que surgieron durante el siglo XVI en
el nuevo mundo. Desde fechas muy tempranas al descubrimiento, tanto los civiles como
Ver Constantino Gañán Medina, óp. cit.; Francis Haskell, óp. cit.; Julián Gállego, Visión y
símbolos en la pintura española del Siglo de Oro (Madrid: Cátedra, 1991); Andrés Llordén, O.
S. A., Escultores y entalladores malagueños (Ávila: Editorial y Gráficas Senén Martín, 1960).
92
Un dibujo de Achille Sirouy de los artesanos del barniz de Pasto en su taller (en Édouard
François André “L´ Amérique equinoxiale”, en “Le Tour du monde”, 1879) se puede observar en:
“Las artes decorativas en América Latina 1492-1820” en Mitchell A. Codding, Revelaciones – las
artes en América Latina 1492-1820 (Fondo de Cultura Económica – Antiguo Colegio de San
Ildefonso –Fhiladelphia Museum of Art – Los Angeles County Museum of Art, 2007), 107.
93
los religiosos se dieron cuenta que para impulsar el proyecto del Estado español e
incorporar al indígena a la cultura cristiana católica era necesario educar a los nuevos
vasallos de la Corona de Castilla. Es así como el programa educativo se acoge a una
política de Estado no siendo exclusiva de la competencia de la Iglesia. Como ejemplo,
los Reyes Católicos dieron orden de que en cada población, y anexa a la iglesia, se
abriera una escuela para enseñar a los niños. Igualmente, Carlos I en 1526 emitía una
real cédula que decía:
…que se traigan algunos indios niños de los más principales y de mas
habilidad y capacidad para que los mandemos mostrar en monasterios y
colegios después de instruidos y bien enseñados en las cosas de nuestra
santa fe católica y la hayan bien entendido y estén puestos en policía y en
manera de vivir y en orden y razón, vuelvan a sus tierras e instruyan a
sus naturales en lo uno y en lo otro porque ha parecido que de éstos
tomarán y les imprimirán mejor cualquier cosa que de otra persona
alguna y de esta causa harán mucho fruto.94
110
En 1544, en el Nuevo Reino de Granada, el religioso dominico Pablo de Torres
dirigiéndose al príncipe don Felipe, futuro rey de España, expresaba su desacuerdo al
permitir que los indígenas aprendieran artes mecánicas, “los cuales se debían dedicar
exclusivamente a servir a Dios, a obedecer al rey y a practicar la agricultura”. El príncipe le
hizo saber: “…lo provechoso del aprendizaje de las artes mecánicas siempre que no le
impidiera a los nativos la asistencia a la catequesis”.95 Como lo expresa Kobayashi “la
educación propuesta no se limitaba a la instrucción religiosa sino que se extendía a la
cultura” (óp. cit.). Y más aún, se recurrió al indígena como maestro de indígenas, según el
ideal educativo que practicaron principalmente los religiosos franciscanos.
Fue un recurso y una finalidad que los religiosos utilizaran diferentes medios y
contenidos pedagógicos para incorporar a la nueva población indígena a la religión, y a
la cultura cristiana. La música, la pintura y el teatro fueron medios que se impartieron
José María Kobayashi, La educación como conquista, empresa franciscana en México
(México: El Colegio de México, 1997), 158-159.
95 Pedro Borges, Misión y civilización en América (Madrid: Editorial Alhambra, 1986), 219.
94
con éxito principalmente en las dos sedes virreinales. Se
cantó el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo. Respecto
a la pintura, varias comunidades se valieron de este
medio como recurso visual para evangelizar. De pintar
cerámicas, telas como mantas y elementos que formaban
parte del atuendo, se pasó a pintar lienzos y superficies
con diferentes soportes.
Los agustinos, dominicos y franciscanos fueron los
primeros impulsores de esta práctica. Son conocidas las
obras del padre Pedro de Gante, franciscano, luego
Provincial de Flandes, quien con su empeño y orientación le
enseñó a miles de indios en México los oficios de pintor,
escultor, carpintero, herrero, sastre y zapatero, entre otros.
También, en el Virreinato del Perú, Fray Luis Jerónimo de
Oré organiza la práctica de la catequesis, en la que se destaca
la importancia que le dio al canto y a la música, llegando a
estar reglamentada en el III Concilio Límense en el que se
dispuso que en cada doctrina hubiese una escuela para
muchachos indígenas, donde se les enseñara a leer, escribir y
a cantar. Igualmente, son famosos los talleres de la
comunidad de los franciscanos en Quito en tiempos de Fray
Jodoco Rique y Fray Pedro Gocial. En el Nuevo Reino de
Granada, de igual manera, estos primeros talleres sirvieron
para formar principalmente a indígenas y fueron los
primeros centros en donde surgió un arte local.
El ejemplo de Quito y Pasto
En el caso particular de Quito, se dio un proceso
en el que los artistas y artesanos que llegaron a esas
tierras tuvieron ese primer contacto con los artistas
locales. Tenemos conocimiento que desde fechas muy
Escritorio. Perteneció a Francisco
Maldonado y Mendoza
Año 1583
Vista general y detalle del interior
de la tapa frontal en la que se
observa el escudo de familia sobre
la Cruz de Santiago, con la leyenda
“Para el Señor don Francisco
Maldonado y Mendoza – 1583”.
El escudo lo enmarcan dos leones
rampantes coronados. En la parte
inferior en cada una de las esquinas
un caballero armado se enfrenta a
un oso parado.
Colección Palacio de Nariño.
Bogotá D. C., Colombia
Fotografías:
© María del Pilar López
111
tempranas, los colegios de evangelización y por extensión de enseñanza artística,
desempeñaron un papel fundamental. El Colegio de San Juan Evangelista y
posteriormente el Colegio de San Andrés, los dos en la primera mitad del siglo XVI,
estuvieron orientados por dos padres franciscanos de origen flamenco (Bélgica), Fray
Jodoco Rique y Fray Pedro Gocial. El primero formado en derecho civil y canónico,
matemáticas, arquitectura y anatomía, fue quien recibió a los franciscanos que
arribaron a Quito en 1548, ordenando a Pedro de Rodenas a organizar una de las siete
casas o parroquias: el Convento Franciscano de San Juan de Pasto. El segundo,
apodado “Pedro Pintor”, formó indígenas como “perfectos pintores, escritores y
apuntadores de libros”.96
El Colegio de San Andrés se favoreció por Real Cédula de 1555, por la cual se le
declaraba de Patronato Real, garantizando su estabilidad económica. Aunque su
proyecto central fomentó la formación en la doctrina cristiana, el canto llano, la lectura
y la escritura, otros espacios de actividades artísticas y oficios completaron sus
112
programas: albañilería, carpintería, barbería, platería, pintura y la fabricación de tejas y
ladrillos, entre otros.
Se formaron criollos huérfanos, mestizos e indios, preocupándose por instruir a
los hijos de los caciques, quienes se desempeñaron además como profesores, influyendo
positivamente a muchas comunidades de indígenas de acuerdo a los criterios de y a lo
esperado por la Iglesia.97
Desde su fundación, el convento mantuvo una cercanía con los otros centros, con los
cuales seguramente existió una mutua y permanente colaboración. Son muchas las noticias
que están consignadas en los documentos sobre este tema. Fue muy común el
desplazamiento constante de artistas de Quito a otras ciudades cercanas, en las cuales se
permanecía trabajando entre cinco y sesenta días promedio; de esta manera se prestaba el
servicio a los otros centros religiosos, extendiéndose posteriormente a las ciudades.
Fray José María Vargas, O.P., Patrimonio Artístico Ecuatoriano (Quito: Fundación Fray José
María Vargas, 2005), 21.
96
97
Vargas, óp. cit., 19-20.
Con relación al arte del barniz se pueden hacer las siguientes reflexiones: es en
Quito y no en Pasto donde primero se establecen las escuelas de artes mecánicas, donde
se reconocía las experiencias y el saber del otro y en donde se encontraron los pintores
de escultura españoles y los pintores de queros indígenas. Esto se explica debido a que
en las regiones de Tungurahua, Cañar y Azuay se elaboraron los queros o vasos
ceremoniales para el dirigente del Imperio Inca, y Tisaleo y Cañar se destacan por ser
dos de los centros más importantes de producción, todos ubicados en territorio
ecuatoriano. El conocimiento que manejaban los artistas de estos centros se fue
concentrando en las primeras ciudades fundadas por los españoles propiciándose una
reorganización de la actividad artística.
Por el contrario, en el sur de Colombia, región de Nariño y Putumayo, no se han
encontrado queros ni otros objetos de madera trabajados con técnicas pictóricas
similares a las que desarrollaron los llimpec o pintores de queros.98 Podríamos afirmar,
por el momento, que es Quito la ciudad que recoge una experiencia tanto local como
foránea y reconfigura los procedimientos técnicos que identifican la presencia de la
membrana en el arte del barniz de Pasto. En todo caso, sobre el tema hay mucho que
verificar para dar por cierto lo anteriormente expuesto.
En los siglos XVI y XVII, la resina del barniz de Pasto se valoró a semejanza de
las lacas y otros materiales europeos, asignándole la condición de material noble a
semejanza del oro, la plata y las piedras cuya naturaleza es preciosa. Así se hicieron
copones barnizados con mopa-mopa para guardar la sagrada hostia, atriles en los que
se depositó el libro sagrado de La Biblia, arcas para guardar los ornamentos litúrgicos y
cajas o escritorios en los que se depositaron testimonios sobre la limpieza de sangre de
personas y familias.
Fueron variados los temas trabajados en el arte del barniz de Pasto,
principalmente piezas suntuarias que formaron parte de colecciones de personas
prestantes y miembros de la Iglesia. Los programas iconográficos están relacionados
con la religión, con la moral, con el Estado, con la caza, con el galanteo, con refranes y
Se revisaron los escritos de arqueólogos, informes del ICANH, publicaciones de la Universidad
de Nariño y las colecciones del Museo Nacional de Colombia, Museo del Oro, Museo del Banco
de la República en Pasto y museos regionales de Nariño.
98
113
adivinanzas, todos acompañados de ricos follajes y todos con importantes contenidos
donde las imágenes recrean valores y símbolos.
Las fuentes de las imágenes corresponden, entre otras, a la tradición de la memoria
y la base de formación de los artistas, las estampas y los mismos objetos de uso que
circulaban en la época. En todo ello el comercio desempeñó un papel fundamental.99 En las
estampas lúdicas, desde el siglo XV, se venían representando animales, plantas, juegos de
adivinanza, diferentes posturas de los seres vivos así como sus atuendos y atributos. 100
Igual importancia tuvieron las estampas religiosas, imágenes reguladas a partir del
Concilio de Trento que formaron parte del acervo de los pintores.
Por lo anterior es que, en el siglo XVI, al artista del barniz se le reconoció como
pintor, pues además de dominar el dibujo, la composición y la técnica de la luz y del
color, tenía que saber interpretar los encargos en términos de imagen y contenido.
El barniz de Pasto en el siglo XVIII
114
Con
político
el
a
cambio
partir
del
gobierno de la Casa Borbón,
la
reforma
del
trabajo
gremial que afecta el oficio
artístico
y
la
apertura
comercial, el arte realizado
con el barniz de Pasto se
Cofre
Recubrimiento en barniz de Pasto y herrajes en plata
Siglo XVIII
Colección particular
Bogotá D. C.
Fotografía: © María del Pilar López
99
afectó.
Siendo
un
manual,
cuyo
proceso
elaboración
condiciones
requería
no
Ibíd.
y
de
muy
favorables al imaginario de
Agustí Duran-Sanpere, Grabados populares españoles (Barcelona: Gustavo Gili, 1971).
100
arte
la Ilustración, los documentos revelan un rechazo y poco aprecio hacia las obras de
barniz por parte de la sociedad ilustrada que conformaba la élite social de la época.
Se dejaron de realizar obras que implicaban una gran dificultad técnica y un
elaborado grado de significación. Se podría afirmar que el recurso del barniz de Pasto se
buscó en la medida en que con él se podía imitar las piezas chinas y orientales, en
particular las elaboradas en porcelana. Bandejas, cajas, mobiliario y otros elementos
incorporaron en su forma, temáticas y acabados, algún rasgo del Oriente.
Los diseños ornamentales se simplificaron predominando las flores, los follajes y
los pájaros. Pero, por otro lado, las formas de los objetos tratan de aludir a las
estructuras arquitectónicas o a composiciones de elementos escultóricos-artísticos
propios de la China. Ejemplos de ello se observan en varias piezas que descansan sobre
bases oscuras de fondo negro, imitando los soportes de ébano orientales. Estos
soportes, al igual que las piezas, se trabajaron con barniz de Pasto. De otra parte, los
follajes fueron simples, delicados, cuya disposición sobre la superficie alude a una
115
estructura formal propia del
producto
proveniente
del
Oriente.
De esta manera, en el
siglo XVIII, con el barniz se
lograron embellecer los objetos
comunes, e igualmente se logró
dar mayor calidad y nobleza a
las
piezas
elaboradas
con
materiales no nobles al tratar de
asemejarlos al acabado de la
laca tan apreciado por esa época
en
Europa,
pero
nunca se
alcanzó el esplendor que tuvo
este arte durante los dos siglos
anteriores.
Caja
Recubrimiento en barniz de Pasto.
Su diseño alude a estéticas orientales. En la parte inferior
se recrea una base de ébano.
Siglo XVIII
Colección particular.
Bogotá D. C.
Fotografía: © María del Pilar López
Reflexión final
Es claro que tanto en Oriente como en Europa la tradición del uso de la laca y
otras técnicas artísticas de recubrimiento formó parte del medio cultural desde mucho
tiempo antes al descubrimiento de América. Seguramente esta tradición permitió
reconocer el potencial que tenía la resina mopa-mopa para desarrollar un arte con gran
similitud a lo que ofrecía Europa en sus obras, cualidades formales y acabado artístico.
Es así como los primeros trabajos realizados con el acabado del barniz de Pasto se
reconocen como hechos por pintores de barniz, lo cual permitía que se desarrollara una
obra de gran complejidad formal y de contenido simbólico.
Así, en los siglos XVI y XVII, todo lo realizado con acabado de mopa-mopa
estuvo desprovisto de toda influencia oriental, revelando las cualidades que el material
y la técnica ofrecían para los artistas. Además, se puede destacar el alto valor de
significación que representó para los dos estamentos que gobernaban la sociedad: la
Iglesia y el Estado. Por extensión, este material, para estos estamentos, formó parte de
116
la simbología que tenían los metales, las piedras preciosas y los hermosos tejidos; una
tradición ancestral que recoge La Biblia respecto al simbolismo de los materiales. En
cambio, en el siglo XVIII, la transformación cultural de la sociedad reorientó los valores
hacia lo que estaba de moda, como las chinerías, y a lo que brindaba un beneficio
económico, afectándose profundamente el arte de barniz de Pasto de la cultura oriental,
perdiendo su carácter espiritual y reduciéndolo a un bien de consumo.
Detalle del interior
de la tapa superior
de un arca
Se observa el
Águila Bicéfala
coronada con la
inscripción en el
pecho IHS
(invertida)
Siglo XVII
Colección
particular
Bogotá D. C.
Fotografía:
© María del Pilar
López
Arca
Con recubrimiento de Barniz de Pasto, temas canasta con flores y otros follajes
Siglo XVIII
Colección particular
Bogotá D. C.
Fotografía: © María del Pilar López
117
MUSEO COLONIAL Y MUSEO SANTA CLARA
TABLA DE CONTENIDO
Museo Colonial
Carrera 6 # 9 – 77
Bogotá D. C., Colombia
Teléfono: +57.1.3416017
www.museocolonial.gov.co
[email protected]
Facebook: /MuseoArteColonial
Twitter: @museocolonial
Museo Santa Clara
Carrera 8 # 8 – 91
Bogotá D. C., Colombia
Teléfono: +57.1.3376762
www.museoiglesiasantaclara.gov.co
[email protected]
Facebook: /MISantaClara
Twitter: @MIStaClara
©Ministerio de Cultura.
Primera edición, 2013
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