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Escuela de padres Educación de la amistad Educación de la amistad La virtud de la amistad La educación de la amistad en la vida familiar Evaluación personal y familiar Planes de acción educativa La virtud de la amistad Una persona vive la amistad cuando llega a tener con algunas personas que ya conoce previamente por intereses comunes, un trato periódico personal nacido de la simpatía mutua, que lleva a ambos a interesarse por la persona del otro y por su mejora personal. El punto de partida de la amistad es la existencia de un interés común. El vínculo estará condicionado por los intereses mediante los cuales se haya originado. Una característica esencial de la amistad es la búsqueda del bien del otro. La amistad se refiere a una relación de intimidad. La virtud de la amistad El elemento principal es la existencia de un interés común. Los principales obstáculos son la timidez y el egoísmo. La amistad implica cierto vínculo personal recíproco. La piedra de toque será un cierto grado de madurez. La verdadera amistad desemboca en el compromiso personal. La auténtica amistad requiere un cierto grado de madurez. La educación se ha de orientar a fomentar cualidades que necesitarán. Fomentar la virtud de la generosidad y el compromiso. La virtud de la amistad No cabe amistad donde falta virtud. La lealtad es la virtud que ayuda a la persona a aceptar los vínculos. La generosidad facilita al amigo actuar a favor del otro. El pudor para la entrega de la intimidad. La comprensión ayudará a reconocer factores que influyen en el amigo. La confianza y el respeto llevan al amigo a mostrar interés en el otro. La virtud de la amistad La preocupación de los padres. El factor determinante en la elección de los amigos es el atractivo que los hijos perciben en las personas con las que se relacionan. Orientar a los hijos en el tipo de actividades que realizan. Orientar para que vaya cumpliendo sus deberes como amigo. La educación de la amistad en la vida familiar Los mayores tienden a relacionarse con los demás según criterios muy personales. Los hijos deben ver en sus padres personas dispuestas a comprometerse, a ayudar, a dar, aunque cueste, porque así la amistad es valiosa. Respeto para con las personas que entran en contacto con ellos; que valoren las opiniones y los hechos en sí más que criticar a las personas, Que sepan comprometerse. Evaluación personal y familiar Trato a las personas de mi entorno social o profesional pensando que pueden llegar a ser amigos. Soy consciente de que la amistad requiere cierta homogeneidad e intereses en común. En el trato de amistad, me preocupo por el bien del otro, no sólo por el objeto de interés común. Busco el tiempo necesario para dedicarme a mis amigos sin orillar a ninguno. Entiendo que la calidad de la amistad aumentará de acuerdo con el grado en que llegue a haber mayor intercambio de cuestiones íntimas y exista una mayor preocupación por el bien del otro. Soy consciente de que debo cuidar los límites de la amistad con personas del otro sexo. Establezco relaciones paterno-filiales con mis hijos, sabiendo que pueden surgir las condiciones para una mayor amistad con alguno de ellos Reconozco que, para ser buen amigo y para que un amigo mío cumpla bien como tal, debemos estar luchando para superarnos en virtudes humanas. Soy comprensivo y paciente evitando los comentarios negativos sobre mis amigos. Doy buen ejemplo en lo que se refiere a la preocuparme real por los problemas de mis amigos. (cfr. David ISAACS, La educación de las virtudes humanas) Planes de acción educativa Fomento que los pequeños participen en equipos, comprometiéndose con ellos. Intento crear situaciones para que los hijos puedan relacionarse con otros que comparten el mismo tipo de valores familiares. Intento lograr que los hijos vayan desarrollando un conjunto de virtudes humanas que puedan favorecer sus posibilidades de ser buenos amigos. Enseño a los pequeños a estar con los demás, a jugar con ellos, y a compartir sus intereses. Al llegar a la adolescencia les explico qué es la amistad y cómo vivirla. Acepto como natural y necesario que los adolescentes dediquen mucho tiempo a sus amigos. Intento introducir a los jóvenes en distintos grupos para que tengan posibilidad de elegir amigos. Abrimos la casa para que nuestros hijos puedan invitar a sus conocidos y amigos. Explico a los jóvenes cuáles son los límites de una relación con una persona del otro sexo. Intento cuidar a los propios amigos, no sólo porque sé que todos necesitamos amigos, sino también porque lo mejor será que los hijos de mis amigos sean amigos de mis hijos. (cfr. David ISAACS, La educación de las virtudes humanas)