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LUNA DE MIEL
Viajes
C
Capri
jugando al escondite
Es la isla preferida por todos aquellos que buscan un lugar para huir, el refugio de los elegidos. De
corazón mediterráneo y buenas maneras, este rincón de Italia varado en el mar encierra tantos encantos como tranquilidad en su ambiente. Pequeña en dimensiones y grande de espíritu. Así es Capri, eterna fuente de inspiraciones.
Texto: Silvia Roba Fotos: Remedios Valls
F
ue César Augusto el primero en descubrir los grandes valores antiestrés de que goza la isla. Tras él,
toda una pléyade de personajes, célebres como Lenin
o Julia Roberts, y anónimos, como muchos de los pasajeros
que cada día desembarcan en el puerto de la Marina, han
podido comprobar por qué a este privilegiado rincón mediterráneo todo el mundo lo llama “el refugio de los elegidos”.
Decidir pasar unos días en Capri no es una cuestión banal.
Es un capricho, y como todos los caprichos tiene un precio.
La luz, las vistas increíbles desde lo alto de alguna de sus
elevaciones montañosas, sus grutas, sus placitas casi de
cuento, mansiones... Italia se hace noble cuando se lanza de
cabeza al mar.
Paseando por sus calles, perdidos por su diminuta inmensidad, la imaginación vuela. No resulta difícil contemplar
entre fantasías al todopoderoso Augusto exclamando a los
cuatro vientos: “Quiero Capri para mí”. Una frase que cada
cual repite para sus adentros desde lo alto del mirador del
parque que lleva el nombre del emperador. La panorámica
no defrauda. Hubo un tiempo en que los autocares de los
turistas no paraban aquí, un lugar casi sagrado por desconocido en el que, posiblemente, Pablo Neruda, que también
vivió en estas tierras, encontró la inspiración. No es de extrañar que Michael Radford transformara Capri en la chile-
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na Isla Negra para rodar El Cartero y Pablo Neruda, una
apasionada historia para un escenario que siempre despierta alguna pasión.
Parece mentira que sólo cuarenta minutos en ferry basten
para escapar de las redes de la caótica Nápoles y sumergirse en un mundo donde las prisas no existen. Los ritmos
frenéticos no tienen cabida en esta isla. Quizás sólo en el
puerto, el único lugar donde parece increíble creer en las
estadísticas. En Capri viven sólo 13.000 habitantes, aunque
las cifras se disparan en temporada alta. Sus escasos 11 km2
no dan margen a la equivocación: aquí todos se conocen.
Las únicas caras extrañas son las de los forasteros. Todo el
mundo se sabe la vida de todo el mundo. El ama de casa no
puede evitar los comentarios a su paso sobre su cesta de la
compra, el guía turístico saluda a unos y otros allá donde
va, los taxistas departen mientras esperan clientes. No hace
demasiados años, los conductores de taxis aportaban la
nota de color a la isla. Sus antiguas berlinas con toldos de
rayas han dado paso a fiat descapotables último modelo.
Un significativo cambio que nos pone en alerta: Capri ya
no es lo que era. De ser refugio de unos pocos ha pasado a
ser destino de muchos. Pero sin perder sus ademanes elegantes, sus buenas maneras de chica bien, su eterno espíritu cosmopolita.
LUNA
DE MIEL
Artículo extraído de
la revista
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Viajes
Marina Grande. Puerto
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Viajes
Vistas de la isla desde el mirador del Parque Augusto
Limoncello, licor de limón
Calle comercial del centro de Capri
Tiendas de moda en el centro de Capri
Plaza de Umberto I
El viejo salón de té
Son las doce de la mañana y en la plaza de Umberto I ya no
cabe un alma. Es el punto de encuentro de habituales y extraños, algo así como la antesala de un gran museo o un
despacho de reuniones. “Es nuestro particular salón de té”,
me explica Gianfranco quien, como todos sus vecinos, ha
decidido tomarse un expresso en Al Piccolo Bar, una de las
terrazas más concurridas sea cual sea la hora, día y mes del
calendario. Presidida por la iglesia de Santo Stefano, la plaza es fiel reflejo del propio corazón de Capri. Aunque sofisticado, el centro de la isla se nos antoja desordenado, a fin
de cuentas estamos en Italia. Los vistosos escaparates con-
citan todas las miradas. Hay perfumes elaborados con flores que en otra época ya lejana cultivaron los romanos, licores de limón, sandalias artesanas, ropa con un cierto aire
hippy que se mezclan con trajes de Armani bien planchados, versaces por todas partes. En la isla de la calma también hay lugar para los excesos. Comprar, comprar y comprar siempre ha sido un lema latino, que se hace realidad
tras los cristales de tiendas que cambian de horario en función de la época del año. Si desembarcan pocos turistas,
cierran pronto; si la isla está a rebosar cualquiera puede convertirse en consumidor compulsivo hasta bien entrada la noche.
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Viajes
Pero los sofisticados establecimientos made in Italy no son
suficiente imán como para hacer olvidar el pasado señorial
de Capri. Una evocación que encontramos en fantásticas
mansiones que se conservan tal cual desde tiempos inmemoriales, villas y hoteles míticos en los que descansan multimillonarios y superestrellas de Hollywood hartas de los
paparazzi de turno. César Augusto buscó descanso, Neruda
inspiración en su exilio y Lenin tranquilidad para planear
la revolución rusa. Cuentan que hasta aquí llegó en 1908
para visitar a su amigo Gorky, que se recuperaba entonces
de una dolencia en sus pulmones. El aire de Capri le hacía
bien y su colega bolchevique no tardó en enamorarse de la
isla. Se alojó en el Quisana (hoy en día, hotel cinco estrellas) y se quedó para siempre inmortalizado en la estatua
situada junto al Parque Augusto, disfrutando desde el más
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allá de las mejores vistas.
Muy cerca de este parque se alza la Villa Jovis. Basta seguir
las indicaciones para situarse justo ante sus puertas. El paseo es largo y en cuesta, pero bien vale la pena. Está salpicado por otras villas no menos lujosas, todas ellas privadas.
Pertenecen en su mayoría a familias pudientes romanas; las
menos son de napolitanos que las emplean como segunda
residencia. Entre sus inquilinos, modistos de prestigio internacional, jugadores de fútbol, políticos retirados... Lo
más granado de la jet-set italiana con una potente tarjeta
en su cartera. La Villa Jovis no es más que el recuerdo evidente de que la nobleza siempre puso sus ojos en Capri.
Lleva casi veinte siglos en pie y todavía recuerda su viejo
esplendor, a pesar de que los bombardeos de la Segunda
Guerra Mundial la dejaran diezmada.
Villas privadas
Villas privadas
Villas privadas
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Detalle de la puerta de una villa
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Viajes
Un paseo por el mar
No nos engañemos: vivir, aunque sean sólo unos días, en
Capri no es algo que esté al alcance de todos los bolsillos.
Quienes llegan hasta aquí lo hacen con el único fin de derrochar lo que sea: el tiempo, los carretes de fotos, los
euros, las sonrisas... Una de las actividades favoritas de los
visitantes primerizos es la de hacer una excursión en barco
por los alrededores de la isla, en pleno mar. La ruta más
popular es la que se dirige hasta la Gruta Azzurra. Cuevas,
acantilados, arcos naturales y exuberante vegetación conforman un entorno sensual y voluptuoso que encuentra su
punto final en la peculiar gruta, una boca rocosa de escasa
altura en torno a la cual siempre se forma un gran alboroto.
Una especie de chiringuito flotante, con su toldo incluido,
rompe la magia del instante. Dos hombres manejan a manos llenas papel moneda. Para visitar la gruta, donde se
esconde la antigua piscina de Tiberio, hay que pagar y seguir un curioso ritual. Primer paso: saltar a una de las barquitas de remos que conducen hasta la entrada. Segundo:
agacharse con las rodillas hincadas en las mejillas para poder acceder al interior. Tercero: cerrar los ojos. La postura
resulta incómoda, pero nada es comparable a abrir los ojos
de nuevo y deslumbrarse ante la luz que se cuela sin pedir
permiso. Los rayos de sol penetran en la cueva y el mar se
tiñe de un azul intenso, casi fluorescente. Como si los dioses en los que creían los romanos la iluminasen desde el
mismo cielo.
Ruinas romanas de Villa Jovis,
al fondo, la isla.
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Artículo extraído deLUNA
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Viajes
La naturaleza no está reñida con el glamour. La visita a la
gruta o los paseos por sus jardines pueden completarse
con una velada en alguno de los restaurantes más in de la
isla, donde la pasta con frutti de mar o los carpaccio de
salmón siempre están presentes en todas las cartas. Si Capri es el corazón comercial, Anacapri, en la parte más occidental, guarda en un cajón todo lo que en la isla adquiere la categoría de sentimental. Ahí está el Capri Palace, el
mejor hotel, cuya alfombra han pisado ilustres famosos
como Richard Gere en más de una ocasión. Los personajes
del cuore con más caché siempre tienen reservada aquí
alguna habitación con vistas. Aunque para vistas, las del
Hotel Caesar Augustus, desde cuya terraza es posible contemplar la efigie del emperador-descubridor de la isla, con
el brazo en alto, sin dar órdenes, con su mirada absorta en
el mar.
En Anacapri la atmósfera nobiliaria se deja sentir no sólo
en sus albergues de lujo. También aquí hay mansiones que
encierran un pedazo de historia, como la Villa San Michele, residencia en sus tiempos de Axel Munthe, intelectual
y médico que pasó en ella largas temporadas durante los
últimos años del siglo XIX. Escritor y amante sin medida
de la naturaleza, fue él quien logró erradicar el cólera
cuando la enfermedad asoló la ciudad de Nápoles. Y lo
hizo sin pedir nada a cambio. Ese don de “dar sin recibir”
tan acorde con la propia Capri. Un rincón perdido en el
mundo, de redondeces latinas y perfume de mujer. Una
isla-escondite para dejarse ver, por muy contradictorio
que parezca. El refugio de los elegidos, la elección perfecta de los que buscan un lugar para huir.
Villa de San Michele. Museo
Villa de San Michele. Museo
Grutas en la costa
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Viajes
G
Guíaa tener
Práctica
en cuenta...
CÓMO LLEGAR
Alitalia (Telf. 902 100 32)
vuela todos los días a
Nápoles desde Madrid y
Barcelona vía Milán y
Roma (business, desde 315
euros; turista, desde 120
euros). Una vez en Nápoles
hay que coger un ferry en el
puerto de la ciudad. Tarda
unos cuarenta minutos en
llegar a Capri (sólo ida,
10,50 euros).
DÓNDE DORMIR
Caesar Augustus. Via G.
Orlandi, 4. Anacapri. Tel.
Hotel Caesar Augustus
081 837 3395. Lo mejor del
hotel, sus increíbles vistas.
Disfrutar del desayuno en
su terraza es una experiencia inolvidable. Muy romántico. Hab. doble: desde
140 euros.
Capri Palace Hotel & Spa.
Via Capodimonte, 2 B.
Anacapri. Tel. 081 978 0111.
Los programas de belleza
encuentran su complemento perfecto en la exquisita
carta de su restaurante. Sin
duda, el mejor hotel de
Anacapri. Hab. doble con
vistas al mar desde 415
euros. Un capricho de lujo
es su Suite Megaron: 150
m2, piscina y jardín.
Hotel San Michele. Via G.
ORlandi, 1. Anacapri. Tel.
081 837 1427. Sus jardines
le aportan un toque de
tranquilidad. Muy confortable. Hab. doble: desde 160
euros.
Grand Hotel Quisisana. Via
Carmerelle. Capri. Tel. 081
837 0788. Todo un clásico
en Capri al que acudían a
descansar importantes personajes de la vida social y
cultural en épocas pasadas.
Hotel Caesar Augustus
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Hab. doble: desde 290
euros.
Hotel La Palma. Via Vittorio Emanuele, 39. Capri. Tel.
081 837 0133. Junto a la
plaza Umberto I. Es el hotel
más antiguo de Capri y eso
se nota en el propio edificio, fiel reflejo de la arquitectura isleña.
DÓNDE COMER
Biberius. Via Sella Orta, 10.
Capri. Tel. 081 837 0431. La
elegancia no está reñida
con la modernidad en la
carta. Y ésa es la caracterís-
Marina Grande. Puerto
tica principal de este restaurante, que se esfuerza en
dar un toque de sofisticación a las recetas mediterráneas. La mejor elección,
el carpaccio de salmón.
Precio medio: 50 euros.
La Campannina. Via Le
Botteghe, 12. Capri. Tel. 081
837 0732. Un buen lugar
para degustar los platos
más típicos de Capri: ravioli
alla caprese y pasta con
frutti di mare. Precio medio: 35 euros.
Verginello. Via Lo Palazzo,
25. Capri. Tel. 081 837
Capri Palace Hotel & Spa
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Artículo extraído deLUNA
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Viajes
Vista de Capri al atardecer
0944. Uno de los preferidos
por los turistas. El pescado
a la plancha en aceite de
oliva tiene la ‘culpa’. Precio
medio: 30 euros.
L’Olivo. Via Capodimonte,
2 B. Anacapri. Tel. 081 978
0111. En el Hotel Capri Palace. Sencillamente, un lujo.
Precio medio: 100 euros.
QUÉ VER
Villa San Michele. Anacapri. Tel. 081 837 1401. La
antigua casa del intelectual
y médico Axel Munthe es
hoy un museo rodeado de
Capri Palace Hotel & Spa
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Vista de Capri desde el hotel Caesar Augustus
un parque natural con
plantas exóticas y diferentes aves.
Grotta Azzurra. Cada hora
parte del puerto de la Marina una barca que realiza
una excursión de casi dos
horas de duración. Merece
la pena, sobre todo, por
adentrarse en esta peculiar
gruta.
Villa Jovis. Viale Amadeo
Maiuri. Aquí vivió el mismísimo Tiberio. Echando un
vistazo a las ruinas resulta
fácil imaginar cómo discurría la vida del emperador.
DÓNDE COMPRAR
La Galleria dell’Arte. Via
G. Orlandi, 105. Anacapri.
tel. 081 837 1082. Taller artesano donde es posible adquirir los objetos de decoración más típicos de la isla.
Algunos son auténticas
obras de arte.
Limoncello di Capri. Via
Roma, 79. Capri. Tel. 081
837 5561. Via Capodimonte, 27. Anacapri. Tel. 081
837 2927. Una buena dirección si de lo que se trata es
de llevarse a casa este tradicional licor, elaborado de
Capri Palace Hotel & Spa
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forma natural. Se sube, y
mucho, a la cabeza. Para los
más golosos, la tienda también ofrece chocolates al
limón.
Farella. Via Fuorlavado, 21
C. Capri. Tel. 081 837 5243.
Pareos, pañuelos, sandalias,
camisetas... Ropa artesana
de originales diseños.
Sandali Antonio. Via G.
Orlandi, 107. Anacapri. Antonio, el propietario de la
tienda, es famoso por las
sandalias que fabrica. La
mayoría son de cuero... y de
todos los colores.
Carthusia. Via Camerelle,
10. Capri. Tel. 081 837
0529. Via Capodimonte, 26.
Tel. 081 837 3668. De naranja, limón, musgo, romero... Perfumes artesanos,
productos para el cuerpo,
velas perfumadas, ambientadores, esencias.
Hotel La Palma

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