POSICIÓN PLATÓN abreviada
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POSICIÓN PLATÓN abreviada
LA POSICIÓN FILOSÓFICA DE PLATÓN El concepto de educación en Platón La educación tiene un carácter liberador: debe curar del error y dirigir hacia la luz. Sólo eso: no pretende infundir el saber (como los sofistas), sino únicamente orientar en la buena dirección, para que uno lo descubra por sí mismo. Pero el proceso de educación es lento: no es posible mostrar directamente el sol al que procede de la caverna. Por eso Platón propone una especie de “plan de estudios” en cuatro “cursos”. La alegoría los muestra así: 1) Imágenes de las cosas; 2) las cosas mismas; 3) las estrellas en el cielo nocturno, y 4) el sol en pleno día. ¿A qué equivalen estos cuatro “cursos”? Platón lo explica en el pasaje final del libro VI que precede a la alegoría de la caverna: Primero, las imágenes del mundo: la literatura, la historia y las bellas artes. Lo que todos deben aprender. Segundo, el estudio de las cosas naturales: la física. Luego, el estudio de los astros: la astronomía, es decir, las matemáticas. Por fin, el cielo diurno y el sol (que representa el mundo de las Ideas y la Idea del Bien): la dialéctica. La alegoría traza una clara divisoria entre los dos primeros grados (mundo de “abajo”) y los otros dos (mundo de “arriba”). La mayoría de los ciudadanos sólo son capaces de alcanzar los dos primeros grados. Quien consigue pasar al tercero, ya no contempla “cosas”, sino únicamente “ideas” (ideas o entidades matemáticas); ello le prepara para el último grado de conocimiento: descubrir el mundo de las Ideas, en cuya cumbre está la Idea del Bien. Una vez que conoce lo Bueno, lo Justo, lo Bello… en-sí mismo, se ve ya libre de las falsas ideas (opiniones) que se había hecho sobre todo esto, y se convierte en filósofo (o filósofa). Ya está en disposición de gobernar la ciudad. Nota: de lo que sigue puedes elegir exponer una de las dos: Su posición onto-epistémica: Ontología y epistemología de Platón Grados del conocimiento según Platón Platón distingue dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. La opinión es el conocimiento sensible de las cosas de este mundo (el mundo visible), mundo de lo que se engendra, del devenir (cambio). La ciencia sólo puede versar acerca del mundo de las Ideas (o mundo inteligible). Grados del conocimiento sensible(del mundo sensible o visible): La imaginación –grado inferior del conocimiento- se alimenta de los objetos sensibles percibidos por la creencia –segundo grado-, y estudiados por la física. Esta última, por tanto, no fue considerada por Platón como verdadera “ciencia”, pues versa sobre objetos móviles. Grados del conocimiento inteligible (del mundo inteligible o de las ideas): Los dos últimos grados de conocimiento son llamados diánoia y nóesis, aunque Platón las nombra de diversas formas. Diánoia es la razón discursiva del matemático, y nóesis es la inteligencia intuitiva propia del dialéctico, que alcanza el verdadero “conocimiento” de las Ideas. Las matemáticas emplean un método discursivo descendente: parten de una hipótesis y deducen conclusiones, ayudándose de imágenes visibles (dibujos de figuras geométricas). En cambio, la dialéctica emplea un método discursivo ascendente: las hipótesis son “peldaños” aquello en lo que el dialéctico se apoya para “llegar a un principio no hipotético”. Y para ello no recurre en absoluto a imágenes. La teoría de la reminiscencia Buscar es recordar lo que ya conocemos: conocer es recordar. Tal es la teoría de la reminiscencia, la cual vuelve a aparecer como forma de conocimiento de las Ideas en el Fedón y en el Fedro. En estos dos últimos diálogos se añaden, entonces, dos precisiones importantes. Primera, que el alma tuvo que conocer las Ideas en una existencia anterior “separada” del cuerpo, y que ese conocimiento fue posible gracias a su afinidad con las Ideas. Segunda, que dado que las cosas “imitan” a las Ideas, el conocimiento sensible sirve como ocasión para el recuerdo (anámnesis). La teoría de las ideas -Las Ideas poseen una realidad independiente respecto a nuestro pensamiento. -No son cosas que se puedan ver; sólo la inteligencia las “ve”. -No representan lo que las cosas o las acciones humanas son, sino lo que deben ser. Representan, pues, modelos ideales. -Son “esencias”, es decir, “aquello por lo que una cosa “particular” es lo que es”. -Son entidades que poseen existencia real e independiente: cada Idea es una “substancia”. -Constituyen un sistema en que todas se coordinan en una gradación jerarquizada. La cúspide de esta jerarquía la ocupa la Idea de Bien. -Las ideas son causa de las cosas en tanto que son sus esencias o modelos de ellas. -Las Ideas son el objeto del concepto o representación, pero no son conceptos; y son ellas las que son designadas por medio de la palabra. Son también el objeto de la definición y, por tanto, de la ciencia. A partir de ese conocimiento es como las cosas se hacen inteligibles y reciben su denominación. La duplicidad del mundo Por un lado, el Mundo visible de las cosas particulares; por otro, el Mundo inteligible de las Ideas. El “Mundo visible” es un mundo fugaz, dominado por el cambio continuo (Heráclito); y las cosas particulares –al no tener en sí su propia esencia- carecen de consistencia. En cambio, el “Mundo inteligible” está compuesto por Ideas que gozan de las características del Ser de Parménides: cada Idea es única, eterna e inmutable. La idea del Bien 1) Ocupa la cúspide de la jerarquía de las ideas. El Bien como Idea Primera, como principio supremo, es expresión del orden, sentido y de la inteligibilidad de todo lo real, es la causa final del mundo. 2) Platón compara en su alegoría o mito de la caverna, a la Idea de Bien con el Sol, para explicar su función: Así como el Sol es causa de la visión de las cosas, ya que aunque tengamos ojos y existan los objetos, es la luz la que posibilita la visión de los seres y objetos sensibles, la Idea de Bien es la que confiere inteligibilidad a los seres sensibles y es, por tanto, causa y principio del conocimiento. Al mismo tiempo el Sol es causa del nacimiento y crecimiento de los seres sensibles, es decir, de la vida dentro del mundo, del mismo modo la idea de Bien es causa y principio del ser; constituye ella la sola razón creadora de todas las cosas, tanto de las que nacen como de las eternas. 3) El Bien es, por último, el principio teleológico supremo, la última y más elevada finalidad o meta del mundo. La posición ético-política de Platón La ciudad ideal según Platón 1) La ciudad ideal tiene carácter ético: ha de ser una ciudad justa, y los ciudadanos han de ser virtuosos. 2) La ciudad ideal platónica es gobernada, pues, por una aristocracia, pero una aristocracia de la virtud y el saber (POR FILÓSOFOS), no de la sangre. Los gobernantes no serán conducidos por la ambición personal y el derecho del más fuerte –como pretendían algunos sofistas-, sino que se inspirarán en la contemplación del orden inmutable de las Ideas. Platón pensaba, por tanto, que “el saber otorga el poder”, pero que éste debe ser ejercido con justicia, no en beneficio propio, sino en el de la ciudad. 3) La República entra en una detallada descripción de cómo ha de ser la ciudad ideal. Los aspectos fundamentales son los siguientes: • La educación es, desde luego, lo más importante. El Estado platónico es, ante todo, un “Estado educador”, aunque Platón no prevé educación ninguna para el estamento inferior. • Eugenesia: “que los mejores se acoplen con las mejores lo más posible, y los peores al contrario”. • Abolición de la familia y de la propiedad privada (comunismo) en los dos estamentos superiores, como medios para garantizar la igualdad y la concordia entre todos. • Igualdad de la mujer. 4) Platón distribuye a los ciudadanos en tres estamentos distintos y jerarquizados: los gobernantes, los guardianes (guerreros) y los artesanos-labradores. Cada uno se encarga de una función distinta: gobierno, defensa y producción. 5) Lo anterior es consecuencia de su paralelismo entre el alma y el Estado: “En el alma de cada uno hay las mismas clases que en la ciudad, y en el mismo número”. La estructura de la ciudad se encuentra reflejada en el alma (y viceversa). Es decir, cada estamento de la ciudad se corresponde con una parte del alma, y a cada uno de ellos le corresponde la misma virtud (que está de acuerdo con su función en la ciudad). CORRELACIÓN o correspondencia entre el alma, el Estado y las virtudes PARTES DEL ALMA Racional (nous, lógos) Irascible (timos) Apetitiva (epithymía) Armonía entre las partes del alma CLASES SOCIALES VIRTUDES Gobernantes-filósofos (archontes) Prudencia (sabiduría) (phrónesis, sophía) Fortaleza (valor) (andreía) Guardianes (guerreros) Artesanos y labradores Templanza (sophrosyne) Armonía entre las clases sociales Justicia (dikaiosyne) La antropología platónica El cuerpo 1) Platón caracteriza al cuerpo como material y mortal. 2) Platón mantiene una concepción bastante peyorativa del cuerpo: éste es un estorbo para el alma, la arrastra con sus pasiones y le impide la contemplación de las Ideas. Por eso, lo mejor que le puede pasar al filósofo es morir, y la filosofía no es sino una “preparación para la muerte”. 3) En el Fedro la unión del alma con el cuerpo se presenta como castigo por algún pecado, y es concebida como una unión puramente accidental y transitoria . Más aún, no es sólo accidental, sino que puede caracterizarse como antinatural, ya que el lugar propio del alma es el mundo de las ideas y su actividad más propia es la contemplación de éstas. 4) En sus obras de vejez, como el Timeo, el cuerpo es concebido menos peyorativamente, y Platón afirma que puede estar en perfecta armonía con el alma. El alma 1) El alma es para Platón inmaterial e inmortal. 2) Platón establece una división tripartita del alma. No está muy claro si se trata sólo de tres “funciones” del alma (como en la República) o de tres “almas” distintas (como en el Timeo): - el alma racional, inmortal, inteligente, de naturaleza “divina” y situada en el cerebro; - el alma agresiva, irascible, fuente de pasiones nobles, situada en el tórax e inseparable del cuerpo (por tanto, mortal); - el alma apetitiva, concupiscible, fuente de pasiones innobles, situada en el abdomen y también mortal. 3) La inmortalidad del alma es una de las doctrinas fundamentales de Platón, y constituyó una novedad filosófica. Platón dedica su diálogo Fedón a hacer la demostración de la inmortalidad del alma . 4) Lo mismo sucede con la doctrina de las reencarnaciones sucesivas del alma. Platón habla de ella sirviéndose de mitos, lo cual indica que nada se puede saber con seguridad de esta cuestión. 5) Mientras permanece unida al cuerpo, la tarea fundamental del alma es la de purificarse, prepararse para la contemplación de las ideas. La noción de purificación supone que el alma se encuentra en estado de impureza. En su Diálogo Fedón y en otros dice que las impurezas vienen precisamente de la influencia del cuerpo, de sus exigencias y necesidades, que tratan de imponerse tiránicamente al alma impidiéndole el ejercicio del conocimiento intelectual. El alma, pues, ha de oponerse al cuerpo y a sus demandas, y en esto consiste la auténtica sabiduría.