La pintura mural prehispánica en México
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La pintura mural prehispánica en México
La pintura mural prehispánica en México III Oaxaca Tomo III | Estudios Suchilquitogo, Oaxaca, Tumba 5, camara funeraria, muro oeste. (Foto: R. Alvarado, G. Lucet y A. Casas, 2004.) La pintura mural prehispánica en México III Oaxaca Tomo III | Estudios Directora del Proyecto Beatriz de la Fuente Coordinadora Beatriz de la Fuente Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Estéticas México, 2008 Catalogación en la fuente Dirección General de Bibliotecas, UNAM F1219.1O11 O393 Oaxaca / directora del proyecto Beatriz de la Fuente; coordinadora Beatriz de la Fuente. — México, D.F. UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2008v. il. (principalmente col.); 33 cm. — (La pintura mural prehispánica en México; 3. Oaxaca; t. 3-4) Contenido: v. 3, t. 3. Estudios — v. 3, t. 4. Estudios 1. Pintura y decoración mural indígena — Oaxaca I. Fuente, Beatriz de la, ed. II. ser. III. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. Edición Verónica Hernández Díaz Coordinación editorial Ena Lastra Cuidado de la edición Astrid Velasco Mauricio López Valdés Diseño original de la colección Danilo Ongay Muza Diseño Azul Morris Urs Graf Producción electrónica El Taller Susana Guzmán Lorena Segoviano Cuidado de la edición de imágenes digitales Citlali Coronel Sánchez Ricardo Alvarado Tapia Fotografía Ricardo Alvarado Tapia Pedro Ángeles Jiménez Chapie Angulo Jorge Angulo Villaseñor Primera edición: 2008 Piero Baglioni Araceli Casas Eduardo Alejandro Cerezo Pedro Cuevas Bernd Fahmel Beyer Tatiana Falcón Álvarez Jesús Galindo Trejo Abisaí García Eumelia Hernández Vázquez Sonia Lombardo de Ruiz Geneviève Lucet Lagriffoul Diana Magaloni Kerpel Sonia Ovarlez Arturo Pascual Soto Ernesto Peñaloza Méndez C. Rodríguez Laura Rodríguez Cano Jesús Sánchez Uribe A. Torres Gerardo Vázquez Miranda Rosalío Vera Michel Zabé Dibujos Arturo Reséndiz Cruz Alfonso Arellano Hernández María de Jesús Chávez Callejas Citlali Coronel Sánchez E. Cruz Susana Díaz Castro Bernd Fahmel Beyer Published with assistance of the Getty Foundation. D. R. © 2008. Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Estéticas Ciudad Universitaria, Coyoacán 04510 México, D. F. Portada (rústica) y camisa (tela): San Pedro Jaltepetongo, Oaxaca. (Foto: Rosalío Vera, 1997; edición digital: Ricardo Alvarado, 2007.) ISBN-10: 968-36-4741-3 ISBN-13: 978-968-36-4741-2 Obra completa Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia CONACULTA - INAH - MEX ISBN 978-970-32-5148-3 Tomo III, Estudios. Oaxaca (rústica) Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida, mediante ningún sistema o método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información), sin consentimiento por escrito del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. ISBN 978-970-32-4208-5 Tomo III, Estudios. Oaxaca (tela) Impreso y hecho en México Daniel Flores Gutiérrez Eduardo Flores Jesús Galindo Trejo Teresa del Rocío González Melchor Albino Luna Alejandro Navarrete Cortés Gerardo Ramírez Hernández Rodrigo Ramírez Sánchez Laura Rodríguez Cano Aureliano Sánchez Javier Urcid Serrano José Francisco Villaseñor Bello Marcus Winter Planos Citlali Coronel Sánchez Jesús Galindo Trejo Alejandro Navarrete Cortés Gerardo Ramírez Hernández Arturo Reséndiz Cruz Javier Urcid Serrano Digitalización y tratamiento de las imágenes Ricardo Alvarado Tapia Citlali Coronel Sánchez María de Jesús Chávez Callejas Leonel Eduardo Flores Ruiz Teresa del Rocío González Melchor Raúl Juárez Juárez José Eduviges Pool Ojeda Presentación Muy pocas instituciones en México pueden hacer una obra como la que el lector tiene en sus manos. La Universidad Nacional Autónoma de México es una de ellas, en primer lugar, en razón de que cuenta con los académicos, el conocimiento, los acervos y la tradición que se requieren; además, porque es costumbre fundar este tipo de proyectos en el quehacer académico que se acumula, que tiene continuidad y largo aliento, que trasciende a las generaciones. Hace dieciocho años, la doctora Beatriz de la Fuente fundó el seminario “La pintura mural prehispánica en México”, para hacer el registro y el estudio de esta valiosa y frágil manifestación de nuestro pasado. El objetivo primigenio radicó en articular los elementos científicos y humanísticos para su preservación y conservación. Los dos tomos que ahora se presentan son un peldaño más de esta obra monumental que ya consta de ocho libros publicados y que tiene otros ocho en preparación. En estos trabajos se documenta el arte y la vida de los antiguos habitantes de nuestro territorio: Teotihuacán, el área maya, Oaxaca, la Costa del Golfo y el Altiplano Central, que configuran los cinco volúmenes que el proyecto se planteó en su inicio. En los albores del siglo XXI, cuando las fronteras entre los campos de estudio parecen hacerse más profundas gracias a la especialización, el trabajo multidisciplinario e interinstitucional salva la situación. El estudio de la pintura mural prehispánica es una labor precisa y delicada, que re- quiere de muchos expertos para poder abarcar toda su complejidad y riqueza. Ésta es una de las numerosas facetas que muestran el genio y el poder de convocatoria de Beatriz de la Fuente, quien desde el inicio llamó a unirse a su proyecto a biólogos, astrónomos, epigrafistas, arqueólogos y restauradores, además de los historiadores del arte. Como resultado de su iniciativa, no sólo se le unieron investigadores de nuestra universidad, sino que se incorporaron a este magno esfuerzo estudiosos del tema procedentes de otras instituciones nacionales e internacionales. Algunos de ellos son autores de los trabajos que forman estos dos nuevos libros. Ambos tomos están dedicados al análisis de la pintura mural prehispánica de Oaxaca. En estas páginas se encuentran datos e hipótesis novedosas, así como interpretaciones recientes de esta manifestación artística. Con enfoques diversos y desde sus particulares campos de conocimiento, los autores construyen el panorama de lo que hasta ahora se ha descubierto de pintura mural en los sitios arqueológicos de la entidad sureña. Los trabajos se ocupan de los rasgos básicos de las culturas oaxaqueñas, así como de los vínculos que establecieron con otras sociedades. Se estudian los valiosos registros que se encuentran en los documentos virreinales, los escritos realizados por viajeros del siglo XIX y por otros estudiosos que más tarde avanzaron en la aproximación científica y humanística a los pueblos indígenas de Oaxaca. Los murales son profusamente analizados en la técnica, materiales, procesos creativos, 8 | Oaxaca I Estudios colores, tonos, formas, composiciones y contenidos. De igual manera, se expone la identidad de lo plasmado, la ideología implícita, la íntima asociación entre lo figurado y la escritura pintada. Se analizan las funciones de las imágenes y sus variaciones a través del tiempo, al tiempo que se ponen de relieve las relaciones intrínsecas de la pintura mural con el soporte arquitectónico, con el carácter de las construcciones que la cobija, con la historia misma de los individuos representados y con la variedad de los vestigios depositados en las edificaciones, como son los restos humanos y las ofrendas funerarias. A su vez, la pintura mural oaxaqueña trasciende el tiempo y se convierte en antecedente estilístico de obras artísticas realizadas con posterioridad a la dominación española. Mediante la pintura mural, las sociedades zapoteca, mixteca y ñuiñe, entre otras, nos heredaron una muestra suprema de su pensamiento y sensibilidad. Sobra de más decir que este singular acervo pictórico enriquece el panorama del arte universal. En el seno de la Universidad Nacional Autónoma de México, la doctora Beatriz de la Fuente emprendió esta obra con miras a la preservación de ese patrimonio, por medio del registro y el estudio. Sin embargo, este espléndido trabajo estaría incompleto sin la difusión de los resultados de las investigaciones. Es por ello que la publicación de los resultados del seminario es la consecuencia lógica. Los trabajos que contienen los diez tomos que hasta ahora se han editado fueron gestados durante las sesiones semanales, en el Instituto de Investigaciones Estéticas, que Beatriz de la Fuente coordinó desde 1987 hasta 2005, año de su lamentable fallecimiento. Después del deceso de la doctora de la Fuente, la dirección de esta magna empresa académica quedó a cargo de su más cercana colega, también destacada investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de nuestra universidad, la doctora María Teresa Uriarte, quien formó parte del proyecto desde sus inicios y quien ahora lo coordina con renovado ahínco gracias a su reconocida experiencia y conocimiento de la materia. La publicación de esto dos tomos de la obra póstuma de Beatriz de la Fuente, es ya una muestra de la labor de la doctora Uriarte al frente del seminario. Para la Universidad Nacional Autónoma de México es motivo de orgullo poner a consideración de los interesados estos volúmenes que, sin lugar a duda, harán significativas contribuciones a un mejor y más amplio conocimiento de nuestro pasado. Dr. José Narro Rector Universidad Nacional Autónoma de México Agradecimientos El texto que sigue a continuación fue escrito por la doctora Beatriz de la Fuente poco tiempo antes de su muerte, el 20 de junio de 2005; excepto por la actualización de algunos nombres, es el mismo que aparece en la publicación del Catálogo de Oaxaca que vio la luz hace casi dos años. La publicación de estos dos tomos restantes del volumen de Oaxaca ha sido una paciente labor, comprometida y solidaria de quien fuera también cercana colaboradora de la doctora De la Fuente, la maestra Verónica Hernández. Gracias a su trabajo, finalmente hemos visto la publicación de estos textos escritos por los miembros (aunque algunos sean temporales) del seminario que todos los jueves se sigue reuniendo en el Instituto de Investigaciones Estéticas. Para mí es un honor continuar el trabajo de mi maestra y ver que la palabra empeñada con ella seguirá el cauce propuesto hace diecisiete años. Dra. María Teresa Uriarte Ciudad Universitaria, 2007 Un resultado como el que hoy tenemos en nuestras manos es, siempre, producto del esfuerzo, dedicación e interés de varias personas e instituciones. A ellos expreso a continuación mi agradecimiento por el trabajo que, desde diferentes ámbitos, aportaron para hacer posible la publicación del volumen III de La pintura mural prehispánica en México, dedicado a los murales de Oaxaca. Iniciaré por la Universidad Nacional Autónoma de México y su rector, por el entusiasmo con el que se acogió el desarrollo y la culminación de este proyecto. A la doctora Arcelia Quintana, quien fuera abogada general de nuestra casa de estudios, por facilitar los trámites necesarios en la obtención de los recursos donados para la presente obra, y a la Coordinación de Humanidades que, gracias a la doctora Olga Elizabeth Hansberg Torres y a su actual titular, la doctora Mari Carmen Serra Puche, ha seguido de cerca nuestros pasos. Debo agradecer también al licenciado Rubén Cervantes, quien consiguió, para el proyecto, el equipo necesario para la digitalización de las imágenes. Quiero, asimismo, mencionar dos instancias universitarias que han sido sustento académico y económico en el desempeño de nuestros objetivos. La primera, el Instituto de Investigaciones Estéticas, cuya dirección a cargo de la doctora María Teresa Uriarte permitió el seguimiento semanal de nuestros seminarios y fue sostén incondicional en la concepción, realización y fin de tan arduas labores. Dejo constancia de mi agradecimiento a su personal académico y administrativo: Jorge Jiménez Rentería, secretario académico; Rafael Román Villatoro, secretario administrativo; Obdulia Núñez, Gabriela Aguilera, José Luis Jáuregui y Antonio Piña. Especial gratitud merecen los integrantes del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, cuya labor hizo posible obtener las imágenes que ilustran estos tomos: Pedro Ángeles, Ernesto Peñaloza, Gerardo Vázquez y Eumelia Hernández; la participación 10 | Oaxaca I Estudios activa del Departamento de Publicaciones y de Ena Lastra, a quien debemos la coordinación editorial, y a la Biblioteca Justino Fernández, que otorgó todas las facilidades para la elaboración de las investigaciones. He de nombrar también, con inmensa gratitud, a Danilo Ongay, diseñador original de la serie La pintura mural prehispánica en México. Extiendo mis agradecimientos a los miembros del proyecto que contribuyeron de manera ardua y desinteresada en el óptimo desempeño de nuestros afanes. A Quienes reunieron sus esfuerzos en el cuidado y calidad de las imágenes: Citlali Coronel Sánchez, Ricardo Alvarado Tapia, Teresa del Rocío González Melchor, María de Jesús Chávez Callejas, Raúl Juárez Juárez y José Eduviges Pool Ojeda. He de mencionar también a Arturo Reséndiz Cruz por la creación de un gran número de dibujos, a Rocío Gress Carrasco por su asistencia en la búsqueda de referencias bibliográficas, y a Denise Fallena Montaño por su labor en la coordinación del proyecto. La segunda dependencia universitaria fundamental en el desarrollo de las actividades del proyecto ha sido la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, a cargo del doctor Rafael Pérez Pascual, instancia que facilitó los recursos necesarios a través de los proyectos IN 403399 e IN 400202. Debo agradecer también el sostén de otras instituciones, como el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, que a través de varios proyectos nos ha patrocinado, y en esta ocasión en especial, a la Fundación Getty, por el interés que manifestó hacia la presente obra, el cual se tradujo en una bondadosa donación, gracias a las gestiones de la doctora Mary Miller y de los integrantes de la Fundación, Joan Weinstein y Kathleen Johnson. Necesario es mencionar, asimismo, la contribución generosa de la Fundación Alfredo Harp Helú, por su interés y el apoyo recibido para la publicación de este volumen. El apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, ha sido de gran relevancia para nuestros objetivos. Agradezco a la señora Sari Bermúdez, presidenta del Conaculta; al etnólogo Sergio Raúl Arroyo, antiguo director general del INAH, y a su secretario técnico, el doctor Moisés Rosas. Reitero mi gratitud al Consejo de Arqueología por las facilidades otorgadas en los trabajos de campo, al ingeniero Joaquín García-Bárcena y al doctor Alejandro Martínez Muriel. Agradezco, asimismo, el apoyo del Centro INAH de Oaxaca, a su director, el antropólogo Eduardo López Calzada, a Nelly Robles, Marcus Winter y a los demás arqueólogos que han colaborado con nosotros. Mi profundo agradecimiento también a los custodios encargados de los sitios arqueológicos, por su dedicación y tiempo en las temporadas de trabajo de campo; a Azul Morris y Urs Graf por el diseño del libro; a Astrid Velasco y Mauricio López Valdés por su trabajo en la corrección de estilo y el cuidado de la edición. Finalmente, mi agradecimiento a los médicos que me atendieron con esmero e hicieron posible que concluyera esta obra. Terminaré por decir que de actos y nombres construimos y ejecutamos nuestro devenir; así nació el tercer volumen de la serie, resultado de afanes y encuentros, de periplos y avatares, de actos y nombres. A todos ellos, gracias una vez más. Dra. Beatriz de la Fuente Ciudad Universitaria, abril de 2005 Introducción Tal vez uno de los logros universitarios más destacados es la supervivencia de la herencia intelectual de un maestro. Hasta 2005, doña Beatriz de la Fuente, nuestra querida profesora y coordinadora desde el inicio de este proyecto visionario que es “La pintura mural prehispánica en México”, dedicó interminables horas de su fructífera vida académica a impulsar las sesiones del seminario que todos los jueves se reúne con el propósito de estudiar desde diferentes disciplinas esta manifestación del legado artístico del México prehispánico. En este tercer volumen, conformado por los tomos 1 y 2, que corresponden al Catálogo, y estos dos, 3 y 4, que están dedicados a los Estudios, la doctora De la Fuente vertió literalmente sus últimos alientos en la organización de estos últimos tomos, personalmente, a pesar de que la enfermedad que se la llevó ya casi no le dejaba leer o hablar. Para mí es un honor, que sellé como promesa, haber podido continuar con esa herencia. De acuerdo con el proyecto original de la doctora De la Fuente, cada uno de los autores que escribe en estos tomos ofrece su propia interpretación de los hechos artísticos o culturales, en total libertad y sin censura de ningún tipo, libre, tal como fue concebido por una mente privilegiada. El trabajo de Jorge Angulo “Intercambio étnico y cultural en algunos asentamientos prehispánicos de Oaxaca” nos da cuenta con precisión de las características geográficas y culturales de este riquísimo estado. En su estudio, además de la información que él presenta, revisa la bibliografía que se ha generado a lo largo de décadas sobre este territorio, y analiza la diversidad fisiográfica del territorio oaxaqueño, los rasgos y vínculos étnicolingüísticos, los sistemas de organización social y política, el cambio histórico durante el periodo prehispánico, hechos registrados a partir de la Conquista española y documentos de la época: códices, mapas y relaciones geográficas. Como lo señala Angulo, la gama de nexos fue muy extensa y comprende, entre otros, los de tipo genético, de lenguas, mercantil, de guerra y dominio, e ideológico. Como evidencia de esto, Angulo refiere estilos artísticos, iconografía y ciertos materiales, técnicas y objetos. En particular, las regiones externas de Oaxaca que contempla son el Altiplano Central, la Costa del Golfo, Guerrero y el noroeste mesoamericano. En el segundo capítulo “Oaxaca en el universo de Mesoamérica: una visión arqueológica”, Bernd Fahmel Beyer ofrece un acucioso recuento historiográfico de la antigua Oaxaca; así, podemos enterarnos de los numerosos viajeros y estudiosos que, desde el siglo XIX y hasta la actualidad, han dado a conocer con un enfoque científico, la historia y los vestigios arqueológicos de la entidad, y los vínculos con otras regiones de Mesoamérica. De modo paralelo, el autor analiza las líneas de investigación seguidas en torno a los sitios, etnias lenguas, escritura y diversas expresiones artísticas, como pintura mural, arquitectura, escultura, códices y cerámica. En especial, pone énfasis en los estudios iconográficos y sus alcances. Otro tema que expone 12 | Oaxaca I Estudios Fahmel es la relación intrínseca que existe entre la arquitectura y la pintura mural que aloja, y apunta que estos niveles de asociación son múltiples y abarcan desde lo físico, funcional e iconológico, hasta los fechamientos que es posible hacer. Del mismo autor, el capítulo siguiente “El contexto sociocultural de la pintura mural oaxaqueña” trata diversas vías por las que se ha dado el conocimiento de los murales oaxaqueños, a través de circunstancias y evidencias múltiples que les son inherentes. Sobresalen las noticias que se desprenden de las Relaciones geográficas escritas durante el siglo XVI acerca de las costumbres y creencias de la gente, así como las inferencias sobre las funciones de los edificios. En el contexto actual, el autor refiere el complejo proceso de construcción del pasado prehispánico de Oaxaca. Destacan al respecto, los recorridos, descubrimientos y proyectos arqueológicos que han permitido establecer la secuencia cultural de la entidad y saber sobre los modos de vida ritual y cotidiana. Es así que, con base en estos trabajos, se ofrece una perspectiva del desarrollo social en los Valles Centrales de Oaxaca a lo largo de trece siglos y de las artes que ahí se produjeron. De igual manera, se abordan las otras zonas en las que se divide Oaxaca y su situación en el ámbito mesoamericano y, finalmente, Fahmel hace consideraciones sobre el carácter funerario de la pintura mural de la entidad. Con el mismo rigor y calidad académica con la que Sonia Lombardo de Ruiz ha realizado sus trabajos anteriores sobre el estilo de la pintura mural, en este volumen de Oaxaca, como la autora lo apunta, sigue la línea de estudio histórico-artístico presentada por Arthur G. Miller y, por supuesto, hace aportaciones originales. Lombardo, en “Los estilos de la pintura mural de Oaxaca”, expone una perspicaz visión comparada de los estilos de los murales oaxaqueños. Con base en minuciosos análisis de tipo técnico, material, cromático, formal e iconográfico, la autora logra descubrir varios estilos con algunas variantes en la pintura mural de Oaxaca a lo largo de los diferentes periodos y de sus áreas geográfico-culturales. Otra contribución que cabe resaltar es el estudio de las diferentes intervenciones en los murales, principalmente de los que se encuentran en las tumbas. En suma, en este importante capítulo, se muestra con detalle la enorme diversidad de este patrimonio pictórico, la cual corresponde en mayor medida a diferencias regionales y muchas veces a los gustos de los patrocinadores y las manos de los artistas.* Por su parte, el siguiente capítulo, “Pintando otro mundo: técnicas de pintura mural en las tumbas zapotecas”, fue escrito por Diana Magaloni Kerpel y Tatiana Falcón Álvarez, quienes con la seriedad y profesionalismo que caracterizan su trabajo, se acercan a los murales de Oaxaca intentando comprender, desde sus procesos creativos materiales, un mundo complejo a partir de los ejemplos de Monte Albán y Suchilquitongo (sitio también llamado Cerro de la Campana y Huijazoo). Con base en análisis científicos nunca antes realizados, las autoras, ambas reconocidas restauradoras, además de historiadoras del arte, dan a conocer con precisión los componentes de los pigmentos, sus fuentes y los procesos de elaboración de las pinturas y de su aplicación en los muros, a la vez que la preparación de éstos. Con ello, Magaloni y Falcón profundizan en los significados de los murales de las tumbas tratadas. Distinguen varias escuelas pictóricas y su relación con la cultura zapoteca; asimismo, comparan el universo pictórico oaxaqueño con otras tradiciones técnicas mesoamericanas que han estudiado previamente, como la teotihuacana, la maya y la de la Costa del Golfo. Entre sus hallazgos, las autoras destacan de Oaxaca la muy extensa variedad técnica y material que existe en cada una de las tumbas ana- * N. de la editora. En este capítulo, así como en otros de los Estudios, nesto Peñaloza y Pedro Ángeles en el año 2000, y en segundo lugar, el minucioso registro pictórico hecho por Agustín Villagra, publicado en 1938 en la obra de Alfonso Caso, Las exploraciones en Oaxaca: quinta y sexta temporadas, 1936-1937. En estos nuevos dibujos de las pinturas pueden verse dos tonos de líneas, unas en negro y otras en gris. Las primeras figuran los diseños que Coronel y yo apreciamos en los murales, y las grises a los que Villagra registró, pero que actualmente ya no se distinguen. se presentan dibujos lineales de los murales de las tumbas 105 de Monte Albán y de la 5 de Suchilquitongo, hechos por Citlali Coronel en el año 2006. Debido a la enorme dificultad que implicó representar por medio de líneas las pinturas, que además en ciertos casos muestran repintes, y que los murales se han deteriorado a causa de diversos factores, consideré apropiado tomar como base dos fuentes. Primero, las excelentes fotografías hechas por Er- Introducción | 13 lizadas, aun desde las características constructivas de los espacios funerarios, y enfatizan que es así que cada uno constituye un universo particular. Continuando con la línea de estudio que ha seguido en los tomos anteriores de esta serie, José Francisco Villaseñor Bello aborda en el siguiente capítulo, “Estudio de la figura humana en murales de las tumbas 104 y 105 de Monte Albán”, el sistema de representación antropomórfica zapoteca a partir de algunas figuras plasmadas. Sus análisis formales le permiten advertir ciertas normas de creación artística de las imágenes del ser humano y, con ello, inferir el concepto del hombre, su autoconocimiento e identidad. El autor indaga en el proceso de creación artística, en la técnica y el oficio de los ejecutantes, en la abstracción que hicieron de los cuerpos tridimensionales y en el tipo de perspectiva que emplearon. Trata con detalle las proporciones corporales plasmadas y la estructura compositiva de la imagen en relación con el espacio de representación. María de Lourdes Navarijo Ornelas, en su capítulo sobre “Las aves en los contextos funerarios” identifica las abundantes especies de aves que aparecen en murales Suchilquitongo, Jaltepetongo, Monte Albán y Mitla. A partir de ello, trata la importancia cultural que tuvieron para los antiguos zapotecos, tanto en su relación íntima con la naturaleza, como base de la subsistencia, en actividades económicas y tecnológicas, en las creencias y prácticas religiosas y en su cosmovisión total. Su universo de estudio abarca también expresiones como el arte rupestre y la escultura, propias de dichos sitios y de otros de la entidad. Asimismo, las figuraciones de fauna en los códices oaxaqueños y sus menciones textuales en distintas lenguas. En cuanto a las aves, trata con detalle no sólo su representación autónoma, sino los elementos que se ven de ellas en la indumentaria y el ornamento de los personajes pintados. Sin duda, el vasto conocimiento de Navarijo en torno a las características biológicas de las aves, le permite ahondar en el simbolismo cultural de las figuraciones asociadas. El siguiente capítulo, también está dedicado a la biología y, en él, María de Lourdes Navarijo Ornelas y Ubaldo Guzmán-Villa se ocupan de “Los reptiles representados en los dinteles del Patio A del Grupo de la Iglesia en Mitla”. Algunos reptiles, como la tortuga y varias especies de serpientes, son identificados con precisión por los autores en murales de Mitla. Se expone un amplio marco de referencia sobre la figuración artística de estos animales, tomando en cuenta el ámbito ecológico de Oaxaca, sus implicaciones culturales antiguas y aún actuales, y el contexto mesoamericano. Múltiples significados y simbolismos son expresados por Navarijo y Guzmán, con base en los intrínsecos rasgos naturales y sus interpretaciones. En “Calendario y orientación astronómica: una práctica ancestral en Oaxaca prehispánica”, Jesús Galindo Trejo se dedica a analizar cómo los antiguos oaxaqueños concibieron el cosmos como una unidad entre lo terreno y lo celeste, destacando sus alcances en el conocimiento astronómico. Es así que de Monte Albán proviene la inscripción calendárica más antigua encontrada hasta ahora en Mesoamérica y el calendario zapoteco constituye una aportación singular. Galindo trata con detalle los espléndidos ejemplos de pintura mural, en la que aparecen imágenes del ámbito celeste, que forman parte de escenas de profundo contenido ritual y religioso vinculado con lo científico. En este capítulo da a conocer los originales resultados del estudio que hizo de cuatro estructuras arquitectónicas localizadas en Mitla y Monte Albán. Expone sus múltiples orientaciones calendárico-astronómicas, su carácter sagrado inmerso en la cotidianidad y el hecho de que los murales completaban el mensaje de los gobernantes sobre su poder terrenal y carácter divino. En la misma línea del estudio de la arqueastronomía, María Elena Ruiz Gallut y Daniel Flores Gutiérrez dedican el siguiente capítulo “Entre los muertos y el cielo: astronomía y pintura en la Tumba 5 de Suchilquitongo, Oaxaca” a tratar de entender que la arquitectura y la pintura mural conformaron una unidad significativa compleja, por ello su comprensión es difícil y su conocimiento es paulatino. En este trabajo, Ruiz y Flores presentan apuntes sobre la geometría cruciforme de la Tumba 5 de Suchilquitongo, su iconografía, orientación y sucesos astronómicos, en particular la relación con la constelación llamada Cruz del Sur. Siguiendo con este género de estudios se desarrolla el capítulo 11: “Representaciones y con- 14 | Oaxaca I Estudios ceptos astronómicos en Mitla y Jaltepetongo” de J. Daniel Flores Gutiérrez, el autor distingue, en los murales de dichos sitios, la intención de exhibir conceptos astronómicos propios de la antigua cultura oaxaqueña. Su identificación resulta atractiva, puesto que las dos obras pictóricas que aborda tienen distinto carácter: las de Mitla se encuentran en espacio abierto y las de Jaltepetongo en uno subterráneo y funerario. A partir de su estudio, Flores infiere que en estos sitios se plasmó la periodicidad de ciertos fenómenos celestes: ciclos lunares, sucesos solares y conjunciones de Venus y Marte que tuvieron lugar en la región sur de la bóveda celeste, entre las constelaciones de Sagitario, Ofiuco y Escorpión. En particular, en los dinteles del Patio 1 del Grupo del Arroyo en Mitla, reconoce paisajes nocturnos y signos astronómicos, y en la tumba de Jaltepetongo, la distribución geométrica de los motivos pintados, algunos de los cuales, en cierto momento del año, tal vez recibieron la luz del sol. De especial interés, a los ojos del autor, resulta la manera zapoteca de construir imágenes de constelaciones y, con ello, los modos de observar tanto la bóveda celeste como los métodos que ilustran la predicción de sucesos astronómicos. En el capítulo que sigue, “Los ‘señores de casta’ en los Valles Centrales de Oaxaca”, Arturo Pascual Soto, con base en numerosas y diversas fuentes documentales del periodo colonial y en vestigios arqueológicos de la antigua Oaxaca, analiza confluencias y divergencias del concepto e imagen de las genealogías en ambas épocas. El propósito particular es indagar sobre la continuidad de la tradición genealógica, que fue plasmada en los murales de las tumbas de Monte Albán, en especial la 105, en relación con sus implicaciones prácticas durante el Virreinato, por ejemplo, en los alegatos indígenas en torno a su propiedad territorial. Para ello, Pascual hace extensas comparaciones con el programa iconográfico del árbol genealógico de Félix de Guzmán, padre de Santo Domingo, figurado en la yesería del sotocoro de la iglesia de este santo en Oaxaca. Como el autor lo señala, aun cuando se trata de un modelo europeo, no resultó ajeno a la población nativa y, por esto, usó las relaciones parentales y con los ancestros como argumento para legitimar, ante los españoles, su autoridad y posesiones. La escritura, un sistema gráfico y codificado de comunicación de ideas, es uno de los alcances más notables de las culturas oaxaqueñas y en la pintura mural se advierte como un elemento protagonista. En este apartado, “Poemas visuales: la epigrafía oaxaqueña”, Alfonso Arellano Hernández y Susana Díaz Castro, ambos epigrafistas, comienzan con una amplia revisión de las escrituras de la entidad, en particular los Valles Centrales, tomando en cuenta las fuentes diversas que han permitido su conocimiento: documentos del siglo XVI, trabajos históricos, arqueológicos, lingüísticos y de epigrafía. A partir de este marco, se adentran en los mensajes de las expresiones glíficas pintadas en los murales de tumbas y palacios, el enfoque está puesto en los textos nominales, ya que es común que los personajes representados se asocien con sus nombres: estos glifos tienen poder, al decir de los autores. Dista mucho para lograr el desciframiento total de las escrituras zapoteca, ñuiñe y mixteca y por ello aquí se plantean interesantes hipótesis que contribuyen a su comprensión. Susana Díaz Castro, continúa en el capítulo siguiente, dentro de la misma línea de estudio, con un análisis de las “Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca”, en donde las expresiones glíficas son abundantes, se les encuentra en contextos públicos y privados. Considerando ambos, la autora se dedica a los glifos que representan algo tan abstracto como es la noción de espacio. Estudia los que aparecen en la pintura mural de varias tumbas de Monte Albán, en los dinteles del Palacio de Mitla y en una tumba de San Pedro Jaltepetongo. Díaz reconoce varios glifos de espacio: de cerro, E, U y bandas de soporte. Analiza los signos asociados, tales como pictografías y logografías, y expone un catálogo de sus recurrencias y excepciones, con la intención de leerlos y adentrarse tanto en los múltiples significados como en los simbolismos del espacio. Al respecto, plantea las variadas funciones posibles de los signos semánticos: fonética, como topónimo o nombre calendárico; como imágenes genéricas y sagradas. El capítulo a continuación, “El arte de pintar las tumbas: sociedad e ideología zapoteca (400-800 d. C.)” está escrito por Javier Urcid Serrano. Se trata de un notable estudio sobre el mundo de los ancestros en la antigua Oaxaca. Como el autor lo Introducción | 15 apunta, tenían gran relevancia en la cosmovisión, el arte, la vida social, religiosa, económica y política. La pintura mural es una expresión destacada de los rituales mortuorios, lo atestiguan así las numerosas tumbas pintadas que se encuentran en la entidad. Para avanzar en el entendimiento sociológico e ideológico de estas imágenes, Urcid investiga los contextos de su realización. Analiza de modo integral y muy acucioso las criptas: incluye el ámbito arquitectónico, los restos humanos y animales que contienen, las ofrendas y otros materiales asociados; se apoya asimismo en información procedente de fuentes coloniales y en la epigrafía. Una vez que dilucida sobre la forma en que los zapotecas trataban a sus muertos y los múltiples significados de estas prácticas, el autor interpreta los programas iconográficos plasmados en los murales de numerosas tumbas oaxaqueñas. Con el rigor académico y la amplia sapiencia que le caracteriza, en este capítulo Urcid continúa haciendo contribuciones sobresalientes para el conocimiento de la cultura zapoteca. Pablo Escalante Gonzalbo y Saeko Yanagisawa son los autores del siguiente apartado “Antecedentes de la tradición Mixteca-Puebla en el arte zapoteco del Clásico y el Epiclásico (pintura mural y bajorrelieve)”. Como los autores lo señalan, la llamada tradición Mixteca-Puebla es un estilo artístico, un repertorio iconográfico y un código de estereotipos pictográficos que fue compartido por pueblos de distintas regiones de Mesoamérica durante el periodo Posclásico. Conviene decir que se trata del estilo en el que fueron pintados los códices del Centro de México que conocemos. En Oaxaca, en particular en el arte epiclásico de los Valles Centrales, Escalante y Yanagisawa encuentran numerosos antecedentes básicos y los comparan con los de una cultura del periodo Clásico, la teotihuacana. En este interesante trabajo, los autores caracterizan en toda su extensión —formal e iconográfica— el estilo Mixteca-Puebla y reconocen sus rasgos identitarios en los murales funerarios de Monte Albán y Cerro de la Campana: los estereotipos plásticos de la figura humana, su cuerpo, género, función, jerarquía, acción y de ciertos temas o elementos celestes, terrestres, acuáticos y aún abstractos. Advierten, en fin, un lenguaje pictográfico en las escenas murales. Dentro del arte oaxaqueño, el arte menos conocido es el de la Mixteca Baja, de su análisis se ocupa Laura Rodríguez Cano en “Pintura y epigrafía ñuiñe en la Mixteca Baja, Oaxaca” en el cual atribuye a esta región ser el escenario principal donde se desarrolló la llamada cultura ñuiñe, de la que permanecen vestigios relevantes. Rodríguez es una especialista en dicha materia; en este capítulo, se concentra en las evidencias que existen del estilo y la escritura contemplando sus variadas manifestaciones en cerámica, arte rupestre, vasijas de alabastro, escultura y, por supuesto, en los murales de tipo funerario ubicados en los sitios de Santa Teresa, Cerro de la Biznaga, Cerro de las Calaveras y Yucuñudahui. De estas expresiones, la autora identifica los glifos pintados, hace un repertorio de ellos, los lee y nos transmite los mensajes de tales inscripciones. Falta mucho por conocer, no obstante, de forma elocuente, la autora amplía la importancia que tuvo para los antiguos oaxaqueños el arte de escribir pintando. Finalmente Dúrdica Šégota cierra estos tomos correspondientes a los Estudios con un análisis de los relieves de la Tumba 5 de Suchilquitongo, que titula “El cuerpo de la noche. La disposición de los relieves en el espacio de la Tumba 5 de Suchilquitongo”, en el que presenta primero una detallada descripción de esos relieves y luego concluye con sugerencias muy interesantes respecto a la función, disposición y “uso” de los mismos. Concibe al edificio como un cuerpo viviente y a la vez recalca su función como cueva de origen. Respecto a estos conceptos analiza cuál es el significado posible de los relieves que custodian ese cuerpo que albergó toda una historia familiar y del linaje de la nobleza zapoteca que construyó este sitio. Verónica Hernández, otra de sus discípulas muy cercanas, se ha encargado con celo singular de cuidar todo el proceso de edición. Azul Morris y Urs Graf, a quienes la doctora eligiera como diseñadores de este volumen, han realizado un magnífico trabajo y cada uno de los autores que participa en estos tomos ha cumplido con el compromiso asumido con la doctora para culminar este volumen dedicado a la pintura mural de Oaxaca. Dra. María Teresa Uriarte Directora del proyecto “La pintura mural prehispánica en México” Ciudad Universitaria, 2007