ANÁLISIS DEL CONOCIMIENTO DE LOS HONGOS SAGRADOS

Transcripción

ANÁLISIS DEL CONOCIMIENTO DE LOS HONGOS SAGRADOS
Volumen X, número I: 21-36. Abril de 2014
Artículo original
ANÁLISIS DEL CONOCIMIENTO DE LOS HONGOS
SAGRADOS ENTRE LOS MAZATECOS
DESPUÉS DE 54 AÑOS
GASTÓN GUZMÁN
Instituto de Ecología, A.C., Xalapa, Veracruz, México
[email protected]
El progreso de los pueblos debe de estar
ligado con la educación, la cual
respetará las costumbres y tradiciones
que estarán alejadas de cualquier
religión, política o influencia extranjera.
G. G.
INTRODUCCIÓN
Destaco aquí el papel tan importante que tuvo para mí en 1957 el ilustre
mazateco Don Isauro Nava García, con quién establecí importantes lazos y a su
vez con toda su familia (figuras 36-37). Además resalto la conexión que logró
establecer el Profesor Niquita Nava Martínez conmigo en 2012, a través de su
hermana Silvia, mi ahijada y de su hijo el Profesor Israel Nava, lo que motivó el
viaje a Huautla de Jiménez en 2012, esto después de más de 50 años de
ausencia. El apoyo que Nisao Ogata, discípulo del autor, y su esposa Andrea
Suardíz me otorgaron para el viaje del 2012 fue fundamental, ya que de ahí
nació la idea de volver en 2013 y de escribir el presente artículo. Esto último
gracias a la iniciativa del Maestro Etnolingüista Juan Casimiro Nava. Mi hija,
Laura Guzmán-Dávalos, quien siempre ha estado pendiente de mis trabajos,
me llevó con su esposo Eduardo Fanti en el viaje de 2013, en el que la
participación de mi esposa Isabel Laserre, fue de un gran apoyo a todo el
grupo.
El presente trabajo se divide en los siguientes capítulos, tomando en cuenta
el conocer primero la historia de los famosos hongos sagrados: 1.- Historia del
descubrimiento de los hongos sagrados en México; 2.- Los hongos
alucinógenos, sus propiedades y las ceremonias nocturnas asociadas a su
consumo; 3.- La población de Huautla de Jiménez, las tradiciones y sus hongos
ayer y hoy; 4.- Cómo llegué nuevamente a Huautla de Jiménez en 2012 y 2013,
y 5.- Corolario.
Recibido 25.06.2013, aceptado 12.01.2014, publicado en línea 30.04.2014.
Tipo de documento: nota científica, enfoque: descriptivo. 4 Pp.
Tipo de evaluación: arbitraje doble abierto por pares académicos.
ISSN: En trámite. ©Gastón Guzmán Huerta
Guzmán, G. 2014. Análisis del
conocimiento de los hongos
sagrados entre los mazatecos
después de 54 años. Etnoecológica
10 (1): 21-36.
Resumen:
Se presenta una síntesis histórica de
cómo los hongos alucinógenos
mexicanos fueron descubiertos en la
población mazateca de Huautla de
Jiménez, enclavada en la sierra
noroeste del estado de Oaxaca y en
donde aún subsisten tradiciones en
el uso de los hongos. Fueron
Weitlaner, Reko, Pike y Schultes,
quienes a principios del siglo pasado,
recabaron los primeros informes
sobre estos hongos que llevaron a su
descubrimiento por los esposos
Wasson
entre
1953-1955.
Posteriormente, Heim y Singer
definieron las especies, investigación
que continué desde 1957 al presente.
Debido a esto conocí a la familia
Nava et al. del Rancho del Cura. En
este trabajo, que se basa en mis
estudios en el campo entre 19571958, se añaden los desarrollados en
los dos últimos viajes a dicha región,
en 2012 y 2013. Se hace una
comparación entre el Huautla de
Jiménez de antes y el de ahora, en
relación con la decadencia de sus
costumbres sobre los hongos. Se
abordan también las confusiones que
hay con el nombre t e o n a n á c a t l.
Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 años. Etnoecológica 10 (1): 21-36.
HISTORIA DEL DESCUBRIMIENTO DE LOS HONGOS SAGRADOS EN MÉXICO
Palabras clave:
Huautla de Jiménez, Oaxaca, historia,
e t n om i c o l o g í a , P s i l o c y b e ,
t eo na ná c a t l .
An analysis on sacred mushroom
knowledge among the Mazatec
after 54 years
Abstract:
This paper presents a historical
overview
of
how
Mexican
hallucinogenic mushrooms were
discovered
in
the
Mazatec
population of Huautla de Jiménez, a
village located in the northwestern
highlands
of
Oaxaca,
where
traditional uses of fungi still exist
today. It was Weitlaner, Reko, Pike,
and Schultes who gathered the first
reports of these fungi early in the
20th centrury, which led to their
discovery by Mr. and Mrs. Wasson
between
1953
and
1955.
Subsequently, Heim and Singer
defined the species, and from 1957 to
date, I have continued this research.
In this context, fifty-four years ago I
came to know the Nava family and
other local actors residing at “Rancho
del Cura”. Based on my fieldwork
from 1957 - 1958 as well as recent
trips in 2012 and 2013, a comparison
is made between two different time
periods in Huautla de Jiménez in
relation to the decline of the local
mushroom tradition. Also addressed
herein is confusion regarding the
word teonanácatl.
Key words:
Huautla de Jiménez,
history, ethnomycology,
Psilocybe, teonanácatl.
Oaxaca,
El conocimiento sobre los hongos alucinógenos en México se remonta al siglo
XVI con Bernardino de Sahagún, destacado fraile en los inicios de la Colonia de
la Nueva España. Como parte de su tarea evangelizadora, estudió las
costumbres de los indígenas en el Valle de México, lo que lo llevó a descubrir el
uso de unos honguillos singulares que los indígenas comían y con los que tenían
visiones. A dichos hongos los identificaban, según Sahagún, con el nombre de
teonanácatl, palabra náhuatl que significa hongo sagrado (Sahagún 1530). Por
siglos fue un enigma saber qué hongos eran esos que hacían ver visiones. No
obstante, Safford, un destacado químico de EUA, afirmó a principios del siglo
pasado que el teonanácatl no era un hongo. Para Safford, se trataba del
´peyote´, una cactácea común de los desiertos del norte de México y del sur de
EUA, que los indígenas comen ceremonialmente y con la que ven visiones. Esta
confusión fue ocasionada porque Safford había aislado del ´peyote´ una
substancia con la que se veían visiones, como las que describió Sahagún con
´sus honguillos´. A esta substancia Safford la llamó mescalina, en alusión al
mezcal de Oaxaca, que creía se obtenía del ´peyote´ y que según él lo
confundían con hongos. Sin embargo, Reko (figura 1), un médico austriaco que
radicaba en Oaxaca y aficionado a la antropología, se negó a aceptar que el
teonanácatl fuera el ´peyote´. Se basó (Reko, 1919) en que había escuchado
repetidas veces de parte de los indígenas oaxaqueños, que en los pueblos de
las sierras comían unos hongos raros con los que veían visiones. Reko suponía
que esos hongos eran el teonanácatl de Sahagún y con ello se inició la
confusión sobre qué es teonanácatl, el cual mal se aplica ahora a todos los
hongos sagrados de México, como se verá más adelante en este artículo.
Otro estudioso de la antropología, el austriaco Weitlaner, quien estaba en
aquella época en Huautla de Jiménez, supo también de esos hongos que
ingerían los indígenas y trató de localizarlos. Pero en aquel tiempo los hongos
alucinógenos, sagrados para los indígenas, eran un secreto que no se
divulgaba a las personas ajenas a la comunidad. Esto era consecuencia de la
fuerte oposición que habían sufrido los indígenas por la Iglesia Católica, desde
tiempos de la Colonia, para el consumo de tales hongos. Tanta fue la
oposición, que el Santo Oficio de la Inquisición castigaba a quien los comiera.
Esta persecución obligó a que los indígenas abandonaran las tierras bajas en
donde vivían y se remontaran a las sierras. Pero al alcanzar los religiosos estos
pueblos serranos tiempo después, poco a poco fueron cristianizando a los
indígenas, permitiéndoles que comieran sus hongos pero que con ellos dejaran
de hablar con sus dioses y se dirigieran a Dios. Nació así un sincretismo.
Weitlaner al obtener los ´supuestos´ hongos sagrados mazatecos se los remitió
a Reko, quien a su vez había conseguido también otros y todos fueron
enviados a distintas universidades del extranjero para su estudio. Sin embargo,
ninguno de estos hongos pertenecía a los sagrados. Además, como los
ejemplares que se enviaron no estaban bien preservados, fue poco lo que los
especialistas pudieron hacer.
En la Universidad de Harvard dichos hongos llamaron la atención de
Schultes (figura 2), quien hizo contacto con Reko para organizar un viaje a
Huautla de Jiménez y conocer tales hongos. Fue así como Reko y Schultes
http://www.etnoecologica.com.mx
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emprendieron un viaje hacia aquella población en 1938
(Davis 2004). Allá contactaron con los mazatecos (figura 3)
e inclusive Schultes platicó con Pike (véase más adelante)
para obtener los hongos. Reko y Schultes consiguieron, de
parte de los mazatecos dos paquetes de hongos sagrados,
pero además ellos recolectaron (hay confusión en esta
información) otros hongos que suponían eran iguales a los
de los indígenas, con los que formaron un tercer paquete.
Schultes, de regreso a la Universidad de Harvard, solicitó
que le identificaran los hongos de los tres paquetes. El
especialista solamente logró determinar los hongos del
tercer paquete como Panaeolus campanulatus var.
sphinctrinus (ahora llamado P. sphinctrinus, figura 26). Con
esta información, Schultes escribió un artículo (Schultes
1939), en el cual relacionaba los hongos de los mazatecos
con el teonanácatl de los aztecas. Continuó así la
confusión originada por Reko, sobre la verdadera
identidad de los hongos de los mazatecos y del
teonanácatl.
El Dr. Rolf Singer estuvo en la Universidad de Harvard
en 1941, en donde estudió los hongos de Reko y Schultes.
Confirmó la identificación del tercer paquete, a los que
llamó Panaeolus sphinctrinus, y de los otros paquetes, sólo
determinó uno, que correspondió al ´San Isidro´ de los
mazatecos y que llamó Psilocybe cubensis (figura 27).
Singer dio a conocer este importante hallazgo
simplemente en dos pequeños párrafos en dos páginas
diferentes, dentro de su trabajo monumental de más de
800 páginas que trata sobre la taxonomía de los hongos
(Singer 1951). Con ello, la información de Singer pasó
desapercibida. Por otra parte, en las últimas ediciones de
su trabajo, Singer excluyó el uso de Panaeolus (Singer
1986), debido a que ninguna especie de Panaeolus es
usada en México, como se lo comuniqué por carta en 1958.
Los esposos Wasson (Gordon Wasson un banquero
retirado en Nueva York y su esposa, Valentina Pavlovna,
una pediatra rusa también retirada) estaban estudiando
desde hacía varios años la importancia social de los
hongos entre los pueblos del mundo. Al recibir una carta
de un amigo con el artículo de Schultes de 1939 y una
fotografía de un ´hongo de piedra´ de Guatemala,
decidieron venir a México en 1953 y viajar a Huautla de
Jiménez en busca del hongo citado por Schultes. Fueron
varios viajes infructuosos a aquella población e incluso a
Guatemala, hasta que en 1955 Wasson conoció a María
Sabina, una de las curanderas de Huautla de Jiménez, que
realizaba ceremonias en las que ingería hongos sagrados.
En esa época vivía en Huautla la religiosa Eunice Pike,
Figuras 1-3. Pioneros en los estudios en los hongos de los
mazatecos. Década de los 30’s. 1: Blas Pablo Reko, quien fue el
primero en negar que el teonanácatl era ´peyote´. 2: Richard
Schultes (con flecha) en una de sus exploraciones. 3: Schultes
(con flecha) con una familia en Huautla de Jiménez en 1938 (1: del
Bol. Soc. Bot. Mex. 16, 1954; 2-3: obsequiadas por Schultes).
quién había recabado información de parte de los
mazatecos sobre cómo son, qué producen y la gran
importancia tradicional de los hongos sagrados, los que
relacionaban con Cristo. Schultes, como se ha dicho,
platicó con ella pero no lograron ambos conocer los
hongos. Pike escribió inclusive dos cartas, una al Dr.
Stephan de Borhegyi, antropólogo que trabajaba en
Guatemala con los llamados ´hongos de piedra´ de los
mayas y la otra fue a Wasson (esta última reproducida por
Wasson y Wasson 1957, y Wasson en Heim y Wasson
1958). De la primera, el hijo del Dr. Borhegyi me envió una
copia. En dichas cartas, Pike describió el ´San Isidro´, que
sólo crece “en donde Cristo había dejado su sangre”,
según la información que le dieron, y los efectos que
producía el hongo al consumirlo. “Los hongos hablan”, “los
hongos nos guían”, “los hongos ayudan a conocer los
males de una persona”, le decía un mazateco a Pike.
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
Precisamente en estas propiedades se basaban los
curanderos para guiar a los pacientes con los hongos en
sus veladas. Los Wasson publicaron un importante libro
con sus conocimientos acumulados en sus viajes a Siberia
y a México (Wasson y Wasson 1957). En él narraron las
ceremonias con los hongos en aquellos pueblos siberianos
y en Huautla de Jiménez, en este último caso en un
capítulo bajo el título de Teonanácatl (!) (la admiración es
mía para resaltar la equivocada relación que dieron
también los Wasson al teonanácatl de Sahagún con los
hongos mazatecos). Por cierto, fue Weitlaner quien guio a los
esposos Wasson en su primer viaje a Huautla (Davis 2004).
Como los Wasson no eran especialistas en hongos,
recurrieron al Profesor Roger Heim, destacado micólogo
en Francia a quien le llevaron los hongos que habían
recolectado en México. Heim quedó sorprendido con esos
hongos, puesto que eran desconocidos para la ciencia,
excepto uno que identificó como Stropharia cubensis, que
ya se había descrito de Cuba en 1906 y citado
confusamente de África y Sureste de Asia, pero sin que se
le descubrieran sus propiedades alucinógenas. El
verdadero nombre de este hongo es Psilocybe cubensis
(figura 27), que Singer ya había determinado en Harvard
en uno de los paquetes de Reko y Schultes. Con los
hongos de los Wasson, Heim publicó sus dos primeros
artículos sobre los hongos alucinógenos de México (Heim
1956a, b). Más tarde Heim y Wasson en 1957 visitaron
Huautla de Jiménez para recolectar y estudiar estos
hongos (figura 4). Fueron varios viajes de Heim a México y
después de ello, publicaron un libro sobre todas sus
investigaciones (Heim y Wasson, 1958). Cabe decir que las
primeras publicaciones de Heim (1956a, b) y sobre todo
una de divulgación de Wasson (1957), causaron gran
interés en los círculos médicos, científicos y sociales de
Europa y EUA, lo que atrajo la atención.
En 1955-1956, cuando iniciaba mis estudios en los
hongos en general, me vi privilegiado al recibir en octubre
de 1956 una invitación de unos laboratorios químicofarmacéuticos suizos, quienes me solicitaron les
consiguiera hongos alucinógenos para sus estudios. Sin
embargo, como los hongos aludidos solamente crecían en
el verano, les hice ver que se tendrían que esperar hasta
junio del siguiente año. Paralelamente, en 1957 llegó a
México el Dr. Singer de parte de otros laboratorios, pero
en Estados Unidos de América (EUA), también para
estudiar los hongos alucinógenos. Singer solicitó a la
Universidad Nacional Autónoma de México que le
consiguieran un ayudante de campo y las autoridades de
la universidad se dirigieron al Dr. Teófilo Herrera, el único
micólogo en dicha institución. Herrera, quien llevaba
buena amistad conmigo, me pasó la solicitud de Singer.
Pero tuve que declinarla por el compromiso que ya tenía
con los laboratorios suizos. Le hice ver que con gusto
acompañaría al Dr. Singer como ayudante honorífico.
Herrera consiguió a un pasante de biología de la
Universidad, Miguel Ángel Palacios, quien fungió como el
ayudante de Singer (figuras 5, 10, 14).
Fue así como en julio de 1957 partimos Singer, Palacios
y quién escribe en un singular viaje hasta Huautla de
Jiménez. La travesía fue de México a Tehuacán en autobús
y después de esperar muchas horas en Tehuacán,
abordamos una pequeña avioneta que nos llevó a San
Andrés, una ranchería cercana a Huautla de Jiménez, la
cual tenía como único lugar plano la parte alta de un cerro
que fungía como pista de aterrizaje o ´aeropuerto´ (figura
13). Dicha pista era muy corta y terminaba en una loma, a
su vez, estaba rodeada de profundos barrancos. Al ir
aterrizando la avioneta, el piloto nos dijo que viéramos una
avioneta retorcida que estaba en el fondo de una de las
barrancas, que al querer aterrizar, una fuerte corriente de
viento la proyectó de cabeza al barranco. De San Andrés
caminamos más de una hora en una vereda de herradura
hasta llegar a Huautla de Jiménez. Palacios, quien conocía
la zona, recomendó que siguiéramos caminando hacia
abajo (figura 12), para llegar al Rancho del Cura, situado a
otra hora más de camino. Ahí vivía Don Isauro Nava, quien
nos daría hospedaje.
Don Isauro nos dio una amable bienvenida y permitió
que Singer y su grupo pernoctaran en su casa. Ésta era
grande (figuras 8, 10, 39, 43, 48-49), con muros de adobe,
techo de palma y suelo de tierra. No había servicio de
electricidad ni de agua potable, pero cerca corría un
arroyo. Al saber Don Isauro nuestro interés por los hongos,
inmediatamente organizó la primera salida y nos mostró el
´pajarito´ o ´nize´ -Psilocybe mexicana (figura 28) en Llano
Algodón (figura 46) y después en un trapiche el
´derrumbe´ o ´dichito´-Psilocybe caerulescens (figuras 3032). Días después se recolectó el citado ´San Isidro´ -P.
cubensis (figura 27) en un potrero, que es el único de
todos los psilocibes que crece en estiércol de vaca o de
toro. En otra ocasión, Singer y su comitiva, con la ayuda de
Don Isauro, recolectamos en un cafetal una especie nueva
que llamó Psilocybe candidipes (figura 11). También en
Llano Algodón encontramos el Panaeolus sphinctrinus
(figura 26) de Schultes, que Don Isauro nos hizo ver era un
hongo malo.
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Figuras 4-7. Pioneros en los estudios de los hongos de los
mazatecos. Década de los 50’s. 4: Heim y Wasson en las
montañas de Huautla de Jiménez. 5: (de derecha a izquierda)
Wasson, Singer y el ayudante de Singer (Palacios). 6: (izquierda a
derecha) Wasson y Singer (ambos en una tienda improvisada por
Wasson para secar hongos, en San Andrés, “el aeropuerto”). 7:
Don Isauro Nava y Singer en el Rancho del Cura (nótese la
seguridad del primero al informar a Singer algo sobre unos
hongos) (4: de Wasson 1957 publicado en Life; 5-7: del autor en 1957).
Figuras 8-11. Singer trabajando en el Rancho del Cura. 8-9:
Singer con sus hongos y tomando notas y fotos (obsérvese en 8
al fondo, la mamá de Don Isauro en la puerta de su casa). 10:
Haciendo cultivos de los hongos para obtener cepas, le ayuda
Palacios. 11: Un hongo sagrado descrito por Singer, Psilocybe
candidipes, ahora considerado sinónimo de P. zapotecorum (todas
del autor en 1957).
La semana en la que Singer y su grupo estuvimos en el
Rancho del Cura fue de intenso trabajo. Todas las
mañanas salíamos al campo en busca de los hongos, se
regresaba al medio día a la casa y después de la comida se
invertía el tiempo en registrar, fotografiar y estudiar los
hongos sobre una mesa, que Don Isauro puso en el patio
de la casa (figuras 7-9). Singer y yo recolectábamos
además de los psilocibes, todos los hongos que se
consideraban interesantes. Lo sorprendente fue que
Singer, quién por primera vez estaba en México, conocía
bien la mayoría de los hongos y con paciencia me
explicaba cómo distinguirlos. Singer fue el primero y el
único maestro en hongos que tuve. Después de registrar y
estudiar los hongos, se depositaban con su etiqueta en
una improvisada secadora de hongos, que se preparaba
con lo que llevaba Singer. Ésta consistía de unas telas de
alambre (como mosquiteros) que se acomodaban sobre
botes o ladrillos alrededor de un quinqué de tractolina. La
secadora ya armada parecía un pequeño castillo, que se
colocaba en un rincón de la casa cubriéndola con
periódico. Al otro día en la tarde, se recogían los hongos
secos, se envolvía cada especie en un sobre de papel
periódico y se guardaban en cajas de cartón (figura 14).
Singer se daba tiempo además para obtener cepas de
algunos hongos (figura 10), sembrando pequeñas partes
de ellos dentro de un tubo de ensaye con un medio de
cultivo. Como las condiciones eran poco asépticas, se
sembraban muchos tubos para lograr obtener varias
cepas.
De regreso a la Ciudad de México, llegamos otra vez al
´aeropuerto´
de
San
Andrés.
Ahí
conocimos
sorpresivamente a Wasson (figuras 5-6), quien arreglaba
los hongos que les compraba a los mazatecos, para
enviarlos en avión a México y de ahí a Suiza en donde se
estudiaban químicamente. El encuentro con Wasson fue
muy positivo para mí, porque nació una amistad que
repercutió en que Wasson me enviara todo lo que
publicaba sobre los hongos. Ya en la Ciudad de México,
Singer, acompañado por Herrera y por mí, fuimos a las
faldas del Popocatépetl y a las del Nevado de Toluca, para
conocer los hongos alucinógenos que Wasson y Heim
habían encontrado en esas regiones (Heim y Wasson
1958). Finalmente, Singer dejó México y se dirigió a la
Universidad de Michigan, EUA, para estudiar sus hongos
alucinógenos junto con su colega el Dr. Alexander Smith,
quien tenía una colección de hongos alucinógenos
recolectados en EUA y Canadá. Singer además estudió los
hongos que traía de América del Sur. En 1958, ambos
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
micólogos publicaron una importante monografía mundial
con todas las especies alucinógenas de Psilocybe
conocidas en esa fecha (Singer y Smith 1958) y en donde
consideraron 20, seis de EUA, una de Canadá, cinco de
Centro y Sudamérica y el Caribe, una de Europa (Gran
Bretaña), una de África y siete de México. De estas últimas,
cuatro son de Huautla. Por su parte, Palacios publicó sus
memorias de aquel viaje (Palacios 1958) y yo un resumen
de mis investigaciones (Guzmán 1959a), que ampliadas y
con nuevos datos presentaría como tesis profesional en mi
escuela(Guzmán 1959b). Singer a su vez publicó la historia
de estos hongos en México (Singer 1958a,b).
Más tarde, cuando estuve en la Universidad de Harvard
en 1971, estudiando los hongos alucinógenos a nivel
mundial (Guzmán 1983), revisé los paquetes de Reko y
Schultes y determiné el Psilocybe caerulescens que era el
único que no había estudiado ningún especialista. Era el
famoso ´derrumbe´ de los mazatecos (figuras 30-31). Es
decir, que en aquella ocasión en la que Reko y Schultes
adquirieron de parte de los mazatecos dos paquetes de
hongos, obtuvieron las dos especies más importantes, el
´San Isidro´ (P. cubensis) y el ´derrumbe´ (P. caerulescens),
pero no el Panaeolus en el que Schultes (1939) basó su
artículo del teonanácatl. Después de que Singer dejó
México, continué con mis obligaciones ante los
laboratorios suizos que me habían contratado. Ahora tenía
más interés de conocer los hongos alucinógenos. Por otra
parte, al observar en Huautla de Jiménez la vegetación
(figuras 12, 14, 16, 46), relacioné la región con la que
conocía desde mi infancia en Xalapa, lo que me motivó a ir
allá y corroborar mis sospechas. Las mismas especies de
Psilocybe de Huautla de Jiménez estaban en Xalapa. Esto
me hizo explorar otras regiones en el país y descubrir
localidades nuevas y nombres comunes no registrados
(Guzmán 1959b, 1960) y con el correr del tiempo, describir
especies nuevas (Guzmán 1978, 1983). Regresé a Huautla
de Jiménez ese mismo año de 1957 para comprar grandes
cantidades de hongos alucinógenos, que tenía que
identificar, secar al sol y transportar a México para los
laboratorios con los que trabajaba. La mayoría de los
hongos adquiridos eran el ´derrumbe´ (Psilocybe
caerulescens) y a veces el ´San Isidro´ (P. cubensis). Sin
embargo, es muy probable que en aquellas muestras
entregadas a los laboratorios iban varios ejemplares de
otro ´derrumbe´, el Psilocybe zapotecorum, que como se
dirá más adelante se confunde con P. caerulescens
(obsérvense las figuras 15, 29, 30-32, 50). Además tuve la
oportunidad de aislar cepas, tal como Singer me había
Figuras 12-17. Región de Huautla de Jiménez. 12: La flecha
señala el Rancho del Cura desde el camino a Huautla de Jiménez.
13: El ´aeropuerto´ de San Andrés cerca de Huautla de Jiménez
(nótese lo reducido de la pista y los barrancos en tres de sus
lados; enfrente (con una flecha), el camino de acceso. 14: Miguel
Palacios con el equipo y los hongos de Singer en 1957 en el
camino del Rancho del Cura a Huautla. 15: Fructificaciones de
Psilocybe zapotecorum adquiridas en el Rancho del Cura en 2013.
16: Guzmán en una mula de regreso del Rancho del Cura a
Huautla de Jiménez en 2013. 17: Psilocybe zapotecorum
encontrado en un derrumbe al pie del camino al Rancho del Cura
en 2013 (12, 15-17: de Fanti; 13-14: del autor en 1957).
enseñado. De esa manera logré obtener cepas de P.
caerulescens, P. cubensis y P. mexicana que estudié
(Guzmán 1959a) y después se las proporcioné a mi
profesor Casas-Campillo de los Laboratorios Syntex.
Además de mis viajes a Huautla de Jiménez durante
1957-1958, también exploré la zona zapoteca de San
Agustín Loxicha en busca del Psilocybe zapotecorum que
Heim había descrito de allá con la ayuda de Wasson y éste
con la de Don Aristeo, famoso curandero en la región que
tuve el gusto de conocer. Sin embargo, no encontré dicho
hongo, pero recolecté Psilocybe hoogshagenii (figura 35),
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
que también Heim había descrito pero de otra localidad
de Oaxaca (región Mixe) (Heim y Wasson 1958). A dicho
hongo los naturales de San Agustín Loxicha lo confundían
con P. zapotecorum y eso hizo que Singer al recibir una
muestra del hongo que le envié como afín a P.
zapotecorum, cayéramos los dos (Singer 1958b) en una
confusión taxonómica. En parte, porque la descripción de
Heim sobre P. zapotecorum era inexacta e incompleta.
Confusión que aclaré posteriormente (Guzmán 1978, 1983, 2012)
.
Los viajes que hice a Huautla de Jiménez después del
primero con Singer fueron más típicos que aquél. De
Tehuacán tomaba un camión de segunda, que inclusive
llevaba gallinas y costales, llegaba a Teotitlán del Camino,
Oaxaca, considerado ´la puerta´ de Huautla de Jiménez,
por qué no había acceso por carretera. El camino desde
Teotitlán del Camino era una brecha para mulas que subía
toda la sierra, desde el Valle de Puebla hasta llegar al
parteaguas y bajar hacia la vertiente del Golfo de México y
alcanzar Huautla de Jiménez. En Teotitlán del Camino
pernoctaba y al otro día salía a las 5 de la mañana a lomo
de mula. Llegaba a Huautla de Jiménez alrededor de las 5
de la tarde y continuaba a pie hacia el Rancho del Cura,
que estaba más abajo (figura 12). Por cierto, este camino
de Teotitlán a Huautla lo habían recorrido previamente
Weitlaner, Reko, Johnson y su esposa Irmgard Weitlaner,
Schultes, Pike y los Wasson. Después fue muy recorrido
por los hippies que invadieron Huautla de Jiménez, como
comentaré más adelante.
En aquella época de finales de los 50’s, la fama de
María Sabina apenas se iniciaba. Wasson la había conocido
y convencido de que le permitiera grabar y filmar las
ceremonias (se ignora cuanto tuvo que erogar Wasson en
María Sabina, quien como no hablaba español, todo se
arreglaba con los sobrinos quienes, aunque suene mal,
eran ladinos) (María Sabina murió en la pobreza absoluta).
Nunca conocí a María Sabina, pero un día le pregunté a
Don Isauro quien era ella, y me contestó que los
mazatecos estaban enojados con ella, porque le estaba
vendiendo a un extranjero (a Wasson) los secretos de los
hongos sagrados, que no eran de ella, eran de los
mazatecos, y que además ese conocimiento no se vendía
por lo sagrado que era, sino que se obsequiaba. Benítez
(1964) y Estrada (1977) escribieron reseñas de María Sabina.
En 1996 la revista Espacios, del Instituto de Ciencias
Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de
Puebla, publicó un número especial (Año XIV, Num. 20,
marzo 1996) con varias traducciones al español de los
principales trabajos de Wasson y de otros especialistas en
relación con los hongos alucinógenos. Destacan entre ellos
el de Johnson de 1939 (mal citado como Basset), sobre
elementos de la “brujería mazateca” (sic). Este
antropólogo, en compañía de su esposa Irmgard (la hija
de Weitlaner) y el mismo Weitlaner fueron los primeros
extranjeros que asistieron a una ceremonia nocturna con
hongos sagrados en Huautla de Jiménez, presidida por un
curandero. No obstante ninguno de ellos ingirió los
hongos. Dicha ceremonia fue unos días antes de la llegada
de Reko y Schultes (Davis 2004). Observamos que fueron
extranjeros los primeros en estudiar los hongos de los
mazatecos, como Weitlaner, Reko, Johnson y su esposa,
Pike y Schultes, allá en la década de los 30’s del siglo
pasado, y luego en los 50’s los Wasson, Heim, Singer y
Smith. Por cierto, Reko, quien fue el primero en saber de
estos hongos y que estaba muy cerca de descubrirlos,
falleció en 1956 a la edad de 76 años. Los trabajos
emprendidos por Guzmán en 1957 sobre estos hongos y
continuados hasta el presente (Guzmán 2012),
constituyeron los primeros que realizó un mexicano,
aunque Herrera y su equipo también hicieron algunos
estudios (por ejemplo Zenteno y Herrera 1958, Herrera
1967).
LOS HONGOS ALUCINÓGENOS, SUS PROPIEDADES Y LAS
CEREMONIAS NOCTURNAS ASOCIADAS A SU CONSUMO
Los hongos alucinógenos, sagrados para los mazatecos,
reciben uno o varios nombres en mazateco y en español,
como son dinize o ´pajarito´, dichito (escrito también dishito) o ´derrumbe´ y di-shito-to-leraja o ´San Isidro´
(Guzmán 1997). Comúnmente se les llama ´alucinógenos´,
´alucinantes´, ´sagrados´, ´santos´, ´divinos´, ´adivinadores´,
´psicotrópicos´, entre otros. Guzmán (1959b) propuso que
el nombre más correcto debería de ser el de
´neurotrópicos´, por su acción en el sistema nervioso
central. Pero Wasson y su grupo de colaboradores, como
Ruck (Wasson 1980), sugirieron que el nombre más
apropiado debería de ser el de “enteogénico”, que
significa: “crear a Dios dentro de uno”. Sin embargo, como
lo he dicho en varios foros, este nombre es inapropiado
puesto que la ciencia debe de estar apartada de cualquier
religión. Desafortunadamente dicha denominación
prevalece “por estar de moda”.
Como se ha especificado los hongos alucinógenos de
Huautla de Jiménez se adscriben al género Psilocybe,
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
aunque Heim y Wasson (1958) llamaron Stropharia
cubensis al Psilocybe cubensis y describieron además a
Conocybe siligineoides. Este último según Singer (1958a) es
probable que lo confundieran con Psilocybe yungensis,
especie que Singer y Smith (1958) describieron de Bolivia y
que Heim y Wasson (1958) encontraron en el Cerro Santo,
cerca del Río Santiago, de la región de Huautla de
Jiménez. Psilocybe yungensis (figura 33) crece sobre
troncos podridos dentro del bosque y le llaman los
mazatecos pajarito de monte por su parecido con
Psilocybe mexicana. El Conocybe siligenoides de Heim y
Wasson (1958) no ha sido encontrado desde aquel tiempo.
Son 12 las especies de hongos sagrados del género
Psilocybe conocidas de la región, citadas por Heim, Singer,
Smith y Guzmán. De ellas, cinco son sinónimas, por lo que
solamente siete están relacionadas con los mazatecos, de
las aproximadamente 30 que hay en el país y unas 50 en el
mundo (Guzmán 1983). De los hongos mazatecos, P.
caerulescens (figuras 30-32) es uno de los ´derrumbes´,
pero fue descrito desde 1923 de Mississippi, EUA, sin que
se le conocieran propiedades alucinógenas. Hasta 1956,
Heim (1956a, b) lo citó de México, pero con el nombre de
Psilocybe mazatecorum. Por otra parte, Psilocybe isaurii
(figura 33) descrito por Singer (1958b) en honor de Don
Isauro Nava basándose en una colecta mía, es sinónimo de
Psilocybe yungensis. Además, P. acutissima de Heim es
otro sinónimo de Psilocybe yungensis. Referente a
Psilocybe caerulipes var. gastonii descrito por Singer
(1958b), es sinónimo de Psilocybe hoogshagenii (figura 35).
Psilocybe heimii (figura 34) descrito por Guzmán (1983)
cerca del Rancho del Cura y en honor de Heim, recibe el
nombre de ´derrumbito´. Otro ´derrumbito´, es P.
zapotecorum en su forma juvenil (figura 17). Véase con
todo esto, la complejidad que hay en la identificación de
los hongos sagrados.
La acción alucinógena de los hongos se debe al
alcaloide psilocibina, que actúa a través de la sangre sobre
el sistema nervioso central, es decir en el cerebro. Dicho
sistema nervioso está regido por la serotonina, una
hormona muy semejante a la psilocibina. Los bioquímicos
han descubierto que cuando dos substancias de
composición química semejante están presentes, una toma
el papel de la otra. Es el caso de los hongos alucinógenos,
en donde la psilocibina al entrar a la corriente sanguínea
desempeña el papel de la serotonina y al llegar al cerebro
produce las alucinaciones e ilusiones, ambas en color(una
alucinación es ver objetos que no existen y las ilusiones
son aquellos casos en donde se ve una cosa real
transformada en otra irreal). Estas aparecen porquela
psilocibina no hace bien el papel de la serotonina.
Figuras 18-21. Huautla de Jiménez en 1958. 18: Vista
panorámica (nótese la neblina). 19: La iglesia principal, 20-21: El
mercado (todas del autor).
Figuras 22-25. Imágenes tomadas en Huautla de Jiménez en
2012 y 2013. 22: El autor y su esposa iniciando el viaje de
Huautla de Jiménez al Rancho del Cura en 2013. 23: Mujer con su
vestido típico, 24: Un huehuentón bailando el Día de los Difuntos.
25: Taxi del sitio “María Sabina” con su greca de hongos (22: de
Fanti en 2013; 23: del autor en 1958; 24-25: de Ógata en 2012).
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
Sin embargo, por nuestro metabolismo, la psilocibina poco
a poco se va eliminando hasta desaparecer, mientras
la serotonina se recupera y por ello, la persona vuelve a
su condición normal.
Precisamente debido a que la acción de la psilocibina
es pasajera, se ha tratado de aplicar en medicina para
estudiar los problemas mentales y la manera de aliviarlos.
Las investigaciones psicoterapéuticas aún se siguen
desarrollando en algunas clínicas del extranjero, pero con
enormes restricciones debido a que tanto los hongos
alucinógenos como la psilocibina son considerados drogas
(sin serlo), por lo que está prohibido su posesión y su
consumo. En México, Nieto (1959) tuvo que suspender sus
investigaciones sobre los efectos psíquicos de Stropharia
cubensis en el hombre, por considerarse ilegales. Los
hongos los había adquirido a través de los cultivos de
Zenteno y Herrera (1958), de una cepa de Singer. Los
Laboratorios Syntex en los 60’s llegaron a obtener
hormonas esteroideas de diversas cepas de hongos que
Guzmán les facilitó (Casas-Campillo 1965), pero por
problemas legales tuvieron que abandonar el proyecto.
Es un hecho que los hongos alucinógenos o la
psilocibina no hacen daño al organismo, siempre y cuando
se tomen dosis normales recomendadas por los indígenas
o curanderos. Ingerir más de 12 ejemplares en fresco o 24
en seco es peligroso, porque alteran demasiado el sistema
nervioso y la recuperación de la serotonina puede
bloquearse, con consecuencias graves para la persona,
que inclusive puede morir por complicaciones cardiacas.
Bien hacen ver los indígenas sobre los cuidados que debe
haber cuando se ingieren estos hongos. Dicha ingestión
debe de ser de noche, para evitar ruidos o circunstancias
que puedan alterar a la persona que estará concentrada
en sus alucinaciones e ilusiones. Ingerir tales hongos en un
lugar ruidoso con mucha gente, puede provocar una crisis
nerviosa, con consecuencias graves. Tomar medicinas,
drogas o alcohol al mismo tiempo que los hongos es
peligroso. Una persona que ha comido los hongos, según
hacen ver los indígenas, debe reposar por una semana
debido a que queda muy sensible, en parte porque
presenta una vibración de los tímpanos, como lo relataré
m ás ad e la n te. E s r ec ome nd a bl e q ue a lg u ie n co n
experiencia guíe el consumo, ya que al provocar estados
alterados de la conciencia, la persona que los consume
puede hacer cosas que la pongan a ella u otras en peligro.
De acuerdo a las costumbres de los mazatecos las
ceremonias con hongos siempre deben de estar
precedidas por un curandero o persona de edad y con
experiencia. Dos ejemplos de lo aparentemente inofensivo
que son los hongos alucinógenos cuando su uso es
adecuado, son María Sabina que toda su vida comió tales
hongos y murió anciana a los 92 años de edad, y por otra
parte mi caso, cuando ingerí estos hongos en 1958 y no he
vuelto a sentir necesidad de comerlos otra vez, aunque
recuerdo muy bien todo lo que vi, sentí y viví. Véase a
continuación, en las tradiciones, relatos sobre las
ceremonias nocturnas con hongos.
Figuras 26-35. Los hongos sagrados. 26: El falso hongo sagrado (Panaeolus sphinctrinus) citado por Schultes de Huautla de Jiménez en
1938 como teonanácatl. 27: El ´San Isidro´, Psilocybe cubensis. 28: El ´pajarito´, P. mexicana. 29: La comadre del autor (María Martínez Vda.
de Nava) y Laura Guzmán-Dávalos con la mesa llena de ´derrumbes´ (P. zapotecorum mezclado con P. caerulescens). 30-31: Uno de los
´derrumbes´ de los mazatecos (Psilocybe caerulescens o P. mazatecorum según Heim). 32: Otro ´derrumbe´, el Psilocybe zapotecorum, que
parece ahora la especie más común en Huautla de Jiménez. 33: El ´pajarito de monte´, Psilocybe isaurii ahora conocido como P. yungensis.
34: Psilocybe heimii, uno de los ´derrumbes´, el cual es muy escaso. 35: Psilocybe hoogshagenii, un ´derrumbe´ confundido por Singer con P.
zapotecorum; crece también en derrumbes o en el lodo (26-28, 30-31 y 33-34 del autor en 1957-1958; 29 y 32 de Fanti en 2013; 35 de Jacobs en los 70’s).
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
LA POBLACIÓN DE HUAUTLA DE JIMÉNEZ, LAS
TRADICIONES Y SUS HONGOS AYER Y HOY
El Huautla de Jiménez que conocí durante 1957 y 1958, era
una pequeña congregación tranquila, perdida en la sierra
mazateca (figuras 18-21, 23), con sus tradiciones vigentes.
La población poco contacto tenía con la civilización
moderna, sobre todo con la extranjera. El comer los
hongos alucinógenos era algo muy especial; lo hacían
solamente cuando había una causa o un gran problema
familiar o de salud. Según decían, los hongos sirven para
curar la envidia, el mal de ojo, problemas morales y de
salud, adivinar el futuro e incluso hablar con los difuntos o
con Dios. Cuando se recolectaban, se debía tener cuidado
de no ser visto por otras personas ajenas al ritual, porque
si no, los hongos perdían su fuerza. Pero esto se acabó al
llegar los extranjeros a conocerlos, comprarlos e ingerirlos,
como sucedió desde la época de su descubrimiento.
Wasson a través de sus publicaciones (Wasson 1957) y
conferencias, fomentó indirectamente el mal uso que vino
después, lo que él lamentó años más tarde (Wasson 1980).
Con ello empezaron a llegar a Huautla de Jiménez jóvenes
extranjeros, principalmente de EUA. Se inició una
degeneración de las tradiciones. Además se construyeron
dos carreteras para vehículos, una desde Teotitlán del
Camino y la otra de Tuxtepec. Con ello, Huautla de
Jiménez quedó abierto al mundo. El mercado de la
población tan típico que conocí en 1957 (figuras 20-21), fue
sustituido en 1974 por un gran edificio de dos pisos, con
techo de lámina, en donde se instalan cientos de
vendedores, entre ellos, aquellos que venden y anuncian
su música (discos compactos piratas), a gran volumen para
atraer a los clientes; a su vez pasan carros con
altoparlantes que promueven diversos productos. El
resultado es un gran ruido todos los días. Además, la plaza
principal de la población está ahora invadida por
vendedores, quienes a través de sus carpas cubiertas con
lonas y plásticos amarradas de los árboles o de los
monumentos, abarrotan todos los espacios.
La familia de Don Isauro Nava (figuras 36-39) vivía en
un principio en el Rancho del Cura, apartada de aquella
población. Tuve la buena suerte que en una ocasión, Don
Isauro me preguntara cuándo sería mi próxima visita, ya
que estaban él y su esposa, Doña María Martínez, muy
interesados en que fungiera como el padrino de bautizo
de su primogénita, Silvia Nava Martínez. Y así fue como en
julio de 1958, aprovechando una estancia de mi trabajo, se
llevó a cabo la ceremonia del bautizo en la iglesia de la
población (figuras 19, 36). Después del bautizo fui invitado
por Don Isauro a un brindis (figuras 38) y de ahí toda la
familia caminó hasta el Rancho del Cura, en donde ya
estaba preparada una gran comida. En otro viaje a dicho
rancho, después de recolectar y estudiar los hongos, se me
ocurrió que podría experimentar con ellos. Dudaba que
fueran alucinógenos y por ello decidí ingerirlos. Pero
primero le pedí autorización a Don Isauro para comer tales
hongos, ya que en aquel tiempo, no cualquier persona y
sobre todo ´extranjero´ (así les llamaban a las personas que
no fueran de la población), podía comerlos libremente.
Don Isauro me dijo que tenía que consultar con su mamá,
quien era la única autorizada para ello. La señora, Doña
Aniceta García (figuras 8, 36 y 39) comunicó que estaba de
acuerdo, siempre y cuando dos de sus hijos también los
consumieran para acompañarme. La ceremonia se efectuó
al anochecer de ese día y se instaló un altar católico afuera
de la casa, en el que sobre una mesita con papel de china,
se pusieron imágenes católicas, un Cristo, cirios y
veladoras. La dosis de los hongos para cada una de las
personas que los íbamos a ingerir se colocó en jícaras y se
quemó incienso.
Doña Aniceta, hincada empezó a rezar, a veces
cantando, en mazateco y español, en una mezcla confusa;
toda la familia también rezaba. Los hermanos que
comerían los hongos y yo, observábamos en silencio,
sentados cerca del altar. Después la señora, sin parar de
rezar, pasó las jícaras con hongos ante incienso y nos las
dio a cada uno de los que íbamos a comerlos. El hongo
elegido fue el ´San Isidro´, que yo había recolectado esa
mañana, y la señora comió el dinize (Psilocybe mexicana),
sólo unos pocos ejemplares secos por su avanzada edad.
Los demás tomamos doce hongos, seis pares que como
dicen ellos, son ´él´ y ´ella´ (así los separan cuando los
cuentan). Para esto ninguno habíamos tomado alimentos
desde el desayuno, siguiendo las costumbres, ya que
según dicen, el estómago debe de estar vacío. El sabor de
los hongos no es muy agradable, saben y huelen
semejante a tortillas acedas y hay que comerlos despacio,
con un poco de agua para que no provoquen vómito.
Después de la ceremonia, Don Isauro me invitó a que
nos sentáramos alrededor de la mesa en la casa. Sus
hermanos se sentaron también cerca de ella; pasados
varios minutos observé que solamente Don Isauro, sus
hermanos y yo éramos los únicos despiertos, puesto que
toda la familia se había acostado en sus petates. Decidí
despedirme de Don Isauro y me acosté en mi petate, el
cual estaba muy cerca de la mesa y se apagó el único
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
quinqué prendido en la casa que era el de la mesa.
Recostado en mi petate me sentía bien y observaba la
única luz en la habitación, la cual provenía de mi secadora
de hongos en el rincón opuesto al de mi petate, secadora
que armaba siguiendo el modelo de Singer. De repente la
poca iluminada secadora cubierta de periódicos, emitió
una fuerte luz brillante y blanca que iluminó toda la
habitación e inmediatamente se convirtió en un gran
castillo caricaturesco, con dos caras humanas, una se reía y
otra lloraba. El castillo me hablaba y decía: “ven, ven a mí”,
“no tengas miedo”. A su vez un rayo de luz que salía de la
secadora hacia el petate, se convirtió en un gran tentáculo
con una mano, cuyos dedos me indicaban ir hacia el
castillo. Busqué mis lentes y me los puse para distinguir la
secadora pero el castillo se carcajeó; sentí pánico y preferí
darle la espalda al castillo. Cerré los ojos y empecé a ver
miles de burbujas de llamativos colores, las cuales también
veía con los ojos abiertos flotando en el aire. Me sentí de
repente muy bien y confortable, en una cómoda cama sin
pulgas y tenía muchas ganas de reírme. Ante la insistencia
del castillo de que fuera hacia él, lo tuve que regañar y le
hice ver que no iría. Las burbujas entonces empezaron a
girar alrededor del petate y poco a poco se convirtieron en
negros gigantes que danzaban y cantaban.
Figuras 36-39. Familia Nava García. 36: La familia en 1958 [1:
Don Isauro, 2: Aniceta García (madre de Don Isauro), 3: Adrián
Nava García (hermano mayor de Don Isauro), 4: Santiago Nava
García (hermano menor de Don Isauro), 5: El autor]. 37: Después
del bautizo de Silvia Nava Martínez en 1958 (aparecen el autor,
Doña María Martínez cargando a Silvia y Don Isauro). 38: El
brindis después del bautizo (de izquierda a derecha un sobrino
de Don Isauro, Don Isauro, el autor y el tendero). 39: Casa del
Rancho del Cura, con Doña Aniceta y Palacios, en 1957 (36, 38:
anónimas; 37: foto automática; 39: del autor).
Después pensé que los danzantes que veía en mis
alucinaciones no existían, observé que los hermanos de
Don Isauro no veían aquello. Entonces me esforcé en
volver a la realidad y al tratar de ver que eran esos
gigantes, noté que iban perdiendo estatura y
disminuyendo la intensidad de sus cánticos, hasta que esa
alucinación desapareció y descubrí que simplemente se
trataba de un perro siguiendo a un gato alrededor de mi
petate. Pasó el tiempo y otras alucinaciones e ilusiones se
me presentaron, como una cueva debajo de mi petate con
mucha luz y un exagerado zumbido de grillos. En fin, vi y
viví muchas cosas, pero al mismo tiempo sabía quién era
yo y en donde estaba. Recordé que Wasson en una de sus
publicaciones narró que los siberianos comían un hongo
alucinógeno o se bebían los orines de la persona que los
habían ingerido, porque la substancia alucinógena se
desechaba de esa manera. Con ello pensé que si orinaba
se me terminarían las alucinaciones. Pero como ya había
notado antes, no me podía erguir porque mis piernas no
reaccionaban; decidí ir hacia la puerta de la casa en
“cuatro patas”. Entonces escuché que alguien gritaba “el
ingeniero se escapa” (me decían ingeniero). Apareció Don
Isauro sorprendido y me preguntó que pasaba y le dije
que iba afuera a hacer una necesidad. Y a pesar de la
oposición de Don Isauro y de que estaba lloviendo, salí,
me mojé, me enlodé, oriné y al regresar, lo primero que vi
fue el castillo sonriente y burlesco. Me sentí defraudado.
Después de algún tiempo y tener otras alucinaciones
quedé profundamente dormido, más o menos dos horas.
Al ser despertado por las señoras que se levantaban a
las 5 de la mañana para poner el café y hacer tortillas, noté
que ya no estaba el castillo. Sentí alivio y me levanté
cansado por la desvelada, empaqué mis cosas y desayuné.
Al despedirme de la familia, Don Isauro me comunicó que
no podía partir, porqué su mamá decía que tenía que
guardar reposo por lo menos cinco días. Me disculpé por
que no podía quedarme por mis muchos compromisos y
noté la angustia en toda la familia, inclusive que las
mujeres lloraban. Sin embargo, partí con mis bestias y la
carga de mis hongos, para llegar a Teotitlán del Camino y
pernoctar. Ahí me percaté que todo el día había tenido un
zumbido en los oídos, como aquél que escuché en la
cueva de mis alucinaciones. Dicho zumbido se
intensificaba cuando recargaba la oreja sobre la almohada
lo que me hacía recordar la noche de las alucinaciones. El
zumbido me duró cinco días, los mismos que sabiamente
me habían indicado de guardar reposo en casa, según lo
marcaban las costumbres mazatecas.
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
Y a propósito de la pérdida de las tradiciones en
Huautla de Jiménez, observadas en mis visitas de 2012 y
2013, conocí en el Rancho del Cura a una vendedora de
´hongos santos´. Tenía ella los hongos revueltos en un
gran envoltorio de periódico, quizá con más de 100
ejemplares secos, pero todos negros por haber sido mal
secados y lo peor, estaban cubiertos de mohos. Seleccioné
algunos con dificultad, cinco posibles especies y le hice ver
a la señora que el comer hongos con mohos hacía mucho
daño, que los tirara antes de que causaran una tragedia.
La señora no me entendió e insistió en el precio, el cual
era muy elevado y más para los cinco grupitos que escogí.
Aquel conocimiento tan profundo que tenían los
mazatecos sobre sus hongos, como el ejemplo de Don
Isauro (véase la figura 7), se está perdiendo o se perdió.
De los cinco grupos de hongos que seleccioné en el
paquete de la señora aludida, después del estudio
microscópico, se encontró que pertenecen a cuatro
especies de Psilocybe, a saber: P. caerulescens, P. cubensis,
P. hoogshagenii y P. mexicana, de los que el más
abundante resultó el primero. Interesante es observar que
P. zapotecorum no estaba representado en los hongos de
la señora, lo que contrasta con los hongos frescos que
obtuvimos a través de los mazatecos en el viaje de 2013
(figuras 15, 29, 32, 50).
Actualmente las ceremonias nocturnas con hongos se
han mercantilizado y desvirtuado. Hace poco tiempo se
publicó en un periódico de la Ciudad de México un
artículo sobre estas ceremonias de los mazatecos, con una
fotografía a colores que muestra la triste realidad: una
ceremonia en Huautla de Jiménez con una humilde
señora, una muchacha y un chamaco, observando un
incienso quemándose sobre una tabla colocada sobre una
mesa mal cubierta con un mantel arrugado.
Aparentemente las personas estaban rezando de pie, con
las manos cruzadas en el vientre, excepto el chamaco que
tenía las manos sobre la mesa, porqué estaba recargado.
En dicha mesa se observa una vela grande (no cirio) en
una llamativa botella de ´Fanta´ como candelero y también
una hoja de plátano con muchos hongos todos revueltos,
además de una cajetilla de cerillos, un papel arrugado y un
trapo para limpiar. Al fondo sobre la mesa pegada a la
pared, una pequeña imagen de la Virgen de Guadalupe,
mal recargada sobre unos enceres de cocina. Sobre la
pared un sartén y una escoba. ¡Cuánta diferencia de esta
escena que no muestra ningún respeto por las tradiciones,
con la que viví en el Rancho del Cura en 1958!
La fama de María Sabina en Huautla de Jiménez es
Figuras 40-43. Bienvenida en octubre de 2012 y 2013. 40-41:
Bienvenida al autor, cuando le dieron un ramo de flores y un cirio
(ambos en su mano izquierda en 40) y le pasaron incienso a su
alrededor. 40: en el centro Silvia detrás con el incienso y Niquita
(de espaldas); 41: el autor, Silvia y Doña María en la casa. 42:
Doña María en la casa del Rancho del Cura. 43: Guzmán, Isabel,
un sobrino de Don Isauro, Doña María, Niquita y Laura frente al
cuarto en donde yo pernoctaba en 1957 y 1958 en el Rancho del
Cura (40-41: de Ogata; 42-43: de Fanti).
Figuras 44-47. Visita en octubre de 2012. 44: Camino al
Panteón en Huautla de Jiménez en 2012. Silvia del brazo del
autor, Doña María con su hijo Niquita y su nieto. 45: El autor en
la tumba de Don Isauro. 46: Recolectando hongos en Llano
Algodón, cerca del Rancho del Cura. 47: Frente a la casa del
Rancho del Cura, el autor con sus hongos, en compañía de Nisao
Ógata (fotos de Suardíaz).
tanta que el principal sitio de taxis lleva su nombre y cada
carro tiene una greca con hongos, los cuales según los
dibujos a colores, son especies comestibles (figura 25). Por
otra parte, hay rumores de que el municipio está
planeando cambiar el nombre de la población por el de
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32 | EE 10 (1)
Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
“Huautla de María Sabina”, lo que sería un atentado contra
la historia y falta de respeto al General Mariano Jiménez,
quien en 1864 fue el primer gobernador de Oaxaca quien
visitó la población. Parece que la única curandera que hay
ahora en Huautla de Jiménez es la Sra. Julia Julieta
Casimiro de Pineda, quien se anuncia en internet y se
considera “mujer sabia”; es una católica muy devota que
cura aparentemente con hongos sagrados. Pertenece a un
Consejo Internacional de Indígenas de Nueva York y ha
visitado varios países como India. La apoya su hija Natalia
Pineda y ellas construyeron una capilla llamada Virgen de
los Remedios, en donde ofrecen sus servicios y los “ritos
del teonanácatl”, todo por una cuota previa. Esto parece
ser una mala evolución mercantilista y pragmática de los
ritos descubiertos por Johnson y por Wasson, en donde no
se cobraba cuota alguna ni se le daba tanta importancia al
catolicismo. En la abundante bibliografía sobre los hongos
alucinógenos en el internet y referente a Huautla de
Jiménez y sus hongos, hay muchas inexactitudes y errores.
Se dice por ejemplo, que las ceremonias son “ritos del
teonanácatl”, porqué los hongos de Oaxaca se llaman
teonanácatl y que los descubrió el Sr. “Gordo Mason”.
Afortunadamente, todavía queda algo de aquel Huautla de
Jiménez, como su música, entre ella, la canción “Flor de
naranjo” que es muy popular y las danzas de los
huehuentones los días de los Santos Difuntos (figura 24).
Los vestidos típicos de los mazatecos tan frecuentes antes
(figura 23), ahora son una rareza y solo los utilizan muy
pocas mujeres mayores.
CÓMO LLEGUÉ NUEVAMENTE
JIMÉNEZ EN 2012 Y 2013
A
HUAUTLA
DE
Mi regreso a Huautla de Jiménez en 2012, después de 54
años, fue casual, debido a la inquietud de mi ahijada Silvia
Nava que buscaba a su padrino. Fue gracias al Prof. Israel
García Nava, hijo de ella, quién a través del internet
localizó el teléfono de la institución en donde laboro.
Dicha información se la dio a su mamá y ella a su hermano
mayor, el Prof. Niquita Nava (figuras 40, 43, 49), quién me
contactó vía telefónica en julio del 2012. Quedamos que
haría todo lo posible por ir a verlos. Me disculpé
enormemente con Niquita, por no haber ido a Huautla de
Jiménez durante tantos años. Que me daba pena haber
dejado de ver a su padre Don Isauro, a su mamá y a Silvia,
por lo que haría todo lo posible de volver pronto. Le
platiqué brevemente que después de mi última estancia en
el Rancho del Cura en 1958 continué con mi trabajo,
recolectando y consiguiendo los hongos en varias partes
del país y a su vez retorné a las clases que impartía en mi
escuela y escribí mi tesis profesional sobre tales hongos,
me casé y después fui becado para ir a EUA y más tarde
con otra beca viajé por todo el mundo para estudiar los
hongos alucinógenos. Perdí a uno de mis hijos, apenas con
15 años, en un accidente automovilístico y en 1982 cambié
mi residencia a Xalapa, en donde me casé nuevamente.
Que me disculpara aunque sabía que no tenía ninguna
excusa por ello.
Afortunadamente el Dr. Nisao Ógata, uno de mis
discípulos (figura 47), me visitó en mi laboratorio en
octubre de 2012 y me hizo ver que estaba desarrollando
un proyecto sobre los mazatecos y que iría a Huautla de
Jiménez con su compañera, la Profesora Andrea Suardíaz.
Le recomendé que al llegar a Huautla preguntara por el
Prof. Niquita, quien le daría información y apoyo. Cuando
regresó Nisao a Xalapa después de aquel viaje, me dijo
que era urgente que fuera a Huautla de Jiménez, porque
toda la familia Nava me estaba esperando. Con ello, tuve
que dejar todos mis compromisos, y con mis 80 años
encima salí con Nisao y Andrea a Huautla de Jiménez a
fines de ese mes. Para ello Nisao le comunicó a Niquita el
día que llegaría conmigo, pero que no le dijera a la familia,
que los reuniera a todos en la casa de su mamá y que les
comunicara que tenía un mensaje muy importante del Dr.
Guzmán. Con ello mi llegada fue sorpresiva. Era vísperas
del Día de los Santos Difuntos y al verme frente a la casa,
María Martínez, la viuda de Don Isauro y su hija Silvia,
lloraron y pidieron inmediatamente que les llevaran del
altar que tenían montado en la casa, unas flores y un cirio
que me entregaron, mientras otra persona pasaba incienso
a mi alrededor (figuras 40-41). El resto de la familia
observaba, lo mismo que la gente en la calle que se
congregó. Después de ello entramos a la casa y ahí vi el
altar que habían instalado con motivo del Día de los
Difuntos y en donde estaba una fotografía de Don Isauro
conmigo el día del bautizo en 1958. Más tarde pregunté
por el Rancho del Cura y me comunicaron que todavía lo
tenían, pero que ninguno de ellos vivía ahí. Se arregló el
viaje para visitarlo, pero antes, al día siguiente, fuimos al
panteón (figuras 44-45).
El Día de los Santos Difuntos toda la familia junto con
Nisao, Andrea y yo, fuimos al panteón (figura 44) a visitar
la tumba de Don Isauro (figura 45). El viaje al rancho fue al
otro día en compañía de la comadre, la ahijada, Andrea y
Nisao. El camino estaba como el de 1957-1958, de
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
herradura, sinuoso, lodoso y muy empinado, con la
diferencia de que ahora había muchas casas aisladas y
ranchitos. La casa del Rancho del Cura, en donde había
pernoctado varias veces estaba casi igual, con la diferencia
de que el techo es ahora de lámina y el piso de cemento
(figuras 42-43, 48-49) y la habían ampliado un poco a lo
largo. Fue emocionante para mí ver ´mi rincón´ en donde
ponía mi petate y el de la secadora de hongos que se
convirtió en castillo. Después de descansar un rato afuera
en el patio, pedí que me llevaran a Llano Algodón (figura
46), a donde Don Isauro en 1957 me había enseñado los
´pajaritos´, que no encontramos ahora porque ya había
pasado la temporada, pero lo que sí vimos fue el
Panaeolus (figura 26) de Schultes. Para regresar a Huautla
de Jiménez, solicité que me facilitaran un caballo, ya que
no podía hacer el regreso a pie debido a mi edad. Me
consiguieron una mula y me monté en el animal con
mucho trabajo debido a que la silla era pequeña y no
había riendas ni estribos, sino que estos eran únicamente
reatas, que mal hacían su papel. Sin embargo, regresé
montado, aunque fue difícil por lo empinado del camino y
las grandes rocas que había además de que la mula no
obedecía al jinete. En otro tema, sobre la vida de Don
Isauro, me enteré que dejó una buena huella. En 1966-68
fue el Presidente Municipal de Huautla de Jiménez y que
en esa época se construyó una escuela, otro aeródromo y
se pavimentaron varias calles. Que su familia está llena de
profesores, por la educación que él mismo les inculcó, lo
cual me hace sentirme muy orgulloso de haber tenido el
privilegio de conocerlo y de poder convivir con su familia.
COROLARIO
A través de las líneas de este artículo se ha visto cuáles son
los famosos hongos alucinógenos de México, descubiertos
en Huautla de Jiménez y quién fue María Sabina, dos
aspectos que hicieron que dicha población se proyectara
al mundo. Una fama que irónicamente causó la
desaparición paulatina de las costumbres de los
mazatecos, debido a la exagerada difusión que se fomentó
sobre estos hongos y de María Sabina. Esto hizo que
Huautla de Jiménez fuera invadida por innumerables
visitantes, principalmente extranjeros. Todos querían
conocer a María Sabina, ´la sabia de los hongos´ y probar
sus ´hongos maravillosos´, por lo que las ceremonias
fueron organizadas como un negocio. Además se abrieron
dos carreteras de acceso a la población, lo que hizo que
llegara la ´civilización comercializada´. El Huautla que vi
ahora en mis últimos dos viajes, después de 54 años, es
totalmente diferente a aquel místico de los 50’s. Las
costumbres ancestrales que los mazatecos habían
mantenido con tanto recelo, se están esfumando. La
deforestación exagerada que afecta gravemente las
fuentes de agua, altera también el desarrollo de los
hongos. Por otra parte, es triste ver que dicha
deforestación se debe a la obtención de leña que usa la
población para su vida rutinaria, porque el precio del gas
es muy elevado. María Sabina fue privilegiada por Wasson,
pero no era la única curandera en la población ni en
México (entre los zapotecos era famoso Don Aristeo
Matías). Referente al nombre de teonanácatl de Sahagún,
Reko, Schultes, Wasson y otros otros lo usaron mal para
designar a los hongos de los mazatecos. En varios foros he
hecho ver (Guzmán 1960, 1983, 2012) que dicho vocablo
no se usa o nunca se ha usado en México y que el nombre
correcto del mismo es teotlacuilnanácatl (denominación
náhuatl que significa hongo sagrado que pinta o describe),
pero que no tiene relación alguna con los mazatecos.
El viaje que realicé a Huautla de Jiménez y al Rancho
del Cura en julio de 2013, con mi esposa Isabel, mi hija
Laura y mi yerno Eduardo fue muy significativo, porque
constaté mucho de lo que había visto en el 2012 y el
cambio de las costumbres ancestrales, la afectación al
medio ambiente, la sobrepoblación de comerciantes
fuereños, la falta de interés por la tradición de los hongos
sagrados y la escasez de estos. De cómo ahora la mayoría
de la población ignora los hongos sagrados o los conocen
poco y no tienen el respeto que antes había con ellos.
Ahora los revuelven unos con otros como se narró a
propósito de la señora que me vendió hongos mezclados
y mal secados, y el caso de los hongos que nos ofrecieron
en el viaje del 2013, hecho que se inició con Wasson en
1953-1956. Es interesante notar que Villa-Rojas (1955)
quién estudió las costumbres de los mazatecos, observó
desde aquél entonces la deforestación que se estaba
haciendo y la pérdida de las tradiciones. Es curioso que
Villa-Rojas no mencione los hongos alucinógenos, más
que a través de las observaciones de Johnson (1939) y
Reko (1945), a pesar de que en ese tiempo estaban los
Wasson haciendo sus primeras investigaciones en estos
hongos. Sin embargo, algo positivo que corroboré, fue
que la amistad de los mazatecos a través de la familia
Nava, que conocí en 1957-1958 (figuras 36-39), no tan sólo
se mantiene, sino que se ha incrementado (figuras 40-45,
49).
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Guzmán, G. 2014. Análisis del conocimiento de los hongos sagrados entre los mazatecos después de 54 a ños. Etnoecológica 10 (2): 21-36.
Figuras 48-50. Personas y hongos en el Rancho del Cura en 2013. 48: Laura Guzmán-Dávalos registrando y estudiando los hongos
recolectados. 49: Un descanso frente a la casa del Rancho del Cura, antes de partir hacia Huautla de Jiménez (de izquierda a derecha
Isabel Laserre, Guzmán, Niquita, Laura Guzmán-Dávalos y Doña María Martínez Vda. de Nava). 50: Un popurrí de hongos sagrados
llamados ´derrumbes´; domina Psilocybe zapotecorum, pero también están P. caerulescens, adulterados con Lacrymaria y Psathyrella
(fotos de Fanti en 2013).
AGRADECIMIENTOS
LITERATURA CITADA
Hago patente un gran agradecimiento a toda la familia
Nava por su hospitalidad y colaboración, muy
particularmente a María Felisa Martínez Ríos Vda. de Nava,
Silvia Nava Martínez, Niquita Nava, Israel García Nava,
Ranulfo Nava Martínez, Cleotilde Ortega, Katia Quirinda
García Nava y Juan Casimiro Nava, este último quien me
motivó para escribir el presente artículo. Los hongos
frescos proporcionados por Ranulfo Nava y también por
Niquita Nava, fueron de un gran valor para mis
investigaciones. Las fotografías de Nisao Ogata, Andrea
Suardíaz y Eduardo Fanti enriquecen significativamente el
presente artículo. Se agradece también al editor de esta
revista, Prof. Marco Antonio Vásquez el haber aceptado la
presente contribución, así como a la Dra. Emma Estrada de
la Universidad Autónoma de Chapingo, a Andrea y a mi
hija Laura, de la Universidad Veracruzana y de la
Universidad de Guadalajara, respectivamente por haber
revisado el manuscrito. A Nisao y Andrea se les agradece
por llevarme en 2012. A mi esposa, mi hija y mi yerno por
el apoyo incondicional en el viaje de 2013. Finalmente,
pero no por ello menos significativo, gracias a mis
colaboradores del Instituto de Ecología de Xalapa,
Florencia Ramírez Guillén, Alonso Cortés Pérez, Manuel
Hernández y Juan Lara Carmona, por el apoyo otorgado
en las múltiples tareas realizadas sobre mis investigaciones.
También un agradecimiento póstumo al Dr. Rolf Singer,
quién fue un pilar en mi formación como micólogo allá en
1957 y en sus asesorías años después.
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y en la revisión de sus notas. Lo referente a Huautla de
Jiménez lo detalla en los capítulos: “La carne de los
dioses/1938-1939” y en “Notas sobre las fuentes”).
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