Portada - Ayuntamiento de Tarifa

Transcripción

Portada - Ayuntamiento de Tarifa
NÚMERO MONOGRÁFICO CONMEMORATIVO DEL XIII CENTENARIO
DEL DESEMBARCO ÁRABO-BEREBER DEL 711
Cierro y ventana en Mª Antonia Toledo, 12
CIERROS Y BALCONES
Aljaranda
Año XXI Núm. 81 Segundo Trimestre. Junio 2011
2
XIII Centenario desembarco
Aljaranda 81 (2011)
árabo-bereber
aliados, el conde Julián y los parientes de Witiza,
solo podían lograr sus respectivos objetivos
mediante la derrota y derrocamiento del rey
Rodrigo. Y resulta también claro que esto solo
sería posible tras los asedios y tomas de la ciudad
de Córdoba (capital de la Bética) y de Toledo
(capital del estado visigodo).
La simple observación del mapa físico
de la Península Ibérica nos descubre de forma
inmediata que la única vía posible de penetración
de las tropas de Tarik hacia esos objetivos habría
de ser a través del valle del Guadalquivir. Las
sierras béticas y penibéticas eran obstáculos
insalvables para un rápido avance por
cualquier trayecto diferente.
De hecho, tras la victoria de los árabes
y sus aliados en la batalla de la laguna de la
Janda, los soldados de Tarik fueron conquistando
sucesivamente las poblaciones de Medina
Sidonia, Morón, Carmona, Sevilla, Écija y
finalmente Córdoba y Toledo. Surge por tanto la
hipótesis de que, una vez realizado el desembarco
inicial en Gibraltar, lugar de fácil defensa, y
dominada la situación en el entorno de la bahía,
se produjeran nuevos desembarcos - durante los
meses de junio y julio del 711- en los caladeros
de Tarifa (lugar ya conocido por haber sido
invadido y saqueado por Tarif ibn Mallik en julio
del 710) o de la ensenada de Barbate. En estos
desembarcos habrían llegado los 5.000 soldados
enviados como refuerzo por el emir Musa.
Además, conocida y demostrada la
penetración de las tropas árabes victoriosas por
el valle del Guadalquivir, varios argumentos
pueden apoyar esta idea de los desembarcos en
Tarifa y Barbate:
1.- El grueso de la tropas invasoras
procedía de Tánger.
2.- El lugar donde acamparon las tropas
árabes, previamente a la decisiva batalla contra
las fuerzas del rey Rodrigo, fue la orilla sur de
la laguna de la Janda, zona muy cercana y de
fácil comunicación con los indicados puertos o
caladeros naturales de Tarifa y Barbate.
3.- La aceptación posible de lo expuesto
ayudaría a despejar los actuales puntos difíciles
y oscuros que se presentan al tratar de explicar
satisfactoriamente la versión más aceptada de
que la invasión pudo realizarse por Gibraltar con
solo cuatro embarcaciones de comercio.
4.- Es posible reforzar los supuestos
anteriores si se tiene en cuenta que la primera
crónica que se refiere a la invasión árabe de la
Península – la llamada Crónica mozárabe – se
escribió en el año 754, pasados 43 años desde
que los hechos ocurrieron. En la misma no se
menciona ningún lugar de desembarco.
La siguiente crónica escrita en el año 860 por
Ibn Abd al-Hakam describe el paso del Estrecho
Imagen 2.- Busto de Muza en Tudela.
por un monte llamado después Yébel Tarik,
situado entre Ceuta y España.
Por los muchos años transcurridos entre
los hechos y su relato, parece evidente que ambas
crónicas y las que posteriormente se escribieron,
resultaron imprecisas, cuando no contradictorias,
respecto a los detalles de la invasión. Datos tales
como el número de soldados y caballos
transportados, la clase y número de las
embarcaciones utilizadas, los puertos de
desembarco, la duración de las travesías y los
días empleados, las fechas reales de cada
situación, etc. fueron obviados o reflejados solo
de forma aproximada y poco fidedigna por tanto.
La deseada y rigurosa reconstrucción de la
invasión árabe de las tierras hispánicas en el año
711, un muy interesante y decisivo episodio de
nuestra historia, puede decirse que no será
empeño fácil.
J. Cestino es autor de los libros “ESTRECHO
DE GIBRALTAR- Costas y Ciudades” y
“EL ESTRECHO- Treinta siglos de Historia en
Gibraltar, Tánger, Tarifa, Ceuta y Algeciras”
67
Sumario Aljaranda
número 81 segundo trimestre 2011
4 Presentación
Carlos Ruiz-Bravo
ALJARANDA: número extraordinario monográfico
conmemorativo del XIII Centenario del desembarco árabobereber en la costa del Campo de Gibraltar.
Revista de Estudios Tarifeños
ALJARANDA
Año XXI - Número 81 - 2º trimestre
Junio de 2011
Edita
Servicio de Publicaciones del
Excmo. Ayuntamiento de Tarifa.
Delegación Municipal de Cultura.
Consejo de Redacción
Juan Andrés Gil García
Manuel Reiné Jiménez
Manuel Liaño Rivera
Carlos Ruiz Bravo
Francisco Ruiz Giráldez
Francisco Terán Reyes
Mari Carmen Tizón Bernabé
Comité científico
José Antonio Castillo Rodríguez
José Carlos García Gómez
Iván García Jiménez
Víctor Heredia Flores
Juan Antonio Martín Ruiz
Virgilio Martínez Enamorado
Alejandro Pérez-Malumbres Landa
José Ramos Muñoz.
Coordinación,
Distribución y suscripciones
Delegación Municipal de Cultura
[email protected]
Dirección postal
Aljaranda
Casa de la Cultura
C/Amor de Dios, 3
11380 Tarifa
Tfno. 956 68 46 89
Dirección electrónica
[email protected]
Edición digital
www.aytotarifa.com
Depósito legal
CA-157/91
ISSN
1130-7986
Imprime
Tipografía La Nueva S. C.A.
Arapiles, 11 - 11380 Tarifa
6 Prólogo
Wenceslao Segura González
Prólogo monográfico de ALJARANDA.
8
María Jesús Viguera Molins
La conquista de al-Andalus según Ibn al-Qutiyya (siglo X).
14
José Beneroso Santos
Breve análisis del embarque y del desembarco de los árabobereberes de Tariq Ibn-Ziyad en la península Ibérica en
711.
28
Esther Sánchez Medina
Reflexiones en torno al 711
Problemas, metodologías y posibles avances.
37
Enrique Gozalves Cravioto
El paso del Estrecho:las fuentes.
43
Ángel J. Sáez Rodríguez
¡Allah akbar! La conquista del paraíso.
54
José Luis Gómez Barceló
La aventura transfretana del 711.
56
Manuel López Fernández
Aproximación al desembarco beréber en Gibraltar el año
711.
64
Joaquín Cestino
Comentarios a diversas cuestiones relativas a la invasión
árabe del año 711.
La Portada
Manuel Reiné nos ilustra la portada de este número con un
dibujo donde se recrea la llegada del ejército árabo-bereber
a nuestras costas.
3
PRESENTACIÓN
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Gumia árabe.
ALJARANDA: número extraordinario monográfico conmemorativo
del XIII Centenario del desembarco árabo-bereber en la costa del
Campo de Gibraltar
Carlos Ruiz-Bravo
P
rimavera-verano del año 711. Un ejército
formado por guerreros norteafricanos,
dirigido por oficiales árabes y acaudillado
por el walí Tarik Ibn Ziyad irrumpió por sorpresa
en una estrecha banda de la costa más meridional
de la península Ibérica. Fue el origen de una
invasión militar que se hizo trascendente en la
historia de la futura España.
Tanto la fulgurante expansion previa
islámica por el norte de Africa como la fogosa
situación política reinante en el Magreb en el
711 que pudieron propiciar las ansias de invadir
Hispania, son tratadas en este número
conmemorativo de ALJARANDA con gran
autoridad histórica.
Y se produjo el desembarco de un ejército
invasor que inició una conquista,. la cual está
ampliamente descrita y pormenorizada en
multitud de libros, documentos, crónicas y
artículos de Historia de España.
No ocurre lo mismo con el suceso estricto
y concreto con el que se inició la invasión
islámica. Las crónicas y libros de historia se
limitan simplemente a consignar de forma
lacónica el desembarco de un ejército que cruzó
el Estrecho y que procedía del Norte de
Africa.Una laguna histórica envuelve
desconcertantemente este lance tan trascendente
y caracterizado. Efectivamente, no hay
unanimidad sobre la composición de los efectivos
desembarcados, ni sobre los puntos tanto de
4
embarque como de desembarque.
Ni cómo cruzó la fuerza expedicionaria
el Estrecho. Ni qué barcos utilizó. ¿Cuántas
oleadas y viajes de ida y vuelta hicieron falta?
¿Con qué resistencia nativa se topó?.
Muy singular y curiosamente, en la primaveraverano del 2011 confluyen cuatro circunstancias
especiales:
1ª--se cumple el XIII Centenario del desembarco,
2ª--Tarifa ocupa geoestratégicamente una muy
clara ubicación en la banda de costa que recibió
el desembarco, 3ª--la implicación que Tarifa
tiene en la Historia Medieval del Estrecho
siempre ha tenido un valioso órgano de expresión:
la revista de estudios tarifeños ALJARANDA
y 4ª--una reactivación de la vieja inquietud de
los historiadores por dar rigor a la narración del
desembarco conque se inició la invasión del 711
y de su porqué.
La consideracion de todo el anterior
planteamiento nos lleva de la mano, y de forma
casi ineludible, a conmemorar el 1.300
aniversario del desembarco del 711 publicando
un número extraordinario de ALJARANDA que
recoja y analice los pormenores de este suceso
y el clima que lo propició. La publicación
de esta edición monográfica tiene una
intencionalidad muy bien definida: por un lado,
establecer –en la medida de lo posible,-- certeza
y rigor histórico en aquellos datos que, a fecha
de hoy, todavía no tienen definición concreta; y
Imagen 2.- Destinos y distancias de las posibles travesías.
ALJARANDA en Internet
En la dirección
http://www.aytotarifa.com
pueden consultar todos los ejemplares publicados hasta ahora de la revista, además de
otras actividades e información de la Concejalía de Cultura.
ALJARANDA es una revista abierta a cuantas personas dedican parte
de su tiempo al estudio del municipio de Tarifa en sus más diversas
vertientes: Historia, Geografía, Patrimonio, Arte, Tradiciones, Creación
literaria y otros.
Los artículos pueden ser remitidos al Consejo de Redacción bien por
correo postal (Revista Aljaranda Excmo. Ayuntamiento de Tarifa. Calle
Amor de Dios, 3 11380 Tarifa) o electrónico ([email protected]).
5
Aljaranda 81 (2011)
y prestigioso grupo de historiadores, expertos en
el tema, para que analicen y den contestación a
las citadas cuestiones. Sus versiones personales,
cordialmente agradecidas por ALJARANDA,
dan contenido a este número extraordinario de
la revista al rememorar y recrear, dejándolo más
definido, un suceso que trasladó su relevancia
en la historia del Estrecho y de la costa del
Campo de Gibraltar a la Historia de España.
PRESENTACIÓN
por otro, emitir hipótesis sólidamente
fundamentadas sobre aquellas cuestiones que,
por falta de referencias y suficientes estudios,
se resisten a la concreción histórica. Tiempo
habrá para contrastar las diferentes versiones e
hipótesis emitidas.
La presente propuesta para conmemorar
el XIII Centenario del desembarco musulmán
en España conlleva la invitación a un reducido
PRÓLOGO
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Ejército musulmán.
Prólogo monográfico de ALJARANDA
Wenceslao Segura González
E
ste año se cumplen trece siglos del
comienzo de la dominación musulmana
de España. Aún siendo uno de los
acontecimientos más importantes de la historia
nacional, no ha recibido atención alguna por
parte de las autoridades culturales. Por esto se
acoge con agrado la decisión de la revista de
estudios tarifeños ALJARANDA de editar este
número monográfico dedicado al desembarco
de Tariq ibn Ziyad.
En el 2010 se conmemoró en Tarifa los
mil trecientos años de la primera incursión
musulmana a la Península 1 capitaneada por Tarif
ibn Mallik al-Maafiri, 2 personaje que dio nombre
a la ciudad. 3 Tampoco las administraciones
culturales apoyaron esta efeméride, que fue
organizada por la asociación Proyecto
TARIFA2010.
La fecha que se apunta como más
probable para el desembarco de Tariq es a finales
de abril del año 711. Pero los historiadores árabes
dan muchas otras fechas, que van desde finales
de abril a finales de julio, aunque la mayoría la
1
dan en el mes de rajab (del 24 de abril al 23 de
mayo aproximadamente).4,5 Estamos pues, en el
año 1.300 posterior a este episodio, lo que ha
dado pie a la edición de este monográfico.
Los primeros momentos de la invasión
musulmana no han sido tratados con la debida
profundidad. Todo se ha quedado en considerar que
los árabes, encabezados por Musa ibn Nusair,
programaron la conquista, utilizando para ello el
destacamento tangerino que acaudillaba Tariq ibn
Ziyad. Al menos esto es lo que nos ha trasmitido la
historia musulmana, que muestra una clara
intención manipuladora, tratando de realzar el
protagonismo árabe en detrimento de los
bereberes.
Ya hemos señalado en otro lugar 6 que,
aún sin pretenderlo, las antiguas crónicas árabes
dan a entender que la conquista de España fue
fortuita, resultado del desembarco de los
bereberes de Tariq, que parece fue realizado sin
conocimiento del gobernador de Ifriquiya, o al
Parece ser que el primer desembarco musulmán en España fue en Mallorca en el año 707, IBN AL-ATHIR, Annales
du Maghreb et de l'Espagne, traducción de E.Fagnan, Alger, 1989, p. 33.
2 Una biografía de este personaje se encuentra en SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: “Tarif ibn Mallik”, Al Qantir
11 (2011) 36-55.
3 Tarifa fue conocida durante la dominación musulmana como Yazirat Tarif (Isla de Tarif). Un nombre un tanto
confuso, porque Tarifa no es una isla, como tampoco lo es al-Yazira al Jadra (Isla Verde, Algeciras). Estos nombres
no hacen referencia a las islas que hay frente a sus costas (isla de las Palomas e isla Verde) sino a las poblaciones
continentales. Añadir que en los primeros autores árabes que tratan de la conquista de España, parece más bien que
con al-Yazira al Jadra significan la comarca del norte del Estrecho y no solo la población de Algeciras,
4 Contrasta este dispersión de fechas con la unanimidad sobre la fecha en que desembarcó Tarif: julio de 710.
5 SÁNCHEZ ALBORNOZ, Claudio: “Itinerarios de la conquista de España por los musulmanes”, Cuadernos de
Historia 10 (1984) 21-74.
6 SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao: “El comienzo de la conquista musulmana de España”, Al Qantir 11 (2011) 92-1
6
vean obligados a especular sobre lo que ocurrió hace
ahora trece siglos. Esto es lo que ha pasado con la
batalla del Guadalete, que también este año
conmemoramos, donde se ha utilizado la lógica
militar para averiguar el lugar donde se produjo. 8
Los historiadores encuentran
dificultad en el análisis del inicio
de la invasión
Lo que acabamos de exponer nos muestra
que los primeros momentos de la invasión (o si se
prefiere de la conquista) es un tema histórico abierto.
A cubrir este vacío apuntan los ocho artículos que
componen este monográfico, que aportan nueva luz
a uno de los episodios de mas significación histórica
que se han desarrollado en el litoral norte del Estrecho.
El estudio de las fuentes, los medios navales,
la operación del desembarco, el protagonismo de
Ceuta, la situación del reino visigodo, son algunos
de los asuntos que analizan ocho prestigiosos
historiadores, buenos conocedores todos ellos de la
historia de nuestra comarca y de Tarifa en particular.
Ángel Sáez, Enrique Gozálbes, Manuel López, José
Luis Gómez Barceló, María Jesús Vigueras, Esther
Sánchez Medina, José Beneroso y Joaquín Cestino,
hacen su aportación en este número extraordinario
de ALJARANDA, contribuyendo a esclarecer lo
que ocurrió en nuestra tierra hace ahora exactamente
mil trescientos años.
Imagen 2.- Guerrero magrebí. Wikipedia.
7
Un análisis de las crónicas árabes que nos interesan se encuentra en VIGUERA MOLINS, María Jesús: “El
establecimiento de los musulmanes en Spania – Al-Andalus”, V Semana de estudios medievales de Nájera, Instituto
de Estudios Riojanos, 1995, pp. 35-50. Por nuestra parte hemos reunido las crónicas cristianas y árabes en “Inicio de
la invasión árabe de España, Al Qantir 10 (2009) 1-135.
8 BERNABÉ SALGUEIRO, Alberto: “La batalla del Guadalete, aproximación a su realidad histórica y arqueológica”,
Actas del I Congreso Internacional del Estrecho de Gibraltar, Madrid-Ceuta, 1988, tomo II, pp. 73-99. José
Beneroso apunta que la batalla se produjo en la bahía de Algeciras, BENEROSO SANTOS, José: “Acerca de la
entrada de los arabo-bereberes en la península ibérica en el año 711: hipótesis, ucronía, y realidad histórica”,
Almoraima 36 (2008) 129-137. Nosotros hemos apuntado nuestra sospecha de que la batalla del Guadalete no llegó
a producirse a consecuencia de la deserción en el ejército visigodo, Wenceslao Segura González, “El comienzo de la
conquista musulmana de España”, ob. cit. También hemos notado el parecido entre la batalla del Guadalete y la
batalla del Salado, lo que apunta hacia la teoría de que, de haber ocurrido, el enfrentamiento habría sido en el
municipio de Tarifa, para impedir que las tropas visigodas alcanzasen la bahía de Algeciras, tierra ya conquistada
por los bereberes de Tariq, SAAVEDRA, Eduardo: Estudio sobre la invasión árabe de España, 1892.
7
Aljaranda 81 (2011)
PRÓLOGO
menos sin su apoyo explícito. La debilidad del
reino visigodo contribuyó a que una operación que,
tal vez solo pretendía ser una algarada de mayor
envergadura que la de Tarif, terminara convirtiéndose
en la conquista de un inmenso reino.
Los historiadores encuentran dificultad en el
análisis del inicio de la invasión. Las fuentes históricas
son escasas y las primeras crónicas árabes se
escribieron un siglo después.7 Ha sido habitual, y lo
tendrá que seguir siendo, que los historiadores se
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Alfanje árabe.
La conquista de al-Andalus según Ibn al-Qutiyya (siglo X)
María Jesús Viguera Molins
F
uentes sobre la conquista de al-Andalus.
Sobre la conquista de al-Andalus no
carecemos de noticias en las fuentes
musulmanas y cristianas, aunque tales noticias
suelen ser incompletas, contradictorias, y
desfiguradas por intereses personales o
colectivos, muchas veces producidos desde filtros
ideológicos, con recursos a tópicos y leyendas
que cada bando forjó por propaganda, estrategia,
justificación... Entre lo así reunido, apenas los
datos llegan a responder sobre cómo ocurrió la
conquista, y quedan por esclarecer cuestiones
de tiempo y espacio, de personalidad, intención,
jerarquía y actuación de los protagonistas, o su
número y proporción, en cuántos casos
dominaron por las armas o por pacto, cómo
establecieron su Estado y se relacionaron con
los autóctonos...
Ante esta situación, un recurso
considerable es el del análisis de las fuentes
disponibles para nuestro conocimiento, volviendo
a editar y traducir las que lo requieren a partir
1
de los avances del conocimiento histórico e
historiográfico.
Entre las fuentes árabes relativas a la
conquista, me he ocupado en ocasiones1 de las
aportaciones y situación de las crónicas, tipo de
fuente textual muy definido dentro del ámbito
araboislámico, y que en modo alguno son ni se
consideran como exclusivas canteras informativas,
pues las noticias de la expansión islámica no sólo
se hallan, como bien se sabe, en tales Crónicas,
sino en obras geográficas (por citar algunos
geógrafos, que ofrecen importantes testimonios
sobre el tema de la expansión islámica: Ibn
Jurradbih, al-Yacqubi, y al-Bakri, por no alargar
más la lista, siendo tan interesantes las referencias
escuetas de los más antiguos, como un reflejo de
la cronística del s. IX2); jurídicas (recordemos las
observaciones de R. Brunschvig acerca de la
notable presencia de lo jurídico en aquellos
episodios y en su elaboración3; o los tratados de
la organización fiscal de la expansión, y entre
ellos toda la serie de kutub al-amwal y de kutub al-
VIGUERA MOLINS María Jesús , “Fuentes árabes para el estudio de al-Andalus”, Xelb 9 “O Gharb no al-Andalus:
sínteses e perspectivas de estudo” ( 2010) 29-37;. GARCÍA MORENO L. A y. VIGUERA MOLINS M. J, eds.: Del Nilo
al Ebro. I. Estudios sobre las fuentes de la conquista islámica, Alcalá de Henares, 2010.
2 CORNU G. , "Les géographes orientaux des IXe et Xe siècles et al-Andalus", Sharq al-Andalus III (l986) ll-l8.
3 BRUNSCHVIG Robert, "Ibn cAbd al-Hakam et la conquête de l'Afrique du Nord par les Arabes. Étude critique", Annales
de l'Institut d'Études Orientales d'Alger VI (l942-l947),lO8-l55; Al-Andalus XL (l975) l29-l79.
8
Los hechos referidos por
Ibn al-Qutiyya se
encuentran contrastados y
aprovechados por
contribuciones sucesivas
de la investigación
Ante tan amplio panorama, prefiero
centrarme ahora en ofrecer mi traducción de los
pasajes de esta conocida “compilación de
noticias” que tratan sobre la conquista de alAndalus, compilación seguramente puesta por
escrito a mediados del siglo X, a la que se aplica
el título de “Historia de la conquista de alAndalus” (Tarij Iftitah al-Andalus), recogiendo
transmisiones procedentes del gramático, poeta
y narrador Muhammad Ibn al-Qutiyya: (“el hijo
de la Goda”) Abu Bakr b. cUmar b. cAbd alcAziz b. Ibrahim b. cIsa b. Muzahim, que llevó
también -como algunos de sus antecesores y
descendientes- ese apelativo de el hijo de la
Goda, otorgado a los hijos del primer matrimonio
de Sara la Goda (al-Qutiyya) con cIsa b. Muzahim
(m. 136 H./755 d. C.), en principio para
distinguirlos de la descendencia de Sara y su
segundo marido.
Los hechos referidos por Ibn al-Qutiyya
se encuentran contrastados y aprovechados por
contribuciones sucesivas de la investigación,
bien planteadas tanto en el marco general de la
historia de España en el siglo VIII7, como en el
marco concreto relativo a Ibn al-Qutiyya, su
familia de ilustres antepasados, entre ellos los
witizanos, y su personalidad cultural, carácter y
situación de su obra histórica8, acerca de este
característico sabio andalusí, nacido quizás en
Sevilla o ya en Córdoba, en la última decena
seguramente del siglo IX, y que murió en Córdoba
en 367 de la Hégira 977 d. C.
En mi siguiente traducción, entre
corchetes numero y doy título a los epígrafes
relativos con los sucesivos temas que aparecen
en esta obra de Ibn al-Qutiyya, la “Historia de
la conquista de España”, obra así llamada, aunque
sólo dedique sus primeras páginas a esa
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
jaray4); los repertorios biográficos (con obras
tan informativas sobre nuestro tema como las de
Ibn Harit al-Jus anî, Ibn al-Faradi, al-Maliki y
al-Dabbag5); o de bellas letras (en las que los
episodios de la expansión se adornan con las
galas literarias, no exentas de la habitual carga
ideológica, tan notable6).
Imagen 2.- Cerámica árabe encontrada en Tarifa. Foto A. Pérez
Malumbres.
4
Muy bien inventariados por Muhammad cImarat en su estudio introductorio a su edición del Kitab al-amwal de Abu
al-Qasim b. Sallam, Beirut, l989, pp. lO-l6.
5 ˇ Como el libro de al-Jusani, Ajbar al-fuqaha' wa-l-muadditin (Historia de los alfaquíes y tradicionistas de al-Andalus),
ed. Mª. Luisa Avila y Luis Molina, Madrid, l992.
6 Significativo es que hazañas de la expansión islámica lleguen a la literatura popular, y que el nombre de Musà b. Nusayr,
por ejemplo, se aplique a un héroe de Las Mil y Una Noches : Mia I. Gerhardt, The Art of Story-Telling, Leiden, l963,
l98-235; y sobre la literaturización del tema, en general: Mahmud cAli Makki, "al-Asatir wa-l-hikayat al-sacbiyya almutacalliqa bi-fath al-Andalus" [„Las leyendas y relatos populares relativas a la conquista de al-Andalus•], Revista del
Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid XXIII (l985-6) 27-5O; RUBIERA Mª Jesús, "Estructura de 'Cantar
de Gesta' en uno de los relatos de la conquista de al-Andalus", ibidem, 63-73.
7 Remito a las exposiciones de DÍAZ Y DÍAZ M.C., GARCÍA MORENO L.A., RUIZ TRAPERO M. y ORLANDIS J.,
Las invasiones. Las sociedades. La iglesia, en Historia de España Menéndez Pidal. España visigoda, III-1, Madrid, 1991.
8 FIERRO M., «La obra histórica de Ibn al-Qutiyya», Al-Qantara X (1989) 485-511; y JAMES D., Early Islamic Spain.
The History of Ibn al-Qutiyya, Londres-Nueva York, 2009.
cUbayd
9
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
cuestión. Señalaré el comienzo de cada página
en las ediciones de Pascual de Gayangos9 (donde
los relatos sobre la conquista de al-Andalus
ocupan las páginas 2-11), tras indicar G- y en la
edición de al-Ibyari –como Ib- (donde se extiende
entre las pp. 29-37)10.
Traducción del texto sobre la conquista de alAndalus en el Iftitah al-Andalus de Ibn alQutiyya
[1.- Preámbulo: transmisión de noticias]
[G, p. 2; Ib, p. 29] En el nombre de Dios,
Clemente y Misericordioso, Dios bendiga y salve
a nuestro señor Muhammad y a sus Compañeros.
Nos transmitió Abu Bakr Muhammad b.
cUmar b. cAbd al-cAziz [Ibn al-Qutiyya], que
dijo: Nos contaron más de uno de nuestros
maestros, entre ellos el maestro Muhammad b.
cUmar b. Lubaba, y Muhammad b. Sacid b.
Muhammad al-Muradi y Muhammad b. cAbd
al-Malik b. Ayman y Muhammad b. Zakariyya
al-Tanyiyya al-Isbili, tenga Dios misericordia de
ellos, que lo tenían de sus maestros, diciendo
que:
[2.- Witiza y sus hijos: participación en la
conquista de al-Andalus]
Witiza, el último de los reyes de los godos
de al-Andalus, murió dejando tres hijos, el mayor
Olmundo, luego Aquila y luego Ardabasto, que
eran pequeños a la muerte de su padre, y su
madre mantuvo para ellos el reino de su padre
en Toledo. Rodrigo, que era un general del rey,
su padre, se apartó con los hombres de guerra
que le rodeaban, y ocupó Córdoba.
Cuando [G, p. 3] entró Tariq b. Ziyad en
al-Andalus, en tiempos de al-Walid b. cAbd alMalik, escribió Rodrigo a los hijos del rey
[Witiza], que ya eran jóvenes y montaban a
caballo, pidiéndoles ayuda y que sus manos se
unieran frente contra el enemigo. Ellos
movilizaron tropas en la frontera [de Toledo],
avanzaron y acamparon en Secunda, pues no se
fiaban de Rodrigo para entrar en Córdoba [Ib,
p. 30]. Y [Rodrigo] salió hacia ellos.
Luego marcharon al encuentro de Tariq.
Cuando estaban los dos bandos frente a frente,
acordaron Olmundo y sus hermanos traicionar
a Rodrigo, y aquella noche enviaron mensajeros
a Tariq, para informarle que Rodrigo había sido
un perro de los perros de su padre, de su séquito,
y le pedían el amán, si ellos partían al día siguiente
junto a él, y él les asignaba los fundos de su
padre, que eran tres mil fundos, después de eso
llamadas “la parte escogida de los reyes”.
Cuando amaneció, ellos y los que estaban
con ellos se agregaron a Tariq, y fueron la causa
de la victoria.
[3.- Pactos entre los hijos de Witiza y los
musulmanes]
Cuando llegaron a él, le dijeron: “¿eres
emir tu mismo o sobre ti hay [G, p. 4] un emir?”,
les dijo: “sí, sobre mí hay un emir y sobre este
emir hay un emir”, y les autorizó a encontrarse
con Musa b. Nusayr en Ifriqiya para que les
consolidara [el vínculo de ellos con él. Ellos le
pidieron que le escribiera [a Musa] sobre el
asunto de ellos con él y sobre el compromiso
que él [Tariq] les había dado. Asi hizo, y ellos
fueron a Musa, y le encontraron en su marcha
hacia al-Andalus], cerca del territorio de los
beréberes, con el escrito de Tariq acerca de cómo
ellos habían aceptado la sumisión, y la condición
que con ellos había establecido.
Musa b. Nusayr les dirigió [al califa] alWalid b. cAbd al-Malik, y llegaron ante él, que
les formalizó el compromiso de Tariq b. Ziyad,
y con aquello garantizó a cada uno de ellos un
acta, y en sus actas estaba: “que no se pondrían
de pie ante nadie que entrara a su presencia ni
saliera”.
[4.- Sara la Goda; su viaje a Damasco;
casamientos y descendientes en al-Andalus]
Y llegaron a al-Andalus, y siguieron en
esta situación hasta que murió Olmundo, dejando
una hija que era Sara la Goda (al-Qutiyya) y dos
hijos pequeños, uno de ellos [Ib., p. 31] el
arzobispo de Sevilla y [el otro] Oppas, muerto
en Yilliqiyya. Entonces, Ardabasto extendió [su
9 Edición del texto árabe por P. de Gayangos, con colaboración de E. Saavedra y F. Codera, Madrid, 1868, publicada junto
con la traducción completa, por J. Ribera, Historia de la conquista de España de Abenalcotía El Cordobés, Madrid, 1926.
10 AL-IBYARI I., Tarij Iftitah al-Andalus, El Cairo-Beirut, 1982, 158 pp.; 2ª ed., 1989; reimpr. 2003.
10
Madhiyi y cUmayr b. Sacid al-Lajmi, [pero
Taclaba b. cUbayd al-Yudami se interesó por
cUmayr b. Sacid ante cAbd al-Rahman [I] b.
Mucawiyya], que le casó con ella, dándole un
hijo, Habib b. cUmayr, antepasado de los Banu
Sayyid [al-Nas], y de los Banu Hayyay, y de los
Banu Maslama, y de los Banu [Hayz] al-Yurz.
Tales son los nobles descendientes de
cUmayr en Sevilla, pues tuvo hijos con otra
[mujer], que no alcanzaron la distinción de
aquellos. Esta noticia, o su mayor parte, está en
el libro de cAbd al-Malik b. Habib sobre la
conquista de al-Andalus y en el “poema en metro
rayaz” (uryuza) de Tammam b. c Alqama.
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árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
mano] a los fundos de ellos y los agregó a los
suyos, en los comienzos del cargo [como califa]
de Hisam b. c Abd al-Malik [724-743].
[Sara la Goda] hizo construir [G., p. 5]
un barco en Sevilla, ya que su padre Olmundo
había elegido como residencia Sevilla, pues
fueron para él mil fundos en el Occidente de alAndalus, y para Ardabasto igual en el centro de
al-Andalus, y se quedó a vivir en Córdoba. Entre
sus descendientes está Abu Sacid al-qumis (“el
conde”).
Hay de Ardabasto noticias juiciosas,
ocurridas entre él, c Abd al-Rahman b.
Mucawiyya y los sirios que entraron [a alAndalus] con los omeyas y [otros] árabes, que
transmitimos de los sabios y mencionaremos en
su lugar, si Dios quiere. Para Aquila fueron mil
fundos en el Oriente de al-Andalus, y se quedó
a vivir en Toledo. Entre sus descendientes está
Hafs b. Albar [Álvaro], juez de los “cristianos”.
Luego, [Sara la Goda] se dirigió con sus
hermanos a Siria en un barco, hasta desembarcar
en Ascalón, [Ib, p. 32] y se encaminó hasta parar
en la puerta [de la residencia] de Hisam b. cAbd
al-Malik, haciendo llegar su noticia y la del
compromiso contraído con su padre [Olmundo]
por [el califa] al-Walid [I], quejándose de la
injusticia de su tío Ardabasto.
[El califa Hisam] la hizo llegar ante él,
y ella vio ante él al joven cAbd al-Rahman b.
Mucawiyya. cAbd al-Rahman [I] le recordaba
esto a ella en al-Andalus, pues, cuando [Sara]
iba a Córdoba, le permitía entrar al alcázar [a
visitar] a la familia [omeya].
Y [el califa] Hisam escribió a favor de
ella a Hanzala b. Safwan al-Kalbi, gobernador
de Ifriqiya [742-747], sobre el cumplimiento
[G., 6] del compromiso de al-Walid b. cAbd alMalik, [...] 11 y ordenándole aquello a su
gobernador [en al-Andalus] Husam b. Dirar que es Abu l-Jattab al-Kalbi-, que cumplió todo
para ella. [Y el califa Hisam la casó] con cIsa b.
Muzahim, que marchó con ella a al-Andalus y
recuperó los fundos de ella. Es el antepasado de
los al-Qutiyya.
De ella tuvo dos hijos, Ibrahim e Ishaq,
y murió en el año [136/755 d. C.] en que entró
a al-Andalus cAbd al-Rahman [I] b. Mucawiyya,
y por ella porfiaron Haywa b. Malamis al-
[5.- Victoria del Guadalete; leyendas sobre
Toledo]
[G., 7; Ib., 33] El encuentro de Tariq y
Rodrigo fue en el Wadi Laka / Lako (Guadalete)
[del distrito] de Sidonia, y Dios procuró la derrota
a Rodrigo, cuyas armas le pesaban, y se arrojó
al Wadi Laka, y ya no se le encontró.
Se dice que los reyes godos tenían en
Toledo una casa, donde había un arca, y en el
arca los cuatro Evangelios, sobre los que
prestaban juramento. Estimaban mucho aquella
casa, y no la abrían. Cuando moría su rey, se
escribía allí su nombre.
Al alcanzar el reino Rodrigo, se llevó la
corona, y los cristianos censuraron eso. Luego,
abrió la casa y el cofre, después de que los
cristianos le prohibieron abrirlo, y halló allí
figuras de árabes, con sus arcos en bandolera y
sus turbantes sobre sus cabezas. En la parte
inferior de las maderas estaba escrito: “cuando
se abra esta casa y se saquen estas figuras entrará
en al-Andalus gente con esa imagen, y la
dominarán”.
[6.- Julián y Rodrigo; venida y campañas de
Tariq b. Ziyad]
La entrada de Tariq en al-Andalus ocurrió
en ramadán del año 92 [de la Hégira]. La causa
de su entrada en al-Andalus fue que uno de los
comerciantes no árabes (cayam), llamado Julián
(Yulyan), que solía ir de al-Andalus al territorio
de los beréberes, y Tánger [...] 12 estaba
11 Laguna en el manuscrito.
12 Laguna en el texto árabe.
11
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Aljaranda 81 (2011)
sobre ella, [Ib., p. 34] y la gente de Tánger [G.,
p. 8] eran cristianos [...]13, y [Julián] llevaba a
Rodrigo caballos de raza y halcones de aquella
parte. Murió la mujer del comerciante, dejándole
una hermosa hija. [Rodrigo] le ordenó ir al litoral
[del norte de África], y se excusó con la muerte
de su esposa y por no tener a nadie con quien
dejar a su hija.
[Rodrigo] ordenó llevarla a palacio, y se
fijó en ella, le gustó y la consiguió. Ella informó
a su padre de aquello, cuando él regresó, y le
dijo a Rodrigo: “he dejado [allá] caballos y
halcones como no se han visto iguales”, y
[Rodrigo] le dio permiso para ir a por ellos,
enviando con él dinero. [Julián] se dirigió junto
a Tariq b. Ziyad, y le hizo apetecer al-Andalus,
mencionándole su nobleza y la debilidad de sus
gentes, que no eran valientes.
Tariq escribió a Musa b. Nusayr para
informarle de aquello, y él le ordenó entrar [en
la Península], y Tariq reunió tropas.
Tras entrar a los barcos, con quienes le
acompañaban, se quedó dormido, y en su sueño
vio al Profeta, Dios le bendiga y salve, y a su
alrededor los que con él marcharon [desde La
Meca a Medina] y los que allí le defendieron
(al-Ansar), con las espadas ceñidas y los arcos
en bandolera; al pasar el Profeta, la paz sobre él,
junto a Tariq, le decía: ¡adelante en tu asunto!,
y Tariq vio en sueños al Profeta y a sus
Compañeros hasta que entraron en al-Andalus,
considerándolo buen presagio y dando albricias
a quienes le acompañaban.
[Ib, p. 35] [Cuando cruzó] Tariq y marchó
por la litoral de al-Andalus, lo primero que
conquistó [G., 9] fue la ciudad de Carteya
(Qartayanna), en la cora de Algeciras (al-Yazira).
Ordenó a sus compañeros cortar a los prisioneros
que habían matado y cocer su carne en ollas, y
encargó soltar a los prisioneros que quedaban
para que los liberados notificaran eso a quienes
encontraran, y llenara Dios sus corazones de
temor.
Avanzó luego y tuvo el encuentro con
Rodrigo, ocurriendo lo que antes se mencionó.
A continuación avanzó hasta Écija y Córdoba,
luego a Toledo, luego al desfiladero conocido
como “Desfiladero de Tariq”, desde el cual entró
en Yilliqiya, que cruzó hasta alcanzar Astorga
(Asturqa / ¿Asturiqa?).
[7.- Venida y campañas de Musa b. Nusayr]
Cuando Musa b. Nusayr tuvo noticia de
lo fácil que le resultó [la expedición a Tariq], le
tuvo envidia y avanzó con numeroso ejército
[...], y cuando estuvo en la costa del litoral,
desechó la entrada por la que había penetrado
13 Otra laguna en el texto
14 Laguna en el texto.
12
árabe.
Tariq b. Ziyad, y se dirigió al lugar llamado
“Puerto de Musa” (Marsa Musa), dejando el
camino de Tariq y cogiendo la costa de Sidonia.
Su entrada fue un año después que la de Tariq.
[Llegó a Sidonia, luego] a Sevilla, y la conquistó,
luego se dirigió desde Sevilla a Fuente de Cantos
(Laqant), al “Desfiladero de Musa”
(Fayy Musa), al principio [del camino] de Fuente
de Cantos a Mérida. [Alguno de los sabios ha dicho]
que las gentes [G., p. 10] de Mérida capitularon y
que no los dominaron por la fuerza.
[Musa] siguió adelante y entró en Yilliqiya
por el Desfiladero al que dio nombre, y la cruzó por
donde [Tariq] había entrado, y [Ib, p. 36] se encontró
con Tariq en Astorga (Asturqa / ¿Asturiqa?). Luego
les llegó el documento (cahd) de[l califa] al-Walid
[I] b. cAbd al-Malik para que se marcharan [de alAndalus], y se marcharon ambos, tras haber ocurrido
entre ellos algún desacuerdo.
[8.- Marcha de Musa; su hijo cAbd al-cAziz le sucede]
Reforzó Musa los castillos (husun) de alAndalus, nombró como sucesor suyo en al-Andalus
a su hijo cAbd al-cAziz, instalándole en Sevilla, y
dejó con él a Habib b. Abi cUbayda b. cUqba b.
Nafic al-Fihri. cAbd al-cAziz emprendió la conquista
de las ciudades de al-Andalus que quedaban.
Musa se puso en camino, y con él
cuatrocientos entre los hijos de los reyes de los no
árabes (cayam), llevando sobre sus cabezas coronas
de oro y en sus talles cinturones de oro. Cuando se
acercaba a Siria, [el califa] al-Walid [I] enfermó del
mal del que murió.
Y [su próximo sucesor, el califa] Sulayman
le ordenó: “detén la marcha para que llegues en mis
días [de califato], pues mi hermano está como está”.
Y Musa, que poseía firmeza, y estaba agradecido a
los favores [de al-Walid], dijo a su mensajero: “por
Dios, no lo haré; mi opinión es que seguiré mi
marcha, y si el destino decreta la muerte de mi
benefactor [G., 11] antes de llegar a él, sea lo que
[Sulayman] quiera”.Y [Musa] llegó antes de la muerte
de al-Walid [el 23 febrero 715].
Cuando Sulayman tuvo el poder, encarceló
a Musa b. Nusayr y le impuso una multa. Ordenó a
cinco destacados árabes de al-Andalus que mataran
a su hijo cAbd al-cAziz; entre ellos estaban Habib
b. Abi cUbayda al-Fihri y Ziyad b. al-Nabiga alTamimi, que fueron hacia él [...]14.
[9.- Asesinato en Sevilla de cAbd al-cAziz, hijo de
Musa]
Al amanecer, marchó [cAbd al-cAziz] hacia
una mezquita, se puso en el mihrab y leyó la [primera
azora] Fatiha del Libro y la azora [número 56] al-Waqica,
[El califa] Sulayman, cuando le llegó la
cabeza, hizo traer a Musa b. Nusayr, y se la mostró
en un recipiente, y Musa le dijo: “por Dios, le has
hecho matar cuando ayunaba y cumplía [la oración]”.
De Sulayman, durante su califato, no se repite ni se
señala sino lo que hizo con Musa. Su muerte ocurrió
a finales del año 98 [de la Hégira/verano 717 d. C.].
Pasaron años sin que les uniera [G., p. 12]
ningún gobernador, aunque los beréberes nombraron
sobre ellos mismos a Ayyub b. Habib al-Lajmi, hijo
de la hermana de Musa b. Nusayr [...]15 .
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Aljaranda 81 (2011)
y los del grupo alzaron sus espadas contra él de un tajo,
y cogieron su cabeza y se la enviaron a Sulayman. [Ib,
p. 37] Aquello ocurrió [en marzo 716] en la mezquita de
Rufina [Rubina / Rufina ?], que daba sobre el Prado de
Sevilla, pues [cAbd al-cAziz] vivía en la iglesia de Rufina
[Rubina / Rufina ?].
Cuando casó con una mujer de los godos,
llamada Umm cAsim (“Madre de cAsim”), vivía con
ella en esta iglesia, junto a la cual construyó la
mezquita en la que fue muerto, y en ella había [restos
de] su sangre hasta tiempos recientes.
Imagen 3.- Ejercito magrebí.
Imagen 4.- Grafía árabe de Al-Andalus.
15 Y sigue el Kitab Iftitah al-Andalus de Ibn al-Qutiyya, ocupándose del resto de la historia de al-Andalus hasta comienzos
del siglo X.
13
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Imagen 1.- Cimitarra árabe.
Breve análisis del embarque y del desembarco de los árabo-bereberes
de Tariq Ibn-Ziyad en la península Ibérica en 711
José Beneroso Santos
o es tarea fácil realizar un análisis,
aunque se intente hacerlo de forma breve
y poco profunda, de un asunto tan
complejo como es el paso del Estrecho de
Gibraltar de las tropas de Tariq Ibn Ziyad en 711
y que desencadenó un hecho histórico tan
trascendental como es el inicio de la invasión
arabo-bereber de la península Ibérica.
Esta acción hay que enmarcarla dentro
de lo que ha sido denominada Segunda Oleada
de Conquista y tiene su origen más inmediato
en la ocupación del norte de África completada
por Musa Ibn Nusayr. Asimismo, en este proceso
histórico que conlleva que la península Ibérica
pase a ser parte de una nueva entidad políticosocial, económica y cultural conocida como alAndalus, debemos considerar tres aspectos o
componentes que deben ser claramente
diferenciados: el conquistador o invasor, el
expansivo y el migratorio1.
Conquistador o invasor, por cuanto es
un contingente militar o paramilitar el que se
enfrenta y vence al ejército hispano-visigodo,
con la directa participación de un estado,
musulmán, el Califato de Damasco, que ataca a
otro estado, cristiano, el reino de Toledo.
N
1 BENEROSO
Expansivo, porque se está produciendo,
desde hace ya algún tiempo, el progreso de los
grupos arabo-musulmanes en dirección Este-Oeste,
dominando toda la franja litoral norteafricana, desde
Egipto hasta el Magreb. Este avance parece que alcanza
su culminación con la ocupación, hasta cierto punto
premeditada y de forma perdurable, de la península
Ibérica.
Migratorio, porque en última instancia lo que
verdaderamente provoca el cambio y la
disolución del régimen hispano-visigodo es un
movimiento demográfico, es decir el trasvase de
un número importante de población civil bereber
norteafricana que pronto se yuxtapone con la
población peninsular, considerando desde un punto
de vista riguroso que al-Andalus fue colonizada por
numerosas tribus bereberes que reproducen sus
tradicionales pautas de asentamiento y que el nuevo
sistema económico-social musulmán va a propiciar
la desarticulación del sistema de organización de tipo
esclavista visigodo.
Para encontrar un posible móvil que
explique este proceso conquistador-expansivo
migratorio árabo-musulmán debemos indagar en
los distintos planos, político, militar, social,
económico, ideológico, etc., en el que dicho proceso
se desarrolla, de tal manera que pueden ser
SANTOS, José: La entrada de los árabo-bereberes en la península
Ibérica. Los inicios de al-Andalus en la zona del estrecho de Gibraltar (711-714). (En prensa).
14
Los contingentes bereberes
estaban integrados por una
amalgama de guerreros de
distintas tribus
comes Julián.
Los contingentes bereberes estaban
integrados por una amalgama de guerreros de
distintas tribus entre los que se encontraban en
calidad de rehenes-amigos, los hijos de muchos
de los jefes tribales y gente importante de los
distintos clanes sometidos.
Dos hechos son importantes de señalar,
el carácter de yihad que desde un primer
momento concede Tariq a la campaña y el
esfuerzo llevado a cabo para islamizar a los
grupos bereberes y asociarlos así a dicha yihad.
Esto es fundamental porque los muqatila, los
guerreros de la fe, solo podían ser musulmanes,
es decir la conversión al Islam era un requisito
indispensable para ser registrados en el diwan y
tener así derecho a percibir la soldada, ‘ata,
del ejército regular árabe y a participar en el
reparto del botín, que entre los bereberes se
XIII Centenario desembarco
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señalados varios. Nosotros los condensaríamos
fundamentalmente en dos, aunque todos están
de alguna manera en parte relacionados.
En primer lugar destacamos el ideológico,
el Islam, como idea-fuerza, materializado en
la yihad, que provoca, justifica y sostiene por sí
solo la creación de un dominio musulmán,
convirtiéndose en el vehículo propagador de esta
civilización, que acarrea entre otras cosas la
arabización e islamización de los pueblos
sometidos.
En segundo lugar, el económico, como
medio-fin, factor que provoca el avance
conquistador buscando esencialmente botín y
tributos 2 , es decir mediante la anexión de
territorios con una masa social que posibilite y
soporte el establecimiento de un sistema
productivo tributario, como será esencialmente
el andalusí3.
Bien, teniendo en cuenta todo lo anterior,
podremos obtener una percepción más
ajustada del significado de la operación militar
en sí y de la trascendencia histórica que conlleva
la acción de Tariq ibn Ziyad.
Una vez acabadas las campañas militares
magrebíes, las tropas bereberes quedaron
acuarteladas e inactivas en Tánger bajo el mando
de su recién nombrado gobernador, Tariq ibn
Ziyad, y esto suponía una amenaza para el control
de la zona4, de hecho ya se habían producido
algunos altercados con sus habitantes, ghumaras,
bereberes de confesión cristiana, mawali del
Imagen 2.- Navío árabe.
2 De la misma forma que en otras zonas bajo dominio musulmán, el sistema impositivo de al-Andalus fue confesional.
3 ˇ Al-Andalus puede ser calificado, sin lugar a dudas y tal como muchos autores lo han hecho, como una formación social
tributaria, pues queda establecido preferentemente el modo de producción tributario, aunque para muchos autores sería
más correcto y completo considerarla tributario-mercantil, opinión que compartimos en parte, pero que nosotros definiríamos
más concretamente, según nuestro criterio, modo de producción andalusí o islámico occidental, al presentar a su vez unas
peculiaridades propias que le hacen ser un subtipo o variante de este modelo tributario.
4 La situación era complicada porque acostumbrados a la lucha y a la adquisición de botín, ahora estaban asentados,
asignándoseles una soldada a la que están poco acostumbrados y que siempre sería insuficiente en comparación con los
beneficios que obtenían habitualmente en las campañas militares.
15
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
realizaba de forma colectiva, por grupos, y no
de forma individual, excluyendo a los familiares
y herederos del combatiente caído5. Estos grupos
bereberes son inscritos y distribuidos en liwa’,
banderas, adaptándolos así a la organización
militar omeya, teniendo en cuenta su
estructuración tribal, y de este modo serán
embarcados para la Península.
Al regreso de Tarif, tras su exitosa
incursión, se confirma la fiabilidad del pacto
realizado con Julián y de la viabilidad del
planificado desembarco ante la debilidad de las
defensas visigodas en el arco de la Bahía. Tras
dicho pacto se escondía la necesidad de los arabomusulmanes de pasar a la Península para seguir
obteniendo recursos económicos y el deseo de
Julián de recuperar sus anteriores posesiones
peninsulares, principalmente Iulia Traducta, que
le fueron arrebatadas tras la elección de Rodrigo,
o al menos el control económico de la zona del
Estrecho. Todo esto con independencia y sin
descartar que la entrada de los árabo-bereberes
obedeciera, como a menudo se ha justificado, a
una posible intervención en la larvada guerra
civil visigoda entre los partidarios de Witiza y
de Rodrigo.
El paso de Tariq a la Península estaba
previsto y creemos que Musa estuvo al corriente
de ello, al igual que de la incursión protagonizada
por Tarif. Y como elemento dinamizador de toda
esta serie de acciones aparece el comes Julián,
señor de Ceuta, debiéndose considerar su
participación como indispensable y decisiva.
Cruzar el Estrecho nunca es fácil, siempre
es una operación que implica un riesgo por las
fortísimas corrientes existentes y las cambiantes
condiciones meteorológicas del mismo 6 .
Por esta razón la acción se adelanta,
aprovechando la mejor situación que ofrecen los
meses de mayo y junio7 (desde época romana
durante los meses de noviembre a marzo se
consideraba mare clausum y se suspendía la
navegación) y también porque se conoce que la
zona de la Bahía se halla desguarnecida de tropas,
al estar Rodrigo sofocando una rebelión en el
norte peninsular.
Ante esta situación, Tariq toma la
iniciativa de comenzar la operación, e informa
a Musa, pero sabiendo que cuando a éste le llegue
la noticia y dé su contestación, él ya estará
inmerso en la campaña. Es decir, inicia el paso
sin esperar repuesta, amparándose en el permiso
implícito que le otorgaba el que Musa conocía
los planes previstos, por lo que debemos suponer
que su actuación es voluntaria y bastante
meditada.
En cuanto al número de combatientes,
repasemos esta cuestión pues existen profundas
discrepancias entre las fuentes. Si partimos del
número de hombres que Musa acuartela en
Imagen 3.- Jinetes bereberes.
5
La emisión de monedas de bronce, fulus en los que aparecían inscritos referencias a la yihad, durante los años 709, 710
y 711 en Tánger tenían como finalidad pagar estas soldadas.
6 Pensamos que la fecha prevista debía ser la misma elegida por Tarif en su incursión de 710.
7 Además esta época coincidiría con la cosecha de cereal, lo que facilitaría el avituallamiento de sus tropas, pues
habitualmente en Andalucía y en particular en la zona del Campo de Gibraltar, se adelanta casi un mes, concretamente a
partir de San Juan, a la del resto de la Península, que comienza a recolectarse desde mediados de julio.
16
Estos grupos bereberes son
distribuidos en banderas, liwas,
teniendo en cuenta su
estructuración tribal, y de este
modo, serán embarcados para
la Península
Existen algunas referencias al empleo de
esclavos negros en varias obras como es el
caso del Dikr bilad al-Andalus en el que aparece,
« A estos [esclavos negros] los colocó [Tariq],
una vez en tierra, en la vanguardia de las
tropas con un aspecto aterrador, de modo que
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Tánger a las órdenes de Tariq, según al-Maqqari8
ascendía a diecinueve mil bereberes, y si
tenemos en cuenta que Tariq, contando con esta
importante cantidad de guerreros, no fue capaz
de someter completamente a Julián y su principal
enclave, Ceuta, por la fuerza de las armas,
podemos deducir, con bastante probabilidad de
estar en lo cierto, que debía de existir un
«equilibrio de fuerzas» entre ambos
contendientes, o al menos un número muy
considerable de guerreros ghumaras a las ordenes
de Julián, suficiente para contrarrestar esa fuerza
y que propiciara ese «equilibrio».
Todo esto teniendo presente que en los
ejércitos califales era costumbre dividir sus
efectivos al realizar una campaña, movilizando
una parte de la tropa que acudía al combate,
mientras la otra quedaba de reserva en la
retaguardia. Esta medida árabe fue adoptada por
las tropas bereberes auxiliares conforme quedaron
incorporadas en los ejércitos musulmanes.
De lo que deducimos que el ejército de
Tariq, tanto el que pasó a la Península, que
calculamos en unos siete mil efectivos, como el
que quedó en Tánger, de similar cuantía,
alcanzaría un total de catorce mil hombres a los
que se deberían sumar los esclavos que tuvieron
que ser numerosos.
Imagen 4.- Tipo bereber.
los godos se atemorizaron al ver tales figuras»9.
En cuanto al contingente de Julián que participó
directamente en la campaña lo cuantificamos en
cinco mil hombres10, y si aceptamos que quedó
en la zona de Ceuta una cifra similar sus fuerzas
estarían compuestas por unos diez mil hombres,
sin contabilizar tampoco, claro está, los esclavos.
Por lo tanto el potencial del ejército de
conquista de la Península pudo llegar a ser como
mínimo de veinticuatro mil hombres, muqatila libres,
que por supuesto ni se llegó a utilizar en
su totalidad ni coincidieron todos sus efectivos en la
Península. Las fuentes resaltan esa condición de
combatientes libres. Ibn al-Kardabus señala al respecto,
«De todo lo que se consiguió como botín,
tomó Tariq el quinto para el tesoro público y
distribuyó las cuatro quintas partes [restantes] entre
los combatientes libres [musulmanes y
cristianos] que asistieron al combate [con Rodrigo]»11.
8 Por la facilidad en su consulta véase, AL-MAQQARI: Nafh al-tib min gusn al-Andalus al-ratib, en SEGURA GONZÁLEZ,
Wenceslao: «Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes Documentales», Al-Qantir 10 (2010) 103.
9Ibídem, 90.
10 Defendemos que la petición de ayuda realizada por Tariq en vísperas de su encuentro con Rodrigo es socorrida por
Julián, y no por Musa, que envía un cuerpo de ejército de cinco mil hombres.
11 Hemos extraído y refundido este párrafo de las traducciones de la obra de Ibn Kardabus,
realizadas por A.M. AL-ABBADI (Ed.): «Tarih al-Adalus li-Ibn al-Kardabus», RIEIM, XIII (1966), y MAÍLLO F.: Ibn
Kardabus, Historia de al-Andalus, Madrid, Akal, 1993 (2ª edición).
17
XIII Centenario desembarco
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Aljaranda 81 (2011)
Un hecho clave que no debemos pasar por
alto es el referente a las autorías y secuencias de la
acción, para esto resulta muy significativo citar el
texto extraído de al-Maqqari12, en el que aparece en
palabras de Ibn Jaldún que,
« […] antes de comenzar la expedición Tarik
(se refiere a Tarik ibn Ziyad) dividió su ejército en
dos cuerpos, él mismo tomó el mando de uno,
colocando en el otro bajo las órdenes inmediatas de
Tarif n-najaí (se refiere a Tarif ibn Malik) con sus
hombres, desembarcó al pie de la roca ahora llamada
Jebalu-l-fatah [el monte de la entrada]13 y que
entonces recibió su nombre, y fue llamada JebalTarik [montaña de Tarik] mientras su compañero
Tarif desembarcaba sobre la isla después llamada
de él Jezirah-Tarif [isla de Tarif]. En orden a dar
seguridad para sus respectivos ejércitos, ambos
generales seleccionaron, poco después de sus
desembarcos, un buen campamento, que rodearon
con muros y trincheras, porque apenas tuvieron
noticias del desembarco los ejércitos de los godos14
comenzaron a marchar contra
ellos desde todos los lados. [...]»
Imagen 5.- Gibraltar, lugar de concentración de las tropas
bereberes que en el 711 pasaron el Estrecho.
Imagen 6.- Timón de dos palas largas, sin codaste; vela cuadra;
40-50 remeros.
Sin duda aquí el autor confunde las dos
acciones (años 710 y 711), pero sí creemos que
esta en lo cierto al afirmar que Tariq Ibn Ziyad dividió
sus tropas en dos cuerpos de ejército.
Uno, al mando de Tarif ibn Malik como
vanguardia que intentó desembarcar en las playas
dentro de la Bahía y que al ser rechazado se posiciona
en Gibraltar, pero eligiendo como lugar
de desembarco del resto de sus tropas la zona de
Guadalquitón, pasada punta Mala de Levante,
donde finalmente acamparon. Mientras, Tariq Ibn
Ziyad al frente de otro cuerpo comienza a
desembarcar directamente en la Península15, en esta
zona ya citada y que debía estar ya acondicionada,
una vez tomadas algunas precauciones estratégicas,
de vigilancia y protección, como la construcción o
reutilización de Sur al-Arab16 un recinto fortificado
o línea defensiva citada por las fuentes17, en el propio
Gibraltar. Según las fuentes, Tariq llegó con el último
envío cuando las posesiones estaban consolidadas y
Carteia conquistada por Tarif ibn Malik.
La estrategia es la misma que la del año anterior,
es decir un reducido grupo que por sorpresa tome una
posición que servirá para planificar y facilitar el trasbordo
del grueso de las tropas. Por esto se habla de cuatro barcos
mercantes, que tanto por su número como por sus
12 AL-MAQQARI: Nafh al-tib min gusn al-Andalus al-ratib, ob. cit., p. 109.
13Creemos que mejor traducción sería «Monte de la Victoria».
14 Se refiere a las incursiones del sobrino de Rodrigo, Sancho,
que veremos más adelante, y no
como aparece en este mismo texto obra de Tudmir, « […] tan pronto como Tarik puso su pie en alAndalus fue atacado por un godo de nombre Tudmir, a quien Roderico le había mandado defender la
frontera [...] », en AL-MAQQARI: Nafh al-tib min gusn al-Andalus al-ratib, ob. cit., p 109.
15 En el texto anterior de al-Maqqari, al-Yazirat debe referirse a la Península y no concretamente a
al-Yazirat Tarif de aquí gran parte de la confusión.
16Del término bereber Tsur, recinto fortificado, resguardo rocoso.
1 7 Tal como señalamos ( BENEROSO SANTOS J.: “La incursión de Tarif ibn Malif en 710.
Preludio de una invasión”, Al-Qantir 11 (2010) 82-83.), podría corresponderse con la conocida por las
fuentes como Torre del Tuerto, haciendo referencia a la anomalía física de Tariq Ibn Ziyad,
18
Las tropas fueron agrupadas
para el embarque en Ceuta
Las tropas fueron agrupadas para el
embarque en Ceuta, el mejor lugar para cruzar
si se tiene como destino el interior de la Bahía,
aunque también se disponía de otros puntos muy
cercanos como, Balyanash 18 y Wad-Marsa
principalmente.
A pesar de la insistencia en las fuentes
en señalar que fueron cuatro los barcos utilizados
y cedidos por Julián, debieron ser algunos más.
Creemos interesante señalar que, desde finales
del siglo VII, se venía produciendo una
intensificación en la construcción de naves de
guerra por parte árabe, como consecuencia de
la lucha por la supremacía del Mediterráneo
mantenida con los bizantinos. De hecho, Musa
contaba con una flota que tenía su base en Túnez
y que desde 703 estaba hostigando
sistemáticamente las zonas de Sicilia, Cerdeña
e incluso llegan a las Baleares en 707, pero que
no participa en la operación de Tariq.
Es lógico suponer que la mayor parte de
los recursos navales de las zonas de Ifriqiya y
del Magreb, fueran destinados a engrosar esta
flota por eso tanto la materia prima (maderos,
velamen, maromas, etc.) como el personal
cualificado como carpinteros (tal como señala
algún autor muchos fueron traídos desde Egipto),
calafateadores, (muy apreciados pues el calafateo
junto al carenado, la limpieza de escaramujos del
casco, eran imprescindibles para el buen
funcionamiento de estas embarcaciones), tripulantes,
etc., debieron escasear en la zona del Estrecho.
Esta plena dedicación a la fabricación de
naves de guerra durante algunos años estancó
en cierto modo a la marina mercante, privándola
de un probable mayor crecimiento. De tal
manera disminuyó el trasiego comercial entre los
siglos VII y VIII19 que apenas se han localizados
registros arqueológicos en los fondos marinos de
naves mercantes por la práctica ausencia de
naufragios en esas fechas.
Sin embargo, Julián contaba con sus propios
recursos. Con total seguridad y a pesar del
requerimiento de naves que Musa había hecho para
la flota con base en Túnez, debía poseer todavía
algún dromon de tipo bizantino20 o monere21.
Suponemos que al menos contaría con una
XIII Centenario desembarco
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Aljaranda 81 (2011)
características pudiesen pasar desapercibidos y
no alertar a la población de la Bahía desde un
primer momento.
Con Tarif Ibn Malik vienen las tropas,
en su mayoría bergwata, y exploradores
hispanovisigodos, hombres de Julián, que le
habían acompañado en la incursión del año
anterior. Su número debió ser muy parecido,
cuatrocientos hombres y un escuadrón de
caballería, que nosotros estimamos en torno a
cien jinetes.
Imagen 7.- Guerrero bereber.
18
Durante la época invernal, y en distintos períodos históricos, esta zona fue utilizada como varadero de galeras que eran
cubiertas para reservarlas de las inclemencias del tiempo, así se lograba alargarles la vida.
19 Esta reducción tuvo su culminación con la derrota naval árabe en 718 que paralizó durante algún tiempo todo el comercio
marítimo en la zona norte africana.
20 Nosotros pensamos que al menos debía tener un par de ellos.
21 Aunque las referencias existentes suelen ser posteriores, estas moneres, pequeñas galeras de una única fila de remos,
tripuladas por cuarenta o cincuenta hombres, podían estar ya disponibles.
19
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 8.- Tarik Ibn Ziyad.
triada de galeras. Estas naves eran de dimensiones
más reducidas que las anteriores, menos de
cincuenta toneladas, pues desde hacía ya algún
tiempo se diseñaban más pequeñas, buscando
que fuesen más ligeras y rápidas22. Generalmente
tenían de treinta y cinco a cuarenta metros de
eslora y siete u ocho metros de manga, con una
sola hilera de remeros23, bancada ajustada, y un
solo mástil, aparejada con vela latina24, lo que
la hacía muy maniobrable. Utilizar velas latinas
para navegar de bolina, es decir ciñéndose al
viento, aproando en su contra y realizando
bordadas regulares y equidistantes, corrigiendo
las derivas para no abandonar el rumbo trazado,
etc., aunque requiere de la pericia de navegantes
expertos por su dificultad y de un gran
esfuerzo de la tripulación25, era y es todavía una
práctica muy frecuente en la navegación del
Estrecho pues posibilita avanzar de forma más
segura y en menos tiempo.
Estas naves de combate eran las
encargadas de vigilar y defender las posiciones
norteafricanas de Julián, siendo algunas de ellas
utilizadas, como parecen señalar las fuentes,
cuando Ceuta es asediada por Musa y recibe la
ayuda de Witiza desde la Península. Y son estos
22
23
24
25
20
dromones los que participan activamente en el
traslado del grueso del ejército de Tariq
trascurridos los primeros momentos de la
operación y tras haberse esfumado el factor
sorpresa.
Entra dentro de lo lógico que estos
dromones tuvieran capacidad para transportar a
varias decenas de combatientes (suponemos que
entre setenta y noventa combatientes en cada
viaje) dependiendo de las condiciones
climatológicas, que podían influir en la
disposición y cantidad de la carga. Igualmente
por esta causa y sus repercusiones en el estado
del mar (que puede variar en cuestión de horas)
sería imprevisible la duración del recorrido entre
Ceuta y la Península, pero podemos considerar
como promedio de duración media jornada y
para un recorrido completo (ida y vuelta) se
emplearían dos días, pues es probable que no
hicieran el regreso a continuación. Se debe tener
en cuenta que habría días en que podría realizarse
el trayecto incluso dos veces, siempre contando
con tripulaciones de reserva, y otros días, ninguna
vez, circunstancia que durante el desarrollo de
la operación se daría en más de una ocasión.
Entra dentro de lo lógico que
los dromones pudieran
transportar varias decenas
de combatientes
También es necesario señalar que tanto las
entradas como las salidas de los fondeaderos, y
al entrar en combate, se hacían a golpe de remo
y luego se intentaban desplegar las velas. La
carga y descarga de la impedimenta supondría algún
tiempo más. Teniendo en cuenta todo lo anterior
calculamos que la operación duró como mínimo
unos cuarenta y cinco días aunque cabe la posibilidad
de que se alargase hasta los dos meses.
Posteriormente se invirtió de nuevo la tendencia constructiva realizando naves de muchísimo mayor tamaño.
Solían ir en total cincuenta y un remeros.
La vela latina estaba más difundida en el Mediterráneo occidental durante los siglos VII y VIII que en la zona oriental.
La participación de la marinería cedida por Julián fue imprescindible en el paso de las tropas.
y siempre con rumbo a Gibraltar, existía otro
que, a su vez, se dividía según el punto exacto
de arribada, si hacia el interior de la Bahía o para
continuar trayecto costeando dirección noreste,
muy utilizados por naves mercantes.
Si seguimos a al-Hakam, se puede
observar, siempre refiriéndose al cruce del
Estrecho,
que aparecen dos majaz29, pasos o rutas, lugares
de desembarco 30 , dos posibles entradas
«naturales» a la península Ibérica desde Ceuta31,
y entre ambas se encontraba Gibraltar.
«Y había entre los dos majaz una montaña que
hoy es llamada Djabal Tarik, entre Septa
y al-Andalus»32.
Es decir, lo que implicaría que Gibraltar,
y esto es importante destacarlo, no era punto
de arribada en ninguna de las dos rutas. Además,
desembarcar en Gibraltar sin ser vistos,
teniendo en cuenta su atalaya, es bastante complicado.
Por supuesto un contingente de tropas como nos
refieren las fuentes es difícil de concebir y
materialmente imposible de mantener y
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
En cuanto a las cuatro embarcaciones
que inician el trasbordo26, que en algunas fuentes
aparecen como barcazas o almadias, creemos,
teniendo en cuenta las características de las aguas
del Estrecho y el transporte que solían realizar,
que bien podrían tratarse de taridas o usari27, si
no todas, al menos algunas de ellas. Estas naves
eran bajas, es decir de poco puntal, de manga
ancha y poco calado y posiblemente de popa
redonda. Solían tener una pequeña tripulación
de unos ocho o diez hombres. Eran utilizadas
para el suministro y transporte de todo tipo de
mercancías, pero especialmente estaban
acondicionadas para el de animales, de tal manera
que al poder adaptar una especie de pasarela en
la popa facilitaba su desembarco, haciéndolo
directamente en la zona de playa. La poca
caballería que acompañó a Tariq debió de ser
transportada en estos barcos.
Para cruzar el Estrecho se utilizaban,
dependiendo del lugar de destino, distintos pasos
o rutas28. Así el de Tánger a Tarifa, el occidental,
fue el usado por Tarif ibn Malik. Desde Ceuta,
Imagen 9.- Tarik quema las naves del desembarco.
26 Es
de suponer que estas naves mercantes también seguirían transportando gente en un número
comprendido entre treinta y cincuenta personas.
2 7 Este tipo de embarcación de origen árabe fue muy empleada para el transporte de caballos.
28 De hecho todavía son conocidos por los pescadores de la zona.
29 Es denominado como al-mayazayn, «los dos pasos».
30 Así lo traduce John Harris Jones, (IBN 'ABD AL-HAKAM: History of the Conquest of Spain, trans. JONES J. H.,
Gottingen: W. Fr. Kaestner, 1858, pp. 18-22., localizada esta obra en Internet Medieval Source Book, 1996,
www.fordham.edu/halsall/source/conqspain.html.), “But there was a mountain called the mountain of Tariq
between the two landing places, that is, between Septa and al-Andalus”.
31 La elección de una ruta u otra dependía del estado de las aguas, es decir si el viento soplaba de
poniente, junto a la fuerza de la corriente entrante, la atlántica, que actuaba sobre la amura de babor de la
embarcación, podría facilitar el cruce desde Ceuta poniendo proa al viento y rumbo a Gibraltar, hacia la
costa mediterránea peninsular. Si predominaba el viento de levante y aprovechando la vaciante se
prestaría mejor el paso al interior de la Bahía.
32 Hemos acudido indistintamente a las traducciones de Eliseo Vidal Beltrán, Emilio Lafuente y
Alcántara y de John Harris Jones de la Conquista de África del Norte y de España de al-Hakam.
21
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
utilizada, la situamos en el litoral mediterráneo,
donde existían varios lugares excelentes para el
fondeo y el desembarco, como las playas de la
Atunara, de Sobrevela, de La Hacienda, pero
particularmente, una vez pasada la Piedra del
Hombre, se encuentra una amplia zona en la que
destaca el estuario del Borondo-Guadalquitón,
que llega hasta la desembocadura del Guadiaro,
navegable sin problema durante un importante
tramo. En toda esta línea de costa han abundado
los puntos de aguadas que han sido utilizados
insistentemente a lo largo de la historia para
arribar y aprovisionar.
La primera entrada y la más
usada era por la Bahía,
independientemente del lugar
exacto de arribada
Imagen 10.- Grabado donde se representa una carga árabe, (detalle).
abastecer con los propios recursos del lugar.
Gibraltar además de presentar una dificultosa
orografía e inexistencia de tierras de pastos y
leña, ha sido y es deficitaria en agua*. Por lo
tanto, el desembarco aquí realizado debió de ser
de un reducido grupo y por la zona de Punta
Europa o en los acantilados próximos, siempre
con la intención de neutralizar la atalaya,
probablemente una antigua torre de vigilancia
de Carteia, desde la que se visualizaba la Bahía
y la línea de costa de levante.
La primera entrada y la más usada era
por la Bahía, independientemente del lugar
exacto de arribada: Iulia Traducta, Portus Albus,
Carteia o las playas de Getares, GuadarranquePuente Mayorga, El Campamento, Arenas
Coloradas, o el propio istmo de Gibraltar.
La segunda entrada, menos conocida y
Bien, creemos que inicialmente el paso
o majaz elegido fue hacia el interior de la Bahía,
«[…]Muça envió a Tarif [debe referirse a Tariq]
con esta gente [un cuerpo expedicionario], e
como tenía muchas fustas33 e la traviesa es
pequeña embarcaron todos a ora de vísperas34
en Ceuta, e como fue la noche dieron vela35 e
arribaron en Algezira36 […]»37.
Las cuatros naves mercantes pusieron
rumbo a Iulia Traducta para en un último
momento plegar velas y a golpe de remo, virar,
dirigiéndose, ya anocheciendo, a un lugar
próximo a Carteia, pero evitando las cercanas y
temidas piedras del Gallo, la cual debía
conservar aún algún tipo de líneas defensivas y
estaba separada de Iulia Traducta, principal
núcleo poblacional de los alrededores, por dos
ríos, el Palmones y el Guadarranque que
facilitarían su defensa ante un eventual ataque
visigodo. Esta zona de la Bahía, por sus
excelentes condiciones, ha sido a lo largo de la
historia escenario de otros desembarcos.
33 Utilizada como genérico para todo tipo de embarcación durante la Edad Media.
34 Se refiere el autor a las Vísperas, el momento de la oración que se celebra por la
tarde, cuando ya declina el día y que
debió de coincidir con el montante de marea, momento idóneo para iniciar la navegación en las aguas del Estrecho.
35 Con la expresión “dar vela”nos indica el uso de las velas amparándose en la poca visibilidad desde la costa peninsular
en el momento en que se realizaba el trayecto.
36 Aquí el término al-Yazirat debe interpretarse como Península y no a la ciudad de al-Yazirat al-Hadra
37 DE CORRAL P.: Crónica del Rey don Rodrigo. Postrimero Rey de los godos, en SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao:
“Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes Documentales”, Al-Qantir 10 (2010)96.
22
realizó en varios lugares de la costa, incluida la
montaña de Gibraltar, pero que este no fue ni el
único ni el principal punto de arribada.
Acondicionado para resistir inicialmente un
posible ataque visigodo, quizás fue lugar de
concentración y punto de partida para las
incursiones de forrajeo hacia el interior.
Si tenemos en cuenta el factor sorpresa
y sobre todo la realización de forma oculta que
parece ser condición esencial de los primeros
contingentes al desembarcar38, operación militar
siempre arriesgada, nos inclinamos, como ya
hemos señalado, por la zona comprendida tras
superar punta Mala de Levante, saliente que
interrumpe el trazado rectilíneo de la costa y
prácticamente escondido desde sierra
Carbonera39, por los alrededores del BorondoGuadalquitón (concretamente pensamos en la
desembocadura del Guadalquitón para el
desembarco del grueso de las tropas), como nos
lo parecen confirmar algunos topónimos40 que
pueden estar relacionados con este suceso, y sitio
que reúne dos importantes peculiaridades:
fácil avituallamiento 41 y total discreción 42 .
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Pero al acercarse a la línea de playa son
sorprendidos por un grupo de cristianos que
alertados le esperan apostados e impiden que
tomen tierra. Así, el pretendido desembarco
sorpresa en la zona de Carteia fracasó, y se
trastocaron los planes previstos. Viendo que la
noche se acercaba y la dificultad que conlleva
salir de la Bahía cuando no existen las
condiciones idóneas, tuvieron que arribar en un
sitio muy cercano. Este lugar abrupto, al que se
retiran tras la abortada acción, es identificado
en la mayoría de las fuentes con Gibraltar,
Ahora bien, la consideración de Gibraltar
como principal punto de desembarco, tal
como muchas fuentes antiguas y la historiografía
moderna suelen señalar, debe contemplarse
dentro de un contexto operativo, pues desde la
óptica castrense es necesario asignar la ubicación
geográfica más exacta posible donde se desarrolla
la acción militar, si bien Gibraltar, ni táctica
ni logísticamente, sea el mejor sitio para tomar
tierra y llevar a cabo una operación de esta
magnitud.
Nosotros creemos que el desembarco se
Imagen 11.- Detalle de un escudo de guerrero árabe.
38 “ […] ocultándose los soldados por la costa española durante el día [...]”, en Al-HAKAM, Conquista de África del Norte y de
España, Intro., trad., notas e índices Eliseo Vidal Beltrán. Valencia,
Anubar, 1966, p 42.
39 Tras la incursión de Tarif se había establecido una estrecha vigilancia de la costa con probables puntos de observación o atalayas
ubicadas en Gibraltar y sierra Carbonera, por lo que la elección de esta zona, no visible desde la Bahía ni desde sus inmediaciones,
evitaba que fuesen alertadas las poblaciones de Carteia y de Iulia Traducta.
40 Como el propio topónimo Guadalquitón, Wadi-l-Qytun, “río o valle de la Acampada”; Borondo;
Barquitón, al-Barbar-l-Qytun; Loma del Rey, etc.
41 “Aquí, en las proximidades del Borondo y del Guadalquitón, existían las condiciones necesarias
para el establecimiento, aunque temporal, de un gran contingente de tropas: pastos, agua potable, tierras
cultivables, caza y pesca y sobre todo abundancia de leña por tener frondosos bosques que aún son apreciables”, en BENEROSO
SANTOS J.: “Acerca de la entrada de los arabo-bereberes en la Península Ibérica en el año 711. Hipótesis, ucronía, y realidad
histórica”, Almoraima 36 (2008), nota a pie de página número 19.
42 Incluso cabe la posibilidad que se produjese en el Guadiaro aunque este río queda ya un poco más alejado del destino inicial de
arribada de las tropas bereberes.
23
XIII Centenario desembarco
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Aljaranda 81 (2011)
Este enclave estaba comunicado con un
antiguo ramal romano que nosotros identificamos
con el tramo que aparece en el Itinerario de
Antonino, que desde Barbariana, es decir
Barbérsula, donde era fácil vadear el Guadiaro,
seguía la línea de costa, pasando por Borondo
hasta Gibraltar y Carteia, la estación CalpeCarteiam que aparece en el texto, para luego
continuar hacia Portus Albus, etc.
Ahora bien, el primer enfrentamiento
importante, en el que vemos un intento de
obstaculizar los desembarcos, se produce entre
las tropas visigodas guiadas por Sancho43, sobrino
de Rodrigo, y los bereberes de Tarif ibn Malik.
Nos lo narra al-Razi:
«[...] E quando el rrey Rodrigo sopo la
traycion cayo en el engaño que le fizo el conde,
e luego embio a llamar a Sancho que era ome
muy fuerte e muy valiente e muy ossado e de
mucho para las lides […] junto [Sancho] la mas
gente que pudo, e andubo tanto por sus
jornadas fasta que llego cerca de do estaban los
moros [...] »44.
Un intento de obstaculizar los
desembarcos, se produce
entre las tropas visigodas
guiadas por Sancho
Es muy probable que a pesar de tener
Rodrigo noticias del lugar donde estaba
acampado Tarif (opinamos que Tariq no había
desembarcado todavía), del estado de sus
defensas y de los efectivos que disponía, Sancho
no conociese, o no calibrase realmente, la
magnitud del ejército bereber, pues suponemos
que sólo tendría noticias de las fuerzas
posesionadas en Gibraltar al abrigo de las
defensas levantadas, ignorando las acampadas
en la línea de costa de levante.
Por eso al acercarse Sancho a Gibraltar
43
Imagen 12.- Playa de Guadalquitón, al fondo el peñon
de Gibraltar.
para tratar de impedir que prosiguiera el
desembarco piensa solo en las tropas bereberes
posicionadas allí y son sorprendidos por los
efectivos ya desembarcados en la zona de
Guadalquitón, cayendo en una emboscada.
Para nosotros este o estos enfrentamientos, o al
menos algunos de ellos, tuvieron lugar
en las inmediaciones de Gibraltar, posiblemente
en los arenales del propio istmo,
«[…] de él descendió (de un lugar
abrupto45) al campo abierto, mientras ellos [los
cristianos] no lo sabían. En ese punto lanzó una
46
algara contra ellos
y cayéndoles encima los
hizo su presa [...]» .
A partir de la victoria sobre Sancho es
cuando se produce la conquista y posicionamiento
estratégico de Carteia. Parece ser que Iulia
Traducta también es neutralizada en este
momento aunque no hubo acción de armas. Más
bien nos inclinamos a creer que ante la derrota
de Sancho y debido a la persistente insistencia
de Julián, que como hemos señalado
En otras fuentes aparece como Enneco, Iñigo, etc. Incluso se le atribuye esta acción a Tudmir. 44 AL-RAZI: Crónica
del moro Rasis, Ed., Diego Catalán y Mª Soledad de Andrés, Madrid, Editorial Gredos, 1975, p.347.
45 Siempre se ha considerado que este lugar es Gibraltar, pero podría referirse también a las estribaciones de la cercana
Sierra Carbonera.
46 IBN AL-KARDABUS: Historia de Al-Andalus, Ed., Felipe Maíllo Salgado, Madrid Akal S.A., 1993 (2ªed.), p.60.
24
Carteia a Tariq ibn Ziyad, cuando realmente fue
efectuada por Tarif ibn Malif al-Ma’afiri 51
Es interesante señalar con respecto a esta
conquista lo siguiente,
«[...] Tariq, going along with his
companions, marched over a bridge of mountains
to a town called Cartagena [...]»52
La expresión «bridge of mountains»
puede hacer referencia a «paso de las montañas»,
es decir puerto sobre, o para cruzar, las montañas
y no «puente de la montaña (singular)» como
habitualmente se ha venido traduciendo. Por otro
lado las grafías en árabe de ambas palabras
pueden ser fácilmente confundibles. Nosotros
identificamos este «paso» con los Puertos y los
Portichuelos entre la zona de Guadalquitón y
Carteia.
Con Gibraltar, Carteia y Iulia Traducta
en poder de Tariq, quedaban establecidas las
posiciones árabo-bereberes ante el enfrentamiento
decisivo con Rodrigo.
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
anteriormente debía tener todavía una gran
influencia en esa población, obligaron a sus
habitantes a entregar la ciudad y pactar con
Tariq47.
«[…] una vez que se hubieron
pertrechado [debe referirse a las tropas de Tarif
ibn Malif], salió de la montaña y se precipitó
hacia el llano haciendo algaras, hasta conquistar
Carteya y llegar a la Laguna [...]» 48 .
Esta laguna, pensamos que mejor traducción
sería marisma, a que hace mención este
autor no debe ser confundida ni con la de la
Janda ni con la propia Bahía49 sino que debe
referirse a una existente entre los ríos
Guadarranque y Palmones y que quedaba unida
con un enorme estuario, originado por la
confluencia de otro río, el Madre Vieja, en la
misma entrada del puerto de Carteia. Es la que
parece indicar el geógrafo al-Udri cuando señala
que en el litoral de Algeciras existe un lugar
denominado como mar de la Caza del Ave50.
Las fuentes adjudican la conquista de
Imagen 13.- Billete de cinco libras donde se reproduce un grabado de Tarik.
47 Al-HAKAM señala al respecto, «Julián y los mercaderes que estaban con él [ya se había producido la llegada de Tariq]
quedaron en Algeciras para animar a sus compañeros y a la gente de la ciudad», en SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao:
«Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes Documentales», ob.cit. p.8.
48 Ibídem, p. 42.
49 Entre otros trabajos véase BENEROSO SANTOS J.: «Acerca de la entrada de los árabobereberes en la Península Ibérica
en el año 711. Hipótesis, ucronía, y realidad histórica.», ob.cit., p.135.
50 Este lugar es señalado por Lorenzo Valverde, (VALVERDE, Lorenzo: Carta histórica y situación de la ciudad de San
Roque […], Textos recopilados y anotados por F. E. Cano Villalta, Trascripción de E. Cano Villalta. Algeciras, IECG,
2003, p. 76), « […] cuando traen estos dos ríos [Palmones y Guadarranque] las avenidas mui grandes se juntan en aquella
playa y arenal que hay entre uno y otro, las dos aguas y nos parece […] que el mar se ha subido y a inundado aquel
parage [...]».
51 Véase entre otros trabajos el de CHALMETA Pedro, Invasión e Islamización, en Colección al- Andalus. Madrid, Editorial
Mapfre, 1994, pp.164-168 y los de BENEROSO José, «La incursión de Tarif Ibn Malik en 710. Preludio de una invasión»,
ob.cit, p.80, y «La suplantación amirí. ¿Tentativa de cambio dinástico o nueva forma de gobierno?», Actas III Congreso
Internacional Almanzor y su época, (Algeciras), (noviembre-diciembre 2002).
52 En J. HARRIS JONES: History of the Conquest of Spain, ob.cit.
25
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
A modo de conclusión
Consideramos oportuno más que unas
conclusiones, que serían todavía provisionales
debido a que las investigaciones siguen abiertas,
algunas aclaraciones. Se trata ante todo de una
operación bereber, en la que participan gente
visigoda de Julián y un insignificante número
de árabes, que aún estando enmarcada en el
proceso de conquista árabe, presenta algunos
factores locales y ajenos a la política dictada por
Damasco y Qayrawan.
La acción de Tariq tiene como objetivo,
cercano e inmediato, la recuperación de las
posiciones peninsulares arrebatadas a Julián,
hecho que podría justificar el tamaño de su
ejército y la práctica ausencia de caballería.
Posteriormente tras la derrota de Rodrigo y ante
la perspectiva favorable, Tariq decide, ahora sí,
la conquista de Toledo y el dominio del país.
Por último, es obligado señalar en torno
a las líneas de investigación que la arqueología
no ha dicho todavía su última palabra y queda
mucha documentación inédita y dispersa por
rastrear, sobre todo en archivos del actual reino
de Marruecos. Muchas fuentes están siendo otra
vez traducidas, y estudiadas, por lo que debemos
confiar en que aportarán nuevos datos. En el
campo de la numismática también se están
llevando a cabo diversos estudios. La toponimia,
sobre todo, la menor, también puede deparar más
de una sorpresa. En definitiva, debemos ser
optimistas con respecto al avance en la
investigación de los primeros momentos de la
entrada de los grupos arabo-bereberes.
Fuentes y Bibliografía
Ante la imposibilidad de exponer aquí todas las
obras utilizadas, hemos creído interesante
seleccionar al menos algunas de ellas.
-AL-HAKAM: Conquista de África del
Norte y de España, Intro., Trad., Notas e
Índices Eliseo Vidal Beltrán. Valencia, Anubar,
1966.
-ÍD.: Dikr Futuh al-Ándalus, Trad. John
Harris Jones, New Cork, B. Franklin, 1969.
-ÍD.: The History of the conquest of
Egypt, North Africa and Spain, Ed. Charles C.
Torrey. New Haven, Yale University Press, 1922.
(Reimpresión de 1980).
-AL-RAZI: Crónica del moro Rasis, Ed.,
Diego Catalán y Mª Soledad de Andrés,
Madrid, Editorial Gredos, 1975, p.347.
-Ajbar Maymu’a fi fath al-Andalus wa
dikr umara’iha, Trad. Emilio Lafuente. Madrid,
Guillermo Blázquez, 1984.
26
-Corpus Scriptorum Muzarabicum, Ed.
por Juan Gil. Madrid, Instituto Antonio de
Lebrija, 1973
Crónica mozárabe de 754, Ed. y crítica
de José Eduardo López Pereira, en Textos
Medievales, 58. Zaragoza, Anubar Ediciones,
1980.
-Dhikr bilad al-Andalus (Una descripción
anónima de al-Andalus), Ed. Y Trad. por
Luis Molina. Madrid, CSIC, 1983.
-IBN IDARI AL-MARRAKUSI:
Historia de al-Ándalus, Traducción y Estudio
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González. Málaga, Ediciones Aljaima, 1999.
-IBN AL- KARDABUS: Kitab al-Iktifa
(Historia de Al-Andalus), Estudio y notas por
Felipe Maíllo. Madrid, Akal, 1993.
-JIMÉNEZ DE RADA, Rodrigo: De
Rebus Hispaniae, ed. Fernández Valverde, Corpus
Christianorum, Continuatio Medievales, 72, R.
Ximenii, Turnhout, Brepols Publishers, 1987.
-AHMED, Rachib Raha (Editor):
Imazighem del Magreb entre Occidente y Oriente
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- AL-ABBADI A.M (Ed.): «Tarih alAdalus li-Ibn al-Kardabus», RIEIM, XIII (1966)
-BENEROSO SANTOS, José: La
entrada de los arabo-bereberes en la Península
Ibérica. Los inicios de al-Andalus 711-714. (En
prensa).
-ÍD.: «La suplantación amirí. ¿Tentativa
de cambio dinástico o nueva forma de
gobierno?», Actas III Congreso Internacional
Almanzor y su época, (Algeciras), (noviembre
diciembre 2002).
-ÍD.: «Acerca de la entrada de los arabobereberes en la Península Ibérica en el año 711.
Hipótesis, ucronía, y realidad histórica.»,
Almoraima 36 ( 2008) 129-137.
-ÍD.: «Los primeros tramos de los
itinerarios seguidos por Tariq y Musa. Una
cuestión sin resolver.», Almoraima 38 ( 2009)
45-55.
-ÍD.: «Aproximación al proceso de
sedentarización de los primeros grupos
árabobereberes y su importancia en la formación
de al-Andalus. La toponimia menor como
material de estudio.», Actas XI Jornadas de
Historia del Campo de Gibraltar, (Jimena),
(octubre 2010).
ÍD.:«La incursión de Tarif ibn Malif en
710. Preludio de una invasión», Al-Qantir, 11
(2010) 82-83.
-CHALMETA, Pedro: Invasión e
Islamización, En Colección al-Andalus. Madrid,
Editorial Mapfre, 1994.
- GARCÍA MORENO, L: «Ceuta y el
Estrecho de Gibraltar durante la Antigüedad
-TERÉS SÁDABA, E.: Materiales para
el estudio de la toponimia hispanoárabe:
Nómina fluvial, t.I, Madrid, CSIC, 1986.
-VALLVÉ, J.: «Nuevas ideas sobre la
conquista árabe de España: Toponimia y
Onomástica», Madrid, Real Academia de
Historia, 1989.
-VILLAVERDE VEGA, NOÉ: Tingitana
en la antigüedad tardía (siglos III-VII):
auctonía y romanidad en el extremo occidente
Mediterráneo, Madrid, Real Academia de la
Historia, 2001.
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
tardía (siglos V-VIII)», en Congreso Internacional
«El Estrecho de Gibraltar» (n. 3), pp. 10951114.
-GUICHARD Pierre: Al-Andalus.
Estructura antropológica de una sociedad
islámica en Occidente, Granada, Universidad de
Granada, 1998. (2ªed.)
-LÓPEZ DE AYALA, I.: Historia de
Gibraltar, Madrid, Ed. Antonio de Sancha, 1782.
Edición facsímil de la Caja de Ahorros de Jerez
de 1982.
-SEGURA GONZÁLEZ, Wenceslao:
«Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes
documentales», Al-Qantir 10 (2010).
Imagen 14.- Desembarco de tropas árabes.
27
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Detalle de una miniatura de Tarik.
Reflexiones en torno al 711
Problemas, metodologías y posibles avances
Esther Sánchez Medina
ste artículo pretende realizar una
rápida reflexión sobre la importancia
de la conquista árabe de la península
Ibérica, tanto del acontecimiento histórico en
sí mismo, como de su reflejo en la
historiografía árabe y mozárabe e incluso en
la mentalidad de la población hasta nuestros
días. Se trató, sin duda, de un momento clave
de la historia hispana que tendrá gran
incidencia en el posterior desarrollo histórico
de los diversos territorios peninsulares. Este
estudio aborda pues los principales problemas
a los que ha de hacer frente la investigación
actual, así como también las nuevas
metodologías aplicadas a su estudio y los
avances logrados gracias a ellas.
E
Introducción
Desde hace años dedico mis investigaciones a la
historia del norte de África durante la
Antigüedad tardía. A este lugar y cronología
1
consagré mi Tesis doctoral1 y los posteriores
estudios que dentro del proyecto y grupo del que
formo parte he venido realizando2. Debido a
mi participación en este proyecto y el interés que
las investigaciones llevadas a cabo en su
marco por los diversos miembros del grupo
provocaron en el equipo editor de la revista
ALJARANDA, hace unos meses, recibí la amable
invitación de don Carlos Ruiz-Bravo
-miembro de su consejo de redacción- para
participar en un número especial dedicado a la
conquista islámica de la península Ibérica en el
décimo tercer centenario de la efeméride. Se
trataba de ofrecer una visión personal de la
misma, lo cual resultaba enormemente sugerente.
Agradezco dicha invitación desde estas líneas,
no sin señalar que las siguientes páginas son
sobre todo el resultado de mi entusiasmo por el
que creo un episodio vital de la historia
peninsular, y no el de mi especialización en el
tema que va a ocuparlas. Aún así intentaremos
Fideles et rebelles: Africanos y Romanos en conflicto con el poder imperial durante la primera mitad del
siglo VI d. C., UAH 2009, que será publicada próximamente por el CEBNCh de Granada.
2 “La expansión del Imperio árabe-islámico en el Norte de África y España (siglos VII-VIII) según las fuentes no-islámicas”,
dirigido por el Dr. García Moreno. I+D+I Ref.: S2007/HUM-0487. Este proyecto de investigación internacional tiene por
objetivo la recopilación y análisis de todos los documentos, literarios y arqueológicos, no islámicos contemporáneos a
la expansión del primer imperio árabe islámico por el norte de áfrica (Egipto y el Magreb) y la península Ibérica. La
reconstrucción integradora de los procesos históricos que tuvieron lugar, y el contraste de sus conclusiones y resultados
con la historiografía árabe-islámica sobre los mismos, ayuda también a comprender mejor la génesis especial de
esta última. Agradecemos a L. Fernández la corrección de las transcripciones de los términos y nombres
propios árabes, así como a O. Herrero la amable revisión y actualización bibliográfica de nuestro
manuscrito original.
28
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
reflexionar sobre aquellos problemas que puedan
resultar útiles a los lectores para la interpretación
del proceso, así como las nuevas metodologías
de análisis posibles para el estudio de la evolución
histórica de tan intrincado periodo y los actuales
avances recientemente alcanzados por la
investigación.
En torno al 711
La llegada del ejército árabo-bereber a la
Península en el 711 estuvo precedida de un
apasionante viaje que tuvo su origen en las
importantes ciudades de las arenas de Arabia y
que durante cerca de cien años estremeció casi
la totalidad del Mediterráneo, especialmente en
sus territorios orientales y meridionales. El mundo
en el que surgió el Islam contaba con dos
gigantes de pies de barro en constante lucha:
Bizancio y la Persia sasánida, entre los cuales
supo hacerse un sitio un nuevo monoteísmo y
sobre todo, un nuevo poder político en auge. Las
tempranas victorias militares y el ingente botín
obtenido en las ricas ciudades de Oriente
motivaron una rápida expansión del nuevo credo
más allá de la península Arábiga. Su ancestral
relación con las rutas caravaneras que recorrían
el Oriente y el Magreb facilitó enormemente su
expansión, al igual que la prontitud con que
sumó adeptos especialmente en el norte de África.
Este territorio jugó un papel fundamental como
lugar de reclutamiento y refuerzo de posiciones
en su conquista del Mediterráneo y su avance
hacia los territorios occidentales.
El mundo en el que surgió el
Islam contaba con dos
gigantes de pies de barro en
constante lucha: Bizancio y la
Persia sasánida
A favor del éxito jugó también el respeto
a la vida y las propiedades de las poblaciones
conquistadas, la instalación de las fuerzas
Imagen 2.- Mano de Fátima.
expedicionarias y/o militares fuera de los recintos
urbanos, la imposición de tributos moderados
siempre adaptados a las condiciones de sumisión3,
y sobre todo, y de manera crucial, el
mantenimiento de los sistemas administrativos
previos a la conquista así como de sus
administradores autóctonos. A ello habríamos de
sumar que los constantes conflictos religiosos
relacionados con la naturaleza de Cristo habían
minado desde hacía siglos la fe de los orientales
y les habían predispuesto a abandonar sus
creencias a cambio de una estabilidad económica
y social que los nuevos poderes árabes parecían
dispuestos a garantizar.
Las conquistas se sucedieron una tras
otra4: Damasco en el 635, Jerusalén en el 638,
Cesaréa en el 6405, las islas de Chipre y Sicilia
en el 649 y 652 respectivamente, los principales
núcleos de Egipto en el 656, Cartago en el 692
y un largo etcétera, que les facilitará el avance
3 Recordemos que la tributación estaba en estrecha relación con las condiciones bajo las cuales las poblaciones conquistadas
hubieran pasado a formar parte de la nueva entidad política, dependiendo de si se había tratado de una capitulación o de
una derrota militar, en cuyo caso las condiciones se endurecían notablemente. Véase: GARCÍA SANJUAN, A., “Formas
de sumisión del territorio y tratamiento de los vencidos en el derecho islámico clásico”, en M. Fierro - F. García Fitz
(eds.), El cuerpo derrotado: cómo trataban musulmanes y cristianos a los enemigos vencidos (Península Ibérica, ss. VIIIXIII), Madrid, 2008, 61-111.
4 Sobre estas conquistas, véase: KAEGI, W.E., Byzantium and the Early Islamic Conquests, Cambridge, 1994.
5 Estas primeras conquistas dejaban además gran parte de las embarcaciones comerciales y militares bizantinas a su
merced, facilitando su expansión ultramarina posterior.
29
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
por el norte de África hacia su zona más
occidental y, más tarde, a la Península y sur de
la antigua Galia. Sin embargo, todo ello no debe
darnos la equivocada idea de que las conquistas
fueron indoloras, bien al contrario. En el caso
norteafricano, con el que estamos más
familiarizados, debemos señalar la irregular
progresión de los avances debido tanto a la
resistencia bizantina como a la propia de la
población autóctona. Si en un primer momento
la conquista de la Pentápolis pretendió tan sólo
la protección del flanco occidental de Egipto,
con posterioridad, y viéndose ampliada hacia la
Tripolitania y el África menor, cobró sentido en
sí misma, jalonada siempre, eso sí, de avances
y retrocesos entre los que mediaron numerosas
pausas cronológicas6.
Uno de los aspectos más importantes,
clave para el éxito de las diversas campañas, fue
la heterogénea composición tribal de los ejércitos
conquistadores, dentro de los cuales se fomentó
siempre la incorporación de la población
conquistada bajo liderazgo árabe. En el caso
africano, la relación entre árabes y beréberes
dentro de su ejército no ha sido lo suficientemente
estudiada como para ofrecernos una visión clara
de las tensiones que debieron existir entre ambos
grupos y que se traducen a partir de las fuentes
árabes relacionadas con la conquista de Spania,
tal y como tendremos ocasión de ver más
adelante. Mientras que el papel jugado por las
fuerzas sirias y egipcias parece decisivo en las
primeras tentativas de control sobre Ifriqiya nombre árabe de la antigua África menor- y los
ensayos de toma de su capital Cartago, la
inclusión de elementos beréberes, a partir de la
actuación de ‘Uqba7 en Barqa, ha sido analizada
con menor detalle. La fundación de Qairawan
en el 670 supuso la consolidación del control
del Magreb central, pero sobre todo la base
para las futuras expediciones a Argelia y
Marruecos.
La resistencia bizantina y autóctona
se hizo especialmente notable en el extremo
más occidental -precisamente en la decisiva
ciudad de Tánger, aún bajo poder imperial,
aunque los árabes también se habían visto
forzados a atender la amenaza de enemigos
tan notables como los aunados bajo el gobierno
de Kusayla 8 y más tarde, de la Kahina,
derrotada de forma definitiva en el 698 9 .
Imagen 3.- Diversas rutas de las expediciones de conquista.
6
Véase la inédita tesis de BEN ABBES, M., L’Afrique byzantine face à la conquête arabe: recherche sur le VIIe siècle
en Afrique du nord, París 2004. Disponible en la Bibliothèque Centrale de l’I. N. P.
7 Véase LÉVI-PROVENÇAL, E., “ ‘U˙ba b. NÇfi‘ ”, en EI1 (Encyclopaedia of Islam =EI) y CHRISTIDES, V., “ ‘Ukba
b. Näfi‘ ”, en EI2; Leiden, 2000, vol. X, 789-790, también MARÇAIS, G., “Sîdî ‘Uqba, Abû l- Muhâjir et Kusaila”,
Cahiers de Tunisie 1 (1953) 11-17.
8 Sobre Kusayla véase: CAMPS, G., “De Masuna à Koceila. Les destinées de la Maurétanie aux VIe et VIIe siècles”,
Histoire et Archéologie de l’Afrique du Nord. IIe Colloque International (= Bulletin archéologique du CTHS n.s. 19B),
París, 1985, 322-323; TALBI, M., “Kusayla”, EI2, Leiden, 1986, vol. V, 517-518; MODÉRAN, Y., “Kusayla, l’Afrique
et les Arabes“, en C. Briand-Ponsart (ed.), Identités et Cultures dans l’Algérie Antique, Rouen, 2005, 423-457; Id., s.v.,
Encyclopédie Berbère (=EB), XXVIIIXXIX, Aix-en-Provence, 2008, 4255-4264.
9 Véase MODÉRAN, Y., Les Maures et l’Afrique romaine (IVe-VIIe siècle), Rome 2003, 197-201; 751-756; 794-797;
TALBI, M., “Un nouveau fragment de l’histoire de l’Occident musulman (62-196/682-812): L’épopée d’al-Kahina”,
Cahiers de Tunisie XIX 73-74 (1971) 19-52; Id., “Al-Kahina”, EI2, Leiden, 1982, vol. V, 440-442; ROTH, N., “The
Kahina: Legendary material in the accounts of the 'Jewish Berber Queen'”, The Maghreb Review, vol7 (1982) 5-6 y 122125; FANTAR, M., “La Kahina, reine des Berbères”, Reppal 3 (1987) 169-184; HANNOUM, A., Colonial Histories,
Post-Colonial Memories. The Legend of the Kahina, a North African Heroine, Portsmouth, 2001.
30
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Este desembarco, así como el que se
produciría como refuerzo un año después -en
junio del 712-, supuso un punto de inflexión en
la historia peninsular. El reino godo, heredero y
continuador de la tradición hispanorromana, se
mostró incapaz de frenar el avance del ejército
musulmán debido a sus problemas internos. Hasta
aquí los acontecimientos comúnmente
aceptados por la historiografía, pero ¿qué ocurrió
con el reparto de poder entre árabes y
beréberes dentro del ejército musulmán?, ¿era
en su totalidad un ejército converso?, ¿cuál fue
la implicación de los poderes africanos en el paso
de los musulmanes a la Península?, ¿cómo se
mostró la población hispana, resistente o
aquiescente?, ¿y las autoridades visigodas?, ¿y
su ejército?, ¿cuál era la situación socio-política
del reino germánico?, etc.
Imagen 4.- Miniatura de Tarik.
El nuevo gobernador de Ifriqiya, Musà
b. Nusayr10, un sirio converso cliente de los
Omeyas, se dirigió con un ejército muy diverso,
compuesto por sirios, egipcios y beréberes, a
Tánger. En el año 709 nombró gobernador de la
ciudad a un beréber, Tariq b. Ziyad11 y tan sólo
unos meses después, en julio del 710 autorizó
una expedición comandada por otro de sus
clientes beréberes, Tarif12. Éste, con medio millar
de soldados, árabes y beréberes, en unas
pocas embarcaciones suministradas desde tierras
africanas, habría realizado una expedición de
tanteo del sur de Spania, durante la cual constató
seguramente la riqueza de la siempre fértil
Bética y las posibilidades que dicho territorio
podía ofrecer en el caso de realizar acciones más
definitivas. Dichas acciones no tardaron en llegar.
Abierta de nuevo la temporada de navegación
segura, en la primavera del 711, el gobernador
tangerino, Tariq, cruzó el Estrecho al frente de
unos 12.000 beréberes y unos 300 árabes,
acuartelándose en Gibraltar (lugar que toma
probablemente su nombre del propio Tariq, Yâbal
Tariq: la montaña de Tariq)13.
Este desembarco supuso un
punto de inflexión en la
historia peninsular
No pretendemos, obviamente, darles respuesta
en este brevísimo trabajo, pues excede en todo
a nuestra intención y posibilidades, pero sí, al
menos, queremos recoger las muchas inquietudes
y reflexiones que dicho episodio y el estado
actual de su investigación nos suscitan.
Problemas, metodologías y posibles
avances
A pesar de tratarse de un cambio extremadamente
importante en la tradición político-social de
la Península, con substanciales consecuencias
en su desarrollo posterior, los estudios dedicados
a los primeros momentos de la conquista no son
demasiado abundantes14. El principal escollo al
10
11
12
13
Véase LÉVI-PROVENÇA L , E., “Müsa b. Nusayr”, EI 2 , Leiden-New York, 1993, vol. VII, 643-644.
Véase MOLINA, L., “Tarik b. Ziyad”, EI2, Leiden, 2000, vol. V, 242-243.
Véase LÉVI-PROVENÇAL, E., “Tarif”, EI1, Leiden-Paris, 1934, vol. IV, 699.
Sobre la navegación del Estrecho durante la Antigüedad véase: BRAVO, S., “Aspectos náuticos de la travesía del
estrecho de Gibraltar a través de la literatura periegética”, III Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba 2003, 13-43.
Véase también de carácter general: FERRER, B., El fin de la Antigüedad en el Mediterráneo Occidental (569-732). Navegación
y comercio internacional marítimo: el marco jurídico-institucional (2003, Tesis inédita).
14 Véanse, por ejemplo (por orden alfabético): BARCELÓ, M., “Sobre algunos ‘fulus’ contemporáneos a la conquista de
Hispania por los árabe-musulmanes”, Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona 34 (1971-1972) 33 42; CHALMETA,
P., “De historia hispano-musulmana: reflexiones y perspectivas”, Revista de la Universidad de Madrid, vol. XX 79 129- 160; Invasión
e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-Andalus, Madrid, 1994; GARCÍA MORENO, L. A., “Ceuta y el
31
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
que hacer frente es la escasez de fuentes referidas
a los siglos VII y VIII lo cual dificulta, de
manera ineludible a veces, la reconstrucción
histórica.
La tradicional
separación de las distintas etapas,
hacen de la época de la
conquista un momento “de nadie”
Dichas investigaciones muestran además
una carencia esencial: la falta de contacto entre
estudiosos del Mundo clásico y/o tardoantiguo,
medievalistas y arabistas.La tradicional
separación de las distintas etapas históricas como
objetos de investigación diferenciados y
cerrados y lo que es aún más grave, de las diversas
escuelas filológicas, hacen de la época de la
conquista un momento “de nadie”, o mejor dicho,
“de todos y ninguno”. Si bien es cierto que
las notables diferencias existentes -fonética,
escritura, construcción gramatical, etc.- entre las
lenguas en uso por los grupos humanos
implicados en la conquista y las utilizadas por
la historiografía posterior (latín, griego, árabe,
etc.) no facilitan la labor, el trabajo aislado de
los diversos investigadores y especialistas
tampoco lo ha hecho. La Filología o filologías
-según la lengua a la que se consagran- se han
ido replegando sobre sí mismas, perdiendo la
perspectiva comparativa que el manejo fluido de
varias lenguas podía ofrecer y la Historia, a su
vez, separada cada vez más de la escuela
filológica, ha perdido en gran parte también su
capacidad de análisis de las fuentes como base
para reconstruir un discurso histórico plausible.
El tinte religioso y
providencialista de las
fuentes cristianas hace del
relato histórico el resultado
de un plan debido a la
voluntad divina
Asimismo cabría destacar que la
aproximación a los diversos textos no se ha
realizado de la misma forma dependiendo del
intermedio lingüístico en el que estos estuviesen
escritos. La hermenéutica de las lenguas clásicas
-especialmente del latín y el griego- difiere
enormemente de la aplicada al árabe. Una de las
consecuencias de esta distinta forma de trabajo
con ambos tipos de fuentes es la pérdida de
apreciación de la continuidad existente entre
algunas tradiciones historiográficas latinas,
pero sobretodo griegas -propias del Oriente
helenístico-, y la historiografía árabe 15 .
Estrecho de Gibraltar durante la Antigüedad Tardía (siglos V-VIII)”, Congreso Internacional ‘El Estrecho de Gibraltar’
Ceuta 1987, I, Madrid 1988, 1095-1114; Id., “Los últimos tiempos del Reino Visigodo”, BRAH 189, 1992, 425-460; Id.,
“Bizantinos, ceutíes y la invasión islámica del 711”, Del Nilo al Guadalquivir, en prensa (RAH Madrid, 2011); GARCÍA
SANJUÁN, A., “Las causas de la conquista islámica de la Península ibérica según las crónicas medievales”, MEAH sección
árabe, 53, 2004, 101-127; MANZANO MORENO, E., “Las fuentes árabes sobre la conquista de al-Andalus: una nueva
interpretación”, Hispania, LIX/2, 202 389-432; MARTÍNEZ ENAMORADO, V. y TORREMOCHA, A., “Monedas de
la conquista: algunos feluses hallados en la ciudad de Algeciras”, Caetaria 3 (2000) 136-149; MOLINA, L., “Los Ajbar
maymu‘a y la historiografía árabe sobre el período omeya en al-Andalus”, Al-Qantara: Revista de estudios árabes 10 fasc.
2 (1989) 513-542; SÁNCHEZ-ALBORNOZ, C., “Itinerario de la conquista de España por los musulmanes”, Cuadernos
de Historia de España 10 (1948) 21-74; VALLVÉ BERMEJO, J., Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España.
Toponimia y onomástica, Madrid, 1989; VIGUERA MOLINS, M. J., “El establecimiento de los musulmanes en Spania
- al-Andalus”, V Semana de estudios medievales: Nájera, 1 al 15 de agosto de 1994, coord. J. I. de la Iglesia Duarte,
Nájera, 1995, 35-50, actualizado recientemente en: “22 crónicas árabes sobre la expansión por Al-Andalus”, Del Nilo al
Ebro: I Estudios sobre la conquista islámica, coord. L. A. García Moreno - M. J. Viguera Molins, Alcalá de Henares 2010,
209-228. En esta misma obra, coordinada por nosotros, encontramos uno de sus tres grandes apartados dedicados a la
Península tras la invasión (pp. 181-245). Véanse también en su totalidad los recientes números 10 y 11 de la revista
Alqantir.
15 Véase: GARCÍA MORENO, L.A., “Historiografía andalusí e historiografía hispanolatina”, en prensa. Agradecemos al
Dr. García Moreno que nos haya facilitado la lectura de este manuscrito, así como también el de: “Teodomiro de Orihuela
y la invasión islámica”, también en prensa.
32
De todas formas, y a pesar de la distinta
metodología aplicada, la historiografía
grecolatina en sí misma presenta enormes
diferencias con respecto a la árabe. Mientras que
la primera, especialmente la latina, andaba
preocupada por ofrecer los acontecimientos de
una forma ordenada, atendiendo principalmente
al año en el que habían sucedido los distintos
hechos, la árabe se centraba en ofrecer una relato
dramatizante16. Como bien imaginará el lector,
esa manera de presentación de la información
histórica en las crónicas latinas no está exenta
de problemas de cronología absoluta y relativa
que dificultan aún más su exégesis. Asimismo,
el tinte religioso y providencialista de las fuentes
cristianas hace del relato histórico que recogen,
el mero resultado de un plan debido a la voluntad
divina 17 . Dicho plan obedecía, según las
mismas, a los pecados cometidos por los godos,
especialmente por sus monarcas, que durante
las últimas décadas habían derramado sangre de
unos y otros con frecuencia, en una lucha
parricida y fratricida por hacerse con la corona,
el llamado «morbo gótico». El carácter
ineludible de la decisión divina de castigar esa
conducta justificaría en sí mismo la derrota de
los cristianos a manos de los conquistadores
árabes, pero curiosamente, y tal y como
demuestra García Sanjuán, esa interpretación
está ausente de las dos primeras crónicas (la
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 5.- Batalla del Barbate, conocida por la de Guadalete. Año 711. (Cuadro de F. Mota).
bizantinoarábiga y la mozárabe del 754) y es
formulada e incluida en la historiografía cristiana
con posterioridad 18 . En contraposición a la
corriente historiográfica cristiana, encontramos
las fuentes musulmanas, en las cuales la divinidad
apenas juega papel alguno. La ausencia de
dimensión religiosa no puede sino extrañarnos
si tenemos en cuenta que la expansión islámica
debía tener como leitmotiv la difusión del mensaje
de Mahoma.
La historiografía musulmana ofrece, aun
sin estar exenta de algunos elementos
legendarios19, un relato centrado principalmente
en la actuación humana. A pesar de la
diferencia entre unas y otras fuentes en lo referido
a la causalidad -divina o humana- de la
conquista, resulta interesante sopesar la
responsabilidad atribuida a sus distintos
protagonistas, especialmente a los hijos de Witiza
y Rodrigo. En el caso de las fuentes cristianas,
la culpabilización de los primeros va en aumento
hasta alcanzar la Baja Edad Media y se produce,
de manera paralela, a la legitimación y
ensalzamiento de la figura de Rodrigo. La
historiografía árabe también relaciona la caída
de los godos con la actuación de los hijos de Witiza,
pero ofrece, a su vez, una visión negativa de Rodrigo
debido a su depravado comportamiento con la hija
del conde Julián20. Podríamos afirmar, pues, que
mientras que los cristianos intentan salvar
Nos referimos a las primeras crónicas sobre la conquista, pues bien es cierto, que también encontramos otros
textos a modo de anales. A este respecto puede verse la obra de MAILLO SALGADO F., De Historiografía Árabe,
Madrid 2009.
17 Véase SÁNCHEZ SALOR, E., “El providencialismo en la historiografía cristiano-visigótica de España”, Anuario
de Estudios Filológicos 5 (1982) 179-192.
18 Cf. G ARCÍA SANJUÁN , “Las causas de la conquista islámica…” 104 y ss.
19 Sirva como ejemplo el relato de la Casa de los Cerrojos de Toledo (cf. HERNÁNDEZ JUBERÍAS, J., La
Península imaginaria. Mitos y leyendas sobre al-Andalus, Madrid, 1996, 194 y ss.).
20 Si bien es cierto que la visión negativa y la traición del conde Julián están presentes ya en las primeras fuentes
árabes, el episodio de la violación de su hija no figura en las dos primeras, haciendo su aparición, ya en el siglo
IX, en el relato de Ibn ‘Abd al-Hakam (GARCÍA SANJUÁN, “Las causas de la conquista
16
33
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
del oprobio a una parte de la estirpe goda,
fundamento de la futura Reconquista de alAndalus, los musulmanes hacen recaer, sin
ambages, toda la responsabilidad de la derrota
de los peninsulares en la desunión y erróneas
actuaciones de los nobles godos. Por tanto, parece
que debamos seguir, al menos en lo referido a
las causas de la conquista, los relatos
musulmanes, a priori no interesados en atribuir
la responsabilidad de manera tendenciosa a
ninguno de los grupos de poder -partidarios de
los herederos de Witiza21 o de Rodrigo-, pues
en definitiva, todos ellos habían resultado
derrotados bajo sus armas.
La historiografía musulmana
ofrece, aun sin estar exenta de
algunos elementos
legendarios, un relato centrado
principalmente en la actuación
humana
En todo caso, si algo parece claro es que
los problemas sucesorios del último periodo del
reino godo tuvieron mucha incidencia en su
desenlace final. Tal vez, la ilegitimidad de
Rodrigo, poco a poco omitida de las fuentes
cristianas, dificultó su consolidación en el trono,
especialmente cuando los hijos de Witiza
alcanzaron edad suficiente para oponerse al
gobierno y lograron el apoyo de parte de la
nobleza goda. Asimismo, y teniendo en cuenta
la tradicional política de pactos de la Antigüedad
tardía, especialmente en el norte de África22,
parece acertado suponer que, efectivamente, la
llegada de los musulmanes, o mejor dicho de los
beréberes, pues ésta era la composición
mayoritaria del ejército, estuviera en relación
directa con un llamamiento cursado desde la
Península. La invasión musulmana del Magreb
parece haber supuesto un revulsivo para el
desarrollo del proceso de afianzamiento de los
beréberes que se encontraba ya en plena
efervescencia, y sin los cuales la conquista no
hubiera sido posible. A favor de una fuerte política
de pactos que uniera las poblaciones de uno y
otro lado del Estrecho estarían relatos tales como
el de la entrega de la «Mesa de Salomón» a Tariq
por nada menos que un sobrino de Rodrigo23,
algo que sin dejar de formar parte de la historia
legendaria de la conquista podríamos poner en
relación con esa política.
Otro de los asuntos cruciales de la conquista
es el reparto de fuerzas entre los distintos elementos
del ejército conquistador: beréber y árabe.
Independientemente del número de hombres de uno u
otro grupo que componía dicho ejército, queremos
reflexionar mínimamente sobre el llamado “clientelismo
beréber”. Tarif y Tariq, principales artífices de la inicial
conquista, aparecen en las fuentes como mawali, es
decir, como “clientes” beréberes. Y ante este
Imagen 6.- Fulus del Periodo Gobernadores (Al-andalus, 711
- 756 d.C). Wikipedia.
islámica…” 121). Este episodio no aparece en las fuentes cristianas hasta el siglo XII, momento en el cual empiezan a
amalgamarse ambas tradiciones historiográficas. Sobre este personaje acaba de aparecer: GOZALBES CRAVIOTO, E.,
“El Comes Iulianius (Conde Julián de Ceuta), entre la historia y la literatura”, Alqantir 11 ( 2011) 3-35.
21 Es interesante el relato sobre el pacto establecido entre los hijos de Witiza y los musulmanes, con él se comprometían
a ayudarles a cambio de la garantía de conservar sus propiedades (v. Ibn al-Qutiyya, Historia de la conquista de España
de Abenalcotía el cordobés, J. Ribera (ed. y trad.), Madrid, 1926: 1- 2//2-3; HERNÁNDEZ JUBERÍAS, J., La Península
imaginaria…, 191; MANZANO MORENO, E., Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de alAndalus, Barcelona, 2006, 44-45).
22 Sobre la importancia del elemento beréber como apoyo a las diversas facciones en conflicto en África, sirva como
ejemplo: SÁNCHEZ MEDINA, E., “La población beréber de la Tripolitania durante la Antigüedad tardía”, Del Nilo al
Guadalquivir, en prensa (RAH Madrid 2011).
23 Cf. HERNÁNDEZ JUBERÍAS, J., La Península imaginaria…, 208 y ss. Este relato aparece recogido en Ibn
‘Abd al-Hakam, Futuh Misr. The History of the Conquest of Egypt, North Africa and Spain, Ch. C. Torrey (ed.), New
Haven, 1922, 207.
34
Imagen 7.- Teodorico, rey godo. Museo del ejército.
pesar de estar unidos por un lazo de clientela (o
walá) una fuerte diferenciación al menos en la
conquista del futuro al-Andalus25. Al fin y al
cabo, los cargos de la administración local habían
permanecido en manos no árabes, pensemos,
por ejemplo, en Tariq, gobernador de Tánger. La
segunda de las incógnitas, la “berberidad”, es
aún más compleja de analizar. El estudio más
completo sobre el África preislámica (ss. IVVIII),
realizado por nuestro compañero,
desgraciadamente desaparecido, Y. Modéran, se
muestra a menudo ambiguo en la interpretación
de los términos26. La pretendida continuidad
entre mauri -tardoantiguos- y barabira -tras la
conquista islámica- no es aceptada por todos los
investigadores27, así como tampoco hay consenso
acerca de lo que significaba en sí mismo “ser
barbar”28.
En relación con estos problemas
interpretativos encontramos en las fuentes
literarias los episodios referidos a los conflictos
entre Tariq y Musà. El más que posible origen
beréber de Tariq y su carácter de mawlà, ambos
aspectos entendidos según la tradicional
historiografía, dificultarían la comprensión de la
totalidad de sus actuaciones y el enorme poder
que parece haber ejercido en los momentos
iniciales de la conquista. Tal vez por ello deban
ser reconsiderados. Curiosamente, en esos
primeros momentos, durante los cuales el apoyo
de los nuevos musulmanes era crucial, es cuando
surgen las desavenencias entre nuestros
protagonistas. El enfrentamiento entre ambos
hombres parece tener su primer reflejo en el
episodio de la sustitución de una de las patas de
la «Mesa de Salomón», algo que Tariq llevó a
cabo ante la sospecha de futura traición de Musà.
La Mesa no era más que una parte del
abundante botín que Tariq consiguió en las
primeras campañas peninsulares de la antigua
Bética, lo cual despertó pronto la envidia y codicia
de Musà. Éste decidió cruzar el Estrecho
hacia la Península e ir en busca de Tariq, el cual
se encontraba cerca de la ciudad de Toledo. Al
parecer, tras el encuentro, Tariq sufrió un severo
castigo 29 al que se sumó obviamente la
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
dato se nos plantean dos incógnitas, por un lado,
en qué consistía exactamente “ser cliente”24 y
por otro, de mayor complejidad aún, en qué
consistía “ser beréber”. Tradicionalmente
entendido como sumisión, el clientelismo bien
pudiera ser una forma de pacto entre la autoridad
musulmana y la autoridad local y no implicar, a
24 Véase
FIERRO, M. I., “Mawali and muwalladun in al-Andalus (second/eighth-fourth/tenth centuries)”, M. Bernards J. Nawas (eds.), Patronate and Patronage in Early and Classical Islam, vol.1, Leiden, 2005, 195-245; Ead., “Los mawali
de `Abd al-Rahman I”, Al-Qantara, vol. XX (1999) 65-98. También OLIVER PÉREZ, D., “Sobre el significado de mawlà
en la historia omeya de al-Andalus”, Al-Qantara XXII ( 2001) 321-344.
25 Sin embargo, sabemos que, aunque teóricamente los nuevos musulmanes deberían haber tenido “los mismo derechos
y ventajas que los árabes, (…) la identificación entre Islam y arabismo fue tan fuerte en un principio que los árabes de
raza mantuvieron a los neoconversos en una situación de inferior” (cf. MAÍLLO, F., Vocabulario de Historia árabe e islámica,
2ª ed. Madrid, 1999, 152).
26 MODÉRAN, Y., Les Maures…, 11.
27 Sirva como ejemplo, el recientísimo trabajo de Ramzi ROUIGHI, “The Berbers of the Arabs”, Studia Islamica, new
series, 1, 2011, 67-101.
28 Sobre los beréberes de al-Andalus, DE FELIPE, H., Identidad y onomástica de los beréberes de al- Andalus, Madrid,
1997.
29 Azotes o presidio, según las distintas fuentes. Ibn ‘Abd al-Hakam (Torrey ed., 1922, 210), quien nos ofrece un
relato detallado, afirma que al llegar la noticia del apresamiento al califa, éste mandó un
35
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
confiscación de las riquezas obtenidas durante
la conquista. Sin embargo, el califa, desde
Damasco, pareció tomar partido por Tariq. A
partir de ese momento ambos hombres avanzarían
juntos hacia el Norte. El posterior llamamiento
califal de ambos hombres a Damasco posibilitó
el desenlace de la historia, al descubrir el califa
que Musà mentía cuando afirmaba que la Mesa
formaba parte del botín obtenido por él, pues
sólo Tariq30 pudo explicar el cambio que había
sufrido una de sus patas y demostrar así su
decidido protagonismo en las primeras
conquistas. El estricto control de Damasco sobre
las acciones peninsulares y los conflictos surgidos
entre las distintas facciones implicadas, a pesar
de lo legendario de este relato, ponen de
manifiesto las tensiones originales, tensiones
que darían lugar a distintas interpretaciones
historiográficas de la conquista en las cuales
beréberes, árabes y autoridades damascenas,
jugaron papeles muy distintos. La progresiva
integración -dado su escasísimo número en
relación al total peninsular con la población
hispana pareció diluir las tensiones y garantizar
un cierto equilibrio social que se consolidaría a
principios del siglo X.
Conclusión
Muchos más son los aspectos que deberíamos
abordar aquí, pero la extensión requerida nos lo
impide. Sin embargo, no queremos terminar estas
páginas sin resaltar la necesidad de continuar
líneas de investigación como las emprendidas
recientemente31 y a través de la cuales se pretende
realizar un exhaustivo análisis comparativo de
la evolución de la historiografía árabe y cristiana,
sus formas de elaboración y transmisión, las
contaminaciones horizontales que pudieron
producirse, las leyes propias de cada uno de los
géneros literarios, etc. Para ello la
multidisciplinariedad es imprescindible, así,
resultan muy interesantes los resultados que la
arqueología puede ofrecernos en lo referido a la
resistencia de las poblaciones conquistadas
durante los primeros momentos de llegada de
los árabes a tierras europeas32.
Otro aspecto a nuestro parecer muy
interesante y que no hemos podido ni siquiera
esbozar aquí, es la imagen que de lo “moro” se
va a fraguar en la Península y cómo esa imagen
condicionará la evolución del posterior desarrollo
histórico, especialmente en la Reconquista,
pero también la mentalidad española a lo largo
de los siglos y hasta la actualidad, época en la
cual nuevos acontecimientos y conflictos traen
desgraciadamente a veces los viejos clichés a
nuestra mente.
Imagen 8.- El rey Don Rodrigo y Florinda. Año 710. (Cuadro de N. Méndez Bringa).
mensaje a Musà en el que le advertía: “Si lo golpeas, yo te golpearé a ti; si lo matas, yo mataré a tu hijo”.
30 Sobre la trascendencia del elemento beréber y la autoría de la conquista puede ser interesante la lectura del reciente
trabajo de O. HERRERO SOTO, “Tariq b. Ziyad: las distintas visiones de un conquistador beréber según las fuentes medievales”,
Biografías magrebíes. Identidades y grupos religiosos, sociales y políticos en el Magreb medieval. EOBA, M. Meouak
(ed.) (en prensa). También de esta autora: “La arenga de Tariq b. Ziyad: un ejemplo de creación retórica en la Historiografía
árabe”, Talia Dixit 5 (2010) 45-74.
31 Véase n. 2. En unos meses se publicará el segundo libro fruto del trabajo del proyecto: Del Nilo al Guadalquivir, RAH
Madrid 2011.
32 Ph. Sénac -también miembro del equipo de investigación- demuestra la dureza de la conquista árabe y la notable
resistencia de la población de la Narbonense (trabajo actualmente en prensa).
36
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Gumías árabes.
El paso del Estrecho:las fuentes
Enrique Gozalves Cravioto
Introducción
nte el episodio del año 711 los
historiadores se encuentran con una
inmensa paradoja.
Acostumbrados para las Edades Antigua y
Medieval a trabajar con un número muy
limitado de documentos, respecto al hecho
histórico que nos ocupa, el problema no es
precisamente ese, sino más bien el contrario:
el de la hiper-inflación de crónicas.
A
Episodio histórico e historiografía
Ello fue así en principio por la enorme
trascendencia histórica que el episodio tuvo en
la Historia, por el hecho de que acabara con un
mundo, el de los visigodos en Spania, y diera
inicio a un proceso histórico de muy largo alcance
en el mundo occidental. De forma independiente
a cómo lo vivieran los contemporáneos
de los hechos, sí podemos deducir cómo lo
observaron en momentos posteriores.
Así pues, el inicio de la conquista musulmana
de España significó con el tiempo para unos una
épica gloriosa, la de la incorporación de AlAndalus a “dar al-Islam”, y para otros el amargo
trago de una derrota y retroceso, un desastre visto
por el clérigo autor de la Crónica Mozárabe como
una de las mayores tragedias, comparable a las
sufridas por Babilonia o por Jerusalén. La
discusión del concepto de Reconquista no puede
llevar a negar la dinámica conquistadora del
Imperio Omeya, que había extendido ya su
dominio por todo el Norte de África. Por esta
razón, cuando en un lado y en otro de la frontera
desarrollaron la narración e interpretación de lo que
había pasado lo hicieron desde mentalidades diferentes.
Así para los cristianos lo que realmente tuvo
importancia es que el mundo godo se había venido
abajo en la Península, y desde siempre fueron proclives
a explicar este hecho a partir de la existencia de una
traición en las propias filas. Así primero recurrirán
a la actuación de los hijos de Witiza, que habrían
conspirado abiertamente a favor de los árabes, quizás
sin pretender el resultado final alcanzado. Más adelante
tomarán de la historiografía árabe el trágico episodio
del Conde Julián, personaje de todo un drama, de
enorme potencia literaria como muestra el Romancero,
y que explicaría el propio tránsito del Estrecho. Pero
por la parte islámica lo más destacable es que se va
a producir una proliferación de relatos, copiados unos
de otros, alterados con la introducción de elementos,
de cuya realidad concreta tenemos muy escasas
garantías. Así pues, no son pocas sino excesivas las
fuentes medievales, pero por su propio carácter de
fuentes secundarias, rehechas según el estilo medieval
(por ejemplo, en el proceso de intenciones y diálogos
de Rodrigo, Julián, Musa ibn Nusair o Taric ibn
Ziyad), resulta problemático concretar historia y
literatura.
Este es el problema ante el que la historiografía
moderna se ha enfrentado a la hora de analizar el paso
del Estrecho. Los mitos que rodeaban al personaje de
Julián, y a la propia tragedia de Rodrigo, ocasionaron
ya el escepticismo de José Antonio Conde, en su
Historia de la dominación de los árabes en
37
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
España (1820). Poco más tarde, Reynhart Dozy
escribía su Histoire des Musulmans d'Espagne,
jusqu'à la conquéte de l'Andalousie par les
Almoravides,711-1110 (1861), en la que intentaba
poner orden en los testimonios, concluyendo que
el Conde Julián había sido el último gobernador
(exarci) bizantino de Ceuta, y que favoreció el
paso de las tropas beréberes en sus barcos desde
la plaza africana a Gibraltar.
La historiografía española, a grandes
rasgos, ha seguido la misma visión con algunas
variantes. Podemos mencionar al respecto la
Historia de la invasión de los árabes en España
(1892) de Eduardo de Saavedra, escrita sobre
todo a partir de las fuentes árabes y deudora de
Dozy, y también sobre las fuentes cristianas
analizadas en El rey Rodrigo en la literatura
(1924) de Ramón Menéndez Pidal.
Las tropas que pasaron el
Estrecho fueron básicamente
infantes
Después realizó un análisis muy
completo, repleto de erudición, Claudio Sánchez
Albornoz, en el volumen segundo de sus En
torno al feudalismo, dedicado a Fuentes para la
historia hispano-musulmana del siglo VIII (1942),
que completó en el análisis de un artículo
publicado en los Cuadernos de Historia de España
(1948), titulado “Itinerario de la conquista de
España por los árabes”, que consideró innegables
los hechos: existencia del Conde Julián, el paso
del Estrecho por parte de las tropas en sus barcos,
desde su plaza de Ceuta a Gibraltar. Pero sobre
todo Sánchez-Albornoz ya aclaraba un aspecto
peculiar: las tropas que pasaron el Estrecho
fueron básicamente infantes, e infantería sería
lo que los beréberes-árabes confrontaron a jinetes
(muy escasos) e infantes visigodos en la batalla
de La Janda.
Una visión que, por su carácter completo,
con pequeñas variantes (nada exentas de interés,
por cierto), nos han inspirado a todos los
historiadores, que siguiendo todo el planteamiento
derivado de las fuentes, hemos aceptado con
matices las grandes ideas acerca del paso del
Estrecho y la invasión islámica. Todo ello con
38
la excepción de la aportación de Joaquín Vallvé,
cuyas Nuevas ideas sobre la conquista árabe
de España (1989), trastoca todo el panorama de
los hechos, con una reinterpretación a partir de
fuentes secundarias y tardías en muchos casos,
pero que afecta al fondo del tema que nos ocupa,
pues el desembarco musulmán no se habría
producido en el Campo de Gibraltar sino en
Cartagena. La contestación a este tipo de
planteamientos fue realizada por el citado Sánchez
Albornoz, en sus Estudios polémicos (1979), si
bien más adelante el propio Vallvé volvió sobre
la cuestión.
Las fuentes más antiguas
Ante los aditamentos de una cuestión, rellena de
elementos legendarios así como de versiones,
nuestro juicio como historiadores es indicar la
necesidad de una crítica textual, que priorice
unas fuentes sobre las otras. Es cierto que, dadas
las contradictorias visiones, este juicio no puede
ser aceptado por todos, con lo que entra en
discusión el criterio utilizado para priorizar. Más
allá de que para realizar un estudio exhaustivo
se precisen más factores, a nuestro juicio el
criterio fundamental a utilizar debe de ser el de
la antigüedad de los testimonios.
El más antiguo de todos ellos es el de la
Crónica Mozárabe del 754, elaborada por un
cristiano cordobés con inmediata anterioridad a
la proclamación del primer Omeya independiente
en Al-Andalus. El autor indica muy de pasada
que Musa ibn Nusair había enviado a Taric al
frente de unos moros que hacían incursiones por
el territorio, “[...] cum Mauros a Muze missos,
id est Taric Abuzara et ceteros, diu sibi
Imagen 2.- Las aguas del Estrecho, escenario del paso árabobereber.
tal forma que se creyó que se transformaban en
comerciantes. Todos estos soldados fueron así
introducidos poco a poco, y Taric, acompañado de
su entorno, pasó con el último destacamento [...]”.
Hemos recogido este texto por cuanto el
mismo es de una gran antigüedad, de tal forma que,
aunque no pueda considerarse contemporáneo de
los hechos, sí reproduce la versión árabe más antigua.
En la misma ya encontramos algunos hechos que
van a introducirse en la tradición historiográfica: el
personaje de Julián, su pacto con los árabes para la
travesía del Estrecho, un numeroso ejército (cifrado
en 12.000 elementos) en el que la inmensa mayoría
eran bereberes, paso en pequeños barcos que
realizaban cabotaje entre ambas costas (comerciantes
y pesqueros), viajes repetidos de esas pequeñas
embarcaciones.
En el siglo IX tenemos otros escasos testimonios
árabes sobre el episodio de la conquista. Hacia el
año 848 escribirá el persa Ibn Jurdadbih su obra
geográfica dedicada a la mención de los reinos
y los caminos. Sus datos son muy esquemáticos,
pero resulta muy significativo que al tratar de
Ceuta, hablando en pasado (como reflejó en su
traducción Guillermo Gozalbes Busto), afirmaba
que en la ciudad en el pasado había reinado
Julián. Su cita tan antigua, y el propio hecho de
que no precisara de mayor aclaración, indica que
Julián era bien conocido e identificado en el
mundo árabe de la primera mitad del siglo IX.
También para el siglo IX debemos citar
la obra de Ibn Habib, un granadino pero que
aprendió sus datos en Oriente. Su relato está
repleto de magia: “Muza llegó a la costa argelina
(Tremecén) y ordenó capturar algún barco
cristiano; un viejo prisionero fue interrogado y
éste realizó una descripción de quien
realizaría la conquista de al-Andalus [...]”. La
orden de Muza, con la descripción de la persona,
coincidía con Taric, que llegó a un monte donde
concentró sus tropas. Parece evidente que el
monte en cuestión debe tratarse de Gibraltar. En
todo caso, quizás lo más importante del relato
de Ibn Habib es que ofrece las cifras
de 1700, para los que rodeaban a Taric, y de
12000 los bereberes que finalmente pasaron a
al-Andalus.
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
provinciam creditam incursantibus sumulque et
plerasque civitates devastantibus [...]”; esta
única alusión al paso de Taric se complementa
con la referencia de que el rey Rodrigo marchó
a los Transductinis promonturiis para luchar con
ellos, pero cayó en la batalla debido al abandono
de su ejército.
Algunas indicaciones más encontramos
en referencia al paso de Musa ibn Nusair, cuando
indica que en esa época devastaban Spania los
expedicionarios, y Musa atravesó “per
Gaditanum fretum columnas Herculis
pertendentes”, y alude a continuación que la
entrada del puerto (o del paso) se la sugería
clabes in manu. Nos hallamos ante un pasaje de
difícil interpretación, pero que estaría referido
a la llave en la mano del “ídolo” o estatua humana
que remataba un monumento turriforme de Cádiz
de época romana, la llamada “torre de Hércules”,
y cuya descripción recogen diversos geógrafos
árabes medievales.
En cualquier caso, dos aspectos se
deducen de esta observación a la fuente más
antigua: prácticamente no hay acotaciones a las
circunstancias del paso del Estrecho por parte
de los árabes, y guarda un estricto silencio acerca
de las características de los ejércitos en disputa.
Así pues, no puede hablarse del problema de la
presencia de la caballería entre visigodos o
musulmanes. En la misma línea de escasos datos,
con un carácter muy genérico, el paso del
Estrecho es mencionado hacia el año 790 por
parte del historiador franco Paulo Diacono, en
su Historia Langobardorum: “ [...] eo tempore
gens Sarracenorum in loco qui Septem dicitur
ex Africa transfretantes universam Spaniam
invarerunt [...]”. Pocos datos en referencia a la
“invasión” de “toda España” por los “sarracenos”,
señalando que se produjo a partir del paso del
Estrecho (transfretantes) desde el lugar que se
llama Septem, por tanto, desde Ceuta.
Entre las innumerables fuentes sobre la
conquista islámica de España, y el paso del
Estrecho, reproducimos inicialmente un
testimonio recogido por Ibn Idari, que lo copia
de un historiador egipcio de finales del siglo
VIII, llamado al-Waquidi:
“(El Califa) nombró a Musa ibn Nusair
gobernador de Ifriquiyya (África), y a su vez
Musa nombró para gobernar la zona de Tánger
a Taric. Éste se convirtió en vecino de Iulian
(Conde Julián) debido a su proximidad a “la
isla Verde”, y se puso en contacto con él. Ambos
llegaron a un acuerdo e Iulian se comprometió
con hacer que él y sus tropas entraran en España.
Taric, que tenía un ejército de 12.000 beréberes,
se decidió a realizar esta expedición después de
recibir el permiso de Ibn Nusair. Para transportar
estas tropas Iulian empleó los barcos que
practicaban el cabotaje entre ambas costas, de
Fuentes posteriores
En el siglo X la información sobre el paso del
Estrecho y la conquista árabe de al-Andalus se
convierte en canónica, y en buena parte lo va a
hacer en función de las necesidades políticas del
Estado Omeya de Córdoba (convertido en
Califato). En ello tendrá gran importancia, sin
duda, la magna obra histórica del cordobés alRazi, y sobre todo de Ibn Hayyan. Así en la
visión de los hechos del segundo, recogida de
forma casi textual por al-Maqqari (autor magrebí
39
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
del siglo XVII), se menciona ya la expedición
previa de Tarif contra Tarifa (se precisa que con
400 infantes y 100 de caballería), la instigación
de Julián para la invasión y paso del Estrecho,
pero a continuación se ofrecen dos versiones:
a). Sobre el ejército invasor, en un caso
compuesto por 7.000 efectivos, de los que la
mayoría eran beréberes y libertos, en el otro,
compuesto por 12.000 de los que prácticamente
todos eran beréberes.
b) El paso en cuatro barcos, mientras en
la segunda versión se indica que eran de
mercaderes.
c) El desembarco en Gibraltar en el mes
de agosto de 711, mientras en la segunda versión
fue en abril.
d) El paso constante de ida y vuelta de
los mismos barcos hasta completar la totalidad
de las tropas.
e) Se aclara que después del desembarco
Tariq había reclamado a Muza más tropas, por
lo que le envió 5.000 soldados suplementarios,
hasta constituir un total de 12.000 los invasores.
En el mismo siglo X otro autor andalusí, Ibn alQutiyya (“el hijo de la Goda”) escribió otra
Historia en la que incluye los episodios de la
conquista. Como bien ha indicado Gabriel
Martínez-Gros el relato tiene sus propios
fundamentos, como son los de reflejar los
méritos y servicios de la familia respecto a
la dinastía Omeya. Así el mérito principal
habría estado en la “traición” de los hijos
de Witiza, mientras Julián queda reducido
a la categoría de un comerciante cristiano, que solía
llevar caballos y halcones desde Tánger.
Imagen 3.- Representación gráfica de las fechas y trayectos de
las distintas incursiones magrebíes.
40
Finalmente, en el siglo XI el Ajbar
Machmúa recoge ya de forma definitiva la
versión más reiterada con el tiempo, que incluye
naturalmente el episodio literario de las relaciones
del rey Rodrigo con la hija de Julián, la venganza
de Julián, el más lógico episodio de la incursión
previa contra Tarifa, así como el mandato de
Muza a Tariq para que fuese a Al-Andalus con
7.000 musulmanes, que en su mayoría bereberes
y libertos, ya que eran escasísimos los árabes, y
pasó en el año 92 en los cuatro barcos
mencionados, que eran los únicos disponibles,
los cuáles fueron y vinieron con la infantería y
la caballería que se iban reuniendo en un monte
muy fuerte….. Muza le mandó 5.000 hombres,
de forma que el ejército de Tariq llegaba hasta
los 12.000 componentes.
Nos parece inútil continuar con la
recopilación de las fuentes árabes posteriores y
que añaden datos circunstanciales. Incluso en
ocasiones refieren los hechos de una forma más
lógica y explicada, pero ello corresponde no a
una realidad básica, a datos que estuvieran en
su fundamento documental, sino a la recreación
o actualización por parte de los escritores. A
nuestro juicio, desde el siglo XI no tenemos ya
fuentes de documentación, sino puramente
“historiografía”. Ello incluye también a Ibn Idari,
un autor magrebí del siglo XIV, y cuya aportación
recoge una pluralidad de testimonios, que llevó
a Sánchez- Albornoz a considerarla un auténtico
“cementerio de crónicas”.
Fuentes cristianas
En el campo cristiano, haciendo abstracción de
la Crónica Mozárabe de 754, de la que ya hemos
tratado, así como de la débil referencia franca,
las fuentes cristianas prácticamente dan un salto
hasta los siglos IX y X, con la cronística del
Reino de Asturias. Así en la Crónica Albeldense,
fechada por ella misma en 883, lo único que se
indica es que los musulmanes llamados por la
traición, ocuparon Hispania, apoderándose de la
monarquía de los godos, una parte de la cual la
dominan tenazmente, aunque los cristianos les
hacen la guerra de una forma constante, de día
y de noche.
Como puede verse, lo único de lo que se
habla es de la traición, sin concretar la misma.
En cualquier caso, tres décadas más adelante ya
la Crónica de Alfonso III aclara la traición referida
al señalar que al tercer año de reinado de Rodrigo,
por causa del engaño de los hijos de Witiza, los
sarracenos invadieron Hispania; menciona a
continuación que Rodrigo marchó a la guerra
con su ejército, pero atrapado por la traición de
los witizanos, los guerreros abandonaron la
batalla.
Como puede observarse, las crónicas
hispano-cristianas de los siglo IX y X están en
Finalmente, la Crónica
Silense, del siglo XII,
finaliza por enriquecer
los datos
mozárabe, que integró los datos que estaban
presentes desde hacía mucho tiempo en los
escritos andalusíes.
Finalmente, la Crónica Silense, del siglo
XII, finaliza por enriquecer los datos, pero todos
ellos ya tomados del impacto de las crónicas
andalusíes de los siglos X y XI. En este caso
atribuye la agresión inicial a Rodrigo, que expulsó
de Yspaniis de una forma infamante a los hijos
de Witiza, que se coaligaron con Julián
(Tingitanam provintiam transfretantes, Iuliano
comitti) y éste fue quien se encargó de Mauros
introducendo, et sibi et totius Ispanie regno
perditum. Pero habla simplemente de que
Rodrigo, cuando se enteró de la invasión, llevó
su ejército, y después de un combate de siete
días, en el que los visigodos inicialmente ganaban,
se encontró con la derrota, la desbandada y el
hundimiento de su reino.
La destilación del historiador
A partir de todo lo recogido el historiador debe
actuar y tomar partido, destilando de forma
adecuada la información. Por esta razón debemos
escapar de considerar las versiones conocidas
como definitivas. Podemos deambular entre los
dos extremos, la de aquellos que han aceptado
las descripciones de los hechos tal cual, así como
la de aquellos que han impugnado las fuentes;
entre estos últimos Ignacio Olagüe consideró
que los árabes “jamás invadieron España” (se
produjo una paulatina conversión al Islam como
sucesión natural del Arrianismo), o el citado
Joaquín Vallvé, quien creyó que la invasión no
se produjo a través del Estrecho propiamente
dicho, sino a partir de otros lugares diferentes
(Cádiz o Cartagena). No parece lógico, ni siquiera
“serio” según la gran mayoría de los historiadores,
establecer una especie de “conspiración” general
de las fuentes documentales para despistar o
engañar.
La expedición previa contra Tarifa, en el
año 710, entra más en los datos de la lógica que
de la seguridad documental. La existencia de una
avanzada, anterior al envío definitivo, es
coherente con el proceso de invasión de un
“finisterre” absolutamente desconocido. Pero en
lo que respecta a la documentación puede
considerarse (interpretación) que alude a ella de
forma harto confusa la Crónica Mozárabe de
754, pero es silenciada por las fuentes árabes
(orientales) más antiguas. La incorporación de
la expedición de Tarifa al relato del paso del
Estrecho y la invasión se produce desde el escrito
de Arib, con toda la historiografía andalusí del
siglo X.
El personaje de Julián (comes Iulianus)
ha sido discutido en su realidad histórica. Sin
embargo, cosas distintas son la existencia del
personaje en sí mismo, y su papel político más
o menos discutible, y la discutible realidad de
su imagen literaria. Dejando como legendaria la
historieta de las relaciones de Rodrigo,
lo cierto es que hay bastantes datos que prueban
la historicidad de Julián como gobernante de
Septem (Ceuta). La realidad histórica del
personaje viene probada por la existencia de sus
descendientes en Córdoba, las alusiones a él por
parte de geógrafos (Ibn Jurdadbih, al-Bakri), y
también de crónicas bastante antiguas.
Ceuta como lugar de paso es plenamente
coherente con su existencia, y el paso desde la
ciudad lo tenemos mencionado ya en el siglo
VIII por parte de Paulo Diácono. Problema
diferente es el de su propia adscripción
como bizantino, godo, autóctono ceutí cristiano
o beréber, si bien parece claro (aunque no seguro)
que aceptaba la autoridad del rey visigodo.
En lo que respecta a los barcos de
transporte, las fuentes más antiguas son bastante
determinantes al respecto: se trataba sólo de
cuatro barcos, de dimensiones no muy grandes,
por lo que tuvieron que realizarse viajes
constantes. Todos los datos indican que para el
paso era imprescindible la colaboración de Ceuta,
lo que certifica el que los barcos únicos
disponibles tenían su base en este puerto. Estos
datos seguros abren una incógnita menos resuelta,
a saber, si los barcos correspondían realmente a
los dromones de la base naval bizantina (todavía
XIII Centenario desembarco
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Aljaranda 81 (2011)
una línea determinada: desconocen los detalles,
ignoran la existencia del personaje de Don Julián,
y atribuyen el episodio de la derrota a una traición,
protagonizada por los hijos del rey Witiza. Pero
ya en el siglo XI la Chronica Gotorum PseudoIsidoriana presenta novedades importantes. Ya
en ella, por vez primera entre los cristianos,
aparece el personaje de Don Julián, como Comite
Tingitana, y ya se recoge el episodio del ultraje
de Rodrigo con su hija, la venganza del
dramático personaje, el ofrecimiento de paso
del Estrecho; de esta forma, se indica en el
texto: ad insulam Tarif cum luliano veniens
inter Malacam et Leptam ascendit in montent,
qui usque hodie mons Tarech. La crónica
Pseudo-Isidoriana constituyó la elaboración de un
41
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
42
existente en el siglo VII con seguridad), o eran
barcos comerciales (sin la imposibilidad de
que fueran las dos cosas al tiempo). En cualquier
caso, los datos históricos reflejan que
prácticamente era imprescindible la participación
de Ceuta en el paso del Estrecho.
Las tropas embarcadas en Ceuta fueron
desembarcadas y concentradas en Gibraltar (el
Yebal Tariq o monte de Tariq). Con toda
probabilidad el propio hecho del desembarco
venía motivado por las condiciones
defensivas del lugar, fácil para el ocultamiento,
a resguardo de ataques exteriores pues en aquel
tiempo todavía constituía una especie de isla,
unida a tierra firme por un puente o trozo de
tierra muchísimo más angosto que en la
actualidad.
Las fuentes más antiguas insisten en el
hecho de que estas tropas estaban compuestas
por un total de 7.000 efectivos. Aunque resulte
puramente especulativo, ello significa que si
cada barco trasladaba 100 guerreros tuvieron
que producirse unos 13 viajes de ida de cada
uno de ellos en dirección Ceuta-Gibraltar, lo
que significa que el transporte se realizó en un
mínimo de 15 días. Se haga la relación que se
quiera de cifras, los datos indican que el traslado
pudo efectuarse no empleando en ningún caso
más de un mes.
Las tropas trasladadas eran en su inmensa
mayoría beréberes. Y este propio hecho aclara
el propio problema de la caballería, puesto que
en el siglo VII los bereberes apenas disponían
de caballos (otra cosa eran los camellos). Los
caballos eran reducidos sólo a los escasísimos
mandos árabes, y la alusión al traslado
de caballos (por ejemplo, en el episodio de Tarifa
se cifran en 100) es muy tardía y exagerada.
Sánchez- Albornoz, con muchos fundamentos,
reflejó la conclusión de que la conquista de alAndalus no se efectuó por parte de caballería,
sino por el contrario, por parte de un ejército de
infantes. Los propios relatos de la crónicas árabes,
sobre la batalla de La Janda, así como sobre
otros episodios, permiten concluir que la
inmensa mayor parte de los combatientes (por
ambas partes) eran infantes, por lo que la
caballería no jugaba absolutamente ningún papel
militar.
No fue el de abril o agosto de 711 (la
fecha es discutible), después del paso previo del
710 hacia Tarifa, el único traslado de tropas. En
momentos cercanos, y ante la perspectiva de la
batalla de La Janda, Tariq pidió a Muza nuevos
efectivos. Su jefe le correspondió con el envío
de otros 5.000 soldados, de nuevo la inmensa
mayoría de ellos beréberes. Y al año siguiente,
en el 712, el propio Muza decidió pasar a AlAndalus, aunque en este caso aparentemente se
embarcó no en Ceuta sino en Marsa Musa (en
la costa del Estrecho, al Oeste), y desembarcó
en Cádiz, como indica la mención de la estatua
característica de esa ciudad.
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XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Escenario de la travesía y del desembarco en la actualidad.
¡Allah akbar! La conquista del paraíso.
Ángel J. Sáez Rodríguez
l temporal de Levante había por fin
amainado unos días atrás y parecía que
la primavera iba a enseñorearse, otra vez,
del Estrecho. La pequeña flota de galeras
atravesaba el brazo de mar impulsada por una
brisa fresca. Conducía a una oleada de guerreros
bereberes que seguía los pasos de Tarif ibn
Mallik, quien el año anterior había dirigido una
cabalgada contra las tierras del sur de Hispania
tras tocar tierra en Tarifa y ahora volvía a formar
parte de la expedición
invasora. Había partido de Septem antes del alba,
cuando el sol aún no había coronado el Hacho,
en busca de una tierra rica en agua, en pastos,
en tierras de cultivo y en ciudades. Una tierra
que prometía aventuras y futuro para sus hijos.
Una tierra llena de infieles y de ganima, el botín
que animaba las más férreas voluntades.
Tariq ibn Ziyad, el Tuerto,1 aferrado a
una driza, encabezaba el último viaje de la fuerza
invasora. 2 En los montes grisáceos que se
adivinaban allí al Norte, entre la bruma marina,
le esperaban la victoria, la fama y la gloria. Debía
E
hacer saltar el cerrojo del país de los Rom, para
abrir sus campos fecundos a quienes lo habían
de seguir, con Musa ibn Nusayr a la cabeza. El
gobernador yemení del norte de África, su señor,
tenía ese privilegio. Como representante del
califa omeya de Damasco, Ulit (de verdadero
nombre Al-Walid ibn ‘Abd al-Malik), hombre
extraordinario y digno sucesor del Profeta, quien
había ya sometido la India, debilitado la Romanía,
arrasado Libia y subyugado toda la Mauritania,3
disponía de su suerte y de la de los suyos.
La expansión imparable de la verdad
predicada por Mahoma, ¡Dios bendiga a su
Profeta, elegido de entre lo más puro de los
árabes!,4 así lo exigía. Sólo unas décadas atrás,
la palabra liberadora de Allah no era alabada más
allá de los arenales arábigos, en las tierras
sagradas de La Meca y Medina. Ahora, gracias
al fervor de sus seguidores, a la férrea voluntad
de los califas y al empuje piadoso de sus hijos,
era invocada desde Oriente a Occidente, a todo
1 MENÉNDEZ PIDAL,
R. Primera Crónica General de España (ed.), Vol, 1, Ed. Gredos, 1977, pp. 306-310.
AL-HAKAM, Ibn Conquista de África del Norte y de España, E. Vidal Beltrán (trad. y notas), 1966, p. 42.
3 LÓPEZ PEREIRA, J. E. Crónica mozárabe de 754, (edic. y trad.), Ed. Anúbar, 1980, p. 67 y ss.
4 AL-SAQUNDI ABU-L-MALID ISMA’IL IBN MUHAMMAD, Elogio del Islam español (Risala Fi Fadl al-Andalus),
E. García Gómez (trad.), Madrid, 1934, p. 118.
2 ABD
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lo largo del Mediterráneo. Y pronto arrollaría a
los cristianos en sus tierras frías y lluviosas del
norte, desterrando de ídolos sus templos para
siempre. Estaba seguro: tras las montañas
transductinas5 le aguardaban la victoria, la fama
y la gloria. Y, si la Fortuna le era esquiva, iría al
encuentro de la muerte sin pesar, porque nada
lo haría volver sobre sus pasos.
La zona del Estrecho que había de cruzar
apenas si medía 130 estadios.6 Eran menos de
17 millas náuticas las que lo separaba de las
playas bajas y arenosas que, más allá de Iulia
Traducta, entre Carteia y el pilar de Herakles,
le permitiría desplegar a sus fuerzas en orden de
combate, organizar su caballería y tomar la
iniciativa ante cualquier ataque de los cristianos.
Con ese viento constante por la aleta de estribor
tenían garantizado el crucero de 4 nudos y medio
a la hora, para tocar tierra mucho antes de
mediodía.7 Si el viento, siempre caprichoso en
estas latitudes, no cambiaba. Y si los patronos
de las embarcaciones afrontaban con diligencia
las complicadas y potentes corrientes de aquel
mar.
Pero no había de qué preocuparse por el
momento, puesto que las noticias eran favorables.
Las tropas transportadas en los viajes de los días
anteriores habían desembarcado sin ningún
problema. El territorio parecía desierto, aparte
de las embarcaciones que se movían entre el río
de Carteia y el fondeadero de la ciudad amiga
de Iulia Traducta, que los verdaderos creyentes
llamaban al-Yazira al-Hadra. No se esperaba
ninguna reacción de los habitantes de esta ciudad,
dependiente, como la de Septem, del conde
Yulián. 8 Este misterioso comes Iulianus
era, sin duda, un cristiano relevante. Admitido
por el rey Rodericus en su consejo privado
cuando visitó la capital del reino visigodo, había
quien decía que servía a dos señores: al
occidental de Toledo, el que tenía más cerca y
cuya amistad y confianza le eran imprescindibles
para mantener su autoridad a ambos lados del
Estrecho, y al oriental de Bizancio, el cruel
Justiniano II. Pero esta historia más parece debida
a sus detractores, que deseaban vincular su
imagen con la del tirano bizantino, alimentando
una leyenda que parece inspirada en la época de
Imagen 2.- Detalle de un relieve donde aparece Justiniano II.
5
LÓPEZ PEREIRA, J. E. Crónica mozárabe de 754, (edic. y trad.), Ed. Anúbar, 1980, p. 67 y ss.
VELA TEJADA, José y GRACIA ARTAL, Jesús. Estrabón, Geografía, Libros V-VII, Editorial Gredos, p. 78, n. 179.
7 Sin emplear la propulsión a remo, las galeras podían mantener una velocidad media de 5’5 nudos por hora, algo más de
10 kilómetros a la hora, si su gran vela cuadra llevaba el viento de popa. Éste de Levante o del segundo cuadrante que
traemos como protagonista en el paso de Tariq, por lo habitual en el estrecho de Gibraltar, no entra exactamente por la
popa de los barcos dado el rumbo nor-noroeste que habían de seguir. Los diferentes tipos de galeras heredados del mundo
clásico no admitían la navegación con mala mar, porque podían embarcar mucha agua y llegar a perderse. Asimismo, el
viento de través, perpendicular al eje de la nave, hacía imposible su gobierno con la vela desplegada, lo que obligaba a
arriarlas y propulsarse con los remos. Un nudo es la distancia recorrida de una milla náutica por hora, es decir, unos 1852
metros por hora. Véase CASSON Lionel, Speed Under Sail of Ancient Ships, New York University, en Transactions of the
American Philological Association, Vol. 82, 1951, pp.136-148. Disponible desde Internet en:
<http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/secondary/journals/TAPA/82/Speed_under_Sail
_of_Ancient_Ships.html > [con acceso el 05-12-2010].
8 “Julián, gobernador de Algeciras, de Ceuta y otros lugares”, en Ibn el-Athir: Annales du Maghreb & de l’Espagne, E.
Fagnan (trad. y notas), Typographie Adlophe Jourdan, Alger, 1898, p. 41.
6
44
El viento le llegaba entre la
amura de estribor y la popa,
hinchando la vela cuadrada,
que empujaba tensa la
embarcación, como un caballo
vigoroso
Ésta nunca se llevó a efecto y el proyecto
imperial quedaba demasiado lejos para que el
señor de Septem, de Iulia Traducta y de toda la
región de al-Yazira al-Hadra siguiese al servicio
de Bizancio. Pero si todo eso fuese cierto,
reflexionaba el caudillo bereber, en realidad
tendría tres compromisos, pues aparte de ese
juego a dos bandas, entre Hispania y
Bizancio, contaba con las obligaciones contraídas
con Musa, su señor común. En virtud de las
cuales conservaba, al menos, el control sobre su
ciudad del monte Hacho.
A pesar de la quietud que los primeros
contingentes islamitas desembarcados habían
encontrado en las costas peninsulares, las órdenes
de Tariq eran determinantes. La vanguardia
de su ejército había de buscar refugio en la
escarpada ladera occidental del enorme peñón
blancuzco que cerraba la bahía de al-Yazira alHadra por el Este. Era una montaña singular,
completamente despoblada a pesar de la
abundancia de cal para construcciones de su
suelo, donde los navegantes fenicios habían
hecho escala en tiempos remotos sólo para ofrecer
sacrificios a sus dioses y gozar de favorables
travesías. A salvo de temporales, monstruosas
criaturas marinas y feroces piratas acechantes
en las calas recónditas de su ruta hacia las
Hespérides. Entre sus cortados poblados de
pajarracos y bajo los tupidos acebuches, la
vanguardia que mandaba Tarif debía aguardar
su llegada, ya que no había ninguna fortaleza en
aquel lugar que pudiera servirles de refugio o
protección. Sus crestas eran, cuando las nubes
no lo impedían, un magnífico oteadero de los
mares y territorios circundantes, pero no habían
atraído suficientemente la atención del hombre
para establecerse en ellas. Posiblemente por la
mayor comodidad que ofrecían las tierras del
otro lado de la bahía, más accesibles, con
fondeaderos protegidos en las bocas de sus ríos
y con buenas tierras de cultivo a la mano. Los
bereberes ya desembarcados harían tiempo,
discretamente, hasta que Tariq llegase, confiando
en que cualquier mirada curiosa hubiese
confundido las embarcaciones que los habían
traído con las que hacían el tránsito comercial
cotidiano entre ambas orillas del Estrecho. No
debían fiarsede la calma aparente que reinaba en
la región, donde sabían podía haber tropas que
vigilasen la frontera sur de aquella convulsa
Hispania, quizás alerta por la cabalgada del propio
Tarif ibn Mallik del año anterior. La incapacidad
de Yulyán para rechazarla, como señor de la
región de al-Yazira al-Hadra, parecía haber
atraído la atención de Toledo, mandando algunos
contingentes de caballería que podían resultar
demoledores si sorprendían a los musulmanes
en plena operación de desembarco, en inferioridad
numérica, desorganizados, mareados por la
travesía y con los caballos inquietos y bajando
de las naves. Todos estaban advertidos de que
esa quietud también podía ser sólo pronóstico
de la llegada del grueso del ejército godo de
Rodericus, empeñado todavía en la lucha con
los vascones en el norte, pero que acudiría a uña
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la Recuperatio Imperii, cuando se instituyó la
Provincia de Spania con centro en Carthago
Nova. Entonces, siglo y medio atrás, Justiniano
el Grande extendió el poder de Constantinopla
hasta las Columnas de Herakles, quizás con el
deseo callado de realizar la conquista de la
antigua Hispania.
Imagen 3.- Columnas de Herakles, hasta donde se extendía el poder
de Constantinopla.
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Ifriqiya
Imagen 4.- Ifriqiya ocupaba aproximadamente el territorio que corresponde a la actual Túnez.
de caballo tan pronto tuviese noticia de la
amenaza islamita. Y, para entonces, él mismo
estaría al frente de sus tropas para demostrarles
cómo luchaban los ágiles guerreros de las arenas,
los curtidos montañeses del Atlas y algunos fieros
árabes que preferían la cimitarra a los mullidos
almohadones de sus palacios.
Durante las últimas horas de la noche,
en la costa de Septem, mientras la calma seguía
haciendo posible la navegación, Tariq había
supervisado al resto de sus tropas y la carga de
los barcos que habían regresado a golpe de remo,
viendo relevadas de inmediato sus tripulaciones.
Había impartido órdenes, recordado a sus
lugartenientes las instrucciones para el momento
de desembarcar y las acciones a ejecutar en todas
las situaciones que se pudiesen dar al pisar tierra
hispana, hasta contactar con los guerreros que
los habían precedido en las anteriores travesías.
Ya quedaba poco para alcanzar la otra
orilla. Ahora, cuando la luz del día iba
despejando las tinieblas inquietantes, los rociones
de agua le salpicaba a veces el rostro. El
gusto salobre le causaba una incierta impresión.
Era un sabor extraño para un beréber de las
tierras altas a oriente de Ifriqiya, donde la sal
era un bien preciado y el agua, escasa, era siempre
dulce.
El viento le llegaba entre la amura de
estribor y la popa, hinchando la vela cuadrada,
que empujaba tensa la embarcación, como un
9 BENEROSO SANTOS,
caballo vigoroso. La proa cabalgaba con
entusiasmo sobre olas limpias, despuntadas en
briznas de espuma, en un mar azul turquesa cada
vez más brillante. Escuchaba sólo el crujido del
mástil, el gualdrapeo de la lona a ratos, cuando
la nave perdía brevemente el rumbo ideal,
rápidamente rectificado por los marinos de la
ciudad norteafricana.
Sentía náuseas. La inestable embarcación
era el asiento más extraño que pudiera ofrecerse
a un guerrero habituado al seco golpeteo de los
cascos de su montura en terrenos polvorientos y
pedregosos, siempre atento a las rutas del
comercio terrestre que recorrían el norte de África,
de espaldas al mar. Sus compañeros de armas,
bereberes recientemente convertidos a la fe
verdadera, como él mismo, sufrían del mismo
modo la presencia inquietante del mar que los
rodeaba, amenazador, capaz de engullirlos
repentinamente, sin previo aviso. A pesar de la
quietud reinante, que arrancaba muecas burlonas
a la tripulación cada vez que alguno de ellos se
retorcía sobre la borda, entre arcadas inevitables
y bufidos nerviosos de caballos encinchados.9
Tariq volvió a centrar su pensamiento en
las horas próximas, que serían determinantes
para el éxito de la empresa que acometía. Enfrente
no había grandes fortalezas que asaltar. Eso
vendría más adelante, cuando enfilasen un valle
inmenso, fértil, plagado de aldeas y ganados.
Las tierras que decían de Asido, de Xerez y de
Hispalis, de Astigi, en la ruta hacia Corduba…
J. “La incursión de Tarif ibn Mallik en 710. Preludio de una invasión”, conferencia pronunciada en
Tarifa el 23 de septiembre de 2010, con motivo de los actos conmemorativos del XIII centenario de la primera incursión árabe
a España. Disponible desde Internet en: < http://www.tarifa2010.com/conferencia2.pdf > [con acceso el 08-12 2010].
46
A orillas del Estrecho sólo
iba a encontrarse con el
oppidum de al-Yazirat Tarif
a los romanos 250 años atrás y las calzadas que
recorrieron toda Hispania desaparecían
lentamente entre el progreso de la vegetación y
el abandono de los nuevos dirigentes. Tariq no
quería dejarse invadir por la euforia que produce
el desprecio del enemigo, creyéndose superior.
Sabía bien que era esa una mala consejera en
vísperas de la batalla, pero las noticias de los
conflictos internos de los visigodos, sus
divisiones, su tardanza en extender el dominio
sobre todo el territorio lo impulsaban a verse
vencedor aún antes de haber formado sus huestes
en orden de batalla.
A orillas del Estrecho sólo iba a
encontrarse con el oppidum de al-Yazirat Tarif,
las murallas romanas de Traducta10 y las de
Carteia. Nada cabía temer de ninguna de ellas.
Tarifa, como otros minúsculos núcleos
fortificados dispersos por todo el territorio, apenas
si bastaría para ofrecer cobijo a sus moradores
y a los campesinos de los alrededores. Esa era
la fórmula más común en un espacio sin grandes
núcleos urbanos, que sufrían en toda Hispania
la recesión que siguió a la desmembración del
imperio de Roma. 11 Algunas empalizadas,
murallas decadentes y añorantes de tiempos
pasados y mejores, sin guarniciones militares
dignas de tal nombre y, por tanto, despreciables
para una fuerza invasora como la que encabezaba
el líder musulmán. En el resto del territorio,
algunos castra miserables, verdaderos nidos de
águila inaccesibles; unos al-sajra encaramados
a rocas de los que nada cabía temer. Con
frecuencia, reconversiones de villae para
sobrevivir en tiempos tan convulsos como
aquéllos. Pero era voluntad de Tariq que ninguna
molestia se causase a los habitantes de esas
tierras, que habían de acogerlos como libertadores
del yugo visigodo. O, al menos, no convertirse
en sus enemigos, porque si las cosas venían mal
dadas, aquella sería su vía de escape para alcanzar
la costa norteafricana. Y, en plena retirada, ningún
enemigo es pequeño.
XIII Centenario desembarco
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Pero nada parecido en la región de
Traducta. Estaban bien informados por la gente
de Yulyán. Los godos parecían ser gentes poco
amigas de la civilización urbana. Apenas si
mantenían las ciudades que les fueron ocupando
En el resto del territorio,
algunos castra miserables,
verdaderos nidos de águila
inaccesibles
Yazirat Tarif, quizás la punta o la
península de Tarifa, ocupaba un cerro a cuyos
pies rompía el mar, con una isla delante. La punta
rocosa avanzada sobre el mar quedaba delimitada
por el norte por la depresión de un arroyo y, por
el sur, por el acantilado litoral.12 Este lugar,
10 Véanse
JIMÉNEZ-CAMINO ÁLVAREZ, R. y BERNAL CASASOLA, Darío “Redescubriendo a Traducta. Reflexiones
sobre su topografía urbana y su secuencia ocupacional (siglos I al VII), en Anales de Arqueología Cordobesa, Vol. 18,
2007. pp. 157-200 y JIMÉNEZ-CAMINO ÁLVAREZ ,R. y otros, “De Iulia Traducta a al-Yazirat al-Hadra. La Algeciras
de los siglos VI al VIII a través de la excavación arqueológica de la calle Alexander Henderson, 19-21”, en Primer
Congreso Internacional sobre “Espacios urbanos en el Occidente Mediterráneo (S. VI-VIII)”, Toledo, 2009, pp. 91-100.
11 Sobre la decadencia urbana en esta región desde el siglo IV, véase PRESEDO, F. “La decadencia de Carteia”, Habis,
Vols. 18-19, Sevilla, 1987-1988. Hablan de la continuidad población algunos autores: RIPOLL, G. “Los hallazgos de
época hispano-visigoda en la región del Estrecho de Gibraltar”, Actas Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar
(Ceuta-1987), Vol. 1, UNED., Madrid, 1988, p. 1.130 y BERNAL CASASOLA , D. y LORENZO MARTÍNEZ, L. “La
arqueología de época bizantina e hispano-visigoda en el Campo de Gibraltar. Primeros elementos para una síntesis”,
Caetaria, Vol. 3, Algeciras, 2000, pp. 97-134.
12 Vallvé Bermejo propuso que el nombre de la ciudad procediera, precisamente, del vocablo árabe tarf,
“punta”. VALLVÉ BERMEJO, J. Nuevas noticias sobre la conquista árabe de España. Toponimia y
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XIII Centenario desembarco
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Imagen 5.- Mellaria, situación geográfica (según Bonsor).
conocido como “isla de al-Andalus” hasta la
expedición de Tarif del año anterior, que le dio
su nuevo nombre, era un arsenal de los cristianos,
“desde el que zarpaban sus embarcaciones”.13
Ellos la llamaban Mellaria, pero ese nombre
nada decía a los musulmanes y nunca lo usaban
para designar el punto más meridional de
Hispania. Sus endebles murallas no suponían
amenaza alguna para los invasores, ni era su
intención atacarlas para encontrar poco más que
un templo pagano.
Tampoco había que prestar atención a
las islas del litoral, una frente a Tarifa y otra
delante de al-Yazira al-Hadra. Se encontraban
deshabitadas, sin construcciones, aunque sí
tenían agua. Pero era difícil desembarcar en ellas
por los escollos que las rodeaban y la cercana
tierra firme era preferible para cualquier
asentamiento con carácter permanente. La gente
de la mar llamaba a ambas, por igual, isla de las
Palomas, decían que por la espuma blanca que
las olas levantaban al estrellarse contra su
perímetro rocoso, semejante a los muros de una
ciudadela.
Más allá de Tarifa, Baelo, abandonada
casi dos siglos atrás, era un campo de ruinas que
tampoco requería atención militar. Sus piletas
de salazones hacía mucho que no envolvían en
salmuera los jugosos atunes que, periódicamente,
entraban y salían del Mediterráneo. Ni
preparaban las jugosas salsas que condimentaron
las mesas más exquisitas del imperio de los
romanos. Sus maltrechas columnatas,
desbaratadas en mil piezas, sólo servían de cobijo
a los cuervos y las alimañas del bosque, aunque
algunos pobres pescadores malvivían entre ellas.
Siguiendo la costa en sentido inverso, hacia el
Atlántico, encontraría Baessippo. En la
desembocadura del río de su nombre, no merecía
más atención que la de recordar un embarcadero
aprovechable en caso de retirada apresurada. O,
mejor aún, como lugar en el que encontrar
provisiones durante el inminente camino hacia
el Oeste.
Carteia, por su parte, había perdido tanto
su pasada relevancia como el pulso del
predominio regional a favor de Traducta.14 Sus
murallas púnicas y romanas yacían desportilladas,
apriscos apenas capaces de recoger los ganados
y ponerlos al amparo de lobos y salteadores. La
decadencia de las rutas comerciales, el saqueo
vándalo, las luchas de los visigodos para lograr
la expulsión de los bizantinos, la extensión de la
Carteia, por su parte,
había perdido tanto
su pasada relevancia
como el pulso del
predominio regional
a favor de Traducta
piratería y la sombra alargada de la vecina ciudad
del Nahr-Alaseli [río de la Miel] habían arrastrado
a la orgullosa Colonia Libertinorum Carteia a la
postración que precede a la pérdida definitiva de las
onomástica, Madrid, 1989, pp. 46-58.
13 Ajbar Machmuâ. Colección de tradiciones. Crónica anónima del siglo XI, E. Lafuente Alcántara (trad. y notas), Real
Academia de la Historia, 1867, p. 20, en TORREMOCHA SILVA, A. Fuentes para la historia medieval del Campo de
Gibraltar (ss. VIII-XV), Los Pinos Distribución y Conservación, 2009, pp. 371- 372.
14 Hay autores que consideran que este trasiego de capitalidad regional no habría de ocurrir hasta después de la invasión.
Véase MANZANO MORENO, E. Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de al-Andalus, Ed. Crítica,
2006, p. 261.
48
Imagen 6.- Ruínas de Carteia.
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
ciudades.15 Y sus habitantes tenían mucho que
ganar con la implantación de un nuevo poder en
la región que activara los reducidos circuitos
comerciales de Hispania con la Mauritania
Tingitana.16
Iulia Traducta era el emporio decadente
de los tiempos del esplendor romano en la
región,17 todavía con edificios relevantes y alguna
airosa torre descollando en sus murallas, con su
zona portuaria de Portus Albus a orillas del río,
aún restañando las heridas del paso de los
vándalos.
Cetaria, al Sur de esa doble ciudad, fue
también lugar costero, industrial, alfarero y
salazonero, cuyo nombre ya nadie recordaba,
sin siquiera vestigios relevantes que reclamasen
ser rescatados del olvido de los hombres.18
Barbésula y Borondo, más allá de la
bahía, hacia Levante, camino de Salduba,
languidecían como tantos otros lugares venidos
a menos, entre alfares silenciosos y viviendas
abandonadas y en ruinas. Pobres moradas de
algunos pastores y de pescadores que no tenían
otro lugar mejor al que marcharse a vivir.19
A espaldas de los recién llegados quedaba
la ciudad de Septem, amurallada por los
imperiales de Justiniano, sobre antiguos muros
que se decían romanos.20 Las defensas bizantinas
15
Carteia ya había padecido una crisis notable a mediados del s. I d.C. cuando César la pasó por las
armas a causa de su apoyo a Pompeyo en la guerra civil que sostuvieron ambos. BRAVO JIMÉNEZ, S.
Dinámicas de control ideológico y territorial en el estrecho de Gibraltar en épocas fenicia, púnica y
romana, UNED, 2010, p. 264. Disponible desde Internet en:
< http://e-spacio.uned.es/fez/eserv.php?pid=tesisuned:GeoHis-Sbravo&dsID=Documento.pdf > [con
acceso el 01-04-2011].
16 GÓMEZ DE AVELLANEDA SABIO, C. “La Carteya medieval y la fortaleza denominada <Torre de
Cartagena>", Almoraima 17 (1997) 107-120; ROLDÁN GÓMEZ, L; BENDALA GALÁN, M.; BLÁNQUEZ PÉREZ, J.;
MARTÍNEZ LILLO, S. Carteia II, Cepsa, Junta de Andalucía, Madrid, 2003.
17 BERNAL CASASOLA, D. “Las industrias de salazón de época romana en Iulia Traducta (Algeciras, Cádiz).
Espectaculares novedades arqueológicas”, Revista de Arqueología. 249 (2002). Argumento esencial para
ubicar Traducta en la Villa Vieja de Algeciras es que, al norte del río de la Miel, los vestigios de la ciudad
islámica más temprana, de época emiral, asientan directamente en el geológico, sin vestigios de ningún
asentamiento romano. Véase SUÁREZ, J.; TOMASSETTI, J. M. y JIMÉNEZ-CAMINO, R. "Algeciras altomedieval.
Secuencia arqueológica al norte del río de la Miel: del siglo IX al siglo X", Almoraima 33 (2006) 359390. Al sur del río se encuentra el complejo industrial de piletas de San Nicolás: B ERNAL C ASASOLA , D.;
JIMÉNEZ-CAMINO, R.; LORENZO, L.; TORREMOCHA, A. y EXPÓSITO, J. A. “Las industrias de salazón de
Traducta. Espectaculares hallazgos arqueológicos en la c/ San Nicolás 3-5 de Algeciras”, VII Jornadas
de Historia del Campo de Gibraltar, Almoraima 29 (2003) 163-183 y JIMÉNEZ-CAMINO, R. y BERNAL
CASASOLA, D. “Redescubriendo a Traducta. Reflexiones sobre su topografía urbana y su secuencia
ocupacional (ss. I-VII)”, Anuario de Arqueología Cordobesa 18 ( 2007) 157-200.
18 PONSICH, M. Aceite de oliva y salazones de pescado. Factores geo-económicos de Bética y Tingitania,
Universidad Complutense, Madrid, 1988, p. 187.
19 GÓMEZ ARROQUIA , Mª I. y otros, “El asentamiento romano de Borondo-Guadalquitón (San Roque,
Cádiz): nuevos datos sobre el comercio de las salazones en el sur peninsular”, Almoraima 29 (2003) 151162.
20 Procopio de Cesarea menciona una muralla abandonada cuando llegan las tropas imperiales, tras haber
sido descuidada por los vándalos. HITA RUIZ, J. M. y VILLADA PAREDES, F. “En torno a las murallas de
Ceuta”, Actas de las I Jornadas de estudio sobre fortificaciones y memoria arqueológica del hallazgo de
la muralla y puerta califal de Ceuta, Ceuta, 2004, p. 26.
49
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
habían protegido una base militar con 300 milites
y una flota de dromones muchos años atrás,21
una potencia inimaginable en los tiempos que
corrían, cuando Tariq debía emplear unos pocos
barcos para trasladar en muchos viajes a sus
tropas para atacar el país de los politeístas. Las
murallas de la ciudad norteafricana, bajo la atenta
mirada de la fortificación en la cima del
Hacho como excelente observatorio del Estrecho,
permanecían bien guarnecidas entonces por
las tropas de su aliado Yulyán.
el país de los Rum. Como él mismo, que nada
dejaba detrás y esperaba el mayor de los éxitos
o, por el contrario, el final ignominioso a sus
días.
Los trazos de la costa de enfrente perdían
su aspecto fantasmal y adquirían claridad,
poco a poco. El sol hacía reverberar una montaña
blanca, solitaria, a la derecha, escalonada
desde el mar hasta las crestas coronadas por una
nube grisácea, mientras las proas enfilaban la
enorme ensenada rodeada de cerros preñados de
color, de montes verdes y fragosos.
Una fortificación en la cima
del Hacho como excelente
observatorio del Estrecho
Extraños estos cristianos del conde don
Yulyán, pensaba Tariq. Conducían con
diligencia a quienes debían considerar sus
enemigos, los seguidores de Mahoma, para
llevarlos a hacer la yihad a sus hermanos de
Hispania. ¿Tan ambicioso era para traicionar a
los suyos? ¿O tal vez había de dar crédito a lo
que se contaba, que el señor de Septem actuaba
de esta manera por despecho? Que el rey de los
cristianos le había violentado a Florinda,22 la
hija que le mandara para ser educada en su corte
de Toledo.23 Y que ahora buscaba venganza de
la manera más cruel que había alcanzado a
imaginar, franqueando el paso del Estrecho al
enemigo llegado del Este, que venía impulsado
por una fe inquebrantable, por el hálito divino
de la guerra justa. O quizás, más prosaicamente,
del deseo de huir de sus vidas miserables en el
paupérrimo territorio norteafricano para encontrar
las riquezas sin cuento que se decía existían en
21
Imagen 7.-Navío árabe.
Las naves avanzaban velocísimas. Playas
blancas a lo largo de toda la costa, sobrevoladas
por chillonas gaviotas. Alguna vaca, ramoneando
en los cercanos prados, levantó curiosa la testa.
Arenales colorados, a la derecha, al pie de la
roca blanquísima, en llamativo contraste más
allá de las olas que salpicaban entre los bajíos
amenazantes.
Vio bajar desde aquella montaña a su
vanguardia, impetuosos bereberes, impacientes
por entrar en acción después de su prolongada
inactividad en las inmediaciones de Septem al
HITA RUIZ , M. y VILLADA PAREDES, F.“De Septem Frates a Sabta”, Actas del II Congreso Internacional “La
ciudad en al-Andalus y el Magreb”, Granada, 2002, p. 486. GOZALBES CRAVIOTO, E. “Huellas de la Antigüedad en
la Ceuta Medieval”, en Ceuta en el Medievo: La ciudad en el universo árabe. II Jornadas de Historia de Ceuta, Ceuta,
2002, p. 28.
22 Al-Razi, Ahmad ibn Muhammad ibn Musa, Crónica del Moro Rasis, versión del Ajbar Muluk al-Andalus… romanzada
para el rey don Dionis de Portugal hacia 1300 por Mohamad, alarife, y Gil Pérez, clérigo de don Perianes Porçel, Diego
Catalán y Mª Soledad de Andrés (ed.), Gredos, 1974, p. 346.
23 “Relación de la conquista de España por Ibn Abd al-Hakam” en Ajbar Machmuâ. Colección de tradiciones. Crónica
anónima del siglo XI, E. Lafuente Alcántara (trad. y notas), Real Academia de la Historia, 1867, p. 208.
50
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 8.- El paso de los árabo-bereberes a la conquista de la península Ibérica. (Biblioteca Nacional de Paris).
finalizar su triunfal recorrido por las orillas del
sur del Mediterráneo. Cansados, también, de
aguardar la llegada de Tariq. Con su lugarteniente
al frente.
Barcos varados en la arena; maniobras
de desembarco, apresuradas; planchones desde
la borda, bajando animales excitados, entre
soplidos de bestias y gruñidos de hombres,
renegando. ¡Alerta, los godos!
Allí estaba el escuadrón del que habían
oído hablar, surgiendo entre el polvo de su propia
estela, lejos, en el camino del puente de Carteia.
Voces de mando de Tariq. Rigurosas,
imperativas. Se reúnen los invasores, forman las
haces. La caballería de hombres del norte se
acerca, pero pierde impulso con la proximidad.
¿Cansancio de las cabalgaduras por el exigente
arenal o ánimo decaído a la vista de un enemigo
más numeroso del esperado?
La gente de Tariq aprieta las filas, a pie
firme, con el flanco izquierdo apoyado en el
mar. Las lanzas en ristre. Tensos todos y muchos
asustados, ¿por qué no? Más arriba, su
caballería, hacia las dunas, caracoleando antes
de lanzarse en movimiento envolvente que
desbaratase la carga cansina que se aproxima.
El sol, aunque ya alto, deslumbra al
enemigo. Las galeras se retiran. No hay marcha
atrás posible. La montura del caudillo se levanta
sobre sus pies justo antes del choque.
¡Allah akbar!
La providencia está con Tariq y los suyos.
La victoria fue tan breve como decisiva.
Los godos no habían calibrado sus fuerzas, o
las habían menospreciado. Ya ninguno podría
contarlo. Los musulmanes se repartieron sus
caballos, sus anillos y sus armas. La empresa
comenzaba con los mejores augurios.
Carteia no ofreció resistencia. Iulia
Traducta apenas hubiese tenido ocasión de
hacerlo. Sombra de su anterior esplendor, sus
murallas tal vez hubiesen resistido un tiempo.
Sobre todo ante un oponente sin máquinas para
batirlas y asaltarlas, pero la mediación de Yulián
había previsto la capitulación pactada. Sus
habitantes, que sufrían como la vecina Carteia
la decadencia de las rutas mercantiles, con sus
piletas para la conserva de pescados ya
desmochadas y los templos criando jaguarzos,
garantizaban la vida y la hacienda. A cambio, su
arsenal sería controlado por los bereberes para
establecer un nexo estable con la otra orilla del
Estrecho. Una vía de llegada de las tribus
norteafricanas que se sintieran atraídas por la
garantía de botín en la nueva y desconocida
frontera. Y la salvaguarda de una retirada
garantizada.24 Por si las cosas se torciesen.
24 LÉVI-PROVENÇAL,
E. España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba, 711-1031 de J.C., Historia de
España, Vol. IV, Espasa-Calpe, Madrid, 1967, p. 13.
51
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Pero no había tiempo para la holganza,
pues todo estaba por hacer. El pequeño ejército,
bien aprovisionado, hubo de tomar el camino
del interior, sin pausa. Poner rumbo al valle del
Betis, entre umbríos alcornocales, hacia el
corazón de aquella parte del país y donde estaban
las tierras más ricas y las ciudades más atractivas.
Dar al-Islam quedaba ahora a sus espaldas. Ante
ellos, tras los bujeos y los bosques infinitos, “la
casa de la guerra”, Dar al-Harb, sobre la que
los musulmanes tienen el derecho de expandirse
y la obligación de llevar la fe verdadera. Debía
buscar el mejor lugar para presentar combate a
los guerreros de Rodericus, que ya debían estar
en camino.
Anotaciones del autor:
Los relatos de la invasión islámica de Hispania
del siglo VIII son tantos como numerosas son
las versiones que pueden encontrarse,
especialmente para los primeros compases de la
misma.
Con frecuencia han sido utilizadas con
afán partidista, dependiendo de las hipótesis de
partida que se hayan querido respaldar con dichas
referencias cronísticas. Entre las múltiples
interpretaciones de los acontecimientos que
conducen al hundimiento de la Hispania visigótica
y al nacimiento de al-Andalus, deben atenderse
algunas singularidades: la proliferación de
leyendas vinculadas a la irrupción norteafricana
en la Península (canibalismo de los invasores,
el ensueño de Tariq, la anciana de Algeciras, la
casa de los cerrojos de Toledo, etc.),26 que
Algún pecado
inconfesable debía
arrastrar consigo ese
monarca
Y, al poco, las avanzadillas dieron aviso
de su llegada. Mucha gente, al parecer
extenuada por una marcha apresurada desde el
norte, atravesando toda Hispania. Caballería
pesada poco hábil para esos rápidos traslados
por el enorme lastre que transportaba. Y muchos
peones agotados por la falta de descanso.
Llegado el momento, Tariq, el Tuerto, volvió a
encomendarse a su Dios, el único verdadero.
Ironías de la vida, se decía.
Ahí forma un rey con su ejército plagado
de traidores. Sin saber Rodericus que los hijos
de Witiza, el monarca anterior, nunca lo
aceptarían en el trono de su padre.
Aquí forman los muslimes, traídos por
Yulyán, empujado a su vez por el comportamiento
miserable de ese mismo rey Rodericus. Por el
honor de su hija, por la memoria de Florinda, a
la que ya siempre llamarán la qahba, la
manceba.25 Pero algún pecado inconfesable debía
arrastrar consigo ese monarca, cuando la sombra
de la traición lo perseguía para hacerlo
desaparecer, a él y a los suyos, de la faz de la
tierra. Para siempre.
25 “Inicio
Imagen 9.-Representación de una carga Visigoda.
de la invasión árabe de España. Fuentes documentales”, en SEGURA GONZÁLEZ, W. Monografías y Documentos
sobre la Historia de Tarifa, (selección de textos y notas) Al Qantir 10 (2010) 2.
26 Todas estas leyendas en “Conquista de España por los árabes, según se refiere LAFUENTE Y ALCÁNTARA, E. en AlMakkari 1 156 y ss.” en Ajbar Machmuâ (Colección de tradiciones. Crónica anónima del siglo XI), (trad. y ed.), Colección
de obras arábigas de Historia y Geografía, Real Academia de la Historia, Madrid, 1867, Vol. 1, p. 171-208.
52
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
amplifican el carácter legendario de los hechos;
la exageración en las cifras, sobre todo de
tropas implicadas en combates, al objeto de
exaltar el valor de las propias;27 la diferente
credibilidad que suele concederse a las distintas
fuentes, valorándose especialmente las más
cercanas a los hechos narrados y menos, en
consecuencia, a las tardías, por más que entre
estas recopilaciones tardomedievales puedan
figurar tradiciones de alto interés.
En este ejercicio de recreación históricoliteraria, hemos navegado entre muy diferentes
versiones de los hechos, extrayendo elementos
de algunas de ellas para ofrecer un relato
verosímil que permitiese cumplir el encargo
recibido para contribuir a la conmemoración de
este 1.300 aniversario de la invasión: ofrecer un
panorama verídico de la situación de las
defensas que las fuerzas de Tariq ibn Ziyad
pudieron encontrar al pisar suelo andaluz.
Para cada argumento de los empleados
cabrá encontrarse algunas fuentes que lo
respalden y otras tantas que lo contradigan, sin
duda. La fecha de la invasión, en primavera28 o
en otoño;29 el origen del propio Tariq, beréber30
o persa;31 el papel, el carácter y la relevancia de
Julián,32 Yulyán,33 Urbano34 o comes Iulianus35…
Dos siglos de historiografía permiten abundar
ampliamente en estos temas.
Quede aquí nuestra recreación de los
hechos, a la luz de algunas de las fuentes y, sin
poderlo evitar, a la sombra de otras. 36
Imagen 10.- Músicos, guerreros y portaestandartes de un ejército
islámico (miniatura del "Maqamat" de Al-Hariri, s.XIII).
27 Tanto
el Ajbar Machmuâ (ibídem) como Ibn al-Kardabus, Historia de al-Andalus, MAÍLLO, F. (ed.), Ed. Akal, 1986,
pp. 52-61, refieren los 12.000 hombres de Tariq frente a los 100.000 de Rodrigo, que son 70.000 para otros autores:
ANTUÑA, MELCHOR , M. “Notas de Ibn Abi Riqac de las lecciones de ibn Habib acerca de la conquista de España por
los árabes”, Cuadernos de Historia de España. 1-2 (1944) 248-268, en Al Qantir, Op. Cit., p. 19.
28 EL-ATHIR, Ibn Annales du Maghreb rt de l’Espagne, E. Fagnan (trad. y notas), Typographie Adlophe Jourdan, Argel,
1898, p. 43.
29 CONDE, J. A. Muhammad al Hammudi al-Idrisí, Descripción de España, (trad. y notas), Impr. Real,
1799, p. 34 y MAÍLLO, F. Ibn al-Kardabus, Historia de al-Andalus, (ed.), Ed. Akal, 1986, pp. 52-61.
30 MOLINA, Luis. Dikr, Una descripción anónima de al-Andalus, (ed. y trad.), C.S.I.F., Vol. 2, Madrid,
1983, p. 106.
31 DOZY, R., Recherches sur l'histoire et la litérature de l'Espagne pendant le moyen age, Oriental Press,
1965, Vol. 1, p. 43.
32 Entre otras muchas fuentes, Ibn el-Athir: Annales du Maghreb & de l’Espagne, E. Fagnan (trad. y
notas), Typographie Adlophe Jourdan, Alger, 1898, pp. 40-44.
33 RIVERA, J. Ibn al-Qutiyya, Historia de la conquista de España por Abenalcotía el Cordobés, ( trad.) ,
Real Academia de la Historia, 1926, p. 1-6 y Al-Nawayri, "Conquête e l'Afrique seteptrionale par les
musulmans et histoire de ce pays sous les émirs arabes", en Ibn Khaldoun: Histoire des Berbères et des
dynasties musulmanes de l’Afrique septentrionale, Barón de Slane (trad.), Librairie Orientaliste Paul
Geuthner, 1978, tomo 1, p. 343-348.
3 4 LÓPEZ PEREIRA , J. E. Crónica mozárabe de 754,(edic. y trad.), Ed. Anúbar, 1980, p. 75.
35 SEGURA GONZÁLEZ, W. “La incursión de Tarif ibn Mallik en 710. Preludio de una invasión”, en Al
Qantir. Monografías y Documentos sobre la Historia de Tarifa, (selección de textos y notas) 10 (2010)
4. Las opiniones más autorizadas sostienen que más que nombre propio, Yulyan sería “denominación del
cargo que ostentaban los regidores del Estrecho, Comes Iulianus, del nombre de iulia Traducta
(Algeciras)”. Véase HITA RUIZ, M. y VILLADA PAREDES, F. “Medina Sabta”, Historia de Ceuta. De los
orígenes al año 2000 1 (2009) 209.
36 Una clarificadora perspectiva de los intereses que inspiraron el sentido de las crónicas islámicas en
MANZANO MORENO, E. Op. Cit, p. 37 y ss.
53
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- La costa de Tarifa fue uno de los escenarios de los desembarcos árabo-bereber. Foto A. Pérez Malumbres.
La aventura transfretana del 711
José Luis Gómez Barceló
Escribir sobre el medioevo es cosa harto
difícil, más aún para quien no es especialista
en la época. En nuestro caso y región, hay
que enfrentarse a las fuentes, unas veces en
castellano, otras en portugués y muchas en árabe.
Además, la apreciación de su carácter
más literario y partidario que histórico, acaban
de complicar el asunto, sin contar su
distanciamiento del momento en el que
ocurrieron los hechos.
Las fuentes cristianas y las islámicas
coinciden en que la aproximación de las tropas
islámicas por el norte de Africa se produjo de
forma lenta. Así también, se fechan los primeros
contactos entre los omeyas y el Magrib al-Aqsa
hacia el 681-682.
Coinciden en esta teoría historiadores
como Ahmed Tahiri1 o José Manuel Hita y
Fernando Villada2. Lo que es más difícil, como
decían estos últimos, es saber si esos contactos
se realizan ya con el personaje histórico que
ejercía de Señor de Ceuta y Tánger, y que las
E
1
2
fuentes cristianas identifican con Ilián, Iulianos,
Urbano o D. Julián3.
Existen discusiones sobre si Julián pudo
ser el señor de un comes iulianus, de un
territorio que abarcase ambas orillas, como
parecen insinuar Tahiri o García Moreno4, y que
podría confirmar la afirmación de Ibn Idari sobre
haber sido Ilián, gobernador de la isla Verde5.
Sin embargo, los intentos de hacer un mismo
personaje de quien se enfrenta a Musa ben
Nusayr a finales del VII y quien pudiera morir
cercano a la revuelta jariyí del 741 se hacen
prácticamente imposibles.
La importancia de la Septon bizantina se
había puesto de manifiesto con anterioridad
por la disposición que su bahía presentaba a la
hora de la reunión de tropas y flotas en sus
operaciones por la región. Así pues, no es extraño
que fuese elegida, de nuevo, para servir de
estribo al puente imaginario que debía salvar el
Estrecho.
El historiador bizantino Procopio habla
de esa notabilidad de la población, en
TAHIRI, A. Rif Al-Magrib y Al-Andalus, Fundación El legado andalusí, Granada, 2007 pp. 24-25.
HITA RUIZ, J.M. y VILLADA PAREDES, F. “Medina Sabta” en Historia de Ceuta. De los orígenes
al año 2000, Instituto de Estudios Ceutíes, Ceuta, 2009, t. I, pp. 208-212.
3 GOZALBES BUSTO, G. “De la Ceuta bizantina a la Ceuta islámica”, en Cuadernos del Archivo Municipal de Ceuta
6-7 (año III) 19-26.
4 GARCÍA MORENO, L.A. “Ceuta y el Estrecho de Gibraltar durante la antigüedad tardía (siglos V-VIII)” en I Congreso
nternacional El Estrecho de Gibraltar, Ceuta, 1987, t. I, pp. 1095-1114.
5 IBN IDARI AL MARRAKUSI, Historia de Al-Andalus, Málaga, 1999, p.18
54
Uno el pacto del conde Urbano con Musa ben
Nusayr. Dos el asalto de los beréberes a Ceuta,
después de ocupar Tánger [...]”.
Desde este momento, y aunque don Julián
parece conservar el gobierno de la población,
no lo es menos que se ve obligado a colaborar
en los planes de desembarco contra el reino
visigodo, participando en las razias que se realizan
en la costa norte del Estrecho. Ibn Jaldún llegará
a decir que las tropas árabes no entraron en la
ciudad hasta la muerte de Julián8. Guillermo
Gozalbes da mucha importancia al hecho de que
Ceuta quedó constituida en un lugar privilegiado
donde ni podían entrar los árabes ni mantener
guarnición. Un pacto que se
firmó con la garantía mínima de la vida del
Conde y que no sólo se cumplió, sino que aparece
en diferentes fuentes como Al Maqqari, Ibn Al
Atir o Ajbar Machmua.
En esta última colección de crónicas, se
habla de la conquista de Tarifa como una
expedición previa al gran desembarco. Una
operación más importante que las razias
ejecutadas hasta el momento, pero con el fin de
explorar las posibilidades de la conquista que
habría de llegar años después.
Se habla de una operación con cuatro
embarcaciones, trescientos infantes y cien de
caballería –que para Ibn Idari son cuatrocientos
y cien, respectivamente-, con los que se tomó
Tarifa. Sólo con posterioridad a esta incursión,
don Julián y Musa firmarían su pacto, según
anota Lafuente Alcántara en su edición.
Para el anónimo autor de Ajbar Machmua, la
operación nace de la iniciativa del propio don
Julián, en lo que coincide Ibn Al-Kardabus9,
viéndose obligado a comandarla para
demostrar su fiabilidad en las noticias que estaba
procurando. Este último dirá que, tras el éxito
de la operación, Julián daría cuenta a Musa del
mérito y valor de su acción.
Fuera como fuera, el Conde de las
diversas fuentes, se nos antoja como un personaje
notable, cuya influencia en una y otra orilla había
ido decayendo. Su papel, de héroes para uno,
de traidor para otros, no es más que una salida
práctica a un conflicto de poder, a una resistencia
inútil a un poder emergente que, por buenas o
por malas, estaba llamado a dominar la región
durante largo tiempo. Sin duda salvó las vidas
y haciendas de su pueblo y eso le hace,
objetivamente, un buen gobernante. El precio
pagado, como en cualquier drama del siglo de
oro: la fama y la honra.
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
interpretación del doctor Vallvé6:
“En la región gaditana y en la segunda
de las Columnas de Hércules, a mano derecha
del que viene del Océano al Mediterráneo, estuvo
en la costa africana una fortaleza llamada
Septem, que siglos atrás habían edificado los
romanos. No se cuidaron los vándalos en rehacer
la fortificación, desmantelada y arruinada por
la pesadumbre del tiempo. Mas nuestro
emperador Justiniano la hizo restaurar y la dotó
de una guarnición conveniente. Allí también
erigió, bajo la advocación de la Madre de Dios,
un templo considerable, confiando a su
protección el nuevo régimen político y su
fortaleza inexpugnable para la hostilidad de
cualesquiera gentes [...]”.
A comienzos del siglo VIII las tropas de
Musa intentaron tomar Ceuta, pero sus férreas
defensas, sin duda las que dejaron los bizantinos
durante su reconstrucción, hicieron desistir a
los asaltantes, que optaron por dirigirse hacía
Tánger. Así lo leemos en la edición de Lafuente
Alcántara del Ajbar Machmua7.
Todo lo que viene después tiene dos
lecturas: La primera, el hecho de que el
Gobernador de Ceuta va a abrir las puertas a los
omeyas, en un pacto que preservará vida y fe
de sus habitantes; la segunda, la traición del
conde don Julián, bien por política de partidos,
bien por venganza ante la afrenta hecha a su hija
a manos de don Rodrigo.
Si esto fuese historia, no dejaría de ser
novelesco. Pero si es literatura, ocupa
demasiadas páginas en la historia. Lo cierto es
que el impulso de las tropas islámicas era
imparable, como lo iban a demostrar sus
conquistas posteriores, y que el gobernador sólo
tenía dos posibilidades: resistir hasta la muerte,
o conseguir las mejores condiciones posibles en
su rendición. Carlos Posac ha dicho,
frecuentemente, en sus conferencias, que todo
héroe en una parte de la frontera, es un traidor
en la otra, y viceversa.
Guillermo Gozalbes, tras la atenta lectura
del trabajo del profesor Luis A. García
Moreno, hablando del pacto firmado entre don
Julián y Musa ben Nusayr en el artículo
anteriormente mencionado, decía que :
“Ceuta nunca llegó a ser invadida por
las fuerzas islámicas, y que su paso al dominio
árabe tuvo lugar de una manera precaria, aunque
pacífica, muy poco antes de la gran
sublevación beréber encabezada por el aguador
Amysara. [Y continuaba diciendo]: Tenemos
dos puntos básicos para confirmar lo antedicho.
6 VALLVÉ BERMEJO, J. Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España, toponimia y onomástica. Discurso leído en el acto
de su recepción pública en la Real Academia de la Historia, Madrid 1989, p. 31.
7 LAFUENTE ALCÁNTARA, E. Ajbar Machmua, Colección de tradiciones. Crónica anónima del siglo XI, Madrid, 1867, p. 18.
8 IBN KHALDOUN.. Histoire des berbères et des dynasties musulmanes de l’Afrique septentrionale, Paris, 1925, t. I, pp
345-353.
9 IBN AL-KARDABUS. Historia del al-Andalus, Akal Bolsillo, Madrid 1993, 2ª edición.
55
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Antiguo grabado donde se representa la invasión árabo-bereber.
Aproximación al desembarco beréber en Gibraltar el año 711.
Manuel López Fernández
Introducción
a invasión de los musulmanes en la
Península comenzó con el desembarco
de un ejército beréber en Gibraltar
al mando del norteafricano Tarik ibn Ziyad.
Las fuentes que seguimos y los trabajos
de numerosos tratadistas apuntan a que fue
una maniobra bien planificada, después de
varios intentos previos. Los islamistas, en un
momento de pocos recursos navales en ambas
orillas del Estrecho a consecuencia de variadas
causas, aprovecharon que los visigodos tenían
un escaso potencial terrestre en la zona,
ocupados como estaban en una guerra civil.
Con anterioridad, la estrategia de los
visigodos con respecto al peligro africano
parecía basada en una defensa en profundidad
-más que en frenar pequeñas incursiones
litorales-, seguros como estaban de su
potencial terrestre. Unas y otras circunstancias
hicieron posible que el pequeño grupo
trasportado desde África en el primer viaje,
sin caballería y fortificados en el Peñón, fuese
reforzado con una continuada
1 ˇ
secuencia de desembarcos hasta constituir un
ejército considerable.
Se puede decir que la habilidad de los
jefes invasores y la tardía e insuficiente
reacción de los invadidos hizo el resto.
Antecedentes histórico-militares.
La invasión de la Hispania visigoda vino
precedida de la expansión del Islam por el norte
de África y de la misma cabe destacar la relativa
rapidez con que se efectuó, aunque no por ello
quedó exenta de momentos difíciles para los
musulmanes. Dueños de Egipto al comienzo de
la cuarta década del siglo VII1, no fue hasta
el año 670 cuando los árabes fundaron
Qayrawan2. En su avance hacia occidente a lo
largo de la costa mediterránea el siguiente
objetivo fue Cartago -la principal base naval
bizantina en la región3- ciudad que conquistaron
en año 695 y volvieron a perder un par de años
más tarde para recuperarla definitivamente en
el año 6984.Asentados en Túnez, los musulmanes iniciaron
el asalto a las tierras del actual Marruecos5 en el
LADERO QUESADA, Miguel Ángel: Historia Universal. Edad Media. Editorial Vicens Vives, Barcelona,
2004, p. 170. En el año 640 montaron un campamento en lo que luego sería El Cairo y dos años más tarde se hicieron
con Alejandría.
2 ˇ El origen de esta ciudad fue un campamento fundado por Uqba ibn Nafi. Véase esto en LIROLA
DELGADO, Jorge: El poder naval de al-Andalus en la época de del Califato de Córdoba. Universidad de Granada,
1993, p. 65.
3 ˇ Ibídem, p. 66.
4 ˇ Ibídem, p. 66. También en WATT, Montgomery: Historia de la España islámica. Cambio 16. Madrid, 1992,
p.10.
5 ˇ WATT, Montgomery: Historia de…, pp. 10 y 11.
56
6 ˇ LIROLA DELGADO:
7 ˇ Ibídem, p. 67.
8 ˇ Ibidem,
de los medios navales y no desaprovecharon la
ocasión de utilizar éstos para atacar a sus rivales
asentados en otras orillas de dicho mar, hasta el
punto que en el año 655 fueron capaces de
derrotar a los bizantinos en una batalla naval10.
Por otro lado, su asentamiento en Túnez y los
ataques que desde aquí dirigieron sobre las islas
occidentales del Mediterráneo, demuestran que
dominaban las artes náuticas de la época;
No sorprende que la Crónica
de Alfonso III diga que en el
reinado de Wamba ,
los musulmanes intentaran
invadir la Península
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
año 700, derrotando a los ejércitos bereberes en
el 7026. A partir de aquí muchos de los vencidos
pasaron a formar parte de los ejércitos vencedores
mediante acuerdos y tratados, constituyendo en
el futuro el grueso de las fuerzas que habían de
llegar hasta las orillas del Atlántico y cruzar
después el estrecho de Gibraltar.
Por la fecha antes señalada entra en
escena Muza ibn Nusayr como delegado del
gobernador de Egipto en la provincia de Yfriqiya.
A pesar de la importancia naval de Cartago, en
el año 703 Muza termina el arsenal de Túnez7 y
desde allí comienzan las expediciones marítimas
sobre las islas del Mediterráneo occidental8;
Sicilia fue la primera en sufrir las consecuencias
el año 704 y dos más tarde le tocaría el turno a
Cerdeña, para sufrir una nueva incursión en el
año 707, fecha en que las naves musulmanas
también atacaron la isla de Mallorca en busca
de botín. Para entonces ya había iniciado Muza
su campaña terrestre contra el Magreb después
de desligarse de la tutela del gobernador de
Egipto, al recibir del califa al-Walid el
nombramiento de gobernador de la provincia de
Yfriqiya9. En el año 708 Muza alcanzaba las
costas atlánticas con un ejército mayoritariamente
beréber y sólo Ceuta (Septem) pudo resistirse a
su dominio.
Intentos que precedieron al desembarco del
711.
El apartado anterior, aunque breve, habrá servido
para poner de manifiesto varias cosas: la rápida
expansión y dominio de los musulmanes en
Yfriqiya y en el Magreb; la extinción aquí de la
civilización latina en un tiempo muy corto; el
ambiente militar reinante en la región y, sobre
todo, la utilización del poder naval de
los dirigentes árabes en los años que precedieron
a la invasión de la Península, a pesar de que en
sus orígenes las artes marineras fuesen algo
relativamente ajeno a la mayoría de ellos.
Parece meridianamente claro que su contacto
con los marinos del litoral Mediterráneo les había
llevado a valorar en su justa medida la capacidad
utilizando éstas superaron las corrientes marinas
que en esta parte de ese mar se mueven de Este
a Oeste a lo largo de la costa norteafricana, y
aprovecharon también los vientos dominantes
de la zona a pesar de que los mismos soplen aquí
del Noroeste, o en dirección Norte- Sur. Por
tanto, es seguro que a principios del siglo VIII,
sus naves comerciales y de guerra surcaban el
Mediterráneo con los mismos medios y las
mismas técnicas que habían utilizado antes los
navegantes fenicios, griegos, cartagineses,
romanos, vándalos y bizantinos.
Considerando lo que precede, no sorprende
que la Crónica de Alfonso III diga que en el reinado
de Wamba (672-680), probablemente en el año 67511,
los musulmanes intentaran invadir la Península siendo
El poder naval …., p.66
p, 71.
9 ˇ CHALMETA,
Pedro: Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de al-Andalus- Editorial Mapfre,
Madrid, 1992, p.100. También en WATT: Historia de…, p. 10.
10 ˇ LIROLA DELGADO: El poder naval…, p. 60. La batalla, llamada “de los Mástiles”, se dio en las costas de Licia, en
la actual Turquía.
11 ˇ GÁRATE CÓRDOBA, José María: Historia del Ejército español. Servicio Histórico Militar. Madrid, 1981,
tomo I, p. 328. También en LIROLA DELGADO: El poder naval…, p. 74 -75.
57
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Imagen 2.- Vista general del Peñón.
rechazados en un lugar impreciso; aunque poco
después hubo otro intento posterior en tiempos
de Egica (697-702)12 -en este caso los invasores
fueron bizantinos- que en tierras levantinas fue
repelido por el duque Teodomiro. Teniendo en
cuenta esto último, debemos pensar que los
visigodos confiaban más en su capacidad militar
terrestre que en la naval, y por ello no creemos
desacertado decir, en sintonía con algunos
tratadistas13, que por aquellos tiempos existía
por su parte un abandonado generalizado de la
construcción naval, debido tal vez a la falta de
recursos económicos en la Hacienda real14.
En esta situación, el cruce del Estrecho
desde África no creemos que resultara un serio
problema técnico para los mandos musulmanes
de haber tenido medios navales suficientes y
contando, además, con el conocimiento que de
la zona tenían los marineros de Tánger y Ceuta15.
La dificultad estribaba en las dudas
que planteaba a los posibles invasores el mantener
el terreno ganado en la Península, dado el
potencial militar terrestre de los visigodos; por
ello no puede sorprender que en el 682 el jefe
de las primeras oleadas árabes fuese convencido
por el comes julianus –Julián en las crónicas
árabes y Urbano en la Crónica Mozárabe16que la empresa tenía sus dificultades y Uqba ibn
12 ˇ GARCÍA
Nafi viera menos arriesgado dirigir sus ataques
hacia el interior del Magreb17. Sin embargo, la
postura de Julián cambió diametralmente cuando
Muza llegó a dominar la zona meridional del
Estrecho y asentó sus fuerzas en Tánger, aunque
recientemente el gobernador de Yfriqiya hubiera
fracasado frente a Ceuta a consecuencia de la
resistencia opuesta por el citado Julián.
Parece ésta una señal inequívoca de que
Muza carecía en aquellos momentos del poder
naval necesario para bloquear Ceuta y, menos
todavía, si ésta había recibido ayuda por mar
desde la Península como dicen algunas fuentes
musulmanas18. En esta situación el gobernador
de Ifriqiya abandonó la zona del Estrecho y salió
para Qayrawan en el año 708 dejando en Tánger
a su liberto, Tariq ibn Ziyad, al mando de un
ejército formado por bereberes. Todo apunta a
que este último siguió presionando a Julián
mientras el duque Rodrigo -gobernador de la
Bética- temiendo un previsible salto de los
islamitas a su provincia, retiró su confianza al
conde Julián y le despojó de sus dominios en las
tierras del litoral norte del Estrecho19. Este agravio
debió resultar definitivo para que Julián cambiara
de aliados a finales del año 709, viviendo todavía
el rey visigodo Witiza20. Sin demora alguna, Julián
inició una razia contra la costa visigoda del
MORENO, Luis: Las invasiones, la ocupación de la Península y las etapas hacia la unificación. Historia
de España Menéndez Pidal, dirigida por José María Jover Zamora. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 2001, tomo III, p. 261.
También en LIROLA: El poder naval…, p. 74
13 ˇ CERVERA PERY, José: El poder naval en los reinos hispánicos. Editorial San Martín. Madrid, 1992, p. 22.
14 ˇ Más detalles en GARCÍA MORENO, Luis: Las invasiones… p. 262.
15 ˇ GARCÍA MORENO, Luis: Ceuta y el Estrecho de Gibraltar durante la Antigüedad tardía (siglos V-VIII). Actas del
Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar. Madrid, 1988, pp. 1095-1114.
16 ˇ Ibídem, pp. 1.113-1.114. Estamos de acuerdo con la hipótesis de Enrique García Moreno, relativa a que Julián tenía
por entonces el control del Estrecho y de sus litorales al señorear el triángulo Tánger- Ceuta- Julia Transducta. Más detalles
sobre lo mismo en CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, p. 114.
17 ˇ CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, p. 116.
18 ˇ Esta situación queda recogida en los Ajbar. Véanse en la recopilación de fuentes hechas por SEGURA GONZÁLEZ,
Wenceslao: Inicio de la invasión árabe de España. Fuentes documentales. Al-Qantir 10. Tarifa, 2010, documentos 11 y
12. También habla de ella al-Maqqari; podemos verlo en el documento nº 35 de la colección de fuentes documentales aquí
citadas.
19 ˇ Las fuentes árabes, para explicar esta situación política, hablan de la leyenda de la Cava, hija de Julián, ultrajada por
el mismo rey Rodrigo.
20 ˇ CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, pp. 119-120.
58
El definitivo desembarco en Gibraltar
Todos la historiografía, proceda del bando que
proceda, coincide en que el asalto definitivo a
la Península desde la orilla meridional del
Estrecho se produjo en el año 711; relacionada
con la misma, trataremos de dar nuestra personal
opinión sobre el desarrollo de la invasión
definitiva apoyándonos en las fuentes y en
trabajos de un variado número de tratadistas,
cargando las tintas en matices de carácter militar.
Entrando ya en materia, comenzaremos
por tener en cuenta la situación en torno al
Estrecho. Respecto a su orilla africana todas las
fuentes apuntan a que había en ella un ejército
respetable que carecía de medios navales para
ser transportado a la Península y que Muza,
además, se había retirado a Qayrawan
donde sí tenía reservas de hombres y de
embarcaciones con el potencial peligro que
aquello significaba. No podemos admitir que los
visigodos ignoraran estas circunstancias y tal
vez para prevenir un posible desembarco en las
costas levantinas -desdeñando la amenaza de
Tánger y seguros de su potencial terrestre
en caso de que se produjera algún incursión en
pequeña escala por el Estrecho-, las naves de
guerra disponibles en nuestra zona las retiraran
hacia otro puerto del Mediterráneo –quizá
Cartagonova (Cartagena)- todavía en tiempos
del rey Witiza. Por esa razón creemos que cuando
se produjo la incursión de Julián, a finales del
709, éste no encontró oposición naval alguna;
ni la encontró Tarif ibn Malluk, cuando en julio
del año 710 utilizó como base de operaciones la
isla de Tarifa. Lo llamativo en este último caso
es que, debiendo prolongarse esta incursión más
que la de Julián24, tampoco encontrara oposición
terrestre; la razón tal vez radique en que para
esas fechas las guarniciones de la Bética
estuvieran casi sin efectivos cuando el duque
Rodrigo tuvo que disputar a otros rivales políticos
su acceso al trono, ya fallecido el rey Witiza, a
comienzos del año 71025.
Esta carencia de naves en ambas orillas
del Estrecho resulta llamativa y en ella coincide
la bibliografía a nuestro alcance; así lo parece
cuando de las embarcaciones visigodas nadie
habla y las que a su disposición tenían los
musulmanes quedan reducidas a cuatro barcos
en manos de Julián. Puede que este número sea
simbólico, pero si tenemos en cuenta que la vida
media de una embarcación de madera -como
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Estrecho con ánimo de demostrar a sus nuevos
socios políticos que la empresa era militarmente
factible21. Animados por el éxito de la misma,
se realizó otra provechosa incursión en julio del
año 710 que tomó como base la isla de Tarifa22,
e incluso hay historiadores que hablan de una
tercera en la misma zona a cargo de un
viejo beréber23 en la cual participan hasta mil
hombres.
Imagen 3.- Witiza. Biblioteca Universidad de Oxford.
21
Esta operación queda admitida en toda la bibliografía que manejamos. Algunos autores hablan que sólo duró un día.
último que conocemos sobre la misma es el trabajo de BENEROSO SANTOS, José: La incursión de Tarif ibn
Mallik en 710. Preludio de una invasión. Conferencia pronunciada en Tarifa con ocasión de la conmemoración del XIII
centenario de la primera incursión árabe en España. El texto de esta conferencia ha llegado a
nuestro poder por gentileza de su autor.
23 ˇ El caso es confuso ya que algunas fuentes musulmanas hacen coincidir a este viejo beréber, Abu Zarah, con Tarif ibn
Malluk. Más detalles en CHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, p. 122.
24 ˇ No olvidemos que llevaba un centenar de caballos y el embarque de estos animales es más lento que el de las personas;
por otro lado, el transporte de este número de animales necesitaría al menos cuatro barcos de la época.
25 ˇ Luis A. García Moreno habla hasta de un interregno mayor a seis meses en: “Los últimos tiempos del reino visigodo”.
Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXIX (1992) 432.
22 ˇ Lo
59
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
eran todas las de aquella época- rondaba entre
los ocho y diez años como mucho26 por la fatiga
y desarticulación del ensamblaje27, se hacía
necesario la llegada a los arsenales de abundante
material de este tipo para renovar la flota.
Ahora bien, si la obtención de madera
resinosa –la idónea para construir la obra viva
de las embarcaciones- ya resultaba difícil en
Yfriqiya, en Ceuta lo tenían realmente
complicado porque debían traerla de Sicilia28,
de Hispania, o de la cordillera del Atlas29. De
modo que si a partir de los últimos años
del siglo VII el reino visigodo descuidó la
renovación de su flota por motivos políticoeconómicos, la dependiente Ceuta pudo encontrar
Imagen 4.- Gibraltar, uno de los puntos del desembarco
árabo-bereber.
dificultades para el aprovisionamiento de madera
al no contar con bosques donde cortar árboles
con la suficiente envergadura para las partes
vitales de sus barcos de guerra y de comercio30.
Por tanto, puede que esta última sea la respuesta
26 ˇ
a la escasez de barcos disponibles en Ceuta
con capacidad para cruzar el Estrecho con ciertas
garantías, atendiendo a lo que señalan las fuentes
musulmanas.
Después de justificar la escasez de barcos
en la zona del Estrecho, debemos dedicar unas
líneas a la tipología de aquellas embarcaciones
que Julián puso a disposición de Tariq. Si éstas
eran de guerra, diremos que la eslora de las
mismas podía ser inferior a 30 metros si las
comparamos con las bizantinas de aquellos
tiempos; de la más caracterizada y larga de éstas,
el dromón, nos dice Juan Vernet31 que tenían
poco calado, 40 metros de eslora, 7 de manga y
alcanzaba velocidades entre 5 y 6 nudos. El
dromón era un navío con impulsión mixta -rémica
y de vela- una sola cubierta donde se colocaban
unos 50 remeros por borda y utilizaba vela
cuadrada sobre un solo mástil32; fue el antecesor
de las galeras y, como éstas, se utilizaron
especialmente para la guerra dotándolos de
castillos a proa y popa donde se solían colocar
unos 50 hombres para combatir. Ahora bien,
aunque ésta era la dotación de una nave de guerra,
no correspondía su número con el de hombres
que en ella podían transportarse en un trayecto
corto como era el cruce del Estrecho; y menos
todavía si tenemos en cuenta que los mismos
soldados expedicionarios podían remar en el
trayecto de ida y la dotación de remeros podía quedar
reducida a la mitad en el viaje de vuelta33 al ser
ayudados también por el impulso de las velas. Por
tanto, no sería extraño que para la ocasión que estamos
hablando cada embarcación tipo dromón pudiera
poner en tierra cerca de 100 hombres por viaje.
Conocemos el caso de un contrato en 1253 en el que la Orden de Santiago se obliga a renovar cada siete años una
galera que le había sido donada por Alfonso X, en Sevilla. Véase nuestro trabajo: Pelay Pérez Correa. Historia y leyenda
de un maestre santiaguista. Diputación de Badajoz. Badajoz, 2010, p. 594.
27 ˇ CASADO SOTO, José Luís: Construcción naval y navegación. En “Historia de la Ciencia y de la Técnica en la Corona
de Castilla. Edad Media”. Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura, 2002, p. 458.
28 ˇ Esta isla fue la fuente de suministro de madera para toda la costa norteafricana, tanto en tiempo de los bizantinos como
de los árabes.
29 ˇ TURIENZO VEIGA, Gustavo: Observaciones sobre el comercio en al-Andalus. Universidad Complutense. Madrid,
2002, pp. 85-89.
30 ˇ Los bizantinos dominaban en Sicilia y los árabes le habían cortado el acceso a la cordillera del Atlas. Así las cosas el
aprovisionamiento más lógico podía hacerse desde la Península, pero también cabe la posibilidad de que los visigodos
no quisieran potenciar la capacidad naval de Ceuta estando rodeada de musulmanes; de aquí que prefirieran apoyarle,
como lo hicieron, desde sus puertos en caso de peligro.
31 ˇ VERNET, Juan: El Islam en España. Editorial Mapfre. Madrid, 1993, p. 226.
3 2 ˇ TYLER, Frank: Historia de la navegación a vela. Ultramar Editores. Barcelona, 2000, p.73.
33 ˇ En una embarcación sólo bogaba toda la tripulación en circunstancias especiales; generalmente solían hacerlo la mitad
de los remeros mientras los otros descansaban.
60
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
Pero además de estas naves utilizadas
especialmente para la guerra por su movilidad
e independencia de los vientos, también existían
embarcaciones comerciales más cortas y
panzudas que al no emplear remeros tenían un
mayor velamen para aprovechar al máximo el
viento reinante; pero estos barcos, al utilizar
velas cuadradas34 no podían ceñir -navegar contra
el viento-, necesitando que éste le soplara de
popa o abierto de ésta unos ochenta grados35,
casi de través. Esta impulsión lateral era
gobernada por dos remos con mucha pala que
llevaban en popa haciendo las veces de timón;
así que no navegaban con todos los vientos, pero
debían cruzar el Estrecho con cierta facilidad
por soplar aquí vientos dominantes con dirección
Este-Oeste. En estos barcos de vela, con mayor
capacidad de carga por ser más anchos y más
altos de borda - con mayor vaso- era donde
normalmente se transportaban los caballos y la
impedimenta o bagaje de los ejércitos, aunque
también se emplearan otras veces para transportar
hombres y en este caso el número de
personas embarcadas podía ser ligeramente
mayor que los embarcados en naves con remeros,
pero la rapidez del transporte dependía de la
dirección e intensidad de los vientos.
No se sabe con exactitud si los barcos utilizados
en la invasión del 711 fueron de guerra,
comerciales, o hubo de ambos tipos. Lo que sí
nos parece seguro es que, dándose las condiciones
que se daban, el transporte del contingente militar
se hiciera con nula comodidad para los hombres
tratándose de viajes relativamente cortos; por
tanto, puede que los soldados –sin necesidad de
caballería en estos momentos iniciales 36 embarcaran en Ceuta utilizando los muelles de
madera disponibles al efecto; sin embargo, en
los lugares de desembarco se debió hacer
acercando las naves tanto como se pudo a las
playas y desde allí descender directamente a
aguas con poco calado, o a tierra directamente
utilizando largas planchas de madera. Con los
medios navales descritos se podían transportar
en cada viaje, considerando cuatro naves
tipo dromón, unos 400 hombres con el
armamento e impedimenta de éstos alojada en
las bodegas37. Si se utilizaron naves de carga,
Imagen 5.- Rodericus. Biblioteca Nacional de España. Reyes
visigodos de Hispania.
en las más grandes de este tipo podía ser mayor
el número de personas transportadas al utilizarse
la cubierta y la bodega.
Lo más probable es que la invasión del
año 711 se planeara sin transportar caballería en
sus primeros desembarcos y contando además
con la falta de reacción por parte de las más
cercanas guarniciones visigodas; eso sin olvidar
que en Ceuta se contaba con efectivos suficientes
como para reforzar el contingente puesto en unos
primeros momentos en la orilla norte del Estrecho.
Todo apunta a que la idea de maniobra era
transportar el máximo de hombres posibles en
el viaje inicial y, una vez desembarcados,
hacerse fuertes en un punto de la costa para
proteger la llegada de sucesivas oleadas
expedicionarias; todo ello hasta el momento que
el contingente puesto en tierra tuviera la entidad
suficiente como para pasar a la ofensiva con
ciertas garantías, tal y como debió hacerse cuando
se utilizó como base la isla de Tarifa en el
34 ˇ La
vela latina se introdujo en el Mediterráneo en el siglo IX. Así en MARTÍNEZ HIDALGO, José María: Las naves
del Descubrimiento y sus hombres. Editorial Mapfre. Madrid, 1992, p. 24.
35 ˇ MANERA REGUEIRA, Enrique: La marina de Castilla. El buque en la Armada Española. Editorial Silex. Madrid,
1981, p. 25. TURIENZO VEIGA: Observaciones…, p. 104.
36 ˇ El embarque y desembarque de estos últimos era una tarea dificultosa, pero ya rancia en las técnicas militares por ser
frecuente y muy antiguo el transporte de equinos; ganado al que previamente había que taparle los ojos antes de hacerlos
subir o bajar por las pasarelas dispuestas al efecto. Pasarelas que conducían al interior de las naves a través de portones
laterales, o bien a cubierta donde se encerraban en jaulones preparados para la ocasión.
37 ˇ Aunque el dromón tenía poco calado, debajo de la cubierta existía una bodega.
61
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
71038. Con respecto a las reservas no había
problemas en el norte de África; considerando
el éxito de las expediciones precedentes, entre
las miembros de las tribus gomaras –antes
dependientes de Julián- debía existir gente
suficiente para iniciar la operación, incentivada
por los botines obtenidos con anterioridad; por
otro lado, Tariq contaba con un ejército que
superaba los 12.000 hombres39 y parte de ellos
debían estar próximos a Ceuta; pero lo más
probable es que estos últimos efectivos no se
emplearan hasta que la cabeza de puente estuvo
asegurada. Por ello creemos que Tariq no puso
en conocimiento de Muza el comienzo de la
maniobra hasta que no se vio en serios aprietos,
después de la tardía reacción visigoda.
Así que contando con los medios
suficientes para iniciar la operación y darle
continuidad en el tiempo si las circunstancias se
presentaban favorables, a los dirigentes de la
operación -Tariq y Julián- sólo les quedaba elegir
el sitio donde instalar la cabeza de playa. Pero
la elección era bien sencilla porque este último
debía saber que había un punto en la costa norte
del Estrecho que reunía las condiciones óptimas
para una operación de este tipo, lugar que estaba
relativamente cerca del lugar de embarque y,
sobre todo, era muy fácil de defender de un
ataque proveniente de las fuerzas visigodas. Este
punto era el peñón de Gibraltar; por ello parece
lógico que casi todas las fuentes musulmanas
coincidan en reconocerlo como el lugar donde
desembarcaron las fuerzas invasoras al mando
de Tariq, ni sorprende tampoco que el monte
pasara a ser denominado desde entonces con el
nombre de éste: Gabal Tariq (monte de Tarik).
Pero antes de continuar analizando los
primeros pasos que debieron darse al comienzo
de la invasión, debemos señalar que el banco
arenoso –tómbolo- que une sierra Carbonera con
el Peñón debía ser forzosamente más estrecho y
menos elevado sobre el nivel del mar que lo es
38 ˇNo
en nuestros días. Existen abundantes indicios y
referencias40 para asegurar que esto era así, de
modo que la Roca estaba casi aislada y el tránsito
entre ésta y el continente no debía ser fácil porque
el agua afloraría entre la arena formando lagunas
más o menos extensas rodeadas de cañaverales.
Así que con un mínimo esfuerzo por parte de los
invasores se podía proteger, mediante amplias
zanjas41, el acceso a la zona de desembarco y a
las alturas del peñón, lugar éste a donde podían
efectuar la retirada en caso de un fracaso inicial.
La Roca estaba casi
aislada y el tránsito entre
ésta y el continente no
debía ser fácil
Según algunas fuentes, el primer
desembarco se hizo en los días finales del mes
de abril y no debe extrañar que de Ceuta se saliera
de noche42 para aprovechar al máximo el efecto
sorpresa. Los cuatrocientos o quinientos hombres
desembarcados inicialmente en las playas situadas
a levante del Peñón, con las primeras luces del
día, no emprendieron una rápida algara ni tomaron
posesión de las alturas del mismo, sino que
debieron organizar la defensa de la zona de
desembarco cavando las correspondientes zanjas
en el banco arenoso para dificultar los efectos
de un posible ataque. Pero éste no debió
producirse, tal vez porque no había preparados
efectivos suficientes –no olvidemos que por
esas fechas el rey don Rodrigo estaba
de otra manera se pudieron transportar 400 hombres y 100 caballos en cuatro naves.
39 ˇCHALMETA, Pedro: Invasión e islamización…, pp. 100 y 102.
40 ˇ En 1561 el banco arenoso tenía en las proximidades del Peñón poco
más anchura que el alcance de una ballesta. Véase
esto en Pedro de Medina: Crónica de los duques de Medina Sidonia. “Colección de documentos inéditos para la Historia
de España”. Tomo XXXIX. Madrid, 1861, p. 127.
41 ˇ La defensa del lugar de desembarco mediante zanjas la utilizaron ya los romanos en el año 256 a.C. cuando trataron
de llevar la guerra a las proximidades de Cartago. Véase en FERRERO, J. Albert: “Las campañas navales de la Primera
Guerra Púnica”. Revista de Historia Naval 31 (1990) 35.
42 ˇ Sirva como referencia que Julio Cesar, en las dos ocasiones que desembarcó en Bretaña, salió de los puertos de la Galia
a media noche la primera ocasión y al ponerse el sol en la segunda. Véase así en Guerra de las Galias. Editorial Gredos.
Madrid, 1996, pp. 52 y 100.
62
más que sobrado para transportar y poner en
Gibraltar varios miles de hombres de guerra.
Desde luego, los desembarcados en la primera
semana podían superar ligeramente el par de
millares de hombres y eran más que suficientes
para apoderarse de Carteya, por entonces un
lugar con escasa entidad poblacional según
demuestran las más recientes investigaciones
arqueológicas 45 . A medida que pasaban los
días los expedicionarios pudieron acumular más
efectivos humanos46 y puede que la primera
caballería llegara por entonces, al tener asegurada
la zona de desembarco y pastos a su alcance para
alimentar los animales. En estas condiciones, no
resulta sorprendente la derrota de Sancho en
algún lugar cercano a Julia Traducta a fines de
la primera decena del mes de mayo; a la victoria
campal de los musulmanes pudo seguir
la toma de Traducta para extender luego sus
movimientos por todo lo que hoy es el Campo
de Gibraltar. Las playas de la Bahía pudieron
servir entonces para desembarcar oleadas
expedicionarias más numerosas. El decisivo
choque del Guadalete se vislumbraba en el
horizonte.
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
combatiendo a los vascones43- o tal vez porque
los visigodos pensaran que se trataba de una
algara parecida a las anteriores y creyeran
conveniente organizarse y esperarlos a la vuelta
en algún lugar favorable para derrotarlos44. Así
que mientras los desembarcados se aprestaban
a la defensa, los marineros debieron
emprender otro viaje para potenciar los efectivos
desembarcados. Con los medios navales
utilizados antes, en unas doce horas –diez para
cruzar en los viajes de ida y vuelta y dos para
embarcar- un nuevo contingente de iguales
proporciones que el precedente pudo ser puesto
en Gibraltar. Con cerca de un millar de hombres
situados en las arenas del Peñón, puestos a la
defensiva detrás de fosos y con la posibilidad de
retirada hasta las alturas de Gibraltar, se
necesitaba un número tres veces superior para
intentar desalojarlos de sus posiciones. Una
fuerza de tal magnitud no debía estar disponible
en las cercanías, ni siquiera en Medina
Sidonia; así que cuando se reaccionó desde
Sevilla, o tal vez desde Córdoba, y Sancho –al
que algunos historiadores hacen sobrino del rey
don Rodrigo- pudo alcanzar la zona de
desembarco, los invasores habían tenido tiempo
Imagen 6.- Armas musulmanas. (museo de la Historia de Valencia).
43 ˇ Toda la bibliografía a nuestro
44 ˇ Muchas veces se conseguía
alcance habla de esta circunstancia.
la derrota de una algara cuando sus componentes regresaban cargados con el botín.
45 ˇ Esta es la opinión del arqueólogo de la Diputación Provincial, Salvador Bravo Jiménez, a quien agradecemos la amplia
información que nos proporciona y que no podemos incluir aquí por limitaciones de espacio.
46 ˇ Tengamos en cuenta que a un promedio de 400 hombres por viaje y día, en la primera decena del mes de mayo se pudo
transportar un contingente más que suficiente, que tuvo además la ventaja de elegir el campo de batalla, para derrotar al
ejército de Sancho.
63
XIII Centenario desembarco
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Aljaranda 81 (2011)
Imagen 1.- Grabado antiguo sobre una carga del ejército musulmán.
Comentarios a diversas cuestiones relativas a la invasión árabe
del año 711
Joaquín Cestino
Introducción
a primera crónica que se refiere a la
invasión árabe de la Hispania visigoda,
la crónica mozárabe, se escribió en el
año 754, es decir, 43 años después de la
fecha, abril-mayo del 711, en que dio comienzo
la invasión referida.
La segunda de las crónicas que relata la
conquista árabe, la crónica de Ibn Abd al-Hakam,
se escribió hacia el año 860.
Es evidente que fueron demasiados los
años transcurridos entre los hechos ocurridos y
su posterior narración.
Sin duda por ello, esas crónicas, y las
que después se escribieron – que en su mayor
parte repiten con pocas variantes lo dicho en las
primeras – no son ni extensas ni precisas en los
detalles de lo acaecido. Surgen por eso numerosas
preguntas de difícil respuesta: ¿Cómo las fuerzas
invasoras, bajo el mando del walí de Tánger
llamado Tarik, compuestas en su mayor parte
por beréberes, pudieron derrotar al ejército
visigodo? ¿Cómo se hizo el traslado de esas
tropas a través del estrecho de Gibraltar? ¿Cómo
aceptar que esos siete mil combatientes pudieran
llegar en solo cuatro embarcaciones, como las
crónicas señalan? ¿Cuáles, aparte del
repetidamente citado Gibraltar, pudieron ser los
puertos o lugares de desembarco? ¿Cómo
eran las naves? ¿Cuáles las dificultades?
Los párrafos que siguen tratan de
acercarse a esas cuestiones planteadas, y desean
esbozar, con todas las reservas que procedan, las
posibles respuestas.
64
Los combatientes beréberes.
La palabra berébere es una deformación del
nombre latino barbarus que significa extranjero.
Así denominaban los romanos a los pueblos
exteriores a sus fronteras. Los pueblos beréberes
están constituidos por varios diferentes grupos
étnicos, y sus fronteras, en la antigüedad, llegaban
al Niger por el sur, a Egipto por el Este y al
Atlántico por el Oeste. En las zonas cercanas al
estrecho de Gibraltar los beréberes senhayas
se encuentran al sur de Tánger y en el Fahs, los
majmuda en la zona de Al Ksar es-Seguer, y los
ghomárah en las cabilas de Anyera y el Hauz.
El idioma de los beréberes es una lengua
más antigua que el latín y el árabe, y se la
considera relacionada con las lenguas arcaicas
de Egipto y Abisinia, y con otras también muy
antiguas como las etrusca, minoica, euskara y
guanche. Los beréberes son físicamente parecidos
a los europeos mediterráneos, y algunos de sus
tipos son de cabellos rubios y ojos azules. Eran
pastores nómadas aunque eventualmente se
convertían en ganaderos estables o agricultores
cerealistas. Las poblaciones beréberes siempre
trataron de mantener su autonomía frente a los
pueblos invasores (romanos, vándalos, bizantinos
o árabes).
Es sabido que las poblaciones del norte
de África se resistieron a las sucesivas oleadas
Las embarcaciones.
La índole de los barcos utilizados en las travesías,
y las condiciones en que estas se desarrollaron,
parece un asunto mucho más difícil de aclarar.
Como se sabe, la navegación a través de
las aguas del estrecho de Gibraltar no está exenta
de dificultades. Existe una corriente superficial
desde el Atlántico al Mediterráneo - hasta Port
Said- con velocidad media de 2 a 2,5 nudos que
suele aumentar con viento del Oeste. En los
intervalos de mareas entrantes esa velocidad
puede llegar a los 4 o 4,5 nudos. Con mareas
salientes, sin embargo, la corriente fluye con
lentitud o se detiene. Por otra parte, los llamados
hileros de corrientes (producidos por el encuentro
de mareas y corrientes) aparecen inesperadamente
en las proximidades de puntas o bancos. Estos
hervideros, a veces peligrosos, son frecuentes
en lugares como Trafalgar, la isla de Tarifa, los
Cabezos y la Perla, punta Europa, punta Carnero,
cabo Espartel y punta Al Boasa entre otros.
En los meses de invierno las borrascas,
que traen lluvias importantes, entran al Estrecho
procedentes del Atlántico. Se alternan con
situaciones de predominio de vientos de levante,
fuertes y persistentes, que habitualmente
producen temporales que llegan a impedir la
navegación. A partir del mes de mayo, y en los
meses de verano, las condiciones climáticas se
modifican al desaparecer las altas presiones
atlánticas. Las lluvias son escasas, los levantes
amainan, y se impone un régimen de brisas de
mar y de tierra.
En principio, el viaje de 7.000 soldados
y un cierto número de caballos (crónica Ajbar
maymu’a del siglo XI), posiblemente unos mil,
parece imposible de realizar con sólo cuatro
embarcaciones (citadas en casi todas las fuentes)
en un tiempo razonable y acorde con las
circunstancias.
Sin embargo, podemos hacer algunas
conjeturas: se sabe que eran naves de comercio
habitual entre las dos orillas del Estrecho,
conseguidas por el conde Julíán en Ceuta o en
la costa peninsular. Los marinos serían hombres
expertos en atravesar el Estrecho en diferentes
situaciones de clima y de mar, y por otra
parte, la presencia de estas embarcaciones habría de
ser frecuente - de día o de noche - en esas aguas. Debe
tenerse además en cuenta que las travesías se
efectuaron en el mes de mayo, época del año en
que las condiciones meteorológicas mejoran.
Corrientes, mareas, oleajes y vientos, eran sin
duda asuntos bien conocidos para los marinos
de la zona.
Es posible suponer en consecuencia que
se emplearon buques ligeros (no naves de guerra)
de remos con uno o dos palos - fustas o galeras
– que ya utilizaban la vela triangular o latina,
adoptada por árabes y bizantinos desde finales
del siglo V.
Aunque el timón central o de codaste
aún no existía (se impuso a partir de finales del
siglo XIII), era común el uso de espadillas o
timones dobles a cada costado. Con velas
triangulares - usuales en las galeras - era posible
ceñir o navegar de bolina.
Sabemos por Herodoto que las antiguas
naves fenicias o griegas a remo, empleaban dos
jornadas para navegar desde el monte Calpe
(Gibraltar) hasta Tartessos (posiblemente
Trafalgar), distanciados unos 65 kilómetros.
También se conoce que las naves cartaginesas
podían alcanzar una velocidad de hasta 8 nudos
(14,8 km. por hora).
Por ello, tal vez se podría deducir que
embarcaciones como las indicadas serían capaces
de realizar dos travesías diarias, relevando los
remeros, entre Ceuta y Gibraltar cuya separación
es de 25 kilómetros.
Las fustas o galeras pueden suponerse
con esloras de 16 a 20 metros, y con 15 remeros
a cada costado. Así, siguiendo con las conjeturas
XIII Centenario desembarco
árabo-bereber
Aljaranda 81 (2011)
de la invasión árabe que se inició en la primera
mitad del siglo VII. Pueden recordarse las
sublevaciones de Kusayla, en el año 687, y de
la princesa Al-Kahina en el 689, que fueron
finalmente dominadas.
Pero las tropas del emir Musa, entre los
años 705 y 707, sometieron a los beréberes del
noroeste, tomaron Tánger, y llegaron a Tafilatet
y el Sus.
La citada ocupación del Tánger visigodo
en el año 707 fue llevada a cabo por el general
y walí Tarik ibn Ziyad al frente de 2.000 soldados
árabes, 12.000 beréberes y 700 africanos de raza
negra.
Puede pues aceptarse, respecto a la
posterior invasión del reino visigodo de Hispania,
que los 7.000 hombres, la mayor parte beréberes,
que llegaron conducidos por Tarik en mayo de
711, cuatro años después de la toma de Tánger,
eran ya combatientes experimentados, adiestrados
y disciplinados.
No puede olvidarse que en Tánger se
abrieron entre 17 y 25 escuelas coránicas, y que
la conversión al Islam de la mayor parte de los
rifeños probablemente se había producido ya en
años anteriores.
También conviene recordar que a lo largo
de la historia, los beréberes, fuertes y combativos,
fueron contratados como soldados mercenarios
por las legiones cartaginesas y romanas. Los
franceses lo hicieron en el curso de las dos guerras
europeas del siglo XX, y en España estuvieron
presentes, en el llamado bando nacional, mientras
duró la guerra civil del año 1936.
65
XIII Centenario desembarco
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Aljaranda 81 (2011)
y admitiendo que cada nave pudiera transportar
en cada viaje unos ochenta hombres, las cuatro
embarcaciones trasladarían 640 soldados al día
(dos viajes, uno de día y otro de noche). Se
necesitarían por tanto unos once días para traer
las tropas, a los que habría que añadir algunos
días más para los caballos. Serían quince días,
aproximadamente, los requeridos.
De hecho, llegaron en ese
intervalo de
tiempo otros 5.000
combatientes enviados por
Musa
La crónica de Ibn Qutayba del siglo IX
cita seis o siete bajeles. Tal vez fueran más.
Aunque parezca que fueron muchos días los
empleados en las travesías, puede también
considerarse que hubo tiempo, unos dos meses
y medio (entre la primera arribada en Gibraltar,
y el día inicial de la batalla en la laguna de la
Janda), para transportar holgadamente las tropas.
De hecho, llegaron en ese intervalo de
tiempo otros 5.000 combatientes enviados por
Musa.
Los puntos de desembarco.
Muchas de las crónicas antiguas se refieren al
desembarco junto a una elevada y escarpada
montaña. Otra fuente (la citada crónica de Ibn
Qutayba, escrita en el siglo IX) menciona una
montaña roja y sin vegetación.
Pero en cualquier caso, aparecen con
cierta claridad dos circunstancias:
a). La más fácil travesía del Estrecho era la de
Ceuta a la bahía de Algeciras, zonas ambas
sujetas al gobierno del conde Julián y donde la
población le era afecta. Las embarcaciones de
comercio a utilizar, conseguidas por Julián,
probablemente tenían su base en Ceuta. Puede
dudarse además de que la zona de Tarifa estuviera
bajo el control del conde.
Las costas visigodas del Estrecho, por la
proximidad de los conquistadores árabes en la
otra orilla, quizás estaban entonces poco pobladas.
Además, no se conoce que en las fechas de la
invasión Algeciras y Tarifa existieran como tales.
Carteya y Mellaria habían sido destruidas por
los vándalos en el 409, y Baelo (Bolonia) tal vez
lo fue en el 429.
La partida de las naves desde el puerto
de Tánger, de donde procedían las tropas,
66
seguramente habría despertado sospechas. No
así desde Ceuta.
b). El monte Calpe, Gibraltar, por su
configuración, era sin duda el mejor lugar para
un desembarco poco visible de las naves.
Gibraltar, la segunda columna de
Hércules, remonta sus orígenes a los tiempos
mitológicos. Su primera denominación se cree
que fue la de monte de Saturno, y más tarde fue
la montaña Calpe. La palabra calpe, según
algunos, era fenicia e indicaba altura. Según otros
se trataba de una palabra de origen hebreo
que significaba cavernoso.
En sus cuevas hoy denominadas Gorham
y Vanguard habitaron los neanderthalenses, y en
la cueva llamada de San Miguel, elevada y con
amplios espacios, existe un pequeño lago interior.
Las escarpadas cumbres de Gibraltar, que llegan
a una altura máxima de 424 metros, se alinean
de norte a sur a lo largo de unos 2 kilómetros.
Estos elevados lugares, y las abundantes y rocosas
laderas configuran un paisaje extremadamente
abrupto e inexpugnable.
Hay en Gibraltar varias calas bien
protegidas (Cala Rosia, Camp Bay y Little Bay)
en su litoral de poniente, y debe señalarse que
cualquier movimiento en las proximidades de
punta Europa es difícilmente detectable desde
cualquier punto de la costa o el interior.
Gibraltar, como se ha dicho, es
prácticamente inexpugnable, y las tropas
transportadas por Tarik podrían hacer frente allí,
concentradas en sus alturas y refugios, a cualquier
ataque imprevisto. A esta hipotética defensa
contribuiría evidentemente la existencia del istmo
que separa la montaña de la península.
En la impunidad del monte Calpe, las tropas de
Tarik, en complicidad con las del conde Julián,
pudieron ultimar con tiempo todas las medidas
preparatorias para la campaña prevista de
enfrentamientos armados.
El posible mareo de los soldados como
consecuencia de las travesías no se considera
significativo si se tiene en cuenta que no debieron
producirse enfrentamientos o combates en los
desembarcos, puesto que el conde Julián
controlaba la bahía de Algeciras.
Por eso, la pequeña resistencia a que se
refieren algunas de las fuentes pudo ser el
posterior encuentro, quizás en algún lugar no
cercano, entre los hombres del conde Tudmir o
Teodomiro enviados por el rey Rodrigo, y algunos
destacamentos de Tarik desplazados para hacerles
frente.
Admitido el desembarco inicial de Tarik
y sus tropas en el monte Calpe, tal como se
recoge en diversas crónicas, es posible sin
e m b a rg o f o r m u l a r a l g u n a h i p ó t e s i s
complementaria.
Parece evidente que los árabes y sus
2
XIII Centenario desembarco
Aljaranda 81 (2011)
árabo-bereber
aliados, el conde Julián y los parientes de Witiza,
solo podían lograr sus respectivos objetivos
mediante la derrota y derrocamiento del rey
Rodrigo. Y resulta también claro que esto solo
sería posible tras los asedios y tomas de la ciudad
de Córdoba (capital de la Bética) y de Toledo
(capital del estado visigodo).
La simple observación del mapa físico
de la Península Ibérica nos descubre de forma
inmediata que la única vía posible de penetración
de las tropas de Tarik hacia esos objetivos habría
de ser a través del valle del Guadalquivir. Las
sierras béticas y penibéticas eran obstáculos
insalvables para un rápido avance por
cualquier trayecto diferente.
De hecho, tras la victoria de los árabes
y sus aliados en la batalla de la laguna de la
Janda, los soldados de Tarik fueron conquistando
sucesivamente las poblaciones de Medina
Sidonia, Morón, Carmona, Sevilla, Écija y
finalmente Córdoba y Toledo. Surge por tanto la
hipótesis de que, una vez realizado el desembarco
inicial en Gibraltar, lugar de fácil defensa, y
dominada la situación en el entorno de la bahía,
se produjeran nuevos desembarcos - durante los
meses de junio y julio del 711- en los caladeros
de Tarifa (lugar ya conocido por haber sido
invadido y saqueado por Tarif ibn Mallik en julio
del 710) o de la ensenada de Barbate. En estos
desembarcos habrían llegado los 5.000 soldados
enviados como refuerzo por el emir Musa.
Además, conocida y demostrada la
penetración de las tropas árabes victoriosas por
el valle del Guadalquivir, varios argumentos
pueden apoyar esta idea de los desembarcos en
Tarifa y Barbate:
1.- El grueso de la tropas invasoras
procedía de Tánger.
2.- El lugar donde acamparon las tropas
árabes, previamente a la decisiva batalla contra
las fuerzas del rey Rodrigo, fue la orilla sur de
la laguna de la Janda, zona muy cercana y de
fácil comunicación con los indicados puertos o
caladeros naturales de Tarifa y Barbate.
3.- La aceptación posible de lo expuesto
ayudaría a despejar los actuales puntos difíciles
y oscuros que se presentan al tratar de explicar
satisfactoriamente la versión más aceptada de
que la invasión pudo realizarse por Gibraltar con
solo cuatro embarcaciones de comercio.
4.- Es posible reforzar los supuestos
anteriores si se tiene en cuenta que la primera
crónica que se refiere a la invasión árabe de la
Península – la llamada Crónica mozárabe – se
escribió en el año 754, pasados 43 años desde
que los hechos ocurrieron. En la misma no se
menciona ningún lugar de desembarco.
La siguiente crónica escrita en el año 860 por
Ibn Abd al-Hakam describe el paso del Estrecho
Imagen 2.- Busto de Muza en Tudela.
por un monte llamado después Yébel Tarik,
situado entre Ceuta y España.
Por los muchos años transcurridos entre
los hechos y su relato, parece evidente que ambas
crónicas y las que posteriormente se escribieron,
resultaron imprecisas, cuando no contradictorias,
respecto a los detalles de la invasión. Datos tales
como el número de soldados y caballos
transportados, la clase y número de las
embarcaciones utilizadas, los puertos de
desembarco, la duración de las travesías y los
días empleados, las fechas reales de cada
situación, etc. fueron obviados o reflejados solo
de forma aproximada y poco fidedigna por tanto.
La deseada y rigurosa reconstrucción de la
invasión árabe de las tierras hispánicas en el año
711, un muy interesante y decisivo episodio de
nuestra historia, puede decirse que no será
empeño fácil.
J. Cestino es autor de los libros “ESTRECHO
DE GIBRALTAR- Costas y Ciudades” y
“EL ESTRECHO- Treinta siglos de Historia en
Gibraltar, Tánger, Tarifa, Ceuta y Algeciras”
67
NÚMERO MONOGRÁFICO CONMEMORATIVO DEL XIII CENTENARIO
DEL DESEMBARCO ÁRABO-BEREBER DEL 711
Cierro y ventana en Mª Antonia Toledo, 12
CIERROS Y BALCONES
Aljaranda
Año XXI Núm. 81 Segundo Trimestre. Junio 2011

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