Revista - Ejercito de Chile

Transcripción

Revista - Ejercito de Chile
Revista
Revista
de
de
Historia Militar
Historia Militar
año 2011, diciembre
Uniformes Militares
1905 - 1914
Creación de la condecoración del
bicentenario de la República de Chile
Entrevista a
Sergio Villalobos
Investigación:
Excursión Histórica, Una Herramienta Metodológica para el
Conocimiento de la Historia.
Artículo
1
2
Revista
de
Historia Militar
C
uadrilla telefónica equipada con banderolas, teléfonos de campaña y mensajero en
bicicleta. Al centro se ubica el oficial al mando. Y en sus extremos las típicas mascotas caninas. Año 1923. (Ejército de Chile, DHME). DHME
Artículo
Revista
de
Historia Militar
Editorial
L
a Revista de Historia Militar completa una década desde su aparición como revista temática
asociada directamente a la Historia Militar de Chile, ha sorteado y enfrentado con éxito los desafíos
de la historiografía, con iniciativa, solidez e ingenio, en la misión de difundir el conocimiento histórico,
en dos áreas clave: la difusión histórica y la preservación y conservación del patrimonio; ambas tareas
en las cuales confluye la sociedad y donde los estudiosos de la historia cumplen un rol fundamental.
El desafío de los primeros años ha sido superado y en la actualidad la publicación es un referente
obligado de los temas históricos relacionados con el Ejército de Chile. Esta publicación en sus diez
números a la fecha ha contribuido a rescatar la memoria institucional y a promover la conciencia
patrimonial en los distintos ámbitos de nuestra historia.
En la presente entrega junto a las secciones permanentes de nuestra revista, hemos querido
desarrollar investigaciones que den a conocer las nuevas herramientas metodológicas para la difusión
de la historia militar, como lo constituyen las excursiones históricas. Por otra parte, se ha publicado
un artículo donde se da a conocer un nuevo modelo de organización y administración de museos
institucionales, que tiene como objetivo mejorar la colección, la gestión y el servicio al público, que ha
demostrado que es cada vez más creciente y especializado, y que por ello demanda mayores exigencias.
A su vez, se ha publicado un artículo relacionado con el rescate patrimonial de los objetos del Museo
Tarapacá de Iquique, el que tiene una característica de colección testimonial anónima, por lo que se
conecta con el inconsciente colectivo de la comunidad local, reviviendo la memoria histórica y cultural
por medio de la exhibición de elementos de uso cotidiano.
Finalmente, se ha incorporado un artículo respecto del destino de algunos combatientes de la Guerra
Civil de 1891, y que en su condición de veteranos del 79, fueron acogidos en los mausoleos militares de
las sociedades de veteranos, en este caso en el del Cementerio N° 1 de Iquique. Respecto de esta temática
está pendiente definir la tenencia y custodia de dichos mausoleos a lo largo del territorio nacional.
Editorial
3
4
Revista
de
Historia Militar
Editorial
Editorial
Edición 1 Nº 10 /
diciembre 2011
Derechos reservados.
Las fotografías contenidas
en esta publicación pueden
ser utilizadas, siempre
que no sea con fines
comerciales, citando la
fuente, Departamento de
Historia Militar del Ejército.
Entrevista
Entrevista a
Sergio Villalobos
Novedades
Jefe del Estado
Mayor General
del Ejército
Exposición
Fotográfica y
Exhumación
GDD. Antonio
Cordero Kehr.
Uniformes
Jefe del DHME
CRL. Gabriel Rivera V.
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6
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Investigación
Excursión Histórica,
Una Herramienta
metodológica para el
conocimiento de la
Historia
100 años atrás
21
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¿Qué sucedió en
1911?
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Uniformes Militares
Chilenos 1905-1914
Soldado
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Héroes en el
Recuerdo
Jefe Sección
Asuntos Históricos
y Patrimoniales
TCL. Pedro E.
Hormazábal E.
Información
Editor
Donaciones
Colaboraciones
Historiadores
Artículo
TCL. Pedro E.
Hormazábal E.
Claudia E. Arancibia F.
Pedro E. Hormazábal E.
Museóloga
Lorena Vásquez C.
Colaboradores
CAP. Rodrigo Arredondo V.
SOF. Raúl Carrasco B.
Diseño,
Diagramación e
Impresión
Instituto Geográfico
Militar
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Símbolos militares
Distintivos
del Arma de
Telecomunicaciones
18
Creación de la
condecoración del
bicentenario de la
República de Chile
¿Sabía Ud. que…?
¿Sabía Ud.
que...?
27
Colecciones
20
Monedas y
medallas
conmemorativas
militares chilenas
Artículo
Plan de gestión en
los museos del
Ejército
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Revista
de
Historia Militar
Monumento
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Monumento público:
“General Manuel
Bulnes Prieto”
Sección Correspondencia
Libros
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Comentario de Libro
Vista panorámica de la ciudad de
Santiago tomada desde el Castillo
Hidalgo del
cerro Santa
Lucía
Artículo
38
Villagrán, Riquelme y
De la Torre.
Veteranos del 79
caídos en la Guerra
Civil de 1891 Su
ubicación hoy en día
Pintura Militar
La educación en la
Escuela Militar bajo el
amparo de la Universidad
de Chile. 1842-1879.
35
Sección
Documentos
Los menús
militares
Cuadro
Artículo
47
54
Publicaciones
militares
55
La Batalla de
Maipú
Preguntas Frecuentes
56
Preguntas frecuentes
Reportaje museológico
57
Museo de
Tarapacá, rescate
de una memoria
43
Pintura militar
Fotografía militar
64
Algunos oficiales de la División
Camus (1891)
Artículo
Actividades del
Departamento de
Historia Militar
durante el año 2011
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5
6
Revista
de
Historia Militar
Entrevista a
Sergio Villalobos
Profesor en Historia
1.Don Sergio, ¿Qué fue lo que lo motivo a estudiar 3.Después ya como investigador ¿Qué corriente
historia?
historiográfica lo ha marcado más en su trabajo?
Mi dedicación a la historia comenzó en la adolescencia, cuando
tenía 13 o 14 años, y desde entonces no la he dejado en ningún
momento. Mi interés fue motivado por excelentes profesores
en el Instituto Nacional, como Washington Clavería y Benicio
Troncoso, este último profesor de la Escuela de Derecho de la
Universidad de Chile. No solamente conocían bien la materia
del programa, sino que eran capaces de extenderse en variados
temas, como la vida de los personajes, la existencia social y las
implicancias económicas.
Entonces comenzó, por ejemplo, mi interés por La Araucana de
Ercilla, de la que memoricé infinidad de estrofas que después me
han sido de gran utilidad. Los recuerdos hasta el día de hoy, porque lo que se aprende en los primeros tiempos se queda grabado
para siempre.
2.¿Cómo fue su experiencia como estudiante de
historia en la universidad? ¿Hubo profesores que lo
marcaron?
Mi paso por la Universidad de Chile fue providencial. Me movía
no solo el propósito de ser profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica, sino más bien el de concentrarme en la historia del
país para llegar a ser historiador.
Fui alumno y ayudante del profesor Guillermo Feliú Cruz, en
quien tuve un guía seguro y al que me ligó una mutua comprensión y comunidad de puntos de vista. Finalmente le sucedí en la
cátedra de Historia de Chile, que era la más importante de la
especialidad en el país.
También recuerdo con especial aprecio a Ricardo Donoso, Eugenio Pereira Salas, Mario Góngora, Juan Gómez Millas y Ricardo
Krebs, que eran notables historiadores y maestros. Entre los profesores de Geografía, debo mucho a las enseñanzas de Humberto
Fuenzalida y Jean Borde, que despertaron mi gran interés por
aquella disciplina. Fui ayudante del último en una investigación
sobre la propiedad rural en el valle de Puange. De allí nació mi
interés por la geografía física y humana que he abordado en algunas de mis obras. Ahí está el paisaje como trasfondo del quehacer
histórico.
No obstante que la institución en que uno se forma y el contacto
con grandes intelectuales son muy importantes, es el esfuerzo personal y la constancia lo que abre paso en una carrera.
Entrevista
En los años formativos tuve la influencia del liberalismo y el
positivismo, que eran las corrientes predominantes; pero luego la
influencia de la sociología, la economía y la antropología, me dieron un panorama mayor, que facilitó la comprensión y el interés
por el estructuralismo de los primeros tiempos, el de Marc Bloch
y Fernand Braudel. Pero luego la experiencia misma de la investigación, la consideración de los diversos tiempos históricos, las
narraciones y las superposiciones estructurales, el papel de los
personajes, las elites y la cultura, me llevaron a una posición más
personal, que he denominado “la Historia de los Grandes Procesos”, sin pretensión de ser muy original. También ha influido en
mi labor el cariño por la literatura, la pintura y la música. Creo
que una visión histórica sin esos elementos es chata y ramplona.
Percibe únicamente los aspectos elementales del ser humano.
4.A su juicio ¿Cuáles son los mejores historiadores
chilenos del siglo XIX y XX?
No tengo la menor duda de que los mejores historiadores chilenos
del siglo XIX y quizás hasta el día de hoy, han sido Diego Barros
Arana, Miguel Luis Amunátegui, Ramón Sotomayor Valdés, Crecente Errázuriz y Gonzalo Bulnes.
En el siglo XX destacó a Alberto Edwards Vives, que se atrevió
a pensar nuestra historia republicana, aunque no esté completamente de acuerdo con su interpretación. También a Mario Góngora por su seriedad y penetración en nuevos temas, que parecían
menores.
5.¿Cuáles son los principales problemas que ha
encontrado a lo largo de sus investigaciones históricas?
No he encontrado ningún problema. Solo hubiese querido disponer de más tiempo para tratar la infinidad de temas que siguen
dándome vueltas en la cabeza. He tenido mucha suerte.
6. En sus comienzos, Ud. ha trabajado mucho la temática
de la Guerra de Arauco ¿Con respecto de ello, cómo ve
el papel de los militares en ese conflicto?
En la época colonial el papel de los militares en la Guerra de Arauco
fue de heroísmo, epopeya y penurias, en condiciones en que la
pobreza era, en general, la única recompensa; aunque también
había francachela y falta de honestidad. Durante la república y
tratándose ya del Ejército de Chile, el sacrificio y el denuedo conDHME - CLAUDIA ARANCIBIA F.
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Historia Militar
tinuaron y se agregan otras características: el contacto fronterizo
está muy intensificado y prepara la integración final, sin que deje
de haber lucha esporádica. Se vivía en una nueva perspectiva y la
oficialidad comprendía que el choque terminaría pronto. Los jefes
militares en sus informes y en sus relatos personales – cuya edición
estamos preparando– demuestran la admiración por la categoría
bélica de los araucanos y a la vez la consideración que esa “raza”
tiene por ser preservada para un futuro promisorio. Pensaban
como estadistas, procuraban tener un buen trato con los rivales y
trabajaron por la adaptación del territorio y su gente. Zapadores e
ingenieros, con la ayuda de grupos de soldados, abrieron caminos,
levantaron puentes, fabricaron embarcaciones para el balseo de los
ríos, construyeron cuarteles, edificios públicos, hospitales y escuelas, en una tarea que aún no ha sido realzada suficientemente.
No todo es guerra y destrucción. Siempre hay objetivos finales
que explican el todo.
7. Usted participó en nuestras primeras Jornadas de
Historia Militar en el año 2003 y nos gustaría saber
¿Qué entiende Ud. por Historia Militar?
La historia militar es parte de la historia global. Los pueblos, en
medio de su trayectoria nacional algunas veces deben recurrir al
uso de las armas por situaciones internas o externas, de modo que
el fenómeno bélico se explica por necesidades sociales mayores. No
es el capricho de un sector o de algunos personajes, lo que conduce
a la guerra, aunque también ha habido casos a nivel mundial.
La historia militar es, en consecuencia, parte esencial en la comprensión del pasado nacional y en sus consecuencias revierte
sobre la totalidad del acontecer. Pensemos en la guerra contra la
Confederación Peruano-Boliviana. En su génesis estuvo la seguridad nacional, la mantención del régimen político e institucional,
el rechazo a la intervención extranjera y el afianzamiento de una
presencia económica y de toda índole en el Pacífico sudamericano.
La victoria significó afianzar el destino nacional, robustecer el
sentimiento patrio y justificar el autoritarismo progresista de los
gobiernos siguientes.
Esa visión general, aplicable en forma teórica a todos los conflictos, es lo que justifica la historia militar.
Hemos estado aburridos de las fechas, el episodio y el héroe, la
carga de Bueras en Maipú, el papel de José Francisco Vergara en
Tarapacá y los desastres de la Campaña de la Sierra.
Es en el gran fenómeno donde se justifica la historia militar.
Sin embargo, el hecho pequeño puede ser útil como experiencia
“técnica”.
8.A través de sus estudios debe haber consultado
bibliografía sobre historia militar, ¿Cuáles son las
obras más relevantes?
Mis primeras lecturas en el campo de la historia fueron la
Historia militar de la Guerra del Pacífico de Wilhelm Eckdahl,
la Historia de Guillermo Arroyo sobre la campaña de Cancha
Rayada a Maipú, la Historia militar de Indalicio Téllez. Todas
ellas fueron obras bien realizadas. Pero muy superiores fueron
las que escribió Gonzalo Bulnes, hijo del general Manuel Bulnes, sobre la guerra contra la Confederación y la historia de la
Guerra del Pacífico. Esta última es sobresaliente por su estructura equilibrada, la documentación, la seriedad del análisis y la
redacción fluida y acogedora. Es un clásico de la historiografía
nacional.
9. En su opinión, ¿qué falta investigar con respecto de la
Historia Militar de Chile?
Mi respuesta puede deducirse del punto 7. Hay que enfocar los
sucesos militares más estrechamente con la historia de la nación.
Debe tenerse en cuenta cómo la organización del Estado, el imperio de la juricidad y el juego político equilibrado, fueron factores
determinantes del éxito militar. También la unidad de los sectores sociales y la cultura homogénea, en que las diferencias son
mínimas, casi anecdóticas. El país ha sido y es extremadamente
unitario. Solamente la demagogia levanta consignas regionales y
raciales.
Un buen ejemplo de la unidad y la calidad humana del combatiente está dado por las memorias de Hipólito Gutiérrez, el
campesino pobre que se enroló para participar en la Guerra del
Pacífico y relató sus hazañas para servir a la patria, mostrando
decisión y altura moral, con toda la ingenuidad del hombre
modesto. Creo que es el mayor ejemplo para explicar el éxito
en la historia militar: ahí está la sociedad hasta en su nivel más
humilde.
10.¿Qué importancia y trascendencia le atribuye a la
mirada de la historia militar hoy?
Ahora y en todos los tiempos, mirar el pasado, incluida la historia de las guerras, ha sido siempre un factor para entender la
historia en su integridad. Son experiencias que llegan hasta el
presente.
11.¿Qué sugerencias metodológicas le haría a los
historiadores jóvenes que están recién comenzando
su carrera?
No basta estudiar en los centros formativos, por muy buenos que
sean. Hay un factor personal de entusiasmo, dedicación y superación, que es la única condición del éxito. Títulos profesionales,
maestrías y doctorados puede ser que ayuden, pero es el esfuerzo
personal la única clave del ascenso real. Hay que leer las grandes
obras, sin temor a su extensión y antigüedad, también las nuevas
pero con espíritu crítico.
Existe una afición a estudiar a los pensadores teóricos, que es muy
laudable, pero sus ideas tienen que ser sometidas a la crítica, no
hay por qué ser devotos de ellas. Cada uno tiene que pensar por sí
mismo y tener en cuenta que más que interpretaciones teóricas lo
que cuenta es lo que uno descubre en los hechos reales, positivos,
Entrevista
7
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Revista
de
Historia Militar
12.Sabemos, que escribió hace poco un libro titulado “La
historia por la historia”, en donde es critico sobre los
estudios históricos de nuestro país. ¿Podría contarnos
Por otra parte, creo que en los “historiadores” jóvenes, hay una
un poco de que trata esta publicación?
tal como ellos aparecen en las fuentes históricas. Hay que decidirse a pensar por sí mismo.
impresionante falta de cultura. Viven alejados de la literatura, el
arte y la filosofía, que abren dimensiones insospechadas. En cambio, viven amarrados a las ciencias sociales y su método que, sin
ser inútiles, encierran el campo de la historia y terminan creando
marcos que falsean la realidad del pasado. Lo abstracto no siempre es aplicable a todo. Valga un ejemplo: podría estimarse que la
lucha de clases es la gran dinámica de la historia y, no obstante,
hay períodos en que apenas se ha dejado sentir. En la Colonia,
por ejemplo, había más bien una aceptación del sistema social, un
compromiso y un vivir ordenado dentro de él. La integración, el
esfuerzo y el ascenso pueden ser características más generales que
la pugna y los pequeños detalles de la disconformidad. Es claro
que a veces ha habido lucha mayor, pero no se puede generalizar.
En ese pequeño librito me propuse aclarar con hechos concretos
los errores más difundidos de la interpretación marxista o populista de nuestra historia. Se analiza la obra de diferentes autores,
que muchos consideran como oráculos y que sin embargo tienen
fallas notorias, claramente demostrables.
13.¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Cercano ya el fin de la existencia, experimento la satisfacción de
haber entregado nuevos temas y haber rectificado otros. Quedan
muchos dando vueltas en mis pensamientos y lo único que me
propongo es escribir hasta el último día.DHME
Currículum
Profesor de la Universidad de Chile, Universidad Andrés Bello y Universidad Bernardo O’Higgins. Autor de numerosas obras relativas a la historia del país. Fue director de
la DIBAM entre 1990-1993. Obtuvo en 1992 el Premio Nacional de Historia.
En el extranjero ha sido profesor de la Universidad de Cambridge, Inglaterra y de la Universidad de California, Los Ángeles. Ha efectuado investigaciones en los archivos de
España, Argentina, Perú, Estados Unidos y Gran Bretaña.
Sus obras se caracterizan por un profundo sentido innovador y una visión moderna apoyada en los métodos e interpretaciones más recientes y el aporte de otras ciencias
sociales, sin descartar la base de la tradición historiográfica.
Entre sus libros, se destacan: Tradición y reforma en 1810, Historia del pueblo chileno, Relaciones fronterizas en La Araucanía, Breve historia de Chile, El proteccionismo
económico en Chile siglo XIX , Origen y ascenso de la burguesía chilena, Portales: una falsificación histórica, Chile y su historia (1993), Vida fronteriza en La Araucanía: el
mito de la Guerra de Arauco, Chile y Perú: la historia que nos une y nos separa e Historia de los chilenos.
Entrevista
Revista
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Historia Militar
Exposición fotográfica y exhumación
Exposición fotográfica
E
xposición Fotográfica
de la Base Antártica del Ejército,
CGL. Bernardo O’Higgins, en
Valparaíso.
El 21 de octubre del 2011 el Centro de Estudios Hemisféricos y
Polares invita a su II Conferencia
Interdisciplinaria, denominada
“Habitabilidad Antártica”, en la
que destacados profesionales de
diversos ámbitos, expusieron sus
avances de investigación, tanto
en el área de la historia, antropología, arqueología, arquitectura y
ciencias medioambientales.
En este contexto y como
miembro de la dotación actual
de la Base CGL. Bernardo
O’Higgins, en la Península
Antártica, el mayor Cristóbal
Butti López, realizó a distancia, una exposición de 10 fotografías, en tamaño mediano,
sobre habitabilidad antártica
actual. En la que el énfasis
de las imágenes estuvo en las
formas de vivir de la actual
dotación, agudizando el lente
en las expediciones, la vida
cotidiana, los equipos y lo
inhóspito del paisaje.
Exposición en Valparaíso en el auditorio, Instituto Fomento Pesquero (IFOP)
Valparaíso, donde se realizó el seminario.
Selección de fotografías para la exposición.
DHME - LORENA VÁSQUEZ CASTRO
Novedades
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Exhumación de los restos del general Erasmo Escala A.: Del panteón
familiar al Mausoleo Militar
Como una forma de conservar los restos del general Erasmo Escala
Arriagada, la agrupación Los Nuevos Estandartes, liderada por el
Sr. Mauricio Pelayo, realizó las gestiones necesarias para trasladar
los restos del general de la Guerra del Pacífico, que se encontraba en
el Mausoleo de la Familia Muñoz Benzanilla y que debido al último
terremoto estaba en malas condiciones.
Debido a esta iniciativa se conservará en el Mausoleo Militar de jefes
y oficiales, del Cementerio General, a un soldado ejemplar y que participó en forma destacada en la campaña de Tarapacá de la Guerra del
Pacífico. Con esta iniciativa se esta poniendo en valor la conservación
de sus restos, en un lugar visible y en condiciones de ser visitado por
el público y las futuras generaciones.DHME
Traslado de la urna con los restos del
Gral. Erasmo Escala, al velatorio en la
capilla del Cementerio General de Santiago.
Nichos del mausoleo de la familia Muñoz Benzanilla.
Novedades
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Uniformes Militares Chilenos 1905-1914
E
l 6 de febrero de 1905 se
publicó un nuevo reglamento de
uniformes para el personal del
Ejército, en él se dispuso para la
infantería el uso de la levita, pero
se suprimieron los galones en el
cuello. Por su parte, la guerrera
era de paño azul oscuro, con siete
botones al frente. El cuello de
paño lacre, con la insignia correspondiente, la bocamanga lacre
con dos botones grandes al costado exterior y en línea horizontal. Pasadores en los hombros, de
galón de plata de uno y medio.
Las presillas, las actuales de oro.
Los botones, las charreteras o
caponas, la faja, banda y cinturón de servicio, se mantuvieron en uso. Respecto del cubre
cabeza, las gorras no se modificaron y el uso del casco, fue el
modelo, de cuero. (pickelhaube).
Los pantalones de paño azul
negro. El uso de guantes, calzado, botas no sufrieron modificaciones.
El traje de campaña era blusa,
presillas de oro, pantalones azul
negro, botas, gorra o casco.
En la caballería la levita se mantuvo sin variaciones y la guerrera
era de paño azul claro. El cuello
lacre ribeteado con un galón de
plata de dos y medio centímetros
de ancho. La bocamanga de ocho
centímetros de alto y ribeteada
con el mismo galón para el
cuello, por lo demás,
conforme a la de
infantería, pero de
paño azul-claro.
Los pasadores
como los de la
guerrera de la
infantería.
Coronel de caballería Erich von Bischoffshausen, instructor
de esgrima y gimnasia de la Escuela Militar, con levita en
1907 (Colección particular Pedro Hormazábal Villalobos).
DHME - TCL. PEDRO HORMAZÁBAL ESPINOSA
Las charreteras o caponas
eran
de
plata,
fondo de paño
azul-claro
y
forrado abajo en
paño lacre. Los
pantalones azul
negro con la
franja, la gorra,
la actual, pero
de paño igual al
de la guerrera. El
casco de cuero con
las guarniciones
de metal blanco.
Con excepción
del escolta, que
usaba un casco
metálico, la faja, bandolera,
guantes, botas, calzado de una
pieza, de cuero o charol y los
botones blancos.
El traje de campaña de la caballería era blusa, pantalón azul negro
con franja, botas, gorra o casco.
La artillería mantuvo también
la levita y la guerrera de corte
y forma como las anteriores y
de paño, cuello y bocamanga,
presillas de oro como las actuales. Botones, casco de cuero con
presilla, charreteras o caponas
de metal dorado, fondo de paño
blanco y forrado en paño lacre.
Gorras, bandoleras, faja, cinturón de servicio, guantes, calzado,
botas. El pantalón azul negro con
las franjas actuales.
El traje de campaña, a base de
blusa, presillas de oro, pantalón
azul negro con las franjas, botas,
gorra o casco.
Por su parte los ingenieros militares, levita sin galones en el cuello.
El pantalón sin franja, solamente
con vivos. La guerrera igual a
la de las otras armas, cuello y
bocamanga de paño azul claro
y del mismo corte y forma como
en las otras armas. El pantalón
azul- negro como el de la levita, los
pasadores, como para infantería,
pero el forro de paño azul claro. El
casco de cuero, guarniciones doradas como la infantería. Las presillas de oro, charreteras y caponas,
de metal y con fondo de paño azul
claro, el forro paño lacre.
El traje de campaña, igual a las
otras armas, con el distintivo
correspondiente.
Los generales en la tenida de
parada, llevaban endentado
y bordado de oro en el cuello,
bocamangas y en las carteras. El
pantalón de paño azul negro con
los vivos y franjas correspondientes, además el pantalón con
franja de galón de oro. La gorra,
la del arma correspondiente, con
el escudo y barboquejo, el casco,
el del arma, agregándole para la
parada penacho de pluma y charreteras de oro.
El traje de campaña, la blusa y
presillas, el pantalón, negro con
los vivos del arma.
Fuera del mando de tropa,
los generales seguían usando
los uniformes antiguos. En lo
que respecta a los coroneles la
guerrera era en cuanto al corte
y forma como en las distintas
armas, pero paño azul claro
para los de caballería. El cuello
y bocamangas llevaban endentado de oro y los de caballería
de plata. Pantalón, azul negro
con los vivos o franjas correspondientes al arma. La gorra,
los de caballería de paño azul
claro. El casco, según el arma,
de cuero. Las charreteras, de
canelón suelto, la bandolera y
faja, no sufrieron modificaciones.
El traje de campaña se mantuvo
la blusa y presillas en uso, pantalón azul negro según el arma,
botas, gorra o casco.
El escuadrón Escolta mantuvo el
uso del uniforme de su arma, con
los colores del cuello y vivos que
usaban. El pantalón, azul negro
con franjas.
Las tropas de Cazadores, se le
suprimieron los bordados del
cuello y bocamangas. El pantalón, azul negro con vivo igual al
cuello.
El uniforme de la Escuela Militar
se mantuvo el que usaba.
Uniformes
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de
Historia Militar
Subteniente de artillería Agustín Márquez, del Regimiento Maturana en 1906, con
dorman con flor de lis (Colección particular Pedro Hormazábal Villalobos).
El capote se usaba con presillas
en los hombros, la capa de paño
y cuello igual al capote, con
capuchón postizo. El forro del
cuello del capote y capa eran
del color de su arma, como en la
guerrera.
Veterinario tercero, uno ídem,
debajo de la insignia y al centro
de la presilla.
Con respecto de los cirujanos
militares, la guerrera era igual
a la de infantería, de paño azul
negro con el cuello, bocamangas
y vivos de terciopelo, como en
la levita. El pantalón de paño
azul-negro con vivo de paño
garance. Las charreteras, palas,
presillas y pasadores como en
la infantería, pero con fondo y
forro de terciopelo igual al del
cuello. El capote, capa, sable,
tiros, etc., como los de uso general entre los oficiales. La gorra,
en uso. Casco, el del arma en
que sirven. Los distintivos para
los grados, como los oficiales,
usando la faja actual, solo los
jefes sanitarios con mando de
unidad sanitaria.
La gorra de oficial. Casco de
tropa, de cuero, guarniciones
doradas.
Los veterinarios militares uniforme de paño azul oscuro,
con cuello y bocamangas de
paño lacre, ribeteadas con una
huincha de lana negra de uno
y medio centímetro de ancho y
como insignia en el cuello llevarán a ambos lados una pequeña
cabeza de caballo en relieve y
dorada. Las bocamangas llevaban los dos botones como en las
otras armas.
Soldado del Batallón Buin con blusa en 1907
(Colección particular Pedro Hormazábal Villalobos).
Uniformes
Las presillas eran lisas del
mismo paño de la guerrera,
ribeteadas con un galón de oro
de un centímetro de ancho. Un
poco más abajo del botón donde
se abrocha, se ponía la cabeza de
caballo y más abajo los botones
que indican su respectiva graduación. Así, el veterinario primero, tres botones chicos, lisos y
dorados y colocados en forma de
triángulo. Veterinario segundo,
dos de los mismos anteriores,
colocados en forma de triángulo.
Pantalón, sea largo o de montar,
azul negro con un vivo de paño
lacre, como en la infantería.
Cinturón y tiros de sables, de
charol blanco que se llevaba
sobre la guerrera.
Espolines, espuelas, sable, guantes, calzados y botas, de oficial.
Capote de oficial, en los hombros
presillas iguales a las de la guerrera.
Equipo de montar, de diario de
oficial.
Respecto de las prendas que
componían los distintos uniformes de oficiales eran: en el
traje de parada, guerrera, con
charreteras o caponas, condecoraciones, casco (los generales
con penacho), faja, bandolera
los de caballería y artillería. El
pantalón, largo como lo disponía la orden para la formación.
Y las botas o botines de charol. El sable, dragona, guantes
de cuero. Si por frío o caso de
lluvia se ordenara capote, se
colocará la faja, bandolera y
terciado de condecoraciones
encima del capote, la guerrera
en este caso se lleva solo con
presillas.
Existía el traje de media parada,
que consistía en guerrera con
presillas, condecoraciones, con
arreglo a los reglamentos que las
rigen, sin el terciado correspondiente. Casco (los generales sin
penacho). El uso de la bandolera,
los de caballería y artillería. El
cinturón de servicio, botines o
botas de charol, sable, dragona,
guantes de cuero.
Revista
de
Historia Militar
Por otra parte, el traje de diario
consistía en guerrera o levita,
gorra, pantalón largo o de monta,
sable, dragona, guantes. El traje
de campaña; blusa, cinta de condecoraciones de guerra, gorra
o casco, con o sin funda, según
orden. El pantalón de montar y
botas de cuero, cinturón de servicio, portarrevólver, cartuchera
y portapliego, anteojos de campaña, sable, dragona, guantes
capote, según el caso. Además de
la mochila y cantimplora, los de
infantería.
El traje de cuartel, para el servicio interior de los cuarteles, oficinas y campos de instrucción.
Blusa, levita o guerrera, gorra,
pantalón largo o de montar,
sable, dragona, guantes de hilo.
En el traje de Sociedad y en el
de Etiqueta, se usó guerrera con
charreteras, condecoraciones,
sin terciado, casco (los generales
sin penacho), pantalón largo,
botines de charol, sable, dragona
y guantes de cuero. En el de
Visita; levita, con presillas. En
el segundo ojal de esta se llevará
la cinta de la condecoración más
alta, cruz de cuello y la estrella.
El casco solo, pantalón largo y
botín de charol. El traje de campaña se usaba en los ejercicios
de campaña, maniobras, uno de
combate, etc. A su vez los oficiales que tomaban parte en los
ejercicios usaban cinturón de servicio y los oficiales que asistían
a presenciar estos, no usaban
cinturón de servicio.
En las revistas de instrucción se
usaba el traje de cuartel. En las
paradas el traje de parada.
Los oficiales que asistían a presenciar las paradas lo hacían con
el mismo traje que la tropa.
Los oficiales montados usaban
siempre el pantalón de paño,
aunque los desmontados usaran
pantalón blanco. Para el servicio de guardias, en las Fiestas
Patrias, la guardia del palacio
de gobierno y en el Juramento a
la Bandera se usaba el traje de
parada. En los funerales, en las
filas y la tropa de parada y los
que asistían particularmente con
traje de visita. Las presentaciones oficiales y las comidas oficiales eran en tenida de parada.
En los bailes, grandes comidas y
visitas oficiales, en traje de etiqueta, al teatro (ópera) en representaciones de gala en que asista
S.E., traje de parada y en los
demás casos, levita y gorra. En
los matrimonios y demás actos
sociales; levita y casco. En las
carreras con asistencia de S.E., el
20 de septiembre, levita y casco,
en los demás casos, con gorra.
En la temporada de verano, los
jefes de zona podían ordenar la
sustitución del traje de paño por
el de brin, siendo en este caso
este uniforme igual al de campaña, es decir, que la blusa de
brin es igual a la de campaña,
con presillas de oro.
Teniente de caballería Vicente Villalobos del Escuadrón Escolta con dorman en 1905
(Colección particular Pedro Hormazábal Villalobos).
El traje civil, podrá usarse únicamente fuera de servicio y prohibido en absoluto presentarse
a las oficinas militares en esta
forma.
En lo que respecta a la tropa esta
usaba el mismo uniforme de
los oficiales en cuanto al color,
corte y forma del paño. Casco
de cuero. Las presillas eran lisas,
de paño, conforme al modelo,
con un ojal en la parte superior
para abrocharlas y en el centro
llevará la insignia de su unidad.
El cuello y bocamanga es lacre
en infantería. En caballería solo
el cuello, las bocamangas son del
mismo color de la guerrera, cuello y bocamanga van ribeteados
con una huincha blanca de lana
de uno y medio centímetro de
ancho.
Clases del Regimiento de Infantería Nº 4 “Rancagua”en Tacna, con uniforme de
Parada en 1910. (Foto cortesía de Oscar Ferreira Hare, Director del Instituto de
Estudios Históricos del Pacífico (INEHPA), Lima- Perú).
Uniformes
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14
Revista
de
Historia Militar
En ingenieros era azul claro,
como actualmente, las bocamangas y el cuello, pero este sin galones, solamente llevaba a ambos
lados la insignia de la unidad.
En la artillería, se mantuvo el
color negro en los cuellos y bocamangas. Los botones blancos
para la caballería.
Los enfermeros llevaban un brazal blanco con una cruz roja en el
brazo izquierdo.
El escuadrón Escolta usaba casco
metálico con punta y la demás
tropa de línea el modelo pickelhaube.
A su vez se estableció que los
oficiales que sirvieran fuera
de cuerpos usaban el uniforme
de su arma. Los oficiales que
obtenían su retiro con pensión,
solo los oficiales generales y
jefes, podían usar el uniforme
del arma a la que habían pertenecido. A su vez, los oficiales
subalternos retirados con pensión, solo podían usar uniforme
con permiso del jefe de zona, el
cual era solicitado por conducto
del respectivo Comandante de
Armas.
Con respecto de los oficiales que
fueran llamados a calificar servicios por faltas, quedaban imposibilitados para vestir uniforme,
aun cuando hayan tenido derecho
a pensión de retiro. Se establecía
que los oficiales en retiro que vistieran uniforme deberían llevarlo
con arreglo a las prescripciones
reglamentarias. Las autoridades
militares podían suspender su
uso en el caso de infracción o de
incurrir en faltas contrarias a la
seriedad del uniforme militar. A
su vez mientras se fijaba definitivamente el tipo del casco reglamentario, se mantenía el uso del
quepí.
Con fecha 12 de septiembre de
1906 se dispuso la reimpresión
del “Reglamento de Uniformes
para Jefes i Oficiales de Ejército”
que fue aprobado por decreto
supremo número 125, del 8 de
febrero de ese año.
Se dispuso que el uniforme fuera
obligatorio para todo individuo
del Ejército y servicios anexos.
Este tenía el corte, la forma con
los distintivos e insignias correspondientes al arma y grado.
Los distintivos para las diferentes armas y servicios anexos
eran los siguientes:
Estado Mayor.- Paño carmesí,
escudos blancos en el cuello para
los Oficiales de Estado Mayor
General y amarillos para los
demás; insignias y guarniciones
de metal amarillo.
Infantería.- Paño rojo, botones,
insignias y guarniciones de
metal amarillo.
Artillería.- Terciopelo negro,
botones y guarniciones de metal
amarillo.
Caballería- Paño rojo y azul
celeste, botones, insignias y
guarniciones de metal blanco.
Ingenieros y FerrocarrilerosPaño azul prúsico, botones, insignias y guarniciones
de metal amarillo.
Compañías de Tren.Paño verde, botones
insignias y guarniciones de metal amarillo.
Sanidad.- Terciopelo
granate,
botones,
insignias y guarniciones de metal amarillo.
Veterinaria.- Huincha de lana negra,
botones, insignias
y guarniciones de
metal amarillo.
Clases del Regimiento de Infantería Nº 4 “Rancagua”en Tacna, con uniforme de Salida en 1910. (Foto cortesía de Oscar Ferreira Hare, Director del Instituto de Estudios Históricos del Pacífico (INEHPA), Lima- Perú).
Uniformes
Administración.Paño gris plomo,
botones, insignias
y guarniciones de
metal amarillo.
Prendas de uniformes.- El color
de los paños y el color, forma y
parte de las insignias y guarniciones eran conformes a los
modelos depositados en las
intendencias de divisiones o militares.
El casco.- era redondo, de cuero,
con escudo nacional al frente de
diez centímetros de alto por diez
de ancho y trece en los laureles, la
parte del centro esmaltada, la superior azul y rojo la inferior. Punta
o perilla y guarniciones según el
arma. Visera gacha de cuatro centímetros con ribete de metal.
La gorra. Era paño azul normal;
la de caballería azul celeste,
banda y vivos del color del arma.
La de artillería llevaba vivos
rojos. Visera gacha de cuatro centímetros. Los veterinarios usaban gorra de caballería. Escudo
al frente de dos centímetros y
cucarda tricolor de uno y medio
centímetros de diámetro. Para
los meses de verano la gorra será
blanca de brin o de paño.
La guerrera.- Era de paño azul
normal, la de caballería azul
celeste; los faldones abiertos
atrás en forma recta, con carteras simuladas de dieciocho y
veinticinco centímetros con tres
botones cada una, abrochada al
frente con siete botones; vivos en
la abrochadura. Cuello de cuatro
y medio a seis centímetros de alto,
de paño del color del arma, con el
número del regimiento a que pertenezca como insignia. El número
será de metal liso y brillante de
dos centímetros. Bocamanga de
ocho centímetro de alto, de paño
del color del arma con (los botones grandes al costado exterior
y en la línea horizontal. En los
hombros pasadores de galón de
plata de uno y medio centímetros de ancho, forrados en paño
del color del arma. La caballería
usaba bocamanga del color igual
al de su guerrera, con vivos rojos.
Revista
de
Historia Militar
La artillería llevará también vivos
rojos. El largo de la guerrera llegaba hasta la uña del dedo pulgar, estirando el brazo y mano
hacia abajo. Los veterinarios
llevaban cuello y bocamangas de
paño azul celeste, ribeteado con
huincha de lana negra de dos y
medio centímetros.
La levita.- De paño azul negro,
con cuello y vivos en las costuras posteriores de los faldones
y bocamangas del color según
el arma. El largo de los faldones
será igual a la medida de la parte
superior del cuello a la costura de
la cintura y catorce centímetros
el de la bocamanga, con doble
abotonadura distante dieciocho
centímetros en la parte superior
y catorce en la inferior. Los veterinarios no usaban levita.
El pantalón largo o de montar.De paño azul negro con vivos
rojos. El regimiento Escolta con
franja amarilla y los veterinarios
con huincha de lana negra. Los
oficiales de Estado Mayor usaban doble franja de tres y medio
centímetros de ancho cada una,
con vivos al centro de ellas, de
paño carmesí.
El calzado.- Botas o zapatos de
cuero o charol negro. A pie usará
zapatos de una sola pieza, o
botas. De parada zapatos o botas
de charol, según los casos.
Los guantes.- De parada, guante
blanco de piel sin lustre, de diario
de cuero, de hilo o de algodón. Se
podrá usar guante de cuero colorado en campaña o a caballo y en
viaje fuera de servicio.
El capote.- De paño gris plomo,
con cuello vuelto, de diez centímetros de ancho, de paño azul
normal, forrado en paño de
color distintivo del arma: con
doble abotonadura al frente, de
seis botones cada una, distante
una de otra veinte centímetros
en la parte superior y dieciséis
en la inferior. Los dos últimos
botones a la altura de las caderas. Dos carteras transversales
colocadas a cuatro centímetros
del último botón de cada hilera.
En el talle dos chicotes de cinco
centímetros de ancho unidos por
un botón. En el extremo de estos
chicotes y hacia abajo, se simularán carteras de veinticinco
centímetros de largo por seis de
ancho, con tres botones grandes
cada una. El largo del capote era
de quince centímetros más abajo
de la rodilla.
La capa.- Era amplia de paño
gris plomo, forro del mismo
color en la vuelta. Cuello azul
normal de diez centímetros de
ancho forrado en paño del arma.
El largo diez centímetros más que
el capote.
La bandolera.- De galón de plata
de cincuenta milímetros de ancho,
con dos listas, una azul y otra rojo,
de siete milímetros de ancho y a
doce milímetros una de otra. En
el extremo de la cadera derecha
pendía una cartuchera de charol
negro de diez centímetros por
ocho de ancho y con la insignia del
cuerpo al centro. La bandolera se
hebillaba al centro de la espalda.
con los colores nacionales, como
en la bandolera, forrado en paño
azul y cerrado al frente con una
chapa de metal amarillo con el
escudo nacional.
La blusa de campaña.- De color
gris verde con presillas doradas,
cuello vuelto con cuatro carteras
exteriores, llevando una tapa
abrochada con un botón chico
de escudo las dos superiores.
La abotonadura de la blusa era
oculta por una solapa del mismo
paño. En el talle dos chicotes de
cuatro centímetros de ancho unidos por un botón chico de escudo.
La banda.- Como la faja, pero de
setenta milímetros de ancho.
La faja. Era de sesenta milímetros de ancho, fondo y borlas de
plata o níquel y rayado con los
colores nacionales, como en la
bandolera.
Las caponas.- De paño color
del arma, media luna de metal
amarillo y galón de plata igual a
los pasadores de la guerrera. La
media luna será de metal blanco,
para los de caballería. Los grados
se marcarán con estrellas en la
misma forma que en las presillas.
Los botones eran dorados y pla- Charreteras.- Serán en todo
igual a las caponas, agregándoLas insignias. Las presillas para teados, con escudo.
les canelón de plata o níquel.
jefes eran un trenzado de tres
cordones de cinco milímetros El cinturón de servicio.- De
de grueso, siendo de plata el del sesenta milímetros de ancho Dragona.- La dragona de diario
centro y de oro los de ambos tejido de plata o níquel y rayado y de parada era de cuero negro
lados, unos y otros
con hilos de los
colores nacionales.
Las presillas para
oficiales
serán
de cuatro hileras
de cordón de oro.
Llevarán un ojal
para abrocharlas
al botón que tendrá
la guerrera o levita
e iban forradas
en paño color del
arma respectiva.
Los grados se marcaban con estrellas
de plata: una para
tenientes segundos
y mayores, dos
para tenientes primeros y tenientes
coroneles y generales de brigada y
tres para capitanes,
coroneles o generaOficiales en distintas tenidas conforme al Reglamento de 1905. (Foto DHME)
les de división.
Uniformes
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Revista
de
Historia Militar
de dos centímetros de ancho, con
listas de los colores nacionales,
de dos milímetros de ancho cada
una y a distancia de tres milímetros una de otra. Al extremo llevaba una borla de hilos de plata
unida al trenzado de cuero por un
barrilete del mismo hilo, con un
cordón de colores blanco, azul y
rojo trenzado en el extremo superior de la borla.
El sable.- Para los oficiales de
cualquiera graduación, era ligeramente curvo, de guarnición,
niquelada de tres gavilanes, con
vaina lisa niquelada y con dos
argollas, pudiendo fuera de la fila
usarse guarnición de un gavilán.
Los tiros.- Eran de cinturón de
trenzado azul o cuero negro,
pendientes del cual irán dos
correas de charol blanco con
hebillas en los extremos para
afianzar las argollas de las conteras, siendo estas correas de
veinte milímetros de ancho y de
ochenta centímetros de largo la
mayor y de cuarenta la segunda.
Llevaba también una cadena o
correa para suspender el sable;
en el extremo inferior tenía un
gancho de metal amarillo como
las demás piezas de los tíros.
Los espolines.- De fierro niquelado o plateado, de pihuelo recto
tableado, Meramente inclinado
hacia arriba, de tres centímetros
y medio de largo. El espolín de
salón era igual al anterior, pero
el pihuelo de uno y medio centímetro de largo y con botón en vez
de rodaja. El arco tenía dieciocho
centímetros de círculo y uno y
medio de ancho. Los oficiales de
armas montadas usaban espolín
con pihuelo violentamente inclinado hacia arriba y rodaja con
púas.
Las espuelas.- Eran de fierro
niqueladas o plateadas de
pihuelo recto de cinco centímetros de largo, con correas de dos
centímetros de ancho y la hebilla
correspondiente.
Los generales, usaron guerrera
igual en corte, forma y demás a
la de los oficiales, pero de paño
azul negro. De parada llevaban endentado y bordado de
oro en el cuello, bocamangas y
carteras. El bordado era de una
guirnalda de laureles para los
generales de brigada y de dos
para los de división. Sin mando
de tropa los generales continuaban usando sus antiguos uni-
formes. Los pantalones de paño
azul negro con doble franja de
paño rojo oscuro de tres y medio
centímetros de ancho cada una,
con vivo al centro de ellas del
mismo paño rojo.
De parada, el pantalón llevará
una franja de oro de cuatro centímetros en vez de la franja de
paño. La gorra de igual forma
y demás que la de los oficiales,
pero de paño azul negro con
escudo bordado al frente en
paño rojo y barboquejo de paño
azul negro de uno y medio centímetro de ancho con una trencilla
de oro en los lados y con dos o
tres estrellas y bordadas en oro
según sea de brigada o división.
En los meses de verano la gorra
era blanca.
Casco el del arma correspondiente, con penacho de pluma
blanca, para la parada. Sin
mando de tropa podían seguir
usando el quepí actual.
La charretera, galones y canelones dorados, debiendo ser estos
gruesos y unidos. Las palas de
paño rojo marcando los grados
con dos y tres estrellas bordadas. Las presillas bordadas con
canutillo dorado sobre paño rojo,
con estrellas para marcar los
grados. Con respecto de los tiros
eran de galón dorado y forrados
en cuero rojo.
Las demás prendas de uniforme
de los generales eran las mismas
que usan los oficiales. Además se
usaba una faja de seda azul para
general de división con borlas
doradas de canelón suelto; y otra
blanca para el general de brigada.
Las dragonas, por su parte eran
de galón dorado con borla de
canelones unidos y dorados.
Así entre 1906 hasta 1914, se
implementó este nuevo vestuario de clara influencia prusiana, aunque se mantuvieron
algunas influencias francesas,
como los grados de los generales, los botones con escudo
nacional y el uso del quepí
(kepí), en franca oposición con
el casco de cuero, prusiano
(pickelhaube). La lucha entre
estos dos cubrecabezas durará
algunas décadas, hasta que
finalmente terminará por imponerse el quepí, que con pequeñas adaptaciones, lograra
proyectarse al siglo XXI. DHME
Oficiales generales y jefes del Ejército con tenidas reglamentarias y no reglamentarias. (Foto MHN).
Notas:
Recopilación de Leyes, y Disposiciones Supremas referentes al Ejército, 1900, Santiago de Chile, Imprenta del Ministerio de Guerra, 1908.
Reglamento de Vestuario de 1905 y 1906, Santiago de Chile.
Uniformes
Revista
de
Historia Militar
Donaciones
Durante el año 2011 recibimos dos donaciones de álbumes de fotografías militares, uno del TCL. José María Álamos, oficial de caballería
de la década del 20 en que aparecen imágenes de las distintas destinaciones, entre ellas la Escuela Militar, Viña del Mar, Antofagasta e
Iquique.
La otra donación consiste en el álbum del viaje del Comandante en
Jefe del Ejército, general de división Óscar Escudero Otárola a Río
de Janeiro-Recife en julio de 1942. Que fue donado por la familia del
general Óscar Escudero Otárola al entonces Comandante del Campo
Militar Peldehue coronel René Fernández Espinoza,
dado que este campo tiene como patronímico al general Escudero.
Debido a ello
fue entregado
por este oficial superior al
Departamento
de Historia Militar del Ejército
para su preservación y difusión.
Colaboraciones
La Revista de Historia Militar ofrece sus páginas a la investigación y publicación de académicos, profesionales, investigadores,
docentes y en general, a todos los lectores que sientan que pueden aportar en la difusión de temas histórico-culturales en el área
de la historia militar.
Los requisitos para publicar en la RHM son:
- Artículos originales, inéditos y exclusivos sobre temas relativos a la historia militar.
- Las opiniones y conceptos vertidos por los autores de los artículos son de su exclusiva responsabilidad.
- El trabajo puede ser enviado al Jefe del Departamento de Historia Militar (Zenteno 45 entrepiso), Santiago, o por internet a la
dirección [email protected]
- Los trabajos serán sometidos a la aprobación del consejo editorial de la revista.
- Se debe señalar a pie de página las citas textuales y las referencias. Asimismo, la bibliografía consultada al final del trabajo.
El formato del trabajo puede ser enviado en digital o en papel
- Papel: En word, letra Nº 12, Times New Roman, mínimo 3 páginas y máximo 8 páginas (aparte las fotografías).
- Digital: CD o DVD: El trabajo en formato word y una carpeta con todas las fotografías o gráficos adjuntos en el trabajo. Todos ellos
deben ser publicables y no pueden contravenir los derechos de autor.
Fecha de recepción de los artículos: 31 de agosto de 2012
Temática: Historia Militar de Chile.
En caso de cualquier duda contactar: [email protected]
Información
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18
Revista
de
Historia Militar
Creación de condecoraciones del
bicentenario de la República de Chile
Condecoración Bicentenario”de la República de
Chile
D
ebido a la necesidad de
contar con una condecoración
que resaltara el bicentenario del
Ejército de Chile y que coincide
con que es la única institución
de las Fuerzas Armadas que
cumplió 200 años junto al Chile
republicano.
Así es que el objetivo de esta condecoración es rescatar las antiguas tradiciones que nacen junto
al Ejército desde 1810, cuando se
crean las primeras unidades y que
a la fecha, conservan y custodian
el pasado glorioso de la nación.
La condecoración creada tiene
las siguientes características:
Es una medalla de metal, esmaltada en rojo, de 10 cm de alto por
6 de ancho, con forma de estrella
de cinco puntas, con un diámetro
de 5 cm y de forma ligeramente
convexa, cada punta de la estrella termina en una esfera de 4 mm
de diámetro.
En el centro de la estrella, va colocado un pentágono de 30 mm. de
diámetro de color oro envejecido,
en cuyo centro se encuentra
un círculo de 15 mm que está
rodeado de una corona de laureles
donde está grabada la figura de
un hombre y la estrella resplandeciente que simboliza el “triunfo en
Maipú. Esta imagen está basada
en una medalla que fue otorgada
para el centenario de Maipú.
Artículo
En la parte inferior de la estrella
se entrelazan laureles de 5 cm de
largo por 5 mm de ancho.
La punta superior va unida a
una lazada dorada del mismo
metal, de 3 cm en su parte más
ancha y 20 cm en su parte más
angosta, la que a su vez termina
en una argolla de 20 mm de diámetro.
La cinta es de color rojo de 5 cm
de largo, por 4 cm de ancho, en
posición horizontal. En el centro
de la argolla se ubican dos cintas,
una con los colores amarillos,
blanco y azul correspondiente a
la bandera de la Patria Vieja y
otra con cinta tricolor de la bandera actual.
Al reverso lleva grabada la
siguiente inscripción: “El Ejército de Chile a la Unidades
depositarias de las Glorias de
la Independencia”” y en nombre de la unidad que recibe la
condecoración centrada en un
tamaño de 3,5 cm. Más abajo
y en relieve tiene el Escudo
Nacional de 2,5 cm de alto por
2 de ancho, debajo de este y en
el reverso de los laureles tiene la
frase “1810 Bicentenario 2010”.
Sin embargo, las medallas que
fueron acuñadas, su grabado
difiere del decreto y donde debía
decir Ejército de Chile, dice Ejército chileno.
DHME - LORENA VÁSQUEZ CASTRO
Revista
de
Historia Militar
Condecoración Ejército Bicentenario”
Esta condecoración rescata las
antiguas tradiciones que nacen
junto al Ejército desde 1810,
cuando se crean las primeras Unidades y que a la fecha mantienen
y custodian nuestro pasado
glorioso. También esta condecoración cumple con la necesidad
de entregar un reconocimiento a
autoridades que se han destacado
por su real apoyo a la institución.
De esta manera, se creó la condecoración Ejército Bicentenario
en los siguientes grados: la “Gran
Cruz Ejército Bicentenario” y
“Cruz Ejército Bicentenario”.
La “Gran Cruz Ejército Bicentenario” se compone de una placa
de broche compuesta de una
esfera con el escudo institucional
de 2,5 cm de diámetro y con la
leyenda “Ejército Bicentenario, en
cuyo contorno se encuentra una
corona de laureles de oro o similar
incrustada en un fulgor de estrella
de plata de 6,3 cm de diámetro.
La condecoración tiene una
banda de color rojo con un
rosetón de seda del mismo color y
que se tercia del hombro derecho
a cadera izquierda, y tiene un
ancho de 8 cm.
Es otorgada por el Comandante
en Jefe del Ejército a autoridades
nacionales y extranjeras (civiles
y militares), quienes se hayan
hecho merecedoras de ellas por
su abnegación, espíritu de cooperación y entrega al fomentar los
valores, virtudes e intereses que
identifican al Ejército de Chile o
por su señero apoyo y participación
en el desarrollo de actividades que
han contribuido de modo sobresaliente al cumplimiento en la misión
Institucional.
La “Cruz Ejército Bicentenario”
consiste en una cruz de malta
de oro o similar de 6,3 cm de
diámetro, de color oro opaco, con
cinco aspas de la cruz dorada
opaca y en el centro una esfera de
2,5 cm de diámetro esmaltado en
rojo y con el escudo del Ejército
y la leyenda Ejército Bicentenario. En la parte superior lleva un
gozne que toma una guirnalda de
laureles sobre la que va un valier
con cinta roja de 35 cm de largo y
dos cintas de 1 cm de ancho por
25 cm de largo cada una.
Es otorgada por el Comandante
en Jefe del Ejército, al personal
del Ejército, de otras instituciones
de la Defensa Nacional y/o autoridades o personas pertenecientes
a organismos civiles que se hayan
destacado por su abnegación,
espíritu de cuerpo y entrega a
los intereses del Ejército, habiéndose distinguido e identificado
con él, mediante acciones que
hayan contribuido a su prestigio
y reconocimiento del escalón
ministerial, como asimismo a
las autoridades militares de la
categoría de oficiales generales,
superiores y sus símiles en las
Fuerzas Armadas de Orden y
Seguridad Pública, nacionales
y/o extranjeras, quienes se hayan
hecho merecedores a ellas por su
contribución y participación en el
desarrollo de actividades institucionales, de modo sobresaliente y
espíritu de servicio. DHME
Cruz Ejército Bicentenario.
Gran Cruz Ejército Bicentenario.
Artículo
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Revista
de
Historia Militar
¿Sabía Ud. que...?
1. Durante la guerra civil de
1891, las tropas revolucionarias o congresistas usaban
como distintivo un brazalete
rojo con el número de la unidad en el antebrazo izquierdo
y un quepí blanco o con funda
blanca, para diferenciarse de
las tropas del gobierno.
2. En los registros de la Orden O’Higginiana, y de acuerdo a la
sesión del directorio del Instituto O’Higginiano de Chile, con
fecha 2 de enero de 1979, el gobierno de Chile
concedió la autorización para que fueran condecorados los estandartes
de los regimientos “Buin”,
“Tacna” y “Cazadores” con
la Orden O’Higginiana. Los
estandartes de estas tres unidades fueron condecorados en
ceremonia el día 20 de agosto
de 1979. (Natalicio de Bernardo
O’Higgins).
3. El mariscal y general del Ejército del
Paraguay José Félix Estigarribia
prestó servicios en la Escuela Militar y Regimiento de Infantería
Nº 1 “Buin” entre 1911-1913, con
el rango de teniente. Este oficial
es considerado un héroe de la
guerra del Chaco y actualmente
un busto suyo se encuentra en el
acceso al patio de honor del Regimiento de Infantería N°1 “Buin”.
4. En el centenario de la República
de Chile en 1910, el Regimiento
de Infantería N° 3 “Yungay”, tenía
un periódico quincenal titulado “El
Recluta” y en el se consignaban
las noticias de la unidad que estaba
acantonada en San Felipe.
5. El general de brigada Santiago Amengual, conocido como el manco
Amengual, tenia sus dos brazos
solo que el del lado derecho lo
tenía paralizado completamente,
producto de una bala recibida
en la parte media y superior
del pecho y que continuo hacia
el brazo derecho, en la Batalla de
Cerro Grande durante la guerra
civil de 1859.
6. El Batallón Atacama en la Guerra del Pacífico se formó a
base del Batallón Cívico de
Copiapó y usaron botón
de bronce con estrella
y la leyenda “Batallón
Cívico Copiapó”, pero sin
embargo la tropa mayoritariamente uso el botón de peltre
con estrella.
7. Cuando se recesó la Escuela de Clases en 1903 se organizó el
Regimiento de Infantería “Pudeto”, que pasó a ser el Regimiento
Escuela, y mantuvo su guarnición en la capital Santiago. Es por eso
que en la fotografía aparece con casco con punta “pickelhaube”
ya que sólo
la Escuela
Militar y
la Escuela
de Clases
lo usaron
con penachos blancos y rojos.
8. En el cementerio de Colmo
Alto (Concón) se mantiene
una lápida que recuerda la fosa
común donde se sepultaron los
cuerpos de soldados caídos en
la Batalla de Concón. La iniciativa de darles una sepultura
correspondió a la viuda de don
Benjamín Vicuña Mackenna,
doña Victoria Subercaseaux.
¿Sabía Ud. que...?
DHME - TCL. PEDRO HORMAZÁBAL ESPINOSA
Revista
de
Historia Militar
Excursión Histórica, una Herramienta
metodológica para el conocimiento de la
Historia
Pedro Edo. H ormazábal Es pino sa
D
Historiador Militar
ía a día la enseñanza de la historia militar presenta nuevos rasgos y desafíos que la condicionan a una ciencia eminentemente activa y
que evoluciona con el diálogo permanente entre el pasado y el presente.
Producto de ello, se ha realizado un programa de Magíster en Historia
Militar y Pensamiento Estratégico, que en nuestro país se ha materializado desde el año 2006, como programa de posgrado de la Academia
de Guerra del Ejército (ACAGUE). En él se ha recurrido a las denominadas excursiones históricas, que no son otra cosa que apoyarse en las
narraciones históricas, elementos bélicos de época y en el mismo lugar
de los hechos enseñar la historia de batallas y combates preferentemente. Esta constituye sin duda una herramienta eficaz para enseñar
hoy la historia militar.
Pero la tentadora propuesta consiste en unir la historia, la naturaleza y el esfuerzo físico a través de las excursiones, visitas y
Foto satelital y gráfico del avance y dispositivo de las unidades militares gobiernistas y congresistas en la Batalla de Concón, 23 de agosto de 1891. Utilizado
en la excursión histórica de 2010. Gráfico del autor. DHME.
Croquis ilustrativo y gráfico del avance y dispositivo de las unidades militares gobiernistas y congresistas en la Batalla de Concón, 23 de agosto de 1891. Utilizado en la
excursión histórica de 2010.Gráfico London News. DHME.
Investigación
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Revista
de
Historia Militar
reconocimiento a las zonas donde tuvieron lugar uno de los hechos
más dramáticos de la historia: los campos de batalla. Se visitan
lugares como monumentos, terrenos críticos, caminos, memoriales, cementerios y los que son complementados con el conocimiento del armamento y uniformes, empleados en las batallas.
¿Cómo se desarrolla una excursión histórica militar? Esta misma
tiene un programa bien definido; inicialmente se da una orientación y descripción inicial, de cómo se va a desarrollar la actividad. El desarrollo de la excursión considera lo siguiente. Se
da comienzo a la exposición geográfica, indicando en el terreno
los principales accidentes geográficos y la situación de tiempo
atmosférico que existía el día de la batalla. Se realiza así una
breve descripción histórica geográfica del lugar en que se inicia
la excursión histórica.
DVD, Excursión histórica Sitio de Chacabuco, 2011.
Posteriormente, viene la intervención de los participantes-alumnos,
para ello días antes a cada participante se le ha asignado un personaje-militar, del cual dará una breve identificación de la carrera
profesional, a medida que surgen en el relato, la situación que vive el
personaje antes de la batalla, sus planes y órdenes. Esta exposición se
hace idealmente apoyada e indicando en el terreno, aquellos aspectos,
que le parezcan más relevantes para lo cual deben haber estudiado
previamente la cartografía o croquis del lugar.
Se dan a conocer antecedentes militares de las fuerzas enfrentadas en
relación al escenario y el terreno donde se encuentran. La identificación
de los medios, su dispositivo, planes y resoluciones. A continuación un
profesor experto expone sobre el armamento y equipo de las unidades
participantes. Para esto se puede apoyar con miembros de unidades de
recreación histórica, dependiendo de la batalla que se trata. Los cuales
están uniformados y equipados con rigurosidad histórica. Se explican
las técnicas y tácticas de combate, utilizadas en la batalla en cuestión.
Al término de esta fase, los profesores participantes, en la excursión
pueden efectuar sus aportes a base de comentarios, preguntas y
reflexiones.
A medida que transcurre la excursión y se cambia de lugares de posicionamiento, los participantes van incorporándose en las intervenciones, para lo cual explican su identificación, situación que vive su
unidad, órdenes recibidas, organización de sus fuerzas y resoluciones
que adoptaron en el transcurso de la batalla.
En esta fase de la excursión es conveniente matizarla con el empleo
de un arma de época, como puede ser el tiro demostrativo de fusil de
chispa, si se trata por ejemplo de una excursión histórica al sitio de la
Batalla de Chacabuco. Como ha sido el caso de la excursión realizada
el año 2006 y el 2011.
También se utiliza un momento para el reparto de una colación a base
de café, jugo o bebida antes de reiniciar la actividad para todos los
participantes.
Soldados Francisco Pérez E. y Jorge Miethke de la Compañía de Cazadores de Recreación Histórica, Batallón de Infantería N° 3 “Arauco”.
Investigación
Posteriormente, se reanuda la actividad, con la participación de nuevos personajes, la que se circunscriben a dar a conocer su identifica-
Revista
de
Historia Militar
ción, su misión y situación que vive su unidad. Al final se debe indicar
algunos aspectos de interés de la batalla; como las bajas y prisioneros,
las recompensas militares otorgadas, como por ejemplo las medallas y
la construcción de monolitos u otros.
Cabe señalar que durante el recorrido de la excursión histórica se
determinan cierto número de puntos de estacionamiento o lugares
de posicionamiento, desde donde se materializa la partipación de los
alumnos, en relación con la secuencia y terreno del relato.
Finalmente se produce la interacción con los profesores y se da término a la excursión.
La ACAGUE con su programa de Magíster en Historia Militar y
Pensamiento Estratégico ha organizado en conjunto con el Departamento de Historia Militar del Ejército desde el año 2006 a la fecha
la excursión histórica al sitio de la Batalla de Chacabuco y desde
el 2010 la excursión histórica a la zona y lugar de la Batalla de
Concón.
En síntesis podemos asegurar que la excursión histórica es una manera
eficaz de enseñar historia militar y constituye una alternativa novedosa para difundir el conocimiento histórico militar. Es otra mirada de
la historia, que constituye y permite de un modo alternativo, conocer y
difundir el conocimiento histórico, con una interacción dinámica entre
profesores y alumnos. Para ello se ha materializado la edición de un
DVD, con un resumen de la excursión que queda como testimonio de lo
alcanzado y permite seguir complementando lo ya realizado.
Finalmente, podemos afirmar que la enseñanza de la Historia Militar
evoluciona, se adapta y es campo fértil, para nuevas ideas, didácticas
y métodos, que tienden a mejorar el aprendizaje y a encantarse especialmente con la Historia Militar de Chile. Llegando a constituir una
pasión para los que la conocen y entienden.DHME
Excursión histórica a la Batalla de
Chacabuco el año 2011. A la izquierda
el director del Programa de Magíster en
Historia Militar y Pensamiento Estratégico de la ACAGUE., GDD. Roberto
Arancibia Clavel, más atrás alumnos, al
centro el experto en armas de fuego Sr.
Gilles Galté Lockett , el profesor TCL.
Pedro Edo. Hormazábal Espinosa y los
miembros de la Compañía de Recreación
Histórica.
Profesor haciendo el análisis del armamento y equipo empleado en la Batalla
de Chacabuco.
Investigacilón
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Revista
de
Historia Militar
¿Qué sucedió en 1911?
El Mundo
25 de abril. Muere en Turín 24 de junio. Nace en
24 de julio. El arqueólogo
Argentina Ernesto Sabato, norteamericano Hiram
Emilio Salgari, escritor y
autor de “El Túnel”.
periodista italiano.
Bingham descubre la
bella ciudad inca de
Machu Picchu.
29 de septiembre.
Comienza la Guerra
ítalo-turca.
18 de octubre. Proclamación de la República
China.
Chile
16 de enero. Nace
Eduardo Frei Montalva,
político y Presidente de
Chile (1964-1970).
27 de febrero. Llegaron
los primeros hermanos
maristas a Chile.
11 de noviembre. Nació
Roberto Matta, destacado
poeta, filósofo, arquitecto
y pintor.
30 de diciembre. El Presidente
Barros Luco establece para los oficiales generales, jefes y oficiales de
guerra y mayores de la Armada,
el uso de medallas por tiempo de
servicio naval, determinando que
la de treinta años de servicios
efectivos será de acero y oro, y que
la de veinte, será de acero y plata.
Ejército de Chile
Se crea el servicio
religioso del Ejército y
de vicarios y capellanes
castrenses.
100 años atrás
Concede pensión a
ex cantinera del 4º de
línea en la campaña del
Pacífico, Belarmina Josefa
del Carmen Herrera.
Aprueba contrato de
servicios de Guillermo
Eckdahl, oficial retirado
del Ejército sueco.
Autoriza erección de
monumento en Curicó en
homenaje al Héroe de La
Concepción Luis Cruz.
Dispone traslado del
Museo Militar al Palacio
de Bellas Artes.
DHME - CLAUDIA ARANCIBIA FLOODY
Revista
de
Historia Militar
4 de noviembre. Rectificación de la frontera francoalemana en el Congo.
Inicio de obras del puerto
de San Antonio.
12 de diciembre. Fundación de Nueva Delhi.
Se crea la Oficina Central
de Estadísticas
Dispone traslado de Corazones de Héroes de la
Batalla de Concepción del Museo Militar al Templo
Metropolitano.
14 de diciembre. El equipo del noruego Roald
Amudsen, formado por él y cuatro hombres más,
con la ayuda de 24 perros alcanzan el Polo Sur,
siendo los primeros en hacerlo.
Eugene B. Ely es el primer
piloto en aterrizar su
avión sobre la cubierta de
un buque.
Se inicia la primera
convención de la FOCH.
Nombrado rector de la
Universidad de Chile,
Domingo Amunátegui
Solar.
Se creó la Dirección
General de Prisiones y se
dictó el primer reglamento
general para todas las
cárceles, presidios y
penitenciarios del país.
Da nombre de oficiales
y personal de tropa que
actuaron en el combate
de “La Concepción” a
escuelas de instrucción
primaria de la zona norte.
Dispone que las plazas de
edecanes de la Cámara de
Diputados serán servidas
por militares retirados
que hayan tenido empleos
no inferiores al de teniente
coronel.
Acepta donación de
terreno de don Maurico
Braun en Punta Arenas
para construir un cuartel
para el Ejército.
100 años atrás
25
26
Revista
de
Historia Militar
Héroes en el Recuerdo
General
Francisco Antonio
Pinto Díaz
Coronel
Pablo Silva Morales
General
José Manuel Borgoño
Núñez y Silva
General
José María Benavente
Bustamante
Nació hacia 1775-85 en Santiago.
Ingresó al Ejército en 1807 como
teniente de milicias. En 1817 hizo
la campaña del Alto Perú, como
Comandante del Batallón N° 10.
Realizó la campaña al sur del
Perú entre los años 1822 a 1823,
como Jefe de Estado Mayor del
Ejército Libertador, que término
con los desastres de Moquegua y
Torata. De regreso a Chile, con el
grado de brigadier, fue nombrado
Ministro de Gobierno y Relaciones
Exteriores. Fue nombrado intendente de Coquimbo. En 1827 fue
Vicepresidente de Chile y después
asumió la Presidencia y promulgó
la Constitución de 1828. En 1829
ascendió a general de división. Se
desempeñó como Comandante
General de Armas de Santiago e
Inspector General del Ejército en
1841. Falleció el 18 de julio de 1858
en Santiago.
Nació en 1801 en Petorca, ingresó
al Ejército el 1 de octubre de 1816 en
Mendoza, como soldado ciudadano
en el Batallón N° 1 del Estado de
Chile, con el grado de teniente 2°.
Es agregado al batallón N° 2 de
Chile, participa en las batallas de
Chacabuco y Maipú. Forma parte
de la Expedición Libertadora al
Perú y se encuentra en la Batalla
de Pasco. Fue ascendido a teniente
coronel de los ejércitos del Perú.
Como comandante del Batallón
Voluntarios de Aconcagua, hizo la
Expedición Restauradora al Perú.
Participa en Portada de Guías y en
la Batalla de Yungay. Ascendió a
coronel efectivo en 1839. Se desempeñó como Comandante General de
Armas de Aconcagua. Se acogió a
retiro en 1851. Falleció el 8 de agosto
de 1852 en Santiago.
Nació en 1788 en Petorca, ingresó
al Ejército en 1804 como cadete
de artillería en el batallón fijo de
Infantería de Concepción. Alcanzó
el grado de capitán de artillería en
1814. Ascendió a teniente coronel en 1817 y se distinguió en la
Batalla de Maipú en el manejo de
artillería. Fue nombrado brigadier
en 1825 y jefe del Estado Mayor
del Ejército del Sur. Fue Ministro
de Guerra y Marina en 1827. Después como general de brigada fue
general en jefe del Ejército del Sur.
Fue dado de baja en 1830 y rehabilitado en 1838. Se desempeñó como
Ministro Plenipotenciario ante
España. Fue Inspector General
del Ejército en 1845 y nuevamente
Ministro de Guerra y Marina en
1846. Falleció en Santiago el 29 de
marzo de 1848.
Nació en 1785 en Concepción.
Ingresó al Ejército como cadete del
Cuerpo de Dragones de la Frontera.
Después de un breve retiro volvió
en 1810 como capitán de Dragones.
Formo parte de la expedición a Buenos Aires en 1811. Posteriormente
participa en Yerbas Buenas, Quilo,
Paso del Maule, Tres Montes, Quechereguas y Rancagua. Secundó a
Carrera en la Argentina. De regreso
a Chile fue comisionado en una
Expedición al Perú. Más adelante
fue gobernador del Maule, gobernador militar de Valparaíso e intendente de la provincia de Coquimbo.
En 1825 fue nombrado comandante
del Cazadores a Caballo. Ascendió
a general de brigada en 1827. Fue
Ministro de Guerra y Marina en
1830. Fallece en La Serena en 1833.
Coronel
Guillermo Vic.- Tupper Broda (Brock)
Nació en 1800 en la isla de Guernsey, ingresó al Ejército como capitán en 1822, como capitán de caballería y
ayudante forma parte de la división pacificadora a Valdivia en 1822 y en la campaña contra los indios del norte.
Participó en la expedición auxiliadora al Perú de 1823. En 1824 participa en la campaña a Chiloé. Se encuentra
en la Toma del Castillo de Chacao, en la Acción de Mocopulli y en la Batalla de Bellavista y Pudeto, en virtud a
su comportamiento en la batalla fue ascendido a teniente coronel. Le correspondió perseguir a las montoneras de
los Pincheira. Más tarde en 1828 fue comandante del Batallón de Infantería de Línea “Pudeto” N° 8. Y ascendió
a coronel en 1829. Participa en el Combate de Ochagavía y finalmente muere en la Batalla de Lircay el 17 de
abril de 1830.
Soldados
DHME - TCL. PEDRO HORMAZÁBAL ESPINOSA
Revista
de
Historia Militar
Distintivos del Arma de
Telecomunicaciones
E
l Arma de Telecomunicaciones nace a la vida institucional el año 1953, lo anterior a
pesar del bagaje histórico que
rodea a dicha arma, y que lo
liga a un largo devenir que se
remonta desde inicios del siglo
XX e incluso al siglo XIX, con
las primeras unidades de telégrafos, cuyas actividades estaba
inserta en los servicios anexos
del Ejército en campaña.
Pero es producto de esta creación
en la década de los cincuenta
en que por Boletín Oficial del
Ejército,1 se modificó el Reglamento de Vestuario y Equipo,
clasificando a las armas como:
Infantería, Artillería, Caballería,
Zapadores y Telecomunicaciones, especificándose “que de
acuerdo a la tradición de nuestro Ejército, se consideraba en
sus reglamentos de Vestuario y
Equipo colores distintivos para
las armas, como ocurre en la
Infantería, Artillería y Caballería”,2 para lo cual se decretó lo
propuesto por el Comandante
en Jefe del Ejército: “Blanco
marfil para el arma de telecomunicaciones, conservándose el
azul prusia de la Antigua Arma
de Ingenieros, para el Arma de
Zapadores. Estos mismo colores
se usarán en el fondo de las presillas”.3
Sin dudas, este documento
firmado por el Presidente de
la República Carlos Ibáñez
y refrendado por su ministro
Abdón Parra, dan cuenta de
un símbolo del arma, que hasta
1982 fue utilizado en los parches
y guerreras, pero la evolución del
DHME - CAP. RODRIGO ARREDONDO VICUÑA
distintivo del arma es la que el
presente estudio busca dilucidar
a través de la evolución de los
reglamentos y documentos oficiales.
Ya el año 1917 surge en la documentación institucional la imagen del distintivo, que hasta el
día de hoy, constituye el símbolo
del Arma de Telecomunicaciones.
Es así como mediante la modificación del Reglamento de Uniformes para Oficiales y Vestuario
y Equipo para la Tropa se adoptó
“como distintivo en el cuello del
uniforme de los oficiales i tropa…
del Batallón de Telégrafos,… un
haz de rayos,…”,4 el que fue
confeccionado en metal amarillo.
En dicho distintivo se pueden
apreciar cinco rayos por lado
unidos por una figura ovoide en
su centro. Lamentablemente respecto del origen de su diseño no
se mencionan antecedentes que
puedan definir claramente su
influencia u origen, pero corresponde al diseño internacional ya
utilizado en ejércitos de países
como Inglaterra, Alemania y
Francia.
El año 1931, mediante una orden
ministerial publicada por Boletín
Oficial del Ejército modificaba
el Reglamento de Vestuario
y Equipo para la Tropa, mencionando que “en la blusa de
loneta la insignia de la unidad
o repartición se llevará sobre
las palas estampadas con tinta
indeleble (imborrable al lavado)
de color negro”,5 consignándose en este reglamento para la
Escuela de Telecomunicaciones
un haz de rayos, que conforme al
Símbolos militares
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28
Revista
de
Historia Militar
dibujo presentado tiene 6 rayos
distribuidos en 3 por lado. Se
debe considerar que esta orden
recomendaba “que cada unidad tenga permanentemente
en estado de uso los moldes de
metal correspondientes a las
insignias”,6 prohibiéndose el uso
de “parches distintivos de armas
o servicios en el cuello de la blusa
de loneta”.7
El año 19388 se modifican artículos del Reglamento de Vestuario
y Equipo para la Tropa, mencionando en los considerandos “la
necesidad que existe una mejor
presentación en el personal de
tropa… y que es necesario que
los distintivos de cuerpos y de
reparticiones militares sean
iguales para todo el personal perteneciente a una unidad y repartición”,9 para lo cual se ordenó
que “los distintivos de cuerpos
y reparticiones militares consistirán en insignias de metal que
se llevarán en los parches de las
blusas de paño y loneta y en las
palas del capote”,10 especificándose además, el color de los distintivos en plateado para el arma
de caballería y dorado para el
resto de las armas, definiéndose
para las unidades de ingenieros
de la cual dependían las denominadas ‘comunicaciones’: “un haz
de rayos con el número del respectivo batallón en el vértice superior
de la unión de los rayos”,11 lo cual
también era para la Compañía de
Comunicaciones.
El año 1939 se aprueba el Reglamento de Vestuario y Equipo
para Oficiales y el de la tropa,12
en la cual se publica el distintivo,
aunque se evidencia el aumento
a cinco haz de rayos por lado. En
tanto que en la Escuela de Ingenieros Militares, se aprecian dos
haces en la parte superior del
distintivo.
En tanto para la tropa se especifica el distintivo para la especia-
Símbolos militares
lidad de radiotelegrafista, cuyo
uso se especifica en la mitad
exterior del brazo izquierdo de
las blusas, capotes y overall de
paño, cabe nuevamente la mención de la cantidad de haz de
rayos, que son 3, aunque con una
“R” en un círculo en su centro.
En 1941 se definió un distintivo
que fue utilizado por el personal
de clases egresados de las escuelas de las armas en un distintivo
especial de forma ovalada que fue
usado como menciona la Orden
Comando, por el “personal de
tropa que haya cursado con buen
éxito los estudios correspondientes…”,13 utilizándose el distintivo ya señalado para la Escuela
de Ingenieros Militares.
El año 1945, mediante Orden
Comando se ordenó el funcionamiento de un Curso de Mecánico
de Comunicaciones para soldados y clases de Ejército, a cuyo
término, conforme a lo expresado
en esta orden se usó un distintivo
que acreditaba la finalización
del mismo, el cual era igual al de
radiotelegrafista, pero el centro
en fondo rojo iba la letra “M”.14
En 1948 se modificó el Reglamento Serie C, Nº 4 “De Vestuario y Equipo para la Tropa”, en
el sentido de reemplazar los distintivos de Reparticiones y Unidades de Ingenieros, creándose
un distintivo para la “Escuela de
Ingenieros Militares, de Telecomunicaciones y Unidades independientes de esta especialidad,
de las unidades de Ingenieros
y Grupos de Ingenieros Montados…”.15
En 1954, en tanto, surgirá otro
distintivo que lleva un elemento
de la nueva novel arma de telecomunicaciones, que será la
Escuela de Especialidades, la
cual estaba destinada a reconocer una diversidad de cursos,
entre ellos mecánicos de radio, y
Revista
de
Historia Militar
en cuyo diseño, según lo expresado en el decreto la placa era de
forma elíptica esmaltada en azul
prusia de 5 centímetros en donde
en el centro y en dorado llevaba:
“un fusil y un rayo cruzado, de
manera que la culata del fusil
quede al extremo derecho. En el
centro… un radiador de vehículo
motorizado y sobre él, en la parte
superior una cabeza de la diosa
Minerva. Detrás del conjunto
y en el centro una de la placa…
una parte de una rueda dentada.
Rodeando al radiador y a la
cabeza de Minerva… un par de
alas esmaltadas en blanco”.16
El año 1982, y producto de la
diversidad de colores en que
había decantado la búsqueda
de identidad de los servicios,
más allá de lo determinado para
las armas, el alto mando institucional decidió unificar tanto
el color de los parches como el
distintivo, por el parche rojo y
el escudo nacional, y el arma
representada en la tenida en un
distintivo metálico con la insignia del arma, primero en versión
dorada y luego esmaltado en
rojo, medida que permanecerá
vigente hasta el año 2001, en
donde volverá el uso de distintivos representativos de las unidades, manteniendo el distintivo
del arma como insignia, lo que
se encuentra vigente hasta el día
de hoy. DHME
Notas:
1
Decreto EMGE O/II Nº 3412, Santiago 5.X.1953, En: Boletín Oficial del Ejército, 1953, pág. 1887
2Idem
3Idem
4 Boletín Oficial del Ministerio de Guerra, Nº 444, 27.VI.1917.
5 Orden Ministerial EM del E O/II Nº 1340, Santiago 17.XI.1931, En: Boletín
Oficial del Ejército, 1931, pp. 1480 - 1481
6Idem
7Idem
8 Orden Comando EME Nº 281, Santiago 5.XII.1938, En: Boletín Oficial del
Ejército, 1938, pág. 1453
9Idem
10Idem
11Idem
12 Reglamento Serie D, Nº 6, Vestuario y Equipo para Oficiales, Ministerio
de Defensa Nacional, Cuartel General del Ejército, Comando en Jefe, IGM,
1939. Reglamento Público Serie C, Nº 1, I Parte, Cuaderno VII, Vestuario y
Equipo para la Tropa, Ministerio de Defensa Nacional, Cuartel General del
Ejército, Comando en Jefe, IGM, 1939.
13 Orden Comando EMGE Nº 195, de 14.VIII.1941, En: Boletín Oficial del
Ejército, 1941, pág. 1.285, publicado posteriormente en Boletín Oficial del
Ejército, Nº 40 de fecha 2.X.1941, pág. 1432.
14 Orden Comando EMGE O/III, Nº 199, de 26.IX.1945, En: Boletín Oficial del
Ejército, Nº 40, de 13.X.1945, pág. 1530.
15 Véase, Boletín Oficial del Ejército, Nº 50, de 10.XII.1948, pp. 1459 – 1460.
16 Anexo al Boletín Oficial del Ejército, Nº 21, Santiago, 24.V.1954, pág. 858.
Símbolos militares
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Revista
de
Historia Militar
Monedas y medallas
conmemorativas militares chilenas
Una de las primeras medallas conmemorativas son las que se
acuñaron en Lima, con motivo de la bendición de la bandera del
batallón Chacabuco 6° de Línea, efectuada el 9 de septiembre de
1883, un poco más de un año después del Combate de La Concepción. En el anverso está la bandera del batallón organizado el
22 de abril de 1881. En el reverso figuran los nombres de connotados personajes de la época como padrinos que fueron Benjamín
Vicuña Mackenna, Domingo de Toro Herrera, Ramón Allende
Padín y las madrinas señoras Victoria Subercaseaux, Emilia
Herrera y Eugenia C.
Este modelo es de cobre y el grabador firma con las iniciales F.D.
La acuñación corresponde a una Casa de Lima. Su diámetro 4,6
centímetros y pertenece a la colección particular del mayor Pedro
José Hormazábal Villalobos.
Don Francisco Echaurren Huidobro, personaje destacado de la
segunda mitad del siglo XIX, mando a elaborar una medalla conmemorativa a la Guerra del Pacífico en 1885, la que fue otorgada
a los Jefes del Ejército y Armada. En el anverso representa la alegoría de Chile en la guerra contra Perú y Bolivia, donde figuran
algunas de las batallas de las campañas de 1879-1884. Al reverso
se representa la alegoría de Chile en paz con Perú y Bolivia. El
diseño corresponde al escultor Louis Bottée y fue elaborado por
Monnehay & Godard Graveurs de París. Este modelo es de cobre.
Su diámetro 10 centímetros y perteneció al coronel Jorge Wood
Arellano. Actualmente pertenece a la colección particular de la
Familia Hormazábal Espinosa.
Con motivo de la tensión y problemas fronterizos con Argentina, se efectuó una movilización en 1898. Para lo cual se
convocó a la Guardia Nacional de las distintas ciudades y
especialmente de Santiago. En esa oportunidad se acuñó una
medalla que su anverso tiene el escudo nacional y el lema
“Vencer o Morir”. En el reverso “el pueblo de Santiago a la
Guardia Nacional. 1898”. Este modelo es de cobre y no tiene
señas del grabador y de la acuñación. Su diámetro es de 3,4
centímetros y pertenece a la colección particular de la familia
Espinosa Simpson.
El 18 de septiembre de 1928, se inauguró el monumento al general Manuel Baquedano González, en Santiago, para conmemorar
dicho momento se acuñó una medalla en cuyo anverso tiene grabado un cañón de una fortaleza peruana de la línea de Miraflores.
Y en su parte superior la patria chilena con laurel y bandera. En
el reverso está grabado la entrada a Lima del general Baquedano
y su Estado Mayor, y figuran las batallas de Tacna, Arica, Chorrillos, Miraflores y entrada a Lima. Este modelo es de bronce y
no tiene señas del grabador y de la acuñación. Su diámetro es de 5
centímetros y actualmente se encuentra en la colección particular
de la familia Hormazábal Espinosa.
Colecciones
DHME - TCL. PEDRO HORMAZÁBAL ESPINOSA
Revista
de
Historia Militar
Las monedas y medallas son acuñadas en el ámbito militar, para conmemorar o como testimonio de recuerdo de
pertenencia y/o servicios distinguidos, prestados en una organización. Las medallas son discos metálicos redondos de
similar apariencia a las monedas, aunque generalmente de mayor diámetro y con un grabado en una o ambas caras
sobre relieve. La materia utilizada en su elaboración puede ser plata, níquel, bronce, estaño y cobre preferentemente.
Con motivo del centenario de la batalla de Yungay, el 20 de enero
de 1939 se acuñó una medalla conmemorativa, en cuyo adverso
tiene la imagen de la estatua del roto chileno escultura de Virginio Arias, que se encuentra en la plaza Yungay en Santiago. Y en
su reverso el ataque de la infantería chilena en el cerro Pan de
Azúcar. Esta medalla es de bronce y fue acuñada en la Casa de
Moneda de Santiago de Chile. Su diámetro es de 4,9 centímetros.
Esta se encuentra en la colección privada del mayor Pedro José
Hormazábal Villalobos.
Con motivo del centenario de la Guerra del Pacífico, se acuñaron
cuatro monedas, siendo una de ellas la correspondiente a la campaña de Tarapacá. Esta en su anverso tiene la imagen del teniente
coronel Eleuterio Ramírez, Comandante del 2° de línea, héroe de
la Batalla de Tarapacá. En el reverso tiene grabado la Batalla de
San Francisco o Dolores, vista desde el cerro San Miguel hacia el
cerro San Francisco. Se aprecia el ataque peruano y boliviano y
las tropas chilenas que se defienden en los cerros. Esta medalla
es de bronce y fue acuñada en la Casa de Moneda de Santiago de
Chile. Su diámetro es de 3,7 centímetros. Esta medalla se encuentra en una colección privada del Sr. Francisco Díaz Hormazábal.
En 1982 con motivo del centenario del combate de La Concepción se acuñó una medalla alusiva, la cual en su anverso tiene
la imagen del capitán Ignacio Carrera Pinto, con uniforme del
regimiento Esmeralda. Y en el reverso la escultura a los héroes de
La Concepción de Rebeca Matte, que se encuentra en la Alameda
de Santiago. Esta medalla es de bronce y fue acuñada en la Casa
de Moneda de Santiago de Chile, siendo su grabador Francisco
Orellana P. (Con las iniciales F.ORE P.). Su diámetro es de 4,8
centímetros. Esta medalla se encuentra en la colección privada del
Sr. Javier Camus Hormazábal.
Las unidades militares a través del tiempo han acuñado medallas conmemorativas en este caso el Regimiento Blindados N° 2
“Libertadores”, acuñó una moneda a inicios de la década de 1980,
donde en el anverso se aprecia un tanque M-41 y en el fondo el
palacio de gobierno. El reverso es liso y tiene el sello de la Casa
de Moneda. Esta medalla es de metal de níquel y tiene un baño de
plata. Fue acuñada en la Casa de Moneda de Santiago de Chile,
no figurando su grabador, pero el tanque M-41 es de diseño de
Francisco Orellana P. Su diámetro es de 2,8 centímetros. Esta
medalla se encuentra en una colección particular. DHME
Colecciones
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32
Revista
de
Historia Militar
Plan de gestión en los museos del
Ejército
LORENA VÁS QUEZ CASTRO
Museóloga
U
no de los imperativos, en esta nueva etapa en los museos institucionales, dice relación con una profesionalización de sus guiones
curatoriales, personal y planificación de su actuar.
Este paso se debe no solo a la necesidad de regulación y orden de la
disciplina museística, sino también, a que cada día los museos del
Ejército son más visitados por diversos tipos de públicos. Un ejemplo de ello lo constituye el Museo Histórico y de Armas del Morro de
Arica, el cual recibe más de 60.000 visitas al año.
Por ello, mejorar la calidad de las muestras, en cuanto a guiones
–curatoriales, museológicos y museográficos– se ha transformado
en un gran desafío de aquí al año 2014, en el que se deberán tener
definidos y planificados los principales museos del país.
En este sentido, para poder planificar una institución museística, ya
sea un museo, sala de exhibición o galería de comandantes, se deberá
realizar un plan de gestión, que permitirá convertir a estas entidades
en un referente cultural del país.
Se suma a lo anterior, que el Departamento de Historia Militar del
Ejército, ha diagnosticado la necesidad de unificar criterios y lenguajes en la plataforma museológica del Ejército, que permita el desarrollo
de proyectos, programas, procedimientos y fases de trabajo, y de esta
forma lograr el desarrollo de un método común y criterios generales
de trabajo en el personal y profesionales que trabajan en este ámbito.1
El elemento fundamental de esto es el concepto de plan, el cual se
define como una herramienta de planificación museística, que tiene
como fin ordenar objetivos y actividades de los museos, es definir claramente las áreas funcionales de trabajo. En este sentido, el plan es un
instrumento básico para la gestión del museo, es un compromiso con
la institución y el público, porque se deben mantener actualizados,
plantearse objetivos a mediano y largo plazo.
medida de lo posible, hacerse activo y no limitarse a reaccionar por
fuerzas externas.3
La declaración de la misión debe contener:
Por qué existimos (finalidad)
En qué creemos (valores)
Qué deseamos conseguir (objetivos)
Qué hacemos (función)
Para quién lo hacemos (audiencia/interesados)
El punto de partida de un plan de gestión es la definición de la
misión, visión y objetivos del museo que define principalmente
qué es el museo, por qué existe y qué es lo que quieren conseguir.
Una vez definidos estos aspectos se inicia el trabajo de redacción
del plan, que tiene como primer objetivo organizar la institución
en una sola dirección, coordinando todos los aspectos relativos a
los activos y actividades del museo, de acuerdo a la misión, visión
y objetivos iniciales, en este sentido, y desde el punto de vista
de la orgánica de un museo, este se debe organizar de acuerdo al
siguiente diagrama.4
Cabe señalar que el diseño del plan es una carta de navegación,
siendo su director o encargado el que tendrá la responsabilidad
de llevarlo a cabo, revisarlo en caso de ser necesario,y modificarlo en el tiempo, de acuerdo a la realidad cultural en la que
está inmerso.
El propósito del plan de gestión para los museos2 del Ejército es que cada
uno de los organismos que componen la plataforma museográfica, puedan realizar sus tareas tomando buenas decisiones sobre su realidad, es
de decir, cumplir la misión del museo respondiendo a esta perspectiva.
Si bien es cierto, en mucha ocasiones no se pueden prever todas y cada
uno de los factores que impliquen una modificación del plan, ocurrirán imprevistos, pero que si están dentro de la misión y los objetivos,
no quiere decir que el plan esté mal diseñado, sino que se debe aprovechar al máximo esta oportunidad y hacer un proyecto, para poder
cumplir con el objetivo.
Se debe entender que el plan debe ser realizado a conciencia, no
meramente por el hecho de cumplir con un requisito, es vital, por
ejemplo, para conseguir recursos económicos, comunicar a todo el
personal del museo lo que se está haciendo en la organización y como
ellos pueden contribuir desde su perspectiva. Sobre todo, asegura
que un museo sea proactivo en lugar de reactivo, que intente, en la
Aunque todo museo necesita un plan de gestión, para los más grandes
(MHAM,5 MMT,6 MHM7 y MSJCH8) debe haber planes que proporcionen un mayor detalle para las áreas específicas de la actividad del
museo. Un plan de gestión no debe exceder las 20 páginas y no puede
presentar en detalle todas las áreas de un museo, debido a ello se han
establecido planes adicionales, de acuerdo a lo siguiente:
Artículo
Revista
de
Historia Militar
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
Plan de gestión de colecciones, incluidas las adquisiciones
Plan de investigación y búsqueda
Plan de educación y difusión
Plan de marketing
Plan de obtención de fondos
Plan de gestión de recursos humanos
Plan de museografía permanente y transitoria (itinerante)
Plan de conservación
cidad de los expertos, así como las oportunidades que van surgiendo
en el camino.
Todos estos planes se deben revisar anualmente de acuerdo al plan
de gestión, y para cada una de las áreas mencionadas se diseñan y
formulan proyectos individuales, que le darán dinamismo al museo y
permitirán mantenerlo en constante actividad, aprovechando la capa-
De esta forma, a través del Departamento de Historia Militar del Ejército, la institución se encuentra instando al desarrollo, por parte de
los museos institucionales y salas de exhibición, de planes de gestión,
que permitan el adecuado desarrollo y puesta en valor de sus colecciones y así, en definitiva, permitir más allá de la homologación de
procedimientos, que la institución cuente con una plataforma museológica moderna, que junto con ser depositaria de hechos, personajes,
piezas, armamento, vestuario, entre otros, sea cercana y educativa al
cada vez mayor público interesado en conocer la valiosa y abundante
historia militar de Chile. DHME
Administración
Funciones del museo
Activos
Colección
Documentación
Conservación
Actividades
Investigación
Exposición
Interpretación
Diagrama
Notas:
1
2
3
4
5
6
7
8
Martínez García, Julián. “Nuevas perspectivas de los museos ante el desafío del futuro”. Revista Museos.es. Nº 0, Madrid España, 2002, págs.: 24-31
De aquí en adelante hablaremos de “Museos”, en términos genéricos y abarca a los museos institucionales y salas de exhibición.
Moore, Kevin. “La planificación estratégica en los museos”, en Ibíd., págs.: 32-47
Tomado de Manual de Gestión de Museos. Barry Lord y Gail Dexter Lord. Editorial Ariel S.A. Barcelona 1998, pág. 18
Museo Histórico de Armas del Morro de Arica
Museo Militar de Tarapacá
Museo Histórico Militar
Museo San José del Carmen de El Huique
Artículo
33
34
Revista
de
Historia Militar
Monumento público:
“General Manuel Bulnes Prieto”
E
l general Manuel Bulnes Prieto (1799-1866), tuvo una destaca participación en el periodo de la Independencia y consolidación de la República de Chile, lo cual hoy día permite afirmar que
fue uno de los personajes más importantes del siglo XIX.1
El diseño y construcción de una escultura para este importante héroe
de la Batalla de Yungay, tuvo que esperar más de medio siglo para
ser realizado, debido a la falta de presupuesto en reiteradas ocasiones. Fue solo viable en el año 1929, cuando efectivamente se le asigna
presupuesto para la obra.
En el contexto del Centenario de la Independencia y la inauguración
del Museo de Bellas Artes en Santiago, se organizó una exposición
internacional, en la que varios artistas expusieron sus obras, entre
ellas se presentó el escultor español Mariano Benlliure y Gil, el cual ya
tenía experiencia en una obra similar, ubicada en la ciudad de Punta
Arenas en 1908.
Benlliure realizó los bocetos y dibujos a mano y Aliro Pereira hizo el
modelo en yeso de la estatua a escala real para su fundición en bronce,
en los talleres de la Fundición Santa María de Valparaíso.
tribuna estuvo el Presidente Arturo Alessandri Palma, el Arzobispo
de Santiago monseñor Horacio Campillo y el alcalde de Santiago
Augusto Vicuña, el Comandante en Jefe del Ejército general Oscar
Novoa y un representante de la familia Bulnes, quien en unas emotivas palabras declaró:
“Si me permito levantar mi voz, es solo para cumplir el de nuestro
padre, de venerada memoria, a quien los designios de la Providencia
lo privaron de la satisfacción de presenciar este acto, por él tantos
años esperados”.3 DHME
Notas:
1
Tomado de www.memoriachilena.cl. Presentación Manuel Bulnes Prieto, el
15 de noviembre de 2011.
2 Voionmaa Tanner, Lisa Flora. Guía para el Visitante. Santiago 1792-2004.
Escultura Pública. Del Monumento Conmemorativo a la Escultura Urbana.
Ocho Libros Editores, Santiago, 2004, Pág. 54.
3 Tomado de http://urbatorium.blogspot.com/2011/01/la-estatua-de-donmanuel-bulnes-el.html. Estatua del general Manuel Bulnes: Victorioso sobre
un exhausto caballo, el 15 de noviembre de 2011.
El monumento ecuestre de Manuel Bulnes es muy diferente a los
realizados sobre O’Higgins y San Martín, por ejemplo. Aunque se
trate de un homenaje por el triunfo obtenido en la guerra contra la
Confederación Perú-Boliviana en 1839, el artista optó por representar al general que vuelve cansado de la guerra, hecho que resultó ser
desconcertante para algunos. Esto está representado especialmente
en el caballo, con la cabeza gacha y en las riendas que caen sueltas de
las manos del jinete, es la “actitud menos esperada después de una
batalla, pero la más real después de una victoria”.2
“Es la victoria que no se canta, sino la que se quiere proyectar en el
tiempo, que no pretende exaltar el momento de la victoria, sino más
bien su proyección futura”.
El acto que se plasmó en la escultura no exalta el acto heroico, sino
demuestra una actitud serena y madura frente a la victoria, puede
ser interpretada de distintas maneras: la Batalla de Yungay significó
la consolidación del sentimiento patrio chileno y de la conciencia
nacional.
La estatua fue inaugurada en una solemne ceremonia el 11 de septiembre de 1937, según las actas del Consejo de Monumentos
Nacionales. El acto fue muy concurrido, asistieron representantes
del cuerpo diplomático, colonias extranjeras y los veteranos del 79.
La guardia de honor fueron los cadetes de la Escuela Militar y en la
Monumento general Manuel Bulnes Prieto
Fotografía actual del monumento al general Bulnes. Ubicado en el bandejón central de
la Alameda con Zenteno.
DHME - LORENA VÁSQUEZ CASTRO
Revista
de
Historia Militar
Sección Documentos
Los menús militares
E
l Menú (del francés
menu) es una especie de documento que se utiliza en los restaurantes en el que se muestra a
los clientes una secuencia o lista
de posibles opciones disponibles
para un cliente. El menú puede
estructurarse con entrada, plato
de fondo, postres y vinos.
En el caso de los menús militares estos se popularizan a fines
de siglo XIX e inicios del XX,
DHME - CLAUDIA ARANCIBIA FLOODY
donde se consigna lo que se va
a comer y la portada del díptico
generalmente está diseñada con
dibujos militares atingentes
al tipo de unidad que hace de
anfitriona en el almuerzo o cena.
Así se conocen la utilización de
monogramas, insignias y grabados de las distintas armas
que invitan a la actividad.
Estos con el paso del tiempo quedan como recuerdos o suvenires y
actualmente son coleccionables.
En este caso reproducimos el
menú que conservó el teniente
Carlos Gatica Cousiño del
almuerzo o cena que tuvo lugar
en el Casino de Sub-oficiales
para el Aniversario Nº 98 del
Regimiento de Artillería Tacna
Nº 1 el día 26 de mayo de 1919.
los cigarrillos con doble detonación y el vino tinto y blanco
corriente del Mapocho. Además
se percibe la intención de utilizar la palabra “tacneña” en la
clasificación del un determinado
plato. DHME
En el detalle del menú se aprecia
algunas tradiciones artilleras en
lo relativo a la denominación de
Sección correspondencia
35
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Revista
de
Historia Militar
Vista panorámica de la ciudad de Santiago tomada desde el castillo Hidalgo
del cerro Santa Lucía
D
entro de las destacadas obras pictóricas militares, encontramos el trabajo que nos legó un militar al servicio de Chile entre 1820
y 1856, que fue uno de los precursores de la pintura chilena, en su
calidad de eximio pintor en la técnica de la acuarela, nos referimos
al Teniente Coronel Charles Ch. Wood Taylor (1793-1856). Sus obras
trabajadas bajo la técnica de la acuarela, reflejan momentos históricos
especiales, como las pinturas dedicadas al Ejército Libertador del Perú
en 1820 y los registros de la campaña militar del Ejército Restaurador
de 1839. Además de otros momentos culmines y de la vida cotidiana
de un militar en los inicios de la formación de la República.
En esta oportunidad, comentaremos el caso del cuadro “Vista
panorámica de la ciudad de Santiago tomada desde el Castillo
Hidalgo del cerro Santa Lucía”, que corresponde al fuerte norte
del cerro Santa Lucía, bautizado por orden del Director Supremo
general Bernardo O’Higgins Riquelme, para eternizar la memoria
del capitán de Granaderos a Caballo, don Manuel Hidalgo, muerto
en la batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817. La orden de la
nueva denominación se cursó con fecha 22 de julio de 1817.
El cuadro muestra el castillo de Hidalgo, donde se aprecia en la
explanada que mira al poniente, en el extremo izquierdo se ubica
el horno de bala roja que permitía calentar la bala esférica de los
cañones, para proceder a bombardear las casas de la ciudad que
eventualmente fueran ocupadas por potenciales atacantes. A continuación se ubican dos piezas de artillería de bronce de a seis de
calibre, con cureña de campaña. En la pieza de mas al norte sentado
sobre un cajón de transporte de balas esféricas, esta un oficial de
artillería con gorra piramidal y banda roja. Además lleva sobrepuesto un capote azul con esclavina y pantalón blanco. Este militar
esta interactuando con una mascota canina, de la raza Otterhound
que es un perro inglés especializado en la caza de nutrias, un tra-
Cuadro
bajo sumamente difícil y peligroso. La sombra de ambos y la de
los cañones nos indican que son alrededor de las diez y media de
la mañana. Cabe señalar que una característica de la pintura de
Wood, es que su figura aparecía en sus cuadros, es así que por el
uniforme, la fecha y los rasgos de la fisonomía, el militar sentado
correspondería al propio pintor Wood.
Analizando el cuadro en la panorámica vista de la ciudad de Santiago
se aprecia al centro, el monasterio de las Monjas Claras y a su derecha
la iglesia y convento de la Merced. Más a la derecha el convento e
Iglesia de San Agustín, a continuación se destaca en la calle Santo
Domingo, la iglesia y convento de Santo Domingo y el Convento de
la Monjas Capuchinas y más al fondo se encuentra la iglesia de San
Pablo. Se percibe en el fondo y a la derecha sobre el río Mapocho, el
puente de Calicanto, que conecta la calle Ahumada con la Alameda
de la Cañadilla.
Por otra parte, al centro y al fondo, se ve la explanada de la plaza
principal o de armas, con los edificios al norte, correspondiente al
Juzgado del Crimen y cárcel, Correo y Cuerpo de Ingenieros civiles y
policía urbana y el convento de la monjas rosas, también se aprecia la
Catedral detrás la iglesia de La Compañía.
Más al fondo en el lado derecho la iglesia de Santa Ana. Coronan el
fondo los cerros del poniente de la cuenca de Santiago, destacándose el
cerro Renca con 905 msnm y una prominencia de 300 metros.
Esta acuarela fue pintada en 1831, por Charles Ch Wood T, mide 79
x 56 cm y perteneció a su hijo el diplomático, profesor y bibliófilo
don Enrique Wood Arellano y fue donado por este, al museo del cerro
Santa Lucía, actualmente se encuentra en el Museo Benjamín Vicuña
Mackenna en Santiago. DHME
DHME - TCL. PEDRO HORMAZÁBAL ESPINOSA
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de
Historia Militar
Cuadro
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Revista
de
Historia Militar
Villagrán, Riquelme y De la Torre.
Veteranos del 79 caídos en la Guerra
Civil de 1891. Su ubicación hoy en día
feli pe cas anova ro ja s
Investigador
1.Introducción
La guerra civil que en 1891 enfrentó a dos ideologías representadas en el campo de batalla por hombres, muchos de los cuales ya
habían vivido un conflicto bélico apenas 8 años antes, que cambió
las riendas del país y la vida de muchos de aquellos ex combatientes.
Luego de la sublevación de la Escuadra en favor de la causa Congresista el 7 de enero de aquel año, el teatro de operaciones se trasladó
a la zona norte del país. La recién integrada provincia de Tarapacá,
mudo testigo de los enfrentamientos de Pisagua, Germania, Dolores
y Tarapacá, sería nuevamente protagonista de otros hechos de armas,
pero esta vez los enfrentados serían hermanos.
El 19 de enero la guarnición de Pisagua se sublevaba en apoyo al
bando Congresista y el 21 de enero se libraba el Combate de Zapiga,
donde las tropas congresistas eran derrotadas por las fuerzas leales
al gobierno. El 23 de aquel mes se encontraban nuevamente las fuerzas en el Combate de Alto Hospicio de Pisagua, siendo derrotadas
nuevamente las tropas Congresistas y obligadas a abandonar aquel
puerto el día 27.
El 6 de febrero Pisagua caía nuevamente en manos Congresistas,
teniendo las tropas Balmacedistas que retirarse hacia el interior.
El 15 de aquel mes se enfrentarían nuevamente ambas fuerzas, en el
llamado Combate de San Francisco.
Sargento Mayor Arsenio de la Torre Gómez,
muerto en el combate de San Francisco.
(Colección particular Pedro Hormazábal Villalobos).
En este hecho de armas caerían una gran cantidad de soldados balmacedistas y entre ellos, tres altos oficiales. Protagonistas de esta
investigación.
2. La derrota Balmacedistas en Dolores y la muerte de
Villagrán, Riquelme y De la Torre.
Tras la caída de Pisagua, el gobierno decidió ir en su recuperación.
Para ello el coronel Eulogio Robles Pinochet marchó en demanda del
puerto con 339 soldados del Batallón “Arica” 4° de Línea, parte del
Batallón “Quillota”, del Batallón “Lautaro” 10° de Línea y del Bata-
Artículo
Revista
de
Historia Militar
llón de Artillería Nº 1. Solo tropas de infantería, ya que los artilleros
iban armados solo con carabinas.1
El 14 de febrero acamparon en la estación de Santa Catalina y, desde
allí, emprendieron el avance hacia la Oficina San Francisco, donde se
prepararon para enfrentar a 1.200 hombres del Ejército Congresista
dirigidos por el coronel Estanislao del Canto Arteaga.
Se enfrentaron el 15 de febrero muy cerca donde, en 1879, habían
batido al Ejercito Aliado durante la Guerra del Pacífico. El combate
duró cerca de 3 horas y produjo la total derrota de las fuerzas gobiernistas. Robles se retiró con apenas 108 sobrevivientes, siendo el 4° de
Línea prácticamente masacrado por las tropas revolucionarias.
Entre los 25 oficiales que quedaron fuera de combate aquel día, entre
muertos, heridos y prisioneros, deseamos destacar la figura de tres
oficiales gobiernistas.
Aquellos son el Comandante del Batallón “Arica” 4° de Línea, coronel Avelino Villagrán Hurtado; 2° Comandante del mismo cuerpo,
teniente coronel Juan Bautista Riquelme Roa y el 2° Comandante
del Batallón de Artillería Nº 1, sargento mayor Arsenio de la Torre
Gómez.
Julio Bañados Espinosa señala respecto de sus muertes:
“Entre las pérdidas de su División hay que lamentar las de distinguidos y heroicos jefes y oficiales que murieron noblemente en el puesto
del honor, del deber y sacrificio patriótico”.
El 4° de Línea casi desapareció en su totalidad.
Entre los muertos figuran: el coronel Avelino Villagrán (4°) y el
teniente coronel Juan B. Riquelme (4°)”.2
El coronel Robles, en carta enviada al coronel Miguel Arrate, fechada en
Huara el 19 de Febrero de 1891, señala sobre los decesos de 2 de nuestros
protagonistas:
“El combate fue rudo i con muchas pérdidas sensibles, en los cuales se
cuentan: coronel Villagrán, comandante Riquelme, muchos oficiales
i tropa”.3
Coronel Avelino Villagrán Hurtado ,
Cdte. del 4° de Línea, muerto en el combate de San Francisco
(Historia Ilustrada de la Guerra del Pacífico , Augusto Pinochet Ugarte).
Luego apunta, en su Parte Oficial respectivo:
“Tuve muchas pérdidas, en las cuales se cuentan el coronel Villagrán,
comandante Riquelme, mayores Latorre i López Pando (…)”.4
3. Algunos datos biográficos.
El coronel Avelino Villagrán Hurtado había nacido en Concepción.
Ingresó al Ejército en 1866 como soldado distinguido. Escalando todos
los grados, desde Cabo 2° hasta Teniente, grado con el cual lo encontramos al estallar la Guerra del Pacífico, participando en las acciones
de Pisagua, Dolores, Tacna, Arica, Chorrillos y Miraflores. Además
de la Campaña a Arequipa.
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Revista
de
Historia Militar
En la Batalla de Chorrillos recibió una herida de bala en el pulgar
derecho y tuvo una contusión en la pierna izquierda.5
y Miraflores. Además de varias acciones durante la Campaña de
la Sierra.
Estuvo encuadrado en el Regimiento 4° de Línea y en el Regimiento
Cívico Movilizado “Colchagua”.
Durante el Combate de San Francisco tomó el mando de las tropas del
4º de Línea que, junto a los del Artillería Nº 1, se batían en la falda del
cerro del mismo nombre. Luego de rechazar a las fuerzas Congresistas se ve obligado a retroceder ante el ataque de los batallones “Valparaíso” y “Constitución Nº 1”, quienes provocan numerosas bajas
en sus tropas. La retirada se convierte en masacre cuando es atacado
sucesivamente por dos cargas de caballería.
Ya concluido el conflicto, y como teniente coronel, es parte de la plana
mayor del Batallón “Arica” 4° de Línea.
Iniciada la contienda civil de 1891 decide mantenerse fiel al gobierno,
siendo enviado, junto a su unidad, a la provincia de Tarapacá.
Hacia el final del Combate de San Francisco y ante la evidente
derrota, da la orden de emprender la retirada.
Fallece guiando hasta el último momento a sus diezmadas tropas.
Cuando se retiraba en dirección a Santa Catalina, por la ladera norte
del cerro, fue muerto por un señalero de la Armada, quien le robó.6
El sargento mayor Arsenio de la Torre Gómez ingresó al Ejército en
1875. Participó en la Campaña de Lima durante la Guerra del Pacífico. Encuadrado en el Regimiento de Artillería Nº 1, se bate en las
batallas de Chorrillos y Miraflores como capitán.
La historia del teniente coronel Riquelme Roa es algo parecida a la del
coronel Villagrán, ya que también ingresó al Ejército como soldado
distinguido, teniendo que escalar todos los grados hasta alcanzar el
rango de oficial.
Al iniciarse el conflicto interno lo encontramos como sargento mayor
del Artillería Nº 1.
Durante la contienda con Perú y Bolivia se encuentra en las
acciones de Calama, Pisagua, Dolores, Tacna, Arica, Chorrillos
Durante el combate donde encuentra la muerte, está al mando de sus
hombres, quienes, por ausencia de material de artillería, deben batirse
como infantes armados solo con sus carabinas.
Ceremonia de colocación de la primera piedra Mausoleo de los Veteranos del 79, el 21 de mayo de
1903, en Iquique (Revista Pluma y Lápiz , Santiago, 12 de julio de 1903).
Artículo
Revista
de
Historia Militar
Cae muerto, al igual que el comandante Riquelme, en la falda del
cerro al frente de sus deterioradas tropas.
antes de la acción, al quedar atrapados entre los topes de uno de los
carros de la máquina férrea que tenía la fuerza de Robles.9
He aquí la historia de la ubicación actual de sus tumbas.
Allí permanecieron hasta diciembre de 1903.
4. El largo camino. Ubicación actual de sus tumbas.
El 20 de diciembre de 1903 el periódico “El Nacional” de Iquique
publicaba una crónica donde describía una ceremonia que se llevaría a cabo en el Cementerio Nº 1 de la ciudad. Tal ceremonia era la
inauguración del Mausoleo de la Sociedad de Veteranos del 79 de
Tarapacá.10
El 15 de diciembre de 1903 la Sociedad de Veteranos del 79 de Tarapacá envió un oficio a la intendencia de la provincia pidiendo autorización para trasladar los restos de Villagrán, Riquelme y De la Torre,
con la finalidad de ser sepultados en el mausoleo que la Sociedad
pronto inauguraría en dependencias del Cementerio Nº 1 de la ciudad
de Iquique.
¿Pero dónde habían estado depositados durante 12 años? No sabemos si una vez concluido el combate o algún tiempo después de este,
el entonces teniente del Batallón “Arica” 4° de Línea, José Nicanor
López,7 quien, al igual que nuestros tres protagonistas, había realizado la Campaña del Pacífico enrolado en las filas del Batallón Cívico
Movilizado “Melipilla”, tomó los cuerpos y los sepultó en el Cementerio de la estación de Santa Catalina, ubicada a unos 5 kilómetros del
campo de batalla.8
Pensamos, que pudo hacerlo tiempo después y no inmediatamente
concluido el combate, ya que López fue herido gravemente en un pie,
La ceremonia comenzó a las 15:30 hrs. Aquel día con una marcha
desde la sede de la sociedad hacia el cementerio, con la presencia de
una banda de músicos, batidores a caballo, fuerzas de presentación
del Regimiento “Carampangue” y de la marinería del “Chacabuco”,
Compañías de Bomberos Chilenas, Sociedades de Obreros, Sociedad
de Reservistas y público en general.
En el cementerio hicieron uso de la palabra variados oradores.
En la crónica se estampaban los nombres de aquellos veteranos que
serían sepultados aquel día, y entre ellos se encontraban los de Villagrán, Riquelme y De la Torre11. La directiva de la Sociedad ubicó al
Veterano del 79 José Nicanor López para que indicara el lugar donde
reposaban los restos de estos tres oficiales. Ya exhumados, fueron tras-
Mausoleo de la Sociedad de Veteranos del 79, en el Cementerio N° 1 de Iquique (DHME).
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Revista
de
Historia Militar
ladados a Iquique el 19 de aquel mes de diciembre, siendo recibidos por
una Comisión de Veteranos al ingresar a la ciudad.12
Nos resultó extraño que en las fachadas del mausoleo que actualmente
se mantiene no hubiera ninguna lápida con los nombres de estos oficiales. Lo cierto que ese mausoleo no es el mismo que fue inaugurado
en 1903, ya que sufrió varias modificaciones, como el aumento de su
capacidad y la construcción de depósitos adicionales hacia atrás, alargando la estructura.
Con aquella duda se revisaron en la Administración del Cementerio
Nº 1 los libros de “Recepción y sepultación de cadáveres” del campo
santo, correspondiente al mes de diciembre de 1903. En aquel queda
certificado el ingreso, fechado el 20 de aquel mes, de los cuerpos de
Villagrán y De la Torre, bajo Registro Civil Nº 1534. Lo extraño es
que no se hace mención alguna a los restos de Riquelme, siendo que
“El Nacional” consta de su llegada a Iquique el día anterior.
Pero la revista “Pluma y Lápiz” al hacer mención sobre la inauguración del mausoleo y la exhumación de los cuerpos de estos oficiales, sólo menciona como trasladados desde la pampa los del coronel
Villagrán y del mayor De la Torre.
Con el tiempo y ante la falta de espacio en el mausoleo para
sepultar a los miembros de la Sociedad de Veteranos que iban
falleciendo, se decidió pasar algunos cuerpos al osario. La primera gran exhumación ocurrió en mayo de 1911 cuando los restos
de 10 veteranos pasaron a reducción.13 La segunda se llevó a cabo
en 1927. Hubo otras posteriormente.
Actualmente sus restos reposan, junto con los del coronel Robles y el
comandante Méndez, en el osario del mausoleo.
Vista parcial del mausoleo (MHM).
Sería bueno instalar una placa con los nombres de aquellos Veteranos
que se encuentran actualmente en el osario, privados de reconocimiento, para que todas las personas que visitan dicho panteón conozcan a todos aquellos que formaron parte de la Sociedad de Veteranos
del 79 de Tarapacá y otros que descansan allí gracias a la labor de
dicha entidad. Entre ellos Villagrán, Riquelme y De la Torre. DHME
Notas:
1 Julio Bañados Espinosa: “Balmaceda, su gobierno y la Revolución de 1891. 2005. Tomo II. Pág. 98.
2Ídem.
3 “Memorándum de la Revolución de 1891. Datos para la Historia recopilados por un Ayudante del Estado Mayor General del Ejército de Chile”. 1892. Pág. 93.
4 “Memorándum…”. Op. Cit. Pág. 95.
5 Hoja de Servicios. Publicada en “La Semana Militar” del 8 de junio de 1902, Nº 98. Pág. 307.
6 Blanchard – Chessi, Enrique: “La Revolución Chilena de 1891. Documentos y Datos para la Historia”. En Revista Zig- Zag del 11 julio de 1914, Nº 490.
7 Algunos textos lo mencionan como Nicanor o José Nicolás López.
8 Oficio enviado por la Sociedad de Veteranos del 79 de Tarapacá a la Intendencia Provincial. En Archivo Nacional: Fondo Intendencias: Intendencia de Tarapacá: “Oficios
Recibidos”. Volumen 484. 1903.
9 Blanchard – Chessi, Enrique: “La Revolución Chilena de 1891. Documentos y Datos para la Historia”. En Revista Zig - Zag del 11 julio de 1914, Nº 490.
10 Los terrenos de dicho mausoleo fueron entregados por la Junta de Beneficencia de Iquique el 23 de enero de 1903. En estos terrenos se encontraban sepultados algunos
militares fallecidos durante la Guerra Civil de 1891 y fueron entregados a la Sociedad con la expresa condición que dichos cuerpos se mantuvieran en la bóveda del
mausoleo.
11 También fueron sepultados los del coronel Eulogio Robles Pinochet, teniente coronel Virginio Méndez Guzmán, teniente coronel Manuel Ruminot, capitán de navío
Adolfo Krugg, capitán Daniel Caldera, entre otros.
12 Diario “El Nacional” (Iquique) del 20 de diciembre de 1903.
13 Administración del Cementerio Nº 1 de Iquique: “Libro de recepción y sepultación de cadáveres”. Mayo de 1911.
Artículo
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Historia Militar
Pintura militar
José Miguel Carrera Verdugo, ingresó al Ejército como cadete del
Regimiento del Príncipe en Santiago, continuó su carrera militar en
España y fue brigadier del Ejército de Chile. Ejerció el cargo de Jefe
del Gobierno y fue el primer General en Jefe del Ejército patriota. Fue
ejecutado en Mendoza en 1821. Este óleo sobre tela de 60 x 69 cm, es
obra de la pintora Rosemarie Schmid I. y pertenece a la pinacoteca de
la Comandancia en Jefe del Ejército.
Sargento Mayor Manuel Sáenz de Rioseco, ingresó a las milicias,
luce el uniforme de Dragones de la Patria, con distintivo de pluma
y espada al cuello. Figura en Valparaíso en 1822, en la nómina de los
donantes en dinero, con importante suma, para apoyar los estragos
del hambre y la miseria en Concepción en esos años.
Está obra pictórica es de José Gil de Castro y fue pintada en Santiago
en 1822. Es un óleo sobre lienzo, de 104 x 80 cm y pertenece a la Universidad de Concepción.
“El General en Jefe don José de San Martín hace jurar a la bandera del Ejército Libertador al batallón Numancia, en diciembre de 1820”. Esta
acuarela se encontraba en la casa de O’Higgins y erróneamente fue atribuida al prócer. El autor de está obra es el pintor militar y prócer de la
independencia sudamericana, el teniente coronel Charles Ch. Wood Taylor. En 1820 estaba agregado al Estado Mayor y en la mesa de ingenieros se encontraba presenciando este momento histórico. El original es una acuarela de 30 x 40 centímetros, que actualmente está en el Museo
Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú, en la ciudad de Lima.DHME
DHME - TCL. PEDRO HORMAZÁBAL ESPINOSA
Pintura militar
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Revista
de
Historia Militar
Actividades del Departamento de
Historia Militar durante el año 2011
Emisión de Certificados de Servicios.
Declaratoria de Monumento Histórico Nacional. Archivo del IGM.
La Sección Archivo General, del DHME, durante el año 2011, ha
entregado 7.900 certificados, de ellos 1.859 provienen de agrupaciones, 3.003 son solicitados en la oficina de atención a público y 3.038
son solicitados a través de oficios y memorándum. Estos documentos son enviados a todo Chile e incluso al extranjero.
Junto al Instituto Geográfico Militar, el DHME, se encuentra trabajando en el Expediente de Declaratoria de los primeros levantamientos
de la cartografía chilena, realizada con el método aerofotogramétrico,
Hycon y OEA. La importancia de este material, radica en que se
constituye como la memoria visual de Chile en términos geográficos,
siendo material muy utilizado por geógrafos, arquitectos, agrónomos,
ingenieros, entre otros. Son piezas únicas que permitirán su conservación en el futuro.
Requerimientos de acuerdo a la Ley Nº 20.285
De acuerdo con los requerimientos de la citada ley, el DHME responde solicitudes y preguntas de personas de la sociedad civil que
requieren información institucional o personal que se encuentra en
nuestro archivo.
Requerimientos y solicitudes por e-mail del DHME y Relaciones
Públicas del Ejército
El DHME tiene un correo centralizado donde llegan solicitudes de
investigación, orientación de trámites, preguntas de fechas o datos
históricos y solicitudes de patrocinio para investigaciones o trabajos
relacionados con el patrimonio cultural del Ejército. Durante el año
2011 se recibieron alrededor 1.100 consultas por mail.
Apoyo a Proyectos Museográficos
Durante el presente año, se han evaluado diversas iniciativas museográficas de las distintas unidades, en términos de factibilidad técnica
y económica, siendo importante el interés institucional por mejorar y
conservar su patrimonio. Bajo esta perspectiva, se ha estado trabajando, en realizar proyectos de buena calidad, respetando la metodología para este tipo de iniciativas.
Destaca en este sentido, la remodelación del guión museológico y
museográfico del Museo Histórico y de Armas del Morro de Arica, el
cual tiene como fecha de inauguración el 7 de junio de 2012.
Proyecto Ordenamiento del Archivo Histórico. Fondo Antecedentes
Personales.
Se trabajó y se emitió un informe sobre la factibilidad técnica de crear
un Museo en la Brigada Acorazada en Pozo Almonte.
Consiste en realizar el expurgo de carpetas y contenedor de los antecedentes personales de oficiales desde el año 1890 a la actualidad.
Durante este año se han ordenado, catalogado y conservado 3.700
carpetas. Esta información podrá ser consultada por investigadores,
de acuerdo con la normativa legal vigente.
Atención y asesoría de investigadores en archivo histórico
Laboratorio de Conservación y Restauración
Durante el año 2011, se ha trabajado en el proyecto fotográfico que
consiste en digitalizar, clasificar y conservar las imágenes del personal del Ejército de finales del siglo XIX en adelante. Se identificaron
2.500 fotografías. En el ámbito de la restauración se ha trabajado
un promedio de 2.000 hojas de diversas dimensiones y estado de
deterioro.
Artículo
Durante el presente año se realizaron 203 atenciones a investigadores
chilenos y extranjeros, siendo en su mayoría profesionales del área de
la historia y patrimonio cultural de Chile. Se puede mencionar en este
sentido, que si bien el fuerte de las consultas lo constituye el tema de
la Guerra del Pacífico, se han estado ampliando los temas de investigación, sobre todo hacia el siglo XX.
Automatización del Archivo Fotográfico
La automatización de este archivo ha permitido realizar una clasificación de las fotografías inéditas y reproducciones de fotografía
militar. Se ha mejorado el programa en relación con el sistema de
DHME - LORENA VÁSQUEZ CASTRO
Revista
de
Historia Militar
búsqueda y registro de usuarios. A la fecha se han incorporado 1.030
imágenes.
Revista de Historia Militar Nº 9 y Cuaderno de Historia Nº 5
Se lanzaron los nuevos números de estas apreciadas publicaciones por
parte de historiadores e investigadores. Además como una forma de
aumentar la difusión de las revistas y cuadernos se subieron en pdf
todos los números anteriores en la página web del Ejército.
Diseño Nuevo Logo del Departamento de Historia Militar del Ejército
Como una forma de otorgar mayor identidad al Departamento, se
diseño y difundió el distintivo del Departamento, que se encuentra en
la página web del Ejército.
Publicación de la V y VI Jornada de Historia Militar
Durante el año 2011 se desarrollo la publicación de la V y VI Jornada
de Historia Militar que tratan el período de la Independencia de Chile.
Su impresión se encuentra en desarrollo y esperamos que a principios
del 2012 se encuentre lista para ser entregada a los investigadores
interesados.
Participación en congresos y seminarios
Durante el presente año, personal del Departamento participó activamente en actividades académicas, en carácter de expositores y
auditores. Se destacan el encuentro sobre El Rol Museos Históricos
Nacionales, organizado por el Museo Histórico Nacional (mayo), las
Jornadas de Historia Colonial, organizado por la U. Nacional Andrés
Bello y el Archivo Nacional (julio), Jornada sobre Habitabilidad
Antártica desarrollada en Valparaíso y organizado por el Centro de
Estudios Hemisféricos y Polares (octubre), Jornadas de Historia de
Chile, organizado por la Universidad Diego Portales y la XI Reunión
de Historiadores Antárticos Iberoamericanos desarrollado en Uruguay (noviembre).
Parte de página CJE con link DHME.
Colaboración al Magíster de Historia Militar y Pensamiento de la
Academia de Guerra
Alumnos del “Magíster en Historia Militar y Pensamiento Estratégico”, efectuaron una excursión histórica al sector de las casas de
Chacabuco. Durante la actividad los 33 participantes debieron recrear
la Batalla de Chacabuco, como parte del ramo “Introducción al Estudio de la Historia Militar”, dictada por el GDD. Roberto Arancibia C.
Asesoría permanente a la Corporación de Conservación y Difusión del
Patrimonio Histórico y Militar
Al ser un ente directivo y asesor en el ámbito histórico-cultural del
Ejército, realiza de manera permanente asesoría a la mencionada corporación, toda vez, que esta entidad gestiona recursos económicos
en la empresa privada para financiar diversos tipos de proyectos que
difundan o conserven el Patrimonio Histórico Militar. Es por ello, que
Artículo
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Revista
de
Historia Militar
el DHME evalúa, analiza y supervisa proyectos de acuerdo con las
prioridades de desarrollo y la normativa legal vigente. En la actualidad, se apoya el desarrollo de la Ruta Histórica de la Guerra del
Pacífico en Tarapacá.
Colaboración al Departamento Comunicacional del Ejército en las efemérides institucionales para la página web y en el calendario 2012.
Durante el año se fueron completando las efemérides y relatos históricos de las batallas en la página web del Ejército, incorporando nuevos antecedentes e iconografía. Además se colaboró en la confección
del calendario del Ejército del año 2012 con iconografía e información
sobre Fray Pedro Subercaseaux E.
Asesoría en la condecoración “Ejército Bicentenario”
Se asesoró en el diseño de la Condecoración “Ejército Bicentenario”,
que busca resaltar el Bicentenario del Ejército chileno, única Institución de las Fuerzas Armadas que cumple 200 años en el Chile republicano y fue entregada durante el año 2011 a autoridades que se han
destacado por su real apoyo a la institución.
Visitas a unidades para asesorar sobre temáticas históricas y patrimoniales
Durante el primer semestre del 2011 se visitaron el Regimiento de
Infantería Nº 1 “Buin”, Regimiento de Infantería Nº 2 “Maipo y el
Regimiento Reforzado Nº 3 “Yungay” con la finalidad de asesorar a
estas unidades en los temas patrimoniales e históricos.
Asesoría a la Comandancia de Guarnición Ejército Región Metropolitana en la confección del nuevo uniforme del Regimiento de Caballería Blindada Nº 1 “Granaderos” (Escolta Presidencial).
Durante el mes de noviembre se asesoró a la CGERM, para el cambio
del uniforme de la Escolta Presidencial que volvió al que tenía en 1915
de influencia prusiana, entregándoles los antecedentes históricos que
permitieron la confección de la muestra “Las Unidades Militares de
la Escolta Presidencial y sus Uniformes 1810-2011”, que se inauguró
el 11 de diciembre de 2011. DHME
Artículo
Revista
de
Historia Militar
La educación en la Escuela Militar bajo
el amparo de la Universidad de Chile
1842-1879
CLAUDIO TAPIA FI GUEROA 1
Profesor de la Escuela Militar
Presentación
Una vez terminado el proceso de enfrentamiento entre liberales y
conservadores hacia 1831, se dio paso a un período marcado por la
búsqueda del orden institucional dentro de la denominada “tradición
portaleana”, por ser el ministro Diego Portales al que le correspondió
el trabajo de implementación de algunas de las medidas políticas más
relevantes de las décadas siguientes. Así, los intentos de mejorar la
administración del Estado, se vieron fortalecidos con la redacción e
implementación de la Carta fundamental de 1833, en la que distintos
ámbitos de la vida nacional fueron favorecidos, entre ellos, la educación. En efecto, la Constitución de 1833 consagró la responsabilidad
del Estado en la educación pública. Al señalar que “La educación
pública es una atención preferente del gobierno” y que para verificar el avance de esta, “habrá una superintendencia de educación
pública, a cuyo cargo estará la inspección de la enseñanza nacional,
i su dirección bajo la autoridad del gobierno”.2 A su vez, se entregaba
la responsabilidad de fomentar esta tarea a las administraciones locales.3 Bajo esta realidad, es que se dio una fuerte iniciativa al proceso
de educación nacional, la que para esos años se encontraba muy limitada a los principales centros urbanos del país.
Al mismo tiempo que se estimulaba la educación en el ámbito civil,
Portales impulsó con mucha fuerza la reapertura de la Academia
Militar, entregándola al mando del coronel Luis Pereira, bajo la
idea de generar una adecuada preparación para sus estudiantes,
tanto en la instrucción militar como la formación académica. Sin
embargo, la necesidad de la guerra contra la Confederación PerúBoliviana, obligó a cerrar el plantel. Sería ya bajo la administración
del general Manuel Bulnes Prieto (1841-1851), cuando la Academia
Militar recibió el impulso definitivo en su esfuerzo por generar las
mejores condiciones educativas para sus alumnos, tanto cadetes
como clases y ese esfuerzo estaba profundamente ligado al desarrollo de la educación nacional que Bulnes buscó impulsar a nivel
país, entre otras medidas, a través de la creación de la Universidad
de Chile, en 1842.
Impronta de Bulnes en la educación nacional
Hacia 1841, el héroe de la guerra contra la Confederación asumió la
presidencia de la República, dando inicio a una etapa marcada en
los avances de un proyecto país, desde ámbitos tan amplios como
la consolidación territorial, la integración de espacios remotos,
exploración y explotación de nuevos recursos, desarrollando avances en la infraestructura, especialmente rutas. A todo lo anterior,
se sumó un esfuerzo más importante aún, para el desarrollo del
país: la educación.
En efecto, el gobierno de Bulnes se caracterizó por una serie de
creaciones importantes en el ámbito educacional, el inicio del trabajo de la Escuela Normal de Preceptores, a cargo de Domingo
Faustino Sarmiento, además de la fundación de la Universidad de
Chile, bajo la dirección de Andrés Bello, en calidad de rector, con
la misión de sentar las bases del conocimiento. Según sus propias
palabras:
“En esta propagación del saber, las academias, las universidades,
forman otros tantos depósitos, donde tienden constantemente a
acumularse todas las adquisiciones científicas; y de estos centros
es de donde se derraman más fácilmente por las diferentes clases
de la sociedad. La Universidad de Chile ha sido establecida con
este objeto especial. Ellas, si corresponde a las miras de la ley que
le ha dado su nueva forma, si corresponde a los deseos de nuestro
gobierno, será un cuerpo eminentemente expansivo y propagador”.4
Dentro de las distintas facultades creadas bajo este gobierno, la de
Humanidades debió asumir la responsabilidad de hacerse cargo
de la fiscalización de la educación pública, tanto primaria como
secundaria. A partir de ese momento, el Estado de Chile inició un
sistemático esfuerzo para lograr el mejoramiento de la educación
nacional, especialmente la formación inicial. No obstante, los
resultados fueron dispares en el tiempo, ya que a los problemas de
la administración pública, se sumó la falta de recursos y la cada
vez más abultada traba burocrática.
Paralelamente, el gobierno se preocupó de que al interior del Ejército existiera una base de oficiales y clases que también accedieran
a los beneficios del esfuerzo educativo, a partir del aporte que tendría en los años siguientes la Escuela Militar.
Artículo
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Revista
de
Historia Militar
La relación entre la Universidad de Chile y la Escuela Militar
Hacia 1842, la realidad institucional, marcada por el triunfo
reciente en el campo de batalla, sumaba la necesidad de reafirmarlo
en la formación del personal militar. Así, se determinó suprimir la
formación de cadetes en los cuerpos (acción que se dispuso en 1838,
producto de la necesidad de concentrar los esfuerzos en la guerra
contra la Confederación) y restablecer la Academia Militar. En
ese contexto, el entonces ministro de Guerra y Marina señalaba al
Congreso Nacional:
“No será posible que la carrera se mantenga entre nosotros con
el lustre y decoro que es su joya peculiar, sin retrogradarse por el
embrutecimiento, al paso que todas las clases de la sociedad progresan. Con la mira de evitar este extremo ha pensado el gobierno
en erigir un establecimiento de educación militar; pero que sea
mucho menos oneroso que el que hemos tenido otra vez y más propio de la carrera a que se destinan sus educandos. De este plantel
saldrán oficiales aptos para la marina y los cuerpos facultativos del
ejército de tierra en donde es indispensable la educación científica
que se adquiere solo en los colegios”.5
General Manuel Bulnes Prieto. (MHN).
Cadete Escuela Militar 1875 (E.M.).
Artículo
Así, el Congreso Nacional aprobó la supresión de los cadetes
del Ejército y la reapertura de la Academia Militar, con la misma
dotación de cadetes y cabos (40 alumnos para cada nivel). A su
vez, los estudiantes fueron considerados como parte integrante de
la institución, por lo cual recibirían un sueldo correspondiente a
su rango. En cuanto a la dependencia del plantel, este quedó, en
términos administrativos, bajo la supervisión del Ministerio de
Guerra y Marina. A partir de lo anterior, es posible reconocer el
valor de la educación a la formación militar, tanto para los futuros
oficiales, como también los clases que se comenzaron a preparar
especialmente porque, en este período, los egresados de la Academia Militar eran destinados a la Armada o al Ejército a partir de
sus preferencias y capacidades. Si bien es cierto que, la Academia
era administrada en términos castrenses del ya citado ministerio,
se produjo una segunda dependencia en función de ser esta una
entidad educativa, de nivel primario y secundario.
La Constitución de 1833 determinó que la administración y
supervisión de la educación pública chilena quedaba bajo una
“Superintendencia de Educación”, en cuya jurisdicción recaían
todos los establecimientos educacionales del país, para velar
por el correcto cumplimiento de la educación, especialmente
la pública. Sin embargo, con la creación de la Universidad de
Chile, esta obligación fue entregada a la Facultad de Humanidades, partiendo por la supervisión del Instituto Nacional, como
también la de los demás liceos de hombres y escuelas primarias
fiscales. Además, la universidad a través de la citada facultad
debía hacerse responsable de la acción de las Juntas Provinciales
e Inspecciones Departamentales, siendo estos representantes de
la autoridad para evaluar los avances de los procesos educativos
de cada establecimiento. Entre las tareas de la superintendencia,
se encontraba la de visitar cada tres meses los distintos establecimientos, fueran estos particulares o fiscales, primarios o secundarios. Entre estos, se encontraba la Escuela Militar.
Revista
de
Historia Militar
“Las juntas provinciales tenían las atribuciones del Consejo Universitario, procediendo de oficio o a petición de partes. Podían
amonestar, suspender o separar funcionarios; debían cumplir
órdenes superiores, reunir información sobre la marcha del sistema
y comunicarla al consejo”.6
La Escuela Militar funcionaba en esos tiempos en un edificio de la
calle de la Ollería7 y, una vez iniciadas las actividades, se transformó en el centro de preparación de los jóvenes que deseaban
incorporarse a la vida militar. Además de los cuarenta alumnos
dispuestos por el reglamento de 1831, se debió abrir diez plazas
para que fueran ocupadas por cadetes supernumerarios, los que
debían financiar todos sus gastos, rancho y vestuario inclusive, y
sin recibir sueldo por parte del Ejército, a menos que se produjera
una plaza (vacante) para optar a ingresar como cadete becado. En
la práctica, esta situación dio una alternativa a las familias chilenas, cuyo interés residía, en la educación de sus hijos en un plantel
de una reconocida calidad de la enseñanza, disciplina y valores.
De esta forma, hubo muchas solicitudes de incorporación de alumnos provenientes de regiones, que si bien es cierto no seguirían
la carrera de las armas, veían en esta institución, la posibilidad
de lograr mayores avances que en establecimiento de su lugar de
origen.
Por su parte, la universidad aportaba en términos educativos promoviendo nombres de profesores, para las diversas asignaturas
que se impartían en otros establecimientos y que tenían buenos
resultados, lo que llevó a la escuela a tener una íntima relación
docente con el Instituto Nacional. Además, impulsaba actividades
complementarias como lo eran los “concursos de debates” en los
que se invitaba a este instituto matriz a disputar torneos frente a
otros establecimientos de Santiago.
Un elemento interesante para el análisis es que, para mediados
del siglo XIX, la influencia cultural francesa había permeado
todos los espacios de la vida nacional, desde lo castrense a lo cultural, pasando claramente por lo educativo. En efecto, la influencia gala en el Ejército de Chile proviene, en la práctica desde las
luchas por la emancipación nacional, aunque para algunos especialistas en historia militar, la influencia francesa se remonta a la
Ordenanza General del Ejército de 1768, del rey Borbón, Carlos
III. Como sea, para este tiempo, la estructura militar claramente
respondía a los patrones francos. Por otra parte, la cultura y la
educación indicaban también esta injerencia, situación que se
venía produciendo desde los albores de la vida independiente, a
través de libros de corte ilustrado que recorrieron las casas de la
aristocracia criolla y que se transformaron en uno de los sustentos ideológicos de los movimientos emancipadores. En síntesis, se
puede afirmar que Chile, en la década de 1840, estando:
“…impregnado en el apego al modelo cultural francés alcanzará
ribetes de verdadera transferencia cultural, llegando a permear y a
moldear el sistema educativo nacional por lo menos hasta 1880”.8
Consecuente con lo anterior y dada la imperiosa necesidad de
acelerar el proceso de preparación de personal militar calificado,
Artítculo
49
50
Revista
de
Historia Militar
hacia fines de la década el gobierno decidió enviar a cursar estudios avanzados de ingeniería en Francia a un grupo de cadetes por
un período de dos años. Al cabo de ese período regresarían a la
Escuela Militar como oficiales para instruir a los cadetes en dichas
materias o cumplir servicios en donde el Ministerio de Guerra y
Marina dispusiera.
Ya durante la administración de Manuel Montt, la mayoría de los
militares chilenos enviados a especializarse en Francia, ya habían
rendido sus exámenes, quedando algunos de ellos trabajando en
su especialidad en unidades militares del Ejército francés, para
practicar lo aprendido, mientras que otro grupo, retornaba a
Chile. Para 1852, la mayoría de estos oficiales había regresado a
nuestro país a desarrollar distintas misiones encomendadas por
el Ejército.
Tratado de Artillería (E.M.).
Con el regreso de los oficiales graduados en la Escuela de Metz,
se inició un recambio en las actividades académicas del plantel,
incorporando a los oficiales jóvenes a impartir clases. Entre ellos
podemos señalar a Alberto Blest Gana, en las clases de Topografía,
y a Luis Arteaga, en la asignatura de Fortificación Pasajera.9 Por
otra parte, se incorporaron una serie de manuales y estudios de
procedencia francesa que fueron traducidos para tal efecto. De esta
forma, tenemos que, para las clases de Geometría Descriptiva, se
utilizaba el manual de Hilario Le Roy, sargento mayor de artillería,
que fue contratado por el Ejército chileno, en 1851; para las clases
de Geometría Analítica, se utilizaba el manual de Francaeur; para
Álgebra, el de Puissant y Francaeur; en la enseñanza de la Aritmética, el texto de Puissant; en Geometría Elemental, el de Puissant
y Francaeur. Por otra parte, para la enseñanza del francés, asignatura obligatoria, se recurría al texto de Beauchemin.
Al mismo tiempo, la malla curricular del establecimiento, a instancias de las orientaciones de la Facultad de Humanidades, había
experimentado un cambio. A las asignaturas que se impartían se
sumaron la enseñanza de Historia Sagrada, Antigua y de Chile,
además de Cosmografía y Física. Esta última merece una mención
aparte, ya que se debe a los esfuerzos de Ignacio Domeyko, el que
gratuitamente desarrolló las clases para los cadetes de la Escuela
Militar, según queda constancia en la documentación oficial del
citado año.10
Diego Barros Arana (MHN).
Artìculo
La situación académica de los alumnos de la Escuela Militar
siguió bajo la estricta aplicación del reglamento disciplinario y
del sistema de permisos y de evaluación,11 los que contaban con
la supervisión académica de la Universidad de Chile a través de
un representante que tenía por misión supervisar los exámenes
realizados en los distintos planteles de enseñanza. Entre los evaluadores destinados a la Escuela Militar, se puede mencionar al
ya citado Domeyko, al que se debe sumar las figuras de Salvador
Sanfuentes y Diego Barros Arana, entre otros, quienes fueron
responsables examinadores de diversas materias impartidas por
el este instituto militar, siendo comunes sus comentarios de beneplácito por los resultados obtenidos.
Revista
de
Historia Militar
Con respecto de los exámenes de Historia de América y de Chile, F.
Vargas Fontecilla señalaba en febrero de 1855, que “aunque no hay
ningún libro que pueda servir de texto adecuado para la enseñanza
de este ramo, creo poder asegurar que los alumnos de la Escuela
Militar lo han aprendido con la perfección que es posible apetecer”.12
Este sistema de supervisión de los exámenes por la Universidad de
Chile continuó durante los años siguientes. Al respecto, podemos
destacar algunas consideraciones que Ignacio Domeyko expone al
rector de la universidad, en enero de 1856:
“He tomado parte el 13 de diciembre (de 1855) en el examen de
Álgebra de la Academia Militar y en general he sido muy satisfecho con la contestación de los alumnos, tanto por el método que se
enseña el ramo en este establecimiento, como por las pruebas de
aplicación que sus alumnos han manifestado”.13
Durante este período, se mantuvo el trabajo de la Escuela Militar
con los medios humanos y materiales con que se contaba, logrando
graduar como subtenientes, alféreces o guardiamarinas a catorce
alumnos de la sección de cadetes y a otros trece de la sección de
cabos. Para enero de 1857, Diego Barros Arana señalaba en su
informe sobre la supervisión de exámenes, realizado en diciembre
de 1856, en el área de la Historia:
Don Ignacio Domeiko (MHN).
“Los de historia antigua, griega, Roma y chilena en la Escuela
Militar me parecieron muy satisfactorios, y que hacían honor, no
menos al benemérito director y profesores del establecimiento, que
al espíritu de contracción que caracteriza a sus alumnos. Pero los
que particularmente llamaron mi atención fueron los de historia
del país, en que las respuestas de los examinados no dejaban nada
que desear, por la prontitud, seguridad y lucidez con que las daban,
entrando además en detalles que el texto no contiene”.14
No obstante estos buenos augurios, para las autoridades del
gobierno existía una preocupación constante en el desarrollo de la
preparación y seguimiento de los alumnos de la Escuela Militar.
Además, se estudia la situación de los cadetes al egresar del plantel
y la necesidad de continuar sus estudios en términos que fueran
aplicables a las necesidades institucionales y nacionales. Por ello,
se determinó la contratación de dos profesores europeos, con el fin
de llevar la enseñanza de los cadetes desde la teoría a la aplicación
práctica. Para ello, se estableció la necesidad de un nuevo plan de
enseñanza para los cursos superiores del plantel.
Es en este contexto, cuando se vuelve a requerir la participación
de oficiales franceses, entre quienes destacan Esteban Chamvoux
y Julliet Saint Lager, que luego de ser investidos como tenientes
coroneles del Ejército de Chile, se encargarían del “estudio científico de la artillería, el de la fortificación permanente, matemáticas
puras, arquitectura y construcción; administración militar y el arte
militar para las operaciones estratégicas y tácticas de un Ejército
en campaña”.15
Libro de Física (E.M.)
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Revista
de
Historia Militar
En esta etapa, se privilegió de sobremanera la enseñanza de los
ramos vinculados a las matemáticas, cuyas clases eran diarias,
mientras que las asignaturas humanistas se impartían dos veces a
la semana. Cabe destacar que, a la luz de los antecedentes, podemos afirmar que la influencia de los profesores franceses estimuló
el estudio de dichas materias, especialmente para los oficiales de
artillería e ingenieros.
Hacia 1871, las autoridades nacionales, reconocieron que existía
un serio problema con respecto de la metodología de la enseñanza
al interior del establecimiento, especialmente en la preparación
de los cursos científicos de los alumnos, situación que intentaría
ser revertida por los responsables del Ejército y los del gobierno
para el año siguiente.16 La principal propuesta del director de
la Escuela Militar al respecto, se relacionaba con el aumento de
los estudios en un año más, especialmente en áreas científicas,
como matemáticas, siguiendo los parámetros establecidos por el
Instituto Nacional.17 Así, para 1872, la prioridad educacional del
plantel se relacionó con nivelar el aprendizaje para mantenerlos
a la categoría de los restantes establecimientos de educación
secundaria nacional.18
Hacia 1879, se produjo una reforma al interior de la Universidad
de Chile que tuvo repercusiones en el sistema de organización de la
educación nacional, a través de la reforma de ese año. El principal
tópico fue el paso de las atribuciones sobre la instrucción en Chile
desde la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile a un
Consejo de Instrucción Pública.19
Reflexiones finales
A través de las páginas ya señaladas, es posible encontrar una
serie de elementos que permiten, de alguna forma, poder evaluar el proceso de construcción del Estado de Chile. El orden del
gobierno de Joaquín Prieto y su ministro Portales, permitieron
establecer las bases políticas del país, destacando la Constitución
que ha permanecido vigente por más tiempo en la historia nacional, y donde la necesidad de responsabilizarse por la educación
pública del país, era un principio que no permitía dudas.
Posteriormente, la impronta de Manuel Bulnes y su proyecto país,
en la que la educación fue considerada como uno de los principales
ejes de acción, a partir de la creación de la Universidad de Chile,
asumiendo esta la responsabilidad de orientar y fiscalizar que las
políticas educativas de los establecimientos, se cumplieran. Al
mismo tiempo, Bulnes se preocupó por tener un Ejército conformado por oficiales y tropa preparados, lo que lo llevó a orientar
el esfuerzo educativo también al interior de la Escuela Militar, al
igual que en los cuarteles. De esta forma se cruzan dos planteles
con orientaciones académicas diversas, pero con principios comunes “aportar a la Patria”, tal como lo dijera Andrés Bello en su
discurso inaugural de la universidad.
La Escuela Militar, en su rol de centro de formación académica,
quedó entonces bajo las orientaciones y supervisiones de los maestros de la Universidad de Chile, sus profesores realizaron clases y
evaluaciones a los jóvenes militares, la impresión dejada fue buena,
Frontis Casa Central Universidad de Chile (MHM).
Revista
de
Historia Militar
al igual que las orientaciones recomendadas al plantel fueron recogidas y mayoritariamente implementadas.
Con el paso de los años y ya adentrados en la tercera década del
siglo XX, la Universidad de Chile reorientó sus políticas educativas, dejando en 1927 las responsabilidades de supervisión de la
educación secundaria al Ministerio de Educación, creado en ese
año. A su vez, por ese mismo tiempo, al interior del Ejército se debatía sobre la posibilidad de potenciar la educación de los alumnos de
la Escuela Militar hacia el ámbito de la educación superior.
Fuentes y bibliografía consultada
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Chile. Santiago.
(1856) “Documentos oficiales” En: Anales de la Universidad de
Chile. Santiago.
(1857) “Documentos oficiales” En: Anales de la Universidad de
Chile. Santiago.
BELLO, Andrés. (1843) “Discurso pronunciado por el Sr. Rector de la
Universidad, don Andrés Bello en la instalación de este cuerpo el día
17 de septiembre de 1843”. En: Anales de la Universidad de Chile.
BRAVO, Bernardino (1992) “La Universidad en la Historia de
Chile. 1622-1992” Editorial Pehuén, Santiago.
Constitución Política de la República de Chile del año 1833. [Consultada 10/07/2010] En: http://www.leychile.cl/Navegar?idNorm
a=137535&tipoVersion=0
CONEJEROS, Juan Pablo. (1999) “La influencia cultural francesa
en la educación chilena. 1840–1880”. Ediciones de la Universidad
Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez.
Memorias del Ministerio de Guerra y Marina (MMGM) años:
1842, 1851, 1857, 1871, 1872.
REYES Ibarra, Sergio. (2010) “La Superintendencia de Educación: Un espacio institucional de participación”. [Consultada
14/03/2011] En: http://www.umce.cl/revistas/dialogoseducativos/dialogos_educativos_n1_articulo_05.pdf
SOTO, Fredy (1997) “La Historia del Ministerio de Educación.
Evolución del sistema de la administración del sistema educacional
chileno”. En: Cristian Cox (Ed.) “160 años de educación pública”
Ministerio de Educación.
VARAS, Antonio. (1850) “Decretos”. En: Anales de la Universidad
de Chile. Imprenta de los Tribunales. Santiago.
VVAA. (1981) “Historia del Ejército de Chile”. Tomo IV. Estado
Mayor General del Ejército, Santiago. DHME
Notas:
1
Doctor en Estudios Americanos, Académico de la Escuela Militar y la Universidad de Valparaíso. Miembro de la Academia de Historia Militar de Chile.
2 Constitución Política de la República de Chile de 1833, Art. 153 y 154.
3 Ibíd., Art. 128, N° 2 y 3.
4 Andrés Bello. (1843) “Discurso pronunciado por el Sr. Rector de la Universidad, don Andrés Bello en la instalación de este cuerpo el día 17 de septiembre de
1843”. En: Anales de la Universidad de Chile, Imprenta pág,146.
5 Ministerio de Guerra (1842) “Memoria que el Ministro de Estado del Departamento de Guerra presenta al Congreso Nacional”. Año 1842. pág. 7.
6 Fredy Soto (1997) “La Historia del Ministerio de Educación. Evolución del
sistema de la administración del sistema educacional chileno”. En: Cristian
Cox (Ed.) “160 años de educación pública” Ministerio de Educación.
7 Al respecto debemos señalar que esta calle fue también denominada “Calle de
la Maestranza”. Actualmente, corresponde a la Avenida Portugal, ubicándose
la Academia Militar en el sector que hoy se ubica la calle Marcoleta.
8 Juan Pablo Conejeros. (1999) “La influencia cultural francesa en la educación
chilena. 1840-1880”. Ediciones de la Universidad Católica Cardenal Raúl Silva
Henríquez. pág. 4.
9 VVAA. (1981) “Historia del Ejército de Chile”. Tomo IV. Op. cit. pág. 116.
10 Ministerio de Guerra: “Memoria que el Ministro de Estado del Departamento
de Guerra presenta al Congreso Nacional”. Año 1851. pág. 12-13.
11 El sistema de evaluación que tenían los alumnos se determinaba a través de puntuación de cinco, diez o quince puntos, considerando que la primera corresponde
a mediano, la segunda a bueno y la tercera para los distinguidos, pudiendo tener
notas intermedias. Estas evaluaciones eran realizadas por los profesores, quienes
a finales de semana informaban de los resultados a las autoridades de la Escuela,
determinando así las salidas dominicales de los cadetes y cabos del plantel.
12 Universidad de Chile: “Anales de la Universidad de Chile”. 1855. pág. 21.
13 Universidad de Chile: “Anales de la Universidad de Chile”. 1856. pág. 25.
14 Universidad de Chile, Ibíd. pág. 57.
15 Ministerio de Guerra “Memoria que el Ministro de Estado del Departamento
de Guerra presenta al Congreso Nacional”. Año 1857, presentado también en:
EMGE, “Historia del Ejército de Chile”. Tomo IV. Op cit. pág. 117.
16 MMGM 1871, pág. 36.
17 Ibíd. pág. 106.
18 MMGM. 1872, pág. 46.
19 Entre las responsabilidades de este consejo se encontraría: la fiscalización a los
distintos establecimientos, aprobar planes y programas al interior de los mismos, nombrar rectores y profesores de planteles, aprobar textos y libros para
ser usados en clases, validar reglamentos internos de los establecimientos, con
el fin de ordenar el sistema educacional secundario chileno. Más antecedentes
al respecto, se pueden encontrar Fredy Soto. Op. cit. pág. 76 y ss.
53
54
Revista
de
Historia Militar
Publicaciones militares
1.Escuela de los Servicios y Educación
Física del Ejército. Orígenes, evolución
y futuro. Alfabeta Artes Gráficas, Santiago, 2010, pág. 276.
Contenido: Historia de los servicios
logísticos y administrativos en el Ejército, como también de los orígenes y
desarrollo de la educación física en la
institución. Consta de cuatro capítulos
con fotografías y diagramas.
2. Familia Aérea del Ejército de Chile. Historia de la Aviación Ejército en sus aeronaves (1913-1930/1970-2009). Instituto
Geográfico Militar, Santiago, 2010, pág.
147.
Contenido: Este libro recorre la historia
de la Aviación Militar desde la perspectiva de las aeronaves que han servido en
la institución, incluyendo una fotografía,
sus especificaciones técnicas y la bitácora de vuelo.
DES T A C ADO
Juan Pablo Buono-Core. Manuel
Rodríguez, Mártir de la Democracia.
Santiago, 2010, pág. 190.
El libro tiene como objetivo principal
descubrir quién es el verdadero autor del asesinato de Manuel Rodríguez, fundamentándose en las declaraciones del proceso seguido
en contra del teniente Antonio Navarro en el
año 1823.y en la investigación médico legal
realizada por el profesor Dr. José Belleti
Barrera, patólogo y médico criminalista de
la Policía de Investigaciones de Chile.
El autor revisa la figura de Manuel
Rodríguez de una forma novedosa, puesto
que es abogado y fiscal del Ministerio
Público, lo cual lleva a que realice la investigación con una metodología policial, con muchas preguntas, pistas, análisis de pruebas
y entrevistas, lo que hace de la lectura algo muy ameno y entretenido.
La primera parte comienza con el relato de Manuel Rodríguez como espía, detallando
los servicios de informaciones y espionaje que tenía el ejército patriota y la importancia
que tuvieron para el éxito del cruce de los Andes y de la Batalla de Chacabuco. Describe
la técnica de la “ubicuidad”, que implica que pareciera que Rodríguez estaba en varios
lugares al mismo tiempo, pero esto respondía a una buena gestión de correos y de engaño
informativo, más que a una cualidad mágica. El autor analiza como es tratada la figura
de Manuel Rodríguez por diversos historiadores como Encina, Villalobos, etc.
También analiza la relación de Manuel Rodríguez con Bernardo O’Higgins como
Director Supremo y luego la llegada al poder de Manuel Rodríguez, la formación de los
“Húsares de la Muerte y su actuación en la Batalla de Maipú.
La segunda parte trata la detención de Manuel Rodríguez el 18 de abril en 1818 y el
plan de asesinato, las implicancias de la Logia Lautarina y la participación de Bernardo
de Monteagudo.
La tercera parte trata la consolidación de la independencia de Chile y el Rol de
Manuel Rodríguez en donde se exponen sus datos biográficos y sus antecedentes familiares y se analiza la Junta de Gobierno de 1810 y los golpes de Carrera y Rodríguez en
1811 y la reconquista o reaccionismo monárquico de 1814 a 1817.
La cuarta parte y final describe el asesinato, los autores directos y los autores detrás
de los ejecutores, por medio del análisis de pruebas y balística, incorpora dibujos de los
momentos de la muerte de Manuel Rodríguez.
Libros
3.Crl. José Lira Calderón. Un siglo de
idiomas en el Ejército de Chile: Historia y
evolución. Instituto Geográfico Militar,
Santiago, 2010, pág. 151.
Contenido: Da cuenta de la importancia
de los idiomas en el Ejército a lo largo del
siglo XIX y XX, incorporando novedosas historias e imágenes. Además la
evolución del Centro de Idiomas y la
Escuela de Idiomas del Ejército.
4. Familia Acorazada del Ejército de Chile.
Historia de los vehículos blindados del
Ejército. (1936-2009), Instituto Geográfico Militar, Santiago, 2010, pág. 209.
Contenido: Recopilación de los antecedentes históricos, imágenes y fotografías de tanques, vehículos blindados y
obuses que ha tenido el Ejército de Chile,
con el detalle de sus características y
capacidades tácticas y técnicas.
DES T A C ADO
Alfredo Gómez A. y Francisco Ocaranza
B. (editores), Reflexiones históricas para
el Bicentenario. (1810-2010), Universidad
Bernardo O’Higgins, Santiago, 2011, pág. 205.
La Escuela de Historia y Geografía de la
Facultad de Educación y la Dirección de Investigaciones y Relaciones Internacionales de la
Universidad Bernardo O’Higgins realizaron
para conmemorar el Bicentenario desde el día
13 al 15 de octubre de 2010 un seminario de historia titulado “Emancipación y Nación. Retrospectiva Histórica en el Marco del Bicentenario”
en donde se reunieron profesores, estudiantes y
público en general.
De este evento nace esta publicación que
compila diversos estudios de historia que abarcan desde el siglo XVIII al XIX. Comienza
con la “Meditación de Mayo” de Sergio Villalobos, que analiza Arturo Prat como figura
nacional; “Representaciones Mentales y Realidad Material del Santiago Hispanocolonial: Una mirada al sistema urbano desde el Bicentenario” de Alfredo Gómez Alcorta;
“Idea y Representaciones de la “Anarquía” en Chile: 1823-1830. Reflexiones en torno a
la propuesta de la historiografía conservadora” de Francisco José Ocaranza Bosio; “El
mestizaje desde la Conquista a la Independencia” de Osvaldo Silva Galdames; “Los
Araucanos en la historia colonial y republicana” de Eduardo Téllez Lúgaro; “Historia Regional en la Perspectiva del Bicentenario” de Martín Lara Ortega; “El imperio
Mexicano de Agustín de Iturbide. Monarquismo e Independencia. México 1821-1822”
de Cristián Guerrero Lira; “El cementerio de menesterosos de Santiago: Antecedentes
históricos y arqueológicos de ‘La Pampilla’” de C. Prado, M. Henríquez, J. Sanhueza y
V. Reyes y “Antecedentes del pensamiento anticolonial en Bernardo O’Higgins: Origen
de su crítica al antiguo régimen” de Alfredo Gómez Alcorta.
Es un aporte al desarrollo de la historiografía nacional y contribuye al conocimiento
de nuestro pasado con una mirada multidisciplinaria lo que nos muestra novedosas
posibilidades de análisis y reflexión. DHME
DHME - CLAUDIA ARANCIBIA F.
Revista
de
Historia Militar
La Batalla de Maipú
Luis Valentín Ferrada Walker
Centro de Estudios Bicentenario, Santiago, 2010, pág. 379.
E
ste libro ha seguido dos
líneas de investigación, que se
encuentran vinculadas entre sí.
Una referida a la Batalla de Maipú
y la otra, a las Cien Águilas, los
cadetes de la Academia Militar que
acompañaron al general O’Higgins
en el hecho de armas que selló la
independencia nacional.
El autor explica la trascendencia
que tiene Maipú, por sus resultados
y ejecución táctica militar, considerándola la batalla más importante
librada en Chile durante la Guerra
de la Independencia.
Para la elaboración de la obra se
utilizó documentación existente
en el Archivo Nacional y del
Ejército, además de la recopilada
en el Archivo de don Bernardo
O’Higgins y la colección de historiadores y de documentos relativos a la Independencia de Chile.
Además de una serie de memorias o testimonios de personas de
la época como Casimiro Albano,
Pedro Félix Vicuña, Vicente Pérez
Rosales, José Zapiola y de oficiales realistas como Bernardo de la
Torre y José María de la Arriagada, entre otros.
Se revisó una amplia bibliografía
considerando a los principales
historiadores chilenos y además
agregó a investigadores militares
como Luis Merino S. y Francisco
Javier Díaz Valderrama, especialistas en la temática.
La investigación consta de seis
capítulos. En el primer capítulo
se analiza el contexto histórico
europeo, americano y chileno
antes de la Batalla de Maipú, la
organización del Ejército de Chile
DHME - CLAUDIA ARANCIBIA F.
DE PAR TAMENTO DE H ISTORIA MILI TAR DEL EJ ÉRCITO
y los inicios de la Academia Militar para entender la formación de
los cadetes de ese período.
En el segundo capítulo se describen los sucesos después de Cancha Rayada, como se desbandan
las unidades y la cantidad de
deserciones y el temor que se
vivió en la capital, para luego
explicar cómo se organiza la
defensa de Santiago, los cambios
políticos y la participación de
Manuel Rodríguez.
En el tercer capítulo describe con
detalle la batalla, los movimientos de los realistas y los patriotas
antes del enfrentamiento, la ubicación y disposición de las fuerzas en el campo de batalla. Relata
la participación de O’Higgins
y las Cien Águilas en Maipú,
explicando que no hay acuerdo en
las fuentes del número y la individualización de los cadetes que
habría acompañado a O’Higgins
a la batalla, pero al final del libro
incorpora un anexo en donde clarifica bastante la situación.
En el cuarto capítulo analiza
las consecuencias inmediatas
de la batalla, la reacción de la
ciudadanía frente al triunfo, la
persecución y la suerte corrida
por los oficiales realistas prisioneros en Maipú, la condiciones
en que queda el ejército patriota
y los distintos partes de batalla
redactados por San Martín que
intentan excluir a los chilenos.
El quinto y sexto capítulo analizan la trascendencia de Maipú
en la conformación de la identidad nacional y también para la
Escuela Militar y sus cadetes.
Estudia los símbolos que aún perduran y que encarnan una serie
de virtudes que se encuentran
vigentes en las actuales generaciones de la Escuela Militar.
El libro incorpora interesante
iconografía, especialmente la
conmemorativa del centenario
de la Batalla de Maipú en 1918,
además de los planos de la batalla y algunas fotografías del
terreno y del monumento tomadas a principios del siglo XX.
Además agrega documentos
interesantes como por ejemplo,
la comunicación del teniente
coronel Joaquín Prieto informando que en la jornada del 5
de abril de 1818 sirvieron como
oficiales de la Academia Militar,
unidad integrante de la división
O’Higgins, los propios alumnos
del instituto.
En síntesis, esta obra sobre la
Batalla de Maipú realizada por el
historiador Luis Valentín Ferrada
es un minucioso trabajo de
investigación que ha permitido
conocer pasajes desconocidos
de un hecho bélico de una gran
trascendencia para la historia de
la Independencia de Chile.DHME
Comentario de Libro
55
56
Revista
de
Historia Militar
Preguntas frecuentes
¿Qué es el Patrimonio Cultural?
E
l patrimonio cultural se define como el conjunto de bienes y
manifestaciones culturales materiales e inmateriales, que se encuentra en permanente construcción. Dichos bienes y manifestaciones se
constituyen en valores estimables que conforman sentidos y lazos de
pertenencia, identidad y memoria para un grupo o colectivo humano.
En este contexto, el Ejército al constituirse como una institución hace
200 años, se compone de un colectivo humano que ocupa durante su
funcionamiento una serie de objetos que le son propias a su funcionamiento y en la medida que ellas van desapareciendo, también desaparece la memoria acerca de aquellos.
Por otra parte, no hay duda alguna que todo objeto del pasado, por
poco valioso que sea en algunos casos, es considerado patrimonio,
porque fue testigo de una época, un personaje, etc. Sin embargo, la
pregunta surge con los objetos contemporáneos, con esos que de a
poco dejamos de usar en el Ejército y nos preguntamos ¿si los debemos
guardar o no?, o ¿qué consideramos patrimonio?
Para definir qué guardamos, debemos entender en primer lugar el
concepto de valoración.
¿Qué son los valores patrimoniales?
Son atributos otorgados a los objetos mediante los cuales se ha ido
definiendo el patrimonio cultural y son: el valor histórico, el estético
y el simbólico. Estos se constituyen en valores marco al ser los más
representativos y generales, pues son contenedores de otros valores.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, se abrieron a nociones
más amplias, dejando de estar atados a concepciones historiográficas
clásicas regidas solo y de manera exclusiva por: el valor del tiempo,
es decir, la antigüedad; el canon en cuanto al paradigma de lo bello y
lo artístico y el significado como una convención establecida y única.
Así, en el sentido del valor histórico se comprende hoy el de los objetos
que se constituyen como documentos para la construcción de la historia y, de igual manera, para el conocimiento científico, entendiéndose
que los documentos como fuentes primarias no son solo los escritos.
¿Cuáles son los criterios de valoración y selección del patrimonio?
igualmente, pueden valorarse por su singularidad o porque representan avances tecnológicos.
La forma: resulta del análisis formal del bien con la intención de
conocer sus elementos compositivos y ornamentales en relación con
su origen histórico (precolombino, colonial, republicano, moderno,
contemporáneo) y su tendencia artística o estilística.
La antigüedad: está determinada por el origen, por lo que la fecha de
fabricación del bien es determinante. Para esto se debe –en lo posible–
sustentar documentalmente este aspecto. En caso de no encontrarse
documentación que lo sustente, entraría a operar una interpretación
del sujeto que valora, tomando como base las características del
objeto y la formación del sujeto en relación con la historia del arte,
por ejemplo. Esta interpretación dará como resultado un origen que
puede ser aproximado, bien sea que el objeto pertenezca a un período
histórico concreto (colonial, republicano, moderno) o que se origine en
la primera mitad del siglo XIX o en la segunda década del siglo XX.
El solo hecho de que un bien haya permanecido en el tiempo lo convierte en un documento histórico único e irrepetible que debe ser
preservado para comprender materiales, técnicas y modos de vida,
entre otros. Sin embargo, este criterio debe analizarse en relación con
otros que refuercen su consideración, por ejemplo, el formal o el de
representatividad cultural.
El estado de conservación: establece la situación física del bien
frente al paso del tiempo. Entre las condiciones que lo determinan
se encuentra el uso, cuidado y mantenimiento que se le ha brindado al bien. El buen estado de conservación puede sumarle valor
cultural, más aún, si el bien pertenece a una época antigua y está
asociado a un hecho histórico importante.
La autoría: existen bienes creados o elaborados por un autor reconocido. En este sentido, es importante valorar aquellos bienes cuyo
autor sea representativo para la historia del arte o cualquier otra
disciplina, y que haya dejado testimonio de su producción asociado
a una época, estilo o tendencia. Este criterio se aplica en especial a
las obras de los períodos republicano, moderno y contemporáneo.
Este criterio debe ser analizado en relación con otros que refuercen
su consideración.
Los criterios son guías que orientan a los valores anteriormente enunciados y ayudan a poder definir qué se valora, quién valora, desde
dónde se valora, cómo se valora y lo más importante: para qué y para
quién se valora.
Igualmente, la autoría debe ser documentada o excepcionalmente
atribuida, siempre y cuando el sujeto que valora posea la suficiente
argumentación (histórica y teórica) para determinarla.
Constitución del bien: se refiere a los materiales y a las técnicas de
elaboración del bien. Existen bienes que por su antigüedad poseen
materiales y técnicas en desuso o desaparecidas que merecen ser destacadas en el ejercicio de la valoración. Pero también pueden existir bienes con materiales o combinación de técnicas modernas que,
El contexto físico, se refiere al espacio geográfico que ocupa un bien
inmueble (un edificio). Los del espacio geográfico, se deben considerar cuando el bien ha contribuido a la construcción de una población
o de un sector con características patrimoniales, como es el caso de
los monumentos en espacio público o los sitios arqueológicos. DHME
Preguntas frecuentes
DHME - LORENA VÁSQUEZ C.
Revista
de
Historia Militar
Museo de Tarapacá, rescate de una
memoria
MONTSERRAT ZEGERS X.
Conservadora Textil MHM
MARIANA MORENO B .
Conservadora de Papel MHM
GUILLERMO CAS TILLO M.
Conservador General MHM
D
urante los años 2009 y
2010 el Museo Histórico y Militar
colaboró en los trabajos de renovación del Museo “Tarapacá” de
Iquique, dependiente de la VI División de Ejército. Tarea para la cual
puso a sus profesionales y laboratorios de restauración a disposición
del proyecto con el fin de realizar
las restauraciones de los elementos
patrimoniales seleccionados para
el nuevo montaje museográfico.
La antigua exhibición del museo,
obedecía más a un concepto de
acopio de objetos que a un proceso de coleccionismo documentado. Es por ello que lo que existía
era un grupo de salas de exhibición que acumulaban una serie
de elementos “patrimoniales”
que eran mostrados al público
a modo de curiosidades encontradas en los terrenos en que se
materializaron algunas acciones
bélicas. Con la mejor de las intenciones se habían agrupado según
procedencia y contexto histórico,
pero por desconocimiento se dejó
de lado la conservación de los
objetos y el mensaje a comunicar.
Se hizo imprescindible detenerse
a pensar en cuál era la misión que
debía tener el nuevo museo antes
de emprender transformaciones y
nuevas tareas.
Durante años la labor del museo
de Tarapacá estuvo íntegramente
dedicada a conmemorar los
hechos bélicos que se llevaron a
cabo a partir de 1879 en la zona.
Para su escenificación se empleó
el uso de todo aquel material
patrimonial que ha sido encontrado en los lugares donde se
dieron dichos hechos. En síntesis,
los objetos eran subordinados
a un relato lineal de la historia
bélica local, perdiéndose en gran
medida el poder evocador de los
mismos. Esta propiedad intrínseca del patrimonio material
debía ser el motor que dirigiría
nuestra labor museal.
El objeto patrimonial, por insignificante que parezca, tiene esa
capacidad de conectar al espectador con un pasado que cada día se
hace más efímero. La forma en que
estos elementos sean investigados, documentados, conservados
y expuestos, definirán una mejor
comunicación de los valores e
ideas que se quiera entregar a la
comunidad. La falta de una política de adquisición de colecciones
ha tenido como efecto el acumulamiento de restos de objetos que en
estricta razón no pueden ser considerados como patrimoniales aun
cuando sean testigos de la historia.
La gran mayoría está totalmente
descontextualizada y se les adjudica relación espacial con hechos
heroicos para el Ejército a modo de
justificación para ser expuestos.
Por tal razón el museo de Iquique
se transformó en un lugar de acopio indiscriminado de elementos
“rescatados” del terreno, que de
paso ha fortalecido la idea del
“huaqueo” en la zona, actividad
penada por la ley vigente.
Proceso de restauración caja de munición fusil Comblain
Reportaje museológico
57
58
Revista
de
Historia Militar
Hoy en día la población de Iquique reconoce a esta institución
como el museo de la Guerra del
Pacífico, y quienes lo visitan
esperan encontrarse con elementos que de alguna manera le
muestren lo que esta guerra fue.
Lamentablemente por el tipo de
muestra, características de las
colecciones y posiblemente por
una falta de misión, el museo se
vio distanciado de su comunidad
en especial de la más joven, ya que
no era visitado en forma regular
por los colegios de la zona.
Detalle de restauración olla de fierro.
La nueva propuesta curatorial
que se presentó para la colección
permanente del museo tuvo como
objetivo mostrar el desarrollo
histórico de la ciudad de Iquique mirado desde la perspectiva
militar, en un discurso expositivo
integrador de los recursos patrimoniales, gráficos y educativos,
que permitieran un diálogo fluido
con el espectador desde una definición teórica y museográfica.
El estado de conservación de los
elementos patrimoniales presentes en la muestra se pudo definir
de acuerdo a su materialidad,
patologías presentes, grado de
deterioro y agentes de deterioro.
En general, la colección del
museo se debía a elementos rescatados in situ y asociados a un
contexto arqueológico, el cual en
la gran mayoría no había experimentado ningún tratamiento
de conservación y menos de
restauración. Estos elementos
se fueron depositando dentro de
vitrinas que contenían objetos
de distinta materialidad y que
por lo general son incompatibles
entre sí: metal oxidado con papel,
cuero o madera con metal, metal
con metal, madera y textil, entre
otras. De esta manera no se hacía
más que generar deterioros e
incrementar los ya presentes.
La materialidad de los elementos es variada y en muchos
Artículo
casos mixta, el mayor porcentaje correspondía a los objetos
confeccionados en metal, principalmente de hierro y acero. En
menor cantidad estaban los confeccionados en cobre y bronce.
Por consiguiente el deterioro que
los aquejaba era la corrosión,
debido a la capa de salitre adherida a su superficie.
En menor porcentaje se encontraban los objetos confeccionados en
fibra textil de distinta naturaleza,
destacando la lana y el algodón.
El principal deterioro apuntaba
a factores antrópicos y decoloración por efecto de la luz solar.
Otra parte de la colección está
compuesta por elementos confeccionados en papel, que por su
delicada naturaleza presentaban
los problemas más graves, siendo
los más frecuentes la decoloración
por luz solar y la concreción salina.
Una pequeña porción de la
colección está confeccionada en
material lítico, cerámico, cuero,
baquelita y madera.
De un universo de 489 objetos
patrimoniales presentes en la
exposición permanente, 206 fueron considerados para formar
parte de la nueva exhibición. La
selección fue hecha teniendo en
cuenta su relación con los temas
a tratar y al buen estado de
conservación que presentaban.
El resto de los elementos fueron
encapsulados y trasladados al
depósito de colecciones.
De los 206 objetos seleccionados, 57 fueron restaurados en los
laboratorios de conservación y
restauración del Museo Histórico
y Militar de Santiago.
Los criterios de intervención de
los bienes patrimoniales a tratar
consideraron: mínima intervención, reversibilidad de los tratamientos, y documentación de
todo el proceso de conservación y
restauración.
Revista
de
Historia Militar
Los elementos textiles naturalmente
se relacionan a un uso en el ámbito
del vestuario por sus propiedades
materiales que tienden a dar protección y abrigo a su usuario.
Los textiles presentes en la colección
del museo Tarapacá están confeccionados tanto por fibras de origen
vegetal como lino o algodón y fibras
de origen animal como lana.
El elemento de vestuario resulta
fundamental para la sobrevivencia a los climas extremos del
norte de nuestro país, razón por
la cual no es difícil encontrar
objetos patrimoniales que han
sufrido intervenciones con la
finalidad de prolongar su vida
útil. Estos remiendos y adaptaciones pasan a ser un testimonio
histórico personal dejado por su
usuario que lo transforma en un
bien patrimonial único, y que
nos cuenta, a través de estas
señales, parte de su historia.
Por su consistencia material este
tipo de objetos son especialmente
sensibles a la acción de la luz y al
ataque de insectos los que unidos
o en forma separada pueden provocar graves deterioros e incluso
su pérdida total.
Las intervenciones efectuadas
a los textiles de la colección del
museo fueron mínimos, con el fin
de no someterlos a tratamientos
agresivos que pudieran borrar
completamente aquellas marcas
producidas ya sea por el uso
normal de dichos elementos o
producto del paso del tiempo y el
ambiente en que se mantuvieron
los textiles antes de ser parte de
la colección del museo. Por lo
mismo los trabajos apuntaron a
eliminar las partículas de tierra
y sales adheridas en la superficie
del textil, producto del terreno en
donde fueron encontrados, y a
mejorar su consistencia material
evitando la generación de nuevos
deterioros, mediante la confección
de soportes y rellenos adecuados
que disminuyeran las tensiones
excesivas de la tela y mantuviese
su forma original, evitando deformaciones producto de un mal
montaje de los elementos.
El universo de piezas textiles
intervenidas para el nuevo montaje del museo Tarapacá fue de
17 elementos, entre los que se
encontraban quepís y guerreras.
Estos fueron intervenidos en distintos niveles, según el grado de
deterioro de cada uno, y también
se confeccionaron soportes de
conservación para posteriormente facilitar el montaje de los
elementos al interior de vitrinas.
Entre los tratamientos llevados a
cabo se realizó lavados con jabón
de pH neutro y agua desmineralizada a algunos textiles que presentaban gran cantidad de tierra
seca y salinidad entre sus fibras,
lo que además de ser un foco de
deterioro activo, mantenía rígidas
algunas zonas del textil producto
de la acumulación de dicho material en pliegues y dobleces. Este
procedimiento se llevó a cabo
previo test de solubilidad de tintas
de los textiles que presentaban
alguna marca o letra, como lo fue
con un quepí de brin con la letra S
en el frente, y con el trozo de arpillera escrito con los datos de una
encomienda enviada al soldado
Sebastián Figueroa a Jazpampa,
ambas tintas resultaron ser levemente solubles al agua, por lo que
se decidió fijarlas en forma mecánica con Paraloid B72 diluido y
aplicado con un pincel de punta
fina de manera local. Esto nos permitiría realizar el baño por inmersión para remover todo el material
adherido entre las fibras además
de contribuir a la humectación y
su posterior devolución del plano.
También se aplicó mediante vaporizador un producto bactericida
diluido al 50% en agua destilada
para evitar la aparición de cualquier microorganismo durante
el proceso de secado del textil. El
mismo trozo de arpillera presentaba también grandes faltantes, lo
que dificultaba su manipulación,
Restauración de Insignia de paño con Nº 1.
Artículo
59
60
Revista
de
Historia Militar
por lo que se consolidó realizando
injertos de tela de algodón, en este
caso lino, de similar color, con el
fin de devolver unidad y estabilidad al textil, ya que al presentar
extensas áreas con deterioro, se
producen tensiones que aumentan
el riesgo de cortes y daños de las
fibras, lo que incrementaría los
deterioros.
Un desafío interesante fue trabajar dos trozos de una guerrera
boliviana, el cuello y una manga
derecha, que si bien claramente
eran parte de una misma prenda,
al estar separados se tomaban
como dos elementos diferentes,
por lo que se debió idear un sistema de montaje que les devolviera la unidad.
Confección del soporte de conservación.
Aspirado de la manga con filtro protector.
Artículo
Ambas piezas se encontraban
con gran cantidad de tierra suelta
y adherida, suciedad general y
decoloración de la tela. Al cuello
se le había pegado un trozo de
velcro rojo con pegamento como
sistema de cierre, el cual debió ser
removido. La manga presentaba
varios rasgados de tela, algunos
faltantes y pérdida de costuras
en la zona del puño. Lo primero
que se realizó fue una limpieza
superficial general con brocha en
ambas partes, para remover toda
la tierra suelta, luego se hizo una
microaspiración para eliminar
restos de suciedad adherida. Una
vez limpios los trozos se les aplicó
mediante aspersor un producto
bactericida como medida de prevención. Luego se incorporó un
refuerzo en tul de similar color en
el sector del puño de la manga, ya
que esta se encontraba con diversos daños y pérdida de material.
Una vez realizados todos los
tratamientos se procedió a la confección de un busto de cartón
piedra modelado a medida, el
que luego fue acolchado y forrado
con tela de algodón cruda. Se le
agregó un relleno forrado a modo
de extremidad para sujetar la
manga. Para montar ambas piezas en el nuevo soporte se debieron unir mediante puntadas de
conservación sobre una tela base
de algodón de similar color, con
el propósito de sujetar la manga
y asegurarla al conjunto. El resultado fue positivo, ya que con esta
solución de montaje ambas piezas
se entienden y leen como una unidad y ya no se encuentran sueltas
y desvinculadas.
Otra innovación que se pudo
incorporar en este proyecto fue la
ejecución de réplicas de botones,
trabajos de experimentación que
desde hace un tiempo se estaban
desarrollando en el Laboratorio
de Conservación de Textiles del
MHM, como una solución para
dar unidad visual a las guerreras
que han perdido sus botones originales, dejando así una “laguna”
en el frente de la misma.
Dicha técnica se trabajó a partir
de la obtención de un negativo del
botón original mediante moldes
de plastilina, silicona, resina y
látex, entre otros materiales testeados, los cuales posteriormente
fueron rellenados algunos con
resina de poliéster y otros con una
mezcla de yeso y PVA diluido.
Una vez obtenida la réplica de
botón, éste se colorea con pintura
en aerosol dorado o plateado, el
que luego era envejecido con la
aplicación de acrílicos diluidos.
El objetivo que se busca con la
incorporación de estas réplicas es
recuperar la unidad de la pieza,
puesto que, aunque la guerrera no
presente grandes deterioros, si le
faltan botones su forma original
se distorsiona, sin embargo, sólo
se busca mejorar la correcta lectura del textil, por lo que a simple
vista, estas réplicas son reconocibles y no intentan hacer un falso
histórico ni engañar al espectador.
Restauración de objetos confeccionados en soporte papel.
El papel se asocia por regla general con los documentos al ser el
soporte natural de la mayoría
de estos, sean ellos impresos o
Revista
de
Historia Militar
manuscritos. Por tal razón, el
objeto patrimonial confeccionado
en este material y que sea a su vez
parte importante de algún tipo de
escrito, pasa a convertirse en un
medio capaz de entregar información conceptualmente inmaterial
que puede trascender al tiempo
y ser reconocido en nuestro presente.
Así, el o los tratamientos de conservación y restauración tienen
como objetivo preservar materialmente el soporte y a la vez recuperar la información documental
que este presente.
En el caso específico de los objetos restaurados de la colección
del museo “Tarapacá” la idea fue
intervenirlos de la menor forma
posible a fin de que aún fuera
posible reconocer el paso del
tiempo en él.
Las condiciones en las que se
encontraban los objetos variaban
entre regular y mala. Los motivos
de sus deterioros en general se
debían a la antigüedad, el uso y las
condiciones ambientales en las que
fueron encontrados. Vale señalar
que los objetos del Museo “Tarapacá” no recibieron tratamientos
de conservación previos, salvo
alguna intervención con cinta
adhesiva, por lo que su estado era
el que la huella del tiempo y el uso
había dejado. Todos ellos tiene una
data de aproximadamente de 130
años, ya que son de la época de la
Guerra del Pacífico.
Durante el mes de agosto de 2009
llegaron 2 sobres, 2 cajas de balas,
1 documento, 30 naipes de baraja
española, 1 billetera y 3 cartas.
Los cuales fueron tratados en el
Laboratorio de Conservación de
papel del MHM.
En términos generales, los deterioros que presentaban los objetos
eran relativamente similares: rasgados, pérdida del plano, faltantes,
suciedad superficial y algunos de
ellos, depósitos de óxido.
En dos casos específicos, los
naipes y el sobre dirigido al
Batallón Santiago, las condiciones climáticas y ambientales en
las que se encontraron antes de
ser exhibidos fueron los agentes
de deterioro, pues estos objetos
estuvieron un tiempo considerable al aire libre y en terreno
desértico. En el caso de los naipes, presentaban mucha cantidad de tierra adherida, además
de pequeñas piedras y otros
elementos, como restos vegetales. Otro ejemplo interesante de
mencionar es la carta dirigida a
Carlos Gatica, del Batallón Santiago, debido a que este objeto
estuvo al aire libre durante un
largo período, en el cual pequeñas partículas de tierra y sales
se insertaron entre la fibra del
papel. Debido a los cambios
de clima en la zona (mucho frío
durante la noche y calor durante
el día), el papel perdió su flexibilidad, fracturándose fácilmente.
Este sobre fue analizado en el
Laboratorio Análisis Químicos
del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR),
dando por resultado que el sobre
contenía partículas de sales y
plomo en la fibra. Seguidamente,
se aplicaron los tratamientos de
conservación en el mismo centro.
Tras una reunión de los laboratorios de Conservación de Papel
y de Arqueología, se decidió realizar una mínima intervención,
efectuando limpieza superficial,
uniones de rasgado, y un encapsulado del sobre que lo aislara
de los cambios de temperatura y
humedad. Con este fin, se diseñó
un passepartout con cartón libre
de ácido de acuerdo al tamaño
del sobre, el que fue sellado en
el reverso con una lámina de aluminio que aislaba el objeto de los
cambios climáticos. Finalmente,
el objeto en su soporte se montó
entre dos láminas de acrílico,
cumpliendo con los aspectos de
montaje de conservación.
Proyectil artillería “La Hitte” para cañón de bronce francés “R Day”.
Como se mencionó previamente,
el medioambiente puede ser un
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Revista
de
Historia Militar
gran agente de deterioro. El caso
de los objetos intervenidos, provenientes del Museo “Tarapacá”
son un ejemplo de ello. Las causas
de deterioro que más afectan a los
objetos en soporte papel son: la
salinidad, los cambios en Humedad Relativa (HR) y Temperatura, estos últimos característicos
de la ciudad de Iquique, donde
los elementos restaurados serían
exhibidos.
Abrelata con forma de pez.
Previo a la realización de los tratamientos se definieron los criterios
de intervención que se aplicarían
a la restauración. Debido a que
en el Museo “Tarapacá” se exhiben mayoritariamente objetos que
fueron utilizados hace más de un
siglo, se decidió que los objetos
debían de manifestar el paso del
tiempo, expresar su antigüedad y
su calidad de objeto en desuso. Por
este motivo, los tratamientos fueron mínimos para así no remover
la pátina del tiempo. Se efectuaron
injertos, por ejemplo, sólo en aquellos objetos en los cuales corría peligro su integridad, como en el caso
de un juego de naipes, los cuales
recibieron tratamiento de conservación en su totalidad, sin embargo
no todos fueron reintegrados.
El metal debe ser considerado
como un estado químicamente
inestable de la materia, que por
lo mismo tiende a recuperar la
condición mineral de sus elementos constitutivos frente a la
presencia de oxígeno, humedad y
salinidad, proceso que se conoce
como oxidación.
La colección de objetos confeccionados en metal presente
en el museo tiene su origen en
la recolección en terreno, por lo
que todos presentan las marcas propias del abandono y el
olvido. Partiendo de esta premisa, el criterio de restauración
fue coherente con esta idea y los
objetos fueron tratados con el
objetivo de detener el deterioro,
pero sin borrar las huellas de
uso y el paso del tiempo.
Artículo
Tratamientos de restauración en
metales.
Gran parte de los objetos patrimoniales de metal correspondían
a armas y herramientas, y por
consiguiente eran mayoritariamente de hierro y acero, siendo
presente en menor grado el cobre,
bronce y zinc. De igual forma
casi en su totalidad estaban
confeccionados con materiales
mixtos y de distinta naturaleza,
como: metal y madera; metal y
cuero; metales diferentes. Esta
última característica resultó ser
más problemática ya que por el
hecho de encontrarse dos metales distintos en contacto permanente y en un ambiente que
favoreciera el proceso corrosivo,
sería el metal menos noble el
que resultaría más afectado por
la oxidación. La imposibilidad
de desarmar los objetos obligó
a realizar tratamientos sectorizados para cada metal y aplicar
barreras de humedad que evitaran la interrelación de los metales
con el medio circundante.
El tratamiento básico para
aquellos objetos confeccionados
mayoritariamente con hierro o
acero consistió en eliminar mecánicamente la mayor cantidad de
adherencias propias del terreno,
concreciones salinas y capa de
óxido. De este modo era expuesta
la superficie de corrosión, la que
mediante la aplicación de humedad era activada y ablandada,
pudiendo removerla con la ayuda
de cepillos y herramientas de
madera para evitar daños en
la superficie. Una vez retirada
la mayor parte de la capa de
herrumbre se aplicó un reactivo
químico que transformaba la
corrosión activa del hierro en una
capa inerte que además cumplía
una función de protección frente
a los factores ambientales. El
producto fue elegido por sus buenos resultados y al hecho de no
ser tóxico ni contaminante para
el ambiente. Otra ventaja era
la posibilidad de revertir el tra-
Revista
de
Historia Militar
tamiento como indica la norma
internacional que rige las actividades de conservación y restauración patrimonial.
Una vez que el reactivo transformaba la delgada capa de
corrosión en una capa estable de
protección se concluía el tratamiento con la aplicación de una
película de cera microcristalina
semibrillante que le otorgaba
una apariencia uniforme al
objeto, además de conformar
una segunda capa de protección.
Este tratamiento con sus debidas
variaciones según cada tipo de
elemento permitió eliminar los
productos dañinos para el metal
que permanecían adheridos a la
superficie del objeto y además
lo alteraban estéticamente. En la
mayoría de los casos fue posible
recuperar el aspecto del objeto
e incluso reconocer marcas de
fábrica o uso que lograron a su
vez obtener nuevos datos que
permitieran contextualizarlo con
los temas tratados en el guión
museográfico.
Si bien, la gran mayoría de la
colección expuesta en la muestra no presentaba tratamientos
previos de conservación o restauración, muchos de ellos evidenciaban restos de adhesivos
que en algún momento fueron
empleados para fijarlos a las
vitrinas. Por norma internacional el empleo de adhesivos
está prohibido en el montaje
museográfico de objetos patrimoniales, ya que materialmente
se transforman en agentes de
deterioro y en la mayoría de los
casos son muy difíciles de eliminar. El pegamento empleado en
el anterior montaje resultó ser
un tipo de neopreno que actualmente se encontraba muy endurecido y ácido, lo que afectaba
las superficies metálicas favoreciendo la aparición de óxido.
Para su remoción se hizo necesario realizar un test de sol-
ventes que dio como resultado
la selección de una solución
de acetona y toluol en proporción 70/30%. Su aplicación se
hizo por medio de compresas
y encapsulado que evitara su
pronta evaporación. Luego
de unos minutos los restos de
adhesivo reaccionaban y se
ablandaban, lo que permitía su
eliminación mecánica con un
cepillo de cerdas suaves.
Las acciones de conservación y
restauración de las colecciones
confeccionadas en metal fueron
por regla general dirigidas a
detener los procesos de deterioro,
eliminación de intervenciones
anteriores y recuperación estética de los objetos. Siempre se
consideró el respeto del estado
original y una adecuada documentación de todo el proceso.
Conclusión:
Restauración de rodaja de espuela.
La experiencia ganada por los
conservadores restauradores
del MHM, fue muy importante
ya que no es muy común tener
la oportunidad de trabajar con
objetos patrimoniales que fueron concebidos para una vida
efímera. Prácticamente la totalidad de la colección del Museo
“Tarapacá” de Iquique se debe
a la recolección en terreno y
no al resultado de un acopio
típico del coleccionismo museal.
Razón por la cual redunda en
una colección de características
testimoniales anónimas que
se conecta con el inconsciente
colectivo de la comunidad local
reviviendo la memoria histórica y cultural por medio de la
exhibición de elementos de uso
cotidiano que aún nos resultan
familiares.
La interpretación de la historia
a partir de estos objetos nos
permite entender las vivencias
y padecimientos de quienes los
emplearon, transformándose así
en el medio material para la recuperación de la memoria. DHME
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Revista
de
Historia Militar
Algunos oficiales de la División
Camus (1891)
DE PAR TAMENTO DE H ISTORIA MILI TAR DEL EJÉRCITO
E
De izquierda a derecha, de pie con cucalón y manta el Sargento
Mayor Vicente Subercaseaux, Ayudante de E.M.; detrás de él
asomado el teniente coronel Claro J. Ríos, Ayudante del E.M.; a
continuación el sargento mayor Lisandro Vignes de artillería; a su
izquierda con el cucalón en la mano el teniente coronel Luis Sotomayor, comandante de Pontoneros; al fondo con una venda en el ojo
derecho el teniente Blanco del 4° de Línea; delante de el sargento
mayor Edmundo Armas, Ayudante del E.M., teniente coronel Pedro
Nolasco Wolleter, 2° Jefe del Andes y después del 4° de Línea;
en tenida de blanco el teniente coronel Enrique Tagle Castro ayudante del E.M.; teniente coronel Honorindo E. Arredondo 3° Jefe
del Buin 1° de Línea; de civil el gobernador de los Andes Enrique
Silva Moreno; al fondo con sombrero de hongo el Dr. Reyes Varas;
sargento mayor Eduardo Mardones, ayudante del E.M; asomado el
teniente Guillermo Cea, del San Felipe, después del E.M.; teniente
coronel Luis Chaparro del Buin 1º de Línea; sargento mayor Esteban Aburto, 2° Jefe del Batallón Andes; teniente coronel Segundo
Fajardo, 2° jefe de Pontoneros; de pie con sable, el teniente Clemente Canales del E.M.; sentados de derecha a izquierda. Coronel
José Fidel Bahamondes, comandante del Mulchén; coronel Nicanor Donoso, comandante del 4° de Línea; teniente coronel Santiago
Herrera Gandarillas, comandante del Linares; coronel Hermógenes
Camus, jefe del Buin 1º de Línea y de la 1ª División; coronel Juan
Félix Urcullu, comandante del Andes; y teniente coronel Pedro del
Solar Pérez , 2° jefe del Buin 1° de línea. DHME
En la foto, aparecen los principales jefes y algunos oficiales de la denominada División
Camus. Se percibe el uso de cucalón por parte de algunos ofíciales y la utilización de una
bota de montar de caña seccionada en dos partes. Además se destaca un oficial que luce
una manta no reglamentaria, pero de uso habitual en campaña.
Llama la atención que los oficiales están sin sable, solo uno de ellos porta uno y también
un número significativo de ellos tienen la guerrera abotonada sólo hasta el segundo
botón. Esta es la tenida de diario donde los grados más visibles se llevan en palas doradas sobre los hombros y galón de seda negra en las bocamangas.
l 27 de marzo de 1891 inicia la marcha la División de coronel
Hermógenes Camus, desde Calama pasa a Bolivia y de ahí al norte de
Argentina, llegando el 17 de mayo a la estación Alameda en Santiago.
Las tropas que marcharon a las órdenes del coronel Hermógenes
Camus, fueron el Regimiento Buin 1° Línea, Regimiento Arica 4°
Línea y los batallones Andes, Linares y Mulchén, una brigada de artillería sin piezas, unidad de pontoneros y gendarmes de Antofagasta.
La foto está tomada en Los Andes en mayo de 1891, antes de llegar a
Santiago.
Fotografía militar
DHME - TCL. PEDRO HORMAZÁBAL ESPINOSA
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Historia Militar
Fotografía militar
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Departamento de Historia Militar
del Ejército
“Siempre presentes”
Artículo

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