la crisis en las fronteras - Corporación Viva la Ciudadanía

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El veto de Bush a la resolución del Congreso
contra la tortura
David Cole
Profesor de derecho
Universidad de Georgetown
Traducción para www.sinpermiso.info
George W. Bush hizo historia el pasado 8 de marzo, al convertirse en el primer
presidente norteamericano en usar el poder de veto para proteger el derecho a
la tortura. Huelga decir que él no lo habría dicho así; prefiere hablar de
“técnicas autorizadas de interrogatorio”. Suena harto más civilizado. Pero, a fin
de cuentas, ¿dónde está la diferencia?
El presidente no nos lo puede decir, aparentemente porque si Al Qaeda,
supiera cómo interrogamos, entrenaría a sus combatientes para resistir
nuestras tácticas. Salvo, claro está, cuando ya nos lo ha contado: como en el
caso de la bañera, una técnica que su administración reconoció hace poco
haber empleado la CIA contra sospechosos de pertenecer a Al Qaeda, incluido
Khalid Shaikh Mohammed.
El método de la bañera, insiste la administración, sólo fue usado con tres
sospechosos, y ya no se practica más. No obstante, puesto que es la única
“técnica autorizada de interrogación” cuyo empleo ha sido admitido por la
administración, vale la pena explorar por qué piensan que no es tortura.
Después de todo, nosotros hemos considerado tortura la simulación de la
asfixia cuando otros la han empleado. Condenamos a soldados japoneses por
usarla contra norteamericanos durante la II Guerra Mundial. El Departamento
de Estado se ha referido repetidamente a ese método como tortura en sus
informes sobre el respeto a los derechos humanos por parte de otras naciones.
Pero cuando lo practicamos nosotros, se trata sólo de una “técnica autorizada
de interrogatorio”.
Steven Bradbury, el jefe de la Asesoría Jurídica del Departamento de Justicia,
concedió el pasado febrero, en su testimonio ante el Congreso, que la bañera
puede ser “perturbadora, incómoda, hasta aterradora”, pero insistiendo en que
no es tortura, porque no inflige daño grave ni tienen sus efectos consecuencias
duraderas. La gravedad y la duración del daño desde el punto de vista de la
CIA o de la Asesoría jurídica; no, desde luego, desde el punto de vista del
sospechoso, que no puede respirar, cuyos pulmones se encharcan y que teme
morir asfixiado, si no dice lo que sus interrogadores quieren oír.
Es esa clase de distinciones falaces lo que llevó al mundo a prohibir en el
Convenio contra la Tortura no sólo la tortura, sino “todo tratamiento cruel,
inhumano o degradante”. Y son precisamente esos tipos de distingos elusivos
los que llevaron a las dos Cámaras del Congreso a tratar de imponer a la CIA
las mismas restricciones bajo las que actúan los interrogadores del Ejército,
restricciones que sientan con meridiana claridad lo que puede y lo que no
puede hacerse.
Bush dice que los “terroristas encallecidos” merecen un tratamiento distinto del
de los soldados apresados en combate. Pero en este conflicto la distinción se
desvanece. ¿Cuál es exactamente la base para tratar a los sospechosos de
terrorismo de modo diferente al resto de los seres humanos? El Convenio
contra la Tortura y Otros Tratos y Castigos Crueles, Inhumanos y Degradantes
no hace excepción con los sospechosos de terrorismo. Insiste en que cualquier
ser humano sea tratado igualmente en lo que hace al respeto a su dignidad
inviolable, aun cuando no respete la nuestra. El verdadero objeto del veto de
Bush es nada menos que esa noción de dignidad humana.
David Cole es profesor de derecho en la Universidad de Georgetown. Es autor
de No Equal Justice: Race and Class in the American Criminal Justice System
[Justicial desigual: raza y clase en el sistema penal estadounidense] y coautor,
con James X. Dempsey de Terrorism and Constitution: Sacrificing Civil Liberties
for National Security [Terrorismo y Constitución: el sacrificio de las libertades
civiles en el altar de la seguridad nacional]. Su último libro (2007, New Press),
coescrito con Jules Lobel es: Less Safe, Less Free: Why America is Losing the
War on Terror [Menos seguros y menos libres: por qué está perdiendo EEUU la
guerra contra el terror].

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