La energía en Canarias. - Programas y Actividades de Educación
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La energía en Canarias. - Programas y Actividades de Educación
25 ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA ENERGÍA EN CANARIAS 25.1. Aparición de las diferentes fuentes de energía en Canarias ................591 25.2. Evolución histórica de las fuentes energéticas convencionales en Canarias: carbón, petróleo y gas .....................................................592 25.3. Evolución histórica de la energía eléctrica en Canarias ......................602 25.4. Evolución histórica de las energías renovables en Canarias................613 589 590 25. ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA ENERGÍA EN CANARIAS 25.1. Aparición de las diferentes fuentes de energía en Canarias En la historia del uso de la energía en Canarias deben considerarse dos periodos claramente diferenciados: el anterior a la conquista por los castellanos y el posterior a ella. En la primera parte, las energías empleadas eran las correspondientes a una sociedad agrícola primitiva, en la que el sol, la madera y la propia fuerza humana constituían las únicas energías utilizadas. A partir de la conquista europea, Canarias sigue, con más o menos retraso, la evolución energética de Europa. Se introducen los animales de tiro y el viento se emplea para la impulsión de barcos y la molienda de granos. La energía hidráulica se introduce para accionar los ingenios de azúcar. A finales del siglo XVIII comienza el empleo del carbón en la navegación marítima, que desaparece totalmente en el año 1960 en G.C. El petróleo se introduce en Canarias a principios del siglo XX, y se constituyó en la fuente principal (y casi única) de energía en Canarias. La energía hidráulica moderna se inicia en el año 1893, en la isla de La Palma, mientras que la energía eólica para generar electricidad se introduce en la década de los 70 del siglo pasado. La energía solar térmica, para calentamiento de agua también data de esas fechas, mientras que la energía solar fotovoltaica, para producir electricidad, se inicia en la década de los 80. Solar fotovoltaica Solar térmica Petróleo Carbón Hidráulica Eólica Animal, vegetal 1550 1600 1650 1700 1750 1800 1850 1900 1950 2005 Figura 25.1. Introducción de los diferente tipos de energía en Canarias 591 En la actualidad se estudia la incorporación del gas natural, mientras que la energía nuclear nunca se ha tomado en consideración. 25.2. Evolución histórica de las fuentes energéticas convencionales en Canarias: carbón, petróleo y gas Carbón: El carbón fue introducido en Canarias en el siglo XIX, importado casi en su totalidad desde Gran Bretaña, debido a su calidad y mejor precio. Se empleaba fundamentalmente para el accionamiento de los barcos (“carboneo de los vapores”), y también para la fabricación de gas ciudad para alumbrado público y usos domésticos, en sustitución de la madera. En los últimos años de este siglo, el carbón comenzó a usarse para la generación de electricidad. El abastecimiento de carbón fue creciendo desde principios del siglo, a través de los puertos de las Palmas y Santa Cruz de Tenerife. A finales del siglo XIX se alcanzó un volumen de 800.000Tn/año en el puerto de Las Palmas y 200.000 en el de Santa Cruz de Tenerife. Este carbón era importado y distribuido por compañías extranjeras establecidas en las Islas, destacando la Miller en la Las Palmas y la Hamilton en Tenerife. En la primera mitad del siglo XX desaparece como combustible en Canarias. Así, de las 800.000Tn de la primera mitad Figura 25.2. Carbonera en Las Palmas del siglo XIX, se pasa a menos de la mitad en las dos primeras décadas del siglo XX, y a la cuarta parte en los años 1940, continuando su descenso hasta su desaparición (1950 en Tenerife y 1960 en Gran Canaria) La crisis del petróleo de los años 1970 hace considerar la introducción de nuevo del carbón en Canarias para la producción de energía eléctrica en nuevas centrales y así se contemplaba en el Plan Energético de Canarias del año 1986. Figura 25.3. Barco de vapor 592 Sin embargo, la ubicación de esas centrales (en Gran Canaria y Tenerife) en las proximidades de las zonas turísticas, y el fuerte impacto medioambiental de las mismas, impidieron el uso de este combustible. Petróleo: En el siglo XIX, la iluminación en las casas y recintos cerrados se efectuaba con cera (velas) y con aceites de esquisto y esperma, traídos desde el exterior. En el año 1862 llega a Canarias, procedente de Estados Unidos, el llamado “keroseno de petróleo” que desplazó rápidamente a los combustibles anteriores en iluminación. El keroseno de iluminación, o “petróleo lampante”, y al que se dio en Canarias el nombre de “belmontina”, llegaba a las islas en los “clippers”, rápidos veleros americanos que cargaban en Port Arthur (Texas, en el Golfo de México) (a) (b) Figura 25.4. (a) Quinqué (b) Petromax El consumo de “belmontina” en Canarias es muy difícil de cuantificar, ya que se importaba en latas de cinco galones por mayoristas de los productos llamados “coloniales”. El consumo de este producto perduró hasta la introducción de la electricidad, a finales del siglo XIX. En el año 1902 llega a las islas en primer automóvil, y con él, el inicio del consumo de gasolina. Tabla 25.1. Parque automovilístico de Canarias hasta 1925 Año Nº de vehículos 1902 2 1905 3 1910 30 1915 157 1920 370 1925 1.616 Los primeros importadores de petróleo fueron casas comerciales que, entre otras actividades, eran generalmente consignatarias de barcos y, en su mayoría, firmas extranjeras establecidas desde hacía años en las islas. El mercado canario de productos derivados era Figura 25.5. Coche “de hora” en Gran Canaria ya por la época de la Primera Guerra Mundial lo suficientemente atractivo y presentaba tales posibilidades de futuro que a partir de aquellos años comenzaron a instalarse en las islas una serie de empresas, cuyo único objetivo social era la venta y distribución de productos petrolíferos. 593 La primera de ellas fue la Vacuum Oil Corporation of Canary Islands, que se estableció en 1917, si bien venía ya operando a través de Elder Dempster desde 1913 y que había popularizado en las islas la gasolina “Sunflower”. La Sociedad Petrolífera Española Shell, filial de la Royal Dutch Shell holandesa, empezó sus actividades en Canarias a partir de 1919 a través de agentes, las firmas Miller y Hamilton, en Las Palmas y Tenerife respectivamente. La Shell, pionera en los suministros petrolíferos a barcos, situó en 1919 en el Puerto de la Luz el tanker “Strombus” que como pontón inauguró su actividad con los suministros al buque español “Mar Rojo”. En 1920 fue sustituido por el “Volute” hasta que se inauguró la factoría de esta compañía a finales de 1920. Al puerto de Tenerife llegó el 2 de febrero de 1920 el “Thophom” que, también con depósito flotante, inauguró sus servicios suministrando al “Almirante Cervera” el 5 de mayo de 1920 y, posteriormente, al “Plus Ultra” el 21 de septiembre de dicho año. En el año 1923, los empresarios de D. Juan Díaz Jiménez, de Tenerife, y D. Julio González de las Palmas, comenzaron la comercialización de los derivados de hidrocarburos P.P.P. “Petróleos Porto Pi”, empresa ésta con sede social en Palma de Mallorca y de capital mixto hispaño-francés. En 1927, se implantó en España el Monopolio del Petróleo, de gran trascendencia para Canarias, puesto que del mismo se derivó la instalación en Tenerife de la Refinería propiedad de la primera gran empresa privada dedicada a la prospección, explotación, destilación y transporte de petróleo crudo y sus derivados, de capital y gestión netamente españoles, dando lugar a la aparición de CEPSA (Compañía Española de Petróleo Sociedad Anónima) El 1º de enero de 1928 comenzó la actuación formal de CAMPSA (Compañía Arrendaria del Monopolio de Petróleos, S.A.), previa la incautación por el Estado Español de la totalidad de las instalaciones, existencias y medios de comercialización propiedad de las industrias relacionadas con el petróleo, lo que originó que todas las grandes compañías internacionales propietarias de los bienes incautados, que hasta entonces habían actuado libremente en el mercado español, reaccionaran orquestando una campaña internacional en contra del Monopolio y promoviendo un boicot de suministro de crudo y productos sobre el territorio intervenido. Durante el primer año se salvaron estas dificultades contratando con el sindicato de la Nafta Ruso diversos suministros que eran completados con cargamentos “spot” de origen americano. Como medida favorable contra el movimiento de represalia por parte de los grandes trusts, consideró el gobierno español la propuesta de un grupo de intereses privados de adquirir yacimientos en el exterior, a través de una nueva compañía de capital español, que aseguraría el regular abastecimiento de crudo al país, ya que al contar con mayor libertad de movimiento, por no pertenecer al Monopolio, encontraría el mercado internacional más propicio que CAMPSA. Esta operación se llevó a cabo concertando el grupo privado la adquisición del activo de la sociedad norteamericana Falcon Oil Corporation, que poseía los derechos totales sobre el 5% de la producción de petróleo bruto de la Lago Oil Corporation en algunas zonas marítimas del Lago Maracaibo, aparte de una extensa área de concesiones en otras zonas prometedoras de Venezuela. Formalizada la operación en agosto de 1929 y como consecuencia inmediata de ello, se constituía pocas semanas después, el 26 de septiembre de 1929, la Compañía Española de Petróleos, S.A. (CEPSA) Las posiciones tomadas en Venezuela no eran más que una fase de un plan más amplio que se había trazado la nueva compañía. Dentro de sus objetivos figuraba también el acceso a importantes concesiones en el Estado de Texas, pero cuando las negociaciones encaminadas al logro de este propósito se encontraban muy cerca de su fin, no pudieron materializarse por negarse a CEPSA las divisas imprescindibles para realizar los primeros pagos de la transacción. La trascendencia que el hecho hubiera podido tener en el futuro es difícil de precisar, pero si se tiene en cuenta 594 que las explotaciones y concesiones que fueron objeto de los tratos que no pudieron llevarse a cabo resultaron después campos de espléndida producción, no resulta arriesgado pensar que ello hubiera modificado el curso de acontecimientos por los que atravesó y atraviesa el sector petrolífero en España. Pero el momento en que nació CEPSA fue especialmente delicado. La crisis económica, con sus efectos recesivos, era patente en el interior y en el exterior del País. Políticamente, España se hallaba en 1930 en una situación de desequilibrio interno, en transición entre la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República, y el Gobierno de Berenger no supo apreciar en el tema, la importancia política y económica, que representaría, el que tales pertenencias estuviesen en manos de una entidad española. El primer paso de CEPSA para la industrialización de sus crudos era disponer de una refinería, que debiera instalarse bien en área nacional no monopolizada, como Ceuta, Melilla e Islas Canarias, (ya que CAMPSA se opuso a que se construyeran refinerías privadas en el área de su jurisdicción, aunque fuese en régimen de puerto franco), o, por el contrario, en el extranjero y, más concretamente, en Venezuela, al pie de los yacimientos. Estudiadas detenidamente todas las posibilidades, la magnifica situación geográfica de Canarias, determinó bien pronto la conveniencia de que la refinería se emplazase en este Archipiélago, de entre cuyas islas se escogió Tenerife por ser en la que mayores facilidades de toda índole se dieron. La situación de Canarias, aproximadamente equidistante de mercados tan interesantes como la Península Ibérica, Marruecos español y las colonias europeas en la costa occidental de África, teniendo además los mercados propios de las siete islas del Archipiélago, con una capacidad de consumo de gran interés, y siendo los puertos de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife puntos de convergencia de numerosas líneas internacionales de navegación, otorgaba a la refinería amplias perspectivas comerciales y además la situaba de lleno en las rutas que unían las concesiones adquiridas en Venezuela con los mercados nacionales. Dentro del primer trimestre de 1930, CEPSA contrató con la firma de Bethlehem Steel Corporation la construcción de la Refinería que entró en funcionamiento en noviembre de aquel mismo año, con la modesta producción de 250.000Tm de crudo al año, obteniendo todos los productos de consumo corriente en la época: gasolina, petróleo lampante para quinqués, faros y cocinas, combustibles para motores Diesel y fuel oil para calderas de vapor. Figura 25.6. Antigua refinería en Tenerife En 1933 se crea en Canarias, la “Distribuidora Industrial, S.A.” (DISA) con capital español, dedicada fundamentalmente a la distribución y comercialización 595 de derivados del petróleo en todo el Archipiélago, aunque también fabrica, en su complejo industrial de Tenerife, pinturas, asfaltos oxidados y grasas, para los que utiliza materias primas derivadas del petróleo. A partir de la puesta en marcha de la Refinería, CEPSA empezó a suministrar al mercado canario y peninsular gasolina y otros productos terminados, así como a establecer los primeros acuerdos para la entrega de combustibles líquidos a barcos extranjeros y atender a otros distribuidores en los mercados de África y Portugal, de forma que la venta de productos alcanzó cotas crecientes en los primeros años de funcionamiento de la refinería en Tenerife. Incluso fue preciso, en múltiples ocasiones, adquirir productos terminados para con ellos atender la demanda del mercado. Por esta razón y a pesar de los efectos de las crisis económica mundial y del inestable ambiente político de nuestro país, CEPSA decidió en 1935 proceder a la amplificación y mejora de las instalaciones industriales de la Refinería, con el montaje de una moderna instalación de “cracking” térmico que permitiría revalorizar los productos que se obtuvieran y pasar la capacidad de su diseño original a 500.000Tm., en cuya situación se encontró al estallar la Guerra Civil. El Gobierno de la República, en agosto de 1936, incautó oficialmente la Compañía, por lo que planteados conflictos de personalidad jurídica en el extranjero, diversos suministradores suspendieron las entregas previamente concertadas colocando la refinería en problemas de abastecimiento y sin poder iniciar la construcción de las nuevas instalaciones. A mediados de 1937, CEPSA consiguió entrar en posesión de sus bienes en Venezuela al contrarrestar el bloqueo jurídico de los mismos que la incautación del Gobierno de Madrid había traído consigo y ello le permitió pagar a los suministradores de los equipos y reanudar las obras, quedando las nuevas plantas en servicio en mayo de 1938, en pleno apogeo de la Guerra Civil. A partir de esta fecha se intensificó la actividad de la refinería que se suministraba fundamentalmente de los crudos de su propiedad en Venezuela. Durante los tres años que duró el conflicto, y a pesar de lo irregular de los suministros, tanto por las razones de la Guerra Civil como por el alza que por aquellas fechas existía en el mercado internacional de los fletes del petróleo, así como por la demanda masiva de productos energéticos “bélicos”, Canarias dispuso, sin mayores contratiempos, del total abastecimiento de sus necesidades, salvo los suministros a buques extranjeros que fueron suspendidos desde principios de 1937 hasta los últimos meses de 1938, al irse normalizando paulatinamente por esas fechas el abastecimiento de crudos y transporte de productos. Desencadenada la II Guerra Mundial, a pocos meses de concluida la Guerra Civil, se produjo una brutal alteración en la cotización internacional de los fletes y, en particular, en los de petróleo, lo que fue debido a las “primas de guerra”, sobordos y muchos otros factores que durante los periodos bélicos influyen en estas actividades, así como a la desaparición del mercado de fletes de las importantes flotas petroleras de los países escandinavos. Por esta razón el flete se convirtió, en 1940, en el sumando más importante de los que gravaban los precios de coste de los productos petrolíferos, y al tenerse que valer exclusivamente de algunos de los barcos de la flota petrolera española, muy limitada por esas fechas, se produjo como consecuencia inmediata el desabastecimiento parcial de la Refinería de Tenerife, creando las primeras dificultades serias que la Guerra Mundial había de causar en su marcha. En los primeros días de 1942, como consecuencia de la puesta en vigor de las normas restrictivas a la exportación de petróleo por parte del Gobierno de los Estados Unidos, tuvo lugar la paralización de los envíos de crudo 596 a Tenerife, que motivó que durante el primer semestre del aquel año la refinería estuviese prácticamente inactiva. A pesar de ello se atendieron las necesidades del mercado local canario totalmente, gracias a las reservas en existencia. A mediados de ese año comenzaron a llegar de nuevo algunos cargamentos de crudo, si bien a un ritmo restringido, lo que permitió reanudar la actividad de la refinería. En 1943 se acusó una ligera reducción en el coste de los fletes, que en el momento álgido de la subida habían aumentado el 500 por 100, lo que contribuyó a crear un periodo más normal dentro de lo trastocado y mediatizado que estaba el mercado petrolífero mundial. A principios de 1944, cuando los aliados suspendieron unilateralmente la vigencia de los acuerdos de Washington, se cortaron los suministros de crudo a nuestro país, por lo que nuevamente la refinería estuvo inactiva durante algunos meses, hasta que se reanudaron los suministros a partir de mayo y se estableció el control aliado sobre la misma. A medida que se vislumbraba el final de la Guerra, los fletes y seguros fueron orientándose a la baja, ya que durante el año 1945 los aliados controlaron el mercado y empezaron a liberalizarlo paulatinamente. Puede decirse como resumen de ese periodo que durante los años de la II Guerra Mundial el mercado interior canario estuvo atendido con relativa regularidad. Las restricciones, en forma de racionamiento, se limitaron a las fechas de desabastecimiento de crudos señaladas y, por ejemplo, la utilización de gasógeno, en sustitución de la gasolina, empleado durante tantos años en la península, con mayor intensidad a partir de 1940, no sólo en tractores, coches y camiones, sino también en motores industriales, tuvo en las islas una aplicación muy limitada a partir de 1943 y su uso sólo duró unos dos años. En total no llegaron a 50 los vehículos que en el Archipiélago se equiparon con el dispositivo para quemar carbón vegetal o leña y producir el óxido de carbono o gas pobre (1.600 gramos de carbón vegetal de buena calidad reemplazan un litro de gasolina). La Capitanía General de Canarias instaló gasógenos en dos Packard a su servicio y otros dos en camiones 3HC, pero más como actitud testimonial del Ejército que por otras razones. Al término de la II Guerra Mundial se inició una lenta recuperación del consumo de productos petrolíferos, que se fue consolidando a medida que cesó el bloqueo impuesto a nuestro país por las potencias vencedoras. Es particularmente interesante el aumento en el suministro de combustibles a la navegación marítima registrado por esos años, debido al crecimiento del número y tonelaje de los buques españoles que tocaban los puertos del Archipiélago y también la reaparición del tráfico portuario de buques extranjeros, que llegaron a desaparecer por completo durante los Figura 25.7. Puerto de Las Palmas 1920 años 1942 y 1943. 597 Figura 25.8. Puerto de Santa Cruz de Tenerife 1920 A partir de 1950, gracias al estímulo producido por la progresiva recuperación económica general, fue aumentado el consumo de petróleo hasta consolidarse esta situación a partir de 1959, año en que se instrumenta en España una serie de medidas de política económica, contenidas en el Plan de Estabilización, que encaminaron a la economía nacional hacia un proceso de desarrollo e inserción en el mercado mundial En Canarias y en la década de los cincuenta, la demanda de petróleo crece rápidamente impulsada por el desarrollo nacional, poniéndose en el mercado productos destilados, destacando entre ellos los gases licuados del petróleo. Figura 25.9. Planta llenado de bombonas de butano en Tenerife 598 El consumo de butano y propano, cuya comercialización se inició en 1953 (cinco años antes de que apareciesen en el mercado peninsular), tras la fundación de BUTANO, S.A., crece a un ritmo espectacular, sustituyendo en los usos de cocina y agua caliente sanitaria al petróleo, carbón, y a la leña, en incluso en Santa Cruz de Tenerife, Figura 25.10. Camión de reparto de butano única ciudad que disponía de tal servicio, el gas de ciudad. Del desconocimiento general sobre los G.L.P. se pasó en el espacio de muy pocos años a ser el combustible doméstico más extendido en el Archipiélago. El consumo, que ya en 1960 era de 11.000Tm, alcazaba las 22.000 en 1963 y 44.000 en 1970. Es muy destacable, asimismo, la evolución del consumo de las gasolinas-auto, cuya demanda, a lo largo del período, creció paralelamente con la gran expansión del parque automovilista, según se indica en el cuadro. Tabla 25.2. Parque de vehículos en Canarias en los años que se indican AÑOS S.C. DE TENERIFE LAS PALMAS TOTAL 1960 11.461 11.898 23.359 1965 29.559 31.057 60.616 1970 61.156 63.095 124.251 1975 113.669 123.146 236.815 1980 175.025 194.635 369.660 Otros productos que se desarrollaron fuertemente a partir de 1950 fueron los combustibles para la aviación. El carácter insular, las bajas tarifas para vuelos interiores y posteriormente la expansión del tráfico aéreo internacional (negocios, pero fundamentalmente por el turismo), unido al número creciente de aeropuertos en el Archipiélago, fueron el origen del consumo de las gasolinas de alto octanaje primero y el de los kerosenos aviación para reactores a partir de los años 60. Figura 25.11. Antigua gasolinera en Gran Canaria 599 Figura 25.12. Aeropuerto de Gran Canaria 1960 Figura 25.13. Aeropuerto de Tenerife El incremento del consumo de gasóleo se debe tanto a la extensión de su uso en automoción, como al aumento del número de tractores y maquinaria de obras, así como a su utilización creciente en el sector servicios (cocina y agua caliente sanitaria en hostelería) El consumo de fuel-oil, cuya evolución se encuentra ligada a la generación de electricidad, aumentó muy considerablemente en la misma medida que Unión Eléctrica de Canarias, S.A. iba construyendo nuevas centrales y ampliando las existentes, así como extendiendo las redes de distribución. Es de destacar, asimismo, el empleo del fuel en las plantas potabilizadoras cuyo desarrollo, 600 dada la necesidad de agua en determinadas islas, ha sido creciente en los últimos años. La primera planta se instaló en 1965 en Lanzarote, por la sociedad privada Termoeléctrica de Lanzarote, S.A., que producía 2.300 metros cúbicos de agua al día. En 1969 se hicieron las primeras pruebas con la Piedra Santa en Las Palmas, cuya entrega oficial tubo lugar en julio de 1974, siendo por sus características la mayor del mundo en el momento de contratación (20.000m3 de agua diarios y 20.000KW la potencia de alternadores para producción de electricidad). En 1970 entró en servicio la de Puerto del Rosario y en 1975 otra en Lanzarote, todas ellas promovidas y explotadas por Corporaciones Municipales o Insulares. Figura 25.14. Planta desaladora primitiva en Fuerteventura CEPSA no es la única empresa que opera en Canarias en este periodo. En 1952 se creó “Almacenamiento Petrolíferos Dishell, S.A.”, que presta servicios de recepción y almacenamiento de combustibles en La Palma, con instalaciones en Breña Alta, así como “Esso Española, S.A.” que efectúa servicios de bunker en el Puerto de las Palmas, e importa y comercializa de aceites marinos y de consumo interior. Otras empresas como “BP Española de Petróleos”, “Camping Gas Española S.A.” y “Organización Comercial Hermanos Artiles”, se dedican únicamente a la comercialización de algunos derivados específicos del petróleo: lubricantes de primera y gases licuados del petróleo las restantes citadas, aunque por lo que se refiere a “Camping Gas Española, S.A.” dispone de una planta industrial propia en Tenerife para el llenado de los envases de gas. 601 Gas: Gas ciudad: En 1886 se creó en Santa Cruz de Tenerife, capital por entonces de Canarias, la empresa “The Tenerife Gas and Coke Company”, con la finalidad de instalar una red de alumbrado con gas. Esta empresa funcionó entre los años 1888 y 1898, cuando la aparición del alumbrado eléctrico sustituyó al de gas. Sin embargo, en 1906 surgió otra nueva empresa, la “Gaswork Santa Cruz de Tenerife, Aktiengesellschaft”, con el compromiso de fabricar gas para alumbrado, calefacción, cocina y usos industriales. La fábrica de gas, ubicada en Santa Cruz (antiguo lazareto), se inauguró en 1907, y en 1920 contaba con más de 32 kilómetros de tubería enterrada y unos 1.600 abonados (1.327 cocinas, 270 hornos, 946 hornillos, 68 baños, varios calefactores y 6 motores de gas con un total sw 108_H.P.). En 1931, UNELCO compra la sociedad y en 1938 cesó su actividad. Gas natural: La primera vez que se habla de incorporación del gas natural a los recursos energéticos de Canarias es en la década de los años 1970, como reflejo, quizás, la fuerte crisis del petróleo en esos años. El Plan Energético de Canarias de 1989 (PECAN 89) plantea la opción del gas natural para el accionamiento de turbinas de gas de ciclo combinado. Sin embargo, esta era una opción demasiado avanzada para la época (incluso La Comunidad Europea prohibía el uso de gas en centrales de generación eléctrica), por lo que finalmente fue desechada. Ya más recientemente (desde el año 2000), la opción del Gas Natural Licuado (GNL) ha vuelto a tomarse en consideración, como así lo refleja el Plan Energético de Canarias del 2002 (PECAN 2002). Sin embargo, los altos costos de las infraestructuras de descarga y almacenamiento y una fuerte contestación social han impedido, por el momento, su implantación en Canarias (en las islas de Gran Canaria y Tenerife, y sólo para fines de generación de energía eléctrica) 25.3. Evolución histórica de la energía eléctrica en Canarias Curiosamente, la implantación de la energía eléctrica en Canarias se inicia en la isla de La Palma, y más en concreto en su capital, Santa Cruz, por dos razones: Por la existencia de un salto de agua a tres kilómetros de la ciudad, en el barranco del El Río y por la presencia de una importante burguesía que hacia gala de sus “ideas avanzadas”. Estos dos factores hacen que en 1892 se inicien los contactos entre un grupo acaudalado de habitantes y la compañía “Jackson Hermanos” de Madrid, especializada en instalaciones eléctricas. Dicha compañía elaboró un proyecto para cuya ejecución se constituyó en septiembre de 1892 la “Sociedad Anónima Electrón” con un objetivo principal: el establecimiento del alumbrado eléctrico. La sociedad Electrón logro al mismo tiempo la licencia de aprovechamiento de las aguas por su fuerza motriz y el contrato que le concedía el servicio de alumbrado público. En 1893 las obras estaban terminadas, disponiendo 602 de una turbina de 50HP, un alternador de 50KVA y 1.000V en salida, 138 lámparas de 100W y dos más de arco voltaico. Figura 25.15. Central hidráulica de La Palma La segunda población de Canarias en disponer de servicio público de alumbrado eléctrico fue La Orotava, en Tenerife, por las mismas razones que Santa Cruz de La Palma. Ello movió al Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, por entonces la capital de Canarias, a promover la electrificación de su casco principal. El único problema que existía era la aparición de un concesionario que ofreciese las suficientes garantías. A ello se sumaban los problemas técnicos de un tendido eléctrico más complicado y la producción de corriente más costosa de lo que permitía el caso particular de La Palma y La Orotava. Otro problema añadido para Santa Cruz de Tenerife era que el propio Ayuntamiento acometía la empresa, mientras que en La Palma el dinero procedía de particulares. Todo llevó a que se celebrara una subasta pública en 1896 apareciendo un licitador único: Juan Martí y Balcells (por un canon de 30.000 pesetas anuales). Al arrendatario se le obligaba a hacer efectivo el servicio en doce meses a partir del momento en que el Ayuntamiento le entregase el plan de ubicación de los puntos de luz, formado por 350 lámparas y 33 arcos voltaicos, con un total de 85.600m de cable y alambre. Seguidamente se constituyó en sociedad la “Compañía Eléctrica e Industrial de Tenerife”, con accionistas pertenecientes a un grupo local implicado en la gestión del proyecto, sacando la empresa a concurso la construcción del edificio destinado a estación central. La realidad fue que no se dispuso de suministro a particulares hasta que pasaron tres años, seguramente debido al poco interés que despertó en el público el ofrecimiento de la compañía: el número reducido de abonados no justificaba el gasto de un tendido urbano. Papel destacado jugó el ingeniero Julio Cervera, que llegó a Santa Cruz en septiembre de 1894, poniéndose en contacto con el Ayuntamiento, siendo autor del estudio técnico que sirvió de base al proyecto de alumbrado eléctrico de la ciudad. Puede decirse que técnicamente fue el autor de la electrificación de Santa Cruz. Además de autor del proyecto y director de obra de la central eléctrica, ideó dos proyectos del mayor interés para la isla: el de un tranvía eléctrico de Santa Cruz a Icod (que llegó a realizar parcialmente, uniendo inicialmente la capital con La Laguna, y más tarde con Tacoronte), y el de un 603 ferrocarril de Santa Cruz a la Orotava (que no llegó a realizar por el coste de la inversión) En 1911 se instaló una máquina “compound gemela” de 1.150 caballos y 115 revoluciones por minuto, que permitió extender el servicio de energía eléctrica hasta La Laguna (hasta el año 1925 fue el mayor generador eléctrico del archipiélago) Figura 25.16. Central eléctrica primitiva de Tenerife En cuanto a la implementación de un servicio de alumbrado en Las Palmas, el camino que siguió esta idea fue similar al de Santa Cruz de Tenerife y, en su primera parte en perfecta sintonía. Como en Santa Cruz, el alumbrado público a base de belmontina había llegado en 1863; y de igual modo hubo también propuestas ulteriores de instalación de un alumbrado de gas, que no llegaron a cuajar. Entre 1883 y 1891 se presentan sugerencias, estudios preliminares, ofertas y peticiones, relacionados con la instalación del alumbrado eléctrico. En 1891, por ejemplo, previo acuerdo de la Comisión de Alumbrado, se costeó el viaje y la instancia de un ingeniero eléctrico de Zaragoza, invitado para estudiar in situ las posibilidades prácticas de este proyecto. Se le comunicó al interesado un escrito del Ayuntamiento, claro reflejo de la euforia y de la tendencia expansionista de los representantes de la ciudad: “cuenta la ciudad de Las Palmas con 25.000 habitantes y su comercio ha adquirido extraordinario desarrollo, que seguirá indudablemente en aumento; de modo que puede asegurarse que, entre caminos, establecimientos comerciales y casas particulares, excederán de cien, por de pronto, el número de casas que se abonen para iluminarse por medio de la electricidad”. No se sabe en qué quedó la visita del ingeniero de Zaragoza, pero en cambio llegó en junio de 1892 el Sr. Prouvat de Gueéry para proponer su plan de alumbrado público. La corporación decidió sacar a concurso el arrendamiento del alumbrado público, pero en ninguna de las dos ocasiones que lo hizo se pudo llevar a cabo por no presentarse ningún licitador. Más tarde se formó la Cooperativa de Energía Eléctrica de Las Palmas impulsada por la Sociedad Económica de Amigos del País, y a pesar de dividir la electrificación inicial de la capital en dos fases, la falta de inversión autóctona hizo fracasar de nuevo este intento. En la prensa de la época se acudía a la palabra patriotismo para sufragar la electrificación y no permitir que el capital extranjero fuese el que se llevase el gato al agua. 604 La ciudad de Arucas tuvo electricidad antes que la capital, aprovechando una dinamo instalada con otras finalidades en una fábrica de azúcar. (Por ellola electricidad tuvo en Arucas un carácter esporádico, empleándose normalmente para la iluminación de las fiestas locales) Más tarde se encargó el estudio de un proyecto para ver la viabilidad de instalar una pequeña central hidroeléctrica que pudiese aprovechar un salto de agua existente en el Municipio. El resultado fue positivo, deduciéndose que incluso se podía exportar energía a la capital, pero al final el proyecto no se pudo llevar a cabo de nuevo por la falta de financiación. Por esa época el Sr. Eusebio Navarro había establecido contactos con fuentes de capital belga. Se dirigió al Ayuntamiento para pedir el arrendamiento del alumbrado público, que después de deliberar el tema durante más de un año determinó concederlo con las siguientes condiciones: sería un periodo de 40 años, la compañía suministradora reduciría los precios de la energía, y el Ayuntamiento cedería el solar para la ubicación de la central térmica. Desde Amberes vinieron ingenieros y se empezó a montar la central (se llegó a instalar un chimenea de 43m), y viendo la gente que la cosa iba en serio, el número de abonados superó los 4.000, sin contar la petición de incorporación de Arucas (que fue desestimada). Ello hizo que se aumentara el número de máquinas generadoras inicialmente previstas, inaugurándose el 10 de junio de 1898 el servicio de suministro eléctrico de Las Palmas de mano de la corporación formada de mano de Eusebio Navarro: la Sociedad de Electricidad de Las Palmas (SELP) Figura 25.17. Central primitiva de Las Palmas (Plaza de la Feria) En las demás municipios e islas, y con excepción de los pocos casos de poblaciones que establecen por cuenta propia modestos servicios de alumbrado público, el uso de la electricidad era prácticamente desconocido, si se exceptúa el caso no muy frecuente de molinos o talleres locales que utilizaban generadores para sus actividades específicas. Como éstas no solían coincidir con las necesidades de alumbrado público o particular, es fácil de entender que solo una parte del potencial de sus máquinas se aplicaba al suministro de un corto número de abonados. 605 A pesar de la ausencia de una mínima política energética, al inicio del año 1930 todas las islas del archipiélago disponían de un servicio público de suministro eléctrico, con la única excepción de Fuerteventura, cuya economía se hallaba muy deprimida y cuyo único núcleo urbano no presentaba indicio alguno de progreso, de modo que tuvo que esperar hasta 1931 para tener electricidad. En 1925 tenían suministro eléctrico las poblaciones que siguen: Gran Canaria: Las Palmas, Arucas, Valleseco, Teror, Gáldar, Guía, Moya. Lanzarote: Arrecife. Tenerife: Santa Cruz, La Orotava, Güimar, Realejos, Puerto de la Cruz, Icod, Los Silos, Buenavista, Garachico, La Laguna, Tejina, San Miguel. El Hierro: Valverde. La Palma: Santa Cruz, Los Llanos, El Paso. En La Gomera hubo, en años anteriores, un servicio de electricidad que suministraba fluido a San Sebastián, pero había quedado interrumpido a principio de los años 20; volvió a establecerse el servicio en 1927. En la isla de Gran Canaria, y al final de los años 1920, aparece una nueva compañía, la “Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riego” (CICER), que hacia la competencia a la SELP. La idea procedió de Gustavo Winter, ingeniero alemán establecido en España desde la Primera Guerra Mundial. Después de haber instalado centrales térmicas en Zaragoza y en Valencia, realizó los estudios preliminares para instalar una central eléctrica en Las Palmas. En su proyecto, la producción de electricidad no se conformaría sólo con el mercado de la capital: había previsto emplear una buena parte de la misma en la elevación de agua para los regadíos y en una línea de tranvía que iría desde Sardina en el Sur hasta las zonas plataneras en el Norte. Con vista a la realización de este proyecto, Winter había tomado contacto con capitalistas españoles, algunos de los cuales decidieron formar con él la citada empresa. En el programa que se había fijado la nueva Compañía figuraba el proyecto de establecer plantas generadoras de tipo moderno, primero en Las Palmas, donde parecía más acuciante el problema, luego en Santa Cruz de Tenerife, y eventualmente en cada una de las siete islas. El nombre de la compañía indicaba que pensaban en una futura ampliación a las colonias españolas, y más particularmente a la isla de Fernando Poo. Al disponer de dinero, la CICER tenía acceso a las más modernas técnicas y prácticas industriales; lo único que faltaba en su plan de trabajo es lo que hoy en día llamamos marketing. Se lanzó a la aventura sin asegurarse de antemano ningún contrato o concesión porque partían de la idea de que la presencia de suministro era suficiente aliciente para incitar la industrialización y, por consiguiente, a la creación de un mercado. En 1927 comenzó en Gran Canaria la construcción de la futura central de la compañía. Estaba situada en Guanarteme, y ocupaba un solar de 6.500m2. Se trabajaba con tres turnos de 8 horas cada uno, contando con hasta 800 hombres, de modo que la obra pudo darse por terminada en 18 meses. La solemne inauguración tuvo lugar el 12 de octubre de 1928 y contó la presencia de Primo de Rivera. A la fábrica se le bautizó con el nombre de Alfonso XIII. 606 Figura 25.18. Central eléctrica en Gran Canaria (CICER) La CICER se encontró con un gran problema: tenía una planta moderna con potencia elevada (12.500CV), pero no disponía de clientes. Empezó así una batalla legal por la concesión del suministro eléctrico a Las Palmas, que ostentaba en aquel momento la SELP. Tras un largo debate, en el que la opinión pública apoyaba decididamente a la CICER, el Ayuntamiento dejó la exclusividad del alumbrado del puerto a SELP y permitió a la CICER extender su red eléctrica, lo cual era demasiado poco habida cuenta del enorme potencial del que disponía la planta. La crisis de 1929 ocasionó una depresión en Canarias. Las exportaciones de plátanos, tomates y papas descendieron. El trabajo escaseaba y la conflictividad social aumentaba. Todo ello hace que se produzca una emigración masiva hacia tierras americanas. Con el motivo de la instalación de la refinería en Tenerife por parte de la empresa americana Bethlehem Steel Co., el capital americano se fija en el archipiélago. En 1929 los grupos de empresas “Foreign Trade Securities and Co.” y “J.G. White and Co.” de Nueva York, adquirieron el control de la CICER. Simultáneamente, la “Whetstone Corporation” de Filadelfia, a través de Juan March (dueño de Transmediterránea y accionista mayoritario de CEPSA), adquiere el control de la CEIT. Este mismo señor adquiere el paquete mayoritario de acciones de la SELP, en manos de la empresa belga “Enterprises Générales de Travaux”, el total de la Cia del Gas de Tenerife y el total de la empresa “Tranvías de Las Palmas”. Todo este paquete de empresas fue vendido por Juan March a la “Whetstone Corporation”, la cual llega a un acuerdo con la “White and Co.” en 1929, adquiriendo su participación en la CICER. Todas estas operaciones dan lugar a la aparición de una nueva compañía, de capital americano, la “Unión Eléctrica de Canarias, S.A.” con la abreviatura de UNELCO (obtenida de su nombre anglosajón “Union Electric Company”) En Las Palmas se interconecta las redes eléctricas de las dos compañías iniciales, dejando sólo en servicio la Central de Guanarteme. Tras un largo contencioso con el Ayuntamiento, que entiende que no se respetan las concesiones otorgadas a las empresas iniciales, el ministro de la Gobernación Maura confirma el control de la empresa por el capital americano, ante las presiones de los embajadores de Estados Unidos. 607 Se puede considerar el año 1934 como el primero de una gestión efectiva de UNELCO en sus dos divisiones canarias. En Santa Cruz de Tenerife la central de la CEIT había llegado prácticamente al límite de su capacidad productiva, por lo que se trasladó una turbina de 2.500KW que pertenecía a la antigua central de la SELP que ya había sido cerrada. En ese mismo año se terminaron los trabajos que permitieron el paso del suministro de corriente continua a corriente alterna. En Las Palmas se procedió a la renovación de la red de conducción eléctrica que se hallaba muy deteriorada. Se puso también en marcha una política de lucha contra el fraude de los contadores, que se había extendido peligrosamente y pesaba mucho en las pérdidas de la compañía. A pesar de todo ello, las deudas municipales con la compañía y la conflictividad laboral no propiciaron el ambiente halagüeño que se esperaba. El alzamiento de 1936 acalló los problemas laborales y la empresa pudo dedicar sus esfuerzos a la preparación de un porvenir que se presentaba prometedor de antemano. El periodo comprendido entre el estallido de la Guerra Civil Española y los principios del plan de estabilización (1959), obedece en su desarrollo a la orientación de la política económica del Estado, la autarquía. En realidad, la aplicación del modelo autárquico a la economía canaria no pudo llevarse a cabo de manera integral, debido a las condiciones estructurales de la misma. Esta situación obligó a los poderes públicos a admitir la necesidad de mantener el régimen comercial de puertos francos, si bien el aislamiento canario quedó una vez más patente por el hecho de la insularidad, que se vio agravado con la Guerra Civil, entrando en un periodo de fuerte recesión económica, que no se vio aliviado hasta 1950 (por medio se sufre también las consecuencias de la II Guerra Mundial) Hasta la Guerra Civil, el carbón de importación fue el principal combustible utilizado por Unelco, importado principalmente de Gran Bretaña debido a su calidad y mejor precio. Cuando estalló la Guerra, los cortes de suministro de carbón extranjero, y la escasez del carbón procedente de la península debido a que la mayoría de las minas estaban en manos republicanas, hizo que Unelco tuviera simplemente que restringir los suministros eléctricos, descendiendo la calidad del servicio, que dio prioridad a las zonas de más actividad. Debido a todo esto, UNELCO decide introducir una mejora: empezar a usar el fuel-oil como combustible, cosa que terminaron haciendo todas las centrales térmicas de las islas, si bien su implantación fue diferente. Con la llegada de la II Guerra Mundial el suministro de fuel-oil llegó a ser tan precario como lo fue el carbón, con el agravante de que no existía solución de recambio. Si a ello se añade la vuelta de una política autárquica, el resultado fue de nuevo un descenso en la calidad del servicio y pérdidas económicas para la compañía, a pesar de la subida del precio del KWh. El consumidor solo empezó a ver una mejora a partir de 1952, año en que entra el sistema de Tarifas Topes Unificadas, que autorizaban la subida de las tarifas eléctricas a condición de que las empresas beneficiadas colaboraran en la electrificación del país. La puesta en marcha del plan de estabilización de 1959 supone el fin de la época autárquica, suponiendo el despegue de la economía y un crecimiento limitado del sector energético. Se inicia un periodo de expansión que, en el caso de Unelco, se prolonga hasta la actualidad a pesar de la crisis del petróleo de 1973. 608 Dentro de este periodo se distinguen dos etapas diferentes, separadas por la fecha de 1969, año en que se produce en la empresa eléctrica el cambio de gestión más importante de toda su larga carrera: la entrada del INI (Instituto Nacional de Industria) y, a través de él, del Estado, como accionista mayoritario de la empresa. Esta innovación pone fin a más de 40 años de control remoto de capital americano. La orientación de la compañía será en adelante muy diferente de lo que era. De 1960 a 1973, las islas emprenden un gran despegue, que permiten el paso de Unelco de la categoría de mediana empresa en dimensión insular, al rango de gran empresa de tipo regional, situándola entre las 100 empresas más grandes del país por el volumen de ventas. Dos fueron los motivos que propiciaron tal hecho: el crecimiento económico y el demográfico, que aumentó sensiblemente el aumento de la demanda energética. Figura 25.19. Central eléctrica de Jinámar, en Gran Canaria Los años que van desde 1970 a 1983 tienen como principal característica la extensión del servicio a la totalidad del Archipiélago y, sobre todo a partir de 1980 hasta la fecha, la normalización del suministro de energía. La expansión de Unelco ha sido superior a la media nacional del mismo periodo, en cuanto al crecimiento de la energía vendida, lo cual se debe en parte al retraso local acumulado. También se ha incrementado la dimensión de la empresa: si las ventas se multiplicaron por 4,7 de 1970 a 1983, los recursos de la empresa lo hicieron por 25, consecuencia del suministro a prácticamente todos los habitantes de las islas. Figura 25.20. Central eléctrica de Candelaria, en Tenerife (Las Caletillas) 609 En un plazo de tres años (1969-1972), Unelco incrementó en un 117% su potencia instalada, gracias a su nueva central de Jinámar. Su entrada en funcionamiento cubría con creces las necesidades de suministro. En Tenerife, la capacidad de producción no conoció un incremento tan espectacular ya que no era necesario, por contar la central de Candelaria con suficiente capacidad para abastecer la demanda. Figura 25.21. Central eléctrica en Lanzarote, Punta Grande Figura 25.22. Central eléctrica de Fuerteventura, Las Salinas 610 Unelco realizó la tarea de completar el suministro energético de las islas siguiendo fórmulas diferentes. La electrificación de Fuerteventura y el Hierro fue fácil, ya que en ambas islas tuvo que hacerlo todo a partir de cero. En los demás no faltaron los problemas jurídicos y técnicos, derivados de la notable dispersión de los pequeños medios de producción independientes, cada uno trabajando en circuito cerrado, y con medios de probada insuficiencia. Su interconexión con las Figura 25.23. Central eléctrica de La Palma, Los Guinchos redes insulares resolvieron sus problemas, pero también obligaron a aumentar la potencia de grandes centrales insulares. Figura 25.24. Central eléctrica de La Gomera Figura 25.25. Central eléctrica de El Hierro En los años 1970 se produce la primera gran crisis del petróleo, y con motivo de ella se suscita en Canarias la necesidad de diversificar las fuentes energéticas. El primer Plan Energético de Canarias, aprobado por el Parlamento de Canarias en el año 1980 (PECAN 86), aboga por la introducción del carbón como la nueva opción (por aquel entonces, La Comunidad Europea impedía el uso de gas natural para la generación de energía eléctrica) Con este motivo, UNELCO planificó la construcción de dos nuevas centrales en las islas de Tenerife (Granadilla) y Gran Canaria (Juan Grande). Figura 25.26. Central eléctrica de Granadilla, en Tenerife 611 Sin embargo, la implantación de centrales de carbón en las proximidades de las zonas turísticas en estas dos islas desató una fuerte polémica (en la que participaron casi todos los ciudadanos), lo que llevó a que el Gobierno de Canarias se replanteara la situación, barajándose una solución totalmente novedosa en aquel momento: la utilización del gas natural en centrales de ciclo combinado. En este contexto se redacta el Plan Energético de Canarias en 1989 (PECAN 89) que fue aprobado por el Parlamento de Canarias en 1990. Sin embargo, la necesidad de incrementar la energía eléctrica vertida a la red en las islas de Gran Canaria y Tenerife, principalmente, y los problemas aún existentes con el gas natural, llevaron a la construcción de las nuevas centrales previstas usando el petróleo (fuel-oil) como combustible, quemado en una caldera que producía el vapor inyectado en una turbina convencional. Estas centrales fueron dotadas de un importante equipamiento para la aminoración de la contaminación emitida (filtros y precipitadotes catalíticos) Figura 25.27. Central eléctrica de Juan Grande, en Gran Canaria 612 25.4. Evolución histórica de las energías renovables en Canarias ENERGÍA EÓLICA: Las primeras aplicaciones de la energía eólica en las Islas Canarias, aparte de la navegación marítima, tuvieron lugar para la molienda de granos, en todas las islas, pero especialmente en la de Fuerteventura. Eran máquinas con aspas de madera con costillas y lonas, con una torreta móvil para su orientación. El giro de las aspas se trasmitía a través de ruedas dentadas (a) (b) Figura 25.28. (a) Molino de harina en Fuerteventura (b) maquinaria con dientes de madera al eje vertical, que movía la piedra de moler. En las islas se construyó un modelo sin torre de mampostería, con ruedas y árbol de transmisión de hierro, al que llamaban “molinas”. Figura 25.29. Molina de harina, en Fuerteventura Ya a finales del siglo XIX y primera parte del siglo XX se introdujeron en Canarias los aeromotores multipala para el bombeo de agua, siendo los más extendidas el aeromotor “Chicago”, con diferentes potencias (menores de 5C.V.) En Canarias se construyeron máquinas de este tipo, sin cajas de desmultiplicación, con diferentes números de palas, tanto en Gran Canaria como en Fuerteventura. Figura 25.30. Aeromotores para bombeo en Gran Canaria 613 Figura 25.32. Multipala de lonas en Fuerteventura Figura 25.31. Multipala de Gran Canaria En los años 1940-50 se introdujeron en Gran Canarias aeromotores de bombeo de mayor potencia (alrededor de 20-30C.V.), de procedencia alemana, con 8 palas de chapa de acero y perfil aerodinámico y eje de transmisión vertical, al cual, mediante ruedas cónicas, se acoplaba una polea que accionaba la bomba de agua. En la década de 1950 se colocó en Gran Canaria el primer aerogenerador, un Alergier de 15KW, para la iluminación de la pista del aeropuerto de Gando. Era un bipala, de palas de chapa de acero, con cambio de paso por medio de un mecanismo hidráulico accionado desde un regulador centrífugo y orientado por una rueda lateral. Cuando se amplió la pista del aeropuerto fue abatido y destruido. Los primeros aerogeneradores “modernos” instalados en Canarias fueron dos GA-145, de 55KW, de patente danesa y construidos por GAELICO en España, uno instalado en Tenerife Figura 25.33. Aeromotor de 8 palas en Gran Canaria y otro en Gran Canaria. El instalado en Gran Canaria, en la granja experimental de los Moriscos, perteneciente a la Caja de Ahorros de Gran Canaria, fue acoplado a una planta desaladora por Electrodiálisis, en el marco de un programa de experimentación avalado por la Consejería de Industria del Gobierno de Canarias. 614 Figura 25.34. Aerogenerador Gaélico en Gran Canaria La planta, primera en Canarias de este tipo, fue cedida por el Bureau of Reclamation de Estados Unidos. El conjunto se inauguró el 5 de octubre de 1984. El primer parque eólico de Canarias se instaló en los terrenos del ITER, en Granadilla (Tenerife), en 1988. Figura 25.35. Primitivo parque eólico de Granadilla, en Tenerife Se constituyó como un parque experimental, para ensayar el comportamiento de diferentes modelos ante las condiciones de vientos locales (incluyendo una máquina de eje vertical) En la isla de Gran Canaria también se instalaron varias máquinas, incluyendo también una de eje vertical, en el polígono de Arinaga, en las proximidades de la planta depuradora de agua. Figura 25.36. Primitivo parque eólico de Arinaga, en Gran Canaria 615 A partir de 1992 entran en funcionamiento los dos primeros parques eólicos para producción de energía eléctrica, uno en Tenerife (ampliación del existente en el ITER) y otro en Gran Canaria, en la zona de Pozo Izquierdo, de propiedad privada. Figura 25.37 Parque eólico en ACSA, en Pozo Izquierdo 616