El valor integrador del prácticum : una reflexión sobre la acción.
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El valor integrador del prácticum : una reflexión sobre la acción.
“EL VALOR INTEGRADOR DEL PRÁCTICUM : UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ACCIÓN” JUAN DE DIOS MARTÍNEZ AGUDO ÁNGEL SUÁREZ Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura Facultad de Educación Universidad de Extremadura En líneas generales, el prácticum contribuye a contextualizar los conocimientos teóricos, asimilados por el alumnado durante su educación académica, dentro de la realidad misma del marco educativo, estableciendo, por tanto, un vínculo de conexión entre la formación teórica y la experiencia práctica. Al mismo tiempo, plantea pautas de reflexión e interrogantes indispensables para el desarrollo de la actividad docente que suscitará desafíos al estudiante. Supone un periodo formativo relevante en el aprendizaje de la labor docente, imprescindible en esta carrera universitaria ya que se proporciona al alumnado valiosas ocasiones de aproximación al contexto educativo con el fin de descubrir y analizar la realidad del centro y del aula. Las prácticas docentes enriquecen sustancialmente la formación inicial de los futuros maestros, proporcionando un conocimiento directo de la realidad escolar. Este periodo de formación posibilita la aplicación de determinadas estrategias de enseñanza dentro del contexto educativo real. El profesor/a en formación aprovecha esta oportunidad para entrar en contacto con el entorno escolar, pudiendo reflexionar mediante su implicación y participación activa sobre la dinámica del aula, así como sobre el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta experiencia vivencial enriquecerá sustancialmente su formación profesional que mejorará como resultado del desarrollo de sus habilidades docentes. Los maestros en formación advierten la necesidad de una cierta autonomía en la clase, situación que parece reforzar su autoestima, permitiéndoles desarrollar su labor docente con mayor seguridad y confianza. Durante el transcurso del período de prácticas van asumiendo la responsabilidad autónoma de las clases, aplicando sus conocimientos teóricos, técnicas de enseñanza, habilidades docentes e intuiciones. El profesorado en formación percibe el desarrollo creciente de sus destrezas profesionales debido a su constante evaluación de la labor docente. Como ya se ha señalado, el profesorado en formación debe plasmar en la práctica docente sus amplios conocimientos teóricos y, al mismo tiempo, extraer de su breve experiencia valiosas consideraciones que enriquecerán sustancialmente su formación profesional. Además, este período de prácticas resulta innovador para los futuros maestros al generar un conocimiento amplio respecto a las características y aspectos significativos de la dinámica funcional de la labor docente, aunque la brevedad de la estancia imposibilita la consecución de un mayor aprovechamiento de una experiencia de tal naturaleza. El prácticum defiende la necesidad de una enseñanza reflexiva, partiendo de las escasas experiencias de aula, que consolidará la formación inicial de los maestros. Las prácticas de enseñanza enriquecen sensiblemente el desarrollo del proceso de aprender a enseñar, posibilitando la ejercitación de los futuros maestros en el desarrollo de las destrezas educativas. La realización de las prácticas docentes posibilita la activación de la reflexión y el análisis crítico del estudiante en formación. Resulta innegable la significación de las prácticas de enseñanza en la formación inicial del alumnado. En líneas generales, las sesiones llevadas a cabo con el profesor tutor universitario desprenden sugerencias y pautas de actuación que orientarán la labor docente de los futuros maestros. La fase previa contribuye a contextualizar la práctica docente al posibilitar una reflexión sobre la realidad del contexto escolar, la dinámica del aula y las características de los alumnos/as. De igual forma, los seminarios correspondientes a la fase intensiva pretenden orientar la práctica docente mediante el conocimiento de determinadas estrategias de enseñanza y aprendizaje que intentarán solventar las dificultades planteadas. No obstante, la importancia de la fase intensiva durante la cual los maestros en formación alternan su experiencia docente en los centros con la asistencia a los seminarios enriquece, sin duda alguna, su formación profesional. Durante la estancia en los centros colaboradores los futuros maestros tienden obviamente a reflexionar sobre la práctica docente en mayor medida. Al mismo tiempo, asumen la significación y el valor del período de prácticas, considerándolo una fase relevante en el desarrollo de su formación profesional. En relación a la impartición de las clases en los centros, cabe señalar que los maestros en formación valoran enormemente la alternativa de poder dar las clases en el aula sin la compañía del maestro tutor ya que su presencia puede tanto orientar su práctica docente como dificultarla, ya que el mero sometimiento o control ejercido por parte del titular de la asignatura puede suscitar determinadas sensaciones de ansiedad y falta de confianza y autoestima. Normalmente, los maestros en formación observan, sin participar directamente, el desarrollo de la clase en presencia del maestro tutor durante las primeras semanas. Posteriormente, se les concede la oportunidad de enfrentarse a la clase de forma activa. No puede negarse la importancia del asesoramiento realizado por los maestros tutores quienes observan y orientan constantemente el desarrollo de la actividad docente realizada por el maestro en formación, corrigiendo ciertos hábitos de enseñanza desfavorables para el proceso de aprendizaje. Los maestros tutores deben supervisar prudentemente y de manera tolerante la labor docente realizada por estos alumnos/as en formación, evitando en la medida de las posibilidades una excesiva corrección durante el transcurso de las explicaciones ya que tal situación puede desencadenar graves sensaciones de frustración e impotencia. Los maestros tutores no deben contribuir a agravar la sensación de inexperiencia e inhabilidad del maestro en formación dentro del contexto del aula, ya que tal percepción puede suscitar situaciones de pérdida de interés por parte de los niños/as con respecto a la materia impartida por el joven maestro, así como provocar una cierta desmotivación y, por consiguiente, pérdida de atención e incluso de respeto. Lo más razonable sería realizar las correcciones oportunas al término de cada sesión con el fin de evitar la manifestación de determinados estados psicológicos que entorpecerían gravemente el desarrollo de las explicaciones realizadas en clase. La estancia en los centros permite al profesor en formación la posibilidad de conocer el funcionamiento interno de los mismos, así como de participar activamente en la dinámica funcional de la actividad docente. Obviamente, se hallarán algo desorientados y agobiados al comienzo de su estancia, aunque curiosamente el esfuerzo prestado y su afán por aprender y colaborar contribuirán a agilizar sensiblemente su adaptación e integración. Este desconcierto inicial, motivado por la novedad de la situación, tiende a desaparecer paulatinamente. Sin duda alguna, la actitud y la personalidad del maestro tutor también repercuten favorable o desfavorablemente en el desarrollo de su adaptación. A modo de ejemplificación, un tutor que desprenda un carácter comprensivo y flexible favorecerá notablemente la estancia del maestro en formación. Por el contrario, alguien que manifieste una actitud negativa e intolerante con respecto a su actuación dificultará su permanencia en los centros, mermando gravemente su autoestima y confianza, elementos indispensables para el desarrollo de la labor docente. Por consiguiente, puede observarse que la atención y la colaboración prestada por el maestro tutor condicionarán significativamente la actuación del estudiante en formación. Algunas de las fuentes de preocupación de estos maestros en formación se centran en la incapacidad de improvisación mostrada tras la finalización de las tareas propuestas, situación motivada fundamentalmente por su inexperiencia. Resulta evidente que carecen de una relativa flexibilidad imaginativa a la hora de aplicar una determinada alternativa metodológica y pedagógica en una situación concreta. Al mismo tiempo, valoran enormemente la importancia de la fase de preparación de las clases, inclinándose por una metodología de carácter flexible, activa y participativa. Partiendo de la información suministrada por el contexto, se analiza el modo de pensar y aprender de los alumnos/as. La cuestión del comportamiento y disciplina de los niños/as, así como su motivación e interés por el aprendizaje suelen suscitar a veces serios problemas a los maestros en formación quienes tienden a asumir su inexperiencia cuando reconocen su incapacidad para controlar determinadas situaciones de conflicto, justificando tal circunstancia a su temprana juventud. Esta desmotivación y falta de atención de los niños/as suele dificultar considerablemente su actividad docente. Su observación respecto a las variables involucradas en la dinámica del aula le permite replantear su postura pedagógica y adoptar nuevos principios metodológicos. Asumen la importancia de la activación y el mantenimiento de la motivación en las clases al crear un ambiente ameno que favorece la confianza de los niños/as a través de las relaciones interpersonales. Probablemente, la personalidad del profesor parece determinar significativamente el control del proceso de enseñanza. Cabría añadir que los tutores aportan conocimientos claves respecto a la aplicación de determinadas técnicas de resolución de conflictos. A modo de reflexión y partiendo de la lectura de las memorias de sus prácticas de enseñanza, puede observarse que los maestros en formación suelen participar de forma activa en la experiencia docente, contando generalmente con la favorable acogida y el pleno apoyo de sus tutores de centro quienes manifiestan indiscutibles muestras de confianza. Reconocen que han recibido una valiosa lección durante el transcurso de las prácticas docentes y que esta experiencia les ha enriquecido significativamente su formación profesional. Hay quienes destacan la unidad y coordinación del profesorado del centro, haciendo alusión a las relaciones entre los maestros, al entorno de compañerismo existente que propicia un ambiente ameno y favorable para el desarrollo de la actividad docente. Por otro lado, subrayan la importancia de la coordinación del profesorado, así como la interacción entre los niños/as, padres y maestros. Suelen admitir la complejidad que entraña la labor docente. Agradecen la libertad que les conceden los maestros tutores dentro del aula puesto que esta autonomía les favorece sustancialmente su integración dentro del marco escolar. Al mismo tiempo, resaltan la significación de la flexibilidad de la intervención metodológica y pedagógica en función de las circunstancias prevalecientes. De igual forma, dan muestras de una cierta predisposición o actitud voluntariosa a colaborar de forma activa en la dinámica del centro y del aula. Los maestros en formación valoran muy positivamente el apoyo y la confianza prestados por los maestros tutores quienes facilitan considerablemente su labor docente, contribuyendo a favorecer su estancia en el centro. Consideran que esta cordialidad favorece sensiblemente su adaptación e integración dentro del ámbito escolar. Agradecen la posibilidad de poderles comentar dudas o sugerencias sin ningún tipo de impedimento debido fundamentalmente a la actitud receptiva y comprensiva mostrada. Valoran considerablemente la oportunidad de haber participado en el intercambio de opiniones e impresiones con otros maestros en la sala de profesores con respecto a la intervención pedagógica a adoptar en situaciones conflictivas o con niños/as problemáticos, contribuyéndose así al enriquecimiento de su formación. Comparten la creencia de que algunos niños/as presentan alteraciones significativas de la conducta provocadas fundamentalmente por ciertos problemas familiares (padres separados, alcohólicos, drogadictos,...) que inducen al niño a comportarse de una manera anómala y, en ciertas ocasiones, de forma agresiva y violenta. Esto se interpreta en base a que los niños/as reflejan en su comportamiento diario la realidad que experimentan en el núcleo familiar. Habiendo observado objetivamente la significación de las diferencias individuales, estos maestros en formación llegan a ser conscientes que determinados niños/as merecen una mayor atención y dedicación puesto que su ritmo de aprendizaje difiere notablemente respecto al del resto de la clase. Obviamente, la experiencia adquirida en las prácticas realizadas el año anterior les ha reportado una cierta confianza y seguridad ante estas situaciones. Cabe destacar la necesidad de mantener una relativa disciplina y un cierto orden en la clase con el fin de garantizar la dinámica del aula y el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje y, por consiguiente, evitar la aparición de determinadas conductas conflictivas. De igual forma, las clases deben resultar dinámicas y amenas con el fin de evitar la monotonía y el aburrimiento que obstaculizan gravemente la capacidad de atención y motivación de los niños/as, suscitando una pérdida de interés con respecto a la tarea de aprendizaje. No debe ignorarse que los niños/as se desarrollan intelectualmente a través de la interacción. Por tanto, los maestros deben integrarse en su mundo de fantasía con el fin de conocer y compartir sus preferencias y problemas, participando activamente e involucrándose en sus actividades y juegos con el fin de ganarse su confianza. De todo ello se deduce que la labor docente debe plasmar una auténtica vocación profesional ya que el entusiasmo mostrado de forma desinteresada por el docente parece desprender una impresión positiva en el alumnado, favoreciendo, por consiguiente, su asimilación de los conocimientos. Por regla general, los maestros no son exclusivamente meros transmisores de información sino que también deben contribuir a favorecer el desarrollo del proceso educativo de los niños/as en sus diversas facetas, es decir, no sólo deben enseñar sino también educar. A modo de ejemplificación, se valora positivamente esa preocupación por el hecho de que los alumnos/as aprendan y se interesen por la materia impartida. Esto se logra mediante la presentación de actividades innovadoras, sugerentes y estimulantes que despiertan sin duda alguna el interés y la curiosidad de los alumnos/as, evitando así la influencia negativa de la rutina y el aburrimiento en las clases. Sin duda alguna, el empleo de determinados recursos o medios audiovisuales (cassete y vídeos), así como de diversas actividades y materiales tales como cuentos, dramatizaciones, canciones, láminas murales, posters, flashcards, fotografías, actividades plásticas, dibujos, recortes, colorear, etc., captan sensiblemente la atención de los niños/as y activan su interés por la materia dada. El profesor tutor universitario también debe contribuir mediante el asesoramiento al desarrollo de la formación profesional del futuro maestro, aportándole el conocimiento de determinadas estrategias metodológicas y pedagógicas que le facilitarán sustancialmente la labor docente en los centros educativos. Al mismo tiempo, debe proporcionar indicadores directos respecto a la realidad educativa con el fin de favorecer su ubicación y adaptación en los centros. El profesor tutor universitario también debería introducir desde una perspectiva meramente idealista al estudiante en formación dentro de la realidad del contexto escolar, informándole de las supuestas condiciones de funcionamiento del centro, así como de la diversidad y heterogeneidad del alumnado. En líneas generales, supervisa la experiencia docente del alumnado casi de manera personalizada debido al reducido número de alumnado. En líneas generales, los maestros en formación valoran muy positivamente sus prácticas de enseñanza porque asumen que han recibido un valioso aprendizaje como resultado de su contacto e intervención con la realidad del entorno escolar. Hay quienes sostienen estar en deuda con sus propios alumnos/as de quienes han aprendido mucho. En suma, la valoración de las actuaciones del profesorado en formación durante la fase de evaluación desprenderá referencias de información valiosas que contribuirán a una mejor adaptación a las necesidades de formación. A modo de recapitulación, puede señalarse que las prácticas de enseñanza pretenden establecer una integración de los conocimientos teóricos y la formación práctica, es decir, intentan fomentar la aplicación y contextualización de los conocimientos adquiridos en la práctica docente. Los maestros en formación tendrán la oportunidad de reflexionar ampliamente sobre su intervención durante la estancia en los centros. Valoran con gratitud las sugerencias y el asesoramiento prestado por los tutores ya que esta información orienta significativamente sus prácticas de enseñanza. Sin duda alguna, su contacto con la realidad profesional enriquecerá sustancialmente el desarrollo de sus habilidades docentes. Esta oportunidad les permite entrar en contacto con la realidad del marco educativo, conocer el funcionamiento interno de los centros, así como descubrir la dinámica del aula. Suelen reconocer el enorme valor de las prácticas de enseñanza, concebidas como una experiencia enriquecedora y satisfactoria, llegando a admitir que el aprendizaje derivado de esta experiencia no puede suplirse mediante el estudio de un libro. En líneas generales, las prácticas de enseñanza desprenden un aprendizaje experiencial al plasmarse la labor docente dentro de la realidad del marco educativo.