Oro rojo en la costa misquitia. Protestantismo y problemas

Transcripción

Oro rojo en la costa misquitia. Protestantismo y problemas
ORO ROJO EN EL CARIBE
Sidney Rooy
FTL
Ex profesor de historia del
ISEDET, Buenos Aires
Hoy hablamos sobre una tragedia.
Afecta a los miembros de una iglesia
protestante con antigüedad en la América Central, la Iglesia Morava de
Nicaragua y de Honduras. La mayoría de los miembros de esta iglesia son del
pueblo Miskito que habita una zona llamada La Mosquitia. Bordea el mar Caribe
en la zona oriental de ambos países, en las regiones autónomas de Nicaragua y
en la provincia Gracias a Dios de Honduras.
Para ganar su subsistencia, la mayoría de los varones jóvenes de entre quince y
treinta años salen con los barcos para cosechar la langosta. Bucean en lugares
cada vez más profundos para juntar estas delicias con tal de satisfacer el apetito
insaciable yanqui y europeo. Suben de la profundidad del mar con apuros en
busca del aire y sufren la enfermedad de descompresión, los bends. El diez por
ciento mueren, la mitad tiene algún grado de invalidez permanente, y los demás
sufren algún efecto desfavorable.
Esta situación deplorable levanta una serie de preguntas. ¿Por qué se permite
tal atrocidad contra los derechos humanos? ¿Cuál es la causa de esta tragedia
humana para el pueblo Miskito, nuestros hermanos de la Iglesia Morava? ¿Qué
están haciendo las autoridades gubernamentales y de las iglesias, y el montón
de ONGs que siempre buscan el bien de los que sufren? ¿Qué pasos son
necesarios pare resolver o por lo menos disminuir este sufrimiento que termina
en décadas de sufrimiento o en la muerte? Trataremos de responder, por lo
menos en parte, a estas preguntas.
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Comenzamos con un poco de historia. Los Miskito, un pueblo originario de esta
zona, resistieron la conquista española. Llegaron a ser aliados de los ingleses,
quienes llegaron temprano en el siglo diecisiete. Los Miskito brindaron apoyo a
las embarcaciones inglesas y en algunas ocasiones hasta acompañaron a los
piratas en sus excursiones contra el enemigo común. El interés de los ingleses
fue político, el establecimientos de puestos en el nuevo mundo, pero también
comercial.
Ciertas clases de maderas duras que se encontraban en ese
territorio eran codiciadas, y una cantidad fue exportada al ultramar. En general
había una buena relación entre los nativos y los extranjeros/colonos. Parece
que había poco esfuerzo evangelístico, tampoco para la educación de los
nativos.
Durante el periodo colonial llegaron personas de color de Jamaica y otras islas
del Caribe y fueron acogidos como parte del pueblo, igual como uno que otro
colono. Su cultura y manera de subsistencia se basaban en la agricultura, la
caza y la pesca.
Los Moravos llegaron de Alemania en 1849 para comenzar un proyecto de
evangelización, de educación y de obra social entre el pueblo Miskito.
Al
comienzo de la primera guerra mundial la obra fue transferida a la Iglesia
Morava en Belén, Pennsylvania.
En 1974 los Miskitos recibieron su
reconocimiento como Provincia de la Iglesia Morava Mundial. (H.G. Schneider,
La Mosquitia, Historia de las Unitas Fratrum en Mosquitia 1849-1898, Managua:
CIETTS, 1998.)
El comercio durante los años cuarenta y cincuenta estuvo basada en el cultivo y
la venta de bananas. Llegó a ser más dura la economía para el pueblo Miskito
cuando este comercio disminuyó. Durante un periodo breve hubo una tentativa
de promover la venta de madera. Pero en la decada de los setenta comienzó en
el Caribe la demanda pesquera para la langosta, los caracoles y los peces con
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escamas. El mercado proveyó una nueva fuente laboral para los buceadores en
la costa de la Mosquitia. La mayoría del pueblo Miskito en la costa llegó a
depender de este trabajo para su subsistencia.
Al comienzo el trabajo se trataba de sumergirse hasta poca profundidad, pero
progresivamente era necesario ir más lejos de la costa.
Aquí comienza la
tragedia que sufre el pueblo hoy día. Son los mestizos quienes tienen el control
de la pesca y la venta de los productos cosechados. Su objetivo, por supuesto,
es la ganancia frente a un mercado creciente para los mariscos.
Las
embarcaciones de veinticinco metros de largo con casco de hierro salen al
altamar por periodos de doce o quince días, hasta reunir una cosecha suficiente.
Llevan encima unos treinta pangas (barquillos) donde entran dos personas en
cada uno, el buceador y un cayuquero ayudante. En cada barquillo los cuatro
tanques de aire comprimido proveen suficiente aire para unos treinta minutos,
durante los cuales el buceador puede juntar la cantidad de langostas posible. A
veces se encuentra pocas, a veces muchas. El buceador coloca el tanque bajo
una piedra y vuelve en tanto necesita respirar. Cuando el tanque de aire se
acaba, el buceador sube para cambiarlo. Cuando los cuatro tanques se acaban,
el buceador vuelve tres o cuatro veces por día al barco madre para poder
cosechar más.
El cayuquero tiene la responsabilidad de seguir las burbujas que emite el
buceador para estar cerca cuando suba su compañero. En mares turbulentos
esto es difícil, y a veces se pierde el rastro. Las normas de seguridad aconsejan
bajar al mar profundo solo tres veces al día. Sin embargo, hacen falta cursos de
capacitación para los buceadores. Muchas veces el equipo está oxidado. Para
la profundidad falta más equipo de seguridad, tal como un buen medidor de aire
en el tanque, una linterna para la oscuridad que hay en lo profundo, trajes
especiales contra el frío, un profundímetro, un chaleco para que el buceador
suba lentemente, un tanque de aire pequeño en caso de emergencia, etc. Hay
que mencionar también que los buceadores trabajan con barcos mal equipados,
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apiñados, sucios e inseguros. El aire usado en los tanques frecuentemente está
contaminado con monóxido de carbono o aceite del compresor, los cuales dañan
los pulmones del buceador.
Al bajarse el buceador, la toxemia en la sangre aumenta, el cuerpo usa el
oxígeno pero no puede eliminar el nitrógeno que acumula en su sistema
respiratorio por medio de la sangre y progresivamente en los tejidos mismos. Al
sumergirse repetetidas veces el buceador experimenta un aumento mayor en el
nitrógeno, lo que hace más probable un daño grave al sistema nervioso. Al
ascender el nitrógeno se expande cuando baja la presión, formando burbujas
que sobresaturan los tejidos y bloquean la circulación, quedándose pegados al
sistema nervioso. Esto puede causar un daño neurálgico permanente y la
parálisis parcial o completa, con síntomas como dolores en las coyunturas
(joints) y huesos, (Nell Farrell, Nicaragua Before Now, pags.179-182)
Injerir
alcohol o drogas aumenta las consecuencias de la descompresión.
Otros
síntomas son:
Vómitos, torpor y picazón
Cansancio y debilidad en las extremidades
Dolor localizado en las piernas o los brazos
Dificultad para respirar, disnea y náuseas
Fatiga y dolores corporales intensos
Vértigo y parálisis
Colapso y pérdida de conocimiento
Frecuentemente estos síntomas están acompañados de la narcosis de
nitrógeno.
Al sumergirse el buceador, la presión creciente provoca cambios sicológicos y
corporales.
A los cuarenta metros, se pueden observar una sensación de
jovialidad y la perdida de compostura; a los sesenta metros la persona se pone
soñolienta, y a los noventa se experimenta la disminución de las fuerzas y un
sentido de éxtasis como la resultante de una intoxicación por el alcohol. (Edda B.
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Moreno, “Tercer Informe: Análisis integral de la situación de la vulnerabilibad de
los buzos y sus familias, sus efectos en las comunidades de orígen y el pueblo
miskito.” Bilwi: OIT, noviembre de 2001.) Los síntomas incluyen: la rigidez en el
pensamiento, la pérdida del buen juicio y la memoria, un sentimiento falso de
seguridad, la euforia y la exaltación del ánimo, la somnolencia y la
autocomplacencia, y un exceso de ansiedad.
Durante la década de los noventa, la seriedad de la enfermedad de la
descompresión llegó a la conciencia pública. Entonces hubo tentativas de parte
de varias ONGs de luchar por mejores condiciones y equipos para los
buceadores, incluyendo cursos sobre los peligros y los límites aconsejables de
tiempo y profundidad. Es difícil establecer el número de buceadores en
Nicaragua y Honduras. Un estudio realizado por el gobierno de Nicaragua en
2005 estimó que el número en su país era de unos 5.000, de los cuales 1.250
buceadores menores de 35 años (casi todos los buceadores son jóvenes)
habían sufrido efectos severos de la descompresión. Se estima que unos 350
murieron entre el año 2000 y el 2004. En Honduras algunos estiman que hay 9
mil buceadores.
Un informe auspiciado por el Banco de Desarrollo Inter-
Americano (IDB) y llevado a cabo por un especialista en este país, encontró que
4.200 de ellos viven con daños físicos y neurológicos. Según un informe del
Banco Mundial “cerca del cien por ciento de los buceadores muestran síntomas
de daños neurológicos – presumiblemente por una descompresión inadecuada.”
(http://www.nrdc.org/onearth/04fal/redgold2.asp, sept.19, 2011)
La Asociación de los
Buceadores Miskito Lisiados de Honduras tiene más de dos mil miembros.
Muchos que viven en el interior no tienen acceso a los servicios de este gremio.
Estos son datos, quizás demasiado secos.
Ahora tomemos un testimonio.
Roberto Izdepski fue buceador comercial por 30 años, trabajando con
plataformas de perforación de petróleo con una profundidad de 150 metros.
Roberto realizaba uno de los trabajos más peligrosos del mundo. En medio del
peligro, ¡tuvo suficiente esperanza para tener una familia de ocho hijos! Al visitar
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la costa de la Mosquitia, encontró condiciones pésimas para los buceadores de
la langosta.
“Tuve mi momento de epifanía”, dice Roberto. “Había hecho mi vida como
buceador, bucear era mi vida – y lo que está ocurriendo en la Mosquitia era el
Armagedón moral del mundo buceador, un genocidio bajo el agua en cámara
lenta (“a slow motion underwater genocide”). . . . Estos buceadores bucean y
usan quizás 15, quizas 16, tanques cada día durante dos semanas sin parar,
aunque las tablas de la Marina de los Estados Unidos para bucear enseñan que
2 o 3 tanques por día es el límite seguro.
Ellos van hasta profundidades
absurdas. Hace diez años se podía encontrar todas las langostas que quisieras
a los quince o veinte metros. Pero las aguas poco profundas han sido barridas,
no hay más. Ahora tienen que ir hasta profundidades de 40 o 50 metros, o aún
mas, para cazar las langostas.”
“En mi experiencia,” sigue Izdepski, “los tanques son inspeccionados todos los
años. Pero aquí en la Mosquitia los tanques llevan veinte años sin inspección.
Ningún buceador tiene un profundímetro ni un medidor de presión. No saben a
qué profundidad descienden, ni cuanto aire les queda en el tanque. Déjame
decirte: He estado abajo y lo sé. Cuando hay cuarenta metros entre tu persona
y la superficie, y tú chupas la manguera y no hay nada . . . lo que te queda es
una silla de ruedas o el cementerio.” (Ibid.)
Ahora escuchemos otro testimonio, esta vez de un buceador que sobrevivió el
trauma de la descompresión, el miskito Edgard Walters de 32 años.
Está
confinado en una silla de ruedas desde el 2003, cuando estaba buceando en el
mar Caribe cosechando langostas.
Edgard supo que no debía sumergirse
tantas veces y que no debía ir hasta
los grados de profundidad que solía
alcanzar, solo después de quedarse paralítico. Tampoco sabía nada de los
equipos adicionales de seguridad, como los medidores de aire y de profundidad,
el manómetro, los equipos de visibilidad marina, y el traje térmico. En el barco el
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encargado de los buceadores mandaba que ellos se metieran a profundidades
de 100 metros, conal menos 10 entradas al mar cada día. Edgard tampoco
sabía que con repetidas entradas al mar, pequeñas burbujas se acumulan en los
tejidos mismos, debilitando y empeorando la condición física del cuerpo.
“Ahí ya no se veía mucho el suelo”, dijo Edgard, “hacía mucho frío y la presión
del agua me impedía moverme. La última vez sentí mucha asfixia y presión en
el pecho, se me estaba acabando el tanque, salí a como pude al bote y me
desmayé apenas respiré. Cuando desperté, estaba en el hospital y ya no podía
mover las piernas.”
(http://ipsnews.netnews.asp?ifnews=54026, Jose Adán Silva,
Lobster Divers in Deep Trouble. 7 de enero de 2011)
Edgard pasó por
repetidas sesiones en la cámara hiperbárica de Bilwi (Puerta Cabezas) durante
ocho meses, pero quedó paralítico.
En la camara hiperbárica (= alta presión) hay un proceso de recompresión que
es una simulación de la misma presión sufrida en la profundidad del mar por el
paciente. Entonces el cambio de presión repite el proceso de emerger pero
lentamente, para permitir que las burbujas de nitrógeno se disipen normalmente.
El problema es que este proceso debe ocurrir lo antes posible después que el
buceador se enferme, ¡preferiblemente dentro de unos minutos! Pero cuando
buceadores como Edgard tienen este problema, el barco puede estar en alta
mar, y aunque el hombre sufra fuertes dolores, inconciencia, o se muere, el
capitán se queda hasta conseguir su cosecha de langosta. Si por casualidad
pasara otro barco retornando a la costa, la persona sería trasbordada.
Además, funciona solo una cámara hiperbárica en Nicaragua, en Bilwi (Puerto
Cabezas, Hospital Nuevo Amanecer), y para llegar allí el paciente tiene que ser
transportado desde el puerto de llegada. En la Mosquitia de Honduras funcionan
dos cámaras hiperbáricas, en Puerto Lempira (Hospital Moravo) y en Ahuas
(Clínica Evangélica Morava). Existen dos más, una en La Ceiba y otra en la Isla
Roatán, las que son usadas para buceadores miskitos. La última se utiliza
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también para emergencias que surgen con los turistas. En casos severos los
tratamientos repetidos pueden tardar meses. El Dr. Elmer Mejía, quien opera la
cámara hiperbárica en La Ceiba (Clínica La Bendición) trató a 47 buceadores
miskitos en los primeros seis meses del 2010, con un promedio de siete
tratamientos cada uno. Algunos requirieron solo cuatro sesiones, otros doce.
Pero en vista de que hay una veda sobre la pesca de langostas desde marzo
hasta fines de junio, durante la época de cría, el numero tratado no fue muy
alto.
Cuando hay falta de progreso, muchos optan por volver a sus casas.
Frecuentemente los bends dan como resultado la imposibilidad de orinar y la
impotencia.
Las personas que salen con este problema frecuentemente no
toman líquidos para disminuir el dolor, y sufren entonces la deshidratación. Si
tienen catéter (o sonda) se mueren típicamente dentro de dos o tres años de una
infección urinaria. (http://www.alertdiver.comHarvestin_Divers_at_Risk , June 6, 2011)
Otros se rehúsan a la opción de obtener tratamiento, eligiendo mas bien volver a
sus casas en la Mosquitia, esto como reacción a un ambiente extraño, el temor a
los tratamientos, y el susto a causa de los sintomas tan intimidantes que provoca
su enfermedad. Además de esto, frecuentemente entre en juego otro factor.
Algunos dueños de los barcos ofrecen hasta 25 mil lempiras ($1,320 US) al
buceador paralítico. El buceador piensa que quizás no recibirá tanto si está
curado, y por lo tanto no busca tratamiento. Cosa rara.
¿Que se está haciendo para enfrentar este problema de vida o muerte entre el
pueblo Miskito? Primero, veamos lo que hacen los gobiernos de Nicaragua y
Honduras, las iglesias y otras entidades humanitarias.
Estas serían las
respuestas a corto plazo. Después debemos mirar cuáles son las alternativas
que dan solución a largo alcance. Durante la década de los noventa, cuando la
busca de langosta llevaba los buceadores a zonas cada vez más profundas, la
epidemia de gente herida parcial o totalmente aumentaba más y más.
Movimientos
de
derechos
humanos
nacionales,
así
como
grupos
internacionales, levantaron su voz contra toda la cadena de agencias que
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causaba el sufrimiento de tantos Miskitos. Primero hubo protestas contra los
compradores del producto.
En este época se estima que un 60% de los
mariscos era comprado por Darden Restaurantes, dueños de la cadena Red
Lobster, y Sysco, una distribuidora de comidas al mayoreo. Después de una
campaña en su contra, estas empresas anunciaron que comprarian solo
langostas cosechadas por trampas y en mares de poca profundidad. Pero, una
vez que el producto está en el mercado, es difícil saber dónde fue cosechado.
En febrero de 2007 fue aprobada por el órgano legislativo de RAAN (Región
Autónoma del Atlántico Norte, Nicaragua) la Ley 613 de “Protección y Seguridad
a la Personas Dedicadas a la Actividad del Buceo”, que entrará en vigencia el 7
de febrero de 2011. La ley prohíbe a los empresarios el uso de buceadores para
la captura de cualquier producto del mar, requiere la modernización de los
equipos de trabajo, y establece el uso de nazas (redes con forma de embudo
invertido) para la pesca. Impone multas y decomisas a las empresas que violen
la ley. Hubo presión fuerte para postergar la imposición de la ley porque ésta
dejaría al 90 % de la población de 50,000 habitantes en las zonas pesqueras sin
un sostén económico. Además la venta de productos del mar está en segundo
lugar después del café en el sector de exportación del país.
El gobierno en Honduras también decidió clausurar toda busca de langosta por
buceadores en junio de este año, 2011. Sin embargo, tanto Honduras como
Nicaragua han decidido extender por dos años y “por última vez”, la veda sobre
la cosecha de langostas desde el fondo del mar a de parte de buceadores; se ha
decidido que se deben emplear en su lugar trampas o nasas. El Ministerio de
Pesca, la comisión que rige la industria, la organización de los buceadores y de
los dueños de barcos, y oficiales locales están encargados de encontrar y
estimular otras avenidas para una vida sostenible en la costa de la Mosquitia.
Muchos son escépticos frente a la idea que tales medidas sean encontradas; se
espera que los mismos buceadores, así como los dueños de los barcos
presionarán de nuevo en el 2013.
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Una cantidad de agencias han estado luchando para resolver esta tragedia que
sigue cobrando víctimas todos los días. En primer lugar está la misma Iglesia
Morava a través de sus clínicas y hospitales, donde los doctores, enfermeras y
empleados trabajan de forma sacrificada, tanto en lo económico como con la
sobrecarga de trabajo. La Iglesia Morava participa en el gobierno regional, las
escuelas de capacitación y las comisiones de estudio, y son mediadores en la
llegada de equipos necesarios, también con la ayuda de su iglesia hermana en
Pennsylvania. Hace lo posible para cuidar pastoralmente a las esposas, niños y
heridos en su medio. Las organizaciones de los buceadores, de las empresas
pesqueras, de las mujeres viudas y solteras, y de la red social en el sentido más
amplio, . . . todas hacen lo posible para superar esta crisis de tener cada vez
más heridos en su medio. Cada año se agregan varios centenares más.
Hay también muchas organizaciones (ONGs) que dan su apoyo en diversas
maneras, algunas directamente en apoyo a los buceadores, otras con
acompañamiento en trabajos de subsistencia en el interior.
Algunas de las
ayudas benefician a los buceadores, otras a los capitanes de los barcos, los
enfermos de descompresión o las familias con sus viudas y huérfanos; algunas
se dirigen a la educación, el apoyo médico, la ayuda para encontrar otros
métodos de subsistencia, la defensa de los derechos humanos, la búsqueda de
reglamentación gubernatal, y mucho más.
En primer lugar, existen organizaciones nacionales que defienden los derechos y
buscan responder a las necesidades de los buceadores y sus familias:
MOPAWI, AHMBLI, MIMAT, DIGEPESCA, HOMIBAT, etc. Hay organizaciones
con un agenda amplia que frecuentemente colaboran desde el ultramar con los
objetivos de los nacionales y traen recursos urgentes y necesarios. Algunos
ejemplos de este tipo de organizaciones son:
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 Divers Alert Network (DAN), con su ayuda en conseguir equipos como
las cámaras hiperbáricas, cursos de capacitación a buceadores y
capitanes de barcos.
 Episcopal Diocese of Wyoming, ayuda para una cámara hiperbárica,
apoyo moral y económico
 Send Hope, Dr. Tom Brian, ayuda médica, proveedor de asistencia a
las víctimas de la descompresión.
 Board of World Missions, the Moravian Church in Bethlehem,
Pennsylvania
 Corazón a Corazón, misión de ayuda establecida por el Dr. Steve
Foster, proveyendo elementos para la vida, material de construcción y
asistencia médica.
 Humanitarian Assistance Program (HAP) de la U.S. Southern
Command, dos escuelas y una cámara hiperbárica en Puerto Lempira.
 Personal Energy Transportation (PET), que ha enviado seiscientas
sillas de movilidad a las zonas rurales. (Estas son sillas de ruedas
especializadas para terrenos difíciles de navegar con una silla de
ruedas convencional, operadas por fuerza manual.) Y otras como
OCEAN, OIT, PADI, SOS, Alas de Socorro, varias iglesias y
misioneros, etc.
Estas soluciones son provisionales. ¿Que se debe hacer para mejorar la vida del
pueblo Miskito?
Tantos los gobiernos como equipos especializados han
presentado soluciones, aunque estas han sido parciales y se demandaría mucho
sacrificio y visión para implementarlas.
Hace años fue publicada por la Iglesia
Morava y la organización de los buceadores (Mopawi) la “Guía Verde para el
Buceador Profesional” en el idioma Miskito, que incluye advertencias sobre los
graves efectos de usar drogas y alcohol durante las bajadas al mar.
La Unión
Europea aportó diez millones de dólares para la construcción de un proyecto de
pollos en 2005 para proveer empleos a los heridos en Kauquira, un pueblito en
la costa hondureña. El Instituto de la Pesquera en Nicaragua trata de atraer a
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los buceadores a otras especialidades de menor peligro en la industria
pesquera. En escala menor existen varias tentativas de promover la agricultura
y las pequeñas industrias. Desde la epoca de la colonia, cuando esta industria
fue llevada a cabo por los británicos, varios grupos han promovido la búsqueda y
el rescate de troncos de madera atrapados en los ríos. Se calcula que casi la
mitad de lo cortado queda en condiciones lo suficientemente buenas
para
proveer una ganancia económica. (Un estudio plantea dudas sobre la cantidad
disponible. Ver Karl Offen, “British Logweed Extraction from the Mosquitia: The
Origin of a Myth”, Hispanic American Historical Review, 80.4, February, 2004,
pp.113-135.)
Ya en el año 2002 la Oficina International del Trabajo había hecho un estudio
sobre la crisis con los buceadores. Según su informe, “Para ellos el síndrome de
la descompresión se ha convertido en una epidemia silenciosa”. Este informe
llega a la conclusión de que, a pesar de la importancia de la industria pesquera
para las economías nacionales y la claridad de las normas internacionales sobre
los derechos humanos, los gobiernos, para ese entonces, habían hecho poco
para mejorar la situación.
El informe llama a las autoridades a mejorar la
situación y hace quince recomendaciones, las cuales tienen la virtud de asignar
responsabilidades para la implementación de sus propuestas.
(Organización
Internacional del Trabajo, Condiciones laborales de los buzos miskitos en la
Costa Atlántica de Nicaragua, San José, Costa Rica, 2002, p. 39-40)
Durante el año 2007 otro estudio extensivo fue hecho por la ONG Solidaridad
Gallega, una organización española. Reproducimos aquí un resumen de las
recomendaciones presentadas por esta organización a las comisiones del
gobierno nicaragüense:
 La necesidad de iniciar la capacitación básica y la certificación de los buzos
mariscadores artesanales, como la primera y más importante medida,
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mediante cursos especiales, dadas las características étnicas de muchos
trabajadores.
 La regulación de las condiciones de trabajo. La creación de un reglamento de
higiene y seguridad. El control toxológico y programas de recuperación, entre
otras medidas sanitarias y laborales.
 La obligación de las empresas de solicitar y proporcionar las condiciones
adecuadas de trabajo. Los recursos de emergencias, horarios, equipos,
retocando algunas tradiciones y añadiendo nuevas costumbres de carácter
internacional. La inversión de las empresas y gobiernos en la prevención de
riesgos, los recursos de emergencia y la medicina hiperbárica.
 La creación de un organismo de control independiente, con la presencia y
participación de todas las partes afectadas, con capacidad para actuar y
realizar una supervisión permanente, implicando a los sindicatos de buzos,
empresas y diferentes instituciones, incluyendo el control medioambiental y la
sostenibilidad de los recursos naturales de la zona a largo plazo.
 Un ligero incremento en el precio del producto, compensado con campañas
de promoción internacional. La búsqueda de nuevos canales de
comercialización y mercados.
 Un programa de atención a los buzos afectados y a sus familias.

Un programa de estudio de alternativas económicas basadas en los modelos
de éxito aplicados en Perú, Ecuador, México o Chile, mediante la
transformación o combinación de los recursos pesqueros y las nuevas
tecnologías con proyectos de turismo ecológico, de aventura, actividades de
buceo turístico recreativo, etc. (http://mail.aol.com/34122-111/aol-6/enus/Lite/MsgRead.aspx?folder=NewMail&uid=307… , downloaded 9/26/2011)
El gran problema es la capacidad y la voluntad, de parte tanto de los gobiernos
como de los mismos buceadores y las empresas involucradas, de llevar a
realización estas propuestas. Con la adopción de la Ley 613 en 2007, varias
instancias fueron mandadas a buscar una conversión ocupacional para el auto-
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sostenimiento de la comunidad Miskito en la costa. No ha habido progreso en el
cumplimiento de este mandato.
Por su parte el Director del Instituto de la Pesca (INPESCA) en Nicaragua,
Steadman Fagoth, presentó este junio de 2011 a la Comisión de Asuntos
Laborales de la Asamblea Nacional, 17 propuestas para convertir la pesca
artesanal en una pesca mediante nazas y trampas, con beneficios directos para
la gran mayoría de los buceadores de su país. Estas propuestas requerirían una
inversión de 23 millones de dólares, tanto por las empresas pesqueras privadas
como de las instituciones del estado. No está claro en este momento si existe la
voluntad de superar esta tragedia que causa tanto sufrimiento y ha resultado en
tantas atrocidades contra los derechos humanos del pueblo Miskito.
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