Los Violadores…

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Los Violadores…
Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
Los Violadores…
Por ahí nos enteramos de una noticia que ocurrió en Lomas de la
Laguna de la ciudad de Tepic, en la que la policía Nayarit (división de
delitos contra la integridad corporal) detuvo a Carlos Efraín Torres
Estrada, por haber abusado de una dama que tiene varios meses de
embarazo y que además conoce hace vario tiempo.
Dice el parte que la llevó con engaños hasta una apartada calle
del asentamiento humano en mención, y que aprovechó que había un
lote baldío para introducirla a la fuerza y abusar sexualmente de ella.
El acusado tiene 22 años de edad –no se habla de la edad de ella- pero
sí se recalca que “no tuvo temor a equivocarse cuando se trató de
identificar al violador, que la invitó que la acompañara a una tienda
cercana y que al ir caminando por la calle, éste la empujó hacia un
breñal y ahí abusó de ella”.
Recordamos que hace un buen tiempo (cuando se usaba el
tintero y la pluma se introducía en el para mojarla y escribir) hubo un
juez que al escucha a las partes que protagonizaron una acción de
violación, a la hora de firmar la acusación le pidió a la dama que la
signara para proceder a castigar al sujeto, y cuando ésta trataba de
introducir el canutero en el pomo de la tinta, el juez se lo cambiaba
rápidamente de lugar, hasta que la mujer le dijo molesta que así no se
podía mojar la pluma… Entonces la sabiduría del jurisconsulto se
puso de manifiesto cuando sentenció: “Así se puso usted de rejega
porque es muy difícil violar a una mujer sin su consentimiento, ya que
solamente utilizando la fuerza bruta se le puede someter y usted no
presenta un solo rasguño o marca de violencia que demuestre el delito,
por lo que declaro al mancebo inocente y doy por terminado el caso”.
Y así como en aquel programa de radio en el que participaban
actores cubanos intitulado “La tremenda corte” y el “Tres Patines” era
acusado y declarado por “el tremendo juez” culpable o libre por falta
de méritos, así este juez de pueblo solucionó el caso de violación que
acusaba a un inocente.
Tal vez pudo existir un caso de abuso de amistad –porque eran
amigos- pero se duda que haya habido algún atropello.
Muchas veces se descubría que algunos violadores reincidían en
su delito cuando ya eran repetidas las ocasiones en que caían a la
cárcel éstos, y eran “pasados por las armas” de los presos más feroces o más mayates-, estos fueron descubiertos como flagrantes casos de
jotería, pero en otros era claro que habían utilizado la fuerza para
cometer su “crimen”, llegando inclusive hasta a privar de la vida a sus
víctimas.
Una mujer defendiendo su honor es más brava que un león
herido, y no fácilmente cede a los insanos deseos de un hombre presa
de calenturientos deseos. Puede obtener sus favores –como es el caso
común y corriente- ayudado por las copas, por un (o una) alcahuete,
por dinero o por comida, por pendeja o por lo que usted guste y
mande, pero que sea abusada por un sujeto y después de “los siete
minutos” que dice don Irving Wallace que dura por lo regular un acto
sexual normal, sale como las gallinas… sacudiéndose… no lo creo.
Los únicos que están exentos del castigo de la ley son los
violadores de Papapantla, perdón… son los voladores de ese lugar
donde se industrializa la vainilla… (Aquí ni eso) pero porque están
alejados de la mujer a una altura considerable y ésta no los puede
alcanzar fácilmente… Así que Control… Señores… Control… lo más
indicado en estos casos de sexualismo salvaje, lo mejor es mantenerse a
unos diez kilómetros de distancia de la hembra en celo y ponerse a
disposición de doña Manuela, que en estos casos es infalible para eludir
la acción de la justicia, o recurrir a los sexi-servicios de una compañera
de ocasión y dejar a un lado la curiosidad o el fuerte deseo estúpido de
querer saber cómo masca la iguana, que en esta ocasión es indagar en
el desierto porque ninguna mujer ha inventado alguna manera distinta
de hacer el amor, todas, absolutamente todas, lo hacen por el mismo
camino –con alguna desviación- y en sana paz… No con los riesgos y
desfiguros de los sexo-servidores… que ya están hasta legalizados, pero
que siguen apestando no precisamente a perfume… ¡Fúchi!
311 145-18-81

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