1 El sujeto del no ser en las Relaciones Internacionales Melody

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1 El sujeto del no ser en las Relaciones Internacionales Melody
El sujeto del no ser en las Relaciones Internacionales
Melody FONSECA1
Universidad Autónoma de Madrid
IPSA 2012
Loc Session: Repensar la Ciencia Política para un mundo en cambio
Grupo de trabajo: Más actores, más procesos, más estructuras, más enfoques y el encogimiento del
espacio y del tiempo. ¿De qué hablamos cuando hablamos de relaciones internacionales?
Resumen:
Recientemente las narrativas más críticas en las Relaciones Internacionales han puesto en cuestión la tendencia
eurocéntrica de la disciplina, que además de ubicarnos dentro de los límites del estado moderno, ha apartado de
su construcción teórica a las corrientes provenientes desde el espacio del no ser, y al no ser en sí mismo. El no
ser, es tanto espacios como cuerpos y epistemologías que han sido marginados a través de los procesos de
exclusión y objetivación que alimentan el monólogo discursivo de la disciplina. A pesar de que los enfoques
más críticos en la disciplina intentan partir de un revisionismo histórico, aún cuestiones como racismo,
colonialismo e imperialismo siguen estando ausentes en la mayor parte de las narrativas. Por tanto, se hace
pertinente preguntarnos en dónde y cómo situamos al no ser en las Relaciones Internacionales. La naturalización
de lo ‘universal’ versus lo ‘generalizado’ es lo que paradójicamente sirve para continuar adjetivando al no ser.
Es por esto que es necesario cuestionarnos si podemos seguir teorizando en las Relaciones Internacionales sin
llevar a cabo una reflexión amplia sobre lo que la histórica deshumanización del Otro en las Relaciones
Internacionales supone para la teorización sobre la política global. Partiendo de las reflexiones críticas
propuestas desde los estudios poscoloniales y decoloniales, argumentaremos sobre la necesidad de retomar la
experiencia del no ser en la teorización actual de las Relaciones Internacionales ante el mundo en cambio sobre
el que reflexionamos.
Palabras claves: no ser, sociogenia, colonialidad del ser, poscolonialismo, pensamiento decolonial
BORRADOR
Por favor, no citar sin permiso de la autora
Preliminary Draft
Please do not cite
1
Doctoranda en Relaciones Internacionales y Personal Investigador en Formación del Departamento de Historia
Contemporánea, Universidad Autónoma de Madrid.
1
Introducción
Las Relaciones Internacionales comprenden un campo entrecruzado por múltiples espacios, sujetos y
tiempos. Los imaginarios crean mapas que determinan la geografía y la pertenencia de los sujetos. Los
procesos de determinación del dentro fuera son incluyentes y excluyentes al mismo tiempo,
generando así de forma constante seres y no seres. Estas distinciones operan en espacios límite que no
siempre son precisos y que se transforman según las contingencias pero a la vez interseccionados por
las relaciones históricas entre los sujetos que forman el espacio. Al hablar del sujeto del no ser en las
Relaciones Internacionales nos referimos en primer lugar al sujeto que habita o se relaciona (según su
propio imaginario o el imaginario que tengan los otros sobre éste) a un espacio en el que la violencia
originaria se vincula a la cuestión de su humanidad, es decir, aquellos que cargan con el afecto del
factor sociogénico2, en palabras de Fanon. En su argumentación teórica sobre la sociogenia, Fanon
propone que trascendamos de la ontogénica y la filogénica 3 para poder entender la experiencia vivida
por el negro4 desde su espacio del no ser. Espacio creado por el sujeto imperial en su capacidad de
nombrar al extraño, bien fuera como un conocido más, o bien fuera como un ser ajeno a su
entendimiento sobre la diferencia.
El proceso de incluir/excluir, como bien sabemos, no es una invención exclusiva desde el
espacio y el tiempo moderno. Sin embargo, asumiendo que “todo problema humano pide ser
considerado a partir de un tiempo”5 y que por tanto “los problemas sociales tienen que ser situados en
el contexto histórico de las relaciones de poder del mundo que habitamos” 6, para este escrito tomaré
como referente los procesos de inclusión/exclusión que surgieron a partir del surgimiento el ego
conquiro7 europeo, y posteriormente, del sujeto moderno europeo que marcó la senda de la
construcción de un discurso internacionalista basado en la experiencia moderna europea.
2
“Lo sociogénico se refiere a lo que emerge del mundo de lo social, el mundo intersubjetivo de la cultura, la
historia, el lenguaje o la economía. En dicho mundo, nos recuerda [Fanon], es el ser humano el que concede la
existencia a dichas fuerzas.” En: Gordon, Lewis, “A través de la zona del no ser. Una lectura de Piel negra,
máscaras blancas en la celebración del octogésimo aniversario del nacimiento de Fanon”, Fanon, Frantz, Piel
negra, máscaras blancas, Madrid, Akal, 2009, p. 220.
3
“La perspectiva ontogénica se refiere al organismo individual, mientras que la filogénica se refiere a la especie.
Tal distinción concierne tanto al individuo como a la estructura”. En: Gordon, Lewis, “A través de la zona del
no ser…”, op.cit., p.220.
4
En este texto partiremos de la propuesta fanoniana de la sociogenia y las aportaciones hechas por Sylvia
Wynter a este concepto como “principio sociogénico” y en los que ambos buscan describir la experiencia
subconsciente y práctica del ser negro del Caribe francés. Sin embargo, el término negro será utilizado como
sinónimo del no ser, y dicha experiencia y propuesta teórica será abordada desde una perspectiva más general
para que sea útil a la descripción del no ser en las Relaciones Internacionales.
5
Fanon, Frantz, Piel negra, máscaras blancas, Madrid, Akal, 2009, p. 46.
6
Grosfoguel, Ramón, “Apuntes hacia una metodología fanoniana para la decolonización de las ciencias
sociales”, en Fanon, Frantz, Piel negra, máscaras blancas, Madrid, Akal, 2009, p. 256.
7
Este sujeto es elaborado en la tesis de Enrique Dussel y desarrollado en su libro 1492: El encubrimiento del
Otro. Hacia el origen del mito de la modernidad. En la sección del libro dedicada al proceso de conquista
Dussel argumenta que la figura de la conquista ya no es una figura de contemplación como lo fue el ser que
2
En este escrito no pretendemos asumir que las Relaciones Internacionales son eurocéntricas
por el hecho de que su mayor foco de estudio hasta periodos recientes haya sido las relaciones entre
estados, excluyendo así otros actores claves tanto en el funcionamiento del estado como en las redes
transnacionales y transculturales formadas entre los sujetos que de distintas formas han sido
territorializados dentro de éste. Tampoco nos cegamos ante la creciente “hibridez” del pensamiento
teórico contemporáneo en todas sus posibles narrativas. Sin embargo, partiendo de que “las
Relaciones Internacionales no fueron establecidas para interrogar el ‘lado oscuro de la modernidad’,
[es decir] los múltiples cambios causados sobre las sociedades no europeas por quienes forjaron el
excepcionalismo europeo: esclavitud, colonialismo e imperialismo”8, y que a menudo ha aparecido
“menos como un cuerpo de pensamiento que como una mescolanza [del estudio de la] formación de
estados, diplomacia, historia y derecho” 9, entendemos que una crítica decolonial en las Relaciones
Internacionales sigue siendo pertinente. Por tanto, intentando contribuir a una teoría crítica de
Relaciones Internacionales que se nutra de la alteridad que surge desde la exterioridad10, y siguiendo
así lo propuesto por Robbie Shilliam en International Relations and non-Western thought.
Imperialism, colonialism and investigations of global modernity y Branwen G. Jones en Decolonizing
International Relations, entre otros, buscamos criticar de forma general las narrativas que a causa de
las relaciones de poder en la disciplina mantienen una dialéctica encerrada en lo que llama Dussel
como el espacio de la totalidad11.
Las secciones siguientes estarán dirigidas, en primer lugar, a definir los diferentes conceptos
que nos proveen algunos autores decoloniales y las interpretaciones hechas por éstos al principio
sociogénico de Frantz Fanon. En segundo lugar, presentaremos un resumen de las aportaciones
decoloniales desde las Relaciones Internacionales y cómo éstas, junto a las vertientes más
interdisciplinarias del Pensamiento decolonial, han dirigido sus críticas a la idea de expansión de la
sociedad internacional propuesta mayormente desde la Escuela inglesa de Relaciones Internacionales;
a las vertientes constructivistas enfocadas en la institucionalización y socialización de normas
internacionales y al silenciamiento del racismo como norma internacional; y de forma menos
arribó a las tierras americanas, a partir de entonces fue una relación humano-humano (en el sentido biológico),
es política y militar, un movimiento de la teoría de la dominación a la práctica de la dominación. De esta
práctica, que también ocurre al nivel metateórico, surge el ego conquiro, el ego que precede al ego cogito de
Descartes, y que nace en el momento en que el otro azteca nombra el yo europeo como un dios.
8
Lawson, George y Robbie Shilliam, “Sociology and international relations: legacies and prospects”, en
Cambridge Review of International Affairs, Vol. 23, no. 1, marzo de 2010, p. 70.
9
Ibídem
10
La exterioridad, parafraseando a Dussel en 1492: El encubrimiento del otro…, se refiere al espacio/cuerpo en
el que a pesar de que se llevó a cabo la conquista aún subsisten esferas de resistencia al proyecto moderno y
dónde el sincretismo aún, a pesar de todo, convive con la cosmologías otras.
11
La totalidad podría entenderse como el centro en el que el pensamiento moderno no es capaz de dialogar con
cosmologías o epistemologías otras. Hay espacio para la crítica, pero es la crítica a partir de la razón moderna.
Ver: Dussel, 1492: El encubrimiento…, op.cit.
3
profunda a las críticas generales sobre cómo la identidad y la representatividad en las Relaciones
Internacionales continúa siendo eurocéntrica. Asumiendo que existen múltiples narrativas de la
realidad internacional, la crítica principal que se pretende hacer en este artículo es a aquellas
narrativas que reproducen un entendimiento teleológico de la historia de la humanidad, y que además
mantienen el silenciamiento de cuestiones como raza, colonialismo e imperialismo, siendo éstos
fundamentales en los orígenes de la disciplina.
Explicación de algunos conceptos: la colonialidad del ser, la sociogenia, y la zona y del ser y no
ser
Esencialmente, un organismo posee estados mentales conscientes si y sólo si existe algo que es cómo
ser dicho organismo: algo que es cómo ser dicho organismo para ese organismo. Podríamos definir
esto como el carácter subjetivo de la experiencia.
Thomas Nagel, “What is to be a bat”, 197412
En casa mi madre me canta, en francés, romanzas francesas que nunca tratan de negros. Cuando
desobedezco, cuando hago demasiado ruido, me dicen que “no haga el negro”.
Frantz Fanon, Piel negra, máscaras blancas, 2009
Imaginar y fabricar a otro puede ser un proceso violento ejercido desde la zona del ser. Sostiene
Fanon que “consecuentemente, el colonialista está en lo cierto cuando dice que él los ‘conoce’. Es el
colonialista quien fabricó y continúa fabricando al sujeto colonial” 13. Desde las reflexiones de la
teoría crítica se cuestionan los espacios de encuentro con la diferencia como procesos de
nombramiento del Otro, de delimitaciones de fronteras, de reconfiguración de los imaginarios y
rearticulación de la identidad propia 14. Podemos estar hablando de un desconocido, de un extraño a la
comunidad, o de un extraño perfectamente conocido. La categoría que le asignemos proveerá el
marco mediante el cual se proyecta el carácter subjetivo de la experiencia, sin embargo, la experiencia
de ese Otro podrá ser atravesada por la violencia o las técnicas con las que una de las partes se
posiciona en superioridad a la otra parte.
12
Citado en Wynter, Sylvia, “En torno al principio sociogénico. Fanon, la identidad y el rompecabezas de la
experiencia consciente y cómo es ser ‘negro’”, Fanon, Frantz, Piel negra, máscaras blancas, Madrid, Akal,
2009, p. 327.
13
Fanon, Frantz, The Wretched of the Earth, Nueva York, Grove Press, 2004, p. 2
14
Desde los estudios poscoloniales ver, por ejemplo: Mehta, Uday S., The Anxiety of Freedom. Imagination and
Individuality in Locke’s Political Thought, Ithaca, Cornell University Press, 1992; Ahmed, Sara, Strange
Encounters: Embodied Others in Post-Coloniality, Londres, Routledge, 2000; desde la crítica decolonial ver
Dussel, Enrique, 1492: El encubrimiento del otro… op.cit.
4
La colonialidad del ser es “la experiencia vivida de la colonización y su impacto en el
lenguaje”15, sin embargo, ésta “no es inherente al sujeto colonial, sino [que es] el ejercicio de las
estrategias de dominación”16. Estas estrategias de dominación se emplean en distintas formas de
violencia: “violencia de representación, de dominación de las narrativas del espacio y la identidad” 17.
La definición que provee Walter Mignolo nos dice: “La ciencia (conocimiento y sabiduría) no puede
separarse del lenguaje; los lenguajes no son sólo fenómenos ‘culturales’ en los que la gente encuentra
su ‘identidad; estos son también el lugar donde el conocimiento está inscrito. Y si los lenguajes no son
cosas que los seres humanos tienen, sino algo que estos son, la colonialidad del poder y del saber
engendra, pues, la colonialidad del ser” 18. La colonialidad del ser produce al sujeto del no ser en el
momento del encuentro. Según Nelson Maldonado-Torres, “Fanon concentra su atención en el trauma
del encuentro del sujeto racializado con el otro imperial: ‘¡Mira un negro!’. Ese es el punto a partir del
cual Fanon comienza a elaborar lo que pudiera considerarse como el aparato existenciario del ‘sujeto’
producido por la colonialidad del ser” 19.
La colonialidad del ser, por tanto, es el resultado del campo heterárquico que conforma la
colonialidad del poder y de las herramientas empleadas por la colonialidad del saber. Es la relación de
poder dentro de la cual se produce la sociogenia, entendida como la experiencia subjetiva a partir de
la experiencia colonial y la percepción subconsciente de esa subjetividad, al mismo tiempo que surge
de ella el espacio y sujeto del no ser. Según Sylvia Wynter “a diferencia de la ‘realidad común’
característica de un fenómeno ondulatorio, el principio sociogénico no representa un objeto de
conocimiento científico natural [sino más bien] un concepto de sí mismo culturalmente programado
antes que genéticamente articulado [que es] específico de cada uno de nuestros modos híbridos de
naturaleza-cultura del ser”. La sociogenia también puede entenderse como una práctica afectiva que
“explica la jerarquía del estatus global asociado a la modernidad colonial en términos de un proyecto
que corporiza los sujetos epidémicamente en términos relacionales fundamentales como humano en
contraposición a objetos subhumanos, una corporización que produce comportamientos afectivos
diferentes pero relacionales”
La zona del ser y la zona del no ser, según Ramón Grosfoguel, “no es un lugar geográfico
específico sino una posicionalidad en relaciones raciales de poder que ocurre a escala global entre
15
Maldonado-Torres, Nelson, “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al desarrollo de un concepto”,
Castro-Gómez, Santiago y Ramón Grosfoguel (eds.), El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad
epistémica más allá del capitalismo global, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2007, p. 130
16
Mignolo, Walter, “Frantz Fanon y la opción decolonial: el conocimiento y lo político”, Fanon, Frantz, Piel
negra, máscaras blancas, Madrid, Akal, 2009, p. 315
17
Shapiro, Michael J. “The Ethics of Encounter: Unreading, Unmapping the Imperium”, Shapiro, Michael J.
and Campbell, David (eds.), Moral Spaces, rethinking ethics and World Politics, Minneapolis, University of
Minnesota Press, 1999, p. 59
18
Mignolo, Walter, Historias locales, diseños globales, Madrid, Akal, 2003, p. 669
19
Maldonado-Torres, Nelson, “Sobre la colonialidad del ser…”, op. cit., p. 130
5
centros y periferias, pero que también ocurre a escala nacional y local contra diversos grupos
racialmente inferiorizados”20. Para Fanon, la zona del no ser es “una región extraordinariamente
estéril y árida, una rampa especialmente despojada, desde la que puede nacer un auténtico
surgimiento”21. Es importante poner en perspectiva ambas definiciones puesto que mientras una
nombra el espacio centro-periferia de forma que nos permite imaginarlo desde la complejidad de la
desterritorialización de la opresión, la otra apela a este espacio como uno vacío, “despojado” desde el
cual puede surgir lo auténtico, o quizás, como plantearía Dussel, donde surge la racionalidad desde la
alteridad. Más adelante en su análisis Grosfoguel explica cómo en esta definición se utiliza el término
racial asumiéndolo no exclusivamente como el racismo de color, sino también como un racismo
epistémico, religioso, lingüístico, entre otros. De igual forma, con esta definición asumimos que al
hablar de zonas o espacios no proveemos un mapa cerrado en el que el norte o el sur operan en sus
respectivas posiciones geográficas, sino más bien, espacios que fluctúan en función a los sujetos que
se encuentran y se nombran llevando consigo la espacialidad de la zona a la que pertenecen. Sin
embargo, es importante aclarar que la pertenencia a estas zonas surge tanto de la experiencia subjetiva
del individuo en función al nombramiento otorgado por un yo a través de los legados coloniales, pero
también, se relaciona a las experiencias subjetivas cotidianas que marcan al individuo y le confrontan
con sus experiencias previas. Esta definición nos es útil para pensar en ese sujeto del no ser como uno
que carga en su forma/apariencia de estar en el mundo el nombramiento que un yo le ha dado 22.
Para resumir, podemos que decir que entendemos por el sujeto del no ser aquél que ha sido
víctima de una práctica violenta (militar, lingüística, epistémica, de género, racial, etc.) en función a la
puesta en duda de su humanidad. Si bien esto parte de una construcción histórica de relaciones
coloniales, a la misma vez se reinventa según las contingencias sociales, individuales y
subconscientes.
Eurocentrismo y Relaciones Internacionales
20
Grosfoguel, Ramón, “La descolonización del conocimiento: diálogo crítico entre la visión descolonial de
Frantz Fanon y la sociología descolonial de Boaventura de Sousa Santos”, www.cidob.org/en/content/.../97108_RAMON+GROSFOGUEL.pdf p. 99.
21
Fanon, Frantz, Piel negra, máscaras… op.cit., p. 42
22
Ver Gordon, Lewis R., “A través de la zona del no ser…, op.cit., p 255: “Fanon no se refiere al tratamiento
del tema por parte de Hegel en su Filosofía del Derecho, donde emerge la eliminación del dominio en una nueva
era de igualdad, libertad y reconocimiento mutuo. ¿Una promesa de reconocimiento mutuo nacida de la
miserable historia de la esclavitud de los negros? Fanon no lo cree posible, dado que ni el Amo hegeliano ni el
Hombre Blanco estructural [de la psicología adleriana] desean un reconocimiento por parte del negro; cada uno
quiere trabajo y cuerpos, tal y como hemos visto en los numerosos eclipses del negro, sin puntos de vista.”
También ver: Gordon, Lewis R., Bad Faith and Antiblack Racism, Amherst, Humanity Books, 1995, capítulos
14 al 16; y para un análisis sobre el cuerpo en el racismo pre-discursivo ver Hook, Derek, “‘Pre-Discursive’
Racism”, Journal of Community and Applied Social Psychology, no. 16, 2006, ps. 207-232.
6
En el capítulo introductorio de International Relations and Non-Western thought Robbie Shilliam
plantea la siguiente pregunta: “¿Por qué es que siendo el mundo no occidental una entidad definitiva
para el estudio de las Relaciones Internacionales esta misma disciplina ha evitado constantemente
situar el pensamiento no occidental en el centro de sus debates?” 23 Esta pregunta nos sirve para guiar
nuestras argumentaciones sobre la ausencia del no ser en la narrativa teórica de las Relaciones
Internacionales. Sin embargo, antes de guiarnos hacia la reflexión del porqué del planteamiento de
esta pregunta, esquematizaremos sobre cómo algunas de las reflexiones teóricas con mayor impacto
en las Relaciones Internacionales todavía reproducen imaginarios lineales sobre la humanidad, la
razón y la libertad, reconfigurando así un espacio de exclusión del no ser que desemboca no sólo en la
justificación del colonialismo y el intervencionismo, sino también en la justificación de la
preservación de una narrativa eurocéntrica en la disciplina.
En su crítica a la Escuela inglesa de Relaciones Internacionales, Sanjay Seth sostiene cómo a
pesar de que éstos autores reconocen la presencia del espacio colonial durante el proceso de expansión
de la sociedad internacional, lo asumen desde una narrativa monolítica en la que sólo se relata la
experiencia de lo que llega desde Europa, mientras que los sujetos coloniales no podían resistir al
proceso24. Asumen de forma acrítica la expansión de esta sociedad y las categorías que éstas crearon
en orden de justificar las diferentes jerarquías de la soberanía. En relación al proceso de
generalización del estado nación a partir de la creación de las Naciones Unidas y las independencias
en el tercer mundo, Seth critica a los pensadores de esta escuela porque plantean que este sistema
“[e]n contraste con sistemas anteriores, el cual excluía a muchos como ‘bárbaros’, salvajes’ y
similares, es un orden ‘horizontal y no jerárquico, inclusivo y no exclusivo, y basado expresamente en
una ética pluralista’”. Esta lectura de un sistema internacional horizontal a partir de la incorporación
de los remanentes coloniales al sistema de estados soberanos no toma en cuenta la heterarquía de
poder que conforman las relaciones entre los múltiples agentes y espacios dentro del campo de la
colonialidad del poder que reproducen la colonialidad del ser.
A diferencia de lo que plantea esa lectura, la inclusión de estos espacios a las dinámicas no
decolonizadas del sistema de estados reproduce las técnicas de construcción de estados que perpetúa
el dilema soberanía/anarquía a través del discurso de la inseguridad global, modificando el lenguaje
para dirigirlo ahora no a la “estatalidad” o no del territorio, sino al tipo de “estatalidad” (gobernanza)
que el territorio representa.
23
Shilliam, Robbie, “Non-Western thought and International relations”, en International Relations and NonWestern thought. Imperialism, colonialism and investigations of global modernity, Londres, Routledge, 2011, p.
2.
24
Ver: Seth, Sajay, “Postcolonial Theory and the Critique of International Relations”, Millennium Journal of
International Studies, Vol. 40, no. 1, 2011, ps. 167-183.
7
El eurocentrismo en las Relaciones Internacionales no sólo se ha reproducido a través de la
aceptación implícita de un sistema supuestamente horizontal, sino que también se forma sobre la base
del silenciamiento de ciertas temáticas o la búsqueda de desconexión entre los problemas sociales
actuales y sus orígenes coloniales. Un ejemplo de esto es el rol del racismo y la supremacía blanca
como norma constitutiva de las relaciones de poder global y local y que viene siendo estudiado en
otras disciplinas desde la Critical Race Theory25. Branwen G. Jones argumenta en su artículo “Race in
the Ontology of International Order”, que la raza es constitutiva de la desigualdad creada durante la
modernidad y generalizada en los estados modernos. En el caso de estudio que presenta –la
desposesión racial en Estados Unidos–, se refleja cómo el proceso de expansión, colonización y
repartición de tierras en el territorio americano ocurría paralelamente a la negación de humanidad de
los esclavos. Esto tuvo como consecuencia que, una vez emancipados, los esclavos “nacieran” desde
la desposesión de tierras, cargando así con una desigualdad estructural que ni el fin de la segregación
racial ni los programas de acción afirmativa han podido equiparar.
En su artículo “The Graceful and Generous Liberal Gesture: Making Racism Invisible in
American International Relations”, Robert Vitalis argumenta sobre cómo en la disciplina de las
Relaciones Internacionales en Estados Unidos incluso sus vertientes neo-historicistas no logran
escapar de la percepción del “popular paradigma excepcionalista como su punto de partida” 26.
Además, sostiene que “a pesar del aumento en el interés de estudiar los orígenes de las instituciones
internacionales, el poder de las normas, y los orígenes y cursos del imperio y de la hegemonía
estadounidense, la teoría de las Relaciones Internacionales ha tenido virtualmente nada que decir
acerca de ningún aspecto del racismo” 27. En este mismo artículo Vitalis levanta una crítica a las
propuestas desde el constructivismo estadounidense y las obras de Martha Finnemore y Kathryn
Sikkin28, argumentando que éstas, en su reproducción de unas Relaciones Internacionales
estadounidenses, no toman en cuenta que la ‘aceptación’ de las normas internacionales tiende a
esconder que “dentro del marco de las Relaciones Internacionales, la supremacía blanca es
constitutiva de un número de prácticas racistas adoptadas por los estados y los individuos”. Además, y
directamente al texto de Finnermore, “Constructing Norms of Humanitarian Intervention”, Vitalis
critica cómo la autora “intenta mostrar que durante los pasados 150 años los entendimientos
25
Uno de los textos claves de Critical Race Theory es: Crenshaw, Kimberele, Neil Gotanda, Garry Peller, y
Kendall Thomas. Critical Race Theory: The Key Writings That Formed the Movement, Nueva York, The New
Press, 1996.
26
Vitalis, Robert, “The Graceful and Generous Liberal Gesture: Making Racism Invisible in American
International Relations”, Millennium: Journal of International Studies, Vol. 29, no. 2, 2000, p. 332.
27
Ibídem, p. 333.
28
Finnemore, Martha y Kathryn Sikkink, “International Norm Dynamics and Political Change”, (artículo
presentado en SSRC/MacArthur Conference on Ideas, Culture, and Political Analysis, Princeton University, 1516 de mayo de 1998, 7; Finnemore, Martha y Kathryn Sikkink, International Organization; y Finnermore,
Martha, “Constructing Norms of Humanitarian Intervention”, Katzenstein, Peter J. (ed.), The Culture of
National Security, Nueva York, Columbia University Press, 1996.
8
colectivos sobre el imperativo moral de ciertos tipos de intervenciones armadas se han movido en una
dirección progresiva como una reflexión de una cada vez más expansiva definición de ‘humanidad’.
Por humanidad y la evolución de las normas humanitarias ella alude a los ‘seres humanos’ que son
aquellos que merecen protección…” 29 Aquí la experiencia del no ser como el Otro ante el cual se
expande el discurso de derechos humanos no es tomada en cuenta, sino que dicha expansión es un
eslabón más en el progreso y perfeccionamiento de las sociedades modernas.
En la narrativa eurocentrada de las Relaciones Internacionales se reproduce la imagen de
desconfianza hacia ese no ser, o lo que ese no ser representa –espacios de anarquía, desgobierno,
violación de derechos humanos, subdesarrollo, neopatrimonialismo. Asumir las instituciones
modernas, darlas por hechas, naturalizarlas, no sólo es una cuestión relacionada a la puesta en marcha
de un estado moderno o de unas instituciones o políticas concretas, sino que también es una cuestión
de que se tiene que ser lo que, naturalmente, universalmente, se ha aceptado. Es necesario señalar que
la naturalización de esta narrativa parte del rechazo de otras narrativas (pertenecientes a la totalidad o
provenientes de la exterioridad) y también del proceso por el cual el subconsciente humano desea y
anhela prácticas atribuyendo significados.
La reconfiguración de ese espacio del no ser desemboca (o regresa) a la narrativa de la
disciplina que se centra en el dilema soberanía/anarquía (que podríamos asumir como zona del
ser/zona del no ser). A lo largo del siglo XX las diferentes corrientes teóricas han abordado este
dilema generando diversos debates sobre cómo el sistema de estados genera un espacio de anarquía en
el dominio de lo global, que, o bien es una amenaza constante a la soberanía, o bien está por
desaparecer a partir del institucionalismo internacional, o, alejado de la analogía con la sociedad
doméstica, conforma una sociedad sin gobierno 30.
A partir de la década de los ochenta la teoría crítica de las Relaciones Internacionales se abre
a
una
corriente
reflectivista
que
amplía
los
límites
del
dilema
soberanía/anarquía,
seguridad/inseguridad, proponiendo una revisión crítica de la historicidad, del impacto del lenguaje,
las identidades y percepciones en la construcción teórica 31. A partir de estos trabajos críticos y la
revisión sobre el efecto del pensamiento ilustrado en la teoría de las Relaciones Internacionales se
abre un espacio para cuestionar el “universalismo” de las instituciones modernas, así como también se
comienza a criticar la “ausencia” de los sujetos marginales en la narrativa dominante de la disciplina.
29
Vitalis, Robert, “The Graceful and Generous…”, op.cit., p. 339.
Bull, Hedley, “Society and Anarchy in International Relations” (1966), Der Derian, James (ed.), International
Theory: Critical Investigations, Nueva York, New York University Press, 1995.
31
Jarvis, D.S.L., “Richard K. Ashley and the Subversion of International Political Theory: The “Heroic” Phase”,
International Relations and the Challenge of Postmodernism. Defending the Discipline, Columbia, University of
South Carolina Press, 2000.
30
9
No obstante, y retomando la pregunta que levanta Shilliam, si bien surge un reconocimiento de la
existencia de esos espacios, y se vuelven éstos el “centro” del debate en la teoría crítica, los
conocimientos surgidos desde esos espacios (del otro lado del “borde”) 32 no se toman –o al menos no
de forma extendida– como posibles postulados alternativos para entender los dilemas (o generar
nuevos dilemas) en el debate teórico contemporáneo. Merece la pena citar a Michael J. Shapiro
cuando dice: “En el presente, una historia espacial particular está bloqueando las alternativas. Un
imaginario geopolítico, el mapa de los estados-nación, domina el discurso ético en el nivel global […]
Los análisis de la violencia global tienden a ser construidos dentro de una cartografía geoestratégica
estatocéntrica, que organiza las interpretaciones de las enemistades sobre la base de un sujeto nacional
individual y colectivo y de los antagonismos transfronterizos” 33. Por tanto, y siguiendo el llamado que
hiciera Richard K. Ashley finalizando la década de los ochenta, todavía sigue siendo necesario
construir una disciplina que “demande más metodológicamente: una ciencia que expanda el rango de
la crítica permisible, y que afile los estándares de la aptitud teórica al institucionalizar la expectativa
de continua reflexión crítica sobre el significado histórico y la posibilidad de nuestros intentos de
llegar a conclusiones objetivas”34. En términos generales, la construcción teórica en las Relaciones
Internacionales promueve la reflexión sobre la dicotomía entre los espacios soberanos y de anarquía y
los efectos de estos espacios sobre la posibilidad de desarrollo de una sociedad, comunidad, o
gobierno global, según la perspectiva desde la que sea analizado.
Conclusiones preliminares: propuestas desde la alteridad
Argumenta Seth que las Relaciones Internacionales son profundamente eurocéntricas “no sólo en su
relato histórico sobre el surgimiento del orden moderno internacional, sino también en su relato(s)
sobre la naturaleza y funcionamiento de este orden”, y, que además, “la teoría de las Relaciones
Internacionales sirve para naturalizar lo que históricamente ha sido producido”35. Sin embargo, como
sostiene Didier Bigo, “no podemos ya distinguir entre el reino del orden interno, y el orden
internacional anárquico que es mantenido por el equilibrio de poderes nacionales vis-à-vis los
ejércitos y las alianzas diplomáticas”36. Esa distinción nunca ha sido sostenible, o más bien, no para la
32
Ibídem, p. 90. Sostiene Jarvis sobre el trabajo de Ashley que éste “puede ser considerado el pionero,
delineante de un espacio intelectual, que, en sus propias palabras, existe en los márgenes y fronteras de la
disciplina…” Sin embargo, resulta interesante poner esto en perspectiva con la propuesta de Shilliam (desde las
Relaciones Internacionales) y de Dussel (desde la filosofía) de construir una teoría internacional con y desde el
espacio que está más allá del margen. En este sentido, la teoría crítica de Ashley podría ser considerada como
desde una geopolítica subalterna en el espacio “totalitario” de la disciplina que debería ponerse en perspectiva y
diálogo con la teoría proveniente de la alteridad.
33
Shapiro, Michael J., “The Ethics of Encounter: Unreading…”, op.cit, p. 69.
34
Ashley, Richard K., “The Poverty of Neorrealism”, Keohane, Robert O. (ed.), Neorrealism and Its Critics.
Nueva York, Columbia University Press, 1986, p. 282. Citado en Jarvis, D.S.L., “Richard K. Ashley and the…”,
op.cit., p. 91.
35
Seth, Sanjay, “Postcolonial Theory and…”, op.cit., p. 167.
36
Bigo, Didier, “Globalized (in) Security: the Field and the Ban-opticon”, p. 11.
10
mayor parte de la humanidad que habita las zonas del no ser y que ha sido territorializada y
corporizada en la anarquía y en la amenaza al orden. Sin embargo, como afirma Bigo, ahora más que
antes esa distinción se vuelve ajena a la realidad de la política global y se hace necesario una ruptura
con la narrativa del estado nación y de los límites entre el orden y la anarquía.
Por tanto, hemos pretendido hablar de un discurso que es eurocéntrico en tanto que ha
asumido como válido el mito de la modernidad: la idea de que el concepto racional emancipatorio de
la modernidad no es posible sin el mito racional de la justificación de la violencia. Es decir, que en el
cálculo moderno, la emancipación del otro por parte del yo, sólo puede ocurrir a través de la puesta en
prácticas de tecnologías violentas37. Esto justifica entonces la creación y mantenimiento del espacio
del no ser como uno que ha de ser emancipado únicamente desde la racionalidad moderna.
De las reflexiones decoloniales podemos desprender varios argumentos. En primer lugar,
criticar la razón moderna como irracional no contribuiría a la crítica del discurso en las Relaciones
Internacionales, sino que más bien, relativizaría el impacto que la proyección global de un imaginario
civilizatorio ha tenido sobre el resto de los espacios en la política global, y por tanto, sobre las zonas
en las que habita el no ser. En segundo lugar, apelar a que la razón moderna está compuesta
absolutamente de un imaginario mitológico, debido al ejercicio de la violencia “irracional” contra la
“irracionalidad” de los entendidos como bárbaros, y por tanto, asumir que no existe algo que podamos
llamar racional, atenta, nuevamente, con acallar las racionalidades otras que, según Enrique Dussel,
operan desde el espacio de la alteridad. En tercer lugar, reconocer que aunque el mito de la
modernidad ha sido asumido como válido esto no significa que ha ocurrido de forma acrítica, ni que
su planteamiento no ha sufrido transformaciones guiadas a la “inclusión” de la diferencia en la
fórmula desarrollista (que es, precisamente, junto a la violencia imperialista, ejemplo del “mito
moderno” según Dussel). Lo que hemos intentado decir es que su narrativa es eurocéntrica porque
parte de la experiencia del sujeto que “llegó” al espacio del otro, de la narrativa de inclusión de los
otros en el espacio hegemónico y no a la inversa, porque asume lenguajes, prácticas y referencias que
permiten una diferencia enmarcada dentro de la totalidad hegemónica, pero no más allá de esta. Por
tanto, la experiencia del no ser, esa que según Fanon, sólo puede surgir desde la sociogenia, es
subsumida por la colonialidad del ser.
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