Enorme avance democrático

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Enorme avance democrático
Enorme avance democrático
"Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén, de los que escriben cantares:
oír decir a la gente que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón en el alma popular,
lo que se pierde de nombre se gana de eternidad"
Salud!
(Machado)
El parlamento uruguayo aprobó una nueva ley sobre el matrimonio conocido como
“igualitario”. Dicha aprobación legislativa no es más que la expresión de un deseo
mayoritario popular de reconocerles a las personas de diversa opciones los mismos
derechos. Es un enorme triunfo popular, que no implica de ninguna manera la
reivindicación de determinada forma de unión de las parejas (el matrimonio civil),
sino el reconocimiento explícito de que las formas de unión de parejas pueden ser
de múltiples formas y que la legalidad, por muy discutible que sea, debe aceptar el
sentimiento, la opción y las decisiones diversas que tomen las personas de distinto
o igual sexo. Ni más, ni menos.
No se trata solamente, como normalmente intentan hacernos confundir los liberales
defensores del statu quo –o los reformistas que se les someten-, de que las
sociedades avanzan y cambian a través de costumbres que las leyes habilitan. En
primer lugar porque las leyes que expresan derechos, aparecen normalmente
después de que quienes tendrán que acatarlas están convencidas de su necesidad y
en segundo lugar, porque los derechos democráticos reconocidos en las normas
explícitas, normalmente son precedidos de un aplastamiento de los mismos,
obligando a los oprimidos y a los explotados a pelear por ellos.
La sociedad no se desarrolla paulatinamente descubriendo derechos y opciones de
vida. Estas están bajo la bota de la coerción durante años, décadas o siglos, los
sectores se organizan, luchan, convencen y luego de múltiples “batallas” alcanzan
que la sociedad en su conjunto acepte, reconozca e imponga, en suma legitiman y
luego –como en este caso- legalizan el derecho. Es secundario ya si el texto
primario de Diputados era mejor, si el último tiene errores técnicos jurídicos o si las
organizaciones que lo impulsaron querían más derechos explicitados en la Ley.
Claro que hay que mejorar todo lo posible. Pero lo principal es que nuestra
sociedad ha dado el paso importantísimo de reconocer que las opciones homo y
heterosexuales son ambas parte de la vida real, reconocidas y no discriminadas.
Orgullo nos da como país que tales leyes se vayan aprobado, porque estos avances
son condición sine qua non para la liberación total del ser humanos, que sólo será
alcanzada con la desaparición de las clases, pero que disputas acirradas de clase
anteriores, que no integraron derechos democráticos, los tuvieron como espada de
Damocles. Para nosotros mayor orgullo aún, por haber sido precursores de tales
reclamos, de haberlos integrado programáticamente hace casi treinta años (4º
Congreso del PST; febrero de 1984, realizado en el exilio en Porto Alegre).
Pero esta reivindicación ya no tiene más dueño que nuestro pueblo y por eso es
una “copla popular” absolutamente legítima. Con el pecho lleno nos congratulamos
como pocas veces con nuestro Parlamento. Salud!!

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