ConSumo cuidado

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ConSumo cuidado
Oscar Velásquez Sarmiento
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ConSumo cuidado
No cabe duda que el sensacionalismo esté presente, en mayor o
menor medida, en todos los medios impresos y que su
instauración en determinados periódicos aumente día a día, de
forma preocupante, pero ¿hasta qué punto los lectores se
relacionan con este fenómeno?
Viernes, 10 de la noche. En el cruce del jirón Virú con el pasaje Santa Rosa, los esp
osos, Jacqueline Soto y Teófilo Picoy, se reunían en una conocida pollería para conv
ersar sobre una posible reconciliación o llegar a un divorcio por mutuo acuerdo. Dur
ante esas horas, Jacqueline recibía varias llamadas a su celular, lo cual despertó ce
los enfermizos en Teófilo. Se retiraron con destino a la avenida Eduardo de Habich
y luego cada uno enrumbó a su destino. Ella subió a una combi con ruta a la Vía Ev
itamiento y bajó a la altura del puente Santa Rosa. Su cónyuge la vio y optó por seg
uirla para ver con quién se iba a encontrar.
En dicha intersección, Jacqueline se encontró con su compañero de trabajo, Noel M
endoza, saludándolo con un beso en la mejilla, lo cual enfureció a Teófilo y sin pens
arlo le increpó a él ser el supuesto amante de su esposa, a la que no dejó de insultar
por su conducta. Noel trató de controlarlo para hacerle entender que todo era un m
al entendido, pero Teófilo no comprendió. Segundos más tarde, en plena vía pública
y frente a su supuesto amante, sacó su arma de fuego y apretó el gatillo. El corazó
n de Jacqueline Soto había dejado de latir ( )
E
ste relato quizás sea más propio del melodrama de alguna t
elenovela, de un taller de redacción o de algún extracto de u
na novela, pero lo cierto es que es parte del desarrollo de la noticia principal de un
diario nacional, de corte popular y sensacionalista que circula diariamente con rela
tivo éxito no sólo en los quioscos de periódicos sino también en el hogar u oficina de
los lectores de Ajá.
La cobertura de este caso es una muestra de la tendencia cada vez más afianzada e
n la prensa (sensacionalista) de informar a través de modalidades dramáticas que i
ntentan causar impacto en el lector desde la escenificación, la impresión y las sensa
ciones. Lo que obliga al diario a un tratamiento informativo que explote el lado lacr
imógeno de los hechos, pero rescatando los códigos de un público conectado al relato
periodístico que resulte más cercano a su vida. En efecto, autosatisfacen su necesid
ad de reconocimiento. Basta detenerse en un quiosco para observar como los transe
úntes se quedan leyendo las portadas de los distintos tabloides. Una lectura rápida
que va ingresando a un mundo en donde los escándalos son las primeras planas de
los diarios.
Responder a la interrogante qué actitud tiene el consumidor frente al estilo del dia
rio Ajá? resultó clave para entender la relación de éste con el tratamiento informati
vo que el tabloide pudiera generar. Existe consenso en el sentido común de la gente
en atribuir al consumidor de este tipo de prensa un bajo nivel socioeconómico. Si bi
en es cierto que el consumo reposa básicamente en el NSE C y D, no basta solo ese
dato para conocer al lector.
Desde el primer contacto, descubro que estamos frente a un público joven (17
25 a
ños) que le interesa el tema porque lo conoce de cerca, se identifica, pero además po
rque no comparte el modo como son presentados ciertos contenidos, la cual se centr
a en la exageración, la morbosidad, la intimidad y el fomento de la violencia. Y si lo
que buscan es también informarse, este concepto por lo general es aprovechado por
el diario, pero de manera errónea. La brevedad informativa se convierte en sinóni
mo de baja calidad y poca credibilidad.
Pero si de distraerse se trata, entonces, el diario aparece que sí es importante. Ante
la pregunta con qué lo asocian, la mayoría compartió que adquiere el diario porque
le llama la atención lo publicado. No existe otra intencionalidad aparente que no se
a la de pasar el rato. Tampoco hace falta ser un experto para darse cuenta que cada
vez es mayor el interés de la gente por la espectacularización de lo cotidiano y de la
vida pública y menor la credibilidad que tienen hacia los políticos.
Si bien la gente se ha ido interesando más por los chismes y el tema lúdico, tambié
n van reclamando nuevas historias que aporten a la cultura. Decir que los lectores
consumen lo que quieren y por ende se le da morbo es un pretexto desatinado que l
os diarios sensacionalistas seguirán utilizando para aumentar exclusivamente sus
utilidades en base al engaño. Lo que nos confirma que este medio está representan
do estrechamente su manera de interpretar la realidad.
Lo cierto es que las personas compran este tipo de diario porque los entretiene y ad
emás ya se cansaron de los mismos reportajes reciclados de Gamarra, La calle Capó
n o el de los pirañitas de Villa el Salvador. No digo que esté mal hacer un reportaje
sobre Gamarra, al contrario, pero hay que encontrar la novedad, que nuevo no se h
a dicho de ese lugar. Quizás buscar a una persona, ahí este la historia y no tanto en
el lugar. Historias, hay muchas. La destreza y cualidad investigadora del periodist
a está en saber encontrarlas. Tener el olfato. Saber detectar olores, sabores y saber
expresarlos y hacerlos sentir a su público.
La oportunidad la encuentro en contar historias, pero
positivas. Que uno sienta que ha aprendido algo des
pués de verlo o leerlo y no que logre caer en el lagrim
ón. Dar noticias sobre hechos valorativos, no limitarl
os a accidentes, incendios, violaciones, pobreza porqu
e eso ya retumba en los diarios sensacionalistas como Ajá, El Men, El Chino y en lo
s noticieros de ATV Noticias, Al rojo vivo o Primer Impacto, medios que sólo destac
an el sentimentalismo y el morbo de la información. Asimismo, urge la necesidad d
e despertarnos sin tener que ver en las portadas de los tabloides los mismos hechos
violentos que solo engendran más violencia.
No obstante, considero que el sensacionalismo no es malo sino se usa en demasía. T
odo en exceso termina siendo perjudicial finalmente. Además, no olvidemos que los
diarios cumplen un papel sumamente importante no sólo a la hora de brindar infor
mación sino también para la elaboración de una opinión sobre algún tema. Precisa
mente, el reto de la prensa escrita está en tener la potestad de crear figuras en la m
ente del público, encontrar el dato novedoso y contrastarlo con otros ejemplos que p
ermitan volar la imaginación y enganchar al lector.
Si la cantidad de información es tan agobiante para el público y beneficiaria para lo
s periodistas, ahora el mérito está en saber emplearla de manera responsable, sin c
aer en el facilismo, ni subestimando el nivel intelectual del lector ya que sino tiene
un buen producto, el resultado será engañoso y al final el público es el que elige.

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