“La escena fue tocante

Transcripción

“La escena fue tocante
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“La escena fue tocante.”—¡Con qué espanto leerán los que amen
nuestra poderosa y rica lengua, esa frasecilla espuria y menguada,
que comienza a deslizarse en algunos periódicos de Buenos Aires!
Tanto vale hablar y escribir de ese modo como hablar la jerga
horrenda de los catalanes de Marsella. Ese tocante es, por supuesto,
traducción del frappant francés: solo que frapper en francés, tiene
más acepciones que la mera de tocar, con que se la traduce al
castellano. Pues no se puede decir, correcta y galanamente: “la
escena fue conmovedora”?—No parece que sea la tierra de Quesada y
de Gutiérrez aquella en cuyos periódicos se hallan a cada paso frases
como estas: distribuir los roles; representa un
rol. Una vez
tropezamos con una empresa de salvataje, cuando desde los tiempos
del jesuita Terreros registran los diccionarios de la lengua la buena
palabra salvamento, que los italianos usan también para expresar la
misma idea, sin acudir a la palabra francesa sauvetage, que no tiene
para nosotros abolengo etimológico, ni derecho a ser introducida en
nuestra lengua. Fuera cosa de no acabar citar curiosidades de esta
especie. En el Perú dicen intimidar por intimar, y en Buenos Aires
mismo se oye a menudo “Estaba lleno de indignidad” por “Estaba
lleno de indignación”. No agradecería la equivocación aquel de quien
así se hablase. Pero todo eso es cosa de poca monta, al lado de un
caballero crítico, de la República del Plata, que ha escrito que los
grandes poetas han monumentanizado las instituciones de sus
pueblos: verdad que es un crítico que “ve arder en su cerebro la
chispa irradiante de la ambición.”
El espíritu humano nace a caballo y con espuelas, y apenas se
aposenta en el cuerpo que le cabe en suerte, emprende su viaje en
busca de la solución de sí mismo, y del punto en que ha de
confundirse con el espíritu universal. Anhela saberlo todo. Desfallece
cuando ve que no le alcanza su hora terrenal para darse cuenta de
todo lo que hay sobre la tierra. Agradece cada libro nuevo, que le
abre un nuevo horizonte. Lo oscuro y vacío le llena de ira. Quiere
reconstruir lo pasado y adivinar lo futuro. Ahora se ha dado a luz un
libro que revela tesoros escondidos, tesoros del norte de Europa. De
esos pueblos se ha venido sabiendo poco. Con pena se han ido
teniendo noticias de las razas del centro y norte de Europa. Ya se han
publicado
los
poemas
democráticos
de
Slowacki,
las
estrofas
resplandecientes de Krasinski, los libros maravillosos del apóstata
Mickiewicz, los tres grandes poetas de Polonia. Ya son vulgares los
versos de Pushkin, el revelador ruso. Y hoy se hacen conocidos los
misterios literarios de Escandinavia, merced a un buen libro de
Frederic
Winkel
Horn:
La
Historia
de
la
literatura
del
norte
escandinavo, desde los más antiguos tiempos hasta el presente. Son
los versos de los poetas de aquella tierra como las casas de campo de
sus aldeas pintorescas, donde en anchas y macizas ventanas ve el
viajero asomado el rostro de una hermosísima doncella, ornado de
luengos cabellos rojos, por entre macetas ponderosas henchidas de
flores. Tienen aquellas aldeanas una sonrisa grave, una tez nevada,
teñida de viva rosa, y una mirada profunda y luciente: su traje, como
los versos de sus poetas, abunda en colores. Todo tiene allí la fuerza,
el candor y el brillo de las auroras boreales.
Las sectas protestantes hacen grandes esfuerzos por llevar su
doctrina a México. La tarea es tan ardua como tenaces las sectas
atareadas. Hasta ahora venían valiéndose de pastores extranjeros,
que no han conseguido mover simpatía alguna en el país. Ahora
comienzan a valerse de sacerdotes hispanoamericanos convertidos, y
de mujeres. Mrs. Lever, esposa de un reporter norteamericano, y
hermana de un conocido editor de México, ha salido pocos días hace
de Nueva York para su país con una misión religiosa. Mas no se
anuncia copioso fruto para esta desesperada siembra. El pueblo bajo
de las ciudades, compuesto de léperos es indiferente o sumiso al
clero católico: el pueblo de los campos, el pueblo indígena, obedece
ciegamente a los sacerdotes católicos, aun cuando se dé caso de que
bajo las imágenes que pasan en las procesiones vayan los ídolos que,
a la par de las imágenes cristianas, o sobre ellas, veneran. Y el
pueblo de las ciudades, si religioso, es ultramontano, y si no religioso,
ha ido demasiado adelante en su fe en la libre razón para volver a las
negaciones tímidas y concepciones incompletas del protestantismo.
Grave es el tiempo para los judíos. De Rusia los expulsan, y los
persiguen por los campos como a animales feroces. En Odesa
apedrean el carruaje de Sarah Bernhardt porque es judía, y el
gobierno tiene que proveerla de una crecida guardia montada. En
Alemania, se hacen menester la energía del Emperador y las
declaraciones de Bismarck para que no rebose el vaso de odio. Y
ahora leemos que en Persia, donde hay 40 000 judíos, no hay
vejación a que no se les someta, ni restricción de beneficio público de
que no se les haga exclusivas víctimas. En una ciudad persa,
Hamadán, están las tumbas tradicionales de Ester y Mardoqueo.
La Opinión Nacional. Caracas, 12 de enero de 1882
[Mf. en CEM]

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