Acercar a la felicidad la experiencia de educar Yo
Transcripción
Acercar a la felicidad la experiencia de educar Yo
Acercar a la felicidad la experiencia de educar Presentació del llibre de M. Milagros Rivera Garretas El amor es el signo. Educar como educan las madres. Sabina Editorial Llibreria Pròleg, Barcelona 28 de juny de 2012 María-Milagros Rivera Garretas Yo pienso que mucha de mi felicidad viene o puede venir de la independencia simbólica. La independencia simbólica no es autonomía, no es promulgar y darme yo mi propia ley, aunque algo tenga que ver con esto; es sentir deseo de hacer lo que estás haciendo, y reconocerlo como tal: sentir, cuando haces algo, que responde a un deseo íntimo, deseo que, mientras lo cumples, se desvela más, hasta desvelarse del todo. Esta sensación, a mí me ha costado mucho tenerla y reconocerla en mi trabajo docente y, cuando la he sentido, me ha dado felicidad. Yo siempre he querido dar bien la clase, enseñar bien. Pero me ha costado mucho que la experiencia de educar fuera una experiencia de felicidad: no por condicionantes externos, del tipo falta de medios, masificación de las aulas, horarios que no van con tus biorritmos, y todas esas cosas que ya se saben y que sin duda existen y molestan, sino por un obstáculo interior, que creo que es más frecuente en la experiencia humana femenina, un obstáculo consistente en no poder distinguir entre la obligación y el deseo. Me ha costado mucho más discernir esto en la enseñanza que en la escritura, en parte porque he escrito mucho por deseo de otra u otras. Este libro, El Amor es el Signo, trata de eso, de dar testimonio e interpretar un camino personal complicado entre la sensación de tener un obstáculo que ni sabía cuál era, y el descubrimiento de que si los Signos de Amor entraban en juego, entonces todo el juego cambiaba; y había realmente juego, no solo esfuerzo, satisfacciones y claroscuros. Cambiaba el juego porque la sensación de entrar en el aula con una serie de obligaciones que cumplir o de obstáculos que salvar, cedía, y se abría paso entonces la expresión del deseo que estaba en mí y que era, en realidad, lo que me había llevado allí. Esto es, para mí, la independencia simbólica: sentir deseo, saberlo interpretar y poderlo cumplir. ¿Qué son los Signos de Amor? En mi experiencia, los Signos de Amor son las expresiones del deseo, del mío propio, expresiones de las que me llego a enterar, pues habrá más, habrá otras que mi negativo no me deja percibir; teniendo en cuenta que es el deseo lo que mantiene viva a la criatura humana, lo que la mantiene viva o, más que viva, viviente ahora, en el presente. Cuando el deseo falla o no alcanza a expresarse o a recibir escucha, el ser humano, sobre todo el femenino, decae, cae en depresión y, después, no se sabe: a veces sale y sale mejor, a veces no, cronifica. Es verdad que para una mujer es pensable la superación absoluta del deseo; lo hizo Margarita Porete, por ejemplo, en el siglo XIII-XIV y lo dejó escrito en su libro describiendo su superación de lo que (si no recuerdo mal) ella llama deseo de Dios, o sea, deseo de lo más. Yo, sin embargo, reconozco que le tengo mucha simpatía a la trascendencia de la materia, a la trascendencia de lo caduco y creado. Quiero decir que creo que el desenlace del martirio está en la vida. Margarita Porete, como sabéis, murió por sus ideas, y no tanto porque en su tiempo existiera el tribunal de la Inquisición, pues tribunales que condenan la independencia simbólica femenina sigue habiendo y muchos, sino porque la idea de un camino hacia la superación del deseo hasta la aniquilación del alma sobrecoge al ser humano corriente, sin por ello dejar de ser una expectativa maravillosa: divina, me atrevería a decir, demasiado positiva y pura, porque lleva a algo con lo que la vida no puede, aunque sí pueda la mente. Concretamente, a mí, me puede: me impediría seguir viviendo en este mundo, y yo en este mundo es donde querría vivir, en luz, en sombra, en penumbra. Mi experiencia docente la puedo comparar, sin avergonzarme mucho pero un poco sí, con lo que se suele llamar martirio, tanto en su sentido de testimonio como en su sentido de sufrimiento. Ha sido largo, y espinoso, y muy quebrado (o sea, nada progresivo) el proceso, porque yo no sabía de qué era de lo que pretendía dar testimonio. Sabía de dónde derivaba el sufrimiento, esto sí. Derivaba de la expectativa que pesaba sobre mí de que enseñara un conocimiento masculino fálico, que yo, feminista, naturalmente no quería explicar. Yo sabía que podía ir a la contra, es decir, arremeter contra él. Lo intenté un poco, pero enseguida vi que era política y humanamente equivocado. Recuerdo, y así sale explicado en el libro, cómo los alumnos salían discretamente sonrientes de esas clases reivindicativas, y, las alumnas, hundidas, como asqueadas de la fealdad del mundo. Y yo lo que quería era la alegría de las alumnas, contribuir a su felicidad y a la mía. ¿De qué es de lo que he querido dar testimonio? Precisamente de los Signos de Amor, de que existen y se presentan en cada vida. Yo enseño historia por vocación, una vocación que me costó descubrir en la adolescencia porque parecía estar encaminada hacia otra materia (como sabéis, las mujeres raras veces somos una sola cosa), y al empezar a dar clase me di cuenta de que se me exigía explicar una historia que enseñaba a admirar lo que es resultado de la fuerza, y que a la fuerza se exigía que las alumnas y alumnos aprendieran. Se trataba de la historia marxista y la historia social; la historia marxista se ha olvidado casi ya, la social no: es la que se sigue explicando prevalentemente. Pero la historia que a mí me había enamorado y llamado, era la que explicaba en el bachillerato una profesora, María Comas, que es con la primera con la que preparé y presenté, quizás incluso en clase (no lo recuerdo) un trabajo de historia de las mujeres; y que, además, explicaba con alegría, sentada sonriente en su sillón sin dejar tampoco que se escapara nuestra atención de niñas. Enseñar lo que es resultado de la fuerza y exigir que a la fuerza se aprenda, me repugnaba entonces y me sigue repugnando. Por eso, mi vida docente, que es lo que explico en el libro El Amor es el Signo, ha consistido en encontrar los caminos útiles (útiles en mi contexto relacional) para ir dejando de explicar una historia que admira la fuerza y que a la fuerza se enseña, e ir, en cambio, explicando una historia cuyo valor y sentido derivan de la libertad femenina y, en lo posible, también masculina, posibles en el tiempo. La tierra y las piedrecillas (a veces, piedras) del camino han sido mi testimonio y, también, mi sufrimiento. Los testimonios estaban orientados por la memoria no consciente de que existía en mi vida y en las vidas de mis amigas una primera escuela en la que no se enseñaba a admirar la fuerza sino a admirar, y no se enseñaba por la fuerza sino por gracia; una escuela que es esa que en el libro se llama la escuela del amor, la escuela de cada madre concreta y personal al enseñarte a hablar, un enseñar que no se hace ni a gritos ni a golpes, por más gritos que pueda dar una madre, que los da, pero nunca se le ocurriría enseñarte el plural o el cielo, así. La madre enseña a hablar por deseo de que su niño o su niña viva, y viva también ella misma. Yo deseo enseñar para que viva el deseo de aprender que ha llevado a mis alumnas y alumnos al aula, y con su deseo vivan también ellos y ellas, y yo misma. ¿Cuál es mi deseo en el aula? En cierta manera, obedecer, pero no a este o a aquella, no a este o aquel programa, reforma u objetivos institucionales o estatales, sino a lo que soy: una mujer. En otras palabras, decir lo que tiene que ser dicho por mí, una mujer. Decir en clase lo que tenía o tiene que ser dicho por mí, una mujer, es el hilo de este libro. Es, por lo demás, lo que hacen las madres: enseñan a ser lo que ellas son, un ser humano y una madre, pues también los hombres aprenden en esa escuela a ser madres, lo cual en ellos se manifestará siendo padres maternales, creativos. Ellas enseñan a hablar y, así, humanizan enseñando el mundo en una relación educativa que es la primera y la principal que conoce el ser humano. A ellas, su enseñar les cuesta mucho trabajo pero no contradicción: no hay obstáculo, precisamente porque las madres están más allá de la ley, más allá del nomos de la autonomía, y en este sentido son autónomas, tanto, tan autónomas que esta palabra es innecesaria en su caso. Ellas tienen independencia simbólica, porque, aunque se intente todo el rato, no hay manera de intervenir con eficacia en lo que hacen cuando están en la intimidad con su hija o con su hijo, esa intimidad que hace de ellas lo que son: una madre. Se intenta, sí, intervenir en ellas, pero sabiendo con más o menos lucidez y sin decirlo nunca o casi nunca, que en esa escuela libre que es la propia madre, escuela en la que cada una de ellas hace lo que mejor le parece, la cultura se juega su propia supervivencia, y esto contiene la furia legisladora. Enseñar lo que mejor te parezca, lo que te salga, lo que nazca en ti, es posible hoy en una clase. Y de esto trata, principalmente, el libro que presentamos, y es su principal testimonio. Pongo un ejemplo. Este año, un día, una alumna de Historia medieval de primer curso que estaba siempre en clase muy atenta pero callada, vino a verme y me dijo: hace poco oí a un alumno mayor de la clase [era un alumno que parecía conocer muy bien la historia masculina, la que enseña a admirar lo que es resultado de la fuerza] decir que lo que usted explicaba no era historia; y, entonces (añadió la alumna), lo entendí todo. Presentació del llibre de M. Milagros Rivera Garretas El amor es el signo. Educar como educan las madres. Sabina Editorial Llibreria Pròleg, Barcelona 28 de juny de 2012 Remei Arnaus i Morral Presentar el llibre de la Milagros és un regal i li agreixo que me’l fes. I actes com aquest a Pròleg sempre és una festa d’aquelles que refresquen a tot el ser que som . De Milagros ja sabem moltes coses, però m’agrada recordar que ella va co-fundar Duoda (1982) junt amb altres professores i alumnes que estimaven la historia i estimaven el ser dones; per tant no podia ser d’altra manera, que en les creacions de la Milagros hi trobem com conjuga aquest festeig feliç de la seva mirada d’estudiosa medievalista que és i la seva passió per la llibertat femenina, pel pensament i la política de les dones iniciats al S, XX. Els seus llibres són realment significatius perquè van al cor del sentit de la llibertat i de l’autoritat femenines a través del temps ...I ens aporta pràctiques exquisites que ens orienten en aquest camí de vida que transitem en el present. Aquestes petjades de llibertat i autoritat femenines a la història que són la història, són Història vivent. La història que ha pogut ser dita i escrita perquè hi ha espais de llibertat que ella ha escoltat des de dins de les seves entranyes que no estan ocupades pel patriarcat, i una dona ho sap –també un home ho pot saber-... Però cal atrevir-se i decidir-se a tastar el fruit prohibit. Hi llegeixo el que ella mateix diu: Una estratègia que a mi me ha funcionado es la de probar el fruto prohibido. Eso que cuentan que hizo Eva en el jardín del Edén, quizá sin imaginar lo que su gesto iba a dar de sí en el futuro. A este probar del fruto prohibido se le puede llamar hoy autoridad femenina, por ejemplo. O sea, un dejar entrar en el juego interpretativo, dándole incluso prioridad, a cosas que en mi memoria de niña o de joven estudiante de historia parecían apasionantes però quedaron codificadas como grotescas y por tanto enquistadas, mudas, inoperantes. Cosas que, con frecuencia, tenían que ver con la experiència femenina. Cosas que señalaban otro estar en la historia humana. Cosas que hoy percibo como posibles indicios de la diferencia de ser mujer jugando, diciendo, juzgando, marcando: es decir, haciendo historía (pg. 154). Aquest fent història i fent-se història, el podem trobar en llibres significatius com: Textos y espacios de mujeres. Europa, siglos IVXV (1990); Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y Teoría feminista (Barcelona Icària, 1994), Mujeres en relación. Feminismos 1970-2000 (2000); La diferencia sexual en la 1 historia (2005). Aquesta és la història fruit del desig íntim de fer història escoltant el propi desig de ser i de llibertat. Li he sentit a dir sovint que la recerca perquè es mantingui viva necessita nodrir-se de l’ensenyança, de la relació entre ella i les seves i els seus alumnes. Aquesta intuïció la va portar a crear als Màsters al Centre de Recerca Duoda que han aportat i aporten a generacions de dones i a alguns homes tanta riquesa i horitzons nous de sentit lliure per a les seves vides i les seves relacions.... Recerca, docència i relació d’autoritat van plegades i van de la mà quan el signe que les uneix és l’Amor. L’Amor a què? fonamentalment l’amor a l’origen, l’amor a la font de la vida que és la mare i la relació amb ella en primer lloc; ella és la mediació primera per a cada una i un de nosaltres amb si mateix i amb el món. Mantenint viu aquest vincle d’estima i reconeixement podem ser originals, creatives, creatius i desplegar amb llibertat el que som i el que tenim per aportar al món, com ha fet la Milagros amb la història i amb la Política de la Relació de les dones des d’un sentit lliure que no exclou el que ella és, el que ella sent, sap, i anhela. La mare ensenya i educa en la relació d’alteritat a dones i a homes acceptant allò singular, diferent i genuí de cadascú; La mare ho és de la nena i del nen, i ho continuarà essent de la dona i de l’home que seran d’adults. Milagros va descobrir la importància política i per tant simbòlica d’aquest vincle a partir del llibre de Luisa Muraro, “El orden simbólico de la madre”, que per a moltes va ser també una epifania, una revelació. I ho diu així: La clave y la profecia de mi vida ha sido y es mi origen: o sea, la relación con mi madre. De moi madre he rebibido como legado tres coses importantes: el amor a la llengua materna, un sentido mayor de la responsabilidad derivado del hecho de que soy una mujer (algo –el sentido mayor de la responsabilidad derivado del hecho de que soy una mujer- que rechacé durante años, hasta que pude llamarlo, gracias a otras, “el más femenino”) y la apertura a la relación de quien me fuera impar, tanto por más como por menos (pg.121). Ella ha portat aquesta dimensió simbòlica de la mare a tot el que fa... i alhora crec que ha estat important en aquests últims temps encarnar el ser mare i el ser àvia d’una manera molt implicada realment i simbòlicament també. I aquesta força de tot el que ja hi havia en l’amor a la història, a les dones a la política sexual l’ha fet acréixer amb el que ha arribat de nou a ella escoltant la llibertat de la filla i la seva pròpia en ser àvia de dues nenes precioses. Aquesta força la sento i la percebo viva i crua en les pàgines del Amor es el 2 signo que presentem avui: El títol ho diu tot: “El amor es el signo.. “ segurament no caldria el subtítol (Educar como educan las madres) si no hi hagués hagut aquest buit simbòlic tan gran respecte al que ens aporta la mare i que no hi ha cabut ni a la història patriarcal ni en general a la pròpia educació ens les institucions escolars atrapades en el pensament racionalista i positivista occidental per valorar-lo massa grotesc i inoperant... Sabem que per a cada criatura portada a la vida per una mare en primer lloc, en companyia del pare cada vegada més present, sap des de dins la necessitat gairebé insubstituïble que això comporta. És d’ella i només d’ella que una criatura ho pot necessitar tot, no només en estar dins de la mare , sinó també en el primer temps un cop ha estat donada a llum. Què pot ser més important que l’arribada a la vida i fer-ne d’aquesta experiència un gest inaugural i amorós que deixa impremta a tot el segueix fins al final de la nostra vida?. Què pot ser més important ? La Milagros ho ha escrit amb claredat, El signe es l’amor. Educar com eduquen les mares és dir-ho amb tota la saviesa, llibertat, i consciència. La inquietud del present que estem vivint ens demana a crits una mediació molt clara. Ens reclama una mediació femenina en l’educació, que desplaci tot el que ja no té sentit i ho diuen en primer lloc els cossos de nenes i nens i de les i dels mestres, des del jardí d’infància, fins a la universitat. Queda molt clar el que diu la Milagros en el llibre, tornar a estratègies antigues com la reivindicació no n’hi ha prou i esgota la creativitat. Ella ens convida a tornar una i altra vegada a la font de l’origen que es on resideix la nostra força amorosa i la potencialitat per ser i dir el món de l’educació com el desitgem. El llibre “El Amor és el signo. Educar como educan las madres” ens empeny a posar en el centre del nostre cor, del nostre cos i de les nostres relacions la mediació femenina inspirada amb la mediació fonamental i arrelada de la pròpia experiència de relació amb la mare, dones i homes. I Milagros ens regala amb el llibre un camí que és mediació femenina per prendre consciència de les invencions simbòliques d’arrel femenina que ja estan actuant, que ja les tenim guanyades. En tots els textos que ella ha recollit, creat i recreat en el llibre, alguns ja publicats i revisats de nou a la llum del present, ens regala passarel.les per fer de la relació educativa una pràctica i una experiència viva de relació femenina i masculina inspirada en la mediació femenina primera que us parlava. I avui el present ens demana que l’Amor sigui el signe. I com deia María Zambrano l’amor es una de les creacions femenines més importants. L’amor sol gaudir de la relació, i del gust i del plaer d’estar en relació, també hi cap el patiment relacional; El moviment de la relació és sense fi per a la Milagros , perquè està obert i no està determinat; talment com una dansa, la dansa de la pròpia relació és la que va orientant el camí amb un anar i venir, amb un apagar-se o despertarse depenent del misteri de la pròpia vida i de qui fa viure en ella la 3 relació... La pràctica de la relació i el gust per la relació són genuïnament més femenines que masculines. La Milagros ho diu així (pàg, 35. Se puede, pues, decir que las mujeres compartimos un estar en el mundo fundado en la práctica de la relación. Esta práctica que es una práctica política, se desliza con continuidad entre lo privado y lo público, así como entre las distintas comunidades de hablantes. Está orientada por la autoridad femenina, y no por el poder y la guerra. Configura tramas de amor y de palabras no exentas de conflicto, ciertamente, però conflicto relacional, es decir conflicto que tiene en cuenta lo otro, frente a la guerra que lo destruye. Por eso, la práctica de la relación sustenta la civilitzación (pg. 35).. Cada vegada més mares hem reconegut el vincle entre la maternitat lliure, el gust per la relació sense fi i el desig de crear espais d’una educació amorosa per a la infància. Molts espais d’educació lliure han hagut de ser imaginats al marge de l’escola convencional, però el present ens demana que ja sabent l’arrel i l’origen de l’Amor és el Signe, més dones i alguns homes hem transformat també les relacions educatives on estem, que aquesta és realment la revolució i l’aposta del nostre temps. Una revolució que és fer viure en el que fem la mediació femenina a l’aula, ens els despatxos, en els passadissos, al bar, a les reunions tedioses si no ens esgota. Encarnar la mediació femenina és la que ens dóna força per desplaçar totes les estratègies instrumentals que no estan inspirades en aquesta primera escola d’amor a la relació que “cada ésser humà coneix, gaudeix i frequenta”. L’amor és el signe és fer de l’amor a la relació i a la paraula el signe de l’educació en el present que són la mediació femenina per excel.lència. Gràcies Milagros per aquest llibre excel.lent 4 Presentació del llibre de M. Milagros Rivera Garretas El amor es el signo. Educar como educan las madres. Sabina Editorial Llibreria Pròleg, Barcelona 28 de juny de 2012 CLARA ARBIOL És el primer cop que presente un llibre, el primer cop que presente un llibre que m’ha portat sentit. Que m’ha portat paraula. I açò, paraula i sentit, és per a mi un regal, intentaré doncs parlar des d’aquí però amb cura del que pose en joc. Perquè em fa por que aquesta presentació siga només un parlar de mi, i que allà, en aquest parlar només de mi, es perda alguna cosa del que vull dir del llibre. Encara que el que vull dir del llibre té a veure amb el que m’ha passat en la seua lectura, perquè aquest regal m’ha permés anar donant significat a alguns nusos que vivia, a anar ordenant algunes situacions, a trobar camí. Mentre llegia he experimentat en molts cops aquesta sensació del “esto es”, és a dir, un sentir que el que llegia donava significat a molt del que visc especialment del que estic vivint aquest curs, un sentir que el que llegia m’orientava. I també el que em passa és que no puc dir molt més que “esto es”, encara que el que és s’ha quedat en mi, acompanyant-me, revisitant-me quan cal. Voldria començar per l’agraïment, i ho faré contant una història: fa uns anys estava en un curs d’escriptura científica a la universitat, en aquest curs ens ensenyaven a escriure articles, tesis doctorals… o aquesta era la intenció. Quan parlàrem de les tesis doctorals i de com començar, la professora del curs va preguntar per com havien resolt la “qüestió dels agraïments” a qui ja havia 1 escrit la seua tesi, perquè ens donaren algun consell. Aquets van ser: “sigues el més hipòcrita possible” o “no agraisques a ningú perquè és el teu treball i ningú l’ha fet per tu”. Crec que encara que no tenia paraules per posar-li vaig entendre alguna cosa del que són les relacions finalistes i del que és la llibertat individual, aquella que no és llibertat perquè no enten que som perquè som en relació. Ara puc posar paraula. I entendre que l’agraïment, quan és de veritat, és un gest inscrit en les relacions orinetades pel signe de l’amor. Una de les educadores amb les que faig la meua tesi doctoral em deia en una de les converses que ser educadora era també una forma d’agraïment al que ella havia rebut, a les relacions significatives que l’havien ajudat a ser i a crèixer, no ho sentia com un deute, sinó que era un gest carregat de sentit. Afortunadament per a mi jo tinc moltes i no tants, però alguns, a qui agraïr. Als meus companys de curs els vaig preguntar si no tenien ningu a qui agraïr de veritat el que hagueren pogut escriure una tesi. Jo pensava en les mares que ens sostenen i ens regalen temps, en les dones i homes que ens acompanyen dins i fora del projecte de tesi, si és que hi ha dins i fora. Aquest sostenir, com el que fan les mares, ara el puc pensar com part d’aquestes pràctiques que creen i recreen la vida. En el curs es va dir que l’amor no cabia en els agraïments, que la tesi era quelcom acadèmic. I jo vaig marxar del curs. Ara sé que potser l’amor no cap en l’Acadèmia però sí que cap en la Universitat que és on jo vull ser-hi. Així que començaré per l’agraïment de veritat: a Remei, a la invitació de Remei Arnaus que va ser la que em va proposar ser aquí. Amb aquest encárrec. 2 Agraïment també pel treball que ha fet d’esperar, d’esperar-me, que és un treball de relació, un treball que fa que jo senta que Remei confia en mi i en el que podia portar aquí. Agraïment també a Milagros Montoya, per la creació de Sabina Editorial, una creació fecunda que obre possibilitats, que dóna lloc a espais preciosos d’intercanvi. A Mar Arza, per l’obra que conrea bellesa, pel que posa al món. Agraïment a Dolo Molina que és qui em va regalar el llibre, amb Dolo hem iniciat un espai de pensament de la relació educativa al si de la nostra universitat, del departament en el que treballem. Que és difícil però allà estem. I Agraïment, clar a Maria-Milagros, pel regal d’aquest llibre que m’ha portat molt de sentit i paraula, lectures per tornar a fer i aprendre, fragments que m’han il·luminat, que em donen orientació. Que encara que no siga ara capaç de posar en paraules, són passatges que s’han quedat en mi. Quan Remei em preguntava què posaven a la presentació vaig estar dubtant, em semblava important. Li vaig dir dues coses, no, tres. La primera que gairebé em passa desapercebuda és el meu nom, que sembla una obvietat i per això de vegades ens passa desapercebut, pot ser perquè ho donem per suposat. El dar por supuesto la sexuación humana es un atajo que tienta, y mucho, porque el cuerpo se obstina en ser y esta obstinación suya disminuye la productividad y la eficacia que la vida actual exige implacablemente. Como cuando se habla en masculino pretendidamente 3 universal alegando una supuesta economía el lenguaje. Pero es un atajo que lo que más abrevia es la felicidad de estar vivo o viva en coincidencia con el propio ser. Lo cual no es esencialimo, como se sigue diciendo a veces cuando da miedo hablar de verdad, sino ganas de vivir. (pàgina 11-12) Ara, amb la lectura del llibre, puc dir que dir el meu nom no és una obvietat, no és una enunciació buida. Dir el meu nom és evocar l’obra materna, en aquest cas la de la meua mare. I més tard i d’una altra manera, la del meu pare. Però poder parlar del meu nom i portar l’obra educativa de la meua mare és un regal. I és important. L’obra materna no és una obra acabada, ni amb una determinació, justament perquè és obra materna i perquè la reconec, és una obra que es va creant. Una obra que es va desplegant amb la existència lliure de cadascuna en el món. Una altra cosa que vaig dir com a presentació és el càrrec que ocupe a la universitat. I ho porte aquí perquè una altra cosa que m’ha ajudat a pensar les paraules del llibre és el meu estar a la universitat, alguna cosa que estic pensant darrerament i a la que em costa trobar sentit. Fa uns dies em vaig trobar una veina que preocupada per la situació laboral general em va preguntar si encara tenia una beca. Jo li vaig explicar que ja feia uns tres anys que no teia beca que tenia una plaça de professora ajudanta, que és com es diu la plaça que ocupe. Em va preguntar si era ajudanta d’un professor del meu departament que ella coneix, un professor que havia estat el 4 meu director de tesi fins que vaig poder fer un tall de sentit, be el que em van ajudar a nomenar com un tall de sentit: és a dir, buscar les mediacions que em permetien fer la tesi que estimava, la tesi lliure. La meua resposta va ser dir que no sóc ajudanta de ningú. I no sé si és exactament així, llegint el llibre vaig pensar que pot ser sí que ajudem, ajudem si portem en el nostre estar, altres pràctiques que fan la univeristat més vivible, però no ho sé. No estic molt segura. Com diu Milagros potser aquest nom és encara un d’aquells noms que: Son puro lenguaje militar, un lenguaje que, con razón, no se ha dejado maquillar con las palabras que después han intentado ocultar su violencia. (pàgina 210) El que visc també com a contrasentit en el meu estar a la universitat és una tensió, però d’aquelles que desgasten no de les que poden ser creadores. Visc una exigència que em violenta molt, una exigència que em reclama allò que les dones no hem aconseguit en la universitat, en el món, com si jo haguera de carregar amb la responsabilitat de restituir amb el meu treball a la universitat una identitat a qui no han permés estar, que han expulsat, que han discriminat. El problema és que aquesta demanda em situa en la desesperança. “Con el signo hermético de la derrota” del que parla Milagros en el llibre referint-se a la història de les dones quan és història de la carència. Se’m reclama també que prenga part, com si el meu estar a la universitat només poguera ser a costa d’altres, o només poguera ser en l’enfrontament. Quan dic que no és ahi on jo vull estar em responen que no es pot evitar el conflicte, que això és la política. I 5 jo continue sabent que no vull estar allà, ara amb la lectura del llibre puc dir que no és política quan es tracta de la guerra. Com m’ensenya Milagros: el conflicte relacional és aquell que té en conter allò altre, l’alteritat. (...) pero conflicto relacional, es decir el conflicto que tiene en cuenta lo otro, frente a la guerra que lo destruye. Por eso, la práctica de la relación sustenta la civilización. Esta manera de entender la política abre a otro orden de relaciones, también de relaciones educativas: un orden de relaciones no orientado por la fuerza sino –y voy a usar la expresión de una mística y política de la lengua castellana del siglo XV, Teresa de Cartagena- orientado por la gracia. (pàgina 35) El que em reclamen és que participe en la guerra que no és conflicte relacional perquè el que pretén és aniquilar a l’altre,. En aquest reclam de posició, de situació m’identifiquen, i he sentit de vegades que em presenten com algú “que fa coses de gènere” “que està en lo postmoderno” “tu estàs situada en la diferencia”.... identificacions que em totalitzen reduïnt-me. Però jo no vull situar-me, no vull identificar-me amb un paradigma, ni apuntar-me a una ideologia. I tot i això, sé de la necessitat de tenir un lloc, però aquest lloc ha de ser per mi com un origen, no pot ser el punt d’arribada. No pot ser una identitat fixa. En el llibre he trobat una clau per poder pensar què vol dir això del lloc, de tenir un lloc des del que pensar, escriure, estar al món i a la unversitat: “significarse libremente sin copiar”. Fer del meu habitar la universitat una experiència de llibertat passa per això: per significar-se lliurement. I això és el 6 que vull pensar i treballar, el que vull cuidar amb altres i el que vull mantenir també amb altres amb qui puc, perquè hi ha altres amb qui no puc. I la darrera cosa que vaig dir per presentar-me és que era investigadora de la relació educativa. Em dedique a investigar la relació educativa. És açò el que m’ocupa, el que m’apassiona, el que intente treballar amb les estudiants i els estudiants amb qui compartisc els espais de formació, el que prove de treballar a la meua tesi doctoral, al grup de recerca en el que estic participant i a l’espai que hem obert amb Dolo a la nostra universitat. I ser investigadora de la relació educativa implica saber, assumir que la relació educativa és un misteri. I que com es tracta d’un misteri, investigar no pot ser desxifrar, ni categoritzar, ni descriure, ni tecnificar per a transmetre-la, ni tant sols gosaria dir, de comprendre-la si per comprendre entenem el que Milagros ha anomenat la hermeneútica de la planxa, una figura genial de la seua invenció: (...) lo que se podría llamar la hermeneútica de la planha. Esta hermeneútica –que quiere decir, sencillamente, interpretación- aplana las arrugas, vaivenes y vicisitudes que enriquecen una existencia (pàgina 86) Entenc però que mantenir aquest misteri no vol dir no parlar de la relació educativa. Ben al contrari. Necessitem paraules, potser ser investigadora és un treball sobretot de paraules, necessitem paraules que ens permeten mantenir el misteri de la relació educativa alhora que ens permeta parlar de la relació, des 7 de la relació. I això és el que he trobat en el llibre: un parlar de la relació que té cura del que parla. Un parlar de la relació que custòdia el secret que no el desvetlla però que en parla. Un parlar de la relació que acompanya per les paraules, perquè no dóna res per suposat sinó que dóna espai a allò que posa al món. I acompanya, acompanya agafant de la mà i mostrant. El que m’ha passat en relació al llibre és que he trobat paraules, paraules que són punts de confluència entre l’experiència, la vida i el llenguatge. Que em són com camins pels que puc continuar transitant, camins i no dreceres, que de vegades el que fem és això, prendre dreceres per no fer el treball de cercar paraules que siguen fidels. El llibre em permet poder parlar de la relació educativa sense treure-li el que té de dolor, de negatiu, de contradicció. Parlar de la relació educativa comptant amb la presència irrenunciable dels cossos. Parlar de la relació educativa des del reconeixement que aquesta està en la relació que cada mare crea i sosté amb la seua criatura, entenent que com a educadores hem de reconeixer aquesta relació, aquest mestratge i poder continuar aquesta obra civilitzadora. Parlar de la relació educativa des del que la sosté: la dedicació, la vocació, el temps, la singularitat, el patiment, la llibertat. I parlar sense resoldre, sense definir, sinó posant paraula. Fent sentit. Obrint significats. Com un oferiment, com un regal. Clara Arbiol i Gonzalez. 8 El proceso de ponerle piel a la palabras… Presentació del llibre de M. Milagros Rivera Garretas El amor es el signo. Educar como educan las madres. Sabina Editorial Llibreria Pròleg, Barcelona 28 de juny de 2012 Mar Arza Hace unos meses, cuando me habló Milagros sobre su nuevo libro "El amor es el signo" el título me pareció especialmente bello y me lo sigue pareciendo. Una de esas frases que sugiere y acoge infinito. En este libro me sugirió ella poner una reproducción de una de mis obras, cosa que me pareció un honor y una responsabilidad muy grande. En ese mismo momento te planteas la importancia del encargo. Ir en busca de, un poco a tientas, aquella imagen que mejor pueda transmitir lo allí contenido, el sentir de aquellas palabras reposadas en su interior. Empieza un proceso de selección y descarte, y de diálogo continuado. Fue una búsqueda interesante entre muchas opciones, y finalmente llegamos a una obra fotográfica que podía encajar. Pero el reto para mí fue volver a fotografiarla especialmente para la portada. De nuevo me dispuse a buscar las palabras adecuadas que por el ombligo debían salir y, como en torrente, salieron y compusieron un verso breve, conciso sobre lo que el tejido de relaciones y palabras que el amor, y la manifestación del amor que es la lengua materna, puede plasmar como un signo de admiración sobre el cuerpo. La expresa obra final adquirió entonces toda su consistencia al saberse encajada en la portada. A partir de ahí se inician nuevas significaciones, ya que esa relación de amor de la madre queda plasmada mediante el vientre de la hija y su cordón umbilical de texto sinuoso sobre la piel que todavía la une a ella y a la vida. Aun sin conocer todo el contenido del libro, de forma intuitiva se va impregnando la imagen de nuevas connotaciones a medida que la lectura del libro avanza. El vientre se hace montaña y centro, continuación de la obra de la madre y adorno en su orla de cuidado alrededor del cuerpo. Me gustaría leer este fragmento del texto de Milagros que refleja con precisión lo ocurrido en este proceso: "Clara -según me contó más tarde- no se dio mucha cuenta de la importancia de lo que estaba diciendo. No se dio mucha cuenta porque, como suele ocurrir con la creación, una o uno dice sin saber muy bien lo que está diciendo; y es otra u otro quien completa el proceso creador dejándose dar por lo que ha sido dicho, hasta que ese pensamiento dicho por otra o por otro germina en ella y, a veces, da fruto: fruto que es siempre nuevo, como todo lo que nace de un proceso de germinación. O sea, que la creación suele suceder en relación, en relación dual de intercambio: en entredós. Sin que en la creación verdadera haya, por tanto, lugar para el plagio, sino para el intercambio fundamentalmente político, porque me transformo al dejarme dar por la otra o por el otro." LA HISTORIA QUE EVOCA LA RELACIÓN EN LA QUE APRENDÍ A HABLAR, pag. 119. De esta misma forma se conjugó la relación entre las palabras de Milagros y la 1 portada, este entredós que conforma el espacio creativo en el que se suceden las relaciones, en el que abocar las posibles metáforas que el contenido evoca y es esta interpelación la que concede todo el significado y el sentido. Mar Arza 2 Librería Pròleg, Barcelona 28 de junio de 2012. Acto de presentación del libro El amor es el signo. Educar como educan las madres de María- Milagros Rivera Garretas. Buenas tardes y gracias por la invitación a este acto que, para mí, es un regalo precioso, como lo ha sido el haber editado El amor es el signo. Educar como educan las madres, porque tener este libro en nuestro catálogo, de una autora como María-Milagros Rivera Garretas, además de ser un regalo es un tesoro que enriquece a las editoras. Ojalá sepamos y podamos difundirlo lo más posible porque su lectura a nadie nos dejará indiferentes. Este libro se lee con placer, porque, como dice Maite Álvarez-Piñer: "Milagros escribe como los ángeles", aunque, a veces yo he tenido necesidad de pararme y volver a leerlo para hacer míos algunos pensamientos y propuestas que me han interrogado sobre el significado de algo importante que se me escapaba y quería atraparlo. Por eso me he dado tiempo para hacer una segunda o tercera lectura, que curiosamente, si no fuera por mis subrayados a lápiz y las notas que suelo poner al margen, podría asegurar que esa era la primera lectura. Confieso que esta escritura tan exquisita y tan llena de sentido me atrapa y, por ejemplo, para hablar en este acto he tenido dificultades para expresar lo que quiero decir porque no me despego del texto de Milagros escrito con palabras precisas y preciosas que yo solo sé copiarlas y citarlas. Perdonad por mi falta de originalidad. Es un libro que "trae el mundo al mundo", especialmente al mundo de la educación y la enseñanza reglada que es la parte más delicada de la obra de civilización. Por eso,-cito sus palabras- a muchas mujeres de hoy nos sigue preocupando la educación y nos sigue preocupando el amor: los dos juntos. Pero juntos cómo, me pregunto, pues ocurre que en las instancias educativas raras veces se habla del amor1. 1 María-Milagros Rivera Garretas, El amor es el signo, Educar como educan las madres. Madrid, Sabina Editorial, 2012, p., 189. 1 El origen de este libro es el amor, el amor a la relación sin fin, por el gusto de estar en relación. La autora dice –cito sus palabras- que Es en la relación donde todo ocurre y me ocurre, donde se presenta –cuando se presenta- la felicidad, la belleza, la trascendencia, lo negativo, la pérdida, la impaciencia… Porque es en la relación por sí misma donde circula y se intercambia el espíritu. […] La práctica de la relación consiste en intercambiar espíritu y presencia que se condensan […] en palabras que dicen sentido nuevo, que hacen simbólico 2. Nace también del deseo de hacer simbólico, con la palabra y la empatía: Mi deseo de ser –escribe Milagros- tiene en su origen, lado a lado, la empatía y la palabra. […] La empatía va aportando a lo largo de la vida, una medida singular e irremplazable de los contornos de cada cuerpo humano y de la corporeidad humana3. Es también un libro de historia, una historia que trae al presente la creación femenina de otras épocas, especialmente de ese largo período llamado la Edad Media. Trae esas creaciones hechas en "el mundo común de las mujeres" porque, como escribió Adrienne Rich en la década de los setenta, ese mundo común es necesario para hacer visible el significado completo de la experiencia de las mujeres y para hacer una reinterpretación del conocimiento en términos de esa experiencia. –Y termina diciendo- Esta es ahora la tarea más importante del pensamiento4. En esta segunda década del siglo XXI María-Milagros Rivera ha ido más allá y ha escrito en este libro (cito sus palabras): Hoy el mundo está preparado para reanudar el vínculo vital entre la enseñanza y la madre. Hoy es posible decir que aprender es aprender el simbólico y seguir aprendiéndolo a lo largo de toda la vida, sin romper con la madre y sin 2 , Ibid., p.39. Ibid., 170. 4 Adrienne Rich, SOBRE MENTIRAS, SECRETOS Y SILENCIOS, trad. Margarita Dalton. Barcelona, Icaria, 1983, p. 240. 3 2 prescindir de la riqueza que viene del padre cuando este entra en el círculo de carne creado por la que le ha hecho padre.5 Por ello os invito a que leáis este libro, a solas o en relación en ese mundo común de las mujeres y a que lo regaléis a vuestras amistades que bien les vendrá. Para terminar, quiero traer hoy aquí un fragmento de un artículo de María Zambrano titulado El Libro: ser viviente, publicado en "Las palabras del regreso" Quiero traerlo porque parecería que estas palabras han sido escritas pensando en el libro que hoy presentamos, aunque ella lo escribió en el siglo pasado. (cito sus palabras) El libro de por sí es un ser viviente dotado de alma, de vibración, de peso, número, sonido. […] El libro existe de por sí, lleva su ser propio, tiene su hueco, tiene su ausencia, tiene su amor. Recoge la voz y la irradia, recoge la indiferencia como si fuera, no sé, un extraño ser animado. Nos acompaña su ausencia, nos sobrecoge su presencia, nos solicita. Y puede suceder lo más increíble: que solamente por tener un libro cerca, tocándolo, se comience ya a saber lo que contiene. Una manifestación singular, diferente y distinta de todos los demás seres. Un libro puede ser arrojado por la ventana, pateado, hecho trizas como si fuera el conductor del mal más terrible. Y por el contrario, pero con idéntica pasión, puede ser acariciado, elevado, sostenido en alto como una figura. Recuerdo […] a una mujer pobre, sola, vestida decentemente, limpia pero sola de toda soledad, y tenía en alto, sosteniéndolo, un libro cerrado. He visto también, en la iglesia, a las mujeres que leían un devocionario sin 5 María-Milagros Rivera Garretas, El amor es el signo, Educar como educan las madres. Madrid, Sabina Editorial, 2012, p. 16. 3 saber leer, teniendo las páginas al revés; y, sin embargo, yo no he podido nunca burlarme de un fracasado. Porque queda siempre vivo el gesto de elevar el libro, de mirarlo y de ofrecerlo como si fuera una sagrada forma, una forma sagrada que tiene que estar por encima de todo, que tiene que manifestarse como si fuera verdaderamente una forma de comunión.6 6 María Zambrano, Las palabras del regreso, ed. Mercedes Gómez Blesa. Madrid, Cátedra, 2009, p.179 y-181. 4