Libro 3. Tomo 2

Transcripción

Libro 3. Tomo 2
TOMO II
La Villa
La Villa de Leyva
A la Villa de Leyva
Ha pasado el tiempo duro y vacilante
sólo quedó la huella estampada en los zaguanes
has tenido para siempre el recuerdo de los triunfantes
con arrogancia, eco y paso de titanes.
Tu planicie al pie de un cerro oscuro
donde en termales calentaron el alma los guerreros
allí tus jardines forman nudos
cual paraíso de ratos placenteros.
Tienes una flora de testimonio yerto
que ha sido encanto desde antes del olivo
como fuera el roble, el encenillo, también el camiseto
que al derribarlos se comenzó el martirio.
Es notorio la majestad de tus arcadas
como estampa del silencio humano
donde rendimos reverencia de templos consagrados,
donde se recrea la villa en el azul verano.
Antes que sauces o de olivos aquí habitaba gente
las que con orgullo y con honor se citan
en amplia historia jamás indiferente
como fueron sus caciques Cupaquén y Saquencipá.
2
Los que con dolor vieron parcelar sus tierras
afligidos y despojados de su propio ancestro
usurpado por su adversario que se aferra
a poblar y a encerrar con cardos para formar el huerto.
Dividieron el área de los indios en parcelas
sembraron injusticia y la rudeza que se alarga
como aborígenes la razón se les cancela
y se les convierte en bestias de la pesada carga.
Veinticinco años antes Monquirá con su pendón en alto
se siente afligida por su fundación primero
se buscó el puesto de su paisaje grato
de Villa de Leyva la orden con facultades de Venero.
Nuestros indios lloran por el amargo dolor esclavizante
invadidos por gentes de otros mundos
y desnudos soportan el látigo humillante
donde les late el corazón con dolor profundo.
Todo no ha sido en esta villa de color de rosa
ni tampoco ha sido de mieles que el olivo amargo
sólo el que sufre analiza en cada cosa
donde se observa la tristeza que su pasado guarda.
Es aquí donde la historia recuerda todavía
placeres, duques, marqueses, poetas y escritores
donde nunca ha faltado ventaja, error y tiranía
tierra que siempre ha vivido entre oprimidos y opresores.
Villa, hoy quiero que recibas el recuerdo de tu hijo amado
pero siento con el recuerdo de tu leal firmeza
hoy más que nunca me siento de ti enamorado
por eso Villa de Leyva, te llevaré siempre entre mis brazos.1
José Melquisedec Cortés Cortés
1
Poema publicado en la obra: José Melquisedec Cortés C. Remembranzas de mi tierra. Villa de Leyva,
1999.
3
La Villa a principios y mediados del siglo XX
1928
“La primera impresión que hiere el alma, al divisar la Villa de Leiva, es
melancólica, llorosa. Aquellas colinas desnudas, aquel terreno amarillento,
aquella vegetación raquítica, estrujan el corazón…De los tesoros naturales y bien
conquistadas glorias de la Villa de Antonio Venero de Leiva, hoy no queda sino el
recuerdo. El trajín y bullicio que ensordecían, hace dos siglos, sus habitantes, que
tantos eran han sido reemplazados por la inmovilidad y silencio de los mausoleos
(…) la efervescencia democrática niveló con los suelos la casi totalidad de sus muros
y profanó en usos indignos, las estancias de algún modo consagradas por sus
misteriosas reuniones, llegando el humo y hollín que tiznan sus paredes(…)Por las
calles, que en parte conservan la firmeza del secular empedrado, discurren las
sombras, las sombras tan solo de los conventuales de San Francisco, San Agustín y
San Juan de Dios (…)De aquella vida de siglos que fueron, queda un vestigio y síntesis:
el Monasterio de las Descalzas de Nuestra Señor del Carmen”. 2
1952
“Más allá tras el follaje de los sauces solápanse las ruinas del caserío
denunciando la grandeza pretérita. Plantas rastreras se propagan por los vencidos
muros y crecen en contorno hostiles bosquecillos de cactus. En medio de esta
gris confusión de casas caídas y de verdura, suplicante alzan su blanca
geometría las torres de los templos recién enjalbegadas de los templos (…) No se
ha apagado aún en Leiva el eco de los últimos cantos de la Colonia y todavía
persiste en su fisonomía provinciana ese color católico (…) Hay un penetrante
olor a incienso, a hierbabuena y a tomillo que sube de los patios soleados de los
conventos (…) En la monótona aridez de sus ruinas, casi ya convertida en polvo
2
Pablo Desantiago. C.M.F: Membranzas de la Villa. Tip. Voto Nacional, Bogotá, 1929
4
de siglos, la ciudad mantiene ese sello castizo de sus orígenes, ese vaho de
antigüedad remota que aprestigia sus muros y recubre de paño misterioso los
ornamentos deshechos o las imágenes mutiladas de sus capillas (…) La ciudad se
levanta adherida así angustiosamente a una tierra que le comunica la
insobornable rigidez de sus líneas (…) La vida se ha detenido en su curso como
sorprendida, de pronto, por cataclismo secular que envolvió en cenizas sus muros
(…) Antes, mediada la Colonia, todo era bullicio y movimiento en el ámbito de
este valle paradisíaco. Llegó a ser el cruce de caminos más importantes de
caravanas que iban y tornaban de la planicie santafereña a la Capitanía de
Venezuela, su población se acreció tanto que excedió, según los cronistas, a las
de centros destinados, por su desarrollo y carácter, a tener más copiosa cifra. Su
producción agrícola alcanzó niveles superiores a los calculados por la Real
Audiencia… (…) Todo aquel aparato de grandeza fue entrando en decadencia
conforme iba muriendo la época dorada de la Colonia (…) El comercio decrecido,
los campos se agotaron y la miseria provoco entonces la lenta emigración de las
gentes (…) Todavía sus mansiones conservan intactas las líneas arquitectónicas
(…) Con cuanta emoción hemos recorrido muchas veces estos sitios ahora
trocados en establos. (…) la casa (del Congreso) se ha derrumbado. Entres sus
escombros ha crecido la hierba donde pacen animales domésticos. Sobre sus
muros rebajados prospera el cactus. El tramo que aún se mantiene enhiesto deja
ver ya las grietas precursoras de su ruina definitiva. Las estancias utilizables que
dan sobre la calle se han habilitado para humildísimo comercio…
Hemos recorrido a Leiva en varias direcciones midiendo casi puntualmente
calles. La principal de ellas (…) por julio el tráfago es intenso. Caravanas
peregrinos acuden de los lugares más remotos en jubilosa romería hasta
santuario del Carmen (…) De Leiva, de su grandeza, de su pasado histórico
queda ya sino el trajín de los conventos.” 3
sus
de
el
no
“…esta ciudad que en un tiempo fue grande, está hoy en decadencia. Hay algo
que al mirarla nos comprime el corazón, y es el ver que en donde en un tiempo
lucieron cómodas viviendas, hoy tan sólo se ven paredes derruidas por donde
trepan pencas silvestres. Y son muchas las manzanas que en sus alrededores
podemos contemplar así. Las riquezas naturales de Leiva continúan inexplotadas.
Pero sus gentes son sencillas y buenas, que miran con orgullo las reliquias
históricas que encierra la villa.(…) Y merece, o mejor exige, la atención del
gobierno nacional, para que impida su agonía”. 4
“De la antigua Villa de Leiva no queda nada. El observador puede contar
manzanas y manzanas totalmente destruidas. Parece como si la población hubiera
visto caer una bomba atómica … la vieja casona donde murió Nariño ha resistido el
3
Rafael Azula Barrera: Emoción de la Villa. En: Huellas históricas. Villa de Leiva. Nº 1, diciembre
de 1952. Vol. 1 Bogotá.
4
Lyra del Río: Emoción de la Villa. En: Huellas históricas. Villa de Leiva. Nº 1, diciembre de 1952.
Vol. 1 Bogotá.
5
paso de los años, pero ya no puede más…La pieza que habitó Nariño está
destinada para secar maíz y café. De lo alto de una viga cuelga un trapo
desteñido que se nos aseguró ser el emblema de la Patria… En una calle angosta
hay una casa que ostenta en piedra labrada las armas de la Corona de Castilla.
Fue la residencia de la corte virreinal. El viejo caserón, albergue en tiempos idos
de personajes nobles se halla también completamente en ruinas. Hasta hace poco,
los amplios salones estaban destinados para almacenar licores ordinarios…. El
salón principal, con sus amplios ventanales sobre la calle, posiblemente lugar de
fiestas palaciegas, lo ocupa en la actualidad el Concejo de la ex Villa. El edificio
en donde se reunió el histórico Congreso, gracias al empeño de varios vecinos de
Villa de Leiva, está restaurándose afortunadamente. Hace varios meses fueron
iniciados los trabajos que a poco quedaron suspendidos. Fue el Ministro de
Educación doctor Fabio Lozano y Lozano el iniciador de esta obra…retirado él del
Ministerio se paralizó el empeño y no sería extraño que el abandono de los trabajos
consume la ruina del edificio … Le hablan al visitante los vecinos de Villa de
Leiva de los “veneros de galena,” que según algunos análisis, dan el dos por
ciento de plata, y que se tiene por cierto que los vasos sagrados de la iglesia
parroquial y de la del Carmen fueron fabricados con plata nativa de las
minas…Lo cierto es que en la actualidad, nadie sabe a ciencia cierta en dónde están
las ricas minas… el acueducto es desconocido no obstante existir agua potable en la
parte alta de la antigua ciudad; y por añadidura la falta de luz eléctrica hace que
desde las primeras horas de la noche reinen las tinieblas…el llamado hospital, vieja
casona desvencijada que recientemente fue abandonada por los enfermos
amenazados de muerte segura por la lenta caída de paredes y vigas carcomidas
(…) los señores del Concejo y los vecinos importantes de la población, son
denodados paladines de la política y defienden sus partidos aun a costa de la
población que agoniza de abandono y de tristeza (…) La Villa de Leiva ha
desaparecido, pero aún es tiempo de salvar algunos monumentos históricos y de
iniciar serias obras de reparación”. 5
1960
“Hoy es un pueblo melancólico que languidece en añoranzas y pesares a la
sombra del triste saucedal que, en actitud de defensa, guarda compasivo ruinas
de iglesias, conventos y mansiones. Uno que otro edificio… deja adivinar en sus
apariencias la fortuna de otros tiempos. Un fuego invisible calcina implacable el
terreno, va borrando hasta la última huella de vida, y desde el sur avanza
atropellando el cerco de dividivis, cardos y pencos y otros arbustos agresivamente
espinosos que en bravía maleza se adentran por calles y plazas, se cuelgan
desesperados por los agrietados muros, invaden las habitaciones y cubren
irreverentes los seculares empedrados, mientras el ululante viento de la inmensidad
con furia misteriosa golpea sin cesar.” 6
5
6
Luis Martínez Delgado: La ExVilla de Leiva. En: Repertorio Boyacense, vol. 38 nº. 150-160
Fr. Alberto Ariza: Los Dominicos en la Villa de Leiva, 1963
6
1968
“El aspecto que presenta hoy en día el núcleo urbano corresponde más a una
índole arquitectónica que se podría llamar“republicana” que “colonial”. En efecto,
en la actual Villa de Leyva predomina la construcción popular adelantada durante
el siglo pasado y en las primeras décadas del presente. Subsisten pocos ejemplos de
construcciones coloniales que no hayan sufrido alteraciones o superposiciones que
hayan cambiado fundamentalmente su aspecto. El encanto y la gracia del conjunto
urbano y de la Villa reside entonces en el sentido de continuidad estética y técnica
con la cual los anónimos constructores de los últimos ciento cincuenta años de la
villa procedieron en su tarea. Así, la ciudad constituye más bien un destacado y
noble ejemplo de un hecho histórico arquitectónico que conviene revalorar: que la
arquitectura y el urbanismo colonial sí tuvieron felices prolongaciones formales y
cronológicas en épocas posteriores a las virreinales”. 7
“Villa de Leyva, es allí donde el paisaje boyacense…cambia con la insólita
solidificación del viento. Ámbito imposible: no absorbe ni destella frescura alguna,
y únicamente los olivos ennoblecen la compostura áspera del campo….es la tierra
del labriego duro y dramático por fuera, aunque en los abismos de su alma se
encuentra lleno de ternura y simplicidad (…) El hecho es que ese paisaje férreo,
diríase tajado con gubia, sirve marco imponente a Villa de Leyva, cuyo blanco de
sus paredones y tapias y el ocre de sus tejados sin sobrecejo de pesadumbre
alguien tuvo que poner a espátula. La “aldea”fue así por muchos años. Pobre,
quieta, ensimismada (…)Más vino el turismo, la fama y, en fin, todo eso se acabó
por convertirla en tarjeta postal. Se olvidó la tradición de la pobreza; se levantaron
palacetes, incluso en su plaza bellamente campesina. Y aquí, precisamente aquí, se
erigió un museo lleno de repulgos, paños de seda escarlata, cintillos de oro y
suntuosa negrura de velludo. ¿Para qué edificar allí, adulterando la noble y
sencilla imagen arquitectónica de esta plaza aldeana, un castillo -sobre el dintel
armas en berroqueña-…?(…)Ha caído, pues, sobre esta aldea, “construida de cal y
silencio,” una falsa tradición(…) que el período histórico dentro del cual se
construyeron o se fueron modificando las casas de Villa de Leyva fue, por lo que
hace a los recursos económicos, pobre. Que no podemos ni debemos vanagloriarnos
de una tradición de palacios y extraordinarias mansiones …” 8
“…es en alguna parte ya llegando a Villa de Leyva, que me siento pasar por unas
línea invisible y que de súbito, irresistiblemente, estoy entrando a otra dimensión de
mi existencia. Aquello me hace pensar en antiquísimas leyendas populares que
cuentan de aquellos parajes encantados, de aquellos linderos, aquellas puertas
invisibles por donde un caminante que anda en busca de algo, traspasa y entra
en una nueva y pasmosa dimensión. Hay una imagen chamanística en la cual un
7
Villa de Leyva. Plan de Ordenamiento Urbano. C.P.U. Universidad de los Andes. Director Luis
Raúl Rodríguez Lamus. Aspectos Históricos-Estéticos: arq. Germán Téllez C. Bogotá, 1968
8
Ernesto Cortés Ahumada: El Barrio de la Candelaria. Banco Central Hipotecario. Bogotá, 1982
7
inmenso hexágono, formado por las estrellas más brillantes, centradas en la
constelación de Orión, se proyecta sobre la tierra y traza sobre ella los límites de
un extraño país. Es como un inmenso cristal de roca, una torre prismática de
paredes traslucientes, y dentro de este espacio se operan transformaciones, se
cambian esencias, como en un crisol o en una retorta de alquimista. Quien sepa
penetrar en este cristal y entre al hexágono, se transforma, cambia y comienza a
ver las cosas en otra luz, con distintos ojos (…) El que mire de adentro hacia
afuera ve un horizonte más despejado.
Tal vez es la luz, esa luminosidad tan especial del valle de Villa de Leyva, que
contiene la llave del encanto.. (…) Aquí el tiempo y el espacio se unen. Se confunde
la dimensión geológica, con la prehistórica y con la astronómica. Y el ser
humano se queda pasmado entre el fósil y la vía Láctea. En ninguna parte he visto
brillar más a Venus. No es de extrañar que el Valle de Villa de Leyva haya
significado tanto para los aborígenes de antaño, para las órdenes religiosas
contemplativas”. 9
“La primera vez que llegué a la Villa de Leyva, no estaba preparado para el impacto
que mi espíritu iba a recibir al desembocar en la enorme plaza por uno de sus
costados (…) Mi ánimo quedó como en trance suspendido, degustando dos grandes
impresiones: la grandeza y el silencio. (…) El silencio brotaba de las piedras y
estaba prendido en los muros y en los techos; silencio de escucha más que de
vacío, silencio de acogida como el de una bienvenida que cabalga en el viento. Y la
grandeza era, la grandeza de lo bello manando de los elementos modestos: piedra,
madera, cal y barro; nobles pero auténticos, y porque ausentes allí la pretensión o la
desmesura que son las máscaras del engaño. En suma la grandeza de lo humilde y
de lo pequeño, que se convierte en grande porque cada cosa está en su puesto
adecuado (…) Si se habla de un microclima físico en este lugar, y si el barón de
Humboldt creyó encontrar aquí el más agradable clima de todo el Nuevo Mundo,
podría hablarse también de un clima espiritual o un clima de interioridad envolvente: y
tal fue lo que experimenté desde el primer momento de mi encuentro con esta Villa y
sus alrededores: montañas, desierto, vegas y olivares, sincronizados en armónico
conjunto y habitados por hombres amables(...) por sus cualidades creo que se podría
calificar este lugar como localidad monástica y como zona mística (…)que hace de
éste, uno de esos lugares totalmente otro y diferente, que es susceptible de hacerse de él
no simplemente uno más, sino precisamente El Lugar. Uno de esos lugares por
antonomasia, y como dijo Juan de Castellanos: tierra de bendición, clara y
serena”. 10
“Se entiende que seres privilegiados vayan allí en busca de ese algo indefinido
ofrecido por Villa de Leyva para el reposo del cuerpo, el sosiego de la
inteligencia, el remanso del espíritu y la elación anímica, factores para ese estado
9
Gerardo Reichel-Dolmatoff, prólogo para la obra “Villa de Leyva” de Gonzalo Canal Ramírez,
Canal Ramírez Antares. Bogotá, 1981
10
Eduardo Monzon-Aguirre., OSB (Monje Benedictino, prólogo para la obra “Villa de Leyva” de
Gonzalo Canal Ramírez, Canal Ramírez Antares. Bogotá, 1981
8
de alma sacramental en que la Villa lo va sumergiendo a uno cuando se adentra
en su intemporalidad y en su inespacialidad, cuando uno descubre ese efluvio
que le va penetrando por los poros, hasta el corazón y el cerebro, hasta sentirse
en otra época y en otra parte. (…) ¿Y por qué la Villa atrae especialmente a los
jóvenes y a los maduros? Villa de Leyva tiene, como ciertas mujeres y ciertas
urbes, su propia y peculiar seducción (…) Villa de Leyva es apenas el centro del
fenómeno feérico. La periferia en círculos concéntricos hacia ella o de ella, es
parte integrante del todo cabalístico.(…) Como en la Villa de Leyva los
elementos de la crítica y del análisis no están bien establecidos usted es libre de
fabricar su propia interpretación(…) En la Villa no hay tiempo ni espacio
descifrables. El escenario no se parece a ninguno y el tiempo se detuvo varios
millones de años antes, aunque la colonia española intentara removerlo. Si
fuéramos a usar formas adverbiales, no cabrían sino dos: siempre, ahora…” 11
Su Arquitectura
“A partir de su fundación a finales del siglo XVI, la Villa de Leyva ofrece un
desarrollo histórico calificable como ´normal´ en el contexto de lo ocurrido en la
región boyacense (…)Si bien existe prueba documental sobre repartos de tierras
subsiguiente a la fundación, no hay evidencia de ninguna clase que pruebe que luego
de esa repartición se cumpliera en más de un 25% a 30% el mandato de construir
sobre los predios recibidos por parte de los pobladores españoles. En la actualidad no
es posible determinar con certeza absoluta cuánta construcción de los siglos XVII o
XVIII sobrevivió a la inercia socio-económica característica del período colonial; a
los movimientos sísmicos, o a la cuota de desidia y abandono presente en todo
conjunto urbano de la época. Los títulos conferidos por las autoridades coloniales a la
Villa de Leyva, tienen un carácter más simbólico y burocrático que otra cosa y no se
pueden tomar como indicios de grandeza arquitectónica o crecimiento físico. La
documentación colonial sobre la provincia de Tunja tiende a señalar para la Villa de
Leyva un proceso muy lento (por no decir estacionario) de crecimiento demográfico y
económico, amén de cierta pobreza en materia de renta y rendimientos de capital.
Quedaría fuera de cuestión toda riqueza extraordinaria para el modesto poblado del
siglo XVIII, dormido entre escasas sementeras y olivares clandestinos. Para el final del
siglo XVIII, ni la mitad del total de manzanas originalmente repartidas entre los
pobladores españoles había sido ocupada o construida. De igual manera los sucesivos
censos coloniales no llegan a señalar, aún con proverbial optimismo numérico que
los caracteriza, más de 3.000 almas para toda la población, y apenas algo más de
4.000 incluyendo las veredas y corregimientos. Los hitos urbanos de la Villa serán
obra exclusiva del clero regular y las órdenes monásticas, al construir unos pocos
templos y conventos. El contexto urbano quedará establecido por un número
restringido de humildes edificaciones domésticas sin que entre ellas llegase a existir
ninguna calificable de sobresaliente(…)La existencia de la villa ha sido
permanentemente plácida y lenta, y el tono general de su carácter urbano refleja
justamente esta condición (…) La conservación del contexto urbano de la ciudad se
11
Gonzalo Canal Ramírez: “Villa de Leyva”. Canal Ramírez Antares. Bogotá, 1981
9
debe precisamente a la quietud socio-económica que le cayó en suerte durante la
época formativa de la república. (…) La muy rigurosa relación entre causa y efecto
en la historia urbana de la Villa de Leyva está expresada en los fenómenos. Gran
parte de la dificultad para identificar como colonial a más de una edificación estriba
en que esa arquitectura vernácula no presenta ningún fenómeno evolutivo ni en lo
formal ni en lo tecnológico, por lo que una casa leyvana de finales del siglo XVII
puede perfectamente pertenecer también a la segunda mitad del siglo XIX (…)El
conjunto urbano de Villa de Leyva presenta las características usuales y comunes a
toda la producción arquitectónica de la época colonial en la Nueva Granada: Una
absoluta unidad estilística, producto de un convenio social respecto de los recursos
formales y técnicos aplicados a la arquitectura y de las limitaciones impuestas por
el sistema económico predominante en la época… Presenta la indudable virtud de
su pureza formal…El siglo XIX y comienzos del XX tendrán en Villa de Leyva una
acción arquitectónica epidérmica primero, cambiando buena parte de los recursos
de carpintería y decoración de época colonial, y luego erigiendo unas pocas casas
más, que difieren marginalmente de sus congéneres de época colonial (…) Se
comprende así el terrible efecto cuantitativo y volumétrico que algunas
edificaciones contemporáneas de gran tamaño han tenido en el tenue y frágil contexto
de la Villa y la grave amenaza que la arquitectura contemporánea tal como se
entiende y se practica en Colombia constituye para la ciudad. Por suerte éste
peligro solo se ha plasmado hasta ahora (1982) en ejemplos tales como la nueva
Escuela Normal…el hotel “Duruelo” y tres o cuatro casas nuevas de gran
tamaño…Bastarán dos o tres edificaciones más de gran tamaño para pervertir
completamente la índole ambiental de la ciudad”. 12
Cuentan los habitantes
“La Villa de Leyva es misteriosa…su misterio está en esos cerros de Iguaque, está
también en la plaza y su campana que era la que más cantaba, se oía hasta Iguaque.
La Villa de Leyva, enantes, en 1914, eran unas pocas manzanas, era todo reducido a la
plaza grande empastada y, allí, había unos árboles grandes: herrerunes, conservos,
olivos, mucho árbol, mucha chichería, un buen mercado y un cabildo antiguo español
de dos pisos, que después derribaron para pasar una cosa de justicia ahí; por ser liberal la
Villa estaba deteriorada, olvidada, poco viviente, pero con el doctor Olaya empezó a
progresar; todo cambió ya cuando hubo carretera y echó a llegar otra gente”. 13
“En 1916, el pueblo era muy bonito y había muy poca gente porque, decían que
después de la guerra, la gente quedó muy pobre y aquí no tenían en qué trabajar los
muchachos; así se fueron saliendo las familias a buscar la vida en otra parte y quedaban
las casas con los solares puro desocupadas. Siquiera volvieron a levantar el pueblito
12
Germán Téllez y Ernesto Moure: Villa de Leyva-Sáchica. Zona Histórica. Estudio Analítico y
Reglamentario. Corporación Nacional de Turismo. Bogotá, 1982
13
Maximino Alfonso Bautista q.e.pd.
10
porque eran las paredes todas caídas, los habitantes no aparecían; unos se murieron y
otros se fueron”. 14
“El pueblo estaba muy decaído, mucha gente emigró a Bogotá a educar los hijos y las
familias se fueron casi todas a Bogotá y Tunja; entonces, empezaron a abandonar las
casas y estas, a caerse; el pueblo empezó a cambiar cuando empezó a reconstruirse”. 15
“Hubo una época que Villa de Leyva casi se iba a terminar, eran caserones de adobe y
unos tapiales; por allá por el año cuarenta y cinco, las calles eran llenas de pasto, polvo,
pantano, malos pasos, no había sardineles, se echaron a caer las casas, otras estaban para
caerse y no había quién las parara. Rojas Pinilla le dio vida al pueblo, lo restauró,
porque más antes se estaba terminando; después, hubo una remodelación y echaron a
llegar los turistas y compraron sus pedazos de tierra”. 16
“Villa de Leyva era abandonada, a suelo limpio, con casitas de paja hechas en adobe
por el lado de la plaza de mercado y por la escuela urbana; el resto eran barrancos y
todo abandonado. Los terratenientes eran las familias Neira, Quintero, Morales,
Jiménez, Ruget, Husid”. 17
“El pueblo era chiquitico, no era sino hasta donde está la casa del general Nariño y del
hospital de para acá, cogía todo San Marcos y para el lado del cementerio; y en el barrio
Santander, no existían sino unos barrancos y, cuando estuve estudiando, nos íbamos allá
a comer maíz tostado y a jugar al bocholo y a los mararayes. Las casas eran de adobe y
de cumbrera, de limatón que se llama, habían dos casas antiguas de dos pisos en el
marco de la plaza, y de resto eran casas pequeñas de tapia y de bahareque; no había
empedrado tampoco; y para transportar el agua a la pila, era por un acueducto de piedra,
unas piedras taladradas y pegadas con calicanto, y la gente cogía el agua con caña”. 18
“La Villa fue importante, después ya vino el asunto de los gobiernos y ya se fue
decayendo, quedó muy abandonada. La Villa era muy pequeña, tenía solamente las
cinco iglesias que existen y la plaza; de resto, eran unos solares con paredones de tapia
pisada, adobe y penco por encima; y los cerdos andaban sueltos por las calles, llegaba
cualquier persona con dos o tres burritos y los amarraban en la calle, no había aprecio de
la Villa de Leyva pa’ lo importante que es hoy. En 1950, vino a hacerla revivir el
maestro Pérez, él fue el que ya tomó a dibujarla, a hacerla conocer; el general Rojas
Pinilla, siendo oriundo de la Villa de Leyva, apenas nos dejó una reconstrucción que
hubo de la casa de Juan de Castellanos y la casa de la Fábrica de Licores y, eso sí,
monumento nacional”. 19
“Leyva era todo de paja, en esa época, había como tres mil habitantes en todo el
municipio y en el pueblo poquitos; la gente tenía por ahí sus casitas pero se venían todos
14
Aura María Borrás de Páez
Miguel Arturo Ruget S
16
Manuel Rodríguez
17
José María Cubillos
18
Julio Edgar Cortés
19
Noé Leví Cortés C
15
11
para el campo a trabajar. Y como no había zapatos, aquí se andaba con una vainita que
se llamaban quimbas o lanchitas, los sombreros eran de ramo y para la ropa, aquí no
tejían, en Samacá tejían lienzo y se hacía muy buena ropa”. 20
“Leyva era más o menos las mismas casas que hay ahora en la plaza; la casa-museo
Acuña era de un solo piso y luego le hicieron el segundo; solo teníamos muy pocas
casas, la casa donde murió Nariño, donde nació Ricaurte. Las calles eran con pasto, el
mercado era en la plaza y no había nada de turismo; recuerdo que se principió a hacer la
casa municipal21pero no se terminó, tenía un corredor y lo de abajo fue lo que se cambió;
había un corredor en el segundo piso, era una baranda, había oficinas, tal vez el juzgado;
y de ahí para abajo, paredes con tejas era lo que había”.22
“Cuando yo conocí Leyva, en 1925, esto eran solo ruinas, era todo empedrado con una
piedra chiquita y de canto, pero ya se iba acabando ese empedrado y había solo parte en
las calles. La casa del Primer Congreso23 estaba caída completamente ya, no tenía
puertas, no tenía ventanas ni escaleras, solo eran unas cocinas viejas y mero humo; y en
la parroquia, todo eso eran también unas cocinas ahumadas; y la parte de los portales,
esos almacenes no tenían puertas, eran ruinas ya de cocinas ahumadas; y así, por lo
regular, todas las casas.
Las mejores casas que dejaron los españoles no existían ya; y de eso no existe sino la
casa de la esquina de abajo, la de un solo piso que el techo es quebrado; dejaron otra en
la esquina de la plaza y otra donde es la alcaldía y también San Agustín y San Francisco,
eso fue lo que dejaron. Pero también está la casa de Vargas Vila, la casa de Ricaurte, la
casa de Nariño, el convento de los curas dominicanos y el convento de los carmelitas,
que tiene más o menos lo que tengo yo de edad; y mi padrecito, que era carpintero, vino
a trabajar cuando hicieron las primeras obras ahí”. 24
“Me trajeron mis papaes un día sábado, tenía como nueve a diez años, a conocer Villa
de Leyva y, en ese tiempo, no era Villa de Leyva sino Leyva. El pueblo era muy
pequeñito y la plaza grande era pura tierra; y junto a la pila, había una mata de conservo
pero pomposa, hermosamente grande, ahí arrimábamos al mercado cuando veníamos”.25
“Esto no alcanzó a tener cien vivientes en el tiempo que yo lo conocí, la población no
tuvo solución de adelanto, el pueblo era solo el gollete de la plaza; estaba la casa de la
20
Andrés Cortés Cortés y Hermilda de Cortés
Se refiere a la casa consistorial.
22
Florentino Sánchez q.e.p.d.
21
23
El 4 de Octubre de 1812, se instaló allí el Primer Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva
Granada con la participación de representantes y diputados de las provincias. El primer intento por
restaurar la casa lo hizo Fabio Lozano y Lozano, siendo ministro de educación; después, en el gobierno
de Laureano Gómez, el ministro de educación, Rafael Azula Barrera, inició la restauración bajo la
dirección del maestro Luis Alberto Acuña.
24
25
Alcibíades Robles
Adolfo Velásquez
12
parroquia, estaba la casa del Primer Congreso pero en ruinas, eso era ahumado, era toda
escombrada y, según los comentarios que se hallaban en ese tiempo, la casa era mucho
más acá de donde está, yo conocí eso y lo ayudé a restaurar ya en mis años de trabajo;
enseguida, venía la casa donde existe la alcaldía que era en ruinas, y vi una restauración
que le hizo a la casa de Juan de Castellanos,26el dueño, Miguel Antonio Borrás; y donde
es la Escuela Anexa, no había población de casas, era un solar grandote.
Otra casa era la de Beatriz Castellanos,27 ahí eran unos artículos de vender chicha, la casa
fue restaurada varias veces, y esa casa era bonita porque tenía toda la geometría de la
antigüedad, tejados quebrados, dos enmaderados; luego estaba la casa de los Morales,
otra casa antigua y seguía otra, no había nada más, meros solares; la población era
raquítica, una casa aquí y otra allá; y eran casas de bahareque y paja de puntero.
El cementerio viejo había sido arriba y al otro lado había una casa de paja; y por el lado
del Duruelo, eran otras casas de paja pero ralitas y los pilonones de lotes. Otra casa vieja
era la de los Jiménez, La Providencia; y donde está la casa de las Ventanas de Hierro,
había unos escombros, una pared grande que dividía un lote de agricultura de maíz y
cebada. Más adelante, el profesor Felipe Salinas, de la Escuela de Ricaurte, tomó eso de
las paredes hacia el sur, donde hoy está el Club de Caza, donde habían unas matas de
olivo, y ahí hizo una granja para enseñarle al alumnado a trabajar en la huerta casera.
En Marmolejo, donde hoy está la antena, había una plaza llamativa para el pueblo darse
su sol y sus oraciones, había una cruz y un zócalo antiguo hecho a puro español, y allá
se hacía la romería del primero de mayo; allá llegaba la gente los domingos para mirar
las pocas ruinas que habían del pueblo y subían por la Laja que llamaban; la Virgen la
26
Actual sede de la alcaldía, construida por el cronista Juan de Castellanos en el siglo XVII. La
arquería está compuesta por doce columnas traídas de Saquencipá, y según la tradición, “representan a
los doce apóstoles”; la casa fue “destinada por él para su capellanía, como lo indica la inscripción
grabada en una lápida de piedra con caracteres latinos, puesta en el dintel de la portada” que
dice:“Que esta construcción sirva de sufragio por mucho tiempo en favor de mi alma, 1607” En
los Portales funcionaron, en época de Juan de Castellanos, diversas tiendas y en su esquina. la Fonda del
Escribano. La casa fue “remodelada” en el siglo XX, por su propietario Don Miguel Ramón Borrás, y
funcionó el Club de Caza y Tiro Antonio Ferro. Juan de Castellanos nació en Alanís, Sevilla, en 1522,
vino a América en 1540 como conquistador y, en 1554, se ordenó como sacerdote en Cartagena; llegó a
Tunja en 1562 y allí murió en 1607. Escribió las “Elegías de Varones Ilustres de Indias,”obra de más de
ciento cuarenta mil versos. En 1579, solicitó al Cabildo de la Villa merced de unos solares que eran
propiedad de Diego de Alvis, compró en la Villa varias propiedades y una estancia con molino en
Sáchica, en la quebrada de Ritoque. En su testamento, de 1604, registra en la Villa: dos fincas, tres
solares juntos hacia la plaza principal, “con construcción de portales de cantería con arcos, y en ellos
ocho tiendas, y a continuación, en los mismos solares, otros edificios de teja y tapias que se van
haciendo,” y según el codicilo, del 24 de noviembre de 1607, “estoy edificando de presente en la Villa
de Nuestra Señora de Leiva…unas casas que han de ser altas, mucha parte de ellas ya edificadas.”
(Fr.Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva). En la Villa vivía su yerno, Pedro de Rivera,
esposo de Jerónima Castellanos, padres del sacerdote secular Gabriel de Rivera Castellanos, dueños de
varias propiedades en la Villa y de una estancia sobre la margen occidental del río Suta, quebrada de
Riveras, adquirida a los herederos del encomendero de Suta, Pedro de Santana, que después heredaron el
presbítero Gabriel y Alonso de Castellanos, nieto y sobrino de don Juan.
27
Se refiere a la casa del Hotel Marqués de San Jorge
13
colocaron cuando se construyó el Duruelo. Donde están los pinos, vivió gente y se
sembraba maíz y huertas caseras; el viviente ahí se llamaba Sixto Montañés, que era
Iguaque, y trabajaba con el municipio barriendo la plaza y cargando la basura para el
basurero que era donde está la Caja Agraria, que tenía muchas fachadas iniciadas en
piedra. Después un alcalde, Felipe Sánchez, recogió toda esa basura, unos montonones
recogidos por años, y se la llevó para los chircales para mejorar la producción de los
olivos. En mi juventud, Leyva era muy abastecida, aquí se agricultaba nada más trigo,
cebada, maíz, alverja; y eran grandes casonas y poca gente”. 28
“Villa de Leyva era un pueblo al que no se le veía progreso por ningún lado, no había
ninguna fuente de trabajo, únicamente la agricultura; empezó a tener progreso con la
hegemonía liberal. En ese entonces, la economía eran los impuestos de almotacén que se
cobraban en la plaza por la venta del trigo, la cebada y del ganado; la caja de trigo o de
cebada se vendía a ocho o diez pesos, no era por arroba, y el impuesto era un peso o
cincuenta centavos; otros impuestos, eran el del dividivi y el de la minas de yeso de los
Botero y de la lomas de Monsalve, esos eran los principales ingresos de Villa de Leyva;
antes, eran las rentas del resguardo, las rentas de la chicha, que valían unos quinientos o
mil pesos y eso era un impuesto importante.
El progreso de Villa de Leyva se le debe a Carmen Rosa Morales, que trajo la luz a
Villa de Leyva, y a Joaquín Cuellar, que logró la pavimentación de la carretera de Villa
de Leyva- Sáchica. Me acuerdo que estaba en la alcaldía y vino el doctor Lleras a Tunja,
fuimos con Joaquín a verlo, y él le entregó un pergamino con todas las necesidades de
Villa de Leyva; el doctor Lleras le dijo que no podía hacer todo lo que le solicitaba, pues
la situación del país requería la suspensión de muchas obras, pero le prometió la
pavimentación de Tunja a Villa de Leyva”. 29
“A Villa de Leyva lo conozco desde que tenía siete años y de esa edad uno se acuerda
divinamente de todo, porque sino se acordara entonces no aprendía lo que le enseñaban
en la escuela; tengo setenta y nueve años, yo fui nativo de Gachantivá pero estoy
habitado30acá desde 1951; y como esto era una plaza de toros y allá no se veían, mis
padres me traían a mercado desde cuando yo ya podía caminar, por eso yo me acuerdo
cómo era Villa de Leyva.
Cuando edificaron a Villa de Leyva la hicieron muy grande, eran ochenta y seis
manzanas, y esta plaza grande que es la principal plaza de Colombia; pero lo que pasó
fue lo siguiente, a mí me explicaron en la escuela: en 1895, hubo una guerra de los dos
partidos y los señores conservadores ganaron; Villa de Leyva, todo el municipio, ha sido
toda la vida liberal, aquí no habían más que seis u ocho conservadores, entonces la gente
se fue y quedó abandonada; al dejar abandonado, la agüita cogió y tumbó las paredes de
las casas, que eran todas en adobe y tapia pisada, y apenas quedó el centro.
28
Félix Torres
Luis Madero
30
Residenciado.
29
14
Esto era muy bonito, en ese tiempo había mucha religión, habían cuatro iglesias, la de
San Francisco, El Carmen, la Catedral y San Agustín; Villa de Leyva era un estilo
colonial antiguo, uno pasaba por una calle y uno veía sus ventanas, sus barandas, sus
puertas bien hechas; pasaba por otra, lo mismo; ahora todo es diferente porque, como
los de acá no éramos pudientes pa’ edificar, han venido gentes de otras partes y han
edificado a su gusto y se han tirado mucho el estilo colonial, la estética del pueblo.
Lástima que lo hayan dañado, ya hasta las piedras se acabaron; donde es el Banco
Agrario estaban edificando la casa municipal, era todo en piedra labrada, puertas y
ventanas, y en el portón tenía la figura del diablo lo más de bien hecha en piedra, pero
tumbaron toda esa vaina; era en piedra, como labraban los antiguos indios, cuando los
antiguos edificaron a Villa de Leyva”.31
“Antes de venir ya tenía un conocimiento de la Villa por mi padre, él contaba que
esto era muy árido y que no se daba nada; después, leí un libro de Caballero Calderón,
donde decía que Leyva estaba abandonada, que era como una mula muerta a la orilla de
un camino; y en la región, se decía que aquí había mucho leproso.
Cuando llegué a Villa de Leyva, mi impresión fue la de un pueblo donde había gente
y familias muy decentes, el campesino era respetuoso y de una honestidad absoluta;
todo era abierto, la gente era amable y había educación primaria en las escuelas, aunque
no había cultura avanzada; me impresionaba, también, que había mucha cultura política,
no había nunca un altercado o violencia, perfectamente distinto a Chiquinquirá; la gente
no peleaba por nada y, además, aquí mandaba un solo partido, solo habían diecisiete
conservadores, pero no los molestaban por ser minoría; después vino la violencia y aquí
le dieron muy duro. Había mucha más paz, más seguridad y tranquilidad, no había
hippies, no había drogas ni borracheras... era un pueblo perfectamente tranquilo y ahora
la plaza es con una música estridente, eso nunca antes se escuchaba”. 32
“Conocía Villa de Leyva porque, por aquí, había pasado en mis años de estudiante y
me enamoré de este lugar…Villa de Leyva, en 1954, entonces todavía tenía muchísimos
rezagos de su antigua decadencia; es decir, aquí se podían ver todavía cuadras y cuadras
enteras de ruinas, ver uno un paredón y arriba un pedazo de balcón y abajo un portalón y
lo demás ruinas, eso eran ruinas y ruinas; parecía que habían echado la bomba atómica,
esa era Villa de Leyva; sin embargo, había este encanto de la vida pacífica y de la
tranquilidad.
Yo tenía gran amistad con Rafael Azula Barrera; él me dijo: ¿ te atreverías a hacer algo
en la casa del Congreso, en Villa de Leyva, que está hecha una ruina?, entonces le
acepté, vine y lo hice; cuando vine a restaurar, el concejo municipal me pidió un
memorando de lo que, en mi concepto, se podía hacer para mejorar el pueblo y el
concejo lo siguió muy al pie de la letra, eso me valió que tuviera que salir de aquí cuanto
antes. Yo volví después de muchos años, y creo haber tenido gran participación en lo de
la ciudad; claro que hice algunas cosas que, luego, los arquitectos, por lo menos un
31
32
Miguel Arturo Sanabria
Alfonso Páez y Aleja Rodríguez de Páez
15
grupo de aquí, se me echó encima ferozmente porque yo hice esa arquería, lo que llaman
el jardín de los próceres, que eso era una tapia de adobe bajita donde la gente hacía sus
necesidades y volvían a su mercado, un muladar espantoso; también, restauré
completamente, y por encargo de Telecom, la Real Fábrica de Licores 33 y puse esa
fuente; el municipio me encargó la restauración del convento de San Francisco, la parte
de adelante, e hice un mundo de cosas aquí: unas del gusto de la gente, otras contrarias,
pero hice lo que creía debía hacerse; antes iba a hacer otras cosas, pero, por lo de la
tumbada de los árboles de la plaza, me tocó salir”.34
33
La Real Fábrica de Aguardiente, ubicada en la calle 13 con carrera 8ª, se estableció en 1779
(funcionó tres años en Tunja) en una casa aportada por la villa. Fue adecuada por el maestro Andrés
Moreno, que hizo la traza de la fábrica de aguardiente de Guadalupe (Santander). Inicialmente fue
una casa de un piso, “la cual fue adaptada y ampliada progresivamente, en la medida que el aumento
en la demanda obligó a incrementar la producción, generando nuevas dependencias, hasta la
confirmación volumétrica y espacial de la actualidad (…) Sobre la calle de la Real Fábrica se localiza
el cuerpo principal y más antiguo, conformado en la primera planta por el zaguán de acceso y
dependencias para uso administrativo, en la segunda planta, sobrepuesta más tarde, se localizaban
los aposentos
privados
del administrador (…) posteriormente… se construyen volúmenes
perpendiculares al cuerpo principal formando la U, comenzando a definirse el patio central…luego se
construyó el volumen sur, que conformaría definitivamente el patio de labores (…) Al extremo sur de
la edificación se crea el patio de leñas.” (Felipe González. Investigación: Pontificia Universidad
Javeriana, Instituto de Investigaciones Estéticas: La casa de la Real Fábrica de Aguardiente de la
Villa de Leyva. Telecom.)
En 1784 es arrendada por seis años a Francisco Rodríguez. En 1791 se construye el canal de
conducción de aguas a los alambiques. En 1791 es administrada por D. José Ruiz Bravo y entre 1796
y 1807 por D. Pedro Borrás. En 1806 se construyen nuevos espacios para la producción y en 1809
se le hacen nuevas reparaciones. La fábrica funcionó hasta 1821 en que se expide la Ley sobre el
desestanco de los aguardientes. La casa, a través del tiempo, tuvo diversos usos y sufrió numerosas
intervenciones y alteraciones, principalmente “agregados volumétricos” y adiciones a su estructura.
Entre 1920 y 1938 funcionó como cárcel, escuela y salón de cine. En 1952, por solicitud del ex
ministro Azula Barrera, se llevan a cabo algunas intervenciones y, en 1956, es “restaurada” por el
maestro Luis Alberto Acuña con fondos suministrados por la Empresa Nacional de Telecomunicaciones,
en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla y empiezan a funcionar ahí las oficinas públicas,
telégrafo y correo; entre 1982-83, la alcaldía y, entre 1982 y 1989, el juzgado, la notaría, la biblioteca
municipal y las oficinas de Telecom. Entre 1991 y 1994 es restaurada por Telecom, y el diseño del
proyecto de restauración es adelantado por el Instituto de Investigaciones Estéticas “Carlos Arbeláez
Camacho” de la Universidad Javeriana. A partir de 1994 funciona la oficina de Telecom. (Fuente:
Felipe González. Investigación: Pontificia Universidad Javeriana, Instituto de Investigaciones Estéticas:
La casa de la Real Fabrica de Aguardiente de la Villa de Leyva. Telecom)
La destilación, comercialización y consumo de aguardiente de caña aparece en el Nuevo Reino de
Granada a mediados del siglo XVII por medio de la Real Cédula de 14 de septiembre de 1736, en que
autoriza el estanco y la creación de las Reales Fábricas de Aguardiente; a partir de 1776, bajo el período
del virrey Flórez, estas son controladas por la Real Hacienda y se reorganizan las rentas de aguardiente y
tabaco. (Fuente: Felipe González. Investigación: Pontificia Universidad Javeriana, Instituto de
Investigaciones Estéticas: La casa de la Real Fábrica de Aguardiente de la Villa de Leyva. Telecom)
34
Luis Alberto Acuña q.e.p.d.
16
“En el catálogo de mi exposición,35 afirmé que soy víctima del embrujo de este pueblo,
me despertó infinita sensibilidad y romanticismo; era el año 1955 cuando llegué por
primera vez, invitado por el maestro Luis Alberto Acuña, para pintar un mural en la
casa del Primer Congreso. En mi memoria está que, de niño, para mí era un sueño
conocer Villa de Leyva y cuando vine, la encontré tal como me la imaginé: ruinas y
quedé preso en los muros viejos de este pueblo. Llegué por un camino lleno de polvo,
pero era una esperanza poder ver a Villa de Leyva desde lejos, fue una bella
impresión porque la entrada por Arcabuco dejaba ver la típica aldea, un caserío, donde
aún no había llegado el cemento.
Mi primera impresión fue la plaza principal con unos árboles lánguidos, tristes, pero
bellísimos, una plaza donde llegaba el agua de la Cajita a través de unos tubos en
piedra labrados; el pueblo apenas era una manzana alrededor de la plaza, de resto solo
muñones de muros viejos, derruidos; las tres placitas que habían eran parqueaderos de
animales, de burritos; la plazuela de San Juan de Dios era totalmente lejana, con
ranchos de paja, y en la plaza principal era el mercado.
Luego empecé a conocer a la gente, muy bella gente, gente que se ha muerto ya;
me permitieron conocer casi todas las casas, cosas que ya no existen, por ejemplo:
la casa del Marqués de San Jorge con su patio; la casa de José Antonio Sáenz con
su columna en piedra, en la esquina de la plaza, era bellísima; y hasta hace unos
veinticinco años, tenía el formato de la repartición de solares del siglo XVI36 y el
cuarto de manzana exacto, tenía en ruinas los muros pero estaba completica, no habían
vendido un lote, no le habían cambiado una teja, ¡era mejor conservarla caída que mal
restaurada!, esa casa la destruyeron. Me impresionaron mucho los patios; el de la iglesia
mayor, el de San Agustín, el de San Francisco…pero todo eran ruinas y casonas
particulares que les habían hecho una completa metamorfosis, eso era lo poco que
quedaba como ejemplar; también habían otras: esa casita al frente de San Francisco, por
la calle, es de lo poco que queda, es lindísima, está por dentro llena de humo de carbón,
llena de ese sueño del pasado, ¡no sé qué se podría hacer para conservarla! pero está
destinada a venderse, a destruirse; otras casas importantes eran la casa bajando de La
Roca, que era preciosa; la del molino de los Espitia, bellísima, pero la volvieron
pedazos; había una casa muy linda, que decían fue de Juan Otálora, y llamaron casa del
Fundador pero la destruyeron, también, los mismos dueños; para mí, no queda ni un
diez por ciento de lo que había. En la plaza quedaban también unas casas viejas, como
la de Vargas Vila, que le sigue a la de Acuña, y otra, hacia el sur, que fue de una
familia Solórzano que daba hasta la esquina y fue interrumpida por una casita ahí muy
feíta; la casa de Tulio Jiménez también es nueva, esas casas, creo yo, ya estaban en
35
Exposición organizada por la Alcaldía de Villa de Leyva y realizada en el Convento de San
Francisco , con motivo de su re-inauguración como Centro Cultural, entre el 15 y el 23 de Abril del año
2000.
36
Los españoles utilizaron para el trazado de las nuevas ciudades un “trazado damero y un plano
hipodamico para su construcción” Este trazado tiene la forma de un tablero de ajedrez, en el
centro la plaza y alrededor manzanas con cuatro cuadras con una longitud de 100 varas (80 metros)
por cada cuadra. Tiene un sistema ortogonal, formado ángulos rectos.
17
ruinas en 1900. La casa cural era de una planta, no sé cuándo le crearon los dos pisos;
la casa de los Quintero era de una planta, era una casa de principio de siglo pero tenía su
carácter. Después de la casa del cabildo, o sea el banco, estaba la casa de la alcaldía; la
alcaldía estuvo en donde hoy es la Caja Agraria, había un proyecto de construcción y
había una plaquita que decía 1926, eso debió ser un alcalde de apellido Dueñas, el
mismo que dañó la casa de Ricaurte en la misma fecha. Gente vieja, muy culta, me
contaba que ahí era la alcaldía, incluso, un señor me dijo: yo estuve preso ahí; Flaminio
Forero Perry, el dueño de la casa de los virreyes, también me contaba eso; y un
odontólogo, de apellido Solórzano, me invitó a Cucaita para que viera una casa y me
dijo: haga de cuenta que está viendo la alcaldía de Villa de Leyva. La casa del
cabildo permaneció y la de la alcaldía la tumbaron; no existen documentos sobre que
pasó, no sé cómo fue la cosa, pero casi que hubo que dejarle ese lote de la casa
consistorial a la Caja Agraria; en ese momento, Villa de Leyva era más agrícola que
turística, estaba Pedro Restrepo Peláez de alcalde, y vino una especie de amenaza al
municipio, que la Caja Agraria se iba, pero ya se había hecho la gestión jurídica para
hacer un cambio de lote entre el municipio, dueño del lote de la casa consistorial, y
Bavaria, dueña del lote donde está la policía.
Me impactó mucho el entorno, la zona erosionada es realmente impresionante; recuerdo
que en una revista Cromos, del año cincuenta y cinco, el autor decía que no había
podido soportar la erosión, la soledad de este pueblo; en esa época no se sabía que esto
era un emporio de fósiles, que era un emporio de fuertes vientos que todo lo
erosionaban, donde las piedras se detenían como hongos parados. …” 37
“La primera imagen que tengo de Villa de Leyva, era de un pueblito pequeño que
estaba completamente en decadencia; tanto que ya no existía la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos, la habían quitado porque se había ido a menos el pueblo; las
casas estaban en ruina, las cercas de los solares se habían desplomado, había bastante
descuido en el aspecto general, a pesar de que existían sus iglesias y sus plazuelas,
todo estaba en tierra, habían unas calles empedradas ahí en la plaza principal, como la
que quedaba frente al juzgado antiguo donde hoy está el Banco Popular, la calle
Caliente estaba empedrada en laja”.38
“En esa época, una amiga que llegó a visitar a Leyva me decía:¡cómo siento de tristeza
de ver a Leyva, lo que no está caído está en juicio de sucesión!”39
“A Villa de Leyva la conocimos completamente arruinada, en la plaza principal se
hacía el mercado y las fiestas, ahí se centraba todo y bajaba todo mundo a tomar chicha
en la casa que hoy es de los Pastrana,40 y a la otra chichería que era en la casa del
Congreso. La casa de Nariño y el convento de San Francisco eran unas ruinas. Esto era
una población de construcciones sencillas por el español que vivía acá; y cuando Rojas
decretó monumento, que se debía restaurar conforme al original, el maestro Acuña que
37
Antonio Pérez Vargas
Vicente Rodríguez
39
Leonor Borrás de Rodríguez
40
Se refiere a la casa de la familia Uribe Arango.
38
18
tenía la tendencia de meter otro estilo español, se puso a pintar escuditos y adornos y no
hubo quién lo frenara”. 41
“Cuando llegué a la Villa en 1955, me pareció un lugar bonito, sencillo, apacible; era
despoblado pero sus calles tenían unas bardas lindas y detrás estaban las casas, ¡qué paz
la que se respiraba en ese entonces!; y siendo joven no sentí esa nostalgia de que aquí no
oyera una música, no había televisión, y la gran diversión era escuchar la radio”.42
“De todas maneras, para Tulio Cesar Jiménez Barriga, lo más importante fue haberle
devuelto a la Villa, aunque todavía no lo hemos logrado en su totalidad, su fisonomía de
aldea típicamente andaluza que mantiene lo mejor de nuestras tradiciones. El cabildo
abierto de 1963,43 señaló los diez puntos que se debían tener presentes para la
restauración y el desarrollo de Villa de Leyva, a fin de que esas obras se hicieran para el
cuarto centenario de su fundación,44 y las gentes de aquí han adquirido un criterio
estético de arquitectura popular española.
A fines de los veinte, toda la plaza principal estaba absolutamente construida; solo había
un pequeño solar entre la casa de la esquina que fue del doctor Germán Roncancio -hijo
de Timoteo Roncancio y Avelina Castellanos- y la casa de la Roca; la casa de Acuña
perteneció a mis abuelos, -Ramón Jiménez Castro45 y Chiquinquirá Amador Solórzanose inició de una planta y después construyeron el segundo piso contra la casa que fue de
una tía abuela, Emperatriz Roncancio de Retis,46 y, más tarde, cuando nosotros éramos
grandes, se construyó la esquina y se completó la casa; ahí nacieron todos los Jiménez
Amador. Hacia el sur de la casa eran tiendas de un solo piso y, en la esquina, donde hoy
es la casa de los herederos de Juan Guerrero, en los arcos, toda esa parte hacia arriba
eran lotes; pero, existía, donde hoy es el Banco Popular, la antigua casa consistorial del
pueblo -ahí estaba el cabildo, la alcaldía, la cárcel, el juzgado- que fue demolida para
construir una nueva casa de estilo neoclásico, que tenía un trabajo en piedra muy
hermoso pero que no concordaba con la tradición pura y estricta de la arquitectura
colonial de la plaza y entonces eso se destruyó; y allí construyó la Caja Agraria un
monstruo de edificio que, gracias a la enorme actividad de un alcalde que hubo para el
cuarto centenario, el maestro Pedro Restrepo Peláez, se logró hacer cambiar pues no se
41
Jorge Rodríguez
Fermina Gómez
43
Ver Anexo Nº 10
44
En el año de 1967 el senador Plinio Mendoza Neira presentó ante el Congreso un proyecto de ley
para la conmemoración del IV centenario de la fundación de la Villa. El proyecto contemplaba
como base de financiación de la remodelación de la Plaza Mayor y de las obras de restauración
recomendadas por el Centro de Planificación y Urbanismo de la Universidad de los Andes, una
estampilla conmemorativa de las efemérides. Con base en este proyecto se expidió la Ley 5 de 1698,
pero se omitió la autorización para emitir la estampilla y con ello la financiación de la restauración de
los monumentos históricos de la Villa; sólo se limitó a registrar la fundación de la Villa, autorizó una
colecta pública para allegar fondos destinados a la restauración de los monumentos, concedió un auxilio
único de doscientos cincuenta mil pesos, creó una lotería anual hasta 1971, y una Junta Organizadora,
integrada por trece miembros, para administrar los dineros del auxilio.
42
45
46
Hijo de Casiano Jiménez Morales, hermano de Liboria Jiménez la abuela del general Rojas Pinilla.
Casa que actualmente pertenece a la familia Uribe Arango.
19
acomodaba a la condición de nuestra modesta arquitectura colonial. Luego del Banco
Popular, un poco más arriba, venía la casa de Domingo Rojas Jiménez, tío del general
Rojas Pinilla.47
En la esquina del frente estaba la casa de los Sáenz, tal como está; luego, en lo que hoy
es la edificación del convento de los dominicos que da a la plaza, eso eran unas tiendas
de un solo piso y lo demás sencillamente solar; después seguían la iglesia y la casa de la
familia Sánchez que iba hasta la mitad de la cuadra y, hacia la esquina, venía la casa de
la familia de Borrás; la casa donde está la alcaldía era de la familia Ferro, una casa
bellísima e inmensa que tenía solares que venían a dar hasta la carrera de abajo;
enseguida quedaba la casa de la familia de mi tío bisabuelo, don Angel Castellanos.48
Don Juan de Castellanos construyó la totalidad de esa casa pero, en el mismo tiempo de
la colonia ya se había dividido en dos casas que, después pertenecieron a los Castellanos
y los Ferro.
En la plazoleta de Ricaurte o de San Agustín estaban la casa de Ricaurte, que era una
casona como cualquiera de Villa de Leyva, sin corredor ni nada; más abajo, al lado de la
casa donde hoy hay un hotel, venía la casa del tío Diositeo Roncancio y, por la parte de
abajo, cerca de la esquina, conocí una casa de un solo piso que heredó Ernestina Morales
de Rubio, y que hoy creo es de los Cárdenas; por la parte de arriba existía el convento y,
por la calle del costado norte, había unas casas muy humildes, entre esas la de Abel
Pinzón, el zapatero del pueblo; y hacia abajo, una casa que fue de los Neira y Carlos
Rivadeneira y luego venía la casa de Manuel Borrás, en la esquina; y al frente, en lo
que hoy es el Instituto Técnico Industrial, existió la casa de mis bisabuelos, La
Primavera; la casa de Gladys Roncancio, la conocí hace mucho tiempo como casa de
Angélica Roncancio, hija de Guillermo Roncancio; después ahí ya seguía la carretera; al
norte venía el gran lote que fue nuestro y que era el molino del Guamo, de Ramón
Jiménez Castro, y que hoy está en ruinas; esa quebrada era llena de guamos silvestres.
Al frente del molino de Mesopotamia existía la finca Jequeneque, que fue de mi
bisabuelo Timoteo Roncancio y la heredaron Leticia y Oliva Roncancio Castellanos; en
1922, se la vendieron a mi padre y, después, nosotros hicimos la urbanización. Donde
hoy se encuentra la casa conocida como la casa de Ventanas de Hierro, eso era un
potrero y la verdadera casa era en la otra esquina, con unas ventanas de hierro, y dicen
que de ahí se llevaron el lienzo de la Virgen Renovada;49 toda esa manzana después la
loteamos y le vendimos a Federico Castilblanco, a Julio Duran Pombo, a los hermanos
Morales Garzón, y un lote pequeñito al cantor del pueblo, un señor Millán. La casa de la
plaza de la familia Jiménez, fue casa cural; 50 mi padre, en 1915, le compró esta casa a
47
Posteriormente la casa la compró Eustorgio Landinez, padre del escritor Vicente Landinez; más tarde
fue adquirida por la familia Quintero Soto y actualmente solo existe el terreno.
48
Casa que actualmente pertenece a Aleja Morales de Mendoza.
49
Ver Mamá Linda Renovada.
50
La primera casa cural estuvo ubicada “en la esquina NE de la plaza principal” frente a la casa del
Congreso. La casa que fue donada en testamento, en 1734, por el Alférez Pedro García de Torres y su
mujer Francisca López, fue vendida, en 1841, a José María Ferro por $125. También fue casa cural,
20
la monja Flor Angela, heredera de Dionisio Rodríguez, quien la había adquirido en un
remate de fábrica que hizo, como en 1870, el mayordomo de fábrica Aquilino Ferro,
abuelo de Mario Husid; luego, mi padre restauró esta casa en su totalidad.
El general Rojas Pinilla lo primero que hizo siendo gobernante, en un consejo de
ministros que se verificó en la casa del Primer Congreso, el 17 de diciembre de 1954,
fue lograr un decreto en virtud del cual la Villa de Leyva se declaró patrimonio
nacional.51 Por otro lado, según la tradición de la familia, el general amaba tanto a la
Villa porque su madre lo esperó y dio a luz en la finca de San Cayetano, vereda de
Montesuárez, en ese entonces de Villa de Leyva.
Y lo que le crea la fisonomía preparatoria para un gran turismo fue esa restauración del
año 1965-1966, porque deja perfectamente consolidada la tradición en el sentido de que
las cosas que se hagan en la Villa de Leyva, por ser un poblado preservado, se hagan
como antes, o sea, en una forma que no se note; así quedó consolidada para la
perpetuidad la idiosincrasia arquitectónica y artística de la Villa de Leyva”. 52
“En la década de los veinte, en los arcos de la casa de Juan de Castellanos, donde hoy
son almacenes, en el primer piso funcionó una asistencia de la mujer de Rafael Castillo;
más abajo estaba la casa de una señora Belén Salazar; y donde está el almacén de
Bernarda Guerrero, funcionó la tesorería; en La Roca, una señora Cándida tenía una
fábrica de velas de sebo; seguía un escombro, un solar abandonado, y después apareció
de dueño un señor Roncancio; más abajo estaba la pieza donde funcionó la botica del
doctor Miguel Ruget; y la casa de balcón de la esquina era de Teodolindo Rodríguez,
que era de Sutamarchán y tenía fincas en el Valle y en la Capilla; en la tienda de
Vicenta, funcionó la botica del doctor Germán Roncancio y el local de más abajo era de
una señora Chaba Neira, esposa de un señor Ismael que era el rematador de pesas de
en el siglo XIX, la casa ubicada en la esquina NO de la plaza principal, hoy propiedad de la
familia Jiménez Barriga, que fue vendida en subasta pública. En 1865, el cura de la Villa, Vicente
Mateus, adquiere la casa de Francisco Borrás, contigua a la iglesia parroquial, en el costado norte; y
posteriormente, en 1888, el cura Mateus se la vende a su hermana María del Carmen Mateus. En
esta casa funcionó el despacho parroquial que estaba comunicado al templo por una puerta lateral. A
partir de 1872 y hasta 1911, la casa cural funcionó en la Capellanía del Monasterio del Carmen y
posteriormente en el Convento de San Martín de Porres, construido por el Padre Saturnino Gutiérrez,
con fondos de los dominicos. En 1949, el Capítulo Provincial de los Dominicos ordena vender los
solares detrás del templo y construir sobre la plaza; en vista de las dificultades para la venta
ordenada, Fr. Alberto E Ariza, Provincial de los Dominicos, hace demoler la construcción en la
parte oriental, “y con los materiales construir sobre la plaza, en dos pisos, conservando el solar
libre para la huerta. Se encarga el P. Vergara de esa obra, que en tres años la deja terminada.”
Fuente: fr.Alberto Ariza . La Villa de Nuestra Señora de Leiva
51
El arqueólogo Luis Duque Gómez, siendo Director del Museo Nacional de Bogotá, presentó un
proyecto de decreto declarando a la Villa de Leyva Monumento Nacional.
52
Tulio Jiménez Barriga
21
almotacén.53 Enseguida de la tienda de Vicenta, en un local de una señora Dolores Neira,
fue donde mi padre, Bernabé Casallas, tuvo el primer almacén de víveres para surtir a
los de Villa de Leyva; en 1932, cuando hubo una escasez de plata y todo estaba barato,
en la calle once en Bogotá, a mi papá le daban mercancía en pago del trigo y de la
cebada que llevaba a vender; entonces, él traía frijol, petróleo, sal, ropa y cacao de
harina de chocolate, que llamaba cacao de piedra, y costaba quince centavos. En la
esquina occidental, estaba la casa de Tulio Jiménez con un portón grande por la calle y
tenía un solar que daba hasta abajo, ahí fue la casa cural y funcionaron los primeros
recibos de matrimonio; la casa colindando con la de la familia Jiménez, por la calle del
Carmen, era de un señor Severo Gaona y la pieza que queda en la calle, fue un depósito
que tomó Bernabé Casallas para almacenar las cargas de maíz, trigo y cebada que
llevaba a Bogotá. En la esquina, al frente de la casa de los Jiménez, hacia el sur, había
una casa de adobe de un solo piso, que era de una señorita Ana Rosa Jiménez y de la
señora Elina, ahí funcionó una tienda de Nicolasa González y Soledad Rodríguez, esa
casa luego la reconstruyeron y le pusieron el segundo piso y la compró Luis Alberto
Acuña; la casa que seguía hacia el sur era una tienda de Enrique Rojas, siempre ha sido
de balcón; en la casa de al lado, funcionó la asistencia de Felisa Rodríguez y, luego, la
casa la compró una señora que se suicidó en el cerro.54 En la esquina sur occidental,
existió una herrería de Florencio Páez y Mateo Roldán, y una pieza donde Custodio
Rodríguez tenía una peluquería y venían los del pueblo para que les hiciera la peluca; y
en la esquina, donde hoy hay una casa de dos pisos, la conocí con una casa de un solo
piso y luego la reconstruyeron de dos pisos, fue dueño Elías Sotelo y la dividieron por
piezas. En la casa donde están los arcos, donde Josué Guerrero, eso eran ruinas y un
solar grande de Pablo y Antonio Rodríguez, y donde está la Caja Agraria también eran
ruinas; luego llegó la orden de construir ahí unas paredes grandes de piedra muy bonita,
las piedras las labró un señor Jesús Alvarez, y sucede que no alcanzaron a terminar esa
construcción, la despedazaron y sacaron unas columnas labradas para donde funciona el
terminal, y después ya dijeron que había que construir la Caja Agraria. Más arriba,
donde está el Banco Popular, funcionó la cárcel, el juzgado y la alcaldía - Manuel
Rodríguez dice que era de un piso-; y en la esquina de arriba, era una casa de Eustorgio
Landinez que luego fue de los Quinteros, después se cayó, y ahí tuvo Pachón su
droguería recién venido. La casa de la esquina sur oriental era de un difunto Abraham
Sáenz, de Gachantivá, era casi toda la manzana completa y subía a dar al parque de
Nariño, donde ponían los toldos en la fiesta. La casa cural era de un piso y habían varias
piezas donde funcionaban sancocherías, después la reconstruyeron de dos pisos. La casa
del lado de la iglesia, era del difunto Vicente Rodríguez y le quedó a los herederos, a
Floro Sánchez, donde puso luego una gran tienda. En la casa del lado, hacia el norte,
habían varias tiendas, en el primer piso era el gran almacén de la difunta Guadalupe. La
53
“…de romana o de cajas para medir el maíz y la cebada que se vendía por cajas: dos cajitas era un
cuartillo y una caja grande era la arroba; el trigo si era pesado en una romana, que pesaba hasta catorce
arrobas.” anotación de Gabino Casallas
54
“La señora era muy católica y desapareció; y contaron que se fue para el cerro y apareció ahorcada
allá adelante de la quebrada de Ritoque, se ahorcó con un cordón de un santo, se echó una lazada al
cuello y se colgó a un muelle y quedó de rodilla en tierra; y como por ahí era el camino real a Sáchica,
al otro día la encontraron, los vecinos contaban que había andado por todos esos callejones del cerro,
había bajado y se había ahorcado.” Gabino Casallas
22
casa del Congreso era una tienda principal de chichería y ahí, también, funcionaron unas
asistencias de Eufrenia Franco y Eva Quiróz de Neira, después tuvo una refacción. Más
adelante todo era escueto; y donde funciona la Anexa hasta la esquina, era un solar
donde guardaban la madera para la barrera de los toros que fue de Carlos Rivadeneira,
y, cuando lo vendió, funcionó una plaza de ferias; al frente era la casa de las señoras
Castellanos, hermanas de Manuel Antonio Castellanos, y la parte de abajo de la casa de
Juan de Castellanos, era del general Bautista Rodríguez.
Las aguas lluvias bajaban por la mitad de las calles; a la plaza bajaban por la calle de
la Real Fábrica de Licores y corrían por una zanja, a dos metros de distancia de los
portales, y luego seguían por la calle del cementerio; cuando hicieron la carretera,
construyeron un puente. Frente a la Caja Agraria, había una especie de zanja, una toma
de agua que entraba a la pila; esa agua venía por una zanja desde arriba del Gacal, por el
camino a Tunja, y pasaba por donde funcionó el tiro al pichón, ahí había una caja que
repartía el agua para el lado de San Francisco y para la plaza principal. Desde allá
llegaba el agua al pueblo, que pasaba por la actual plaza de mercado, y bajaba por zanja
hasta frente al convento de los dominicos, donde había un cogedero de agua; luego
entraba a la plaza por unos tubos de piedra, unas piedras huecas, y bajaba hasta la pila y
el agua se cogía con una caña para recogerla en vasijas. El agua de la pila bajaba a
unos solares y se utilizaba para regadío; en esa época existía de fontanero un difunto
Pacho Cilaco y, como era el único, el día que no le daban el puesto, quitaba el agua de
la pila y tocaba volver a llamarlo”. 55
“Por el costado oriental de la plaza, donde está la heladería, quedaba el negocio de la
señorita María Teresa Borrás y enseguida estaba la casa de Floro Sánchez; por el
costado norte, en toda la esquina, vivía la familia Rivadeneira; en el año sesenta, había
ahí el Club de Caza y Pesca, tuvieron cantina y salón de baile, y después dejaron decaer
esa cosa; en los arcos había tiendas y un billar; abajo era la casa de La Roca, que ha sido
toda de una sola dueña, ella tenía una tiendita, panadería, pero hotel no tenía. En la casa
de abajo quedaba la botica del doctor Ruget, más abajo había una casa abandonada del
doctor Oscar Roncancio y la casa de más abajo era de Germán Roncancio, ahí el doctor
tenía droguería, y después de que murió pusieron tiendas y la compraron los Rodríguez,
esa casa iba hasta donde está Vicenta; al frente sigue el doctor Tulio Jiménez y lo que
hoy es de Acuña también era de los Jiménez; después estaba la casa donde vivió Vargas
Vila y luego seguía la casa de Pablo Rodríguez, tío de Vicente Rodríguez, y la casa del
lado era de Leandro Castillo, que tenía una venta de comida pero en crudo, un
supermercado; la otra casa, donde hoy hay un hotel, era de Simón Solórzano y la señora
Margarita. Por la calle de arriba, en la esquina donde hay un invernadero ahora, ahí era
la casa de los Landínez, la casa del cabildo era donde está el banco y ahí tenían el
juzgado; y donde está la Caja Agraria, era un lote donde iban a levantar la casa
consistorial y alcanzaron a hacer unos muros de piedra la cosa más divina, los hicieron
Jesús Alvarez, mi papá, y otros canteros más que habían, eran unos zócalos grandes con
varias figuras raras en piedra y, cuando era chino, me daba miedo pasar por ahí porque
veía la figura del diablo; en los arcos, donde hoy es el almacén de Josué Guerrero, ahí
55
Gabino Casallas
23
también era un lote de los padres dominicos, ellos vendieron lo que tiene hoy Roque
Igua y Rosa Dueñas, todo eso era un lote de los dominicos”.56
“Cuando se construyó la Caja Agraria, nos tocó gritar a los cuatro vientos: ¡qué
esperpento, Villa de Leyva no merece ese atropello!; y el alcalde de la época, el maestro
Restrepo Peláez, dejó una nota en la gerencia de la Caja Agraria advirtiendo del daño,
pero ya los empleados se habían dado cuenta y entonces mandaron reformar eso, pero
tampoco al estilo aunque mejoró bastante. En la construcción que habían iniciado ahí
antes, para la casa consistorial, existían unas cabezas de leones en piedra y esas piedras
las hicimos arrimar al lote de la policía, pero todo desapareció. Donde funciona el
cuartel de la policía, eso se lo cedió el municipio a la policía mediante acuerdo;
permutaron con la Caja Agraria el lote de la casa consistorial, por un lote que la Caja
tenía en la esquina; la casa de Juan de Castellanos fue comprada por el municipio a don
Carlos Rivadeneira; la casa del lado, hoy de Aleja Morales, era de la sucesión de la
familia del Cura Castellanos”.57
“Así con su quietud y nostalgia, el burgo ha vivido su infancia colonial, su juventud
republicana, su senectud de hoy, 1971. Pero ya ese silencio empieza a quebrarse: el
turismo con sus defectos y ventajas invade el contorno…¿Tiene Villa de Leyva un
estilo colonial? Si nos atenemos a ciertas tesis y a la veracidad de lo presente, la
afirmación habría que ponerla en tela de juicio…lo antiguo auténtico ha sido sustituido
a trechos por el pastiche, y no pocas veces por el esperpento abiertamente
“moderno.”Colonial o no, la arquitectura de la Villa de Leyva resume un ambiente,
una atmósfera popular, una adecuación de su rostro urbano al paisaje….Villa de
Leyva es apenas escenario para un desarrollo turístico… y se compruebe visualmente
cuanto hay de belleza en este idílico ambiente, hoy en trance de convertirse en
próspera ciudad turística”.58
“Llegué a Villa de Leyva, por primera vez, a fines de 1946; era un pueblecito que se
estaba acabando, que estaba terminando su vida, donde no se conocía la palabra turismo,
aquí no venía nadie; había mucha ruina, muy pocas casas, y la gente joven iba
abandonando la población para situarse en otras más prósperas, pues, aquí prácticamente
no había de que vivir. La situación económica era muy precaria porque las tierras en
general son pobres, las mejores son de Gachantivá o de Arcabuco, y la gente vivía era de
la agricultura; las pocas personas pudientes de Villa de Leyva, ya todas vivían fuera y de
las familias principales ya no quedaba casi nadie. Tanta era la miseria en esa época que,
nosotros, los carmelitas, estuvimos a punto de abandonar Villa de Leyva porque no
había medios de vida; no había médico, no había dentista, no había farmacia, no había
un centro de salud, no había nada.
56
Jesús Neira
Agustín Neira
58
Pedro Restrepo Peláez: Recado de la Villa de Leiva. El Tiempo, Bogotá, abril 18 de 1971. Restrepo
fue alcalde de Villa de Leyva.
57
24
Villa de Leyva está muy cambiado, la población llegaba hasta el hotel El Edén; después,
en esta parte del convento, la población llegaba hasta la esquina, hasta la casa de los
Gómez, y las casas de atrás que eran donde las monjas recibían a sus familiares, cuando
venían a visitarlas; y ahí vivían, también, las demandaderas que llamaban, que eran las
que les servían externamente al monasterio, eran como nueve o diez, y eran las
encargadas de hacer el pan, lavar la ropa, hacer los mandados y todas esas cosas; por la
otra parte, el pueblo terminaba en el puente del Arco; y detrás de la iglesia de San
Agustín, para arriba, existía una casa en el campo que llamaban La Providencia;
también estaban la casa de los Morales, la de Marcos Buitrago, la de Félix Castellanos, y
de ahí hacia arriba todo eran solares.
En la plazuela de San Agustín ahí no existía más que la casa de Lolita Rivadeneira, la
casa vieja la tumbaron e hicieron esas casa nuevas; en la esquina de abajo, estaba la casa
de don Manuel Borrás y, al frente, donde está el Instituto Técnico, estaba la casa de
Angélica Roncancio, una casa antigua que tenía un corredor con mucho jardín. La casa
de Ricaurte era un corredor con columnas de madera hacia la calle y la casa hacia
adentro; pero dicen que no era la primitiva, dicen que edificaron la actual sobre las bases
que encontraron de la antigua. Por la carrera de Nariño, las casas iban hasta el puente y
la casa de Nariño era con columnas de madera y pilastras de piedra; la parte de atrás es
nueva y esas columnas que tiene fueron traídas de la demolición del convento de San
Francisco de Tunja. Los franciscanos fueron los primeros que llegaron como
evangelizadores misioneros y el mejor convento que tenían en Colombia era el de Tunja,
no como el de aquí que era muy pobre, muy franciscano; y el pueblo, hacia esa parte,
terminaba en San Francisco”. 59
“Hacia el año de 1956 vine a la Villa de Leyva, y la primera impresión que me dio fue
de mucho polvo; uno llegaba en los buses a la plaza y veía que la gente llevaba los
caballos y los colocaba ahí, no tenía nada de turismo. El entorno todo era muy desértico,
muy triste, no se conocía mucho lo de Iguaque, y todo el mundo decía: Villa de Leyva es
desierto, pero uno iba al desierto de La Candelaria y uno decía esto no es desierto; era
tal la pobreza del pueblo que uno decía, ¡pero por Dios!; uno veía una tierra muy seca,
muy descuidada y mucha casa solariega desocupada, pues se decía que muchas familias
habían salido de Villa de Leyva. La Villa era todavía una ciudad muy conventual, la
fiesta del Carmen era grandiosa y era la única; se decía que la tierra tenía algo especial;
y a uno le quedaba la idea de lugares de mucha electricidad en el sentido magnético, eso
se hablaba en esa época, y también se decía que, posiblemente, se había acabado el trigo
debido a ese sentido magnético”. 60
“El pueblo, en la década del sesenta al setenta, era un vívidero rico; era un pueblo de
veraneo muy agradable, tal vez como una consecuencia de lo que hacían los virreyes; y
en la época de diciembre, con un cielo limpio y un clima extraordinario, se llenaba de
gente de todas condiciones; pero, no pasaba de ser un pueblo hecho con materiales
nobles, el barro, la madera y la piedra, con sus casitas bonitas de zócalos de colores, los
troncos gruesos a la salida de las casas para el descanso; tenía unos dos hoteles, como el
59
60
Padre Rafael Eugenio Mejía
Javier Ocampo Lopez
25
de Elvira de Madero y el de las Castellanos, que no ofrecía alimentación porque se
dedicaban a distraer al visitante, aunque ellas eran unas expertas cocineras y tenían
fórmulas de los manjares de acá, sobre todo, los besitos de novia y los rosquetes; y
después ya vino el hotel El Edén.
La Villa fue despegando poco a poco, esto se lo atribuyo a la venida de la Paramount
con la película de Los Aventureros, que descubrió esto e hizo un levantamiento total de
la parte física del pueblo, calles, ventanas, puertas, rejas que las había preciosas como
las del Carmen en hierro forjado, y transformó el pueblo porque todas las casas las
convirtieron en hoteles y corrió plata por todas partes; eso fue como en 1968, en ese
entonces un dólar valía cien pesos. Como Villa de Leyva ya ofrecía de todo - clima,
pasado histórico, cierta comodidad hotelera, ambiente religioso- entonces empezó la
gente a venir y aparecieron los guatavitazos, los primeros se lograron corregir y ocultar,
pero ya después fue tal el auge de la construcción que fue desapareciendo esa Villa de
Leyva de antes; por ejemplo, la casa de la Fábrica de Licores se le entregó Telecom, a
Berrío Muñoz, con propiedad del municipio en el segundo piso, y sin embargo, eso se
alteró y hoy es reservado. Cómo sería el pueblo que, cuando vino la embajadora de
Chile, al primer congreso de museos: dijo: ¡pucha si todo este pueblo es un museo! “61
“Cuando regresé a Leyva, sentí mucha tristeza de ver que se caían algunas casas que
yo quería; por ejemplo, la portada de La Providencia, la casa de la esquina de la plaza;
de niño, recuerdo que me llevaban al mercado en la plaza principal con sus árboles, su
piso de tierra colorada y mucho viento, y me daban un cono como rosadito que con la
tierra que levantaba el ventarrón, quedaba como si fuera de chocolate.
Mi tías siempre hablaban de una casa de adobe, donde enseñaban el catecismo unos
frailes, y decían que esa casa tenía alrededor un callejón muy estrecho, un lugar de
castigo, donde encerraban a los indios que no aprendían el catecismo”. 62
Casas
“Por una ventana arrodillada, por un balcón corrido,
por un mirador, ¡cuántas mutilaciones!¡ ¡cuántos lotes
en ruinas! ¡Cuántas culatas feas, cuántos áticos en
lugar de aleros!.” 63
“Próspero Morales me entusiasmó para que comprara esta casa llamada la Quinta de
Los Virreyes; 64 en esa época, existía en el patio la famosa piedra donde azotaban los
61
Roberto Borrás
Jaime Castellanos
63
Eduardo Caballero Calderón
62
64
Casa del Virrey Solis Folch de Cardona, llamada por la tradición “Palacio de los Virreyes”. Solís
decretó el traslado de los indígenas de Suta a Gachantivá y los de Yuca y Pavachoque, a Monquirá.
26
esclavos que era, en realidad, una especie de obra artística por la forma como estaba
labrada a mano: sobre la misma piedra se elevaba una columna que se extendía en
dos ramas y, al final, tenía unos huecos donde amarraban las manos de los esclavos,
¡lástima que se hubiera perdido! Esta casa fue de varias personas, yo compré unos
derechos sucesionales y directos, y la fui restaurando con los mismos maestros que
tenían la tradición de la clásica arquitectura colonial española, que constituyó la base
del sector denominado histórico en la Villa, estos maestros eran Mario Robles, Miguel
Cetina y Miguel Espitia que constituyeron la escuela tradicional. La historia de esta
casa, por tradición oral, es que la construyeron en 1572 como sitio de veraneo de los
virreyes; en esta casa existe el salón colonial más grande de Villa de Leyva, tiene
setenta metros cuadrados y siete metros con veinte de altura. La cocina aún conserva
las vigas originales trabajadas con hacha, y las paredes tienen el humo producido por el
fogón de leña. La entrada principal, toda empedrada, tiene cuarenta metros de largo y
lleva al patio central; por esa entrada, llegaba el agua conducida por una tubería en
piedra subterránea. Además tiene una variedad arquitectónica, que no tiene otra
construcción, y es un túnel lateral que rodea tres costados del salón central; yo
supongo que era como sitio de vigilancia de las habitaciones del virrey, precisamente,
ahí hay unos poyos donde se sentaban los alabarderos a custodiar. Esta casa está ubicada
en el camino real a Tunja y, como era sitio de veraneo, la hicieron aislada del centro
de la población. En cuanto a la tradición de la propiedad, según la tradición oral de
varias personas de la Villa que ya murieron, cuando la revolución de 1810, estaban en
esta casa dos hermanas de Amar y Borbón que habían resuelto ir a Vélez, para poder
llegar al Carare, y seguir a la costa. Después, en 1823, la República le adjudicó esta
casa, con sus terrenos, al general Juan José Neira por los servicios prestados en la
independencia; posteriormente, en 1890, era ya de la familia Sáenz; y en 1916, fue
propiedad del general Celso Rodríguez, notario de Moniquirá, de la familia del general
Bautista Rodríguez; después pasó a varias manos”. 65
“Los señores de la comisión para la fundación de la villa, de una vez le pusieron
mano a un solar que más tarde se llamó la Quinta de Los Virreyes, aunque aquí nunca
vinieron virreyes. Esta fue pasando de poder en poder, luego alguien invadió y, más
tarde, pasó esta casa y solar a manos del general de la guerra de los Mil Días, Bautista
Rodríguez; treinta años más tarde, el general se la vendió a mi tía Felisa y a su esposo
Flaminio Forero Ferro. Esta fue casa modelo en la época de la fundación, tiene una serie
de prisiones, tuvo el cepo, el solitario, el muñequero y la horca para los indígenas que
no se sometieron”. 66
“No se sabe cuál es la casa de Nariño;67 en la historia se dice muy claro que Nariño
salía al balcón y miraba para San Francisco, entonces, la casa no era donde está ahora;
era en lo que hoy es un potrero de los herederos de Rafael Castillo”. 68
65
66
Jorge Nassar
Melquisedec Cortés Cortés
67
Antonio Nariño murió el 13 de diciembre de 1823 en Villa de Leyva. Fue enterrado en la capilla del
convento de San Agustín y posteriormente el General Wenceslao Ibáñez Nariño y su hermano Ramón,
nietos del General Nariño, exhumaron los restos de la iglesia en 1857 y fueron trasladados a Bogotá.
Según parece, la casa que se le atribuye no es donde murió, y se le han efectuado varias “restauraciones”.
27
“La casa de Nariño era en la casa de Herminia Rueda, 69 el cuarto era donde es el local,
tenía una ventana y tenía unas lámparas y una estera en el piso; y ahí siempre se miraba
con cierto respeto, con cierta veneración, porque dicen que esa era la casa donde vivió
Nariño; ya después de los años, apareció que la casa era otra; esa casa era de un tío de
mi mamá”. 70
“Nariño murió en la casa que fue de Herminia Rueda, no en la casa que se dice
actualmente; en 1930, cuando estudiaba en la Villa y me encontraba ya deletreando,
cuando pasaba por esa casa leía la placa que decía: aquí murió el prócer de la
Independencia General Antonio Nariño y Álvarez, diciembre 1923. Más tarde, al seguir
la investigación, pude establecer que el primer dueño de la casa que la gente conoció fue
don Aquilino Ferro, quien se la vendió al padre fray Antonio Galán y este la vendió, en
1925, a la señora Ascensión Castellanos que se la dejó a su hija Herminia Rueda; en esa
casa hubo chichería y era de un solo piso. Recuerdo que mi mamá, Felisa Cortés Rojas,
me decía que, en 1905, ya conocía la placa; y lo mismo decía mi tío, José Demetrio
Neira, y afirmaba que hacía cien años que estaba esa placa; Bernabé Casallas también
decía lo mismo. No nos engañemos, don Julio Antonio Hurtado se fue a la Academia de
Historia de Bogotá y les vendió la idea de que, la casa que hoy dicen, era la casa de
Nariño pero es la gran mentira”. 71
“A mediados del siglo XIX, se adoptó la casa de la familia Guerra Ferro como casa de
Nariño; en 1923, cuando se celebró el centenario de la muerte del Precursor, allí se
colocó una placa y se realizaron los festejos porque se consideraba que esa era la casa
de Nariño. A finales de los años treinta, algunos historiadores controvirtieron esto y
determinaron que la casa era otra, la de la familia Hurtado, con el argumento que desde
el balcón, Nariño contemplaba el Hospital de los Hermanos de San Juan de Dios; y que
desde la otra casa, que era de un solo piso, no se podía ver.
El estado la adquirió, en 1960, a los herederos de Julio Antonio Hurtado; en 1965, fue“restaurada” por
González Varona, y se demolieron algunas partes consideradas“irreparables”; posteriormente, la
reconstrucción quedo suspendida. En una época pensaron entregarla al Ministerio de Defensa,
conjuntamente con unos terrenos “con destino a una Escuela de Artillería y Polígonos de ejercicios
militares con equipos pesados. ( Fuente: N. I.Sáenz, obra citada y testimonios)
68
Jesús Neira
69
Martiniano Rodríguez, escritor de Sutamarchán y padre de Manuel Rodríguez, libró en 1942, una fuerte
polémica con Ramón Correa respecto a la autenticidad de la casa; “…cuando el General Nariño murió, el
convento de San Francisco estaba ocupado por los hijos del seráfico de Asís (franciscanos) y en su
edificio no funcionaba en 1823 el Hospital de caridad, por consiguiente en la casa de dos pisos que
queda en frente al convento de San Francisco, no expiró Nariño: para 1823 los padres franciscanos ya
no vivían en su edificio, y que los claustros, hacían en aquel año las veces de hospital bajo la
dirección de los padres de San Juan de Dios. Los Art 1. y 2, de la Ley de 28 de julio de 1821 dice
que se suprimen todos los conventos de regulares… exceptuando solamente los hospitales. Por la
ley anterior tenían que dejar los padres franciscanos de Leiva su convento” Ramón Correa, Repertorio
Boyacense, Nº.127
70
71
Manuel Gaona. q.e.p.d
Melquisedec Cortés Cortés
28
Caballero Calderón, Jaime Posada y Plinio Mendoza Neira, fueron las personas que
presentaron el proyecto para la adquisición de la casa por parte del Estado, a fin de
lograr su restauración. En 1963, intervine con la Presidencia de la República para que
llevara a cabo su restauración; el arquitecto González Varona inspeccionó la casa y se
encargó de la restauración y se adelantó la obra muy lentamente, hasta el punto que
en el 1965 todavía no se había terminado. En la restauración de la casa, se utilizaron las
columnas de piedra de la casa de Juan de Vargas, en Tunja, que estaban botadas en el
solar; también es posible que se hayan utilizado las columnas que quedaron de la
destrucción, que hizo el gobernador Romero Hernández, del convento de San Francisco
en Tunja”. 72
“En la época de mis padres, los pisos de las casas eran destapados, parte empedrados, y
parte entabletada con un ladrillo antiguo macizo y tableta cuadrada; la famosa casa que
hoy en día es el museo de Nariño, tenía los pisos del segundo piso de adobe, los dueños
eran Betsabé de Hurtado y Julio Hurtado, mis padrinos de bautizo; cuando era pequeño,
yo era mandadero de ellos y en esa casa vi un poco de armamento y conocí unos
uniformes del general Nariño, que hoy reposan en el museo del 20 de julio en Bogotá.
La casa antes era una tienda y vendían chicha; también tenían unos palomos inmensos y
unos gallos finos, en ese tiempo, por allá en el cuarenta y cinco, estaban comenzando las
peleas de los gallos”. 73
“La casa que llaman del Marqués de San Jorge74 perteneció al señor Juan de La Barrera;
por tradición de la escritura, ahí dice que era del marqués en la época de la colonia, no sé
hasta dónde sea eso cierto; mi abuelo se la compró a Juan de La Barrera y desde ahí ha
estado en manos de la familia, y el abuelo nos la escrituró a los nietos”. 75
“La histórica casa en que nació Ricaurte prácticamente no existe. Parece que sobre el
sitio en que estuvo, construyeron una nueva, de pésimo gusto. La pieza donde dicen
que nació Ricaurte está revestida de cemento y cuando visitamos la histórica población
estaba ocupada por la maestra de la escuela que funciona en la citada casa”. 76
“La casa de Ricaurte77 la conocí en el año cincuenta y cinco, era de corredor hacia la
calle, con piso de baldosín de cemento y columnas en madera; se notaba que la casa
72
73
Tulio Jiménez B
Ignacio Fitatá
74
Casa del Marqués de San Jorge, don Jorge Miguel Lozano de Peralta y Varaes. Su hija Marina Lozano,
ingresó a la orden carmelita en el Convento de las Carmelitas.
75
76
Miguel Arturo Ruget
Luis Martínez Delgado: La ExVilla de Leiva. En: Repertorio Boyacense, vol. 38 nº. 150-160
77
Allí nació Antonio Ricaurte, el 10 de junio de 1786. Hijo de don Juan Esteban Ricaurte y doña María
Clementina Lozano, hija de la Marquesa de San Jorge, doña María Tadea González Manrique de
Frago Bonis y don Jorge Lozano y Caicedo y Villaveces. La casa fue seriamente alterada en épocas
pasadas, principalmente su fachada. La restauración se inició con el apoyo del ministro de Defensa,
General Gerardo Ayerbe Chaux, quien impulsó la idea de establecer allí un museo de armas.
29
había sido profanada y en el muro había una placa de 1926, en homenaje a un alcalde
Dueñas, se suponía que fue ese alcalde el que cometió esa alcaldada: tumbó la casa
original y le creó corredor hacia la calle, solo dejó el cuarto de Ricaurte, pero ya no
conservaba nada y el exterior era espantoso, no tenía nada que ver con el original. La
casa era villaleyvana común y corriente y tenía el portalón en piedra, que está en el
mismo lugar, se entraba por un patio muy amplio y no tenía pila. En el año cincuenta y
nueve, yo estaba en la personería y Próspero Morales en la alcaldía, vino la oportunidad
de reconstruirla, gracias a la visita del ministro de guerra de la época, que se interesó
mucho y nos prometió reconstruirla, no restaurarla. Mandó unos arquitectos, excavaron,
y después vino una certificación; manifesté que tenía conocimiento de como era la casa
originalmente, pues, personas viejas de la villa, como Manuel Neira, Manuel González
y el secretario perpetuo de la Academia de Historia de Boyacá, me habían descrito la
casa. Inicialmente, la idea de los arquitectos era solo cambiar los techos y arreglar
puertas, etc.; yo les manifesté que la casa no era así y les mostré varios dibujos que
había realizado, teniendo como base la información que me habían dado los antiguos,
y hasta una foto de la época, y publiqué los dibujos en el periódico El Siglo y en la
revista de las Fuerzas Armadas. La obra se empezó con base en mis dibujos, al menos se
respetó la fachada y la distribución de los cuartos, pero hubo bastantes inconvenientes,
se hubiera podido hacer mucho mejor; al final les ayudé cediendo algunos documentos
y hasta la cama donde nació el héroe; sobre la autenticidad de la casa no hay la
menor duda, aunque han habido algunas confusiones exageradas que dicen que ahí no
nació Ricaurte.
En la casa de Ricaurte, hay tres manuscritos que no se han publicado, esos me los regaló
Manuel González, contienen datos muy importantes, como el decreto que ordena
empedrar las calles, en 1804; está el dato del lugar de la verdadera casa de Nariño y otro
que certifica la existencia del convento de San Juan de Dios; eso es de un periódico que
se llama el Católico, de 1863, de don Venancio Ortiz.
La Real Fábrica de Licores sufrió varios “acuñazos,” el maestro Acuña le había creado
una especie de garita espantosa hacia la carrera; debió de haber sido muy bella. En la
última restauración le quitaron los sobradillos que tenía en el techo que, además, los
necesita porque las ventanas están a ras del muro, dejaron únicamente el denticulado
que trata de suplir el can de madera típico del mudéjar, y quitaron el techito de la
entrada donde está el escudo de España”. 78
“La cárcel era en la plaza, en una casa vieja donde hoy es la Caja Agraria; recuerdo
que un preso que iba pa’ Tunja, sacó todo el archivo de la cárcel y lo quemó porque ahí
iba el sumario que le tenían, y por eso no pudieron investigarlo; después, la cárcel la
pasaron a donde es Telecom, ahí estuve dos horas preso por liberal”.79
Ricaurte fue declarado “el Primer Piloto que invadió el espacio y ascendió a la gloria en las alas
del ideal patricio, egregio paradigma de los miembros de la FAC ” (Sáenz, Ibíd.) y a él se consagró
la Orden del Mérito Aeronáutico Antonio Ricaurte y la Orden Militar de San Mateo de la Fuerza
Aérea Colombiana.
78
79
Antonio Pérez Vargas
Manuel Rodríguez
30
“A la casa consistorial alcanzó a vérsele ventanales, ahí era la alcaldía; después eso era
un muladar, ahí botaban la basura, y cuando cogí la alcaldía se estableció un coso, que
era donde traían los animales que hacían daños y, como habían muchas demandas, ahí
tenían que pagar la multa”. 80
“Donde hoy está la Caja Agraria, había un solar donde se cayó la casa de la alcaldía,
ese terreno era del municipio; y como en 1926, se empezó a construir ahí la nueva casa
consistorial, una construcción neoclásica con la portada y los ventanales en piedra, que
no tenía ninguna concordancia con la arquitectura popular española, era eminentemente
señorial y ajena a las construcciones de la Villa de Leyva; la antigua portada aún existe
en la casa ubicada después del puente de entrada a la villa. De todas formas, esa obra
sufrió un descalabro, la persona que manejaba los dineros no lo hizo correctamente y
se perdieron los fondos, la construcción no se alcanzó a techar y luego se paralizó.
Posteriormente, en 1947, se hicieron diligencias para traer la Caja Agraria, yo les ofrecí
el primer piso de la casa de mis abuelos, que hoy es la casa -museo de Acuña, como
sitio para su sede; ese piso, de la puerta hacia el norte, se acondicionó y allí funcionó
varios años. Como la Caja prosperó y necesitaba más espacio, el alcalde les ofreció el
terreno de la antigua casa consistorial, terrenos del municipio que se extendían hasta
la otra calle donde está la policía actualmente, excepto el lote de la esquina donde están
las arcadas. La Caja Agraria inició su construcción con un diseño del arquitecto Rojas
Arbeláez, que era sencillamente, en el frente, una talanquera de terneros y atrás un gran
telón blanco con dos ventanitas pequeñitas que daban a unos baños; todo se desarrollaba
por dentro, no habían balcones ni ventanales, nada. En ese momento, hacia 1952, el
columnista de El Tiempo, Eduardo Caballero Calderón, escribió un artículo donde decía
que: el arquitecto había colocado un par de ventanitas para cagarse en la mejor plaza
que tenía el país; entonces Pedro Restrepo Peláez, a quien yo traje a la Villa como
alcalde, se enfrentó con el arquitecto y, después de una lucha tremenda, se logró
modificar esa talanquera para ganado y desaparecer las dos ventanitas con el diseño de
una nueva portada”. 81
“Soy nacido en la pieza que es hoy el despacho parroquial, en esa pieza que queda al
lado de Andrés Venero de Leyva. En esa época, la casa tenía todas las piezas que se ven
en la actualidad, pero era de un solo piso; en la esquina donde hoy es la cacharrería
Nariño, ahí tenía mi mamá su asistencia, su restaurante; y en la puerta redonda de arco,
ahí funcionaba la herrería de mi papá, Manuel Neira Vargas, y dormíamos en esa pieza,
ahí fui nacido yo”.82
“Abajo de La Bañadera yo conocí una casona grande y muy linda, compañera con esa
casona que fue de un virrey; habían otras casonas abajo de la Normal, al pie del camino
que iba para Arcabuco, y en después ya parcelaron y ya se acabó la historia”. 83
80
Luis Madero
Tulio Jiménez B
82
Jesús Neira
83
Félix Torres
81
31
“El local en los arcos de la casa de Juan de Castellanos era de un tío y de mi papá,
luego lo heredé; eso fue un expendio de miel, afuera habían unos poyos de adobe que
utilizaban los jartos de chicha para dormir y, en las fiestas, ahí hacían cama franca.
Anteriormente estaba bastante caído, eran las solas vigas, se adecuó y ahí funcionó
la Recaudación de Hacienda; luego montaron unos billares; y el local de enseguida,
era una venta de comida con fogón de leña de un viejito Castillo”. 84
“Mi abuelo, Vicente Rodríguez Sáenz, fue el dueño de la casa que ocupó Florentino
Sánchez, se la dejó a su hija Oliva Rodríguez de Sánchez; Pablo Alejandro Rodríguez
era el dueño de una casa que hoy es parte de la casa de la familia Uribe Arango, ellos
unieron dos casas. El lote de la esquina sur de la plaza principal, después de la Caja
Agraria, donde están los arcos y volteando hacia la policía, fue de los Rodríguez y
después nosotros lo heredamos y le vendimos, como en el año cincuenta y cinco, a la
empresa Bavaria para que construyera la agencia de compra de cebada, proyecto que no
se realizó, y Bavaria luego vendió; el lote era inmensamente grande y subía a salir hasta
la carrera, donde está el hotel de Germán Rojas”. 85
“Mi abuelo Abraham Sáenz, que era de Moniquirá, compró esta casa solar a la familia
Ferro en 1911, esta familia la tuvo como hotel. El abuelo, en el local de esquina, tuvo
negocio de panadería y chicha y en la casa vivía por temporadas, pero casi siempre la
tuvo alquilada. El abuelo era comerciante, negociaba en ganado, cultivaba y molía caña
en San José de Pare y era dueño de muchos terrenos en Gachantivá. Anteriormente, él
había adquirido una casa solar a Rosalía Toscano, en la esquina diagonal al convento de
los dominicos en la plazuela de Nariño; posteriormente, vendió esa casa porque no le
gustó la energía que tenía.
Mi papá, José Antonio Saénz, vivía en Gachantivá y le tocó salirse en la época de la
violencia; él se refugió en una finca en las vegas del Cane y allá conoció a mi madre y
se vinieron a vivir a Leyva en 1959. En el solar de la casa cultivaba maíz, frijol, alverja
y hortalizas; la casa cubría prácticamente toda la manzana y fue vendiendo lotes,
principalmente, en la parte frente al parque de Nariño. Con esta casa tengo una
responsabilidad muy grande porque ellos me dieron el ejemplo de conservarla; a esta
casa cada generación le ha puesto su granito de arena, por ejemplo, el abuelo acomodó
cuartos en el corredor del ala occidental, le colocó servicios; y nosotros también le
acomodamos nuevos espacios y locales, para que la casa tuviera una renta para su
mantenimiento, desafortunadamente algunos espacios interiores se han caído86 ”. 87
84
Germán Borrás
Vicente Rodríguez
86
El interior está prácticamente caído y sólo conserva parte de sus paredones de tapia pisada y su patio
original.
87
Aida Sáenz
85
32
Barrios 88
“Habían dos cuadras que las cobijaba el nombre de La Providencia: la de los lotes
de la familia Jiménez y la de la carrera tercera hacia la quebrada, hasta donde muriera;
en el otro lado, arriba estaba la casa de una difunta Atanasia Castellanos, que era la
primera vividora ahí, y más abajo estaba una casa vieja con techo de paja que era de
Mateo, el herrero, el papá de Trina; en la esquina que hoy es de Santos, eso eran unos
sitios que se reconocían como que hubiera habido vivienda, ahí se veían unos muñones
de paredes, se veían ruinas; y de ahí en adelante, eso seguía solo.
En la quebrada de San Agustín, al final de la carrera donde está el hotel La Estancia,
hay unas ruinas de una casa contra el río, el dueño era Eurípides Suárez y lo conocí
haciendo ese socavón; fue la única casa de dos pisos que se conoció y se cayó porque
ahí, antiguamente, había un lagrimiadero de agua del barranco y el río lo acosó, porque
venía bastante agua de la toma de Cane que ahí se desviaba cuando no se vendía el agua
para los regadíos. Eurípides dejó la casa para hacerle los pisos, le hacían un piso de
cañas y más encima adobes o tierra, eso fue después de los cincuenta, y le quedó a los
hijos que dejaron eso ahí derrotado, vino un amigo de ellos y se posesionó como
cuidandero; la vivienda no era colonial sino agregada a lo colonial.
Otras zonas nombradas eran: San Agustín por el convento, San Francisco que tenía
unas antigüedades y tenía el nombre por el convento y la quebrada de San Francisco,
que venía del Gacal; estaba la zona de La Palma, que era del Eden pa’ delante; hacia
afuera estaban de nombramiento: La Osada, El Pantano que se nombraba así porque era
una tierra lagrimosa; allá era un molino y ahora están las uvas”.89
“Mi abuelo y mi papá nacieron en una casita frente al cementerio antiguo, mi abuelo
era dueño de las tierras arriba de La Providencia; ahí quedaba la casa paterna, en la
esquina de la carrera segunda; recuerdo que en el patio central salía una luz como de una
guaca, y nos decían que quienes viéramos la luz éramos los predestinados a encontrarla.
Al frente había una barda ancha y abajo, por la calle, estaban los terrenos de un señor
Jiménez Amador. En ese tiempo el agua bajaba por la mitad de la calle, y en La
Providencia había un ojo de agua de donde sacábamos agua cuando había visita; los
lotes que eran de mi abuelo se partieron en diez. Donde ahora está mi casa, en la
carrera segunda, era el sanitario de la casa de mis abuelos, luego seguía la huerta y más
hacia abajo, estaba la casa de los padres de Trina. Recuerdo que me decían que no
fuera por ese lado, Siatama era para nosotros como un nombre de bruja; el papá,
88
“Ahora hay otros barrios nuevos: el de San José Centro que comprende de las calles décima hasta la
decimatercera, entre carreras novena y once. El barrio Los Angeles fueron tierras de Tulio Jimenez y
Julio Restrepo; uno de los primeros habitantes, hace veintisiete años, fue Francisco Sáenz, el nombre se
debe a su vecindad con el cementerio y fue propuesto por Juan Montaña. El barrio Del Carmen, en
honor a la Virgen del Carmen, fue fundado hace veintiocho años por la Junta de Acción Comunal e
impulsado por Gabino Casallas, Domingo Castellanos y Pedro Claver Yagama. El barrio Antonio Nariño,
ubicado en el centro histórico, tiene cuatro manzanas. El barrio de Los Olivos, primero se llamó La
Culebrera y luego Saquencipá.” (Fuente trabajo estudiantes del Itinar)
89
Félix Torres
33
Mateo Roldán, era herrero y ahí hacía sus fogatas, sus herraduras, trabajaba bien duro
todos los días pero era muy déspota con las hijas, les pegaba con los juetes para
caballos y, parece, que a una hija le sacó un ojo con una chispa. En la quebrada de San
Agustín lavaba mi abuela, ir allá era todo un paseo, era como ir hoy a Cartagena, y
había que preparar la lavada y el almuerzo desde el día anterior”. 90
Plaza principal de la Villa 91
“La historia es una memoria de la acción del hombre en el tiempo; lo más importante
que he hecho por Villa de Leyva fue la restauración urbana, que se efectuó mediante un
contrato celebrado en 1965 entre la gobernación de Boyacá, siendo yo gobernador, y el
rector de la Universidad de los Andes, Ramón de Zubiría, según el cual el Centro de
Planificación y Urbanismo, CPU, fundado por el arquitecto Luis Raúl Rodríguez, se
comprometía a realizar el Plan de Ordenamiento Urbanístico de Villa de Leyva y, en
desarrollo de esas recomendaciones, empezar a realizar las obras fundamentales de
restauración.92 De esa manera, y para lograr eso, nombré como alcalde de la población
90
Jaime Castellanos
91
Cubre catorce mil metros cuadrados de superficie, el primer proyecto de empedrado de la plaza fue
en la alcaldía de Segismundo Russi.
92
“El Centro de Planificación y Urbanismo –de la Universidad de los Andes- recibió el encargo de
ejecutar un esquema básico que orientara el desarrollo físico (….) preservando el ambiente y
permitiendo la restauración de las partes transformadas. Las primeras recomendaciones del CPU
fueron puestas en práctica en la Remodelación de la Plaza Principal, evitándose así la aparición del
pavimento asfáltico y la piedra pulida…En él se fijan los puntos básicos sobre los cuales deberá obrar
la Administración municipal a fin de que se pueda transformar el conjunto urbano en un verdadero
monumento nacional. Las recomendaciones del estudio no son definitivas. Deben ser analizadas y
complementadas con los estudios posteriores.” (Villa de Leyva. Plan de Ordenamiento Urbano. CPU.
Universidad de los Andes. Director Luis Raúl Rodríguez Lamus. Aspectos Históricos-Estéticos: arq.
Germán Téllez C. Bogotá, 1968)
El estudio comprende: antecedentes; estado actual y posibilidades; aspectos históricos-estéticos;
zonificación y plan vial; realización del plan propuesto ; Carta de Venecia y cartografía. Dentro de las
recomendaciones se buscaba darle a la Villa una estructura básica-ambiental, como el sistema vial, el
aspecto peatonal, la remodelación de la plaza principal, calles y muros de cerramiento. Para las
normas y propuestas especiales de cuidado y restauración se recomienda tener en cuenta los criterios
contenidos en la “Carta Internacional de Conservación de Monumentos Históricos”, llamada “Carta de
Venecia.” Se recomienda: la demolición y traslado del actual hospital que denomina “lacra estética.”
Se anota que el “elemento arquitectónico más insólito y absurdo en toda la ciudad es la arcada que
cierra el pequeño parque vecino a la Real Fábrica de Licores…es un elemento falso, a manera de
pastiche” y se recomienda eliminarlo. Se recomienda la restauración del Convento de San Francisco,
las casas de Nariño y de Los Virreyes. Que se fijen límites de altura, se prohíban cerramientos en
ladrillo o bloque de cemento, así como enchapados, construcción de áticos y cubiertas en Eternit o teja
metálica y placa de concreto; que se use exclusivamente el pañete pintado de blanco con el fin de
establecer una unidad ambiental y cromática. Una de las primeras recomendaciones fue el cierre de
la plaza principal a los vehículos y la creación de un “paseo continuo desde el Claustro de San
Francisco hasta el Convento del Carmen. Se propone una zonificación correspondiente a las zonas
de valor histórico, ambiental o arquitectónico y no implantar una drástica zonificación de usos y en
cambio si “dejar la mezcla vitalizadora de las diversas funciones urbanas.” Se hace un estudio de
suelos y diseño de pavimento para la plaza principal y calles de la Villa. Se dice que “como el
34
de Villa de Leyva al sargento Celso Parra Camacho, que tenía una trayectoria de haber
hecho obras en otros municipios, embelleciendo las plazas y con demostración
fehaciente de ser un gran promotor de la comunidad. El sargento Parra, en tal condición,
se posesionó y se puso en contacto con los arquitectos del CPU; y ya una vez resueltas
las cosas relativas a lo que debía ser el ordenamiento urbano, se iniciaron las labores de
restauración de la plaza.93
Cuando la Universidad de Los Andes llegó a trabajar con sus arquitectos, encontró
empedrados antiguos en el costado sur, en el norte, en el oriental y occidental, toda vez
que el del centro de la plaza había desaparecido, y esta se había ido convirtiendo en una
especie de corraleja muy mal tenida en donde había unos arbolitos en pésimas
condiciones. Los ingenieros hicieron un estudio de suelos, y pudieron descubrir que los
empedrados habían sido realizados en tiempo de la colonia sirviéndose de una mezcla
gredosa con humus vegetal que permitía, precisamente, el crecimiento de un abrojo que
rodeaba las piedras; no fue posible emplear esa mezcla, porque eso se fue cuando
existían los esclavos de los españoles y ponían a trabajar las gentes de forma
inconsiderada, pero se empleó una mezcla de arena y gravilla, que se sacaba de la
quebrada de La Palma, que al revolverse con cemento sirvió perfectamente para la
colocación del empedrado de la plaza. Para llegar a la definición de cómo restaurar la
plaza de la Villa, hubo necesariamente una gran discusión entre los arquitectos y se
apeló a la autoridad de hombres muy conocedores de nuestra historia y de nuestras
condiciones de arquitectura y bellezas coloniales, como fueron: el doctor González
Barona, el doctor Carlos Arbeláez Camacho y, luego, el maestro Acuña; entonces, con
el parecer de ellos y de otras muy ilustres personas, se definió que, como decía el doctor
Arbeláez Camacho, al restaurar la plaza había que hacer un cosa que no se notara y lo
que menos se notaba era, precisamente, hacer las cosas como antes; todos estuvieron de
acuerdo, solo que la universidad para darle un poco de movilidad a la plaza y romper un
poco su monotonía de plaza plana, estableció unas ondulaciones que no existían en el
tiempo colonial. De todas maneras, hubo otra discusión: la de si la plaza iba a
convertirse, como todas las plazas del mundo, en una sala de recibo del pueblo, -como es
la del Vaticano, San Marcos, la plaza Mayor de Madrid, el Kremlin, etc.,- o se iba a
dejar eso con arbolitos, jardincitos, fuentecitas y cositas que habían sido, precisamente,
propuestas en el proyecto de remodelación de un arquitecto94ante el Consejo Nacional de
Monumentos, que ya existía y que presidía el doctor Arbeláez Camacho; dicho plano, de
pavimento debe estar de acuerdo con la arquitectura de la Villa se ha decidido un pavimento en
adoquinado de piedra igual o similar al que originalmente llevaron las calzadas” utilizando “toda clase
de piedra redonda o piedra de bola de textura y dureza aceptables” y que además “el tránsito de
vehículos sobre dicho pavimento será restringido o nulo.” En los planos de la plaza principal aparecen
señalados diversos árboles y una jardinera a ras del piso frente a la actual Caja Agraria.
93
En 1952, el Dr. Tulio Jiménez B escribía: “Pretendemos convertir el marco de la plaza en monumento
nacional conservándole y devolviéndole su fisonomía colonial y embelleciéndola por medio de prados
y de arborización autóctona. Proyectamos trasladar a ella el busto de Nariño, y rectangulando la
plazuela que lleva el nombre del Precursor, destinarla para plaza de mercado.” (Tulio Jiménez
Barriga: Emoción de la Villa. En: Huellas históricas. Villa de Leiva. Nº 1, diciembre de 1952. Vol. 1
Bogotá.)
94
El proyecto fue el elaborado por el arquitecto y fotógrafo boyacense Carlos Ulises Salamanca, CAUSA
35
filigranas perfectamente ridículas y ajenas completamente a la severidad colonial, fue
rechazado y aceptado plenamente el plano presentado por la Universidad de Los Andes.
En tal virtud, las obras se iniciaron con un empuje extraordinario porque el gobernador
facilitó toda lo que pudo respecto de maquinarias propias de la gobernación, y recibió la
ayuda del Distrito número1, del Ministerio de Obras Públicas, que colaboró eficazmente
con cargadores y volquetas, etc. El ritmo de los trabajos fue intenso, el sargento Parra
era un gran promotor de las actividades comunales y los campesinos contribuían con un
jornal semanal, que pagaban o venían voluntariamente a trabajar en las excavaciones, en
la movilización de la tierra y en los empedrados de la plaza. Así pudimos, el 31 de julio
de 1966, inaugurar la restauración de la plaza y la complementación del pueblo, en el
sentido de aparecer todo pintado de blanco y verde oliva o, también, algunas ventanas y
puertas que se dejaron en color caoba, pues había casas que tenían colorines rojos o
azules de acuerdo con los partidos; más tarde, se cambiaron algunas verjas de mal gusto,
unos tejadillos que habían de teja de eternit, todavía existe uno en la población pero
afortunadamente se ha ennegrecido y no se nota; pero, de resto era sumamente fácil
restaurar la Villa de Leyva porque era un poblado preservado. El CPU de Los Andes
hizo un análisis extraordinario, como aparece en el plan de ordenamiento, de que era lo
realmente colonial en cuanto a monumentos, casas y edificios; y también que era lo
típicamente republicano, que en Villa de Leyva había sido adoptado en una forma muy
acertada y concorde con nuestra índole. La Villa de Leyva logró tener una plaza que,
cuando vino el poeta mejicano Pellicer, dijo que en las oleadas de piedra de Villa de
Leyva y en su arquitectura circundante, se encontraba toda la severidad del imperio
español; periodistas de muchas partes del mundo, pero sobre todo españoles, que han
venido y que conocen mucho de Hispanoamérica y de la arquitectura andaluza, han
dicho que la Villa de Leyva es el poblado que mejor refleja en el mundo hispánico, la
arquitectura popular española. Las recomendaciones del plan de ordenamiento se han
ido cumpliendo y aceptando; y los planes posteriores han sido un acierto en el sentido de
que han adoptado, esencialmente, el espíritu del mantenimiento de la arquitectura
popular española.
Con relación a conservar o no los árboles en la plaza, sencillamente pudieron más que
los argumentos de la Universidad de Los Andes, que no estaban tampoco todos
conformes, mis argumentos porque les dije: si ustedes señores, logran que en la plaza de
Bolívar vayan a sembrar ahora árboles, yo también no me opongo a que los siembren
aquí en la plaza de Villa de Leyva; pero si dejan la Plaza de Bolívar constituida como
el sitio más agradable en donde uno puede ser más importante que la máquina y que
cualquier otra cosa y poder uno deambular y allá reunirse y expresarse, como una
ágora verdadera, y si algún gobernante en Madrid, en el Kremlin, resuelve que van a
sembrar árboles en la plaza, entonces, yo también no me opongo a que se pongan aquí.
La plaza, a un poco más de estar remodelada, se convirtió en el centro de convergencia
de un espectáculo maravilloso que fue, sencillamente, el de setenta mil personas que
vinieron a formar el partido de Anapo y que llenaron la plaza; entonces, esas son las
plazas, las plazas son el ágora, las plazas son la sala de recibo de los pueblos”. 95
95
Tulio Jiménez Barriga
36
“El proyecto de Carlos Ulises Salamanca era una mole de concreto, un horror; se
aprobó en el Ministerio de Desarrollo y en el concejo se debatió; yo estaba de concejal
con Floro Sánchez, Agustín Neira, Gratiniano Igua y otro poco de gente, y dijimos no; a
Pablito Jiménez le tocó como personero y dijo: eso de cemento no me gusta”. 96
“Cuando yo vine a restaurar aquí, el concejo municipal me pidió un memorando de lo
que, en mi concepto, se podía hacer para mejorar el pueblo y eso me valió que me
tuviera yo que salir de aquí cuanto antes porque, entre otras cosas, yo decía que la plaza,
de acuerdo con las Leyes de Indias con las cuales se había construido esta ciudad, debía
ser despejada para poder efectuar en ella una serie de actos, como los mercados
públicos, las procesiones, las corridas de toros, y eso que no decía de las elecciones
porque andaban en el rey de España; entonces, yo les dije: lo primero es quitar de la
Plaza Mayor todos los árboles que se han sembrado, y me preguntaron si los buganviles
también porque habían unos hermosísimos, frente a la casa de don Juan de Castellanos,
y yo dije: todos, porque la plaza debe ser empedrada y nada más que en el centro una
fuente, que estaba tapada completamente por unos olivares, y por eso la gente se me
echó encima con lo de los árboles y dijeron que yo había venido a hacer un mal
espantoso”. 97
“En la plaza se iba hacer un parque con sus estacionamientos y jardines, un proyecto
del arquitecto boyacense Carlos Ulises Salamanca, yo era el alcalde y el concejo no lo
aprobó; en esas nombraron a Tulio Jiménez de gobernador, él fue el opositor de ese
parque, y trajo al sargento Parra para la empedrada de la plaza, la gente reaccionó y
protestaba porque se habían quitado los árboles.
La plaza se chupó catorce mil seiscientas y pico volquetadas de piedra, según la
estadística que se llevó; salieron del río Sáchica, del puente para arriba y del puente para
abajo; todo el empedrado de aquí es de esa piedra. El sargento Parra hizo el empedrado
hasta la pila y a mí me tocó terminar la plaza, en mi alcaldía, porque después de que
salió Parra, me volvieron a nombrar. Al sargento Parra le entregamos, para iniciar la
obra de la plaza, un auxilio de sesenta y cinco mil pesos que me dio la gobernación; esa
suma la teníamos en la Caja Agraria con la firma del presidente de la Acción Comunal
que era el señor Roque Forero. La mayor colaboración para la construcción de la plaza
se le debe al campesinado de Villa de Leyva; cada ocho día se citaban por medio de la
policía para que ayudaran con un jornal; aquí venían y se reunían unos sesenta o setenta
obreros, un jornal costaba unos tres pesos; ellos venían a trabajar un día en la semana,
para cargar las volquetas de piedra en Sáchica y sentar piedra. Yo calculo que fueron
más de veinte mil obreros para la construcción de la plaza y las calles, y eso duró como
dos años; el sargento Parra inició la obra y me la entregó hasta la mitad de la plaza, yo la
recibí para continuarla de la pila hacia los portales; la gente del campo venía a trabajar
con mucho gusto, también se notificaban para venir a limpiar las calles; en ese tiempo,
las multas se pagaban en cemento, Floro Sánchez lo vendía y me daba el vale que
pagaban.
96
97
Roberto Borrás
Luis Alberto Acuña. q.e.p.d
37
Aquí en la plaza principal se hacían corridas, el municipio tenía al menos unas mil
quinientas a dos mil varas, que se guardaban en el corredor de la alcaldía, y antes de la
fiesta se armaba la barrera; era brutal la cantidad de gente que venía, unos en carro y
otros a caballo y a pie; también, de Venezuela y de Santander venía mucha gente. La
última corrida fue cuando estuve de alcalde y tuve un problema, me pegaron un tiro”. 98
“Vino Celso Parra como alcalde y, para empedrar la plaza, empezó citar a las gentes
de las veredas, cada semana le tocaba a una vereda y los obligaba a venir e hizo ese
empedrado de la plaza y algunas calles. Los árboles los tumbaron, los arrasaron y no
hubo consulta a la comunidad, no se tuvo en cuenta un consenso general, el argumento
era que tapaban la vista de las construcciones, lo último que se había sembrado eran
olivos y buganviles”. 99
“El sargento la principió a empedrar con una plata que había en el tesoro; y a todo el
mundo, a todos los ricos y a todos los pobres, lo mínimo que les sacó fueron diez pesos
o un día de trabajo para ir a cargar piedra, y así se empedró la plaza”.100
“A esa gran plaza una discreta arborización le hiciera desaparecer cierta monotonía
producida por la ausencia total de los árboles legendarios y característicos del panorama
leyvano: olivos, palmas reales, pimientos, conservos, gaques, herrerunes y buganviles
rojos”. 101
“La comentación, cuando lo de los árboles de la plaza, era que no debían haberse
quitado, sobre todo, los cuatro herrerunes que daban por redondo a la pila; la gente
hablaba de eso pero nunca se llegó a decir vamos a oponernos, porque en esa época el
que mandaba mandaba. Dicen que el pueblo antes estaba empedrado; y cuando pusieron
la máquina para rastrillar y levantar ese pasto y poner esta piedra, estaba el empedrado
por debajo”. 102
“A una de las personas que sí se le debe la restauración de Villa de Leyva, es a Tulio
Jiménez; Celso Parra Camacho fue el que empedró la plaza principal, era un sargento
del montón, entendió que limpiar la plaza era tumbar los árboles, nadie protestó; el
sargento salía con dos policías, sacando barriga, a decirle a todo el mundo que había que
pintar, porque la mayoría eran paredes de solares y hacía cumplir la restauración de la
plaza. El mercado se sacó inmediatamente cuando se iniciaron las obras de la plaza y se
fue para la plaza de Nariño, allá duró unos tres años”.103
“El sargento Parra fue alcalde como de treinta y siete municipios, lo nombraron por
asunto de orden público, porque en el tiempo de la violencia había mucho problema; él
llegaba a un pueblo infeliz y hacía parques, cogió mucha fama y lo pedían en todos los
pueblos. En Villa de Leyva era el alcalde cuando la remodelación de la plaza, era la
98
Luis Madero
Vicente Rodríguez
100
Alcibíades Robles
101
N.I. Sáenz, obra citada.
102
Vicenta Ruiz de Bautista
103
Jorge Rodríguez
99
38
única persona que podía llevar a cabo ese proyecto, le prestaron la maquinaria y le
pasaron la cuchilla a la plaza, eso eran los barrancos de tierra y traer piedra del río
Sáchica; el sargento prohibió la entrada a la plaza y había que pagar de multa un bulto de
cemento, eso duraron casi ocho meses empedrando la plaza y todo mundo protestó por
lo de los árboles, pues no quisieron el proyecto de los sardineles y más árboles”. 104
“La plaza era medirla y medirla, como si la plaza creciera; yo conocí una parte
empedrada y otra en tierra; y a los cuatro costados la plaza tenía una zanja por donde
bajaba el agua para surtir todas las necesidades del pueblo, el agua llegaba a la pila y
cogía la ramificación para cada casa, la pila fue hecha por un señor Jesús Alvarez que
imitó la que hizo un señor Leitón. En la plaza había conservos, olivos y herrerunes, el
mercado era los sábados y llegaba trigo y miel, que era toda puentana, veleña y
moniquireña; Leyva ha sido un puerto para surtir para Suta, Santa Sofía, Sora, Cucaita,
Sáchica y Gachantivá”.105
“La pila que hay en el centro de la plaza fue construida, en 1883, por un señor Vargas;
en el año de 1920, alrededor habían conservos y herrerunes y debajo de las matas, el
día del mercado se colocaban los puestos de trigo; el costado norte de la plaza, frente
los portales, también tenía herrerunes y conservos y, en la esquina yendo para el
Carmen, había un herrerún grande y, en el costado sur occidental, otras matas de
conservo; al frente de la Caja Agraria había una mata grande de eucalipto, que para la
empedrada de la plaza se derribó con mucho trabajo”. 106
“…fue remodelada la plaza; los cauchos y los buganviles desaparecieron; eliminaron
las aceras, y se empedró todo con piedra de irregular altura, pegada con cemento y
arena de río. La inmensa plaza castellana quedó convertida en una agobiante desolación,
muy apropiada para peregrinaciones de penitencia. La comodidad ciudadana está
pidiendo que se reconstruyan las aceras, en laja de piedras al natural, de dos metros de
anchura y la reforestación con sus cauchos y buganviles”. 107
“La gente no dijo nada cuando tumbaron los árboles de la plaza, este municipio ha sido
muy pasivo; nadie quería que los tumbaran y mucha gente le insinuó al alcalde que no,
pero él ya tenía órdenes estrictas del gobernador que era Tulio Jiménez; entonces, para
que la gente no fuera a protestar, los árboles anochecieron y no amanecieron. Todo el
mundo, al otro día, renegaba contra el alcalde sargento Celso Parra, el directo
responsable, y la gente comentaba ¡qué lástima, que alcalde tan desgraciado!” 108
“Los árboles del contorno estaban a medio desarrollo, los herrerunes estaban perfectos,
había olivos… y unos buganviles preciosos y cuando eso se arrastró con bueyes, era
como arrastrar un florero por la calle; la gente reaccionó con lo de los árboles, hicimos
un movimiento grandísimo como tres o cuatro días, fuimos con la mamá del gobernador,
104
Germán Zubieta
José Heliodoro Cortés C
106
Gabino Casallas
107
Fray Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva.
108
Agustín Neira
105
39
Anita Barriga, a la casa del gobernador a protestar y rogarle que no dañara la plaza; nos
recibió muy bien pero en las espuelas, nos dijo: les mando los ingenieros y los
arquitectos pero esto se hace; entonces ya cuando hubo la imposición de la autoridad,
como la gente de Villa de Leyva era muy civilista y obedecía totalmente en forma la
autoridad, dijeron es la autoridad y es su capricho, dejemos que lo desarrolle; vi el
proyecto, lo discutimos pero eso ya era una decisión tomada, nos dio muchísima tristeza
a todos, la gente todavía cogía su agua de la pila con cañas”. 109
“Ya después que llegó el sargento Parra, me dijo venga pa’cá… en esas llegó una
viejita y la puso a sacar hasta los marranos de la calle, ese sí hacía todo fuerte y parejo,
ese sargento componió esa plaza grande, hizo de todo: mandó a traer lajas, empedró esas
calles, todo eso muy bonito”. 110
“Eso ya estaba vestido de los conservos, yo los conocí ya en cosecha; ahí era el
sinvergüenciadero de esperar a las aguadoras de noche, tenían que venir a coger agua
con una caña y su chorote; y entonces, se rompió el chorote ahí por ese juego”.111
“A mi papá Anselmo Borrás, el viejo, le dieron la alcaldía y él compuso la plaza, le
puso unos árboles, sembró unos eucaliptos, un cedro que daba flores de madera y
bungaviles en el contorno de la plaza, pero todo eso lo tumbaron porque dieron orden de
arreglar la plaza; las calles Leyva eran empedradas con piedra chiquita y bien
colocadita.”112
“En la plaza habían unos conservos, palmas y olivos muy antiguos y alrededor de la
pila habían ocho conservos muy lindos; ahora da un aspecto de soledad, como de
tristeza; y el tipo de piedra no deja caminar, ha debido ser laja”. 113
“El pueblo ha cambiado muchísimo, la plaza era en tierra y ahí era el mercado
principal, en el centro estaba la pila y habían unos árboles; también había muchos
toches, mirlas y palomas. Todos los leyvanos no estuvimos de acuerdo con el empedrado
de la plaza, el maestro Pérez protestó, pero como aquí nadie ha sido atrevido, no
protestamos”.114
“En la plaza, alrededor de la pila, había unos herrerones y bajo esa sombra, había unos
zócalos en piedra, altos, donde se sentaban las mujeres que iban con sus chorotes por
agua; ahí era la conversación de amor, los negocios de harina se hacían ahí, los viejos
del pueblo ahí se paraban a conversar….” 115
109
Roberto Borrás
Anastasio Guerrero
111
Argemiro Torres
112
Aura María Borras de Paez
113
Aleja Rodríguez
114
Benedicto González
115
Octavio Mendoza Morales
110
40
Mercado
“Todos los viernes muy buen mercado, a que concurren de Vélez y Tunja, y hay
buen comercio. Discúteselo Vélez para que fuese dicho mercado en el lugar del
Santo Ecce Homo; defendiólo don Javier Neira y quedó dicho mercado por la
Villa y a Vélez se le concedió que los lunes de cada semana hiciese su mercado en
dicho lugar del Santo Ecce Homo. Los otros litigios sobre la extensión de la
jurisdicción quedaron por Vélez y por Tunja; esto es, que pretendía la Villa
comprender al Santo Ecce Homo hasta cierta quebrada y esto quedó por Vélez;
pretendía a Chiquinquirá, y esto quedó por Tunja”. 116
“En el mercado mucha cebada, trigo, alverja, haba, fríjol y maíz, de uno y de otro; por
ahí mataban una res y la vendían en el pueblo de Santa Sofía y Suta y Leyva, con una res
había pa’ todos tres pueblos, y se vendían siete huevos por cinco centavos”. 117
“El mercado de la plaza era muy bonito y, la verdad sea dicha, estábamos todos de
acuerdo que el mercadito fuera en la plaza grande; del campo enjalmaban los bueyecitos,
para traer lo que iban a traer y para llevar lo que iban a llevar, y, en ese tiempo, lo traían
a uno a pie limpio desde la vereda, porque no había carro, yo venía descalza, sin
alpargates, dedo al suelo”. 118
“El mercado funcionaba los sábados; de la pila para abajo estaban los puesto de la miel,
que era media plazada de miel; alrededor de la pila era el puesto del trigo y frente al
atrio de la iglesia, estaban los puestos de maíz y cebada; frente al banco, los puestos de
la carne”. 119
“En la plaza todas las tiendas eran de chicha, y en un rincón de la chichería había lo
que llamaban brasero, y allá vendían gallina, almuerzo, chocolate y todas esas cosas; allá
iba toda esa gente que venía a mercado y los de aquí iban a almorzar allá, eso era un
negocionón; el brasero era los sábados nomás para el mercado que era ahí en la misma
plaza; venían de los pueblos vecinos, como Chiquiza, Arcabuco, Gachantivá, a llevar de
aquí para surtir allá; y ya en la noche salían los marranos a hacer el aseo a las calles,
pues eso era mero fango y yerba”. 120
“La vida de la plaza era el mercado, empezaba a llegar la gente a las seis o siete de la
mañana y duraba hasta la una o dos de la tarde; llegaba de todo, llegaba maíz, papa,
yuca, fríjol, haba y la arracacha que traían de Moniquirá, a casco de mula por el camino
de Gachantivá; habían puestos de limonada, de colaciones, dulces de leche, dulce de
duraznos, queso, cuajada”. 121
116
Basilio Vicente Oviedo: Cualidades y Riquezas del nuevo Reino de Granada, 1761.
Andrés Cortés Cortés y Hermilda Cortés de Cortés
118
Oliva González
119
Gabino Casallas
120
Teresa Buitrago. q.e.p.d
121
Jesús Neira
117
41
“Había unos piquetes en la mitad del costado de abajo de la plaza, el dueño era el
difunto don Leandro y la señora María Castillo; vendían guarapo, chicha, cerveza y
fritanga y, hacia adentro, había un corral donde los mercaderes llevaban los burritos y
los encerraban allá, el dueño tenía que pagar centavos, no eran pesos; y donde es el
banco hoy, ahí era la cárcel, unas piezas con unas ventanitas.” 122
“El mercado yo lo conocí desde 1922, cuando venía a pie con mi papá a descargar la
miel que traíamos de Moniquirá; dejábamos desde el viernes por la noche los tercios
amarrados, y el día sábado se colocaba el puesto de la miel en la esquina de doña
Vicenta; más de para arriba, quedaba el puesto del trigo y la cebada, y más arriba ya se
formaba el mercado de las frutas, naranjas, plátanos y de todo”. 123
“El mercado, en lo que yo me conocí, se trataba de trigo, cebada, maíz y sal blanca en
terrones que partían con piedras; no mataban ganado sino Cornelio Russi y unos viejos
de Sutamarchán, que los llamaban los Pispires; en unos caballos ellos traían una carne de
allá, y la gente no compraba casi carne porque en estos campos tenían sus ovejas y sus
gallinas; los arribanos traían mulas y burras para llevar de aquí maíz y de allá traían
papa, de tierra fría, y aquí la gente les vendía manojos de avena pa’ las mulas, sacaba la
gentecita más pobre un tercio de avena y la vendía en cinco o diez centavos”. 124
“La plaza era hasta bonita, tenía sus matas y bastantes árboles pero acabaron con todo
eso, fue cuando empezaron a empedrar. En la plaza era todo el mundo con su puesto,
hasta el mercado de ganado era en la plaza, y había mucha chicha, la fábrica principal
era de la difunta Ascensión Castellanos y para las fiestas del Carmen habían unos
cincuenta toldos que vendían chicha”. 125
“Me acuerdo cuando en el cuadro de la plaza vendían guarapito, el tan famoso guarrús,
que era un producto granuladito y de buen sabor porque venía de un arrocito, y la
famosa chichita que era el licor más importante de la región. Ahí donde hoy existe el
despacho parroquial, existía una cantina; ahí se conocía que vendían papas criollas,
menudencias de cordero y la famosa yuca y el nabito y las rubitas, y de sobremesa era el
guarapito, comidas tradicionales que vendían antiguamente”. 126
“El mercado del ganado era en la plazuela de Nariño, por ahí bajaban todos los días
sábados los campesinos con sus respectivos cerdos”. 127
“La vida en Villa de Leyva se ha mejorado, pero también ha llegado mucha gente que
uno no sabe quiénes son; solo quedamos muy pocos leyvanos, unos ciento cuarenta
nomás, y muchos han regresado ya pobres”. 128
122
María Oliva Hernández Avila
Manuel Rodríguez
124
Julio Edgar Cortés
125
Simón Pedro Pineda Igua
126
Ignacio Fitatá
127
Luis Madero
128
Benedicto González
123
42
“El cambio en algunas cosas ha sido bueno porque el pueblo se ve más de lujo: más
higiénicamente, más aseado, más históricamente, se ve más construido, se ve con más
comunicación, más histórico; o sea está demostrando su historia, según he oído, lo que
nuestros españoles fundaron”. 129
“El record histórico de esto es invaluable y hay otra connotación en este momento, que
en la difícil situación de este país, es lo único que se conserva con una tranquilidad
espiritual, física y humana; sus animales, sus árboles… le indican a uno que acá puede
venir cualquier persona con el síndrome de paz, acá no admitimos violencia porque la
misma topografía lo impide, y el carisma de sus gentes antiguas lo impide; entonces,
esto es un rincón de paz del país que no tienen con qué pagarse”. 130
“Yo no creo que haya deterioro pero, en todo caso, el pueblo recibe el impacto del
turismo, sobre todo si no hay una conciencia turística; el turismo valorizó las tierras, los
locales, las casas. Al principio hubo mucho control en la construcción, eso era un
encanto, porque en ese momento estaba Guatavita; se tuvo en cuenta el plan del CPU y
había arquitectos que colaboraban en las normas básicas que había que cumplir para la
construcción, evitando que se hicieran barrios piratas y se estirara el municipio
demasiado, conservándolo todo como zona histórica y que se recuperara el entorno.
Cuando volví a coger la alcaldía en 1986, ya habían algunas alteraciones porque para
manejar esto hay que conocerlo y, en las administraciones, apareció gente que no tenía
que ver con Villa de Leyva e hicieron los primeros guatavitazos. Los primeros impactos
fueron los de la Caja Agraria, la Normal, el Instituto Técnico y una o dos casas
particulares; pero el primero en interferir en la parte estética, anatómica, fue el Estado
porque estaba en furor el concreto; hasta 1986 las calles estaban perfectas, sobre todo, la
estética de las casas y de los edificios públicos, que era bajo normas básicas muy rígidas
que se cumplían”. 131
Restauración y ordenamiento urbano
“Mi concepto, muy personal, es que las intervenciones que realizó el maestro Acuña
fueron nocivas; es increíble cómo él, teniendo conocimiento histórico y sensibilidad,
transformó todo: basta ver su casa, nos dejó un pastel de estilo dórico, y existe una
orden de Colcultura de que se desmonte esa portada de su casa; 132 esa era una casa
corriente que no tenía mayor incidencia, yo creo que esa casa estaba en ruinas, la
construyó un señor de apellido Daza; Acuña también cogió la casa del Primer Congreso
y la afrancesó completamente, esa era una casita modesta con columnas de madera y la
escalera era por la carrera, también le hizo las arcadas. Esas intervenciones fueron
bastante nocivas porque cundió la idea de que las casas eran ese colonialejo y eso fue un
irrespeto muy grande, tumbar lo original para tener una cosa de orden medio francés; fue
129
María Oliva Hernández Avila
Guillermo Borrás
131
Roberto Borrás
130
132
Ver Anexo Nº 11
43
un pésimo ejemplo y la gente quiso imitarlo, creo que el alcalde de esa época era un
señor Miguel Buitrago, de Gachantivá; Acuña traía unos contratos desde Bogotá, que
los hizo a través del general Gustavo Rojas Pinilla, estando Azula Barrera como
ministro de educación, él venía a ser un ejecutivo.
Mi experiencia de trabajo con Acuña, fue el mural que pintamos en la casa del
Congreso, un mural muy elemental, lo hicimos sobre una base de yeso diluyendo
pinturas naturales: tierras con leche y con agua cola; también vino otro condiscípulo,
Rafael Díaz Picón, excelente; nosotros solamente trabajamos, directamente, en ese
mural; de resto, yo le hacía los dibujos y Acuña los pasaba al muro; en esa ocasión,
tuve un pequeño choque con él, porque le pregunté si eso podía resistir un tiempo
a la intemperie; de ahí que, cincuenta años después, ese mural esté casi destruido.
En el convento de San Francisco han hecho profanaciones, tumbaron lo original; por
ejemplo, había un techito de dos aguas que daba a una de las ventanas del frente
principal y, en la reciente restauración, yo le advertí al arquitecto porque conocía, pero
no quiso atender”. 133
“El maestro Acuña fue un desmantelador de todas las reliquias de Villa de Leyva, yo lo
digo porque tenía un camión, y una vez me contrató para que le llevara una cantidad de
retablos y cuadros de la iglesia de San Francisco, que se los había vendido un cura, a la
casa de Juan de Castellanos en Tunja, uno no sabía el valor que tenían esas cosas; sobre
sus restauraciones, si yo hubiera estado de alcalde, no le hubiera dejado hacer el portalón
ese en su casa de la plaza”. 134
“El patrimonio de Villa de Leyva fue pisoteado, el pueblo se preservó porque estaba
aislado, pero, cuando vino la carretera por Sáchica vino la destrucción; las autoridades
no tomaron las medidas necesarias y vino la avalancha del nuevo conquistador de Villa
de Leyva; entonces, las casonas que estaban como cascarones, con los tejados caídos y
las maderas dañadas pero existían perfectas las puertas, las ventanas, todo estaba
perfecto, fueron remodeladas. El casco urbano era, máximo, unas diez manzanas; eran
los dos polos de las iglesias y a su alrededor, por lo general, una o dos a manzanas; las
casas conservaban los solares y de esas casas pueda que se conserve algo, pero lo más
grave no es que se hayan venido abajo, sino los cambios y la partición: uno se paraba en
una esquina y en la otra no había sino una o dos puertas, ahora hay treinta.
El patrimonio está representado en la herencia de los antepasados, el patrimonio
inmueble fueron las construcciones o la forma de construir que heredamos de esa
simbiosis europea-americana, Villa de Leyva fue un pueblo construido por ese sistema
aportado por los españoles y los indígenas. Cuando la villa se acerca más a Bogota, por
tiempo, llega esa avalancha de gente que quiere tener una casa antigua, entonces los
leyvanos empiezan a vender y, además, les parece muy atractivo que empiece a venir
gente de Bogota porque se considera que el turismo es lo mejor, que es el desarrollo y el
133
134
Antonio Pérez Vargas
Luis Madero
44
dinero; que es mejor que empiecen a aparecer carros, buses y camiones y música en la
plaza, que tener un señor en la plaza durmiendo la siesta en uno de los troncos que
habían, y viene la destrucción: detrás de esa gente aparece, por ejemplo, la gente del
banco; la Caja Agraria se lleva la casa del cabildo, que tenía una fachada con unas
arcadas y ventanas en piedra tallada y unos paredones de adobe, y la cambiamos por
concreto y hierro. Desafortunadamente, nadie ha puesto el pecho y salido a defender ese
patrimonio, el patrimonio se desapareció; acá miraban con gran admiración, el traer una
platica para desarrollar el pueblo a punta de cemento y hierro, mis tíos decían: estamos
colaborando con el pueblo, vinculamos gente y esa persona compra una finca y
reconstruye la casa porque se lleva la carpintería vieja y trae una nueva.
Pero el peor destructor que le llegó a Villa de Leyva fue el maestro Acuña, porque,
cuando le hacen la encomienda de la casa del Congreso, la transforma, se la roba y
vende las puertas y ventanas, y aparece la bendita columna de la esquina que es
invención suya; y lo repite en la fachada inventada de su casa en la plaza principal, la
esquina la recorta; igual sucede con la Real Fábrica de Licores, la destruye. Acuña tenía
un sello personal, donde hacía una restauración, desaparecía, ipso facto, toda la
carpintería: balcones, puertas y ventanas se iban a Bogotá y todos los anticuarios las
compraban.
La casa de Ricaurte tenía un corredor con columnas de madera, un pequeño pórtico y un
zaguán a mano izquierda, el cuarto donde nació Ricaurte y, al fondo, el patio medio
claustrado y, contra el río, la cocina, un cuarto y una letrina tapada por una puerta. Esa
casa fue totalmente transformada, es casi una casa nueva; de pronto dejaron la pared de
la esquina de la carrera.
San Francisco fue una casona muy linda que siempre estuvo en ruinas, su techo caído,
los árboles salían por las ventanas; pero, vino una alcaldía de Próspero Morales y
aparece Luis Morales Gómez, el tal gestor del Banco Popular cuando Rojas Pinilla, que
viene con muchos abolengos y eso a los leyvanos los obnubiló; entonces, se inventan la
figura del comodato; y como el concejo y la alcaldía se manejaban a punta de trago y eso
era firme aquí, en una de esas le entregan la casona para el hotel y el solar de atrás para
que haga una fábrica de cerámica, ahí están los vestigios, y trae unos ceramistas
mexicanos que tienen una pésima influencia sobre los ceramistas nuestros, eso viene a
repercutir en Ráquira con el centro artesanal y se acaba el caballito de Ráquira.
Este pueblo debe manejarse de manera diferente para rescatar y defender el patrimonio,
que quiten ese estilo llamado leyvano, el guatavitismo, que nada tiene que ver con la
arquitectura de Leyva; el campesino que construyó esto fue un campesino español, un
agricultor, aquí no llegó gente noble ni de sangre azul; eso del noble, del marqués, es un
mito, eran campesinos agricultores; en el campo, ahora los que llegan, lo primero que
hacen es la cerca y la tapia, nunca vimos las cercas, el campesino nunca cercó”. 135
“Las casas eran partes blancas, amarillas, partes de color ladrillo, adobe a la vista, el
puro color de la tierra pisada, y mi papá resolvió pintar el pueblo de blanco; después con
135
Octavio Mendoza Morales
45
el tiempo, la gente se fue acostumbrando y empezó a pañetar y cosas de esas. Mi papá y
el gobernador tuvieron muchos problemas por eso, creo que fue en el primer gobierno
de Octavio Patiño Roselli, mi papá se quejaba y el gobernador le dijo: tranquilo que yo
lo respaldo y si es el caso, le mando tropa. Por lo que más protestaba la gente era porque
los obreros que pintaban, como los vaciaban y amenazaban, pintaban las puertas de
blanco. Mi papá hizo otras obras; en esa época, el parque de la casa del Congreso era
una tapia a medias y la gente lo usaba de baño, mi papá la picó y quedó solo el potrero;
el parque de Ricaurte también fue idea de él, dejó la puerta sin reja, y otro alcalde lo
continuó; eso era un potrero donde jugaban fútbol y tejo, y el tamaño es por la piedra
que tiene debajo el parque”. 136
“Esta arquería fue levantada en el siglo XX, no con la intención de introducir un
falso colonialismo, sino que respondió a la necesidad de cubrir un espacio abierto,
conjugando la unidad arquitectónica que debía existir entre dos edificios históricamente
importantes, para lo cual un simple paredón no hubiese sido lo más indicado, sino el
aprovechamiento de un elemento tradicionalmente histórico en la ciudad, como es la
columna dórica romana, es decir toscana, sustentante de una arquería de medio punto,
cuyo antecedente histórico se halla en los soportales de la mansión de don Juan de
Castellanos…”137
“Yo remodelé el parque de Ricaurte, que era todo con lanzas que salieron de los fusiles
de la casa de Ricaurte, le puse la reja, lo reconstruí y le hice la cancha de básquet;
también, hice el parque de los arcos, atrás de la casa del Congreso, y como todas esas
lanzas del parque de Ricaurte se las estaban robando, las pasé ahí ”. 138
“El parque de Ricaurte tenía árboles rodeando toda la plaza; habían conservos del lado
de San Agustín, abajo tenía un cedro nogal, un pomarroso y, de repente, fueron
talándolos y fueron desapareciendo; como en el año setenta y cuatro ya transformaron el
parque”.139
Calles140
“José Raimundo Russi, hizo los primeros empedrados de Leyva que eran en laja”. 141
136
Germán Zubieta
N.I Sáenz, obra citada
138
Luis Madero
139
Fermina Gómez
137
140
En 1638, el alcalde Sebastián de Mayoral, por orden del Cabildo, inicia el empedrado de las calles y
“aderezo de puentes.” Posteriormente, el célebre Dr. José Raimundo Russi, nacido en 1816 en el Valle
del Ecce-Homo y fusilado en Bogotá en 1851, siendo alcalde de la Villa hace empedrar las calles y,
según parece, la plaza principal. Existe también la versión que la empedrada de la plaza sólo fue un
proyecto.
141
José Heliodoro Cortés C
46
“Hacia los años veintes en las calles solo había tabaco, marrubio, barbasco, estramonio,
higuerilla y en la noche, salían los marranos a hacer el aseo; el pueblo eran pocas calles,
había una que llamaban la calle de los Tramposos porque decían que la gente que fiaba o
debía, corría puallá ligero y se escapaban pa’ coger pa’l campo; otra, era la calle
Caliente y la calle del Silencio, yendo pa’las monjas del Carmen; había casas de paja, y
después hubo un decreto que echó a tumbar una casa que había en la plaza de Nariño y
otra en Girardot, porque las cuadras tenían sus nombres: La Picona, Girardot, El Reposo
y la Esquina del Chisme, ahí en la plaza principal. Como no habían abierto calles, todo
eran solares y nadie compraba un solar por lo pequeño, nadie parcelaba, nadie medía por
metros ni nada, el área como estuviera se negociaba”. 142
“Otras calles: la de Juan José Neira, la del Silencio (calle 15, carrera 9) por ser muy
tranquila; la de la Real Fábrica, la de San Juan de Dios (en San Francisco); de los
Fundadores, subiendo de la plaza principal al costado sur del parque de Nariño; la
del Árbol, abajo de la plaza de mercado, que se llama así por tener el árbol más viejo
y uno de los más altos de la Villa; la del Carmen; del Olvido (calle 13) porque por ahí
llevan los difuntos al cementerio; de Don Antonio Nariño, donde queda la casa de
Nariño; de San Francisco; del Mesopotamia; de San Agustín; y de Los Virreyes
donde está ubicada la casa de Los Virreyes” . 143
“Yo inicié los empedrados de las calles; la primera fue la del Carmen; la segunda, la
Caliente; y la tercera, la de la subida al Duruelo; cuando eso me sacaron de alcalde y se
inició la obra de empedrar la plaza. Había un empedrado antiguo en la calle de la Real
Fábrica y un personero trajo un buldózer y arrancó todo eso para echarle recebo, también
habían otras calles con ese empedrado antiguo”. 144
Iglesia Parroquial145
“ La Iglesia Parroquial, llamada desde la colonia Catedral, se empezó a construir en
1608 sobre planos del arquitecto Rodrigo de Alvear y reformas del arquitecto
italiano, padre Juan Bautista Celuchini. Trabajaron en su construcción el maestro
Hernando Laitón, el pintor Bernabé de Posada y el decorador leyvano, operario de
142
Teresa Buitrago q.e.p.d.
Testimonios diversos
144
Luis Madero
143
145
“La iglesia parroquial es de las mejores fábricas y bien ornamentadas, y lo más de su ornato se
debe a la devoción de don Javier Neira, que es el principal benefactor de ella y del lugar. Tiene
cerca de 50 varas de largo y 24 de ancho, con dos capillas inmediatas al presbiterio, cuyo crucero lo
quisieron imitar en Chiquinquirá, pero no pudieron.” Basilio Vicente Oviedo: Cualidades y Riquezas
del Nnuevo Reino de Granada, 1761.
Existieron otras capillas, como la de la Inmaculada Concepción que fue construida en 1612; no se
conocen sus ruinas y sitio donde fue levantada; la capilla de Santa Bárbara fue proyectada en 1600
y parece ser que se pensaba construir en el solar detrás de la Catedral “…en el solar que tengo
por encima de la casa de Francisco Ordóñez…que debe tener cuarenta pies de largo por
veintidós de ancho…” (Protocolo de la Villa de 1614)
47
la Catedral de Tunja, Francisco Velásquez. Inicialmente, el templo parroquial “fue
muy humilde,”con techo de paja y, en 1599, el cura don Diego Manjares “contrata
con el indio albañil Domingo la reparación del Templo: quitar la paja, poner teja
y atracar los muros.” En 1604, el Cabildo contrata, en Santafé, al maestro Rodrigo
de Alvear para construir un nuevo templo de sesenta varas de largo por once de
ancho, en forma de cruz latina, todo en mampostería, con cubierta de madera y
teja de barro. La mano de obra se contrató en dos mil patacones, la carpintería
por quinientos y los materiales y herramientas en mil trescientos. El remate de
adjudicación recayó en el maestro Gonzalo Sosa, que hizo los planos iniciales; estos
fueron corregidos por el arquitecto jesuita Juan Bautista Coluccini, y el Cabildo
contrató la construcción con el maestro de Galicia, Hernando Laitón, por la suma de
mil patacones de veinte y cien de oro corriente. Parte del dinero fue recolectado
dentro de la comunidad y por el Cabildo a través del Procurador. Las maderas
empleadas se trajeron de los bosques cercanos y de la zona de Monquirá; tal vez,
de la actual vereda de Llano del Árbol.
En 1612 el templo está casi en ruinas y con el fin de iniciar las nuevas obras, se
traslada provisionalmente, en 1618, a la iglesia de San Agustín. En 1627, el
maestro Cristóbal de Morales dirige la obra y, posteriormente, en 1637, la bóveda y
el techo de la capilla de Las Nieves –costado sur-, el interventor es el alcalde Pedro
Sarmiento. Figuran con auxilios: el arzobispo de Santafé, Fray. Bernardino de
Almanza, quien fue enterrado en el templo en 1633, y dejó un auxilio de doscientos
patacones, un ornamento, cáliz y vinajeras, que desaparecen en 1927; el capitán
gallego, Pedro Núñez de Losada, financió la capilla norte, al lado del crucero. El
templo fue inaugurado en 1665 y el archivo parroquial se inició desde 1631, el
libro número uno firmado por el cura Melchor Ramírez de Figueredo. En 1803, sobre
la plaza, al costado norte del templo, se construyeron siete tiendas de propiedad y
para renta de la Cofradía del Santísimo Sacramento; en 1883, el obispo de Tunja,
Severo García, cede “en pleno derecho y a tiempo indefinido,” la Parroquia a la
Orden Dominicana y los dominicos la reciben en propiedad, en 1886, pero sin casa
cural.
La iglesia parroquial fue cementerio hasta 1816, pese a que existía la Cédula Real
del 3 de abril de 1787, que ordenaba que los cementerios estuviesen ubicados fuera
de las poblaciones; en 1816, el capellán castrense, Luis Villabrile, exigió su
cumplimiento y, a partir de 1821, por disposición del visitador eclesiástico Juan
Agustín de la Rocha, se sitúa“en el solar al costado sur del templo con capilla
para funerales y bóvedas.” Este cementerio ocupó el solar a lo largo de la iglesia,
detrás de las cinco tiendas que daban sobre la plaza, hasta 1829 cuando se pasó al
Barrio San Juan de Dios, arriba de la actual plaza de mercado. En 1936, el
párroco Jacinto M. Báez pavimenta la iglesia con baldosín y construye el atrio de
cemento y piedra.
En 1949, el Capítulo Provincial, en vista del deplorable aspecto de las tiendas sobre la
plaza, ordena vender un solar al oriente del templo y con su producto, construir sobre
la plaza. (…) Ante la dificultad para tal venta, en 1950, el Provincial Fray Alberto
Ariza, con la aprobación del Concejo, ordena al Padre Vergara demoler la antigua
48
construcción al oriente del templo y con los materiales construir en dos pisos sobre
la plaza; el lote libre por la demolición debe conservarse para huerta del Convento.
Conventuales: Padres Prieto, Vergara, Enrique y Jacinto Báez y Hermano Rincón.(…)
En 1953, se termina la construcción del nuevo edificio y en 1957 se hace refracción
interior y exterior del templo. En la catedral se celebraron los despojos de: Antonio
Nariño, Fray Bernardino de Almanza, Arzobispo de Santafé146; también allí se celebró
la misa de instalación del Primer Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva
Granada, misa celebrada por el Diputado de Popayán, Andrés Ordóñez y Cifuentes”.
147
“El primer cura fue el santafereño don Juan Hermoso y posteriormente fueron
don Jerónimo Sandoval (1587), don Sancho Ramírez de Figueredo y su hermano don
Melchor Ramírez de Figueredo (1596); este último fue propietario de cinco
estancias de ganado”. 148
“En la catedral se conservan varias pinturas importantes, entre ellas un cuadro de
San Francisco Javier, de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, y un cuadro de las
Animas, de Jerónimo Acero; asimismo, cuadros con las imágenes de San Juan de
Dios, Nuestra Señora de Belén y Nuestro Señor de Monserrate, procedentes de la Casa
de los Hospitalarios.
En los años sesenta, se le hicieron “reparaciones con cemento” al frontis de piedra.
El piso del interior era en ladrillo tabón y fue reemplazado por baldosín y “el atrio
severo, que estaba cubierto de laúdes sepulcrales, con inscripciones y escudos de
personas notables de la Colonia, quedó sepultado bajo una capa de cemento,
“para hacer juego,” como decía el sepulturero, con la gradería”. 149
“La iglesia de la parroquia no fue pintada en el tiempo que yo la conocí, después ya
vino otro reglamento y le quitaron los pañetes, que eran antiguos y le echaron cemento y
otras pinturas. La casa parroquial tiene dos partes, antes era de un piso y yo conocí eso
con piezas en arriendo y unas partes para comida; yo lo ayudé a demoler hasta el
despacho viejo y fue en una sola etapa; esa casita, en el frente hacia la plaza, no tenía
alero ni canes sino unas hiladas que se llamaban de fragüe porque iban esquinadas, el
tejado tenía el ondulado y la gotera caía a la calle; cuando quitaron esos paredones de
tapia pisada, la pared tenía ochenta centímetros y quedó de sesenta, se perdió la estética
del tejado y ya no es lo que llama la colonia, sino es una cosa moderna.
146
Ver Anexo Nº 11 : Fray Bernardino de Almanza
Fuentes: Testimonios, Archivo, Archivo parroquial y Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora
de Leiva y Los Dominicos en Colombia.
147
148
“Hijo del veleño don Gaspar Ramírez de Figueredo y doña Luisa de Torres , quien estuvo casada
con Gonzalo de Peña, gobernador de Caracas. Melchor fue propietario de la Hacienda ganadera (con
400 animales) de Igua, en Gachantivá y además “ dueño de una casa, de dos estancias de ganado
vacuno y de una de pan; 300 cabezas de ganado vacuno, 100 yeguas, 6 caballos, 300 carneros; dos
estancias en Turca.” Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva.
149
N. I. Sáenz, obra citada
49
Hacia el parque de Nariño, eso era también de un solo piso; bajo las bases habían
entierros de gente, habían cabezas de difunto, se encontraban los cuerpos secos, la cara
exacta, todo intacto; no se encontraban cajones sino pedazos de camillas y al moverlos
se despedazaban, se les veía todo, otros ya estaban pelados de la misma humedad que
era la que deterioraba eso, y no se supo qué se hicieron porque no había preocupación
por eso.
La casa de para dentro era todo moderno, la gente no hizo oposición ni nada porque era
lo que mandara el párroco, que fue el que hizo esa construcción de dos pisos con
materiales naturales de ahí y la gente colaboraba; nos tocó ir a dar como veinte días de
trabajo para que se hicieran las mismas casonas y le pagaban a uno tres pesos; pero
como habían gentes delicadas, como los papaes de uno, entonces la patriarcada de la
abuela mía vino y dijo: padre, tengo un muchacho, que era mi persona, y el padre
Vergara, dijo: mándemelo; y como todavía me ganaban los adobes, pues, eran unos
adobes de cuarenta centímetros por veinte, me pusieron a hacer bardas y mi abuela,
viendo la gratitud de que me habían dado trabajo, dijo: padre, le voy a dejar este
muchacho veinte días para que ayude en la construcción de la casa, y así yo di los
veinte días consecutivos trabajando sin ganar un peso; después, ya vinieron varias gentes
a ayudar hasta que se formó todo, pero la casa cural antigua era más bonita y tenía piso
en tierra”. 150
“Otro daño fue la construcción de la casa cural, no está de acuerdo con la arquitectura
de la iglesia, hubo muchas críticas, pero como los curas mandan.... igual pasó con las
campanas y los cuadros; habían cuadros grandísimos de Gregorio Vásquez y Ceballos,
me acuerdo que mi madre decía: estos cuadros eran de Vásquez; las pantallas que eran
muy bellas, al bajarlas para limpiarles el polvo no volvieron a aparecer; don Floro
Sánchez siempre peleó por todo eso; habían, también, unos santos antiguos muy bellos,
por ejemplo, el Señor del Huerto que mi madre vestía por tradición en Semana Santa;
pero ¡oh sorpresa! cuando, tiempo después, fuimos a sacar el santo para vestirlo y
vemos un mamarracho horroroso, moderno y terrible; entonces, mi hermano preguntó
por el santo, que había regalado mi abuela, y le respondieron: ese lo cambiamos por
este porque ya estaba muy viejo”. 151
“Cuando era chinche nos contrataban para cantar villancicos en la parroquia, y una
noche en que jugábamos escondidas, nos metimos en una claraboya que había en un
pasadizo en la sacristía y vimos un cajón de difunto y una momia bien seca, uniformada
de azul y rojo, tenía charreteras, quepis y botas, ¡quién sabe si serían los restos del
general Nariño!”. 152
“En la iglesia hay un sitio conectado con la nave central por el patio principal, en la
esquina del patio había una puerta y entraba uno a un patiecito pequeño, yo estudiaba
ahí; un día llegó un zuro ahí y le dije al padre: déjeme darle un flechazo a ver si lo
150
Félix Torres
Aleja Rodríguez
152
Agustín Neira
151
50
cogemos vivo, lo cogimos y montamos el negocio con el curita de los zuros; un día,
buscando la zura me subí al tejado y encontré que los techos formaban un cuadro, había
un hueco de cuatro metros por cuatro totalmente sellado, y estaban las ruinas de una
escalera viejísima. Después, un fara comenzó a matar los zuros y buscándolo vi que se
metió en el encielado, me fui con la linterna y comencé a seguirlo, caminé como treinta
metros y llegué a la iglesia y encontré un hueco con unos adobes sueltos, me metí y vi
una cantidad de cajones seguidos, cogí una caja y le pegué el tirón y no olvidaré:
tenía un cadáver con una espada y una cruz en las manos; destapé otro ataúd y lo
mismo, todo eso estaba lleno de muertos. El hueco, me dijo el cura, era porque en la
violencia allá se escondían para salvarse, y que gente que había llegado herida y luego
había muerto, la habían enterrado ahí; una vez, buscando una lámpara, encontré también
una cantidad de calaveras, las cogí, las organicé y las puse en fila”. 153
“Hace como siete años que estaba trabajando con los curas, por detrás de la iglesia, y se
sacó el ataúd de Nariño: estaba vestido completamente con las botas, tenía manillas de
oro, espuelas de oro, tenía las charreteras, el quepis, los escudos y los solo huesitos; y el
cura por allá mandó a traer gente, vinieron y se lo llevaron de aquí para Bogotá, el ataúd
completo”. 154
Iglesia del Carmen
“El padre Páez que era capellán aquí, de 1830 a 1850, fue el que hizo la iglesia, él se
entusiasmó y consiguió que el municipio cediera la calle155 para hacer el templo, el
municipio cedió con la condición de que no se eliminara la calle del todo; entonces las
monjas compraron estos terrenos donde está la plazuela, se tumbó una casa con huerto
que había, y se hizo la plazuela que es de las Hermanas del Carmen, ellas tienen las
escrituras.
A mí me tocó restaurar las dos iglesias porque, en el mil novecientos treinta y pico, le
habían puesto una bóveda de yeso que tapaba el artesonado a la iglesia de Mamá Linda;
153
154
Germán Borrás
Alcibíades Robles
155
“Las monjas carmelitas consiguieron la calle contigua al Monasterio y compraron las casas del
frente para erigir su iglesia. Su Capellán y benefactor, Fray José Joaquín Páez, fue su propulsor.” N.I.
Sáenz, obra citada.
La obra se inició en julio de 1845 y se terminó en diciembre de 1850. Inicialmente se presentaron
varios proyectos. “No encontrando lugar para construir la iglesia, el P. Páez dijo a la Madre Priora:
pida a Dios que se signe manifestar el lugar donde quiere que se haga la iglesia. La Madre le
contestó al día siguiente, que había cumplido su mandato y que había visto una iglesia muy hermosa
construida en la calle pública inmediata al monasterio … la iglesia quedará con todo el largo y ancho
que se quiera, porque se comprarán las casas de enfrente y quedará así, además de la anchura
para el templo, una plazoleta. Y el Templo se construyó en la calle (…) Se hicieron convites para
transportar la piedra…” Pablo Desantiago. C.M.F: Membranzas de la Villa. Tip. Voto Nacional,
Bogotá, 1929.
51
lo mismo a la del Carmen, le habían puesto un cielo raso falso que estaba pintado con
los colorines que había promovido entonces Pintuco y, también, se le habían aplicado a
las paredes de la iglesia. La iglesia de Mamá Linda no tuvo altar dorado, yo destruí todo
eso y puse los cuadros antiguos que estaban dentro del monasterio, habían puesto un Vía
Crucis de yeso y saqué el de las monjas, que es ese de papel, y lo mismo el crucifijo, el
cuadro de Mamá Linda se ha conservado tal cual; sin embargo, hace unos años le
pusieron un vidrio antireflectivo, el lienzo se conserva mucho mejor que el de
Chiquinquirá, inclusive, para mí, está mejor ahora que antes, atribúyalo a causas
naturales o sobrenaturales, en eso no entro yo, pero está mejor. Como la iglesia era en
tierra con esterilla y las pulgas, dizque, eran una cosa espantosa, hacia 1930 le pusieron
baldosa, que fue cuando la trajo Cemento Samper de Bogotá, yo la quité y puse el
ladrillo; quería el ladrillo rosado que era el original, pero en ese tiempo no hubo quién lo
hiciera.
El robo de la corona de la Virgen fue hacia 1959, el ladrón entró por la puerta de madera
que da a la plazuela, la rompieron con una cosa eléctrica, subió al altar, rompió el vidrio
y se robó las joyas; el ladrón estuvo preso en el Barne pero eso era imposible recuperar,
la corona tenía, por ejemplo, una amatista que era una de las joyas que le había dado el
arzobispo Mosquera.
La capilla pequeña del Carmen nunca tuvo un altar dijéramos barroco, colonial, era
una capilla pobre; de lo primitivo conserva las imágenes que fueron traídas del
monasterio de Bogotá cuando la fundación, eran quiteñas: la Virgen, Santa Teresa y San
Juan de la Cruz. Las obras de arte que había dentro del monasterio, están prácticamente
todas en el Museo del Carmen; cuando lo fundé, me prestaron en consignación las
carmelitas de Bogotá los cuadros, el de Santa Teresa se devolvió porque lo reclamaron
con el fin de restaurarlo y dejarlo en Bogotá, pues, en el 2006 celebran el cuarto
centenario de la fundación”. 156
“La estatua de la Virgen que está en la plazoleta, fue traída de España en 1911, y fue
hecha por un escultor sevillano. Mi abuela me contaba, que ella reunió a ciertas señoras
y entre todas aportaron huevos para vender en el mercado y con esa platica, con huevos
de a centavo, llegó esa Virgen”. 157
“Fray Joaquín Páez Murcia era capellán de los dominicos, y como no había convento
de curas, entonces también le decía misa a las monjitas del Carmen; cuando estaba él fue
la renovación de la Virgen, y dijo: ¿qué hago con este lienzo?, hay que hacerle una cosa
bonita, entonces hizo un arreglo con el Concejo y se tomó la calle, porque la capillita del
Carmen era pequeñita, y le hizo la iglesia a la Virgen Renovada. La plazoleta del
Carmen fue donada por fray Joaquín para restablecer lo que se quitó, pero que fuera de
las monjitas, y se formó ese rincón tan hermoso del Carmen”. 158
156
Padre Rafael Eugenio Mejía
Octavio Mendoza Morales
158
Aura María Borrás de Páez
157
52
Convento del Carmen
“Con el fin de construir el convento, el sacerdote español don Francisco Rincón
Rosquillo donó parte de sus bienes en 1633,159 la española Isabel de Fuentes apoyó
la fundación con catorce mil pesos, joyas y muebles; asimismo, Fray Bernardino de
Almanza160 quién murió en la casa de don Francisco Rincón Rosquillo, ubicada en
el “recinto que hoy ocupa el coro alto del Carmen.”161 Fray Cristóbal de Torres162
apoyó ante la corte del rey el proyecto del monasterio y Fernando IV expidió, el 31 de
diciembre de 1642, la cédula real que lo establecía. “La Orden Carmelitana tomó
posesión del Convento el 8 de abril de 1645. Algunos miembros de la familia del
benefactor, don Francisco Rincón Rosquillo, fueron nombrados Patronos del
Monasterio, con administración de bienes, capellanes que debían ser de su
familia. A la muerte de don Francisco, sus herederos fuéronse quedando con sus
principales haciendas hasta verse reducida la casa a un estado, no de pobreza,
sino de mendicidad”. 163
“En 1634, el presbítero Francisco Rincón entrega su casa de habitación a las
Hermanas y junto con la priora, dan poder a la priora de Santafé y al procurador
real para “que obtengan del Presidente don Sancho Girón, protección y ayuda para el
nuevo monasterio.” El Cabildo envía, a Santafé, una comisión compuesta por los
alcaldes Juan Núñez de Tena y Alvaro de Lara, el regidor Juan Fernández, el capitán
Pedro Núñez de Losada, Juan Cediel y Sebastián de Mayoral, a suplicar que se
mantenga la fundación.164El 31 de diciembre de 1642 sale la Provisión Real y Cédula
de Felipe IV, que se reconoce y obedece en 1645 y, en 1652 , entran en clausura las
hermanas”. 165
159
Acaudalado vecino de la Villa; “tales bienes consistían, según el inventario, en la casa de
habitación con solares y huertas; una hacienda de caña en el vecindario de Moniquirá con sus
servicios de trapiche y seis esclavos para el trabajo; dos haciendas de ganado mayor y menor;
dos terrenos para sembrar trigo, maíz y garbanzos, con 22 yuntas de bueyes y 30 yeguas para el
servicio y las trillas; un molino de trigo; una fragua y cinco jumentos; otras casas y solares en la
Villa y las casas para los capellanes. Dos casitas con solares, hornos y ramadas para la cal, reja
y ladrillos; dos órganos, el uno de 350 pesos de costo y el otro, de valor de mil pesos, que lo
tenía arrendado a la Iglesia Catedral de Santafé, “más otra multitud de cosas.” Igualmente, una
renta de 2.000 ducados anuales.
160
Murió en la Villa de la peste llamada Santos Gil, Almanza se había hospedado y falleció en la casa
del Presbítero Rincón a la edad de 55 años. Ver anexo: Fray Bernardino de Almanza
161
N.I. Sáenz, obra citada.
Nacido en Burgos España en 1573. Fue arzobispo de Santa Fé en 1634.
163
Ibid., nota 161.
164
Fuente: fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva.
165
Fuente: Archivos y N. I. Sáenz, obra citada
162
53
“En 1819, Simón Bolívar visitó el monasterio y al darse cuenta de la pobreza de las
monjas, ordenó166que les dieran un auxilio de cien pesos mensuales y, en 1821,
Santander les impuso la obligación de mantener y sostener una escuela. En 1834,
llegó de capellán el dominico Fray José Joaquín Páez Murcia, que asumió la
capellanía hasta 1870, y luego el monasterio le vendió dos solares, ubicados en el tramo
oriental del actual convento de las Carmelitas, para construir la casa del capellán;
cuando las religiosas fueron expulsadas del convento, el 18 de febrero de 1863, se
refugiaron en esa casa hasta el 27 de mayo de 1870, fecha en que regresaron a su
monasterio; en 1876, se nombra a Fray Saturnino Gutiérrez O.P. como capellán del
monasterio y ejerce sus funciones hasta 1911.
“En el temblor de 1825 se desplomaron varios tramos del claustro y el convento
tuvo que ser reconstruido, durante siete años fue convertido en cuartel 167 y la corona de
oro, tachonada de esmeraldas y diamantes de la Virgen de la Renovación, fue
robada; en el convento se conservan dos pinturas de Vásquez de Arce y Ceballos”. 168
Convento de San Francisco
“Fue fundado por los franciscanos en 1614 y en el permanecieron hasta 1821; luego,
fue ocupado por los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios169 y“en permuta que
se perfeccionó más tarde entre la Parroquia y los Hospitalarios por terrenos de éstos
que se destinaron al cementerio viejo,”170 funcionó allí el hospital, llamado de San
Francisco, que fue decreciendo por falta de auxilios y quedó abandonado.
En 1575, durante la primera fundación de la Villa, ya existía el Hospicio de San
Francisco pero duró muy poco tiempo; en 1596, se elevó una súplica a la Real
Audiencia para la fundación del Convento de San Francisco y, en 1613, el capitán
Juan Pérez de Salazar, habitante de la Villa y encomendero de Sáchica, ofrece
para su fundación sus casas y eleva solicitud al Cabildo de la Villa y se funda el
convento en 1614. Nunca tuvieron doctrina, para la época estaba asignada a los
dominicos; fray Pedro Simón escribe, en 1626: “No tiene ahora (los Franciscanos)
166
“Cuartel General de Leiva, a 25 de septiembre de 1819 –Al señor Vicepresidente de las
Provincias libres de la Nueva Granada- He visitado en mi tránsito por esta Villa el Convento de
Nuestra Señora del Carmen, y me he informado de la escasez y miseria a que están reducidas estas
pobres religiosas por falta de fondos. Para aliviarlas he dispuesto que de la renta de
aguardientes de esta Villa se les contribuya mensualmente con 100 pesos, entre tanto restablecen
sus rentas a un pie que les pueda proveer subsistencia. Y lo participo a V.E. para su inteligencia
y cumplimiento. Dios guarde a V.E. muchos años”. Bolívar
167
Inicialmente, el alcalde resolvió convertirlo en cuartel, pero esta determinación nunca se llevó a
cabo; luego se sugirió la posibilidad de destinarlo a una escuela de niñas, lo cual tampoco se llevo a
cabo por una fuerte oposición de las carmelitas. El Convento quedó abandonado. Según parece, las
Hermanas construyeron un arco, que comunicaba el coro de la iglesia con la casa.
168
N I. Sáenz, obra citada
Ver en Salud: hospital
170
Ibid., 168.
169
54
doctrina alguna, por haber sido su fundación tan tarde, y tener los indios de su
comarca asignados doctrineros. Tiene de ordinario seis religiosos moradores, y a
veces ocho, que con las limosnas que los vecinos, por su mucha devoción, les
ofrecen congrua sustentación”.
En 1821 se ordenó entregar la Iglesia de San Francisco para Vice-Parroquia; entre
1829 y 1837, fue hospital manejado por los Hermanos de San Juan de Dios, y en
1875 fue restaurado por el español José María Gutiérrez de Alba, se estableció allí
el Centro de Estudios Agropecuarios,171que fue cerrado cuando Gutiérrez de Alba se
retiró de Villa de Leyva. El convento y la Iglesia quedaron abandonados y, en 1888,
fue restaurado por las Terciarias dominicas, que lo sostuvieron hasta 1944; después se
le adjudicó al Colegio de Boyacá.
En 1954, se inició otra restauración y se remodeló el ala occidental para el nuevo
hospital. En 1969, la Empresa Nacional de Turismo “prospecta una nueva
remodelación y lo adapta para una Hostería Turística, en asocio de la Compañía
Turística de Boyacá S.A”.172 En 1990, el municipio lo entregó en comodato a la
Fundación “Colegio Verde de Villa de Leyva,” que tuvo ahí su sede de trabajo;
finalmente, Monumentos Nacionales inicia la restauración del convento y la termina
parcialmente en el año 2000, año en que el municipio, bajo la alcaldía de Germán
Sánchez Pereira, lo destina para Centro Cultural Municipal.173
“En los años treinta, la casa era así como está y la iglesia era muy bien arregladita, la
manejaban las monjas terciarias, las mismas de San Agustín; tenía cuadritos de la Virgen
y de San Antonio, oíamos tocar las campanas y la gente iba a esa misa; el hospital
también lo manejaban las monjitas”.174
“En la capilla de San Francisco, cuando estaban las monjas, también habían cuadros
muy lindos; seguramente cuando cerraron el hospital arrasaron con todo”. 175
“Del convento de San Francisco no se conservaba más que el claustro principal; el
claustro entrando al fondo y toda la parte de atrás la hizo Luis Morales Gómez, cuando
cogió eso como hotel; y existía, donde estaba la cocina, una ramada que era como
pesebrera del convento y allí estaba el horno donde los frailes hacían el pan, no existía
más en esa parte.
La capilla tenía un altar dorado e imágenes; y dicen las malas lenguas, que eso
empezaron a negociarlo los anticuarios, entre ellos solía venir por esa época, Jaime
Botero y el maestro Acuña. La iglesia, inclusive cuando estaba Morales, tenía cosas
171
José María Gutiérrez de Alba, en el Centro de Estudios Agropecuarios, publicó una cartilla sobre
agricultura y ganadería y se dedicó al fomento y cultivo del olivo. Importó de Sevilla, España,
variedades de olivos para la producción, como las de los Umaña, en Sáchica y la de Corredor, en
Monquirá (en “el Infiernito”)
172
Archivo y N I Sáenz , obra citada
Archivo y testimonios
174
Aura María Borrás de Páez
175
Aleja Rodríguez
173
55
antiguas: el confesionario, la pila de agua bendita, una pila bautismal, una imagen de
vestir de la Virgen que había en el camarín, algunos candeleros, unos armarios”. 176
“Cuando fui concejal se dio la recuperación del convento de San Francisco, el pueblo
animó a Robertín Borrás para que recuperara eso que estaba perdido, porque un alcalde,
Próspero Morales, le concedió eso a Morales Gómez y llegó el tiempo y no entregaba,
quería apropiárselo”. 177
“La recuperación de San Francisco fue el primero de abril de1982, yo era el alcalde; el
gobernador estaba alarmado con lo de San Francisco, era un problema grave perder un
monumento, una joya. El Municipio había hecho un contrato de arriendo por doce años
con Luis Morales Gómez, el señor sólo pago los cuatro primeros años, la suma era siete
mil quinientos pesos anuales, hizo su hotel ahí, trajo hasta el obispo de Tunja y
manifestó que se quería quedar con el convento; pero como no volvió a pagar, el
municipio le inició varias acciones para que devolviera el bien, -entonces aparecieron
contratos hechizos por todas partes, fotocopias, adulteraciones- y en enero1982, el
nuevo gobernador me dijo: estás resuelto a hacer una cosa, esto no puede pasarse del
primero de abril porque se pierde, y le dije: pues yo me le mido a la cosa, y con el
pueblo empezamos a prepararnos para la recuperación. El primero de abril el pueblo se
tomó San Francisco, yo entré como alcalde con la policía a ver qué era lo que pasaba,
eso fue a las nueve de la mañana y a las tres de la tarde ya tenía todas las oficinas en la
capilla, menos la notaria. Después se me vino el mundo encima, ellos movieron cielo y
tierra para quedarse con el bien; eso era un bien del municipio, y con los procesos que le
entablaron al municipio y al alcalde, se levantó el juicio de pertenencia hasta llegar a
Mosquera, pues después de los agustinos el convento había pasado al Municipio.
Los bienes del municipio se arrendaban porque eran bienes que amenazaban ruina, era
una arquitectura muy costosa de mantener, y en el caso de San Francisco, al salir el
hospital de ahí, se podía caer; entonces los municipios daban esos inmuebles en
comodato, para que alguien los salvara aunque pagara un arriendo barato y, en realidad,
Luis Morales salvó la edificación. Recuperar los bienes y dejar la evidencia era muy
importante, yo me le medí a la cosa, tuve auto de detención y me lo cambiaron por el
pueblo; como alcalde estuve veinte meses pegado a once procesos penales, el municipio
no tenía abogado y me tocaba de mi plata porque el presupuesto del municipio era
irrisorio, nueve millones al año, y había que presentar un pueblo para el futuro; fui a
juicio y salí libre en noviembre del 1984. Al pasar la alcaldía allá, se desarrolló ese lado
de San Francisco, hicimos un estudio de la plazuela que era en tierra, hicimos el puente
y se defendió ese entorno que era tan lindo”. 178
“Eso fue un error que hubo al ceder San Francisco al doctor Morales Gómez, la ley
prohíbe que se enajenen los bienes públicos por más de cuatro años; sin embargo, lo
hicieron por doce pagando la mísera suma de siete mil pesos anuales, y el contrato decía
176
Padre Rafael Eugenio Mejía
Benedicto González
178
Roberto Borrás
177
56
que si bilateralmente no se cancelaba, se declaraba prorrogado por otros doce, eso era
con el fin de tener la propiedad a los veinte años. A mí me tocó, en el concejo, cuando
se hizo el rescate, protestó la gente pero yo la moví, la movió Robertín Borrás, y me
acompañaron todas las noches a cuidar allá para que nadie se posesionara, con ser que
primero nos mandaron un capitán con un piquete de policía de Tunja y les dijimos:
bueno, pasarán sobre nosotros pero aquí no dejamos pasar a nadie, porque ustedes no
tienen la razón y saben a qué los mandaron, el capitán no nos pudo decir nada; después
vino el hijo de Morales, con el guardaespaldas y ametralladora, les fue mal ese día, casi
les incendian el carro y les dieron coscorrones; ellos quisieron hacerse a eso a cómo
fuera lugar”. 179
Convento de San Agustín
“Asignan algunos historiadores a San Agustín fechas anteriores a la existencia de la
Villa, lo cual es imposible,180por lo que sólo resta aceptar que su fundación se efectuó
entre los años de 1582 y 1595, fecha esta última en la cual ya existía prior; cabe
señalar que el primero, Fray Mateo Delgado, correspondió dirigir la fundación del
convento de la Candelaria en 1604. En 1603 fue establecido en el convento de San
Agustín un colegio181 con el fin de formar los novicios, pero que, según memorial del
padre Mallot dirigido al rey, también se había formado para que los hijos de los
vecinos estudiasen. Para el año de 1618 ya estaba edificado el templo del convento, y
durante algunos años se utilizó en reemplazo de la iglesia matriz, mientras se hacía
el nuevo edificio. Continúa sirviendo a la comunidad hasta el año de 1835,182 cuando
pasa a ser propiedad del Gobierno. En 1856 la Asamblea de Boyacá lo cede al
municipio, y este a los dominicos, para regresar nuevamente a poder del Estado en
virtud de la desamortización promulgada poco después”. 183
“En 1856 el Cabildo de la Villa, con aprobación de la Asamblea Legislativa del
Estado Soberano de Boyacá, cedió, a los Dominicos, a perpetuidad el Convento e
Iglesia con la condición de establecer en el edificio una escuela para niños
(Escritura Nº 112, octubre 11 de 1859). En 1859, el padre Páez Murcia no acepta la
condición, “la asamblea impone cuota anual de doce pesos para la instrucción. El
Delegado apostólico expide tres decretos: el primero faculta al Provincial para
179
Agustín Neira
180
Napoleón Ignacio Sáenz afirma en su obra que fue “construido en 1573 por Vicente de Requejada,
ermitaño agustino, capellán de Nicolás de Federmán, muerto en Leyva en 1575”.
181
El convento fue, en 1603, centro de estudios de religión y ciencias eclesiásticas al cual llegaron
estudiantes de Santafé y Cartagena, y estuvo habitado por la comunidad agustiniana hasta 1821.
182
Como consecuencia de la ley del 28 de Julio de 1821, del Congreso de Cúcuta, y los decretos
posteriores sobre supresión de las Comunidades Menores y apropiación de sus bienes para
establecimientos de educación, el convento pasó a ser propiedad del gobierno y quedó abandonado en
1837.
183
Alberto Corradine Angulo, obra citada
57
aceptar la cesión de San Agustín; el segundo, erige el Convento de Reforma con
noviciado y estudios, bajo el título de Beato Martín de Porres; el tercero ordena
cerrar todo otro noviciado en la Provincia. El Cabildo asume la contribución anual
y libra al convento de esa obligación y el 11 de octubre de1859, el Personero, don
Antonio Morales, otorga la Escritura Nº 122 que legaliza la cesión de San Agustín a
la Orden de los Predicadores; el 31 de diciembre, el Provincial con su Consejo
reunido en la misma Villa, declara erigido el Convento y en 1860, se inaugura el
convento.184” Así, durante dos años, los dominicos se alojaron allí; en 1861, se
suprimió el convento de los dominicos y estos se trasladaron a la casa del capellán
del Monasterio de La Martinica, ubicado en el costado sur de la iglesia parroquial.
En 1872, el padre fr. Saturnino Gutiérrez fundó allí, el Colegio del Sagrado
Corazón, que fue clausurado en 1876 como consecuencia de la guerra civil. En 1877,
las señoritas Umaña y Buitrago tomaron en arrendamiento el edificio y fundaron el
Colegio de Nuestra Señora de Lourdes. En 1880, el padre Gutiérrez fundó la
Congregación de Dominicas Terciarias y, en 1884, esta comunidad regentó el Colegio
del Sagrado Corazón. En 1884, los revolucionarios ocuparon el convento y
desalojaron a veinticinco religiosas, quienes se refugiaron en la casa del capellán
del Monasterio del Carmen y, luego, en la de don Pedro Martín Páez hasta 1886.
Posteriormente, el padre Gutiérrez refaccionó el convento y las Terciarias volvieron
a ocuparlo; en 1888, el Cabildo de la Villa lo cedió a las Terciarias y su colegio
funcionó hasta 1944, cuando las Terciarias se retiraron de Villa de Leyva. Después se
adaptó para la Escuela Normal, en 1942-44, 1953-55 y 1962-64 se le añadieron
tramos de construcción nueva”. 185
“Conocí la capilla de San Agustín, pero ya no tenía el altar primitivo que debió tener;
lo único antiguo que se conservaría es la imagen de San Agustín que está en el Museo
Religioso de El Carmen, es de 1624. Había un altar de madera, conservaba el jardín de
la sacristía que era donde es el garaje al lado de la capilla, ahí no había puerta ni nada,
porque, en ese tiempo, el sacristán cultivaba las flores para el altar”. 186
Convento de los Dominicos
“En 1640 fray Antonio de Mora y fray Joaquín Malcón, conventuales de San
Francisco, fray Francisco de la Villa Real y fray Cristóbal de Bolaños Zambrano,
conventuales de San Agustín, contradicen en el Cabildo la pretensión de los Dominicos
de fundar convento en la Villa, y los secunda el Procurador don Felipe de Otálora. En
octubre, el Cabildo traslada el asunto al Presidente del Reino para que decida lo
que mejor convenga”. 187
184
Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva y Los Dominicos en Colombia
Fuentes: Alberto Corradine, N.I.Sáenz, Fray Alberto Ariza
186
Padre Rafael Eugenio Mejía
187
Fr. Alberto E. Ariza: Los Dominicos en Colombia.
185
58
“En 1859, fray Benedicto Bonilla, fundó el Convento de Dominicos bajo el título de
Beato Martín de Porres, que funcionó hasta 1884. Ese año, fray Saturnino Gutiérrez188
edificó el convento contiguo a la iglesia parroquial, con noviciado y estudiantado…
Cuando ya estaba concluido el edificio, con todas sus instalaciones y dotaciones, se
declaró Casa Filial de Tunja; el noviciado y estudiantado pasaron al de Chiquinquirá.
Se trató de restablecer ese convento en Leyva, pero a poco murió el padre Gutiérrez,
y ya en 1912 trasladaron a Chiquinquirá los laboratorios, biblioteca y gabinetes… En
un tramo del convento se instalaron en los años sesenta las Hermanas Nazarenas
Dominicas, con el propósito de establecer para clases populares un Instituto
Politécnico Femenino que llevará el nombre de San Martín de Porres”.189
“Donde está el convento de los dominicos, ese era el cementerio primitivo; cuando
estuve aquí, en el año cuarenta y siete, habían unas chicherías y la construcción era de
un solo piso frente a la plaza, eso lo tumbó el padre Vergara y construyó el actual
convento de dos pisos; y el padre Prieto, que era párroco, fue el que puso a funcionar
esa casa como colegio para el pueblo; eso duró poco tiempo porque su sucesor, aunque
era pedagogo, se aburrió y cerró el colegio”. 190
Museo de Arte religioso
“El museo comenzó en la sacristía de Mamá Linda, que era en un segundo piso, donde
hoy es la portería del monasterio, eso estaba por fuera de la clausura, era un saloncito
largo que tenía escalas por dentro. El museo se inició hacia 1950, un padre carmelita le
pidió a las monjas algunas obras marianas y las cuidaban los novicios; al poco tiempo,
los novicios se trasladaron a Sonsón a seguir sus estudios y las monjas les regalaron
algunas de esas cosas para continuar con el museo; allá recogieron algunas cosas más,
que son las de menos valor, y cuando se cerró el seminario de Sonsón, los trasladaron a
Bogotá y se trajeron esas cosas. Me enteré que eso estaba guardado en cajones porque la
casa no tenía lugar para exponer eso, hablé con el provincial y le dije que: el lugar para
eso era Villa de Leyva, allá va el turismo y se ve que va a aumentar con el tiempo, es un
lugar propio para el museo, y la mayor parte de las obras de valor eran originarias de
Villa de Leyva; entonces, me autorizó a recoger eso y lo tuve guardado en los salones
un tiempo hasta que construí donde es el museo, porque ahí era un solar, y se abrió al
público. Todavía hay mucha cosa guardada porque no hay espacio, lo que hay está muy
amontonado, y el resto está guardado pero no he conseguido la ampliación con la
comunidad; conseguí hace pocos años, del Ministerio de Transporte, una asignación de
188
“Saturnino Gutiérrez, párroco en 1865, se refugia en una casita que queda al frente de las monjas, era el
párroco de las monjas; esta casa era la casa cural de los dominicos pero como los sacaron, la abandonaron,
él se puso a vivir cerquita de las monjas, al frente, mejor dicho, donde hoy es el convento de los padres
carmelitas y entonces, después él construye el convento de los padres dominicos, funda el colegio Antonio
Ricaurte, trae todo lo indispensable para los experimentos de física y química y además, en 1875, funda
las Terciarias Dominicas, allá en San Agustín.” Tulio Jiménez
189
190
N.I. Sáenz, obra citada.
Padre Rafael Eugenio Mejía
59
ciento treinta y cuatro millones de pesos para ampliar el museo y acabar de construir el
ala que hace falta para cerrar el claustro del convento, pero la comunidad se opuso y
hubo que rechazar la ayuda que, después, se la dieron al Santo Ecce Homo”. 191
Museo Acuña
“Para los leyvanos está abierta la puerta gratuitamente pero no vienen, vienen algunos.
Me di cuenta que, siendo una ciudad eminentemente estudiantil, no tenían una biblioteca
y abrí la mía, venía el profesorado y el alumnado, me firmaban una boletica donde decía
sobre qué materia iban a investigar y yo buscaba el libro, eso me quitaba mucho tiempo.
Un museo es un motivo de atracción turística, la gente viene aquí a ver cosas y yo los
atiendo si preguntan por mí”. 192
Patrimonio artístico
“Aquí existieron muchas joyas, muchas antigüedades, y venían gentes que sí sabían de
su valor, las compraban por cualquier cosa y se las llevaban; hubo un señor Amaya, que
había puesto una droguería, y se llevó una gran cantidad de objetos antiguos. Donde está
la capilla del Carmen había un altar tallado en madera, lo mismo que en San Francisco,
nunca se supo qué pasó con eso; igual sucedió con muchos objetos de la Catedral, los
saquearon. Hubo una época, entre el cuarenta y el sesenta, que fue de saqueo; venían y
compraban a escondidas, cargaban y trasteaban de noche, no existía una valoración del
patrimonio y no hubo quién estorbara o dijera esto es patrimonio de Villa de Leyva, no
se lo lleven; a Floro Sánchez, los dominicos llegaron a odiarlo porque fue el único que
tuvo la entereza para defender el patrimonio histórico de Villa de Leyva; el padre
dominico Enrique Báez, que fue historiador, también saqueó las reliquias antiguas que
habían; creo, además, que fue el que se llevó la partida de bautismo de Juan José Neira
de Gachantivá”.193
“Aquí estuvo, por los años cincuenta, un abogado de apellido Montejo que compraba y
vendía antigüedades, fuera de que en su casa tenía cosas maravillosas conseguidas en
todos los pueblos de Boyacá, y los curas le vendían lo que él quisiera. Hubo un sacristán
del Carmen llamado Narciso, persona muy buena, que en una forma muy ingenua le
vendía todo lo que él le pedía, los padres ni las monjas se daban cuenta. Cuando murió,
su esposa tenía en la casa una gran porción de cosas que se despreciaban en la iglesia, y
Montejo le compró todo y nunca le pagó nada. Por ese estilo hay muchos personajes
ilustres, decentes, que en esa época se llevaban todo de los conventos y de las iglesias de
Boyacá, pues no existía una clara conciencia sobre el patrimonio y, desafortunadamente,
los curas tampoco tenían una formación artística que les permitiera valorar las obras de
arte”.194
191
Ibid.
Luis Alberto Acuña. q.e.p.d.
193
Vicente Rodríguez
194
Tulio Jiménez B
192
60
“Los cuadros y la parte ornamental de las iglesias de Villa de Leyva, los anticuarios de
Bogotá los empiezan a reducir,195aparece Botero, Giraldo, etc., saquean Gachantivá,
Santo Ecce Homo, la parroquia de aquí; lo que dijo Floro Sánchez es cierto: todo
desapareció, los curas decían que iban arreglar la iglesia, la cerraban y negociaban con el
anticuario, cambiaban los cuadros y el campesino no se daba cuenta porque siempre
había un cuadro, así terminó todo en colecciones privadas. En el convento de las monjas
carmelitas conocí muebles valiosos, un escaño supuestamente de la época de Colón, hoy
no hay nada. Las campanas de la iglesia, las bajaron y estuvieron metidas en un
volkswagen, el carro lo alcanzaron a parar en Sáchica, eso fue en el año sesenta y dos
más o menos”.196
“¡Ah campana de Villa de Leyva!, era la que más cantaba, se oía hasta Iguaque; en
Roma, hay una que casi le iguala, pero no dizque le iguala; el padre Gutiérrez la hizo
traer de Moniquirá de donde un difunto Eustaquio Díaz”. 197
“Existió la mejor campana, daba un tono que repercutía hasta el Alto de Tiparuco, eso
era famosísima; y nosotros de chinos, gozábamos tocándola y hacíamos dúos y tríos con
las tres campanas: le sacábamos como unas danzas, unos sones… pero, cuando había
una fiesta mayor, algo solemne, era cuando sonaba la grande; ¡ave María, qué pasó!, un
lujo de campana, y la iglesia tenía mucho adorno, mucho candelabro, eran doce en plata,
no se sabe qué pasó con eso, desapareció”. 198
“El patrimonio más importante de Villa de Leyva era la campana, no la había en toda
Colombia; los repiques eran unos toques lindos que a cualquiera le alegraban el corazón.
Una campana se llamaba San Pedro Claver; la otra, Santa María de Nuestra Señora del
Rosario de Villa de Leyva; la San Pedro Claver fue la que se perdió en el año sesenta y
siete; se la bajaron del campanario, no aparece por ninguna parte: ni rota, ni vencida, ni
pedazos, ni esa cuestión. Cuando teníamos el escándalo de la campana vino un español,
que trabajaba en asuntos de herrería también, y me dijo quiénes podían saber de esa
vaina. Yo soy mayor, soy viejo, y nadie de los copartidarios, de los contemporáneos
míos, ninguno da razón de esa campana.
Eran unas campanas que se oían hasta el alto de Tiparuco, al sur, hasta Sáchica y Santa
Sofía; la oían perfectamente, cuando daba las doce, en Cane que eso queda ya tapado
con el cerro; se sentía hasta la montaña donde sale uno de Arcabuco pa’rriba, donde
llega uno a la planada. Cuando repicaban a misa, se sentían los toques perfectamente,
hoy no; es que hasta el catolicismo se ha perdido por ese motivo, ya no concurre la
misma gente que concurría en esa época; cuando los campesinos sentían la campana
decían: y vámonos a misa, todo el mundo iba a misa, de aquí del valle, de Santo Ecce
Homo, del Muelle.
195
Para más información ver: La villa siglo XX, Convento de San Francisco.
Octavio Mendoza Morales
197
Alfonso Maximino Bautista q.e.p.d.
198
Manuel Gaona q.e.p.d.
196
61
Con esa campana fue bautizado Antonio Ricaurte, fue el entierro de don Antonio
Nariño que vivió aquí en Leyva, en la época que lo mandaron a destierro de Bogotá,
recién pasada la guerra de los patriotas, de España con el Nuevo Reino de Granada; con
esas campanas fueron sepultados grandes personajes de Villa de Leyva, como fue el
general Noé Guerra, doña Paulina y Noé Ferro, y siempre que doblaban con la campana
grande decía uno: murió un pesado; cuando moría una persona de baja categoría, era con
la campana segunda; las chiquitas, esas existen ahí todavía, eran para iniciar los repiques
que eran dos, se llamaban el bilongo y el otro.
Las campanas eran casi de la fundación de Leyva; fueron hechas en las minas de cobre,
en una vereda llamada el Altillo, de Moniquirá;199 allí las fundieron revuelto con la plata
que fue sacada de las minas de Villa de Leyva. Mi papá me manifestó que, a esa mina
vinieron unos italianos y sacaron para unos candelabros de plata; esos candelabros se los
llevó, por allá en 1954, un cura Roa y los mandó replatiar en Bucaramanga para
venderlos: doce candelabros en pura plata, en figura de pata de perro, de trípode; había
hisopos, vinajeras y los platos de las vinajeras, todo eso era en plata, todo eso se perdió,
se lo robaron. Todo se lo han llevado, hasta los restos de Nariño.
Aquí hubo un viejito, don Esteban Hernández, fue a reclamar a los curas qué había
pasado con la campana grande y le pegaron una vaciada y le dijeron, que nadie venía
mandar en la casa de ellos, que qué tenía que averiguar lo que no le importaba. Aquí
199
“A tres leguas y media casi al N.O de la Villa de Leiva quedan las minas de cobre, cuyo
laboreo formal ha emprendido una compañía de capitalistas granadinos....Para ir a ellas hay que
trasponer el Alto de las Minas (…), ricamente dotada de árboles...poco antes de llegar a la cuesta se
halla el naciente pueblo Las Quebradas, que es una fracción del antiguo Gachantivá (…) El
descubrimiento de estas minas se debió a la casualidad, pues se refiere que corriendo unos cazadores
detrás de un guardatinajo, allá por los años de 1750, llegaron a la orilla izquierda del río
Moniquirá, y perdida la presa entre los peñascos amurallados de la ribera, repararon que las ocas
fronterizas sudaban una sustancia verde, que llamaron "humo de esmeraldas", de la cual recogieron
cierta cantidad y la llevaron a Velez, donde examinadas por prácticos declararon ser muestras de
criaderos de cobre muy ricos. Juntáronse varios, denunciaron la mina, que tomó nombre del
inmediato río, y comenzaron a trabajarla, calcinando la roca a fuerza de grandes hogueras, para
facilitar el trabajo de las barras, pues en aquellos tiempos en que, según la tradición, gobernaba el
arzobispo-virrey Goingorsa (1782), valía una libra de pólvora 4 pesos, y no podía pensarse en
taladros. Bajo este sistema bárbaro continuaron labrando la mina con mucho provecho, hasta que
la guerra de la independencia vino a paralizar la empresa, en términos que cuando los señores
Montoya y Compañía de Bogota, y Lorenzo y Compañía de Antioquia, se unieron para tomarla el
año de 1842, se hallaban cegados los antiguos socavones y perdido el rastro de las vetas principales
(...) Los trabajos de esta mina se hacen inevitablemente por el sistema de pozos y galerías al través de
las areniscas cuarzosas (...) Tres galerías encontramos abiertas y corrientes. La principal de ellas
perfora el cerro por su base y la portada se halla a ocho metros sobre el lecho del río donde hace un
salto (...) La ganga del mineral es el cuarzo que se presenta en filones numerosos, y de tal manera
variado desde el hialino cristalizado hasta el arenoso cargado de arcilla y mica... a estas masas
cuarzosas acompañan granos y aun nidos de pirita de cobre, indicando con su abundancia o escasez
las del cobre sulfurado y cobre carbonatado (malaquita) (...) La riqueza del mineral sacado de las
vetas comunes varía desde 45 hasta 16 por ciento, dando un promedio de 25 por 100 de un
hermoso cobre amarillo (...) Hay otra galería de explotación en lo alto del cerro que prolongada unos
120 metros , solo ha ofrecido vetas de malaquita concrecionadas, y a veces cristalizada (...) ( El
director de la mina es Bernabe Villafrade)" (Manuel Ancizar: La Peregrinación de Alpha).
62
ninguno de los grandes gamonales, de los principales, ninguno reclamó nada, el único
que quiso reclamar por eso fue el finado Floro Sánchez y lo tildaron de loco”. 200
“La campana grande, esa dicen que la bajó el cura Báez”. 201
“Se robaron una campana grandísima que se llamaba María del Rosario, la tocaban
cuando había un muerto; ¡cuántos negocios hicieron con esas cosas!, se enriqueció el
maestro Acuña, el dueño de la casa de la esquina, con las joyas de las iglesias que se las
compraba a los curas, yo trabajé con él y por eso lo digo”. 202
Cementerio 203
“El cementerio era arribita de donde hoy es la plaza de mercado, lo que está cercado en
adobe; eso se acabó por allá en el 1917, imagino yo, porque cuando nací ya lo habían
bajado”. 204
“El cementerio viejo era arriba, conocí las bóvedas hechas en cal y unos trabajados
muy bien hechos ya de decoración; eso eran siembros de unos dueños que decían que
habían comprado el cementerio, la mamá de la señorita Teresa; y al otro lado, había una
casa de paja y por el lado del Duruelo, otras casas de paja pero ralitas y los pilonones de
lotes”. 205
“El cementerio eso era un monte, era como un potrero donde no hacían el aseo hasta un
día que se pusieron a limpiar y a sacar polverera: vereda de Sabana, vereda de Roble,
vereda de Capilla, de todas las veredas... Entonces ya entró el cura que hizo componer
todo eso bien bonito y ahora sí tienen sus casitas pa’ que los entierren ahí y los metan
debajo de tierra”. 206
Hoteles y pensiones
200
Jesús Neira
Luis Madero
202
Alcibíades Robles
201
203
El cementerio fue inicialmente en la Iglesia Parroquial (ver Iglesia Parroquial, “catedral”). En
1829 el nuevo cementerio se construye, con fondos del distrito, en el sitio del antiguo Hospital de
San Juan de Dios (arriba de la actual plaza de mercado), y se señala una zona especial “para los
infieles”. En 1884 se exhuman los restos y se traslada al sitio actual, en la vía que conduce a
Gachantivá viejo, y ese mismo año se ordena cercar el cementerio de los virulentos en la Sabana del
Cane y otras veredas. Para mayor información acerca de los cementerios de los virulentos ver capítulo
sobre salud.
204
Jesús Neira
Felix Torres
206
Anastasio Guerrero, “El Alcalde burras”
205
63
“En esa época estaba el hotel de los Castellanos, de la señora Eloísa Castellanos, y no
tenía nombre, estaba en lo que hoy es la casa de Aleja Morales; otro, el de Elvira de
Madero; y mi mamá daba alimentación y posada a gente de confianza, porque todo el
mundo no se podía tratar en esa época; ya cuando Rojas Pinilla declaró esto museo
colonial, de ahí para acá empezaron a montar hoteles”. 207
“Aquí había un hotel de las tías del Chato Castellanos, ellas acabaron el hotel y no había
dónde hospedarse la gente; entonces mi mamá, Elvira de Madero, creó el hotel; eso fue
del año cuarenta y dos hasta el setenta. Acá venían negociantes porque se producía
mucho trigo, cebada, maíz, entonces mi mamá empezó a dar alojamiento y alimentación;
y los sábados como venían personalidades, allá iban a almorzar; mi mamá empezó a
mejorar las piezas y las camas, era una cama muy de primera con tres o cuatro cobijas, y
como nosotros teníamos rebaños de ovejas, toda esa lana la utilizaba en la hechura de
colchones y cobijas que le tejían en Suta”. 208
Hospedería Duruelo209
“Ahí donde está el Duruelo no había nada, eso era una tierra insípida, unos pedregales
del municipio; y dicen que se la dejaron para fortalecer el municipio”. 210
“Eso eran terrenos que el municipio cedió voluntariamente al hotel para los curas, para
ellos tener alguna renta”. 211
“Antes de que se construyera el Duruelo, ese era el sitio donde todos los domingos iba
mucha gente y cortaba leña. La idea de darles eso era a cambio de que hicieran algo útil
para la Villa, aunque inicialmente no iba a ser hotel. Eso se hizo también con el fin de
favorecer la microcuenca de San Agustín; quince años después, me llevé la sorpresa
de que se había recuperado ese peladero y de que sí había valido la pena”. 212
“Los padres carmelitas me solicitaron que les cediera ese terreno, y yo le dije al padre
Constantino, que era el de esa época: pase una solicitud y la estudio y convoco al
concejo y así fue; tuvo varias sesiones en el concejo y se aprobó la entrega del terreno.
Como el municipio no tenía linderos claros y no sabía de quién eran los terrenos, porque
esto tenía muchas estancias y arrendatarios, entonces el concejo aprobó que se le cediera
de los Potreritos para acá -arriba había un pozo muy bueno, el célebre pozo de los curasy se le entregaron los terrenos a los padres carmelitas para que funcionara una casa de
207
208
Jesús Neira
Luis Madero
209
Ubicado en un predio de cuatrocientas cuarenta hectáreas en los cerros, arriba del Duruelo, adquirido
por el municipio por “prescripción extraordinaria del derecho de dominio,” en 1968. Escritura:
protocolización Juicio de Pertenencia; Alcalde, Próspero Morales Barrera; Personero, Antonio Pérez
Vargas.Notaria 2, Tunja. Nº 68, enero 26 de 1968.
210
Felix Torres
Jesús Neira
212
Germán Borrás
211
64
retiro de ellos, eso no era para hotel. Yo les entregué el terreno, inclusive, yo no conozco
el Duruelo, el padre Constantino me dijo: Luis, tienes que asistir a la inauguración de la
primera piedra, le dije: claro padre, con mucho gusto voy; pero no me invitaron”. 213
“La entrega del Duruelo no fue discutida; después, se hizo una segunda cesión y
ampliaron la que habían hecho; luego ellos compraron una parte, lo que era del difunto
Jenaro López, de la quebrada de San Agustín hacia el norte pasando la quebrada, eso
costó dos mil pesos. Yo estaba en la presidencia del concejo esa vez, y, un padre,
incluso, disgustó conmigo porque la cesión no incluía el pedazo que queda abajo contra
la quebrada, lo pedían para una guardería; yo le dije que lamentaba mucho, pero que este
municipio mientras regalaba con una mano, con la otra pedía limosna y ya se les habían
hecho dos cesiones y no se podía más. Eso era para una casa de retiros y me parece, que
el concejo nunca le cambió de destinación a eso. Como era para bien de Villa de Leyva
la casa de retiros, la presa del Duruelo creo que se hizo cuando se construyó el hotel; no
hubo protesta, todo el mundo estaba complaciente, y poco a poco se acabó la quebrada,
era un agua pura”. 214
“Nosotros en el Concejo aprobamos la donación al Duruelo, y después la venta de otra
parte; en el principio ellos pedían cuatro fanegadas y les dimos ocho”. 215
“Se le cedió un gran terreno al Duruelo, fue un obsequio del municipio de Villa de
Leyva, porque yo he oído decir que alguna gente dice que: gracias al Duruelo vive la
Villa de Leyva, entonces, yo me pregunto ¿qué fue primero, la gallina o el huevo?; es
lamentable la actitud de ingratitud. Yo no era partidario de que le entregaran el terreno
al Duruelo porque, antes, había una oportunidad muy buena para el municipio, por parte
de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de hacer una escuela experimental de recursos
naturales y eso, para mí, era una maravilla; entonces, yo había hecho un juramento de
que no firmaba eso y, tal vez por eso, me cambiaron como personero; eso era para fines
religiosos y no para explotación hotelera”. 216
“Y nos fuimos a hacer el Duruelo, eso empezó como en el setenta. Yo estuve poniendo
la primera piedra para el Duruelo y conseguimos gente y se arborizó todo eso; ahí yo
duré cuatro años, les enmaderé los salones de la cocina, les hice los plateros, la parrilla,
los baños; después volví, hicimos el otro Duruelo, el segundo, la parte de arriba, y
después hicimos otro pedazo,¡eso todavía lo están construyendo!”. 217
“Inicialmente se pensó en casa de retiros, y la primera escritura que hizo el Municipio
fue como casa de retiros. Un padre español, el padre Constantino, recibió la escritura y
en tres años no hizo nada; sembró unos eucaliptos apenas, que después tuve que tumbar
porque los había puesto en frente donde es el edificio; entonces, me mandaron a mí. Me
puse a estudiar bien la cuestión y vi que era un inconveniente lo que estaba pasando; en
213
Luis Madero
Agustín Neira
215
Roberto Borrás
216
Mario Antonio Pérez
217
Alcibíades Robles
214
65
primer lugar, la escritura estaba mal hecha, estaba a nombre de Padres Carmelitas y
resulta que, en Colombia, también hay dos ramas de padres carmelitas: los que llamamos
de la antigua observancia o calzados y nosotros los teresianos, que somos reformados
por Santa Teresa, que llaman en España descalzos; entonces cualquiera podía reclamar y
somos totalmente independientes. Hubo que reformar la escritura, poniendo el nombre
que está registrado jurídicamente en el Ministerio de Justicia, Orden de Carmelitas
Descalzos. Otra cosa era que el terreno que nos daban era muy restringido, subía hasta
la acequia, donde está el primer tramo; de ahí para arriba, continuaba siendo del
municipio. Cuando el municipio nos ofreció eso, pedimos las escrituras y nos dijeron
que no había, hubo que hacer un juicio de pertenencia y, como no reclamó nadie, quedó
a favor del municipio y este desglosó y nos hizo las escrituras. La primera escritura que
recibió el padre Constantino iba hasta la toma; entonces, viendo los inconvenientes que
podían presentarse para la construcción de Duruelo, y que el sitio mejor para construir
era la parte alta y no la de abajo, le pedí al municipio que me concediera más terreno y
hubo mucho problema con eso, no aceptaba el concejo; entonces dije que nos íbamos a
hacer esta obra a Santandercito, donde nos regalaron un terreno con una casa muy
grande que no era más que adaptarla, e inmediatamente el concejo dijo: no, el porvenir
de Villa de Leyva está en lo que van a hacer ustedes, pero con una condición; que no
solamente sea para retiros sino también para impulsar el turismo y otra clase de
actividades que la comunidad crea conveniente. Anulamos la escritura anterior y me
hicieron una nueva con todas esas precisiones, esto fue en 1969.
Estábamos buscando un lugar para hacer esa casa aquí en Villa de Leyva, y la persona
que nos dijo que hiciéramos la obra allá en Potreritos, fue Tulio Jimenez Barriga.
Subimos a verlo y nos gustó y se empezaron las gestiones. Esos terrenos, el municipio
se los había ofrecido a la Universidad de los Andes para hacer no sé si una facultad o
algo así, y no los aceptó porque no había porvenir en Villa de Leyva, según ellos;
después, se los ofrecieron al Foyer de Charité, una institución de caridad francesa.
Cuando empecé Duruelo, los padres anteriores a mí, pensaban únicamente en casa de
retiro en un sentido muy amplio, no solo para retiros espirituales; inclusive, está en los
preámbulos que el título era Instituto de Formación de Líderes Católicos y Retiros
Espirituales o algo así, pero yo amplié eso al turismo porque veía que en ese tiempo ya
Villa de Leyva tenía un potencial turístico extraordinario, como lo tiene actualmente y
todavía hay mucha cosa por descubrir. El Duruelo no es de los carmelitas de Villa de
Leyva, no tenemos absolutamente nada que ver: Duruelo es de la Casa Provincial de
Bogotá. La comunidad ha vivido de las limosnas, las misas, las ayudas que recibíamos
de España de otras comunidades; todavía tenemos ayudas porque no nos sostenemos por
nuestra propia cuenta, no tenemos ninguna propiedad, nosotros vivimos al día”. 218
Molino de la Mesopotamia219
218
219
Padre Rafael Eugenio Mejía
Se intentó hablar con el capitán Landinez pero se negó a conceder una entrevista.
66
“El Mesopotamia ha sido escenario de leyendas, de espantos, de fantasmas
220
encapuchados, de pasos misteriosos y gemidos de almas en pena...”
“El dueño del molino de la Mesopotamia era Manuel González, que lo llamábamos el
Camueso, porque tenía una parte de la mejilla más colorada que la otra; a él, en el
gobierno de Rojas Pinilla, le expropiaron la finca y él se fue a Bogotá y murió, tal vez,
de penas...” 221
“Nosotros llegábamos a la Mesopotamia, veníamos de a caballo, y don Manuel nos
daba el potrero para las bestias, dormida para todos y no nos cobraba nada; el señor
Manuel González era de media cara roja y media blanca, no iba a misa sino el día de año
nuevo, el resto del año no lo veían por aquí sino el día de las elecciones; tenía como
ocho hijos y no mandó a cristianarlos,222 los cristianó él mismo. Cuando vino Rojas
Pinilla, el Estado lo desposeyó de la tierra de Mesopotamia, él tenía títulos y todo;
entonces él duró tres días y noches, aquí en la esquina en la carretera, con todo el
equipaje y los hijos llorando; se fueron para Bogotá y allá murió llorando el hombre de
pena”. 223
“El viejo González vivió ahí desde su juventud, lo llamaban también si si si, porque a
todo decía así. Cuando lo expropiaron lo sacaron con soldados, le sacaron todo a la calle
y le cargaron sus cosas en camiones del ejército; y lo que él decía, era que su mejor
amigo lo había expropiado, pues, ahí iba Rojas a bañarse en los termales; eso nos dolió
mucho porque ese viejo no hallaba que hacer. Setenta mil pesos valió eso, yo estaba en
ese entonces en la Personería”. 224
“Lo del Mesopotamia me acuerdo que, el general se lo expropió al viejito González;
eso quedó en veremos, cayéndose la edificación, cuando de pronto apareció Agusto
Landinez como dueño; eso lo habían expropiado para un hotel de turismo y se lo
cedieron a la oficina de turismo que se lo vendió a Augusto; yo le ayudé en esa obra”.225
“En el año 1955, no había Corporación de Turismo, había una sección dependiente del
Ministerio de Fomento y, por intermedio de esta, se hizo la expropiación del
Mesopotamia, el fundamento era para un hotel de bien común para el Municipio. El
general Rojas Pinilla le tenía mucho cariño a Villa de Leyva y quería tenerlo, pero, como
Manuel González no entró en una cifra negociable o no quería venderlo, el gobierno le
inició el juicio de expropiación; yo tomé eso como personero en función de secuestre,
fui a Bogotá a ver que entidad era la dueña y de allá enviaron un visitador, y como el
municipio no podía cuidarlo, se hizo un subarriendo pero eso no le daba nada; lo curioso
es que, en el año 1959, aparece que el señor Landinez le había comprado al Estado, tenía
sus escrituras, y se le hizo entrega formal”. 226
220
N.I. Sáenz, obra citada
Manuel Gaona q.e.p.d.
222
Bautizar.
223
Alcibíades Robles
224
Germán Borrás
225
Luis Madero
226
Antonio Pérez Vargas
221
67
“Josué Aponte, personero de Villa de Leyva, casado con una hija del difunto Emiliano
Neira, se opuso a que expropiaran el molino al señor González para un hotel de
turismo”. 227
“El molino era una casona abandonada, yo lo conocí como tierra de nadie, ahí dormía
Julio Corredor, apodado“el comunista,”un viejo simpático, muy amable; entrábamos a
bañarnos ahí en las aguas termales, ese era el sitio de reunión de los niños que venían de
veraneo en esa época. De pronto vimos a otra persona, que comenzó a recuperar la
casona, Julio Corredor se fue y ya tocaba pagar y pedir permiso para bañarse en el pozo.
En el pozo vi culebras grandes nadando, y existía la leyenda de que veían unas mujeres
que se bañaban de noche”. 228
“En el desarrollo de la tendencia del general Rojas Pinilla de ayudar a la Villa, que
tanto amaba, procedió a iniciar negociaciones con un señor Manuel González, el dueño
de lo que se llamaba el Molino de Las Pardo, el molino de Mesopotamia, porque fue de
una familia Pardo, y le pide que le venda los terrenos para efectos de construir un hotel
de turismo para la Villa de Leyva. El general Rojas escogió ese sitio, principalmente, por
el agua; no se le había escapado que allí existía un manantial maravilloso, que era el que
le iba a suministrar todo el agua que necesitara el hotel, que además iba a ser motivo de
embellecimiento, y era un conjunto que como finca estaba prácticamente formado, no
era un sitio metido dentro del poblado, entonces era el más adecuado para el hotel.
El señor González reiteradamente se niega, y habla muy mal del general Rojas y de
todos sus parientes interesados en que acceda a la petición; el general, en un último
intento, le dice a Blanca Garavito de Avila que vaya y hable con el Manchado -que así lo
llamaban porque tenía una mancha en la cara, era quizás el único protestante acá- y le
hace una propuesta muy generosa de trescientos mil pesos, porque habían hablado de
doscientos mil, pero el señor se negó. Se inicia la expropiación mediante un decreto para
hacer un hotel de turismo y con la indemnización correspondiente que fije la ley; eso se
apela por el abogado de González y el tribunal falla la expropiación a favor de la nación,
se ordena el pago del precio acordado por los peritos y el pago de sus honorarios; se le
dio un primer contado al dueño y faltaba, para cumplir la sentencia del tribunal, pagarle
la suma de ochenta mil pesos y otros veinte mil para el pago los peritos.
Como el general Rojas se cayó durante ese proceso, no hubo nadie que moviera las
cosas en el sentido de arbitrar la plata con la Empresa Colombiana de Turismo;
entonces, llegó al Ministerio de Fomento Rodrigo Llorente e insistí para poder pagar la
plata al Manchado y a los peritos; hablé con el jefe de presupuesto, Mariano Aguilar, y
se determinó la partida necesaria y, con el cumplimiento de eso, se terminó la
expropiación en 1958. La Empresa Colombiana de Turismo, fundada por el general y al
frente de la cual estaba Ernesto Carlos Martelo, intervino en la expropiación; él sugirió
227
228
Benedicto González
Octavio Mendoza Morales
68
constituir una sociedad por acciones en la que, además de esta entidad, entrara el
municipio, el departamento y los particulares; es decir, una cosa amplia.
Ernesto Carlos Martelo era muy amigo de Cesar Augusto Landinez, que había vivido
muchos años en Cartagena, en su condición de capitán de administración de la Armada
Nacional, y este le dijo al doctor Martelo que: en vez de constituir sociedad y hacer todo
ese embrollo, yo te compro los terrenos y hago el hotel; me comprometo con la nación
a hacerlo y no puedo destinar eso sino para hotel; este respondió: perfecto, la Empresa
de Turismo no es una empresa hotelera sino propulsora del turismo. Me llamaron y
dijeron que ya no hiciera lo de la sociedad porque le habían vendido los terrenos al
capitán Landinez; le dije al doctor Martelo que me encantaba, pero que era ilegal por
una disposición de carácter nacional y que lo que se constituía en favor del bien común,
no se podía volver en favor de un beneficio privado; y le pregunté:¿porqué unos terrenos
que han sido expropiados para hacer un hotel público se los vendes al capitán?¿cómo
sabemos que lo herederos van a darle esa misma designación? y me dijo, que eso estaba
considerado en el contrato de forma tal, que de ninguna manera el terreno del hotel se
desmembré y vaya a destinarse a un uso distinto del hotel de turismo. Me nombraron
como una especie de fiscal de las obras del capitán, yo iba y veía que lo que hacía el
capitán era perfecto; pasando los años, desafortunadamente, el capitán Landinez dispuso
de un globo de terreno y lo vendió; el hotel de turismo se hizo y lo celebramos y fue la
razón fundamental para que la Villa se iniciara como ciudad turística”. 229
Panaderías
“Había la panadería de la señora Nicolasa, era hija de mi abuelo que vivía en la casa
que es hoy del maestro Acuña, ahí tenía su panadería y su tienda y hacía rosquetes,
panes, besitos de novia. En la casa de Los Virreyes tenía parte una de mis primas, ahí
había un horno y ella también hacía rosquetes, besitos y panelitas; había otra panadería,
la de Salustiana de Sotelo, que era en su casa de la calle Caliente”. 230
“Mi mamá trabajaba en la panadería y en la chichería, ella nos dijo: aprendan hijas a
trabajar porque yo no les voy a durar toda la vida, y nos enseñó a preparar la masa, a
preparar la chicha. Cuando me casé, me vine a trabajar al Alto de Pedro Luis, yendo para
el Pozo de La Vieja, hoy vereda del Roble; allá tenía mi chichería y vendía chicha,
guarapo, el guarrús y toda esa cosa; piquete de papas cocinadas y carne y ají, los días
sábado y domingo, eso hace unos sesenta y cinco años. Por ahí pasaba el camino real
que va para Gachantivá, eso era harta gente que bajaba a Leyva a hacer su mercado,
entonces era cuando más se vendía.
Allá también hacía los amasijos, las almojábanas, el pan de agua y la mogolla; se
amasaba con manteca, mantequilla de vaca y miel, y la levadura se hacía con almidones
de chicha…¡y quedaba ese pan una belleza! La harina se molía en el molino de Chacón
y los molinos eran de piedra, los lidiaban con agua; yo compraba el trigo y mandaba a
229
230
Tulio Jiménez Barriga
Heroína Cortés Abril
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que lo molieran; a veces llevaba diez cargas, a veces cinco. Los molinos eran allá al lado
de Gachantivá, donde una señora llamada Trinidad y otro señor llamado Adolfo Pisa. La
leña del horno la conseguíamos de los barzales, uno cortaba la leña y la traía; en ese
tiempo sí se conseguía gente que le ayudara a trabajar a uno, ahora no.
El que quisiera tener la chichería tenía que pagar una ventilla, a veces la ponían por diez
mil o cinco mil pesos según el puesto pa’ vender, eso lo vigilaba constante el Resguardo;
y si una persona iba a hacer contrabando, la gente buscaba sitios para esconder la chicha
por allá entre el barzal, porque si la cogían le sacaban multa o la llevaban y la tenían
demorada en el juzgado. Del Alto de Pedro Luis nos vinimos a la finca del cementerio,
ahí tuve horno para trabajar y el tercero fue aquí, cuando nos vinimos a vivir al pueblo,
hace como unos cuarenta años y puse el mismo negocio. Yo mandaba a vender el pan en
el pueblo y a la plaza, o tenía contratas en las tiendas y ahí lo vendían”. 231
“A mí me gustaba mucho el trabajo del rosquete, pero la salud ya no da; aprendí a
hacer los besitos de novia ensayando, por ahí en el año cuarenta y dos, y en esa época no
se oía decir de eso; no había sino pan de manteca que era pa’ los de corbata, y pa’los
indios el pan de agua y la mogolla, y eso eran fábricas donde hacían ese pan. Los besitos
se trabajaban conforme se trabajan hoy día, el mismo molde, la escasez era el empaque
más bien y en esa época no eran muy solicitados; lo que nos gustaba más bien trabajar
seguido era el rosquete, eso semanal se echaba aquí. Eso es trabajoso y lleva harto costo
y hartos alientos, o sino no se meta; son dos días que hay que ponerle pero seguido,
primero se parten los huevos en una artesa, luego se baten hasta que estén del mero color
de la yema, entonces ya se le echa el azúcar, la manteca de cerdo pero la propia, que esté
fría, la harina y bata y bata, entonces eso levanta ¡qué hermosura!”. 232
Bomba de Gasolina
“Muy pequeño me fui a trabajar a Tunja, duré como unos quince años, luego me vine
para acá; y como ya conocía el negocio de la gasolina, entonces traía canecas y vendía
en galones, tuve los depósitos en el centro, primero donde Fortunato Castellanos, en la
calle Caliente, después me pasé a una casa en la plaza, y luego el municipio me dio
donde es el Banco Popular; ahí yo tenía cuarenta canecas de gasolina, la traía por Puerto
Berrío, eso fue en los cincuenta, era la única forma de surtirse para los pueblos vecinos,
los carros venían de Santa Sofía”. 233
Servicios públicos 234
“El alcantarillado se empezó a hacer hace apenas unos cuarenta años; en las casas había
letrinas solo para excretas humanas, y el resto de las aguas las echaban a las zanjas, a los
231
Alejandrina González de Castellanos
Micaela de Torres
233
Benedicto González
234
Para información acerca del agua y acueducto ver apartado: Agua
232
70
huertos, no iban a dar a las quebradas, solo en el colegio de las monjas las botaban a
San Agustín, de resto eran letrinas; eso fue una campaña oficial que hizo un señor
Calderón, que fue el primero que vino a acabar con los cerdos en los solares y a hacer
que cavaran las letrinas”. 235
“El alcantarillado del pueblo fue en el cuarenta y pico, y la luz se le debe a Carmen
Rosa Morales, cuando fue alcaldesa como en los sesenta”. 236
“Villa de Leyva fue de los primeros pueblos que tuvo luz eléctrica237 en esta región, me
acuerdo que el que hacía las instalaciones era Efraín Sánchez; pero había que encender
una linterna para ver el bombillo”. 238
“Pasamos de las tinieblas a la luz eléctrica, la planta la manejaba Luis Pinzón, y había
luz entre las seis y las nueve de la noche”.239
“Me acuerdo que cuando asomaba de noche a la plaza, había un bombillo en la casa
frente a la casa del Congreso y uno sabía que había luz, porque era el único bombillo de
alumbrado público”. 240
“Con la llegada de la planta Pelton todo cambió, se prendía entre siete y diez de la
noche y eso sonaba por todo el pueblo, con eso empezaron a llegar a llegar los radios, las
neveras. La llegada de la televisión fue espectacular para mi abuela, eso fue el cambio
de la vida, cambió su máquina de coser por la televisión, el sitio de costura pasó a ser el
de la tele”. 241
Comunicación
El primer Radio
“Cuando escuché el primer radio, hace sesenta años, todavía estaba en el ejército; yo
me hallé al accidente cuando cambió el gobierno de Santos a López, y entonces ya llegó
el radio. Eran unos radios chiquitos y ya otros más grandes como un taburete, con unas
pilas grandes, como de cuatro o cinco libras, que se metían por debajo por unos
huequitos, y, nosotros, todo el mundo asustado:¡Virgen Santa, qué es eso!, y nos decían:
eso no se atortolen, es que ahora hay un aparato que se llama radio y lo tiene el
gobierno aquí para prepararnos”. 242
235
Miguel Arturo Ruget
Luis Madero
237
La primera planta de luz la tuvo el Monasterio del Carmen en 1908.
238
Miguel Arturo Ruget
239
Aleja Rodríguez
240
Germán Borrás
241
Octavio Mendoza Morales
242
Andrés Cortés C.
236
71
“En esa época de los años treinta, no había ningún tipo de distracción, escasamente
había luz eléctrica y medio alumbraba, pues existía una planta del municipio que
prendían a las seis de la tarde; en todo el municipio habían solo dos radios, uno era del
municipio y lo pusieron al servicio de la comunidad en la plaza, en la casa de Oliva
Rodríguez, la casa de don Floro Sánchez, con un parlante en el balcón para que la gente
se aglomerara ahí y escuchara las noticias; eso era más el ruido que cogía, que lo que se
podía escuchar, pero era una novedad y la gente se quedaba una o dos horas oyendo esa
radio; el otro radio era de la familia de Carlos Rivadeneira que eran muy ricos, él era la
única persona particular que tenía radio en su casa. El teléfono era terrible, y las
telefonistas Jimenez bregaban mucho para poder comunicarse con Bogotá, eso era una
hazaña casi imposible”. 243
“A escuchar radio, yo no le tomé ideas a eso, como quien dice importancia, porque
creo que en un radio no hay verdad sino agrumación244 y alharacos, y ahí es donde viene
uno a oír pero no a conocer. Lo mismo la televisión, que tampoco soy amigo por lo que
veo tantas cosas repetidas y repetidas de lo que sí fue verdad, ya pasó; pero, entonces,
con todas esas emociones que uno tiene celebrantes, se va a prender el televisor a ver
que dicen las noticias: ahí se oye pero no se consta, puede ser cierto como puede ser
mentira; entonces estoy más sobre lo seguro porque me doy cuenta de las mentiras al
repetir y repetir, y que se lo hagan vivir a la fuerza porque con la televisión uno está
espantao por todos esos fracasos que ya han pasado; pero como hay un negocio entre el
gobierno y las entidades tienen todo revuelto. La palabra viene de conocimiento propio,
la habladuría se la lleva el viento, entonces es donde uno ya no cree”. 245
243
Vicente Rodríguez
Se refiera a abrumar.
245
Félix Torres
244
72
Vida en la Villa
“Enantes no habían jornales grandes sino habían ayudas, ayúdeme una semana, un mes,
que yo voy allá y hago lo mismo; no había plata, toda la plata que conocí eran centavos,
pero en esos centavos había comida abastecida, con ese centavo se viajaba para partes
lejas, como decir de aquí a Chiquinquirá, Tunja, Bogotá, y todavía no destrañaba 246 la
escasez de la plata; primero eran diez centavos, luego veinte, hasta que echó a subir a
cincuenta, hasta ahí era vida normal y con eso se podía comprar una fanegada de tierra,
yo me la compré haciendo de cincuenta en cincuenta; entonces, hoy se destraña eso
porque todo son millones de pesos, el que hiciera un millón de pesos andaba por allá en
las nubes, no era palabra real ni tampoco nadie tenía ambición de eso. Antes no había
plata pero había ayuda entre vecinos, la vida ha cambiado y han venido cosas modernas
que son cosas acosadoras.
Había la gente más católica, en ese tiempo se gastaba dos horas de camino pa’ venir a
misa a Leyva, venía la gente desde los límites de Arcabuco cada ocho días a misa y a
mercado, todo se hacía a puro pie de persona, los animales de carga eran animales que
se sacrificaban bajo el dominio del hombre, bajo el dominio de la carga, y hoy ya no es
sino en carro.
El cambio en Villa de Leyva yo lo he sentido en esta forma: en el tiempo de las
primeras casas era más descansado, hoy se siente uno más recogido dentro de la misma
población porque ya no tiene uno las extensiones donde trabajaba en cantidad como
246
Extrañar
73
campo, ya se formaron caseríos y se terminaron los solares; la gente de hoy en día ha
sido agregada al sitio, no ha sido raizal, y han venido ejerciendo sus compras que son
necesarias. En ese tiempo de mi juventud todo era abastecido, hoy no hay nada que
mirarle aquí en agricultura, todo se ha recogido, y se ha vuelto más en ruinas que lo que
era en ese tiempo en que la Villa estaba en ruinas”. 247
“Esto era muy solo, podía uno salir desnudo a la calle y nadie se daba cuenta, era de
una soledad única; claro que por las tardes y al mediodía, se veía gente porque estaba el
colegio de las dominicas y la escuela de varones que quedaba en el parque de Ricaurte.
El pueblo era muerto entre semana, únicamente las tiendas que eran la de Floro Sánchez,
la tienda de una señora Inés, la de una tal Teodomila, la de Lucila Bonilla, la piecita de
Marcos Buitrago…la vida en la Villa, antes de volver esto museo nacional y venir la
droga, era bien tranquila y sencilla, se hacía lo que se quería con el tiempo”.248
“Todo como que ha mejorado en la Villa, hoy todo el mundo está arreglado, aseado y
hay educación; en mi época uno no usaba sino por ahí alpargata, y mucha gente ni
alpargata o las usaban era a la cintura: venían a misa y ahí se las colocaban para entrar y
cuando salían era otra vez a la cintura”. 249
“En los portales había unas bancas y ahí pasábamos la noche cuando íbamos al pueblo,
no teníamos quién nos diera posada; en ese tiempo, habían películas en la plaza y con un
centavo se sacaba una mogolla, doña mogolla, pero no como las de hoy día. Por allá en
el pueblo duraba uno los tres días, y a veces duraba uno los tres días en ayunas,
entonces ya hubo reclamo y mandaban bultos de panela y le repartían a dos muchachos
una panela, un pan, un grano…” 250
“En esa época habían bolos y galleras, las mujeres se dedicaban a su modistería; como
no traían tanta cosa, ni almacenes ni nada, ellas se dedicaban a la modistería, a amasar y
al oficio de la casa y más bien poco perniciaban como ahora, la gente era como
reservada”. 251
Vida social
“En el club de Caza y Pesca había un baile cada quince días, todo el mundo y la gente
que venía de Bogotá terminaba allá; la vida en el pueblo era muy sana, habían muchos
bazares; hoy en día la cultura se valora solo por la plata, esto mató a Villa de Leyva”. 252
“La vida social en Leyva era sumamente estirada, cuatro o cinco familias, todas muy
distinguidas, y de ahí nadie se salía; se hacían bailes hasta el amanecer y de ahí salíamos
a misa de cinco, pero no había borracheras; se daban muchas serenatas y los músicos
247
Félix Torres
Jesús Neira
249
Ernesto López
250
Simón Pedro Pineda Igua
251
Teresa Buitrago q.e.p.d.
252
Germán Borrás
248
74
eran el muequito Pinzón, Carlos Neira y Anselmo Borrás, era música de cuerda con
requinto, bambuco, pasillos, y cuando ellos no podían era con vitrola de cuerda”. 253
La vida cotidiana en la Villa
“La vida cotidiana de la Villa en el año cincuenta y cinco era una vida muy tranquila,
las calles eran solas y a eso de las once, que salían las alumnas de la clase, era que se
veía gente; aquí solamente había movimiento comercial y de personas, que venían de
otra parte, el sábado en la plaza de mercado y, pasadas las dos de la tarde, ya toda el
mundo desfilaba y quedaba este pueblo robado, robado, no había nadie en la calle; solo
las profesoras de la Normal salíamos a dar una vuelta.
Existía el café de don Pablito, el café Colonial, que primero era en un local donde hoy
está la alcaldía, era el centro social de Villa de Leyva: si aquí venía el presidente, el
gobernador, los personajes, ahí lo llevaban porque no había otro lugar; recuerdo que
había una mesa redonda que era la preferida de los grupitos, se vendía café que ha sido
famoso toda la vida, el agua aromática no se usaba; después de la misa del domingo
donde los carmelitas, la gente se iba para allá y se tomaba un aguardiente o un brandy
con café; el café se abría un rato por la mañana, después como a las diez, y por la tarde
de las dos hasta las seis, y se cerraba porque no había nada más que hacer. De pronto,
aparecía en el pueblo un carro de propaganda y pasaba cine en la plaza o allá en San
Agustín, muy poca gente asistía pues la gente fue toda como muy encerrada.
El club de Caza y Pesca era en la alcaldía, tenía sus miembros y solo asistían ellos y sus
invitados; hacían dos bailes especiales, el día del aniversario del club que era el 29 de
junio y el del 17 de julio para cerrar las fiestas del Carmen, era muy solemne y traían
orquesta de Chiquinquirá, generalmente. Existían dos billares, uno era en la plaza, en el
local de Floro, y otro en los portales, era de Anselmo Borrás, y era un café especial para
hombres; los domingos todo mundo se iba al campo, hacían los paseos a La Colorada y
al Cane, al Pozo de la Vieja, Potreritos, la vida era mucho más familiar y el turismo era
escaso. El turismo de Villa de Leyva eran los padres de familia de las niñas de la
Normal, venían a sacar sus hijas en Semana Santa o en julio y fin de año; además, las
vías de comunicación eran escasas, venían la Garantía y la Flota Boyacá y pasaba un bus
para Chiquinquirá una vez al día; y si lo dejaba, se tenía que quedar en Tunja.
El pueblo comenzó a cambiar cuando empedraron la plaza, entonces empezó a llegar
gente; la plaza era el centro de la vida del pueblo y ahí se veía la gente; los otros lados
del pueblo eran solos, la Villa era hasta el puente de Nariño y de ahí para allá, eran unos
barrancones con unos trigales bellísimos que decían era el mejor trigo de Colombia”.254
253
254
Alfonso Páez y Aleja Rodríguez de Páez
Fermina Gómez
75
Tiendas y Cafés
“Las chicherías no eran en el marco de la plaza porque en la parte de arriba eran tiendas
todas decentes, decentes en el sentido de que no se vendía chicha; eran tiendas que
vendían todas las cosas agradables que se importaban, como el brandy, los vinos, las
aceitunas, atún, cigarrillos finos, las tiendas eran la de Florentino, la de Cayetano
Moreno, la de Tulio Castillo y otras más; y había una tienda exclusiva para la venta de
aceite de muelle, decía el aviso: Aceite de Muelle Landinez e hijos. El papá del capitán
Landinez producía con alambiques un magnífico aceite, que era un cáustico y un
remedio formidable para las mataduras de las mulas, que subían por centenares y
centenares de toda la región de Santander y de Moniquirá en su paso para Tunja; esas
mulas llegaban, pernoctaban y aquí las curaban y, desde luego, se llevaban su botella
para las mataduras”. 255
“La tienda que surtía cualquier efecto era la de la señorita María Teresa Borrás, en los
bajos de la esquina de la plaza, donde hoy está la heladería; en la parte de abajo de la
plaza había tiendas de chicha, el círculo de la plaza, excepto la iglesia, era todo
chicherías; la casa de la esquina era de un señor que se llamaba Abrahám Sáenz, de
Gachantivá, y como ese señor era amasando y haciendo chicha, lo pusieron “Abrán
Mogollas.”Leyva era toda construida pero rústica, con unos paredones que se llamaban
tapia pisada y los puentes se hacían de calicanto, el único que queda es el de la salida del
cementerio”. 256
“Don Carlos Neira, a finales de la década del cincuenta, tenía en la esquina de la casa
de Juan de Castellanos una tienda de abarrotes donde vendía de todo, ahí llegaba todo el
mundo a comprar, toda la población circulaba por ahí; después, don Floro y Josué
Aponte montaron su almacén en la plaza”. 257
“Ahora el pueblo me puso Mamá Chenta, esta tienda la puse hace treinta y cinco años,
en este local de la plaza que era de un dueño y la casa de encima de otro; yo le compré a
dos señoras de la sucesión el segundo piso y la casa se puso nueva porque estaba toda
caída. En esa época estaban las tiendas de Roque Igua, la de don Carlos Neira, la de
don Floro Sánchez; ellos tenían almacén grande y nosotros les comprábamos el mercado
para vender aquí.
En la puerta de la tienda había una zanja de agua que venía del cerro para regar los
solares que se sembraban en esa época; en la tienda, mi marido vendía mogolla y
cerveza, aquí llegaba la gente del campo que venía a vender el trigo, el maíz y la cebada.
Había mucha clientela, la de los entierros y las fiestas, pero ya no es lo mismo porque
hay más negocios; enantes, los del entierro le daban cerveza y guarapo a los que
acompañaban al entierro, les daban piquete y todo eso, hoy ya nadie trae eso; y en las
fiestas venía mucha gente de otras partes y del campo, entraban a la tienda, tocaban tiple
y las viejas bailaban el tres con el vaso de cerveza en la cabeza, eso ya no se ve.
255
Tulio Jimenez Barriga
José Heliodoro Cortés C
257
Juan Enrique Botero
256
76
Empecé con el aguardiente de yerbas para mi marido que estaba enfermo del
reumatismo y le dijeron que se tomara el guaco con aguardiente, entonces ya a las gentes
se les dio que prepara para venderles y se le aumentó a las yerbitas, es medicinal y sirve
para muchas cosas, como para un dolor de estomago”. 258
“Por allá en el año cincuenta y seis, tuve un café donde era la tienda de don Floro, fui
muy afortunado con ese negocio; se abría los fines de semana hasta las once de la noche
y en el café tenía unos dos billares antiguos”.259
“Nos reuníamos mucho en el billar que manejaba Efraín Sánchez en los portales,
después lo tuvo en arriendo Chepe Quintero y Anselmo Borrás; Efraín tenía la
enfermedad del sueño, se quedaba dormido de pie, moviendo la cabeza y aceptando lo
que le decían. Algunas veces le poníamos periódicos en lo pies y los encendíamos y ni
cuenta se daba”.260
“El café debajo de la casa de Juan de Castellanos era el tertuliadero, lo comenzaban a
surtir a las cuatro de la mañana, y cuando nos íbamos de cacería ahí nos tomábamos
el primer tinto”.261
“El consultorio de mi padre era en la casa de La Roca, ahí instaló su farmacia como en
los veinte, y además era un tertuliadero de los viejos del pueblo: Tulio Jimenez Amador,
Daniel Rubio Vargas, el maestro Rafael Tavera, Alberto Carrasco Urdaneta, ellos se la
pasaban ahí. Mi papá hacía sus consultas y preparaba sus fórmulas magistrales y ahí
conversaban y discutían sobre los acontecimientos de la época”. 262
Cine
“En las escuelas y en el colegio de las monjas se hacía teatro y representaciones;
después Carlos Neira montó una salita de cine en la casa de la Fábrica de Licores, él era
muy aficionado a las películas mexicanas y aquí eso gustaba mucho entre las gentes del
pueblo; y cuando por alguna circunstancia se reventaba la cinta, que era de dieciséis
milímetros, o fallaba el sonido, el pote Carlos seguía narrando la película:” 263
.
La aventura tras “ Los Aventureros”
“Ahí en la plaza yo trabajé, ahora treinta años, con la película de Los Aventureros; eso
son de Estados Unidos, vinieron a filmar una película, se la llevaron y aquí no la han
dado. Acabábamos de empedrar la plaza y llegaron, trajeron un camión F8 lleno de
258
Vicenta Ruiz de Bautista
Benedicto González
260
Alfonso Páez
261
Germán Borrás
262
Miguel Arturo Ruget S
263
Ibid.
259
77
billetes nueveciticos y una cantidad de gente. Yo trabajaba en el Carmen y me sacaron
de allá a trabajar con ellos y duré cuatro meses manejando la gente y dirigiendo.
Arreglaron casas aquí y regalaron cosas al convento del Carmen; los padres arrendaron y
ganaron plata, y las monjas ganaron plata de esa y los de aquí también: el alcalde, el
juez, la policía... ¡no hubo quién no ganara plata de esa!
Los Aventureros trajeron gente de Bogotá, de Sogamoso, Duitama, Paipa, Tunja,
Sáchica, Suta, Ráquira, Puente Nacional, Barbosa, Moniquirá, Arcabuco, Gachantivá;
pusieron buses por montones para traer la gente todos los días y llevarlas otra vez a sus
casas a dormir. Tenían que gritar ¡viva el rojo!, pero el rojo era con una capa roja y a
caballo en un caballote y bajando toda la gente... una procesión de gente desde el cerro
para abajo, por esta calle del Duruelo hasta llegar a la esquina. La máquina de la foto
subida en la casa de la esquina de la plaza principal, la de balcón, y eso estaba
fotografiado todo el cerro, toda la gente, y gritando ¡viva el rojo, viva el rojo! y como el
viejo era cojo, algunos gritaban ¡viva el cojo, viva el cojo!
Tocó un trasteo de loza, de camas, burros, caballos, ¡de todo!, hasta bueyes tirando
carros; trabajaban el alcalde, el juez, la policía, profesoras de la Normal, todas las
profesoras, los niños de las escuelas, todo el mundo, hasta el niño más chiquito en eso;
ganaban a quince pesos, a veinticinco pesos; me pagaban mi sueldo, yo manejaba toda la
gente: carpinteros, constructores, enchapadores, pintores, hasta la gente que barría en la
plaza y en las casas; no cabía la gente en la plaza, no cabían en esa plaza que es
grandísima; yo me les volaba en medio de tanta gente, y allá arriba en la plaza de
mercado hacía un grupo de cincuenta entre viejitas y chinitos, los anotaba en una libreta
y venía y sacaba la lista; por la tarde a las cuatro me llamaban y me daban para cada uno
una tarjetica con la plata para pagarles, principiábamos a pagar a las cuatro y acabamos a
las siete de la noche. Me habían dado unas quince fichas, y llegaba la gente pobre del
campo, viejitos y viejitas que ya no arriscaban, me decían ¡y qué sumercé, qué tiene a
ver si me pone trabajo!; el hecho era que pudieran mover la escoba nomás, o los chinos
que pudieran por ahí mover la brocha y pintar del color que uno quisiera, y les hacía
ganar platica; para el almuerzo tenían un hotel grandísimo, traían carnes por montones,
por cargazones de salchichas, costillas de cerdo, costillas de ganado, costillas de oveja,
pollo enlatado, todo eso traían; cuando llegaban las viejitas o los niños, sumercé que el
almuerzo, yo les daba la boleta y les decía, vaya almuerce ligero y se viene y me trae la
ficha; y yo se la pasaba a otro y al otro y a otro, eso le di de comer ¡a quién sabe qué
pilón de gente!; les daban gallina y unos almuerzonones. No ha vuelto a haber tanta
abundancia de comida y de plata como esa vez; la filmación duró como un mes, pero
antes del mes duraron como dos o tres, preparando las casas y las habitaciones; luego de
ahí principió otra vez Leyva a progresar, a reconstruir las casas, a hacer las guardas de
las calles, a empedrar las calles, eso hace treinta años cuando aparecieron Los
Aventureros.” 264
“Los Aventureros fue una gran superproducción de Paramount en 1970; la producción
era inglesa, italiana y americana. Esa filmación marcó un hito importantísimo en Villa
264
Alcibíades Robles
78
de Leyva; y en cierta forma, produjo un despegue brutal de la villa. Fue muy importante
económicamente, creo que nunca se volverá ver más plata que esa vez; montaron y
adecuaron dos casas como bancos, y gastaron como veintisiete millones de dólares de
los cuales buena parte se quedó aquí. En esa época el salario de un trabajador era como
ocho pesos, y a la gente les pagaban en el día veinte pesos, que era un billete de alta
denominación, y les daban la comida. Recuerdo que estaba ya el Banco Popular, y
llegaba el distribuidor de cerveza Bavaria a consignar y eran solo billetes nuevos de
veinte pesos; pero a los ocho días ya había uno que otro billetico viejo porque toda esa
plata pasaba y pasaba, y se daba uno cuenta del recorrido que hacía esa plata que,
prácticamente, toda terminó en Bavaria.
Casi todo el pueblo participó, contrataron ciento cincuenta y tres buses para transportar
a los extras de todo el municipio, fue algo gigantesco y trajeron cientos de personas de
fuera: doscientas mujeres de Bogotá, doscientos llaneros con caballos, dirigidos por el
director español de la Escuela de Equitación de Viena. Para la filmación, la Paramount
tomó fotografías hasta de la última teja, duraron más de cuatro meses, trajeron
generadores eléctricos y cerraron prácticamente todo el pueblo y alquilaron numerosas
casas; yo tenía una droguería de veterinaria y la hicieron cerrar tres días y me pagaron
una cantidad de plata; uno de los productores, que trabajaba en la Nasa, compró la
casa que hoy es de Uribe Crane.
El tema de la película era un dictador tercermundista que se llamaba El Rojo, de la
República de Corteguay, ¡hay que ver lo que fue la entrada del Rojo al palacio de
Corteguay!: trajeron un contingente de mil soldados del ejército colombiano, vestidos
con el uniforme de Corteguay, para hacerle una calle de honor. La película dura como
cuatro horas y media y la proyectaban en los vuelos Nueva York-París. Siento una gran
satisfacción porque me patié todo, eran unas vainas magistrales, como los leyvanos que
trabajaron de curas: el señor Rodríguez, don Orteguita, y el arzobispo de Corteguay que
fue Mamerto Mateus, alto, grande, colorado; ¡eso fue la verraquera! Fue tan grande la
utilería de adornos, uniformes, galápagos, ropas de los aventureros, toda ropa inglesa
perfecta, de todo eso, que esa dotación duraron cinco años vendiéndola en unos
depósitos de Bogotá.
Esto fue muy importante en el despegue de Villa de Leyva porque aquí no había sino la
Mesopotamia y tocó habilitar numerosas casas; ellos le prestaron plata a la gente para
que cuadraran camas y los alojaran y, como Villa de Leyva no daba abasto, muchos se
quedaron en Paipa y hasta en el Ecce Homo; esto era un corredor de artistas y taxis de
aquí a Paipa y de Paipa para acá. Prácticamente la nueva plaza de Leyva se estrena con
esa superproducción de cine, la plaza se llenó para hacer las dos tomas, ¿cuánta gente
traerían? Como esa gente bebía muchísimo, sobre todos los europeos, aparecieron una
cantidad de bares y negocios; uno no podía creer que la caseta Matecaña estuviera en
Villa de Leyva con ese servicio, trajeron chef franceses, ingleses e italianos porque
todos los artistas, la producción, la dirección eran de esas nacionalidades. Si uno quería
comida gringa le traían hamburguesas, pero hamburguesas de verdad verdad; otro día,
uno comía tallarines con coca cola servida en vaso de vidrio legítimo, y decían: tome,
lléveselo; y cualquiera decía, te invito a comer esta noche y cada noche lo invitaban a
uno a una vaina distinta.
79
También, después, vino una actriz italiana Ornella Muti, que era el símbolo sexual
de los setenta; estaban grabando sobre la loma de la yesera del Emporio, y llegó un
jeep y se bajó una niña envuelta como en una cobija y, de pronto, se la quitó y se botó
al agua desnuda, y el “cura” Castellanos casi se muere, casi le da un infarto, no podía
bajarse del carro; nosotros estábamos frescos porque estábamos habituados a esa vida,
pero al ver semejante mujer, después de nadar un rato viéndola, nos tocó darle la mano
para sacarla. Nunca he actuado como extra, ¡pero me han tocado unas…!
Como en 1968, rodaron aquí Aquileo Venganza; Orgullosos, Malditos y Muertos la
filmaron en el antiguo molino del Guamo, que todavía estaba en pie, la filmó Groffe
que ahora vive en Leyva; trajo a DuPont que era un mago para la fotografía, y a un
cubano que era excelente para las sombras”.265
Juegos de azar
“Aquí se jugaba mucho dado, Villa de Leyva era un centro de dado bestial, aquí venían
de Chiquinquirá, de Moniquirá, de todas partes; se jugaba dado en el café, en el club, en
la plaza en unos cuadros que tenían las matas; la maldición del cura Mendieta fue porque
acá se jugaba mucho dado”. 266
“Aquí se prohibió una vez el juego de dado porque eso era todas las noches, los viejos
amanecían ahí con el pan del desayuno; recuerdo en especial a un viejo que usaba
guantes porque tenía lepra, y al esposo de Vicenta que estaba en los puros huesos. En
los sardineles alrededor de los árboles de la plaza extendían la ruana y ahí jugaban; y
cuando venía la policía escondían la plata y los dados y comenzaban a jugar con unas
vainas que llamaban las tara, que era una parte de la piel del cordero que limaban para
jugar, la tiraban y si lograban que cayera parada entonces ganaban, pero ahí no jugaban
plata, y cuando se iba la policía volvían y sacaban otra vez los dados y sígale al juego;
era tan fuerte que, incluso, uno jugó la esposa y el tipo la hizo ir a cumplir la apuesta,
y jugaban más que todo la finca tal contra la finca tal, no jugaban plata”. 267
“Nos reuníamos por donde hoy está la casa del maestro Acuña, a muchos nos gustaba
el juego del dado; había un señor que lo llamaban Pacho Tomates, y él era el que nos
manejaba un poco y el Loco Bermúdez, las apuestas eran diez o veinte pesos y por
capricho mío perdí más de cien mil pesos de la época; en época de fiestas había un
remate y era permitido el juego de dado, pero en otras no y por eso nos perseguían”. 268
“Acá en la tienda jugaban y mi marido era de esos, a veces jugaban aquí en el
mostrador de la tienda y otras afuera, ponían una ruana en una mata y ahí jugaban, y uno
de mujer era sufrir porque se jugaban la plata. Mi marido jugaba con todos los del
265
Roberto Borrás
Luis Madero
267
Germán Borrás
268
Benedicto González.
266
80
pueblo, con don Bermudez, el doctor Ruget, Pacho Tomates, Cristóbal Sáenz, Benedicto
González y una cantidad; yo aguanté hambres, ¡ay Virgen del Carmen!, él se jugaba lo
de la tienda y con cinco o seis barritas de jabón y una o dos libritas de arroz que era lo
que teníamos en la tienda, ahí principiando; él jugó todo eso y eso era llorar, mejor no
recordar”. 269
“Eso era rentas del municipio y venían unos señores de Tunja que remataban los
juegos de junio y diciembre, durante esos dos meses era que se jugaba dados; ellos
ponían las mesas y sacaban el garito, que era el diez por ciento de todas las partidas, y
dicen que más atrás jugaban mucho dado. Al lado del café de don Floro, había un local
especial para jugar dado, que tenía un billar antiguo francés en pizarras de mármol; otro
sitio para el juego de dados era en los portales; venían a jugar de Chiquinquirá, de
Suta, de Ráquira, de todos los lados y mi mamá contaba, que cuando ella iba para la
misa del Carmen, a las seis de la mañana, todavía veía a la gente jugando dado”.270
“En la plaza, frente a los portales, había un puesto donde jugaban bolo, había una
tarima de piedra y contra eso lo jugaban para que la gente no interrumpiera”. 271
Cacería
“…El escuadrón de corceles,
tan trajinado en los cerros,
en sus ímpetus de brega
resopla y tasca los frenos,
pronto a cruzar por los riscos,
pasar los desfiladeros
y atravesar los collados
como cíclopes de fuego
Las impacientes jaurías
que de ingleses descendieron,
amotinadas reclaman
la luz, libertad y fueros:
de sus ágiles siluetas,
con pintas de rojo y negro,
se alzan ramales que azotan
el aire que entra a sus ruedos;
y sobre la plazoleta,
después del nocturno encierro,
unas llegan zalameras
269
Vicenta Ruiz de Bautista
Vicente Rodríguez
271
Gabino Casallas
270
81
y otras con impulsos fieros.
Las recuas aparejadas,
trajín de palafreneros,
carpas, mantas, municiones,
fuerza acampar en los cerros.
En Portales, los jinetes
la cita todos cumplieron
el corneta, toca marcha
y en fila sale el cortejo”. 272
“Subiendo la angosta escala,
en patio de árboles secos,
por laderas de peligro
y precipicios de riesgo
los cazadores cabalgan
cien potros de herrajes nuevos
que en los guijarros filudos
sacan chispeantes regueros…
Gente de caballería
en la cumbre toma asiento
y a los miradores sube
cubriendo el campo desierto.
Ecos de campana grande
sacuden bosques y leños
haciendo emigrar las aves
a la paz de otros aleros.
Las huellas van descifrando
diez parejas de sabuesos
del ciervo que fue corrido
por el amo de esos yermos.
Voces de emoción y angustia
en La Hondura se sintieron
y acordes de notas graves
en la sala del concierto.
En boquerones y cumbres
contingentes de relevo
esperan el santo y seña
272
Apartes del poema: “Caza de Ciervos en los cerros de Leyva” de Napoleón Ignacio Sáenz. Villa
de Leyva
82
de ir a las líneas de fuego.
En el filo de la sierra
hay movimientos guerreros:
se escucha el toque de alarma
y entra la lidia en comienzo”. 273
“…Que espectáculo asombroso
van ciento cincuenta perros
bien puestos tras un venado
de los monarcas del cerro;
y más de ochenta jinetes
desesperados por verlo;
los unos, para enlazarlo,
otros, por tenerlo impreso.
En sus fotos de colores
abrazándolo del cuello
a mirar en la alcanzada
que sus cachorros mordieron,
muchos con sus carabinas,
ninguno haciéndole fuego,
y todos con la consigna
de ir las ciervas defendiendo…
Bachue sigue desde el trono
lacustre, ritual asiento
del Iguaque proceloso
al deporte principesco;
y en un piélago de glorias
la Villa, panteón procero
sobre el altar de sus mármoles
entre olivos nazarenos….” 274
“En la tradición de Villa de Leyva se cuenta que el Virrey Antonio Amar y Borbón
practicaba la caza de venados en los cerros de la Villa”.
“Las cacerías de venado eran una belleza, los leyvanos hacían aquí cacería: don
Antonio Rivadeneira, que era el dueño de todo Iguaque, don Bautista Rodríguez, el
Jetón Ferro y todos ellos, se reunían y se iban a las cacerías y venía mucha gente; hasta
el gobernador de Tunja. En el cerro había un viejo que tenía un vozarrón espantoso,
entonces, lo llevaban; el yerno de don Antonio daba los perros y le pagaban a un
273
Apartes del poema “Marcha” de Napoleón Ignacio Sáenz, en Villa de Leyva Tradiciones y anhelos.
Bogotá, 1968.
274
Ibid., Apartes del poema “Lidia.”
83
arrendatario el cuido para que, cuando se reunieran todos a la cacería, estuvieran listos;
ellos venían y notificaban a toda esa gente y se reunían aquí en la plaza con los perros:
cuarenta, cuarenta y cinco yuntas de perros, eso lo vi yo y estuve en las cacerías.
Se reunían arriba en el cerro, en la finca de Emiliano Neira y de ellos, porque eso era
todo de los Neira; y los cuidanderos, los arrendatarios no podían matar los venados
porque don Antonio los castigaba y les daba sus fuetazos, él era rígido. Cada perro traía
su cuidandero para que lo llevara de la cadena, entramojados llamaban; adelante echaban
un perro que llamaban el trompetero, y cuando el perro hacía guauuuu, entonces
soltaban los perros y empezaban a seguirle el rastro al venado. Pero lo lindo era que una
vez, de las que fuimos nosotros, soltaron los perros y estaban los venaditos en una
planada, y los venados grandes entre las matas entretenían a los perros mientras subían
las venadas con sus venaditos chiquitos para otra parte del cerro; entonces, ahí seguía la
cacería y sí había orden de matar venado, mataban y casi nunca dejaban que los perros
alcanzaran el venadito.
Cuando se entraban los venaditos chiquitos, él los mandaba coger y les rajaba la oreja y
los soltaba, esa era la señal de don Antonio Rivadeneira; yo tengo una cabeza de venado
herrada por él. En una cacería cogimos un venado de esos y está con su marca en la
oreja, eso fue en el cerro entre Leyva e Iguaque, arriba en la Hondura. Yo he caminado
ese cerro de a caballo y a pie; en la cacería montaba en estilo inglés, mis hermanos y
todos los parientes me enseñaron primero a disparar, y, luego, me llevaron en mi yegua
briosa y nos íbamos detrás de los perros y de los muchachos de la cacería a ver la corrida
del venado y todo lo que hacían los venaditos huyendo. Nadie se comía el venado,
decían que la carne no era buena, que era pajuda. Hacían una cacería en julio y corrían
los venados y atravesaban estas calles; acá teníamos un portón de campo abierto y se
entró una venada y se metió al patio de montar a caballo y de manejar animales, y se
echó en el suelo y la dejaron toda la tarde; al día siguiente, madrugamos a sacarla al
llanito de Los Potreritos pero se murió de cólera, se encalambró de la carrera que le
habían echado los perros. Eso era como en los años treinta; en ese entonces, iban
también señoras a la cacería”. 275
“Las celebres ‘corridas de venado blanco’ en los cerros de la Villa, organizadas por
Antonio Ferro, Jetón Ferro, como cariñosamente se le llamaba en los círculos sociales,
era un excelente deportista (…) congregaba centenares de aficionados al arte de la
caza en los eventos cinegéticos y los vinculaba en noble amistad bajo los auspicios
de San Huberto, Patrono de los cazadores”. 276
“El alma de la cacería fue el Jetón Ferro, aquí se reunían ochenta, cien, ciento
cincuenta perros y cazaban venados. El tiro del pichón se le debe a Josué Aponte,
familiar de la señora Rivadeneira; eso fue como en el año cincuenta y dos, cincuenta y
tres, y se hacía donde está la plaza de mercado, que era un barranco; fui uno de los
promotores de hacer esa explanación para el tiro al pichón”.277
275
Aura María Borrás de Páez
N I Sáenz, obra citada
277
Luis Madero
276
84
“En esa época, antes de quemar los bosques, todo ese charrascal y arborización que
había, había venado, había tinajo, había armadillo, había zorro, había fara, había conejos,
¡todo eso!; pero en esa época, el que mandaba era un señor don Julio Rojas, el papá del
teniente general Rojas Pinilla, y don Carlos Rivadeneira, ellos no dejaban cazar a todo el
mundo. Los señores Castellanos cuando querían cazar, hacían sus invitaciones a señores
de Moniquirá, a señores de Vélez, a señores del Puente, de esas tres ciudades, y traían
sus perros y se reunían con los de aquí y soltaban la tromba de perros en la parte que
llaman la laguna del Cazadero; paraban el venado y este animal corría por todo lado y la
gente los atajaba y los gritaba, pero no los dejaban matar. Un día, que hubo una cacería
de un venado, lo trancaron por allí y el venado cogió de para acá y se les vino por una
calle y llegó a la plaza y ahí lo cogieron enlazado; dizque tenía doce puntas, como quien
dice, doce años tenía el animalito; decían que la carne del venado no la utilizaban, que
era para los perros.
Yo tenía unos perros de cacería, una perra fina y un perro gozque; y un día nos convidó
Antonio María, que fuéramos a cazar un zorro que le estaba haciendo daño en la huerta
del maíz. Y así lo hicimos, nos fuimos y soltamos los perros y pararon dos zorros dentro
de la huerta; el gozque corrió un zorro por todo ese cerro hasta el lado de Chiquiza. Otra
vez, nos fuimos a cazar de la Rosita pa’bajo y también lo cogimos al animal, allá, en el
potrero de los lambederos; lo único que yo no le dejé a los tiradores, fue disparar a los
avichuchos que salen ahí a posarse; también cazábamos en el barzal de Chacón, ahí
duramos mucho tiempo cazando nuestros zorritos, y matamos como cosa de veinte
zorros”. 278
“Había armadillo, tinajo, conejo, guagua, liebre; pero, hoy, los armadillos toca ir a
traerlos lejos, el fara era muy abundante, y ya no hay daño de gallina porque el zorro se
acabó”. 279
“No hay, en Colombia, venado blanco sino en el cerro de Leyva y en Cúcuta; aquí
Antonio, Pablo, Alejandro y Enrique Cortés, los Becaría del Puente y Vélez, cazaban el
zorro dañino para las gallinas”. 280
“Habían muchos perros finos en esa región del cerro y terminaron con los venados; ya
llegó el Inderena y prohibió eso porque el que menos tenía, tenía tres o cuatro perros; el
acomodado tenía ocho y diez perros”. 281
“En Villa de Leyva había mucho venado, y luego sucede que por las quemas, se fueron
los animalitos; pero, había un señor muy principal de la cacería de venado y se venían de
Chocontá, Puente, Saboyá, Chiquinquirá, Sogamoso y todo eso, al tiro de pichón y a la
caza de venados y entonces ya se fueron acabando los animalitos, pero siempre debe
haber todavía por allá”. 282
278
Ananías Cárdenas
Manuel Rodríguez
280
José Heliodoro Cortés C
281
Julio Edgar Cortés
282
Gabino Casallas
279
85
“En la Villa existió un señor, Rafael Rubio, que cazaba con la mente, él era nativo de
Villa de Leyva. Este señor, dice la gente, salía de cacería solo por los potreros a cazar
conejo; le saltaba la liebre, se quedaba mirándola, y la liebre se quedaba quieta y él
iba y la cogía. Tenía esa fuerza mental, hacía de médium, espiritismo, cosas de esas.
Aquí todos eran cazadores y había un club de caza donde hoy está la alcaldía, ahí se
reunían a jugar billar y salían a cazar. Un día, encontraron un venadito y lo empezaron a
corretiar y como llevaban sus arrendatarios, que tenían buen físico y se iban era por el
pie del cerro, entonces, el animalito corría cada vez más hacia abajo y entró por el
Mesopotamia, llegó a la plazuela de Antonio Nariño, bajó, y terminó en la plazoleta de
El Carmen y ahí lo mataron. Después, lo colgaron en un árbol de un solar y duró hasta el
día siguiente, y luego fue el piquete. Había mucho venado, inclusive, había una
variedad no conocida. De Cane pa’rriba, toda la loma hasta llegar al Duruelo, era la
cacería”. 283
“Una vez hicieron los campamentos en el Alto de La Villa, en el Roble, y empezaron y
bajaron los venados: a uno lo mataron en una calle que hoy está cerrada, abajo de
Coomexa; el otro, lo entraron a la plaza y lo cogieron vivo. El difunto José Mono, que
era afiebrado a eso, mantenía sus perros de cacería y se encargó de guardarlo en un
cuarto, y después, como al segundo o tercer día, lo soltó pero con lo que llamaban
pringadera: amarrado de un tendón para que no pudiera correr y los perros lo alcanzaran;
y eso le sucedió al venadito, lo alcanzaron y lo mataron, eso era para cebar los perros;
por el Roble se mató mucho venado”. 284
“Por allá en Iguaque había mucho cazador, aquí tenían mucho placer por la cacería
del venado. Nunca quise ver eso, a ese tipo de crimen no he estado aficionado. Llegué a
conocer dos venados muy grandes pero ya heridos, y oí decir que habían traído un
venado a la plaza mayor; la gente era bien aficionada a la cacería, tenían perros, era su
gran fiesta, afortunadamente desapareció, y acabaron también con los venados”. 285
“Las cacerías de venado eran a caballo; de niño, me iba al anca en el caballo del viejo
Roberto Borrás y regresaba sangrando por las hebillas del caballo, pero no me importaba
con tal de ir a cacería. Siempre cogíamos el camino para Chíquiza, llegábamos a un
sitio que se llama Llano Grande y pasábamos al Vijagual y Mal Paso; esas eran las
zonas de cacería, el venado no pasaba del río Cane. Antes se corrían los venados con
perros, era muy raro que alguien les disparara, además las hembras se respetaban y
los venados aprendieron a defenderse, no le tenían miedo al hombre; pero hoy en
día los están acabando, si es que no los han acabado, cuando estaba midiendo en el
Duruelo, bajaban venados heridos por tiro de carabina”. 286
“Todos salíamos los domingos a distraernos con la cacería, más que todo era de
paloma, y entre octubre y noviembre, era de patos que llegaban del Canadá a las
283
Germán Zubieta
Agustín Neira
285
Mario Antonio Pérez
286
Germán Borrás
284
86
lagunas y las zonas inundadas. Como en el año cincuenta, entre todos los amigos
formamos el primer club de Caza y Pesca de Boyacá, se llamó Antonio Ferro, y
funcionó en la casa de Juan de Castellanos, donde hoy está la alcaldía. Eso lo tomamos
en arriendo y posteriormente compramos la mitad de la casa, que antiguamente había
sido de los Ferro, y la otra mitad la compró Carlos Rivadeneira que era el presidente
del club y el más cazador de todos; ahí tuvimos el club como quince años y, luego, el
municipio nos propuso que les vendiéramos para hacer su casa municipal”. 287
“Mis tíos fueron cazadores, eso era una tradición y respetaban las normas de la cacería;
todos tenían buenas armas y perros, había perros para pelo, pluma y recogedores. Los
cazadores salían a caballo desde la noche anterior, le cogían la senda al venado y
soltaban los perros; esto era ideal porque en el Roble es plano y hay unas hondonadas y
ahí encerraban el venado, esos cazadores trataban de hacerlo al estilo inglés: la jauría
perseguía el venado hasta que lo cansaba y luego ellos, a caballo, lo entraban al pueblo y
ahí salía el pueblo y los aplaudía como la gran faena de los cazadores y después había el
piquete del animal con otras cosas y brandy. La cacería era con zamarros, ruana,
sombrero, la escopeta y un revólver y la botella de brandy”. 288
“Tigre en Iguaque”
“Por allá, por Iguaque regresé, y una vez, con otras personas, nos topamos con un
tigre, ¡un tigre grande! Uno de ellos me contó que, como que era una persona ese tigre;
que una noche, por ahí en un alto veían unas luces; se acercaron bien y se dejó ver una
persona; al rato, la luz se fue y apareció el tigre; que eso lo habían visto otros por ahí
en la noche, que un compadre decía, que era un brujo en pena que ya había matado
mucho animal”. 289
“Un señor Montañes, que era de Iguaque y trabajaba en el Municipio, me contó que
estando picando leña se le apareció una leona y con el hacha le dio un golpe y la mató,
él conservaba la piel”. 290
“Contaba mi papá que, por ahí en el año veinte, bajaba al pueblo una leona parida y
recorría todo el pueblo bramando; y como no encontraba nada se regresaba para el cerro,
por ahí se la pasaba y nunca hizo daño a nadie”. 291
“Cuentan que por los años veinte, llegó al pueblo un circo español y una noche se les
escapó un tigre, se escapó para los cerros, tal vez para Iguaque”. 292
287
Vicente Rodríguez
Octavio Mendoza Morales
289
Maximino Alfonso Bautista, q.e,p.d.
290
Germán Borrás
291
Jesús Neira
292
Roberto Borrás
288
87
Personajes en la villa
“Villa de Leyva fue un lugar de destierro de una dama casquibana y acá murieron dos
ex presidentes, el doctor Francisco Sande, llamado el doctor Sangre, y Dioniso Perez
Manrique. Los otros personajes interesantes fueron Vargas Vila y Luis Vargas Tejada,
que vino a Villa de Leyva porque la esposa de Juan José Neira, Liboria Acevedo y
Tejada, era de la familia de la madre de Vargas Tejada”. 293
Timoteo Roncancio
“Timoteo Roncancio fue casado con Avelina Castellanos y tuvo un hijo, el doctor
Germán Roncancio, nacido en Villa de Leyva, quien se casó con una ex-monja, de gran
belleza, del convento de las Terciarias dominicas. Avelina Castellanos, hermana de don
Angel, era de los Castellanos del Roble y sus descendientes son el Chato, Hernando y
Eduardo. Hacia 1890, Timoteo Roncancio fue alcalde muy notable de la Villa y metido
en la vida del pueblo, era un hombre temible y muy severo; cuentan que un día de
mercado, sus adversarios políticos hicieron un baile en la antigua casa consistorial y,
como no lo invitaron, dijo: voy a conseguirle la pareja a esos patojos leyvanos; fue y
cogió una burra, que tenía lista con un bulto de miel para salir para el campo, y la
cabestreó para subirla al salón por la escalera pero como se resistió, la alzó con bulto y
todo y la puso en la mitad del salón de baile y les dijo: aquí está la pareja para ustedes
patojos leyvanos miserables y se bajó y ¡quién iba a metérsele sí tenía la mano multada
porque un puño suyo era terrible!”. 294
El pintor Rafael Tavera
“Rafael Tavera estuvo aquí un poco de tiempo, era una persona muy tratable, era amigo
de mi papá que le hacía arreglitos de antiojos, cadenas y cada rato le llevaba el reloj,
porque usaba un reloj de leontina y mi papá también tenía uno de esos; como que era
pintor me parece, pues por ahí lo veía pintando la villa, le conocí unas pinturas muy
bonitas en Tunja; él vivió donde Elvira de Madero y casi siempre estaba montado en su
caballo blanco; yo lo conocí por los años treinta”. 295
“Rafael Tavera, el maestro, llegó a la casa nuestra; mi mamá le dejó una pieza, él iba a
Tunja y aquí duraba uno o dos años, salía a caminar por la plaza y volvía y se encerraba
293
Mario Antonio Pérez.
En Villa de Leyva vivió y murió don Dionisio Pérez Manrique, Marqués de Santiago y Presidente del
Nuevo Reino de Granada destituido por la Corte de España y quien fue confinado en Villa de
Leyva.
Jose María Vargas Vila escritor y ensayista, quien fue maestro de una escuela en la Villa. Tuvo
como alumnos a Ramón Borrás, Arsenio Castellanos, Darío y Mario Ferro, los Neira, Solórzanos,
Quinteros y otros.
294
295
Tulio Jiménez Barriga
Jesús Neira
88
en la casa a pintar; él hacía un cuadro y lo vendía, y hasta que no se comía lo último de
la venta del cuadro no volvía a trabajar, el último cuadro que hizo era grandísimo y se lo
llevó para Italia; era una persona rara, claro, un personaje, sus amigos eran el doctor
Oscar Roncancio Mora...” 296
Chepina Rojas
“Chepina Rojas tuvo tienda ahí en la plazuela del Carmen y también cerró su tienda y
dejó que todo se pudriera; su casa siempre era cerrada y llegaron con la noticia de su
muerte, abrieron la casa y la encontraron muerta en su cama, hicieron el levantamiento
del cadáver, y comenzaron a sacar tapetes persas, enlatados podridos, comida podrida,
fruta podrida, ropa húmeda, eso fue un espectáculo ver todo lo de la casa ahí en la
plazuela del Carmen”. 297
General Gustavo Rojas Pinilla
“Rojas Pinilla declaró el pueblo monumento nacional; me tocó, estando de alcalde,
cuando volvió la segunda vez y, como no lo dejaban entrar a Villa de Leyva, tuve que
llamar a la gobernación, eso fue en el sesenta y pico. Según mi mamá, el general Rojas
Pinilla no nació en Tunja; ellos tenían una finca, El Yubineto, que la manejaba el
hermano del general, era cerca a Alsacia, y en esa época era del municipio de Villa de
Leyva, -después fundaron Arcabuco como municipio y esa parte se la dejaron- ahí nació
el General e inclusive conocimos, porque era arrendataria nuestra, a la viejita que lo
recibió que se llamaba Presentación. El General comía donde mi mamá y una noche,
cuando ya aspiraba a segunda elección, le dijo mi mamá: General ¿usted para qué
aspira a ser presidente, para qué más con toda la plata que usted tiene? y él le
respondió: no Elvira, hay que trabajar por el bien del país, yo tuve mis errores, fue lo
que me mató; entonces mi mamá le dijo: General, usted para qué dice que es de Tunja si
usted nació en el Yubineto, ahí está viva la viejita Presentación, la que lo recibió a
usted, tiene como noventa y pico de años, y usted no le ha botado ni un pan; yo le dije a
mi mamá que para qué le decía eso, ella me respondió que había que decir la verdad”. 298
“En esa casa que está al lado de la quebrada del Roble, por el camino a La Rosita, se
le echa la culpa que ahí nació el general Rojas Pinilla, aunque yo conocí tres habladurías
sobre su nacimiento, eso se declaró en tiempo mío, en sabiduría de los anteriores”. 299
“El General nació en esa casa junto del puente al lado de la quebrada los Robles, en la
vereda del Roble, y de ahí lo trasladaron para Montesuárez. Eso me lo contó, y por eso
lo digo, el muchacho que tenía de arriero para sacar sus cargas de maíz el difunto Julio
296
Luis Madero
Octavio Mendoza Morales
298
Luis Madero
299
Félix Torres
297
89
Rojas, el padre del general. Los Rojas, el difunto Hermógenes Rojas, mi abuela Rojas
eran de Chíquiza, hay que saber buscarle la hebra al ovillo para poder desenredarla”. 300
“El general Gustavo Rojas Pinilla nace en la finca de San Cayetano, ubicada en ese
entonces en el municipio de Villa de Leyva, en los límites con Arcabuco;
posteriormente, esa parte se le da al municipio de Arcabuco, nace el general ahí pero la
señora tiene una afección en el seno y la llevaban a Tunja. Entonces, en Tunja, bautizan
el niño y el señor párroco pone de su cuenta y riesgo, que es un niño de un día de
nacido.¡ Cómo puede ser posible que el niño fuera de un día de nacido, si de la finca de
San Cayetano a Tunja se gastaba un día entero a caballo! Benditos tunjanos,
avispadísimos tunjanos, se quedaron con el nacimiento del general Rojas Pinilla porque
¡quién refuta al venerable párroco que pone dizque el niño era de un día, el párroco
cómo iba a mentir!
La vereda de Montesuárez en donde estaba la finca de San Cayetano, se incorporó al
nuevo municipio de Arcabuco; entonces, cuando el general Rojas subió al poder, los
villaleyvanos decían: el general nació en Villa de Leyva porque en ese entonces
Montesuárez era de Villa de Leyva; los de Arcabuco dijeron, el general Rojas Pinilla
nació en Arcabuco porque nació aquí en Montesuárez; y los de Tunja dijeron, aquí está
la partida de bautismo que dice un niño de un día de nacido, esto es irrefutable y así se
quedó, irrefutable”.
El General era de la familia, Domingo Rojas Jiménez, tío del general Rojas, era
casado con la hermana mayor de mi papá; mi abuelo se opuso a ese matrimonio porque
era entre parientes, no hubo hijos.
Una vez estando chiquito, viendo desde el balcón una procesión de la fiesta del Carmen
le preguntaron que iba a estudiar, si medicina o derecho, y dijo: nada de eso, yo voy a
ser polvorero”. 301
Un travestido en la villa
“De pronto, a las siete de la noche, en medio de la oscuridad, uno oía a la gente
carcajeándose y cantando: era una comparsa que venía de la plaza mayor y en esa
comparsa venía una dama elegantísima vestida de reina, vestida de rosado con
crinolinas, botando flores y mandando besos; era un travesti feliz desfilando para que lo
miraran, y después de hacer el espectáculo se encerraba; ese era el festival del pueblo, él
salía sobre todo en navidad y era una cuestión del pueblo, esa era la diversión.
Fue todo un personaje; el tipo tenía plata porque su almacén, que era sui generis, le daba
para ir a comprar todas esas ropas. Su almacén estaba ubicado en la mitad de la cuadra
de la calle Caliente, era un socavón con un mostrador de madera, y era algo muy
300
301
Ananías Cárdenas
Tulio Jiménez
90
especial, uno quedaba descrestado con una coca, una linterna de pilas, tenía todas las
baratijas imaginables, era una especie de San Victorino de la época, pero con las cosas
de la manera más espectacularmente dispuesta; por ejemplo, tenía colocado en los
lugares más insólitos un espejo y de ahí colgaba un bastón o un paraguas con unos
globos de colores, había dulces, caramelos… pero él nunca estaba detrás del mostrador y
lo hacía a propósito para despertarle a uno el ladrón, la travesura; la tienda estaba
diseñada con tal cantidad de espejos que él veía todo pero uno nunca lo veía, él dejaba
que uno robara y llegaba a la hora del almuerzo a las casas a cobrar, pues, siempre sabía
por los espejos quién lo robaba. Esa tienda estuvo abierta como desde los años treinta
hasta casi los setenta, y cuando cerró el local, dejó que se pudriera con todo adentro”. 302
302
Octavio Mendoza Morales
91
El turismo
“Muy eventualmente, pero muy de tarde en tarde, pasaban por aquí turistas, gentes que
venían a ver qué era Villa de Leyva, el turismo es un fenómeno moderno y querámoslo o
no, hay que aceptarlo. Villa de Leyva tiene un turismo especial, sui generis, la gente que
viene o que venía aquí, no era a buscar piscina o discoteca, porque el clima felizmente
no lo permite, esto es todavía tierra fría…que Tulito303 le ponga trabajo a esos gandules y
convierta la policía en guardianes de la paz y la tranquilidad de Leyva que es lo esencial
y siendo lo esencial hay que guardarlo; el turismo de aquí, tiene que tener la persona
deseo de paz y tranquilidad, vienen por eso pero si les damos ruido y escándalo no
vuelven”.304
“De un momento a otro, pensé que aquí llegaba la gente y no tenía información y
empecé a hacer las guías como en el año setenta y cuatro; preguntaba, leía y preguntaba
por otra parte, en especial, al maestro Acuña, luego empecé a anotar y tomar los datos
sobre otros aspectos más interesantes; por ejemplo, don Juan de Castellanos que escribió
la historia de la Nueva Granada en ciento cincuenta mil versos, el asunto de la veranda;
vi que era bueno para la población dar información porque acá llegaban y no conocían,
apenas los datos que les daba Miguelito305que era quien acompañaba siempre a los
303
Se refiere al alcalde de la época, Tulio Jiménez Barriga
304
Luis Alberto Acuña q.e.p.d.
305
Miguelito fue el primer guía turístico, murió accidentalmente llevando unos turistas a la laguna de
Iguaque.
92
visitantes. He procurado que los datos históricos y de otra índole sean ciertos y sin
arandelas, toda la guía la hago yo, he tomado datos de libros y preguntado a los que
saben”. 306
“El principal turismo que tuvo Villa de Leyva fue con el Mesopotamia, de ahí para acá
empezó a venir la gente; ellos hicieron contactos, no sé si con el Tequendama o el
Hilton, y empezaron a venir embajadores y americanos”. 307
“El turismo era esporádico, llegaban a acampar en los potreros, venían a buscar fósiles;
del año setenta para acá, empezó el turismo con el festival de cometas y después de la
película de Los Aventureros; esa película sirvió mucho para el turismo y después de
eso empezó la restauración de los museos. El turismo antes era culto, visitaban los
museos y compraban libros de la Academia, no había bullicio ni la rumba, este era un
pueblo muy solo”. 308
“Turismo es una ala grande al pueblo, hay vivienda activa al turismo y recreación
propia, que es la que viene y dice ahora la plata es la que vale; no es el servicio al pueblo
que es dulce, noble y tiene parte de indígena que es lo que reconocemos los viejos y el
nuevo no; el turismo es bien recibido a la llegada pero viene y vuelve esto un mercado,
hemos visto que viene un turista ofreciendo un dinero por un lote y se nos hace mucha
plata, pero nos hace mucha más falta lo que se da en menos precio; entonces, uno por
enamorarse de la plata lo da como puede, pierde la plata, la tierra y todo, eso tiene el
turismo.
El turista cuando lo conocí en el principio de mi vida, era una persona muy seria, muy
activa y tenía hasta caridad con el mismo viviente de aquí porque había la limosna, aquí
había mucho mendigo; y como la tierra era muy estimada y no era a vender la herencia,
el turismo se sostenía y no compraban a la guachapanda, a la estafa, sino a la
legalización”. 309
“El turismo ha creado problemas, son dos o tres días de fiesta y todo lo quieren es
barato, yo por ejemplo, he perdido mucho trabajo, no me llega nada ahora; se ha vuelto
todo más caro y más complicado, ahora ya llegan de otras partes a vender aquí y vienen
a dañar el trabajo”. 310
“Aquí era sumamente barata la tierra pero, cuando se volvió turístico, la gente echó a
venirse a comprar y echaron a encarecer las tierras, les pedían por un lote tanto y ellos
no decían no y nos fregaron a nosotros, porque nos hicieron pagar un jurgo, eso es lo que
nos tiene azotados. Malo es hablar, pero el turista nos tiene tumbados de todas formas: lo
primero por la carestía de tierra y, lo segundo, llegan a cualquier tienda o cantina o
cafetería o lo que sea y les piden por un tinto mil pesos y ellos pagan lo que sea, y
306
Florentino Sánchez q.e.p.d.
Luis Madero
308
Jorge Rodríguez
309
Félix Torres
310
Jesús Neira.
307
93
nosotros tenemos que pagarlo a lo mismo sin ser turistas; lo mismo con los arriendos,
antes se pagaba dos o tres pesos por un apartamento, ahora se paga trescientos mil pesos
pero por dos piezas.
Aquí vienen de Bucaramanga, de todas partes, de otras naciones y les gusta mucho por
lo pacífico, aquí todos los días se ve lo mismo, a nadie se le hace mala cara ni nada; pero
ahora hay desórdenes por todos estos estudiantes gomelos que llaman, llegan y se ponen
aquí a jartar y a formar relajo, esos son los que se tiran la humanidad, varios llegan y
compran y tiran la basura, otras llegan y se desnudan, se ve de todo eso”. 311
“Ya harta gente ha comprado, han venido hasta de otras naciones, porque aquí en Villa
de Leyva no hay gente que sea de acá, eso ya vendieron los propios que eran los dueños
de las fincas de Villa de Leyva”. 312
Festivales y eventos
“En 1986, con Marlio Gómez y el padre Uribe creamos el festival de las luces, acá
había una cosa bellísima que era la noche de las candeladas, y como era una época de
bajo turismo para los hoteles, se creó el concurso y ha sido una cosa muy interesante ver
la pólvora manejada por profesionales y, además, se llena el pueblo con el turismo”. 313
311
Miguel Arturo Sanabria
Julio Antonio Cuevas
313
Roberto Borrás
312
94
Condiciones de Vida
“Siempre mi costumbre ha sido trabajar, buscar la vida,
cargar leña, cargar jucha …..ahí dure quince años sirviéndoles
y no me reconocieron ni la ceniza de un tabaco…
trabajando esclavamente de día y de noche”314
“Era cierto que había mucha pobreza en los veinte; pero no era solo acá, era de todos
los pueblos de Boyacá”. 315
“Yo tengo mucho que contar, mis sentimientos con claridad, mis sufrimientos, mi
experiencia porque larga vida, larga cuenta; corta vida, corta cuenta; soy un labriego de
sentimientos buenos y mi profesión fue el trabajo, pues, no pude seguir a encumbrar una
carrera; soy buen pión porque nací el día del trabajo, un primero de mayo de 1919; nací
en la vereda de Salto y La Lavandera, he vivido y quiero morir en ella.
En el pueblo era mucha pobreza; en el año veintiocho, al tratar de salir de la ingenuidad,
yo ya llevaba siete años, conocí de botín al alcalde, al señor cura Mendieta y el maestro
de escuela; el resto descalzo y, algunos, tal o cual de alpargatas de fique. La gente vivía
de la ingeniería316 paseándose ahí por la calle; Leyva era muy lindo, en esos solares se
daba de todo, y yo viví y traté de educarme en Leyva”. 317
314
Testimonio de un campesino de la vereda de Capilla
Tulio Jiménez B
316
Ingenio.
317
José Heliodoro Cortés C
315
95
“En los veinte, cuando era pequeño, la mayoría de gente era analfabeta, eran
inteligentes de otras cosas; pero, de la sabiduría no había progreso y se veía mucha
pobreza; había mucha gente de balde que trabajaba en las casas, las mujeres traían un
chorote de agua, cargaban leña, para que les dieran de comer. Hoy, el muchacho que
ayer no tenía en que caer, es patrón y toca quitarse el sombrero y decirle don, porque
ellos, por un lado, han tenido un poco más de civilización y, por el otro, se creen más
poderosos que cualquiera; y hay mucha distinción en eso, la gente de ayer era muy
servicial, ayudaban y no cobraban; pero hoy no, son muy cortos de espíritu”. 318
“Cuando niño, por ahí en mil novecientos diez, cuidaba ovejas, unos cuarenta cabros,
de este pedregal para arriba, eso era baldío en esa época. Nuestra alimentación era
maicito, harina de cebada, garbanzo, alverja y arracacha, y por ahí tantico,
despescuezábamos una oveja y comíamos el bocado de carne; mi tía Reyes, como tenía
su guarapería en Sopotá, nos daba por ahí el sorbito de guarapo. Después de que murió
mi abuelita, se descontroló toda la vida de uno, ya no era lo mismo; los abuelos lo
querían mucho a uno, lo estimaban, no lo dejaban desnudo”. 319
“En el año treinta los muchachos como yo, escasamente hacían el estudio porque
estudiaban eran los que tenían plata, no había plata porque era la pobreza absoluta; se
compraba una res por cinco pesos, hoy vale quinientos mil, una finca se compraba por
doscientos pesos, el trabajo era en el campo y todo el mundo era esclavo de los
terratenientes, como el general Bautista, los Neira; generalmente, en toda parte ha
pasado así, no solo en Villa de Leyva sino en todo el país”. 320
“De comer hubo aquí en Leyva una abundancia; a veces, habían unos años que sobraba
comida porque daba mucho garbanzo, mucha arveja, alverjón, fríjol, maíz, cebada, trigo
y, también, a veces venía un verano que duraba tres o cuatro años que no llovía,
sembraban pero no nacía un grano ni para un pájaro, eso duró cuatro años. En todas
estas lomas donde hoy están todas esas cabañas, eso eran erosiones y la gente vivía
debajo de ranchos de tierra, a veces pasaba uno por encima y no se daba cuenta; y al
haber esa escasez de comida aquí, toda esa gente se fue con las familias a tierra caliente
donde había que comer y dejaron eso baldío”. 321
“Yo me empecé a conocer por ahí en el año cuarenta y cinco, hay cosas que tiene
uno en la mente y hay cosas que no se acuerda uno; el cambio en Villa de Leyva es
definitivo, todo diferente según nos criamos, hay una nueva generación, en parte mejor
y en parte no. En esa época había mucha cultura en el modo de vestirnos, la
comida era muy diferente, se cultivaba muy fácil y sin químicos; eso si, nos castigaban
muy duro, al grito estábamos temblando porque sabíamos que se nos venía la mano
dura, pero ya se acabó la humillación.
318
Manuel Rodríguez
Alfonso Maximino Bautista q.e.pd
320
José María Cubillos
321
Alcibíades Robles
319
96
Yo era la sute de la casa, la cuba, y fui la que más maltrato recibió porque mi padre
murió, yo no había nacido, y mi madre quedó con siete hijitos; ella trabajaba todo el día,
se iba con doce o quince obreros y echaba surco al que más valiente fuera. Casi ninguno
nos criamos con ella, pero la que más duró fui yo y me regaló a una familia; ellos me
pegaban porque me demoraba a llevar el chorote de agua…una vez me perdí en el
campo y una señora me llevó a dormir a su casa, las camitas eran de varas, cuatro
horquetas, y encima se tendía una estera, y ella me decía: vaya a la tienda y me trae
cinco centavos de panela, pero si se seca esta saliva te cojo a rejo, y eran nueve juetazos
que me reventaban si me demoraba, de comer no me daban, fui muy maltratada. Esa
señora me robó y nunca más se supo de mi mamá ni de nada, pero alguien que conoció
a mi madre, me sacó de esa familia y me llevó a Bogotá, a su casa; a Villa de Leyva
regresé a los diecisiete años, mi madrina me entregó a mi mamá, en la vereda Cardonal,
ya era mujercita, ya venía vestidita, le exigí a mi mamá que yo quería vivir con ella por
los días de su vida, pero como ella era toda la vida con su régimen, brava, entonces yo
no me amañé y me salí a trabajar a Villa de Leyva, a los veintidós años volví habituarme
a Cardonal y aquí estoy”. 322
“Como en el año treinta y ocho, yo estuve trabajando en Villeta de ver que aquí no se
ganaba nada; sufríamos mucho, lo que se recogía se iba a vender y se vendía en casi
nada y esa plata no alcanzaba, ¡hasta las muchachas se fueron en ese tiempo de ver la
escasez acá! Toda la gente estaba pobre, los que tenían su platica eran los ricos, los
acomodados, y nosotros los más fregados, humillados a los que tenían su capital. En
Villeta duré como cuatro años, me vine en el cuarenta y dos, y Villa de Leyva estaba lo
mismo de pobre; la ciudad no era sino aquí de donde es la bomba de don Benedicto para
acá y dar a San Francisco y aquí por arriba nomás”. 323
“Mi papá era de esos hombres que son músicos, él murió y fue sepultado acá, pero
como era casado con otra señora distinta de mi mamá, entonces ella no tuvo modo de
darme escuela porque yo le pedía que me diera; y eso que a uno lo humillaban a ir a
segar, le decían a mi mamá, déjeme la chinita pa’ que me ayude esta semana, y me
mandaban por allá a segar y me pagaban cinco centavos, o como no podían pagar nada
nos daban la bebidita, el guarapo, como eso es natural para el campesino”. 324
“Me llamo Teodolindo porque el cura, a todos los que eran naturales les ponía ese
nombre; habemos hartos Teodolindos en Villa de Leyva. Nací en la vereda de Capilla
en la selva, en una cueva, porque mi mamá vivía con mi papá y por allá trabajaban en
aserríos; y al otro día de nacido, me bajaron cargado en una mochila por un peñasco
abajo, que tiene como unos ocho metros de ancho pero hondísimo, y por ahí era el
camino. Me cuentan que al año de haber nacido, mi mamá se fue y me dejó con mi
abuelita y los hermanos de ella; y de ella no se supo nada, nadie dio razón de nada hasta
hoy; y a mi papá me enseñaron a decirle papá pero él no decía nada, porque en ese
tiempo los hijos naturales no valían nada y decían que eran hijos de maldición. Por ahí
hasta los veinte años me estuve con mi abuela y mis tíos, pero me aburrí porque me
322
María Oliva Hernández Avila
Marco Tulio Aguasaco.
324
Eduarda Rodríguez
323
97
ofendía que eran borrachos y todo eso, entonces me separé de ellos y me casé. Me fui a
vivir con mi esposa, hasta hoy hace más de cincuenta años, y por ahí seguí la vida con
ella sin tener ni uno ni otro una cuchara, en la pobreza más grande pero hasta hoy; nos
vinimos al pueblo y trabajaba por ahí en agricultura y en albañilería, en carpintería, y no
me ha faltado trabajo nunca.
Empecé arreglando vasijas esmaltadas, las remendaba con clavos y ganaba a diez
centavos por hueco, y un obrero ganaba diez centavos en todo el día; después en aserrío
de monte fui cocinero de aserradores, cinco centavos por día ganaba y compré un chilajo
de serrucho y herramientas de lo mismo que ganaba; eso era allá mismo donde nací, que
se llama el Cañuelal porque había una caña delgadita. Todo eso era de mi papá, un
pedazo de montaña como de cincuenta hectáreas, y a mí no me dejó ni que hubiera sido
una cuchara de tierra; mi papá se llamaba Rafael Franco Miranda y era gente riquísima,
las tierras las fueron vendiendo y le dejó a cada hijo un pedazo, pero a mí no me dejó
nada; tengo un pedazo que le había cambiado por una hechura de una casa, y así se
quedó.
Después compré un lotecito allá en la Capilla, como una fanegada, y ahí vivíamos con
mi esposa y saqué un empeño pa’ sembrar abajo a la orilla de la carretera, eso era ya
mucho contento por haber quitado de estar con patrón; yo le tuve miedo a los patrones,
pues duré como dos años trabajando en una hacienda donde vivíamos con mi abuela,
pagando obligación: cuando decían avisar tal semana venga a trabajar, había que ir
desde el lunes hasta el sábado, sin ganar nada, la mera alimentación... y el arriendo era
aparte, a dos pesos. ¡Lo que pasé en eso!, me venía desde la Capilla hasta Aposentos,
más acá de Suta, a trabajar donde los patrones, los mismos que habían allá en la Capilla;
me tocaba venirme a pie con un chilajo de azadón y dormir en el corredor con un poco
de gallinas y piscos encima de uno; el desayuno era como a las nueve de la mañana,
unos dos puñados de maíz tostado y changua con mera sal y cebolla; el almuerzo por ahí
a la una, era unos tragos de maíz sancochado, mute; y el día sábado, nos soltaban como a
las cinco de la tarde de allá y llegar hasta la Capilla a pie; eso era terrible pero no duré
sino dos años en eso”.325
“Venimos de una familia muy pobre, mi padre fue muy pobre, fuimos diez hijos,
muertos tres; él para criarnos compró estas tierras en Capilla, negociaba de a poquito
lotes que valían ocho, diez, doce pesos; total, unas seis compras. Era una tierra insípida,
no daba nada, y ya hicimos el ranchito en el año cuarenta y dos, yo ayudaba a apilar
barrito pa’ juntar el adobe. Mi papá cargaba leña en un burro y vendía la carga por ocho
o diez centavos, lo que llevaba a la espalda valía cinco centavos; y cuando estábamos
más grandecitos, a pura pata pelada, nos echaba su carga de leña y las patas echaban
candela; uno buscaba quimbas y se las amarraba con fiquecitos en los pies, y tenía uno
que procurar llegar al pueblo a las doce y ¡apúrele con zurriago! y llegar a tiempo pa’
que le botaran a uno su comidita y con eso se iba manteniendo”. 326
325
326
Teodolindo Espìtia
Simón Pedro Pineda Igua
98
“Mi mamá nos crió y aprendí a trabajar, íbamos a la era a trillar con una ramita pa’
ganar lo de la tostada327 y nos daban dos o tres tacitas de cebada o de trigo; en ese tiempo
no pagaban sino dos pesos por el día y en la semana se alcanzaba ajuntar pa’ media
arroba de grano, pero en ese tiempo todo era barato, eso era como en el treinta. No
teníamos finca, mi mamá era muy pobre, éramos tres, y aprendí a negociar en granos al
pie de una prima, ella era mayor, mi tía la mandaba y ella sostenía a la mamá; no
negociábamos en el mercado de Villa de Leyva porque eso se acabó desde que llegaron
los molinos, íbamos a Chiquinquirá y vendíamos cuchuco de cebada, huevos, tunas de
castilla y tunas de las espinosas, otra pepita que se llama hinojo, repollo, cebolla”. 328
“Eso si no sé cuando nací porque no recibo la pensión, y mi mamá ya lleva como seis
años de muerta; nací aquí arriba en la vereda del Roble y no conocí gente ni familia. Yo
me llamo Anastasio Guerrero, el Alcalde de Villa de Leyva. Yo estuve trabajando aquí
desde cuando era pequeño, trayendo la leche y arriando como a seis vacas hasta la
Victoria, abajo a salir a Chacón y échele ¡ay Virgen Santísima!, y ahí me enfermé yo de
una muenda que me pegaron, una muenda pero de cuidado; la muenda fue por una vaca
que estaba en la huerta y en siguiente estábamos nosotros arrunchaditos ahí, y se viene
un loco con ese machete pitado, el tacazo fue duro con el palo, y yo vide un cuadro
chiquitico de la Virgen del Carmen y salí corriendo como un tirón...yo le encomendé a
Dios lo de esa muenda y aquí no se hizo nada; pero, después, lo trajeron para la casa
enfermo y de esa muenda se pagó Nuestro Señor...” 329
“Nací el 14 de octubre de 1914 en Sutamarchán, y me eché a vivir a Leyva a la edad de
dieciocho años, soy más de Leyva que de mi pueblo, aunque allá tengo mi papeleo:
primero bautismo, segundo confirmación, tercero la primera comunión, la escuela,
enseguida el matrimonio… cuando íbamos creciendo, mis papaes nos ponían a que
laváramos la loza, a buscar leña y, también, a moler con la mano y una piedra el maíz pa'
la sopa, tostar cebada y moler en piedra, cernir y sacar harina de cuchuco, todas esas
cosas; cuando ya fuimos siendo grandecitos era al azadón, a la yunta de bueyes y, luego,
a rasguñar la tierra para echarle una pepa pa’ sembrar; que a sacar yerba de los trigos,
sacar toda la maleza y dejar que no quedara con cizaña. Enseguida, me fui yo para la
línea del ferrocarril que venía a cruzar aquí, por Tunja, duré seis meses levantando el
enrielado. En 1930 trabajé en la carretera que viene por Arcabuco, fue a pica, pala y
carretilla, después me pusieron de cadenero midiendo kilometraje y ahí me cansé y de
puro terco me salí, ya llevaba yo siete años y perdí la pensión por bruto... Yo tuve seis
hijos y existen cuatro, son inquilinos en Bogotá; ahora tengo un compañero y vivimos
los dos solos, cada uno nos paladiamos de sí mismos, no permitimos mujer porque
entonces sale más caro el collar que el perro; antiguamente las mujeres eran muy sanas,
hoy en día piden más que las ánimas benditas”.330
“La situación económica, hacia los años cuarenta, yo juzgo que era más bien buena
porque la gente hacía su mercado y toda la gente vestía de paño que se traía de la
327
El grano después de trillado se tuesta y se muele para preparar cuchuco.
Anastasia Aguasaco
329
Anastasio Guerrero
330
Adolfo Velásquez
328
99
fábrica de Samacá, había buen comercio y comunicación a caballo a la estación del tren
arriba de Samacá. Las familias de tradición tenían sus fincas pero normalmente vivían
en el pueblo: Morales, Borrás, Rubio, Neira, Rivadeneira, Rodríguez, Ferro, Jiménez,
Solórzano, Ruget, todas familias conocidas. Si había una desmejora en la calidad de
vida era porque a todo el mundo nos atraía la ciudad para estudiar, unos en Tunja y otros
en Bogotá; ahora se ha dado una fuerte influencia externa, con un fuerte impacto
cultural, lo cual ha llevado a una transformación bastante apreciable del pueblo”. 331
“La vida de antes era muy triste, nos faltaba de comer, no nos daban suficiente; en ese
tiempo se araba con bueyes y mis hermanos, como ellos eran grandecitos, eran debajo de
las matas y yo arando, y si no hacía caso ¡póngame juete donde estuviera!; uno sufre
mucho en la vida, conoce muchas necesidades, mi papá me dejó regalada y me daban
una vida muy amarga; después crecí y me fui a conseguir la vida… de pobre es triste la
vida, y pasarla y saber pasarla...”332
“Yo casi no salgo al pueblo, me la paso más bien por los potreros, como uno se
acostumbra a lo que venga porque, por ejemplo, nosotros no fuimos chichólogos,
guaraperos, nosotros éramos a trabajar nuestro ganado, yo montaba y salía a los campos
y toda esa cosa y sembraba; yo aprendí a montar por mi cuenta, a coger una bestia y a
dominarla, la enlazaba muy bien y eso a mí me fascinaba. Cuando compré el potrero de
San Agustín, puse cinco caballos y compré mi buen rejo y enlace y adápteme a los
caballos; después ya vino la Normal, entonces principié a vender la primera botella de
leche a tres centavos, no tenía sino una vaca, no me daba pa’ la leche de la casa, no tenía
sino ese potrero que fue la primera compra que hice a punta de mi trabajo; el otro
potrero fue herencia de mi mamá y esta casa que es muy vieja. 333 Yo salía al campo a
sembrar compañías, tomaba empeños y toda esa cosa, eso me dio; con mi mamá
salíamos a comprar el trigo para amasar, yo amasaba con mi mamá y lo llevábamos a
vender a las tiendas, luego principiamos a sembrar un poquito; después, ya me gustó
mucho y compré en el valle de Santo Ecce Homo dos fincas y vendí esas y compré en
Montesuárez, entonces ya me fui acercando más y compré el potrero de San Agustín; me
gustó mucho el lado de Sáchica, en la sabana tenemos un campito, sembrábamos cuando
era joven y desde aquí me iba con la alimentación para los obreros; atrás había mucha
pobreza, la gente no tenía ni alpargatas, pero era lindo que uno llegaba al campo y, la
gente en medio de su pobreza, le servían a uno mazorca, un huevito, cualquier cosa;
podía ser un plato todo viejo, todo roído, con una cuchara de palo pero eso era
agradable, no como hoy que eso es con mucho tenedor, servilleta y vainas, y llega
cualquier señor y uno le dice: fulanito siga y siéntese, le provoca un trago y contesta:
pero si hay whiskey; antes, por ejemplo, delante de un muchacho aunque tuviera
dieciocho años, nadie decía una vulgaridad, eso se respetaba, ahora no hay la nobleza
que había antiguamente, uno se da cuenta nomás al tratar la gente; antes, uno se
acercaba a cualquier caballero y le decía: ayúdeme a trabajar esta semana, a hacer esto
y le respondían: si, con mucho gusto, si puedo, ahora si va uno por equivocación: hola,
qué está haciendo, ayúdeme tal día, le responden ¡ay no me joda!, terrible, porque hay
331
Vicente Rodríguez
Oliva González
333
Casa ubicada en el parque de Nariño
332
100
plata; una vez le dije a un señor que me ayudara y me dijo: no señora, vendí un buey, yo
tengo plata”. 334
“La mujer vivía muy humillada, era atrevío el marido; más antes, se levantaba uno a las
dos de la mañana por tarde, eso era tanto que se jodía uno pa’ hacer todo eso a la cocina,
que escoger la cebada y conseguir la leña seca pa’ tostala en el tiesto y, en después de
fría, macháquela bien y aviéntela y escójala y lista pa’ moler en la piedra y no tenía uno
lugar de naitica335más; y que pa’l piquete de los obreros, vaya y llévelo a las nueve y
media porque eran tres comidas y se les daba papa salada, harina, ají y guarapo, y al
medio día era la sopa sino era piquete seco; y cuando había una parva y ya se llegaba la
hora del almuerzo, el marido decía: preste pa cá, yo parto la gallina y le daba a cada
uno la presita, a los hijos y a la mujer, un pedacito....”336
“El fogón era en tres piedras, ¡y cargue la olla pa’los obreros y eche pa’ la cabeza y
váyase!; y los niños ora dejalos dormidos, comiditos, o ir a llevar el almuerzo con ellos
cargados a la costilla y la olla a la cabeza. Yo estropia337 de mi esposo eso no fui, pero
por medio alegatico, inmediatamente se les antojara darle, eso eran dele y dele muendas
a las mujeres, esa era la humillación de ellos, ¡Virgen Santísima, muendiaban por
atrevidos!; la vida era muy dura entonces con los hijos, la brega con los obreros y ellos
con el cinturón era dele juete...”338
La mujer
Conversación entre Josefa y Blasina
- Yo tuve tres hijos.
- Yo siete, tres mujeres, cuatro hombres, y ya tengo dieciséis nietos.
- Soy nacida y criada en Leyva, nací en una vereda que llaman El Roble.
- Yo también nací en El Roble, vivíamos ahí como arrendatarios cuidando la hacienda de
la familia Cortés y nos criamos ahí. Ya después, mi mamá nos echó a traer para acá, que
para estudiar, que para trabajar y así; nos vinimos a buscar y a pagar arriendo, pero eso
es duro porque, verdaderamente, ¡uno qué tierra propia, ni en qué vivir, ni nada!
- Cuando la violencia, me tocaba a yo irme a dormir en el solar debajo de unas matas de
chirimoyo, de limón y curubas; me tocaba quedarme de ver que llegaban y le pegaban a
la gente y se entraban a las casas, eso terriblemente miedoso y yo con mis tres hijas
apenas. El papá de mis hijas se casó con otra y yo me quedé sola con mis hijas, yo no fui
a sufrirle a mis papaes para que me acabaran peor la vida. Ahí les di su poca o mucha
educación pa’ que no se queden como lo dejaron a uno; aun cuando, pa’que sepan poner
su nombre y saber por dónde entran y por dónde salen, que eso ya es mucha gracia saber
uno; yo fui, como dicen, machita pa’ criarlas y nadie se podía arrimar porque como fuera
334
Teresa Buitrago q.e.p.d.
Nadita.
336
Filomena Gamboa
337
Estropeada
338
Aracely Cortés de Rodríguez
335
101
les daba, y las saqué adelante y ya por ahí toparon sus maridos y ahora vienen todos los
nietos; la nieta mayor tocó ayudarla a criar, porque el papá de la niña era muy atrevido.. .
- mi marido, tenía ocho días de nacida la niña, se pegaba unas borracheras terribles y
llevaba uno del bulto, si un pedazo de tabla se presentaba con eso le daba a uno, y una
noche llegó y dijo: es que yo la voy a estrangular, la voy a matar; y ni corto ni perezoso
me jondió al piso y de eso me enfermé…él era de Arcabuco, sino que él se vino para acá
al pueblo porque aquí trabajaba con los papaes que eran herreros; él murió ya hace trece
años, murió de la misma perdición, de la misma bebida, le picó el cáncer y hasta luego;
pero fue una vida muy terrible que yo pasé pa’ tener esas criaturas, gracias a Dios que
me dio mucho ánimo, y así me tocara trabajar en lo que me saliera, me iba con tal de que
me ganara un peso pa’ un pan pa’mis hijos”. 339
“En la casa con mis papaes era uno humillado porque no lo dejaban salir; por ejemplo,
yo hilaba, hacía el oficio de la cocina; la educación era poca, un añito. Al marido lo
conocí cuando él llegaba a visitar a mis hermanos y, por ahí, por el lado, eran los
amoríos; y como el matrimonio ya estaba andao, después nos casamos, ¡se sufre después
de que se casa!; él se iba a trabajar y duraba sus quince días por allá, venía el sábado y
después se iba, en esas se la pasaba; los hijos los tuve con partera en la casa, el último si
me tocó ya en el hospital; y las niñas tocaba mandarlas donde la agüelita pa’ que
pudieran estudiar”. 340
“Yo hago blusas de tela y de hilo, y les enseño a varias señoras y con eso ellas han
sustentado a sus familias. Hace como cinco años, yo tuve un sueño; soñé que en esta
casa que tenemos no había casa, que se había tumbado todo lo que había en el lote y, por
la mitad, había una entrada grande. En el centro había una pila de piedra, como la pila
que hay en la plaza, y por los lados eran solas tiendas de artesanías y, entonces, yo creo
que ese sueño puede ser una idea para que, de aquí a mañana, en algún sitio haya eso y
las mujeres puedan aprender a bordar, a coser, a hacer diferentes clases de oficios y
puedan, más adelante, vivir con ese arte que aprendan”. 341
“Nací en una vereda llamada Capilla, de Villa de Leyva, mis papaes fueron muy
pobres; vivían en tierra de arrendatarios, en tierra de ricos, y ellos sufrían mucho por la
falta de que comer; mi papá tenía estancia en poder de don Teodolindo Rodríguez, y el
oficio era cuidar la hacienda de los patrones. Mi hermana me enseñó desde muy pequeña
el tejido de sombrero de clineja;342 y trabajando fui mi trabajito de mano que yo
acostumbré con mi familia: sabía mi mamita, sabían mis hermanas y así venía pasando
mi vida. En la juventud, tuve la posibilitud343 de ayudarles a mis papaes en el trabajo y
en todo, pero a mi papá le dio que yo tenía que casarme y me convení, 344¡ay santo Dios
bendito!, a creerme pensando que la vida sería mejor.
339
Josefa y Blasina
Antonia de Pineda
341
Pureza Robles
342
Ver Artesanía: fabricación de sombreros
343
Posibilidad.
344
Convine
340
102
Se llegó el día en que conseguí casa, y mi marido no me atendió por haber venido la
criatura mujer; él quería un varón y se puso tan sumamente violento, que nos amenazó
de quitarnos la vida para no mantenernos. A lo que tuvimos la niña, vino una familiar
suya del Tolima y se aposentó en la casita de nosotros; y mi marido, nos echó pa’ la
sabana a comer pasto en un llano, sencillamente a sufrir, tres meses que aguanté ahí yo
con mi niña de un año de nacida, y teniendo nosotros que comer: yo, por ejemplo, tenía
mi buey, mi toro de trabajo, tenía mi novilla ya para dar la cría, tenía siete ovejas, tenía
trece gallinas, y en esos días recogimos la cosecha, cinco cargas maíz, y quedé yo por
puertas, mi ropa quedó allá, el que comer quedo allá; entonces, le dije a un hermano,
¿qué haré yo que me tiene aquí castigada, sin que comer? y me dijo, si se deja robar
entonces yo me la robo, y me llevó a una estancia chiquita que tenía de arrendatario de
un rico y allá me dejó; y mi marido, al ver que no me topó, acabó con la riqueza que
tenía, cuatro lindos terrenos donde se daba que comer, ¡no supe qué hizo las gallinas, no
supe qué hizo las ovejas! y tampoco me dio la sal que quedó en el fogón, era una arroba
de sal, cinco cargas de maíz, cinco panelas… ¡nada me dio!
La finquita donde mi papá nos redució345 era una lindura de finca, ahí mi papá de todo
cosechaba y nos mantenía, y sacábamos el pan de cada día de la tierra porque la tierra
nos daba de comer y comíamos y nos sobraba; pero como ya estaba tan retendido en la
salud, se fue para la tierra y a pocos días ya se fue mi mamita; entonces, al vecino se le
metió que como yo me había quedado sola, no tenía más marido y no conseguía más
hombre pa’ vivir con ellos y también la niña estaba joven pero no se casaba, que la
riqueza que tenía yo, un lote lindísimo con habitaciones y con siembro que me había
dejado mi papá, tenía que ser para él; y como yo no quise, envenenó el maíz en el zarzo,
envenenó las cuatro vacas y un toro, las ovejas se volvieron todas con los ojos verdes,
las gallinas todas bobas, arrancó la mata de cerezo que había en el patio y caían al suelo
los pajaritos con los ojos totiados. Al ver eso, un amigo, que era el que mandaba todo
lo más en la vereda, nos ayudó y tocó dejar la finca tirada y venirnos para acá;eso fue
hace ya más de veinte años, pero yo no olvido mi trabajo en mis sombreros de palmicho
porque fue el que me mantuvo; Nuestro Señor aquí me tiene todavía en vida, con
ochenta y seis años, y ¡quién sabe mis últimos ratos cómo los iré a pasar!”. 346
Servicio militar
“Dicen que el ejército es el salvavidas de la patria, eso me lo hicieron saber cuando
llegué a mandar el fusil; era 1929, estaba yo jovencito pero bien zampao eso si, el
capitán de brigada de Tunja era don Julio Garavito, que era de aquí y nos llevó pa’l
cuartel a cumplir con el deber; y como el canchoso del sargento era a molestarme, dijo el
capitán: de este no se burla ningún soldado aquí, ni nosotros los mayores porque este es
nieto de Antonio Ricaurte.
345
346
Redujo
Dolores Reina
103
El general Vasquez Cobo pidió cuarenta tipos del batallón Bolívar, del departamento de
Boyacá, pa’ ir a recibirlo en Tumaco; nos fuimos por carretera y yo creí esa vez que iba
a traer mucho que contar, porque por allá hay mucho que ver, pero no…todo fue hacer
paraje al frente donde llegaban los barcos. Yo allá miraba por una parte y la otra, la brisa
del agua parecía que se veía venir sobre nosotros, y asomó ese barco tan lindo y, ellos,
dos compadres queridos, el doctor Olaya y el general Vasquez Cobo, venían parados al
frente y traían una bandera tricolor de trece por doce metros de ancho, cuando dijo el
coronel Torres:¡armas a discreción, al hombro, vista a la izquierda, atención, presente!;
entonces, eso fue hacerle honores nomás y ahí nos echaron en un carro, pero no pude yo
ver nada el mar, y no tuve nada que traer pa’contar.
A los nueve meses pedí mi salida, yo ya le había dicho al comandante: el soldado
Bautista pide salir, pero me había respondido: como no hay urgencia sino disciplina,
no se puede salir. El patrón fue allá a preguntarme, ahí se adentraron con el comandante
y conversaron, y le dijeron: bueno, señor Neira, se va el muchacho porque usted lo
necesita por allá… así ya salí del cuartel”. 347
347
Maximino Alfonso Bautista q.e.p.d.
104
Oficios
Construcción
“Mi trabajo ha sido constante; yo he sido pegador de materiales, lo que viene
conteniendo: ladrillo, cemento, arenas; trabajé con cal y ladrillo. Lo que aprendí se lo
debo a una escuela, Arces, en Bogotá, era una escuela española, allá nos enseñaban lo
perfecto; estuve ocho años de aprendizaje y ya quedé en mejores condiciones que estar
mirando a mi compañero; entonces, fui delegado al trabajo de responsabilidad de
manejar gente que, en eso se sabe, es una parte dura.
En la técnica de antes estaba primero el barro, la piedra bien colocada al frente, y no a
hacha y machete como se ve hoy; fueron piedras traídas del cerro del Gacal, en buey,
eso se conoció porque a yo me tocó traer porque no habían carreteables; ahora es lo que
haga el cemento, se perdió la estética de la piedra, ha venido gente a ayudar a hacer las
casas pero no son el mismo estilo que había antes: sus quiebres, los modos de hacer las
paredes, las mezclas.
Las casas antiguas tenían piso en tierra, pero las de los ricos eran entapetadas en tapetes
de costal hechos al propósito, fue lo que se conoció sobre los pisos de tierra. Las
decoraciones de los pañetes de las casas no estaban a plomo ni a niveles, sino a pura
hacha y machete; las casas eran pañetadas normalmente con cal, tenían un zócalo de
color al gusto del dueño y se blanquiaban con unas tierras de unas minas. Las pinturas
para lo blanco eran traídas del Roble, del camino que va Arcabuco; en Marmolejo
habían unas vetas y de ahí salían las tinturas amarillas, las rojas, las rosadas, las que
quisiera el pintor diluir; las diluciones eran cal viva y échele el barranco de greda blanca
105
y enseguida la mezcla que prendía, sal y penca, y se pasaba la mano y no se caía, eran
las mezclas sostenidas348 y se echaban con brochas de fique.
La mezcla para los pañetes consistía en arenas débiles, que no tienen tanta fuerza, y se
traían ahí detrás del cementerio, todo eso eran sacaderos de esa arena delgaditica;
enseguida, venía el estiércol que se molía a pura vara, póngalo y machúquelo en el
suelo hasta que se espolvorizara, pero era estiércol de caballo o de pollino; en después,
se hacía esa mezcla de la arena, la cal viva y el estiércol y se revolvía y eso duraba
siglos, no se tenía que hacer otro cambio. Todo ese material lo contenía el pueblo, no
había que traerlo de otra parte; y cuando eran las fiestas de aquí de la Villa, que eran de
la patriarca Virgen, todo el mundo tenía que hacer esas mezclas. Eran mezclas que se
llamaban naturales, pero hoy ya no se usa; el que usa eso hoy es una persona que está de
ordinaria, porque la gente quiere tener cosas finas y la finura no está sino en el orgullo,
pero era la mejor gente en ese tiempo. Los maestros que decoraban el pueblo eran Pacho
y Patricio Pedraza, ellos eran los grandes maestros que tenía el pueblo; los ocupaban en
toda parte, la alcaldía que era la que necesitaba los trabajos diarios, el juzgado, las casas
de habitación, ellos eran los nombrados”.349
“Ya no hacen la pared en adobe ni tapia pisada, tampoco el pañete a lo antiguo, que
quedaba tantico asperiado porque, antiguamente, era pegando la mezcla a lo fino, a lo
que daba el palustre, y al tercer o cuarto día, cuando ya estaba seco, ya le pasaban y no
se dejaba llevar; era muy, muy, bueno. Ahora ya no hay quién lo haga, y el material
también escaseó; claro que la cal la hay, la arena también, pero esa no era arena de mina
sino de aquí de barranco rodada que llamaban, y eso se remolía bien pa’l fino y quedaba
lisitico.
Yo sé hacer tapia pisada, adobe y el pañete con estiércol; eso nada de cemento en ese
tiempo; cal, arena y estiércol de caballo bien machacado, y eso prendía que daba gusto
en la pared. La tapia pisada es una pared que se hace de sesenta centímetros, con
tapiales, unos tableros en tabla: se hacen unas cerchas y en una espiga se clava la tabla,
un planchón de cuatro pa’ que se aguante la golpeada, y se hace un testero y se aprieta;
mejor dicho, como un tortón350 que quede bien tenido, y échele tierra y pise con un pisón
de madera, que tiene dos manijas, hasta que quede a diez centímetros máximo de altura,
y así hasta que termine el tablerado que es de un metro de alto. Se prepara que quede la
tierra que ni se pegue a la mano, ni se caiga; si está muy blanda, al quitar el tapial se
abre; si queda regular y pisa inmediatamente que pase la tapa, se quita el tablero y no se
abre. Eso es una ciencia que hay que saberla, toda tierra no sirve, la tierra amarilla no
sirve porque es muy floja para agua y se humedece; hay que utilizar, ojalá, capa vegetal,
casi tierra negra, mantenida con su abono y todavía se aprieta más; y luego, como se ha
lavado tanto, se le echa cal y eso aprieta mejor. Yo me hice una pared aquí en la iglesia
de San Agustín, la edifiqué y ahí está: veinte metros de larga por seis de alta, después le
echaron la cubierta encima, la dejaron un año sin cubrirla y no le pasó nada.
348
Se refiere al proceso de fijar la pintura.
Félix Torres
350
Tortor.
349
106
En ese tiempo los maestros eran pocos, entonces por eso éramos llamados; en
Moniquirá, nos querían mucho; en el campo, en el centro…pero ya le digo, se han tirado
la estética por la razón de que vienen de otra parte, compran su lote y hacen su casa a su
gusto y traen maestros de otra parte, que no entienden lo colonial, y a los de aquí no nos
dan trabajo, a los que sí sabemos cómo es el estilo colonial. Francamente, un baño si no
se puede hacer colonial porque el baño es muy exigente; antiguamente, había era una
ramada con unas tablas, pero sin agua ni nada, eso les echaban no sé qué vaina y se
controlaba esa mugre”. 351
“Para los techos de los ranchos, antes se iba emparejando la paja puntero, esa paja
blanca que llaman; aquí nomás se utilizaba el carrizo: se cortaba, se hacían manojitos, se
ponían en el enmaderado, se emparejaba y se iba apretando con cabuya. El enmaderado
antiguamente era más distinto, eso le ponían cumbrera, le ponían pendolón, rey, su
cuchillo, su costillera que ahora llaman madero; sobre la vara iba la paja y había pajares
que duraban quince, veinte años; esa técnica ya poco la están conservando, porque la
paja se pudre mucho ligero, pero es más abrigada que, por lo menos, una teja de zinc,
eso se hiela, se suda; entonces, ahora, echamos fue a meterle teja. El adobe ya casi no se
usa, pero, para mi concepto, tengo que el ladrillo es más cómodo de trabajar, más rápido,
ocupa menos espacio y se cubre con menos techo; el adobe se cubre con más harto techo
y queda poco espacio interno, y, ahora como son máquinas pa’cortar, el ladrillo sale más
económico y por eso se está olvidando el asunto del adobe. Eso si pa’la salud, es más
superior una casa de adobe, porque es más calientita cuando hace frío y menos se
encierra el calor, pues conserva una sola temperatura, haga frío o haga calor; en cambio,
en las otras construcciones no se siente si cambia la temperatura”. 352
Maestros de la construcción
“Allá en la vereda de Capilla, no habían sino como tres grandes maestros que hacían
las casas de adobe y madera que mandaban a hacer los campesinos, no se usaba
cemento. Había un maestro Pedro Antonio Cortés, un tal Matías Cortés, y Alcibíades
Robles que todavía existe, ya no trabaja. Después estuve haciendo casas también, en
varias veredas, allá en la veredas de Cardonal, de Llano Blanco”. 353
“Yo he trabajado como constructor desde muy pequeño, siempre a la pata de mi papá,
Lino Sanabria; él era de Gachantivá viejo. Yo trabajé en Moniquirá, Güepsa, San José de
Pare, Barbosa, y toda esa región edificando, haciendo casas, ramadas de molino, toda
esa vaina. Yo trabajé en Bogotá, en Tunja, y no me quedó grande ningún plano, a pesar
de los tres años de escuela que me dieron; yo desarrollaba el plano sobre la escala sin
que los arquitectos le explicaran a uno nada, porque esos son pura teoría, ahí conocen el
plano por la teoría que saben pero del trabajo no”. 354
351
Miguel Arturo Sanabria
Parmenio Pineda
353
Teodolindo Espitia
354
Miguel Arturo Sanabria
352
107
Herreros
“En la puerta redonda de arco de la entrada para la parroquia, o sea la casa cural hoy
día, funcionaba la herrería de mi papá, Manuel Neira Vargas y, en esa época, no
hacíamos sino trabajar para los ocho o diez molinos que habían aquí; arreglábamos ejes,
cuñas, crucetas, todo eso para las piedras y, además, se calzaban rejas para los arados de
yunta de bueyes; también hacíamos los trabajitos manuales que llegaban, arreglar
canales, máquinas de coser, de moler y hasta de escribir; de toda esa vaina hacía papá en
esa época, él arreglaba relojes, los relojes de los padres, de las monjas carmelitas,
dominicas, todo eso”.355
Carpinteros
“Eso por allá en 1942, en adelante, éramos poquitos carpinteros: la carpintería de un
señor Luis Hernández, el maestro Filemón, era casi el único carpintero aquí, y había
otro, un tal Félix Amador”. 356
“Aprendí la carpintería en el ejército, y luego en Tunja prestando servicio en el penal;
empecé a trabajar en el campo como en 1960, y cuando llegué al pueblo, 1970, ya
estaban otros carpinteros antiguos, como don Luis Pinzón, don Eugenio Reina, Belisario
Reyes, Luis Hernández, Donato Ramírez. En ese tiempo construyeron la carretera de
Naranjos a Gachantivá, ahí puse una tienda y una carpintería y hacía taburetes con
madera de aliso y después eché a hacer de todo: camas, puertas, ventanas, en pino
hayuelo del monte de Mamarramos; trabajaba a pura mano, con azuela y serrucho, y
luego con máquinas. Le transmití a mis hijos desde pequeños todos mis conocimientos,
y después resultaron ingeniándose las cuestiones de las tallas bien hechas y los violines,
ellos hacen cualquier figura. Aprendí a tocar muy bien bandola y tiple y estuve en el
festival del Mono Núñez, lo mismo que mis hijos que tocan música andina, pasillos,
bambucos y tal cual joropo”. 357
Venta de antigüedades
“En mi casa había muchas antigüedades y se las pedí a mi papá para adornar un local
que había alquilado por veinticinco pesos en la calle Caliente; recogí fósiles en toda la
región, Sutamarchán, Sáchica, Villa de Leyva y conocí al padre Huertas que estaba
recolectando fósiles para el museo que fundó en la Villa; él ya tenía una piezas muy
bonitas que traía de Barranco Hondo, entre Villa de Leyva y Sutamarchán por la
carretera antigua, en esa época estaban en plena actividad las minas de yeso y de ahí
salían amonitas, mucho fósil, y los campesinos los botaban, los partían, los dañaban.
355
Jesus Neira
Teodolindo Espitia
357
Ernesto López, también ver su testimonio en el capítulo: vegetación, aserríos.
356
108
Donde había más fósiles era en el Alto de Los Migueles, yo no sabía de eso, pero los
mismos turistas le decían a uno que eran animales que vivieron hace miles de años.
Empezamos a recoger fósiles de todas las variedades y formas; unos españoles me
trajeron unos libros, estuve estudiándolos y ahí aprendí, porque yo pasaba por encima
de muchas piedras que eran fósiles y nunca las recogía; ahora, por las experiencia, uno
recoge variedades de conchas, almejas, amonitas de unas cuarenta variedades que hay
en Villa de Leyva.
En el año setenta y cinco, empezó a llegar mucho turismo a Villa de Leyva y el turismo
llevó cualquier cantidad de fósiles; el más raro que encontré, fue una amonita que tenía
unas bolas en la cabeza como ojos y su boquita era como de setenta centímetros de
altura, no estaba en los libros de paleontología que tenía, lo encontré en Barranco
Hondo; después encontré como la jeta de un perro con muelas; en esa época, le
conseguí al maestro Acuña muchas piezas para el museo y al finado Enrique Zubieta,
también muchos fósiles, erizos y almejas.
Después amplié el negocio con precolombinos, los campesinos del lado de Sáchica, me
traían ollitas de barro que encontraban cuando estaban arando y, en la vereda de Roa,
encontré piezas de oro, husos y volantes, uno sacaba cabezas indígenas, sacaba bultos de
cerámica. Luego seguí con las antigüedades, vendía estribos de cobre, tinteros de pluma
de avestruz, frascos franceses del siglo pasado, instrumentos de ginecología, máquinas
para choques eléctricos, libros de medicina; le compraba a los campesinos tallas de
madera, molinos de piedra, yugos, arados antiguos, barriles de vino, herramientas raras,
y una vez compré una olla contramarcada con un sello español, que le cabían dos bultos
de cebada.
También, en una época, estuve como fotógrafo pues un día hubo un matrimonio de unos
duros de Samacá y el fotógrafo no vino, les tomé las fotos con una instantánea y salieron
muy bien, y seguí sacando fotografías en los bautismos, primeras comuniones, cuando
venía el obispo, cuando habían fiestas y vendía rollos para los turistas”. 358
Músicos
“Mi padre, José Gaona, se vinculó mucho a la vida sagrada de la iglesia, cantaba en los
coros de la catedral música sagrada; él era músico, tocaba su clarinete, el armonio y el
órgano y pertenecía a una banda de músicos de Puente Nacional; también ejercía la
sastrería”. 359
358
359
Gilberto Ramírez
Manuel Gaona q.e.p.d
109
Educación
“Yo aprendí en la cartilla Charry, acabé la primera y comencé la segunda y la terminé;
si hubiera seguido, aunque hubiera sido los cinco años de primaria, sería un picarito. En
esa época enseñaban en pizarra, el profesor lo cogía a uno hasta que se le grabara el
alfabeto de memoria: repetía y repetía hasta que se le encajaba a uno, ese era el modo de
enseñar; al que no fuera a misa, lo cogía de las manos y con la férula, ¡tas! le pegaba, o
sino le cogía a uno la cabeza entre las piernas y le daba en las nalgas...” 360
“En los años veinte, la mayoría de la gente era analfabeta pero eran muy inteligentes de
otras cosas; de la sabiduría no había progreso, no habían casi escuelas, y a uno lo ponían
a estudiar porque había unas profesoras que ponían su escuela, cobraban cinco centavos
mensuales, y uno aprendía a leer con esa mujeres en poco tiempo”. 361
Zona Urbana
“Hace unos pocos tiempos, se cumplieron cien años de la Escuela Urbana de la Villa
de Leyva, era en la Fábrica de Licores. Ahí estuvo José María Vargas Vila de maestro de
varios señores, como Juan de La Cruz Cortés, don Juan Hurtado, don Prisciliano Castro,
don Juan Neira y mucha gente importante. Mi abuelo estuvo unos cuatro o cinco años en
la escuela, en esa época la gente era muy poco instruida, muy poco leían. Se aprendía
con la la citolegia362que tenía, digamos, unas letras como góticas dibujadas y letras
cursivas: bra, bre,bri, bro, a, b, c, d, e, y cada letra tenía su verso y así se aprendía.
Decía mi abuelo que por el sitio donde se ubicaban ellos a estudiar, entonces de ahí
derivaba el nombre citolegia”. 363
“En los años veintes, no habían sino tres escuelas que eran: el Colegio de Nuestra
Señora del Rosario de Leyva que era de las dominicas, en San Agustín; la Escuela
Urbana de mujeres ahí también; y la Escuela Urbana de varones que era ahí en el mismo
parque. La casa de la escuela era distinta, existía un corredor, adentro un salón, y donde
está la pieza de Ricaurte, eso era un pasillo hasta dentro, hasta la orilla del río, las
paredes eran antiguas, gruesas; seguramente, cuando la guerra de los Dos Mil días,
estuvieron disparando y se veían ahí los torterones de los fusiles.
En esa época la educación entraba con sangre, eso si el maestro nos daba palo, pero eran
maestros que verdaderamente enseñaban. Conocí un maestro, Alipio Nosa, era de
Ventaquemada, y tenía tres cursos en un mismo salón: elemental, media y superior. En
la elemental, aprendía uno los primeros años; en la media, ya era primero y segundo de
bachillerato; en la superior, ya eran cursos que se salía preparado para ir a estudiar a
360
Adolfo Velásquez
Manuel Rodríguez
362
Citolegia: método de lectura, silabario.
363
Noe Leví Cortés
361
110
Bogotá. Después nos llegó otro maestro, Francisco Vargas, que fue muy bueno, muy
rígido, eso si castigaba y no perdonaba una falta que fuera en la escuela; y el padre fray
Tomás Mendieta y el padre Galán, no perdonaban un domingo que un alumno faltara a
misa. Lo que uno aprendía era a pura sangre y teníamos cuatro verdugos: el padre, el
cura párroco, el maestro de escuela y el comisario escolar, que llevaba a zurriago para la
escuela al niño que faltara. ¡Fuete el papá, fuete el comisario y fuete el maestro de
escuela!, ¿quién aguantaba?, nadie; me tocó volarme por eso. Yo venía unos días a ver a
papá, volvía y me iba; la primera vez me fui para Bogotá, entonces, no conseguí vida y
me vine otra vez; luego salí para Santander y por allá, con todo lo que me enseñó mi
papá, compré herramientas y me puse a trabajar en canales, lavamanos, baños, toda esa
vaina, en estufas de carbón que todavía existían, a cambiar calderas y así me ganaba la
vida”. 364
“La primaria la hice en la escuela de Ricaurte; en la época nuestra era con férula y vara
de rosa que le quitaban las espinas y con eso le daban a uno azotainas, fuerte; eso era
tremendo. Ya empezaban las cartillas. La escuela era solo de hombres, las niñas iban al
colegio de las terciarias. Dos veces a la semana nos sacaban a baños: en el potrero de
don Joaquín Madero había un pozo, era del agua que venía de lo que llamábamos la
termal, que era un agua no tan fría que salía de la piscina del Mesopotamia, el pozo nos
quedaba a dos cuadras de la escuela y eso nos bañábamos hasta cinco veces al día. Cada
vez que salíamos de clase, íbamos a aprender a nadar con las vejigas de buey infladas,
que se amarraban con granos de maíz en los extremos, para que quedaran como un
flotador”. 365
“El único colegio era el de las hermanas terciarias, en San Agustín,366 era internado para
niñas que venían de distintas partes del departamento y de Santander; para los varones
era únicamente la escuela Antonio Ricaurte, en la casa donde nació Ricaurte. A uno lo
ponían después de los siete años a hacer la primaria, se acostumbraba la férula y la
arrodillada con las manos extendidas, que era un castigo por llegar tarde y hacer
pilatunas. Estaba el profesor Nosa que era bravísimo y el profesor Prieto, pero el mando
lo tenía el padre Mendieta que era muy tremendo. Llegaba a la escuela y tenía la lista
de lo muchachos que habían hecho diabluras; entonces, llegaba el inspector y lo llamaba
a uno y le averiguaba que tenía estas quejas de la familia tal: que habían robado una
gallina para el paseo, que se metían a los solares a robar las frutas, esto y lo otro; y
luego, el padre Mendieta venía con el látigo, que lo traía escondido, y nos pegaba sus
cuerazos”. 367
“Todas aquí fuimos educadas con monjas, las terciarias eran las profesoras, tenían
colegio y tenían las escuelas; la escuela era hasta quinto de primaria y pasaba uno al
colegio. Las monjas eran muy celosas, no dejaban que los muchachos se nos arrimaran
y, cuando uno se iba para la casa, salían hasta el atrio a mirar si uno cambiaba de calle o
no para cosas de males. Yo le pregunté a las monjas porqué retiraron el colegio,
364
Jesús Neira
Miguel Arturo Ruget S
366
Existió también el colegio para señoritas de Nuestra Señora de Lourdes, de las Buitrago y Umaña.
367
Manuel Gaona q.e.p.d.
365
111
entonces, me dijeron que ya no tenían nada que hacer aquí, porque en ese tiempo no eran
preparadas las mujeres, hoy sí”. 368
“Aquí me eduqué porque había un colegio muy bueno, era de las monjas terciarias, y
mi mamá, antes de morirse, habló con ellas y les pidió que me enseñaran a leer y a
escribir allá y que me recibieran como semi-interna. El semi-internado era así: el sábado
mandaban el mercadito de la casa y las monjitas me hacían el desayuno y las onces de
refresco, porque entonces refrescábamos agüita de panela con pan; y en la casa
cocinaban y me mandaban el almuerzo y la comida.
El colegio era en San Agustín y lo tenían muy bien arregladito, allá enseñaban bastante
unas monjas muy buenas personas. Los castigos eran arrodillarnos en un pretil, un
ratico, pero no eran muy rígidas de castigar. Las monjas eran muy pobres, casi no les
caía platica. Cuando yo entré, alcancé a conocer como cincuenta o sesenta niñas, eso era
como en mil novecientos dieciséis, y enseguida que entré al colegio, murió mi mamá;
del colegio salíamos para profesoras, yo duré allá hasta los dieciocho años y me estuve
por ahí unos días soltera y luego me casé”. 369
“En las veredas no habían escuelas, solo estaba la escuela de varones, Antonio
Ricaurte, y la de niñas; en ese tiempo no utilizábamos sino una pizarra y el gis, ese era
todo el instrumental de estudio. Mi mamá se educó con las terciarias, ellas se fueron del
pueblo y eso quedó en ruinas; después, el Ministerio de Educación fundó la Normal”. 370
“Estudié en el colegio de las hermanas terciarias dominicanas desde mil novecientos
veintinueve hasta el treinta y dos, era en San Agustín. Tocaba entrar en punto de las siete
porque cerraban la puerta, y a los cinco o diez minutos después abrían, y si mucho era la
demora teníamos la penitencia: nos arrodillaban al pie de la Virgen y rezábamos tres
padrenuestros y tres avemarías; ellas eran muy delicadas y tenían una férula redonda y,
en la mano, le daban a uno tres ferulazos si molestaba. A las once, salíamos a almorzar y
regresábamos a las doce, y de ahí hasta las cinco de la tarde. El padre Mendieta iba por
la mañana a ver cuáles llegaban temprano o no, y cuáles teníamos que ir a cantar al
convento y allá nos tenían de cuatro a cinco de la tarde. Había un cantor Ramón
Agudelo, de Gachantivá, que tocaba el armonio, después Carlos Russi, de Santa Sofía,
eran muy buenos cantores, todo era religioso.
Se enseñaba aritmética, religión, geografía, urbanidad, economía, historia sagrada y
patria. En las clases nos enseñaban cómo preparar los alimentos, ¡hoy cocinan como
para los marranos!; hacíamos pañolones de lana con dos agujas; nos enseñaban a cortar
y a coser la ropa interior, camisolas, pantaloncillos y camisetas para hombre. Los cursos
eran elemental, media y superior; y a las que ya sabían, nos ponían a enseñar y teníamos
que hacerles examen en público. Rosa Elvira Martínez enseñaba historia sagrada,
Trinidad Neira, geografía, yo enseñaba religión a las de primero, se enseñaban los
mandamientos de la ley, los artículos, las obras de misericordia. En urbanidad nos
368
Teresa Buitrago q.e.p.d.
Aura María Borrás de Páez
370
Luis Madero
369
112
enseñaban que el inferior tenía que saludar primero al superior, siempre y cuando el
superior lo autorizara con una mirada; también a respetar a los mayores en edad,
dignidad y gobierno, dignidad eran lo de los puestos; nos enseñaban cómo entrar a la
iglesia y pasar por el altar: si la Majestad no estaba expuesta, se dobla una rodilla; si
está, se doblan ambas rodillas haciendo una inclinación reverente; para comulgar era en
ayunas, nada de alimentos, y antes de ir a confesarse rezar el yo pecador.
Íbamos de paseo al baño a los pozos de La Colorada, a los Tintales, a la termal en la
Mesopotamia; llevábamos chingue que nos cubría, porque nos enseñaron que fuéramos
cultas y tener moralidad. Nos daban muchos buenos consejos; nos decían que teníamos
que ser delicadas y respetuosas, que lo importante era que fuéramos mujeres de hogar,
de juicio; que guardáramos el honor que una vez perdido, no se volvía a encontrar”. 371
“Vine como profesora, trasladada de la Normal de Sincelejo a la de Villa de Leyva, en
1955.Cuando llegué, la Normal372 ya llevaba diez años de fundada y era en el propio
convento de San Agustín. El convento estaba restaurado, el Ministerio de Educación
hizo un tramo nuevo para aulas; y lo que es propiamente el convento, eran dormitorios y
comedores, y decían que salía una monja que se paseaba el corredor principal frente a la
capilla. Siempre tuvimos de capellán a los padres carmelitas, que fueron también
fundadores de la Normal, uno de ellos fue el padre Bernardo Restrepo.
La Normal era muy agradable, tenía setenta alumnas internas, todas becadas por el
gobierno nacional, de los cuatro puntos cardinales de Colombia: desde la Guajira a Los
Llanos Orientales, Nariño, el sur de Santander y el oriente de Boyacá y Cundinamarca.
Era una Normal rural, es decir, las niñas salían como maestras pero la orientación era
con bastante énfasis en saber ordeñar las vacas, la crianza de animales y huerto también;
las prácticas eran en un predio dentro de la misma escuela y se hacían visitas al campo
con las niñas. Los cursos eran durante los últimos tres años del bachillerato y se les daba
un grado de maestras rurales, las niñas eran más o menos de catorce y quince años.
Las profesoras todas éramos internas, salíamos después de almuerzo a dar una vueltecita
a la manzana y por la tarde, íbamos a rezar el rosario a El Carmen; luego regresábamos a
comer y, por la noche, en un radio de pilas, escuchábamos una novela; los sábados y
domingos, nos invitaban a las fincas y hacíamos cabalgata a Sáchica, Suta. Las niñas
solo podían salir de la Normal cuando venían sus padres y las profesoras de vigilancia,
hasta en Semana Santa, hacíamos turno para cuidarlas porque no salían; eran casi como
de clausura pero no se veían aburridas, ni protestaban por eso. Después de almuerzo,
daban una vuelta por la plaza y se sentaban un rato en el atrio de la iglesia y regresaban a
la Normal; organizábamos paseos al Cane y al olivar, allá llevábamos el piquete y se
pasaba el día, era indescriptible esa belleza: parecía una gran catedral con todos los
371
Ismenia López
“Se fundó en el edificio del viejo convento de San Agustín, después de la restauración que efectuó
el arquitecto Carlos Salamanca (…) inauguración llevada a cabo el 18 de agosto de 1945 (…) Enseguida
se hicieron unas construcciones contiguas, hacia el norte –donde funciona la Casa de la Cultura, con
lamentables planeamientos (…) Ese plantel se elevó a la categoría de Escuela Normal Superior.”N.I
Sáenz, obra citada
372
113
árboles entrelazados y una sombra linda, y daba unas pepotas que parecían de esas que
vienen de España; también íbamos al Ecce Homo, invitadas por el padre Prieto, que
tenía un colegio en la plaza y le traían esos niños difíciles para que los enderezara”. 373
“Fui profesor y capellán de la escuela Normal, que quedaba en el convento de San
Agustín, de 1957 a 1960. Cuando estuve, ya lo había restaurado el maestro Acuña
poniéndole mayólica en los pisos, él adaptó lo que había del edificio que habían dejado
las dominicas para la Normal; el arquitecto Carlos Ulises Salamanca, hizo la parte anexa
del colegio, donde hoy funciona la Casa de la Cultura.
Las dominicas abandonaron el pueblo porque esto no tenía porvenir, ni tenía alumnas
suficientes para el colegio. Una de las señoritas fundadoras del colegio era pariente del
Libertador y otra de Rojas Pinilla; ellas resolvieron, con el padre Gutiérrez, hacerse
religiosas y fue la primera comunidad femenina fundada en Colombia, las dominicas
terciarias, que hoy se llaman dominicas de Santa Catalina de Siena”.374
“La escuela anexa fue construida en 1948 durante el gobierno de Laureano Gómez y
por iniciativa del ministro de educación Rafael Azula Barrera; el establecimiento y
construcción del Instituto tuvo lugar durante la gobernación de Octavio Rosselli Quijano
en 1961”. 375
Zona Rural
“Yo tuve hermanos y a ellos si les daban educación; pero a las mujeres, la educación
de las escuelas,¡nunca!, decían que las mujeres hacíamos las primeras cartas era para los
novios; yo no sé leer ni escribir. A lo que ya fuimos grandecitas, nos enseñaban los
oficios de la casa y a rezar, a lo doméstico, a la cocina; hilábamos, batíamos guarapo y
chicha, amasábamos y hacíamos de todo, esa era mi profesión”. 376
“Educación no me dieron mis papaes porque no había maestros de escuela, ni escuela;
ellos no sabían leer y así se levantaron”. 377
“Estuvo de entusiasta un padre Antonio Buitrago, él inventó hacer una escuela, allá
abajo en Monquirá, en las columnas al pie del olivar de una familia Corredor, pagando
de a dos centavos diarios para que nos enseñaran tan solo a persignar.378 Estando
373
Fermina Gómez
Padre Rafael Eugenio Mejía
375
N.I. Sáenz, obra citada
376
María del Carmén de Montañés
377
Aracely Cortés de Rodríguez
374
378
Antecedentes: La iglesia ejercía el control de la educación pública teniendo como base la Constitución
de 1884 y el Concordato de 1887. Las clases de religión eran obligatorias y seguían el catecismo Astete;
de igual forma, era obligatoria la asistencia a misa y el control de la lectura. Con esto se suprimió el
método Pestalozzi introducido por una misión alemana, y se eliminó el carácter laico y neutral que tuvo la
educación en 1870, bajo el gobierno de Eustorgio Salgar, reforma a la cual se había opuesto radicalmente
el clero. La misma guerra civil de 1876 fue organizada en contra de las escuelas “laicas, neutras y
heréticas,”el cura boyacense Peñuela afirmaba: “la enseñanza se refiere esencialmente a la religión”; con
114
funcionando la escuela, hubo escandola; el padre tenía de novia a la maestra y se acabó
la escuela”.379
“En Monquirá hubo una escuela en unos corredores, la educación era como más mejor
que hoy en día, porque ahí si enseñaban la doctrina primero que todo; enseguida, por
ahí preguntas que les decía la profesora a los criaturos”. 380
“Como se dificultaba la venida al pueblo, se formó un grupo de jóvenes y trajeron un
hombrecito, Servelión Pereira, que había sido guerreante y había sufrido la herida de un
cuadril y andaba en muletas, y nos enseñaba únicamente a leer; después, ya se ofreció ir
a hacer la escuela en la Chapa, eso fue como en el año veintitrés y veinticuatro. Luego,
los Morales se dieron cuenta de que sabía leer y le dijeron a mi papá que me mandara a
Leyva, que ellos me daban alimentación y posada; y que a cambio, yo llevara el caballo
del papá del campo a la casa, me tocaba madrugar a ir a traerlo y por la tarde ir a
llevarlo, y me daban los dos centavitos. Eso era en el año veinticinco, el profesor era
Elías Prieto, de Sora, y estaba recién hecha la escuela en el Ricaurte; el salón quedaba
en la mitad de dos corredores que tenía la casa y atrasito quedaba un lugar donde
guardaban los libros; y para el servicio de los niños, tocaba salir al solar, no había
servicio de agua ni nada”.381
“Inventamos una escuela y se hizo en el pie de la vereda del Roble; sucede que primero
la escuela, en la vereda de Salto y la Lavandera, era en la casa que llamaban Caballo
Matao y de ahí la bajaron a Chacón, a la casa de la familia del difunto Luis Vega.
Entonces en una reunión que hubo, le dije al difunto Bernabé Casallas: ya que usted
tiene harta tierra, por qué no dona un pedacito para que se haga una escuelita, aquí,
para los niños del presente, para que no queden ignorantes y brutos como nosotros lo
somos, entonces me dijo: si señor, si se puede dar un pedazo de tierra, voy a destinar
que se dé una fanegada, y certificó que dejaba el lote para la escuela en el plan de la
loma de Peña Negra. Un día topamos con el señor alcalde y el señor personero y les
pedimos que nos ayudaran para hacer una escuelita allá, que eso era un desierto y que
ahí podían aprovechar niños de Salto y La Lavandera, niños de Monquirá, niños del
Roble, niños de Sabana y niños de Gachantivá Viejo. Entonces, yo eché a llamarle la
atención a toda la gente, para que pusieran su granito de arena para hacer la escuelita y
así se hizo por la junta de Acción Comunal. Cuando fui presidente de la junta de Acción
Comunal de la vereda de Sabana, como en el año setenta y cinco, le hicimos a la escuela
un salón grande, porque no tenía sino dos piezas”. 382
esta concepción, el cura se convierte además en instructor e inspector de educación. Boyacá, en 1905,
tenía una población de 503.600 (la cual había disminuido en relación a 1889) y solo el 2% de ella estaba
estudiando, era una de las más bajas en el país. (Fuentes: José David Cortés: Curas y políticos.
Mincultura, 1998. Jaime Jaramillo Uribe: El proceso de la educación a la época contemporánea. En
Manual de historia de Colombia, tomo III.Procultura, 1982)
379
Argemiro Torres
Aquileo Peña Rojas
381
Gabino Casallas
380
382
Ananías Cárdenas
115
“Habían unas dos escuelas por allá abajo en el campo, pero esas escuelas no eran del
gobierno, eran de unas señoritas Morales que enseñaban mucho; entonces me dejaban
tres, cuatro meses ahí; y después, por ser hijo mayor, me sacaban a trabajar, a ir a
manejar las mulas. Las primeras letras las conocí en el valle de Santo Ecce Homo,
estuve seis meses ahí, ¡tanto juete que nos echaba el padre Rojas y el padre Mendieta!
En esas escuelas enseñaban la ortografía por medio de versos: con zeta se escribe
hozada, durazno, lechuza, coraza, calzones y trenza y seguía una retahíla en verso, y
con ve van mover, aleve, desvencijar, relieve, vaca virola; antes de h y m se escribe
como aljibe, bar y caribe, todas eran palabritas que estaban escritas en un libro y uno se
las aprendía de memoria; por eso digo yo, que si me hubieran dado estudio, hubiera sido
un hombre más aplomado, mi papá tenía mucha riqueza pero no se preocupaba por el
estudio”. 383
“Mi mamá me puso a la escuela en el valle de Santo Ecce Homo, eso éramos sentados
en unos palos, entonces ¡qué pupitres ni qué nada!; la profesora era hermana del padre
Rojas, era muy fregada, y nos cogía del pelo y contra la pared como una yunta de
carneros nos despedazaba; y estaba el padre Mendieta, veníamos libres a las cinco de la
tarde, por una falda que se llama la Loma del Tabacal, abajo de Santa Bárbara, y ahí en
eso nos lo encontrábamos, él pa’l valle y nosotros pa’ nuestras casas, y tenía un caballo
sumamente gordo, un caballo acanelado, una tranca de caballo conforme de matrozo 384
era el padre; entonces se le saludaba, su reverencia y él decía: qué hay, asoliado y cogía,
con las mismas riendas del caballo, y échele juete y nos acorralaba a echarnos el caballo
encima y nosotros llore.
Estando en la escuela del valle del Ecce Homo se presentó un verano tan terrible, fue
como en el treinta, y se secó el agua que venía del pueblo pa’ el valle; no hubo agua para
el gasto de la casa de la profesora y le dijo al padre que dejaría de estudiar niños. Como
los padres dominicanos eran dueños de unas fincas, abajo en las vegas, ahí en el río, le
dijo a la profesora: se va pa´ las Vegas y allá estudia sus niños; entonces se fueron los
que tenían sus posibilidades, y como mi mamita era pobre, no tuvo plata pa’ pagar la
pensión, me sacó de la escuela, ¡pero eso era muchos los sufrimientos, eso era a las
patadas con esa profesora!”. 385
“En Capilla no había escuela en ninguna parte sino en el centro;386 la primera maestra
fue Carmen Tamayo, en Llano Blanco hizo clase con ciento veinte muchachos, con
cinco cursos: pa’ todos había garrote y había la clase completa; en ese entonces, era con
una pizarra y cuando a uno se le perdía el gis, busque aun cuando sea una puntilla y
aruñaba; había piojos y niguas, y pillaban uno ¡y encima las tijeras!; ya cuando López
Pumarejo, echaron a mandar cepillitos, jaboncitos, cuadernitos, borradores, lapicitos”.
387
383
Manuel Rodríguez
De Matronazo, corpulento.
385
Marco Tulio Aguasaco
386
Se refiere al área urbana
387
Simón Pedro Pineda Igua
384
116
“Yo estuve en la escuela de Capilla como en 1942, un pariente me llevó y me mandó
matricular; en ese tiempo, los estudiantes eran cada año con una cartilla: la cartilla
primera y hasta que la terminaran, entonces entraba la segunda y así; me dieron una
pizarra y un pedazo de cascajo, eso era la pobreza más grande, y después me quitaron la
pizarra y me regalaron un cuaderno de cuarenta hojas y un lápiz. Eso era dele tarea y
tarea y tarea hasta salir hasta noviembre; pasé la primera cartilla, la segunda, la tercera y
quedé en el libro cuarto. La profesora se llamaba Carmen Tamayo, una señora muy
buena para enseñar, de rigor y muy especial. Hubiera yo seguido estudiando, pero ni más
porque no había quién le ayudara a uno ni nada; me tocaba a mí mismo hacer de comer,
hacer el desayuno para mis tíos y para mí llevar por ahí una bobada de almuerzo, o me
tocaba por allá comer con moras, con guayabas, con naranjas… ¡y lejos!”. 388
“Como en el año sesenta fue hecha la escuela aquí en Capilla, tocaba estudiar y prestar
la colaboración para terminarla de hacer, el sábado y domingo; yo ya estrené la escuela,
eso fue en el sesenta y dos cuando hice el primero, estuve dos años y eso no completos:
no hubo formas de darle estudio a uno, sino de ir a jornaliar”.389
“En la vereda de Llano Blanco, siempre se ha manejado la creencia que los niños
tienen que ir a estudiar a la escuelita; por eso, esta escuela la hizo la gente a escala de la
necesidad; por allá en mil novecientos cuarenta y cinco, existió también una escuela en
la casa de María Hernández, que fue la escuela que en la región tuvo más trayectoria en
la antigüedad, y después la trasladaron a Capilla y, luego, a Cardonal. La escuela la
hicieron para tener un centro donde vinieran a estudiar todos los niños de la vereda,
pero después, por la necesidad de trabajo, emigró muchísima gente a Bogotá. Esta
escuela cumplió cuarenta años, yo estudié en Villa de Leyva toda mi primaria, pero mis
hermanos estudiaron en la escuela de Cardonal”. 390
388
Teodolindo Espitia
Parmenio Pineda
390
María Gladis Velásquez
389
117
Salud
“Fue este año de mil y quinientos y ochenta y ocho uno de los más desgraciados de
que tienen noticias los naturales habidos en estas tierras y el más que han conocido
ni experimentado los españoles después que entraron en ellas, por una enfermedad
que dio de viruelas (…) que habiendo comenzado en la ciudad de Mariquita en este
nuevo Reino en sólo una negra que entró infestada de esta enfermedad en la ciudad
trayéndola de Guinea (…) que destruyó así naturales como españoles más de la tercera
parte de la gente. Sólo se libró de este Nuevo Reino la ciudad de Pamplona (…) Fue
tan grande la mortandad de este contagio pestilente, que no se daban manos los
sacerdotes, clérigos y de todas órdenes, en especial entonces, que eran pocos a
enterrar, pues solían en una fosa meter ciento y aun doscientos cuerpos (…) No
bastaban (tanta era la fuerza de la enfermedad),las diligencias de médicos y medicinas
humanas. Y así se acudió a las diligencias de todas partes de este Nuevo Reino, en
especial la ciudad de Tunja, que determinó llevar a su iglesia aquella santísima imagen
de nuestra Señora de Chiquinquirá (…) Se puso en efecto con tanta devoción de los
pueblos de los naturales por donde iba pasando con ella, que salían a recibirla dos
o tres leguas con mucha cantidad de cera, y tanta piedad que las gotas de la que
ardía que caían en el suelo, por haber hervido delante de esta divina imagen, cogían y
guardaban por reliquias. (…) así españoles como naturales, pidiéndole socorro en
angustias tan de muerte, que como Princesa de la vida se sirvió darlo y fin a la
enfermedad, que no duró más que seis meses en toda suerte de gente”. 391
Peste y Cementerio de los virulentos
“En la época de la viruela392enterraban a la gente en el campo, no los llevaban al pueblo
porque decían que era contagiosa”. 393
“Se decía por los padres míos, dizque, hubo una viruela, que esa viruela era un mal
contagioso; a toda la humanidad que iba quedando, ya no los enterraban, ya no los
recibían en el cementerio sagrado sino afuera. En la vereda de Sabana, hubo varios
cementerios: uno fue a la pura orilla de la carretera que va pa’ Arcabuco, llegando al
ramal que va pa’ Chaina; y al frente, en las tapias, hay otros dos; y más adelante se
encuentra otro, conociendo la tierra de don Cayo Moreno; también hay uno cerca a La
Rosita, en tierras de la señorita Roncancio, donde habían unos encerrados para
cimientos; y donde llaman la Loma de La Cruz, que es un sector grande que queda por
la carretera que sale por el Alto del Espino a dar a Chaina, y que se llama así porque
391
Fray Pedro Simón. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales.
Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1981. pág.512
392
Los finales del siglo XIX y los primeros del XX fueron épocas de epidemias
393
Baudilio Igua
118
se conoció una cruz y una piedra grande de señal donde se divisa para la pata del cerro
que continúa para una parte que llama El Gaque, había otro.
En ese tiempo dejaban las señales, eran señales sagradas: piedras, matas de rosa, laureles
de hacer cruces de mayo, ahí no entraba un animal a comer pasto, y el viviente que
fuera a mirar eso, el miedo lo participaba uno. En el pueblo había otro cementerio que
yo conocí, fue donde es el tiro al pichón, cuando hicieron la calle que sube por detrás de
la escuela del Duruelo: al echar la excavación ahí se encontraban los entierros, los
precipicios donde estaban los muertos; ahí habían vasijas, pedazos de tiestos, ollas y
de esas ollas salían huesos; no se sabe por qué los echaron en esas profundidades, ahí
habían reliquias, nadies cogió eso, ahí quedaban como para visibilidad. Eso fueron
cosas que se conocieron verdaderas, ya eso desapareció porque el agua hizo bahías,
arrastres, en el barranco que quedó”.394
“ A mi mamá le dio tifo, eran muy escasos los médicos pero se trajeron de afuera; con
el tifo y la viruela quedaban las casas casi desocupadas de la mortandad, los ranchos
quedaron desocupados, eso fue en los años veinte”. 395
“Al revisar una tesis de grado, encontré lo de la lepra en Boyacá; ahí se hablaba que, a
fines del siglo XIX, Villa de Leyva era un leprocomio pero no oficial, y que en cada casa
vieja de la Villa había su leproso. En todo caso, en el siglo XIX, se convierte Leyva casi
en una ciudad maldita, la gente no quiere ir a la Villa pues decían: de pronto en una
pieza de esas estuvo un leproso y les daba miedo comprar; entonces, prácticamente
muchas familias se fueron”.396
“Se decía que aquí había mucho leproso; cuando tenía la agencia de cerveza en Leyva,
me llevaba la ropa a lavar en Chiquinquirá porque la familia tenía cierta prevención con
eso; aunque, en esa época solo conocí una mujercita que tenía los síntomas. Cuando
llegaba a Chiquinquirá, con las consignaciones de plata de la cerveza, como que me
recibían con precaución, se lavaban las manos con alcohol porque el dinero venía de
Leyva”.397
394
Félix Torres
Aura María Borrás de Páez
396
Javier Ocampo López
397
Alfonso Páez
395
119
Medicina tradicional
“En ese tiempo como casi poca ciencia médica había, entonces por cualquier cosa se
enfermaban y no se alcanzaba a saber la medicina. Más antes, las plantas tenían buena
virtud y fortaleza, siempre muy grave tenía que ser una persona pa’ llevarla al centro; yo
que me acuerde, siempre trataban con plantas. Las enfermedades eran sarampión,
viruela, gripas, parásitos; que pa’ un dolor de estómago, la matricaria y el ajenjo eran las
yerbas más apetecidas; ahora hay mucha enfermedad, ¡tantas que resultan que uno ni
comprende qué serán!” .398
“En ese tiempo, en los veintes y treintas, todo era con yerbas aromáticas: manzanilla,
albahaca, canelón, cidrón, salvia; y si nos daba fiebre, nos machucaban una tazada de
verbena con tinto y ese era el remedio; pa’ las lombrices era la yerbabuena y pa’ los
dientes, una yerbita blanca, lanetas, que se llama Santa María: se cocinaba, se hacían los
buches y con eso se aliviaba uno. Cuando los animales se enfermaban les hacíamos una
changua: cilantro, cebolla, cominos, ajos y les quitábamos el dolor de tripa”. 399
“Ante tiempo se presentaba a las personas una fiebre terrible nomás, no era sino
recoger chovas y moras, ¡y coma lo que más pudiera!, y eso le iba pasando; a veces,
decían que se descuajaban, pero ahora la gente se enferma más. Antes, seguramente, la
alimentación era más fuerte; y como se comía tanto la harina de cebada, y la cebada es
cultivada en tierra que sea caldesa, entonces eso tiene mucha cal, mucha sustancia”. 400
“Acá en Villa de Leyva había un Ruget, don Miguel Ruget, tenía algo de estudio y le
recetaba a los pacientes jarabe de cáscara de quina cocinada y por ahí inyecciones; sabía
sus cosas, entonces él formulaba. Recuerdo que en 1930, vino un hombrecito de por allá
de Moniquirá a hacerse ver, ¡quién sabe qué mal le conocería!, le recetó una inyección y
le dijo, que no podía tomar licor ninguno mientras tres días; pero, el hombrecito traía un
piquetonón de gallina, arracacha y yuca y se fue pa’la chichería, pidió una totumita de
chicha buena y dijo: si me muero que me muera, y al ratico colgó la gorra.
En la época del tifo, eso me dio tan fuerte que duré como seis días inconsciente, era una
fiebre tan alta que no había remedio para eso y sabían que estaba vivo por el resuello del
corazón, mandaron a traer el cajón pa’echarme porque pensaban que estaba muerto;
entonces, ya en el último día que estaba privado del tifo, vi que llegó una vieja vestida
de blanco, tenía un sombrero grande, unos ojazos y unos dientes, con unas uñas tan
largas, y se sentó en la cama y me hizo dos veces señas, muerta de risa; y al otro día, ya
me recordé de la vieja que vino a llevarme y no me llevó”. 401
“En el parto una vieja nodriza acompañaba al caso, y había mucho yerbatero; para el
dolor de cabeza, purgar con verbena; para purgar los niños, orines con jabón de tierra,
paico, agua de verbena; para la tosferina, leche de burra negra; para la tos y las paperas,
398
Eloy Pineda q.e.p.d.
Anastasia Aguasaco
400
Ananías Cárdenas
401
Manuel Rodríguez
399
120
barba de cabro y lana de oveja negra, agua de cloruro, salicilato de hierro y quinina,
analgesina de ipecacuana; para los asmáticos, una pasta “mendaco”que la vendía un
doctor Germán Roncancio, el asma era lo más común porque la tostadera de la cebada
atrae el humo del fogón de leña”.402
“Decían que para la viruela era muy bueno el sudor de la boñiga hervida con
leche”.403
“También dábamos agüitas de yerbas, manzanilla, yerbabuena; para la tos, orégano,
poleo, las florecitas de las matas de saúco, jarillo, jarillo blanco. Para tener los hijos
había partera, otras veces era solitas en la casa, y el marido también ayudaba; nos
cuidábamos unos tres días y después a trabajar”. 404
“Cuando enfermábamos, fuéramos los unos o los otros, eso no era sino ir y conseguir la
altamisa, el tinto, la sábila y haga zumo de eso y tome; o échele baños de guarapo bien
fermentado frotado a la espalda, y una venda con el cristal de la sábila amarrada a la
frente pa’ que le retirara la fiebre, y así uno se alentaba.
Decían que antes, los sacerdotes no dejaban enterrar al que le diera una enfermedad que
se llamaba el tifo; y con esa cosa del tifo, la persona se volvía negro, le daba un
fiebronón, se carbonizaba y se moría. El padre Gutiérrez no dejaba enterrar en el
cementerio a una persona que le diera tifo, viruela o sarampión; tocaba en el campo, en
los potreros, en un llano; seguro de eso sería, esos restos que se topaban. A mí me
alcanzaron a tocar los accidentes, yo me vide en la orillita cuando era pequeño, pero me
dieron la verbena machucada con la baba de la sábila en un tomo y con eso se me retiró.
Y cuando las fiebres, había un tal Ambrosio y me dijo que, yéndonos a la parte fría tal
vez no me pasaba nada porque el frío me retiraba la fiebre; entonces, me llevaron pa’
Iguaque y allá duré quince días. Eso fue en una finca del difunto Emiliano Neira,
salimos por la Hondura, allá habían sembrado y se dio un papalón y nos llevaron a
escoger la papa: la gruesa aparte, la de segunda y la otra, y yo carraquiaba de la maleza;
mucha gente fue a trabajar allá, nos pagaban el diario a cinco centavos y una carga de
papa costaba por más doscientos pesos”.405
“ Como eso no había ni hospital, para que arrojara el niño y pa’ que más le apurara, uno
tomaba agua de manzanilla chiquita o de laurel y una yerbita que se llama buenas tardes;
y había parteras bien especiales, mejores que los médicos porque en esas no se moría un
niño de descuido”. 406
402
José Heliodoro Cortés C
Testimonio campesino vereda Capilla
404
Juliana Pardo
405
Marco Tulio Aguasaco
406
Aracely Cortés de Rodríguez
403
121
Curanderos
“Mi abuela era la yerbatera del pueblo, se llamaba Inés, vivía en una casita en la plaza
mayor y usaba todo tipo de yerbas para curar a la gente; ella me contaba que los
anteriores seguían sus tradiciones y ella aprendió mucho de eso. Todos los días llegaba
harta gentecita del campo a visitarla, a que le hicieran los remedios, y le cogían
confianza: que me duele por acá, que me duele por aquí, que el niño se me descuajó,
entonces ella los sobaba. Cuando no podían venir del campo, la mandaban a llamar y le
traían un caballo para que fuera y por allá duraba sus días, hasta que quedara bien la
persona; le tenían mucha fe porque a los niños apenas con mirarlos, ya sabía que darles y
les daba. Ella asistía a los fracturados, si se rompían los brazos o las piernas, los sobaba
con el sebo de chivo y abría bien unos maguey y los ponía donde era la fractura y, como
no tenía ligas, les hacía una envoltura de lana negra donde fuera la fractura.
Los indios también traían sus remedios; una pomada que se llamaba tigre, unos
purgantes para las lombrices, hojas de chuchucuaza para el reumatismo y todo eso; les
encargaban y venían a vender tantas cosas de yerbas que traían, pero secas. En ese
tiempo, eso hace unos cincuenta años, no había más médicos sino el doctor Miguelito
Ruget, pero casi no atendía porque ya estaba viejito; él tenía la farmacia arribita de la
casa donde nosotros vivíamos y, también, vendía sus yerbitas y hacía cucharadas de
yerbas y todo eso; la gente de las veredas venía a ambas partes, pero como él no asistía
partos, entonces iban donde mi abuelita. Como aquí en Villa de Leyva nunca había
médico, la gente venía y la llamaban la yerbatera, ella hacía sus aguas y les daba, les
sobaba la barriga, les sobaba lo que fuera, y al rato ya salía la gente alentada sin ninguna
pasta.
Ella usaba mucho las yerbas aromáticas; la quincharita, esa yerba era muy buena para
los riñones; la matricaria y mastranto para el estómago y para los riñones; para el
reumatismo calentaba unas hojas anchas que llaman arboloco, les echaba sebo de
cordero y se las colocaba en las rodillas, en la espalda, en la cabeza o donde tuviera el
problema; cuando les daba diarrea y vómito decían que se descuajaba, entonces ella
tenía en un frasco grande lo que sacaba de la piedra de las gallinas, una telita pequeñita
amarilla, la ponía a secar, la molía y les daba eso. La jarilla se usaba para la artritis, se
calentaba, ojalá con orina de un niño chiquito, en un tiesto de barro y se la ponía en las
piernas, en las manos, donde fuera; eso tanta fe le tenían a la tal jarilla, que hubo mucha
gente que con eso se curó de la artritis, no como ahora que todo es a son de médico;
también los traía a un pozo termal, aquí a la salida de Sáchica, los lavaba, los llenaba de
yodo, los metía en el pozo de barro, los sacaba, los envolvía en una sábana y los cargaba
en caballo o a la espalda pa’l pueblo. Para el parto ella atendía las personas, las acostaba
y ponía un lazo de la viga o de la cama para que, a lo que fueran a pujar, tuvieran fuerzas
y se cogieran de ahí; se bañaba muy bien las manos, porque en ese tiempo qué guantes
ni qué nada, las dejaba en la cama y les hacía baños de brevo; y cuando ya iban a tener
los niños, les daba el agua de ramo bendito y de los cogollitos del brevo y al ratico ya
empezaban a chillar los niños; y también les nacía la matriz, no dejaba que la botaran en
ninguna parte sino que la enterraba en una parte seca, donde no hubiera humedades,
porque la barriga se les inflamaba y les daba el madre madre; entonces, ella les daba
agüita de ruda y de aroma para que limpiaran el estómago; ya entonces las arreglaba, las
122
apretaba con una sábana y no las dejaba levantar. Durante los cuarenta días, les mandaba
dar huevos tibios con ruda y con caraña, un remedio que le traían unos indios y eso les
desinflamaba el estómago, su caldito de pollo, su caldito de pata de res, su chocolate
bien hervido. Como no había hospital, a veces le llegaban tres o cuatro a la vez y se
acostaban en juncos, en esteras de panguas de maíz, y tendían sus sabanitas en la cama
de barbacoa que llamaban en ese tiempo”. 407
“Curanderos todavía hay, era lo más tradicional; habían muchas viejas comadronas408
que decían eran hechiceras, y decían que tal niño iba a ser muy inteligente porque había
nacido de pie; aquí existía una viejita llamada Fausta Cortés, una mujer que en su vida
recibió más de mil niños como comadrona, lo que se trata hoy enfermera. Las viejas
conocían que la mujer estaba ya embarazada cuando les salían paños en el cutis; y
cuando ya eran delicados los papás, las jóvenes de dieciocho o veinte años, tomaban
aguas amargas y arrojaban el niño con esa materia; y cuando una persona tenía tifo, le
daban agua de raíz de choco machacado con verbena y limón y con eso trataban de
bajarle la fiebre.
Aquí en la vereda existía un señor Hilario Espitia, un viejo inteligente y chiquito que lo
llamaban el Quincho, por las quinchitas que son verdes y bonitas; era un tipo certero
para las enfermedades y la gente decía: vamos para donde don milagro a que nos cure;
machacaba unas dos o tres hierbas y los curaba; después cogió la cabuya Jesús Cortés,
también fue un tipo certero, él castraba, daba consejos, sacaba muelas con una hebra de
fique, operaba cualquier cosita, y decían que era un gran científico porque cortaba esas
verruguitas que salían en una mano; un médico sumamente inteligentísimo, un master,
era Miguel Cortés Cortés, mi primo hermano que nació en 1913; él era un médico
veterinario, sabía inyectar, sabía castrar, inyectar humanos, un tipo preparado que sabía
mucho de plantas, era enfermero, comadrón, sabía de todo”. 409
407
Aurora Aguilera S
408
“Cuando una mujer de la zona rural ha constatado su embarazo por diagnóstico médico, la partera
entra en acción; ella se encargará de interpretar los sueños con el fin de establecer el sexo; si sueña con
colores azules será un varón y si es rosado, será una niña; el destino del embarazo y la vida que va a
tener la criatura también están relacionados en los sueños: soñar con la visión de una criatura borrosa
es indicio de que el parto va a ser difícil y que su futuro será incierto, o en la mayoría de los casos,
será débil y propensa a las enfermedades. Pero la acción de la partera no se limita solo a esto; durante el
embarazo ella irá indicando las dietas que debe seguir, si hay necesidad o no de sobar con el fin de
acomodar a la criatura para el parto (…) La posición del estómago está también relacionado con el sexo:
si la barriguita está paradita y bajita, será un niño; si está alta y redonda será niña. Si llora en el
vientre, dicen que será sacerdote y si habla, será un buen curandero (...) La placenta debe ser
enterrada con el fin de evitar que la criatura vaya a ser dependiente de su mamá. Finalmente, el
estado de las cosechas determinará el destino social del bebé: si nace en tiempos de sequía, su vida
estará llena de enfermedades y de infortunios, en cambio si nace en cosecha, será saludable y le
sonreirá la prosperidad" Carlos Pinzón Castaño: Tradiciones aborígenes, en Villa de Leyva: Huella de
los Siglos. Bogotá, 1986
409
Noe Leví Cortés C
123
Plantas medicinales y Recetas populares 410
“Altamisa para las hemorragias. Apio y paico para la digestión. Arrayán para bajar el
azúcar. Borraja y saúco para la tos. Cola de caballo para los riñones.Caléndula para las
heridas y el dolor de muelas. Cidrón para el dolor de estómago. Chiripiorca para
cicatrizar. Gaque para la tos. Limonaria para la leche materna. Llantén para las heridas
y la úlcera gástrica. Malva para la mastitis del ganado. Matricaria para el dolor de
estómago y las alergias. Mejorana y toronjil para el dolor de estómago. Mora silvestre
para la gripa. Miel de abejas y limón para la tos. Naranja agria para los bebes con
estómago duro.Ortiga para los espasmos. Papayuela, tote y violeta para la tos o
papayuela y mora. Perejil para el corazón. Pino y orégano para la tos. Sábila para las
cicatrices. Cáscara de sauce para el reumatismo. Saúco para el dolor de estómago. Saúco
con miel de abejas para la tos. Toronjil para los nervios. Yerbabuena y toronjil para el
estómago. Yerbabuena para las lombrices y la fiebre”.
Homeopatía
“Yo soy de Tunja, nací en 1911,y me vine aquí porque el clima era mejor para mi salud
y también era más tranquilo. Llegué en la época de la violencia, me amañé y así me fui
quedando. Mi profesión, la meopatía,411 la aprendí hace más de cincuenta años con un
doctor que venía por allá del lado de Venezuela, él me dio unas clases; el meópata tiene
que pensar cual es la droga que le pertenece al enfermo y en que diluciones se puede dar.
Ese conocimiento de las plantas, también lo aprendí cuando entré en contacto con los
botánicos, ellos le enseñaban a uno el nombre de las plantas y para que servían. En
cuanto a la iridiología, es una devoción que me vino allá en Tunja, la aprendí en el
Colegio Boyacá con un hermano español, yo cursaba el cuarto año de bachillerato. La
iridiología no señala enfermedades, solo descubre los órganos más afectados; y de ahí,
saca uno la conclusión de donde puede depender la novedad del paciente.
Mi personal es toda la gente del campo, ellos llegan porque los he tratado y se han
aliviado, y uno le cuenta al otro y así; también, viene gente del centro del pueblo y de
todos los medios, y los diagnósticos han sido acertados: uno llega y mira lo que siente el
enfermo, se anotan las señales que aparenta el iris, observándolo con una lupa, y de ahí
se concluye. Eso se complementa con la quirología médica, la mano es una cosa esencial
a conocer porque hay señales que no niegan, y también con la astrología, que influye en
la constitución de la persona que se lee en el iris; luego se formula el tratamiento para
cada persona. La consulta tiene un precio módico que cualquiera puede pagar, aquí viene
la gente cuando ya ha ido a todas partes, entonces, toca aliviarlos sin cobrar y ayudarles
con la droga; y yo les digo que, si algún día se mejoran y consiguen, pues, me pagan. Yo
viajé a otros países por practicar y darme cuenta de los estudios de la meopatía y allá no
le ponían tacha; en cambio, aquí, por eso el gobierno le pone problemas a uno”. 412
410
Información obtenida de varias curanderas
Homeopatía
412
Tulio Montejo
411
124
Sanación
“Yo vivía en el centro de Villa de Leyva, en una casa que teníamos propia, estaba
enferma y no había médico donde ir porque ya no tenía curación; un día, un señor que
ya murió, Gabriel Robles, me dijo: ¿porqué está tan flaca, tan fea? y yo le dije: pues yo
estoy muy enferma, y me dijo: yo conozco un centro en Tunja, que dicen que es centro
pero yo no creo, si quiere vaya.
Isidro estaba por allá con su tractor trabajando; y era tanto lo que yo sufría, que un día
les dije a mis hijitos: yo estoy muy enferma, yo voy a buscar curación por allá en Tunja;
me fui y me encomendé a Dios, porque yo siempre he orado mucho; por el camino
encontraba mucho tropiezo, yo preguntaba porque eso era en el barrio San Antonio, y
me decían: ¡ah! si, va pa’ donde la bruja esa, la que mata gente; claro, yo me asustaba
pero tenía una fe grande en Dios, y decía:¡ilumíneme, ayúdeme Señor, ya he sufrido
mucho!, llevaba como diez años sufriendo; entonces llegué allá y había mucha gente,
estaban en el momento de la oración; sin embargo, yo le suplicaba tanto a Dios, le
suplicaba con tanta fe: Dios mío, Padre mío, ten misericordia de mis hijos, ayúdame
Señor; y ya pasaba la última persona, les daban un vaso de agua, y una señora allá de
rodillas oraba y decía: se le hace de presente no sé qué… dé el perdón, entonces ya me
tocaba a mí y dije: ¡Dios mío, que no me vuelva a equivocar!, porque ya había ido donde
brujos, espiritistas y nada, y gaste y gaste plata; y ya con toda la fe en Dios dije: si es
bueno que me acerque, sino que me retire, intenté retirarme, no miento porque es una
cosa muy delicada, y sentí que alguien me sostuvo por la espalda y no había nadie; sin
embargo, me acerqué un poquito y la señora que estaba de rodillas dijo: se hace de
presente el espíritu de su esposo carnal, tiene que traerlo acá para la ayuda, dele el
perdón; repetí lo que ella me dijo y salimos, se terminó la labor. Nos saludamos con la
señora y me dijo: tiene que traer su esposo porque hay muchas causas, Dios les repara
y tienen que seguir, tiene que venir el martes próximo a la una de la mañana a recibirle
su espíritu. Le conté a mis hijos, a mi mamá y a mi papá, volví y me volé; allá recibieron
el espíritu de mi esposo, según ellos decían, y el espíritu decía, que le dijera a mi esposo
que tenía que entrar a esa obra sino moriría; así que me dio mucho miedo y le dije a la
hermana: ¿yo qué hago?, es que él me puede pescar. Él no sabía nada, me tocaba ir la
tercer vez a la una de la mañana, -entonces no se nos olvida a ambos que le cambió los
cachos al tractor y me dijo que no venía sino hasta el sábado- y llegó el espíritu tan
enfurecido, él me preguntaba por medio de la voz de la médium ¿porqué no vino su
compañero?, le dije: porque no cree en esto y es muy delicado, entonces me dijo: tendrá
que creer o morirá. Al otro día, cogí el bus de La Reina y me vine, y ¡cuál sería mi
sorpresa!, cuando veo el tractor en la casa, casi no me puedo bajar del susto, Isidro me
dijo enfurecidísimo: llegó la patrona, le respondí: yo vengo en sana paz, déjeme llegar,
después le explico; dialogamos y me dijo: sabe, se me partieron los cachos del tractor,
¿y ahora qué hacemos sin plata, ni nada?, le dije: mire, a usted, le toca ir a donde esa
hermana que estoy yendo yo porque, dizque, usted tiene que hacerse cargo de eso y yo
no sé que será, yo veo que eso es ahí con Dios y un vaso de agua y rezan cosas. Él no
quería, pero al fin nos fuimos y dijo la hermana, es el arisco, venga hermanito; y el
divino maestro Jesús le ordenó, a él, recibir la obra, ya le echaron a explicar todo y él les
dijo: yo estoy enseñado a coger mi platica con mis brazos y vivir de limosna sería muy
duro, yo no puedo mantener mi familia; entonces de ver que quedó sin plata, le tocó irse
125
para allá a prácticas, a leer la obra; y así siguió nuestra historia, eso hace dieciocho años
que fueron esas pruebas.413.
“Sí, yo de noche veía que me botaban piedritas, pepitas de durazno podridas, yo las
recibía en la mano y le decía a Julia: mire lo que me botan y quién me bota esto, nadie;
yo soñaba y me veía vestido de blanco, operando gente y salían muy bien; entonces, ya
me llegó la señora con la razón de que tenía que ir. Fuimos, se me hizo de presente el
maestro Jesús de Galilea, y me dijo: materia, tiene que seguir el camino que llevaba mi
materia cuando mi Padre celestial me envió a este mundo, y me envió a sanar y curar a
las materias, le contesté: Divino Maestro, pero qué hago para vivir de limosna, eso de
trabajar gratis…, me respondió: no, yo te enviaré gente y no te hará falta nada.
Entonces ya se me hizo de presente la doncella Juanita de Arco, se me hizo de presente
la Virgen María y me dijo: materia, tendrás que seguir este camino, volvió y me dijo el
maestro Jesús: materia, si no sigues este camino, será destruida tu materia porque tienes
que ayudar a la humanidad, hay mucha humanidad que lo necesita, pero nada te va a
hacer falta. Ya eché a practicar y practicar, y me dijo la señora: usted ya puede abrir su
centro y empezar a trabajar; era el espíritu que llegaba y se impregnaba en la persona y
ya empezamos a trabajar. Nos ordenaron vender la casa en el centro y que tenía que
comprar aquí, y yo dije: ¿ pero a quién le vendo?, y me dijo: yo le enviaré la persona
para que venda y comprarán allá donde viven sus padres carnales; de un momento a
otro, me llegó el cliente, eso fue rapidito, nos trasladamos y empezamos a trabajar, pero
se presentaron muchas dificultades.
Empezamos nuestra misión; la forma de empezar es haciendo dejar sus prendas
materiales a la persona que llega a pedir la ayuda; luego, sigue la limpieza con las siete
hierbas para desinfluenciar el cuerpo, porque hay personas que vienen muy cargadas de
influencias, de espíritus y de eso lo enferman a uno; eso es ordenado por las entidades, le
dan a uno la lista y se saca ese zumo de plantas, que mi Padre celestial puso en el
terrestre, entonces se hacen bañar afuera y entrar descalzos; después pasan a hacer
oración a Dios, se hacen arrodillar y se elevan una serie de plegarias a Dios y a los
santos que están en el cielo, no se adoran imágenes sino directamente a los que están en
el cielo; se pide la irradiación del agua, la droga espiritual, como pedir el sacerdote que
sea bendecida la hostia, y se le da una copa de agua a la persona y se le hace una
limpieza con las manos. El agua es la fuerza positiva, Dios llega o una entidad que envía
Él irradia el agua, bota una droga en el agua que pueden ser polvos o ser un aceite, pero
el vidente ve la droga que otra persona no ve; hay personas que vienen de espíritu puro y
se arrodillan concentrados, cierran los ojos y elevan el pensamiento a Dios; entonces, se
les concede la videncia, una cosa como si tuviera las vistas abiertas, y ven lo que hay en
el agua o en el recinto al pie de la mesa maestra con vasos, insignias y todo eso; uno
recibe una entidad de la altura, ella trae la energía y pasa por las manos, arrima uno las
manos a la persona, se hace la limpieza y desaparece el daño, y hay personas que salen
bien de una vez.
Con el agua yo les hacía explicación: si ustedes tienen fe en Dios, van a tener la
curación; pero si no hay fe no hay curación, y pídanle a Él que es quien concede la
413
María Julia Ruiz de Sáenz
126
curación; y les hacía limpieza, les pasaba las manos donde estaba el cáncer y quedaban
curados. Todos los días venía la gente, pero una persona que no era de la curación de
acá, a esos, los echaba donde el médico terrenal; y así esté entre todas las entidades, si
era una orden del cielo que ya llegaba, que después de esa fecha, esa hora, ese punto y
esa raya no puede pasar la vida de esa materia, entonces el cuerpo muere, pues eso es
cosa de mi Padre celestial.
Acá ha llegado gente de Bogotá, Bucaramanga, Santa Sofia, Gachantivá, Moniquirá,
Arcabuco, Barbosa, Puente Nacional, Samacá, Toca, Siachoque, de todas esas regiones;
pero uno se cansa y nos pusieron mucho problema las autoridades, de resto la gente muy
agradecida. A mí llevaron a Bucaramanga, a San Gil, de Venezuela me han llamado, no
me explico porqué la gente no cree; al menos aquí, de Villa de Leyva, la gente duda y
hay sacerdotes que dudan pero hay otros que creen; acá estuvo el padre Rito, traté al
padre Mora de un dolor de garganta, yo le dije: yo no curo, el que cura es Dios; y
vinimos y le hice la limpieza y quedó bien y dijo: bendito sea Dios, esto son las manos
de Dios”. 414
“Ahora estamos pidiéndole a Nuestro Padre celestial y a todas las divinas entidades que
nos ordenaron pasar acá, que nos concedan vender y trasladarnos pero las divinas
entidades no nos dejan; han llegado cantidades de clientes pero sienten un desanimo y se
van”.415
Médicos
“Mi padre, Miguel Ruget Castellanos, era oriundo de Chiquinquirá, era de muy buen
carácter, tranquilo, muy asequible; él no estudio medicina en ninguna facultad, pero era
muy estudioso. Cuando ya fue joven, empezó a trabajar con un médico de Tunja, me
parece que era el doctor Vicaría, - en esa época, los médicos se educaban casi todos en
Francia y él tenía su buena biblioteca en francés- el doctor Vicaría le sirvió de maestro y
tutor en los aspectos médicos; mi papá se vino a Villa de Leyva porque conoció a mi
madre, cuando estudiaba en Tunja, y después que se casaron se vinieron a la Villa de
Leyva.
Mi papá ejerció la medicina, él no era médico titulado, pero tenía mucha experiencia y
leía mucho, era un autodidacta y muy inteligente. El consultorio era en la casa de La
Roca, él le compró ese local del consultorio a doña Cándida Castillo, la dueña de la
casa, y ahí instaló su farmacia como en los años veinte, y tenía ahí su consultorio y
droguería que, además, era un tertuliadero de los viejos del pueblo.
Las enfermedades desde de la época de mi padre no ha cambiado mucho, salvo en el
aspecto del paludismo, pues, de aquí emigraron muchos campesinos jóvenes a trabajar
en la colonización del Quindío y también por el Carare, y los que regresaban venían con
el paludismo, eso era lo exótico. Mi papá los trataba con extracto de quina, una corteza
414
415
Isidro Sáenz
María Julia Ruiz de Sáenz
127
que existía o creo que hay todavía en el cerro de la Villa, en un sitio que llaman la
Hondura. En relación con el agua, no era una cosa como hoy porque las aguas, en esa
época, no estaban tan contaminadas; Villa de Leyva tenía muchas fuentes de aguas
cristalinas, nadie arrojaba basuras en las fuentes y, como no había alcantarillado, había
letrinas en todos los solares y no había una contaminación del agua. El agua era de muy
buena calidad, y no había sino una fuente o dos: la pila grande de la plaza y la pila
chiquita al frente al convento de los dominicos, y otra pilita al frente de San Agustín; esa
agua venía de La Cajita, del herrerún, era muy buena provisión de agua y magníficas,
porque todos tomamos de esa agua y no nos pasó nada.
En febrero de mil novecientos cincuenta y tres, vine a hacer mi rural; el puesto de salud
quedaba en la plazuela de Ricaurte, donde hoy es el Instituto Industrial, era un puestico
de salud con una camilla, unas tres pinzas viejas que no servían para nada, unas
soluciones hidratantes, sueros y algunas drogas, pero no más; y ahí nació la idea de
hacer el hospital pues llegó una mujer en trabajo de parto; y como no había sino un catre
viejo de malla, sin colchón ni nada, le tendí un poco de rollos de algodón ya pasado que
había y le atendí el parto de las gemelas, fue el primer parto que se atendió en el puesto
de salud.
La patología no ha cambiado mucho, las enfermedades eran las afecciones respiratorias,
las gripas y las infecciones pulmonares, había algo de tuberculosis, había unos casos de
lepra y la Secretaría de Salud le mandaba a uno la droga para los tratamientos, eso era de
obligatoria denuncia: los leprosos y los tuberculosos, casi que eran los de tratamiento
más o menos sostenido; y de resto, pues, todas las afecciones digestivas, diarreas,
amebiasis; había piojos, pulgas, parásitos de esos que transmiten muchas enfermedades.
La calidad de vida mejoró mucho gracias a la fundación de la Normal de señoritas,
entonces ya empezaron a educar a la gente campesina sobre los cuidados higiénicos, la
presentación personal, el aseo de las viviendas. Como el factor de educación era el
mínimo, la gente no entendía el origen hídrico y de la suciedad de muchas
enfermedades, pues la mayoría se pueden evitar con medicina preventiva, higiene y
buena calidad de agua.
En cuanto a los nombres de las enfermedades: a una lipotimia, un trastorno, eso lo
llaman váguido, la úlcera gástrica o duodenal la llamaban tucutucu mal de madre, a los
ataques epilépticos les decían botacoral, a la artritis rengadera o renguera, que siempre
ha sido muy común con la fiebre reumática; con ese término descuajada mataron mucho
chinito, y yo les digo que cuajar no tienen sino las vacas; eso es una infección intestinal
que viene con diarrea y vómito, y los dejaban deshidratar y les hacían toda clase de
torturas y sobijos.
Oí en la tradición de las gentes antiguas, sobre una epidemia de tifo y otra de viruela,
muy fuertes; tan así, que en la vereda de Monquirá había un terreno, a orillas del río
Leyva, que llamaban la Vega de Los Virolientos porque la cantidad de muertos era tal,
que los enterraban ahí en un potrero; eso fue mucho antes de los treinta.
Yo no he sido partidario de combatir a los yerbateros porque, de todos modos, el que
está inclinado por su tradición a ir a los brujos y a las cosas, sigue yendo; solo la realidad
128
de las enfermedades, y cuando no tienen éxito con sus brujos y aguas y rezos, hace que
vayan donde el médico. La gente del campo todavía persiste muchísimo en eso; tal vez,
por su componente indígena todavía tiende mucho al chamán, al curandero; y dizque hay
un brujo famosísimo en Barbosa, otro en Saboyá, un sacerdote en Motavita…, pero ya
con la llegada del hospital ha cambiado un poco.
Los curanderos han existido toda la vida; en esa época decían que había gentes que eran
brujas o brujos; y creo que cometieron muchas injusticias con gentes que decían que
daban tierra de difuntos, eso era muy asimilable al cáncer gástrico, y como en esa época
la gente no lo conocía, entonces decían: eso fue que le dieron tierra de difunto, le
hicieron maleficio.
La botánica se manejaba, pues muchas de las drogas que usamos hoy en día son extracto
de las plantas; mi papá usaba la corteza de quina para obtener la quinina, la tintura de
árnica como resolutivo, las gárgaras de dividivi para la amigdalitis, pues como eso tiene
ácido tánico las va secando, las va curtiendo”.416
Dentista
“Mi papá era dentista rural del departamento y llegó a Leyva, recién graduado, por
ahí en los años veinte. Él venía a caballo y con una mula, donde traía un cajón con la
silla de odontología, su fresa de pedal; se vino de Tunja por el camino real de Samacá,
y llegó y se paró en la esquina de la plaza y duró dos horas esperando a ver si pasaba
alguien, si llegaba un cristiano que le dijera si este pueblo era Villa de Leyva. Entonces,
ahí sentado se puso a pensar, que si él llegaba a viejo se venía para Leyva y así lo hizo.
Duró mucho tiempo como dentista de la escuela y después venía como dentista; y
muchas veces, yo lo acompañaba a darle pedal a la fresa”. 417
416
417
Miguel Arturo Ruget S
Germán Zubieta
129
Hospital de San Francisco418
“El origen del hospital es puramente cívico, yo fui el fundador; y como después estuve
de secretario de salud del Departamento, lo doté completamente y en el gobierno del
doctor Romero Hernández lo inauguramos, lo entregamos a la comunidad y lo
418
Hospital antiguo. Durante de la primera fundación de la Villa, en 1576, el Cabildo le señala al
hospital dos solares “hacia la parte de abajo, pasando el arroyo que baja del Molino de Francisco
Rodríguez de Morales.” En la segunda fundación de Villa de Leyva, el primer hospital llamado Hospital
de Nuestra Señora de Monserrate de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, funcionó en la parte
oriental de la Villa, -donde posteriormente estuvo ubicado el cementerio viejo- hacia el oriente, arriba de
la actual plaza de mercado. En el documento “Tunja en 1610”, tomo IX de los Documentos Inéditos
del Archivo de Indias, en Relación de Santa Maria de Leiva, se dice: “Hace comenzado a edificar
un hospital, y están hechas las paredes de buen edificio; mandóle fundar el licenciado Caraza,
presbítero, vecino que fue de esta villa; dióle una estancia que se vendió en mil y cientos y setenta
pesos de oro de a veinte quilates, que están echados a censo, y demás de esto tiene en los
diezmos de esta villa la parte que le cabe, conforme a la erección de la catedral de este reino;
tiene una casa cubierta de teja y es mayordomo un vecino de esta villa. Hay un convento de frailes
Agustinos, un sacerdote, dos coristas; está comenzada a edificar una hermita de Santa Bárbara
dentro de la villa…”
Los terrenos fueron donados por el Licenciado Oger de Zaraza con el objeto de construir “iglesia de
33 varas de largo, con altar de mampostería; sala de enfermería y aposentos; las puertas del
Hospital y de la Iglesia serán de piedra y ladrillo; los muros en tapia. Zaraza da 1.200 patacones a
Laitón, y proporciona herramientas, materiales y obreros; dispone, además, a favor del hospital dos
estancias de ganado mayor en Vélez con 388 cabezas de ganado vacuno (que remata luego Simeón
de Torres por 1.522 patacones); todo se protocoliza en el testamento otorgado (por Oger de Zaraza)
en la Villa en este año de 1604. Fueron benefactores: Doña María de Mayorga, hermana de Juan de
Mayorga, fundador del Convento del Ecce-Homo.” Fueron sus constructores los maestros Hernando de
Laitón y de Pedro de Sosa, los mismos de la iglesia parroquial.
En 1648, los religiosos de la Orden de los Hospitalarios toman posesión del hospital. Ya para el año de
1752 tiene 12 camas y es atendido por seis religiosos. En 1752, el hospital reclama una capellanía sobre
la estancia en “El Arbol.” En 1829 se hace un convenio entre el párroco Domingo Antonio Riaño y el
Superior Fr. José de Santos de Torres y se permuta el hospital por el Convento de San Francisco, que
había sido suprimido en 1821 (El Congreso de Cúcuta de 1821, expidió la Ley de 28 de julio de 1821,
dice el artículo primero: “se suprimen todos los conventos de regulares que el día de la sanción de la
ley no tengan por lo menos ocho religiosos de misa, exceptuando solamente los hospitalarios.) El
hospital pasa a ser cementerio y los hospitalarios se pasan a San Francisco. ”
En 1837, por carencia de fondos para el manejo del hospital, el Superior de la Orden Fr. José Martínez
hace entrega del mismo al párroco. Fray. Alberto Ariza afirma que: “según Memorial del Provincial
Fr. Lorenzo Manuel Amaya O.H., dirigido al Congreso el 18 de marzo de 1824, ya para entonces la
Comunidad no contaba entre sus Casas el Hospital de la Villa, pero siguió manteniéndolo todavía
por trece años más. ” (Fuente: Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva)
Las hermanas dominicas, en 1880, entran a manejar el hospital. En 1926, el padre Fr. Manés Mendieta
O.P. restaura el hospital. Entre 1962 y 1965, el Dr. Miguel Arturo Ruget funda el nuevo hospital y
posteriormente se instala en la nueva sede ubicada a un costado.
Basilio Vicente Oviedo, escribe en 1761, en su obra Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino: “ El
convento de San Juan de Dios, a cuyo cargo está el hospital y monasterio y monjas carmelitas.”
130
oficializamos como entidad gubernamental; también fui presidente de la junta del
hospital por muchos años.
Lo primero que hice fue ponerme en la tarea de reunir a las señoras, porque las mujeres
siempre dinamizan mucho cualquier proyecto social en los pueblos, y acogieron con
mucho entusiasmo la idea de crear un hospitalito; entonces con mi señora, con Inés de
Zubieta y con todas las señoras de acá, de todos los estratos, con todo el que tuviera
alguna relación política con gentes influyentes, empezamos a hacer bazares y toda clase
de actividades para tener auxilios para el hospitalito; constituimos una junta prohospital,
la cual presidí; Roberto Borrás que ya murió, nos ayudó mucho, él era el tesorero; el
doctor Enrique Zubieta fue el primer tesorero de la junta. Con los pesos que hubo, se
adaptaron en el antiguo hospital de San Francisco, en la casa vieja, unas piezas para una
salita de pequeña cirugía y habitaciones para enfermos; y se trasladó allá el puesto de
salud mientras se hacía el hospital. El hospital empezó con ocho camas, se hizo un
contrato con el maestro Acuña para no dañar el aspecto colonial de la edificación y él
adaptó las piezas; era el único hospital de la provincia del Alto Ricaurte, en los otros
pueblos no había nada.
Cuando fui médico acá, me tocaba ir a caballo a Gachantivá, Santa Sofía, Sutamarchán,
Sáchica, porque no había carretera y eran de mi jurisdicción, dependían de Villa de
Leyva. Como era en la época de la belicidad política de las gentes, en Santa Sofía y
Gachantivá de mayoría conservadora, había unos curitas muy influyentes y muy
acusadores y me acusaban porque no iba, dizque, regularmente; y era tremendo pues
tocaba ir a caballo, y los días en que había gente en esos pueblos era los domingos, el día
del mercado, y yo no podía repartirme en dos para ir a esos pueblos. Mi sueldo en esa
época eran seiscientos cuarenta pesos mensuales; pero vivíamos muy bien con ese
sueldo, a mí me sobraba plata cuando pagaban a tiempo, porque eso duraban cuatro o
seis meses sin pagar; pero en la casa del médico nunca hay hambre porque, en esa época,
acostumbraban los campesinos traerle de regalo al médico una pollita, una gallinita,
frutas, algo; y decían los campesinos: aquí le traje un gratis”. 419
Boticas
“Mi tío, Germán Roncancio, tenía la botica donde hoy es la tienda de Vicenta, pero
con este ítem: en ese tiempo se usaban las fórmulas magistrales, él hacía la fórmula y
como buen farmaceuta de la época, él la realizaba; y entonces, para los efectos del
mantenimiento de todos esos productos químicos y farmacéuticos, tenía un juego
completísimo de frascos antiguos, azules y blancos, bellísimos, que infortunadamente,
cuando murió él, en el año de 1927, su familia vendió con la botica”. 420
419
420
Miguel Arturo Ruget S.
Tulio Jiménez Barriga
131
Religión
Bautismo y Matrimonio
“Adiós padre, adiós madre, échame la bendición,
que me voy a recibir yugo, coyunda y barzón.” 421
“Yo fui nacido en 1917, en la vereda El Carmen, de Suta, donde llaman un punto La
Asomada. Mi mamá se llamaba Valentina Aguasaco y existía con una tía; y la tía la
recogió porque quedó huérfana pequeña y se crió, todo lo más, con la tía que era
madrina de bautismo, ella existía al lado de Sutamarchán. Los familiares de mi mamá
vivían en Barranco Hondo, que queda pendiente aquí a Villa de Leyva; entonces, mi
mamá ya llegó a señorita, y en esas no faltan los problemas, y topó por’ay con mi papá y
ella resultó enferma de yo. Me tuvo y ya estaba criándome, y ella estaba con la idea de
mandarme bautizar, pero le dijeron que no me trajera a bautizar aquí porque me ponían
un nombre que no convenía. El párroco era el padre Mendieta, un sacerdote muy, mucho
jodido, propasado, que ponía los nombres a los niños a lo que él quisiera; entonces, mi
mamá hizo caso y me llevó a Suta y me mandó bautizar: mis padrinos eran Natividad
Sánchez y Secundino Vargas, de Suta, y me pusieron Marco Tulio”. 422
“En ese entonces había que llevarle al cura regalo, una vez le llevé mis chinos a un
cura, un tal Pedro J Corredor, que manejaba la iglesia en Arcabuco y la de Suta. Le llevé
un gallo y le dije: Padre, le traje ese pollito para que se lo coma en mi nombre, y ahí le
traigo estos niños que están sin el apellido mío, entonces a ver si me hace el favor y los
legitima... y recibió el pollo, llamó a la sirvienta y se lo entregó, y ahí mismo quedaron
con el apellido mío…” 423
“A nosotros los leyvanos de esa época, nos bautizaba el cura Mendieta y nos ponía el
nombre del santo del día y el del día que lo bautizaron; a uno lo pusieron Sinforoso José
421
Copla popular
Marco Tulio Aguasaco
423
Adolfo Velásquez Rodríguez
422
132
Celestino, a mí me pusieron Cipriano. Cuando la época de la violencia, el cura Báez
reunió con la policía, a más de cien campesinos cerca de la alcaldía y les dijo que tenían
que jurar, con un Cristo en la mano, pasarse a las filas del partido conservador porque
sino los excomulgaba”. 424
“Me llamo Teodolindo porque el cura, a todos los que eran naturales, les ponía ese
nombre; habemos hartos Teodolindos en Villa de Leyva. En las religiones todas las
historias son arregladas; para mí, Dios es todo lo que vemos, las plantas y la tierra, que
trae otras enseñanzas y los antiguos la tenían era como nuestra Madre Tierra. Esto aquí
era bien católico, tenían todavía una ley de las tradiciones antiguas, porque perseguían a
los amancebados; amancebados era que se juntaban dos sin permiso, sin casarse ni nada,
y ni de riesgos que fuera a haber alguno porque eso era un delito, un pecado grande. Por
allá en el año treinta y cinco había un tifo sumamente bravo, un tío mío vivía así con la
esposa; y como se iban a morir, llegó el padre a confesarlos y les dijo: tienen que
casarse o sino no los confieso; a otros les hacían cacería y los traían amarrados, y el cura
póngale juete en una pieza adentro, y así casaron a muchos indios. El cura que había era
muy amigo con yo y me contaba todo eso, me mostraba en los libros: el indio y la india
tal, casados en tal tiempo; eso era delicadísimo y tenían que ser los padrinos muy amigos
con el padre”. 425
“Ante tiempo, no podía vivir un par de novios y tener hijos sin casarse, 426eso era
maluco y juete les echaban los curas; también, cuando había una pareja y que hubiera
habido niños, el cura no les ponía ni José ni Juan ni nada, decía: ¿cómo vas a poner el
niño?, Josecito... ¡qué Josecito, ponelo Alpargate Viejo!, ¿cómo se llama ese chino?
Ambrosio, respondían, ¡qué Ambrosio, Camino Real!; un padre Buitrago, no se me
olvida a mí jamás: ¿Y a la niña? ¡Regla, ponela Regla!; y ojalá que uno dijera algo pa’
él mandarle su juetazo”. 427
“Según la historia de mis padres, los curas cuando casaban ponían una cadena sobre
el hombro de la novia, el novio, la madrina y el padrino; y si la cadena se le caía a la
novia o al novio, decían que se iba a morir primero; eso era una historia muy sagrada
pero les tocó a los curas quitar eso porque se cometía un delito y un pesar, bien para
el novio o para la novia. Mi papá decía que a una difunta Presencia, tía de mi mamá,
le pasó ese caso; fue casada en la iglesia catedral de Villa de Leyva, a ella se le escurrió
424
425
Luis Madero
Teodolindo Espitia
426
La iglesia ejerció un fuerte control sobre la familia utilizando el modelo de la Sagrada Familia; se atacó
el concubinato como “desquiciamiento de la sociedad doméstica” y “verdadera peste,”quienes vivían en
concubinato eran marginados de la sociedad y convertidos en parias sociales, los hijos “ilegítimos” eran
“hijos del mal.” Las mujeres, particularmente las liberales, fueron vistas como infernales: “la peste
más infernal que tiene hoy la sociedad y la Iglesia misma son las mujeres liberales; en efecto, la
ceguedad, torpeza y capricho que las dominan son tan malas (sic) y de tan funestas consecuencias.”
(El Revisor Católico, Tunja, año V, Nº 19, junio de 1895)
427
Andrés Cortes C.
133
la cadena fuertemente y fue verdad que ella murió primero; por eso, mi padre decía
que era una sagrada historia que no fallaba”.428
“Hoy en día la Villa, la tierra, se está desvaneciendo por las personas que están
encargadas a no tener juicio con lo que se hizo antes para dejarle el pan a un hijo; en
ese tiempo habían herencias y las mismas herencias eran los matrimonios: se hacía el
arreglo entre los dos contratantes, no los novios sino los dos dueños de cada aporte, el
hombre hijo tenía que hablarlo con el padre de la hija; y si le gustó al viejo, los dejaba
casar. Nadie se casaba antes de los veinticinco años, se hacía el negocio entre los dos
padres de familia y los dejaban vivir tres meses queriéndose, pero nada de llevarlo a la
casa del uno ni el otro; en después, ya venía el concreto del matrimonio y el papá llevaba
a su hijo ante el padre, para que hiciera las informaciones de los quince días, y el otro
llevaba la hija, ahí se formaba el matrimonio entre los dos viejos y los dos mozos.
Los vestidos de esa gente no eran vestidos reales como hoy en el orgullo, eso eran
vestidos prestados o como uno quisiera; pero, el matrimonio tenía la consagración de
que esa gente vivía bajo el domino de la ley de no de separarse, esa gente le temía
mucho a la religión, no salirse al evangelismo como lo hay hoy en día; y si no les
convino, no había la separación del mundo del matrimonio, era a vivir tiesamente así
sufriera el hombre las cualidades de la mujer y sufriera la mujer las cualidades del
marido. La mujer era fiel y no fue persona esclava sino persona humilde al hombre,
porque era a lo que el hombre supusiera pa’ hacerse grande con lo que trabajaba, la
mujer no tenía mando a vender nada de ella y el hombre decidía las ventas de los
artículos en caso de necesidad; en ese tiempo existía la nobleza, la mujer tenía joiste429 y
trabajaba duramente para poder tener algo; pero hoy ya la persona es ¡vénganos en tu
reino, yo no tengo porqué fregarme! y se ha venido una ingratitud al hombre, que hoy
está mano abajo por la educación de la mujer; entonces, perdimos esa humillación a
nosotros mismos y ya hoy no hay juicio para vivir”. 430
Órdenes religiosas
“Los capellanes de las monjas carmelitas, desde la fundación, eran sacerdotes del clero
diocesano; pero, los dominicos empezaron a venir aquí como capellanes un poco antes
de 1930. Ellos vivieron en el Santo Ecce Homo, los dominicos no tienen historia en
Villa de Leyva propiamente; su historia es muy reciente, no es de la colonia.431 Al padre
428
Marcolino Munevar Peña
Aguante.
430
Félix Torres
429
431
Los dominicos fueron los primeros evangelizadores en el Valle de Saquencipá desde la fundación
del Convento de Santo Domingo de Tunja en 1551; pero, ya fray Domingo de las Casas había entrado a la
región con Gonzalo Jiménez de Quesada en 1537. Los mercedarios trataron de establecerse en la Villa
en 1575, pero no fueron autorizados; de igual manera, las concepcionistas en el año de 1640, por
solicitud de doña Luisa de la Torre, esposa de Gaspar Ramírez de Figueredo, madre de los curas Sancho
y Melchor Ramírez de Figueredo. En 1811, fray Manuel León O.P. representa a la Villa en la Asamblea
Constituyente de Tunja.
134
Páez lo reemplazó el padre Gutiérrez, el fundador de las dominicas terciarias en San
Agustín, vivió treinta y pico de años como capellán de las monjas y era al mismo tiempo
párroco de la población, pero vivía y atendía en una casa que había donde hoy está el
convento del Carmelo; y únicamente iba los domingos a celebrar misa a la parroquia,
que tenía muy poco movimiento porque la población ya estaba muy diezmada, Villa de
Leyva tendría, en ese entonces, unos mil ochocientos habitantes”.432
“Los dominicos y los carmelitas no se iban bien, a los dominicos como que les gustaba
molestar a la gente; en cambio, a los carmelitas no. Los leyvanos íbamos a la misa del
Carmen y los dominicos decían en los sermones que había que ir era a la parroquia; era
la rivalidad por lo de la Virgen porque todo mundo llegaba al Carmen”. 433
Carmelitas
“Yo soy conocedor del convento y de todo lo que ha pasado, desde cuando vinieron los
padres el 5 de julio de1911,434estaban recién llegados precisamente de la madre España,
la que lleva el clero a todo el mundo entero. Los padres carmelitos están después que
murió el padre fray Saturnino Gutiérrez, el capellán del monasterio de las monjitas que
era también párroco de la catedral; y a lo que él murió, el señor obispo Maldonado, de
Tunja, vio la historia y dijo: aquí corresponde al clero carmelitano por la festividad
de la Virgen del Carmen Santísima.
A mí me tocó verlos llegar, ese día me mandó mi mamá a vender unas guayabas
y a traer alguna cosa, me puse una ruana grande y me fui para la Villa de Leyva;
estaba con otros chivatos centranos y ya me venía yo, a las tres de la tarde, cuando
llegaron los padres. Llegaron por el camino de Tunja montados en caballitos, con
macheticos a la cintura, venían todos embarrados, se quitaron el sombrero y dijeron:
buenas tardes, ¿dónde es el Carmen?, y salió un don Domingo Rojas y dijo: llegaron,
llegaron los padres; y, como en media hora, la plaza se colmó de gente a recibirlos
y, después, se fueron a saludar a las monjitas. Para la Villa de Leyva la llegada de ellos
ha sido una buena cosa, ha sido la venida de Dios, porque de ahí ha venido el aumento
de la festividad de Nuestra Señora y el honor a la ciudad”. 435
“Recién pasada la persecución de Mosquera, las monjitas se preocuparon por traer los
curitas y los mandaron pedir a España; entonces, el general Pedro Martín Páez, mi
432
433
Padre Rafael Eugenio Mejía
Benedicto González
434
“…a principios del año 1911 falleció el Padre dominicano que durante treinta y cuatro años había
sido Capellán de la Comunidad. Ellas vieron llegado el momento oportuno para intentar de nuevo
la traída de sus Hermanos (…) llegaron a Barranquilla el 13 de junio de 1911(…) llegaron a
Leiva el 5 de julio de 1911 (…) El convento de Leiva fue por algún tiempo Colegio de
Teología(…) hoy es noviciado para todas las vocaciones” P. Bernardo Restrepo G, Compendio
Historial de la Orden del Carmen”, Cali, 1956.
435
Maximino Alfonso Bautista q.e.p.d.
135
suegro, fue a Buenaventura a traerlos y los trajo, desde Bogotá, disfrazados en comitiva
de artistas, de toreros, y entre ellos había un lego que era ventrílocuo. Cuando llegaron a
Tunja, se les acabó el pasto y el heno para los caballos y salieron a ver adónde
conseguían; al rato, pasaba una indiecita con una carga de avena a las costillas y el
ventrílocuo proyectó su voz y comenzó a llorar un niño en la carga, la indiecita volteaba
a mirar y oía el niñito berreando; entonces, la tiró y salió corriendo y ellos la
aprovecharon para los caballos”.436
“Las carmelitas le encargaron a la monja Elvira, que era hermana del general Páez,
que hiciera las diligencias de entrada de los padres carmelitas al país; y, a él, le enviaron
los superiores un telegrama de España avisándole de la llegada; él viajó hasta Honda a
esperarlos, los trajo a Bogotá y los acompañó hasta la estación del tren; y a caballo
llegaron aquí y se hizo gran fiesta cuando entraron a Villa de Leyva.
La época más floreciente de la comunidad fue cuando la república española, que vino un
grupo muy numeroso de estudiantes a terminar la carrera en Villa de Leyva por las
dificultades que encontraban en España, la quema de iglesias y conventos; entonces
vinieron varios, llegaron a ser como unos dieciocho o veinte; en el año treinta y dos,
cuando se fundó el noviciado los colombianos empezaron a entrar aquí, porque antes la
comunidad era toda española, y tuvieron que ir a hacer los estudios a España, a mí me
tocó ir allá.
La razón para establecer el convento, fue porque varias comunidades religiosas de
Carmelitas Descalzas de los monasterios que hay en Colombia, como fueron Medellín,
El Poblado y Villa de Leyva, reclamaban la presencia de los padres carmelitas como sus
directores espirituales. Pero, desde el siglo XIX, las únicas que lo lograron fueron las
carmelitas de Villa de Leyva; en esa época, ellas estaban muy bien económicamente por
la cuestión de que habían entrado hijas de familias muy ricas, con sus herencias y las
ayudas familiares, etc., y ellas se comprometieron a pagar los viajes de los primeros
cuatro que vinieron y a sostenerlos, mientras ellos podían por su cuenta conseguir
medios de vida.
Las carmelitas les ofrecieron esta casa437 que era la capellanía del monasterio, aquí vivía
un sacerdote que hacía de capellán del Carmen. La casa era más pequeña y se fue
agrandando con el tiempo, los padres le añadieron desde la mitad del corredor hasta el
patio y, en 1948, me tocó estrenar la mayor parte del ala del segundo piso. Las
habitaciones son amplias y cada una tiene su ventana y su puerta primitiva, tenemos que
tener habitaciones independientes, no tenemos salones comunes ni aun para los novicios,
eso es parte del reglamento de la orden”. 438
436
437
438
Aura María Borrás de Páez
El actual convento de los carmelitas.
Padre Rafael Eugenio Mejía
136
“Conocí a un padre Pacífico,439 era muy estudiado como agrónomo y compró lo que se
llama San Marcos o La Palma, de la carretera para arriba por el camino viejo que había,
y sembró una cantidad de eucaliptos, todavía hay matas de esas, y después construyeron
la carretera. El convento de los padres carmelitos era de un solo piso y después lo
reconstruyeron de dos pisos, me parece que fue antes del año veinte; y al venir esa
reconstrucción, vinieron a tener mando los padres dominicanos en la catedral de arriba,
y ya quitaron de ahí esos servicios440 ”. 441
Devociones
Mama Linda Renovada y la Virgen de Chiquinquirá
“Nuestra Señora del Rosario que es la patrona, Ella, vivía primero aquí en la Villa de
Leyva y nació en el cerro más alto, Iguaque, donde están las columnas que soportan el
mundo; y dicen que, después, en una sábana se presentó el rostro de una niña que miraba
al cielo, se sonreía y bendecía el cielo, y ahí fue que la trajeron las monjitas.
Ahora vino el Sumo Pontífice a ver la Virgen,442pues Dios quiso que este fuera su paraje;
Ella es la institución del mandato para la venida del Señor y tiene que presentarse porque
lo que es espíritu de Dios no tiene vuelta, se cumple. La Virgen es una sola, pero al
principio eran tres hermanas; nuestra Mama Linda, la de Chiquinquirá y la de Monguí;
allá discutieron un poquito las tres hermanitas: ¿y para dónde se va usted?, yo me voy
pa’ aquel pantano que hay allá, en la laguna de Fúquene; la otra dijo que se venía pa’ el
pie del cerro de Iguaque; y la otra que se iba al barranco, porque Monguí es entre una
barranquera. Entonces, cuando las monjitas se vinieron aquí, Ella se les presento ahí en
el convento y es el ampara rayos del mundo entero; hace tiempos que hubo un sacudón,
ellas creían que el coro se derrumbaba abajo, pero no pasó nada porque la Virgen las
salvó.
Nuestra Señora se fue de Leyva porque Dios lo quiso así, Ella ya estaba instalada en el
mundo cuando posó en Aposentos y la gente decía que ese era el momento de dejarse
ver; y una india se asomó por la hendija de la puerta y notó que la Santa Madre de Dios
estaba postrada de rostro en el piso y manaba el resplandor en la iglesia. Ella se fue de
aquí presentándose en Aposentos, vecindario de Sutamarchán; y cuando pasó una cosita
en Chiquinquirá,443 les advirtió que sí seguían así se venía para su tierra porque en mi
tierra no se ve esto, porque la Virgen es del cielo y de la tierra; pero, aquí fue donde el
439
Ver referencia del padre Pacífico en las excavaciones en Saquencipá, en patrimonio indígena y
arqueología: El Infiernito. “Se destacan el papel jugado por el padre Elías, viejo político español, y el
padre Pacífico, propulsor del desarrollo agropecuario de la región y de una campaña de reforestación;
la mayor parte de la arborización existente en Leyva se debe a él.” N. I. Sáenz, obra citada
440
En el convento funcionó temporalmente el despacho parroquial. Ver La Villa siglo XX: Casa Cural.
441
Gabino Casallas
En la época de la entrevista vino el Papa a Chiquinquirá.
443
Se refiere al problema del “entredicho;” ver nota 453.
442
137
Señor quiso que se dejara ver en manos del padre Murcia, 444dominico. Ella, a lo que
estuvo organizada y a bien en Chiquinquirá, hizo el segundo viaje a Tunja, adonde
llaman la Picota, esa roca no la podían derribar y allá eso alumbraba; y cuando se vino
de regreso, encima del Alto de Las Cruces, arriba de la Piedra de Los Compadres, se
desmontó de la burrita a descansar y puso sus piecitos sobre la tierra y bendijo este Alto
de Sopotá.Ya entonces, a lo que se declaró eso, por aquí cruzaba toitica la gente de
todas partes, de Ráquira, de Suta, de Venezuela, pa’ la promesa; y todo mundo que
cruzaba, dejaba una piedra con una cruz, pero hoy ya nadie hace eso porque los
caminos se acabaron.
La señora que se reveló fue Nuestra Señora Renovada, Ella se dejó ver del padre en
un olivo que había en un ranchito por San Agustín; al padre Murcia le dio por salir antes
de las cinco la mañana y lo fue acompañando un reflejo; aparecía el reflejo y él se
limpiaba sus ojitos, y miraba y miraba y seguía más adelante y otra vez el reflejo lo
acompañaba, hasta que topó con un lienzo sucio y lo recogió. Lo tuvo varios años y, a
los dos, se dio cuenta qué era, Dios le dio su misterio y en el lienzo estaba la figura;
luego, llamó a las monjitas y dijo: hijitas mías, ved este lienzo que es de la Madre de
Cristo, pedidle con todo corazón que se deje ver lo más posible, más que nos cueste
mucho sacrificio… hijitas mías, mirad, tomad este liencito, que les acompañe su
riqueza…es la Virgen, ponedla por con curiosidad y adoradle siempre. Las monjitas lo
recibieron, y el padre Murcia les volvió a preguntar y les dijo: hijitas mías, no habéis
tenido cuidado, Ella no se está dejando ver de ustedes; y a lo que tuvieron cuidado,
vieron que se formaba una llama en el lienzo y, de rato en rato, la luz en el lienzo
resplandecía; entonces, ya lo curiosearon hasta que ya se dejó ver, pero eso fue como
después de veinticinco o treinta años de que el padre Murcia le topó.
Luego, Nuestra Señora salió de aquí después de un dieciséis de julio, porque Ella tenía
que estar aquí; salió por el cerro, llegó a Tunja y se fue para la iglesia catedral, y como
allá estaba el Cristo grandote, le dijo: hijo, camine, vamos a hacer una correría a
ver qué hay que hacerle a Tunja; y acercándose las cuatro de la mañana ya dentraron y,
¡cómo es el misterio de Dios!, lo puso donde estaba y Ella amaneció en la Villa de
Leyva; y de ahí pa’cá vino el empuje de Tunja, pero cuando uno cuenta estas cosas las
gentes no creen que sea la realidad, porque ahora viven inmersos en la fantasía.
Después, hará unos treinta años, tal vez más, hubo una visión aquí en la iglesia de Ella;
cruzaban unas gentes y se sorprendieron al ver una luz que salía por la ventana de la
iglesia y se trasladaba iluminando toda la plazuelita del Carmen; le preguntaron a las
monjitas y dijo una monja viejita, llamada Salustiana, a las hermanas: no se les haga
raro hijas, hay que poner cuidado y rezar porque la Virgen está probando el misterio a
ver si la adoran en la hora de su llegada, porque Ella va a Chiquinquirá y se vuelve
a su templo aquí en la Villa de Leyva.
La Virgen Santísima anda en el mundo por tierra, Ella habla con nosotros; hace unos
días vino una Señora, volvió porque ya había venido de antes, yo estaba frente al
arbolito en mis oraciones cuando, de pronto, sentí una cosa bien rara en mi cuerpo, en
444
Se refiere a fray Joaquín Páez Murcia
138
mi cabeza, y voltié y vi como una sombra que me habló: usted se va a curar de las
piernas, va a venir una persona, él lo va a curar, ¡póngale mucha atención, hay
que creer! y ahí me hablaba y me hablaba, y yo quietecito escuchándola, era una voz
suave, así como cuando viene un vientecito y lo envuelve a uno, así me hablaba”.445
Virgen Renovada: Mama Linda446
“Toda la semana voy a la divina misa mayor de las ocho y pido a mi Mamita Linda que
me socorra y ayude a los que me ayuden, que eso es lo más. Mama Linda nació en una
casa aquí, todos la saludábamos pero Ella no decía nada jamás... ya estaba grandecita
cuando se la llevó el padre pa’l Carmen y allá se quedó viviendo”. 447
“Pasando la casa llamada de Ventanas de Hierro, que en ese entonces era un potrero,
existía una casa en la esquina con unas ventanas de hierro y dicen que de ahí se llevaron
el lienzo de la Virgen Renovada para el convento de las monjas; ellas juran que ese
lienzo está renovado y lo veneran en una forma tal, que no existía la iglesia grande sino
la capillita pequeña; entonces viene un dominico, el padre Baez, y dice que es Mama
Linda Renovada y le hace la iglesia”. 448
“El lienzo, un trapito, lo habían encontrado y lo trajeron y lo guardaron las monjitas del
Carmen, ya había pasado lo de Chiquinquirá; las monjitas lo veneraban pero no se veía
nada de imagen ni nada y vieron que poco a poco se fue renovando, renovando; cuando
eso, ahí estaba el sacerdote fray Joaquín Páez Murcia”. 449
“El padre Alfredo del Sagrado Corazón estuvo promoviendo e intensificando la
devoción a la Virgen Renovada, pero siempre hemos pensado que no debemos
promoverla mucho por ser la misma devoción que la de Chiquinquirá, como para no
445
Alfonso Maximino Bautista. q.e.p.d
446
Sobre la renovación del cuadro de la Virgen se ha realizado una completa investigación y se
conservan en documentos auténticos numerosos testimonios. Existe un estudio de Luis Martínez
Delgado en la Revista de Historia de 1950. “La imagen de Mamá Linda…es un cuadro que tiene su
parecido con el de la Virgen de Chiquinquirá…”refiérese que el día 12 de marzo de 1810 el señor
don José Benedicto de la Borda, Capellán ejemplarísimo del Monasterio, halló en una casa arruinada
de la Villa, en compañía de dos sobrinos suyos, un bastidor con un lienzo casi podrido y roto,
donde no se percibía pintura alguna, sin duda por la acción del sol y del agua que en tiempo de
lluvia le caía en abundancia. A pesar de notarlo tan desfigurado y sucio, el buen sacerdote ordenó
a los sobrinos Marcos María y Juan Borda, que lo llevasen a la casa por creer que hubiese sido
alguna imagen de la Santísima Virgen. Colocado en un lugar preferente de la casa, no hubo un día en
que no se rezase por todos sus moradores larga y fervorosamente, cosa que se prolongó por espacio
de unos tres años. Poco después se verificó la restauración milagrosa. La renovación tuvo lugar entre
el 27 de diciembre de 1836 y el 5 de enero de 1837.” (Luis Martínez Delgado: La ExVilla de Leiva. En:
Repertorio Boyacense, vol. 38 nº. 150-160)
447
Trinidad Roldán Siatama q.e.p.d
Tulio Jiménez Barriga
449
Aura María Borrás de Páez
448
139
andar con una competencia; pero, existen los documentos sobre la renovación y, cuando
yo estuve aquí en los primeros años, había una devoción concreta y la procesión a Mama
Linda era como el veintiocho de diciembre, día de la renovación; pero se trasladó al
primero de enero con los cambios de liturgia del Concilio Vaticano II, en que el Papa
declaró que se celebrara ese día a María Madre de Dios para no tener con la navidad dos
fiestas de la Virgen tan seguidas. Luego, ya la devoción a la Virgen había disminuido
mucho; en 1969, vino el padre Gabriel y se propuso promover esa devoción con la misa
de los martes, a las seis de la tarde, y viene mucha gente; las monjas son las que han
sostenido esa devoción y nos piden que hagamos esto o aquello; pero la devoción aquí es
la Virgen del Carmen que, también, absorbió a la de Mama Linda”450
“La fiesta de Mama Linda Renovada era muy pomposa, muy bella, la gente concurría
mucho a esa festividad que trasladaron para el primero de enero; y cuando le robaron la
corona, el padre que había de capellán la sacó a los pueblos, como Gachantivá, Santa
Sofía, Sutamarchán, Tinjacá, Ráquira y Samacá”. 451
La Virgen de Chiquinquirá 452
“La Virgen del Rosario de Chiquinquirá fue renovada en Aposentos, en lo de los
abuelos de Manuel Borrás; ahí tenían una sirvienta llamada María Ramos, estaba
barriendo y resultó un pedazo de lienzo, y ella ¡échelo al chiquero! y ese lienzo volvía;
a la segunda, a la tercera, a la cuarta vez lo alzó y lo echó al seno, ahí se renovó el lienzo
de la Virgen”.453
450
451
Padre Rafael Eugenio Mejía
Ananías Cárdenas
452
“De los primeros Conquistadores del Nuevo Reino, el que especialmente se mostró devoto de la
Madre de Dios del Rosario, fue Antonio de Santa Ana vecino de la ciudad de Tunja, y por sus
servicios Encomendero de los pueblos de Suta (que al presente se llama de Merchán) y de
Chiquinquirá. Fabricó Antonio de Santa Ana en el pueblo de Suta sus aposentos y en frente de
ellos una Capilla pequeña de vara en tierra, y paja, y con deseo de poner en ella una imagen de
la Madre de Dios del Rosario, se fue a la ciudad de Tunja y mandó a Alonso de Narváez, que
era el pintor, que había en dicha ciudad, que le pintara una Imagen de Nuestra Señora del Rosario,
en una Manta de Algodón (que era el lienzo que había en aquel tiempo) (…) mandó a pintar a un
lado a San Andrés Apóstol, y al otro San Antonio de Padua (…) Recibió la Imagen Antonio de
Santa Ana, pintada en la manta de algodón, con los colores al temple, y por su trabajo dio al pintor
veinte pesos de oro (…) habiendo acomodado el lienzo en un bastidor de madera, lo colocó en el
Altar de la Capilla, donde quedó adorada y reverenciada, no sólo de los Españoles, sino también de
los indios recién convertidos. Pasaron algunos años, y por el 1565, se reconoció, que la imagen de
Nuestra Señora del Rosario estaba desfigurada, borrada, y perdidos los colores, de manera, que
parecía muy antigua; porque el lienzo, en que estaba pintada, estaba ya muy maltratado, y con seis
ruturas (…) Fuente: Pedro Tobar y Buendía: La virgen de Chiquinquirá. Siglo XVII. Biblioteca de la
Academia Boyacense de Historia. Tunja, 1986.
453
Luis Felipe Núñez
140
“Se le reveló, sino que a Ella se la llevaron de allá del vecindario de Suta; una que era
española, la puso en unas cañitas y le pedía todos los días que por favor se renovara; y
un buen día, prendió candela el cuadro y la Virgen le habló”. 454
“Dicen que en unas ventanas de hierro encontraron una estampa, la miraban y, día a
día, se iba revelando hasta que quedó revelada; en esa época, había un viejito incrédulo
llamado Anastasio Prieto que decía, que un español había venido y la había dibujado en
un lienzo; luego, la sirvienta llamada María Ramos le comunicó al dueño de la finca, un
señor Antonino Borrás, la cosa y día a día se fue revelando la cosa”. 455
“Yo tenía tal vez como diez años, era pastorero de cuarenta ovejas que tenían mis
papaes, y oía que en un punto llamado Aposentos, en la vecindad de Sutamarchán, en
una hacienda de los Borrás pero de los antiguos, antiguos, ahí tenían una sirvienta que se
llamaba María Ramos; y ella un día se madrugó a levantar a barrer en ese caserón de
ricos y se presentó un pedacito de lienzo y ella cogía y lo botaba y el pedacito de lienzo
volvía a lo limpio, a la cuarta vez ya dijo: este pedazo de lienzo que lo boto y vuelve otra
vez... y lo alzó y lo echó al seno y en el seno de María Ramos se reveló la Virgen. Luego
sacaron afotos y la pasiaron por Tunja, por Samacá, Cucaita, Sora, pero la Virgen no se
amañó, no le gustó; entonces la llevaron a la casa, en esa época los cerros eran llenos de
penco, dividivi, choco, moro, cucharo… y venían centenares de gentes, pero centenares,
a mirar a donde se había presentado pero la Virgen tampoco se amañó; luego vinieron
los curas y buscaron al finado Manuel Borrás, para que les vendiera un pedazo para
hacer una capilla para cantar misa; pero, el difunto Manuel no lo permitió porque dizque
la tierra se volvía mostrenca; y en vista de que no la vendían, venían a mirar centenares
de curas de hábito negro, hábito blanco, hábito carmelito, y el último contingente de
sacerdotes que llegaron fueron de alto rango; y si la Virgen se hubiera amañado, ahí
hubiera sido Chiquinquirá”. 456
Venida de la Virgen de Chiquinquirá a Villa de Leyva457
454
Micaelina Rodel
Noe Levi Cortés C
456
Adolfo Velásquez Rodríguez.
455
457
La Virgen de Chiquinquirá vino a la Villa el 16 de agosto de 1633; en septiembre de 1841, de regreso
de Tunja; y el 13 de agosto de 1919, de regreso de Bogotá hacia Chiquinquirá.
En 1633, debido a la peste que azota a Tunja, se toma la determinación de “traer la imagen de la Virgen
de Chiquinquirá para que cure a los apestados tunjanos, el cabido debate si se debe pasar por la Villa y,
“botado sobre ello ocho capitulares quatro [votaron] que pasase por la villa y quatro que biniese bia rrecta
a Tunja”; se presentaba la oportunidad para mostrar las prerrogativas tunjanas sobre la imagen, así que “su
mrd. del dho Theniente dijo que se comete a los diputados que ban por la dha sta. ymagen para que
pidiendoles la villa de nra sra. de leiva que entre en ella biniendo a pedirlo con la desencia devida se haga
noche con la dha Sta. ymagen en la dha villa [...]”457El asunto quedó en “que a la vuelta pase por la villa la
ymagen. La venida sea en tres jornadas: la primera a la capilla de Diego Guebara [...] la segunda al pueblo
de ququeita y la tercera a esta ciudad [de Tunja]”. C.1633, 9 de Agosto, 131 v. En: Ernesto Porras C. :
“La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja durante la colonia.” Es importante anotar que en ese
momento existía una fuerte rivalidad entre Villa de Leyva y Tunja. Ver también Anexo: Fray Bernardino
de Almanza
141
“La Virgen de Chiquinquirá se supo que la llevaron para coronarla a Bogotá, dicen que
estuvo muy hermosa, y la trajeron por Samacá en hombros y esa sí la conocí; y hubo un
bonche en Chiquinquirá, eso estuvo feo, hubo piedra, hubo hachazos y cerraron la
iglesia; y en ese tiempo que no había misa se decía: está cerrado el entredicho.458
En el año diecinueve la vimos aquí en la parroquia, la trajeron y con la guardia de la
artillería al pie del altar respaldando el cuadro; todo el mundo corría ahí a poner el
hombro, eso fue como visita de promesero, de un día para otro, y la llevaron a
Aposentos; allá hubo misa campal y predicó el párroco: que esa imagen se había
revelado ahí, pero como no la curiosiaron, Ella se fue para Chiquinquirá y allá la
encontró una señora María de Ramos, y allá quedó la imagen porque allá sí la
curiosaron. La Virgen se fue por el camino de herradura que pasaba por la Piedra de Los
Compadres, ahí en el Alto de Las Cruces tenían un punto de ceremonia, eran seis días
de pasada: tres días pa’ Chiquinquirá y tres días de allá para acá y llegaban ¡quién sabe
desde dónde caminando!; y los que vinieron, aquí compraban una vela de sebo de dos
centavos, ¡entón qué esperma!, la fábrica era allá en La Roca, y el posadero de los
promeseros era un punto llamado El Muelle,459donde Simón Solórzano y Margarita
Usáchegui”. 460
“Contaban los abuelos que ellos escucharon en palabra, que decían que la Virgen de
Chiquinquirá era de aquí abajo, de Aposentos; y que la paseaban por todos estos lados y
toda la gente salía a saludarla y pedirle la salud461 ”. 462
458
El llamado “entredicho” se presentó en 1918. El obispo de Tunja, E. Maldonado Calvo, decretó el
traslado de la imagen de Chiquinquirá a Bogotá para su coronación como patrona de Colombia y circuló,
entre la población, el rumor de que los dominicos la habían vendido y que no regresaría. La decisión de
Maldonado alborotó al pueblo, especialmente, a los artesanos que vivían de las romerías y se veían
afectados en sus intereses; estos atacaron la iglesia y el convento el 21 de junio. La imagen fue
trasladada a otro templo, se cerró la Iglesia y se “puso en entredicho al templo;” los dirigentes de la
protesta, incluido el alcalde, fueron excomulgados; el problema finalizó en octubre. (Fuente: José David
Cortés: Curas y Políticos. Mincultura, Bogotá, 1998)
459
460
Ver: Veredas y Haciendas
Argemiro Torres
461
La imagen de la Virgen de Chiquinquirá fue utilizada para “limpiar los aires de las pestes,”salió la
primera vez para “exterminar” la peste de viruela, el 3 de diciembre de 1587, pasó por Tinjacá, Suta y
Sáchica a Tunja, de donde regresó el 20 de enero de 1588. La segunda vez, fue contra la Peste Grande:
salió el 18 de agosto de 1633 por Tinjacá, Suta, Monquirá, Villa de Leyva, Sáchica, Cucaita y Sora y
llegó el 21 a Tunja, donde estuvo hasta el 12 de septiembre; prosiguió por Turmequé, Chocontá, Sesquilé,
Gachancipá, Tocancipá, Sopo, Usaquén; el 16 llegó a San Diego, el 17 a Las Nieves…el 26 a la Catedral
donde estuvo hasta noviembre de 1635. Los santafereños quisieron retenerla, pero los tunjanos se
opusieron y forzaron su regreso a Chiquinquirá, como se hizo por los pueblos de Chía, Cajicá, Zipaquirá,
Cogua, Tausavita, Sutatausa, Ubaté, Fúquene, Susa y Simijacá (…) contra la epidemia de viruela fue
llevada a Bogotá en 1841…por la misma causa salió, salió el 4 de septiembre del mismo año de 1841
por Ráquira, La Candelaria; regresó de Tunja por Motavita y Villa de Leyva. La tercera vez que salió
de Chiquinquirá fue por “el general Manuel de Serviez, comandante de las fuerzas patrióticas, ante
la tremenda expectativa de la reconquista, y en la esperanza de que los pueblos engrosaran las fuerzas
de la libertad, el 21 de abril de 1816 tomó la Sagrada Imagen y la llevó a Cáqueza, donde fue rescata
142
Romerías 463
“Cuando la gente de las romerías iba a Chiquinquirá, mi diversión era pararme en la
barda al frente de la casa paterna, a ver pasar los promeseros y los carros que
atravesaban por la calle Caliente y contar los promeseros que subían por el Cerro de Las
Cruces, que los distinguía por el tierrero que levantaban; habían los que iban en bus, era
la gente como pudiente; los que iban en camiones; y los que iban a caballo o a pie, que
era la mayoría; todos llevaban ollas, canastos, gallinas… y siempre pasaban diez grupos
a pie, cada grupo como de veinte personas”. 464
por las Fuerzas Reales; después de solemnes homenajes, salió de Santafé, custodiada por el Ejército
Real.” Fr. Alberto Ariza: Los Dominicos en Colombia.
462
Andrés Sierra
Para mayor información ver : Fiesta del Carmen
464
Jaime Castellanos
463
143
La Violencia
“En Leyva comenzó en el año cuarenta y seis, pero esa violencia se atribuye a aquella
división de los partidos;¡cuántos huérfanos de lo horrible que pudo haberle sucedido a
un pueblo, el acabóse de la buena esperanza y el devenir que tiene Colombia! Fue
terrible.
El general Próspero Pinzón, del norte de Boyacá, del Cocuy, dejó adiestrada a su gente y
al llegar la violencia, esa gente adiestrada que eran los chulavitas, formó la policía; la
suerte la experimentaron en Leyva y las familias se fueron totales, la mayoría se
estableció en Bogotá: Sánchez, Quintero, Rodríguez, Neira… en el campo quedó muy
poca gente y era muy pavoroso, no se podía salir ni leer periódico; duró del cuarenta y
seis hasta el cincuenta y dos, hubo gente que se perdió y encontraban los cuerpos sin
cabeza; no se podía salir a trabajar y, en los planteles de educación, las niñas no podían
llevar ni un pañuelito rojo. Los comisarios eran el alcalde, el alcalde era el juez, el juez
los comisarios; eso era un tejemaneje tergiversando las cosas con Lorenzo, Pacho,
Emilio y Gabriel, los comisarios, que desde la guerra de los Mil Días venían sembrando
el terror y lo renovaron en el cuarenta y seis; otros también hicieron barbaridades, un
alcalde y los policías cogieron una maestra e hicieron de las suyas con ella…sufrimos
mucho, el coronel que mandaba eso era Isidro Castro; era el primer jefe, ¡todos eran
jefes!”. 465
“Yo me vine a vivir aquí de Tunja, en el cuarenta y ocho; entonces, principió la
violencia política y era tan fuerte que uno no podía salir; en una ocasión, iba yo a Tunja
y el señor alcalde ordenó que nos requisaran, yo tenía una peinilla negra recuerdo
mucho, y el policía dijo peinilla y el alcalde dijo: a la cárcel, y yo solo alcancé a decir
pe y me tocó a la cárcel; alguien dijo que yo estaba preso en Arcabuco y me soltaron,
pero después ya se hizo imposible vivir aquí y resolví pensar con los pies y viajar a
Bogotá.
Mi padre, desde que empezó a llegar el periódico por carretera, era el agente de El
Tiempo y, en una ocasión, unos señores policías pidieron el periódico a la agencia y lo
quemaron y me gritaban esa palabra que rima con fruta; y como mi madre estaba viva, la
llevamos con un hermano a Bogotá y permanecimos unos cinco años; volvíamos de
noche al pueblo y no podíamos asomarnos ni a la ventana; luego, cuando regresé, puse la
tienda y reabrí la agencia porque empezó a llegar de nuevo el periódico”. 466
“Cuando la violencia teníamos tienda, venía gente de fuera, y esto echó a ponerse tan
feo, que no podía uno salir a la calle por ahí a noveleriar”. 467
“Cuando el mandato de Laureano Gómez, por lo menos en Leyva, fue la corrupción
más grande que yo he conocido, el gobernador era José María Villareal; este era un
465
José Heliodoro Cortés C
Florentino Sánchez q.e.p.d.
467
Teresa Buitrago q.e.p.d.
466
144
pueblo muy pasivo y toda esa tropa que venía de policía, porque era una confrontación
muy tremenda, agarraba y abusaba de toda esa cantidad de señoras, ahí no se quedaba
nadie: el caso de la señorita Amalia, la señorita Florinda… y en alguna época, cuando
iba la tropa pa’l Carmen, dizque les salió el difunto Tulio Jiménez y les dijo: si van para
allá pues toca matarnos o alguna otra cosa. En el campo a uno le tocaba, cuando veía
venir una volqueta o un carro, echar pa’l monte porque alguno decía: ¡aquél puede ser
liberal, cójalo!; aquí no los mataban, pero si los cogían y los arrastraban y les daban
juete, los alcanzaban a llevar hasta el lado de Arcabuco y los devolvían …¡había tanto
trigo, tanto trigo! y allá en esos montones de trigo iba o mandaban la tal policía y, nada
menos por saber que eran de liberales, le metían candela; todo eso fue ardido, les ardían
las casas, les baleaban los animales, a unos los bañaban en la pila; los comisarios eran
civiles y esos andaban con sus garrotes, con sus espadas que eran como de a metro de
largas, porque cuando mandaban policía eso era por alguna cosa grave; en Leyva lo que
hicieron más fue lo de las pobres viejas, pero en Arcabuco si era temeroso: cuando se
venían los choferes por allá de Santander con sus viajes de panela, los agarraban y ahí
mismo saqueaban la carga y, por la noche, esos carros iban a dar a Barbosa y los
choferes iban a dar al Monte del Diablo; ese era un monte muy verraco, ¡qué cuentos de
carretera, un camino pero feroz que había! y los llevaban a ese lado y allá les robaban
todo lo que llevaban y enseguida los echaban a despresar, a quitarles los pedazos, y ya
los dejaban colgados ahí al borde de la carretera”.468
“Cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán nos tocó meternos a las lomas, a la Loma de
Monsalve que todavía era virgen y no habían subido a sacar material, yeso pa’l cemento;
entonces, habían unas lajas como un corredor y nos tocó guarecernos allá, arriesgarnos
a que nos picaran los alacranes y las culebras para que los conservadores no nos echaran
rejo, ni nos lavaran ni nos pegaran culata; y en esa loma falleció mucha gente de Villa
de Leyva, de Sutamarchán y del lado de Santo Ecce Homo. Eso solo tomábamos agua
pura del río o aguapanela o guarapito de panela, llevábamos para compartir maíz tostado
revuelto con alverja o habas y, a veces, yuquita y papita; y allá bien escondidos; eso se
sufrió mucho pero no nos dejamos, por eso yo les dije: no se si se ofendan, pero yo soy
liberal y toda mi familia es refinada liberal, entonces yo no puedo ser arepa de dos
caras...¡qué Dios me dé licencia! pero nada saca uno con decir yo soy liberal o soy
conservador, si uno no trabaja no come, ¿qué político lo ayuda a uno?”.469
“Cuando llegó la violencia, la gente se fue para las ciudades y por eso aquí quedó solo;
los que se fueron vinieron a vender y los que tenían con que compraban y los que no,
nos quedábamos mirando. Como aquí todo ha sido muy sano siempre, en la violencia yo
me vide en medio de la gente que me habría quitado la vida; me fui yo para el Arcabuco
y allá se me pusieron dos policías al pie, yo estaría denunciado, pero por ser yerno de un
señor liberal.
Aquí también me escapé cuando estaba de alcalde el sargento Mondragón, él estaba con
el tipo que era recaudador de Santa Sofía y yo dentré con mi mercadito a la tienda; y ese
señor, me preguntó si era conservador y me vino una llama de candela a la cara; volvió y
468
469
Simón Pedro Pineda Igua
Adolfo Velásquez Rodríguez
145
me preguntó la misma cosa, y más candela a mi cara; a la tercer vez, yo le dije: sí señor,
yo sí soy conservador, hasta por más soy comisario aquí del municipio de Leyva en la
vereda del Roble y me favorecí por eso; si yo hubiera dicho que era liberal, me mata
porque esa dizque era la intención.
Al miércoles siguiente, me vine con un poco de cebada que tenía para vender a Bavaria,
en esa época aquí estaba la agencia, y a lo que yo iba me dijo el sargento: Cárdenas
venga acá, dígame una cosa,¿usted en verdad es conservador? y yo le dije: pues, la
verdad no cree pero, mi sargento, mis papaes son arrendatarios de los señores Morales
y ellos son liberales y nos hacen votar por ellos, nosotros no tenemos la culpa. Y me
respondió: a mí se me ponía eso, pero ustedes son muy católicos, entonces le dije: si, mi
sargento, porque nosotros tenemos que buscar primero las cosas de Dios y ya lo demás
nos llega por añadidura, y me despedí y me favorecí también de eso”. 470
“Cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán sufrimos mucho, tanto en Suta como en Villa
de Leyva, fue una cosa terrible y éramos a meternos entre un charrascal y agazaparnos
pa’ que no nos vieran; en Monsalve, habían unas lajas como alares y allá nos metíamos
mucha gente para que no nos atropellaran; y si sabían que era liberal, ahí mismo se iban
y le hacían males en la casa, con las mujeres hacían lo que se les diera la gana y por
cualquier cosa nos cogían a juete, nos echaban culata, nos lavaban en la plaza y metían a
la cárcel a ver si nos volteábamos; y no se ofenda, yo soy liberal desde mi cuna y hasta
que me muera”. 471
“Cuando vino la violencia liberal y conservadora, se empezó a dañar el pueblo porque
llegaban del resguardo y la policía y le daban muenda a los liberales, eso eran las
gazaperas más negras del siglo, eso volvían todo hecho una nada, fue una época bastante
dura”.472
“La violencia me tocó aquí y en Santa Sofía, y desde esa época me fui porque lo
perseguían a uno mucho; nos tocaba a los liberales esconder el cuerpo porque lo buscaba
a uno la policía pa’ matarlo, decían que eran comunistas, era orden del presidente
Laureano Gómez; entonces, me resolví a irme para Bogotá en el año cincuenta, que era
cuando estaba ardiendo la candela”. 473
“La gente se ha ido, pero hoy ya la gente se está viniendo por la violencia que hay, ha
sido y es terrible. Yo llamo violencia a esto que viene acá desde 1948, cuando mataron
a Gaitán; y las gentes, creo que por mucha ignorancia, se mataron por un aspirante a la
presidencia que decía ayudarle al campesino, al más necesitado, y ahí se formó la
violencia hasta hoy; y nosotros nos moriremos y nunca veremos nuestro país tranquilo.
Acá, mi papá fue preso únicamente por ser liberal, llegaron gentes de distintas partes a
vivir en Villa de Leyva, que ha sido una región muy pacífica, y entonces un señor lo
470
Ananías Cárdenas
Luis Felipe Núñez
472
Jesús Neira
473
Manuel Rodríguez
471
146
ultrajó por ser liberal y mi papá pelió y lo metieron a la cárcel; pero, había allí un señor
que era gran conservador, era personero él, Julio Corredor, y dijo: a mi tío no me lo
encierran”.474
“Cuando vinieron los tales chulavitas, eran unos señores vestidos de uniforme gris y los
puñitos del saco eran azules, venían armados con revólver y la cachucha era entre gris y
azul; este pueblo la mayoría era liberal, y ellos venían amedrentando a toda la gente que
ellos no podían ver, venían únicamente a atropellar y agredir el partido liberal porque el
partido liberal no era un famoso partido de negocios, sino concientizado por la cuestión
humana. Cuando comenzó la violencia, las gentes no podían salir a la calle, permanecían
arriba, en un lugar llamado la Placita del Diablo, y allá llevaban sus mecatos, sus
comidas y lo que podían para hacer unas ranchitas y no quedar al sereno, porque habían
decretado un toque de queda y siempre la situación estaba muy tremenda; el resto de la
otra gente poco permanecía, venía amedrentada y ya no podía vivir aquí”. 475
“La violencia fue terrible, en ese tiempo vine a hacer año rural como médico, era 1953;
y aquí nos encerraban, porque la policía y unas gentes que se llamaban Resguardos de
Rentas eran terribles; era una violencia oficial que era lo peor: el gobierno contra la
ciudadanía”. 476
“En la época de la violencia, me tocó vender una finca que tenía del cementerio para
abajo, la Tordolla, por trece mil pesos; se perseguía por el hecho de ser liberal, aquí me
cogió un policía, un día que venía de Tunja con una carga de arena, se me acercó y me
preguntó si era fulano de tal y me dijo: se baja o lo bajo y me tocó bajarme; me metió
debajo de la escalera del portón de Acuña, el policía estaba con el revólver montado y el
fusil, me insultaba terriblemente con unas palabras soeces y, en ese momento, apareció
un tipo de Rentas del Resguardo, que era peligrosísimo, y llegó con el revólver y se lo
montó al policía y le dijo: si usted va a matar al señor Madero, usted se muere, téngalo
por seguro, suelte el revólver y el fusil; y me dijo: vuélese.
Otro policía me hizo seis tiros y no le reventó ninguno; aquí en los arcos de la plaza
había un café, el dueño era un familiar mío, y oyó cuando el teniente le dio la orden; el
policía me hizo los tiros y el tesorero, que era conservador, se le vino por encima y le
dijo que no fuera asesino; el policía se vino y le dijo al teniente: me falló; entonces, le
quitó el revólver a ver si a él le fallaba, hizo un tiro al aire y, como otro muchacho le
contestó, se fueron; pero a mí me tocó irme para Bogotá”.477
“Aquí nunca han sido apasionados pero, antes, en la época de la pasión política la gente
fue muy humillada y le tocó salirse y abandonar sus fincas. Villa de Leyva francamente
fue muy liberal, pero a nadie le hicieron la guerra; en la época de la violencia, después
474
Julio Edgar Cortés
Ignacio Fitatá
476
Miguel Arturo Ruget S
477
Luis Madero
475
147
del nueve de abril, los señores conservadores si fregaron, fue mucho lo que humillaron a
los liberales”. 478
“Mi papá trabajó con el difunto Anselmo Quintero en la finca de La Palma, todo eso
del Pedregal hasta San Marcos era una sola hacienda de ellos, y mi papá fue el que les
hizo capital ahí porque, cuando fue el 9 de abril, a ellos los sacaron de aquí; entonces
sembraban trigo y cebada, llegaba la policía a meterle candela y mi papá les decía: miren
que eso es compañía conmigo,¡cómo me van a hacer ese mal, tengan compasión de yo
que soy un hombre pobre!; y así no le metían candela a los montones, y nos tocaba
dormir en los barrancos porque llegaban de noche con linternas a matar”. 479
“Y vino la violencia, ahora más de cuarenta años, y nos robaron nuestro ganado, nos
robaron nuestras vacas, nos robaron todo; estaba de presidente Laureano Gómez y
Alvaro era el jefe, porque yo fui guardaespaldas del viejo Laureano”. 480
478
Miguel Arturo Sanabria
Isidro Sáenz
480
Andrés Cortés C
479
148
Vida Municipal
La Política
“En los cincuenta, no existía mucha rivalidad política entre los grupos; por ejemplo,
para escoger los candidatos para el Concejo Municipal, se reunían en la casa de don
Floro una serie de notables, que tenían intervención en la vida social y política de
Villa de Leyva, y elaboraban la lista para el Concejo”. 481
“Estaba Rojas recién dentrado en el poder y, un sábado, venían unos carros cargados de
Chiquinquirá para una manifestación en Tunja y, cuando pasaron por aquí, a uno se le
ocurrió echar un viva al partido liberal, la policía fue averiguar quien había sido y le
dijeron que el pesero; pero como estaba el romanero, se confundieron y lo mataron y ese
era conservador. Cuando Rojas fundó la Anapo, en la plaza no cupo los buses que
venían de Bogotá, eso era todo lleno, tanta, tanta gente”. 482
“Han existido dos alcaldes, como en todos los pueblos, y tal vez en Boyacá con mayor
razón; siempre ha existido el cacique, el mandamás, el que pone los votos, ese es el
poder detrás del trono, son los que insinúan los nombramientos; eso ha existido siempre
y creo que todavía existe.
Decían que cada vez que salían tres marranos a la plaza iban a cambiar el alcalde,
coincidía que cambiaban, seguro se quejaban de los cerdos en las calles y esa era la
solución”. 483
“Acá existía mucho caciquismo; y si los caciques no imponían las cosas, no dejaban
hacer nada, aquí se quiso hacer mucha obrita a pesar de que el presupuesto era muy
reducido. En 1968, cuando recibimos el concejo, el presupuesto valía noventa mil pesos
y, con las reformas que se hicieron, subió como a ciento ocho mil; con eso, escasamente
alcanzaba para la administración, la nómina y para regalarle a cada escuela dos mil
pesos para reformas necesarias, eso lo manejaba el alcalde”. 484
“Como en los años treinta, había cuatro o cinco conservadores notables: Tulio Jiménez,
Daniel Rubio, Manuel González Umaña y, curiosamente, un herrero que se llamaba
Mateo Roldán; en todas las elecciones, los liberales lavaban a Mateo Roldán en la pila,
pero, en una no lo lavaron y el viejito decía: señores liberales,¿hoy por qué no me han
lavado?”. 485
481
Jorge Nassar
Manuel Rodríguez
483
Miguel Arturo Ruget
484
Agustín Neira
485
Miguel Arturo Ruget S
482
149
Alcaldía
“El Cabildo nombraba: los Alcaldes Ordinarios, Alcaldes de la Santa Hermandad, Alcaldes de la Santa Cruzada,
Regidor, Procurador General, Alcalde de Ejidos y Portero del Cabildo. Existía Alcalde de primero y segundo voto.
Según se puede ver, durante los siglos XVII , XVIII y XIX, la gran mayoría de los alcaldes y procuradores eran
de la misma familia o se repetían en el cargo..En el siglo XVII , fueron alcaldes de la Villa tres hijos de Don
Dionisio Pérez Manrique de Lara, Marqués de Santiago: Carlos, Andrés y Antonio Pérez; este último murió de
viruela, en 1667.
1784 Alcaldes Ordinarios: Juaquín de Neyra y Castro y Josef de Neyra Páez, Regidor.
Alcalde Provincial: Josef de Neyra y Castro.
1785 Alcaldes Ordinarios: Antonio de Mesa y Roberto del Ferro y Cárdenas.
Alcalde de la Santa Hermandad: Luis Sánchez.
Alcalde de la Santa Cruzada: Juan de Neyra Páez y Josef Custodio Páez.
1788 Alcalde Ordinario: Agustín de Neyra Rigueyros, Joaquín de Neyra y Castro.
Alcalde de la Santa Hermandad: Bartolomé Mendieta y Juan de Neyra Páez.
Procurador General: Roque del Ferro y Cárdenas.
1790 Alcaldes: Fernando de Neyra y Castro y Diego del Ferro y Cárdenas.
Alcaldes de la Santa Hermandad: Ambrosio de Neyra y Castro y Salvador de Neyra y Páez.
1795 Alcalde Ordinario: Antonio del Ferro y Martín de Neyra Villate.
Procurador General: José María de Neyra y Castro.
Alcaldes de la Santa Hermandad: Ambrosio de Neyra y Castro y Joaquín de Neyra Villate.
1796 Alcaldes: Fernando de Neyra y Roque del Ferro.
Alcaldes de la Santa Hermandad: Juan Antonio Páez y Miguel de Neyra Castellanos.
Procurador General: José de Neyra.
1798 Alcalde Ordinario: Antonio del Ferro y Ignacio Joaquín de Cárdenas.
Procurador General: Joaquín de las Casas Novas.
Alcaldes de la Santa Hermandad: Ignacio Mendieta y Gabriel Velásquez.
1799 Alcaldes: Miguel de Silva y Juan Ignacio Mendieta.
Procurador General: Antonio del Ferro.
Alcaldes de la Santa Hermandad: Miguel de Mendieta y Mariano Ramírez.
1801 Alcaldes: José María Neyra y Segura y Antonio Angel.
Procurador: Ignacio de Cárdenas.
Alcaldes de la Santa Hermandad: José Gregorio Amaya y Vicente Rodríguez.
1809 Alcaldes Ordinarios: Juan Ignacio Mendieta y Francisco Javier Venegas.
Procurador General: Mariano Ramírez.
1810
Alcalde Ordinario: Martín de Neyra Villate.
Procurador General: Juan Nepomuceno Neyra.
Regidores: Ignacio Mendieta y Mariano Ramírez.
Alcaldes de la Santa hermandad: José María Neyra y Segura y Manuel José Sánchez.
1811 Alcalde de la Santa Hermandad: Juan Nepomuceno Neyra.
1812
Alcaldes Ordinarios: Luis Pardo y Miguel Borrás..
Regidores: Mariano Ramírez y José María Vega.
Procurador General: Ignacio Forero.
150
Alcaldes de la Santa Hermandad: José María Salazar y Cayetano Rojas.
1819
Alcaldes: Mariano Forero y José María Vega.
Regidores;: Mariano Ramírez y Mateo Correa.
Procurador General: Martín de Neyra..
Alcaldes de la Santa Hermandad: Juan González y Andrés Páez.
Alcalde de Ejido: José Nicolás Malo.” 486
“Yo fui alcalde del sesenta y cuatro para acá, duré como cuatro o cinco años, y fui muy
estricto en la alcaldía: en la calle era uno y en la alcaldía era otro. No le alcahueteaba
nada de hippies ni nada. Pedí permiso a la gobernación para sacar las multas en especie,
nada de dinero; todas las multas las aplicaba en cemento para las obras del pueblo; las
faltas más comunes eran las peleas, y en las demandas, al que saliera responsable le
hacía una multa y, fuera de eso, una caución para que no volvieran a pelear y así por
muchos casos.
En mi administración se iniciaron los juicios de pertenencia del municipio. Yo trabajé
con las uñas; el presupuesto no era más de cien o ciento veinte mil pesos. La mayoría de
la plata se iba en pago de empleados y lo que había para obras era muy poquito;
Cementos Boyacá, me ayudó mucho.Yo inicié los empedrados de las calles, hice la
segunda etapa de la empedrada de la plaza principal; el empedrado de los arcos, frente al
café de don Pablito; remodelé el parque de Ricaurte y les hice la cancha de básquet. Hice
alcantarillado hasta el barrio Santander, y fabriqué la tubería con una formaleta que
levanté de la Secretaría de Higiene, ahí en el hospital.
Cuando la película Los Aventureros, tenía una licencia y la volví a solicitar para dejarle
la alcaldía a Próspero Morales, que estaba muy vaciado…Acá mandaban eran el alcalde
y el juez, la inspección de policía se implantó del cincuenta para acá”. 487
“Los alcaldes que nombraban eran figuras, como Pedro Restrepo Peláez, Próspero
Morales, Carmen Rosa Morales, Quico Zubieta; y el que puso un poco de orden a las
cosas fue, en 1972,Olimpo Poveda. Estuve la primera vez en la alcaldía en 1979, me
nombró el gobernador porque este era un pueblo a la deriva, y me dijo que me
necesitaban; después volví en 1980. En ese tiempo, en la Villa, no había problemas
mayores porque el magisterio dependía del departamento y del ministerio; el hospital era
un puestico de salud incipiente, pero con buen servicio y muy buenos médicos, que
prestaba un servicio regional extraordinario; ya habían treinta y seis calles empedradas,
además de la plaza; entonces, había que continuar para presentar un pueblo hermoso.
El presupuesto del municipio era irrisorio, nueve millones al año; tocaba pararle bolas a
las escuelas, a las carreteras, a los caminos vecinales; la gobernación mandó doce
volquetas, una moto niveladora, un cargador y empezamos a volver todos los caminos
carretera, eso era muy rápido y había que buscar plata para la gasolina y la alimentación
486
487
Archivo
Luis Madero
151
de los obreros; así hicimos muchas vías: Cane-Gachantivá, Alejandría, la carretera del
molino Las Vegas… y cuando consideré que ya había hecho lo que se podía hacer, con
la plata que había de auxilios de la gobernación y de las secretarias, renuncié.
La recuperación del convento de San Francisco488 fue el 1 de abril de 1982, yo estaba en
la alcaldía; el gobernador estaba alarmado, pues, era un problema grave perder un
monumento, una joya.
En 1986 fui alcalde por cuatro meses, tuve que tratar de recuperar los empedrados que
habían dañado las acometidas de los servicios públicos, ya no las hacían los
empedradores sino los maestros de la construcción; los avisos eran prohibidos, si acaso
en piedra el aviso publicitario, porque era un pueblo, tan pequeño, que todo mundo sabía
donde quedaban las cosas”. 489
“Me nombraron alcalde como en junio del setenta y dos, después de Pedro Restrepo; en
ese tiempo, la alcaldía era sencilla y no había la cantidad de oficinas que existen hoy,
funcionaba en el segundo piso de la Real Fábrica de Licores y no eran sino el alcalde, la
secretaria, un inspector de policía y los comisarios. El presupuesto era de trescientos mil
pesos y para el cuarto centenario nos dieron una partidita como de cuatrocientos mil; sin
embargo, logré arreglar el parque de Nariño y se empedró la carrera hasta el parque de
Ricaurte; en ese año se construyó el primer acueducto rural que fue para cuatro veredas:
Llano del Arbol, Sopotá, Cañuela y Monquirá que eran las que más lo necesitan, porque
recibían todas las aguas negras de la población por el río Leyva; fue una necesidad
apremiante para que la gente no tomara de esas aguas contaminadas; a la hacienda del
Cárcamo durante mucho tiempo, nos tocó llevar el agua en cantinas desde el pueblo”. 490
En una de esas fiestas que se hacían en la casa, le dio a mi papá lo que llamaba la juma
patriótica y aceptó la alcaldía, no me acuerdo el año pero todavía tiene pleitos porque
resolvió pintar el pueblo de blanco. Él resolvió declararse alcalde honorario, le daban
como cincuenta pesos de sueldo, y con eso, él pagaba unos obreros y ponía a barrer el
pueblo. Aquí habían dos alcaldes titulares al mismo tiempo; uno, era para atender los
reclamos de que me robó la gallina y no sé qué; el otro, era el alcalde de levantar plata
en Tunja, en Bogotá, en los ministerios; era una cosa rara y fue por mucho tiempo”. 491
“Antes, en algunos pueblos, los alcaldes no sabían ni leer ni escribir; yo conocí en
Arcabuco un alcalde que no sabía leer ni escribir. Un día, el alcalde de Villa de Leyva
le mandó un mensaje con un muchacho, que era como el correo, pero no le contestó
nada; entonces, el alcalde, por la tarde, lo mandó otra vez a ver porqué no le contestaba,
y le dijo el de Arcabuco: me tiene jodido ese alcalde de Villa de Leyva, le tengo dicho
que no me escriba, ni por la mañana ni al medio día ni por la tarde...” 492
488
Ver Convento de San Francisco
Roberto Borrás
490
Vicente Rodríguez
491
Germán Zubieta
492
Manuel Rodríguez.
489
152
Concejo municipal493
“Yo estuve en el Concejo Muncipal antes del sesenta y, en esa época, el municipio no
manejaba nada, inclusive, el archivo lo empezamos a hacer con el maestro Pérez, cuando
estaba de personero; luego estuve del año setenta al setenta y dos, se hizo un gobierno
con las uñas, recibimos un saldo en rojo por cemento, a favor del difunto Tiburcio
Bautista y de otras personas, y nos tocó pagar como treinta mil pesos que eso era plata
en esa época; también se empedraron varias calles, se compró el lote donde funciona el
Terminal y se compró la casa de Juan de Castellanos.
Yo hice destapar muchas calles, esa calle del hospital que la volvieron a cercar, ese
puente donde tumbaron un pedazo que no lo han arreglado… Otra cosa que hicimos, y
nos costó plata, de nuestro bolsillo, fue traer la comisión de topógrafos para el trazo de
la perimetral”. 494
“A las veredas no les daban mucho presupuesto, cuando estuve en el Concejo se les
empezó a dar un poco”. 495
Personería municipal
“Yo estuve en la Personería tres veces y, en la última, me preocupó mucho eso de los
bienes del municipio porque el municipio, sabiendo uno que tenía gran cantidad de lotes
y casas, no tenía títulos; se hicieron los juicios de pertenencia y se incluyeron todos los
bienes que me contaron eran de propiedad municipal: San Francisco, la casa del Cabildo,
los linderos con el Mesopotamia por el camino a Chiquiza, el tiro al pichón que se lo
habían cedido, entre la alcaldía y el concejo, al Club de Caza y Pesca pero no podían
hacer escritura porque no la tenían y, luego, se hace el juicio de pertenencia y aparece el
Municipio como dueño.
Se han perdido muchos bienes por negligencia, se han perdido los caminos496 y las calles,
la vía pública; igual sucede con las piedras, como la piedra de La Suerte y la de Los
Compadres, a esta le rompieron una parte, eso era una admiración y esas piedras son
parte del patrimonio”. 497
“Villa de Leyva no era dueña de nada y tenía todo perdido, pero con el maestro
Antonio Pérez iniciamos los juicios de pertenencia; por ejemplo, había gente que cerraba
493
En la colonia el Cabildo elegía: los Alcaldes Ordinarios, Procurador General, Alcalde de la Santa
Hermandad, Mayordomo de la Renta de Propios y Regidor. Asimismo, el nombramiento de alcaldes
de los pueblos que dependían de Villa de Leyva.
494
Agustín Neira
Benedicto González
496
Ver Caminos
497
Mario Antonio Pérez
495
153
los caminos, hoy todos están cercados; cuando salí del concejo, dejé mucha cosa en statu
quo en la Inspección; y por eso, creo que todo ese archivo desapareció.
El lote de la casa de Ventanas de Hierro era del municipio. Allá, como testimonio,
funcionaba la granja de la escuela de Ricaurte, yo tenía las pruebas necesarias porque
eso quedó en statu quo en la Inspección; el difunto Manuel Quintero, que fue tesorero
por veintisiete años, me dijo: yo manejé ese lote; el difunto José Joaquín Páez también
me dijo eso; cuando estuvo en la personería en el cincuenta y pico, decía: yo manejé ese
lote, había un muro alto en tapia pisada que dividía las dos propiedades. Tiempo
después lo vendieron y construyeron una casa.
El lote entre la quebrada y el convento de San Francisco es del municipio; el predio al
frente del puente de La Alcaldesa, en la quebrada de San Agustín, hoy de Eduardo
Morales Gómez, eso era de una tía del difunto Pedro Castellanos pero él tenía el
dominio en un corralito de unos dos mil metros, por ahí pasaba uno para la planta que
quedaba arribita; y ese fue uno de los chancucos que hicieron, porque la escritura del
doctor Gómez fue cogiendo hasta Marmolejo, hasta arriba de la Piedra de La
Resbaladera, y eso siempre ha sido del municipio.
Lo de la Real Fábrica de Licores fue una cesión del difunto Próspero Morales al
Ministerio de Comunicaciones; hay un salón en el segundo piso que se llama el Salón
del Cabildo, nuestras primeras sesiones del concejo fueron ahí.
El lote del Puente de la Alcaldesa, en lo de Santos Sotelo, era del municipio y se perdió
porque no se pudo probar la propiedad.
La casa que hoy es del Banco Popular, se le vendió a Groffe como el mejor postor;
cuando el banco vio que se iba a quedar sin local, inmediatamente dijo que la pagaba y
nos dio lo que Groffe había pagado; eso valía como predio, en esa época, cinco mil
pesos y el banco nos dio ciento cincuenta mil.
El lote que es del tiro al pichón, el municipio se lo prestó al Club de Caza y Pesca, nunca
se le dio; yo voté ese permiso para que se llevara a cabo el Primer encuentro nacional de
tiro al pichón en 1964”. 498
“Estando de personero, se compró la casa de Juan de Castellanos a Carlos Rivadeneira;
eso fue cuando Groffe compró la casa que hoy es del Banco Popular en ciento veinte mil
pesos, él dio cuarenta mil de arras y el banco se negó a entregarla; entonces se resolvió
que el banco se quedara con la casa y el concejo autorizó, para poder pagarle a Groffe,
cambiar tierra del municipio por el valor de las arras, se hizo el negocio por una hectárea
y después llovieron las críticas: que como se había regalado eso. Los cuarenta mil pesos
de las arras se destinaron para comprar la casa que hoy es la alcaldía municipal, que
Carlos Rivadeneira estaba vendiendo en doscientos ochenta mil pesos; y, además, nos
498
Agustín Neira
154
ofrecieron cinco millones para restaurar una casa municipal y ese dinero se utilizó en
la restauración, pues la casa estaba prácticamente en ruinas”. 499
Inspección de Policía
“En 1974 estuve en la inspección de policía, las quejas eran que se pasó la vaca y se
comió tres surcos de maíz y eso le representaba a la gente hartísimo, pero mucho; los
pequeños problemas eran las gallinas, los cerdos y el ganado del vecino, que los
amarraban de la linde y el ganado se soltaba y comía en lo propio y donde el vecino, y
ahí venía el conflicto. Otro problema era la cuestión por la servidumbre de agua, eso era
un problema generalizado en todo el Municipio.
Había mucha violencia familiar, pero la gente no lo denunciaba; yo conocí muchos
problemas, llegaba la pareja y me decía: que me pegó, porque mientras él iba al trabajo,
ella era infiel; y él le daba su tarumba y yo los conciliaba, a veces los metía a la cárcel.
Los delitos aumentaban en la época de las fiestas de julio, hubo muertes, pero eran
foráneos de Chiquiza, Cucaita que venían a agredirse acá; y ya como las fiestas se
hicieron grandes, eran peleas de puños o de botella pero no de tiros, y en ese entonces
no había las tales verbenas populares.
La gallera era lo más difícil, era cada quince días, la gente no sabía apostar, había trampa
o no reclamaban las apuestas, y se formaban unas peloteras en esa gallera y la sellé; en
eso me colaboraban mucho los alcaldes. El día que la sellábamos, hacíamos una requisa
por todo el pueblo y quitábamos pero por montones de cuchillos, navajas y bordones
hasta que la gente se educó, porque todos los campesinos eran con palo y al que se los
pisara, le daban un palazo de puro borrachos. Los robos eran de gallinas, de maíz, no
robos grandes; pero ya como en el 1990, los chinos malosos empezaron a meterse a las
casas a robar, a esos los metía a la cárcel.
Los alcaldes eran nombrados por decreto y no sabían hacer nada, eran allá sentados y el
inspector resolvía las demandas; yo hacía de inspector de higiene, del agua, de salud,
hacía mis diligencias del despacho y, también, hacía de precios, pesas y medidas porque
una libra de carne era un cuarto.
También los conflictos eran por los bebedizos para amañar al marido, venía la esposa y
decía que la amante del marido le dio chocolate con cabello molido, que le dio el
bebedizo en el guarapo, en el tinto, en la sopa entonces que por eso él no salía de allá y
decían: yo lo demando porque a ella le sembró primero el maíz y a mí me dejó de
última, y cuando el mío apenas está naciendo, el de ella ya lo tiene matiado; y eran los
celos por todo eso. Yo con la mayor discreción, no me reía, me salía con ella y me
tomaba un tinto, la animaba y le decía: usted tiene que descubrir por qué su marido no
se amaña, usted se baña bien, se arregla y así todos los días le parece bonita a su
marido, yo trataba de arreglarlos, y a él le decía: no le vaya a pegar, tenga su amiguita
499
Germán Borrás
155
muy por debajito, pero,¡por Dios! no le vaya a pegar; y les decía que apartaran las
camas, las de los niños y las de los esposos, porque la promiscuidad de los campos era y
es algo terrible; la gente tenía mucha confianza conmigo y me contaban las cosas, había
ocasiones en que el niño cogía a la hermanita, niños de diez y doce años, o el abuelo
con la nieta...” 500
“Algunos alcaldes eran muy arbitrarios, una vez, un alcalde había metido a la cárcel
unos tipos acusados de estar jugando naipe y para salir tuvieron que darle plata; otra vez,
a una señora que la cogió el Resguardo batiendo chicha para fiestas, vino el juez de
rentas y la conminó a pagar una multa y el alcalde le dijo que le dieran tanto y le quitaba
esa multa; entonces, conseguimos como unas ocho declaraciones más y, como el alcalde
no quiso renunciar, eso se pasó a la Procuraduría en calidad de denuncia y vino al
juzgado, pero pidieron el traslado a Moniquirá y por allá se perdió; y todo con el
consenso de un concejal que favoreció que no lo mandaran a la cárcel”.
“La Villa de Leyva se transformó ya, cada cuatro años hay una transformación del
pueblo, de las casas y de la gente. Juventud nueva y entendimientos nuevos; tal vez,
como más inteligentes que los antepasados, me parece a mí. Aquí en Leyva no hay
justicia que valga, ninguno sirve para nada, yo se lo dije a la inspectora: ¿para qué sirve
ir a poner una demanda a la justicia, sino es para perder el tiempo y perder la plata?
Allí me acaba de contar un hombre, que hace como tres o cuatro años, le vendió una
yunta de bueyes que trajo desde La Rosita a uno de Gachantivá viejo que es matarife y
vive en Sáchica. Los llevó, los mató y no le dio sino como unos veinte mil pesos de los
ochocientos o novecientos mil que valía. Al hombre le tocó demandarlo, siete veces en
Sáchica y dos aquí; y allá sí lo metieron a la cárcel y mandaron ir al hombre a Sáchica
para pagarle o para arreglar, o para que lo saque de la cárcel; si hubiera sido acá, no lo
habían metido”. 501
“Aquí es que, mejor dicho, ni siquiera a las madres de familia que tienen cinco, seis
hijos, son capaces de hacerles pasar la plata para mantener a sus hijos. Ayer, una mujer
me lloraba aquí sentada, que no tenía para la sal del día, que al papá de sus hijos lo
demandaba y que no le hacían pasar nada porque era amigo de la inspectora de la
Comisaría de Familia; así mucha gente me ha dicho. Esas mujeres, por ejemplo, que
tienen un hijo con uno y otro; entonces, trabajan por ahí en cualquier restaurante, hacen
lavadas, planchadas y no les pagan el sueldo, se lo niegan; así es la situación. No tienen
en cuenta que esa persona tiene que comer y tiene que pagar arriendo; es que ni siquiera
tiene los cuatro mil pesos para dar en la escuela para el almuerzo de las criaturas que,
muchas de las veces, se van únicamente con una agua de panela y un pan a estudiar". 502
500
501
502
Aminta Cortes
Alcibíades Robles
Pureza Robles
156
El Archivo de Villa de Leyva
“No hay historia porque no hay archivo; en una candelada encontré una cosa bien alta,
un bulto, era el Archivo del Concejo y yo alcancé a rescatar algunos documentos
importantes. Eso eran componendas de esa época, del caciquismo que había, y por eso
era que escondían el archivo; le prendieron candela para que no tuviéramos orientación,
pues los negocios del municipio se manejaban como finca particular”.503
“Yo recuerdo aún el archivo de Villa de Leyva tirado en el piso de una casa…no se
volvió a saber nada de él ”.504
503
504
Agustín Neira
Javier Ocampo López
157
Cronología
12.000 a.p El pueblo amerindio (cazadores-recolectores del pleistoceno tardío) se
establece en el territorio del altiplano oriental.
7.000-5000 a.n.e Etapa agrícola. Período pre-muisca.
800 a.n.e - 800 d.n.e Período “Herrera.”
800 d.n.e - 1000 d.n.e Período Muisca Temprano.
1000 d.n.e - 1600 d.n.e Período Muisca Tardío.
1537 Marzo 7-12 Jiménez de Quesada entra al territorio muisca rumbo a las tierras del
Zipa, por el extremo noroeste de este territorio. Entre el 7 y el 12 de marzo de 1537,
pasó por Sorocotá, el valle de Monquirá, Suta y Tinjacá. Posteriormente todo el
territorio, dentro de la nueva división administrativa colonial, quedó bajo la jurisdicción
de la provincia de Tunja y del corregimiento de Sáchica.
1539 Agosto 6 El capitán Gonzalo Suárez Rendón, funda la ciudad de Tunja sobre el
poblado indígena de Hunza, capital del cacicazgo de los zaques. Es la primera
fundación española en territorio boyacense. Se señalan los límites de la provincia de
Tunja, que cubre por el occidente el poblado indígena de Saquencipá.
En la fundación de Tunja, se distribuyen las primeras encomiendas 505 de la zona norte
del territorio. La Provincia se divide en nueve unidades administrativas menores,
llamadas corregimientos, cada uno de los cuales tenía bajo su jurisdicción un
determinado número de pueblos indígenas; estos corregimientos se designaban con el
nombre del pueblo indígena que constituía la cabecera de esta porción administrativa.
Monquirá, Saquencipá, Ráquira, Sutamarchán, Samacá, Motavita, Cucaita, Sora,
Chíquiza y Yuca estaban bajo jurisdicción del corregimiento de Sáchica.
505
Los encomenderos estuvieron vinculados desde un principio con los conquistadores, “esta línea parece
haber sido trazada por la constitución de linajes a cuya cabeza figuraban uno o más conquistadores.
A la tercera generación, las encomiendas se acumulaban en descendientes de conquistadores unidos
entre sí por una intrincada red de parentescos -nota: entre ellas la de Chiquiza- … es posible que la
prohibición contenida en las Nuevas Leyes de gozar de una encomienda por más de dos vidas haya
contribuido a esta cohesión. Es indudable, en todo caso, que la constitución del linaje permitió la
perpetuación del privilegio más allá de las previsiones de la Corona (…) Hacia 1610 el presidente
Borja buscó recompensar con encomiendas a quienes habían intervenido en las guerras contra los pijaos
(…) De la misma manera Pedro Merchán de Velasco –encomendero de Suta- fue favorecido -de manera
excepcional por esta época- con la prolongación de una vida en la encomienda que heredaría de su
padre Alfonso Sánchez Merchán. Este estaba casado con una hija del conquistador Pedro Ruiz
Corredor…Pedro Merchán aportó a la guerra contra los pijaos, sesenta soldados armados, pertrechados
y pagados a su costa y doscientas cabalgaduras.” Germán Colmenares: La Provincia de Tunja en el
Nuevo Reino de Granada.1984
158
1539 Segunda visita española a la región, pasa el capitán Martín Galeano en expedición
para fundar a Velez. Al respecto dice fray Pedro Simón: Pasaron adelante con ellos
al pueblo de Suta, donde no faltaron pareceres se poblara, y sin duda fuera más
acertado por ser tan agradable el sitio, la tierra tan fértil, la templanza del país
tan acomodada, pero al fin dejando el sitio, fueron adelante por el camino que se
sabían de Sorocotá y Moniquirá…
Noviembre 21 Establecimiento de los aposentos del encomendero Juan Barrera, de
Tunja, en el valle de Saquencipá.
1547 Juan de Mayorga obtiene las encomiendas de Uvaza y otras; así mismo, las de
Sorocotá, Yuca y Monquirá.
1549 Proyecto de traslado de Tunja a Sáchica.
1553 La Audiencia otorga licencia a los encomenderos del norte de la provincia de
Tunja, para que puedan traer provisiones destinadas a su uso personal. El primer
agraciado con esta concesión fue García Arias Maldonado, encomendero de Sora y
Tinjacá y compañero de Federman (…) era un activo comerciante, asociado con otros
comerciantes como Miguel Sánchez (encomendero también) y Juan de Fonseca.506
1553 Doctrinero de Saquencipá, Monquirá y Sáchica, fray. Bartolomé de Ojeda.
1556 Se fundan las poblaciones de Sutamarchán, Cucaita, Sora, Sáchica y Samacá.
1562 Doctrineros en el valle de Saquencipá: fr. Domingo de Cárdenas, fr. Antonio de
Sevilla y el Hermano fr. Andrés de Xadraque.507
1567 En Sáchica, sus encomenderos Juan López y Elvira Sánchez de López ceden al
convento de Tunja (de los dominicos) la hacienda de Sáchica, la cual es vendida en
1779, a Manuel Neira y, posteriormente, pasa de nuevo al convento por medio de fr.
Manuel Cándido Torrijos.
1571 Levantamiento en Tunja “de algunos de los soldados que habían participado en
la fracasada expedición que había partido de España a órdenes de Pedro Malaver de
Silva y Diego Fernández de Serpa,” conflicto social que da lugar a la fundación de
Villa de Leyva.
1571 Abril Visita de Andrés Venero de Leyva a Tunja. Propuesta de “formación
de filiales villetas donde los alzados apaciguaran su revuelta.”
506
Germán Colmenares: Historia económica y social de Colombia. 1537-1719.
507
Hacia 1562 “vino a ayudar a los doctrineros del valle de Saquencipá el hermano fr. Andrés de
Xadraque, a cuya solicitud el encomendero de Suta Don Antonio de Santana, pidió a su amigo, pintor
y platero en Tunja, Don Alfonso de Narváez, la imagen de la Santísima Virgen del Rosario (Virgen
de Chiquinquirá).” Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992.
159
Visita del Oidor de la Real Audiencia, Juan López de Cepeda al valle de Saquencipá.
Se lleva a cabo un interrogatorio a los indígenas, se menciona que indios arcabuqueros
o cimarrones, huyen por el tributo y las imposiciones de los españoles. Se da una fuerte
resistencia indígena frente a la presión sobre sus tierras y las exigencias de mano de
obra y de tributos.508
“Viajan al valle de Saquencipá los comisionados oficiales capitán Hernán Suárez
de Villalobos (Fernando Xuárez o Suárez de Villalobos), Corregidor y Justicia Mayor
de Tunja y Vélez; el señor don Miguel Sánchez, Alcalde Ordinario de Tunja y sus
cabildantes perpetuos Francisco Rodríguez y Diego Montañes. Ante el Notario Público,
Joan Ruiz Cabeza de Vaca declaran que el lugar más cómodo, conveniente y acertado
para tal fundación es el Valle de Saquencipá. El lugar está ubicado “cerca de una sierra
de lomas de donde bajan dos quebradas, y al lado de un arroyo próximo a los aposentos
del Encomendero Juan Barrera. El sitio escogido estaba situado en un lugar intermedio
a la casa de la actual hacienda El Cárcamo y el sitio que ahora ocupa la Villa.”509
Junio 12 Fundación de Nuestra Señora de Leyva
Se incluye un inciso de previsión en que se dice, que en cualquier tiempo, cuando
conviniere más al servicio de la Corona, podría ser mudada la dicha Villa a otro lugar,
por cualquier Justicia y Regimiento que tuviere la ciudad de Tunja. En el Acta también
se dice que la posesión había sido tomada quieta y pacíficamente, sin contradicción de
persona alguna –“que yo viese y oyese”- puesto que estaba presente mucha gente; y
que todos manifestaron ser cosa muy acertada y conveniente al servicio del Rey…y
de los vecinos que de ella fueren. La ceremonia de fundación estuvo presidida por
fray Sebastián de Ocando, Guardián del Monasterio Franciscano de Tunja. Se señalan
plaza y solares y extensiones de tierra sin tener en cuenta las tierras cultivadas de los
indígenas y si eran suficientes para albergar toda la gente.
“Otálora inicia la formación de un Libro de Fundación, en el cual incluye los autos
de la Real Audiencia, y otro documento muy curioso que fue dirigido a los Virreyes,
Presidentes y Gobernadores con las instrucciones que deben cumplir para fundar
Villetas y Pueblos en el Perú, diferentes de las ciudades principales, el cual parece
haber guiado en muchos aspectos las determinaciones finales del comisionado, sobre
todo en lo relativo al tiempo mínimo de dominio que debería ejercer cada vecino
508
“La apropiación de excedentes por parte de los ocupantes españoles a través de la exacción del
tributo no sólo multiplicó las cargas que pesaban sobre la sociedad primitiva sino que dislocó un sistema
tradicional de relaciones con otros pueblos o lo modificó sustancialmente en provecho del conquistador.
La elaboración de mantas, la manufactura más importante de la producción indígena por su carácter
homogéneo y sus posibilidades comerciales, implicaban un intercambio activo puesto que los pueblos del
altiplano no disponían de algodón. Este género provenía de las regiones de Vélez y de los llanos –de
Támara, principalmente- …El comercio de coca se realizaba a través de pueblos intermedios, entre
los mismos indios.” Germán Colmenares: La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada.1984.
509
Alberto Corradine: Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo en: “Villa de Leyva: Huella de
los Siglos.” Bogotá, 1986.
160
beneficiado con solar en el asiento de la villa, con huerto en sus inmediaciones y con
tierras dentro de la jurisdicción de la misma, para asegurar en plenitud su derecho”. 510
1572 Junio 15 Bernardino Mojica presenta ante el Cabildo la solicitud para que no se
funde la villa de Leyva “por considerar que tal fundación iba en detrimento de Tunja”.511
Agosto 12 La Real Audiencia encomienda al Contador Real, don Juan de Otálora, la
comisión de revisar todo lo actuado y tomar las determinaciones más convenientes para
asegurar la perpetuidad de la Villa. Se asignan solares en la villa.
Diciembre 14 Se ratifica la fundación, mediante un auto especial se declara que está
bien escogido el sitio de la fundación inicial de Villalobos. Se anula el repartimiento
anterior de solares.
Diciembre 15 Por auto de esta fecha se ordena la realización de un plano señalando
el nombre de los beneficiados. Se elabora el primer plano de Villa de Leyva, en el cual
se indican las veintisiete cabezas de familias beneficiadas de solares. Este plano es el
más antiguo que se conoce en Colombia correspondiente a la fundación de una ciudad o
villa.
Diciembre 19 Se hace el señalamiento de Ejidos, el contador de la Real Audiencia,
Corregidor y Justicia Mayor don Juan de Otálora “dijo que señalaba por ejido común a
la dicha villa toda la tierra que hay desde una barranca bermeja y unos robles que
están en una quebrada de agua al pie de la sierra en esta villa, a la banda del monte,
pasando por un cerrito pequeño de piedras hasta más abajo del molino de Juan
Barrera; corriendo cerro abajo desde la dicha quebrada hasta debajo de donde están
medidas la postrera acera de las cuatro aceras de huertas, frontera de esta Villa,
camino de Saquencipá; y de allí atravesando el cerro de Las Piedras, camino de
Saquencipá y Monquirá, y todo el dicho cerro de Las Piedras, aguas vertientes, a una
banda y a otra, y el cerro arriba hasta donde fenece en un cerro gordo, camino de
Tunja, adonde se entra en los términos de Sáchica, y desde allí revolviendo por la sierra
que está sobre esta villa corriente hasta la dicha barranca bermeja y quebradilla de
Robles, desde donde comenzaron en este auto a señalar los términos en redondo de
esta Villa, y más toda la dicha sierra desde una banda y desde la otra hasta las minas,
y que esto se tenga y guarde por ejidos comunes de esta villa, y así lo proveyó y mandó
por este auto, que firmó.- JUAN DE OTALORA.- Fuí presente, Diego de la Peña”.
Diciembre 29 La Real Audiencia imparte su aprobación a todo lo actuado por
Juan de Otálora. “En todos los interrogatorios realizados a los testigos
conveniencia de la fundación y localización de la nueva población se hace
sobre la bondad del clima, lo adecuado de sus tierras para el cultivo de toda
el señor
sobre la
hincapié
clase de
510
Alberto Corradine: Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo en: “Villa de Leyva: Huella de
los Siglos.” Bogotá, 1986.
511
C,1572, 15 de junio, 177 y 179 r. Ernesto Porras C.:La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja
durante la colonia.
161
plantas y de árboles, sean ellos nativos de América o de origen europeo; además
coinciden en señalar la presencia de diversos grupos indígenas en toda la región,
aspecto que parecía limitar el número de los posibles vecinos de Leyva. Este último
aspecto fue el más criticado de la actuación de Villalobos, pues él ofreció tierras a
tantas personas que no podrían caber en toda la comarca circunvecina, al decir del
Contador Juan de Otálora”.512
El presidente Venero de Leyva al ratificar los autos del Corregidor dice en su
providencia: “a los indios no se les han tomado ni quitado tierras de que reciban
notable daño, ni a sus encomenderos ningunas labranzas”.
1573 Enero 29 Don Juan de Otálora, Corregidor y Justicia Mayor en la ciudad de
Tunja, Vélez y Pamplona y Río de Oro, convoca a la Justicia y Regimiento y vecinos de
la nueva villa para que se juntasen en su cabildo a concejo abierto. Expone la necesidad
urgente de levantar la iglesia y pide que se les exija a los caciques de los pueblos
circunvecinos, una cuota de ayuda para la construcción del templo.
1573 Marzo 12 Ratificación de la fundación.“En el asiento que llaman de los
aposentos de Serrezuela de la Encomienda de Alfonso Díaz vecino de la ciudad de
Santafé a doce días del mes de marzo de mil quinientos y setenta y tres el muy ilustre
doctor Venero de Leiva del Consejo de su Majestad y su Gobernador y Capitán
General de este Nuevo Reino de Granada y Presidente de la Real Audiencia de él,
habiendo visto los autos de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de Leiva que
por mandato de su señoría fundó y pobló y confirmó y repartió el contador Juan de
Otálora en los vecinos y labradores que en la dicha villa señaló y la confirmación
y aprobación que su señoría hizo de todo ella…”
1573 Julio 31 El Presidente Venero de Leyva, en auto expedido en esa fecha, confirmó
la fundación, pero instruyó a Juan de Otálora, nuevo Corregidor de Tunja, “ para anular
los proveimientos de huertas que se hicieron el mes de junio, teniendo en cuenta el
desorden creado por su desatinada repartición”. 513
Diciembre 14 Constancia de la comisión cumplida por Otálora: “aunque todo
Saquencipá, Monquirá, Sáchica, Suta y las demás tierra comarcana despoblada
de indios, vecinos y encomenderos, no sería lo bastante para dar a tantas personas
como avecinaron en la Villa”.
El cacique de Sáchica y su encomendero García Zárate, acusan ante la autoridad real
las actuaciones de Otálora. Se quejan de“que por causa de su proveimiento hizo muy
grande agravio y perjuicio a sus tierras y labranzas que de tiempo inmemorial
habían tenido y poseído”.
512
A. Corradine, Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo” en: “Villa de Leyva: Huella de los
Siglos.” Bogotá, 1986.
513
Gabriel Camargo. Fundación y Proceso de Villa de Leyva. Boletín de Historia y Antigüedades
162
Don Luis de Iguaque, por medio de otro memorial a la Real Audiencia, pide el
“despueble de la Villa.” Se violaban las Leyes de Castilla que prohibían el
“establecimiento de poblados en tierras debidamente explotadas…hacer esclavos a los
indios y arrebatarles sus bienes…y no se tomara nada contra su voluntad”.
1574 Enero El oidor Francisco de Auncibay es encargado de atender estas demandas;
constata que las adjudicaciones se habían hecho desconociendo los legítimos derechos
de los indígenas y que, efectivamente, en Saquencipá no había tierras desocupadas
para los españoles. Don Juan de Castellanos se compadece y condena los atropellos
denunciados, pero opina que en Saquencipá deben dejarse unos doce o veinte
españoles para “que no quede despoblada de españoles”.
Los frailes dominicos de los pueblos vecinos, entre ellos el superior de Tunja, exponen
que se devuelvan las propiedades arrebatadas a los indígenas. El procurador de la Villa,
don Diego de Gómez Caballero, señala que terrenos arriba de Saquencipá, existen
espacios desocupados que pueden ser utilizados para el traslado de la Villa. Continúan
los reclamos y denuncias de los indígenas.
Se inicia un transitorio y lento traslado de la Villa al otro lado del arroyo, en terrenos
abajo de los aposentos, donde tenía un molino el encomendero Barrera.
1574 Martín de Saavedra y Guzmán establece que los pueblos de Iguaque y Chíquiza,
del corregimiento de Paipa, sirvieran a los vecinos de la Villa; y que los indios del
corregimiento de Sáchica, fueran reservados de conducciones a las minas de plata de
Mariquita.514
Julio 12 Juan de Alvis, escribano de cámara del rey Felipe, de acuerdo con el presidente
y oidores de la Audiencia y Cancillería Real, escribe un oficio a Diego Hidalgo de
Montemayor, factor de la Real Hacienda de las provincias de Santa Marta y Nuevo
Reino de Granada, donde se ordena requisar los santuarios y prohibir los ritos y
ceremonias de los indígenas.
1578 El cacique de Turmequé, Diego de Torres, presenta el primer memorial de
agravios contra los encomenderos por los atropellos y torturas contra los indígenas;
denuncia el incumplimiento de las cédulas reales, el fraude en los tributos y el engaño
con las encomiendas.
1579 Villa de Leyva se opone a la jurisdicción que sobre ella tiene Tunja y “solicita
muy pronto, que se la exima o libere de la jurisdicción que sobre ella ejerce Tunja”, y
que se le acuerde la condición de ciudad. Tunja se opone a esa aspiración (…)el 12 de
junio de ese año, Tunja da instrucciones a Juan Rodríguez Gil, para que solicite que “por
ser como es el govierno de la dha Villa perteneciente a este Cabildo,” que la Real
514
En 1654 se intentó desagregar a los dos pueblos del corregimiento de Paipa para incorporarlos al de
Sáchica pero el corregidor de Paipa ofreció dar el servicio a los vecinos de la Villa y la agregación
se suspendió en 1656. Esta debió tener lugar más tarde puesto que en el siglo XVIII Chiquiza (al
que se había agregado Iguaque) pertenecía al corregimiento de Sáchica. (C e I., f.745 r.ss).
163
Audiencia no permita que se haga otra cosa sino que alcaldes, regidores, alguaciles y
oficiales de la Villa sigan siendo proveídos por el Cabildo de Tunja. Y el 14 de agosto
se trata, en el Cabildo tunjano, sobre las capitulaciones que se firmaron el 29 de abril de
1570 para fundar la Villa, y por las cuales lo civil y criminal -pero, especialmente lo
civil- quedaba sujeto a Tunja”.515
1582 Mayo 2 El Procurador General de la Villa, don Diego Gómez Caballero, eleva
una solicitud de visita. El Corregidor y Justicia Mayor de Tunja, capitán Antonio Jove,
conoce las nuevas protestas y demandas. La Real Audiencia ordena una nueva visita al
corregidor Jove; este examina la región, verifica las afirmaciones de los vecinos y
acepta la propuesta de traslado “no sin antes conocer que la mayor parte de los
primeros pobladores habían abandonado el lugar y renunciado a las tierras
otorgadas, mientras que el número de los aspirantes se había aumentado
sensiblemente”. 516
Mayo 6 El corregidor Jove pide que, atendiendo las justas causas alegadas, se mude
la Villa (al actual sitio) “ por ser mejor y más sano.” Luego, es aprobado por el
Cabildo y la Audiencia de Santa Fe.517 Mediante un auto se ordena el traslado de la villa
al actual emplazamiento y se ordena la elaboración de un nuevo plano con la indicación
de los nuevos beneficiados. En el plano realizado se indican los nombres de unos 120
adjudicatarios, además de dos conventos, San Francisco y Santo Domingo, y casas de
Cabildo y carnicería. Se asignan solares a los caciques de Saquencipá, Monquirá y Suta
y a un indígena yanacona llamado Diego Yaya y dos solares para los molinos de
Francisca Morales; el número de manzanas crece considerablemente, este sería el
segundo plano más antiguo.
Las principales razones invocadas para propiciar el traslado son: “la disposición de
la tierra, asiento y aguas ser muy conbenyentes para los hedificios por ser los
materiales muy perpetuos… el sitio donde al presente está el dh pueblo está dispuesto
para coger mucha cantidad de trigo”.
Villa de Leyva surge como centro de poder, los pueblos de indios quedan bajo su
jurisdicción. La mano de obra indígena ya no concurre a concentrarse en Tunja, lo
hace en Leyva.
Mayo 10 Se hace el acta de la nueva fundación con el nombre de Villa de Nuestra
Señora de La Candelaria. Así mismo, el “auto y nombramiento del nombre de la Villa
que de hoy en adelante debe tener”.
515
C.1579, Agosto 14, 225 rv, En: Ernesto Porras C. : “La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja
durante la colonia.
516
A. Corradine: Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo en: “Villa de Leyva: Huella de los
Siglos.” Bogotá, 1986.
517
Archivo de Indias. Audiencia de Santafé, 88.
164
La jurisdicción de Villa de Leyva abarcó administrativamente el territorio de Ráquira,
Suta y los pueblos vecinos, extendiéndose por el occidente hasta los páramos de Tinjacá
y Chiquinquirá, y por el norte hasta la región de Moniquirá.
1582-95 Fundación del Convento de San Agustín. En 1603, se estableció en el convento
un colegio de novicios y el templo se utilizó en reemplazo de la iglesia matriz.
1583 Se presenta el primer conflicto con Tunja; desde su fundación, la Villa estaba
sujeta a ella, pertenecía a sus términos y nombraba alcaldes y regidores; además, sus
tierras eran de los encomenderos de Tunja. Ese año, el procurador general de la Villa,
Salvador de la Hoya, se queja ante el Cabildo de Tunja y alega que los nombramientos,
por parte del Cabildo, de personas ajenas a la Villa se “hace en desmedro de la Villa;”
argumenta que esto se hace como “una rivalidad económica” dado que en la Villa se
produce trigo en más cantidad y calidad y se hace más comercio del mismo. 518
1584 Por orden del arzobispo fr. Luis Zapata de Cárdenas OFM, se secularizan muchas
de las doctrinas regulares de franciscanos y dominicos –que son restituidas por Cédula
del 23 de marzo de 1588-, entre otras: Sáchica, Saquencipá, Iguaque,519 Chíquiza.
1585 Abril . El procurador general de la Villa, Salvador de la Hoya, se queja de
que el Cabildo de Tunja elige personas como alcaldes que ni siquiera son vecinos de la
villa; insiste que esta política de Tunja se debe a una rivalidad económica, puesto que en
la Villa “se cosechaba trigo en abundancia y de mejor calidad y por eso acudían allí
las recuas de los comerciantes y no a la ciudad de Tunja”. 520
1586 El encomendero Antonio de Santana funda a Chiquinquirá.
1592 Motín de las Alcabalas en Tunja contra el impuesto colonial.
1592 Surgen los Resguardos de Indígenas. Las primeras comunidades que recibieron las
tierras del Resguardo fueron, en 1595, las de Chiquinquirá, Moniquirá e Iguaque. Las
comunidades indígenas enfrentan muchos problemas debido a los intereses de los
latifundistas por sus tierras.521
518
R.B., t.3. f.331 r
519
Iguaque Perteneció a la doctrina del convento de los dominicos de Tunja; fue administrada,
alternativamente, por franciscanos y dominicos. Doctrineros: fr. Domingo Molina, 1637, fr. José Navarro
Polanco, 1732.
520
Ibid., nota 518
“En tierras más parejas el resguardo era casi siempre un rectángulo regular, al que se asignaban
tantos ´pasos´ en redondo y que se medía con una cabuya ajustada en 76 o 100 varas (= 100 pasos).
Las varas eran usualmente ´de la tierra´, es decir, equivalentes a unos 89 centímetros. (…) La regla
general parece haber sido la de otorgar a cada tributario no más de 1.5 Has. Los resguardos de
Monquirá, por ejemplo, tenían 110.2 Has. Hacia 1636, época de visita de Valcárcel, habrían correspondido
1.6 Has. a cada tributario. En 1596 Egas de Guzmán confirmó a los indios de Suta los 2.500 pasos
en cuadro otorgados un poco antes por el presidente González. Reducidos a la cabuya de 65 varas
empleada por Egas equivalían a 1.491 varas de la tierra o sea que se trataba de 222.3 Has., extensión
521
165
1595 Visita de Egas de Guzmán a Iguaque, se hacen averiguaciones sobre la existencia
de santuarios y cucas, se procesa al gobernador indígena. Como consecuencia de esta
visita, se establece un cambio en el monto del tributo debido la alta disminución de
los indígenas. “El monto del tributo podía ser de tres mantas o de 45 pesos de oro de
13 quilates…pero se suprimía la obligación de hacer labranzas…También, a partir de
esta visita, algunas comunidades indígenas dispusieron de resguardos. Como sobre ellos
pesaba ya la obligación de hacer labranzas para sus encomenderos, los indios podían
disponer de una mayor libertad de contratación…Así parecían entenderlo los
encomenderos. Juan de Otálora, encomendero de Iguaque, objetó la tasa de Andrés de
Guzmán con el pretexto de que el visitador había tasado a los indios en oro, sin que
éstos tuvieran minas. Según el encomendero, debía tasarse a los indios en mantas y
labores agrícolas porque de no hacerse así cesaría todo comercio:“no hay otra gente que
los pueda hacer, y de la experiencia que dellos se tiene muestra que los tales, por ser
para sí aprovechados, no lo harán, cesará la dicha contratación y ventas, como
cosa no digna de ser permitida”. 522
1598 Continúa la rivalidad Villa de Leyva-Tunja. En abril, el capitán Juan Pérez de
Salazar, vecino de Tunja, “se encamina a España, y el Cabildo le da una Instrucción
con 26 capítulos de súplicas a su Majestad, entre ellas, una sobre la causa que esta
ciudad tiene con la Villa de Leyva que está en su jurisdisçion tres leguas della y es de
besindad de cinquenta vezinos labradores poco mas o menos sobre la esençion que
pretende desta çiudad se bea en el rreal consejo para que en el como en todas causas se
provea segun y como se a pedido y suplicado”. 523
Tunja es la primera ciudad del Nuevo Reino que solicita una universidad laica.
1607 El cabildo de Tunja eleva al rey la petición que“se imponga silencio a la
pretensión de la Villa de Leiva de separarse de Tunja por lo que ha prometido 10.000
ducados, pues esta fue fundada en tierras de la ciudad con aprobación Real, y los
Regidores han pagado fuertes sumas por sus oficios en consideración de serlo
también de la Villa de Leiva”.524
Se termina la construcción de las primeras casas; entre ellas, la del cronista y
beneficiado de la iglesia de Tunja, don Juan de Castellanos.
1613 Un cabildo abierto, autoriza la fundación del Convento de San Francisco; en 1614,
la comunidad franciscana toma posesión del lugar con el nombre de Convento de la
casi insignificante al lado de la estancia de 1.904.6 Has. otorgada a Juan Núñez Maldonado en 1586
y que en 1620 pasó al encomendero de Suta, Pedro Merchán de Velasco. Según esta medida habría
correspondido a cada tributario 1.3 Has. en la época de la confirmación.” Germán Colmenares, La
Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada,1984.
522
Ibid., VB., t.3,f.s14 r.
C, 1598, 3 de abril, 57 rv. En: Ernesto Porras C. : La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja
durante la colonia.
524
Archivo General de Indias, Santafé 56.
523
166
Inmaculada Concepción, que a mediados del siglo XVIII entra en decadencia debido al
reducido número de frailes.
1630 Rivalidad entre Villa de Leyva y Tunja por la posesión de Chiquinquirá. “El
procurador de la Villa presenta a Tunja unos autos sobre jurisdicción que tiene sobre
Chiquinquirá y sobre elección de alcaldes, el 9 de enero de 1630. Tunja se opone al
asunto último”. 525
Tunja toma posesión sobre Chíquiza.
1633 Muere en Villa de Leyva, el Arzobispo Bernardino de Almanza.
1636 La población indígena queda reducida a sesenta y ocho tributarios, incluidos los de
Saquencipá.
1639. El arzobispo de Santafé, fr. Cristóbal de Torres, en su segunda visita a la villa,
ordena fundar la cofradía del Rosario.
1644 Enero 30 El alcalde Bernardino Barrera “se entró con procesión al sitio de
Chiquinquirá con vara de alcalde” sin tener allí jurisdicción e hizo causa contra el
alcalde de ese sitio y lo puso en prisión”. 526
Tunja toma posesión de Tinjacá.
1648 Se establece el monasterio de las Carmelitas, el rey lo había autorizado en 1642.
Las Carmelitas Descalzas permanecen ahí hasta su expulsión, en 1863, y regresan en
1870. La iglesia se construyó entre 1845 y 1850.
1659 Tunja toma posesión de Chiquinquirá.
1661 Elección de alcaldes en la Villa de Nuestra Señora de Leyva.
“Así congregados el sr. Corregidor y Justicia mayor propuso. La obligación que
tiene el cavildo a hazer la elección de alcaldes ordinarios de la hermandad Regidores y
Procurador General de la Villa de Nuestra Sra. de Leyva como está en uso y costumbre
y que se haga en personas de prendas partes y buenas obligaciones de buena vida y
costumbres que mantengan aquella República en paz y justicia distributiva como Mgd
Dios legue Lo tiene dispuesto… y aviendo conferido dicha elección Los dhos señores
cavildo y corregimiento unánimes y conformes de un acuerdo y plena deliberación
dijeron que sus votos y parecer es que este presente año de mil seiscientos y sesenta y
uno sean alcaldes ordinarios de la villa de nuestra sra de Leiva don Nicolás de la
Serna Música más antiguo, don Bartolomé Martínez de Angulo su compañero. De la
525
Ernesto Porras C. : La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja durante la colonia. C, 1630, 9 de
enero, 304 rv
526
Ibid C.1644, 30 de enero, 41 r.
167
santa hermandad Juan Sánchez Marchan. Regidor más antiguo Antonio Galeano. Juan
Antonio de la Asención. Xtoval de Cepeda Sta Cruz. Juan Domínguez de Figueredo.
Procurador General Bartolomé Russi.
…y hagan la solemnidad del juramento acostumbrado y den fianza de la residencia y
causas de bienes de difuntos los alcaldes como deben y son obligados se despache
como son a uno de los señores de este cavildo…
Señores del cavildo:
Don Juan de Guevara - don Juo Suarez de Figueroa - Don Joan Ortiz de Polanco –
Joseph Descobar Tamayo – Don Diego de Paredes Calderon – Jacinto Ortiz de
Lisaracu – Berbd de Escobar Tamayo - Don Antonio de Rojas - Don Diego Rincón
– Dn Domez Merchan de Velasco Monsalve – Don Phelix de la Serna Música Joan de Ayala Malddo – ssan de Ossa y Arauna - Dn Juan de Medrano y puebl - Dn
Manuel de Espinosa.527
Ante mí, JUA XIMENEZ SERRANO.Es fiel copia- Luis Alberto Castellanos.
1665 Se concluye la construcción de la Iglesia Matriz o catedral, proyectada en 1604.
1684 Traslado del pueblo de Sáchica de la orilla del río al sitio actual, fue luego
doctrina franciscana.
1691 12 de junio: “… se lee en el Cabildo de Tunja lo que parece ser, al fin, un triunfo
parcial de la causa abogada por la Villa de Nuestra Señora Santamaría de Leiva: se
dice que en la Real Audiencia ha salido fallo favorable que le permite la elección de
alcaldes (…)En libros de Cabildo de Tunja, encontramos que la Villa es aún
jurisdicción de Tunja, en 1724”. 528
Agosto 23 Leyenda del eclipse de sol y la destrucción del trigo.
1700 Los dominicos adquieren la “Hacienda de Sorocotá en 3.600 pesos, en términos
de Guatoque, hoy Santa Sofia, que Dña. Andrea de Espitia, de Villa de Leiva acrece
con una hacienda contigua”. 529
1740 Levantamiento de Vélez, en la Provincia de Tunja, en rechazo a los impuestos y
empréstitos forzosos para ayudar al virrey Eslava en la lucha contra los ataques ingleses
en las costas del Nuevo Reino de Granada.
527
En: Repertorio Boyacense.
C. 1691, 12 de junio,, 109 rv. En: Ernesto Porras C. : La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja
durante la colonia.
529
Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992
528
168
1755 “A finales del siglo XVIII se da una desintegración de los resguardos, el visitador
Andrés Verdugo y Oquendo, señaló la decadencia de los indígenas de la Provincia
de Tunja… dispuso la venta total o parcial de algunos de ellos”. 530
1778 José María Campuzano, por iniciativa de Moreno y Escandón,“procedió a la
extensión de Sáchica”. 531
530
Javier Ocampo López: Identidad de Boyacá. Tunja, 1997
“La visita de Verdugo y Oquendo, en 1755, suscitó una serie de cuestiones que condujeron a la
postre a la extinción de una gran parte los resguardos indígenas (…) Al rendir su informe insistía en la
desproporción en que se encontraba la población mestiza con respecto al número menguante de
indígenas. Según el argumento del visitador, los indios, disminuidos en un 50%, disponían de la
totalidad de los resguardos que les habían sido otorgados sin que pudieran aprovecharse de ellos (…)
El visitador recomendaba que se restringieran los resguardos de los indios y se dieran los sobrantes a
los vecinos. Para justificar esta expoliación argumentaba que las tierras eran improductivas en manos
de los indios (…)Con todo, el visitador, no esbozaba el argumento capital: la presión de los habitantes
no indígenas que tenían necesidad de tierras (…) En algunos casos concretos el visitador propuso la
extensión de los pueblos y su agregación a otros, cuando no alcanzaran a tener más de 100
habitantes… En ocasiones, ni siquiera los vecinos, en cuyo beneficio se había ideado la
expropiación pudieron competir con los criollos de Tunja o con los vecinos más ricos en las
ofertas para adquirirlos (… ) A partir de la visita de Verdugo y Oquendo se había iniciado,
tímidamente, es cierto, el proceso de extinción de los resguardos indígenas. Puede concebirse cómo,
desde ese momento, la administración virreinal fue presionada cada vez más a tomar una decisión
radical. Los vecinos pugnaban por convertir los pueblos de indios, en los cuales vivían precariamente,
en parroquias de ´españoles´. (…)Las extinciones de 1755 encontraban una justificación aparente en el
crecimiento incontrolado de la población mestiza que no hallaba acomodo dentro de la estructura
institucionalizada de una sociedad dualista (…) En realidad, el reconocimiento de los resguardos
había coincidido con la racionalización del tributo, como un esfuerzo por asegurar el pago de salarios
en dinero y con la supresión del monopolio de la mano de obra indígena de que gozaban los
encomenderos. Con estas medidas quería integrarse a la sociedad indígena en procesos de producción
más activos que los que habían sido organizados casi exclusivamente en torno a la relación personal
de la encomienda (…) Los encomenderos habían desaparecido pero no el tipo de relación personal
que inmovilizaba toda iniciativa en el seno de la sociedad indígena. Las concentraciones ordenadas
por Luis Hernández habían debilitado aún más la encomienda pero en cambio habían sentado las
bases para sustituir la sujeción personal a otros dos tipos de personajes: el doctrinero y el
corregidor de indios. El primero, ahora casi siempre perteneciente al clero secular, aseguraba su
subsistencia no sólo a través del estipendio (que se satisfacía con parte del tributo) sino que
imponía, además, de pagar una serie interminable de fiestas y aún la prestación de servicios
personales.(…) Los corregidores de indios, por su parte, disponían a su antojo de la facultad de
concertar indios a los españoles propietarios de estancias. Esto los convertía en aliados naturales
del sector más influyente de la sociedad criolla. (…) El tributo, que había servido para fijar las
relaciones entre las dos sociedades por más de dos siglos, ya no desempeñaba esta función puesto
que los indios no tenían a menudo siquiera con qué pagarlo.” Germán Colmenares, La Provincia
de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984.
531
A finales del siglo XVII comenzaron a erigirse parroquias “constituidas por vecinos españoles y a
dar un asentamiento urbano a estancieros y pequeños propietarios independientes. En el caso de
Sáchica, por presión de la población mestiza sobre los resguardos indígenas y para arrebatarles sus tierras
más fértiles “..donde les resulten mayores utilidades en lo espiritual y temporal, pues su mayor bien
no consiste en complacerles en lo que por capricho apetecen, sino en obligarlos a lo que por razón
y justicia les es más provechoso y de menor gravamen al real erario…” VB., t.16, f. 800 r. ss Fuente:
Germán Colmenares, La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984
169
1781 Movimiento insurreccional de Los Comuneros, que tiene por eje la ciudad del
Socorro y se extiende a San Gil, Mogotes, Charalá, Vélez y Sogamoso. La mayor
parte de los pueblos de Boyacá participan, envían gentes y capitanes para conformar las
tropas populares. En 1781, los capitanes charaleños Ignacio Calvino y Antonio José
Araque, junto con los socorranos Isidro Molina y Benigno Plata y otros, entran a la
Villa y sublevan al pueblo; se quema el tabaco, se arman y nombran como capitanes
a los leyvanos José de Neira y Páez, Juan Ignacio Páez y Gregorio Suárez y marchan
hacia Tunja.
1785 Son nombrados como Alcaldes Ordinarios de la Villa: Don Joaquín de Neyra
y Castro y Dn. José de Neyra Páez Dn. Antonio Chacón, Regidor Alférez Real y
Dn. Josef de Neyra y Castro Regidor Alcalde Provisional.
1802 El cura de Villa de Leyva, Salvador José Sánchez, levantó el siguiente censo
de habitantes: eclesiásticos, 18; nobles, 79; blancos, 1.213; mestizos, 1.388; indios, 147;
esclavos, 31.
1810 Revolución del 20 de julio.
1811 Junio 5 Se firma en Leyva el acta de separación de Tunja y se reconoce al
gobierno de Santa Fe como su legítima autoridad. Los cantones que no habían sido
reconocidos como provincias soberanas y federales se anexan a Santa Fe.
La Provincia de Tunja defiende el federalismo y, en la Constitución del 9 de diciembre,
se transforma en la República de Tunja. Se crea la Universidad de Tunja y se ordena
la organización de escuelas en todos los pueblos. El alcalde de la Villa es Juan
Nepomuceno Neira, quien firma la Constitución de la República de Tunja de 1811.
1812 Octubre 4 Se reúne, en Villa de Leyva, el Congreso General de las Provincias
Unidas bajo la presidencia de Camilo Torres.532
1813 Diciembre 10 La República de Tunja declara la independencia absoluta de
España.
1815-19 Régimen del terror: reconquista española. Invasión“pacificadora”de Pablo
Morillo, general en jefe de la expedición. Se establecen tres instituciones para restaurar
el régimen colonial: el tributo de Purificación, la Junta de Secuestros y el Consejo de
Guerra Permanente; se implanta la violencia oficial, el terrorismo y el militarismo lo que
estimula el sentimiento patriota y los levantamientos populares. En Villa de Leyva son
fusilados Manuel José Sánchez, Juan Bautista Gómez, José Umaña y Joaquín Viana.
532
“Siempre me llamó la atención la participación de la Villa en la independencia. En la independencia
es la capital de las Provincias Unidas, luego pasa a Tunja; Villa de Leyva siempre ha tenido problemas
con Tunja y Tunja con Villa de Leyva, Villa de Leyva quiso ser más alrededor de Nariño, con
Cundinamarca y eso tiene una razón de ser.” Testimonio de Javier Ocampo López.
170
1816 El comandante patriota, general Manuel Roergas de Serviez, establece un Cuartel
General en la Villa. En abril, las fuerzas realistas, ocupan el convento del Ecce Homo.
1819 Campaña Libertadora, lucha revolucionaria de los patriotas contra los realistas.
1821 Con la Constitución de Cúcuta, la República se divide en departamentos, los
departamentos en provincias, las provincias en cantones y los cantones en parroquias.
Se crea el Departamento de Boyacá y se divide en las provincias de Tunja, Socorro,
Pamplona y Casanare.
Ley 28 de julio del Congreso de Cúcuta.
1822 Se inicia el período de las intendencias y, en 1828, Simón Bolívar las reemplaza
por las prefacturas. Es nombrado el primer intendente del departamento de Boyacá,
Pedro Fortoul. Se crea el Colegio Boyacá.
1827 Se establece la Universidad de Boyacá que inicia labores en 1828, en el Colegio
de Boyacá, con las carreras de jurisprudencia, filosofía y letras, medicina, ingeniería,
ciencias naturales, artes y oficios, integradas al colegio como estudios superiores
universitarios.
1828 Bolívar restablece los conventos suprimidos y revoca las leyes sobre la enseñanza
católica. Estos posteriormente fueron derogados por la ley 13 de 1832.
1830 Se desintegra la Gran Colombia y surge el Estadode la Nueva Granada.
1831 Se suprimen los departamentos y prefacturas y se divide el país en dieciocho
provincias, divididas en cantones y estos en distritos parroquiales. Se crea la Provincia
de Tunja, el poder ejecutivo de las provincias se le asigna al gobernador y en cada
provincia se constituye una Cámara Provincial integrada por diputados de todos
los cantones.
1839-1841 Guerra denominada de los Conventos o de los Supremos, causada por la
ejecución de una disposición legal tomada desde 1821, que se venía posponiendo, y
que consistía en suprimir, por antifuncionales, los conventos que albergaran menos
de ocho religiosos y que estos destinaran sus locales y bienes a la educación.
1840 Guerra Civil, se declaran los gobiernos de facto; en la provincia de Tunja se
genera una gran inestabilidad
1845 El cantón de Villa de Leyva, de la provinciade Tunja, comprende ocho parroquias.
1851 Durante el gobierno liberal se suprime el fuero eclesiástico; y por medio de la ley
del 27 de mayo, se dispone que los curas párrocos serán nombrados por votación en
el cabildo municipal entre los candidatos presentados por el diocesano; por la ley de
1850, se cedían los diezmos a las provincias con facultad de suprimirlos o
administrarlos; ese año los jesuitas son expulsados del país.
171
1857 El 13 de mayo, el Congreso de la Nueva Granada, determina la formación del
Estado Soberano de Boyacá, que comprende las provincias de Tunja, Tundama y
Casanare, con excepción del antiguo cantón de Vélez que se incorpora al Estado de
Santander.
1858 Se promulga la nueva Constitución siendo presidente Mariano Ospina Rodríguez,
y se crea la Confederación Granadina afirmando con ello el federalismo para el país.
1860 Se inaugura en Villa de Leyva el Convento de San Martín de Porres, a exigencias
del delegado apostólico e insinuación del P. fr. Joaquín Páez Murcia, y se le asigna
el personal del Santo Ecce Homo. 533
1861 El gobierno de Mosquera dicta el decreto del 9 de septiembre de 1861 sobre
desamortización de bienes de manos muertas, que en su artículo primero decía: "todas
las propiedades rústicas y urbanas, derechos y acciones, capitales de censos, usufructo,
servidumbre u otros bienes que tienen o administran como propietarios o pertenezcan a
las corporaciones civiles o eclesiásticas y establecimientos de educación, beneficencia
o caridad, en el territorio de los Estados Unidos de Colombia, se adjudicarán en
propiedad a la nación por el valor correspondiente a la renta neta que en la actualidad
producen o pagan, calculada como rédito al 6....” Este decreto también se aplicó para
la enajenación de los ejidos municipales. También se expidió el decreto de “inspección
o tuición de cultos,”por lo cual, bajo pena de destierro, se establece que ningún
eclesiástico podrá ejercer sus funciones sin la autorización de la Autoridad Civil. 534
1861 Mediante un pacto de unión, se confederan algunos estados y se da el nuevo
nombre: República de Estados Unidos de Colombia, posteriormente ratificada en la
Convención de Rionegro, en 1863.
533
Fuente: Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992
534
Fuente: Alvaro Tirado Mejía: El Estado y la Política en el siglo XIX.
Se calcula, que en 1861, año de la desamortización, la iglesia poseía una tercera parte de los bienes
inmuebles del país. "Para Boyacá, hacía 1875, el total de los bienes desamortizados se aproximaba al
millón y medio de pesos y gran parte de este valor procedía de la venta de bienes raíces, los
cuales estaban representados en propiedades situadas en el sector rural. En general existían 205
fincas que pertenecieron a la iglesia, con un valor de $1.719.391.35. Un poco más del 60% de las
fincas rematadas lo fueron por menos de 1000 pesos y sólo un 21.5 alcanzó un valor superior a
los 3.000 pesos, lo cual sugiere la posibilidad de la existencia de casi 20.554 hectáreas de terrenos
en poder de la Iglesia (...) Las instituciones más ricas en bienes raíces eran, en su orden: el
Convento de Santo Domingo, Monasterio de Santa Clara, Iglesia de Somondoco, Convento de La
Candelaria.. (...) al mismo tiempo, existían instituciones como el Convento del Carmen de Leiva...
con importantes capitales representados en actividades crediticias bajo la modalidad de capitales o
censos (...) Gran parte de los bienes eclesiásticos enajenados en Boyacá mediante subasta pública
pasaron a manos de los personajes más influyentes de Tunja (...) los mayores beneficios en los
remates de los bienes de manos muertas los obtuvo un grupo de comerciantes y negociantes en
finca raíz, que en algunas ocasiones eran también miembros activos de la burocracia oficial.
Fernando Díaz Díaz: Estado, Iglesia y desamortización.
172
1870 Se funda la Escuela Normal de Varones de Tunja.
1875 Se funda la Escuela Normal de Señoritas de Tunja.
1885 Durante la Revolución del 85, un grupo integrado por Agustín y Ramón Neira,
Anatilio Gómez, David Forero, Luis Páez B y otros que habían salido de Chiquinquirá,
conformaron un grupo que atravesando Iguaque pasó a Sogamoso, donde estaba el
general Sergio Camargo, jefe supremo, y se incorporaron a las fuerzas revolucionarias
del general Daniel Hernández y pelearon en la batalla de La Humareda.
1886 La Constitución Nacional crea la República de Colombia y los antiguos estados
federales se denominan departamentos. El Departamento de Boyacá, nombra su primer
gobernador y conserva los mismos límites de 1857.
1904 Reyes reconstruye el país. Establecimiento del peso oro como unidad monetaria.
1908 Por medio de la Ley 1 del 5 de agosto, la República de Colombia se divide en
treinta y cinco departamentos; de Boyacá surgen los departamentos de Tunja:capital
Tunja, con las provincias de Márquez, Tenza, Neira y Chocontá; departamento de Santa
Rosa: capital Santa Rosa de Viterbo, con las provincias de Tundama, Gutiérrez, Norete,
Sugamuxi y Valderrama; departamento de Chiquinquirá: capital Chiquinquirá, con las
provincias de Occidente y Ubaté. Asimismo, se establece la Intendencia de Casanare.
1909 El cura de Suta, Parmenio Rodríguez, demuele la iglesia de Yuca de propiedad
del Convento de los Dominicos, se lleva los objetos religiosos y los materiales.
“Subrepticiamente se lleva la Sagrada Imagen del Ecce-Homo a Suta, donde desde
entonces permanece en el aposento del párroco, ilegalmente”. 535
La Ley 65 restablece la división territorial de 1905 y aparece de nuevo el Departamento
de Boyacá; en 1913, se separa Casanare y se conforma en Intendencia.
535
Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992
173
Anexos
Anexo Nº 1
Época amerindia
1. Cronología y Cultura
Hace, aproximadamente, 12.000 años a.p, pueblos amerindios se establecieron en el
territorio del altiplano oriental y desarrollaron una importante y compleja cultura dentro
del contexto amerindio; se dieron tres etapas formativas: una primera de caza, pesca y
recolección; una segunda protoagrícola; y una tercera fase, “formativo desarrollado,”
caracterizada por el establecimiento de comunidades agrícolas, alfareras, tejedoras y
minero-metalúrgicas. Según Carl Langebaek, la investigación realizada por el proyecto
Medio Ambiente Pleistocénico Holocénico y Hombre prehistórico, “encontró evidencias
de cazadores-recolectores del pleistoceno tardío (12.000 a.p) y del holoceno temprano
en diversos sitios del altiplano oriental” (Langebaek R.,C.H., 1995).536 Se ha afirmado
que, es factible que cuando se produjo la última glaciación, hace unos 10.000 años, ya
estuviesen asentados los primeros indígenas en este territorio.
La etapa agrícola, de carácter comunal, se establece entre 7000 a 5000 a.n.e; se inicia
un proceso de domesticación de las primeras plantas cultivadas, domesticación de
animales, desarrollo de la cerámica, tejidos, metales y técnicas hidráulicas, todo lo cual
revela una compleja organización social para poder acceder a la naturaleza. Según
Molano, “con el empleo de la energía bajo distintas formas inició el manejo de las
cadenas tróficas haciéndolas más simplificadas y a su vez controlando las especies
animales que podían hacerle competencia… todo el conocimiento adquirido sobre la
misma naturaleza desembocó en el poder almacenar energía metabólica, como
producto de la revolución agrícola”.
Es indudable que por la necesidad de tierras de calidad para cultivos, se modificaron
los bosques; y los sistemas técnicos de tala y quema, los llevaron a plantearse un tipo
de agricultura itinerante para dejar descansar y recuperar los suelos intervenidos y
permitir una regeneración natural de los bosques con plantas pioneras dinamogenéticas.
Como se puede observar, se adoptaron una serie de intervenciones armónicas con la
naturaleza, a partir del principio de que también se es parte de la naturaleza, junto con
una estrategia productiva; lo que se ha llamado el concepto de “complementariedad
vertical,” es decir, una “integración vertical de los distintos pisos ecológicos” (Molano,
1990) por los distintos grupos asentados sobre laderas, valles y altiplanos, “donde cada
uno ofrece una producción diferenciada acorde con sus características ambientales, en
la medida, de que cada piso térmico es un conjunto integrado de ecosistemas con
producción diferenciada y especializada;” unido a esto, se dejan quietos los corredores
536
Estudios de polen han planteado la posibilidad de que la agricultura se dio en el altiplano antes del
período muisca (Van der Hammen 1962 y 1991; Van Geel y Van der Hammen 1973)
174
biológicos y se hace una utilización racional de los variados de recursos de esa gran
diversidad ambiental.
Esta complementariedad, con el uso de las vertientes “como fuente de producción de
muchos elementos diversos, no permitió el agotamiento de los recursos donde se
estableció el grupo, pues la demanda por ellos era parcial, importando los demás de
otros ecosistemas”( Molano, Op.Cit.); además, la utilización de excedentes, el manejo
directo de ecosistemas distintos y la ocupación de amplios espacios de montaña, genera
un intenso y rico comercio.
La dinámica poblacional, el medio ambiente y las relaciones interregionales se
articularon para crear un cambio social (Langebaek R.,C.H., 1995) que les permitió
alcanzar notables adelantos desde el punto de vista de sus complejos sistemas políticos,
culturales y sociales. Se agrupaban en aldeas nucleadas, pueblos y centros de
producción, con una densidad de treinta y cinco a cuarenta habitantes por kilómetro
cuadrado (Chaunu,1974); tenían un sistema de descendencia matrilineal con un régimen
de castas, pero con propiedad comunal sobre la tierra.“Grupos corporativos
matrilineales denominados capitanías eran las unidades básicas de producción y
consumo: varias capitanías formaban lo que los españoles denominaron pueblo y hoy
son veredas, aunque muchas veces permanecían autónomas”(Broadbent 1964;
Villamarin1972);los cacicazgos eran unidades territoriales que corresponden a lo que
hoy en día se denominan municipios ( Broadbent 1964); las fronteras eran cambiantes,
flexibles y permeables, llegándose, incluso, a la inestabilidad como característica de la
centralización política; fue así como los cacicazgos, incorporados en confederaciones,
pudieron conservar en gran parte su autonomía política y económica. (Colmenares
1970, Villamarin 1972; Langebaek 1987 y 1995)
El medio ambiente, la gran riqueza de los recursos naturales, tuvo un papel importante
en el surgimiento de esta sociedad compleja; las condiciones climáticas del territorio, la
abundancia de agua, la fertilidad del suelo y la diversidad de flora y fauna, dieron origen
a una estructura social compleja cuya base económica se fundamentaba en el
conocimiento de los astros, de los ciclos de cultivos regidos por éstos, de la afectación
de las plantas, animales y seres humanos, según los cambios ambientales. “Todo este
conocimiento sirvió de fundamento para la solución de problemas alimentarios,
medicinales, técnicos, culturales y rituales según el uso, cuya utilidad les era indicada
por la experiencia acumulada durante siglos; fundamentaron el manejo de los recursos
en la idea de que la vida y los intereses individuales y grupales eran exitosos en
la medida que se consultara y se respetara el querer de la naturaleza”. (Ideam)
El desarrollo político y el origen de los cacicazgos, se encuentra relacionado con una
situación ambiental que favoreció la especialización de la producción y la redistribución
desde un centro de control. (Service 1994;163-164 citado por Langebaek R.,C.H.,
1995)537 Para Reichel-Dolmatoff, en Colombia, las sociedades complejas surgieron como
537
La importancia que tiene el medio ambiente en el surgimiento de sociedades complejas se manifiesta
también en la “tendencia hacia la competencia en la producción de excedentes entre los cacicazgos para
así mantener a los caciques” (Langebaek R,C.H, 1995, Sahlins 1958; Fried 1967, Plog 1991) “Este
175
resultado de la introducción del maíz de mesoamérica, que ocasionó cambios socioculturales y demográficos y, además, permitió la especialización artesanal; para otros,
como Haury y Cubillos(1953), el medio ambiente, particularmente el altiplano oriental,
fue un fuerte límite para el desarrollo de la sociedad muisca; y anotan que al estar los
valles inundados, al momento de la llegada de los españoles, los muiscas sólo pudieron
desarrollar su actividad agrícola en las laderas que rodeaban las llanuras y que en tales
sitios se presentaban serios problemas para la producción en razón a la erosión y las
heladas periódicas; de igual manera, argumentan Reichel-Dolmatoff (1961;87) y
Domínguez (1981:90) al afirmar que la agricultura estuvo limitada por la heladas; en
cambio otros autores, como Donkin (1968) anotan que los suelos de laderas son mejores,
son más profundos, menos ácidos y con mejor drenaje que los suelos de la parte plana
de los valles que son problemáticos, entre otras cosas, por el drenaje deficiente.
Langebaek dice que algunos investigadores han afirmado que los muiscas construyeron
una civilización “en algunos aspectos similar a la de los incas, y al parecer, en mucho
menor tiempo” debido a los patrones del uso de la tierra y a factores ambientales. (Edit,
1959;374 citado por Langebaek R.C.H., 995) Así mismo, otros investigadores afirmaron
que el proceso de desarrollo cultural llegó a su culminación en los estados muiscas
populosos y bien organizados en razón de que el medio ambiente era más favorable…y
que el desarrollo político de los muiscas se debió también a “las condiciones
geográficas de los suelos templados, planos y fértiles, la abundante agua y la
topografía que favorecía la intercomunicación”. (Carneiro, R.,1961; Angulo, C, 1961)
2. Características sociales, políticas y económicas.
La cultura muisca fue una sociedad compleja, organizada jerárquicamente a través de
cacicazgos, que tenían un desarrollo no homogéneo y una centralización política
desigual; existieron diferencias regionales muy marcadas y, al parecer, relaciones de
conflicto entre algunos de ellos. Los cacicazgos de Saquencipá, Sáchica, Chiquiza,
Gachantivá, Ráquira y Tinjacá eran independientes políticamente del Zaque y del Zipa, a
quienes no tributaban las tierras de los caciques de Sáchica y Tinjacá, señores libres;”
(Fernández de Piedrahita, 1666/1973) sólo Aguado opina que la región hacía parte de
Tunja (Aguado, 1581/1956).En el siglo XVI, en la región existían los cacicazgos de
Saquencipá, Monquirá, Sáchica, Ráquira, Uranchá, Tinjacá (Londoño 1985) e Iguaque.
Antes de la llegada de los españoles al territorio, se dieron fuertes tensiones entre las
comunidades asentadas en el valle de Samacá, llamado La Laguna, y el cacicazgo de
Hunza,( Tunja), que venía desarrollando una política de expansión y control
territorial en búsqueda de mejores tierras. En documentos citados por Londoño (1985) se
excedente se destinaría a alimentar a los artesanos, quienes podrían así dedicarse exclusivamente a la
manufactura de sus artículos, los cuales ya no se limitarían a abastecer las necesidades internas del
grupo local, sino que cumplirían además una función comercial.” (Falchetti, A.M.,1976) Igualmente
existe la hipótesis que el cultivo del maíz “por su alto nivel productivo el cual permite la existencia del
excedente requerido por la elite permitió el desarrollo de jerarquías sociales” (Leeds 1961 citado por
Langebaek R,C.H, 1995) También se ha argumentado que los muiscas eran una población “hambrienta
y enfermiza” por la escasez de alimentos y que parte de la dieta de la elite eran productos marinos.
(Boada1988)
176
dice que, originalmente las comunidades de Saquencipá, Monquirá y Sáchica se habían
establecido en el valle de Samacá y que fueron desplazadas por grupos sujetos a Tunja,
de Ramiriquí, Cucaita, Sora, Boyacá, Samacá, Tibaquirá, Furaquirá, Buisa, Foaca y
Cupachaine e, incluso, algunos de la cuenca alta del río Garagoa . En un documento
del siglo XVI, el cacique de Cucaita afirma:“las tierras que tengo en La Laguna…las
ganamos los indios comarcanos desta provincia que ahora tenemos…y echamos dellas
al cacique de Saquencipa y Sacheca e yo quede por guarda y amparo de las mismas
tierras.” 538 “En tiempo pasado y ahora presente están entremetidas las tierras y
labranzas de Sorá y Cuqueyta y Ramirique porque solían ser muy amigos entre los
caciques viejos y solían ayudarse en las guerras que tenían con los caciques de
Sáchica y Monquirá.” 539 Según lo han interpretado varios autores, las comunidades
desplazadas del valle de Samacá -las de Sáchica, Saquencipá y Monquirá- se
establecieron a la orilla norte del río Sáchica y en el valle ubicado al costado oriental
del río Suta; y las poblaciones asentadas en estas zonas, se desplazaron y asentaron en
la vertiente occidental (Suta, Tinjacá, Pavachoque, Tijo) (Langebaek 1998).
Los grupos en la sociedad muisca estaban divididos en parcialidades, capitanías o
partes; “a la cabeza de cada parcialidad había un capitán con cuyo nombre, en
ocasiones, se distinguía del grupo entero. Lo mismo ocurría, por lo demás, con los
cacicazgos, al menos en los títulos de las primeras otorgaciones de encomiendas”. 540
Según Silvia Broadbent, las relaciones de los capitanes con los caciques habrían sido
las de feudatarios y las capitanías constituían unidades territoriales. A partir de la
intervención española, muchos de los cacicazgos se transforman en capitanías o partes
de estas, la sucesión de los cacicazgos, como de las capitanías, era matrilineal; es
decir, recaía en el hijo mayor de la hermana del cacique o del capitán y alrededor del
cercado del cacique se daba un asentamiento nuclear; con la ocupación española, las
capitanías primitivas perdieron el papel que tenían en la jerarquía de la sociedad muisca.
“Los encomenderos emplearon a los capitanes para cobrar los tributos de los indios que
les estaban sujetos directamente y como un reconocimiento de su autoridad, los
eximieron de pagarlos ellos mismos. Los capitanes también recibían los salarios que
el encomendero adeudaba a la comunidad por trabajos colectivos (…)Las agregaciones
de pueblos, realizadas a partir de 1602, constituyeron nuevas capitanías al incorporar
como capitanes dentro de un pueblo “agregado” a los que habían sido caciques. Estos
nuevos caciques conservaron la función de cobrar tributos hasta el siglo XVIII. La
ocupación española modificó, también, la pertenencia a las parcialidades, que se daban
por línea materna, lo mismo que las reglas de residencia; el interés de los encomenderos
entraba a menudo en conflicto con una estructura social del todo extraña y, por lo
tanto, tendían a modificarla en su provecho”. 541
538
Doc 1.9 en Londoño 1985, citado por Langebaek 1998
D. 1.3.4 en Londoño 1985
540
Germán Colmenares, La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984.
541
Ibid.
539
177
3. Intercambio.
El intercambio tuvo un papel primordial en el desarrollo de las interacciones sociales,
económicas y culturales de estos grupos y otros pueblos vecinos y quizás con sociedades
de otros territorios; está comprobado que se realizó un intercambio de excedentes entre
las comunidades de Tinjacá y Suta, Saquencipá y Monquirá; a la llegada de los
españoles, estos realizaban un amplio intercambio en el mercado de Sorocotá542 al cual
tenían acceso otros grupos. Según parece, existía un mercado ubicado en una loma
situada entre Monquirá, Saquencipá y Suta (Ariza 1972) (quizás la Loma de Monsalve
en la actual vereda de Cañuela en el municipio de Villa de Leyva); en gran cantidad
de poblados se efectuaban mercados cada cuatro días (AGI, Stafé 5612v) y, en 1573, se
ordenó que estos se realizaran en Villa de Leyva;543 los caminos fueron fundamentales
542
“El otro puesto donde se hacían los más famosos mercados era en la tierra del cacique Sorocotá,
que ahora se comprende en los términos de la ciudad de Vélez. Aquí, por ser comunes bogotaes, tunjas,
sogamosos, guanes, chipataes, agataes, saboyaes y otras muchas provincias comprendidas dentro de
éstas, se juntaban de ocho en ocho. Véseles gran suma de gente con los frutos de sus tierras, en que
también bullía buena suma de oro, en especial de los que acudían del poniente, como eran agataes
y sus vecinos que viven a las vertientes del Río Grande de la Magdalena, donde siempre se ha hallado
mucho de este metal, aunque nunca el de plata. Y así se tuvo por cosa rara lo que sucedió en este
mercado de Sorocotá y algunos años después de fundado por los españoles, los cuales dejaron
pasase adelante, unos negros esclavos cimarrones acudían allí el día del mercado, haciendo a los
indios mil agravios que después pagaron en la horca por industria de las justicias.
Para evitar estos y otros inconvenientes, mandó la -ciudad- de Vélez le mudará el puesto del
mercado a una loma alta cerca del otro puesto, donde aunque comenzaron a acudir, era de tan
mala gana que los más se volvían a su primer sitio, haciendo sus contratos de mayor cuantía
sobre una piedra de hasta cuatro quintales que había en un cerrillo del puesto, a cuya redonda
estaba toda la gente. Advirtiendo de esto la ciudad de Vélez y habiendo los alcaldes de ella
buscado la causa, hallaron que aquella piedra era lo que les podía arrancar de su primer sitio,
por las supersticiones que en ellas tenían para sus contratos. Con que determinaron con más veras
quitarlos de allí, y para que del todo tuviera efecto hacer pedazos la piedra. La cual hallaron,
quebrándola, tan rica de plata, que se sacaron de ella más de ochenta marcos, de que se hicieron
muchas piezas que algunas permaneces hoy. Llenóse con esto la tierra de esperanzas, entendiendo
ser aquella piedra de algunas minas ricas de algún metal que hubiese cerca, haciendo de esto
apretadas diligencias por más de cuatro años, en que se trastornaron las quebradas, cerros y
amagamientos de la redonda con extraordinarios cuidados, que todos fueron en vano por no
haberse podido rastrear hasta hoy cosa de este metal en minas en toda la tierra que lo buscaron.
De donde salió opinión entre muchos, que aquella piedra se la había traído allí el demonio de
alguna mina rica de plata de las ciudades de Mariquita, Potosí, u otra parte, para las
supersticiones que sobre ella hacían.” Fray Pedro Simón: Noticias Historiales de las Conquistas de
Tierra Firme en las Indias Occidentales. Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1981, pág. 404
543
En 1573, el Corregidor de Tunja, don Juan de Otálora, expidió la siguiente orden:“…teniendo
consideración al grande y excesivo trabajo que los indios de Sáchica y Saquencipá, Monquirá y Suta y
Tinjacá…y Chiquisa..y Turca y Sorocotá…padecen en irse a alquilar a la dicha ciudad de Tunja, por
estar a cuatro y a cinco leguas y otros a seis y siete de dicha ciudad de Tunja y por ir como van los dichos
indios cargados con leña y otras cosas, desde los dichos sus pueblos a la dicha ciudad de Tunja…por lo
cual parecen grande y excesivo trabajo, por lo cual muchos de los indios enferman y otros mueren con la
pesadumbre de dichas cargas, lo cual es justo remediar. Y por que todos los dichos indios están dentro
de dos leguas de la comarca desta dicha Villa, de la cual más lejos y otros a legua y otros a media legua,
y por obviar las dichas molestias y extorsiones y también porque esta Villa y los vecinos della sean
ayudados con el servicio de los dichos indios para sus edificios y labores, y por el bien que dello a los
178
para el desarrollo de esta amplia red de intercambios, y hay pruebas etnohistóricas de
que, diversos cacicazgos tenían acceso a otros ecosistemas, en búsqueda de recursos
diferentes.
4. Medio Ambiente
¿Cuál era la situación ambiental a la llegada de los españoles? ¿Cuál fue el manejo
que las comunidades indígenas le dieron? Se han planteado varías hipótesis, ninguna
probada, pues no están suficientemente sustentadas: primero, que dicha relación y
manejo fue armónica y que los cambios ambientales se debieron a los modelos
agroculturales de los españoles; entre ellos, la introducción del trigo y la ganadería
que implicó la destrucción del bosque (Molano 1990, Arango 1998); y otra que plantea
que, los ecosistemas fueron impactados por los sistemas productivos prehispánicos,
principalmente, por el método de cocción de la cerámica. Falchettí afirma que: “este
estado de la zona se debe esencialmente a la acción del hombre: desmontes y talas
sistemáticas acabaron con los bosques allí existentes en alguna época y privaron al
suelo de su capa vegetal. Pero esta acción no se inició con la conquista, pues el
problema citado debe tener sus orígenes en tiempo precolombinos. El método de
cocción al aire libre empleado por los indígenas, presupone la utilización de grandes
cantidades de leña, para la cocción de cada lote de cerámica. Por lo tanto, esta
actividad practicada a gran escala, por una alta proporción de la población local,
durante un largo tiempo, constituiría una causa de la iniciación de una tala
sistemática de las áreas forestales.”(Falchetti 1975) Este concepto lo comparten los
arqueólogos Therrien, Boada y Mora. Hay evidencias de que las tierras más degradadas,
erosionadas, son las que muestran menos indicios de haber sido ocupadas por las
poblaciones indígenas; esta teoría también la comparten algunos investigadores, entre
otros, Langebaek (1998).
5. Poblados
Los cacicazgos de Saquencipá y de Monquirá, que estaban muy próximos uno del otro,
al parecer ocupaban un territorio que había sido de las comunidades de Yuca
(Tovar1980) Ambos cacicazgos, posteriormente fueron parte de una misma encomienda;
y en el siglo XVI integraron un sólo pueblo; no obstante, los dos se reclamaban
independientes. En un documento (AGN vis Boy 7 f 57Or), los de Saquencipá declaran
que no están “…sujetos a ningún otro cacique antes todas las comarcas le eran sujetas;”
dichos naturales se sigue, mandaba y mando que agora de aquí adelante…de que todos los indios que los
caciques que de los dichos pueblos envíen y son obligados a enviar alquiler a la ciudad de Tunja, vengan
desta dicha villa y en ella se alquilen por el precio y el tiempo que en dicha ciudad de Tunja…para que
con el ayudar dellos las labores y edificios desta Villa vayan adelante…”
“Otro si dijo que mandaba y mando que el mercado que por los naturales de esta comarca se acostumbra
hacer en la loma que está entre Monquirá, Suta y Saquencipá, de hoy en adelante se vengan a hacer y se
hagan en la plaza pública desta dicha Villa, conviene que los dichos indios lo hagan, según dicho es, en
la dicha plaza, para estar más cerca de la Justicia Real de su Magestad, que los defienda y ampare y
tenga en paz y justicia de cualquier agravio que les fuere hecho así por los españoles como por otros
naturales…” (6, págs. 77-78)
179
y en otro, del siglo XVI, se dice que: “nunca fueron sujetos a otros caciques nyngunos
fuera de su pueblo a el cual le daban mantas y tujielos de oro e le hazian sus cercados
e buhíos e cavaba sus labranzas y le cazaban venados e conejos e que es más lo que
pagan agora que lo que le daban a su cacique.” (AGN Vis Boy 17 f 562r, en Tovar
1980).Al parecer, el poblado de Saquencipá estaba ubicado en el sitio que hoy se
denomina El Infiernito, es decir, sobre la margen oriental del río Sutamarchán; y
Monquirá, en el lugar donde hoy están las ruinas de la escuela y capilla de Monquirá; y
aun cuando fueron desplazadas del valle de Samacá, La Laguna, conservaron en el valle
tierras para sembrar en épocas de sequía. La base económica era la producción agrícola;
cultivaban, maíz, fríjol, yuca, auyamas, ají , batatas, turmas544 y algodón.
Es importante destacar el hecho que, a diferencia del resto del territorio muisca,
rotaban la tierra y construían canales de irrigación; esto lo corroboran varios documentos
del siglo XVI:“…no están por sembrar por ser tierras que nos sobran sino porque las
dejamos descansar para que luego que se cansen de la labor las otras a ellas
comarcanas…pasemos a labrar en ellas y huelguen las otras…” (AGN Prob Boy 2
f 364r) y en un documento del siglo XVI, citado por Langebaek, se dice que cerca a
Sáchica existían tierras “toda de riego desde antigüedad” y que si esas tierras “no son
de riego, no valen cosa ninguna”. (AGI Santafé 56ª, en Langebaek 1998)
544
Papas
180
ANEXO Nº 2
UNIDADES SOCIALES Y POBLACIÓN DE SAQUENCIPA EN 1572545
UNIDADES
SOCIALES
Cacique
CUPAQUÉN
Capitán
TIBASAQUE
Capitán CIPAMEA
HOMBRES
MUJERES
NIÑOS
HUIDOS
AUSENTES
ENFERMOS
21
15
7
1
-
-
1
6
4
2
-
-
-
-
17
7
4
-
5546
-
-
Capitán NEASOCA
4
1
1
-
-
-
-
Capitán
PIRAQUEUSA
Capitán SAYRIA
20
11
11
-
6547
-
-
19
13
6
-
3548
-
-
Capitán
NEYABANE
Capitán
CHIASAQUE
Capitán
AGOACHAQNE
TOTAL
17
11
9
-
-
2
-
31
22
18
-
3549
2
-
22
15
13
-
-
3
-
156
99
71
1
17
7
1
Fuente: Clara Ines Casilimas-María Imelda López: Las visitas del siglo XVI al territorio muisca: fuente
de datos culturales. Trabajo inédito, Bogotá, 1985
545
En 1572, los indígenas de Saquencipa acostumbran a desplazarse a Chiquiza, Iguaque, Lenguazaque,
Pavachoque, Tinjacá, Sáchica, Ubaté y otras poblaciones, con el fin de trabajar para los encomenderos y
establecer vínculos matrimoniales.
546
En el momento de la visita estaban en “lo de Pedro Ramírez de León”, Taquira, Lenguazaque y dos de
ellos en Ubaté, pueblos de donde eran nativas sus mujeres.
547
En el momento de la visita se encuentran en la laguna de Maldonado, en la laguna de Partearroyo,
Pavachoque de Angulo, Suta de Santana, Suta, pueblos de donde eran nativas sus mujeres.
548
En el momento de la visita se encontraban en Iguaque, y dos en “lo de Ramírez”, de donde eran nativas
sus mujeres.
549
En el momento de la visita se encontraban en Pavachoque y dos de ellos en Tinjacá, de donde eran
nativas sus mujeres.
181
VIEJOS
ANEXO Nº. 3
Población indígena siglo XVI -XVII
La disminución de la población indígena en el siglo XVI y XVII “oscila entre el
93% y el 65%. Los porcentajes más extensos corresponden al Valle de Tenza… Por el
contrario, una región periférica en el extremo noroeste de la provincia, en el
corregimiento de Sáchica experimentó una declinación más lenta. Este fenómeno puede
atribuirse a la fundación relativamente tardía de un centro urbano, Villa de Leyva, que
pudo en cierto momento competir con Tunja, pero cuyos rasgos dominantes no eran
señoriales como los de la capital de la provincia.
Porcentajes de disminución de la población indígena:
1562
Sáchica……… 570
Tinjacá ……... 450
Chíquiza……. 60
Iguaque…….. 300
1635-36
142
278
65
91
Población indígena en el siglo XVIII
1755
Chíquiza………..
Monquirá ……..
Yuca …………..
Sáchica………..
Ráquira……….
100
88
109
177
210
1777-8
139
Vecinos
1755
1777-8
106
243
146
761
1.513
195
125
Fuente: Germán Colmenares “La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada,1984.
Según otras fuentes la población indígena, en 1571-72, para Saquencipá (Monquirá)
era de 308 y de Monquirá, 451.
La sociedad indígena declina por el impacto cultural, las epidemias (epidemias de
viruelas en 1558, 1566,1568-1569, 1587, 1633). “Por este año de 1566, empezó en todo
este Reyno una gravísima peste de viruelas, contagio tan riguroso, que murieron dél
muchos Españoles, y de los indios fue tan grande la mortandad, que disminuyó mucho
su numeroso gentio;”550 y por las condiciones de sobreexplotación. Las familias
indígenas son desvertebradas, los indígenas son separados de sus comunidades de origen
para trabajar en hatos, haciendas, casas de los encomenderos (particularmente mujeres)
y minas. También “las llamadas ‘conducciones´ a las minas de plata de Mariquita
pesaron como una amenaza de deterioro constante de los pueblos indígenas en el siglo
550
Fray Alonso de Zamora: Historia de la Provincia de San Antonio del Nuevo Reino de Granada.
1945
182
XVII. Muchos indios reclutados por este trabajo preferían huir en el curso del trayecto
y otros, que ya habían prestado el servicio, no regresaban a sus pueblos temerosos de
ser reclutados de nuevo. De los 146 pueblos de la Provincia de Tunja, “cuya existencia
se ha podido comprobar para 1562, se habían reducido a 125 en 1602-1603”.551
551
Germán Colmenares La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984
183
ANEXO Nº 4
Resguardos
Por orden del Consejo de Indias, el Presidente Antonio González introdujo los
resguardos. Estos fueron terrenos más o menos alinderados ocupados por grupos
indígenas. “Vivían dentro de un estatuto socio-político y régimen económico más o
menos tradicionales, bien si se tratase de indios encomendados o indios ‘libres',
tributarios a la Corona”.552
“Los resguardos que se hicieron entre 1590-1605 y se completaron en 1636,
significaron un confinamiento de la población indígena al mínimo vital dejando
disponibles para mercedes y agrupando a los indios de tal manera que pudieran ser
accesibles simultáneamente a varios estancieros españoles(...)Los resguardos
contribuyeron a fijar una residencia nucleada de los indios que hasta entonces se
habían resistido a varios intentos de las autoridades españolas para poblarlos. La
construcción de capillas doctrineras a comienzos del siglo XVII y la residencia
permanente de un doctrinero, contribuyeron también a abolir la dispersión (...) Los
indígenas pudieron también distribuirse mejor entre los estancieros mediante conciertos
(trabajadores permanentes) y alquileres (trabajadores temporales) quienes proveyeron
de mano de obra las propiedades durante todo el siglo XVII y gran parte del XVIII”.553
552
Juan Friede: La Conquista del Territorio y el poblamiento.
Germán Colmenares : La Economía y la Sociedad Coloniales, 1550-1880. En Manual de Historia de
Colombia.
553
184
ANEXO Nº. 5
Arqueología
La primera referencia a la cultura material de este territorio, se encuentra en los
cronistas españoles del siglo XVI y tiene que ver con las columnas monolíticas de la
zona de Monquirá y Saquencipá, “El Infiernito;” fray Pedro Simón relata que, antes de
la llegada de los españoles a los Andes orientales, el cacique de Tunja o Hunza tenía el
propósito de construir un templo al sol y para ello se estaban llevando columnas de
diversas zonas, entre ellas Monquirá (escribe Moniquirá). Al respecto anota:“mandó que
le trajesen de diversas partes gruesos y valientes mármoles. Llegaron al sitio con tres
de ellos, como hoy se ven, aunque dicen nunca vieron la cara a los que los traían, por
llegar con ellos de noche…otros dos se ven en el camino de Ramiriquí y otros dos en
Moniquirá, que no llegaron al sitio como ni la fábrica a ponerse en ejecución, porque
cuando ya estaba de eso, era en tiempo en que los españoles ya estaban poblados
en Santa Marta”.554
Posteriormente, no se vuelve a hacer mención exacta sobre los restos culturales de este
sitio; la primera descripción detallada de las ruinas líticas de Saquencipá, corresponde a
Manuel Vélez, en el año de 1847, quien se refiere a ellas como restos de una “antigua
ciudad”y menciona un círculo formado por trece piedras, con un diámetro de trece
metros y un campo rectangular, con orientación este-oeste, integrado por veintinueve
monolitos verticales, con una dimensión de treinta y seis metros de largo por
diecisiete metros con sesenta centímetros de ancho.
Después, Fortunato Pereira y el geógrafo Joaquín Acosta, describen a Saquencipá;
Pereira alude al hecho de que el sitio ha sido saqueado ( ver más adelante,
Intervenciones y guaquería) y plantea también la tesis de que, quizás, las piedras eran
llevadas para ser talladas; pero, a su vez, describe una doble fila de monolitos en
piedra orientados en dirección oeste-este. Vicente Restrepo interpreta el sitio y las
ruinas líticas como una construcción o templo solar; años más tarde, Liborio Zerda,
escribe acerca del mismo lugar; está de acuerdo con la descripción y tesis de Vélez,
pero, agrega que corresponde a un pueblo anterior a los muiscas de la época de la
llegada de los españoles; en 1921, Peregrino Sáenz menciona algunos hallazgos de
petroglifos en la zona de Santa Sofía.
Miguel Triana, en su obra “Civilización Chibcha” (1922), hace referencia a la hipótesis
planteada por varios autores, según la cual, estas piedras fueron transportadas al valle
de Leyva para construir un templo al sol, que había quedado trunco por la invasión
554
Fray Pedro Simón/1625/ 1981, “…tallados por orden del cacique Goranchochá para sublimar los
templos erigidos en honor al sol, su padre.” Según el mito, Goranchacha nace de una doncella de
Guachetá, en el cerro de la luna, que fue preñada por el sol y da a luz una esmeralda, que luego se
convierte en Goranchacha. Este, después, mata al Zaque de Hunza, que era cacique también de Ramiriquí,
y se convierte en gobernante de toda la provincia de Tunja. Este relato junto con el de el cacique de
Sogamoso, que manda a su sobrino a que suba al cielo, se convierta en sol e ilumine el mundo que
estaba oscuro, son los únicos que hacen mención al sol como creador.
185
española, y que esto se evidencia en el hecho de “que aquellas piedras tienen una
muesca labrada a cincel, como para arrastrarlas al lugar que ocupan…las llamadas
vigas son nativas y que su forma original indujo a los emigrantes procedentes de lejana
costa que los encontraron a su paso hacia el Valle de Iraca, a complementar su
figura para rendirle allí culto al dios phalo.” También menciona varios “jeroglíficos,”
que interpreta como de origen caribe, y que los mismos desvirtúan la hipótesis del
templo al sol que se construía cuando la llegada de los españoles; afirma que estos
“sirven para señalar la traza del pueblo emigrante que ocupó el valle de Sogamoso,
acaso con anterioridad a la colonización procedente del Orinoco. Entre los dijes de
oro que se encuentran en la región, vuelve a aparecer, la figurilla fálica desconocida en
el resto del país;” y concluye que el culto al sol no era propio de la cultura muisca:
“el evangelio del Sol, predicado por las migraciones llaneras, fue para los hijos
del Agua una deslumbradora revelación”.
En los años sesenta, el arqueólogo Eliécer Silva Celis, inicia trabajos en el territorio y
se concentra principalmente en la zona de Saquencipá, El Infiernito; la Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia adquiere estos terrenos. Silva no está de acuerdo
con la teoría de que los monolitos hubiesen sido tallados para ser transportados a Hunza,
para la construcción del templo del sol, sino que interpreta el sitio como “campos
sagrados de observación astronómica y meteorológica,” argumentando que las hileras
de monolitos están en dirección este-oeste y que los espacios entre las columnas son
perfectamente regulares con el objeto de medir el movimiento del sol y que, además,
existía un monolito central, vertical, de cinco metros, (descrito por Joaquín Acosta) que
servía para señalar la altura del sol en el firmamento; y cronológicamente presenta tres
fechas de C-14, análisis de radiocarbono 14, que van del 2880 al 2180 a.p.
Silva Celis, también, realiza algunos trabajos de prospección arqueológica en la zona
de Sáchica; a partir de una información proporcionada por la familia Zubieta, efectúa un
trabajo en la orilla sur-este del río Sáchica, a siete kilómetros de Villa de Leyva y a tres
de Sáchica, donde se habían encontrado un conjunto de pinturas rupestres, las llamadas
pictografías de Sáchica. Estas están trabajadas sobre rocas correspondientes al cretáceo
inferior, en estratos horizontales de roca arenisca muy dura, distribuidas a diversas
alturas; aparecen representaciones de figuras geométricas, fitomorfas, antropomorfas y
zoomorfas, en colores rojo, negro y blanco. Silva, caracteriza el área como ceremonial
al decir que:“corresponden a simbolismos que sugieren o permiten evocar objetos o
ideas abstractas, en conexión con la magia y con la religión.” Predominan las figuras
en rojo, seguidas por las blancas y negras; ubica las pinturas rojas y blancas como
pertenecientes a dos épocas distintas y dice que con estas pinturas se constata el hecho,
por él planteado, de que “con la pintura negra, un elemento cultural muy antiguo, que
creemos es posible referir a un pueblo anterior al chibcha (...) son rasgos culturales
que nosotros nos inclinamos a atribuir a un pueblo pre-chibcha, posiblemente de tipo
arawak… pensamos que hubo en Sáchica tres ocupaciones, una, la más antigua, por
gentes de posible estirpe arawak, a la cual siguieron dos por los chibchas (...) La
Sierra Nevada de Santa Marta comparte con Sáchica muchos de los simbolismos aquí
señalados.” En 1962, hace una descripción de una estratigrafía con un manto
arqueológico de 1.80 m. de espesor total, que comprende tres estratos: un inferior, de
0.70 m, con despojos de cocina (cenizas, carbones vegetales, fragmentos quemados de
186
huesos de pequeños mamíferos y fragmentos de cerámica lisa y unos pocos en rojo);
un segundo, de 0.80 m, totalmente estéril, con algunos residuos de carboncillo sobre una
arcilla roja; y una tercera capa superior, de 0.30 m, con fragmentos de cerámica lisa
pintada en rojo y residuos de carbones vegetales, fragmentos de hueso de venado y
piedras trabajadas. Plantea que la capa arqueológica que allí se formó, fue prácticamente
destruida por una crecida del río Sáchica que, en ese punto, alcanzó una altura de cerca
de cinco metros por encima del nivel que tenía en ese entonces. Cuando inicia los
trabajos en El Infiernito, realiza un reconocimiento de las zonas aledañas y describe un
buen número de columnas talladas, pictografías y petroglifos. (Ver más adelante
Saquencipá o El Infiernito)
Ana María Falchetti publica, en 1975, Arqueología de Sutamarchán, Boyacá, resultado
de sus investigaciones sobre arqueología y cerámica actual en Ráquira y Sutamarchán;
este trabajo con un amplio análisis del contexto histórico y asentamientos, es uno de los
más importantes efectuados hasta el momento; los sitios estudiados corresponden a
basureros asociados con la producción de cerámica. En su investigación arqueológica
de Sutamarchán, plantea que la cerámica hallada pertenece a diferentes tipos muiscas y
describe dos clases de cerámica: Suta arenoso y Suta naranja pulido, y reporta una fecha
C-14 de 1050 d.c., asociada al tipo Suta naranja pulido. En excavaciones realizadas en
Leyva y Samacá, (Boada, Mora y Therrien 1988) dicen que la introducción del tipo
arenoso antecede a los desarrollos muiscas tardíos y describen grandes poblados de diez
hectáreas, aproximadamente, con cerámica tipo arenoso; en Saquencipá, El Infiernito, se
encontraron fragmentos de cerámica tipo arenoso y de cerámica pertenecientes a
diversos períodos asociados con las construcciones de columnas monolíticas (Cardale,
1987) lo cual sugiere importantes y numerosas actividades ceremoniales.
Diez años después, Boada y Therrien inician trabajos en el territorio y plantean un
poblamiento de “oleadas colonizadoras,” una primera ocupación Herrera; y luego una
ocupación humana, que elaboró la cerámica del llamado estilo arenoso, que operó un
cambio abrupto durante el siglo VII d.n.e.(Período Muisca Temprano) en “un área de
ocupación bastante extensa cuyos pobladores parecen venir del norte siguiendo la
ruta del cañon del Río Suárez.” (Boada, Mora y Therrien 1988) Identifican una serie
de sitios, -entre ellos El Muelle, en Sutamarchán, y El Infiernito, en Leyva- y postulan
la existencia de grandes aldeas separadas, con gran densidad poblacional, estructuradas a
través de un poder central. A esta ocupación, a la que pertenece el estilo arenoso, le
sucedió otra caracterizada por el estilo cerámico naranja, que establece asentamientos
cercanos unos de los otros, más numerosos, “pero más pequeños que durante el período
anterior” (Boada, Mora y Therrien 1988).
En 1995, Langebaek comienza trabajos en la zona; realiza un reconocimiento regional
sistemático y lleva a cabo una recolección de evidencias culturales con el fin de
identificar áreas de ocupación y establecer cambios en la distribución espacial a través
del tiempo y, además, poder evaluar problemas de deterioro ambiental. Su objetivo
general es hacer una “reconstrucción de los procesos sociales en el Valle de Leyva,
desde sus orígenes hasta la actualidad” y reconstruir los cambios demográficos, manejo
del medio ambiente y acceso a recursos; también se plantea el objetivo de contextualizar
El Infiernito y hacer un mapeo de las estructuras líticas de la región.
187
Con relación a las poblaciones alfareras, varios investigadores han establecido tres
períodos: Herrera, Muisca Temprano y Muisca Tardío.
HERRERA
MUISCA TEMPRANO
MUISCA TARDÍO
PERÍODO
800 a.n.e - 800 d.n.e
800 d.n.e – 1000 d.n.e
1000 d.n.e – 1600 d.n.e
DURACIÓN
1600 años
200 años
600 años
1.- El llamado Período Herrera, va del 800 a.n.e. hasta el 800 a.n.e; se conforman las
primeras aldeas, se cultiva la tierra y se trabaja la cerámica. Existe, también, la tesis de
que la población no ocupó aldeas nucleadas y habitó lugares dispersos y pequeños. Los
asentamientos se dan en las tierras más fértiles, especialmente, a lo largo de los ríos
Cane, Suta y Sáchica, quizás, debido a consideraciones ambientales. (¿precipitación?)
(Langebaek 1998).
2.- Período Muisca Temprano, entre el 800 d.n.e y el 1000 d.n.e; aparece la cerámica
pintada con diseños bastante creativos y gran valor simbólico, además, se introducen
nuevas formas, como jarras y cuencos; se inicia la metalurgia con el trabajo de la
orfebrería de carácter eminentemente ritual y se práctica la momificación. Se da un
alto incremento poblacional, como consecuencia de ello quizás varían los patrones de
asentamiento, y se producen importantes cambios sociales; por ejemplo, las relaciones
de intercambio y desplazamiento de los asentamientos hacia zonas menos fértiles, tal
vez, por razones estratégicas de defensa; aunque se siguen ocupando tierras fértiles. No
obstante, las dos aldeas más importantes hacen sus asentamientos en tierras aluviales
fértiles, las más fértiles permanecen sin ocupar (por ejemplo, las ubicadas en las tierras
aluviales del río Cane y otras microcuencas importantes.) Los asentamientos son más
pequeños (Langebaek,1998), se incrementan la población y la producción agrícola, pero
por debajo de la capacidad de carga; a este período corresponden las ruinas líticas de
Saquencipá (El Infiernito) (Cardale 1987, Langebaek, 1998)
3.- Período Muisca Tardío, a partir del 1000 d.n.e. hasta la llegada de los españoles.
Aumenta el tamaño de los asentamientos, al igual que la densidad poblacional; surgen
grandes aldeas nucleadas y viviendas dispersas; “parece que cada unidad doméstica
tenía residencias diversas, algunas en aldeas, otras dispersas por el campo.”(Langebaek
1987) Según parece, las familias nucleares tenían la posibilidad de acceso a diferentes
ecosistemas y pisos térmicos por medio de desplazamientos, de acuerdo con las épocas
de siembra y recolección, lo cual les permitió una mayor autonomía y un manejo más
armónico con la diversidad ambiental; se establecen los asentamientos en tierras más
fértiles y, quizás, una mayor competencia por los recursos, pero por debajo de la
capacidad de carga de los ecosistemas. Algunos investigadores, como Castillo (1984),
caracterizan la cerámica Muisca Temprano como experimental, transicional y de mezcla
cultural por la llegada de nuevas poblaciones; de igual manera, Falchetti, Boada, Mora y
Therrien al afirmar que se dan diversas corrientes migratorias en la región.
188
Saquencipá o el “Infiernito”.
Conjunto de monumentos líticos ubicado en la actual vereda de Monquirá, Villa de
Leyva; Silva Celis inicia, en 1974, trabajos de investigación y prospección arqueológica;
y, en 1980, la UPTC establece el Parque Arqueológico, mal llamado El Infiernito. Silva
Celis caracteriza este conjunto lítico como “astronómico-metereológico, perteneciente a
la cultura muisca, quienes sacralizaron este lugar con el fin de rendir culto a la fertilidad
y fecundidad; y, según algunos análisis de carbono 14, se precisa una antigüedad de I y
II milenios a.C.”(informe UPTC 999) Se registran los siguientes hallazgos:
Conjunto de columnas líticas talladas.
 Ruinas de una tumba dolménica con esqueletos humanos.
 Monumentos “fálicos” dispersos por toda el área.
 Fragmentos cerámicos, líticos y fósiles. (informe UPTC)
Los monolitos de Saquencipá se han situado como correspondientes al Período Muisca
Temprano (Cardale, 1987; Boada et al 1988, Therrien 1988, Langebaek,1998). En el
sitio aparece cerámica perteneciente tanto al Período Muisca Temprano, (Cerámica
Arenosa) (Cardale,1987) como Muisca Tardío (Boada et al).
Silva plantea que, en este lugar se iba erigir un templo al sol y que los monolitos son de
carácter fálico para propiciar mágicamente “la acción bienhechora de las fuerzas y
fenómenos naturales sobre la fecundidad de la tierra…la erección con fines astronómicoreligioso, de las dos singulares construcciones rectangulares en piedra tallada convirtió
los sitios en lugares sagrados…” Se apoya en los siguientes hechos y testimonios:
“la orientación exacta este a oeste de estas estructuras no la hubieran podido lograr
los chibchas sin el previo conocimiento de los movimientos del sol y de la luna; cuando
vemos las dos construcciones rectangulares fueron concebidos y realizadas, abiertas
al espacio celeste, para la observación de los astros y, principalmente, el sol;
constituyen, además, sendas vías de recepción sagrada al Astro-Rey en su movimiento
aparente este a oeste (…) La separación intercolumnar de los pilares del campo
sagrado del norte, facilita, ciertamente, el control del movimiento del astro del día y,
por consiguiente, la posición celeste del mismo, con ayuda de la sombra formada en
cada una de ellas según la época del año(…)El número de columnas, calculada, 55 o
56, de cada una de las alineaciones del campo sagrado del norte, pudo haber tenido,
según muchas probabilidades, un valor calendárico relacionado con el cielo, de
algunos eventos y fenómenos astronómicos…” 555
En un artículo de 1981, escribe que hasta el siglo pasado existía una columna cilíndrica
de cinco metros de longitud, en posición vertical, que cumplía la función, entre otras,
de señalar el momento cuando la altura del sol sobre el horizonte alcanzaba los 90
grados, dos veces anualmente; y que por medio de estas columnas alineadas y de puntos
fijos, como la laguna de Iguaque y de marcas en el horizonte, por ejemplo las Pléyades,
los sacerdotes chibchas calcularon los solsticios y los equinoccios. También anota que
555
Silva, obra cit.
189
la presencia de huellas de numerosas fogatas, ofrendas y sacrificios, demuestra que las
actividades ceremoniales y rituales fueron muy intensas en estos campos sagrados,
pues su objeto era “mantener al sol funcionando y en permanente actividad ya que
éste y la madre tierra son los responsables de la fecundidad de los campos”. 556
En cuanto a la cronología, señala que con las muestras de carbón recogidas en las
excavaciones arqueológicas en los diversos niveles estratigráficos, analizadas por el
Instituto de Asuntos Nucleares, y con las que fueron proporcionadas por el Museo del
Oro del Banco de La República, se pudieron establecer las siguientes fechas:
IAN - 119
IAN - 128
IAN - 148
“El Infiernito”, Nº 2
“El Infiernito”, Nº 1
“El Infiernito”, Nº. 2
2.490 -+ 195 B.P.
2.180 -+ 140 B.P.
2.280 -+ 95 B.P.
Fuente: Silva Celis 1983.
Para llegar a la conclusión, con la primera cifra, que “los sacrificios y demás actos
rituales culturales anotados, fueron realizados…en el curso de los siglos VI y/o VII antes
de Cristo” y que esta fue la época de“gran esplendor de la civilización chibcha.” En
cuanto al segundo análisis, con la cifra de 2.180 +- 140 B.P, señala que en los siglos III
y/o IV a.C, los “chibchas realizaban sacrificios de productos vegetales, como el maíz,
por medio del fuego.”Y para el tercer resultado, que arrojó la fecha de 2.880 +- 95 B.P
(muestra de carbón vegetal ) que da la cifra de 930 +- 95 años a.C, “proyecta muy
lejos en el pasado el origen y el desarrollo de la civilización chibcha. Al señalar y
fechar el cumplimiento de un acto ritual tan importante y complejo como el del
sacrificio hecho por medio del fuego”.557
La cronología planteada por Silva Celis, ha sido puesta en tela de juicio por algunos
investigadores; Langebaek (1998) afirma que las tres fechas de C-14 (entre el 2880 y el
2.180 a.p) tienen problemas: “el primero es que los contextos de asociación no son
claros, excepto referencias sobre que pueden estar asociadas a huesos de animal y
restos de maíz (Silva 1980:13); otro problema, es que fueron procesadas por el Instituto
de Asuntos Nucleares, famoso pero no precisamente por su exactitud”. 558
Acerca del carácter y significado del sitio se han dado varias hipótesis, diferentes a
las de Silva Celis. Langebaek (1998) plantea, que si bien es cierto las columnas de El
Infiernito son comparables a las de Tunja, la situación que se vivía en ambas zonas era
bien diferente. En Saquencipá, el poder político no se había consolidado en un cacique
“que dominara la región” y no se daba un poder político centralizado…aunque en el sitio
se desarrolla una gran aldea.
556
Silva C., Boletín Museo del Oro, año 4, 1981
Silva 1981
558
Langebaek, 1998
557
190
Intervenciones y Guaquería.
La guaquería ha sido muy intensa y continua en el territorio desde siglos pasados;
Vicente Restrepo refiriéndose a Saquencipá, El Infiernito, menciona que el propietario
de la tierra, donde están las ruinas, vendía las columnas para construcciones. “…los
indios tenían bastante material preparado, pues del Infiernito (antiguo Saquencipá) se
han llevado en diversas épocas piedras labradas para emplearlas en la construcción
de edificios públicos y privados; en el claustro del Convento del Ecce-homo…se
cuentan 32 de estos zócalos, 12 en la Casa de Capellanías de Leiva, 2 en Sutamarchán,
etc…fuera de las piedras que sirven de puentes y zanjas y barrizales;” lo mismo
afirman Joaquín Acosta y Manuel Vélez B, en un informe del Boletín de la Sociedad
Geográfica de París. En varios documentos se menciona que, las columnas que
conforman las arcadas de la casa de Juan de Castellanos, en la Villa, fueron extraídas de
Saquencipá. Silva Celis escribe que “ en el curso de las últimas guaquerías practicadas
hace unos 45 años en el sitio (Sanquencipá) fue extraída de allí una hermosa estatua de
piedra como del tamaño de un hombre.” Dicha estatua fue trasladada y erigida frente a
la iglesia colonial de Monquirá…después de permanecer allí un tiempo, un religioso la
llevó a un convento de Villa de Leyva y, añaden los informantes, nunca más supieron de
dicha figura; parece que la pieza fue hecha pedazos con un martillo “para acabar con
las perturbaciones demoníacas,” afirmación que explica el porqué de el nombre El
Infiernito, que se le dio a Saquencipá.
Silva Celis, anota que “los españoles toparon con varios monolitos tallados, tendidos
en los campos de Monquirá y El Infiernito;” al mismo tiempo, con dos series de puntas
mutiladas a flor de tierra y que llamaron“zócalos.” Gran cantidad de estos materiales
fueron trasladados y utilizados en construcciones civiles y conventuales de la región.“La
guaquería se fomentó desde los tiempos coloniales. De la acción destructiva moderna,
iniciada con la primera fundación de Villa de Leyva en 1572, dan cuenta los
exploradores y visitadores del sitio del “Infiernito” como Manuel Vélez, Barrientos,
Joaquín Acosta y Fortunato Pereira(…) Testimonio objetivo de está depredación son
varias casonas de Villa de Leyva, el claustro conventual del Ecce Homo. Con el saqueo
de los monumentos de piedra, que ya eran ruinas, repetimos, se cumplió un segundo
proceso de destrucción y, por consiguiente, de trastorno de las viejas estructuras que
habían sido erigidas en tiempos remotos… A tiempo que eran arrancados y trasladados
de aquí para allá monolitos labrados para ser empleados en edificaciones de toda
clase, y afanosamente la acción iconoclasta colonial buscaba y perseguía las estatuas
para hacerlas trizas por “demoníacas” en presencia de los indios, apareció la guaquería
en el mencionado lugar, estimulada por algunos hallazgos de piezas arqueológicas de
valor económico como esmeraldas y objetos de oro. La guaquería, que violó y saqueó
tumbas y movió, desenterró y destrozó columnas de piedra, fue otro medio de
destrucción que causó tremendos males durante doscientos cuarenta y siete años de vida
colonial. La independencia política de España y la venida de la República no
contuvieron el saqueo del “Infiernito.” Sobre este particular son claros los testimonios
históricos”. 559
559
Silva, 1983
191
Efectivamente, muchas de las columnas talladas de Saquencipá fueron empleadas en
la construcción de la Villa; tal es el caso, de las columnas de las arcadas de la
casa de Juan de Castellanos, con el propósito de representar los doce apóstoles.
192
ANEXO Nº. 7
Hidrografía
El sistema hidrográfico560 municipal, es parte de la cuenca del río Suárez que conduce
las aguas del altiplano de Ubaté y Chiquinquirá, desde la laguna de Fúquene, y drena la
vertiente occidental de la Cordillera Oriental. El municipio está atravesado por tres ríos:
Cane o Iguaque, Sáchica y Sutamarchán que vierten sus aguas al río Moniquirá; y
constituye la parte alta de un valle longitudinal de alta montaña ecuatorial.
En la actualidad, algunas microcuencas están extintas; otras, en vías de extinción; y
muchas, bastante contaminadas, con caudales reducidos y sin cobertura vegetal. Las
transformaciones y alteraciones de los ecosistemas por acciones antrópicas, han influido
en el potencial físico-biótico del medio y, en consecuencia, en las corrientes acuíferas o
cuerpos de agua de esta región. Las alteraciones del paisaje y los cambios en la
vegetación, han generado grandes cambios en cadena en las corrientes de agua. Según
M.Baena y C.Samper, “al comparar la diversidad de la etnofauna acuática en los
cuerpos de agua localizados alrededor de Villa de Leyva, se observa que la riqueza y
abundancia de especies disminuye de manera considerable en las quebradas: San
Francisco, San Agustín, Tíntales, La Picona, La Colorada (pueblo) río Leyva y el Roble.
Los cuerpos de agua con mayor diversidad son: Cane, Carrizal o Mamarramos, La
Colorada y río La Cebada”.
Cuenca Principal: río Moniquirá; ríos principales: Cane o Iguaque, Sutamarchán; ríos
secundarios: Sáchica, La Cebada y Leyva.
Quebradas: Amoladero, Amotuas, Barranco Hondo, Bernal, Canales, Cañuela, Capilla,
Carrizal (Capilla), Carrizal (Roble) Casateja, Ciral, Colorada alta, Colorada baja,
Colorada centro, Cucubos, Curies, Chaina, Chorrera (o Guamo), El Cerezo, El Curo, El
Chorrerón (o Chorrera), El Espino, El Morro, El Pencal, El Pino, El Roble, Hueuza,
La Cabrera, La Linde, Las Manas, La Palma, La Palma-Tabacal, La Picona, Los
Cucubos, Los Francos, Los Magos, Los Micos, Los Murciélagos, El Zorro, Marmados,
Moro Macho, Ortigal, Piedra Gorda, Pozo Negro, Ritoque, Tabacal, Tintales,
Travesías, San Agustín, San Francisco, San Marcos, Sausalito, Zanjón del Pantano
o Las Coloradas.
El acuífero principal de la gran mayoría de fuentes, está ubicado en el anticlinal
de Arcabuco -formación Arcabuco y formación Ritoque- con buena infiltración y
percolación. Hay ocho lagunas de origen glacial, que dan nacimiento a numerosas
quebradas en el flanco oriental, nor-oriental y occidental del anticlinal. La serranía
conocida como Morro Negro, con un núcleo conformado de areniscas cuarcíticas
fracturadas pero compactadas y cimentadas, constituye una rica zona de recarga
ubicada a lo largo de la cuchilla que da origen a quebradas, como San Agustín y San
Francisco, y a manantiales.
560
Apartes del estudio: Diego Arango R: Los Recursos hídricos en Villa de Leyva. P.O.T, Leyva, 1999.
193
Proyectos de riego
Han existido numerosos proyectos de riego. El primero se dio por medio de la Ley de
1922, que constituyó la Junta de Desecación de la Laguna de Fúquene y contrató un
estudio técnico con la casa alemana Julius Berger Consortium. Esta propuso la irrigación
del valle de Ráquira a Leyva, derivando las aguas de la laguna de Fúquene por un
túnel, a través de la colina de San Miguel de Sema, y las aguas se verterían por la
quebrada de Los Cerezos al río Sutamarchán y Moniquirá. La obra se inició y luego
fue suspendida, aún puede observarse parte del túnel construido. Posteriormente, en
los años 80 y 90, el HIMAT presentó otros dos proyectos.
194
ANEXO Nº 8
Clima
“A veces, uno ve que las hojas de las matas de papa
empiezan a cerrarse y es seguro que llueve ese día”.
“Cuando mi burro se rasca, segura borrasca”. 561
Este espacio de montaña tiene una gran diversidad de condiciones climáticas y
variaciones altitudinales. Existen tres grandes zonas climáticas: seca-árida, semi-húmeda
y húmeda, con altitudes comprendidas entre los 2100 m.s.n.m y los 3600 m.s.n.m.
La zona seca-árida 562 comprende el valle de Saquencipá o valle del río Sáchica, Suta
y Moniquirá ubicado en la parte sur-occidente del territorio; esta zona incluye las
veredas de: Sopotá, Monquirá, Llano del Arbol, Salto y La Lavandera. La zona semihúmeda, corresponde a la parte central, noroccidental y oriental de las veredas del
municipio: Centro, Ritoque, Roble, Sabana, Llano Blanco, Cardonal y Capilla. La
zona húmeda, situada en la parte oriental, comprende las veredas de Capilla, Sabana y
Centro, junto con el área que integra el Santuario de Flora y Fauna de Iguaque.
Cuadro Síntesis de Clima * (Ver Mapa)

Estudio ““Restauración ecológica y biodiversidad en el paisaje de Villa de Leyva”
 Instituto Alexander von Humboldt. Andrade-Rubio-Galvis-Marin
Zona
Precipitación
Lugar
mm
representativo
seca
700-800
Valle Río Sáchica,
Leyva y Sutamarchán
subhúmeda
1000-1400
Río Leyva - Río Cane
Loma el Esterillal
húmeda
> 1400
Río Cane - Arcabuco
En dirección occidente-oriente, las altitudes van desde los 2100 m.s.n.m en la parte
baja occidental del alto Ricaurte, ríos Sáchica, Suta y Moniquirá, a los 3400 m.s.n.m
en Morro Negro y 3600 m.s.n.m en los cerros de Iguaque, ubicado en el anticlinal de
Arcabuco.
Esta variación altitudinal incide en el comportamiento hídrico,“a causa del
enrarecimiento y enfriamiento del aire y de la disminución de la humedad absoluta
y un descenso del umbral de saturación.” (Coque, 1984)
561
Creencias populares.
La aridez, no sólo está determinada por las características climáticas naturales propias de un
valle longitudinal, sino también por factores antrópicos.
562
195
La zona que atraviesa la cuenca formada por los ríos Sáchica y Suta, tiene las
características de un valle longitudinal “protegido lateralmente, por cadenas de
montañas, de la influencia de las masas de nubosidad y vientos,” (J. Molano,
1990) que provienen del valle medio y de los valles orientales de los Llanos que
determinan que el clima sea seco, en el área central del valle, y húmedo, en las
cúspides y laderas”. (Klaus Schutze Páez, Op. Cit)
“Los vientos alisios ejercen su acción sobre las laderas altas y medias de las
vertientes, en tanto que la circulación local de los vientos genera masas secas y frías,
las cuales actúan conjuntamente con los alisios, provocando erosión y resecamiento
sobre los suelos y rocas expuestas a la acción eólica …Los vientos que inciden sobre las
montañas circundantes, cambian su comportamiento al entrar al valle, tornándose
frecuentes y veloces (particularmente en los meses de junio, julio y agosto) debido al
cambio de las condiciones de calor, presión y configuración del relieve en las partes
bajas. Las características de las montañas inciden en el comportamiento de los
vientos haciendo que la humedad que contienen se condense en forma de bandas de
nubosidad, las cuales se posan preferentemente sobre las cumbres donde se hallan los
cinturones de robles y encenillos. Así , se da una humedad relativa del aire, la cual
contrasta con los paisajes secos y erodados que dominan el centro del valle
frecuentemente de poca nubosidad” (J. Molano,1999).
El clima tiene un régimen bimodal con “dos estaciones de lluvias y dos secas
distribuidas en forma alterna durante el año.” De acuerdo con el registro de lluvias se
puede observar que en el centro del valle “éstas se concentran en períodos muy cortos
presentándose en éstos lluvias con altos volúmenes de precipitación convirtiéndose ésta
así en una las causas principales de la erosión y lavado”. En consecuencia, se da un
fuerte impacto de la acción hidráulica de la lluvia sobre los suelos con baja o nula
cobertura vegetal, haciendo que el flujo del agua disgregue los suelos. El Valle
despejado de nubes facilita una alta insolación y por lo tanto un incremento de las
temperaturas con la consecuente pérdida de agua en el suelo y en la vegetación. (J.
Molano, 1999)
Los registros muestran una variación de la precipitación entre 412 mm. y 1800 mm., en
las partes del valle y la vertiente oriental, con un promedio de 922.1 mm. en la zona de
laderas y de 287.5 mm., en las zonas circundantes. Fuera del área, los registros se ubican
entre 600 mm.y 2800 mm.,con un valor promedio de 1279.6 mm.(Molano BJ.1986.p.3233) y 1349.3 mm.(IDEAM) La zona presenta un incremento de lluvias en septiembre,
octubre y noviembre y se produce un descenso en enero y febrero.
La evaporación es alta y constante; se calculan 1250 mm. año, lo cual indica que es
mayor que el índice de precipitación, 953mm., y se manifiesta de manera inversa a la
precipitación. Los meses de diciembre a marzo son los de mayor evaporación, con un
índice de 3.1 mm. al día, y de junio a noviembre, con 0 a 0.5 mm. La evaporación
promedio, diaria anual, es de 2.71 mm. La humedad relativa promedio anual es del
78%; alta en las mañanas (85%) y baja en el curso del día (62%). Según el INAT, los
meses de abril a julio son los de mayor humedad (90%); y los de diciembre a
marzo, los de menor porcentaje (51%).
196
ANEXO Nº 9
Trigo
Por las características ambientales de suelos, clima y, principalmente, abundantes
aguas, la región se convierte en la despensa y el granero del Nuevo Reino de Granada;
despensa centrada en la producción de trigo por lo que se establecen veintisiete molinos.
Prácticamente, el “ordenamiento”del territorio se hace teniendo como referente los
distintos cursos de agua para poder sostener el modelo productivo; no sólo se utilizan
las diversas fuentes sino que, también, se construyen diferentes sistemas extractivos
y de conducción a través de canales, pues el agua era indispensable para la
producción harinera de los molinos. En la primera cartografía del territorio, siglo
XVI, se encuentra la ubicación estratégica de algunos de ellos; cabe señalar, entre
otros, los molinos de Pedro de León Patiño.
El paisaje físico y cultural cambia radicalmente, “ya no por procesos físico-bióticos
sino por la introducción de valores de uso de la tierra ajenos;” (Molano) se cambian los
productos tradicionales y se desarrolla un tipo agricultura que altera los ecosistemas. Se
inicia un proceso ininterrumpido de destrucción de los bosques nativos, para dar lugar a
la creación de hatos ganaderos y la siembra de trigo y cebada.
Economía, producción y comercio de trigo
Durante la Colonia existió una gran demanda de trigo y harinas, que estimuló la
producción y comercialización del mismo. “A comienzos del siglo XVII, se calculaba
(en la provincia de Tunja) la existencia de 1200 estancias con labores de trigo, cebada,
maíz, etc., o cría de ganados (…) Las sumas obtenidas (por la Caja Real) dan una idea
de la importancia agrícola de las diferentes regiones. Tunja y Santa Fe se colocaban a
la cabeza con dieciocho y doce mil pesos de plata cada una, lo cual implicaba que sus
propiedades se avaluaran, someramente, en algo más de un millón de pesos de plata.
Venían enseguida Villa de Leyva y Pamplona con cinco mil quinientos y tres mil
quinientos pesos”.563 Estas estancias llegaron a abastecer las ciudades más importantes,
e incluso los centros mineros.
Tunja durante la colonia, era un paso obligado del intercambio comercial entre
la costa atlántica y el interior del país, a través de la ruta del río Magdalena y el camino
de Vélez, (Puerto de Vélez llamado Carare.) Esta ruta cambió en el siglo XVIII, cuando
se prefirió el camino de Honda para llegar directamente a Santa Fe, circunstancia que
trajo la decadencia económica de la provincia de Tunja.
En cuanto a los comerciantes de trigo, “desde tiempos de la conquista el comerciante
estuvo por encima del resto de los ocupantes, sino en condición social, por lo menos
563
Germán Colmenares: Historia económica y social de Colombia. 1537-171.
197
en cuanto a las oportunidades de amasar una fortuna excepcional”.564 El contrabando y
el comercio ilegal del trigo, permitieron un incremento de las fortunas de algunos
comerciantes; los comerciantes que no estaban vinculados a la política local fueron
perseguidos y enjuiciados por vender trigo “a precios diferentes de los estipulados por
el Cabildo”. Durante los siglos XVI y XVII, se adelantaron numerosos procesos
judiciales contra comerciantes de trigo. La harina producida en Villa de Leyva, salía
por el Puerto Nuevo de Vélez.
Cuando se incrementa la demanda interna de harina, se impone una política fiscal
tributaria que restringe su producción y regula los precios del excedente que se
comercializa. En 1561, se dan las cosechas más significativas y se produce una crisis
en el precio del trigo; entre 1561 y 1569, se expiden varias ordenanzas que fijan
precios y se imponen multas a los infractores de la ley de precios. Para 1571, el trigo
producido en Santa Fe era de menor calidad que el de Tunja y Villa de Leyva, aunque
el precio era el mismo; por esto, los comerciantes de trigo de Villa de Leyva y Tunja,
Gustavo de León, Antonio Maldonado y Pedro de Bolívar, a través de su apoderado
Diego de Vergara, se quejan de los precios establecidos y de la persecución del Cabildo,
afirmando que “con tener el mejor trigo y los acarreos ser más lejos sale a menos
precio el bueno que el malo”.565 Ya para finales del siglo XVI y comienzos del XVII,
debido a las medidas impuestas, el agotamiento de las tierras, la precaria tecnología, el
comercio ilícito y la falta de una política clara en torno a los problemas originados, se
genera una fuerte crisis y se expide una norma que establece pena de cárcel y destierro
a quienes saquen harina: “se tiene prohibido que se saque harina de trigo de este
reino para cualquier parte…,”566 crisis que afecta a Villa de Leyva y Tunja. “Esta
Villa de Leiva y la dicha ciudad de Tunja por la esterilidad deste año tienen gran
necesidad de bastimentos y los pocos que hay en la tierra los sacan della sin
consideración del daño que reciben las dichas repúblicas. Y por estar a cargo de
Su Majestad el buen gobierno de ellas y acudiendo al remedio conveniente
mandó que se pregone públicamente que ninguna persona ni harria saque harina
desta villa sin licencia expresa de Su Majestad so pena del que lo contrario
hiciere de pérdida las harrias y la harina…y si los dueños de las harrias y las
harinas fueren indios los condena en doscientos ducados y si fuere español y no
pudiendo pagar la dicha pena por no ser la harria suya le condena en cien pesos
de oro corriente y cuatro años de destierro desta villa.”567 “ Por cuanto el
presente año ha habido general esterilidad en todo el Reino de pan y para
reparo della por mando de su señoría se han comenzado hacer prevención más
útiles y necesarios que por ahora han parece convenir y porque entre todas
ninguna es más útil ni de mayor importancia que prohibir generalmente la sacada
de harinas desde Reino sino que todas las que hubieren se gasten en él, mandar
y mando que se pregone públicamente en esta Corte y en la ciudad de Tunja y
Villa de Leiva que ninguna persona de cualquier estado, preminencia o dignidad
que sea saque del Reino las harinas que en él hay que en poca ni en mucha sin
564
Germán Colmenares: La provincia de Tunja en el Nuevo Reino.
A. H. N. Fondo Abastos, 25, ff, 50-54
566
Ibid., 10. ff, 32-41
567
Ibid., 23. ff. 238-243
565
198
licencia especial de Su Señoría so pena de doscientos pesos de trece quilates por
cada vez que se le probare la dicha saca, la tercia para el denunciador y otra
par el juez que lo sentenciare y siendo de los que conforme a derecho no la
puedan llevar desde luego se conformen a aplicar a obras pías, lo cual se
ejecute irremisiblemente luego que contare haber contravenido…” 568
El comercio ilegal de harina incrementó los precios y generó escasez, ocasionando
hambre; a partir de ese momento, su comercio solo podía hacerse con licencia escrita; y
pese a las medidas establecidas, se suscitaron numerosos conflictos: rivalidades entre
provincias, sobornos, acaparamiento, especulación, comercio por caminos no
controlados, camuflaje de los productos, etc. Toda esta política, particularmente la
fiscal y tributaria, afectó más a los productores de trigo que a los mismos comerciantes.
Santa Fe quedó subordinada a Tunja en la producción de trigo; así mismo, en 1585,
surge una rivalidad económica entre la Villa y Tunja“ puesto que en los términos de la
Villa se cosechaba trigo en abundancia y de la mejor calidad y por eso acudían allí
las recuas de los comerciantes y no a la ciudad de Tunja”. 569
Entre 1693 y 1700, baja la producción harinera debido a las malas cosechas, lo que
afecta el mercado de Cartagena; y a partir de 1713, “este mercado estuvo controlado
por las introducciones inglesas de trigo, amparadas por la trata negrera”.570
En 1713, se otorga un indulto a los comerciantes involucrados en el contrabando de
harina; y en 1729, se expide un nuevo arancel “que haciendo caso omiso del informe
del intendente Bartolomé Tienda de Cuervo que recomienda proteger la producción y
comercio de trigo, se suspende la importación de harina de Nueva España, ocasionando
incremento en las cantidades que introducían los factores de asiento de Inglaterra,
encareciendo el valor de la harina en la costa, suspendiéndose entonces el tráfico
interno de este producto hacia los puertos”. 571
Hacia 1749, durante el virreinato de José Alfonso Pizarro, se toman nuevas medidas
para controlar el contrabando e impedir la introducción de harinas inglesas. En el
interior, existe un exceso de producción que carece de salida a los mercados externos;
como medida se determina la apertura (o reconstrucción) del antiguo camino de Vélez al
Opón, pero, simultáneamente el virrey Pizarro expide la orden de mejoramiento de la
vía Santa Fe-Honda y el establecimiento de un impuesto de peaje que grava los costos
del trigo, medida que no es bien recibida por los comerciantes.
568
Ibid., 5. ff. 89-92.
569
R.B., t. 3. f.331 r.
Germán Colmenares : La Economía y la Sociedad Coloniales, 1550-1880, en: Manual de Historia de
Colombia.
571
Memoria del Intendente Bartolomé Tienda de Cuervo sobre el estado de Nueva Granada y
conveniencia de reestablecer el Virreynato. En: El Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII,
Becker, Jerónimo y Rivas Groot, José María. Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón
de Jesús, Madrid, 1921. Citado por E. Satizabal Villegas, obra citada
570
199
En 1755, el virrey José Solis Folch de Cardona, a causa del incremento del contrabando,
organiza el comercio y la apertura de nuevas vías, particularmente la del Opón, para
llevar harinas a Cartagena; asimismo, reglamenta la cantidad de trigo que los
comerciantes pueden llevar y se produce un mejoramiento en el volumen del comercio
de harinas. En 1774, bajo el gobierno del virrey Manuel de Guirrior, se declara la
libertad de comercio y se suprimen los impuestos, con lo que se reducen el comercio
ilegal y el contrabando; estas nuevas condiciones, permiten un incremento de la
exportación harinera a la capitanía de Venezuela, Guyana, Trinidad y Cumaná.572
En 1776, durante el gobierno de Manuel Antonio Flórez, se da un fortalecimiento de
la agricultura y se establecen incentivos o “premios a los labradores para que no faltasen
víveres en la plaza.”A causa de la guerra con Inglaterra, en 1778, y debido a las
medidas económicas adoptadas, se vuelve a afectar la producción y comercio del
trigo. En 1780, por la “Instrucción general para la recaudación del reclamo de Alcabalas
y Armada de Barlovento,” a fin de incrementar el tesoro real se gravan con impuestos
los artículos de primera necesidad; entre ellos el trigo y la harina, medida que afecta
los intereses de los productores trigueros. Por esta medida impositiva se producen los
primeros levantamientos populares, originados en la provincia de Socorro, con el
Movimiento de los Comuneros; en las Capitulaciones firmadas en Santa Fe, el 4 de junio
de 1778, se establecen beneficios al trigo. Entre los firmantes está Pedro de Ugarte, uno
de los principales comerciantes de trigo que, en 1780, hace una importante exportación
de trigo a la provincia de Cumaná.573 A partir de ese momento crece el comercio de trigo,
principalmente, por la apertura de nuevas rutas comerciales por los Llanos Orientales y
la navegación por los ríos Meta y Orinoco.
Durante las guerras de independencia, el comercio de trigo se vuelve a debilitar, sobre
todo, por la exportación de trigo de los Estados Unidos a la Nueva Granada; para finales
del siglo XVIII, el comercio de harina está determinado por políticas internacionales y,
a partir del siglo XIX, crece la importación de los Estados Unidos llegando, en 1805,
a 60.000 arrobas. Esto lleva al gran colapso de la producción de harina en todo el
territorio nacional y, especialmente, Villa de Leyva. A inicio del siglo XX, con la
introducción de la nueva tecnología hidráulica de la rueda Pelton, vuelve a medio
reactivarse la producción de trigo en la Villa la cual, definitivamente, colapsa a finales
de los años sesenta con la importación de trigo norteamericano.
Otro aspecto, que incide en la disminución del trigo, es el ambiental; la intensa y
despiadada explotación de los recursos naturales y la “introducción de sistemas
agroculturales ajenos a las condiciones biológicas,” ecológicas y culturales, hacen que
ya, en el siglo XVIII, los cultivos de productos exógenos decaigan, esterilicen los suelos,
572
“La estructura de este comercio puede deducirse de las cuentas detalladas de dos años (1773 y
1775). En 1773 pasaron por Honda con destino a Cartagena (y otras ciudades) 1930 cargas (de 10
arrobas) de harina. La harina pago el 28.7 % de los derechos (...) para 1716/18 se calculaba que
las solas regiones de Tunja y Villa de Leiva cogían 30 cargas de trigo.” Germán Colmenares, en : La
Economía y la Sociedad Coloniales, 1550-1880, en Manual de Historia de Colombia.
573
E.Satizabal Villegas, obra citada
200
se agoten principalmente los recursos hídricos y se produzca una crisis económica que
cambia substancialmente la vida de la región, que es interpretada dentro de la tradición
muisca como una “venganza del maíz.” Es importante recordar, que las razones que se
argumentaron en la escogencia del actual sitio, para la segunda fundación de Villa de
Leyva fueron: “abundantes aguas, calidad de suelos y bondad del clima;” y un escrito
de la Real Audiencia anota: “…y lugar de mucha abundancia de aguas y leñas y
muy buenas y los demás materiales para edificio y ornato y permanencia de la
dicha villa. Asimismo que la tierra que les está adjudicada y repartida es la mejor
que hay en todas estas partes de Indias y en los reinos de España para pan
coger, por que todo lo que en este Reino se coge, lo mejor es de aquel valle…”
“La excesiva explotación del suelo y la poca tecnología utilizada, produjeron la aridez
del suelo de Villa de Leyva, de las haciendas trigueras de Sogamoso y Pamplona. Solo
las haciendas que explotaron los jesuitas como la de Firavitoba o de la Compañía
y la de la Borriquera de Tópaga, donde adelantaron una recuperación de la fertilidad
del suelo importando desde los llanos pastos, hacia el siglo XVII, lograron mantener
una apreciable producción de trigo y de harina con la que abastecían las misiones de
los Llanos”. 574
En el siglo XVII, la zona es declarada en emergencia “ecológica;” la gran producción
triguera colapsa y todos los poblados decaen; los veintisiete molinos entran en receso
y, en consecuencia, se interrumpe la exportación de harina a Santa Fe de Bogotá,
Mompóx y Cartagena. Después de que decae la producción triguera, se intensifica la
ganadería y se abren nuevos espacios donde antes existían importantes ricos bosques
de roble en las vertientes y partes altas, entre los 2.500 y 3.000 m.s.n.m; y se genera
una colonización de altura y emigración hacia las vertientes medias y bajas del
Magdalena y los Llanos Orientales.
Moreno y Escandón en su visita a este territorio, en el siglo XVIII, describe como
crítica la situación de suelos y recursos; el conjunto de los ecosistemas encontrados
por los españoles, fue modificado sustancialmente gracias a una economía interesada
únicamente en la exploración y explotación de materias primas, caracterizada por la
producción intensiva y la concentración de la propiedad territorial; también, es
importante resaltar que las nuevas formas agropecuarias, se realizaron sobre las tierras
de cultivo utilizadas por los indígenas.
574
Andrés Eduardo Satizabal Villegas: Arquitectura Industrial. Molinos de trigo siglo XVII-XVIII.
Investigación. Bogotá, Convenio Icetex-Colcultura, Becas Francisco de Paula Santander. 1993
201
Anexo Nº 10
CABILDO ABIERTO 1963. ACTA PLAN DECENAL
Apartes:
Los suscritos ciudadanos y amigos de la Villa de Leyva, nos hemos congregado en la
plaza principal de la población, para darle al señor Gobernador de Boyacá y demás
funcionarios del gobierno nacional y departamental (…)para expresarles (…) a fin de
realizar mediante nuestro esfuerzo, el Plan Decenal preparatorio del IV Centenario de la
Fundación de esta histórica villa. Para tal efecto, con el objeto de dejar constancia (…)
levantamos la presente acta.
Primero. Fundamentamos todo el valor moral y la eficiencia práctica de nuestra
operancia en la conciencia que tenemos de grupo comunitario municipal, con múltiple
significación dentro de la vida de la República, que logra sus objetivos no en la actividad
señera y esporádica de algunos de sus individuos componentes, sino en la forma
solidaria, alegre y esforzada de su ejemplar acción comunal.
Segundo. Por la suavidad de su clima, por la bondad de sus aguas, por la belleza extraña
y geología desnuda de su paisaje, por la variedad y fecundidad de sus minas y de sus
cultivos, por ser el lugar de hechos verificados en el transcurso de su existencia que se
incorporaron para siempre en el dominio de la Historia Nacional, por sus diversas vías
de comunicación, por ser un refugio silenciosamente apacible y pintoresco, apto para la
recreación turística, para la labor meditativa y para el reposo de las biologías alteradas
por la velocidad inhumana de la era atómica, creemos sin género de duda que la Villa de
Leyva puede y debe convertirse en municipio satélite de la gigantesca Bogotá del
mañana, preferentemente escogido por su economía y sus encantos como incomparable
sitio de convergencia para el desahogo urbano y la vida aldeana desacelerada.
Tercero. Que por lo dicho anteriormente expresamos que ni la adversidad geográfica, ni
la marcha destructora del tiempo ni los obstáculos provenientes del subdesarrollo
mental, económico y social del medio ambiente en que nos debatimos, ni el olvido o la
negligencia de sus poderes centrales serán capaces de hacernos vacilar o desistir de las
finalidades que perseguimos sino que las mayores dificultades que se nos presente, nos
servirán de acicate mágico que sacuda nuestro orgullo y enardezca nuestro entusiasmo.
Cuarto. A la manera como los pueblos europeos al finalizar la última guerra, (…)se
apresuraron a remover los despojos (…) vamos a remover las ruinas, vamos a
reconstruir la villa con la exacta fisonomía colonial que la caracteriza y bajo el signo del
Nuevo Boyacá, vamos a reestructurar y transformar nuestra existencia municipal,
obligándonos a presentar terminado y perfeccionado para mil novecientos setenta y dos
el siguiente conjunto básico y mínimo de obras celebratorias del referido cuarto
centenario.
202
Primera. Perfeccionamiento de los servicios de: acueducto, alcantarillado, energía
eléctrica y telecomunicaciones.
Segunda. Reconstrucción de las casas ruinosas, arreglo típico de las calles y
urbanización de los solares urbanos, de conformidad con el plan regulador de la Villa o
correspondiente reglamento aprobado por el Consejo de Monumentos Nacionales y
elevado a Acuerdo Municipal.
Tercera. Remodelación de la plaza principal y reacondicionamiento al estilo colonial de
las fachadas de la iglesia de la parroquia y demás casas que miran a ella.
Cuarta. Construcción de la casa consistorial en el lugar donde se encontraba en la
colonia.
Quinta. Construcción de un colego de segunda enseñanza para varones y otro de la
misma índole para señoritas.
Sexta. Terminación y ampliación del hotel de turismo.
Séptima. Reforestación de todo el antiguo Cantón de la Villa de Leyva empezando por
los nacimientos de las aguas, mediante una vigorosa acción intercomunal de los diversos
municipios.
Octava. Construcción de los caminos vecinales.
Novena. Reconstrucción de las casas del Precursor de la Independencia don Antonio
Nariño y del héroe don Antonio Ricaurte.
Décima. Establecimiento de una poderosa organización cooperativa para la producción y
el consumo de todo el territorio del antiguo Cantón.
En constancia se firma por los que mediante esta se obligan a los quince días del mes de
junio de mil novecientos sesenta y tres.
Entre los firmantes figuran: Gustavo Romero Hernández, Gobernador de Boyacá y Tulio
Jiménez Barriga
____________________
Antecedentes del Cabildo Abierto: “El gobernador de Boyacá vino a inaugurar las
obras del centro de salud de San Francisco y, con ese motivo, me pidieron las
autoridades que produjera el discurso correspondiente; yo aproveché la ocasión, para
hacer un recuento de las condiciones históricas, económicas y culturales de Villa de
Leyva y, sobre todo, me referí al Cuarto Centenario, que tendría lugar nueve años más
tarde. En el discurso propuse toda una especie de programa, que tenía sus fundamentos
ideológicos y objetivos, eminentemente, prácticos y preparatorios para ese Cuarto
203
Centenario. Después de eso, constituimos con el señor gobernador un cabildo abierto, y
el señor alcalde manifestó que ese cabildo estaba ya constituido con las personas que se
encontraban en la recepción. En todo caso, los villaleyvanos se comprometieron a que
adoptaban esos puntos del acta; esto fue muy importante porque, ahí, se establecía una
filosofía en relación con lo que debe ser el tratamiento de las obras restauradoras en
Villa de Leyva”. 575
575
Tulio Jiménez Barriga.
204
Anexo Nº 11
Casa Museo Acuña.
“En concepto de doña Gloria Zea, directora de Colcultura, la portada de la casa de
Acuña era un adefesio, una cosa aberrante que no tenía que ver nada con la tradición de
Villa de Leyva y que, por lo tanto, había que quitar; para el desarrollo de esa orden,
vinieron aquí personas del Consejo Nacional de Monumentos, presidido por el doctor
Bateman en su condición de secretario general del Ministerio de Obras; yo planteé que,
antes de que fueran a tomar una determinación, hiciéramos un poco de reflexión sobre
el caso y que yo estaba de acuerdo, esencialmente, con doña Gloria. Después de mucho
dilucidar, se determinó que como el maestro era un artista benemérito del país, que ya
se encontraba en estado de edad avanzada, había que tenerle una consideración especial
pues él le había dado a la villa su casa museo, y que la portada se destruiría después de
su muerte. La conclusión fue dada por el doctor Bateman, él la impuso y la aceptó doña
Gloria porque las cosas no volvieron a tocarse a ese respecto; vino la muerte del
maestro y la portada quedó incorporada dentro de la plaza de la Villa de Leyva, a pesar
de todas las tremendas críticas, y ninguna autoridad se ha pronunciado sobre eso.
Recuerdo, cuando Acuña me comentó: “ le voy a mostrar lo que tengo proyectado
porque resulta que en Tunja encontré una portada y voy a pasarla acá.” Cuando el
maestro me empezó a mostrar el proyecto, con esa cantidad de elementos disociados, yo
me callé porque no quise herirlo, hizo la portada y la portada resultó un esperpento, esa
es toda la historia.
Otras intervenciones del maestro Acuña, son las arcadas entre la casa del Congreso y la
Real Fábrica de Licores; en cuanto a la restauración de la casa del Congreso,
desafortunadamente, vino un simulador de cultura que fue un señor Acevedo, que estuvo
aquí de alcalde, y desbarató lo que había hecho Acuña en la casa del Primer Congreso;
no hizo nada nuevo que fuera de verdadera consideración y valor histórico, hizo lo
mismo en la casa de Nariño y después fue a Tunja y restauró la iglesia de San Ignacio a
su manera; en Villa de Leyva, hemos sido víctimas de personas que han intervenido no
siempre acertadamente”. 576
576
Tulio Jiménez B.
205
ANEXO Nº 12
Fray Bernardino de Almanza. 577
Nació en Lima, en el siglo XVII. Se inició en el oficio pastoral en los curatos de indios:
Guadalchili y Pachacama; más tarde fue nombrado comisario del Santo Oficio.
Fue tesorero de la iglesia de Cartagena; llegó a ser provisor y vicario general del obispo
y, de nuevo, comisario del Santo Oficio de Cartagena donde se dedicó, con todo esmero,
a juzgar y condenar “hechiceros y hechiceras,” particularmente mujeres del pueblo, que
para él “tenían el pecado marcado en su piel negra.” De Cartagena pasó a Madrid,
donde reedificó el Convento de Jesús María y José de Religiosas Descalzas de Nuestro
Padre San Francisco. Las monjas agradecidas, le prometieron la capilla mayor para su
entierro.
Estando en Madrid, fue nombrado arzobispo de Santa Fe a donde llegó en 1631; allí
inició una fuerte controversia y pleito con la compañía de Jesús, a los cuales dedicó toda
su vida. Después de candentes enfrentamientos, que llevaron a excomuniones, cárcel,
etc. para algunos, el arzobispo “cayó en una ira eterna” y decidió emprender una gran
actividad de agitación por todo su arzobispado. Al salir de Santa Fe, profetizó que esa
ciudad no lo volvería a ver vivo y viajó a Tunja.
En ese momento, los cronistas de la época aseguraron, que “en todo el Reyno se
descargó uno de los azotes de la justicia divina manifestado en una rigurosa pestilencia
de tarbadillo (o tifo) que empezó en Facatativa,” donde según ellos, “se le faltó al
respeto al Arziobispo y luego pasó a toda la Sabana donde destruyó la mayor parte de
los pueblos. Fueron miles los muertos y según los cronistas a “causa de la persecución
que los impíos con el demonio hicieron contra el arzobispo”.
La peste se extendió por ciudades, pueblos, villas y aldeas, muchas quedaron asoladas
y murieron cientos de miles, especialmente, indígenas cuyas muertes fueron atribuidas a
las profecías hechas por algunos religiosos, que afirmaron que “los que no se plegaren a
la gracia divina serían exterminados por la justicia divina.” Afirmaban que “este reyno
lo vamos a consagrar para siempre a Nuestro Señor Jesucristo y será limpiado de todos
los impíos y pecadores que viven bajo el amparo del demonio.” Las personas rendidas
por la enfermedad, se refugiaron en las iglesias para asistir de continuo a las misas y
acompañar a los frailes y monjas que, en coro, clamaban por el perdón por los atropellos
infringidos al arzobispo. A todas estas, el arzobispo Almanza, desde Pamplona,
clamaba: “gracias te doy Nuestro Señor por la ocasión que me das de padecer con tus
ovejas, ofreciendo con ellas la vida”.
De regreso a Tunja, ciudad que ya padecía el contagio de la peste, tuvo noticia de la
imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, a la cual se le atribuían milagros, y
determinó con el cabildo que fuera traída, en comisión, por todos los pueblos y aldeas,
577
Apartes de la obra Diego Arango R.: Fray Bernardino de Almanza. Inédita.
206
acompañada de procesiones y fiestas, y que con ella se “purificase el aire y espantara el
demonio que aún habita en la región.” En Tunja fue recibida con honores, por el clero y
las autoridades, y se inició un solemne novenario para neutralizar la peste.
Los sacerdotes y conventos no dieron abasto para enterrar a los apestados, y muchos
vieron acrecentar sus ingresos con las limosnas de los entierros. Día y noche, de los
coros de las iglesias surgían alabanzas y lamentos, que se extendían como la misma
peste por ciudades, pueblos, villas y aldeas. Los enfermos se amparaban en las iglesias
para asistir a las misas conventuales; otros ayudaban, en las parroquias, a suministrar
los sacramentos y los santos óleos y a enterrar a los muertos, que ya no cabían en
los cementerios. Dice Zamora “fuera de la multitud de gente española que murió en
este reyno, de que muchas familias principales quedaron acabadas, y sus casas,
haciendas y campos destruidas. De los indios fueron millones que murieron, quedando
asolados pueblos enteros y el contagio que los destruyó con el título de la peste grande,
con que hasta hoy se refieren sus calamidades”.
La noticia de la procesión de la imagen llegó a Santa Fe, que envió dos regidores con la
solicitud de pedirla prestada, pues “querían participar de la salud que está manando de
aquella sombra de tan Sagrado Original.” La imagen partió hacia Santa Fe, precedida
por un coro de monjas; el arzobispo ordenó comprar dos mil cirios, fiambres, bestias,
vino y gallinas para la numerosa comitiva; y, además, mandó que la Virgen viniese
siempre acompañada, por el camino, con las luces encendidas y que, en todos los
pueblos de indios, se detuvieran tres días y se le organizaran misas y fiestas, para así
purificar los aires contaminados con la peste.
En Santa Fe, fue recibida con honores por los cabildos y las comunidades de todas las
religiones y cofradías, allá permaneció dos años. El cabildo secular intentó quedarse con
la reliquia y los chiquinquireños amenazaron con irse a las armas, si no les era devuelta;
para evitar una guerra religiosa, el presidente y la Real Audiencia ordenaron su
devolución. De regreso, en cada uno de los pueblos por donde pasó, se pintaron réplicas
de la imagen y se le consagró una fiesta anual. En Chiquinquirá, afirmaron que “habían
vivido un prolongado desconsuelo de más de dos años ( …) y que cuando llegó todo
comenzó a lograrse y a fecundarse la tierra con sus benignas influencias”.
Mientras todo esto sucedía, el arzobispo Almanza enfermó y fue conducido a Villa de
Leyva, población famosa, en ese entonces, por su clima especial para “curar el cuerpo
y el espíritu,” pero allí, su salud empeoró y un cura-cirujano, de la orden dominica,
declaró que “era el mismo contagio de la peste.” El arzobispo expresó que había llegado
la hora de “pasar a otra vida…y esperar la muerte con más quietud,” escribió su
testamento y declaró que, entre los clérigos pobres, se repartieran dos mil pesos para que
le dijeran mil misas; y que su cuerpo y bienes, fueran entregados al Convento de Jesús
María y José de Madrid y al Convento del Carmen, su capital se estimó en más de cien
mil pesos de la época.
Almanza murió en Villa de Leyva, el 23 de septiembre de 1633. Por el temor del
contagio de la peste, su cuerpo no se embalsamó, se le echó gran cantidad de cal para
que, con más rapidez, se consumiera y lo enterraron en la iglesia principal, bien
207
profundo, para que la humedad facilitara la corrupción de su cuerpo y trasladarlo a
España. En Santa Fe, los oidores escribieron a Felipe IV “con esta muerte la Audiencia y
el Reino goza de paz y quietud”.
Un año después, el licenciado Francisco Rincón, en cuya casa se había hospedado,
hizo abrir la sepultura. El escribano anota: “el presente escribano y notario, entra en
la dicha sepultura, con una candela en la mano, y aviendo otras encendidas alrededor
del hoyo, palpé un cuerpo difunto, revestido con tunicales, casullas y demás
ornamentos sacerdotales, y guantes en la mano… y está entero de piés a cabeza…y le
meneé los brazos y el cuerpo, lo que se puede menear dentro del ataúd…y toqué las
carnes que está enjuta, pegada a los huesos…tiene asimismo la cabeza pegada al
cuello, y el rostro cubierto con la piel, la barba y el bozo, como si estuviera vivo…y
no olía a cosa que pudiera decir está malo… antes, había un olor que asemejaba al
que tienen las piñas…”578 El ataúd, algo deteriorado por la humedad, fue colocado en el
atrio de la iglesia y, al abrirlo, se pudo observar que su cuerpo estaba perfecto… Fray
Alonso de Zamora escribió: “…quedó su cuerpo despidiendo un suavísimo olor,
semejante al de las piñas, fruta de muy agradable fragancia, que hay en estas
partes de las indias (…) En su cuerpo difunto se descubrió un cilicio de agudas
puntas de acero y una cruz que tenía los pechos, correspondiente a la de oro y
esmeraldas del pectoral…”
Al año siguiente, una comisión de la Sede Vacante, integrada por el canónigo
licenciado Miguel Jerónimo de la Cerda y el notario eclesiástico Estacio Sanguino
Rangel, abrió de nuevo la sepultura y, otra vez, se encontró su cuerpo intacto y se
esparció un aroma de piña por la iglesia parroquial. La comisión mandó que le
echaran más cal y agua para que se corrompiera su cuerpo.
Posteriormente, el cartujo doctor don Fernando de Valenzuela, llamado don Bruno,
fue comisionado para traer desde Villa de Leyva el cuerpo de Almanza y llevarlo a
España. A la vez, dos amigos, uno de los cuales era Antonio Acero de la Cruz, pintor
y poeta santafereño, se reunieron en el Convento de La Candelaria y fraguaron un plan
para rescatar el cadáver del arzobispo de la iglesia parroquial de la villa; pero, cuando
llegaron ya estaba Fernando de Valenzuela, que presentó toda suerte de censuras,
órdenes y documentos a las autoridades para cumplir su misión. Sin embargo, los
vecinos de la villa organizaron una fuerte protesta, vigilaron día y noche la iglesia
parroquial, para impedir que el cuerpo fuera sacado, pues lo consideraban “reliquia
milagrosa; no obstante, los otros subrepticiamente entraron, se apoderaron del cuerpo
del arzobispo y se lo llevaron por trochas y caminos no regulares. Al otro día, los
leyvanos, al darse cuenta del secuestro del cuerpo, emprendieron la persecución de
los secuestradores pero no lograron alcanzarlos. Estos llevaron el cuerpo a Santa Fe,
donde fue descubierto en la catedral y se le organizaron pomposas exequias y, según
afirman algunos, una fragancia de piña inundó la plaza principal. El cuerpo permaneció
expuesto durante un año en la iglesia de San Francisco y numerosos peregrinos y
enfermos acudieron en solicitud de milagros.
578
Pedro Solís de Valenzuela (1624-1711): Epítome Breve De la vida y muerte del Ilustrísimo dotor don
Bernardino de Almanza.
208
Después su cuerpo partió rumbo a Cartagena; una nutrida comitiva salió a despedirlo
hasta Facatativá, luego fue trasladado a Honda, para ser embarcado y llevado por el río
Magdalena hasta Cartagena y, por último, a España donde fue enterrado con todos los
honores en la capilla mayor del Convento de las Religiosas de Jesús, María y José de
Madrid, orden por él fundada, que lo distinguió con el título de “Caballero de Gracia”.
209
Anexo N° 13
Valle de Saquencipá
Saquencipá significa: Fuerza de la noche, nuestro padre o Fuerza del creador de la
tierra,
Saquencipá es el territorio sagrado que fue para el pueblo Muisca el campo de la
observación astronómica y meteorológica. Centro ceremonial de culto a la luna y el sol,
lugar para “promover la acción de los espíritus, fuerzas y fenómenos dispensadores de la
fecundidad de la tierra. Lugar donde se marcaba el origen de los tiempos y de la vida”.
En el sitio sagrado –hoy parque arqueológico de Saquencipá mal llamado “el infiernito”
las 56 columnas estaban relacionadas con la cifra 18.61 (stonehenge) correspondiente al
ciclo de los eclipses Su orientación este-oeste marca los equinoccios (las estaciones de
lluvia) y el solsticio de vernano del 24 de junio, inicio del calendario.
En Saquencipá se organizaba el ciclo de producción agrícola y las ceremonias
propiciatorias y esta asociado con Iguaque, la “montaña vigorosa”, lugar e origen de
Bachue o Huitaca representativa de la serpiente sagrada cósmica, del río celeste o la via
láctea y de las aguas terrestres. Bachue, símbolo de la cultura del agua, la madre de los
pueblos prominentes, que hace 12.000 años fueron glaciales y dieron origen a las
lagunas en el Macizo de Iguaque y a la fecundidad de la tierra y de la vida
210
Personas que participaron con sus testimonios:
Anselmo Acero Olivares. Nació en Mortiñal, 1920; vive en Villa de Leyva.
Hermelinda Acero. Nació en Mortiñal, 1936; vive en Villa de Leyva.
Luis Alberto Acuña. Pintor y escultor santandereano, radicado en Villa de Leyva desde mediados de los
cincuenta.
Anastasia Aguasaco. Nació en Sutamarchán,1923; vivió en la vereda Monquirá.
Marco Tulio Aguasaco. Nacido en Suta en 1917; vive en la vereda de Monquirá.
Aurora Aguilera Saavedra
Elba Eulice Amado de Pineda. Nació en la vereda Carrizal, Iguaque; vive en la vereda de Capilla.
Fideligno Amado. Nació en 1938 en la vereda Carrizal; Iguaque, municipio de Chiquiza; vive en la
vereda de Capilla.
Gabriel Amado. Nació en la vereda Carrizal, Iguaque, 1919.
Maximino Alfonso Bautista. Nació en 1902, en la vereda Sopotá; murió en 1998.
Juan Enrique Botero Bogotá.
Aura Maria Borrás de Páez. Villa de Leyva, 1912; vive en Villa de Leyva.
German Borrás 1942, vive en Villa de Leyva.
Guillermo Borrás vive en Villa de Leyva.
Leonor Borras de Rodríguez vive en Villa de Leyva.
Roberto Borrás vive en Villa de Leyva.
Dioselina Buitrago
Maria Alicia Buitrago Espitia. Profesora. Vereda Llano Blanco.
Teresa Buitrago. Villa de Leyva, 1913; murió en 1994.
Beatriz Camargo. Dramaturga nacida en Sogamoso, 1946. Vive en Villa de Leyva.
Ananías Cárdenas. Nació en la vereda El Roble, 1907; vive enVilla de Leyva.
211
Aura Maria Cárdenas. Vereda Capilla.
Gabino Casallas. Vereda de Monquirá, 1911; vive en Villa de Leyva.
Rosa Maria Casallas. Salto y la Lavandera, 1936.
Jaime Castellanos. Bogotá, 1932; vive en Villa de Leyva.
Familia Castillo. Vereda Monquirá.
Mercedes Castillo. Vereda El Roble, 90 años; vive en Villa de Leyva
Maria Rosario Cetina.
Melquisedec Contreras. Vereda Sopotá,1937.
Sergio Corredor. Profesor. Villa de Leyva.
Aminta Cortés. Vereda Salto y la Lavandera.
Andrés Cortés C. El Caney, vereda de Llano del Árbol, Villa de Leyva, 1917.Vive en la vereda
Pavachoque, municipio de Sutamarchán.
Hermilda Cortés de Cortés.
Heroína Cortes Abril. Villa de Leyva.
Jose Heliodoro Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera, 1919.
Juan Nepomuceno Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera.
Julio Edgar Cortés. Vereda Salto y La Lavandera, 1937.
Melquisedec Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera.
Noe Levi Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera, 1932.
José Maria Cubillos. Vereda Capilla, 1922; vive en la vereda de Ritoque.
Julio Antonio Cuevas Roberto. Vereda Llano Blanco.
Teodolindo Espitia. Vereda Capilla, 1929.
Eleuteria Margarita del Rosario Fino. Vereda Ritoque, 1929
Ignacio Fitatá. Vereda Centro, 1937.
Victor Forero. Villa de Leyva.
Gonzalo Franklin. Villa de Leyva.
Filomena Gamboa. Vereda Llano del árbol, 1919.
Manuel Gaona. Villa de Leyva, 1914; murió en el 2000.
José Ignacio Gil
212
Priscila Gil Medina. Vereda de Ritoque, 1924.
Fermina Gómez. Riohacha, 1923. Vivió en Villa de Leyva.
Alejandrina González de Castellanos. Nacida en el Santo Ecce Homo, 1913. Vive en Villa de Leyva.
Benedicto González. Villa de Leyva, 1934.
Oliva González. Vereda Monquirá, 1920.
Anastasio Guerrero. Villa de Leyva, 1913.
Abraham Hernández. San Pedro de Iguaque.
Luis Hernández. Villa de Leyva.
José Hernández. Carmen de Carupa.
Maria Oliva Hernández Avila. Villa de Leyva, 1940.
Rita Hernández. Gachantivá, 1910. Vive en la vereda Sabana.
Maria Briceida Hurtado. San Pedro de Iguaque.
Faustino Hurtado. Moniquirá, 1914. Vive en Moniquirá.
Baudilio Igua. Vereda Capilla, 1939.
Gilma Jerez. Vereda Sopotá, 1937.
José Miguel Jerez. Vereda Ritoque, 1950.
Isabel Jiménez. Toca.
Tulio Jiménez Barriga. Abogado y político. Villa de Leyva, 1917; vive en Bogotá.
Josefa y Blasina. Villa de Leyva.
Ismenia López. Sora, 1920. Vive en Villa de Leyva.
Ernesto López. Nació en Montesuárez, Arcabuco. Vive en Villa de Leyva.
Luis Madero. Villa de Leyva, 1926; vive en Bogotá.
Rafael Eugenio Mejia. Sacerdote carmelita, 1929.
Octavio Mendoza Morales. Bogotá, 1949.
Antonio Montaña. Vereda Cañuela, Villa de Leyva, 1951.
Humberto Montañés. Paipa.
María del Carmen de Montañés Vereda de Capilla, 1910.
Tulio Montejo. Tunja, 1912; vive en Villa de Leyva.
213
Joaquín Aristóbulo Munevar. Vereda Salto y la Lavandera
Marcolino Munevar Peña. Vereda Monquirá,. 1930.
Armando Muñoz. Jesús María, Santander.
Jorge Nassar. Vive en bogotá
Agustín Neira. Villa de Leyva.
Jesús Neira. Villa de Leyva, 1922.
Luis Felipe Núñez. Vereda Cañuela, 1914.
Javier Ocampo López. Historiador. Nacido en Aguadas (caldas) 1939. Residenciado en Tunja desde
1957
Juliana Pardo. Vereda El Roble.
Maria Ascensión Pardo de Corredor. Villa de Leyva.
Aquileo Peña Rojas. Vereda Monquirá, 1915.
Luis Pereira. Villa de Leyva.
Antonio Pérez Vargas. Pintor nacido en Málaga, Santander en 1930.Se vincula a Villa de Leyva en
1953.
Eloy Pineda. Vereda Capilla, 1922.
Parmenio Pineda. Vereda Capilla, 1953.
Maximino Pineda. Vereda Capilla.
Simón Pedro Pineda Igua. Vereda Capilla, 1929.
Nieves Pinilla. Vereda Capilla.
Gilberto Ramírez. Moniquirá, 1948. Vive en Villa de Leyva.
Dolores Reina. Vereda Capilla.
Belisario Reyes. Río Abajo, Iguaque, 1935.
Jorge Rico. Villa de Leyva.
Alcibíades Robles. Vereda Llano Blanco, Villa de Leyva,1916
Aleja Rodríguez de Páez. Villa de Leyva.
Eduarda Rodríguez. Villa de Leyva, 1920.
Gregorio Rodríguez. Bogotá. Vive en Villa de Leyva desde 1949.
Jorge Rodríguez. Villa de Leyva, 1957.
214
Manuel Rodríguez. Vereda Salto y La Lavandera, 1914.
Vicente Rodríguez. Villa de Leyva. 1932.
Trinidad Roldán Siatama. Villa de Leyva, 1921; murió en 1999.
Miguel Arturo Ruget Solarzano. Médico. Villa de Leyva, 1927.
Vicenta Ruiz de Bautista. Villa de Leyva.
Maria Julia Ruiz de Sáenz. Arcabuco, 1935. Vive en la vereda El Roble, Villa de Leyva.
Aida Sáenz. Villa de Leyva, 1960.
Isidro Sáenz. Villa de Leyva, 1932.
Eufrasia Eusebia de Jesús Saiz Rodríguez. Vereda El Roble, 1928.
Maria Teresa Salas. Villa de Leyva.
Miguel Arturo Sanabria. Vereda Centro, 1921.
Florentino Sánchez. Villa de Leyva, 1911- 1997.
Maria del Carmen Sierra. Llano del Arbol, 1936.
Argemiro Torres. Vereda Cañuela, 1912. Vive en Villa de Leyva.
Micaela de Torres. 1914. Vive en Villa de Leyva.
Felix Torres. Vereda Sabana, 1930.
Padre Enrique Uribe.. Sacerdote Carmelita.
Faustina Velandia. Villa de Leyva.
Adolfo Velásquez. Sutamarchán 1914; actualmente vive en La Palma, Villa de Leyva.
Maria Gladys Velásquez. Profesora. Vereda Llano Blanco.
Eva Yagama. Vereda de Canales, Sáchica. Vive en la vereda Ritoque.
Germán Zubieta. Tunja. Vive en Villa de Leyva.
215
Indice General
Tomo I
Prólogo
I
CAPÍITULO I ÉPOCA AMERINDIA
Cuentan los cronistas
Creación
Bachué
2
3
Comentarios de los cronistas
Estatua en oro
Adoración al Agua
Cultura del agua
Huitaca
Bochica
Libertad
Origen del pueblo americano y Conquista
4
5
5
6
7
7
8
CAPÍTULO II SIGLOS XVI-XVII
Entrada al territorio
Proyecto de traslado de Tunja a Sáchica
Conflicto social en Tunja
Saquencipá
Interrogatorio del Licenciado Juan López de Cepeda
a caciques e indígenas en Saquencipá
Descripción de los indígenas del pueblo de Saquencipá en 1572
10
12
13
13
15
17
216
Fundación de Villa de Leyva
Acta de Fundación
Lista de las personas a quienes se distribuyeron huertas o tierras en la Villa.
Auto de confirmación
Ratificación y Rectificación
Medición y adjudicación de huertas
Penas a quienes contradigan
Señalamiento de ejidos
Colocación de rollo y picota
Términos de jurisdicción
Se ratifica la Fundación
Auto para el mercado
Auto para la iglesia
Alquiler de los indígenas para la villa
Pleito por la fundación de la Villa
Provisión real sobre reclamo de Sáchica
Provisión Real
Declaraciones de los indígenas
Declaración de Juan de Castellanos
Declaraciones de los misioneros dominicos
Declaraciones de los indígenas
Último acuerdo
Informe del Procurador de Corte D. Domingo Oribe
19
19
22
22
24
27
29
30
30
31
31
33
34
35
37
37
39
41
42
43
43
44
44
Segunda fundación de la Villa
Acta de fundación
Auto y nombramiento del nombre de la Villa que de hoy en adelante ha
de tener
Acerca del Canal de los Españoles
45
45
46
48
Encomiendas y Encomenderos
51
Destrucción de la cultura
Comisión encomendada al factor Diego Hidalgo de Montemayor para
que vaya a la provincia de Tunja a recoger los santuarios de los indios
Destrucción del adoratorio de Iguaque
Otros hechos
52
52
54
54
El territorio
58
Cuentan los habitantes. Visiones Actuales.
61
217
CAPÍTULO III SIGLOS XVIII-XIX
La Villa y el Territorio: Cuentan los viajeros
Mercado
Resguardos
Curatos
Iglesia parroquial
Monquirá
Gachantivá
Sáchica
Chíquiza e Iguaque
Sutamarchán
Yuca y Santo Ecce Homo
Lagos
Riquezas naturales
Comercio
Población
Producciones Agrícolas
Manufacturas
Minerales
Maderas
Tintes
Plantas medicinales
Resinas
Comercio
Ríos y vegetación
68
69
70
70
70
70
71
71
72
72
73
73
74
75
75
76
76
76
76
76
77
77
77
77
CAPÍTULO IV SIGLO XX
Tradiciones, leyendas y creencias
Laguna de Iguaque o la cultura del agua
Laguna de Confites
Leyendas diversas
Las señales en el cielo
La palma voladora
Los cálices voladores
La tierra
Leyenda del cerro de la Campana en Iguaque
El fraile de Iguaque
Los encantos
El encanto del Peladero
La plazuela del Diablo
El diablo y la campana
Leyendas acerca de las piedras
El diablo y el tejo
La piedra de Los Compadres
80
80
90
91
91
92
93
94
94
94
95
95
100
100
101
101
102
218
Piedra de La Suerte
La sombrerona de la calle Caliente
La culebra del Molino de la Mesopotamia
El niño del Mesopotamia
El fantasma de la Plaza Mayor
La candileja de la quebrada de San Agustín
El viejo del Roble
El caballo encantado de la calle del Silencio
El cura sin cabeza
Leyenda del Pozo de La Vieja
El cabro de La Colorada
El salto encantado
La cueva encantada
La vieja de La Laguna
El hoyo de La Romera
La dama de azul de la quinta de los virreyes
Leyendas diversas
Leyendas del Desierto de La Candelaria
El velorio y los duendes
Maldición a la Villa: el eclipse
El eremita
Espiritismo
Brujas
Entierros y tesoros
104
104
105
105
105
105
106
106
106
106
107
107
108
109
109
109
110
110
111
113
115
116
118
123
Rostros del patrimonio
Saquencipá o “El Infiernito”
Pictografías y petroglifos
Ruinas de Monquirá
Restos fósiles
127
129
137
140
143
Artesanías y oficios
Loza de suelo
Sombreros de palmicho y tapia pisada
Hilado y tejido
Fabricación de instrumentos musicales
147
150
152
152
Comida tradicional
154
Chicha y chicherías
Prohibición y “entierro” de la chicha
159
162
Fiestas
Fiestas religiosas
Fiesta de San Isidro
Fiesta del Carmen
Romerías y Promeseros
165
167
167
170
175
219
Fiesta de Corpus
Fiesta de la Virgen del Rosario
Fiesta de San Pedro y San Pablo
Fiestas del Ecce Homo
Tradición de la Cruz de Mayo
180
181
181
183
183
Coplas
184
El territorio
Recursos hídricos
Río Cane
Río Sutamarchán
Río Sáchica
Río La Cebada
“La Periquera”
Río Leyva
Quebrada de San Agustín
Quebrada de San Francisco
Quebrada de Ritoque
Quebrada de Carrizal o Mamarramos
Quebradas La Colorada (Centro), Tintales y Cerezos
Quebrada de Barranco Hondo
Quebrada de Los Micos
Quebrada de La Iguana
Canal de “Los Españoles” o del Municipio
Acequia de los molinos
Reservorios
Agua en el casco urbano
Vereda de Monquirá
Vereda Salto y La Lavandera
Vereda Llano del Arbol
Vereda El Roble
Vereda Capilla
Vereda de Sopotá
Vereda de Llano Blanco
202
206
207
208
209
209
210
210
211
212
214
214
214
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221
222
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223
223
223
Vegetación
Incendios forestales
224
228
Vías
Caminos
Camino a Tunja
Camino a Vélez. Camino Las Vegas -Moniquirá-Vélez
Correo por el camino a Tunja
Camino a Gámbita
Camino del Uvalito
Camino a Moniquirá
229
232
233
234
235
235
236
220
Camino a Arcabuco
Camino a Monquirá
Camino de Sopotá
Camino a Sáchica
Camino a Chiquinquirá
Camino a la Hondura
Camino Villa de Leyva -Pavachoque
Carreteras
Carretera Villa de Leyva-Arcabuco
Carretera a Santa Sofía
Carretera a Gachantivá
El primer automóvil
Ferrocarril
238
238
239
239
240
241
241
242
243
244
245
245
247
Veredas y Haciendas
Nombres de las veredas
Vereda Capilla e Iguaque
La Hondura
Vereda Llano Blanco
Vereda Sabana
Vereda de Monquirá
Vereda Sopotá
Hacienda de Sopotá
Villa Paz
Hacienda El Muelle
Vereda de Ritoque
Hacienda El Emporio. Antigua Hacienda de Sáchica
Vereda Salto y La Lavandera
Vereda de Llano del Árbol
Hacienda-Molino del Cárcamo
Otras haciendas
Santa Sofía
Gachantivá viejo
249
250
253
258
259
262
263
263
263
263
264
265
265
268
268
269
271
271
271
Producción
Agricultura
Vereda Capilla
Vereda Cardonal
Vereda de Llano Blanco
Vereda El Roble
Vereda de Monquirá
Vereda Salto y La Lavandera
La maldición al garbanzo
El verano del 28
Vereda Ritoque
Vereda Cañuela
“El Peladero”
274
276
277
277
278
280
281
282
282
284
285
285
221
Olivos
El dividivi
Molinos, haciendas y comercio de trigo
287
289
290
Ganadería
302
Minas
Minas de plata
Minas de travertino
Minas de yeso
303
305
309
Tomo 2
La Villa
La Villa a principios y mediados del siglo XX
Su Arquitectura
Cuentan los habitantes
La villa y su arquitectura
Casas
Barrios
Plaza principal de la Villa
El mercado
Restauración y ordenamiento urbano
Calles
Iglesia Parroquial
Iglesia del Carmen
Convento del Carmen
Convento de San Francisco
Convento de San Agustín
Convento de los Dominicos
Museo de Arte religioso
Museo Acuña
Patrimonio artístico
Cementerio
Hoteles, pensiones y hospederías
Panaderías
Otros establecimientos
Servicios públicos
Comunicación
2
4
9
10
10
26
33
34
41
43
46
47
51
53
54
57
58
59
60
60
63
63
69
70
70
71
Vida en la Villa
Vida social
Vida cotidiana en la Villa
Tiendas y Cafés
El Cine
La aventura tras “ Los Aventureros”
73
74
75
75
77
77
222
Juegos de azar
Cacería
Personajes en la Villa
El turismo
80
81
87
92
Condiciones de Vida
95
Oficios
Construcción
Maestros de la construcción
Herreros
Carpinteros
Vendedores de antigüedades
Músicos
105
105
107
107
108
108
109
Educación
Zona Urbana
Zona Rural
110
110
114
Salud
118
Peste y cementerio de los virulentos
Medicina tradicional
Curanderos
Plantas medicinales y recetas populares
Homeopatía
Sanación
Médicos
Dentista
Hospital de San Francisco
Boticas
118
120
122
124
124
125
127
120
130
131
Religión
Bautismo y Matrimonio
Órdenes religiosas
Carmelitas
Devociones:
Mama Linda Renovada y la Virgen de Chiquinquirá
Virgen Renovada: Mama Linda
La Virgen de Chiquinquirá
Venida de la Virgen de Chiquinquirá a Villa de Leyva
Romerías
132
132
134
135
137
137
139
140
142
142
La violencia
144
223
Vida Municipal
La Política
Alcaldía
Concejo municipal
Personería municipal
Inspección de Policía
El Archivo de Villa de Leyva
149
149
150
153
153
155
157
Cronología
158
Anexos
Anexo Nº 1. Época amerindia
Anexo nº 2. Unidades Sociales y Población de Saquencipá en 1572
Anexo Nº 3. Población indígena. Siglos XVI-XVII
Anexo Nº 4. Resguardos indígenas
Anexo Nº 5. Arqueología
Anexo Nº 5. Paleontología
Anexo Nº 7. Hidrografía
Anexo Nº 8. Clima
Anexo Nº 9. Trigo
Anexo Nº 10. Acta Cabildo Abierto 1963
Anexo Nº 11. Casa-Museo Acuña
Anexo Nº 12. Fray Bernardino de Almanza
Anexo N° 13 Valle de Saquencipá
Personas que participaron con sus testimonios
211
174
181
182
184
185
193
195
197
202
205
206
210
228
Bibliografía general . Documento anexo
224
Esta obra se terminó
el día 12 de diciembre del 2000
en Villa de Leyva
225

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