Relaciones EEUU – América Latina: La agenda pendiente
Transcripción
Relaciones EEUU – América Latina: La agenda pendiente
Relaciones EEUU – América Latina: La agenda pendiente después de la Cumbre de Monterrey Por L. Miguel Castilla Con la firma de la Declaración de Nuevo León por los 34 Jefes de Estado del Hemisferio (salvo Cuba) cerró la Cumbre Extraordinaria de las Américas en la ciudad de Monterrey, México. El acuerdo firmado es uno de principios generales identificando compromisos globales en los tres ámbitos de acción discutidos: crecimiento económico con equidad para reducir la pobreza, desarrollo social y gobernabilidad democrática. Según diversos analistas políticos, los resultados concretos de la Cumbre son pocos ya que explícitamente se evitó abarcar temas controversiales dado el estado de animadversión existente en gran parte de la región hacia los EEUU y la renovada polarización entre ciertos países del Hemisferio. Pensar en una posición única latinoamericana vis-a-vis los Estados Unidos no es consistente con las diferencias bilaterales, ideológicas y estratégicas entre los países de la región. No obstante lo anterior, posiblemente, uno de los resultados más importantes de la Cumbre sea el reconocimiento norteamericano que la relación con sus vecinos no sólo se circunscribe a temas de seguridad (terrorismo-narcotráfico) o comerciales, sino que existe una multiplicidad de puntos de agenda, tal como lo demuestra la inclusión de temas que van desde la lucha contra el SIDA, la problemática de las PYME, la importancia de la migración y el combate a la corrupción. La queja latinoamericana que la región pasó de ser un aliado importante de los EEUU (al menos retóricamente) pre-Septiembre 11, a una región completamente relegada dentro de las prioridades del Departamento de Estado, pareciera haber tenido cierto eco en la postura reciente de los EEUU hacia la región (al menos retóricamente). Por ejemplo, si bien el reconocimiento de la importancia que tiene la migración latinoamericana hacia los EEUU responde principalmente a objetivos electorales domésticos norteamericanos, es saludable que la agenda comience a abarcar otros temas de crucial importancia. En este sentido, el objetivo de reducir a la mitad el costo de las remesas que los inmigrantes latinos hacen a sus países de origen en un plazo de cinco años resulta positivo, especialmente tomando en cuenta que las remesas provenientes de EEUU hacia América Latina alcanzan los US$ 25.000 millones al año. Asimismo, el sesgo que se le imprimió a la agenda hacia temas de lucha contra la pobreza, equidad e inclusión, responde al reconocimiento de la importancia de la crisis, principalmente social, que atraviesan la mayoría de países latinoamericanos. Aún cuando es loable el espíritu multilateral que se le pretende dar a las relaciones hemisférica, es un hecho que el relacionamiento entre EEUU y América Latina continuará siendo asimétrica y continuará estando dominada por requerimientos unilaterales a cambio de ciertos beneficios económicos (ya sea en materia comercial o de ayuda financiera). No obstante, es importante destacar que aún cuando retóricamente los países tomen posiciones políticas discrepantes (posición unilateral hacia Irak, Cuba, etc), existe un grado de pragmatismo que trasciende discursos ideológicos o posiciones principistas. Por un lado se tienen a países que están alineados con EEUU, especialmente en la aspiración de una mayor integración comercial, como Centroamérica y los países andinos, salvo Venezuela, que se encuentran en proceso de negociar Tratados de Libre Comercio (TLC) con EEUU. Adicionalmente, está la relación especial entre Estados Unidos y 1 Colombia merced del interés de EEUU en apoyar al Presidente Álvaro Uribe en la lucha contra las drogas y la guerrilla. Por el otro, están aquellos países que por distintas motivaciones prefieren mantener una relación de independencia pragmática. Brasil intenta ser el contrapeso regional a los EEUU, liderando iniciativas como el G21 (países en desarrollo que exigen una mayor apertura de los mercados agrícolas de las economías industrializadas) o procurando una mayor presencia e integración con sus vecinos. Aún cuando existen puntos de confrontación en la relación bilateral estadounidense brasileña, evidenciada por la oposición del gobierno de Lula sobre el cronograma del ALCA, la relación bilateral con Cuba o reciprocando las medidas de seguridad impuestas por los EEUU a los visitantes extranjeros, existe una agenda bilateral de cooperación entre ambos países, donde se ensaya una mayor colaboración en temas no controversiales, como salud, educación, ciencia y tecnología. De otro lado, el gobierno argentino ha marcado importante distancia con los EEUU, y dista significativamente de las épocas del gobierno de Menem, cuando la Argentina se mostraba como un aliado incondicional de los EEUU. México, por su parte, el segundo socio comercial más importante de los EEUU, pretende mantener un equilibrio entre sus lazos económicos con los Estados Unidos (y lograr un posición coordinada con EEUU y Canadá frente a la competencia asiática), su postura histórica de tener una política exterior autónoma (tal como lo demostró la posición mexicana en la guerra con Irak) y, a la vez, actuar como bisagra entre EEUU y el resto de América Latina. Esto último denota el deseo de México de ganar un poco del terreno perdido frente al Brasil en sus relaciones con los demás países latinoamericanos. La agenda futura La mayor integración comercial, al margen de la forma que tome, y la problemática de seguridad serán los principales temas que dominen la agenda bilateral futura entre los EEUU y América Latina. Comercio. Sin duda el logro de una mayor integración comercial es una de las piezas angulares de la agenda entre los países de la región y EEUU. Las exportaciones latinoamericanas destinadas al mercado estadounidense alcanzan los US$ 290.000 millones al año, siendo México el principal socio comercial con una participación del 50% del total de exportaciones de la región hacia los EEUU. En el plano hemisférico, de la reciente reunión de Ministros de Comercio en Miami se desprendió la decisión de caminar hacia un esquema ALCA Light, en el cual se alcance un compromiso flexible y de mínimos. Quedan afuera del acuerdo subsidios agrícolas, compras del sector público, reglas de inversión, políticas de competencia, leyes "antidumping" y derechos compensatorios. Por su parte, en el plano bilateral, se han registrado renovados avances desde que el Congreso norteamericano le concediera al Ejecutivo de los EEUU autoridad para negociar acuerdos de libre comercio – Trade Promotion Authority. Lo más probable es que EEUU ofrezca un modelo de TLC basado en el acuerdo recientemente firmado con Chile que sirva como docking agreement por el cual los países que cumplan con las condiciones establecidas serían elegibles. Tal como se han venido dando las negociaciones entre los países es de esperarse que EEUU continúe exigiendo medidas unilaterales para conceder beneficios a países pequeños que aspiran a firmar un TLC. 2 Seguridad. La política norteamericana hacia América Latina continuará estando determinada por consideraciones derivadas de la guerra del gobierno estadounidense contra el terrorismo internacional, la protección de la seguridad nacional y de los intereses geopolíticos de los EEUU. Aún cuando en materia geopolítica, América Latina aparece baja en las prioridades norteamericanas, el conflicto armado en Colombia es uno de los intereses centrales de los EEUU en la región. En segundo término, estaría la creciente importancia de los movimientos indigenistas y su vínculo con los productores de coca en Bolivia, y la estrecha relación del gobierno venezolano con Cuba. El balance de la relación bilateral entre EEUU y América Latina es uno de pragmatismo por parte de ciertos países de la región, por un lado, y prácticas de unilateralismo por parte de los EEUU, por el otro. Los llamados de distintos segmentos de la sociedad norteamericana al gobierno del Presidente Bush de no dar la espalda a los problemas del Hemisferio cobran una mayor relevancia dadas las recurrentes crisis de gobernabilidad y caos social por la que atraviesan algunos países de la región y el riesgo de un mayor contagio de inestabilidad que el ocurrido hasta el momento. Sin embargo, elementos de orden doméstico en los EEUU – elecciones presidenciales – reducirán el espacio de atención que se le otorgue a la región. Por el lado de los países de la región, la identificación de una plataforma centrada sobre retos comunes y no diferencias será crítica para avanzar en una mayor integración hemisférica que sea justa y beneficiosa para todos. Enero 2004 3