DeCantinas,Vapores,Cinesy Discotecas. Cambios

Transcripción

DeCantinas,Vapores,Cinesy Discotecas. Cambios
De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y
Espacios de Homosocialización de la Ciudad de
México
About bars, saunas, cinemas and discotheques.
Changes, Ruptures and Inertia in Homosocialization Modes and Spaces in
Mexico City
Renaud René Boivin
Instituto Francés de Urbanismo
[email protected]
Resumen
Abstract
Este artículo trata de la construcción, entre los años 40
y 70, de los espacios de encuentro entre varones que
mantienen relaciones sexo-afectivas con otros varones
en la ciudad de México. En oposición a una visión
lineal y reduccionista de la historia de dicha
construcción, que tiende a ubicar en el presente y en el
desarrollo del comercio gay un avance progresista y
liberador respecto del pasado reciente, de represión
política y social de la homosexualidad. A través de
memorias, crónicas, creaciones literarias y entrevistas
a profundidad con activistas gays, observamos
hilvanarse en el espacio urbano y el tiempo histórico,
las vidas de distintas generaciones de 'homosexuales'
que forman 'el ghetto gay' capitalino; lugares y pautas
de socialización y encuentro que formalizan una
tradición propia al ofrecer tanto la continuidad espacial
como la inercia de los modos de encuentro social y
sexual de los 'homosexuales'. Tras matizar pues el
aspecto
liberador
de
esos
espacios
de
homosocialización especializados, ligaremos su
desarrollo con la pérdida y la búsqueda (siempre
renovada, hasta la actualidad) de contigüidad social,
ésta rompiéndose a medida que se multiplican e
individualizan, las formas de experimentar la
sexualidad, las prácticas culturales y urbanas dentro de
la misma población homo/bisexual capitalina, según
las edades, las clases sociales, las posibilidades y
aspiraciones económicas y los lugares de residencia de
ésta.
This work is about the construction of socialization
spaces for men which have love and sex with other
men in Mexico City, between the 40s and 70s. In
opposite to the lineal and reductionist vision of the
history of this construction, that tends to recognize
in the present and in the development of gay trading
a sign of liberation in rupture with the recent past,
made of social repression and invisibility. Based on
memories, chronicles, literary creations and
interviews with gay activists, the article observes a
basting between urban space and historic time and
the lives of the various generations of 'homosexuals'
that have composed the Mexican capital’s 'gay
ghetto'. The
development
of
specialized
homosocialization spaces is bound with the loss and
the search (which is in continual renovation, even
nowadays) of social contiguity, that is progressively
broken by the multiplication and individualization
of forms of expressing sexuality, and by cultural
and urban practices, according to ages, social
classes,
socio-economical
possibilities
and
aspirations, and neighborhoods.
Keywords: homosocialization; social
commerce; meeting spaces; ghetto
Palabras clave: homosocialización; clases; comercio;
espacios de encuentro; ghetto.
Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 4, n. 2, p.118 - 133, ago. / dez. 2013.
classes;
De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
Introducción
En este trabajo estudio la evolución de los espacios
de encuentro entre varones entre mediados de los años
40 y finales de los 70. Se parte de una visión
constructivista del homoerotismo: las relaciones
homoeróticas se construyen desde posiciones sociales
y lugares concretos y su definición –acotación– como
'homosexualidad' viene ligada a la emergencia de
nuevas clases urbanas en la era moderna, así como a
las transformaciones en las formas de relacionamiento
y socialización que van emparejadas con la
urbanización e industrialización. Por otra parte, se
entiende que existen 'culturas homoeróticas' distintas
según los grupos sociales y experiencias locales de la
sexualidad, las cuales incluyen definiciones, normas,
prescripciones y prohibiciones acerca de las
actividades y roles que cada persona, según su género
y edad, debe desempeñar. Utilizo por tanto la noción
de 'homosocialización' ya que ésta posibilita poner
entre paréntesis la identidad presumida de quienes
frecuentan los distintos lugares de encuentro y
socialización. Se hablará de 'lugares de encuentro entre
varones' más que de 'lugares gays' por dos razones
fundamentales. Primero, al ampliar la noción a todos
los lugares de socialización entre varones, podemos
observar la evolución histórica de estos evitando los
anacronismos y alejándonos de las interpretaciones
identitarias. Segundo, de este modo podemos enfocar
hacia los procesos de construcción de estos espacios en
relación con las sexualidades masculinas, sus vínculos
con las prácticas e identidades sexuales, sin prender la
categoría gay como única y unívoca en este largo
proceso lleno de retrocesos y variaciones.
Los Lugares de Homosocialización
Para el estudio de los vínculos entre homoerotismo,
espacios y clases sociales, consulté fuentes variadas:
entrevistas a militantes del Archivo del Movimiento
Homosexual en México del CIDHOM1, testimonios,
memorias, crónicas y biografías, obras de literatura,
revistas y guías gays. A este corpus se añaden
entrevistas y observaciones de campo. Además, revisé
la información de las publicaciones académicas
existentes sobre los gays de la ciudad de México, sus
prácticas y sus espacios2. Con este material se llevó a
cabo un análisis histórico y sociológico de la evolución
de los espacios de homosocialización a lo largo del
siglo XX, determinándose así distintos períodos. La
formación de un 'gueto'3 homosexual remonta al
porfiriato, si bien éste se limitaba a unos individuos de
los sectores más pudientes, quienes se reunían y tenían
prácticas sexuales en baños exclusivos de la ciudad
(MACÍAS, 2004) y en fiestas privadas. Entre 1920 y
1940 se sitúa la primera etapa de consolidación de un
ambiente gay diferenciado. Los homosexuales se
reúnen en espacios exclusivamente masculinos o
mixtos, algunos marginales como las cantinas de la
Plaza Garibaldi, otros frecuentados por grupos
privilegiados de la ciudad. El ligue entre varones y la
prostitución masculina se concentran en la calle, en
especial en la Alameda, en San Juan de Letrán y en la
calle Plateros (hoy Madero). De día, suelen almorzar y
tomar café en las calles del Ayuntamiento, y atrás,
cerca de la 'zona roja', en la plaza Vizcaínas y calle
Regina.
Progresivamente aparecen los primeros bares
frecuentados y regentados por gente homosexual. En
los años 40 y 50, es notable el desplazamiento del
centro de actividad económica desde el actual Centro
Histórico hacia Reforma y Chapultepec, coincidiendo
con el reforzamiento de las dinámicas de expansión y
crecimiento de la ciudad, de aumento de la
segregación urbana de actividades y residencias así
como de diferenciación de los lugares de
esparcimiento. Los espacios de homosocialización se
especializan entonces en términos de ambientes
ofrecidos y públicos atendidos, y los varones quedan
cada vez más separados según su posición socioeconómica. En los años 1970, la apertura de
establecimientos destinados específicamente a una
población gay está ligada a un proceso anterior y de
larga duración de diferenciación social y espacial más
amplio. Nuevas formas de sociabilidad homoerótica
van superponiéndose a las más antiguas, sin
substituirlas del todo. Es sobre este proceso, de doble
alejamiento geográfico y social del centro popular y de
formas más tradicionales de entender y vivir el
homoerotismo que versará este trabajo.
Ruptura con la Familia y Nueva Vida
Doméstica
A partir de las biografías de algunos militantes
gays de la ciudad de México nacidos en los años 40 y
504, podemos atravesar sus espacios de vida y formas
de socialización. Sus entrevistas evidencian que, en
contradicción con la idea común, la generación que
propiciará la salida colectiva del clóset en los 70 no
padeció una represión tan brutal como a veces se
cuenta. Es con una preocupación política más amplia
que buena parte de los militantes decide formar parte
del movimiento: se va a librar batalla en demanda de
una mayor participación social; para dar otra imagen
del homosexual, combatiendo el estigma que le
condena a la marginación. Los entrevistados subrayan
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principalmente las extorsiones de la policía, la falta de
seguridad, la discriminación, las burlas homofóbicas
en la escuela y en el ámbito laboral. Pocas veces se
mencionan conflictos fuertes en las familias de clase
media, más aún tratándose de sectores ligados a un
capital cultural alto:
Yo realmente nunca viví, ni de niño, ni de
púber, ni de adolescente, lo que se puede
llamar un conflicto para aceptar mi
homosexualidad como cuestión trágica en
absoluto (...). Simplemente ellos conocen mi
vida, mis amigos, mis lecturas. (Mondragón,
profesor, militante del FHAR).
Esta generación no rompe tanto con la represión,
sino con la ocultación, a menudo ligada a los valores
tradicionales de la clase media, al 'silencio discreto' y
burgués en el cual se ahogaban los militantes: “antes
no se podía hablar de homosexualidad; no lo podías
mencionar, era de mal gusto, incluso, para decir algo
en contra de ella. Ahora se habla, se ve en las
familias”, explica González De Alba.
El silencio, había que liberarse del silencio,
de un silencio impuesto, (...) era un silencio
impuesto que se volvía clandestinidad. Antes
del movimiento la clandestinidad era
completa, no era lo que ahora llamamos
invisibilidad (…). La clandestinidad es la
convicción de esconder como una forma de
protección pero incluye estrategias de
ocultamiento (...) incluía actitudes como lo
hacen los refugiados. (Max MEJÍA,
militante del grupo Lambda).
Los militantes nacidos en provincia expresan en
cambio una realidad más dramática en cuanto a la
relación con sus padres y sus orígenes: “Ante el
rechazo inicial de mi padre, mi madre y mis hermanos,
me revelé. Desde los 14 o 15 años empecé a ocultar mi
vida, a vivir una vida pública gay sin que ellos
supieran (...). Ellos me rechazaron, ahora yo los
rechazo, yo vivo mi vida”, explica Braulio Peralta. En
múltiples ocasiones, la movilidad geográfica desde
ámbitos culturales más tradicionales alienta un
fulminante ascenso social inter-generacional. Los
migrantes suelen romper con los modos de vida de sus
padres de forma más categórica y tienden a tener una
mejor posición social que ellos. Esta ruptura, más
fuerte con el alejamiento geográfico, se vincula
directamente con las nuevas posibilidades de
desarrollo personal y sexual de la ciudad para el varón
originario de un medio social tradicional y machista.
Así sea en los años 20 o en los 60, la capital
representa una especie de salvación para los varones
homosexuales provenientes de provincia ganosos de
'vivir la vida': “Antes me refrenaba a darle gusto a mis
instintos y me sentía cohibido (...). Ya entre los
quinientos y seiscientos mil habitantes me sentí más
libre” describió Nandino (2000). “Yo, por ejemplo, soy
de Tuxpan, Veracruz. Si me hubiera quedado allí
ahorita sería una persona distinta de la que soy en el
D.F., por veinte mil razones”, explica Peralta.
“Entonces decidí romper con la familia y me fui al
D.F. a estudiar con la intención, además, de descubrir
otras maneras de vida”, relata Sergio Santamaría,
mientras Eli Bartolo evoca su llegada a México como
una 'liberación familiar', una 'ruptura' con la 'opresión'.
Recomposición y soltería
Como bien subrayaba Monsiváis (2007) la
construcción moderna del homoerotismo, como
identidad sexual asumida, ha dependido de la
formación de grupos, es decir, de un gueto, productor
de identidades colectivas y de estilos de vida
compartidos. “Muchos nos refugiamos en el gueto”
confirma Eli Bartolo. El gueto es una reserva de
recursos sociales para integrarse, encontrar empleo,
ascender. Una manera, quizás, de soportar la soledad.
En grupo, los homosexuales tejen lazos aparentados a
los familiares: “Nos inventamos esas familias
fantásticas que los heterosexuales no acaban de
entender, ni entenderán en mucho tiempo, esas
familias que tú escoges” asume Tito Vasconcelos,
originario de Oaxaca. Inventan nuevos modos de
vivencia doméstica: muchos comparten departamento
entre amigos, quedan a diario para ir al cine o al teatro,
trabajar, salir por la noche, ligar y tener sexo. La
soltería es una condición para la participación al gueto
homosexual, la inestabilidad un estilo de vida en clara
oposición respecto del modo de vida familiar,
tradicional, de pequeña burguesía urbana o
provinciana, de sus raíces. Al igual que la generación
anterior, los jóvenes homosexuales de los años 60 se
juntan en sus domicilios, y a las reuniones casi diarias
en las casas de los Contemporáneos se suceden las
fiestas de disfraces de Wencho Mont y Morley Webs,
en las cuales se reúne todo el ambiente; siguen
estableciéndose contactos entre generaciones y
sectores sociales en los apartamentos Windsor, donde
vivían artistas, intelectuales, actores y bailarines gays:
A partir de ese lugar me conecté con David
Antón y Wilberto Cantón, que tenía un
departamento en Reforma, por donde está el
Excélsior.
David Antón
tenía
un
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departamento en Madero, entre Bolívar e
Isabel La Católica. (…). Ahí conocí a
Salvador Novo, él iba mucho. (J.J.
HERNÁNDEZ).
Sin compromisos sociales, muchas veces desligado
de su medio social de origen, en aquel entonces el
homosexual está condicionado a una eterna soltería, y
el vagabundeo continuo en busca de nuevas aventuras
es el destino propio de muchos varones que 'viven la
vida'. De recepciones en fiestas, de concursos de
disfraces en 'escenas' callejeras, la nueva generación de
homosexuales forja su propio sistema de valores, sus
leyes de mercado, su sistema de ayuda mutua,
moviéndose entre la marginalidad clandestina del sexo
y los lugares mixtos de moda.
Los Ferrocarrileros del Vapor
también le encantaban los muchachos (sic), le informa
de la existencia, en la Merced, de los denominados
'baños del montón', donde “iban boleros, vendedores
ambulantes, mecánicos, barrenderos, en fin, de todo
–en los que había un masajista que estaba guapo”
(AGUILAR, 1986, p. 105). La experiencia de
Nandino, que en varias ocasiones conoce a sus parejas
en baños de vapor, donde admira los cuerpos fuertes y
esculpidos por el trabajo manual, no debe ser aislada.
Como él, otros médicos, letrados y empleados, habrán
frecuentado aquellos baños públicos, donde el
encuentro también se daba entre clases sociales, entre
culturas sexuales cada vez más distanciadas en el resto
de los ámbitos urbanos. En los años 40 y 50, se
construyen nuevos baños con instalaciones más
modernas: los Baños Mina (en la calle Mina,
inaugurado en 1958), los Ecuador (en el número 14 de
la calle del mismo nombre, atrás de la Plaza
Los baños de vapor también
facilitaban
el
encuentro
homoerótico. Fueron lugares de
encuentro
entre
varones
provenientes de todos los estratos
sociales desde hace mucho tiempo:
desde los Baños de la Lagunilla,
cerrados en 1905 por falta de
clientela debido al aumento de
precios, pasando por la Alberca
Pane, en Reforma, a finales del
siglo XIX, frecuentada por un
público de clases superiores, hasta
los populares vapores de la Avenida
Hidalgo, frente a la Alameda
Central. Novo evoca sus visitas de
vapores desde Ruturn Ticket (1928),
Nandino menciona una primera
incursión en 1940 en los Baños El
Chopo, cerca de su casa, donde “se
asearon
con
distinción
la
aristocracia y la prole del barrio”
(MULIA, 2012).
En varias ocasiones trató los
esguinces de Novo tras alguna
caída de éste en los baños turcos.
Asimismo, comenta que otro
médico del Hospital Juárez, a quien
Mapa 1. Primera Especialización y
Desplazamiento de los Lugares de
Residencia y Homosocialización en
la Ciudad de México, 1940-1955.
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Garibaldi), San Juan (Calle López, atrás del Cine
Teresa), entre otros. Quizás deban su éxito a la misma
ausencia de espacios en los años 60 debido a la
depresión y al abandono de las zonas donde se
ubicaban. Al perder clientela, los baños fueron
progresivamente cambiando de función, alcanzando su
punto álgido de popularidad como sitios de encuentros
sexuales en los años 70.
Cines, Cafés y Calles como Incendios
Al igual que en los años 20 y 30, en los 50 y 60 los
homosexuales se reunían principalmente en lugares
públicos mixtos tales como teatros, cines y cafés. En
los años 40 y 50, especialmente en los teatros 'Lírico' y
de Bellas Artes, confluyen artistas, escenógrafos,
directores, pintores, literatos homosexuales mientras
que las vedettes y mecenas organizan fiestas en sus
casas y atraen a sus amigos bohemios en salones y
clubs de alta categoría. Los cines son tradicionalmente
sitios de socialización y encuentro entre varones:
Nandino (2000, p. 82) refiere que conoció a Jaime
Torres Bodet a mediados de los 20 en el 'Cine Venecia',
que ya tenía 'mala fama', “cambiando más de asiento
que interesándose en las películas”5, mientras que
Xavier Villaurrutia evoca relaciones homoeróticas,
entre llantos y a oscuras ('De Cinematógrafo', en
Reflejos, 1926, citado por MONSIVÁIS, 2006).
El declive de los cines tradicionales a partir de los
50 conllevará su transformación en cines eróticos
(ALFARO y OCHOA, 1997), los cuales derivaron
rápidamente en cines de sexo homosexual. Los cines
Colonial y Nacional en Fray Servando Teresa de Mier,
Mitla en San Cosme, Apolo en la Plaza Vizcaínas; los
cines Teresa (inaugurado en 1924, clausurado y abierto
de nuevo tras modernización en 1940), Savoy,
Mariscala, Cineac y Cinelandia6, a lo largo del actual
Eje Central Lázaro Cárdenas. Este último era
“frecuentado por pederastas con dizque aspecto de
señores respetables, que, si estabas solito, se sentaban
en la butaca próxima, se 'hacían los disimulados' (…) y
de pronto aventuraban la mano sobre uno de tus
muslos y en avance hacia tu pito (…). La leyenda
negra pretendía que si uno era deseado por un joto, uno
resultaba sospechoso de jotez”. (José DE LA COLINA,
2011).
En otras colonias como la Roma, San Rafael, Santa
María La Ribera, Del Valle, los cines, los urinarios de
algunos edificios públicos y los baños de vapor,
propiciaban el encuentro, atrayendo además en sus
cercanías juegos de miradas y toqueteos. No era nada
inusual tampoco que dos hombres se sedujeran en la
calle: la Avenida San Juan de Letrán conservaba su
tradicional función de nervio central de la vida
homosexual, irrigando la Alameda Central y sus
entornos, sitios tradicionales de ligue callejero entre
varones:
En el centro había un corredor de ligue que
era Madero, tarde y noche. Lo que es Juárez
y La Alameda era un corredor precioso, de
intercambios de conocimientos de la gente.
Había una pérgola preciosa enfrente de La
Alameda, ahí en donde está el monumento
al guagüis [sexo oral]. (J-J. HERNÁNDEZ).
En esta zona también se prostituían algunos
hombres, por lo general jóvenes y de apariencia
varonil –un mercado prostitucional que podía
alimentarse de los migrantes de provincia recién
llegados a la ciudad que se instalaban al norte del viejo
centro. Así pues, si bien todavía predominaba el
ocultamiento y la discreción en las relaciones sexo afectivas entre varones, también existía cierta facilidad
para establecer contactos en la misma calle o en
espacios públicos:
Te ibas a eso, podías irte caminando en las
calles, caminando encontrabas una persona
y la ligabas, no había problemas. Tenías
relaciones, te ibas a la vuelta, te ibas a unos
baños (...). En la actualidad ya no puedes
hacer eso porque te sale que es asaltante.
Yo en el coche ligaba mucho, ahora ya no lo
puedo hacer. (Jorge CRUZ, comerciante,
propietario de la discoteca Spartacus).
El Teresa era muy popular, muy, muy
popular con mucho ajetreo (...). El
Sanborns del Ángel era la capital del ligue
y (…) las calles ahí alrededor, el circuito
infernal de Baja California por Insurgentes
y vuelta por Aguascalientes por atrás del
Sanborns, todo eso, por ahí pasaban
cadenas de autos y ahí se cerraba el
circuito mágico porque ahí desaparecía uno
así [chasquido de dedos]. (Max MEJÍA)
La Marginalidad en el Centro: cantinas,
cabarets y salones
Desde mediados de los años 20 y hasta principios
de los 50, el ambiente se mueve entre las tradicionales
cantinas de la Plaza Garibaldi, los centros nocturnos de
moda de la Colonia Guerrero y los cabarets de la
bohemia capitalina en la Colonia Doctores y Lorenzo
Boturini. San Juan de Letrán y las calles que hoy
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Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
conforman el eje central, la calle Cuauhtémotzin, unían
Tepito al norte con la zona roja al Sur y el barrio de
Cuauhtémotzin (NOVO, 1967) y La Merced
(RODRIGUEZ, 1991).
Estos ejes también concentraban una parte de la
oferta de ocio nocturno, la cual se iba expandiendo
siguiendo el Paseo de Reforma hacia Las Lomas de
Chapultepec al noroeste, y hacia el Sur por la Avenida
de los Insurgentes, salpicada de salones y cabarets. Por
otra parte, en los años 40 y 50, la colonia Roma llegó a
concentrar decenas de burdeles, casas de citas, y demás
sitios de sexo y prostitución. La casa de la Bandida, en
Durango nº 47, casi esquina con Insurgentes, fue una
de las más famosas. En la misma zona, Agustín Lara
acudía a Las Mexicanitas, cerca de su domicilio. En
algunas casas de las colonias Doctores y la Obrera
trabajaban, también, varones afeminados. En otras se
retransmitían los primeros materiales pornográficos
(LEAL et al, 2005).
Los residentes de estas zonas paseaban en coche o
caminaban por los camerinos de la Avenida Veracruz y
la actual Avenida Obregón, las calles de Puebla y
Orizaba, donde se podía ligar discretamente, en una
banca o en un café, en una exposición de pintura o
enfrente de un escaparate. En el cabaret Leda (Avenida
Vertiz nº 118), propiedad de Clotilde Ortiz Rubio,
animado por el excéntrico y elegante Luis Aguado,
llamado 'el Príncipe', se reúnen periodistas, artistas y
músicos (Carlos Chávez, Agustín Larra, Diego Rivera)
y demás amigos de María Izquierdo, escritores
bohemios y extranjeros así como personalidades
homosexuales tales como Chucho Reyes, Roberto
Montenegro, Novo, Nandino, Rodríguez Lozano.
Según Armando Jiménez (1991) la presencia de María
Izquierdo, apreciada por su modo 'provinciano y
folklórico', atraía “peladitos, albañiles, sastres,
mecánicos, boteros y carpinteros, incluso conductores
de tranvías, luego que concluían sus labores” en el
depósito cercano.
Al norte del primer cuadro, por las calles de
Donceles y Comenfort, se ubicaba entonces la zona de
hoteles y pensiones donde, desde la Revolución, se
alojaban estudiantes, militares, políticos y periodistas
en sus visitas o estancias en la ciudad. Ya a principios
del siglo los militares iban a admirar a María Conesa,
en el Teatro Lírico, según recordaría Agustín Lara: “en
su primer día en la Ciudad de México, todo soldado
revolucionario cumplía dos anhelos largamente
acariciados: uno, ir por la mañana a postrarse ante
María Guadalupe, en el Tepeyac; y otro, ir por la noche
al teatro a conocer a María Conesa”.
Al oeste, por la Estación de Buenavista, en la
colonia Guerrero, de provincia llegaban migrantes
solteros en busca de promoción social: alrededor se
asentaban restaurantes, tabernas, hoteles de varias
categorías, prostitutas, algunas pocas cantinas. En la
Plaza Garibaldi se juntan los homosexuales de clases
acomodadas con los mariachis y grupos populares de
la ciudad: “Por las noches, a la hora de la despedida,
nos cortábamos los parranderos y nos íbamos al Salón
México, al Plata Azul, al Tenampa y a todos los sitios
donde había vino, canto, golfos y oportunidades”,
recuerda Nandino (2000, p. 61). A un costado, en Las
Adelas7, podían seguir el descenso por los barrios
bajos hasta altas horas de la madrugada, junto con
turistas, militares y travestis (MONSIVÁIS, 2002).
Cerca, se encontraba el Salón México – decorado
por José Gómez, alias 'El Hotentote' – dividido en tres
pisos según el nivel socio-económico de la asistencia
(NANDINO, 2000). Acudían homosexuales de clase
media, pintores, músicos, intelectuales, poetas, que
podían así ir y venir de un nivel a otro, pasar de un
ambiente popular a la exclusividad de los más
privilegiados, y por tanto conocer varones de clases
más bajas, cuyas figuras a menudo correspondían al
ideal de masculinidad deseado por los 'homosexuales'
de la época. Así Manuel Rodríguez Lozano, por
ejemplo, quien ligaba tanto con “soldados y chóferes
que él levantaba en un antro de mala muerte en
Garibaldi” como con alumnos y 'mozos' (ayudantes) en
la escuela de pintura, de origen obrero y popular –
Abraham Ángel, Tebo o Nefeno – a quienes introducía
en temas plásticos (ZAMORANO, sin fecha). Ahora
bien, según Nandino los 'machos' eran siempre 'presa
fácil'. El médico cuenta que “sacó varias veces a unos
golfos” en los cabarets a los que iba a menudo con
Xavier Villaurrutia, “a base de pura plática y de
invitarles algunas copas. A pesar de que estaban con
sus mujeres, nosotros les hacíamos interesante nuestra
compañía.” (AGUILAR, 1986, p. 117).
Masculinidad y Relaciones Sexo Afectivas Interclasistas
Los espacios tradicionales de encuentro y
socialización entre varones, en especial las cantinas y
los baños de vapor, ofertaban a su clientela
'homosexual' un ambiente masculino8, donde era
posible hallar el tipo de relación deseada. El poder
adquisitivo permitía la elección del amante entre la
asistencia de bajos recursos. Casi todas las relaciones
que tuvo Nandino, iniciadas en baños de vapor, en
cantinas y en la calle, repiten básicamente el mismo
esquema: sus parejas provienen de clases bajas; el
médico les introduce al mundo homosexual; presta
ayuda material a sus familias e incluso obsequia casa a
algunos. Nandino, consciente de la distancia que le
separa, culturalmente de sus novios, pretende incluso
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Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
educarles:
Invertí bastante en descubrirle que había
culturas distintas, con diferentes colores,
olores y sabores, pero finalmente conseguí
lo más importante: convencerlo de que
también había otra clase de amores, por
ejemplo el de un hombre por otro, sin
desprestigio para la hombría de ninguno de
los dos. (AGUILAR, 1986, p. 107).
En esta época la práctica del sexo interclasista
formaba parte de la cultura de clase media, y la
socialización en los lugares populares constituía un
habitud de reafirmación: precisamente Novo (1946)
registró en esos años una por entonces nueva práctica
cultural nocturna “propia de las elites y clases medias
con vocación bohemia, la cual consist(ía) en transitar
de los escenarios de lo alto a los lugares de lo bajo”
(NOVO, 1967, p. 55). El frecuentar los lugares de las
clases populares ofrece a los homosexuales de clases
acomodadas, al igual que a los demás hombres de
éstas, la “sencilla ilusión de que son muy refinados y
decadentes (...) creen divertirse con los pelados que, en
realidad, son quienes se divierten con verlos” (NOVO,
1967, p. 56). (Imagen 1).
Imagen 1.9
La desigualdad económica que empreña las
relaciones de Nandino le asegura la posibilidad de
preservar cierta superioridad – poder – ante sus novios,
incluso de reafirmar su masculinidad, reproduciendo
relaciones jerarquizadas y no exentas de sexismo. Por
ejemplo, le ofrece casa a Orfeo cerca de la suya, para
así ser “dueño de su tiempo, de su cuerpo, y de su
vida” (NANDINO, 2000, p. 107). “Necesitaba sentir
posesión respecto de la gente. Sin concepto de
propiedad no podía amar a nadie” explica Nandino
(AGUILAR, 1986, p. 104). Las relaciones de Nandino
están marcadas por su posición social, por este deseo
de posesión y dominación que Joaquín Blanco (1986,
p. 63) describe en Los apetecibles cuerpos de la
miseria: “para dominarla mejor, la clase pudiente ha
sobre - erotizado los cuerpos de los jodidos; son
solamente una posesión, un acto de apropiación”.
La búsqueda de varones de rasgos muy masculinos,
viriles, bisexuales, vueltos pasivos y refinados bajo sus
manos, se complementa en Nandino por el rechazo a
'los afeminados' – Pellicer, Villaurrutia y Novo, del
grupo de los Contemporáneos, entre otros – con
quienes consigue su prestigio y su desprestigio (sic)
“porque ya socialmente ellos estaban señalados como
homosexuales” (NANDINO, 2000, p. XVI).
De ahí, quizás, que no frecuentara los lugares de
reunión de ambiente – el café de chinos de Donceles,
del cual huye como la peste (AGUILAR, 1986, p.119),
o más tarde Los Eloines o El Eco, nunca mencionados
en sus biografías– mientras que, en cambio,
probablemente encontraba según sus gustos en los
lugares más mixtos. En este sentido, la aparición, a
mediados del siglo XX, de espacios exclusivamente
'de ambiente' puede leerse como una primera
especialización de los lugares de ocio en función de
los gustos y formas de vivir el homoerotismo de las
clases más acomodadas. (Imágenes 2 y 3)10.
Imagen 2.
Renaud René Boivin
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Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 4, n. 2, p.118 - 133, ago. / dez. 2013.
De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
Imagen 3.
Los Primeros Lugares Especializados
A finales de los años 40 aparecen los primeros
lugares comerciales especialmente destinados a una
población homosexual y lesbiana: El Eco, en la calle
Sullivan, L’Etui, en la esquina de la Avenida de
Chapultepec y Calle Florencia, Los Eloínes (1951),
propiedad de David Mont regentada por una pareja
homosexual en la calle República de Cuba 45 – en
frente del Teatro Lírico – así como el Madreselva
(1949), “un cabaret pequeño donde los entendidos
beben pero no bailan, ansían pero temen aventurarse
más allá de lo verbal, más allá de lo admitido por el
juego de la mano debajo de la mesa y el 'coito verbal'.
Los asistentes temen las redadas y por ello llevan
dinero extra”. (MONSIVÁIS, 2002, p. 102).
Por otra parte, en los años 50 otros
establecimientos, mixtos, se tornan centros de reunión
conocidos de homosexuales y travestís: como El
Paseo, en Reforma, de conexión entre turistas
estadounidenses y jóvenes homosexuales trabajadores
de hostelería; la cafetería del Hotel Regis, en la
Alameda, donde se reunían famosos travestís y
homosexuales junto con artistas, cineastas mexicanos y
extranjeros:
Llegué a México en el 56. (…). Había más
libertad que ahora. Los ataques siempre han
existido. Había lugares más bonitos. De los
que me acuerdo estaban: El Eloines, el Inde,
el Belvedero del Hotel Hilton. Era dizque
para las 'muy chicas'. Había otros como el
Nicté - Ha11. (Xochitl, travesti, empresario,
entrevistada por Hernández y Manrique,
1984, CIDHOM).
Finalmente, algunos establecimientos de
barrio, más discretamente, se suman a la trama de
ligue y residencia homosexuales en las colonias
Doctores, Roma y Cuauhtémoc: “Visto desde afuera el
bar Chimu se parece a cualquier otra cantina, pero
nada más entrar sabes que estás en un bar de maricas.
Pedí una copa en la barra y miré alrededor. Tres
maricones mexicanos hacían posturas delante de la
máquina de discos”, recordaría William Burroughs
(citado en GONZÁLEZ, 1989, p. 54).
La aparición de estos primeros comercios
especializados supone una evolución importante en los
modos de vida de los homosexuales de las clases
medias de la ciudad de México, destacándose su
mayor separación de las clases populares en los
lugares de ocio. Nos dice Samantha Flores, a propósito
del 'Salón México' y de los lugares de la plaza
Garibaldi, a mediados de los años 50: “es más el
folclore que tenían porque eran de raspa, raspa raspa,
raspa de raspa! ¡De ese grado eran! Tuve la suerte de
conocer gente bien, ¿no? Desde que trabajé por la
escuela hotelera. Así es que siempre estuve en esferas
altas de la gente gay, de gente rica, muy rica”.
El desplazamiento de los nuevos centros sociales
homosexuales hacia el centro moderno, cerca del cruce
entre Insurgentes y Reforma, parece iniciar tal
separación: a mediados de los 50 el ambiente ya se
concentraba en las colonias Cuauhtémoc y Juárez,
signo de una visibilidad acrecentada. Ahí residían o se
hospedaban en hoteles de lujo, asistían a cenas y
fiestas privadas en las casas de las hermanas Inés y
Pita Amor, famosos y ricos homosexuales.
Represión y Depresión
Así pues, a mediados de los años 50 el ambiente
permeaba en ámbitos artísticos y círculos literarios, en
las reuniones de actrices y cantantes, en la Condesa,
Chapultepec, la Roma Norte. Florecía en los
restaurantes, galerías de arte12, estudios de pintura,
centros nocturnos y cafés de moda. También se
acrecentaban los crímenes contra homosexuales y
bisexuales. El miedo crece a la par con la inseguridad,
y los homosexuales empiezan a temer los ligues con el
homo/bisexual
moreno
o
'mayate'
(véase
MONSIVÁIS, 2002). Según Monsiváis (2002; 2007),
con el escándalo que suscitaron las muertes
sangrientas de Mercedes Cassola y su amante bisexual
Renaud René Boivin
Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 4, n. 2, p.118 - 133, ago. / dez. 2013.
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De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
en 1959, el regente de la ciudad, Uruchurtu (1954 1966), implicado en el asunto, endurece su postura.
Su política restrictiva y represiva respecto de la
vida nocturna llevaría directa o indirectamente al cierre
de muchos cabarets y cantinas de la ciudad, y en
especial de los pocos lugares de reunión para lesbianas
y homosexuales (GRUZINSKI, 1996; LAGUARDA,
2009). Xochitl confirma que hubo una fuerte represión
(redadas, cierres de establecimientos) a raíz de aquel
escándalo. Es decir: la mayor permisibilidad y el
fortalecimiento del medio homosexual, su visibilidad
pública, habrían llevado a reprimir y oprimir,
invisibilizar y asesinar, a los homosexuales.
A principios de los años 60, el viejo centro se había
ido vaciando de los habitantes más acomodados, y su
imagen se hallaba muy degradada por la cercanía de la
llamada 'línea de tugurios', en las colonias Guerrero,
Morelos y Buenavista (MONNET, 1994)13. El sismo
de 1957, que afectará la Avenida San Juan de Letrán en
varios puntos, algunos tramos del Paseo de la Reforma
y la colonia Roma, además de numerosos cines y
lugares emblemáticos, intensificó las dinámicas de
abandono y degradación del parque habitacional así
como la presión al desalojo hacia los inquilinos para
liberar los edificios de las rentas congeladas.
El urbanismo moderno y el pensamiento acerca de
la ciudad histórica reforzarán estas dinámicas de
desplazamiento, abandono y despoblamiento: se
trasladan las facultades de la UNAM a Ciudad
Universitaria (1954), se inicia la construcción de un
sistema viario moderno para crear movilidad y acercar
las alejadas zonas residenciales al centro económicofinanciero. La ampliación de la Avenida Reforma hacia
el Norte y la construcción del conjunto Nonoalco Tlateloco, junto con instrumentos de renovación
urbana, se presentó como la vía perfecta para cortar
entre los llamados tugurios y aportar una respuesta
urbana a la concentración de pobreza y delincuencia.
Dichos cambios incidirán en la configuración del ocio
en la ciudad, con la destrucción de numerosos
edificios, cabarets, hoteles y calles de la Colonia
Guerrero. Cae gran parte de la vida prostibulera al
desaparecer el Callejón del Órgano de La Región más
transparente, y los tradicionales centros nocturnos
entran en decadencia14, provocando a su vez la
deserción de las mujeres que residían por el rumbo.
Por otro lado, con las nuevas restricciones de horarios
y actividades, cierran múltiples centros nocturnos y
salones, el control policial aumenta y las redadas se
hacen continuas. Alrededor de Garibaldi, quedaron
algunas cantinas, cada vez más decadentes, cada vez
más violentas.
La Transición Homosexual en los años 60
y 70
Al cerrar los primeros bares con una asistencia
exclusiva de homosexuales y lesbianas, se multiplican
los concursos travestis, orquestados por la 'reina'
Xochitl en los salones, hoteles y restaurantes más
lujosos de la ciudad, en compañía de hombres
poderosos y adinerados a los que presentar a sus
nuevas reclutas (entrevistas con Samantha Flores y
Francisco Calderón, 2010 - 2011). La escasez de
lugares posiblemente haya incentivado también la
organización de fiestas en casas privadas, de las cuales
el encuentro entre clases quedaba excluido. Es decir:
una vez suprimidos los lugares más significativos del
ocio nocturno, se transforman las estrategias espaciales
de la nueva generación homosexual, cristalizándose tal
cambio en espacios públicos, semi - públicos y
privados de la ciudad a lo largo de los años 60 y 70.
Se potencia la reapropiación por una minoría
homosexual de la moderna Zona Rosa15 para transitar,
socializar y ligar, en los cafés y en las calles
adyacentes. Los trabajadores sexuales siguen la
corriente del cliente potencial y se hacen más
presentes en algunas esquinas, en los cafés Sanborns y
sus alrededores, como quedó novelado en El Vámpiro
de la Colonia Roma, de Luis Zapata. Por aquellos
tiempos, Zona Rosa ya se ha convertido en un barrio
de moda, sus calles y cafés son frecuentados por una
minoría de artistas, escritores, periodistas, estudiantes
y turistas. Representaba un “lugar neutro donde eran
permisibles estas expresiones”, era la “zona alternativa
al Zócalo” afirma Juan Jacobo Hernández. Los
primeros grupos del movimiento homosexual
empiezan a reunirse en Zona Rosa para plantear
debates y movilizarse. Por último, en ésta también se
organizan y anuncian las fiestas privadas realizadas en
propiedades de la Colonia del Valle, San Ángel y
Coyoacán.
Según Guash (1995), la introducción del modelo
gay de socialización supone la institucionalización de
bares, saunas, discotecas, y la consecuente
territorialización de la actividad de ligue homosexual.
La calle, antes lugar fundamental para el encuentro
homoerótico, espacio de aprendizaje de una subcultura
sin lenguaje, pasa al segundo plano en las prácticas de
la nueva generación homosexual, al volverse central el
disco - bar en los modos de vida del gay urbano16.
Ahora bien, los cambios acaecidos en las formas de
socialización homoeróticas conllevan también una
concentración urbana de los nuevos lugares de
encuentro y reunión. Y, en general, estos se nutren de
la actividad de seducción, encuentro y socialización
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Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 4, n. 2, p.118 - 133, ago. / dez. 2013.
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De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
presente en la calle y se insertan en la trama
residencial homosexual. En México, este movimiento
es muy notable, al concentrarse los nuevos
establecimientos alrededor de Zona Rosa. En efecto,
los primeros disco - bares destinados a una población
gay van ubicándose en la colonia Cuauhtémoc y en las
calles paralelas a la Avenida Insurgentes Sur,
acercándose progresivamente a la Colonia Juárez17.
Estos nuevos comercios se sitúan cerca de uno de
los ejes principales de la ciudad, de proyección de la
centralidad (MONNET, 1994), que vincula
directamente el centro geográfico con las colonias
residenciales del Sur y Ciudad Universitaria y los
puntos de reunión de los grupos homosexuales en
cafés y departamentos de las colonias Condesa, Roma
y Cuauhtémoc. Asimismo, esta ubicación se relaciona
con la cercanía de ligue callejero en la 'esquina
mágica', así como de prostitución masculina en zonas
cercanas. Es decir, los establecimientos comerciales
surgen allá donde el “ambiente” se hacía presente
desde algunos años atrás:
La colonia roma está llena de gente de
ambiente
yo creo que
después de la
cuauhtémoc ésta le sigue
andas por la
calle y a cada ratito te encuentras (…) uno
dos
tres quince cuates que tú ves que
son de onda entons*18 te sientes como en
tu propia casa ¿no? Así como en una gran
fraternidad. (ZAPATA, 2000, p. 52).
En 1977, El 9, un bar gay de moda por muchos
años, inicia finalmente su actividad en el corazón de
Zona Rosa, en un lugar muy estratégico. Unos años
más tarde, abrirá L’Baron cerca del Parque Hundido,
aprovechándose tanto del tejido residencial gay de la
zona como de menores restricciones de la delegación
en términos de horarios19. Esta reaparición de lugares
comerciales frecuentados por una población
específicamente homosexual se da en el marco más
amplio de una profunda transformación de la vida
cultural y nocturna, con la introducción del concepto
estadounidense de discoteca.
La vida social homosexual seguía girando en torno
al binomio ya tradicional desde los años 20, formado
por el café y la cantina, relacionados con la
conversación y el ligue discreto. Los establecimientos
como El Reno's, El Don o Mío Mundo continuaban
ofreciendo un servicio acorde con aquella manera más
tradicional, de restorán - cantina, donde se podía tomar
y hablar pero más difícilmente bailar en pareja, y el
Safari era un lugar de mezcla e interacción bisexual.
Los lugares tales como El 9 o L'Baron se tornan en
cambio una novedad al articular un nuevo modelo de
disco - bar en donde el baile se vuelve la actividad
central y los 'gays' los protagonistas principales:
El Safari tenía tres sectores perfectamente
definidos: el lado sur (la Caldera del
Diablo), ocupado exclusivamente por
hombres homosexuales, el norte (el
Cuadrante de Lesbos), por lesbianas, y el
centro por una mezcla de concurrentes
heterosexuales y cuatro o cinco prostitutas
que lo mismo aceptaban hombres o
mujeres. (MARTRE, 1970).
(…) rompían con lo que era el modelo
común de aquella época, que era por
ejemplo un café por ahí mexicano que
estaba en avenida Chapultepec, L´Etui. Era
un restaurancito frecuentado por gente de
ambiente. Y curiosamente un bar un
poquito más audaz, básicamente de
lesbianas, el Safari en la ya famosa Zona
Rosa que había emergido desde los 60.
(Mondragón).
Cuando me mudé en un departamento por
el Parque Hundido, ahí descubrí L’Baron.
Como podía llegar a pie aunque estuviera
ahogado de borracho, iba siempre ahí. Ese
fue mi descubrimiento de un bar-disco gay,
porque los otros no eran discos, eran
cafecitos muy monos; muy sentadito, pedías
la copa y platicabas y ya. (De Alba)
La nueva generación se va alejando de las cantinas
tradicionales del centro, vistas como insalubres,
anticuadas, degradantes para un homosexual de clase
media:
Los demás lugares eran muy feos, porque
casi
siempre
eran
propiedad
de
heterosexuales que pensaban que si iban a
tener un bar para jotos, entonces tenían que
poner manteles de color de rosa y moños.
Pensaban que los homosexuales eran así,
además que el trato era a patadas. Eran
lugares verdaderamente siniestros. (De
Alba).
No había muchas opciones de diversión, de
no ser una cantina de arrabal en la calle de
Independencia -casi esquina con Lópezllamada El Villamar. No era un sitio al que
fueran comúnmente los güeritos, bien
vestidos y peinados de la clase media y alta
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Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
(...). Más bien era un antro al que iban
obreros, taxistas, camioneros, vestidas y
gente de los barrios bajos del centro de la
ciudad. Lugares así no eran una opción del
todo entretenida para un chico como yo o
como mis amigos (…), de clase acomodada
y acostumbrados a convivir en ambientes
menos sórdidos. (CALDERÓN, 2008).
González de Alba abrirá primero El Vaquero, a dos
pasos de L’Baron, con una estética a las antípodas de
las cafeterías y 'bares de jotos', y una trastienda que
hacía oficio de sex - shop y donde vendía artesanías
reivindicativas y de poses provocativas. Prohibió la
entrada a mujeres y travestís. Abrió finalmente El
Taller en la calle Florencia nº 37, cerca de El 9,
aprovechando la coyuntura inmobiliaria
tras los sismos de 1985. Promovió u
obligó a llevar jeans y camisetas de
tirantes. Los shows no eran de travestís y
transexuales, sino de hombres de cuero y
aspecto viril. Todo esto a unos pasos del
Ángel de la Independencia: lo marginal
había llegado al centro.
Así pues, la 'transición homosexual'
en parte rompe con una cultura
homosexual más interclasista al desalojar
al gay de la calle y de los espacios
mixtos. Los establecimientos más
populares del centro se abandonan
progresivamente, al no corresponder la
representación (más tradicional) y
vivencia
(más
ambigua)
de
la
homosexualidad con la imagen que los
gays de clases superiores (profesionistas,
artistas y literatos) tienen o quieren dar de
sí - mismos. El desplazamiento hacia
zonas de mayor prestigio está a su vez
vinculado a la formación de nuevos
valores, al establecimiento de nuevas
maneras de entender y vivir las relaciones
homoeróticas, al impacto de la
diferenciación social en la definición de
la sexualidad. La nueva generación, al
buscar romper con un conjunto de
estereotipos y valores tradicionales acerca
de las relaciones de género y de la
homosexualidad, reafirmaría una vez más
las barreras de clase, como bien presagió
Blanco en Ojos que dan pánico soñar
(1979). El 'gay' se define por el rechazo a
las características que el discurso
dominante y tradicional vinculaba con la
homosexualidad
del
varón
–
afeminamiento, pasividad, promiscuidad – por el
cuidado de las apariencias para acceder a una posición
social: virilidad y dinero. La masculinidad construida
por el 'gym' y una dieta controlada desplaza el ideal
homosexual del jodido obrero:
Los gañanes verdaderos, los realmente
pobres, no eran la especialidad de la Gorda;
le resultaban muy tímidos, como que no le
entraban bien a la onda gay, que era como
una rareza más de los ricos. Los sabrosos
gañanes eran los disfrazados, los proletas
artificiales. (BLANCO, 1983, p. 65).
Mapa 2. El disco-bar gay y la nueva geografía de
homosocialización en la ciudad de México, 1970-1980.
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De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
Socialización y Culturas Homosexuales
En Las púberes caneforas (1983), el escritor
evidencia la existencia de dos mundos homoeróticos
contrapuestos – aunque nunca separados – a través de
la relación de Guillermo, burócrata de 40 años y
Felipe, un joven bisexual y chichifo20 de quien se
enamora. Guillermo se caracteriza por su gran
movilidad, ligada a su posición social: puede pasar de
los salones mixtos, frecuentados por senadores,
periodistas y familias adineradas, a la aventura
arriesgada de la Alameda y de las calles abandonadas
del Centro, donde siempre acaban los últimos pasos
del 'callejoneo' en su “búsqueda de nuevas, más sucias
y escondidas cantinas ilegales, con putas y chichifos
cada vez más agrios, enfermos, viejos” (BLANCO,
1983, p. 36).
Sin embargo, por muy fácil que le sea franquear las
distancias socio - geográficas, no consigue acercarse y
enseñarle a su amante, de clase baja, a ser 'gay', a
adoptar una cultura sexual ya no basada en el
intercambio material (a la Nandino) o en la mera
amistad, sino en la reciprocidad y el amor. Los deseos
de noviazgo y relación formal de Guillermo no pueden
ser satisfechos con el joven chichifo. No tanto porque
las condiciones sociales no se lo permitan, sino porque
Felipe no entiende las relaciones homosexuales en los
mismos términos: “Y toda esta gelatina emotiva sin la
cual Guillermo no se resignaba a acercarse al sexo.
Esos ojos vidriosos y esos gestos conmovidos no eran
sino ganas, que Guillermo no podía aceptar como tales
(…), porque se siente tan civilizado y superior”
(BLANCO, 1983, p. 76).
Sin embargo, el relato de Blanco también
evidencia la persistencia, contradictoria a la vez que
complementaria, de formas de encuentro social y
sexual entre clases y grupos, en espacios públicos y
cantinas populares del viejo centro. Existe cierta
inercia social y hasta geográfica en los modos de vida
y formas de encuentro de los varones que mantienen
relaciones sexo - afectivas con hombres en la ciudad
de México: el vagabundeo, el sexo anónimo e
interclasista, la aventura nocturna en busca de un
compañero efímero, la clandestinidad y la oscuridad,
la búsqueda imposible de la pareja estable, forman
parte de una memoria homoerótica sin palabras, que se
repite en los actos individuales generaciones tras
generaciones. Estas condiciones no se deben a la falta
de visibilidad o a la represión de la homosexualidad:
están ligadas a los modos de construcción sexo-erótica
de los varones capitalinos.
En efecto, en dicha construcción la calle, la
oscuridad, la clandestinidad, las diferencias socioétnicas, los juegos de luz y sombras, constituyen polos
de excitación, deseo y/o placer. El espacio público es
reconocido como lugar apropiado para la seducción y
la relación sexual21. Sin duda dichas formas de
socialización y encuentro han sido asociadas desde
antaño a unas fantasías sexuales clasistas de clase
media. “Las cosas prohibidas que calientan al burgués:
relación sexual con diferentes clases, prácticas
sexuales no engendradoras, explosiones violentas del
cuerpo encorsetado todo el tiempo en la forma
burguesa; cínicas expresiones del deseo de posesión y
de poder, manifestaciones de brutalidad”, afirma
Joaquín Blanco, quien precisa: “La civilización
burguesa se excita precisamente con lo que reprime
legalmente; sueña con lo que ella misma reprime”
(BLANCO 1986, p. 71).
Puede que se vincule, también, con una tradición
histórica y local de mezcla entre sectores sociales y
grupos étnicos. Se entiende así por qué la aparición de
lugares especializados, vinculada a las estrategias de
reproducción de las clases acomodadas de la ciudad,
sólo rompe de manera parcial con la práctica de
espacios más mixtos en términos socio-culturales y de
sexualidad, de la misma manera que la asunción de
una cultura homoerótica moderna (LAGUARDA,
2009), no borra la variedad de las experiencias
homoeróticas, ni acaba con las culturas sexuales más
tradicionales, indefinidas y ambiguas.
Conclusiones
Tanto en los años 20 y 30 como en los años 50 y
60, por muy estigmatizadas que fueran las relaciones
sexuales entre varones, los 'homosexuales' no dejaban
de ser 'visibles' en el espacio urbano. De hecho, en
reiteradas veces a lo largo de la historia urbana de
México, la aparición de lugares específicos fue
asociada al aumento del control policial, a la
insistencia de la corrupción de los gobiernos locales o
a la misma inseguridad. Por tanto, no se puede
entender el disco - bar gay, la llegada de una cultura
homosexual urbana, como ilustraciones de la
liberación sexual y/o de la liberalización económica
de la capital. Cabe matizar las interpretaciones
expresadas en términos de represión, invisibilidad y
liberación, y entender el 'clóset' como una estructura
simbólica e histórica de construcción relativamente
reciente.
Asimismo, la transformación de los lugares de
socialización en la ciudad de México debe ser
estudiada a un nivel más fino para evitar errores de
interpretación histórica que hagan pensar que las
condiciones de vida homosexuales siempre fueron
asociadas al ocultamiento y a la represión, o que
intenten demostrar que los modos de vida y
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De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
representaciones identitarias gays actuales son
necesariamente más progresistas que las formas del
pasado.
Más que la falta de visibilidad, llama la atención el
silenciamiento alrededor de las formas de
socialización, la sexualidad, la fuerte presencia urbana,
de homosexuales de buena reputación, que desde
lustros han acompañado la formación de un clóset
moderno en México. Finalmente, en el contexto de la
ciudad de México, es necesario corregir también la
propuesta de Guash, admitiendo que la calle, los
lugares públicos, además de la trama urbana de
residencias y estudios, talleres, consultorios, teatros y
cines, cantinas, cafés y bares, formaban – y siguen
formando – un entramado de interacciones sobre el
cual se solidificaron e institucionalizaron los lugares
especializados de homosocialización.
6
En los mapas no se distinguen las dos
funciones –de socialización o encuentro sexual–
cumplidas por cada sala de cine. En general, los cines
convertidos en lugares de ligue y sexo entre varones a
partir de los años 60 venían siendo salas significativas
para los modos de vida y socialización homosexuales
anteriormente, en especial las situadas en zonas de
ligue (Alameda, San Juan de Letrán, Paseo de la
Reforma).
7
Puede que Las Adelas o Las Adelitas, como
se llaman a los militares que mantienen prácticas
homoeróticas, haya sido un sobrenombre para referirse
a distintos lugares de la zona. De momento, no he
reparado ninguna referencia a Las Adelas en los
escritos de Novo y Nandino. El único lugar conocido
con este nombre era el Bar 14, situado a un costado de
Garibaldi en los años 90, y que Monsiváis (1998b)
describió.
__________________________
Según González Rodríguez (1989), hasta
1983, ninguna mujer no acompañada, que no fuera
para trabajar (de fichera) podía penetrar en una
cantina.
8
Centro de Información y Documentación
sobre las Homosexualidades de México 'Ignacio
Álvarez', albergado en el Colectivo Sol A.C. hasta
2012. Hoy forma parte del Centro Académico de
Nuestra Memoria de América de la UACM.
1
En México, si bien se admite que la gaydad
es construida desde las clase medias acomodadas, muy
pocos estudios se interesan por entender las maneras en
que la clase social, la posición socio-económica,
pueden influir en las prácticas e identidades sexuales o
por el homoerotismo en las clases populares.
2
Monsiváis (1998a, 2002) recurre a esta
noción en varias ocasiones: “Para los homosexuales, su
espacio ha sido el Ambiente, el gueto (la sociedad por
ellos constituida, sin otras reglas que el ligue constante
y la creación de 'familias gay' o núcleos amistosos)”.
(MONSIVÁIS, 1998a, p. 30).
3
4
A las entrevistas del Archivo Histórico del
Movimiento Homosexual, proyecto de la ENAH y del
Colectivo Sol A.C. (2004), se sumaron las realizadas
por mí en 2010-2011. Salvo indicaciones contrarias, las
citas incluidas en este artículo provienen de dichas
entrevistas.
En esta misma sala, en calle Santa Veracruz
nº19, Colonia Guerrero, a principios de siglo se
exhibieron clandestinamente las primeras películas
eróticas, según evocan Leal et al. (2005).
5
9
La calle de Cuauhtémotzin, representada por
Emilio Baz en 1941. La presencia de la cantina al
fondo, el gesto afectivo del varón de piel más oscura es
una referencia autobiográfica directa a su 'amistad
especial' con 'El Hotentote', según se entendía en la
época la camaradería sexual entre dos varones.
Imagen:
Colección
A.
Blaisten:
www.museoblaisten.com
Imágenes 2 y 3: Autorretrato (1935) de
Emilio Baz Viaud, con 17 años, proveniente de una
familia adinerada, y El Hotentote (1941), retrato de
José Antonio Gómez Rosas, su pareja sentimental,
quien vivía en el barrio de la Merced, representado a
su espalda. Ex alumno de la escuela de pintura La
Esmeralda, escenógrafo, animador y decorador de
fiestas de máscaras, famosos teatros y salones. El
pintor insiste en los rasgos viriles e indígenas y la
vestimenta popular de su amante, características a las
que debe su sobrenombre. Imágenes: Colección A.
Blaisten: www.museoblaisten.com
10
11
Xochitl se refiere a los cabarets del Hotel
Continental-Hilton, en Reforma e Insurgentes, y del
Hotel del Prado. En el Hotel Reforma se situaba el
Ciro’s y el Hotel Regis de la Alameda también contaba
con cabaret propio. Se trataba de lugares más
permisivos por la presencia de turistas internacionales.
Renaud René Boivin
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Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 4, n. 2, p.118 - 133, ago. / dez. 2013.
De Cantinas, Vapores, Cines y Discotecas.
Cambios, Rúpturas e Inercias en los Modos y Espacios
de Homosocialización de la Ciudad de México
La travesti subraya que en éstos – a diferencia de los
situados en plaza Garibaldi y Colonia Guerrero –
acudían las travestís y los más afeminados ('las muy
chicas').
La galería de Daniel Mont y Gabriel
Orendáin, pareja homosexual de mecenas, en Puebla
nº154 (Colonia Roma) era por ejemplo un lugar
importante de reunión y formación de redes del
“ambiente”. La Galería de Arte Mexicano, de Inés
Amor, situada en Milán nº18 (Colonia Juárez) o la
casa-estudio de Chucho Reyes Ferreira, homosexual
tapatío, en Milán nº20, representaban también lugares
mixtos de socialización entre varones. (NEUMAN,
1993; MANRIQUE y DEL CONDE, 2005).
12
13
La visión del viejo centro es tan negativa,
que en 1971, Salvador Novo, quien había sido un gran
cronista de éste, para no toparse con la violencia
callejera, se negará a acudir a la cena de su amigo
homosexual David Antón en su penthouse de la calle
Madero (NOVO, 1994).
Según indica González Rodríguez (1989) en
1957 fueron desalojadas de la calle del Órgano. Carlos
Fuentes proporcionó el último retrato del callejón antes
de las obras.
14
Zona Rosa es el sector más comercial de la
Colonia Juárez, a unos pasos del barrio financiero de
Reforma. La colonia Juárez fue urbanizada a
principios del siglo XX, con una arquitectura de estilo
francés y neoclásico. Forma parte de la delegación
central del Distrito Federal – Cuauhtémoc. Las
colonias Roma, Condesa y Cuauhtémoc bordean la
Juárez.
15
El estudio de Gallego (2010) evidencia que
el disco-bar se ha vuelto central en los modos de vida y
socialización de las jóvenes generaciones. Los
encuentros socio-sexuales tienen lugar en espacios
comerciales principalmente.
16
Los establecimientos abiertos entre finales de
los 60 y 1980 fueron Safari (1965?); Penthouse, pub
clandestino de Donnadieu en el piso 15 del nº100 de la
calle Manzanillo, entre 1975 y 1977; D’Val, en Baja
California, dirigido por Martha Valdespino y animado
por Samantha Flores (1976-1979?); Bagoas, en la calle
Monterrey, esquina con Chiapas. A principios de los
70, en la calle Durango, casi esquina con Insurgentes,
se inauguró el restaurante Las Canastas de la misma
dueña que el Reno’s en Reforma nº276. Mío Mundo,
17
ubicado en calle Bucareli, abrió en 1974. Por esos
años durante unos meses funcionó Camelia la Texana
en San Ángel. El Don abrió a principios de los 70.
(CALDERÓN, 2008; entrevistas CIDHOM y
entrevistas personales con Samantha Flores y Paco
Calderón). En el mapa se distingue entre los distintos
tipos de establecimientos.
18
Entons: abreviatura de Entonces en algunos
países Latino Americanos.
El Mapa 2 no representa varios focos
residenciales, comerciales y de ligue en el sur: en
Tacubaya, en la Colonia del Valle y alrededores y en
San Ángel vivieron varias figuras del ambiente de los
años 60 y 70, y existían varios lugares “gays”. Ciudad
Universitaria, y en especial la Facultad de Filosofía y
Letras, representaba otro foco de actividad política del
movimiento, de encuentro y sexo entre varones desde
años los años 60.
19
En México se usa el término 'chichifo' para
designar al varón que ejerce la prostitución con otros
varones, de manera profesional o esporádica.
20
21
Estas formas clandestinas y callejeras del
encuentro homosexual han sido descritas como el
reflejo de la marginación homosexual, por las
situaciones de corrupción y violencia que
engendraban. Novo vinculaba las relaciones anónimas
con el desamor y la soledad: “La ley de la demanda y
de la oferta/que se me ha enseñado su sabiduría/lleva
el fácil amor hasta mi puerta/Y sin embargo, a veces,
todavía/Sobre el crespón de mi esperanza
muerta/vierte su llanto la melancolía” (Sonetos, citado
por Monsiváis, 1997, p. 25). “¿Qué es la sordidez,
aquello alejado de las luces de la respetabilidad, lo que
impulsa al contacto íntimo con desconocidos, a la
aventura riesgosa, a la inminencia del chantaje y el
arresto, a las turbias recompensas de la adrenalina, al
abandono por unas horas de la personalidad de todos
los días (…) ?”, se pregunta a su vez Monsiváis (2002,
p. 112), quien vincula entonces la oscuridad con el
closet. En contraste, en Francia la “homosexualidad
negra”, popular, de encuentros en baños, parques y
calles, entre distintas clases sociales e inter-étnicas, ha
sido retratada de manera más positiva por los literatos,
en especial Marcel Proust y Jean Genet.
Renaud René Boivin
Revista Latino-americana de Geografia e Gênero, Ponta Grossa, v. 4, n. 2, p.118 - 133, ago. / dez. 2013.
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