EL FRACASO ESCOLAR ¿FALTA DE TRABAJO DE LOS
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EL FRACASO ESCOLAR ¿FALTA DE TRABAJO DE LOS
EL FRACASO ESCOLAR ¿FALTA DE TRABAJO DE LOS ESTUDIANTES? Introducción De todos los estudios realizados en los últimos años sobre la educación en España se puede deducir la misma consecuencia y es que nuestros alumnos obtienen peores resultados escolares que los del resto de los alumnos de los colegios europeos. Haciendo la misma comparación igualmente obtenemos que los que peores rendimientos obtienen dentro de España son los alumnos andaluces ¿qué está pasando con la educación en España en general y en Andalucía en particular? Si, efectivamente, el fracaso escolar es muy grande en España en general y en Andalucía en particular y constatar esa realidad no debería ser considerado como un agravio a nadie, salvo el caso en que fuese falso, pero si es público y notorio que eso es así, sólo se constata una realidad, que es el primer e imprescindible paso para iniciar la solución de ese problema si se considera tal y si hay voluntad de hacerlo. ¿Tienen nuestros alumnos/as falta de capacidad intelectual para superar con éxito sus estudios? ¿existe alguna dificultad específica para el aprendizaje de nuestros alumnos/as? ¿existe algún trastorno específico en nuestros alumnos/as?, a todas las anteriores preguntas podíamos contestar con un no rotundo, pero entonces ¿qué es lo que está pasando en nuestros alumnos/as? Sin ánimo de ser exhaustivos y partiremos sólo de un principio, del de la motivación de nuestros alumnos/as para el trabajo que supone el estudio observamos que efectivamente, una gran parte de nuestros alumnos/as no tienen un interés suficiente para el esfuerzo que supone el trabajo del aprendizaje escolar; es decir, tienen que ir al colegio, bien porque no les queda otro remedio, bien por que se encuentran con sus compañeros y amigos y pasan un buen rato, pero no les gusta estudiar. Pues bien, por el mero hecho de haber asistido al colegio, hoy en día muchos entienden que se les tiene que aprobar, ya que todo su trabajo en el mismo es la asistencia y ella es mérito suficiente para aprobar y obtener los resultados que tienen que alcanzar. Ante esta situación la pregunta que nos hacemos muchos profesores/as es ¿qué hacer? ya que esa falta de interés por parte de algunos alumnos/as es la principal dificultad que encontramos en nuestro trabajo diario de clase y sin embargo con él tenemos que lidiar cada día. Efectivamente el número de alumnos/as desmotivados es muy elevado, pero no en todos los casos se trata de alumnos/as que se aburren en clase, pero si es verdad que bastantes de ellos sólo se limitan a aprender lo que en la clase se le puede dar, sin hacer ningún otro esfuerzo; es decir, practican la ley del mínimo esfuerzo y hay que darles todo muy masticado y digerido. En algunas ocasiones, esto es general para todas las asignaturas y sólo en algunos casos es selectivo con respecto a algunas asignaturas. ¿Qué es lo que está pasando con estos alumnos/as? Esta pregunta no suele tener una fácil respuesta ya que quizá, tendríamos que centrarnos en aspectos que, no son en sí mismos pedagógicos y que no parece que tengan mucho que ver con la escuela en particular y nos estamos refiriendo a ciertos aspectos de tipo social tales como: Los cambios tan bruscos y profundos sufridos por nuestra sociedad y desde luego no siempre para mejorar ni a nivel personal ni social ni profesionalmente. La falta de dedicación y apoyo de las familias a sus hijos en su aprendizaje, bien porque no saben, porque no se ocupan de ello o porque no pueden, están muy ocupados en otras cosas. Las desproporcionadas y nocivas influencias, en muchos casos, de los medios audiovisuales, sobre todo cuando se les dejan a su alcance sin ningún tipo de control. Qué grandes inventos hemos presentado los hombres en estos últimos tiempos si fuesen usados responsablemente. La inestabilidad de las legislaciones educativas, tan cambiantes en tan poco espacio de tiempo y que responden a concepciones partidistas no consensuadas para tener el necesario apoyo de la gran mayoría. La formación de una sociedad excesivamente tolerante y permisiva que ha conducido a la ley del mínimo esfuerzo y a la oposición a todo lo que signifique exigencia y control. El hecho evidente es que una parte muy importante de nuestros alumnos/as están desmotivados para el aprendizaje y quizá también para el esfuerzo y el trabajo en particular. ¿Cómo pierden nuestros alumnos/as las razones para su trabajo, para el estudio? Si algo está claro es que la desmotivación para el estudio no aparece de un día para otro por arte de birbibiloque, sino que por el contrario es un proceso y a veces un largo proceso en el que intervienen varios factores y que podemos resumir de la siguiente manera: De entre la falta de motivación externa de que adolecen nuestros alumnos/as, podemos distinguir las siguientes: 1. Las diferencias existentes entre las metas que se persiguen en la enseñanza y los principales objetos de interés de los alumnos/as: ¿realmente el centro de interés de los alumnos/as es el de cumplir con una obligación?, acaso ¿el aprender para llegar a ser un buen profesional que de unos buenos servicios a la sociedad? ¿alegrar a sus padres con unas buenas notas?, acaso ¿conseguir mediante unos buenos resultados en los estudios, un buen regalo?, ¿alcanzar más adelante una buena posición económica y social?. Generalmente, nada de lo anterior es lo que les motiva, sino que se orientan principalmente por las actividades de los amigos, por aquello que se encuadra dentro de lo que la pandilla acepta como centro de interés y en consecuencia el alumno/a buscará todas las excusas imaginables para dedicarse a lo que forma parte de su centro de interés y el de la pandilla que generalmente se centra en oír música, pero no en estudiar y aprender música, en ver cine, pero no en estudiar y aprender a hacer cine, a pasar el mayor rato posible con los amigos, salidas hasta altas horas de la noche, si es posible, a ligar dentro del grupo, al botellón y a todo lo que se derive de esos ambientes. Efectivamente, el estudio es un trabajo y requiere dedicación y esfuerzo y no tiene un atractivo inmediato, en la mayoría de los casos, para los alumnos/as y por el contrario todos los que anteriormente hemos indicado si lo tienen, y así se plantea ¡estudiar! ¿para qué?. 2. La autoestima: este es uno de los factores fundamentales para acometer cualquier tipo de actividad con posibilidades de éxito, puesto que motiva suficientemente para el trabajo y el esfuerzo que se requiere y en consecuencia tiene una relación directa con las dificultades del aprendizaje y como consecuencia de ello con el abandono escolar. Efectivamente, si el esfuerzo desarrollado (según los criterios del alumno/a) no se corresponde con el rendimiento académico obtenido y que se materializa con las notas obtenidas, esto les puede llevar de la mano directamente a reforzar su autoestima en la aceptación del grupo de sus iguales; es decir, de los que fracasan o al menos de los que obtienen los mismos o parecidos resultados que es al final lo que importa y que no justifica hacer ningún esfuerzo extra. Naturalmente empiezan a destacar por otras actividades, generalmente antisociales que son las que aplaude la pandilla y así se dedican principalmente a dificultar la marcha de la clase o simplemente a pasar olímpicamente de las enseñanzas que en ella se imparten. 3. No prestar la necesaria atención al profesor/a en la clase: la consecuencia inmediata es que no estarán en condiciones de poder realizar las tareas que se derivan de la marcha normal de la clase ya que no saben en que consiste lo que se les pide que hagan y no saben cómo poderlo realizar. La actitud inmediata es la de no participar en las tareas comunes, siempre que pueda evitarlo y las personales, como mucho copiarlas o simplemente no hacerlas, no las sabe y está claro que tampoco le interesa saberlo. 4. Lo que estudian no tiene sentido actual para los alumnos/as: todavía podríamos esperar que efectuaran algún esfuerzo si percibieran que lo que se les enseña tienen algún atractivo para ellos, si los ven útiles para su inmediata aplicación, entonces el esfuerzo merecería la pena. No les resulta atractivo de ninguna de las maneras tener que memorizar conceptos a los que no encuentran ninguna aplicación a su vida inmediata y en consecuencia no les motiva a realizar ningún esfuerzo. 5. La promoción automática: si a todo lo anteriormente expuesto le sumamos que además, a nuestros alumnos/as se les permite promocionar automáticamente de curso, haya o no conseguido los objetivos del mismo, entonces ya le hemos puesto la guinda para que el desinterés de los alumnos/as sea total, ya que ha descubierto que, para pasar de curso no hay que estudiar ni que trabajar nada, basta simplemente con sólo estar matriculado y asistir regularmente a clase, el obtener unos determinados resultados académicos no sirve absolutamente para nada ¡trabajar, estudiar! ¿para qué? Ante las realidades anteriormente expuestas ¿qué podemos hacer los profesores/as. El alumno/a desmotivado/a para el estudio, para el esfuerzo, para el trabajo es un firme candidato al fracaso, primero el escolar, después el personal y más adelante el social y ante estas situaciones tan negativas algo se tiene que poder hacer, yo creo que mucho, pero no me parece que a todos los niveles se tenga la prioridad de buscar las correctas soluciones al problema, quizá porque los que pueden hacerlo, tengan otros problemas y otras prioridades. Efectivamente el fracaso se inicia en la enseñanza primaria y cuando se llega a la ESO la situación se ha hecho ya muy difícil de afrontar. Recordemos que en la enseñanza primaria, los contenidos objeto del aprendizaje muestran más cercanía a los alumnos/as, se parte más de los centros de interés de los mismos, en tanto que en la secundaria, éstos se hacen mucho más abstractos que naturalmente pueden ser percibidos por los alumnos/as como inútiles y faltos de sentido, todo ello sin tener en cuenta las dificultades que presenta la edad; es decir la pubertad y adolescencia que son difíciles de compaginar con una disciplina y un aprendizaje normalizado, sobre todo cuando no se ha tenido en la etapa de la niñez y la preadolescencia. No es fácil llegar hasta aquellos que ya nos evitan, ni interesar a los que no interesamos pero quizá tengamos algunas herramientas que nos puedan ayudar, que puedan sernos útiles en nuestro cometido y quizá en estos casos el más apropiado pueda ser el uso de los métodos de enseñanza que despierten su curiosidad y ¿cómo hacer despertar su curiosidad? ¿cómo hacer que participen en la marcha de la clase? Es preferible tener que dar normas de participación en la clase porque todos quieren participar a no despertar en los alumnos/as interés alguno por ellas. Una forma podría ser la de formular preguntas y dejar caer interrogantes curiosos como comienzo de la clase, dejar un corto espacio de tiempo de reflexión y presentar el tema de clase partiendo de situaciones ya vividas por los propios alumnos en general y diseñar actividades en las que tengan que buscar información y hacerlo en pequeños grupos de trabajo, haciéndoles saber que se valorará, además de los resultados la participación de todos los alumnos en el trabajo ya que el mismo tiene que ser explicado en clase por todos sus componentes. Una herramienta a la que los alumnos/as prestan mucha atención y de la que podemos aprovecharnos es del uso del ordenador en la enseñanza ya que el mismo se adapta perfectamente a las necesidades de los alumnos/as, su uso es flexible metodológicamente hablando, ayuda a mantener el orden en la clase y facilita las relaciones entre los propios alumnos/as manteniendo un buen ambiente de trabajo en clase. Sobre todo, hemos de tener en cuenta que el ordenador es una herramienta que bien utilizada puede dar resultados muy buenos, pero como tal herramienta, también puede ser mal utilizada y de ello tenemos que estar pendientes los profesores/as. Una cosa es cierta y es que si como herramienta es útil a los alumnos desmotivados y que éstos aprenden más que cuando lo hacen con la enseñanza habitual, entonces habrá merecido la pena su uso. Como hemos señalado anteriormente la estrategia a desarrollar pasa por relacionar en todo aquello en que sea posible, los aprendizajes de la clase con la vida ordinaria de nuestros alumnos/as; es decir, que la enseñanza conecte con las realidades de los alumnos/as ya que esto les permitirá tener una información más precisa y real de todos los acontecimientos que se vive a su alrededor, de tal manera que, la enseñanza de clase si conecta con su realidad y si tiene un interés inmediato para ellos. Efectivamente no es fácil aplicar todo lo aprendido a la realidad de los alumnos/as pero cuando ellos descubren la funcionalidad de sus aprendizajes, el interés que suscita en ellos aumenta considerablemente, se dan cuenta de que lo que aprenden puede servirles para resolver problemas de su vida. Naturalmente, si queremos que el aprendizaje de nuestros alumnos/as conecte con su realidad, tenemos que organizar situaciones de aprendizaje que conecte con la realidad exterior a la escuela y de ello podemos entresacar varias actividades que motiven, atraigan y aglutinen a los alumnos/as, a veces no es tanto la enseñanza directa de una materia a través de una actividad, como la disposición para aprenderla si nos la ofrecen y así podemos organizar: la biblioteca escolar y de aula, su organización se llevará a cabo, pero los alumnos/as tienen que participar en la forma y el medio de hacerlo; es decir, han de descubrir por qué se utiliza este método de hacerlo y no otros que nos han podido ser sugeridos por otros participantes, han de descubrir el por qué del orden de los libros y de todo y no hemos de estar tan preocupados de hacerlo lo antes posible. Un periódico escolar que no solo se distribuye en el propio centro si no que se hace en el barrio y que también puede llegar a otros centros escolares. La búsqueda de la noticia, el informarse debidamente de ella, el contrastarla, el darlas a los demás mediante una cabecera que llame la atención de los lectores, cuidar el lenguaje, la ortografía y la gramática, etc. Si disponemos de espacio en el centro, crear un huerto o jardín escolar, donde se aprenda a conocer y respetar a las plantas, a los árboles, a las diversas especies alimenticias y percibir su proceso de reproductor desde la semilla al fruto, conocer su diversidad y utilidad para el ser humano comprender y valorar el carácter de ser vivo que representan y el lugar que ocupa en la vida y la importancia de su compañía de la que gozamos, etc. Formar grupos de teatro que preparen, aprendan y representen diversas obras con diversos estilos de manera que puedan ser representados no sólo en el aula, sino en el centro escolar y en su barrio y localidad. Los resultados llegarán con la disposición de todo el grupo, lo verdaderamente importante es la participación, el interés que muestren por el aprendizaje y la colaboración en una obra común con un equipo de compañeros/as y el llegar a realizar una obra bien hecha que despierte el interés de otros por verla. Seguramente en nuestra localidad o ciudad, hay muchos lugares donde aquello que tratamos en la clase pueda ser visto y experimentado por nuestros alumnos/as, pues organizar excursiones y salidas externas que sean verdaderamente pedagógicas, la salida no es lo más importante, lo verdaderamente importante es que aquella materia que se aprende en la clase y a la que le prestamos atención pueda ser vivenciada, experimentada y percibida a través de los sentidos, aprendiendo a conocerla y respetarla. Alguna vez se ha de detener la continuada experiencia del fracaso de la desmotivación que lleva a los alumnos/as al abandono de su interés por todo lo escolar y para ello, los profesores/as podemos aportar nuestro granito que no hace granero pero que ayuda al compañero y en el caso que estoy proponiendo se trata de reforzar la autoestima de los alumnos mediante el uso de una enseñanza significativa cercana a sus puntos de interés y experiencia y con contenidos de aprendizaje que sean capaces de resolver con éxito. Conclusión La realidad demuestra tozudamente una y otra vez que la situación de la enseñanza en España en general y en Andalucía en particular es muy deficiente y son muchas las teclas que hay que tocar para que ésta se armonice, para que alcance un nivel, al menos, comparable con la media de los países de nuestro entorno. Se debe tener claro los niveles de responsabilidad que con respecto a la misma tiene cada estamento que en ella interviene y lo que cada uno tiene que hacer para alcanzar, como mínimo, la meta antes fijada. Bibliografía Marchesi, A. (2005). Qué será de nosotros, los malos alumnos. Madrid. Alianza Editorial