98 Akiva ben Avraham “Para qué estamos aquí. Un ensayo sobre el

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98 Akiva ben Avraham “Para qué estamos aquí. Un ensayo sobre el
El Búho
Revista Electrónica de la Asociación Andaluza de Filosofía.
D. L: CA-834/97. - ISSN 1138-3569.
Publicado en www.elbuho.aafi.es
Para qué estamos aquí. Un ensayo sobre el futuro del hombre.
Akiva ben Avraham ([email protected])
Creo que es bastante natural que llegados a cierta edad –que no es la misma para todas las
personas- algunos problemas nos preocupen más y más.
No teniendo la ayuda y a veces el consuelo –bastante discutibles y en general no serios- de
cualquiera de las religiones, los problemas y las dudas deben ser enfrentados con valentía
confiando en nuestras propias fuerzas y en las que nos dan varios milenios de cultura humana
cuya influencia hemos heredado y nos alumbra en mayor o menor medida.
Nos maravillamos de la complejidad, hermosura y perfección de todo lo que nos rodea, de la
agilidad de los gatitos, de la elegancia de los pájaros en nuestro jardín, de la sucesión de los días y
estaciones, de la estabilidad de los cielos, de la eficacia de nuestros sentidos, de la casi increíble
capacidad de mantenernos derechos y equilibrados incluso en condiciones extremas de velocidad y
gravedad, de la perfección de nuestra vista, de nuestra memoria, de nuestra capacidad de pensar
y decidir, a cada momento, durante largos años.
No nos es difícil participar de algunas conclusiones de nuestros filósofos y aceptamos, casi como
un axioma el "cogito ergo sum" de Descartes.
Posiciones que nos parecían peligrosas o casi prohibidas, como la duda e incluso la negación de la
existencia de un ser superior, nos son más y más aceptables y no nos atemorizan. Sin temores,
nos ubicamos junto con los ateístas, agnósticos y materialistas. Diría, que normalmente nos
fastidia, prestar atención a todas esas sandeces y sedicentes explicaciones y justificaciones, que
escuchamos de boca de teólogos, predicadores, sacerdotes, papas, grandes rabinos, curanderos,
gurus y charlatanes de todo pelo, hablando en tono doctoral o como en trance.
El admirable progreso de las ciencias nos han revelado el Big Bang, las partículas atómicas y
subatómicas, la radiación de fondo, la velocidad de escape de las galaxias, los agujeros negros, los
quásares, las novas y supernovas, las imágenes increíbles de los planetas de nuestro sistema, la
exploración del Sol y el examen minucioso de las manchas solares y de sus explosiones
magnéticas, el reciente descubrimiento de la llamada materia obscura que forma la mayor parte
del peso de la materia de todo el Universo, la trayectoria de la luz y sus desviaciones y velocidad,
la estructura de las moléculas, la síntesis de elementos transuranianos, la fisión de los átomos
pesados y la fusión que conduce al helio, los increíbles aceleradores de partículas, la transmutación
atómica, la doble helicoide del ADN, la complejidad y el lenguaje de nuestro mapa genético, las
maravillas que nos revelan las llamadas células de tronco, los éxitos en la lucha contra las
enfermedades, los cereales transgénicos, las maravillas de la industria y la distribución de los
alimentos, la síntesis clorofiliana y el papel de la adeno-tri-fosfatasa, el equilibrio ecológico y
contínuo intercambio del oxígeno y del anhidrido carbónico entre vegetales y animales, el salto de
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potencial en la transmisión de los impulsos nerviosos, el mecanismo de la sinapsis y el papel de los
neurotransmisores, la temprana migración y el regeneramiento de las neuronas, los progresos de
la psicología clínica, las implantaciones y regeneración de órganos, los avances magníficos de la
técnica de producir y transmitir energía que por primera vez nos hacen ver la certeza de la
posibilidad de liberarnos de la dependencia de los combustibles fósiles y sus negras consecuencias
para el porvenir de la raza humana, el desarrollo de nuevos reactores nucleares utilizando
neutrones de alta velocidad que serán prácticamente eternos con mínima producción de cenizas
radioactivas, la lucha en la defensa del derecho a la vida de multitud de especies animales y
vegetales, la creciente y seria búsqueda de comunicación con civilizaciones extraterrestres, las
maravillas de la petroquímica, la revolución que estamos viviendo en el campo de las
comunicaciones sea con los teléfonos celulares como con los computadores, los sistemas de
ubicación de personas y cosas por medio de un sistema estable de una veintena de satélites, la
exploración del espacio exterior, el progreso de la robótica y la liberación de los humanos de
trabajos peligrosos como en la profundidad de las minas o en las condiciones del vacío casi
absoluto y en un entorno saturado de radiaciones mortíferas, los elegantes puentes y túneles que
comunican lugares distantes incluso yendo por debajo del mar, la previsión cada vez más exacta
del clima, las altas torres que nos dejan sin aliento, la red mundial del Internet y lo que eso
significa para la expansión de la intercomunicación de las mentes humanas, los avances incesantes
de la Física, la Química, la Matemática, la Electrónica, la Medicina, la Nanotecnología, la Ingeniería
Genética, el Transporte, el descubrimiento y adaptación de nuevos materiales.
Las explicaciones creacionistas con que engañaban y satisfacían nuestras dudas infantiles, van
perdiendo terreno y cada vez más se refugian en la ignorancia de la fé, alentada aún por ejércitos
de parásitos y charlatanes que cabalgan en la ignorancia humana y en el temor a lo desconocido.
El hombre se va adueñando de sí mismo y de su futuro en el Universo. No es un proceso fácil, pero
es un proceso que marcha y es incesante.
Y con renovada energía, con renovada confianza en la capacidad de la mente humana y de sus
logros, nos preguntamos para qué estamos aquí, qué papel jugamos estando aparentemente en la
cúspide de la llamada materia viva pensante, por lo menos en nuestro planeta.
La palabra "religión", que tiene origen latino ("ligare" una y otra vez, conduciendo a "religare")
puede ser aplicada más racionalmente para enmarcar el denodado e increíble avance de las
ciencias y nuestra humana tosudez de buscar respuestas, que para inventar dioses las más de las
veces vengativos y terriblemente celosos que controlan hasta la dulce intimidad de nuestros lechos
y los inocentes juegos de nuestros niños.
Nos negamos a aceptar a priori, incluso las limitaciones teóricas del relativismo que nos encierran
dentro de una velocidad máxima de la luz y reivindicamos nuestro derecho de poder andar y
deambular por todas las inmensas extensiones de nuestro Universo dentro de la vida de cualquier
hombre. Para ello, la Física trata de darnos nuevas esperanzas, con sus estudios sobre los
llamados hiper-espacios y la posibilidad de transitar en, y entre ellos, incluyendo la teletransportación.
Nada nos parece imposible. La curiosidad humana no se detiene. No se puede detener.
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Estamos conociendo más y más a la materia. Y somos concientes que ella tampoco se detiene, y
anda en un devenir incansable hacia la complejización. Es una fuerza intrínsica de la materia. Y
nosotros no somos más que una etapa, por el momento la más compleja y actual dentro de
nuestro planeta, pero que en absoluto significa que la materia se detendrá ahí.
No tenemos dudas sobre que todo lo que existe, sensible a nuestros sentidos y a veces
sutilmente sensible, es materia. Materia o " manifestaciones de la existencia de la materia".
En nuestro grupo de estudio sobre "Materialismo Dialéctico" durante las largas "vacaciones" que
pasamos en Villa Devoto, uno de nuestros compañeros interpretó un poco exageradamente la
afirmación fundamental que "todo lo que existe es materia" y concluyó que "la bondad es materia".
Tanto Hipólito Jiménez como yo mismo, formamos una especie de frente en contra y de ahí nació
nuestra definición un poquitín más completa: "todo lo que existe es materia o manifestaciones de
la existencia de la materia".
El asunto no terminó ahí, sino que la posición obsecada del materialista a ultranza, nos obligó a
consultar a compañeros más ilustrados, hasta que llegamos a Paulino González Alberti, quien luego
de escuchar a las partes y la agresividad incontrolada del interpelante, nos aclaró:
"Todo lo que existe es materia. La materia tiene necesidades o tendencias o propiedades
intrínsecas, que no son más que eso, simples características a veces muy hermosas y otras no
tanto. Como el hombre mismo, que a veces tiene necesidad de cagar. Eso, no quiere decir que el
hombre sea una cagada. Salvo algunas excepciones" Y miró significativamente hacia el joven.
Desde ya, que la discusión quedó terminada.
Y la materia no está en reposo. Más, el reposo absoluto no existe. Y la mejor definición de
movimiento es aquella que afirma que el movimiento es la "forma de vida" de la materia, usando
la feliz expresión de Frederick Engels, que aunque no es más que un eufemismo, dá en el clavo al
unir ambos aspectos de una misma cosa.
No existe materia sin movimiento, ni tampoco movimiento sin materia. Una está definitivamente
vinculada al otro.
Y esto nos lleva a identificar al "tiempo" nada más que como la "crónica del movimiento de la
materia". El tiempo, pierde su valor de absoluto independiente, para transformarse en una simple
consecuencia de la materia en movimiento. E igualmente es fuertemente afectado por la velocidad
de los móviles que se desplazan relativamente, en especial cuando las velocidades son una
fracción muy alta de la velocidad de la luz.
Sabemos y aceptamos como resultados de la materia en movimiento, de la creación de espacios
y campos de fuerza de una serie bastante larga de manifestaciones, como campos magnéticos,
gravitacionales, eléctricos, nucleares y subatómicos. Es decir que llegamos a la conclusión que
tampoco el "espacio" es un absoluto, sino la "consecuencia de la materia en movimiento". Quizás
no nos equivoquemos si afirmamos que la materia en movimiento, va creando y expandiendo, su
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propio espacio. Por eso, no tiene sentido que nos preguntemos qué hay más allá de los límites del
Universo.
Esos cuatro infinitos: materia, movimiento, espacio y tiempo, están ligados en una armonía
cósmica. No son los conceptos aristotélicos, o de Platón, o de Copérnico, o de Galileo. Ni tampoco
de Newton o de Leibnitz.
Cuando el Big Bang, que acaeció hace una friolera de 13.5 billones de años –es decir 13,500
millones de años- nacieron primeramente las partículas subatómicas, como los fotones, los
electrones, neutrinos, positrones, neutrones, mesones, y otros que suman no menos de una
docena de partículas elementales y que no son más que la "masificación de la energía".
Del resultado de su expansión, se fueron enfriando. Aún hoy se pueden evidenciar los resultados
de aquella explosión súbita y medir los remanentes de la llamada radiación de fondo, que
representa algo así como unos 2.3 grados Kelvin ( -271.3 oC) descubierta por pura casualidad por
dos investigadores británicos que estaban estudiando el radar o algo por el estilo.
Entonces se formaron también las partículas sospechadas como la llamada materia oscura,
partículas de masa considerable, en el orden de 400 veces más pesadas que los electrones y
desprovistas en absoluto de carga y, que aún hoy tienen una densidad constante en todo el
universo, en el orden de 10 -26 kg/m3 posiblemente como resultado de la contínua expansión del
Universo. Hoy, se liga –teoricamente- su existencia y su isotropismo, a la velocidad constante de la
luz, jugando esas partículas cierto papel curiosamente similar a las moléculas del aire en la
transmisión del sonido. Lo que puede significar que, en la medida que disminuya aún más la
densidad de la materia obscura, también habrá cierta variación en la velocidad de la luz. Habiendo
llegado a este colosal grado de expansión, luego del Big Bang, es comprensible, que la densidad de
la materia obscura disminuya muy, pero muy lentamente. Podemos confiar que la actual
generación de astrofísicos, con la ayuda del Hubble y otros increíbles instrumentos creados por el
hombre, nos darán respuesta a este interrogante.
Con el descenso considerable de la temperatura, algunas partículas se pudieron asociar con otras
y se formaron los primeros átomos, como el átomo de hidrógeno. La diferencia térmica entre un
electrón terriblemente caliente con un protón relativamente más frío, es realmente una diferencia
cuantitativa; pero cuando esta diferencia no es tan grande el electrón puede ser anclado a un
protón y con ello aparece un átomo, un átomo de hidrógeno. Vemos que el salto pasa a ser
cualitativo, ya que aparece una substancia totalmente diferente. El recientemente formado átomo
de hidrógeno, no es un electrón, ni tampoco un protón. Es una sustancia completamente nueva,
cualitativamente nueva, donde el electrón tiene varias posibilidades energéticas en función del
número de "quantums" que lo animan y lo obligan a cierta configuración orbital.
Ya Niels Bohr intuyó que la típica raya del hidrógeno en el espectrómetro, es la emisión
energética producida por la dicuantificación de la órbita monocuántica del hidrógeno
Esta resolución de la contradicción entre electrones muy calientes, con protones relativamente
más fríos, con la consecuencia de complejificación de la materia, es el camino natural que la
materia recorre en su incansable carrera hacia la natural y eterna complejificación.
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De este misma forma, los átomos de hidrógeno se unirán entre sí para formar moléculas.
Es muy posible, que estas dos realmente simples transformaciones o saltos cualitativos hayan
necesitado millones de años o centenares de millones de años para producirse.
Otros elementos, distintos al hidrógeno, se irán formando como consecuencia de colisiones, de
encuentros fortuitos, de estar dentro de un entorno donde reinan grandes presiones y
temperaturas, como en el núcleo de las estrellas que en un principio fueron asociaciones
gigantescas de átomos y moléculas de hidrógeno. Sabemos, que en la "combustión" nuclear del
hidrógeno en el interior de las estrellas, radica la fuente de su enorme temperatura, de su luz, de
la emisión de cantidades enormes de energía. El interior de las estrellas, es un verdadero crisol de
síntesis de elementos más pesados, como helio, carbono, nitrógeno, oxígeno, berilio, aluminio,
hierro y otros. Según el estado actual de la ciencia, es el "único" lugar donde se pueden producir
naturalmente síntesis de núcleos atómicos más pesados, en razón de las enormes presiones y
temperaturas reinantes. Los trabajos e investigaciones de George Gamow nos dieron una amplia
base de entendimiento y Gamow se hizo acreedor al Premio Nobel.
A medida que la estrella consume su inventario de hidrógeno, tendrá que contraerse en cierta
medida y de esa forma aumentará la presión interna y su temperatura interna en forma
considerable, hasta llegado cierto punto donde la estructura misma de átomos y núcleos atómicos
colapsa y la estrella se desmorona, ocasionando una gran explosión, como sabemos que ocurre
cuando aparece una nova o supernova.
Cantidades inmensas de ciertos elementos pesados son expulsados al espacio y allí formarán
enormes nebulosas, una especie de polvo cósmico, donde una multitud de elementos y partículas
coexisten.
Con la disminución de la temperatura y la intensidad de las colisiones entre distintas partículas –
teoría cinética del calor-, se abre ahora el camino de síntesis de nuevas moléculas, formadas por
carbono, oxígeno, nitrógeno e hidrógeno, dando origen a varios y variados ácidos amínicos,
amoníaco, agua, óxidos de nitrógeno, metano y otros.
Otras resultantes de las explosiones de las estrellas, se agruparán a su vez formando los planetas
y asteroides, cuya composición química será distinta en razón de sus orígenes, y las fuerzas de
gravedad y magnéticas predominando en esa zona.
Para todo ello, habrán pasado ya no menos de 3 ó 4 billones de años. El Universo, mientras
tanto, es muy joven. Pero ya es muy variado. Algunos planetas se habrán enfriado lo suficiente
como para formar una corteza sólida aunque frágil e inestable por los fuerzas volcánicas
expansivas encerradas en el interior de los planetas, similar a nuestra Tierra.
En algunos planetas incluso, se producirán grandes acumulaciones de agua, mares y océanos,
lluvias y tormentas. Los mares serán en un principio relativamente calientes y las atmósferas
estarán muchas veces caracterizadas por fuertes concentraciones de anhidrido carbónico, metano,
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amoníaco, nitrógeno y agua, además de óxidos de azufre y de nitrógeno. J.B.S. Haldane las llamó
atmósferas reductoras.
Estas atmósferas serán la cuna de nuevas síntesis de ácidos amínicos y otros compuestos que en
gran parte se disolverán en los mares, llegando a concentraciones tales que se los ha definido
como una especie de sopa primigenia. Es una bonita y adecuada expresión.
Todo este camino de la materia en su tendencia complejizante, estará ya maduro para la
agrupación de nuevas y más complejas moléculas, algunas poseyendo dos claros polos, uno
hidrófugo y el otro hidrófilo, que formarán pequeñas micelas con su parte hidrófila dando hacia el
exterior acuoso y su parte hidrófuga, más bien grasa o aceitosa y rica en proteínas confinada en su
centro y acá tenemos ya, la base de las primeras micelas que intercambiarán sustancias con el
medio ambiente, con aquella sopa primigenia de que hablamos. Hoy vemos este mismo fenómeno
de micelización en el colesterol de nuestra sangre. Esta es la razón de que las membranas de las
células animales, sean tan ricas en colesterol y que la mayor parte del colesterol que consumimos
o producimos es usado, precisamente, para reposición de las membranas de los millones de células
que mueren diariamente.
Fijáos que en estas micelas se producirá cierta corriente de afuera hacia adentro, de materias
disueltas en la sopa primigenia, una especie de asimilación, en dependencia bastante estricta con
la superfice exterior de la micela, que controlará la capacidad absorbente de sustancias desde la
sopa del entorno.
De la misma forma, habrá sustancias amigables y otras no tanto, entre las varias sustancias
existentes en la sopa. Las primeras serán recibidas sin problemas en el interior de las micelas, y
las segundas, serán expulsadas para buscar nuevos destinos.
Incluso, y como resultado de la concentración desusadamente grande en el interior de las
micelas, acontecerán nuevas reacciones químicas y se formarán sustancias que serán incorporadas
a la micela y otras que serán expulsads. Ya tenemos, el embrión de una especie de asimilación y
desasimilación. Tendrá que establecerse cierto equilibrio entre asimilación y desasimilación, siendo
que la asimilación será controlada por la superficie exterior de la micela, y la desasimilación, por la
masa o volumen del interior de la micela.
En la medida que la asimilación progrese, el equilibrio será más y más inestable, ya que el
volumen crecerá más rápidamente que la superficie, puesto que el volumen es proporcional al
cubo del diámetro de la esferilla, y su superficie exterior es proporcional únicamente al cuadrado
de ese mismo diámetro.
Inevitablemente, llegará un momento en que la micela tendrá que dividirse para mantener su
equilibrio puramente dinámico. Y henos entonces con la primera reproducción, puramente
mecánica, gobernada por simples y obvios principios de equilibrio.
Felizmente, tenemos mucho tiempo disponible para que la materia siga sus derroteros. Los
milenios se van sumando.
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Después de los trabajos de Charles Darwin, la validez de la teoría de la evolución de las especies
está fuera de duda, excepto para ciertos exacerbados e ignorantes e interesados defensores del
creacionismo que no pueden aceptar nuestro parentesco con los monos, las iguanas y las
lombrices, y que no quieren dejar de usufructuar del "dolce far niente" y la posición social que les
da su defensa del creacionismo.
Las micelas primigenias, se habrán asociado con micelas similares, manteniendo cierta
independencia dinámica para poder dividirse y seguir aprovechando de ese rudimento de
simbiosis, primero una simple asociación y luego, significando el primer paso hacia la vida, sea
monocelular o pluricelular, desarrollando movimientos ameboidales o creando apéndices como
flagelos para poder transportarse y poder acercarse y seleccionar las sustancias que les son
necesarias.
Este sí, que ha sido un salto cualitativo de trascendental importancia, ya que entraña la aparición
de la vida y su colosal capacidad exponencial de reproducción, en estrecha conexión con la
existencia accesible de alimentos o sustancias necesarias.
Imagináos un inmenso mar con una extensa zona caracterizada por ser aquella sopa primigenia.
La aparición de la vida, es decir de seres unicelulares que intercambian sustancias con el medio
ambiente, al tiempo de crecer y reproducirse, habrá sido de una fuerza expansiva prácticamente
explosiva, y en pocos días habrán dado cuenta de toda la sopa disponible poniéndose a buscar los
postres.
Cierta vez leí un cuento sobre un rey o sultán que recibió de un súbdito como regalo, el juego de
ajedrez. Quedó tan encantado que le ofreció que eligiera el regalo que más le apeteciera. El
súbdito le contestó que él era muy modesto y que sólo le pedía que utilizando el tablero del
ajedrez, que tiene 64 casillas, pusieran un granito de trigo en la primer casilla, luego 2 granitos de
trigo en la segunda casilla y así siguieran multiplicando los granitos hasta completar las 64 casillas.
Resulta, una cantidad tan inmensa de trigo, que todo el mundo sería incapaz de satisfacerlo.
Similarmente, eso es lo que pasa con la reproducción de la vida. Una simple multiplicación por 2
que no se detendrá si hay suficiente espacio y alimento disponible.
Las considerables tormentas eléctricas, radiación ultravioleta, radiación cósmica, neutrinos, y las
temperaturas requeridas para su desarrollo, fueron la fuente asimismo, de tremendas variaciones
en su metabolismo y en su herencia, y habrán dado lugar a mutaciones que condujeron a
multitudes de seres más y más diferenciados, devorándose unos a otros y dejando restos muy
valiosos para otras criaturas. Esto, es la teoría de la evolución de las especies, de Charles Darwin.
Milenios y billones de años tenían por delante. La aparición, quizás fortuita de la síntesis
clorofiliana, permitió la síntesis de los azúcares y toda la familia de los sacáridos, celulosas y
lignina, influyendo al mismo tiempo, en la composición de la atmósfera, ya que consumieron una
gran parte del anhidrido carbónico, con la simultánea concentración creciente del oxígeno, que
primeramente se combinó con el hidrógeno para aumentar la cantidad de agua y luego, permitió la
aparición y desarrollo de los animales, usando el oxígeno más y más concentrado y devolviendo el
anhidrido carbónico a la atmósfera. Fijáos que la aparición de los animales, es más una necesidad
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de la vida de la materia, que un acontecimiento fortuito. Es indispensable para el equilibrio del
planeta, para su equilibrio ecológico. No pueden desarrollarse animales sin vegetales, y vice-versa.
Las especies se fueron diversificando, adecuándose a las condiciones existentes en cada parte del
planeta, frío, muy frío, templado o caliente; húmedo o seco, con fuertes lluvias o desérticos,
sumergidos en el mar o en la corriente de poderosos ríos. Cuando pensamos que la presencia de
los dinosaurios ocupa no menos que unos 200 – 250 millones de años, podemos imaginar el
tiempo utilizado para el desarrollo de los mamíferos más pequeños, de los carnívoros, de las aves,
de los reptiles, de los peces en su inmensa variación.
Los animales corrían por las praderas, trepaban a los árboles, se cazaban unos a otros, se
sumergían buscando alimento en los mares y en los ríos. Se comunicaban usando esos primitivos
gritos que aún hoy los caracterizan. Utilizaban sus normales cuatro patas para saltar y correr y
treparse a los árboles. El ulterior perfeccionamiento de su sentido del equilibrio, los habilitó a usar
unicamente sus patas traseras como elemento de locomoción y entonces el cuello tuvo que
sostener a una cabeza relativamente pequeña permitiendo el desarrollo del cerebro, al posibilitar
un flujo relativamente más importante de sangre.
La posición vertical del cuello y las costumbres herbívoras y vegetarianas, permitieron el
desarrollo de nuevos sonidos, guturales algunos y más claros otros. Por su propia necesidad de
conservación, estos animales,
homínidos primigenios, eran esencialmente gregarios y su
intercomunicación era esencial en su lucha por la vida, frente a carnívoros muy poderosos y
agresivos y una naturaleza mucha veces no sólo hostil sino indiferente.
La Tierra ya estaba madura para integrarse al fenómeno cósmico del pensamiento.
Pienso, que es muy posible, que ya existieran otras civilizaciones extraterrestres en nuestra
galaxia o en otras más lejanas. Sabiendo que la edad del Universo oscila en los 13,500 millones de
años y que los primeros homínidos se remontan a unos pocos millones de años, quizás no más de
3 ó 4, podemos concluir que la posibilidad de existencia de civilizaciones mucho más antiguas, con
varios millones, quizás centenares de millones de años, es una seria posibilidad. Esas civilizaciones
tienen que estar en etapas de complejificación mucho más avanzadas que la de los humanos.
Su curiosidad, la tendencia universal hacia la complejidad, es entonces una especie de conciencia
e incluso un mandamiento para esas viejas civilizaciones. Tendrán que buscar la forma de
multiplicar los ensayos para encontrar la forma más perfecta de materia viva pensante. Y
seguirlos, controlarlos y ayudarlos en su evolución independiente, aunque necesiten millones de
años para ello. Si los universos paralelos existen, no será más que un juego de niños.
No me puedo imaginar, que una estructura tan compleja y perfecta como el ADN, sea producto
únicamente de la evolución accidental. Habrá aparecido cierta etapa en que la inserción del ADN en
los núcleos de las células de los animales, habrá sido posible, y con ello aparecieron los sentidos
perfeccionados, sea la vista como el oído, el olfato y el gusto, que fueron desplazándose hacia el
cerebro. También se perfeccionaron los maravillosos mecanismos de la herencia y de la estabilidad
y continuidad de las habilidades de los seres vivos, durante centenares o miles de generaciones.
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Creo firmemente en la posibilidad que seres pertenecientes a una de esas supercivilizaciones
andarán entre las galaxias, buscando terreno fértil para sus pruebas y sus siembras. Y la Tierra,
fué una excelente y tentadora oportunidad más para tales intentos.
Si, en realidad, somos el resultado de uno de esos intentos, no me acompleja en absoluto. Por el
contrario, es muy posible que tengamos bastante justificaciones para concluir que somos un
ensayo relativamente exitoso, a pesar de nuestras guerras, de nuestros apetitos, de nuestra
irracionalidad, de nuestras absurdas religiones.
La capacidad de pensar y la calidad del pensamiento se han perfeccionado enormemente en los
últimos 200,000 años (0,0075 % de la existencia del Universo). Nuestro volumen mental ha
crecido de unos 250 – 300 cc, a la capacidad craneal del hombre de nuestros días, que llega a más
de un litro, comúnmente 1,250 – 1,300 cc y una cantidad de neuronas que oscila en el orden de
los 90 billones. Un tal avance evolutivo, es bastante inexplicable que haya tenido lugar en tan
corto plazo, sin la ayuda activa de civilizaciones extraterrestres.
El lenguaje ha sido quizás, el motor principal que impulsó el desarrollo del cerebro humano.
Cuando podamos indagar en la historia del lenguaje en la profundidad de nuestros cerebros,
podremos leer, como en un libro bien detallado, la historia del desarrollo de nuestro cerebro. Sin
duda, la maravillosa mano humana, junto al lenguaje, han sido las herramientas fundamentales
para tal progreso acelerado.
Es una característica del ser humano, que su capacidad tecnológica, avanza mucho más rápido
que otras cualidades humanas que nos son –o debieran ser- más apreciadas, como el amor, la
bondad, el respeto a los demás seres, la solidaridad entre hombres y especies. No creo que este
desagradable desequilibrio, nos conduzca a la autodestrucción, al derrumbe del equilibrio ecológico
del planeta, a la locura colectiva. Los apetitos humanos, sobre todo los apetitos de las clases altas,
en todos los países, son un terrible peligro para la continuidad de nuestro género. Baste analizar
hacia dónde nos conduce la globalización y su objetivo de mantener y acrecentar las ganancias de
los grandes consorcios. Pero también el amor humano,la bondad, la curiosidad, la poesía, las
artes, no tenen límites. Y tienen la ventaja de avanzar en un camino paralelo a la tendencia
natural de complejificación de la materia.
Quiero recalcar, que ya llevamos no menos de 2,200,000 años, desde la primigenia aparición de
la primera "materia viva pensante". Hoy, es evidente que la contradicción actual, o más
concretamente, los dos polos de esta etapa de la contradicción dialéctica en ese camino hacia la
complejización creciente, es entre la materia viva pensante. . . y el pensamiento mismo.
No puedo imaginar otra resolución de la contradicción, que no sea con el triunfo del pensamiento,
con el sojuzgamiento de la materia por parte del pensamiento.
Esta afirmación es muy osada: implica la existencia independiente del pensamiento. La
autonomía del pensamiento y posiblemente la aparición de un nuevo polo contradictorio que no
alcanzo a imaginar.
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Hablemos de la próxima etapa
Hemos llegado a un punto en que, nuevamente, la resolución de la contradicción entre dos polos
supone la acumulación cuantitativa durante todo el proceso y el salto cualitativo en el momento
en que la contradicción queda resuelta. Así hemos visto como las partículas subatómicas daban
origen a los átomos, como los átomos llevaban al nacimiento de las moléculas, como las moléculas
se tornaban en la sopa primigenia, como de las agrupaciones primigenias surgieron las primeras
micelas, como las micelas inanimadas dieron paso a las micelas vivas o células, como la vida fué la
base de la vida pensante.
Podremos aventurar que en la búsqueda de su destino definitivo, la materia viva pensante tendrá
que dar origen a un nuevo polo independiente, al que quiero reconocer como el pensamiento, que
es un producto innegable de la masa encefálica pensante.
Durante el proceso de acumulación cuantitativa, cierta propiedad o propiedades de la materia, se
van acumulando hasta el momento en que esa acumulación produce un cambio radical o salto
cualitativo. Algo semejante tendrá que ocurrir con la materia viva pensante, para que en un salto
final, la materia viva pensante sea subyugada definitivamente por el pensamiento.
Para entender tal desenlace tendremos que analizar cuales son precisamente las calidades de la
materia viva pensante que le permitan dar su salto cualitativo y transformarse en una especie de
torbellino: el pensamiento puro.
Primeramente, el pensamiento tendrá que perfeccionarse, tendrá que significar la principal
actividad de la materia viva pensante. George Bernard Shaw solía decir que "el deporte que más
me subyuga, es el pensar".
Para ello, la materia viva pensante tendrá que irse liberando de sus viejas ataduras , sus
ataduras vernáculas. Tendremos que darle tiempo, además de crecer y habilitarse como un
organismo vivo pensante, y de ocuparse y terminar sus deberes de continuación de la especie.
Eso, significa fundamentalmente que la materia viva pensante tendrá que disponer de tiempo,
mucho tiempo, para autoperfeccionarse, para observarse y corregirse, para aprender y enseñar,
para absorber la gran cantidad de conocimientos que está acumulando y produciendo el género
humano.
Además, y no menos importante, la materia viva pensante tendrá que mejorar sustancialmente
sus medios de intercomunicación con otras materias vivas pensantes, para unificar esfuerzos, para
fortalecer en una escala desconocida hasta ahora, el poder del pensamiento humano. En cierta
forma, la materia pensante tendrá que independizarse de esa hermosísima y eficaz herramienta
que le permitió llegar hasta su actual estado. Tendrá que independizarse de la palabra. . .
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La comunicación masiva y simultánea con otras mentes humanas, con centenares y miles de
ellas, con millones de mentes humanas, con todas las mentes humanas unidas en una formidable
masa de materia viva pensante, nos exigirá llegar a la telepatía, quizás embrionaria al principio,
pero como forma generalizada de intercomunicación en el futuro. De esta forma, podrá haber una
colosal armonía del pensamiento humano, con la increíble fuerza y capacidades que ello significará.
No habrá armas ni escudos que puedan oponerse a una tal fuerza.
Y si ese pensamiento podrá tener una existencia independiente, pués ya tendremos la calidad
soñada que nos permita explorar todo el universo, desde las galaxias más distantes, hasta los
centros de las estrellas más masivas y las profundidades de los agujeros negros. Ni la gravedad, ni
el tiempo, ni las temperaturas o presiones, ni las más destructivas radiaciones, podrán con él.
De esa forma habremos completado el destino último de la materia, y el pensamiento será el
omnipotente intérprete del Universo.
Alargando la duración de la vida humana
Ëramos una joven pareja de enamorados, Aliza y yo –Freide y Carlos entonces- y asiduos
concurrentes al teatro. Una pareja de actores, Inda Ledesma y Ernesto Bianco, que descollaban en
sus interpretaciones de George Bernard Shaw, nos habían conquistado y no perdíamos sus
actuaciones. Seguramente fué la influencia de estos artistas y de Shaw, lo que me decidió para
obsequiarle a mi joven esposa un regalo que seguramente le agradaría: la colección completa de
las obras de teatro de George Bernard Shaw, en casi una decena de volúmenes que engalanaron
nuestra biblioteca durante muchos años.
"Vuelta a Matusalém" nos impresionó especialmente. Shaw acostumbra desarrollar el tema de
cada una de sus obras, en forma especialmente extensa y así, sus prólogos ocupan a veces las tres
cuartas partes de sus obras. En este caso, la polémica entre Charles Darwin, autor de la teoría de
la evolución accidental por un lado, y Lamarque, partidario de la evolución creadora por el otro,
era el centro de la exposición, ricamente explicada y ejemplificada con la particular maestría
shawiana y con su humor contagioso.
Este libro es una tetralogía teatral, cuya obra inicial es titulada "El Evangelio de los Hermanos
Barrabás", donde la creencia en la evolución creadora y su eficiencia y posibilidad están en la base
de este particular evangelio.
Shaw plantea que la vida del hombre es demasiado corta, demasiado corta para poder ocuparse
de ser realmente seres humanos, que debe ser nuestra preocupación fundamental.
Durante nuestros primeros 20 años –plantea Shaw- somos casi completamente dependientes de
nuestros padres. Utilizamos nuestras energías en crecer, alimentarnos, aprender la base de
nuestra instrucción, el idioma, nuestro deporte preferido, nuestras primeras escaramuzas
amorosas. Nuestra vida es casi puramente hormonal e instintiva. No somos muy diferentes de los
cachorros y otros animales. Nuestra capacidad de pensar se va desarrollando, como nuestro
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lenguaje, como el dominio de nuestras manos y nuestros sentidos. Esto, desde ya, está en la base
de nuestra calidad de materia viva pensante, pero no es mucho más que ello.
Durante los próximos años, desde los 20 hasta los 40 – 50, debemos completar nuestra
formación profesional o la base de nuestra formación científica, elegimos nuestra pareja para
integrar nuestra familia, y dedicamos la mayor parte de nuestras energías a traer al mundo a
nuestros hijos, a la tentadora y embriagadora actividad sexual, a criar y enseñar a nuestros hijos
para asegurar la continuidad de la especie, o simplemente de la familia. Es una etapa de
consolidación de nuestra personalidad, de nuestros anhelos. De nuestros triunfos y fracasos. Esta
es la etapa de asegurar nuestra base económica. El pragmatismo de la vida diaria, con todo lo
bello que es muchas veces, llena nuestra actividad y nuestros pensamientos. No nos deja tiempo
libre para mucho más. Nos diferenciamos claramente de la materia viva no pensante, pero en
general, nuestro vuelo lírico no toma altura.
Cuando llegamos a los 50 o un poco más, nuestras obligaciones para con los hijos, disminuyen en
forma sensible. Podemos dedicarnos a enriquecer nuestra calidad de materia viva pensante y en
general esto pasa, embelleciendo la vida del hombre. Sin embargo, aparece una sombra que nos
aguarda a la vuelta de cada recodo. No nos quedan más que unos 35 – 45 años hasta que la
muerte nos lleva. Y este plazo es muy corto para poder ser la base de nuestro desarrollo como
humanos. Cuando comprendemos que no todo es dinero, que el amor es mucho más que sexo,
que la amistad es mucho más hermosa que lo que pensábamos, que la bondad ilumina la vida del
hombre, que los sueños nos ayudan a vivir, ya no nos queda tiempo para perfeccionarnos. Y el
tiempo, la íntima y solitaria reflexión, es –diría- lo más importante.
En su "evangelio" los hermanos Barrabás se convencen que deben vivir por lo menos unos 250
años, y tanto mejor si podremos llegar a los 690 como el Metusalén bíblico. De ahí el nombre de
esta obra. Y no encuentran mejor herramienta para lograrlo, que la "evolución creadora" y, a ello
se dedican íntegramente.
No pierden conciencia de que no son más que materia viva pensante, pero para poder posibilitar
su avance, el avance incesante de la materia en su propia complejización, es imprescindible
prolongar la vida humana. Anhelan ser como Matusalém y se lo proponen muy seriamente.
Shaw es amable con sus personajes y les concede una vida muy larga. La segunda obra se llama
precisamente "Y la cosa sucede", y uno de los hermanos consigue hacerse muy longevo. E incluso
encuentra otras personas, mujeres y hombres, que pensaron y actuaron en forma similar. La
longevidad es una realidad para estos hombres. Es el triunfo de la evolución creadora, que es ya
un triunfo extraordinario de la fuerza del pensamiento sobre la materia viva pensante.
Han pasado no menos de 50 años desde que leíamos y comentábamos este libro con Freide. Y
unos 30 años desde que regalamos la colección a queridos amigos en Israel, que siempre andaban
a la pesca de buenos libros en Español. Los títulos de las dos últimas obras de la tetralogía se nos
olvidaron pero recordamos que eran muy interesantes y descriptivos de la vida de los hombres
longevos, aunque jóvenes en sus fuerzas. Sin embargo, lo mejor de la discusión del planteo
shawiano, está en el prólogo y en las dos obras primeras.
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La belleza conceptual de Shaw y su identificación con la búsqueda de respuestas a nuestra
posición en la cúspide de la materia viviente pensante, abrió en nuestros corazones y sobre todo
en nuestras conciencias, nuevas esperanzas. Nunca hemos querido ser meros negadores de las
creencias religiosas. Siempre, y mucho más en nuestros años adultos, queremos identificarnos con
los mejores sueños humanistas.
Aldous Huxley plantea en "Viejo muere el Cisne" una disyuntiva similar aunque pesimista, y
también Bertrand Russell, John B.S. Haldane y Alexander I. Oparin. Pero quien nos conquistó y
convenció, fué sin duda, George Bernard Shaw.
Ampliando la comunicación e intercomunicación entre la materia viva pensante.
Con toda la belleza y precisón del lenguaje y de la palabra hablada que nos maravilla por la
exactitud que consigue para expresar y transmitir nuestros conocimientos y pensamientos, en una
serie muy larga de lenguas en nuestro planeta, llegamos muy pronto a la conclusión de que es una
herramienta incompleta e imperfecta para lograr llegar al salto cualitativo que independice al
pensamiento de su yugo de la materia viva pensante.
Las posibilidades del pensamiento humano, del pensamiento nacido en la mente, son realmente
inagotables. Nuestro mundo, ese progreso al que no renunciaremos nunca, ese conocimiento de la
realidad que nos rodea, desde
le pequeñez infinitesimal del núcleo atómico hasta las
tremendamente alejadas galaxias en contínuo escape, son el resultado de no menos de 1,000
generaciones de hombres pensantes, de materia viviente pensante. El desarrollo de las
matemáticas, de la electrónica, de la nanotecnología, de la química y la física, de los vehículos que
nos llevan a docenas de kilómetros por segundo a visitar a otros planetas, de
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Y es realmente un poema. Un poema de amor al hombre y su destino. En ese estilo de Fast, que
tanto nos gusta.
Nos relata la pasión de una joven antropóloga que se asocia con su hermano y otros entusiastas
de la idea, juntan algo así como un centenar de pequeños bebés, de entre los lugares más dispares
de la Tierra y los concentran en una especie de reservación, bien alejados de toda influencia de
curiosos, periodistas, gobiernos, sacerdotes, militares, políticos, y demás desalmados.
Reúnen lo mejor que pueden encontrar para dirigir su enseñanza, para educar a ese grupo de
mentes vírgenes, en absoluta libertad. Así se ocupan de la matemática, de la física, química,
astronomía y demás ciencias. Y vigilan sus avances y los estimulan, rodeándolos de una atmósfera
de amor sin cortapisas y de absoluta confianza.
Y los chicos progresan. A un ritmo difícil de seguirlos. Los maestros y profesores se ven en
figurillas para dar respuesta a sus preguntas y bien pronto, aprenden de ellos.
Un día, como un juego, como un juego de niños realmente, descubren la telepatía, como un
sistema de conversar entre ellos, entre los chicos. Y descubren la fuerza colosal de la mente
humana, ya que en lugar de un grupo de mentes separadas, pronto aprenden que tienen una
mente colectiva. Lo que uno estudia, todos lo aprenden. Lo que uno sabe, todos lo saben. Lo que
uno ama, todos lo aman. Hasta la experiencia sexual, que también sucede y los maravilla y les
gusta, tiene un sabor sublime de unidad y multiplicidad, ya que el acto sexual tiene la vivencia de
ser ejecutado y gustado por todo el grupo. La niña que relata su experiencia sexual a la
educadora, no puede entender la estupidez de ciertas preguntas. El concepto de propiedad
privada, el concepto de posesión y exclusividad escapa a su comprensión.
Tienen que construir una cancha de basketball y les falta polvo de ladrillos para la capa final. La
educadora les explica para qué es y los chicos unen la capacidad increíble de sus cerebros,
desarticulan la estructura molecular de una roca que estaba a su alcance, y con ello tienen el polvo
que buscaban.
Cuando los gobiernos y sobre todo los militares y políticos quieren utilizarlos para sus fines
ridículos e inhumanos, deciden sencillamente desaparecer, trasladándose a otro universo paralelo.
No encuentran otra forma de escapar a la estupidez de nuestra prehistoria.
Desde ya, que estos no son los hombres que conocemos. Pero sí, son los hombres que soñamos.
Los primeros hombres. Los que podrán comunicarse con otros seres inteligentes en nuestra
galaxia y en cualquier lugar del universo, y que puedan coronar nuestro anhelo de ser los
intérpretes del Universo.
Fast nos deja pensando. . . Y nos convence de lo hermoso que es ser parte de este colosal
ensayo de desarrollar hasta el fin la capacidad de la materia viva pensante.
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Esta premisa fastiana es completada –diría genialmente- por Pierre Teilhard de Chardin, uno de
los llamados "cures ouvriers" que, en una de sus estadías durante una expedición a China
buscando lo que luego se conocería como "el hombre de Pekín" escribió uno de sus libros
fundamentales: "El Fenómeno Humano".
EUDEBA publicó este libro que tuvimos la dicha de conocer, allá por el año 1962.
No por nada el Vaticano y las altas autoridades de la clerecía, prohibieron la impresión y lectura
de sus trabajos. Todo lo que escribió, salió a imprenta después de su muerte.
Teilhard entendió a nuestro planeta como una sucesión de esferas: la pirosfera en su centro
ígneo, la litosfera en su corteza formando las masas tectónicas y los continentes, la hidrosfera con
la inmensidad de mares y océanos, la atmosfera que es el aire que sostiene la vida de vegetales y
animales y permite el maravilloso ciclo del agua y el equilibrio ecológico, la biosfera donde la
explosiva vida de la materia llena los lugares más escondidos y aún los más hostiles del planeta,
tanto en el agua, como en tierra y cielo.
Con la aparición de la materia viva pensante, se comienza a desarrollar una nueva esfera: la
psicosfera o noosfera, que se va afirmando y complejizando, que incluye hoy la increíble red del
Internet que condensa y contiene a la mayor parte del pensamiento humano y le abre nuevas y
extraordinarias posibilidades de auto realizarse. La concibe como algo así como la flecha de la
evolución de la materia, que se concretará en su expresión final, al que llama Punto Omega.
Millones de personas han leído y han sido cautivados por esta fundamental obra de Teilhard de
Chardin. Pienso que debe ser leída por todos los soñadores, por todos aquellos que se preguntan
para qué estamos aquí. Teilhard, no se liberó totalmente de sus ataduras religiosas, ya que se
había formado siendo un niño, influenciado por su padre que era un curioso naturalista y por su
madre, una devota católica. Se instruyó y estudió en los claustros jesuitas. Y cuando sus
pensamientos, por su originalidad, lo condujeron a cuestionar la verdad de la creación del hombre
y el pecado original, tuvo que irse a enseñar a Inglaterra y se sumó a expediciones antropológicas
en China, donde escribió "El Fenómeno Humano" entre los años l938 y 1940.
Sus ataduras no le dejaron remontar sus pensamientos más allá del Punto Omega, al que
identificó con Cristo, en cierta medida.
Sabemos que John B.S. Haldane conoció los trabajos de Teilhard. Oparin escuchó sobre sus ideas
en cierto congreso europeo. Sin embargo, hoy se afirma, que tanto Teilhard de Chardin, como
Haldane y Oparin, llegaron a conclusiones similares, casi simultáneamente.
Incluso Haldane, que irritado por la falta de respeto con que la URSS consideró a Lysenko, abdicó
de sus ideas comunistas.
Esa revolucionaria y hermosa concepción de una Tierra envuelta por una esfera de pensamiento,
es la coronación de un proceso que liberará al pensamiento de sus ataduras con la materia viva
pensante.
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Su belleza ha cautivado a escritores tales como Isaac Assimov y Arthur C. Clarke. El primero, nos
cuenta en uno de sus últimos libros: "Las Fundaciones", de una Tierra, "la cuna del hombre" que,
necesitando ocultarse de las furias destructivas de colonias galácticas iniciadas por seres humanos,
se cubre con una esfera de pensamiento, invulnerable e invisible, que protege a la Tierra de
cualquier ataque e incluso de ser descubierta en ese insignificante sistema solar en los brazos
exteriores de la Vía Láctea.
Y Arthur C. Clarke, en su "Oddysey 3,000" nos cuenta como uno de sus principales personajes,
Dave Bowen, un astronauta arrojado, soñador y sin temores, se convierte en un torbellino de
pensamiento, para poder integrarse con los Masters del Universo, dedicados en ese entonces a
desatar el desarrollo de nuevas inteligencias en uno de los satélites de Júpiter.
El proceso de este salto cualitativo, soñada integración de los seres humanos en la búsqueda de
su destino, nos lleva a un final tentador, donde nos explicamos el porqué de nuestra premisa que
necesitaremos ser longevos y telépatas.
Sin embargo, tratamos de ser coherentes, con los diferentes estadios que nos llevaron a nuestro
actual estado de desarrollo. Nos llevará quizás varios siglos y puede que el nuevo milenio, nuestro
tercer milenio, nos permita ya ese encuentro para el que nuestra paciencia no admite sosiego, y
podremos conocer a otras civilizaciones extraterresteres o extragalácticas, integrándonos en una
inteligencia universal.
Como el poeta, hubiese querido poseer "il pennelo divino, di Rafael d'Urbino, per coronar di gloria
il suo bel volto!"
Akiva ben Avraha
[email protected]
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