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galería • Claudio Machillanda y Angie Castillo de Machillanda con Gustavo (6 años) Diagnóstico: parálisis cerebral Gustavo nació normal, pero al año tuvo una encefalitis por micoplasma que le dejó como secuela una parálisis cerebral. Al principio era bastante severa: no hablaba,no se movía y no manifestaba ningún tipo de sentimiento, ni de alegría ni de tristeza. Cuando conoces casos peores, te das cuenta de que el tuyo no es tan grave como pensabas. Entonces, sientes que si los otros pueden superarlos tú también. La fuerza es un don que tiene toda madre. Empiezas a valorar todo: cada movimiento, cada sonrisa, cada gesto… Sé que todo lo que él logra representa un esfuerzo. A veces me desespera lo lento del proceso: uno tiene que dedicarle el triple y, en ocasiones, uno siente que se agota. Le pido a Dios que me ayude a que él sea feliz. Si sé que en su mundo Gustavo es feliz, no me importaría tanto que no caminara o que no hiciera muchas de las cosas que a uno le gustarían”. 58+SALUD galería A prueba de todo Incredulidad, desesperación, desesperanza. Amor, paciencia, serenidad. Los padres de hijos con discapacidades descubren en el camino cómo transformar un diagnóstico desolador en una experiencia de vida. Enfrentados a diario con el difícil reto de estar a la altura de las circunstancias, deben vencer sus propios miedos para ayudar a sortear las dificultades de quienes nunca dejan de ser los pequeños de la casa. +salud recoge siete historias de ese coraje a prueba de todo Silvia Martins | Fotografía Roberto Mata 59+SALUD galería Empecé a ver ciertas anormalidades a partir del año y medio. Eran hiperactivos, no medían el peligro, no hablaban, no atendían cuando los llamábamos. El golpe es fuerte, pero al recibir el diagnóstico pensé que no era el momento de deprimirse sino de ocuparse, porque estábamos perdiendo un tiempo muy valioso. De nosotros depende lo que ellos serán el día de mañana y cuanto más pronto se les trate más rápido se verán los resultados. He aprendido a apreciar más los momentos que comparto con ellos, a valorar más cuando dicen ‘mamá’ o nos abrazan. Hay momentos en los que uno se desespera o te sacan de quicio. Justo en esos trances difíciles hay que ser más fuerte… más paciente. Hay gente que nos dice que no digamos que son autistas para que no los rechacen. Yo no pienso así: si a nuestros hijos los van a querer, que los quieran como son. Nosotros luchamos para que ellos se integren a la sociedad”. • Juan Antonio Navarro y Rosa Camero de Navarro con Juan Vicente y Juan Antonio (5 años) Diagnóstico: autismo 60+SALUD galería • Antonio Seif y Ana Beatriz Villegas de Seif con Ana Corina (10 años) Diagnóstico: síndrome de Down Al principio fue muy duro. Recuerdo que mi mamá nos dijo: ‘esto sirve para unir o desunir; ustedes escogen’. Siempre decimos: si la vida te da un limón, conviértelo en limonada; si te da un hijo especial, haz de eso algo especial: es una bendición que estás recibiendo. Esto nos hizo ver un mundo paralelo que siempre había existido, pero que no habíamos reconocido hasta que nos tocó. Uno se conoce en la vulnerabilidad: te das cuenta de que eres vulnerable, de que las cosas no sólo pasan, sino que te pueden pasar a ti. Muchos se preguntan ‘¿por qué les pasó a ellos?’, en vez de preguntarse para qué. Nosotros hemos aprendido a ser más tolerantes y bondadosos, y a darnos cuenta de que en la vida hay problemas mucho peores que los de uno. Los niños con síndrome de Down son como ángeles en la tierra: sacan lo mejor de ti y de todo aquel que los conoce. Por eso todo el mundo se siente tan bien a su alrededor”. 61+SALUD galería • Suwanna Satine con Francis (27 años) Diagnóstico: síndrome de Down No pensé nada cuando me dieron el diagnóstico porque no sabía nada del síndrome. Aun así, fue el día más horrible de mi vida. La etapa más difícil es el comienzo, pero una vez que lo aceptamos empezamos a trabajar. Lo veíamos como a un niño normal al que había que tenerle mucha más paciencia. Él le dio un vuelco a nuestros conceptos. Para nosotros estudiar y obtener diplomas era lo más importante, pero cuando nació Francis y no sabíamos si iba a poder hablar… escribir… sentimos que teníamos que buscar otro valor. Ahora lo más importante es el amor. Cualquier logro suyo es una fiesta. Nos daba temor tener otro hijo, pero leímos mucho sobre el tema y nos decían que era muy baja la probabilidad de que volviera a ocurrir. Entonces, confiamos en la ciencia y decidimos darle a Francis una familia más grande. Mi mayor sueño es que sea independiente, porque mi preocupación más grande es qué pasará cuando yo no esté. No sé cómo se puede vencer esa angustia”. 62+SALUD galería Cuando Isaías tenía nueve meses le diagnosticaron parálisis cerebral. En ese momento, yo ya tenía cinco meses de embarazo de Jennifer… y sentía que ella venía con el mismo problema. Los médicos me decían: ‘quítese ese trauma de la mente’. Recibir el diagnóstico fue horrible… hubo momentos de mucha desesperación… pensé de todo. No me volví loca porque tenía a Dios en mi vida y en mi corazón. Fue el mejor psiquiatra. Aprendí que en la vida nos tocan cosas fuertes, pero que hay que saber cargar esa cruz con amor. A través del amor vienen la sanación y la gratificación. Lo más difícil es afrontar el desprecio de los otros, que los miran como a una cosa rara. Yo siempre viví ese desprecio en silencio. Isaías y Jennifer nacieron felices y siguen siendo felices. Le pido a Dios pasar por el dolor de perderlos y no por el dolor de dejarlos”. • Omaira López con Isaías (35 años) y Jennifer (34 años) Diagnóstico: parálisis cerebral 63+SALUD galería Antonella es la quinta y la menor de sus hermanos. Me di cuenta enseguida de que su desarrollo no era igual al de ellos: era más débil… se le hacía más difícil apoyarse, caminar… Con el diagnóstico tuve que cambiar la forma de ocuparme de mis otros hijos y actuar para entender a Antonella. Me he dedicado a ella prácticamente a tiempo completo. No me desespero, porque ella ha ido poco a poco superándose. Cada logro es una gran satisfacción. Es educada, cariñosísima, servicial y tiene muchísimas cualidades positivas. Yo la adoro. El mundo de los discapacitados es increíble. Es una lección constante: uno aprende todos los días a ser más tolerante, paciente, amoroso… Quien no frecuenta este mundo no conoce un elemento casi mágico de los niños especiales. Hay una relación de amor muy bella en el medio. Yo llego a la institución a la que asiste Antonella y siento que soy la mamá de todos los niños y sé que ella es hija de todas las otras madres”. • Niní de García y Antonella (45 años) Diagnóstico: retardo mental 64+SALUD galería • María Russo de Lahoud con Daniel (24 años) Diagnóstico: autismo Cuando vas a tener un hijo tienes las mayores expectativas de cómo será y de lo que hará en el futuro. Todo eso se nos vino abajo cuando nos dieron el diagnóstico de autismo. Fue como el fin del mundo: uno no se lo cree… Yo era maniática y obsesiva y quería que todo estuviese perfecto. Pero aprendí que no puedo controlar todo y que las cosas no siempre pueden ser perfectas por más que yo me esfuerce. Ése fue mi mayor sufrimiento. Hay que superar el duelo lo antes posible y prepararse. La información es poder: si tú entiendes lo que sucede, sientes que dominas la situación y puedes ayudar más a tu hijo. Mi esposo y yo nos involucramos mucho en las terapias. Y al principio pensamos que Daniel podía evolucionar. Pero llegó un momento en que vimos que la cosa era seria y que no tenía vuelta atrás. Le pido a Dios que me ayude a seguir aprendiendo, porque el hecho de ayudar a otros padres me da fuerza. Siento que si me derrumbo, los otros también se van a caer”. 65+SALUD