/// Predestinación y Azar - Facultad de Filosofía y Letras

Transcripción

/// Predestinación y Azar - Facultad de Filosofía y Letras
G. Chaucer
/// Predestinación y Azar
I
El problema de la predestinación como determinante de la vida del hombre, frente al libre
albedrío es el tema que Chaucer analiza en los fragmentos 147 - 154 de su obra "Troilo y
Créssida". Podemos decir que en estos versos el texto abandona el relato de los hechos
para poner el eje sobre el problema filosófico. Para tematizar esta cuestión -que luego
relevaremos en otros fragmentos de la obra-, Chaucer retoma como ejemplo la relación
entre un hecho y el enunciado que da cuenta de él. Retoma el ejemplo dado por Boecio en
La consolación de la filosofía: "Pero si uno está sentado, ello no se cumple porque sea
cierto el juicio que lo declara; al contrario, este juicio es verdadero porque antes de él se
ha dado el hecho de que alguien estuviera sentado". La palabra refiere a una verdad física
previa - el hecho de que una persona esté sentada -. Análogamente, piensa Boecio y
Chaucer sigue este razonamiento, la predeterminación divina está antes que las acciones
del hombre y dirigen las acciones del hombre. Sin embargo, la pregunta irresoluble
sobreviene cuando se invierte esta cuestión: ¿acaso la presciencia de dios se verifica
porque las acciones del hombre se realizan de la manera que tenían que suceder?
La pregunta formulada por Boecio tiene plena vigencia en la época de Chaucer, y señala
un cuestionamiento más general acerca del funcionamiento del universo: si el universo
funciona como un mecanismo ¿Cuál es el rol de dios en este funcionamiento? ¿Qué
significa necesidad? ¿Qué significa predestinación? ¿Hasta dónde hay predestinación y
hasta dónde hay elección del hombre? La relación entre el hecho de que un hombre esté
sentado en una silla y el enunciado que alude a esta situación es la base argumentativa
que sirve a ambos autores para tomar diferentes caminos en la argumentación.
Boecio -en el terreno de la filosofía- se atreve a provocar cierta desestabilización en una
lógica unívoca que sostiene que dios es la causa de todas las acciones y de todas las
decisiones humanas. "Y cómo puede Dios prever los futuros inciertos?" "En tal caso, ¿en
qué se diferencia de aquel ridículo oráculo de Tiresias: 'cuanto yo dijere sucederá o no
sucederá"? Creo que su postura se transparenta cuando sostiene, en el parágrafo 32: "No
habrá ni virtudes ni vicios sino desordenada e informe confusión de merecimientos. Mas
diré: si el orden universal procede de la Providencia, si la voluntad humana carece de
toda facultad de elección, oh pensamiento impío!, hasta nuestros mismos vicios tendrán
por principio al autor de todo bien". Boecio, de esta manera, deja un espacio posible para
el libre albedrío del hombre. Es en ese espacio donde el hombre se comunica con dios,
mediante las plegarias y el rezo.
Chaucer, en cambio, se aparta de esta visión:
" (...) corresponde necesariamente,
que lo que venga sea previsto, verdaderamente,
o si no, que las cosas que están previstas,
que por necesidad sucedan."
y luego, en la estrofa siguiente, subraya esta postura:
"Y esto es suficiente, bien lo sé, por cierto,
para destruir nuestra libre elección."
Chaucer no invierte el problema, es decir no se ocupa de saber si las cosas que ocurren se
verifican en la presciencia de dios.
"(...) sería aberración decir
que el suceder de las cosas temporales
es causa de la presciencia del dios eterno"
Boecio ya había dicho que invertir el problema no es dar con la solución. Para Chaucer el
acento está puesto en la predestinación de dios, es decir, según la cosmovisión en la que
aparecen Troilo y Créssida, primero está dios ordenando los hechos y luego el hombre
andando el camino marcado por dios. No hay verificación sino un inevitable suceder de
las cosas:
"y así el suceder
de cosas que han sido sabidas antes de suceder,
no pueden ser evitadas de ningún modo"
esta es la última estrofa que leemos en Chaucer que confirma cabalmente un
pensamiento, una postura filosófica que desarrolla a lo largo del texto.
II
Si nos remitimos al principio de la obra vemos que para que ésta comience es necesario
poner en marcha, a nivel textual, la voluntad de dios. Un dios pagano -"Tesífone", que
luego llamará "diosa del tormento"-, pondrá en funcionamiento la palabra del narrador.
Este se ubicará como "servidor de los servidores del dios del Amor" para poder contar
esta historia. Es decir, la acción del narrar es posible por la voluntad de los dioses que
asisten al narrador en su empresa de contar "la desventurada aventura de Troilo". Las
acciones de los personajes están determinadas también por dios y por los dioses.
Creo que a lo largo del relato se desarrolla un ordenamiento que tiene que ver con una
organización de dioses. Si los hombres actúan de acuerdo al mandato de ciertos dioses,
por un lado Amor, Tesífone, Venus, y otras deidades mitológicas ordenarán el caos en la
vida del hombre, provocarán la desestabilización en las sensaciones y los sentimientos de
personajes la obra; y, por otro lado, dios, un dios cristiano y único, organizará un camino
lineal en el que cada hombre realiza su destino predeterminado por la voluntad de ese
mismo y único dios.
Porque el camino prefijado para Troilo y para Créssida es el camino del sufrimiento.
Aunque flechados por el dios Amor, los protagonistas no pueden torcer el derrotero del
sufrimiento que el narrador - herramienta de dios- les ha marcado desde el inicio. Desde
el primer verso de Troilo y Créssida, el narrador sitúa el carácter trágico del personaje
masculino. En el verso 1 dice que va a "contar la doble pena de Troilo", y en verso 2
alude a Créssida diciendo "una triste criatura que tuvo un terrible temor".
En el verso 16 describe la condición de Créssida:
"Esta dama que todo el día escuchaba desde temprano
la vergüenza de su padre, su falsedad y traición,
a punto de enloquecer por la pena y el miedo".
Troilo, por su parte, irrumpe en el texto como "el líder de los jóvenes caballeros",
arrogante y descreído del amor. En el verso 29 Troilo se alinea entre los escépticos del
amor y acusa a "los amantes" y "sus ritos groseros":
"Oh verdaderos locos, bien ciegos estáis".
Hasta aquí el texto ha narrado la procedencia de cada uno de los personajes. Están
delineados sus rasgos fundamentales a partir de los que el lector, el narrador y dios
pueden predecir sus acciones, el camino que ambos han de seguir. El camino del
sufrimiento, para ella; el camino de la guerra para él.
Sin embargo el azar, el cruce de los destinos de ambos, va a provocar una zona de caos en
la linealidad predeterminada de sus caminos. Y este cruce se da en primavera - tópico
medieval que metaforiza el surgir de los sentimientos y las sensaciones, - época además
en la que Chaucer va a situar The Canterbury Tales, un texto que nace en el cruce de
caminos.
La primavera y la fiesta Palatina - fiesta en honor a la diosa protectora de los troyanos ,es el espacio donde se produce el cruce de Troilo y Créssida.
El caos comienza: Troilo no puede gobernar sus sentidos; en primer término el sentido de
la vista:
"(...) buscando mantener su impostura,
sobre otras cosas paseó la vista un tiempo,
aunque a menudo volvía a ella mientras duró aquel servicio".
Más tarde, no dominará sus palabras y contará su pesar a Pándaro. Es interesante este
personaje porque se mantiene alejado del Amor, al igual que el narrador, pero con una
postura contraria a éste. Pándaro dice: "Tú sabes que yo he extraviado el camino", y
aconseja al protagonista seguir el derrotero determinado por el Amor. Pándaro podría
leerse como la contrafigura del narrador: desde un afuera respecto del caos amoroso,- al
igual que el narrador- aconseja al personaje - y más tarde lo ayudará - a seguir el camino
impuesto por sus sentimientos. Aconseja sufrir de Amor y guía a Troilo en este camino.
"Ningún hombre podrá ser íntimamente feliz, creo,
si nunca ha estado en pena o dificultades".
El orden del contraste guía la lógica de Pándaro. Por afuera de la situación amorosa, al
igual que el narrador, el personaje citado aconseja al protagonista no apartarse de los
designios del Amor, sino capitalizar la pena como paso a la felicidad. Esta es una
concepción distinta de la que el narrador había enunciado en el verso 6:
"Y pedid también por aquellos que han perdido las esperanzas
en amor y que nunca se recuperarán,
(...) que en su bondad
les conceda salir pronto de este mundo".
La muerte como salida o solución para la pena de amor se opone a la voz de Pándaro que
aconseja seguir los designios del dios pagano, sufrir para poder salir de ese sufrimiento.
III
En el "Cantus Troili" el narrador cede su voz a Troilo que va a dar cuenta del caos de sus
sentimientos. Es interesante observar cómo el narrador abandona el relato, para dar paso
a una voz caótica que es la voz del amante. La palabra - principio de orden con la que el
narrador organiza el relato, asistido además por los dioses que determinan u ordenan el
curso de la historia de Troilo y Créssida -, la palabra, digo, pasa a la voz de Troilo que
articula sus versos desde el caos. En el "Cantus Troili" el lector asiste al centro del caos
narrado por su protagonista. Es allí donde aparece la figura del oxímoron como una
síntesis del quiebre de la lógica del lenguaje. La palabra ha perdido su referencialidad
directa: Troilo no puede decir que alguien está sentado cuando está sentado, porque su
lenguaje se articula en la zona de lo ilógico, para dar cuenta de sensaciones que trastocan
la lógica y el principio de referencialidad de la lengua. Troilo dice:
"si el amor es bueno ¿de dónde proviene mi dolor?
Si es malo, me parece portentoso
como cada tormento y adversidad
que de él me llega, puede parecerme placentero.
Pues más sed tengo cuanto más de él bebo".
en el verso 59 Troilo continúa:
"si el daño me sienta bien ¿por qué me lamento entonces?
(...) oh viva muerte oh dulce y delicioso dolor".
El oxímoron como figura retórica central organiza el caos de los sentimientos. Y desde el
centro del caos del amor Troilo invoca a los dioses del amor, los dioses mitológicos que
lo asisten:
"oh! Amor, oh! Caridad,
también tu madre, la dulce Citerea,
sea honrada junto a ti a Venus me refiero, el planeta benevolente
e igualmente a ti Himeneo te saludo".
Y en el verso 63 el narrador dice, refiriéndose al Amor:
"Mas lo retuvo como su esclavo abajo en la desdicha
y lo marco a fuego de nuevas y variadas maneras".
De esta manera impone su orden: el Amor tiene esclavos que someter, pero nunca va a
cambiar el camino de predestinado por dios. Este es lugar del caos en la predeterminación
en la obra de Chaucer. Es decir, el azar que lleva a conocer al objeto amado, el cruce de
caminos de Troilo y Créssida, las imprevistas sensaciones y los indescriptibles
sentimientos que atraviesan a Troilo, son puntos de caos que dejan marcas - huellas - en
el camino de los personajes, pero que no provocan ninguna modificación en el derrotero
predeterminado por dios y por el narrador, instrumento de dios a la hora de narrar las
desventuras de Troilo y Créssida.
El dios Amor y los dioses griegos, romanos y paganos, están invocados desde la
perspectiva del caos del amor, tanto en la voz del narrador como en la voz de Troilo. Para
referirse al orden o la predeterminación que ordena la vida de los personajes, el texto
alude a dios.
Y dentro de este mundo ordenado por dios, en este camino lineal donde los personajes
cumplen con su mandato inicial, el caos del Amor, el cruce azaroso con sensaciones que
superan la razón de dios, son nudos o puntos de que dejan huellas; cambiarán actitudes
futuras en la guerra, en el caso de Troilo por ejemplo, pero nunca van a torcer el camino
predeterminado de los personajes.
Porque si Créssida es presentada en el texto desde una zona de sufrimiento - viuda, hija
de un traidor - ni el azar que la lleva a conocer a Troilo, ni la felicidad que el encuentro
con Troilo podría significar puede torcer este camino de la pena y la traición. Desde el
inicio del texto Créssida aparece como la hija de un traidor que se valió de los saberes de
los dioses - un oráculo del dios Apolo - para hacer su voluntad. El padre de Créssida
torció su derrotero de troyano vencido para pasarse al bando de los griegos vencedores y
lo embargó la traición. Traicionar a los hombres y a dios que predetermina el camino es
tomar decisiones propias. Créssida aparece en la obra desde esta procedencia: es la hija
de alguien que traicionó la voluntad de dios eligiendo su propio camino. Y ella continúa
el camino de la traición - quizá a su pesar-, envuelta en la misma pena en la que había
comenzado. Su camino en el terreno de la traición se cumple a pesar del cruce con el
camino del amor de Troilo. El derrotero de Troilo, a su vez, como líder de los jóvenes
guerreros, no cambia por el amor de Créssida. El final de la obra lo va a encontrar
luchando, ferozmente, encendido por su pena de amor, batallando como al principio del
texto. Es decir, el caos de los sentimientos amorosos ha dejado huellas, marcas, actitudes,
pero nunca lo ha hecho cambiar el camino predeterminado de los amantes: un camino
impuesto por dios que ni Venus, ni Amor, ni Citérea pudieron modificar.
Gabriela Baby

Documentos relacionados