JÉSUS, Dieu t`attend. Les che- mins de la priére. Extraits de Je veux

Transcripción

JÉSUS, Dieu t`attend. Les che- mins de la priére. Extraits de Je veux
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REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 70 (2011)
20. MARIE-EUGÈNE DE L’ENFANTJÉSUS, Dieu t’attend. Les chemins de la priére. Extraits de Je
veux voir Dieu, Tolouse, Éditions du Carmel, 2006, 74 pp.,
11 x 17.5 cm.
Como se dice en el título, se trata de una selección textual del autor
de la conocida obra, publicada en
español y en varias ediciones, Quiero ver a Dios, que el autor escribió
para saciar la sed de Dios que tiene
el mundo actual, no obstante la situación de ateísmo y materialismo
en que nos movemos. Por eso, poco
se puede decir en una recensión de
este folleto más de que puede ser
una llamada a los lectores para que
no sólo lean estas páginas desgajadas de la gran obra, sino que vayan a
la obra completa. Tienen el propósito los editores de seguir publicando
otros folletos con otras doctrinas del
P. Marie Eugène. El folleto sólo recoge la doctrina sobre la oración vocal y la del recogimiento. Al final
del folleto, hay una breve biografía
del autor (pp. 70-72).-DPM.
21. MARTINDALE, C., Los Santos,
Ediciones Encuentro, Madrid,
2009, 150 pp., 18 x 11 cm.
“Buscad cada día el rostro de los
santos y hallad consuelo en sus palabras”, recomendaba la Didaché.
Este pequeño libro de Los Santos,
escrito por C. Martindale, convertido al catolicismo, jesuita y gran
escritor en tiempos de la Segunda
Guerra Mundial, nos presenta trece
figuras de santos: san Pablo, san Antonio de Egipto, san Agustín, Hermann el Inválido, san Eduardo, rey
de Inglaterra, san Francisco de Asís,
santo Tomás de Aquino, san Francisco Javier, san Camilo de Lelis,
san Pedro Claver, san Vicente de
Paúl, san Juan Bautista Vianney, san
Juan Bosco y santos sin el “San”.
De todos estos santos, el que
más me llamó la atención es Hermann, el Inválido, quien por nacer
horriblemente deforme lo apodaron
“el tullido”. A pesar de tener dificultades para expresarse, aprendió matemáticas, griego, latín, árabe, astronomía y música. Todos le profesaron un gran amor por ser “agradable,
amable, afable, siempre sonriente,
tolerante, jovial, siempre esforzándose…”. “Hermann nos demuestra
que el dolor no significa infelicidad
y que tampoco el placer es sinónimo
de felicidad”. Estas son las últimas
palabras que nos dice Martindale
sobre Hermann.
Un Código de Anahuac ha dicho: "Los Dioses crearon a los hombres de madera y después de haberlos creado los fusionaron con la divinidad"; más luego añade: "No todos los hombres logran integrarse
con la divinidad". Los santos sí lo
han logrado. “El santo no es un superhombre, es un hombre real, porque sigue a Dios y, en consecuencia, al ideal por el que fue creado su corazón y del que está hecho
su destino” (De la Presentación de
Luigi Giussani). Santo es aquel que
vive en Dios y de Dios. Así daba
testimonio san Pablo a los Gálatas:
“Aun viviendo en la carne, yo vivo
en la fe de los hijos de Dios”.
No hay dos santos iguales como
no hay dos hombres iguales, cada
uno ha sido testigo fiel de Jesucristo
a su manera. Los santos se fiaron de
Dios y fueron héroes de la fe, de la
esperanza y del amor. Con el ejemplo de sus vidas pueden estimularnos a la santidad y ayudarnos en
el camino del seguimiento cristiano.
Los santos de C. Martindale es
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 70 (2011)
un libro pequeño, ameno, que instruye, distrae y edifica al lector.-EGN
22. MARTÍNEZ GONZÁLEZ, E. J.,
Tras las huellas de Juan de la
Cruz. Nueva biografía, Madrid,
EDE, 2006, 184, pp., 13,5 x 21
cm.
Quizás a muchos lectores entendidos les llame la atención eso de
“nueva biografía” que aparece en el
título. ¿En qué sentido es “nueva”?
No sólo porque es la última del mercado, sino porque el autor se esfuerza en hacer una síntesis de todo lo
dicho y escrito hasta ahora sobre san
Juan de la Cruz, releyendo la bibliografía más importante, deslindando
lo biográfico de lo hagiográfico y
depurando lo que está históricamente probado y aceptado por los sanjuanistas, de lo se presenta como
hipótesis de trabajo. Con otras palabras, se puede definir esta biografía
de san Juan de la Cruz como una
“aproximación a la biografía crítica”
(p. 9), que todavía está por escribir,
aunque parezca mentira, si queremos
acercarnos a la vida real del Santo,
completando algunos capítulos todavia oscuros.
Por eso, el primer paso para proceder científicamente es el estudio
de fuentes con las que cuenta el historiador, que el autor trata en el capítulo primero: “Cuestiones previas:
materiales-base y criterios de utilización” (pp. 11-28). La biografía del
Santo sigue el ritmo de la cronología
de su vida y los lugares donde ha residido: Fontiveros, Medina del Campo, Salamanca, Duruelo, Alcalá de
Henares, Baeza, Toledo, Granada,
etc., hasta su muerte en Úbeda en
1591. En ellos ilustra lo que allí ha
vivido Juan de la Cruz, como suelen
hacer todos los hagiógrafos y bió-
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grafos.
Pero lo importante no son los
lugares donde ha residido, sino lo
hecho en cada uno de ellos: pobreza
en el hogar paterno-materno, pobre
de solemnidad en Arévalo y Medina,
además de mendigo, estudiante y
fraile carmelita; carmelita descalzo
en Duruelo, vocación frustrada de
cartujo, siempre sacerdote, apóstol,
director espiritual y escritor poco fecundo, pero autor de obras de mística de un valor teológico y místico
inmenso, etc. Y, al final, después de
haber pasado la noche oscura en una
cárcel conventual de los carmelitas
de Toledo, y desempeñar muchos
cargos de responsabilidad en la Reforma de santa Teresa (formador de
novicios y estudiantes, prior, consiliario de la Consulta, vicario provincial de Andalucía), morir olvidado
en un lugar lejano de su Castilla natal: Úbeda, en Andalucía.
Toda esta trayectoria es la que
describe el autor de esta obra y lo
hace apegado a las fuentes antiguas,
releídas con el criterio científico de
los historiadores sanjuanistas modernos, y apoyado en una riquísima
bibliografía leída y asimilada, que
da a esta obra un carácter de seriedad en el que puede confiar el lector.
Los acostumbrados a leer otras biografías antiguas y modernas, encontrarán en estas páginas un resumen
seguro y conciso de lo ya aprendido
y les servirá de recordatorio y de repaso de lo ya sabido; quizás hasta se
alegrará de descubrir a veces la confrontación de varias opiniones y de
encontrar que el autor se ha identificado con la propia del lector.
Para que no todo esto suene a
apología excesiva de una obra rica y
bien construida, propongo al autor
unas observaciones metodológicas
por si las quiere tener en cuenta en

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