Tsunamis - CICCP - Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y

Transcripción

Tsunamis - CICCP - Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y
Tsunamis
Íñigo J. Losada Rodríguez
DESCRIPTORES
TSUNAMIS
INUNDACIÓN
RIESGOS EN LA COSTA
Los tsunamis como mecanismo
generador de catástrofes naturales
El fenómeno que conocemos como tsunami es un conjunto de
olas de longitud de onda extremadamente grande y largo período y cuyo origen es cualquier tipo de perturbación que se
produzca en el océano. A diferencia de las olas generadas
por el viento que estamos acostumbrados a ver en la playa,
con longitudes de onda de centenares de metros y períodos
de hasta 30 segundos, los tsunamis tienen períodos de entre
10 minutos y 2 horas y longitudes de onda de centenares de
kilómetros. Estas ondas tan largas tienen, además, como característica fundamental la capacidad de hacer penetrar el
movimiento prácticamente en toda la columna de agua.
La causa más frecuente de generación de tsunamis se encuentra en los terremotos, ya tengan su origen en el fondo
marino o en la costa. Sin embargo, puede haber otros mecanismos de generación: deslizamientos submarinos, erupciones volcánicas o explosiones nucleares en zonas costeras, y
cualquier otra circunstancia, como la caída de un meteorito o
asteroide, que pueda producir el desplazamiento de un gran
volumen de agua en un intervalo muy corto de tiempo.
Como ejemplo, baste citar que el reciente tsunami de Indonesia se produjo por un desplazamiento vertical medio de
11 metros de la falla causante del sismo. Dicho desplazamiento cubrió una longitud de unos 1.200 kilómetros y 200
kilómetros de anchura, lo que puso en movimiento un volumen brutal de agua.
Otra característica muy importante a tener en cuenta es la
grandísima velocidad de desplazamiento que logran alcanzar,
que condiciona enormemente, como veremos más adelante,
cualquier sistema de alerta frente a los mismos. Su velocidad
de propagación o celeridad, C, depende únicamente de la ace76
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leración de la gravedad y de la profundidad, mediante la expresión C = (gh)1/2, por lo que, por ejemplo, a 5.000 metros
de profundidad alcanzan velocidades de hasta 800 km/h. Esto explica que el tsunami citado cruzara el océano Índico desde Indonesia hasta Somalia en aproximadamente siete horas,
o que un gran tsunami generado en Canarias pueda alcanzar
la costa Este de Estados Unidos.
Sin embargo, existen dos factores adicionales que son los
que realmente explican su increíble capacidad destructiva.
En la zona de generación la amplitud es muy pequeña
comparada con la longitud de onda, del orden de un metro o
inferior. Dado que además la energía se dispersa en un dominio mayor a medida que se aleja de la zona de generación, la
amplitud se reduce aún más, generando una pequeña sobreelevación del nivel del mar en intervalos de tiempo de entre diez
minutos y dos horas, lo que hace que los tsunamis sean prácticamente imperceptibles para barcos en mar abierto o para
medios de observación aéreos. Dado que la tasa a la que estas ondas pierden la energía que inicialmente se les ha transmitido en el proceso de generación es inversamente proporcional a la longitud de onda, se propagan a gran velocidad
por el océano sin perder prácticamente energía. Sin embargo,
una vez que el tsunami se acerca a la costa, la presencia del
fondo induce un fenómeno conocido como asomeramiento que
lleva asociada una reducción de la celeridad de propagación.
Dado que la disipación sigue siendo muy reducida, la conservación del flujo de energía (proporcional a H2 · (gh)1/2 ) asociada al tsunami solo puede cumplirse a expensas de aumentar su altura, H. Esto, conjuntamente con otros procesos de
propagación inducidos por la geomorfología de la zona, da
lugar a que aquella pequeña amplitud (del orden de centímetros) en el océano pase a convertirse en varios metros, supe-
rando en algunos casos los 20 metros. En la zona de la costa
se suele evaluar la máxima sobreelevación vertical con respecto al nivel medio. En relación con el tsunami mencionado,
en la costa de Sri Lanka, que fue alcanzada a las dos horas de
su generación, se pudieron observar alturas de entre cuatro y
12 metros dependiendo de la localización.
El segundo factor, además del considerable aumento de la
altura, es el efecto final en la costa. Al llegar a la playa el comportamiento del tsunami difiere sustancialmente del que estamos acostumbrados a observar en el oleaje de viento habitual
en nuestras playas, con movimientos orbitales de sus partículas, que, describiendo trayectorias circulares semicerradas,
dan lugar a la rotura con alta disipación energética y a un
proceso de ascenso-descenso sobre el talud sin causar inundación. Los tsunamis, sin embargo, que se caracterizan porque las trayectorias de sus partículas son rectilíneas en dirección hacia la costa, forman en rotura un gran frente vertical,
llamado “bore”, con altísima capacidad de penetración y disipación progresiva en su avance, originando un potencial catastrófico de inundación solo condicionado por la orografía
de la zona y los posibles obstáculos que se encuentren en el
área inundable. Por ejemplo, las alturas de sobreelevación anteriormente citadas en Sri Lanka han producido inundaciones
que han alcanzado entre 100 y 800 metros tierra adentro.
Es, sin duda, la destrucción causada por el proceso de
inundación y por la retirada de las aguas el elemento originario de las catástrofes asociadas a los tsunamis.
Riesgo de catástrofe debido
a tsunamis en el litoral español
En general, tendemos a asociar “riesgo de catástrofe” con
la probabilidad de que suceda una catástrofe. Sin embargo, la
probabilidad o frecuencia de ocurrencia de dicha catástrofe
solo es uno de los elementos que es necesario tener en cuenta a la hora de realizar una correcta evaluación del riesgo.
En este sentido, podríamos pensar que el riesgo de catástrofe debido a tsunami en el litoral español, generalmente llamado peligrosidad, es muy pequeño, dado que prácticamente no tenemos memoria histórica de este tipo de eventos.
Sin embargo, la correcta evaluación del riesgo implica tener
en cuenta no solo la probabilidad de ocurrencia o frecuencia. Es necesario añadir la intensidad o magnitud del tsunami en la costa, la vulnerabilidad de la zona expuesta y, finalmente, el valor económico y social de la zona potencialmente afectada. Muchas veces la peligrosidad y la magnitud
van unidas y el valor económico y social se integra en el concepto de vulnerabilidad, pero lo que es necesario tener en
cuenta es que el concepto de riesgo resulta de la integración
de estos diferentes elementos.
Aunque en España la peligrosidad de tsunami no es elevada, existen amplias zonas del litoral donde, sin embargo,
la magnitud del tsunami en la costa, la vulnerabilidad o el
valor socio-económico hacen que el riesgo sea muy elevado.
En 1996, el Instituto Geográfico Nacional cuantificó de forma conjunta la vulnerabilidad y el valor económico y social
asociado a un tsunami equivalente al que se produjo en Lis-
boa en 1755, que, como es conocido, afectó a las costas de
Huelva, por entonces prácticamente despobladas. El resultado del estudio arrojó las siguientes pérdidas económicas en
millones de euros: Industria, 2.000; comercio, 87; vehículos
a motor, 5. Además, se cuantificó en 113.000 y 35.000 el
número de personas y viviendas afectadas respectivamente y
en 23.000 hectáreas el área inundada total, de las que 427
hectáreas corresponden a áreas de comercio e industria,
147 hectáreas a la Autoridad Portuaria de Huelva y 7.000
hectáreas a áreas de alto valor ecológico. Si tenemos en
cuenta el inmenso desarrollo turístico que ha tenido lugar durante esta última década en las zonas del sur de Huelva, es
evidente que el riesgo hoy en día sería todavía mayor.
Pero, ¿cuál es el origen de la peligrosidad de tsunamis en
nuestro litoral? La institución que ha llevado a cabo la más
amplia labor en el establecimiento de la peligrosidad de tsunamis en la costa española ha sido el Instituto Geográfico Nacional (IGN). De su trabajo se deriva que existen dos áreas
tsunamigénicas fundamentales.
La primera está localizada en la zona atlántica, más concretamente en la fractura Azores-Gibraltar en dirección a la
Península Ibérica, en especial la parte suroeste del cabo San
Vicente, y en la zona suroeste de la interacción entre las placas Nubia y Eurasia, al norte del banco de Gorridge, origen
del tsunami de Lisboa.
En estas zonas se han generado grandes terremotos que
han dado lugar a tsunamis con relativa baja frecuencia y consecuencias desastrosas. El IGN ha elaborado un importante
catálogo recopilando tsunamis históricos desde el año 40 a.C.
y en él se registran, entre otros, grandes tsunamis en 1531,
1722 y el famoso tsunami de Lisboa de 1755.
Cualquiera de los tsunamis generados en estas zonas
afecta fundamentalmente a la costa sur-occidental española.
Respecto a la frecuencia de ocurrencia, el IGN ha hecho una
evaluación aproximada, concluyendo que en el área Atlántica se producen unos ocho tsunamis cada 450 años.
La segunda área de peligrosidad se localiza en la cuenca
mediterránea (Fig. 1). Más concretamente en el norte de África, donde existe una zona de elevada actividad que puede
Fig. 1. Localización de las fallas tsunamigénicas más importantes en el litoral
mediterráneo. Fuente: Terremotos y la peligrosidad de tsunamis en España.
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dar lugar a tsunamis de origen cercano, que afectan a las
costas de levante e islas Baleares, y una segunda zona, en el
Mar de Alborán, de moderada actividad pero con un potencial de afección a las mismas costas de mayor probabilidad
que los tsunamis de origen lejano detectados en el Atlántico.
El más reciente tuvo lugar en mayo de 2003, cuando un tsunami generado en Argelia afectó a varios puertos de la costa
Balear, produciendo el hundimiento de varias embarcaciones
y el cese de la actividad portuaria. Estos tsunamis del Mediterráneo español son de mucha más baja intensidad que los del
Atlántico y el IGN ha estimado que su frecuencia media de
ocurrencia es de aproximadamente un tsunami cada 25 años.
Finalmente, es necesario hacer constar que existen otras
fuentes de generación de tsunamis asociadas a deslizamientos costeros causados por los propios terremotos, como es el
caso de las costas Argelinas, o a grandes deslizamientos submarinos. Sin duda alguna, son por todos conocidas las hipótesis aparecidas recientemente en la prensa sobre posibles
mega-tsunamis debidos a grandes deslizamientos submarinos
en el Atlántico o a deslizamientos de laderas de volcanes en
las islas Canarias, consecuencia de erupciones volcánicas.
Aunque existe una potencial peligrosidad asociada, las especiales circunstancias que deben confluir para que se produzca este tipo de evento geológico han llevado al IGN a no considerar los mismos dentro de una evaluación sistemática del
riesgo de tsunamis en nuestro litoral.
Finalmente, es necesario decir que la magnitud o intensidad del tsunami en la costa depende fundamentalmente del
resultado de la propagación del tsunami. Así, por ejemplo,
durante el tsunami de Indonesia, en un mismo tramo de la
costa de Sri Lanka de unos 200 kilómetros de longitud se evaluaron alturas de ola del tsunami desde cuatro a 11 metros,
producto de la concentración de la energía en algunos puntos con respecto a otros cercanos.
La intensidad de un tsunami en la costa, prácticamente solo puede ser determinada mediante simulación numérica. Hoy
en día los modelos numéricos de última generación incluyen
el proceso de generación a partir de seísmos o deslizamientos, la propagación del tsunami en el océano (introduciendo
todos los fenómenos de transformación asociados y principalmente el efecto de la batimetría) y la interacción del tsunami con la morfología costera. Los modelos son muy útiles
para realizar retro-análisis del proceso de generación, propagación y efectos de un tsunami en una zona concreta del
litoral, mediante la comparación con registros instrumentales,
como mareógrafos u otro tipo de observaciones. Asimismo,
resultan, también, muy importantes para definir con precisión
los mecanismos y zonas de generación de eventos históricos
de los que solo se dispone de información sobre los efectos.
Sin embargo, como veremos más adelante, el mayor potencial de los modelos numéricos reside en su utilización como
elementos esenciales de los sistemas de alerta frente a tsunamis.
En España existen algunos grupos con actividad en el modelado numérico de tsunamis. El trabajo más detallado en este campo se ha realizado por el Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas (GIOC) de la Universidad de Cantabria en
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Fig, 2. Simulación numérica de la propagación del tsunami
de Argelia (mayo de 2003). Fuente: Grupo de Ingeniería Oceanográfica
y de Costas, Universidad de Cantabria.
sendos proyectos para el Ministerio de Medio Ambiente y la
CICYT, en los que se desarrolló un sistema de modelado de generación, propagación y exposición del litoral del Mar de Alborán para tsunamis producidos en la zona mediterránea.
Asimismo, y después del reciente tsunami de Argelia, el
GIOC realizó un retro-análisis de dicho evento, tal y como se
muestra en la figura 2, estableciendo el origen, zonas afectadas y tiempos de arribo. El modelado se validó con las observaciones instrumentales realizadas por la red de mareógrafos de Puertos del Estado.
Daños producidos por los tsunamis
Además de las pérdidas de vidas humanas, es típica de los
tsunamis la producción de los siguientes daños materiales:
destrucción de infraestructuras y edificaciones bien por arrastre directo, socavación o impacto de flotantes (coches, árboles, etc.); salinización de depósitos o acuíferos; destrucción de
sistemas de abastecimiento y saneamiento de agua y de producción y distribución de energía; erosión de la zona costera; destrucción de ecosistemas, etc. (Figs. 3 y 4).
Estrategias frente a potenciales riesgos
de catástrofe producida por tsunamis
Teniendo en cuenta la imposibilidad de actuar sobre el foco
fundamental conducente al desastre natural producido por un
tsunami y, por tanto, sobre su peligrosidad, parece evidente
que solo es posible poner en marcha estrategias encaminadas
hacia la reducción de la vulnerabilidad de las zonas susceptibles de ser afectadas. En este sentido las estrategias posibles
se reducen a: (1) Implantación de sistemas de alerta frente a
tsunamis; (2) protección y (3) adaptación.
Implantación de sistemas de alerta frente a tsunamis
Aquellos países del mundo avanzado en los que la peligrosidad de tsunamis es alta, principalmente Japón y Estados Unidos en el Pacífico, cuentan en la actualidad con sistemas operativos de alerta frente a tsunamis de ámbito regional. Existen
algunos otros en la Polinesia francesa, Rusia, Corea, etc. Por
Fig. 3. Socavación producida por el tsunami de Asia en una casa
en la costa de Sri Lanka. Fuente: Philip L.-F. Liu.
Fig. 4. Daños producidos por el tsunami de Asia en una infraestructura viaria
en la costa de Sri Lanka. Fuente: Philip L.-F. Liu.
otro lado, para el Pacífico se encuentra un centro gestionado
por la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration) que suministra información para la mayor parte de
los países de su cuenca. La diferencia esencial entre los primeros y este último es que los sistemas regionales proporcionan alertas aproximadamente a los 10 minutos, mientras que
el sistema del Pacífico lo hace a la hora de haberse producido el sismo. Debe tenerse en cuenta que, dada la velocidad
de propagación del tsunami, la rapidez con la que se genera
la alerta es fundamental, pues es la que condiciona todo el
proceso de evacuación o preparación frente al impacto del
tsunami. Evidentemente, el otro factor limitante es la distancia
de la zona potencialmente afectada al origen del tsunami.
En general, cualquiera de estos sistemas cuenta con cuatro elementos fundamentales: una red sísmica, un sistema de
observación oceanográfica, una base de datos de simulaciones numéricas y un sistema de alerta. Cualquier nuevo sistema que quiera implantarse debe contar con estos elementos.
En primer lugar, es necesario contar con una red sísmica
dimensionada adecuadamente para poder evaluar en tiempos relativamente cortos la localización del sismo y la posibilidad de que un determinado evento sísmico pueda dar lugar
o no a un tsunami. Este es uno de los elementos fundamentales pues es donde se encuentra el cuello de botella en los tiempos de respuesta frente a tsunamis. En España la red más importante es gestionada por el IGN, que lleva trabajando mucho tiempo en el análisis de datos sísmicos para evaluar la
posible presentación de eventos tsunamigénicos. En este sentido es necesario recalcar que no todos los eventos sísmicos
tienen la capacidad de generar un tsunami, y precisamente
en la determinación de dicha capacidad es donde reside la
mayor fuente de error a la hora de emitir alertas.
Esta es la razón principal por la que el segundo elemento
con el que debería contar el sistema de alerta es un sistema de
observación oceanográfico, con el objeto de ratificar si realmente se ha producido o no el tsunami.
La observación de un tsunami representa una enorme dificultad, sobre todo cuando éste se encuentra a grandes profundidades. Aunque recientemente se han hecho algunos
avances en el retro-análisis de la detección de tsunamis mediante observaciones desde satélites, la confirmación de posibles alertas emitidas a partir de la información obtenida en
las redes sísmicas es solamente viable mediante la instalación
de sensores en alta mar.
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La figura 5 muestra un esquema del sistema DART. Este sistema de observación, compuesto por un sensor de presión en
el fondo, que detecta el paso del tsunami, y una boya receptora y emisora, es el equipo más comúnmente empleado en el sistema de alerta del Pacífico. La gran profundidad a la que pueden instalarse estos equipos permite tener el tiempo suficiente
para tomar medidas de evacuación en muchos de los países
potencialmente en riesgo frente a un tsunami en el Pacífico.
En la actualidad, España carece de este tipo de equipos,
que serían especialmente útiles para la prevención de tsunamis
en la zona Atlántica. Sí tiene, sin embargo, una importante red
de mareógrafos en toda su costa, que también podrían se útiles
para registrar el paso de un tsunami. Evidentemente, al tratarse
de una red costera, los tiempos de respuesta se reducirían drásticamente, siendo solo útiles para aquellas zonas alejadas de los
mareógrafos. De entre las redes existentes, la de Puertos del Estado podría jugar un papel muy relevante por su capacidad de
transmitir los datos registrados prácticamente en tiempo real.
El tercer elemento necesario para la red de alerta sería una
extensa base de datos generada mediante modelos numéricos.
Esta base de datos incluiría un gran número de eventos posibles, definidos una vez determinadas las potenciales fuentes de
generación de tsunamis y los mecanismos de generación correspondientes, y permitiría obtener la localización de las zonas con más probabilidad de ser afectadas, los tiempos de arribo, mapas de sobreelevación, mapas de inundación, etc. Este
tercer elemento es hoy por hoy necesario, dado que al no ser
posible ejecutar los modelos en tiempo real, se demoraría considerablemente la capacidad de respuesta frente al tsunami.
Fig. 5. Componentes de un sistema de alerta frente a tsunamis. Los sensores
de presión instalados en el fondo, a unos 5.000 metros de profundidad, registran el paso del tsunami. La información recogida en los sensores es transmitida por telemetría acústica a la boya en superficie, que a su vez la transmite a
un satélite. Fuente: National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA).
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A partir de la información generada de los datos de la red
sísmica, mediante los que se establece la posición de la zona
de generación y el tensor momento sísmico, con el que se
puede evaluar la magnitud aproximada del tsunami, se accede a esta base de datos numéricos, de donde se puede obtener de manera rápida las posibles zonas que pueden sufrir el
impacto del tsunami y los potenciales tiempos de arribo.
La red sísmica, la base de datos numéricos y el sistema de
observación oceanográfico deben estar integrados dentro de un
sistema de comunicación altamente eficiente y seguro que, una
vez detectado el tsunami en el sistema de observación, permita
enviar toda la información requerida al último eslabón de la cadena, al sistema de transmisión de la alerta. Éste debe contar
con la infraestructura y protocolos necesarios para garantizar
que protección civil o quien corresponda tome las medidas necesarias de evacuación, protección, etc. que se hayan especificado en un plan de contingencia al efecto.
En la actualidad, España cuenta con bastantes de los elementos citados y la tecnología necesaria para abordar la puesta en marcha de un sistema de alerta frente a tsunamis. Sin embargo, todavía es necesario realizar un trabajo adicional muy
importante hasta su completa y satisfactoria implementación.
Protección
La segunda posibilidad para reducir el riesgo frente a tsunamis es la introducción de medidas de protección, entendiendo como tales estructuras o elementos que contribuyan a disminuir la posible incidencia de un tsunami. Evidentemente, el
hecho de que los tsunamis, aun tratándose de tsunamis relativamente cercanos, actúen sobre una gran longitud de costa,
descarta realizar actuaciones encaminadas a la construcción
de grandes longitudes de diques que “blinden” la costa. Es
decir, la construcción de este tipo de estructuras, muy utilizadas especialmente en Japón, es solo aplicable a zonas de alta vulnerabilidad, especialmente en puertos o zonas urbanas.
Sin embargo, la experiencia del tsunami de Indonesia ha
puesto una vez más de manifiesto que existen “estructuras naturales”, como playas, dunas, manglares, campos coralinos o
arboledas que ayudan considerablemente a mitigar los efectos del tsunami. Parece, por tanto, razonable que la protección más adecuada es aquella basada en la preservación de
los elementos naturales que permiten mitigar los efectos de los
tsunamis conjuntamente con estructuras fijas o móviles (diques
verticales y de escollera, barreras móviles, etc.) que sirvan
para dar cobertura a las zonas de mayor vulnerabilidad.
Para algunas zonas de Sri Lanka se está proyectando un
sistema de protección frente a tsunamis basado en un muro
vertical de hormigón. Sin embargo, existe una gran controversia ambiental asociada a dicho proyecto, por lo que se ha
planteado como alternativa la construcción de un muro de tierra, complementado con una segunda línea defensiva basada en una plantación masiva de cocoteros, caracterizados
por profundas raíces, y manglares. El proyecto considera que
el lugar idóneo para la construcción de cualquiera de las dos
infraestructuras es 200 metros hacia el interior de la costa.
Adaptación
Retomando el concepto de riesgo, la adaptación intenta reducir de manera importante una de sus componentes, la vulnerabilidad, a través de una planificación del territorio costero que tenga en cuenta las consecuencias que podría tener un
tsunami. Reducir la ocupación de las zonas bajas del litoral,
planificar las infraestructuras y edificaciones en zonas afectadas e inundables teniendo en cuenta las características de los
tsunamis potenciales, etc. son medidas que reducirían considerablemente el riesgo derivado de los tsunamis.
En este sentido, es necesario destacar que la planificación
territorial necesaria para adaptarse al efecto de los tsunamis
tiene muchísimos puntos en común con la requerida para hacer frente a los posibles efectos del cambio climático, dado
que ambos conducen a la inundación de la costa.
Finalmente, es necesario hacer una última consideración
ligada a un concepto tan utilizado en la ingeniería como es
la resiliencia. Podríamos definir la “resiliencia de la costa” como su capacidad de absorber perturbaciones sin alterar significativamente sus características estructurales y funcionales.
Por ello, cualquier política territorial “pro-resiliente”, es decir,
conducente a mantener las condiciones naturales de la costa
reduciendo la ocupación indiscriminada de las zonas bajas,
evitando la modificación de la línea de costa natural o luchando contra la erosión, conducirá a que la vulnerabilidad
frente a los tsunamis se reduzca de forma importante.
El papel de la ingeniería civil
en el ámbito de los tsunamis
La ingeniería civil juega un papel sumamente importante tanto
en la fase de prevención como en la fase post-catástrofe. En general, el modelado de la propagación de tsunamis, desde la
generación hasta el estudio de sus efectos, elaboración de mapas de inundación, etc. está ligado a la ingeniería civil en todo
el mundo. Baste decir que, además de en España, este campo,
así como el del modelado físico de tsunamis, se realiza en el ámbito de escuelas de ingeniería o centros de investigación vinculados al mundo de la ingeniería civil. Por otro lado, y aunque no
es así en todo el mundo, las redes de observación oceanográfica más importantes con que contamos en España están ligadas
a nuestro sistema portuario, dado que fueron implementadas y
son gestionadas por Puertos del Estado. En cuanto al proyecto
y construcción de medidas de protección, es evidente que, independientemente de su naturaleza, son generalmente diseñadas
por ingenieros civiles en todo el mundo. Finalmente, es asimismo clara la importancia de la participación de la ingeniería civil en el planeamiento territorial para la gestión de la costa.
En cualquier evento post-tsunami, el primer paso consiste en
la realización de campañas de inspección, no solo para evaluar los daños en las infraestructuras sino también para evaluar
las características del tsunami que se ha producido (Fig. 6). En
el pasado evento de Indonesia la mayor parte de los equipos
internacionales que inspeccionaron las zonas afectadas fueron
liderados por ingenieros civiles. Por último, la labor de la reconstrucción es inherente a nuestra profesión, por lo que no es
necesario abundar en este aspecto.
Fig. 6. Evaluación del run-up en la costa de Sri Lanka. Fuente: Philip L.-F. Liu.
Desgraciadamente, el riesgo asociado no solo a los tsunamis sino a muchos otros desastres naturales es cada día mayor y el constante aumento de la vulnerabilidad de las zonas
con alta peligrosidad da lugar a elevadas pérdidas de vidas
humanas, daños ambientales y destrucción de importantes infraestructuras civiles. Los ingenieros de caminos, canales y
puertos juegan un papel fundamental en el proceso de prevención y mitigación de desastres naturales y muy especialmente, como en algunos otros, en los debidos a tsunamis. Sin
embargo, en la mayor parte de nuestras Escuelas, el estudio
de algunos de estos fenómenos naturales y de los riesgos derivados se encuentra diseminado entre varias asignaturas y
departamentos o es simplemente inexistente. En este sentido
y cara al futuro, parecería conveniente tomar posición e introducir en nuestro bagaje formativo el conocimiento y las
técnicas necesarias para la evaluación del riesgo, prevención, mitigación y gestión (logística, reconstrucción, etc.) de
desastres naturales de una manera integrada, puesto que todo ello es el resultado de una correcta imbricación de las bases fundamentales con las que ya contamos.
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Íñigo J. Losada Rodríguez
Doctor Ingeniero de Caminos Canales y Puertos
Ph.D. in Civil Engineering
Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas
E.T.S. de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
Universidad de Cantabria
Bibliografía
– GIOC (1997), Estudio de riesgo de inundación y de daños por acción de maremotos en el litoral sureste español (Mar de Alborán), Ministerio de Medio Ambiente.
– Instituto Geográfico Nacional et al. (2000), Terremotos y la peligrosidad de tsunamis en España, CD. ISBN 84-7819-094-5.
– Instituto Geográfico Nacional et al. (2005), Terremotos y tsunamis en España, CD.
ISBN 84-9810346-O.
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