La célula emocional Dra. Luisa Villanueva Casado

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La célula emocional Dra. Luisa Villanueva Casado
Dra. Luisa Villanueva Casado
La célula emocional
Dra. Luisa Villanueva Casado
LA NUTRICION EMOCIONAL DE LA CELULA
BUDA: “Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado”
Todas nuestras células viven inmersas en el líquido intercelular. Son como
peces nadando en un mar, y organizadas en bancos formando tejidos. A este
líquido llegan continuamente distintos tipos de nutrientes: oxígeno, minerales,
vitaminas, glucosa, etc., que la nutren.
Pero además, a la célula llegan estímulos de distintos tipos, según lo que
estamos viviendo, que provocan respuestas diferentes en ella. Utilizará las
materias primas (glucosa, vitaminas, etc.) para dar esa respuesta.
Vamos a ver desde dónde llegan y cómo se comportan esos estímulos.
A NIVEL CEREBRAL
Nuestros cinco sentidos reciben estímulos de nuestras experiencias, y los
envían al cerebro para ser procesados. Lo que vemos, olemos, oímos,
saboreamos, tocamos o sentimos, pasan a ser datos sincronizados que se
reciben en el cerebro por cinco rutas a la vez.
Una vez llegan esos datos al cerebro, las neuronas se activan y se
reorganizan, y se produce la liberación de neurotransmisores en el espacio
sináptico. La nueva experiencia vivida se traduce en una nueva red neuronal.
Como consecuencia de la activación de esa red neuronal, se produce la
liberación a sangre de distintas sustancias químicas, que a su vez provocan en
el cuerpo sensaciones diversas, sentimientos y emociones.
El resultado final de cada experiencia, es un sentimiento o una emoción.
Podemos recordar mejor las experiencias porque van asociadas a una emoción,
y esto provoca que se graben con más fuerza. Es por esta razón por la que
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cualquiera de nosotros puede recordar dónde estaba cuando se enteró de los
atentados del 11 M en Nueva York. Recordamos muchos detalles, porque
recordamos cómo nos SENTIMOS. Y al recordarlo, recordamos la experiencia,
y sentimos lo mismo que en aquél momento. Hemos activado los circuitos
neuronales asociados a esa experiencia, estos circuitos provocan la liberación
de las mismas sustancias químicas en el cerebro, y estas sustancias generan
una respuesta en el cuerpo. La misma sensación corporal asociada a la
experiencia original.
Circuitos neuronales: nuestro cerebro tiene un sistema de ahorro de energía,
que hace que aquellas conexiones que se producen juntas de forma repetida,
con el tiempo se estructuren juntas. Una conexión que se repite hace que la
distancia entre las terminaciones nerviosas disminuya, hasta que casi son una
sola. Las sucesivas repeticiones refuerzan la unión, hasta que el circuito se hace
automático. En ese momento, ya no requiere esfuerzo mental. De este modo
aprendemos, por ejemplo, a conducir. Los movimientos se automatizan, hasta
que podemos incluso pensar en otra cosa.
El problema es que esto funciona también para los pensamientos, e incluso
para los pensamientos negativos. Por ejemplo, si una persona tiene tendencia a
sentirse una víctima, y alimenta esos circuitos neuronales día tras día durante
años, se convertirán en automáticos. Cualquier estímulo externo,
desencadenará la misma secuencia y combinación de pensamientos, que le
llevarán una y otra vez al mismo punto en el que se siente una víctima. La
repetición crea conexiones más fuertes, que facilitan ramas neuronales más
gruesas.
Los pensamientos habituales provocan la activación de esos mismos
pensamientos más a menudo.
Los psicólogos calculan que una persona tiene de promedio unos 60.000
pensamientos al día. De ellos, el 95% son los mismos que tuvo el día anterior.
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A NIVEL CELULAR: La química de la adicción emocional
Debemos recordar que cada vez que tenemos un pensamiento en nuestro
cerebro, producimos sustancias químicas, y éstas provocan sensaciones,
sentimientos y reacciones en el cuerpo.
Nuestro organismo se acostumbra al poco tiempo a un nivel determinado de
sustancias químicas circulantes en sangre. Y ése será el que considere su nivel
de equilibrio, lo que llamamos homeostasis. No importa si el nivel es poco
saludable, si la sustancia es glucosa, adrenalina o heroína, si el equilibrio es un
estado de ansiedad o tristeza. Una vez que se mantiene el tiempo suficiente,
pasa a ser el nivel de equilibrio. Cuando esto ocurre, el cuerpo hará cualquier
cosa para recuperar y mantener ese nivel químico de sustancias. Esto funciona
así para todas las sustancias químicas que maneja nuestro cuerpo.
Nuestro organismo maneja tres sustancias químicas de comunicación:
neurotransmisores, péptidos y hormonas.
Los neurotransmisores son los que producen la activación en el espacio
sináptico de las redes neuronales.
Hasta hace poco, pensábamos que eran el principal medio de comunicación
químico entre las células. Pero en los últimos años, y gracias sobre todo a los
trabajos de investigación de la Dra. Candace Pert, se ha visto que existen otras
moléculas más pequeñas y específicas, los péptidos, que se relacionan
directamente con las emociones. A cada emoción, le correspondería un péptido
específico. Son las llamadas por la Dra. Pert moléculas de la emoción.
Y lo que es más importante, existen receptores para péptidos emocionales,
no sólo en el cerebro, sino en TODAS LAS CÉLULAS DEL CUERPO.
El concepto, entonces, de que nuestros pensamientos y nuestras emociones,
desencadenan efectos que se limitan a la esfera mental, queda totalmente
obsoleto. Las emociones, por vía química, a través de estos péptidos, son
capaces de producir efectos en cualquier célula y tejido de nuestro cuerpo.
Modifican la respuesta celular, estimulando o suprimiendo su funcionamiento,
y la expresión de las proteínas que fabrica. Mejorando o empeorando el
funcionamiento de células, tejidos y órganos. Ayudando a la reparación, o
contribuyendo a la enfermedad.
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Estos péptidos son el eslabón perdido de la fisiología. Lo que faltaba para
explicar la conexión cuerpo-mente. Lo que la Medicina hindú tiene en cuenta
desde hace miles de años, en Occidente no tenía base científica. Pero ahora, por
fin sabemos cuál es la vía por la que nuestras emociones influyen en nuestro
cuerpo.
Las moléculas de la emoción:
Así, tendríamos péptidos específicos para emociones específicas, producidos
en el hipotálamo. Se han identificado varias reacciones básicas: ira, tristeza,
miedo, alegría, sorpresa, desprecio y aversión. Con péptidos específicos que se
liberan con cada una de ellas.
Por supuesto, el ser humano es capaz de registrar muchas más emociones, y
una infinidad de matices. Estas emociones secundarias, serían creadas a partir
de las primarias. Algo parecido a mezclar pinturas, o ingredientes. Ejemplos de
emociones secundarias serían: vergüenza, celos, orgullo, envidia, culpabilidad,
compasión, etc.
Hemos visto que nuestros recuerdos tienen una emoción asociada. Cuando
evocamos un recuerdo, se liberan los péptidos correspondientes a la emoción
asociada, que rara vez es una emoción básica. Normalmente estará asociada a
otra u otras emociones, y matizada por otros recuerdos, nuestros y de nuestros
antepasados, guardados en nuestro ADN.
Cuando el estímulo llega al hipotálamo, éste fabrica la receta química
correspondiente, aderezada con matices personales y de situación. Una receta
personal, en ocasiones bastante compleja.
Este cóctel químico se liberará a la sangre, e inundará el espacio en el que
viven y crecen las células, uniéndose a sus receptores de membrana, y
desencadenando distintas funciones en los distintos tejidos. De la misma
manera que la liberación de adrenalina y cortisol en momentos de estrés,
desencadena distintos efectos a nivel corporal.
Pero hay una gran diferencia entre la reacción básica de estrés y lo que
estamos viendo.
En la reacción básica, ante un riesgo vital,se produce la liberación de gran
cantidad de adrenalina.Como consecuencia, el sistema simpático se dispara: el
corazón acelera el ritmo y la potencia de los latidos, los pulmones aumentan el
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ritmo de la respiración, oxigenando más la sangre;las reservas inmediatas de
glucosa se liberan, para llevar más cantidad a las células,los músculos se tensan
y se preparan para la carrera…
Todo con ingredientes básicos, adrenalina y cortisol sobre todo.
Sería como coger harina, levadura, agua, meterlo al horno y sacar un pan.
Pero cuando hablamos de las emociones humanas, hablamos de un cóctel
químico. Distintos péptidos de diferentes emociones, en proporciones muy
diversas, aderezados de diferentes formas.
Esto se parecería mucho más a una receta de Ferrán Adriá: Arte químico.
Con otro matiz más.Y es que se puede generar no sólo por una situación,sino
por un pensamiento, que podemos ELEGIR.
Podemos escoger en la carta y generar el cóctel químico que elijamos. O
podemos dejar que sea automático.
Los receptores en la membrana celular:
Cuando los péptidos llegan a la célula se unen a los receptores que existen
para ellos en la membrana celular. Cada péptido tiene su receptor específico,
que encaja como una llave en una cerradura. Y cada célula tiene un número
determinado de receptores para cada péptido.
Este número de receptores es muy variable según las personas, y según el
momento. De tal forma que si mantenemos un nivel alto de péptidos de la
ira,por ejemplo, en sangre, la célula fabricará un mayor número de receptores
para ese péptido,para atender la demanda
Y si esto se mantiene en el tiempo, cuando la célula se divida, dará lugar por
mitosis a otras dos células hijas,con el número de receptores para ira
aumentados.Es una regulación natural, que se produce en todas las células.
El problema es que,una vez que el número de receptores para el péptido de la
ira ha aumentado, si los niveles de péptido disminuyen,serán las propias células
las que pidan una cantidad mayor.
Su homeostasis,su nuevo equilibrio, se encuentra en una zona con un nivel alto
de péptidos de la ira. Y si no los hay, su equilibrio químico se altera, y pide su
dosis. Este es el mecanismo de cualquier adicción química.Lo mismo ocurriría
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si la sustancia fuese por ejemplo heroína. Nuestro cuerpo, en este caso, se ha
convertido en un adicto a la ira. Poco importa que ese equilibrio esté en una
zona de enfermedad, o que la sustancia sea un tóxico, es un equilibrio. Si ha
transcurrido un tiempo suficiente, es la zona de confort, la zona conocida.
En ese momento, cuando el cuerpo pide su dosis de péptido, su dosis de
emoción, toma el control de nuestros pensamientos. Nuestro cuerpo empieza a
pensar por nosotros, generando pensamientos, estimulando recuerdos,incluso
provocando situaciones que de nuevo nos hagan experimentar ira, y le
devuelvan su equilibrio homeostático, su equilibrio químico.
¿Cuál es la consecuencia de la estimulación del receptor de la membrana
celular?
Cuando un péptido entra en la célula a través de su receptor específico,
desencadena una activación del ADN celular, y como consecuencia,la
fabricación de una proteína.
Dependiendo del tejido al que pertenezca esa célula, esta proteína será de
diferentes tipos.
- Células suprarrenales:secreción de hormonas, como el cortisol y
adrenalina: reacción de estrés.
- Células epiteliales: producción de elastina y colágeno.
- Células musculares:producción de actina y miosina.
- Células digestivas: proteínas enzimáticas (jugos gástricos)
- Células en las articulaciones: líquido sinovial …
La célula es, sobre todo, una fábrica de proteínas .Y por esta vía las emociones
pueden desencadenar problemas en cualquier parte de nuestro cuerpo.
Por ejemplo, una emoción que provoque una mayor respuesta en el área del
estómago, puede producir aumento de secreción de ácido clorhídrico. Con el
tiempo, este exceso de acidez provocará una gastritis, una úlcera duodenal o
un cáncer gástrico.
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Una emoción que genere una respuesta de alerta defensiva, provocará una
mayor tensión muscular, que se traducirá en acortamiento de las fibras
musculares y dolor.
En el caso de las células del sistema inmunitario, en las que, por supuesto,
hay receptores para los péptidos emocionales, podemos ver los efectos de
forma especialmente eficaz, porque podemos medir su número en sangre. Los
médicos hemos visto en consulta con frecuencia que los pacientes depresivos
enferman con más facilidad. Y siempre se había relacionado con el estado de
ánimo, de forma poco concreta. Pero ahora podemos medir las células
inmunitarias en sangre. Y se ha encontrado, que el número de linfocitos
disminuye en los casos de depresión, y aumenta cuando la depresión
desaparece. La emoción está influyendo sobre la formación de células. Pero
esto va mucho más allá: en un experimento, se realizó una extracción de sangre
antes y después del visionado de imágenes de guerra, muerte, y dolor a un
grupo, e imágenes estimulantes y positivas a otro. En las muestras se vio una
disminución del recuento de linfocitos en sangre en el primer grupo, y un
aumento en el segundo. ¡En sólo un par de horas! El cambio se produce de
forma inmediata.
Ciertas emociones,que podemos considerar negativas, desencadenan respuestas
en los tejidos que llevan a la enfermedad, y la vejez. Incluso a la fabricación de
proteínas de peor calidad con el tiempo.La expresión del ADN degenera, como
si hiciésemos fotocopia de fotocopia, sucesivamente.
En cambio las emociones positivas, como la gratitud,el amor, la ilusión, la
alegría desencadenan respuestas positivas en los tejidos, que funcionan mejor y
con menos esfuerzo. Y la variedad en las experiencias, en los pensamientos y
en las emociones, mejora la lectura del ADN, y la expresión de las proteínas,
que serán de mejor calidad.
La nutrición y oxigenación celular mejoran, y el cuerpo tiende a su
funcionamiento óptimo.
Para la célula, es sólo un estímulo. Y la célula necesita ser estimulada para
empezar a leer el ADN, y empezar a fabricar proteínas. No le importa que el
estímulo sea negativo o positivo, es un estímulo. Igual que un niño, al que le
basta provocar una atención negativa, una riña a un mal comportamiento, con
tal de que le presten atención. A falta de una atención de calidad, le basta una
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regañina. Pero lo que no puede soportar es la falta de atención. La célula hace
lo mismo, a falta de un estímulo positivo, le basta el que le llegue.
Somos NOSOTROS los que debemos aprender cuáles son los estímulos
beneficiosos para nuestras células, y dárselos. Como a un niño al que debemos
educar y cuidar. El niño no tiene por qué saber lo que le conviene, ni lo va a
elegir. Debemos saber elegir nosotros, y enseñarle.
De la misma manera que podemos permitir la respuesta automática, también
podemos elegir una respuesta diferente.
La fabricación por parte de la célula de uno u otro tipo de proteínas,lleva a esa
célula y al tejido que forma, a la salud o a la enfermedad.
¿Y quién da la orden para liberar las sustancias químicas que determinan si se
fabrica un tipo u otro de proteína? NOSOTROS. Nuestra actitud y nuestros
pensamientos, sean elegidos o automáticos, conscientes o inconscientes.
Tenemos la capacidad de elegir a qué emociones, a qué sustancias químicas
queremos ser adictos. A las que nos enfermen y envejezcan o a las que nos
rejuvenezcan. Y hacer que sea automático.
Podemos localizar nuestros pensamientos negativos, y hacer tapping sobre
ellos para desactivarlos.Al insistir en ello, haremos que las redes neuronales
que habían formado ya estructura, al ser activadas repetidamente, vuelvan a ser
conexiones normales,capaces de activarse e inactivarse.
Y reforzaremos nuevas redes neuronales, con el estímulo positivo.
A nivel químico,podemos cambiarla homeostasis de nuestras células, de
niveles de péptidos negativos altos, a niveles de péptidos positivos altos. Para
que sean las mismas células las que pidan sentirse bien y generen pensamientos
y emociones positivas.
Nuestra estructura física nos da esa posibilidad. La decisión de aprovecharla, es
nuestra.
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