PROPOSICIONES PARA UNA CLINICA DEL FANTASMA I

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PROPOSICIONES PARA UNA CLINICA DEL FANTASMA I
Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay
“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002
Autores: Dres. Federico L. Aberastury (APA) y Rosa Mirta Goldstein (APA)
PROPOSICIONES PARA UNA CLINICA DEL FANTASMA
I)
Teoría
Presentamos este eje para desarrollar lo que se ha denominado en la clínica lacaniana
"atravesar el fantasma" y verificar, a través de un caso, el campo clínico en el cual ese
fantasma es pasible de construirse.
En la perspectiva general de este trabajo se encuentra la posibilidad de distinguir si la
clínica del fantasma es parte de la progresión que la dirección de la cura impone a la
estructura del sujeto, o si corresponde al final del análisis.
Este eje estaría compuesto por los trabajos de dos autores: Federico Aberastury y Mirta
Goldstein los cuales presentan respectivamente una parte teórica y una sesión de una
analizante, y la discusión teórico-clínica del caso.
A la vez invitamos a otros colegas a seguir discutiendo el tema y el material clínico.
1) CONSTRUIR UN FANTASMA EN LA CLÍNICA
FEDERICO ABERASTURY
El concepto de fantasma, como escritura lógica, deriva del concepto freudiano de
fantasía inconsciente. Da cuenta al mismo tiempo de la génesis de los fenómenos de
frontera entre los sistemas psíquicos, del destino de las formaciones del inconsciente, y
de su carácter pulsional, entendidos como fenómenos de retorno. Aquí, más
propiamente, de repetición y de mecanismos de formación de síntomas.
La estructura lógica del fantasma es, en mi lectura, la ordenadora fundamental del
campo del síntoma. El sujeto del inconsciente se ofrece, como subjetivación acéfala,
ocultando su condición significante por efecto afanísico de los mismos. Efecto de la
falta en ser.
Su consecuencia, es la causa del deseo inconsciente motor del fenómeno de separación
o de retorno al campo imaginario donde realiza su aspiración de figurabilidad al
convertirse en demanda o pulsión parcial metaforizada.
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A este segmento imaginarizable, no especular de la estructura, corresponde lo que Freud
conceptualizó como “fantasía inconsciente”. El fantasma sexualmente practicable, o
fantasma clínico, según propongo acordar, no sólo forma la matriz donde se conforma
síntoma y sueño sino que regula las economías de relación entre el Yo y algunos objetos
en el campo imaginario y la singularidad de los movimientos de la transferencia en el
proceso analítico.
En estos movimientos de retorno, si esa travesía, en el momento del atravesamiento del
campo imaginario, está acotada, diremos que hay fantasma neurótico y se preserva
cierta autonomía del campo imaginario. Sin ese acotamiento, estaríamos en el campo de
las psicosis.
Por vía de esta travesía, el sujeto del inconsciente -neurótico o perverso- se presentifica
en el territorio del Yo en dos formas fundamentales: fantasma histérico y fantasma
obsesivo.
La fobia, como ingrediente a veces de ambas, no configura otra estructura. Pero es mi
suposición que contribuye al borramiento de cierta territorialidad de ambas
fantasmáticas.
En las primeras hipótesis freudianas, sobre la etiología de las neurosis, que señalaban
inequívocamente el trauma sexual efectivamente ocurrido en la infancia, se mantenía
una singularidad cualitativa causal para la histeria y para la neurosis obsesiva.
Para la primera, o sea la histeria, se señalaba una vivencia sexual pasiva con exclusión
de placer y su posterior reanimación como recuerdo entre el tercer y cuarto año de vida,
en plena operación del complejo de Edipo.
Para la neurosis obsesiva se presumía una acción activa sexual y/o cruel, realizada en la
infancia con placer sobre otro sujeto que la padecía pasivamente. Y luego reproches
mudados que retornan de la represión referidos a dicha acción. Más adelante Freud
cambia estas hipótesis. Ya no se trataría de hechos realmente acontecidos, sino de
fantasías inconscientes de contenido sexual las cuales serían las fuerzas motrices detrás
de los síntomas. Lo que era trauma se convierte en fantasía, pero manteniendo cierta
cualidad.
O sea que jerarquiza la pulsión parcial metaforizada a la que denomina fantasía
inconsciente, manteniendo la condición sádica o masoquista de dichos componentes.
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En la interpretación de los sueños dirá: “El motivo de deseo que se afirma en su
proyección ha descompaginado el material de que están constituidas las impresiones de
vivencias infantiles, y lo ha reordenado en una nueva realidad. Cobran allí
figurabilidad desde las escenas o fantasías inconscientes. En la histeria, son la clase de
fantasías que se pueden figurar mediante ese abandono del equilibrio corporal y en las
neurosis obsesivas constituyen angustiosas producciones del pensamiento con
contenido de muerte o daño de personas queridas”.
En el caso Dora, se hace referencia al carácter perverso de éstas fantasías que producen
horror al paciente y constituyen luego los contenidos de las fantasías inconscientes. Las
formaciones de síntomas histéricos provienen de esas mociones perversas inconscientes.
Freud señala en la conversión, odre viejo con vino nuevo, la posición pasiva ante la
madre -u Otro primordial, en lenguaje lacaniano- y en el carácter histérico como
sexualidad de la histérica, fálico y sádico, una formación reactiva contra la misma,
defensa secundaria. Aquí ya señala dos cuestiones: lo esencial está en la conversión, y
es la posición pasiva. Y como formación reactiva en el carácter, aparecería el carácter
fálico y sádico, o sea la pulsión contraria.
Se pueden entender así los efectos del fantasma en la histeria, pudiendo redefinir la
conversión como cuerpo sin palabras, pero tomado por las palabras.
Efectos de esta configuración son también de inducción a la trasgresión anatómica bucal
y anal como genital, sobre todo para su representación en los síntomas. Es justamente en
Tres ensayos, donde a mi juicio Freud especifica conceptos claves respecto de cómo
comprender el segundo movimiento de separación o retorno de la estructura lógica del
fantasma. Dice: “En la formación de síntomas neuróticos, tienen un papel sobresaliente
las pulsiones parciales que se presentan en pares de opuestos. La pulsión de crueldad
sadismo–masoquismo, se hace indispensable para comprender la naturaleza penosa de
los síntomas” (el goce), y “casi regularmente una parte de la vida social de los
enfermos. Por este enlace de la libido con la crueldad, se produce la mudanza de amor
en odio y de emociones tiernas en hostiles. Lo cual es característico de las neurosis”.
Aquí nos apoyamos en nuestra proposición: en el síntoma, el fantasma ubica una de las
partes del par sadismo en la neurosis obsesiva y masoquismo en la histeria. En el Yo y
en la relación de objeto, en el registro imaginario, se configura una formación reactiva o
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defensa secundaria que se ordena pulsionalmente en el par opuesto, y que podríamos
llamar contrafantasma.
Opino que la labor de construcción del fantasma por el analista en la clínica, consiste en
intentar metaforizar el goce de la pulsión parcial ubicada por la estructura del fantasma
como objeto de angustia del síntoma. O sea, esquivar lo que se da como formación
reactiva, ( carácter histérico o carácter obsesivo),y abordar una construcción del par
retenido
el fantasma (reprimido). Es decir, si es una neurosis obsesiva y en
consecuencia la formación del carácter se presenta como masoquista, caracterizada por
la inhibición. Como en el caso del Hombre de las Ratas -quien se relata claramente en
condición de inferioridad respecto al hermano- todo el discurso está teñido de
condiciones de impotencia. Y Freud, en su manera de intentar la construcción, le dice al
Hombre de las Ratas que lo reprimido es el carácter sádico y lo liga en este caso a la
cuestión del odio al padre, o por lo menos a la relación con el padre.
Pero creo que lo fundamental está ligado a cómo darle lugar a la pulsión retenida. Si en
la histeria la pulsión retenida sería la pasiva, en la neurosis obsesiva sería la activa, la
pulsión sádica. En el caso que les voy a presentar que es una sesión, creo poder señalar
cómo en mi lectura he trabajado justamente esta construcción de algo que le dé lugar a
la pulsión retenida que es la pulsión sádica, es decir contrarrestando los aspectos que
desde el carácter señalan su lugar como el de impotencia, el de debilidad, etc, etc
PROPOSICIONES PARA UNA CLINICA DEL FANTASMA
II)
Clínica
CASO LUCRECIA PRESENTADO POR FEDERICO ABERASTURY
La sesión que presento es completa, y corresponde a un mes del año 1992. En ella
quizás pueden percibir directamente el efecto que yo entiendo como construcción que
proviene de una puntuación dirigida a darle lugar, a que se manifieste la pulsión
reprimida cuyo objeto ubica a la persona en la impotencia y la angustia. Pero también
planteo -como propuesta teórica- que las construcciones se pueden hacer en la clínica
porque siempre hay un “alguien” en la vida del sujeto que se constituye como causa de
la angustia (semblante de "a") En este caso, está claro que ese objeto era el padre
mismo. En otros casos es otro cualquiera. Pero lo que propongo es que alrededor de ese
objeto, es ahí donde se va a tramitar esta proposición para dar lugar a la pulsión
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reprimida. Por qué ese objeto representa la condición pulsional opuesta a la de su
carácter.
Lucrecia: - Hoy no tenía muchas ganas de venir, aunque en realidad no tenía ganas de
ir a ningún lado. No fui al gimnasio ni tampoco al grupo de estudio XX esta noche.
Aunque tenía ganas de seguir pensando esto de lo que hablamos en la última sesión. En
relación a eso de un odio exagerado con lo de mi padre.
Y aquí viene una idea de explicación: También basado en una operación que realiza
Freud para hablar de la formación reactiva, contra la pulsión sádica en la neurosis
obsesiva, dice que contra la pulsión agresiva hay dos maneras de formación reactiva:
Una es incrementando el amor, el amor reactivo, y las condiciones de lo que podríamos
llamar la “caridad cristiana” si quieren ponerlo en esos términos, como reunión reactiva.
Y la otra, dice, es el odio como formación reactiva contra el sadismo. Porque la
explosión lo que hace es anular el efecto sádico que tiene su característica fundamental
en la efectividad de generar en el otro algo. En este caso de lo que se hablaba era
(exageradamente) de lo terrible, de lo negativo que era el padre, de la bronca que le
tenía, etc, etc.
“Vinieron el fin de semana, yo no los esperaba. No tenía ganas de que vinieran.
Además me enteré tarde. A Croqui, el hijo, lo dejamos en casa de amigos. Ellos venían
del Uruguay, de ver a mi hermano. Mi papá hablaba de Lidia, que trabaja todo el día
con mi hermano. (Pone cara de irritabilidad) No me lo banco.
Mi papá como lo dijo que tenía la casa sucia, que se tenía que dedicar más a la casa.
Ahí tuve un ataque de furia.
Yo hago cara como de preguntar.
Como que ella tiene que tener todo perfecto mientras el marido sale a coger con otra. Y
entonces no lo pude evitar, me salió: Eso es lo que vos querés, tener una mujer
asegurada adentro de una casa, asegurada (luego bajando el tono), y entonces él
siempre lo mismo... Cuando la mano se pone dura dice: Bueno... mejor me voy... Y se
va.
Esa era la frase que decía siempre en relación a mamá o en relación a las mujeres. Hay
que tenerlas ocupadas, sino te hinchan las pelotas.
-Y qué quiere decir en é: “te hinchan las pelotas”?
Y, como que te cuestionan, te preguntan, te vienen con exigencias, piensan...
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-Cuestionan, preguntan, exigen qué?
Controlan dónde va y dónde no va. Como las pelotudeces que hace mi mamá, pobre,
últimamente... no sé.
En un momento mi papá dijo: ¿Vos podes creer que le di a mamá mil dólares para
gastar y no gastó nada? Entonces repartió mil, para mi hermano y para mí. Lo que en
la jerga familiar significa “sueldo de hijo”. Y yo para qué? Para no gastarla o gastarla
en cosas importantes. Mi hermano la gasta en auto nuevo, entonces está bien. (Como
siguiendo un diálogo imaginario con el padre). A vos lo que te matan son los hijos. Si
no, serías multimillonario. Elegiste bien las mujeres, ( yo le digo:: vos incluida). Pero
con los hijos la cagaste. La gastan toda... Que es mentira. Él puede seguir el recorrido
de la plata. Nosotras no. Queda en nuestro poder. Quizás los hermanos la usen. Yo la
uso cuando no tengo un mango y necesito para vivir, no para gastar. Y si no, lo guardo.
Para vivir, mis gastos, para lo que yo hago..., y vivir, gastar en el gimnasio, comprarme
libros, hacer regalos.
-Yo le pregunto: Y si le pidieras más, qué pasaría?
No. Apenas me banco recibir lo del mes. Me quedo más tranquila. No le puedo recibir
tranquila nada.
_Quizás no se trata de recibir sino de sacarle, total si a él le gusta tanto hacer regalos...
Ah sí. Y después quién podría soportarlo?
_Y alguien que se diera cuenta que a él le gustara que lo apretaran, que lo disfrutara,
mirá tus hermanos.
(Con violencia ella) Para mí eso es un estúpido, una estúpida.
_Ser malo con un estúpido o no serlo como una estúpida.
Ella: Mas bien yo necesito alguien que se resista, que me la devuelva.
-Como Croqui, por ejemplo.
(Explicación: Ella dice que se sentía totalmente manejada por el padre a quien decía que
era prepotente
En un determinado momento decía que con el hijo chiquito se
descargaba. En el sentido de que lo trataba mal . Y lo decía con mucha culpa..porque.. a
Croqui no le cabía ninguna característica agresiva, Ella decía: Me da pena y me da culpa
porque encima es un chico obediente, un chico más bien sumiso.
Con quién ella no podía tener ninguna actitud agresiva es con alguien que fuera
agresivo. con ella
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Expresión de sufrimiento:
Me siento tan mala, pegar... Se refiere al hijo. No puedo pegarle más... . Pobre Croqui
- Y... asi quizás no quede tan pegado a vos.
Pero podrías pegarle, meterle algo a alguien que no sea un estúpido y encima se te
pegue.
Y con qué? Con lo intelectual, con el cuerpo. No puedo pensar más. Ahí blanco total.
No me puedo imaginar.
La idea de con lo intelectual y con el cuerpo es porque lcontra todas las evidencias de lo
que ella misma se decía colocaba tanto en su cuerpo como en la tarea intelectual una
idea de autodescalificación. Como que no era inteligente, que no tenía capacidad. Y lo
mismo con el cuerpo al cual le atribuía ciertas cosas que la convertirían en una persona
casi sin cualidades físicas. Cosa muy exagerada:
No puedo pensar más. Ahí blanco total, no me puedo imaginar.
-Que, ¿la situación o a vos misma?
Y que podría ser?. No me puedo figurar.
-Poder, o tener ganas de hacer?
Con quién?.
-Y alguien como papá, que insiste tanto en dar... se lo podes tomar.
Ah sí, con qué?
-Según vos, ahora, figura no te falta. O seguís pensando en que te sobra peso?
(Se estremece y le pregunto que le pasa.)
Me sale miedo. No sé si es miedo. No sé lo que es, angustia.
Un largo silencio.
-¿Qué se cruzó? Le pregunto.
El jardín.
-¿Y qué pasó con el jardín?
Me pareció que lo tenía que pagar el padre. Para mí y para Croqui.
-Y lo paga el padre de Croqui?
Yo no
-¿Y sigue siendo el padre de Croqui?. (Aquí hay una alguna característica parecida a lo
que podríamos explicar con Croqui. Al marido, que se caracterizaba por ser, según sus
mismas expresiones, una excelente persona, una persona con toda la cualidad
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comprensiva, etc, etc. Ella le hacía unas escenas, igual que con el hijo. Y le decia que
alguien a quien ella tratara de esa manera y que encima tratara de calmarla, a ella le
producía más desprecio. Nuevamente aparecía el elemento del colocar esa descarga
justamente con la persona que, entre comillas, no fuera agresiva o sádica para con ella.
Pero en este caso había pasado algo. Esa persona de quien ella decía que era inofensiva,
de repente había hecho algún movimiento que le había hecho pensar que este marido
podía haberse cansado del maltrato y haber buscado, vamos a decir así, aires más
reconfortantes en una relación en otro lado. El sólo pensar en esto, le había hecho sentir
cierta diferenciación muy clara con respecto a..el marido.)
No sé qué es ese odio. No lo entiendo.
-Quizás porque está en lugar de otra cosa que sólo tiene en comun con el agredir ,el
penetrar, doblegar y con gusto. De hacerlo, exprimirlo.
(Esto tiene que ver con otra cuestión del recorrido de ese análisis.)
Me sentiría culpable, mal, a menos que fuera... Porque esa palabra, exprimirlo, yo la
uso en relación a lo intelectual, en relación a un texto. Alguien que sabe mucho, que me
gusta en ese sentido para exprimirlo, no lo hago porque enseguida me viene la timidez.
Me pregunto cuál podría ser mi manera de exprimirlo.
-¿Obligarlo a dar? ¿Preguntarle más allá de lo que podría responder?. ¿Ponerlo en
estado de angustia?.
Un largo silencio.
Porque en general es al revés. Sos vos la que sentís miedo, la que te hacen sentir
angustia en una pregunta.
Sí.
-Estás tan acostumbrada, que hasta es más cómodo angustiarse por eso.
Me sigue en la cabeza. No tendría cómo.
A lo mejor no lo tenes. En algún lado, algo. Pero no seguramente en esos lugares en
donde está exageradamente en falta o donde estas
xageradamente angustiada por su
supuesta falta. Linda, inteligencia, dinero, y vaya a saber en que otro terreno que ni
figura. Como pensás de tu mamá, y los hombres, que no tiene con qué y vos cuando
tenés que exponer, creés que no tenés con qué.
Sí. Siento como si ese sufrimiento de inferioridad que vos no lo crees es para evitar de
ser mala.
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-Le digo: Digamos para dar lugar... Digamos el deseo de ser escandalosamente mala.
Eso así tal cual como me lo decís sería muy liberador. Aunque no sé de qué. En
relación a lo sexual, no lo puedo ni pensar.
Ahí termina la sesión.
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3- CLÍNICA DEL FANTASMA EN LA CURA Y DISCUSIÓN DEL
CASO
MIRTA GOLDSTEIN
El concepto de fantasma fundamental proviene de un error de traducción, pero este error
ha producido el develamiento de una verdad. El fantasma fundamental es la frase que se
da el sujeto como respuesta, ante el enigma del Deseo del Otro, frase que pone en acto a
la estructura de la repetición y la enunciación inconsciente conocida como "estructura
del lenguaje y la ley de la palabra", y de aquello que al hacerle obstáculo -resistenciahace fallar a la metáfora del Nombre del Padre.
Intentamos delimitar -en el caso Lucrecia- un campo que denominamos “clínica del
fantasma” y situar de qué manera éste se ubica en la dirección de la cura y hacia el final
del análisis. Es decir, nos apartamos de la concepción que sostiene que el final del
análisis es la travesía del fantasma, puesto que consideramos que el campo del fantasma
pone en acto la estructura de las repeticiones simbólicas, imaginarias y reales en la
transferencia analítica hasta la caída del Sujeto Supuesto al Saber.
La “selva del fantasma”, es decir, las fantasías originarias actualizadas en versiones
pulsionales y significantes, esconde y vela la frase primordial. Estas versiones se
despliegan en el análisis, conformando el texto de la transferencia positiva y negativa.
Cuando la transmisión del deseo inconsciente por los significantes del sujeto, se
obstaculiza dentro del campo transferencial, el acting o el pasaje al acto interrumpen el
comercio asociativo y obstruyen la transferencia simbólica; es ahí donde la transferencia
imaginaria erótico-agresiva instituye un padre ideal y destituye, en parte, la función
simbólica del Nombre del Padre. En otros casos más graves, la transferencia real
destituye completamente esa función; son los casos de pasaje al acto, delirios,
alucinaciones y reacciones terapéuticas negativas.
Sin embargo, es en estos impasse de cualquier análisis, cuando más fuerte aparece la
incidencia del fantasma fundamental. En los casos de forclusiones en transferencia y de
psicosis, nos encontramos con una frase delirante que restituye la ausencia del
anudamiento que el fantasma implica; es decir si en las neurosis y perversiones el
fantasma supone la separación y a la vez identificación entre el Sujeto dividido -
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castración simbólica- y el objeto causa de su deseo inconsciente, en las psicosis el nudo
fantasmático que une y separa a sujeto y objeto, no tiene límite otorgado por el Nombre
del Padre, por lo tanto, no hay nudo del fantasma sino errancia de un sujeto atípico y de
un objeto sin calce inconsciente, o sea, de aparición en lo Real.
El destino compulsivo que provoca el fantasma, se estabiliza como “realidad” y el
sujeto queda a merced de su padecer. Estamos ante la caída del deseo y la eficacia del
goce porque el sujeto está demasiado próximo a la posición pasiva que le determina el
objeto. Es allí cuando la angustia, el síntoma o la inhibición intervienen.
Lucrecia comienza la sesión diciendo “no tener ganas” y luego asocia con relaciones de
odio con su padre.
Interpretamos que la representación molesta del día, fuente de la formación de síntomas
o del sueño, es el deseo erótico-agresivo con su padre; deseo infantil activado en lo
actual de la transferencia y referido a la sesión de ese día en tanto “tener ganas o no
tener ganas” de venir. Lo interesante es que la analizante “ha pensado” respecto de lo
exagerado del odio con el cual hace relación con el padre. Pues dice: “en relación a
eso”, es decir, a lo no simbolizado de la relación, en tanto tiene eficacia inconsciente por
ser un contenido “sexual infantil” ligado al narcisismo y al Edipo.
La no relación sexual, o la imposibilidad de una relación plena vía el placer con el
objeto, queda saldada por el odio.
El goce narcisista se expresa en “lo exagerado” de lo pulsional vivido con culpa pues
está ligado al trauma del encuentro con el deseo en su padre.
Los padres la visitan y ella dice que “no tenía ganas que vinieran”; nuevamente la
negación la remite al deseo inconsciente de ser elegida, de ser única, sin hermanos y sin
otra mujer en el horizonte de su padre. Dice que no los espera viniendo de ver a uno de
sus hermanos y a su mujer. Es esta mujer la que desata su furia celosa -ligada a los celos
por su hermano- y el reproche al padre de mirar las suciedades de esa otra mujer. Y
aunque suponga reivindicar el lugar de “la mujer” o “la madre”, “mantenidas” ocupadas
por el padre, sólo expresa el dolor infantil de que su padre pueda ser “hinchado en las
pelotas”, excitado, por otra u otras. El deseo hacia el padre se transforma en irritación
narcisista. Se enfurece cuando el padre mira “otras” suciedades por las cuales se
evidencia para ella la condición sexuada del padre y, por ende, el deseo que guía la
mirada del padre hacia otro lugar.
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De ahí podemos inferir algunas de sus condiciones a la neurosis obsesiva.
Sin embargo, ella está identificada a aspectos de la madre, aspectos pasivos significados
por ella como “falta de deseo” en la madre. La madre “no gasta”, como ella, el dinero
del padre. Pero, entonces: ¿qué desea la madre más allá de su marido y de lo que éste le
da: hijos, dinero? Es este enigma sobre el deseo del Otro el que conduce a la respuesta
que otorga el fantasma fundamental.
Le supone al padre mujeres que gocen gastando su dinero, lo que en la terminología
psicoanalítica nos lleva a la disociación entre “puta” y “madre”. Consideramos que en el
devenir sexual de la niña, hay siempre una cristalización del fantasma de prostitución,
calce de la fobia en la mujer que encuentra -sobre todo en el animal- un objeto fóbico o
contrafóbico.
Lucrecia está identificada al padre en el rasgo-significante supuesto al deseo de éste:
objeto “puta”; se convierte así en otra “hija puta” con sueldo de hijo. A nivel conciente
adorna esta posición diciendo que ella sólo lo gasta en libros u objetos de la necesidad,
para no enfrentarse a la vergüenza de ser otra más en la serie de suciedades del padre
que dejan afuera a “la madre”, la de ella, idealmente sostenida como no ensuciada por el
deseo ni la castración. Legitima de esa manera su deseo infantil de dinero-hijos-cacas
del padre, y de no separarse de la imagen narcisista, ideal de “madre fálica” y sin deseo.
Nos enfrentamos a una estructura -que si bien corresponde a una mujer- dada su
posición subjetiva, sostiene un fantasma masculino en la disociación madre-puta. Con
esto nos acercamos a la clínica del fantasma que atañe al sujeto en relación no tanto al
Falo simbólico que determina la cualidad homo o hetero del objeto sexual, sino al
objeto causa de su deseo, que por estructura es el Deseo del Otro a-sexual, es decir, que
el deseo del Otro tiene apetito de un objeto pulsional.
La inferioridad ¿es un síntoma? A nuestro entender es el residuo de una inhibición y la
inhibición es un “síntoma en el museo”, o sea, un síntoma infantil devenido inhibición.
El sentirse inferior puede remitir a su condición de mujer, a sus deseos incestuosos, a
desear ser la elegida por “un padre bancador”.
Sin embargo ella no se banca lo que el padre banca, sobre todo en relación al hijo varón
bancario. Pero ella desea recibir lo mismo de un padre poderoso lo cual le engendra
también odio y formaciones reactivas conjuntamente con rituales. Esto oculta el
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reproche a la madre de no haberle dado “falo”, como a su hermano. Pero tras el
reproche se esconde su lugar de falo de la madre, lugar difícil de ceder.
¿Es amada por su madre? Incógnita o saber inconsciente con el cual demanda amor al
padre ideal.
Podemos pensar un fantasma fóbico-obsesivo, entramado en el edipo negativo y
positivo: apéndice de la madre fálica asesina al padre en su función de “padre
simbólico”; al no dejarlos caer de la serie ideal y narcisista, el padre no accede al lugar
de “padre muerto” y queda reducido a su faz imaginaria.
¿Le pega a su hijo en tanto hijo del padre? Ser pegada-pagada por el padre ideal la lleva
a la pasividad de lo inferior, o aquello que inconscientemente es merecedor de castigo.
Deseo inconsciente de ser “mirada” como la “suciedad” (goce de lo sexual escópico y
anal) por el padre, que oculta el goce de estar en posición de resto anal para la madre;
saber insabido de no ser suficientemente amada por ella.
Podemos agregar que ella misma se convierte en un ojo anal (ojete) en la escena
primaria que construye.
El significante “exprimir” queda asociado al goce de chupar violentamente el cuerpo
(texto o cuerpo de letras); deseo de saciarse con los líquidos maternos y la liquidez
paterna -conjunción pulsional sádico-anal-uretral- y ser incorporada al cuerpo de la
madre para vaciarla canibalísticamente.
Sin embargo no hemos dado cuenta, todavía, del fantasma que regula su economía
psíquica.
Por la demanda de amor a la madre le reclama haberla conservado como falo o dado un
pene; luego ella es un resto de la madre. Desea y odia (posición neurótica de la
feminidad) a aquellos que “tienen” falo para “gastarlo” a su antojo: padre, hermanos.
Pero ese odio -como bien dice ella misma- está en lugar del odio a la tontería de la
madre que da lo que tiene. Si el amor es dar lo que no se tiene, su madre caería del lugar
de madre fálica por efecto de la castración; pero si no da, es decir frustra, ni ama ni es
deseante.
Fantasma Fundamental: despejada las series edípicas y narcisistas de la maraña de
fantasías (selva del fantasma), la clínica puede orientarse hacia la construcción del
fantasma fundamental que obstruye la realidad o, es la realidad repetitiva del sujeto.
Luego podemos decir que en Lucrecia, hay un fantasma escópico que conduce y ordena
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su economía libidinal. Este piso pulsional escópico se liga a la analidad por la falla o
vacilación de la función imaginaria del falo simbólico.
Qué deseo el Otro? Mirar una caca. Esta frase que la determina, por vía del amor
materno, serie narcisista, y por vía del deseo paterno, serie edípica, se conjugan en la
inhibición o sentimiento de inferioridad, y en las formaciones reactivas a su sadismo
inconsciente.
La idea de un padre que encierra a la mujer (caca para mirar él sólo) y encerrar la
suciedad con la mirada, son anexos o derivaciones de este fantasma.
Luego el fantasma atraviesa la salida sexuada del sujeto porque lo determina como
objeto de goce para un Otro.
La pasividad, el masoquismo son inherentes a la vacilación del sujeto, que en la
neurosis clínica está más identificado al aspecto de resto del objeto, que al aspecto de
causa de deseo. Liberar este aspecto del objeto a, es parte de la travesía y construcción
del fantasma fundamental.
Una vez que en el análisis se podido dar por lo menos tres vueltas por las derivaciones
del fantasma, lo cual equivale a que el sujeto haya atravesado el recorrido -impuesto por
la repetición- por su propia estructura, se ha conseguido la “travesía y construcción del
fantasma”, pero esto aún no es el final del análisis.
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