1 Áreas Protegidas Tal vez la primera presencia de algún tipo de

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1 Áreas Protegidas Tal vez la primera presencia de algún tipo de
Áreas Protegidas
Tal vez la primera presencia de algún tipo de
‘área protegida’ data de unos 2,500 a 3,000 años
antes del presente, cuando los monarcas
identificaron zonas para las cacerías reales en
ciertas partes de Ásia, incluyendo China. Luego,
en las épocas medievales, se establecieron
dominios para la cacería en los imperios y reinos
europeos en países como Inglaterra, España,
Francia y Alemania. Luego, en el Siglo XIX, en
los Estados Unidos de América, nació un
movimiento ambientalista y naturalista, con líderes visionarios como John Muir. Gracias
a él y otros pioneros, se crearon entre 1871 y 1872 los primeros parques nacionales de la
historia, el Parque Nacional Yellowstone y el Parque Nacional de Yosemite.
A partir de ahí, y sobre todo en la época de posguerra del Siglo XX, se hicieron esfuerzos
en muchos países para crear áreas protegidas de todo tipo, con el fin de preservar áreas
naturales para su conservación y uso controlado. En el presente, las más de 100,000 áreas
protegidas del mundo –la piedra angular de la conservación in situ– cubren
aproximadamente el 12 % de la superficie terrestre. Las más grandes se encuentran en
Groenlandia, Arabia Saudí, Hawaii, Australia y China. Algunos de los motivos para la
protección de estas áreas son la conservación de la biodiversidad silvestre y los recursos
genéticos, la preservación de fuentes de agua, el mantenimiento de paisajes de belleza
extraordinaria, y la protección de especies en peligro de extinción.
En los últimos decennios, la cantidad y dimensión
de las áreas protegidas en América Latina se ha
aumentado de manera exponencial. En este
sentido, América del Sur destaca
significativamente. El número de áreas protegidas
en la región caribeña también aumentó,
particularmente a partir de 1950. Tuvo su mayor
incremento entre 1980 y 1985 cuando se crearon
muchas áreas protegidas en varios países insulares
de la cuenca caribeña.
Áreas protegidas para la conservación y el uso sostenible
Como claramente lo dice la Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica
(CDB), en los últimos cuarenta años ha habido un cambio paradigmático respecto al
papel de las áreas protegidas. Ha quedado atrás el paradigma de simples “parques y
reservas nacionales”, que prevaleció desde el Siglo XIX hasta mediados del Siglo XX.
Hoy se ha adoptado un enfoque conceptual y práctico más amplio, el de áreas de uso
sostenible.
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Dentro de este marco se está reconociendo más y más, la necesidad de proteger ciertas
áreas naturales para asegurar el mantenimiento de los procesos ecológicos y servicios
ambientales necesarios para el desarrollo y bienestar del ser humano. En ese sentido, son
cada vez más valoradas las múltiples funciones que las áreas protegidas cumplen, entre
otras: la regulación del clima a través del secuestro de carbono, la producción de oxígeno,
la preservación de suelos, el abastecimiento de agua de los ríos y lagos, la prevención de
deslizamientos y derrumbes y la mitigación de inundaciones en zonas bajas. También se
está empezando a reconocer el gran valor de los polinizadores nativos para la producción
de muchos cultivos agrícolas. Los arbustos del café, por ejemplo, son polinizados por
insectos silvestres que habitan en áreas protegidas cercanas a los campos de cultivo. Son
esenciales para obtener una cosecha exitosa. En fin, hay muchas razones para proteger
determinadas áreas naturales silvestres y marinas: razones ecológicas, económicas,
geológicas, éticas, estéticas, espirituales, educativas, culturales, históricas, etc. Para crear
más conciencia alrededor de esta temática, el mundo ha declarado el 24 de agosto como
Día de Parques Nacionales.
El desarrollo turístico en áreas protegidas
Las áreas protegidas también resultan cada vez más importantes para el desarrollo del
turismo. Al visitar un área pública protegida los turistas, sean estos domésticos o
extranjeros, gastan dinero en hospedaje, transporte y alimentación. Esto genera ingresos
para los pobladores locales que tienen empresas turísticas, ofrecen servicios hoteleros,
tienen restaurantes, o trabajan en empleos relacionados con la actividad turística. Desde
luego, estas ganancias son reinvertidas en la economía local donde estimulan el
crecimiento y bienestar humano.
Como bien señala la Academia de Ciencias de la República Dominicana, en ese país hay
por lo menos dos unidades de conservación que están haciendo aportes considerables a la
economía del país: el Parque Nacional del Este, cuyos niveles de visitación ya se
aproxima al medio millón de personas anuales, y el Santuario de Mamíferos Marinos, que
se está convirtiendo rápidamente en uno de los puntos de observación de ballenas
jorobadas más importante del mundo. Dice un informe de la Academia que estas dos
unidades representan un potencial económico inestimable en el futuro inmediato, tanto
para Samaná como para la Región Oriental y para todo el país. Agrega que en este mismo
orden también se deben mencionar los parques nacionales de Los Haitíses, Lago
Enriquillo, Jaragua y Armando Bermúdez, entre otros.
Sistema de categorías para la gestión de las áreas protegidas
Hoy día, en los países del mundo existe una amplia gama de Reservas de la Biosfera,
Sitios Ramsar (humedales de importancia mundial), Sitios de Patrimonio Mundial,
Parques Nacionales, Parques Internacionales (que son compartidos entre dos o más
países), Monumentos Nacionales, Reservas Absolutas, Reservas Forestales, Zonas
Protectoras, Áreas de Protección de Flora y Fauna, Parques Urbanos, etc. Todas estas
áreas protegidas tienen diferentes fines, que van desde la conservación estricta de áreas
biogeográficas representativas y relevantes, hasta áreas de uso público múltiple para
obtener y preservar el equilibrio de los ecosistemas urbanos.
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En vista de este mosáico de tipos de áreas presentes en el mundo, La Unión Internacional
para la Conservación de la Naturaleza (UICN) reconoció hace más de 25 años la
necesidad de desarrollar un sistema de categorías para la gestión de las áreas protegidas
para ayudar a organizarlas y definirlas. El hecho que las áreas protegidas del mundo
abarcan un amplio abanico de objetivos y están administradas por un gran número de
actores muy diversos justificaba plenamente tal categorización. Al día de hoy, estas
categorías han sido aceptadas y reconocidas por organizaciones internacionales, como las
Naciones Unidas y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), y gobiernos
nacionales, como punto de referencia para definir, recordar y clasificar las áreas
protegidas. Estas categorías van desde sitios cuyo acceso está totalmente prohibido
debido a su enorme importancia y fragilidad, hasta áreas protegidas que engloban
territorios y espacios marinos tradicionalmente habitados, donde la acción humana ha
moldeado los paisajes culturales con una alta biodiversidad. Las seis categorías
actualmente reconocidas son: I. Protección estricta: Reserva natural estricta y Área
natural silvestre; II: Conservación y protección del ecosistema: Parque nacional; III:
Conservación de los rasgos naturales: Monumento natural; IV: Conservación mediante
manejo activo: Área de manejo de hábitats/especies; V: Conservación de paisajes
terrestres y marinos, y recreación: Paisaje terrestre y marino protegido; y VI: Uso
sostenible de los recursos naturales: Área protegida manejada.
Algunas de las más básicas disposiciones que los usuarios de áreas protegidas como los
parques nacionales deben cumplir en muchos países, son: a) respetar reglamentos
generales y específicos; b) cumplir horarios establecidos; c) estacionar vehículos en
zonas destinadas para ese fin; d) extraer la basura del área o depositarla en los recipientes
para tal efecto; e) mantener y dejar limpias y ordenadas las instalaciones y facilidades que
se les permita utilizar; f) denunciar ante las autoridades competentes, la ejecución de
actos que realice cualquier persona contra los valores del área, así como las
contravenciones a las disposiciones vigentes para el uso y disfrute de las instalaciones y
facilidades del área; g) no fumar en áreas de alto riesgo de incendios; h) transitar
solamente por las rutas y los senderos autorizados; i) respetar la ubicación de señales,
avisos, y barreras; j) cancelar la cuota diaria de admisión y las que correspondan, de
acuerdo con los servicios recibidos; k) no extraer leña del bosque y alrededores y hacer
fogatas con fines de cualquier índole; y, l) no cazar o pescar dentro del área, o recolectar
allí especímenes de plantas o hongos.
En el 2004 el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) recalcó que el sistema
mundial existente de áreas protegidas es inadecuado, y por diversas razones: (i) muchas
áreas protegidas ya establecidas no cumplen con sus objetivos de conservación de la
diversidad biológica; (ii) el sistema actual de áreas protegidas es incompleto; y, (iii) la
participación de poblaciones indígenas y comunidades locales en la creación y
administración de áreas protegidas es insuficiente. Por esta razón, la séptima reunión de
la Conferencia de las Partes del Convenio (COP7), inspirada en los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM) y el Acuerdo y Plan de Acción de Durban (Sudáfrica) del
Quinto Congreso Mundial de Parques (WPC5), adoptó un programa de trabajo sobre
áreas protegidas (PdT-AP), como resultado de un intenso proceso de negociaciones. El
objetivo general de este programa es apoyar la creación y mantenimiento de sistemas
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nacionales y regionales completos, eficazmente gestionados y ecológicamente
representativos de áreas protegidas que, colectivamente, contribuyan al logro de los tres
objetivos del Convenio y a la meta de reducir significativamente el ritmo actual de
pérdida de la diversidad biológica.
Sistema Nacional de Áreas Protegidas en la República Dominicana
En respuesta a estas necesidades nacionales y globales, la República Dominicana ha
creado una amplia red nacional de áreas protegidas, el llamado Sistema Nacional de
Áreas Protegidas (SINAP). Es un conjunto de zonas naturales, coordinadas dentro de sus
propias categorías de manejo, y que poseen características, objetivos y manejos muy
precisos y especializados. Se basa en la Ley Sectorial de Áreas Protegidas (No. 2022004). Su objetivo es lograr que su administración funcione como si se tratara de una sola
unidad, respetando sus particularidades. La Subsecretaría de Áreas Protegidas y
Biodiversidad es el ente encargado de la coordinación del SINAP. Su misión es contribuir
a la conservación de la biodiversidad en todo el territorio nacional como base para el
desarrollo sostenible y el mejoramiento de la calidad de vida mediante la administración
de un sistema nacional de áreas protegidas, y la aplicación de normas y regulaciones en la
República Dominicana.
En la actualidad, el SINAP está compuesto por 86 áreas protegidas que en conjunto
ocupan una superficie terrestre de 10,665 km2, equivalente a un poco más que el 22% del
territorio nacional, y una superficie marina de 16,333 km2. Se encuentran distribuidas en
todo el territorio nacional, identificadas dentro de ocho categorías: 8 Áreas de Protección
Estricta; 15 Reservas Nacionales; 19 Parques Nacionales; 19 Monumentos Naturales; y
25 Áreas de Manejo de Hábitats y Especies. Algunas de las áreas protegidas más
destacadas son: (i) el Santuario de Mamíferos Marinos (ballenas jorobadas), (ii) las
Reservas Científicas Naturales Villa Elisa, Isabel de Torres, Laguna de Cabral o Rincón,
Lagunas Redonda y Limón, Valle Nuevo, Loma Quita Espuela y Ébano Verde, y (iii) los
Parques Nacionales Armando Bermúdez, Nalga de Maco, Del Este, José del Carmen
Ramírez, Montecristi, Los Haitises, Jaragua, Sierra de Bahoruco (Donald Dod), Isla
Cabritos (Lago Enriquillo), Sierra de Martín García (Julio Cicero), Sierra de Neyba (Juan
Ulises García Bonnelly), Cabo Francés Viejo, Litoral Norte de Puerto Plata, Submarino
La Caleta, y Litoral Sur de Santo Domingo.
Para poder gestionar el SINAP y manejar la red de áreas protegidas, la mencionada
Subsecretaría, a través de su Dirección de Áreas Protegidas: a) coordina el diseño y la
aplicación de la política nacional de desarrollo de las áreas protegidas y la conservación
de la diversidad biológica del país; b) elabora y aplica normas, regulaciones y
procedimientos necesarios para la gestión sostenible de las áreas protegidas y la
biodiversidad; c) regula el uso y trasiego de los recursos de la biodiversidad; d) promueve
el desarrollo, conservación y manejo de los recursos de flora y fauna silvestres; e)
administra el sistema nacional de áreas protegidas a fin de que se garantice la integridad
de las mismas, la prestación de los servicios ambientales y la interacción ambientalmente
sana con los usuarios; y, f) promueve la participación de las comunidades rurales en
planes, programas y proyectos para la conservación de la biodiversidad y las áreas
protegidas.
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Gestión de Áreas Protegidas: Parque Nacional del Este
En la ejecución de sus actividades, la Dirección de Áreas Protegidas cuenta con el apoyo
de muchas organizaciones internacionales sin fines de lucro. En ese sentido, la Agencia
Internacional para el Desarrollo, de los Estados Unidos (USAID), financió un importante
proyecto dentro del marco de su programa Parques en Peligro (PeP), administrado por la
organización no gubernamental The Nature Conservancy (TNC). El proyecto consistió en
apoyar la gestión de la protección del Parque Nacional del Este que conserva una enorme
riqueza de historia natural y humana en la República Dominicana y atrae más visitantes
que todos los demás parques nacionales dominicanos combinados. Ubicado en el extremo
suroriental de la isla La Española, el parque incluye la isla costera Saona, que comprende
el 30% del área total del parque.
Cuando el programa Parques en Peligro (PeP) comenzó a apoyar al Parque del Este en
1993, éste ya era uno de los parques más conocidos de la República Dominicana como se
comprobó por su alta tasa de visitas y por los ingresos generados por los aranceles de
ingreso al mismo. En 1984 se había escrito un plan de manejo para el parque; sin
embargo, a falta de un plan financiero que lo acompañara, el plan de manejo no se habia
podido implementar. Con la excepción del personal del gobierno nacional, no existía un
grupo consolidado de apoyo al Parque del Este. La infraestructura era mínima y en
muchos casos completamente inexistente. Por lo anterior, el proyecto de PeP se centró en
el desarrollo de alianzas con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.
Luego, estas alianzas concentraron sus esfuerzos en: mejorar la infraestructura del
parque; aumentar la información de base acerca de los recursos naturales del Parque del
Este; desarrollar una base de apoyo al sitio a nivel local y nacional; y elaborar un plan
financiero y de manejo del parque.
Durante los años de implementación de PeP se fortalecieron organizaciones dominicanas
locales que apoyan al Parque, incluyendo una organización de base local y dos
organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro. A través de estas organizaciones se
ha podido involucrar más a las comunidades locales que circundan el parque, en el
manejo del parque y en asuntos relacionados con el uso de los recursos naturales.
Además, se avanzó significativamente en la mejora de la infraestructura crítica del parque
con el fin de acoger, de manera sostenible, a los miles de turistas que visitan el parque
mensualmente.
Se espera que el ejemplo exitoso del proyecto en el Parque del Este sea replicado en otras
áreas protegidas del país antillano, ya que sirve de modelo para apalancar procesos de
gestión integrada de las áreas, basada en la sostenibilidad financiera, tanto a nivel
nacional como local en la República.
Kappelle, M. 2009. "Áreas Protegidas." En: Fundación Global Democracia y Desarrollo
(FUNGLODE)/Global Foundation for Democracy and Development (GFDD).
Diccionario Enciclopédico Dominicano de Medio Ambiente. Disponible en línea en:
<http://www.dominicanaonline.org/DiccionarioMedioAmbiente/es/cpo_areas_protegidas
_bis.asp>
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