Las capacidades de almacenamiento (MEC)

Transcripción

Las capacidades de almacenamiento (MEC)
Los tres pilares de la homotoxicología son el drenaje y la detoxificación, la
inmunomodulación y el apoyo orgánico y celular. El drenaje y la detoxificación
componen entonces el primero de los tres pilares o fundamentos en el
tratamiento antihomotóxico de las enfermedades crónicas. Así pues, es muy
importante que el estudiante (la audiencia) conozca la importancia de esta
herramienta estratégica para depurar el organismo de cargas tóxicas y para
apoyar al organismo en su vicariación regresiva.
Una vez comprendida la MEC al detalle e incluso más recientemente la
matriz viviente (para más detalles consúltese el tema “IAH AC La Matriz:
Histología y Fisiología”, la necesidad de efectuar el drenaje y la
detoxificación, cuya relevancia ya fue definida por el propio Dr. Reckeweg, ha
adquirido importancia en cualquier tipo de medicina complementaria.
Mediante el drenaje no sólo se produce una fuerte reducción de la deposición
de toxinas y los trastornos de la función celular, sino que además aumenta la
eficacia de los medicamentos antihomotóxicos al trabajar en un terreno
limpio, ya que los sistemas autorreguladores y las interacciones entre ellos
no están bloqueados por la presencia de factores y sustancias interferentes.
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Desde el punto de vista de la homotoxicología, las enfermedades son
resultado de una reacción del organismo a una intoxicación. Las cargas
tóxicas (homotoxinas) pueden bloquear la transmisión de mediadores
reguladores esenciales e interactivos a nivel de la matriz extracelular o
generarán reacciones metabólicas que, finalmente, ponen en peligro la
calidad de vida y la función celular. Esto significa que los mensajes de control
de uno a otro sistema se obstruirán, inhibirán o variarán, con una
desregulación del sistema como consecuencia, o que las sustancias
bioquímicas influirán en la correcta función celular.
Partiendo de la definición homotoxicológica de enfermedad, sabemos que lo
que vemos como síntomas clínicos de una enfermedad no es más ni menos
que la reacción de defensa del organismo frente a este agente intoxicante. El
organismo, mediante diferentes estrategias, dependiendo de la fase de
evolución de la enfermedad del paciente, intenta inhibir la acumulación o
incluso la proliferación de las homotoxinas y deshacerse de ellas. El
resultado de las medidas adoptadas por el organismo es lo que vemos como
síntomas clínicos (fiebre, dolor, vómitos, rubefacción, …).
Como la enfermedad es, en primer lugar, resultado del estado de
intoxicación, el tratamiento etiológico real consiste en eliminar las
homotoxinas responsables de este estado y no en eliminar o suprimir el
resultado de las medidas emprendidas por el organismo (síntomas), lo que
sería equivalente a un tratamiento sintomático.
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Definimos como homotoxina CUALQUIER sustancia tóxica para el organismo humano (homo = hombre, toxico =
veneno, tóxico). La toxicidad puede ser debida a las características químicas de la toxina, reacciones bioquímicas
o metabólicas que genera, daño que produce siendo un microorganismo o incluso, a más distancia, el impacto que
tiene sobre el correcto funcionamiento de la célula.
Esto significa que junto a sustancias y microorganismos, también puede ser homotoxina una radiación o una
secreción disarmónica disfuncional de una hormona o mediador propios. Por tanto, habría que considerar las
homotoxinas en sentido más amplio y en ningún caso limitarse sólo a las toxinas clásicas que conocemos fuera del
ambiente.
Diferenciamos entre homotoxinas endógenas y exógenas.
Hace siglos Paracelso ya se refirió a la importancia de una dosis para calificar como tóxica a una sustancia. El
arsénico es muy conocido como sustancia muy tóxica, aunque son pocas las personas conscientes de que
encontramos arsénico en muchos alimentos que ingerimos a diario …, pero sólo en dosis muy pequeñas. Dosis
más altas son mortales, dosis muy bajas de una toxina pueden ser incluso beneficiosas para el organismo. Otras
sustancias que declaramos sin dudarlo como saludables pueden volverse extremadamente tóxicas en dosis
elevadas (beber agua en cantidades de más del 30% de nuestro peso corporal en un plazo de 24 horas tiene un
riesgo mortal). Así, es más que la propia sustancia lo que la convierte en tóxica. Deberíamos analizar:
•La sustancia
•Las dosis (repetidas)
•El tiempo de interacción con el organismo
•La adaptación a la intoxicación
•La susceptibilidad del organismo
•Las capacidades de almacenamiento (MEC)
•Las capacidades de excreción
•Las interacciones (potencialización o inhibición) con otras sustancias fuera del entorno directo del organismo
•La combinación de las dosis y el tiempo de impacto de la toxina puede provocar efectos de intoxicación
inesperados. Una dosis elevada de toxina casi siempre es peligrosa, pero también una intoxicación a corto plazo
con pequeñas dosis.
Por tanto, podríamos afirmar de hecho que una homotoxina sólo se vuelve tóxica en el organismo bajo condiciones
bien definidas y que no todas las homotoxinas tienen el mismo grado de toxicidad en cada organismo humano.
Podemos poner normas y estándares, pero no se pueden aplicar de la misma forma sin matices a todos los seres
humanos.
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Las homotoxinas exógenas son sustancias que por definición son ya tóxicas
para el organismo humano en determinadas condiciones (véase diapositiva
anterior). Algunas de ellas son bien conocidas (tabaco, alcohol, drogas en
diversas formas), otras son menos conocidas (aromatizantes, colorantes,
edulcorantes alimentarios) o son desconocidas (cadmio, pegamentos, gases,
radiaciones).
Las homotoxinas endógenas se generan en el propio organismo. En su
mayor parte son productos intermediarios o residuos de procesos
metabólicos (por ejemplo, CO2). Otras homotoxinas endógenas son resultado
de un desequilibrio de la secreción hormonal (por ejemplo
estrógeno/progesterona), una inhibición de secreción de mediador o de
sustancia intermediaria (por ejemplo, insulina en diabetes) o para acelerar la
reabsorción (por ej, serotonina en depresión) o precisamente lo contrario a
aumentar la estimulación repetida, por un aporte excesivo de mediador (por
ejemplo, hormona tiroidea en hipertiroidismo).
Es fundamental la actividad de interferencia o bloqueo de la homotoxina
sobre el normal funcionamiento de la célula o sistemas de órganos. Incluso
fuera de la célula, la homotoxina puede interaccionar con los sistemas de
regulación, de modo que finalmente se vea amenazado el funcionamiento de
la célula.
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Utilizando una imagen, el Dr. Reckeweg postuló que “las homotoxinas se
consumen en el fuego de la inflamación”. Con esto quería decir que el
organismo, mediante la creación de una inflamación en el nivel en el que
están presentes las homotoxinas en la MEC, a través de la movilización
general de las células de defensa, generará un nivel aumentado de limpieza
(mayoritariamente mediante respuesta de anticuerpos o fagocitosis) hasta
que no quede nada, como en un fuego. Durante un proceso de inflamación,
la estructura de proteoglicanos de la matriz extracelular es descompuesta por
enzimas. Como resultado de esta descomposición, se facilita la eliminación
de homotoxinas por los sistemas de defensa. En una segunda fase de la
inflamación, la estructura es reparada por la actividad de los fibroblastos.
La acumulación de homotoxinas en la MEC, adipocitos, terminaciones
nerviosas e incluso liposomas celulares, sin una reacción de “limpieza” a
tiempo del organismo, tendrá como resultado un almacenamiento a largo
plazo y una situación de intoxicación. Este almacenamiento será la principal
causa de enfermedades crónicas degenerativas, que deberá evitarse por
todos los medios.
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En esta imagen las flechas muestran el enorme número de interacciones que tienen lugar a
nivel de la MEC, donde también interaccionarán entre sí las células. De hecho, podemos
incluso decir que en cualquier momento toda célula del organismo se comunicará e
interaccionará con otras células debido a la existencia de la matriz viviente (véase el tema
“IAH AC La Matriz: Histología y Fisiología”).
Ya tratamos la vía de transmisión de nutrientes desde los capilares a la célula, así como de
productos de desecho de la célula al torrente sanguíneo o al sistema linfático. Otra vía es la
información nervio-celula y viceversa.
La difusión de mensajeros fuera del torrente sanguíneo puede activar nervios, células de
defensa, fibroblastos y puede influir a través del sistema endocrino en la secreción de
hormonas. Los biorritmos influirán en el sistema nervioso central, que influirá a su vez en el
propio biorritmo, el sistema endocrino y todo el sistema nervioso (psico-neuroendocrinoinmunología). Los fibroblastos generan proteoglicanos y reparan el colágeno
dañado.
En último lugar, pero no por ello menos importante, las células del mismo tejido
interaccionarán entre sí de forma que todas las células de un sistema orgánico trabajan en
“equipo” para cumplir la función específica de dicho sistema.
Cualquier acumulación o almacenamiento de homotoxinas en esta red tridimensional de
malla fina provocará bloqueos e interferencias en la transmisión normal de mediadores e
interacciones del sistema. La desregulación de los sistemas provocará finalmente
disfunciones celulares.
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Resumiendo, podemos decir que la calidad de vida del paciente depende en
primer lugar de la pureza de su matriz extracelular y del correcto
funcionamiento interactivo de su matriz viviente. Por consiguiente, el drenaje
y la detoxificación del organismo es uno de sus principales objetivos en
medicina antihomotóxica.
También podríamos decir que cualquier medida terapéutica abordada para el
tratamiento de las enfermedades crónicas sin adoptar medidas de drenaje y
detoxificación, no producirán efecto a largo plazo. Con frecuencia se
producirán recidivas.
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El organismo tiene tres formas principales de tratar las homotoxinas presentes en el cuerpo:
1. Intenta eliminar las homotoxinas mediante procesos metabólicos (de manera que se
genera un producto intermediario o final no tóxico) o mediante actividad de eliminación
de un mecanismo de defensa autorregulado. En términos concretos, esto significa que si
falla la hiperexcreción, las células locales de defensa activarán la cascada de la
inflamación con el único objetivo de eliminar las toxinas acumuladas. Si fracasa este
proceso, se producirá de la segunda forma .
2. Las homotoxinas se almacenan (acumulan) a nivel del filtro biofísico GAGs/PGs. Como
este filtro se establece en la zona de transmisión de mediadores, nutrientes y otras
sustancias esenciales que viajan del torrente sanguíneo a la célula y viceversa, la
acumulación de toxinas bloquea físicamente la ruta o desregula las interacciones entre
los diferentes sistemas presentes. A largo plazo se producirá una fase de asfixia celular y
desregulación. En el peor de los casos se producirá de la tercera forma.
3. Las propias homotoxinas o sus efectos desreguladores “impregnarán” el interior de la
célula y causarán disfunción intracelular, daños o incluso la muerte celular. La
intoxicación intracelular, los daños o incluso la muerte celular influirán en la función de
los tejidos a los que pertenecen dichas células. Cuanto más células estén afectadas,
mayor será la disfunción orgánica o del tejido y peor será la enfermedad degenerativa.
En el tercer caso vemos enfermedades cronicas degenerativas que si se prolongan por
mucho tiempo, el daño orgánico se hace irreversible, se extiende y ya no se puede
reparar.
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Hay tres formas de almacenar homotoxinas en la estructura de la MEC y
obstruir la transmisión de mensajes (mensajeros) y desregular la función
celular, incluso a distancia, a través de la matriz viva.
1. Físicamente: por su forma y tamaño las homotoxinas pueden adherirse a
la estructura reticular de proteoglicanos y glicosaminoglicanos a nivel de
la MEC. Si el número de homotoxinas adheridas aumenta de forma
significativa, obstruirá (físicamente) el tránsito de todo tipo de sustancias
beneficiosas.
2. Eléctricamente: la carga eléctrica de los proteoglicanos es negativa. En
consecuencia, las homotoxinas cargadas positivamente son atraídas por
la estructura de la MEC y de fijan a la misma mediante enlaces eléctricos.
3. Hidrofílicamente: las homotoxinas hidrosolubles o de pequeño tamaño
pueden permanecer en la estructura de la matriz extracelular. Los
proteoglicanos son extremadamente hidrófilos y en esta estructura
pueden hallarse sustancias que captan líquidos.
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Si las homotoxinas se fijan a la matriz extracelular, en cualquier
planteamiento homotoxicológico la pauta debería ser el drenaje y la
detoxificación. En la tabla de evolución de la enfermedad (antiguo nombre:
tabla de las seis fases de Reckeweg) encontramos las características de esta
fase en la tercera columna: la fase de deposición.
Como en esta fase se suelen observar pocos síntomas clínicos en la fase
inicial de deposición, el proceso de la enfermedad puede no ser aparente y,
por ello, no se produce la intervención. Esto tiene como consecuencia una
evolución latente hacia un estatus de intoxicación a largo plazo. Cuando el
paciente comienza finalmente a presentar síntomas clínicos, con frecuencia
ya se han producido daños colaterales en la célula y estructuras orgánicas.
Por tanto, cuanto antes se proceda al drenaje y detoxificación en una fase de
deposición, mejor para el paciente.
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En un estado de intoxicación celular también tiene capital importancia el
drenaje y la detoxificación. No sólo tenemos que detener la presencia
asfixiante y alteradora de las homotoxinas en la matriz extracelular, sino que
hay que eliminar también las toxinas intracelulares si están presentes y
transportarlas a través de la MEC a los órganos de detoxificación y
excreción.
La mayoría de los medicamentos de drenaje y detoxificación actuarán sobre
el almacenamiento de las toxinas en la MEC y no sobre la eliminación del
depósito o presencia intracelular de las mismas. Por este motivo en medicina
antihomotóxica se han desarrollado y utilizado medicamentos específicos
para la activación celular.
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Resumiendo: las homotoxinas almacenadas en la MEC bloquean la
transmisión y función de filtrado del filtro biológico y generan un riesgo
elevado de hipoxia y desregulación de las funciones celulares. Las
homotoxinas intracelulares pueden interferir o dañar las estructuras
intracelulares y aumentar por ello el riesgo de patologías degenerativas.
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En la tabla de evolución de la enfermedad la fase de deposición se sitúa en el
margen entre intoxicación o disfunción extra e intracelular y por ello, a largo
plazo es un riesgo para la salud del paciente.
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Podemos afirmar que el equilibrio entre una deposición prolongada de
homotoxinas en la matriz y la impregnación imperceptible de homotoxinas o
de sus efectos intoxicantes y desreguladores al interior de la célula es muy
frágil. Las fases de deposición suelen ser procesos “latentes” con pocas
dolencias clínicas al comienzo (piénsese en litiasis renal y vesical, pólipos,
quistes, amalgamas dentales, DDT en hígado …). Cuando aparecen los
síntomas clínicos, los daños colaterales suelen estar ya presentes y la célula
ya está afectada.
Esto es el motivo por el que en la tabla de evolución de la enfermedad, las
fases de deposición e impregnación son fases estrechamente relacionadas
con la matriz. La principal causa común es el estado de la matriz.
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La cascada del origen de una enfermedad crónica pasa por una intoxicación
de la MEC que provoca una hipoxia celular. Es cuestión de tiempo hasta que
se produzca una intoxicación intracelular o desregulación y se manifieste una
disfunción grave. Cuanto más células se vean afectadas en el mismo tejido,
mayor será la interrupción fisiológica que se presente en la función del tejido.
Como se instaura un fallo fisiológico en un plazo más o menos largo, se
origina la enfermedad crónica.
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Ahora discutiremos con más detalle los tres pilares fundamentales del tratamiento
antihomotóxico de las enfermedades crónicas.
Como el tiempo no corre a favor de la célula cuando tiene lugar el depósito de homotoxinas,
cuanto antes se produzca la detoxificación y el drenaje de homotoxinas, mejor para la célula.
Por este motivo, el primer pilar del tratamiento antihomotóxico es el drenaje y la
detoxificación.
Con frecuencia observamos que el drenaje y la detoxificación activan procesos inflamatorios
como resultado del transporte de homotoxinas y la elevada posibilidad de “detección” de las
toxinas por el sistema de defensa. Por otra parte, la movilización de las defensas hacia el
lugar de la intoxicación acelera la detoxificación y la inflamación puede ser considerada como
una depuración acelerada de la matriz extracelular. Mediante inmunomodulación (el segundo
pilar del tratamiento homotoxicológico) por una parte, movilizaremos las defensas y, por otra,
mantendremos la reacción de defensa dentro de determinados niveles. De esta forma no
reduciremos demasiado la calidad de vida del paciente fomentando procesos inflamatorios.
En diapositivas anteriores hemos visto que la calidad de vida de las células se ve amenazada
por el almacenamiento prolongado de homotoxinas extracelulares. No sólo existe riesgo de
hipoxia celular por bloqueo físico de la matriz extracelular por homotoxinas (se dificulta la
transmisión). También es posible una impregnación de la propia homotoxina al interior de la
célula. Por ello, el tercer pilar del tratamiento homotoxicológico será el apoyo celular y
orgánico.
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Mediante la inducción de los tres pilares de la homotoxicología en nuestra
estrategia terapéutica, reducimos el riesgo de evolución de la enfermedad
(evolución de la influencia de la intoxicación a órganos y tejidos más
importantes).
El drenaje y la detoxificación depurarán la matriz extracelular y a través de
ella, el medio celular. La terapia de regulación protegerá al paciente de
reacciones inflamatorias intensas durante el transporte y procesamiento de
las homotoxinas. Mediante la oxigenación celular se optimiza la actividad y
función de la célula. El apoyo de la función celular trae consigo una mejoría
fisiológica del tejido, que, a su vez conduce a menos síntomas y a una mayor
calidad de vida.
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Se entiende por drenaje el transporte de las homotoxinas a través del
sistema linfático hasta el torrente sanguíneo. El hígado y los riñones son los
principales órganos de detoxificación, de modo que detoxificar significa
activar los órganos de detoxificación. Aunque la piel posee ciertas
capacidades de detoxificación, su función principal es la protección frente a
homotoxinas y la excreción de éstas. Asimismo, las mucosas tienen una
función similar.
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Los riñones detoxifican indirectamente y excretan.
Los riñones son responsables de la concentración de minerales en el
volumen de fluidos corporales. Los riñones también regulan la acidez, tienen
influencia en el potencial eléctrico (equilibrio electrolítico) y mediante una
mayor o menor excreción de agua regularán el volumen de fluidos del
cuerpo.
En la producción diaria de orina los riñones excretan directamente
homotoxinas hidrosolubles que en su mayor parte son productos de desecho
del organismo, ciertas sustancias químicas y metales pesados. Aunque un
adulto produce por término medio 150 litros de orina primaria, sólo un 1% de
este volumen (1,5 litros) es excretado como orina final llena de sustancias no
deseadas, sobre todo homotoxinas. El resto es reabsorbido y reciclado para
mantener en armonía el equilibrio mineral y electrolítico.
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El hígado es el principal órgano de detoxificación del cuerpo humano.
Las homotoxinas liposolubles que llegan al hígado a través del torrente
sanguíneo se transformarán metabólicamente en homotoxinas hidrosolubles
y llegan a los riñones, excretándose a través de la producción de orina.
Algunas homotoxinas se metabolizarán directamente a través de sustancias
que contienen grupos sulfidrilo, en productos de desecho atóxicos,
denominados homotoxonas.
Por supuesto, en el proceso de detoxificación del hígado es posible una
combinación de ambos procesos metabólicos.
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Aunque la piel es en primer lugar la primera barrera de protección del
organismo, no deberíamos olvidar las capacidades de drenaje (excreción) y
detoxificación de este tejido.
Es sumamente importante considerar las capacidades de drenaje y
detoxificación de la piel cuando se trata de programas de detoxificación más
avanzados y complejos. A menudo vemos que las personas fuertemente
intoxicadas, en una terapia de detoxificación reaccionan a nivel de la piel con
un brote o erupción, sudoración nocturna, mal olor, etc…En una
detoxificación más avanzada se tendrán en cuenta detoxificantes específicos
de la piel y medicamentos de drenaje. Este también es el caso cuando se
tratan las enfermedades de la piel o enfermedades que han sido evaluadas
progresivamente partiendo de un trastorno de la piel.
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La función de barrera de la piel en el exterior del organismo es realizada
internamente por las diferentes mucosas. Además de su función defensiva y,
al contrario de la piel, es nuestra mayor superficie de contacto con el entorno
que nos rodea. Por ello, también es nuestra principal vía de penetración de
las toxinas que intoxican el organismo.
El tejido linfoide asociado a la mucosa, las células linfáticas competentes no
encapsuladas, está muy presente a nivel de la mucosa. Las principales
mucosas son la respiratoria (con BALT) y la intestinal (con GALT). El MALT
funciona como barrera controlando los órganos dispersos, para inspeccionar
las sustancias que penetran en el organismo.
Por activación de las células de defensa, las membranas mucosas con su
MALT desempeñan un papel crucial en la detoxificación del organismo.
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La mayoría de las homotoxinas se hallarán en la matriz extracelular y debido
a su tamaño, tipo o estructura, serán transportadas en su mayor parte a
través del sistema linfático desde la MEC hasta el hígado y los riñones. Tras
la detoxificación en hígado y riñones, las homotoxinas pueden excretarse
fuera del organismo a través de los órganos de excreción.
Si existe una deficiencia del sistema linfático, los riñones o el hígado crearán
un enorme estado de intoxicación en el organismo en un breve espacio de
tiempo. Por esta razón, en la mayoría de los pacientes drenamos y
detoxificamos al mismo tiempo, ya que un drenaje sin apoyo del hígado y
riñón puede causar una sobrecarga de toxinas a nivel de estos órganos
cruciales.
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